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Cuando me enamoro

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No lo pudo postergar más y la crueldad de su cercanía se le impuso en dos lecciones más.

 

"— ¿Estás cansado Harry? Respiras agotado.

—No, todo bien. "

"— ¿Te encuentras bien? Pareces tener fiebre.

—No creo..."

"—Un deslizamiento suave y luego...—Ron le sonrió con las manos en sus caderas— ¡Pim! hacia arriba. Ladeas como una ola y vuelta a empezar.

Harry se ahogó en emoción y tensión sexual. Sus dedos ardían en el hueso de la cadera, sus respiraciones chocaban y casi que sus cuerpos también. Era un martirio y cada vez se sentía peor. "

"—Pon tus manos en mis hombros.

—Esa no es la posición.

—Vamos a la posición final.

—Hum... "

Se negó, dijo estar cansado y prácticamente huyó hacia los dormitorios. Demasiado en dos semanas. Demasiado de su baile sensual, del calor de su cuerpo, de la cercanía de su boca, de su mirada azul cielo, de sus sonrisas honestas y de su delicadeza al manejarle con las manos. Harry exhaló un suspiro dentro de las sábanas y corrió las cortinas. Aplicó un Mufliatto e hizo lo que jamás creyó; Masturbarse pensando en Ron. Fue peor de lo que imaginó, la nítida visión del pelirrojo devorando su cuerpo y engullendo su miembro lo alzó a la cúspide. La visión de un Ron desnudo moviéndose encima de él... Justo como sabe moverse de esa maldita forma tan pecaminosa y predominante, tan pasional y tan... Con ojos que te consumen en cada bocado y embestida y...

Harry se corrió y luego miró espantado al techo.

Era sábado y tocaba la lección definitiva. Harry sudó frio y se sintió culpable observando a Hermione desayunar y estudiar centrada con el ceño fruncido. Ella salía con Krum pero sus amigos habían sido novios, se quisieron y tal vez podía salvarse la relación. Él siempre creyó que estaban hechos el uno para el otro. Por eso cuando Ron se sentó a su lado engullendo salchichas con la boca abierta se hizo el distraído. Cuando tragó la comida y bebió miró a otro lado, cuando Ron le bisbeó al oído se estremeció encogiendo el hombro.

—Te espero en la tienda de campaña a las diez.

Ron siguió comiendo como si nada y a Harry se le cerró el estómago por la culpabilidad. Desear a un hombre era trascendental, pero no se deseaba a un mejor amigo enamorado de tu mejor amiga. Eso era suicida, traicionero y rastrero. Se marchó a su habitación comunitaria para entrar en pánico a gusto. Salió al campo de Quidditch y voló un rato sobre la escoba, bajó agotado pero con los músculos relajados, se dio una ducha reconfortante y al llegar la fatídica hora volvió a sentirse igual. Nada había funcionado.

—Has tardado ¿Te encuentras bien? Haces mala cara. —Ron le estudió el rostro con preocupación y se acercó.

Estaba todo preparado.

—Estoy bien, he jugado en el campo un rato.

— ¿Y no me has llamado? —dijo compungido— Ya te vale tío.

—Se me pasó, perdón.

No coló, su amigo le dirigió una mirada ceñuda y encuadró los hombros. "No por favor los hombros no" Era muy temprano para mostrarse tan sensual y varonil. Se inquietó cerca del portátil y colocándose frente a Ron.

Se miraron, Harry con los nervios picando hondo hasta el tuétano y Ron con sus ojos azules muy serio e intenso. Mano en su espalda baja casi rozando su culo, la otra mano envolviendo la suya, mitad del pecho y caderas juntas, Ron metió su pierna entre las suyas y Harry boqueó por aire con disimulo. Más cerca imposible. Si se empalmaba lo notaría, si se agitaba también. Iba a ser un martirio entre el cielo y el infierno.

—¿Preparado? —preguntó muy próximo a su boca.

—Sí. —No.

La música comenzó, ésta vez sin tutorial para interrumpir.

Ron balanceó las caderas presionando su mano abierta, lo que hizo que el contacto fuera extremo. Lo condujo de lado a lado con su perfecto y provocador movimiento de torso y se vio inducido por el baile. Ron iba a reconquistar a Hermione, era imposible que no lo hiciera. Estarían juntos, se amarían con pasión y eso estaba... Estaba...

—¿Harry?

Cerró los ojos disfrutando de la fricción de sus caderas. Se empapó del calor emanando de sus músculos por el ejercicio, se embebió del ondulante oleaje de su torso y se dejó llevar por su mano. Las palabras atravesaron con dulzura sus sentidos y transportaron sentimientos que creía inexistentes y ajenos. Su cabello pelirrojo rozó en incontables ocasiones con su mejilla y su aliento rozó sus labios. Ron iba a ser de Hermione. Su amigo bajó la mano hasta rozar su culo y pegó sus sienes juntas, el baile se convirtió en más íntimo. Apoyó las manos en su pecho y desesperó por besarle. Ron envolvió su cintura sin perder ritmo y cadencia.

—¿Crees que caerá por mí?

La burbuja se rompió y Harry le miró anhelante.

—Imposible que no. —susurró.

—Lo dices como si-

—Bailas de infarto Ron, cualquiera caería por ti.

El pelirrojo le observó con atención y Harry correspondió a su escrutinio. Tan cerca y tan lejos. Se empalmó y ya puestos ni le importó, el balanceo y la fricción hicieron de las suyas junto con su aliento, su boca a dos centímetros y su movilidad hipnótica.

—¿Incluso tú?

Harry parpadeó no entendiendo.

—¿Cómo? —preguntó confuso.

Ron no detuvo sus pecaminosos movimientos deslizándose de lado a lado por la tienda de campaña.

—¿Tú caerías? —inquirió sin apartar sus ojos en un tono bajo.

—Esto es para... Para reconquistar a Hermione. —se había excitado, pero también algo más. Más como la especial conexión entre ambos, más como ése momento íntimo, más de algo que siempre estuvo ahí latente.

—No me has respondido. —Ron le giró con gracia y se pegó a su espalda, posó la palma abierta en su vientre bajo y la otra quedó en el comienzo de su cuello.

Harry se estaba muriendo, sentía el alma huir del cuerpo—. Respóndeme —Y volver de improviso.

—Ron... ¿Qué importa? Tú deseas volver con ella y-

—En estas dos semanas —pegó los labios con obscena intención en su oreja— he deseado practicar las lecciones más por bailar contigo que por recuperarla. Dicho esto; Responde.

Harry inspiró estremecido, las caderas de Ron vivían adosadas a su culo y ya no... Un momento, notó un bulto apretado justo en la hendidura de su pantalón. El baile seguía, se desplazaba de lado a lado por los caprichosos pasos del pelirrojo y la mano en su vientre apretó su agarre. Un temblor lo quebró por entero y ya no pudo más.

—Caería... Ya he caído.

Ron lo giró ágilmente y otra vez se encontró entre sus brazos, en esa prisión viciosa que lo mantenía en un tormento delicioso.

No le habló, tan sólo le sonrió muy leve y se inclinó chocando su boca con él. Aquello no era besar, aquello era comerle por entero. Harry gimió entrelazando sus manos por detrás de su cuello y se inclinó hacia atrás por el peso demandante. Ron se mostró exigente y necesitado, dejaron de bailar pero no de besar. Le comía literalmente la boca y ni el cielo era más glorioso. Notó las manos agarrando sus glúteos y apretarlos, sintió la excitación de Ron fraccionando con la suya y fue maravilloso. No le daba tregua ni para respirar, atacó su interior con la lengua y su espalda chocó con uno de los postes que hacían de pilar estructural.

—Pero-

Ron volvió a besarle y empotró sus caderas manteniendo el ritmo de la bachata. Siguió un camino de besos por su cuello y pasó al otro lado.

— ¿Y Hermione? —logró decir.

—Hermione está con Krum.

Respuesta dada y a lo suyo, le devoró los labios hasta extirparle el alma y sus dedos se clavaron en su culo. Harry se sostuvo de sus hombros ante la avalancha de acciones y correspondió. Era tan fácil estar haciendo eso con Ron, tan natural.

Iba a correrse, tanto golpe y frotamiento le harían llegar dentro de los pantalones.

—Ron... —el pelirrojo le hizo un chupetón en el cuello—. Me voy a correr.

—Vale, espera.

Se apartó el cabello ante la mirada excitada de Harry y bajó las cremalleras de ambos, introdujo sus dos manos en cada uno y sin ceremonia previa juntó sus sexos.

—Madre mía. —gimió entrando en pánico y placer.

Ron no le permitió decir más, atacó su boca de nuevo y los masturbó ondeando las calderas. Harry se atrevió a meter la mano y encargarse de su amigo. Se miraron dándose mutuo placer, se besaron oyendo los suspiros del otro y gimiendo a golpes se derramaron en mano ajena. Sentir el movimiento de Ron en todo su esplendor era lo que había anhelado, el vaivén y el oleaje de todos sus músculos pegado a él. Harry se corrió soportando el asalto del pelirrojo y se desinfló satisfecho.

Ambos respiraron entrecortados abrazándose. Ron le besó el cuello y subió hasta sus labios para propinarle muchos más.

— ¿Y... Y Hermione? —recibió otro beso.

—Hermione está con-

—Ya lo sé, hablo de ti y de que pretendías volver con ella. —Ron le besó corto.

—Ya no. Me hizo falta dos semanas contigo para saberlo.

Harry se sintió tremendamente culpable.

—Pero igual ella aún siente por ti... —recibió otro beso mientras era limpiado con un hechizo— y lo vuestro iba a ser —otro beso más intenso lo calló— una historia de amor grande.

— ¿Y nosotros qué? —Ron por fin le miró directo a los ojos — ¿No nos merecemos algo así? A no ser que...

Harry comprobó de primera mano como los rasgos de su amigo se alargaron y sus ojos azules se desviaron plagados de incertidumbre.

Harry le besó.

—¿Entonces... Nada con Hermione?

—No.

Ron le devolvió el beso aún más apasionado.

—Nosotros... —no supo cómo seguir la frase.

—Somos nosotros —el pelirrojo le dio un pico suave— y seremos nosotros siempre. —Terminó con un brillo especial en la mirada.

Harry le sonrió y le besó, se había vuelto adicto no solo a su pecaminoso baile sino al sabor de sus labios.

—Estoy de acuerdo con eso.

 

Al día siguiente.

 

—Hermione.

Ron la encontró cerca de la biblioteca y la abordó antes de perderla bajo esa pila de papiros.

—¿Qué tal? —se acercó a él interesada.

Ron apretó los labios escondiendo una sonrisa de triunfo y Hermione lo descubrió.

— ¡Ohhhh! no me lo puedo creer —se abalanzó y lo abrazó alegre—. Ha funcionado.

—Muchas gracias —el pelirrojo correspondió a su abrazo y la alzó en el aire.

—Te dije que funcionaría.

—Pues no las tenía todas conmigo.

Finalmente se deshicieron del abrazo con sendas sonrisas abiertas.

—Te lo advertí, nunca falla. La bachata es ideal para despertar el interés en alguien.

—Gracias por las clases y por el ordenador.

—De nada —miró al rededor por si se lo encontraban—, no se puede conquistar a un cegato como Harry si no es a golpe de cadera sensual... Aunque me costó un montón que aprendieras.

Ambos se encaminaron hacia la puerta de la biblioteca.

—Te voy a echar de menos cuando te vayas.

—Y yo a ti. Cuida de Harry, os escribiré ¿Vale?

—Sí.

Se miraron cómplices y la castaña entró, Ron se colocó las manos en los bolsillos y silbó haciendo tiempo para verse con Harry en la tienda de campaña, hoy probarían con tango.

 

 

 

Fin.