Chapter Text
(Pueblo de Xenotime, región Este, Amestris)
(Alfons Pov)
Xenotime, una ciudad en el desierto del Este, famosa por sus orfebres. En un momento, la ciudad fue una exuberante villa verde. En los días dorados de Xenotime, el brillo del sol se reflejaba en las hojas verdes de los árboles y el aroma de las flores de los árboles frutales llenaba el aire. Los orfebres de la ciudad eran conocidos en todo el desierto del Este por su habilidad para convertir los metales preciosos en hermosas joyas y adornos.
Pero un día, mientras algunos habitantes de Xenotime realizaban una expedición en busca de nuevas vetas de plata, se toparon con algo que cambiaría el destino de la ciudad para siempre. Bajo la superficie del suelo, descubrió una rica veta de oro, brillante y reluciente como el mismo sol. La noticia se extendió rápidamente por toda la ciudad y, con ella, llegaron la codicia y la ambición. Los habitantes de Xenotime comenzaron a cavar frenéticamente, ansiosos por extraer el metal preciado. El suelo se abrió y las máquinas invadieron el paisaje, desgarrando la tierra y destruyendo todo a su paso.
A medida que la capa superficial del suelo era removida, la exuberante vegetación que una vez cubría la ciudad fue arrasada. Los árboles fueron cortados, las flores marchitaron y los ríos se volvieron estériles. Xenotime, una vez un oasis en medio del desierto, ahora se había convertido en un yermo desolado.
Pero la codicia no se detuvo allí. Los orfebres, cegados por la búsqueda del oro, comenzaron a trabajar sin descanso, creando joyas y objetos de valor como nunca. Pero a medida que la ciudad se llenaba de riqueza, también se llenaba de sombras. La avaricia y la envidia se apoderaron de los corazones de los habitantes de Xenotime, y la ciudad se sumió en la oscuridad. Hasta que llego el día en que se acabo el oro. Y la ciudad paso a ser un pueblo fantasma, una sombra de lo que solía ser.
Clara: Menudo lugar se buscaron esos impostores para hacerse pasar por los hermanos Elric. Cuesta creer que este pueblo derruido alguna vez haya sido un lugar reconocido por su oro -dijo mirando despectivamente el lugar mientras nos abríamos paso por las calles vacías.
Alfons: Justamente esa es una buena justificación de porque estarían tan interesados en la creación de una piedra filosofal según los rumores -dije mientras trataba de estar tranquilo para así intentar ignorar el inmenso calor de la tarde que sentía.
(Imaginar algo más bajito jaja)
Aun cuando uso ropa de civil en vez de mi uniforme para pasar desapercibido, igual hacia calor, condenado desierto.
Lyra: ¿Eso que significa, señorito?
Alfons: Ahora que sus minas ya no producen oro ni ningún otro metal valioso. La gente de este lugar ha de creer que tienen muchas razones para querer transmutarlo. Y eso solo podría hacerlo con una piedra filosofal a menos que busquen romper las leyes y transmutar oro de forma ilegal -dije encogido de hombros.
Lyra: Y al ser este un antiguo pueblo minero, no seria muy sospechoso que nuevamente produzcan oro y se disculpen con que cavaron más profundo en las minas -dijo comprendiéndolo.
Alfons: Tristemente así es la vida, el dinero muevo mundo. Y todos los adultos necesitan el dinero para vivir así que eso los mueve también -dije pensando una sola cosa, encontrar a los impostores.
Durante el viaje hacia acá forcé mi memoria, y creía tener una buena idea de quienes eran estos impostores. Con el hermano menor no será brusco, es un niño pequeño en estos momentos, o al menos eso asumo. En cambio con el mayor, a ese si que le voy a partir de la cara. Nadie toma la identidad del chico que significa todo para mi y se sale con la suya.
Aunque mis pensamientos de venganza fueron interrumpidos cuando escuchamos las angustias de algunas personas. A lo cual fuimos a revisar para de ese modo conocer a Elisa, una pequeña niña de unos cinco años que estaba atrapada debajo de un vagón de mina, junto a su padre y otros hombres que intentaban buscar el modo de liberar a la pequeña.
Cosa que solo me hizo suspirar antes de chasquear los dedos, haciendo que Clara y Lyra acataran la orden de inmediato. Siendo de ese modo que Clara solo corto el vagón en dos con su espada de cartas para que luego Lyra lo mandara a volar con un disparo de aire centrado. Liberando a la pequeña en cuestión de segundos.
Y no hace falta decir que la gente se alegra por ello, al punto de que para cuando nos dimos cuenta. Ya nos habían invitado a cenar en una posada del lugar que lo que más llamaba la atención de ella era que había joyería, diferentes piezas de oro enmarcadas, como un recuerdo de una época pasada.
Padre de Elisa: Vaya, realmente tuvimos suerte de contar con unos alquimistas reales como ustedes. No podemos agradecerlos lo suficiente -dijo sonriendo junto al resto de civiles que se agruparon alrededor de nuestro, incluida su hija.
Elisa: Y no olvides a sus hermanas mayores -dijo haciendo que tanto yo como las dos chicas que me acompañaban solo sintiéramos bajar una gota de sudor de nuestros frentes. Vaya que los niños podían decir las cosas más inocentes.
Alfons: Me temo que estas confundida pequeña, ellas trabajan para mí. Lyra es mi asistente y Clara es mi enfermera personal -explique con calma.
Elisa: ¿Qué trabajo para ti? Pero si tú eres un niño -dijo con esa misma inocencia, haciéndome sentir como si me hubieran golpeado con un tubo de metal en la cabeza.
Hacia un tiempo que no me recalcaban que técnicamente una simple vista todos podían decir fácilmente que era un mocoso en pañales, en ese sentido extraño los dos meses de capacitación de los hombres y mujeres embajadores de Aerugo que se aseguraron de que aprendiera todo del país, desde historia y costumbres a política y comercio.
Ellos al menos me trataban como un igual... o al menos estaban obligados a eso... ya me deprimí.
Lyra: De cualquier modo, a los 3 nos alegra que se encuentre bien, señorita Elisa -dijo con amabilidad para que luego escucháramos la puerta siendo abierta.
Se trataba de un hombre de mediana edad con una vestimenta simple de civil de piel morena y el cabello oscuro lo bastante largo como para esconder la mitad de su rostro. Del tipo se podían resaltar dos cosas con facilidad. 1: Que estaba preocupada, se le notaba en su rostro aparte de que se veía bastante agitado. Y 2: Que tenia una canasta llena de limones consigo. Parece que no todos en este lugar habían dejado la agricultura de lado por sueños de antaño dorados.
???: ¿Estás bien, Elisa? -pregunto el hombre preocupado por la pequeña quien se alegre apenas le vio.
Elisa: ¡Tío Belsio! -dijo feliz la pequeña antes de que su brazo fuera sujeto por el hombre que aparentemente ayuda a traerla al mundo- papá...
Padre de Elisa: Sal de aquí -dijo severo al recién llegado- tienes valor al mostrar tu cara en mi casa ahora ¡después de que casi mataste a mi pobre hija! -dijo a la vez que todos los presentes miraban con mala cara a Belsio- escúchame, Elisa. Sin importar lo que el diga ¡no lo ayudaras con su trabajo nunca más!
A lo cual la pequeña se soltó del agarre de su padre para sorpresa de este.
Elisa: ¡Papá! Nada fue idea del tío Belsio ¡fui yo quien le rogo que me dejara ayudar! -explico antes de que a la pequeña le diera un ataque de tos.
Cosa que llamo tanto mi atención como de las chicas en lo que su padre estándo preocupado le dio un vaso de agua mientras le frotaba la espalda a la pequeña. Momento que el tío de la niña aprovecho para solo irse, no sin antes pedir disculpas por lo que paso.
Lo cual resulta ser que la razón por la que Elisa acabo debajo del vagón de mina era que Belsio usaba un manantial subterráneo para regar sus cultivos, y usaba el vagón para transportar agua. Elisa solo debía accionar una palanca para que el vagón transportara el agua pero este se travo en el camino por unas rocas y cuando ella trato de quitarlas, el vagón le cayo encima.
Elisa: El tío Belsio me dijo que tus pasteles de limón eran los mejores papá. Y que era una última que las granjas de limones hubieran cerrado -dijo mirando el cesto de limones con tristeza- pensé que si lo ayudaba podría probar tus pasteles -dijo haciendo que todos bajaran la mirada con tristeza.
Aldeano 1: No te preocupes -exclamo tratando de levantar la moral- cuando terminemos la piedra filosofal. Seremos ricos y luego podremos comprar fruta cuando queramos.
Alfons: ¿Piedra filosofal? -pregunte arqueando una ceja.
Padre de Elisa: ¡Si, si! Fue por eso por lo que tú y tus acompañantes vinieron ¿no es cierto? -pregunto viendo a ambas mujeres- para ayudar al señor Mugear con su investigación y terminar la piedra filosofal -dijo esperanzado.
Aldeano 2: Por favor hagan todo lo que puedan. Terminen lo antes posible.
Aldeano 1: Queremos que Xenotime sea otra vez la ciudad de oro.
Aldeano 3: Es cierto, contamos con ustedes alquimistas -dijo en lo que todos se alegraban por la aparente llegada de más ayuda para ese sujeto Mugear.
Había escuchado de él, un terrateniente que compro todo el pueblo y terrenos aledaños ¿Cómo y de donde saco el dinero para hacer eso? Hasta la fecha no tenia la menor idea. Pero en todo caso... era hora de reventar la burbuja de estas personas con la perspectiva de la realidad bastante alterada.
Alfons: Entonces está gente esperando que este terrateniente, Mugear. Cree la piedra filosofal y así la ciudad vuelva a la época dorada del oro -dije ignorándolos mientras que Clara y Lyra asintieron.
Lyra: Lo que es una lástima si se detiene a pensar que dejan que estos frutos tan deliciosos se desperdicien -dijo mientras tomaba un limón del canasto.
Alfons: Tienes razón, Lyra -dije suspirando- esta gente no ve que ya su época dorada pasó. Así como no ven que si siguen creyendo que Mugear será su salvador... Tristemente este lugar se volverá un pueblo fantasma más pronto que tarde -dije para indignación de los presentes.
Padre de Elisa: ¿Cómo se atreven a decir esas cosas? ¡Xenotime es la ciudad del oro, pronto las minas estarán a rebosar de oro como antes con ayuda de la piedra filosofal!
Vaya que esta gente es sorda, o más bien diría que ciegos, o ambos en todo caso.
Clara: Los habitantes de Xenotime tienen demasiadas expectativas puestas en Mugear y en la creación de la piedra filosofal. Parece que creen que eso revivirá la época dorada del oro en la ciudad. Pero Alfons tiene razón, esa época ya pasó y no veo cómo una piedra filosofal pueda cambiar eso -declaro como si nada.
Lyra: Es triste ver cómo la gente se aferra a la idea de que el dinero y el oro lo solucionarán todo. No se dan cuenta de que están viviendo en el pasado y que deben adaptarse a las circunstancias actuales. Además, ¿Qué garantía tenemos de que Mugear pueda realmente crear la piedra filosofal o que en verdad la use para ayudar la ciudad? -pregunto ofendiendo a los presentes.
Alfons: Exactamente, Lyra. Además, el hecho de que estén dispuestos a transgredir las leyes y transmutar oro de forma ilegal muestra lo desesperados que están. En lugar de depender de Mugear y la piedra filosofal, deberían buscar otras formas de revitalizar la economía de Xenotime -dije dando mi opinión sincera.
Clara: Estoy de acuerdo. Tal vez podrían diversificar sus actividades económicas, buscar nuevas oportunidades y desarrollar otros recursos naturales que tenga la ciudad. Dependiendo únicamente del oro y de una piedra filosofal es una estrategia demasiado arriesgada.
Lyra: Además, es importante recordar que el dinero y el oro no son lo único que importa en la vida. Hay cosas más valiosas, como la salud, la familia y la felicidad. Si la gente de Xenotime se obsesiona tanto con el dinero, podría perder de vista lo que realmente importa -dijo mirando específicamente a los presentes- si no es que ya lo perdieron.
Alfons: Tienes toda la razón, Lyra. Es hora de que los habitantes de Xenotime reconsideren sus prioridades y busquen formas más sostenibles de mejorar su calidad de vida -dije como si nada.
Momento donde el padre de Elisa me sujeto del cuello de la camisa con rabia.
Padre de Elisa: ¿Cómo se atreven? ¿Es que buscan burlarse de nosotros? ¡¿Qué van a saber ustedes?! ¡Nosotros teníamos todo en esta ciudad, sin el oro no somos nada!
Alfons: ... Muy valiente usted para agarrar de forma tan violenta a un niño, o aún más impactante, a un Mayor del ejecito como yo -dije con severidad y con una mirada que denotaba tal frialdad que el hombre me soltó sin pensarlos dos. veces.
Padre de Elisa: Un militar... ¡pero eres un niño!
Aldeano 1: Esperan, yo escuche algo hace un tiempo. El hijo del héroe de Ishval que se volvió Mayor hace unos meses luego de enlistarse hace un año cuando solo tenía 10.
Aldeano 2: Si, que incluso hizo lo imposible y conquisto el país que esta al sur, Aerugo.
Aldeano 3: Y que además se volvió el nuevo príncipe heredero de ese principado. El Mayor Alfons Heiderich Mustang, el niño dorado de Central -dijo en lo que yo solo sonreí divertido.
Al parecer estaban bien informados.
Alfons: Así es, solo que ahora también tengo el apellido de ¨Von¨. Alfons Von Heiderich Mustang. Eso vino con mi nombramiento como príncipe heredero de Aerugo. Muestra que soy de la nobleza -dije en lo que los lugareños de Xenotime daban un paso hacia atrás intimidados- por favor, no confundan las cosas. No queremos causar problemas.
Clara: Lamentamos si nuestras palabras fueron interpretadas como burla o falta de respeto. No estamos tratando de menospreciar la importancia del oro en la historia de la ciudad. Simplemente queremos señalar que depender únicamente de este puede limitar las posibilidades de crecimiento y desarrollo a largo plazo... como parece que este recurso está pasando actualmente.
Lyra: Exactamente, no estamos diciendo que el oro no tenga valor o que la época dorada de la ciudad no haya sido importante. Lo que queremos decir es que es necesario adaptarse a las circunstancias actuales y explorar otras formas de revitalizar la economía de Xenotime. Como volver al cultivo -sugirió haciendo que ellos fruncieran el ceño por la idea.
Clara: De hecho ¿Cómo confías tan ciegamente en Mugear? Apuesto lo que quieren a que él fue quien en un principio los animo a sobreexplotar el oro hasta dejar las minas vacías ¿no es así?
Vaya, si las miradas mataran, apuesto a que nosotros 3 ya estaríamos en el centro de la tierra con la intensidad con la que todos ellos nos estaban viendo.
Aldeano 1: ¡No creemos que eso sea cierto! Mugear ha estado aquí desde antes de que las minas se agotaran y siempre ha sido un defensor de la ciudad.
Aldeano 2: Sí, él nos ha prometido que con la piedra filosofal podremos recuperar la época dorada de Xenotime.
Aldeano 3: Además, Mugear es un alquimista muy poderoso, y tiene la ayuda de ese nuevo alquimista estatal del que todos hablan, Edward Elric. Estamos seguros de que pueden crear la piedra filosofal y ayudarnos -dijo llamando mi atención.
¿Ese tipo era alquimista? Lo dudo bastante tomando en cuenta que nunca había oído hablar de él. Seguramente para eso están los impostores tal cual lo estaba tratando de recordar.
Alfons: Entiendo que tengan esperanzas en Mugear, pero la realidad es que la creación de la piedra filosofal no es algo fácil ni segura. Además, ¿realmente confía en que él la usará para el beneficio de la ciudad y no para sus propios intereses? -pregunte en lo que ambas chicas asintieron.
Clara: Exactamente. No pueden depender únicamente de la promesa de Mugear y la piedra filosofal. Deberían de buscar soluciones más realistas y sostenibles para revitalizar la economía de este lugar, aprovechar sus puntos fuertes -dijo siendo una experta en el tema con lo de Psyren y Aquroya. Mientras que los habitantes seguían haciendo oídos sordos.
Estaban empezando a hacerme perder la paciencia.
Aldeano 1: Pero el oro es lo que nos hizo prósperos en el pasado. No podemos simplemente abandonarlo.
Aldeano 2: Sí, el oro es nuestra identidad y nuestro legado. No podemos dejarlo atrás.
Padre de Elisa: Tal vez tengan razón en que necesitamos diversificar nuestras actividades económicas, pero el oro siempre será importante para nosotros.
Alfons: Entiendo que el oro tiene un valor histórico y simbólico para ustedes, pero es importante adaptarse a las circunstancias actuales. No pueden aferrarse al pasado y esperar que todo vuelva a ser como antes. Deberían buscar nuevas oportunidades y formas de crecimiento -dije antes de ponerme de pie al notar que no deseaban escucharme en lo más mínimo.
Era hora de que el señor amigable se fuera y el señor serio tomara su lugar.
Alfons: Muy bien, como no quieren escuchar, lo haré por las malas. ¡Como Mayor del ejercito pongo esta ciudad bajo toque de queda, todo el mundo a sus casas! A partir de ahora nadie tiene permitido hablar del oro o hacer algo relacionado a eso, ¡si escucha cualquier implicación de crear oro, la persona en cuestión será arrestada o incluso ejecutada! es más -dije señalando al dueño del lugar- ¿todo el oro que tiene de exhibición en esta posada? Me lo llevo como evidencia.
Padre de Elisa: ¿Qué? ¡No puedes hacer eso, maldito militar! -dijo solo para sentir la espalda de Clara en su cuello.
Alfons: Lamento que pienses así, pero uno de mis deberes como militar es que donde haya problemas, debo estar allí para mantener el orden -dije severo- y ahora mismo debo asegurarme de que la ciudad encuentre un camino hacia la prosperidad. Si eso implica tomar medidas drásticas, lo haré -dije chasqueando los dedos para que luego las chicas tomen todo el oro.
Para acto seguido retirarnos, no sin antes disculparnos con la niña en el lugar. Fue bueno que no intentaran detenernos más allá de maldiciones y quejas sobre que el estado era solo un montón de ladrones que se aprovechaban de la gente justa y honrada y otras cosas más. Porque honestamente, en mi sentido habría muy mal de haber tenido que hacerle daño a esta gente si hubieran tratado de irse a las armas.
Clara: Alfons, entiendo tu frustración, pero debemos ser cautelosos con nuestras acciones. No queremos generar más conflictos de lo necesario -dijo llamando mi atención.
Alfons: Tienes razón, Clara. No quiero empeorar las cosas, pero es importante que la gente de Xenotime comprenda la necesidad de cambiar su enfoque y explorar nuevas oportunidades. Si eso significa volverme su enemigo, que así sea -dije mientras miraba complacido como todos se iban a sus casas.
Podrán detestarme ahora mismo, pero el gobierno era el gobierno.
Lyra: Estoy de acuerdo. Tal vez podamos organizar reuniones comunitarias para discutir ideas y estrategias alternativas para la economía de la ciudad. Es importante que todos se sientan escuchados y que participen en el proceso de toma de decisiones. Será una buena forma de arreglar lo que paso hoy y de todos modos no nos iremos pronto -dijo haciéndome pensarlo.
Clara: Oh dicho de otro modo, necesitamos un enfoque multidimensional para revitalizar la economía de Xenotime. Esta gente no puede depender únicamente del oro y la piedra filosofal. Debemos diversificar, buscar nuevas oportunidades y trabajar juntos para construir un futuro próspero y sostenible para esta gente -dijo con calma.
Antes de que los 3 termináramos amargados con la sola idea de todo el trabajo y papeleo que eso implicaba ¿Cómo es que acabábamos metidos en estas cosas?
Ah, es verdad. Ahora mismo, por culpa de los impostores. Una razón más para arruinarles los aviones.
Lyra: Señorito, lo del oro ¿Por qué...?
Alfons: No me gusta usar mi autoridad de ese modo -dije encogido de hombros- pero ahora en el pueblo se correrá la voz de que un Mayor del ejército está en el área buscando oro. Eso seguro llamará la atención de Mugear
Lyra: Ya veo -dijo asintiendo mientras sonreía con aprobación con mi plan. Mientras que la rubia solo suena con burla.
Clara: Ay, no te hagas, lo quieres para el rubiecito -dijo haciéndome sonrojar.
Esta mujer no sabia cuando pararle a las bromas ¿no?
Alfons: Claro que no... -dije en lo que hacía un puchero- el oro es un excelente material para la construcción de aviones y cohetes... Aunque supongo que un collar o aretes de regalo no se verían mal... - dije pensativo.
Nunca había visto a Ed con nada de bisutería ¿le gustara si le regalo algo así?
Clara: Y en espera de los anillos -dijo logrando que me sonrojara aún más. Por mi bien mejor ignoraba a esta mujer lo más posible.
Lyra: Pero ¿Qué haremos respecto a que buscan crear la piedra filosofal, señorito? -me pregunto recordándome uno de los problemas en cuestión.
Alfons: Ya nos encargaremos -dije como si nada- por ahora busquemos al tal Belsio y saquémosle algo de información. A estas alturas empiezo a creer que es la única persona en todo Xenotime que aún tiene sensatez -dije para que luego los 3 nos pusiéramos en marcha.
Clara: Solo una duda ¿Dónde lo encontramos?
Alfons: Pues elemental, mi querida Lyra -dije imitando el famoso estilo del buen Sherlock Holmes- vimos que trajeron limones, los cuales debieron ser cultivados en algún lado. Y tomando en cuenta que el resto de los habitantes están obsesionados por el oro, eso solo nos deja una alternativa, el único lugar con árboles de limón, es allí -dije para luego ser aplaudido por ambas.
Vaya, el propio Sherlock seguro le gustaba presumir su inteligencia deductiva, solo así explícito que hablara así para empezar.
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(Al día siguiente)
Sorprendentemente, Belsio resultó ser más cooperativo de lo que esperaba. En cuanto le contamos lo sucedido en la casa de su sobrina y su cuñado, nos abrió las puertas a su hogar sin pensarlo dos veces, al parecer estaba de acuerdo completamente con las medidas que tome. Y es que era verdad, esta gente necesitaba ser atraída a la realidad, por la fuerza de ser necesario.
De él logramos obtener información sobre 3 cosas: El agua roja, Nash Tringham... y posiblemente alguien desaparecido desde los tiempos de la guerra de Ishval, el doctor Marco. Pero de momento, una cosa era clara, ya era tiempo de terminar con esto. Por dicha razón estaba aquí, en la mansión de Mugear.
Alfons: Espero que esas dos puedan poner a los hijos de Nash Tringham en su lugar -susurre para mi mismo antes de pararme en frente de la mansión con los guardias armados apuntándome.
Guardia: ¡¿Quién eres?! ¡Identifícate!
Alfons: Alcalde Alfons Heiderich del ejército Amestrisano. Busco una reunión con tu capataz, Mugear -dije haciendo que ambos hombres retrocedieran al seguro haber escuchado de mi por lo del día de ayer.
A lo cual, tras pasados unos minutos, el propio hombre se apareció ante mi con los brazos abiertos. Un tipo comenzando los 50 o los 60, ya de cabello grisáceo, sumamente obeso y torpe al andar, sin mencionar que sudaba como todo un cerdo. El típico estereotipo de terrateniente buscador de oro, con la única diferencia de que usaba un traje de laboratorio en vez del típico traje de negocios.
Mugear: ¡Bienvenido, sea bienvenido alcalde Heiderich! -exclamo sonriendo- Sus hazañas son bien conocidas incluso en rincones apartados como este. ¿Qué trae al demonio celestial a Xenotime? -pregunto haciéndome fruncir el ceño.
Había olvidado que desde que todo el mundo llego a conocer mi tipo de alquimia tras lo sucedido en Aerugo, ahora todo el mundo me daba el apodo de ¨Demonio celestial¨, un ser con el poder divino de los cielos de castigar a los enemigos de la nación por el bien de la patria... puras tonterías causadas por la propaganda, pero ni modo, así eran las cosas.
Alfons: ... De compras -dije de forma inexpresiva- es decir, escuché que este era un pueblo minera. Pero me decepcione mucho al oír que no hay oro, pero... Entre los ciudadanos escuchan algo interesante, dicen que estás trabajando para solucionar el problema, Mugear -dije haciendo que el hombre se tensara, aunque intento que no se mostrará para así mantener las apariencias.
Mugear: En efecto, en efecto -dijo frotándose las manos.
Alfons: Espero que nada ilegal -mencione casualmente- es decir, creo que usted sabe tan bien como yo que intentar usar algo tan mítico como una piedra filosofal para crear oro es un crimen capital -dije mientras que el tipo parecía a punto de darle un colapso.
Mugear: ... Bueno, dudo que dichas condiciones se apliquen a un oficial del ejército de tan buen renombre como usted, sin mencionar seguramente tampoco se aplicarán a un alquimista estatal certificado -explico mientras que a mi poco podía importarme al ya saber por donde iba el asunto.
Alfons: No... a nosotros nos va peor en realidad- aclare de forma casual en lo que él solo me vio con los ojos como platos.
Mugear: ¿Es un alquimista estatal, alcalde? -pregunto con incredulidad-... no veo el reloj de plata por ningún lado -susurro haciéndome reír por lo bajo.
Alfons: Estoy en proceso de serlo, y parte de eso es conocer las reglas, ¿Entiende? -pregunte en lo que el ya parecía listo para ordenar a sus hombres que me dispararan- pero para que mencione a un alquimista estatal ¿tiene a uno trabajando con usted? -pregunte en lo que el hombre mayor mejoro su humor casi al instante.
Mugear: Pero claro que sí. Es una estrella emergente, pero está empezando a conocerse su nombre en el Este. A los hermanos Elric. Más específicamente, al alquimista de acero, Edward Elric -dijo con confianza.
Mientras que yo solo quería cortarle la lengua por atreverse a usar el nombre de Edward como si nada, ya que es obvio que el sabe que no tiene a los hermanos reales trabajando con él. Y solo por dicha razón quiero partirle todos los dientes de un puñetazo.
Alfons: No me diga... -dije estando tenso- el así llamado Edward Elric... ¿Tiene un brazo de automail?
Mugear: ...No...
Alfonso; ¿Y el hermano menor usa armadura?
Mugear: ... Tampoco... -respondió bajando la mirada y apretando sus puños con fuerza.
Seguro debe sentirse como un idiota o indignado de que se descubrió su charada tan rápido... y ahora seguro fingirá que lo engañarán por completo y que todo fue un simple error, personas así eran tan predecibles. Y justo eso hizo, comenzó a decir excusa tras excusa entre balbuceos... era muy molesto.
Alfons: ...Obviamente está viviendo estafa condores, señor -dije cortándolos de hablar más- pero descuide, ya tengo a mi personal encargándose de ellos -dije como si nada- y mientras ellas arreglan el problema ¿porque no hablamos de su mina de agua roja? -pregunte haciendo que la sonriera incomodo.
Mugear: Oh, sabe de eso, muy bien -dijo en lo que yo solo palmee al hombre con calma en el hombro tras elevarme hasta su altura usando mi alquimia para flotar un poco en el aire.
Alfons: Descuide, estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo -dije antes de mostrar mi mejor sonrisa maliciosa- no lo parezco pero soy un niño codicioso. Puedo ver muchos usos a su agua roja para buen recaudo, seguro que con mi ayuda, será muy sencillo multiplicar... las ganancias.
Y ábrete sésamo, solo basto con decir la palabra mágica que es sinónimo de dinero para que toda la actitud retraída y desconfiada del hombre se fuera para en su lugar aparecer la cara del tipo en modo vendedor, listo para venderme su idea de negocio como todo un capitalista codicioso.
Mugear: Algo me dice que nos llevaremos bien -dijo sonriendo antes de invitarme a pasar.
Siendo mientras era escoltado por el hombre mayor que solo deseaba que Lyra y Clara ya hayan hecho lo suyo capturando a los hermanos Tringham, porque no creía poder soportar a este sujeto mucho más tiempo.
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(Punto de vista general)
(Al mismo tiempo, en el laboratorio de la mansión)
Fletcher Tringham no era un niño feliz en ese momento... en realidad, no había sido un chico feliz en mucho tiempo. Pero ahora menos razones tenia para serlo, un militar que había llegado al pueblo la noche anterior había llegado a la mansión y por como hablo, era obvio que conocía a los hermanos Elric, los verdaderos hermanos Elric... estaban jodidos.
Fletcher: Hermano ¿Qué vamos a hacer? -pregunto el pequeño niño a su hermano mayor inusualmente alto para su edad- ese militar sabrá la verdad... mejor vámonos, nunca debimos hacer esto, ya deberíamos abandonar esta farsa -dijo a su hermano.
Quien estaba absorto en su trabajo sin prestar mucha atención a su entorno en realidad.
Russell: Tranquilo, seguro sólo ha oído rumores de los Elric. Además, apenas estamos empezando a retomar las investigaciones de papá, no podemos renunciar a todo apenas empezando.
Fletcher: ¿Y si lo hace? ¿Qué tal si conoce a los verdaderos hermanos Elric y nos entrega? ¿Entonces qué?
Russell: No te preocupes -dijo tranquilo- nadie de por aquí le va a creer nada de lo que diga. Quedara como un militar abusador sin razones para poner en duda el buen nombre de los hermanos Elric. Dudo que ni siquiera sea un militar, es un niño.
Fletcher: Nosotros también lo somos -dijo haciendo que a su hermano casi se le caiga la botella con una muestra de agua roja por no esperar esa respuesta.
Russell: De cualquier modo, solo concentrémonos en terminar la piedra para de ese modo poder largarnos de este lugar.
Fletcher: Espero que todo salga bien -dijo mirando la ventana con resignación- sabes, podríamos irnos, solo...
Russell: Eso no pasará -dijo con severidad- no dejaré que Mugear se quede con todo el crédito de la investigación que le llevo toda la vida a papá. Como sus hijos, es nuestro deber terminar su trabajo.
Fletcher: Pero si... -dijo con angustia solo para ser silenciado por su hermano mayor.
Russell: No te preocupes, si llegamos al punto del no retorno te prometo que me asegurare de que escapes ileso sin importar como -dijo para luego centrarse en su trabajo.
Mientras que por su parte, Fletcher solo pudo apretar sus pequeñas manos con impotencia. Le molestaba que su hermano no notara que algo se sentía mal con todo ese asunto del agua roja, esa mansión así como el propio Mugear. El lugar escondía varios secretos sucios, se podía sentir en el aire ¿Por qué su hermano no podía verlo?
Siendo en ese momento que dos mujeres que habían logrado entrar discretamente en la mansión hicieron acto de aparición, ambas usando mascarillas del mismo modo que los hermanos.
Clara: ¿Escuchaste, Lyra? Parece que nuestro par de imitadores está aquí buscando cumplir una promesa a su papá -dijo a su compañera que solo asintió.
Lyra: Si escuche, Clara. Casi me hace sentir pena por ellos -dijo con un evidente falso tono de empatía- aunque eso explica en parte porque hacen lo que hacen. Son jóvenes y apuesto a que Mugear solo los aceptaría si tenían cierta credibilidad, el único modo de salirse con la suya era decir que son los hermanos Elric -dijo con indiferencia.
A lo cual Russell solo puso a su hermano menor detrás suyo mientras que por su parte, Fletcher no sabia de donde aparecieron esas dos mujeres, una sirvienta y una enfermera... que no sabía la razón, pero sabía que ambas personas del genero femenino eran peligrosas, tenían aires de serlo.
Russell: ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo entraron aquí? -exigió molesto.
Haciendo reír por lo bajo a ambas damas.
Clara: Digamos que trabajamos para la milicia
Lyra: Y deseamos aclarar unos asuntos con ustedes dos -dijo con seriedad.
Siendo la respuesta del mayor de los dos hermanos el tomar una lampara junto a él y transmutarla en una espada.
Russell: Adelante -dijo esperando reacciones de sorpresa de ambas mujeres.
Pero en vez de eso ambas solo fingieron sorprenderse, y de una forma terrible.
Clara: Oh, vaya... Parece que es... -exclamo con un exagerado tono dramático.
Lyra: Pero no debe ser, es imposible -dijo de forma igual de exagerada antes de tener un brillo pícaro en los ojos- seguro es la imitación hecha con agua roja de la que nos habló el señorito.
Y no hace falta decir que esa declaración desubico por completo a ambos Tringham
Russell: ¿Saben de eso?
Clara: La verdad no... -dijo con un tono de voz burlona- tú nos lo acabas de confirmar.
Lyra: Lo que sí sabemos es el proceso que su padre uso para crear esa piedra que tienes allí... Solo basta ver cuánta gente padece de toz en el pueblo para hacerse una idea... -dijo haciendo que el hermano menor bajara la mirada mientras temblaba.
Si, ellas ya tenían una buena idea de porque la gente en esa ciudad estaba enferma, no solo era la pequeña Elisa, una buena cantidad de personas sufrían ataques de tos. Y tras Clara analizar a la propia Elisa que esa mañana había ido a visitar a su tío. El grupo del Mayor más joven en la historia del país tenia una no muy bien aceptada respuesta.
Clara: Esa cosa es tóxica, ¿Verdad? -pregunto molesta- el agua roja es solo una concentración ridícula de mercurio, azufre y otras toxinas altamente dañinas para el cuerpo humano. Esa niña Elisa tiene rastros de agua roja en su sistema ¿Cómo rayos esta viva? Es un milagro, así de simple.
Lyra: Si, el señorito me hizo investigar al respecto -dijo con seriedad a su compañera- recuerda que su intención es destruir todo sobre la piedra filosofal, así que investigue en su nombre a algunos alquimistas que se obsesionaron con el tema... Uno de ellos era Nash Tringham. Su padre ¿no? -pregunto haciendo que ambos hermanos las miraran con incredulidad.
¿Cómo lo sabían?
Clara: ¿El señorito quiere destruir la piedra filosofal? -pregunto sorprendida- pensé que era todo lo contrario. Que había hecho un trato con su padre para buscar la piedra y que Acero no tuviera que hacerlo.
Lyra: El señorito se ve a sí mismo como un científico, no un alquimista. Por esa misma razón, el ve como innecesario todo el sufrimiento que conlleva la creación de la piedra. Por eso cree que la humanidad puede sobrevivir perfectamente sin ella -respondió- además, el cree que si investiga lo suficiente, puede ayudar a los hermanos Elric sin tener que recurrir a la piedra filosofal.
Clara: Comprendo -dijo mientras que los dos rubios presentes no podían creer lo que escuchaban.
Entonces era un hecho, Alfons Heiderich Mustang conocía a los hermanos Elric, y al parecer les tenia el suficiente aprecio como para hacer cosas sucias y hasta desquiciadas por ellos, eso solo no estaba bien.
Russell: Lo único que comprendo de todo esto... Es que su "señorito" quiere destruir la investigación de mi padre... ¿Es así? -pregunto dejándose consumir por la ira ante la indiferencia de ambas mujeres.
Lyra: Sólo responde esto, algo de lo que mencionó mi compañera de que el agua roja es tóxica, ¿Es cierto? -pregunto haciendo que el más alto de los dos chicos afilara la mirada.
Clara: Vaya, qué gran hombre habrá sido su padre si no le importaba matar gente inocente para seguir jugando al gran alquimista -dijo con sarcasmo.
Causando que el mayor de los Tringham intentara atacarla con su espada cegado por la ira, solo para que este viera con incredulidad como su arma transmutada fue cortada en dos por nada más que una espada que parecía estar hecha de naipes.
Russell: ¿Qué? -exclamo con incredulidad mientras ambas chicas seguían con su interrogatorio.
Lyra: Sabemos que hubo una epidemia hace años, muchos niños llegaron a perder la vida, ¿Tiene relación con el agua roja? -pregunto con severidad- es irónico, la gente de Xenotime tenía todo el dinero del mundo, pero nada los ayudo a salvar a todos esos bebés... la equivalencia de intercambio puede ser muy injusta a veces.
Russell: ¡Cállate! -dijo golpeando a la mujer rubia en el rostro.
La cual decidió aprovechar para hacer lo que mejor sabía hacer, actuar.
Clara: Au.... Duele mucho... -dijo dándole la espalda a la vez que se hacía llorar- ¿Por qué eres tan malo conmigo? -dijo de tal modo que el chico no pudo evitar sentirse mal.
Russell: ¿Qué? No, yo no quise... no fue tan fuerte, yo... -dijo queriendo ver que ella estaba bien, solo para luego sonrojarse al verla llevarse su otra mano al pecho- ¿Por qué te estas desabotonando la camisa?
Clara: Caíste -dijo maliciosa.
Siendo eso lo ultimo que paso antes de que la antigua ladrona de la ciudad del agua usara una de sus técnicas más características. Aprovechar la perversión de los hombres para luego usar la baraja escondida en sus senos y dejarlos inmovilizados con sus naipes.
Acabando así con que el joven Russell terminara clavada en el piso gracias a las cartas que lo tenían clavado de toda su ropa.
Clara: Pelear con una mujer es muy diferente a hacerlo con un hombre ¿no te parece? Es una experiencia completamente nueva -menciono con un tono coqueto mientras tomaba la piedra roja del chico que era incapaz de moverse.
Fletcher: Hermano, ¿Estás bien? -pregunto preocupado solo para ver que su hermano tenia la cara roja y parecía completamente desubicado.
Russell: ...Etas... Etas ... -era todo lo que decía desorientado.
En lo que las dos mujeres miraron con interés el objeto recién robado.
Clara; Me preguntó... Cuánta gente murió para hacer esto... -se pregunto mirando la piedra en sus manos.
Al mismo tiempo que el menor de los dos hermanos solo se tensó.
Fletcher: ... ¿Morir? -pregunto llamando la atención de ambas damas.
Clara: Digo, esos bebés no murieron sólo porque si ¿verdad?
Y fue cuando lo entendió. El sabía que el agua roja es una sustancia sumamente toxica que había estado contaminando el pueblo de Xenotime por años. Y sabía de la plaga y las muertes de los bebés gracias a las notas de investigación de su padre. El no pudo o mejor dicho no quería conectar los puntos porque no quería creer que su padre fuera capaz de algo así.
Pero al ver como la verdad lo golpeo en la cara... el solo... aunque no quisiera... solo...
Fletcher: Lo siento... Lo siento mucho... -dijo cayendo de rodillas- no sabíamos, no pensábamos que papá llego a... Lo siento mucho... ¡Lo siento mucho! -dijo cubriéndose con ambos brazos para que no lo vean llorar.
Cosa que conmovió a ambas mujeres ya que era obvio que el chico era sincero.
Lyra: Descuida, te creemos -dijo viendo con tristeza al menor.
Clara: Y algo me dice que su papá tampoco lo sabía al principio -dijo mirando de reojo el lugar- primero lo primero, esperar ordenes, y en caso de ser necesario, estar preparadas para destruir este laboratorio.
Russell: ¡Eso no va a pasar! -dijo reaccionando de golpe- eso no lo voy a permitir. Esa piedra roja es el resultado de mucho esfuerzo por parte de mi padre. El lo dio todo en la búsqueda de ese logro científico ¡si creen que voy a abandonarlo ahora están muy equivocadas!
Y allí el joven fue golpeado, pero no por alguna de las mujeres. No, fue su propio hermano menor quien le dio un golpe que lo dejo sin palabras.
Russell: Fletcher...
Fletcher: Hermano ¿no lo ves? -pregunto entre lágrimas- la razón de que nuestro padre buscara hacer una piedra roja era traer felicidad a las personas. Y hacer sus vidas mejores, pero... lo que hemos hecho, lo que papá ha hecho aquí, es imperdonable ¡¿a quien le importa el crédito?! ¡Papá estaría avergonzado si viera lo que estamos haciendo! -dijo dejando sin palabras a su hermano mayor.
Quien solo se quedo en silencio mientras el menor era reconfortado por la enfermera que sentía satisfacción en que un niño pequeño pudiera dar un paso al frente de ese modo contra su hermano nada menos.
Russell: ... ¿Que pasara con nosotros? -pregunto con la mirada ensombrecida.
Lyra: El señorito puede asegurarse de que ustedes estén bajo su supervisión -explico mientras que ambos hermanos escuchaban atentamente.
Clara: Pero eso dependerá de que tan culpables sean ustedes y su padre en todo esto -dijo con seriedad- eso depende de cuanto logre sacarle a Mugear.
Russell: Entiendo... -dijo antes de soltar un suspiro- si de algún modo acabamos presos... puedo confirmar que todo lo hice yo... Fletcher no ha hecho nada. Hasta le he prohibido practicar alquimia por eso mismo... -afirmo para sorpresa del menor.
Fletcher: ... Hermano.... -logro decir entre el llanto para tristeza de ambas mujeres.
Vamos, no tenían corazones de piedra, y ese era un momento muy dulce y triste como para hacer como si nada pasaba. A lo cual ambas solo se vieron antes de negar.
Clara: Sé que Alfons hará lo necesario para que eso no pasé, seguro Mugear ahora piensa que lo tiene convencido de ayudarle.
Lyra: Solo queda esperar y ver a que resolución llega el señorito para el final de su reunión -dijo calmada.
A lo cual ambas solo esperaron la señal, que a lo que entendían, simplemente lo ¨sabrían¨ cuando pasara lo que fuera que Alfons haría.
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(Oficina de Mugear de la mansión)
(Alfons Pov)
Si había algo que decir de Mugear aparte de ser un sabueso buscador de riqueza, era que el tipo en serio amaba los lujos. Prueba de ello era su oficina en su mansión, la cual es todo un espacio imponente y lujoso. La habitación cuenta con altos techos adornados con elegantes molduras y arañas de cristal que cuelgan del techo. Las paredes están revestidas con paneles de madera finamente tallados, que transmiten una sensación de opulencia y tradición. Grandes ventanales permiten la entrada de luz natural, ofreciendo vistas panorámicas de los extensos terrenos de los que Mugear era dueño.
La oficina del terrateniente era básicamente un lugar majestuoso y lleno de riqueza. Prueba de ello era nada más ver el imponente escritorio de roble macizo, pulido hasta alcanzar un brillo deslumbrante. Así como los diversos objetos de valor que estaban sobre este, como una pluma de oro y una elegante bandeja de plata con licores de calidad sobre esta. Además de que el propio Mugear estaba sentado en una silla de cuero genuino, de respaldo alto y confortablemente acolchada.
Eso me hizo preguntarme. Si la mina no había producido oro en años ¿de dónde sacaba el dinero tanto para la investigación del agua roja como para poder pagar todos sus lujos?
Mugear: ¡Jajajaja! Sabía que caíste bien por una razón ¿seguro no quieres un trago de vino? Podemos hacer la vista gorda a tu edad -dijo el hombre ya con un leve sonrojo por la borrachera.
Alfons: No gracias, sigo afirmando que soy menor de edad. Y en realidad no soy bueno para la bebida... Entonces, ¿qué le parece mi propuesta? -pregunte cortésmente- no necesariamente debemos ver el oro como algo primordial para llenarnos los bolsillos de dinero. Con su mina de agua roja, podemos hacer piedras rojas a granel y hacer una fortuna que hará que el oro parezca como si fuera cobre.
Y pude jurar que en ese momento los ojos de Mugear pasaron a ser dos monedas de oro por unos momentos.
Mugear: Me gusta como piensas, muchacho -dijo haciendo un ademán para que continuara con la explicación.
Alfons: La venta de piedras rojas. Tal vez no sean la piedra filosofal como tal, pero eso no quita que tengan su propio mérito. Solo un tonto ignoraría su potencial solo por no ser la piedra filosofal genuina -continúe con mi oferta que parecía llamar más y más la atención del hombre mayor.
Mugear: Totalmente, muchacho.
Alfons: Aunque me preocupa algo. Actualmente desconozco el procedimiento como tal de fabricar las piedras rojas ¿Cree que el par de imitadores sepan cómo hacerlo realmente? -pregunte fingiendo preocupación en lo que el solo agito una mano restando importancia al asunto.
Mugear: Ni hace falta, se lo mostraré -dijo levantándose torpemente antes de abrir la caja fuerte en su oficina.
Los cuales me entrego sin cuidado alguno, dejándome sin palabras ya que se trataba de la investigación de Nash Tringham. Todo estaba detallado, desde el hecho de que el agua roja se encuentra en formaciones geológicas específicas de ciertos terrenos como la mina de Mugear. Las técnicas de perforación y extracción especializadas para acceder a estas formaciones y extraer el agua roja. Así como incluso el proceso de purificación para eliminar impurezas y asegurar que el agua roja esté en su forma más concentrada y potente lista para cristalizar... que era dándole el agua de beber a mujeres embarazadas.
No hace falta decir que esto hizo que todos los recuerdos de lo que vivió mi Edward la ultima vez relacionado a esto vinieran a mí de golpe, y todo lo que pude sentir fue asco.
Alfons: ... El proceso es brillante ¿usted hizo todo esto? -pregunte fingiendo ignorancia haciendo reír al hombre.
Mugear: Quisiera decir que sí pero no -menciono como si nada- se trató de un don nadie que volvió luego de que se fue de este pueblo sin importar nada con tal de salvar este lugar abandonado de la mano de Dios, pero no tuvo las agallas de llegar hasta el final. O al menos eso sabe el público, pero esos bebés no murieron por nada ¿verdad? -pregunto malicioso, a lo cual solo lo vi con una mirada inexpresiva.
Alfons: No... No lo hicieron.
Mugear: Yo mismo hubiera hecho el procedimiento, pero no soy alquimista y en lo personal, me siento muy mayor para aprender -explico a lo que yo asentí.
En realidad nunca se es lo bastante mayor y si no aprendió alquimia era solo porque no quería. Pero a fin de cuentas esto solo termina de confirmar lo de que la imagen que tienen los habitantes de Xenotime de este hombre era pura basura, así de simple.
Alfons: De casualidad, ¿el hombre del que habla era el alquimista rojo, Nash Tringham? -pregunte logrando que me viera con sorpresa.
Mugear: ¿Ha oído de él?
Alfons: No mucho en realidad, solo es que es mi deber como militar saber sobre los perros del ejército a servicio del estado -aclare con simpleza- en su caso, un desertor que solo se fue un día de central para no volver... ¿Dónde esta ese desertor a la patria? -pregunte logrando que él se calmara.
Mugear: También nos dejó, así sin más
Bingo, esto era lo que estaba esperando.
Alfons: ... ¿Seguro? Algo me dice que usted no dejaría que un secreto tan lucrativo como este salga de esta mansión tan fácilmente -sugerí a la vez que él se tensó- vamos, estamos entre amigos, seguro sabe que yo como militar estoy de acuerdo con lo de "barrer las cosas bajo la alfombra" -dijo guiñando un ojo. Haciendo que el riera por lo bajo.
Mugear: Claro, claro, tienes razón -dijo antes de solo respirar hondo- en realidad no quise hacerlo, pero no tuve opción, el amenazaba con revelar todo al pueblo. Iba a destruir el trabajo de mi vida, de mi futuro. Solo hice lo necesario para preservarlo, seguro comprenderá -explico en lo que yo asentí.
Alfons: Por no mencionar que el pueblo, a quienes imagino usted animó a sobreexplotar la mina de oro en primer lugar, lo lincharían si averiguaban que sus hijos murieron porque usted no quiso reconocer que no consideró la posibilidad de que el oro se acabaría tan rápido -dije con naturalidad.
A lo cual Mugear se estremece ante la idea, no debió de imaginarse nada lindo.
Alfons: Pero ese secreto no tiene por qué salir a la luz ¿verdad? -pregunté mientras le ofrecía unos papeles, el ¨contrato¨ para el negocio entre él y yo- solo es cosa de una firma, y usted y yo viviremos una vida de riqueza bien merecida, así de fácil -dije con mi mejor tono de persona empática.
Para acabar logrando justo lo que quería, que el tipo terminara por firmar todo sin leer nada.
Alfons: ¡Gracias! Ahora, déjeme decirle un secreto, mi amigo... no me gusta hacer tratos con asesinos como usted, por muy hipócrita que lo diga yo... y yo no creo que la alquimia y mucho menos la piedra filosofal le hagan ningún bien a este mundo -dije haciendo que al hombre se le pasara la borrachera de golpe.
Mugear: ¿Qué? -pregunto antes de notar que algo pasaba.
Y eso que yo active el circulo de transmutación de uno de mis guantes, a la vez que suavemente empecé a girar mi mano. Cosa que causo que el aire que el hombre tenia en sus pulmones comenzar a salir de ellos por la boca a la vez que una esfera de aire comprimido se formara alrededor de su cabeza, impidiéndole irónicamente cualquier posibilidad de oxigenación
Alfons: Usted me repugna. Usted piensa que puede dar o quitar tanto la libertad o la vida de los demás cuando le da la gana. No ve a los demás personas, solo como herramientas o billeteras con piernas para hacer más grande su fortuna seguramente construida con sangre... -dije mientras observaba al hombre asfixiarse poco a poco- pero para la gente de Xenotime, como para el resto de este país... la libertad, la salud y la vida son tan importantes como la riqueza... o el aire -dije apretando mi puño.
Haciendo que todo el aire se disipara mientras Mugear intentaba inútilmente agarrar aunque fuera un poco antes de caer muerto sobre su escritorio.
Alfons: Y sin el aire, sin algo tan vital, no hay vida... solo oscuridad.
Estaba hecho, ahora con el documento firmado, oficialmente Mugear me acaba de hacer dueño de todo lo que era suyo. Desde la montaña hasta la mina, desde el pueblo a las rutas de comercio. Tomó se me acaba de ser cedido a mi persona. A partir de ahora todos podían ver al nuevo dueño de estas tierras. Y de momento tenia algunos planos a futuro para este lugar.
Aunque ciertamente sentí que me estaba perdiendo de algo, que sucedió algo importante y no se qué... meh, seguro son ideas mías, o en todo caso lo sabré después. Por ahora, solo quedaba seguir adelante con esta toma hostil.