Chapter Text
— ¿Crees que el loco de Moody sea bueno impartiendo clases? — La pregunta de Daphne atrajo la atención de Pansy.
— Mi padre dice que es bueno en su trabajo, como cazador.— Le restó importancia mientras seguía caminando al aula.
— ¿Y? Eso no lo hace un buen maestro.— Daphne rebuscó algo entre sus cosas, terminó sacando una liga para el pelo.— Supongo que tendremos que esperar y ver.
— Probablemente no vuelva para el próximo año.— Millie que iba en medio de ambas, agregó.— Ya saben sobre ese rumor, los profesores de Defensa Contra las Artes Oscuras no duran en el puesto, algunos alumnos dicen que está maldito.
Pansy sonrió con burla al escuchar a su amiga, era verdad que los profesores en esa materia no permanecían mucho tiempo en el puesto, pero creer que estaba maldito le parecía algo infantil. Probablemente sólo se cansaban de enseñarles temas complejos a un grupo de adolescentes ingratos, hasta ella estaría fastidiada por eso.
Ingresaron al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras y tomaron asiento en los lugares que se encontraban al fondo. Pansy prefería esos lugares porque entonces así no tendría a nadie detrás de ella, Daphne tomó el lugar a su lado y Millie lo hizo junto a Tracey.
Todos se quedaron en silencio cuando lo vieron entrar, Alastor Moody tenía una apariencia algo desaliñada, caminaba de manera extraña y su ojo causaba cierta incomodidad.
— Alastor Moody.— Se presentó en un tono fuerte y claro.— Ex cazador, ministro inconforme y su maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras. Vine porque Dumbledore me lo pidió, fin de la historia.
Pansy mantenía la vista fija sobre el hombre, le parecía interesante y muy aterrador al mismo tiempo. El resto de los estudiantes también parecían muy atentos a las palabras que salían de él, posiblemente sintiéndose igual que ella.
— Cuando se trata de Artes Oscuras.— Continuó.— Aplico el método práctico. Primero, ¿Quién puede decirme cuántos maleficios imperdonables existen?
— Tres señor.— Granger respondió con rapidez.
— ¿Y por qué se llaman así? — Preguntó nuevamente mientras escribía en la pizarra.
— Porque son imperdonables, si un mago los usara...
— Se ganaría un boleto directo a Azkaban.— Moody la interrumpió.— El Ministerio cree que son demasiado jóvenes para conocer sus efectos, yo pienso que es todo lo contrario. ¡Necesitan saber a qué se enfrentan, estar preparados!
Se dio la vuelta para continuar escribiendo como un loco en la pizarra, seguía diciendo que era importante aprender acerca de todo, sin importar lo que el Ministerio pudiese pensar al respecto.
— ¡También debería buscar otro lugar para pegar su goma de mascar señor Finnigan! — Todos giraron sus cabezas en dirección al Gryffindor.
— Le digo que ese loco puede ver de espaldas.— Respondió con impresión mientras dejaba su goma de mascar sobre su escritorio.
— ¡Y escuchar todo lo que dicen! — Le lanzó un pedazo de tiza. Caminó hacia el frente, deteniéndose frente a otros escritorios.— ¿Y cuál analizamos primero? ¡Weasley, de pie!
El chico tembló al escuchar su apellido y se apresuró a ponerse de pie, evitaba mirar a Moody fijamente.
— Menciona un maleficio.— Exigió.
— Bueno, mi padre me habló de uno.— Había duda en su voz.— El maleficio Imperius.
— Tu padre lo conoce muy bien, hace unos años le dio problemas al Ministerio.— Se dio la vuelta.— Y ahora verán porqué.
Abrió uno de los frascos que se encontraba sobre su escritorio y sacó lo que para Pansy parecía ser una clase de araña, no estaba segura. El ex cazador apuntó su varita al animal y le lanzó el maleficio imperius, la criatura comenzó a flotar por toda el aula, pasando por encima de los estudiantes que la miraban con terror.
— Tranquilo, si la asustas podría morderte.— Mencionó con burla mientras la ponía sobre la cabeza de Goyle.
El chico llevó ambas manos a su cabeza mientras temblaba de miedo, los demás se reían. Moody volvió a moverla, esta vez dejándola sobre la cabeza de Weasley, quien lucía sumamente aterrado, al ver que todos se burlaban el hombre decidió ponerla sobre el rostro de Draco, Pansy cubrió su boca para contener la risa al verlo, Daphne por su parte se rió sin vergüenza alguna.
— Muchas brujas y magos afirman que sólo siguieron las órdenes de ustedes saben quién por la influencia del Maleficio Imperius, pero ¿Cómo podríamos estar seguros? — Movió a la criatura de regreso a su mano.— ¡Otro más, vamos!
Pronto, más manos comenzaron a alzarse, alumnos que sabían la respuesta y deseaban darla. Moody los examinó a todos y terminó dándole la oportunidad a Longbottom, el Gryffindor se puso de pie con algo de nerviosismo, pero respondió.
— La profesora Sprout me dijo que tienes aptitudes para la herbolaria.— Longbottom asintió levemente.
— Está el Maleficio Cruciatus.— El tono en su voz era algo bajo e inseguro.
— ¡Correcto! Es muy doloroso.— Lo animó a acercarse a su escritorio, en donde aún se encontraba la araña.— ¡Crucio!
Tan pronto como las palabras salieron de él, la criatura comenzó a emití un chillido molesto y quejumbroso, se contorsionaba en todas direcciones, era obvio que estaba sufriendo. Sin embargo, Moody parecía disfrutar de su sufrimiento, pues se reía de manera burlona del dolor del pobre animal.
Longbottom comenzó a retroceder lentamente de la mesa, su rostro se había puesto pálido y su expresión se contrajo a una llena de incomodidad y dolor, como si no pudiese soportar seguir viendo el sufrimiento de la pequeña criatura.
— ¡Basta, no ve que lo hace sufrir! — La voz de Granger se escuchó, fuerte y clara.
Moody se detuvo, apartando su varita del animal y recuperando la cordura nuevamente. Lo tomó sobre su mano y comenzó a moverse por los lugares, la mayoría evitaba hacer contacto visual con él, depositó a la torturada criatura sobre el pupitre de Granger.
— Tal vez quiera decirnos cuál es el último maleficio imperdonable.— La castaña negó dos veces la petición del profesor.— ¿No? ¡Avada Kedavra!
Un rayo de luz verde salió de su varita, arrebatándole la vida a la pobre araña, inmóvil y fría, yacía muerta frente a todos.
— El maleficio asesino.— Explicó con simpleza.— Sólo una persona lo ha sobrevivido y está en éste salón.— Caminó con lentitud hasta llegar frente a Potter.— Toda una leyenda.
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— Es una pena que el truco de Fred y George no haya funcionado.— La queja de Ron hizo sonreír a Harry.
Los gemelos habían fracasado miserablemente en su intento por colocar sus nombres dentro del Cáliz, en su lugar, terminaron en la enfermería. La profesora McGonagall y Madame Pomfrey no perdieron la oportunidad de reprenderlos, señalando lo peligroso que fue su actuar.
— Por favor, era obvio que no funcionaría.— Hermione negó, caminando en medio de ambos chicos.
— Creo que fue gracioso.— Recordar las largas y canosas barbas de los gemelos provocó una tenue risa en Harry.
Cuando llegaron al Gran Comedor la gran mayoría de los estudiantes ya se encontraban ahí, pero no era porque estuvieran ansiosos por la cena, no, estaban ansiosos por ver quienes serían los alumnos seleccionados para participar en el torneo. El trío caminó entre las mesas buscando un lugar para sentarse, mientras llegaban a sus lugares, algo llamó la atención de Harry, Pansy Parkinson.
Caminaba del brazo de una de sus amigas mientras se reía de algo. Le había estado prestando más atención de la necesaria, atribuía todo al accidente en el Mundial de Quidditch, nunca esperó que precisamente ella de todas las personas terminara salvándolo, notó como Malfoy se acercó a ella, rodeándola por los hombros, frunció ligeramente el ceño.
— Harry.— Volvió en sí al escuchar el llamado de su amiga.— Ven, pronto dirán los nombres.
Tomó asiento junto a la castaña y demás compañeros de Gryffindor. Dumbledore ya se encontraba junto al resto de profesores y directores invitados.
— Llegó el momento que todos esperaban.— Su voz hizo eco, llamando la atención de todos.— Los campeones serán elegidos.
El fuego de las antorchas distribuidas a lo largo del comedor se volvió más tenue, brindando una atmósfera más oscura. El director de Hogwarts se abrió paso hasta la copa que se encontraba a sus espaldas, fuego azul salía de ella, cuándo Dumbledore retrocedió sólo unos cuantos pasos el fuego se volvió de un rojo intenso, un papel terminó siendo expulsado junto con las llamas.
— ¡El campeón de Durmstrang es Viktor Krum! — Anunció. Aplausos y vitoreos comenzaron a escucharse.
Krum se puso de pie y caminó hasta el centro, saludando a Dumbledore quién cálidamente lo felicitó con un apretón de mano. Un segundo papel fue expulsado, anunciando al segundo campeón seleccionado.
— ¡La campeona de Beauxbatons es Fleur Delacour! — La chica fue felicitada y animada por sus compañeras. Al igual que con Krum, Dumbledore la felicitó y la animó a unirse con Krum.
Harry aplaudió con entusiasmo al igual que todos los demás, ya sólo quedaba ver quien se encargaría de representar a Hogwarts durante el torneo. La tercera llama apareció, soltando el que sería el último trozo de papel, Dumbledore lo atrapó en el aire y leyó el nombre escrito en el.
— ¡El campeón de Hogwarts es Cedric Diggory! — La mesa de Hufflepuff estalló en gritos y aplausos de felicitación para su campeón.
— Parece que Hufflepuff al fin tendrá algo de protagonismo.— Ron le murmuró a sus amigos.
Harry se rió junto a Seamus por lo dicho por Ron, Hermione los hizo guardar silencio al ver que Dumbledore seguía hablando sobre el torneo.
— ¡Excelente, ya tenemos a los tres campeones! Pero al final, sólo uno pasará a la historia, sólo uno levantará éste cáliz de los campeones.— Por detrás, Barty Crouch se encargó de mostrar el artefacto mágico.— ¡Ésta vasija de la victoria, la Copa de los Tres Magos!
La copa era grande y desprendía grandeza por sí misma, era tal y cómo Dumbledore lo había planteado, ganarla bien podría significar la gloria eterna. El Gran Comedor volvió a estallar en más aplausos y celebraciones, el torneo era algo que emocionaba a todo el alumnado.
Sin embargo, el ambiente se tensó cuando otra llama, más grande que las tres anteriores, volvió a arder trayendo consigo la liberación de otro trozo de papel, un campeón extra. Dumbledore tomó el papel y aún en confusión se dispuso a leer lo que había escrito en el, alzó la vista en dirección a las mesas llenas de estudiantes, como si estuviera buscando a alguien.
— Harry Potter...— Logró decir. Pronto todos comenzaron a buscarlo, miradas confundidas vagaban por todo el comedor.— Harry Potter.— Repitió el director.
Harry, sintiéndose repentinamente observado por todos, buscó esconderse en su lugar, tratando de ignorar las miradas de sus compañeros de casa que rápidamente comenzaron a murmurar sobre él. Hermione lo tomó del brazo instándole a caminar hasta Dumbledore quien seguía esperando por él.
— ¡Harry Potter! — El grito molesto de Dumbledore sólo hizo que Harry se estremeciera presa del pánico.
— Ve Harry.— Hermione seguía empujando a su amigo.— ¿Qué esperas? Ve.— Le susurró con cierta desesperación.
Se puso de pie, avanzando con temor entre las mesas, de pronto todas las miradas estaban nuevamente sobre él. Odio y desprecio, Harry las reconocía muy bien, su vida estaba rodeada de ellas. Más murmullos se extendieron, apretó sus puños con nerviosismo, cuándo llegó hasta Dumbledore pudo notar que hasta el director se veía molesto.
No hubo palabras, le extendió el papel con su nombre y Harry lo tomó con duda. Cuando su rostro se enfocó en las mesas de la izquierda se volvió a topar con ella, Pansy le sostenía la mirada, pero había algo diferente en ella, Harry no sabía que era, podía identificar sin problemas las miradas llenas de odio y sin embargo, no podía ver dicho sentimiento en la mirada verdosa de la Slytherin.
Tragó saliva y se dio la vuelta para dirigirse con el resto de los campeones, ¿Qué les diría? ¿Que de repente la estúpida copa escupió un papel con su nombre escrito en el? Harry entró a la habitación con pasos desconfiados, vio cómo Krum lo veía con extrañeza, Fleur y Cedric no tardaron en aparecer también.
Voces molestas comenzaron a escucharse por el pasillo, Harry se dio la vuelta en dirección a la puerta que acababa de cruzar y notó cómo Dumbledore se apresuraba hacia él. Lo tomó fuertemente por los hombros mientras lo empujaba hacia atrás, Harry abrió los ojos con sorpresa ante la brusca reacción del director.
— ¿¡ Harry, pusiste tu nombre en el cáliz de fuego?! — Estaba notablemente alterado.
— ¡No, señor! — Se apresuró a responder.
— ¿Le pediste a algún estudiante que lo hiciera?
— No, señor.
— ¿Estás absolutamente seguro? — Sus ojos estaban puestos firmemente sobre él.
— ¡Si, señor! — Volvió a responder con seguridad.
— ¡El muchacho miente, estoy segura! — La directora de Beauxbatons intervino en la conversación con notable inconformidad.
— Claro que no.— Moody intervino a su favor.— El Cáliz de Fuego es un objeto mágico muy poderoso, sólo un potente hechizo para confundir podría engañarlo.— El hombre se puso al lado de Dumbledore.— Además de que es magia muy avanzada para un jovencito.
Harry agradecía para sus adentros que al menos alguien lo estuviera defendiendo en lugar de acusarlo injustamente de haber manipulado la selección de campeones.
— Parece que sabes mucho de esto, Moody.— Karkarov parecía desconfiar del ex cazador.
— Por supuesto.— Ambos hombres se miraban fijamente el uno al otro.— Mi trabajo era pensar igual que lo hacen los magos tenebrosos.
— Esto no nos está ayudando en nada.— Dumbledore pasó entre ambos, dirigiéndose hasta Crouch.— Tu decides Barty.
— Las reglas son absolutas.— Respondió.— El Cáliz de Fuego tiene inapelablemente la decisión.— Se dio la vuelta, observando a todos los presentes.— El señor Potter no tiene salida.— Harry tuvo un mal presentimiento cuando la mirada del hombre se posó exclusivamente en él.— Es a partir de hoy, otro participante del torneo.
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— Potter realmente sabe como acaparar la atención.— Draco se enderezó del sofá de cuero negro, observando a sus amigos.
— ¿Cómo diablos logró poner su nombre en el cáliz? — Blaise, que se encontraba en el asiento más cercano al platinado también parecía descontento.— ¿Creen que Dumbledore lo ayudó a hacerlo?
— ¿Por qué haría eso? — Millicent se mostraba escéptica.— ¿No vieron su expresión cuando el nombre de Potter salió seleccionado? Estaba genuinamente confundido.
— Bueno, tampoco nos hagamos los tontos.— Daphne intervino en la discusión.— La pregunta de Blaise tiene algo de sentido, estamos hablando del hombre que se la pasa regalándole puntos a Potter sólo por respirar ¿Ya olvidaron cuando nos arrebataron la copa de las casas de manera descarada e injusta?
— Él no puso su nombre en el cáliz.— Su voz salió calmada, pero firme. Pansy notó como ahora todos la observaban.— ¿Qué?
— ¿Por qué no lo crees capaz? — La fina ceja de Draco se alzó, cuestionándola.
— ¿Acaso es un loco suicida? — Lanzó la pregunta como si fuera de lo más obvia.— Además, ni siquiera los Gryffindor reaccionaron con entusiasmo al escuchar su nombre.
— Eso es cierto.— Millicent estuvo de acuerdo con el razonamiento de su amiga.— Podría jurar que incluso Weasley se veía molesto.
Dejó de escuchar las quejas de sus amigos, su mente seguía repitiendo el instante en que su mirada se encontró con la de Potter durante la ceremonia en el comedor. Realmente no creía en las acusaciones de que él tuvo algo que ver, no había forma, porque ella lo vio en sus ojos, lo completamente aterrado que estaba por haber sido seleccionado campeón.
— Las verdaderas víctimas aquí son los Hufflepuff.— Daphne agregó con un tono burlón.— Finalmente destacarían por algo y son opacados por Potter.
— Deben estar furiosos.— Blaise se unió a la burla.— Si Potter no estuviese involucrado ¿Creen que Diggory hubiese sido capaz de obtener la victoria para Hogwarts?
— Siempre fue un estudiante destacado.— Millie reconoció.— Supongo que hubiese estado bien, pero no estoy segura de si con eso bastaba para ganar.
Se puso de pie, alisando su falda y enrolló su bufanda alrededor de su cuello, preparándose para salir de la Sala Común. Millie desvió su atención del resto de sus amigos para enfocarla en Pansy.
— ¿A dónde vas? — La pelinegra se giró en dirección a su amiga.
— A la lechucería.— Respondió con calma y una pequeña sonrisa, restándole importancia a la preocupación en el rostro de la otra Slytherin.
— ¿A esta hora? — Ella simplemente asintió en respuesta.— El profesor Snape te matará si te encuentra fuera de la Sala Común.
— ¿Me acusarán? — Les preguntó a todos.
— Ten cuidado cuándo regreses.— Fue toda la respuesta que obtuvo de Draco, quien se terminó levantando del sofá para subir a su dormitorio.
— Suerte en tu escapada nocturna.— Blaise tampoco le dio mucha importancia a sus actividades.
— Ninguna palabra saldrá de mis labios, ni siquiera si me amenazan con un cruciatus.— Pansy sonrió con gratitud ante la complicidad de una de sus mejores amigas.
Enfocó su mirada olivo en la figura de Millie, quien se removió incómoda ante la presión, terminó suspirando con resignación. Llevarle la contra a Pansy Parkinson no era tarea sencilla, ella siempre se salía con la suya.
— Mi lealtad está contigo.— Millie respondió como si estuviera haciendo algún tipo de juramento y eso le causó cierta gracia a Pansy.
— Y por eso te adoro Millie.— Le lanzó un beso a su amiga y se apresuró a salir de la Sala Común antes de que el profesor Snape regresara.
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La discusión que tuvo con Ron eliminó cualquier rastro de sueño, no podía creer que incluso su mejor amigo dudara de él. Le dolía, podía esperar odio y desprecio de cualquier otra persona, pero ¿Ron? En realidad se sentía decepcionado, decidió salir y escabullirse hasta la lechucería, quería enviarle una carta a Sirius, ahora más que nunca necesitaba algún consejo.
Logró llegar hasta la Torre Oeste sin mayores problemas, debía admitir que con el paso de los años había adquirido cierta experiencia para escabullirse entre los pasillos del castillo. Sin embargo, estando a punto de entrar terminó topándose de frente con alguien más, llevó su mano hasta su nariz, se había golpeado fuerte.
— ¡Oye, fíjate por dónde... — Las palabras de la chica se cortaron.— ¿Potter?
— ¿Parkinson? — Estaba sorprendido de verla, de todas las personas, siempre era ella.— ¿Qué haces aquí?
— Oh nada, vine a tomar el sol.— Sus palabras estaban llenas de sarcasmo.— ¡Es obvio que vine a enviar una carta!
— ¡Bien, ya entendí! — Respondió en un tono más bajo.— No alces la voz, Filch podría estar cerca.
Ella respondió haciendo una mueca, podía ver como también tocaba su nariz, habían chocado de frente y ahora que lo notaba, no había mucha diferencia de estatura entre ambos.
— Lo siento ¿Te duele mucho? — Dio un paso hacia ella, intentando ver si sangraba.
— No, estoy bien.— Apartó su mano, dejándolo ver su rostro y Harry se sintió aliviado al notar que no tenía ningún rasguño.
Comenzó a incomodarse cuando el silencio empezó a extenderse entre los dos, el único sonido era el ulular de las lechuzas a su alrededor. Aún así, le parecía extraña la forma en la que constantemente se veía involucrado con ella, ¿Era todo eso una gran casualidad o había algo más detrás?
El maullido de un gato detuvo cualquier intento de conversación que Harry estuviese dispuesto a iniciar, ambos se miraron con terror al saber lo que eso significaba, si la Señora Norris estaba cerca entonces Filch también lo estaba.
— Si Filch nos encuentra aquí estamos acabados, Potter.— No tenía porque recordárselo, él lo sabía perfectamente.
La tomó de la mano, guiándola hasta uno de los muros que le daban la espalda a las escaleras, le hizo una señal para que guardara silencio y evitara moverse. Vio cómo la sombra de la Señora Norris se hacía cada vez más grande, avisando su llegada.
Estaba demasiado cerca de Parkinson, su perfume se colaba profundamente en sus fosas nasales, era un aroma dulce. Ignoró deliberadamente esos pensamientos y se concentró en evitar moverse, hasta ahora no había escuchado pasos que delataran la presencia de Filch, pero no podía confiarse.
Cuando la gata estuvo a punto de ir en su dirección, el ulular de Hedwig resonó con fiereza, voló hacia la gata y comenzó a ahuyentarla, amenazando con picarla. Eso pareció molestar a la Señora Norris, quien bufó con molestia para después salir corriendo de la lechucería. Harry se apartó de Pansy para ir en busca de Hedwig, la lechuza se posó sobre su brazo y él la acarició en agradecimiento.
— Gracias por la ayuda amigo.— Le dio un premio. Hedwig batió las alas con lo que Harry pudo atribuir era felicidad.
— Eso estuvo muy cerca.— Pansy admitió. Se acercó a él y a su lechuza.— Realmente nos salvó.— Para sorpresa de Harry, Hedwig se dejó acariciar por la chica sin objeción alguna.
— Vaya, creo que le agradas.— Señaló con impresión. La escuchó reír, probablemente era la primera vez que lo hacía, era una risa genuina, y se sorprendió una vez más al admitir para sus adentros que era un sonido agradable.
— Deberías dejar el asunto de la carta para más tarde.— Aconsejó, mirándolo.— Demasiada adrenalina por hoy, la Señora Norris podría volver.
— Tienes razón.— Dejó que Hedwig volara de regreso a su lugar.— Al menos uno de nosotros sí logró enviar su carta.
— Deberías de llegar más temprano la próxima vez.— Su respuesta tenía un tono juguetón. Él simplemente sonrió, disfrutando de la pequeña interacción.— Descansa, Potter.
A Harry le tomó unos minutos más reponerse por completo de lo que acababa de pasar, el perfume de Pansy aún picaba en su nariz y probablemente lo haría hasta el día siguiente, pero no le parecía desagradable en absoluto.
— Que descanses, Parkinson.— Respondió, ella no pudo oírlo, pero tampoco importaba.
