Chapter Text
Peregrin Took hace un gran esfuerzo por no moverse, pero es incapaz de estarse quieto en su camastro de tantas y tan desordenadas mantas cosidas a dispares retales de lana. Con un suspiro de indignación se vuelve para comprobar que Merry continúa descansando en paz, y lo maldice por ser capaz de conciliar el sueño tan profundamente. Se pone en pie, y en seguida se echa algo por los hombros, sintiendo que le castañean los dientes del frío.
No se aleja demasiado de aquella cálida habitación que comparte con el mayor de los dos. Sentándose en el alféizar de la ventana, Pippin se permite el lujo de encender una pequeña y tímida vela que, lejos de alumbrar el exterior, únicamente aporta algo de calor a sus entumecidas manos. No quiere ver el paisaje nocturno, pues se conoce demasiado bien Hobbiton. No obstante, el recuerdo fugaz de aquel al que una vez llegó a considerar su mejor amigo atraviesa su pecho con violencia, a sabiendas de que una pesadilla relacionada con él era la causante de su desvelo.
Cuando se quiere dar cuenta, sus ojos se han empañado y se contempla las manos mientras apoya la cabeza en el cristal. Si tan sólo supiese que todo le va bien... Aquella no era la única pesadilla que el hijo de Denethor había protagonizado, y le atormentaba sobremanera que se convirtiesen en premoniciones sobre su muy poco probable final. Lo que daría Pippin en estos momentos por verle una última vez y asegurarse de la seguridad de Faramir...
"No acostumbro a verte madrugar en plena noche, Pip".
La voz de Merry a sus espaldas le hace dar un brinco y, apresuradamente, corre a secar sus mejillas con el dorso de su mano. Mientras tanto, el otro hobbit ya ha cubierto sus espaldas con otra manta aún más cálida y gruesa que la que ya llevaba, cosa que Pippin agradece enormemente en silencio, con una fugaz sonrisa.
"Sigue descansando, estoy bien... Tan sólo no podía dormir." Le dice, meneando la cabeza un poco mientras pierde su vista a través de los gélidos cristales.
Sin responder enseguida, Merry tuerce un poco su expresión y, acompañando su momentáneo silencio, se sienta junto a él en el alféizar, tratando de seguir el recorrido de su mirada.
"Echas de menos a nuestros amigos, ¿verdad?"
Pippin asiente suavemente. Es incapaz de mirarle a la cara, pues teme que su tembloroso labio le traicione y le haga derrumbarse frente a Merry. Contra todo pronóstico, su primo descansa una mano sobre su hombro, buscando su mirada con una sonrisa cariñosa.
"No te atormentes, Pip. Muy pronto saldremos de aquí en busca de nuevas aventuras. ¿Qué me dices? Tal vez podríamos probar suerte en las tierras de los elfos y vivir de la contemplación y pan de lemba durante décadas. ¿No sería un planazo?"
Pero Pippin no responde. Esto alarma al contrario, quien enseguida comprende que aquello era mucho más profundo de lo que parecía.
"Es el hombre de Gondor", dice sin apenas tono interrogativo, bajando la mirada hasta su propio regazo, recogiendo la mano que antes ha posado sobre su hombro.
En cuanto le oye, Pippin siente que una de sus muchísimas lágrimas acaba por ser la primera y, rampante, se desborda por su mejilla. Comienza a menear la cabeza rápidamente y, abrazándose más a sí mismo, cierra los ojos con fuerza.
"Jamás me perdonaría que le ocurriese algo, Merry..."
"¿Ha sido otra pesadilla?"
Pippin asiente, aún enterrando el rostro en sus rodillas mientras suspira pesadamente para acompasar sus tenues sollozos.
Merry no entiende qué diablos pudo haber visto en aquel gigantesco Hombre con el que, hace tiempo, se llevó bien. Por supuesto esto cambió tras percibir en él un más que pronunciado interés por Pippin, y no hizo falta ser un genio para saber que este último bebería los vientos por Faramir. El motivo lo desconocía, y casi prefería vivir mejor sin saberlo, aunque fuese ese tormento el que nublase su acostumbrado buen humor en cuanto era testigo de los lamentos de su primo.
Se podría decir que Merry le había cogido cierta manía a aquel sujeto, pero nunca trató de exteriorizarlo. Especialmente porque lo último que querría sería hacer sentir peor a Pippin. Y eso, bajo ningún concepto, entraba en sus planes... Aunque el inocente Took jamás llegase a captar las pequeñas y discretas indirectas que el mayor le llevaba lanzando desde que volvieron a su hogar.
Merry era consciente de que durante el viaje que la Guerra les obligó a tomar muchas cosas cambiaron. Entre ellas, los sentimientos que, inevitablemente, se desparramaban por el suelo en cuanto se trataba de Pippin. La unión que siempre les había atado se había fortalecido sobremanera y, para Merry, había traspasado los límites de lo que consideraba moralmente correcto... Aunque sólo él hubiese sido el primero en darse cuenta, pues la urgencia de hacérselo ver a Pippin se había acrecentado desde que sospechase de su extraña atracción hacia el nuevo Senescal de Gondor.
"Vuelve a la cama. Mañana iremos al río después de apropiarnos de algunos repollos del viejo Maggot. ¿Qué me dices?", propone Merry con lo que pretendía ser alegría en su voz.
Por toda respuesta, Pippin se encoge de hombros mientras descubre su enrojecido rostro, pasando una mano por éste mientras respira entrecortadamente. No hace falta decir cuánto le apena al contrario verle en semejante estado.
"Lo tomaré como un sí. Ya verás como mañana te sentirás mucho mejor, porque te tengo una sorpresa preparada." Continúa Merry mientras ladea la cabeza, siendo testigo de cómo había logrado captar la atención del más joven. Éste último, alzando la mirada, frunce el ceño ligeramente a modo de interrogante.
"¿Qué es?"
"Ahora si te animas, ¿eh?", se ríe su primo por lo bajo, meneando la cabeza suavemente. "Si te lo digo dejaría de ser una sorpresa."
"Oh, vamos. ¿No puedes darme ni una pista? Porque espero que no se te ocurra robar cohetes del almacén otra vez."
Merry parpadea por unos instantes. Pero, ¿qué clase de imagen tiene de él que le acusa tan directamente de ser un ladrón sin escrúpulos? Con un suspiro, el de cabellos rubios vuelve a sacudir su cabeza.
"Voy a hacer como que no he oído eso, porque la última vez que lo hicimos recuerdo que te lo pasaste en grande."
"Eso fue en el último cumpleaños de Bilbo Bolsón... Fue hace demasiado tiempo, Merry." Y las cosas han cambiado, quiere añadir en lo más profundo de su ser.
Merry intercepta el desaliento en el rostro de su amigo y, asintiendo en silencio, se limita a ponerse en pie y ofrecerle una mano al otro.
"De cualquier modo, mejor será que vuelvas a la cama. No quiero tener que arrastrarte por los pies cuando salga el sol." Dice, logrando sonsacarle una pequeña sonrisa.
"Como me despiertes tan temprano te va a faltar Tierra Media para huir de mí."
"Olvidas que soy el más rápido de los dos."
"¿Disculpa? ¿En qué mundo?"
Con una risotada, pues únicamente quiere oírle protestar, Merry siente como Pippin toma las manos que le ofreció hace unos momentos y se baja del alféizar. Aunque es breve, Merry sonríe para sus adentros al percibir la calidez de su tacto, pero no comenta nada al respecto. Por el contrario le deja deslizarse de su inexistente agarre para verle caminar hacia su cama, suspirando por lo bajo. Lo que daría, de nuevo, por poder verle sonreír a menudo, como solía hacer siempre.
"Siento haberte despertado, Merry." Dice una vez hundido entre las mantas de su camastro, volviéndose a contemplarle bajo la suave luz lunar del exterior.
El interpelado, portando y apagando la vela que se había prendido antes, menea la cabeza con delicadeza mientras se aproxima a él. "Nunca me es un problema si se trata de ti."
Por toda respuesta, un tímido Pippin se limita a ampliar su pequeña sonrisa en silencio y Merry es testigo de ello. No hace falta mencionar el diminuto vuelco que sacude su corazón al presenciarlo.
Como si fuese una verdad no hablada, inconscientemente ambos saben que alguno de los dos aún tiene que decir algo más, y es Merry quien, con cierta inseguridad, estira una mano para apartar un par de mechones de la frente del contrario. Pippin cierra los ojos levemente, en ningún momento oponiéndose a su gesto. Por el contrario, eleva su rostro ligeramente para contemplarle en la oscuridad de la noche, tomando entre las suyas la mano que acaba de acariciar su rostro.
"Gracias."
Aquel murmullo provoca un terrible tornado en el interior del mayor, quien hace todo lo posible por reprimirse. "¿Por qué?", le pregunta en el mismo tono, restándole importancia con un breve encogimiento de hombros.
"Porque si no fuera por ti, Peregrin Took habría pasado a la historia hace mucho tiempo. En momentos como éstos me doy cuenta de lo afortunado que soy por poder tenerte a ti como mi mejor amigo."
Sin ser capaz de responder, pues el nudo de su garganta amenaza con ahogarle, Merry asiente una escueta en silencio. En ese instante siente que, después de mucho tiempo, vuelve a saber lo que se siente al ser apuñalado por un arma blanca y, sin duda, esta herida era mucho más dolorosa.
Mejor amigo.
Por supuesto, Pippin no se percata de cómo sus ojos se empañan levemente justo cuando se da la vuelta, dispuesto a esconderse bajo las mantas para sepultar la pena que tanto le abrasa. Abrasar, ahogar... Cualquier verbo que implicase la desaparición y destrucción de su alma era perfectamente válido.
Pippin consigue conciliar el sueño sin problemas, mas su compañero no goza de la misma suerte esta vez.
Merry se convence de que a la mañana siguiente le llevaría al río y, si todo iba bien, intentaría hacer esas cosas que los caballeros y doncellas de las novelas románticas suelen hacer, y es precisamente eso; ser romántico sin dar pena. Verdaderamente no tiene ni idea de cómo hacerlo, pero se consuela pensando que, cuando llegue el momento, sería su corazón el que elaborase el discurso que su cerebro tanto se niega a formular.
Nunca antes había tenido oportunidad de tener alguna experiencia relacionada con el tema, salvo cuando en sus años de adolescencia espiaba a las jóvenes hobbits de su aldea junto con Pippin y Sam, éste último casi siempre siendo forzado a ello. A pesar de que el nivel de pillería era casi el mismo entre ambos primos, Merry se sorprendía ante la seriedad con la que Pippin parecía tomarse todo aquello. Jamás hacía ningún comentario de burla acerca de las chicas, pero la curiosidad por el mundo y los placeres adultos ya parecía brillar en sus ojos por aquel entonces. De ahí que Merry sospechase que, muy a su pesar, Pippin había llegado a conocer antes que él todo lo que el amor tiene que aportar.
Ambos habían compartido siempre todo cuanto les ocurría, aunque bien es cierto que los temas románticos o de cariz sexual parecían ser siempre evitados entre ellos. Tal vez por vergüenza, por respeto, inocencia o intimidad, pero jamás los trataban en sus disparatadas charlas.
Sintiendo que se abruma sobremanera, Merry sacude la cabeza rápidamente, notando cómo sus mejillas arden levemente.
Le aterrorizaba el hecho de ser un auténtico patán dada su clara inexperiencia, sumado además a las sospechas que le llevaban a pensar que Pippin le había llevado la delantera hacía ya mucho tiempo.
Respira hondo y se relaja. Todo irá bien, todo irá bien, todo irá bien.
Poco a poco se duerme, ceño fruncido y puños cerrados sobre sí mismos ante lo que parecía comenzar a ser una terrible pesadilla nocturna.
