Chapter 1
Notes:
hola amiguiiiis espero que os guste el primer capítulo del primer fanfic que escribo en mi vidaaaa🌼🌼 aún queda mucha historia así que no os preocupéis porque os encontraréis con más personajes icónicos más adelante (como Ofelia por ejemplo porque la amo) y recuerden que esto es para pasarlo bien! (y para hacerle justicia al potencial de estos dos... que parece que soy la única que se ha fijado 😔🤟🏻) si hay cosas mal escritas es porque no me he fijado mucho pero si queréis me podéis avisar❤️ eso es todo un besito!!
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Bip.
"Estúpida máquina del demonio. Le voy a dar yo… gfrfxds."
Bip.
El profesor Bacterio no estaba teniendo un buen día. De hecho, podría decirse que estaba teniendo un mal día. O más bien un día pésimo.
Bip.
Tener un bloqueo creativo-científico no era nada nuevo para él, pero eso no quería decir que los disfrutase. Y menos aún cuando se combinaban con haber pasado la noche en vela intentando hacer cálculos en la oficina (y fallando), porque eso significaba que llevaba demasiadas horas sin ducharse, alimentarse debidamente, alimentar debidamente a sus gatos, ver los últimos episodios repetidos de The Big Bark Theory y, especialmente, dormir. Y por eso necesitaba un café bien cargado.
Bip.
Y eso es lo que debería estar saliendo de la máquina expendedora, si Bacterio no estuviese teniendo un día terrible. Aunque, bien pensado, el cacharro llevaba años instalado y probablemente nadie se había preocupado de revisarlo ni una sola vez. Era un milagro que siguiera en pie después de tanto tiempo. El problema es que había decidido estropearse justo en el peor día posible.
"Cachivache de las cloacas. Llego a tener un destornillador cerca y te desmonto pieza por pieza y mando cada cachito de ti a una embajada diferente. Nadie en esta agencia de descuento del Mercadoña se preocupa por el bienestar de..."
"¿Profesor? ¿Está hablando con la máquina del café?"
Bacterio desvió la pierna justo antes de poder completar la patada que había dirigido al maldito trasto.
"¡Mmm! Mmmjejeje, no, ¿por qué la pregunta? Y, ¿cuánto tiempo lleva ahí de pie? Solo por saber. Por… bueno, ya sabe. Curiosidad científica y eso. Soy científico. Jé."
Desde la puerta de la sala de descanso, el Superintendente le miraba con escepticismo. ¿Cómo es capaz de levantar tantísimo la ceja? ¿Existirá alguna condición genética que te haga ser capaz de poner todas las caras antipáticas del mundo? ¿Seré capaz de poner la ceja así? Creo que aunque supiera no podría imponer tanto como él. Quizás es el bigote. O la corbata. Son de persona seria. ¿Me compro una corbata?
"...toda la noche. Profesor, ¿me está haciendo caso?"
Demonios . "Ummm ¿puede repetir lo que estaba diciendo? ¿Por favor?" Caracoles, qué desastre. Despídame. Bueno… mejor no.
El Súper frunció el ceño. "Decía que me han enseñado las grabaciones de seguridad. Lleva trabajando muchísimo tiempo. Lo cual no entiendo, porque ya sabe que no pagamos las horas extra, pero es cosa suya. Pretendía pasar del tema, pero acabo de encontrarle amenazando a la máquina de café y me está preocupando."
Bacterio parpadeó, tratando de procesar la información. Su cerebro estaba funcionando realmente despacio. Tendría que haber dormido un par de horas, pero como solía decir uno de los críos de su edificio, la cencia no se ace sola. Hay que acerla.
"Sobre todo me preocupa el bienestar de la máquina." El Súper parecía inmune a los silencios incómodos, porque siguió hablando como si nada. "Agradecería que no la destrozase."
"Bueno, por eso no se tiene que preocupar. Ya ha pasado a mejor vida."
"¿Perdón?"
Saturnino Bacterio, eres un merluzo.
Todo el edificio estaba al corriente de que el Superintendente Vicente era una persona... volátil. Otros preferían decir que era delicado. Sea como fuere, cada empleado sabía que debían suavizarle las malas noticias si no querían protagonizar una persecución de rabia asesina por los pasillos. Especialmente si dichas malas noticias tenían algo que ver con gastar dinero.
"A ver." Mantente tranquilo. Puede oler tu miedo. "Bueno, ya ha visto que no he dormido hoy... ayer. Así que venía a por un café, ya sabe, para no acabar echándome una siesta encima de mis anotaciones. Y por mucho que le dé al botón," bip "no funciona. Y se ha tragado mis dos euros el hijo de perra. Bueno, de perras. Dos en concreto. Las mías. Tiene gracia, ¿eh?"
Se formó otro silencio tenso. Bacterio notaba que su superior le estaba mirando fijamente, pero se encontró incapaz de devolverle la mirada. Ave María, llena eres de gracia, el Señor es contigo…
"Profesor." De nuevo, Vicente fue el primero en hablar. "Dígaselo a Ofelia. Pídale que haga un reporte notificando la avería y que consulte si sale rentable arreglar la máquina o si deberíamos encargar una nueva. Pero antes de eso venga a mi despacho. Tengo un termo con café."
Y sin más, se dio la vuelta y empezó a caminar. Bacterio, aliviado por haber esquivado -Dios sabe cómo- una bala mortal, tardó un poco en calibrar la información, y maldiciendo la pachorra con la que estaba actuando su cerebro, no pudo hacer más que apresurarse en seguirle.
"Perdone, señor Súper" dijo en cuanto le alcanzó, "no es necesario. Puedo aguantar perfectamente despierto, de todas formas no tengo mucho que hacer estos días. No quisiera ser una inconveniencia. Inconveniencia, vaya palabreja. Bueno, ya me entiende."
"No es una inconveniencia. Simplemente se da la casualidad de que hoy no lo voy a necesitar. Se me había olvidado que tengo que asistir a un evento que ya me tiene con los nervios de punta, preferiría no empeorarlo con cafeína."
"¡Oh! ¿Puedo preguntar qué es? Diablos, es decir, si no le molesta. Me puede mandar a la porra si quiere, que igual me estoy pasando de chismoso."
Ambos se detuvieron ante una puerta. Bacterio ni siquiera se había dado cuenta de que habían llegado a su destino.
El Súper puso una cara que intentaba parecerse a una sonrisa, pero le salió más bien una mueca. "Reunión familiar", dijo. Y sin añadir nada más, entró en el despacho, dejando a un confuso profesor en el umbral de la puerta.
El científico intentó recapitular. Primero: su superior estaba teniendo un gesto generoso con él e incluso había reaccionado positivamente a sus intentos de entablar una conversación medianamente normal. Segundo, y más sorprendente: ¿Reunión familiar? Sé que el Súper valora mucho sus conexiones familiares, ¿por qué centellas estaría nervioso por reunirse con sus seres queridos?
Estaba claro que se trataba de un tema incómodo para el otro y que no debía darle muchas vueltas. Por suerte, su hilo de pensamientos fue interrumpido por el sonido de un cajón cerrándose. Sobresaltado, el profesor levantó la mirada y vio que, mientras él estaba teniendo su pequeño mental breakdance, Vicente se había acercado y se encontraba en ese momento pasándole un termo. "Aquí tiene. Si me puede devolver el termo mañana..."
"Sí, sí, claro, por supuesto, no se preocupe. Lo lavaré. Gracias." Y, como al parecer su filtro estaba severamente afectado, en lugar de despedirse y marcharse como una persona con una agilidad social aceptable, Bacterio siguió hablando. "Suerte hoy con la reunión familiar. Aunque confío en que estará usted bien, al fin y al cabo mientras su suegro no sea Freddyrico Krugidoff no creo que vaya a tener una comida… de pesadilla. Jeje." Bien hecho, Saturnino. Tu siguiente gran aportación será un chiste de Lepe.
"Profesor, el problema con Krugidoff fue ocasionado por usted. Tal vez no debería hablar del tema tan a la ligera." Contra todo pronóstico, las facciones del superintendente estaban estiradas formando una sonrisa ladeada.
"El caso supuso un gran avance para la ciencia igualmente", gruñó el otro. La sonrisa de Vicente creció un poco más y Bacterio bajó la cabeza, sintiéndose incapaz de seguir sosteniéndole la mirada. Se dio cuenta entonces de que hasta ese momento no se había fijado bien en el despacho, porque si no habría visto antes la cosa rosa que asomaba desde una esquina. Son… ¿plumas?
"Perdone, ¿qué es..?"
"Bueno, pues..."
Ambos se interrumpieron. El superintendente sonrió de nuevo. "No es que me moleste hablar con usted, pero quisiera estar un rato solo antes de la reunión de hoy. Para despejarme un poco."
"Ay madre, claro que sí, perdón. Si además tengo que echarle un ojo a mi familia de mosquitos transgénicos. Me… Le dejo. Guerte y sacias. O SEA gracias y suerte. Nos vemos. Mañana. Buenas tardes."
"Es de día."
"No he dormido, las medidas temporales han perdido todo su significado para mí. Feliz Navidad."
Con este último mensaje de buenos deseos y unas poquitas ganas de tirarse desde un octavo, Bacterio dio media vuelta y se marchó dando largas zancadas. Cuando escuchó un sonido parecido a una risita a sus espaldas aceleró aún más, repitiéndose que sus nervios se debían solo y exclusivamente a su falta de sueño y nada más. Nada más.
Notes:
ya está espero que os haya gustado! si me hacéis mucho la pelota igual escribo otro capítulo así que ya sabéis! 1beso💞🌷
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"??????"
"¿Cómo demonios ha dicho eso?"
"No cambie de tema. Cómo que ha llevado al científico loco a su despacho."
"No es para tanto. Y no sea grosera."
"Dice el que insulta a todos sus empleados. ¡Y claro que es para tanto! Ya me lo estoy imaginando… usted, muy caballeroso, abriéndole la puerta, bajando las cortinillas…"
"¿Por qué bajaría las cortinillas? Hay que aprovechar la luz natural, si gastamos más en electricidad la factura de Penosa se pondrá por las nubes."
"¡¿Lo hicieron con las ventanas descubiertaaas?! Escandaloso. Espero que al menos usaran protección."
"Tiene muchísima suerte de que haya tenido un buen día o ya estaría usted en la cola del paro con una marca de mi suela en su trasero."
Muchas personas opinaban que el superintendente Vicente era un hombre malencarado, rabioso y probablemente terrorífico en las distancias cortas. La señorita Ofelia, sin embargo, no se encontraba entre ese grupo de gente. Hacía ya mucho tiempo que la mujer se había dado cuenta de que no debía tomarse en serio las borderías de su superior, ya que no había ninguna mala intención tras ellas. 'Simplemente le cuesta expresar sus emociones como a un ser vivo con más inteligencia que un gorila', solía decir ella. Y tal vez era la facilidad con la que lo insultaba sin miedo a las repercusiones, pero Vicente tenía que admitir que, con el tiempo, había llegado a considerar a Ofelia una de sus amistades más cercanas.
"Venga, estoy de broma. Usted nunca haría tal cosa..."
"Gracias."
"...no justo antes de quedar con su exmujer. Si le pilla cojeando se le cae el pelo. Oh, bueno… el bigote, supongo."
...O tal vez no. Inspira, expira. Diez nueve ocho siete seis cinco cuatro tres dos uno. "Ofelia, qué opinaría de unas vacaciones en el INEM? Comidas incluidas. He oído que las ratas de alcantarilla a la brasa tienen un sabor parecido al pollo frito."
Ofelia soltó una risita. "Vale, vale, ya paro, perdón. Necesitaba un subidón de adrenalina para despertarme. Normalmente espero a que Mortadelo me diga alguna burrada, pero está en Los Infiernos."
El superintendente levantó la cabeza de golpe, sobresaltado. "¡¿Está muerto?! ¡Ofelia, tiene que contarme estas cosas! Sabe la cantidad de papeleo que..."
"No, no, que está en Los Infiernos, en Murcia. Resolviendo lo del secuestro de Inocencio Veraz." Inmediatamente, Vicente relajó los hombros, no sin antes soltar unos cuantos improperios por lo bajini. "Pero bueno, que no quiero amargarme pensando en ese mamarracho, ¡cuénteme lo de Bacterio!"
"Esto me pasa por confiar en la gente. Me arrepiento de todo. Con lo feliz que era yo cuando estaba solo en la vida." En su cabeza, una voz sospechosamente similar a la de su hijo mayor le reprochó que mandarle cartas de fan a Junio Inglesas como sustitución de cualquier forma de acercamiento emocional a otros humanos no parece precisamente felicidad, pero decidió ignorarlo.
"Ya, ya. Pero resulta que ahora soy su amiga y ya no se puede deshacer de mí. Desembuche."
"Si es que no hay nada más que decir. Él necesitaba un café y a mí me sobraba el mío. Si hubiera sido cualquier otro agente del edificio no estaría montando este escándalo."
"¡Bueno, porque cualquier otro agente del edificio no tiene lo que tienen ustedes dos!"
"¡No tenemos nada en absoluto! Una vez le dije que me parecía un tipo interesante. Una vez."
El problema era el siguiente. Por un lado, el superintendente era un hombre arisco y a la hora de conocer gente nueva le costaba mucho superar la barrera de las primeras impresiones. Es por eso que desde su divorcio se encontraba muy falto de afecto. Por el otro lado, Ofelia estaba felizmente emparejada y, como es típico en las parejas recientes, se sentía moralmente obligada a compartir su felicidad con sus amigos solteros. Y a meter las narices en general en lugar de atender a su trabajo, pensó el Súper.
"La atracción son más que palabras, jefe. No crea que no me he fijado en cómo le mira."
"Es la presbicia. Por favor termine de imprimir para que pueda irme y cese esta tortura."
"Muy gracioso."
Al instante se rebajó la urgencia de la conversación. Ambos compañeros se sumieron en un silencio tranquilo: Ofelia echándole un vistazo a sus documentos y el Súper tomando un par de sorbitos de café (comprado fuera: la máquina de la T.I.A. seguía estropeada).
Evidentemente, y como le podría pasar a cualquier persona con las emociones más cerradas que la trampilla de La Cosa, Vicente gestionaba mejor sus problemas sentándose a pensar en silencio, en lugar de hacerlo a través de conversaciones. En la tranquilidad del ambiente, sus pensamientos empezaron a tomar forma. Y esa forma tenía barba frondosa, los dientes torcidos y manchas de sol en la calva.
"Simplemente es muy fácil hablar con él… me hace sentir cómodo porque no le asusto como a otros empleados, ¿sabe? Creo que se da cuenta de que soy un ser humano debajo de la mala leche, o al menos no me mira como si le fuera a vapulear con una porra en cualquier momento. O sea, como usted, pero sin invadir mi privacidad constantemente. Sin ser un incordio en general."
"No sé cómo se las arregla para insultarme a la vez que me halaga, de verdad. Pero me alegra mucho que por fin esté abriendo su corazón", contestó su amiga con una sonrisa brillante.
"Mire, Ofelia, no tengo quince años..."
"Si ya sé lo que me va a decir, y no le estoy diciendo que le pida matrimonio ni nada. Pero oiga, intentar ser más amigos no hará daño a nadie. Necesita más amistades en el trabajo que no sean una mujer con un sueldo precario y que está constantemente al borde de un ingreso en la UCI por estrés."
La expresión de Ofelia era un tanto burlona, pero el Súper podía apreciar que en realidad se tomaba el tema en serio. Con un suspiro cansado, a ver cuándo me voy jubilando, desvió la mirada.
"Sí, vale. Tiene razón." En ese momento sus facciones se empezaron a torcer en una sonrisita mal disimulada. "¿Y lo de la bromita de la UCI? me siento totalmente identificado. ¿Sabe?, mi hijo me ha dicho que en estas situaciones debería derramar el té para demostrar solidaridad."
"No, YO he sido la que ha derramado el té metafóricamente al hablar con soltura de un tema delicado, señor Súper. Por favor no suelte su café."
En ese momento les interrumpió un timbrazo proveniente del escritorio de Ofelia, quien se retiró con rapidez para atender la llamada. La paz no duró mucho, sin embargo. Pronto volvió a la esquina de la fotocopiadora, donde el Súper seguía sorbiendo su café, y la cara que traía no auguraba nada bueno.
"Bueno, qué pasa. ¿Filemón necesita que le saquemos de la cárcel otra vez?"
"Oh, no, cuando me llaman por eso siempre tardo unos días en avisar, para que no lo saquen de la celda con demasiada rapidez. No, me han soplado algo sobre cierto científico que le anda buscando, pero como no está usted en su despacho…"
"Carajillos fritos, es verdad, me tenía que devolver el termo. Voy. Ya nos veremos, ¿eh? Salude a Irma de mi parte."
"No se preocupe. Calle y corra, señor Súper."
Y obediente, el hombre se apresuró a dirigirse a su planta. Escuchando a Ofelia soltar una fea carcajada, o más bien parece un ladrido, se dio cuenta de que estaba prácticamente corriendo, como si su subconsciente quisiera que se encontrara con Bacterio lo antes posible. Ligeramente irritado, maldijo a su amiga por ser tan certera con sus suposiciones.
Es hora de bajarle el sueldo a Ofelia.
Chapter 3
Notes:
Estoy dispuesta a usar los espacios pre y postcapítulo para publicidad. Por ejemplo comprad Deriva de Regina Touceda. Ved el documental Fursonas. Belén Esteban si quieres que tu gazpacho alcance la fama contáctame.
cw: Rompetechos
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El sol brillaba en lo alto, iluminando con claridad diáfana las oficinas y reflejándose intensamente en las calvas de sus agentes. Una ligera brisilla veraniega despejaba, por una vez, el tufillo a cloaca que llegaba de una ría cercana. Mortadelo y Filemón no estaban en el edificio. Los buitrecillos cantaban alegres, posados en las vías de alta tensión de la calle. En resumen, se respiraban paz y armonía en las oficinas de la TIA.
"¡Brillantes días, Bestiájez! ¡Tenga usted una esplendorosa tarde, Bóinez!"
"¡Pero bueno, profesor! ¡Qué enérgico se le ve!"
Raro era el día en que Bacterio sentía que las cosas iban realmente bien. Pero que me aspen si este no está siendo un día increíble.
"¡Irma, hija mía! Qué tarde tan maravillosa está siendo esta. ¿Sabe qué le digo? Hay que extender la alegría y las buenas energías. ¡A mis brazos!"
La cara de Irma pronto se fue amoratando por culpa del demasiado entusiasta abrazo del profesor Bacterio. Por suerte en ese momento se empezaron a escuchar los tacones de Ofelia acercándose hacia ellos, lo que dio al científico un nuevo objetivo al cual espachurrar, y solo debido a esta distracción consiguió Irma zafarse de su fuerte agarre.
"¡Señorita Ofelia, benditos los ojos!"
"¡Pero bueno, profesor!" Ofelia lo ignoró por completo, jo tía, mi abrazo , apresurándose a ayudar a Irma. "¡Que me deja soltera! ¿Estás bien, princesita?"
Ah, sí, qué cucas.
Ah. No no no, espera.
¿¿¿¿¿¿¿???????
Mientras Irma tosía y le hacía señales afirmativas a la otra, Bacterio se encontraba experimentando múltiples alteraciones vitales.
"Perdonad chicas, creo que me estoy perdiendo algo."
Ofelia e Irma (cuya cara ya había recobrado un tono más saludable) se miraron entre ellas como manteniendo una conversación silenciosa. Luego dirigieron la vista al profesor.
"Eh… no sé, ¿se refiere a cuando esta mañana Rompetechos pensó que una bolsa de basura negra era el agente Kenyatta?"
"Eso fue extremadamente ofensivo."
"Extremadamente."
Bacterio parpadeó varias veces muy rápido, agitando las pestañas.
"No, no. ¡¡Quiero decir que acaba de parecerme que se hablaban como si estuvieran juntas!! ¡¡Románticamente!!"
Ellas intercambiaron otra mirada.
"¿No se había enterado?"
"Jo, hicimos un anuncio general, pensábamos que lo sabía todo el mundo… si no se lo hubiésemos dicho."
¿Oh? Ohh. ¡¡Oh!! Uuuujujijuuuuijuiujiuuu. ¡Je, je, je! Lesbianas. ¿¿¿DOS lesbianas???
"No, no, si es que me paso la vida encerrado en el laboratorio y no me entero de nada. Pero bueno, ¡qué grandísima noticia! Carajillos fritos, hoy está siendo un día maravilloso, ¡no dejan de pasar cosas buenas! De hecho, es el día perfecto para consentirme un poco y comprar una empanada de mejillones en vez de echarle la zarpa a las mondas de naranja que tira el vecino como siempre. Así podré pensar en este día cuando se me olvide que hay momentos felices. Cuando tenga que pagar la factura de los desperfectos del laboratorio, por ejemplo."
De nuevo Ofelia e Irma intercambiaron ¡otra! mirada. Esta, sin embargo, fue más discreta, aprovechando que Bacterio estaba distraído con su monólogo interminable. Irma empezó a sonreír cada vez más ampliamente, hasta el punto de tener que contener pequeñas risitas. Ofelia le guiñó un ojo y se dirigió a Bacterio de nuevo, interrumpiéndolo.
"Bueno, pero profesor, cuéntenos por qué está siendo un día tan increíble. ¿Tiene buenas noticias para nosotras?"
"A ver, si aún no han demandado a Mortadelo por acoso laboral realmente no son buenas noticias para nosotras. Lo serán para él."
"Irma, cielo, adoro tu sentido del humor pero no es el momento."
Bacterio las miraba mientras dialogaban como si estuviera presenciando un partido de tenis. Realmente están muy compenetradas. ¿Cómo no pude darme cuenta de que eran pareja? Parecen muy felices. Madre mía. Oh no. No llores, Saturnino, NO llores.
El profesor frenó la conversación de las dos mujeres con una risa algo temblorosa, que honestamente sonaba un poco como un montón de clavos arrastrándose por una plancha metálica.
"Jue, jue, jue… no, nada de eso." Respira y relájate, Saturnino. Esto es una conversación normal. Ya llorarás buscando fotos de hipopótamos bebé en casa. "Solo vengo de decirle al señor Súper que he conseguido sacar adelante la fórmula que me permitirá acabar mi último invento. ¡Y en parte es gracias a él! Si no me hubiera cedido su café probablemente habría acabado dormido encima de mis apuntes. Otra vez. ¡Ya le he devuelto su termo, de hecho! Y está muy contento con mis avances. Lo sé porque me ha agarrado el hombro. Y luego le ha dado un par de palmaditas. Honestamente, para ser el Súper eso es como una pedida de matrimonio… ¿está bien, señorita Irma?"
La susodicha estaba sufriendo de nuevo cambios en su coloración facial, pero esta vez en vez de morada estaba completamente rosa. Ah claro, los colores de la bandera bisexual. Igual no es lesbiana al final, fíjate tú .
"Creo que Irma está teniendo un sofoquillo. Igual deberías ir al baño, cielo."
"No, *cof, cof*, no. Pfffffestoy, haa, bien. Perdón, un catarrillo. No os preocupéiiiihjsksjs, jii, jiii."
"¿Está segura?," intervino Bacterio. "Puedo ir a por un vasito de agua…"
"No, no, no, usted no se va a ningún sitio. Irma está perfectamente bien y yo tengo preguntas."
"Bueno, yo también. Es parte de la naturaleza humana. Por eso hago tantos experimentos. Si quiere le puedo hablar de alguno, ¿le interesa el funcionamiento de mi zambomba de la hipnosis?"
"Vaya por dios, no ese tipo de preguntas. Quiero decir, piense, ¿por qué está tan contento realmente? Tampoco ha hecho nada que no haya hecho antes… excepto hablar con el señor Súper… si usted me entiende."
Bacterio miró fijamente a Ofelia.
Ofelia le miró de vuelta.
Parpadeo.
Parpadeo.
"Pues la verdad es que no."
"Santa Virgen de los Dolores. Irma, inténtalo tú, que yo soy incapaz. No puedo más."
"Estoy perdido."
"A ver, profesor," intervino Irma ya más calmada, "¿diría usted que tiene, umm… emociones poco habituales… cuando está con el señor Súper?"
"Bueno, desde un punto de vista biológico… sí que experimento un aumento de sudoraciones y temperaturas fluctuantes. No sé si debería mirarme los termorreceptores… También se me disparan la adrenalina y cortisona, pero no de forma similar a mi ansiedad habitual. ¿Tal vez debería examinarme los niveles de dopamina? Supongo que eso sí que podría indicar una emoción extraña, para responder a su pregunta. Pero bueno, es que el Súper es el jefe aquí, claro. Le tengo una gran admiración. No cualquiera puede manejar a… ciertos agentes."
"Ya veo, ya. Le entiendo perfectamente". El rostro de Irma esbozaba una sonrisa amable. Por otro lado, Ofelia los miraba ojiplática. Fue justo en ese momento que un mosquito se metió en su boca abierta, lo que pareció devolverla al presente. Mientras tosía y escupía, Irma siguió hablándole a Bacterio con un tono suave. "Y esas alteraciones no le ocurren cuando habla con otras personas? Porque supongo que también admira a más gente, ¿al hablar con ellas siente lo mismo que cuando está con el Súper?"
"...No. La verdad es que no."
"Lo imaginaba. Mire, hagamos una cosa. Dijo usted que ya había terminado no sé qué cosa de su próximo experimento, ¿no? Pues, si está de acuerdo, va a dejarlo estar esta tarde y en su lugar va a tomarse esa empanada mientras lee unos documentos que le voy a mandar. Y después reflexione y venga a hablar con nosotras. ¿Le parece bien?"
Todo esto es altamente turbio, sospechoso e inquietante.
"¡Por supuesto, señorita Irma! Nada de lo que usted me diga podría parecerme turbio, sospechoso o inquietante."
"¡Me alegro! Solo quiero avisarle de que igual la información que le pasaré puede parecerle chocante, pero con un poquito de tiempo lo asimilará muy bien. ¡Como Ofelia! Está contentísima y le recomendé lo mismo que a usted. ¡Y ahora tiene una novia estupenda!"
"Es verdad", añadió la susodicha metiéndose al fin en la conversación. Sus ojos no se despegaban de Irma, y mostraba una expresión dulce. "Pero", agregó, esta vez mirando muy seriamente a Bacterio, "esos dos datos no tienen absolutamente nada que ver."
"No, nada que ver. Bueno, tal vez un poco que ver. Una parte."
"Irma."
"Vale, perdón, perdón. No adelantaré acontecimientos."
"Buena chica. ¿Me das un besito?"
Oh. Bueno. Igual es momento de irse yendo.
"Acabas de escupir un mosquito. No."
"¡Cielo! ¿Y si me tomo un caramelito para que no se note el sabor?”
"¿El sabor ? ¡Ofelia, qué ascazo! No pienso besarte hasta que te laves los dientes."
"No decías lo mismo el otro día cuando…"
Oh, no.
Bacterio decidió que, en efecto, ese era el momento justo para poner pies en polvorosa. Las chicas, inmiscuidas como estaban en su conversación, no le prestaron ya atención alguna. Por suerte. El científico ya había recibido muchísimas revelaciones ese día y presentía que tras leer los documentos de Irma todavía serían más.
En fin, otro día que me pierdo el capítulo de Big Bark Theory.
Dándole vueltas a la conversación que acababa de tener, se dispuso a salir con calma de las instalaciones. Iba caminando de forma parsimoniosa por el pasillo que llevaba a la entrada secreta nº 278 cuando, de pronto, ya no muy lejos de la alcantarilla que le conectaría con el mundo exterior, un pensamiento le detuvo en seco.
El mosquito que casi se traga la Ofelia.
Oh, no.
Mi familia de mosquitos transgénicos.
Cuyo veneno aún no ha sido testado en seres humanos.
Y entonces sí, para prevenir la ira de Ofelia, posibles persecuciones, daños a su persona y visitas indeseadas al hospital, emprendió la carrera y salió del edificio a toda pastilla.
Notes:
Agradecimientos:
• A Ramón por sugerirme a Irma cuando no sabía qué representación sáfica meter en la historia
• A Xo que apenas hablé con elle pero tras una unidad de comentario suyo me motivé tanto que conseguí escribir medio capítulo
• A Antía Miniña porque me hace la pelota a niveles estratosféricos y me sube la autoestima tanto que siempre me motiva a escribir unas frases más
• A mi hermana por hacerme de beta reader y decirme "ta chulo" después de cada capítulo
• A Rquoe porque me escribe muchas cosas en mayúsculas cuando le digo que avancé en el fanfic
• A Isa por hacerme el primer fanart Superio de la historia, probablemente, por mi cumple
• A Rexi simplemente por ser la mejor
• A todas las personas que hayáis leído este capítulo 🌼 sobre todo si sois mis mutuals por cierto seguidme soy @pauladrillo en twitter
Chapter 4
Notes:
es una delicia haceros recordar que por muy queer friendly que sean, en realidad el súper y bacterio son señores mayores achacosos
disfruten <3
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Chapter Text
"¡Aquí se los traigo, señor Superintendente! Estaban escondidos en Los Caídos."
"¿El Valle de los Caídos? Bueno, no está tan lejos. Pero ya hay que ser cafre."
"¡No, no! En el baño de Los Caídos, señor. Una peluquería que hay en Coruña. Al parecer no pensaron que fuéramos a mirar ahí porque no mucha gente en esta empresa tiene pelo."
Así empezó su día Vicente: asaltado por los gruñidos e insultos de sus dos peores empleados siendo arrastrados por el agente Bestiájez, intentando no torcer la boca al escuchar el rechinar de sus zapatos arrastrándose por el suelo. Qué poquito les he echado de menos.
La parejita había resuelto un caso de pura casualidad una vez más y los informes habían dejado la situación bien clara: Inocencio Veraz, la supuesta víctima de secuestro cuyo rescate había sido encomendado a Mortadelo y Filemón, era en realidad el organizador de una compleja trama. El hombre había fingido un rapto para cobrar su propio rescate, cosa que Vicente no debía aprobar oficialmente, debido a su profesión. En absoluto debería envidiarle y desear que se le hubiera ocurrido a él antes, porque el sueldo que cobraba en la T.I.A. era generoso y suficiente. Sin olvidar que gracias a su trabajo podía compartir su tiempo con...
"GBR🦎LXK será usted asno leproso, #@❌╬*𓏲 bicharraco de las cloacas, subser hijo de una babosa BKSBFBÑVL🧻🔌LSK#𓂸."
...personas tan maravillosas que hasta podrían considerarse de la familia.
Ánimo, Vicente. Piensa en el plus de peligrosidad. Piensa en el dinero de la jubilación.
Suspirando (y la fuerza de su exhalación fue tal que hizo revolotear un montón de motas de polvo, las cuales se acumulaban constantemente porque todo el personal de limpieza tenía miopía y no hacía bien su trabajo), se enderezó y sacó su mandamás interior para callar a sus agentes y explicarles los pormenores de su nueva misión.
No pasó mucho tiempo hasta que Mortadelo y Filemón salieron alegremente del despacho, pensando que fuera del edificio les esperaba un Mercedes proporcionado por la empresa para facilitar la resolución del caso. Vicente, un tanto cansado, se apoltronó por fin en su silla, pasándose la mano por la calva como para peinarla, y se preguntó cuánto tardarían en darse cuenta de que Mercedes era en realidad la cochera de un carro de caballos destartalado que llevaba unos cincuenta años en el sótano.
Su vista se dirigió al único elemento decorativo que se había permitido colocar en la habitación: una mesita adornada de tal forma que parecía un pequeño altar lleno de fotos de Rodillo Juzgado. Entre ellas, un cartel rezaba: do it for her.
No me mires así, Rodillito, que me haces sentir mal. Solo quiero descansar un momento.
...
Ains.
No sin esfuerzo, se irguió, provocando que la silla soltase un fuerte ÑIIIIC muy poco prometedor, y con el dedo corazón pulsó el botón del interfono.
"¿Ofelia? Infórmeme un momento de la situación de la máquina de café, haga el favor."
"Lo siento, señor Súper. Hoy solo estoy yo. Le puedo mandar los papeles para que les eche un ojo, pero en resumen, creemos haber encontrado a alguien que puede arreglar la máquina a bajo coste."
"Ah, ya veo. Gracias, Irma. ¿Puedo saber por qué no está Ofelia?"
"Oh, no se preocupe, señor. Está bien, está descansando en Paz."
"...No tendré que rellenar un comunicado de defunción o algo parecido, ¿verdad?"
"¡Ja, ja, ja! ¡Claro que no, hombre! Me refiero a que está en el hospital la Paz. Ayer un mosquito le pegó un picotazo y tuvo una reacción alérgica bastante fuerte. Ya sabe, lengua severamente inflamada, salida de humo por las orejas, cambio en la coloración cutánea y algunas cosillas más. Nada preocupante."
"Bueno, mientras esté bien. Peores cosas han pasado en estas oficinas."
"No tiene que asegurarlo. Bueno, de cualquier forma no se preocupe. La sustituiré tan bien que no notará la diferencia. De hecho ahora mismo le pido a alguien que le suba lo de la máquina esa."
"De acuerdo. Gracias por ser tan atenta, señorita Irma."
"¡Para eso estoy, señor Súper!"
Algo más contento que antes, Vicente terminó la llamada y se volvió a repantigar en su silla, que esta vez emitió un sonoro ÑAAAC.
Bueno, Rodillo, ya estoy haciendo cosas. Espero que estés contenta.
Mientras esperaba, el Súper empleó unos minutos en intentar dibujar una flor coloreando ciertas celdas de un documento de Microloft Ejquel, hasta que le interrumpió un toc toc muy suave.
"Adelante."
Y, como una ola, irrumpió en la paz de la sala el mismísimo portador de las uñas más amarillentamente atractivas de todo el edificio. El hombre de las más adorables verrugas en las aletas de la nariz. La persona con la voz más parecida al sonido de un poderoso cortacésped estropeado.
Bueno, ya está bien con la oda. Que tenemos una edad.
"Buenas, profesor. No esperaba verle a usted."
"¡Qué tal! Es que me ha hecho subir Irma, que justo cuando llamó usted estaba yo pasando por ahí. Y como al parecer a ella le daba pereza subir, me chantajeó con contar lo de que se me escapó un mossssqu... oooo sea, bueno, nada. Olvide eso último. Me lo pidió por favor."
"Ya. Permítame que haga una llamada cortita un momento."
"Claro, lo que quiera."
El súper pulsó el botón del interfono.
"No olvidaré esto, Irma. Una más y la saco de mis oficinas. Atenderá las llamadas desde el hueco del ascensor."
"Dije que iba a sustituir a Ofelia y esto es lo que ella hubiera querido, señor Súper. Y ahora, si me disculpa..."
De inmediato se cortó la comunicación. Vicente dejó escapar un refunfuño, se volvió al frente y pilló a Bacterio observando la mesita de Rodillo.
"¿Profesor?"
"Ay, uy, perdón, perdón, no quería fisgonear", se sobresaltó él. "Es solo que la última vez que me asomé me pareció ver una cosa rosita con plumas y pensé que me lo había imaginado, pero veo que no. Es usted muy fan, ¿eh?"
El súper no era capaz quitarle la mirada de encima al científico mientras este se acercaba para depositar el montón de folios en la mesa.
Glup.
"Eh, bueno. Sí que me gusta bastante pero tampoco diría que soy fan de ella ni de ninguna otra cantaora en particular. Realmente tengo eso ahí porque lo montaron mis hijos y... sé que fue por hacer la gracia, pero le tengo cariño", contó sin pensárselo mucho.
Bacterio levantó sus pobladísimas cejas, como sorprendido, pero rápidamente una sonrisa suavizó su rostro.
"Es usted un tierno en el fondo, señor Superintendente. Tenía que habérmelo dicho antes."
"No me llame señor Superintendente, hágame el favor."
Esta vez sí, la cara de asombro del profesor parecía fijada con cemento. Un silencio sepulcral pareció extenderse durante una, dos horas, aunque en realidad no habían pasado apenas unos segundos. El Súper empezó a notar sudoraciones en el cogote. Estaba a punto de rectificar cuando Bacterio recuperó el habla.
"Um, ¿señora Superintendenta entonces?"
¿Qué?
"¿Qué?"
"Buf, perdóneme, estas cosas aún se me dan un poco mal. Solamente empecé a leer cosas sobre el colectivo LGBT ayer, Irma me mandó unos links..."
"¿Que Irma hizo qué?"
"...sí, pensó que me podían hacer falta. De hecho, no sabrá usted si esas siglas están bien, ¿no? Porque también he visto LGTB y LGTBI y LGTB+ y un porrón de cosas así. Pero bueno que tiene todo mi apoyo con lo que sea, le digo yo que la ciencia le ampara, soy científico, y..."
"No, no, no, Bacterio, por la Macarena, frene. Solo quiero que me llame por mi nombre en vez de por mi cargo."
"...Su nombre, que sigue siendo Vicente."
"Sí."
"Oh."
...
...
"¡Oh!"
"No tiene que hacerlo si le incomoda," añadió el otro. "Simplemente pensé que, bueno, somos del mismo tercio, más o menos, y nos llevamos bien, y creí que sería mejor dejar las formalidades."
"Claro, claro, entiendo. Perdón por la confusión, es que después de haber leído todo lo que leí, ahora mismo solo tengo en la cabeza sexualidades y géneros. Es todo bastante interesante, realmente. Y realmente rima con Vicente. Je, je. Qué simpática la cosa."
¿Siempre me había gustado tanto la gente parlanchina o es nuevo? Es un tanto entrañable.
"Pero bueno, nada. Que le llamaré Vicente. Usted puede llamarme por el nombre mío que quiera, ¿eh? No me suelen importar mucho esas cosas. Y bueno, me tengo que ir y perdón por irme tan de repente pero tengo que irme. Perdón, ¿eh?"
"Claro, sí. No se preocupe, Bacterio, solo necesitaba los papeles, no pretendía interrumpir su trabajo. Pero bueno, si puede hacerme un favor más, al pasar por la mesa de Irma dígale que ya hablaremos, por favor."
"Sí claro, por supuestísimo. Suerte con los papelotes esos. ¡Nos vemos!"
Y se fue, rápido y casi de improvisto, como una exhalación. Parece que llega a un cupo máximo de minutos de socialización y luego necesita huir de inmediato, pensó Vicente con una nada característica sonrisa.
Suspiro.
Je. Ofelia debe tener el radar del marujeo activadísimo aún a distancia. Bueno, ya le contaré luego.
Intentando camuflar su contento, se levantó, esta vez sin esfuerzo, salió del despacho y se dirigió al baño rápidamente. Tantas emociones requerían echarse agua fresquita en la nuca. Y espero que hoy salga potable.
Notes:
llevo con el diálogo de la señora superintendenta en la cabeza desde verano
un besito a Roi por hacerme mucho la pelota con el capítulo y otro besito a Sofi que no lee estas cosas pero me estuvo guiando por el mundo de las cantaoras y el faranduleo. y un besito en general a toda la gente que esté leyendo esto 🍄❤️🌼
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