Chapter Text
Harry está cayendo.
Es una sensación muy extraña. Está de espaldas y puede ver que se precipita por el aire por la forma en que las luces verdes y azules alrededor de él no son más que un borrón, pero al mismo tiempo siente que está flotando, como una hoja movida por una suave brisa otoñal.
El corazón le late con fuerza, como si estuviera a punto de rasgarle el pecho de par en par. A su alrededor crepitan relámpagos azules y se le erizan todos los pelos del cuerpo. La boca de Harry se abre en un grito silencioso mientras un dolor tan terrible que ni siquiera puede comprender lo desgarra; es como si estuviera siendo desmenuzado en un millón de pedacitos y lo esparcieron por todo el universo.
Tal vez sea así.
El terror y el pánico se apoderan de él. No tiene ni idea de lo que le está pasando; no sabe en dónde está, ni a dónde pueden ir a parar sus pedazos. Solo sabe que están yendo a alguna parte.
Está en todas partes y en ninguna al mismo tiempo.
Lágrimas pican en los ojos de Harry y se ahoga en un sollozo mientras que el extraño relámpago azul destella de nuevo. Busca por aire y una sola lágrima rueda por su mejilla mientras cierra los ojos con fuerza. En cuanto los cierra, le asalta una miríada de imágenes que parpadean en su mente, recuerdos que él nunca antes había tenido, de repente se cristalizan en su cerebro, claras como el agua, como si siempre hubieran estado ahí.
Es como si hubiera vivido miles de vidas, en miles de lugares diferentes y, en este momento, él las recuerda todas.
Él nace. Vive. Muere.
Y siempre, está Louis.
Siempre Louis.
Cada vida termina de la misma manera.
Él salva a Louis. Una y otra y otra vez. De cualquier forma que pudiera ser salvado. A veces es tan sencillo como que Harry cierre (o abra) una puerta determinada; otras veces es más drástico, con Harry gritando su nombre o lanzándose directamente en la línea de fuego. Harry siempre está ahí. Él siempre ha estado ahí, desde el primer día que Louis empezó a correr.
La mayoría del tiempo Louis ni siquiera lo conoce.
A menudo se cruzan como barcos en la noche, Louis pasa corriendo junto a él, arrastrando tras de sí a alguno de sus numerosos compañeros humanos mientras persigue al monstruo que ha puesto el universo en peligro ese día en particular. A veces simplemente se miran fijamente a través de una habitación y Louis lo mira dos veces antes de lanzarse a otra aventura. Pero de vez en cuando, en las mejores vidas, la mano que agarra Louis es la suya. Hay veces en las que Louis le dedica esa sonrisa con los ojos arrugados que Harry ama con cada fibra de su ser mientras le dice una palabra, su palabra favorita en todo el universo.
—¡Corre!
Y por supuesto, eso es lo que hace Harry. Siempre corre detrás de Louis Nunca dejará de perseguirlo.
Harry parpadea y mira a su alrededor, lágrimas cayendo por sus mejillas. Aún está en caída libre por el abismo, ganando velocidad a medida que cae en picado. Respira hondo y profundamente y, de pronto se siente completamente en paz.
¿Qué era eso que Louis siempre lo llamaba?
Su chico imposible.
Harry sonríe contento. Él no sabe a dónde está yendo, y en este momento, no sabe exactamente dónde ha estado. Pero él sabe una cosa: Louis está a salvo ahora. Él siempre va a estar a salvo, gracias a él.
Harry estira su cuello hacia el lado, el viento azotando sus largos rizos alrededor de su cara. Él puede ver el suelo (al menos lo que él piensa es el suelo) rápidamente aproximándose. Cierra los ojos y estira los brazos, aceptando su destino.
Él es el Chico Imposible.
Y su historia está terminada.