Chapter Text
En la pequeña tienda de convivencia de Stayville, donde el cajero apenas pesaba de su vida mientras masticaba su chicle y pasaba la caja de cervezas pasada de la media noche, el chico miraba con desinterés a los dos grupos ubicados en lados opuestos del otro se dedicaban miradas de odio.
—Ni siquiera es un lugar tan pequeño —masculló Chan mientras bajaba su cabeza entre los estantes—. ¿Por qué siempre nos los topamos?
—¡Te ves ridículo agachándote! —exclamó uno de los chicos del otro bando, mientras los otros dos reían de la gran burla.
—¡Eso no dijo tu madre anoche! —le respondió Chan, chasqueando su lengua—. Idiotas.
—¿Podemos irnos? —bostezando y desinteresado, SeungMin sacó una pequeña botella de cerveza del refrigerador, mirando su sabor y regresándola con pésame—. Mañana tengo que levantarme temprano y-
—¡¿Ir a chuparle el pene al señor Oh?! —gritó otro chico del otro lado, interrumpiendo a SeungMin—. ¡Porque sé que le gustará eso!
SeungMin cerró los ojos para mantener la calma, pero los ridículos sonidos de besos que los otros tres chicos emitían solamente hacían que sus venas se alteraran.
—¿Ya encontraste lo tuyo? —masculló, molesto, sin mirar a MinHo.
Y él, por su parte, tenía casi de la mitad de su cuerpo metido en el refrigerador de la esquina, corriendo cajas y botellas de vidrio de cerveza hasta que, canturreando victoria, estiró su brazo hasta encontrar su deseado.
—Soju sabor durazno —cantó MinHo, sonriendo mientras veía la botella—. Siempre hay una de repuesto.
Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun eran los tres chicos más irritantes del lugar, y eso podía verificarlo cualquiera.
Música alta los lunes de madrugada, gestos vulgares en las esquinas de las calles y siempre rociando cerveza a aquellos que ellos no les simpatizaban. Desde que habían salido de la escuela se convirtieron en una pesadilla para cualquier ciudadano de Stayville, tan así que, MinHo había escuchado una vez que desde el ayuntamiento habían pedido que controlaran la situación.
Pero a quién le importaba el mal comportamiento de los tres chicos cuando ellos mismos se habían dedicado a hacer un infierno la vida de Chan, MinHo y ChangBin en la escuela, pero a nadie le gustaba hablar de eso porque el segundo trío era igual de culpable que el primero.
—No tengo intereses en seguir con esto —manifestó SeungMin, molesto, mirando a MinHo—. ¿Puedes pagar e irte?
—¿Sabes qué?, haré exactamente lo contrario que me pediste-
La campana de la tienda de convivencia sonó, y Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun salieron del lugar. Chan y MinHo soltaron un prominente suspiro de alivio, mientras que SeungMin tomó la botella de soju de MinHo y se encaminó hacia la caja.
Agregando un par de caramelos y un café caliente, el chico de la caja registradora que masticaba chicle y se veía desinteresado del mundo pasó el lector de barra sobre los objetos y, con un vago movimiento de boca, moduló el precio total; los tres chicos jugaron a piedra-papel-tijeras y, vagamente alentado, Chan terminó pagando por todo.
—¿Y ahora qué? —preguntó MinHo, abriendo enseguida la pequeña botella de soju para darle un trago.
—¿No trabajas mañana? —le miró SeungMin.
—Porque se viene navidad, la escuela está haciendo actos occidentales que me enferman —explicó—. Me dijeron que no es necesaria mi presencia ahí si es que no quería hacer una rutina de baile para el espectáculo, pero los mandé a la mierda. ¿Y tú, Chris?
—Iba a pasar donde ChangBin antes de irme a casa. Tengo que terminar unas transcripciones de tipeo para la notaría —contestó Chan, mientras SeungMin abría su lata de café y MinHo hacía una mueca—. Odio trabajar para el registro civil- ¿Sabían que la gente, por alguna razón, tiene que ir todos-los-jodidos-días?
—¿Para qué?
—No sé, hombre- es como si tuvieran que verificar que están vivos…, “señora Park, la estoy viendo, no tiene por qué mierda verificar que no está muerta”.
—En su defensa, la señora Park ya está vieja —mencionó SeungMin, a lo que los tres salían de la tienda de convivencia—. Desde que tengo cinco años que la he visto de noventa- ¿Y eso hace cuánto fue?
—No lo sé, tu registro de nacimiento dice que eres del 2000 pero actúas como un jodido abuelo de ochenta.
—Ustedes me hacen sentir de ochenta.
Pero unos chiflidos e insultos ofensivos fueron lanzados enseguida que ellos dieron un pie fuera de la tienda. Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun seguían sin aburrirse.
Los dos faroles junto al cartel de neón de la tienda daban un aspecto espeluznante. Solamente había un auto donde dos de los tres chicos se encontraban arriba, fumando y mirando divertidamente como Chan, MinHo y SeungMin se preocupaban de sus propios asuntos.
Stayville no era un lugar activo en las noches de los días de semana.
—¿Se te perdió algo, maldito bastardo? —preguntó enseguida Chan, hartado.
—Mi bóxer en el dormitorio de tu madre —contestó YoungHoon, imitando burlescamente el acento de Chan.
—No hables mierdas.
—Tal vez si yo sigo acostándome con ella pueden darles la ciudadanía y no deportarlos.
—Vamos- recién te libraste de la clamidia que te dio tu hermana, ¿Quieres jugar con eso, todavía? —intervino SeungMin con asco.
—¡Oye!, ¡Mi clamidia no tiene nada que ver con la clamidia de mi hermana!
—Por dios, eres un idiota —le insultó SangYeon a YoungHoon, antes de levantarse e ir hacia los tres chicos—. Vamos, lárguense que no quiero ver sus feas caras.
—Tu madre tiene fea su cara. Esto es vía pública —insultó Chan—. Y no nos iremos porque te perturba nuestra presencia.
MinHo, por su parte, no estaba lo suficientemente interesado en querer escuchar la pelea, por lo que con tranquilidad se puso a caminar en la redonda del estacionamiento mientras bebía de su botella de soju, esperando pacientemente a que sus amigos terminaran de pelear.
Al salir a la calle principal, miró hacia la izquierda y a la derecha de pura casualidad. La calle ‘Libertad Conquistador’ se encontraba no solo los centros comerciales más importantes, pero también era una pequeña caletera donde la mayoría de los autos que pasaban iban en dirección hacia la playa que quedaba ocho kilómetros más adentro del bosque, entre curvas y colinas que eran peligrosas para el tránsito.
A su izquierda de ‘Libertad Conquistador’ se encontraba la colina habitable, que abundaba de escalones, latones, basura y confianza; a su derecha de ‘Libertad Conquistador’, estaba la bajada de planicie, donde estaba ubicado el mercado, la Plaza, el hospital y un pequeño terminal de buses interurbanos. Todo el lugar estaba hecho con un cuidado particular para la supervivencia del ser humano al querer migrar de la gran Seúl y ubicarse en un espacio que no estaba diseñado para las personas.
En los veranos había incendios forestales, y en los inviernos había aluviones, pero Stayville era el hogar.
En el suelo vio un pequeño grillo que le llamó la atención por nada en particular; las discusiones que sus amigos estaban teniendo con los otros tres chicos parecía llevar un camino mucho más tenso, pero, como MinHo estaba tan cansado de su arduo día de trabajo, prefirió beber su botella en paz.
Claro, hasta que a SeungMin se le ocurrió vaciar su café en las cabezas de Lee SangYeon y Lee JaeHyun.
«¿Qué mierda pasó ahora?»
SeungMin no era de comenzar una pelea- o no a propósito. Él era un chico político, tranquilo y gobernado, pero tal vez le habían tocado una vena sensible que lo hizo explotar tan esporádicamente; aunque, en realidad, solo era el arrebato de adrenalina y el agotamiento de las burlas por parte de los tres chicos que produjo que, finalmente, SeungMin rociara a los dos con café y que a Kim YoungHoon le tirase la lata por la cabeza.
Y como los buenos buscapleitos que Chan, MinHo y SeungMin eran, los tres empezaron a correr despavoridamente por la calle ‘Libertad Conquistador’, subiendo la colina para escapar de los otros tres.
—¡¿Por qué se te ocurrió hacer eso?! —chilló MinHo al aire.
—¡Ya estaba cansado! —jadeó SeungMin, tropezándose en la subida—. Mierda- no lo pensé bien.
—¡No shit, Sherlock! —le gritó Chan.
La colina empinada de ‘Libertad Conquistador’ variaba de tener casas a puestos de mercado en sus faldas, con veredas mal pavimentadas y calles peligrosamente empinadas- la valentía de subir eso corriendo no solo aseguraba un buen estado físico, sino las probabilidades de su muerte.
Al llegar a la calle ‘Santo Jesús’, intersección que era característica por tener a la iglesia, Chan lideró el viaje para seguir con la subida, doblando hacia la derecha y, hasta alcanzar la primera calle a la izquierda, doblaron.
Pero Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun ya estaban pisándole los talones a esas alturas.
—¡Mierda! —exclamó Chan, al ver el cartel de la calle ‘Jung Hanai’ en lo alto—. ¡¿Por acá?!
Ni MinHo ni SeungMin lo divisaron a primera instancia, pero SeungMin lanzó una fuerte grosería al ver a Chan aproximarse a la reja grasienta, y, con su habilidad atlética, subirla.
—¡No jodas! —le gritó SeungMin—. ¡No quiero!
Chan, reincorporándose para sentarse sobre la reja, miró a sus amigos. —¡Es esto o una paliza!
—Mierda- mi soju —se lamentó MinHo, lanzando la botella hacia un lado para imitar a SeungMin y empezar a escalar la reja.
Él era un bailarín, no un escalador, por lo que cuando apenas iba en la mitad, Chan ya había pasado al otro lado y SeungMin ya estaba en la cima, causando que los tres chicos que lo perseguían atrapasen las piernas de MinHo. No obstante, SeungMin jaló rápidamente a MinHo para que subiera, y entre la supervivencia de patear a los otros y ser alzado por SeungMin, el chico de arriba terminó perdiendo el equilibrio- cayendo hacia el otro lado, seguido próximamente por un MinHo desesperado.
—¡Carajo!, ¡Me corté con vidrio! —masculló SeungMin viendo sus manos, empujando con sus piernas a MinHo para que no tocara donde él toco.
Sin embargo, MinHo sentía que se había doblado el pie por la caída, pero el tiempo para quejarse se redujo cuando vio que Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun podían, fácilmente (y humillantemente) subir la reja.
—¡Por acá! —indicó Chan, ayudando a sus dos amigos a levantarse.
Los tres rodearon el frondoso jardín de la casa, tropezándose con enredaderas y pinchándose con espinas, buscando desesperadamente algún tipo de salida de la situación. Los insultos de Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun se hacían cada vez más fuertes, y ni Chan, SeungMin o MinHo tenían una buena idea.
—Bajo el porche —ordenó Chan.
El porche de la casa, cuya malla protectora de su suelo estaba rota, estaba tan maltrecho que MinHo creyó que habría un cementerio de animales ahí abajo, pero el desespero de la situación le hizo armarse de valentía y arrastrarse junto a SeungMin y Chan en su interior.
Abajo, detuvieron todo tipo de movimiento cuando sintieron los pasos de Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun sobre ellos, hablando sobre dónde podrían haberse escondidos y llamándolos estrepitosamente con insultos ofensivos. Por la pisada de las fuertes botas MinHo asumió que Lee JaeHyun estaba sobre ellos, mientras que cerca de la entrada de la casa estaba Lee SangYeon proponiendo la idea de entrar a la vez que, Kim YoungHoon contaba lo que haría con el cuerpo de los tres una vez que los encontrara.
Entonces, la pierna de MinHo dio un tirón.
—¡Están abajo!
«Mierda», masculló mentalmente, mirando con terror a Chan.
Desde el rebote de la luz de los faroles de la calle, MinHo divisó una ventanilla rota. Apuntó hacia en dirección y, notando el rostro de lástima de SeungMin y Chan, los tres se arrastraron rápidamente hacia él.
Entre dolores, jadeos e insultos, los tres chicos terminaron en el sótano de la casa abandonada.
—¡Están abajo, vamos! —gritó Lee JaeHyun.
—¡Ni loco me meto ahí! —exclamó Kim YoungHoon—. Busquemos una forma de entrar.
—No sé si alguien querrá venir hacia acá —comentó Chan en voz baja, intentando mirar a su alrededor.
Chan y MinHo iluminaron con sus celulares el lugar, mientras SeungMin buscaba la luz para verse sus manos.
—Mierda, espero que no se me infecten —esperó SeungMin, limpiando sus manos sangrantes en la ropa.
—Porque si se te infectan las manos, realmente tendrás que chupársela al señor Oh para que mantengas el trabajo —comentó Chan, recibiendo una patada por parte de SeungMin.
MinHo, ignorando a los otros dos chicos, se dispuso a investigar el lugar.
No era común que en Stayville las casas tuvieran sótanos gracias a la colina, por lo que era una extrañeza que esa casa abandonada si lo tuviera.
Y no solo sótano, sino que el lugar también estuviese lleno de pastizal.
—¿Por qué hay pasto si estamos en un sótano? —preguntó.
—Y yo qué —respondieron los otros dos, más concentrados en las manos de SeungMin.
Las paredes estaban gastadas, y en el pastizal MinHo pudo jurar haber visto trigo; había mesas desarmadas y ensamblajes de maderas a medio hacer. La habitación era un gigantesco cuadrado sin nada más de información- pareciendo ser un jardín interino de los inquilinos originales.
—MinHo- eh, MinHo, espera.
Cojeando, MinHo se encaminó hacia una puerta divisada en la pared, la cual abrirla con un fuerte rechinido, notó que en vez de una escalera esta daba para un pasillo de la casa.
—Es todo un piso subterráneo —observó MinHo con asombro—. ¿No es increíble?
—¿Quién habrá tenido tanto dinero para tener esta casa? —preguntó Chan, intentando seguirle el paso.
—No lo sé, pero esto es una aberración a la arquitectura de este pueblo —comentó SeungMin, igual de sorprendido—. ¿Un sótano en una casa de la colina?
—Tal vez por eso se fueron los dueños —comentó MinHo, aún iluminando con su linterna mientras se adentraba al pasillo.
Había otras puertas, pero todas parecían ser de dormitorio. La escalera que daba para la primera planta no se encontraba a primera vista, lo que le causaba más curiosidad, y el pasillo llevaba a una sala de estar tan maltrecha y desusada que MinHo quiso visitar más a la redonda.
Sin embargo, en la mesa de centro había una arrocera.
—¿Quién mierda comería arroz acá? —preguntó MinHo.
—Esa es la cosa más estúpida que te he oído decir —le dijo Chan—. Digo- estamos en un sótano de casa abandonada- ¿Y te llama la atención una vieja arrocera?
—Bueno- la gente no cocina en los sótanos.
—Tal vez fue hecha para la guerra de las coreas —opinó SeungMin, mirando el lugar—. Y aquí la gente se refugió.
—Oh, tiene sentido —coincidió Chan—. Probablemente se llevaron detenida a la familia de acá, por eso está tan vieja la casa.
Pero MinHo no creía en esa historia, porque alrededor de la arrocera había doce potes con tapas- todas hechas de bambú.
—¿Una familia de doce personas?, ¿En época de guerra? —cuestionó MinHo, sin apartar la vista de la arrocera—. No lo creo…
—No había control de natalidad en esa época —dijo SeungMin.
—Ni entretención —opinó Chan.
Y mientras Chan y SeungMin observaban los pequeños banquillos alrededor de la mesa, MinHo abrió la arrocera.
—Curioso —comentó al aire—. Está vacía.
—¿Esperabas arroz? —burló Chan, sentándose en un banquillo.
—Una rata muerta, aunque sea —se justificó con gracia, antes de volver a bajar su mirada—. Mira- las tapas de los potes se destapad-
¡PAF!
Un fuerte golpe lateral de una mano invisible hizo a MinHo volar por los aires, haciéndolo chocar con la pared y caer sobre dos banquillos, rompiéndolos al instante.
—¡MinHo!
—¡Mierda!
Ambos giraron drásticamente al escuchar el golpe y el fuerte aullido que MinHo había lanzado. SeungMin quedó congelado en su lugar al ver a su amigo tendido en el suelo, quien bailaba la consciencia hasta quedar dormido entre gemidos y jadeos de dolor; Chan, por su parte, ni siquiera se atrevió a mirar el cuerpo de MinHo: algo había hecho que el chico catapultara hacia la otra habitación.
Era un animal- o eso podía catalogar Chan. Imposible de que fuera un ser humano, porque era del porte de un hombre promedio, pero andaba a cuatro patas. Con codos hacia adentro, rodillas hacia afuera y barriga levantada, con la columna vertebral urgiéndose con fuerza para soltarse del encéfalo y caer con un ruido seco como si fuera un mueble pesado, recomponiendo los huesos para bajar hacia el trasero y formar una falsa cola.
—¡MinHo! —chilló de nuevo SeungMin, sin saber qué hacer.
El animal/el humano/la bestia/lo que fuera, forzaba los músculos de carne descompuesta hacia arriba para poder alzar la barbilla y bajar la cabeza, el orificio de la boca se encontraba permanente desencajada, y un gutural chillido salió de ella mientras finas cuerdas sobre el cuello se movían como guitarra.
Y, con las rodillas dislocadas, eso saltó sobre ellos.
. . .
Cuadras más al oeste de ‘Jung Hanai’, en la intersección de las cuatro calles, una de las pocas casas que no cohabitaban en las faldas del cerro se encontraba con las luces encendidas, donde los padres de ChangBin laburaban de noche en la limpieza de su propio hogar mientras él, en parte de su aburrimiento, tiraba dardos al corto techo acolchado.
En el dormitorio de atrás (donde su cabecera se encontraba), el grotesco ruido de gemidos y gritos de placer mantenían a ChangBin con una extraña sensación en su cuerpo- desde las ganas de querer masturbarse para poder pasar el rato, hasta querer lanzar los dardos que tiraba al techo a la garganta de alguno de ellos con el mero fin de que pudieran callarse. Se preguntaba si a sus padres no le molestaban ese ruido, o si al menos podían oírlo.
Terminó de lanzar dardos al techo y se incorporó con lamento. Le gustaría estar durmiendo en ese instante, pero su sueño se había esfumado al momento en que su cabeza tocó la almohada- efectos de insomnio no tratado que había traído consigo desde hace años, agotándolo ante cada movimiento cuando el sol se asomaba en la costa para poder dar un nuevo día.
Entre los gemidos de ambiente, se sentó en su cama y abrió la cortina de su dormitorio. La ex Residencia Saint Yang, que ahora era un complejo habitacional que se compartía con otras cinco familias, había dejado una preciosa vista desde la cima de la colina, entre las planas calles y las notables vistas de las luces de bajada que mostraban un precioso mar de faroles hasta perderse en los bosques que encaminaban hacia la costa más cercana.
La pareja del dormitorio de al lado pareció tener piedad por los oídos de ChangBin al detenerse un instante, pero enseguida la voz de Cindy Lauper con Girls Just Wanna Have Fun terminó convirtiendo todo sumamente asqueroso.
«No podré escuchar esta canción de nuevo», pensó, rascando su cabeza.
Acercándose hacia la pequeña caja de metal que tenía tendida en el marco de la ventana de una chica en bikini, la abrió para poder mostrar el único papelillo y los pocos rastros de marihuana que quedaban. Intentó, desesperadamente, ubicar todos los residuos de la planta sobre el papelillo, pero su corazón se rompió que no tendría más hasta quién sabía cuándo.
—Some boys take a beautiful girl – and hide her away from the rest of the world – I want to be the one to walk in the sun —cantó mientras cortaba un pedazo de cartón de la cajetilla de cigarro de su padre para poder hacer un filtro—. Oh, girls, they wanna have fun – oh, girls just wanna have fun~
Y, con tranquilidad, con un fósforo encendió el cigarro, fumándolo poco a poco para disfrutar los últimos rastros que tendría por el momento.
Se encaminó en la habitación con el fin de buscar su celular- desordenado las cosas que previamente habían estado desordenadas, pateando viejas cajas y papeles que entablaban su aburrimiento hasta que, finalmente, lo encontró.
Nada. Ningún mensaje de Chan en su teléfono.
JiSung le había mandado un par de memes, pero ChangBin lo ignoró. Se metió en la conversación que había tenido previamente con Chan donde éste le decía que estaría pasada de la medianoche en la ex Residencia Saint Yang, pero aún con la marihuana golpeando su cabeza, ChangBin podría reconocer que él aún no llegaba.
«Hijo de perra —pensó con rencor. Bloqueó su celular y lo tiró de vuelta a alguna parte de la habitación—. Y me dices que confíe en ti.»
Vagó de nuevo por su dormitorio hasta ubicarse en su cama, se apoyó en el marco de la ventana para ver a través de ella el resto del pueblo. Vio un par de luces destellar en las faldas de los caminos, y un gran corte de luz hizo que Stayville quedara a oscuras. Cindy Lauper dejó de cantar y ChangBin siguió escuchando los gemidos de sus vecinos con claridad.
. . .
Ninguno se dio cuenta que la luz se había ido- se encontraba lo suficientemente borrachos como para poder pensar aunque sea o tener una nueva sensación en su cuerpo que no fuera la del alcohol viajando por todas partes.
En el dormitorio de JeongIn, él había caído noqueado a mitad de la película tras haber ingerido una insana cantidad de cerveza; en el suelo, junto a la cama, dormitaba con la boca abierta mientras A Violent Presocutor seguía corriendo en la vieja televisión marca Samsung del dormitorio, quien, a pesar de haber insistido en ver esa película, JeongIn apenas soportó la primera media hora.
Sobre la cama, iluminándose gracias al televisor y a la ventana abierta, Felix reía en silencio mientras colocaba cartas en el cúmulo derecho, causando que HyunJin, con una maliciosa carta ‘+4’ le hiciera sacar cuatro cartas del montón izquierdo, y exclamando una maldición silenciosa al notar que ninguna carta le servía para la partida.
—No me gusta jugar contigo —HyunJin se quejó, arrastrando sus palabras bruscamente, causando que Felix no entendiera lo que decía—. Siempre me ganas.
Felix, mordiendo su labio inferior para demostrar una sonrisa, esperó pacientemente a que HyunJin terminase de sacar cartas hasta por fin ubicar un ‘7’ de color rojo sobre ella. Felix rápidamente puso un ‘+2’ del mismo color, haciendo a HyunJin gritar de frustración.
Apoyado en la pared, HyunJin encogió sus piernas para abrazarlas mientras tiraba sus cartas en mano sobre el mazo, señal de no querer seguir jugando. Sacó con pereza su celular de su bolsillo y divagó en él, notando que tenía un mensaje de voz de su novia Kang Mina. HyunJin comenzó a escucharlo sin importarle JeongIn.
—… Mañana tendré que trabajar hasta tarde, lo siento. Dudo mucho que puedas pasarte temprano por mi casa porque apenas te puedes la vida- supongo, así que te dejaré dormir y nos vemos pasado mañana…
A la par que la voz de la chica sonaba en el parlante, Felix empezó a colectar las cartas para poder revolverlas y guardarlas en la bolsa de plástico que las había traído, intercalando su mirada entre las cartas y HyunJin quien, con pereza, se estiraba para poder tomar la lata de cerveza tendida en el suelo para beberla.
JeongIn roncó suavemente, y la luz tanto de la calle como del televisor se cortó.
—¿Apagón? —moduló Felix con lentitud.
HyunJin, sin saber ni siquiera su nombre, miró hacia la calle para asentir. —Me parece que sí…
—… Y mi jefe ha sido un bastardo. Ya me ha insinuado varias veces que quiere que me acueste con él, ¿Crees que deba hacerlo?...
El dormitorio de JeongIn era pequeño. El closet estaba ladeado hacia la cama, lo que amenazaba constantemente a caer sobre ellos en cualquier momento; había solo una mesa de noche bajo la ventana que estaba llena de latas de cervezas y envoltorios de caramelos, con una pequeña corrida de hormigas. El escritorio que estaba pegado al closet estaba lleno de mapas conceptuales, libros mal impresos y folios anillados pésimamente, junto con una taza marcando el café sobre un cuaderno, y una compilación de fotografías polaroids de JeongIn y su novia: Shin RyuJin.
Mientras HyunJin seguía bebiendo derrotadamente su cerveza, escuchando las cosas que Kang Mina le relataba que había sucedido a lo largo de su día; Felix guardó las cartas en la bolsa y lo dejó en la mesa de noche, siendo el único sonido del plástico y el aluminio de los caramelos chocar hasta quedar reposado.
JeongIn seguía roncando, pero nada era un distractor gigante para cuando Felix se apoyó sobre sus rodillas para ganar sus manos sobre las rodillas de HyunJin, con suavidad, separar sus piernas para abrir paso entre ellas e, inesperadamente, besar a HyunJin en los labios.
—… Como sea, si me acuesto con él te aviso. Mi compañera me dijo que alguien una vez intentó drogarla para tener sexo con ella y- dios, espero no llegar a eso. Adiós.
HyunJin, quien no entendía en qué momento su boca ya no estaba en la botella y su concentración en su novia, sino que estaba sobre la de Felix, empuñó el pelo rubio del otro chico para acercarlo con más fuerza, metiendo su lengua bruscamente para poder profundizar su beso.
Sin embargo, mientras más se apegó Felix a él, un arranque de consciencia golpeó a HyunJin, haciendo que lentamente tomara al chico por los hombros para disfrutar sus labios por un tiempo más, antes de apartarlo.
Felix, notando la señal, se dejó caer sobre la cama. Cayó dormido al instante.
. . .
SeungMin empujó a Chan con fuerza, y las garras de la bestia alcanzó a rajar la cazadora de SeungMin con un limpio corte.
Incorporándose con rapidez, SeungMin ni siquiera pudo quejarse de sus manos al jalar a Chan para que se levantara de nuevo. Chan, en su desoriento, a tropezones pasó de SeungMin para poder acercarse a MinHo, pero la sala se hizo radicalmente más amplia de lo que ellos recordaban.
La bestia no se movió, pareciendo leer el comportamiento de los dos chicos que temían moverse de sus lugares. Tropezándose con los banquillos ubicados alrededor de la mesa de centro, Chan intentó volver a alcanzar a MinHo, pero la distancia entre ellos era dimensionalmente más grande, haciendo que ni sus yemas pudieran alcanzar la prenda del chico tendido.
—¡Ayuda! —gritó SeungMin—. ¡Auxilio!, ¡¿Hay alguien-
Otro salto pegó la bestia, y SeungMin se lanzó sobre los banquillos, para valientemente tomar uno de ellos y lanzárselo hacia la cosa.
La cola que era su columna se sacudió con vehemencia, azotando como látigo el suelo y levantándose en punta simulando ser su arma, giró sobre el cuerpo de la bestia con intención de atacar a SeungMin, pero este logró tomar otro banquillo para poder usarlo de distractor.
Chan no quería desistir de su agarre de MinHo, pero él no podía explicarse la distancia que se formaba entre ellos. Miró con desespero sobre su hombro para asegurarse de SeungMin, quien tendido en el suelo amenazaba con otro banquillo a la bestia que, temerosamente, observaba y acechaba como felino desde la distancia, chasqueando su cola con tal fuerza que, en un limpio movimiento, golpeó el suelo de tierra y arrancó un pedazo de ella, junto con pastizal y bichos.
—¡Ayuda! —gritó Chan esta vez, mirando el techo en busca de la escalera para ir a la primera planta, pero el ruido de la bestia era tan ensordecedor que sus pensamientos no eran entendidos, y no fue hasta que se limpió el sudor de su frente que se dio cuenta que sus ojos lagrimeaban de pánico—. ¡¡¡Por favor!!!
SeungMin lanzó sobre la cabeza de la bestia el banquillo, y como animal aquello salió tras ello. Aprovechó de levantarse ante la distracción y correr hacia Chan, pero el mismo efecto que a él le había sucedido con MinHo estaba pasando, incapacitado de alcanzarlo si es que Chan no corría hacia su lado también.
—¡¿Qué pasa?!, ¡Toma a MinHo!, ¡Tenemos que salir! —vociferó SeungMin con desespero, mirando compulsivamente hacia atrás para poder verificar si la bestia seguía entretenida.
Un jadeo hizo a los dos chicos saltar, y MinHo a un lado vomitó con terror. Ambos vieron como el chico se giraba y tendía la mano entre arcadas, y Chan alcanzó a tomar su mano para, finalmente, acercarse a él.
—Tenemos que irnos- ¡Tenemos que irnos ahora! —ordenó Chan.
Sin embargo, MinHo estaba desorientado y adolorido. Miraba con ojos sueltos hacia SeungMin y al resto de la habitación, tal vez buscando la causa de su noqueo o algo que le diera un indicio de por qué sus amigos sentían tanto terror en ese instante.
Sin saber muy bien qué hacer, SeungMin se puso bajo el brazo de MinHo para ayudar a cargarlo mientras que Chan lideraba la caminata, pero los tropezones del atacado hacían que el movimiento fuera mucho más lento.
—Mierda- mierda- mierda-
—No tenemos escapatoria- ¿Dónde está la salida? —preguntó SeungMin entre dientes—. Esto- esto es…
—No- shhh… —calló Chan, asustado—. ¿Dónde está esa mierda?
El chillido de la bestia que emitía constantemente desapareció, dejando el sótano con el vacío ruido del cual ellos habían llegado.
De repente, un destello rojo apareció a su lado. Los tres lanzaron un grito despavorido que los hizo moverse y tropezar con sus pies, cayendo a bruces mientras que, tres grotescas risas inundaban el ambiente.
Lee SangYeon, Kim YoungHoon y Lee JaeHyun.
—¡Aquí están, hijos de perra! —gritó YoungHoon con soberbia, portando un palo en su mano—. ¡¿Creyeron que podrían esconderse?!
MinHo, tendido boca arriba mientras gemía de dolor, se movía de un lado a otro con SeungMin intentando levantarlo; Chan, recuperando la cordura, miró con terror a todos lados mientras que de esa escalera que no había aparecido en sus vistas se formaba ante cada paso que los otros tres chicos daban para bajar a golpearlos.
—¡No, alto! —advirtió Chan, tendiendo su mano hacia ellos—. ¡No se acerquen!
—¿En serio crees que tomaremos esa mierda en serio? —saltando los últimos escalones, JaeHyun caminó divertidamente hacia Chan para darle una fuerte patada en la boca, haciéndolo voltear para caer sobre el cuerpo de MinHo—. ¡Ja!, ¡¿No que eras tan valiente?!
Pero ni la humillación le ganaba al miedo. Chan, de nuevo en un amago de levantarse, intentó ayudar a SeungMin en la incorporación de MinHo para poder huir de ahí, pero SangYeon interrumpió el movimiento con un simple movimiento de pie sobre el hombro de SeungMin para empujarlo de regreso al suelo.
—¿A dónde van tan tiernos? —preguntó SangYeon, acercando su rostro hacia el de SeungMin para escupirle—. Me dan asco.
—¡Como sea! —chilló SeungMin, harto y cansado de la situación. Empuñó un mechón de pelo de SangYeon para poder tirarlo al suelo y, sin importar la dolencia, incorporar a MinHo y a Chan—. ¡No quiero morir aquí!
YoongHoon no vaciló en golpear a SeungMin en el estómago con el palo, y cuando Chan quiso intervenir en la pelea, JaeHyun lanzó un ahogado grito, acompañado del ruido de un pollo crudo cortado.
Se deslumbraba un hueso de punta fina atravesar el cuerpo levantado de JaeHyun, quien con su boca abierta de asombro miró su pecho antes de mirar a sus dos amigos que, con su mismo semblante, no creyeron lo que veían. Con un pequeño crack la cabeza de JaeHyun dio hacia atrás, mostrando en total vulnerabilidad su garganta.
El movimiento del látigo de la cola produjo que la cola raja desde el pecho hasta el ombligo, haciendo que las oscuras prendas que JaeHyun portaba se manchara de sangre instantáneamente. Chan sintió ganas de vomitar al notar pequeños acoplados que, a causa de la libertad, empezaron a asomarse en el abdomen abierto de JaeHyun.
La bestia no se hizo esperar, y con rapidez se acercó a los otros cinco chicos. SangYeon casi fue atravesado por la punta de la cola de la bestia, pero SeungMin alcanzó a aferrarse a su chaqueta para hacer que lo esquivara.
Los cinco se esparcieron por la sala, pero MinHo era el más adolorido. YoongHoon, sin tener idea de lo que sucedía, sacudió el palo delante de él para alejar a la bestia- lo que pareció funcionar en un instante, que con pasos torpes este retrocedió.
Sin embargo, no era el palo que amenazaba: los ojos de la bestia estaba en el cadáver de JaeHyun.
Con una fuerte convulsión, JaeHyun se sacudió hacia todas partes- su cabeza azotaba el suelo polvoroso, sus manos brincaban a sus lados y su pelvis se alzaba con violencia hasta que, como si de un hilo colgara, esta se levantó a la altura de un metro sobre el suelo, con sus brazos y piernas poco a poco recogiéndose hasta apoyar palmas y plantas de zapatillas en el suelo; el movimiento brusco había causado que lentamente las viceras del chico cayeran al suelo, con el páncreas haciendo un pequeño splash y con los intestinos aferrándose a mantenerse en el cuerpo del chico.
Entonces, sus huesos tronaron.
—¡Nooo! —exclamó YoongHoon, con lágrimas en los ojos. SangYeon emitió una arcada y vomitó en sus propios pies.
Los codos de JaeHyun se entraron y sus rodillas salieron. Desde la parte abierta del cuerpo del chico comenzó a mezclar la ropa con la carne y con los huesos; la piel de su cuello, rostro y manos torciéndose hasta entablar una tonalidad rojo carne, con colores de destaco que podían ser las venas o las arterias, presentando el cuerpo como el comprimido al revés de una maqueta para estudiantes de medicina con la pose de la protagonista del Exorcista.
La comprensión del cuerpo se detuvo, y de un giro brusco la prenda de ropa quedó en el suelo, la piel se dio vuelta, y todos los órganos del chico salieron volando para manchar las paredes más cercanas y a los cinco chicos de sangre.
—¡¡¡Ahhh!!!
—¡Mierda, mierda, mierda! —volvió a exclamar Chan, yendo hacia MinHo quien le tendía dolorosamente la mano—. ¡Vamos, vamos, vamos!
SeungMin también tendió la mano hacia ellos para poder salir de ahí, y jalando a SangYeon para que los siguiera, los cuatro fueron hacia las escaleras que los otros habían hecho aparecer.
—¡YongHoon! —chilló SangYeon con terror—. ¡YongHoon, vamos!
Pero él seguía ahí, plantado. Sus pies estaban clavados en el suelo mientras sus manos aferraban dolorosamente el palo, pasando un montón de ideas en su cabeza con el fin de salvar a su amigo que ya no era humano.
—¡YoongHoon! —volvió a chillar, desesperado.
Quien fue JaeHyun, pareciendo despertar de un sueño eterno, dejó caer su cabeza hacia abajo y, tal como la primera bestia, alzó su mentón estancado y rompió la columna desde el encéfalo para bajar por su espalda y formar una cola.
—¡Vamos, vamos! —SeungMin jaló de la chaqueta a SangYeon, forzándolo a subir con ellos.
Poco a poco la casa se llenó de los gritos de YoongHoon, cuyo pie fue atrapado por la cola de JaeHyun y, atrayéndolo con rapidez, la primera bestia madre colocó toda su cavidad bucal en el rostro de YoongHoon, quien en desesperos llamaba a SangYeon por ayuda.
SangYeon, entre lágrimas, intentaba regresar, pero SeungMin y Chan forzaban a que el muchacho dejara a los otros en el sótano mientras MinHo buscaba una forma de salir de la casa.
—¡SangYeon!, ¡SangYeon! —Chan, tomándolo de los hombros y zarandeándolo con fuerza, intentó que el chico se enfocara en él—. ¡Dime, cabrón!, ¡¿Cómo mierda entraron ustedes acá?!, ¡Responde!
—¡¿Qué?!, ¡¿Qué?! —SangYeon estaba desconcentrado—. ¡Yo- no sé!, ¡Una ventana!, ¡La cocina!, ¡¡¡YoongHoon!!!
—¡¡¡SangYeon!!! —se escuchó el agonizante grito de YoongHoon llamarlo, junto al chillido de la bestia.
MinHo, intentando alejar el pensamiento de que tenía sangre de JaeHyun sobre él y que el dolor infernal en su cuerpo lo haría colapsar en cualquier momento, cojeó por los pasillos del primer piso en busca de la cocina, pero tal como el sótano: el primer piso estaba inundado de puertas de habitaciones.
—¡Carajo! —chilló SeungMin—. ¡No quiero morir, no quiero morir!
Chan, sin piedad, empujó a SangYeon al frente para poder buscar la cocina.
Sin embargo, SeungMin alcanzó a tomar a Chan y MinHo para tirarlos al suelo, mientras que un espontáneo brillo chocó con la vista de ellos, haciendo a SangYeon tropezarse y caer en la pared.
Chan, más próximo, gateó desorientado hacia SangYeon, quien tartamudeaba algo inaudible mientras miraba un punto específico.
—¡¿Estás…?!
Pero sus palabras quedaron en el aire. Chan ahogó un grito al ver la mitad del rostro de SangYeon quemado- parte de su párpado se perdió de golpe, y tanto la mitad derecha de su nariz como de su boca había desaparecido para quedar con un orificio y con la muestra perfecta de la dentadura de SangYeon. Su carne viva gorjeaba junto a manchas de carbón como parte de una fogata, cuyas gotas esporádicas de sangre manchaban el hombro de SangYeon.
—Allá… —con su mano temblando, SangYeon apuntó hacia una habitación—. La cocina…
—¡Santa mierda! —exclamó MinHo, mientras SeungMin lanzaba un sollozo al ver el rostro de SangYeon—. ¡Chan-
—¡Lo sé! —exclamó el otro, pasando el brazo de SangYeon sobre sus hombros para incorporarlo—. ¡Vamos, vamos, vamos!
Poco a poco, el dormitorio apuntado por SangYeon empezó a tomar la forma de una cocina americana, y la notoriedad tras una cortina rasgada a causa de los vidrios de una ventana rota les dio el indicio el lugar de escapatoria.
Primero sacaron a SangYeon, después Chan y SeungMin ayudaron a MinHo a salir para finalmente, los otros dos, caer sobre el pastizal y correr de ahí.
Sintieron el chasquido de la cola de la bestia en sus oídos, y otro destello de luz incautó sus ojos. Los tres chicos ayudaron a SangYeon pasar la valla y, con el alma escapándose en sus propios dedos, salieron de la vereda para poder terminar derrumbados sobre la calle ‘Jung Hanai’.
Ahí, solamente el jadeo del terror se escuchaba. Los chasquidos de la bestia habían desaparecido, y la oscuridad de Stayville propulsó a que la luna fuera su farol natural, iluminando a la perfección cómo la casa abandonada parecía tan inofensiva de noche como de día.
Rápidamente, SangYeon se incorporó. Su cuerpo se movía desorientado de un lado hacia el otro, vagando con temor como si estuviese en busca de alguna solución cristalina para lo que hubiese pasado- una respuesta lógica que le ayudase a creer que sus dos amigos de infancia no habían fallecido.
—Tenemos que ir al hospital —ordenó Chan de inmediato—. SangYeon, tu cara- tu cara-
—¿Eh?, ¿Mi cara…? —con cuidado, SangYeon elevó sus manos hacia ella, palpando todo el lado derecho de ella: la carne y la sangre brotaba de a montones, su ojo se movía tétricamente hacia los lados y, desesperadamente, sus dientes se comprimían con fuerza en su inexistente mejilla—. Mi cara- mi cara- mi cara- mi cara- mi cara-
De repente, el cuerpo de SangYeon estalló.
No hubo sangre ni órganos como el de JaeHyun. Pareció que su cuerpo solamente fue explotado y desaparecido con pequeñas motas de ceniza en el suelo, que con la repentina ráfaga de viento, esta se perdió en el aire.
Y tardaron un poco más de lo esperado para que Bang Chan, Lee MinHo y Kim SeungMin lanzaran un fuerte grito antes de empezar a correr colina bajo.