Chapter 1: Prologo (1-2): Conociendo a la verdad
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Momentos después de la muerte de Alphonse en la película del conquistador de Shamballa)
Una vez leí una historia de fantasía. No era la mejor y tampoco era que se tratara de un best seller ni nada parecido. Incluso me atrevo a decir que el autor acabó muriendo hace mucho debido a que era judío. Pero aún así, hubo una frase al final del relato que de algún modo, me parecía muy apropiada a mi situación ahora mismo.
¨ Hay tantas historias dónde un valiente héroe decide dar su vida para salvar el día y gracias a su sacrificio los buenos ganan, los sobrevivientes celebran y todos viven felices por siempre. Pero el héroe nunca podrá ver ese final, el nunca sabrá si su sacrificio valió la pena. El nunca sabrá si el día fue realmente salvado, al final solo le queda tener fe... ¿No es eso una mierda? ¨.
Yo... no se si tuve una buena o mala vida, pero creo que, si puedo decir que gran parte de esta fue de lo más normal, al menos hasta lo posible en un país que buscaba recuperarse luego de una gran derrota en la primera guerra mundial. Solo fui un niño normal, poco popular y algo aislado que solo tenía un sueño... volver a mi país grande de nuevo, alcanzando lo que nadie había hecho antes, cruzar los cielos y llegar a las estrellas.
Muchos no saben lo que algunos hacen para poder cumplir un sueño. Lo que se debe sacrificar, las noches que acaban con sueño perdido para trabajar hasta desfallecer, las lagrimas de sangre que se acaban derramando más de una vez. Todo para al final del día hacerte esa sola pregunta... ¿me pregunto si mi vida significara algo?
Y luego es que llegas al fondo, nadie confía en ti, nadie cree en ti, y todo lo que deseas es morirte al sentir que solo desperdiciaste tu tiempo y que solo eres un desecho de la sociedad... y es en ese momento, que tu ángel llega para mostrarte, a su forma excéntrica y única, que primero, hay quien la puede pasar mucho peor que tú. Pero después, te muestra que dos pedazos incompletos pueden juntarse para presenciar todo un nuevo mundo colorido.
Te vuelves cercano a él, escuchando sus historias sobre un mundo de fantasía fuera de este mundo, pero entristeciéndote al punto de que te duela el corazón ver que tu mismo, así como él mundo en que viven, para él no sea más que un sueño estando despierto. Por eso luego te enojas cuando, estando en la cúspide de la culminación de tu sueño, él venga para decirte que te detengas y lo tires todo por la borda, sin saber que estabas a nada de morir por una enfermedad mortal.
Solo para acabar enojado con él y luego sentirte como la peor basura al darte cuenta de que, como él ángel que es, que solo busca lo mejor para ti, siempre tuvo razón.
Para al final. Dar tu vida para que esa persona cumpla su sueño y pueda volver al mundo con el que tanto soñó. Esa fue la historia de mi vida, la vida de Alfons Heiderich, y ahora, estoy muerto.
Alfons: Supongo que así se siente estar muerto... hay tanta paz, pero ¿Por qué me siento insatisfecho? -me pregunte en voz alta- creo que, esto tal vez es algo que todas las personas sentimos al morir... creemos que vivimos plenamente, pero en el momento en que nos toca la hora final, acabamos por darnos cuenta de que la vida es algo especial y buscamos aferrarnos a ella, solo para darnos cuenta de que es tarde... -dije antes de respirar hondo para luego soltar un suspiro.
Esperen un momento ¿los muertos respiran? ¿o las almas lo hacen? ¿Cómo funciona esto?
Alphonse: Ahora que lo pienso... ¿Cómo llegue a este lugar? ¿en donde estoy?
Si tuviera que dar un nombre al lugar donde me encontraba justo ahora, creo que ¨la nada¨ sería de lo más apropiado. Ya que, de hecho, no había absolutamente nada, todo era blanco, un infinito blanco. No había nada más, a excepción de una enorme puerta flotante, la cual tenía un raro diseño que me recordaba a un árbol o una raíz. Aparte de tener grabados varios símbolos químicos y formulas que solo un ingeniero aeronáutico como yo podía comprender ¿Qué esta pasando aquí?
???: Oye ¿Por qué la cara larga? -pregunto una voz extraña que me hizo ver hacia el frente.
Donde acabe encontrándome con la cosa más extraña que había visto, bueno, si ignoraba el hecho de que hacía unos momentos tuve ante mis ojos a una criatura mitológica como lo era un dragón serpiente que fue la llave para abrir un portal a otro mundo que estaba por ser invadido por un montón de fanáticos que buscaban poder para usar en una futura guerra. Si, se podía decir que, si ignoraba todo eso, esto sería lo más raro que hubiera visto en mi vida.
Este ser, si debía ser honesto, me recordaba a un hombre de palitos que hasta el niño más flojo era capaz de dibujar debido a lo simple que era. No poseía rostro, cabello o algún otro rasgo distintivo que alguna persona normal posee, y ni hablemos de la ropa. Solo se trataba de una silueta blanca, que, a pesar de no tener ojos, podía sentir que me estaba observando. La única facción que posee es una boca, la cual mostraba una gran sonrisa.
Alfons: Oh... hola -saludé a la vez que el parecía desconcertado ¿dije algo malo?
???: ... Vaya, creo que es la primera vez que alguien primeramente saluda al llegar aquí -declaro antes de ladear la cabeza- oye... ¿Por qué estás tan triste? Ni siquiera tienes 30 años y parece que has vivido toda una vida de pesar ¿Qué te preocupa?
Vaya, quien sea o lo que sea esta cosa... se notaba que era bastante curioso. Pero, ya estoy muerto así que ¿Qué importa exteriorizar un poco mi verdadero sentir y parte de lo que me preocupa?
Alfons: Solo pensaba en mi país... en como al parecer, todos son incapaces de aceptar que lo mejor que podemos hacer es tratar de volver a levantarnos con nuestro propio esfuerzo, y en lugar de eso, buscan cualquier excusa para levantarse en armas de nuevo. Eso me hace tener la impresión de que mi gente, que debería pensar en como sobrevivir y seguir adelante... están rogando más por morir que por vivir -me pregunte antes de mirar hacia arriba para toparme con más blanco inmaculado- creo que no lo entiendo... ¿Por qué el país que me dio la vida vive con tan horribles demonios internos? Hasta me hace creer que... las personas solo nacemos para sufrir y lamentarnos, que la gente vive entre desgracias unicamente.
???: Ya veo... ¿solo esa es la causa de tu aflicción? -pregunto en lo que yo solo arquee una ceja.
Alfons: Supongo que sí. Es decir ¿Quién querría llevar una existencia de sufrimiento?
???: Te equivocas -me dijo de repente para mi sorpresa- todo en este mundo tiene un equilibrio, un equivalente. Donde existe tristeza, también se haya la alegría. Cuando nace una flor, sabemos de antemano que algún día perecerá. Y en este mundo, la vida continua a cada momento, siempre esta en movimiento -exclamo ladeando su cabeza de un lado a otro- las cosas nunca son iguales, todo cambia. La vida de los humanos es igual.
Alfons: Pero... ¿no crees que mientras los humanos sepamos que la muerte nos espera, sin importar cuanto busquemos ignorarle, en la vida solo abra llanto y tristeza al final? -pregunte en lo que él ser solo negó- incluso intentando a lo largo de la vida superar el sufrimiento, y aunque busquemos cosas como el amor y la felicidad... finalmente, no quedara nada tras morir ¿no es así? -pregunte en lo que él solo se quedo en silencio- no se tú, pero yo no veo la equivalencia en esto... no entiendo ¿Por qué siquiera nacemos si no podemos desafiar algo eterno e invencible como la muerte?
... Vaya, creo que ser mucho más reflexivo es un efecto secundario de morir, es interesante si lo pienso bien. Sobre todo, cuando este ser, que asumo debe ser el guardián de las puertas al otro lado o algo así, parecía pensativo con mi argumento.
???: No puedo negar que hay verdad en tus palabras... solo puedo decir, que así son las cosas... -dijo antes de sentarse al estilo indio y apoyar sus manos sobre sus rodillas con la cabeza gacha- las flores nacen, y luego se marchitan... las estrellas brillan, pero se extinguen... incluso la tierra, el sol, la galaxia, hasta algo tan inmenso como el universo, todo terminara extinguiéndose...
Alfons: Y comparado con eso, la existencia del ser humano no es más que un efímero suspiro ¿no es así? -pregunte en lo que el solo sonrió antes de asentir.
???: Durante su breve instante en el mundo terrenal, los seres humanos nacen, se ríen, lloran, pelean, sufren, se regocijan y se lamentan. Encuentran el amor u odian a morir... todo para que al final todo solo sea un recuerdo pasajero, antes de que todos caigan en el sueño eterno llamado muerte... Vida por muerte, gloria por olvido, ayer por mañana, equivalencia de intercambio.
Equivalencia... equivalencia de intercambio ¿Por qué esos recuerdos justo ahora?
Alfons: Sabes, con todo eso de la equivalencia, me recuerdas a alguien muy preciado para mí -dije con una sonrisa nostálgica- esa persona es indiferente a lo que quieren los demás y no trata de ser amigable con nadie. El siempre habla sobre otro mundo y...
???: Y lo amas ¿no es así? -pregunto haciendo que mi corazón se detuviera antes de ver en shock a la extraña figura- ... ¿dije algo que no debía?
Alfons: ... ¿Quién eres tú? -pregunte esta vez yo solo para que el mostrara una gran sonrisa.
Parece que esa era una pregunta que le hacían a menudo, y que, además, parecía que le gustaba responder.
Verdad: ¡Oh! ¡Buena pregunta! Soy la existencia a la que muchos de ustedes, los humanos, les gusta llamar ¨Mundo¨. O tal vez el universo. O tal vez Dios. O tal vez ¨la verdad¨. O tal vez todo o tal vez uno. Y finalmente... soy tú.
Alfons: ... ¿Uh?
Verdad: Veo que no eres tan filosófico en realidad. Agradece que no me presente con la versión complicada que, en términos simples, es decir que soy la combinación de todos los campos cuánticos del universo, que es la forma más sencilla en que tu débil cerebro humano pueda comprenderlo -dijo antes de notar mi confusión- puedes decirme ¨Verdad¨ -declaro en lo que yo solo no sabía que pensar al respecto.
¿Una combinación de todos los campos cuánticos? ¿Qué era yo? ¿Cómo es posible?... ¡¿Acaso era un doppelganger?! Si es así... ¿tendremos que pelear a muerte? ¡Todo el que conoce la leyenda de esas cosas sabe que si te encuentras con tu doppelgander, por lo general las cosas acababan en que debías matar o morir ya que solo podía existir uno!
Aunque, el no parece tener intención de hacerme daño, además... ya estoy muerto. Pero para este punto, ciertamente ya no estoy tan seguro sobre que tan cierta seguía siendo la afirmación de que formaba parte de las filas de los difuntos.
Verdad: Tranquilo, se lo que piensas, y eso esta muy exagerado -dijo antes de negar- en realidad, eres el primer ser humano con el que he convivido tanto tiempo y que además, me entretiene... ya que, de hecho, hace mucho que los humanos me tienen cansado. Han olvidado la diferencia de lo correcto y lo incorrecto, al punto de alejarse demasiado de las leyes de la vida, en especial del intercambio equivalente.
Alfons: ¿De que hablas?
Verdad: Hablo de que los humanos ya no sienten empatía por los demás, y no tienen problema alguno en volverse jactanciosos y arrogantes, olvidando cual es su lugar en el mundo, al margen de lo divino.
... No se porque eso ultimo como que no me gusto.
Alfons: ¿Su lugar en el mundo?
Verdad: Exactamente.
Alfons: ¿Quieres decir que de verdad eres ese ser comúnmente conocido como Dios, y me trajiste aquí luego de mi muerte para hablar conmigo? -pregunte cruzado de brazos.
Verdad: Eso... es correcto a medias. En realidad, es algo más complejo que eso... ¿algún problema?
Alfons: No, o bueno, creo que puede ser... ¿tal vez? -pregunte encogido de hombros antes de suspirar al notar que el no pensaba quitar su ¨vista¨ de mi hasta que respondiera- solo... soy un científico, cuya meta en la vida siempre fue cruzar los cielos, el terreno de Dios, y llegar más lejos que cualquiera. Y que ahora me pase todo esto... lógicamente debo asumir que los únicos capaces de hacer algo como esto, llegar más allá del mundo, serían Dios y el diablo... así que pienso que, no lo sé...
Verdad: ¿Crees que soy el diablo? -pregunto ladeando la cabeza sin borrar la sonrisa en ningún momento- bueno, creo que también se me puede llamar así, ya que más de uno lo ha hecho en el pasado. Pero lo cierto es que soy tanto el uno como el otro, soy ambos y soy ninguno.
Alfons: Esa es una respuesta bastante vaga de tu parte -mencione en lo que él solo se encogió de hombros.
Verdad: ¿Qué quieres que haga? El resto del mundo es justamente así, depende de ti como humano buscar las respuestas, sino se vive por siempre en la ignorancia... y hablando de eso, seguro te preguntas que haces aquí ¿no?
Bueno, parece que al fin nos dejaremos de juegos y sabré que será de mi el resto de la eternidad, en lo personal, ya era hora.
Verdad: ¿Sabes como funciona exactamente el intercambio equivalente? -pregunto en lo que yo solo negué- en palabras simples, la alquimia es la ciencia del entendimiento, la descomposición y la reconstrucción de la materia. Sin embargo, no es un arte omnipotente, es imposible crear a partir de la nada, para obtener algo, se debe ofrecer algo de igual valor a cambio. Esta equivalencia de intercambio es el fundamento de la alquimia, pero existen tabús que los alquimistas nunca deben cometer, como...
Alfons: La transmutación humana -dije sin rodeos debido a que sabía algo al respecto, porque él solía hablar entre sueños- ... ¿eres alguna clase de deidad del mundo de Edward? Solo así puedo imaginar que le des tanta importancia al tema de la equivalencia.
Verdad: Oh, parece que alguien hizo su tarea. Creo que ya sabes mi respuesta...
Alfons: Si y no, ambos y ninguno -dije rodando los ojos- sabes, eres bastante misterioso si me preguntas.
Verdad: Eso se debe a mi papel -dijo antes de ponerse de pie- verás, tal vez no comprendas lo que te digo, pero existe una cantidad infinita de realidades, diferentes mundos que cambian debido al simple hecho de hacer la pregunta ¿y si esto hubiera pasado en vez de eso? ¿Si hubiera hecho esto en vez de aquello? Respuestas infinitas, mundos infinitos, con vidas y reglas diferentes, similares o iguales... y yo sé todo sobre todos ellos, ya que hay puertas en todos. Y a su vez, todas las puertas están conectadas. Aún si no me conocen, yo estoy allí.
Alfons: Entonces.... Al igual que todo ¿eres una deidad de su mundo... pero a la vez no lo eres?
Y podía jurar que, en ese momento, su sonrisa se ensancho.
Verdad: Me estas comenzando a comprender, así que espero que entiendas esto... dime ¿Qué pasa cuando tomas algo fiado o solo te lo llevas sin pagar?
Alphonse: Eventualmente deberás pagarlo tarde o temprano. Así funciona no la sociedad, sino la vida. Aún si no pagas en ese mismo momento, a futuro acabaras haciéndolo -dije a la vez que sentí un sentimiento ciertamente extraño- ¿Qué tiene eso que ver conmigo?
Verdad: Pues que tú eres eso, algo que tengo que pagar.
... ¿Qué?
Verdad: Pareces confundido, así que lo explicare -dijo sin rodeos- verás, en la alquimia existe un objeto legendario capaz de hacer que los alquimistas logren cosas normalmente imposibles, siendo capaces de ignorar todas las leyes de intercambio equivalente. La famosa piedra roja, el quinto elemento, la piedra filosofal.
Alfons: Si, he escuchado de ella... pero de donde vengo, no es más que una fantasía en un vago intento de los así llamados alquimistas para obtener oro y vida eterna en el pasado -mencione pensativo- aunque imagino que, en el mundo de Ed, debe ser algo casi divino ¿no es así?
Verdad: Correcto de nuevo, si estuviéramos en un concurso, estarías arrasando -dijo con diversión- respuesta correcta en todo, hasta con el casi. Ya que, a pesar de todo, existen cosas que una piedra filosofal no puede hacer o solo ignorar, y es aún peor cuando haces algo imposible sin ayuda de una... verás, antes de que el Edward Elric que conoces llegara a tu vida, él ya había llegado a tu mundo antes, durante el ataque de las fuerzas alemanas a Londres.
Alfons: ¿El paso por ese infierno? -no pude evitar preguntar preocupado, lo cual fue indiferente para el ser que se hacia llamar la verdad.
Verdad: Descuida, ha pasado por cosas peores. Pero, de cualquier modo, el llego allí, pero no completo, solo su alma y mente cruzaron, los cuales acabaron introduciéndose en el cuerpo del Edward Elric de tu lado, con quien hasta donde sé, no estabas emparentado.
Alfons: No que yo sepa, fui hijo único.
Verdad: Muchos te llamarían suertudo -declaro algo burlón antes de continuar- de cualquier modo, a partir de las acciones del Edward Elric que conoces, el otro Edward, el de tu mundo, acabo muriendo. Pero el modo en que lo hizo fue prácticamente una transmutación humana, debido a que murió al mismo tiempo que Edward regreso a su mundo para terminar la pelea que se estaba llevando a cabo allí...
Alfons: ... ¿Qué paso con el alma de ese Edward?
Verdad: Yo la tome -declaro sin rodeos- pero desde entonces, se ha sentido como una piedra en mi zapato, por así decirlo. Como un malestar o una enfermedad que no importa lo que haga, no se cura ni desaparece... desde hace tiempo he estado lidiando con un sabor amargo causado por una transmutación incompleta. Una a nivel existencial...
Vaya... eso suena muy profundo en realidad. A lo que entiendo, este ser o entidad, se rige por completo a partir de la equivalencia de intercambio como una ley absoluta que no podía romperse sin importar nada. Así que esto, algo que podíamos llamar una ¨transacción incompleta¨, debía estar carcomiéndole al punto de la locura. Aunque algo me dice que ya lleva bastante tiempo con un tornillo salido.
Verdad: Eso es insultante, pero no lo voy a negar.
Alfons: ¡No leas mi mente!
Verdad: No puedo evitarlo, es mi naturaleza -declaro antes de mostrar seriedad- mi propia existencia depende de seguir las reglas del juego, y eso es anteponer la equivalencia de intercambio a todo sin importar nada. Por eso es por lo que estás aquí, aunque en tu mundo tu y ese Edward no estaban relacionados de ningún modo, en general los hermanos Elric son un paquete de dos en la mayoría de las realidades.
Alfons: ¿Lo que significa...? Espera... ¿acaso...? -pregunté sin poder creer lo que estaba pensando, pero al verlo asentir, solo no pude evitar sentirme emocionado.
Verdad: Tome una vida sin destino de una transmutación involuntaria hecha por el Edward Elric que conociste, y ahora, debo devolver una vida, equivalencia de intercambio. A palabras de algunos, supongo que estoy haciendo lo imposible devolviendo una vida, algo que no estoy acostumbrado a hacer.
No puedo creerlo, voy a volver, me estaban dando la oportunidad de volver a la vida. Era increíble, una oportunidad única, algo por lo que muchos darían hasta lo que no tienen para que se les conceda, pero...
Pero... ¿Por qué lo haría?
Es decir, ya hice todo lo que quería, solo sería volver para seguir sufriendo la vida con la nueva guerra que estaba por venir, porque se que abra otra. Cumplí mi sueño de hacer mi cohete, eso era todo lo que quería, aún si nadie supiera que yo lo hice, estoy seguro de que, con ese conocimiento, Alemania no será tomada por menos por los demás países. No tengo familia a la cual querer volver a ver, y mis amigos debieron haber sido asesinados también... mi única razón de volver sería tal vez... verlo a él otra vez.
Pero eso no era posible, él regreso a su mundo, estaba donde pertenecía, y yo solo debía aceptarlo. Era lo correcto, eso debía hacerse, además ¿de verdad querría verme, luego de como lo trate? Y si esa era mi resolución ahora mismo, entonces ¿Por qué me siento tan insatisfecho?
Verdad: Si quieres saber, él no se fue, al final acabo regresando con su hermano a tu mundo -revelo para mi sorpresa- regresaron para según ellos, destruir la puerta de ese lado para que nunca nadie volviera a invadir su mundo. Pero, en fin, están juntos ahora.
Alfons: Algo me dice que lo mencionas de esa forma ya que en realidad es imposible destruir la puerta al ser algo que técnicamente no existe como tal ¿no es así? -pregunte solo para verlo asentir- ... de cualquier modo, están juntos ahora, ambos hermanos son felices, las cosas seguramente acabaron bien al final... todos ganan.
Verdad: Menos tú al morir. Si me preguntas, eso no es muy equivalente.
... ¿Es así?
Alfons: ... ¿En serio puedes regresarme a la vida?
Verdad: Puedo, pero no puedo regresarte de donde viniste ¿te imaginas? Te matarían sin pensarlo dos veces pensando que eres un muerto viviente o algo así una vez sepan la verdad sobre ti -dijo en lo que yo solo aparte la mirada.
Si no podía volver a verlo ¿entonces cual era el punto de toda esta charla?
Verdad: El punto es que, viéndolo en cierto modo, podrías hacer algo diferente -menciono ladeando la cabeza- mira, por lo general solo te haría vivir esa otra vida y ya, pero lograste caerme bien, así que... respóndeme esto ¿alguna vez escuchaste la frase: ¨si un hombre no tiene su propia historia, se convertirá en parte de la de alguien más¨?
Alfons: ... No la había escuchado.
Verdad: Es porque la acabo de inventar, de nada -declaro soltando una risa que solo me hizo fruncir el ceño- dime, en vez de estar aquí pensando que no vale la pena vivir ¿no valdría la pena tratar de vivir tu propia vida en vez de sentirte como si solo hubieras sido una tercera rueda en la vida de Edward Elric? -pregunto haciéndome fruncir el ceño.
Una tercera rueda, parte de lo que paso fue por culpa de sentirme justamente así. No solo era la sensación de pensar que, para Ed, ni yo ni nadie éramos reales. Sino que, además, no me gustaba... no, más que eso, tenía miedo de que llegara el día en que conociera al hermano de Edward, si es que lo conocía, porque no quería que el se olvidara de mí. Y cuando llego Noah, admito que me porte amable con ella, pero por dentro, solo quería arrancarle la cabeza por meterse en nuestras vidas... y porque Ed parecía más interesado en ella que en mí.
Para él ninguno de los dos éramos reales, y, sin embargo, el, con solo un día o dos de conocerla, parecía preferirla por encima de mí, quien ha estado con él en las buenas y en las malas por tanto tiempo. Eso dolía, en serio, dolía mucho.
Verdad: No importa el mundo, ustedes los humanos son iguales en todos. Ah, los humanos y sus pasiones, sus propósitos, sus significados de la vida. Pueden ser tan básicos -declaro antes de negar- yo pensé que estarías feliz de volver a verlo.
... ¿Qué dijo?
Alfons: Espera ¿Qué? Pero... tu dijiste que no volvería.
Verdad: Si, pero nunca dije que eso significara no volver con él, pero eso depende de ti. Yo solo te diré que disfrutes esta segunda vida, y que te esfuerces por sobrevivir por mucho tiempo porque si llegas a morir de nuevo, no habrá una segunda oportunidad de mi parte -dijo antes de chasquear los dedos.
Siendo en ese momento que la puerta detrás de mí se abrió, revelando nada más que un ojo gigante que me observaba sin titubear, antes de que, de la oscuridad alrededor del enorme globo ocular, varias manos oscuras aparecieran de todas las direcciones para luego tomarme y arrastrarme hacia la oscuridad en el interior de la puerta.
Alfons: ¡No! ¡Espera! ¿Qué pasa? ¡¿Qué sucede?! -pregunte a la figura que solo se volvió a sentar, como si nada estuviera pasando.
Verdad: Silencio... deberías de agradecerme, aunque no lo digas, te estoy dando justo lo que quieres... intercambio equivalente, al fin puedo estar tranquilo otra vez. ¿Y quien sabe? Tal vez gracias a ti, más de una cosa destinada a pasar, acabe cambiando, ya sea para mejor o para peor -dijo conforme las puertas se cerraban.
Y antes de darme cuenta, fui tragado por la oscuridad.
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No se que fue eso, pero juro que no lo volveré a hacer ni, aunque me paguen todo el dinero del mundo. Fue como si hubieran metido una cantidad tremenda de información directamente en mi cabeza ¡fue como si me cerebro estuviera siendo quemado o electrocutado! Pero por alguna razón, ahora tenia algunas cosas claras ¿acaso esto será por qué consideran a eso... la verdad?
Vi mi vida pasar ante mis ojos, pero no solo fue mi vida. Edward, vi la tuya también, lo que tu y tu hermano pasaron, como sufrieron por lo de su madre, lo que paso luego, todo lo que sufrieron con los homúnculos, y luego con Dante. Para acabar sabiendo todo lo que no me querías decir, Ed... grandísimo estúpido ¿Por qué demonios pasaste por todo eso por tu cuenta? ¿Por qué nunca me dijiste nada?
Aún si no te hubiera creído, hubiera estado allí para ti, te hubiera dado un hombro en el que llorar y en el que apoyarte ¿era tan difícil confiar del todo en mí? Pero, supongo que no puedo culparte, es decir, ahora se porque eras así.
Ahora era de noche, me encuentro tendido en el pasto, en quien sabe dónde, y no podía evitar llorar. Pero no era solo por el hecho de estar feliz de nuevamente estar vivo. Sino que, también, por el dolor que me causaba tanto la experiencia por la que acabo de pasar, como el saber todo por lo que pasaste, no sabes cuando odie ver eso, tu me ayudaste a no darme por vencido con mi sueño, y ver todo por lo que tu pasaste... solo no fue justo, para nada.
Eso si que no fue equivalencia de intercambio, al menos no para mí. Se que en realidad si hubo, pero no estoy conforme con eso...
Tu me ayudaste, ahora, me gustaría ayudarte a ti, pero no sé cómo... ya que nunca te volverá a ver. Y, de hecho, ese no era el mayor de mis problemas ahora mismo, así como tampoco el que ahora tuviera que buscar que hacer con mi vida. Sino que el mayor problema ahora mismo... era uno más de edad.
Alfons: ¡¿Cómo es que soy un niño otra vez?! -dije notando que, en vez de mi altura alta de adulto, por alguna razón, tenía brazos y piernas de infante.
No sé cuál era la gran broma aquí, pero cuando fui a ver mi reflejo a un río cercano, es que acabé por confirmarlo. Aparte del hecho de que mi ropa me quedaba ridículamente grande, no se podía ignorar que, al parecer, de nuevo era un niño. Por la apariencia, diría que estaba en mis siete u ocho años... no, definitivamente ocho, era en esta edad que comencé a dejarme crecer el cabello.
Alfons: No lo entiendo ¿Cuál era la equivalencia de intercambio al dejarme así? ¡Esto no es... ¡-dije antes de que me diera un ataque de toz, pero mi alivio fue muy evidente cuando note que era solo toz, sin sangre- ... parece que estoy en la etapa en que mi enfermedad no era más que algo de asma.
... Algo me dice que hay una razón de todo esto, pero no se cual.
Alfons: Por el momento no hay nada que pueda hacer, supongo que lo menos que puedo hacer por el momento es buscar civilización -dije antes de ponerme en marcha yendo rio abajo en busca de algún poblado.
Solo para que luego de caminar por varios minutos, me acabase encontrando con algo que me dejo con la boca abierta de la sorpresa. Ante mis ojos, colina abajo, se hallaba a lo lejos una inmensa ciudad, pero no cualquier ciudad, era una que conocía. Pero no porque hubiera estado allí antes, sabía que era esa ciudad... porque la vi en sus recuerdos.
El río se llamaba Marl, y atravesaba la ciudad, de paso alimentando los túneles de drenaje de esta. Se trataba de un lugar que muchos consideraban ¨atrasado¨ con poco futuro, pero aún así, la ciudad contaba con la fuerza ofensiva más fuerte del país. Estaba en ciudad del este.
Alfons: No lo puedo creer... Shambala... no, estoy en... ¿Amestris?
Chapter 2: Prologo (2-2): El alquimista de fuego entra en escena
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
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(Punto de vista de Roy)
Dale semillas a un granjero, y te dará comida. Dale a un musico una melodía, y te dará una canción. Dale a un soldado un enemigo... y creara nada, el solo destruye, mata. A veces suelo preguntarme si, de existir un dios, que observa los eventos que se desarrollan cuando los hombres se rebelan contra sí mismos... hasta me da cierta incomodidad al pensar que, si muero, a quien sea que me juzgue, le importa lo que hice. Pero me siento aún peor el pensar que no le importa.
Que ese ser magnánimo estará allí sentado, cortándose las uñas y con apenas la energía para poder juzgarme. Porque ¿entonces qué? ¿y que tal si a los hombres malos no se les juzga como al resto?... Algunos me conocen como el héroe de Ishval, pero otros me llaman el demonio de fuego. Algunos me estiman y otros me odian, pero todos tienen en común el hecho de que me cuide cuando vaya al infierno... pero el asunto es que llegas a un punto en que has hecho cosas tan horribles que... solo te preguntas si el diablo te considerara su amigo al llegar.
La verdad es que... por fuera no me importa, pero muy en el fondo, hace tiempo que yo mismo me deje de ver como un ser humano, como todos los que fuimos a ese infierno que acabo en genocidio. Hace poco regresa a de la pesadilla hecha realidad, pero cada noche, las sombras de quienes asesine regresan sin falta para atormentarme sin que hubiera nada que yo pudiera hacer. Todo porque soy un soldado, no tengo derecho a pensar, solo actuó a lo que se me ordena, y luego toca celebrar o lamentar en silencio por ello.
Tal vez ese sea mi castigo... nada de un infierno eterno o un castigo divino. Nada, absolutamente nada, solo recordar una y otra vez los ojos de la gente que he lastimado. Viendo sus almas torturadas, reviviendo los demonios internos cada que me permite sentirme humano de nuevo, quedando solo un abismo en lo profundo de mi ser.
Por cosas como estas es que mis ambiciones son tan altas. Y se que tal vez algún día acabare muriendo en la calle como basura, pero a pesar de todo, si al final consigo ser uno de los forjadores de este país y de paso, defensor a todos sus habitantes con mis propias manos, entonces podré darme. . . . el lujo de ser feliz. Tengo un largo camino que recorrer para cumplir ese sueño, pero por el momento, todo lo que deseo es darme el lujo de tomar el tiempo que necesito como para que el corazón se vuelva lo bastante fuerte como para ignorar esos malos recuerdos.
Y fue cuando esa pequeña molestia llego a mi vida. Y no, no me refiero a la que me está hablando ahora mismo.
Hughes: Mira nada más lo precioso que es mi esposa. Puedo morir de ternura solo con ver como me hizo el almuerzo, es tan linda, me puede dar un ataque cardíaco de ternura -dijo sacándome de mis pensamientos- ¿me escuchas?
Roy: Aunque no quiera, es imposible no hacerlo, literalmente te tengo pegado a mi lado ¿Cuánto dijiste que duraba esta visita? Porque ambos sabemos que eso es si se trata de ti.
Hugues: Es una inspección, como Mayor, debo hacer estas cosas si los superiores no quieren, sabes como es. Y pensaba quedarme aquí al menos una semana para hacerle compañía a mi buen amigo Roy, y de paso podemos buscarte una esposa.
No importa cuantas veces pudiera pasar una llama a un lado por su cabeza, parece que no es capaz de entender la indirecta de que ahora mismo no estoy buscando nada serio.
Hugues: Es decir, a menos que ocurra algo entre tu y tu asistente que no me hayas contado, grandísimo pícaro -dijo antes de decidir dejar su modo Hugues por el momento al notar mi mirada irritada- de cualquier modo ¿Dónde está?
Roy: Si te refieres a la teniente Hawkeye, fue a devolver unos documentos a la oficina de registro civil, los cuales, del mismo modo que los que él solicitó las últimas semanas, han sido inútiles -dije frotándome la frente.
Hugues: ... Es por el chico, del que me hablaste por teléfono ¿no? -pregunto cruzado de brazos- han pasado dos meses desde entonces ¿no se ha rendido?
Fue como un día igual a cualquier otro, iba a ser solo yo holgazaneando hasta luego de medio día para después ponerme a firmar documentos a lo loco luego de que la teniente me amenace por andar perdiendo el tiempo, y tal vez luego iría a una cita con alguna linda señorita de las oficinas del cuartel. Pero justo a las 10 de la mañana, fue que él apareció.
Estábamos solos la teniente y yo, ella trabajaba en el papeleo y yo solo me permití dormir un poco cuando acabe cayendo de la silla en la que estaba recostado cuando él entró por la puerta tal cual tornado se tratase. Todavía lo recuerdo como si hubiera sido ayer, a ese punto el recuerdo estaba fresco en mi memoria.
Se trataba de un niño pequeño de piel blanca, cabello rubio y envidiables ojos azulados con tonos verdes dependiendo de cómo la luz del sol les daba a estos. Era un hecho que cuando entrara en la adolescencia se volvería alguien muy popular entre las chicas, y si junto a eso mantenía una buena condición física y dieta alimenticia, sería una casanova en todo derecho. El joven y obstinado Alfons Heiderich.
(Imaginar ojos correctos)
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(Hace dos meses)
Alfons: ¡Por favor, enséñeme alquimia, señor alquimista de fuego! -grito de repente luego de meterse a mi oficina como si de su casa se tratara.
Y claro que mi respuesta fue mandarlo a volar al patio fuera de la habitación con solo un chasquido contenido. Ganándome miradas de incredulidad por parte de los militares que fracasaron en capturar al pequeño intruso antes de que se colara hasta aquí, como una fría y dura mirada de desaprobación por parte de mi segunda al mando (y por el momento, única que tenía bajo mi mando).
Roy: Admito que tienes agallas para correr como un loco en mi base, mocoso -dije al niño que se estaba recuperando del estallido que lo hizo estrellarse contra unos arbustos.
Esperaba que eso fuera suficiente para espantarlo, ya que, aunque admito que el niño tuvo suerte para abrirse paso por el cuartel hasta llegar a mí, era obvio que solo hablaba por hablar. Probablemente se trataba de uno de tantos mocosos que me idolatraban como el genial e increíble héroe de Ishval o alguna tontería similar sin saber la verdad detrás de dicho título. Y seguro esperaba que lo aceptara como aprendiz para que sea tan genial como yo y prender fuego a todo.
... De verdad que la estupidez de la juventud no tenía límites. Solo esperaba que ese fuera mensaje suficiente para que el niño volviera con sus padres y me dejara tranquilo... pero ese no fue el caso.
Alfons: Impresionante... sin duda eres del que todos hablan y del que no dejan de hablar en los periódicos. Y por esa combustión espontánea que me diste sin llegar al punto de quemadura de tercer grado... no hay duda, tu eres el alquimista de fuego, Roy Mustang -dijo sonriendo.
Okey, esa no era la reacción que esperaba. Lo que asumía que pasaría siendo un chico de su edad, sería que solo se pondría a llorar antes de irse a correr a los brazos de su mamá. Además ¿Qué niño pequeño tiene un vocabulario tan técnico?... Era curioso.
Roy: ¿Y que si lo soy? ¿Quieres otra demostración para que te quede claro?
Riza: Teniente coronel, le pido que no haga eso a menos que quiera que lo acuse por abuso infantil, o peor, que yo misma tome represalias -me dijo mi segunda en lo que yo solo suspire, no queriendo provocar a la mujer que sabía De antemano como era su personaje- mi nombre es Riza Hawkeye, y parece que ya conoces al teniente coronel ¿Cuál es tu nombre? -pregunto al niño que parecía perplejo.
Y no era el único en realidad ¿entonces la teniente tenía debilidad por los niños? Cada día se aprende algo nuevo al parecer.
Alfons: Hola... mi nombre es Alfons Heiderich.
Roy: Teniente, no se meta en esto -dije tratando de recuperar el control, solo para sentir como ella me estaba amenazando solo con la mirada... era algo inquietante.
Riza: Parece que vino por una razón, al menos podría escucharlo -menciono a la vez que el niño se acerco a la ventana con una mirada sería mientras asentía.
Alfons: Teniente coronel Roy Mustang, vine a pedir un favor. Tómeme como discípulo.
... Este juego infantil ya estaba yéndose de las manos ¿no es así?
Roy: Ni hablar, vete de aquí -dije mientras lo espantaba con mi mano- solo vuelve a tu casa y déjame en paz.
Alfons: ¡Por favor!
Roy: Si tuvieras unos años más y fueras una mujer, lo pensaría. Pero los chicos no me interesan -dije dando por acabado el tema- vuelve como una dama en tu próxima vida y déjame en paz. Niño testarudo.
Tras eso solo cerré la ventana y con eso, esperaba que fuera el final del asunto, poco sabía que así no iban a ser las cosas con un niño tan problemático como este.
(Al día siguiente)
Alfons: ¡Por favor, enséñame alquimia!
Roy: ¡¿Cómo entras a mi oficina?! ¡La había dejado con llave! ¡Y ya te dije que no, piérdete! -declaré antes de lanzarlo por la ventana de un chasquido.
(Y al día siguiente)
Riza: ¿Le parece bien haber echado de forma tan brusca a un niño tanto antier como ayer, señor? -pregunto mientras organizaba documentos.
Roy: Claro, es solo un pequeño mocoso inmaduro que no sabe que quiere en la vida. Honestamente, no se como sus padres lo dejaron venir a molestar en primer lugar.
Riza: Así que eso piensa usted... a mí no me pareció tan malo ¿si quiera tendrá padres?
Roy: Si ese es el caso... que el orfanato se haga cargo, investígalo -dije dando por finalizado el tema antes de llevarme algo de café a la boca.
Solo para escupirlo cuando de nuevo, justo a las 10 am en punto, apareció el niño. Vestido tal cual fuera una muñeca de trapo de esas costosas que se ven en los escaparates de las jugueterías ¿de donde rayos saco el vestido?
Alfons: Ahora mi atuendo es convincente ¿no le parece? ¡Por favor, enséñeme alquimia!
Apenas fue que termino la frase antes de que lo mandara a volar incluso con más fuerza que las veces anteriores ¡con los gustos de los hombres no se juega! ¿Qué pasa con los niños que no saben eso? ¡Yo supe sobre las pasiones del género masculino desde muy pequeño! ¡Con esas cosas no se juegan!
Alfons: ¡Maldición! ¡Me niego a rendirme! -lo escuche decir antes de perderse de vista en el cielo.
¿De verdad era tan incompetente e ineficaz la seguridad en esta base militar como para que el mocoso se siguiera colando así? Hasta la teniente me dejo de recriminar sobre mandarlo lejos al ver que la terquedad provenía de ambas partes... ¿Cuál es el problema de este chico?
(Y al día siguiente después de ese)
Alfons: ¿Qué tal esto? ¿Ahora si me enseñara alquimia?
Roy: ... ¿Qué hiciste con los peces mascota del teniente general Grumman? -pregunte al ver a los peces exóticos de río que tenían su propio lugar en un estanque fuera de la base, hechos a la parrilla.
No hace falta decir que lo mande a volar luego de eso... pero no negare que estaban sabrosos.
(Y al día siguiente sigue)
Alfons: ¡Ya lustre sus botas!
Roy: ¡¿Cómo rayos lo hiciste sin que me diera cuenta?!
(Y al siguiente)
Oficinista: Oh, que soldado tan travieso, señor alquimista de fuego.
Roy: Que sonrisa tan linda ¿no te gustaría ir en la noche a tomar algo y...? -trate de hacer un movimiento ya buscando algo de placer. Solo para que mi martirio de las diez apareciera a la hora exacta.
Alfons: ¡Hazme tu pupilo y enséñame alquimia, por favor!
... Esto ya paso de lo absurdo hace bastante tiempo.
Roy: ¡Ya basta! -grite antes de, por sexta vez consecutiva, mandarlo a volar.
Pero sabía que esto no iba a acabar tan fácilmente, no en el corto plazo al menos. Solo acabaría cuando alguno de los dos diera el brazo a torcer... y ciertamente no iba a ser yo.
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(Tiempo presente)
Roy: Un día paso a ser una semana, la semana paso de ser una a dos. Y antes de darme cuenta, ya pasaron dos meses con este mismo plan, es molesto -dije cruzado de brazos- maldición ¿Qué le pasa a ese crio?
Hugues: Por como lo describe... no parece que se vaya a rendir hasta que sea tu alumno -dijo como si ese fuera el fin de todos los problemas ¡pero no lo era, para nada!
Roy: ¡No puede ser! Solo no tengo tiempo para desperdiciarlo en él.
Hugues: Pero aún así tu has estado jugando con él todo este tiempo... -dijo ignorando mi ceño fruncido- de todos modos, me gustaría conocerlo ¿Dónde está? -pregunto en lo que yo solo vi el reloj en la pared.
Roy: Según la hora estará aquí en cinco... cuatro... tres... dos...
Y tal cual lo ha estado haciendo desde el primer día, se presentó ante nosotros el responsable de mis dolores de cabeza de las últimas semanas, tan puntual como siempre.
Alfons: Maestro ¿Cuál es el plan de hoy? -pregunto con una sonrisa tan brillante que hasta era molesta.
Aquí vamos de nuevo.
Roy: ¡Te dije que no será tu maestro!
Hugues: Esto ya duro demasiado, acéptalo de una vez -dijo detrás mío en lo que yo solo sentí un tic en mi ojo.
Roy: ¿De qué lado estás tú?
Alfons: ¿Qué debo hacer para que cambies de opinión? ¡porque no voy a desistir! -me pregunto con esa mirada retadora, pero suplicante a la vez. Como una especie de cachorro que esperaba a ser adoptado, pero era lo bastante orgulloso como para caer en lo más bajo de la humillación.
No se porque es hasta ahora que me sucede esto. Tal vez fuera por los cuatro tragos de alcohol que tome antes de venir aquí, y quizás la presencia de Maes que me irritaba solo con tenerlo cerca cuando estaba en su ¨modo Hugues¨, o tal vez era lo cansado que estaba de los dos meses. . . . que esta situación se ha repetido sin descanso... pero en este momento juro que tengo una especie de epifanía extraña... Y pasé a saberlo, no se cómo, solo lo supe.
Y podría hacer tantas cosas para impedirlo. Podría solo mandarlo a volar de nuevo mientras lo rechazo, o podría fingir que lo aceptar solo para luego decirle lo terrible que es y que lo expulso para así no volver a ver su cara, hasta podría aprovechar el hecho de que descubrí que era huérfano para que las autoridades correspondientes del estado se encargaran de él, podrían hasta solicitar una transferencia para cualquier otra base del país ¡maldición, hasta podría simplemente correr!
Pero solo lo sé... en ese momento... no tenía sentido ya.
Roy: ... Nunca me voy a deshacer de ti ¿verdad?
Maldita sea, si las sonrisas de antes eran brillantes, la de esta vez creo que podía competir con el maldito sol.
Alfonso: ¡No! ¡nunca! ¡Me alegro que al fin se diera cuenta, maestro!
... Solo acabemos con esto de una vez. Se que debí haber hecho esto desde el principio, pero a diferencia de ese entonces, ya me queda claro que el mocoso iba en serio y no era solo un capricho pasajero por su edad. Para este punto, reconoce que el chico se había ganado que lo escuchara.
Roy: No abuses... solo toma asiento -dije antes de tomar mi lugar detrás del escritorio- según lo que he investigado de ti... llegue a la conclusión de que no se nada de ti a excepción de tu nombre. No tienes registros de ninguna clase, y dudo mucho que en tu caso aplica el ser un extranjero sin papeles tomando en cuenta lo rudos que son en las fronteras... ¿y tus padres?
Alfons: Murieron hace un año por un accidente de auto, desde entonces he estado solo.
Roy: ... Maldición -dije por lo bajo- ¿ningún familiar?
alfons: No señor. Mis dos padres perdieron a todos sus familiares en la guerra. Le digo la verdad, no tengo a nadie que vele por mí, estoy solo.
Roy: ¿Ni siquiera una novia o algo?
Alfons: Señor, tengo ocho años -dijo recalcando, sin darme cuenta, lo absurda que fue mi pregunta.
Hughes: El niño tiene razón, Roy. No todos son como tú que te criaste en un burdel -dijo antes de sentir una llama más grande de las que uso normalmente para llamarlo al lado de su cabeza.
¡¿Quién se ha creído para estar contando detalles de mi vida, así como así?!
Roy: De todos modos... no lo entiendo, si todo este tiempo has estado por tu cuenta ¿en donde te has estado quedando todo este tiempo? ¿Algún albergue? -pregunte solo para verlo negar antes de señalar al exterior.
Alfons: Los arbustos donde me lanzo el primer día, he hecho un campamento improvisado y he estado viviendo allí desde entonces.
... ¿Qué dijo?
Alfons: Desde entonces me he estado quedando allí, durmiendo a la intemperie -siguió explicando la situación mientras que yo no pude evitar sentir como la gota de sudor en mi frente se hacía cada vez más y más grande- he estado robando cosas del cuartel para poder sobrevivir desde hace un tiempo. Mantas de las barracas, lo básico como agua y pan de las cocinas, ropa del fondo de caridad, entre otras cosas. Lo único que agradezco es que aún no ha comenzado la temporada de lluvias, porque así el asma me sería un problema más grave del que ya es.
... Vaya, el niño lo hizo. Se las arreglo para hacerme sentir un peor ser humano de lo que normalmente me siento a diario por mi cuenta. Todo porque quiere aprender la alquimia de fuego de mi ¿acaso abre sido así de insistente con mi maestro? No... no lo creo, yo fui mucho peor.
Hughes: Se ve que ha pasado por mucho ¿no es así? -pregunto al menor con empatía a la vez que este solo asintio.
Roy: No lo entiendo ¿Por qué?
Alfons: Porque no tengo otra opción, es la verdad -me dijo como si yo fuera un idiota.
¿Ahora de qué estás hablando? Esperan un momento... esa forma de decirlo, esa seriedad, el hecho de que este buscando que precisamente yo le enseñe...
Roy: ¿Estás buscando alistarte en el ejército?
Alfons: No lo sé, tal vez a futuro si resulta que eso se alinea con mis objetivos.
Roy: ¿Qué objetivos?
Alfons: Señor... no creo que sea justo que yo muestre mi mano si usted no muestra la suya ¿no le parece? -pregunto con una sonrisa ciertamente descarada que no pude evitar imitar.
Era como hablar con una versión más joven de mí.
Roy: Aún así no lo entiendo... sabes que no soy el único alquimista que existe ¿verdad? ¡Este país es la mayor potencia en el mundo de la alquimia! Solo en esta ciudad existen varias formas de aprenderla, y si tanto quieres aprender de un militar, perfectamente puedes irte a central. Allí los alquimistas estatales sobran... tan solo ¿Por qué yo?
Alfons: ¿No es obvio? -me volvió a hablar como si estuviera hablando con un retrasado, cosa que me estaba empezando a fastidiar- porque si quiero ser el mejor, entonces tengo que aprender del mejor -declaro para que luego, sintiera como el ego se me subía a la cabeza .
Eso... no lo voy a negar, el chico sabe de lo que habla. Si esa fue su resolución desde el comienzo, entonces no lo culpo por haber hecho todo esto. ¿Quién no querría aprender del mejor alquimista? Supongo que no puedo culparlo por tanta terquedad... pero aún así.
Roy: Lo siento, búscate a otro, yo no puedo enseñarte nada -dije apartando la mirada, haciendo que tanto Hugues como el chico me vieran boquiabierto.
Hugues: ¡Vamos! ¡Eso es hasta cruel! ¿De verdad no te conmovió ni un poco todo esto? ¡prácticamente el chico te admira y tu lo rechazas!
Roy: ¡Me da igual! Le hice una promesa a mi maestro, lo sabes... ¡No importa que, no voy a crear a otro alquimista de fuego!
Alfons: Espera ¿Qué? -pregunto de repente- yo no quiero ser un alquimista de fuego.
...¿eh?
Hugues: ¿Qué tú no...
Roy: ¿Quieres ser un alquimista de fuego...?
Alfons: No señor -respondió negando con la cabeza- señor, yo solo le pedí que me enseñara alquimia, en ningún momento le solicite aprender la alquimia en que usted se especializa -explico con suma tranquilidad- pensé que como alquimista, podía enseñarme lo básico y tal vez algunas cosas más complejas antes de que tenga que tomar mi propio camino de investigación.
... ¡¿Es una broma?! ¿Me está diciendo que desde un principio el solo quería que le enseñara alquimia básica? ¡¿Por quién me ve?! ¿Tengo cara de maestro de escuela o que le parecezco?
Si eso es lo que cree que soy... entonces no se la dejare tan fácil.
Roy: Si ese es el caso... entonces ¿Qué piensas hacer una vez aprendas? -pregunte en lo que él pareció sorprendido- es decir, ya para este punto me queda claro que no eres como otros niños, así que puedo preguntar ¿Qué piensas hacer una vez te enseñe sobre alquimia y el como usarla?
Alfons: ¿Qué que haré? Pues usar lo aprendido para cumplir mis propios objetivos ¿no? Todo con el fin de ayudar a este país a seguir adelante en la parte científica.
Con que ahora iba a ir por allí la conversación ¿eh?
Roy: ¿Por qué? Generalmente quienes aprenden alquimia, es para volverse alquimistas estatales, usando ese mismo argumento ¿eso es lo que quieres? ¿La oportunidad de ver morir a la gente? ¿morir tú mismo? -pregunte apoyando mi barbilla sobre mis manos al notar que se tensó.
Con que eso era... quiere ser un perro del ejército.
Roy: Si es por ayudar al país... gente que ni tu ni yo conocemos, usualmente muere todos los días por crímenes, accidentes y enfermedades naturales.
Hugues: Hay no... ¿de verdad le darás ese discurso aburrido sobre responsabilidad y ética moral? -pregunto en lo que yo solo lo ignora.
Roy: Esos problemas son solo algunos que un alquimista puede resolver, o, por el contrario, puede crear... si buscas ser alquimista estatal, trabajaras de cara a la muerte. Y no solo a la muerte propia. Cada vez que te llamen al servicio, habrá veces en que deberás de afrontar la muerte a tu alrededor, e incluso tal vez provocarla con tus propias manos... Es un trabajo desagradable -dije a la vez que pude escucharlo tragar horrible- se necesita una pizca de locura y un montón de motivación. Así que preguntare... ¿Por qué hacer todo esto?
En este momento, estaba usando lo que consideraba como mi última carta para que el chico actuara conforme a su edad, que demostrara tener la columna vertebral de un niño normal y retrocediera al saber el lado oscuro detrás de la gloria de los famosos perros de los militares. Pero no lo hizo, en vez de eso, solo respiro hondo para luego exhalar, y darme una sonrisa antes de dar una respuesta que no esperaba.
Alfons: ...Para que él no tenga que sufrir tanto como lo hizo antes... para que él no tenga que hacerlo.
Okey ¿de que me perdí? ¿No se suponía que estaba solo en el mundo? ¿De quién está hablando?
Pero antes de que pudiera hacer algún cuestionamiento, fue que ella apareció. Abriendo las puertas del mismo modo en que el niño lo ha estado haciendo todo este tiempo, la teniente hizo acto de aparición. Y ciertamente no tenía cara de mucha paciencia que digamos el día de hoy ¿algo la abra enojado camino hacia acá?
Riza: Señor, con el debido respeto, esto ya ha durado demasiado ¿si quiere se está escuchando a si mismo? -pregunto antes de colocar una mano en el hombro del niño- discúlpalo, hubiera interferido antes, pero quería saber si tenías familia a la cual poder enviarte. Es que aquí entre nosotros, el teniente coronel a veces puede ser muy inmaduro para su edad, como si fuera un niño malcriado -dijo en lo que yo solo sentía como empezaba el dolor de cabeza.
Roy: ¿Disculpa?
Hugues: Pues en realidad tiene razón, al menos hubieras sido un poco más amable con el chico desde el comienzo, Roy.
Roy: ¡No te metas!
¿Acaso hoy era el día de ¨todos pónganse en mi contra¨ acaso?
Riza: De hecho, si aprender alquimia es lo que quieres, no creo que te interese tratar con gente como él más tiempo. Seguro que encontrarás a alguien que sepa más de alquimia que él y que te quiera ayudar. No lo necesitas.
... ¿Qué cosa dijo? ¿A que esta jugando ahora?
Riza: Es más, deja que te presente a alguien digno de confianza que te enseñara con gusto. El teniente coronel no vale la pena -dijo a la vez que sentía como una cuerda se rompía dentro de mi mente.
Roy: ¡¿Qué?! ¡¿Cómo puedes decir esas cosas de mí?! ¡¿A que viene toda esa sarta de descalificaciones a mi persona?! -pregunte molesto en lo que ella solo se encogió de hombros.
Riza: ¿Me equivoco? ¿O es que le duele escuchar la verdad pura y dura, señor? -me devolvió la pregunta mientras que yo estaba a nada de hacer rechinar mis dientes- porque honestamente, en todo este tiempo usted no ha estado dando la impresión de ser tan bueno como todos creen, actuando más como un matón que cualquier otra cosa.
Roy: ¡Ya es suficiente! ¡A ver! ¿Quién hay por ahí que pueda ayudar aparte de un servidor?
Riza: Pues el mayor Armstrong en central seguro estará más que feliz de tenerlo bajo su ala una vez se entere de todo lo que ha pasado para que tu te dignaras a solo escucharlo -menciono a la vez que sentí como el tic en mi ojo se Estaba volviendo más constante.
¿Era una broma de mal gusto acaso?
Roy: ¿De verdad quieres enviarlo allí para que sea un mole de músculo con poco conocimiento científico más allá de toda esa palabrería de creación y destrucción? ¡ya me cansé de escuchar que no soy bueno! ¡Soy el único que puede enseñarle! ¡Y te lo voy a demostrar! -dije sin pensar antes de que me pusiera a procesar lo que dije.
... ¿En qué momento fue que...?
Riza: ¿Entonces ha cambiado de opinión, señor? Muy bien, y solo nos tomo dos meses y algo de psicología inversa -declaro a la vez que ella junto a los otros dos de la habitación solo sonrieron con la misma complicidad.
¿Qué pasa?
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(Punto de vista de Alfons)
(Al día siguiente)
No sé cómo, pero finalmente lo logre. Luego de esa noche, para mi disgusto, así como aparecieron, varios de los recuerdos que eran de Ed solo se fueron de mi cabeza, quedando nada más que fragmentos borrosos. Lo cual imagina que, en realidad, tiene sentido, las memorias nunca fueron mías para empezar.
Y, de todos modos, las tuve el tiempo suficiente como para poder llegar a una resolución sobre lo que podría hacer con mi vida a partir de ahora. No se en que momento exacto de la historia de Amestris estoy, si el futuro o el pasado. Pero ahora, tengo una resolución muy clara, no quiero que Edward pase de nuevo por el infierno que paso, si puedo hacer algo para que el no tenga que sufrir de nuevo como lo hizo antes, entonces debo hacerlo... porque, es lo que hacen los amigos ¿no?
Se supone que indirectamente fue gracias a Ed que estoy vivo de nuevo, así que es lo menos que puedo hacer para devolverle el favor.
El asunto esta en ayudarle, pero sin que tenga que enterarse de mis intenciones de antemano. Es decir, no puedo solo buscarlo y decirle ¨hey, mira que te conocí de un universo alterno y fuiste un amor no correspondido a quien vi como mi mejor amigo al que luego herí y después morí por él ¿te gustaría ir a tomar algo? ¨. Conociéndolo, lo más probable que pase fuera que me tomara por loco y me diera una paliza.
Quería ayudar a Ed, ser útil para él. Pero para poder hacer eso, primero debía aprender a manejarme en este mundo, era necesario que aprendiera alquimia. Y aunque se supone que es ciencia, no se puede negar que no puedo hacer mucho sin alguien que me guie desde el principio, necesitaba un maestro ¿Y quién mejor que el gran héroe de Ishval?
Aunque al principio parecía una misión imposible, llegando al punto en que acabe haciendo cosas de las que no me enorgullezco pero que en parte culpo a mi mente infantil de siete años por considerarlas apropiadas para llevarlas a cabo. De cualquier modo, aunque puedo cuestionar mis métodos, no puedo hacerlo con los resultados.
Ahora era oficialmente el aprendiz del alquimista de fuego, quien hasta me dejo quedarme en su casa ya que a palabras suyas ¨ningún aprendiz mío estará viviendo en la calle como un indigente¨.
Y admito que fue tanta la emoción que me olvide de algunas cosas, como hablar más tiempo con el mayor Hugues... que fue lindo verlo, en carácter se parece al oficial Hugues. Pero si tenía que ser sincero, aun arriesgándome a ser víctima de que mi enfermedad empeore por pasar tanto tiempo expuesto a la intemperie, era mejor que este departamento.
Alfons: De verdad era un basurero. Algo me dice que cuando se piensa en la vivienda de un oficial condecorado y famoso del ejército, no se imagina este lugar como estaba anoche -dije mientras me centraba en hacer el desayuno tanto para mí como para mí ¨maestro¨. Nadie lo pidió, pero es la costumbre.
Porque de verdad era un desastre. Documentos y libros desparramados por todos lados y colocados aleatoriamente en cualquier parte, desde la alacena hasta un libro en una maseta. El techo y las esquinas de las paredes recubiertas con telarañas bastante numerosas, sin mencionar que el techo mismo estaba mugriento. Ropa tirada que parecía no haber sido lavada en semanas junto a basura acumulada. Alimañas que se asomaban entre el desorden como arañas, cucarachas, ciempiés, grillos, ratas, por mencionar algunos...
¡Y solo era la sala y la cocina! ¡viéndolo así, no quiero saber como este el resto del departamento! ¡Justo por ese temor es que ni he querido ir a ver el cuarto que me fue asignado! ¡Hasta tengo miedo de ver como está el baño! Por dicha razón es que, en vez de irme a dormir, me paso la noche entera barriendo, sacudiendo, limpiando y lavando. Tanto que para cuando acabe, no parecía para nada a lo que vi apenas llegue.
Alfons: Café, huevos con tocino y pan tostado. No es mucho, pero imagino que por el tiempo será apenas suficiente -dije colocando todo en la mesa. A la vez que el maestro decidió hacer acto de aparición.
Se encontraba en pijama y tanto por el bostezo como por su apariencia cansada, asumo que apenas se estaba levantando. Pero dicha actitud se borró en cuanto noto como estaba la sala de estar, mostrando una mirada de incredulidad al ver desde los papeles ordenados a las ventanas abiertas para que entrara el aire.
Roy: ... Esta todo limpio, de arriba abajo... mis archivos ordenados desde asuntos militares a temas alquímicos... mi ropa sucia, limpia y bien doblada... los sillones y los muebles, desinfectados y lustrados ¿huelen a limón?... techo reluciente, alfombra peinada y libre de suciedad... -comprobaba conforme avanzaba a la mesa- recién hecho, caliente... ¿tu hiciste todo esto? -pregunto tomando asiento- ¿Quién te lo pidió?
Alfons: Se puede decir que yo mismo me contrate como encargado de limpieza de esta casa. Solo no podía dormir, no con tanta suciedad presente, me desagrada -mencione en lo que él solo arqueo una ceja antes de leer el periódico que habían dejado en la entrada hacia un momento y deje en su lado de la mesa.
Roy: Si es así, te espera mucho trabajo. Y mi habitación ni la toques.
Alfons: Ya me lo suponía. Y lo voy a hacer de todos modos, lo que usted no quiera que vea, le recomiendo que lo esconda -dije antes de concentrarme en el desayuno, aunque me pareció que solo por un segundo, el mayor se sonrojo levemente.
Roy: Al principio pensaba que tenerte sería como adoptar un perro, tal vez un gato... pero por lo que veo, me saque la lotería contigo -dijo en lo que parecía ser una broma antes de ponerse serio- escucha, se que estás ansioso por comenzar, ya sea con la alquimia o como serán las cosas a partir de ahora, créeme, lo estuve pensando bastante anoche. Pero por el momento olvida los detalles. Al menos hasta que termine mi café.
Alfons: No tengo problema, a fin de cuentas, es temprano -dije mientras revolvía mis huevos con un tenedor.
Roy: Gracias. Ahora comamos, buen provecho -dijo antes de llevar un bocado a la boca- ... nada mal, la verdad, no recuerdo cuando fue mi ultimo desayuno decente.
Entonces procedimos a desayunar en silencio, algo que ciertamente estaba empezando a incomodarme debido a que se suponía que estaría viviendo con este hombre a partir de ahora, todas las mañanas a partir de ahora no podía ser como esta, eso es un hecho. Pero ¿de que hablar?... ¿de la guerra? No, definitivamente sería poco apropiado por más de una razón, incluyendo que lo escuche tener más de un episodio en la madrugada... ¿del trabajo? No, por lo que he visto, no es algo en lo que se comprometa mucho... tal vez... ¿objetivos?
Alfons: Señor... ¿puedo hacer una pregunta de tú a tú? -pregunte en lo que él solo arqueo una ceja.
Roy: Esa es mucha confianza de tu parte, y técnicamente ya la hiciste, pero lo permitiré -declaro antes de darme una sonrisa algo arrogante- ¿Qué sucede?
Alfons: Solo... ¿Por qué decidió volverse alquimista estatal? O es más bien ¿Por qué se unió a ejercito? -hice la ultima pregunta con menos convicción que la primera al notar su mirada.
No sé si cometí un error al avanzar muy rápido o muy lento, pero esa mirada que tenía en su rostro, no se si se dio cuenta de que estaba mostrando esa expresión o no, pero parecía bastante... ido, en sus pensamientos. Pero no del modo de recordar o de negarse, sino más bien de contemplar las opciones. Así fue durante unos minutos hasta que el asunto acabo con el hombre suspirando antes de revolverse el cabello.
Roy: Demasiado pronto para hacer preguntas así, niño. Pero supongo que, si te quedaras aquí, no esta mal que sepas de antemano mis ambiciones... un mejor país.
Alfons: ¿Uh?
Roy: Ese es mi sueño -dijo para mi sorpresa- llegar a lo más alto, y una vez este allí, ver con mis propios ojos un mejor país. Algo infantil ¿no crees? -pregunto a la vez que yo no pude evitar ver al hombre en frente de mi con una luz más intensa de a como lo veía antes.
Eso era todo lo que yo quería en mi vida anterior, hacer de mi país algo mejor, así que se de lo que habla ¡puedo entenderlo! No pensé que fuéramos tan parecidos en realidad.
Roy: Y claro que una vez sea jefe, aparte de hacer que todos los que ahora me ven hacia abajo tengan que levantar sus cuellos hasta arriba para verme, también hare algunos cambios importantes, como por ejemplo... ¡hacer que todas las oficiales vistan minifalda! -declaro ya del todo despierto y completamente determinado.
Mientras que yo solo pude ver como el estante en el que empezaba a poner a este hombre en mi cabeza, bajaba drásticamente. Luego de hacerme muchas ilusiones con este sujeto ¿dice algo así?... Supongo que por eso muchos recomiendan mejor nunca conocer a tus ídolos, te hará mantener la ilusión un poco más.
Roy: Pero dejemos de hablar de mí. Ahora hablemos de ti -dijo retomando la seriedad- ayer dijiste algo que me llamo la atención, dijiste que estás dispuesto a pasar por un camino en el que muchos se rinden o mueren antes de siquiera llegar al punto de partida. Solo porque buscas evitar que ¨él¨ lo tenga que hacer... ¿Quién es ¨él¨? -pregunto en lo que yo casi escupo el café que estaba tomando.
Maldición, pensé que lo dejaría pasar. Eso fue solo un desliz que tuve ayer debido a que me estaba desesperando, por el hecho de que me estaba quedando sin opciones. No tenía pensado decirlo, pero ahora parece que no tengo opción, deberé decir la verdad... sí, claro ¿Cómo no? Prefiero evitarme el manicomio, gracias.
Alfons: ... No lo sé -dije antes de encogerme de hombros- no se quien es, no se como se ve, incluso, no se si es un él o una ella... todo lo que se es que estoy esperando a alguien que no conozco y ni se cómo luce. Y deseo encontrarle y estar a su lado en las buenas y en las malas, eso es todo -dije esperando su contraataque,
Roy: ... Genial, eres uno de esos tipos que buscan el significado de hasta porque esta vivo en el mundo ¿no es así? -pregunto antes de suspirar- espero que sea solo una fase de la niñez y que cuando llegue la pubertad, te centres un poco más en como funciona el mundo.
Alfons: Se como funciona el mundo, así que no prometo nada -dije terminando mi última rebanada de pan en lo que el otro hombre solo negocia.
Roy: De cualquier modo, no mentiré al decir que me llama la atención todo esto... pero otra cosa, es que dijiste que querías apoyar al país con lo que aprendas... ¿exactamente que tienes planeado? Digo, si es que tienes algo -dijo en lo que ahora fue mi turno de mostrar mi momento de determinación.
Mostrándolo simplemente poniendo un pie sobre la mesa y señalando hacia arriba.
Alfons: Llegaré más alto que cualquiera. Y no hablo de cosas como posición social, rango militar, deporte, reputación o lo que sea... el cielo, las nubes, los cruzare como si fuera cruzar de un lado de la calle a otro, llegare más alto que cualquiera, hasta las estrellas, y hasta más allá. Seré el primero en llegar a la luna, y todos sabrán que este país es el mejor -dije con determinación.
Al principio solo me vio con incredulidad, no despegando su mirada de mi persona mientras parecía procesar lo que acababa de suceder. Pero luego fue que paso, empezó con una leve risa, la cual fue pasando una normal, luego a uno con un tono algo elevado, y antes de darme cuenta, tenía al héroe de Ishval riéndose a carcajadas en frente mí... ¡¿ ¡¿Cómo se atreve?! ¡Al menos yo no tuve el descaro de mostrar mi opinión de su absurdez de las minifaldas!
Pero antes de que pudiera decir algo, todo lo que pude hacer fue guardar silencio a la vez que solo sentí como una mano algo callosa acariciaba mi cabeza suavemente... y vaya, creo que nunca lo había visto sonreír así, pero solo duro un par de segundos antes de volver a su habitual sonrisa engreída.
Roy: Primero, bájate de mi mesa -declaro en lo que yo solo obedecí- y segundo, creo que estas loco. Sencillamente desquiciado por pensar en tener un sueño tan descabellado, pero no creo que sea justo que un loco ande criticando a otro... te ayudare con tus sueños, si tu me ayudas con los míos. Esa es la relación que busco tener con quienes deciden seguirme ¿tenemos un trato? -pregunto mientras extendía su mano ante mí.
La cual tome sin pensarlo debido a que en realidad no había mucho que pensar.
Roy: Ahora vamos -dijo dándome la espalda- aún falta para que tenga que volver a la oficina. Hasta entonces, vemos que tal soy como maestro en tu primera lección de alquimia, pero no olvides lavar los platos antes -dijo comenzando a caminar, a la vez que no pude ocultar la sonrisa en mi rostro.
Alfons: ... ¡Sí, maestro!
Notes:
Y esta es la segunda parte del prologo. Como siempre, pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Desde ya digo que a partir de este cap abra un salto temporal de dos años. Punto para el que adivine el porque.
De cualquier modo, si alguien lee esto, espero que lo este disfrutando.
De todos modos, nos vemos
Chapter Text
(Alfons Pov)
Si, es interesante ver que tan rápido pasa el tiempo, pero supongo que es lo normal cuando tienes la mente ocupada. Es decir, entre los estudios y el entrenamiento, en realidad no debería de sorprenderme tanto por el hecho de que ya hayan pasado dos años, y menos lo referente a mi posición actual, tanto social como militar... y hasta familiar.
Todo paso en cadena, al principio no hacía otra cosa que no fuera estudiar alquimia en las mañanas y noches mientras que el resto del día me dedicaba a ser el criado de Mustang, no era algo que me emocionara mucho, pero tampoco es que se tratara de una mala vida...o así fue hasta que los rumores llegaron a central respecto al hecho de que el gran alquimista de fuego tenía a un pupilo de ocho años nada menos.
Eso dio rienda suelta a un montón de cláusulas, condiciones y redundancias legales que parecían haber sido inventadas recientemente, todo para evitar que el teniente coronel me siguiera enseñando alquimia. Más tarde se me explico que era el miedo de los altos mandos de que el maestro estuviera empezando a crear una unidad militar de alquimistas de fuego 100% leales a él que, al ser entrenados desde niños, verían a Roy como su mundo y su todo... menuda estupidez.
Supongo que algo que olvidé cuando me volví niño de nuevo... era lo paranoicos e incoherentes que podían llegar a ser los adultos.
Fue tanta polémica que incluso estaban buscando como hacer para enviarme a un orfanato u hogar de acogida para así dar punto final a sus temores irracionales. Siendo así que, en consecuencia, a sus atentados, el propio teniente coronel hizo su propia contra jugada, una que la verdad, admito que nunca vi venir.
Riza: Alfons ¿está todo en orden? -pregunto sacándome de mis pensamientos- ¿te sientes mareado? Se que nunca has viajado en tren, así que empaque algunas cosas que...
Alfons: No, estoy bien, gracias por preguntar -rechace con amabilidad rápidamente antes de que quien estaba en frente de nosotros tomara la palabra.
Roy: Eso espero, no estaría bien visto que un teniente del ejército se muestre tan vulnerable por algo como el mareo. Y menos de alguien que porta mi apellido.
Alfons: Si señor, no tiene que preocuparse por mi condición, me encuentro en mis facultades plenas.
Roy: ¿Señor? -pregunto arqueando una ceja mientras que yo solo suspire al recordar nuestro acuerdo respecto a los lugares privados.
Alfons: ... Perdón, papá. Me encuentro perfectamente -dije en lo que él solo asintió complacido antes de volver su vista a la ventana para contemplar el paisaje.
Si, ignorando lo de que era un recién graduado de la academia militar con el rango de teniente a la corta edad de 10 años. Estaba el hecho de que, desde hace un tiempo ya, se me conocía oficialmente con el nombre de Alfons Heiderich Mustang. Hijo único del héroe de Ishval y sucesor del ¨legado de fuego¨.
Resulta ser que ese fue el gran plan de mi maestro cuando supo de las intenciones de los altos mandos, aprovechando mi situación como huérfano, me adopto sin decirme nada hasta que fue oficial (hasta me invento una firma sin preguntar). De ese modo me quedaba con él y nadie podría objetar nada, pero había un pequeño problema con eso... yo nunca quise que eso pasara.
La sola idea de tener más relación de la estrictamente necesaria con las personas de este mundo nunca fue parte de mis planes. Este no es mi mundo, sé que dije lo que dije respecto a mis sueños de cruzar el territorio de Dios y llegar a las estrellas, pero luego me recordé a mi mismo que este era el mundo de Ed, ya no estaba en Alemania. Mi plan era aprender alquimia y de allí ayudar al Ed de aquí (si es que existe) desde las sombras, sin que se diera cuenta. Pero ahora, sin que lo quisiera, ya era conocido por medio país al ser el hijo del famoso héroe de Ishval.
Así que tomando en cuenta mis opciones, y sabiendo que para este punto sería casi imposible evitar un encuentro directo con Edward a futuro, entonces era mejor tener a la mano las mejores cartas para mi total disposición. Es decir, con el poco tiempo que llevo viviendo en este mundo, me doy cuenta de que la diferencia de clases es enorme, lo que hacía inevitable para muchos el tener una vida dolorosa y difícil.
Sin mencionar que justo después de Ishval, el país automáticamente se vio envuelto en la locura política que sucede antes de una guerra a causa de las tensas relaciones con las regiones fronterizas al sur y al oeste con Aerugo y Creta.
Era un hecho, el mundo de Ed parecía ser una era en la que la guerra era inevitable. Si fuera como en casa, podría proponer usar mis conocimientos en la ciencia y aerodinámica a favor del estado; pero aquí, donde la alquimia y su uso militar predomina... bueno, si de todos modos pensaba volverme un hábil alquimista, lo que en consecuencia haría que el ejercito quisiera reclutarme algún día, lo lógico era ofrecerme para entrenar como oficial y tratar de hacerme un nombre con el cual poder hacer frente a más de una adversidad futura, como lo hace el maestro alías padre que tengo.
Del mismo modo que él lo hizo conmigo, no supo nada hasta que se requirió su firma para hacer oficial mi ingreso oficial a la academia militar por medio de la propia influencia de mi así llamado padre. Eso me llevo a una discusión con él que, aunque gané al final, nos hizo sentir con mal sabor de boca a los dos.
Y en parte entendía el porque de su malestar, el arte de la guerra era un acto inútil y perverso por si solo, el solo hecho de matar o morir era repulsivo, en especial para alguien que, desde su perspectiva, aún estaba en pañales de forma casi literal. Pero por el contrario, si lograba conseguir un rango decente... mi futuro estaría asegurado del todo, o al menos en su gran mayoría.
El proceso fue largo y complicado, lo primero que me sorprendió bastante fue el saber que el ejército amestrisano era partidario de la meritocracia (aunque debí asumirlo sabiendo el rango de mi maestro y padre a una edad tan joven), así que me tomo por sorpresa cuando a mitad del adiestramiento, se me confiara el entrenamiento de los reclutas recién llegados... y eso llego a tener sus contratiempos.
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(General Pov)
(Flashback) (Un año antes, academia militar, ciudad central)
Era una tarde tranquila en central, toda la ciudad parecía transmitir tranquilidad, aún con el clima nublado que parecía indicar que una tormenta se aproximaba. No parecían haber disturbios, el trafico estaba muy calmado y no parecía ocurrir ningún alboroto digno de la alquimia o del vandalismo. Si, era un día pacifico, eso pensaba el coronel Hakuro quien se encontraba haciendo una inspección general en la academia.
Hakuro: Pon mucha atención, debes presentar un reporte a la división de investigación lo antes posible, se me será asignada la ciudad de New Optain en el este el próximo año como parte de mi promoción a general de división. Por lo que ya no seré capaz de pasar por aquí tanto como antes. No obstante, estoy seguro de que mi sucesor será capaz de... -hablo con uno de los oficiales de menor rango antes de que la explosión ocurriera.
La cual se mostro su origen cuando a solo unos pasos de donde estaban se hizo evidente que entre las oficinas y salones superiores había un agujero en la pared recién hecho.
Hakuro: ¡¿Qué está pasando aquí?! -pregunto alterado al ver al menos a cinco reclutas heridos en el suelo como resultado de la explosión.
Pero su respuesta vino cuando del agujero se apareció el aparente responsable del ataque, alguien que desde el momento en que se apareció en la academia por primera vez, sabía que no causaría más que problemas del mismo modo que su padre, el así llamado hijo del alquimista de fuego, Alfons Heiderich Mustang. Quien, además de su corta edad que difícilmente se podía pasar por alto, no se podía descartar que la mirada del chico era de todo menos amistosa en ese momento.
Alfons: La verdad no lo entiendo, hace un momento todos ustedes parecían muy animados actuando como si esto fuera la escuela primaria -hablo con un tono dulce e inocente que más de uno sabía que era falso antes de mostrar los colmillos- ¿Por qué se retuercen como camarones ahora? ¿es tanto su deseo de convertirse en comida de cerdos? ¡inútiles sabandijas!
Recluta: No lo entiendo ¿Por qué lo hizo? -pregunto uno de los heridos al joven que solo salto del segundo piso como si nada antes de aterrizar con una elegancia que sorprendería a más de uno con ayuda de la alquimia de no ser por la situación actual.
Alfonse: ¿Quieres saberlo, recluta Jean Havoc? -pregunto con una cara de póker- entonces supongo que me veo obligado a responder. Porque ustedes no están listos a tiempo, se toman esto como un juego y lo peor de todo... que aun no tienen la menor idea de porque el país estaría mejor sin ustedes ¡si usan el uniforme, entonces actúen con el decoro que se espera de ustedes! ¡El ejercito no necesita soldados débiles y menos payasos!
Havoc: Tú... ¡desgraciado! -exclamo el recluta antes de buscar atacar al niño de 9 años.
Solo para que este lo doblegara con facilidad (ayudado con su fusil automático que se le fue entregado junto al mando de los reclutas) al sacarle el aire al recluta de un golpe, antes de someterlo contra el piso dejando su pie encima del soldado. Hecho que le helo la sangra a más de un presente ¿Cómo era posible que un niño pequeño fuera capaz de tanta crueldad? ¿Qué pasaba con los niños de hoy en día?
Alfons: Recluta, no me importa lo que tu o los de tu calaña piensen de mi persona. Pero, y corrígeme si me equivoco, pero el oponerse a un oficial superior es causa de castigo. Y aunque ambos seamos reclutas, actualmente mi rango es mayor al tuyo. Y desde el principio les advertí a todos ustedes ¡que no buscaran sacarme de quicio!
Havoc: ¡Vete al diablo! -dijo sin pensar, solo causando que la mirada del más joven se endureciera aún más.
Alfons: Parece que no me escuchaste. Así que te abriré el cráneo de un disparo, idiota ¡y entonces te grabare las reglas en el maldito cerebro! -declaro amenazando con disparar.
Solo para ser detenido por un consternado Hakuro.
Hakuro: ¡¿Qué estás haciendo?! -pregunto a la vez que el niño dejo cualquier actitud hostil casi al segundo para, en cambio, mostrar nuevamente una faceta dulce e infantil acorde a su edad. Llegando al punto de liberar a su rehén.
Alfons: Pido disculpas, coronel Hakuro. Solo estaba haciendo mi trabajo, tal y como se me ordeno -explico antes de ver de reojo a Havoc y a los demás heridos que estaban siendo ayudados por el personal médico- un oficial debe disciplinar a sus hombres.
Dicha declaración siendo expresada por alguien tan joven... el coronel no podía negar el hecho de que le preocupaba que clase de país buscaba hacer el generalísimo King Bradley al permitir algo así ¿era ese acaso el tipo de soldado ideal que se esperaba del ejercito?
Hakuro: No es la primera vez que haces algo así, una vez se sepa lo que paso hoy, puedes irte despidiendo de la milicia -declaro el hombre solo para que, del mismo modo que las veces anteriores que intento cumplir con dicha amenaza, llegara el que se podía considerar el seguro del chico para permanecer en el adiestramiento.
Y dicho seguro tenía nombre, uno conocido en todo el país como otro héroe de la guerra de Ishval. El alquimista de la sangre de hierro, el general de brigada Basque Grand.
Grand: Me parece que fui lo bastante claro al respecto con eso, coronel Hakuro. Según sus pruebas escritas y prácticas, es el alumno estrella actualmente. Según sus evaluadores: ¨Alfons Heiderich Mustang, llegó a lo más alto de cada una de sus clases a través de la diligencia y su uso inusual de la alquimia. Además, domina una autoridad sorprendente en torno a los demás cadetes. No obstante, su mayor destreza radica en lo académico y estratégico¨ -leyó el documento que traía consigo desde que noto las intenciones de Haruko- es todo lo que se espera de un soldado, y, además, es un futuro alquimista estatal en ciernes ¿de verdad sería tan estúpido como para dejar ir a un activo tan valioso?
Hakuro: No... no estoy negando que es un recluta valiente y muy talentoso -trato de excusarse- pero debe reconocer que su personalidad es muy inusual ¡solo mire lo que hizo!
Grand: ¿Y? -pregunto como si nada- mantener a raya a los reclutas, es el deber de un oficial. A menos que tenga algo más que decir, es todo ¿quedo claro?
Hakuro: Pero...
Grand: ¡¿QUEDO CLARO?!
Hakuro: ... Si, señor -dijo con renuencia antes de hacer el saludo militar.
Grand: Eso pensé -declaro antes de dirigirse al más joven- sigue haciendo un buen trabajo, cadete Heiderich.
Alfons: ¡Si, señor! -dijo antes de que cada uno siguiera su camino y el incidente pasara a ser solo un recuerdo del pasado.
(Fin del flashback)
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En efecto, tuve mis contratiempos durante mi educación superior, así como algunos inconvenientes, pero al final pude terminar mi entrenamiento. En parte admito que no fui ningún santo, pero si actúe de forma tan despiadada, era solo porque hasta donde sabía, ese era el modo en que los oficiales de rango superior trataban por lo general con los demás soldados.
Al menos según mi punto de referencia con la sociedad Thule, que, aunque se que eran unos cretinos, era unos cretinos militares de los que aprendí mucho solo con ver como interactuaban entre sí. Incluyendo a mi asesino, Rudolf Hess.
Dicha actitud de cretino me hizo ganarme el desprecio de muchos reclutas durante el adiestramiento, pero a su vez, me consiguió ser el protegido de uno de los peces gordos de la milicia, el general de brigada Basque Grand. Quien tubo el ¨placer¨ de ver mi primer desaire al exponer mis puntos de vista poco ortodoxos sobre las tácticas militares, aunque creo que le gusto más como ridiculice al instructor que me subestimo por la edad.
Desde ese momento, se aseguro de estar cerca durante toda mi educación. Todo con la finalidad de poder ver por sí mismo hasta donde llegaría su así llamado ¨diamante en bruto¨.
Y ni hablar de cuando descubrió la verdad detrás de mi forma de hacer alquimia, su actitud, por decir poco, fue la misma que la de maestro y padre cuando lo descubrió, total consternación y cierto brillo de emoción e interés en su mirar ¿de verdad era tan raro hacer alquimia sin usar un círculo de transmutación?
Se que algunas memorias de Ed podrían responderme eso, pero junto a la gran mayoría, las olvidé tan rápido como las vi en primer lugar. De cualquier modo, mi padre adoptivo dijo que no era sensato que se supiera esa habilidad mía, así que, para disimularlo, desde hace tiempo estoy trabajando en mi propio circulo de transmutación basándome en mi propia zona de confort. Faltaba mucho para que fuera perfecto, pero al menos era decente hasta cierto punto para el combate cuerpo a cuerpo y uno que otro truco.
De cualquier modo, la razón por la que alcance el rango de teniente tras graduarme en solo dos años (un logro increíble en mi opinión) fue porque las circunstancias llegaron a ser ciertamente atípicas. Para graduarme, todo lo que tenía que hacer era completar mi entrenamiento de infiltración y despliegue en uno de los tantos campamentos de marginados que rodeaban todo el valle de la región central... ese día aprendí que no importa el mundo o realidad, lo inesperado puede ocurrir en cualquier momento o lugar a cualquiera.
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(Flashback, 2 meses antes, barrio de Kanama, afueras de Central)
La misión era sencilla, simplemente consistía en hacer una inspección general del sector haciéndose pasar por un marginado más, antes de reportarse en el punto de encuentro tras encontrar los objetivos designados en el mapa previamente entregado antes de la prueba (puntos al azar donde se debía dejar una marca especifica en el tiempo establecido).
Al principio todo iba según lo esperado, un grupo de soldados haciendo sus ejercicios de entrenamiento, y luego todo se fue al diablo cuando esos dos aparecieron con la única intención de causar alboroto y matar por simple placer y aburrimiento. Nunca pensé en encontrar personas así en mis ejercicios. Dos asesinos en serio que además eran hermanos, conocidos por su particular gusto en armas blancas, los hermanos Slicer.
Antes de darme cuenta, de los diez reclutas, solo quedábamos la mitad, y fue cuando se nos dio las ordenes respectivas por la radio. A los demás se les ascendió a teniente segundo y se les dio la misión de observar y luchar, a mí me ordenaron regresar de inmediato y evitar conflicto, probablemente esto era a causa de las sombras que se hallaban detrás de mi propia persona. Cosa que no pensaba permitir de ningún modo.
Alfons: ¡Comandante! ¡Me ofrezco! ¡Quiero ser voluntario en esta misión! -pedí al examinador de la prueba que por un momento se quedo sin habla.
Comandante: Cadete Heiderich, escuche, usted no puede...
Alfons: ¡Con el debido respeto, yo también soy un soldado de este país! ¡Estoy seguro de que puedo cumplir con esta misión!
Comándate: ¡Cadete!
Alfons: ¡Por favor! ¡Comandante! ¡Permítame luchar con mis compañeros! -pedí solo para que guardara silencio.
A la vez que en la distancia solo se escuchó como otro de los reclutas caía a manos de los sádicos asesinos en serie... no lo entiendo, se suponía que al igual que yo, eran soldados entrenados ¡¿Cómo podían caer como moscas ante esos dos?!
Fue entonces que una voz se escucho por el transmisor portátil, pero no era la voz del comandante asignado, este era ni más ni menos que el general de brigada Grand ¿Qué está haciendo aquí? Lo ultimo que supe era que hoy debía reportarse en el cuartel general o algo así para reportar sobre las investigaciones realizadas recientemente en el laboratorio alquímico bajo su cargo, el laboratorio numero cinco... no se porque, ese nombre me da mala espina por alguna razón.
Grand: Ya veo... si dices que estarás bien, entonces adelante. Oficial Heiderich, oficialmente has sido ascendido a teniente segundo, deje todo e inicie misión de observación... por cierto, tienes denegado el permiso de retirarte. Tus opciones son retrasar al enemigo hasta recibir refuerzos en aproximadamente 700 segundos o enfrentarlos y vencer, no se espera menos de tu persona, cambio y fuera -dijo antes de que la línea se cortara.
Y aunque al principio me sentí contento de que me dieran la oportunidad que quería, poco después entendí la razón de que los demás reclutas hayan caído no era porque fueran inexpertos o mediocres, sino porque fueron superados en número. Los hermanos Slicer habían llegado con todo un grupo de 30 (de los que solo quedaba menos de la mitad). Al parecer, el mismo día de la prueba, era el día que ellos eligieron para que fuera la prueba de iniciación de sus seguidores, la meta, masacrar a cuanta persona tuvieran en frente sin piedad.
Al principio pensaba que sería una misión sencilla, y luego todo se fue al maldito infierno.
No mentiré, estaba desesperado. Recién mientras me acercaba al punto de confrontación, fue que pude ver los cuerpos de mis compañeros, y a lo lejos pude ver como masacraban al resto, al mismo tiempo que el hermano menor, quien guiaba a un grupo de siete, decidió atacarme de frente con todo su grupo. Y en mi caso, me quitaron mi fusil antes de la prueba, todo lo que tenía era un cuchillo personalizado (capaz de girar la parte metálica si se quita el seguro) y una Mauser C96 (regalo de la teniente Hawkeye), sin balas, claro.
Me sentía acorralado contra las cuerdas, y no podía quejarme ya que fue justo lo que pedí. Era una situación en la que, a simple vista, se podía asumir que me matarían sin piedad alguna. Y si muero, no podría cumplir mis sueños, no podría cruzar los cielos en este mundo y menos podría... ver a Ed de nuevo. Eso me hizo apagar cualquier pensamiento racional de mi mente, y entonces... solo deje que el instinto me dominara.
Hermano Slicer menor: ¿Piensas enfrentarnos solo? ¡Si o no eres valiente, asqueroso indigente! ¡te hare desangrar como a un pequeño cerdito, mocoso! ¡tú eres el único que queda, los demás que no huyeron, están muertos! -grito confiado en lo que yo solo pude hacer una cosa... reír.
Alfons: ... Ja... jajaja... ¡Es tan divertido, moriré otra vez! -grite sin pensar- ¡pero a cambio seré el único héroe! ¡QUE GRAN HONOR! -dije quitándome el disfraz, revelando así mi atuendo militar- dicen que no hay mejor forma de morir que muriendo por tu país ¡y en serio no hay nada mejor!
Y es verdad, cuando morí, no pude evitar sentir euforia, ya que lo hice sabiendo que me iba sin arrepentimientos, cumpliendo mis sueños y ayudando a Edward a cumplir sus metas. Pero ahora, esta sensación que sentía no era solo por el recuerdo de esa vez, sino también porque teniendo nuevas metas... ¡no pensaba morir hasta cumplirlas, y matare a cualquiera que se atreva a meterse en mi camino!
Fue cosa de un instante, los demás cayeron como moscas cuando les dispare, y el hermano menor no se dio cuenta de lo que paso, hasta que se quedó con su espada partida en dos, además de quedarse sin brazo izquierdo y parte del estómago al aire. Todo gracias a mi alquimia. La alquimia de aire.
Usando mis conocimientos de aerodinámica, decidí que el mejor modo de usar la alquimia seria usando mi entendimiento del aire, la gravedad, la inercia y la química para ello. Y por dicha razón, es que mis círculos alquímicos (que se hallaban en las suelas de mis zapatos, en el mango de mi cuchillo y en mi pistola) podían manipular el aire cercano y alterarlo a conveniencia hasta el mayor rango de lo posible.
Abracadabra, allí tienes una hoja de aire, una pistola capaz de disparar aire comprimido capaz de aturdir y la capacidad de literalmente ¨patear el aire¨ para de ese modo tener un impulso extra para la movilidad.
Hermano Slicer mayor: ¡¿Qué demonios acaba de pasar?! -lo escuche preguntar una vez llego con el resto de los enemigos, pero al verme sumo dos mas dos- maldita sea, es un niño... debe ser una quimera y este un ejercicio militar para ver qué tan efectiva es, y nos pusimos en medio ¡no hay nada que hacer, acaban con el monstruo!
Desde ese momento mi memoria es algo borrosa, pero solo puede decir... que todo se volvió rojo en ese instante.
(Fin del flashback)
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Desde entonces no recuerdo mucho, para entonces ya estaba al tope de la adrenalina. Si recuerdo que los secuaces del hermano mayor eran más duros que el menor, y si hablamos del propio Slicer mayor, debía reconocérselo, era un espadachín muy hábil, por su culpa es que acabe con una cicatriz que me cubría desde el hombro derecho hasta el pectoral izquierdo.
¿Cómo logre noquearlo? No tengo idea, creo que al final acabamos empatando, ya que en el ultimo choque de nuestras armas, ambas se rompieron, tanto su espada como mi cuchillo potenciado con alquimia.
De no ser porque los refuerzos llegaron en ese momento, definitivamente las cosas abrían acabado muy mal para mi persona. No obstante, al final, sin que yo aún me explique el porqué, el hermano mayor no dio más pelea, todo lo contrario, se rindió una vez se vio superado.
Luego de eso, se me dio a mi todo el crédito por la captura de ambos hermanos y de sus aliados, siendo por ello que, junto a mi graduación, se me dio el rango de teniente primero y, además, la condecoración conocida como la cruz de caballero, otorgada por reconocimiento a la valentía en el campo de batalla (aunque eso fue como un mes después del incidente debido a que, en ese tiempo, mi ¨asma¨ causo que sintiera que mis pulmones fuera a explotar en cualquier momento).
Y ahora, me encontraba esperando ordenes sobre a donde sería reasignado. Mientras esperaba, se me permitía permanecer en el este bajo las órdenes de mi padre y maestro. Y por ello henos aquí en tiempo actual, en un tren rumbo a un pueblo rural de nombre Resembool para comprobar los rumores de un talentoso alquimista que vivía allí... yo me ofrecí a ir con mi padre y con la teniente debido a que, por alguna razón, tenia un presentimiento con ese lugar.
Riza: Según parece, estaremos llegando a nuestro destino muy pronto.
Alfons: Eso parece, y a lo que veo, este no parece ser más que un poblado rural estereotipado que se basa en la ganadería como principal fuente de ingresos... me pregunto que clase de alquimista se encontrara aquí, o sí los rumores son siquiera ciertos.
Riza: Son muchos los rumores y comentarios respecto a este talentoso alquimista, así que la posibilidad de veracidad es bastante elevada -explico en lo que yo solo asentí.
Alfons: Entiendo, aunque igual no hay garantía de que quiera formar parte del ejercito... ¿Qué piensas tú, papá? -pregunte al otro hombre en frente mío.
Quien parecía tener su cabeza en otros pensamientos. Y cuando hablo, confirmo mi pensar.
Roy: Alfons... lo he estado pensando, igual te ibas a graduar sin tener que entrar en combate ya que te estaban ordenando que te retiraras. Entonces ¿Por qué te ofreciste como voluntario tan súbitamente para el enfrentamiento contra ese grupo de asesinos de aquella vez? -pregunto dejándome sin saber que decir.
Alfons: Yo... bueno...
Roy: Teniente Alfons Heiderich Mustang. Voy a decirte que la valentía y la imprudencia son similares, pero bastante diferentes... Morir para ganar y arriesgar la vida para ganar, son cosas totalmente diferentes -declaro cruzado de brazos- ¿Qué estabas pensando?
Alfons: Yo... solo quería demostrar que estaba a la altura de las circunstancias -dije con sinceridad- usted mismo me dijo que si iba a usar el uniforme, entonces debía de tomarme las cosas en serio. Además, se que muchos me subestiman o lo harán debido a mi edad ¡pero justo por eso es por lo que deseo demostrar que estoy tan preparado como el resto! -dije a la vez que ambos adultos solo guardaron silencio.
Antes de que la teniente solo suspirara mientras que mi maestro lo parecía meditar seriamente antes de solo suspirar también.
Roy: Entiendo. Si estás preparado, no voy a decir nada más. Tus acciones lo dijeron todo, señor ¨cruz de caballero¨ -declaro cruzado de brazos antes de sonreír quedamente- mientras no olvides nuestro acuerdo, entonces no me opongo a que crezcas como soldado, cuento contigo.
Alfons: Gracias señor, y descuide, yo tampoco olvide las pautas de ¨ese¨ otro acuerdo del que hablamos cuando me adopto -dije guiñándole un ojo, causando la mirada de sospecha en la teniente y una sonrisa nerviosa por parte de mi padre adoptivo.
Pero antes de que se pudiera hacer alguna pregunta o comentario sobre lo que acabo de decir, fue que el tren acabo llegando a su destino, el pueblo rural de una de las regiones apartadas del este, Resembool.
Bueno, ni modo, toca trabajar... que duro es ser un trabajador ¿en que se diferencia esto de mi vida anterior? Supongo que al menos no tengo que preocuparme del salario mínimo de investigador o de becario sin paga (que era aun peor). O de mi enfermedad, al menos por ahora. De cualquier modo, toca conocer al famoso alquimista.
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(Hora y media después)
No puedo creerlo, esto ¿Cómo sucedió esto?
Tras preguntar a algunos de los pobladores, fue fácil encontrar la casa del alquimista, que con solo escuchar su apellido yo ya supe de quien se trataba. Así que no fue una sorpresa que yo fuera el primero en llegar a la casa solo para encontrarla vacía, siendo la única evidencia de que hubo personas hasta hace poco... lo que estaba en frente de mí.
No era un experto en el tema, demonios, ni siquiera me moleste en saber lo básico en cuanto entendí que se trataba de un tema prohibido como me dijo Verdad aquella vez, pero si llegue a ojear uno que otro libro de la primera sucursal de central. Algo que normalmente sería imposible para alguien con tan poco nombre como yo, pero logre hacerme amigo de una chica llamada Sheska debido a nuestro amor mutuo por los libros. Y ella llego a prestarme libros de contrabando en más de una ocasión cuando supo de mis intereses alquímicos.
Ese círculo, los ingredientes, las marcas... Oh Dios, la sangre... de verdad lo hicieron ¿no es así? ¡¿Cómo pude olvidar el principio de todo?!... claro, estaba ocupado con no morir o ser tomado por menos.
Roy: ¿Qué demonios...? -lo escuche preguntar una vez llego a la que ahora podemos llamar ¨escena del crimen¨.
Alfons: ... El circulo de transmutación, los materiales, la sangre... señor ¿de verdad paso lo que creo que paso? -pregunte entrando en modo subordinado, a la vez que mi maestro solo pudo abrir la boca consternado.
Y no lo culpo, el sabe también como yo lo que era esto, por que el mismo tubo una etapa en la que quería intentar hacer algo como esto. Esos fueron días oscuros para los dos, aún recuerdo cuando me quedaba despierto hasta tardo o ni dormía para consolar al teniente coronel que estaba hostigado de penas y demonios internos.
Rayos, incluso aún lo hago muy debes en cuando. Esa era una cara que solo yo conocía de Roy Mustang, bueno, yo y la teniente Hawkeye, su lado vulnerable, el más humano.
Roy: ... Temo que sí -susurro de un modo apenas audible a la vez que Riza se nos unió.
Riza: Teniente coronel, no están en la parte de atrás ni en ningún otro lado de la casa... ¿Qué es eso? -pregunto observando la escena en lo que yo solo negué.
Alfons: Esto... es un pecado.
Riza: ¿Un pecado?
Roy: ¿Dónde están?... ¿Dónde están los hermanos Elric? ¡Dime!
... Maldición, Edward.
(Media hora después)
Encontrar la ubicación de los hermanos no fue difícil, al parecer todos en el pueblo sabían que, si había un lugar donde ambos niños estarían que no fuera su propia casa, ese sería el talle de automail de los Rockbell. Una señora mayor que se dedica por completo al negocio de la ingeniería mecánica y medica que vive con su nieta que busca seguir sus pasos
¿Cómo es que tenían clientes en un lugar tan apartado? Es decir, hasta donde he visto, no parece que ninguna persona en el pueblo tenga puesto algún automail. De cualquier modo, una vez llegamos a la casa, fuimos recibidos por la señora de nombre Pinako y por un perro que nos ladro apenas nos vio.
Pinako: Silencio Den -se escuchó tras la puerta antes de que fuera abierta por la mujer mayor- no le ladres a la visita... ¡Oigan! ¿Pero que hace aquí un soldado? -pregunto una vez tanto mi padre/maestro y la teniente entraron sin preguntar.
Entiendo que era un asunto de seguridad nacional ¿pero que les costaba mostrar algo de cortesía para variar?
Alfons: Por favor, pido disculpas por la intromisión sin ser invitados, pero es muy importante -trate de disculparme con la mujer mayor, solo para que ella me viera como si hubiera visto un fantasma ¿tengo algo en la cara?
Roy: Allí están... -dijo con rabia contenida en lo que yo solo vi hacia la misma dirección... y allí mismo sentí como el corazón se me detuvo a la vez que mi presión arterial disminuía drásticamente.
Allí estaba él, en una silla de ruegas que era sostenida por una armadura igual a las tantas que la sociedad Thule uso para tratar de invadir Shamballa. Su pierna y brazo no estaban, y su mirada... si ya antes creía haberlo visto en su peor momento, ahora puedo afirmarlo, estaba muerto en vida... Edward.
... Como desearía que fuera diferente, haberte encontrado por primera vez en otras circunstancias, ya que se lo orgulloso que eres y dependiendo de como se desarrollen las cosas ahora, tal vez no te sientas cómodo tratando conmigo... pero no negaré, que a pesar de sentirme terrible solo con verte... también estoy muy feliz, aun no lo puedo creer... en verdad estas frente a mi.
Y antes de darme cuenta, el teniente coronel ya estaba en frente suyo y lo tenía sujeto del cuello.
Roy: Fuimos a su casa. Dime ¿Qué había allí? ¡¿Qué han hecho?! -pregunto a un Ed que claramente seguía traumado por lo sucedido. ¿Qué le pasa? ¿Acaso olvido el protocolo respecto a como tratar con las víctimas de estrés post traumático?
Pero antes de que pudiera reprenderlo, fue que la armadura se movió... maldición, ahora lo recuerdo... esa no era una armadura cualquiera, el hermano menor, quien comparte mi mismo nombre, y según vi en las fotos de la casa de ambos, hasta cierto punto, su apariencia, Al.
Al: Lo sentimos, por favor perdónenos... lo sentimos -dijo sin evitar temblar, a la vez que el arrepentimiento se sentía en su voz con mucha facilidad- de verdad, lo sentimos mucho... -pidió de tal modo que logro apaciguar un poco la ira de mi maestro.
Roy: ¿Tu eres...?
Si, mejor interferir ahora antes de que los mande a ambos hasta el gran desierto del este de un chasquido una vez sepa la verdad detrás de la armadura. Aunque siendo sincero, creo que ya lo sabe.
Alfons: Señor, creo que es obvio lo que paso, no es necesario que los obligue a recordar más sobre el asunto. Seguro estará de acuerdo conmigo en que sería cruel hacer eso... hasta inhumano, tal vez -dije acercándome a ellos, ganándome la atención de todos.
Roy: Alfons...
Al: ¿Qué? -pregunto antes de centrarse en mi y no aparta su mirada en ningún momento- tú...
Creo que ahora lo entiendo, supongo que no es normal que justo después de que hayan pasado por una experiencia tan traumática, aparezca alguien de la nada que físicamente es casi como una calca de quien acaba de perder su cuerpo. Debí pensarlo mejor, pero al demonio, ya estoy aquí.
Alfons: Intentaron revivir a alguien, y el precio fue muy alto. Eso explica lo que vimos en la casa de ambos... una transmutación humana, admito que nunca vi algo así antes, y creo que usted tampoco, maestro.
Roy: En efecto... sabes lo que hay que hacer en estos casos ¿verdad? -pregunto haciendo que la mujer mayor tragara grueso.
Pinako: No puedo creer lo que escucho ¿piensan ponerlos bajo custodia? ¡Son solo niños! ¡No ven que están heridos! -dijo molesta- aunque veo que eso poco le importa al ejército de este país en estos días... un niño soldado, ahora lo he visto todo.
Oh, supongo que esa es otra razón de su desdén. A veces se me olvida que de nuevo estoy en la edad infante. Aparte de que no ayuda que, entre militares, a pesar de lo inusual de la situación, usualmente me trataban como un igual en sentido de edad.
Pinako: ¡Quiero que se vayan de inmediato! ¡Ya hemos perdido muchas vidas a causa del estado! -ordeno en lo que yo solo suspire.
Alfons: Si hacemos eso, sería solo para traer refuerzos. Ya que, por su actitud, asumo que sabe a que nivel se encuentra la transmutación humana como delito en este país -dije con seriedad- la corte marcial será el menor de sus problemas si esto se llega a saber en central...
Pinako: Como... ¿Cómo un niño puede hablar así? -pregunto mostrando su incredulidad en lo que yo solo me abofetee mentalmente por mostrar mi ¨lado militar¨ justo ahora.
Supongo que se hizo costumbre después de dos años, bueno, dos y medio, de adiestramiento.
Alfons: Perdón, no fue mi intención mostrarme insensible. Pero supongo que a veces me sorprende lo fácil que los civiles olvidan el papel de los soldados. Si hacemos las cosas, no es porque queramos. Si los superiores dan una orden, la cumplimos... -dije antes de mostrar una sonrisa más calmada- no obstante, creo que todos estamos alterados. Teniente Coronel Mustang, teniente Hawkeye ¿Qué dicen de darles algo de espacio a la señora Rockbell y a los hermanos Elric antes de discutir mejor todo esto?
Y tras un asentimiento por parte de ambos, simplemente nos movimos a otra parte de la casa que parecía ser una sala de estar. Bien, por el momento, las cosas estaban tranquilas, o eso me gustaría creer.
Me alegra que al menos pudiéramos alejarnos de esa bomba de tiempo que sin querer active, pero ahora... lo mejor era planear que hacer ahora. No comprendo el cómo, o quizás solo no recuerdo de que manera fue que Edward se salió con la suya para no ser fusilado antes por la transmutación humana... pero ahora, dependiendo de como salgan las cosas... solo no quiero imaginarlo.
No sé cómo, pero dependiendo de como salgan las cosas, aquí mismo tendré la opción de desertar y solo llevarme a ambos hermanos a quien sabe donde para que estén a salvo si estaba obligado a hacerlo como algo muy próximo a pasar. Solo espero que las cosas no lleguen a esos extremos.
Notes:
Y ese sería el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, seguir, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Chapter Text
(General Pov)
(Ciudad central, cuartel central, sala de juntas de los altos mandos)
Había polémica en el aire, eso era seguro.
Y no era precisamente por el hecho de que hacía poco los presentes, conformados más que todo por el propio generalísimo King Bradley y su grupo de alto mando de tenientes generales y generales de brigada, estaban discutiendo sobre los próximos movimientos a realizar respecto a los conflictos con Creta al oeste y la sospecha que estaban teniendo acerca de su país vecino del sur y su participación en la guerra de exterminio de Ishval.
No, la tensión aparente era más que todo irradiada por nadie más que el general de división Hakuro que había solicitado una audiencia con ellos ese día para hablar de un tema del que se negó a hablar a menos que fuera en privado debido a lo ¨delicado¨ que era el mismo en cuestión. Siendo algo que le dio curiosidad al soberano del país, por lo cual, decidió darle gusto al general Hakuro, más que todo porque quería ver de que se trataba tanto misterio.
King Bradley: Parece tenso, general Hakuro ¿mucho trabajo en el este? -pregunto de forma amena para iniciar la conversación, a lo cual el mencionado negó- entonces ¿Qué sucede? ¿le pasa algo? ¿Por qué tanto misterio?
Hakuro: Créame que no ha sido mi intención hacer perder el tiempo de todos los presentes de este modo, generalísimo, pero...
Raven: Pero ¿Qué? Le pedimos que sea conciso y directo porque estamos limitados del tiempo, general Hakuro -solicito uno de los generales de mayor edad presentes a lo que el otro hombro solo asintió antes de tragar grueso.
El propio Hakuro aun no podía creer que en verdad estuviera presente, pensaba que solo sería ignorado cuando en un momento de locura y estrés solicito esa reunión al cuartel general luego de obtener la lista de graduados de la academia poco después de la graduación, debido a que el nombre que se encontraba como el mejor alumno del año y, además, condecorado con la cruz de caballero por sus acciones en batalla, solo lo inquieto.
Pero ya que estaba allí, al menos podía exponer sus dudas respecto a esa persona y los superiores seguro verían sus puntos de forma coherente ¿no?
Hakuro: No... soy consciente de eso. Es que... según un reporte que me llego de la academia, el cabo Alfons Heiderich se graduó de la academia y, además, fue ascendido a teniente primero -explico a la vez que uno que otro general levanto la mirada con interés.
Sobre todo, el mayor responsable de que eso sucediera, el general de brigada Basque Grand. Quien decidió solo permanecer cruzado de brazos y guardar silencio ya que, desde su punto de vista, todo el asunto era solo una pérdida de tiempo ridícula. Alfons Heiderich se gano donde estaba ahora luego de literalmente arrasar con todo a su paso, no había más que discutir. Era su protegido, en quien tenia puesto el ojo con la única intensión de convertirlo en el próximo alquimista de la sangre de hierro ya que se vio a si mismo en el chico cuando era más joven.
Todo lo que odiaba de la situación respecto al chico era que el desgraciado del alquimista de fuego le ganara en encontrarlo primero. Desde su perspectiva, era obvio que, si el chico permanecía con Mustang, todo el potencial que vio en él como soldado se echaría a perder por los ideales del héroe de Ishval... aun odiaba a Mustang por eso ¡él debía ser conocido como el héroe de Ishval, no ese mocoso de fuego con claros deseos ambiciosos a simple vista!
King Bradley: ¿El hijo del teniente coronel Mustang? ¿Al que llaman la pequeña muerte? ¿El que recibió la cruz de caballero? -pregunto mientras parecía pensarlo- ciertamente me sorprende su experiencia a tan corta edad.
Gardner: Diría que aprendió bien del padre, pero según dicen algunos, el propio teniente coronel estuvo en contra desde un principio de que su hijo adoptivo se enlistara a tan corta edad, y con toda razón... que un niño se enliste en el ejercito desde esa edad -menciono otro general con la mirada gacha pero un gesto inexpresivo- díganos ¿Qué ocurre con él?
Hakuro: Lo que sucede es que... una vez, pude verlo en plena acción, estuve en primera fila para ver su mente retorcida actuar. Además, de los presentes, el general de brigada Basque Grand pudo verlo batiéndose en pleno campo de batalla, así que él no me dejara mentir al respecto... -declaro en lo que él mencionado arqueo una ceja- si puedo hablar con honestidad... diría que él es... un monstruo demoniaco en forma de niño -dijo mostrando a todos los presentes su pavor sobre el solo tema en cuestión.
Lo que causo varias miradas que iban desde el desden y curiosidad hasta duda y fastidio respectivamente. Y de entre todas, era la expresión llena de diversión del propio Führer King Bradley la que sobresalía del resto.
King Bradley: ¿Eso es todo lo que le preocupa? Descuide, al igual que usted, todos escuchamos como él solo se encargo de acabar con todo el grupo de los hermanos Slicer, siendo de paso el único sobreviviente de su escuadrón al inesperado ataque de la facción criminal -explico con tranquilidad- se le hicieron un sinfín de exámenes, y excluyendo una enfermedad pulmonar que esta siendo tratada de forma debida, no es más humano que usted o cualquiera de los presentes. No hay nada de qué preocuparse.
Hakuro: Con el debido respeto, creo que subestima todo lo que ese chico representa -declaro nervioso, pero con cierta molestia en su voz- como dicen los documentos, tras su batalla contra el grupo liderado por los asesinos en serie buscados durante cinco años, los hermanos Slicer, el teniente Heiderich Mustang recibió la condecoración de la cruz de caballero. Además, según estoy escuchando, entre las opciones de su asignación, se le piensa mandar al frente en el oeste como una medida de emergencia debido a su alquimia poco usual.
King Bradley: Con dicha alquimia poco usual, fue capaz de acabar con todo un grupo que la milicia de central, así como la policía militar, ha intentado capturar durante un bueno tiempo como usted dijo -declaro como si nada- y como usted dijo, el general de brigada Grand puede dar testimonio de haber presenciado esa magnifica hazaña -declaro con tranquilidad.
Dejando desconcertado al propio Hakuro que solo no podía creer lo que estaba escuchando ¿magnifica hazaña? ¿es que era el único que veía cual era el problema?
Grand: En efecto, fue una demostración sublime de talento y habilidad. Por eso fui yo quien sugirió lo de mandarlo al frente, no hacerlo sería un desperdicio. Un ridículo y exponencial desperdicio.
King Bradley: Una opinión que ciertamente comparto, pero aún no hay nada definitivo... él sigue esperando su asignación ¿no es cierto? -pregunto sonriendo- según sus instructores, es un gran soldado en desarrollo ¿Por qué lo llama monstruo? -pregunto causando que el general de división tragara grueso.
Hakuro: ... No estoy negando que es un joven valiente y muy talentoso... pero hay que reconocer que su personalidad es muy inusual.
Grand: ¿De nuevo va a mencionar sus métodos de disciplina? -pregunto fastidiado- gracias a esos métodos, los soldados que estuvieron bajo su tutela son los que tienen el mejor rendimiento en la academia ¿de que se queja?
Okey, claramente la situación no iba como el general de división esperaba. Según su pensamiento, el creía que una vez recalcara lo ridículo y antinatural que era tener a un soldado de diez años con una personalidad con tendencia a lo sociópata era un error que acabaría en mucha sangre, ya fuera del enemigo o de los aliados.
Y que, a partir de ese pensamiento, todos estarían de acuerdo en mantener al chico en alguna oficina en retaguardia, o aun mejor, solo echarlo de la milicia a la mínima oportunidad ya que degradarlo no era suficiente para Hakuro, por supuesto que no.
Pero tal parecía que dicha opinión era solo suya y no del resto de los presentes.
Hakuro: Pero solo el teniente Heiderich es capaz de usar su alquimia experimental ya que cualquier investigador fracaso en descifrar el mecanismo detrás de cómo funciona dicha alquimia. Así como sus notas de investigación que parecen estar escritos en un idioma por el momento desconocido que al parecer el mismo invento llamado ¨alemán¨ -explico con el ceño fruncido- y me parece señores, que eso representa un gran peligro para Amestris.
No hace falta decir que esos puntos causaron el efecto que esperaba el propio Hakuro cuando los murmullos de duda y confusión comenzaron a escucharse por todo el lugar. Pero para su fastidio, la mayoría de los temas en vez de hablar sobre el peligro que el joven soldado representaba, iban más a como alguien tan joven podía ser tan inteligente y como pudo logra tanto a tan corta edad.
Raven: General de división Hakuro -se dejó escuchar tras quedarse callado la mayor parte de la reunión- me han dicho que usted es muy bueno en su trabajo. Paso de personal y administración a formar parte de operaciones en el este por su alto conocimiento ¿no es verdad?
Hakuro: Me sobreestima, señor. Que amable es usted.
Raven: Y es por eso por lo que decidí, junto al resto, el escuchar su opinión sobre el joven Alfons Heiderich. Y traté de respetarla lo más que pude... pero déjeme decirle que le mentimos hace un momento, debido a que justo antes de que entrara, ya habíamos decidido qué hacer con el teniente Heiderich -el hombre hablo con una mirada severa que rápidamente fue compartida por todos los demás.
Siendo dicho comentario el fin de la reunión en cuestión. La cual dejo sumamente insatisfecho al general de división, pero poco podía hacer. Por mucho que quisiera objetar, el se encontraba abajo y ellos arriba, así funcionaban las cosas. Ya llegaría el día en que él este tomando las decisiones importantes, pero por el momento, debía tragarse el desagrado a asentir cabizbajo por el bien de su propia carrera.
Además, si ellos estaban tranquilos, es porque seguramente tenían al mocoso de Mustang controlado y ya habían considerado todos los factores respecto al propio chico. Si, debía de ser eso. De cualquier modo, lo único que esperaba Hakuro ahora era que fuese el que fuese el destino de Alfons Heiderich, que no tuviera nada que ver con él.
Aunque no podía evitar preguntarse en que clase de masacre o acto atroz estaría involucrado el monstruo con forma de niño en ese mismo momento, el solo imaginarlo le ponía la piel de gallina, de eso no había duda alguna.
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(Alfons Pov)
Honestamente, puedo decir con certeza que en la milicia no suelen entrenar a los soldados para esto. Parece que no importa la edad que tengas, hay algunas cosas que son inevitables, como la incomodidad y los nervios a la hora de interactuar con el genero opuesto.
Resulta que luego de mi pequeño desliz, mi maestro y padre tomo la decisión de que lo mejor era me mantuviese al margen mientras él arreglaba las cosas con los hermanos Elric y su tutora. Y mientras tanto, yo debía pasar el rato con la nieta de la señora Pinako, una niña de la misma edad que Ed, Winry Rockbell.
Claro que al principio me negué. Pero el muy desgraciado uso tanto su autoridad como padre y como militar con mayor rango para obligarme a obedecer ¡pero ya me las pagara después!
¡Era como si me hubiesen castigado y mandado al rincón para pensar en lo hice, y es molesto!
Y desde ya podía decir que la situación no era nada cómoda a simple vista. Debido a que, a pesar de ser técnicamente era una niña pequeña igual que él, eso no le quitaba que fuera una chica. Lo que lo llevo a la desventaja que siempre ha tenido de no poder hablar fácilmente con chicas de su edad, así ha sido desde que tenía memoria (es decir, por algo es por lo que antes y después de conocer a su Edward siempre estuvo soltero).
Y ahora estaba a solas con Winry afuera de la casa sin saber que decir o hacer, dando paso a que no hubiera nada más que un silencio incomodo entre ambos. Vamos Alfons, piensa ¿Qué cosas les gustan hacer a los niños preadolescentes?
¿Jugar a la pelota? ¿Cartas? ¿jugar a la casita? ¿muñecas?... ¿correr con tijeras?
Menudo momento para recordar que tampoco fui el niño popular en mi primera niñez, siendo mi perfil en aquel entonces más acorde al del típico antisocial sin amigos que se la pasaba solo estudiando o haciendo cosas de ¨nerds¨... ya me deprimí.
De allí que reaccione tarde cuando la pelota rodo a mis pies.
Alfons: ¿Uh?
Winry: Vamos, pásala -dijo a una distancia de mi sonriendo, solo para que dicha sonrisa se borrara poco a poco al ver mi falta de reacción- si sabes como jugar ¿verdad?
Alfons: Yo... es que, nunca he jugado a la pelota con alguien -dije algo apenado sin notar la mirada de sorpresa de ella- con decir que ni siquiera conozco las reglas. Y entiendo menos la diferencia entre puntaje y... muerte súbita -mencioné a la vez que sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.
Si, esos días en el internado de Múnich no fueron nada lindos... esos bravucones en verdad que disfrutaban usar los balones para practicar puntería... antes de mi primer encuentro con ellos no sabía que un balón pudiera causar moretones tan severos.
Winry: Yo, vaya, solo no... ¿en serio nunca...? ¡Hasta Den sabe como jugar a la pelota! -declaro señalando al perro que, para recalcar su punto, estaba jugando con la pelota que hacia poco estaba en frente mío como si fuese un gato jugando con su bola de estambre.
Perro presumido.... oh, no puedo enojarme contigo ¡eres muy lindo! ... aunque tendré que lavarme la boca con cloro después
Winry: De verdad no lo creo... ni siquiera sabes jugar a la pelota ¿has jugado alguna otra cosa antes? -pregunto interrumpiendo la sesión de cariño de Den.
Y no buscando enemistarme con quien sabía que era una buena amiga de Ed, decidí ser honesto y solo negar. Porque, de hecho, creo que he dedicado prácticamente todo el tiempo que llevo viviendo esta segunda vida a nada más que estudiar, trabajar y entrenar. Creo que por como actuó y por como me tratan, se me llega a olvidar que de hecho soy un niño otra vez... el sueño de todo adulto y lo estoy desperdiciando ¿Qué pasa conmigo?
Winry: Supongo que los soldados de verdad son otra cosa... ¿Cómo te llamas? -pregunto de una forma retraída que me hizo estar alerta.
Si arruinaba esto, entonces perfectamente podría golpearme la cabeza varias veces contra la pared por estúpido. Lo digo porque si algo se de Ed, es que el aprecia mucho a sus amigos, al menos a mí me apreciaba mucho (o eso me gustaría creer ya que para él en la mayor parte del tiempo no me considero como alguien real) ... de cualquier modo, por eso creo que sería tonto de mi parte enemistarme con quienes son importantes para él.
Alfons: Me llamo Alfons, mucho gusto, Winry -dije sonriendo solo para que ella retrocediera... Alfons idiota, no se que hice, pero parece que lo estoy arruinando de forma astronómica.
Winry: ¿Cómo sabes mi nombre?
Alfons: Oh ¿es eso? -pregunte algo más aliviado- ¿no lo recuerdas? Tu abuela dijo tu nombre al llamarte, así es fácil suponer que como respondiste a ese llamado con ese nombre, por consecuencia ese es tu nombre ¿no? -pregunte en lo que ella parecía sonrojarse de la pena.
Winry: Dios, es como escuchar a Ed y Al... -dijo algo menos retraída pero igual guardando la distancia- entonces... ¿de verdad eres un soldado?
Alfons: En efecto, lo soy.
Winry: Pero... eres un niño.
Alfons: ¿Y? Según escuché en el pueblo, tu desde ya pareces tener un conocimiento muy amplio del automail y solo eres una niña -contradije encogido de hombros- si me preguntas, creo que ambos pensamos igual respecto a que la edad es solo un numero ¿no?
Winry: Si, pero... no es lo mismo... -dijo antes de solo agachar la mirada.
Espera, oh no ¡esta triste! ¿Ahora que fue lo que hice? ¡Solo conteste sus preguntas, estoy seguro de que no dije nada inapropiado... eso creo!
Alfons: ... ¿Estás bien? Perdón si dije algo indebido, yo...
Winry: No, no es eso... solo ¡no puedo hacerlo! -grito antes de agacharse y abrazar sus piernas- la abuela me dijo que fuera amable contigo, y ayuda que por alguna razón de parezcas tanto a Al antes de... eso... pero ese uniforme...
¿El uniforme?
Alfons: Adivino, a ti tampoco te gustan los militares -mencione sumando dos más dos en mi mente. Y solo me basto con verla asentir para saber que había adivinado.
Winry: Los militares se llevaron a mis papás a la guerra en Ishval... ellos murieron en la guerra... y tu eres soldado, y eres niño... ¿también se llevarán a Ed y Al a la guerra? -pregunto a la vez que yo no supe que decir.
Ya sabía la respuesta de antemano, pero decírselo no me parecía algo para nada sencillo ¿Cómo es que Ed pudo tener corazón para solo decidir dejar todo así sin más? A lo que entendí, se suponía que él no tenía hogar ni nada a que volver cuando lo conoció. Pero aquí tiene una casa, una familia ¿acaso el chico que me quito el corazón hace tanto tiempo era un ciego más denso que la roca misma?...
Okey, pregunta tonta ¡claro que lo es! Pero así lo quiero igual.
Alfons: Lo siento, eso es algo que no sabría decirte, todo depende de que tenga en mente mi padre... pero más que nada, dependerá de lo que ellos decidan -explique sin que ella pareciera entenderlo- conozco la forma en que mi padre hace las cosas, y desde ya te digo que es muy poco ortodoxa.
Winry: ¿Poco ortodoxa?
Alfons: Significa que no hace las cosas según las reglas, sino a como mejor le parezca, algo que no es del agrado de muchos, pero de igual modo se ha salido con la suya más de una vez -dije divertido por las cosas que Hughes me ha contado a lo largo de los últimos años mientras me quedaba con su familia durante el adiestramiento- de cualquier modo, se que dije que el protocolo es que nos llevemos a ambos hermanos sin preguntar nada... pero estoy seguro de que mi padre les dará la opción, de seguir adelante o quedarse estancados.
Winry: ... ¿Eso paso contigo? ¿Te dieron la opción y decidiste ¨seguir adelante¨? ¿Por eso eres un soldado? -pregunto en lo que yo no pude evitar reírme suavemente por la pregunta.
Alfons: No exactamente, lo mío es más complicado -respondí sin que ella pareciera convencida.
Pero tampoco es que pensaba decirle toda la historia de mi vida solo para hacer conversación. Estoy desesperado por evitar el silencio incomodo a cualquier costo, pero tampoco era para exagerar las cosas.
Winry: Ya veo... ¿de verdad es tú papá? No te pareces en nada a él.
Alfons: Y créeme que es algo que en serio agradezco -respondí divertido- no lo es, soy adoptado. Mis padres murieron hace años, el maestro me acogió y hasta me adopto poco después.
Winry: ... Entiendo, es tu maestro -dijo para si misma- no lo entiendo, yo odio a los militares... pero tu pareces simpático -exclamo con cierto titubeo que me llamo la atención- Alfons... ¿alguna vez le has disparado a alguien?
Alfons: Vaya preguntas haces... si, le he disparado a algunas personas. Pero antes de que me preguntes o te horrorices, no, no he matado a nadie -dije llamando su atención.
Winry: ¿Cómo puedes disparar a alguien, pero sin matarlo? -pregunto confundida a la vez que yo solo me encogí de hombros.
Alfons: Se que la alquimia no es magia, pero en este caso diré que un mago nunca revela sus secretos -aclara mientras movía mis dedos de una forma ¨mágica¨, lo cual la hizo reír.
Al fin, ya me estaba preocupando que por lo de sus padres ella hubiese perdido toda habilidad de sonreír o de reír como una niña normal. Que bueno que no es así.
Winry: Entonces sabes alquimia, seguro te llevaras bien con ellos... Alfons ¿Por qué te convertiste en soldado? -pregunto en lo que yo solo me hice el pensativo antes de responderle.
Alfons: Eso es porque si de todos modos pensaba trabajar como científico con fondos del gobierno, pensé ¿Por qué no empezar desde ya? -pregunté de forma casual- desde mi punto de vista, es mucho mejor trabajar teniendo un rango alto que siendo un soldado raso ¿no te parece?
Winry: Eso... eso creo -dijo no muy convencida. Seguro que desde su punto de vista debo ser solo un pobre niño que fue manipulado para unirse al ejercito y que solo veía el estar allí como una oportunidad para escalar rangos y que acabara muriendo como sus padres.
Oh, que rayos. Supongo que eso si puedo decírselo.
Alfons: Pero si tuviera que ser sincero, no sobre a porque me enliste, sino a cuál es el sueño que me anima a seguir adelante día tras día... diría que es encontrar a alguien.
Bien, basto con ver como levanto la mirada y el como sus ojos se dilataron enormemente para darme cuenta de que había llamado su atención.
Winry: ¿Encontrar a alguien? ¿Algún familiar?
Alfons: Quien sabe... el asunto es que no lo se -dije con simpleza- no se como se ve, que edad tendrá, ni siquiera si será un él o una ella... todo lo que se es que algún día me encontrare con ese alguien, y cuando lo haga, hare lo que pueda para protegerlo de todo mal... porque no se merece nada menos, sino mucho más de lo que yo nunca podre darle -dije antes de sentir que me apretaban el hombro con suavidad.
Winry: Eso suena muy dulce... estoy segura de que algún día le encontraras, sea quien sea.
Alfons: Gracias... y, de hecho, creo que ya lo hice -susurre antes de ver de reojo la casa cerca de nosotros antes de que se me ocurriera algo- oye... ¿nunca te has preguntado que se siente volar como un pájaro?
Winry: ... ¿Perdón?
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(Minutos antes)
(Roy Pov)
No se cómo, pero logre que los habitantes del hogar Rockbell me permitieran explicarme apropiadamente luego de la casi metida de pata de mi impulsivo protegido. Entiendo que solo estaba siguiendo el protocolo, pero no era necesario que llegara a ser tan brusco desde el principio.
Y menos que recalcara el asunto de la corte marcial, ya que solo basto con la mención de dicho castigo para que ambos chicos, de por sí ya traumatizados, parecieran ahora aun peor de lo que estaban, con un pie en este plano y el otro en el más allá. Y si, al parecer eso si era físicamente posible.
Sobre todo el hermano mayor que pareció empeorar en cuanto noto la apariencia de mi protegido... de haber sabido que esto pasaría, no habría traído a Alfons aquí, ya la experiencia fue muy traumática por si sola como para revivirla con un recuerdo en físico de la apariencia del hermano que acababa de perder su cuerpo hace nada.
Pero en realidad, nunca fue mi intención encerrar a este par. Es decir, para empezar, Alfons es de su misma edad, hacer eso me dejaría un mal sabor de boca y a lo mejor mi pupilo acabaría teniendo la idea de que si podía hacerle eso a estos hermanos ¿Qué me impedía hacer lo mismo para deshacerme de él en algún momento? Además, solo basta con ver el panorama en general para entender que estos niños hicieron todo sin ser consciente del peligro, las repercusiones... y más que nada, el pecado que habían llevado a cabo.
Es decir ¡el menor perdió su cuerpo!
Mientras que el mayor era la clásica visión del niño huérfano traumatizado. Y si, sé que la transmutación humana es un crimen, pero vamos, ni siquiera yo tenía tan poco corazón como para hacer lo que Alfons sugirió a estos dos, además... el solo hecho de sobrevivir a una transmutación humana tan jóvenes era un logro por si solo que demostraba su potencial ¿Qué pasaba con estos jóvenes prodigios en estos días?
Y si, también sé que la solución que tenía en mente para evitarle a ambos hermanos el llegar a ser juzgados como adultos en la capital era algo extremo debido a lo traumática y horrible que puede ser. Aparte de que no olvido que el hermano mayor solo tiene 11 años... pero no hay otro modo, no en este país.
Es como le dijo Alfons cuando se enlisto. El país busca talentos alquímicos todo el tiempo, si de todos modos se acabara trabajando para el estado de uno u otro modo ¿Por qué no comenzar antes?
Roy: Debo decir que estoy sorprendido. Había oído que aquí vivía un brillante alquimista, por eso he venido... pero nunca imagine que sería solo un niño -dije observando al mencionado que estaba sentado justo a mitad de la mesa aun con la mirada traumada- y menos que pudiera realizar una transmutación humana... aunque imperfecta. Y, además, confinar un alma.
Pinako: Déjese de juegos, honestamente no le creo nada -interrumpió mientras fumaba como un método para tratar de controlar sus nervios- dice que le sorprende ver a un niño como Ed realizar ese tipo de cosas... pero usted mismo viene acompañado de un niño que es nada más que un teniente del ejercito a tan corta edad ¿eso no es igual o hasta más inusual?
Muy bien, admito que me atrapo con ese argumento.
Roy: No negare que mi protegido es un caso de verdad atípico, pero ciertamente nunca creí que existiera más de uno en una misma generación... nunca pensé que el planeta pudiera aguantar tanta energía destructiva -dije tratando de mejorar el ambiente sin lograrlo en lo más mínimo- de cualquier modo, aprovechare para pedir disculpas por su comportamiento... ya saben cómo son los jóvenes, una vez aprenden algo, lo absorben como esponjas y se les queda pegado en la cabeza.
Pinako: Eso supongo... -dijo no muy convencida- ese chico, parecía muy serio para su edad, debió haber tenido un régimen muy brutal para llegar a donde esta siendo tan joven... dígame ¿Qué piensa hacer con estos niños?
Directo al punto, como me gustan las cosas. Esta viejita esta empezando a agradarme.
Roy: Solo sugiero, y aconsejo que tome muy en serio este consejo... desde mi perspectiva, el hermano mayor esta más que calificado para convertirse en alquimista estatal -aclare sin rodeos- una vez que lo sea, deberá de servir como soldado ante cualquier emergencia. Pero a la vez, obtendrá privilegios especiales y le será posible realizar investigaciones al más alto nivel -dije para luego ver de reojo al chico.
El cual, aunque a simple vista parecía tan muerto en vida como siempre, por unos instantes, unos breves y escasos instantes, fue que pude notarlo... la chispa buscaba encender, y por eso ahora era mi trabajo asegurarme de que esa chispa se vuelva una llamarada que lo consuma a todo y a todos.
Roy: Incluso podría encontrar la manera de recuperar tanto el cuerpo de su hermano como las partes que le fueron arrebatadas. Oh...
Y fue cuando el sonido de la pipa golpeando contra el cenicero para vaciar su contenido que se percato de la mirada llena de incomodidad y fastidio en el rostro de la propia anciana que parecía más que todo impasible respecto a todo el tema en general. Pero era un hecho que tenía muchos conflictos internos sobre lo que se estaba hablando.
Pinako: Después de que llego arrastrándose y bañado en sangre con su hermano cargándolo en brazos, llorando y suplicando como un bebé... fui a su casa -revelo para que luego su mirada se pusiera más severa- lo que había allí no era humano ¿fue alquimia lo que creo esa cosa horrible?
No tengo nada que argumentar, porque no había nada que decir, esos eran los hechos. Por mucho que se quisiera, no podían ser cambiados o alterados, esa fue la dura realidad, punto.
Pinako: ¿De verdad quiere que Ed sea un alquimista estatal? O, mejor dicho, un perro del ejercito que cuando le dan la orden, ira a pelear y usar la alquimia para matar a otros -declaro con desdén- yo me opongo ¿harán que estos niños vuelvan a pasar por eso? -pregunto con severidad- usted debería entenderlo mejor que nadie, su protegido esta allí afuera y tiene la misma edad de estos niños. Ignorando lo poco que parece importarle su seguridad ¿usted dejaría que él pasara por lo que estos dos pasaron? -pregunto en lo que esperaba que alegara al sentido común.
Pero algo con lo que no conto, es que, gracias a Alfons, hace mucho que mande todo lo referente al sentido común por la ventana cada vez que de niños prodigio era el tema.
Roy: Si su camino lo acaba conduciendo a esas sendas oscuras, entonces yo mismo le abriré la puerta para que de ese paso sin retorno -dije dejándola sin palabras- yo le prometí que lo apoyaría a cumplir sus sueños si él me ayuda a cumplir los míos, ese fue el acuerdo.
Pinako: ¿El acuerdo? ¡Es solo un niño! -declaro ofuscada- nunca creí que los militares caerían tan bajo como para reclutar niños para sus estúpidas guerras sin sentido, pero parece que nunca se puede subestimar la vileza del ejército de este país. Simplemente no...
Roy: Le recomendaría que no lo trate como a un niño frente a él, lo molesta, algo que solo yo puedo hacer libremente -dije de forma cortante- se lo diré de este modo, Alfons, como usted debe asumir, no es mi hijo de sangre, yo lo adopte. Pero no lo hice porque lo quisiera o por alguna razón emotiva... lo hice porque el hizo caso a esta misma oferta que estoy ofreciendo hoy a estos hermanos.
No hace falta decir que esas palabras hicieron que el joven que parecía un muñeco sin vida por unos momentos pareciera reaccionar, o siendo más prácticos, volver al mundo de los vivos. Perfecto.
Roy: Yo le di la oportunidad a Alfons, quien había perdido todo y no tenía nada en el mundo, de seguir adelante. Y hoy, eso es lo que ambos hermanos Elric van a hacer -dije con firmeza- cabe aclarar que no los estoy obligando, solo les estoy ofreciendo la posibilidad de escoger entre avanzar o quedarse estancados. ¿Acabaran sus días en la desesperación o buscaran las posibilidades y se unirán al ejército? -pregunte sin dejar de ver nunca los ojos aparentemente muertos del niño.
Pero esa mirada, cada vez me gustaba más lo que estaba viendo, poco a poco el fuego se esta expandiendo.
Roy: Si la posibilidad existe, deberían seguir adelante para lograr recuperar aquello que han perdido. Aún cuando el camino que les espera es un rio muy pantanoso... pero luego de esa senda de sufrimiento y dolor, los resultados pueden ser bastante sorpresivos.
Justo en ese momento, la puerta fue abierta por una agitada teniente que, sin siquiera molestarse en tomar aire, solo señalo hacia la ventana, más específicamente hacia el cielo. Causando que yo no pudiese evitar ocultar la sonrisa que se estaba formando en mi rostro. En buen momento como siempre, molesto aprendiz.
Roy: Y como pueden ver, tengo pruebas para confirmar que no estoy hablando por hablar -dije mientras caminaba hacia la ventana en lo que era seguido por una despectiva Pinako y un confundido Alphonse Elric que cargo a su hermano mayor con todo y silla para que también viera lo que fuera que pasara afuera.
Lo cual acabo siendo una gran sorpresa para los tres presentes. Ya que la mujer mayor quedo boquiabierta de la impresión, el hermano en la armadura no hablo, pero estaba temblando y de algún modo se podía sentir su impresión, misma que compartía con el hermano mayor que si pudo mostrar el brillo de impresión en sus ojos cuando vio lo mismo que los otros dos.
A mi protegido a mitad del cielo con la nieta de la anciana Pinako, moviéndose de un lado a otro mientras que, aunque parecía aterrada, poco a poco la niña estaba mostrando emoción mientras que el impulsivo de Alfons parecía disfrutar de usar sus habilidades alquímicas como nada más que un vil entretenimiento. De cualquier modo, esperaba que bajaran pronto, no era que no confiara en la fuerza adquirida de Alfons durante el adiestramiento militar, pero si algun imprevisto sucedia y esa niña caía... bueno, no quiero ni imaginar el desastre que eso sería.
Al: Esta... está volando, sin ayuda de ningún aparato o herramienta ¿Cómo puede ser eso posible?... ¿Es un alquimista? -pregunto, y de paso, finalmente había hablado desde que la reunión comenzó para su sorpresa.
Roy: En efecto -dije encogido de hombros- este es el resultado del entrenamiento en alquimia de los últimos dos años de Alfons... nadie lo obligo, yo no lo forcé. Lo que están viendo ahora, es el resultado de trabajo y sacrificio de Alfons, quien desde ya les digo, esta buscando hacer el examen de alquimista estatal también. Tal vez sea tu competencia en el futuro niño -dije sin recibir respuesta de Ed.
Pero solo una mirada me lo confirmo todo.
Roy: Alfons llego a este nivel con su propio esfuerzo, porque busca ser un alquimista estatal para así poder explotar su talento bruto a limites que ninguno de nosotros podría imaginar para poder cumplir sus ambiciones. Sabe que será un camino horrible, mucho más de lo que ha vivido hasta ahora, porque está decidido. Si él pudo ¿Por qué ustedes no?... teniente, avísele que ya nos vamos.
Riza: Como diga, teniente coronel -dijo retirándose con una sonrisa en el rostro para luego seguir el camino por el que ella se fue a los pocos segundos.
Roy: La opción esta sobre la mesa, depende ustedes tomarla ahora -dije sin ver hacia atrás mientras abría la puerta- si deciden dar ese paso, vayan a verme a ciudad del este o podemos reunirnos y empezar todo en central cuando estén listos, la teniente dejo los datos sobre la mesa -explique para luego solo salir de la habitación sin mirar atrás.
Si, solo imaginando la mirada que debía tener ahora... ya mi trabajo estaba hecho.
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(30 minutos después)
Riza: Es bueno ver que el asunto se pudo resolver sin tener que pasar a problemas más grandes de los necesarios... ¿vendrán? -pregunto en lo que los tres íbamos sobre una carreta que nos estaba haciendo el favor de llevarnos directamente a la estación del tren aprovechando que estaba de paso.
A la vez que tanto el hermano menor como mecánica y nieta nos observaban alejarnos poco a poco. Posiblemente sin saber que pensar de nosotros aún, no les culpo, era comprensible.
Roy: Si vendrán.
Riza: ¿Estás seguro? Ese niño tenía una mirada exánime -dio su opinión a la vez que yo no pude evitar mostrar una sonrisa por el comentario.
Roy: ¿Tu crees? Esa mirada era una llama ardiente. -dije convencido de que ya todo estaba hecho, la llama había sido encendida, y ahora solo había que dejar que las cosas siguieran su curso.
Siendo entonces que se percato de lo silencioso que se encontraba su protegido y de la expresión pensativa en su rostro.
Roy: ¿Y tu en que estás pensando? ¿Temes que ese chico sea mejor que tú? -pregunte divertido solo para verlo negar.
Alfons: Eso no podría importarme menos... entonces ¿los harás alquimistas estatales? -pregunto solo para negar rápidamente por mi parte.
Roy: Solo el mayor, el menor, aunque lo desee, no sería conveniente. Es decir ¿Cómo explicaríamos la ausencia de un cuerpo durante el examen físico?
Alfons: Ese es un punto valido... y supongo que, trabajando con el estado, el riesgo de que sean enjuiciados por lo sucedido sea menor al mínimo... eso es bueno -dijo como si nada antes de volver a cerrarse.
Muy bien, ya me estaba preocupando. Por lo general este niño no estaba tan callado a menos que estuviese centrado en sus propias investigaciones ¨aeroespaciales¨ que por alguna razón usaban muy poca alquimia para desarrollarse, o que pensara en algo que lo carcomería durante horas, días, semanas o hasta meses si no daba con una respuesta que lo agradara.
Riza: Alfons ¿Qué te perturba? -pregunto con la misma preocupación que yo estaba sintiendo, sacando al chico de sus cavilaciones.
Alfons: ¿Yo? No es nada, es solo que... -trato de excusarse antes de que un leve sonrojo apareciera en sus mejillas.
Oh, oh... ya sé que pasa aquí, y si me preguntaban, se había tardado.
Roy: Entonces... muy bonita la nieta de la mecánica de automail ¿no? -pregunte casualmente a la vez que él me vio desconcertado.
Alfons: ¿Qué? ¡No, no es lo que se estas pensando, de verdad...!
Roy: ¡Vamos! No tienes que ser tímido con tu padre, si querías que nos quedáramos para pasar más rato con ella solo debiste pedirlo. Pero ahora olvídalo -dije no teniendo intensión alguna de volver a ese lugar sin ningún motivo importante real- agradece que tienen nuestra información de contacto, cuando llamen podrás pedir el numero de esa casa... ahora ¿Qué te gusto más de ella?
Ni siquiera pude terminar de hacer la pregunta cuando sentí la bala pasando a un lado de mi cabeza, causando que pasara a sudar en frio en cuestión de segundos. A la vez que mi protegido e hijo adoptivo tenía una sonrisa divertida mientras que la teniente podría matarme con la mirada en cualquier momento ¡vamos, solo bromeo con mi pupilo, yo lo hacía con su padre todo el tiempo cuando era más joven!
Aunque reconozco que el humor del maestro Hawkeye era muy lúgubre y oscuro como para ser del agrado de la gran mayoría.
Alfons: No se preocupen, estoy bien... es solo que, al fin lo encontré -dijo confundiéndonos a ambos en lo que él solo mostro una sonrisa de pura alegría.
Pero cuando tratamos de sacarle más información al respecto el chico no quiso decir nada más y permaneció callado el resto del viaje. Por el momento no se a que se refería, o tal vez sí, pero debía recordarlo para tener una idea general, aunque eso no era importante en ese instante... aunque tal vez, no... no creo que sea eso.
Ahora su prioridad era más que todo volver al cuartel del Este para que de allí Alfons pase unos días allí antes de que deba viajar a central para su asignación. Y honestamente, movería cuantos hilos fuera para tener a su pupilo en el este con él, pero todo dependía de King Bradley y sus más cercanos alegados que al parecer decidieron tomar el asunto en sus manos.
Ahora mismo tenía muchas dudas y cuestionamientos sobre el futuro, eso no lo iba negar. Pero este día solo diré... que al final fue un viaje muy provechoso después de todo.
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(Semana y media después)
(Alfons Pov)
... Soy un verdadero imbécil.
Tuve la oportunidad perfecta para poder socializar con Ed, y la desperdicié llevándome bien con su amiga de la infancia. No digo que me arrepienta de volverme amigo de Winry, pero es que... solo no era justo, espere tanto para verlo, solo para encontrarme con una versión rota y desesperanzada de si mismo.
No obstante, el maestro aseguro que se encargo de reavivar la llama interna de Ed, sea lo que sea que eso signifique. Y que cuando Ed aparezca para hacer el examen de alquimista estatal, me lo diría para poder ausentarme temporalmente de mi base asignada para poder asistir. No se cómo, pero parece que me leyó la mente ya que ni le había pedido nada y ya me estaba dando ese regalo... tendré dudas sobre su forma de hacer las cosas, pero que buen maestro me conseguí.
Bueno, no hay más que yo pueda hacer, y, de todos modos, algo me dice que si intentaba hablar con él solo causaría más mal que bien por mi simple apariencia, mejor hablarle un tiempo después, cuando el trauma ya se haya pasado. Ahora, debía concentrarme en llegar a la base donde fui asignado.
Alfons: Debo decir que el norte es muy nevado, me recuerda a mi mundo en invierno -dije para mi mismo sin que el conductor de la carreta me prestara el mínimo de atención- cuando me asignaron a una base, nunca pensé que me enviarían al fuerte de Briggs. Pero supongo que debería de ver el aire limpio y el paisaje como algo bueno ¿no? -pregunto buscando hacer conversación, sin conseguirlo.
Vaya, algo me dice que no son muy conversadores por aquí. Pero no importaba, seguro en la base sería diferente. De cualquier modo, por el momento, lo que puedo opinar del norte era que definitivamente me recordaba a los Alpes suizos, era un hermoso lugar. Pero, no obstante, era consciente de que tan peligrosa podía ser una región como esta... clima frio extremo, tormentas de nieve, osos, lobos... y solo estoy mencionando las amenazas naturales.
Por algo este lugar era una frontera, y no solo natural.
Conductor: Es aquí, chico -dijo deteniendo la carreta en frente de lo que parecía ser la entrada a un sendero cercado- si sigues este camino montañoso llegaras a Briggs.
Alfons: Entendido, gracias por todo, y un extra por la rapidez -dije arrojándole algunas monedas de propina que acepto encantado.
Conductor: Muchas gracias, como acto de buena fe, te advierto que detrás de la cerca es propiedad militar, si abandonas el camino para curiosear o lo que sea, morirás -declaro antes de irse, a lo cual yo solo me encogí de hombros antes de empezar mi camino al famoso fuerte Briggs.
Ya había escuchado los rumores o en sí, pregunte sobre como era, pero nada estaría seguro hasta verlo con mis propios ojos. Lo qué si me preocupaba, era que conforme más me adentraba al que es el territorio donde me tocaría trabajar durante un tiempo (o permanentemente dependiendo como vayan las cosas) más tormentoso se ponía el clima. Y, además, estaba esa sensación... la de estar siendo observado.
Fue algo de reacción, no me di cuenta de lo sucedido hasta que ya había pasado. De repente, sentí hostilidad detrás de mí, y, en consecuencia, apoyado con algo de alquimia (de paso copiando a mi maestro en usar el circulo de alquimia en los guantes de las manos), tome la... ¿enorme pieza de metal? Que el atacante parecía tener por brazo y con un impulso de aire a presión en pies y manos logre derribarlo con facilidad.
Antes de colocar mi cuchillo en su cuello.
Alfons: No se quien seas, pero atacar a un oficial del ejercito es un castigo muy severo -dije con severidad antes de ver con claridad y palidecer.
El hombre que acababa de derribar era un militar como yo, de gran tamaño y peinado mohicano, además de que, al parecer, si no sentí su brazo era porque lo que sujeté para derribarlo no era otra cosa que un automail que no parecía en nada a un brazo. Pero eso no fue lo que me impacto, sino el numero de estrellas en su abrigo, era una más que la mía.
... ¡Acabo de derribar a un oficial superior!
???: No lo puedo creer... ¿un mocoso acaba de...? -pregunto consternado antes de notar mi ropa- ... ¿Por qué usas el uniforme militar, niño?
Alfons: ¡Lo siento mucho! -dije quitándome de encima del corpulento hombre antes de ponerme en posición de firme- reaccione por instinto y me defendí pensando que deseaba atacarme cuando seguramente solo buscaba escoltarme a la base ¡aceptare cualquier castigo que tenga pensado para mí, capitán!
???: ... No... déjalo así -dijo poniéndose de pie- ¿Quién se supone que eres?
Alfons: ¡Si! ¡Mi nombre es Alfons Heiderich Mustang! ¡Acabo de graduarme de la academia y fui asignado al cuartel regional del norte! ¡Señor!
???: ¡Deja de gritar, te escucho perfectamente!
Alfons: ¡Lo siento! -dije aun nervioso en lo que el solo arqueo una ceja antes de negar.
???: ¿Entonces eres el nuevo?... si, concuerda con la descripción, bajen sus armas -dijo a la vez que pude escuchar como hubo algunos jadeos.
Y fue cuando me di cuenta de que estaba rodeando de soldados vestidos de blanco que me estaban apuntando con sus respectivas armas de fuego para mi total sorpresa y consternación ¿Cuándo se acercaron tantos?
Pero eso no fue lo que más me sorprendió. No, lo que más me llamo la atención, al punto de robarme el aliento, era lo que estaba delante de mí. Literalmente se trataba de un muro de quien sabe cuantos metros que servía como barricada entre las montañas, limitando el cruce natural entre Amestris y Drachma... ¡¿ESTO era el fuerte Briggs?! ¡Era gigantesco!
???: Capitán Buccaneer ¿Qué esta pasando aquí? -escuche una voz de mujer ciertamente severa preguntar por encima de nosotros, probablemente desde el fuerte, al hombre que había derribado que al parecer se llamaba Buccaneer.
Buccaneer: Señora, lamento mucho las molestias causadas, el nuevo graduado acaba de llegar, a sus órdenes general Armstrong -informo antes de que todos se pusieran firmes. Así que, siguiendo la corriente, los imite.
Y allí fue donde la vi, y supe de inmediato que se trataba de una Armstrong. Esto lo sé porque durante mi tiempo en la academia tuve el honor de conocer al mayor Armstrong y hasta de aprender un par de cosas de él antes de graduarme. Ella tiene los rasgos de la familia como ojos azules con largas pestañas y largo pelo rubio rizado hasta la cintura que se ve sensible en los extremos a pesar de ser de otro modo relativamente recto. Además, aunque delgada, a simple vista se notaba que tenía músculos desarrollados, lo que la hace desprender un aire claro de realeza y mando digno de un Armstrong.
Si, no cabe duda, ella era la persona a cargo aquí. La famosa reina de hielo del fuerte de Briggs, la general Olivier Mira Armstrong... mi nueva jefa.
Olivier: ¿Quién se supone que eres tú? -pregunto en lo que yo solo mire de un lado a otro antes de apuntarme a mi mismo- pero claro que hablo de ti ¿o eres retrasado?
Vaya, que simpática.
Alfons: Si, perdone mi impertinencia. Mi nombre es Alfons Heiderich Mustang, a partir de hoy estaré estacionado en esta base bajo su mando, espero cumplir con sus expectativas, general -dije sin dejar mi posición de firme a la vez que ella ni se inmuto.
Olivier: Regístrenlo.
... ¿Qué fue lo que dijo?
Antes de percatarme, pude sentir como me estaban palmeando por todo el cuerpo mientras que otra persona estaba revisando mi maleta de viaje, donde encontraron las respectivas cartas de graduación y de asignación emitidas por el cuartel general central que le fueron entregadas a la general que solo las vio de reojo antes de verme fijamente.
Olivier: Ya veo... con que eres el hijo de Mustang del que todo el mundo habla, agradece que no te pareces en nada a él, al menos físicamente -dijo como si nada- escucha mocoso, no me importa ni tu edad, ni tu estatus, ni quien es tu padre. Aquí solo eres un soldado más, no esperes ningún trato especial. Si buscas algo de mí, deberás ganártelo primero, juzgo a las personas con mis propios ojos.
Alfons: ... No esperaría nada menos, no busco ningún trato especial. Si va a ser dura conmigo, entonces más bien le estaré agradecido por ello -dije sabiendo desde ya que el tiempo que lo pasé aquí, definitivamente me ayudara a ser más fuerte, y eso era justo lo que necesitaba.
Olivier: ... Ya veremos si no hablas solo por hablar, entra de una vez -dijo colocando su espada sobre su hombro- te advierto desde ya que no pienso tratarte como un niño, esta es la muralla de la montaña Briggs. Donde solo sobreviven los más aptos.
Y desde ese momento lo supe... ni la muerte misma me salvaría en este lugar, aquí se es fuerte o eres eliminado... no se en que pensaban los altos mandos al enviarme a este lugar, pero... les agradezco.
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Escena extra (momento luego de volver de Reseembool)
(Traducción adaptada)
Riza: Alfons ¿Qué estás haciendo?
Alfons: ¡Fan service! No hay quien resista a un chico lindo en uniforme,
¡Blam! ¡Blam! ¡Blam! ¡Blam!
Riza: Esto es el ejercito, no un doujinshi ¡devuelta al trabajo!
Alfons: Si señora...
Notes:
Y ese es el capitulo de esta vez, como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Desde ya digo que este cap no salió como esperaba, pero espero hacer un mejor primer encuentro entre Ed y Alfons cuando sea el examen del primero. Por mientras, ya sabemos donde estará el hijo adoptivo de Roy durante el tiempo que Ed se recupere, haber si logra volver de una pieza. Y si, habrá Timeskip de unos meses.
Sin más, nos vemos.
Chapter Text
(Time Skip, un año después)
(Roy Pov)
Las cosas estaban moviéndose desde los agudos ojos del teniente coronel Roy Mustang, quien de manera discreta logro que tanto su asistente como su persona se movieran en los próximos días temporalmente a central con la finalidad de ayudar a organizar el papeleo respecto a los exámenes para alquimista estatal con la excusa de que esperaba ver a su hijo allí. De paso prometiendo que no haría nada para ayudarlo.
Aunque eso, a pesar de que el hombre no tenía la menor intención de hacer algo así, sabía que no era necesario. No sabía la clase de régimen al que Olivier estaba sometiendo a su pupilo en el norte, pero por las cartas con poco o casi nula información por parte de Alfons, más lo que sabía de la propia primogénita Armstrong, pues... solo podía sentir compasión y de paso respeto por el chico que compartía su apellido.
Y al parecer no solo él, ya que los encargados del examen (en parte siendo presionados por la mano dura del alquimista de la sangre de hierro) estaban más que dispuestos a ignorar la edad de Alfons para realizar el examen... aunque solo había un minúsculo problema respecto a eso.
De cualquier modo, parecía ser que la llamada que estaba esperando al fin había sido realizada.
Roy: Gracias por esperar -dije una vez la llamada fue conectada desde cierta región del este. Sabiendo muy bien de quien se trataba.
Edward: Hola ¿esta el comandante Roy Mustang? -escucho al más joven preguntar con cierto nerviosismo que lo hizo sonreír- aquí Edward Elric, reportándose.
Roy: Jajaja, relájate. Suena como si lo hubieses ensayado -respondí con calma mientras escuchaba un jadeo ahogado desde el otro lado de la línea. A simple vista, parecía que el chico se había ofuscado o puesto aún más nervioso.
Edward: ¡Bien, señor, em... Roy! ¡Abordaremos el tren de las 9:20 desde New Optain a ciudad del Este!
Roy: Entendido -dije casual antes de que se me pasara un documento en específico para luego proceder a ver la hora- no, espera... hay un tren que sale antes ¿no es cierto?
Edward: Si, pero... nos desviamos un poco y llegamos tarde. Creo que esta a punto de partir.
Roy: Tomen ese.
Edward: Pero ¿pero por qué? -pregunto sorprendido, solo causando que yo rodara los ojos.
Roy: ¡Tómenlo o váyanse! -declaré antes de colgar- probemos su suerte -dije sonriendo.
Solo para sentir la mirada de la teniente sin necesidad de verla a los ojos. Sabía que desaprobaba todo esto.
Riza: ... Sabe que, si algo sale mal con este plan, su hijo nunca se lo perdonará, señor -menciono de forma casual a la vez que yo no pude evitar soltar un suspiro. No es justo, con tan buen humor que estaba.
Si, como olvidar que, por alguna inexplicable razón, su hijo y pupilo desde ese día, estaba más interesado en el enano Elric que en cualquier otra cosa. En un principio pensaba que era solo empatía por el chico al ambos tener una edad similar y tener una mente aparentemente más capacitada que la adulta y por mucho... pero esas insistencia de saber todo sobre el rubio de los automails era algo sospechosa si se analizaba a fondo.
Roy: Es necesario -termine por decir con la mayor indiferencia posible- si las cosas no salen como esperamos, será difícil que le permitan al chico hacer el examen de alquimista estatal ignorando el rango de edad. A Alfons se le permitiría hacerlo porque en parte se ganó el derecho, pero, además, ser mi hijo ayuda bastante... usar la carta de mi influencia dos veces ya sería abusar, aún si uno la usa de forma involuntaria.
Riza: Supongo que por ese mismo pensamiento es que Alfons decidió tomar esa decisión ¿no? -pregunto causando un nuevo suspiro de mi parte.
Esa era una teoría muy factible en realidad, el hecho de que aún cuando todos esperan que tome el examen este año y se vuelva el alquimista estatal más joven, él cumpla con su palabra respecto a no hacer el examen este año. Muchos le han intentado persuadir, pero por lo que ha mencionado, parece estar firme en su opinión respecto a no estar listo para la prueba... una vil mentira en mi opinión.
Roy: No nos queda más opción que esperar lo mejor de esta situación. Lo hecho, hecho esta. Si todo sale bien, nuestra sospecha de que la brigada azul del frente de liberación oriental hará un movimiento en ese tren el día de hoy acabara en una oportunidad única para Edward Elric, una vez le explique eso a mi terco pupilo, todo debería ir bien... ¿a que hora llegara?
Riza: ¿Su hijo o Edward Elric? -pregunto solo para que yo en respuesta le viese con una ceja arqueada- claro... el tren de Alfons esta programado para salir hoy a las 4 de la tarde de la estación del norte. Pero con lo que pasara hoy, es muy probable que, por desvíos y revisión de las rutas, Alfons no pueda llegar hasta el comienzo del examen práctico.
Roy: Bien, así podrá argumentar que no pudo llegar a realizar el examen por retraso ferroviario en caso de cualquier reclamo... -mencione antes de ver el periódico y suspirar.
Normalmente Olivier no dejaría que Alfons se fuera de su jurisdicción bajo ningún pretexto por el argumento de que estuviese ¨abusando de su apellido¨. Pero luego de lo que hizo en el norte hace unos días, hasta ella tuvo que reconocer que sería injusto de parte de ella no cumplirle la solicitud de ausentarse unos días de sus deberes en Briggs.
No se si el destino existía o no, pero de hacerlo... tenía algo con mi pupilo, ya fuera para tenerlo en buenas o malas situaciones, todo dependía de la perspectiva... al menos es lo que pienso al ver la portada del periódico de hace cuatro días.
¨ ¡SE HONRA EL LEGADO DE FUEGO! ¡FUEGO VENCE AL AGUA! EL HIJO DEL HEROE DE ISHVAL, ALFONS HEIDERICH MUSTANG, PONE EN CUSTODIA AL ALQUIMISTA DE HIELO, ¡ISAAC MCDOUGAL! ¨. Detalles de la pagina 12 a la 18.
... Técnicamente Alfons lo que usa es aire caliente, no fuego. Pero de todos modos... ¿Cómo rayos lograste hacerlo, Alfons?
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(Alfons Pov)
(Horas después, entrando la noche)
No puedo creerlo... voy a matarlo.
¡¿Cómo se le ocurre al imprudente de mi maestro al meter a Edward y a su hermano en un tren que era blanco de un grupo terrorista?! Solo paso hace unas horas ¡pero ya era noticia nacional como dos aspirantes a alquimistas salvaron a la familia del general Hakuro junto a resto de pasajeros de un tren tomado por terroristas!
En parte era por esa misma razón que ahora mismo me encontraba varado en un pueblo entre las regiones Norte y Este debido a un desvió que se tuvo que realizar desde la ruta directa del Norte y Central. Esto gracias a que el departamento de seguridad ferroviaria ordeno la revisión de todas las rutas fronterizas entre central y las demás regiones por miedo a posibles represalias de la brigada azul oriental. No los culpaba por hacer su trabajo, pero era molesto estar varado.
Además ¡esta era solo otra razón para estar molesto con su maestro! ¡Él sabía lo del movimiento terrorista y sabría lo que pasaría por ello en consecuencia independientemente del resultado! ¡ya me las pagara por no haberme advertido antes!
Pero supongo que no vale la pena enojarse. Es decir, dependiendo de la ruta que tome, aún puedo llegar a central antes de que el examen termine... al menos podre verlo pasar la parte practica como el joven talentoso que es... ¿Cuánto abras cambiado en solo un año, Ed?
Aunque, de todos modos, ahora mismo mi prioridad era un poco más materialista... ¡en serio que esta haciendo frio! Uno pensaría que luego de pasar un año, literalmente sobreviviendo en las montañas de Briggs, se podría llegar a acostumbrar al frio... ¡pero maldición si no mataría por un buen café ahora mismo!
Oh, vaya... parece que mi pequeña plegaria fue escuchada.
???: Faltan un par de horas para que el tren con rumbo a Aquroya se ponga en movimiento -escuche decir a una voz femenina en lo que se me pasaba una taza de café negro con crema- ¿gusta de una taza? Ha sido un viaje largo, seguro estará cansado, señorito Heiderich.
Alfons: Es verdad, gracias... Lyra -dije aceptando la bebida en lo que miraba de reojo a mi acompañante.
Una chica de 16 años con una vestimenta muy victoriana, para no decir que estaba vestida como una sirvienta (argumentando que ese era el atuendo que llevaba consigo que mejor mantenía el calor) de cabello corto y una apariencia que, a primera vista, me recordaba a la moda gótica. Mi autodenominada sirvienta y ¨aprendiz¨, Lyra.
Claro que la idea de que ella acabara siguiéndome como cachorro perdido no fue precisamente culpa mía, yo ni siquiera quise que esto pasara, solo... pasaron algunas cosas. Como olvidarlo...
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(Flashback cuatro días antes)
El ambiente en la oficina de la general a cargo de la base del norte era muchas cosas, pero nunca algo ameno o cálido, para nada. De allí que, si de por sí era duro hablar con la mujer en cualquier otro lugar de la base, hacerlo en su oficina, donde tenía dominio absoluto y total, era algo que solo un suicida haría.
Y justo así me sentía cuando fui llamado a dicho lugar por una aparentemente disgustada general Armstrong.
Olivier: Dime, teniente Heiderich ¿Qué sígnica esto? -pregunto con un documento en mano a la vez que, por mi parte, solo suspire debido a que sabía de antemano que la confrontación sería inevitable.
Alfons: Una solicitud de ausencia laboral -dije con la mejor neutralidad posible- he seguido los pasos respectivos según el procedimiento: hable con el mayor Miles y le exprese la necesidad del permiso, envié el archivo correspondiente a su oficina. Y ahora, estoy esperando la respuesta de su persona, la oficial al mando, señora.
Y no hace falta decir que mi respuesta no le gusto para nada.
Olivier: Claramente... estas buscando huir de aquí luego de terminar tu primer año con nosotros ¿verdad? ¿acaso está bromeando, teniente? -pregunto con molestia.
Alfons: No. Lo digo totalmente en serio -dije aún tratando de parecer lo más imperturbable posible. Porque si flaqueaba solo un poco, entonces ella me dominaría por completo.
Olivier: Teniente ¿Por qué desea dejar de lado su deber con la seguridad de la nación al proteger la frontera norte con Drachma y también abandonar su misión?
Alfons: Señora, disculpe, pero temo que no entiendo a que se refiere -dije mostrando confusión fingida.
Olivier: ¡No te hagas el estúpido! Sabes lo importante que es nuestro deber. Como vigías, nunca debemos dejar de vigilar en vista de cualquier actividad sospechosa por parte de Drachma. No puedes solo irte cuando quieras ¿usted cree que esto es una clase de juego?
... Ya veo que pasa aquí. Ella esta viendo mi solicitud como el típico acto de un niño haciendo berrinche... lo cual me parece injusto, luego de todo lo que me ha hecho pasar, me lo debe. ¿Sera que cree que estoy pasando por una fase de rebeldía?
De hecho, pensando en todo lo que me hizo... aún no comprendo como demonios es que sigo vivo. Esta mujer en frente de mí casi me mata más de una vez.
Olivier: Oye, no te atrevas a tener tan mala imagen de mí, tu mirada te delata -declaro haciendo que frunciera el ceño.
¿Acaso es psíquica o qué?
Olivier: Se lo que piensas, crees que soy una maldita, y no me importa -dijo como si nada- ¿Qué importa si deje que pasaras más de una noche en la intemperie a mitad de una tormenta en invierno? ¿Qué más da si te tiré por un par de precipicios en las montañas? ¿O si te he abandonado a mitad del bosque de noche cuando sabía que había lobos u osos cerca? ¡todo fue con tal de hacerte más fuerte! -declaro con convicción- y como estás aquí, puedo asumir que eres un miembro de Briggs, eres fuerte, no eres débil... entonces ¿Por qué quieres irte?
... Y encima pregunta por qué.
Olivier: Teniente, todos en la base tenemos una excelente opinión de su trabajo. Desde su desempeño como soldado hasta sus ideas poco ortodoxas, solo basta con decir que ese idioma tuyo que nadie más entiende se ha vuelto nuestro nuevo código codificado, y ni hablar de tus proyectos personales. Además de que tu alquimia te hace un activo muy valioso para mí, tomando en cuenta que, al no estar certificado como alquimista estatal, estás sujeto a cumplir mis órdenes como tu oficial superior -menciono con cierto aburrimiento.
Alfons: Soy consciente de mi utilidad y me alagan sus opiniones, señora.
Oh claro que era consciente. Esa es una de las razones por las que ella debe estar tan renuente ante la idea de dejarme ir de su dominio en cualquier sentido. El hecho de que ella era partidaria de la política de tener cualquier clase de innovación a la mano en su lucha silenciosa contra Drachma.
Eso me ha permitido que, bajo su permiso, pueda desarrollar mis proyectos personales, especialmente los primeros modeles de aviones y cohetes. Sí, pensándolo bien, creo entiendo su terquedad ante la idea de que su fábrica de ideas más reciente se vaya de su supervisión.
Olivier: Entonces... ¿Por qué un as de Briggs como tú busca fugarse a central tan de repente?... ¿tiene que ver con ese asunto?
Alfons: ... Si señora, ¨esa¨ persona estará allí... él estará allí -dije no pudiendo ocultar una sonrisa a la vez que ella solo gruño antes de apartar la mirada.
Era un hecho que todos en Briggs sabían de mi aparente resolución de vida de dedicar esta misma a encontrar, servir y proteger a ¨esa¨ persona. Hasta he llegado a decir que pensaba que se trataba de un chico que conocí en Resembool junto a casi todos mis secretos porque... bueno, a esta mujer es casi imposible ocultarle nada.
Olivier: Amor, amistad, familia... esas son cosas que debes aniquilar si deseas ser un buen soldado, Alfons -declaro con seriedad- no debería sentir más que sentimiento de compañerismo y camaradería por tus colegas si buscas apego emocional. Más de eso hará que acabes con una bala en la cabeza.
Alfons: Honestamente, difiero de su opinión. Ya que, a pesar de todo, yo no me considero a mi mismo un soldado, usted lo sabe -dije con calma- me considero más un científico que un soldado.
Olivier: Cuesta creer eso cuando alguien con la reputación que tiene diga eso... dime, Alfons ¿Qué piensas de la guerra? -pregunte de repente.
Ok, ciertamente esa es una pregunta extraña. Pero viniendo de ella, en realidad no parecía tan inusual. Aún así, soy consciente de que como la clase de soldado que es ella, aprecia la precisión más que cualquier otra cosa.
Alfons: Discúlpeme señora. Pero ese es un tema demasiado amplio.
Olivier: ... Supongo que debería decirlo de otro modo -menciono encogida de hombros- como ambos sabemos, las relaciones entre el oeste y el sur se complican cada día más. El norte podría atacar en cualquier momento, y ciertamente desconfío del este también.
Alfons: ¿De Xing?
Olivier: No sabemos casi nada de su opinión de nosotros, y desconfiar de lo desconocido es lo más básico que un soldado debería hacer -dijo pensativa- sí, estamos rodeados de enemigos por todos lados. La situación del país actualmente no es la ideal.
Alfons: Es verdad -dije con sinceridad- ¿Qué es la guerra de dos frentes en el sur y el oeste? Por mucho que todos digan que somos superiores en el sentido militar, hay que ser sinceros, los demás países son más grandes que nosotros... además, Amestris también debe preocuparse por el norte... de verdad es una pesadilla estratégica.
Olivier: Puedes decirlo dos veces, no se qué tienen esos vejestorios de central en la cabeza -menciono antes de suspirar- aún no es definitivo, y solo basta una palabra mía para que se te prohíba moverte de aquí. Pero en caso de dejarte ir... mira Alfons, he notado que tienes una visión del mundo... diferente -dijo cruzando los dedos de sus manos- por eso me gustaría preguntarte algo... ¿Cuál es tu opinión de lo que podría ocurrir en la posible guerra venidera con el sur, el oeste... y, sobre todo, el norte?
¿Qué estaba jugando ahora? Esto es raro, se que ella se fija hasta cuando alguien respira en la base de forma anormal. Pero nunca había preguntado sobre mi opinión, veamos a donde nos lleva esto.
Alfons: Temo decir que carezco de los elementos para poder decirlo con precisión.
Olivier: No creas que es un interrogatorio. Actúa como si fuera uno, pero no lo es -menciono con un gesto inexpresivo- solo dime que piensas, háblame sin miedo.
¿Hablarle sin miedo a ella? Eso es como pedirle a un bebe que no llore o ha un perro que no ladre. Pero hasta yo se que seguir reusándome a contestar sería contraproducente para mí. Aparte de que es descortés y grosero.
Alfons: ... Entonces hablare -dije antes de tomar aire- estoy seguro a como van las cosas entre el sur y el oeste, lo que se avecina, sobre todo si el norte llega a dejar de lado nuestro supuesto tratado de paz, sería algo que bien podríamos llamar una ¨gran guerra¨ -dije sin evitar tener malos recuerdos del pasado... de mi vida pasado.
La primera guerra mundial. Un evento que estallo a partir de la sangre derramada de una persona en Sarajevo. El archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austrohúngara... muy parecido a lo que paso en Ishval en realidad. Y si eso fue con solo un pueblo... no me imagino que clase de guerra se podría llevar a cabo si alguien de un país extranjero muere por algo que tenga relación a Amestris... me da pavor solo pensarlo.
Olivier: ¿Gran guerra?
Alfons: Hablo de un conflicto global entre las mayores potencias mundiales -explique sin titubear- ¡será una guerra mundial!
¿Cómo es que nunca pensé esto antes? Sencillo, nunca se me pregunto, aparte de que (aunque suene algo dependiente) mi prioridad era Edward. Pero ya viendo la situación a largo plazo... ¿Cómo no vi antes que este país estaba por volverse un Alemania 2.0? Supongo que la actitud de la general me ayudo a ver un poco más el panorama completo.
Es muy difícil no volverse más militarista luego de pasar aquí un año entero al fin y al cabo.
Olivier: ... ¿Y en que te basas?
Alfons: En el hecho de que Amestris es relativamente nuevo entre las potencias mundiales en realidad -dije sin dudar un solo segundo- si nos ponemos a analizar la historia, somos una nación con poco tiempo de haberse creado a comparación de nuestros vecinos que nos superan en antigüedad. Pero como sabemos, Amestris tiene superioridad militar muy evidente para todos. En parte por la tecnología, en parte por los alquimistas estatales.
Olivier: En efecto.
Alfons: El poder de nuestro país es increíble. En un combate aislado, podríamos vencer fácilmente tanto a Aerugo como a Creta. Si los vencemos y logramos reestablecer la paz... nuestro ejercito tendrá la autoridad absoluta en gran parte del continente... sin embargo, otras potencias como Drachma y Xing, definitivamente no lo pasarán por alto -dije a la vez que ella abrió los ojos de golpe.
Bueno, tal parece que ella no considero la posibilidad que ambos países en conjunto tomarán represalias en caso de sentirse amenazados, interesante.
Alfons: Ambos países del norte y el este se verán obligados a tomar una decisión -explique seriamente- ¿permitirán el nacimiento de un nuevo país soberano? O bien ¿van a rechazarlo?
Olivier: ... Ya veo... entiendo lo que dices -menciono con imparcialidad a la vez que yo no pude evitar sonreír para mis adentros.
Esa es una cosa que me gustaba de Briggs, en ningún momento nadie me trataba como el niño que se supone que soy. Casi siempre eran charlas en que se establecía el entendimiento mutuo con todo el personal de la base. Era algo muy placentero, en realidad.
Alfons: Por tanto, además de la amenazas de los monstruos del norte y el este, esta lo que los demás países del continente podrían hacer al respecto de todo esto. Dicho de otro modo, la interferencia extranjera sería algo inevitable -dije empezando a dejarme llevar- empezaría con préstamos a Creta al ser el más peligroso entre dicho país y Aerugo, también podrían darles armamento y hasta fuerzas militares
Olivier: Es una opinión interesante ¿Cómo lo manejarías? Lo pregunto ya que la estrategia parece ser uno de tus puntos fuertes según tus notas en la academia.
Alfons: Supongo que empezaría con charlas inmediatamente. Si eso falla, me concentraría en limitar el gasto de recursos de nuestro país -explique pensando más que todo en como fue castigada Alemania cuando perdió la primera guerra y todo lo relacionado a ello.
Solo para que la mujer en frente de mí arqueara una ceja.
Olivier: Tengo una duda... -dijo golpeando cada tanto su escritorio con un dedo- ¿me estás diciendo que no intentarías ganar?
... Mierda.
Esto es malo ¡es muy malo! ¡debería cortarme la lengua! ¿Cómo pude olvidar que esta mujer es una belicista en todo el sentido de la palabra? ¡Mi argumento sonó como el de un pacifista, y ella los aborrece! ¡Y a los cobardes aún más!
Alfons: Si, pudiera parecer eso, señora -trate de explicarme- pero limitar las perdidas mientras se derrama sangre enemiga, le daría la victoria a nuestro amado país a la larga.
Olivier: Y dime... ¿se te ocurre algún plan practico?
Muy bien, sabiendo como castigaba esta mujer a quienes daban respuestas mediocres o que mostraran cobardía... era el momento de ser lo más osado posible.
Alfons: Diría que una combinación de tácticas de infantería defensiva y estrategias ofensivas con alquimistas estatales.
Olivier: Mmmm... los alquimistas estatales son poderosos, no se niega. Pero, honestamente... son muy escasos los que de verdad son competentes para el campo de batalla militar -menciono a la vez que yo no pude negar ese hecho.
En realidad, analizando la logística. Existía un promedio de al menos 100 alquimistas estatales, y de todos ellos, al menos era un máximo de 10 o 15 los que de verdad eran útiles en términos militares. De allí que era valido el punto de la general.
Olivier: Tomando en cuenta lo sucedido en la guerra de exterminio de Ishval. Puedo decir que los alquimistas estatales tienen lo que se necesita para ganar cualquier guerra, el poder de choque. Pero por el contrario, no son buenos para la toma de bases enemigas sin primero arrasar con todo a su paso. Y eso sin mencionar a los que les gana su sentido moral y ético... como el inútil de mi hermano menor.
Si, la general nunca perdono a su hermano por escapar de la guerra de Ishval tal cual cobarde. No me parecía justa la opinión de la general, pero poco se podía hacer. La mujer en serio era terca, y creo que eso más bien es decir poco.
Alfons: Concuerdo. Pero como usted destaco, se destacan en el poder de fuego. Y también, en la agilidad y pensamiento rápido. Son ideales para la cacería de fuerzas enemigas... ningún país puede mantener una guerra sin poder militar y sin recursos humanos -explique recordando de nuevo la brutalidad de mi mundo anterior- considerando la posibilidad de que los alquimistas estatales ganen la batalla limitando las perdidas, sería una doctrina de restricción de perdidas.
Olivier: ¿Una doctrina?
Alfons: ¡Creo francamente, señora, que la mejor estrategia sería el uso de los alquimistas estatales! Funcionaron en Ishval ¿Por qué no usarlos aún más en donde se les necesita?
Si, se que ahora mismo debo verme como el mismísimo diablo por el hecho de que dijera todo eso sabiendo los traumas que mi maestro aun tiene en la actualidad de lo que vivió en Ishval, pero... ¿no es el deber de un soldado pensar en el bien de su país por encima de todo? Además, si dije todo esto, fue porque si de algún modo esta conversación se volvía algo trascendental... tal vez bastara para que Ed ya no quiera ser alquimista estatal.
Durante mi tiempo aquí, me he recordado más de una cosa, incluyendo más de un pesar que Ed tuvo que vivir durante su búsqueda de la dichosa piedra como alquimista estatal. Tanto que hasta entro a una guerra, y sufrió, mucho... fue entonces que lo decidí. No me opondría a que Edward se volviera alquimista estatal, pero si lograba que renunciara a la idea o que incluso dejara voluntariamente la profesión, mejor para mí.
Y lo sé, es imposible que ambos hermanos dejen de lado la búsqueda de la piedra para recuperar sus cuerpos, pero... yo no quiero que Ed sufra de nuevo, de ser posible... quiero devolverles sus cuerpos yo mismo. Yo pasare por los infiernos que sean necesarios para que el no tenga que hacerlo... por eso hago todo esto, para a la larga, darle a Ed la vida que se merece. Es lo menos que puedo hacer por él.
Además, cuando mi maestro se vuelva el , podrá arreglar todo lo que yo haya hecho. De eso estoy seguro... creo.
Olivier: Veamos... digamos que en central, o yo misma, deseamos poner en practica esa idea tuya ¿Qué tan grande crees que debería ser la fuerza de los alquimistas?
Alfons: Creo... que bastaría con un batallón. Eso absorbería menos recursos, y al mismo tiempo mantendría un valor mínimo de combate. Sería la mejor opción para hacer una prueba de campo -dije en lo que ella solo se cruzo de brazos.
Olivier: Eso es todo... considerare tu opinión. En central están presionando por ideas -dijo como si nada- si les gusta, puede que te deje ir para ver los exámenes de alquimista estatal ¿seguro que no piensas realizarlos este año?
Alfons: No, con el debido respeto, siento que me falta mucho para estar a la altura del reloj de plata -dije como excusa para no decir la verdadera razón de mi decisión.
Edward fue el alquimista estatal más joven antes. Si yo le quitara ese logro, no podría vivir conmigo mismo... sobre todo recordando lo mucho que le alegraba presumir eso cada que tenía la oportunidad.
Olivier: Como sea, es tu vida. Presenta una propuesta formal luego de tu patrullaje respectivo que esta a punto de comenzar -ordeno en lo que yo solo me puse de pie.
Alfons: Si, entendido, señora -dije haciendo el saludo militar- con su permiso me retiro -dije para luego cumplir con lo dicho y retirarme a hacer mis rondas.
Era solo un vuelo seguro por las montañas desde el cielo aprovechando que mi alquimia me da la posibilidad de ¨volar¨ por el área circundante, o dicho de otro modo, llegar a donde los demás no pueden.
Pero, no se si era porque particularmente hoy había tormenta, o tal vez por el brillo peculiar en los ojos de la general Armstrong... pero tenía un mal presentimiento de este patrullaje.
(General Pov)
Poco después de que el joven soldado se retirara, rápidamente la general llamo a sus dos alegados de mayor confianza en toda la base del norte. Su ayudante personal, el mayor Miles, y su perro de ataque de mayor confianza, Buccaneer.
Buccaneer: Entonces ¿se ira? -pregunto con el ceño fruncido- aún desconfío de él, digo que lo eliminemos antes de que revele nuestros secretos.
Miles: Ya paso un año, supera que te pateo el trasero -dijo con diversión el hombre de piel achocolatada- sabes, creo que veo al monstruo de los ojos verdes de los celos en ti.
Buccaneer: ¡No estoy celoso! ¡El es un doble agente que trata de distraernos con que es nuestro amigo para que apartemos la mirada de sus planes!
Miles: Solo estás paranoico... honestamente, he pensado en solicitar que vayas a terapia -dijo causando que el rostro del contrario se pusiera de un rojo intenso a la vez que él solo se quitó las gafas para que se les viera a los ojos- ¿de verdad Alfons te parece una amenaza?
Buccaneer: No, es blando y fácil de vencer -declaro con firmeza- solo me derribo la primera vez por pura suerte, si me permitieran mi revancha, yo...
Olivier: Ya basta ustedes dos -dijo causando que ambos callaran de golpe- como seguro saben, ya hablé con el teniente Heiderich sobre su... solicitud. Y obviamente hice lo necesario para que no tenga motivos para irse, no sería bueno que su padre lo estropee como está haciendo con Hawkeye... más que nunca lo necesito cerca si su teoría acaba siendo acertada.
Cabe decir que dicho argumento hizo que las cejas de ambos hombres se levantaran con sospecha. A lo cual ella procedió a explicar como fue la charla entre ella y el chico, solo para que al final sus dos subordinados de más confianza acabaran con miradas de completa incredulidad.
Miles: ... Una... ¿Una guerra mundial?
Buccaneer: ¿Una guerra entre todos los países? -ambos preguntaron con sorpresa e incredulidad.
Olivier: Una guerra demente que usara las vidas como si fueran números... y continuara hasta el colapso del país -dijo con estrés- se que simplemente suena como una locura, pero una vez analizando el panorama completo... en realidad se ve como algo muy factible... estoy obligada a informar de esto a central, pero seguro entienden ahora porque necesitamos a Alfons aquí.
Miles: ... Aunque Central sea la capital y el Este sea el que se considere como la región con mayor poder militar, somos nosotros los mejores en cuanto pensamiento militar. El talento de Alfons solo se podría aprovechar con nosotros ¿es lo que piensa?
Un asentimiento de la mujer basto para que ambos hombres siguieran la misma línea de pensamiento. No podían dejar que el chico se marchara de donde era mayormente necesario.
Olivier: Además, otra razón por la que insiste tante en irse a central sin que sean sus días libres obligatorios anuales es porque dice que ¨esa¨ persona estará allí -dijo para que tanto ella como los demás solo rodaran los ojos.
Miles: En cierto sentido es algo lindo que como alguien joven, este tan obstinadamente ilusionado por encontrar a ese alguien especial... pero cuando eso interfiere con su deber, es molesto.
Buccaneer: Lo que significa que necesitamos un gran plan para que no se mueva de aquí -dijo con un tono amenazante, quería su revancha con el niño, y no podría tenerla si se iba- yo tengo una idea, estamos hablando de una red de carga, 1.2 metros de madera y 45 litros de combustible especial de tanque.
Miles: Creo que se por dónde va tu línea de pensamiento, y de hecho suena bien, pero mejor susurramos los detalles.
Olivier: Eso si vuelve con vida... -menciono de forma casual en lo que ambos hombres la vieron con sospecha.
Miles: General... ¿Qué hizo?
Olivier: Responderé esa pregunta con otra pregunta... ¿Isaac Mcdougal sigue en el área donde fue visto por ultima vez? -pregunto causando miradas de completa perplejidad- ¿Qué? Saben que me gusta darles una oportunidad a mis hombres, si de verdad quiere ir a central... entonces veamos que puede hacer contra ese obstáculo. Claramente lo envíe pensando que apenas saldrá con vida de esa, lo que lo obligara a quedarse para recuperarse de las heridas... pero bueno, veamos como sale todo esto -dijo como si nada.
Al mismo tiempo que sus dos hombres de más confianza solo confirmaron en sus pensamientos lo que ya sabían de antemano, incluso más con el contexto de saber que se les prohibió acercarse al alquimista de hielo, desertor de la milicia del país para unirse a una oposición gubernamental, por su nivel de peligrosidad.
Ella en verdad era la reina de hielo.
(Lyra Pov)
La historia de mi vida, yo no la consideraría algo interesante. De hecho, puedo decir que aparte de ser una huérfana, siempre me he considerado una persona que ha aspirado a cosas demasiado grandes desde que tengo memoria, pero... ¿no es ese el pensamiento de todo huérfano? Para alguien que nunca ha tenido nada, el deseo de tenerlo todo siempre está allí. Como un vacío imposible de llenar.
Actualmente me considero una alquimista hasta cierto punto, bastante hábil. Siempre me he considerado alguien fuerte, había creado su propia alquimia de combate, todo con la finalidad de algún día ser notada por el estado y volverse así un pináculo del éxito desde el punto de vista de una gran mayoría en Amestris, una alquimista estatal.
Sabía que para algunos no era el trabajo más noble, bastaba con saber que algunos llamaban a los alquimistas del estados los ¨perros del ejercito¨, pero ella difería de esa opinión. Ser un alquimista estatal significaba haber triunfado en la vida como alquimista, el estado te reconocía y tenías libertad de investigar lo que quisieras, aparte de tener el respeto y temor de otros con suma facilidad. Si, era un puesto por el que valía la pena trabajar.
Al principio pensaba iniciar mi carrera laboral hasta dentro de unos años, aprovechándome de un militar llamado Yoki que me contrato como su guardaespaldas, prometiéndome que si me desempeñaba bien, podría usar su influencia para ayudarme con los exámenes de alquimista estatal cuando tuviera la edad permitida de 22 años. Pero en el poco tiempo que trabajé para él, rápidamente me sentí indigna, no por el puesto ofrecido por Yoki, sino más bien por lo que me obligaba a hacer.
Admito que hace un año eso no me habría importado, pero ahora era diferente, y todo era gracias a él, quien me inspiro a no esperar para cumplir mi sueño. El soldado más joven en la historia del país, el sucesor del legado de fuego, el hijo del héroe de Ishval, Alfons Heiderich Mustang. Quien ahora mismo se encontraba en una batalla campal contra nadie más que el alquimista traidor, Isaac Mcdougal. El alquimista de hielo.
Alfons: Que vergüenza, señor Isaac. Mi padre me hablo de usted en más de una ocasión -hablo mientras esquivaba varias estalagmitas de hielo- me dijo que era un hombre honorable, un verdadero soldado y un gran patriota. Hielo. ¿Qué te paso?
Isaac: Eso debería preguntarte... eres el hijo del alquimista de fuego ¿no? -pregunto mientras evaporaba la nievo para dificultar el campo de visión de su adversario- justo cuando creía que este país no podía caer más bajo, usar a un niño como tú... aún estás a tiempo para renunciar, abandona toda esta locura.
Alfons: Lo haría, pero pasa y resulta que me conviene más estar donde estoy si quiero cumplir con mis ambiciones. No puedo seguir su camino de desertor aunque quisiera, señor Hielo.
Isaac: Ya veo... suenas igual a ellos, a todos esos bastardos tragadores de basura política en central -declaro con desagrado- tu no tienes idea del infierno que se volvió Ishval, lo que Bradley y su gente nos obligaron a hacer -declaro antes de esquivar lo que parecía ser un corte limpio sónico producido por la cuchilla de Alfons.
Alfons: Según se, pudo haberse ido cuando hubiese querido, el mayor Armstrong lo hizo -declaro tomando distancia- estoy de acuerdo, Ishval fue un infierno, creo que no existe soldado que no opine eso. Pero ambos sabemos que usted no abandono el ejercito por la guerra de Ishval, no... lo hizo por cobarde.
Isaac: ¿Qué?
Alfons: ¡Usted tuvo la oportunidad de irse cuando hubiese querido! ¡Lo hubieran degradado o destituido, pero tendría la conciencia tranquila! -declaro molesto- ¡pero no lo hizo! ¡en vez de eso mato inocentes hasta el final por decisión propia! ¿Y ahora quiere hacer algo al respecto? ¡esa es verdadera hipocresía! ¡Usted solo se siente culpable por lo que hizo, pero no es mejor que ninguno de los que participo en eso! ¡Al menos los demás intentan seguir adelante! ¡Usted por otro lado, aunque acabe con todo el país, nunca podrá devolverle la vida a quienes mato!
Isaa: ¡CALLATE! -dijo para que luego impactaron dos ataques de viento y hielo respectivamente, causando un gran estruendo.
Y ha todo esto ¿Cómo era posible que yo estuviese presenciando todo esto? Sencillo, soy una victima involuntaria en toda esta situación.
Mi intensión inicial fue la de venir al norte debido a que deseaba conocer en persona al chico que me inspiro para comenzar a cumplir mis sueños por mi cuenta. Pero en el camino, me tope con quien no debía mientras este escapaba de los policías de una aldea del norte, el alquimista de hielo.
Trate de detenerlo yo misma, tratar de hacerme un nombre por mi cuenta, pero fracase. Entonces fui tomada como rehén para disuadir tanto a policías como a posibles militares, y eso nos llevó hasta aquí, en una de las montañas más alejadas al norte por la zona del Este. Ese era el plan de Isaac, colarse por las montañas del norte hasta el gran desierto del este para así llegar a Xing sin ningún inconveniente. Pero, no espero que cierto joven soldado volador lo hubiese reconocido con facilidad.
Para entonces, yo ya había dado por sentado que mi vida acabaría en manos del alquimista de hielo, solo me bastaba ver como dejo a quienes se le opusieron (hervidos o congelados). Y fue cuando apareció, como un ángel guardián bajando de los cielos para protegerme.
Alfons: Escuche -dijo parando su ofensiva momentáneamente justo unos metros sobre el aire a una distancia prudente del alquimista de hielo- señor Isaac Mcdougal, como ex alquimista estatal, ha violado el territorio de las montañas de Briggs y de la general Olivier Mira Armstrong -declaro con seriedad- nuestras montañas, son nuestro hogar. Si se opone al ejercito de este país, lo eliminare sin piedad alguna. Es mi obligación ¡ese es nuestro deber!
... Se enfrenta el solo a un enemigo del país en la que se puede considerar su propio campo de juego. Le hace frente a un alquimista versado en el hielo y el agua en un terreno nevado. Y lo hace de frente y sin temor... el joven Heiderich no solo era un prodigio, también es un gran patriota.
Alfons: ¡Responda! ¿Por qué traiciono a su país? Diga porque ¡le ha dado la espalda a su país de una manera tan deshonrosa! -dijo antes de mostrar una mirada más suave- en verdad me gustaría saberlo para no darle tantas cuentas a mi padre por como termine esto... el saber que tuve que enfrentar sin ninguna consideración a su viejo compañero de guerra.
Isaac: ¿Compañeros? Yo no tengo compañeros -respondió con burla- en Ishval estaba el apestoso ejercito y sus seguidores -dijo haciendo suspirar al más joven- obviamente ya es tarde para ti, niño. Te lavaron el cerebro por completo... No cabe duda de que ponerte a descansar, es lo mejor que puedo hacer como ser humano. Para que tengas una mejor oportunidad en la próxima vida -declaro antes de intentar acribillar con estalagmitas al chico una vez más.
Pero este solo esquivo todo con una mirada de aburrimiento en su rostro.
Alfons: Lo dice alguien que a pesar de aborrecer al ejército, sigue usando el uniforme... eso me molesta -dijo una vez el ataque se detuvo- es obvio que la negociación no es una opción para usted.
Isaac: ¡Vete al diablo! -declaro antes de arrojar su cantimplora con agua hirviendo al chico ante de que explotara justo en frente del menor.
Solo para que se mostrara que este creo una corriente de aire con su cuchillo que sirvió como muro para protegerlo del ataque.
Y lo siguiente que paso, no sabría como describirlo, solo... fue muy rápido. De un pronto a otro, una marca con la forma exacta de la mano de Alfons dejo marca en el pecho de Isaac, y hasta le atravesó al punto de que la roca atrás suyo tuviera la misma marca para luego proceder a desmayarse. No se cómo, pero de algún modo logro repeler la atmosfera del aire, formando una veloz onda de choque que arraso con todo a su paso.
Hasta se parece a mí ataque de cavitación inercial. Pero más rápido y centrado... tengo tantas preguntas.
Alfons: La batalla ya llego a su fin -dijo antes de finalmente tocar suelo- si se rinde, aseguro que se garantizaran sus derechos como prisionero bajo el tratado de Worms... ni se porque digo esto si ni me esta escuchando -dijo antes de notar que su mano emanaba vapor- ... ¡maldición! ¡como duele! -exclamo moviendo dicha mano de un lado a otro- ¡por eso no me gusta hacer eso! ¡mi mano siempre acaba quemada después!
... Supongo que hasta los prodigios tienen sus momentos de payasear. Aunque imagino que ese ataque en verdad debía dejar un rastro ardiente, solo bastaba con ver que aun emanaba vapor del pecho del alquimista de hielo.
De allí que me sorprendió ver que el hombre, así como estaba tirado en el suelo, todavía parecía estar consciente.
Alfons: Me sorprende que sigas despierto... apostaría a que con ese golpe mínimo te rompí 6 costillas -dijo dejando de lado la personalidad medio amistosa para reemplazarla con la actitud profesional que mostro durante todo el encuentro.
Causando que su oponente solo sonriera a la vez que un hilo de sangre descendía por su boca.
Isaac: De verdad que no sabes nada... imagino que ahora me entregaras, tendrás tu momento de gloria, y posiblemente te asciendan... ¿pero para qué? -pregunto con un tono muy venenoso- si me hubieras dejado ir, entonces hubiera aprendido la pieza clave de mi plan en Xing... y entonces central solo sería una tundra helada...
¿Qué? ¿Su plan era congelar central? ¡En verdad es un lunático!
Alfons: Entonces que bueno que pude detenerte ¿no? -dijo solo para que el hombre adulto le fulminara con la mirada.
Isaac: Hijo del alquimista de fuego... joven perro del ejercito... ¿sabes lo que este país intenta hacer?
Alfons: En realidad, tengo una muy buena idea -declaro para sorpresa del contrario- pero no hay nada que se pueda hacer ahora. Solo queda controlar los daños, y ver que los conflictos con las otras naciones no se extiendan hasta un punto de no retorno.
Isaac: ¿De que estás...? Ya veo... no lo sabes... si de verdad lo supieras, entenderías porque es tan importando lo que deseo hacer -dijo tratando de levantarse, solo para que el más joven sacara su arma de fuego.
Alfons: No te recomendaría moverte, a menos que quieras tener más de una hemorragia interna -dijo solo para luego, sin contemplación y sin duda alguna, disparar al contrario justo en la cabeza- ... te dije que no te movieras, no fue una sugerencia.
Y por mi parte, no supe que decir de un acto tan aparentemente frio y desalmado. Pero algo que me extraño, fue la ausencia de sangre ¿Cómo puede no haber sangre luego de un disparo directo a la cabeza?
Alfons: No lo mate -dijo de repente antes de voltear y verme sonriendo desde donde me escondía tras unos árboles- uso la alquimia para disparar aire a presión en lugar de balas, no esta muerto. Solo estará inconsciente el tiempo suficiente como para tenerlo bajo custodia.
Esa explicación, bueno. Aunque me aliviaba no haber presenciado una muerte como tal... me dejaba más preguntas que respuestas en realidad.
Lyra: Disculpe mi insolencia, joven Heiderich, pero... no lo entiendo -dije en lo que me acercaba- ¿Por qué no lo mato? Es un enemigo del estado.
Alfons: Tal vez sea cierto, pero la verdad, prefiero evitar el derramamiento de sangre hasta lo posible -dijo encogido de hombros- no se equivoque, como soldado, me manchare las manos si tengo que hacerlo. Pero como persona, creo que hay mejores formas para dejar una huella en los cimientos de esa nación... pero esa no es excusa para mi irresponsabilidad de hace un momento.
Lyra: ¿Irresponsabilidad?
Alfons: Así es... me centre en la captura de Isaac Mcdougal y olvide por completo que la mayor prioridad era su seguridad, señorita -dijo antes de darme una reverencia, a mí- pido que por favor perdone mi mal juicio.
No podía creer esto, alguien superior a mi en todos los sentidos, estaba mostrando su humildad, pidiendo disculpas por algo que ningún soldado se hubiese disculpado antes. Una persona tan talentosa, peligrosa y dotada me estaba pidiendo perdón, preocupándose por mí, como un soldado se debía preocupar por la gente de su país... creo que tome la decisión correcta al venir hasta aquí para conocerlo.
Ahora estoy convencida, quiero ser como él. Por eso lo he decidido, me quedare a su lado, hasta ser como él... es todo, ya lo decidí.
Lyra: Acepto su disculpa, pero con una condición.
Alfons: ¿Condición? -pregunto antes de que lo tomara por sorpresa al quedarme abrazada a su brazos.
Lyra: No me pida que lo deje.
Alfons: ... ¿Perdón?
(Fin del flashback)
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(Alfons Pov)
Obviamente la captura de un prófugo terrorista como el alquimista de hielo de mi parte no fue algo que se tomase a la ligera. Eso, más la propuesta que escribí en base a la charla que tuve con la general antes de dicho enfrentamiento, fueron más que suficiente para que mi presencia fuera solicitada en central.
Tal parece que oficialmente se me ha ascendido a Mayor del ejercito por dicha proeza y el propio Führer King Bradley deseaba hablar conmigo al respecto. Razones que obligaron a la general a aceptar mi solicitud de ausencia justificada, algo que en realidad no parecía haberla contentado de ningún modo... de allí que creo que su siguiente acción fue más que todo para desquitarse por el hecho de que yo me iba.
Siendo dicha acción la de contratar a Lyra como mi asistente personal (aprovechando que la misma no dejaba de seguirme de un lado a otro desde que la ¨rescate¨). En resumen, Lyra me servía, pero a su vez, cualquier cosa que pasaba conmigo, ella se lo reportaba de inmediato a la general. Menuda suerte la mía.
Pero en realidad no me quejo. Solo había que verla: vestida de encaje, cofia de sirvienta y una sonrisa en la cara. Una chica que parece sombría pero en realidad es alegre, ingenua, una flor que brota del suelo de una mansión quemada. Lista para servir, lista para aprender, la alumna que todo maestro desearía tener: silenciosa, que no hace preguntas, sólo obedece y actúa. El mejor tipo de persona según la general.
Claro, no lo hace solamente porque sí, sino que tiene un objetivo que ella misma me dijo al poco tiempo: crecer, hacerse fuerte y servir a su país. Qué nobleza, ¿verdad? Su corazón está lleno de devoción, una devoción que envidiaría cualquier creyente de Dios, porque lo que ella cree es real y palpable. De allí que no he tenido corazón para decirle que no vale la pena seguirme, y no creo que lo tenga en un futuro cercano.
Lyra: Esta muy motivado, señorito Heiderich -dijo en lo tomábamos asiento en un parque cercano mientras volvía a servirme otra taza de café.
Alfons: Pues claro. Tal parece que tendré un ascenso pronto, eso debería mostrarle a más de una persona que tengo las aptitudes para ser un soldado y que no estoy donde estoy solo por el apellido de mi maestro.
Lyra: Honestamente, me sorprende que tan estúpida puede ser la gente -dijo como si nada- no tiene necesidad de demostrar nada a los incautos... quienes pueden ver su valor como alquimista y como soldado saben que esta capacitado de sobra.
Alfons: No, todavía no -dije tomando un sorbo de la taza- aún no tengo el reloj de plata que me certificaría como alquimista estatal, eso hace que a los ojos de muchos, me vean como un alquimista que apenas esta en pañales... por eso es por lo que pienso subir tantos escalones como pueda, así le cerraré la boca a quienes aún dudan de mí capacidad.
Lyra: Si esa es su intención, entonces no comprendo porque desea posponer el examen para certificación de alquimista estatal, con su nivel actual, podría vencer a todos los demás participantes con los ojos cerrados, señorito -dije en lo que yo solo suspire antes de sonreír.
Alfons: Algo me dice que escuchare muchos reclamos por esa misma razón en los próximos días, pero ni modo... así son las cosas, solo no me siento preparado, es todo.
Lyra: ... Esa es una mentira descarada -dijo a la vez que sentí una gota de sudor bajar por mi frente.
¿En serio es tan obvio?
Alfons: Supongo que no me dejarás en paz hasta que diga la verdadera razón ¿no es así? -pregunte antes de seguir hablando sin esperar una respuesta- solo no me pienso jugar el cuello a la ligera solo por querer ser alquimista estatal... no soy como mi maestro u otros alquimistas como el general de brigada Grand. Yo no soy así... venceré todas las adversidades mientras protejo lo que me importa, todo a mi propio ritmo y a mi manera... esa es mi forma de ser -dije sonriéndole a la chica que estaba destinada a servirme a partir de ahora.
Y juro que allí mismo a ella le dio una taquicardia que podía escuchar desde aquí... rayos, mejor dejo las cosas claras con ella antes de que tenga ideas equivocadas en cuanto la oportunidad se presente.
Lyra: Entonces yo lo seguiré, señorito -dijo sonriendo con amabilidad- ahora veo que no me equivoque al decidir seguirlo. Espero volverme importante para usted, y entonces con usted es como más segura estaré mientras aprendo de usted y me vuelvo la persona que quiero ser.
Vaya... ella de verdad tiene muchas esperanzas en mí ¿eh?
Alfons: Supongo que no queda de otra... toca esforzarnos entonces, Lyra.
Lyra: Lo mismo digo señorito -dijo tomando asiento a mi lado- parece que usted también tiene sus momentos de flaqueza.
Alfons: ¿Uh? ¿Cuándo he flaqueado yo? -pregunte fingiendo antes de que ambos riéramos.
Bueno, de cualquier modo ya no hay nada que hacer, así que creo que puedo hacerme a la idea de tener a Lyra a mi lado, algo de ayuda extra nunca está de más. Por el momento solo me importaba llegar a central sin más incidentes y ver de nuevo a ese cabeza caliente de buen corazón que es Edward Elric.
Alfons: Por cierto, Lyra ¿A dónde vamos ahora para el desvío antes de retomar el rumbo a central?
Lyra: Según el mapa... la ciudad del agua, Aquroya.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden, votar, seguir, comentar. Lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, se que dije que la trama sería con Brotherhood. Pero en realidad me pensé en usar la oportunidad para ir metiendo a personajes del 2003 que honestamente, seamos sinceros, fueron desperdiciados. Así será por unos capítulos, pero no pienso cambiar la esencia del anime de Brotherhood desde Lior en adelante.
De cualquier modo, espero que sea de su agrado.
En fin, nos vemos.
Chapter 6: Capitulo 4: La ladrona de la ciudad del agua, Psyren
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alphonse Pov)
Menuda mañana. Uno de los peores días de mi vida hasta ahora... bueno, no el peor, pero si entra como en el top 10 más o menos.
Estuve todo el día de ayer y toda la noche tomando reposo obligatorio luego de sobre esforzar mi cuerpo al punto de que mi enfermedad pulmonar me hizo tener un ataque. Pero estar descansando pensé que me serviría para tomar el tren hacia central al día siguiente para llegar a tiempo para el comienzo de la parte practica y final del examen de alquimistas estatales.
Todo bien hasta el momento, pero apenas inicio este nuevo día es que todo empezó a salir mal. Primeramente despertando con cara de zombi que desea que le peguen el tiro en la cabeza debido a lo poco que dormí en realidad por lo emocionado que estaba de al fin ver de nuevo a Edward después de tanto. Entonces me levante, fui a ducharme... y allí me di cuenta de que el calentador se había estropeado y acabe bañándome con agua helada estando enfermo, vaya combinación.
Cuando termine con una neumonía de clase S, me vestí y me arregle, desayune bien gracias a Lyra. Y cuando reviso para buscar algún medio de transporte a la estación... todo desierto y la condenada estación del tren estaba del otro lado de la ciudad. Busque por más de una hora algún aventón pero las calles estaban desiertas. Fue como si literalmente todos los conductores dijeran ese día ¨ ¿Y si hoy no trabajamos?... ¡Ok! ¨...
... ¡Hijos de...!
No, respira hondo, cuenta hasta 10... ya, más tranquilo.
Cuando finalmente encontré un medio de transporte, ya el tiempo estaba bastante apretado. Y por eso, obviamente llegue a la estación increíblemente tarde, y como es de conocimiento común, cuando uno va apurado, el resto del mundo se mueve como caracol. Y aparte de que no ayudaba que la fila fuera más larga que bufanda de jirafa, juro que el tipo que atendía trataba de competir para ver si era más lento que una tortuga o un perezoso el desgraciado.
Alfons: Y encima que llegamos a la taquilla, el muy maldito nos hizo esperar como 20 minutos solo para atendernos... y una vez lo hizo, juro que he visto caracoles moverse más rápido. De no ser porque el tren estaba atrasado, definitivamente lo perdemos ¡maldigo a Roberto! -dije gritando el nombre del sujeto de los boletos de Aquroya.
Solo para acabar llamando la atención del resto del vagón, pero poco me importaba en realidad. Siendo entonces que una taza de té fue colocada justo en frente de mí.
Lyra: Señorito, por favor, le pido que se relaje. No vale la pena que alguien como usted pierda los estribos por culpa de un don nadie como ese, alguien de su nivel no debe rebajarse así -dijo a la vez que me relajaba con solo un sorbo.
No se como preparaba esta mujer el té o el café, pero que lo siga haciendo, porque siempre saben a gloria.
Siendo entonces que un par de manos se posaron sobre mis hombros para relajarme. A lo cual recordé nuevamente que ahora no éramos solo Lyra y yo, alguien más se había sumado a nuestro variopinto grupo, y de una forma muy atípica, si he de hablar con nada más que sinceridad.
Se trataba de una chica de estatura promedio, cabello rubio recortado por sobre los hombros y envidiables ojos azul claro. Siempre vistiendo un atuendo de enfermera, pero una vez pasada esa ¨fachada¨, pasa a usar colores más vivos, ropa más social y el cabello en diferentes estilos según lo necesite. Ya en realidad no se trataba de una simple enfermera, no, ella era mucho más. Era la famosa ladrona de Aquroya, Psyren. Ni más, ni menos.
Pero nosotros la conocíamos como Clara.
Clara: Lyra tiene razón, señorito. Necesita relajarse, aún tenemos tiempo. No es bueno que alguien tan joven como usted tengo tanta tensión en sus hombros. Debe recordar que sigue siendo un niño -dijo empezando a masajear de un modo que me hizo preguntarme si las manos de esta mujer no eran las de un ángel- veo que lo disfruta.
Alfons: Tampoco te pases... si, justo ahí es donde esta el nudo... -dije dejándome hacer para deleite de la mujer rubia mientras que mi asistente solo rodo los ojos.
¿Y como fue que termine con otra chica siguiéndome? Bueno, esa es una curiosa historia.
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(Flashback, cinco días antes) (Aquroya)
Bueno, si antes tenía curiosidad por las similitudes entre este mundo y el otro con Briggs pareciéndose a los Alpes Suizos. Ahora me llama mucho más la atención con esto, cualquier parecido a Venecia es pura coincidencia digo desde ya.
Lyra: ¨Aquroya, una hermosa ciudad llena de canales artísticos que atraen a turistas de todo el país. Además, Aquroya es el hogar de la infame ladrona Psiren, lo que también sirve para llevar el turismo a la zona con sus robos audaces y bien conocidos. Algo que la policía local se niega a reconocer, siendo sus intentos para capturarle una de las atracciones más reconocidas de la ciudad¨ -siguió leyendo el folleto que encontramos en la estación del tren luego de nuestra llegada.
Alfons: Algo me dice que a la policía no le hace mucha gracia la guía turística de la ciudad -dije divertido mientras pensaba seriamente pagarle a un pintor para tener un lindo recuerdo, es que había que reconocerlo, la ciudad era hermosa.
Lyra: Posiblemente, pero reconozco que me llama la atención el hecho de que la gente de la ciudad parece querer mucho más a Psyren que a la ley -menciono mientras resaltaba el hecho de que en efecto, las personas parecían hablar mejor de la misteriosa mujer que de la policía.
Muy curioso en realidad.
Alfons: Supongo que podríamos investigar al respecto, digo, con lo de que el próximo tren a central sale hasta dentro de unos días, tenemos tiempo -dije antes de suspirar de decepción al recordar que tendría que perderme la mayor parte del examen y llegar apenas para la parte final.
Que triste... pero así pospongo regaños y reclamos. Así que no hay mal que por bien no venga.
Lyra: Comprendo su decepción, señorito. Los ferrocarriles en este país son un desastre -dijo negando decepcionada también- pero vea el lado bueno. Aquroya, la ciudad del agua, es un lugar turístico. Seguro hay mucho que hacer. Ahí varios restaurantes, spas, hoteles...
Alfons: ... No te parece algo inusual? -pregunte de repente tras quedarme viendo el enorme lago de la ciudad.
Lyra: ¿Uh? ¿Qué cosa?
Alfons: Hace tiempo leí un reporte sobre el estudio hidrológico de esta ciudad. Parece que el agua poco a poco está hundiéndolo todo. Se supone que en unos años la ciudad entera acabara en el fondo del agua... me hace preguntarme sobre todo ¿de donde viene tanta agua si este es un país que esta lejos de toda costa? Y ¿la gente lo sabrá? Y si lo sabe ¿Por qué están tan tranquilos? -me cuestione en voz alta.
En parte creo saber la respuesta gracias a las memorias de mi Ed... pero como ya me acostumbré, dichos recuerdos están muy borrosos ahora.
Lyra: Son muchas preguntas... creo que nuestro tiempo aquí será bien invertido, señorito.
Alfons: Creo que tienes razón... sabes, me dio curiosidad ver como se vera la ciudad desde arriba, ya vengo -dije decidiendo probar un poco mi alquimia y emprender vuelo.
Solo para terminar esposado de una muñeca estando a solo metro y medio del suelo por quien parecía ser un inspector de la policía... no se quien era este tipo, pero desde ya me sentía lo que iba a ser un fuerte dolor de cabeza.
Inspector: Vendrás conmigo a la comisaria. Tengo que hacerte algunas preguntas, alquimista. Además ¿no te dijeron que es ilegal usar el uniforme de los militares sin serlo, niño?
... Sip, un dolor de cabeza garantizado.
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(Comisaria de Aquroya)
Inspector: Oh ¿un mayor del ejército? ¿El famoso hijo del héroe de Ishval?
Es oficial. No se si solo es retrasado, sordo o que simplemente lo dejaron caer de cabeza cuando era un bebé, pero había algo mal con el cerebro de este tipo. ¡Llevo diciéndole lo mismo por al menos tres horas! Al principio quise seguirle el juego por aburrimiento, pero honestamente ya me estaba cansando.
Aunque al menos el interrogatorio venia con comida gratis, algo es algo.
Alfons: Bueno, técnicamente aun no es oficial mi ascenso. Pero con toda honestidad, mi uniforme y la condecoración de la cruz de caballero deberían ser prueba suficiente para confirmar mi rango al menos. Como se lo he dicho las ultimas 20 veces -dije tratando de mantener bajo control lo que me quedaba de paciencia.
Inspector: Ciertamente... pero es difícil de creer que un simple niño como tú...
Alfons: ¿Cuántos niños pueden hacer alquimia y literalmente volar frente a sus ojos, viejo? -pregunto ya con cierto descaro.
Lo cual causo que mi querida asistente me jalara la oreja en señal de reprimenda.
Lyra: Aún cuando con quien hablamos sea alguien obstinado y necio. No debe de rebajarse a su nivel, señorito -declaro con severidad.
Alfons: Me quedo claro ¡suelta! -dije librándome del agarre- adivino ¿fue orden de la general que te asegures que mantenga el decoro? -pregunte en lo que ella solo asintió. Tenía que ser esa mujer.
Inspector: Ya ustedes dos, dejen de hacer una escena.
El burro hablando de orejas.
Inspector: De cualquier modo, mejor explico la situación -menciono con seriedad- verán, hay un ladrón llamado Psyren que opera con frecuencia en la ciudad desde hace un tiempo -dijo haciendo que tanto yo como Lyra pusiéramos atención, ya que al fin estábamos yendo a algun lado.
Alfons: ¿Psyren? Si, hemos escuchado sobre su persona, es muy popular por aquí.
Inspector: ¡No lo es, es solo un criminal! -declaro fastidiado antes de respirar hondo- es un personaje envuelto en misterio, y hasta ahora, todo lo que sabemos, es que usa la alquimia. Y tu eres un alquimista, por eso quería hacerte unas preguntas.
... Con toda honestidad ¿Cómo rayos es que este tipo consiguió su trabajo?
Alfons: ... Ya me harté, Lyra.
Y con un movimiento de manos, la chica uso su alquimia para mandar a volar la puerta de la sala de interrogatorios para sorpresa tanto del inspector como del resto de oficiales que presenciaron lo ocurrido.
Inspector: ¿Cómo te atreves? ¡Atacar propiedad publica es un crimen!
Alfons: Y retener a un oficial del ejercito contra su voluntad sin ninguna prueba o base solida es uno también -dije antes de darle una mirada a Lyra y ella procediera a darle un documento al inspector.
Quien una vez lo leyó se quedo sin palabras.
Inspector: Esto es...
Alfons: Una orden de suspensión indefinida. Como sabe, Amestris es un país militarista, por dicha razón, el ejercito tiene la máxima autoridad por encima de las fuerzas judiciales de menor rango como la policía local -dije con frialdad- si Psyren es algo que le preocupa tanto como para hacer su trabajo de una forma tan inapropiada... supongo que tendré que encargarme del asunto yo mismo.
Inspector: Que... ¿Qué piensa hacer?
Alfons: Eso no importa, ya no está en sus manos, y si sigue teniendo dudas, llame al general de brigada Grand, el le confirmara muy claramente quien soy -dije dándole la espalda- como es casi oficial, supongo que puedo tomar ese título ahora... como Mayor, estoy ejerciendo mi derecho a colocar cualquier ciudad que crea que está en algún tipo de riesgo bajo una jurisdicción provisional -dije antes de dirigirme a los oficiales- a partir de ahora y hasta nuevo aviso, todo el personal policial y administrativo de la ciudad estará bajo mi mando directo. Quiero toda la información del caso Psyren en una hora, así como sus rutas de escape, modus operandi, todo... -declare antes de ver nuevamente al inspector- usted, inspector, permanecerá bajo custodia protectora aquí hasta que todo se solucione.
¿Es tan raro que alguien actúe con la seriedad que se espera de su puesto por aquí? Porque honestamente parecía que estuviese hablando yo solo a un montón de sordomudos.
Lyra: ¿Qué están esperando? ¿Acaso se les hablo en otro idioma? ¡A trabajar, ya han insultado lo suficiente al señorito! -dijo haciendo reaccionar a todos los policías que comenzaron a actuar como hormigas alteradas, moviéndose de un lado al otro.
Al menos alguien sabía como poner a otros a trabajar, gracias, Lyra.
Inspector: ... Reconozco mi error... pero dígame ¿Qué es lo que piensa hacer para atrapar a Psyren? -pregunto haciéndome rodar los ojos. Era terco, eso había que reconocérselo. '
Alfons: Pues bien, ya que esta tan interesado en saber... Primero buscare cualquier escondite que Psyren utilice en la ciudad así como cualquier lugar que use como una cubierta, y luego haré lo que usted no pudo... acabar con Psyren de una buena vez.
(Time skip, un día después)
Alfons: Entonces fue que descubrimos que tenías la costumbre de avisar a los periódicos locales sobre tus próximos golpes, algo arrogante de tu parte si me preguntas -dije mientras me paseaba de un lado a otro en la oficina del inspector- es increíble que tengas de curiosos hasta fans... pero atraparte no fue difícil, es decir, nunca enfrentaste a alguien que pudiera seguirte el paso desde arriba... Psyren, o debería decir, señorita Clara Auditore -dije observando a la mujer esposada del otro lado de la mesa.
La cual ciertamente no tenía cara de muchos amigos, más bien era la típica expresión que podía agriar la leche con solo verla fácilmente. Supongo que aun no le gusto que supiera su truco de esconder una baraja de cartas entre sus senos. En parte es entendible, una mujer que usa sus atributos como armas no suele disfrutar cuando es precisamente alguien del sexo opuesto quien le gana.
Aunque había que reconocerlo, el traje de arlequín le quedaba muy bien.
Pero admito que la única razón por la que me salí con la mía en esto fue porque tuve las memorias necesarias de cuando Ed la enfrento en el mejor momento.
Clara: ... Es increíble, que un niño pequeño como tú me atrapase en solo un día...
Alfons: Para que sepas, yo también me vería alto si usara esos tacones... -dije en tono de broma- pero por otro lado, no es tan increíble tomando en cuenta que tu misma te pusiste en bandeja de plata en cuanto supiste de mi... eres alguien que le gusta la atención ¿cierto? -pregunte divertido antes de tomar asiento en uno de los dos sofás del lugar- tu tapadera como enfermera fue muy hábil de tu parte, y gracias a tus registros médicos en el hospital, puedo decir que si sabes de medicina.
Clara: Parece que me investigaste a fondo -dijo antes de encogerse de hombros- solo acabemos de esto ¿Cuánto será lo de mi condena? ¿uno, dos, tres años?
Alfons: Eso depende ¿Qué tan rápido crees que te acabaras escapando para seguir con este juego de la ladrona hasta que la ciudad se hunda? -pregunte haciendo que guardara silencio unos momentos.
Clara: ... Tu no sabes nada, la vida es complicada. No lo comprenderías...
Alfons: En realidad, lo comprendo mejor de lo que crees.
A lo cual yo solo chasquee los dedos para que Lyra pasara con el café.
Alfons: ¿Cómo estuvo tu investigación, Lyra? -pregunte mientras se me servía una taza.
Lyra: Fue muy fructífera ciertamente, señorito -menciono mientras servía los bocadillos para sorpresa de la ladrona- las personas de la ciudad la aman demasiado, señorita Clara. Todo gracias a que usted le devolvió la vida a esta ciudad, o al menos es lo que dicen -declaro antes de tomar asiento a mi lado- es una luz de esperanza.
Clara: Yo... es cosa suya si desean verme así, yo no...
Alfons: Vamos, deja de fingir. Sabemos todo, tu en realidad, aunque disfrutes robando, no es que lo hagas solo porque quieras -dije antes de ver con seriedad al lago por la ventana- la ciudad se hunde un poco cada año, dentro de 8 años más o menos, ya no quedara nada de Aquroya. Pasara de ser la ciudad del agua a la ciudad hundida.
Lyra: Eso hizo que la gran mayoría de la población abandonase sus hogares en cuanto lo supieron -siguió el relato bajo la misma línea de pensamiento- solo se quedaron quienes no podían irse, y según los relatos, las cosas estaban muy mal antes de que tu aparecieras con tu debut como ladrona -dijo antes de dejar algunos periódicos viejos sobre la mesa.
Y los titulares eran ciertamente interesantes. ¨Baño de oro robado¨, ¨El robo de las llaves de Kremlin¨, ¨Arte abstracto del siglo pasado desaparece por obra de Psyren¨, ¨Psyren ataca de nuevo¨... y solo seguían y seguían.
Lyra: Gracias a tus demostraciones publicas de habilidad como ladrona y alquimista, los reporteros de todo el país vinieron en masa. Y junto con ellos, los turistas llegaron en gran medida también, pronto todos olvidaron el problema del hundimiento... tu te encargaste de darle vida a Aquroya una vez más antes de que desaparezca por completo -termino con una sonrisa de comprensión para la otra mujer en la habitación.
La cual permaneció en silencio con la mirada gacha todo el tiempo.
Clara: Si lo saben... entonces comprenderán que no puedo parar ahora -dijo con un tono de voz que me hizo comprender que estaba siendo sincera, ya toda la coquetería y dulzura fueron dejados de lado por completo- si dejo de robar... pronto todos recordaran el problema en cuestión del hundimiento, y al final. De nada abra valido todo lo que he hecho hasta ahora.
Alfons: ... Creo que te comprendo, al final, no fuiste tú la que eligió esta vida, sino que más bien, esta vida te eligió a ti -dije sonriendo con simpatía- me puedo identificar con eso. Tal vez ni recuerdes cuando comenzó todo... pero dime ¿Qué harás una vez la ciudad se hunda? ¿Qué seguirá después de eso?
Siendo su respuesta nada más que el silencio. Tal parece que nunca pensó tan lejos.
Alfons: Se que no lamentas lo que has hecho, todo lo contrario, estas orgullosa de tus logros. Pero creo... que ha llegado el momento de vivir por ti, y dejarlo de lado. Todo esto -dije recibiendo una mirada molesta de parte de la chica- por cierto, intenta no gastarte todo ese dinero de golpe una vez acabemos de negociar.
Clara: ¿A que dinero te refieres? -se hizo la inocente en lo que yo solo rodé los ojos.
Alfons: Tacón izquierdo, debajo del pie. Seguramente esos billetes los robaste a personas que estaban de distraídas del día -dije para su sorpresa- dejando de lado mis opiniones, debo reconocerlo Clara. Tu técnica es buena, pero no impecable.
Clara: Eso lo dudo -declaro con arrogancia- antes de ti, nadie me había pillado antes, y menos llamado la atención.
¿Con que es así, eh?
Alfons: ¿Qué dices si hacemos un trato? Déjame enseñarte unos trucos -dije guiñando un ojo tanto para sorpresa de Lyra como consternación de la rubia.
Clara: ¡No necesito que me des lecciones! Y te lo demostrare, dame un minuto y conseguiré más de lo que conseguirías en un día -dijo en lo que yo me puse de pie.
Y para sorpresa de ambas chicas, solo tome la llave y libere de sus esposas a la ladrona.
Lyra: ¡Señorito!
Alfons: Bien, empieza. Nos vemos aquí en cinco minutos, los limites son la estación de policía, roba a tantos oficiales como puedas. Gana quien tenga más dinero... aunque obvio que seré yo -dije causando que la susodicha se ofendiera.
Clara: Y pensaba que yo era arrogante. Tienes un trato, chico. Si gano, me dejas ir.
Alfons: Hecho, pero si yo gano. Trabajas para mí -dije ahora si logrando que ambas abrieran los ojos como platos.
¿Acaso era una idea tan loca como para que reaccionaran así?
Lyra: ¿Trabajar para usted? ¿Por qué pensaría algo así? -pregunto en lo que yo solo le di una sincera sonrisa de disculpas.
Alfons: Lo diré solo si me gana -dije antes de ver de nuevo a la mujer mayor- ¿Qué dices? ¿trato? ¿O tienes miedo de que un militar, además de niño, de este país acabe siendo mejor ratero que tú?
Lo admito, el fuego que apareció de repente en los ojos de esta chica si es de temer.
Clara: Oh no tienes ni idea de en lo que te estás metiendo, hombrecito. Espero que tengas con que pagar esos alardeos -dijo antes de salir corriendo.
A lo cual yo solo le di un cronometro a Lyra, para que así, la competición iniciara.
(5 minutos después)
Clara: ¡Malditos tacaños! -dijo golpeando la mesa con rabia, ahora vestida con un atuendo de monja que debió transmutar para no ser reconocida- es como si ninguno de los uniformados llevara algo de dinero encima hoy.
Alfons: Bueno, reconozco que a mi no me fue tan mal -dije presumiendo el fajo de billetes que logré tomar aprovechando un truco que aprendí hace tiempo.
Cuando mi maestro o la general Armstrong por pura malicia decidían solo hacer que se les olvido pagarme o darme mi mesada respectivamente. Aunque no lo reconozcan, esos dos se parecen en ciertas cosas.
Pero en fin, el truco consiste en usar mi alquimia para hacer aparecer repentinas ráfagas de viento, con estás, la víctima se distrae mientras cae al suelo. Y entonces cuando le ayudo a levantarse, aprovecho para registrar y tomar cuanto se pueda.
En parte admito que si gane, fue solo porque me adelante en tomar a las victimas que Clara pensaba robar primero, robándole así sus oportunidades de robo. Un poco injusto, pero seamos sinceros, de hecho nadie respeta la frase de que hay honor incluso entre los ladrones.
Alfons: ¿Estás teniendo un mal día?
Clara: ¡No seas condescendiente conmigo! ¡Soy una ladrona hábil! Mi reputación habla por si sola -se jacto con orgullo para mi diversión.
Lyra: Y sin embargo, el señorito te venció en tu propio juego -dijo sonriendo antes de beber café con calma.
Auch, un poco más de tacto ¿no?
Clara: Oh, tu ni hables, criada -espeto ganándose una mala cara por parte de Lyra.
Alfons: Tranquilas las dos -dije ya sabiendo que se olía a pelea de chicas por aquí- si Clara, sé que eres muy hábil. Y por esa razón, te agradecería que trabajaras conmigo para aprovechar mejor tu talento y habilidades.
Lyra: Aquí vamos de nuevo ¿Por qué desea que esta mujer se una a nosotros, señorito? -pregunto en lo que Clara le dio una mala cara y yo solo me encogí de hombros.
Alfons: Por dos cosas en realidad. La primera, ella es médica, y yo aunque no lo parezca, necesito a alguien bien versado en medicina cerca de mi por si me llego a sobre esforzar. Lo ultimo que necesito es vomitar sangre de repente y no tener a alguien cerca para que me ayude.
Clara: ¿Vomitar sangre? -pregunto de repente dejando de lado cualquier cosa que no fuera preocupación. Tal parece que tenía razón sobre ella, lo que más la define como persona, es su preocupación a los demás.
Alfons: Así es, por eso me gustaría que te hicieras pasar por mi enfermera privada. De ese modo puedo tenerte cerca, y además, no es mentira decir que también podría echar uso de tus demás habilidades.
Bueno, parece que estaba logrando ganarme su confianza, eso ya era algo si tomaba en cuenta que ahora de verdad parecía pensar en mi apurada propuesta.
Alfons: Si me das una segunda razón. Es porque pienso que en realidad tu tampoco quieres estar aquí -dije haciendo que levantase- con lo que dije hace rato, algo me dice que de hecho, has vivido toda tu vida en Aquroya y en realidad, jamás has salido ¿no te gustaría ir a ver el mundo? ¿saber que hay más que solo tu lugar de nacimiento?
Clara: No mentiré, la idea ha cruzado por mi mente más de una vez... -dijo poniéndose de pie antes de ir hacia la ventana y ver a la ciudad con una sonrisa- y lo reconozco, sería estúpido rechazar tu oferta, supongo que debería escucharte... no puedo vivir siempre del fruto de otros. Pero... no puedo abandonarlos.
Fue cuando se voltio, y la mirada que me dio, fue una que no esperaba, una llena de rabia.
Clara: Además, déjame decirte esto. Si hago todo esto de la ladrona, es solo porque me canse de que el lugar donde nací sea abandonado tan fácilmente por aquellos que una vez lo llamaron su hogar -declaro molesta- no voy a ser igual a esos desertores... y no se atrevan a verme con lástima, porque desprecio la caridad. No me arrepiento de lo que robe, tome lo que me correspondía. Pese a la opresión al ser una don nadie, el odio solo por ser huérfana, a la ignorancia causado por el desinterés de las personas a los problemas de los demás ¡vivo a mi manera, vivo para mí antes que nadie más!
... Así que esta es la verdadera Clara, el rostro real oculto detrás de tanto la mascara de Psyren como la de Clara. Una chica dura que solo no quiere sentirse en deuda con nadie, y si llega a ser así, hará todo lo posible por quedar a mano. Siendo por eso que roba y hace tanto por la ciudad a su modo, porque siente que se lo debe al ser Aquroya donde nació.
Muy bien, hagámoslo a su modo entonces.
Alfons: ... Tres días... -dije de repente llamando su atención- dame tres días, entonces el problema del hundimiento de Aquroya será historia. Y no abra razón para que no trabajes para mí.
Vaya... creo que si hubiese habido un terremoto o incluso un meteoro hubiera caído aquí al lado. Creo que ni Clara ni Lyra se abrían dado cuenta de lo impactadas que estaban por esa declaración hecha por mí.
Clara: ... ¿Qué el problema será historia? ¿Quién te crees, Dios? -pregunto con incredulidad antes de reír- lo admito, es algo divertido lo orgulloso y gracioso que estás demostrando ser.
Alfons: Estoy diciendo la verdad -dije haciendo que la risa parara de golpe- puedo hacerlo. Y una vez lo haga, te tendrás que venir conmigo -dije como si nada, lo cual causo que ella me viese con una mirada fulminante.
Clara: Si lo haces, estaré atada a ti de por vida ¿ese es tu plan?
Alfons: Soy una persona egoísta ¿Qué te digo?
Y fue entonces que tras un largo silencio, solo nos dimos un apretón de manos antes de que ella se dejara guiar a una celda. Todo esto causando nada más que confusión en mi así llamada asistente.
Lyra: No lo entiendo ¿al final acepto?
Alfons: Algo así... no es fácil tratar con personas orgullosas, pero tengo experiencia -dije antes de solo levantarme de mi asiento y empezar mi investigación.
Pero claro que tengo experiencia con gente orgullosa, dudo que exista alguien mas orgulloso que Ed, al menos mi Edward. Aunque, no es momento para pensar en eso... tengo una ciudad que salvar.
(Time skip, 3 días después) (Gran desierto del este)
En resumen, yo ya tenía una buena idea de que era lo que pasaba con Aquroya. Bastaba con saber que el agua de la ciudad es dulce a pesar de que digan que se trata de un ¨océano¨ para darme cuenta del problema. Siendo este que todo el lago de Aquroya no es nada más que una naciente gigante de agua dulce. Con dicha agua proviniendo de depósitos subterráneos naturales que abarcan todo el país.
No se que causo que la naciente de Aquroya se hiciera tan grande, pero tras identificar el problema. La solución fue una a la vez simple, y sumamente complicada al mismo tiempo.
Tras averiguar de donde salía el agua, tuve que improvisar los últimos días en crear nada más que un nuevo camino para que el agua salga. Lo que me llevo a muchas horas trabajando bajo tierra, usando la alquimia para hacer dicha saliente hasta un lugar donde el agua no fuese un problema.
Y dicho lugar, acabo siendo el gran desierto del este que servía de frontera natural entre Amestris y Xing.
Que si mis cálculos eran correctos, una vez termine con lo que estoy planeando, esta sección del desierto pasara a ser un oasis que ayudara mucho a los viajeros que crucen el desierto de un lado a otro. Salvo Aquroya, doy mas posibilidades de supervivencia a quienes crucen o viven en el desierto, y no me tomo ni una semana... No ha sido tiempo perdido al final ahora que lo pienso.
Ya casi todo estaba listo. La gruta de bifurcación estaba hecha, el sendero subterráneo también, solo faltaba una cosa, hacer una salida lo bastante grande para ese nivel de agua. Y aquí es donde entra lo que sería una de mis ultimas cartas en un combate.
Alfons: Bien, hagamos esto. Esto en realidad no lo he probado más allá de la teoría con lápiz y papel así que... bueno, quien no arriesga, no gana -dije antes de comenzar a condensar aire entre mis manos.
¿Qué pasa cuando tomas una gigantesca cantidad de aire y comienzas a comprimirlo hasta que solo quede una diminuta esfera de aire comprimido para luego liberarlo de golpe al objetivo? Pues la respuesta, que el aire se descomprime tan rápidamente que... surge una explosión masiva.
Alfons: ... Jajaja, no siente los brazos... -dije antes de ver el resultado de ese ataque con mis propios ojos.
Siendo este un cráter que abarca por lo menos dos o tres kilómetros de ancho. Y si me fijaba bien, podía ver como en el fondo de este el agua estaba empezando a surgir.
Ya estaba hecho. Y por mi parte solo puedo decir... que estaba por morir. Si el cansancio en extremo o la sangre que vomite no eran una indicación de eso, no se que lo era.
Y fue entonces que lo demás fue historia.
(Fin del flashback)
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Tras haber hecho ese acto tan irreal, no sé cómo fue que llegue de una pieza de vuelta a Aquroya. Pero de milagro lo logre... solo para luego casi ser asesinado por Clara que al ver mi estado, se puso en modo enfermera en un pestañeo y antes de darme cuenta, ya estaba amarrado a una cama donde se me ordeno no levantarme hasta nuevo aviso.
Costo varios esfuerzos de Lyra para hacerla entender que debíamos irnos si o si a central pronto. Cosa que ella al final termino aceptando, pero solo con la condición de que nos acompañaba porque yo era su paciente, y no se separaría de mi hasta darme el visto bueno de que ya estaba bien.
Pero esa fue solo una excusa, ya que una vez le confese lo que hice, ella solo sonrió con resignación antes de hacerme tragar una sopa de pollo.
Dicho de otro modo, ya era oficial, estaba atada a mí por tiempo completo. Ya que estando Aquroya salvada, no había razón para que Psyren siguiera existiendo al ya no tener como saldar su deuda con la ciudad. Pero en vez de eso, ahora según el pensamiento de la ex ladrona, lo que debía hacer era pagarme de algún modo la deuda que tenía conmigo al salvar su ciudad del inminente hundimiento.
Si, así de complicado era conseguir una enfermera personal bonita y muy capaz al parecer... pero hablando en serio. La verdadera razón detrás de mi insistencia de tener a Clara conmigo, es porque se dé lo capaz que es, y para cumplir mis propias ambiciones, necesitare toda la ayuda posible.
Lyra: Por cierto señorito, espero que no le importe que haya mandado un informe de todo lo ocurrido en la ciudad del agua tanto a la general Armstrong como al cuartel general de central -menciono mientras que por mi parte decidí usar el regazo de Clara como almohada.
Alfons: La verdad si me importa. Pero no puedo enojarme, es tu trabajo -dije sintiéndome muy relajado en realidad- por favor, no dejes de acariciarme el cabello, se siente bien.
Clara: Sus deseos son ordenes, señorito -exclamo con una sonrisa divertida antes de mostrar una mueca de más preocupación- pero en serio ¿estás seguro de que estás bien? Pareces un poco alterado, y la verdad es que sigues exhausto por todo el desgaste de los últimos días.
Alfons: Mientras no me sobres fuerce, estaré bien -dije restando importancia al asunto- pero por otro lado, ahora lo que más me preocupa es llegar a tiempo al examen... ya quiero verlo otra vez.
Clara: Oh si, tu ¨persona especial¨ ¿algo que debamos saber de esta persona misteriosa? -pregunto con cierto interés y burla en lo que yo solo suspire.
Alfons: Por el momento no... pero lo reconocerán fácilmente cuando le vean, estoy seguro -dije cerrando los ojos- solo despiértenme cuando estemos llegando. Necesito descansar... Lyra, vigila a Clara para que no me dibuje nada en la cara.
Clara: Aguafiestas -dijo guardando el marcador que tenía en mano para mi gracia.
Una vez comprendías su modo de pensar, era fácil lidiar con ella... pero era en serio, necesitaba dormir. No quería que Ed me viera más muerto en vida que cualquier otra cosa.
Ya quiero verlo... zzzz....
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(General Pov)
(Cuartel general de central)
Finalmente el día esperado para los aspirantes finalistas a alquimista estatal de ese año había llegado. Luego del examen escrito y la prueba psicológica, más los días de espera para determinar quienes habían pasado y quienes no, por fin había llegado el día de la ultima prueba. El examen práctico. Donde se pondrían a prueba las habilidades ya fuese con demostraciones a directamente combates cuerpo a cuerpo.
Y ese era un día en particular especial porque aparte de varios generales, comandantes y otros militares de alto rango. Cierta persona de suma importancia para el país estaba en camino a ver los exámenes también.
Militar: Es muy inusual que observe las pruebas -comento al superior que estaba escoltando en ese momento. A nadie más que el rey del país.
King Bradley: Uh... pero oí que habría un niño de doce años. Quise venir para ver de que hablaban todos, desde el hijo de fuego, todos tienen grandes expectativas de este chico también -menciono antes de llegar a la sala donde se presentarían los evaluados.
Siendo entonces que ante su ojo, pudo ver bien al joven del que todo el mundo hablaba los últimos días. Un joven de estatura algo baja para su edad si le preguntaban. Con ropas que recordaban a las de un sacerdote en entrenamiento, de cabello rubio y ojos dorados muy inusuales en realidad. Pero no tanto como lo eran las prótesis que reemplazaban el brazo derecho y la pierna izquierda respectivamente.
King Bradley: Oh... una prótesis de acero...
Edward: En la rebelión del este -dijo causando una que otra mirada comprensiva por parte de los presentes.
King Bradley: Ah, pasaste un mal rato en Ishval, según veo -dijo en lo que el menor lo vio con una expresión confusa.
Edward: ¿Quién es él? -pregunto al oficial a su lado que rápidamente frunció el ceño.
Militar: Idiota, es su excelencia el Führer King Bradley -dijo en lo que el menor solo mostro un gesto de desinterés para consternación de más de uno.
Pero antes de que alguien pudiera quejarse de la actitud del chico, es que fue cuando se escucho un alboroto por todo el lugar que solo se hacia más y más bullicioso con cada segundo que pasaba. Hasta que se vio el origen de este cuando cierto rubio bien conocido por todos se apareció de repente siendo seguido por un par de chicas vestidas como criada y enfermera que llamaron la atención de mas de un soldado, a los que se les pusieron ojos de corazón sin chistar.
Alfons: Odio llegar tarde.
Clara: Por mi parte a mi ni me gusta venir a cosas como esta.
Lyra: ¡Clara, ten más decoro! Si nos atrasamos fue por tu culpa.
Clara: ¿Mi culpa? Solo quería donar unas monedas a la iglesia, aunque no lo parezca, tengo algunos principios sin mancillar.
Lyra: Eso no me lo creo. Pensé que eras más como yo, que honrare al señor solo en mi lecho de muerte.
Alfons: Ya basta ustedes dos, vamos a llamar la atención.
Clara: Tranquilo señorito. Todos esos estirados están muy ocupados jugando a los soldados como para ponernos atención -dijeron tomando lugar entre los oficiales superiores.
Donde los tres notaron que todos los estaba viendo. Y allí fue que de ese modo, los tres compartieron el mismo tono rojo en sus rostros, así como el deseo de que se los tragara la tierra.
Alfons: ... Las culpo por esto...
Clara: Es oficial, la próxima pagamos taxi.
Pero para su alivio, de todos los presentes, incluyendo una expresión en blanco por parte del propio alquimista de fuego. El que rompió la tensión fue el Führer quien solo rio divertido por la escena montada por el trio recién llegado.
King Bradley: Me alegra que finalmente se nos uniera, Mayor Heiderich -dijo a la vez que el mencionado se puso firme- escuche que tuvo complicaciones en el camino, pero parece que al final logro unírsenos... aunque temo decir que algo tarde.
Alfons: Si... el transporte publico es un problema no importa donde ¿no? -pregunto causando algunas risas leves.
King Bradley: Puedes decirlo dos veces... aunque, algo me dice que todos estamos de acuerdo en que estamos algo decepcionados porque no tomaras el examen este año. Todo el mundo esperaba que te hicieras con el título del alquimista estatal más joven en la historia del país -dijo con algo de lastima.
Sin notar la mirada molesta del joven que iba a ser evaluado, la cual solo se hizo más pronunciada cuando vio al otro chico con el titulo de mayor encogerse de hombros.
Alfons: Se que muchos esperaban que realizara el examen, pero temo decir que aún no me ciento preparado. Cuando este listo, con gusto tomare la prueba, su excelencia -dijo sonriendo- por el momento, me conformo con observar a los aspirantes. Es decir, siempre se puede aprender algo nuevo viendo a los talentos potenciales -dijo antes de que su mirada se encontrase con la del joven de las prótesis de metal.
Siendo entonces que más de uno noto que ninguno de los dos jóvenes quería dejar de mirar al otro, así estuvieron un largo tiempo, sin que ninguno quisiera dar el brazo a torcer. Hasta que una llamada de atención los hizo reaccionar y sonrojarse al unísono antes de apartar la mirada.
King Bradley: Interesante... pero ya tendrán tiempo para que se conozcan -dijo comprensivamente antes de observar al joven a unos metros delante suyo- muy bien, inicien la prueba.
Militar: ¿Tienes algo con que dibujar los círculos de transmutación? -pregunto al menor que solo desestimo la pregunta.
Edward: No necesito nada semejante -declaro antes de juntar sus palmas.
Siendo en ese momento que, en un acto, causo una gran impresión en gran parte de los presentes, el joven logro hacer una lanza a partir de los materiales del suelo sin usar ningún circulo de transmutación.
King Bradley: Eso es... impresionante -menciono con honestidad.
Solo para que luego todos perdieran el aliento cuando el chico simplemente corrió con lanza en mano hasta dejar la punta de esta a pocos centímetros del rostro del propio generalísimo. Causando que fuese rápidamente apuntado con armas por parte de los soldados alrededor, quienes solo no dispararon porque el rey se los impidió.
Edward: Podría haber asesinos altamente entrenados capaces de hacer esto -menciono con seriedad- así que tal vez debería reconsiderar como llevar a cabo estas pruebas -sugirió.
Solo para que el generalísimo ordenara que todos levantaran las armas antes de hablar.
King Bradley: Ah... tienes nervios de acero, pero... no conoces la inmensidad del mundo -dijo dispuesto a retirarse.
A la vez que justo en ese momento, la lanza se partió en dos por un corte limpio que resulto como resultado de un movimiento de la espada del propio King Bradley para impresión de Edward.
King Bradley: Buena suerte en el resto de tu examen, mi joven alquimista -menciono mientras se despedida como si nada a un Ed que seguía en shock.
Edward: Pero... ¿Cuándo saco su espada?
Aunque, antes de retirarse de la habitación. Fue que un pensamiento se le cruzo por la mente. No todos los días había dos jóvenes alquimistas tan talentosos que la milicia podía manejar a voluntad en el mismo lugar. Edward Elric y Alfons Heiderich Mustang... ambos son dos jóvenes muy talentosos. Así que... ¿Por qué no hacer que se intenten matar mutuamente solo por diversión? En un examen de combate físico.
King Bradley: De hecho ¿Qué tal si ponemos esos nervios de acero a prueba? -pregunto con una sonrisa antes de encarar al joven una vez más- Alfons, seguramente estarás algo entumecido por todas esas horas de viaje en tren, seguro que querrás estirar los músculos.
Alfons: En realidad... es una oferta tentadora ¿en que esta pensando, señor? -pregunto teniendo un mal presentimiento por alguna razón.
King Bradley: En algo sencillo en realidad. ¿Qué tal si tu mismo vez de que es capaz nuestro joven de nervios de acero aquí presente? -pregunto para sorpresa de varios- en un examen de combate físico.
No hace falta decir que dicha idea causo revuelo en toda la sala.
Edward: ¿Examen de combate físico?
King Bradley: Eso mismo -dijo sonriendo- una parte importante de ser alquimista del estado, es prepararte para lo desconocido, tener la mente abierta a todas las adversidades para así afrontarlas de la mejor manera ¿y que mejor forma de poner eso a prueba que en un combate contra alguien del que no sabes nada? Con fines como ese se celebran los exámenes de combate físico.
Pero aún explicándolo, el desconcierto de ambos jóvenes no disminuyo ni un poco.
King Bradley: En resumen, joven alquimista, no necesitas ganar. Pero si no dejas una buena impresión en esta pelea, no serás elegido para ser alquimista estatal, y deberás esperar hasta tener la edad estándar de 22 años para hacer el examen nuevamente -dijo para desconcierto de Edward antes de ver a Alfons- por tu parte, mira esto como un calentamiento, solo no abuses -menciono antes de seguir su camino- diviértanse, jóvenes. Y chico, si quieres entender la verdad sobre la alquimia y disponer de los recursos para ello, muestra tu valía en el campo de batalla.
Y mientras un consternado Edward seguía sin poder creer lo que estaba pasando. Por su parte, Alfons solo maldecía por lo bajo su suerte... ¡era oficial, de verdad era un día de mierda!
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre, pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Ahora ya son dos, Lyra y Clara. Desde ya digo que este dúo será icónico en toda la historia. Pero antes que nada, primero lo primero. Siendo este caso la pelea que se dará el próximo capitulo. Desde ya digo que esta misma será importante para que empiece a desarrollar el afecto romántico entre ambos.
Pero todo a su tiempo, por el momento nos vemos, y perdón por la tardanza.
Chapter Text
(Alfons Pov)
Alfons: Pero señor, por mucho que me gustaría mostrar mi valor, solo no sería justo que me enfrente al candidato Edward Elric. Entre nosotros se haya una gran diferencia -trate de hacer al generalísimo entrar en razón solo para ser ignorado.
Esto debido a que lo que hice una vez el rey Bradley se retiró de la sala de evaluación, fue ir directo a donde él se quedó quedando durante las pruebas para tratar de convencerlo respecto a lo sin sentido que era todo este asunto. Ya que, aparte de la experiencia de combate que nos diferenciaba, yo simplemente no quería pelear con Edward.
Pero como dije, tratar de convencer a este hombre de lo contrario una vez se le mete una idea en la cabeza. Es como hablarle a la pared.
King Bradley: En realidad no veo cual es el problema. Suena como una pelea muy interesante. Sería como un modo para celebrar tu recién ganado puesto como Mayor, joven Heiderich -explico mientras tomaba una taza de té con calma.
Alfons: Pero... pero jefe... -dije antes de ser interrumpido.
Soldado: El jefe ha hablado, Mayor. Pueden usar el terreno de desfiles para el encuentro, de ese modo no tendrán que preocuparse de los daños colaterales -menciono mientras que yo seguía sin creer que todo esto estaba pasando.
Aunque la parte de los daños colaterales me hizo acordarme de lo que bien podemos llamar otra razón por la cual un combate sería una idea terrible. Siendo dicha razón el hecho de que en el ejercito se aplica la de ¨tu lo rompes, tú lo arreglas¨. Y honestamente no estaba de humor para limpiar el desastre que se volvería el campo de batalla si de verdad se daba el encuentro.
Pero antes de que pudiese quejarme nuevamente, es que la voz de uno de los alquimistas que considero mentores se escucho detrás de mí. Como siempre apareciendo en los momentos menos esperados, general de brigada Grand.
Grand: ¿Qué ocurre, Mayor Heiderich? ¿acaso no estás seguro de tus destrezas? -pregunto de un modo que solo me hizo tragar grueso.
Alfons: No, no es eso general... solo pienso que sería injusto enfrentarme a Edward Elric a sabiendas de que es solo un civil con algo de entrenamiento marcial a lo mucho. No sería justo para él -trate de justificarme solo para de nuevo, se me aplicara el ¨no te oigo, tengo orejas de pescado¨.
King Bradley: Adelante, pelea contra el chico. Creo que nos divertiremos mucho -dijo ya dando por finalizada la charla antes de ordenar que me retirara, a lo cual solo me mordí la lengua en lo que obedecía lo que se me ordenaba.
Alfons: Si se me ordena, lo haré. Es así como funciona. Señor -dije antes de solo saludar en posición de forme para luego acabar retirándome de la sala.
Donde acabe encontrándome con Lyra y Clara esperándome afuera. A lo cual solo les hice un gesto para que me siguieran en lo que me dirigía a una habitación vacía donde pudiera pensar con más claridad el que hacer a continuación.
Alfons: ... Bueno, al menos lo intente -dije mientras caminaba con una chica caminando a un lado mío cada una- no podrán decir que no trate de proteger a Ed. Pero, por mucho que me disguste, tengo que obedecer mis ordenes, ese es el deber de todo soldado -actué en plan de ser el típico buen soldado en lo que entraba en una habitación vacía.
Pero a quien engañaba. En este momento todo lo que deseaba era que la tierra me tragara o saltar de un decimo piso de cabeza sin atreverme a usar la alquimia para librarme de la dura y mortal caída. Solo... ¡¿Cómo rayos pude acabar metido en una situación como esta?!
En momentos así maldecía el estigma militar de que como soldado, si los superiores dan una orden, esta se debe cumplir sin importar lo que. Por mucho que tú no quieras hacerlo, si te lo ordenaban, esa palabra por fuerza era ley. Eso era algo que de hecho, yo odiaba del ejercito tanto como mi padre adoptivo... pero por desgracia, la forma más sencilla de subir escalones en la milicia es siguiendo las reglas.
Es simple entender que las reglas son necesarias, así que mientras me atenga a ellas, escalar hasta llegar a un rango que me de más libre albedrio no debería ser difícil, para así facilitarme una vida más cómoda y sencilla para cumplir mis metas, aun así... ¡¿Por qué son tan crueles?!
Clara: Muy bien, es obvio que tienes inconvenientes con esto -menciono sacándome de mis pensamientos.
Alfons: ¿Ah? ¿Qué te hace decir eso?
Lyra: El hecho de que ha estado caminando de un lado a otro los últimos 15 minutos, señorito -explico mientras que yo no pude evitar mostrar una expresión de pura incredulidad.
Clara: Es evidente que esta situación te molesta. Y ciertamente a mi también, si quieres puedo hacer una nota médica, explicando que no estas en condición para ningún sobre esfuerzo físico -dijo con una seriedad poco usual en ella. A la vez que yo estuve muy tentado en aceptar.
Pero por desgracia, no podía hacerlo. No si quería seguir estando en buena estima de los altos mandos del país.
Aunque antes de que pudiese responderle fue que la puerta se abrió de golpe, y para cuando me di cuenta, me encontraba siendo estrujado al punto de que podía escuchar mis huesos crujir debido a la monumental fuerza de quien me tenia atrapado en ese momento. Y no había que ser un genio para saber de quien se trataba, esos músculos eran imposibles de confundir.
Alfons: ... ¿Cómo ha estado... Mayor Armstrong? -pregunte ya empezándome a faltar el aire en lo que el musculoso hombre solo me estrujo con más fuerza. Si, fue una buena vida. Recuérdenme con cariño y no con odio.
Alex: ¡Pero que triste, Alfons! ¡Lo vi todo! -dijo en pleno llanto- solo me basto con observar como veías a ese chico para darme cuenta. ¡Al fin encontraste a esa persona amada! ¡Y el mismo día que lo conoces te obligan a pelear con él! ¡La vida puede ser tan injusta a veces! -declaro mientras que por mi parte, mi cara estaba pasando de morada a azul.
Alfons: Si... muy triste... pero por favor... aire... -pedí con mi ultimo aliento, para por suerte, ser escuchado por el Mayor Armstrong que apeando me soltó de golpe.
Si, este tipo era incorregible, pero así se le quiere... a excepción de la general Armstrong, claro. Pero mentiría si dijera que no le tengo un aprecio propio al Mayor, es decir, fue gracias a su riguroso entrenamiento que pude pasar los exámenes físicos de la academia militar sin problemas y sin descuidar mi salud en el proceso. El mayor me entreno y hasta se ofreció a enseñarme la alquimia artística que ha pasado de generación en generación en su familia, pero cortésmente lo rechace. Solo no sentí que fuera mi estilo.
Aún así, seguimos en contacto, y es un muy buen amigo para mí. De allí que no me sorprendiera que él ya hubiera descubierto que yo ya había encontrada a ¨ese alguien¨. Pero por otro lado, las dos chicas que estaba haciéndome compañía si que abrieron los ojos con sorpresa.
Clara: No se que me sorprende más. La máxima aspiración a la que todo hombre quiere llegar aquí presente aunque no lo digan -dijo señalando al Mayor- oh que me estén diciendo que de todas las opciones posibles ¿de verdad tu persona especial es ese chico de los automails? -pregunto incrédula- no digo que este mal, hasta esta lindo, pero...
Lyra: No te compliques Clara, yo lo digo... creemos que merece algo mucho mejor -dijo con honestidad y sin molestarse en molestar si disgusto- es decir ¿vio como reto al propio líder de este país? ¡Es un descarado que no tiene el más mínimo decoro!
Clara: Yo no pensé en esas cosas. Pero si siento que ustedes dos juntos no sería una buena idea... más que todo porque por debajo de tu fachada de niño bueno hay un demonio hasta peor que ese muchacho, y ustedes dos juntos... no, demasiado peligroso para este mundo, y eso que no te conozco de mucho y al otro lo acabo de conocer -dijo con sinceridad.
Y no podía culparlas por pensar así. Yo mismo me di mi propia fama y bueno, Ed es Ed. Pero antes de que pudiera defender mis gustos, fue que quien dio un paso al frente con un claro gesto de desaprobación no fue otro que el Mayor Armstrong.
Alex: ¿Cómo se atreven a decir algo así? -se quejó con indignación- si no fuera porque me informaron que trabajan para Alfons, las echaría de aquí solo por decir eso. Yo estuve al lado de este chico el tiempo suficiente para saber lo mucho que le importaba encontrar a esa persona especial en su vida ¿y una vez que lo encuentra lo menosprecian? ¡Confíen en el pequeño, estamos hablando del primer amor de su vida! -declaro con convicción.
En lo que no hace falta decir que, mientras las chicas se incomodaron y hasta intimidaron un poco por la actitud del mayor. Yo todo lo que pude hacer fue negar divertido, era evidente que el no importaba que pasara, el mayor Armstrong era una persona que se mantenía igual sin importar nada. El mismo grandulón de bueno corazón que prefiere hablar con sus músculos que con las palabras.
Viendo el lado bueno, su personalidad lo hacía perfecto para animar cualquier fiesta o evento social. Pero en el lado negativo, el mayor era lo suficientemente ruidoso como para llamar la atención no deseada de ciertos oídos. Como los de la persona que se estaba abriendo paso en la habitación con la misma cara de pocos amigos de siempre.
Grand: Con que aquí estabas, lo estuve buscando por todos lados, Mayor Heiderich -revelo antes de ver fijamente a mi igual de rango con el ceño fruncido- Mayor Armstrong, póngase la camisa.
Y mientras el mayor obedecía como si el mismo diablo le hubiera dado la orden. Es que por mi parte, una vez más, fui capaz de ver de primera mano que tanto era el respeto (y miedo) que los demás oficiales le tenían al general de brigada. Aunque era fácil entender porque, es decir, tal vez no había historias tan épicas de sus hazañas en Ishval como las de mi maestro.
Pero eso era sencillamente porque a diferencia del alquimista de fuego, era solo porque el alquimista de la sangre de hierro acostumbraba a trabajar en solitario, así como a no dejar sobrevivientes de ningún tipo, jamás.
Grand: Mayor Heiderich -me llamo por mi rango- leí tu ultimo informe, así como también de tu hazaña en el norte. Debo decir que me da gusto saber que pudiste capturar a ese repugnante desertor. De haber tenido éxito, quien sabe que problemas nos hubiera causado a futuro.
Alfons: ¿Han logrado sacarle algo? -pregunte sabiendo que la transferencia del alquimista de hielo a central fue casi inmediatamente después de ser capturado por mí. Así que definitivamente ahora mismo debía ser problema de la policía secreta. Y por lo tanto, de los altos mandos.
Grand: Aún nada, el maldito ahora decide mostrar sus agallas guardando silencio luego de huir como un cobarde -declaro con fastidio antes de resoplar- por otro lado, fue inteligente el cambiar el flujo de salida del agua del lago de Aquroya, y a su vez, te informo que tu sugerencia para el nuevo oasis en la frontera desértica con Xing sera tomada en consideración.
Alfons: Gracias señor -dije sabiendo a que se refería, era lo poco que pude manejar del informe que no se ocupo Lyra. Era solo una idea a futuro, pero de lograrse, sería beneficioso tanto para el país como para Xing.
Se trataba de un proyecto personal, uno que me ayudara a dejar una huella de mi mundo en este. No obstante, ya abría tiempo para pensar en ello, era un proyecto de un par de años al fin y al cabo.
Grand: Además, escuche que lograste ejecutar tú mismo a Psyren, es bueno ver que hagas lo que los incompetentes no -dijo sin notar el bufido por parte de la enfermera en la habitación- aún así, con estos logros, debo decir que estoy decepcionado. Y no me refiero a que parece que estás tomando la misma mala fama de Mustang -dijo viendo a las dos chicas de reojo- hablo de que si hubieras llegado antes, hubieras obtenido tu titulo de alquimista estatal sin problemas, y tu serías el alquimista estatal más joven y no ese mocoso de miembros amputados.
Si, sabía que se quejaría de eso. A fin de cuentas, el me ve como su protegido después de todo. Pero claro que no le iba a gustar que alguien superase a quien él mismo eligió frente a sus propias narices.
Grand: No me importa cómo, pero acaba con el mocoso y no te ablandes solo por que no ¨tenga experiencia¨. Si está aquí es porque cree estar listo para ser un alquimista estatal, y de ser así, no debes de contenerte. Ya lo que le pase después será culpa suya por sobreestimarse y de nadie más ¿quedo claro?
Alfons: ... Si señor -dije con la mirada gacha sabiendo que las excusas como que aún no me sentía preparado para prueba o que Ed era un civil no funcionarían con él.
Además, no es como si fuera a hacerle caso de todos modos. No del todo, al menos.
Grand: Me alegra que haya dejado en claro mi punto, destrózalo sin piedad -menciono antes de darnos la espalda- por cierto ¿Cómo van tus investigaciones de las maquinas voladoras? -pregunto en lo que yo no pude evitar fruncir el ceño unos escasos instantes.
Alfons: Siguen en la fase de planeación. Como sabe, no puedo comenzar la fase de desarrollo hasta tener la suficiente seguridad en el sentido teórico, así como los fondos necesarios...
Grand: Solo solicítalo y yo me ocupo de los fondos -dijo cortando mi oración de golpe- tu solo asegúrate de que tus planos y cálculos actúen según lo esperado. No hace falta que diga lo mucho que espero que este proyecto sea de ayuda para el país, un pensamiento que la general Armstrong comparte conmigo -menciono antes de retirarse del lugar.
En lo que yo no pude evitar remedarlo un poco como desquite. Claro que sabía lo impacientes que estaban por ver los resultados de mi investigación. Al ver lo que yo podía hacer, claro que esperaban tener a la mano maquinas que les permitieran volar y atacar con mayor facilidad objetivos en pleno conflicto. Y aunque me duela, se que ese será el destino de mis investigaciones sin importar cuanto las quiera usar solo por fines científicos.
Siendo justo por esa razón que busco posponer su desarrollo tanto como sea posible hasta sentirme ciertamente seguro de que es buena idea construir los primeros modelos. Por eso en parte es que buscaba obtener fondos sin tener que pedirle ayuda a Grand o ha ningún otro superior. Porque si yo manejaba el dinero del proyecto, entonces tenía control de este y nadie estaría metiendo mano después.
Clara: Muy bien, ahora que ya se fue, levanten la mano si lo odiaron -dijo a la vez que todos los presentes no pudimos evitar hacer exactamente eso.
Alex: Al menos ustedes lo acaban de conocer y Alfons solo ha lidiado con el lo necesario. Yo tuve que soportarlo desde la guerra de exterminio... no fue nada grato.
Lyra: Es verdad, hasta yo debo reconocer que su presencia es... inquietante -dijo en lo que todos asentimos.
Para que luego el mayor se aclarar la garganta.
Alex: Bueno, ignorando lo que acaba de pasar. Nuevamente te felicito por encontrar a quien tanto has esperado, joven Alfons -dijo acariciando mi cabeza antes de suspirar con decepción- aun así, no te mentiré al decirte que esperaba que estuvieras disponible hasta los 18, así no habría problema en emparejarte con mi querida hermana Catherine y así volverte al fin un Armstrong de manera oficial -declaro en lo que yo solo reí divertido.
Es verdad, eso era algo en lo que al parecer toda la familia del mayor estaba confabulada, incluso la propia general Armstrong. Que resulta que luego de haber pasado tanto tiempo conviviendo con ellos y que, además de congeniar, al ver tanto mis talentos alquímicos como conocimiento tanto militar como cultural, al final resulto que ellos si o si querían hacerme un Armstrong, a fin de cuentas, el cabello ya lo tenia rubio.
Empezaron con ofrecer mil y un tratos a mi padre adoptivo para que cediera la custodia, pero lo admito, no espere que Roy Mustang de todas las personas resultara ser alguien tan posesivo con lo que el pensaba que era suyo. ¿Y adivinen qué? Parece que desde que me adopto, el oficialmente me declaro ¨propiedad de Roy Mustang, no tocar excepto por Roy Mustang¨.
Y al ver que pelear por mi custodia legal no iba a funcionar, no sin mucho pleito por delante. Es que decidieron pasar al plan B, la unión por matrimonio. Siendo la elegida de la familia para desposarme a futuro cuando yo cumpliera la mayoría de edad nada más que la hija menor de la familia Armstrong. Catherine Elle Armstrong, de 17 años actualmente. Cosa que tanto ella como yo preferíamos ver solo como una broma ya que no nos veíamos como nada más que amigos, aun cuando según ella cumplía con el requisito de ser ¨tan fuerte como su hermano Alex¨.
Siendo algo que no me cansaba de recordar siempre que tuviese la oportunidad.
Alex: ¿Seguro que no gustaría reconsiderarlo? Tal vez lo olvidaste por tu tiempo lejos, pero Catherine es un muy buen partido -dijo mostrando una foto de su hermana menor que resaltaba la belleza de la chica. Que seamos sinceros, si, es hermosa. Pero aparte de sentirme algo incomodo por la idea de salir con alguien mayor, estaba el hecho de que yo ya estaba apartado.
Incluso si nunca llego a ser correspondido, ya me decidí. Mi vida es por y para Edward, es lo que menos puedo hacer, se lo debo... y quiero hacerlo.
Alfons: Mayor, ya lo hemos hablado. Catherine y yo solo somos amigos -dije parando el tren del pensamiento del hombre musculoso- además ¿no cree que sea algo indecoroso pensar que Catherine estaría a gusto esperando o siquiera considerando casarse con alguien tan menor?
Alex: Tampoco es para tanto, solo son seis años -dijo tratando de persuadirme- cuando tu tengas 18, ella tendrá 24, no es tan gran diferencia.
Alfons: Eso no lo voy a negar, pero del mismo modo no creo que sea justo para ella ni para mí -dije en lo que mis dos asistentes procedieron a ver la foto.
Clara: Alfons, cariño ¿seguro que no lo quieres considerar? No es nada fea.
Lyra: Opino igual. Además, el linaje Armstrong es uno de los más antiguos y nobles en todo el país ¿de verdad no le gustaría ser parte de eso? -pregunto en lo que el Mayor procedió a asentir ante los comentarios de ambas.
¿De que lado se supone que están ustedes? Traidoras.
Alfons: Ya dije que no, dejen de insistir, además... ya saben a quien quiero -dije a la vez que los tres solo suspiraron al unísono antes de que un soldado se abriera paso al interior de la habitación.
Oh genial ¿ahora qué?
Alfons: No estoy de humor ahora, más vale que sea un asunto de vida o muerte -dije ya descartando lo que sea que tuviese que decir.
Pero rápidamente me arrepentí cuando el hombre solo se hizo a un lado para dejar pasar a cierta persona que era quien ocupaba casi todos mis pensamientos la mayor parte del tiempo. Ya de cerca podía ver que de hecho a crecido en el año que no nos hemos visto, y sé que crecerá más, pero por ahora, se podía decir que era del tamaño acorde a su edad... Edward.
Soldado: Mayor Heiderich. Me pidieron que le informara que el encuentro será en 15 minutos. A su vez, Edward Elric deseaba hablar con usted y no aceptaba un no como respuesta. De hecho, intento colarse en más de un lugar al que no tiene permitido ingresar -explico en lo que el mencionado solo desviaba la mirada cruzado de brazos.
Tan orgulloso como lo recordaba. Tan tierno...
Alfons: ¿En serio, colarse en áreas restringidas de la base? ¿Solo para hablar conmigo?... Vaya, eso es preocupante -dije fingiendo perplejidad- todos, déjennos solos. Yo me encargaré de él apropiadamente -dije no pudiendo evitar sonreír con cierta coquetería.
A la vez que el soldado solo se encogió de hombros, Ed me vio con una ceja arqueada y los otros tres solo rodaron los ojos.
Soldado: Como ordene, Mayor -dijo antes de retirarse, en lo que yo solo me acerque al otro rubio.
Alfons: Ahora, tal parece que deseas hablar conmigo ¨Ich und Du¨ -dije en lo que él solo me miro extrañado- yo y tú, para que comprendas. Y con gusto te daré una audiencia a solas... ¿podrían? -pregunte esta vez a los tres atrás de mí que aún no se habían ido.
Siendo la respuesta de tanto las chicas como el Mayor solo retirarse entre quejas y protestas como si fueran niños pequeños. Cosa que no negaré que me dio gracia, y se supone que todos son mayores que yo (cuando en realidad, al menos mentalmente, mi edad era equiparable a la del mayor). Pero luego pensare en las consecuencias de eso y las implicaciones psicológicas.
Ahora, debía aprovechar cada segundo.
Alfons: Muy bien, ambos tenemos poco tiempo y algo me dice que no eres de los que les gusté irse por las ramas -dije tomando asiente en un sofá a la vez que el mi imito sentándose en el del frente- entonces ¿Qué puedo hacer por ti?
Edward: ... Tienes razón, mejor ser directos -dijo antes de resoplar- todo lo que quiero saber de ti son solo tres cosas.
¿Solo tres? Pensé que serían más.
Alfons: Entonces adelante, escúpelo.
Edward: ... ¿Por qué mientes?
¿Uh?
Edward: No te hagas el estúpido. Ese día en Resembool, yo también te vi ese día con Winry. Volaste, de verdad volaste, pero note como lo hiciste... tenías círculos de transmutación en las suelas de tus zapatos. Tu truco consiste en de algún modo repeler el magnetismo terrestre para así causar una leve levitación ¿no es así? -pregunto para mi sorpresa- pero el asunto es que con solo eso, no deberías ser capaz de volar más allá de medio metro del suelo como mucho... no es posible que vueles tan alto ni que te muevas a esa velocidad ¿hay más factores involucrados, no?
Como era de esperar de una de las personas más inteligentes que he conocido tanto en mi vida pasada como en esta. Típico de ti, Edward.
Alfons: Vamos ¿no crees que sería una ventaja injusta decirte todos mis secretos justo antes de pelear? No se tú... pero a mí no me parece algo lógico -dije causando que se sonrojara, posiblemente del enojo, lindo.
Edward: ¡No lo dije por eso! ¡Lo que intento decir es que tu ya eres un alquimista hecho y derecho! ¡Solo no has hecho el examen porque no has querido -reclamo apuntándome con el dedo- ... ¿Por qué te abstuviste de hacer el examen? -pregunto a la vez que yo ya iba a dar la respuesta que he dado a la misma pregunta las ultimas semanas.
Alfons: Como dije, aún no me siento preparado. Cuando lo este, entonces lo haré, así de simple -declare como si nada. Solo para que Ed no se molestara en ocultar su enojo- y de todos modos ¿Por qué quieres saber lo que hago o no hago?
Edward: No lo sé... simplemente no saberlo me molesta, no sé por qué -declaro con un puchero que aunque lo intente, me causo una carcajada- ¡¿de que rayos te ríes?!
Alfons: De nada, es solo que, eres muy tierno para tu propio bien -dije haciendo que se ofuscara, era muy fácil meterse con él, ahora entiendo porque papá lo hacia tanto en ese otro mundo- pero de todos modos ¿solo eso querías saber?
Y lo admito, en cuanto dije eso, pude sentir como la atmosfera en la habitación se enfrió a niveles irreales. Incluso me atrevo a decir que la tensión se acentuó al punto de poder cortarse con un cuchillo. Sobre todo con la mirada que el otro chico me estaba dando ahora mismo.
Edward: ... ¿Quién demonios eres tú? -fue lo que pregunto- ¿Por qué te pareces a mi hermano? ¿Por qué te llamas igual que él? Responde ¡¿Quién eres?!
Ah... con que por ahí iba la cosa... siendo honesto, esperaba que se pudiese posponer esto unos años más y que no fuera tan pronto. Aún así, ya tenía una respuesta preparada para este escenario desde hace un año.
Alfons: No puedo responder lo que no se. El día que nos conocimos, me sorprendí tanto como tú al ver las fotos en tu casa -dije fingiendo estar consternado por eso- esta es la cara con la que vine a este mundo, y mi nombre es el nombre que me dieron mis padres cuando nací. Aunque pudiera decirte más, lo cierto es que se tanto como tú.
Edward: ... No sé porque, pero no te creo ni una palabra.
Claro ¿Por qué no me sorprende que Edward Elric sea de las personas más obstinadas que existen?
Alfons: Bien podrías preguntar a mis padres. Pero claro, están muertos -dije encogido de hombros- al igual que el resto de mi familia tanto cercana como lejana. Si quieres saber algo de mí, pregúntale a mi maestro y padre adoptivo, el alquimista de fuego.
Edward: No se porque siento que hacer eso solo sería un dolor en el trasero -declaro antes de verme hastiado- algo me hace pensar que tu si sabes más de lo que dices... y está bien, guárdatelo. En unos momentos te sacare lo que sabes a golpes -dijo convencido.
Mientras que yo no pude hacer otra cosa que no fuera negar divertido. Si, este era Edward, una persona necia, terca y obstinada, con exceso de orgullo y algo de ira descontrolada... y a pesar de todo eso, no creo que exista alguien más perfecto a mis ojos.
Fue un impulso, no se porque no me pude controlar. Pero antes de darme cuenta, ya me había puesto de pie y tomado asiento a un lado suyo para luego tomar con cuidado su brazo de metal para su sorpresa.
Edward: Oye ¿Qué crees que estás...?
Alfons: Lo siento... -dije haciendo que dejara de hablar- perdón por ser tan brusco cuando nos conocimos, debí ser más amable... debió ser muy duro ¿no?
¿Qué pregunta estoy haciendo? ¡Claro que fue muy duro! Perdió todo en tan poco, su madre, su brazo, su pierna, hasta cierto punto su hermano... pero él no sabe que yo se cuanto le pesa todo eso. Así que tal vez la empatía sea un modo fiable para llegar a él.
Edward: ¿Ahora te importa? Según recuerdo, tu fuiste el de la idea de llevarnos a la corte marcial -dijo en lo que me apartaba con algo de brusquedad, haciéndome fruncir el ceño.
Ah, claro, también tenía que acordarse de eso.
Alfons: Pido disculpas por ese arrebato de mi parte. Pero tampoco negaré que me dejé llevar por el profesionalismo -dije con honestidad- es decir, gracias a que me tomo mi trabajo en serio, es que los demás militares me tratan con la misma seriedad -dije en lo que él solo me miro con desinterés.
Edward: Claro, no debe de ser difícil para alguien de tu edad.
Alfons: ¿De que hablas? Soy un año menor que tú -dije logrando que me mirara con consternación.
No, más que eso. Como si su visión del mundo se hubiese resquebrajado en dos para luego acabar siendo despedazada en miles de pedazos. Y creo saber porque... es decir, una de las cosas que obtuve con el entrenamiento del mayor, aparte de un físico decente... fue tener un estirón prematuro.
Edward: ¡¿Cómo puedes ser más alto que yo y ser menor?! ¡No es justo! ¡Me molesta!
Alfons: Culpa a la genética -dije con honestidad sin saber que otra cosa decir para animarlo.
No es el encuentro de ensueño que esperaba, pero al menos estoy hablando con él antes de que nos obliguen a pelear, eso ya es algo.
Edward: De todos modos... parece que pasaste de ser un teniente a un Mayor, así que felicidades o lo que sea, intentare no patearte el trasero demasiado -dijo con arrogancia en lo que yo solo sonreí, lo que lo molesto- ¿en serio no vas a decir nada? Que molesto... oye ¿Dónde estabas antes?
Alfons: Me encontraba en el norte. Allí es donde resido -dije como si nada.
Edward: Ya veo... mi maestra tuvo su entrenamiento allí por un mes -menciono para mi sorpresa- tal vez tu sepas algo... dime ¿Qué sabes de la piedra filosofal? –pregunto a la vez que sentía como el tiempo se ralentizaba a mi alrededor.
Maldita sea. Parece que no importa la realidad, ese objetivo será lo que lo impulse sin importar que. La búsqueda del diablo... no esta vez. Tanto Ed como su hermanos sufrieron mucho, solo tengo escasos borrones de esos recuerdos, pero ninguno es lindo. Esta vez será diferente, no sufrirás mientras pueda evitarlo, Edward.
Alfons: No tengo idea de lo que me hablas -dije solo para que el endureciera la mirada.
Edward: Esa reacción... estas mintiendo ¡sabes algo!
Mierda ¿Por qué tiene que ser perceptivo justo ahora?... Pero como sea, no importa. Aunque la verdad ahora mismo no se mucho de eso, lo poco que se no se lo digo ni muerto.
Alfons: ¿Y que sí así fuera? -pregunte con una seriedad que creo que fue innecesaria. Sobre todo por como Ed se me quedo viendo.
Edward: Esa forma de decirlo... ¡definitivamente sabes algo! -dijo en lo que yo solo le di la espalda. Dios, Verdad, yo mismo o lo que sea... él hace esto tan difícil para mí.
Y como si fuese salvado por la campana. Justo en ese momento las puertas fueron abiertas para revelar al general de brigada junto a unos cuantos militares. A la vez que la escena que tenían ante sus ojos era de la de un incrédulo Ed agarrándome del cuello del uniforme mientras que yo tenía una expresión desinteresada en el rostro. Al menos esto no me iba a perjudicar, y en el caso de Ed, tampoco es que le importe mucho lo que los militares piensen de él.
Grand: ¿Celoso del éxito de Alfons y tratando de intimidarlo, chico? -pregunto causando enojo en Ed- ni te molestes, ustedes dos están en ligas diferentes ¿Cuándo un gorrión ha podido entender a un águila? ¡lo que la gente como tú hace no es más que la cautela de los hombres pequeños! -declaro viendo a Ed fijamente- entre Alfons y tú hay un abismo de diferencia, lo vas a averiguar ahora mismo -declaro antes de ordenar que nos escoltaran a ambos a donde se daría el encuentro.
Pero si era sincero, en este momento no me importaba nada de todo este asunto excepto una cosa, el hecho de que gracias a lo que dije el general, ahora Ed parecía bien dispuesto a patearme el trasero solo para demostrarle a Grand que se equivoca... ¿Por qué tengo que salir como daño colateral?
Aunque de todos modos no importa, la pelea se va a dar de todos modos. Solo es cosa de darle al Generalísimo el espectáculo que quiere y luego terminar rápido. Sin heridos y lo más importante, sin daños demás. Debería ser fácil ¿no?
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(General Pov)
(Terreno de desfiles)
La tarde en particular parecía ser muy tranquila por el cielo despejado y el clima cálido. Pero poco de eso se notaba en la base militar de central, donde varios soldados de diferentes rangos se encontraban amontonándose alrededor de la zona de desfiles del cuartel general debido a que a palabras de todos ¨la pelea del año¨ estaba por comenzar.
Todos estaban de acuerdo en que no todos los días se veían a dos niños con talento desenvolverse en el campo militar como los adultos. De allí que varios estuvieran allí por curiosidad, y otros estaban listos para las apuestas. Pero algunos otros solo se encontraban en ese lugar para presenciar que tanto era el talento del hijo del héroe de Ishval, y hasta había quienes le tenían algo de lastima a su joven oponente.
Y cuando ya todo estuvo preparado. Fue el Mayor Hughes quien se encargó de dar inicio al evento.
Hughes: ¡Damas y caballeros! ¡Bienvenidos al festival del centro de comando central! -dijo mientras que cierto rubio solo contaba mentalmente al notar una enorme figura cubierta por una lona detrás suyo, ya teniendo una idea de que era.
Alfons: ¨5... 4... 3... 2... 1¨.
Hughes: Por cierto, observen a... -dijo antes de revelar lo que resulto ser una fotografía monumental de su esposa con su hija recién nacida- mi esposa, que hace poco dio a Luz a mi bella hija ¿no son adorables?
Y como era de esperarse. El resultado de eso fue que los soldados comenzaran a abuchear y lanzar cuanto tuvieran a la mano para que al final la foto empezara a caer sobre el propio Hugues.
Hugues: ¡No, amores míos! ¡No caigan sobre mí! ¡Elicia! ¡Gracia! -dijo antes de que la foto gigante le cayera encima.
Provocando un suspire unánime por parte de aquellos que lo conocían, incluyendo al propio Alfons. Que ya sabía que tan grande era el complejo de esposo y padre del hombre.
Es decir, hasta tiene un complejo de padre adoptivo no oficial con el mismo Alfons en cuanto supo que Mustang no ¨le daba bastante atención¨ a su hijo. Si hasta un álbum de fotos del rubio tiene. Algo que al menor en parte lo conmueve, pero también le avergüenza.
Alfons: Algunas cosas no cambian, el mayor Hugues sigue siendo el mismo excéntrico, loco y cariñoso hombre de siempre -dijo con diversión mientras que las dos chicas atrás suyo solo negaban. Una con decepción y la otra con diversión.
Lyra: Y pensar que payasos así lleguen a rangos altos en el ejercito...
Clara: Ay vamos, no todos son amargados como tú, hasta el propio rey parece disfrutar de todo esto -dijo con diversión antes de que siguiera el evento luego de que Hughes rápidamente se atendiera de las heridas menores.
Hughes: Y ahora sin más distracciones, iremos directamente al evento principal -declaro antes de señalar en dirección a Alfons- en la esquina roja, el heredero del legado de fuego, el hijo del héroe de Ishval, famoso por hazañas como ser el más joven soldado en obtener la cruz de caballero, poner bajo custodia al alquimista de hielo y recientemente salvar a la ciudad de Aquroya de su hasta hace poco inevitable destino ¡El Mayor Alfons Heiderich, un aplauso!
Y tal cual, no se hicieron esperar las ovaciones, pero si había que ser honestos. Estas parecían ser más para las dos acompañantes del joven que para el propio Alfons. Cosa que de hecho le importaba poco al chico, el solo quería terminar con todo cuanto antes. Además, no estaba sordo como para no escuchar uno que otro comentario sobre ser un niño demoniaco por parte de quienes lo conocieron en la academia, cosa que lo tenía sin cuidado.
Hughes: ¡Y en la esquina azul! ¡El aspirante más joven en la historia de nuestra nación que busca hacerse con el titulo de alquimista estatal, un joven diamante en bruto que seguro tiene mucho que ofrecer, recibamos a Edward Elric!
A lo cual los comentarios sobre su estatura y que parecía más un estudiante de primaria no se hicieron esperar. Lo que en consecuencia, desato la furia de Edward, que de no ser porque fue sujetado por un par de soldados, ya estaría lanzándose sobre media milicia como si nada.
Edward: ¡No me llamen pequeño! ¡Les romperé los pies y se los pondré en la cabeza! -declaro con rabia mientras lo retenían.
Cosa que causo un par de gotas de sudor en las cienes de ambas mujeres que acompañaban a Alfons.
Lyra: Señorito... debería considerar la oferta del Mayor Armstrong. Su hermana no es nada fea.
Clara: Aunque lo admito, el pequeño Elric es adorable cuando hace una rabieta, le concedo eso -dijo con diversión para que luego Ed le viera con una mirada de muerte.
Edward: ¡Escuche eso, no soy pequeño! ¡Yo también me vería alto en esos tacones! -grito causando una risa suave en la mujer.
Clara: Es curioso Alfons, dijo exactamente lo mismo que tú cuando nos conocimos... creo que si podrían hacer buena pareja, tienen el mismo sentido del humor -declaro provocando una suave risa en el joven Heiderich y una mirada de consternación en Lyra.
Pero el momento de la charla se había acabado. Ya les habían ordenado a los no combatientes que abandonaran el campo de batalla. Siendo por dicha razón que ahora solo quedaban los dos jóvenes y un sonriente Hughes en la arena.
Edward: Lo admito, estoy un poco ansioso, e impresionado por lo que dijeron de ti... pero supongo que debo ver el lado bueno de esto -dijo viendo al otro chico con una sonrisa burlona- si te pateo el trasero frente a todo el ejército, puede que tenga algo de respeto de todo ellos.
Alfons: ¿La vieja estrategia de golpea al primero que vez para demostrar tu dominio? Algo simple pero eficaz, lo reconozco -menciono encogido de hombros- aparte de que según dijiste, quieres sacarme información, a lo que me pregunto que estrategia usaras -menciono para si mismo en lo que el otro rubio frunció el ceño.
Edward: ¡Te lo dije! ¡Te meteré un puño en la cara! -grito a la vez que más de una risa poco discreta se escuchó por parte de los soldados, cosa que lo extraño.
Pero antes de que pudiera preguntar, ya la voz de Hugues se escucho nuevamente.
Hughes: ¡Alquimistas, prepárense! -declaro antes de literalmente salir huyendo hasta salir del campo de batalla- ¡listos, peleen!
Edward: ¿Qué? -pregunto sorprendido antes de percatarse que Alfons, paso de estar del otro lado de la arena, a justo en frente suyo con un puño dirigido a su estómago.
Alfons: Muy lento -dijo antes de que lo siguiente que vieran todos, fuera al aspirante a alquimista estatal salir disparado hacia casi el borde de la arena, sorprendiendo a todos.
Tanto entre el publico como en la propia zona V.I.P del Fuhrer y compañía. Estando entre dicha compañía el propio padre adoptivo del chico y su compañía, más otros superiores.
King Bradley: Interesante, logro mandar a volar al otro chico de un solo golpe. Imagino que tuvo que ver en eso, Mayor Armstrong. La fuerza física del chico es merito suyo según tengo entendido -dijo para que luego Roy se adelantara al Mayor.
Roy: Eso no tuvo nada que ver con la fuerza bruta, Generalísimo. Fue alquimia -dijo sorprendiendo a los presentes.
Grand: Explícate, Mustang -ordeno a la vez que el otro hombre solo suspiro.
Roy: Fue una de las primeras tácticas de combate que Alfons desarrollo por su cuenta. Usando sus guantes con el circulo de transmutación, usa la alquimia más el movimiento del puño para formar una corriente de aire, esta misma sale disparada a presión como si hubiera sido un golpe, fue esa corriente de aire alquímico lo que hizo al chico salir volando -termino su explicación.
La cual impresiono y dejo convencidos a los demás.
Alfons: Por tu bien, te recomiendo que te quedes abajo -dijo de repente, llamando la atención de los demás- no quiero hacerte daño, Edward. Por favor, no me obligues, solo quédate allí y luego deja que te atiendan en la enfermería -declaro antes de darle la espalda a su adversario caído. Cosa que causo una gran sonrisa en el alquimista de la sangre de hierro.
Grand: Ya veo, un modo de ataque más directo a su usual estilo de lucha, me gusta -dijo antes de darle la espalda a todos- en fin, es obvio que el otro mocoso murió ya, que pérdida de tiempo... ¿Quién quiere ver qué hay de cenar en la cocina?
Pero sus palabras murieron cuando él, junto a los demás, vieron a Edward levantarse, adolorido, pero aún en pie.
Edward: Eso... fue un golpe apresurado... -dijo en lo que el otro chico se encogió de hombros.
Alfons: De las primeras lecciones de mi padre. Un soldado prefiere la prisa a la inteligencia, no existen golpes o disparos apresurados, golpea pronto y acabaras pronto... de igual modo, pido disculpas de antemano por lo que suceda, para que conste, trate de evitar esto -dijo antes de tomar una postura de pelea que impresiono al otro chico.
Edward: Esa postura... ¿también sabes pelear? ¡Bien! Eso lo hará más emocionante -dijo también adaptando una postura.
Alfons: ... Luego no me vengas con que no te lo advertí -declaro antes de que ambos empezaran la pelea, si es que se le podía llamar así.
Debido a que al poco tiempo, aunque el chico de la trenza intentara defenderse, su oponente estaba siendo muy rápido. Sin mencionar que estaba atacando solo a los puntos vitales. Cosa que llamo la atención de uno de los subordinados de su padre adoptivo, el especialista en tecnología y comunicación, Kain Fuery.
Que estaba observando la pelea junto a sus compañeros que estaban allí gracias a que fueron parte de la escolta de Roy cuando solicito el permiso para asistir a los exámenes.
Fuery: La frente, la garganta, el estómago, el centro del pecho, la nariz, las rodillas... golpea los puntos vitales de ese chico Edward muy rápido que apenas se puede defender ¿Cómo se puede mover así? -pregunto en lo que su compañero pelirrojo se encogió de hombros, se trataba del especialista en investigación, Heymans Breda.
Breda: El estilo lo conozco, es el arte marcial especializado del comando del norte. Consiste en inmovilizar al oponente si no tienes armas a la mano. Y de hecho se está conteniendo, porque casi siempre que alguien de Briggs usa ese estilo, es para matar -declaro con seriedad- en cuanto a cómo se mueve así... honestamente estoy tan sorprendido como tú. También es la primera vez que veo pelear al chico. ¿Por qué no le preguntas a Havoc como lo hace? -pregunto señalando al mencionado- al parecer hace un tiempo nuestro buen amigo fue estudiante del chico en la academia militar.
Fuery: ¿De verdad? ¿Se permite que alguien de esa edad de clases? -pregunto sorprendido antes de ver al hombre rubio que trataba de disimular su incomodidad- ¿Cómo fue recibir clases de él? -pregunto en lo que Havoc solo dio una larga calada a su cigarrillo antes de responder.
Havoc: ¿Quieres saberlo? En parte se lo agradezco ya que gracias a su clase intensiva, logre graduarme de la academia en solo un año. ¿Pero quieres que te diga algo?... El chico es un monstruo, ni más ni menos -dijo sorprendiendo a su compañero- pero aparte de mi opinión supongo que eso si puedo explicar -dijo señalando la pelea- básicamente usa la alquimia para potenciarse a si mismo. A partir de propulsiones de aire transmutadas, alterando la fricción del aire, es capaz de golpear y moverse mucho más rápido de lo que debería poder a su edad, pero eso no es nada.
Fuery: ¿Cómo que no es nada? ¡Está dándole una paliza a ese pobre chico! -dijo señalando a Edward que de algún modo seguía en pie, pareciendo que no le hacían efecto los golpes que estaba recibiendo.
Havoc: Digo que no es nada... porque ni siquiera ha sacado las armas grandes -declaro con seriedad antes de centrarse en ver la pelea, a lo cual los otros dos decidieron seguir su ejemplo.
Solo para ver como el cuerpo de un adolorido Edward Elric fue mandado directo hacia ellos. Cosa que el joven alquimista de cabello largo aprovecho para esconderse de su adversario entre los espectadores.
¿Y porque se estaba escondiendo? ¡Porque no entendía que estaba pasando! Pensaba que sería un examen para valorar su alquimia, pero el tipo hasta ahora solo lo ha estado usando como saco de boxeo. Cierto que al principio acepto ya que gracias a las enseñanzas de su maestra, el sabia artes marciales. Ya que además de la mente, era necesario entrenar el cuerpo también ¡pero ese chico lo estaba dejando en ridículo!
Así que se estaba escondiendo en lo que se le ocurría una estrategia ¡no, no estaba huyendo, solo estaba haciendo una retirada estratégica, nada más!
Alfons: Vaya, con lo que me gusta el juego de buscar la aguja en un pajar -menciono con sarcasmo mientras sacaba de su bolsillo nada más que un abanico de mano, el cual uso para abanicarse mientras observaba a todos con cuidado- ummm... de verdad que esto es muy difícil, es un objetivo muy pequeño mi oponente -dijo con algo de culpa al saber que a Ed no le gustaba que lo llamaran así.
Pero el efecto que esperaba fue inmediato.
Edward: ¡¿A quien le dices pequeño?! -pregunto asomándose de donde estaba, lo cual hizo al otro chico suspirar.
Alfons: Otra de las lecciones de papá, si tu oponente es de temperamento colérico entonces trata de irritarlo y por tu propia parte, nunca caigas en burlas del enemigo -dijo antes de cerrar el abanico.
Y del mismo modo, pasar a usarlo como arma de tal modo que la ligera brisa provocada por el artefacto se volvió una ráfaga que mando a los soldados y al propio Edward a volar con ayuda de un impulso alquímico gracias a que en el abanico se hallaban dibujados al menos cinco círculos de trasmutación. Básicamente era lo mismo a una formula compleja de calculo superior aplicada correctamente.
Edward: ¡¿Tienes que estar bromeando?! -grito mientras salía volando por los aires para diversión de su oponente.
Aunque lo cierto era que el propio Alfons no estaba nada feliz con todo esto. El mismo no había atacado a Edward de forma contundente porque esperaba a que se defendiera y se luciera, si él le ganaba a Edward, no sería reconocido como alquimista estatal, lo cual sería terrible para él. Pero si se dejaba ganar fácilmente, entonces los altos mandos pondrían en duda su capacidad como soldado y hasta podrían degradarlo.
En pocas palabras, el hacer un buen espectáculo era la máxima prioridad en ese momento.
Alfons: De acuerdo, tal vez me sobre pase -exclamo viendo el desorden que causo con su ultimo ataque. Pero viendo el lado bueno, casi no hubo daño a la infraestructura- ahora... ¿en dónde se metió? -se pregunto al percatarse que sin querer había perdido de vista a Edward.
Solo para que tanto él, como todos los que observaban, se sorprendieran al ver que aparentemente salido del suelo, creando un túnel con alquimia con pura improvisación, se apareció un Edward Elric listo para la pelea que transmuto su brazo en una espada. Y con este, daño uno de los guantes del joven Mayor.
Edward: Ahora entiendo tu estilo de lucha. Usas los guantes para darle más potencia a tus golpes, así como tus botas, todos tienen el circulo de transmutación ¿no? ¡En cuanto se daña uno, tu estilo se vuelve inútil! -dijo con orgullo en lo que se disponía a ir a la ofensiva con su brazo espada.
Pero se extraño al ver que la reacción del contrario fue solo una sonrisa queda.
Alfons: Lo admito, fue una jugada inteligente... pero parece que olvidas que yo no me defino por ser un peleador ¡me defino porque los cielos son mi dominio! -dijo antes de emprender vuelo.
Edward: ¡Demonios! ¡Por la emoción me olvide que podía hacer eso! -dijo antes de fruncir el ceño- ¿entonces qué? ¿solo te quedaras allí arriba para que no te alcance? ¡solo me lo dejaste más fácil! -declaro antes de juntar ambas manos y tocar el suelo.
Para de ese modo, usar gran parte del terreno para formar un cañón de tamaño monumental apuntando hacia el cielo en el que Ed estaba montado. Cosa que no causo nada más que decepción en el rubio que se encontraba flotando en el cielo. Tanto que se esforzó por no causar daños materiales y Ed tenía que venir y hacer eso.
Alfons: Te lo voy a pedir amablemente -declaro en lo que sacaba su pistola de su funda y para sorpresa de muchos, así como consternación de quienes ya sabían lo que significaba, vieron al chico introducir una bala en el arma- ríndete ahora, antes de que las cosas terminen de salirse de control -pidió solo para que el otro chico hiciera oídos sordos.
Edward: ¡Esto no acaba hasta que te derrote! ¡Tengo que vencerte! ¡Si no tendré que esperar 10 años para tomar el examen otra vez, no pienso hacer eso! -grito entre molesto y frustrado- ¡necesito ser alquimista estatal, solo así podre obtener los recursos que necesito para buscarla! ¡hice una promesa a mi hermano! -dijo sin darse cuenta de que cada palabra estaba resquebrajando el corazón de Alfons.
El de verdad no quería pelear, pero ya para este punto... debía dejar en claro porque tenía la reputación por la que se le conocía.
Alfons: Ya veo, entonces veremos que es más fuerte ¿mi arma o tu cañón?... -declaro antes de negar cansado- Edward, solo te voy a pedir un favor... no mueras -dijo antes de dar el disparo.
Entonces fue que el disparo se escuchó. Al principio parecía algo normal, una bala que estaba destinada a impactar contra la enorme arma transmutada por el aspirante a alquimista estatal. Pero todos notaron el cambio cuando dicha bala parecía ser rodeada por el fuego y el aire, causando una esfera de fuego condensado que al momento de impactar, causo una explosión que dejo el arma hecha polvo. Aunque la sola detonación dejo boquiabiertos a todos.
Riza: ¿Qué... que fue eso? ¿Acaso eso fue...? -se pregunto antes de ver consternada a Roy- ¿acaso le enseño alquimia de fuego a pesar de todo? -pregunto enfadada solo para ver a su superior negar.
Roy: No fue así... pero creo que lo dedujo solo a partir de verme usar mi alquimia en combate, al menos eso es lo que asumí cuando lo vi por primera vez -declaro con seriedad- ese disparo es una mezcla entre una bala normal y el aire condensado ya previamente en la pistola. Al momento de apretar el gatillo, cambia la densidad en el oxígeno del aire como yo lo hago... de ese modo, acaba creando una bomba en miniatura que acaba convirtiéndose en una honda expansiva creada con oxígeno a máxima presión mezclado con fuego transmutado a partir de la chispa... un ataque que garantiza destruir al enemigo por la falta del mismo oxígeno y monóxido de carbono...
Riza: Pero... eso significa...
Grand: Cualquiera en el área de la explosión, terminaría volviéndose un cadáver carbonizado que además murió por asfixia... -dijo con severidad observando el terreno ahora devastado- por eso lo dije, entre los dos había un mundo de diferencia -declaro observando al joven que descendía al suelo nuevamente- en este mundo cruel y bélico en el que vivimos... se necesitan soldados confiables como el Mayor Heiderich -dijo dando por terminado el asunto.
Pero la teniente allí presente no estaba para nada de acuerdo.
Riza: ¡Esto no puede solo quedar impune! ¡acaba de matar a ese chico! ¡en frente del ejercito! -dijo antes de observar al hombre con más poder en el país- seguro comprende lo peligroso que es un poder así ¿verdad? -pregunto dejándose llevar por el shock de ver tal nivel de destrucción con fuego de primera mano.
¿Y cómo no? A pesar de su actitud fría y profesional, ella aún era humana. Más que eso, era la hija del primer alquimista de fuego, cuyo padre le hablo desde pequeña de los horrores que el fuego podía provocar para luego observarlos de frente en la guerra de exterminio de Ishval. Sin mencionar que ella lleva todo el tiempo un recordatorio en su espalda de que tanto la alquimia de fuego puede dañar en realidad... de allí que sí, con ese contexto, su actuar estaba justificado.
No obstante, la mirada del rey Bradley no daba indicio alguno de que él estuviera de acuerdo con ella.
King Bradley: Toda guerra es engaño, astucia, diplomacia, pero sobre todo, poder de choque. Si se olvidan esas cosas, cualquier aparente desventaja del enemigo se puede convertir en su mayor fortaleza. Al menos eso debería haber aprendido el chico el día de hoy... -dijo antes de darle una sonrisa a la mujer- ¿Quién a muerto, teniente? Según yo veo, el chico esta ileso por allá -dijo señalando al extremo opuesto del campo de batalla.
A lo cual todos voltearon a ver para notar que en efecto, allí se encontraba Edward Elric de una sola pieza con nada más que un aparente dolor abdominal mientras buscaba reincorporarse.
Grand: ¿Qué...? ¿Cuándo llegó allá?
Roy: Me sorprende que no lo notara, general de brigada -menciono ganándose la mirada del hombre- es decir, se supone que el experto armamentista es usted.
Grand: ¿De que está hablando, Mustang? -pregunto con el ceño fruncido al hombre que solo sonrió con calma.
Roy: Me refiere a que mi hijo no disparo una, sino dos veces -dijo para sorpresa de todos, excepto para el rey que también lo noto- la primera fue una bala de aire, la cual se aseguro de manda a Edward Elric a un lugar seguro lejos de la explosión. El segundo disparo, bueno... ya sabemos cual fue... -dijo haciendo que todos miraran con incredulidad a ambos jóvenes.
A la vez que el Generalísimo se hecho a reír.
King Bradley: De verdad, los jóvenes de hoy en día son una cosa... pero, parece que ya es hora de terminar con esto -declaro observando que el chico con rango de Mayor se acercaba a un Edward Elric aun sentado en el suelo.
Quien tenía una expresión que con toda honestidad, aunque furioso, parecía resignado y desesperado a la vez también.
Alfons: Perdóname por todo esto, por eso te dije que te rindieras. No quería sobre pasarme contigo -dijo ganándose una mirada de odio del otro chico.
Edward: Solo termínalo. No necesito que nadie me este cuidando.
Alfons: ... Para mí, no hay mentira más grande que esa -dije sin pensar causando que el me viese consternado- Edward. En este mundo nadie puede sobrevivir solo, todos necesitamos ayuda -dijo extendiendo su mano para ayudar al otro chico a ponerse de pie- buena pelea.
Siendo la respuesta de Edward el colocar la punta de su espada a un milímetro del cuello ajeno.
Edward: No me vengas que frases redundantes ¿Qué clase de tonto crees que soy? -dijo molesto, a la vez que solo se enfureció más cuando el otro chico sonrió.
Alfons: Eres alguien... en quien yo veo mucho de mi en ti -dije con sinceridad solo para que el se ofuscara.
Edward: Eres increíble... ¡no tenemos nada en común!
Alfons: Claro que sí. Ambos somos del tipo que lucha hasta alcanzar el éxito. Tal vez... -dijo en lo que le daba una mirada al campo devastado para luego observar el brazo de metal ajeno- a veces sin medir las consecuencias.
Pero al momento de decir esa última oración, el joven militar se arrepintió al ver la mirada decaída en el rostro del contrario.
Edward: ... ¿Tú crees que quiero estar aquí? ¿Crees que quiero ser un perro de los militares? -pregunto en un tono en que solo ellos dos escucharan- ... yo no quería que nada de esto pasara. Yo solo... tu sabes porque lo hago, te lo dije.
Alfons: Tu solo te buscaste esto, jugando con lo que no debías, actuando sin pensar. Me cuesta creer que en algún momento no escuchaste una voz que te dijera que lo que hacías no era lo correcto -dijo de una forma cortante. El no quería decir esas palabras, pero dada la situación en la que estaba ahora... mentiría si dijera que no quiso más de una vez cuestionarle eso al chico de acero, y esa era la oportunidad de oro.
Edward: ¡Yo intentaba hacer lo que creía correcto! ¡Estábamos solos! ¡tenía que hacer algo!
Alfons: ... Aunque no lo creas, te entiendo -dijo solo para que el contrario apartara la mirada.
Edward: ... No entiendes absolutamente nada sobre mí, ni siquiera me conoces.
Alfons: Te equivocas... yo también fui huérfano -dijo como tapadera para no decir directamente la verdadera razón de conocer tan bien al chico en frente suyo.
Aunque esa declaración solo lo enfado aún más, si eso era posible.
Edward: ¡No pretendas saber como se sentía! Al menos tu tienes al coronel y parece que aquí te adoran por aquí ¡mi hermano y yo fuimos abandonados por el bastardo de nuestro padre como si no valiéramos nada! ¿Cómo iba a quedarme cruzado de brazos... viendo que nuestra madre parecía haber hecho lo mismo? -revelo antes de llevarse una mano a la boca en shock- ... ¿Por qué si quiera te estoy contando todo esto?
Alfons: Yo tal vez tenga una idea... y de nuevo, culpa a la genética -declaro dando a entender que se refería a su parecido con su hermano menor- escucha, tal vez no sienta lo mismo que tú, pero créeme... se lo que se siente tener miedo, no tener el control -dijo ignorando la expresión que se formaba en el rostro ajeno.
Y aunque tal vez nunca llegara a decirlo. Se refería al momento en que su mundo se vino abajo, cuando presencio como usaban sus creaciones para invadir Shamballa y ver a un Ed diferente impotente sin poder hacer nada. Ese era su pecado... y por esa razón, es que ya no mostraría resistencia a la enfermedad que estaba empezando a afectarlo desde media pelea.
Alfons: Yo no me pienso interponer en tu camino, como dije, te entiendo y aunque no me creas, me importas... Y a fin de cuentas, tampoco puedo continuar -dijo para que luego la sangre empezara a salir de su boca- solo... llévame al hospital ¿sí?
Para luego solo dejarse caer en los brazos del contrario que lo atrapo por inercia, siendo esa calidez del cuerpo ajeno lo último que sintió antes de perder la conciencia.
Notes:
Y así termina el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Neta, hasta ahora este es el capitulo más largo que he escrito. Y es que tenía mucho material con el cual trabajar. Pero no se preocupen, la relación como tal entre ambos tortolos estará comenzando de mejor manera a partir del próximo capitulo. Prometido.
Por el momento me despido, nos vemos luego.
Chapter Text
(Hospital de central)
(Alfons Pov)
Mi cabeza, me duele a horrores. No se cuanto tiempo llevo dormido, pero al menos siento que fue lo suficiente como para sentir que niño en miniatura está pateando un balón en mi cabeza constantemente. Pero eso era lo de menos, especialmente cuando tenía a mi maestro y padre de todas las personas viéndome de brazos cruzados en frente de la cama donde estaba recostado.
Ya se que va a venir, no necesito ser un adivino para hacerme una idea. Y dicha idea era que lo acabe arruinando en grande.
Ya fuera por haberme desmayado justo a mitad de un examen justo frente a toda la milicia de central o solo porque (sin querer) tal vez arruine la oportunidad de Edward de volverse alquimista estatal. De un modo u otro, estoy seguro de que me espera un regaño de esos que te hacen desear que te metan una golpiza antes que pasar horas escuchando... ¡malditos traumas de la niñez!
Roy: Antes de que digas nada, no estoy molesto si es lo que piensas -dijo antes de que pudiera excusarme de ningún modo.
Alfons: ¿Uh?...
Roy: Mira, somos soldados -dijo como si fuera lo más obvio del mundo- nuestro trabajo es cumplir órdenes, así que puedo entender tanto el hecho de que no podías negarte a la orden del Führer como el hecho de que las cosas que decidan nuestros superiores están fuera de nuestro control... pero antes que nada ¿Cómo te sientes?
Vaya... esperaba un trato algo más frio y cortante. Tomando en cuenta como es él maestro con todos en general o al menos con la gran mayoría. Es en situaciones como esta que recuerdo que, aún con el alquimista de fuego siendo como es, también se adjudico la responsabilidad de ser mi padre. Así que es normal que se preocupe ¿no?
De allí que de hecho no me dolió tanto cuando de repente estaba de pie a un lado mío jalándome la oreja.
Alfons: ¡Ay, ay, ay, ay!
Ok, mentí, si me estaba doliendo.
Roy: ¿En que pensaste cuando decidiste andar de presumido estando tan delicado de salud como dice tu enfermera privada que estabas? Después de trabajar sin descanso el tiempo que estuviste en Aquroya, lo que necesitabas era descansar ¡no venir a ver los exámenes luego de dormir solo un par de horas!
Alfons: ¡Perdón, lo siento! Yo solo... quería verlo -dije algo cabizbajo en lo que mi maestro y padre solo suspiro antes de decidir soltarme.
Roy: Si, eso lo dejaste muy claro más de una vez, tanto con llamadas como con cartas... para lo que sirvió al final -menciono antes de suspirar y tomar asiento en lo que se masajeaba la frente.
Parecía frustrado. Y no lo culpo, solo puedo imaginar que tan estresante fue el control de daños para él luego de que mi enfermedad fuera la que me ganara a mitad de ese enfrentamiento.
Alfons: ... ¿Qué tan mal están las cosas? ¿Cuánto tiempo estuve fuera?
Roy: Un par de días, esa chica que te conseguiste, Clara, se ha encargado de tenerte en cama con anestésicos hasta que estuvieras lo bastante saludable y descansado en opinión de ella -explico cruzado de brazos- y esa otra chica, Lyra. Se encargo de que tu imagen no se viera dañada por lo sucedido, es muy buena con la publicidad ¿de donde saco Olivier a esa chica?
Alfons: Pues que te digo... literalmente ella se pego a mí y decidió no dejarme ir -dije encogido de hombros solo para luego notar la sonrisa pícara en mi maestro- no te hagas ideas raras, padre.
Roy: Pues tomando en cuenta que ahora tienes a dos chicas pegadas a ti casi que 24/7, no prometo nada. No sabes como me llenas de orgullo, niño -declaro con una sonrisa zorruna.
... Y lo peor es que de verdad parecía orgulloso ¿Cómo funciona la mente de este hombre, cuales son sus prioridades exactamente?
Roy: De cualquier modo, Lyra se ocupo de hacer saber a todos de tu condición en ese momento, por lo que a los ojos de todos, sigues siendo tan prodigioso como siempre, si es eso lo que te preocupaba -suspirando- y no te preocupes por el mocoso Elric... como te desmayaste y técnicamente perdiste, le dieron su reloj de plata. O se lo darán en un par de días. El papeleo sigue en marcha.
Eso... es bueno escuchar eso. Que al final no la cague... aunque algo me dice que al final si lo hice por la mirada que papá tiene ahora mismo.
Alfons: Hay algo más ¿no es así?
Roy: ... Nada de lo que debas preocuparte -dijo para luego acariciar mi cabello- por ahora debes descansar. Y ni se te ocurra escapar del hospital, ya que por un lado, Hughes y su esposa estarán tras de ti como la plaga... y por el otro -menciono antes de señalar la puerta.
Para que luego esta se abriera de golpe, revelando a una seria Clara cruzada de brazos con una mirada que definitivamente decía ¨intenta escapar, te reto¨... ¿Lo que tiene a su lado es una pata de cabra?
Clara: Y antes de que preguntes, Alfons querido. Lyra esta en el piso de abajo, vigilando en caso de que por algún milagro, lograras pasarme.
Alfons: ... Ninguno de ustedes es divertido -declare cruzado de brazos antes de suspirar- ... ¿él vino a verme?
No sé porque, pero las miradas que me daban ambos no me gustaban nada.
Clara: Justo la noche luego de que paso, si, trato de venir a ver como estabas, pero... ¿de verdad lo querías cerca?
Alfons: Clara... ¿Qué hiciste?
Clara: ¡Nada! Nada... solo que tal vez lo haya amenazado con romperle todos los huesos si venia a fastidiarte mientras tu estabas tan delicado de salud -dijo en lo que yo solo sentí una vena hincharse en mi frente- y tal vez le haya dicho que la única razón por la que gano fue porque tu estabas enfermo y que no se creyera la gran cosa por eso...
Muy bien Alfons, respira hondo, es claro que Clara solo actuó así porque estaba molesta y preocupada por mi bienestar... ¡pero no se vale, no puedo dejarlas solas a ninguna de ellas por 5 minutos sin que ninguna de ellas meta la pata! Si esto hizo Clara, no me quiero imaginar lo que hizo Lyra mientras yo estaba fuera.
Roy: De cualquier modo... como dije, solo descansa. Una vez te den de alta, podrás preocuparte por lo que sea que tu cabeza considere prioridad.
Y aunque no quería, debía reconocer que tenía razón... solo espero que Ed desee verme. Pero vamos, las cosas no pueden estar tan mal entre nosotros ¿verdad?
Roy: Por cierto... -parando un momento en la puerta antes de ver a Clara de reojo y darme un pulgar en alto- lo digo de nuevo, estoy tan orgulloso de ti, hijo mío -declaro sonriendo para luego retirarse.
En lo que, tras entender el mensaje de mi padre/maestro, no pude hacer otra cosa que no fuera sonrojarme enormemente... en momentos así recordaba porque él y el Mayor Hughes eran amigos.
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(General Pov) (Un par de días después)
(Cuartel general de Central)
Roy: Y pensar que aún estaría aquí para ser yo el que te de esto -dijo con cierta ironía al chico que estaba sentado en frente suyo quien miraba fijamente una pieza de joyería en particular- esto es prueba de tu certificación estatal, un reloj de plata... tu certificado de nombramiento y las regulaciones detalladas están aquí, y el Führer te ha dado un título bastante irónico.
Edward: ¿Cuál? -pregunto arqueando una ceja.
Roy: No es nada... felicidades, eres oficialmente un perro del ejército -dijo antes de darle el certificado al chico que, con cierto recelo, tomo el documento para luego leerlo en voz alta.
Edward: ... En nombre del Führer King Bradley, le conferimos el grado de alquimista estatal y le otorgamos el titulo de acero... ¿Acero? -pregunto con cierta duda para diversión del adulto en la habitación.
Roy: Así es, se trata de un segundo nombre que se nos otorga a los alquimistas estatales, el nombre que llevaras ahora será alquimista de acero -dijo en lo que el menor solo sonrió con arrogancia antes de asentir.
Edward: Me gusta, suena poderoso... adoptare ese nombre -dijo antes de levantarse dispuesto a irse.
Solo para ser detenido luego de dar solo 3 pasos por el teniente coronel.
Roy: ... Ya dilo ¿Qué sucede?
Edward: No se de que esta hablando.
Roy: Te noto menos emocionado por esto de lo que imaginaba. Pensé que estarías feliz de conseguir algo como esto, ser el alquimista estatal más joven en la historia de Amestris.
Edward: ¿De que esta hablando? Claro que lo...
Roy: Eres un mentiroso terrible, se te nota en la cara. Creo que eso es algo que adquieres cuando te vuelves padre... saber cuándo un niño miente -dijo haciendo que el chico se tensara- ¿Qué sucede?
Y aunque en ese momento Edward no quería hacer nada más que salir corriendo de allí o solo ignorar olímpicamente a Mustang. Hubo una razón para no hacerlo, siendo esa que si quería respuestas, ese era el mejor modo de conseguirlas, encarando a la posible fuente.
Edward: ... Mejor al mal paso darle prisa -dijo suspirando para luego encarar al otro hombre- ¿Por qué aprobé?
Roy: ¿Disculpa? -pregunto extrañado antes de encogerse de hombros- pasaste con creces el examen escrito; y psicológicamente, por muy increíble que parezca, estas mentalmente estable según los evaluadores... además, en el examen práctico tu ga...
Edward: No se atreva a decir que gané, porque ambos sabemos que eso es mentira -dijo fulminando con la mirada al contrario- yo no gané, solo fue que Alfons se desmayó... ¿Cómo se encuentra?
Roy: ¨Oh, al final si parece recordar que mi hijo existe¨ -pensó antes de suspirar- se encuentra mejor, amarrado con cadenas en el cuarto de invitados de un amigo, pero mejor -dijo en lo que menor lo observo con incredulidad.
Edward: Esta bromeando ¿verdad?... -dijo solo para que luego tragar grueso al ver que era en serio la cosa- de todos modos... el ganó la pelea, no yo. Yo solo gane por default, eso ni siquiera cuenta como victoria. Y no soy el único que piensa así ¡todo militar con el que me he topado en los últimos días me ve como si fuera escoria!
Roy: Pues, eso se debe a que mi hijo es muy respetado y querido en Central -explico mientras ordenaba unos documentos- Alfons se ganó su propia reputación estos últimos años, hasta es llamado ¨el niño dorado de central¨.
¨Menudo apodo¨ fue lo primero que el rubio de la trenza pensó.
Roy: Aparte de ser mi hijo, es el protegido del general de brigada Grand, el graduado más joven de la academia, aparte del soldado más joven en obtener la cruz de caballero, y además, sus ideas son activos muy importantes para la reina de hielo en el norte. Y todo esto sin llegar al hecho de que invento un idioma propio y esta desarrollando patentes por las que todos los militares y empresarios de renombre en Amestris quieren estar del lado bueno de Alfons.
Edward: ... ¿Entonces...? -pregunto a la vez que Mustang solo parpadeo un par de veces sorprendido.
Roy: ¿Aun no lo comprendes? Vaya... quizás seas un prodigio, pero te falta mucho para moverte por el mundo de los adultos -dijo haciendo enojar al menor- como sea, déjame explicarlo en palabras simples antes de que hagas una rabieta... ahora mismo, a los ojos de la gran mayoría de personas importantes en Amestris, eres una plaga que casi le quita un recurso invaluable al país, uno de nombre Alfons Heiderich.
Ese pensamiento hizo que Edward tragara grueso. En realidad, a el le importaba un bledo lo que los militares o los empresarios pensaran de él, pero... no esperaba ganar enemigos tan rápido. Y sobre todo por algo en lo que ni siquiera tuvo la culpa... ¿a quien engaña? Alfons le rogo que dejara de pelear desde un comienzo, seguramente porque estaba agotado desde el principio.
Aunque ese no era su problema, perder era algo que estaba fuera de discusión. Necesitaba ganar esa lucha, pero... ¿estando así de enfermo, pudo patearle el trasero de ese modo?... ¡No, no debía pensar en ello! Si Alfons era así de fuerte, entonces solo debía hacerse más fuerte. Si quería encontrar la piedra filosofal, debía llegar a ese nivel... romper sus limites de ser necesario.
Roy: De cualquier modo. Mi hijo, aunque sea mejor que tú, descuido su salud. El se desmayó, por lo tanto, tu ganaste la pelea. Solo acéptalo, deja que se te resbale y sigue como si nada.
Edward: Entonces... supongo que solo tengo que demostrar a todos que soy tan bueno como Alfons para que me dejen en paz ¿no es así? -pregunto en lo que el militar presente solo arqueo una ceja.
Roy: No vayas a cometer una estupidez... aunque odie decirlo, Grand tiene razón en decir que hay un gran abismo entre ustedes -dijo causando que el menor frunciera el ceño- y de todos modos, no deberías preocuparte por lo que digan los demás, siempre habrá odiosos que hablaran mal de alguien.
Edward: Eso lo se... pero solo quiero sentir que obtuve esto de forma legitima -dijo mostrando el reloj de plata- nos veremos pronto, esta charla aun no ha terminado, teniente coronel.... -declaro antes de retirarse de la oficina, solo escuchando un suspiro de Mustang antes de cerrar la puerta tras de sí.
Dejándolo solo con sus pensamientos. Tenía mucho trabajo que hacer, y ahora mismo, quería hacer algo increíble a los ojos de los militares. Y aunque usualmente no le importaría ni un poco lo que los adultos pensaran de él, solo quería hacer algo que luego pudiera usar para restregárselo a Alfons en la cara.
Es verdad, estaba preocupado por el tipo ¡pero también estaba furioso con él! ¡Lo hizo parecer un mocoso llorón frente a todo el mando militar de central! Solo... solo... ¡nunca nadie lo había humillado así antes! Solo no se podía quedar así.
¡Solo pensarlo lo enfadaba tanto!
Edward: Ya vera ¿Quién se cree que es esa copia barata con la cara de mi hermano creyendo que sabe todo de mí? Le mostrare que no es la gran cosa ¡a él y a todos! -dijo decidido antes de suspirar- debería volver pronto con Al, seguro se estará aburriendo en esa habitación de hotel.
Aunque antes de que pudiese dar 3 pasos siquiera, rápidamente fue abordado por un soldado que parecía haber estado buscándolo desde hacia un tiempo debido a lo agitado que se veía el hombre.
Soldado: Disculpe, señor ¿Es usted Edward Elric?
Edward: Así es -pregunto extrañado.
Soldado: Hay una visitante que desea verlo. Esta esperando en la entrada del cuartel.
Edward: ¿Una visitante? -pregunto mas confundido que otra cosa mientras seguía al hombre militar.
Y aunque al principio no tenia idea de quien se trataba, solo le basto con una leve descripción del soldado para percatarse de que se trataba de su amiga de la infancia, Winry, que al parecer, se había venido de sorpresa a central para verlo a él y a Al que se encontraba en el hotel donde se habían estado quedando los últimos días.
Pero el joven rubio paso de la expectativa a la preocupación en cuanto vio que en la entrada del lugar no había nada más que una maleta y un suéter.
Soldado: Le dije que me esperara aquí. Me pregunto a donde pudo haber ido -menciono al no encontrar a Winry donde le había dicho que estuviera.
Aunque por su parte, a Ed solo le basto con ver uno de los tornillos del mismo tipo de los de su automail y un rastro de algún vehículo para tener un mal presentimiento de lo que estaba pasando allí.
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(Alfons Pov)
Que aburrido, yo ya me siento bien. Pero tanto Clara como el resto de los médicos del lugar parecían ser de piedra o tener los oídos llenos de cera, porque no estaban escuchando ninguna de mis razones para irme de una buena vez de este sitio con un aroma excesivamente fuerte de desinfectante... me estaba empezando a dar malestar.
Pero si hablaba de cosas que me estaban causando algun tipo de dolor o incomodidad. Nada se comparaba a lo que estaba haciendo mi actual cuidador en este momento... básicamente, Hughes estaba en modo ¨papá orgulloso¨ ahora mismo. Y no tengo a donde huir.
Hughes: Lo sé, tengo razón, crees que es demasiado hermosa ¿no es cierto? -dijo en lo que prácticamente tenía una foto de Elicia en mi cara- anda, dilo, crees que se parece a mí ¿no? Es lo que todos dicen.
Alfons: ¨O lo que están obligados a decir para no meterse en problemas contigo¨ -pensé algo molesto en lo que el seguía en su mundo.
Hughes: Y no solo ella, si antes pensaba que Gracia estaba mucho más guapa cuando estaba embarazada. Ahora es todo un primor como madre -declaro con una sonrisa de orgullo- si antes era un ángel sin alas, ahora podría ser toda un querubín.
Dios (aunque a veces pongo en duda tu existencia o solo se me olvida desde que conocí a Verdad) sé que les das las más duras batallas a tus mejores guerreros ¡pero esto ya es abuso ¿no?!
Alfons: Mayor Hughes, no tiene que mostrarme esa foto, ya la he visto al menos 50 veces.
Hughes: ¿Qué fue lo que hablamos? Ya te he dicho que me llames tío Hughes -se quejó con reproche antes de encogerse de hombros- supongo que tienes razón... ¡qué bueno que tengo más! -dijo sacando al menos 10 fotos de su bolsillo- en esta Gracia le esta limpiando la nariz a Elicia.
Alfons: Ok...
Hughes: Y esta la tome por sorpresa justo cuando le estaban cambiando él...
Alfons: ¡MUY BIEN, SUFICIENTE! -dije logrando sacarlo de su mundo de ensueño de papá orgulloso un momento.
No negare que soy una persona paciente, me enorgullezco de eso. ¡Pero olviden que voy a escuchar o ver fotos de cambiado de pañales!
Alfons: Perdón, pero... de acuerdo, entiendo, ahora mismo la señora...-dije antes de callar al notar la cara de puchero del Mayor- la tía Gracia está limpiando bastante, lo que es entendible, porque Elicia es una recién nacida.
Hughes: De acuerdo, que carácter, te pareces a tu padre -dijo encogido de hombros- no hace falta que tomes esa actitud. Y yo que estoy haciendo el favor de cuidarte en vez de centrarme en la investigación del asesino en serie -menciono en lo que yo solo suspire.
Cierto, el asesino en serie que últimamente ha tenido ocupado a todo el departamento de la policía militar que solo mata a chicas jóvenes con arma blanca.
Actualmente eso es lo que acapara la mayor parte del tiempo del mayor Hughes, y claro, tanto él como la señora Gracia se quejan de eso conmigo cuando les hablaba por teléfono. De verdad son marido y mujer, solo piensan en cómo les gustaría estar más tiempo juntos.
Alfons: No hace falta que me lo digas, ya sé que tienes todo un desorden en tu oficina, tío -dije mientras tomaba una libreta que estaba en la mesita a un lado de mi cama- de allí que hayas traído archivos clasificados del asesino en serie durante tu turno de cuidarme -mencione mientras releía la lista de sospechosos para matar el tiempo- ¿algo nuevo?
Hughes: Temo decir que no, nuestra investigación está estancada -declaro antes de recostarse en su silla- solo no tenemos pistas ni testigos para continuar, los cuerpos fueron mutilados, pero ninguno del departamento sabe como el asesino lo logro hacer en tan poco tiempo.
Alfons: Parece que tenemos a un verdadero Jack el destripador aquí -dije por lo bajo antes de golpearme la cara al notar que el Mayor, o bueno, él tío Hughes me había escuchado.
Es algo que a veces me pasa más que todo por descuido, sin querer solo digo algo que ya se de mi vida anterior y termino causando uno que otro malentendido... De eso, lo único que agradezco es que hasta ahora no haya tenido un desliz con la general Armstrong.
Hughes: ¿Jack el que?
Alfons: Eso es, bueno... se trata de un mito, si, eso, un mito de la historia criminal del reino aliado de Albión, en el oeste -dije mencionando el país que en este mundo se trataba de Reino Unido- allí se menciona a Jack el destripador como el mayor misterio criminal del siglo pasado, un asesino en serie que mato a varias mujeres usando un cuchillo y que nunca fue atrapado.
Hughes: Tu y tu necesidad de aprender de otros países, debo reconocer que eso es admirable en ti -menciono mientras negaba divertido- ¿Quién sabe? A la de menos tenemos al hijo o al nieto del famoso Jack entre manos... muy bien, ahora que lo dije en voz alta, eso es preocupante.
Alfons: Ni que lo digas -dije suspirando ante la idea- de cualquier modo, no podemos descartar la posibilidad de que mate a las mujeres en otro lugar y luego movió los cuerpos ¿Cuánto tiempo paso desde la hora de la muerte y el hallazgo de las víctimas?
Hughes: Hemos avanzado mucho, pero incluso con la ciencia moderna no podemos saber eso -dijo mientras se comía descaradamente mi manzana de la canasta de fruta que me había traído la señora Gracia en la mañana- pero entre nosotros y la policía creo que hemos revisado las cajuelas de todos los autos que entraron y salieron de la ciudad las ultimas semanas.
Alfons: Tal vez estemos ignorando algo evidente, algo como un auto que pueda transportar cuerpos o tal vez algun tipo nuevo de transmutación -dije antes de notar algo en la sección de comercios- soy yo... ¿o esta carnicería en particular ha estado evadiendo muchos puestos de inspección? -pregunte en lo que le mostraba la pagina al Mayor.
Hughes: Pues ahora que lo mencionas.... Tienes razón, la ultima fecha fue de... -dijo antes de que yo terminara la frase por él.
Alfons: Desde que los asesinatos comenzaron -dije antes de solo sentir una punzada de dolor en mi cabeza.
Lo recordé de golpe, el incidente de la carnicería, ese maldito enfermo que casi... Barry, el carnicero. Esperen ¿Qué día se supone que es hoy?... No. Ed....
Alfons: ¡Tengo que irme ya! -dije levantándome de golpe en lo que buscaba mi uniforme.
Hughes: Oye, mas despacio vaquero -dijo tratando de retenerme en lo que yo me cambiaba- sabes que no puedes hacer eso, no hasta que los médicos te den el visto bueno, debes...
Alfons: ¡Luego pido disculpas, ahora mismo Edward esta en peligro!
Hughes: ¿Qué? ¿El chico de la evaluación? ¿Qué tiene que ver el con...? -dijo antes de que pareciera comprender en lo que yo buscaba mis zapatos- el mayor decía la verdad, el es tú...
Alfons: ¡Mayor, ¿Dónde están mis zapatos?! ¡Sin ellos no puedo emprender vuelo! -dije ya dejando media habitación patas arriba mientras que el solo me miro con seriedad.
Hughes: No se si esto es porque estas deseando tener un asenso o quieres superar a tu padre o algo así, pero... solo ¿Cómo sabes que esta en peligro? -pregunto en lo que yo no pude ocultar mi desespero, literalmente cada segundo era crucial.
Alfons: ¡Solo lo sé ¿de acuerdo?! -dije a la vez que mis ojos lagrimeaban un poco- solo... por favor, déjeme ir, usted no conoce a Edward, el tiene un don para meterse en problemas... solo, por favor, deje que vaya -dije bajando la mirada.
A la vez que el solo se quedo en silencio unos segundos antes de asentir.
Hughes: Te cuestionario más al respecto, pero... ¿Qué clase de hombre enamorado sería si no dejo que otro hombre enamorado vaya a los brazos de quien ama? -pregunto con un tono comprensivo.
A la vez que yo no pude evitar levantar la mirada sorprendido. Ni tiempo me dio para contradecir lo que afirmo (cosa que pensándolo bien no tenía porque hacerlo) cuando el ya estaba sacando mis zapatos del armario que estaba bajo llave.
Hughes: Vete por la ventana, yo me ocupo de tus niñeras asistentes -dijo sonriendo con complicidad.
En lo que yo, sin poder evitarlo, solo lo abrace con fuerza.
Alfons: ¡Gracias, eres el mejor tío del mundo! -declaro antes de ponerme los zapatos y salir disparado de allí. A la vez que podía jurar que me pareció ver de reojo al mayor bailando de alegría por que lo abrace.
Como sea, ya abra tiempo para pensar en eso, ahora... necesito encontrar a cierto chico rubio de abrigo rojo, y rápido.
(Time skip, un tiempo después)
Todo, absolutamente todo paso tal y como lo fui recordando conforme me acercaba a esa maldita carnicería de la muerte. Las memorias de lo que paso esa vez fueron llegando a mi conforme más cerca estaba de ese lugar. Y tal cual, todo estaba pasando del mismo modo.
Los cerdos colgando sin nada dentro, Winry esposada y amordazada en una esquina, Ed preso del pánico a punto de matar a Barry. Fue en cosa de segundos, pero gracias a ya ni se que, es que pude detenerlo antes de que hiciera algo de lo que se arrepintiera. Aunque eso me valió un corte en el hombro cuando el por reacción me ataco.
Aun así, ya todo había acabado. Tras llamar al Mayor Hughes e informar sobre la situación, la policía militar ya estaba en la puerta. Y en menos de un parpadeo, Barry el carnicero, el asesino que se encargo de mutilar a su esposa junto a otras 29 mujeres, estaba siendo puesto bajo custodia.
Hughes: Al final parece que fue buena idea dejarte ir, chico -dijo palmeando mi espalda- que sepas que, aunque no quieras, te voy a dar parte del crédito por esto.
Alfons: Supongo que no queda de otra -dije no importándome mucho de eso en realidad- solo asegúrate que se sepa que Edward también tuvo que ver con esto... y por favor, dime que te aseguraras de que el hijo de puta tenga pena capital.
Hughes: Dalo por hecho -declaro antes de soltar un suspiro- yo iré a ver como está la chica, Winry... los dejare solos a ustedes dos -dijo mientras se alejaba.
A lo cual yo solo suspiré en lo que me di la vuelta, donde a unos pocos metros podía ver a un callado Edward sentado en las escaleras de la carnicería con una preocupante mirada perdida.
... Muy bien Alfons, puedes hacer esto. Esta es tu oportunidad para arreglar las cosas. Solo recuerda las reglas para lidiar con Ed, que irónicamente son las mismas para tratar con un animal salvaje: Acércate despacio y con cuidado, no evites la mirada porque lo tomará como algo personal, pero tampoco le mantengas la mirada durante mucho tiempo porque pensará que estas retando su dominio, tampoco levantes la voz o de lo contrario lo asustaras, o peor, se volverá hostil...
Rayos, de verdad es como tratar con una fiera salvaje... como sea, obviamente Edward necesita ayuda ¡no es momento para tus divagaciones, Alfons Heiderich Mustang!
Alfons: Entonces... -dije tomando asiento para luego colocar con cuidado mi mano en su hombro-... ¿Cómo estás?
... ¡¿Es en serio?! ¡¿Cómo pude decir algo tan estúpido?! ¡Tierra, trágame!
Aunque ese regaño mental se detuvo de golpe cuando, sin previo aviso, fui abrazado por Edward para acabar sentado en el suelo con el sujeto a mi cuello.
Alfons: Esto.... ¿Edward? -pregunte solo para sentir como temblaba. Cosa que me angustiaba- Ed...
Edward: Pensé que iba a matarme, realmente pensé que iba a morir -susurro en lo que pude sentir como se aferraba a mi a la vez que sus lagrimas comenzaban a mojar mi hombro- estaba muy asustado... muy asustado...
Oh no, solo me basto con escuchar la respiración agitada para saber lo que estaba pasando aquí, Ed estaba teniendo un ataque de pánico. Ok, Alfons, solo no arruines esto (como arruinas todo lo demás cuando se trata de Ed)
Alfons: Ven conmigo -dije en lo que lo llevaba lejos de todo el ajetreo que los militares estaban causando en ese momento- solo concéntrate en mi ¿Esta bien? No te preocupes, Ed, todo va a estar bien -dije tratando de calmarlo.
Solo para notar que no parecía estar escuchando nada de lo que le decía.
Alfons: Solo... trata de respirar con calma -dije poniendo mi mano en su pecho y ayudándolo a inhalar y exhalar de forma más moderada- eso es, vas muy bien... solo... imagina que estas en Resembool.
Edward: ... Resembool... -susurro en lo que yo no pude evitar sonreír.
Alfons: Exactamente, imagina que estas en Resembool. Estas lejos de central, de los militares, de todo lo malo... solo tú, la señora Pinako, Winry y tu hermano. Solo ustedes y el campo abierto... -dije en lo que le daba masajeaba su espalda en círculos- solo ustedes y un precioso día... el cielo azul, la brisa fresca, el césped verde... es muy lindo ¿lo imaginas? -pregunté para luego suspirar aliviado cuando el asintió.
Así estuvimos durante varios minutos, con el aferrado a mí en lo que yo intentaba calmarlo por todos los medios que sabia. Y cuando finalmente parecía estar bien, se soltó con lentitud de mi antes de tomar distancia y sentarse en las gradas de una bodega... algo que me decepciono bastante, la verdad.
Alfons: Bueno, parece que estas más calmado, eso me alegra -dije con una sonrisa- ¿quieres algo? ¿Agua? ¿Té? ¿alguna medicina? -pregunte solo para no recibir respuesta- ... esta bien, como quieras... -dije sabiendo que lo mejor que podía hacer era irme sabiendo como es Ed.
De allí mi sorpresa de que, tras dar 3 pasos apenas, él me hablara.
Edward: Cuando estuve seguro de que iba a matarme... mi mente se puso en blanco y ya no tuve esperanzas... lo único que pude hacer fue gritar con todas mis fuerzas... -dijo con la mirada apagada, viendo fijamente sus manos- me sentí tan indefenso... que ni siquiera pude creer que alguien vendría a salvarme... y entonces, de todas las personas, apareciste tú, Alfons...
Alfons: Edward, yo...
Edward: Aun luego de que fuera un cretino contigo, y de que desconfiara de ti, viniste a salvarme... esto solo me demostró lo pequeño que soy... pequeño y débil, tanto que ni siquiera puedo cuidar de mi mismo, y menos de Al -dijo con resignación- por eso me esforzare, y hare todo lo que pueda por recuperar el cuerpo de mi hermano y el mío, aun si debo ser el perro de los militares...
Edward... ¿Es así como te sientes?
Edward: Y solo me resta esperar, que mis poderes sean suficientes para ayudarme, a sobrepasar mis limites... ¡Porque lo cierto es que no somos dioses! -dijo ya rompiendo en llanto- solo somos humanos... solo soy un inútil humano... un diminuto e insignificante humano que solo quería ver de nuevo a su mama...
... Al demonio con todo.
Alfons: Eso no es verdad -dije atrayéndolo a mi para abrazarlo- tu eres mucho más de lo que tú mismo crees. Eres más valiente de lo que crees, más fuerte de lo que aparentas, y más listo de lo que piensas -susurre en su oído en lo que sentí como se aferraba a mi.
Ay, Ed...
Edward: ... No lo entiendo... aun cuando he estado siendo un patán, aun cuando no me conoces... ¿Por qué eres bueno conmigo? -pregunto en lo que se apartaba lo suficiente como para vernos cara a cara- es solo que, no lo sé, fuiste tan serio cuando nos conocimos, y ahora estas siendo tan amable... ¿Por qué lo haces? ¿Por qué no me odias como el resto?
... Ahora ya me perdí.
Alfons: ¿Odiarte? ¿De que estás hablando? -pregunte solo para que el pareciera enfadarse.
Edward: ¡No te hagas el que no sabes! Cuando luchamos, tu debiste haber ganado. Sabía que estabas mintiendo con lo no estar listo ¿Por qué no has hecho el examen de alquimista estatal? -pregunto antes de suspirar- ... tu deberías ser el alquimista estatal, no yo. Es como todos dicen, entre los dos hay un abismo de diferencia... Y no soy el único que lo cree -declaro en lo que señalaba con la cabeza.
Siendo entonces que me percate de las miradas de recelo y reproche de varios soldados hacia nuestra dirección, o más específicamente, hacia Ed. Y eso me hizo sumar 2 + 2 rápidamente para luego solo resoplar con fastidio ¿Por qué no solo se meten en sus propios asuntos? Montón de metiches.
Alfons: Sabes, de hecho eso es algo que tanto a mi padre como a mí nos desagrada. Que varios oficiales de mayor o menor rango, así como los soldados rasos, busquen ganarse mi favor haciendo cosas que creen que me hará tenerlos en alta estima y así, mejorar sus reputaciones, es un fastidio -dije rodando los ojos- te pido perdón si alguno de esos tipos de hizo sentir mal -declare con honestidad.
Para luego solo darles una mirada de muerte a todos los que miraban hacia acá. Y por suerte, entendieron el mensaje, ya que en menos de un parpadeo, volvieron a trabajar.
Edward: ... No necesitaba tu ayuda... -murmuro con el ceño fruncido en lo que yo solo resople divertido.
Alfons: Seguro, lo que digas -dije antes de soltarlo y solo tomar asiento a su lado.
Para luego solo quedarnos así, en silencio. Y la verdad, ahora que la crisis de Barry había pasado, Ed estaba calmado y todo parecía estar bajo control... debía reconocer que estaba haciendo una tarde muy encantadora. Tenía ese tono naranja que le daba a una tarde... no lo sé, ese algo que hace que uno solo quiera suspirar por la tranquilidad que se siente en el aire... era agradable.
Edward: ... Gracias por eso.
Alfons: Perdón ¿Qué dijiste? -pregunte en lo que él solo resoplo.
Edward: Nada, olvídalo -menciono antes de resoplar- sabes, lo de hace poco, aún no responde lo que te había preguntado... no nos conocemos, pero aun así ¿Por qué eres tan bueno conmigo? -pregunto a la vez que decidí meterme con él un poco.
Alfons: Supongo que yo podría preguntarte lo mismo, es decir, según me contaron, estuviste yendo al hospital varias veces mientras que yo estaba inconsciente -dije con una sonrisa descarada al ver como se sonrojo- me da gusto que me quieras.
Edward: ¡No digas tonterías! ¡Solo me preocupe porque me sentí como si yo hubiera sido responsable de que acabaras así de grave! Y en parte lo soy... ¡pero aún así...! -dijo tratando de explicarse sin dejar de mover los brazos, a lo cual no pude evitar reír- ¡no te rías, desgraciado!
Oh, Ed, cuando se trata de ti, me pides imposibles. Decirme que no me ría cuando actúas tierno o no sentir ternura cuando veo tu lado suave... es como pedirle a un bebe que no llore.
Alfons: Perdóname, no lo pude evitar... sabes, es lindo hablar así, de tu a tu, con alguien de mi edad para variar -dije en lo que él solo arqueo una ceja.
Edward: ¿De que hablas? Suena como si antes de ir a Resembool con el teniente coronel, nunca hubieras hablado con chicos de tu edad.... -menciono antes de que la comprensión llegara a su rostro por mi silencio- tienes que estar...
Alfons: Actualmente soy un Mayor del ejército, Edward. Sin mencionar que el ejercito me considera un activo importante... eso no lo conseguí de la noche a la mañana. Y solo tengo 11... -dije encogiéndome de hombros- entre preocuparme por mi carrera y mis responsabilidades, no lo sé... creo que olvide actuar como un chico de mi edad. Jugar, escapar de la escuela, no querer hacer la tarea... hacer amigos.
Edward: ... ¿No tienes amigos? -pregunto con un tono que sabia reconocer muy bien. Ese era el tono de cuando Ed no intentaba ser el chico listo que se cree superior a los demás o el sabelotodo que cree saber como funciona el mundo.
No, ese era su tono de preocupación... para la gente que le importa.
Muy bien, ya llegué a este punto, ya no hay marcha atrás... vaya, no pensé que llegaría tan lejos tan pronto.
Alfons: ... Los altos mandos quieren darme misiones arriesgadas o administrar todo mi trabajo de investigación para tenerme bajo su correa... para el publico solo soy el niño dorado de central, para los soldados o soy su superior o su pase para un ascenso... y mi padre ve como apropiado para un niño de mi edad el papeleo en vez de jugar la pelota... -dije antes de solo abrazar mis piernas y esconder mi rostro en ellas- pero si me preguntas que quiero... quiero un amigo.
Edward: Alfons... -susurro con empatía. En lo que yo solo sonreí para mis adentros.
Se que es jugar sucio, pero vamos, no es como que jugar del modo normal funcione con Ed de todas las personas. Que alguien me de el premio al mejor actor al método de una vez.
Alfons: Entiendo que en cierto modo todos quieren lo mejor para mí, o lo mejor para el país en todo caso... pero también soy un niño, me gustaría un amigo -dije con honestidad- alguien que me entienda, con el que pueda hablar, ser yo mismo... luego de conocerte, durante el camino de regreso... pensé que podías ser ese amigo, Ed -dije sorprendiéndolo.
Edward: ¿Yo? Pero... pensé que tu y Winry eran amigos por correspondencia -menciono en lo que yo solo reí con suavidad.
Alfons: Si, y no negare que ha sido refrescante, pero... no lo sé, siento que tu y yo nos entendemos más, tenemos más cosas en común -dije antes de solo suspirar- pero creo que esas solo fueron ideas mías -dije en lo que él se tensó.
Lo tengo justo donde quiero.
Edward: ¿Qué?
Alfons: Si, es decir, creo que te incomoda el solo tenerme cerca... así que no insistiré con eso, ya encontrare a alguien que quiera ser mi amigo... tal vez algún día -dije haciendo que me iba a levantar.
Solo para en efecto, sentir como por impulso, Ed me sujeto el brazo a la vez que su cara se ponía roja de golpe.
Edward: ¿Y quien dice que no quiero serlo? -pregunto antes de solo soltarme y tomar un par de minutos para calmarse- ... mira, lo admito, tal vez empezamos con el pie izquierdo. Y si, quizás haya sido en parte mi culpa, pero tu también has tenido que ver con que te haya visto con recelo y... -menciono antes de resoplar- te lo advierto; soy grosero, necio, obstinado, hasta desagradable a veces, y ni hablar de cuando hablan de mi... solo, sabes como soy, y si aun quieres que seamos amigos... supongo que podríamos intentarlo.
Y ni termino de decir eso cuando yo ya lo tenía sujeto en un abrazo.
Ya que no lo podía creer, en serio lo había logrado, me había acercado a Ed. Ahora mismo podía caer un meteorito que destruya medio país y no podría importarme menos ¡nuevamente Ed y yo somos amigos! ¡Me sentía en la cima del mundo!
Edward: ¡Oye, ya suéltame! Como que nos pasamos de cursis desde hace rato ¿no crees? -pregunto mientras luchaba por tratar de apartarme- sabes, existe algo así como una burbuja de espacio personal.
Alfons: ¡Pub! -dije de golpe, haciendo como que reventaba dicha burbuja hipotética que él estaba haciendo con las manos antes de abrazarlo con más fuerza. A lo cual el solo se resigno antes de suspirar con cansancio.
Siendo justo en ese momento que de todas las personas, mi asistente personal había hecho acto de aparición. Y si debía de ser sincero, aun cuando Lyra parecía tan impasible como siempre, se le notaban dos emociones en su mirar: enojo y nerviosismo.
El primero lo entiendo, debe estar molesta de que me escape del hospital, y si así estaba ella, ni me imagino a Clara. Pero lo segundo ¿Por qué estaría nerviosa?
Lyra: Al fin lo encuentro, señorito, lo estuve buscando por todos lados -dijo antes de percatarse de como me encontraba y con quien me encontraba- ... ¿interrumpo algo?
Alfons: ¿Qué? ¡No, nada! -dije en lo que soltaba a Ed quien parecía más rojo que antes, tal vez porque capto lo que Lyra se refería. A lo cual yo tampoco pude evitar apenarme- Lyra, escucha, lamento haberme ido del hospital así, pero...
Lyra: No hace falta que se disculpe, señorito. Ya estoy al tanto de todo, y debo decir, que saber que antepuso su propia salud para salvaguardar la seguridad de central, librando a sus calles de ese vil asesino. Solo me hace apreciar más mi trabajo como su mano derecha, señorito -declaro sonriendo.
En lo que yo solo suspire con alivio. Parece que al menos de Lyra no habría regaño, eso me quitaba la mitad del peso de mi espalda. Pero a su vez, la otra mitad del peso, de nombre Clara, solo lo sentí el doble de pesado... solo lo sé, ella me va a dar la madre de todos los regaños, el solo pensarlo me hace estremecer como un cachorro asustado... y no estoy bromeando.
Lyra: No obstante, debo decir que no lo buscaba unicamente para saber de su condición, señorito -declaro con seriedad- tengo una invitación para usted.
Alfons: ¿Una invitación? -pregunte arqueando una ceja en lo que ella respiraba hondo antes de responder.
Lyra: Su excelencia, el generalísimo King Bradley, junto con el resto de la elite del comando central... desean hablar sobre lo que sucedió hoy, así como de posibles reasignaciones para usted... en una cena en el cuartel general esta noche -dijo dejándome sin palabras.
El Führer, junto al resto de la plana mayor ¿querían cenar conmigo? ¿Ahora de que me perdí?
Aun así, aunque me desconcierta lo repentino que es esto. Lo cierto es que aun estoy como cachorro mordiendo su juguete favorito por lo de Ed. Y eso me esta haciendo pensar algo increíblemente estúpido, y sin embargo, de lo que posiblemente no me acabe arrepintiendo.
Alfons: Lyra -dije cuando estaba a punto de ser escoltado por ella en lo que Ed ya parecía estar tomando su propio camino- esta cena... ¿sabes si puedo llevar invitados? -pregunté en lo que ella parecía procesar lo que dije.
Lyra: ... De hecho, si puede señorito, el Führer lo menciono por encima, pero...
Alfons: Excelente -dije antes de caminar hasta estar en frente de Ed que solo me veía como si tuviera dos cabezas, posiblemente ya sabiendo lo que iba a decir- ... ¿te gustaría venir conmigo?
Y tenia razón al suponer que Ed ya sabía lo que preguntaría, su expresión lo decía todo.
Notes:
Y ese sería el capitulo de esta vez. Como siempre se puede votar, comentar, lo que se guste.
¿Y que les pareció?
Lo se. Este incidente fue del anime del 2003 y no del Broterhood. Pero en mi defensa, vamos, fue un momento muy bueno.
Y sobre mi tardanza. Solo diré que una lección importante que aprendí es que, como escritor, si no te sientes cómodo al momento de escribir, no haces nada.
En fin, nos vemos (ojala más pronto esta vez)
Chapter Text
(Central, Cuartel general del ejército, salón comedor)
(Alfons Pov)
De algún modo, no puedo creer que de todos los escenarios, acabase en una situación como esta. No ha pasado ni un día desde que rescate a Edward de las manos del psicótico de Barry. Y cuando pese que pasaría algo como tener un encuentro más formal con su hermano menor o que los llevase a la casa del señor Hughes para pasar la noche... acabamos todos cenando con las personas más importantes del país.
... De todos modos, el propio Fuhrer me invito, así que mínimo tenía derecho de traer acompañantes ¿no es así? Aunque no negare que además de Lyra y Clara. Tanto Winry como los hermanos se estaban comportando increíblemente formales para mi sorpresa.
Alfons: Ejem... -dije tratando de aclarar mis ideas con una distracción del tema- nuevamente, les reitero que estoy muy agradecido por la invitación tan cordial que se me ha hecho a mi persona -dije recibiendo asentimientos de aprobación por parte de los mayores en la habitación.
Pero, solo no podía sacarme de la cabeza lo bien portado que, de todas las personas, Edward Elric, estaba siendo en este momento. Estaba actuando como todo un caballero, solo... no lo sé, no lo siento natural. Hasta a Winry se le notaban un poco los nervios. Cosa que es entendible, hasta yo estuve así cuando conocí al generalísimo en la escuela militar. Quiero decir ¡es el maldito rey del país, solo estar frente a él era un asunto muy importante!
Y parece que no era el único que ya se le hacia extraña esa actitud tranquila.
Winry: ... Muy bien ¿Quién eres y que le hiciste a Edward? -pregunto en voz baja a la vez que no pude evitar sonreír por dicha pregunta. Era justo lo que me preguntaba yo también.
Aunque su respuesta me hizo darme cuenta de algo, nunca acabas de conocer completamente a una persona. Y al menos para mí, eso era grandioso. El siempre aprender algo nuevo de Ed cada día.
Edward: ¿Crees que no ponía atención cuando mi mamá nos enseñaba buenos modales en la mesa a Al y a mí? -respondió a la vez que tanto ella como yo nos dimos por servidos.
Para que luego, el silencio nuevamente se hiciera presente en la habitación, solo escuchándose el sonido de los cubiertos al golpear la porcelana. Aunque eso no duro mucho por una simple razón, el generalísimo era el generalísimo, así de simple.
Bradley: Es todo, suficiente de este silencio lúgubre ¡parece que estamos en un funeral! ¡es una cena, no una fila en el hospital o el banco! -dijo antes de reír a carcajadas, haciendo que más de un oficial superior rodara los ojos.
Sip. Justo así era su majestad, el hombre usualmente se toma su trabajo en serio, pero cuando son cosas como una cena, al menos al inicio...
Klemin: Generalísimo King Bradley, ¿sería mucho pedir que por una vez cumpliera con las reglas de etiqueta del salón comedor del cuartel general? -pregunto el único miembro de la plana mayor de color oscuro que me recordaba a alguien de África de mi mundo, haciendo que el hombre del parche solo bufara.
Bradley: Oh, la etiqueta no me inquieta -dijo restando importancia al asunto a la vez que otro de los presentes se aclaro la garganta.
Edison: De todas formas, no -exclamo acomodando sus gafas el hombre de edad medianamente avanzada- a nosotros nos complace que haya aceptado venir, Mayor Heiderich. Incluso si no vino solo, todo lo contrario, vino acompañado de ni más ni menos que el alquimista estatal más joven en la historia del país, Edward Elric ¿un logro impresionante, no lo cree así excelencia? –pregunto afable a la vez que el rey asintió.
Bradley: En efecto. Me sorprende que el joven Edward haya logrado algo así a tan corta edad. Pero me sorprende y complace más que al parecer, no haya quedado rivalidad alguna entre ustedes dos -menciono sonriendo- lo cual me alegra, ya que al menos yo pienso que entre los dos jóvenes más talentosos del país debería haber camaradería, no discordia.
Edward y Alfons: Si señor -exclamamos al unisonó no pudiendo evitar sentir algo de pena en lo que inclinábamos la cabeza con respeto.
Aunque esa sonrisa amable en el rostro del Fuhrer paso a ser una expresión severa, lo que solo podía significar una cosa, ya tocaba tocar temas serios.
Bradley: Por cierto, escuchamos lo que paso esta tarde, con el asesino en serie, Barry el carnicero -hablo mientras golpeaba la mesa con un dedo- debo decir que esta demostrando porque tomamos la decisión correcta al nombrarlo Mayor, soldado Heiderich. Buen trabajo -exclamo antes de sonreír levemente- resolviste este caso tan bien que hasta escuche que el Mayor Hughes desea tomarte bajo su ala en el tribunal militar.
Alfons: Solo hice lo que tenía que hacer, señor -dije a la vez que otro de los oficiales tomo la palabra. Uno del que recuerdo que el general Grumman en el esto dijo una cosa o dos.
Raven: Tan modesto como se espera de ti, no por nada eres nuestro niño dorado de Central -exclamo sonriendo antes de negar- aunque respecto al desempeño de acero...
Oh no, ya se a dónde va esto ¡no en mi guardia!
Alfons: Lo que sucedió no fue culpa de Acero -interrumpí de golpe, de paso ganándome las miradas de los demás presentes- el asesino serial resulto ser más inteligente de lo que se esperaba. Sin mencionar que puso en riesgo la vida de Winry Rockbell aquí presente, una civil -dije haciendo que la mencionada solo agachara la mirada y hasta tembló unos segundos, a la de menos por el recuerdo.
Edward: Alfons... -susurro sorprendido a la vez que el hermano menor me observaba con la misma sorpresa que el mayor, o al menos eso me parecía.
Alfons: Acero solo actuó según el mejor criterio, siguiendo el protocolo de victima de secuestro y llegando a anteponer su vida por la de una civil inocente -termine esperando desde ya cualquier tipo de regaño por mi arrebato.
Solo no lo pude evitar, cuando Ed es el tema, mi raciocinio llega a irse de sabático. Pero en vez de gritos o quejas, lo que acabe escuchando fue la suave risa del Fuhrer.
Bradley: Totalmente de acuerdo -dije para mi sorpresa- Alfons, ese hombre resultó ser más listo de lo que se pensaba. Mira que usar camiones de entrega de carnes, además de hacerse pasar por mujer para acercarse así a sus víctimas, o como en el caso de Acero, fingir ser una... -exclamo antes de suspirar para luego mostrar una sonrisa- pero lo importante es que los 3 se hallan con bien y que ese hombre responderá ante la justicia -termino de tal modo que no pude evitar sonreír- como dije, fue un buen trabajo, Mayor.
Era una de las cosas que más me gustaban de su excelencia, el hombre sabía ponerse en los zapatos de sus hombres y por ello se daba el lujo de ser considerado con ellos. Aun con su aparente gusto por la guerra y el conflicto que no se ve a simple vista, el hombre podía mostrar un lado suave con facilidad... cuando quería, claro.
Alfons: Sus palabras me honran, señor. Muchas gracias.
Raven: De cualquier modo, aún están creciendo jóvenes. Coman todo lo que quieran. Sobre todo tú, Acero -dijo divertido.
Al mismo tiempo que tanto Winry y Al como yo vimos sorprendidos como Ed, aún con el ego y el orgullo heridos por ese comentario, no hizo una de sus famosas rabietas. Eso se lo debo compensar más tarde, que se trague todo eso para mantener las apariencias.
Edward: Si, eso mismo pienso hacer -declaro antes de seguir comiendo recatadamente.
Raven: Así me gusta. ¿Y que hay de ti, porque no comes nada? -pregunto al propio Al, cosa que puso nerviosos a ambos hermanos.
Edward: ¡Bueno, es que, lo que pasa es que bueno...!
Al: Discúlpeme por favor, ya había comido, pero comeré -dijo llevando algunos vegetales al interior de la armadura.
Vaya, a veces me pregunto que tan molesto debe ser limpiar a Al cuando tiene que fingir que de hecho esta comiendo.
Raven: Mucho mejor. Pero de cualquier modo. ¿Qué le parece la comida del cuartel, Mayor? -pregunto llamando mi atención.
A lo cual yo solo mire la comida en lo que use buena parte de mi fuerza de voluntad para no fruncir el ceño. Notando de paso las miradas tanto de Lyra como de Clara que hasta ahora solo guardaron silencio mientras comían tranquilamente. Y es que no necesitaban decir nada, con una mirada sabía que pensaban lo mismo que yo.
... No dan de comer cosas al vapor muy seguido en el Este o en el Norte, pero... salchichas cocidas en agua, bistec a solo media cocción y vegetales al vapor... cualquier cosa que Lyra prepare sería mucho mejor que esto.
Alfons: Si he de ser sincero, esta comida me recuerda un poco a la del frente de batalla. Lo se porque la general Armstrong insiste en alimentarnos a veces con esta clase de guarniciones en el norte con la intención de que sepamos en todo sentido como es un frente en plena guerra -explique ganándome un asentimiento del hombre de mayor edad.
Raven: Esplendida respuesta. ¿Tal vez entonces deberíamos llamar a la comida del ejercito la cafetería de la batalla sin fin? -pregunto antes de reírse de su propia broma. A lo cual solo comí en silencio. Cuanto antes acabáramos con esto, antes podíamos ir a temas más serios, o en todo caso, irnos de aquí y cada quien a lo suyo.
Siendo allí que el general de brigada Grand que estuvo todo el rato en silencio con el ceño fruncido, finalmente decidió tomar la palabra una vez la cena acabo.
Grand: Ya fue suficiente de esto -resoplo con fastidio- vamos directo al grano. Como seguro imaginara, Mayor. Se le ha llamado para discutir la que será su próxima asignación.
Alfons: Por supuesto -exclamo sin sorprenderme. Era evidente que esa sería la razón del porque me llamarón. Lo pensé como la opción más obvia mientras me dirigía para acá con los demás.
Aunque ahora debía centrarme en los documentos que un soldado raso me estaba dando mientras que otro se llevaba mi plato ya vacío... vaya, esto es inesperado. Todas son posiciones seguras aquí en Central, parece que mi tiempo en el norte acabo, no pensé que haya impresionado tanto a los superiores... aparte de que con un par de años de experiencia, podría unirme fácilmente a cualquier subdivisión de la milicia que desee... es demasiado bueno para ser verdad.
... Pero no puedo evitar pensar que mientras estoy leyendo esto, la general solo debe desear mi cabeza en bandeja de plata por la sola idea de querer ¨desertar¨ de su mando... es cierto, las decisiones difíciles requieren voluntades fuertes. Si me voy del norte, estaré dejando más de una cosa importante atrás... pero esta era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar.
Klemin: En vista de sus logros, el personal no intervendrá en su elección, es libre de elegir lo que desee.
Alfons: Muchas gracias, pero... aquí hay muchas opciones, ciertamente no estoy seguro de cual escoger -dije dando una sonrisa queda que fue comprada por todos los presentes, excepto por Lyra y Clara que aun con el poco tiempo que llevamos juntos, ya me conocían bien.
Grand: Es entendible, tomate tu tiempo, y si no te decides, siempre puedes volver al norte -exclamo con una mueca de burla antes de ver fijamente a Winry.
Esa mirada... esto me huele mal.
Grand: Supongo que mientras esperamos que el postre sea servido y que el Mayor se decida por algo, igual podemos hablar de otras cosas -dijo sin despegar la mirada de Winry en ningún momento- por cierto, señorita. Según me informaron por los gastos realizados por Acero y el Mayor Heiderich antes de venir aquí, debo suponer que es una joven que, más que estar interesada en el automail, es una experta en el tema ¿no es así? -pregunta para mi extrañeza, la de Winry y de los hermanos.
Winry: En efecto, así es. Mi abuela es una ingeniera de automail reconocida, y estoy siguiendo sus pasos.
Grand: Si, Pinako Rockbell, ¨La pantera de Resembool¨, he escuchado un par de cosas de ella... señorita ¿no le gustaría venir a revisar nuestras instalaciones medicas después de que acabe esta reunión? Seguro encontrará más de un modelo de automail que no se encuentra en las tiendas -dijo a la vez que los ojos de Winry parecían brillar.
¿Dos alarmas en una sola noche? Tiene que ser una broma ¡Ni crea, general de brigada Grand! ¡Ya se a que esta jugando, ni lo sueñe!
Alfons: General de brigada Grand, señor -dije en lo que el me miro con seriedad- antes de que siga con lo que todos intuimos que esta haciendo, le señalo que la señorita Rockbell es menor de edad como yo, pero a diferencia de mí, ella necesitaría el permiso de su abuela, su tutora legal -dije de forma casual.
A la vez que la vena ya estaba resaltando de la frente del general de la rabia que estaba sintiendo. Es cierto que usualmente le sigo la corriente, y de hecho me importa mucho la opinión de el hacia mí. Pero a veces igual lo acababa haciendo rabiar cuando solo no había forma en que ignorara ese choque respecto a nuestros puntos de vista.
Por suerte aun puedo sacar la excusa de que ¨por mi edad no pienso como militar del todo¨ para que luego el se ablande. Aunque ahora mismo en que estaba molesto, lo estaba.
Grand: ... ¿Disculpa? -pregunto tratando de disimular el enojo que sentía. Pero para mi suerte. Parece ser que el resto de la plana mayor estaban de acuerdo conmigo... por alguna razón siento que va a temblar en cualquier momento o que el cielo solo se va a caer.
¡Esto en verdad estaba saliendo mejor de lo esperado, y solo se ponía mejor y mejor!
Raven: No trates de hacerte el desentendido, Grand -menciono mientras se limpiaba la boca con una servilleta- no nos cuesta imaginar que intentas reclutar a la señorita como ingeniera de automail para nuestras filas.
Edison: Algo de bastante mal gusto dado que acaba de pasar por una experiencia muy pesada para alguien de su edad -dijo con condescendencia. Haciendo que el general Grand solo bufara antes de cruzarse de brazos y hacerse el ofendido.
A la vez que los oficiales que se llevaron los platos de la cena volvían y dejaban lo que parecía ser el postre a cada uno de los presentes.
Y en mi caso, junto con el aperitivo, había un documento más.
Alfons: ¿Qué es esto? -pregunte teniendo el documento en mano.
Bradley: Esa es otra opción que da el cuartel general, elegida personalmente por mí persona -explico para mi sorpresa en lo que procedí a leer la información.
Solo para sentir como poco a poco se me iba amargando cada vez más y más la garganta al mismo tiempo que mi migraña incrementaba con cada palabra que leía... hace un momento estaban acusando al general de brigada Grand de ser desagradable por intentar reclutar a Winry... pero ellos no son mejores, es más, hasta son mucho peores.
Alfons: ... Lo de las opciones de traslado fueron una mentira ¿o fue una broma de mal gusto? -pregunté con el ceño fruncido- en realidad nunca tuve opción.
Edward: ¿Cómo? -pregunto sorprendido y algo molesto por verme así de afectado.
Mientras que al Fuhrer parecía no importarle o que ni siquiera lo notaba, como era de esperarse.
Bradley: Conociéndolo, debe preferir hablar de algo productivo -dijo sin borrar esa sonrisa de su rostro- Mayor Heiderich, tras discutirlo con el resto de mis oficiales de la plana mayor, pienso enviarlo al sur para una prueba de campo. Dependiendo de los resultados de esta misión, pienso ponerlo al frente del nuevo batallón de alquimistas de respuesta rápida -dijo mientras tomaba té tranquilo, a la vez que sentí que me dejaban caer al menos 20 ladrillos en la cabeza.
No... solo no puede ser lo que creo que es...
Edward: ¿Batallón de alquimistas? -pregunto consternado, aunque antes de que dijera algo, todos lo miraron de tal forma desafiante que acabo guardando silencio.
Tal parece que aun esta afectado por lo de Barry. Cosa que aunque suene mal, lo agradezco. Porque justo ahora lo último que necesitaba era la moral de libre pensamiento de Ed buscándonos más problemas de los que ahora tenía entre manos solo con esta ¨asignación¨.
Alfons: ¿Dijo... un batallón, señor? -pregunte mientras imploraba a la misma verdad que no fuera lo que estaba pensando- ... ¿esto tiene que ver con el informe de la general Armstrong del norte?
Bradley: En efecto -afirmo como si nada. Confirmando mis sospechas y pesadillas.
¡¿Fue por eso?! ¡Me hubiera cortado la lengua de haber sabido que el generalísimo de verdad acabaría escuchando una de las demandas de la general de forma tan detallada esta vez! ¡¿Cómo pude ser tan idiota?! ¡este es literalmente uno de los trabajos más riesgosos de todo el ejercito!
Alfons: ... Entonces fue por eso... -trate de sonar lo más indiferente posible, aunque de una forma muy lamentable si debía hablar con honestidad.
Bradley: Debido a la naturaleza del cargo, le responderás directamente al cuartel general y a mi persona. Es decir, que no tendrás oficiales superiores.
Alfons: Pero apenas fui ascendido a Mayor recientemente, no me siento ni me creo capacitado como para dirigir un batallón -dije tratando de apelar al sentido común de los presentes, de paso, fracasando.
Bradley: Tonterías -dijo restando importancia al asunto- si tanto te preocupa eso, entonces daré la orden de volverte organizador una vez su misión en el sur termine.
Lyra: ¿Organizador? ¿Eso que significa? -pregunto con curiosidad, de paso hablando por primera vez en toda la reunión. Y de paso, haciendo la pregunta que yo también me estaba haciendo.
Siendo quien respondió otro de los oficiales que llevaba callado un buen tiempo también, el teniente general Gardner. Un hombre de pocas palabras de hecho a menos que fueran asuntos oficiales o técnicos.
Gardner: Es una posición que lleva un tiempo obsoleta -explico acomodando sus anteojos- pero sigue disponible. Para decirlo de un modo simple, el Mayor tendrá total libertad para elegir el mismo a quienes conformaran el batallón.
Bradley: Justamente -dijo sonriendo- y además, dependiendo de sus resultados en el sur, aceleraremos su ascenso a teniente coronel una vez llegue a su siguiente asignación en el oeste, lo que facilitara la adquisición de alquimistas potenciales para su batallón ¿dígame si no es un plan impecable? -pregunto mientras que el resto de los oficiales superiores le estaban dando por su lado.
En lo que yo todo lo que hice fue sonreír forzadamente.
Alfons: Impecable, señor -dije ya sudando la gota gorda, por así decirlo- y no negare que es un ofrecimiento tentador... ¿De cuanto tiempo dispongo?
Bradley: Para el final del postra para su respuesta. En cuanto a la formación del batallón, una vez acabe su misión en el sur, entre más pronto mejor. Elija a 48 personas de su preferencia antes de fin de año, Mayor -aclaro a la vez que yo maldije internamente.
Alfons: Bien señor, entendido -dije asintiendo- entonces voy a retirarme -dije ya dispuesto a irme sin siquiera probar el postre, que justo en este momento, para ser honesto, mientras más veía su dulzura más me daban ganas de vomitar por lo molesto que estaba ahora.
Bradley: Mayor -dijo llamándome la atención- según escuche, de su tiempo en la academia. Hay quienes dicen que es difícil trabajar con usted. No cuestiono su habilidad, pero algunas malas lenguas le han dado mala reputación. Solo recuerde que estando al mando, actúe según el grado de madurez que se espera de su posición.
Alfons: Si, señor. Muchas gracias por la advertencia y la llamada de atención -dije poniéndome de pie mientras que de paso ya estaba pensando en como vengarme de quienes me estaban echando basura a mis espaldas.
Bradley: Muy bien, Mayor. A cumplir con su deber -dijo haciendo el típico saludo militar.
Momento que fue la señal para que todo el mundo se retirara. Siendo en el instante en el que tanto yo como mis dos cuidadoras y el grupo de Ed, Winry y Al nos encontrábamos fuera del complejo, que me di la libertad de dejar caer mi mascara de ¨niño perfecto¨.
Alfons: ¡CARAJO! -grite a todo pulmón mientras me revolvía el cabello con ambas manos del estrés.
Esto solo no estaba bien, para nada.
Winry: No entiendo ¿Qué sucede? -la escuche preguntar a Edward que parecía algo preocupado por mí, cosa que de hecho me conmovía.
Edward: Al parecer, le acaban de ordenar algo que aunque quiera, no puede rechazar o negarse.
Winry: ... Oh -dijo a la vez que tanto Lyra como Clara se colocaban a un lado de mi cada una.
Clara: Imagino que no te entusiasma mucho esta asignación, Alfons, cariño -dijo mientras me frotaba el brazo, haciéndome suspirar.
Alfons: Bueno, toma en cuenta que, para empezar, liderar un batallón es el trabajo más peligroso y suicida en el frente militar -dije mientras me masajeaba las sienes- y para acabarla, no quiero imaginar a quienes esperan que reclute.
Vaya que de verdad todo se fue a la mierda bastante rápido. Ya decía yo que todo era muy bueno para ser verdad.
Alfons: Perdónenme por no poder escoltarlos al hotel, pero como ven, debo empezar esto cuanto antes -exclame dirigiéndome a Edward y compañía- solo... déjame preguntarte algo, Edward. Lo que me preguntaste ese día, antes de que peleáramos para tu examen, sobre ya sabes que... ¿es tu razón de volverte un militar? -pregunte ya sabiendo la respuesta, pero era mejor no dejar cabos sueltos.
Edward: Así es -respondió ya sabiendo a que me refería- para investigar sobre la piedra, y recuperar lo que Al y yo perdimos, por eso soy un perro de los militares -dijo sorprendiendo a su hermano menor.
Al: ¡Hermano! ¿Le contaste?
Edward: Solo... pasaron cosas, Al -dijo a la vez que yo solo suspire.
Alfons: Si... pero claro que eso nunca va a cambiar... -dije extrañando a ambos hermanos- ... de cualquier modo, lamento si esto no fue tan agradable como esperaba, pido disculpas por eso... de igual forma, Ed, a partir de ahora las cosas serán algo tensas para los alquimistas estatales, al menos durante el próximo año, mantente por debajo del radar -dije antes de solo darle la espalda y seguir adelante.
Siendo mientras era seguido por tanto Clara como Lyra que me estaba dando el lujo de maldecir con cuanta mala palabra conociera en mi cabeza, apuesto a que mis emociones deben estar dándose arto gusto con el catálogo de groserías completo. Pensé que la idea de invitar a Edward a cenar para acercarnos sería buena, pero al final, eso fue lo ultimo que hicimos... ¡maldita sea!
Alfons: ¡Maldición! -dije antes de respirar hondo para calmarme- ahora tendré que retrasar la selección lo más humanamente posible antes de que el embarque se lleve a cabo -dije estresado, de paso sintiendo las miradas preocupadas de ambas chicas.
Clara: Te preocupa que esperen que lo elijas a él, a Acero -exclamo haciéndome gruñir como perro.
Alfons: Pues morirán esperando, eso no va a pasar -dije fastidiado antes de resoplar con resignación- empaquen todo, chicas. Nos vamos al sur. A Aerugo -dije sorprendiendo a ambas.
Seguramente ambas pensaron que la misión seguro era en la base del sur y nada que ver con salir del país. Pero tal cual como suena, ahora el objetivo se encuentra en el extranjero. Con el país que limita con nuestras fronteras en el sur y que actualmente se involucra de forma continua en escaramuzas territoriales, el principado de Aerugo. Lugar que de hecho me recuerda a Italia de mi mundo por el acento y el tipo de vestimenta.
Je, viéndolo de cierto modo, será como un viaje de negocios que bien acabará en ir de vacaciones improvisadas... ni yo me lo creo.
Lyra: Interesante. Nunca he salido del país... ¿Por qué el sur, señorito? -pregunto con curiosidad.
Alfons: Permítanme responder esa pregunta con otra pregunta a ambas... ¿Cómo creen que Ishval logró resistir durante tanto tiempo la guerra antes de la orden de exterminio? -pregunte en lo que ambas parecían confundidas- sin aliados, con territorio poco fértil, poco capital y pocos recursos. Hacer eso es muy difícil.
Clara: ... ¿Con mucho cuidado? -pregunto encogida de hombros en lo que resople.
Alfons: Es un modo de decirlo. Pero más que todo, los Ishvalanos lograron realizar esa proeza con grandes cantidades de armamento -explique- no puedes hacer una guerra sin dos cosas: armas y la ¨mano de obra¨. Ishval tenia la mano de obra... hombres, mujeres, niños... entonces, sabiendo que los mayores comerciantes y fábricas de armamento de Amestris solo abastecen al ejército o grupos paramilitares con el suficiente dinero ¿de dónde sacaron las armas los Ishvalanos? -pregunte con seriedad.
Cosa que causaba más intriga en ambas chicas que cada vez parecían poner más y más atención.
Alfons: Respuesta: Nuestro querido país hermano del sur, Aerugo -dije para su sorpresa mientras les mostraba una foto que venia con el documento de la misión- ellos abastecieron a Ishval de armamento, pensando que la guerra interna entre Ishval y el ejercito Amestrisano seria un duro golpe para Central. Pero, cuando Ishval fue prácticamente erradicada, Aerugo se desentendió de los Ishvalanos sobrevivientes y se lavo las manos como Poncio Pilato.
Lyra: ¿El emperador ese, romano, que según nos contaste acepto condenar a muerte a ese profeta, Cristo? -pregunto en lo que yo asentí en lo que internamente no pude evitar reír con cierta ironía.
Lo admito, me parecía muy divertido el a veces hacer pasar mis comentarios de conocimiento común de mi mundo como estudios de años de mi parte como erudito o algo así, me ganaba buena reputación entre algunos oficiales de mayor rango y desde la perspectiva de Clara y Lyra, siempre tenía una historia interesante que contar para ellas.
Alfons: Así es. De un modo similar a Poncio Pilato, Aerugo tuvo la intención de brindar su mano a Ishval en señal de ayuda, sabiendo que la necesitaban. Pero cuando más los necesitaron, Aerugo hizo la vista gorda. Literalmente se lavaron las manos como que ellos no hicieron nada para no meterse en problemas con nosotros -dije a la vez que, para mi sorpresa, ambas chicas bufaron fastidiadas al mismo tiempo.
Ambas: Que hijos de...
Alfons: A pesar de todo, Central descubrió la conspiración de Aerugo con Ishval y el Fuhrer desea que un mensaje sea enviado -declare con severidad- la misión actual, es cruzar la frontera a Aerugo, y destruir la principal fabrica de armas de Aerugo en su capital.
Clara: Más que nada, para asegurarse de que no den armamento a mas enemigos.
Alfons: Exactamente... aunque, yo pienso ir un par de pasos más lejos -dije sonriendo con malicia ante la idea que se me acababa de ocurrir- de casualidad ¿saben cómo funciona un principado o un ducado?
Siendo la reacción obvia de Clara el mirar a Lyra en plan ¨tu eres la lista, responde¨. Haciendo a la propia chica de gusto servil y gótico suspirar.
Lyra: Significa que dicho territorio es gobernado por un príncipe o un duque respectivamente. Su palabra es ley y la máxima autoridad -explico como leyéndolo de un diccionario.
Alfons: Y da la casualidad de que Aerugo es un principado -dije a la vez que la rubia parecía comprender.
Clara: Oh... Entonces ¿Qué? ¿Harás un golpe de estado para hacerte príncipe tú? -pregunto a la vez que yo, de haber estado bebiendo algo, seguro lo hubiera escupido de la sorpresa.
A veces Clara podía sacarse unas ideas completamente fuera de orbita. Pero no negare que la idea de ser príncipe suena tentadora... tal vez... ¡no! ¿en que estoy pensado? Existe más de una razón por la que la sola idea es absurda, mantén la idea tal como está, Alfons.
Alfons: No. Aunque admito que no me vería mal de príncipe -dije divertido antes de negar- más bien, el problema con Aerugo es que dependen demasiado de su príncipe. Literalmente todas las decisiones importantes son tomadas por él, incluso el consejo de guerra, el comité de comercio y el gabinete parlamentario dependen del príncipe... pero, si él se va, todo el país colapsara como un juego de domino -explique a la vez que las dos mujeres mayores asentían.
Lyra: Ya veo, es un genio, señorito -declaro impresionada.
Clara: Aunque imagino que seguro te molesta la idea de que no verás a tu rubiecito temperamental vestido como un principito al tu no ser uno cuando lleguen a ser algo a futuro ¿no? -pregunto haciéndome sonrojar.
Como dije, esta mujer se saca unas ideas de quien sabe dónde.
Alfons: ... ¿Y quien dice que no lo veré vestido así? Solo debo comprar la ropa y lo demás a puerta cerrada -dije siguiéndole el juego antes de que los 3 paráramos al escuchar pasos acercarse a nosotros.
Eran pasos pesados, de metal, como de una... ya se quien es, a veces me pregunto cómo le hacen los hermanos para que el propio Alphonse se lograra escabullir, es decir, solo con moverse hace todo un escándalo. Cualquiera con buen oído podría detectarlo fácilmente y saber quién es en el proceso, quiero decir ¿Cuántas personas usan armadura así en la actualidad?
Alfons: Al. Que sorpresa -dije observando a la armadura que se acercaba a nosotros- ¿te puedo ayudar en algo?
Al: ... Se puede decir que si... ¿podríamos hablar?
Alfons: Seguro ¿Qué quieres decir? Te recomiendo que sea rápido, como dije, estoy algo corto de tiempo.
Al: Si, lo sé, solo ¿puede ser... a solas? -pregunto señalando a ambas chicas.
Las cuales solo se vieron entre si antes de casi literalmente esfumarse entre la oscuridad de la noche para sorpresa del chico de la armadura.
Alfons: ¿Así te parece bien? Te lo advierto, siguen cerca, pero no escucharan -dije divertido antes de negar- De cualquier modo ¿Qué te gustaría preguntarme, hermano menor?
Al: ... Solo quiero decir... Gracias -dijo para mi sorpresa- me... me avergüenza y me carcome no haber estado para Winry o mi hermano cuando... eso paso... si tu no hubieras estado allí...
Y por mi parte claro que sabia de que hablaba. A la vez que conforme hablaba, recuerdos de este mismo suceso estaban viniendo a mi cabeza. Si, fue Alphonse quien salvo a su hermano de Barry en esa ocasión. Pero esta vez fui yo, seguro que al hermano menor de Edward no le debe sentir muy bien casi perder a su hermano antes de siquiera empezar el viaje. Puedo hacerme una idea de como se siente.
Alfons: Descuida, no es tu culpa, la rata de Barry era demasiado astuta -dije restando importancia al asunto- ¿eso era todo?
Al: ... En realidad, hay algo más... -dijo haciéndome arquear una ceja- seguro mi hermano ya debió haberte preguntado, pero... ¿Por qué te pareces a mí?
... Pero claro que iba a preguntar eso.
Alfons: Si, lo hizo. Y te diré lo mismo que le dije a él, no tengo idea, casualidad genética posiblemente -dije como si nada.
Para luego sorprenderme al ver que de un momento a otro, tenia la armadura a solo milímetros de mí ¿Cuándo se movió? Tal vez solo estoy subestimando la habilidad de sigilo de Alphonse. O quizás solo me distraje en mi perorata, si, debió ser eso.
Al: Ambos sabemos que eso no es verdad -dijo con cierto aire amenazante que me hizo resoplar. Cuando querían, vaya que ambos hermanos actuaban igual.
Alfons: Tal vez sea así, pero tampoco es mentira -dije confundiendo al chico, a lo cual solo le palmee el metálico hombro- solo no pienses mucho en eso, por ahora... solo cuida de Ed, eres todo lo que le queda en cuanto a familia se trata y ambos sabemos que tan fácilmente se mete en problemas -dije antes de darle la espalda- recuerda, si necesitan algo, llámenme -exclame tranquilo, terminando la conversación.
Para luego solo alejarme como si nada, sabiendo de antemano que este pequeño intercambio solo causo más preguntas en el menor de los Elric que respuestas, pero por ahora, así debía ser. Por ahora ya tengo mucho trabajo que hacer como para sumar que ambos hermanos me crean un loco sin posibilidad alguna de cura si les contara la verdad.
Aunque... volviendo al tema de los hermanos, esto que paso de Barry y justo lo que le acabo de decir a Alphonse me hizo tener una idea... tengo que hacer una parada antes de irme.
Alfons: Chicas -dije en voz alta, haciendo que ambas volvieran a mi lado- volviendo a donde estábamos. Este es el plan, yo destruiré la fabrica sin ayuda, y de paso hare lo mismo con algunas fabricas comerciales. Precisamente el comercio de cultivos es el pilar principal de Aerugo, siendo por medio de este que pueden mantenerse al día con nosotros incluso cuando ellos casi no invierten nada de tiempo o recursos en la guerra. Destruir algunas de sus fábricas más importantes en la capital además de la de armamento, será un duro golpe para ellos, y una excelente distracción.
Lyra: ¿Y que haremos nosotras mientras tanto, señorito?
Alfons: Justo a eso iba. Mientras que yo distraigo a media capital enemiga, ustedes dos tendrán el honor de ser las principales contribuidoras al fin de la guerra entre Amestris y Aerugo, al secuestrar al príncipe Claudio Rico durante el caos resultante -dije a la vez que ambas parecían sorprendidas y emocionadas por la idea.
Clara: ¿Eso es todo? Trabajo fácil. Solo asegúrame que el príncipe ya pasó o está pasando por la pubertad y me lo puedes dejar a mí -dijo haciéndome sonreír divertido.
Alfons: Déjame decirte que no es lo que crees, el príncipe solo lo es de título, no es ningún adolescente ni adulto joven. De hecho, es un señor que ya hasta paso los años dorados, algo me dice que el hombre es tan viejo que su acta de nacimiento es en números romanos -dije con diversión en lo que ella se encogió de hombros.
Clara: Mejor para mí. Seguro solo le guiño un ojo y queda inconsciente -dijo en lo que yo no pude evitar reírme de ese comentario.
Lyra: Pero no lo entiendo ¿Qué haremos una vez tengamos asegurado al príncipe?
Alfons: Sencillo, negociamos con él, y si eso falla, nos lo llevamos de regreso a central -dije como si nada- entonces solo será cosa de sentarse y ver como Aerugo colapsa. Y cuando toquen fondo, el Fuhrer ofrecerá regresar al príncipe a cambio de poner fin a la guerra y anexar el territorio del sur al nuestro. Y todos felices y comiendo perdices -dije encogido de hombros.
Un plan brillante sin derramamiento de sangre innecesario, y de paso, adquirimos toda capacidad e influencia comercial de Aerugo con el resto del continente y más allá ¿brillante o qué?
Siendo la confirmación a mi propia pregunta mental los aplausos de ambas chicas.
Clara: Aunque, Alfons, querido... ¿Cuál es tu interés personal en esto? -pregunto de repente para mi sorpresa.
Alfons: ... ¿Soy tan obvio?
Ambas: Bastante -respondiendo al unisonó haciéndome sonreír con cierta malicia.
Alfons: Vale, vale, seré honesto. Suministros -dije con simpleza- Amestris será una potencia en alquimia. Pero eso hace que este en pañales en otras ciencias. Lo que, a la larga, cuando llegue el momento de que tome en serio mis propios proyectos personales, necesite de las conexiones comerciales de Aerugo para conseguir materiales para mis prototipos de cohetes del extranjero -dije impresionando a las dos- y como un extra, si todo sale como quiero, los de Central si o si deberán cumplir mi capricho de no reclutar a Edward para el batallón si me lo llegan a exigir.
Lyra: Sorprendente, señorito.
Clara: Si, muy brillante.
Alfons: De cualquier modo, ustedes preparen todo para el viaje... yo, necesito hacer una parada antes -dije para después emprender vuelo.
En lo que note las miradas de ambas que solo negaron divertidas antes de seguir su camino hacia donde nos estábamos hospedando para cumplir con lo que se les ordeno.
Mientras que yo, como dije, tenia que hacer una parada rápida en cierto lugar.
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(Media hora después) (Bar Tresor)
No se porque no me sorprende que este par se encuentre aquí. Esta taberna era la favorita de estos dos. Tanto mi maestro y padre como el Mayor Hughes acostumbraban a pasar el rato aquí. Rato que para la mayoría era solo mi padre adoptivo aguantando al Mayor mientras este presume a morir tanto a su esposa como a su hija un muy buen rato.
Pero además de eso, este era su lugar seguro para intercambiar información. Aunque por el momento eso no era importante por aquí. Ahora mismo el que iba a hacer negocios era yo.
Alfons: Padre -dije llamando la atención del hombre que estaba a medio trago antes de mirarme de reojo.
Roy: Alfons... Hughes justo me estaba contando de la asignación que te dieron -menciono en lo que el propio Mayor solo saludo- ¿Por qué no te estas preparando? ¿viniste a despedirte de tu viejo?
Alfons: Vaya que es cierto eso de que los chismes vuelan como el viento -dije con sarcasmo antes de negar- maestro... imagino que el Mayor... que el tío Hughes, te hablo de lo que paso respecto a la captura de Barry el carnicero -dije en lo que él arqueo una ceja.
Roy: Si, si me comento al respecto de eso -menciono en lo que tome asiento a su lado- lo hiciste bien.
Alfons: ... El día que me acepto como discípulo.
Roy: Mejor dicho que fui obligado a hacerlo -susurro antes de recibir un codazo de Hugues- perdón ¿decías?
Alfons: Si, bueno... ese día ¿recuerda lo que dije? -pregunte en lo que el asintió- le dije que básicamente mi propósito de vivir es proteger a ¨esa¨ persona... dígame ¿Cree que cumplí con ese cometido hoy? -pregunte deseando tener una respuesta a esa pregunta de alguien que me conocía bien.
Aunque cuando lo que esperaba era un comentario sarcástico o una afilada crítica constructiva. Todo lo que el alquimista de fuego hizo fue terminar su trago, respirar hondo antes de suspirar y verme con cansancio.
Roy... Lograste evitar que se manchara las manos de sangre ¿No? -pregunto con tranquilidad antes de entrecerrar la mirada- tu sabes mejor que nadie que no puedes protegerlo por siempre aunque eso desees. Esta línea de trabajo no lo puede permitir. Pero al menos hoy lo hiciste bien, siéntete orgulloso de eso.
Alfons: Tampoco diría que lo hice bien. Si, evite que se manchara las manos, pero por muy poco -mencione antes de resoplar cansado- señor, se de los tratos que ha hecho con Edward. Por eso, se lo ruego... déjeme tomar la investigación de la piedra filosofal en mis manos -dije sorprendiéndolo.
Ya sé, fue una mentira descarada decir que sabía del trato entre mi padre y Edward de que a cambio de Edward ser un alquimista estatal, papá le ayudaría en su búsqueda de la piedra. Pero estos recuerdos que tengo que no son míos justifican que sepa eso. Así que técnicamente no estaría mintiendo ¿verdad?
Alfons: Luego me las arreglo para tener al día esa búsqueda sin descuidar mis deberes o proyectos personales. Y si luego los hermanos se enojan con usted, es libre de culparme a mi por todo. Y también...
Roy: Bien -dijo como si nada, cortando el discurso que me estaba inventando sobre la marcha de golpe.
Alfons: ... ¿Cómo, como, dijo que dijo?
Roy: Me convenciste con lo de ser libre de culparte a ti. Y créeme que ese niño se enojara bastante conforme más tiempo pase y no ¨exista¨ información alguna -dijo en lo que yo trague grueso antes de solo sacudir mi cabeza.
Alfons: Correré el riesgo. Muchas gracias, señor -dije en lo que observaba como un par de chicas entraba a la taberna- ... y de hecho, para pagárselo -susurre antes de sin previo aviso abrazarme al cuello de mi maestro- ¡Papá, eres el mejor papá del mundo! ¡Eres guapo, amable, muy fuerte y un teniente coronel del ejército! ¡Cualquier mujer moriría por esta contigo, papá!
Y como si de abejas a la miel se trataran. Ambas mujeres ya estaban junto a nosotros y por su parte, mi padre procedió a tener a una en cada brazo antes de ponerse en modo seductor. Al menos se puede decir que estoy cumpliendo con mi parte del trato cuando acabo adoptándome. El me daba su firma para papeles oficiales, y yo lo ayudo a atraer chicas. Un truco sencillo pero eficaz.
Si hay cosas que los hombres usaban como imanes para atraer mujeres desde tiempos inmemorables, esas eran 3: Bebes, niños, y mascotas, especialmente cachorritos. Eso las atrae y en masa. O al menos eso es lo que tanto mi padre como el Mayor Hughes dicen. Y hasta ahora no mienten.
Hughes: ¿Sabes? -lo escuche decir en lo que sentía su brazo rodeando mi cuello- la verdad es que Roy no sabe la suerte que tiene de tenerte.
Alfons: Le gusta hacerse el que ya tenía suerte de antes -dije encogido de hombros- por cierto ¿no deberías estar en casa, tío Hughes? La tía Gracia y Elicia deben estar preocupadas esperándote -mencione de forma sugerente.
Y así como hace un segundo tenía al Mayor a mi lado, ahora solo había una silueta de humo del hombre. Dependiendo de la situación, así de fácil era deshacerse de él. Pero eso ahora no era importante.
Ya me asegure de que al menos un par de años Edward no se juegue el cuello de forma estúpida, al menos un 80%. Ahora, puedo irme tranquilo a cumplir con mi misión... la cual en verdad deseo hacer lo más tardado posible.
Aunque solo con le viaje durare bastante, es decir ¿Cuánto tardo de aquí a Aerugo?
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(Time skip) (3 semanas después)
(Aerugo, capital de Lochley)
Lo admito, esto tardo menos de lo que me hubiera gustado. Mi intención era tardarme al menos mes y medio o dos meses en llegar solo a la frontera con Aerugo. Pero un desperfecto de tener una asistente como Lyra era justamente su eficiencia. Y aparte de eso, está el detalle de que infiltrarse en Aerugo fue más sencillo de lo que pensaba debido a dos razones. Las comunicaciones militares se ocultan pobremente y no tienen defensa aérea alguna.
Prácticamente ni siendo un torpe certificado hubiera podido entorpecer esto ¿Qué culpa tengo yo de que Aerugo este tan mal? De verdad que hacen correr su dinero para mantener las fuerzas de Amestris a raya.
Clara: Saben, aun me sorprende lo fácil que logramos cruzar la frontera -la escuche decir en lo que los 3 contemplábamos la tranquila ciudad de noche.
Lyra: Eso fue solo gracias al plan del señorito.
Alfons: Sí, este país ha resistido nuestra armada mucho tiempo, pero lo cierto es que no es militar. La única razón por la que han podido repelernos es porque su dinero esta corriendo a buen recaudo -dije cruzados de brazos- todo gracias a que estiman el comercio por encima de cualquier otra cosa... de allí que hacernos pasar por comerciantes de Drachma que se arriesgaron a llegar a la frontera cruzando el gran desierto fue un pase seguro de entrada -dije en lo que ambas asintieron.
Clara: Aunque disfrute más la fachada que usamos para entrar a la capital. Que usted era un rico heredero de una familia noble y nosotras sus esclavas sexuales -dijo burlona mientras me guiñaba un ojo y hasta Lyra trato de ocultar una leve risa.
Todo a costa de verme sonrojado y apenado. Eso me gano por darle el gusto de hacerle caso a sus ideas de vez en cuando. Pero por desgracia, se supone que eso hace un buen líder, tomar las ideas de sus subordinados en consideración. Aun cuando algunas son ridículas u obscenas. Si funcionan, no hay quejas.
Alfons: Solo... ni una palabra de esto a Edward. Conozco tu sonrisa de diablillo, Clara -dije en lo que ella solo se hizo la desentendida- como sea... por otro lado, desde aquí podemos ver tanto el palacio real como nuestro objetivo, la fábrica de armas Cardelius... a simple vista puedo decir que seguro allá hay material muy inflamable -dije sonriendo con malicia.
Lyra: Así es, señorito -dijo dándome la razón- pero hay algo que me inquieta... gracias a usted podemos decir que las amenazas aéreas son de considerar. No obstante, no noto ninguna defensa aérea a la vista, es extraño...
Alfons: Claro que no -dije restando importancia al asunto- ustedes piensan así solo porque están conmigo. Pero lo cierto es que Aerugo aun usa el paradigma del siglo pasado. Dicho de otro modo, esta gente sigue viviendo en dos dimensiones, aun no están abiertos a la sola idea de que pueden ser atacados desde arriba -dije en lo que ambas asintieron en señal de comprensión.
Clara: Entonces... ¿atacará y destruirá todo sin más?
Alfons: Obvio no ¿tengo cara de ser un salvaje que no sigue las normas y pautas internacionales? -pregunto solo para que ambas se me quedaran viendo fijamente- ... ¿Qué?
Ambas: ... ¿Necesitamos responder esa pregunta?
... Auch.
Alfons: Hare como que no escuche eso -dije mientras negaba resignado- debemos seguir los protocolos y las leyes... solo enciendan la radio y ajústenla a la frecuencia del canal de emergencia nacional, como dicen las reglas -dije antes de que se me diera en mano el transmisor para dar el mensaje.
Aunque... ya que estoy haciendo esto ¿Por qué no divertirme un poco? Es decir, sabiendo lo que esta gente le hizo a Ishval luego de apoyarlos, no merecían mi simpatía.
Alfons: ¡Escuchen, Buenas noches! -dije tratando de usar la voz más chillona posible para sorpresa de ambas chicas que solo me vieron impactadas- ¡Juramos actuar como caballeros, de acuerdo con la ley internacional! ¡Es una advertencia! ¡El ejercito Amestrisano lanzara un ataque en sus instalaciones! ¡Les recuerdo, esto es una advertencia! -dije terminando mi anuncio.
Siendo la respuesta evidente a dicho aviso el ver como a lo lejos, gracias a los binoculares que usábamos, los trabajadores de la fabrica y guardias se estaban riendo de dicho aviso. Bueno, como dirían algunos, bajo aviso no hay engaño.
Clara: ... Parece que se lo toman como una broma de niños, es una estrategia interesante, Alfons, cariño.
Lyra: Sin buscar ofender, señorito. Pero quizás eso sea posiblemente porque quien los amenaza es un niño de 11 años -dijo en lo que yo solo suspire.
Aun cuando eso fue apropósito, esperaba que al menos uno tuviera algo de profesionalismo y evacuara... pero bueno, en guerra avisada no muere soldado. Y si quieren morir... entonces ahora me toca a mi lavarme las manos como Poncio Pilato.
Alfons: Mentiría si dijera que quiero hacer esto... pero así son las cosas -dije antes de comenzar a elevarme- yo ya cumplí con mi deber de respetar las leyes internacionales... ya lo que pase de aquí en adelante es culpa de ellos. Es hora de trabajar ¡chicas, ustedes procedan con la fase 2, nos reuniremos en el punto designado una vez los objetivos sean destruidos!
Ambas: ¡Señor! -dijeron en posición de firmes antes de perderse de vista.
En lo que yo ya estaba comprimiendo aire en mi mano. Esto creo que se puede considerar como un movimiento o una técnica ¿debería ponerle nombre? Nah, que flojera, además, aunque no lo parezca, lo más difícil a la hora de inventar algo es justamente el nombrarlo.
De cualquier modo. Ya había arrojado la esfera de aire comprimido del tamaño de una canica... ahora, solo era cosa de disfrutar el espectáculo... y que espectáculo.
Alfons: Lo que faltaba. Ahora estoy en deuda con Aerugo. No solo me ayudaron a completar mi misión oficial satisfactoriamente, sino que también me ofrecen un verdadero show de fuegos artificiales -dije con diversión.
Sabiendo que este solo era el primero de todo un show de pirotecnia... me espera una larga noche por delante.
Notes:
Y ese sería el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Solo diré que el siguiente capitulo si que dará un giro del todo inesperado al asunto (y de paso me disculpo por el tiempo durado en publicar esto)
En fin, nos vemos.
Chapter 10: Capitulo 8: El peso de un príncipe
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(General Pov)
El príncipe Claudio Rico, un hombre mayor de edad y líder de un principado, mientras es escoltado fuera del palacio por sus sirvientes ante la amenaza de un ataque enemigo a mitad de la noche, no pudo evitar pensar en la responsabilidad que recae sobre sus hombros como gobernante. Siente la presión de mantener a su pueblo a salvo y protegido, y sabe que su habilidad para liderar en momentos de crisis es crucial para la supervivencia de su principado. A pesar del miedo y la incertidumbre que siente, se mantiene firme en su determinación de proteger a su pueblo y defender su hogar.
Pero... ¿Qué medidas podría tomar para proteger a su pueblo y defender su hogar ante la amenaza de un ataque enemigo? En ningún momento del pasado el ejercito amestrisano había atacado la capital del principado de Aerugo, eso los había tomado por sorpresa.
El príncipe Claudio Rico podría tomar varias medidas para proteger a su pueblo y defender su hogar ante la amenaza amestrisana. En primer lugar, podría ordenar a sus sirvientes que movilicen a las tropas y preparen la defensa de la ciudad. También podría pedir ayuda a las naciones vecinas para formar una alianza y luchar juntos contra el enemigo común ahora que Amestris había llegado hasta este punto en su afán de conquista.
Además, podría ordenar la construcción de fortificaciones y barreras defensivas, como murallas y fosos, para dificultar el avance del enemigo y proteger a la población. También podría ordenar la evacuación de los civiles a zonas más seguras y alejadas del conflicto. Otras medidas que podría tomar incluyen el almacenamiento de suministros y provisiones para asegurar la supervivencia de la población en caso de un asedio prolongado, el reclutamiento de más soldados y la formación de milicias locales para ayudar en la defensa de la ciudad para futuros ataques.
En definitiva, el príncipe Claudio Rico tendría que utilizar todos los recursos a su disposición y tomar medidas rápidas y efectivas para proteger a su pueblo y defender su hogar ante la amenaza de este ataque enemigo sorpresivo.
Pero ahora mismo la prioridad era escapar porque de nada servía pensar en todo eso si acababa muriendo esa noche.
Sirviente: Debe darse prisa su alteza, el carruaje real lo espera.
Príncipe Claudio: Por favor, no me apresuren, ya no soy tan joven -exclamo el anciano mientras era guiado por sus súbditos fuera del castillo- no puedo creer que esto esté sucediendo. ¿Cómo es posible que el ejército Amestrisano haya llegado hasta aquí sin que tuviéramos conocimiento de su avance?
Sirviente: No lo sé, su alteza. Pero lo importante ahora es que usted este a salvo y que podamos escapar de la ciudad antes de que sea demasiado tarde.
Príncipe Claudio: Sí, tienes razón. Debemos asegurarnos de que todos los ciudadanos estén a salvo y buscaremos un lugar seguro en donde refugiarnos. Pero no podemos permitir que el ejército Amestrisano se salga con la suya. Debemos encontrar la forma de defender nuestro principado y luchar por nuestra libertad.
Sirviente: Por supuesto, su alteza. Pero por ahora, la prioridad es escapar y ponerlo a salvo a usted y a los ciudadanos -exclamo en lo que el anciano hombre asintió.
Príncipe Claudio: Tienes razón. Vamos, no tenemos tiempo que perder -dijo mientras observaban que el carruaje era dejado sin problema alguno en frente del palacio.
Tras esa declaración el resto del recorrido ocurrió sin incidentes, pero no fue hasta que el príncipe se subió al carruaje que las cosas se salieron de control. Ya que una vez la puerta se cerró, el viejo hombre solo escucho señales de lucha y el cómo los que parecían ser sus sirvientes estaban siendo derrotados con facilidad.
Príncipe Claudio: ¡Johansen! ¡Wilbur! ¿Qué sucede? -pregunto solo para que la pequeña ventana del conductor del carromato se abriera. Para al final revelar que quienes estaban en el asiento del conductor no eran sus sirvientes, sino dos mujeres que nunca había visto antes- ¿Quiénes son ustedes?
Clara: Usted no se preocupe por nada alteza, nuestro jefe el Mayor Alfons Heiderich desea hablar con usted, solo lo llevaremos hasta donde él esta -dijo la chica rubia con traje de arlequín oscuro para luego cerrar la ventanilla y ordenar a los caballos que avanzaran.
Y si eso no sorprendía lo suficiente al anciano, se llevo una sorpresa más grande cuando una de las puertas del carruaje se abrió de golpe en pleno movimiento para que entrara la otra mujer, una con la vestimenta de una sirvienta y un cabello oscuro así como una mirada seria. La cual solo tomo asiento en frente del príncipe con la intención de hacerle compañía.
Príncipe Claudio: ¿Qué está sucediendo? ¿Quiénes son ustedes y quién es el Mayor Alfons Heiderich? -pregunto esperando una respuesta de la mujer que solo sonrió con calma.
Lyra: El Mayor Heiderich es un amigo y aliado del principado de Aerugo. Nos ha enviado para rescatarlo y llevarlo a un lugar seguro donde puedan discutir cómo ayudar a su pueblo a defenderse del ejército Amestrisano -explico para sorpresa del anciano.
Príncipe Claudio: ... Entiendo. Pero ¿qué hay de mis sirvientes y de los ciudadanos de la ciudad? ¿Cómo puedo asegurarme de que estén a salvo? -pregunto con recelo mientras se sujetaba con fuerza a su asiento al sentir que la otra chica conducía de una forma muy poco segura.
Lyra: Por favor perdone a mi compañera, puede ser algo temeraria -explico con calma- por otro lado, el Mayor Heiderich ha organizado una operación de rescate para evacuar a los ciudadanos y llevarlos a un lugar seguro. Sus sirvientes también serán rescatados y llevados a un lugar seguro. Pero ahora mismo, su seguridad es lo más importante -explico con calma.
Pero el príncipe era un hombre mayor, y aunque no lo pareciera, podía leer a las personas. Esta mujer le estaba mintiendo descaradamente, aún así, imagino que la razón de ello era que no hiciera escandalo alguno mientras lo llevaban con su superior, así que por eso decidió seguirles el juego.
Príncipe Claudio: Comprendo. Gracias por venir en mi ayuda. Espero poder contar con su ayuda para proteger a mi pueblo y mi hogar.
Lyra: Por supuesto, su alteza. Estamos a su disposición y haremos todo lo posible para ayudarlo en estos tiempos difíciles -dijo sonriendo de forma amena.
Para que luego el resto del recorrido se diera con relativa facilidad hasta que de la nada la Clara sonrió emocionada a mitad de su conducción desenfrenada por toda la capital.
Clara: ¡Oh vaya! Un chico lindo haciendo auto stop -dijo divertida en lo que a lo lejos miraba al joven rubio subiéndose el pantalón hasta la pantorrilla y haciendo el gesto del pulgar en alto buscando un aventón.
Siendo la respuesta de Clara detener el carruaje justo en frente del joven quien una vez se detuvo el transporte, se subió a este como si nada y tomo asiento a un lado de Clara.
Alfons: Lo admito, eso fue divertido -dijo mientras se acomodaba en el asiento- Príncipe Claudio Rico, es un honor conocerle. Mayor Alfons Heiderich del ejército Amestrisano a su servicio -se presento al hombre mayor quien solo frunció ceño.
Debido a que solo no podía creer lo que estaba viendo. De todas las personas que pudieron ser las responsables de un ataque directo del ejercito enemigo, el culpable de alterar la paz y el orden en su reino... era un niño. Un que ya tenia un cargo de alto rango en el ejercito Amestrisano... ¿Qué pasaba con el mundo?
Príncipe Claudio: ... ¿Un niño? ¿Nos está derrotando un niño? ... Vaya, eso sí habla mal de nosotros -dijo aun sin poder creer que el dichoso Mayor del ejército enemigo, era un niño que no parecía tener más de 12 años.
Alfons: Lo que no habla mal de ustedes es la calidad, solo mira la piel afelpada de estos asientos -dijo ignorando por completo la mirada critica del príncipe a su persona.
Príncipe Claudio: ... Soy lo bastante viejo para saber que si no quisieras algo de mí, ya estaría muerto... ¿Qué quieres? -pregunto haciendo que Alfons dejara la fachada amable y mirara al príncipe con una sonrisa ciertamente depredadora.
Alfons: Más que todo, quiero ofrecerle una propuesta de negocios que nos beneficiará mutuamente.
Príncipe Claudio: ... Te escucho -termino cediendo al darse cuenta de que estaba obligado a escuchar lo que este joven del ejercito enemigo tenia que decir.
A lo cual el joven soldado solo cruzo una pierna sobre otra antes de empezar a dialogar.
Alfons: Ambos sabemos que fue una movida estúpida apoyar la guerra de Ishval. Algo así tarde o temprano se acabaría sabiendo... Así como es estúpido el hecho de pensar que pueden resistir esta guerra más tiempo, usted no tiene herederos, si algo le pasa, este país se iría a la anarquía para fin de mes -explico cruzado de brazos.
Clara: Y eso si bien le va -menciono mientras seguía con la conducción del carruaje.
Príncipe Claudio: ¿Y qué sugieres que hagamos? No estoy dispuesto a traicionar a mi país y mucho menos a mi pueblo -exclamo a la vez que el joven levanto ambas manos buscando calmar al actual líder del país.
Alfons: No hablo de traición, sino de un acuerdo mutuo que beneficie a ambas partes. Podemos unirnos para enfrentar al enemigo y detener la guerra. Yo tengo contactos en el ejército y recursos que podrían ser de gran ayuda para su principado -dijo buscando hacer que el hombre escuchara a la razón.
Lyra: Escucha al menos lo que el señorito tiene que decir, alteza. Puede que tengamos una oportunidad de terminar con esta guerra y que la perdida innecesaria de vidas finalmente llegue a su fin -dijo apoyando a Alfons.
Clara: Además, no tiene muchas opciones en este momento, alteza. Actualmente es nuestro rehén y está en una posición vulnerable -explico a la vez que el hombre mayor suspiro pesadamente.
Príncipe Claudio: Muy bien, escucharé tu propuesta. Pero asegúrate de que sea justa y beneficiosa para ambos. No permitiré que mi pueblo sufra más de lo que ya ha sufrido -dijo antes de apoyar ambas manos debajo de su barbilla- ... ¿Qué quieren de mí?
Y por su parte Alfons ya estaba listo para lograr que este hombre escuchara y aceptara sus términos de un modo u otro. Ya que solo no había forma de que dejara pasar esta oportunidad. Unicamente le habían ordenado atacar la fabrica de armas de la capital enemiga para enviar un mensaje a Aerugo, pero... si lograba esto, definitivamente tendría a varias personas importantes en Central comiendo de la palma de su mano.
Alfons: Simplemente me gustaría que acepte volverse el representante de Amestris para su gente a la hora de anexar Aerugo con Amestris -empezó la explicación- su gente confía en usted, solo eso explica que allá estado en el trono tantos años. Si usted les dice que es seguro unirse a Amestris, aceptarán encantados. La guerra terminará finalmente, y usted seguirá teniendo poder, solo que esta vez, como teniente general a cargo de la nueva región expandida del sur ¿qué le parece? -pregunto al hombre que se lo pensó por un momento.
Príncipe Claudio: Entiendo tu propuesta, chico, pero... ¿cómo puedo estar seguro de que Amestris cumplirá con su parte del acuerdo? Aunque no hayamos invertido tantos recursos, mi pueblo ha sufrido mucho en esta guerra y no puedo permitirme el lujo de confiar en un acuerdo que no sea justo para ellos -explico en lo que el Mayor solo le dio una sonrisa comprensiva.
Alfons: Entiendo sus preocupaciones, alteza. Pero le aseguro que este acuerdo será justo para ambas partes. Además, yo estaré a cargo de supervisar la implementación del acuerdo y garantizar que se cumpla lo acordado.
Lyra: Además, si no acepta la propuesta, ¿cuál es tu alternativa? ¿Seguir luchando y sufriendo más pérdidas? -pregunto haciendo que el príncipe frunciera el ceño ante ese pensamiento.
Quien era consciente de que en realidad era una solución plausible para finalmente ponerle fin a la guerra entre Aerugo y Amestris, pero no le gustaba la sola idea de tener que rendirse ante el enemigo. A ningún país le gustaría tomar esa opción que en todo caso, seria la ultima en considerar.
Príncipe Claudio: ... Muy bien, acepto tu propuesta. Pero quiero que quede claro que lo hago por mi pueblo y no porque confíe completamente en Amestris. Estaré supervisando de cerca la implementación del acuerdo y cualquier violación será tratada con severidad -declaro antes de ver críticamente al joven rubio sentado frente a él- solo tengo una pregunta... ¿Qué ganas tú con todo esto? Ya que todo esto del acuerdo no suena algo que el líder de Amestris, el Führer King Bradley haga solo así como así -dijo con recelo.
A la vez que tanto Alfons como las dos chicas que lo acompañaban se sorprendieron un momento por la perspicacia del príncipe, era obvio que conocía a Bradley.
Alfons: A esa parte voy -dijo con calma- y empezare diciendo que, aunque usted no me lo crea, yo odio la guerra.
Príncipe Claudio: ... ¿Entonces? -pregunto ahora con curiosidad al querer saber cuál era el razonamiento detrás de las acciones de este niño sentad frente a él.
Alfons: Aún no lo soy, pero pienso volverme un alquimista estatal. Eso da a entender que por encima de cualquier otra cosa, soy un científico -dijo con honestidad- solo me interesa usar la racionalidad y sentido común apoyado con números y datos... Por esa razón es que veo las conexiones comerciales de su país con una gran cantidad de países extranjeros como una oportunidad única para mis fines de investigación para la ciencia.
Afirmación que hizo que el príncipe mirara seriamente al menor.
Príncipe Claudio: Entiendo tus motivaciones... Pero debes saber que mi pueblo no se convertirá en un simple trampolín para tus investigaciones científicas. Acepto el acuerdo, pero debes prometer que respetarás los derechos y la privacidad de mi pueblo.
Alfons: Por supuesto, alteza. Prometo respetar los derechos y la privacidad de su pueblo en todo momento. Mi objetivo es lograr la paz y la prosperidad para todos, y estoy seguro de que juntos podemos lograrlo -dijo antes de señalar hacia arriba, hacia el cielo- llegar allá arriba sin el poder de la alquimia, solo el poder humano, esa es mi gran ambición.
Y aunque en ese momento el príncipe Claudio reconoce que Alfons parece tener habilidades científicas únicas. También piensa en el hecho de que es mejor dejar en claro que no permitirá que su pueblo sea utilizado sin más. En resumen, el debía mostrar una postura equilibrada y cautelosa en relación con la propuesta del Mayor Amestrisano.
Lyra: Y para lograr todo lo que ambas partes queremos, es hora de que empecemos a trabajar juntos para hacer realidad este acuerdo. ¿Cuál es el siguiente paso, señorito? -pregunto al rubio que lo pensó por unos momentos antes de responder.
Alfons: El siguiente paso es que el príncipe informe a su consejo sobre la propuesta mi propuesta y asegurarse de que todos estén de acuerdo. Después de eso, podemos comenzar a trabajar en los detalles del acuerdo y establecer una fecha para la firma oficial -explico mientras sentía la migraña al pensar en todo el papeleo y reuniones que tendría que hacer en Central para que todo eso fuera posible.
Lyra: Entendido -dijo antes de mirar al hombre sentado frente a ellos- No se preocupe, alteza. Nos aseguraremos de que todo se haga de manera transparente y justa para todas las partes involucradas.
A lo cual el hombre mayor solo asintió con comprensión.
Príncipe Claudio: Gracias, damas. Y gracias a ti también, Alfons -dijo aun con algo de recelo pero también con algo de respeto- espero que podamos trabajar juntos para lograr un mejor mañana para todos... -menciono para luego mirar por la ventana la fabrica de armas que ardía en llamas a lo lejos- eres joven, así que tal vez no estés enterado. Pero este conflicto entre ambas naciones... No fuimos nosotros los que lo empezamos, fue tu rey, Bradley, quien lo inició -dijo haciendo que los tres Amestrisanos se tensaran.
Eso debido a una muy simple razón, no había modo de defender lo indefendible.
Alfons: Lo siento, alteza. Yo no tengo nada que ver con el Führer Bradley ni con sus decisiones -dijo con seriedad antes de suavizar los músculos de su cara- y entiendo su punto de vista, alteza. Pero en este momento lo importante es buscar una solución pacífica y justa para todos. Como dije antes, mi objetivo es convertirme en un alquimista estatal y usar mi conocimiento científico para ayudar en la construcción de un futuro mejor para todos. Estoy seguro de que si trabajamos juntos, podemos encontrar una solución que beneficie a todas las partes involucradas.
Lyra: Es verdad, alteza. El pasado ya no se puede cambiar, pero el futuro está en nuestras manos. Debemos trabajar juntos para así ser mejores de lo que fuimos ayer -dijo buscando calmar las cosas que al parecer seguían demasiado tensas- además, el acuerdo que estamos proponiendo puede ser el primer paso hacia una mayor cooperación y entendimiento entre nuestros países. Podemos aprender del pasado y construir un futuro mejor juntos.
Para luego, ante dichas palabras, el príncipe solo quedarse meditándolo un buen tiempo antes de finalmente suspirar antes de asentir resignado.
Príncipe Claudio: Aun no me gusta la idea de acabar siendo vencidos de este modo, pero quizás... Eso fue lo mejor -susurro sonriendo cansado- además, tienes razón, pase una vida entera pensando que siempre estaría en el poder, pero nunca me detuve a considerar que pasaría con mi gente el día que yo no estuviera sin haber tenido ni un solo heredero... Tal vez sea hora de dejar Aerugo en manos más capaces... -dijo con calma.
En lo que procedió a tomar un momento de reflexión para después mirar al joven Amestrisano con un brillo en los ojos que ciertamente hizo que tanto él como Lyra miraran al príncipe con desconfianza.
Príncipe Claudio: Así que, muchacho, ¿Te interesa? -pregunto confundiendo al joven.
Alfons: ... ¿Qué cosa?
Príncipe Claudio: Ser mi heredero por supuesto -menciono como si nada.
Solo para que allí a Alfons y a ambas chicas que lo acompañaban casi les diera un ataque cardíaco al punto de que Clara casi hace que el carruaje se vuelque de la sorpresa ante ese giro tan inesperado de los acontecimientos, tanto así que el grito de incredulidad de Alfons era algo inevitable.
Alfons: ... ¿Cómo dijo?
Príncipe Claudio: Pues esa era la idea, ¿No?
Alfons: ¡No, no, no! -dijo sacudiendo sus manos nervioso- La idea era convencerlo de anexar su país al nuestro sin más bajas innecesarias, no volverme su heredero.
Lo cual le saco una risa cansada al hombre mayor
Príncipe Claudio: Lo siento si te he confundido, pero realmente creo que eres la persona adecuada para ser mi heredero. Tienes habilidades y cualidades que son necesarias para liderar nuestro país hacia un futuro mejor. Además, no tengo a nadie más que pueda ocupar mi lugar. ¿No lo entenderías si algo me sucediera? -pregunto haciendo sentir mal al menor.
Alfons: Lo siento, alteza, pero no puedo aceptar su oferta. Mi lealtad y mis habilidades pertenecen a mi país y a mi gente -dijo tratando de zafarse el tiro de esa propuesta tan inesperada.
Lyra: Entendemos su situación, alteza, pero también entendemos la postura de Alfons. No puede obligarlo a aceptar su oferta -trato de explicar- además, trabajar juntos para encontrar una solución pacífica y justa para ambos países debería ser nuestra prioridad en este momento. Podemos lograr mucho más si trabajamos juntos en lugar de centrarnos en cuestiones de sucesión -dijo en lo que el anciano asintió a regañadientes.
Príncipe Claudio: Lo entiendo. Pero aun así, me preocupa lo que sucederá con mi país después de mi partida. ¿Hay alguna forma en que puedan ayudarme a encontrar un sucesor adecuado?
Alfons: Por supuesto, alteza. Podemos ayudarlo a buscar y entrenar a un sucesor adecuado que pueda liderar su país adecuadamente ¡siempre que no sea yo! -dijo aún a la defensiva- si mi padre se entera que tengo garantizado liderar un país antes que él ¡me mata! -exclamo.
Sin darse cuenta de que ese comentario llamo la atención del príncipe.
Príncipe Claudio: ¡Yo no estoy muerto aún! -dijo antes de arquear una ceja- ... Pero ¿Cómo esta eso de que tu padre quiere tener un país? -pregunto con cierto brillo receloso en los ojos.
A la vez que la conductora nuevamente metió las narices en el asunto.
Clara: Su padre está en la milicia, es el alquimista de fuego, aspira a ser Führer -explico para fastidio de su jefe.
Alfons: ¡Clara! ¡Eso no es ni para que yo lo diga ni para que tú lo cuentes! -regaño a su subordinada y amiga a la vez que el príncipe medito sobre esa nueva información.
Claro que conocía al alquimista de fuego, el dichoso héroe de Ishval, con que el joven con el que estaba negociando era su hijo... eso cambiaba mucho las cosas.
Príncipe: ... ¿Y crees que lo logre? -pregunto arqueando una ceja- Porque pienso que cualquiera en el poder sería mejor que Bradley... -reflexiono antes de tomar una decisión- hasta el día que tu padre, sea quien sea, llegue al trono, no me importaría fingir que somos obedientes Amestrisanos -dijo extendiendo su mano al joven soldado.
Y así, ambos estrechen manos, haciendo oficial el trato.
Príncipe Claudio: Y cuando ese día llegue, espero que consideres aceptar mi oferta de ser mi heredero. Aun viviré unos años más, pero creo que ambos sabemos que no será mucho -dijo decidido- lo he decidido, no quiero a nadie más que no seas tú, Alfons Heiderich -dijo en lo que el menor empezaba a sentir una migraña.
Vaya que el príncipe era un hombre obstinado al parecer.
Alfons: Lo siento, pero ya le dije que...
Clara: Sólo dile a tu padre que hay un harem en la oferta y verás que hasta se enorgullece de ti, cariño -le dijo a un avergonzado Alfons que estaba rojo de vergüenza ante la sola implicación de ese comentario.
Alfons: ¡Eso no pasará! ¡Ya tengo suficiente con que tenga ideas equivocadas con ustedes dos! -grito enfadado con un sonrojo leve.
Y lo cual, mientras Lyra ríe por lo bajo, Clara se carcajea. Ambas hacia un tiempo habían acordado que molestar a su jefe era una de las pocas cosas que las divertía a ambas por igual.
Lyra: Véalo de este modo señorito ¿qué pensaría su interés actual, el alquimista de acero, de su posible posición futura como príncipe gobernante de todo un país? -pregunto casualmente, solo para que esa sugerencia animara la imaginación de Alfons.
Quien prácticamente se podía decir que se encontraba en su lugar feliz en ese momento. Ya que cualquier cosa que lo ayudara a ser alguien capaz de ayudar mejor a Edward era bienvenida en su libro.
Lyra: ... ¿Señorito? -pregunto al ver que el joven estaba del todo ido en sus pensamientos.
Clara: Déjalo, ni siquiera estoy allí adentro y sé que está en su lugar feliz -dijo divertida.
Para que poco después Alfons reaccione y termine diciendo algo que sorprende a ambas chicas y que deja al anciano príncipe sonriendo de oreja a oreja.
Alfons: Bueno, después de pensarlo detenidamente, he decidido aceptar su oferta, alteza -dijo decidido- seré su heredero y trabajaré para liderar su país hacia un nuevo mañana. Haré todo lo posible para estar a la altura de sus expectativas y cumplir con mis deberes como príncipe -dijo para luego levantar un dedo- pero no se confunda, seguiré siendo un militar Amestrisano en funciones. El día que usted parta de este mundo y tristemente nos deje, será el día que tomare su lugar en el trono como príncipe heredero al trono del principado de Aerugo -declaro.
En lo que sus dos acompañantes no podían creer lo que escuchaban ¿eso en serio estaba pasando?
Príncipe Claudio: Me alegra oír eso, Alfons. Tu experiencia militar será muy valiosa para el principado. Y no te preocupes, estoy seguro de que estarás a la altura del desafío cuando llegue el momento. Ahora, hablemos de los próximos pasos que debemos tomar para asegurarnos de que estés preparado para asumir tu papel como mi heredero. Trabajaremos juntos para asegurarnos de que tengas todas las habilidades y conocimientos necesarios para liderar el principado hacia un futuro brillante -dijo en lo que ambos estrechaban manos nuevamente.
Y el mundo no lo sabía, pero las decisiones de esa noche llevarían a más de un cambio a nivel global que acabaría volteando patas arriba más de un esquema establecido. La tormenta estaba tomando forma, y los resultados iban a ser desastrosos.
¿Pero para quién?... Esa es una buena pregunta.
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(Dos meses después) (Central, Amestris)
(Alfons Pov)
Solamente se trataba de una sesión de propaganda para acompañar el titulo como príncipe heredero que se me fue entregado por el propio príncipe Claudio Rico de Aerugo. O es pensé...
Estilista: Oh vamos a maquillarte, querido -dijo la mujer antes de ponerme una buena cantidad de maquillaje en la cara con una de esas almohadillas que usan las mujeres para eso.
Aunque lo cierto es que tanto mi dignidad como mi voluntad acababan de ser puestas a prueba mientras ese grupo de mujeres me usaron como muñeca de vestir para acabar vestido como todo un príncipe heredero de Aerugo según ellas.
Camarógrafo: Muy bien, chico, empecemos la sesión fotográfica. Sonríe justo como te lo dije -exclamo el hombre ya con cámara en mano.
Y yo solo deseaba estar en cualquier lugar menos allí.
Pero aún con todo, y sin saber cómo sentirme ante todo esto, solo me trague mi orgullo en lo que empezaba la sesión de fotos, no moviéndome siquiera hasta que la misma termino. Y no volviendo a respirar cómodamente hasta que todos los desconocidos se fueran y solo quedamos yo y mis dos acompañantes.
Lyra: Tal parece que el resto de la Corte real en Aerugo accedió a las condiciones del Führer, señorito. Si todo sale bien, para fin de año la anexión y ocupación militar de Amestris en Aerugo será oficial -menciono mientras leía el periódico.
Clara: Y tú serás el heredero oficial del príncipe, imagina cuando Edward lo sepa -sugirió burlona para mi fastidio.
Alfons: Ese es solo un título no oficial hasta que el príncipe muera. No es para presumir.... -dije encogido de hombros- actualmente mi preocupación sigue siendo la posibilidad de una guerra mundial. Pará evitar eso, es mejor borrar a los peces pequeños sin romper las reglas internacionales. Como Aerugo.
Lyra: Muy inteligente, señorito -dijo sonriendo antes de que su compañera meditara sobre la situación.
Clara: Pero Alfons ¿Qué pasaría si al final ocurren revueltas durante la ocupación del ejercito Amestrisano por parte de la gente de Aerugo? -pregunto algo preocupada- seria problemático, sobre todo luego del tiempo que pasaste persuadiendo tanto al Führer como a los altos mandos... -dijo haciéndome suspirar.
Vaya, no conocía este lado de Clara, pero no es como que no haya tomado ese problema en consideración cuando me decidí a hacer todo esto.
Alfons: Lo sé, pero hay muchas variables en juego. No sabemos cómo va a reaccionar el resto del mundo ante esta anexión, y podríamos terminar provocando una guerra aún peor si no lo hubiéramos manejado como lo hicimos -explique con seriedad- además, ¿cómo podríamos justificar la anexión de otro país si no fue de forma diplomática como en este caso? No podemos simplemente invadir un territorio y esperar que todo salga bien. En lo personal no creo que la violencia sea la respuesta. Debemos tratar de resolver las cosas de manera pacífica y evitar la guerra a toda costa -dije en lo que ambas asintieron.
Clara: Tal vez tengas razón, Alfons. Pero ¿seguro que la gente de Aerugo lo aceptara sin más? Es cierto que aman a su príncipe actual, pero... -dijo antes de ser interrumpida por mí.
Alfons: Por ahora, necesitamos seguir negociando y buscar una solución diplomática a cualquier conflicto que pueda llegar a ocurrir -dije concentrado- tal vez podamos llegar a un acuerdo que beneficie a ambos territorios en todos los aspectos más a futuro sin tener que recurrir a la violencia. Pero sea lo que sea, debemos asegurarnos de que nuestras acciones estén justificadas y sean moralmente correctas, llegamos muy lejos como para meter la pata -dijo decidido.
Y es que, tras meditarlo durante las últimas semanas, de que me di cuenta de que esa era una forma perfecta para ayudar a Edward. Mientras más poder e influencia tuviera a la mano, más fácilmente podría asegurarme de que Edward no tenga que sufrir como lo hizo antes en la otra vida. En parte esa idea la tenía clara cuando decidí volverme un militar. Pero ahora que soy un príncipe de un reino extranjero, es que esa idea se reafirmo con más fuerza todavía.
Alfons: Aunque admito que... Algo me molesta de toda esta situación – susurre mordiéndome el pulgar molesto.
Clara: ¿Qué cosa? ¿Que no puedes conseguirle a Edward un vestido de princesa de su talla? -pregunto divertida.
Alfons: No, no es eso -respondí frunciendo el ceño-. Es solo que todo esto se siente falso. Como si estuviéramos actuando para conseguir lo que queremos en lugar de hacer lo correcto. No sé si me explico -dije en lo que ambas chicas se miraron antes de resoplar.
Lyra: Claro que lo entendemos, señorito. Pero a veces es necesario jugar el juego para poder ganarlo. Si queremos evitar una guerra, tenemos que hacer lo que sea necesario para asegurarnos de que nuestras acciones sean efectivas.
Clara: Además, no es como si estuviéramos haciendo algo malo. Solo estamos tratando de proteger a nuestro país y asegurarnos de que tengamos un futuro seguro. ¿Qué hay de malo en eso?
Alfons: Lo sé, pero aun así me siento incómodo con todo esto. Tal vez solo necesito un poco más de tiempo para acostumbrarme a mi nuevo papel como príncipe heredero -dije antes de verlas seriamente- y no me preocupa lo del vestido, para eso existen los sastres... Solo me preocupa que... Si somos objetivos, esta guerra entre nuestros países vecinos debió acabar hace un tiempo ya.
Cosa que dejo pensando a ambas mujeres que tras pensarlo, se dieron cuenta de que de hecho, era verdad.
Lyra: Es un buen punto.
Clara: Pero... ¿de que hablan? -pregunto confundida en lo que me divertía de que la Clara ajena a los asuntos de la milicia estaba devuelta.
Alfons: Habló de que actualmente la guerra de nuestro país es con Aerugo y Creta. Aerugo ya fue dosificado, y junto a él, gran parte del armamento enemigo para otras naciones... Además, en Creta, sin ofenderlos, pero son muy estúpidos. Actualmente ya tienen muchos problemas en su propio país como para permitirse una guerra tan larga como ha sido esta... -dije mientras miraba al cielo por la ventana- entonces... ¿Cómo es posible que sigamos en guerra?
Pregunta que dejo a ambas mujeres pensando al ser de hecho una pregunta ciertamente valida.
Lyra: Supongo que hay intereses ocultos en juego que nos impiden poner fin a la guerra. Tal vez hay personas en posiciones de poder que se benefician de la continuación del conflicto -dijo en lo que Clara la vio con amargura.
Clara: Pero eso es horrible. ¿Cómo pueden poner sus intereses personales por encima de la seguridad y el bienestar de todo un país? -dije en lo que yo me encogí de hombros.
Alfons: Desafortunadamente, eso es lo que sucede en la política a veces. Pero nosotros no podemos permitir que eso continúe. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para poner fin a esta guerra de la manera más rápida y efectiva posible -dije con seriedad- tendremos que hacer lo que sea necesario para proteger a nuestro país y a nuestra gente. Pero primero, debemos agotar todas las opciones pacíficas antes de recurrir a la violencia.
Lyra: Eso es cierto. Pero también debemos estar preparados para cualquier eventualidad. La guerra es impredecible y puede cambiar en cualquier momento.
Clara: Entonces... ¿siguiente parada, Creta? -pregunto de repente.
Haciéndome negar ante la simplicidad que esta mujer podía mostrar a veces.
Alfons: No exactamente... -dije negando con suavidad- verán, Creta se fundó de milagro con la unión de las tribus que ahora son las provincias del país -expliqué- esas provincias se detestan entre sí, tanto que hay muros en el interior del país que dividen las provincias entre ellas. El hecho de que hayan logrado hacer que el ejército del país trabaje en conjunto tanto tiempo... Me hace pensar que alguien más está detrás de esto -dije llamando la atención de ambas.
Clara: ¿Alguien? -pregunto en lo que yo asentí.
Alfons: Como Lyra menciono, creo firmemente en Donbachi como alguien que se beneficia del conflicto, el país que tenemos al sur y esta entre Aerugo y Creta. Es pequeño, pero aparentemente es el país que sale más beneficiado del comercio de armamento entre Aerugo y Creta en esta guerra con nuestro país -dije mi hipótesis a ambas mujeres que parecían verla tan factible como yo lo hacía.
Ya que Donbachi era un país conocido por ser pequeño y también, por guardar un gran rencor a Amestris por su desarrollo militar, pero no pueden darse el lujo de atacar directamente a nuestro país debido a que al parecer los superamos en varios aspectos, desde el militar hasta el económico y el social.
(El de verde debajo de Creta y Aerugo)
Lyra: Es una posibilidad interesante. Tal vez deberíamos investigar más sobre Donbachi y ver si hay alguna evidencia que respalde su teoría, señorito -dijo pensativa.
Clara: Pero ¿cómo podemos hacer eso? No podemos simplemente ir allí y preguntarles si están detrás de la guerra.
Alfons: Tienes razón, Clara. Así que supongo que nuestro siguiente movimiento sería solicitar a Central que nos dejen ir a Donbachi desde la frontera de Aerugo para recopilar información -dije notando las miradas de sorpresa en ambas- y de ese modo, ver si hay alguna prueba de que Donbachi está involucrado en el comercio de armas con nuestros enemigos.
Lyra: Eso suena como un buen plan. Pero también debemos tener cuidado de no alertar a Donbachi de nuestras sospechas. Podrían tomar medidas para protegerse si se enteran de que los estamos investigando -sugirió con seriedad- debemos prepararnos para cualquier eventualidad. Si Donbachi está involucrado en la guerra, podrían no estar dispuestos a dejar que se descubra su papel en ella.
Como siempre Lyra siendo mi cerebro extra cuando yo no llego a pensar o se me olvida alguna cosa, no sé cómo podía vivir sin esta mujer antes.
Alfons: Tenemos que ser sigilosos y cuidadosos en nuestras investigaciones. No podemos llamar la atención de Donbachi ni de nuestros otros enemigos, como Dracma -dije en lo que lo meditaba- pero si podemos encontrar alguna evidencia de que Donbachi está involucrado en el comercio de armas, podríamos tener una ventaja sobre nuestros enemigos y poner fin a toda esta locura -dije ya ilusionado con poner fin a toda la guerra.
Todo para que así Amestris fuera un país mas seguro, y por lo tanto, un lugar mejor para vivir, en especial para Edward.
Y es que en verdad estaba muy emocionado de finalmente tener la oportunidad de poner fin a la guerra. Según lo que ha estudiado, durante muchos años, muchos soldados habían luchado por su país y habían visto a muchos de sus amigos y camaradas caer en la batalla. Ahora, con la posibilidad de descubrir el papel de Donbachi en el conflicto, sentía que finalmente tendría la oportunidad de poner fin a la guerra de una vez por todas.
Aunque sabía que todavía había muchos obstáculos por delante, estaba decidido a hacer todo lo posible para proteger a su país y a su pueblo, en especial, a aquella persona que lo es todo para él, Edward Elric. Con la ayuda de sus compañeras y la determinación de todos ellos, estaba seguro de que podrían lograr la victoria y poner fin a la guerra y de ese modo, volver de Amestris un mejor lugar con el pasar del tiempo.
Pero fue entre esos pensamientos que acabe escuchando algo que me hizo fruncir el ceño.
Clara: ¿Crees que sea buen momento para mencionarle sobre los impostores? -susurro la pregunta a Lyra, aunque claro que acabe escuchándola también.
Alfons: ... ¿Qué impostores? -pregunte a ambas que se sobresaltaron al verse descubiertas.
Para que luego Clara le hiciera ojos de cachorro a Lyra quien fastidiada la aparto antes de dar un paso al frente.
Lyra: Parece ser que mientras estábamos teniendo nuestra propia misión en el sur. Los hermanos Elric han empezado a hacerse fama, han empezado a llamar al alquimista de acero, el héroe del pueblo -dijo haciéndome sonreír, sabía que eso acabaría pasando de un modo u otro... aun cuando le dije que no llamara tanto la atención hasta el próximo año al menos.
Aunque....
Alfons: Presiento que viene un pero -dije al ver la mirada de ambas mujeres que solo asintieron.
Clara: Parece ser que hay rumores de que los hermanos Elric se han establecido en Xenotime. Trabajando para un terrateniente llamado Muger, pero entre los que dicen haberlos visto allí y los que afirman a verlos visto en otras partes de él este en los mismos días, bueno... Solo se puede asumir que es imposible estar en dos lugares a la vez, aparte de que los rumores sobre lo que hacen trabajando con Muger... son turbios por decir lo menos.
Siendo en ese momento que note como Lyra me miraba con preocupación, seguro se me notaba que yo también estaba algo angustiado por esta información. Y más porque si los fragmentos de memoria que tengo no me fallan... eso no eran Edy Al.
Clara: Alfons, no creo que debas preocuparte tanto. Los hermanos Elric son personas muy buenas, aun con el carácter explosivo del enano, y han ayudado a muchas personas. Puede que haya algunos rumores, pero eso no significa que sean verdad -trato de calmarme, pero fracasando en el intento.
Alfons: Entiendo lo que dices, Clara, pero creo que deberíamos investigar un poco más. No quiero que nadie se lastime, y si hay algo detrás de estos rumores, necesitamos estar preparados -dije en lo que ambas solo suspiraron sabiendo que más que un pensamiento al azar era mi decisión final.
Lyra: Estoy de acuerdo con Alfons. Tal vez deberíamos ir a Xenotime y ver si podemos encontrar alguna pista sobre lo que está sucediendo.
Clara: Bueno, parece que no tenemos de otra... nos vamos a Xenotime -dijo para que luego los tres nos pusiéramos en marcha.
Sea lo que sea que este pasando, no me puede importar menos si es turbio, peligroso o lo que sea. Si es algo que pueda poner en peligros a Edward, con gusto lo enfrentare de frente.... Para que él no tenga que hacerlo.
... Vaya que estoy mal... el amor en serio me ha golpeado fuerte.
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(General Pov)
(Aerugo, capital de Lochley)
El príncipe se encontraba sentado en su despacho, meditando sobre la difícil decisión que en su momento tomo sin pensarlo mucho en realidad. Sabía que nombrar al mayor del ejército del país enemigo como sucesor al trono sería controvertido, pero no podía negar el brillante potencial que vio en el joven, el solo pudo haber destruido toda la capital de haber querido pero prefirió dialogar y tratar de poner fin al conflicto.
Se preguntaba si estaba haciendo lo correcto, y si sería capaz de unir a su nación detrás de alguien que había sido previamente considerado un enemigo. Pero también sabía que la habilidad y la inteligencia del joven podrían ser la clave para el futuro de su país, ¿la capacidad de volar? ¿armas de destrucción masiva? ¿cohetes? ¿submarinos? ¿aviones? Son algunos hechos o ideas que Alfons le ha comentado a lo largo de su convivencia los últimos meses.
Y tras llegar a la conclusión de que el mundo estaba cambiando y de que él no tenía cabida en esos cambios al pertenecer completamente a una generación anterior, es que decidió que estaba dispuesto a arriesgarse por el bien de su pueblo ¡Es decir, incluso sus tácticas militares ya eran consideradas del siglo pasado según el joven Mayor! Cosa que le creyó luego de una vez más, recordar como destruyo la fabrican principal de armamento como si nada.
Siendo por eso y otras reflexiones más, que en ese instante luego del ataque a su fábrica de armas, fue que decidió seguir su instinto y nombrar al mayor Alfons Heiderich del ejército Amestrisano como sucesor al trono, esperando que esta decisión fuera la correcta para asegurar el futuro de su nación.
Príncipe Claudio: El mundo va a cambiar -dijo para sí mismo mientras terminaba de escribir una carta- aun no, pero pronto los viejos tanques le abrirán el paso a las maquinas voladoras con bombas. Los carruajes y autos toscos a vehículos aun mejores. Las lamparás de gas a electricidad... No cabe duda de que es más difícil crear una nueva era que destruir la antigua -dijo con una sonrisa cansada antes de abandonar su sala de estudio.
De allí, el príncipe ahora iba en su carruaje rumbo a una reunión con el gremio de mercaderes de la capital, dejo que su mente divagara en los detalles del acuerdo de rendición que acababa de firmar hacia un tiempo ya. Se preguntaba si había tomado la decisión correcta, pero sabía que, al menos por ahora, había evitado una guerra costosa y sangrienta que habría devastado a su nación, podía manejar al ejército Amestrisano en sus fronteras ¿arriesgarse a llevar el conflicto a la capital misma? Eso ya era demasiado.
A medida que el carruaje avanzaba por el camino, el hombre empezó a pensar en cómo reconstruir su país después del conflicto en el que ya llevaba tiempo con Amestris. Sabía que la tarea sería difícil, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurar que su nación se recuperara y prosperara. El momento del cambio había llegado.
Príncipe Claudio: La reunión de hoy parece que será muy larga. Algo me dice que no podre hablar por teléfono con mi heredero más tarde como habíamos acordado -dijo para si mismo antes de suspirar- ahora que soy consciente de la verdadera magnitud de todo esto... es necesario avanzar al futuro o de lo contrario no solo Aerugo y Amestris, sino que todo el mundo se derrumbara -dijo serio.
Lo cual fue lo ultimo que dijo antes de que su carruaje fuera detenido en seco de forma abrupta. Para que luego la puerta fuese abierta, momento en que un hombre con la apariencia de todo un mafioso se abriera paso al interior del carruaje mientras que el príncipe vio como sus hombres eran rehenes de los subordinados de este sujeto de sonrisa arrogante.
???: Realmente debería preocuparse menos, no es buen que tenga tanta presión a su edad, alteza -dijo el hombre que ya tenia su espada apuntando al cuello del príncipe- imagino que se esta preocupando del futuro de este país, cosa de la que ya no debería preocuparse, porque ahora es hombre muerto -dijo sonriendo como si nada.
Príncipe Claudio: ¿Qué...?
???: Déjeme presentarme, soy Claudio Rico, y me gustaría decirle algo respecto a lo inconforme que estoy de que vendiera este país a la escoria amestrisana, alteza -dijo para sorpresa del anciano.
Príncipe Claudio: ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? Tú no eres Claudio Rico, yo soy el príncipe Claudio Rico -dijo para diversión del otro hombre.
Claudio Rico: Oh, pero lo soy. O más bien, lo era. Fui el heredero al trono antes de que mi padre fuera asesinado y yo fuera desterrado. Pero eso es historia antigua, o eso es lo que le diré al gobierno de Donbachi cuando vaya con ellos -dijo como si nada- Pero antes de irme, voy a hacer cumplir mi deber como buen ciudadano de Aerugo y matare al príncipe bastardo que nos vendió al enemigo y dejo el trono en manos de un extranjero Amestrisano de todas las cosas -dijo en lo que el príncipe parecía recordar algo.
Había escuchado acerca de un mafioso extremista que no tenia reparo en torturar, destruir o asesinar cuando se trataba perjudicar a Amestris. Este hombre debía ser ese criminal, uno que se cambio el nombre por el del príncipe para que así quienes no conocían al príncipe en persona le creyeran cuando el se presentaba como tal.
Príncipe Claudio: Tu eres Claudio Rico Fiori, el líder de esa banda terrorista que se consideran a si mismos patriotas que buscan exterminar Amestris sin importar el costo -dijo haciendo sonreír al otro hombre.
Claudio Rico: Oh, veo que has oído hablar de mí. Sí, soy el líder de la Resistencia de Aerugo, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para liberar a mi país de las garras de Amestris. Pero ahora lo que importa es que voy a vengar a mis padres y a mi país matando al hombre que nos traicionó. Y ese hombre eres tú, príncipe -dijo con una mirada llena de odio- así que prepárate para morir.
Príncipe Claudio: No voy a permitir que tú o tu banda de fanáticos terroristas destruyan todo lo que he trabajado para construir. Mi país no será gobernado por criminales como tú -dijo sin dejarse intimidar en lo que el hombre más joven se indignó.
Claudio Rico: ¡Criminales! Nosotros luchamos por la libertad y la justicia. Y vamos a lograrlo, incluso si tenemos que sacrificar nuestra propia vida para hacerlo -declaro haciendo que el viejo príncipe suspirara con decepción.
La juventud es tan imprudente, solo no son capaces de ver que tan valioso es el regalo de la vida, y eso incluye la vida propia.
Príncipe Claudio: No entiendes nada. La violencia solo engendra más violencia. Si realmente quieres liberar a tu país, debes hacerlo a través del diálogo y la cooperación, no a través del terrorismo y la violencia.
Claudio Rico: ¡Hablas como un verdadero traidor! Pero no importa. Voy a hacer lo que tengo que hacer para asegurarme de que Aerugo sea libre de nuevo. Y eso significa matarte a ti, príncipe -dijo haciendo que el príncipe se levantara de su asiento, cosa que sorprendió al hombre que dio un paso atrás.
Príncipe Claudio: No puedo permitir que hagas eso. Como líder de este país, tengo la responsabilidad de proteger a mi pueblo, incluso si eso significa luchar contra ti y tus aliados -declaro para consternación y enojo del contrario.
Claudio Rico: Entonces prepárate para la guerra, príncipe. Porque la venganza de Aerugo será terrible, y no habrá misericordia para aquellos que se interpongan en nuestro camino.
Príncipe Claudio: No voy a permitir que la violencia y la destrucción se apoderen de mi país. Lucharé por la paz y la justicia, incluso si eso significa luchar contra los tuyos hasta mi último aliento.
Claudio Rico: Tus palabras no significan nada para mí. Solo la acción importa. Y mi acción será la de liberar a mi país y vengar a mis padres. Prepárate, príncipe, porque la guerra está por venir.
En ese momento, la situación se volvió tensa y ambos hombres se prepararon para la pelea que estaba por venir, aunque esa pelea fue sencillamente que el terrorista atravesara el corazón del anciano con su espada.
Claudio Rico: Entiendo sus intentos de terminar el conflicto de forma pacífica, pero es un esfuerzo inútil. Me aliare con los enemigos de Amestris, y una vez acabemos con todos los Amestrisanos, Aerugo finalmente será libre, y entonces tomare este país.
Tras, solo dio la orden, y sus hombres mataron a los sirvientes del rey para luego retirarse. Siendo poco después que un grupo de ciudadanos de la clase media que planeaban emboscar al príncipe y matarlo debido a la inconformidad con los nuevos cambios que estaba pasando el país solo encontraron el carruaje con todos muertos. Y como típica reacción humana, se adjudicaron el mérito ellos mismos.
De allí, a la mañana del día siguiente lo que tanto la radio como los periódicos decían y se quedó como la versión oficial fue:
¨ Nuestro país a perdido para siempre a uno de los pilares más importantes del gobierno, nuestro amado príncipe que nos gobernó los últimos 70 años partió de este mundo la tarde del día de ayer. ¿Los culpables? Un grupo de siete personas de noble cuna que estaban inconformes con los cambios más recientes de nuestro gobierno. Ahora el Führer King Bradley esta enviando sus tropas para calmar las revueltas y se espera que una vez la situación termine, el representante del gobierno Amestrisano pueda mantener las cosas en calma hasta que el príncipe heredero Alfons Heiderich alcance la mayoría de edad¨.
Todo esto siendo desconocido para el propio Alfons que estaba camino a Xenotime sin saber que tan complicado se estaba volviendo el mundo.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Tristemente la paz nunca es tan fácil de alcanzar. Por otro lado, Alfons y compañía se dirigen a Xenotime, ya deben saber quienes están allí.
Pues nada, solo deseo disculparme con quienes leen esto por tardarme en escribir este cap y sin más desear que los disfruten. Hasta el próximo cap.
Chapter 11: Capitulo 9: Impostores y oro ensangrentado
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Pueblo de Xenotime, región Este, Amestris)
(Alfons Pov)
Xenotime, una ciudad en el desierto del Este, famosa por sus orfebres. En un momento, la ciudad fue una exuberante villa verde. En los días dorados de Xenotime, el brillo del sol se reflejaba en las hojas verdes de los árboles y el aroma de las flores de los árboles frutales llenaba el aire. Los orfebres de la ciudad eran conocidos en todo el desierto del Este por su habilidad para convertir los metales preciosos en hermosas joyas y adornos.
Pero un día, mientras algunos habitantes de Xenotime realizaban una expedición en busca de nuevas vetas de plata, se toparon con algo que cambiaría el destino de la ciudad para siempre. Bajo la superficie del suelo, descubrió una rica veta de oro, brillante y reluciente como el mismo sol. La noticia se extendió rápidamente por toda la ciudad y, con ella, llegaron la codicia y la ambición. Los habitantes de Xenotime comenzaron a cavar frenéticamente, ansiosos por extraer el metal preciado. El suelo se abrió y las máquinas invadieron el paisaje, desgarrando la tierra y destruyendo todo a su paso.
A medida que la capa superficial del suelo era removida, la exuberante vegetación que una vez cubría la ciudad fue arrasada. Los árboles fueron cortados, las flores marchitaron y los ríos se volvieron estériles. Xenotime, una vez un oasis en medio del desierto, ahora se había convertido en un yermo desolado.
Pero la codicia no se detuvo allí. Los orfebres, cegados por la búsqueda del oro, comenzaron a trabajar sin descanso, creando joyas y objetos de valor como nunca. Pero a medida que la ciudad se llenaba de riqueza, también se llenaba de sombras. La avaricia y la envidia se apoderaron de los corazones de los habitantes de Xenotime, y la ciudad se sumió en la oscuridad. Hasta que llego el día en que se acabo el oro. Y la ciudad paso a ser un pueblo fantasma, una sombra de lo que solía ser.
Clara: Menudo lugar se buscaron esos impostores para hacerse pasar por los hermanos Elric. Cuesta creer que este pueblo derruido alguna vez haya sido un lugar reconocido por su oro -dijo mirando despectivamente el lugar mientras nos abríamos paso por las calles vacías.
Alfons: Justamente esa es una buena justificación de porque estarían tan interesados en la creación de una piedra filosofal según los rumores -dije mientras trataba de estar tranquilo para así intentar ignorar el inmenso calor de la tarde que sentía.
(Imaginar algo más bajito jaja)
Aun cuando uso ropa de civil en vez de mi uniforme para pasar desapercibido, igual hacia calor, condenado desierto.
Lyra: ¿Eso que significa, señorito?
Alfons: Ahora que sus minas ya no producen oro ni ningún otro metal valioso. La gente de este lugar ha de creer que tienen muchas razones para querer transmutarlo. Y eso solo podría hacerlo con una piedra filosofal a menos que busquen romper las leyes y transmutar oro de forma ilegal -dije encogido de hombros.
Lyra: Y al ser este un antiguo pueblo minero, no seria muy sospechoso que nuevamente produzcan oro y se disculpen con que cavaron más profundo en las minas -dijo comprendiéndolo.
Alfons: Tristemente así es la vida, el dinero muevo mundo. Y todos los adultos necesitan el dinero para vivir así que eso los mueve también -dije pensando una sola cosa, encontrar a los impostores.
Durante el viaje hacia acá forcé mi memoria, y creía tener una buena idea de quienes eran estos impostores. Con el hermano menor no será brusco, es un niño pequeño en estos momentos, o al menos eso asumo. En cambio con el mayor, a ese si que le voy a partir de la cara. Nadie toma la identidad del chico que significa todo para mi y se sale con la suya.
Aunque mis pensamientos de venganza fueron interrumpidos cuando escuchamos las angustias de algunas personas. A lo cual fuimos a revisar para de ese modo conocer a Elisa, una pequeña niña de unos cinco años que estaba atrapada debajo de un vagón de mina, junto a su padre y otros hombres que intentaban buscar el modo de liberar a la pequeña.
Cosa que solo me hizo suspirar antes de chasquear los dedos, haciendo que Clara y Lyra acataran la orden de inmediato. Siendo de ese modo que Clara solo corto el vagón en dos con su espada de cartas para que luego Lyra lo mandara a volar con un disparo de aire centrado. Liberando a la pequeña en cuestión de segundos.
Y no hace falta decir que la gente se alegra por ello, al punto de que para cuando nos dimos cuenta. Ya nos habían invitado a cenar en una posada del lugar que lo que más llamaba la atención de ella era que había joyería, diferentes piezas de oro enmarcadas, como un recuerdo de una época pasada.
Padre de Elisa: Vaya, realmente tuvimos suerte de contar con unos alquimistas reales como ustedes. No podemos agradecerlos lo suficiente -dijo sonriendo junto al resto de civiles que se agruparon alrededor de nuestro, incluida su hija.
Elisa: Y no olvides a sus hermanas mayores -dijo haciendo que tanto yo como las dos chicas que me acompañaban solo sintiéramos bajar una gota de sudor de nuestros frentes. Vaya que los niños podían decir las cosas más inocentes.
Alfons: Me temo que estas confundida pequeña, ellas trabajan para mí. Lyra es mi asistente y Clara es mi enfermera personal -explique con calma.
Elisa: ¿Qué trabajo para ti? Pero si tú eres un niño -dijo con esa misma inocencia, haciéndome sentir como si me hubieran golpeado con un tubo de metal en la cabeza.
Hacia un tiempo que no me recalcaban que técnicamente una simple vista todos podían decir fácilmente que era un mocoso en pañales, en ese sentido extraño los dos meses de capacitación de los hombres y mujeres embajadores de Aerugo que se aseguraron de que aprendiera todo del país, desde historia y costumbres a política y comercio.
Ellos al menos me trataban como un igual... o al menos estaban obligados a eso... ya me deprimí.
Lyra: De cualquier modo, a los 3 nos alegra que se encuentre bien, señorita Elisa -dijo con amabilidad para que luego escucháramos la puerta siendo abierta.
Se trataba de un hombre de mediana edad con una vestimenta simple de civil de piel morena y el cabello oscuro lo bastante largo como para esconder la mitad de su rostro. Del tipo se podían resaltar dos cosas con facilidad. 1: Que estaba preocupada, se le notaba en su rostro aparte de que se veía bastante agitado. Y 2: Que tenia una canasta llena de limones consigo. Parece que no todos en este lugar habían dejado la agricultura de lado por sueños de antaño dorados.
???: ¿Estás bien, Elisa? -pregunto el hombre preocupado por la pequeña quien se alegre apenas le vio.
Elisa: ¡Tío Belsio! -dijo feliz la pequeña antes de que su brazo fuera sujeto por el hombre que aparentemente ayuda a traerla al mundo- papá...
Padre de Elisa: Sal de aquí -dijo severo al recién llegado- tienes valor al mostrar tu cara en mi casa ahora ¡después de que casi mataste a mi pobre hija! -dijo a la vez que todos los presentes miraban con mala cara a Belsio- escúchame, Elisa. Sin importar lo que el diga ¡no lo ayudaras con su trabajo nunca más!
A lo cual la pequeña se soltó del agarre de su padre para sorpresa de este.
Elisa: ¡Papá! Nada fue idea del tío Belsio ¡fui yo quien le rogo que me dejara ayudar! -explico antes de que a la pequeña le diera un ataque de tos.
Cosa que llamo tanto mi atención como de las chicas en lo que su padre estándo preocupado le dio un vaso de agua mientras le frotaba la espalda a la pequeña. Momento que el tío de la niña aprovecho para solo irse, no sin antes pedir disculpas por lo que paso.
Lo cual resulta ser que la razón por la que Elisa acabo debajo del vagón de mina era que Belsio usaba un manantial subterráneo para regar sus cultivos, y usaba el vagón para transportar agua. Elisa solo debía accionar una palanca para que el vagón transportara el agua pero este se travo en el camino por unas rocas y cuando ella trato de quitarlas, el vagón le cayo encima.
Elisa: El tío Belsio me dijo que tus pasteles de limón eran los mejores papá. Y que era una última que las granjas de limones hubieran cerrado -dijo mirando el cesto de limones con tristeza- pensé que si lo ayudaba podría probar tus pasteles -dijo haciendo que todos bajaran la mirada con tristeza.
Aldeano 1: No te preocupes -exclamo tratando de levantar la moral- cuando terminemos la piedra filosofal. Seremos ricos y luego podremos comprar fruta cuando queramos.
Alfons: ¿Piedra filosofal? -pregunte arqueando una ceja.
Padre de Elisa: ¡Si, si! Fue por eso por lo que tú y tus acompañantes vinieron ¿no es cierto? -pregunto viendo a ambas mujeres- para ayudar al señor Mugear con su investigación y terminar la piedra filosofal -dijo esperanzado.
Aldeano 2: Por favor hagan todo lo que puedan. Terminen lo antes posible.
Aldeano 1: Queremos que Xenotime sea otra vez la ciudad de oro.
Aldeano 3: Es cierto, contamos con ustedes alquimistas -dijo en lo que todos se alegraban por la aparente llegada de más ayuda para ese sujeto Mugear.
Había escuchado de él, un terrateniente que compro todo el pueblo y terrenos aledaños ¿Cómo y de donde saco el dinero para hacer eso? Hasta la fecha no tenia la menor idea. Pero en todo caso... era hora de reventar la burbuja de estas personas con la perspectiva de la realidad bastante alterada.
Alfons: Entonces está gente esperando que este terrateniente, Mugear. Cree la piedra filosofal y así la ciudad vuelva a la época dorada del oro -dije ignorándolos mientras que Clara y Lyra asintieron.
Lyra: Lo que es una lástima si se detiene a pensar que dejan que estos frutos tan deliciosos se desperdicien -dijo mientras tomaba un limón del canasto.
Alfons: Tienes razón, Lyra -dije suspirando- esta gente no ve que ya su época dorada pasó. Así como no ven que si siguen creyendo que Mugear será su salvador... Tristemente este lugar se volverá un pueblo fantasma más pronto que tarde -dije para indignación de los presentes.
Padre de Elisa: ¿Cómo se atreven a decir esas cosas? ¡Xenotime es la ciudad del oro, pronto las minas estarán a rebosar de oro como antes con ayuda de la piedra filosofal!
Vaya que esta gente es sorda, o más bien diría que ciegos, o ambos en todo caso.
Clara: Los habitantes de Xenotime tienen demasiadas expectativas puestas en Mugear y en la creación de la piedra filosofal. Parece que creen que eso revivirá la época dorada del oro en la ciudad. Pero Alfons tiene razón, esa época ya pasó y no veo cómo una piedra filosofal pueda cambiar eso -declaro como si nada.
Lyra: Es triste ver cómo la gente se aferra a la idea de que el dinero y el oro lo solucionarán todo. No se dan cuenta de que están viviendo en el pasado y que deben adaptarse a las circunstancias actuales. Además, ¿Qué garantía tenemos de que Mugear pueda realmente crear la piedra filosofal o que en verdad la use para ayudar la ciudad? -pregunto ofendiendo a los presentes.
Alfons: Exactamente, Lyra. Además, el hecho de que estén dispuestos a transgredir las leyes y transmutar oro de forma ilegal muestra lo desesperados que están. En lugar de depender de Mugear y la piedra filosofal, deberían buscar otras formas de revitalizar la economía de Xenotime -dije dando mi opinión sincera.
Clara: Estoy de acuerdo. Tal vez podrían diversificar sus actividades económicas, buscar nuevas oportunidades y desarrollar otros recursos naturales que tenga la ciudad. Dependiendo únicamente del oro y de una piedra filosofal es una estrategia demasiado arriesgada.
Lyra: Además, es importante recordar que el dinero y el oro no son lo único que importa en la vida. Hay cosas más valiosas, como la salud, la familia y la felicidad. Si la gente de Xenotime se obsesiona tanto con el dinero, podría perder de vista lo que realmente importa -dijo mirando específicamente a los presentes- si no es que ya lo perdieron.
Alfons: Tienes toda la razón, Lyra. Es hora de que los habitantes de Xenotime reconsideren sus prioridades y busquen formas más sostenibles de mejorar su calidad de vida -dije como si nada.
Momento donde el padre de Elisa me sujeto del cuello de la camisa con rabia.
Padre de Elisa: ¿Cómo se atreven? ¿Es que buscan burlarse de nosotros? ¡¿Qué van a saber ustedes?! ¡Nosotros teníamos todo en esta ciudad, sin el oro no somos nada!
Alfons: ... Muy valiente usted para agarrar de forma tan violenta a un niño, o aún más impactante, a un Mayor del ejecito como yo -dije con severidad y con una mirada que denotaba tal frialdad que el hombre me soltó sin pensarlos dos. veces.
Padre de Elisa: Un militar... ¡pero eres un niño!
Aldeano 1: Esperan, yo escuche algo hace un tiempo. El hijo del héroe de Ishval que se volvió Mayor hace unos meses luego de enlistarse hace un año cuando solo tenía 10.
Aldeano 2: Si, que incluso hizo lo imposible y conquisto el país que esta al sur, Aerugo.
Aldeano 3: Y que además se volvió el nuevo príncipe heredero de ese principado. El Mayor Alfons Heiderich Mustang, el niño dorado de Central -dijo en lo que yo solo sonreí divertido.
Al parecer estaban bien informados.
Alfons: Así es, solo que ahora también tengo el apellido de ¨Von¨. Alfons Von Heiderich Mustang. Eso vino con mi nombramiento como príncipe heredero de Aerugo. Muestra que soy de la nobleza -dije en lo que los lugareños de Xenotime daban un paso hacia atrás intimidados- por favor, no confundan las cosas. No queremos causar problemas.
Clara: Lamentamos si nuestras palabras fueron interpretadas como burla o falta de respeto. No estamos tratando de menospreciar la importancia del oro en la historia de la ciudad. Simplemente queremos señalar que depender únicamente de este puede limitar las posibilidades de crecimiento y desarrollo a largo plazo... como parece que este recurso está pasando actualmente.
Lyra: Exactamente, no estamos diciendo que el oro no tenga valor o que la época dorada de la ciudad no haya sido importante. Lo que queremos decir es que es necesario adaptarse a las circunstancias actuales y explorar otras formas de revitalizar la economía de Xenotime. Como volver al cultivo -sugirió haciendo que ellos fruncieran el ceño por la idea.
Clara: De hecho ¿Cómo confías tan ciegamente en Mugear? Apuesto lo que quieren a que él fue quien en un principio los animo a sobreexplotar el oro hasta dejar las minas vacías ¿no es así?
Vaya, si las miradas mataran, apuesto a que nosotros 3 ya estaríamos en el centro de la tierra con la intensidad con la que todos ellos nos estaban viendo.
Aldeano 1: ¡No creemos que eso sea cierto! Mugear ha estado aquí desde antes de que las minas se agotaran y siempre ha sido un defensor de la ciudad.
Aldeano 2: Sí, él nos ha prometido que con la piedra filosofal podremos recuperar la época dorada de Xenotime.
Aldeano 3: Además, Mugear es un alquimista muy poderoso, y tiene la ayuda de ese nuevo alquimista estatal del que todos hablan, Edward Elric. Estamos seguros de que pueden crear la piedra filosofal y ayudarnos -dijo llamando mi atención.
¿Ese tipo era alquimista? Lo dudo bastante tomando en cuenta que nunca había oído hablar de él. Seguramente para eso están los impostores tal cual lo estaba tratando de recordar.
Alfons: Entiendo que tengan esperanzas en Mugear, pero la realidad es que la creación de la piedra filosofal no es algo fácil ni segura. Además, ¿realmente confía en que él la usará para el beneficio de la ciudad y no para sus propios intereses? -pregunte en lo que ambas chicas asintieron.
Clara: Exactamente. No pueden depender únicamente de la promesa de Mugear y la piedra filosofal. Deberían de buscar soluciones más realistas y sostenibles para revitalizar la economía de este lugar, aprovechar sus puntos fuertes -dijo siendo una experta en el tema con lo de Psyren y Aquroya. Mientras que los habitantes seguían haciendo oídos sordos.
Estaban empezando a hacerme perder la paciencia.
Aldeano 1: Pero el oro es lo que nos hizo prósperos en el pasado. No podemos simplemente abandonarlo.
Aldeano 2: Sí, el oro es nuestra identidad y nuestro legado. No podemos dejarlo atrás.
Padre de Elisa: Tal vez tengan razón en que necesitamos diversificar nuestras actividades económicas, pero el oro siempre será importante para nosotros.
Alfons: Entiendo que el oro tiene un valor histórico y simbólico para ustedes, pero es importante adaptarse a las circunstancias actuales. No pueden aferrarse al pasado y esperar que todo vuelva a ser como antes. Deberían buscar nuevas oportunidades y formas de crecimiento -dije antes de ponerme de pie al notar que no deseaban escucharme en lo más mínimo.
Era hora de que el señor amigable se fuera y el señor serio tomara su lugar.
Alfons: Muy bien, como no quieren escuchar, lo haré por las malas. ¡Como Mayor del ejercito pongo esta ciudad bajo toque de queda, todo el mundo a sus casas! A partir de ahora nadie tiene permitido hablar del oro o hacer algo relacionado a eso, ¡si escucha cualquier implicación de crear oro, la persona en cuestión será arrestada o incluso ejecutada! es más -dije señalando al dueño del lugar- ¿todo el oro que tiene de exhibición en esta posada? Me lo llevo como evidencia.
Padre de Elisa: ¿Qué? ¡No puedes hacer eso, maldito militar! -dijo solo para sentir la espalda de Clara en su cuello.
Alfons: Lamento que pienses así, pero uno de mis deberes como militar es que donde haya problemas, debo estar allí para mantener el orden -dije severo- y ahora mismo debo asegurarme de que la ciudad encuentre un camino hacia la prosperidad. Si eso implica tomar medidas drásticas, lo haré -dije chasqueando los dedos para que luego las chicas tomen todo el oro.
Para acto seguido retirarnos, no sin antes disculparnos con la niña en el lugar. Fue bueno que no intentaran detenernos más allá de maldiciones y quejas sobre que el estado era solo un montón de ladrones que se aprovechaban de la gente justa y honrada y otras cosas más. Porque honestamente, en mi sentido habría muy mal de haber tenido que hacerle daño a esta gente si hubieran tratado de irse a las armas.
Clara: Alfons, entiendo tu frustración, pero debemos ser cautelosos con nuestras acciones. No queremos generar más conflictos de lo necesario -dijo llamando mi atención.
Alfons: Tienes razón, Clara. No quiero empeorar las cosas, pero es importante que la gente de Xenotime comprenda la necesidad de cambiar su enfoque y explorar nuevas oportunidades. Si eso significa volverme su enemigo, que así sea -dije mientras miraba complacido como todos se iban a sus casas.
Podrán detestarme ahora mismo, pero el gobierno era el gobierno.
Lyra: Estoy de acuerdo. Tal vez podamos organizar reuniones comunitarias para discutir ideas y estrategias alternativas para la economía de la ciudad. Es importante que todos se sientan escuchados y que participen en el proceso de toma de decisiones. Será una buena forma de arreglar lo que paso hoy y de todos modos no nos iremos pronto -dijo haciéndome pensarlo.
Clara: Oh dicho de otro modo, necesitamos un enfoque multidimensional para revitalizar la economía de Xenotime. Esta gente no puede depender únicamente del oro y la piedra filosofal. Debemos diversificar, buscar nuevas oportunidades y trabajar juntos para construir un futuro próspero y sostenible para esta gente -dijo con calma.
Antes de que los 3 termináramos amargados con la sola idea de todo el trabajo y papeleo que eso implicaba ¿Cómo es que acabábamos metidos en estas cosas?
Ah, es verdad. Ahora mismo, por culpa de los impostores. Una razón más para arruinarles los aviones.
Lyra: Señorito, lo del oro ¿Por qué...?
Alfons: No me gusta usar mi autoridad de ese modo -dije encogido de hombros- pero ahora en el pueblo se correrá la voz de que un Mayor del ejército está en el área buscando oro. Eso seguro llamará la atención de Mugear
Lyra: Ya veo -dijo asintiendo mientras sonreía con aprobación con mi plan. Mientras que la rubia solo suena con burla.
Clara: Ay, no te hagas, lo quieres para el rubiecito -dijo haciéndome sonrojar.
Esta mujer no sabia cuando pararle a las bromas ¿no?
Alfons: Claro que no... -dije en lo que hacía un puchero- el oro es un excelente material para la construcción de aviones y cohetes... Aunque supongo que un collar o aretes de regalo no se verían mal... - dije pensativo.
Nunca había visto a Ed con nada de bisutería ¿le gustara si le regalo algo así?
Clara: Y en espera de los anillos -dijo logrando que me sonrojara aún más. Por mi bien mejor ignoraba a esta mujer lo más posible.
Lyra: Pero ¿Qué haremos respecto a que buscan crear la piedra filosofal, señorito? -me pregunto recordándome uno de los problemas en cuestión.
Alfons: Ya nos encargaremos -dije como si nada- por ahora busquemos al tal Belsio y saquémosle algo de información. A estas alturas empiezo a creer que es la única persona en todo Xenotime que aún tiene sensatez -dije para que luego los 3 nos pusiéramos en marcha.
Clara: Solo una duda ¿Dónde lo encontramos?
Alfons: Pues elemental, mi querida Lyra -dije imitando el famoso estilo del buen Sherlock Holmes- vimos que trajeron limones, los cuales debieron ser cultivados en algún lado. Y tomando en cuenta que el resto de los habitantes están obsesionados por el oro, eso solo nos deja una alternativa, el único lugar con árboles de limón, es allí -dije para luego ser aplaudido por ambas.
Vaya, el propio Sherlock seguro le gustaba presumir su inteligencia deductiva, solo así explícito que hablara así para empezar.
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(Al día siguiente)
Sorprendentemente, Belsio resultó ser más cooperativo de lo que esperaba. En cuanto le contamos lo sucedido en la casa de su sobrina y su cuñado, nos abrió las puertas a su hogar sin pensarlo dos veces, al parecer estaba de acuerdo completamente con las medidas que tome. Y es que era verdad, esta gente necesitaba ser atraída a la realidad, por la fuerza de ser necesario.
De él logramos obtener información sobre 3 cosas: El agua roja, Nash Tringham... y posiblemente alguien desaparecido desde los tiempos de la guerra de Ishval, el doctor Marco. Pero de momento, una cosa era clara, ya era tiempo de terminar con esto. Por dicha razón estaba aquí, en la mansión de Mugear.
Alfons: Espero que esas dos puedan poner a los hijos de Nash Tringham en su lugar -susurre para mi mismo antes de pararme en frente de la mansión con los guardias armados apuntándome.
Guardia: ¡¿Quién eres?! ¡Identifícate!
Alfons: Alcalde Alfons Heiderich del ejército Amestrisano. Busco una reunión con tu capataz, Mugear -dije haciendo que ambos hombres retrocedieran al seguro haber escuchado de mi por lo del día de ayer.
A lo cual, tras pasados unos minutos, el propio hombre se apareció ante mi con los brazos abiertos. Un tipo comenzando los 50 o los 60, ya de cabello grisáceo, sumamente obeso y torpe al andar, sin mencionar que sudaba como todo un cerdo. El típico estereotipo de terrateniente buscador de oro, con la única diferencia de que usaba un traje de laboratorio en vez del típico traje de negocios.
Mugear: ¡Bienvenido, sea bienvenido alcalde Heiderich! -exclamo sonriendo- Sus hazañas son bien conocidas incluso en rincones apartados como este. ¿Qué trae al demonio celestial a Xenotime? -pregunto haciéndome fruncir el ceño.
Había olvidado que desde que todo el mundo llego a conocer mi tipo de alquimia tras lo sucedido en Aerugo, ahora todo el mundo me daba el apodo de ¨Demonio celestial¨, un ser con el poder divino de los cielos de castigar a los enemigos de la nación por el bien de la patria... puras tonterías causadas por la propaganda, pero ni modo, así eran las cosas.
Alfons: ... De compras -dije de forma inexpresiva- es decir, escuché que este era un pueblo minera. Pero me decepcione mucho al oír que no hay oro, pero... Entre los ciudadanos escuchan algo interesante, dicen que estás trabajando para solucionar el problema, Mugear -dije haciendo que el hombre se tensara, aunque intento que no se mostrará para así mantener las apariencias.
Mugear: En efecto, en efecto -dijo frotándose las manos.
Alfons: Espero que nada ilegal -mencione casualmente- es decir, creo que usted sabe tan bien como yo que intentar usar algo tan mítico como una piedra filosofal para crear oro es un crimen capital -dije mientras que el tipo parecía a punto de darle un colapso.
Mugear: ... Bueno, dudo que dichas condiciones se apliquen a un oficial del ejército de tan buen renombre como usted, sin mencionar seguramente tampoco se aplicarán a un alquimista estatal certificado -explico mientras que a mi poco podía importarme al ya saber por donde iba el asunto.
Alfons: No... a nosotros nos va peor en realidad- aclare de forma casual en lo que él solo me vio con los ojos como platos.
Mugear: ¿Es un alquimista estatal, alcalde? -pregunto con incredulidad-... no veo el reloj de plata por ningún lado -susurro haciéndome reír por lo bajo.
Alfons: Estoy en proceso de serlo, y parte de eso es conocer las reglas, ¿Entiende? -pregunte en lo que el ya parecía listo para ordenar a sus hombres que me dispararan- pero para que mencione a un alquimista estatal ¿tiene a uno trabajando con usted? -pregunte en lo que el hombre mayor mejoro su humor casi al instante.
Mugear: Pero claro que sí. Es una estrella emergente, pero está empezando a conocerse su nombre en el Este. A los hermanos Elric. Más específicamente, al alquimista de acero, Edward Elric -dijo con confianza.
Mientras que yo solo quería cortarle la lengua por atreverse a usar el nombre de Edward como si nada, ya que es obvio que el sabe que no tiene a los hermanos reales trabajando con él. Y solo por dicha razón quiero partirle todos los dientes de un puñetazo.
Alfons: No me diga... -dije estando tenso- el así llamado Edward Elric... ¿Tiene un brazo de automail?
Mugear: ...No...
Alfonso; ¿Y el hermano menor usa armadura?
Mugear: ... Tampoco... -respondió bajando la mirada y apretando sus puños con fuerza.
Seguro debe sentirse como un idiota o indignado de que se descubrió su charada tan rápido... y ahora seguro fingirá que lo engañarán por completo y que todo fue un simple error, personas así eran tan predecibles. Y justo eso hizo, comenzó a decir excusa tras excusa entre balbuceos... era muy molesto.
Alfons: ...Obviamente está viviendo estafa condores, señor -dije cortándolos de hablar más- pero descuide, ya tengo a mi personal encargándose de ellos -dije como si nada- y mientras ellas arreglan el problema ¿porque no hablamos de su mina de agua roja? -pregunte haciendo que la sonriera incomodo.
Mugear: Oh, sabe de eso, muy bien -dijo en lo que yo solo palmee al hombre con calma en el hombro tras elevarme hasta su altura usando mi alquimia para flotar un poco en el aire.
Alfons: Descuide, estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo -dije antes de mostrar mi mejor sonrisa maliciosa- no lo parezco pero soy un niño codicioso. Puedo ver muchos usos a su agua roja para buen recaudo, seguro que con mi ayuda, será muy sencillo multiplicar... las ganancias.
Y ábrete sésamo, solo basto con decir la palabra mágica que es sinónimo de dinero para que toda la actitud retraída y desconfiada del hombre se fuera para en su lugar aparecer la cara del tipo en modo vendedor, listo para venderme su idea de negocio como todo un capitalista codicioso.
Mugear: Algo me dice que nos llevaremos bien -dijo sonriendo antes de invitarme a pasar.
Siendo mientras era escoltado por el hombre mayor que solo deseaba que Lyra y Clara ya hayan hecho lo suyo capturando a los hermanos Tringham, porque no creía poder soportar a este sujeto mucho más tiempo.
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(Punto de vista general)
(Al mismo tiempo, en el laboratorio de la mansión)
Fletcher Tringham no era un niño feliz en ese momento... en realidad, no había sido un chico feliz en mucho tiempo. Pero ahora menos razones tenia para serlo, un militar que había llegado al pueblo la noche anterior había llegado a la mansión y por como hablo, era obvio que conocía a los hermanos Elric, los verdaderos hermanos Elric... estaban jodidos.
Fletcher: Hermano ¿Qué vamos a hacer? -pregunto el pequeño niño a su hermano mayor inusualmente alto para su edad- ese militar sabrá la verdad... mejor vámonos, nunca debimos hacer esto, ya deberíamos abandonar esta farsa -dijo a su hermano.
Quien estaba absorto en su trabajo sin prestar mucha atención a su entorno en realidad.
Russell: Tranquilo, seguro sólo ha oído rumores de los Elric. Además, apenas estamos empezando a retomar las investigaciones de papá, no podemos renunciar a todo apenas empezando.
Fletcher: ¿Y si lo hace? ¿Qué tal si conoce a los verdaderos hermanos Elric y nos entrega? ¿Entonces qué?
Russell: No te preocupes -dijo tranquilo- nadie de por aquí le va a creer nada de lo que diga. Quedara como un militar abusador sin razones para poner en duda el buen nombre de los hermanos Elric. Dudo que ni siquiera sea un militar, es un niño.
Fletcher: Nosotros también lo somos -dijo haciendo que a su hermano casi se le caiga la botella con una muestra de agua roja por no esperar esa respuesta.
Russell: De cualquier modo, solo concentrémonos en terminar la piedra para de ese modo poder largarnos de este lugar.
Fletcher: Espero que todo salga bien -dijo mirando la ventana con resignación- sabes, podríamos irnos, solo...
Russell: Eso no pasará -dijo con severidad- no dejaré que Mugear se quede con todo el crédito de la investigación que le llevo toda la vida a papá. Como sus hijos, es nuestro deber terminar su trabajo.
Fletcher: Pero si... -dijo con angustia solo para ser silenciado por su hermano mayor.
Russell: No te preocupes, si llegamos al punto del no retorno te prometo que me asegurare de que escapes ileso sin importar como -dijo para luego centrarse en su trabajo.
Mientras que por su parte, Fletcher solo pudo apretar sus pequeñas manos con impotencia. Le molestaba que su hermano no notara que algo se sentía mal con todo ese asunto del agua roja, esa mansión así como el propio Mugear. El lugar escondía varios secretos sucios, se podía sentir en el aire ¿Por qué su hermano no podía verlo?
Siendo en ese momento que dos mujeres que habían logrado entrar discretamente en la mansión hicieron acto de aparición, ambas usando mascarillas del mismo modo que los hermanos.
Clara: ¿Escuchaste, Lyra? Parece que nuestro par de imitadores está aquí buscando cumplir una promesa a su papá -dijo a su compañera que solo asintió.
Lyra: Si escuche, Clara. Casi me hace sentir pena por ellos -dijo con un evidente falso tono de empatía- aunque eso explica en parte porque hacen lo que hacen. Son jóvenes y apuesto a que Mugear solo los aceptaría si tenían cierta credibilidad, el único modo de salirse con la suya era decir que son los hermanos Elric -dijo con indiferencia.
A lo cual Russell solo puso a su hermano menor detrás suyo mientras que por su parte, Fletcher no sabia de donde aparecieron esas dos mujeres, una sirvienta y una enfermera... que no sabía la razón, pero sabía que ambas personas del genero femenino eran peligrosas, tenían aires de serlo.
Russell: ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo entraron aquí? -exigió molesto.
Haciendo reír por lo bajo a ambas damas.
Clara: Digamos que trabajamos para la milicia
Lyra: Y deseamos aclarar unos asuntos con ustedes dos -dijo con seriedad.
Siendo la respuesta del mayor de los dos hermanos el tomar una lampara junto a él y transmutarla en una espada.
Russell: Adelante -dijo esperando reacciones de sorpresa de ambas mujeres.
Pero en vez de eso ambas solo fingieron sorprenderse, y de una forma terrible.
Clara: Oh, vaya... Parece que es... -exclamo con un exagerado tono dramático.
Lyra: Pero no debe ser, es imposible -dijo de forma igual de exagerada antes de tener un brillo pícaro en los ojos- seguro es la imitación hecha con agua roja de la que nos habló el señorito.
Y no hace falta decir que esa declaración desubico por completo a ambos Tringham
Russell: ¿Saben de eso?
Clara: La verdad no... -dijo con un tono de voz burlona- tú nos lo acabas de confirmar.
Lyra: Lo que sí sabemos es el proceso que su padre uso para crear esa piedra que tienes allí... Solo basta ver cuánta gente padece de toz en el pueblo para hacerse una idea... -dijo haciendo que el hermano menor bajara la mirada mientras temblaba.
Si, ellas ya tenían una buena idea de porque la gente en esa ciudad estaba enferma, no solo era la pequeña Elisa, una buena cantidad de personas sufrían ataques de tos. Y tras Clara analizar a la propia Elisa que esa mañana había ido a visitar a su tío. El grupo del Mayor más joven en la historia del país tenia una no muy bien aceptada respuesta.
Clara: Esa cosa es tóxica, ¿Verdad? -pregunto molesta- el agua roja es solo una concentración ridícula de mercurio, azufre y otras toxinas altamente dañinas para el cuerpo humano. Esa niña Elisa tiene rastros de agua roja en su sistema ¿Cómo rayos esta viva? Es un milagro, así de simple.
Lyra: Si, el señorito me hizo investigar al respecto -dijo con seriedad a su compañera- recuerda que su intención es destruir todo sobre la piedra filosofal, así que investigue en su nombre a algunos alquimistas que se obsesionaron con el tema... Uno de ellos era Nash Tringham. Su padre ¿no? -pregunto haciendo que ambos hermanos las miraran con incredulidad.
¿Cómo lo sabían?
Clara: ¿El señorito quiere destruir la piedra filosofal? -pregunto sorprendida- pensé que era todo lo contrario. Que había hecho un trato con su padre para buscar la piedra y que Acero no tuviera que hacerlo.
Lyra: El señorito se ve a sí mismo como un científico, no un alquimista. Por esa misma razón, el ve como innecesario todo el sufrimiento que conlleva la creación de la piedra. Por eso cree que la humanidad puede sobrevivir perfectamente sin ella -respondió- además, el cree que si investiga lo suficiente, puede ayudar a los hermanos Elric sin tener que recurrir a la piedra filosofal.
Clara: Comprendo -dijo mientras que los dos rubios presentes no podían creer lo que escuchaban.
Entonces era un hecho, Alfons Heiderich Mustang conocía a los hermanos Elric, y al parecer les tenia el suficiente aprecio como para hacer cosas sucias y hasta desquiciadas por ellos, eso solo no estaba bien.
Russell: Lo único que comprendo de todo esto... Es que su "señorito" quiere destruir la investigación de mi padre... ¿Es así? -pregunto dejándose consumir por la ira ante la indiferencia de ambas mujeres.
Lyra: Sólo responde esto, algo de lo que mencionó mi compañera de que el agua roja es tóxica, ¿Es cierto? -pregunto haciendo que el más alto de los dos chicos afilara la mirada.
Clara: Vaya, qué gran hombre habrá sido su padre si no le importaba matar gente inocente para seguir jugando al gran alquimista -dijo con sarcasmo.
Causando que el mayor de los Tringham intentara atacarla con su espada cegado por la ira, solo para que este viera con incredulidad como su arma transmutada fue cortada en dos por nada más que una espada que parecía estar hecha de naipes.
Russell: ¿Qué? -exclamo con incredulidad mientras ambas chicas seguían con su interrogatorio.
Lyra: Sabemos que hubo una epidemia hace años, muchos niños llegaron a perder la vida, ¿Tiene relación con el agua roja? -pregunto con severidad- es irónico, la gente de Xenotime tenía todo el dinero del mundo, pero nada los ayudo a salvar a todos esos bebés... la equivalencia de intercambio puede ser muy injusta a veces.
Russell: ¡Cállate! -dijo golpeando a la mujer rubia en el rostro.
La cual decidió aprovechar para hacer lo que mejor sabía hacer, actuar.
Clara: Au.... Duele mucho... -dijo dándole la espalda a la vez que se hacía llorar- ¿Por qué eres tan malo conmigo? -dijo de tal modo que el chico no pudo evitar sentirse mal.
Russell: ¿Qué? No, yo no quise... no fue tan fuerte, yo... -dijo queriendo ver que ella estaba bien, solo para luego sonrojarse al verla llevarse su otra mano al pecho- ¿Por qué te estas desabotonando la camisa?
Clara: Caíste -dijo maliciosa.
Siendo eso lo ultimo que paso antes de que la antigua ladrona de la ciudad del agua usara una de sus técnicas más características. Aprovechar la perversión de los hombres para luego usar la baraja escondida en sus senos y dejarlos inmovilizados con sus naipes.
Acabando así con que el joven Russell terminara clavada en el piso gracias a las cartas que lo tenían clavado de toda su ropa.
Clara: Pelear con una mujer es muy diferente a hacerlo con un hombre ¿no te parece? Es una experiencia completamente nueva -menciono con un tono coqueto mientras tomaba la piedra roja del chico que era incapaz de moverse.
Fletcher: Hermano, ¿Estás bien? -pregunto preocupado solo para ver que su hermano tenia la cara roja y parecía completamente desubicado.
Russell: ...Etas... Etas ... -era todo lo que decía desorientado.
En lo que las dos mujeres miraron con interés el objeto recién robado.
Clara; Me preguntó... Cuánta gente murió para hacer esto... -se pregunto mirando la piedra en sus manos.
Al mismo tiempo que el menor de los dos hermanos solo se tensó.
Fletcher: ... ¿Morir? -pregunto llamando la atención de ambas damas.
Clara: Digo, esos bebés no murieron sólo porque si ¿verdad?
Y fue cuando lo entendió. El sabía que el agua roja es una sustancia sumamente toxica que había estado contaminando el pueblo de Xenotime por años. Y sabía de la plaga y las muertes de los bebés gracias a las notas de investigación de su padre. El no pudo o mejor dicho no quería conectar los puntos porque no quería creer que su padre fuera capaz de algo así.
Pero al ver como la verdad lo golpeo en la cara... el solo... aunque no quisiera... solo...
Fletcher: Lo siento... Lo siento mucho... -dijo cayendo de rodillas- no sabíamos, no pensábamos que papá llego a... Lo siento mucho... ¡Lo siento mucho! -dijo cubriéndose con ambos brazos para que no lo vean llorar.
Cosa que conmovió a ambas mujeres ya que era obvio que el chico era sincero.
Lyra: Descuida, te creemos -dijo viendo con tristeza al menor.
Clara: Y algo me dice que su papá tampoco lo sabía al principio -dijo mirando de reojo el lugar- primero lo primero, esperar ordenes, y en caso de ser necesario, estar preparadas para destruir este laboratorio.
Russell: ¡Eso no va a pasar! -dijo reaccionando de golpe- eso no lo voy a permitir. Esa piedra roja es el resultado de mucho esfuerzo por parte de mi padre. El lo dio todo en la búsqueda de ese logro científico ¡si creen que voy a abandonarlo ahora están muy equivocadas!
Y allí el joven fue golpeado, pero no por alguna de las mujeres. No, fue su propio hermano menor quien le dio un golpe que lo dejo sin palabras.
Russell: Fletcher...
Fletcher: Hermano ¿no lo ves? -pregunto entre lágrimas- la razón de que nuestro padre buscara hacer una piedra roja era traer felicidad a las personas. Y hacer sus vidas mejores, pero... lo que hemos hecho, lo que papá ha hecho aquí, es imperdonable ¡¿a quien le importa el crédito?! ¡Papá estaría avergonzado si viera lo que estamos haciendo! -dijo dejando sin palabras a su hermano mayor.
Quien solo se quedo en silencio mientras el menor era reconfortado por la enfermera que sentía satisfacción en que un niño pequeño pudiera dar un paso al frente de ese modo contra su hermano nada menos.
Russell: ... ¿Que pasara con nosotros? -pregunto con la mirada ensombrecida.
Lyra: El señorito puede asegurarse de que ustedes estén bajo su supervisión -explico mientras que ambos hermanos escuchaban atentamente.
Clara: Pero eso dependerá de que tan culpables sean ustedes y su padre en todo esto -dijo con seriedad- eso depende de cuanto logre sacarle a Mugear.
Russell: Entiendo... -dijo antes de soltar un suspiro- si de algún modo acabamos presos... puedo confirmar que todo lo hice yo... Fletcher no ha hecho nada. Hasta le he prohibido practicar alquimia por eso mismo... -afirmo para sorpresa del menor.
Fletcher: ... Hermano.... -logro decir entre el llanto para tristeza de ambas mujeres.
Vamos, no tenían corazones de piedra, y ese era un momento muy dulce y triste como para hacer como si nada pasaba. A lo cual ambas solo se vieron antes de negar.
Clara: Sé que Alfons hará lo necesario para que eso no pasé, seguro Mugear ahora piensa que lo tiene convencido de ayudarle.
Lyra: Solo queda esperar y ver a que resolución llega el señorito para el final de su reunión -dijo calmada.
A lo cual ambas solo esperaron la señal, que a lo que entendían, simplemente lo ¨sabrían¨ cuando pasara lo que fuera que Alfons haría.
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(Oficina de Mugear de la mansión)
(Alfons Pov)
Si había algo que decir de Mugear aparte de ser un sabueso buscador de riqueza, era que el tipo en serio amaba los lujos. Prueba de ello era su oficina en su mansión, la cual es todo un espacio imponente y lujoso. La habitación cuenta con altos techos adornados con elegantes molduras y arañas de cristal que cuelgan del techo. Las paredes están revestidas con paneles de madera finamente tallados, que transmiten una sensación de opulencia y tradición. Grandes ventanales permiten la entrada de luz natural, ofreciendo vistas panorámicas de los extensos terrenos de los que Mugear era dueño.
La oficina del terrateniente era básicamente un lugar majestuoso y lleno de riqueza. Prueba de ello era nada más ver el imponente escritorio de roble macizo, pulido hasta alcanzar un brillo deslumbrante. Así como los diversos objetos de valor que estaban sobre este, como una pluma de oro y una elegante bandeja de plata con licores de calidad sobre esta. Además de que el propio Mugear estaba sentado en una silla de cuero genuino, de respaldo alto y confortablemente acolchada.
Eso me hizo preguntarme. Si la mina no había producido oro en años ¿de dónde sacaba el dinero tanto para la investigación del agua roja como para poder pagar todos sus lujos?
Mugear: ¡Jajajaja! Sabía que caíste bien por una razón ¿seguro no quieres un trago de vino? Podemos hacer la vista gorda a tu edad -dijo el hombre ya con un leve sonrojo por la borrachera.
Alfons: No gracias, sigo afirmando que soy menor de edad. Y en realidad no soy bueno para la bebida... Entonces, ¿qué le parece mi propuesta? -pregunte cortésmente- no necesariamente debemos ver el oro como algo primordial para llenarnos los bolsillos de dinero. Con su mina de agua roja, podemos hacer piedras rojas a granel y hacer una fortuna que hará que el oro parezca como si fuera cobre.
Y pude jurar que en ese momento los ojos de Mugear pasaron a ser dos monedas de oro por unos momentos.
Mugear: Me gusta como piensas, muchacho -dijo haciendo un ademán para que continuara con la explicación.
Alfons: La venta de piedras rojas. Tal vez no sean la piedra filosofal como tal, pero eso no quita que tengan su propio mérito. Solo un tonto ignoraría su potencial solo por no ser la piedra filosofal genuina -continúe con mi oferta que parecía llamar más y más la atención del hombre mayor.
Mugear: Totalmente, muchacho.
Alfons: Aunque me preocupa algo. Actualmente desconozco el procedimiento como tal de fabricar las piedras rojas ¿Cree que el par de imitadores sepan cómo hacerlo realmente? -pregunte fingiendo preocupación en lo que el solo agito una mano restando importancia al asunto.
Mugear: Ni hace falta, se lo mostraré -dijo levantándose torpemente antes de abrir la caja fuerte en su oficina.
Los cuales me entrego sin cuidado alguno, dejándome sin palabras ya que se trataba de la investigación de Nash Tringham. Todo estaba detallado, desde el hecho de que el agua roja se encuentra en formaciones geológicas específicas de ciertos terrenos como la mina de Mugear. Las técnicas de perforación y extracción especializadas para acceder a estas formaciones y extraer el agua roja. Así como incluso el proceso de purificación para eliminar impurezas y asegurar que el agua roja esté en su forma más concentrada y potente lista para cristalizar... que era dándole el agua de beber a mujeres embarazadas.
No hace falta decir que esto hizo que todos los recuerdos de lo que vivió mi Edward la ultima vez relacionado a esto vinieran a mí de golpe, y todo lo que pude sentir fue asco.
Alfons: ... El proceso es brillante ¿usted hizo todo esto? -pregunte fingiendo ignorancia haciendo reír al hombre.
Mugear: Quisiera decir que sí pero no -menciono como si nada- se trató de un don nadie que volvió luego de que se fue de este pueblo sin importar nada con tal de salvar este lugar abandonado de la mano de Dios, pero no tuvo las agallas de llegar hasta el final. O al menos eso sabe el público, pero esos bebés no murieron por nada ¿verdad? -pregunto malicioso, a lo cual solo lo vi con una mirada inexpresiva.
Alfons: No... No lo hicieron.
Mugear: Yo mismo hubiera hecho el procedimiento, pero no soy alquimista y en lo personal, me siento muy mayor para aprender -explico a lo que yo asentí.
En realidad nunca se es lo bastante mayor y si no aprendió alquimia era solo porque no quería. Pero a fin de cuentas esto solo termina de confirmar lo de que la imagen que tienen los habitantes de Xenotime de este hombre era pura basura, así de simple.
Alfons: De casualidad, ¿el hombre del que habla era el alquimista rojo, Nash Tringham? -pregunte logrando que me viera con sorpresa.
Mugear: ¿Ha oído de él?
Alfons: No mucho en realidad, solo es que es mi deber como militar saber sobre los perros del ejército a servicio del estado -aclare con simpleza- en su caso, un desertor que solo se fue un día de central para no volver... ¿Dónde esta ese desertor a la patria? -pregunte logrando que él se calmara.
Mugear: También nos dejó, así sin más
Bingo, esto era lo que estaba esperando.
Alfons: ... ¿Seguro? Algo me dice que usted no dejaría que un secreto tan lucrativo como este salga de esta mansión tan fácilmente -sugerí a la vez que él se tensó- vamos, estamos entre amigos, seguro sabe que yo como militar estoy de acuerdo con lo de "barrer las cosas bajo la alfombra" -dijo guiñando un ojo. Haciendo que el riera por lo bajo.
Mugear: Claro, claro, tienes razón -dijo antes de solo respirar hondo- en realidad no quise hacerlo, pero no tuve opción, el amenazaba con revelar todo al pueblo. Iba a destruir el trabajo de mi vida, de mi futuro. Solo hice lo necesario para preservarlo, seguro comprenderá -explico en lo que yo asentí.
Alfons: Por no mencionar que el pueblo, a quienes imagino usted animó a sobreexplotar la mina de oro en primer lugar, lo lincharían si averiguaban que sus hijos murieron porque usted no quiso reconocer que no consideró la posibilidad de que el oro se acabaría tan rápido -dije con naturalidad.
A lo cual Mugear se estremece ante la idea, no debió de imaginarse nada lindo.
Alfons: Pero ese secreto no tiene por qué salir a la luz ¿verdad? -pregunté mientras le ofrecía unos papeles, el ¨contrato¨ para el negocio entre él y yo- solo es cosa de una firma, y usted y yo viviremos una vida de riqueza bien merecida, así de fácil -dije con mi mejor tono de persona empática.
Para acabar logrando justo lo que quería, que el tipo terminara por firmar todo sin leer nada.
Alfons: ¡Gracias! Ahora, déjeme decirle un secreto, mi amigo... no me gusta hacer tratos con asesinos como usted, por muy hipócrita que lo diga yo... y yo no creo que la alquimia y mucho menos la piedra filosofal le hagan ningún bien a este mundo -dije haciendo que al hombre se le pasara la borrachera de golpe.
Mugear: ¿Qué? -pregunto antes de notar que algo pasaba.
Y eso que yo active el circulo de transmutación de uno de mis guantes, a la vez que suavemente empecé a girar mi mano. Cosa que causo que el aire que el hombre tenia en sus pulmones comenzar a salir de ellos por la boca a la vez que una esfera de aire comprimido se formara alrededor de su cabeza, impidiéndole irónicamente cualquier posibilidad de oxigenación
Alfons: Usted me repugna. Usted piensa que puede dar o quitar tanto la libertad o la vida de los demás cuando le da la gana. No ve a los demás personas, solo como herramientas o billeteras con piernas para hacer más grande su fortuna seguramente construida con sangre... -dije mientras observaba al hombre asfixiarse poco a poco- pero para la gente de Xenotime, como para el resto de este país... la libertad, la salud y la vida son tan importantes como la riqueza... o el aire -dije apretando mi puño.
Haciendo que todo el aire se disipara mientras Mugear intentaba inútilmente agarrar aunque fuera un poco antes de caer muerto sobre su escritorio.
Alfons: Y sin el aire, sin algo tan vital, no hay vida... solo oscuridad.
Estaba hecho, ahora con el documento firmado, oficialmente Mugear me acaba de hacer dueño de todo lo que era suyo. Desde la montaña hasta la mina, desde el pueblo a las rutas de comercio. Tomó se me acaba de ser cedido a mi persona. A partir de ahora todos podían ver al nuevo dueño de estas tierras. Y de momento tenia algunos planos a futuro para este lugar.
Aunque ciertamente sentí que me estaba perdiendo de algo, que sucedió algo importante y no se qué... meh, seguro son ideas mías, o en todo caso lo sabré después. Por ahora, solo quedaba seguir adelante con esta toma hostil.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, lo confirmo desde ya. Los Tringham serán parte del grupo de Alfons de ahora en adelante. Así como que el agua roja como las piedras rojas tendrán un papel importante a futuro a largo plazo.
De paso también menciono que en el próximo capitulo ya se retoma lo de la situación de Aerugo y puede que más de un secreto se revele. Mientras que para el capitulo 11 o 12 ya vuelven a aparecer los Elric.
Sin más que decir, nos vemos.
Chapter 12: Capitulo 10: Cuando una nación sangra
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
Tal como esperaba, una vez se les dijo a los mercenarios que Mugear quien era el nuevo jefe y mostré el contrato que lo demostraba, en cuestión de segundos dejaron de lado cualquier actitud hostil y procedieron a actuar con cordialidad a mi persona. Y es que la facilidad con la que estos tipos cambian de lealtad una vez su jefe actual se deshizo del anterior es un fenómeno común en el mundo de los mercenarios.
Estos individuos son contratados por dinero y no tienen un compromiso ideológico o emocional con ninguna causa en particular. Su lealtad está determinada principalmente por sus intereses personales y económicos. Cuando un jefe o empleador ya no puede cumplir con sus demandas o no les ofrece las recompensas esperadas, ellos no dudarán en buscar nuevas oportunidades y cambiar de bando. Para ellos, la lealtad es un concepto relativo y flexible, y su principal objetivo es asegurar su propia supervivencia y beneficio económico... en especial si su nuevo jefe puede matarlos como hizo con el anterior.
Pero de momento, bastaba con que supieran quien estaba al mando.
Alfons: Lyra, Clara. Veo que pudieron con el trabajo, nunca dude un segundo de ustedes -dijo mientras me servía una taza de café en lo que observaba a mis compañeras abrirse paso en la habitación.
Y junto a ellas cierto par de rubios que ya tenía una idea de quienes se trataban. Los impostores que se atrevían a usurpar la identidad de Edward, esto sería interesante.
Clara: Si, claro -dijo fingiendo no creerme en lo que yo solo rodé los ojos, en verdad que esta mujer amaba hacer una tormenta en un vaso de agua.
Alfons: Habló en serio -dije antes de ver a los dos chicos- entonces ¿Quiénes son nuestros dos suplantadores?
Lyra: Los hijos del Alquimista Rojo, señorito -dijo haciéndome arquear una ceja.
Alfons: ¿Los hijos de Nash? -pregunte haciendo que el menor levantara la mirada.
Vaya... Es más pequeño de lo que pensaba, hasta es tierno. Espero que no me haga ojos de cachorro o si no definitivamente me tendrá en la palma de su mano. Nunca he sido bueno para decirle que no a los niños.
Fletcher: Se quién eres, el niño dorado de Central... ¿Conociste a papá?
Alfons: Claro que no. Desapareció el mismo año que yo apenas comencé la academia militar. De hecho, creo que nadie lo llegó a "conocer" en realidad, según escuche, era alguien muy retraído -dijo para luego suspirar- aunque hay algo que... creo que merecen saber.
Russell: ... ¿Algo que merecemos saber? -pregunto con desconfianza.
A la vez que yo ya estaba preparándome mentalmente para esto... demonios.
El aire se volvió denso en la pequeña habitación cuando los hijos de Nash escucharon las palabras que sus corazones temían, pero que por sus expresiones, ellos ya lo sabían o tenían una idea, pero no lo querían aceptar, la realidad que ahora se le presentaba. Desde escuchar la verdad de la investigación de su padre tal cual hasta la muerte de este.
Se podía notar como en sus mentes se trataba de asimilar la pérdida así como tratar de superar la incomprensión. Las lágrimas brotaron de los ojos del más pequeño mientras su cuerpo se llenaba de una profunda tristeza a la vez que el mayor trato de verse fuerte. La muerte de su padre desaparecido significaba más que la pérdida de un ser querido; representaba el fin de una búsqueda, la esperanza que se desvanecía y la incertidumbre de un futuro sin la figura paterna que tanto anhelaban... en cierto modo, solo siento lastima por ellos.
Ah... yo y mi corazón blandengue.
Russell: Papá... -dijo una vez se sintió con la fuerza para hablar.
Fletcher: No... -lo escuche decir haciendo que yo solo quisiera mandar al carajo todo y abrazar al menor. Pero aún no, intenta seguir la profesionalidad, Alfons.
Alfons: Si, lo siento... aunque esto no fue todo culpa de su padre. Algo me dice que la piedra roja que ustedes dos tienen fue la única que hizo. Todas estas -dije mostrando una buena cantidad de estas que sorprendió al par de hermanos- fueron cosa de Mugear, aunque no puedo decir que su padre no tuvo que ver, Mugear no es alquimista al fin y al cabo -dije diciendo tal cual los hechos- pero cuando vio lo lejos que Mugear estuvo dispuesto a llegar... fue por eso por lo que Mugear... -dije antes de callar.
Ok, descubrí que hay algo peor que la mirada de perrito triste, la verdadera mirada de perro triste que es en base a verdadera tristeza en vez de una emoción fingida para obtener algo. Es mucho peor cuando el sentimiento es real, solo verlo a sus ojos llorosos me está rompiendo... menudo soldado soy.
Alfons: Nada... No importa ya -dije apartando la mirada- para aclarar las cosas, Xenotime ahora es de mi propiedad. Mugear "gentilmente" me lo dio todo a mí. Incluida la mina de agua roja.
Russell: ¿Y qué harás con ella? -pregunto con la mirada sombría.
Alfons: Sacarle el máximo provecho, obviamente -dije para sorpresa de todos los presentes- como le dije a Mugear, solo un idiota decidiría dar por menos a estas piedras rojas solo por no tener las propiedades místicas de la disque piedra filosofal. Por eso me aseguraré de que cada litro de agua roja en este lugar se vuelva una piedra roja a toda costa. ¿No les gustaría transmutar sin necesidad de un círculo, chicas? -pregunte a mis dos compañeras.
Las cuales se miraron dudosas antes de responder.
Lyra: Si pero...
Clara: ¿Qué hay del pequeño detalle de que es tóxica?
Ah, claro. Era entendible su preocupación si se tomaba en cuenta ese pequeño detalle. Y yo también estaría preocupado de no ser porque ya sabía justamente como arreglar ese problema gracias a que Ed ya había vivido todo esto.
De allí que una vez más no me quedaba de otra que agradecer a la verdad por darme las memorias que el Edward que conocí vivió ¿Por qué lo hizo? Hasta la fecha sigo sin entenderlo. Quizás fue sin querer ¿Quién sabe?
Alfons: ¿Qué con eso? -pregunte fingiendo extrañeza- Digo, no es como si alguna persona se acercara al agua roja para empezar. Ni loco pienso usar el proceso de Mugear de dar de beber el agua roja a las mujeres embarazadas -dije encogido de hombros en lo que el mayor de los hermanos levanto la mirada.
Russell: ...Él mató a nuestro papá, ¿Verdad? -exclamo haciéndome suspirar.
Alfons: Sabes, al menos yo no quería decirlo en voz alta para que no fuera tan obvio, por, y valga la redundancia, obvias razones -dije señalando con mi cabeza al más pequeño de los presentes.
Quien solo seguía con la mirada gacha mientras apretaba sus puños con fuerza. Es un hecho, estoy a nada de ordenar que sacaran a este niño de aquí, me estaba partiendo el alma verlo, solo imaginarlo con esa expresión bajo una nevada de una noche de invierno... ¿es que soy masoquista?
Lyra: Señorito. Si no va a usar mujeres embarazadas ¿Cómo piensa cristalizar el agua roja? -pregunto en lo que yo por dentro le agradecía por la intervención. Bendita seas, Lyra.
Alfons: Pues con una fuente igual de orgánica y hasta de mejor calidad. Sin tener que dejar estos terrenos -dije señalando el bosque que era parte de la propiedad- las plantas es lo único que depende más de los líquidos que las propias personas.
O dicho de otro modo más científico, del mismo modo que las plantas hacían fotosíntesis, podían replicar el proceso de gestión del embarazo de los seres de carne y hueso que el agua roja necesitaba para ser tratada.
Clara: ¿Pero eso no mataría a los árboles?
Alfons: Árboles o personas ¿Cuál ven mejor? -pregunte encogido de hombros- el agua roja igual es una amenaza para las personas de aquí, porque como me han recalcado, es tóxica. Este mundo, aunque nos duela, está regido por la equivalencia de intercambio. Queremos algo, debemos dar algo igual.
Y si, se de la importancia de las plantas por producir aire limpio y demás. Pero no es como que busque talar toda una jungla y esa agua roja debía ser tratada. En el peor de los casos, estaré rompiendo varios huevos para hacer una tortilla muy costosa.
Alfons: Además, tengo entendido que ustedes dos se especializan en alquimia relacionada a la vegetación -dije mirando a los hermanos que me miraron sorprendidos.
Russell: ¿Cómo es que tú...?
Lyra: Se acostumbrarán -dijo como si nada bebiendo una taza de café- el señorito es una persona muy especial, ve el panorama completo. A veces hasta parece ver el futuro, pero sólo es buen estratega.
Clara: Aunque llega a dar miedo -susurro en lo que yo sonreí para mis adentros.
Se que llegaba a dar algo de miedo, eso era lo divertido.
Russell: Están de broma... No puede existir alguien así -dijo con un tic en el ojo antes de respirar hondo- sí, se dé alquimia para las plantas, pero eres prepotente al afirmar que Fletcher también. Él no es alquimista -dijo haciéndome sonreír con ironía.
Alfons: ¿No lo es? -pregunte con un tono escéptico.
Russell: No, no lo es.
Alfons: ¿Seguro que no lo es?
Russell: Que no lo es.
Siendo de ese modo que estuvimos con ese vaivén por al menos cinco minutos al punto de que posiblemente parecíamos dos tarados. Hasta que el rubio con overol ya cansado se aclaro la garganta.
Russell; Claro que no. Papá odiaba que Fletcher practicará alquimia. Me asegure de no enseñarle nada -dijo obstinado antes de que pareciera reflexionar sobre cierto asunto- ahora entiendo porque... él no quería que sus hijos siguieran sus pasos. Yo no lo comprendí hasta tarde, pero Fletcher aún tiene las manos limpias, no hay modo de que el...
Fletcher: De hecho, lo soy, se hacer alquimia -revelo como si nada para consternación de su hermano.
Vaya, juro que si se dejaba caer un alfiler, definitivamente se oiría al mismo golpear el piso de lo silenciosa que se había vuelto la habitación luego de eso. Esto se pondrá bueno.
Russell: ... ¿Cómo que lo eres? -pregunto a la vez que su hermano menor bajo la mirada con pena.
Fletcher: Yo... estuve practicando en secreto. No me considero un experto, pero se lo básico -hablo cada vez más bajo en lo que parecía querer que la tierra se lo tragara.
A lo cual no me pudo resistir más y le acabe revolviendo el cabello con afecto para sorpresa de este.
Alfons; Y debes ser muy bueno ¿verdad? -pregunte haciendo que el pequeño se sonrojara de pena.
Fletcher: Algo -dijo jugando tímidamente con sus dedos.
Rayos... ¿Cómo alguien podía ser tan malditamente tierno? Podía sentir como se me formaba una sonrisa en mi rostro de lo lindo que era este niño... al mismo tiempo que también sentí un aura asesina que se formaba a mi lado, y tenia una buena idea de quién podía ser... esto no se pondrá buen, esto será rebueno. Va a ser divertido.
Russell: Oye -escuche decir al imitador con una vez grave y una evidente voz asesina- si sabes lo que te conviene, quitaras esa mano de allí -dijo como amenaza.
Mientras que yo como respuesta hice lo mas sensato... abrazar a Fletcher como si fuera un osito de peluche.
Alfons: ¿Pero por qué? es tan lindo. De hecho, Fletcher, eres demasiado tierno para tu propio bien ¡eres tan lindo! -dije frotando mi mejilla contra la del menor.
Cosa que aproveche para notar como el menor se apenaba hasta tener la cara roja en lo que el mayor estaba haciendo bilis.
Clara: Con eso hará que el menor se encapriche contigo, Alfons cariño -la escuche decir con un tono burlón.
Lyra: Creo que esa es la idea. El señorito es alguien que de hecho le gusta mimar a otros -dijo riendo suavemente.
Clara: Ahora imagina cuando ya sabes quién escuche el chisme -dijo en lo que ambas reían.
¿De quién estarán hablando?
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(Mientras tanto en Central)
Edward: Achú -estornudo el joven rubio del abrigo rojo como si de un gatito se trataba llamando la atención de los transeúntes.
Al: Hermano ¿te sientes bien?
Edward: Tranquilo Al. Debe ser el polen, estamos en temporada -dijo limpiándose la nariz- aunque... por alguna razón tengo ganas de golpear a un niño y ha un militar en particular -dijo frunciendo el ceño.
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(De vuelta en Xenotime)
Alfons: De cualquier modo -dije tomando asiento- aún tengo unas semanas libres bien ganadas luego de todo el asunto que fue mi nombramiento como heredero al trono del principado del sur y demás. Así que podemos centrarnos en comenzar el proyecto de la creación de piedras rojas a partir de vegetación cuanto antes.
Russell: Me parece bien, solo una pregunta... ¡¿Porque demonios tienes a mi hermano sentado en tu regazo, desgraciado?! -grito mientras señalaba dicho hecho.
Ah, ya se me había olvidado de que aún tenía al peque abrazado y me lo traje conmigo. ¿Pero me pueden culpar? Es muy ligero, tanto que ni me di cuenta.
Fletcher: Pues yo aquí estoy cómodo -dijo acomodándose para consternación de su hermano.
Russell: ¡No deberías decir eso!
Fletcher: ¿Por qué no si es verdad? -menciono mientras se acomodaba sobre mi como si fuera una especie de gato que buscaba la posición mas cómoda para quedarse dormido.
Cosa que hizo que el mayor de los dos se cayera de rodillas dramáticamente para mi placer.
Alfons: Veo que te gusta molestar a tu hermano ¿eh, peque? -dije haciendo cosquillas al chico- tú y yo nos llevaremos bien -dije mientras que Lyra susurraba en mi oído.
Lyra: Su compasión siempre es admirable, señorito. Incluso sabíamos de antemano que los acogería, estoy segura de que la general Armstrong estará complacida con esta idea... pero ¿seguro que es buena idea confiar en ellos para este trabajo, señorito? -pregunto en lo que yo solo me hice el desentendido.
Alfons: No veo por qué no, es decir -dije mientras seguía frotando mi mejilla con la del menor que parecía a gusto con eso- solo mira esta carita adorable y dime que no le confiarías hasta el mayor secreto -dije en lo que el menor se pinchaba las mejillas con una sonrisa que perfectamente podía derretir corazones.
Opinión que creo que no fue compartida por las chicas que solo suspiraron en respuesta ¿En que estarán pensando estas dos?
Lyra: Entiendo. Perdón por poner en duda su buen juicio, señorito.
Alfons: No importa -dije restando importancia al asunto- por cierto, Russell -pronuncie el nombre del chico, de paso interrumpiendo su momento dramático- no tolerare que sigas usando el nombre del alquimista de acero en este pueblo, deberás decir la verdad cuanto antes.
Russell: ¿Y por qué te importa? -pregunto como si le hubiera hablado en chino o en cualquier otro idioma extranjero.
Parece que toca ser más directo.
Alfons: Porque otros ¡SI TE EJECUTARAN! si se enteran de que estás usurpando la identidad de un Alquimista Estatal -dije al mismo tiempo que tapé los oídos del niño sentado encima de mi- además ¿Qué ejemplo le estas dando a tu hermano menor aquí?
El cual juro que ahora mismo puso una cara como si tuviera una cola y orejas de gato imaginarias. Es más ¿acaso esta ronroneando? Juraría que lo esta haciendo.
Russell: Maldito bastardo -lo escuche decir, pero ahora no podía importarme menos.
Alfons: Fletcher, tu hermano tiene cosas que hacer, y a mí ya me está dando hambre ¿Quieres almorzar? Lyra es muy buena cocinera -sugerí en lo que el mayor quedo boqui abierto mientras que el menor ya estaba abrazado a mi cuello con una sonrisa de oreja a oreja.
Fletcher: La verdad es que sí, me gustaría mucho -dijo ganándose la aprobación de mi asistente.
Lyra: Es bueno ver que algunas personas si aprecian mi comida.... No como otras -menciono en lo que Clara hizo un puchero.
Clara: ¿Aún estas enojada por eso? Ya te lo expliqué, no rechace el postre de la noche anterior porque no quisiera, ya me había lavado los dientes -aclaro en lo que la chica de pelo negro solo hizo oídos sordos.
Ya que eso era algo que tanto Clara como yo aprendimos por las malas con el tiempo. Lyra podía ser muy rencorosa, especialmente con dos cosas. Que su comida fuese criticada y que algún hombre se le quedara viendo más de lo necesario. En ambos casos, era mejor no ser responsable de su ira... especialmente en el segundo caso.
Mejor evitar el conflicto.
Alfons: Bueno, chicas, parece que tenemos un almuerzo para preparar. Lyra, ¿Qué te parece si hacemos uno de tus platos especiales? Y Clara, ¿puedes encargarte de ayudar y preparar un delicioso postre para después? -dije haciendo que ambas asintieran con entusiasmo.
Lyra: ¡Claro, señorito! Estoy emocionada de poder cocinar para todos. Tengo una receta especial de estofado de carne que sé que les encantará. Y que más vale que alguien no rechace -dijo haciendo que la chica gruñera fastidiada.
Clara: Ay ya, perdóname la vida -dijo antes de solo sonreír de forma profesional- por supuesto Alfons querido, puedo preparar un postre delicioso. ¿Qué te parece si hago un pastel de chocolate con fresas frescas? Es uno de mis favoritos.
Alfons: Perfecto, eso suena increíble -dije mirando al menor- Fletcher, ¿te gustaría ayudar en la cocina? Podemos hacer de esto un trabajo en equipo.
Fletcher: ¡Sí, me encantaría ayudar! Nunca he cocinado antes, pero estoy dispuesto a aprender.
Alfons: Genial, yo también ayudare. La cocina es un lugar divertido para experimentar y aprender cosas nuevas. Además, es una buena oportunidad para pasar tiempo juntos y conocernos mejor -dije en lo que todos ya estábamos saliendo de la oficina.
Momento en que Russell salió del trance en el que al parecer se había estancado mentalmente al sentirse desubicado para luego vernos con rabia, en especial a mí.
Russell: ¡Oye, no secuestres a mi hermano solo así como así! Y ahora que lo pienso ¿cómo puedes tener un uniforme militar? ¡Eres un niño! -me acusó en lo que yo solo arquee una ceja.
Alfons: Pues tú también lo eres ¿cuál es tu excusa?
Ok, creo que me pase un poco. Ya que juro que el tipo casi que echaba humo de las orejas de lo molesto que estaba.
Pero cuando estaba a punto de disculparme, fue que la puerta se abrió de golpe, revelando a uno de los tipos que ahora trabajaba para mí, el cual parecía agitado y hasta cierto punto nervioso, me pregunto por qué.
Guardia: Jefe. Tenemos un problema -dijo haciendo que lo viera con mala cara.
Alfons: Más te vale que sea importante -dije con un tono que lo hizo tensarse y hasta sudar la gota gorda.
Y hasta creo que a punto de orinarse también si el como le temblaban las piernas era una indicación... vaya, no pensé que hubiera mejorado tanto intimidando a otros.
Guardia: Si, señor, lo que pasa es que, bueno es que, pues vera usted...
Alfons: ¡Solo dilo!
Guardia: ¡El asesor del príncipe Claudio Rico está en la entrada! ¡El señor Petr Hildebrand!
... ¿Eh?
Alfons: ¿Quién?... -dije en lo que me asome por la ventana para ver al disque recién llegado-... no sé quién sea ese tipo, pero no es parte de la Corte del príncipe de Aerugo. Lo sé porque el príncipe en persona me presentó a toda la Corte real el mismo hace tiempo.
Y es que de verdad no sabía de donde había salido este sujeto. Parecía usar un uniforme militar como el del ejercito amestrisano pero era en su totalidad de color negro. De cabello oscuro y grasoso, sin mencionar que aparte de ser pálido, se notaba que el tipo estaba prácticamente a nada de desfallecer, se le notaban las costillas hasta donde su atuendo dejaba ver. No sé quién es, pero nunca lo había visto.
Lyra: Tal vez se le fue al príncipe presentar a este caballero -la escuche decir, sacándome de mis pensamientos. A lo cual solo negué.
Alfons: No lo creo. El hombre es senil, pero no tanto... Y para empezar ¿porque un miembro de la Corte real de Aerugo vendría hasta Amestris para hacer negocios con un Amestrisano? -pregunte extrañado- dudo que haya venido buscándome, es decir, no llevo ni un día aquí, los chismes no viajan tan rápido -dije en lo que sentí que cierto niño rubio me jalaba la tela de la manga de mi brazo- ¿Si, Fletcher?
Fletcher: Pues... no se de qué hombre hablan. Pero si se refieren al príncipe de Aerugo. No es tan viejo, es un señor de edad adulto, pero no anciano -dijo haciendo que tanto Clara y Lyra como yo le viéramos extrañados.
¿A qué se refería?
Clara: Cariño, si para mí que fue compañero de clases del mismísimo Flamel... o de hecho unos años mayor.
Alfons: ... Fletcher -dijo tomando al menor por los hombros de un modo gentil pero firme a la vez- ¿Cómo conoces al príncipe de Aerugo? Hablas como si lo hubieras visto antes.
Fletcher: Pues si -dije con algo de nerviosismo- Mugear y el príncipe han hecho tratos durante meses. ¿Verdad hermano? -pregunto al mencionado que solo chasqueo la lengua cruzado de brazos- vino a la mansión y todo. Hasta dejó una foto.
Tras esa declaración, rápidamente se fue hacia al escritorio y muebles que solían ser propiedad de Mugear y comenzó a registrar y revolverlo todo como un sabueso en busca de su presa. Hasta que finalmente dio con lo que buscaba, una foto de otro tipo que jamás en mi vida había visto.
Fletcher: Aquí esta, el señor está lleno de sí mismo. Muy egocéntrico. Tenia varias de estas fotos de sí mismo para regalar -dijo en lo que yo solo fruncí el ceño.
Alfons: Si... Este no es el príncipe... -dije con seriedad- parece que ustedes no son los únicos estafadores en este pueblo, chicos.
Ambos hermanos: ... ¿Eh? -dijeron extrañados mientras que yo ya estaba tomando nuevamente mi lado profesional, y ha todo dar.
Alfons: ¿Qué tratos ha hecho Mugear con este tipo? -pregunte más que todo al mayor de los hermanos que al verse contra las cuerdas solo negó resignado antes de responder.
Russell: ... Mugear vendía metal a bajo precio al falso príncipe, posiblemente transmutado con las piedras rojas, y Petr viene a recoger los envíos mensuales. El tipo decía que era para nuevas vías férreas y vehículos para Aerugo, pero al parecer lleva mucho tiempo haciéndolo, y ahora....
Sí, ahora era bastante sospechoso. Que alguien se hiciera pasar por el príncipe de un país enemigo de Amestris e hiciera tratos con Amestrisanos corruptos ya era suficiente para encender cualquier alarma. Siendo la cereza del pastel todo el asunto del metal, si de verdad llevaban comprando cargamentos de forma mensual. La pregunta era... ¿Por qué?
¿Para que necesitan tanto metal?... ¿Qué están construyendo?
Alfons: ...Chicas. Hagan pasar al señor Petr... Sean "amables". Y que Russell las ayudé, será educativo para él -dije con una de mis mejores sonrisas ¨inocentes¨ mientras les hacia un gesto con la mano.
Que como era de esperar, ambas sabían lo que eso significaba, mientras el rubio alto solo me miro confundido.
Ambas: Claro, "amables" -dijeron con complicidad para confusión de los dos rubios que no sabían leernos entre líneas aún.
Alfons: De hecho. Si quieren pueden tardarse al tratar con él. Fletcher y yo aún tenemos hambre. Tómense su tiempo, mientras tanto -dije tomando la mano del menor- Fletch y yo prepararemos el almuerzo. ¿Nos vamos? -pregunte al menor que por alguna razón parecía en la novena nube si me preguntaban.
Aunque lo cierto era que solo quería sacar al niño de allí cuando antes. Por eso sin esperar respuesta alguna solo me lo lleve. Ya que sabía lo que pasaría a continuación... y no era apto para menores (técnicamente Russell también es un menor, pero el juega al adulto, así que veamos si tiene estomago para eso).
Por ahora, toca cocinar.
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(Dos horas después)
Benditos sean los gustos de un tipo que jugaba a ser de la alta sociedad como Mugear. El sujeto por alguna razón tenia carne que llevaba días marinada en vino y vinagre. Eso más algunas especias acompañado con col morada y puré de patatas daba como resultado el plato nacional de mi querida Alemania, Sauerbraten.
Sin mencionar que por la emoción ya que de hecho había pasado bastante desde la última vez que preparé mi propia comida y de hecho tenia los ingredientes necesarios, no me resistí a hacer Schnitzel también (filete de cerdo aplastado que luego es envuelto en Panko y freído) Siendo solo por tiempo que no hice Spätzle también.
Pero fue solo porque si no, sencillamente no me daba para termina el postre. El Apfelstrudel (un rollo muy fino de masa. Con un relleno que está hecho de una compota de manzana, azúcar, canela, pasas y pan rallado). En resumen, con ayuda de Fletcher hice todo un menú alemán para el almuerzo.
Y tras dejar al niño comiendo, fue que me dirigí a la oficina de Mugear donde ambas chicas y Russell ya tenían al invitado cautivo, atado y con la cara llena de moretones y unos cuantos dientes menos. Si, justo así me imaginaba que me encontraría al hombre... No debió poner resistencia.
Petr: ¡¿Que significa esto, Mugear?! ¡Teníamos un trato! ¡El príncipe no tolerará esta traición, te desollará como a un cerdo! -dijo antes de darse cuenta de a quien tenía en frente- tu... tú no eres Mugear.
Alfons: No, y aun si lo fuera, esas amenazas solo valdrían algo si Mugear realmente hubiera hecho tratos con el príncipe -dije como si nada a la vez que el tipo se puso aún más blanco de lo que ya era.
Cosas que no pensé que fuera posible la verdad.
Petr: ¡Tu-tu-tu-tu... TU! ¿Qué haces aquí, demonio del sur? ¡¿Cómo nos descubriste?! -pregunto haciéndome fruncir el ceño.
Demonio del sur, es verdad, ese es otro apodo con el que me conocían desde que Aerugo anuncio su rendición y anexión voluntaria a Amestris. No hace falta decir que así me llamaban los militares de me tenían miedo más o respeto que todo así como personas que no estaban de acuerdo con este cambio político tan repentino.
Esto solo me generaba más preguntas que deseaba que fueran respondidas la verdad.
Alfons: Se ve muy desorientado -comente en lo que mi enfermera personal se encogió de hombros.
Clara: Nunca había torturado personas antes. Fue divertido aprender con él -dijo haciendo que el tipo la mirara como si fuera el demonio en la tierra.
Petr: ¡Eres un monstruo! ¡Solo me golpeaste sin más! ¿Quién tortura antes de pedir nada?
Alfons: Como sea -reste importancia al asunto- respondiendo tu pregunta, estaba en la zona investigando algunas cosas -dije encogido de hombros- pero me llama la atención una cosa. Aquí te conocen como un emisario de Aerugo que trabaja para el príncipe. Hasta se creyeron esa mentira que les dijiste de que la guerra al sur terminó hace varios meses... Pero el hombre para el que trabajas no es el príncipe, y tú no eres ningún mensajero y mucho menos un miembro de la corte -dije con frialdad.
A la vez que sujete el cuello del tipo sin ningún cuidado.
Alfons: Así que responde ¿Quién eres y cuál es el plan aquí? -pregunte solo para que el sujeto me mirara con odio.
Petr: ¡Primero muerto antes que decir algo!
... ¿Por qué tienen que hacerlo tan difícil? Es mucho más fácil cuando cooperan y ya. Todos felices, todos contentos. Pero no.
Alfons: Chicas... -dije a la vez que a ambas les brillaron los ojos y sonrieron de una forma escalofriante que hasta a mi me hizo estremecer.
Y si así estaba yo, ni mi imaginaba que sentía el pobre desgraciado que tenía sujeto y parecía estar retorciéndose, intentando inútilmente de escapar. Pobre imbécil.
Petr: No... no... ¡Aléjense de mí!... -grito desesperado.
Pero era inútil, ellas no iban a escuchar. A menos que fuera lo que queríamos saber. Para nosotros el tipo solo era un enfermo mental o un drogadicto diciendo puras estupideces. Y por eso había que ¨motivarlo¨ adecuadamente para que fuera más cooperativo.
De allí que no dije nada cuando Clara le arranco una uña dejándola en carne viva.
Clara: Oh discúlpame. La verdad es que no se arrancar uñas tan bien, me pregunto cuantas harán falta arrancar para dominar dicha habilidad -dijo como si nada.
En lo que vi como Russell nos miraba como si fuéramos justamente monstruos o algo así. ¿Sabíamos que estaba mal esto? Claro ¿teníamos remordimiento? Por supuesto que no. Todo en este tipo gritaba sospechoso, y no pensaba dejarlo en paz hasta que escupiera hasta lo que ceno anoche. Cualquier factor desconocido no se podía subestimar.
Petr: Incontables... -dijo al notar que estábamos dispuestos a llegar hasta donde tuviéramos que llegar para hacerlo hablar- mi nombre es Petr Hildebrand... Soy un ingeniero que se ha centrado en la investigación del sellado de almas...
... Bueno, eso es nuevo.
Todos: ¿Sellado de almas? -preguntamos al unísono haciendo que el tal Petr suspirara como si estuviera hablando con un montón de idiotas.
Petr: El sellado de almas... El proceso de confinar almas humanas en objetos inanimados como armaduras o...
Si, no tenia que decir más. Gracias a cierto chico con mi mismo nombre y apariencia que ahora esta en una armadura, conocía bien del tema.
Clara: ¿O...?
Alfons: ¿De verdad quieren escuchar el final de eso? -pregunte para luego tomar al sujeto del cuello- habla ¿para quién trabajas? ¿Quién es tu jefe?
Petr: ¡Ya lo sabes, es Claudio Rico! -dijo para luego sentir el filo de mi cuchillo en su garganta- ¡no estoy bromeando, en serio se llama igual que el príncipe! -dijo para mi extrañeza.
Lyra: Y claro, aprovecha la coincidencia para usurpar la identidad del príncipe.
Petr: Es más que eso. Claudio no tiene interés en el puesto del príncipe, tiene suficiente como líder de la mafia Aerugoniana. Él lo que desea es la aniquilación de Amestris en su totalidad -dijo haciendo que cualquier rastro que quedara de hospitalidad en el ambiente se evaporara en el aire.
Clara: ¿Aniquilación?
Alfons: ...Empieza por el comienzo, y más te vale ser sincero -dije en lo que él solo asintió antes de comenzar a hablar.
Siendo de ese modo que me entere de la identidad del usurpador de la identidad del príncipe era Claudio Rico Fiori, el líder de la ¨resistencia de Aerugo¨, un nombre bonito con el que renombre su mafia luego de que se hiciera pública la anexión de Aerugo con Amestris.
Claudio era un niño que solía vivir en la región fronteriza de Amestris y Aerugo. Eran una familia de cuatro, sus padres, su hermana y el... Cuando el ejército Amestrisano atacó la frontera y quiso adueñarse de ese territorio. Sus padres murieron durante las escaramuzas fronterizas, dejando a ambos hermanos huérfanos y sin un centavo en las calles de su ciudad natal... Fue allí donde juro venganza contra el país que le quito todo. Jurando vengarse de Amestris y destruirlo así como dicho país destruyo a sus padres.
Maldita sea, si fueran otras circunstancias, hasta sentiría lastima de él.
Lyra: Así que su plan es simplemente erradicar todo.
Alfons: ... ¿Cómo? -pregunte amenazando a Petr con mi pistola. Haciendo que este levantara las manos en señal de que estaba cooperando.
Petr: El plan original iba a ser en tres años. Justo en la renovación del tratado de cese el fuego entre ambas naciones. Claudio pensaba interceptar la caravana del príncipe antes de salir del país y allí tomar su lugar. Luego en central comenzaría el ataque...
Clara: Y perecerían todos -termino la oración del tipo que solo asintió.
Alfons: Y algo me dice que tú tienes que ver con ese plan -dije con seriedad- así como algo también me dice que tu talento como sellador de almas va a buen recaudo en esto -mencione.
Solo para ver como el tipo pasaba a mostrar una de las sonrisas más tétricas, sino la más tétrica que había presenciado en toda mi existencia.
Petr: ...El trabajo de mi vida... Una armadura mecánica de al menos 15 metros de alto... -dijo en lo que los demás ya entendimos por donde iba el asunto.
Clara: Con almas humanas como fuente de poder.
Russell: Pero algo así de grande necesita un núcleo -participo en la conversación de repente- imagino que sería él mismo quien cumplieran con ese roll... -dijo solo para que el hombre riera con ironía.
Petr: Oh no, él es demasiado cobarde para eso. Piensa usar a su hermana menor como sacrificio para que la armadura funcione -dijo como si nada.
Mientras que por mi parte, si era sincero conmigo mismo. Desde ya estaba pensando en por lo menos cien formas diferentes sobre como matar a este desgraciado.
Todos: ... Qué gran hijo de la gran... -susurramos todos los presentes nuevamente sin darnos cuenta en lo que yo solo respire hondo para tratar (inútilmente) de resguardar lo que me quedaba de paciencia.
Alfons:... ¿Donde? -pregunte ya harto de todo. Y para suerte, más del propio Petr que mía, entendió la pregunta sin que se lo repitieran dos veces. (Tampoco es que le hubiese repetido la pregunta sin antes haberle tirado un diente o dos de un puñetazo).
Petr:... Gracias a ti, estamos moviendo nuestras operaciones a Donbachi. Claudio no quiere tener nada que ver con Aerugo ahora que se "rebajo a ser el juguete de Amestris" -dijo cansado- por eso fue por lo que asesino al príncipe hace un par de días como venganza por vender nuestra patria al enemigo.
... ¿Acaso dije cien? Mejor que sean mil formas. Ni siquiera he visto a ese tipo en persona, pero definitivamente solo por él voy a crea una lista de venganza. Y su nombre será el que encabece la lista.
De cualquier modo, apenas el tipo soltó esa bomba, rápidamente hice a Lyra que usara el teléfono de la mansión para ponerme en contacto. Solo para enterarme de que en el momento en que me fui de Central, simultáneamente se había desatado el infierno con la noticia del asesinato del príncipe, donde me informaron la noticia así como todo lo que había acontecido de momento.
Lo cual en resumen es que por ahora, la situación estaba controlada. Pero era necesario que se hiciera algo respecto al gobierno del futuro nuevo estado Amestrisano antes de que las cosas se salieran de control.
Petr: ¿A poco el anciano te importaba? -pregunto al ver mi consternación- ¿no se suponía que solo lo usaste o extorsionaste para hacerte de nuestro país? Bah... los mocosos no entienden cómo piensan los adultos... -dijo apartando la mirada- no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Pero si vuelvo con Claudio y se entera de que hable, me matara... no tengo problema con que me maten ustedes, sería un final perfecto para una vida sangrienta como la mía... a fin de cuentas, no te vuelves un experto en el sellado de almas solo con la teoría -termino de hablar.
Pero no porque quisiera, sino porque el propio Russell no aguanto y lo dejo inconsciente de un puñetazo bien dado en toda la carota del infeliz.
Russell: Si me vas a reprender, hazlo ya... es solo que ya no aguantaba hablar más al hijo de...
Alfons: No, hiciste bien. Era eso o que yo le volara la cabeza -dije de forma neutral para extrañeza de los presentes.
Solo para que luego todo el mundo en la mansión se sobre saltara cuando de repente el escritorio en la oficina del capataz salió disparado por la ventana hasta estrellarse contra el suelo y romperse en mil pedazos.
Alfons: ... Así es como los mafiosos y los corruptos hacen las cosas, especialmente los inteligentes e influyentes. Ese mafioso de quinta se entero de la amenaza de asesinato y la uso a su favor -dije frustrado- como lo planeo, el verdadero responsable del asesinato del príncipe Claudio Rico quedará enterrado en la historia porque sin pruebas concretas, nadie creerá lo que Petr nos confesó... la verdad nunca saldrá a la luz.
Lyra: De momento parece que su plan es socavar gradualmente el poder gubernamental en el sur hasta que este listo para una revuelta que en el peor de los casos, se volvería una guerra masiva interna por toda Amestris -dijo haciendo que todos se amargaran por la sola idea.
Pero lo cierto es que en este momento no les estaba prestando nada de atención. Ya que a mi mente estaba surgiendo una conversación que tuve hace tiempo con el príncipe durante el tiempo que viví en Aerugo para mi preparación como heredero al trono... la ultima vez que lo vi con vida.
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(Flashback)
Príncipe Claudio: He estado varias décadas en el trono, joven. Y he hecho varias cosas, entre ellas el calmar muchos incidentes dentro y fuera del gobierno... pero viéndolo en perspectiva. Me siento avergonzado de haber logrado tan poco progreso en todos estos años -dijo mientras ambos tomábamos un refrigerio por la tarde para descansar de nuestras respectivas responsabilidades- el fuerte de este país siempre fue el comercio, pero... tecnología, cultura, ciencia... como mi heredero, espero grandes cosas de ti en esos aspectos y más.
Alfons: Haré lo que pueda, alteza -dije tomando un sorbo de café. Tenia que reconocerlo, la gente de Aerugo si sabia como hacer un buen café.
Vendita la gente de este país que invento la máquina de espressos de café, con este tipo de café desvelarse era mucho más fácil.
Príncipe Claudio: Pero si te soy sincero, así como estamos actualmente, falta mucho para que este país vea cambios de verdad... 30 años, esos son los años necesarios para solidificar un gobierno, no importa el tipo. Estos primeros 10 años serán la primera etapa, la creación o el cambio.
Alfons: Tanto mi nombramiento como las ideas que quiero implementar en la región -dije en lo que el hombre mayor asintió.
Príncipe Claudio: Luego de eso, los siguientes 10 años serán la etapa de prosperidad, donde se organizará el gobierno interno para enriquecer las vidas de la nación... ese es el periodo más importante.
Y tenia una buena idea de porque, es en esos años donde se debía procurar evitar a toda costa cualquier cosa o conflicto que arruinara lo recién establecido.
Príncipe Claudio: Con el poco poder que me queda... -dijo mirando a la capital por la ventana- desearía actual cautelosamente estos años, haciendo que esa prosperidad se cumpla. Como país o estado de Amestris, yo solo quiero hacer realidad los verdaderos ideales de esta tierra...
Alfons: ¿Verdaderos ideales? -pregunte curioso.
Príncipe Claudio: Lo cierto... es que me gustaría que nuestros países si fueran uno solo... y que sea una nación- estado.
Alfons: ¿Nación-estado?
Príncipe Claudio: Así es, una verdadera nación-estado donde la gente pueda decidir sus destinos por su cuenta -dijo mirándome con una sonrisa- luego de conocerte, me di cuenta de que esto no puede seguir así, donde solo unos pocos determinan todo... si nuestros países se vuelven una nación-estado, será cuando al fin se pueda empezar a cambiar el mundo -termino con una sonrisa- al menos es lo que yo creo.
(Fin del flashback).
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Una nación-estado, un ideal muy grande para manejar. Y ese hombre me había confiado el desarrollo de algo así a mi sin pensarlo dos veces... tal vez no lo conocí mucho tiempo. Pero voy a extrañar a ese hombre... de verdad que a veces la vida, y sobre todo algunas personas, podían ser verdadera mierda.
Pero una cosa era segura, aunque la situación estuviera calmada gracias a la milicia amestrisana en el sur. No se podía negar que Aerugo acaba de perder a quien fue su único gobernante durante décadas. Ahora lo que queda en el mapa político son puros idiotas de tercera... era necesario hacer algo pronto antes de que en Aerugo empezaran tiempos de caos... y el tal Claudio no va a desaprovechar la oportunidad.
Alfons: Se lo que piensan, chicas. Y sé que la situación es grave, pero descuiden, tengo una idea de como resolver esto rápidamente. Solo necesito hacer una llamada a la mansión de la familia Armstrong -dije antes de ver al otro chico de mi edad en la habitación- Russell. Espero que esta experiencia haya sido educativa para ti -dije señalando al tipo en el piso- llévatelo a la bodega de la mansión, lo tendremos en custodia hasta volver a Central.
Russell: Al parecer tú mandas -dijo encogido de hombros- aunque ¿Por qué te hago caso?
Alfons: Te lo pondré en palabras simples -dije empezando a flotar para verme más alto- porque fuiste parte de todo este complot de forma voluntaria, porque eres un usurpador insignificante y porque te aplastare si no lo haces -dije inclinándome cada vez más hasta casi juntar frentes mientras que él estaba literalmente contra la pared.
Russell: ...No tengo argumento sobre esa lógica -dijo empujándome levemente- aunque... Mayor Heiderich.
Alfons: ¿Ahora qué? -pregunte algo más calmado al ver la expresión de chico.
Era una mezcla extraña de renuencia, pero también de ¿determinación?
Russell: Escucha, seré sincero contigo. Para mi los militares solo son ratas y los alquimistas estatales perros del ejercito como cree la mayora de la gente... pero tras lo que acabo de ver, y encima escuchar -dijo antes de solo negar- yo... pensaba que la sola idea de matar otros humanos estaba mal, que los militares estaban mal por obligar a los alquimistas a participar como en la guerra de Ishval... me asusta la idea de lastimar a otro ser humano... pero al ver hasta donde esta dispuesta a llegar gente ajena a mi para matarme solo por mi nacionalidad... me di cuenta de que era yo quien se equivocaba.
Ya veo... con que es en eso en lo que estaba pensando.
Russell: Creo que es un hecho que ahora trabajo para ti... jefe, por el legado de mi padre y para proteger a mi hermano menor. Le prometo que si en un futuro debo actuar en contra de otra vida o la mía misma, entonces disparare y atacare para preservar mi vida y la de mis allegados.
Alfons: Yo no digo que sea lo correcto -dije interrumpiendo su epifanía- por que no lo sé. No se si tú te equivocas o si el equivocado soy yo -dije con una seriedad y frialdad que hizo que el rubio frente a mi tragara grueso antes de asentir.
Para luego hacer lo que se le pidió y arrastrar al tipo inconsciente hacia la bodega, no sin antes murmurar algo acerca de que cómo un niño puede parecer tan dulce y luego dar tanto miedo. A lo cual Lyra le respondió de forma casual ¨Practica¨.
Y la verdad razón no le faltaba.
Clara: Entonces ¿Cuál es el plan? -pregunto una vez nos quedamos solo nosotros tres en el lugar.
Alfons: Como dije, solo pediré un favor o dos a la casa Armstrong aprovechando que me tienen en buena estima y ya con eso la situación en Aerugo estará controlada de momento... en cuanto a la mina -dije sentándome en una silla lujosa- el asunto es deshacernos del agua roja de este lugar al transformarla en piedras rojas, y luego cuando volvamos a Central informamos del Claudio Rico mafioso y su plan de venganza al cuartel central -dije en lo que ambas asintieron.
Lyra; Entendido... Por cierto señorito ¿Cuál es el plan con el menor de los Tringham?
Ah ¿a que viene esa pregunta ahora?
Clara: Porque en el caso de que te conquistes al rubiecito, él querrá arrancarte las bolas cuando vea que tienes al chico casi fantaseando con su boda contigo -siguió hablando ella mientras se limaba las uñas.
Oh, con que de eso hablaban... ¿Qué carajo?
Alfons: ¿No exageran un poco? -pregunte con una gota de sudor al pensar que ambas estaban sacando la situación de contexto, y por mucho.
Clara: Cariño, hasta parece que se colará a tu cuarto en la noche, y no con la intención de dormir.
... Ok. En este momento estoy maldiciendo a mi maldita mente de puberto y las hormonas por imaginar a Fletcher hacer justo lo que Clara acaba de decir sobre colarse en mi cama a mitad de la noche, ojalá con una pijama que deje poco a la vista y...
¡No, maldito degenerado! ¡Tanto tiempo fantaseando con Edward te ha hecho bajar los estándares, pero hay limites que no se cruzan! Aun si técnicamente solo era un año de diferencia a simple vista de todos entre Fletcher y yo, solo no.
Clara: ¿Ahora ves que era mala idea ponerte meloso con él?
Alfons: Si, pero no importa... -dije restando importancia al asunto tras contar mentalmente hasta el 50 para calmarme- vamos, el niño solo tiene 10 años. Todos hemos tenido un primer enamoramiento de jóvenes. Y lo mejor, es que casi nunca duran.
Ambas: ... Está muerto -dijeron tras mirarse entre si y asentir como si supieran de antemano que diría eso.
Alfons: ¡Al menos tengan la decencia de decirlo a mis espaldas por lo menos! -dije resoplando con fastidio- como sea ¿tan buen partido creen que soy como para que no se le pase el enamoramiento rápido al chico? -pregunte en lo que ambas se encogieron de hombros.
Clara: Pues el hombre perfecto tampoco es que seas.
Lyra: Sólo que cómo dijimos, lo encandiló tanto y fue tan cariñoso con él que ya lo tiene derritiéndose por usted, señorito.
Alfons: Si ese es el caso, mientras no pase de abrazos... Por mi bien -dije en lo que ellas me miraron sorprendidas- vamos, ¿me van a negar que no parece un cachorrito de orejas grandes con ese gorro suyo? Es tan lindo. Y en un mundo podrido como este... no está mal tener un par de cosas que te recuerden que el mundo también es bello.
Ambas: ...Cómo dijimos, estás muerto -dijeron nuevamente.
Vaya, gracias por el voto de confianza chicas.
Alfons: Meh... Si las hace sentir mejor, si para sus 13 esto sigue entonces yo mismo le busco pareja ¿les parece? -pregunte ya deseando que ambas dejaran el tema de lado.
Clara: A ver si logras llegar a eso sin ¨divertirte¨ con él en tu cama -dijo divertida para mi fastidio.
Alfons; Ah no, eso pasará hoy mismo, lo aseguro -dije haciendo que ahora las dos mujeres me miraran con los ojos como platos de lo abiertos que estaban- pero no pasará nada más aparte de dormir, lo prometo. Y vamos, saben que soy lo bastante maduro y consciente para cumplir esa promesa.
Ya que de ser verdad lo que dicen estas dos. No importa lo mucho que Fletcher intente hacer ¨eso¨ conmigo, si es que se atrevía a hacer algo así en primer lugar. No lo iba a dejar llegar lejos conmigo, es solo un niño. Pero por otro lado... no miento al decir que no tengo problema en compartir cama con él, solo pensar en abrazarlo mientras duerme me hace sonreír. De verdad el niño es muy lindo para su propio bien.
Clara: Tú, tal vez.
Lyra: ¿Pero está seguro de que él no se pondrá... curioso, mientras usted duerme? -pregunto haciéndome sonreír burlón.
Alfons:... Díganme ¿Cuándo fue la última vez que me vieron dormir en primer lugar? -pregunte en lo que ambas se quedaron sin argumentos.
Ya que de hecho, era raro que yo durmiera una noche completa. Tal vez tenga el cuerpo de un niño, pero mi mente sigue siendo de un adulto joven ingeniero de cohetes de la alemán post primer gran guerra.
Clara: Y ese es otro tema que nos preocupa, cariño -dijo cruzada de brazos haciéndome sentir mal ya que de hecho, sabía que decían la verdad y llevaban mucho tiempo preocupándose por mí.
A lo cual decidí que en parte para ya dejar el asunto de las posibles ¨intenciones¨ de Fletcher para con mi persona (que en mi opinión solo eran ellas buscando causar drama para molestarme por diversión) y en parte porque creo que merecen saberlo, es que lo decidí... Vaya, como se nota que estoy nervioso al respecto, las piernas y las manos no me dejan de temblar.
Alfons: Chicas... Creo que ha llegado el momento de ser sincero con ustedes.
Y antes de que me arrepintiera solo apague mi sentido común y lo conté todo. Y cuando digo todo, es todo. Desde mi segunda vida hasta mi propia muerte y el cómo acabe con la Verdad y por ende, en este mundo. Al principio me creyeron loco, pero conforme más lo fui narrando y detallando. Se dieron cuenta de que era algo muy elaborado como para ser mentira.
De allí que una vez aceptaron mis palabras como verdad. Primero vino la sorpresa, luego la comprensión, y finalmente... el horror y la pena antes de la aceptación y la empatía.
Clara: Santa madre de... -dijo antes de que Lyra le tapara la boca con una mano mientras usaba la otra para tapar la suya propia.
Lyra: Todo lo que usted pasó, señorito -dijo con la mirada gacha haciendo que le sonriera de forma empática.
Alfons: Por eso no deben preocuparse de que meta la pata con alguna cosa de juventud, ya que aunque no lo parezco y de hecho este pasando por la pubertad por segunda vez. Lo cierto es que soy un adulto de más de 20 en el cuerpo de un niño pequeño -aclare- y también, ahora entienden porque a pesar de todo, Edward siempre será mi prioridad.
Y no era mentira, desde hace mucho deje en claro que mi razón de hacer todo lo que hago, es que Edward tenga la vida que en su momento no pudo vivir. Yo solo quiero que el sea feliz.
Clara: O sea que mentalmente tienes veinte, ¿Y quieres sabrosearte a Edward?... -dijo mirándome con los ojos entrecerrados- eres un pederasta.
¡Pero hay que ver las cosas con las que sale esta mujer!
Alfons: ¡¿Porque demonios crees que espero a que tenga la edad correcta?! -dije ya dejándome influenciar por los juegos de Clara antes de respirar hondo para recobrar la compostura- además, a mí no me vengas de ser pederasta. Tú eres la que podría abusar de cualquiera sin importar la edad solo para robarle hasta los calcetines.
Clara: Eso no lo voy a negar -dijo divertida- la cuestión es que tú aguantes tanto -dijo haciéndome quedar rojo tomate.
Lyra: Ahí sí ella lo atrapo, señorito -dijo sonriendo antes de pasar a una expresión más curiosa- pero señorito, tengo una duda... ¿Qué paso con nosotras en ese otro mundo? En el tal Shambala.
... Maldita sea. Tenia que ser esa de todas las preguntas, mejor al mal paso darle prisa.
Alfons: El destino de Clara no lo conozco... Pero como acabaron las cosas... Estoy muy feliz de que estén conmigo ahora y no en otro lado, chicas... es todo lo que les diré -dije apartando la mirada con cierto atisbo de tristeza.
Lo cual causo que mi enfermera privada solo me viera con empatía antes de abrazarme como si fuera una hermana mayor dando consuelo a su hermanito confundido.
Clara: Eres un sentimental, y yo pensé que te molestaba que el coronel piensa que somos tus amantes -dijo en lo que yo solo sonreí.
Aun con todo, entendía que ese era el modo de Clara para hacer que dejara de pensar en cosas complicadas o serias, y en cierto modo se lo agradecía en verdad.
Alfons: Cuando mueres una vez, muchas cosas en realidad te dejan de importar tanto como antes -dije encogido de hombros- solo finjo que me molesta, eso lo hace feliz a él.
Ambas: Si... Eso último es mentira -dijeron causando una suave risa de mi parte.
Alfons: ...Al menos me hubieran seguido la corriente. Pero en fin, como deben saber, lo que les acabo de revelar es un gran secreto. Confió en ustedes -dije en lo que ambas me dieron su palabra de no decir nada.
Momento donde la puerta de la oficina se abrió de nuevo y yo ya estaba listo para gritarle hasta de lo que se iba a morir al que se atrevió a entrar sin tocar. Solo para calmarme de golpe y sonreír al ver que se trataba de Fletcher, mi pequeño gatito de cabello rubio y ojos inocentes. ¿Cómo es que Lyra Clara pueden creer que este chico pueda pensar en cosas sucias? Es muy tierno para eso.
Alfons: Fletcher ¿Qué pasa? ¿Esta todo en orden? Perdona si no volví pronto como prometí, las cosas serias se alargaron mucho más de lo que esperaba -dije algo apenado en lo que el solo se apeno.
Fletcher: Yo entiendo, bueno, lo que pasa es que... ¿Podrías revisar mi trabajo? -dijo llamando mi atención- le preguntaría a mi hermano, pero le molesta que practique alquimia, y parece que quiere estar solo. Que tiene mucho en que pensar o algo así dijo -explico en lo que yo le sonreí quedamente.
Alfons: Claro, no tengo problema.
Y antes de darme cuenta, ya tenía al menor abrasado a su costado. Vaya que era rápido.
Fletcher: ¡Yei! Vámonos -dijo guiándome fuera de la habitación.
Siendo mientras me llevaban ante la mirada de las chicas que las escuche decir nuevamente y por tercera vez.
Ambas: Está muerto.
Pero a diferencia de las otras dos... esta vez empezaba a creer que decían la verdad.
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(General Pov)
(Unos días después, Aerugo, capital de Lochley, palacio real)
Por mucho que la gente del palacio les costara creer, la situación en el país nuevamente estaba estable. Cosa que no podían creer ya que hacia solo unos días antes parecía que era el fin del mundo, la muerte del príncipe significaba el fin de toda una era. Y lo cierto es que en general toda la población, tanto de la clase alta como de las clases medias y bajas, tenían miedo al cambio.
Al punto de que no era raro que en las calles se escucharan preguntas o comentarios como la catástrofe que se avecinaba, ¿Qué iba a pasar ahora? ¿comenzaría una guerra interna en el estado? ¿El gobierno de la región colapsaría? ¿Serian los esclavos de Amestris? ¿Es que Dios no existía?
Pero de quien más tenían dudas era del príncipe heredero ¿Dónde se encontraba en estos tiempos de crisis? ¿Acaso todo fue un plan elaborado para dejar Aerugo en manos de Bradley y de Amestris? ¿El asesinato del príncipe Claudio Rico fue cosa del gobierno amestrisano? Eran algunas de las preguntas que la gente se hacía.
Hasta que un día la solución a toda la desestabilidad política que estaba pasando la región llego en forma de una diosa musculosa como los de los mitos de algunas culturas. ¿Quién era ella? La segunda hija de la familia Armstrong, Amue Armstrong. Especializada en relaciones internaciones. ¿Qué hacia allí? Fue mandada por el príncipe heredero como gobernante interina hasta que la anexión con Amestris fuera oficial.
Y en el poco tiempo que ella ha estado a cargo, las cosas no podían ir mejor. Los temores de la población fueron disipados con rapidez, el comercio volvió a fluir como hacia normalmente en los diferentes negocios, el consejo fue renovado con la gobernante interina arrojando a prisión a los corruptos. Pero de todo, lo mejor fue cuando intentaron matarla los secuaces de Claudio Rico.
Solo para darse cuenta por las malas que no iba a ser tarea fácil eliminar a una Armstrong. El primer grupo de sicarios lo descubrió luego de despertar hospitalizados con todos los huesos rotos.
Amue: Tal vez se niegue a casarse con mi hermana menor, pero Alex y nuestra hermana mayor prácticamente adoptaron a Alfonsito corazón como un miembro más de la casa Armstrong. Y ni loca dejare que un montón de malvivientes echen a perder la región de la que es príncipe ¡Quieras o no!
Si, era un hecho. Las cosas en Aerugo ya estaban bajo control, al menos por ahora. Al menos la gente de Aerugo tenían en claro que su príncipe heredero velaba por ellos al mandar a tremenda mujer para cuidar de ellos de momento, con eso bastaba.
Ya que aunque una nación sangre, las heridas siempre pueden sanar... aunque a veces dejen cicatrices.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Ya con esto termino el asunto en Xenotime y ya parece que la situación en Aerugo se resolvió rápidamente. Pero la cosa no acaba allí, sabremos más de Claudio Rico a futuro. De momento desde ya les digo que para el siguiente capitulo pasaremos a la película de la estrella sagrada de Milos para que se hagan una idea.
Y por otro lado, Alfons tiene un admirador. La pregunta es cómo procederá la cosa ahora y como se lo tomará Ed cuando lo sepa.
Hasta entonces, nos vemos.
Chapter 13: Capitulo 11: Tiempo de ir al Oeste
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(General Pov)
(Amestris, región del este, Xenotime)
Alfons dijo que pondría a trabajar el agua roja para volverá piedra. Y dicho y hecho, eso hizo.
Tras hacer unas llamadas a la general Armstrong (donde más de un reclamo de la mujer al joven hubo lugar), la ciudad minera se vio invadida en su totalidad por parte de las fuerzas del norte. Quienes tenían ordenes claras, vigilar todo el proceso de producción de piedras rojas y la mina, así como hacer respetar tanto el toque de queda como la prohibición de todo lo referente al oro en la ciudad (y tomar el asunto en armas tomar de ser necesario)
Cosa que al principio los habitantes de Xenotime intentaron de sobrellevar con normalidad pensando que con el tiempo se acostumbrarían a los cambios abruptos en la ciudad así como a la constante presencia de los militares. Pero conforme fueron pasando los días, la gente ya estaba desesperada, para ellos el oro había sido el único sustento que habían conocido por años, así como la piedra filosofal era última esperanza.
Esperanza que a los ojos de los habitantes de la antigua ciudad minera, les fue arrebatada por el demonio del sur quien asesino al buen Mugear y se adueño a la fuerza de su investigación. No estando dispuestos a creer ninguna calumnia hacia el difunto terrateniente. Pero si convencidos de que los falsos Elric debían pagar por su traición a Mugear y la ciudad.
Las cosas estaban llegando al punto de que el posadero del pueblo estaba organizando una rebelión para recuperar su ciudad. Pero dicho intento fue frustrado por nadie más que su cuñado y hermano de su difunta esposa, Belsio. Quien había llamado a los militares que pusieron bajo arresto a todos los rebeldes, controlando la situación.
Padre de Elisa: Traidor. De verdad no le tienes nada de amor a nuestro pueblo. Tu estabas esperando esto ¿no es así? -pregunto golpeando la mesa al verse en un arresto domiciliario por culpa del hombre sentado como si nada en frente suyo- siempre tuviste envidia de nosotros, nunca tuviste lo necesario para ser minero. Y ahora que el ejercito apoya tus dichosos cultivos de limones, besas el suelo que pisan ¿no es cierto?
Belsio: Mas alejado de la realidad no puedes estar. Lo que hice fue evitar que hicieras una locura -dijo con seriedad- este intento tuyo de jugar al revolucionario abría acabado con la muerte de varios de nuestros vecinos y amigos. Todos saben que los soldados del norte son los mas sanguinarios de toda la milicia... además, me gustaría que dejaras toda esta tontería del oro de una vez. La mina se quedo sin oro hace años, supéralo.
Padre de Elisa: ¡No te atrevas a decir eso! El oro es lo único que nos ha dado prosperidad durante generaciones. Mugear lo sabía, por eso estaba tan obsesionado con la piedra filosofal. Y ahora los militares la tienen, la han robado de sus manos sin piedad -dijo haciendo suspirar al otro hombre.
Belsio: No puedo creer que aún sigas creyendo en esas supercherías. La piedra filosofal no existe, es solo una ilusión. Un falacia, un sueño tonto.
Y como era de espera, el otro hombre no se tomo bien ese comentario.
Padre de Elisa: ¡No me vengas con esas excusas! Tú siempre has estado resentido, envidioso de todo lo que teníamos. Y ahora te alías con los militares para quitarnos nuestro sustento, nuestro hogar.
Belsio: No es cierto. El mayor Heiderich están tratando de ayudar a la ciudad, de buscar una solución para que no dependamos del oro. El agua roja es una alternativa, y aunque no es perfecta, es mejor que quedarnos sin nada.
Padre de Elisa: No me importa. El oro es nuestro derecho, lo hemos explotado durante años y merecemos seguir haciéndolo. No permitiré que los militares se salgan con la suya. Buscaremos la piedra filosofal por nosotros mismos si es necesario -dije en lo que Belsio comenzaba a sentir un fuerte dolor de cabeza.
A veces se preguntaba que había visto su hermana en este tipo.
Belsio: No puedes ser tan terco. La ciudad está en peligro, la presencia de los militares es solo temporal -trato de razonar- pero si nos oponemos a ellos, solo conseguiremos sufrimiento y muerte.
Padre de Elisa: No me importa el sufrimiento ni la muerte, defenderé lo que es nuestro. No permitiré que la historia de Xenotime sea olvidada, que nuestra riqueza sea arrebatada. Los militares y ese mocoso militar pagarán por lo que han hecho -dijo para incredulidad del agricultor.
Belsio: No puedo creer que estés dispuesto a iniciar una guerra por el oro. Necesitas abrir los ojos, las cosas han cambiado. La mina se sobreexplotó, ya no hay oro allí. Tenemos que adaptarnos y buscar nuevas oportunidades, como los cultivos de limones -dijo logrando la ira de su cuñado.
Padre de Elisa: ¡Los limones no nos darán ni la mitad de lo que nos daba el oro! No puedo creer que estés tan ciego frente a la realidad ¡Estás traicionando a tu propia familia y a tu pueblo! -dijo antes de sentir como de un puñetazo lo arrojaban al piso.
Cosa que lo sorprendió ya que nunca en su vida había recordado a Belsio como un hombre violento en lo absoluto. Pero lo que el no sabía era que el propio Belsio había llegado a su límite y se había cansado de tratar de dialogar.
Comprendió que con alguien como su cuñado, la violencia y las acciones toscas era el único modo de hacer que escuchara.
Belsio: ¡La época del oro termino, es hora de cambiar o morir! ¡Yo quiero vivir, y por eso trabajo la tierra día a día y disfruto de los frutos de mi trabajo! ¡De ustedes dependen si quieren aferrarse a un pasado qué ya no existe y morir, o tomar una maldita pala y empezar a vivir! -dijo en lo que respiro hondo para calmarse- mi lealtad está con el pueblo. Con la seguridad y el bienestar de todos. Si eso significa dejar atrás el pasado y buscar un futuro diferente, así lo haré.
Tras esa declaración, solo le dio la espalda al hombre con quien compartía una historia de años, no molestándose a verlo ni de reojo hasta llegar a la puerta.
Belsio: No puedo obligarte a ver las cosas como yo las veo, pero espero que algún día puedas entender que esto es lo mejor para todos -dijo antes de afilar la mirada- y por cierto, tú eliges qué dejar para Elisa, un legado de recuerdos de años de oro, o un futuro con cimientos de hierro y piedra, ¿Qué elegirás? -pregunto para luego irse de la casa.
Dejando al amargado posadero sin nada más que hacer que golpear frustrado el piso al no poder hacer nada más. Nunca quiso aceptar que había tocado a fondo, porque sabía lo amarga que seria la sensación... y justo así fue.
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Y mientras esa conversación pasaba, otra charla acerca del futuro de la antigua ciudad minera era discutido por dos seres que miraban toda la ciudad desde el techo de la mansión del difunto terrateniente con emociones que iban desde el aburrimiento y el desinterés hasta la curiosidad y la burla por el desprecio a la vida humana en general
???: Pero que desastre -dijo la mujer que bien parecía ser el sueño erótico de cualquier hombre por su fina apariencia y ¨grandes¨ cualidades- me llevo mucho tiempo consolidar este lugar como una fuente de piedras filosofales falsas. Ahora tendré que empezar de nuevo, a Padre esto no le gustara.
???: Meh, Mugear era un idiota, esto iba a pasar tarde o temprano. Gracias al mocoso de Mustang, acabo siendo antes -dijo divertido el otro sujeto, del cual lo que más resaltaba era su cabello que parecía una palmera así como su ropa poco ortodoxa- además tienes que admitirlo, Lujuria. Esta idea suya de volver el agua roja algo comercial para el estado fue mucho mejor que cualquier cosa que pudiéramos imaginar.
Lujuria: Supongo que es verdad, varios alquimistas vendrán como sabuesos hacia nosotros en busca de poder fácil de obtener. Y alguno de ellos seguro acabara siendo un sacrificio apropiado -dijo con una sonrisa maliciosa- veo que te agrada ese chico, el mayor Alfons Heiderich, Envidia -menciono en lo que su compañero se encogió de hombros.
Envidia: Para mí es tan estúpido como los demás humanos, pero hay que reconocer que sabe como hacer un alboroto -dijo con tranquilidad- según se, el es de nuestros mayores candidatos para ser un sacrificio ¿no? -pregunto haciendo sonreír a la mujer de cabello negro.
Lujuria: Sí, es cierto. Alfons Heiderich posee un gran potencial para convertirse en un sacrificio valioso -dijo pensativa- su facilidad para hacer conexiones, su aparente hambre insaciable de conocimiento y su habilidad para causar caos lo hacen perfecto para nuestros propósitos -dijo complacida- y no olvidemos, que puede hacer alquimia sin un circulo -declaro mientras pensaba en las posibilidades.
Xenotime en el peor de los casos fue solo un percance, mientras que en el mejor, una oportunidad que no se debía desaprovechar. Todo gracias al niño dorado de central, que definitivamente era alguien que su padre deseaba incluir en sus planes.
Envidia: Es cierto... sin embargo, no podemos subestimar al mocoso volador -dijo pensativo mientras se acariciaba la barbilla- el chico por sí solo ya es un hervidero de misterio y peligro. Así como se dio cuenta de la verdad detrás de la mina de agua roja y la fabricación de piedras filosofales, puede que no tarde en averiguar más de lo que debe... y tomar medidas drásticas -dijo frunciendo el ceño.
Solo para que Lujuria soltase una carcajada, su risa melódica resonando en el aire.
Lujuria: No importa lo que intente, estamos un paso por delante de él, así como del resto de los humanos, siempre ha sido así. Nuestra influencia se extiende en todas partes y tenemos el poder para silenciar cualquier resistencia -dijo mordiéndose el labio- como ya sabemos, en el peor de los casos, los muertos no pueden hacer gran cosa.
Envidia: Es cierto -sonrió malicioso antes de ver a la ciudad cambiando de tema- solo mira cómo se arrastran como hormigas, los humanos siempre han sido así de patéticos.
Lujuria: Es verdad, pero hay que admitir que su confusión ante lo que sea que no entienden siempre es entretenida, así como lo que acaba llevando esa misma confusión -dijo con una sonrisa al pensar en todas las guerras y masacres que ha visto a lo largo de su existencia, generalmente ante desacuerdos o solo por desconocer algo.
A sus ojos esa era la naturaleza humana, tal vez no hoy, no mañana. Pero pronto habría una nueva pelea sin sentido. Y ellos estarían complacidos de ver todo desde la sombras con diversión y desprecio hacia quienes ven inferiores.
Envidia: ¿No suena como el remate de un mal chiste?
Lujuria: Una pena he de decir.
Envidia: La pena es que crean que exista como tal un Dios que los recompensara al final de la vida, cuando solo son ganado para nosotros -declaro con burla.
Lujuria: Si, pero al culpar al destino de su mal sentir, me hace preguntarme si al morir existirá algo más allá para ellos -se permitió pensar por un momento en lo que el otro pecado bufo en respuesta.
Envidia: La verdad realmente no sé y no me importa -dijo encogido de hombros- los humanos a diario viven solo para morir. Siempre sin respuestas al porque de su existencia... que seres tan patéticos.
Lujuria: Eso solo hace que siempre pregunten más, siguiendo una inercia como si un premio hubiera al final... sin ver los años que nos darán a ti y a mí, así como a los demás -declaro llevándose una mano sobre la marca de ouroboros en su pecho.
Envidia: Mientras que nosotros aburridos a mas no poder mientras esperamos que eso pase... ¿pero que se la va a hacer? -dijo para que luego ambos solo miraran con diversión al poblado antes de desaparecer entre las sombras de la noche.
Ya que de momento no había caso discutirlo más, cuando de hecho la conversación salió justamente por aburrimiento. Para ellos los humanos eran seres tontos que siempre buscaban más cuando solo debían aceptar que quienes son es lo que deben ser. Así de simple... era triste, pero divertido.
Aunque eso no evitaba que sintieran curiosidad por algunos humanos... siendo Alfons Heiderich uno de esos raros ejemplos.
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(Al día siguiente, Central, Cuartel general)
(Alfons Pov)
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Anuncio del departamento de servicio
Estado Mayor del ejército Amestrisano.
Siempre en el frente.
Sin abandonarlo o sin rendirse.
Recorriendo un camino implacable.
En el campo de batalla hasta la victoria absoluta.
Se buscan alquimistas.
Misiones peligrosas, salarios bajos, peligros constantes.
Largos meses de batallas interminables.
Regreso en condiciones de seguridad dudosa.
Homenaje y reconocimiento en caso de caer en combate.
Si regresas con vida, recibirás honor y gloria.
Comité de organización del estado mayor.
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Siempre en el frente, los últimos en retirarse de la batalla. Una vez en el frente, sería un trabajo de 24/7. Un salario lamentable y condiciones de trabajo en que un solo error y estas muerto. Sin mencionar que solamente tendrías medallas y reconocimiento si llegabas a sobrevivir.
¡Sencillamente no importa como se viera o se leyera, era un pasaje al infierno garantizado! ¡La reacción normal de la gente debería ser tomar el cartel y hacerlo pedazos! ¡Al menos eso es lo yo haría de ser circunstancias normales! ¡Los alquimistas con su prioridad estratégica a nivel nacional y con su intelecto así como beneficios que se relacionaban solo a saber alquimia no deberían prestar atención a ofertas de trabajo tan ridículas como esta!
Conforme mas lo pensaba menos lo entendía, se me notaba el estrés tras la sonrisa cansada.
Mi plan era utilizar la insuficiencia de solicitudes como excusa para retrasar todo. Yo mismo redacte el documento de reclutamiento para que se viera así de indeseable.... Entonces ¿de donde carajo salió todo escritorio que estaba a rebozar con hojas de reclutamiento que podían llegar hasta el techo con facilidad si se acumulaban en un solo puño? No lo entendía.
Raven: El cartel de reclutamiento fue mandando a todo el país hace solo dos semanas -explico el teniente general mientras se tomaba su café de la mañana con calma- no sabe cuanto conmueve a un viejo veterano ver que tanto talento joven este dispuesto a servir a su país... aunque solo sea para tener en sus manos la ¨nueva arma secreta¨ del ejercito que hemos obtenido recientemente, una suerte, ¿no le parece, Mayor? -pregunto con una sonrisa.
Oh, ya veo... así que fue eso. Los altos mandos aprovecharon mi propuestas de utilización de piedras rojas creadas en la mina de agua roja de Xenotime que amplifican el poder alquímico (idea que en este mundo al parecer los militares no usaron en Ishval) para esparcir rumores entre las masas, atrayendo como perros a la mayor cantidad de alquimistas posibles. Debí verlo venir... ya decía yo que me estaban apoyando demasiado en este proyecto.
Parece que aun luego de prácticamente conquistar un país para el generalísimo, él aun está empeñado en crear ese batallón de alquimistas de respuesta rápida así como en que yo lo lidere... que fastidio.
Raven: ¿En cuánto tiempo se reanudará la producción de piedras rojas, Mayor?
Alfons: Tan pronto como la vegetación que rodea los terrenos de la mina y la mansión este en optimas condiciones para el proceso de purificación. No se preocupe, tengo a mi personal trabajando en como acelerar el desarrollo y crecimiento de las plantas para que podamos usarlas en el proceso de purificación de toxicidad del agua roja -dije.
Eso explicaba que hacía en Central en primer lugar, ya habíamos hecho todo un lote de piedras rojas. Pero prácticamente todo el bosque que rodeaba la mansión pago el precio, hasta que se reestableciera la vida vegetal en el área, la producción estaba detenida (porque ni loco iba a mencionar el otro proceso para purificar la dichosa agua roja).
E igual nadie de la plana mayor tenia que saber que estaba haciendo tardía la creación de piedras rojas a propósito por obvias razones.
Alfons: De cualquier modo... es increíble, tomando en cuenta que los alquimistas son conocidos por su intelecto, uno pensaría que deberían desear mejores oportunidades laborales -dije soltando un suspiro- ¿Por qué será que hay tantos apuntándose a un infierno sin retorno? -pregunte al teniente general que se lo tomo con humor.
Raven: Bueno, mayor, la respuesta a eso es simple. Aunque las condiciones laborales sean difíciles y peligrosas, ser un alquimista en el ejército Amestrisano significa tener acceso a recursos y oportunidades que pocas personas tienen, y más si logran ser alquimistas estatales. Además, el hecho de estar en la primera línea de batalla, luchando por su país, puede despertar en ellos un sentido de honor y deber -dijo con tranquilidad.
Si, claro ¿Cómo no? A otro perro con ese hueso todo el asunto del honor por su país.
Alfons: Entiendo... Pero sería más sensato buscar otras opciones, ¿no cree? No veo por qué alguien querría arriesgar su vida y sacrificar su bienestar por un salario tan bajo y condiciones tan rigurosas -pregunto revisando algunas de las solicitudes de reclutamiento.
Raven: Mayor, no todos buscan la misma estabilidad y comodidad que la gente promedio -dijo restando importancia al asunto- algunos alquimistas tienen una pasión ardiente por la alquimia y están dispuestos a ponerse en peligro por ella. Además, el reconocimiento y el honor que pueden recibir en caso de sobrevivir y lograr la victoria pueden ser muy gratificantes para algunos.
Esto suena al típico discurso del carajo que el gobierno alemán solía dar durante mi tiempo en mi otra vida. Aun me costaba creer que en verdad una cantidad nada pequeña de gente caía fácilmente con eso.
Alfons: Supongo que cada persona tiene sus propios motivos y prioridades. Aunque la verdad, no puedo evitar preocuparme por aquellos jóvenes que se apunten sin realmente comprender lo que están aceptando -dije notando las edades de algunos solicitantes.
Por suerte, para mi alivio, el nombre de Edward Elric no estaba en el listado... aun.
Raven: Entiendo sus preocupaciones, Mayor. Pero como líderes, nuestro trabajo es asegurarnos de que estén debidamente preparados y protegidos. Les proporcionaremos entrenamiento, equipo y apoyo para maximizar sus posibilidades de supervivencia -dijo en lo que yo solo suspire.
Debido a que sabía lo que seguía, como yo era el encargado de formar la unidad, me tocaba a mi revisar todo esto. Lo cual sería imposible en el corto plazo... aunque, viendo el lado bueno, esta puede ser una buena excusa para hacer tiempo.
Raven: ¿Qué hace, Mayor? -pregunto al verme a punto de tomar asiento en lo que quienes me acompañaban tomaban puños de documentos para organizarlos.
Alfons: Mi trabajo, señor.
Rave: Nada de eso, del papeleo se encargarán policías militares que no estén ocupados, ya hablé con el mando de la guarnición al respecto. No vamos a tener a nuestro querido príncipe heredero del estado del sur haciendo tareas mundanas como esa -dijo en lo que yo arquee una ceja.
Vaya, parece que después de todo, mi titulo si importaba para el ejército. ¿Me pregunto si Amue tendrá algo que ver al respecto? Es decir, escuche que ha estado haciendo maravillas en Aerugo.
Raven: De cualquier modo... Parece que a pesar de ser tan joven, los problemas lo siguen a donde quiera que vaya, Mayor -dijo revisando una vez más mi informe de lo acontecido en Xenotime- ¿Es fiable esta información respecto a este mafioso que se llama igual a nuestro nuevo y recientemente difunto príncipe aliado?
Alfons: Como sabe, traje a su subordinado si desean interrogarlo -dije mencionando a Petr que seguramente debía estar bien cómodo en una celda de la prisión mientras hablábamos.
Raven: Un buen trabajo, al igual que la adquisición de la mina de Xenotime. A pesar de no haber oro, los terrenos que no están cerca de la mina de agua roja serán perfectos para el cultivo de alimento que está empezando a escasear en nuestros suministros luego del festival de la cosecha de anoche ¿Cómo lo supo Mayor?
Alfons: Cuando deduje el secreto del terrateniente todo encajó, señor -dije para no admitir que eso ultimo de los alimentos fue nada más que una feliz coincidencia.
Mientras que para mis adentros solo fruncí el ceño, de haber llegado un día antes hubiera podido asistir al festival. Hace mucho que no voy a algo así... hubiera sido lindo.
Raven: Ya veo... No obstante, tengo un par de dudas... Según tengo entendido, la señorita Lyra es tu asistente personal, y del mismo modo, la señorita Clara es tu medica personal... -dijo señalando a ambas mujeres detrás de mi antes de centrarse en los otros dos chicos que me acompañaban- ¿Quiénes son estos dos?
Alfons: Son Russell y Fletcher Tringham. Son los hijos de Nash Tringham y también mis nuevos asistentes en lo que respecta a mis investigaciones sobre la alquimia -dije para sorpresa del hombre entrado en años.
Raven: ¿Tringham? -pregunto haciendo memoria- el alquimista rojo, si, lo recuerdo... E imagino que tienen el mismo talento que el padre ¿no?
Alfons: En realidad, tienen sus propios conocimientos, ellos son mi principal apoyo en el proyecto de la mina de agua roja, señor -dije en lo que ambos rubios se apenaron al ver la mirada de aprobación del anciano.
Raven: Bien... Tu sabrás, mientras sigan tu visión y sean un apoyo para tu talento, con el cual ayudes a tu país, puedes tener tanta ayuda externa como quieras. Te lo has ganado -dijo antes de verme con seriedad- pero no olvides que aun con tus privilegios, sigues siendo un militar al servicio del Generalísimo -menciono de un modo que me hizo arquear una ceja.
Creo tener una idea de por donde iba el asunto, y la sola idea me hizo desear unas vacaciones. Es que de verdad uno no podía descansar como se debe ni un día.
Alfons: ¿Tiene una misión para mí, señor? -pregunte en lo que él asintió.
Raven: De hecho, anoche sucedió algo que podría ayudar a que tengas más... Consideraciones. Un evento que arruinó el festival de la cosecha, una fuga de prisión.
Alfons: ¿Fuga? Si, me pareció oír algo al respecto mientras venia a su oficina -dije recibiendo una carpeta del teniente general.
Raven: Melvin Voyager, 26 años -comenzó a explicar- fue arrestado hace 4 años y medio por asalto a mano armada y condenado 5 años. De hecho iba a salir en dos meses por buen comportamiento, pero parece que no pudo aguantarse las ganas. Lo curioso, es que escapó usando alquimia. Parece que oculto el hecho de ser alquimista hasta anoche.
Alfons: ¿Había un alquimista entre los prisiones comunes? -pregunte sorprendido.
Raven: Parece que sí, Mayor. Aunque no es tan común, hay algunos alquimistas condenados a prisión por diversos delitos que esconden sus habilidades para no ser encerrados en máxima seguridad. Melvin Voyager era uno de ellos, pero por alguna razón decidió revelar su habilidad alquímica justo la noche de ayer y escapar. Ahora, está prófugo y representando una amenaza para la seguridad del país.
Esto... era algo muy diferente de la rutina usual por decir lo menos.
Alfons: Interesante... ¿Por qué me dice esto?
Raven: Sencillo. Este caso estaba por ser entregado a tu padre, pero tomando en cuenta tu taza de éxito. He pensado que sería buena idea darle este trabajo a un alquimista renombrado como tú, Alfons -dijo, mientras que yo no sabía si lo decía de verdad o si solo buscaba puntos conmigo.
Así era el mundo adulto, todos hacían lo que sea con el fin de obtener beneficio propio al fin y al cabo.
Alfons: ¿Qué dijo mi padre? -pregunte en lo que él se encogió de hombros.
Raven: No sé, te estoy dando el trabajo a ti. Si quieres decírselo, adelante.
Alfons: Entiendo -dije queriendo ir directo al punto- ¿Tiene alguna pista sobre su paradero?
Raven: Por el momento, no. Pero eso es precisamente lo que quiero que investigues. Quiero que encuentres a Melvin Voyager lo antes posible y lo captures. También debes indagar sobre qué clase de conocimiento alquímico posee, podría ser un activo importante para el estado -dijo en lo que yo asentí.
Alfons: Entendido, señor. Haré todo lo posible para localizarlo y traerlo de vuelta. ¿Hay alguna otra información que deba conocer?
Raven: Solo deja que la policía militare se encargue del papeleo y cualquier asunto relacionado con la detención de Melvin Voyager. Tu prioridad es encontrarlo, ya podrás ocuparte del reclutamiento para el batallón alquímico después. ¿Alguna pregunta?
Alfons: No, señor. Me pondré en marcha de inmediato -dije despidiéndome antes de salir de la oficina seguido de mi pequeño ¨sequito¨ por así decirlo.
Siendo mientras avanzaba por los pasillos del cuartel general que me permití analizar la situación. Era un hecho de que por ahora, asegurarse de que las órdenes del teniente general se llevaran a cabo correctamente era la mayor prioridad, Raven era uno de mis superiores de más alto rango al fin y al cabo.
Justamente al ser alguien de renombre, ahora más que nunca no debía perder mi valor como activo ante el ejército, y por eso debía aprovechar esta oportunidad. Sabía que encontrar a Melvin Voyager no sería fácil, pero también sabía que por mi parte tenía la habilidad y los recursos necesarios para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Además, esta misión podría ser una oportunidad para demostrar mi valía al ejército y ganar aún más respeto y reconocimiento.
Eso no sonaba nada mal.
Aunque rápidamente tuve que volver a poner mis pies en la tierra al ver a cierta pareja que conocía ya de bastante tiempo acercarse a mí, a lo cual tragué grueso al notar la mirada severa de mi mentor y padre adoptivo.
El cual se detuvo en frente de mi apenas llegamos a estar cara a cara.
Roy: Alfons
Alfons: Maestro... -dije antes de suspirar al ver la mirada del hombre- Padre.
Y solo basto con eso para verlo relajarse un poco ¿tanto le importaba que lo llamara padre?
Roy: Veo que ampliaste tu grupo -dijo mirando por detrás de mí.
Alfons: E imagino que tú has hecho lo mismo -respondí antes de ver a la rubia que lo acompañaba- hola teniente. Me disculpo por cualquier problema de mujeriego que haya tenido que ocuparse por mi padre en mi ausencia -dije sacándole una sonrisa.
Riza: Descuida, ya estoy acostumbrada -dijo en lo que mi figura paterna adoptiva gruño por lo bajo.
Antes de solo explotar y comenzar a zarandearme para mi consternación y confusión.
Roy: ¡Ya basta de diatribas! ¿Cómo te atreves a opacar a tu padre? -pregunto en lo que yo solo lo mire extrañado mientras me soltaba de su agarre.
Alfons: ¿Opacarte?
Roy: ¡No te hagas, señor "noble heredero del trono de Aerugo"! ¿Cómo es posible que en sólo unos meses pudieras pasar por encima de toda mi carrera militar? -pregunto molesto.
Ah, con que eso era. Con razón había dejado de responder a mis cartas y llamadas desde mi nombramiento como príncipe. Le herí el orgullo... y maldita sea si no iba a aprovechar la oportunidad ¿Qué hijo sería si no molestaba un poco a mi padre por diversión?
Alfons: Cosas de la vida -dije encogido de hombros con una sonrisa burlona.
A lo cual mi maestro me miró con incredulidad, claramente molesto por mi actitud desafiante. Pero antes de que amenazara con mandarme a volar con un chasquido como solía hacerlo cuando era más pequeño, la teniente se metió en medio de nosotros para que tomáramos distancia.
Riza: No le hagas caso, Alfons. El teniente coronel solo está dejando que sus celos hablen por él. Pero en realidad está muy orgulloso de ti -dijo a la vez que el pelinegro mayor solo refunfuño.
Claro que lo sabía, pero igual una que otra pelea amistosa de padre e hijo no hacia daño a nadie. Ya que aunque puede que técnicamente sea un intruso en este universo y no haya relación sanguínea alguna entre Roy y yo. La verdad apreciaba lo que teníamos.
Roy: Ya no me llames así, mi ascenso de mañana debería dejar en claro que ahora soy un coronel en toda regla ¡así que sigo siendo tu superior, niño! -me dijo pensando que con eso gano la discusión, es tan tierno cuando cree que gano.
Alfons: Aquí, tal vez, en Aerugo por otro lado...-dije haciéndolo ponerse rojo de rabia- de cualquier modo, se me acaba de asignar una misión importante. No quiero retrasarte más padre -dije en lo que él me miro extrañado.
Roy: ¿Qué misión?
Alfons: Larga historia -dije antes de solo salir corriendo en lo que era seguido por el resto de mi grupo.
¿Y porque corro? Sencillo, en cuanto mi maestro y padre sepa que me dieron a mí una misión que seguramente lo hubiera posicionado de buena manera a los ojos de los mandos superiores junto a su reciente ascenso, en verdad se iba a enojar.
Cosa que me hacía querer ver que tan lejos podía llegar antes de escuchar su grito de enojo junto a maldiciones que prometían hacerme pagar... como quiero a mi padre adoptivo. Normalmente soy el hijo perfecto pero, también entiendo a Ed y su necesidad de meterse con él, era divertido.
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(General Pov)
Luego de que la misión fuera asignada y de que padre e hijo tuvieran un encuentro tan inusual para muchos pero normal para ellos. Fue que el grupo del Mayor Heiderich logro llegar sin problemas a la prisión donde la fuga había dado lugar ¿Qué como la encontraron tan rápido? Sencillo, solo era cosa de ver la destrucción exagerada y se sacaba de lógica.
Russell: Entonces -dijo mientras trataba de ignorar a su hermano menor siguiendo como un patito perdido a Alfons- ¿Quién era el tipo acompañado de la mujer de mirada severa? -pregunto llamando la atención de las dos mujeres.
Lyra: El padre del señorito -dijo para sorpresa del rubio alto.
Russell: El pa... Pero si no se parecen en nada, solo el uniforme...
Clara: Es una relación adoptiva -menciono de forma casual.
Lyra: Y en lo personal, agradezco que el señorito no se parezca a su padre en rasgos de personalidad... Sería muy problemático de ser así -opino más para sí misma.
Clara: Si ya de por si tiene su encanto, si tuviera la personalidad del padre -dijo para que luego ambas suspiraran por la idea.
Ya que era un hecho que Alfons a su joven edad de 11 años (casi 12), era muy atractivo, y debido al entrenamiento intenso al que figuras como su padre, el general de brigada Grand o la familia Armstrong (Aley y Olivier), a pesar de ser un niño en edad, su apariencia ya era la de todo un adolescente, y uno en muy buena forma cabe aclarar.
Por eso, más que sabían la verdad detrás del joven al que servían, era que estaban agradecidas de que no tuviera la actitud de Roy Mustang en lo que se refería a cortejar y que solo tenia ojos para una persona (o eso parecía de momento). Ya que de lo contrario... no querían ni imaginar el dolor de cabeza que seria lidiar con las hipotéticas pretendientes y enamoradas del rubio.
En lo que por su parte, Alfons, inconsciente de lo que hablaban sus subordinados, se encontraba interrogando al alcaide de la prisión.
Alfons: ¿Cómo es que pudieron tener un alquimista entre los presos comunes? -pregunto aun sorprendido de que algo así fuera pasado por alto. A lo cual el hombre se encogió de hombros.
Alcaide: Nunca dio muestras de serlo -dijo en respuesta- así que no nos culpes por eso. El tipo parecía alguien normal. Luego de repente, durante la cena, solo se mordió los dedos para hacer esos círculos raros de esos que los alquimistas hacen y bueno, ya sabes el resto.
Alfons: ¿Lo dibujó con su sangre? -pregunto curioso.
Alcaide: Eso dicen los testigos, juran no haber visto nada tan tétrico antes.
Alfons: Comprensible -dijo pensativo- ¿Qué estaba haciendo el preso antes de decidir fugarse dibujando un círculo de transmutación con su sangre? -pregunte al hombre que se puso a recibir las testimonios de los presos.
Alcaide: Según dicen sus compañeros de celda, mientras ellos estaban escuchando la radio, él leyendo el periódico, como siempre -dijo para luego guiar al grupo a la sección donde solía alojarse Melvin con el resto de los presos.
Oh lo que quedaba de dicho lugar, ya que debido a la explosión, solo quedaba media habitación y todo estaba desordenado o destrozado. Sin mencionar que la policía militar estaba recolectando todo mientras tomaban fotos y evidencias de hasta el ultimo detalle. Por suerte para ellos, no tuvieron que importunar mucho a los demás militares.
Fletcher: ¡Lo encontré! ¡Estaba debajo de un colchón! -dijo con un periódico medio quemado en mano- parece que le cortaron una página con una foto. El corte parece muy limpio para haber sido causado por la explosión -dijo entregando la evidencia a Alfons, quien en recompensa le dio unas caricias en la cabeza.
Cosa que al niño le encanto al punto de parece un gatito o un cachorro a los ojos de los demás.
Alfons: Muy bien Fletcher... Lyra, el periódico de ayer -dijo en lo que una mesa era colocada en frente suyo junto a dicho periódico para así comparar ambos- ya veo... el corte se hizo en la tercera página de la edición vespertina del Central Times de ayer... -dijo mirando la foto cortada del otro periódico.
Se trataba de una chica de 16 años que estaba siendo escoltada a un centro de detención por tratar de cruzar ilegalmente la frontera, Julia Crichton.
Clara: Ahí dice que es una mujer de Creta que entró a la ciudad fronteriza de Table de forma ilegal -dijo llamando la atención del rubio militar.
Alfons: ¿Ciudad Table? -pregunto tratando de recordar si había oído de ese lugar en el pasado.
Solo para que Lyra de repente desplegara sobre la mesa tanto un mapa de Amestris como el de la ciudad fronteriza en cuestión. A veces al propio Alfons le impresionaba la eficiencia de su asistente que cargaba quien sabe que cosas que acababan siendo útiles al final.
Lyra: No hace falta que haga memoria, señorito, para eso estoy yo -dijo sonriendo- la ciudad de Table, al igual que la ciudad de Pendleton, es una ciudad que se haya en la frontera entre Amestris y Creta. Es una ciudad que literalmente está a la mitad de ambos países.
Clara: ¿Y por qué el interés del tal Melvin en la chica? -pregunto en lo que tanto su compañera como su jefe se encogieron de hombros.
Alfons: Ni idea. Según los registros, el tipo no tenía ni familia ni pareja, es más, hasta parece que un día solo se desapareció de su pueblo y luego, de la nada, solo se apareció aquí en Central. Ningún contacto, ninguna amistad... Casi demasiado perfecto para una identidad fantasma -dijo con seriedad.
Clara: ¿Cómo? ¿Desapareció en su pueblo y cuando lo hallaron ya estaba preso?
Alfons: Nadie lo hayo, ese es el punto. Esta es una persona que perfectamente pudo morir y nadie hubiera sabido que siquiera existió... Pero aquí hay un pero -dijo levantando un dedo- creo que todos sabemos que para ser un alquimista en este mundo con ese talento, debes ser alguien ¿no?
Lo cual no era mentira, aunque la alquimia era un poder al que prácticamente cualquier persona podía acceder con la educación y entrenamiento necesarios. Lo cierto es que eran pocos los que lograban sobresalir con sus arduas investigaciones, llegar a tener un nivel avanzado en el campo alquímico independientemente del área en concreto, implicaba hacer contactos de uno u otro modo.
Lyra: ¿Entonces qué opina? -pregunto al joven Mayor que lo medito un momento.
Alfons: Melvin Voyager definitivamente es una identidad falsa. No sé quién sea este tipo, pero oculta su identidad por una razón. Y está chica debe estar relacionada a esa razón.
Clara: Y supongo que nuestro trabajo es averiguarlo -dijo recibiendo un asentimiento como respuesta.
Alfons: En efecto. Lyra, reserva los boletos, tomaremos el primer tren a Table City cuanto antes -ordeno a la mujer que ya estaba dispuesta a cumplir con la orden en ese mismo instante.
Momento en que un guardia de la prisión se acerco corriendo al grupo, donde una vez llego a su destino se vio obligado a tomar un momento para recuperar el aliento, se notaba que no estaba en la mejor condición física.
Alcaide: ¿Por qué corres? Espero que sea importante -pregunto el hombre a su subordinado que se puso firme en el momento en que le hablaron.
Guardia: Lo es señor... Un niño y un tipo de armadura exigen entrar al complejo para hablar con usted, parece ser el alquimista de acero -revelo- al principio no le creí, pero tiene el reloj de plata que lo confirma.
Y no hace falta decir que en ese momento, donde antes solía estar Alfons Heiderich Mustang, ahora solo se encontraba una silueta de humo que rápidamente se deshizo en el aire dejando ver que el Mayor se había ido del lugar a toda velocidad para sorpresa de sus dos nuevos asistentes así como del personal militar.
Mientras que las dos mujeres que lo conocían más solo suspiraron a la vez que negaban con resignación, debieron verlo venir.
Clara: Vamos antes de que cometa una idiotez.
Russell: ¿Una idiotez? -pregunto sin comprender que iba el asunto.
Lyra: El señorito podrá ser brillante, pero si acero es el tema, se vuelve un idiota -dijo negando- y ese es solo un término cariñoso para decirlo.
Russell: ¿Y Acero es...? -pregunto haciendo que ambas le miraran con perplejidad.
Lyra y Clara: A quien le robaste el nombre y la identidad en Xenotime -dijeron logrando que la comprensión llegara al rubio alto.
Russell: ¿El tal Elric? -pregunto encogido de hombros- admito que desde el comienzo quise conocerlo ¿es tan bajo como dicen? -pregunto haciendo suspirar a su hermano menor.
Fletcher: Me disculpo por la falta de respeto de mi hermano -hablo con pena para indignación de su hermano mayor y diversión de las mayores.
Lyra: Descuida, entendemos
Clara: La pubertad -dijo dando por zanjado el tema antes de que salieran en busca de su jefe.
Si no estaban allí para vigilarlo quien sabe que cosa podría acabar pasando. Confiaban en Alfons, pero de nuevo, cuando Edward Elric era el tema, perfectamente el Mayor Heiderich podía ser capaz de cometer los actos más impredecibles e irracionales.
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(Alfons Pov)
¿Estoy presentable? ¿Mi cabello esta bien peinado? ¿Mi camisa esta planchada? ¿Debería ponerme colonia o algo? ¿Tal vez debería tener un regalo conmigo para dárselo? No nos hemos visto en un buen tiempo. ¿A quien engaño? Solo debo darle comida, eso siempre pone a Ed feliz.
Cualquier cosa que no sea leche, el pobre le tiene aversión (cosa que no entiendo la verdad ¿pero quien es uno para juzgar?)
De cualquier modo, en este momento solo quería encontrarlo, lo cual fue fácil de hacer. Solo era cuestión de seguir los gritos y el escándalo, Edward siempre fue bueno para llamar la atención. Siendo así que lo encontré discutiendo con los guardias de la prisión... no ha cambiado en absoluto. Igual solo han pasado unos meses desde la ultima vez que lo vi pero bueno... igual estaba feliz de verlo.
Edward: No lo entiendo ¿Por qué se tardan tanto? ¡Se supone que con solo ser alquimista estatal tengo vía libre a lugares como este! ¿Por qué no nos dejan pasar? ¡Miren, tengo el reloj de plata! -dijo mostrándolo.
Guardia: Lo entendemos, pero ahora mismo ya hay un oficial inspeccionando la escena del crimen y no creo que le guste que alguien venga a entorpecer la investigación, niño -dijo ganándose una mirada de odio de Ed.
Uh oh.
Edward: ¡¿A quien llamaste mocoso chaparro malcriado que no puede ni alcanzar la parte alta de la repisa de la cocina?! -grito mientras era sujetado por su hermano menor.
Guardia: ¡Yo no dije eso! -respondió molesto- en todo caso, la respuesta sigue siendo no. Así que tu y tu hermano mayor pueden irse hasta tener el permiso correspondiente -dijo sin saber que cometió un grave error. Se notaba al ver como Ed quería soltarse del agarre de Al.
Mejor salvo al pobre hombre antes de que Ed lo acabe matando a golpes.
Alfons: Ya cálmense todos, Ed, la razón de porque no dejaron entrar es porque nadie avisó que estarían asignados, lo cual tiene sentido, después de todo, yo soy quien dirige la investigación -dije antes de ver al guardia- retírate, yo me ocupo.
Orden que el hombre no tardo dos segundos en acatar dejándonos a solas. Para luego solo no saber que decir al ver al rubio a los ojos, a la vez que el parecía estar en un estado similar al mío. Maldición, creo que estaba más lindo desdela ultima vez que lo vi ¿Por qué tenia que ser tan adorable incluso cuando estaba molesto? Era demasiado para mí. ¡no, Alfons! Mantén la compostura.
Que no note que estas desesperado por tomar sus mejillas regordetas solo para verlo hacer pucheros y quejidos tiernos. Solo por decir algunas cosas.
Edward: ¡Alfons! -dijo sorprendido antes de frotarse un brazo incomodo- Hola... Pensé que estabas en el sur... ah pasado tiempo.
Alfons: Bueno, no me tomó mucho terminar con algunos pendientes -dije frotándome el cuello buscando sonar casual.
Pero verlo de ese modo haciendo ese gesto de pena ¿y eso era un leve sonrojo sobre sus mejillas? ¡Es tan... es tan...!
Alfons:... ¡Oh, al diablo! -dije para luego abrazarlo y comenzar a dar vueltas con el otro chico en mis brazos- ¡es bueno ver que estas bien! ¿Has crecido desde la última vez? ¡creo que estás mas alto! -dije haciendo que el me viera con una mirada avergonzada pero molesta.
Edward: ¡No te rías, para que sepas si he llegado a crecer! -declaro a la vez que yo pare de girar y lo deje en el suelo sin soltarlo.
Alfons: Lo sé, por eso lo mencione, yo nunca me burlaría de ti, Edward -dije sonriendo cálidamente- y hablo en serio, estoy feliz de verte.
Vaya, no se si me pase con esa pequeña muestra de afecto. Pero ahora el rostro de Edward combinaba perfectamente con el rojo de su abrigo ¿Estará resfriado?
Al: Hermano... ¿Qué pasa? -pregunto haciéndome recordar que Edward no había venido solo.
Alfons: Oh Alphonse ¿Cómo has estado? ¿Me recuerdas? -pregunte mirando a la armadura- te vez bien. ¿Qué tal la vida? Por cierto, les pido disculpas a ambos por no ponerme en contacto, he estado ocupado en varios asuntos.
Alphonse: Descuida, entendemos -dijo en lo que zarandeaba suavemente a su hermano mayor que parecía perdido en sus pensamientos en un intento de hacerlo reaccionar.
Alfons: Me alegro. Por cierto ¿Qué hacen aquí? -pregunte curioso.
A la vez que la sola pregunta basto para hacer reaccionar a Ed.
Edward: ¡Es verdad! Tal vez tu puedas ayudarnos Alfons -dijo mirándome seriamente- no nos dejan entrar y queremos ayudar con lo del tipo que escapó de prisión ¡el cabrón se nos escapó anoche! -dijo para mi sorpresa.
Alfons: ¿Lo vieron?
Edward: Claro que sí, vimos el momento en que se fugó y lo encontramos en pleno escape, pero se nos escapó -dijo molesto por eso ultimo- uso un tipo alquimia que nunca habíamos visto, hizo hielo del aire y nos atacó con él.
Alfons: ¿Hielo del aire? -pregunte interesado.
Tenia sentido, el aire técnicamente contenía humedad, y manipulada correctamente se podía formar hielo. Esto se estaba volviendo muy interesante.
Alfons: Y por como dejo la prisión, parece que también puede hacer combustión a partir del aire... -dije analizando lo que sabía hasta ahora- este tipo parece ser más peligroso de lo que creía... Eso solo confirma mis sospechas.
Edward: ¿Tus sospechas? -pregunto a la vez que quise morderme la lengua.
No, no estaba pasando. Conociendo a Edward (y por extensión a Alf) Si empezaba a hablar demás, acabarían por insistir en acompañarme a ciudad Table para capturar al sujeto con la excusa de que quieren averiguar como funciona la alquimia de Melvin, y eso no lo iba a permitir. He hecho hasta lo imposible para que Ed se mantenga a salvo ya sea aquí en Central o en la ciudad del Este. Y ningún prófugo con manos mortales va a arruinar todo en lo que he trabajado hasta ahora.
Aunque Edward me odie, lo mantendré a salvo de los peligros de la guerra y la búsqueda de la piedra filosofal ya fuera que lo quisiese o no.
Alfons:... Tranquilo, no es algo de lo que debas preocuparte -dijo sonriendo para no preocuparlo- ¿Por qué no vuelven por donde vinieron y disfrutan del resto del festival de la cosecha? Ya me ocupo yo de todo -dije en un intento de librarla fácil.
Pero como era de esperar, con Ed eso nunca funciona.
Edward: ¡Claro que no! Si puedo ayudar voy a ayudar
Alfons: Y precisamente me ayudaras mucho si no te involucras.
Edward: ¡No me importa! No voy a quedarme de brazos cruzados mientras ese hombre anda suelto poniendo en peligro a la gente -dijo de forma obstinada- Además, también podemos aprovechar para investigar más sobre esa extraña alquimia que utilizó.
Oh no, no lo harás. Se que esto tal vez no sirva, pero de momento estaba desesperado al no pensar en muchas opciones, literalmente era lo único que tenia a la mano en este momento. Así que sin pensarlo mucho, abrace de nuevo a Edward, con más fuerza que antes. Procure que se sintiera el como mis manos temblaban, quería que Ed entendiera cuanto quería que se mantuviera alejado.
Alfons:... No te estoy pidiendo esto por cosas militares, de rango, de visto social o ninguna de esas tonterías.... -susurre en su oído con una voz frágil, lista para romperse en cualquier momento- simplemente no quiero verte herido, esto será muy peligroso, y ni siquiera tiene que ver con la piedra filosofal. Por favor, Prométeme que no harás una tontería.
En ese momento, sentí como sus brazos se envolvían alrededor de mi cintura... es que ¿de verdad me iba a escuchar? ¿Tendría tanta suerte?
Edward: De verdad aprecio que quieras protegerme, de verdad... pero si tú estás en problemas no dudes que me involucraré, además, no soy alguien débil, lo sabes -dijo en lo que yo me aguante las ganas de suspirar.
Así que pensaba que estaba hablando por lo que paso en la carnicería. Si supiera que aunque fuera el hombre más fuerte del mundo, igual buscaría cuidarlo y protegerlo de todo.
Alfons: Por eso mismo pido que me prometas que no lo harás, que no te entrometerás. Porque sé que eres lo bastante testarudo como para ignorar mi petición a menos que sea una promesa... Por eso, prométemelo -pedí con seriedad.
Aunque como supuse, al menos por ahora, pedirle algo así a Ed cuando a lo mucho éramos conocidos no iba a servir.
Edward: ... Lo siento... No... No puedo... -dijo escondiendo su rostro en mi pecho.
A lo cual yo solo suspire, sabiendo que me iba a odiar luego por lo que estaba a punto de hacer.
Alfons: Supongo que debí esperar esa respuesta -suspire antes de separar el abrazo y tomarlo por los hombros- está bien...creo que podrías investigar en la biblioteca por mi ¿está bien? Averigua lo que puedas de la alquimia Creta o más allá, mientras yo hago lo mismo con los registros militares. Cualquier cosa pregunta a mi padre si no me encuentras ¿bien? -pregunte usando mi mejor cara de convencimiento. La cual parecía hacer efecto esta vez para mi alivio.
Edward: Yo... tal vez puedo hacer eso... ¿ahora qué? -pregunto algo a la defensiva al notar que me le quede viendo.
Es que no podía evitarlo, podía verlo por horas y nunca cansarme... ok, admito que eso se escuchó algo patético, pero no me arrepiento en lo absoluto.
Alfons: No, es solo que... ¿No has pensado en usar el cabello suelto más seguido? Pienso que se vería lindo así -dije sonriendo con sinceridad.
Y de nuevo, Edward parecía como si lo hubieran arrojado de golpe en una tina de agua hirviendo de lo rojo que estaba. Lo cual, admito, me estaba preocupando. Pero antes de que pudiera hacer algo al respecto, solo pude ver como el hermano menor cargo al mayor en brazos a la vez que este cerro los ojos como si buscara solo desconectarse de todo.
Al: Bueno, fue un placer volverte a ver, seguro estarás ocupado ¡nos vemos! -dijo antes de correr y perderse de vista.
Muy bien... eso no lo espere, pero no diré que no fue conveniente.
Alfons: Perdóname Edward... pero jure que te protegería y te daría la vida que no viviste antes, y lo voy a cumplir -dije antes de ir a buscar al resto de mi personal.
Debíamos tomar un tren.
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(General Pov)
Al: Hermano... No me agrada -fue lo primero que dijo una vez se aseguró que se habían alejado lo suficiente de la prisión y de que su hermano volvería a sus cabales.
Mientras que este solo miro confusión a su hermano menor, ya que esa actitud era algo nuevo para él.
Ed: ¿Que no te agrada? Pero si a ti te agrada medio mundo, hasta Mustang -dijo extrañado en lo que la armadura solo aparto la mirada.
Al: Porque con medio mundo eres tú mismo... Con él no lo eres -declaro haciendo que el rubio frunció el ceño.
Tal vez fuera cierto que era más permisivo con Alfons en algunas cosas como el contacto físico o ciertas actitudes suyas, pero eso era porque el chico no tenia amigos de su edad y él era lo más cercano que tenia a alguien de confianza. Cosa que seguro necesitaría más que nunca en algunos años cuando tomara el trono de Aerugo (porque si, sabía de eso, vio la noticia en el periódico)
Además, mentiría si dijera que no le gustaba como Alfons lo llegaba a tratar, aun con las amenazas y todo, llegaba a ser gentil con él de un modo... que le recordaba a su madre. No es que llegara a admitir eso en voz alta nunca, pero el rubio hijo del pronto coronel bastardo lo hacia sentir una calidez que era difícil expresar en palabras. De momento no tenia un nombre o una idea de que le hacia sentir exactamente Alfons Heiderich, pero una cosa era segura, lo apreciaba.
Ed: No digas ridiculeces -dijo antes de sonreír de forma burlona- ¿no será que estas celoso?
Alphonse: ¿Por qué estaría celoso? -pregunto cruzándose de brazos con un claro tono de reproche que hizo sonreír a su hermano.
Ed: De qué alguien más parece querer cuidar de tu hermano mayor como tú lo haces.
Alphonse: Claro que no, tampoco te creas mucho -dijo antes de solo dejar caer sus hombros en señal de derrota- solo... no lo sé, solo no me da buena espina. Se siente que esconde algo...
Edward: Técnicamente nosotros también, recuerda que todos creen que usas una armadura y que mi brazo y pierna los perdí en un accidente -dijo restando importancia al asunto.
Alphonse: Si, pero eso diferente. Él sabe eso, nosotros por el contrario... -dijo antes de sentir como le daban unas palmadas en el hombro.
Ed: Vamos Al, creo que ambos sabemos que no te queda lo paranoico, ese es mi trabajo -dijo con una sonrisa cariñosa- mejor vamos a la biblioteca, algo me dice que tendremos mucho trabajo por delante.
Y acto seguido se adelantó con la intención de ir justamente a la biblioteca nacional. Siendo seguido por su hermano menor que una vez más, estaba convencido de que su punto acerca de que su hermano actuaba diferente con el hijo del alquimista de fuego era una verdad irrefutable. Siendo la prueba mientras caminaba, vio como su hermano deshizo su característica trenza, dejando que su largo cabello rubio se moviera con el viento.
Su hermano estaba cambiando, y no le gustaba la razón de porqué. Cierto chico militar de quien para cuando volvieran a averiguar de él, se enterarían de que había ido al Oeste y que esperaba regresar pronto para revisar todo lo que Ed había investigado.
Cosa que el hermano mayor, aunque al principio se enojó en gran medida, al final acepto algo desilusionado al no poder seguir al hijo de Mustang ya que no tenía pista alguna de donde pudo ir (debido a que el mismo Alfons había ordenado que se limitara la información a los Elric sobre su paradero). Pero no rindiéndose a la idea de ir a buscar a Alfons a la mínima oportunidad.
Mientras que el hermano menor una vez más solo reafirmo su pensamiento inicial. No le agradaba Alfons Heiderich. Entendía que al parecer solo quería mantenerlos a salvo, y de hecho no sabía porque... pero solo no le agradaba.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
De momento no voy a dar mucha información al respecto. Si quieren pistas de como va a ir el asunto los siguientes capítulos, vean la película de la estrella sagrada de Milos.
Desde ya voy a empezar el siguiente capitulo, hasta entonces, nos vemos.
Chapter 14: Capitulo 12: Llegada a ciudad Table
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Amestris, cercanías de la frontera con Creta)
(Alfons Pov)
El tren ya había partido desde el mediodía de ayer, y al ser una ruta directa sin paradas y que no se detuvo en toda la noche siquiera, dejo como resultado que como paisaje se viera por la ventana el paisaje árido de la zona fronteriza causado por la obvia falta de interés de la población de querer asentarse cerca de donde Creta podría lanzar un ataque en cualquier momento.
Pronto iban a llegar a ciudad Table, y desde ya podía decir que tenia un mal presentimiento. Al menos acariciar el cabello de Fletcher que se hallaba dormido en mi regazo me ayudaba a calmarme. Aun así, había dos cosas en las que no podía dejar de pensar y que de hecho me hicieron difícil conciliar el sueño anoche.
La primera, como era costumbre, se trataba de Ed. Solo espero que no este muy molesto conmigo por venir sin él. Aunque en mi defensa, nunca le dije que lo traería ni nada parecido, a lo mucho gane tiempo para adelantarme a él. Me pregunto si me hizo caso en el consejo del cabello, fue algo que dije por inercia... seguramente no, rara vez Ed escucha criticas respecto a sus gustos (me lo dirán a mí que peleé por meses con su yo de mi mundo para que cambiara la decoración de su habitación)
Je... eso me trae nostalgia.
Mientras que por otro lado, la otra cosa que me dejaba con la mente inquieta fue la conversación que tuve con mi grupo de colaboración, por así decirlo, antes de que partiera el tren.
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(Flashback)
Lyra: Ya está hecho señorito. Borre todo rastro de a donde nos dirigimos, además, el alcaide así como cualquier militar que sepa de nuestro destino está bajo palabra de no decir nada a los hermanos Elric... ¿Seguro que es lo que quiere? -pregunto una vez tomamos lugar en nuestros respectivos asientos.
Siendo esa de hecho, una pregunta conflictiva para mí. ¿quería hacerlo? Claro que no. ¿Debía hacerlo? Esa ya era otra historia.
Alfons: Si -dije mirando por la ventana del tren- lo que sea que ocurra en Ciudad Table será intenso debido a que con el solo hecho de que yo me involucre, con mi reputación... hará que sea casi seguro que nos involucremos en algo grande, es bien sabido que las relaciones entre Creta y Amestris son bastante tensas de momento... No quiero que Ed me vea así, ese lado de mi... -dije frunciendo el ceño.
No soportaría ver esa mirada en el rostro de Ed... no de nuevo, no cometeré ese error dos veces.
Alfons: De hecho. Si de algún modo las cosas terminan con la armada cretense en Ciudad Table ... Quiero que tomes a Fletcher y te largues, Russel -dije al mayor de los Tringham que solo asintió mientras abrazaba a su hermano con un brazo- del mismo modo quiero que ambas piensen en su propio bienestar, chicas -dije en lo que ambas me miraron de forma comprensiva.
Clara: Supongo que este es tu lado no tan en desacuerdo con ese grupo, los Nazis, imagino -pregunto haciéndome suspirar.
Alfons: ... No trabajas para ellos por tanto tiempo sin aprender una o dos cosas -admití.
Y eso era verdad, tal vez no compartía los ideales de la sociedad thule ni a quienes estaban afiliados (el partido obrero alemán que al parecer luego de que morí se convirtió en el partido nazi, datos compartidos de buena gana por La verdad cuando llegué a este mundo) pero trabajar con ellos tanto tiempo te hace aprender un par de cosas que pueden valer la pena. Como anteponer a tu gente ante todo, por ejemplo.
Lyra: Otra cosa que nos hace preocuparnos, señorito -dijo en lo que yo solo me encogí de hombros.
Russell: Cómo sea ¿y si los Elric nos descubren?
Alfons: No importara -dije recostándome contra la ventana- para cuando se den cuenta del engaño, ya el tren abra partido.
Era lo mejor, debía aprovechar hasta el último segundo de esta ventaja de tiempo. Mientras más pronto encontrara a este sujeto, más pronto podría volver a Central sin que Edward llegara a siquiera involucrarse.
Clara: ... Esto tendrá resultados o dolorosos, o hilarantes.
Alfons: Lo sé, pero lo acepto -dije antes de palmear uno de mis muslos- Fletcher, ven aquí, quiero abrazar algo lindo y cálido -pedí amablemente.
En lo que el menor no se lo pensó dos veces antes de arrojarse a mis brazos y acomodarse en mi regazo como si siempre hubiera pertenecido allí en lo que yo lo abrace con un brazos. Cosa que no me molestaba, este niño como ya había dicho varias veces era muy tierno para su propio bien.
Clara: Y acaba de empeorar su situación -dijo en lo que ambas chicas se rieron a la vez que Russell parecía estar listo para hacer un alboroto en el tren por ¨corromper a su pobre e inocente hermano¨. Algo exagerado si me preguntaban.
(Fin del flashback)
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En sí, lo que me molestaba de esa conversación era la idea de acabar atrayendo atención no deseada de Creta y que las cosas acabaran en desastre. Por ahora, lo que anhelaba y hasta imploraba a La Verdad (algo inútil pero igual me daba algo de alivio) era que Melvin no haya cruzado la frontera. Porque de ser así... las cosas se complicarían bastante.
Clara: Entonces, ¿Cuál es el plan? -dijo una vez observamos que la ciudad Table estaba a la vista a lo lejos.
Se trataba de una gran meseta con lo que parecía ser toda una metrópoli en su planicie, una vista única y llamativa si debía de ser honesto. De ser las cosas diferentes, algo me dice que este lugar sería el punto turístico perfecto entre las fronteras de ambos paisas. Una lastima que la guerra este de por medio.
Alfons: Primero, llegar a la ciudad de una sola pieza. En serio ¿tres parejas de espías de Creta en el mismo tren que nosotros? No pensé que las cosas en el oeste estuvieran tan mal -dije mirando justamente a la ultima pareja siendo capturada en un intento por abandonar el tren una vez se vieron descubiertos.
Lyra: O que tuviéramos tan mala suerte -dijo suspirando.
Lo cual no me sorprendió mucho, desde que se volvió oficial la anexión de Aerugo a Amestris debido a la carencia de gobierno y por la muerte del príncipe Claudio luego de que el hiciera oficial el acuerdo con King Bradley, dando fin a la guerra en el sur, Creta ha intensificado sus esfuerzos por mantener a raya a las tropas de Amestris. Así como también ha puesto más empeño en mejorar sus redes de espionaje, enviando cuantos espías puedan a nuestro territorio en busca de información.
No cabía duda de que ahora que la guerra con Aerugo al menos de momento era cosa del pasado, Creta era la mayor amenaza actual.
Alfons: Solo faltaría que el prófugo esté aquí o una quimera para completar el paquete completo -dije solo por hablar.
Para momentos después querer pegarme un tiro con mi pistola de balas de aire cuando de repente se escucharon unos ladridos del vagón detrás al nuestro, donde poco después se vio a varias personas salir huyendo de dicho vagón aterradas.
Mujer: ¡Monstruo! ¡Un monstruo! -dijo haciendo que todos nos miráramos con incredulidad.
Clara: ¿No pudiste decir "que llueva dinero del cielo"? -pregunto con sarcasmo.
Solo para no recibir respuesta de mi parte debido a que yo ya estaba dirigiéndome al vagón donde estaba el dichoso monstruo. Solo para que una vez llegase, me quedara boquiabierto por lo que tenía en frente.
Al principio parecía ser solo un hombre de mediana edad que tenia sujeto del cuello a un soldado fronterizo, pero el perro muerto detrás suyo ya me hacia darme cuenta de que no es lo que aparentaba. Cosa en la que tuve razón luego de que arrojara el soldado que tenia sujeto al otro que le estaba apuntando con su rifle.
???: ¡Parece que tendré que ocuparme de algunos estorbos! -declaro antes de que el cambio ocurriera.
Y digo cambio porque prácticamente fue una transformación total, el hombre de repente comenzó a parecer como si estuviera sufriendo de un ataque. Solo para que luego comenzara a aumentar su masa muscular al mismo tiempo que le crecían garras y la boca se volvía un hocico. De ese modo la transformación continuo hasta acabar convirtiéndose en una especie de hombre lobo.
Solo había un nombre para un ser así en este mundo, y ese era...
Alfons: ¡Eres una quimera! -dije sorprendido- vaya si eres feo -dije haciendo que el tipo lobo gruñera como respuesta.
Quimera lobo: ¡No tengo interés en ninguno de ustedes! -declaro.
Antes de usar sus garras para hacer un agujero en el techo y salir justo por allí. Muy bien, parece que la diversión empezó antes de siquiera llegar a la ciudad fronteriza. Tal como dijo Lyra, en verdad tenemos mala suerte. Igual no ganaba nada quejándome.
Por esa razón solo active el mecanismo alquímico de mi uniforme para habilitar la función de vuelo y salir también del tren, logrando disparar al mutante luego de que al parecer dañara los controles de la cabina del conductor, estropeando el frenado de emergencia en el proceso. Siendo allí donde me di cuenta de que el tipo no era un cualquiera, ya que esquivo con facilidad varias cargas de aire comprimido de mi pistola.
Alfons: ¿Viaja solo, señor quimera? -dije tras aterrizar sobre el techo de uno de los vagones a la vez que el lobo me frunció el ceño.
Quimera lobo: Literalmente estas volando... Ya veo, debes el hijo del héroe de Ishval ¡el niño prodigio de central!
Alfons: Vaya, otro que me conoce, parece que mi reputación me precede -dije sonriendo antes de sacar mi cuchillo y ponerme en posición de combate- ¿Qué es lo que quieres? -pregunté solo para verme sorprendido al ver otro suceso extraño.
Lo cual se trató de que, de repente, varios enganches se conectaran a lo largo de los techos de los vagones del tren conforme pasábamos por el puente que servía de acceso para llegar a ciudad Table. A la vez que lo que parecían ser personas saltaban de la parte alta del puente y se mantenían en el aire con lo que parecían ser alas mecánicas en sus espaldas.
Alfons: ¿Pero que rayos? -pregunte antes de notar que la quimera estaba a punto de asestarme un golpe.
De no haber sido porque acabo esquivando un disparo de aire concentrado cortesía de Lyra antes de que siquiera se me acercara para que luego Clara lo enfrentara usando su espada de naipes en lo que los Tringham trataban de apresar a la quimera con alquimia potenciándose con piedras rojas.
Por eso era bueno tener un equipo, en especial cuando sabes que harán lo necesario para cuidarte la espalda.
Quimera lobo: Los estorbos no dejan de aparecer -dijo más que todo mirando al cielo donde se veían a varias de las personas vestidas de negro volando con los artefactos en sus espaldas
¿Era un modelo compacto de aeroplano? Fascinante. Pero eso no quita el hecho de que me encontraba oficialmente confundido.
Aunque rápidamente se me borro la sonrisa del rostro al ver que más adelante parecía haber otro tren que al parecer iba de salida de ciudad Table más adelante, y ese parecía ser el objetivo de las misteriosas personas de negro al ver como disparaban a los militares y hacían que el otro tren frenara de golpe. Ok, no sé qué estaba pasando aquí, pero es obvio que era algo grande.
Alfons: ¡Clara, Lyra, entretengan a la quimera! ¡Russell y Fletcher, intenten frenar el tren! -grite en lo que los cuatro acataron las órdenes mientras que por mi parte pensaba ir a ayudar al otro tren que estaba teniendo una toma hostil por los sujetos voladores de negro.
Solo para quedarme boquiabierto al ver como de uno de los vagones de ese tren salía de la ventana un tipo que el viento literalmente le hizo volar el bigote falso junto a un sombrero, revelando a un hombre que lo primero que hizo fue hacer un rayo con su mano, matando a uno de los tipos vestidos de negro como si nada. No cabe duda, él tenía que ser, Melvin Voyager.
Te encontré maldito desgraciado.
Pero esa satisfacción de encontrar a quien buscaba se me paso al ver que en ese tren el objetivo de los sujetos de negro parecía ser un vagón de prisioneros. Solo para huir luego de que aparentemente fueran recibidos por una lluvia de balas al abrir dicho vagón ¿una emboscada? Toda esta situación estaba siendo un dolor de cabeza.
Pero por ahora había que centrarse en lo importante, la captura del fugitivo.
Quimera lobo y Alfons: ¡Te encontré! -dijimos al unísono antes de saltar al otro tren donde estaba Melvin que solo sonreía con arrogancia.
Momento en que tanto el lobo como yo nos miramos con sorpresa durante una fracción de segundos ¿estábamos tras el mismo sujeto? De verdad que no estaba entendiendo nada.
Melvin: ¡Gracias por venir a verme! -dijo disparando un rayo a la quimera que esquivo el ataque como si nada.
Quimera lobo: Ha pasado tiempo ¡He estado esperándote! -declaro mientras esquivaba los ataques del convicto.
Ok ¿entonces el convicto que escapo de prisión faltando solo dos meses para cumplir su condena y esta quimera de hombre lobo se conocían? Es un hecho, el mundo era un pañuelo. De cualquier modo, me estaba cansando de ser la tercera rueda en este altercado.
Alfons: ... Ya me cansé de esto. Claramente aquí todos se conocen y yo soy el de afuera... ¡pero igual no les da derecho a ignorarme desgraciados! -dije disparando tanto al lobo como al convicto.
Pero no mis balas normales de aire comprimido, oh no. Estas eran balas de nitrógeno líquido que esparcían hielo al contacto, una idea que tome del alquimista de hielo de nuestro enfrentamiento en el norte. La idea era capturar a ambos sin muchas complicaciones, pero eran buenos para esquivar ambos enemigos. Aunque al menos el ataque sirvió para dejar al lobo fuera de la ecuación dejándolo sujeto a un lado de uno de los vagones.
Bien, era más fácil lidiar con uno que con los dos. Y para mejorar la cosa parece que los hermanos lograron frenar el tren antes de llegar a la estación. Al fin estaba empezando a retomar el control aquí.
Alfons: Muy bien, espero que hayas disfrutado de tu pequeño paseo recreativo, porque es hora de volver a tu celda -dije apuntando con mi arma- Melvin Voyager, queda bajo arresto en nombre del ejercito Amestrisano. Ponga las manos en alto y no se resista -ordene.
Solo para que el tipo en respuesta me disparara un rayo para luego crear una cortina de humo para escaparse vete a saber cómo. Acabo de conocerlo y ya lo odio.
Quimera lobo: ¡¿Cuánto más problemático puede volverse esto?! -se preguntó molesto antes de solo saltar al barranco y aterrizar justo en el comienzo de la meseta.
Alfons: Oh no, no lo harás pulgoso. Ya perdí al tipo que vengo persiguiendo desde Central, no voy a perderte a ti también ¡Lyra, Clara! ¡Averigüen de que fue todo lo de hace rato, no tardo! -ordene a ambas chicas que se habían quedado al margen de la pelea.
Para luego emprender vuelo e interceptarlo antes de que se escapara. Cosa que no le gusto a mi nuevo peludo amigo que parecía rabioso solo de verme.
Quimera lobo: ¡Eres muy molesto! -dijo en lo que esquive un zarpazo de su parte.
Alfons: Me lo dicen siempre -dije burlón antes de apuntarle con mi arma- conoces al prófugo, eso es un hecho. Habla ¿Por qué lo buscas?
Quimera: ¿Por qué te lo diría? -pregunto haciéndome respirar hondo.
Alfons:... Honestamente ¿Por qué siempre tienen que ponerlo difícil? Solo una vez me gustaría enfrentarme a alguien que no actúe como mujer en su momento del mes.
Quimera: ¿Cómo un niño puede hablar así.?.. De cualquier modo, ni lo intentes, tus trucos alquímicos no funcionaran conmigo, soy más rápido que cualquier bala -se jacto con orgullo.
Ya veo, con que el tipo se cree la gran cosa. Muy bien, pongámosle los pies en la tierra.
Alfons: Contra mí no importa que tan rápido seas. Con decirte que puedo vencerte sin ni siquiera tocarte -dijo logrando que el lobo se enojara más de lo que ya estaba.
Quimera: ...Hay muchas cosas que odio, pero una de las que más odio es a un Amestrisano mentiroso -declaro tronando sus dedos- pero no debería sorprenderme, si el Führer es así, entonces los soldados también deben serlo.
Alfons: ¿Mentiroso? -pregunte interesado de porque ese adjetivo en particular para el generalísimo.
Pero al parecer la quimera se había cansado de charlar, por lo que se lanzo directamente hacia mi con una evidente furia asesina y una clara intención de destriparme... antes de solo desmayarse antes de siquiera tocarme.
Alfons: Te dije que no haría falta ponerte un dedo encima -dije luego de tomar una buena bocanada de aire. Aguantar la respiración no era bueno para mi salud.
¿Y porque estaba aguantando el respirar? Pues porque en ese momento en al menos un par de metros a mi alrededor el oxígeno había sido retirado, causando un campo de asfixia garantizado. Una de mis así llamadas ¨técnicas¨ más poderosas... pero que era mejor usar como último recurso debido a que alguien de pulmones frágiles como yo aguantara por mucho tiempo la respiración era una muy mala idea.
En todo caso, de momento solo quedaba dejar cautivo a la quimera mientras esperaba a que mis subordinados llegaran. Ojalá no se tarden, había mucho que aclarar.
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(40 minutos después)
Es oficial, lo que sea que estaba pasando debía arreglarlo rápido, porque si de algun modo era relacionado conmigo lo que paso en ciudad Table, ya podía despedirme de mi carrera militar. No pude hacer nada para impedirlo debido a que precisamente necesitaba descansar por lo de retirar el oxigeno a mi alrededor un momento, así que solo pudo ver como el caos tomaba lugar desde lejos.
¿Y que fue lo que vi? Pues a los tipos de negro voladores junto a Melvin Voyager atacando uno de los edificios de la ciudad antes de todos retirarse a lo que parecía ser el cañón que rodeaba la meseta. Menudo desastre, al menos ya llegaron los demás, espero que tengan algo bueno.
Russell: Vaya, no bromeaban cuando decían que iba por un perrito -dijo mirando a la quimera que tenia enterrada de todo el cuerpo en roca excepto la cabeza.
Clara: Aunque cachorro, cachorro, ya no es -dijo divertida en lo que yo me aclare la garganta.
Alfons: ¿Qué averiguaron? -pregunte haciendo que Lyra diera un paso al frente.
Lyra: Los murciélagos negros, las personas voladoras de antes -comenzó a explicar- son un grupo terrorista que busca adueñarse de la ciudad Table, lo de hoy fue un intento del estado de erradicarlos al hacerles creer que en uno de los vagones había algunos de sus compatriotas, cuando en realidad eran soldados de los nuestros encubiertos.
Ya veo, esa de hecho era una buena jugada.
Alfons: ¿Por qué el interés de estos terroristas en la ciudad de Table?
Lyra: Eso es porque afirman que la ciudad es su tierra sagrada que el ejército les robo. Y como la gente de Milos que son, quieren recuperar su meseta sagrada.
Con que Milos ¿Eh?
Alfons: Interesante... -dije pensativo.
Aunque por dentro estaba listo para decir quien sabe cuantas groserías, lo ultimo que necesitaba era fanáticos religiosos que además era patriotas a su propia tierra. Lidiar o tratar de razonar con ese tipo de gente era una causa perdida. Que me lo digan a mi que fue uno de esos desgraciados el que me mato en mi vida anterior. Nada mas recordaba el suceso y me daban ganas de golpear a alguien.
... Juro que si me encuentro con ese tipo en este mundo. Lo matare sin importarme un bledo quien sea.
Alfons: Muy bien, por cierto, buen trabajo a ambos deteniendo el tren -dije a los Tringham-honestamente en su momento no pensé la situación, perdóname si fue mucho para ti, Fletcher -dije acariciando su cabeza en lo que el sonrió apenado.
Fletcher: Esta bien, fue muy divertido de hecho -dijo sacándome una sonrisa.
Es un hecho, si algo le pasaba a este niño bajo mi cuidado, nunca me lo perdonaría. De hecho, solo porque sabe alquimia avanzada para su edad es que lo tengo conmigo. De lo contrario estaría en Xenotime en la mansión bien cuidado y demás... si, creo que a veces puedo ser alguien egoísta.
Lyra: Además, parece que tanto los murciélagos negros como el fugitivo Melvin Voyager atacaron el domo oeste de la ciudad Table, donde tenían a los inmigrantes ilegales. Todo indica que ambas partes tenían el mismo objetivo, Julia Crichton. A quien lograron sustraer con éxito del complejo -termino su informe en lo que yo respire hondo.
Esto era en verdad un dolor de cabeza ¿Qué tenia esta chica de especial? Sea lo que fuere, al parecer ahora ellos la tenían... y por alguna razón, la sola idea no me gustaba nada.
Alfons: Pues mejor empecemos a arreglar todo esto ¡ya despierta! -dije golpeando al lobo en la cabeza, trayéndolo de vuelta de su inconsciencia.
Todos: ... ¡Que tacto! -dijeron sorprendidos en lo que el humano mutante parecía volver a sus sentidos.
Quimera lobo: ¿Pero que...? ¿Como...? -pregunto antes de que pareciera recordar lo sucedido momentos antes para luego verme con rabia- maldito mocoso ¿Qué truco usaste? Eso no pudo ser alquimia ¿acaso la magia existe? ¿Eres brujo?
Alfons: ... No... -dije de forma inexpresiva- no te voy a decir mis secretos. Primero porque ni siquiera mis superiores saben cómo funciona mi alquimia con exactitud, y segundo... Porque no hay que ser un genio para saber que tú también eres un espía de Creta ¿no es verdad? -pregunte a la vez que el animal me gruño.
Bingo, justo en el blanco.
Alfons: Desde ya te diré algo. No estamos del lado del prófugo Melvin Voyager. Es más, si me das una razón lo bastante buena, puedo hacer la vista gorda y dejar que lo mates -dije haciendo que el tipo se me quedara mirando.
Mientras que por otro lado, mis acompañantes parecían sorprendidos por esa decisión mía.
Lyra: Señorito ¿seguro que es buena idea que...? -pregunto en lo que decidí simplemente ser sincero.
Alfons: La verdad no. Pero este tipo parece ser el único que sabe quién es en realidad nuestro alquimista prófugo. Si tienes una mejor idea, soy todo oídos.
Clara: Bueno, yo podría... -dijo levantando la mano solo para que Lyra se la bajara con la misma rapidez que ella la levanto.
Lyra: Ni siquiera lo pienses -dijo a la vez que todos estuvimos de acuerdo con esa orden para disgusto de la enfermera.
Conociendo a Clara, honestamente me cuestionaba que cosas podía hacer para obtener información de alguien.
Quimera lobo: De acuerdo... -dijo tras meditarlo- soy un soldado cretense, soy de la unidad de fuerzas especiales... Nuestro trabajo es sencillo, nos dicen un objetivo, ese alguien debe morir -revelo con algo de renuencia.
Clara: Y supongo que tu objetivo es ese alquimista -dedujo a la vez que el lobo lo confirmo.
Quimera: Llevó buscándolo desde hace tres años, se me dio una prenda con el aroma y lo he buscado desde entonces. Es un traidor de nuestra nación que escapó de Creta hace cinco años tras cometer un doble homicidio -dijo para mi sorpresa- el nombre de este sujeto no es Melvin Voyager, es el teniente Atlas, y sus víctimas fueron la pareja de los Crichton, un par de alquimistas que investigaban un proyecto ultrasecreto para Creta. Pero Atlas decidió que ese proyecto debía ser sólo para él -dijo haciéndome pensar al respecto.
Así que mi teoría de la identidad falsa acabo siendo verdadera. El tipo es un desertor del ejercito cretense que vino a esconderse aquí. Las cosas estaban empezando a tener forma en mi cabeza. Mato a la pareja Crichton, pero tal parecer que lo que sea que quería de ellos, no lo pudo obtener. Por lo cual, se escondió para buscar a la hija años después.
Pero... no lo entiendo ¿Por qué esperar hasta ahora? ¿Qué era esa dichoso proyecto secreto? Lo que sea, debe de ser algo muy importante como para que este sujeto mate por eso.
Alfons: Atlas... -dije interesado- aunque hay algo que no entiendo. Si este tipo Atlas es un militar de Creta ¿Cómo es que nuestro país no se dio cuenta mientras de su verdadera nacionalidad mientras estuvo en prisión? -pregunte a la vez que el soldado cretense reacciono con sorpresa.
Quimera: ¿Todo este tiempo se escondió en una prisión? Ese maldito bastardo ingenioso, oculto su aroma con el repulsivo hedor de los demás reos -dijo antes de sonreír de medio lado- el ejercito amestrisano seguramente no se dio cuenta de la identidad de Atlas porque tal vez ayude que su cara en realidad no es su cara.
... ¿Qué?
Todos: ¿Su cara no es su cara? -preguntamos todos con la misma incredulidad antes de que un pensamiento cruzara por mi mente.
Alfons: Ahora que lo pienso.... Ese tipo tenía cicatrices muy desagradables en el cuello y por debajo del mentón... Ese loco... ¿Le arrancó el rostro a otra persona y se lo puso? -pregunte solo para que el lobo se hiciera el desentendido.
Lobo: Tú pareces ser el detective, dime tu -dijo haciéndome arquear una ceja.
Ok, eso lo confirmaba.
Alfons:... ¿A quién le arranco el rostro? -pregunte recibiendo un resoplido como respuesta.
Lobo: Eso aunque lo supiera no te lo diría. Mi superior fue muy claro en ese detalle, mataría a quien sea para que eso no se sepa -dijo pareciendo decidido a no decir nada más.
Muy bien, si así lo quiere, que así sea.
Alfons: ... Clara... -dije su nombre a la vez que mi así llamada enfermera personal se materializo a mi lado con una sonrisa maliciosa en el rostro.
Clara: Nunca he hecho veterinaria... pero nunca está mal algo para practicar. ¿Cómo quieres que empiece a examinarte, lobito? -pregunto poniéndose un guante de latex.
Antes de levantar el dedo índice de su mano derecha. Acción que espanto tanto a la propia quimera de Creta como la mayoría de nosotros que teníamos una idea de lo que eso implicaba. Excepto Fletcher que solo ladeo la cabeza confundido. Bendita inocencia.
Rusell y Lyra: ¡¿Tienes licencia para eso?! -preguntaron a la rubia en lo que ella se encogió de hombros.
Clara: ... No diré nada si ustedes tampoco -dijo en lo que yo suspire. Honestamente no estaba de humor para ver el lado sádico de Clara, al menos no por ahora.
Alfons: Pues, Lyra, Russell, Fletcher, vienen conmigo a la ciudad para empezar a tomar acciones a los recientes sucesos. Clara... Abre tu imaginación con nuestro nuevo amigo peludo -dije.
Para luego sin más solo irnos dejando al lobo en las capaces manos de Clara. ¿Pero en que eran capaces? Pues... eso dependía de la situación. Y si la mirada de terror del animal decía algo, él sabía lo que le iban a hacer o tenia una idea, y no le iba a gustar.
Quimera Lobo: ¡Déjame ir! ¡El bastardo ira tras la chica! ¡Eso no puede pasar! -grito solo para que acabase con un bozal en el hocico.
Clara: Oh, descuida, veremos qué hacer, pero primero, el interrogatorio -dijo lamiendo un bisturí que tenia en mano con algo de perversión.
Lobo: No... no... -lo escuchamos murmurar con fuerza antes de que su voz se dejara de escuchar debido a la distancia.
Antes de que un aullido desgarrador se escuchara a lo que posiblemente seria al menos varios metros de distancia. Lo siento tipo lobo, pero esto es una guerra, eres tu o nosotros. Y al menos yo no voy a dejar que todo se vaya al diablo por la falta de información.
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(Momentos después)
(Ciudad Table, plaza central)
Lo sabia de antemano solo con ver el alboroto que ocurrió hacia rato a la distancia, pero una cosa era saberlo, y otra muy diferente era verlo de primera mano. Empezando con que lo primero que vimos al llegar fue como era retirado un pelotón de soldados asesinados con estalagmitas de hielo (vaya, parece que no fui el único en copiar uno que otro truco del alquimista de hielo).
Al menos agradecí que metieran los cuerpos en bolsas para cadáveres, así no hubo que cubrirle los ojos a Fletcher.
No obstante, en cuanto note la facilidad con la que al parecer quedo destruido el domo oeste fue que solo pude maldecir por lo bajo. Era obvio que esto lo hizo el tal Atlas ¿en serio tuvimos bajo nuestra jurisdicción a un criminal tan peligroso todo este tiempo? El utilizo a Amestris solo para esconderse de su tierra natal, podía escapar cuando quisiera... ¡hijo de perra!
Alfons: Tantos soldados muertos... Tanta destrucción... ¡Lyra, mi lista de venganza! -dije a la vez que ella me la dio junto a una pluma.
¿Qué pensaban, que no la iba a hacer? Ahora tengo una lista de venganza con el nombre de Claudio Rico Fiori encabezándola, y de allí le seguían unos más. Como el de Barry el carnicero que escribí y luego taché al saber de su ejecución. Mi padre unas cuatro veces, la general Armstrong un par de veces junto al capitán Buccaneer, una para el general Grand, y al final de la lista estaba el nombre de Atlas.
Alfons: Oh, es una lista más corta de lo que pensaba -dije terminando de escribir- es bueno ver que soy una persona que no guarda rencor a otros la mayor parte del tiempo.
Lyra: ... ¿Qué hicieron el cartero y el vendedor de helados, Señorito? -pregunto mirando a otros nombres de la lista, a lo cual solo endurecí la mirada por el recuerdo.
Alfons: El vendedor de helado me estafó con el cambio, el cartero... -dije con seriedad- habló de más -dije antes de sentir una especie de repulsión.
La cual vino de ver caminar hacia mi un pelotón de militares de Amestris que estaban siendo dirigidos por un sujeto que se le notaba que tenia los aires subidos a la cabeza por la forma en que caminaba tan pomposa así como sus gestos. Este era uno de esos casos donde ya sabías que ibas a odiar a alguien sin necesidad de que hablara si quiera.
Alfons: Ni te molestes en guardar la lista, Lyra... algo me dice que ya estaré anotando otro nombre -dije en lo que el pelotón se detuvo justo frente a nosotros.
???: Buenos días. Tu debes ser el mayor Alfons Heiderich, el coronel Mustang me aviso de tu llegada. Soy el mayor Peter Soyuz, estoy a cargo de esta ciudad -dijo con cierto aire de superioridad que me hizo querer partirle la cara.
Alfons: Vaya que es rápido -dije tratando de disimular el sarcasmo- ¿exactamente que paso aquí?
Peter: Una tragedia sin duda. Ese criminal de Central destrozo el domo oeste y se llevó a la inmigrante ilegal antes de que ambos en su escape saltarán al cañón. Deben estar muertos -dijo ya dando por terminado el asunto.
Alfons: Hasta ver los cuerpos, se les debe catalogar como desaparecidos -declare antes de caminar hasta tener una vista del dichoso cañón que rodeaba la ciudad- así que me pregunto ¿Por qué está aquí perdiendo el tiempo y no está organizando un pelotón al fondo del cañón? ¿Dónde está el camino que lleva al fondo del valle? -pregunte en lo que el me miro como si hubiera dicho un chiste realmente malo.
Peter: ¿Deseas cruzar la frontera hacia Creta? -pregunto socarronamente- el cañón de la muerte no es un lugar en el que puedan caminar los humanos. No hay nada más que basura, gérmenes y los grilletes de los criminales sobre el suelo del valle. ¿Por qué nos rebajaríamos a bajar a donde está la escoria? -pregunto en lo que a mi ya algo me olía bastante podrido.
Para empezar, el cañón como tal no era territorio de Creta, no había razón para no bajar tropas a inspeccionar el área. A menos que algo estuviera siendo escondido aquí.
Alfons: En todo caso, así que es usted quien dice estar deportando inmigrante ilegales -mencione en lo que el parecía inflar su pecho de orgullo.
Peter: Estamos muy cerca de atraparlos a todos. Aunque por otro lado -dijo mirándome con sospecha- ¿Por qué un alquimista escaparía de prisión para salvar a esa inmigrante?
Alfons: Cuando algo así de inusual sucede, las razones generalmente son algo personal o algo ambicioso -dije antes de hacer como que pensaba- y respondiendo a su otra pregunta, Mayor ¿Porque hablamos de que está dando a entender que se siente quién para rehusarse a hacer su trabajo de perseguir a un prófugo? Un alquimista prófugo, debo agregar, ¿Qué dirían en Central si se enteran de que el reo escapó porque usted se sintió mucha cosa para ir a buscarlo?
Vaya, por la cara que puso el tipo, parece que no le gusto mi insinuación... veamos hasta donde puedo llegar con él.
Peter: Los de central dirían que hiciera lo que me parece mejor al ser la persona a cargo de la ciudad. Y lo reitero, veo como una pérdida de tiempo bajar a ese lugar, allí solo van los desperdicios. Sin mencionar que un altercado con la policía secreta de Creta no me parece un buen plan de acción -dijo como todo adulto que creía saber más que un niño. Ya vera con que niño esta tratando.
Alfons: Ambos sabemos que ese no sería el caso -dije con un tono burlón- le dirían que qué demonios está esperando para mover su trasero y darle caza a ese criminal. Le dirían, en especial mi padre, el coronel Mustang, que si tanto le asusta ensuciarse sus botitas que vaya a un salón de belleza, pero mientras esté en la milicia hará las que son sus órdenes ¿O acaso prefiere arriesgarse a que la próxima vez que alguien de la milicia le hable a usted, en lugar de mayor lo llamen "soldado raso"? -pregunte haciéndolo rabiar.
Vaya, parece que toque una fibra sensible, perfecto.
Peter: ¡No dejaré que un mocoso me hable así, soldados! -dijo a la vez que sus hombres me apuntaban con sus armas.
Gracias, mayor Soyuz. Acaba de confirmarme que tenia razón en desconfiar de usted. Nadie inocente actúa de forma tan ofusca tan rápido solo porque se meten con él, más aún cuando es alguien del mismo rango.
Alfons:... Lyra... Russell... -ordene en lo que ambos asintieron mientras que yo tomaba a Fletcher por los hombros para que permaneciera a mi lado.
Lo siguiente que paso, en términos simples, fue una masacre. Esa era la diferencia entre soldados comunes, y dos alquimistas que encima tenían piedras rojas para potenciar su poder alquímico. Fue en base a esta idea que entendía porque la insistencia de la plana mayor de crear el dichoso batallón alquímico no es que me gustara, pero entendía el punto.
En todo caso, para cuando el enfrentamiento termino y el que parecía ser el hombre de mayor confianza de Soyuz cayo inconsciente, todo lo que quedo como amenaza por así decirlo fue al mayor que parecía listo para orinarse encima al ver a todo su pelotón siendo derribado como simples piezas de domino.
Alfons: Ahora, sobre ir a ese valle... -dije tratando de ser lo más aterradoramente jovial.
Solo para ponerme de malas al ver que el condenado aun luego de ver la diferencia de poder seguía negándose. Si no fuera porque tenia a un menor a mi lado (a quien le tape los ojos durante toda la pelea) ya hubiese soltado todo el repertorio de groserías.
Alfons: Si no lo supusiera bien... Parece que tratas de ocultar algo respecto a ese valle... -dije pensativo antes de recordar- espera, Lyra ¿no dijiste que los murciélagos negros eran gente que consideraba este lugar tierra sagrada de Milos? -pregunte en lo que ella asintió.
Lyra: Es correcto, señorito
Alfons: Y esa gente, la gente de Milos ¿dónde se está quedando? -pregunte.
Solo para recibir mi respuesta al ver que ella solo señalo el cañón. Muy bien, algo pasaba aquí, según tenia entendido por lo que leí durante el camino hacia aquí, el gobierno amestrisano había ocupado la ciudad para apoyar a la gente de aquí luego de un desacuerdo con Creta. En esos casos la política dice que se debía como mínimo vigilar a la población, no expulsarla y exiliarla.
Alfons: Curioso, ¿O sea que usted considera desperdicios a la gente que vive aquí, a quienes usted tiene órdenes de vigilar más no agredir si no es necesario? -pregunte esperando alguna reacción delatoria del hombre.
Solo para escuchar un disparo, el cual fue de un soldado a lo lejos quien en cosa de segundos ya tenía sujeto del cuello para sorpresa de este.
Alfons: Soldado -dije con el arma del hombre aun humeando en mi otra mano- ¿porque disparo? -pregunté al tipo que parecía molesto de que un niño lo le estuviera dando órdenes. Pero de igual modo respondió al verse intimidad por mi mirada.
Truco que aprendí a dominar con el tiempo, si los dominas solo con la actitud adecuada. Harán lo que digas sin rechistar.
Soldado: Esa es la norma -dijo antes de sentir como mi agarre se hacía más fuerte- cualquier Milonense que trate de subir el cañón de nuestro lado está cruzando la frontera, así que se le dispara de inmediato.
... ¿Qué carajo? Sabía que las políticas de los militares respecto a la zona fronteriza era de tolerancia cero a quienes no tienen papeles oficiales, y aun más recientemente. Pero esto era absurdo...
Alfons: ¿Y quién dio esa orden? -pregunte al mismo tiempo que el señalo al Mayor Soyuz a lo lejos. Quien intento huir antes de que fuera apresado por sogas alquímicas hechas por Russell.
Como dije, iba a notar el nombre de este tipo en mi lista de venganza. Quiera o no.
Alfons: ¿Y quién de la milicia le dio orden de imponer esa "norma", mayor? -pregunte en lo que me acercaba peligrosamente al hombre, que parecía listo para ir al panteón. Antes de solo explotar en un ataque de rabia.
Peter: ¡Tú no das las ordenes aquí, yo las doy! ¡Nadie me quitara la estrella de sangre cuando estoy tan cerca de tenerla en mis manos para venderla al mejor postor!
Siendo eso lo ultimo que dijo antes de que lo mandara a dormir de una patada en la cabeza. El hombre había clavado su ultimo clavo en el ataúd. Pero eso que dijo me llamo la atención... conque una estrella de sangre.
Alfons: ¿Estrella de sangre...? -dije antes de dirigirme a los varios soldados que estaban llegando a la escena y que no sabían cómo proceder ya que al parecer sabían quién era yo-... como parece que no hay nadie con un rango mayor, estoy tomando el mando provisional de la ciudad... ¡Pongan bajo arresto al mayor Peter Soyuz junto a sus confidentes de mayor confianza! ¡DE INMEDIATO! -dije molesto.
A la vez que todos ellos rápidamente acataron ordenes y procedieron a poner en custodia a su antiguo jefe... ah, era tan gratificante cuando te hacían caso sin hacer preguntas.
Lyra: ¿Qué pasará con este tipo, Señorito? -pregunto en lo que se acercaba a mi junto a los Tringham.
Alfons: Si bien le va, recibirá corte marcial por abuso de autoridad y conspiración -dije antes de verla con seriedad- ahora, llévate algunos soldados y asegúrate de que nuestro lobuno amigo este en una celda. No lo pienso dejarlo ir hasta sacarle todo lo que sabe -ordene en lo que ella asintió.
Lyra: Aunque dado que dejó a Clara interrogándolo, estoy segura de que ya contó hasta secretos personales -menciono sacándonos unas risas a todos.
Alfons: Pues entonces le hacemos un favor al peludo alejándolo de ella -dije antes de hacer memoria- por cierto, Lyra. Antes de que te vayas has una conexión directa con el cuartel general en Central... al número privado del Fuhrer -pedí en lo que ella me miro con sorpresa.
Si, esa fue una de las mayores ventajas que obtuve cuando accedí a tener el cargo de príncipe heredero hace meses. Que me dieran el privilegio de contactar directamente al líder del país si la situación lo requería. Una opción que uso por primera vez, entendiendo así las miradas sorprendidas de los 3 a mi mando.
Lyra: ¿Esta seguro, señorito?
Alfons: Muy seguro... el Fuhrer tiene que oír esto.
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Notes:
Y así termina el capítulo. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Como ven, ya estamos avanzando con la trama de la película de la estrella sagrada de Milos, aunque de aquí en adelante será diferente a lo mostrado en la misma. Y si todo sale bien, en un par de capítulos o en tres a lo mucho estaría terminando con esto.
Por ahora, espero que les guste esto, hasta entonces, nos vemos.
Chapter 15: Capitulo 13: Negociaciones complejas
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
Por primera vez en un buen tiempo, me alegra una de las decisiones que el mando mayor ha tomado respecto a mi persona sin siquiera preguntarme. La decisión de darme el titulo de organizador antes de irme al sur hace meses vino con una ventaja o beneficio que pocos en la milicia tienen el derecho de presumir, poder contactar directamente con la línea del generalísimo cuando yo quiera, siempre que sea para asuntos confidenciales, claro.
Solo espero que el Fuhrer vea esto como algo importante. Tiene que hacerlo.
Alfons: Aquí el mayor Alfons Heiderich Mustang, reportando informe de misión, su excelencia -dije una vez fue contestado el teléfono del otro lado de la línea- pido disculpas por molestarle directamente a usted con esto, pero la situación lo requiere.
Bradley: Alfons, ¿Qué ocurre? ¿Todo está en orden?
Alfons: Bueno, comenzando con que ni bien acabo de llegar a ciudad Table y acabo de poner bajo arresto al oficial a cargo de supervisar la ciudad y los alrededores -dije para luego explicar.
No hace falta decir que no me guarde nada respecto lo que sucede en la ciudad respecto a la situación de la gente de Milos así como el aparente complot que relaciona al preso fugitivo cuyo nombre real es Atlas y la familia Crichton. Que lo dijera todo de una forma resumida es suficiente como para merecer un aplauso ¿no?
Bradley: ¡¿Qué demonios...?! -dijo evidentemente sorprendido. ¿Y como no estarlo?
Alfons: Por eso como primera consulta ¿Cómo procedo con el mayor, según su criterio? -pregunte en lo que escucho a mi general superior suspirar.
Bradley: Mantenlo bajo custodia hasta que llegue la policía militar -ordeno- ahora ¿Qué más necesitas? -pregunto- porque conociéndote, algo me dice que pensaste en cómo aprovechar la situación actual a nuestra conveniencia.
Vaya... aunque no lo demuestre, este sujeto me conocía muy bien. Tal vez por eso le era fácil ponerme en situaciones nada agradables... cabrón.
Alfons: Señor ¿Qué me diría si le dijera que se me ocurre un plan para que nuestro país, además de Aerugo, también tenga el territorio de Creta anexado para fin de año o para el año entrante a lo mucho? -pregunte sabiendo que había llamado su atención.
Bradley: Te escucho
Bingo.
Alfons: Oh, si señor... Bueno, como primera parte de mi plan, pensaba en que es necesario devolver a la gente de Milos su meseta.
Bradley: ¿Devolvérselas? ¿Cuándo se las quitamos? -pregunto de una forma que sonó genuinamente confundido. Lo cual ciertamente me desubico por un momento.
¿Qué quiso decir con esa pregunta?
Alfons: ¿A qué se refiere? Según parece, la gente de Milos lleva años viviendo literalmente entre la basura en el valle de la muerte. Debido a que cuando pidieron la ayuda del ejército Amestrisano para su pelea con el ejército de Creta, los militares estacionados aquí los echaron al fondo del cañón.
Bradley: ¿Echarlos? Pero tenían órdenes de servir como ley y orden una vez vencido el ejército Cretense para ayudar a los miloneses.
Alfons: Claro, señor. Pero parece que esas órdenes no fueron cumplidas como se debía. Una vez vencido el ejército de Creta, los Amestrisanos desalojaron del de su meseta sagrada a la gente de Milos y los dejaron abandonados en las tierras bajas del valle, viviendo en condiciones miserables.
Bradley: Interesante. Sigue, por favor -dijo en lo que estaba sonriendo al pensar como los engranajes se movían como yo quería en mi mente.
Alfons: Mi plan consiste en devolverles su tierra y ayudar a los miloneses a reconstruir su país. Esto no solo nos ganaría la gratitud de la gente de Milos, sino que también nos aseguraría un aliado estratégico en el Oeste -dije confiado con la idea.
Bradley: Eso suena prometedor, Alfons. ¿Tienes algún plan concreto en mente?
Alfons: Sí, señor. Tengo en mente hablar con los líderes de Milos que existan y ofrecerles nuestra ayuda para reconstruir su país a cambio de su lealtad y apoyo en nuestra anexión de Creta.
Bradley: Muy bien, Alfons. Sigue adelante con tu plan y mantenme informado de tus progresos -dijo antes de sonar con algo de enojo- solo me gustaría saber quien fue el responsable de este fallo en nuestro ejército.
Oh... yo creo tener una muy buena idea de a quien echarle la culpa por esto.
Alfons:... ¿Pará entonces Soyuz ya estaba a cargo de la ciudad? -pregunto en lo que espere unos minutos en lo que su excelencia me respondiera debido a que creo que se dio cuenta de lo mismo que yo.
Bradley: ... ¿Hay modo de hablar con él?
Alfons: Si señor. Pero si es para su castigo, creo que tengo el perfecto... -dije con malicia- entreguémoslo a la gente de Milos a la vez que les explicamos la verdad de los hechos. Así ellos tendrán la venganza que tanto parecen querer, recuperan su ciudad, sus derechos humanos, y podemos pasar a la fase 2 de mi plan para hacernos de Creta.
Bradley: Perfecto, pero antes, espero que entiendas que quisiera... hablar con él.
Vaya, algo me dice que al pobre desgraciado le espera un regaño digno de madre de mano dura... mentiría si dijera que siento lastima por él.
Alfons: Si señor -dije para luego explicar el resto del plan- ahora, una vez recuperada la confianza de la gente de Milos, pensaba usar a los murciélagos negros para ingresar a Creta. Y allí comenzar a formar conflictos internos entre las provincias. Ya es bien sabido que las tribus de Creta no se toleran entre ellas -dije casual- perfectamente podemos causar suficiente conflicto para que el gobierno central no pueda más. Y cuando el momento en que Creta este más débil ocurra, apoyamos a Milos para que ataque con todo la capital cretense.
Si, seria como propagar una enfermedad. Creta era el cuerpo, los conflictos internos seria la intromisión de gérmenes y patógenos externos. Y el momento de dar el remate seria como un virus dando el golpe final a un paciente en etapa terminal... creo que he pasado mucho tiempo con Clara.
Alfons: La idea es que Creta sea el nuevo Milos, y entonces, la nueva nación de Milos se anexara pacíficamente a nosotros. De ese modo ni Drachma ni Donbachi podrán argumentar que cometimos ningún crimen militar en esta expansión de territorio -dije finalizando mi propuesta.
La cual, por la risa al otro lado del teléfono, algo me dice que fue felizmente aceptada.
Bradley: Perfecto, perfecto, puedes proseguir -dijo para luego sonar burlón- sólo intenta que no te nombren gobernante, o a tu padre definitivamente le dará algo
Genial, te nombran heredero a la corona una vez y nadie te deja olvidarlo.
Alfons: Gracias señor -dije antes de que una idea se formulara en mi cabeza- dicho sea de paso, creo que esta de sobra decir que deseo que los murciélagos negros sean la armada que conforme mi batallón de respuesta rápida que aun está pendiente de que organice, solo es cosa de convencerlos -dije sabiendo que había sorprendido al Generalísimo.
Si, no era un batallón de alquimistas exactamente, pero en lugar de eso, se trataba de una fuerza aérea que con algunas mejoras, sería el batallón más mortífero en esta época donde la tecnología aérea seguía en pañales. Algo que me estaba haciendo sentir remordimiento con la sola idea... pero si era para evitar que Edward sea mandado al frente... es un riesgo que estoy dispuesto a tomar.
Además, al ser yo quien tenia autoridad total sobre dicho batallón me haría cargo de que las cosas no se fueran al diablo... al menos lo más humanamente posible.
Bradley: Piensas en todo, muchacho -dijo jovial antes de sonar más severo- ahora... Déjame hablar con el mayor Soyuz -ordeno en lo que yo solo hice un gesto para que Lyra hiciera traer al mencionado.
Siendo así que un rato después el mayor Peter Soyuz fuese traído esposado y evidentemente nada contento con su situación actual. De allí el rostro amargado y el cómo parecía querer arrancarme la cabeza apenas me vio una vez entro a la habitación.
Peter: ¡Maldito mocoso! Cuando los superiores se enteren de esto ¡haré que te fusilen en menos de una semana! -dijo en lo que yo solo pude sonreír divertido.
Alfons: Sí, hablando de eso, hay alguien que quiere hablar contigo, Soyuz, y no vas a creer quién es -dije ofreciéndole el teléfono que el tomo con brusquedad.
Peter; ¿Alguien? Si crees que uno de tus amigos de central puede asustarme, te equivocas. Tengo contactos muy arriba de la nómina, mocoso. Contactos que harán tu vida un infierno en cuanto me comunique con ellos -dijo para luego poner el teléfono en su oreja- sea quien seas, no me das miedo, maldito idiota.
Y juro que en ese momento Soyuz seguro empalideció tanto que honestamente me pregunte si se había muerto de pie allí mismo, justo en el momento en que supo con quien hablaba. Hablábamos de un hombre que dice que si te llamas Juan, tu nuevo nombre es Juan, fin de la discusión.
No me arrepiento de haberme salido de la habitación para intervenir la línea desde el cuarto continuo y escuchar la conversación, esto
Bradley: Ah, ¿Enserio? ¿Y quiénes son esos contactos, para saber quiénes van a querer tus bolas en salsa cuando sepan que por ti los degradé? -pregunto burlón en lo que se escucho un tartamudeo en la otra línea.
Si, algo me dice que el buen mayor Soyuz se hizo en los pantalones, tanto del 1 como del 2.
Soyuz: ¡Führer Bradley, señor!
Bradley: Yo sé quién soy, en cuanto a ti... Mayor Soyuz... o mejor dicho, civil Soyuz -dijo haciendo tragar grueso al contrario.
Soyuz: ... ¿Ni como soldado raso quedé?
Bradley: No, una vez el mayor... Perdón, el teniente coronel Heiderich lleve a cabo su plan, no valdrás ni para cadáver -dijo para mi sorpresa.
¿Ya me dio el ascenso a teniente coronel? ¡Eso! Y solo tuve que usar el cerebro.
Soyuz: Pero, señor... -trato de dar excusas sin que le dieran la oportunidad de hablar.
Bradley: ¿Quién le dijo que tenía derecho de echar a la gente de Milos de sus hogares y desterrarlos al valle de la muerte?
Soyuz: Yo... Eh... Yo...
Bradley: Si, usted, responda -ordeno impacientándose.
Soyuz: Pensaba que ese era el objetivo de aceptar su solicitud de ayuda -dijo asustado- adueñarnos de la ciudad y buscar indicios de la estrella de sangre que según la leyenda fue hecha por Milos ¡creí que ese era el objetivo de todo esto!
Ahí esta de nuevo, la estrella de sangre... ¿Por qué ese nombre me da tan mala espina?
Bradley: Ah, "Pensó", ¿Y en algún momento... "pensó" en confirmar esos pensamientos con algún superior? -pregunto solo para no recibir respuesta- ¿Y bien?... No contestas, en parte lo entiendo. Es decir, se de tu pequeño desliz al revelar que sabias de esta estrella de sangre. Pero en vez de ofrecerla a tu país luego de romper quien sabe cuántas reglas, pensabas venderla al primer idiota que te pagará lo que quisieras.
¿El Generalísimo también saber de la estrella de sangre? No, eso sonó más como interés que asegurar... aunque igual tengo un mal presentimiento de esto.
Bradley: Así que, ¿En qué consiste ésta.. Estrella de Sangre? Y te advierto, o me dices tú o me entero yo -dijo en lo que Soyuz desde su lado de la línea suspiro resignado. Seguramente lo estaban amenazando a punta de pistola para que hablara.
Soyuz: La estrella de sangre... Es como la gente de Milos llama a la piedra filosofal...
¿Oyeron eso? Si, fue toda la autopista de pensamientos que tengo en mi cabeza colapsando. A la vez que los recuerdos comenzaron a abrirse en mi cabeza como si se hubiera roto una represa, con solo la palabra sangre todo se me hizo click en la cabeza... la piedra filosofal, ya lo recuerdo, o bueno, ya recuerdo lo que mi Ed descubrió... esa cosa... esta hecha de... de... quiero vomitar.
Bradley: Ah, ya veo, ¿Entonces está confesando, EX mayor Soyuz, que pensaba vender la Piedra Filosofal al mejor postor, sin detenerse a pensar en qué podría hacer su comprador con ella? ¿Derrocar nuestro gobierno, por ejemplo? -dijo nada contento con la idea.
¿Y quién lo estaría para ser honesto? Seria como saber que tu empleado le vendió a tu asesino la pistola con la que te volara los sesos después.
Bradley: Alfons, sé que estas escuchando por una línea alterna -dijo en lo que yo me sorprendí de ser descubierto- respecto a Soyuz, si no lo has entregado a la gente de Milos para mañana, quiero que tú mismo lo mates... También quiero que destruyas cualquier indicio de cómo crear la piedra en esa ciudad, es una orden, teniente coronel.
¿Destruir cualquier...? Ok, me retracto de la mitad de las cosas malas que he dicho de usted, my Fuhrer King Bradley.
Alfons: Y aceptada con el mayor gusto, señor -dije a la vez que el jefe de todo el país colgara- bueno, hay nuevas órdenes del jefe. Vuelvan a meter al traidor a su celda... Y entre otros temas, ahora la pregunta es como contactar con la gente del valle o Julia sin llamar la atención.
Siendo en ese momento que un soldado de los que estaban presentes para escoltarme se aclaró la garganta para llamar mi atención.
Soldado: Pues de hecho, su asistente, la que viste de sirvienta, capturo a la líder de los murciélagos negros, teniente coronel, señor -dijo para mi sorpresa- ahora está en su celda, esperando a que usted le cite para un interrogatorio.
... Lyra, en cuanto te vea te recordare cuanto te quiero.
Alfons: Entonces preparen la habitación de interrogatorios. Llévenla allí.
Soldados: ¡Si, señor! -dijeron los soldados presentes para luego abandonar el lugar.
Donde una vez estuve solo, me di el lujo de sonreír. Las cosas estaban saliendo mejor de lo esperado, solo era cosa de manejar las piezas con cuidado y puede que tenga algo grande cocinándose en poco tiempo. Sencillamente nada podría arruinar mi satisfacción de un plan bien hecho en este momento.
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(General Pov)
(Amestris, Central, cuartel general)
Roy: El monte Poros y la Meseta de Milos... Han sido sagrados para la gente de Milos desde tiempos antiguos... -leyó un libro de geografía de la región del oeste que era solo uno de los muchos que se puso a leer una vez supo de la nueva misión en la que su hijo se metió.
¿Qué si le molestaba el hecho de que los altos mandos le dieran una misión tan importante a su hijo en vez de a él? Evidentemente, pero en parte los entendía, su hijo Alfons se gano un gran renombre con lo que hizo en el sur. Y usaron esta misión como excusa para moverlo al Oeste que es a donde lo iban a enviar desde un comienzo para un operativo secreto que estaba siendo puesto en marcha.
En estos tiempos la preocupación era nada más que una posible guerra mundial. Por eso, a los ojos del Fuhrer, lo más factible era eliminar a los enemigos más débiles antes de que se vuelvan un problema. Primero fue Aerugo, ahora es el turno de Creta.
Y no sabía porque tenía el presentimiento de que Milos tendría algo que ver en el asunto, de allí que no dejara de leer información relacionada a dicho lugar.
Roy: Adelante -dijo al escuchar la puerta siendo tocada. Solo para llevarse la sorpresa de que en vez de que entrara alguno de sus subordinados, quien se abrió paso fue la niña amiga de su hijo y los hermanos Elric... ¿Winry? Si, ese era su nombre.
Winry: ¡Buenas tardes, Coronel! Escuche sobre su ascenso, felicidades.
Roy: Winry...
Winry: Perdóneme por molestarlo -dijo cerrando la puerta tras de sí.
Roy: Este no es un sitio para que los civiles lo visiten -dijo cerrando el libro que estaba leyendo.
Winry: Disculpé, es que vine para examinar el automail de Ed -explico- me dijo que su brazo derecho se sentía entumecido, pero no puedo encontrar a Ed o Al en ningún lado... así que pensé que podría estar aquí -dijo sonriendo- después de todo, Ed no tiene muchos amigos.
Cosa que hizo suspirar internamente al héroe de Ishval, debido a que se notaba que la chica en frente suyo era un encanto, pero no, de todas las personas, su hijo estaba interesado en el alquimista de acero... si fuera su hijo de sangre definitivamente tendría mejores gustos.
Roy: Yo no soy su amigo, y él como logro que mi hijo quisiera ser su amigo sigue siendo un misterio para mí -dijo con seriedad- además, no debes preocuparte, se encuentran en la biblioteca nacional, están buscando libros relacionados con alquimia del oeste y del oeste en general... aunque dudo que tengan suerte, yo tengo todos los libros relacionados al tema aquí en mi oficina -dijo burlón.
Y si, puede que se vea mal estar buscando pelea o molestar a prácticamente un niño, pero este niño en particular por alguna razón sabia sacar lo peor de él. Así que una jugarreta o dos no harían daño.
Winry: Oh, ya veo... -dijo pensativa.
Aunque para sus adentros solo suspiro resignada pensando que tendría que esperar hasta la noche que el lugar cierre y tengan que echar a los hermanos a la fuerza para poder ver a Ed. Después de todo, no permitían la entrada a civiles y Ed apenas se acordaba de comer o ir al baño cuando de investigar se trataba.
Siendo en ese momento que la teniente Hawkeye entro a la oficina.
Riza: Coronel... ¡Winry! -dijo sorprendida al ver a la joven mientras se abrió paso.
Winry: Un gusto verla y perdone la molestia, teniente -dijo sonriendo en lo que la otra mujer asintió en lo que se acerco a su superior.
Roy: ¿Qué sucede, teniente? -pregunto a la vez que ella se acerco para susurrar en su oído.
Riza: El tren de central tuvo un imprevisto en su llegada a ciudad Table, gracias al grupo de Alfons no hubo civiles heridos. Aunque igual se vieron involucrados en un ataque terrorista en la ciudad que incluyo la destrucción del domo donde se ponía bajo custodia a los inmigrantes ilegales y varias bajas de las fuerzas de la milicia en la ciudad. Además, Alfons hizo que el mayor Soyuz fuera expulsado de las filas -dijo haciendo suspirar al padre.
¿Es que acaso la desgracia y el infortunio iban siguiendo a su hijo a donde fuera que iba? Solo se le ordeno capturar a un prófugo alquimista, esperaba algo de daños, pero no algo así... ¿Qué estaba pasando en ciudad Table?
Roy: Ese mocoso me hará tener canas verdes algún día, por cosas así es que sabia que adoptarlo era una mala idea.
Winry: ¿Qué hizo Alfons? -pregunto curiosa al saber de quien hablaban.
Solo para que en ese momento el mayor Armstrong decidiera hacer acto de aparición también.
Alex: Coronel, malas noticias -dijo mientras guiñaba un ojo a Winry- Creta esta solicitando oficialmente que entreguemos a un criminal.
Roy: ¿Un criminal? -pregunto arqueando una ceja.
Alex: Aparentemente, hay una persona buscada en Creta entre los que capturamos en ciudad Table -dijo sacando una foto de su libreta de apuntes.
Roy: ¿Tienes su nombre? -pregunto mientras la foto era dejada sobre el escritorio.
Alex: Julia Crichton, una chica de 16 años. Las ordenes del alto mando es que vaya al Oeste de inmediato y hable en persona con su hijo para evitar la filtración de información, al parecer, Alfons esta planeando algo grande de nuevo -dijo en lo que el Coronel sentía una migraña.
Los chicos de 11 o casi 12 años normales deberían estar en la escuela, buscar salir con sus amigos robando algo de dinero de las billeteras de sus padres, incluso empezando a buscar el querer salir con una niña que les parezca linda. No ser un soldado y mucho menos un conquistador megalomaníaco.
... Pero mentiría si dijera que no siente orgullo también.
Roy: Ya veo, teniente, reserve un tren, nos vamos a ciudad Table, al oeste -dijo con una sonrisa.
Solo para que la misma se borrara cuando el techo de la oficina cedió, dejando a la vista a un rubio de baja estatura que estuvo escondido escuchando toda la conversación junto a su metálico hermano, y si le preguntaran, negaría el hecho de que estuvo allí las ultimas horas sin tener más pistas sobre donde podría estar Alfons.
Edward: Con que el Oeste ¿eh? ¡Vamos Al! -dijo saliendo de allí seguido por su hermano mientras los demás seguían procesando lo que acababa de pasar... que fue muy inusual por decir lo menos.
Winry:... ¿Tenia el cabello suelto?
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(Amestris, Ciudad Table, sala de interrogatorios de la base militar)
(Alfons Pov)
Vaya mujer con la que me toco lidiar esta vez. A pesar de su situación se notaba que no estaba intimidada o asustada en lo más mínimo ante sus captores. Es más, todo lo contrario, se veía calmada, con una mirada severa que analizaba todo el lugar en busca de la más mínima posibilidad o ruta de escape posible.
O en todo caso, parecía estar paciente, como si esperara a ser rescatada... mejor hago esto rápido en caso de que eso ultimo acabe ocurriendo. No tenia ganas de poner algunas bajas confirmadas a mi nombre hoy.
Alfons: Señora -dije con un tono cortes mientras tomaba asiento en la silla al otro lado de la mesa.
En lo que ella se tomó un momento para verme fijamente, seguramente creyendo que se trataba de una broma de mal gusto. Pero conforme más fueron pasando los segundos más parece que se dio cuenta de no era ningún chiste.
Miranda:... Miranda... Eso es todo lo que tendrás de mi ¿qué hace un niño aquí? ¿Es una broma Amestrisana? -pregunto para mi diversión.
Alfons: Descuide, no es la primera ni será la última vez que alguien piense eso -dije sonriendo- soy el teniente coronel Alfons Heiderich Mustang. Y hoy deseo hablar de lo sucedido en el tren así como de lo que ha estado pasando en esta región los últimos años -dije para sorpresa de la mujer.
Miranda: ¿Un niño soldado?... Los Amestrisanos, los cretenses... Todos son monstruos.
Eso... bueno, aunque es una declaración algo ruda, no podía desacreditar la lógica detrás. Enviar niños a la guerra estaba mal se viera por donde se viera... o lo es nada más para la gente moralista con poco o nulo voz y voto en el campo de batalla. Vivi la primera guerra mundial de mi mundo de origen, se que tan podrida es una guerra en realidad ¿un niño soldado? Eso era solo el tentempié.
Alfons: Descuide, soy único en mi tipo -dije antes de hablar con seriedad- ahora, sobre ese tren...
Miranda: ¿Qué hay que saber? -pregunto ofuscada- caímos en su trampa. Algunos de mis hombres, buenos amigos y hermanos, murieron hoy por eso.
Si, no hacía falta que lo dijera, se perfectamente lo que paso en la emboscada. Si fuera más sádico le reclamaría que los suyos también han matado a varios soldados de Amestris sin dudarlo, pero no lo hare. Primero porque ella haría oídos sordos, y segundo ¿Por qué cual seria el caso? En la guerra no hay ganadores o perdedores al final del día... solo víctimas.
Alfons: Lamento oír eso -dije de forma condescendiente- pero, sé que le alegrará saber que el verdadero... villano, en esta historia ya pagará por sus crímenes -mencione solo para que ella bufara en respuesta.
Miranda: No trates de ser condescendiente conmigo -se molestó- se todo lo que piensas de mí. Yo misma soy la primera en admitir que nuestra lucha es desesperada, que los murciélagos negros son un poco más que una molestia para Amestris y Creta así como que nuestras posibilidades de lograr la independencia de Milos son prácticamente nulas -dijo para luego golpear la mesa con furia- pero a pesar de eso, hare todo lo que puede para encontrar los medios para tener éxito en mi misión, un Milos libre.
Pues... vaya que es expresiva. ¿Todos los patriotas son iguales?
Alfons: Usted no se preocupe, les será devuelta. Y empezare diciendo que pienso que tiene derecho a saber que Soyuz los echó de su tierra a espaldas de sus superiores.
Y si la cara de sorpresa que la líder rebelde me mostro significaba algo, seguro mi corazonada de que la gente de Milos no sabia nada de eso era correcta.
Miranda:... ¿Que? -pregunto con escepticismo- ¿de que estas hablando?
Alfons: De eso mismo, Soyuz nunca tuvo derecho de echarlos, la idea era que la milicia fuera la ley y el orden para mantener todo bajo control tras repeler a los cretenses, pero no se cómo él supo de la Estrella de Sangre... -dijo para sorpresa de la mujer.
Que solo con esa reacción me dejo en claro que ella sabia de lo que hablaba... esto se pondrá bueno.
Miranda: Pero claro, tenía que ser eso... Esa es la misma razón por la que Creta nos invadió en primer lugar, todos quieren la estrella de sangre de la leyenda... -dijo con un tono que me hizo pensar, y que de hecho sabía, que tan leyenda no era.
Alfons: El asunto es que Soyuz lo supo, y lejos de siquiera informar al comando central para que ellos determinaran qué hacer con la información, intentó obtenerla para venderla al mejor postor, imaginará usted cómo lo tomó el Führer, ¿Una pista? Tengo ordenes de, o entregarlo a ustedes para que le hagan lo que quieran, o de una vez ejecutarlo yo mismo
Miranda: ...Eso sería gratificante... -dijo sonriendo para sí misma- ¿pero luego qué? ¿Qué piensan lograr con eso? igual las cosas seguirán igual. Nuestra lucha seguirá. Aun si somos murciélagos que no que pueden sobrevivir fuera de sus cuevas, seguiremos buscando la forma de recuperar nuestra tierra y nuestra libertad, cueste lo que cueste.
... Ok, si no fuera porque se que literalmente están viviendo en un basurero, hasta me irritaría que sea tan febril en lo que respecta el amor a su gente y su patria.
Alfons: Entiendo su posición, pero debe tener cuidado. La guerra solo trae muerte y sufrimiento, tanto para su gente como para la nuestra... ¿Qué me diría si le digo que el Führer no sólo les desea devolver su tierra, sino que me dio órdenes de desaparecer cualquier pista sobre la creación de la estrella? -pregunte dejándola boquiabierta.
Evidentemente no se espero eso.
Miranda: Diría que es un sueño imposible y que sólo estas jugando con mis sueños y esperanzas antes de matarme cruelmente.
Alfons: No, no es ningún sueño. El Führer está dispuesto a hacer un trato con ustedes, devolverles su tierra a cambio de que dejen de buscar la Estrella de Sangre y se olviden de cualquier intento de rebelión. Es una oportunidad para ambos lados de terminar con este conflicto de una buena vez -dije buscando sonar lo más diplomático posible.
No estudie etiqueta y clases de diplomacia en Aerugo por nada al fin y al cabo.
Miranda: ¿Y por qué debería creerte? ¿Por qué debería confiar en el Führer y en ti?
Alfons: Entiendo tu desconfianza, pero te aseguro que el Führer es un hombre de palabra. Si gusta podemos hablar con él ahora mismo para discutir los términos -dije haciendo una señal para que trajeran el teléfono.
Pero en vez de eso, lo que vi fue a Lyra entrar a la habitación con una mirada algo inquieta. Era un hecho, algo había pasado. Era eso o una de dos opciones, tenía una idea o de verdad quería ir al baño. Lo que espero que no fuera el caso, ya le he dicho que no tiene que pedirme permiso para eso.
Alfons: Lyra ¿Qué pasa?
Lyra: Señorito, tenemos un problema.
Alfons: ... ¿Qué hizo Clara? -pregunte como la opción mas obvia, la cual no fue el caso.
Lyra: No es eso -dijo entregándome una foto de la chica por la que todo esto está pasando en primer lugar- el ejército Cretense se comunicó con la base. Están exigiendo a nuestro país el devolver un prisionero prófugo de Creta, ella es...
Alfons: Julia Crichton -dije mirando la foto. Solo para luego escuchar como la líder de los murciélagos se puso de pie de forma nada cautelosa.
Miranda: ¡¿Julia?! -dijo llamando nuestra atención.
¿Qué les parece? La conoce.
Ambos: ¿Ese nombre significa algo para ti?
Miranda: Claro que la conozco. Ella es de los nuestros -declaro a la vez que Lyra se aclaro la garganta.
Lyra: No, no lo es. Según los registros, ella es de Creta.
Miranda: Si, luego de que sus padres decidieran darle la espalda a Milos y vender información de la estrella de sangre a Creta a cambio de volver a la familia Crichton una familia Cretense hace años.
... No se porque algo me dice que esa es la verdad detrás del ¨proyecto secreto¨ de Creta. Al final todo era la misma cosa, todo se movía nada más que por esa maldita piedra.
Alfons: Por cómo hablas, suena que les tienes bastante rencor a los padres de Julia -dije en lo que ella negó con una expresión divertida pero cansada.
Miranda: No tienes idea... Pero Julia es diferente. Ella volvió con nosotros y se ha comprometido a la causa, además, es maestra de escuela en el valle, es una buena persona... -dijo en lo que pareció reflexionar y considerar sus opciones, para luego, tomar una decisión- ... si quieres que te crea, por favor, ayúdala. No dejes que Creta se salga con la suya.
¿Qué se supone que es esto? ¿El cuento donde debo salvar a la princesa en apuros para que haya un final feliz para todos? ¿En que momento mi vida se volvió tan complicada?... Ah si, cuando Edward se metió en ella para quedarse.
Alfons: Entonces vale. Déjame ofrecerte una habitación, agua caliente y comida mientras esperas que yo resuelva esto. Es lo menos que puedo hacer por usted -dije en lo que estreché su mano con algo de recelo de su parte- gracias por escucharme. Creo que es hora de que nos vayamos. Espero que esta conversación haya abierto tu mente a nuevas posibilidades.
Y con eso, salí de la sala de interrogatorios, dejando a Miranda sola con sus pensamientos y decisiones por tomar. Tal vez, solo tal vez, este encuentro podría cambiar el rumbo de la guerra entre Amestris y Creta a futuro, contaba con eso, si no, tendría que pensar en otro complicado plan... y no quiero, esto tenia que funcionar.
Alfons: Bien, Clara ¿Qué le sacaste al hombre lobo? -pregunte a mi enfermera personal cuando nos juntamos con ella y los hermanos Tringham.
Clara: La mierda tanto literal como figurativamente -dijo como si nada- el rostro que Atlas arrancó fue el del hermano mayor desaparecido de Julia, Ashleigh Crichton -dijo para mi sorpresa.
Ya que esa era la pieza que faltaba para encajar buena parte de todo este misterio.
Alfons: Así que hurtó la identidad del hermano para que confiara en él... ¿Y quién envió al lobo?
Clara: Un militar de alto rango de Creta, el coronel Herschel -revelo para sorpresa de mi asistente.
Lyra: Eso es muy curioso, parece que ese mismo coronel es el que exige que Julia sea devuelta a la custodia de Creta.
Vaya, pero que coincidencia... y por algo es que existen filósofos que aseguran que los accidentes o las coincidencias no existen, que curioso.
Alfons: Coincidencia, si claro -dije con sarcasmo- Lyra. Concierta una reunión con este coronel, quiero conocerlo en persona, algo me dice que se encuentra cerca de aquí.
Lyra: Eso es correcto. Se encuentra en la planta geotérmica Cretense ubicada al otro lado del cañón que funciona a partir de mano de obra barata usando a la gente de Milos.
Cada vez que escucho más de Milos más quiero sencillamente mandar al diablo la milicia de ambos países y que esta gente viva en paz. No es su culpa que algun imbécil en el pasado descubriera como hacer la piedra y se volviera una leyenda popular del lugar.
Alfons: Pues oigamos lo que tiene que decir
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(Unos momentos después, puente colgante entre Amestris y Creta)
Vaya, esta si era una forma curiosa de hacer una frontera funcional en un punto crítico entre dos países en guerra. Además de las vías del tren que usaban ciudad Table que conectaba ambos países, también existía un puente usado exclusivamente para usos militares, el cual solo se podía activar si ambos lados del cañón estaban de acuerdo, como era este caso.
Lyra: Señorito, no se supone que haga esto, la idea era que esperara a su padre para planificar una estrategia, no citar al coronel cretense a una reunión por su cuenta -me susurro en lo que observábamos al pelotón de Creta acercarse desde el otro lado del puente.
Alfons: Mi padre tardara en llegar, posiblemente para la noche o hasta mañana. Si mis instintos no me fallan, Atlas buscara formar la estrella de sangre de alguna manera lo más pronto posible ahora que tiene a Julia, no debemos dejar ningún cavo suelto antes de solucionar ese problema -dije para luego ver al grupo militar vecino casi que en frente nuestro.
Debo decir que sus uniformes me recordaban a los del ejercito español, aunque por otro lado, fue una persona que sobresale del resto, quien lidera la tropa, el que me llamo la atención. Y no por nada común, fue el hecho de que usaba una máscara conectada a tubos de oxigeno lo que me llamo la atención... esto era dolorosamente obvio para mí.
Russell:... Supongo que ese es Herschel -dijo sacándome de mis pensamientos.
Alfons: Si, yo creo que no... -susurre antes de acercarme- saludos, Coronel Herschel. Por favor no se deje engañar por mi edad, soy el teniente coronel Alfons Heiderich, de momento estoy a cargo por aquí. Gracias por acceder a esta reunión y también por respetar el tratado fronterizo entre ambas naciones todo este tiempo -dije recibiendo al batallón de nuestro país vecino.
Solo para no recibir respuesta alguna del hombre que solo me miro fijamente... ¿era mudo o qué?
Herschel:... Solo vine porque espero noticias sobre la fugitiva, Julia Crichton. De lo contrario, tienes agallas para hacerme perder el tiempo así...
Ah, con que un tipo orgulloso o solo cretino. Con que esas tenemos.
Alfons: Es curioso, justo de eso quería hablar -dije ignorando el tono de amenaza ajeno- y por eso lo invito a que hablemos de esto en privado. Es decir, los asuntos de familia son muy delicados ¿sabe? -dije mandando una indirecta muy directa.
Que evidentemente fue captada por el coronel ya que juro que su mirada, de tener el poder de la parca, yo ya habría muerto al menos unas 15 veces.
Herschel: ... No veo por qué no -dijo para luego ordenar a sus hombres que esperaran y acompañarme a una habitación privada donde solo estaríamos él y yo.
No siendo hasta que la puerta se cerro que se pudo sentir la tensión por parte de ambos. Entendible consideran lo que se.
Alfons: Por favor, póngase cómodo, Coronel Herschel... ¿O prefiere que lo llame Ashleigh, señor? -pregunte sin que el contrario apartara la vista de mi persona ni un segundo mientras tomaba asiento.
Ashleigh:... ¿Qué me delato? -pregunto, y de paso, revelando su identidad sin necesidad de confirmar nada.
Alfons: Por favor. Un militar enmascarado que sabe todo acerca de un crimen de hace cinco años, que recela a una chica que a simple vista no tiene nada que ver con él y que además, sabe todo sobre el asesino de sus padres -dije mientras me servía una taza de café qué Lyra dejo preparado para la reunión- Estoy seguro de que debió doler cuando te arrancaron la cara ¿cómo diablos estas vivo? -pregunte no esperando una respuesta.
Pero para mi sorpresa, el verdadero hermano de Julia parecía ser mucho más cooperativo que su copia barata.
Ashleigh: ... Estaba agonizando... Encontré la estrella de sangre en la que mis padres estaban trabajando... Me la trague -dijo para mi sorpresa.
Vaya... eso no lo espere. Definitivamente debió ser una piedra incompleta, la prueba esta en que al parecer no pudo curarse el rostro y que de ser una piedra filosofal real, este tipo debería tener el poder de un dios de alguna forma. Y al menos a simple vista, no parecía tenerlo.
Alfons:... Wow... -dije tomando un poco de café- se lo que piensas. O bueno, tengo dos buenas suposiciones de porque hablaste tan rápido. 1: Que no crees que nadie me crea por mí edad, en lo que de paso te cuestionas porque un niño te interroga. O 2: que planees matarme aquí y ahora para que tu secreto no se sepa -dije casualmente en lo que el se tensó.
Me hace sentir bien cuando se que tengo razón.
Ashleigh: ...Si lo sabes y lo dices así, seguro tienes una contrapropuesta para que yo no te mate ahora mismo.
Ja, como si pudiera. Pero mejor seguir la corriente.
Alfons:... Dame 24 horas, para entonces, prometo que tendrás de nuevo tanto a tu hermana como tu rostro -dije en lo que el asintió.
Ashleigh: Me parece justo -dijo para mi alivio, al menos el hombre parece ser alguien razonable.
Alfons: A cambio, deseo que despida a todo el personal de milos que tiene trabajando en la planta geotérmica. Ellos ya no se quedarán en el valle de la muerte donde están siendo explotados y discriminados, volverán a su casa.
Ashleigh: Si... Eso no lo puedo permitir.
... Y hasta aquí llego lo de parecer un tipo razonable. ¿Ahora que razón había para negar ayudar a la gente de Milos?
Alfons: Vamos, es lo justo, además, en cierto modo los cretenses se lo deben. Toda esta situación no estaría pasando si Creta no hubiera atacado Milos en primer lugar.
Ashleigh: Como si Amestris no hubiera hecho lo mismo de saber de la estrella de sangre. Y tal vez sea justo... Pero eso no me importa -dijo con una mirada penetrante- yo quiero a cada uno de los habitantes del valle asesinado cruel y brutalmente.
¿Perdón?... no parecía bromear, en serio quería eso ¿de que me estoy perdiendo aquí?
Alfons: ¿Y se puede saber por qué?
Ashleigh: Porque solo son escoria elitista que nos matara si se sienten con poder... Así fue cuando Julia y yo éramos niños. La gente de Milos repudio a nuestra familia, y hasta trataron de matarnos cuando mi padre buscaba hacer el trato con Creta para irnos del valle, nos exiliaron... Así que no esperen nada de mí, mucho menos compasión.
Genial, rencores del pasado, cuando una persona era motivada por eso. Podíamos perfectamente arrojar el sentido común por la ventana en la mayoría de los casos.
Ashleigh: He esperado cinco años por esto. Todo lo que me importa es mi hermana. Odio a Creta, Odio a Milos. Por mí, quiero ver a ambos países arder.
Alfons: .... Ya veo -dije pensando cómo sacar provecho de esto, y siendo honesto, me estaba costando bastante que se me ocurriera algo- ... ¿Crees que ella te dejara hacerle eso a la gente de Milos? ¿Crees que ella te perdonará si lo haces? -dije tomándolo con la guardia baja.
Je, al parecer el coronel con tendencias genocidas sufre de hermanitis nivel crónico... puedo trabajar con eso.
Alfons: Aún no he tenido el placer de conocerla, pero por lo que me han contado de ella, Julia parece ser todo lo que está bien en el mundo. Es maestra de escuela en el valle, les da esperanza a los habitantes del valle y los ayuda a buscar un mejor mañana, y al igual que ellos, ella también solo desea un Milos libre -dije solo para que el coronel golpeara la mesa con fuerza con su puño.
Ashleigh: ¡Si, porque le lavaron el cerebro! ¡convivir tanto tiempo con esa gente le hizo olvidar lo que esas mismas personas le hicieron a nuestra familia! -dijo con una furia demasiada obvia como para disimularla.
Alfons: ¿Y si le preguntas tú mismo? -pregunte solo para que el hombre se pusiera tenso- nunca te atreviste a acercarte a ella en todos estos años... -afirme en lo que el enmascarado desvió la mirada.
¿Si o no esto era el colmo?
Alfons: No creo que esto vaya a funcionar... No sin tomar medidas preventivas -dije quitándome un guante de mi uniforme para luego abofetear con este al coronel para sorpresa de este último- señor, lo desafío a un duelo.
Ashleigh:... ¿Eh? -exclamo sin entender a que me refería.
Alfons: Hasta el más neandertal sabe lo que esto significa. Lo estoy desafiando a una pelea de caballeros -dije con seriedad- si usted gana, tendrá a su hermana y tiene mi palabra de que no me meteré en su plan de venganza multinacional... Pero si yo gano, me darás tu apoyo incondicional con lo que tengo planeado...
Si voy a hacer esto, era mejor poner todas las cartas sobre la mesa de una vez.
Ashleigh:... ¿Y que tienes planeado? -pregunto en lo que solo le pude dar una sonrisa llena de sinceridad.
Alfons: ... El futuro.
Ashleigh: ...Ahora sí me confundiste
Esta bien, admito que si es una declaración ambigua. Pero con solo pensar en lo que eran mis sueños, solo me dejo llevar.
Alfons: Solo lo diré de este modo. Si un loco como yo puede llegar a la luna, entonces tu podrías dejar un trauma de la niñez atrás... ¿O qué? ¿Acaso el sanguinario coronel Herschel tiene miedo de un niño? -pregunte en lo que note como más de un musculo ajeno se tensaba.
Jejeje, era demasiado orgulloso como para dejar que se metieran con él, era bueno saberlo.
Ashleigh: Oh, si eso quieres, bien por mi -dijo golpeando la mesa nuevamente- te ganaste una muerte lenta y dolorosa gratuita, mocoso -declaro antes de abandonar la habitación.
No cabe duda, en el momento en que el coronel Herschel aceptó el desafío, mentiría si dijera que no me sentía confiado respecto a mis habilidades. Sabía que enfrentarse a un militar de alto rango como Herschel no sería fácil, pero confiaba en mi astucia y en mi capacidad para resolver situaciones complicadas. Además, la actitud arrogante y prepotente de Herschel le hacía creer que subestimaba su habilidad y su determinación. El tipo me veía como un insecto, me subestimaba... grave error.
En mi mente ya visualizaba el resultado del duelo y las posibles repercusiones que tendría en mis planes futuros. Estaba seguro de que podía cambiar la opinión de Herschel y convencerlo de hacer lo mejor para todos, de un modo u otro.
Siendo en ese momento que vi a Lyra y Clara entrar junto a Russell y Fletcher. Quienes parecían haber escuchado toda la conversación.
Clara y Lyra: Se va a morir -dijeron divertidas en lo que yo hice un leve puchero de fastidio.
Alfons: Gracias por el voto de confianza -mencione- en vez de pensar en escribir mi obituario ¿porque no van a buscar a Julia al valle de la muerte y de paso evitamos que todo esto se salga más de control?
Clara: Tranquilo, lo decíamos por él -dijo sonriendo.
Alfons: Eso está mejor... pero de todos modos vayan. Y llévense a Fletcher con ustedes, algo me dice que el será clave para atraer a Julia -dije a la vez que el menor se señalo así mismo confundido.
Fletcher: ¿Ah, yo que hice?
Aww, este chaparro era demasiado tierno para su propio bien, nunca me cansare de decirlo.
Clara: ¿Qué le hace estar tan seguro?
Alfons: Sencillo -dije con tranquilidad- ¿Cuál es la debilidad de toda maestra de escuela? Niños tiernos -dije tomando a Fletcher en brazos quien sonrió apenado por el cumplido.
Y es que era verdad. Para una maestra los niños, en especial sus alumnos, eran como sus hijos. Si Julia era tan buena maestra, en vez de morder el anzuelo, se tragará el saco de carnada completo.
Clara: Y luego yo soy la pederasta -dijo con altanería.
Lyra:... No se refería a lo que estás pensando y lo sabes -respondió a la vez que la rubia le enseña la lengua divertida.
Solo para que en ese momento viera como algo se movió por la única ventana que daba a la habitación, algo imposible considerando que estábamos en un cuarto piso, pero aun así... parece que es hora de cazar.
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(Ciudad Table, sector medio)
(General Pov)
¨Las cosas no debían ser así, Atlas le prometió que nadie se enteraría de su plan hasta tener la estrella de sangre en su poder. Entonces él se volvería el nuevo líder de una nación que seria tan poderosa que ni Amestris ni Creta podrían hacerle frente¨. Esos eran los pensamientos de Alan, el segundo al mando de los murciélagos negros y que se infiltro en la ciudad buscando liberar a Miranda.
O eso era lo que parecía a simple vista, pero la verdad era muy diferente, empezando con que Alan ni siquiera era su nombre real. Sino Raúl, un oficial del ejercito cretense que fue asignado junto a Atlas hace cinco años para proteger a la familia Crichton y sus secretos. Solo que él y Atlas tenían otros planes.
Siguiendo las indicaciones de Atlas habían asesinado a los Crichton y robado el rostro del hijo mayor. Y mientras Atlas se escondió en Amestris para pasar desapercibido y la historia de ser Ashleigh fuera más creíble, él tuvo la tarea de cuidar de la mocosa menor los últimos cinco años, en espera de que todo estuviera listo para activar el mecanismo para fabricar la estrella de sangre.
Todo estaba a salir de boca cuando vio a Atlas regresar y se hizo pasar por el hermano de la estúpida niña. Pero algo con lo que ninguno de los dos conto fue con la captura de Miranda. Y una vez se infiltro para matarla y luego echarle la culpa a los amestrisanos, es que se entero de que todo estaba descubierto, y peor, el verdadero Ashleigh Crichton estaba vivo.
Él debía escapar, le debía informar a Atlas de todo esto, él debía...
Raúl: ¡¿Qué significa esto?! -grito cuando estaba a escasos metros del cañón al verse atrapado entre varias enredaderas.
A la vez que su captor apareció como si nada usando una rama transmutada como elevador mientras hacia gala de la piedra roja que tenia en su poder.
Russell: Muy bien, es tiempo de morir -dijo con calma- estas por probar la ira de la naturaleza, amigo. No es nada personal, solo son negocios.
Raúl: ¡No me puedes matar! ¡Si lo haces, mi gente atacara con todo lo que tiene, seré un mártir para la causa!
Russell: Tal vez sea cierto... pero también escuchaste mucho, y por como corriste, parece que tenias una persona en especifico a quien informar... infiltrar a un agente propio en las filas de Milos como plan B, un jugada inteligente por parte de Atlas.
Raúl: ... Yo no se de qué... -dijo solo para sentir como una espada aparentemente creada de la nada le atravesaba el corazón como si nada.
Russell: Sin testigos, esas fueron las ordenes del bastardo de Alfons. Y lo entiendo, no podemos dejar que todo se eche a perder por una boca floja ¿O sí? -pregunto solo para recibir una maldición por parte del cretense infiltrado en Milos quien murió desangrado en pocos minutos.
Lo cual dejo al rubio con un mal sabor de boca, ya que si era honesto consigo mismo, nunca había asesinado antes... tal vez esto le haga tener pesadillas. Pero el hace mucho que llego a la resolución de que si para cumplir sus metas debía de dejar su niñez atrás, que asi sea. Y más si el bienestar de su hermano estaba involucrado.
Odiaba a Alfons por considerarse prácticamente una especie de dueño de su hermano y suyo, pero gracias a él es que estaban cumpliendo el sueño de su padre. Y por esa razón, aunque lo detestaran, tanto él como Fletcher le deben mucho, empezando con no ir a prisión con lo de suplantar la identidad de Edward Elric.
Así que si le pedían que matara, lo hará, y más si era por el bien de su país y de su hermano menor. Ya que no había que ser un genio para hacerse una idea de que lo que sea que planeaba Atlas, estaba destinado a traer la desgracia de muchos.
Notes:
Y ese fue el capítulo de esta vez. Si gustan pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Las cosas se ponen intensas en ciudad Table, y esa es solo la punta del Iceberg. Lamento la tardanza respecto a escribir esto, pero es que tenía la mente bloqueada con un capitulo de otro fic.
Sin más intentare hacer esto más rápidamente, pero por ahora solo digo, nos vemos el próximo cap.
Chapter 16: Capitulo 14: Acciones premeditadas
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Al día siguiente, valle de la muerte, frontera entre Creta y Amestris)
(General Pov)
Algo estaba inquietando a Atlas, de algún modo podía sentirlo. Aunque a simple vista todo se viera igual, el aire pútrido del valle, el volar de las aves, el mismo cielo azul entre la agonía de vivir en las profundidades de la inmundicia por parte de la gente de Milos, el solo lo sabía, algo se sentía diferente. Durante cinco años sintió que tenia la vida resuelta, cuando tuviera la estrella de sangre, sería un dios entre los hombres.
Pero no hubiese llegado hasta donde esta si no fuera una persona ciertamente paranoica, y es justo por esa razón que le preocupo que su perro fiel y espía infiltrado no regresara cuando le ordeno matar a Miranda el día anterior. A su vez le extraño la ausencia de lobos quimera, ellos tenían ordenes de capturarlo sin importar el costo, por eso se escondió en la prisión amestrisana, para ocultar su olor y desaparecer del sistema... pero ya estando afuera, sencillamente nada, ni señal alguna de un lobo quimera.
Era un hecho, algo estaba pasando. Y no le gustaba nada.
Julia: Ashleigh ¿está todo bien? ¿Estás molesto por lo de anoche? -le pregunto haciéndole gruñir para sus adentros.
Si, allí estaba la razón por la que su plan se tuvo que retrasar cinco años, en espera de que el mapa que tenia tatuado de las ruinas que eran la pieza final para activar el mecanismo de la creación de la estrella coincidiera con el pedazo de la piel que le arranco al mocoso mayor años atrás.
Se suponía que una vez ella le viera, correría a sus brazos y se volvería una perrita faldera obediente. Pero no conto con que luego de dejarla a su suerte, la gente del valle la acogiera volviéndose una de ellos, y por lo tanto, pensando en los intereses de la gente del valle antes que en los suyos propios... si no fuera porque son vigilados constantemente, hace mucho que la abría matado para arrancarle su parte del mapa de la piel y fin de la historia.
Ashleigh (Atlas): Todavía me cuesta creer como fuiste utilizada por la gente del valle, eso es todo -dijo haciendo enfadar a la joven.
Julia: ¡Ya te dije que así no fueron las cosas! Luego de que el ejercito de Creta me desechara luego de la muerte de nuestros padres, la gente del valle me cuido, es nuestra gente.
Ashleigh (Atlas): Si, nuestra gente que nos desprecio y nos llamo traidores cuando nuestros padres se decidieron a buscar una mejor vida lejos de la basura. ¡Por ellos arriesgamos nuestras vidas para escapar a Creta!
Julia: ¡¿Entonces porque tuvieron que morir?! -pregunto ofuscada- se que lo explicaste, pero ciertamente no tiene sentido conforme más lo pienso ¿Por qué el ejercito de Creta mataría a nuestros padres si los necesitaban para entender su investigación? Solo no tiene sentido alguno -dijo sin notar el ceño fruncido en el rostro del hombre a su lado.
Si, la chica era inteligente, al parecer se dedicó los últimos años a cruzar las fronteras de Amestris y Creta en busca de libros para el estudio de la alquimia, tenía una cabeza sobre sus hombros y sabia usarla... y eso a Atlas no le convenía para nada, Era mucho más fácil manipular a una mocosa crédula que a una persona con sentido común.
Julia: Igual no importa, cuando rescatemos a Miranda, podremos seguir adelante, y cuando obtengamos el poder de la leyenda de Milos, ya sea con la puerta de la verdad que lleva a la tierra de Dios o con la estrella de sangre, podremos lograr la libertad de nuestra gente -dijo sonriendo.
Solo para que en ese momento tanto ellos como varias personas en las cercanías dejaran de hacer lo que estuvieran haciendo para fijarse en una singularidad de lo más peculiar, la cual se trataba de un niño que al parecer había terminado en el valle al estar entre la basura de la meseta que era arrojada allí. Un niño de diez años llorando a moco tendido, y por como se sujetaba el brazo parecía herido... un niño rubio, un amestrisano.
Julia: Ashleigh... Mira, los de la ciudad debieron tirarlo, debe estar herido...
Ashleigh (Atlas): No lo sé... Algo no me gusta, y ya te dije que ni siquiera deberías involucrarte con toda esta gente más tiempo. Deberíamos estar buscando el legado de mama y papá para evitar que nadie lo use, es muy peligroso -dijo buscando mantener el papel de moralista preocupado.
Pero nuevamente recordó para su fastidio que la chica era la típica princesita corazón de oro.
Julia: ¿Cómo puedes decir eso? ¡Ahora mismo estamos peor que nunca! Con Miranda capturada, todo lo que está gente tiene es a mí. Y no importa quien sea, no dejaré a un niño por su cuenta.
Milones: ¡Pero es Amestrisano! -grito una de las personas del valle solo para callarse al ver las miradas de molestia del anciano que se encargaba de los automails y de Julia.
Julia: Es un niño -dijo para luego caminar a paso firme hacia donde esta el pequeño.
Cosa que hizo a Atlas sentirse frustrado al ver que Julia no iba a dejar al niño herido solo en medio del valle de la muerte, pero entendió que era parte de su naturaleza compasiva. A regañadientes, decidió acompañarla mientras se acercaban al niño para ver si podían ayudarlo, no evitando mostrarse alerta ante la mínima señal de problemas.
Julia: Hola, mi nombre es Julia ¿Cómo te llamas, pequeño? -pregunto al menor que buscara limpiarse las lágrimas torpemente.
Fletcher: Me... me llamo Fletcher, señorita -dijo en lo que el hombre arqueo una ceja.
Ese niño, viéndolo de cerca, le parecía haberlo visto antes.
Julia: Es un bonito nombre... Oye ¿Cómo acabaste aquí? -pregunto a la vez que el menor solo agacho la mirada.
Fletcher: Lo siento... Lo siento mucho, señorita... Pero es por su propio bien -dijo antes de palmear sus manos y tocar el suelo.
Siendo allí donde ocurrió algo que dejo a todos los presentes sin palabras. Lo cual fue ver cómo tanto a Julia como al chico los envolvió el capullo gigante de algun tipo de flor mientras que alguna raíz de la planta mando a ¨Ashleigh¨ a volar a un montón de basura. Y para rematar el asunto, en el momento en que el prófugo de la ley uso su alquimia para freír la planta, en vez de encontrar a Julia y al mocoso, en su lugar... encontró a un imbécil.
Soyuz: ... Tarán... -dijo el hombre nervioso y asustado.
Le acababan de cambiar a la hija menor de los Crichton por el payaso al mando de la meseta del lado de Amestris. ¿Qué estaba sucediendo aquí?
Ashleigh (Atlas): ¿Qué significa esto? ¡¿Dónde esta Julia?! -pregunto queriendo matar a alguien, preferiblemente al sujeto que tenia sujeto del cuello.
Pero quien le dio una respuesta no fue él, sino una mujer que apareció de la nada a sus espaldas, una mujer que le pareció familiar y que reconoció hasta unos segundos después, ella estaba con el militar que mandaron los amestrisanos desde central para darle caza, el mocoso hijo del héroe de Ishval.
Lyra: Yo puedo responder a eso -dijo con un rostro prácticamente inexpresivo antes de sonreír con algo de burla- vaya, parece que te has llevado una sorpresa, ¿verdad? -dijo con sarcasmo-. Julia y el niño han sido llevados a un lugar seguro, no te preocupes por ellos.
Y no hace falta decir Atlas en respuesta apretó los puños con furia y gruñó entre dientes.
Ashleigh (Atlas): ¡Maldita perra! ¿¡Qué has hecho con ellos?! -lo que hizo a la sirvienta sonreír con malicia.
Lyra: Tranquilo, no se les hará daño alguno. Solo han sido llevados a un lugar donde no puedan interferir con los planes del señorito -dijo con una sonrisa siniestra-. Y ahora, ¿Qué harás tú, Atlas? -pregunto ya sabiendo lo que iba a suceder a continuación.
Lo cual fue ver como Atlas intento matarla, solo para que en ese momento Clara saliera de debajo de la tierra como si nada aprovechando la distracción y amputando ambas manos del impostor Crichton con su espada compuesta de naipes. Siendo en ese momento que los soldados de Milos abrieron fuego contra las intrusas solo para que en ese momento muros de piedra se levantaran del suelo para cubrir a ambas mujeres y al criminal de ser acribillados.
Lyra: El Señorito tiene razón, solo porque no sean la verdadera piedra, no les quitan mérito -dijo sosteniendo una piedra roja del lote fabricado en Xenotime.
Clara: Genial, ahora le debemos un billete cada una -dijo con fastidio fingido antes de ponerle atención al tipo en el piso.
Atlas: ¡Mis manos! ¡Mis manos! ¡Maldita perra rubia! ¡¿Tienes idea de lo que hiciste?! ¡Ya había llegado tan lejos! ¡La estrella de sangre estaba a nada de ser mía! -dijo en lo que ambas chicas solo le vieron con aburrimiento antes de someterlo con alquimia.
Clara: No creo que hiciese algo malo... solo que ya no puedes aplaudir y otras cosas ¿tal vez?
Atlas: Maldita...
Lyra: Agradece más bien que no te matamos. Créenos, luego de conocer la historia completa, sólo queremos aplastarte la cabeza... Pero por desgracia, no podemos ser nosotras quienes nos demos ese lujo -dijo para extrañeza del hombre
Atlas: ... ¿Qué?
Aunque eso fue lo ultimo que dijo antes de que Clara noqueara de una patada.
Lyra: Bien hecho. Ahora atiéndele, Clara. Si muere desangrado, de nada abra servido haber hecho todo este número para empezar.
Clara: Tú mandas, cariño -dijo coquetamente mientras saturaba las heridas del criminal.
Lyra: ¿Qué hablamos? Lo que paso esa noche en la taberna en la capital de Aerugo fue solo una noche pasada de copas... y que no hagas nada subido de tono mientras trabajamos -dijo sacando una risa a la rubia que le lanzo un beso al aire.
Clara: Tan profesional como siempre -dijo divertida- entonces ¿necesitas ayuda para calmar a las masas?
Lyra: No, tengo esto -declaro mientras generaba una esfera de aire alquímica comprimida con su collar, potenciada con una piedra roja.
Para luego solo lanzar dicha esfera al cielo, la cual estallo justo a mitad del cañón generando un estallido lo bastante potente como para llamar la atención de todos los presentes que bajaron sus armas al darse cuenta de que se enfrentaban a alguien que perfectamente podía matarlos a todos de querer.
Lyra: Mucho mejor -dijo saliendo del muro improvisado con alquimia- ¡Gente de Milos! Escuchen, el día de hoy se hará justicia luego de haber sido degradados por más de 400 años como algo peor que la basura. ¡Hoy Milos volverá a su meseta sagrada, ya no vivirán en este basurero un día más! -dijo procediendo a explicar la verdad de Atlas y lo que paso cuando Amestris ocupo la meseta, haciendo que todas las personas, desde la más joven a la más vieja le prestaran atención.
Momento que Clara aprovecho para retirarse discretamente con Atlas a la vez que hizo una señal con un espejo de mano hacia la parte alta del cañón del valle de la muerte del lado de Amestris. La operación de rescate y extracción de Julia Crichton, también llamada ¨Operación ave liberada¨ fue un éxito.
Así lo pudo confirmar el mayor de los hermanos Tringham que respondió al patrón de luces del fondo del valle con un patrón propio para asegurar que tenían a la joven asegurada. Confundida y sin saber lo que ocurría, pero asegurada al fin y al cabo.
Julia: ¿Qué?... ¿Cómo es que...? -pregunto una vez superada la sorpresa de haber estado del fondo del valle a la cima del cañón en cuestión de segundos, viajando a través de la raíz de una planta gigante.
Russell: Digamos que fue un viaje rápido cortesía del expreso subterráneo Tringham, le agradecemos su preferencia. Y todo gracias a una de estas -dijo haciendo una reverencia a la vez que mostraba la piedra roja en su mano a la joven.
La cual se quedo sin palabras al suponer o tener una idea de que era lo que ese chico tenia en sus manos. Algo que estuvo buscando desde hace cinco años, la razón por la que no dejo de estudiar alquimia con el fin de averiguar el cómo hacer una, la piedra de la inmortalidad, la estrella de sangre. La razón por la que la gente de Creta obligo al pueblo de Milos a excavar en la meseta sagrada todos esos siglos.
Julia: Esa es... ¡¿Cómo la conseguiste?! ¡Necesito saberlo! -dijo haciendo que ambos hermanos se miraran entre ellos con incomodidad.
Russell: Puedo decírselo, señorita, pero merece saber que no es lo que piensa -dijo con seriedad.
Julia:... ¿No es la piedra legendaria que puede hacer lo imposible a voluntad, la estrella de sangre que mi gente a idolatrado por siglos, con la que se puede activar el poder antiguo de la tierra, el magma? ¿No es la piedra de la inmortalidad? ¿La estrella de sangre? -pregunto cada vez más impaciente.
Russell: Si éste... no... Eh, no -dijo sobándose el cuello- si estoy tan dispuesto a hablar de esto libremente, es porque se trata una piedra roja, solo una imitación. No puede hacer lo que los alquimistas tanto quieren de la ¨estrella de sangre¨ real.
Julia se quedó atónita ante las palabras del chico alto frente a ella. La idea de que la piedra que tenía en sus manos no fuera la verdadera estrella de sangre era abrumadora ¿se podían crear imitaciones? ¿Cómo era posible? No hace falta decir que una sensación de inquietud la invadió por completo, todavía había tanto que aprender... y no tenía tiempo.
Julia:... ¿Tu piedra roja sirve para abrir la puerta? -pregunto haciendo al mayor de los hermanos tragar grueso.
Ya que en una ocasión le pregunto a Alfons sobre cómo podía hacer alquimia sin un círculo de transmutación, algo que noto al verlo batallar definidamente. Y en respuesta el joven militar le hablo de la puerta de la verdad... y el peligro que representaba siquiera poner un pie en ese territorio, el dominio de Dios.
Russell: No, y te lo advierto, tratar de abrir esa cosa seria el peor error de tu vida -dijo con tal tono que hasta sobresalto a la chica.
Julia: ¿Qué?
Fletcher; Alfons nos advirtió de eso... Ese es un lugar horrible, ninguna persona debe abrir la puerta ¿Por qué quiere haber eso? -pregunto, de paso hablando por primera vez desde que engaño a la joven para raptarla.
Aunque para su suerte, ella no parecía molesta por eso.
Julia:... Necesito... Necesito ese poder... -dijo con seriedad- según la leyenda de Milos, bajo tierra, existe un gran flujo de poder conocido como magma. Mis padres solían estudiar las viejas leyendas... dicen que quien habrá la puerta y entienda la Verdad será capaz de controlar el poder de la tierra a su voluntad.
Russell: Y no me digas, quieres tener ese poder para usarlo contra Amestris y Creta, para así tener la libertad de Milos ¿no es así? -pregunto antes de suspirar- sencillamente es imposible comprender a la verdad. Si te sientes seguro de saber lo que es, sencillamente eres muy arrogante para entender, y si solo tienes una idea, eres muy ignorante.
Ante esa declaración, aunque evidentemente le molesto, Julia se quedó en silencio ante las palabras de Russell, reflexionando sobre lo que quería realmente y sobre las consecuencias de abrir la puerta de la verdad. Finalmente, asintió lentamente, considerando que tal vez, solo tal vez... no era sabio intentar algo tan peligroso y desconocido.
Russell: Y de hecho no lo necesitas, ni abrir la puerta ni buscar la piedra, a fin de cuentas, la gente de Milos recuperó su tierra sagrada hace como tres horas -dijo encogido de hombros.
Haciendo que la chica le mirara con completa y pura incredulidad.
Julia: ... ¿Perdón? -pregunto pensando que estaba medio sorda.
Russell: Lo que escucho, señorita. Y de hecho, si nos apresuramos, alcanza turno para golpear al militar corrupto que desobedeció órdenes de ayudar a su gente -dijo como si nada a la joven que seguía procesando lo que escucho.
Ya que el modo en que lo dijo, la simpleza y la firmeza... aunque le costaba creerlo, parecía ser verdad.
Julia: No lo entiendo... ¿Qué significa esto? ¿Dónde esta Ashleigh? -pregunto a los hermanos que se quedaron pensando como proceder ahora.
Fletcher: Es una larga historia, señorita.
Russell: Pará empezar ¿se refiere al verdadero o al falso? -pregunto haciendo que ella le viera confundida- ya le explicaremos todo de camino a la ciudad, señorita Crichton. Pero mejor nos apresuramos, tal vez usted evite que a Ashleigh le pateen el trasero si llegamos a tiempo -dijo para luego ponerse en marcha.
Aunque el camino a la ciudad Table no fue un paseo por el parque por decir lo menos, una vez explicada la verdad de lo que le paso a su hermano y que el asesino de sus padres era el tipo que estuvo con ella que tenia la cara robada de su hermano pegada a su rostro... una cosa era segura, Julia quería ver a Ashleigh, al verdadero... y con suerte, convencerse de que era real y que no.
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(Poco después, ciudad Table, plaza central)
(Alfons Pov)
Muy bien, admito que esta opción de como seria el duelo entre caballeros es poco común, pero en cierto modo me alegra que Asleigh sugiriera arreglar esto con una pelea a puño limpio. Honestamente no sabría como reaccionar si esto hubiera acabado con un duelo de pistolas y ver quien disparaba primero... aunque la única razón de sugerir arreglar la situación a golpes del coronel Cretense fuera disfrutar como mis huesos se rompían bajo sus puños.
Como si fuera a dejar que eso pasara... y si las cosas se salían de control, al menos el numero estaba parejo con la misma cantidad de soldados amestrisanos y cretenses rodeándonos para presenciar el encuentro.
Ashleigh: Solo quiero aclarar que no quise llegar a esto -dijo tronándose los nudillos mientras se quitaba el saco de su uniforme militar mientras que por mi parte hacia lo mismo.
Oh, bueno, yo lo hice al estilo del mayor Armstrong. El hombre fue uno de mis entrenadores, no me culpen por copiarle una que otra maña.
Alfons: Yo tampoco -dije en posición de lucha.
Ashleigh: Que así sea... solo responde algo antes de que mueras ¿Qué interés tienes tu en la estrella de sangre? Debes saberlo sobre eso, de lo contrario, no me imagino porque te importa tanto lo que pase con un pueblo olvidado como Milos -dijo haciéndome arquear una ceja.
Alfons: Eso es lo triste, que creas que todos tienen interés en la estrella -dije con fastidio- por eso es que creo que esta es la decisión correcta... Mi único interés en la estrella es destruirla, junto a cualquier medio o indicio de su creación que se halle en este lugar.
Ashleigh: Si eso es verdad, puedes empezar destruyendo las torres que Soyuz construyo a lo largo de la meseta buscando recrear todo el complejo como la maquinaria antigua destinada a forjar la estrella -dijo haciéndome respirar hondo.
Eso me dio a entender una cosa, la ciudad entera es en realidad un mecanismo gigante para forjar la estrella usando como materia prima las vidas de todos los habitantes de la ciudad, y Soyuz estaba de acuerdo con eso, sabiendo que todos son militares amestrisanos... grandísimo hijo de...
Ashleigh:... Por tu reacción veo que estás diciendo la verdad sobre lo que quieres hacer -exclamo mientras negaba- parece que en verdad quieres meterte en mi camino... No importa que, la estrella debe ser forjada -dijo señalando su cabeza- aún si destruyes el círculo, y los registros arcaicos, así como el mausoleo en las cuevas. Yo tengo todo en mi cabeza gracias a las notas de mis padres, el circulo de transmutación completo, solo lo reconstruiré todo.
... Es oficial, este tipo necesita un pasatiempo. Uno que preferiblemente no incluyera matanza de ningún tipo.
Alfons: .... Creo que ambos sabemos lo que es la estrelle en realidad ¿para que la quieres tú? -pregunte en lo que el me miro con burla.
Ashleigh: ¿No es obvio? Pará abrir la puerta de la verdad -respondió haciendo que se me erizaran los cabellos de la nuca.
Empiezo a entender a la Verdad, si yo tuviera que lidiar con imbéciles que me buscan unicamente buscando dominarme creyendo que así serán dioses o algo así... lo de quitarles partes del cuerpo es hasta algo piadoso en realidad. Hasta explica la sonrisa sádica en realidad si lo pienso.
Alfons:... ¿Por qué la puerta?
Ashleigh: Porque nada más importa. Como dije, Odio Milos, odio Creta. La verdad es todo lo que importa -dijo con rabia- cuando nazca la estrella de sangre, será hora de enterrar este repugnante valle y una nueva era ha de comenzar. ¡cuando abra la puerta, un nuevo mundo que nunca nadie ha visto será mío! ¡La tierra sagrada y la estrella no son más que herramientas, la verdad es el único objeto de valor!
Es un hecho... la única razón por la que lo dejaría abrir la puerta, la única... sería nada más para ver lo que la Verdad le haría como escarmiento ante tanta prepotencia y arrogancia.
Alfons; Amigo, no puedes manejar la verdad -respondí en lo que el bufo con burla.
Ashleigh: ¿Y me vas a decir que tu sí?
Alfons: Claro que no, decir que sí sería ser tan arrogante como tu -dije con seriedad- sabes Ashleigh... Creo que ya comprendo que clase de persona eres... Y me das lastima.
Ashleigh: ¿Perdón? -pregunto claramente ofendido.
Alfons: En realidad nunca creciste. Desde lo que Atlas te hizo... Te consumista en tu odio y dejaste que eso guiará tu vida, tal vez seas un adulto, pero en realidad, nunca dejaste de ser un adolescente consumido por la venganza que solo quiere ver el mundo arder... Es muy triste.
Y no hace falta decir que esa respuesta hizo rabiar al militar cretense, visiblemente molesto por mis palabras, apretó los puños y se abalanzó hacia mí con furia. Nuestros puños se chocaron en el aire en una pelea feroz, ambos determinados a salir victoriosos. Sin embargo, a pesar de su enojo y agresividad, pude ver la tristeza en sus ojos mientras luchábamos.
Mientras intercambiábamos golpes, me di cuenta de que no había odio en mi corazón hacia él. A pesar de sus acciones y su determinación por abrir la puerta de la verdad, en el fondo, solo veía a alguien que había sido herido y había perdido su camino. Tal vez, en una realidad diferente, podríamos haber sido amigos.
Soldado Amestrisano: Oye ¿no se supone que el famoso coronel enmascarado de Creta era un hábil alquimista? ¿Por qué no la usa? ¿Tiene consideración con el teniente coronel por ser menor? -escuche a uno de los hombres bajo mi mando preguntar a un soldado cretense que solo se encogió de hombros.
Soldado Cretense: Claro que no. Es cosa de principios, su oponente no está usando alquimia, el coronel tampoco lo hará -respondió en lo que tanto Ashleigh como yo paramos un momento para tomar aire.
Alfons: Oye... No lo haces nada mal para ser un adolescente resentido en el cuerpo de un adulto -dije haciendo rabiar al adulto.
Ashleigh: Lo mismo digo... Nada mal para un mocoso que en serio necesita que le laven la boca con jabón o que al menos le enseñen a respetar a sus mayores -dijo cansado.
Solo para que luego ambos vomitáramos un poco de sangre de lo cansados y lastimados que estábamos. Era tiempo de terminar con esto. De modo que finalmente, después de un intenso intercambio de golpes, logré conectar un golpe decisivo que hizo que Ashleigh cayera al suelo, derrotado.
De paso dejando impresionados a todos los soldados por igual, tanto Amestrisanos como Cretenses. Ahora seguro esperaban ver que ocurría a continuación, seguro por la idea de Ashleigh de que el encuentro fuera a muerte... algo que obviamente no pienso hacer caso.
Russell: Nota mental: No molestar al jefe -dijo llamando mi atención.
Siendo allí donde note a ambos hermanos que se encontraban escoltando a la chica, Julia. Era un hecho que la operación fue un éxito, que bueno.
Fletcher y Julia: ... Que músculos -dijeron mientras me miraban fijamente... ¿me estaban comiendo con la mirada?
Russell:... Ay, genial, otra -dijo fastidiado mientras que la joven Crichton solo se palmeo la cara antes de acercarse.
Más específicamente, aunque con duda, se acercó rápidamente al enmascarado derrotado, quien aun consciente, solo aparto la mirada, no queriendo enfrentar a su hermana. Quien solo miro fijamente un collar que el hombre tenia en su cuello, uno que coincidía perfectamente con el arete que ella tenia en su oreja.
Ashleigh:... Julia...
Julia: Yo hice ese arete cuando éramos pequeños, a diferencia del impostor, tu guardaste tu arete todos estos años -dijo arrodillándose para estar con él militar- Ashleigh... ¿De verdad eres tú?... Hermano, ¿Qué hizo el mundo contigo? -pregunto sin que el soldado supiera que decir- ¿recuerdas hermano? Tú hiciste estos aretes para mí a partir de una tapa de olla, y quería que tuviéramos uno cada uno... Al final lo conservaste.
Ashleigh:..... Era todo lo que me quedaba de ti... ¿Cómo podría perderlo? -dijo en lo que ambos se quedaron en silencio.
El encuentro entre hermanos luego de años sin verse, uno se esperaría que fuera un encuentro emotivo o incluso que incluyera algunas lágrimas. Pero en vez de eso, todo lo que hubo fue un silencio bastante incomodo... lo cual era entendible consideran todo lo vivido por esos dos.
Julia:... ¿Por qué?
Ashleigh:... ¿Por qué que qué?
Julia: No te hagas el gracioso, sabes de qué hablo -dijo dolida- ¿Por qué no me hiciste saber que seguías con vida?
Ashleigh: ...Todo fue por nosotros. Debía estar lejos de ti, para no llamar su atención, todo esto fue para matarlo, al asesino de nuestros padres -dijo cansado- pero nunca te descuide, siempre te vigile de cerca. Por eso los lobos quimera han estado cerca de ti todo este tiempo, para protegerte.
Julia: ¿Y qué es eso de destruir Milos y Creta por igual? -pregunto a la vez que el hombre aparto la mirada.
Oh rayos ¿escucho eso? No, seguro Russell se lo dijo de camino hacia acá.
Alfons: Señorita Julia, por favor, no culpe a su hermano por esto -dije llamando la atención de los hermanos- Ashleigh es solo una víctima. Atlas no sólo masacro a Ashleigh arrancándole su rostro, si no que allí mismo lo mató. Y todo lo que quedo... Es una sombra que solo quiso venganza y nada más -dije a la vez que ella solo miro a su hermano con tristeza.
Si... este mundo a veces puede ser una mierda ¿me lo dirán a mí?
Alfons:... De cualquier modo, supongo que yo gano ¿no Ashleigh? -pregunté con cansancio al hombre que aun con el orgullo dañado, tuvo que aceptarlo a regañadientes- me alegra que al final si tengas algo de sentido común, y como premio... Justo a tiempo -dije mirando a Lyra y Clara llegar- Clara, por favor prepara todo para la cirugía. Quítale la cara a Atlas y pégasela de nuevo al buen Ashleigh aquí presente.
Siendo la respuesta de mi enfermera sacar un cuchillo de rueda de rodillo de los que se usan para cortar cosas en cocinas o construcciones.
Clara: Será todo un placer -dijo sonriendo con malicia en lo que se llevaba a rastras un cuerpo que asumo era el de Atlas.
Alfons:... ¿Debemos preocuparnos de que sea alarmantemente buena en esto y que además lo disfrute? -pregunte con una gota de sudor en lo que Russell y Lyra se encogieron de hombros.
Lyra: ... Mientras no la perdamos de vista
... Eso no me hacia sentir mejor.
Alfons: De cualquier modo -dije extendiendo mi mano a la joven Crichton- señorita, si no le molesta ¿quisiera acompañarme? Me gustaría hablar con usted -dije con gentileza en lo que ella, con algo de desconfianza, igual tomo mi mano- muy bien, ahora... ¿Qué están esperando? ¿Una invitación? ¡Ya es oficial! ¡Comiencen a traer a las personas del valle aquí arriba y a reubicar las viviendas! -grite a los soldados que rápidamente procedieron a cumplir las órdenes.
Cosa que hizo a Julia mirar toda la movilización como si estuviera soñando.
Julia: ...No puedo creerlo ¿de verdad está pasando?...
Alfons: Claro que sí. La vida de Milos como un país libre, empieza hoy -dije sonriendo.
Siendo eso lo ultimo que hice antes de vomitar más sangre y desmayarme.
Si, mis pulmones colapsaron. Pero tomando en cuenta que evite que Edward acabara metido en toda esta estupidez de la estrella de sangre y Atlas... valió la pena.
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(La noche de ese día)
(Enfermería de la base militar de ciudad Table)
Mierda, otra vez me paso. Cuanto a que Clara no me dejara escuchar el final de esto. En mi defensa, no pensé que estuviera tan desgastado, aunque admito que estuve sobre esforzando desde llegue a esta condenada ciudad, supongo que acabaría colapsando tarde o temprano, solo espero que mis pulmones no se llenaran de sangre o algo así... lo ultimo que necesito ahora es que me hagan una cirugía.
Alfons: Empiezo a creer que paso más tiempo en una cama de hospital que trabajando -dije mirando con resignación el techo. Sabiendo de antemano que sería inútil intentar levantarme. Posiblemente estaba atado a la cama y tenia más de un tubo conectado a la vena.
Solo para en ese momento escuchar una voz que me hizo tragar grueso, pero al mismo tiempo también causo que mi corazón comenzara a latir como una locomotora.
Edward: Te lo mereces por buscar dejarme de lado -dijo cruzado de brazos junto a mi cama- pero viendo como terminaste... creo que fue suficiente castigo -dijo sonriéndome quedamente.
Pensé que un demonio me castigaría, pero en vez de eso, Edward me esta mostrando su lado dulce... no merezco contemplar tanta perfección ¡y lo mejor es que sigue teniendo el cabello suelto justo como le sugerí!
Alfons: ¿Cuándo llegaste?
Edward: Acabo de hacerlo. Ya es de noche, y el tren llego hace unos momentos. De allí en más no fue difícil encontrarte, solo fue cosa de buscar el lugar más resguardado y heme aquí -dijo mientras me limpiaba el rostro, al parecer estuve sudando- mientras venia para acá solo pensaba en golpearte por irte sin nosotros, pero verte así... ¿Por qué no me dejaste venir? ¡te pude haber ayudado!
Ay no, esa cara molesta. Adoro cuando se pone así, pero si yo soy la causa, por favor, no me veas así, tu no.
Alfons: Tenia que hacerlo, no quería que tu salieras herido de alguna manera,
Edward: Y sin embargo, el que salió herido fuiste tú.. no tienes que cuidarme ¿es tan difícil de entender que yo puedo cuidarme y hasta cuidarte la espalda? Podría haberte ayudado, pero eres tan terco -dijo haciendo puchero.
Mientras que yo no pude evitar sonreír con cierto aire burlón. ¿Qué yo era el terco? El burro hablando de orejas, damas y caballeros.
Alfons: Edward, lo siento. Solo quería protegerte, pero veo que no importa cuánto lo intente... siempre termino lastimándote de alguna manera -dije con honestidad recordando cosas del pasado.
Edward: No importa, Alfons. Esto... no fue tu culpa -dijo obviamente sin saber la verdad de mis palabras- lo importante es que estás bien. Solo me gustaría que confiaras más en mí.
Alfons: Lo hago, es solo que tu seguridad me importa más.
Edward: Mejor dejémoslo así... -dijo mientras tomaba asiento- si te preocupa tu reunión con esa chica, Julia, ella se preocupo bastante cuando te desmayaste, por suerte, Lyra manejo la situación muy bien, o al menos eso escuche.
Je, esa es mi chica. La mejor asistente que se puede tener.
Alfons: Me alegra, espero no estar mucho tiempo en cama, todavía ha mucho que hacer.
Edward: Al menos espera a que te den alta ¿no crees? -pregunto antes de apenarse- oye... ¿Qué te parece mi cabello?
¿Su cabello? Oh... ¿tanto le importa mi opinión? Es un hecho, mi día acaba de mejorar demasiado. Y más al notar que tenia una cinta con una diadema en el cabello ¿Cómo llego eso allí? ¿alguien se lo aconsejo? ¡Bendita la casualidad!
Aunque, justo cuando estaba a punto de decir todo lo que pensaba de tan hermoso cambio, fue que vi como la puerta se abrió y un cuerpo más pequeño a su vez corrió hacia la cama y me abrazo con cuidado.
Fletcher: ¡Alfons, despertaste! ¡Nos tenias preocupados! -dijo con ojos llorosos mientras que yo solo pude acariciarle el cabello mientras me disculpaba y le daba uno que otro beso en la mejilla para tranquilizarlo.
Era entendible, Fletcher nunca me había visto estar así de enfermo, el pobre debió de asustarse mucho. Pero, ignorando eso... ¿Qué es esa extraña sensación que siento de intención asesina justo a un lado de mí?
Edward: ¿Quién es él? -pregunto mirando al niño en mis brazos que se las ingenió para acurrucarse conmigo para darle mimos. Vaya niño más inquieto.
Alfons: Es uno de mis protegidos. Su nombre es Fletcher, él y su hermano se encargan de llevar a cabo algunas investigaciones alquímicas relacionadas a mi persona bajo mi supervisión -dije como si nada mientras le daba mimos al menor.
Quien juro que hasta parecía tener cola de perro Golden de lo tierno que se veía. Esto le hará mal a mi corazón, tener a un niño tan tierno y ha Edward en la misma habitación. Aunque, noto a Fletcher algo sonrojado ¿se estará enfermando?
Alfons: En todo caso ¿No es encantador? Este debe de ser el niño más lindo de la vida -dije apachurrando al niño en brazos quien se dejó hacer gustoso.
Solo para que en ese momento pasara algo que me dejo sin palabras. Lo cual fue que en cosa de segundos, contra toda lógica o ley que aprobara lo científicamente posible, Edward paso de tener el cabello largo y arreglado a tener el mismo peinado de trenza de siempre con todo y la antena... a ver, a ver ¿Qué paso?
Ed: Si, encantador -dijo con un tono apático para mi extrañeza.
Aunque antes de que pudiera interrogarlo para saber que era lo que ocurría, fue que de la nada el hermano menor de la armadura se abrió paso a la habitación y se llevo a su hermano que no supo que paso hasta estar en el hombro de su hermano menor y ser cargado por este lejos del lugar. Siendo lo que se escucho las quejas de Edward a lo lejos.
Alfons: Ok, mentiría si dijera que no tengo curiosidad -dije poniéndome de pie.
Fletcher: Alfons, no deberías hacer eso. Clara dijo que necesitas estar en cama un par de días antes de hacer cualquier actividad extenuante -dijo a la vez que me dio un ataque de ternura de como este chaparrito se preocupaba por mí.
Alfons: Vamos, un rato para estirar las piernas no me matara -dije guiñándole un ojo- en vez de eso ¿Por qué no buscas a Lyra y Clara y les pides que me busquen? Esto es importante.
Y mucho... no se que pasa contigo Edward, pero lo voy a averiguar.
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(Un rato después, ciudad Table)
Ok, me estoy arrepintiendo de esto, puedo sentir como el pecho me aprieta y prácticamente me arden los pulmones, respirar me esta doliendo, y mucho. Pero eso no importa, debo encontrarlo, aun si volar se volvía una agonía para mi... por suerte para mí, los hermanos Elric no son nada discretos, en vez de eso, eran caos ambulante... y eso siendo amable.
Edward: ¡¿Cuál es tu problema?! -pregunto a su hermano una vez se detuvieron en la plaza del centro donde el menor sentó en un banca a su hermano mayor.
Al: Justo eso iba a preguntar ¿Qué pasa, hermano? Estabas muy feliz porque Alfons volvió luego de tanto tiempo en el sur ¿Por qué estas de malas? -pregunto preocupado en lo que el rubio mayor solo hizo un puchero... lindo.
Edward: Nada.
Al: Ambos sabemos que eso no es verdad -dijo cruzado de brazos- te pusiste así en cuanto.... Espera ¿te molesta que Alfons sea cariñoso con sus subordinados? -pregunto en lo que yo arquee una ceja.
¿Ed era así de celoso? Bueno, si lo pienso en realidad no me sorprendería, pero... si es algo nuevo para mí, solo un poco.
Edward: Claro que no -respondió con una mirada molesta.
Al: Entonces... ¿Qué pasa? Vamos, sabes que si no lo dices será peor después.
Edward: ¿Y según tú cómo sería peor? -pregunto refunfuñando en lo que su hermano negó con suavidad.
Al: ...Que te lo guardes y acabes estallando con la persona incorrecta en el momento más inapropiado. Cosa que ya ha pasado, por ejemplo -dijo a la vez que su hermano iba a replicar solo para que su hermano lo retara en silencio a contradecirlo.
Para que así el final del asunto fuera Edward gruñendo como perro regañado sin derecho a ladrar. Hasta juraría que se estaba aguantando para hacer una rabieta de niño chiquito. Veo que sin importar los años algunas cosas no cambian o siempre estuvieron allí.
Edward: ¡Es que no lo entiendo! Primero es amable conmigo y luego acaricia la cabeza de ese microbio, y conozco esa mirada de cordero a medio morir que le echó el mocoso -dijo frustrado a la vez que yo no pude aguantar una pequeña risita.
¿Mi amado le tiene celos a Fletcher? Hay que ver...
Al: Hermano... Es un niño -dijo recalcando lo obvio.
Edward: Tú también cuando le hacías esas miradas a Winry -dijo dando un pisotón.
Al: Y ya vez, me rechazaron -declaro como si nada molestando al mayor.
Edward: Es que... es que... ¡Ahhhhh! -grito para luego comenzar a hacer varios sonidos y gestos dignos de todo niño pequeño al que no se le entendía apenas nada.
Si, una rabieta en su máxima expresión... eso es tierno.
Al: Hermano... ¿Te gusta el hijo del Coronel? -pregunto a la vez que Ed paro su enojo de golpea mientras que a mi la oreja se me puso roja de golpe.
Esto si me interesaba.
Edward: ¿Qué? No ¿De dónde sacas esas tonterías, Alphonse? -pregunto con pena a su hermano que se veía muy inexpresivo, más de lo normal.
Al:... Porque te estoy viendo -exclamo con franqueza.
Edward: No seas ridículo, ¿Y qué si me pasé una hora arreglando mi cabello y hasta le pedí ayuda a la señora Grazia antes de subirme al tren hacia acá? ¿Y qué si me aseguré de que mi ropa estuviera bien lavada y planchada? ¿Y qué que esperaba que lo primero que notara fuera que le hice caso sobre llevar suelto mi cabello?
Ok, es oficial, estaba completamente sorprendido por las confesiones de Edward. Nunca pensé que se preocupara tanto por su apariencia para llamar mi atención. Pero no podía negar que me sentía halagado y un poco emocionado por saber que a él le importaba tanto.
¿A quien engaño? ¡Lo quiero gritar a los cuatro vientos lo emocionado que estoy!
Edward: Pero olvídalo, seguro todo eso no significa nada -dijo tanto para mi consternación como la de su hermano.
Al: Si lo noto, tu cabello, fue lo primero que dijo. Y sobre las dos primeras cosas ¿qué pensarías si alguien hiciera eso que tu hiciste para ver a Winry, por ejemplo? -pregunto dejando pensativo a su hermano.
Pero por la expresión en su rostro, podía jurar y perjurar que estaba pensando en perseguir al tipo imaginario con su mano convertida en guadaña.
Al: ¿Lo ves? -pregunto sacando a su hermano de su ensoñación.
Edward: Pero yo, es que, Winry es diferente, ella es como mi hermana, y Alfons... Él... -dijo antes de solo soltar un grito exasperado que me tomo por sorpresa.
Pero que también me hizo sonreír como tarada... ¿de verdad le gustaba? ¿Yo? ¡En tu cara depresión!
Al: Hermano -dijo poniendo una mano en el hombro del mayor- sabes que ni yo, ni Winry ni la abuela te juzgaremos ¿verdad? -menciono haciendo que el rubio de baja estatura le diera una mirada lastimera.
Edward: Lo sé, sólo que... Es el hijo de Mustang... Tú sabes cual es la reputación de Mustang... -menciono haciendo que yo le mirara extrañado desde donde me encontraba, flotando encima de ellos.
Alphonse: ¿Crees que de tal palo tal astilla?
... ¿Acaso me veían cara de Playboy estos dos? Ah, no señor, no dejare que tengan tan mala imagen de mi ¡ni estamos saliendo y ya piensa que soy infiel, no es justo!
Muy bien, creo que ya es momento de terminar con esto.
Alfons: Eso es algo ofensivo ¿no creen? -pregunte flotando de cabeza en frente de ellos, revelando mi presencia de paso.
Y lo juro, la mirada de ambos al verme era como que prácticamente me rogaban con la mirada que no preguntara sobre lo que hablaban... esta bien, aunque adoro ver a Edward sonrojado, les seguiré el juego.
Alfons: Para que sepan. Solo escuche la parte donde me comparaban con mi padre. ¿De qué hablaban? -pregunte de forma casual.
Al: En que mi hermano...
Edward: Terminas esa oración y Winry sabrá de los poemas, Alphonse -dijo entre dientes amenazando a su hermano menor que solo guardo silencio.
¿Alphonse tenía un enamoramiento con Winry, eh?... mejor recordarlo, nunca se sabe cuándo pueda ser algo útil.
Alfons: Suena a que es algo muy interesante. Vamos, cuéntenme de lo que hablaban -dije sonriendo a la vez que el menor estaba por hablar, solo para sentir la mirada de su hermano antes de negar asustado- ¿No? ¿Entonces que tal tu Ed? ¿Qué era de lo que hablaban?... Aunque me hago una idea, me estas acusando de ser un mujeriego desvergonzado como mi padre ¿no es así? -pregunte fingiendo estar dolido.
Lo que causo el efecto deseado, un Edward Elric rojo hasta las orejas, ternurita.
Edward: Yo, bueno, es que yo... Miren la hora, tenemos que irnos, adiós -dijo tomando a su hermano por un cuerno de la armadura dispuesto a huir.
Oh no, ni creas que te dejare ir, Edward. Tu viniste por tu propia voluntad a ciudad Table, ahora asume las consecuencias.
Alfons: Chicas -dije chasqueando los dedos.
Y así, en menos de lo que canta un gallo, tenia a ambas mujeres conmigo, y de paso obstruyendo cualquier ruta de escape que pudieran tomar los hermanos.
Alfons: Ahora -dije tomando la mano de Ed- cuiden a Alphonse, su hermano y yo tenemos asuntos que discutimos -dije sonriendo- solo cuídenlo bien. Y no se atrevan a corromperlo. Hablo por ti, Clara -le advertí a la rubia que solo se hizo la desentendida.
Clara: Solo para que conste, es Russell el que se muestra interesado en espiarme, yo no tuve nada que ver -dijo refiriéndose a una ocasión donde el mencionado sin querer entro al baño justo cuando ella estaba saliendo de la ducha.
Y no hace falta decir que el mayor de los Tringham paso la noche mirando estrellas, metafóricas, no literales. De las que giran alrededor de tu cabeza luego de ser noqueado.
Lyra: De hecho, empiezo a pensar que disfruta cuando lo aleccionas por espiarte -dijo antes de tapar la boca de su compañera con una mano- no, obstante, tu misma no puedes negar que tu naturaleza por si sola es coqueta... Descuide señorito, yo me ocupo de que nada se descontrole por aquí.
Alfons: Confío en tí, Lyra -dije para luego tomar al mayor de los Elric de la cintura y cargarlo con un brazo, ya que aun con el automail, era más liviano de lo que parecía- ahora, si nos permiten -y sin más, emprendí vuelo.
El cual prolongue el mayor tiempo posible al ver como Ed se aferro a mi cuello sin pensarlo dos veces. Jejeje, veo que no está acostumbrado a las alturas... gracias al cielo. Aunque por desgracia, todo lo bueno se tiene que acabar.
Alfons: Muy buen, te escucho -dije dejando al más bajo en el tejado de un edificio- pensé que estabas feliz de verme ¿qué pasa? ¿Y que le paso a tu cabello? -pregunte mientras alargue el brazo para soltarle la trenza.
Solo para que mi mano fuera sujetada por él antes de poder tocar su cabello dorado.
Edward: Tu... ¿Eres coqueto con todos o solo conmigo?
... ¿Qué?
Alfons: ¿Coqueto? -pregunte confundido- ah, ya entiendo, mi padre te dijo lo que cree que hay entre Lyra y Clara conmigo ¿verdad?
Edward: ¿¡Ellas también!? -pregunto haciéndome verle extrañado.
¿De qué me estaba perdiendo aquí?
Alfons: ¿También?
Edward: ¡No te hagas! ¡¿Tú y ese chico Fletcher tienen algo, no?!
... Vaya, de verdad tenia celos de Fletcher. Mejor arreglo esto.
Alfons: ¿Flecher? Pero si es más chico que tu hermano -dije con incredulidad- si soy cariñoso con él, es porque me gustan los niños en general. Son tan lindos -dije sonriendo con ternura- me hace preguntarme si lo haría bien como padre.
Edward: ¿Cómo qué? -pregunto sonrojándose.
Alfons: Soy huérfano a fin de cuentas. La idea de tener una familia propia siempre va a estar allí -dije en lo que el rubio de cabello largo no parecía saber qué decir- sé que mi padre no da la mejor reputación, y tienes derecho a desconfiar, pero te juro que eres el único con el que podría tener esas intenciones, las que un hombre tiene... con su media naranja -dije mientras aproveche para soltarle el cabello y tomarlo de la cintura- ¿Tengo que ser más gráfico?
Edward se quedó sin palabras por un momento, claramente sorprendido por mis palabras. No pudo evitar sonrojarse aún más, y sus ojos dorados se encontraron con los míos, llenos de sorpresa y confusión.
Edward: ¿Estás diciendo que... que podría ser tu... media naranja? -preguntó con incredulidad, como si aún no pudiera creer lo que escuchaba.
A lo cual alcé una ceja y le sonreí con ternura, acercando mi rostro al suyo.
Alfons: Claro que sí, Edward. Siempre has sido especial para mí, desde el primer momento en que te conocí. Eres único, valiente, inteligente y hermoso. ¿Por qué crees que he estado tan interesado en ti? Valoro tu amistad, pero, a riesgo de sonar egoísta, me gustaría llegar a más... siempre que tú me lo permitas -dije con sinceridad, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza al poner mi otra mano en su pecho.
Pero cuando estaba a punto de hacer un movimiento, todo lo que pue hacer fue ver como Edward, ya sin pensar con nada de lógica, se soltó de mis brazos y uso la alquimia para hacer un puente e irse corriendo de allí.
... ¿Como pude ser tan estúpido? ¡Definitivamente lo asuste! No debí precipitarme así... pero aun puedo arreglar esto, el latir de su corazón, el como actuó, el debe sentir algo... se que es sucio, pero... tendré que jugar la carta del cumpleaños. Yo cumpliré los 12 en un par de días al fin y al cabo.
Alfons: No se me escapará por mucho... no dejare que vuelvas a alejarte de mí. Te perdí una vez, no volverá a pasar.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez, como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Desde ya digo ya estamos terminando con el asunto de Milos, y si he de ser sincero, pienso si extender lo militar unos capítulos más o ponerlo como flashbacks para dar un salto de 3 años y así pasar de una vez al inicio de brotherhood, lo estoy pensando.
De momento espero que les haya gustado este capitulo. Nos vemos luego.
Chapter 17: Capitulo 15: Por ti esperare lo que haga falta
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Días después)
(Base militar Amestrisana, capital de la recién fundada republica de Milos)
Ya pasaron días desde que Milos oficialmente renombro la ciudad como una república independiente en la que una vez fue la ciudad Table, y no hace falta decir que Creta no se tomo bien esa muestra de independencia por parte del pueblo al que han querido robar y explotar por años.
Cosa que no han podido hacer debido a dos circunstancias. La primera, las tropas estacionarias de Amestris colocadas de forma estratégica de nuestro lado de la frontera en caso de algún ataque Cretense. Y segundo, el hecho de que teníamos al hermano de la recién nombrada presidenta de Milos, Julia Crichton, en custodia. El coronel Herschel o mejor dicho, Ashleigh Crichton, quien aún está en recuperación luego de devolverle el rostro que fue robado por Atlas.
Gracias a como se manejo la situación, Julia y Milos están más que dispuestos a apoyarnos con la idea de anexar Creta a Milos en un plan que va de mediano a largo plazo, con la condición de que yo fuera el intermediario entre Amestris y Milos, esto debido a que la gente de Milos confía en mí, no en el Generalísimo o cualquier otro de la plana mayor, y no los culpo la verdad.
Siendo justo por eso que me encontraba en una reunión de estrategias en este mismo instante, por eso y porque el comando central me dejo a cargo de las tropas que fueron enviadas hacia acá con libertad de pedir más si eso incitaba a la toma del país vecino del oeste... vaya forma de pasar mi cumpleaños de todas las cosas.
Alfons: Muy bien, repasemos la información que tenemos a la mano hasta ahora -dije en lo que Lyra me daba unos documentos y me dirigía a los presentes, mi padre y maestro con la teniente y la presidenta Julia con Miranda a su lado- según inteligencia, al parecer, Creta recientemente formo una alianza con Donbachi luego de que estos últimos perdieran a Aerugo como aliado y socio comercial... y no me sorprendería que Dracma en secreto este apoyando esta alianza recién formada también.
Roy: Si Creta cae, fácilmente las fuerzas amestrisanas pueden dirigir sus fuerzas a Donbachi con facilidad -dijo mi padre de brazos cruzados en su modo soldado militar que busca un ascenso en todo su esplendor.
Julia: Una ventaja es que a diferencia de Donbachi y Dracma que tienen recursos para gastar, Creta ya no tiene suficientes. En un informe que los murciélagos negros robaron hace poco nos enteramos de que tuvieron que pedir ayuda a otras potencias -dijo en lo que Miranda asintió dándole la razón.
Alfons: De momento nuestra prioridad es asegurarnos de mandar suministros lo más pronto posible al actual centro de la guerra entre Amestris y Creta, la ciudad de Pendleton. Replegaremos las líneas para reducir la distancia y así llevar los suministros más rápidamente -dije con seriedad- creo que así será más fácil montar una ofensiva que sirva de señuelo mientras espías Milonenses se infiltran a Creta para comenzar a debilitar el país desde dentro.
Julia: Tal como se puede esperar de militares de verdad, sus sugerencias y planes son en extremo particulares -dijo mirando a la líder de los murciélagos negros que recientemente se volvió mi subordinada también- ¿Qué piensas, Miranda?
Miranda: Este plan puede extenderse de unos meses a años, en lo personal creo que es demasiado tiempo. Nuestra prioridad debería ser incitar el conflicto cuanto antes y terminar la batalla con nuestro lado como el vencedor -dijo haciendo que la viera de forma inexpresiva.
Alfons: Si atacamos sin más lo único que lograríamos seria agotar nuestros suministros, lo que nos llevaría a nuestro limite operativo. No seria prudente hacerle saber a Creta de nuestros planes y encima darle ventaja desperdiciando tropas y raciones.
Miranda: Entiendo tu punto de vista, Alfons. Pero también debemos considerar que Creta no va a esperar a que nos preparemos lentamente. Ellos también estarán planeando su próximo movimiento, y debemos estar listos para contrarrestarlo de la mejor manera posible -dijo en lo que asentí dándole la razón.
No por nada ella era una general por derecho propio, sabe de lo que habla.
Alfons: Es verdad, pero igual tengo el deber y el derecho de mostrar mi desacuerdo. No es recomendable presionar a las tropas excesivamente atacando a lo bruto ciegamente -dijo mientras mi asistente me servía un café- usted mejor que nadie conoce lo que es combatir con recursos limitados, mi padre aquí presente me contaba historias de como algunos soldados en Ishval terminaron bebiendo fango para sobrevivir... y la idea es que Milos apoyara activamente a las fuerzas Amestrisanas en Pendleton, esa es la imagen que debemos dar.
Si, Ishval no fue precisamente un viaje de vacaciones para nadie... o bueno, casi nadie. Ese tipo si que es un enfermo, el alquimista carmesí.
Lyra: Ahora mismo la situación de los suministros en Pendleton es la prioridad, si no los reciben pronto de aquí, el fracaso en el avance que nuestro ejercito lleva en el frente será inminente -dijo en los demás se quedaron analizando dichas palabras.
La situación es simple en realidad, solo había que montar el espectáculo y que toda la atención se fuera a Pendleton, luego se usan los túneles de la meseta de Milos para entrar a Creta discretamente y listo, estábamos listos para empezar con la diversión.
Roy: Alfons -dijo llamando mi atención- me gustaría que nos dijeras lo que piensas, sin las formalidades de por medio.
Alfons: Querido padre, como un teniente coronel que se especializa en ciencia y estrategias, y que además es príncipe heredero de una nación aledaña, debo decir que agradezco la petición, pero creo que por cortesía tanto a mis anfitriones como a mis superiores, es mejor que guarde silencio por lo delicado que es este tema para toda la nación -dijo sin titubeos.
Roy: ... Je, es una forma muy mordaz de expresar tu opinión.
Alfons: Pero acertada, de momento solo nosotros conocemos el plan de infiltración en Creta usando los túneles de la meseta sagrada. Hay que ser selectivos con la información. Sin mencionar que a puertas abiertas este plan funcionara a largo plazo en términos militares para nuestro país.
Riza: ¿En qué modo exactamente? -pregunto con curiosidad.
Alfons: Pues traería algunos beneficios al frente en el oeste, para empezar. Eso hará posible que evitemos que Dracma o Donbachi sospechen de nuestras intenciones de acercamiento. Aunque es poco probable que Creta mandé muchas tropas a Pendleton, si llamaremos la atención lo suficiente como distracción... tal vez incluso además de los espías podríamos ingresar tropas amestrisanas -dije pensando en voz alta.
Mientras que por su parte los demás asintieron, comprendiendo mi punto de vista. La discusión continuó entre todos los presentes, analizando cada detalle del plan y discutiendo las posibles implicaciones y consecuencias. Finalmente, se llegó a un acuerdo sobre cómo proceder y se establecieron las acciones a seguir en los próximos días.
Roy: Parece que tienes todo muy bien planeado, Alfons. Creo que este plan puede ser la clave para asegurar una victoria para Amestris y Milos en este conflicto -dijo con un tono honesto para mi sorpresa, aunque claro que un toque de sarcasmo característico suyo.
Alfons: Exactamente, padre. Creo que con un buen manejo de la información y una ejecución precisa, podemos lograr nuestros objetivos sin arriesgar demasiado a nuestras tropas. Además, esta colaboración entre Amestris y Milos puede marcar un cambio en la geopolítica de esta región -dije hablando no solo por mí, sino por Aerugo también.
En estos tiempos de guerra era necesario preservar la mano ganadora a toda costa, esa es la verdad. De la guerra por lo general nunca sale nada bueno, por eso los pocos beneficios de la guerra deben ser tomados y aprovechados haciendo tripas corazón.
Julia: Estoy de acuerdo con Alfons, creo que es importante que sigamos trabajando juntos para asegurar la estabilidad de nuestra región. Estoy dispuesta a apoyar en todo lo que sea necesario para lograr nuestros objetivos.
Miranda: Como general de Milos así como miembro del batallón de combate táctico del teniente coronel Heiderich, también estoy comprometida a trabajar en esta misión. Creo que juntos podemos lograr grandes cosas y asegurar un futuro próspero para nuestras naciones.
Alfons: Entonces, todos estamos de acuerdo en seguir adelante con este plan. Vamos a coordinar nuestras fuerzas y recursos para asegurar el éxito de esta operación -dije con autoridad- estoy listo para asumir este desafío y liderar a nuestras tropas hacia el éxito. Juntos, podemos lograr grandes cosas. ¡Por Amestris y por Milos! -dije finalizando la reunión.
Momento en que las puertas fueron abiertas y Clara se abrió paso como alma que lleva al diablo para susurrarme una notica que me dejo sin aliento... y que a su vez, me hizo excusarme rápidamente, de paso mandando al diablo todo el asunto del plan de infiltración, con la intención de ponerme una muda de ropa más apropiada para la ocasión.
Para resumir, la noche anterior mande una invitación con mis asistentes a cierto alquimista de acero para que me acompañara en mi cumpleaños y poder hablar de tu a tu, cosa que pensé que rechazaría considerando que me ha estado evadiendo desde ese días atrás. Pero... dijo que si, acepto acompañarme hoy para mi cumpleaños.
¿Se puede ser más feliz en esta vida? Lo dudo mucho ¡estoy feliz de estar vivo ahora mismo! Solo tienes una oportunidad Alfons... no lo arruines esta vez.
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(Edward Pov)
¿Exactamente porque estoy haciendo esto? Ni yo lo sé, pude simplemente rechazarlo y hacer como si nada paso. Pero maldita sea, no he podido sacármelo de la cabeza. ¿Por qué no puedo quitarme de la mente al tonto hijo del coronel? ¡¿Cómo se le ocurre decir que soy su media naranja?! ¿Cuál es la gran idea aquí? Debe estar jugando conmigo, si, debe ser eso. Pero... ¿Por qué no quiero creer eso?
Tengo tantas preguntas y es tan complicado ¡odio eso! ¿Por qué tiene que ser complicado? ¡¿Por qué acabo en situaciones como esta?! ¡Genial, ya estoy metiéndome en mis pensamientos otra vez!
Solo... voy a verlo porque es su cumpleaños, solo por eso. Nada más, no hay ninguna otra razón en particular, nada más soy yo haciendo esto por un amigo... del que no se ni siquiera que piensa o quien es en realidad ¿Por qué todo esto me esta volviendo loco? ... ¿Aun no es tarde para retractarme, cierto?
Winry: Se lo que estás pensando, ni siquiera lo pienses -dijo mientras terminaba de darle una revisada a mi automail- diste tu palabra de ir, no puedes retractarte ahora a esta cita.
¡Maldición! ¿Soy tan predecible?... Un momento.
Edward: ¿Cita? Esto no es una cita, es solo una... reunión casual, lo que sea -dije en lo que ella solo me miro incrédula antes de suspirar.
Winry: Solo para aclarar. Te esta pidiendo que como regalo de cumpleaños pases el día con él, tomen un almuerzo juntos y hagan cosas conforme vaya saliendo el asunto ¿no?
Edward: Pues si.
Winry: Ed... Eso es una cita -dijo haciendo sudar de los nervios por la sola idea.
Edward: Claro que no, es solo una salida normal, todo casual -respondí en lo que ella gruño por lo bajo.
Winry: Solo dime. ¿Qué más dijo que harían en esa ¨salida¨? ¿Te pidió algo en específico?
Edward: Solo el almuerzo y la cena, el resto ira sobre la marcha.
Winry: Es que eso ya es mucho -dijo masajeándose la frente- recuerda que no es chico cualquiera. Hablamos de un militar de renombre que encima es un noble y un príncipe heredero también.
... Vaya, si no me lo dicen no me doy cuenta, es fácil olvidar esas cosas cuanto a ti te tienen sin cuidado. Pero ya recordándolo...
Edward: Estás paranoica... -dije buscando hacer menos el asunto- ¿realmente crees que lo consideré una cita?
Winry: Si, porque si no lo fuera ¿Por qué la insistencia de que solo sean ustedes dos y nadie más? -pregunto mientras que yo empezaba a sentir el estrés.
Edward: Bueno, es cierto que es un poco extraño que insista en que solo sea él y yo. Pero quizás solo quiere pasar un tiempo a solas, sin distracciones. No tiene por qué ser necesariamente una cita romántica, ¿verdad? Además, solo estoy yendo por cortesía, no porque realmente quiera pasar tiempo con él. Solo estoy cumpliendo con una promesa de amistad, nada más -dije en lo que ella solo rodo los ojos.
Winry: Bueno, si eso piensas, adelante. Pero recuerda que conociendo a Alfons, seguramente tendrá alguna sorpresa preparada para ti, después de todo ere su ¨media naranja¨ -declaro con un tono burlón a la vez que la comprensión llego a mi a la vez que esas dos palabras no dejaban de hacer eco en mi cabeza.
Meda naranja... media naranja... media naranja... mierda, si es una cita.
Una vez lo entendí, nadie me podía culpar de que lo primero que hice fue correr a la maleta de mi amiga y registrarla del todo para su descontento hasta encontrar lo que estaba buscando, una botella cara de perfume de una marca reconocida llamada ¨Fascinación¨, la cual prácticamente me eché encima casi toda de golpe como loco.
Edward: Ya venia siendo hora de que fuera conveniente que nunca sales sin esta cosa.
Winry: ¡No te la gastes toda! ¡La necesito! -exclamo molesta.
Edward: ¡Yo la necesito más que tú! Si es de esas pocas veces que tienes razón, tengo una cita ¡Y nunca he estado en una cita! -dije alterado.
Winry: ¿De verdad estás tan nervioso por esto? Es solo una salida casual, como dijiste. No tienes por qué preocuparte tanto -dijo con un tono de que se había retractado de hacerme entender la situación, pero ya era tarde.
Edward: ¡Pero es con un príncipe heredero! ¡Y me dijo que soy su media naranja! No sé cómo actuar, qué decir, cómo comportarme... ¿Y tú no tienes algún consejo para tu hermano mayor? Tu eres el sensible y emocional, Al -dije mirando a mi hermano menor qué estuvo sentado en una esquina de la habitación mirando por la ventana.
Solo para verme de reojo y cruzarse de brazos para luego apartar la mirada. ¿Me estaba haciendo un puchero? No, seguro solo me ignoraba, es decir, lleva quieto tanto rato que un pájaro se le poso en el cuerno.
Winry: ¿Ahora que mosco le pico? -pregunto extrañada.
Edward: Por alguna razón a Al no le agrada Alfons. Dice que no confían en él -dije llamando la atención de mi hermanito.
Al: ¿Y tú porque confías tan rápido? Hace casi nada creías que coqueteaba con Fletcher -menciono haciéndome sonrojar de vergüenza.
Edward: Si, bueno... Es un niño, no debo sentir celos por eso. Alfons me dijo que Fletcher es como su adorable hermanito pequeño -dije riendo incomodo.
Winry: ... ¿En serio sentiste celos de un niño?
Edward: ¡Es que debiste ver como se le pegaba! ¡Esa mirada de cachorro inocente es engañosa! -dijo recordando como ese mocoso se abrazaba a Alfons. Causando que Winry me diera unas palmadas en el hombro de forma empática.
Winry: En serio te caerá bien esta cita -dijo sin rodeos- solo se tu mismo... no, mejor no seas tu mismo. Hablamos de que un paso en falso y puedes quedar en vergüenza con el nuevo estado de Aerugo junto al resto del sur de Amestris, sin mencionar la nueva nación de Milos en la que nos encontramos justo ahora.
... Es oficial, ahora mismo quisiera solo tomar una pala o solo usar la alquimia y cavar hasta llegar al otro lado del mundo y esconderme allí el resto de mi vida.
Edward: Sin presiones ¿No?
Winry: Si quisiera presionarte, te recordaría que toda la alta gama empresarial, política y militar de Amestris quieren tener su pedazo de Alfons en central. Y si saben que tu lo lastimaste emocionalmente de algún modo... -menciono haciéndome sentir amargura en todo mi ser.
Edward: Lo haces a propósito ¿verdad? -pregunte para luego solo dejarme llevar por la histeria.
Lo que incluyo transmutar un par de manos de piedra con las que tomé a la rubia de los tobillos y la comencé a zarandear sin parar.
Edward: ¡Más te vale traer todo tu arsenal! -dije preso del pánico.
Winry: ¡¿Qué arsenal?!
Edward: ¡Ropa, maquillaje, accesorios! ¡Yo que se! ¡Lo que sea que me haga lucir bien!
Winry: ¡Ed, primero bájame que voy a vomitar si me sigues sacudiendo! -declaro con enfado. Haciendo que la soltara de golpe.
Ok, admito que me pase, pero estoy al borde del colapso.
Winry: Luego no te quejes cuando te arroje la llave inglesa -dijo levantándose- ahora, segundo punto. ¿Exactamente que necesitas, o que tengo permiso de hacer?
Edward: ... Haz que me vea digno de alguien de la realeza. Técnicamente Alfons es justo eso -dije respirando hondo.
Winry: ¿Y eso incluye permiso de hacer lo que quiera contigo con tal de que luzcas despampanante? -pregunto con una sonrisa que me dio miedo.
Edward: ... No me gusta por donde va esto.
Winry: Claro que te gustara lo quieras o no, solo déjame hacer mi magia -dijo con entusiasmo y dándome una sonrisa mientras se dirigía hacia su maleta después de dejarme en paz por unos momentos.
Mientras tanto, Alphonse seguía en silencio mirando por la ventana, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos. Me acerqué a él y me senté a su lado, preguntándome qué era lo que realmente pasaba por su mente.
Edward: ¿Qué pasa, Al? ¿Por qué no confías en Alfons? -pregunté con curiosidad. Al se quedó en silencio por un momento, antes de finalmente responder.
Al: No sé, algo en él simplemente no me cuadra. No creo que sea tan sincero como parece. Es como si estuviera escondiendo algo detrás de esa sonrisa encantadora -dijo con seriedad.
Me quedé pensando en sus palabras, preguntándome si realmente confiar tan fácilmente en Alfons, digo, tal vez no fueran celos de hermano por parte de Al después de todo. ¿Qué era lo que realmente escondía detrás de esa fachada perfecta?
Edward: ¿Crees que Alfons puede ser peligroso? -pregunté con preocupación. A lo cual Alphonse se encogió de hombros, sin querer dar una respuesta definitiva.
Al: No lo sé, Ed. Solo ten cuidado, ¿de acuerdo? No sabemos qué es lo que realmente quiere de ti -dijo con sinceridad.
Asentí, agradeciendo sus palabras de advertencia. Parece que esta cita podría ser más complicada de lo que pensaba. Pero no importa lo que suceda, estaré preparado para cualquier eventualidad... Excepto para esta.
Winry regresó con una selección de ropa y accesorios en sus manos, listos para transformarme por completo. Y lo siguiente que supe es que pasé como dos horas siendo su maniquí personal. Me cortó las puntas del cabello, me arregló las cejas y las pestañas, me puso maquillaje discreto y me vistió con un traje elegante que resaltaba mis atributos. Al principio me sentí incómodo con tanto arreglo, pero cuando me miré en el espejo, debo admitir que estaba impresionado. Me veía completamente diferente, como si fuera una versión mejorada de mí mismo.
¿Qué les parece? Winry tiene talento para más cosas aparte del Automail. Aunque...
Edward: Bueno, en realidad no es tan malo... ¿Por qué los adultos usan esta cosa? No me deja respirar -dije buscando aflojar el nudo de la corbata.
Winry: Lo que yo no entiendo es porque te hiciste la trenza ¿No que le gusta que lo lleves suelto? -pregunto en lo que yo me puse rojo del sonrojo.
Edward: Es que... pensé que combinaba con el traje -admití con pena en lo que ella solo me miro de forma inexpresiva- ¿Winry?
Winry: ... Tal vez me excedí un poco. Tu no eres del tipo profesional, probemos algo un poco menos apretado -dijo dándome otra muda de ropa.
Y debo reconocerlo, este conjunto era diferente al anterior en el sentido de que era igual de formal, solo que era más holgado e informal. Era como la mezcla perfecta entre la formalidad y lo casual... era perfecto.
Edward: Me gusta.
Winry: Eso supuse. Solo metete las faldas de la camisa antes de la cita ¿no?
Edward: Así está bien. ¿Qué dices, Al? Tu hermano mayor esta guapo ¿no crees? -pregunte a mi hermano que se tomo un momento para verme de arriba abajo.
Al: ....Supongo, aunque la camisa parece vestido.
¿Qué cosa?
Winry: No seas ridículo, Alphonse, aunque...
Edward: Ni siquiera lo pienses -dije teniendo un mal presentimiento.
Winry: Es verdad... Aun no conocemos los fetiches de Alfons. Mejor no adelantar nada -dijo haciéndome sentir vergüenza por eso.
Bien, ya tuve demasiado de esto.
Edward: Sera mejor que me vaya. El almuerzo será en una hora. Y Alfons organizo que sea en el punto más alto de la ciudad. Dice que se ve toda Amestris y Creta desde allí arriba -dije para luego irme como alma que lleva el diablo.
Llegué al punto de encuentro con Alfons, nervioso pero decidido a seguir adelante con esta cita. Me sentía extraño con tanta preparación, pero sabía que era necesario para hacer una buena impresión. Al llegar, quede impresionado por la vista panorámica que se extendía ante mí. Era realmente impresionante.
Pero no tanto como el chico delante de mí, allí estaba Alfons esperándome con una sonrisa amplia en el rostro. Me acerqué y nos saludamos con un ligero abrazo, lo cual me hizo sentir un poco incómodo pero a la vez reconfortado ¡¿Por qué mi corazón tiene que latir como si fuera tambor en desfile?!
Alfons: Edward, me alegra que hayas venido. Estoy emocionado por pasar este día contigo -dijo con entusiasmo tomándolo del rostro con cariño, apenando al contrario.
Edward: Claro, es tu cumpleaños después de todo. Estoy aquí para acompañarte en este día especial -respondí tratando de sonar seguro de mí mismo.
Alfons: ¿Te gusta la vista desde aquí arriba? Es impresionante, ¿verdad? -preguntó señalando el paisaje extendido ante nosotros.
Edward: Sí, es hermoso. Nunca había visto Amestris desde esta perspectiva. Es increíble -respondí honestamente, admirando la vista.
Momento en que sentí como me tomaban de la mano, y por inercia se me puso la cara roja de pena... este seria un largo día ¿Cómo es que Alfons actuaba como si nada? ¡Esto era mucho para mí!
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(General Pov)
Ja, si supiera.
Aunque por fuera pareciera tranquilo y sereno, la verdad es que Alfons Von Heiderich Mustang era un manojo de nervios aun peor que el propio Edward en su subconsciente. Basta con saber que paso la ultima hora no dejando de molestar a sus compañeras con preguntas y comentarios como ¨ ¿Mi peinado está bien? ¨ ¨¿Seguras que huelo bien? Necesito una mejor colonia¨ ¨ Tal vez deba bañarme otra vez¨ ¨ ¿Seguras que es mi traje más aseado de momento? ¨.
Era un hecho, se encontraba sufriendo una crisis de los nervios que sentía, los cuales lo fueron invadiendo conforme más pasaban los minutos y el dichoso encuentro se hacia cada vez más próximo.
Tanto llegaba su paranoia que llego al punto de pensar que Edward no se presentaría y que si lo hacía seguro se vestiría como siempre, como si no fuera nada especial, es decir, Edward ni para ver al rey se vestiría apropiadamente. Y claro que su enfermera Clara decidió aprovechar. Haciéndolo apostar que si el rubio de baja altura al menos se había cepillado los dientes, aun si declaraban estado de emergencia de forma repentina... el joven soldado debía darle unos besos al alquimista de acero.
Y aunque eso lo tenía carcomiéndose la mente, Alfons no pudo evitar quedarse sin aliento al ver a Edward llegar como salido de una boutique de moda y encima con el cabello suelto como le gustaba... en ese momento en serio agradecía perder la apuesta.
Edward: Alfons ¿estas bien? -pregunto sacándolo de sus pensamientos- te veo distraído, no... ¿no exagere con la ropa, verdad?
Alfons: No, para nada, en absoluto -aclaro rápidamente, para luego ambos intentar empezar una conversación para terminar formando un silencio incomodo.
El cual Alfons decidió cortar rápidamente animándose a besar la mejilla de Ed, algo que sorprendió al rubio mayor,
Edward: ¡¿Eso por qué fue?! -pregunto sonrojado llevándose una mano al área besada.
Alfons: Fue... costumbre de Aerugo -dijo pensando rápido- sí, es costumbre de dicho país que el príncipe heredero muestre ese tipo de afecto con sus personas de mayor confianza si así lo desea -dijo rezando porque el otro chico se creyera la mentira.
Edward: Ya veo... -dijo apenado y con algo de vergüenza.
¡Si se lo creyó! Aunque en defensa de Alfons, simplemente no quiere presionar nada, lo ultimo que desea es que Ed huya otra vez.
Edward: Entonces... yo ¿soy de tu más grande confianza? -pregunto rascándose una mejilla apenado sacándome una sonrisa.
Alfons: Claro -dijo solo para que él apartara la mirada. ¿Ahora que dije?
Edward: Cuesta creerlo, empezando con que me sacaste de toda la investigación de todo lo que paso aquí en el Oeste. Además... no nos hemos visto en meses y no me llamas o me escribes una carta aunque sea -dijo sorprendiendo al más alto.
Un momento ¿le estaba reclamando por no estar en contacto? ¡Y lo hacia con un puchero sencillamente adorable entre lo triste y resentido! Debería sentirse mal por hacer a Ed sentirse así ¡pero era tan lindo!
Alfons: ¿De que hablas? Te he estado escribiendo una carta a la semana los últimos meses. No te llamo porque nunca estas demasiado tiempo en un lugar fijo a diferencia de Winry -dije para su sorpresa- a Lyra le consta, ella las manda.
Edward: Pues no me ha llegado nada -dijo haciendo al otro chico fruncir el ceño.
Ya que no lo entendía ¿será que las cartas se perdieron al Edward no tener una dirección fija y el correo perdió las cartas? Esa sería la opción más lógica o algo más alocado como que alguien intercepto el correo ¿Pero quien seria tan desgraciado como para...?
... Pero claro, ya se hacia una idea. El alquimista de fuego, su padre adoptivo y maestro, Roy Mustang. Si lo creía capaz. Ya se desquitaría después. Pero pensándolo mejor de momento estaba bien no tocar el tema de las cartas. Si Alfons se pusiera a decirle que se desvelaba cada sábado para así enviarla domingo temprano y de ese modo Edward tuviera su carta cada inicio de semana sin falta, seria.... Algo vergonzoso.
Alfons: Pues es la verdad, luego me ocupare personalmente para que recibas las cartas. Pero por ahora mejor tomemos asiento, Lyra hizo un excelente estofado -dijo acomodando la silla para que Ed se sentara.
Edward: ¿Como supiste que el estofado es de mis comidas favoritas? -pregunto sorprendido.
Alfons: Winry es una boca floja, y la señora Pinako no se queda atrás -exclamo divertido- además es interesante... como la leche es algo desagradable pero al mezclarla con vegetales y carne sabe increíble. Quien lo invento debe ser un genio ¿no crees? -pregunto haciendo al contrario asentir apenado.
Preguntándose como es que Alfons supo lo que el dijo exactamente, eso solo se lo había dicho a su hermano menor.
De ese modo la conversación entre Alfons y Edward continuó de manera amena, con el primero intentando mantener la calma y el segundo disfrutando de la comida y la compañía. A medida que compartían anécdotas y risas, la tensión inicial fue desapareciendo y la confianza entre los dos amigos se fortalecía.
Edward se relajó por completo, permitiéndose disfrutar de la compañía de su amigo. Mientras Alfons, por su parte, se sentía aliviado de que Ed estuviera allí con él, y se prometió a sí mismo mantener una comunicación más constante en el futuro... ¿a quién engañaba? Es posible que esa fuera una promesa rota de momento, pero valía la pena intentarlo.
Aunque aún no se había atrevido a abordar el tema de sus sentimientos hacia Edward, estaba feliz de pasar tiempo juntos. Pero lo ameno desapareció rápidamente con una simple pregunta.
Edward: Esta delicioso -dijo terminando el estofado y buscando servirse otro plato- sabe casi tan bien como... como el que hacia mamá -dijo logrando deprimirse sin que esa fuera la intención. El solo recuerdo siempre era un tema delicado para él.
Alfons: Era una gran mujer ¿no? -pregunto con empatía en lo que él asintió.
Edward: ... No hay día que no la extrañe. Pero igual no me hace bien pensar en eso. Si quisiera pensar en mamá y deprimirme, seguiría viviendo en Resembool de no sor porque... -dijo antes de guardar silencio y ser su acompañante quien terminara la oración.
Alfons: Porque quemaste tu casa. Eso fue... perdón si sueno como un metiche, pero... ¿Por qué?
Edward: ... Era el recordatorio de lo que hicimos... Por eso... -exclamo para luego guardar silencio.
Alfons se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Edward y sintiendo una punzada de culpa por haber tocado un tema tan delicado. Se dio cuenta de que había pisado un terreno peligroso y que era mejor cambiar de tema. No quería presionar al rubio a hablar sobre algo que claramente lo afectaba profundamente, pero aun así, también quería estar allí para él.
Alfons: Lo siento, no era mi intención tocar un tema tan sensible para ti. Entiendo que es difícil hablar de ello.
Edward asintió, agradeciendo la comprensión de su amigo. Ambos se sumieron en un incómodo silencio, tratando de encontrar algo más ligero de qué hablar. Siendo quien dio el primer paso el joven príncipe que saco un cuaderno y comenzó a hacer algunos dibujos y bocetos.
Edward: ¿Ahora que haces?
Alfons: Los primeros bocetos. Dime ¿prefieres una casa de dos pisos o una de un piso pero más grande de lo normal? -pregunto de forma casual.
Dejando desubicado del todo al chico de cabello y ojos dorados.
Edward: Disculpa la grosería pero... ¿eh?
Alfons: Antes de que preguntes de nuevo, no, no voy a reconstruir tu vieja casa -aclaro- voy a construirte una casa nueva. Entiendo que tu y tu hermano se ven como viajeros y todo eso... pero todos merecemos una casa a la cual volver, una propia -dijo para sorpresa del otro joven.
Edward: ... ¿En serio harías eso por mí? -pregunto en lo que tomaron su mano con gentileza.
Alfons: Quiero que tengas un techo donde pasar la noche si llegas a no tener para el hotel. Quiero que recibas mis cartas... quiero que tengas donde refugiarte cuando desees estar solo y descansar del mundo -dijo dejando a Ed sin saber que decir.
Edward: ... ¿Por qué lo haces? El que cumple años eres tú, yo... no puedo aceptarlo -pregunto logrando sacarle una sonrisa al cumpleañero.
Alfons: No se trata de mi cumpleaños, se trata de querer hacer algo por ti, de querer demostrarte lo importante que eres para mí. No tienes que aceptarlo si no quieres, pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti. Y si en algún momento decides que quieres tener una casa propia, estaré más que feliz de ayudarte a construirla. Porque eres especial para mí, y mereces tener un lugar al que llamar hogar -dijo con cariño- además... aunque no lo parezca, soy una persona sencilla, y lo que más me gustaría como regalo... es verte sonreír.
Edward se quedó sin palabras ante la generosidad y el cariño de Alfons. A pesar de sus dudas y sus temores, no pudo evitar sentirse conmovido por el gesto de su amigo. Se sentía agradecido por tener a alguien como Alfons en su vida, alguien que se preocupaba tanto por él y que estaba dispuesto a hacer tanto para hacerlo feliz.
Tanto que no pudo evitar abrazar a Alfons con fuerza, acto que tomó por sorpresa y con la guardia baja al contrario.
Edward: Gracias, Alfons. Gracias por todo -dijo antes de separarse- vaya ¿Cómo que hace calor aquí, no crees? -pregunto haciéndose algo de viento con una mano para diversión del otro rubio- por cierto ¿eso tiene que ver con tu aparente gusto por la arquitectura? -hizo la pregunta.
Refiriéndose a varios militares desmontando diferentes piezas de metal que parecen parte del arte de la ciudad. Y hasta edificios completos. Algo que hizo al militar morderse la lengua. No podía decirle que estaba desmontando y dejando inutilizable todo el sistema de la ciudad que fue creado específicamente para crear la piedra filosofal.
El mecanismo destruido, las ruinas de Milos destruidas también, la investigación de los Crichton quemada. En cuanto la piedra... Edward nunca debía saber la verdad de la piedra, no esta vez.
Alfons. No me des las gracias aun, todavía tenemos una larga tarde juntos -dijo tomándolo de la mano mientras hablaban de los detalles de la casa.
Y de allí en más el resto de la tarde procedió sin incidentes... no, eso es una vil mentira, fue un desastre tras otro para Alfons. Desde terminar con todo y silla debajo del caballo cuando sugirió un paseo a cosas como de la nada tener gusanos en la camisa, acabar con un panal en la cabeza, ser perseguido por coyotes y un sin número más de animales del desierto. Y un favorito personal, que buscando encender un fuego para una merienda antes de volver a la meseta termino con un estallido como si hubiera usado todo un cargamento de dinamita.
Cualquiera se hubiera ido luego del primer incidente, pero Edward es un caso particular, cada accidente le pareció desde divertido hasta tierno, y sobre todo, le gustaba como a pesar de todo, Alfons seguía haciendo lo posible para que él disfrutara, aun con su aparente ¨mala suerte¨, un gesto que el decidió corresponder permaneciendo a su lado en toda la cita, porque si, eso era.
Cosa que no le gusto para nada a Russell, quien fue el responsable de todo el problema buscando arruinar la cita de Alfons por estar ¨jugando con los sentimientos de su hermanito¨, lo que termino en que fuera descubierto al final por Lyra y Clara, y basta decir que el hecho de que lo usaran como tapete para bailar flamenco fue solo la punta del Iceberg del escarmiento que tenía preparado para él.
Y antes de que se dieran cuenta ya el día había terminado y Alfons y Edward estaban nuevamente en el lugar más alto de la ciudad, esta vez disfrutando de una cena que tenia toda la pinta de ser romántica, algo que ambos jóvenes decidieron ignorar... aunque Alfons tenia un par de cosas que decirle a Lyra y Clara.
Edward: Sabes -dijo mientras se servía más carne asada- nunca había hecho nada de esto, fue muy divertido tener esta cita contigo -menciono solo logrando que el cumpleañero escupiera su bebida de la sorpresa.
Alfons: ¿Cita? -pregunto sin creer lo que había escuchado.
Una cosa era que ambos sabían lo que fue esa convivencia, y otra muy diferente que alguno de los dos lo dijera en voz alta, especialmente Edward.
Edward: Pues... querías que saliéramos los dos solos, a comer, a pasear, eso viene siendo una cita ¿No?... o acaso... ¿malinterprete todo? -pregunto avergonzado.
Alfons: Yo... no pensé que te darías cuenta -dijo con honestidad- ¿no estas molesto?
Edward: No, no lo estoy... solo... mira, seré sincero -dijo respirando hondo- en cuanto supe que esto podía ser una cita, por un momento pensé en solo no asistir. Pero luego pensé... que nunca nadie me había invitado a una cita. Y en realidad, nunca había salido con ninguna mujer u hombre antes... quería ver como se sentía -admitió.
Alfons: Pues bueno... ¿Cómo se sintió para ti? -pregunto en lo que el rubio mayor le sonrió de medio lado.
Edward: ¿Eso importa? Aquí el cumpleañero eres tú ¿fui una compañía grata?
Alfons se sintió abrumado por las palabras de Edward. No podía creer que el rubio hubiera considerado no asistir a la cita, pero a la vez se sintió halagado de que aceptara salir con él. La idea de que Edward podría considerar su salida una cita era algo que Alfons nunca había pensado antes, pero ahora que lo sabía, comenzó a sentir una sensación cálida y reconfortante en su pecho.
Alfons: Para ser honesto, esta noche ha sido increíble para mí. No solo por ser mi cumpleaños, sino también por tener la oportunidad de pasar tiempo contigo de esta manera tan especial. Y sí, fuiste una compañía más que grata. Me sentí muy feliz de poder pasar el día contigo, de poder conversar, reír y disfrutar juntos -dijo con sinceridad.
El rubio más bajo sonrió y asintió, compartiendo el sentimiento de su amigo, para luego tomarlo de la mano y entrelazar los dedos con los de Alfons. Decisión de la que comenzó a arrepentirse cuando su corazón comenzó a tener otro ataque de taquicardia.
Edward: Esto es lo que me da miedo saber... a lo que entiendo, vas a una cita con alguien cuando sientes algo por esa persona... ¿Alfons, acaso tú...?
Alfons: ¿Te molestaría si así fuera? -dijo acariciando el rostro ajeno con la otra mano, haciendo al de ojos dorados sonrojar.
Edward: Yo... No lo sé, nadie nunca se me había declarado.
Alfons: Lo entiendo, no sabes como tomar estos sentimientos, tanto tu como yo apenas estamos entrando en el mundo de los adolescentes -dijo de forma honesta.
Mientras el otro chico solo ríe apenado.
Edward: Lo siento si no tengo una respuesta para ti ahora. Como dijiste, todo esto es nuevo para mi -declaro con la mirada gacha, siendo la respuesta del otro joven levantarle la mirada con cuidado con una mano.
Alfons. Esperare lo que necesites. Por ti esperare lo que haga falta -dijo seriamente- porque aunque ahora creas que son mis recién descubiertas hormonas las que hablan por mí, lo cierto es que me enamore desde el primer momento que te vi -revelo acariciando la mejilla de Ed- tu eres mi mundo.
Y así es como dejas al alquimista de acero con la mente totalmente en blanco. Allí se quedó el chico sin palabras ante la confesión de Alfons. Su corazón latía con fuerza en su pecho, mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Por un momento, se sintió abrumado y confundido, sin saber cómo responder. Pero al mismo tiempo también se sentía emocionado. No sabía cómo reaccionar, pero sabía que debía ser honesto consigo mismo y con Alfons.
Después de un momento de silencio, finalmente habló.
Edward: Prometo que intentare no hacerte esperar mucho... solo no te decepciones si acabo rechazándote -dijo tratando de aligerar el ambiente con una broma
Alfons: Si me rechazas, moveré mar y tierra para conquistarte -dijo juntando sus frentes- pero por ahora... creo que solo hay una cosa que haría de este cumpleaños perfecto... mi primer beso.
Después de la inesperada confesión de Alfons, la atmósfera entre los dos chicos se volvió más tensa pero a la vez cargada de emoción. Edward se encontraba en un mar de emociones, sintiéndose confundido pero a la vez emocionado por las palabras de Alfons. Ante la petición del joven militar, el alquimista de acero no pudo evitar sentirse abrumado por la intensidad del momento.
Los dos se quedaron en silencio por un momento, sintiendo la intensidad de la situación. Pero finalmente, Edward tomo la iniciativa, se acercó lentamente a Alfons y lo besó suavemente en los labios, llenando el aire de electricidad y emoción.
El beso fue tierno y lleno de sentimiento, y ambos se sintieron abrumados por la conexión que compartían en ese momento. Después de separarse, se miraron a los ojos con una mezcla de sorpresa y felicidad.
Alfons: Eso fue... increíble -dijo con una sonrisa, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho.
Edward: Sí, lo fue -respondió con una sonrisa tímida, sus mejillas enrojecidas por la emoción. Se sentía vulnerable pero valiente al mismo tiempo ya que ese fue su primer beso también.
Los dos jóvenes disfrutaron de ese momento especial juntos, sabiendo que habían dado un paso importante en su relación. Aunque no estaba claro lo que el futuro les deparaba, este momento era suyo y nadie se los podría quitar.
La noche continuó con risas, conversaciones y gestos cariñosos, creando recuerdos que ambos guardarían en sus corazones para siempre. Siendo así que en medio de las estrellas y la calidez de la noche, Alfons y Edward celebraron juntos un cumpleaños inolvidable.. sin saber que seria la ultima vez que se verían en unos largos tres años.
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(Alfons Pov)
(Tres años después)
(Continente del sur, desierto)
Es oficial, esto ya duro demasiado, lo que comenzó con una toma del país de Creta, que por cierto, exitosamente la gente de Milos logro derrocar y anexar el territorio a su propia tierra y hacerlo suyo. Termino volviéndose en un conflicto armado entre Amestris y Donbachi, revelando así que el país al sur de Aerugo se estaba preparando desde hacía tiempo para empezar un conflicto armado en toda regla.
De allí que un año después del comienzo del complot, justo en el momento en que Creta se renombro como parte de la república libre de Milos y Julia anuncio la alianza con Amestris. Fue que Donbachi ataco territorio de Aerugo, declarando la guerra tanto a esta región como a Amestris.
Todo gracias a un muerto, el falso Claudio Rico, un incordio constante que manipulo todo desde las sombras y ofreció tanto armamento como escenarios beneficiosos a Donbachi para ganar territorio durante la guerra. Un infeliz a quien yo mismo acabe asesinando en el final de la guerra dos años después luego de que los lobos quimera de Ashleigh fracasaran con la misión que les había encomendado luego de poner a su jefe de nuestro lado a cambio de prometerle la caída de Creta, dicho y hecho.
Tras acabar con el ejército de Donbachi, de paso cometiendo más de un acto del que no estoy orgulloso, e invadir su capital y encima quedarnos con todo el capital monetario del país, ese debió ser el final del conflicto. Pero nadie se espero que lo que quedaba del ejercito huyera por mar y se escondiera en el continente del sur a quien yo conozco con el nombre de África.
Donde una vez llegaron, los restos del ejército de Donbachi juraron levantarse en armas como el nuevo ejercito libre de Donbachi y juro destruir a Amestris junto a los restos de las fuerzas de Creta y Aerugo que no estaban de acuerdo con el nuevo estatus quo.
¿Y que hizo el alto mando? Al Amestris ser un país completamente militar, cualquier expedición fuera del continente incurriría en grandes gastos, y por eso se mando a un pequeño batallón de elite para que se ocupe del problema... mi batallón.
Alfons: ¨En un mundo maldito como este, donde las guerras no paran, un país sobresale del resto, ese es Amestris. Con su basto poderío militar, sus talentosos estrategas y alta movilidad de defensa, acabaron con el principado de Aerugo, Creta y Donbachi. Retiraron las amenazas a su seguridad una tras otra, y todos se sintieron dichosos... pero, por eso no pudieron imaginar, que el establecimiento de una potencia como esa justo en el centro del continente seria causa del temor y el ataque de todos los países vecinos...¨
Clara: Montón de hijos de...
Alfons: Clara, por favor, estoy narrando ¿estas apuntando todo, Lyra? -pregunte a mi asistente quien me estaba ayudando a escribir una carta debido a que tenia mi mano diestra algo herida.
Y por algo me refiero a que si el ataque de hoy no era un éxito, estaría a nada de perder mi mano permanentemente debido al esfuerzo constante. No ayuda ser el único batallón que esta peleando y que de antemano sabemos que no recibiremos ayuda de nuestro país natal... menuda mierda.
Esto sería más fácil si inventara los aviones y cohetes de una buena vez, pero... eso solo empeoraría las cosas aun más.
En cuanto más lo pienso más considero que fue buena idea dejar a Fletcher y Russell en Amestris, solo ellos conocen el secreto de como crear piedras rojas además de mí y las chicas, lo que los hace valiosos a los ojos del ejército, así estarían a salvo, y tendría quien vigilara a Ed durante mi larga ausencia.
Lyra: Si señorito.
Alfons: Muy bien, por donde iba... ah sí. ¨Nuestro país se esforzó mucho en mostrar el filo de su espada. Pero no pudo imaginar el gran temor que esta inspiraba. Por supuesto que todos buscan la paz, eso es lógico... así que todos tomaron las armas y se lanzaron a la batalla, algunos buscando preservar la paz, y otros buscando conseguirla. Por eso... para darle fin a esta guerra, todos desean que el malvado enemigo de Amestris fuera eliminado del mundo por completo y que no quedara rastro alguno de él... ¿Puede haber una paradoja más grande? Irónicamente sus deseos de paz causaron que la guerra se intensificara y creciera cada vez más en vez de terminar¨ -dije ya cansado para luego narrar lo último- ¨Pero no te preocupes por nada. Mientras siga con vida no dejare que la guerra llegue a las puertas de nuestra casa, procura mantenerte a salvo, ver tu sonrisa otra vez es lo que me mantiene cuerdo, Edward... con amor, Alfons¨.
Si, era la carta para Edward, y con suerte, seria la ultima antes de volver oficialmente a Amestris luego de estos años en el extranjero. Je, mírenme, prometí no encariñarme con nada de este mundo y sin embargo aquí estoy deseando volver como si Amestris fuera mi querida Alemania, pero... en cierto modo lo es, es mi segunda casa. Y Edward vive en Amestris, eso me obligaba a proteger ese país, me guste o no.
Alfons: Enviala lo más pronto posible, Lyra -dije en lo que me levantaba de mi asiento.
Lyra: Por supuesto, señorito -dijo guardando la carta- entonces, respecto al batallón ¿qué estrategia planea seguir para enfrentarnos a los restos de los ejércitos de nuestros enemigos?
Alfons: Bueno, Lyra, nuestro plan es realizar una operación de infiltración en la base principal del ejército enemigo. Sabemos que están resguardados en un fuerte en medio del desierto, por lo que debemos aprovechar la oscuridad de la noche para poder acercarnos sin ser detectados. Una vez dentro, nuestro objetivo es desmantelar su operación desde adentro y eliminar a su líder para desestabilizar completamente su organización de mando.
Clara: Esa parece una estrategia arriesgada, Alfons cariño. ¿Estás seguro de que podemos llevarla a cabo con éxito? -pregunto en lo que yo me encogí de hombros.
Alfons: No hay garantías en la guerra, pero debemos intentarlo. Debemos actuar rápidamente antes de que el ejército enemigo pueda reorganizarse y lanzar un contraataque. Estamos en una carrera contra el tiempo, y debemos hacer todo lo posible para proteger a nuestro país y a nuestros aliados -aclare mientras ambas asintieron entendiendo mi plan.
Aunque Clara no pudo evitar mostrar su descontento con todo esto al enfadarse por lo escrito en la carta para Ed.
Clara: ¡Malditos hipócritas! Si quieren paz, ¿por qué no se sientan a negociar en lugar de matarse unos a otros?
Alfons: Desgraciadamente, Clara, en la guerra no siempre hay espacio para la razón -dije cansado de todo el asunto- y en esta guerra en particular, parece que la lucha por el poder y el control es lo que realmente está en juego.
Siendo en ese momento que Miranda entre corriendo a mi carpa privada con un informe en mano. Genial ¿ahora qué?
Miranda: Señor, están reportando que el enemigo se está acercando a nuestro campamento. Parece que se preparan para atacarnos.
Con que esas tenemos, aprovecharan que nos superan numéricamente para aplastarnos. Pues es hora de enseñarles de una vez que cantidad no supera a calidad.
Alfons: Bien, prepárense para la batalla. No podemos permitir que el enemigo nos derrote, y menos un montón de cobardes que abandonaron a sus naciones. Debemos proteger a nuestro país y a nuestros compañeros de armas. ¡Por Amestris y por la paz! ¡Que la batalla comience! ¡Los destruiremos a todos! -dijo lo más autoritario que pude aun con lo cansado que estaba.
Y así, el batallón de elite liderado por mi persona se preparó para enfrentar al enemigo una vez más, en una lucha que parecía interminable. Pero aun así, esto debe terminar aquí y ahora, no importa la superioridad numérica, no importa no tener refuerzos y no importa estar en territorio desconocido ¡les voltearemos la jugada y cambiaremos las reglas del juego!
Es hora de volver a casa. Espérame, Edward, ya voy de regreso. Y te cuidare de los monstruos de este mundo... tanto los metafóricos como los literales, humanos y no humanos. Si, se de ustedes, el recuerdo se desbloqueó, fui su marioneta mucho tiempo... voltear la jugada y cambiar las reglas también va para ustedes, Homúnculo... Gula, Lujuria... Envidia.
Los del tatuaje son el enemigo. Quienes han sido la causa de que en año y medio no haya tenido ni una sola noche de sueño completo por preocuparme por Edward, por eso con más razón esta estupidez de la guerra en el continente sur debe acabar a la de ya.
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Notes:
Y con eso seria el final del capitulo. Como siempre pueden votar y comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Es un hecho, oficialmente empezamos con el anime de Fullmetal Alchemist como tal para el próximo capitulo, con suerte. De momento pido disculpas por el retraso al publicar esto, solo diré que el tiempo lo tengo amarrado y cortado.
En fin, nos vemos luego.
Chapter 18: Capitulo 16: Orgullo por tu nación = Aplasta al enemigo de la patria
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Días después)
(Frontera norte de la republica de Milos, antiguamente Creta, justo entre los límites de Milos, Amestris y Dracma) (El punto de la estrella azul)
No es justo... ¡¿Por qué son tan crueles?!
Ya habíamos regresado de esa caja de arena que fue el continente del sur, el ejercito libre de Donbachi ya no tienen ni armamento ni activos como para ser un problema. Fueron meses de un calor infernal, sin mencionar la falta de civilización, las tormentas de arena y el gran problema con los suministros alimenticios, médicos o de armamento al no poder recibirlos por los propios problemas que conlleva pelear en un lugar tan extenso como un desierto desconocido en otro continente.
Aun así, se logro prevalecer haciendo explotar el cuartel general enemigo una vez logramos dar con él, eso dio como resultado que las tropas enemigas actuaran como pollos sin cabeza moviéndose de un lado a otro a loco sin saber que hacer al no tener quien de las órdenes. De allí en más las tropas expedicionarias se podían ocupar de eliminar los restos de las fuerzas enemigas sin ayuda.
Una vez abordo el barco para volver a tierra Europea, todo en lo que podía pensar era en salir de ese maldito arenal de una vez por todas, luego de tomar botellas y otros recuerdos del continente extranjero para tomar unas merecidas vacaciones. Solo quería quitarme la arena de encima y disfrutar de una buena noche de sueño luego de intentar encontrarme a Edward en la capital.
En verdad quiero verlo, pensar en el es lo que me a animado para no morir en el campo de batalla estos últimos años. Verlo, tocarlo... besarlo tal vez. Pero el destino es cruel... no, no es cruel, el destino es un maldito hijo de perra, solo recordar lo de esta mañana.
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(Flashback, horas antes)
(Puerto real de Aerugo)
Recién puse un pie en el suelo, y juro que en ese mismo instante todo lo que deseaba era comenzar a besar el suelo de forma literal, en serio amaba volver a tierra firme. Si el desierto es malo, navegar días en alta mar es aun peor, y mas si la noche anterior hubo tormenta y aun estabas mareado.
Honestamente me dan ganas de dejar todo e irme volando hacia el palacio real para que me mimen y traten con cuidados dignos de un castillo bajo la supervisión de la hermana del mayor Armstrong, Amue. Algo exagerado e innecesario pero ¿era un crimen buscar mimarse a uno mismo debes en cuándo? ¡acabo de volver de la guerra, creo que me lo gane!
Pero en vez de eso, parece que lo que me tengo merecido es una reunión inmediata con tres militares que vinieron a recibirme. Siendo el trio solo el que lideraba al grupo a quien reconocí, el teniente coronel Frank Archer. A este tipo hace tiempo que lo recuerdo de la vida pasada de Edward, un bélico que sueña con ser un héroe de guerra pero que no se podía negar su eficiencia como militar... a saber que quiere este tipo de mí.
Frank: Parece que esta de vuelta, bienvenido general de brigada -dijo antes de hacer reverencia- oh es verdad, en esta tierra debo referirme a ti como se debe, su alteza -dijo con un evidente sarcasmo.
Se nota que no le agrado, no es mi culpa haber tenido una carrera militar más exitosa que la suya. Aunque admito que si es trampa que tenga ya una vida de ventaja sin mencionar los recuerdos del Ed que conocí en mi viejo mundo. Pero igual no tenia que mencionar mi ultimo ascenso como una burla ¿Qué culpa tengo de que la plana mayor me ascendiera dos rangos por mi desempeño en estos tres años? Amestris es un país que cree en la meritocracia, así de simple.
Alfons: No hace falta -dije poniéndome firme- Alfons Von Heiderich Mustang del batallón experimental de combate alquímico aéreo reportándose, la misión fue cumplida exitosamente, siendo esa la razón de nuestro regreso. Por si vino para llevar un informe a la plana mayor en central, teniente coronel.
Frank: Buen trabajo -dijo sonriendo fríamente- de verdad consiguió grandes logros en su estancia en el sur, general. Confieso que soy de los que se impresionaron cuando leí sus reportes.
Alfons: Me honran mucho sus palabras, viniendo de un militar con vasta experiencia como usted -dije buscando ser cordial.
Frank: Seguramente enfrento enormes obstáculos. Hablando de eso ¿Cómo esta su unidad?
¿Mi unidad? ¿A que viene esa pregunta?
Alfons: Mi unidad esta bien, tuvimos bajas mínimas, casi nulas. Y volvimos sin mayores contratiempos -dije con confianza pensando que este tipo buscaba alguna excusa para hacerme quedar mal en central.
No le daré el gusto.
Frank: ¿Y cómo está el ánimo de sus hombres? Ya llevan demasiadas batallas.
Alfons: La moral esta alta, los soldados tienen muy buen animo -dije sonriendo.
Aunque por un momento me pareció ver a uno de los hombres que acompañaban al teniente murmurar que por lo que más quisiera no siguiera hablando, que cambiara lo que dije ¿me estoy perdiendo de algo aquí?
Frank: Es evidente que son un batallón sinigual, por eso mismo el generalísimo debió de pensar en su unidad para esto -dijo sonriendo- perfecto, ahora vamos a hablar de su próxima misión emitida directamente desde Central.
... ¿Qué?
Frank: Y sobre el transporte, este caballero es el mayor Uger de la división ferroviaria de la republica de Milos. Y este otro caballero es el capitán Rodolf de reconocimiento en el oeste de nuestro país -dijo mientras que yo seguía en shock por lo que escuchaba.
... ¿dijo reconocimiento?
Eso fue lo ultimo que escuche antes de ver como todo pasaba en cámara lenta. El como tanto Lyra como Clara así como Miranda y mis demás soldados soltaron sus maletas debido al shock para luego todos solo ser subidos a un tren y sin más salir disparados hacia nuestra siguiente asignación.
¡SOLO NO ES JUSTO!
(Fin del flashback)
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(Volviendo al tiempo actual)
¡¿Cómo pude ser tan tonto?! Debí decir que la unidad sufrió graves pérdidas aun si fuera mentira. ¡Ni siquiera pude poner un pie en Amestris, solo no se vale! ¡Se que la vida es injusta pero por favor!
Pero ni modo, ya no hay nada que se pueda hacer, solo debía terminar con esto rápido y luego poder volver a Amestris sin muchos peros. Y si alguien era lo bastante valiente o estúpido como para meterse en mi camino, que arda troya.
Miranda: ¡Soldados! ¡Atención! ¡Nuestro oficial superior dirá unas palabras! -dijo en lo que me daba la palabra en frente de los hombres.
Alfons: Señores, durante la mañana de hace dos días el pelotón de reconocimiento táctico 437 del frente occidental envió un reporte de emergencia, unidades de Dracma fueron vistas moviéndose por la línea de defensa uno, justo donde terminan las montañas de Briggs en donde Amestris comparte fronteras tanto con Dracma como lo que anteriormente era Creta.
Si, en parte fue por mi culpa todo el asunto de la caída de Creta pero a veces no podía evitar llamar a la nueva republica como se llamaba anteriormente, costumbre arraigada supongo.
Alfons: El plan es simple, por un error accidental fingido, durante los ejercicios de entrenamiento cruzaremos hacia el territorio de Dracma para investigar a fondo. Observaremos la actividad de sus fuerzas y si hace falta lanzaremos un ataque de advertencia -explique- sin embargo no debemos tomar la iniciativa. Si se nos fuerza a luchar nos retiraremos de inmediato. Responder sería una violación al tratado de paz mientras la guerra no se declare. Deberán ser en extremo cautelosos, es todo de mi parte -dije finalizando las ordenes respectivas de la plana mayor.
Lyra: Disculpe señorito ¿podría hacer una pregunta? -pidió mi asistente levantando la mano, a lo cual yo asentí- si el combate resulta inevitable ¿estamos autorizados para usar la fuerza para defendernos?
Alfons: Son comunistas, por mi vuélenlos en pedazos -dije con honestidad antes de encogerme de hombros- o eso me gustaría decirles pero Dracma debe atacar primero, hasta que eso pase, no tiene permitido abrir fuego bajo ningún motivo.
Miranda: Eso nos va a poner en una muy mala posición -dijo en lo que su opinión era compartida por varios de los presentes haciéndome suspirar.
No era una mentira el hecho de que estaba frustrado por la situación en la que se encontraba. Soy consciente de que la misión en territorio Dracma era delicada y peligrosa, pero también sé que como el cielo es azul, se debían seguir las órdenes del alto mando. Mi mente estaba llena de pensamientos y dudas sobre cómo manejar la situación de la mejor manera posible, considerando las posibles consecuencias de mis acciones.
Por un lado, quería proteger a su unidad y asegurarse de que todos regresaran sanos y salvos a casa. Por otro lado, sabía que debía cumplir con su deber como oficial y seguir las reglas establecidas. La posibilidad de tener que luchar contra las fuerzas enemigas me preocupaban al ser algo casi asegurado que pasaría, pero también me daba un impulso de determinación para cumplir con la misión, no mentiré.
La vida en el campo de batalla no era fácil, las decisiones que debía tomar podrían tener consecuencias graves. Sin embargo, también recordaba por qué había decidido unirse al ejército en primer lugar: para proteger a Amestris y así asegurar una vida tranquila y de paz para Edward sin importar el costo, se que el no me lo pidió, pero así son las cosas.
Alfons: Escuchen, el tren nos llevara a la zona de la misión a máxima velocidad, señores y damas. Nadie aquí es tan tonto como para dejar pasar una aventura en el reino secreto -dije sonriendo confiado- mi batallón ha pasado por el infierno mismo, así que creo que son mejores que unos cuantos comunistas.
Y en efecto, mis palabras tuvieron el efecto deseado al lograr motivar a mis hombres. Ya que no era broma, desde el entrenamiento de capacitación que admito que me pase un poco, a los conflictos en Creta, Donbachi y el continente del sur. Mi batallón podía decir con orgullo de que si se rindieran, ni la muerte misma los salvara, cumplirán la misión sin importar nada.
Comparado con hacerme enojar eso no era nada.
Alfons: Espero que traten esta misión como lo han hecho con las otras, den lo mejor de sí, por sus naciones, la nación de Milos y nuestra patria, Amestris -dije determinado.
Soldados: ¡Honor y gloria a Amestris! -dijeron al unisonó.
Muy patriota, lo se. Pero debía vender esa imagen para quedar a buenos ojos con la plana mayor y con el Fuhrer King Bradley, esa era parte de la razón de porque tenia tanta libertad a la hora de hacer las misiones. Por eso y unas cuantas cosas más.
Una vez en territorio de Dracma, el grupo se dividió en equipos de reconocimiento y comenzamos a observar las actividades de las fuerzas enemigas. Pronto detectamos movimientos sospechosos y nos preparamos para actuar en caso de ser descubiertos. La tensión en el aire era palpable, pero aun así se mantuvo firme en mi decisión de seguir las reglas y evitar un enfrentamiento a menos que fuera absolutamente necesario.
Si me viera la general Olivier, seguro me amenazaría con cortarme la cabeza con su espada por no buscar eliminar al enemigo y luego mentir en el reporte diciendo que ellos atacaron primero. Si, esa mujer tiene aversión a Dracma por alguna razón ¿me animaría a preguntar algún día? Ni aunque estuviera loco.
Alfons: A ver que tenemos aquí -dije observando con binoculares a la distancia- trenes blindados, cañones de artillería, ametralladoras, tanques... ¿y esas son municiones y combustible? Eso es todo un arsenal -declare con el ceño fruncido.
Clara: Alfons, ven aquí, debes ver esto -me dijo haciendo que fuera a donde ella estaba con rapidez.
Solo para ver una monstruosidad de la época en todo el sentido de la palabra, un cañón de vías férreas que fácilmente abarcaba lo de un tren y al menos cuatro vagones de extensión. Un solo disparo de esa cosa fácilmente podía destruir una base o un poblado en cuestión de minutos.
Alfons: Eso es gigante, trajeron un cañón de vías férreas, significa que prácticamente nos están declarando la guerra. Como no pueden atravesar la muralla de Briggs vinieron hasta aquí los muy cobardes aprovechando que las cosas se calmaron para Amestris en el oeste -dijo con fastidio.
Me lleva la que me trajo.
Alfons: Capitana Miranda, recuérdeles a las tropas que estén alerta y que no deben abrir fuego primero.
Miranda: Entendido -dijo en lo que comunico al resto de unidades el mensaje por medio de clave morse usando una linterna.
Alfons: En el peor de los casos, tarde o temprano tendremos que enfrentarlos. Hagan lo posible por estar ocultos, quiero que todos revisen de nuevo su equipo y Lyra, asegúrate de que la radio móvil este en optimas condiciones. Pero debemos guardar silencio radial hasta el último minuto, no lo debemos arruinar por ningún error. En cuanto se confíen al acercarse demasiado a territorio amestrisano...
Lyra: Disculpe señorito, pero, el cañón se está moviendo...
Alfons: Si llegan a iniciar un ataque... ¿Qué cosa? -pregunte antes de que se escuchara el disparo.
No... no lo hicieron. Ellos dispararon, de verdad dispararon, y por la trayectoria el disparo iba dirigido a territorio amestrisano y no de Milos. Esos malditos comunistas... empiezo a entender el odio de la general Armstrong por Dracma.
Lyra: Ellos... abrieron fuego -dijo sin aun poder creerlo para luego recibir una transmisión de la radio- ... Dracma esta atacando a todos los frentes a su alcance de la frontera oeste de Amestris, declararon la guerra ¡el país de Dracma ha roto el tratado y le ha declarado la guerra a Amestris!
... Dire esto una sola vez ¡Hijos de puta!
Alfons: ¿Y las órdenes del cuartel?
Lyra: Todas las unidades, sin importar su designación, combatan de inmediato -dijo haciéndome enojar ya que de salud aun no sanaba del todo por el sobreesfuerzo en el sur, yo pensando que sería una tranquila misión de reconocimiento. ¡Al carajo todo y todos!
Alfons: ¡Cambien el plan de respuesta bélica! ¡activen las piedras rojas y los mecanismos de vuelo! ¡soldados, vamos a atacar! -dije ya en pleno vuelo gracias a mi alquimia- ¡asumiremos que Dracma ya se encuentra en combate en nuestro frente occidental, vamos a atacar la infantería del enemigo, también su retaguardia! ¡atentos por si vienen refuerzos!
Miranda: ¡Hombres, en formación!
Alfons: ¡No dejen que esos comunistas esparzan su sucia plaga! ¡Tomen sus armas y luchen, denles por donde mas les duela! ¡Inicien el ataque! -ordene antes de que empezaran los disparos.
Ademas de las mejoras que permitían a los murciélagos negros desplazarse con mas libertad en el aire, una instrucción básica de alquimia permitía a mis hombres transmutar munición para ametralladoras y granadas usando piedras rojas. Recibiendo la orden de soltar la piedra roja y reemplazarla si esta se sobrecargaba para que estallare entre las filas enemigas, ese era de los mejores golpes de nuestro arsenal.
Mientras dirigía a mis hombres en el combate contra las fuerzas enemigas, una sensación de rabia y determinación ardía en mi interior. No podía permitir que Dracma atacara a Amestris impunemente. Debíamos defendernos y proteger la frontera del oeste a toda costa. El sonido de los disparos, las explosiones y los gritos de la batalla resonaban a nuestro alrededor mientras luchábamos con todas nuestras fuerzas.
A pesar de la sorpresa inicial y la desventaja numérica, mi batallón demostró su valentía y determinación en el campo de batalla aprovechando el elemento sorpresa. Usando nuestras habilidades alquímicas y tácticas militares, logramos repeler el avance enemigo y causarles graves pérdidas. A medida que la batalla se intensificaba, fue que decidí ponerle fin al conflicto rápidamente, solo fue cosa que lanzar una esfera de aire comprimido al cañón de vías.
Ese estallido fue simplemente glorioso, aunque tendré el brazo derecho entumecido varias horas... pero aun tengo el izquierdo por si acaso.
Al final, el contraataque fue algo rápido y preciso, logramos asegurar una victoria táctica contra las fuerzas de Dracma destruyendo el cañón de vías, lo que a su vez causo una explosión que aniquilo el batallón enemigo. Mientras contemplaba el campo de batalla, exhausto pero satisfecho, una sensación de paz y satisfacción me invadió al ver que el trabajo estaba hecho, pero tristemente era algo temporal.
Alfons: Supongo que ya no hay mucho más que podamos hacer -dije suspirando.
Lyra: Grande, frágil y muy inflamable. Es el blanco ideal ¿no lo cree así, señorito?
Alfons: Si, supongo... -dije sin quitar mi vista del campo de batalla, lo que ahora solo era un terreno desolado y destruido.
Siempre estaba bien disfrutar de la paz luego del final de un combate, pero la verdad es que odio la guerra, soy un científico, no un belicista. Que los humanos se maten entre ellos por motivos tan insignificantes como el poder o el miedo nos limita como especie. Y la guerra es un gran ejemplo de eso, no es nada más que un desperdicio de materia prima y recursos humanos.
Y personas como estas en especifico son de lo peor, comunistas. Totalitaristas que violan la libertad individual, no hay forma de dialogar con comunistas, lo se por experiencia. Si quiero que Edward tenga una vida tranquila en su país natal, tengo que usar mis armas contra esta gente.
Miranda: Tengo noticias de la segunda compañía, ellos ya destruyeron el cañón de vías Ferreras de su lado de la montaña.
Alfons: Esas son buenas noticias, Miranda -dije en lo que Lyra recibía otro comunicado de la radio que carga en su espalda.
Lyra: Señorito, nos ordenan apoyar a las fuerzas del oeste. Tenemos total libertad de acción.
Alfons: Con que así es... ¿Cuál es la situación?
Lyra: Según entiendo, me parece que las tropas buscan retrasar a las fuerzas enemigas, esperan tropas de Milos así como de Aerugo -explico en lo que yo asentí.
Alfons: Por lo visto hacen lo que pueden, pero no logran hacerlos retroceder -dije pensativo.
Clara: Menuda situación ¿Cómo podemos ayudar a los soldados, Alfons cariño? -pregunto mientras me daba mi medicamente que me bebí de un solo trago.
¿Cómo ayudamos a las tropas occidentales? Ir al frente seria una locura, atacar a la retaguardia tomaría una eternidad debido a lo numerosas que son las tropas enemigas. Si... tal vez eso pueda servir. Funciono en Aerugo, no veo porque no intentarlo de nuevo, dudo que se lo esperen.
Alfons: Supongo que esta vez podemos hacerlo de forma fácil. Quemaremos la capital de Dracma, llámenle distracción estratégica -dije sorprendiendo a todos.
Lyra: ¿Su capital? -pregunto sorprendida- temo diferir pero esto no es Aerugo, señorito.
Alfons: Jajaja que buen chiste, Lyra. Todos saben que los de Dracma no tienen defensa antiaérea ya que nunca se esperarían un ataque de ese tipo. Le aseguro que fácilmente hasta un chico de 14 años como yo puede aterrizar fácilmente en la plaza roja de la capital enemiga.
Lyra, Miranda y Clara: ¡¿La plaza roja dices?! -preguntaron sorprendidas.
Alfons: Así es, el punto es que hasta un adolescente inexperto podría atravesar sus defensas con los ojos cerrados -dije confiado- será la distracción perfecta, pero antes que alguien confirme con el cuartel general en Central, para verificar que no haya ninguna clase de consideraciones políticas -dije en lo que Lyra se puso en ello.
Es el plan perfecto, podríamos salir ilesos de este ataque del país el norte, ponerme a mi y mis hombres a salvo y fastidiar a Dracma. Esos serian tres pájaros de un tiro. Es genial, simplemente fantástico, me encanta... ojalá el cuartel general lo autorice pronto.
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(General Pov)
(Una hora después)
(Cuartel general del ejército, ciudad Central, Amestris)
Mientras las cosas en el oeste se complicaban con cada minuto que pasaba, las cosas para la plana mayor no eran mejores. Bastaba con saber que entre los militares de alto rango con los comandantes y demás divisiones de estrategia, suministros y otros más, se encontraban teniendo una discusión acalorada que respecto precisamente al plan de Alfons que recién acababa de llegar a sus oídos.
Klemin: ¿Así que Dracma se une a la guerra contra nosotros? ¡Es inconcebible!
Edison: Antes de eso no podemos tomar ninguna decisión ¿sigue en pie la retirada?
Gardner: ¿Sabemos que es lo que pasa en la retaguardia? -pregunto en lo que alguien se aclaro la garganta.
Grand: Señores, mi estudiante y desde hace un tiempo mi igual, el general de brigada Alfons Von Heiderich Mustang del batallón especial de alquimistas y tácticas aéreas, sugiere un plan que quisiera discutir muy consensuadamente con ustedes -dijo el alquimista de la sangre de hierro.
Raven: ¿Cuál es su opinión del plan, teniente coronel Hughes? -pregunto al mencionado que se encontraba allí también a pesar de que su división era de la policía militar debido a que era alguien de confianza de Alfons y por lo tanto sabia como pensaba el chico.
Sin mencionar que la capacidad táctica de Hughes era digna de admirar, algo que aunque le daba algo de celos y fastidio a su mejor amigo, Roy lo negaría todo si le preguntaran.
Hughes: ... Un golpe a su capital, es la distracción perfecta. Creo que vale la pena intentarlo -dijo haciendo que mas de uno empezara a quejarse al respecto- siendo sinceros tendríamos éxito solo con intentarlo, si Dracma se ve forzada a desviar tropas hacia la capital, eso limitara las fuerzas que envíen a luchar a nuestras líneas.
Klemin: Es más fácil decirlo que hacerlo.
Hakuro: Ni siquiera sabemos si va a llegar ¿para que intentarlo?
Gardner: Es el tipo de actitud temeraria de los soldados del frente.
Hughes: Por favor, señores, analícenlo, recuerden que es Alfons de quien estamos hablando -dijo ajustando sus gafas- es un combatiente talentoso, graduado de la academia militar a muy temprana edad, ganando incluso la medalla de cruz de caballero. Y como un perro de caza, también es el oficial más certero ¿el ataque que realizo a la capital de Aerugo? ¿El plan para derrocar a Creta con los aliados de Milos que el consiguió? ¿El golpe fatal en Donbachi? También destruyo el cuartel general enemigo en el continente sur, esto viene de un joven con experiencia. Debe creer que tendrá éxito, y solo nos pregunta si es políticamente correcto -dijo con seriedad.
Si, no hace falta decir que Hughes estaba orgulloso del hijo de su mejor amigo, pero también mentiría si dijera que le alegraba todo lo que Alfons tuvo que hacer en su tiempo en el ejercito... aceptar niños en la milicia ¿Qué tan loco puede ser el mundo?
Gardner: Entiendo tus puntos, teniente coronel Hughes. Es cierto que Alfons tiene una gran experiencia y ha tenido éxito en misiones anteriores. Debemos considerar la posibilidad de que su plan sea efectivo y nos ayude a repeler a las fuerzas enemigas -dijo para luego acomodarse las gafas- sin embargo, también debemos ser conscientes de las posibles consecuencias de llevar a cabo este ataque a la capital de Dracma.
Klemin: Estoy de acuerdo. Aun con la experiencia del niño no lo acepto. Necesitamos evaluar todos los posibles escenarios y riesgos antes de tomar una decisión -declaro con seriedad- no podemos actuar de manera impulsiva y poner en peligro a nuestras tropas sin una estrategia clara y un plan de contingencia en su lugar.
Edison: No podemos subestimar a Dracma ¡es la capital enemiga de la que hablamos! Si deciden contraatacar en consecuencia a nuestro ataque a su capital, podríamos enfrentarnos a una situación aún más complicada y peligrosa. Necesitamos estar preparados para todas las eventualidades -dijo acariciándose la barba.
Raven: Estoy de acuerdo con lo que se ha dicho hasta ahora. Debemos sopesar cuidadosamente los riesgos y beneficios de este plan antes de tomar una decisión final. Necesitamos considerar todas las opciones y estar preparados para enfrentar las consecuencias de nuestras acciones. Ya que es posible que esta vez el general de brigada Heiderich se equivoque -dijo para que luego se escuchara un sorbo.
Mas específicamente, un sorbo de té que dejo a toda la sala en silencio al saber quien era el que se encontraba tan tranquilo tomando té en media reunión. Parecía que el generalísimo ya se había cansado de tanto dialogo que no llevaba a ningún lado.
Bradley: Ya fue suficiente charla -declaro con severidad- no tenemos tiempo para hacer grandes debates, señores.
Grand: En efecto, estamos perdiendo mucho tiempo -dijo con honestidad- no se ustedes, pero yo considero apropiado darle al chico el permiso que quiere -menciono para que se escucharan opiniones contradictorias en respuesta.
Bradley: Estoy de acuerdo, si el general Heiderich cree que se puede lograr, dejen que lo intente. Incluso les apuesto una botella a que tiene éxito -dijo confiado.
Y con eso, la orden se aprobó.
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(Alfons Pov)
(A la mañana siguiente, diez de la mañana)
(Ciudad capital de Moskva, Dracma)
Para mi suerte, no tuve que esperar mucho para que aprobaran el permiso, algo que esperaba que sucediera dadas las tendencias destructivas del cuartel en lo que respecta a ataques iniciados por alguien más que no sean ellos.
Ya decía que fue buena idea ponerse en marcha desde antes de recibir la confirmación, de ese modo es que llegamos sin mucho esfuerzo a Moskva sin muchos contratiempos. Una ciudad impresionante y majestuosa, conocida por ser el centro cultural, político y económico del país. La ciudad estaba repleta de palacios, catedrales y edificios públicos de estilo barroco y neoclásico, que reflejaban la riqueza y el poder del imperio comunista.
Moskva también era un importante centro de actividad política y social, con una población diversa y cosmopolita que incluía a nobles, empresarios, artistas e intelectuales de todo el mundo. La ciudad era un hervidero de ideas y debate, con clubs literarios, cafés y teatros que atraían a las mentes más brillantes de la época. Sin embargo, a pesar de su esplendor y sofisticación, Moskva también era una ciudad de contrastes, con una creciente brecha entre ricos y pobres, y una clase trabajadora cada vez más descontenta con las desigualdades sociales y políticas del régimen que fácilmente liquidaba a cualquiera que fuera una amenaza, ya fueran inocentes o no.
Era casi una pena tener que destruir una ciudad tan importante... casi.
Lyra: Aquí el equipo dos, señorito. La plaza de Moskva ya fue destruida, yo personalmente me ocupe de destruir esa fea estatua de bronce del centro de la plaza -dijo informando por radio.
Clara: Aquí el equipo tres, destruido el nido de víboras, puedo ver a la policía secreta huyendo aterrorizada -declaro divertida.
Miranda: Aquí el equipo cuatro, tenemos problemas para destruir la sala de reuniones del partido popular comunista. El objetivo no recibe daños ni con explosivos, es increíblemente fuerte -exclamo frustrada.
Alfons: Escuchen, la meta de esta operación es hacer volar algunas cosas y molestar personas. No se obsesionen con eso, vuelvan aquí -ordené a todas las unidades antes de sonreír con descaro- por cierto, queridos miembros del batallón ¿se los dije o no se los dije? Hasta un adolescente podía fácilmente atravesar las defensas de Dracma.
Las 3 chicas: Y en efecto nos equivocamos, discúlpenos por dudar de usted -dijeron haciéndome reír por lo bajo en lo que todos se unían a mí en mi ubicación actual.
Alfons: Disculpa aceptada, y para que vean que no hay rencor, una vez terminemos aquí todos pueden sentirse libres de tomar de las mejores botellas de vino de nuestras reservas -dije solo para escuchar a los hombres celebrar solo por esa oración- señores y damas, me da gusto que piensen en como van a celebrarlo, pero trabajo antes que recreación. Así que ahora continúen con el ataque -ordené en lo que me di la vuelta para ver mejor mi objetivo.
Entonces... con que en este mundo si terminaron de construir esa cosa.
Estos eventos son de después de mi muerte pero gracias a la Verdad tengo memoria de ellos. En mi mundo natal la unión soviética tenia planeado construir un edificio conocido como el ¨Palacio del pueblo¨, pero gracias a la invasión de los nazis el proyecto fue directamente cancelado. En cambio aquí, parece que se terminó de construir sin contratiempos.
Que lastima, pero ni modo.
Alfons: Primera compañía, destruiremos al horrible gigantón que esta por allá -dije señalando la enorme estatua de al menos 50 o 55 metros de alto que se hallaba arriba del dichoso palacio del pueblo- y después atacaremos las otras instituciones gubernamentales. ¡Activen los mecanismos alquímicos, apunten, destruyan la enorme porquería!
Soldados: ¡Si, destruyan la porquería!
Alfons: ¡Fuego! -grite antes de que las balas de aire comprimido salieran disparadas hacia la edificación.
Siendo el resultado una serie de estallidos que terminaron por hacer colapsar la estructura en su totalidad.
Je, rifles compresores de aire, sus disparos de aire comprimido no son tan destructivos como mi firma personal pero hacen el suficiente daño. Y no debía preocuparme que alguien fuera de mi unidad los usara. Encima de que sin las piedras rojas son inútiles, si un solo hombre desertara de mi batallón con una de estas armas, bueno... solo digamos que una cabeza decorara mi pared esa noche.
Pero eso no era importante de momento, lo que si importaba es que para cuando las chicas se me unieron, todo lo que vieron fueron varios escombros y tanto a mi como a mi equipo actuar como si nada paso.
Alfons; Al parecer su palacio popular era más frágil de lo que se veía -dije como si nada- no debieron apresurar su construcción.
Lyra: Y tampoco debieron racionar tanto el concreto, señorito -menciono en lo que se oyeron disparos.
Los cuales eran causados por soldados de Dracma que se encontraban disparando con cañones al cielo pensando que nos darían sin percatarse de que nos encontrábamos muy lejos de la zona de impacto de sus disparos, ventajas de un bello día nublado.
Alfons: Pero que comunistas tan tontos, tratan de atacarnos con bombas de bajo rango, y encima con una puntería terrible.
Miranda: ¿Procedemos a acabar con los desplazamientos militares?
Alfons: Bueno o malo se puede decir que no son mas que un campamento enemigo, no hay motivos para recibir daño innecesario... pero se me ocurre algo para terminar este ataque con broche de oro -dije sonriendo con malicia.
Siendo esto una idea con la cual pensaba hacer algo que muchos dirían imposible, una locura, algo sencillamente improbable en todo el sentido de la palabra. Que la general Olivier Armstrong de las fuerzas de Briggs se ría a carcajadas. ¿Y que seria eso? Pues aplastar, masticar y escupir el orgullo de Dracma hasta que no quede nada.
¿Y como se lograba eso? Tan sencillo como poner la bandera de Amestris sobre las ruinas del palacio popular y luego entonar el himno nacional de nuestro país justo en el corazón de la capital enemiga. Y si, eso fue justo lo que hicimos.
(Himno nacional amestrisano)
En Amestris la luz brilla con esplendor, Donde el poder y el ingenio se unen con fervor. Tierra de ciencia, de sueños y de honor, Bajo el sol de la justicia, forjamos nuestro valor.
Tanto resistimos por nuestra nación, Con palos y piedras, nuestra tierra defender. Desde la torre de la victoria no nos alzaremos, Ni por tesoros o fama luchamos. Cada enemigo era un gusano insignificante, Nuestro coraje siempre fue constante.
Unidos en la hermandad, en la verdad y en la fe, En Amestris nuestra bandera ondea con altivez. Por la libertad y la verdad lucharemos con fervor, su gente es el alma eterna de Amestris, su corazón.
¡Viva Amestris, tierra de ciencia y de luz! Nuestro hogar, nuestro reino, nuestro templo de virtud. Con amor y con coraje, forjamos nuestro destino. La fuerza que adquirimos superó a cualquier enemigo, Nuestra resistencia es nuestro mayor abrigo.
(Fin del himno)
Y si, no hace falta decir que mientras el himno era entonado, también nos dedicamos a destruir el resto de los símbolos gubernamentales del país en la capital sin pena ni gloria alguna. La estación del tren, las principales carreteras, campos de entrenamiento militar, los ministerios de asuntos exteriores e internos, el ministerio de defensa, la casa de la cultura, entre otros.
Esto definitivamente romperá cualquier lazo que tengamos con Dracma durante un largo tiempo, pero ellos atacaron primero, así que quien se lleva se aguanta. Soy consciente de que luego de esto no se podrá redactar un nuevo tratado de paz en un buen tiempo, no luego de pisotear su orgullo así.
Y es posible que en su enojo intenten mandar mas tropas, pero no por nada Amestris es el país mas poderoso en el continente militarmente hablando.
Lyra: Señorito, tenemos problemas, vienen refuerzos enemigos, dos batallones se acercan por la retaguardia.
Alfons: Ya veo, igual no importa, ya cumplimos el objetivo. Vámonos al punto de encuentro -ordene para luego irnos de la capital enemiga sin muchos inconvenientes.
A pesar de la destrucción causada, nos sentíamos satisfechos con el éxito de nuestra misión y el impacto que habíamos tenido en las fuerzas enemigas. Nos retiramos sin que nadie nos siguiera, gracias a la distracción que habíamos creado con el ataque a la capital.
A medida que nos alejábamos de Moskva, volví a sentir la calma y la paz que tanto anhelaba. Sabía que la guerra seguiría en el oeste y que tendríamos que enfrentar más desafíos en el futuro. Pero por ahora, me sentía aliviado de haber cumplido con mi deber y de haber protegido a Amestris de la amenaza de Dracma.
Todo por proteger a Edward, eso hacia que todo valiera la pena. Y a menos que me ordenen quedarme, pienso dejarle todo el conflicto a la general Armstrong que debe estar moviendo tropas desde Briggs aun sin tener el permiso de nadie.
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(Unos días después)
(Tren occidental en dirección a Central, Amestris)
El regreso a Amestris en altas horas de la noche fue tranquilo y sin contratiempos luego de pasar los últimos días cuidando las fronteras, y finalmente, pude disfrutar de un merecido descanso. Por ahora, me permití disfrutar del momento, sabiendo que había hecho lo correcto y que mi deber como oficial se había cumplido. Por Edward, siempre estaré listo para luchar y proteger lo que más quiero en este mundo. Y mientras tanto, seguiré soñando con el día en que pueda reunirme con ese rubio malhumorado y finalmente estar juntos, en paz y felices.
Clara: Si que hicimos un espectáculo esta vez, a pesar de ser un país mucho más grande que Amestris, las fuerzas bélicas de Dracma están muy atrasadas ¿no les parece? -pregunto mientras Lyra nos serbia algunos bocadillos.
Aun hasta la fecha, estas dos eran mis mayores confidentes, mientras que Miranda era mi pilar en cuanto a temas del batallón se trataba. Aprecio a mi escuadrón, claro, pero el aprecio que le tengo a mi circulo intimo de personas en el que está Clara, Lyra, Russell y Fletcher más algunas personas más esta un par de cabezas más arriba.
Lyra: Puedo asegurar que las personas en nuestro país dirán que lo del día de hoy fue un logro histórico. Aunque como siempre el problema serán los políticos -menciono con una olla en mano- ¿se les antoja un postres? Es Ponche de frutas con un poco de licor dulce.
Alfons: Por supuesto, Lyra -dije tomando un vaso del postres- y tienes razón, los políticos siempre complican las cosas, pero al menos pudimos hacer nuestra parte. A pesar de todo, me siento orgulloso del trabajo que hicimos hoy. Y ahora, disfrutemos del postre y del merecido descanso. Nos lo merecemos después de todo lo que hemos pasado -dije dispuesto a relajarme.
Solo para que en ese momento Miranda entrara al compartimiento con un par de informes en mano. Y no eran cosa cualquiera, parece que en los últimos días Dracma no ha estado perdiendo el tiempo. El hecho esta en como han cambiado las fronteras, solo nos fuimos unas horas y esos desgraciados ya hicieron un movimiento.
Miranda: Parece ser el ejercito de Dracma se ha dividido en tres facciones. El grupo A dirige sus fuerzas hacia la republica de Milos. El grupo B dirige sus fuerzas directamente hacia la muralla de Briggs y el grupo C se esta moviendo hacia el desierto, creemos que quieren atacar Amestris desde el desierto por el este, o dirigirse directamente hacia Aerugo.
Alfons: No creo que tengamos de que preocuparnos, seguramente el grupo B es el más grande pero seamos sinceros, nunca pasaran las murallas de Briggs, y el ejército de la república es lo bastante fuerte. Estrategias cree que el grupo más preocupante es el que se mueve por el desierto al no saber con exactitud cual es su objetivo. Según el informe quieren que nos adelantemos y embosquemos al enemigo.
Lyra: Y no solo eso, también esta la solicitud del ejercito oriental, su padre el coronel Mustang pide ayuda para resguardar la frontera en caso de ataque.
Alfons: Lo cual es contraproducente al nosotros ya recibir ordenes directas de la plana mayor, odio tener que hacerle esto a mi maestro pero... aunque, un momento -dije mirando el ultimo informe, y en mi opinión, el que más me importaba.
Se trataba de un informe que había recibido de un par de mis queridos alegados mas cercanos, a quienes ordene investigar sobre cierto rumor en el este. Uno que acabo siendo cierto, en la ciudad de Lior se estaba repitiendo la historia, el falso padre Cornello gana seguidores con su religión falsa fingiendo que hace milagros usando una piedra filosofal, como era de esperarse, falsa.
Solo sabiendo eso y lo que Edward que conocí vivió en Lior, es un hecho, debía ir para allá de inmediato y cortarle la cabeza a ese falso pastor yo mismo. Y solo tal vez... el destino estaba de mi lado el día de hoy. Todo encajaba demasiado perfecto para ser pura coincidencia. Pero, no se si eso es algo bueno o malo.
Alfons: Así que Lior, es una posición interesante -dije mirando algunas fotos aéreas de la ciudad- Lyra, un mapa de la región, y uno ferroviario también.
Lyra: Si señorito -dijo entregándome los mencionados. Para así confirmar lo que sospechaba.
Alfons: No cabe duda, Lior es una gran ubicación -dije sonriendo complacido- podríamos decir que es un punto critico para las operaciones en la región oriental.
Miranda: Es verdad.
Lyra: Las fotografías aéreas muestran que las vías alrededor de la zona desértica están intactas y en buen estado.
Clara: Podemos reabastecernos en intervalos para asegurar la seguridad de toda la frontera, y nos queda cerca de nuestro campamente en medio del desierto que divide Amestris y Xing donde podemos planear el ataque para el ejercito de Dracma.
Lyra: Dicho de forma simple, Lior es nuestra base perfecta en territorio amestrisano.
Alfons: Esto es genial -dije sonriendo- poner nuestra base en Lior será la sublimación más grande para nosotros, podemos cumplir tanto con la plana mayor como con las fuerzas del este e incluso con nuestros propios intereses acabando con Cornello y sus seguidores... y lo haremos -dije determinado en lo que las tres chicas asintieron.
Ya todo está hecho entonces... a salvar personas.
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(General Pov)
(Tres días después)
(Cuartel general del este, Amestris)
Para Edward Elric las cosas en los últimos tres años no han ido del todo bien precisamente. Mientras que Alfons por su parte podía presumir el acumular logros militares que lo subían de rango rápidamente en el ejército. Edward si, podía decir que se gano el apodo de héroe del pueblo con algunos de sus actos, pero mayormente, para su disgusto, fue confinado a trabajo de oficina en el cuartel general a manos del coronel Mustang.
Cosa que cada día lo ponía más estresado y fastidiado. El trato era que a cambio de ser el perro de los militares, el coronel Mustang le daría cualquier información sobre la piedra filosofal. Pero extrañamente en los últimos tres años no ha habido informe, reporte o siquiera algún rumor sobre el tema. Siendo por dicha razón que para no tenerlo de ocioso, el alquimista de fuego decidió como buena idea que acero ayudara con el trabajo de escritorio.
Algo que ponía de malas a Ed con solo pensarlo, ya de a estas alturas sospechaba fuertemente que el coronel bastardo le estaba ocultando más de una cosa. Y por eso mismo decidió confrontarlo justo ese día al respecto.
Edward: ¡Estoy harto! -declaro golpeando el escritorio del superior- ¿Qué sucede contigo? ¡llevo tres años siendo un perro de los militares y tu no has cumplido tu parte del trato! ¡No me has dado ni un indicio de la piedra, ni uno solo! ¡Parezco mas tu secretario o un inspector de seguridad que un alquimista estatal! -mostro su indignación.
Solo para que Roy Mustang ni se inmutara ante el arrebato del menor. A sus ojos era solo un niño haciendo berrinche ¿Qué fue lo que su hijo le vio a este chico? Sigue sin saberlo o siquiera entenderlo.
Roy: Soy consciente de tu inconformidad, pero lo lamento, no ha habido ninguna noticia de la piedra los últimos años. Pero te juro que si hubiera un indicio, te lo diría sin pensarlo dos veces -dijo guardándose para si mismo la descarada mentira.
Ya que en realidad claro que ha habido informes y rumores de la piedra en ese lapso, pero a quien le ha estado pasando la información fue a su hijo Alfons, quien discretamente elimino cualquier rastro o indicio para que no llegara a oídos de los hermanos. Hasta donde te puede hacer llegar el amor.
Roy: En todo caso ¿Qué esperabas? La piedra filosofal es un objeto legendario, no es como que se tenga información de algún tipo así de la nada como ir a comprar el periódico al quiosco de la esquina ¿o sí? -pregunto con sarcasmo que hizo enojar al chico frente a él.
Edward frunció el ceño ante la actitud indiferente del coronel. Sabía que algo no cuadraba, que el tipo le estaba mintiendo de alguna manera. Pero, por más que intentaba sacarle información, no conseguía absolutamente nada. Sin embargo, algo en su interior le decía que debía seguir investigando por su cuenta. No podía permitir que le ocultaran la verdad sobre la piedra filosofal.
Edward: No me importa si es un objeto legendario, ¡sigo queriendo encontrar la piedra filosofal y salvar a mi hermano! -exclamó con una determinación difícil de ignorar- si no me vas a ayudar, lo haré por mis propios medios.
Roy: ¿Sí? Buena suerte con eso -dijo con burla- te lo aseguro, no hay información alguna de la piedra que el ejército haya adquirido, puedo asegurarte de que... -dijo para que luego se abriera la puerta en ese momento por uno de sus subordinados.
Havok: Señor, el alquimista de los cielos está en camino a Lior, al parecer acepto su solicitud, como era de esperarse -dijo sin notar que el coronel no estaba solo al leer el informe en su mano- dentro de poco empezará la investigación respecto a la piedra filosofal que según los informes supuestamente tiene el sacerdote del lugar -termino en lo que levantaba la mirada.
Solo para tragar grueso al ver que Roy lo miraba con deseos de ahorcarlo. ¿La razón? Edward lo había escuchado todo.
Edward: ... ¿El alquimista de los cielos? ¿Y ese quien es? -pregunto con recelo.
Roy: Un nuevo alquimista estatal, fue el más reciente en obtener el título, el segundo alquimista más joven en obtener el título, justo después de ti, a sus catorce años -menciono omitiendo un par de detalles.
Como el hecho de que el alquimista de los cielos era el propio Alfons, quien aprobó el examen de alquimista estatal justo antes de irse al continente sur. Y si Edward no lo sabe, es porque su hijo quiso que fuera una sorpresa para cuando ambos chicos se vieran en persona.
Edward: Un nuevo alquimista a quien le encargaste buscar la piedra... ya veo -dijo poniéndose de pie.
Roy: Acero ¿A dónde vas? -pregunto con algo de nervios.
Edward: A Lior -dijo notando la expresión de Mustang que prácticamente estaba diciendo ¨me lleva...¨con la mirada.
Roy: ¡Acero! ¡Como tú superior te prohíbo ir, te ordeno que te quedes aquí!
Edward: ¿Para qué? -pregunto molesto- ¿para verte tener la piedra para ti solo? ¡olvídalo! ¡sabía que había algo podrido en ti desde el momento que te conocí!
Roy se quedó en silencio mirando a Edward sorprendido, Nunca se había enfrentado a él de esa manera. Sabía que el chico era testarudo y obstinado, pero nunca pensó que llegaría al punto de desafiar sus órdenes directas de ese modo, pensó que ya había aprendido de lo que paso con Barry, el carnicero. Sin embargo, también podía ver la determinación en los ojos del joven alquimista, y sabía que no había manera de detenerlo de ir a Lior. Sabía que debía actuar con cautela para no levantar sospechas en el joven alquimista.
Por otro lado, Edward estaba decidido a investigar por su cuenta y descubrir la verdad sobre todo el aparente complot que se estaba llevando a sus espaldas. De allí que cuando el alquimista de fuego reacciono, ya Edward se había ido... bueno, todo se fue al diablo.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Ya oficialmente estamos llegando al comienzo de Fullmetal Alchemiste Brotherhood, pero evidentemente abran varios cambios conforme la trama avance relacionados a todos los capítulos previos, más algunas otras cosas que se contaran a modo flashback. No se ustedes pero a mi me emociona mucho ya darle rienda suelta a esto.
De paso, también tomare tramas de películas, especiales y ovas para hacer la historia más completa como hasta ahora. Créanme, aun hay mucho por ver.
En fin, nos vemos.
Chapter 19: Capitulo 17: Dioses e Ídolos caídos
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Cercanías de la ciudad de Lior, desierto en el Este, Amestris)
El sol ascendía lentamente en el horizonte, tiñendo el vasto desierto con un manto dorado que reflejaba su luz ardiente. La arena, fina y caliente, se deslizaba entre los dedos de aquellos que se atrevían a caminar por tierras tan implacables como era el caso de nuestro pequeño grupo de tres. El viento, juguetón y caprichoso, levantaba pequeñas nubes de arena que danzaban en el aire, convirtiendo el paisaje en una obra de arte cambiante, efímera e implacable. Que sería más disfrutable de no ser por el mendigo calor que estaba haciendo.
En ese aspecto prefiero el desierto mucho más de noche que de día.
A cada instante, el sol lo impregnaba de su calor, mientras el cielo se expandía en un azul profundo, casi angustioso en su inmensidad. Era fácil sentir cómo la fatiga comenzaba a instalarse en mis huesos, pero debía estar firme quiera o no, a fin de cuentas estaba aquí por trabajo. Las sombras se alargaban y se acortaba a nuestro paso, como si el tiempo mismo se moldeara a mi alrededor. En el silencio abrumador, solo se oía el leve susurro del viento, que parecía relatar antiguas historias de quienes habían caminado antes sobre la misma arena, dejando su huella al mismo tiempo en el suelo y en el alma.
Clara: ¡Tenía que ser el desierto! ¡¿Qué pasa con este país que tiene tanta arena sin playa?! ¡Así no funciona para mi! -dijo molesta de lo sudada que se encontraba.
Gracias por matarme la inspiración para hacer más tolerable el clima en mi cabeza, Clara. Muchas gracias... y si, estaba siendo sarcástico.
Lyra: No podemos llegar a la ciudad con un contingente militar, podríamos levantar sospechas, debemos hacernos pasar por viajeros perdidos o nómadas del desierto -dijo mientras estaba fresca como lechuga.
... ¿Cómo rayos lo hacía? Que yo sepa nunca he visto a Lyra sudar, incluso una vez le pregunté si no le preocupaba acumular sudor hasta que un día su cuerpo no aguante más y estalle... me dijo que sería algo genial. Sin comentarios al respecto.
Alfons: No desesperen, ya casi llegamos, si no más recuerdo, según lo del mapa y siguiendo la dirección del viento... Estaremos llegando a Lior en unos pocos minutos -dije luego de subir una duna de arena. Para así poder tener a la vista nuestro objetivo.
Una ciudad con una arquitectura común de poblaciones de este estilo que estaban acostumbradas al calor abrazador, con casas hechas para resistir las altas temperaturas. Careciendo de supervisión de los militares debido a lo aislado de la región, combinado con el fuerte sentimiento religioso de los ciudadanos (en este sentido Lior es similar a Ishval, lo cual tiene sentido porque la tierra que solía ser Ishval está muy cerca de aquí, la gente hasta se parece físicamente a los Ishvalanos), Lior era un pueblo fuerte pero a la vez, muy susceptible a la manipulación debido a su aislamiento y fe ciega en lo divino.
Lo que hizo posible que un hombre ambicioso como le era nuestro objetivo, el padre Cornello, lograra instituir una especie de gobierno teocrático en sí mismo como regla incuestionable. Se presentó al pueblo de Lior como un profeta de Leto, el dios del sol, y como un hacedor de milagros. Cornello promete riquezas y la vida eterna a sus seguidores, incluso la resurrección de sus seres queridos muertos, para los que le sigan. Pero esas eran puras patrañas.
Mis recuerdos no mienten al respecto, todo lo referente al dios Leto es mentira, y los disque milagros eran solo puro espectáculo, toda la fuente del poder de Cornello no era nada más que una piedra filosofal falsa, una piedra roja. Piedras que yo fabricaba con permiso de la milicia y que por tanto, era mi deber ocuparme de casos como este en el que alguien que no es del ejército se hizo con una de ellas.
Alfons: Miren el lado bueno, aún nos queda bastante agua. En el desierto eso vale más que el dinero, el oro o las joyas -dije dándole un trago a mi cantimplora- además estamos cerca. Bien Clara, Lyra, mantengamos la calma. Vamos a actuar como si realmente fuéramos viajeros en busca de refugio -dije sonriendo.
Clara: ¡Refugio! ¡Claro! ¡Aquí estoy, prácticamente derritiéndome! -dijo, con una mueca de desesperación al tocar su propia frente, llena de sudor.
A la vez que Lyra, aún fresca como una flor, me miró y me sonrió, como si pudiera leer mis pensamientos. Ella siempre había tenido un talento para mantener la serenidad en situaciones de alta presión.
Lyra: Deberíamos acercarnos a la plaza central. Muchos viajeros suelen congregarse allí cuando visitan una ciudad desconocida, y, con un poco de suerte, podemos obtener información sobre cómo se mueve Cornello.
Alfons: Como siempre brillante Lyra -dije en lo que la brisa del desierto se volvió un poco más fresca conforme nos acercábamos a los límites de Lior.
La ciudad se alzaba ante nosotros, majestuosa y resistente, sus edificaciones de adobe brillando bajo el sol como conchas luminosas. Tras cruzar la puerta de entrada, fue fácil notar que no había mucha gente en las calles, con todo Lior era una ciudad pequeña. Y las pocas personas que nos notaron pasaron a vernos con recelo y algo de temor, vaya que no estaban acostumbrados a los visitantes.
Pero lo más llamativo que note de la ciudad hasta ahora eran dos cosas. El hecho de que habían estatuas del tal dios del sol Leto por todos lados, de verdad, no podía dar una vuelta cuando ya me encontraba una estatua del dios falso en una esquina. Y lo otro que note, y que de paso era la prueba de que Cornello se creía de mucha más alcurnia de lo que era realmente, fue encontrar una fuente de vino tinto justo en medio de la plaza. Una fuente de vino, en medio de una ciudad a mitad del desierto ¿es en serio?
Caminamos con cautela hacia la plaza, mis pensamientos luchando por encontrar un motivo racional para esas extravagancias. La fuente de vino parecía más un espectáculo que un símbolo de hospitalidad en un lugar donde el agua debería ser el bien más precioso. Las risas y el bullicio que esperábamos encontrar no estaban presentes; en cambio, el ambiente era tenso, lleno de miradas furtivas y susurros apagados.
Las estatuas de Leto, talladas meticulosamente, estaban rodeadas de ofrendas: flores marchitas, velas encendidas y pequeños recipientes llenos de los exiguos bienes de los fieles, un recordatorio palpable del fervor de esta gente por un dios que les prometía lo imposible. Clara seguía intentando evadir su destino de derretirse en el desierto, frotándose con desesperación la frente y murmurando que necesitábamos un oasis.
Alfons: Ya deja de llorar, Clara -dije tras escucharla por décima vez sobre que se derretía- mira, allí hay una cafetería -exclame para luego acercarnos al local- buen día, tres bebidas naturales para un grupo de viajeros, y quedes con el cambio mi buen hombre -pedí dejando unas monedas sobre la barra.
Tendero: Claro, van tres bebidas -dijo feliz con la paga por adelantado- no es usual ver forasteros por aquí..
Alfons: Se puede decir que estamos de paso. Nunca antes había estado en Lior, debe ser una ciudad muy agraciada económicamente para tener una fuente de vino gratuita para el público en general -dije haciendo conversación mientras las bebidas eran servidas.
Tendero: Si, se puede decir que nos va bien. Lo olvidaba, un momento por favor -pidió para luego encender una radio, acción que parecen hacer casi todas las personas en los diferentes establecimientos o en sus casas al mismo tiempo.
Momento en que se escuchó una clásica musical con connotaciones religiosas para que luego se escuchará la voz de un hombre que parecía dar el típico salmo de iglesia.
¨ Hijos de dios que vivís en la tierra, tened fe y seréis salvados. Leto, Dios del sol, alumbra el camino. Contemplad cómo habiendo descendido de su trono, el señor os salvará de los pecados. Como mensajero del Dios sol, soy vuestro padre que os pide que oremos todos juntos para así dar paz a sus corazones y nada del día o la noche podrá molestarlos, tengan fe en...¨ ok, ya no puedo seguir prestando atención a esta basura. Vaya que Cornello tiene a esta ciudad en la palma de su mano con toda esa basura del Letoismo, la religión que inventó.
Como sea, solo debemos contactarnos con los espías que había mandado aquí hace unos cuantos días y luego solo había que mandar el mensaje a Miranda que nos espera a unos kilómetros de aquí con nuestro batallón listo mas unos cuantos más de las fuerzas del este y las del sur. Para mañana esta ciudad estará en su totalidad bajo el control militar. Y con suerte de paso sabrán la verdad de toda esta estupidez del dios sol.
Lyra: Ya veo, así que ese es el famoso padre Cornello del que tanto hemos oído hablar -dijo dejando la carnada.
A lo cual todos los fieles creyentes mordieron el anzuelo como si nada. La gente a veces puede ser muy crédula.
Tendero: Ya veo. Así que están aquí para seguir la senda del sol bajo la guía del padre Cornello, es un gusto que hayan nuevos creyentes -dijo sonriendo en lo que varias personas se acercaban.
Ciudadano 1: El puede hacer milagros, nunca había visto nada igual. Puede darle inmortalidad a los vivos y resucitar a los muertos.
Ciudadano 2: Esta ciudad era un tazón de arena olvidado por Dios hasta que él la convirtió en un paraíso en el desierto.
Ciudadano 3: Cornello puede perdonar los pecados. Llegó a este pueblo hace un par de años y nos enseñó el camino hacia Dios.
Ciudadano 4: Estamos en paz con el Dios sol gracias a él y a sus bendiciones.
Vaya... las ovejas siguen ciegamente a su pastor. Es hasta triste. Para empezar, no existe prueba alguna de que haya revivido a nadie, solo son afirmaciones que Cornello basa en el show barato que hace con la piedra roja que tiene. Vaya, ya sabiendo el engaño de antemano todo te parece cada vez más absurdo ¿tan fácil es de impresionar el ser humano que con el show de humo y luces correcto cualquiera puede jugar a ser el elegido de Dios?
La conversación en la cafetería se llenaba de murmullos reverentes hacia Cornello. Observé a Clara, aún preocupada por el calor abanicándose, y a Lyra, que parecía disfrutar de la escena. Detrás de esa fachada de devoción, yo sabía que el verdadero peligro era mucho más insidioso. La gente aquí había puesto toda su fe en un hombre que usaba su poder para manipularlos y mantenerlos en la ignorancia.
Tendero: Estoy seguro de que no se arrepentirán de haber venido a Lior. El padre Cornello les dará la bienvenida a su templo.
Alfons: Sí, eso suena interesante. ¿Cuál es la historia detrás de este "milagro" que mencionan? –dije, intentando sondear más sobre la figura que movía los hilos en esta ciudad.
Ciudadano 1: ¡El primer milagro! Convirtió la fuente en vino. ¡No es un simple bebedero! ¡Es un símbolo de la abundancia divina! -declaró con fervor.
Clara: ¡El vino! ¡Qué milagro tan práctico! Estoy segura de que hay mejores maneras de buscar redención -declaró con un amable sarcasmo que pareció ser ignorado.
Lyra: Quizás el vino es solo un método para mantener a la comunidad feliz y distraída. La fe puede ser un excelente anestésico, después de todo -dijo en un susurro en lo que yo asentí.
Dale al pueblo pan y circo, es la forma más fácil de gobernar al fin y al cabo. Y claro, hay que recordar que el vino es más accesible que el agua aquí. Esos detalles son clave para mantener el control sobre ellos.
La música de la radio seguía sonando en un tono casi hipnótico, añadiendo un aire de solemnidad al ambiente. Las historias de salvación y redención parecían envolver a los ciudadanos, cegándolos ante la verdad que se ocultaba detrás de esa fachada religiosa. Como un ázoe que actúa sobre las mentes, la insistente repetición de los "milagros" hacía que la gente los aceptara sin cuestionar.
Alfons: Parece que todos ellos ya están en su propio mundo. Que se le va a hacer -dije casual para luego notar que una mujer en el fondo cubierta por una capa me observaba fijamente mientras el resto de la gente estaba enfrascada en su charla sobre los milagros del dichoso fundador del Letoismo.
Y me bastó con verle levemente la cara para hacer que todo el calor se me fuera de golpe del cuerpo y en su lugar sintiera un frio helado digno de estar desnudo en la cima de la montaña más alta de Briggs en el norte. Con que al fin me gane el honor de conocerlos finalmente, y primero a la más hermosa de todas nada menos, Lujuria de la orden de los Ouroboros... una homúnculo.
Como lo ensayaste los últimos años Alfons, actúa como si no supieras nada, porque si muestras el mínimo indicio de saber algo. Tu y todos los presentes morirán de una forma horrible y cruel.
Alfons: ¿Puedo ayudarle en algo, señorita? Note que ha dejado de verme desde que llegamos a este local -dije haciendo que sonriera levemente.
Lujuria: Vaya, eres tan astuto y perspicaz como todos dicen -,mencionó divertida- solo creo que es un honor conocerte. El alquimista de los cielos, Alfons Von Heiderich Mustang. El niño dorado de ciudad central, un miembro de alto rango del ejército y además, un príncipe heredero nada menos que del país del sur. Decir que es un honor es quedarme corta -dijo llamando la atención de todos.
Es todo, al demonio con el factor sorpresa.
Alfons: Si, bueno. Solo cumplo con mi deber.
Lujuria: Eso es entendible, dicen que eres un verdadero prodigio -exclamó casual, pero esa mirada era demasiado penetrante para mi gusto.
Sentí que la tensión en el aire se hacía más palpable. La reacción de los ciudadanos a su declaración, más que de admiración, era de perturbación. Sus ojos se agrandaron y comenzaron a murmurar entre sí, lanzando miradas furtivas de asombro y un sutil temor hacia mí.
Pero tal vez parte del ambiente tenso se daba a la propia figura de Lujuria que iluminaba un rincón oscuro en la plaza central, un símbolo de la intriga que acechaba detrás de cada religión, cada creencia basada en el miedo. Aun si nadie sabía quién era ella.
Alfons: No creo que sea para tanto, solo trato de hacer lo que debo. -dije con un tono que pretendía restarle importancia a la conversación.
Lujuria: Oh, no seas modesto. Con que se enteren que estás aquí, ya la atmósfera se electrizó. -dijo, jugando con el borde de su capa, atrapando mi atención con el movimiento. Había algo seductoramente peligroso en ella, algo que invitaba a acercarse más aunque también provocaba la necesidad de retroceder. Y lo segundo era mucho mejor.
Clara y Lyra intercambiaron miradas nerviosas. Clara miraba a su alrededor, como si esperara que alguien apareciera para llevarnos al infierno, mientras que Lyra observaba a Lujuria con un interés más agudo.
Alfons: ¿Qué te trae a Lior, si no es mucha indiscreción? - intenté sondear, manteniendo un tono neutro.
Lujuria: Digamos que estoy aquí para asegurarme de que las cosas estén... bajo control -sus ojos brillaban con una malicia leve, y mi piel se erizó ante la insinuación implícita. Que algo esté "bajo control" en el contexto de un homúnculo no era tranquilizador.
La última vez Lujuria usó esta ciudad y usó a Cornello como una carnada para atraer alquimistas. Obviamente aquí la situación era la misma. Pero igual que la última vez, seguramente no interferirá ni hará nada contra mi... eso espero. Creo que solo hare que no la vi, es lo mejor por ahora.
Alfons: Parece que muchos de ustedes tienen una fe muy firme en el padre Cornello -dije decidiendo seguir la conversación anterior a la vez que note a la homúnculo irse en silencio.
¿Qué fue eso en todo caso? Meterse conmigo solo para incomodar o ver si sabía de su existencia de algún modo... no le daré muchas vueltas al asunto de momento.
Ciudadano 2: ¡Firme y genuina! Con él, hemos encontrado paz. No tenemos miedo a nada, pues Leto nos guía.
Claro que no tienen nada que temer, ni siquiera al hecho de morir... que si no me equivoco es lo que este Cornello quiere, si resulta ser igual al que mi Edward conoció en el pasado, claro, Siendo en ese momento que otro viejo recuerdo de mi pasado vino caminando hacia mí literalmente con forma física... Rose Thomas.
Pero al menos de mi vida pasada yo la conocí como la bruja gitana que fue la que me quito lo que más amaba o como yo la vi al comienzo, Noah... malditos traumas del pasado. O dado que en este mundo empecé como un niño pequeño ¿debería decir malditos traumas de la niñez?
Rose: Vaya, veo que hoy están animados por aquí -exclamó sonriendo mientras se aproximaba a nosotros. De paso logrando que todas las conversaciones pararan para darle un cordial salud a la joven, se nota que por aquí es muy querida.
Tendero: Oh, hola Rose -mencionó amablemente- ¿ya compraste las ofrendas?
Rose: Si, justo iba para allá a orar, lo de siempre -declaró con una sonrisa amable antes de notarme a mi y a las chicas- no nos hemos visto antes ¿verdad?
Tendero: ¿Por qué no llevas a este joven junto a sus acompañantes al templo? Dicen ser viajeros, seguro el padre Cornello los puede ayudar con alojamiento durante su estancia en Lior -dijo para mi sorpresa.
Vaya... pero que conveniente.
Rose: Claro, no veo problema, y no importa si no tienen ofrendas. El padre con gusto les dejara pasar la noche en la iglesia -dijo en lo que decidimos seguirla. Esto estaba saliendo mejor de lo esperado.
Mientras caminábamos tras Rose, mis pensamientos se agolpaban como nubes oscuras en un cielo despejado. La figura de Lujuria merodeaba por mi mente, como un eco tenebroso tras de mí. La forma en que se presentó no solo era audaz, era un recordatorio de la fineza de la manipulación que podían ejercer los homúnculos. Entonces ahora, además de lidiar con Cornello, me topaba con la posibilidad de enfrentar a uno de los más peligrosos actores de la tierra de Amestris, pero con suerte, me dejara en paz, con mucha suerte.
Rose caminaba con confianza, y es que ella siempre había tenido un carisma natural que atraía la atención de los demás, tanto la Rose del recuerdo de Ed como Noah. La gente sonreía al verla, algunos incluso inclinaban la cabeza en un gesto de reverencia hacia su presencia. Era evidente que su rol dentro de esta comunidad iba más allá de ser solo una mujer: era un símbolo de esperanza. Pero tristemente ella no se daba cuenta por su devoción a Cornello.
Conozco su historia al derecho y al revés, perdió a su novio Cain en un accidente y tristemente se volvió una fiel devota de Cornello y el Letoismo con la falsa promesa de que su novio será revivido... puras mentiras.
Rose: El padre Cornello te recibirá con los brazos abiertos. La gente habla mucho de los viajeros que llegan a Lior al no ser tan frecuentes, y menos son los que traen noticias del exterior. ¿De dónde vienen?
Alfons: Viajamos de la ciudad central, buscando refugio y respuestas a las historias de este lugar. He oído hablar de los "milagros" de Cornello y la luz que ofrecen sus enseñanzas en este desierto -dije con una sonrisa forzada, tratando de jugar mi papel de crédulo y viajero perdido.
Rose: Oh, su carisma es contagioso. Muchos han encontrado paz y consuelo gracias a su guía. La vida aquí ha cambiado por completo desde que llegó. Me siento afortunada de ser parte de esta comunidad -dijo, con una emoción genuina que me hizo preguntarme qué tan profundamente había sido afectada por el culto de Cornello.
Aunque por otro lado, ella me caía mejor que la víbora de Noah, eso es un hecho.
Estábamos cerca del templo, un edificio imponente en medio de la comunidad. Las paredes estaban decoradas con alegorías doradas que brillaban intensamente bajo el sol. Cuando cruzamos el umbral, el aire cambió, lleno de una mezcla de incienso y un aroma dulce que llenó mis pulmones. Luego de eso la chica solo nos escolto a un lugar donde parecían haber varias camas y dijo que iría a informar de todo al padre.
Clara; Una cosa es segura, podemos despedirnos de todo el asunto de la infiltración.
Lyra: Esa mujer nos arruinó todo en cuanto mencionó la verdadera identidad del señorito... note el tatuaje de Ouroboros ¿era uno de los monstruos que nos comentó, señorito? ¿Uno de los homunculos?
Alfons: Si, así es. Ella fue quien le dio nuestra piedra roja robada a Cornello, con la intención de atraer alquimistas para que se interesen en crear la piedra filosofal viendo los ¨milagros¨ que crea Cornello con nada más que una burda imitación. Incluyendo revivir a los muertos... el engaño perfecto -dije fastidiado- no tengo tiempo para esto, cada minuto perdido es un minuto más que tenemos a los de Drachma encima.
Lyra: Miranda está esperándonos, debemos enviarle las próximas órdenes pronto.
Alfons: Para eso necesitamos el mapa de la ciudad y un desglose de cualquier salida secreta e información en general de la economía para no afectar ninguna área comercial... -Siendo en ese momento que la puerta se abrió, y al ver quienes eran, una sonrisa se formó en mi rostro- miren nada más, mi lindo par de espías nos encontraron -dije mirando a los niños monaguillos.
Leo y Rick, un par de niños Ishvalanos que prácticamente adopté poco después de que deje la ciudad de Table hace tres años.
Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, me había ido a asegurar la llegada de las provisiones a la ciudad de Pendleton mientras se ejecutaba el plan de infiltración en Creta. Todo normal al comienzo, pelear un par de batallas, ejecutar a un par de traidores, lo normal en una ciudad asediada por una guerra fronteriza. Pero poco después de llegar pasó algo que me hizo ser yo mismo quien destruyera una sección de la ciudad (deshabitada aclaro) de la rabia que sentí en ese momento.
El cual fue el instante de ver a dos niños Ishvalanos que iban a ser quemados vivos por algunos militares amestrisanos por diversión junto a algunos habitantes de la ciudad que decían que por culpa de los niños ahora su ciudad estaba ¨maldita¨.
Mi reacción al enterarme fue de lo más natural, mandar a dormir a todos dándoles una golpiza y luego me lleve a los niños conmigo... que estupidez, temer a los que no son como tu sin conocerlos es solo ignorancia y de la mala. Así que desde entonces, se quedan conmigo. Al principio costo que confiaran en mi por todo ese fastidio de la discriminación a los Ishvalanos por la guerra civil, pero luego de un tiempo son como dos hermanos menores para mí.
Leo y Rick se acercaron con ojos brillantes. Los niños, con sus prendas sencillas y rostros marcados por las tensiones de su pasado, habían encontrado una especie de refugio a mi lado, aunque los fantasmas de su infancia nunca desaparecieron del todo, hago lo que puedo para que se sientan a gusto conmigo.
Rick: ¡Alfons! ¡Te extrañamos! -dijo el más pequeño abrazándome, con una sonrisa genuina que iluminó su rostro incluso en medio de la opresión de Lior. Leo, más serio pero igualmente emocionado, asintió.
Leo: Hemos estado observando a Cornello y su gente en la plaza. Los residentes le tienen un respeto y temor reverenciales, hasta da miedo.
Alfons: No es sorprendente. Cornello ha tejido una tela de mentiras que puede aplastar cualquier atisbo de libertad en su corazón. Debemos ser cuidadosos.
Los niños intercambiaron miradas, comprendiendo la gravedad de la situación. Me acerqué al mayor de los dos, colocando una mano suave sobre los hombros de Leo y con la otra abrazaba al niño que se pegó a mi con cariño.
Alfons: ¿Han visto algo interesante? ¿Algún movimiento del padre Cornello, o de sus seguidores?
Leo: Ayer vi a algunos de sus hombres llevando cargas pesadas al templo. Tenían una apariencia... diferente, como si estuvieran trayendo algo importante. Creo que armas.
Rick: Hemos espiado a todos y nadie sospecha de nosotros, somos solo unos monaguillos molestos a los ojos de las personas de este pueblo. Somos como sombras -dijo con emoción.
Leo: Aquí tienes lo que creo que estás buscando, un informe que habla de todas las rutas secretas de escape o de entrar a la ciudad secretamente, además de todas las salidas principales y un mapa del lugar hecho a mano. Con todo e información general de Lior.
Rick: Yo ayude, averigüe muchas cosas y Leo las puso en el papel -dijo emocionado.
Maldita sea, estos dos son muy tiernos. Justo al mismo nivel que Fletcher, pero con una situación diferente por muchas razones. Pero en fin, mi punto es ¿porque estoy rodeado de niños tan lindos?
Alfons: Buen trabajo niños. Mándenle ese reporte a Miranda ustedes dos con un halcón mensajero o lo que sea -dije mirando a ambas chicas que asintieron- yo mientras me ocuparé de nuestro amigo el padre Cornello -dije saliendo de la habitación de invitados de la iglesia con una meta clara, recuperar lo que le fue robado al estado y hacernos con el control de Lior hoy mismo.
De allí en más no fue tan difícil encontrar la oficina de su santidad, solo fue cosa de encontrar la habitación más custodiada del templo y una vez la encontré, tan solo fue cosa de tomar el cableado de la transmisión de radio de la iglesia y encenderla sin que el sacerdote se diera cuenta (si, decidí copiarle el estilo sobre cómo resolviste el problema, Ed, al menos de momento). Y una vez hecho eso, solo fue cosa de entrar a escondidas con ayuda de mi alquimia y prepararme para empezar con la función.
Una vez entré pude ver al tipo que buscaba hablando con uno de sus diáconos, con que ese es Cornello, todo un viejo pelón que parece más a sacerdote católico o que cualquier otra cosa.
Ahora que lo pienso, aparte de Ishvala y todo el asunto de la Verdad ¿existirán religiones genuinas en este mundo? Bueno... mejor no me pongo a debatir sobre la veracidad de la religión conmigo mismo o de aquí no me muevo en horas.
Cray: ¿Alfons Heiderich?
Cornello: Si, Cray. Es el segundo chico más joven en ser certificado como alquimista del estado pero también es el soldado más joven en alcanzar el rango de general de brigada en la historia del país -dijo con seriedad- lo llaman el alquimista de los cielos.
Cray: ¿Está seguro de que es él, padre? ¿Qué está haciendo un militar de tan alto rango aquí? No pueden saber de nuestro plan... -declaró frunciendo el ceño.
Cornello: Esos perros de los militares tienen muy buen olfato -dijo con tristeza fingida- los militares a los que sirve ese niño han visto nuestro paraíso y quieren intervenir. Son codiciosos, almas malvadas, debemos salvar a mis hijos de ellos ¿lo entiendes?
Cray: Haré lo que quiera mi Dios -dijo haciendo una reverencia.
Cornello: Tu recompensa en el cielo será muy grande.
Así que una recompensa del cielo ¿eh? Bueno, no queremos que el buen padre sea un mentiroso ¿no? Así que sin pensarlo mucho, solo me deje caer desde el techo que era donde observaba la conversación y así use al buen Cray como colchón de aterrizaje, mandándolo al mundo de los sueños en el proceso.
Cornello: ¡¿Pero qué?! ¡¿Tú eres...?!
Alfons: General de brigada Alfons Von Heiderich Mustang, un placer -dijo como si nada- y me gustaría tener una audiencia con usted, Padre. Escuche que es un hombre ocupado que no tiene tiempo para otras cosas, asi que decidi abrirme tiempo yo mismo en su muy ocupada agenda... -le respondí con sarcasmo.
A lo cual el viejo parpadeó incrédulo, su rostro pálido cambió rápidamente de sorpresa a una expresión de desdén. Se irguió en su silla y ajustó sus ropas como si un simple gesto pudiera restaurar su autoridad después de mi inesperada entrada.
Cornello: ¿Qué te hace pensar que puedes entrar en mi templo como si fueras un dios mismo? -su voz adquirió un tono amenazante.
Alfons: Bueno, he estado escuchando un par de cosas interesantes sobre usted y su "reino". Es fascinante cómo ha conseguido seducir a la gente de Lior con esas mentiras sobre la resurrección y los milagros. -dije mientras daba un paso hacia adelante, manteniendo el contacto visual.
Cornello: Mis "mentiras", como tú las llamas, han traído paz y prosperidad a este pueblo. Lo que ofrezco es un regalo divino. Lo que tú, como militar, no comprendes, es que el control de la verdad es tanto una responsabilidad como un privilegio -su tono cambió de amenazante a arrogante, mostrando ese tipo de confianza que solo puede venir de alguien que ha manipulado todo a su alrededor con garantías de éxito.
Alfons: ¿Control? ¿Responsabilidad? Por favor, padre Cornello. Eres solo un charlatán que ha usurpado la fe de la gente y la ha convertido en tu propia herramienta de opresión -me acerqué más, disfrutando ver cómo su rostro se tornaba de indignación.
Cornello: ¡Cuidado con lo que dices, niño! -dijo, pisando el suelo con fuerza, como si quisiera hacer temblar los cimientos de su propio orgullo. Tomó un respiro profundo, intentando recuperar la compostura- No entiendes con quién estás hablando. Soy el profeta de Leto, el portador de la luz, y aquellos que se atreven a cuestionar mi poder...
Alfons: ¿El portador de la luz? -lo interrumpí, dejando salir una risa sarcástica- No eres más que un ladrón que ha robado la fe de esos pobres desgraciados. La luz que tanto proclamas se ve empañada por la oscuridad de tus intenciones -dije antes de mostrar una actitud más seria- usted tiene algo que es propiedad del ejército. La piedra roja con la que hace estos disque milagros, la quiero devuelta -dije mirando el anillo en su mano izquierda.
El sacerdote se rió, un sonido que vibraba con arrogancia y desdén. Sus ojos destellaban con una mezcla de miedo y furia. Era evidente que bajo esa fachada de poder y divinidad, había un hombre que sabía que su tiempo se estaba acabando.
Cornello: ¿Crees que puedes simplemente entrar aquí y reclamar lo que es mío? La piedra no es solo un objeto; es el corazón de mi religión, la esencia de mis "milagros". Sin ella, no soy nada. ¿Te has preguntado por qué la gente tiene tanta fe? Es porque ven resultados, ven la luz... y todo gracias a mí.
Alfons: La única luz que traes es la que brilla en tus ojos al engañar y manipular a estos inocentes.
Cornello apretó los dientes, claramente frustrado. Di un paso más hacia él, consciente de que la situación se tornaba peligrosa, pero decidido a seguir adelante. Mi conexión con el ejército y mi autoridad como alquimista me daban cierta ventaja, pero sabía que este tipo no se rendiría fácilmente.
Alfons: La gente en este pueblo merece saber la verdad. Te han seguido, sí, pero solo porque no conocen la realidad. La fe sin conocimiento es una herramienta de control, y tú eres su maestro títere -dije con molestia- en todo caso ¿por qué organizaste toda esta farsa del dios del sol? Tienes una piedra roja, aunque no es una piedra filosofal genuina, tiene mucho poder por sí sola. No necesitas ninguna orden.
Cornello: Niño tonto... Esta es la piedra filosofal real, con ella tengo todo el poder que necesito. Pero aun así necesito más poder -dijo con una sonrisa maliciosa- la orden trae seguidores que darían sus vidas por mi con los ojos cerrados, además de que consigo todo el dinero que quiera gracias a las donaciones...
Alfons: ¿Y luego qué? ¿Una iglesia más grande?
Cornello: Es mucho más que solo eso, mis creyentes serán el ejército más poderoso que jamás haya visto el mundo, no le temerán ni siquiera a la muerte ya que creen que puedo revivirlos. Ya lo veras, controlaré el país con la piedra y mis seguidores para reconstruirlo a mi antojo. Tal vez si te unes a mí podría compartir las sobras contigo mocoso -dijo riendo como el típico villano de novela clásica.
Encima que cree tener la piedra real resulta que sigue el mismo plan que el otro Cornello... ante ustedes, los sueños de un hombre patético con delirios de grandeza que nunca se harán realidad, es tan triste.
Alfons: Vaya que es un tonto, en cuanto se siente amenazado escupe toda la sopa... solo me pregunto cuanto tardara la gente en entrar aquí para buscar respuestas de usted, padre -dije revelando el micrófono a mi pies.
Siendo así que Cornello lo entendió, toda la ciudad nos había escuchado y se enteraron de la verdad, sus milagros eran solo patrañas hechas con una piedra roja. Y antes de que pudiera hacer algo es que, usando mi cuchillo con algo de alquimia es que logre hacer un corte de aire limpio, cortándole la mano con todo y anillo.
Alfons: Esto creo que es de mi propiedad -dije tomando la mano cercenada y tomando la piedra.
Cornello: Tu maldito mocoso... -dijo sujetándose el muñón- ¡esto no terminará así! -dijo para luego salir huyendo. A lo cual no le di mucha importancia, más sabiendo lo que pasaría a continuación.
Lo cual fue ver como Cornello no llegó muy lejos debido a que justo frente a la iglesia ya se encontraba prácticamente toda la ciudad reunida con tubos, palos, piedras y demás en busca de respuestas sobre que su aparente religión era nada más que una mentira... esto se pondrá bueno, y yo sin mi café.
Mientras la multitud se congregaba a las puertas de la iglesia, el ambiente se tornó eléctricamente tenso. Los rostros de los ciudadanos, que antes estaban dominados por la fe ciega hacia Cornello, ahora reflejaban confusión, rabia y miedo. Las palabras que había lanzado como un desafío resonaban en sus mentes, provocando pequeñas sacudidas de incredulidad. Vamos a ver cómo sale de esta el falso pastor.
Siendo la respuesta que al ver con lo que se encontró, atrapado entre sus fieles y la verdad que trataba de ocultar, Cornello se paralizó. Iba a necesitar más que palabras vacías y promesas ilusorias para calmar a los ciudadanos que habían sido traicionados. No pasó mucho tiempo antes de que el murmullo de la multitud se convirtiera en un clamor, voces llenas de preguntas y acusaciones que se lanzaban hacia la entrada de la iglesia.
Cornello: ¡Gente! -gritó con desesperación, tratando de recuperar control sobre sus seguidores mientras retrocedía hacia su templo, que antes estaba lleno de opulencia y ahora parecía una prisión de su propio diseño-. esto es un engaño. Este joven es un intruso, un monstruo que busca destruir nuestra paz. ¡No creáis en sus mentiras! Yo os he traído paz, prosperidad... ¡he cumplido vuestras esperanzas! ¡Leto os ama!
Con que vamos a jugar con la carta de Leto hasta el final, pues bien entonces. Que así sea.
Ciudadano 1: ¡Miren la estatua de Leto! -gritó una de las personas que solo señalaron como algo que debería ser imposible en todo sentido estaba pasando ante sus ojos. El como la estatua dentro del templo de varios metros de alto de repente se levantó y salió de la iglesia, destruyendo la parte de enfrente en el proceso.
Y si, yo me encontraba en la cabeza de dicha estatua parado como una especie de enviado de los cielos con la piedra roja en mi mano (más un par en mis bolsillos). Si solo derroco a este tipo la ciudad terminará en caos, tendré que hacer lo mismo que los homúnculos hicieron en su momento, buscar un reemplazo.
Hora de jugar a ser el enviado de Dios, pero obvio que no tomaría el trabajo de nuevo guía espiritual, para eso tengo alguien más en mente.
Alfons: ¿Amor? ¿O acaso es control? -pregunte con burla rompiendo el silencio hecho por la incredulidad de todos al ver la estatua de Leto aparentemente cobrar vida- Cornello, el dios del sol no te quiere más aquí, has mancillado su religión y lo has entristecido profundamente con tus deseos egoístas.
El hombre que empezó todo esto retrocedió con una mirada de pánico, sus ojos viajando desesperadamente entre la multitud enfurecida y la colosal estatua que ahora representaba a un dios que jamás había existido. La confusión y el miedo comenzaban a transformarse en rabia hacia él, y poco a poco, aquel brillo de fervor que había mantenido en sus seguidores se desvanecía como arena entre sus dedos.
Cornello: ¡Esto es un engaño! -su voz temblaba, y sus palabras eran más un intento de autoafirmación que un mensaje convincente-. ¡No podéis creerle! ¡El poder del dios sol está conmigo, y su voluntad se manifiesta a través de mí!
Desde la cabeza de la estatua, con mi postura erguida y la piedra roja reluciendo en mi mano, decidí seguir el juego. La imagen del dios radiante, poderoso, que había prometido vida eterna a sus seguidores, había sido transformada en un símbolo de liberación de sus cadenas y mentiras.
Alfons: El dios del sol Leto ha visto la verdad, Cornello. Tú eres solo un impostor. El don no fue tuyo, fue un regalo del engaño, y ahora el tiempo de tu lamentable juicio ha llegado. El pueblo de Lior tiene derecho a conocer la verdad, y yo, como su nuevo mensajero, vengo a liberarlos de ti.
Mi voz resonó por el aire como un eco, inyectando una dosis de confianza en la multitud. Se sintieron conectados. La estatua avanzaba hacia Cornello, y él, forzado a mantenerse firme, se dio cuenta de que su situación se tornaba rápidamente aterradora.
Cornello: ¡Retira esa estatua! ¡No tienes autoridad aquí! ¡Soy el profeta elegido por Leto! -proclamó, intentando recuperar lo que le quedaba de dignidad, pero su voz sonaba vacía.
Alfons: ¿Elegido? -repetí, alzando una ceja-. ¿Y dónde está la evidencia de ese supuesto poder divino? Tus amenazas no tienen peso ante la realidad. Los milagros que has vendido son fábulas. La verdad siempre sale a la luz, y hoy, serás despojado de tu manto de engaño.
La multitud comenzaba a murmurar, y los murmullos se transformaron en gritos. Gente que había vivido en la oscuridad de la manipulación durante tanto tiempo ahora comenzaba a cuestionar. El murmullos se transformaron en gritos de desconfianza hacia Cornello, quienes discutían entre ellos sobre los hechos de su vida, las promesas no cumplidas y las evidencias de un liderazgo fallido.
Ciudadano 2: ¡Él nos ha mentido! ¡Nos prometió que nuestros seres queridos volverían!
Ciudadano 3: ¡Solo somos peones en su juego!
Así, la convicción del pueblo crecía a medida que lanzaban sus interrogantes hacia Cornello. La piedra roja en mi mano comenzó a brillar intensamente, y el poder emanado de ella resonaba con la ira y la rabia de cada alma que se había visto atrapada en la trampa del falso dios.
Cornello: ¡No! ¡Silencio! -gritó, con su voz llevada por la desesperación-. ¡Guardias! ¡¿Dónde están mis guardias?!
Alfons: No vendrán, estás solo, tus días de opresión han terminado, Cornello. Ahora, por la fe que has destruido, pagarás el precio -y al decirlo, levanté la piedra roja hacia los cielos. Contrario a todo pronóstico, una luz intensa comenzó a irradiar desde ella, una luz que iluminó el templo y capturó la atención de cada persona en Lior.
La estatua de Leto se detuvo, y por un instante, el mundo pareció suspenderse. Todos los ojos estaban fijos en mí y en el resplandor que brota de la piedra, como un faro que prometía redención y liberación a todos aquellos que habían puesto su fe en las falsas palabras de Cornello.
Alfons: La verdad brilla más que cualquier mentira. A partir de hoy, ya no serás su líder. La gente de Lior elegirá su propio camino, sin miedo a los engaños.
Cornello, al verse aislado en su propia iglesia, finalmente comprendió la futilidad de su resistencia. El poder que había cultivado con manipulaciones y la falsa fachada de milagros se desmoronaba ante él, así como sus ilusiones de grandeza.
Cornello: ¡No puedes hacer esto! Este pueblo me necesita... ¡Yo les he dado todo! -grito antes de que varias manos de piedra hechas con alquimia salieran del suelo y lo sometieron.
Alfons: No has dado nada más que mentiras y un espectáculo vacío. El verdadero regalo es el conocimiento y la libertad, algo que tú nunca has ofrecido.
Con una firmeza renovada, bajé la piedra roja y me acerqué a la multitud con la mirada mientras la mano de la estatua bajaba al suelo suavemente. Podía ver en sus rostros la mezcla de determinación y miedo, lo que alimentó aún más mi convicción.
Alfons: Nadie más estará bajo el dominio de tus falsedades. De ahora en adelante, el pueblo de Lior buscará su propio camino. Pero no estarán solos, este pueblo necesita una nueva guía, alguien que ame a su gente y se preocupe por el bien de los suyos. Alguien que le importe Lior, y el dios del sol ya eligió a ese alguien, yo solo soy un enviado para encaminar a esa persona... ¡ROSE! -grité a la vez que todos se voltearon a ver a la chica que estaba incrédula por todo lo que pasaba.
Y no la culpo, en menos de un minuto todo lo que creía había sido destruido. Era hora de rectificar eso.
Rose: ¿Yo?
Alfons: El dios del sol ha hablado, él quiere que tú seas la nueva profeta de Lior. ¡Todos, celebren como se debe a su nueva pastora, Rose, la santa madre!
Rose se quedó atónita por un instante, sus ojos reflejaban tanto la sorpresa como el miedo. La multitud, que había comenzado a girar su rabia hacia Cornello, ahora se volcaba hacia ella, unos con expectativa, otros con incertidumbre y un puñado con aprehensión. Pero había algo en su esencia que indicaba que los corazones de los ciudadanos comenzaban a abrazar la idea de un nuevo liderazgo.
Alfons: La gente necesita una voz que les hable con sinceridad, alguien que entienda su dolor y anhelos. Tú, Rose, has estado con ellos en los momentos difíciles, has llorado sus pérdidas y celebrado sus alegrías. Eres el corazón de Lior, y ahora es el momento de que asumas el rol que te corresponde.
Rose: Pero... ¡No puedo! -exclamó, su voz temblando-. No soy más que una simple mujer. Nunca he estado a la altura de un líder. Yo solo quería a Caín de vuelta, ahora...
Alfons: Precisamente por eso, Rose. Lio no necesita de un tirano que les hable desde la pomposidad de un templo, sino una guía que camine junto a ellos. Eres fuerte y amable, cualidades que la gente valorará más que cualquier promesa vacía. Escúchalos, y ellos te seguirán. Ellos son tu familia, perdiste a Cain, pero el resto de Lior está contigo.
La multitud empezó a murmurar de nuevo, mis palabras resonaban en sus corazones. Un hombre, entre la multitud, dio un paso adelante.
Ciudadano 4: ¡Él tiene razón! Rose está con nosotros. Nos ha estado cuidando desde mucho antes de que Cornello llegará. ¡Es hora de que ella tome el control!
Ese grito de apoyo se transformó en un eco, y más y más ciudadanos comenzaron a unirse, animando a Rose. La idea de tener una nueva guía, alguien que realmente se preocupaba por ellos, comenzó a tomar fuerza. La decepción hacia Cornello, quien había cimentado su fe en mentiras y manipulaciones, se volvía más aguda.
Alfons: Sí, Rose. Has sido la única que ha mantenido la fe en este pueblo. Ahora, el dios del sol Leto te elige para ser su nueva mensajera. Es tu momento de brillar. Toma el lugar que te corresponde y guía a esta gente hacia la verdad.
Rose: ¿Yo? No sé si soy capaz... -Su voz temblaba, pero las palabras ya estaban ahí, flotando en el aire, esperando que ella las tomara.
Alfons: Tienes un corazón puro y has creído en la esperanza cuando otros sólo vieron oscuridad. Es hora de que uses eso y te levantes. El pueblo de Lior necesita alguien que sea verdaderamente uno de ellos. Alguien que no busque poder, sino que busque la verdad y la justicia.
La chica miró a su alrededor, su mirada se encontró con la de los ciudadanos que la estaban observando con una mezcla de esperanza y expectativa. Era un momento crucial: podría seguir siendo la mujer que siempre había sido, atada a las pérdidas y miedos que la dominaban, o podría transformarse en algo más grande, reclamar su lugar como líder de su pueblo.
Entonces, la multitud comenzó a gritar su nombre, el de Rose, el de la nueva santa madre y junto a sus voces emergió ese ardor que había estado dormido bajo el yugo de Cornello. En el fondo, Rose estaba marcada por sus experiencias, pero había algo más en ella, una chispa que empezaba a brillar..
Rose: Si... si deberíamos intentarlo -dijo finalmente, su voz surgiendo con fuerza a medida que reconocía su propio valor- Pero no lo haré sola. Necesitaré el apoyo de todos ustedes. Juntos podemos reconstruir Lior y dar lugar a una fe que no se basa en mentiras, sino en la verdad y la unidad. No soy una profeta, pero sí soy un corazón que quiere ver esta ciudad prosperar y renacer de sus cenizas -dijo para en respuesta ser vitoreada.
Y como cereza del pastel, hice que la estatua hiciera una pose como dando su bendición a Rose para que luego la misma se hiciera polvo a los ojos de todos. Leto había dejado la ciudad, pero la dejó en manos de su amada elegida que sabría cuidar de su gente.
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(Tiempo después, noche)
Luego de todo el espectáculo que hice para derrocar el Letoismo, fue sencillo tener una audiencia con Rose y explicarle la amenaza que venía del norte con el ejército de Drachma viniendo al país desde el desierto. Con dicho conocimiento, ella aceptó sin muchos peros la intrusión de mis tropas en la ciudad para establecer a Lior como cuartel general de estrategias a cambio de asegurar la seguridad de los ciudadanos.
Y para cuando cayó la noche, ya Lior estaba lista para ser el centro de operaciones desde el cual íbamos a dirigir las tropas y ocuparnos de la amenaza del norte en poco tiempo. De verdad todo salió a pedir de boca. Y no había que preocuparse de Cornello, fue puesto en custodia ni bien los militares pusieron un pie en la ciudad.
Mientras que cualquier intento de rebeldía por parte de sus seguidores más fieles fue finalmente socavado por Miranda con la información obtenida por Leo y Rick.
Alfons: Al final todo salió a pedir de boca. Nos hicimos con la ciudad quien ahora tiene una nueva líder, derrocamos el Letoismo, recuperamos una piedra roja robada y nuestra base de operaciones está lista. Y todo en un solo día -dije en lo que Lyra me servía un café.
Clara: La verdad, Alfons cariño, no pensé que conseguirías hacer todo esto en un solo día. Fue como una novela que se desarrolla a toda velocidad -dijo, aún sacudida por el torbellino de eventos en el que habíamos estado.
Alfons: Todo fue gracias a la fe ciega que Cornello había cultivado y el buen papel de Rose como la nueva líder. Su historia personal resonó en muchos, y ahora pueden ver su verdadero propósito. La gente necesita algo en lo que creer, y si la fe en una figura que genuinamente se preocupa por ellos puede reemplazar a las mentiras que han escuchado, entonces hemos logrado algo importante.
Si, era eso o dejar que la ciudad cayera por su propia mano entre los que ya no creían en Cornello y los que sí... Este fue el mejor rumbo a tomar.
Lyra: Además, a veces solo se necesita una chispa para encender una revolución. Rose tiene ese.. "aura", por así decirlo. La gente la siente como un faro de esperanza -dijo mientras le daba un sorbo a su taza-. Nunca olvidemos que el poder de la fe no solo reside en los líderes, sino en el pueblo que la sigue -dijo sirviendo otra taza- ¿En qué piensas, señorito?
Alfons: En todo el camino que aún nos queda por recorrer. La victoria en Lior ha sido un paso importante, pero el verdadero desafío está por llegar con Drachma. Aún tenemos tiempo para prepararnos. Eso es lo más crucial. Rose ahora tiene el apoyo de su pueblo y la oportunidad de construir una comunidad unida. Ahora depende de nosotros resguardar a esta gente y que el conflicto no...
Y fue allí que una acalorada Miranda se abrió paso en el cuarto con varios documentos en mano seguida por los niños, oh genial. Malas noticias.
Alfons: Déjame adivinar, los tenemos encima -dije en lo que ella asintió, pero claro.
Miranda: ¡Así es! ¡Drachma nos está atacando!
Un descanso, un maldito descanso de al menos un día o dos ¡¿era mucho pedir?!
Alfons: ¿Cómo cuántos son? -pregunte con seriedad.
Miranda: Como ocho divisiones, o al menos eso estime en la patrulla aérea, y ese es el escenario más optimista.
Me lleva la que...
Alfons: ¡Son muchos más que nosotros! -dije gruñendo- a estas alturas de mi vida me pregunto si los comunistas son sembrados en campos de concentración en vez de nacer. Esto no podría ser peor...
Leo: Pues en realidad... -lo escuche, pero yo ya estaba metido en mi propio mundo caminando de un lado a otro de la habitación, pensando, planificando.
Alfons: Ellos no deberían conocer aún la importancia estratégica de Lior ¿Acaso abandonaron sus planes por un sorpresivo ataque inesperado? Los comunistas no deberían ser tan adaptables ¿acaso adivinaron nuestro plan o algo se filtró?
Clara: Pues toma en cuenta que destruimos su capital y encima mancillar su orgullo en todo sentido posible.
Alfons: Oh, buen punto -dije olvidando ese pequeño detalle. De verdad que las cosas no podían empeorar.
Siendo en ese instante que escuche la puerta abrirse de nuevo con violencia pero ni me fije quien era, tengo cosas más importantes de las que preocuparme.
???: ¡Allí estás tú... ! -dijo solo para que lo ignorara. Que curioso, conozco esa voz. ¿De donde...? ¡No, Alfons! ¡Concéntrate!
Alfons: Bueno, no importa. El enemigo es humano, no deben traer artillería pesada ya que su movilidad en la arena del desierto es muy difícil a menos que se hayan adaptado, cosa que dudo. Así que solo deben tener equipo ligero... Si no preparamos a las tropas rápido y avisamos en Múnich de requerir refuerzos... podríamos perder nuestra nueva base y con lo que nos costó conseguirla -dije revolviendo papeles y revisando diferentes mapas.
Miranda: Joven Alfons -la escuche decir, pero no estaba de humor para prestar atención ahora.
Alfons: En serio esto es frustrante ¿porque esos comunistas no pueden solo quedarse tumbados en la nieve y ya?
Clara: Alfons, cariño...
Alfons: Como si no hubiera sido suficiente molestia lidiar con Cornello...
Lyra: Señorito, le hablan
Alfons: ¿Qué hacen aquí todavía? -pregunte sin ver a nadie en particular- Clara, Lyra, despierten a las tropas, Rick y Leo vayan a ayudar a los civiles a ir a las zonas seguras, Miranda, ve al oasis y que tengan listo el armamento de Xing ¡debemos movernos antes de que el enemigo nos caiga encima!
Y fue allí cuando Clara, ya harta de que los ignorara, me agarró la cabeza con una mano y me girar para notar quien fue la persona que acababa de llegar... quien no se trató de nadie más que Edward, el cual estaba sujeto por los niños para no lanzarse sobre mí, con una mirada de pocos amigos y puños apretados listos para partirme la cara... ¿Está mal decir que me gusta ver su cara enojada también? Es como ver a un perrito enojado que al final acaba viéndose tierno.
Edward: Buenas noches... -exclamó con un tono amargo y una hostilidad palpable. Si, estaba jodido.
... Oficialmente ya valió madres y ni se porque.
Notes:
Y ese es el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, Alfons tiene los recuerdos de cuando Cicatriz intento volver Lior una piedra filosofal, así que pensó que el mejor plan de acción sabiendo como es la gente de Lior, era darles una nueva figura a la cual seguir, y ya sabia que Rose como la santa madre haría un buen trabajo.
Por otro lado, ahora viene un momento tenso, el capitulo que viene será en parte flashback, porque el asunto va más allá de hacer que Edward hiciera trabajo de oficina.
En fin, de momento por ahora, nos vemos.
Chapter 20: Capitulo 18: Prueba de fuego
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Cuartel general de estrategias, ciudad de Lior, Amestris)
Ha pasado más de un año desde la última vez que supe algo de él. Según los informes de mis espías Edward debería estar en el cuartel general en Ciudad del Este, a varios kilómetros de aquí. Pero no, Edward estaba justo aquí, en frente de mí en tiempo real... es tan hermoso como el día que lo perdí, por tener que ir a la guerra, aclaró.
Pero no podía ignorar el hecho de que parecía estar furioso conmigo ¿será por eso que no he recibido ninguna carta suya en más de un año aun cuando yo seguí enviando cartas de forma constante? No será que... ¿acaso ya descubrió la verdad? ¡Gracias por nada, papá! O seguro fue alguno de sus hombres... no se porque, por alguna razón, quiero patearle el trasero a Havoc.
Alfons: Ed... hola... -dije algo nervioso- ¿Cómo fue que llegaste aquí? Todo camino hacia esta zona fue obstruido, y está prohibido venir aquí a menos que seas personal autorizado, no importa que tan alquimista estatal seas.
Clara: Alfons, creo que el cómo llegó aquí es la última de tus preocupaciones -dijo haciéndome suspirar. Odio admitirlo pero es verdad.
Prioridades.
Alfons: Chicas, que tomen un tren, los dos -dije mirando tanto a Ed como a su hermano que estaba asomándose fuera de la habitación- y que se vayan de vuelta a central o ciudad del este cuanto antes. Si estoy en lo correcto lo último que quiero es tenerlo aquí para mañana a mediodía si saben tan bien como yo lo que terminará pasando -di la orden.
Solo para que en respuesta ninguna de las chicas se atreviera a ponerle una mano encima al alquimista de acero que tenía cara de perro de malas pulgas. Y lo cierto es que no las culpo, hasta yo me lo pienso dos veces si tengo que lidiar con un Ed en verdad molesto.
Miranda: Lo que sí sé es que yo no quiero estar aquí ahora -y dicho eso salió del cuarto.
Lyra: Iré a conseguir los boletos, señorito -yéndose con los niños ishvalanos.
Clara: Te quedas solo, adiós -y se fue también.
Y así me quedé solo con los Elric, vaya, con que hasta aquí llega la lealtad, nótese el sarcasmo.
Edward: ¡Ahora escucha, tu...! -dijo solo para guardar silencio al notar que yo también me estaba enojando.
Alfons: Tu... fuera también -ordene al hermano menor que al ver que no estaba de humor para aceptar réplica alguna solo se alejó intimidado. Me dio un poco de pena, a fin de cuentas no era culpa suya que estuviera furioso de que se descubriera el pastel.
Bien, ahora estamos solos... y yo deseando volver a tener la edad legal para beber alcohol. Esto será complicado, a ver Alfons, solo piensa en todos los escenarios que pensaste los últimos años para este momento... ¿a quien engaño? ¡Ahora todo eso es basura!
Edward: Entonces... ¿En estos años te has vuelto más intimidante? ¡No me importa! -dijo agarrándome del cuello de la camisa- ahora mismo quiero que me digas la verdad ¿Por qué me has saboteado? ¡¿Por qué tu padre y tú quieren la piedra filosofal?!
Pero claro que sería eso. Haz lo que decidiste hacer el día que te descubriera Alfons, finge demencia.
Alfons: ... ¿Eh?
Edward: ¡Sabes perfectamente de lo que hablo!
Bueno, no queda de otra, toca decir la verdad... literalmente la última opción para la mayoría de la gente. No porque sea malo, sino porque casi siempre eso termina con consecuencias para el que confiesa ¿Y luego se preguntan porque uno prefiere la mentira? La ignorancia es felicidad, damas y caballeros.
Alfons: Pues te equivocas, tanto para mi padre como para mi la sola idea de buscar la piedra filosofal es una perdida de tiempo -dije soltándome de su agarre.
Edward: Si eso es verdad ¿Qué haces aquí! ¿Por qué derrocaste al tal Cornello? ¡Pregunte a la gente de aquí, todo indica que él tenía una piedra filosofal!
Alfons: Cornello no tenía una piedra filosofal, Ed. La suya era una piedra roja robada -dije cortándolo- y las piedras rojas son de mi jurisdicción como debes saber al yo ocuparme de su fabricación y administración.
Y si, yo le dije a Edward todo lo referente a las piedras rojas hace años en una de las tantas cartas que le enviaba, justamente para que supiera que existen y así no se obsesionara con búsquedas sin sentido relacionadas con piedras rojas. A palabras del propio Edward que conocí en mi vida pasada ¨no me interesan las baratijas¨.
¿Es un secreto de estado la información de las piedras rojas y si se enteran de que le di esa información a Edward hasta me podrían ejecutar? Si, seguro. Pero si así lograba que Ed no se metiera en problemas con el ejército buscando meter sus narices en la producción de piedras rojas creyendo que es la dichosa piedra filosofal. Bueno, es un riesgo que vale la pena tomar.
Ed: Pero... -busco reclamarme en lo que yo solo lo abrace con cariño. Como extrañaba hacer eso. Como tener en mis brazos a un gato arisco, si te tiene la suficiente confianza, se dejara querer.
Alfons: Míralo como que te ahorré el coraje de haber pensado que avanzabas en tú búsqueda y solo te topaste con un estafador -dije haciendo más fuerte el abrazo al sentir que él quería soltarse.
Posiblemente para tirarme todos los dientes de un puñetazo con su brazo de metal ¡así que ni loco lo suelto!
Edward: ¡No! ¡Me has estado mintiendo! ¡Tú has buscado la piedra estos años sin decirme nada! -dijo en lo que buscaba calmarlo por la paz... y por mi vida también.
Alfons: Y siempre fueron pistas falsas. Todas y cada una de ellas. Créelo o no. He intentado ayudarte, investigando las pistas que han surgido, la idea era de que si alguna de ellas era algo de utilidad, yo te avisaría -le dijo solo para recibir una sonrisa apagada como respuesta, una de condescendencia pero también de rabia.
Edward: ... No lo entiendes ¿no es así? -me pregunto con un tono hastiado y cansado- ¡Nunca te pedí que lo hicieras, es mi búsqueda, no tuya! ¡Son...!
Alfons: ¿Son tus pecados, no es así? Es lo que ibas a decir -dije con seriedad- Edward... no fue tu culpa -dije haciendo que se tensara en lo que yo no pude evitar el apartar la mirada.
Ed me miró fijamente, sus ojos dorados centelleando con una mezcla de enfado y desesperación. Sentía que el peso de la conversación se acumulaba entre nosotros, como una niebla densa que amenazaba con tragarse por completo todo nuestro ser si no deshacemos el nudo que nos ataba y soltábamos todo lo que queríamos decir... pero no puedo, al menos yo no, decir que tenía un armario lleno de secretos era quedarme en serio corto.
Si le decía la verdad lo más probable que pasara era que me golpeara por mentiroso o creyera que perdí la cabeza. Y ambas opciones estaban fuera de discusión.
Edward: ... No sabes de lo que hablas.
Alfons: Tal vez no, pero tu si sabes.
Edward: ¡Exacto, yo lo sé! ¡Yo fui quien perdió su pierna y su brazo! ¡Yo fui quien perdió el cuerpo de su hermanito por morder más de lo que podía masticar! ¡Por eso me da tanto asco cada vez que veo mi cuerpo en un espejo! ¡Tú no lo entiendes! -dijo separándose del abrazo con frustración.
Alfons: ... Eso no quiere decir que debas cargar con todo tu solo, lo sabes -declare decidido a defender mi posición.
Si, entiendo que Ed sufre mucha culpa, pero justamente por saber eso es que yo quiero ser algo así como un hada madrina o padrino mágico para él ¿que me odiara por eso? Pues bueno, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones al fin y al cabo.
Alfons: Edward, no se trata de cargar con el peso de tus errores. Se trata de entender que no estás solo en esto. Tenemos que apoyarnos...
Edward: ¡¿Apoyarnos?! -dijo, su voz elevándose aún más, la frustración reflejada en sus ojos- ¿Acaso no comprendes? ¡Soy un desastre! Destruirlo todo, siempre ha sido mi especialidad. No quiero que te metas en mis problemas ¡no son de tu incumbencia! ¡No quiero tener que...!
Alfons: ¿Qué? ¿Quieres protegerme? -interrumpí, sintiendo que la tensión entre nosotros comenzaba a desbordarse- ¿De qué exactamente? No soy un niño, Edward. Por mucho que legalmente sea uno por mi edad, he crecido. Mi experiencia no es la misma que la tuya, pero he enfrentado mis propias batallas. No puedes simplemente decidir por mí.
Edward: ¡Y tú no puedes decidir por mí tampoco! -dijo molesto- Tú no entiendes. ¡No tienes idea de lo que es lidiar con la culpa! -Su voz estaba llena de dolor y rabia, y yo podía ver cómo se debatía entre la furia y la tristeza.
Alfons: ¡Y tú no entiendes lo que es ver a alguien a quien amas destrozarse! -la ira comenzó a fermentar en la plática, de forma que no podía contener la emoción en mi voz- he estado observando tu lucha desde los márgenes, sintiendo cada golpe que recibes como si fuera un golpe directo hacia mí. Por eso, moviéndome entre las sombras, buscando formas de ayudarte a aliviar tu carga, he hecho lo que hice... porque no puedo quedarme de brazos cruzados mientras te haces daño.
Bien, parece que se relaja, tal vez logre esquivar esa bala. Cosa que de verdad quiero porque luego de tres años de la última vez que nos vimos. Mi única intención con Edward era la de, como dice la frase ¨mejor hacer el amor y no la guerra¨.
Edward: ... No quiero escuchar algo así de un asesino...
... ¿Qué?
Alfons: ¿Disculpa?
Edward: No te hagas el inocente porque no te queda ¡Se lo que hiciste en el pueblo de Arien! -me dijo con rabia bordando al desagrado en lo que yo solo pude respirar hondo al tener una idea clara de porque no he recibido ninguna carta de Edward en más de un año.
Si, se de lo que habla. Eso pasó en la frontera de Aerugo con Donbachi a finales del año pasado. Me dieron las órdenes, yo cumplí las órdenes... hoy será el día que hablaré de eso luego de que ese suceso pasara, suceso que sumado a otras cosas fue que me ascendieron dos rangos terminada la guerra... maldita sea.
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(Flashback, hace más de un año)
(Comando del frente oeste del principado de Aerugo)
Ahí estaba yo, un día normal en el frente desde que indirectamente acabe causando la guerra entre Donbachi contra el país de Amestris al hacerlos sentir arrinconados conquistando los demás países. Yo pensé que el problema acabaría cortando cualquier posible alianza entre Donbachi con los países vecinos, y ahora estoy en el frente una vez más arriesgando mi vida y lidiando con fuego de artillería.
Algunas cosas no son comunes, pero a veces llegaba a pasar que despiertas con un cadáver a tu lado. Así es la vida si estás en el frente. Pero justo hoy me llegaron órdenes directas del comando en la retaguardia. Al parecer la ciudad fronteriza de Arien había sido tomada por Donbachi, quienes le daban apoyo a los ciudadanos y ahora resulta que el pueblo se levantó en armas contra su propio país. Arien era una ciudad muy importante por su ubicación para Aerugo, y ahora quieren que solucione el problema lo más pronto posible.
Comandante: Alégrese, alteza -me dijo el oficial a cargo de operaciones en el oeste- le informo que tiene una misión especial desde las 14 y 22 horas. Y aquí están los detalles -explicó tras darme unos documentos.
Alfons: ... EL batallón experimental de combate alquímico aéreo debe eliminar a todas las fuerzas enemigas de Donbachi que se unieron a los rebeldes arienenses, después trabajar con los aliados para capturar la ciudad -leí las órdenes que venían directamente del cuartel general en Central.
Comandante: Requiere mucha agilidad, tanto el concejo real en la capital de nuestro país como el alto mando amestrisano cuentan con usted y sus habilidades, alteza -me dijo con el debido respeto a mi posición.
En cierto modo eso era un gusto culposo de estar en Aerugo, al ser nombrado príncipe heredero, me trataban como todo un noble de sangre azul. Más de una vez me han dicho que abandone el campo de batalla por mi posición pero sencillamente no podía hacerlo, yo empecé este desastre, yo lo termino. Además, manejar esta situación es algo que el príncipe heredero debe hacer, creo yo.
Alfons: Si se me ordena, lo haré. A fin de cuentas aunque sea el príncipe heredero en la milicia apenas tengo el rango de teniente coronel, toca obedecer -dije encogido de hombros- pero resultará muy difícil combatir en la ciudad.
Comandante: No se preocupe por eso -dijo llamando mi atención- la plana mayor de nuestro país aliado nos dio un plan muy bien pensado para ayudarnos a eliminar rápidamente a los enemigos.
Alfons: ¿Y de qué se trata? -pregunte teniendo un mal presentimiento.
Comandante: Se mandará una orden de evacuación a los pobladores de Arien, según la ley quienes estén ahí tras la orden serán considerados soldados de Donbachi, y se quedan bajo su propio riesgo... La orden del alto mando es eliminar a todos los enemigos, y es irrevocable. Al acabar con los soldados de Donbachi, realizaremos un bombardeo en la ciudad... -dijo haciéndome sudar frío al comprender lo que estaba pasando aquí.
Con tal de no entregar tan importante punto estratégico como lo es la ciudad de Arien, Amestris y la milicia de Aerugo llegaron a la misma conclusión. Que arda antes de entregarla al enemigo, con cualquiera que esté dentro cuando el infierno ocurra.
Alfons: Si, ya veo... hay que enfrentar un infierno al frente y también cuidarse del infierno de atrás -dije con una oscura ironía haciendo que el comandante apartara la mirada- le haré una pregunta muy tonta, comandante, pero... nuestro enemigo solo es Donbachi ¿no es verdad?
Comandante: ... Por supuesto, alteza -dijo sin quitar su vista de la ventana sin atreverse a verme a los ojos.
Alfons: Si fuera posible entonces quisiera saber la naturaleza del enemigo que vamos a enfrentar, señor.
Comandante: Con excepción de algunos soldados de Donbachi, todos son milicianos originarios de Arien, quienes capturaron a muchos civiles de Aerugo.
Dicho en otras palabras, los traidores a la corona tienen como rehenes a los ciudadanos que aún son fieles al país. Que complicado.
Alfons: Eso es realmente deprimente -dijo ya levantándome del sofá para irme- pero aún así debo ir a trabajar de inmediato.
Comandante: ... Si.
Alfons: Bueno, la presencia civil será un gran problema. Pero no creo que las tropas de Donbachi usen civiles como escudos humanos, por supuesto -dije solo para ser ignorado- simplemente vamos a tomar una base enemiga, y como somos muy respetuosos de las reglas si mandamos una orden de evacuación...
Comandante: Alteza -me dijo cortando mi oración.
Si... creo que me excedí, pero no me culpen por mostrarme tan sarcástico. ¿Quien estaria completamente de acuerdo con la idea de practicamente hacer genocidio destruyendo una ciudad de un país que tecnicamente hablando es tuyo? ¿Quién soy? ¿El alquimista carmesí?
Alfons: Me excedí, señor. Pido disculpas -dije haciendo un saludo militar.
Comandante: Lo entiendo, es una verdadera pena.
Alfons: Si, lo sé, es realmente lamentable... pero somos soldados, y si las órdenes dicen que hay que quemar Arien... es lo que debemos hacer -dije siendo consciente de cuál era mi misión asignada.
Comandante: ...Es una locura querer ser soldado ¿no es así? -preguntó sin apartar su vista de la ventana en ningún momento.
Alfons: Es una locura, sí, pero es la única forma de asumir las consecuencias de mis acciones -respondí con un suspiro, sintiendo la carga de mis decisiones previas. La guerra no era solo sobre victorias y derrotas, sino también sobre las vidas que se perdían en el camino.
Sin más de que hablar, me puse en marcha, sintiendo la pesada armadura de mi rango y responsabilidades en mi pecho. No solo era yo quien corría el riesgo; miles de vidas estarían en juego este día, entre soldados y civiles atrapados en el caos de la batalla. Solo queda esperar que al recibir la orden de evacuación, la gente de la ciudad tenga cerebro y deje toda esta locura.
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(Horas después)
(Ciudad de Arien, Frontera entre Aerugo y Donbachi)
Lyra: Tenemos información de los espías señorito -dijo mientras me servía el café de la tarde- tras enviar a algunos de nuestros hombres a repartir los volantes con la orden de evacuación sobre el cielo de Arien, ninguno de los ciudadanos abandonó la ciudad. Oficialmente se están declarando enemigos de Amestris y de Aerugo.
Maldita sea, todos son idiotas, todos y cada uno.
Alfons: ... ¿No lo entienden? -dije, apretando los puños sobre la mesa mientras la ira y el desasosiego se apoderaban de mí. La situación se estaba complicando más de lo que había anticipado- no tienen idea de lo que se les avecina.
Clara: Algunos de ellos creen que resistir es la única opción. Otros creen que el apoyo de Donbachi les garantizará una victoria. -me dijo en lo que me daba mi medicina, su voz era calmada, pero había un trasfondo de preocupación en sus ojos.
Alfons: ¿Y ustedes dos que piensan? -pregunté, buscando la sinceridad en su respuesta de mi enfermera y mi asistente respectivamente.
Lyra: Pienso... -hablo trás un prolongado silencio- que el miedo puede hacer que las personas actúen de maneras desesperadas. Pero también me pregunto si han perdido la esperanza en su propio país... -respondió, cruzando los brazos mientras me miraba.
No, sencillamente se dejaron comprar por promesas vacías y sienten que Aerugo ya no es su país desde la muerte del príncipe, siendo un extranjero amestrisano el siguiente en la línea de sucesión, yo. Y no voy a irme solo para darle el gusto a un pueblo de traidores que se aliaron con el enemigo solo por creerse patriotas. Se les dio la oportunidad, no la tomaron, no hay nada que hacer... tampoco me dolía tanto, yo ni siquiera nací como tal en este mundo de todos modos.
Con mi resolución recién formada fue que salí de la tienda donde estábamos planeando la operación, así me vi invadido por el ruido de las preparaciones que me rodeaban: los técnicos ajustaban las conexiones de los dispositivos de alquimia para las fuerzas aéreas, mientras que los soldados ajustaban y se aseguraban de calibrar su armamento, listos para embarcarse en una misión que sería recordada de diversas maneras.
Alfons: ¡Atención, batallón! -grité, intentando dominar el ruido. La mayoría se detuvo y me miró, esperando instrucciones- haremos frente a una misión crítica. La ciudad de Arien ha caído en manos de Donbachi y los traidores arienenses. Recibimos órdenes de eliminar toda resistencia y recuperar la ciudad.
Las miradas de los soldados reflejaban una mezcla de determinación y duda. Algunos sabían cómo la guerra podía afectar a aquellos que no estaban involucrados, pero el deber siempre ganaba al dilema de la moralidad.
Alfons: Pero, hay un gran inconveniente... Comprendemos que las circunstancias son complejas. No solo luchamos contra las tropas enemigas de Donbachi, se nos dio la orden de acabar con todas las fuerzas enemigas de la ciudad -dije con seriedad- por obvias razones tenemos prohibido disparar a los no combatientes, pero al pelear en la ciudad, podemos destruir las propiedades. Debemos ser conscientes de las decisiones que tomaremos. La seguridad de nuestra nación depende de nosotros.
En ese momento uno de los alquimistas, una joven cuya destreza era conocida en todo el batallón, levantó la mano (solo quienes son muy fiebres sabrán quien es ella).
Alquimista: Alteza, y si la evacuación falla...-dijo conmigo ya sabiendo lo que iba a decir. Pero ya no hay marcha atrás, iríamos a la batalla bajo el peso de una responsabilidad que no podíamos eludir.
Alfons: Ya la evacuación falló, nadie respondió a la orden, lo que pasará hoy será algo que hará que nuestros corazones se vean marcados, pero debemos intentar hacer lo correcto. La culpa de lo que hemos destruido no recaerá sólo sobre nosotros, será una carga compartida por todos -dije firme- enviaremos órdenes a las tropas extranjeras enemigas antes y después del ataque. Si el enemigo acepta la demanda de rendición, mejor. Pero si no lo hacen, los eliminaremos a todos, retírense -dije dando por terminado el anuncio de las órdenes.
La tarde que siguió fue sombría, nublada por un aire de incertidumbre y ansiedad. Con el batallón preparado y en movimiento, el eco de los pasos resonaba en el campamento, un recordatorio de la pesada carga que llevábamos. Sabía que una vez que cruzáramos las puertas de Arien, ya no habría marcha atrás.
Cada acción tendrá consecuencias. Pero no puedo hacerme responsable de cada vida en juego en esta guerra. No me puedo permitir titubear. Mientras nos acercábamos a la ciudad, las edificaciones se erguían ante nosotros, vigorosas y altivas, pero destilando un aire de tragedia. Era tiempo de hacer frente a la realidad; el destino de Arien estaba decidido desde antes de que llegáramos aquí.
El aire era denso y anticipador, una vez llegamos fuimos emboscados por los soldados de Donbachi pero fue sencillo eliminarlos y hacer que los pocos que quedaron se escondieran en una iglesia. Un grupo de soldados avanzaba, cubriendo el terreno callejón a callejón, mientras un par de alquimistas se preparaban para desplegar las defensas necesarias para el ataque. Una sensación de tensión palpable invadía el ambiente.
Alfons: ¿Situación en el flanco este?
Lyra: Señorito, hemos avistado algunos grupos de resistencia. Están armados y listos para disparar. La evacuación ha fallado y ya han comenzado a tomar posiciones.
Alfons: Entendido. Clara, la radio interferida.
Clara: Aquí está... es una lástima.
Alfons: Lo sé, pero sencillamente no podemos darnos el lujo de darle gusto a ningún traidor -dije aclarando mi garganta antes de hablar para que mi voz fuera escuchada por toda la ciudad gracias a las bocinas y radios en el área- ¡Atención rebeldes! ¡Solicitamos la liberación de cualquier civil de Aerugo cautivo de acuerdo con el artículo 26, cláusula 3 del tratado de combate! ¡Liberen a la gente de Arien que arrestaron ilegalmente! -di la orden- ¡de acuerdo con el artículo 8 del tratado, deben mandar a su oficial superior de inmediato, si no atienden al llamado pronto, ustedes serán considerados por mis tropas como hostiles!
Y si, no se porque digo todo esto si ya de por sí es muy tarde para hablar de negociar. La prueba está al ver como un soldado rehén de Aerugo que estaba cautivo en la iglesia busca huir para reunirse con nosotros y los civiles lo mataron apenas salió del templo... je, ahora me siento enfermo. Esa sola muerte condenó esta ciudad, como la muerte de ese niño terminó causando la guerra de exterminio de Ishval.
Una sola muerte es igual al aleteo de una mariposa, que puede sencillamente causar una tormenta en otro lado del mundo. El tiempo de intentar hacer las cosas por la paz, si es que lo hubo en primer lugar, ya terminó.
Lyra: Tenemos órdenes del cuartel -dijo atendiendo la radio- comando a todas las unidades de la misión, se procederá a eliminar al enemigo. Aniquilen a las fuerzas de Donbachi en Arien junto a cualquier rebelde arienense.
Alfons:... Si, ya sabia. Que no se diga que no cumplí mi deber buscando la rendición de todos los medios posibles. Es hora de empezar a trabajar protegiendo a nuestro amado pueblo... de sus enemigos -dije disparando a un par de rebeldes que nos observaban en un edificio cercano.
Esos disparos fueron el comienzo de todo. Al momento en que se dio la orden, el bombardeo comenzó, toda la artillería fue disparada a la ciudad desde todos los flancos. Casas, parques, salones comunales, edificios gubernamentales, hospitales, iglesias, no importaba. Todo estaba bajo ataque. La orden fue dada, los enemigos debían ser eliminados... sin excepción.
Ese día, Arien ardió, de un modo que perfectamente podríamos decirle la Ishval de Aerugo. Que poético, el país que apoyó en secreto a los Ishvalanos sufrió su propio exterminio interno... vaya que la vida es irónica.
Y cuando tanto yo como mi batallón nos unimos al ataque usando todo nuestro poder potenciado con las piedras rojas... bueno, algunas cosas sencillamente es mejor no decirlas.
(Fin del flashback)
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El aire dentro del cuartel general se volvía más pesado con cada segundo que transcurría. El silencio que siguió a mi recuerdo de Arien se sentía como un eco de los gritos que nunca se apagan. Edward, frente a mí, se debatía entre la rabia y el dolor. Sus palabras resonaban en mi mente, y sabía que había cruzado una línea que no debería haber tocado, pero sencillamente no tuve otra opción.
Edward: ¡Tú no eres un príncipe! ¡Eres un asesino camuflado detrás de un uniforme y un título! ¡Has sido parte de toda esta locura sin una pizca de compasión! ¡usaste la alquimia para una masacre! -dijo, su voz salpicada de desprecio mientras mis propias convicciones se tambalean.
Alfons: Yo... -intenté responder, pero las palabras se detenían en mi garganta. ¿Cuál era mi defensa? ¿El deber? ¿La lealtad a un país que apenas conocía? La verdad era que mi corazón estaba dividido como el de un hombre condenado, y cada palabra que pronunciara parecería vacía.
Edward: ¡No puedes jugar a ser un héroe mientras cometes atrocidades! -Sus ojos dorados me perforaban; podía sentir su desesperación y su ira palpitando entre las palabras. Era la furia de un ser querido dolido, de un amigo que alguna vez confió en mí.
Ahora soy yo el que puede decir ¿con qué derecho te atreves a juzgarme? Tu estabas en el ejército y hacías lo que te daba la gana. El héroe del pueblo, si, claro. Te ibas, pateabas un par de traseros corrupto y luego te ibas, dando igual lo que pasaba después. ¡No me vengas a hablar de moral cuando no te importan las consecuencias de tus propias acciones más allá de tu misión egoísta! ¡Lindo jugar a ser el héroe que salva el día din pesar en que pasara luego de haber pateado vete a saber que trasero!
Si, Ed, soy mala persona por hacer todo para asegurarme de que la guerra nunca llegará a Amestris. Pero tu no eres mejor que yo, al menos el tu de mi otra vida, entendería mi razonamiento... pero tu no eres ese Ed, eres un niño, al que quiero proteger de la oscuridad de este mundo ¿Por qué eso es tan malo? De verdad, por primera vez... siento que veo un espejo, lo que fue y ahora es.
Al final, solo soy un romeo condenado al pecado por la Julieta que no quiere dejar ir.
Alfons: ... Solo cumplí órdenes -dije con seriedad- eliminamos a los enemigos de nuestra nación como siempre, no veo el problema.
Edward: ¡Pero la gente...!
Alfons: ¡Edward! -dije fastidiado- si dejas ir al enemigo tomara las armas y las usará para atacarnos después. Si dejábamos ir a los que buscaban huir de Arien cuando empezó el bombardeo, algunos que odien Amestris se harían soldados y luego se harán en nuestra contra.
Edward: ¡Y esa era razón suficiente para matarlos! -pregunto para luego solo mirar al piso con decepción y tristeza- ancianos, mujeres, niños...
Ya basta, no dejaré que me acuses de actuar mal.
Alfons: Fue una orden de nuestros superiores, y digo nuestros porque recuerda que tú también eres parte del ejército, un perro de los militares -dije con severidad- si no los matabamos ellos nos matarían después. Solo respóndeme esto, Edward... si hubiera dependido de ti, los dejábamos ir, y luego ellos se unen al ejército enemigo y vienen para acá ¿tú te harías responsable por cada vida que esas personas que perdonaste, hubieran quitado de nuestro propio país? Cada vida asesinada por ellos ¿tú tomarías la responsabilidad?
El chico de cabello rubio se quedó en silencio, la rabia destilando en sus ojos dorados, pero también había confusión y dolor en su expresión. Sabía que simplemente no podía responder a lo que le estaba preguntando; era un dilema moral que se retorcía en su interior, y los recuerdos de su propia historia seguramente se unían a mis palabras.
Edward: ... No puedo... No puedo aceptar eso... -dijo en un murmullo, su voz apenas un susurro desgarrador. Se alejó de mí, luchando por encontrar una forma de procesar lo que acababa de escuchar.
Alfons: Lo sé, no puedes aceptarlo, Ed... -dije con voz baja mientras sentía que el remordimiento comenzaba a invadirme, pero debía ser firme. Tenía que serlo. - Pero es la realidad. La guerra no es como las aventuras de un cuento; no hay finales felices cuando se trata de supervivencia. Cualquier decisión que tomes te persigue, y yo no iba a permitir que esos traidores nos destruyeran mientras tratábamos de proteger nuestra nación.
Exhalé lentamente, sintiendo el peso de la culpa apretando mi pecho mientras tomaba un momento para ordenar mis pensamientos. La lucha dentro de Edward no era diferente de la lucha que llevaba dentro de mí.
Alfons: Sé lo que piensas Ed, me dirás que se trata de hacer lo correcto. Que a veces, hacer lo correcto significa tener piedad, significa valorar la vida, incluso si son nuestros enemigos... Pero eso es más fácil decirlo que hacerlo -mi tono se tornó más sombrío, consciente del peso de mis palabras- No estamos hablando de una simple guerra. Estamos hablando de un conflicto que ha destrozado familias, que ha dividido países enteros. ¿Cuántas vidas se han perdido por tomar decisiones equivocadas por la moral? ¿Cuántas más se perderán si no actuamos de forma decisiva?
Edward retrocedió, su frustración transformándose en tristeza. Pude ver el brillo de las lágrimas en sus ojos dorados, y por un instante, mi corazón se hinchó de dolor. No deseaba causarle más angustia. Ahora mismo hacer esto era arriesgarme a que convirtiera su brazo en una espada y me cortara la garganta. Pero odio verlo así... por eso, sin pensarlo mucho de hecho, fue que me acerque con cautela, y suavemente lo abrace de nuevo.
Y aunque al principio estaba tenso y hasta sentí que hasta allí llegó mi vida, al final se dejó hacer.
Alfons: Edward, lo último que quise fue causarte dolor -dije suavemente, mi propia voz temblando ante la carga emocional que pesaba entre nosotros. A pesar de todas las diferencias que nos separaban, la conexión que teníamos permanecía, aunque tambaleándose en la cuerda floja de decisiones terribles y secretos escondidos.
Edward: ¿Y qué quieres que haga con esto? -preguntó, su tono lleno de frustración y angustia, como si cada palabra fuera una carga adicional a sus ya pesadas cadenas de culpa- aparte de todo, lo que hiciste, lo que me escondiste... te atreviste a hacer todo eso usando la alquimia... la alquimia se supone que sirve para ayudar a la gente...
Alfons: No quiero que simplemente lo aceptes, sino que entiendas que la guerra no es un juego. No hay buenos y malos claros, solo personas tratando de sobrevivir y hacer lo que creen que es correcto -dije buscando reconfortarlo- y sobre la alquimia... así como es algo casi divino que hace cosas buenas, también es algo que puede hacer atrocidades.
Edwa se contuvo, un torrente de emociones cruzando su rostro. Su cabello caía desordenado sobre sus ojos, y podía ver su respiración agitada mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Lo que no me esperaba era que sus ojos se llenaran de lágrimas, brillando con la tristeza que llevaba dentro.
Edward: Esa no es la respuesta, destruir toda mi realidad no es lo que creo correcto... -Su voz se quebró, y por un momento, la furia dio paso a nostalgia- Alfons, te extraño. Te echo de menos... Pero lo que eres ahora me asusta. Me resulta difícil encontrar al dulce chico que conocí entre toda esta oscuridad que te rodea.
Alfons: Y yo te extraño a ti, Ed. Como no tienes idea... -respondí, sintiendo que la lucha dentro de mí comenzaba a desvanecerse- pero el mundo ha cambiado, y aunque desearía poder retroceder el tiempo, tengo que concentrarme en lo que sigue. No puedo dejar que esto nos divida más.
Las palabras se estaban acumulando entre nosotros, un océano de sentimientos que amenazaba con desbordarse. Ambos sabíamos que debíamos encontrar un punto de comunicación antes de que las cosas se volvieran irreversibles.
Edward: -¿Y qué hacemos ahora? -preguntó, su voz cansada, casi quebrada. En su expresión, había un destello de desesperanza, de alguien que había perdido la fe en el otro, porque no puedo seguir adelante con esto; sé que olvidar lo que hiciste es imposible.
Alfons: No puedo pedirte que lo olvides. Solo te puedo pedir que me entiendas. -mi voz se suavizó, buscando desesperadamente su compasión- no tengo excusas, pero cada decisión que tomé fue para proteger a nuestro país, a nuestra gente... a ti.
Edward dio un paso atrás, sus brazos cruzados sobre su pecho, pero aun no se soltaba del abrazo a pesar de todo. Las lágrimas aún brillan en sus ojos. De repente, la tensión se sentía como la cuerda de un arco tensado al borde de reventar.
Edward: A la larga, la guerra se lleva todo, incluso la razón. -dijo finalmente, dejando que su mirada se posara en un punto distante- tú dices que lo hiciste para proteger a la gente, a mí, pero... ¿Quién te protege a ti? -En su voz había una pregunta silenciosa que martillaba en mi mente.
Yo... le preocupaba. A pesar de todo, le importaba. Edward...
Alfons: ¿La verdad? Nadie si soy honesto -respondí, sintiéndome expuesto del todo por primera vez en mucho tiempo- y a veces siento que el que realmente necesita protección soy yo.
Ambos guardamos silencio por un momento, dejando que las palabras fluyeran en nuestras mentes. La guerra, la culpa, los traumas... todo estaba presente en nuestro diálogo silencioso.
Edward: ... Debo ser un imbécil, me mienten a la cara y dejo que me abraces como si nada. Si fuera cualquier otra persona ya lo habría mandado al diablo... aún quiero mandarte al diablo. Que te deje hacer esto no significa que confío en ti, Mustang junior -dijo para luego acurrucarse en mis brazos. Si, era como un gato arisco en verdad, sus acciones contradicen sus palabras.
Alfons: Me ganaré tu confianza aunque eso maté a mi padre -dije buscando aligerar el ambiente- pero hablando en serio, debes irte de aquí, ahora.
Y si, puedes darme las malas caras que quieras Edward, eso es algo en lo que no voy a dar el brazo a torcer.
Edward: Tu no me mandas, tu lo dijiste, soy tan perro del ejército como tú.
Alfons: Soy un general de brigada. Tu eres solo un alquimista estatal que es el equivalente a un mayor, estoy tres rangos por encima de ti -dije respirando hondo porque ya fue suficiente pleito por ahora- si te digo que te vayas, es por tu propio bien, tu nunca has estado en el frente. No lo soportarías, es... demasiado crudo.
El alquimista de acero siguió frunciendo el ceño, su rostro marcado con la frustración y la confusión que había acumulado durante el último año y, especialmente, en los últimos momentos que acabamos de compartir. Pero a medida que las últimas oraciones se deslizaban en el aire, pude ver la lucha en sus ojos de color de oro. Sabía que había una parte de él que comprendía el peligro que representaba permanecer aquí, pero su orgullo y deseo de protegerme y de estar a mi lado aun con toda la rabia que sentía hacia mi lo hacían no querer moverse de este lugar.
Lo conozco demasiado bien para mi gusto. Por eso es que lo quiero aunque para la mayoría sea un dolor de cabeza o una causa perdida.
Alfons: Escucha, se que eres voluntarioso, orgulloso, terco, fuerte, osado, peleonero, hasta diría algo mecha corta...
Edward: ¿Llegarás al ¨pero¨ en algún momento? -pregunto frunciendo el ceño.
Alfons: Pero con todo, eres un alma muy noble. Prueba de que con todo te entristeció saber de las vidas enemigas que se perdieron -dije acariciando su rostro con gentileza- y eso que pasó en Arien... no fue nada comparado con lo que creo que pasara mañana. Te lo dice alguien que luchó en el valle de Kandora en Donbachi por dos años, créeme, más de una vez desperté con alguna parte de un cuerpo amputada junto a mi cara, y eso en el mejor de los casos.
Mi mirada se mantuvo fija en los ojos de Edward, tratando de transmitirle toda la urgencia y la verdad de mis palabras. La batalla de Arien había sido solo un atisbo de la brutalidad que podía desencadenarse. Cada vida contaba, y Edward tenía que comprender que la guerra no era un juego. No había lugar para los heroísmos románticos o la moral cuando tu propia existencia estaba en juego. Y en mi caso, cuando su existencia era la que estaba en juego.
Alfons: Mañana será un día decisivo, Ed. Si decides quedarte aquí, no solo estarás arriesgando tu vida, sino que también podrías poner en peligro todo lo que he intentado construir a lo largo de los años. Porque yo... -dije antes de solo suspirar- no podría soportar perderte.
Edward: ¡Eso es de lo que estoy hablando! -dijo, su voz temblando- Todo esto que has hecho, todas esas decisiones, ¿cuántas veces me has dejado afuera de todo esto? ¡Nunca me incluiste en tu mundo, Alfons! -sus palabras se hicieron más suaves, como si el dolor se convirtiera lentamente en una súplica- Quiero ayudarte, pero eso no significa que me deje mangonear, sea consciente o no de ello.
Alfons: Lo sé, por eso hice las cosas como las hice. Eres indomable -dije cometiendo la osadía de juntar nuestras frentes- pero se lo que hablo, no lo resistirás. Porque con todo, eres alguien fuerte, pero también sensible, no resistirías tantos horrores.
Edward: ¡Yo no ...!
Alfons: Edward, entiendo que lo arruine ¿si? -dije tomándolo de los hombros- ahora mismo sé que me odias por mentirte, por hacer cosas a escondidas y por interferir con tu búsqueda de la piedra ¡todo eso lo sé! Pero entiéndelo ¡todas esas eran pistas falsas! ¡Estarías más frustrado de lo que estás ahora por haber pasado tres años arriesgando tu cuello por nada! ¡Solo siguiendo un callejón sin fondo tras otro!
Si, ya estoy... ¿A quién engaño? Cruce la línea hace un muy buen rato. Pero a estás alturas ¿Qué importa?
Alfons: A lo que quiero llegar es que solo porque me tengas resentimiento, no es razón para hacer algo estúpido como querer ir al frente solo para llevarme la contraria -dije en lo que ambos acabamos cayendo sobre el sofá.
Edward: ¡Estás llevando esto muy lejos! ¡Alfons, bájate de mí! -exclamo buscando soltarse.
Alfons: Solo quiero que estés bien, y si sigues molesto conmigo, valdrá la pena con tal de que estés a salvo -dije en lo que buscaba algo en el bolsillo y lo ponía en mi boca.
Edward: ¡¿De qué estás...?! -iba a reclamar antes de que mis labios se unieran con los suyos.
El instante en que nuestros labios se encontraron fue como un estallido silencioso en medio de todo el caos que nos rodeaba. La calidez que emanaba de Edward a pesar de todo era reconfortante y, sin embargo, el contacto entre nosotros también era una chispa de descontrol. El tiempo se detuvo por un breve segundo, y todo lo que había entre nosotros (todas las peleas, las frustraciones y los secretos) parecían desvanecerse en el aire.
Edward se quedó paralizado, su reacción era de sorpresa, mi corazón latía con fuerza, casi como si intentara transmitirle todo lo que no podía decir en palabras. Al principio, el beso fue torpe. Pero a medida que nos aventuramos más en ese momento, la angustia y la rabia comenzaron a desvanecerse, y lo que surgió fue una conexión profunda, un anhelo que habíamos mantenido reprimido durante demasiado tiempo.
Aunque al comienzo se quedó quieto, bastó con mover mis labios para que su mano por inercia se deslizara por mi cuello, atrayéndome hacia él, mientras que la otra se aferraba a mi camisa con fuerza como si temiera que otra vez me alejara. La conexión entre nuestros labios, aunque breve, pareció llenar el espacio de tensión que se había acumulado entre nosotros durante todo el tiempo que había pasado. Edward finalmente respondió al beso, sus labios se movieron suavemente contra los míos, como si estuviera explorando terreno conocido pero olvidado. Era un juego de emociones desbordadas, y sentí que cada parte de mí se encendía con la calidez de su toque.
Y fue en ese momento donde, mientras las lenguas danzaban, fue que lo hice tragar la píldora. Una droga experimental que Clara desarrollo para ayudarme a dormir hace tiempo ya... con efecto inmediato.
Edward: ¿Qué?... ¿Qué fue lo que me...? -dijo en lo que cerraba sus ojos y todo rastro de fuerza abandonaba su cuerpo.
La magia del momento se desvaneció de golpe. Edward, que al principio había correspondido mi beso, se desplomó de repente en el sofá, su cuerpo se volvió pesado y la energía se disipó en un abrir y cerrar de ojos. Fue como si el tiempo se hubiera detenido, y el murmullo del caos que nos rodeaba quedó ahogado por el silencio de mi propio corazón.
No tuve otra opción, tenía que hacerlo.
Alfons: Te mantendré a salvo, aún si me odias -dije acariciando su rostro- entiende que eres mi todo, mi mayor tesoro... Lyra ¿tienes los boletos? -pregunté a mi asistente que se abría paso al interior del cuarto.
Lyra: Si, señorito. El hermano menor ya fue contenido también -dijo haciendo una leve reverencia.
Alfons: Pues sube a ambos hermanos en el primer tren rumbo a ciudad del este mañana y que se vayan. Con suerte para cuando Edward despierte ya estará lejos de aquí.
El silencio se torna espeso en la habitación. Mientras Lyra se mantenía en la entrada en compañía de Clara, yo aún sostenía a Edward, quien estaba completamente inconsciente por la droga. Su suave respiración contrastaba con la tormenta emocional que rugía en mi interior. Sentía que había cruzado una línea crítica, pero no podía arriesgarme a que su ira lo empujara al frente de batalla. Sabía lo que era la guerra, y al parecer, él también, aunque no de la forma en que yo la había vivido.
Lyra: ¿Señorito, está seguro de esto? -preguntó, su voz cargada de preocupación mientras sus ojos escaneaban el entorno, como si temiera que alguien entrara y descubriera la escena.
Alfons: Sí, absolutamente seguro. -dije, mi propia voz temblando un poco, pero con firmeza. - No puedo dejar que se quede. Esto es por su propio bien.
Lyra asintió, aunque seguía con esa duda en su expresión. Entendía la complejidad de la situación, así como la tensión que había crecido entre Edward y yo. Solo unos momentos antes había habido un intercambio de emociones intensas y la tensión palpable entre nosotros, un fuego que podía consumirse, y había tenido que extinguir antes de que fuera demasiado tarde.
Clara: Yo aproveche y le compre un regalo para que no te odie tanto cuando despierte -dijo extendiéndome una bolsa de regalo.
Alfons: ... ¿Qué compraste? -pregunte en lo que ella saco el artículo de la bolsa.
Que al verlo me hizo quedar boquiabierto y con la cara roja de la pena, vergüenza y hasta incomodidad. Ya que se trataba de una pieza de lencería de la talla de Ed ¡Y lencería femenina de todas las cosas! Aunque... ¡NO! ¡NO CRUCES ESA PUERTA, ALFONS, ESE TABÚ AÚN NO DEBÍA SER TOCADO!
Alfons: ¡No le voy a dar eso, la idea es que no me odie tanto, no que me quiera crucificar aún más!
Clara: ... Aguafiestas -declaró haciendo un puchero.
Alfons: No puedo creer que hayas comprado eso -dije lentamente, tratando de recuperar la compostura mientras miraba la lencería enrollada en la mano de Clara.
Clara: ¡Oh, vamos! Es un gesto, no tiene que ser literal. Además, ¿Quién no se animaría a tener algo bonito cerca? -las palabras brotaban de su boca con una alegría casi infantil, borracho de optimismo.
Je, se porque lo hace, y como siempre, agradezco que intente aliviar mi tensión. Pero de momento lo único que quería era subir a Ed en ese tren. Ya luego veo como arreglar este desastre del tamaño de la muerte del archiduque Francisco Fernando. Ahora tenía a unos comunistas que mandar de regreso al norte.
Edward, a pesar de todo lo que dije... si espero que me perdones, lo lamento. Pero voy a cuidarte ya sea que lo quieras o no. A estas alturas solo irme sin más y dejar todo lo que hice de lado porque estés molesto conmigo ya no es opción... soy un tonto sin remedio, nada ha cambiado, esto se siente tan malditamente similar a aquel día... en que lo arruine todo.
... Si, lo sé, metí la pata.
Notes:
Y con eso termina el capitulo. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Todo lo que diré de este capitulo es... menuda telenovela. Que aun no termina, el drama sigue el próximo cap.
En fin, nos vemos.
Chapter 21: Capitulo 19: Confesiones y resoluciones
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Desierto al este de Amestris, batalla entre las fuerzas de Amestris y Drachma en proceso) (3 horas después del inicio de la batalla)
El sol abrasador del desierto iluminaba el horizonte, distorsionando la línea entre el cielo y la tierra. Desde los cielos, observé cómo las tropas de Drachma y las mías se enfrentaban en una danza mortal, formando una sórdida coreografía de pólvora y acero. Mis compañeros de batalla, agotados y cubiertos de arena al ser superados al menos diez a uno, luchaban por mantener sus posiciones en medio de un caos inaudito, el rugir de los cañones resonando como el trueno de un dios enojado. Y yo, me elevé sobre la escena como un espectro, buscando el ángulo perfecto para aportar mi ayuda desde el aire.
Desde las alturas, el desierto parecía un lienzo manchado de rojo y negro, donde cada explosión arrojaba nubes de polvo que se alzaban como fantasmas en la brisa caliente. Mi batallón con apoyo de las fuerzas del este y del sur, avanzaba con determinación, sus uniformes deslumbrando con el brillo del sol, mientras los comunistas de Drachma responden con ferocidad, a veces acribillando con ráfagas de fuego.
Descendí en picado, dejando escapar un grito que se perdía entre el estruendo, lanzando pequeñas bombas que caían como meteoritos sobre los flancos enemigos, tratando de abrir un resquicio en su línea. A medida que la batalla se intensificó, reflexione sobre el como mi habilidad de volar no solo me otorgaba una ventaja estratégica junto al resto de mi escuadrón, sino que también me ataba a la responsabilidad de proteger a mis hermanos de guerra, cuyas vidas pendían de un hilo en el desierto, donde la arena y la sangre se entrelazan.
Alfons: ¡Maldita sea! ¡Cada que matamos uno vienen otros cuatro a tomar su lugar! -dije con fastidio- gracias a la buena suerte que estos bastardos aún no descubren como volar o estaríamos en problemas ¡compañías! ¡acaben con los tanques! ¡Una vez hecho eso, que los alquimistas hagan lo suyo!
Al ver a un grupo de soldados de Drachma intentando flanquear a nuestro batallón, realicé un movimiento acrobático, girando mientras disparaba una de las bombas de fragmentación que llevaba conmigo hecha con piedras rojas ya defectuosas de tanto uso, no usaré mi armamento pesado hasta que la situación lo amerite. La explosión resonó como un trueno, dispersando a los soldados que se acercaban, dándoles a mis compañeros el momento que necesitaban para reagruparse.
Alfons: ¡Fuego de cobertura! -grité al ver cómo los tanques enemigos avanzaban, lanzando proyectiles que impactaron cerca de nuestras líneas. La fuerza del impacto retumbó como un latido desesperado del desierto.
Con el rugido de los motores de los tanques enemigos resonando en mis oídos y el ardor del sol en mi piel, sentí que el peso de la batalla comenzaba a cambiar. Una vez que los primeros tanques fueron neutralizados por los disparos precisos, vi a los alquimistas en acción. Codo a codo, usaron su habilidad para transformar la arena en muros defensivos y armas improvisadas, generando un torrente de fuego que comenzó a arrojar a los Drachmianos hacia atrás, donde las unidades aéreas nos ocupamos del resto.
Alfons: Muy bien, hora de organizarnos un poco... cielo despejado con probabilidad de artillería, la visibilidad es excelente y se están viendo formaciones de una guerra sangrienta -dije hablando por transmisor, debo inventar una forma más compacta de esta radio en mi espalda- Lyra, Clara, Miranda. Cada una de ustedes tomen a un grupo de hombres y ataquen a los grupos de avanzada, yo y los chicos que me tocaron nos ocuparemos de la retaguardia enemiga junto a los tanques y trincheras. Como deben saber, no necesitan esperarme, sientanse libres de acabar con el enemigo ustedes solas.
Con el sonido de las explosiones aún retumbando en mis oídos, escuché la respuesta de mis compañeras a través del comunicador. La voz de Miranda era firme y decidida, un eco de la determinación que compartía con el resto de nuestras tropas, no podía esperar menos de mi capitana y cuarta al mando.
Miranda: ¡Entendido, Alfons! Nos moveremos rápidamente para neutralizar esos flancos. No te preocupes por nosotras, daremos lo mejor que tenemos.
Clara: ¡Sólo asegúrate de no arruinar nuestra diversión! ¡Vamos a hacer que estos Drachmianos sientan el verdadero poder de Amestris! -dijo mi enfermera y a la vez tercera al mando, posiblemente harta de toda esta situación y queriendo desquitarse con el enemigo.
Lyra: Formaremos una línea de ataque en ángulo, así podremos distraer sus tiradores mientras las unidades pesadas se posicionan. Confía en nosotras -dijo como siempre siendo la más serena con un rápido plan estratégico. Nada menos que el mejor curso de acción se podía esperar de mi asistente y segunda al mando.
Alfons: Muy bien muchachos, rodearemos y acabaremos con la retaguardia desde atrás, preferiblemente un ataque rápido a los puestos de suministros, munición y comunicaciones sería lo más apropiado -dije liderando mi propio grupo de soldados de la unidad- por cierto, escuchen, de nosotros cuatro, la compañía que contribuya menos a la derrota enemiga pagará nuestra celebración una vez esto acabe. Ordene algunas botellas de 25 años, si no quieren irse a la quiebra, peleen duro -dije como motivación adicional.
Y vaya motivación, aunque yo mismo no puedo beber alcohol y no soy pobre precisamente así que por mi parte me da lo mismo.
Lyra: ¡Segunda compañía, altitud máxima!
Clara: ¡Vuelen mejor que nunca!
Miranda: ¡No quiero que esta misión fracase!
Con el plan en marcha, vi cómo mis compañeras se movían rápidamente, agrupando a los soldados bajo sus comandancias. La cohesión en el campo de batalla era crucial, y pude ver la disciplina y el espíritu de lucha que crecía a medida que nuestras fuerzas se unían.
La idea era simplemente luchar hasta acabar con todo el poderío enemigo y evitar a toda costa que se acerquen al oasis de Munich que era donde estaba nuestra retaguardia o a la ciudad de Lior que era nuestro cuartel general provisional. Tal vez nos superan en número con creces, pero podía decir con orgullo que las tropas a mi cargo eran calidad sobre cantidad a diferencia de nuestro enemigo actual que era todo lo opuesto, de nada te sirve enfrentar a diez hombres contra uno solo si al final serán sólo carne de cañón.
Alfons: Este escenario se ve muy animado ¿divertido, no? -pregunte destruyendo un puesto de comunicaciones, lo que causó que varios soldados al ver la cadena de mano rota corrieron como gallinas sin cabeza.
Miranda: Tiene que ser una... La escuche por transmisión- ¡¿No lo habían regresado a ciudad del este?!
Alfons: ¿De que hablas, Miranda?
Miranda: No tengo confirmación visual, pero... no, es un hecho ¡Edward Elric está aquí! ¡Acaba de llegar y está atacando al enemigo! ¡El alquimista de acero está aquí y ataca a las fuerzas enemigas! ¡y en respuesta las tropas están enviando tanques!
Edward... maldigo tu obstinación ¡¿es tan difícil entender que te mande lejos de aquí por una razón?!
Clara: Sé lo que piensas, Alfons cariño, pero tienes que reconocer que hay algo romántico en el hecho de que Edward desobedeciera y decidiera unirse a la batalla - comentó, provocando que soltase un gruñido de frustración.
Alfons: ¡No si lo matan! -respondí, dirigiéndome rápidamente hacia el cuarto pelotón, justo a tiempo para ver cómo Edward intentaba construir un gran cañón, similar al que había querido usar contra mí hace años.
En ese momento, su inexperiencia militar se hizo evidente; al formarse el cañón, fue destruido con un solo disparo de un enemigo. ¡Los alquimistas no somos invencibles, demonios! ¡Somos tan humanos como cualquiera, maldita sea, Edward!
Apenas logré salvar al hermano mayor de los Elric cuando se encontró rápidamente abrumado por una lluvia de disparos de tanques y fusiles de asalto. Una cosa es enfrentarse a unos soldados corruptos de tu propia nación con espadas o lo que sea ¡pero pensar que una pelea callejera se asemeja al cruento frente de un conflicto militar entre dos países es completamente erróneo!
Fue un instante de confusión; apenas logré recuperar la conciencia tras un disparo de tanque cuando vi a un soldado de Dracma acercándose a Edward, listo para apuñalarlo como si fuera a realizar una reanimación cardiopulmonar, pero esta vez con un cuchillo militar, y el solo se quedo allí paralizado.
En dos segundos, corté la cabeza del infeliz y en cinco más, tomé a Edward en brazos y abandoné el campo de batalla.
¡¿Por qué no escucha nunca?! Esta no es su pelea. ¡Tenía que quedarse en casa, lejos de toda esta locura!
Alfons: Se que eres obstinado ¡¿Pero enserio es mucho pedir que al menos por una vez me escuches?! -pregunté frustrado mientras él se aferraba con fuerza a mi.
Edward: Alfons... yo, yo no...
Alfons: ¡Solo cállate! -dije para luego tomar mi transmisor- Miranda, tu y Lyra tomen el mando, yo regresaré a la retaguardia, aprovecharé y me llevaré a los heridos conmigo.
Miranda: ¡Entendido, Alfons! Mantendremos la presión sobre sus flancos. ¡No te preocupes por nosotros! -escuche la confirmación.
Despegué rápidamente, llevando a Edward en mis brazos, mientras el rugido de la batalla resonaba a nuestras espaldas. La adrenalina zumbaba por mis venas, pero tras el impulso del momento, no podía evitar sentir una creciente frustración al ver a la persona que amo en medio de esta carnicería. Lo mantuve firme contra mi pecho mientras volábamos hacia una zona menos convulsa del campo de batalla, y el aire cálido del desierto envolvía nuestro descenso.
Mientras que el propio Ed no parecía entender la gravedad de su situación. Edward estaba en shock, sus ojos amplios reflejaban confusión y temor mientras intentaba asimilar la ferocidad del combate, así como el hecho de que casi lo matan hace solo unos instantes. No entiende que no puede jugar a ser héroe aquí. No hay salvación para un niño en medio de una guerra (lo sé, el burro hablando de orejas, pero técnicamente yo hace mucho que deje de ser un niño)
Los tanques de Drachma seguían bombardeando el terreno, lanzando proyectiles que impactaron con una explosión ensordecedora. Casi podía sentir el eco de esas detonaciones en mi pecho. Sin embargo, la presión de proteger a Edward, de asegurar que volviera a estar a salvo, eclipsaba cualquier otro pensamiento. Nada más importa, si incluso me terminan llevando a un tribunal militar, me importa poco, Ed es mi única prioridad.
—
(Tiempo después, Oasis de Munich retaguardia del batallón experimental de combate alquímico aéreo)
No tardé mucho en llegar a nuestro destino, mientras algunos soldados heridos me seguían a la distancia. El Oasis de Munich había sido creado a partir del excedente de agua que, de no ser por un túnel construido con alquimia por mi persona, habría inundado la ciudad turística de Aquroya en un futuro no muy lejano. Este ingenioso desvío transformó la zona en un oasis del tamaño de un lago.
Hace algunos años, con el respaldo de la plana mayor, logré construir una ciudad alrededor del oasis, a la que decidí llamar Munich en honor a la ciudad donde nací en mi mundo de origen. Y sí, esta ciudad es prácticamente mía. En los últimos tiempos, se ha convertido en un punto clave, siendo el único lugar de comercio entre Amestris y Xing, lo que ha permitido expandir el mercado hacia el este y proporcionando al propio oasis ganancias inimaginables.
Por lo tanto, no resultaba sorprendente que al llegar todo el mundo se acercara a mí con respeto y admiración, pero en ese momento no podía detenerme a atender esas muestras. Así que, mientras los soldados heridos se dirigían a las tiendas médicas, tomé la iniciativa de llevar a Edward personalmente a mi hogar en el oasis. Sin embargo, en el camino, me encontré con Elena Fiori, mi sexta al mando y la encargada de la vigilancia y administración del oasis. Que su juventud no engañe; ella es una alquimista excepcional. Me juró lealtad tras el trágico suceso en el que su hermano, el falso Claudio Rico, le robó su alma utilizando un círculo de alquimia que él mismo había establecido en ella.
Elena: General ¿Qué hace aquí? ¿pasó algo en el frente? ¿Está herido? -me pregunto con preocupación.
Alfons: Estoy bien, pero los soldados que vinieron conmigo no tanto. Ocúpate de ellos, por mi parte solo quiero algo de privacidad -dije mientras señalaba con la cabeza al rubio en mis brazos que seguía aferrado sin decir una sola palabra.
Elena: Ya veo... muy bien, aunque pensé que te esperarías mas para, ya sabes, ¨eso¨ -dijo haciendo que le vieran con fastidio.
Alfons: Ahora no estoy de humor, por favor -declare antes de respirar hondo- lo siento, es solo que, aquí apenas se oyen los disparos, ni te imaginas el infierno que es el desierto en estos momentos.
Elena asintió con comprensión, su expresión se suavizó, y un destello de preocupación se dibujó en su rostro. Aunque era una alquimista excepcional y ya había pasado por muchas situaciones difíciles, la guerra era un monstruo al que nadie podía acostumbrarse del todo. Honestamente, que alguien vaya al frente, viva esos horrores y vuelva como si nada pasó, sencillamente no es humano.
Elena: Está bien, Alfons. Tómate tu tiempo. Iré a atender a los heridos y haré que las cosas estén bajo control aquí. Pero, ¿estás seguro de que quieres quedarte solo con él? Irse del frente solo por un alquimista, estatal o no, podría afectar tu reputación en Central -dijo haciéndome suspirar.
Alfons: Lo sé, pero necesito asegurarme de que esté bien. Edward no entiende lo que realmente está en juego aquí, no desde su perspectiva.
Con esas palabras, me adentré en mi hogar temporal, un refugio que había construido a partir de materiales alquímicos, reflejando tanto fuerza como calidez. Las paredes estaban decoradas con recuerdos de tiempos más tranquilos, fotografías de amigos y aliados, y una grandeza que, en tiempos de paz, se sentía como un lugar acogedor. Pero en ese momento, el hogar solo servía para acoger mis ansiedades.
Pero no mentiré al decir que no habían algunos logros exhibidos también por fuera del ejercito como: un periódico enmarcado que hablaba sobre la detención de una banda de gangster en el continente del sur que excavaban diamantes ilegalmente para traficarlos en los Estados Unificados, otro que hablaba sobre la detención de una banda de tráfico de opio en Rawhajpourtalah que lo traficaba por medio de puros supuestamente provenientes de Heliohapt, y uno de mis favoritos, evitar que el cetro ceremonial fuera robado el dia de san vladimir para así evitar que el actual rey de Syldavia adjudicará al trono y en consecuencia el general del ejército syldavo anexara el país con Borduria para empezar una guerra con Amestris y Milos.
Si, por eso último hasta me nombraron caballero de la orden del pelícano de oro de Syldavia, el primer extranjero en recibir ese honor... Fueron tres años muy agitados, y eso que me quede corto con los detalles y no es ni un cuarto de todo lo que pasó.
Dejando de pensar en vivencias pasadas, deje a Edward en el sofá, un lugar que siempre había considerado el más cómodo de mi hogar. Observé su rostro mientras trataba de procesar todo lo que había sucedido. La mezcla de confusión y miedo en sus ojos me rompía el corazón. Sabía que no era un niño, pero a veces lo veía así, tan vulnerable, tan roto...
Alfons: Ed... -dije acariciando su cabello tras sentarme a su lado- fue tu hermano ¿cierto? El te saco del tren cuando nadie vio y se regresaron a Lior -asumí en lo que él solo asintió.
La ira que había acumulado en el campo de batalla se desvaneció, dejándome con una sensación de impotencia pulsante. En ese momento, no quería ser el líder, el general o el guerrero de Amestris; solo quería ser el hermano mayor, el que lo protegiera.
Alfons: Pero claro... y Alphonse se quedó en Lior mientras que tú, queriendo demostrarme que estaba equivocado sobre mi modo de hacer las cosas, fuiste a donde el conflicto tomaba lugar sin escuchar razón alguna.
Edward: ... Tanta sangre... -lo escuche susurrar mientras se abrazaba las piernas, podía verlo temblar- tantos muertos, solo matan y matan... Dicen que los que más matan son héroes de guerra ¡¿donde esta lo de ser héroe en hacer eso?! -pregunto a nadie en particular antes de verme furioso- ¡y para colmo usas la alquimia para eso!
Y de vuelta la burra al trigo.
Alfons: Algo que no disfruto, te diré -dije con seriedad- pero te diré lo mismo que te dije apenas ayer ¿que quieres que haga? Si no los enfrentamos con nuestras mejores armas, con todo lo que tenemos, ellos, los enemigos del país, vendrán aquí... y ya viste que no vienen precisamente por una tacita de café.
El rubio de cabello largo mantenía la mirada fija en el suelo, sus manos temblorosas abrazaban sus piernas mientras trataba de procesar lo que había vivido en el campo de batalla. La adrenalina y el horror de la guerra se entrelazaban en su mente, y parecía ser incapaz de deshacerse de esa sensación de impotencia que lo invadía.
Edward: Alfons, no puedo... no puedo seguir así. La guerra está... está destruyendo todo -murmuró, y sus palabras eran un eco de su desesperación, cosa que me rompió el corazón. Yo... nunca pensé que esto le afectara tanto... supongo que una cosa es oir de la guerra y otra cosa muy diferente es vivirla.
Lo observé, imaginándome cómo el niño que una vez había sido, lleno de sueños y aspiraciones, se había transformado en un joven marcado por el sufrimiento y la violencia. Este conflicto, esta cruel realidad de la cual parece que al fin era consciente, no sólo le había robado gran parte de lo que le quedaba de inocencia, sino que también había comenzado a desgastar su espíritu. Era un fenómeno trágico de la guerra, uno que no podía evitarse.
Y me odiaba por eso, se supone que debo mantenerlo a salvo, y en vez eso pasa esto... maldita sea, gran protector que eres, Alfons, haces un excelente trabajo... nótese el sarcasmo.
Alfons: ... Solo ven aquí -dije subiéndolo en mi regazo y abrazándolo, cosa que de milagro solo cedió y se dejó hacer- ¿ahora entiendes porque no quería que te quedaras? -pregunte, y siendo su respuesta abrazarme con fuerza.
Edward: ... No es justo... cuanto más quiero odiarte, pasan cosas como esta que me hacen desear no soltarte -dijo escondiendo su rostro en mi pecho, cosa que me hizo soltar una risita, de verdad es como un gatito.
Alfons: Si te ayuda, puedes dirigir ese odio hacia mi padre -sugerí intentando desviar la atención de su ira de mi- Edward, sé que te resulta cansado escucharme repetir esto, pero te pido que trates de entenderme. Sé que para ti puedo parecer muy sospechoso, pero lo único que deseo es que estés bien, eso es lo más importante para mí.
Edward: ... Nadie te lo pidió -respondió con brusquedad y la mirada gacha, a lo cual solo sonreí como tono por el puchero que el chico en mis brazos estaba haciendo.
Alfons: Pero... es lo que haces cuando estás enamorado ¿no? Cometes locuras te lo pidan o no -dije con naturalidad, logrando que el de cabello y ojos dorados se volviera del mismo color que su abrigo del sonrojo.
El mayor de los Elric se sacudió levemente, como si la confesión lo hubiera despertado de un trance. Sus ojos dorados, que solían relucir con tanto brillo, ahora estaban nublados por las emociones, luchando entre el enojo, la frustración y la incomprensión. Sin embargo, había algo en mis palabras que parecía hacerle eco, un destello de reconocimiento en medio de su tormenta interna.
Edward: No nos hemos visto en tres años... yo aun no tengo una respuesta para ti -dijo mirándome fijamente- además, aun no puedo perdonarte lo que me hiciste ¡pase tres años en una oficina haciendo de secretario para Mustang! -exclamó tomándome del cuello de la camisa.
Alfons: Ya te dije mis razones, solo buscaba ayudarte, para que no perdieras el tiempo con búsquedas sin sentido de la piedra que terminan en callejones sin salida. Y además, quería que estuvieras a salvo, lejos de la guerra, porque si me descuidaba solo un poco, definitivamente te hubieran hecho participar -dije desafiando con la mirada también.
El rubio guardó silencio, la tensión en su cuerpo comenzó a disiparse. Su mirada antes repleta de ira, ahora parecía más introspectiva. Era como si la tormenta interna empezará a calmarse ante la luz de la razón. El silencio se volvió un refugio entre nosotros, un espacio donde la confusión se atenuaba. Finalmente, luego de un largo suspiro, Edward se recostó un poco más en mi pecho, recuperando el calor que había perdido por el terror de la experiencia cercana a la muerte.
Edward: ... Algún día te sacaré todas las respuestas a golpes... Pero ahora siento que si me sueltas, colapsare -admitió de mala gana.
Alfons: No te soltare entonces -dije envolviéndolo con mis brazos.
Edward: Pero si no regresas a la batalla, te meterás en problemas ¿no sería abandonó al deber? -pregunto en lo que yo solo rocé mi nariz con la suya con cariño.
Alfons: Mi deber siempre has sido tú y solo tú, desde el comienzo siempre fue así -dije antes de recostarme en el sofá con el otro chico aun recostado sobre mi... si me preguntaran ahora, diría que no hay mejor lugar en el mundo.
El silencio en la habitación se llenó con el leve murmullo del viento del desierto que pasaba por las rendijas del hogar. La atmósfera, aunque cargada de caos y destrucción en el exterior, era un refugio en el que podía perderme momentáneamente. Edward seguía acurrucado contra mi pecho, su respiración se volvía cada vez más tranquila y el temblor en su cuerpo comenzaba a desvanecerse.
Cerré los ojos por un momento, disfrutando de esta pequeña burbuja de calma antes de que el rugido de la batalla volviera a atrapar nuestra atención. Solo deseaba que pudiéramos quedarnos así, sintiendo la calidez del otro, mientras todo afuera se convertía en un eco distante.
Alfons: Sé que ahora mismo me odias y de no estar alterado me arrancarias la cabeza solo por estar así contigo, pero... arriesgándome a ser asesinado brutalmente por ti... ¿puedo besarte?
Edward se quedó en silencio por un momento, el peso de mis palabras colgando en el aire entre nosotros. Su mirada, que antes ardía con ira y frustración, ahora estaba llena de confusión y una chispa de sorpresa. Se notaba que luchaba con sus emociones, la tensión en su cuerpo se volvió palpable.
Edward: ...¿Qué...? -susurró, su voz temblando ligeramente como si aún no estuviera seguro de lo que quería.
Alfons: Si no estás listo, lo entiendo. Pero esto va más allá de un simple beso en un momento de caos. Lo que siento por ti es real. Y sólo quiero que lo sepas. Quiero que sepas que siempre estaré a tu lado, sin importar lo que pase -dije volviendo a cerrar los ojos por un momento, como si estuviera tratando de sopesar el peso de mis palabras. En ese instante, la habitación parecía contener la respiración, atrapada entre el silencio y la desesperación del exterior.
Edward: ... Estás loco... -murmuró, pero el ligero temblor en su voz me decía lo contrario a lo que quería transmitir.
Alfons: Quizás, pero si eso me permite ser sincero contigo, estoy dispuesto a correr el riesgo -dije para luego sorprenderme al ver que fue Ed quien tomó la iniciativa y me beso.
Cuando sus labios tocaron los míos, sentí un torrente de emociones que me atravesaban, como si todos los momentos de angustia, la preocupación y el amor reprimido finalmente florecieran en una chispa de conexión pura. Edward se aferró a mi camisa mientras la tensión que había acumulado se desvanecía por completo, su cuerpo relajándose contra el mío. En ese breve y hermoso instante, el peso de los errores y los secretos, el sufrimiento y todas nuestras preocupaciones se desvanecieron, dejándome simplemente con él.
El beso fue suave al principio, exploratorio, como si ambos estuviéramos descubriendo algo nuevo y significativo, exactamente igual que la última vez hace tres años. Sin embargo, a medida que la intensidad aumentaba, sentí que el dolor que ambos llevábamos se disipaba por completo. La fuerza de su abrazo, la forma en que se aferraba a mí con fervor... era como si ambos estuviéramos buscando aferrarnos el uno al otro, buscando apoyo mutuamente.
Cuando finalmente nos separamos, vi cómo sus ojos estaban brillantes con una mezcla de vulnerabilidad y desafío.
Edward: No me hagas pensar que esto cambiará todo. No quiero una vida llena de promesas vacías y sueños perdidos -me dijo con seriedad- tienes mucho trabajo que hacer para compensarme.
Alfons: Lo entiendo. No estoy prometiendo un futuro, no aún al menos... solo que seré sincero contigo y que enfrentaré contigo lo que venga. Y siempre estaré a tu lado, en las buenas y en las malas -prácticamente le admití lo mismo que juré por mi cuenta hace varios años ya.
Edward dejó escapar un suspiro tembloroso, su expresión seriamente de lucha interna parecía querer volver. Aunque sabía que todo esto era complicado, había entre nosotros un brillo de esperanza, entrelazado con la tensión de la realidad.
Alfons: Pero por ahora solo quiero que estés aquí conmigo, sin pensar en lo que podría suceder. Lo que más deseo es que estés a salvo -dije para que el en respuesta volviera a acomodarse encima de mi.
De allí en más ninguno de los dos dijo una sola palabra, no hacía falta, al menos por ahora, solo importaba ese momento... lo he decidido, aunque él no quiera, no me separaré de su lado, no más. ¿Por qué rayos voy a asegurarme de estar cuidándolo si estoy lejos de él y me lo pueden acabar matando en un descuido?
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(Diez días tras la batalla de este entre Amestris y Dracma) (Resultado: La victoria de Amestris, las fuerzas enemigas del norte se retiraron humilladas a su país)
(Oficina del Führer, cuartel general, Ciudad Central)
Bradley: Dígame, general ¿Qué es esto? -me pregunto sosteniendo un informe en su mano.
Alfons: Una solicitud de transferencia, señor -respondí con la mayor cordialidad posible, a fin de cuentas estaba hablando con el líder de este país al fin y al cabo- junto a otra para solicitar unas vacaciones.
Bradley: Si, eso puedo entenderlo, pero... -dijo con calma solo para escuchar a alguien resoplar en una esquina de la habitación.
Se trataba del general de brigada Grand quien fue llamado por su excelencia para dar su opinión a mi aparente actitud atípica al ser supuestamente de mis mejores maestros a ojos de la milicia, lo que en realidad, aunque es en parte cierto, no lo es del todo. Aprendí más de mi padre adoptivo y del mayor Armstrong que de Grand, y eso lo admito con toda confianza.
Grand: Quiere una misión que no lo lleve a la batalla ¿verdad? ¿acaso está bromeando, general?
Alfons: No, lo digo totalmente enserio -dije con total transparencia.
Aunque supongo que no puedo culparlos por sentirse escépticos y hasta recelosos de mi actuar, que un aparente belicista como yo quisiera una posición en la retaguardia. Admito que si fuera cualquier otra persona yo también sospecharía de su actuar. Pero en mi caso, para empezar, la guerra nunca me interesó, todo fue... acciones que llevaron a reacciones.
Grand: Chico ¿Por qué desea dejar el frente y también abandonar su misión?
Alfons: General de brigada Grand, disculpe, pero temo que no entiendo a que se refiere.
Grand: Alfons ¿acaso crees que esto es una clase de juego? -preguntó con un tono amenazante- ¿acaso estás pasando por alguna especie de rebeldía?
Bradley: Alfons, muchacho, todos tenemos una excelente opinión de tu trabajo -dijo metiéndose a la conversación.
Alfons: Y me halagan, su excelencia.
Bradley: Entonces ¿por qué un az como tu, busca una misión de retaguardia? Dinos lo que piensas realmente -ordeno con calma sirviéndose una taza de té.
Alfons: Si eso es lo que desea, señor. Eso haré -dije ya preparado para esto- justo ahora, de extenderse esta guerra mundial, no seremos capaces de ganarla -dije llamando la atención de ambos.
El silencio en la oficina se volvió denso, como el aire antes de la tormenta. Ambos hombres me observaban con una mezcla de incredulidad y tensión. Sabía que mis palabras eran audaces, incluso peligrosas. Pero era el momento de ser honesto, de sacudir un poco el polvo que cubría la percepción de la guerra en la que estábamos inmersos.
Grand: ¿Dices que no podemos vencer a Dracma? -preguntó casi con un tono de burla.
Alfons: Así es, no hasta donde tengo conocimiento, al menos no de forma correcta.
Bradley: Con tu opinión nos basta, explícate niño -dijo en lo que yo solo asentí.
Alfons: Sí. Por el momento, nuestras tropas únicamente han conseguido victorias menores. Sin embargo, estas victorias no son fruto de la eficacia de nuestra organización, sino de la habilidad de ciertos soldados individuales. Esto, claramente, no será suficiente para conquistar el vasto territorio y el extenso espacio de Dracma, y tampoco del oriente si Xing decide entrar en guerra contra nosotros en algún momento -explique- si no implementamos mejoras significativas, enfrentaremos una derrota inevitable. En la última batalla, además de las bajas de los soldados de Dracma, observé la presencia de escuadrones de voluntarios multinacionales. Lo que resulta más alarmante es que la tecnología de los tanques que ellos utilizaban provenía de los Estados Unificados.
Bradley: Entonces... ¿Dices que en algún momento los Estados Unificados se van a involucrar en nuestros asuntos?
Alfons: Si -admití- pero Amestris actualmente no tiene planes para el ambiente estratégico en el que resultaría que dicho país se una a la guerra o en consecuencia, nos la declare ¿O me equivoco y hay un plan que yo desconozco? -pregunte arqueando una ceja.
El generalísimo permaneció en silencio por un momento, dando un sorbo a su té mientras consideraba mis palabras. La tensión en la sala era palpable, como si el aire mismo esperará su reacción.
Grand: Te preocupas demasiado y sin razón alguna, alquimista de los cielos -dijo de repente acercándose a nosotros- ellos siempre se han mantenido al margen ¿crees que cruzaran el océano para involucrarse en la guerra continental?
Alfons: Por supuesto que en un mundo ideal no serían tan tontos como para intentarlo -dije con calma- sin embargo, la pregunta es si una guerra mundial es posible sin ellos. Y la respuesta es muy simple, eso no es posible -dije para el desconcierto de ambos.
Bradley: Estas diciendo... que si queremos ganar la guerra definitivamente ¿primero debemos reevaluar todas nuestras presunciones estratégicas?
Alfons: Es exacto lo que digo, señor. En vez de concentrarnos en las victorias que llevamos hasta ahora, debemos enfrascarnos en investigación táctica y entrenamiento para usar nuestras fuerzas como una unidad. Creo que con eso tendríamos una posibilidad de ganar otra vez.
Bradley: ... ¿Y entonces tú quieres dirigir esas investigaciones, Alfons? -pregunto en lo que solo asenti con relativa tranquilidad.
Alfons: Si, quiero trabajar en retaguardia descubriendo formas de fortalecer a nuestras milicia y utilizar lo mejor posible a las tropas -dije antes de dejar sobre la mesa un gran folleto de al menos unas doscientas páginas o más- se me ocurrió una propuesta en particular, la llamo: ¨Operaciones de unidades y movilidad operativa en la gran guerra¨.
Su excelencia el Führer se inclinó hacia adelante, su interés claramente despertado por el título del informe que había dejado sobre la mesa. La atmósfera en la oficina se había vuelto seria; tanto él como Grand sabían que discutían algo más que simples tácticas militares; se trataba del futuro de Amestris en un mundo cambiante.
Bradley: ¿"Operaciones de unidades y movilidad operativa en la gran guerra"? Suena a que tienes planes ambiciosos, Alfons. ¿Qué propones exactamente?
Alfons: La idea es integrar a nuestras fuerzas en un enfoque más estratégico y flexible, no basado en combates individuales, sino en flujos de unidades interdependientes que puedan adaptarse rápidamente a diversas situaciones en el campo de batalla. Esto incluye la formación de escuadrones de élite que puedan combinar alquimia, armas convencionales y tácticas de guerra modernas.
Bradley: Suena bien en teoría, pero la implementación no será sencilla. Has visto cómo es el campo de batalla, y nuestros soldados no están acostumbrados a ese tipo de entrenamientos o tácticas.
Alfons: Precisamente, por eso he estado trabajando en un modelo de entrenamiento intensivo. A través de simulaciones de combate y entornos realistas, podemos preparar a nuestras tropas para cualquier eventualidad. También propongo la creación de un cuerpo especializado de alquimistas de combate, que no sólo utilicen sus habilidades para atacar, sino también para proteger y apoyar su entorno -explique buscando que el Führer mordiera el anzuelo.
El generalísimo examinó nuevamente el folleto. El silencio en la oficina era pesado, tanto por la relevancia del tema como por la anticipación de la respuesta del Führer. Por un momento, tenía la sensación de que estaba arriesgando más de lo que había esperado.
Grand: Creo que te estás tomando la situación muy a la ligera, niño -dijo con seriedad- es decir, es evidente que se te está olvidando algo, si quieres pelear una guerra ¡así es como se hace! -exclamó para luego golpear un espejo en la habitación, rompiéndolo y lastimándose la mano- ¡con el poder de choque! Y nuestra patria tiene ese poder, la guerra nunca se ha tratado de trucos, sino de voluntad. Siempre recuerda eso.
Tan testarudo como siempre a lo que veo.
Alfons: Entiendo su punto, General Grand, pero ¿acaso la voluntad por sí sola puede sostener a un ejército ante la adversidad? La voluntad sin estrategia es solo un grito en el vacío -defendí mi punto con serenidad- ahora mismo nuestro país se encuentra como su puño, está herido, y ha derramado demasiada sangre.
Grand: Pero un puño como este sigue sirviendo para dar buenos golpes si se requiere. Seguiré luchando hasta el final ¡aunque todos me dejen solo! -declaró en lo que yo solo me acerqué y amarré su puño con un pañuelo que tenía en el bolsillo.
Alfons: Señor, ¿Qué se puede esperar tras una batalla de tal envergadura? ¿O qué se podría desear esperar? –pregunté mientras atendía su herida– La guerra es política, es sólo otra forma de diplomacia extranjera. Y por ello, si no logramos concluir este conflicto de manera adecuada, el único futuro que nos aguarda es un prolongado periodo de preparación para la próxima guerra. Podría ser simplemente el inicio de otro error necio –dije, dándole la espalda a ambos, mientras imaginaba aviones de combate surcando los cielos, aviones que aún estaban por inventarse, pero que podrían ser producidos de ser necesario en cualquier momento.
Contaba ya con suficiente conocimiento y experiencias para afirmar esto como un hecho, más allá de meras especulaciones.
Alfons: O quizás, la llama de la destrucción devore todo a su paso, y lo único que quede en el mundo sean cenizas. Incluso si logramos conquistar el mundo y Amestris se convierte en una superpotencia, eso solo significaría que el conflicto tomará una forma diferente.
Misiles, explosiones de proporciones cósmicas... Si no se controla y se limita el avance, el futuro será desolador, gracias a esos recuerdos del fin de la Segunda Guerra Mundial que no deseaba revivir, Verdad.
Alfons: En este mundo tan sombrío, incluso con la victoria a medio camino sobre el enemigo, estamos a merced del destino. Un solo golpe traicionero puede arruinarlo todo –dije con claridad y rotundidad– como me han enseñado en más de una ocasión, la victoria es fundamental. Sin embargo, esa victoria debe conquistarse de manera correcta; de lo contrario, algún día, la historia se reirá de nosotros.
El Führer, incapaz de ocultar una expresión de comprensión, asintió lentamente mientras contemplaba mis palabras. La tensión en la sala se sentía densa, como si cada uno de sus pensamientos y reflexiones pesaran en el aire. Grand, aún con el pañuelo atado a su mano herida, me observo con atención renovada, puliendo su escepticismo a como yo lo veía.
Bradley: Tienes mucho potencial, Alfons. Tus palabras son sensatas, y la visión que planteas es digna de ser explorada. Pero la realidad es que estamos en guerra, y a veces hay que actuar más allá de lo que pensamos. ¿Te das cuenta de que al sugerir este tipo de entrenamiento, estás cuestionando el enfoque que hemos tenido hasta ahora?
Alfons: No lo cuestiono para despreciar, señor, lo cuestiono porque es necesario una nueva dirección. Pero si ustedes creen que el espíritu de nuestro pueblo es suficiente para sostener esta guerra, entonces, yo no seré quien se oponga, solo deseo que piensen en las consecuencias que pueden venir si seguimos así -deje mi opinión al aire.
Grand: El coraje y la fuerza de voluntad son los cimientos de un ejército fuerte, general. No puedes permitir que tus emociones dicten el rumbo que queremos seguir. Nosotros sabemos lo que implica la guerra. Muchos de nosotros hemos luchado y perdido.
Alfons: Y es precisamente por eso que debemos aprender de las heridas del pasado, General. La historia nos ha enseñado que la guerra no se trata simplemente de pelear, sino de sobrevivir, de adaptarnos y de ser más inteligentes. Con cada batalla debemos ser más astutos. De lo contrario, todo lo que hemos hecho, todo lo que hemos sufrido, habrá sido en vano.
Bradley se quedó en silencio, reflexionando sobre mis palabras. Estoy seguro de que sabía que tenía razón, en cierto modo. La victoria no podía ser simplemente un juego de números o de poder; debía estar acompañada por una estrategia más sofisticada. Todo lo que habíamos logrado hasta ahora podría desmoronarse si no se respondía adecuadamente a la creciente amenaza.
Bradley: Es ambicioso, lo admito. Pero las palabras son solo palabras. ¿Qué te hace pensar que tienes lo que se necesita para llevarlo a cabo?
Alfons: He pasado tiempo en el campo de batalla, he visto a nuestros hombres luchar por una causa que en ocasiones no comprenden. He presenciado las consecuencias de la falta de un liderazgo adecuado. Pero también tengo experiencia en la gestión y el entrenamiento.
Grand: ¡El tiempo es un lujo que no tenemos! -exclamó, visiblemente frustrado- Hay acción que tomar, miles de hombres esperando órdenes. No podemos quedarnos acurrucados pensando en el futuro mientras el enemigo avanza y nos arrastra hacia la muerte.
Alfons: Entiendo su urgencia, y valoro la vida de cada uno de nuestros hombres tanto como usted. Pero si no invertimos en su futuro y en el de nuestro ejército, sus sacrificios no significarán nada. Si evitamos construir un ejército capaz de adaptarse, seremos aniquilados. Y cuando eso ocurra, no habrá más soldados que salvar.
La intensidad de la discusión creció con cada palabra, y la atmósfera en la oficina se tornó más electrizante. Los ecos de la batalla aún resonaban en mis pensamientos, y la urgencia de la situación se transformó en una necesidad visceral de cambiar el rumbo. Sin embargo, sabía que lo que tenía entre manos era más que sólo palabras.
Bradley: Muy bien, Alfons, te daremos unos meses, cinco para ser exactos -dijo de repente- te daré la oportunidad de probar tu enfoque. Estableceremos un programa piloto basado en lo que has propuesto bajo mis órdenes directas. Lo que pase dependerá de sus resultados, examina los registros de combate y ve que nuevas tácticas podemos usar -dijo de forma jovial antes de ponerse serio- pero no me malinterpretes, esto no significa debilitar el mando actual ni dejar de lado nuestro estilo tradicional de combate; es simplemente una nueva faceta que podría ayudarnos.
Bien, alegremente puedo decir que me siento aliviado; por fin tenía la oportunidad de llevar adelante este plan para quedarme en la retaguardia. Sin embargo, sabía que el camino no sería fácil. Tendría que introducir nuevos métodos y teorías en un ejército que era conocido por su rigidez y su enfoque militar tradicional.
¿Pero a quién le importa? ¡Al fin tenía total libertad para estar en la retaguardia y quedarme con Edward! De aquí en más es solo hacer un trabajo lo bastante bueno como para que no puedan quejarse y así pasaré el resto de mi vida en la retaguardia tras un escritorio, el plan perfecto.
Alfons: Comprendido, señor. No les fallaré ni a usted ni a los soldados de Amestris -dije para acto seguido retirarme.
Más vale que las chicas lo estén cuidando bien ¡debía volver al este cuanto antes, había que recuperar mucho tiempo perdido! Solo sabía que no había nada que pudiera retrasar mi viaje al este, absolutamente nada.
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(Edward Pov)
(Cuartel general del este)
¿En qué momento perdí el control de mi vida? La verdad es que no lo sé, pero ya no parece importar. Todo lo que me queda por hacer es intentar recuperarlo de alguna manera. Sin embargo, sé que todo gira en torno a Alfons. ¿Por qué demonios no puede dejarme en paz? Lo que sucedió ese día es solo un asunto entre Al y yo, de nadie más.
Él dice que me ama... pero eso no es más que una táctica para manipularme. ¿Por qué alguien como él se fijaría en un "don nadie" como yo? Mutilado, gruñón y, para colmo, bajito. ¡Maldita sea, enano, me dije enano a mi mismo! Pero, a fin de cuentas, el punto es que por más que lo intento, no le creo nada de lo que siente por mí. Aun así, por si acaso, he decidido mantenerme lo más alejado posible de él. Estar cerca suyo desata una desconexión en mi cerebro que me impide pensar con claridad. ¿Qué clase de poder extraño tiene sobre mí que me hace actuar así? No creo que sea amor, solo... es imposible que eso sea verdad.
Además, pensar en la idea de amar a alguien como él es complicado. Lo odio por mantenerme al margen de tantas cosas y por tantas cosas que ha hecho, justificadas o no... pero, también, me ha salvado la vida más de una vez. A su lado me siento cómodo, y eso, irónicamente, me da cierta satisfacción. Él dice que me ama y eso me hace sentir bien, pero... ¡Maldición! ¡Soy una vergüenza para mí mismo! Solo haré como si nada hubiera pasado, sí, eso haré.
Al: Hermano ¿está todo en orden? -preguntó sacándome de mis pensamientos.
Edward: No es nada, Al, solo pensaba en... cosas -dije antes de escuchar una voz que me fastidio. Hasta yo me sorprendí de olvidar el elefante en la habitación tan rápido.
Roy: Vaya Ed ¿reflexionando sobre tus errores? Si que hiciste un escándalo -dijo el coronel bastardo como si nada, como siempre creyéndose la gran cosa desde su torre de marfil.
¿Como rayos es que este tipo y Alphonse estaban emparentados? Me evade. Solo le agradezco que su único hijo sea adoptado. Porque pensar en que Alphonse fuera hijo de sangre de este tipo me daba más de una inquietud.
Edward: No me molestes, nada de esto habría pasado si no me hubieran escondido que en Lior podía haber una piedra filosofal.
Roy: Que acabó siendo falsa, solo otra piedra roja de las que fabricamos en el ejército que de algún modo fue robada, no te defiendas con un argumento de niño pequeño -dijo haciéndome enojar- deberías calmarte Edward, al menos podrías aparentar que sigues órdenes.
Edward: ¿Para qué? ¿Para ser otro de tus siervos? Tenemos otros objetivos, sabes -dije todavía enfadado con este tipo por aceptar conspirar con su hijo.
Sencillamente entiendo bien todo, hasta creo lo que me dicen de que todo lo que han averiguado sobre la piedra fueron pistas falsas ¡pero odio que me traten como un niño! ¡Esta es mi búsqueda, mía y de mi hermano, solo a nosotros nos concernía! ¡Sencillamente no podían solo dejarnos fuera y menos por tanto tiempo!
Roy: Lo sé, la piedra filosofal es lo único que realmente te importa... Honestamente, más de una vez he dicho a mi hijo que eres solo una causa perdida, un objetivo sin sentido. ¿Por qué se enamoró de ti, de todas las personas? Me evade -declaró mientras miraba por la ventana-. Han pasado tres años y mi hijo no ha logrado avanzar en nada. Si él no pudo, tú menos. Deberías estar agradecida con él; te aseguro un trabajo de oficina estable, lejos del peligro, pensando lo mejor para ti. El país está demasiado involucrado en conflictos bélicos como para que la búsqueda de un objeto místico y mitológico sea una prioridad. La única razón por la que no has sido enviado a luchar en el frente estos años es porque Alfons te ha protegido hasta lo inhumanamente posible -dije haciéndome sentir frustración.
La verdad era que, aunque estaba enojado con Alfons, había un profundo resentimiento hacia mí mismo por la forma en que las cosas habían sucedido.
Edward: ¡¿Protegerme?! -exclamé, subiendo la voz mientras la frustración comenzaba a burbujear en mi pecho. Ahora no sabía si estaba enojado conmigo mismo por lo que estaba sintiendo o con Alfons por su insistencia en tratar de mantenerme alejado del peligro- la protección no es lo que quiero, Mustang. Quiero ser parte de esto. Quiero ayudar a Al y recuperar nuestros cuerpos, no ser resguardado como si fuera un estúpido niño.
Roy: ¡Y lo eres, Ed! -se volvió para mirarme, sus ojos profundos reflejaban una mezcla de enojo y exasperación- deberías haber aprendido la lección por las malas. La guerra trae sufrimiento, lleva a la muerte, ahora mismo buscar la piedra te terminará llevando al campo de batalla de uno u otro modo y todavía eres joven. No tienes idea de lo que realmente significa estar en el campo, de lo que es enfrentarse a la realidad de la guerra.
Al: ¡Hermano! -intervino Alphonse, su voz suave y calmada como siempre-. tal vez... deberías escuchar un poco más, incluso a las voces que te rodean. Tienes que considerar...
Edward: ¡No necesito protección! -grité, sintiendo que la ira se encendía dentro de mí. Los recuerdos de la última batalla, el horror de lo que vi, volvían a mi mente. Las caras de los que no lograron escapar, la sangre, el caos. Una parte de mí sabía que estaban tratando de ayudarme, pero otra parte se sentía atrapada por su constante vigilancia. Como si, en lugar de ayudarme, me estuvieran atando a una silla- no necesito que me digan lo que puedo o no puedo hacer.
Roy: Entonces, ¿Qué piensas hacer? ¿Volver a salir sin pensar en las consecuencias? -me cuestionó el coronel, levantando una ceja con desafío- no estás listo, Edward. No lo estás.
Edward: Quizás no, pero no dejaré que otros decidan por mí. Haré lo que debo hacer. -Las palabras salieron de mi boca casi como un mantra para mí mismo. La lucha interna dentro de mí resonaba con fuerza, destrozando cualquier intento de controlar mis emociones. No podía permitir que me mantuvieran a salvo; eso ya no era una opción- no iré a la guerra, eso es un hecho. Pero encontraré la piedra filosofal, la encontraré sin importar como -dije solo para ver en el coronal una expresión de... ¿decepción?
Roy: De verdad eres solo un niño, podrías vivir cien vidas, y nunca merecerías a mi hijo. No eres realista.
Edward: ¿Realista? ¿Eso es lo que estás diciendo? ¿Dejar que los demás decidan qué es lo mejor para mí, actuar como si no tuviera voz? ¡No! Lo que han hecho es mantenerme al margen, y eso ya no puedo permitirlo.
La frustración que sentía hacía que la habitación se volviera más pequeña, como si el aire se espese a mi alrededor. Era un juego de poder, una lucha por mi autonomía en medio de un mundo que parecía estar enmarcado por reglas que nunca pedí. Cada uno de ellos tenía la razón desde su perspectiva: Alfons quería protegerme, Al solo deseaba que estuviera a salvo. Mustang hacía lo mejor para sus intereses pero en cierto modo cuidando de mí también. Pero era mi vida, y tenía que ser yo quien decidiera cómo vivirla.
Edward: ... Según lo que me dijeron algunas personas de Lior, la piedra roja que tenía Cornello era muy poderosa, incluso logró transmutar una enorme quimera que se encontraba escondida en la iglesia.
Al: A mi eso me dio curiosidad, me gustaría saber como usar esa piedra para lograr algo así, no conocemos mucho sobre el campo de la transmutación de seres vivos, no la entendemos muy bien.
Edward: Aun así es interesante, si la investigamos, podría sernos útil para recuperar nuestros cuerpos -dije para luego observar fijamente al coronel- entonces... ¿enmendaras tu error y comenzaras a ayudarnos de verdad o solo te doy mi reloj y término de una vez con toda esta tontería de ser alquimista estatal?
Roy Mustang, el Coronel bastardo como yo le digo, me observó con una mezcla de sorpresa y desaprobación. Era evidente que nunca habíamos podido hablar de nuestras auténticas intenciones antes, o al menos él no lo hizo, y menos aún de las consecuencias de nuestras decisiones.
La tensión en la sala aumentó, como si los propios muros estuvieran presionando sobre nosotros. Roy se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras. Pude ver cómo la frustración se mezclaba con la preocupación en su mirada; se trataba de un dilema entre su deber como superior y su deseo de protegerme por orden de su hijo así como sus propios intereses.
Roy: Siendo así... lo más que puedo hacer es recomendarlos con un especialista -dijo dejando un documento sobre el escritorio- el alquimista hilador de vida, Shou Tucker, ha investigado la transmutación de quimeras, se los presentare.
Al: ¿Se tomaría esa molestia, Coronel?
Edward: ¡Está tramando algo, te lo garantizo Al! -dije desconfiado.
Roy: ¡Confía en mí! ¡Así estaremos a mano por todo los asuntos y secretos previos! ¡Créeme, la idea de deberles algo me resulta repulsivo! -reclamo en lo que yo solo suspire.
,.. Supongo que no me queda mucho de donde elegir. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que guste.
¿Y que les parecido?
Si, ya entramos con Tucker. A partir de ahora ya entramos oficialmente a la trama de Brotherhood. Con algunas excepciones de mas adelante, pero en fin, eso se dirá mas adelante.
En fin, nos vemos luego
Chapter 22: Capitulo 20: ¿Se quita la mascara a la fantasía o se le pone la realidad?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Cercanías del parlamento, Ciudad central, Amestris)
No puedo creer todo esto, hasta parece que es una cruel jugarreta del destino y, para ser sincero, no tengo ninguna intención de encontrarle la gracia.
Estaba cómodamente instalado en mi vagón privado, listo para que el tren partiera hacia Ciudad del Este. Había planeado este viaje meticulosamente, incluso había contratado a todo el personal del tren para salir de Central durante su descanso fuera del horario laboral. Tenía todos mis documentos en regla, por si algún oficial decidía interrogarme sobre la razón de mi partida. Para colmo, me había preparado un té de manzanilla para relajarme y descansar bien antes de llegar al este al amanecer.
Todo marchaba a la perfección, hasta que sucedió lo inesperado. En el preciso instante en que el tren estaba a punto de abandonar la estación, unos oficiales de la policía militar irrumpieron para llevarme a una escena del crimen. Resulta que el teniente coronel me había solicitado, o más bien, el tío Hughes lo había hecho. ¿Y la razón? Al parecer, el general de brigada Grand había sido asesinado.
No fue hasta que me contaron cómo murió que el dolor en mi cabeza empezó a intensificarse, invadido por recuerdos que asaltaban mi mente de manera implacable. Y así... Finalmente apareció Cicatriz, ese perturbador asesino en serie obsesionado con la religión y la venganza. No te dejaré hacer lo que te venga en gana esta vez desgraciado. No es que esté en contra de sus motivaciones, pero yo y Ed somos de los que están entre sus objetivos solo por ser alquimistas estatales... bueno, es un interesante choque de ideales e intereses.
Alfons: Odio trabajar a altas horas de la noche -dije llegando al lugar del ataque cerca del parlamento, llamando la atención del resto- no hay humano despierto tan tarde.
Hughes: No mi querido sobrino, solo nosotros, los servidores públicos -dijo revolviendo mi cabello- ¿Cómo has estado? Han pasado años desde la última vez que nos vimos.
Alfons: ¿Qué puedo decirte, tío Hughes? A estas alturas de la vida con solo vivir un día más ya es un logro para mi -dije antes de ser abrazado por una gran montaña de músculos- ... a mi también me da gusto verlo... mayor Armstrong... por favor, necesito respirar -dije ya con la cara morada.
Armstrong: Lo siento, es que estoy tan feliz de verte, y solo quiero consolarte ¡la muerte del general de brigada se debe desbastar! -dijo en un mar de lágrimas.
Si... yo creo que no, incluso creo que él está más triste que yo, y yo ni siquiera me siento mal por lo que le pasó al general... bueno, mentiría si dijera que no le tengo algo de lástima. Con todo, era un patriota que amaba a su país sobre todas las cosas, al menos hasta donde yo lo conocí.
Alfons: Sobreviviré ¿Dónde está el cuerpo? -pregunte para luego solo abrirme paso y observar justo antes de que Hughes lo cubriera con una manta.
Parece que el método de asesinato de Cicatriz sigue siendo el mismo sin importar nada, a este punto, predecible. Aunque admito que en mi caso técnicamente estoy haciendo trampa, demándenme.
Hughes: Queríamos darte la noticia nosotros mismos en vez de que te enteraras por las noticias o algún informe, según sé, fue uno de tus maestros durante tu formación como soldado.
Alfons: Si... aunque nunca me hizo sentir cómodo con eso de pensar en ¨las aplicaciones¨ para mis proyectos -dije refiriéndome a mis planes para el desarrollo de aviones y cohetes. Justamente por el general de brigada nunca me atreví a pasar de la teoría a la práctica, aunque tal vez ahora sí pueda.
Armstrong: El asesino es muy habilidoso, ya son varias víctimas, todos alquimistas estatales.
Hughes: Mayor, Alfons, tengan cuidado, ustedes podrían ser los próximos -dijo en lo que ambos asentimos.
Alfons: Ahora entiendo, por eso he estado escuchando rumores de que todos los alquimistas estatales están abandonando Central tan rápido como pueden cuando llegue hoy a la capital -dije pensando en voz alta.
Es cierto, la atmósfera en Central está cada vez más tensa, y por esa razón no me sorprende que nadie me hablara de esto, supongo que pensaban decirme si sabían que me quedaría en Central, de lo contrario no era necesario, yo ya estaba lo bastante ocupado en el frente y en el extranjero como para preocuparme de un asesino en la capital. No obstante, era un hecho que el miedo se ha apoderado de muchos y algunos ya han tomado la decisión de abandonar sus puestos por temor a ser los siguientes objetivos de Cicatriz. Lo que más les debe preocupar es que nadie sabe realmente quién será su próximo blanco... pero yo sí tenía una buena idea.
Siendo en ese momento que llegó su excelencia.
Hughes: Su excelencia ¿Qué está haciendo aquí? -pregunto en lo que todos recibimos con posiciones firmes al Führer.
Bradley: Me informaron sobre esto -reveló observando el cuerpo sin vida de Grand- teniente coronel Hughes ¿usted está a cargo de este caso?
Hughes: Sí señor.
Bradley: Si necesita más personal, pídalo -dijo con seriedad- debemos tomar medidas enérgicas contra los traidores.
La tensión en el ambiente era palpable. Uno podría pensar que, ante la repentina llegada del Führer, todos nos veríamos obligados a seguir sus órdenes al pie de la letra, pero había algo en el aire que no podía ignorarse. La majestuosa aura del Führer no lograba disipar la sombra del asesino serial, que se alzaba sobre nosotros como un espectro aterrador.
Alfons: Pues siendo ese el caso, pido permiso para hablar su excelencia, me gustaría compartir mis suposiciones de este caso -dije llamando la atención del hombre que estaba por encima de todos los presentes.
Bradley: Adelante, Alfons. Estoy interesado en escuchar lo que tengas que decir.
Alfons: Gracias, su excelencia. He estado observando por mi cuenta los patrones en los asesinatos del asesino, al que llamaremos Cicatriz debido a que algunos testigos han visto rondar al posible sospechoso, de piel morena, ropa gastada y una gran cicatriz en el rostro -dije sorprendiendo a los presentes- todos ellos son alquimistas estatales, todos con una conexión a la guerra y un fuerte sentido del patriotismo. Esto sugiere que actúa no solo por venganza personal, sino también con un objetivo ideológico.
El Führer se me acercó, entrecerrando los ojos, como si tratara de comprender cada palabra.
Alfons: Ejem... Si el general Grand fue asesinado, siendo la víctima con mayor rango y renombre hasta ahora, es porque el mensaje de Cicatriz está dirigido especialmente a aquellos que creen en los ideales del Estado.
Hughes: Es posible que tenga razón. Cada víctima ha sido un firme defensor del sistema militar, un jugador clave dentro del engranaje estatal.
El callejón se llenó de murmullos y asentimientos, el miedo y la inquietud crepitando como un fuego cercano.
Bradley: Tu perspicacia es admirable, Alfons. Pero me gustaría saber más sobre esos "ideales que se oponen al suyo" -ordenó más que pedir, la pregunta era directa y el eco de la seriedad resonaba en el aire. Tenía que ser cuidadoso. No quería dar la impresión de que subestimaba al Führer o su autoridad.
Alfons: Cicatriz parece buscar una especie de purificación de Amestris, donde la alquimia es vista como un medio de corrupción. Él señala con el dedo a aquellos que la utilizan para promover guerras y conflictos. Nos ve como la encarnación de la pecaminosidad del país -dije buscando hacer memoria- creo firmemente que se trata de un Ishvalano, por eso las implicaciones religiosas en su actuar.
Y no hace falta decir que esa declaración dejó a varios de los presentes sin palabras, la guerra de exterminio de Ishval aun era tema fresco de discusión entre la milicia de todo el país.
Hughes: Entonces es una especie de represalia; no solo un asesino, sino un ideólogo y un vengador -dijo en lo que asentí, pero había una voz en mi cabeza que exigía que analizará cada posibilidad, cada sutileza de ese retorcido razonamiento.
Bradley: Ya veo, así lo lograste investigar, gracias a tu asociación de ayuda humanitaria para Ishvalanos que fundaste y patrocinas desde hace unos años, hasta que al fin sirve de algo ese grupo -dijo en lo que yo reprimí el ceño fruncido- ¿Qué más puedes decirnos de este asesino de alquimistas? ¿Cómo mata a sus víctimas?
Alfons: Pues considerando como quedan los cuerpos de las víctimas y los daños que deja en el entorno, puedo asumir con facilidad que se trata, no de un alquimista, pero si de alguien que utiliza la alquimia hasta el segundo de los tres pasos, la descomposición. Posiblemente con un círculo tatuado en uno de sus brazos ante la carencia de armas o herramientas complementarias -dije haciendo como que es una teoría nada más de mi parte.
Cuando en realidad lo sabía con certeza.
Alfons: Dentro de los patrones que he observado, la técnica de Cicatriz parece implicar la destrucción de la materia en primer lugar, en este caso, como un preámbulo a la liberación de lo que él considera "pureza". En otras palabras, convierte a sus víctimas en un mero ejemplo de su ideología radical. Más que un simple asesinato, cada crimen es una declaración de guerra. Está buscando erradicar a quienes vinculan con el sufrimiento que el país ha infligido a Ishval.
Bradley: Fascinante -dijo el Führer, cruzándose de brazos mientras reflexionaba sobre mis palabras. La presión en el aire se intensificó; su ojo atravesaba el callejón como si estuviera buscando algo más allá de la lógica.
Alfons: A lo largo de la historia, han existido figuras como él: idealistas que se ven a sí mismos como salvadores a través de la destrucción. Mi intención con esta investigación no es solo comprender al asesino, sino también, de alguna manera, humanizar el conflicto. Estos ideales pueden nublar el juicio hasta llevar a acciones inhumanas, hoy es solo un asesino, si estas razones se hacen públicas...
Hughes: Entonces, ¿Cuál es nuestra siguiente medida? No podemos quedarnos aquí sin hacer nada mientras este monstruo acecha a nuestros soldados.
Alfons: El siguiente paso es movilizarnos hacia el este -dije sin pensarlo- es que... escuche que varios alquimistas están yendo hacia allá antes de tomar escalas a diferentes partes del país, Cicatriz seguramente ya debe estar en camino y de paso no se tentará el corazón para aniquilar a cualquier alquimista estatal que resida en la ciudad del Este.
Perfectamente podría decir que logre deducir eso estudiando los movimientos de los trenes las últimas horas, así como los movimientos de los alquimistas estatales en central gracias a los registros en las oficinas del cuartel general, solo espero que me crean.
Hughes: Entonces, debemos organizar una operación inmediata. No podemos permitir que Cicatriz se haga más fuerte mientras continúa su venganza. Si la mayoría de los alquimistas estatales se están fugando hacia el Este, eso puede representar tanto una oportunidad para atrapar a la serpiente como un caldo de cultivo para su próxima masacre -dijo, de paso obviamente preocupado por mi padre adoptivo, el alquimista de fuego.
Bradley: Muy bien, quiero que el teniente coronel Hughes y el mayor Armstrong movilicen a un grupo de élite hacia el Este de inmediato. Pero también quiero que... -miró fijamente a mi persona- tú formes parte de esta operación. Has demostrado tener un discernimiento excepcional, Alfons, y en momentos como este, necesitamos cada par de ojos y cada mente en la mezcla. Sabemos que tu conocimiento sobre alquimia puede ser una ventaja. No solo eres un alquimista talentoso y gran belicista, sino que también puedes entender la psicología detrás de los actos de este asesino.
No pude evitarlo. El sentido del deber y la necesidad de detener a Cicatriz cobraron fuerza dentro de mí.
Alfons: Está bien, a fin de cuentas somos soldados, si los superiores dan una orden, es el deber del soldado cumplirla... iré. Solo espero poder hacer justicia en esto, no solo por mis colegas alquimistas, sino también para aquellos inocentes que están atrapados en esta red de venganza -dije buscando sonar lo más patriota posible, y por suerte, convenciendo a todos con facilidad.
Bradley: Eso es lo que quería oír. Ahora, preparen el transporte. Todos deben estar listos para partir en una hora. Este es un asunto de máxima urgencia.
Con una firme determinación, me giré hacia Hughes y Armstrong. Tenía que prepararme para la inminente cacería de un asesino... maldita sea, yo quería ir con Edward, pero supongo que eso tendrá que esperar, a fin de cuentas este infeliz iba tras Ed, y eso no lo iba a permitir ni muerto. Aunque no se porque siento que olvido algo... algo importante.
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(General Pov)
(Al día siguiente)
(Distrito residencial militar de alto rango, Ciudad del Este, Amestris)
Roy: Pido disculpas por retrasar esta visita un día, los hubiera llevado de inmediato el día de ayer pero estaba atado de manos en lo que respecta al papeleo -se excuso con ambos hermanos- gracias a que cierta persona ya no va a hacerlo por mi y mi mano derecha se pone en pie de guerra si se lo sugiero -dijo mirando con reproche tanto a Ed como a Hawkeye que conduce el automóvil.
Y en ese aspecto ambos mencionados de la acusación del coronel pensaban exactamente lo mismo: ¨Deje de quejarse y haga su trabajo, haragán¨. Particularmente Edward que se juró a sí mismo nunca más volver a ser el secretario de Mustang, ese fue un tiempo muy duro para él, aunque indirectamente ese tiempo juntos lo hizo muy unido con la teniente Hawkeye, a quien no le avergonzaba decir que la veía como una buena amiga, al igual que el resto del personal del coronel, eran todos unos raritos pero al final del día buena gente.
Roy: Como sea... Hace dos años Tucker obtuvo el título de alquimista estatal al transmutar con éxito una quimera que podía comprender el habla humana, maravillando al concejo -dijo leyendo el respectivo informe- usando una mezcla de diferentes animales con genes distintos.
Edward: ¿Comprendía el habla humana? Es decir ¿podía hablar? ¿una quimera? -preguntó con incredulidad.
Roy: Si... podía hablar, pero solo decía una cosa ¨quiero morir¨ -aclaro con seriedad- después de eso, dejo de comer y murió -explicó a la vez que el auto se detuvo- es aquí, de paso les digo que no serán solo ustedes, el señor Tucker tiene una niña de cuatro años, sean amables.
Al: ¿Qué hay de su esposa? ¿No está casado? -pregunto solo para recibir un silencio incómodo como respuesta.
Roy: Entremos -dijo sin más entrando a la propiedad.
Ignorando el shock de ambos hermanos al ver el tamaño de la casa, la cual en realidad se trataba de una mansión por derecho propio con todas las de la ley. Siendo cuando el coronel tocó la puerta que el perro de la casa apareció, quien sin pena ni gloria solo se tiró encima de Edward con toda la intención de jugar.
Al: ¿He... hermano? -miró con desconcierto la escena a la vez que la puerta se abrió, revelando a una niña pequeña y a un hombre que parecía el típico estereotipo de ratón de biblioteca.
Nina: ¡Ah! ¡Muchos visitantes! -exclamó con alegría la menor mientras su padre solo agachaba la cabeza repetidas veces en señal de disculpa.
Tucker: Nina, ya te he dicho que debes tener atado al perro, mis disculpas.
Edward: Está bien... solo no le pida que ruede -dijo todavía debajo del enorme can quien se levantó cuando su dueño lo llamó para luego ser invitado con los demás a pasar.
La casa tenía un gran contraste en su interior en comparación con el exterior, pero no en el buen sentido. Mientras que por fuera la casa se veía enorme y de presencia, su interior era un total desastre: libros, basura y platos sucios esparcidos por todos lados. ¿Acaso era tan difícil contratar un equipo de limpieza o al menos una señora del aseo?
Tucker: Lo siento, desde que mi esposa me dejó, la casa ha estado así, nos hace falta un toque femenino... creo que fui sexista ¿cierto? -dijo sirviendo café a sus invitados- de nuevo para mi es un placer conocerte, Edward. Soy el alquimista hilador de la vida, Shou Tucker.
Roy: Él está interesado en la transmutación de seres vivos -explico yendo directo al grano- dice que le encantaría ver tus estudios.
Tucker: ¿Ah? Claro, no me molesta -mencionó con calma- sin embargo, si quieren ver que guardo bajo mi manga, primero debo ver que guardan ustedes bajo las suyas. De eso trata ser alquimista ¿porque están interesados en la transmutación de seres vivos? -pregunto tensando a los tres invitados.
Quienes al no tener más opción, tuvieron que confesar toda la verdad. Ya sea que lo quisieran o no, a fin de cuentas para recibir primero hay que dar, una equivalencia.
Tucker: ¿Transmutaste a tu madre? ¿Un niño de once años? -preguntó más de forma retórica que esperando una respuesta- ya veo porque eres el alquimista de acero... tuviste una experiencia muy amarga ¿no es cierto? -pregunto solo para recibir miradas incómodas de ambos chicos como contestación- en realidad no se si les servirá de algo, pero... podríamos darle un vistazo a mi investigación -declaró para luego llevar al grupo a su laboratorio.
El cual, de forma demasiado irónica considerando que era el lugar donde se realizaban experimentos relacionados a la genética y el estudio de seres vivos, incluyendo experimentación constante con diferentes animales, células, etc. Era la habitación más ordenada del complejo comparada con el resto de la casa.
Tucker: Esto es muy embarazoso, me consideran una autoridad en la transmutación de quimeras, pero la verdad es que no he tenido mucho éxito -dijo observando con indiferencia sus creaciones enjauladas para luego dirigirse a otra habitación.
Su biblioteca privada.
Tucker: Está en cambio es mi sala de materiales, vean lo que quieran. Aunque comparado con la gran biblioteca de Central esta es solo una minucia -dijo encogido de hombros solo para notar que ambos jóvenes ya se habían adentrado en la biblioteca y estaban concentrados en la lectura de diferentes libros de alquimia.
Roy: Volveré al trabajo, enviaré a alguien a buscarlos esta noche -menciono solo para ser ignorado al ambos chicos estar inmersos en la lectura.
Tucker: Tienen una concentración increíble, apagaron el mundo a su alrededor -exclamó en lo que se acomodaba las gafas- ¿son genios, no? Tienen que serlo -dijo para que luego ambos adultos dejaran a los más jóvenes solos.
Mientras el alquimista de la llama se alejaba del laboratorio, llevándose consigo un ligero aura de preocupación y misterio, Edward y Alphonse estaban completamente absortos en los libros que yacían sobre la mesa en la pequeña biblioteca del hogar de Tucker. Ambos hermanos se sumergieron en las páginas de una variedad de volúmenes de alquimia, rodeados de un aire impregnado de polvo y el sutil aroma del papel antiguo. La emoción de descubrir nuevos conocimientos eclipsaba el desorden que los rodeaba.
Cada libro ofrecía fragmentos de lo que eran las ambiciones y los fracasos de Shou Tucker, y el joven de cabello rubio se sintió curioso hacia el método utilizado por el alquimista para crear sus quimeras. Cualquier información que pudiera ayudarlos a recuperar sus cuerpos era bienvenida, tenía mucho tiempo perdido que recuperar. Y no había absolutamente nada que los pudiera distraer de estudiar, nada.
Y cinco minutos después, Al ya estaba jugando con la niña de la casa mientras que Ed se encontraba debajo de Alexander.
Edward: ¿Cómo te atreves? -preguntó poniéndose de pie- dicen que el león usa toda su fuerza para cazar un conejo. ¡Y yo Edward Elric, usare todo mi cuerpo y mi alma para enfrentarte, engendro canino! -grito antes de proceder a perseguir a Alexander.
De antemano se puede decir, que de ese enfrentamiento al final del día fue Alexander quien se llevó la victoria.
—
(Al día siguiente)
Lyra: Veamos... nada... aja... ah, salieron de la casa, a toda prisa.
Clara: ¿Si? ¿Qué están haciendo?
Lyra: El objetivo se mueve, el objetivo se mueve, el objetivo está en movimiento -declaró- Parece que hasta aquí llegó la seriedad del estudio por la búsqueda de datos -dijo desde una habitación de la casa en frente de la mansión de Tucker mientras usaba binoculares para espiar a los hermanos Elric por orden de Alfons.
Quienes se encontraban muy inmersos en ¨ejercitarse¨, o dicho de otro modo, estaban jugando y pasando tiempo de calidad con la hija de Tucker y con el perro del mismo, quien aparentemente tenía un apego con Edward a quien en cada oportunidad posible le saltaba encima. Y por eso en ese momento lo estaba persiguiendo.
Clara: Por mucho que quieran jugar a ser adultos, solo son adolescentes, no, mentalmente son niños en toda regla los pobrecitos -exclamó mientras se limaba las uñas ajena a la situación- debieron sentirse mal por la niña y decidieron pasar tiempo con ella, si no mas recuerdo su padre los abandonó ¿no? Deben sentirse identificados -mencionó con calma- parece que los niños están intentando compensar algo... jugando con una niña pequeña. Como si eso fuera a llenar el vacío de su pasado.
Lyra, sin dejar de observar, frunció el ceño de forma casi imperceptible.
Lyra: No lo ves, Clara... Los Elric son más que solo soldados y alquimistas. A veces, la niñez puede ser la única cosa que les queda, incluso ante las tragedias -declaró haciendo suspirar a su compañera.
Clara: Al menos no están siendo asesinados por un loco -dijo con tono sarcástico- quiero decir que a eso hemos venido, a vigilar que los hermanos no sean atacados por algún asesino de alquimistas o monstruo homúnculo. Deberían estar más enfocados en eso, no en jugar a juegos infantiles, por muy niños que sea -dijo mientras procedía a pintarse las uñas.
Lyra: Me sorprende el poco interés que tienes en esto, aunque en parte no te culpo -mencionó con un suspiro- solo en las misiones oficiales primero al sur, luego al oeste y suroeste, luego al continente sur, después al norte y luego de pelear en el este, ahora nos toca hacer de niñeras.
Clara: Extraoficialmente fueron muchas paradas. Y ahora estamos en la retaguardia mientras Miranda se quedó dirigiendo nuestra unidad junto al resto de tropas en la defensa entre las montañas y el desierto -exclamó encogida de hombros- me gustaría aprovechar la situación para descansar como se debe pero la verdad... es difícil sentirme relajada.
Lyra: A esto se le llama el síndrome del frente. Lo se, yo me siento igual -dijo sin apartar la vista de la casa de enfrente- pero considerando todo, toma en cuenta que esta misión debe ser la más importante que el señorito nos ha asignado. Es decir, a la larga todo esto fue con un solo fin, la seguridad de Edward Elric.
Cosa que hizo a ambas solo encogerse de hombros con comprensión y resignación, ambas eran conscientes de las verdaderas intenciones de su joven jefe, estar al lado del alquimista de acero sin importa que, en eso se resume todo, y como sus más fieles compinches y confidentes, lo ayudarían en todo lo que pudieran.
Clara: Por cierto... parece que la evaluación del alquimista hilador de vida será pronto, parece muy tenso al respecto.
Lyra: Es comprensible, con la muerte del general de brigada Grand, está entre la espada y la pared -dijo apartando la mirada un momento- aparentemente el único logro real de Tucker fue crear esa quimera parlante hace dos años. Antes de eso se dice que Tucker solo era un vagabundo que mendigaba por comida, y luego de volverse alquimista estatal, sus estudios no han sido más que basura a los ojos de varios militares. Aparentemente la única razón de que conservará su título el año pasado fue porque el alquimista de la sangre de hierro, el general de brigada Grand, intercedió por él -declaro con cierto tono de burla.
Clara: Entonces es solo un perdedor con un único gran logro, es entendible porque su esposa lo abandonó -dijo antes de notar la mirada de Lyra ahora con su usual seriedad- ... ella lo abandonó ¿no? Es lo que él les dijo a los hermanos el día de ayer cuando salió el tema.
Lyra: Si los abandono, explica el acta de defunción de la señora Tucker poco antes de que Shou Tucker hiciera su demostración de la quimera parlante hace dos años -exclamó con seriedad- ... su esposa murió sin que se encontrara el cuerpo... y poco después aparece con una quimera parlante que lo único que dijo fue ¨quiero morir¨...
Y fue cuando a ambas les cayó el veinte.
Clara: ... ¿No creerás que...? ¿Te refieres a que podría haber utilizado a su esposa en alguno de sus experimentos? ¡Eso es espeluznante! -dijo sin poder creerlo.
Lyra: Lo es. La línea entre la alquimia y la moralidad se vuelve borrosa cuando se trata de transmutaciones de seres vivos. Algunos dicen que te arriesgas a perderte a ti mismo en el proceso, a sacrificar lo que más amas por un "resultado"; y en el caso de Tucker, podría ser que sacrificó su familia por reconocimiento y estatus en el mundo alquímico... y considerando que Grand ya no está para cubrirle las espaldas, tal vez esté dispuesto a cruzar esa línea otra vez -mirando a la hija del hilador de vida y al perro de la casa.
Lyra y Clara permanecieron en silencio, sus rostros pálidos mientras procesaban la inquietante posibilidad que ahora flotaba entre ellas. La idea de que Tucker hubiera cruzado la línea moral de la alquimia fría y calculadora era aterradora, y el hecho de que estuvieran observando a una niña que podría ser una víctima más de sus experimentos les causaba un nudo en el estómago.
Lyra: Debemos mantener un ojo en eso -dijo finalmente, su tono más serio que antes-. No podemos permitir que algo así vuelva a suceder, no con los hermanos Elric aquí. Además de que si algo le pasa a los hermanos el señorito nos dará una reprimenda, si Tucker es realmente capaz de eso... la situación está comprometida.
Clara asintió, sus ojos enfocados en la casa de Tucker. Sentía que cada palabra pronunciada por su compañera más seria hacía eco de sus propios pensamientos más oscuros.
Clara: Si Tucker se atreve a repetir lo que hizo antes, no solo estarán en peligro los hermanos, sino también la pequeña Nina -dijo con algo de tristeza- ... avisaré a Alfons, el tal vez sepa más al respecto y nos de órdenes de que hacer a continuación -declaró mientras empezaba a emitir el mensaje.
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(Poco después, en el cuartel general del Este)
Alfons: Escuchen, hemos recibido informes de que Cicatriz, el asesino de alquimistas estatales, se subió a un tren rumbo aquí, al Este. Por suerte logramos adelantarnos -dijo mientras observaba a las tropas en movilización- no hay tiempo que perder, debemos encontrarlo sin importar el cómo, duplicaremos la seguridad en toda posible entrada a la ciudad, cerraremos las vías y buscaremos en cada rincón, disparen a matar, es una orden directa del Führer.
Las palabras resonaban en el aire, y su peso se sentía en cada rincón del cuartel general del Este. El momento era crítico; las vidas de muchos dependían de sus acciones y capacidades. La habitación estaba llena de oficiales y soldados, todos ellos atentos, esperando las instrucciones que, de alguna manera, reducirían el impacto del terror que se cernía sobre los soldados y la población en general.
Alfons: La última vez que Cicatriz atacó, dejó indicios. Debemos enfocarnos en esos patrones. Los informes de las víctimas indican que siempre son alquimistas estatales, y parece que su modus operandi es el mismo: ataca por la noche, en áreas donde se siente menos observado. Por lo tanto, la seguridad debe ser mayor en las zonas residenciales donde se sabe que habitan alquimistas.
Armstrong: Eso significa que debemos organizar patrullas nocturnas en toda la ciudad y poner a todos los soldados en alerta máxima. También debemos establecer un sistema de comunicación para que todos los oficiales reporten cualquier actividad sospechosa -dijo el mayor, su voz firme y decidida.
Hughes: Además, debemos considerar la posibilidad de que haya más de una víctima en la mira de Cicatriz. Este es un juego de caza, y debemos estar listos para interceptar cualquier movimiento -comentó, su rostro reflejando preocupación por la seguridad de todos, incluyendo la de Alfons.
Alfons: No olvidemos que también debemos proteger a aquellos que no son alquimistas, pero que podrían verse atrapados en este conflicto. Las vidas de los civiles son prioridad sin importar la situación ¿entendido?
Soldados: ¡Señor! -dijeron en posición de firmes antes de comenzar a movilizarse.
Momento en el que el segundo al mando de supervisar el cuartel general del este hiciera acto de aparición, el padre adoptivo del general de brigada, el alquimista de la llama y héroe de Ishval, Roy Mustang.
Roy: Así que al fin comenzó ¿no hijo? Sabia que llegaría el día en que vendrías y darás órdenes como si tu fueras el jefe aquí, mocoso descarado -dijo haciendo saludo para revolver el cabello de su hijo, de una forma más de desquite que por afecto- eres un grandísimo insolente ¿lo sabías?
Alfons: Cuanto tiempo sin vernos, maes... Perdón, padre -dijo como si nada pasara- ¿Cómo han estado los días en el este? ¿Disfrutas pasar el día haciendo trabajo de oficina mientras juegas ajedrez con el teniente general Grumman?
Roy: No te pases de listo -dijo antes de calmarse al sentir la mirada fría de la teniente Hawkeye a sus espaldas- de cualquier modo, ni creas que no voy a dar mi apoyo total en la captura de Cicatriz, esta vez seré yo quien se quede con todo el crédito, querido hijo -dijo con un tono más que todo determinado.
Cosa entendible en realidad, a ningún padre le gusta la idea de ser superado por su hijo, y menos si este ni siquiera había cumplido los quince años.
Alfons: Descuida padre, intentare no robarte puntos con el alto mando esta vez, solo debes hacer tu trabajo -dijo buscando molestar un poco al alquimista de fuego- el mundo es un escenario, cada quien debe interpretar su papel como es debido después de todo.
Roy: Deberías saber que estoy acostumbrado a interpretar mi papel con elegancia -dijo Roy con una sonrisa burlona, pero su expresión se tornó seria de inmediato, consciente de la gravedad de la situación- Pero volviendo al asunto en cuestión, ¿hay alguna pista sobre la ubicación de Cicatriz?
Alfons: Negativo. Según nuestras fuentes apenas debe estar llegando a la ciudad, de momento no hay que hacer evidente qué lo buscamos, las tropas deben hacerse pasar por civiles, de ese modo podremos movernos por el área sin preocuparnos de asustar a nuestro asesino y que escape, si eso llega a pasar quien sabe cuando volveremos a tener una oportunidad como esta capturarlo o eliminarlo -explico con la bastante seriedad para dar a entender que hablaba en serio.
Roy: Sea lo que fuere, no podemos permitir que este loco continúe con sus ataques. El general de brigada Grand no es sólo una baja, es un golpe moral a la milicia como organización mayor a todos los demás. Debemos enviar señales claras de que no toleraremos esta violencia y de que esto no nos afecta a ojos del público -declaró de forma autoritaria.
La determinación en la voz de Roy resonó en todo el cuartel, capturando la atención de todos los presentes. Cada soldado se erguía un poco más; cada línea de desgaste en sus rostros se desvanecía ante un propósito renovado.
Alfons: Antes de dispersarse, quiero asegurarme de que todos tengan esto claro: si encuentran al asesino, no duden en actuar. Esto no es sólo una cacería; es una batalla para proteger lo que queda de nosotros, la credibilidad de la milicia está en juego aquí -dijo en lo que un soldado se le acercó para entregarle un mensaje en código morse
El código morse, un clásico método de comunicación y cifrado en tiempos de guerra. Del cual Alfons gustaba aprovechar para recibir información de sus aliados de más confianza, no preocupándose de que otros militares tengan la intención de descifrar esos mensajes al estar en el idioma alemán, lenguaje aún desconocido hasta la fecha en Amestris gracias a sus esfuerzos. Ventajas de haber venido directamente de otro mundo.
Alfons: Muy bien, veamos... aja, ya veo, los hermanos Elric... si, interesante... ¡¿QUE ESTAN CON QUIEN EN DONDE?! -dijo perplejo terminando de leer el mensaje.
Y no era nada menos, hacía un tiempo que su cabeza tuve el golpe de memoria cuando tuvo que lidiar con quimeras más de una vez los últimos años, el como Edward y Alphonse pasaron meses en casa de Shou Tucker en ese otro mundo y el cómo se unieron a Nina, para que luego ese desastre ocurriera... no, no volverá a pasar. Llevaba años esperando ese día.
Alfons: Cambio de planes -declaró llamando la atención de los presentes- parece que esa puerta se abrió demasiado pronto... ¡Mayor Armstrong! -llamé con determinación.
Armstrong, siempre el guerrero robusto, se acercó con un semblante de plena disposición.
Armstrong: ¡Sí, Alfons! ¿Qué necesitas?
Alfons: Necesito que organice un escuadrón de asalto al instante y que se preparen para asediar la casa del alquimista hilador de vida ¡para ya mismo! -dije activando los círculos alquímicos en mi atuendo y empezando a flotar- no hay tiempo de explicar, yo me adelantare, nos vemos allá -declaró para luego salir disparado por aire.
Dejando a los adultos del lugar sorprendidos al no saber qué era lo que estaba sucediendo.
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(Alfons Pov)
Maldita sea, si no me equivoco a esta hora ya Edward y Alfons deben haberse ido de la mansión del alquimista hilador de vida, eso significa que a lo mucho tengo horas o quizás minutos para llegar antes de que ese maldito enfermo mental haga lo que piensa hacer con su hija y su perro... tengo esos recuerdos ajenos vividos en mi cabeza. Como Edward sufrió con ese suceso, el como Nina terminó convirtiéndose en un monstruo y luego el como Cicatriz acabó con la quimera que quedó... como un montón de sangre explotada en la pared de un callejón.
La presión en mi pecho aumentaba conforme me acercaba a la mansión de Tucker, una sombra de un recuerdo aterrador se arrastraba detrás de mí. La ansiedad me impulsaba a moverme más rápido, aunque cada segundo que pasaba sentía que el tiempo se escurre entre mis dedos como arena. Con esa inquietud es que sencillamente atravesé la puerta principal una vez la mansión se hizo visible, al diablo respetar la propiedad privada.
Alfons: Sé que estás aquí, Tucker. No puedes esconderte de lo que has hecho -murmuré mientras revisaba a toda velocidad habitación tras habitación.
Hasta que finalmente di con la habitación que buscaba, el laboratorio de este desgraciado. Abriendo la puerta de golpe para ver una escena que me hizo quedarme sin aire, tanto por la consternación como por el alivio. Allí estaba Tucker, a punto de colocar sus manos sobre el círculo de transmutación, con su hija y su perro en el centro de este, profundamente dormidos.
Alfons: ¡Las manos arriba y aléjese del círculo de transmutación lentamente! -ordené desenfundando mi arma- ¡ahora!
La tensión en la habitación era palpable. El aire se sentía cargado de ansiedad, y el golpeo de mi propio corazón casi podía ahogar mis pensamientos. Allí, enfrente de mí, estaba Shou Tucker, un hombre que, por sus propias ambiciones y fracasos, había cruzado una línea que ningún alquimista debería nunca haber cruzado. Su rostro estaba desencajado; la locura de su mirada evidenciaba lo lejos que estaba dispuesto a llegar por un nuevo "logro" en su carrera.
De allí que antes de que dijera algo, y al ver que no me estaba obedeciendo, me moví a toda velocidad y le di un puñetazo que lo arrojó contra un estante, derramando frasco y notas por todos lados.
Tucker: Ese fue... un buen golpe... -dijo tratando de ponerse de pie- creo que... estas malinterpretando lo que ocurre aquí... estaba a punto de hacer un gran logro.
Alfons: ¿Crees que no se que pensabas hacer, desgraciado? -respondí con veneno en mi voz antes de centrarme en la niña que parecía inconsciente al igual que su mascota- la drogaste... toda la capital está en caos por el asesino de alquimistas estatales suelto... y tú... ibas a cometer esto... este... ¡PECADO!
Tucker: ¿Un pecado? ¡Tal cosa no existe para científicos como tú y como yo, Alfons Heiderich Mustang, el alquimista de los cielos! ¡El progreso requiere sacrificios! -dijo buscando justificar su actuar luego de reconocerme, a estas alturas era difícil que alguien en la milicia no supiera de mi.
Alfons: ... Imagino que es tu forma de afirmar que tu hija se ofreció voluntariamente para hacer esto, y que las drogas eran para que ella no sufriera -sugerí para luego volver a tirarlo al piso de un golpe a ver que este infeliz iba a asentir- ¡maldito bastardo! ¡solo tiene cuatro años! ¿de verdad me vas a creer tan estúpido para creer que lo que haces es voluntad de la niña?
El infeliz se retorció en el suelo, y su mirada, que un instante antes había tenido la chispa de la locura, ahora se tornó vulnerable, como si las palabras de verdad comenzarán a penetrar su frágil y distorsionada realidad, aunque lo dudaba.
Alfons: Primero utilizó a su esposa hace dos años, y ahora planeaba usar a su hija junto a su perro -escupió con odio- un proceso sencillo cuando se experimenta con seres humanos ¿no es así?
Tucker: ... No entiendo porque estas tan molesto -dijo tratando de volverse a poner de pie- es la naturaleza del progreso científico, pruebas con animales, experimentos, ensayo y error, todo avance tiene un precio.
Alfons: ¿Y valía la pena ese precio? La única razón de tener este lujoso estilo de vida era por su hija, y pensaba sacrificarla. Sin su hija, que es toda la familia que que le queda ¿cual es el maldito punto de todo esto? -pregunte buscando contener mi rabia.
Y aunque ya sabía la respuesta, quería escucharlo de su propia boca. Solo para ver si de algún modo había alguna variación entre este mundo y el otro, por muy leve que fuera... pero no, al final, era la misma basura.
Tucker: Eso es lo gracioso, no hay razón alguna, no hay ningún punto -dijo como si nada- lo entendí por completo hace poco, sin importar que hiciera mi vida estaba arruinada. Solo me quedaba ver qué podía hacer con la ciencia o sin ella, elegí intentar hacer una nueva quimera parlante solo para ver si podía hacerla.
Alfons: ... Maldito desgraciado...
Tucker: Cuando se tiene el poder de hacer algo es difícil no intentarlo, la posibilidad estaba en frente y lo iba a hacer sabiendo que estaba prohibido, como lo haría cualquier científico -fue todo lo que dijo antes de que procediera a molerlo a golpes. no iba a escuchar el resto del monólogo del científico loco.
Con cada golpe que asestaba a Tucker, sentía que la ira acumulada en mi interior se desbordaba. No solo por lo que había planeado hacer con su hija, sino también por el desprecio que sentía por su visión retorcida de la ciencia: una perspectiva que justificaba sus horrendos actos en nombre del "progreso". La ciencia fue hecha para progresar, no para traer el infierno a la tierra... Es triste como la humanidad no entiende eso.
Tucker: Tu no lo entiendes... ¡eres el niño dorado de central! ¡entrenado por los mejores, destinado a la grandeza, el príncipe del país vecino del sur! Nunca entenderás... las ambiciones de los que salimos de la basura... ¡Si no renuevo mi certificado lo perderé todo, volveré a la calle! -dijo para cuando lo tenía sujeto del cuello contra la pared.
Alfons: ¿Y de qué sirve tu certificado si sacrificas a la persona por la que haces todo esto? ¡Eres alquimista estatal un año más! ¿Y luego que? ¿Quién será la próxima víctima? ¡Solo juegas con la vida, maldito engendro!
Tucker: ¿Qué juego con la vida? -pregunto divertido- mira quien fue a hablar, el belicista responsable de la muerte de miles de personas en la guerra los últimos años.
Alfons: ¡Cállate! -grité, apretando más mi agarre alrededor del cuello de Tucker. La rabia burbujeaba en mi interior, una ola de emociones contradictorias que luchaban por salir, y cada una de ellas estaba alimentada por la pureza de la furia que sentía en ese momento.
Tucker: No puedes tildarme de monstruo cuando tú mismo has vivido dentro del caos que creas con tu propia alquimia. Cada vez que te paras en un campo de batalla, cada vez que usas tu poder para destruir, te conviertes en algo similar a lo que yo soy. -Su voz se volvió más fuerte, más desafiante, mientras encontraba en su desesperación un resquicio de coraje.
Alfons: No estoy aquí para discutir moralidades contigo -mi voz era firme, decidida.
Tucker se retorció, dispuesto a liberarse de mi agarre, pero yo lo mantuve sujeto, no solo por su incapacidad para razonar, sino también por lo que representaba. Este no era solo un enfrentamiento personal; era una lucha por la ética detrás de la alquimia misma.
Alfons: Eres un cobarde; has elegido el camino del horror y el sufrimiento. Se debe pelear por la vida, no arriesgarla en experimentos aberrantes que terminan destruyendo todo. -mi voz tembló ligeramente, cargada de una desesperación que no podía soportar. No quería pensar en lo que pasaría si no lograba detenerlo, porque ya lo sabía... y no era nada agradable.
Tucker: Ahora tú te pones en un pedestal moral. ¿Cuántas vidas has cegado en nombre de tu país? ¿Cuántas has destruido? -cada palabra que salía de su boca era como una piedra arrojada en un estanque tranquilo, creando oleadas de dolencia y confusión en mi mente.
Un momento de silencio pesado quedó entre nosotros, el aire estaba impregnado de una densa tensión. Era verdad, cada uno de nosotros, soldados de Amestris, teníamos las manos manchadas con la sangre de aquellos que habíamos enfrentado. La guerra, los sacrificios... cada acción, cada decisión, cada muerte, pesaba en mis hombros, pero había una línea que no estaba dispuesto a cruzar... además, todo fue con un fin, y ese fin era lo que me diferenciaba de este malnacido.
Alfons: Esta no es la guerra, Tucker. Esto es algo más. Te has convertido en un ladrón de sueños, en un asesino de inocentes. La razón por la que luchamos es proteger este mundo, no arruinarlo. -mi voz se volvió más suave, casi un susurro mientras vacilaba entre la ira y la compasión.
Para acto seguido seguir golpeando su cara hasta que quedó lo bastante hinchada que cualquiera que lo conociera le costará el simple hecho de reconocerlo. Y esto no es nada, lo que pensaba hacerle cuando lo tuviera en custodia, oh eso iba a ser deliciosamente gratificante. Este no es el mismo Tucker, pero se merecía igual pagar por todo el sufrimiento que le hizo pasar a Edward.
Tucker: Estaba tan cerca... tan cerca... -dijo tirado en el suelo, mirando entre lágrimas su reloj de plata- solo quería... seguir siendo un alquimista estatal...
Allí mismo tomé su reloj y lo pisé, rompiéndolo en pedazos frente a sus ojos.
Alfons: Señor Shou Tucker, el alquimista hilador de vida... bajo mi autoridad como general de brigada, actuando según las leyes estatales, en nombre de la milicia de este país... queda bajo arresto, y queda destituido de su cargo como alquimista estatal, incluyendo la destitución de títulos y propiedades que hayas adquirido con tu posición -dije manteniendo la profesionalidad a pesar de todo.
Justo en ese momento, la puerta del laboratorio fue derrumbada de un golpe, y un grupo de soldados, liderados por el Mayor Armstrong, seguidos de mi padre el coronel Mustang, irrumpieron en la habitación. Me encontré retrocediendo un paso para dejarlos entrar, observando cómo la situación se desarrollaba.
Armstrong: Alfons, ¿estás bien?
Alfons: Estoy... lo estoy. Tucker estaba a punto de hacer algo horrible. Buscaba realizar un experimento con su hija... y su perro también -dije en lo que trataba de calmarme.
Los soldados se movieron rápidamente, rodeando a Tucker y asegurándose de que no hubiera más amenazas en la habitación. Una de las mujeres del equipo comenzó a examinar a Nina y a Alexander, asegurándose de que estuvieran bien, mientras que los otros aseguraban a Tucker.
Armstrong: ¿Qué ocurre?
Alfons: He arrestado a Tucker y lo destituí como alquimista estatal. Debe ser arrestado, y necesitaré la declaración de todos los presentes.
El bastardo estaba sentado en el suelo, con la mirada perdida, como si la realidad finalmente hubiese comenzado a asentarse en su mente. El Mayor Armstrong observó a Tucker, su rostro endurecido por la situación.
Armstrong: Shou Tucker, estás arrestado por intentos de asesinato, abuso de seres vivos y violación de los estatutos de transmutación.
Luego de un momento, Tucker levantó la vista hacia mí, sus ojos hinchados y llorosos.
Tucker: No entiendes... si no puedo ser un buen alquimista, no soy nada. ¡No tengo nada sin mi trabajo! -dijo con desespero, momento en que le disparé con mi pistola de aire, dejándolo inconsciente.
El eco del disparo resonó en la habitación, y todos contuvieron la respiración por un breve instante. Era una decisión agridulce, pero necesaria. No podría permitirle la oportunidad de escapar, de hacer algo más loco o retorcido. ¿Qué se había convertido en este hombre que una vez fue considerado un brillante alquimista? La locura había levitado en su mente, y ahora era un cuerpo despojado de moral, un recordatorio de lo que podía suceder si uno se desviaba del camino correcto... al menos no se convertirá en el verdadero monstruo que fue en otra vida.
Armstrong se adelantó, revisando a Tucker para comprobar su estado. Mientras tanto, mi padre adoptivo, observaba con atención renovada, contemplando la fragilidad de la situación. La tensión que había en la habitación era palpable; la caída de un hombre podía significar mucho, sobre todo para aquellos que habían albergado esperanzas en su trabajo.
Roy: ¿La niña y el perro están bien? -preguntó, su voz había tomado un tono de preocupación mientras observaba a la niña, quien dormía plácidamente, y al perro, que se movía inquieto aunque no tenía la más mínima intención de dejar su lado.
Alfons: Sí, parece que solo la drogó. No hay signos de daño físico, pero debemos asegurarnos de que reciban atención médica. -Respondí mientras trataba de contener la agitación en mi pecho. La culpa amenazaba con invadir mi ser, un pequeño eco de la historia que había tenido el otro Edward en el otro mundo.
Instintivamente, me convertí en un puente entre mi pasado y el presente. Cada golpe que imaginaba asestándole a Tucker se hacía más confuso cuando pensaba en su hija. No podía justificar la violencia en su contra con las decisiones de su padre, pero a menudo la vida no es tan simple.
Dos soldados se acercaron para llevarse a Tucker, mientras que otro grupo comenzaba a atender a la niña y al perro. Mientras observaba cómo llevaban a ese hombre cuya ambición había excedido los límites de la ética, un pensamiento inquietante me atormentaba. Aunque lo había detenido, ¿habría sido suficiente? ¿Cuánto daño había ya infligido en nombre de su búsqueda?
Armstrong: Alfons, lo hiciste bien, pero debemos seguir adelante. -dijo, notando la tormenta de pensamientos que me envolvía.
Una profunda exhalación me sacó de mis dudas. Aún quedaba mucho por hacer. Shou Tucker podía ser solo un eslabón en una cadena más larga de locura que había comenzado hace mucho tiempo ya, pero no estaba dispuesto a dejar que su situación se convirtiera en un ciclo interminable.
Y para terminar de rematar la noche, fue que ambos hermanos aparecieron.
Edward: Apártense, déjenme pasar -dijo abriéndose paso a la habitación- ¿Que... ¿Qué fue lo que sucedió?
Genial, esto era justo lo que me faltaba.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Ya con esto terminamos el tema de Tucker, y si, Nina y Alexander están con vida. Se que el desarrollo de Ed era importante para este punto enfrentando lo que paso, pero vamos, me parece que ya le di suficiente desarrollo para que entienda que la alquimia no es una bendición o algo divino para variar.
Y como mención especial, no olvidar el 3 de octubre
En fin, nos vemos.
Chapter 23: Capitulo 21: Resultados inesperadamente esperados
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Casa de la familia Hughes, ciudad del este, Amestris)
Al fin un poco de paz, aunque no como quisiera realmente.
Tras concluir la jornada laboral, no se lograron avances significativos en el caso de Cicatriz. Sin embargo, por otro lado, se logró prevenir una tragedia en la residencia Tucker al impedir una transmutación humana ilegal que habría tenido consecuencias devastadoras a su propia hija, Nina. Actualmente, Shou Tucker está a la espera de un juicio en un arresto domiciliario, y parece evidente que el veredicto final será un fusilamiento. Al fin y al cabo, la transmutación humana, sin importar su naturaleza específica, generalmente conlleva ese tipo de castigo o una cadena perpetua, dado que las vidas y las almas humanas son invaluables conforme al propio orden del mundo (un poco hipócrita que un país mayormente militar piense así pero ¿Quién soy yo para juzgar?).
Alfons: ¨Dirigido a la familia de mi amigo, oficial técnico Suite Taiyanen, lamento informar que el oficial Taiyanen dejará el servicio por presentar ciertas heridas de gravedad, un médico militar decidió que el oficial necesita tratamiento a largo plazo. Quiero disculparme por entregar en ese estado al hijo que nos encomendaron con tanto ahínco. Se que no es mucho, pero hice una solicitud para otorgarle la medalla de combate clase uno, y una medalla de heridas de guerra. Espero que se recupere exitosamente¨ -termine de leer la carta que recién acababa de escribir.
Menuda suerte la mía... sigo sin creerme que acabo de perder a uno de mis hombres por una papa podrida de todas las cosas. Moraleja, prestar más atención a la inocuidad de la comida para las tropas.
Alfons: La verdad a estas alturas siento que debería pedir permiso para jubilarme, el trabajo simplemente nunca termina -dije terminando de redactar la cara mientras observaba cómo dejaban un plato con una rebanada de tarta de manzana frente a mi y una taza de café recién hecho- yo podía servirlo solo, no tenía que tomarse la molestia señora... Perdón, tía Gracia -dije a la mujer que solo me sonrió con calidez.
Gracia: Vamos, no todos los días puedo consentir a mi querido sobrino, últimamente casi nunca estas en el país, cuando Maes me dijo que venían para el este no pude desaprovechar la oportunidad de venir con Elicia, se que no somos tu familia de sangre pero... nosotros si te vemos como nuestro sobrino así que aguantarnos un poco ¿esta bien?
Vaya, no importa la realidad, la señora Gracia es un ángel en la tierra, con razón el señor Hughes la ama tanto.
Gracia: ¿Falta mucho para terminar el trabajo? Ya es muy tarde y aún debes dormir, da igual que seas un militar condecorado y todo eso. Sigues teniendo catorce años apenas -dijo sacándome una suave risa.
Alfons: Ya casi me voy a la cama, solo debo terminar este papeleo que me fue enviado desde el frente de batalla en las fronteras con el norte. Aunque pedí ser transferido a la retaguardia para el estudio de tácticas militares, el batallón alquímico aéreo sigue siendo mi responsabilidad -dije mientras revisaba papeles- de hecho estaba por aprobar el envío de whisky y cigarrillos para subirle la moral a los hombres, tal vez algo de chocolate también -susurre en lo que la mujer que se autoproclama como mi tía política sonrió con comprensión mientras se sentaba a mi lado, observando el ajetreo que tenía en su mesa de la sala.
Gracia: Sabes, Alfons, a veces creo que te pasas el tiempo tratando de cargar el peso del mundo sobre tus hombros. No tienes que ser un héroe cada segundo de tu vida -me habló mientras que yo miré hacia mis notas, tratando de recordar cada detalle y cada informe que había leído durante las últimas horas.
Alfons: No puedo evitarlo, tía. Hay tantos problemas en el frente que dependen de mis decisiones aquí. Un solo error puede costar vidas, y los hombres necesitan saber que alguien se preocupa por ellos -dije antes de sentir que alguien me estaba revolviendo el cabello.
Hughes: Eso lo sabemos, pero también debes cuidar de ti mismo. Estás trabajando demasiado duro, y te estás olvidando de que eres aún un niño, rayos, me haces sentir que soy un flojo comparado contigo -dijo divertido- está bien tener ambiciones, pero no a expensas de tu salud. Después de todo, si no te cuidas a ti mismo, ¿Quién cuidará de tus hombres? -me dijo, tomando un trozo de tarta de manzana o intentándolo antes de que su esposa le golpeara la mano suavemente como reprimenda.
Si supiera que justo por eso tengo tres chicas que son mis planes de respaldo A, B y C respectivamente en caso de que algo me pase a mi.
Alfons: Tal vez tengan razón. Pero con todo lo que ha pasado, es difícil sentir que estoy haciendo lo suficiente -dije tomando un profundo respiro, reflexionando sobre mis años de vida desde que llegué al desastre bélico de país que es Amestris- es como si cada día salvará y perdiera a la vez a alguien por cada decisión que tomó. Cuando pienso en eso, no puedo simplemente sentarme y relajarme.
Porque si, todas mis decisiones al final tenían la misma meta final, la seguridad y bienestar de Edward. Pero sería tapar el sol con un dedo decir que cada decisión que he tomado relacionada a eso no tuvo sus respectivos pros y contras, no soy ciego.
Gracia: Hazme un favor, Alfons -exclamó, mirándome con esa mezcla de cariño y preocupación que solo una familia puede tener- Prométeme que te tomarás un momento para respirar. Un pequeño descanso no hará que el mundo se detenga. Estamos aquí para ti, y no solo para servirte un trozo de tarta de manzana. Queremos que estés bien -exclamó dándome una sonrisa que me hizo sentir mal.
Puedo decirlo dos veces, esta familia era un problema para mi productividad, pero también era demasiado buena para mantener tanto mi salud física y mental era el tema, cuando Clara y Lyra no estaban cerca aclaró.
Alfons: Lo prometo, tía Gracia. Pero déjame sólo terminar esto -le respondí, sintiendo el peso de las palabras. Ya que a pesar de todo, pese a todo el cansancio, la idea de pasar tiempo con Elicia, de disfrutar un poco de la calidez familiar, era tentadora.
Gracia: Así me gusta ¿Y si te invito a que tomes un descanso más adelante y nos acompañes a un paseo por el parque con Elicia? Sería un buen cambio de aires, y podrías disfrutar de la luz del día antes de regresar a su trabajo, sin mencionar que podemos llevar a esa pobre niña con nosotros -pensó en voz alta mientras limpiaba la mesa.
Alfons: Eso suena perfecto. Me servirá para recordar lo que es respirar a plena capacidad y solo disfrutar. La vida no tiene que ser solo trabajo. Aparte de que será genial para Nina -dije ya terminando de firmar el último documento.
Y si, Nina está aquí junto con Alexander, me tocó cobrar un par de favores y prometer otro par de cosas pero conseguí que Nina se quedará bajo mi supervisión hasta que el estado decida qué hacer con ella. Sencillamente lo hice pensando que para una niña que se va a quedar huérfana, una casa de acogida asignada por el estado sencillamente no debía ser buena para nada. Además, al menos, ahora tendría a alguien más en quien centrar mi energía y preocupaciones además de asuntos militares 24/7 y estar pendiente de ambos hermanos Elric.
Gracia: Eres un buen niño, Alfons. Estoy segura de que Nina estará muy feliz de estar contigo. Al menos, tendrá un hogar, aunque sea temporal, hasta que el estado decida su futuro -su voz sonó cálida, como un rayo de sol que se asomaba a través de las nubes tormentosas.
Alfons: Sí, haré lo posible para asegurarme de que esté bien. Llevará tiempo, pero quiero darle un poco de estabilidad en medio de todo, aunque solo sea una fracción de lo que debería tener -dije sintiendo pena por la pequeña.
Mientras que por dentro tenia aun mas deseos de estar presente el día que fusilaran a Tucker, ya me pedí primera fila por adelantado.
Hughes: Es muy noble de tu parte. Pero recuerda que no estás solo en esto. Tienes a Gracia y a mí para apoyarte -me miró con una sonrisa cómplice antes de dar un sorbo a su café- además, siempre podemos usar más manos. Por ejemplo estoy seguro que Elicia y Nina serán las mejores amigas, será tan lindo, ya quiero tomar las fotos -dijo con emoción- sin mencionar que Edward y Alphonse seguro querrán pasar el mayor tiempo posible con ella.
Si supiera, tal vez aquí solo fueron unos días, pero si al Edward de mi otra vida le dieran la oportunidad de estar con Nina una vez más, a quien conocía de meses y la veía de verdad como su hermanita. Era asegurado que tiraba todo a la basura para jugar con esta pequeña otra vez, para cumplir esa promesa inconclusa de hace tantos años ya... esta es una vieja historia de hace mucho tiempo ya, algo que nunca será, pero ahora puede ser.
Y hablando del rey de roma, justo en ese momento un grito se escuchó desde la habitación donde los Elric se quedaban se escucho, por que si, también estaban aquí, tanto por insistencia de Hughes como por parte mía. De hecho se estaban quedando en mi habitación de la casa, yo acepté quedarme en el sofá.
Alfons: ... Ya empezó -dije poniéndome de pie- ustedes váyanse a dormir, si no lo hacen despertarán de mal humor en la mañana. Yo me ocupo de Ed -dije mirando a la pareja que solo me sonrieron de forma cómplice antes de aceptar retirarse a su habitación.
Porque claro, sabían de mi enamoramiento.
Mientras me dirigía hacia la habitación donde se encontraban Edward y Alphonse, no pude evitar sentir un leve esbozo de preocupación. Desde que llegaron a la casa, los dos hermanos habían pasado por muchas cosas. Edward, no siendo ningún tonto, estaba pasando por una depresión y shock mental luego de saber lo que Tucker iba a hacer y ser consciente de las consecuencias de ello. Lo mismo con Alphonse, pero aunque no lo parezca, el menor de los hermanos era más fuerte emocionalmente, así que al menos en apariencia lo estaba llevando mejor.
Ambos se fueron a dormir temprano, y ahora, Edward tuvo una pesadilla. Porque como dije, de los dos Alphonse es el más fuerte emocionalmente, Edward por otro lado, si era lo bastante presionado mentalmente, se quebraba con facilidad y tenía recaídas. Me lo dirán a mi...
Alfons: ¿Qué está pasando aquí? -pregunté tras abrir la puerta, tratando de tomar un tono de autoridad que sabía que no tenía, especialmente con Ed.
El cual al verlo con esa mirada tan rota, por dentro me quebró. Todo esto fue culpa de Tucker, mientras era encerrado en una habitación de su casa acabó recuperando la conciencia y se puso a gritar las mismas incoherencias de la alquimia y que estaba bien experimentar con la vida si tenías el poder de hacerlo y todo eso. Fue tanto que acabó inconsciente de nuevo, por un puñetazo de Edward a quien hubo que sacar a rastras de la casa para que no matara a Tucker a golpes.
Al: Mi hermano tuvo una pesadilla -me respondió el menor de los dos mientras sin despegar la vista de su hermano mientras que el mayor solo suspiro antes de abrazarse a sí mismo.
Vaya, con que seguimos con ese trato. Alphonse nunca fue muy abierto hablando conmigo, a veces pienso que tiene un complejo de hermano y piensa que le quiero quitar a su hermano mayor. Nada más alejado de... Bueno, la verdad si, pero no en ese sentido que él piensa, obviamente.
Alfons:... ¿No puedes dormir? -pregunte al chico de largo cabello rubio que solo negó.
Edward: No... Nina, ella... Si tu no hubieras llegado, ella... -dijo con una voz entrecortada que me hizo sentir muy mal.
Alfons: Ed, ya no tienes que preocuparte por eso. Hicimos lo que teníamos que hacer, y ella está aquí ahora, segura. -dije con voz suave, intentando calmar su tormento interno.
Edward se quedó en silencio, sus ojos fijos en el suelo, como si buscara respuestas en las sombras que se proyectaban en la esquina de la habitación. La luz de la luna se filtraba a través de la ventana, iluminando su rostro cansado y marcado por la preocupación.
Al: Tal vez deberías hablar de ello, hermano. No puedes seguir llevando este peso solo. -dijo Alphonse, inclinándose un poco hacia Edward, su tono era suave pero firme -a lo cual solo suspire.
No quería interrumpir la conexión de los hermanos, pero sabía que el dolor de Edward no se iría simplemente por la insistencia de su hermano menor. Se necesitaba más que solo palabras de consuelo. A fin de cuentas, Ed es de los seres más testarudos que he conocido en mi vida... algo que me molesta pero también me encanta de él.
Alfons: Ed, ven conmigo por favor, saldremos a caminar -pedí al chico que solo me vio fijamente antes de solo ponerse de pie- buenas noches, Al -dije al menor en lo que salía de la habitación siendo seguido por el mayor de ambos hermanos con paso muerto.
Aunque pude ver de reojo como el menor de los dos me vio con una mirada que, aunque solo fuera un brillo, en cierto modo podía sentir la amenaza mezclada con petición dirigida a mi persona ¨por favor, no lastimes a mi hermano de nuevo¨. A lo cual solo asentí, el chico solo quería el bienestar de su hermano, eso era algo que los dos queríamos sin importar que.
Alfons: ... Su propia hija... Y antes de eso su propia esposa -dije una vez llegamos a la cocina, queriendo enfatizar que sabía cómo se sentía Ed- entiendo como te sientes, yo mismo me sentí así desde muy pequeño, esta es una línea de trabajo que tiene momentos así al por mayor, creo que ya tuvimos esta conversación varias veces... Como dijo Riza hace unas horas: si el demonio existe, hoy estuvimos a punto de ser testigos de su obra.
Edward permaneció en silencio mientras procesaba mis palabras. La gravedad de la situación que habíamos vivido pesaba sobre él, y sabía que no era fácil lidiar con el horror que en un hipotético caso pudo haber presenciado. Esto será difícil, espero que el trozo de tarta de manzana que deje en frente suyo lo anime un poco.
Alfons: Ed, entiendo que sientes que no has hecho lo suficiente, que si por X o Y razón no se hubiera llegado a tiempo... Pero no puedes cargar la culpa de lo que pudiste o no evitar. A veces, lo mejor que podemos hacer es proteger a quienes aún están a nuestro alrededor. Como hicimos con Nina -dije sentándome en otra silla a su lado- cuando la vi, me sentí... Como cuando te vi a ti y a Winry en esa carnicería... -dije haciendo al rubio llevarse una mano al corazón.
Por su expresión creo que está sufriendo un ataque de taquicardia por el estrés de recordar ese suceso. A lo cual tomé su mano libre y la apreté con gentileza. Haciendo que me viera con una expresión de tristeza que solo me dolió más. Prefiero verlo enojado y que me odie a verlo triste, eso es un hecho.
Alfons: Solo quería molerlo a golpes... Incluso lo hubiera matado... De no ser porque tenía miedo de que Nina despertará y lo viera -me excuse a la vez que Edward asintió en comprensión.
Edward: Tu no...
Alfons: Solo me bastó en recordar cómo estabas tú esa vez para contenerme, cuando pasó lo de Barry el carnicero... -exprese viéndolo con ojos de devoción total- se que desconfías de mí, y no te culpo, la vida te hizo así... Pero ten por seguro una cosa, yo siempre cuidare de ti y velaré por lo que es mejor para ti.
El mayor de los Elric se tomó un momento para procesar mis palabras. Pude ver la lucha interna reflejada en sus ojos, ese eterno conflicto entre sus responsabilidades y el deseo de proteger a quienes ama. Sus dedos se enroscaron en la tela de su camisa, un gesto involuntario que delataba su tensión.
Edward: No es justo... -dijo al fin, su voz temblaba. - No debería ser así. Nina no debería haber estado en esa situación. No tengo derecho a sentirme así cuando hay tantos seres que sufren sin razones.
Alfons: Es cierto, el mundo no es justo -asentí, sintiendo una punzada de dolor en mi pecho, porque sabía que sí. Pero también sabía que permitir que ese dolor lo consumiera no lo ayudaría en nada- pero lo que importa es que todo salió bien. Y todos están a salvo, hasta el perro -dije acariciando a Alexander que se había despertado y fue hasta la cocina buscando atención como cualquier perro cariñoso.
Un momento, Alexander se había quedado en la misma habitación donde habíamos dejado a Nina para que se despertara en cuanto se le pasara el efecto de la droga que su padre le administró. Eso significa que...
Nina: ¿Pequeño hermano grande? ¿Dónde estamos?. ¿Dónde está papá? -preguntó la niña de cuatro años mientras bostezaba, al parecer acababa de despertarse.
Ed: ... Nina... -fue todo lo que pudo decir, claramente abatido.
Esto debe ser duro para él, no es fácil decirle a una niña que prácticamente es huérfana ahora. Espero que puedas contener tu dolor por lo menos un poco más, Edward. Esta pequeña, que había irrumpido en la cocina como un rayo de sol, gracias al cielo no era consciente de nada, más bien parecía buscar a su padre con sus grandes ojos inocentes, ajena al caos y la oscuridad que la rodeaban realmente.
Alfons:... Rayos -dije levantándome y agachándome a la altura de la menor al ver que Ed estaba petrificado- hola pequeña, soy Alfons, mucho gusto -saludó para luego acariciar su cabeza- tu papá... Está de viaje, y no volverá en mucho tiempo... Por eso estás aquí con tu pequeño hermano grande y con el otro hermano grande -dije refiriéndome a Al.
La menor se quedó en silencio por un momento, sus ojos grandes y llenos de curiosidad observando a su alrededor, intentando asimilar nueva información. El ambiente en la cocina se volvió tenso, pero a pesar de su juventud, había un brillo de inteligencia y entendimiento en su mirada.
Nina: ¿Papá no volverá? -su voz tembló un poco mientras me miraba, y sentí un nudo en el estómago.
Alfons: No, querida. Él... está en un lugar donde no puede venir a verte ahora. Pero estás con nosotros, y te cuidaremos mucho. -intenté sonreírles tanto a ella como al perro que se quedó junto a su pequeña dueña, aunque por dentro sentía una mezcla de compasión y tristeza.
Edward: Es cierto, Nina. Estás a salvo aquí con nosotros -dijo tras agarrar el valor suficiente para encarar a la pequeña- y... y haremos todo lo que podamos para que estés feliz -dijo tratando de no romperse, intentando por lo menos esbozar una sonrisa, a pesar de que su rostro todavía mostraba rastros de su tormento interno.
Nina: ¿Vas a cuidar de mí, Pequeño Hermano Grande? -Su expresión era una mezcla de temor y esperanza, y eso hizo que el corazón de Edward se partiera un poco más, su rostro más obvio no podía ser, y más con una sonrisa que sobre todo, era una sonrisa de tristeza.
Esto debía recordarle a cuando él y su hermano quedaron huérfanos... solo no es justo, de ser por mi sencillamente mantenía a Ed lejos de todo esto, pero él quiere a esta niña, y no mentiré, yo también me preocupo por su seguridad... solo ¿Por qué tenía que ser tan difícil solo... que todo esté bien?
Pero creo que es a partir de eso que Edward dijo lo que dijo, posiblemente no pensando para nada en algo coherente o en el futuro si quiera.
Edward: Sí, Nina, te prometo que cuidaré de ti -dijo con firmeza mientras se acercaba y abrazaba a la niña, aunque su voz temblaba.
Mirando a la niña y luego a Ed pude verlo, sentía el peso de su promesa recién hecha a la pequeña. Y esa mirada... el deseo de protegerla por encima de todo y, al mismo tiempo, la lucha interna que llevaba en su pecho. Edward, parece que a pesar de todo, siempre has tenido ese corazón por el que te recuerdo y aprecio.
Pero parte de la personalidad de Ed es estar molesto con alguien, a lo que recuerdo que por alguna razón él necesita de vez en cuando enojarse. Supongo que puedo hacer una broma estilo Clara ahora mismo, con eso seguro se le van todos esos malos pensamientos que tiene en su cabeza ahora mismo.
Alfons: Incluso... -dije fingiendo pensar en voz alta- tu papá me dijo que te dijera que Ed pasó de ser tu hermano grande a algo aún mejor, te dio permiso para que lo llames "papá Ed" -dije haciendo que la niña sonriera de emoción y Ed me mirara molesto y consternado.
Posiblemente no nos volvamos a besar en un tiempo pero creo que valió la pena... aunque lo siguiente que pasó me tomó con la guardia totalmente baja, destruyendo todas mis defensas.
Nina: Pero el pequeño hermano grande es más como una mamá, el me consciente y me mima como lo hacía mi mami... ¿El pequeño hermano grande puede ser como mi mami? -pregunto de una forma que sencillamente me derritió el corazón.
No me cansaré de decirlo, los niños pequeños son mi talón de Aquiles ¡es que son tan tiernos!... al diablo con todo ¿por qué no? Que luego Ed si quiere me aplique métodos draconianos conmigo como castigo por insolente.
Edward: ¡Eso no...!
Alfons: Si quieres, linda -dije logrando que el rubio de ojos dorados quisiera matarme con la mirada. Pero se calmó rápido cuando la pequeña se abrazó a él.
Nina: ¡Si, pequeña mamá grande! -dijo con ilusión y alegría.
A lo cual solo me quedé observando con una mezcla de asombro y ternura cómo Edward se quedaba paralizado ante la muestra de afecto en lo que poco a poco correspondía el abrazo. Era una escena que desafiaba la gravedad de la situación en la que se encontraban, un momento crudo de la realidad interrumpido por la inocencia de una niña.
Y para colmo poco después acabé probando una cucharada de mi propia medicina.
Nina: Pero una mamá no puede estar sola -dijo antes de verme a mi- ¿Eso te hace a ti mi nuevo papá? -pregunto esa misma inocencia dulce que juro que, de haber bebido algo, era un hecho que lo hubiera escupido por la sorpresiva propuesta.
Alfons: No, creo que malinterpretas la situación, yo... -dije con algo de nervios buscando zafarme de esto.
Nina: Pero el hermano grande dijo que el pequeño hermano grande tenía un amor que era un muchacho, ¿No eres tú? -pregunto logrando que tanto yo como Ed nos sonrojáramos por diferentes motivos.
Edward posiblemente del enojo y vergüenza por la indiscreción de su hermano menor, y yo de alegría por lo agradable que sonó esa indirecta confesión de amor de Edward hacia mi.
Alfons:... ¿Qué? -pregunte con una amplia sonrisa antes de ver al de ojos dorados- ¿Él dijo eso?
Edward: Al, te voy a desarmar por eso -lo escuche murmurar con fastidio como respuesta, es tan lindo cuando se molesta.
Alfons: Suficiente revuelo pequeña -dije tomando a la pequeña en brazos quien se abrazó a mi para no caerse- por ahora dejémoslo en qué soy el hermano grande Alfons... De aquí a unos meses, ya veremos -dije lo último en un susurro pero al final de nada sirvió.
Ed: Te escuché -dijo antes de golpearme la cabeza y tomar a la menor- yo la llevaré. Ven Nina, vamos a la cama, es hora de dormir -dijo en lo que menor parecía solo disfrutar de esta pequeña dinámica en pareja.
Bueno ¿Qué clase de padre sería si no hago a mi hija reír y sonreír para variar?
Alfons: Entiendo que es hora de dormir, pero una pequeña historia antes de hacerlo no vendría mal, ¿verdad? -pregunté, haciendo que Nina me mirara con alegría por la idea de un cuento, mientras que el rubio de mis amores tenía una mirada de muerte dirigida a mi persona.
Edward: No, nada de historias. Es hora de que se duerma. Si no mañana no se querrá levantar temprano -respondió, aún con un tono de molestia que se estaba desvaneciendo poco a poco.
Nina: ¡Quiero escuchar una historia, mami! -exclamó la niña aún con ese brillo en sus ojos en lo que el chico que la estaba cargando hacía todo lo posible para no verla a los ojos.
Vaya... nuevo punto débil de Edward Elric descubierto, los ojos de cachorrito de su recién obtenida ¨hija¨.
Alfons: Pues, no podemos decir que no a esa carita -repliqué con una sonrisa, viendo como el enojo de Edward se desvanecía mientras la pequeña se acurrucaba en su pecho. Esa conexión entre ellos dos me llenó de paz, aunque el ambiente seguía siendo tenso.
No importa si no se conocían de tanto, ese amor y cariño estaba allí. Era como si todos los meses de esa anterior vida que Nina y Edward convivieron aquí valieran por esos pocos días que pasaron juntos. Un justo trato equivalente para variar, se que te importa un bledo el agradecimiento de los humanos, pero gracias, Verdad. Aunque no se si tuviste algo que ver o no... posiblemente no.
Edward: Está bien, pero que sea algo corto, y que no la mantenga despierta toda la noche, ¿de acuerdo? -dijo todavía regañándome, pero yo podía ver lo que intentaba ocultar: su orgullo.
Alfons: Una historia corta, entonces -dije mientras me acomodaba en una silla cerca de ellos. Mis pensamientos volaron lejos, recordando la historia que le había leído hace años, sobre las aventuras de un joven alquimista que viajaba por el mundo, buscando respuestas y protegiendo a quienes amaba.
Si, no hace falta decir quién será el protagonista de esta historia, pero no lo hagamos tan obvio. Dejémoslo en que se llamaba Soren y no Edward, si.
Alfons: Había una vez un alquimista llamado Soren, que tenía el corazón tan grande como su talento. Un día, se enteró de que una sombra oscura estaba acechando un pueblo, robando la esperanza de sus habitantes, no dejando a las chicas del lugar en paz. Soren, decidido a proteger ese lugar porque era lo correcto, se embarcó en una peligrosa aventura junto a su hermano de metal...
Mientras contaba la historia, observé a Edward, quien se esforzaba por mantener una expresión seria mientras arrullaba a Nina en sus brazos, pero se notaba que algún que otro comentario lo enojo o le dio risa durante el relato. Al poco tiempo, su expresión se suavizó y casi parecía estar disfrutando de la historia. Que estaba seguro de que él no vivió esta vez porque me aseguro de encargarme de Majhal hace mucho tiempo.
Alfons: Soren se encontró con fantasmas y seres feroces, pero no usó solo su alquimia, sino que también utilizó su ingenio y amor por el bien de los demás para vencerlos. En el camino, se encontró con amigos que le ayudaron, y juntos lograron restaurar la luz al pueblo. Al final, Soren se dio cuenta de que no estaba solo, que aunque las sombras fueran fuertes, el amor y la amistad eran aún más poderosos -terminé la historia mientras observaba los ojos de Nina cerrarse poco a poco.
Nina: Gracias por el cuento... papi... -susurró, su voz se desvaneció mientras se dejaba llevar por el sueño.
Alfons: Buenas noches, pequeña. Siempre estaré aquí para protegerte -dije en voz baja, mientras su respiración se hacía más regular. Edward la observaba con una mirada suavizada por el amor y el cariño, el rostro de la niña en su pecho era una imagen que no podría olvidar.
Para acto seguido dejarla en la habitación de invitados de la casa junto al perro. Siendo ese el escaso momento conocido como la calma antes de la tormenta. Porque una vez regresó a la sala que era a donde me había ido para acomodar el sofá para irme a dormir, vi al rubio regresar hecho toda una furia.
Edward: ¡Hora de esta mierda! ¡¿A qué estás jugando?! -pregunto sujetándome del cuello de la camisa. Cosa que no me alteró en lo absoluto ya conociendo su carácter.
Alfons: A nada -dije encogido de hombros- en mi defensa, ella es la que decidió que fuéramos sus nuevos padres.
Edward: ¡¿Y tú crees que eso es un juego?! -Su voz no era más que un susurro, pero estaba cargada de una intensidad que amenazaba con estallar en ira. Su mano todavía se agarraba de mi camisa con fuerza, y podía sentir el temblor de su frustración.
Alfons: No, no es un juego, Ed. Es muy serio. Pero tú sabes que no podemos simplemente ignorar lo que acaba de pasar, la niña necesita amor y apoyo. Y aquí estamos para ello, tú más que yo -dije logrando que sus dedos se aflojaran ligeramente.
Edward me miró fijamente, sus ojos dorados reflejando un torbellino de emociones: confusión, enojo, y algo más que no lograba identificar pero tras unos segundos lo percibí. Aquel destello de vulnerabilidad que siempre había estado ahí, oculto tras su fachada de fuerza. Después de todo lo que había pasado, entiendo su resistencia. Ser responsable de alguien tan frágil como Nina fue para él de alguna manera paralizante.
Edward: No puedo ser su "mamá", Alfons. No soy ningún padre, ni siquiera sé cómo cuidar de mí mismo. -suspiró, su voz quebrada a medida que soltaba la presión en mis hombros y se retiraba unos pasos atrás, como si esa distancia le proporcionará un poco de aire fresco.
Alfons: Sabes, Ed, no se trata de ser un padre perfecto. Se trata de estar ahí. Yo tampoco tengo todas las respuestas, pero estoy dispuesto a intentarlo -dije para su incredulidad- lo que importa es que la niña confíe en ti, que se sienta segura y a salvo, y yo sé que lo hará, especialmente si le das una oportunidad a todo esto -dije mientras me acercaba lentamente hacia él.
Edward: ¡No podemos serlo si ni siquiera somos...! -dijo para luego solo callarse, al parecer por recordar algo importante que por todo lo que había pasado se le olvido- es verdad... Tu... Yo... Te gustó.
Alfons: Claro que sí. Más que gustar, diría que te quiero, y mucho -dije con honestidad- sé que Mustang es un cabrón en ocasiones, pero eso no es para que pienses que bromeo. Esa es otra cosa que pensé que ya había quedado lo bastante claro -dije sabiendo lo que pasaría a continuación.
Lo cual fue ver como Edward se dio la vuelta dispuesto a correr, solo para que yo me anticipará a eso abrazándolo por la espalda y acto seguido me fuera de espaldas con su forcejeo. Acabando así ambos en el sofá con las mantas, almohadas y todo ya listo para dormir.. .je, ya van tres veces que algo como esto pasa. La próxima si o si debe ser una cama, no me quejo del sofá pero algo más grande sería más cómodo.
Alfons: Habló en serio... Te quiero -le dije hablándole al oído en lo que él solo se dejó hacer, dejando de luchar e incluso abrazándose a mi- te lo diré las veces que sea necesario hasta que me creas del todo.
Edward:... No lo entiendo ¿porque? - lo escuche murmurar con su rostro escondido en mi pecho mientras le peinaba el cabello con una mano y abrazándolo con el otro brazo- puedes amar a cualquiera... Además de la alquimia... Yo no tengo nada especial. ¿Por qué?
Alfons: El hecho de que seas tú te hace especial para mí -dije acariciando su rostro para que me viera a los ojos- esto no tiene sentido ahora, pero... Mi amor por ti es capaz de incluso cruzar mundos -dije antes de que nuestros labios se juntaran nuevamente, solo habían pasado unos días desde la última vez que nos besamos, pero para mi fue como si hubieran pasado años.
Edward titubeó un momento, sus ojos dorados brillando con un destello de confusión y sorpresa, como si no pudiera procesar del todo lo que había dicho. Pero en lugar de apartarse, se quedó allí, dejándose llevar por el beso, a merced de mis caricias y de la calidez de mi abrazo. En un instante, sentí que el mundo a nuestro alrededor se borró, dejándonos a nosotros dos en una burbuja donde todas nuestras preocupaciones parecían desvanecerse.
Alfons: No se trata solo de la alquimia, Edward -dije separándome un momento buscando aire- se trata de cómo eres como persona. Tu tenacidad, tu pasión... tu deseo de proteger a aquellos que amas. Esas son algunas cosas de lo que me atrae de ti. No te subestimes, porque lo que tienes dentro es lo que realmente importa.
Edward se quedó en silencio, absorbiendo mis palabras. Podía sentir que sus defensas estaban bajando poco a poco, permitiéndome acercarme aún más. Sus músculos se relajaron, y la tensión en su rostro comenzó a desvanecerse.
Edward: A veces creo que no soy digno de ello... -confesó, su voz llena de inseguridad- nunca pensé que esto acabaría así... No puedo creer que vayamos a cuidar de una niña cuando apenas somos... nosotros mismos. -replicó, su tono volviendo a ser un torbellino de emociones- quiero hacer lo correcto, y dije que la cuidaría... pero tengo miedo de fracasar.
Cosa que la entendía... seguro pensaba en su padre, Hohenheim de luz... cabronazo.
Alfons: Está bien sentir miedo, Ed. Todos lo sentimos en algún momento. Es parte del ser humano. Y yo estaré aquí, para recordarte lo fuerte que eres, para que no te rindas. No estás solo en esto. Nunca lo estarás -dije mientras mantenía mi abrazo, sintiendo su respiración calmándose lentamente.
La tensión en su cuerpo comenzó a desvanecerse, y eso me dio la confianza suficiente para continuar.
Alfons: Piensa en Nina. Ella te necesita. Y yo también si soy honesto.
El joven de ojos dorados se quedó en silencio por un momento, su mirada reflejando una batalla interna. Era como si estuviera escuchando sus propios pensamientos, narrando su historia a medida que lo hacía. Luego, con un suspiro profundo, pareció encontrar la paz que tanto le había costado aceptar, al menos por ahora.
Edward: Está bien, lo intentaré. Solo... promete que no te irás, Alfons. No puedo perderte. No puedo perder a nadie más -susurró, y en su voz había una sinceridad que desgarraba el alma. Para mí, esos momentos significaban más que cualquier medalla o reconocimiento que pudieran otorgarse en el ejército, por mucho.
Alfons: Te lo prometo, Ed. Siempre estaré a tu lado. Ahora y siempre -dije besándole la frente- por ahora... Soy yo quien te pide que te quedes conmigo esta noche, solo te pido ese capricho por el momento, por favor -pedí de una forma algo patética en realidad, recibiendo nada más que un asentimiento como respuesta.
Y así, en el silencio de esa noche en la residencia de los Hughes, donde reinaba un ambiente de amor y miedo, terminamos algo más que un beso. Fue un pacto silencioso, una promesa entre un chico que había luchado en medio del caos y otro que, aunque cargaba con el peso del mundo, encontraba consuelo en los ojos de la persona que había decidido amar.
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(General Pov)
(A la mañana siguiente)
Hughes: ¿Seguro que no está en la habitación de invitados? -pregunto luego de que el menor de los hermanos Elric negara tras haber entrado a su habitación, no sin antes tocar.
Resumen rápido, Edward no había vuelto a dormir a la cama del cuarto de Alfons el resto de la noche. Donde el hermano menor al ser incapaz de dormir literalmente hablando se la pasó en vigilia, preocupado por la desaparición de su hermano mayor.
Al: Yo estuve allí toda la noche, dijo que saldría a caminar con Alfons pero no volvió.
Hughes: ¿Con Alfons? -pregunto antes de que se escuchara una risa provenir de la sala. Tratándose de su esposa que se había levantado algo más temprano para hacer el desayuno de tanto la familia como sus huéspedes.
Gracia: Si buscan a Edward y Alfons creo que los encontré. Están en la sala -dijo para que luego ambos fueran y se encontrarán con una escena muy inusual.
Ambos cuerpos estaban cubiertos por las sábanas de la cabeza hasta los pies por las sabanas, a simple vista parecería que solo era un montón de tela y almohadas sin nada debajo. Pero cierta pierna de metal delató a los dos adolescentes durmientes debajo para sorpresa del hermano menor de los Elric y de la pareja casada.
Nina: Pequeña Mamá grande, papá Alfons ¿Qué hacen? -pregunto la pequeña que ya se había levantado. Causando conmoción en los mayores por lo que dijo. ¿Se habían perdido de algo?
Hughes: Pues creo pequeña que tus papas te estuvieron intentando hacer un hermanito.
Nina: ¿Un hermanito? -pregunto contenta solo para que luego la señora Hughes jalara la oreja de su marido como castigo por la ocurrencia sin quitar en ningún momento la sonrisa maternal.
Gracia: Mejor vamos a desayunar todos ¿está bien? -pregunto gentilmente- parece que no despertarán en un rato. Vengan ustedes dos, dejenlos dormir un poco más -dijo llevando a la niña a la mesa de la cocina donde su hija ya estaba sentada esperando el desayuno. Siendo seguida por su marido y el joven con el alma atrapada en la armadura.
Con este último no sabiendo qué decir u opinar de toda la situación. Alfons era muy sospechoso para él, y había hecho cosas que habían enfurecido mucho a su hermano mayor, pero entendía porque las hizo e incluso las podía perdonar. Pero algo que no le perdonaba es que al parecer conquistó el corazón de su hermano mayor, no quiere sonar posesivo pero... apenas lo conocían y no quería entregar su hermano a cualquiera, su hermano merecía ser feliz con alguien que lo amara y lo apreciara como debía ser.
Y aunque Alfons parecía estar más que dispuesto, sencillamente no le daba buena espina. Había tanto que quería saber y preguntar, pero sentía que si lo hacía estaría fuera de lugar, era muy complicado.
Hughes: Supongo que está bien, es raro que Alfons duerma hasta tarde. Por lo general siempre está levantado poco antes de que salga el sol... solo -mencionó tomando una foto a la parejita dormida antes de tomar asiento en la mesa- ojalá hubiera un modo de mandarle ésta foto a Roy justo en éste momento y estando tan lejos... -mencionó antes de reir por lo bajo- sigue soñando, Maes
Al: ... Ustedes parecen conocerlo bastante, me refiero a Alfons -dijo en lo la pareja solo se rio divertida por el comentario.
Hughes: ¡Claro que sí, prácticamente nosotros lo criamos! Roy fue más que su maestro de alquimia y mentor, es su padre adoptivo, claro, ¿pero en serio lo imaginas como una figura paterna amorosa y responsable? ¡Eso nos tocó a nosotros! -dijo con orgullo.
Al: Eso es un poco sorprendente, pero no me malinterpreten, no creo que sea un mal tipo -dijo con calma- solo que... al coronal lo veo más como un soldado que como un padre. Es un poco raro pensar que Alfons lo considera un padre.
Hughes: Es normal. Alfons tuvo una infancia un poco dura, más que todo porque desde muy pequeño parecía ya tener un camino claro en la vida -dijo tranquilo- Roy le ha dado dirección, pero sobre todo, le ha brindado un lugar donde sentirse aceptado. Eso significa mucho para él, especialmente en su situación de huérfano.
Gracia: Además, ya que estamos en esto, ¿sabías que Alfons tiene un corazón enorme? Siempre está dispuesto a ayudar a otros, incluso cuando eso significa poner su bienestar al final de la lista. Esa es una de las cosas que lo hace especial para nosotros, hace unos años fundó una organización de ayuda y apoyo para los Ishvalanos. Allí los ayudan con refugio, comida, medicinas. Y como es patrocinada por un oficial de alto rango del gobierno, son cuidados y tratados como personas, de verdad es un buen chico.
Hughes: Justo por eso y otras cosas más estamos orgullosos de nuestro sobrino ¿por qué razón crees que tengo un álbum de fotos de Alfons exclusivamente? -dijo haciendo aparecer el cuaderno con las fotos como por arte de magia en su mano.
De paso impresionando e incomodando un poco al menor de los Elric. Quien apenas fue que se salvó de ver las fotos de a quien ve como una posible amenaza, gracias a que Hughes rápidamente se olvidó de todo y comenzó a tomar fotos a lo loco de su hija de dos años siendo peinada por Nina mientras desayunaba, feliz de que las dos niñas se llevaran bien.
Al: ... ¿Así se siente... Una familia feliz? Había olvidado esta sensación -hablo por lo bajo al ver a la familia Hughes convivir de forma tan amena.
Siendo allí que el momento fue interrumpido por una llamada del trabajo por parte del señor de la casa. Quien tras responder y escuchar lo que le tenían que informar solo suspiro antes de decir que ya iba para allá para luego colgar.
Hughes: Alfons, ponte tu uniforme y sígueme.... Volvió a pasar -dijo en lo que se veía al espejo para asegurarse que todo estuviera en su lugar, dejando el desayuno a solo medio comer.
Solo para oír como respuesta al más joven de los dos durmientes del sofá murmurar con fastidio y cansancio.
Alfons: Momento casi marital, no disponible hasta medio día -se quejó adormilado en lo que parecía haber movimiento debajo de las sabanas.
Ed: No seas flojo, tienes que trabajar -la voz de Ed se escuchó igual de somnolienta para diversión de los mayores.
Gracia: Según ellos no son nada o dicen que es complicado, y ya parecen una pareja casada -mencionó divertida.
Hughes: Así son los jóvenes, pero en serio ¡ya es hora de levantarse, par de flojos! -dijo tomando las cobijas para luego jalarlas con fuerza.
Logrando que ambos chicos terminaran adoloridos en el suelo.
Alfons: ¡Tio Hughes! ¡¿Pero qué te pasa?! -pregunto molesto para que luego el hombre en respuesta le susurrara.
Hughes: Alfons, sabes que por lo general estaría tomando fotos como loco por verte armar toda una escena digna de alguien de tu edad, pero esto es serio... Cicatriz atacó de nuevo... La víctima fue Shou Tucker -reveló para sorpresa del menor.
Y solo bastó con decir el par de palabras mágicas para que el joven príncipe de Aerugo se cambiara, desayunara y pusiera en marcha siendo seguido por el teniente coronel a toda prisa, todo esto sucediendo en unos pocos minutos para sorpresa de los Elric que les impresionó la velocidad con la que el joven general de brigada se alistaba para otro día de jornada.
Edward:... ¿Siempre es así?
Gracia: Oh sí, todo el tiempo. Alfons es un joven muy comprometido. Cuando se trata de sus deberes o sus investigaciones, pone todo su empeño en ello. Por algo es tan popular en el ejército -explicó la mujer mayor en lo que el rubio solo asintió.
Solo para luego sorprenderse cuando de la nada tanto el teniente coronel como el joven general de brigada se regresaron sobre sus pasos y volvieran al interior de la casa, solo para darle un beso de despedida a su respectiva pareja para luego emprender rumbo de regreso al trabajo.
Gracia: Eso fue lindo... -dijo enternecida por el usual gesto de cariño que su esposo hace sin falta todos los días antes de ir al trabajo- ¿Estás bien, cariño? Estas tan rojo como tu abrigo -menciono mirando al alquimista de acero que en efecto estaba tan rojo como un tomate, debido a que esa fue la primera vez que Alfons se atrevió a besarlo con público presente.
Edward, aún en estado de shock por lo que había presenciado y sentido, se quedó en la cocina junto a Gracia y su hermano menor, tratando de asimilar las emociones que había experimentado. Sin embargo, un leve sonrojo en sus mejillas se hizo evidente, algo que no pasó desapercibido para la adulta de la casa.
Gracia: No te preocupes, Ed. Todos nos sorprendemos al principio; es algo normal en estas circunstancias -dijo con una sonrisa comprensiva, tratando de minimizar la incomodidad del joven.
Edward: Eso... no es solo eso... -se quejó, intentando ocultar su rostro, que seguía ardiendo por el beso que le habían dado. La verdad es que había algo nuevo y profundo en la relación de Alfons y él, algo que lo incomodaba y emocionaba al mismo tiempo, más que todo porque ese algo en realidad siempre había estado o llevaba tiempo allí, ese algo ahora sólo despertó con más fuerza que antes.
Gracia: ¿Te gustaría contarme cómo te sientes, Edward? Es un gran cambio, y puede ser normal sentirte un poco abrumado -sugirió la mujer mientras servía el desayuno en la mesa, intentando ofrecer a Edward un espacio seguro para hablar.
Siendo la respuesta del rubio el tensarse y querer salir corriendo al baño, a la habitación o a la calle, a donde fuera menos allí para no hablar de sus sentimientos que ni él mismo entendía del todo. Pero una cosa se lo impidió y lo hizo solo tomar asiento, lo cual fue la pequeña que le miraba con una dulce sonrisa inocente.
Nina: Mami Ed y papi Alfons se quieren mucho... ¿Eso significa que me van a querer a mi también?... Mis primeros papá y mamá siempre se peleaban... no me gustaba -mencionó algo triste, con esos ojos inocentes que parecían atravesar el alma de Edward. El joven Elric sintió el peso de esa pregunta, recordando su propia infancia, sus propias inseguridades.
Edward: Sí, cariño -dijo con un tono dulce y suave que hasta a él mismo le sorprendió mientras limpiaba la mejilla de la niña que tenía algo de mermelada- Alfons es un hecho que te cuidara si dijo que lo haría, y yo también. Cuidaremos de ti juntos -dijo Edward, reforzando su promesa como hermano mayor y guardián.
Ahora mismo su cabeza era un tornado de sentimientos, pensamientos y emociones diversas, confusas y complejas que lo hacían solo querer irse de espaldas... pero por esa niña, al menos mientras la tuviera enfrente, daría todo de sí para verse fuerte. Ya luego se tomaría un momento para enloquecer en privado.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, originalmente esta solo fue una escena de a lo mucho mil palabras. Pero se termino extendiendo hasta volverse esto. Ya para el próximo capitulo entrara Cicatriz a escena.
En fin, nos vemos.
Chapter 24: Capitulo 22: Lucha de creencias
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Residencia Tucker, Ciudad del Este, Amestris)
No me lo puedo creer, estaba disfrutando de una mañana tan hermosa, casi como un sueño hecho realidad, pero me lo tenían que estropear todo a primera hora. A diferencia de otras ocasiones, esta vez pude dormir con Edward en mis brazos. Pasamos la noche juntos y fue algo glorioso. No ocurrió nada inapropiado, pero el simple hecho de haber compartido ese espacio íntimo mientras dormíamos fue realmente maravilloso para mí.
Y ahora técnicamente teníamos una hija de todas las cosas los dos juntos... Oh Ed, si tan solo supieras cómo me consume este interminable sentimiento de agonía por ti. No sé cómo expresarlo con palabras, de hecho, siento que ninguna palabra es suficiente. Lo que siento por ti trasciende cualquier cosa que pueda transmitir al decir simplemente "te amo". Pero sigo buscando y reflexionando sobre cómo comunicar lo que habita en mi corazón. Es un sentimiento que va más allá de la fuerza misma, una energía que recorre cada parte de mi ser. Expresar algo como "te quiero" o "te amo" tiene su significado, pero me parece demasiado simple para capturar la profundidad de lo que siento. Sí, lo que hay en mí es más que amor, es un torrente de emociones que se agita por ti, mi rubio de mal genio.
Pero ya basta de sentimentalismos Alfons, es hora de volver al trabajo.
Alfons: Los guardias están muertos, y Tucker oficialmente no volverá a herir a nadie nunca más -dije observando a detalle la escena del crimen- tantos los guardias como Tucker fueron asesinados igual que el resto de las víctimas hasta ahora, un daño cerebral irreversible con el cráneo destruido desde dentro. Cicatriz aprovechó la lluvia para entrar e irse sin que nadie lo viera. ¿Cómo rayos logró entrar a la ciudad sin que lo supiéramos?
Armstrong: Aparentemente fue descubierto en un vagón de un tren de carga, saltó al río y al parecer entró a la ciudad por medio del alcantarillado -dijo el mayor en lo que yo solo resople.
Pero claro que si, entro por una de las rutas más desagradables posibles importando poco o nada con tal de cumplir su ¨misión divina¨... maldito fanático religioso demente.
Hughes: Tenemos todo un desorden aquí, ya con ellos son diez alquimistas estatales muertos en todo el país y al menos dos docenas de soldados rasos -exclamó con un suspiro- sigue un paso adelante.
Alfons: Esto va a desbordar muy pronto si no lo controlamos. Las bajas están aumentando, y no podemos permitir que esto siga así -declare empezando a tomarlo como algo personal, más de lo que ya era- cada vez que un alquimista estatal es eliminado, el pánico se extiende como un virus por todo el país para quienes son conscientes de la verdadera importancia y valor de estos. Seguramente algunas personas ya están pensando en refugiarse en las fronteras o, peor aún, en alzar la voz contra el gobierno.
Armstrong: No podemos permitir que eso suceda. Ya estamos perdiendo el control de la situación, y si la gente empieza a cuestionar la autoridad, será el caos. Necesitamos hacer algo pronto con este problema de Cicatriz.
Alfons: Es verdad, pero yo tengo otro problema ahora mismo... -dije antes de ver a mi padre adoptivo el coronel que estaba mirando por la ventana como caía la lluvia- ... ¿Qué pasara con Nina ahora? -pregunte llamando la atención de los mayores.
Roy: Conoces cómo es el protocolo con estas cosas -me respondió con un suspiro cansado- si la niña no tiene ningún familiar consanguíneo cercano o lejano siquiera. Debe ser entregada a un orfanato, puedes tratar de impedirlo o prolongarlo, pero tarde o temprano terminará sucediendo.
El peso de esas palabras cayeron sobre mí como una losa. Miré hacia la ventana, donde las gotas de lluvia se deslizaban, formando ríos diminutos en el cristal. La idea de que Nina, la niña que había llegado a significar tanto para mí casi que de la noche a la mañana, terminará en un orfanato era insoportable. Su vida, después del horror que había experimentado, merecía algo mejor. Y ni hablar de Edward, esto lo destruiría, que justo luego de lo de anoche... no en mi guardia.
Alfons: No, no puedo dejar que eso suceda -dije, la desesperación apoderándose de mi voz por un momento que hasta a mi me sorprendió perder la compostura así- seguro hay algo que puedo hacer. Tal vez... tal vez pudiera adoptarla, aunque no sé si eso sea viable.
Roy: Alfons, no es tan sencillo -me dijo encarándome- el protocolo establece que, en caso de no haber familiares, la única opción es la adopción por un hogar apropiado, y un militar como tú no es la opción ideal en este momento. Creo que ya es algo tarde para que actúes como un niño dado tu historial, tu creo que sabes muy bien que el mundo allá fuera es oscuro ¿puedes permitirte distraerte con cada causa sin remedio?
... Como detesto mi mente racional que le está dando la razón al cien por cierto, pero es que yo... luego de seis años de luchar sin descanso alguno al fin tengo avances. No pienso dejar que algo tan vano y repulsivo como la burocracia me quite este pedazo de felicidad que recién estoy empezando a construir.
Hughes: Eso es cierto, pero... -dijo de repente mi auto proclamado tío- pero... lo de que alguien se haga responsable de la hija de Tucker también es una opción viable.
Roy: Pues buena suerte con eso, a ver donde encuentras a un pobre tonto que acceda a tomar la custodia legal de esa niña... -dijo antes de notar que yo, su hijo adoptivo, lo estaba mirando con mis mejores ojos de cachorro desamparado-... ¿Por qué me ves así?
Hughes: Pues que ve así por que tiene una muy buena noticia que darte -dijo haciendo a su amigo arquear una ceja.
Roy: ¿De qué estás...?
Alphonse: ¡Por favor señor! ¡Tome la custodia de Nina o retrase cuanto pueda a los servicios sociales hasta tenerla segura! ¡Solo hasta que Edward y yo seamos mayores y podamos adoptarla! -pedí sin pelo alguno en la lengua, totalmente directo, conciso y sincero.
Mi maestro y figura paterna adoptiva me miró entre sorprendido y extrañado, como si no pudiera decidir si lo que acababa de escuchar era absurdo o genuinamente algo estúpido. La expresión de su rostro pasó de la incredulidad a la contemplación mientras analizaba la solicitud. Y cuando noto que no era ninguna broma y que hablaba en serio, frunció el ceño.
Roy: Alfons, tú sabes que esto no es un asunto sencillo. No puedes solo pedirle a un coronel que asuma la custodia de una niña en medio de una crisis como esta. La política, la burocracia... todo eso nos complicaría aún más la situación a todos nosotros, y lo sabes -dijo en lo que yo solo negué.
Alfons: Lo entiendo, pero no puedo dejar que Nina sea enviada a un orfanato. Ella necesita estabilidad, y yo quiero ser eso para ella. ¡Edward y yo podríamos cuidar de ella! No estoy hablando de una decisión a la ligera; no tendrías que hacer nada, solo firmar los papeles, sería temporal solo para que no tenga que enfrentar más traumas -pedí con decisión y algo de desespero.
Hughes y el mayor Armstrong se cruzaron de brazos mientras seguían el intercambio. Era claro que ellos también estaban considerando los pros y contras de la situación. Finalmente, la voz del menos fornido de los dos interrumpió el tenso silencio.
Hughes: Roy, ¿Qué tal si piensas en ello como en una especie de misión? No solo estás protegiendo a una niña, también estás evitando que nuestra ya inestable sociedad se vuelva aún más volátil. Si se entera el público que la hija de un alquimista traidor está en un orfanato, y que encima iba a ser usada como experimento... las especulaciones, el miedo, el pánico, podría ser un hervidero -dijo haciendo al alquimista de fuego suspirar.
Ya que sabía que lo que decía Hughes era verdad. Si lograban mantener a Nina en un entorno seguro, podrían evitar una crisis mayor en la ciudad. Y mientras me dieran por mi lado, todo eso no podía importarme menos.
Roy: ... De acuerdo, pero solo por un tiempo. No puedo prometer que podamos mantener esto en secreto. Tendrás que buscar donde dejarla porque no pienso cuidarla y no se puede quedar con la familia de Hughes porque levantaría más de una sospecha -dijo con molestia por nuevamente verse obligado a dar el brazo a torcer- estamos lidiando con un escándalo mayor aquí. Necesitaría tener todo un plan, y hay que hacerlo de manera legal... pero a todo esto ¿Qué tiene que ver Acero con que quieres cuidar de la hija de Tucker, Alfons? -pregunto.
Solo para recibir como respuesta un notorio sonrojo de mi parte que lo hizo abrir la boca con incredulidad, mientras que Riza se llevó una mano a la boca, el mayor se puso a llorar de forma dramática y el tío Hughes que ya lo sabia, solo se echó a reír por las reacciones de los demás.
Roy:... Espera, ¿Qué? -preguntó consternado- ¿De qué me perdí?
Riza: Un momento Alfons.. ¿Te declaraste? -pregunto en lo que yo solo asentí- eso significa que... estoy feliz por ti, ya era tiempo -me dijo con una sonrisa.
Momento en que me revolvieran el cabello de forma enérgica, y dado que no sentía que me rompieran el cuello podía descartar que fuera el mayor Armstrong, el estaba ocupado llorando como magdalena de alegría por mi.
Hughes: Más que declararse, hubieran visto hace rato, hasta se portaron como si ya estuvieran casados -mencionó, a la vez que yo solo quería que la tierra me tragara por la pena. Estaba acostumbrado a las burlas de las chicas, no de estas personas que prácticamente eran mi familia adoptiva en general.
La risa del teniente coronel resonaba por la habitación, y mientras tanto, yo me encontraba paralizado por la vergüenza. Las miradas de todos se centraron en mí, mis mejillas ardían intensamente. Estaba tan concentrado en la presión de la situación que había olvidado lo absurdamente cómica que podía ser mi declaración ante la seriedad habitual de este entorno.
Alfons: No, no es eso... -tartamudeé, luchando por recuperar la compostura- Quiero decir, no se trata solamente de eso. Edward y yo estamos construyendo algo juntos, y esto no debería importarle a nadie más. Pero, por favor, este no es el tema aquí. Este es un asunto serio. Nina necesita un hogar que le proporcione un poco de paz después de todo lo que hemos vivido.
Momento en el que la teniente Hawkeye, cuya mirada había sido indulgente en medio de la diversión, asintió. Su naturalidad me recordó quiénes éramos todos y la realidad que enfrentamos.
Riza: Es cierto. La situación de Nina es primordial. A pesar de las distracciones, lo más importante es garantizar que esté a salvo -dijo dándole una mirada al coronel que prácticamente le estaba diciendo sin decir palabras ¨más le vale no arruinar esto con alguna estupidez, señor¨.
Mientras que mi maestro aparentaba estar pensativo, su expresión mostraba que su parte lógica y su instinto protector estaban en conflicto, aparte de que parecía estar listo para prender algo en llamas a la mínima provocación... posiblemente a Ed. Fue entonces cuando su mirada se volvió más seria, y con un suspiro profundo, finalmente habló.
Roy: Está bien, Alfons. Haré lo que pueda para ayudar -fue todo lo que dijo, no queriendo decir más sobre el tema de momento. Mejor dejarlo así y no provocarlo... Lo mejor era no incentivar un incendio a gran escala a mitad de la ciudad solo por molestar a mi padre adoptivo.
Hughes: De cualquier modo, ahora que Cicatriz parece estar siendo más osado, lo mejor será que ustedes dos se anden con cuidado junto al mayor Armstrong -dijo mirándonos con seriedad- podría asignarles escoltas y...
Alfons: Pará mi padre el buen coronel tal vez, yo la tengo fácil, dudo que Cicatriz sepa volar -dije encogido de hombros.
Solo para que en respuesta la teniente me diera un golpe en la cabeza.
Riza: Alfons. no queremos dejar nada a la suerte. La arrogancia no nos sirve de nada en estos momentos -me dijo con un tono de madre regañona.
Hughes: Es cierto, muchacho, no querrás dejar a Edward viudo y con una niña que cuidar -dijo haciendo que le viera con mala cara.
Alphonse: Dígame a mi sobre dejar las cosas a la suerte, nunca lo hago, si fuera así cuidar de Ed no sería tan... -dije para que luego un soldado entrará con prisa a la habitación.
Soldado: ¡Llegó un mensaje de emergencia de la señorita Lyra! ¡Cicatriz fue visto en el perímetro cerca de Acero! ¡La posibilidad de encuentro y confrontación es alta! ¡Es lo que dice el mensaje codificado! -reveló dejándome en shock.
El silencio que se apoderó de la habitación fue abrumador. Todos nos miramos entre sí, el peso de la inminente amenaza colgando en el aire como una sombra. El nombre de Cicatriz resonó en mi mente como un eco siniestro; la posibilidad de su aparición cerca de Edward era motivo suficiente para provocar una respuesta inmediata.
Y en mi caso, esa respuesta fue solo activar los círculos alquímicos y salir disparado por la ventana de la habitación y emprender vuelo en plena lluvia hacia la ubicación donde Lyra y Clara se reportaron por última vez. Entiendo tus razones y todo, pero si debo ser objetivo, para mi solo eres una piedra en el zapato de la que me debo encargar, Cicatriz. Si para cuando llegue le pusiste un dedo encima a Ed...
Al demonio que mi imagen sea dañada o si me gano el odio de los Ishvalanos luego de intentar reparar lazos entre el país y ese pueblo los últimos años, al diablo con todo.
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(General Pov)
(Unos momentos antes)
(Distrito comercial sur, Ciudad del Este)
Clara: ¿Cuánto tiempo más se quedará allí parado? Si tanto quiere esas botas que se las compre y ya ¿no? -preguntó mientras observaba de lejos a su misión en lo que Lyra solo se encogió de hombros- aunque ya se la respuesta, por orgullo, usar esas botas será admitir que es bajito y nunca lo haría. ¿O buscará verse más guapo para Alfons? -se preguntó con algo de diversión por la idea.
Y si, en efecto la personas a quien espiaban seguía siendo la misma, el alquimista de acero. Quien luego de haber tenido una noche y mañana que para él fueron agotadoras emocionalmente, decidió dar una vuelta con su hermano importando poco que estuviera lloviendo, para disgusto de las dos mujeres que ya llevaban varios días siguiéndolo en secreto para cuidarle las espaldas.
Lyra: Mira el lado bueno, se quedó quieto lo suficiente como para que pudiéramos pedir un tentempié -exclamó cerrando un libro de poesía en lo que un camarero dejaba dos rebanadas de selva negra con un par de tazas de café- gracias.
Clara: Supongo que tienes razón. Aunque honestamente me gustaría que hubiera algo de acción, un bocadillo como este es sabroso pero va a dar directo a las caderas, necesito ejercicio -exclamó antes de darle una probada a su postre.
Lyra: Ya pronto tendremos la oportunidad, sabes que rara vez tenemos descanso cuando es una misión del señorito -mencionó tomando un sorbo de café- y parece... que los problemas vinieron a nosotras esta vez -exclamó con una mirada afiliada.
Siendo en ese momento que pasó junto a ellas alguien que difícilmente podía ser ignorado. Al tratarse de un hombre de piel morena con un cuerpo tonificado de ropas gastadas, pero lo que más resalta de él era la marca con forma de X en su rostro. No había duda alguna, ese era Cicatriz.
Lyra: ... Este invento del señorito es revolucionario, que bueno que solo nosotras tenemos acceso -dijo pulsando una especie de botón en su mano para transmitir un mensaje en código morse- puede emitir ondas como si fuera un aparato para mensajes de código morse sin estar conectado a ningún cableado.
Clara: Pues yo solo diré que este tipo lo hizo personal, nadie se mete entre mi postre y yo -dijo poniéndose de pie, dejando el aperitivo a medio comer- vamos.
Ambas mujeres avanzaron furtivamente entre las sombras, sus pasos suaves en la húmeda pavimentación mientras se acercaban a la figura amenazante de Cicatriz, quien a su vez seguía de lejos a los hermanos Elric. La lluvia caía con fuerza, aunque eso no parecía disuadir a la misteriosa figura. Las dos espías habían tenido suficiente tiempo para prepararse, y aunque la adrenalina ya recorría sus venas, sabían que esta iba a ser una confrontación complicada.
Clara: ¿Cuál es el plan? No podemos enfrentarlo directamente. Necesitamos más información antes de intentar un acercamiento -susurro en lo que observaba como Cicatriz se detenía cerca de donde los hermanos habían decidido sentarse, bajo la lluvia en un parque.
Lyra: Tienes razón, aún si tenemos toda la información que nos dio el señorito, no sabemos de lo que este tipo es capaz al 100%. Pero si se acerca a Edward o su hermano menor, podría ser demasiado tarde para pensar con claridad. Debemos actuar rápido, pero solo cuando la situación se vuelva crítica, Edward no puede saber que lo estamos siguiendo -dijo en lo que ambas asintieron.
Mientras que por su parte, Ed, ignorando todo lo que estaba pasando a su alrededor. Aun trataba de darle sentido a lo que había pasado recientemente en su vida. ¿Exactamente que es la alquimia en la que él y su hermano creen? Se enojó por mucho tiempo con Alfons por usarla como arma, pero al ver que incluso un padre como Tucker podía hacer tripas corazón para usarla en intentar convertir a su hija en un monstruo.
Edward: La alquimia es el conocimiento de las leyes de la materia, su descomposición y reconstrucción. El mundo también tiene leyes y todo es parte de un flujo, la muerte es parte de ese flujo y todos debían aceptarlo -habló en voz alta con la cara empapada sin importarle- eso diría nuestra maestra... creí haberlo entendido, pero no fue así... solo pensar que Nina pudo... yo no puedo aceptar algo como eso.
Al: Hermano ¿de verdad vas a ser la mamá de Nina? -pregunto esperando alguna reacción molesta e indignada de su hermano mayor, defendiendo que no es ninguna mama ni una mujer o algo así, pero el chico de ojos dorados solo negó con poca energía.
Edward: Es lo menos que puedo hacer, tanto por ella como por Alfons... Él salvó a Nina, mientras que para cuando nosotros hubiéramos llegado habría sido tarde, muy tarde... y me sentiría peor de como me siento ahora, queriendo remediar una situación irreversible, como cuando intentamos traer de vuelta a mamá... -declaro con pesar- soy un idiota, no he aprendido nada, creí que la lluvia borraría el dolor que siento... pero me deprime hasta el choque de una gota contra mi rostro ¿de verdad se tan poco del mundo? -se preguntó en voz alta.
No refiriéndose solo a lo de Nina, todo lo que pasado el país los últimos años, lo que le dijo Alfons de que en realidad todos los indicios de la piedra filosofal que le hubieran dado eran callejones sin salida, la verdad detrás de la alquimia de cómo puede ser usada tanto para el bien como para hacer cosas horribles... ¿de verdad su mente era tan infantil como para no ver el panorama completo de las cosas? Y todo esto lo está pensando debido al sencillo papel de Alfons Heiderich en su vida, quien ahora era el ¨padre¨ de Nina.
¿Cómo alguien podía enloquecerte tanto de rabia como de... de... amor? Si había una cosa que Edward Elric sabía en ese momento, es que no sentía que supiera nada sobre nada. Pero de todo lo que estaba en su cabeza, lo que en ese momento sobresale, era la culpa de pensar en que pudo pasar si nadie llegaba a tiempo... y Nina no volviera a ser humana nunca más.
Humano... Aun con todo, es humano, no un dios, es solo un humano.
Al: Yo no tengo cuerpo, ni siquiera siento la lluvia contra mi piel, extraño mucho eso, quiero recuperar pronto mi cuerpo. Ser humano de nuevo -dijo mirando al cielo oscuro- aunque vayamos contra el flujo del mundo y no haya nada que hacer al respecto... -mencionó antes de verse interrumpido por la llegada de un extraño, Cicatriz.
Quien tenía su mirada puesta en el mayor de los dos.
Cicatriz: Tu eres el alquimista de Acero, Edward Elric ¿No es cierto? -pregunto.
Solo para luego proceder a intentar asesinarlo sin dar siquiera un segundo de ventaja. De no ser porque Alphonse logró apartar a su hermano a tiempo, ya habría un alquimista estatal menos en el mundo.
Edward: ¡¿Pero qué demonios le pasa a ese sujeto?! -pregunto reaccionando luego de levantar un muro que los separara de su misterioso atacante. Solo para que éste destruyera el muro que los separaba como si nada aterrando al joven de cabello dorado quien entró en pánico, solo queriendo escapar- ¡Al, huye! -dijo para que luego ambos hermanos emprendieran la huida.
Cicatriz: No escaparas -dijo para acto seguido frustrar cualquier intento de escape para acabar persiguiendo a ambos hermanos por media calle.
Los hermanos Elric corrían por las calles inundadas, sus corazones latiendo con fuerza ante el peligro que se cernía sobre ellos. Cicatriz estaba tras ellos, y su sed de venganza era palpable. La lluvia caía en torrentes, intensificando la atmósfera de tensión mientras el asesino se lanzaba con salvajismo tras los jóvenes alquimistas.
Edward se giró brevemente, su instinto de sobrevivencia se encendió cuando vio la sombra oscura de Cicatriz acercándose a gran velocidad.
Edward: ¡Maldición! ¿Qué le pasa? ¿Qué he hecho para tener enemigos? -pregunto antes de quedarse pensando- de acuerdo, mala pregunta ¡pero no le he dado a nadie razones para matarme! -declaro observando cómo el hombre de piel oscura no se rendía en su empeño de alcanzarlos, a lo cual dieron la vuelta a un callejón.
Solo para que el Ishvalano usará la alquimia de su brazo para bloquear la salida, dejándolos atrapados.
Edward: ... ¿Quién eres? ¡¿Por qué nos persigues!? -preguntó a su atacante que se veía indiferente por toda la situación.
Cicatriz: Si hay creadores como tu, también debe haber destructores -dijo como si esa fuera la explicación al porqué de todo su actuar. Momento en que ambos hermanos decidieron hacerle frente.
Solo para que en unos segundos Alphonse terminará con la mitad del cuerpo destruido de un ataque y Ed poco después, negándose a abandonar a su hermano, terminó con su brazo metálico destruido del todo.
Cicatriz: Ya no podrás usar la alquimia -exclamó en lo que el joven alquimista de acero solo intento retroceder asustado, incapaz de pronunciar palabra alguna, para luego terminar cayéndose y pegando su cara en el pavimento- te daré un momento para rezar
Al: Hermano... huye... ¡hermano! -grito tratando de arrastrarse hacia allí sin mucho éxito, para impedir lo que estaba pasando frente a sus ojos.
Edward: ... Por desgracia, no tengo un dios al cual rezarle... ¿solo me buscas a mi... o también matarás a mi hermano, Al? -preguntó con un tono desafiante que le fue indiferente al asesino.
Cicatriz: Si interfiere, lo eliminaré. Sin embargo, solo te juzgo a ti, alquimista de acero -declaró.
Edward: ¿En serio? ... Entonces... prométeme que no lastimaras a mi hermano, Al -pidió como última voluntad, la cual Cicatriz aceptó para luego proceder a dar el golpe de gracia ante la mirada de Al que solo observaba con horror el suceso, rogando a su hermano que corriera solo para no ser escuchado.
Pero antes de que su mano entrará en contacto con la cabeza del mayor de los Elric. Es que tres ataques simultáneos alejaron al criminal de Edward. Un ataque de naipes de acero cortesía de Clara, un disparo de energía calórica por parte de Lyra, y para rematar, disparos de aire provenientes de cierto joven que se encontraba flotando por encima de todos, con una expresión de pocos amigos.
Alfons: ... No puede ser, no lo puedo dejar solo ni un segundo -exclamó en lo que descendió y puso los pies en la tierra, interponiéndose entre Cicatriz y Edward- maldito bastardo... ¡Oye, tu! ¡metete con alguien de tu tamaño, maldito enfermo!
Cicatriz se detuvo, su mirada fulminante se centró en Alfons, que ahora se había interpuesto entre él y Edward. La lluvia seguía cayendo con fuerza, pero no era la única cosa que se sentía en el aire; la tensión entre los tres era palpable. El Ishvalano lo miró con desdén, como si el joven alquimista fuera simplemente un insecto insignificante que había resultado ser un molesto obstáculo en su camino. En su mente, el mensaje era claro: nadie iba a detener su misión.
Edward: Alfons... -dijo con incredulidad al ver al joven que lo ha estado atormentando en su mente, siendo su salvador una vez más, antes de enfadarse al percatarse de cierto comentario de su parte- ¡¿A quien acabas de llamar indirectamente enano indefenso y microscópico?! -exclamó.
Solo para recibir una mirada que lo dejó paralizado, Alfons nunca le había dado una mirada como la de ahora. Con una seriedad tan severa y un odio tan puro a Cicatriz que dejó al mayor de los Elric sin palabras.
Alfons: ¡Quéjate cuando ya no tengamos al asesino de alquimistas! ¿¡ME OÍSTE?! -ordenó con tal autoridad que el chico solo asintió en silencio, algo intimidado y hasta.... estimulado, por el arrebato del joven general de brigada- chicas...
Lyra: Sentimos no haber interferido antes señorito, nosotras...
Alfons: No, ustedes solo siguieron órdenes, y no las actualice como debí hacerlo. Al único que culpo de toda mi furia actualmente...es al malnacido en frente de mí -exclame con seriedad, mirando a Cicatriz en lo que los demás militares llegaban y rodeaban el área.
Pero eso poco importaba al asesino de alquimistas estatales y al joven militar, ambos se estaban retando con la mirada de tal modo que el resto del mundo se había desconectado para ellos, solo esperaban el momento, en el instante en que alguno de los dos moviera un solo músculo con intenciones agresivas, la pelea comenzaría.
Cicatriz:... Alfons Heiderich Mustang... El alquimista de los cielos ¿también has venido a ser juzgado? -pregunto ya preparando su mano para atacar.
Alfons: Cicatriz... -declaro de forma inexpresiva- quedas bajo arresto por el asesinato de 10 alquimistas estatales y veinticuatro soldados rasos de la milicia.
Cicatriz: Estaban interfiriendo, sólo me interesan los alquimistas estatales -se defendió por lo último- los alquimistas cambian las cosas de su orden natural a algo grotesco. Profanan la obra divina de Dios, del creador
Alfons: Grand y Tucker puede que se lo merecieron en cierto punto -exclamó con sinceridad- pero no te da derecho a asesinar a los que sólo querían usar sus conocimientos para mejorar el mundo
Cicatriz: Al final todos son iguales. Solo soy un agente de Dios que cumple con su dictamen -dijo listo para la pelea, no queriendo alargar más la plática.
Comentario que solo le saco una carcajada al joven para extrañeza de más de uno de los presentes.
Alfons:... Amigo, créeme, conocí a Dios personalmente, y le vale muy poco lo que tu hagas o no -dijo antes de ver de reojo a su padre que estaba listo para meterse junto con el mayor Armstrong- no se atrevan, este infeliz es mío.
Pero en el momento en que se volteó para decir eso, Cicatriz ya había procedido a acercarse para dar un golpe certero y rápido. Solo para que cuando estuviera a punto de entrar en contacto con el chico, se formará una pared de vapor sobrecalentado formado a partir de las gotas de agua provenientes de la lluvia, ataque que hizo a Cicatriz retroceder con algunas quemaduras en su cuerpo.
Alfons: El agua tiene hidrógeno y oxígeno, por lo tanto, son parte de mi dominio. Enfrentarme a mi es enfrentar toda la furia de los cielos, desgraciado -dijo desde el cielo, ya que emprendió vuelo justo después del último ataque para no ser afectado por el vapor mientras que Clara y Lyra alejaron a Edward para no ser lastimado por dicho ataque también.
Cicatriz: ... Es cierto... Tu usas tu alquimia para profanar territorio sagrado ¡solo Dios tiene derecho a regir sobre los cielos! -dijo para fastidio del menor.
Alfons: Genial, otro que piensa que debemos quedarnos en la época en la que todo avance científico es malo, ¿Debo entender que dejas a mi padre para el final, para tener el valor para no aterrorizarte cuando lo veas haciendo fuego? -pregunto con burla, sacando una risa burlona a Roy que observaba todo con diversión.
Pero igual estando listo para meterse de ser necesario, dejaría que el chico se divirtiera un poco ya que parecía tener la situación controlada. Pero en el mínimo instante que las cosas se salieran de control, interferiría, nada le impediría llevarse el crédito siendo quien capturó a Cicatriz, nada se interpondría con...
Riza: Señor, lo mejor será dejarle esto a Alfons, usted quédese atrás, recuerde que es inútil en días lluviosos -dijo empujándolo detrás suyo, sin querer tirándolo al suelo, bajando de su nube al alquimista de fuego. Quien solo agacho la cabeza para susurrar una maldición a los días de lluvia en general.
Cicatriz: Oh sí, el héroe de Ishval... -exclamó viendo a Roy de reojo- esta es una ironía si se piensa bien, el peor demonio salido de las llamas del infierno acabó acogiendo bajo su cuidado a un ángel caído que rige los cielos como si fueran suyos.
Alfons: Sí, no tanta ironía si tomas en cuenta que fue porque le insistí hasta que aceptó -mencionó casual- te doy una última oportunidad para que te rindas, Cicatriz ¿será por las buenas o por las malas?
Cicatriz: ¿Rendirme? ¿Con tantos alquimistas que se alejaron del buen camino presentes? ¡Hoy Dios me bendice con una prometedora oportunidad! ¡No voy a desaprovechar esta señal de Dios! -dijo antes de dar media vuelta e intentar atacar a mi padre adoptivo.
Solo para ser interceptado por un puño que de haber acertado, de la cabeza de Cicatriz, solo quedaría media cara, con lo demás siendo papilla.
Armstrong: Dices ser un agente de Dios en alguna especie de misión divina ¿no es así? -pregunto levantando su puño- entonces ¿por qué no tratas de juzgarme? Soy Alex Luis Armstrong, el alquimista del brazo fuerte.
Cicatriz:... Hoy es un buen día para los justos en verdad. Que todos ustedes vengan, ahorrando la molestia de buscarlos, bendito sea dios, lleno de gracia.
Armstrong: No reces todavía, te enfrentas a una técnica que ha pasado de generación en generación en los Armstrong, esa no es una bendición -dijo para luego golpear una roca que salió disparada convertida en una punta de lanza a Cicatriz que apenas fue que la esquivó- ¡La destrucción y la creación son dos caras de la misma moneda! ¡Destruir para crear es la ley del mundo!
Riza:... ¿Por qué se quitó la camisa?
Havoc: Su lógica es una locura -dijo sin saber que decir, opinión compartida con varios soldados y oficiales presentes.
Alfons observó la escena desenfrenada que se desarrollaba ante él, sintiendo la adrenalina correr por sus venas mientras se preparaba para entrar en acción. La lluvia seguía cayendo, creando charcos que reflejaban la tensión del momento. El sonido del impacto del puño de Armstrong contra el aire aún resonaba en su mente como un berserker siendo llamado a la guerra. Sí Cicatriz había llegado a atacar a Ed, tenía que enfrentarse a su furia, y no iba a dejar que ese loco asesino se interpusiera entre él y su hermano mentalmente debilitado.
Cicatriz se dirigió a Armstrong, prestando muy poca atención al joven alquimista que flotaba a su izquierda. Con una velocidad sorprendente, hizo un movimiento brusco hacia el Mayor, su brazo alzado como un arma devastadora, preparado para desatar la ira que lo había consumido. Pero antes de que pudiera hacer un movimiento más, Alfons lanzó un poderoso torrente de vapor sobrecalentado que emergió del suelo, creando una barrera impenetrable entre Cicatriz y Armstrong.
Momento en que la teniente logró disparar y herir la pierna del asesino, así como quitarle los lentes de sol al rozar la frente con una bala, revelando así sus ojos rojos y su sangre Ishvalana a todos. Siendo allí donde se dio cuenta que estaba herido y rodeado, a lo cual decidió escapar destruyendo el suelo y huyendo por el alcantarillado.
Roy: Escapó por el desagüe, que nadie lo siga -ordenó.
Solo para ver que su hijo Alfons se metió de cabeza a las alcantarillas ignorando cualquier orden o queja. Dejando a todos los presentes sin palabras por tal acción.
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(Alfons Pov)
Todo sucedió muy rápido, más rápido de lo que mi mente podía procesar. La lluvia seguía cayendo, pero mi furia y determinación eran más potentes que cualquier tormenta en el cielo. Cicatriz había estado a punto de acabar con Edward, y no podía permitir que se escapara. Sabía que la posición de los demás era la de esperar, pero yo no podía quedarme de brazos cruzados.
Salté al agujero de la alcantarilla, el barro y el agua estancada salpicaron a mi paso mientras me movía a toda velocidad entre los estrechos túneles subterráneos de las aguas del drenaje. La oscuridad era prácticamente total, sólo iluminada por los destellos ocasionales de relámpagos que resonaban afuera. Seguramente Cicatriz tendría ventaja en este laberinto de sombras, pero mi determinación iluminaba mi camino, eso más un par de linternas que llevaba en mi bolsillo.
Mi mente iba un millón de millas por hora, recordando la conversación que había tenido con Edward justo antes de que esto sucediera. No podía dejar que su dolor y sufrimiento se repitieran. Prometí que empezaría una familia con Edward y Nina, y como el padre de esta familia, no dejaré ir a un bastardo que la quiere destruir por un maldito fanatismo religioso.
Alfons: ¿Te vas tan pronto? ¡La diversión está lejos de terminar! -dije una vez lo alcance para sorpresa de este.
Cicatriz: ... ¿Es que tienes tantos deseos de ir con el creador, alquimista de los cielos? Aquí abajo no tienes poder alguno -dijo tras encararme luego de notar mi presencia- tu devoción a ser juzgado casi me conmueve, estoy seguro de que Dios te recibirá en su cálido seno con los brazos abiertos.
Alfons: Solo oírte me enferma... en todo caso, bienvenido a Ciudad del Este, Cicatriz. Como Ishvalano debes saber que oficialmente debes tener un pasaporte para moverte de un lado del país al otro, ya que viniste de Central al Este ¿me permites tu pasaporte? -pregunte con burla haciendo fruncir el ceño al hombre mayor, sin que notara que había empezado a alterar el aire a nuestro alrededor- ¿Por qué pregunto eso? Mejor pregunta ¿vienes como indocumentado o solo como prisionero?
Cicatriz: Eres arrogante, Heiderich. Esos juegos de palabras no te salvarán aquí. -dijo con desprecio, sus ojos rojos brillaban con una manía inquietante, como si cada palabra de burlas que decía tan ligero solo alimentara su sed de sangre.
Alfons: No estoy aquí para jugar, sino para acabar con esto de una vez por todas. -respondí con firmeza, haciendo que mis círculos alquímicos brillarán a mi alrededor, una aura de vapor caliente comenzó a envolverme, a la vez que un aire denso comenzó a formarse en mi mano- Tu hora del juicio ha llegado, que sepas que son pocos los que me han hecho llegar a este punto de rabia.
Cicatriz: Solo rindete... No puedes detener lo inevitable. -intentó hacerse valiente mientras retrocedía un paso, consciente de la amenaza que representaba en ese momento.
La lluvia del exterior se filtraba a través de las rendijas de las alcantarillas, creando ecos etéreos de un mundo que parecía tan distante del peligro inmediato. La atmósfera era densa, casi eléctrica, e inundada por mi determinación. No podía permitir que este criminal minará la vida de más inocentes; las sombras que había dejado a su paso las había sentido demasiado cerca de Edward, no pienso perderlo, no así.
Se que ahora mismo tengo la desventaja, pero no hubiera sobrevivido más de un año en Briggs y tres en el frente si no supiera cómo pelear aun teniendo las de perder.
Con un movimiento rápido, utilicé el agua del drenaje para crear un espeso muro de neblina que bloqueó su visión y le impidió maniobrar. Me deslicé hacia adelante a gran velocidad con mi cuchillo giratorio en mano listo para cortar cualquier cosa enfrente de mí, el aire caliente y húmedo girando a mi alrededor como un torbellino de furia. En un instante, posé mis manos sobre el suelo y los círculos en mi ropa brillaron intensamente. Esto iba en serio.
Alfons: ¡Veamos que tan bien pátinas! -grité mientras liberaba una ráfaga de vapor hirviente que empujaba a Cicatriz hacia atrás, zumbar del asfalto empapado resonó al entrar en contacto con el calor.
Cicatriz parecía desacostumbrado a tal improviso, tropezó y cayó de rodillas, su rostro se torció en una mezcla de odio y sorpresa. Sin embargo, rápidamente se recuperó, levantando su brazo para desviar la nube de vapor, aunque algunos de los chorros de vapor ardiente le alcanzaron, dejando marcas en su piel.
Cicatriz: ¡No permitiré que tu arrogancia arruine el plan de Dios! —rugió con furia, arrastrándose hacia mí con determinación renovada.
Alfons: ¡Y yo no dejaré que tu odio se lleve todo lo que me importa de este mundo! -grite ya habiendo preparado un ataque que logre conectar en la cara del asesino, a cambio de que el infeliz se llevó parte de mi hombro, haciéndolo explotar y solo ser carne molida... un par de milímetros más y no la cuento, adiós brazo o adiós cabeza.
Pero el efecto funcionó, encima que estaba cansado solo bastó ese golpe para que Cicatriz comienza a marearse y antes de darse cuenta, caer al suelo, posiblemente sintiendo que se ahogaba y que el aire no llegaba a sus pulmones por mucho que respiraba. Lograr esto no fue fácil, antes que nada tuve que preparar en segundos el campo de juego, primero sutilmente disminuir el oxígeno en el ambiente como si estuviéramos en la cima de una montaña, luego nublar su visión y su movilidad con la niebla y el hielo, y finalmente...
Alfons: Posiblemente no lo entiendas ya que solo eres un bruto que mata sin saber nada de alquimia o ciencia básica. Dime, Cicatriz ¿Cuál crees que es el gas más venenoso sobre la faz de la tierra? -pregunte sabiendo que no tendría respuesta- el sarín y el monóxido de carbono sin duda pueden ser muy venenosos, pero... la respuesta es el oxígeno, el aire que todos respiramos, también puede ser el veneno más mortal de todos. Ahora no podrás moverte en al menos doce horas, y si lo intentas, solo lograras un derrame interno por el sobre esfuerzo.
El principio de la mano del vacío, por medio de alquimia puedo repeler el aire de mi mano, disminuyendo así el oxígeno en mi mano en solo un 15% a un 6%, volviéndolo un veneno letal si se respira, dejando a una persona inconsciente en segundos, y si dicho aire entra al sistema sanguíneo, bueno... no me hago responsable de lo que pase después. No por nada soy el alquimista de los cielos, el aire y todas sus variantes, las he investigado y dominado.
Cicatriz se retorcía en el suelo, el pánico comenzaba a manifestarse en su rostro mientras sus ojos rojos se abrían en una mezcla de horror y furia. Sabía que estaba atrapado en una red hecha de su propia locura.
Alfons: Tu nunca entenderás la verdadera naturaleza de la alquimia, de su potencial para crear, sanar y cambiar el mundo para mejor. -dije con voz firme, dejando caer el vapor hirviente que había formado un capullo alrededor de Cicatriz, liberando un poco de aire para que pudiera hablar pasando débilmente por sus vías respiratorias, pero no lo suficiente como para que recuperara su fuerza.
Cicatriz: No... No puedes detener lo que estoy haciendo. ¡Soy un instrumento! ¡Soy la mano de Dios! -exclamó con una voz ronca, sin poder levantarse.
Alfons: No eres nada más que un asesino ciego que se oculta tras una máscara de fe -mencioné, sintiendo una furia creciente dentro de mí, no solo por mi propio dolor, sino también por el dolor de aquellos que habían perdido a sus seres queridos y que él lo causó.
Cicatriz: ¡No entiendes nada! ¡La alquimia es una abominación, un pecado! ¡Vine a purificar este mundo de los que profanan su pureza! -su voz sonaba más débil, pero su furia seguía ahí, un último intento de aferrarse a su retorcida lógica- ... ¿Qué esperas? Terminalo, si me dejas ir, volveré, y te matare. Sigue con la cadena de odio que tu gente ha extendido todo este tiempo, Amestrisano.
Como se nota que no lo entiende, bueno, que no se diga que no soy una persona justa. Le daré algo a este desgraciado que no le dio a otros hasta donde yo sé, otra oportunidad.
Alfons: En verdad eres patético, Cicatriz -dije con rabia contenida- prefieres morir antes que aceptar la misericordia de una de tus posibles víctimas. Pero no, vivirás, mírame ¡mírame! -dije tomándolo del cuello de la camisa- vivirás, con el peso de saber que vives gracias a que yo así lo quise. ¿A qué te sabe la piedad, malnacido? -pregunte antes de soltarlo- oh, y por cierto, esto es por intentar matar al amor de mi vida -dije pisando con fuerza su pie, rompiéndole el tobillo. Para acto seguido solo irme, si dijo algo después, no me intereso.
De una vez aclaro que no lo hice porque creía que podía ser mejor persona o para no rebajarme a su nivel, o alguna estupidez así, el dejarlo ir. Lo hice únicamente por el pueblo Ishvalano al que he intentado ayudar los últimos años. Si nos volvemos a ver y seguía intentando asesinar personas, bueno... será una pelea donde solo uno seguirá en pie, eso es seguro. Por ahora mi prioridad era salir de aquí antes de que la herida en el hombro se infecte por estar expuesta a los gérmenes y bacterias que podrían haber en los drenajes.
Al salir de las alcantarillas, la lluvia se había intensificado, formando riachuelos que deslizaban el agua por los bordes de la calle. El aire era fresco y húmedo, pero la adrenalina hacía que me sintiera vivo, enfocado. Cicatriz había escapado, pero por lo menos había logrado desmantelar su furia momentáneamente. Lo que me quedaba en mente era que tenía que regresar con Edward y los demás, y asegurarme de que todo estuviera en orden.
Para acabar encontrándome con una escena peculiar: Mi padre organizando un equipo de avanzada para entrar en las alcantarillas. Mientras que Riza se encargaba de atender a Al en lo que dos soldados sujetaban a un desesperado Edward que se encontraba exigiendo que lo soltaran para ir a buscarme. Pero por suerte, se calmó en cuanto me vio, todos lo hicieron... mientras que yo solo me deje dominar por el pánico al ver a mi chico sin un brazo.
Alfons: ¡Edward! -dije corriendo hacia él antes de abrazarlo, importando poco el dolor por mi herida más que creo que estaba por desmayarme por insuficiencia pulmonar, de nuevo- ¿Estás bien? ¿No te lastimó demasiado? ¿Cómo estás? Ok, es estúpido preguntar eso ¡te dejo sin brazo y Al es solo la mita de la armadura! -dije con desespero escondiendo mi rostro en su hombro- lo siento, no debí dejarte solo.
Edward: ... ¿Me estás jodiendo? ¡Mírate, casi te arrancan el brazo! -dijo alejándome para ver su rostro enojado- ¡¿En qué estabas pensando en ir tú solo a enfrentar a ese homicida?!
Alfons: ¡En lo que suelo pensar casi todo el tiempo, en protegerte! ¡El casi te mata, no lo iba a dejar irse solo así como así!
El rubio de menor altura se quedó callado por un momento, sus ojos dorados estaban llenos de confusión y rabia. Su frustración era palpable y, aunque sabía que tenía razón, el sentimiento de impotencia y dolor de sentirse inútil por todo lo que había sucedido lo estaba agobiando.
Edward: ¡Eres un idiota! ¡No puedes simplemente lanzarte de cabeza a peligro sin pensar en las consecuencias! -su voz temblaba entre la furia y el miedo. El burro hablando de orejas.
Alfons: Lo sé, lo sé... -respondí, con la cabeza baja. La culpa se apoderaba de mí al ver el estado de Edward, y el hecho de que la culpa de que estuviera así era parcialmente mía no hacía más que aumentar mi tormento- pero era necesario. Tenía que enfrentar a Cicatriz. No podía dejar que se acercara más.
Fue entonces cuando sentí el peso de su mirada. Edward me escrutó con una mezcla de incredulidad y preocupación.
Edward: ¿A qué precio, Alfons? ¡Mira lo que pasó! -su voz se suavizó de repente, y pudo ver el miedo en su rostro, como si se diera cuenta de lo que estaba a punto de decir- si llegara a perderte, no sé qué haría -dijo solo haciendo que lo abrazara con fuerza.
Ya todo estaba bien, Ed estaba a salvo... mi mundo estaba sano y salvo, ya todo estaba bien.
Edward: ... Tranquilo, está bien, no tenías modo de saber que iba tras de mí -dijo calmándose un poco y devolviéndome el abrazo con la mano que le quedaba.
Alfons: Lo sé, pero...
Edward: En vez de culparte por algo que no fue tu culpa... Dime ¿Quién es el? lo sabes ¿no? -pregunto haciendo que le viera con cansancio, pero claro.
Alfons: El... Es el asesino de Shou Tucker -admití con honestidad, con Edward mostrando sorpresa por esa información antes de afilar la mirada, posiblemente pensando en Nina.
Edward:.. ¿Estás seguro?
Alfons: Y vaya que sí, aunque ya viéndolo pelear y su modo de actuar... Puedo confirmar que el tipo es un verdadero hipócrita -dije llamando la atención de los presentes que tuvieron la consideración de darnos un momento.
Riza: ¿De qué hablas?
Alfons: Mata alquimistas porque considera la alquimia una blasfemia a Dios... Pero él mismo la usa para matar -dije haciendo una mueca por empezar a sentir el dolor punzante de mi hombro en carne viva- el bastardo escapó, pero créanme, lo deje lo bastante malherido como para no ser un problema un tiempo... igual podemos organizar escuadrones de búsqueda en unas horas.
Roy: Excelente... Clara, sujétalo e inyéctale cuanta vacuna tengas -ordeno a mi enfermera que asistió y en un segundo ya me habían amarrado a un poste de luz.
Ok, esa no la vi venir.
Alfons: Admito que necesito atención médica ¿pero no exageran un poco?
Clara: ¡Anduviste por la alcantarilla con el hombro mutilado, ahora mismo mi prioridad es que no contraigas tétano o algo peor! -dijo ya atendiendo la herida en plena vía pública. Si grite o no por eso, eso me lo guardaré para mí.
Si, Clara es una experta en lo que hace para bien o para mal, al menos podía agradecer eso de ella casi siempre.
Hughes: ¿Ya se terminó? -pregunto saliendo de la nada.
Armstrong: ¡Teniente coronel! ¿En dónde estaba?
Hughes: Escondido atrás, en la parte trasera del auto -respondió con calma para enojo de mi padre.
Roy: ¡Pudiste haber ayudado!
Hughes: En caso de que lo olvides, yo no soy alquimista ¡Así que ni se les ocurra meter a una persona normal como yo en su circo de fenómenos! -exclamó para fastidio y diversión de algunos.
Alfons: Es un buen punto.
Roy: Bueno, ahora sabemos que es Ishvalano, eso lo explica todo -dijo antes de verme- parece que tenías razón sobre toda tu teoría, en verdad eres un pequeño monstruo de la productividad ¿Cómo lo haces?
Alfons: Un mago, o en este caso, un alquimista nunca revela sus secretos -dije guiñando un ojo- por cierto, Edward ¿Alphonse como esta? -pregunte en lo que él mayor de los dos hermanos se quedó pensando.
Antes de solo ir corriendo donde su hermano ya que al parecer por todo lo que había sucedido se le terminó olvidando por completo su hermano menor. En realidad no lo culpo, que un psicópata asesino en serie de la nada aparezca y casi te mate haría que cualquiera olvide hasta como se llama.
Ed: Al... ¡Alphonse! -gritó mientras se acercaba a su hermano que seguía quieto en el callejón mientras algunos hombres recogían piezas de la armadura- Al ¿Estas...?
Solo para en respuestas recibir un puñetazo de parte de su hermano menor... auch.
Al: ¡Idiota! -dijo con enojo- ¿Por qué no huiste cuando te lo dije, hermano estúpido? ¡Ahora que ya no somos solo tú y yo, pensabas morir así de fácil! ¡Nina necesita de ambos ahora! ¡O al menos de ti! ¡Tú aceptaste cuidarla junto con el hijo del coronel, eres su familia ahora!
Ed: ¡No seas ridículo, también te necesita a ti! ¡Ahora eres su tío! -dijo con la misma rabia- ¡además, solo no podía dejarte aquí!
Al: ¡Por eso te llamo estúpido! -dijo golpeándolo de nuevo, para acto seguido sujetar de la camisa a su hermano mayor- ¡Solo un idiota como tu moriría voluntariamente sabiendo que tiene personas que lo aman y se preocupan por él! -exclamó con fastidio.
Momento en que el hermano menor y yo cruzamos miradas, no había que ser un genio para saber que hablaba de mí y de Nina.
Al: ¡Tienes que vivir, hermano! ¡No dejaré que abandones la posibilidad de recuperar nuestros cuerpos ni de solo irte de la vida de personas que ahora son tu familia eligiendo morir voluntariamente, estúpido! -declaro para que luego se le cayera el brazo- genial, se me cayó el estúpido brazo por culpa de mi estúpido hermano.
Haciendo que el mencionado solo bajara la cabeza con resignación.
Edward: Nos estamos cayendo a pedazos, decir que nos vemos mal es poco -dijo ya cansado.
Solo para luego sorprenderse junto a todos los presentes cuando una voz más pequeña y aguda se escuchó, con algo de enojo infantil digno de toda niña pequeña que desubicó a más de uno de lo repentino que fue. Y es que solo no lo espere para nada hasta yo, que usualmente tengo todo fríamente calculado... Allí estaba Nina, junto con Alexander, la señora Gracia y Elicia que estaba en brazos... Es cierto, el paseo al parque, debieron ir de camino cuando pasó todo este alboroto y vinieron a ver.
Nina: ¡Mi pequeña mamá grande no es estúpido, hermano grande! -dijo logrando que ambos hermanos la vieran impactados.
Edward y Alphonse: ... Nina... -dijeron solo observando a la niña que corrió hacia ellos y encaró a la armadura.
Nina: El hermano pequeño... Mamá Ed no es estúpido, no digas que es estúpido hermano grande
Al: Nina... No deberías estar aquí... No deberías verme -dijo queriendo estar en cualquier otro lugar, incluso que la tierra se lo tragara. Se notaba, no quería que Nina lo viera como un monstruo, como solo un alma atada a una armadura vacía.
Pero se sorprendió al ser abrazado por la niña que estaba ya medio llorosa solo por ver en tal mal estado a ambos hermanos.
Nina: ¡No me importa que hay bajo la armadura, sigues siendo mi tío!
Al: No, Nina... No hay nada... -susurró con pesar, mientras que la niña negó con brusquedad.
Nina: ¿Y eso qué? ¡Igual puedes seguir jugando conmigo! -se expresó entre lágrimas- no me importa si hay algo o no, igual jugaras conmigo y Alexander ¿verdad?
Se que Alphonse no puede mostrar expresiones faciales por su condición, pero allí mismo podía jurar que literalmente se le notaba la sonrisa y el cómo salían corazones de la armadura de lo conmovido que estaba el menor de los hermanos.
Al: Nina...
Edward: Bueno, Al, creo que a tu sobrina no le importa tu situación -exclamó con ternura por la interacción para luego sorprenderse cuando la menor pasó a besarle la frente.
Nina: Un besito siempre me hace sentir mejor ¿te sientes mejor, mami? -pregunto para que luego el Elric mayor abrazara a la niña con fuerza sin llegar a lastimarla.
Edward: Mucho mejor, Nina -respondió para luego comenzar a besar a la pequeña por todo el rostro, sacándole risas por las cosquillas.
Al: Hermano... Tú no puedes... La palabra con "m", ni tú ni yo... No podemos, ya no somos solo nosotros... -dijo haciendo que Edward lo mirara antes de suspirar y sonreír con tristeza.
Edward: Cierto, supongo que tienes razón -exclamó antes de tratar de actuar con normalidad- por cierto, Nina, ¿Cómo fue que nos...? -pregunto para que luego el gran pirineo le cayera encima para posteriormente lamerle el rostro- .... Claro, tenias que ser tu, Alexander, mendigo perro.
(ignorar los pies de metal jaja)
Nina: Alexander quería jugar contigo, mamá -dijo logrando que ambos hermanos solo se vieran antes de reír con resignación, dejando que el alivio los invadiera.
El aire estaba impregnado de una mezcla de alivio y tensión, mientras observaba a Edward, Nina y Alphonse en su pequeña burbuja de felicidad. La lluvia había dejado de caer y el sol empezó a salir, ya no sentía la misma desesperación que había antes. Era un momento íntimo y, sin embargo, cargado de responsabilidades. Después de todo, a partir de ahora, seríamos una familia, obligados a cuidarnos mutuamente y a sobrellevar las cicatrices de nuestro pasado.
La risa de Nina resonaba como un eco cálido en medio del caos, y ver cómo su actitud valiente e inocente iluminaba la sombría realidad en la que estábamos atrapados me dio un inesperado y profundo sentido de esperanza. Intenté acercarme, pero la interacción entre los tres se sentía tan pura y esencial en ese momento que dudé por un segundo. No, no me meteré, ese momento era solo de ellos.
Armstrong: Una armadura hueca, nunca había visto una transmutación de alma que funcionase.
Alfons: Yo si, lidie con eso durante la guerra con Donbachi hace tiempo, fue un dolor de cabeza -dije con recuerdos de ese entonces nada gratos.
Havoc: Parece que hay toda una historia allí.
Alfons: Mayor, teniente coronel -dije mirando a los mencionados- entenderán ustedes y todos, que esto no puede salir de entre nosotros, si el Führer descubre lo que hicieron los Elric, y más que el coronel y yo sabíamos... -dije mientras hacía un gesto a Lyra de qué esperar.
Porque si, hasta para eso teníamos un protocolo, de silenciar a quienes sabían demasiado, por suerte no nos hemos visto obligados a ejecutarlo... espero que hoy no sea el día. Por suerte, parecía ser así.
Armstrong: Honestamente, no sé de qué estás hablando. Alfons, muchacho.
Hughes: Yo creo que hablo por todos al decir que no hay nada fuera de lo común aquí -dijo en lo que los dos nos guiñaron un ojo cómplice tanto a mi padre como a mi.
¿Eran nuestros amigos? No, eran nuestros mejores amigos.
Armstrong y Hughes: Además, no queremos provocar tu lado malo si le hacemos algo malo a tu persona especial -dijeron haciendo que casi me fuera de espaldas por tal actitud de auto conservación.
Aunque honestamente, no los culpo. Al menos por ahora, todo estaba en orden, eso era lo que importaba, ya mañana o más tarde pensaré en cómo el mundo recae sobre mis hombros otra vez mientras cargó con el peso de mis acciones. Por ahora... solo disfrutaré de la felicidad de Nina y la sonrisa de Edward unos minutos más.
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Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, admitámoslo, desde el punto de vista objetivo y se vea por donde se vea, a los ojos de cualquier científico aun sabiendo el contexto, Cicatriz no pasa de un psicópata con fanatismo religioso, así que aclarando, se puede decir que entre Cicatriz y Alfons habrá una rivalidad más que otra cosa en base al pensar de cada uno. Lógica belicista y logística vs fanatismo religioso.
En fin, ya para el próximo cap es el viaje a Resembool, de momento, nos vemos luego.
Chapter 25: Capitulo 23: Reflexiones atípicas
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Edward Pov)
(Estación de trenes, Ciudad del Este, Amestris)
A ver, hora de reevaluar mi vida. Hasta hace unos días era un simple alquimista estatal (modestia aparte), un trabajo o mejor dicho un título para el cual yo nunca aspire a tener realmente, pero que me vi obligado a conseguir, todo para conseguir los recursos para poder emprender un viaje y así encontrar ese objeto legendario, la piedra filosofal. Capaz de lograr cosas imposibles, rompiendo las leyes de la alquimia, con la cual pensaba arreglar mis pecados, sin importar el costo.
Pero mis planes se vieron interrumpidos por culpa de esta anomalía en mi vida llamada Alfons Heiderich, de quien no quiero pensar siquiera en todo lo que ha hecho porque, me enfurece, pero lo que mas me enoja es saber que cada cosa que tenga en su contra, él la va a contradecir con el mismo motivo, porque me ama, porque le importo... ¿Cómo puede un argumento tan simple enojarme tanto, pero al mismo tiempo hacer que mi corazón se acelere al punto de que me cueste respirar?
Después de todo lo que ha pasado recientemente, aunque no lo diga explícitamente, creo que puedo perdonarlo, en realidad me ahorro muchas frustraciones y viajes sin sentido. Y de los pocos viajes que si logre hacer como la visita a Jude, el alquimista ciego de la familia Hardinberg. Puedo decir que si la misma experiencia de esa vez se hubiera repetido una y otra vez... Hace mucho que me habría vuelto loco por ver hasta dónde puede llegar la mente humana para no enfrentar sus errores o llevarlos al límite con tal de vivir en la mentira.
Aún así, recordar que gran parte de los últimos tres años me los pasé haciendo el papeleo de Mustang aun me hace querer patear algo. ¡El maldito coronel bastardo es un inútil! ¡Se la pasa holgazaneando la mayor parte del día y no es hasta que solo faltan unos pocos minutos que hace el papeleo mientras se queja de que no tiene tiempo! Al menos ese era un problema antes de que yo llegara.
A veces me pregunto como rayos Alfons logró aprender algo con su padre adoptivo o cómo llegó siquiera al rango de coronel. Pero como sea, al menos de momento ese ya no es mi problema, y de ser por mi, no lo volverá a ser nunca más... o eso me gustaría decir, pero ahora tengo otras preocupaciones por las que velar, como que aparentemente... tengo una hija ahora. Tengo una hija y solo tengo 15 años... ¿en que demonios estaba pensando cuando dije que si?
Ah cierto, no pensé, como suele pasar siempre que ese cabrón de Alfons está cerca de mí, y para mi desgracia, parece que no se iba a ir pronto.
—
(Flashback del día anterior, cuartel general del este)
Roy: Los Ishvalanos, era una raza del este, que creían que Ishvala era el creador absoluto. Después de anexar su territorio a nuestro país, hubo conflictos con algunos de ellos, pero hace trece años un militar mató accidentalmente a un niño Ishvalano. Lo que provocó una guerra civil, un levantamiento llevó al otro y pronto el levantamiento abarcó toda la región oriental. Después de siete años de luchas, las órdenes del alto mando militar fueron exterminar a Ishval.
Alfons: La famosa guerra de exterminio de Ishval, varios alquimistas estatales fueron usados como armas humanas. De hecho fue a partir de ese antecedente que se logró consolidar mi batallón años después -dijo cruzado de brazos a mi lado- los resultados hablan por sí solos considerando que solo quedan ruinas en lo que una vez fue el territorio de Ishval. Y esa se puede decir que es la historia del origen del porque Cicatriz asesina alquimistas estatales.
Edward: ¡Igual no tiene sentido, no es justo! -dije ya cansado de la lección de historia- no es justificable que se vengue de personas que no tuvieron nada que ver con eso. Disfraza su sed de venganza al llamarse agente de Dios y actuar con arrogancia.
El hijo del coronel me miró, y aunque intentaba mantener una expresión neutral, podía ver la comprensión y el alivio en sus ojos al verme. Lo que me hizo sentir peor así como estar más molesto con Cicatriz. Él destruyó parte de la armadura de Al, me destrozó el brazo e intentó matarme, casi mata a Alphonse cuando el maldito impulsivo fue a perseguirlo a las alcantarillas y encima... casi deja a Nina huérfana otra vez... ¡maldita sea, son muchos sentimientos y emociones!
Alfons: Yo no mentiré al decir que soy el primero en ir en contra de la violencia contra los Ishvalanos, hace tiempo que dirijo A.Y.H.I., la asociación de ayuda humanitaria Ishvalana, en un intento de ayudar a esta gente porque en parte los entiendo. Gracias a su fe en el dios Ishvala, ven el mundo desde otro punto de vista, Muy diferente a nuestro mundo de sulfuro, nitrógeno, ciencia y matemática. Para esta gente la equivalencia de intercambio es pecar contra dios al colocarlo en el lugar de Ishvala con la alquimia. Lo que en si no es su culpa, sencillamente es una diferencia de creencias... me lo dirán a mi -dijo tomándose un café... ¿de donde saco esa taza?
Aunque aun más raro, por un momento... me pareció verlo mucho más mayor de lo que es ¿fue mi imaginación? No, seguro solo me molesta aunque sea un año menor que yo y sea más alto ¡solo no es justo!
Alfons: He hecho todo lo posible para arreglar lazos entre Amestris con los Ishvalanos, y soy su mayor defensor, pero... también soy el primero en decir que sí Cicatriz vuelve a matar a otro alquimista estatal, seré yo quien lo asesine -dije en claro con frialdad en lo que todos asintieron- ahora la prioridad es asegurarse de que los hermanos Elric vuelvan a estar en óptimas condiciones.
Armstrong: ¡De eso no te preocupes Alfons, deja que tu maestro se encargue de esto! -dijo ya sin camisa acercándose al menor de los Elric- ¡La creación le sigue a la destrucción, te arreglaré muy bien, quedarás como nuevo!
... Si, eso no pasara, el día que deje a esta mole de músculos tocar aunque sea una lámina metálica de mi hermano, ese día me corto el cabello y me lo trago porque ya me habré vuelto loco con la mente delirando sobre qué día es.
Alfons: Agradezco su intención Mayor, pero así no funciona. Solo Edward puede arreglar a su hermano ya que él fue quien sujetó el alma a la armadura. Pero en su condición actual...
Edward: Adelante, dilo, soy inútil. A fin de cuentas es lo que piensas de mí todo el tiempo -dije logrando que el me viera como si le hubieran disparado justo en el pecho.
Es como lo supuse, él me ama, al menos lo suficiente para sentirse dolido si piensa que estoy molesto con él. No abusare de esto, pero es un modo de al fin vengarme de tantas cosas que me ha hecho este cabeza de alcornoque a escondidas.
Alfons: Eso no es...
Edward: Tranquilo, se que no, solo relájate -dije golpeando su hombro- de verdad eres un estirado. No dejaré que esto me derribe, ahora más que nunca no podemos detenernos, no mientras estemos vivos -dije para luego ver a mi hermano- hermano, primero para reparar tu cuerpo, debe recuperar mi brazo. Por eso me ausentaré un tiempo, iré con mi mecánica ¿la conoces, no? -pregunte mirando a quien técnicamente estaba a cargo de mi aquí en el este.
Roy: Claro, Ed. ¿Cómo olvidarlo? Te vi en su casa con el mismo muñón de brazo que tienes ahora, diciendo en sueños ¨¡Me duele, voy a orinar los pantalones!¨, muy rudo ¿eh? -preguntó con sarcasmo haciéndome apartar la mirada.
En estos casos es que pienso que aun con todo, prefiero tolerar a Alfons antes que a su padre. El alquimista de los cielos es muchas cosas pero definitivamente era más tolerable que el alquimista de fuego.
Alfons: De todos modos yo lo autorizo, a fin de cuentas estoy un rango por encima de mi padre -dijo para fastidio de Mustang, lo cual fue satisfactorio ver- será un viaje largo y en el estado en el que están los dos, necesitan protección. Se que Clara y Lyra vendrán conmigo pero necesitaremos algo más de apoyo dado a que yo también estoy malherido.
Edward: Espera ¿Cómo que necesitaremos? -pregunté solo para que me diera una mirada de ¨yo voy¨... cosa que obviamente debí haber visto venir.
Hughes: Yo me ofrecería pero dado que estoy a cargo de la investigación de Cicatriz debo quedarme aquí y continuarla dado a que Alfons se ausentara por estar herido.
Roy: Yo también debo asegurarme de que las cosas estén en orden en el comando oriental, debo cuidar este lugar con Cicatriz rondando por allí.
Riza: Y yo debo cuidar al coronel.
Havoc: Pueden enviarme pero no se de que tanta ayuda seré contra un fanático asesino en serio -dijo cruzado de brazos en lo que Falman, Fuery y Breda opinaban lo mismo. Como si fueran útiles en alguna ocasión realmente.
Supongo que eso nos dejaba a mi, a Al, a Alfons con su asistente y su enfermera, a Nina y Alexander porque primero muerto antes de tener a... mi hija lejos de mi.
Y esos serían todos... exceptuando al enorme montón de músculos que de nuevo estaba posando por alguna razón.
Armstrong: Entonces... ¡Voy yo! ¡Protegeré a los chicos en su viaje para repararse y estén sanos del todo y luego los escoltaré hasta Central donde estarán más seguros!
Ah no ¡a este nadie lo llamó! ¿Quién lo invitó? ¡Ni sueñe que venga con nosotros! ¡Ya son demasiados polizones para mi gusto!
Edward: ¡No necesitamos escolta! ¡Ya somos suficientes si me pregunta, más bien vamos más del límite!
Riza: ¿Y qué piensas hacer si aparece Cicatriz y no tienes ese brazo? -pregunto haciendo que me callara.
Havoc: No puedes pelear ni tampoco llevar a tu hermano a un lugar seguro. Y aunque el hijo del coronel vaya con ustedes, en su estado actual no es de mucha ayuda aun con sus asistentes -mencionó haciéndome fruncir el ceño con vergüenza.
Armstrong: Los niños deben escuchar a los adultos y no ser tan desconfiados -dijo encarándome, de paso haciendo que me sobresaltara.
Edward: ¡No puedes llamarnos niños y menos tratarme como uno! ¡Al! ¿Por qué no nos esperas aquí? -pregunte solo para ver a mi hermanito al borde de la euforia al punto de que derrame lágrimas, algo imposible dado su condición.
Al:¡Es la primera vez que alguien me trata como un niño desde que estoy en esta armadura, gracias!
Gracias por nada, hermanito.
Lyra: El tren saldrá pronto señorito -escuche a la asistente de Alfons hablarle- yo me ocuparé de los boletos y empacar todo, no se preocupe.
Alfons: Cuento contigo.
(Fin del flashback)
—
Y así fue como, sin que tuviera control alguno de la situación nuevamente, tenía todo un vagón privado para mi solo junto a todos los que me acompañaban, ya fuera que quisiera que estuvieran aquí o no. Dado a que aparentemente cuando viajan en transporte público, Lyra se ocupa de comprar todos los boletos para asegurar un vagón privado dado a los asuntos y la información que Alfons suele manejar con ellas que no debe ser escuchada por civiles. El rico humillando al pobre en toda su expresión... Esto era muy incómodo para mí.
Edward: ¿Dónde está Al? ¿Se aseguraron de que subiera al tren? -pregunte mirando a los demás presentes quienes se miraron entre sí.
Armstrong: ... Bueno...
—
(General Pov)
(Vagón trasero del tren)
Al: Es la primera vez que me tratan como si fuera una pieza de equipaje -dijo estando en medio del montón de ovejas, aunque estas mantenían una distancia prudente de la armadura debido a que el enorme perro blanco les gruñía si se acercaban- gracias Alexander, es lindo tener compañía.
—
(Edward Pov)
Armstrong: No quisimos que se sintiera solo y harían muchas preguntas si alguien nos veía subirlo aquí con nosotros -respondió casual para mi consternación.
Edward: ¡Es mi hermano de quien hablan! ¡¿Cómo se atrevieron a hacerle eso?! -pregunté indignado.
Alfons: Descuida, nos aseguramos de que estuviera bien, además, Alexander le hace compañía -explicó mientras que su asistenta le servía una taza de café- aun con lo pintoresco que es nuestro grupo actualmente. Lo mejor es no llamar la atención, con lo dañado que está Al y si alguien descubre que es una armadura vacía que está viva, bueno, ese es un escándalo del que yo no quiero hacerme responsable.
Clara: Ni ese ni ningún tipo de escándalo o estrés cariño -declaró la enfermera privada de Alfons en lo que revisaba los vendajes en su hombro- con suerte para mañana estará sano, reconstruir la piel desde cero es un milagro usualmente imposible, por suerte gracias a las piedras rojas es un lujo que podemos permitirnos.
Las piedras rojas, una burda imitación de la piedra filosofal que en lo que a mi concierne no merecían nada de mi tiempo. Aun así, supongo que no puedo descartarlas del todo como inútiles, siguen siendo útiles para más de una cosa, lo vi de primera mano en el frente de batalla, y lo estoy viendo ahora.
Pero honestamente eso me tenía sin cuidado en este momento, todo lo que pensaba era en el hecho de que Alfons peleó con Cicatriz, y aparentemente le gano pero escapó. Actuó como todo un idiota impulsivo, algo que todos dicen que es muy atípico a su comportamiento usual, y todo porque Cicatriz me ataco a mi, arriesgo su vida porque me habían lastimado... Alfons ¿Por qué te importo tanto? Yo... Soy poca cosa si los demás me comparan contigo, trato de entenderte, él porque te intereso, pero, solo no lo entiendo, Alfons.
Nina: ¿A dónde vamos, mamá? -pregunto la pequeña sacándome de mis pensamientos, a lo cual yo solo le sonreí antes de acariciarle el cabello.
Edward: Iremos a visitar a unas personas muy queridas, corazón, ellas van a reparar mi automail. Tu toma tu juguito -pedí amablemente, a lo cual la pequeña hizo caso.
Armstrong: Si hablaras así con todos la vida sería mucho más fácil, como un buen niño -mencionó logrando que le viera con el ceño fruncido.
Edward: Si todos fueran como Nina, sería más fácil tratar con ellos.
Armstrong: Honestamente, podrías mejorar tus modales. Alfons aquí presente es un año menor que tú y es la muestra impecable de la cordialidad y los buenos modales -dijo mencionando al dichoso rubio que era el elefante en la habitación, que solo se ríe apenado.
Edward: Yo soy más de pensar en tratar a las personas como merecen ser tratados, por eso a usted, Hughes, Hawkeye, a ustedes les muestro respeto, pero Havoc, o Mustang... -dije sonriendo malicioso.
Debido a que justo antes de a Lior hace un par de semanas, deje que el papeleo se acumulara en secreto. Y ya a estas alturas deben haberse dado cuenta de mi jugarreta en la oficina del cuartel del este. Papeleo que debe ser llenado solo por Mustang y como se que la teniente Hawkeye no lo va a ayudar... solo imaginarlo me ponía de buen humor.
Bueno, supongo que ya no puedo hacer mucho, de momento la prioridad era mi brazo y reparar a mi hermano, ya lo demás vendría sobre la marcha. Sin pensarlo mucho me despedí del señor Hughes que se tomó la molestia de venir a despedirnos, y sin más, el tren partió.
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(Alfons Pov)
(Al día siguiente)
No recordaba que el viaje a Resembool fuera tan extenso, pero supongo que no debería sorprenderme, considerando que es un pueblo rural sin mucha relevancia para el ejército. No hay rutas directas, por lo que para llegar hay que hacer varias paradas, lo que convierte un trayecto que podría durar solo unas horas en un recorrido de más de un día y medio. Nota mental: debo recordar sugerir al departamento ferroviario un camino directo desde Ciudad del Este hasta Resembool.
Al menos podía tomar las cosas con calma, ya que la herida de mi combate con Cicatriz está casi del todo sana, ahora más que todo la cuestión conmigo es beber la medicina que Clara y Lyra mezclan con mi té y mi café para lo que respecta a despejar las vías respiratorias. Gracias a Clara en estos años mi enfermedad pulmonar se ha desvanecido drásticamente, pero no ha desaparecido del todo, incluso con una piedra roja. Aún debo cuidarme cuando me sobre esfuerzo ya que si sobrepaso el limite mis pulmones pueden colapsar, pero en gran parte me siento mejor.
Y podía centrarme en lo que me importa, asegurarme de que Edward esté bien. Lo dejo solo unas horas y para cuando lo encuentro casi lo mata un Ishvalano demente. Esa definitivamente es una señal de que si quiero que viva feliz y sobre todo, a salvo, simplemente no podía separarme de su lado. Y por eso me siento como un estúpido por dejar libre a Cicatriz en vez de matarlo en el acto ¿tanto quería dañar su orgullo para dejarlo vivo? Menudo desastre soy cuando la adrenalina me domina, es un hecho.
Edward: Oye -me sorprendió escucharlo y más verlo sentarse a mi lado- dime ¿Cómo lo aguantaste?
Alfons: ¿A quién exactamente? -pregunté apartando mi vista de la ventana para notar cómo el amor de mi vida señalaba al mayor.
Edward: Dijo que era tu maestro ¿no? No me imagino aguantando a alguien así, ya he tenido suficiente de ese hablador. No hay modo de que deje de hablar y todo el tiempo está alardeando de su ilustre familia -dijo sacándome una leve risa- en serio, estoy muy tentado a irme con Alexander y Al allá atrás con las ovejas.
Alfons: Te comprendo. El mayor Armstrong tiene ese efecto sobre las personas. Es como una tormenta de energía que arrastra a todos a su paso. Pero he aprendido a tolerarlo; a veces su entusiasmo es contagioso, incluso si puede ser un poco abrumador -dije divertido- comparado con Grand o con mi padre, el mayor es más divertido y por mucho.
Edward: ¿Contagioso? Tal vez sea tolerable... si tienes una fuerte proteína para contrarrestarlo -dijo con una sonrisa burlona, y eso provocó que asintiera con una risa.
Je, admito que esto era... agradable. Como tal creo que no he tenido una charla tranquila con Edward desde mi cumpleaños número doce hace unos años. Oh más bien, momentos así para mi son muy apreciados porque me recuerdan al pasado, a una época muy diferente a la actual, recién terminada la primera guerra mundial. Recuerdo el día que nos conocimos, que conocí a Edward, mi Edward de otro mundo años atrás. De la forma más casual posible, con ambos queriendo el mismo libro que hablaba sobre la teoría de los cohetes.
Creo, que fue desde ese entonces que me enamoré de él, me pareció curioso el modo de hablar y el cómo actuaba aquel muchacho. Y lo más curioso fue que al comienzo era él quien me seguía a todos lados (cuando ahora era al revés), siendo así que congeniamos casi de inmediato. Podía pasar horas escuchando sus historias de fantasía (que acabaron siendo reales) de su mundo de origen, a lo cual me reía y me divertía su gran imaginación. O pasábamos horas en la biblioteca estudiando desde física hasta ingeniería mecánica hasta terminar dormidos... reconozco que amaría volver a tener momentos así con este Edward.
De hecho... nunca se lo dije, pero todos los días, absolutamente todos los días, no importaba si lloviera, tronara o nevara, ver a Edward en la biblioteca y pasar tiempo juntos fue de mis mayores placeres. Ese era mi deber diario, era mi ritual, mi único momento de alivio y relajación verdadero en ese entonces. Si sumo el tiempo que conocí a ese Ed y a este, nos conocemos desde hace más de diez años, pero eso no impide que sienta la misma emoción y alegría atolondrada que sentí la primera vez.
De verdad que soy un desastre... Y no solo porque el Mayor acababa de aplastar mi cara contra la ventana de mi asiento para asomar su cabeza por la misma... esperen ¿que?
Armstrong: ¿Doctor Marcoh? ¿Es usted? ¡Soy Alex Luis Armstrong! ¡De central! -grito en lo que parecía que un hombre que lo reconoció solo salió huyendo ¿de que me estaba perdiendo aquí?
Alfons:... ¿Es alguien a quien quiso hacer pasar como espectador de su rutina de ejercicios? -pregunte antes de que me cayera el veinte, o mejor dicho, que los recuerdos del hombre en cuestión invadieran mi mente (en parte extrañamente siento que la mano del mayor haciendo presión ayudaba)- espere... ¿Marcoh? ¿Cómo Tim Marcoh? ¿El alquimista de cristal?... A estas alturas pensé que había muerto -dije queriendo disimular.
Edward: ¿De qué están hablando ustedes dos?
Alfons: ¡Nada! -dije por inercia sabiendo exactamente cuál era la investigación de Marcoh- no es nadie.
Para que luego en respuesta Edward hiciera algo que sinceramente me hizo sentir como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo de la sorpresa ante tal acto. La famosa opción nuclear que todo niño o chica hacen cuando quieren salirse con la suya, los famosos ojos de cachorrito, combinados con una sonrisa tierna como si me estuviera diciendo ¨vamos, dime, por mi ¿si?¨... ¡maldita sea, muy lindo!
(Imaginar con solo una mano)
Edward: Alfie... -dijo con un tono que me hizo sudar de la tensión ¿en que momento decidió volverse así de tierno conmigo? ¡No es justo!
La mirada de Edward, con esos ojos brillantes y esa sonrisa que mostraba una mezcla de curiosidad y picardía, me dejó sin aliento. Pude sentir la presión en el ambiente; una tensión que parecía emanar de cada poro. No podía evitar sonrojarme, y eso solo lo hizo peor, ya que mis sentimientos por él jamás se habían ido o disminuido en lo más mínimo.
Tal vez, en su momento, pensé que podría olvidarlo o, al menos, sepultarlo bajo un montón de responsabilidades. Pero yo mismo me sabotee y termine justo donde estamos ahora, y más envueltos en la calidez del tren y los recuerdos compartidos que él no sabía que tenía conmigo, esos sentimientos recuperaron fuerza... y me hacen vulnerable.
Edward: Vamos, Alfie, no puedes dejarme con la intriga. ¿Quién es el Dr. Marcoh? -insistió, dándole un ligero empujón en el hombro.
Tentado por su insistencia y, a la vez, ansioso por compartir el peso del pasado, pero sabiendo que no debía, use todas mis fuerzas para mantenerme firme. Quería que supiera, de una vez por todas, pero... si lo hacía, sería una puerta que no se podría volver a cerrar, y el control de daños sería imposible de afrontar, solo...
Armstrong: Es un alquimista estatal muy hábil de central. Investigaba la alquimia en el uso medicinal, pero desapareció luego de Ishval -dijo solo para que Edward ya se estuviera bajando del tren.
Edward: ¡Debemos hablar con él, debe saber algo de la transmutación de seres vivos! -exclamó antes de salir del vagón haciéndome soltar un suspiro.
Alfons:... No sé si agradecerle por salvarme de caer yo en la tentación, o reclamarle que habló de más, Mayor -dije antes de ver a la niña que se estaba despertando luego de pasar las últimas horas de viaje dormida- Nina, amor, quédate con las señoritas Clara y Lyra mientras papi va por mami con el mayor ¿si? -dije antes de besar su mejilla para luego salir corriendo, siendo seguido por Alex.
De allí en más fue tomar a Al del compartimiento para que no lo dejaran en el pueblo pensando que era equipaje ajeno (no dejaría que eso pasara dos veces) y rápidamente comenzamos nuestra búsqueda del doctor Marcoh, que honestamente me sorprende un poco, según las memorias de Edward, primero conocieron a Marcoh antes de Cicatriz, o bueno, no realmente porque lo conocieron años antes... es muy confuso, no se porque siento que los eventos están cambiando a como habían pasado la última vez ¿fue por mi interferencia? ¿Qué tan malos acabaron siendo estos cambios? ¿eso es todo o que otras cosas hay nuevas o cambiadas? Yo... ese tipo de cosas no las puedo dejar al azar.
En todo caso no había tiempo para pensar en eso. Por ahora mi prioridad era encontrar a Ed, a quien no tardamos mucho en encontrar, ya que se encontraba preguntando por el doctor Marcoh, pero ese no era el caso, en el pueblo no había ningún doctor Marcoh, solo un ¨Doctor Mauro¨... Si se va a cambiar la identidad al menos tenga más creatividad con su nuevo nombre, doctor.
Edward: Allí es donde vive Marco -dijo luego de que buscáramos la casa, porque si, al final decidí seguirle el juego. Si no podía evitar este encuentro, al menos podía hacer lo posible en lo que respecta al control de daños.
Y no hacía falta decir que el don de dibujo que ha pasado de generación en generación en la familia Armstrong fue de mucha ayuda ciertamente.
Alfons: Si, pero lo mejor es que no nos acerquemos -le dije en voz baja- ¿viste como se puso al ver al Mayor? Estaba aterrado, debe de pensar que lo estamos buscando para arrestarlo o matarlo tal vez.
Y dado como terminó el hombre en su última vida, no lo culpo para nada.
Armstrong: Entonces ¿Qué sugieres? -pregunto en lo que se me ocurrió una idea, que fue justamente Edward quien me la dio hace un momento.
Alfons: Una emboscada, usar el factor ¨A¨ de adorable -dije en lo que mandaba un mensaje en código morse a Lyra para que trajera a Nina. Esto sería interesante.
Edward y Armstrong:... ¿Eh?
—
(Unos minutos después)
Marcoh: ¡No me iré sin pelear! ¡No dejaré que me lleven! ¡No soportare volver a ese lugar! -grito al escuchar que golpeaban a la puerta para acto seguido abrirla con pistola en mano.
Solo para esconderla rápidamente al ver que no se trataba de ningún militar, sicario ni nada parecido. Solo se trataba de una niña (Nina) que se veía preocupada, y tras ella había un perro que parecía estar cojeando. No se trataba del ejército, reprima su trauma doctor, es solo una niña... suena morboso pensar algo así dada mi posición ciertamente.
Nina: ¿Hola? ¿Doctor Mauro?
Marco: Oh, perdona pequeña, pensé que eras alguien más... ¿Qué ocurre? ¿Le pasó algo a tu perrito? -preguntó con gentileza.
Nina: A Alexander le duele mucho, doctor. No se que tiene y me preocupa -exclamó en lo que el perro suelta unos aullidos lo bastante convincentes. No lo parecía pero el can era más listo de lo que aparentaba.
Marcoh: Oh, cielos, eso no suena bien -dijo, bajando la mirada hacia el perro que parecía estar salivando, una muestra clara de que lo estaba haciendo dramático pero, a su favor, también lograba apelarse a la compasión- pobrecito.
Edward se hizo un lado desde donde estábamos escondidos justo en el techo de la casa de Marcoh, manteniendo una expresión neutral pero con el corazón latiendo fuertemente bajo la piel. Sabía que su plan podría funcionar, y lo estaba sosteniendo todo con un hilo de esperanza. Porque, si lograban ganarse la confianza de Marcoh, podrían sacarle información sobre la transmutación de seres vivos... algo que espero se quede hasta allí nada más.
Marcoh se agachó y extendió la mano hacia Alexander, quien, por supuesto, reaccionó como un perro entrenado. El doctor pasó un rato acariciando la cabeza de Alexander, mirándolo con atención, y la tensión que habíamos llevado hasta ahora parecía desvanecerse lentamente.
Marcoh: Te aseguro que haré lo que sea para ayudar a tu amigo -dijo el doctor mientras le sonreía a Nina, quien parecía más que satisfecha con la reacción del médico- ¿Lo llevas a ver a un veterinario seguido?
Nina: ¡Claro! -exclamo abrazando con cariño a su mascota.
Marcoh: Excelente, entonces no debe ser algo tan grave. Ven, pequeña, ayudemos a tu perrito —dijo Marcoh, levantándose al instante. Las memorias de mi tiempo con Edward me decían que Marcoh era un hombre noble, aunque se había visto empujado a hacer cosas terribles. Su buena voluntad era un indicativo de que quería redimirse, aunque no supiera cómo.
De allí que me sentía mal por lo siguiente que íbamos a hacer pero no quedaba de otra, cuando el doctor estaba a punto de entrar a la casa nuevamente, los demás le saltamos encima y lo logramos someter rápidamente antes de que hiciera alguna locura por la desesperación o solo saliera corriendo (de paso amordazándolo para que Nina no se asustara con alguno de sus gritos de traumas pasados)
Nina: Pequeña Mamá grande, no se porque... Pero creo que es un juego extraño -dijo haciendo que Ed se riera incómodo antes de acariciarle la cabeza.
Edward: Luego te explicamos todo, cariño -le dijo con gentileza- no pasa nada, solo debemos hablar con el doctor un momento. ¿Por qué no vas a jugar con esos niños por allá? Alexander, tú la cuidas. Ustedes también -dijo mirando a Clara y Lyra quienes asintieron para que luego los cuatro se marcharan.
Dejándonos a solas con el doctor a quien llevamos adentro y le decomisamos la pistola antes de dejar que se sentara en una silla para que se calmara un poco, admito que fue algo brusco nuestro actuar pero era mejor evitar cualquier tipo de comportamiento errático por parte del doctor.
Marcoh: Entonces ¿los militares ahora usan niños? Cuando no pensé que podrían caer más bajo -murmuró con cansancio y resignación al ver que estaba acorralado.
Edward: De hecho nadie de la milicia sabe que lo encontramos, doctor -exclamó sintiendo simpatía por el doctor que pasó de verse amable y tranquilo a mostrarse bien golpeado por la vida.
Marcoh: ¿Qué? ¿No vienen a callarme? ¿A silenciarme? -pregunto sorprendido.
Alphonse; No señor, de hecho, yo mismo pensaba que había muerto por el tiempo que lleva desaparecido... Nunca pensé que estaría aquí, escondido en un pueblo rural... -dije de forma pensativa.
Marcoh : Mayor Armstrong... ¿Quiénes son estos niños? -pregunto con cautela.
Armstrong: Es una larga historia, pero resumiendo, se trata de Edward Elric y Alphonse Heiderich Mustang. El alquimista de acero y el alquimista de los cielos respectivamente -dijo antes de ver con seriedad al médico- se cambió el nombre, y vino a vivir al campo... dicen que se llevó varios archivos altamente secretos cuando se fue.
No hace falta decir que el buen doctor se quedó en silencio luego de decir esa última oración. Observando con seriedad y sobre todo con recelo a todos los presentes. Particularmente a Al quien seguía dentro de la caja, exponiendo su naturaleza como una armadura vacía.
Marcoh: No aguantaba más -dijo finalmente- nunca he logrado perdonarme por acatar las órdenes de ensuciarme las manos investigando esa cosa.
Edward: ¿Esa cosa?
Marcoh: Así que deserte del combate, cuando me fui robe toda la investigación que había recopilado entonces. Sus libros, mis notas... todavía hay muchos militares buscándome para enterarse de lo que he descubierto. En la guerra de Ishval, muchas personas perdieron sus vidas gracias a eso... -exclamo con arrepentimiento y dolor.
Lo de Ishval fue barbárico, lo reconozco, pero como alguien que ya estaba acostumbrado a las masacres causadas por la guerra. Puedo decir que el mayor problema aquí es que el doctor Marcoh es eso, un doctor, nunca sirvió para ser militar, y ahora está pagando las consecuencias de haberse dado cuenta de eso demasiado tarde.
Edward: Eso es... -dijo con cierta emoción llamando la atención de todos- de eso se trata, investigamos la transmutación humana y...
Marcoh: ¡Olvídenlo! No puedo mostrar mi trabajo -declaró de forma rotunda- sin importar las órdenes superiores, me ensucie las manos con esa investigación. Luego los militares la usaron en personas, en la masacre de la guerra de exterminio de Ishval. Armageddon... es la única palabra para describir esa batalla. Mujeres, niños, no importaba. Todos fueron asesinados, y no hubo ninguna razón, solo dijeron que el pueblo de Ishval los había desafiado, hablaron en contra del sistema... no podré enmendar nunca lo que hice, incluso quitarme la vida sería un gesto insignificante.
La tensión en la habitación era palpable, y la voz de Marcoh temblaba al contar sus memorias. El arrepentimiento resonaba en sus palabras; era un hombre atrapado en las cadenas de su pasado, y era evidente que se estaba torturando por lo que había hecho. Pude ver la angustia en sus ojos, un reflejo de la lucha que había librado desde que abandonó la vida militar. Como dije, su error fue no darse cuenta que él nunca tuvo madera de militar.
Pero tiene razón en que la guerra de exterminio fue un acto inhumano, a diferencia de otras guerras que era por defender el territorio o enfrentar a otros países que querían acabarnos, con Ishval... fue una masacre hecha por el simple hecho de masacrar. Y si las razones siguen siendo las mismas... todo por una piedra filosofal.
Alfons: Doctor, no estamos aquí para condenarlo. Solo queremos respuestas, y sabemos que tiene información vital que podría ayudarnos. -dije, intentando sonar lo más empático posible.
Marcoh: No pude resistir más... El solo investigar esa cosa.... Así que decidí desaparecer y convertirme en doctor. Ayudar a las personas y así pagar lentamente una parte de mi deuda -dijo para luego levantar la mirada- ahora, váyanse. Déjenme en paz.
Alfons: Entendemos, perdónenos por quitarle su tiempo, le deseamos lo mejor -dije ya dejando cerrado el asunto.
Edward por otro lado...
Edward: ¡Soy un alquimista estatal activo, tengo derecho sobre esa investigación y sobre todo lo que sepa! -reclamo de un modo que solo hizo a Marcoh y al Mayor suspirar y a mi querer golpearme la frente con mi mano.
En cierto modo entiendo el porqué de su actuar, pero así no funcionan las cosas. La investigación de Marcoh es solo suya, y hablando en términos militares, ambos son del mismo rango, no tenía derecho a exigir nada. Además, aunque Marcoh es desertor y técnicamente la investigación es propiedad del estado. Nunca dejarían que acabe en las manos de Edward, el título de alquimista estatal te da ventajas, pero no te da la autoridad que esperarías.
Pero además de todos los tecnicismos, esa... fue una respuesta ciertamente inmadura de su parte, que entiendo que es en base a la frustración y desesperación.
Marcoh: Eres muy pequeño para preocuparte por eso -dijo a la vez que el mayor tenía sujeto a un encolerizado Edward que estaba hecho una fiera por escuchar su palabra detonante- veo que te cegaste por todos los privilegios, acceso a investigaciones y prestigio. Un grave error, si hubieses estado allí en la rebelión, pensarías como yo.
Edward: ¡Eso lo sé! -exclamó molesto- quizá lo que hice fue estúpido, pero ese ¡no es su problema!
... No puedo decir que no esperaba que las cosas acabaran justo así, tengo que ver como terminar esto lo más pronto posible, antes del punto de no retorno.
Armstrong: Doctor... ¿exactamente que le ordenaron investigar?
Alfons: No hace falta que lo diga, lo que sea no debe caer en malas manos, lo mejor sería...
Marcoh: ... La piedra filosofal... -dijo en señal de cordialidad al mayor ya que ambos fueron camaradas en la guerra.
Mientras que yo honestamente en mi cabeza ya estaba mandando a todo el mundo al demonio.
Marcoh: Lo que me llevé además de mis materiales de investigación, fue la propia piedra.
Edward: ¡¿Tiene la piedra aquí?! -pregunto desconcertado.
Solo para que Marcoh en respuesta sacará un frasco de uno de sus bolsillos y vertió el líquido rojo brillante sobre la mesa, volviéndose un material de textura gelatinosa que se encontraba entre el líquido y sólido. Pero no parecía hecha con agua roja en lo absoluto... ya veo, en este mundo a diferencia del Shamballa del que tengo memorias. No descubrieron el agua roja... El ejército usó directamente el método del gran arcano de Ishval, una piedra filosofal hecha completamente de nada más que vidas humanas.
No obstante, por su estado parece que no se usaron las vidas suficientes para que adquiriera un estado sólido... aunque solo para lograr este resultado me hace preguntarme a cuantos Ishvalanos sacrificaste para crearla, Marcoh. Y encima Ed está allí tocándola con curiosidad, si supiera la verdad... no, no la puede saber.
Marcoh: La piedra del sabio, la piedra celestial, el gran elixir, la piedra roja, el quinto elemento. La piedra filosofal tiene muchos nombres, su forma no es necesariamente la de una piedra. Sin embargo aún no está completa, es imposible saber cuando llegará a su límite. Y si servirá de algo.
Edward: Aun así, demostró mucha fuerza durante la guerra de Ishval según cuenta todo el mundo, y he visto lo que piedras falsas pueden hacer en el campo de batalla -dijo en lo que yo frunci el ceño, seguro hablando de la confrontación con Drachma de hace unas semanas- si se puede crear algo tan potente como eso, no sería un sueño crear una completa.
No, sin duda no sería un sueño, sería una pesadilla.
Edward: Por favor, doctor Marcoh ¡déjeme ver sus notas de investigación! -pidió con entusiasmo, esta vez sacando miradas de consternación de todos los presentes, hasta su hermano y yo ¿es que no escucho nada de toda la conversación?
Marco: No puede ser, no oíste nada, trate de hacerme el desentendido al ver su comprensión a mi persona, pero... Luego de la guerra de Ishval, muchos alquimistas devolvieron su certificación debido a que no querían ser usados como armas humanas... Y ahora ustedes niños...
Armstrong: Digamos que fueron muy persistentes, además de que ellos buscan usar su alquimia de forma científica, doctor -explicó tratando de justificar tanto a los hermanos como a mi persona, pero...
Edward: ¡Ya le dije que se que es una estupidez! Pero como dije no es su problema, aun así no me rendiré, llegaré hasta el final con tal de cumplir mi objetivo y haré lo que sea para lograrlo ¡se lo juro doctor! -exclamó retando con la mirada al hombre de mediana edad.
En lo que yo honestamente sentía como me pesaban los años solo ver la terquedad de Ed, así era fácil recordar porque fui tan extremista respecto a su seguridad, porque Edward es un espíritu indomable, algo que me encantaba de él pero también... era causa de que hiciera y dijera cosas fuera de lugar. Como ahora mismo.
Marcoh:... Debí suponerlo en cuanto vi la armadura en la caja.... Hiciste lo que está prohibido -dijo mirando con detenimiento a Al- estoy sorprendido, imagínate, ser capaz de transmutar el alma de una persona a tu edad. Debes ser capaz de crear una piedra filosofal... completa.
Doctor, con toda honestidad y con el debido respeto... cierre el maldito hocico.
Edward: Entonces...
Marcoh: El talento está allí, no se puede negar -mencionó antes de negar- pero no puedo mostrarte mi investigación.
Edward: ¿Ni para recuperar nuestros cuerpos? -preguntó con resentimiento.
Marcoh: ¡No! Es una búsqueda maldita, si la emprendes irás al infierno -dijo como punto final. Para enojo del mayor de los dos hermanos quien sentía frustración más que otra cosa.
Edward:... ¡Yo ya estuve en el infierno! -dijo golpeando la mesa.
Alfons: ¡EDWARD! -grito golpeando la mesa con ambas manos- ... ya basta -dije haciendo que me viera dolido.
El silencio en la habitación fue sepulcral tras la explosión de emociones de Edward. Las palabras de Marcoh resonaban en la mente de todos. La tensión no solo se sentía entre los presentes, sino también como un eco de la historia que cada uno llevaba consigo. Después de todo, ninguno estaba exento del dolor de las decisiones pasadas, mucho menos de sus consecuencias.
Edward:... No soy el único que ha sufrido aquí -dijo por lo bajo entrecortadamente- no soy el único que ha hecho sacrificios para recibir poco o nada a cambio. No quiero escuchar más sobre ideales ni culpa... Solo quiero recuperar nuestros cuerpos, el mío y el de mi hermano, y es obvio que tenemos las habilidades para recuperar lo que nos pertenece... -dijo haciéndome apretar los dientes con fuerza.
Sintiendo que mi corazón latía con fuerza. Edward tenía razón en su frustración, pero no era momento de actuar sin pensar. No podíamos precipitarnos, esa no era la forma de lograr nuestros objetivos. Por que si, quiero que recuperen sus cuerpos tanto como ellos, pero no del método convencional, estos años he investigado, buscando la forma de que ambos hermanos lograrán lo que querían sin tener que saber nada de la verdad detrás de la piedra. Solo... necesitaba más tiempo.
Edward con esta reunión me hizo entender que en efecto aun siendo un prodigio y tener sus años en el ejército y todo, seguía siendo un niño, es más, me atrevo a decir que sus arrebatos era de un pequeño mucho más menor que no había alcanzado los diez siquiera... Nunca lo pensé antes, pero creo que Edward emocionalmente nunca se desarrolló del todo, eso era algo en lo que debíamos trabajar.
Y todo esto pasó por culpa de encontrarnos con Marcoh, un encuentro que de hecho habría salido bien... si no hubiera mostrado la piedra incompleta y encima decirle que podía hacer una completa, viejo cabeza hueca.
Alfons: ... Mayor, por favor llévese a Edward y a Alphonse.. Necesito hablar con el doctor a solas -ordene con seriedad. Era hora de dejar los juegos de lado.
Y aunque Edward quería protestar, bastó con darle una mirada severa (que no quería pero tenía que) para que aceptara seguir al mayor. Una vez que el mayor Armstrong se llevó a los hermanos fuera de la casa, dejándome a solas con el Dr. Marcoh, sentí que la atmósfera se cargaba de tensión. Podía escuchar los pasos de Edward y el mayor que se desvanecen a medida que se alejaban, dejando un silencio palpable que se asentó en la habitación. La luz del sol que entraba por la ventana iluminaba una pequeña mesa apartada, donde la piedra roja aún brillaba ominosamente.
Marcoh: No te diré nada, no importa cuánto insistas -fue lo primero que dijo el hombre, firme en su decisión. A lo cual solo me encogí de hombros.
Alfons: Descuide... Usted no puede decirme nada que no sepa ya... Gracias por no decirle la verdad... Cuál es el ingrediente principal de la piedra -revele dejando sin palabras al médico.
Marcoh:... ¿Cómo?
Alfons:... En la frontera con Creta, en la ciudad de Milos. Me vi involucrado en una rebelión en la ciudad fronteriza que buscaba independizarse tanto de Amestris como de Creta hace unos años... Allí escuché la leyenda de la estrella de sangre de Milos, he indague hasta el final de todo el asunto... La dichosa estrella resultó ser una piedra filosofal, y descubrí todo, incluso su método de creación.
Si, hace años que lo he sabido, gracias a las memorias de esa otra vida, y he intentado de varias formas encontrar una opción alternativa, en realidad, esa fue otra razón de acabar involucrado en tantas guerras, buscar cualquier otro método posible en el extranjero... solo fracasando una y otra vez.
Alfons: Dígame la verdad, doctor... ¿Existe otro modo de crear una piedra filosofal? El que sea... -roge en voz baja al hombre que solo guardó silencio, para finalmente, solo negar.
Marcoh: Si lo hay, nunca lo descubrí -revelo con pesar.
Justo lo que me temía.
Alfons: Ya veo... -exclamé antes de suspirar- pues bien, ya que ambos somos pecadores, ¿por qué no me dice donde están sus notas? Aunque vi todo el proceso de fabricación con la maquinaria en Milos. No pude entender mucho de la práctica -admití.
Y si, se donde están sus apuntes según las memorias, pero los eventos recientes me han revelado que no puedo fiarme al cien por ciento de ellas, era mejor verificar.
Marcoh:... ¿Qué? ¡Sabes lo que se debe hacer para crearla y aun así...!
Alfons: ¡Claro que no voy a hacerlo! Al menos... No a menos que sea la única opción -admití con frustración.
Marco:... ¿Por qué?
Alphonse:... Para que él no tenga que hacerlo -dije mirando hacia la puerta, justo por donde Edward se había ido hacía unos momentos.
Sacando al doctor un gesto de negación, pero también, una muy leve sonrisa que rápidamente fue reemplazada por un quejido de indignación y cansancio.
Alfons: ... Ya veo... Lo que se hace estando enamorado, aunque me tomó por sorpresa que tan jóvenes tengan una hija tan grande, ¿Exactamente a qué edad la concibieron? -pregunto haciéndome sonrojar ¡¿Pero qué clase de pregunta era esa?!
Alfons: ¡Haga cálculos doctor! ¡Edward apenas tiene 15 y yo 14! -reclame alterado- ¡aunque el que Nina fuera nuestra hija propia sería un sueño hecho realidad, es imposible!
Marcoh: Ya veo, yo pensando haberme equivocado sobre eso que tiene el otro chico, que parece el trabajo reciente de un alquimista -dijo por lo bajo llamando mi atención- pero tienes razón, dado la edad hubiera sido algo imposible, encima de algo muy riesgoso.
Alfons:... ¿De qué está hablando?
Marcoh: Nada, nada de momento, solo excentricidades de un viejo... solo, si alguna vez decides tener relaciones con ese muchacho, usa protección, los preservativos de látex son un gran aporte a la salud sexual los últimos años -mencionó casual en lo que yo no encontraba donde esconder mi rostro.
Aunque era obvio que iba a hacerlo, por responsabilidad, enfermedades y todo eso. También estaba el hecho de que algo en las palabras del viejo medico me despertaron la paranoia, algo me estaba escondiendo este tipo. Pero de momento lo dejaré pasar.
Marcoh: En todo caso... Algunas cosas no cambian al parecer, la luz y las sombras siempre pelearan sin importar la razón, pero las causas son una escala de grises inimaginables -dijo escribiendo en una nota antes de dármela- ten, aquí está escondida mi investigación... Te deseo suerte encontrando la verdad dentro de la verdad...
Alphonse:... Gracias, doctor -dije haciendo un saludo militar antes de darle la espalda dispuesto a seguir mi camino.
Marco; Y Alfons... Te deseo lo mejor... si amas a ese muchacho, no importa que pase, no dejes que encuentre mi investigación, por su propio bien y por el tuyo -pidió con pesar antes de darme una sonrisa de confianza- ojala no tengas que cometer ese pecado... Y encuentres otro modo.
Alfons: Yo también lo deseo, doctor -fue lo último que dije antes de solo marcharme sin mirar atrás.
Después de salir de la casa del doctor Marcoh, el aire fresco del pueblo rural me golpeó con fuerza; era como si me despertara de un sueño profundo. La conversación con Marcoh había pesado enormemente en mi mente, y cada paso que daba parecía resonar con el eco de sus palabras, así que para aclarar la mente tome vuelo, nada como sentir el viento en la cara para despejar los pensamientos.
Aunque a medida que me acercaba al parque cerca de la estación donde Edward y Alphonse esperaban según las órdenes que le di al mayor y a las chicas, no podía evitar sentirme abrumado por la carga de lo que había aprendido y lo que podía estar a punto de suceder. Cuando al fin los vi, Edward estaba apoyado en la caja donde estaba su hermano, su expresión era una mezcla de frustración y confusión. Al, por su parte, permanecía en silencio, observando a su hermano con preocupación.
La tensión palpable entre ellos me hizo sentir que debía intervenir de inmediato. Pero lo que me pareció curioso es que aun con esa expresión, Edward estaba abrazando protectoramente a Nina que parecía haber estado llorando. ¿Qué paso?
Edward: Alfons se está tardando mucho -exclamó refunfuñando.
Clara: Así parece... Por cierto Edward, menuda madre protectora acabaste siendo -exclamo divertida- mira que golpear a tantos niños y padres solo porque una pelota le dio fuerte a Nina.
Edward: ¡Nadie se mete con mi Nina! -reclamó besando la frente de la niña que solo se abrazó a él.
Ah, con que eso paso. Eso fue culpa de las ¨víctimas¨, no diré más. A fin de cuentas todo el mundo sabe que nadie se mete con las crías de un león.
Lyra: Por cierto, no los entiendo... A pesar de estar incompleta, según lo que nos cuentan, esa era una piedra filosofal al fin y al cabo. Me sorprende que no hicieran nada para tomarla para ustedes -mencionó haciendo al mayor de los hermanos suspirar.
Edward: Podré querer darle su cuerpo a Al, pero no soy un ladrón. Sin mencionar que no quiero simples imitaciones o modelos incompletos, para esa gracia estaría rogando a Alfons por alguna piedra roja. A mi me gusta la calidad.
Auch, golpe justo en el ego.
Al: Además, no estamos tan desesperados por quitarle su fuente de salud a este pueblo -dijo haciendo que todos sonrieran o asintieran en señal de comprensión.
Edward: ¿Qué me dice usted, mayor? ¿No debemos informar que Marcoh está aquí a Central? -pregunto al hombre musculoso que se hizo el desentendido.
Armstrong; Eso sería lo que el deber manda a hacer... Pero resulta que hoy no volví a ver a Tim Marcoh, hoy conocí al doctor Mauro, un respetable médico de un humilde poblado -dijo sacando una sonrisa al rubio mayor.
Edward: Usted es un viejo zorro astuto, ¿Se lo han dicho?
Armstrong: Es evidente, la astucia, junto al arte de dibujar y nuestra alquimia familiar, ha pasado de generación en generación en la familia Armstrong -dijo con orgullo.
Bueno, creo que ya fue demasiado de espiar, ya el próximo tren se acercaba al fin y al cabo.
Alfons: Me consta -dije aterrizando frente a ellos- si supieran cuantas veces me ganó jugando a las cartas -mencione antes de acercarme para abrazar a Edward y a Nina, mi linda esposa e hija respectivamente.
Aunque admito que me sentí mal cuando Ed al principio quiso solo soltarse y actuar de forma errática, seguro por haberle gritado antes, pero es que tenía que hacerlo, de lo contrario no habría podido manejar las cosas tal cual lo habría hecho, al menos tengo conmigo el regalo perfecto para que me perdone.
Alfons: Quisiera darte la noticia de que persuadí a Marcoh, pero el viejo es más terco que mi padre el coronel, al menos si logre que cediera sobre su investigación -dije para su sorpresa.
Edward: ¿Entonces...?
Alfons: Biblioteca de central, primera sucursal. Allí guardó su investigación -dije no esperando lo que pasó a continuación.
Lo cual fue que Edward me tomara del cuello de la camisa y se acercara, al punto de quedar a milímetros de que sus labios estuvieran sobre los míos, parece que al ultimo segundo se dio cuenta de la situación y se apeno de que tuviéramos publico, eran tan lindo cuando quería.
Alfons: No tienes que hacerlo si no quieres, ve a tu ritmo ¿sí cariño? -dije besándole la frente. Haciendo que se sonrojara y se abrazara a mi para esconder su rostro en mi pecho.
Edward: Eres increíble, ¿Te lo han dicho? -dijo dándome una sonrisa y una mirada tierna antes de besarme la mejilla. Que siendo sincero, ese simple acto mentalmente me dejó K.O. completamente fuera de servicio.
Al: Hermano... Creo que lo rompiste -dijo al ver que me había quedado inmóvil mientras Nina se abrazaba a mi para hacerme reaccionar, sin tener mucho éxito.
Edward: Luego lo reparo -dijo riendo quedamente.
Oh sí, por esa expresión de alegría haría lo que fuera. Para mi, cuando te veo no puedo evitar mirar al pasado, y comparándolo me doy cuenta de que eres verdaderamente inquebrantable, sigues tan soberbio y desinhibido como siempre, dándome a entender que siempre has sido así. Tan digno y refinado a mis ojos aunque tú mismo veas esas cosas como una pérdida de tiempo, vives con el orgullo de una persona con corazón de acero, porque eso es lo que tienes, y te rehúsas a cambiar tu estilo a pesar de las circunstancias. Eso es algo de adorar y admirar.
Dispuesto a enfrentar el mundo aun si tiene que hacerlo solo, sin necesitar a nadie, pero incluso alguien así es delicado y frágil por dentro, por eso... no quiero que sepas la verdad, ya se que soy un egoísta, un maldito, pero solo dame tiempo Edward, es todo lo que te pido, para encontrar la solución a todo sin tener que crear o usar una piedra filosofal... para que así tu no tengas que sacrificar y dar más a este mundo injusto.
Hasta entonces, la piedra filosofal será solo eso, un cuento de algo que no existe.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, lo ultimo que dijo Marcoh será un secreto para más adelante. De momento ya se sabe lo de la sucursal y la investigación, y no hace falta decir que eso acabara en desastre a la larga. Pero por ahora toca una visita familiar a Resembool, y que Pinako y Winry se queden sin palabras al ver que Ed ya es una mamá luchona.
En fin, de momento, nos vemos.
Chapter 26: Capitulo 24: De vuelta al hogar
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Cercanías de la residencia de los Rockbell, Resembool, región del este, Amestris)
Afortunadamente, el resto del viaje no se prolongó mucho, y pronto se hicieron visibles los extensos campos de cría de ovejas, fundamentales para la principal actividad comercial de Resembool: la exportación de lana al resto del país, principalmente a Central, donde era utilizada para la fabricación de uniformes militares. Aunque esto no convertía al pueblo en un punto estratégico en el pleno sentido de la palabra, sí lo hizo lo suficientemente relevante como para que la milicia lo protegiera, evitando así su invasión por terroristas Ishvalanos durante la guerra de exterminio. Como resultado, los daños fueron mínimos, limitándose principalmente a algunos campos afectados.
Una cosa por la que podía en cierto modo estar agradecido con el ejército, ya que este pueblo era importante para mi debido a una simple razón, este era el pueblo natal de Edward, ya con eso un lugar tan alejado de todo y tan calmado y tranquilo para mi era tan importante como el mismísimo tesoro de la ciudad de El Dorado. (De allí que en secreto me asegure de solicitar que todos mis uniformes fueran hechos en su totalidad con lana de Resembool para sentir que siempre llevo una parte de Edward conmigo... ok, lo admito, tengo un problema).
Armstrong: Es hermoso aquí, y muy pacifico -dijo admirando el paisaje mientras nos dirigimos a nuestro destino.
Edward: Si, campestre, una forma amable de decir que no sucede nada -dijo sonriendo divertido mientras llevaba a Nina sobre sus hombros.
Al: Más de un año desde la última vez, hermano -mencionó llamando la atención de los demás.
Edward: ¿En realidad pasó tanto tiempo? -preguntó haciéndose el desentendido, pero se le notaba en sus ojos, él también había echado de menos este pueblo- digo, como usualmente solo venimos de pasada una hora o dos por mantenimiento.
Lyra: ¿Quiere decir que como tal no han vuelto aquí desde que obtuviste la certificación de alquimista estatal, señorito Elric? -pregunto haciendo reír algo incómodo al mayor de los hermanos, Lyra siempre ha sido así en lo que respecta a la etiqueta, no me disculpare por eso.
Edward: No es posible llamar hogar a un lugar donde no hay familia que te espere, ustedes conocen nuestra situación ¿no es así? -pregunto ganándose más de un suspiro por parte mía y de Clara y Lyra para su extrañeza. Si Winry lo hubiera escuchado hasta yo estaría de acuerdo con el golpe certero con la llave inglesa a su cabeza.
Yo se la verdad, la verdadera razón de que Edward insista en no querer ver Resembool como su hogar (cuando es obvio que si lo hace) Es porque sabe que si se queda más tiempo del necesario, no se querrá ir, y eso no lo puede permitir ya que hizo una promesa y la piensa cumplir, la razón de todo el maldito viaje en primer lugar.
Como sea, lo cierto es que este pueblo significaba mucho para mí, y teniendo en cuenta cómo habían terminado las cosas la última vez que estuve aquí, hace unos cuatro años... vaya metida de pata, por cierto. Tenía que hacer todo lo posible para evitar cometer una nueva estupidez. Aunque deseara más tiempo para planificar mentalmente diversos escenarios, el tiempo se me estaba agotando. A lo lejos se podía ver la casa y el negocio de la familia Rockbell.
Y el primero en recibirnos fue Den, el perro de la casa, que, sin quererlo, hacía las veces de embajador del negocio familiar cada que algún desconocido lo observaba detenidamente.
En ese aspecto, Alexander logró una mejor primera impresión que yo en mi momento al hacerse amigo de Den. Al igual que cualquier par de perros que se encuentran por primera vez, se olfatearon el trasero, ladraron un poco y luego se lanzaron a jugar en la pradera. Es curioso cómo los perros pueden comportarse de manera extraña cuando se lo proponen. Si fuera así de fácil relacionarse con las personas.
Pinako: Esta si que es una sorpresa -exclamó la anciana mujer al ver a todo el grupo de personas acercándose a su casa- ¡Winry, será mejor que salgas, huéspedes de honor! ¡Acaba de llegar nuestro mejor cliente! -grito a la casa donde se escuchaba el sonido de una máquina trabajando.
Conociéndola seguro trabajaba en un nuevo modelo de Automail, literalmente la vida de esa chica se basaba exclusivamente en el Automail, era su vida. Lo que no me sorprende ya que en una de las conversaciones previas que tuve con ambas por teléfono (porque si, me he asegurado de mantener buena relación con ellas a lo largo de los años por llamadas o por cartas) se que además de médicos, los padres de Winry eran tan aficionados al automail como ella, seguro que estarían orgullosos de su hija.
Edward: Hola abuelita, volvimos -dijo con una sonrisa en lo que buscaba hacer notar la ausencia de su brazo mecánico- ha pasado mucho tiempo, cómo ves, necesito de tus habilidades.
Nina: ¿Abuelita? -pregunto ilusionada aunque de momento acabo siendo ignorada.
Pinako: Así parece ¿en que se metieron esta vez? -preguntó mirando de cerca- te sobrepasaste esta vez ¿Por qué tienes tantos problemas para conservar tus brazos? -exclamo sonriendo.
Edward: Si, bueno, he tenido mucho que hacer, pasaron muchas cosas -admitió apenado.
Pinako: Déjame verte bien, Ed. Hace tiempo que no te veo... parece que has crecido hacia abajo -menciono en lo que todos dimos un paso hacia atrás, a la vez que tome a Nina de los hombros del rubio para salvarla del daño de la zona cero de la explosión que iba a ocurrir.
Como amo a este rubio de mal genio, pero debe empezar a comportarse mejor, ahora tiene una niña que lo ve como ejemplo y modelo a seguir.
Edward: Normalmente la gente crece hacia arriba, abuela -exclamó aguantando la rabia.
Pinako: Si crecieras hacia arriba lo diría -respondió con total naturalidad, y esa fue la gota que derramó el vaso.
Edward: ¡¿A quién le dices pequeño, bruja en miniatura?!
Pinako: ¡Más pequeño que el césped!
Edward: ¡Eres tan pequeña que para verte se necesita una lupa!
Pinako: ¡Escuincle!
Edward: ¡Abuela pulga!
Armstrong: ¡Edward Elric! -exclamó metiéndose a la disputa ya sin camisa- ¿Cómo te atreves a hablarle a una anciana con tal falta de respeto y encima frente a la niña? Resolveré esta disputa con mi cortesía y decoro perfectos -dijo sacando más de una gota de sudor, aunque por mi parte solo pude reírme por lo bajo.
Bueno, era lindo ver que algunas cosas nunca cambian.
Pinako: ¿Quién rayos es este sujeto? No entiende la broma ¿verdad? -pregunto en lo que el mayor le extendió la mano.
Armstrong: Alex Luis Armstrong. A su servicio -se presentó mientras que Pinako solo aceptó el saludo algo cohibida.
Pinako: Es un honor, soy Pinako Rockbell -dijo antes de notarme y darme una leve sonrisa- Alfons ¿Cómo has estado? Veo que también tuviste tus heridas de guerra ¿no? -pregunto mirando mi vendaje en el hombro.
Alfons: Estoy bien, ya casi estoy recuperado del todo, gracias a mi enfermera Clara, a quien seguro recuerda junto a Lyra -dije en lo que ambas chicas hicieron reverencia como saludo- un gusto volver a verla, señora Pinako.
Edward: Espera un momento ¿la abuelita ya las conocía? -pregunto haciéndome reír algo incomodo.
Alfons: Pues, que te digo...
Pinako: Alfons nos ha venido a visitar a Winry y a mi de vez en cuando, es un buen amigo de la familia aun cuando empezamos con el pie izquierdo. Ha venido más veces que tú para ser honesta -dijo en lo que yo suspire al notar la mirada de Ed.
Ok, lo admito, si, en los últimos años en vez de atender mis deberes de la realeza en Aerugo u ocuparme de papeleos, reuniones y quién sabe qué cosas aburridas más en Central o en el oasis, aproveche cada momento libre que no estaba evitando una crisis continental y peleando en el frente para visitar a la familia Rockbell, dado a que después de su hermano son las personas más importantes para Edward, me esforcé para tener una buena relación con ellas. Espero que no se enoje por eso.
Aunque... parece más triste que enojado. Me lleva la que ¿ahora en que metí la pata?
Nina: Mami, papi -dijo llamando nuestra atención- mami llamó a la señora abuelita ¿es mi abuelita también? -pregunto logrando resquebrajar por completo la tensión que estaba creciendo en el ambiente, y de qué modo.
Si que la volaste del estadio, dulce hija mía. Ahora solo me quedaba una cosa por hacer, ver como arreglar esto y evitar que las Rockbell me crucifiquen. Si Marcoh pensó que Nina era nuestra hija de sangre por muy imposible que fuera, no me extrañaría que ellas también lo crean de la sorpresa, y reaccionen en consecuencia. Solo diré que no quiero morir así, gracias.
Pinako: ¡Qué?... ¿Y esta pequeña dulzura? -pregunto mirando sorprendida a la menor sin notar que la pipa hasta se le cayó de la sorpresa al verla referirse a Edward como su mamá.
Alfons: Su nombre es Nina, toda una pequeña lindura ¿no? Tiene una gran imaginación -dije palmeando la cabeza de la pequeña varias veces por nerviosismo- niños, inventan cada cosa ¿no? -dije ganándome una mirada de reproche de mi así llamada hija.
Nina: ¿Entonces era mentira que tú y mamá Ed querían ser mis papás? -me dijo con una expresión triste que me hizo petrificarme y buscar con la mirada a Ed para que me echara una mano, pero él en respuesta solo me miró molesto.
Casi podía escuchar sus palabras sin necesidad de que abriera la boca, ¨Ya nos pusiste entre la espada y la pared tú solo, esta me la debes¨.
Edward: Abuelita -dijo antes de tomar a Nina en brazos- escucha... hay una que otra cosa que creo que necesito contarte -dijo con algo de renuencia, siendo justo en ese momento donde una llave inglesa le dio justo en la cabeza.
Ya se había tardado, gracias por sólo atacar sin ver primero la situación Winry, con eso me salvaste. Ahora Edward se centrará en ti por asustar a Nina con tal repentino ataque y olvidará su enojo hacia mi de momento. Menudo golpe de suerte... literal en este caso.
Nina: ¡Mami! -exclamó con preocupación en lo que Ed usó toda su fuerza para no soltarla y dejarla caer, aguantando el dolor.
Edward: Tranquila corazón, mami esta bien, no llores, estoy bien -dijo calmándola antes de ver molesto a la rubia en el segundo piso de la casa- ¡¿Que te pasa, Winry?! ¡Te compro una herramienta y tratas de matarme con ella! ¡Casi le das a Nina!
Winry: ¡Ya te he dicho que avises si vas a venir por mantenimiento! ¡Y a como yo lo veo parece que tu ya trataste de matarte a ti mismo! -exclamó antes de procesar lo que dijo- además, por lo que parece te doy la espalda unos meses y vuelves casado y con una hija ¡menudo amigo que eres! -dijo buscando defenderse para no darle el gusto a Ed de verla apenada por su metida de pata. Causando un sonrojo en el rubio- jajaja, bienvenido.
Edward: ¡Solo tengo 15! ¡Ni siquiera he tenido...! -dijo antes de censurarse al recordar que tenía a la niña en brazos- eso de lo que no hablaré con mi hija ADOPTIVA presente.
Y no hace falta decir que esa declaración dejó a ambas mujeres boquiabiertas, al punto de que Winry bajó y salió disparada de la casa para ver de cerca a la niña al igual que Pinako que sentía como si tuviera cien años más de golpe.
Winry y Pinako ¡¿Cuando la adoptaste?! -preguntaron haciendo al rubio de cabello largo sonrojarse por su descuido de desvelar tal información sin más.
Edward:... Todavía no... Pero la intención allí está -dije antes de verme con una sonrisa tímida- además... Esa era la idea cuando aceptamos que podía vernos como sus padres ¿no? -pregunto dándome una sonrisa que me hizo sentir como si el corazón se me saliera del pecho de la emoción ¡Tan lindo!
Alfons:... Mejor hablamos de eso dentro de la casa -dije señalando al hogar de las Rockbell, a lo cual todos los presentes estuvieron de acuerdo, Pero no mentiré al decir que me sentía algo incómodo por cómo estaban saliendo las cosas, lo que daría porque algo interrumpiera esta situacion tan incomoda.
Siendo justo en ese momento donde decidí arrebatar a Nina de los brazos de Edward porque note como dos sombras se cernieron de la nada sobre Edward, siendo los responsables tanto Alexander como Den quienes le cayeron encima para luego entre los dos lamerle una mejilla cada uno... si, eso era perfecto. Dos distracciones perfectas seguidas ¿debería comprar la lotería hoy?
Edward: ¡Me basta con Alexander para que tú te pongas en ese plan también, Den! -exclamó molesto por la baba de perro más que todo. Nada como algo de amor perruno para distraer a cualquiera de cualquier cosa.
—
(Unos momentos después)
Vaya... lo admito, se me había olvidado hasta qué punto Winry era fanática del Automail con exactitud, lo cual era bastante. Eso lo demostró con el grito que soltó al cómo quedó el brazo de Edward después de que Cicatriz lo transmutara, creo que acabó siendo escuchada por el pueblo entero y cuidado si no hasta ciudad del este también.
Winry: ¡No me vengas con excusas! ¡Hablo en serio, Ed! ¡Quiero respuestas! ¿Cómo estropeaste el mejor brazo que he fabricado jamás? ¡Puse mi alma y mi corazón en él!
Edward: ¿Pero acaso es mi culpa? Se desprendió muy fácilmente -dijo notándose la mentira a kilómetros.
Winry: Con que se desprendió ¿eh? La armadura de Al también está muy dañada y el acero no se rompe solo, se han estado metiendo en problemas ¿Qué clase de vida llevan ustedes dos? -mencionó con reproche- ¡Mi automail era un diseño de primera categoría! ¡No me vengas con que solo se desprendió, se cayó y se estropeo!
Edward: Pero como ves ahora solo son pequeños pedazos -declaró antes de que lo dejaran tirado en el piso de un puñetazo. Lugar al que su hermano le siguió poco después al Winry darle una patada que terminó tirando la caja al piso con todo y armadura.
Al ver eso es que un viejo pensamiento surgió en mi mente, el cual era que de no dedicarse a ser una ingeniera de Automail. Winry podría perfectamente ser luchadora o boxeadora profesional. Incluso me atrevo a decir que tendría el cinturón de campeonato fácilmente.
Nina: Papi, me asusta -dijo escondida detrás de mí en lo que yo solo le di unas palmadas en la cabeza para calmarla.
Alfons: No tienes que tener miedo, Winry es un amor... La mayoría de las veces -admití en lo que ella me vio molesta antes de sonreírle con dulzura a la niña, menudo cambio de personalidad.
Pinako: De cualquier modo, ven aquí Edward, si no, tardaremos todo el día -dijo en lo que el chico de ojos dorados se cambió por una ropa de hospital que me hizo sonrojar por lo poco que daba a la imaginación en mi opinión- parece que hay que reajustar la pierna, creciste al menos dos centímetros.
Winry: Un gran crecimiento, ¿no? -pregunto con burla para enojo del rubio que se mordió la lengua al recordar que Nina estaba en la habitación, bueno, eso es algo. Aunque no evito ver con rabia a la rubia.
Supongo que es mucho pedir que se comporte con propiedad tan rápido, al menos está dando la iniciativa por sí mismo, eso ya es de aplaudir.
Pinako: Apartando lo de la pierna, tenemos que reconstruir el brazo.
Edward: Escucha, sé que es demasiado, pero necesito volver a Central cuanto antes por una información importante ¿crees poder terminarlo en una semana? -preguntó sacando una sonrisa de arrogancia a la anciana.
Pinako: ¿Con quien crees que hablas? No me insultes Ed, lo tendrás todo listo en tres días -dijo para luego colocarle un repuesto- mientras tanto usa eso, no es de una gran calidad pero al menos te ayudará a estar de pie.
Edward: Es difícil caminar con una pierna a la que no estoy acostumbrado.
Pinako: Terminaremos antes de que te acostumbres.
Winry: Entre la mecanización, el ensamblaje, la conexión y el acabado... tendré que trabajar toda la noche para tenerlo a tiempo -dijo revisando la pierna de Ed quien bajó la mirada con pena.
Edward: Lo siento si pido demasiado.
Winry: Tranquilo, quieres llegar lo antes posible a Central ¿no? Bien, entonces trabajaré mucho más en ayudarte. Pero tendrás que pagar la tarifa de órdenes urgentes -dijo haciéndome sonreír a mi esta vez, justo estaba esperando ese tema en la conversación.
Alfons: Si hablamos de dinero, permítanme pagar por todo... ¿Con esto bastará? -pregunte en lo que Lyra dejaba sobre la mesa un maletín que llevábamos con nosotros desde que salimos de la estación.
Edward: ¿Qué...?
Pinako: Normalmente Edward paga con su propio dinero, y usualmente estos servicios son costosos, por lo que dudo que... Que... ¡ES MUCHO DINERO! -exclamó al abrir el maletín y ver varios fajos de billetes de alta denominación cuidadosamente acomodados.
(Obviamente no son dólares pero para hacer alusión a, jaja)
La reacción de Pinako fue un espectáculo digno de verse. Sus ojos se abrieron como platos y su mandíbula prácticamente se desajustó al observar el maletín repleto de billetes. Winry, que había estado a su lado, dejó caer la herramienta que sostenía en su mano, incrédula ante el despliegue de dinero. Edward, por su parte, solo pudo mirarme con una mezcla de sorpresa y desconcierto. La idea de que viniera a Resembool con tal cantidad de dinero, dispuesto a invertirlo en su recuperación, lo había tomado por sorpresa.
Si supiera que por él soy capaz hasta de comprarle el banco nacional. No se como lo haría, pero lo haría.
Alfons: Seguro que lo es, nada es lo bastante costoso para que Edward tenga lo mejor de lo mejor cuanto antes -declaré con orgullo de mi capital que literalmente me mate consiguiendo los últimos años- Para que vean que si Ed sigue trabajando tan duro como lo hace, es porque así es él de trabajador
Edward: ¿De dónde sacaste tanto dinero? -preguntó, un poco más que sorprendido, su voz tenía un matiz de incredulidad- ¡No dejaré que pagues por mi como si no tuviera para pagar!
Alfons: Bueno, respondiendo a la pregunta, considerando la venta de algunas patentes más regalías, que soy dueño de una ciudad que incentiva el comercio, mi posición en el ejército más mi título de alquimista estatal, y que soy príncipe heredero del país mejor posicionado económicamente en el continente... si, el dinero no es problema para mi -dije casual mientras sonreía, intentando restarle importancia a la suma realmente elevada- y sobre tu queja... dejame mimarte como lo mereces, por favor -dije besándolo en la frente.
Logrando que solo se sonrojara y dijera algunas incoherencias antes de bajar la mirada, momento en que Pinako se recuperó rápidamente y trató de hablar con seriedad, aunque su voz temblaba de emoción.
Pinako: Alfons, cariño, esto... Esto es más que suficiente para cubrir cualquier cosa que Ed necesite. -me miró con una expresión de respeto renovado- igual no puedo aceptar. Deberías quedarte con esto, es demasiado costoso para un enano gruñón que solo crece hacia abajo -añadió con tono juguetón, provocando una risita en el grupo y un gruñido molesto por parte de Edward.
Alfons: Por favor, insisto... es mi deber como esposo atender a mi linda esposa en todo lo que necesite -dije guiñándole un ojo a Nina que se abrazó a mi pierna contenta.
Edward: ... Y si así piensas malcriarme a mí no quiero imaginar qué tienes planeado para Nina -exclamó riendo divertido y hasta enternecido por la escena en cuestión.
Pinako: Está bien, supongo que no tengo elección. Este dinero le sentará muy bien a la casa -dijo tomando la maleta.
Y de allí en más parece que ya todo estaba acordado. Ahora tocaba quedarnos aquí los siguientes tres días. Lo mejor era solo ver como nos acomodamos, especialmente creo que será difícil encontrarle un lugar al mayor, ser tan grande es un problema cuando de hospedaje se trata.
De momento por ahora... seria tonto de mi parte no aprovechar la situación, así que sin mucho problema tome al rubio y lo cargue para su vergüenza, de paso cayéndosele la pierna de repuestos al estar mal colocada.
Alfons: Pues bien, ya que te conozco se que prefieres estar afuera, eres como un gatito que odia los interiores si no estas estudiando, cariño -dije sonriendo más que todo por el sonrojo de Ed.
Edward: ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Bájame, Alfons! -dijo solo para que le hiciera oídos sordos, se que vengara después pero bueno, ya dolerá mañana.
—
(La tarde ese día)
Como era de esperarse, no habíamos ni desempacado cuando el mayor ya se había puesto a trabajar cortando leña nada más que con sus manos desnudas para no flaquear en su condición física, yo en lo personal prefiero la calistenia en la noche. Por su parte, Lyra fue a hacer la compra para la cena, Clara se fue al bosque en la búsqueda de hierbas y plantas para la creación de medicinas caseras, un gusto personal suyo. Y Ed seguramente estaba molestando a Winry.
Además, como la cereza del pastel, Alphonse estaba pasando el rato con unas gallinas fuera de la casa mientras cuidaba a Nina que estaba jugando con Alexander. Era la oportunidad perfecta para entrar en modo negociador con la anciana Pinako. Lo cierto es que esa suma tan ridículamente exagerada de dinero no era solo para los gastos de Edward, también, era para la manutención de Nina y Alexander.
Lo he pensado, y lo mejor es que se queden aquí, a partir de ahora las cosas serán muy peligrosas. Y Edward nunca se lo perdonaría si algo le pasara a esa niña, y bueno... lo cierto es que yo tampoco me lo perdonaría. Ya me ocuparía yo de cualquier burocracia o soborno, pero la prioridad ahora es que Nina estuviera feliz y sobre todo, a salvo.
Pinako: Ya suéltalo... ¿Qué quieres decir? -pregunto seguramente cansada de que estuviera parado en una esquina de la habitación sin decirle nada por un rato.
Alfons:... Señora Pinako, lo que voy a pedir será un favor muy grande y está en todo su derecho de negarse pero, no se a quien más pedirle esto que no acabe en problemas políticos o militares de gran escala... ¿cree que pueda conservar a Nina y a Alexander aquí con usted y Winry? -pregunte sacando una carcajada a la anciana.
Pinako: Mientras tú y Edward se van de luna de miel, supongo -respondió obviamente bromeando, cosa que me hizo suspirar.
Alfons:... Qué más quisiera... -murmure por lo bajo- es porque Edward y yo estamos lidiando con un problema y no queremos que Nina se vea involucrada. Aún sin haber decidido adoptar a Nina, Edward ya la adoraba casi tanto como a su hermano, y por eso mientras nos encargamos de éste asunto quiero que Nina esté con gente en quien podamos confiar y con quien sabemos estará a gusto -dije antes de hacer una reverencia- por esa razón me gustaría que esté aquí hasta que este viaje loco de los hermanos haya llegado a su fin. Si es por lo financiero o legal, yo me ocuparé de todo, solo falta que diga que sí, por favor.
No hace falta decir que ante dicha solicitud, la venerable mujer se dio la vuelta para encarar y observarme con una expresión que parecía equilibrar entre la sorpresa y la contemplación. Ella seguramente había visto muchas cosas a lo largo de su vida y seguro se había preparado para muchas situaciones inesperadas, de allí que pienso que el que le solicitara su ayuda en una situación tan personal la hacía pensar solo una cosa, que la historia se repetía. Como con los padres de Edward y Al.
Y ese no era el caso, para nada.
Pinako: Antes que nada, déjame decir que entiendo tu preocupación ... ¿Ed sabe de esto?
Alfons: No sabe que yo le estoy pidiendo esto... Pero apuesto lo que sea a que está pensando pedirle lo mismo por su parte. Aunque seguro lo negara de inmediato si sabe que lo hable primero con usted -dije haciendo que la mujer se riera por lo bajo antes de encender su pipa.
Pinako: ¿Y no crees que esto resultará en una situación incómoda para Nina? Es una niña, y aunque la cuidáramos, no puedo prometer que no sienta la falta de sus padres de alguna manera -dijo en lo que yo solo me amargue por el recuerdo, créame Pinako, con el padre que ella tenía no hay diferencia alguna en que estuviera o no.
De allí que estaba mejor en donde se encontraba ahora, muerto.
Alfons: Lo sé, pero es precisamente por eso que estoy pidiendo su ayuda. Sabemos que aquí encontrará amor y protección. Además, estoy seguro de que Winry se encariñara con ella, más de una vez me comentó que le hubiera encantado tener una hermanita. No sería solo una forma de poder cumplir con mis responsabilidades; también sería un lugar donde Nina podría sentirse segura y amada -dije juntando mis manos en señal de súplica- por favor, se lo ruego. No crea que la abandonamos ni mucho menos, contactaremos seguido y vendremos siempre que se pueda.
La anciana se quedó en silencio, considerando mi respuesta mientras soltaba una bocanada de humo. Pude ver cómo luchaba internamente entre su deseo de ayudar a Edward y su preocupación por la pequeña Nina. Por suerte en este caso, ambas cosas iban de la mano.
Pinako: Bueno, si eso garantiza que ese niño escriba o llame más a menudo, aunque sea para comunicarse con Nina, bien por mí. Además, Winry y Den tienen con quienes pasar el rato, así que todos ganan -admitió con una sonrisa- está bien, Alfons. Haré lo que me pides. Pero necesitaré que me prometas que no escatimarás en ofrecer el apoyo financiero para el bienestar de Nina. No quiero que se sienta como una carga.
Alfons: Muchas gracias, estaremos en deuda no sólo en el ámbito monetario, señora -dije haciendo reverencia en lo que ella solo me golpeó con suavidad la cabeza.
Pinako: Entonces, tenemos un acuerdo. Aunque, tengo que advertirte, ser abuela tiene sus complicaciones. Así que, si Nina se siente triste, lo sabré y probablemente tendré que hacer unos pastelitos de manzana para alegrar su día -dijo con un tono cariñoso- por cierto, si no supiera que eres hijo de ese coronel Mustang, diría que eres hijo del musculoso de haya afuera -exclamó señalando al mayor que estaba terminando de cortar madera- ambos tienen músculos, son rubios, y con modales exagerados.
Alfons: Digamos que él y algunos otros ayudaron con mi crianza -admití de buena gana.
Pinako: Así parece. Y no te preocupes, no hay nada que agradecer, somos familia -admitió botando la ceniza de su pipa- porque además de que ya nos conocemos de hace tiempo. Puedo decir que al parecer que tú y Ed pasen por la iglesia ya es sólo una formalidad -admitió haciendo que me sonrojara apenado.
Alfons: Gracias... Por cierto ¿a donde fue Ed? -pregunte al no escuchar pleitos, lo que significa que Edward no estaba con Winry. Y si lo dejo solo se pierde, en ese aspecto es peor que un niño.
Pinako: Fue a ver la tumba de su madre -dijo para mi sorpresa- Alfons... ¿Qué clase de vida llevan esos dos? Nunca nos han enviado ni una carta siquiera y menos venir a tomar un café con nosotras.
Oh rayos, me olvide eso, que justamente por no querer quedarse atado aquí, Ed evita a toda costa hablar de su vida con ellas. Creo que por eso le afectó tanto cuando descubrió que en secreto aprovechaba para venir de vez en cuando, por qué lo hice sentir mal al no hacer lo mismo.
Alfons: ... Una muy agitada y que él piensa que la preocuparían si le cuentan todo -admití en lo que la mujer de baja estatura solo suspiro.
Pinako: Me hago una idea...
Alfons: Pero no se preocupe, he cuidado la espalda de Edward desde el inicio, y lo pienso seguir haciendo -dije haciéndola sonreír.
Pinako: Sólo mantenlo en la espalda y no intentes ir más abajo por un tiempo, no querrán hacer a Nina hermana mayor todavía -dijo con diversión en lo que yo solo me puse más rojo al recordar las palabras del doctor Marcoh.
¿Exactamente de qué me estoy perdiendo aquí? Siento que es algo importante.
Pinako: Pero en serio, trátalo bien. Edward será muchas cosas, pero con todo es un buen chico. Lo sé y tú lo sabes también, los he cuidado a ambos desde que quedaron huérfanos, su padre era un viejo compañero de tragos... Un día solo se fue del pueblo sin decir nada y abandonó a sus hijos y esposa.
Pero claro que si, tenía que aparecer él en la conversación, Hohenheim de luz... Solo diré que si su razón de irse fue la misma de la primera vez, lo de que se sentía un monstruo por vivir más de la cuenta debido a sus ambiciones alquímicas, juro que lo mató.
Alfons:... Y luego lo de su madre... -menciona sintiéndome mal por ambos hermanos.
Pinako: Si... -respondió con la mirada baja- Dime la verdad muchacho, ¿Por qué lo proteges?
Alfons: Es gracioso... Mi corazón ha querido hacerlo desde que lo conocí... Desde una vida pasada, hace mucho tiempo ya... -admití sabiendo que ella no lo creería tal cual, y justo así fue.
Pinako: Amante y poeta, Ed es muy afortunado de tener a alguien como tú -admitió divertida antes de darme la espalda- bueno, ya casi es la hora de la cena. Y parece que tu y el mayor comen bastante sin mencionar a tus dos acompañantes y la pequeña, tendremos la mesa llena, eso es lo que hace que valga la pena cocinar... es curioso que nunca te hayas quedado para la cena si lo pienso bien.
Alfons: Tengo una vida ocupada, solo eso diré. Permítame ayudarla, y no tiene que preocuparse por...
Pinako: La comida sabe mejor cuando se comparte y la cama de los pacientes está disponible para el mayor, las chicas se pueden quedar en la sala y Nina puede compartir cama con Winry. En tu caso te ofrezco el sillón o si de verdad son cercanos, Ed podría permitirte dormir con él -dijo logrando nuevamente haciéndome sonrojar por la sola idea de compartir cama con Ed.
No es que no lo hayamos hecho ya técnicamente, pero...vaya, nuestra relación sí que ha avanzado ¿eh?
Pinako: Esos dos igual se quedan aquí también, más gente no hace diferencia alguna, ya veremos cómo nos acomodamos -dijo recordando cierto detalle que me hizo solo suspirar antes de caminar hacia la puerta.
La casa, al final nunca llegué a construirla porque Edward nunca me dio una respuesta como tal. Debí haberlo hecho sin esperar su confirmación, a veces puede ser tan obstinado ¿en serio se siente tan mal consigo mismo que ni siquiera cree merecer un techo sobre su cabeza? Ed... tu menosprecio a ti mismo me parte el alma.
Pinako: ¿A dónde vas?
Alfons: Cómo usted dijo, se está haciendo tarde, iré a buscarlo... Lo traeré a casa -dije guiñándole un ojo a la mujer que solo negó con una sonrisa.
Una vez me encontré afuera, emprendí vuelo para que se me hiciera más fácil la búsqueda, alejándome de la casa de los Rockbell, sintiendo el suave viento del campo acariciar mi rostro mientras me dirigía hacia el cementerio donde se encontraba la tumba de la madre de Edward, Trisha Elric. La tumba no estaba lejos, y mis pensamientos giraban en torno a Edward y a la carga de locura que parecía soportar. Al pensar en todo esto, todavía me cuesta creerlo... tanto odio y tanto dolor... solo porque dos niños querían a su mamá devuelta ¿era eso merecedor de que la vida de aplaste y te escupa en la cara el resto de tu vida?... Que la vida y el destino se vayan al demonio entonces.
Cuando finalmente llegué, vi a Edward de pie frente a la lápida en compañía de Den, sus rubios cabellos brillando bajo el sol, su expresión oscura e introspectiva. Aún desde la distancia, pude notar cómo los puños de Edward estaban cerrados, como si retuviera toda la ira y el dolor dentro de él... así que es uno de esos momentos.
Alfons:... No recuerdo mucho de esa visita a tu casa debido a la sorpresa del momento... Pero recuerdo la foto de ustedes dos con ella... Tenía una sonrisa amable -dije aterrizando y parándome a su lado- ... sacaste su sonrisa -mencioné en lo que él se giró lentamente, los ojos dorados reflejando una mezcla de emociones: tristeza, culpa y algo más que Alfons no podía identificar de inmediato.
Edward: ¿Alfons? -respondió su voz más baja de lo usual- vine a... a hablar con ella -admitió en lo que yo solo asentí en silencio.
Sintiendo como el pecho se me apretaba ante esa sencilla afirmación. Sabía cuánto significaba su madre para él, lo mucho que había anhelado su aprobación y amor a lo largo de su vida, y lo doloroso que era para él haberla perdido.
Edward: Aún siento... tanta culpa... yo sólo la quería de vuelta, quería volver a abrazarla, escuchar su voz, ¿Fue tan malo querer eso que tuve que pagar con mi brazo, mi pierna y el cuerpo de mi hermanito? -preguntó con los sentimientos a flor de piel. Algo que me sorprendió, pero dado todo lo que ha pasado los últimos días, no me sorprende realmente que esté más sensible de lo normal.
Alfons: Lo siento, no se como responder eso, es una de esas preguntas que no tienen respuesta. A nuestros ojos, tratar de revivir a alguien es un pecado... Pero ustedes eran solo niños que querían a su madre devuelta -dije tomando su mano y entrelazando nuestros dedos- pero algo que sí te puedo decir, es que tu madre no los odia por lo que pasó, sin importar nada, ella los ama a ti y a tu hermano, tanto que la sola idea de dejarlos la debió destrozar por dentro.
Por su parte, él permaneció en silencio, su mirada perdida en el horizonte, como si estuviera intentando desentrañar un laberinto de emociones que a veces se volvía incontrolable. El viento soplaba suavemente, trayendo consigo el murmullo distante de los campos de Resembool y el canto de los pájaros, pero en ese momento, toda esa paz parecía resultar un cruel contraste ante la tormenta que él sentía en su interior.
Edward: ¿Tú crees? -su voz era apenas un susurro, cargada de una fragilidad que rara vez dejaba entrever. Me apreté más a su lado, deseando ofrecerle alguna forma de consuelo, aunque sabía que las palabras escasas no serían suficientes para aliviar todo su dolor.
Alfons: Lo sé. Era una madre amorosa. Su amor por ustedes nunca dejó de existir, incluso en la muerte. Lo que pasó fue un accidente, algo imposible de evitar. No tenían la intención de causar dolor, solo deseaban recuperar a alguien que amaban. -dije mientras nuestros dedos se entrelazaron con más fuerza. Sentía su incertidumbre, su lucha interna, y me dolía pensar que se sentía así debido a un error del pasado, uno que no podía cambiarse, pero que podía aprender a sobrellevar.
Edward: Es difícil... Me siento tan perdido a veces.... tan cansado... a veces solo me gustaría quedarme acostado y no volver a abrir los ojos... -dijo, su voz temblando levemente mientras miraba la lápida de su madre, como si allí pudiera encontrar respuestas a sus preguntas sin salida.
No cabe duda, el mundo y sus reglas se pueden ir al diablo.
Alfons: Ed... -dije antes de solo dar un paso al frente y agacharme para estar a la altura de la lápida- buenas tardes señora Trisha, soy Alfons Von Heiderich Mustang... Y por lo que puede ver, aparentemente soy la persona amada de su hijo mayor, es un honor conocerla... Quédese tranquila, aunque parece que los problemas lo persiguen sin parar, yo siempre lo cuidare, además de echarle un ojo a su hijo menor también... así que puede descansar en paz, sus niños están bien cuidados.
Trisha Elric siempre había sido una figura importante en la vida de Edward, y aunque años de dolor y pérdida pesaban sobre él, al mirar la lápida, parecía anhelar la calidez de su madre. A menudo, los recuerdos de su infancia parecían venir a golpearlo con más fuerza en esos momentos de reflexión. La manera en que Edward se encorvaba frente a la tumba reflejaba una vulnerabilidad que rara vez mostraba ante el mundo. Y pude sentir algo de esa vulnerabilidad al sentir como el joven de cabellos dorados me abrazaba con su único brazo mientras lloraba en mi espalda.
Edward:... Eres un infeliz... no sabes cuanto te quiero... -admitió haciendo más fuerte el abrazo. A lo cual yo solo me di la vuelta para cargarlo en mis brazos.
Alfons: Bueno, vamos a casa ¿puedes caminar o prefieres que te lleve? -pregunte en lo que él solo se aferro a mi con su único brazo y un leve sonrojo en sus mejillas.
Edward: Si... Está bien, vamos... Si le dices esto al coronel o a alguien en central te mataré -dijo escondiendo su rostro en mi pecho para calmarse un poco de ese momento tan íntimo de hace un momento.
Alfons: Amor mío, si le digo esto a mi padre será para molestarlo con la idea de que ya es suegro... tal vez le comente que Nina ya nos llama mamá y papá y que por tanto ya es abuelo -dije con algo de burla haciendo que se pusiera rojo hasta las orejas.
Edward: ¿Cuándo acá te volviste tan atrevido?
Alfons: Cuando me diste señales de que correspondes el amor que te tengo -dije besándole la mejilla.
Edward: Ah, ni me voy a molestar... Tú siempre con las palabras inspiradoras. Es como si fueras un poeta escondido -dijo con una leve sonrisa en lo que yo comencé a repartir besos por su rostro para molestarlo- ya para, alguien nos verá -exclamó más divertido que molesto.
Alfons: Bueno, alguien tiene que equilibrar tu seriedad -dije guiñándole un ojo- tu vuelves solo a casa ¿no Den? -pregunté al perro que había acompañado a Ed hasta aquí, el cual asintió para luego adelantarse. Era mucho más inteligente de lo que parecía.
Sin perder más tiempo, tome altura y me fui volando casa de los Rockbell, con Edward aún aferrado a mi pecho, el peso de su cuerpo acompañado por los silenciosos murmullos del atardecer. El sol se estaba ocultando en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados mientras el tranquilo campo nos rodeaba. La atmósfera se sentía a la vez relajante y profundamente emotiva.
Era un momento de vulnerabilidad que no se presentaba a menudo entre nosotros, no en circunstancias tan tranquilas; la imagen de Ed con el rostro escondido en mi pecho, tratando de obtener consuelo, era sincera y pura. En su cara, escondida tras la cortina de su cabello dorado, podía ver la lucha interna que llevaba, un peso que había llevado en soledad durante demasiado tiempo. Pero aquí estaba, encontrando un refugio en mí, incluso si sólo por un momento... Este es un momento que atesorare con cariño en mi memoria.
—
(Esa noche)
Alfons: Incluso dormido es tan hermoso -admití contemplando la figura dormida a mi lado. Al no se que sucede aquí, pero definitivamente siendo que hoy es mi día de suerte ya que Pinako tuvo razón, al ser escasas las opciones de donde dormir cada quien, Edward casi que sin que se lo pidieran acepto que durmiéramos juntos.
Y justo allí me encontraba esta noche, contemplando al amor de mi vida durmiendo tranquilamente a mi lado. Solo verlo con la luna iluminando levemente su rostro, tan calmado, tan pacifico... bastaba para que yo perdiera el sueño. Verlo así me hacía sentir muy feliz, eso era todo lo que podía decir.
Sería un momento absolutamente perfecto... de no ser por cierto detallito.
Alfons: Hasta da envidia verlo tan tranquilo, durmiendo en paz... Descuida, no haré nada indebido, Al -dije mirando la armadura al otro lado de la habitación que se encontraba justo observándonos fijamente.
Un seguro de parte de Pinako para evitar cosas indebidas, aparentemente sugerida por el propio Al. Menuda confianza me tienen, nótese el sarcasmo.
Al: No me importa, aunque apoyo lo de ustedes dos es mi deber proteger a mi hermano de ti a toda costa -dijo buscando sonar serio, pero lo cierto es que me causaba ternura más que otra cosa.
Alfons: Igual sabes que si lo intentara él me demuestra que no necesita alquimia para meterme un golpe o una patada bien metida -admití divertido.
Al: Es verdad... Eso me hace pensar que de verdad ¿Qué le ves? No es por menospreciar a mi hermano, pero cada vez parece más que tu estas fuera de su alcance, sin buscar ofender a ninguno de los dos -dijo haciéndome pensar ¿en serio era tan rara esta situación para que hasta el propio Alphonse Elric lo vea inusual?
Alfons: Al, cuando tú mismo te enamores, verás que cuando lo estás, hasta el mayor defecto de una persona llega a ser un motivo para amarlo -dije jugando un poco con el cabello de Ed. Era tan suave y sedoso, seguro más de una mujer lo envidiaría si saben que él no se hace nada en el cabello y es así al natural.
Al: Eso lo sé bien, es solo que... Perdón, pero no puedo confiar en ti tan fácilmente, la sensación de que nos ocultas más de una cosa, sigue allí -dije con tal franqueza que solo pude sonreír con algo de incomodidad.
Esto es algo que no había visto venir ya que en realidad nunca vi a Alphonse como una amenaza en lo que respecta a mi relación con Edward, independientemente de su naturaleza. Ambos queríamos y nos preocupamos por Ed, con eso pensé que tenía al hermano menor en el bolsillo, pero aparentemente eso está lejos de la realidad... Parece que Al tiene complejo de hermano sobreprotector.
Alfons: Entiendo que te preocupe, Al. Pero hablemos de eso en otro momento, ¿sí? Edward ha pasado por mucho y yo estoy aquí para apoyarlo, eso es lo más importante en este momento. Lo juro.
Al: Está bien, lo tomaré en cuenta, pero estaré observando... -dijo la armadura con un tono más neutral que otra cosa. Ya podía imaginar su mirada intensa y vigilante, una mezcla entre la protección y la inquietud que siempre había tenido por su hermano mayor si lo pienso bien.
Alfons: No hay necesidad de que tomes ese rol de centinela, pero aprecio que te preocupes por él. Edward es fuerte, más de lo que cree, pero igual necesita que cuiden de él -me encontraba hablando en voz baja, tratando de no despertar al rubio que dormía plácidamente a mi lado.
Al: Siempre ha tenido esa fuerza, lo sé. Pero a veces pienso que es un fuego que se está consumiendo, y me asusta pensar que en algún momento se apague. Eso no puede pasar... -La voz de Alphonse era una mezcla de dulce y preocupada, algo totalmente normal si consideramos lo que ambos hermanos habían enfrentado juntos.
Alfons: Pero no dejaré que eso pase. Edward tiene un hogar y una familia ahora, y prometí hacer todo lo posible para que sea feliz. -dije, sintiendo el peso de esta declaración en mi pecho. Era un compromiso, una promesa que sabía que debía cumplir, sin importar el costo.
En ese momento, Edward se movió, girando ligeramente hacia mí, y se acurrucó más cerca de mi cuerpo. Su respiración se volvió más tranquila, casi rítmica. Había algo reconfortante en eso. Lo observé un momento más, pensando en cómo el tiempo había cambiado nuestras vidas. Nunca hubiera imaginado que acabaría aquí, compartiendo esta intimidad con alguien que había llegado a significar tanto para mí.
Al: Alfons... -su voz me sacó de mis pensamientos, un susurro que apenas rompía el silencio de la noche.
Alfons: ¿Sí, Al?
Al: Prométeme que cuidarás de mi hermano. No confío en tí, pero él sí aun a pesar de todo... Siempre he sentido que la vida que lleva es más dura de lo que puede soportar, lo he visto de primera mano. Y cada vez que está cerca de ti, parece un poco más... feliz -su tono era sincero y grave, como si estuviera poniendo su corazón en la mesa.
Ay, Al... al final tu y yo si que somos la misma cosa ¿eh? Supongo que tiene sentido dada mi respectiva naturaleza... que bueno que nací como hijo único en mi mundo de origen, si no todo esto sería aún más complejo de lo que ya es.
Alfons:... Muy bien, si quieres un poco de sinceridad ¿Quién soy yo para negártela? -menciona sentándome en la cama y me desabrochaba la camisa- cuando digo que protegería a Ed sin importar que, habló en serio -exclamé antes de darme la vuelta para que la viera.
Un recuerdo que me traje conmigo de mi hogar natal y que quedo luego de que ese maldito nazi me disparar por la espalda, la cicatriz de la bala. Quedando como un punto que hasta la fecha, sigue siendo un lugar de mi espalda donde siempre me da comezón cada vez que recuerdo el suceso.
Al: ...¿Eso cómo te lo hiciste?
Alfons: Solo te diré, que apoyando a lo que él quiere, sin importar que sea, soy capaz hasta de morir con una sonrisa. Por eso no debes desconfiar de mí, ambos solo queremos lo mejor para Ed. Entonces, ¿Qué dices grandote? ¿amigos? -pregunte caminando hasta él y extendiendo mi mano a su único brazo bueno.
Al: Me parece bien, amigos... pero seguiré vigilando -dijo para luego estrechar mi mano con fuerza. Sentí un alivio en mi pecho, como si una barrera se hubiera roto entre nosotros. La confianza de Alphonse era algo importante, aunque fuera a medias, y el hecho de haberla ganado levemente era un paso hacia una relación más cercana con él y, por ende, con Edward.
Regresé a mi lugar en la cama y dejé que la tranquilidad de la noche llenará la habitación. Con el suave susurro de la brisa que entraba por la ventana y el canto lejano de los árboles, la atmósfera era perfecta para la reflexión y el descanso. Pero, a medida que el tiempo avanzaba, no podía evitar fijarme en Edward, cuya respiración tranquila me otorgaba un sentido de paz especial.
Alfons: Creo que voy a dormir ya, descansa Al... Por cierto, Mayor, ya lo vi, gran llorón -dije mirando una hendija en la puerta donde el hombre de gran tamaño solo nos dio algo de privacidad.
Seguramente para llorar en silencio, lo único más grande que los músculos de ese hombre, era su corazón.
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(General Pov)
(3 días después)
Nina: Vas a quedar muy lindo, mami -dijo terminando de peinar el cabello del mayor de los hermanos en trenzas. Cosa que el mayor de los Elric aceptó encantado mientras descansaba, recientemente él y su hermano le había ganado en una lucha amistosa al mayor Armstrong y se estaba tomando un descanso.
Nada como una pequeña lucha para celebrar que tenía un brazo y pierna nuevos así como que Al estaba completamente reparado. Si, dolió como el infierno que le volvieran a reconectar los nervios a la maquinaria, pero se sentía bien volver a moverse con total libertad. Aun así deseaba recuperar su cuerpo pronto, por mucho que Winry se queje de que los miembros mecánicos son mejores que los naturales... loca del Automail.
Pero si debía ser sincero, en ese momento se sentía tenso más que ninguna otra cosa. Alfons le había dicho su plan de dejar a Nina con Pinako, y aunque al comienzo quiso discutir, lo cierto es que él pensó justamente eso también. De verdad queria llevarse a Nina y tenerla a su lado siempre, pero no era tonto y menos iluso, el viaje se haria más peligroso, y aunque le partiera el corazón dejarla en Resembool, era lo mejor para ella. Merecía un hogar y no ir de un lado a otro como una vagabunda... como él lo hace.
Ed: Confío en tus habilidades, amor -dijo con gentileza antes de bajar la mirada- por cierto, Nina...
Nina: No tienes que decirlo, papi ya me explico -dijo dejando sin palabras a su ¨madre¨ adoptiva- es verdad que los extrañare, pero se que volverán, ¿me escribirás?
Edward: Claro, corazón, tan a menudo que no sabrás qué hacer con tantas cartas -dijo acariciando suavemente la cabeza de la pequeña.
Su corazón se sentía pesado, pero al mismo tiempo sabía que era lo correcto. Ella había encontrado un hogar y personas que la querían, y aunque la separación doliera, más lo haría pensar en el daño que podrían causarle si la llevaban con ellos. Sencillamente no podría soportarlo si en una pelea tuviera que tener a la niña sin vida en sus brazos, puede que allí mismo él mismo se quite la vida del dolor. No podría soportarlo en lo absoluto.
Nina: No seas tontito, las guardaré todas, mamá... Me pregunto porque mi papá Tucker no habrá mandado ni una carta, debe estar ocupado -dijo sin notar como la expresión de Ed se endureció con culpa y desprecio al ex alquimista de la vida.
Edward: ...Sí... debe ser eso, cielo -susurro antes de solo darse la vuelta y abrazar a la pequeña- Nina... prométeme que te portaras bien... Te llamaré, te escribiré, incluso te daré las buenas noches por teléfono cuando pueda... Solo, no te sientas triste ¿bien? -pidió en lo que sintió las manos de la niña abrazarlo de vuelta.
Nina: Sí, mami, me portaré bien y no estaré triste porque sé que tú y papi volverán pronto -dijo abrazando con fuerzas a su ¨mamá¨.
El mayor de los hermanos sintió una punzada en el pecho al escuchar las palabras de Nina. La niña tenía una manera tan pura de ver el mundo, y, a su corta edad, ya había experimentado tanto dolor. Esa capacidad de ser optimista a pesar de todo era algo que él admiraba profundamente. Se apartó un poco para mirar sus ojos brillantes, y por un momento, se sintió mejor. Como si, a pesar de todas las dificultades y el dolor, aún hubiera esperanza.
Siendo el momento interrumpido por su hermano menor, que tenía su maleta en mano.
Al: Hermano. Vamos, es hora de irnos... -dijo llamando la atención del mayor que se puso de pie con la niña en brazos.
La cual, aunque intentó actuar fuerte, al final de todo seguía siendo solo una niña. De allí que al comprender que en efecto sus nuevos mami y papi se iban, no pudo evitar comenzar a llorar abrazados al rubio que solo la vio dolido antes de abrazarla con fuerza en un vano intento de consolarla.
Nina: ¡No se vayan! -exclamó la pequeña, sus ojos grandes y brillantes, llenos de lágrimas que amenazaban con caer en cualquier momento. Su habilidad para expresar sus emociones fue conmovedora, y eso hizo que EL corazón de Ed estrujara un poco más.
Ed: Nina, mi amor, mi cielo... No llores, por favor... Recuerda lo que hablamos, siempre estaré contigo en tu corazón.
Nina: Pero te voy a extrañar mucho, mami... -las lágrimas comenzaron a brotar, y el estómago del mayor se revolvió mientras tenía a la niña en brazos. Quedándose en el mismo lugar hasta que la pequeña se durmió de tanto llorar.
Al: Hermano, ¿estás seguro de que esto es lo correcto? -pregunto, casi fuera de sí al presenciar esa despedida. El dolor en las entradas de Edward crecía como una tormenta a punto de estallar.
Edward: Es lo mejor para ella, Al. Sabes que la vida que llevamos no es segura y no quiero arriesgarme a ponerla en peligro. No puede viajar como nosotros...-su voz se cortó un poco, y su emoción se hizo palpable.
De verdad no quería hacerlo, pero tenía que hacerlo, era por su propio bien.
Pinako: Veo que fue duro a fin de cuentas, ven, dámela -dijo una vez fueron a la entrada de la casa donde ya todos los estaban esperando, y Ed con renuencia le dio la niña a la anciana- traten de venir más seguido, o al menos vengan a cenar con nosotras más seguido ¿me escucharon?
Edward: Je... ¿en serio vendríamos de tan lejos por una cena? -pregunto queriendo hacer tripas corazón pero todos notaron que no le salió para nada esa actuación.
Pinako: Aunque sea hazlo por tu hija, muchacho -dijo logrando que el mayor de los Elric solo sonriera y asintiera.
Alfons: Gracias por todo -dijo haciendo una reverencia a la mujer que asintió con una sonrisa.
Pinako: No, más bien gracias a ti... Aunque aún creo que podrías buscar algo mejor -dijo haciendo que Ed enrojeciera pensando se lo decía a él. ¿Cómo se atrevía a decirle eso a la primera persona que le confesó su amor?
Edward: ¡Abuelita! -exclamó indignado solo para que la mujer le sonriera divertida.
Pinako: Ed, calma... se lo decía a Alfons -dijo guiñando un ojo haciendo al de cabello largo sonrojarse al punto de competir con su abrigo.
Causando la risa de los demás presentes. Si, así debían ser las despedidas, con un ánimo feliz al ser un hasta pronto, no un hasta nunca.
Al: ¿Y Winry?
Pinako: Estuvo desvelándose varios días seguidos para terminar tus nuevas partes ¿la despierto?
Edward: No, no hace falta, seguro me fastidiaría con lo del mantenimiento -dijo ya dispuesto irse siendo seguido por su hermano.
Alfons: Bueno, parece que la nostalgia ya se le pasó. Volvió a ser el de siempre -dijo divertido- a mi me hubiera gustado despedirme de ella pero mejor no, merece descansar, por cierto... un pequeño extra por la rapidez -mencionó sacando un sobre con dinero que procedió a darle a la mujer que lo aceptó sin mucho drama.
Pinako: Fue un placer hacer negocios contigo, esto será perfecto para comprarle ropa, juguetes y hasta unos muebles a la pequeña -dijo sonriéndole a la niña en sus brazos- aquí estará segura, pueden irse tranquilos, díselo a Ed... y dile que lo entiendo, lo más duro para una madre es separarse de sus hijos, se que se fue rápido porque no quiere que lo vean llorar -dijo sintiendo comprensión y cariño por su nieto adoptivo.
A lo cual la aún no oficial pareja del alquimista de acero asintió mientras el viento soplaba suavemente por los campos de Resembool, observando cómo Edward y Al se alejaban, sabiendo que sus corazones les pesaban entre la nostalgia y la esperanza. De alguna manera, el dolor de la despedida siempre era igual de duro, no importa cuantas veces se repita el evento, como una sombra que acechaba pero que, a la vez, prometía una luz en el camino. La luz representaba un futuro aún por descubrir.
Por estas cosas es que Alfons estaba dispuesto a llegar tan lejos sin importar que, para darle a Edward la vida que merece, sin importar nada. Por eso iba a evitar que supiera la verdad de la piedra a toda costa una vez volvieran a Central.
Eso sin saber que el destino a veces puede ser muy travieso, y su regreso a Central iba a tardar más de lo que originalmente esperaban.
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(Bonus, sucesos de unos capítulos atrás)
(Capitulo 22: Al final la familia si fue al parque, Nina y Elicia se divirtieron mucho)
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(Capitulo 15: Luego de la cita de Edward y Alfons por su cumpleaños, Roy comenzó de inmediato en educar a Edward para hacer papeleo)
Roy: Bien, entonces, el próximo año, dado que estarás en el sistema fiscal militar, podrás solicitar un deducible adicional de los impuestos que pagues. Debido a tu categoría impositiva, que es el porcentaje de los ingresos que deberás en concepto de ingresos, la cual será más alta el próximo año, así tu deducción de impuestos será mucho más beneficiosa para ti. Por ejemplo, digamos que este año obtienes 500 cenz en deducibles. Esto sería mucho más valioso para ti ya que está en la categoría de impuestos del 35%. Compare esto con alguien que reside en el 15% porque ese 35% de 500 cenz, que son 175 cenz, es...
(Mente de Ed: Bla, bla, bla ¡Ya déjame ir!)
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre puede votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, lo de la despedida fue un poco dura pero es que asumiendo que los que leen esto vimos el anime de cabo a rabo, sabemos que el viaje de los hermanos tal cual es todo meno apto para niños pequeños. Fue una decisión dura, pero madura. (Y no es como que ya no la vea jaja, de eso se ocupan Winry y Pinako)
En fin, de una vez aviso de el próximo capitulo se saldrá de la continuidad del del anime/manga, o bueno, no exactamente. Vamos a entrar en los acontecimientos del primer juego de Fullmetal Alchemis de PlayStation 2: Fullmetal Alchemist and the Broken Angel.
En fin, de momento, nos vemos.
Chapter 27: Capitulo 25: Murphy ataca en cualquier momento y lugar
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Cercanías de la ciudad de Hiessgart, cera de la frontera entre la región del este y la región central, Amestris)
Alfons: Es todo, después de esto pediré vacaciones de cualquier labor por un tiempo -dije supervisando el control de daños mientras contemplaba el tren dañado- ¿informe?
Clara: Solamente dos pasajeros salieron heridos, no hubo bajas de civiles, señorito.
Alfons: Esa cifra es aceptable, sobreestiman los accidentes ferroviarios -dije intentando aliviar la tensión que sentía.
Que desastre... Solo pensar en el papeleo que tendré que hacer una vez volvamos a Central hace que me migraña. A fin de cuentas un accidente ferroviario a causa de un ataque terrorista que acabó siendo una insubordinación de la policía militar nada menos... y para colmo Edward fue quien puso la guinda del pastel causando el accidente, incapacitando el tren.
Y pensar que hasta hace un momento el viaje era tan tranquilo y de un segundo a otro todo se fue al demonio.
(Flashback de hace solo unos minutos)
Edward: Aaaahg ¿todavía no hemos llegado a Central? -pregunto aburrido mirando por la ventana- ver estos árboles aburridos todo el camino me hace querer estrangular o golpear algo.
Al: Jeje, siempre te aburres cada vez que vamos a Resembool, hermano -dijo haciendo al rubio mayor gruñir por lo bajo- por mi parte puedo decir que fue agradable tomar un pequeño descanso de todo lo que nos ha pasado últimamente con Tucker y Cicatriz ¿no te parece?
Edward: ¡¿UN DESCANSO?! ¡Voy a romper algo si este aburrido tren no llega pronto a su destino! -dijo haciendo una rabieta que ciertamente me pareció adorable.
Alfons: Y aquí vamos de nuevo... -susurre por lo bajo mirando divertido la escena de los hermanos.
Todos nos haciamos los desentendidos pero era obvio saber porqué estaba así de tenso, Edward aun no se había hecho a la idea de haber dejado a Nina en Resembool y solo no quería pensar ello, pero igual lo hace y eso lo tiene estresado. Algo normal ¿Qué mamá se aguanta a estar mucho tiempo lejos de su hija, ya fuera adoptiva o no? Aunque nació siendo hombre, Edward es sin duda una mamá de pies a cabeza aun con su juventud.
Conociéndolo ahora más que nunca quiere encontrar la piedra filosofal cuanto antes para dedicarse a cuidar y criar a esa pequeña... esto si que es un choque de intereses para mi.
Armstrong: Que desgracia -mencionó desde su asiento cruzado de brazos- ¿no tienes paciencia, Edward Elric? Solo relájate, una vez lleguemos al cruce de Hiesggart, la ciudad central estará a la vuelta de la esquina.
Al: ¿Huh? ¿Hiessgart? Así que nos acercamos a ese viejo lugar... eso trae recuerdos ¿no hermano? -pregunto llamando mi atención.
¿Ellos conocían Hiessgart? No tengo ninguna memoria al respecto. O aún no se desbloquean esos recuerdos de Ed en mi propia mente, o bien mi teoría de que han habido variaciones de los eventos sea verdad... Mejor estar aún más alerta de lo que ya he estado, solo por si acaso.
Edward: Si, ahora que lo mencionas es verdad.
Lyra: ¿Entonces ustedes dos ya habían estado en esa ciudad? -preguntó mi asistente con curiosidad en lo que ambos hermanos asienten.
Al: Si, nuestra maestra nos había traído por aquí... Hace unos cuantos años.
Edward: Nos había traído a ver a ese tipo llamado Wilhelm. Él era todo un alquimista, justo como nuestra maestra.
Al: Ahora lo recuerdo, el profesor tenía una hija llamada Selene. y ella era alquimista también. Ella era como de nuestra edad, pero sus habilidades superaban a las nuestras.
Armstrong: Ya veo, así que una chica genio alquimista. Supongo que era de esperarse que hubieran más prodigios jóvenes aparte de ustedes dos -dijo mirándonos a Edward y a mi.
Ciertamente esta información era muy interesante, y más porque por alguna razón el nombre de Wilhelm me hizo levantar la oreja. Ese nombre me parecía haberlo escuchado o leído en algún lado, y no de cualquier cosa, se trataba de algo importante.
Edward: ¿Una genio? Si, pero con corazón de hielo. Quiero decir, fuimos muy amables con ella todo el tiempo que estuvimos allí -dijo con un puchero de resentimiento- pero a la hora de regresar a Dublith, ella ni se molestó en aparecer para despedirnos -reclamo en lo que yo solo pude ver eso con ternura, en defensa de Selena para ese entonces ninguno tenía más de diez años creo.
Era lindo ver a Ed actuar según su edad para variar aunque fuera para quejarse. Me daban ganas de apretarle las mejillas aun sabiendo que eso lo enojaría.
Al: Si bueno... Probablemente no se sentía lo suficientemente bien como para... ya sabes -dijo tratando de apaciguar a su hermano mayor sin tener mucho éxito.
Armstrong: ¿O tal vez simplemente le dolió demasiado decirles adiós a ustedes? -sugirió solo para recibir silencio del Elric mayor como respuesta.
Al: Me preguntó si ella sigue estudiando. Ella seguro es una alquimista maravillosa ahora... -dijo para que luego solo pasara.
De repente se detonó una explosión que hizo volar uno de los vagones de enfrente. Haciendo temblar todo el tren (de paso mandando a Ed al piso por la sacudida repentina) y por mi parte poniéndome receloso al respecto. Esto también era algo nuevo ¿Qué estaba pasando?
Alfons: ¿Una explosión? -me pregunto para que luego se escuchará un comunicado por los parlantes del tren proveniente de la cabina de comunicaciones.
¨Somos la gente del frente de liberación oriental, hemos tomado control de este tren. Repito, somos la gente del frente de liberación oriental, hemos tomado control de este tren¨.
Ya veo, con que los revolucionarios del escuadrón azul han decidido incordiar nuestro viaje. Que curiosa es la vida, como unos simpatizantes de los Ishvalanos terminaron volviéndose una banda terrorista anti gobierno tras el resultado de la guerra de exterminio. Hay que ver las vueltas que da la vida. Y según veo yo y las chicas éramos los únicos que sabíamos del tema porque según veo, los hermanos no parecían darles el mínimo de importancia.
Al: ¿Gente del frente de liberación oriental? Suena a un nombre tonto.
Armstrong: Ciertamente te doy la razón.
Edward: Suena a otro grupo radical. Demonios ¿Por qué eso se ha vuelto tan común por aquí? Esperen ¿no habíamos pasado por una situación así antes?
Al: Si, ya lo habíamos hecho -dijo probablemente recordando la vez que justamente salvaron al general Hakuro y su familia de esta misma organización y fue por eso que dejaron a Ed hacer el examen de alquimista estatal siendo tan joven.
Edward: Maldita sea, alguien debe habernos puesto una maldición o algo así -mencionó fastidiado para luego solo ver nuevamente el paisaje sin que pareciera tener preocupación alguna, siendo observado fijamente por el mayor antes de que este me viera a mi.
Armstrong: Alfons, ¿no crees que deberíamos hacer algo? -pregunto dándome una mirada que conocía bien.
Era la mirada de ¨estoy aburrido y quiero lucir mis maravillosos músculos... otra vez¨. Como sea ¿por qué no?
Alfons: Tiene razón mayor, como general de brigada no se vería bien que deje que un tren en el que me encuentro sea atacado por terroristas. ¿Le gustaría ocuparse de ellos por su cuenta, Mayor? -pregunte solo para notar que ya se había quitado la camisa. Típico- Pero, Mayor, ¿realmente cree que es una buena idea ir a pelear con ellos en un tren en movimiento?
Armstrong: Claro que sí, Alfons muchacho. Siempre es un buen momento para demostrar la fuerza del ejército, ¿no lo crees? -preguntó con una sonrisa confiada y su pecho descubierto haciendo una pose- ¡los haré ver el error que cometieron al atacar un tren en donde yo, el alquimista del brazo fuerte, Alex Luis Armstrong me encuentro a bordo! ¡Solo dejen que vengan y les mostrare como saco la basura!
Momento en que dos revolucionarios entraron solo para que en un segundo sus cuerpos salieron disparados fuera del tren a causa de la explosion hecha por Lyra con su collar, una fórmula alquímica básica y algo de potencia de la piedra roja en el centro del accesorio.
Alfons: Lo notaste ¿no es así?
Lyra: En efecto, uno de ellos tenía círculos de transmutación en trozos de tela. Era un alquimista, mejor no arriesgarse, señorito -dijo en lo que le di la razón- esto vuelve la situación más interesante. Mayor, usted vaya a los vagones de atrás y revise el vagón de la explosion. Yo y las chicas nos ocuparemos de los vagones delanteros -dije con calma.
Solo para sentir como alguien se estaba esposando a mi y fue cuando note a cierto rubio de abrigo rojo a mi lado ¿donde consiguio esas esposas?
Edward: Olvida que te iras sin mi otra vez.
Alfons: Edward, solo quiero que te relajes, ya me ocupo yo de todo, no tienes que perder tu tiempo con estos tipos -dije sonriéndole, solo para recibir un ceño fruncido como respuesta ¿ahora que fue lo que dije?
Edward: Se del modo en que me ves, pero entiende que no soy ninguna princesa a la que debas rescatar, yo también puedo pelear y lo sabes -dijo antes de solo entrelazar sus dedos con los míos- solo... déjame mostrarte que no tienes que cuidarme todo el tiempo.
Maldita sea ¿Por qué tiene que ser tan lindo? Pero no caeré bajo sus encantos, no esta vez, o bueno... solo esta vez. A fin de cuentas solo eran unos criminales de quinta. Y si eso hace feliz a mi dulce leoncito de melena dorada ¿Qué más da?
Alfons: Está bien, tú y Al pueden venir también. Solo no se adelanten ¿ok? -dije besándole la mejilla, logrando mi cometido de avergonzarlo. Dos pueden jugar el juego de las emociones, Ed.
Era tan lindo cuando se sonrojaba. Aunque siendo justos para mi es lindo sin importar que.
Edward: Como sea... hagamos esto como la última vez. Al, tú y las chicas vayan desde abajo mientras que Alfons y yo nos abrimos paso por la azotea.
Al: Muy bien, ustedes dos tengan cuidado ¿bien? -pregunto en lo que ambos le dimos un pulgar arriba. Siendo así que solo se fue al siguiente vagón siendo seguido por Clara y Lyra. Estarán bien.
Alfons: Muy bien, vamos, mi amor -dije guiñándole un ojo al rubio de ojos dorados que aunque tenía un leve sonrojo por el piropo, también tenía una mirada decidida.
Edward: Si esos tipos pensaban que podían hacer lo que quisieran sin enfrentar consecuencias, se han equivocado de lugar -se ajustó el abrigo mientras escalábamos por la salida superior del tren.
Me gustaba su energía, incluso en medio del caos. A medida que nos movíamos por el techo del tren, el viento azotaba nuestros rostros. Las vibraciones y el sonido del silbato seguían de fondo, pero había algo más: un retumbar distante de explosiones y gritos. Tenía que admirar el sentido de aventura que Ed poseía, ese fuego que lo llevaba a actuar aun cuando las cosas parecían desesperadas.
Alfons: Mantente cerca -dije tomando su mano una vez subí a la azotea del vagón para ayudarlo a subir también.
Edward: No te preocupes por mí, en vez de eso, en vez de eso ¿Qué dices si empezamos a divertirnos? -preguntó señalando un par de vagones al frente donde habían tres rebeldes con espadas listos para interceptarnos. ¿Qué se creían piratas? Para empezar estamos en tierra, esa temática es muy incongruente.
Pero aun así una cosa era segura, estos tipos no era ninguna amenaza, entre ellos y los infiltrados en el tren con uniformes de la policía militar (o eso creo que eran estos últimos) lo más que fueron para nosotros fue un modo para matar el tiempo y hacer el viaje más entretenido, con la alquimia de Ed y su estilo de combate cuerpo a cuerpo, más mi estilo más letal y a distancia con mi alquimia de aire, fue un juego de niños.
Edward: Si los secuestradores tienen un líder, este seguro estará en el frente del tren, mejor ir con cuidado -dijo mientras avanzábamos por el techo de los vagones.
Alfons: Hablando sobre el líder... ¿Te diste cuenta de que algunos de los rebeldes vestían atuendos militares? -pregunte llamando su atención- tengo dos teorías, o se robaron los uniformes para hacer este golpe o tenemos una rata de alto rango en la milicia a bordo.
Edward: Sí, eso me molestó... pero claro, los criminales en el ejército no son una rareza -mencionó encogido de hombros- pero como sea, solo tenemos que encontrar al líder y patearle el trasero, sigamos adelante.
Alfons: Te doy la razón... ¿sabes? Me gusta cuando sonríes, tienes una linda sonrisa -dije logrando nuevamente que se pusiera rojo de pudor.
Edward: ¡¿Quieres dejar de coquetearme?! ¡Al menos hazlo cuando no estemos a mitad de un conflicto!
Alfons: Me pides mucho, no decirte cada que pueda lo hermoso que eres para mi es un crimen por sí mismo -mencione haciéndolo resoplar con fastidio pero igual, aunque trato de ocultarlo, le vi la sonrisita que trato de esconder.
Edward: Oh, por el amor de... -suspiró con una mezcla de frustración y diversión, mientras movía los ojos al cielo y avanzamos al siguiente vagón donde decidimos echar un ojo y ver el interior de este y ver a algunos miembros de la política militar haciendo de guardia, siendo uno de ellos quien parecía ser el jefe. Esto se pondrá bueno.
No podía evitar sonreír al verlo pelear. Había algo increíblemente atractivo en su determinación y fuerza. Aun así, traté de mantener la cabeza clara. Mientras luchaba contra uno de los hombres, propuse un tornado de aire para desviar el ataque del otro. La alquimia se sentía natural, cada movimiento acompañando al siguiente, como si estuviéramos danzando juntos en el caos.
Pero no fue hasta después de derrotar a los soldados e interrogar a quien parecía liderarlos que me di cuenta de que esta situación parecía ser más interesante de lo que pensaba. Aparentemente la situación se resumía en que estos soldados estaban desertando y decidieron fingir ser del frente de liberación oriental para así ocultar sus huellas en su huida ¿y porque huían? Porque aparentemente otro policía militar de mayor rango iba a incriminarlos de crímenes que no cometieron y decidieron huir.
No pudiendo defenderse o protestar porque ya había una orden judicial para todos ellos... menudo desperdicio de potencial, porque si, buena parte de los ex militares incriminados eran alquimistas aparentemente.
Alfons: Vaya, esto sí que parece una conspiración...
Edward: Entonces ¿estás tratando de decirme que todos ustedes son buscados por un crimen que ustedes colectivamente no cometieron? -preguntó con cierta aversión, no pareciendo convencido de la historia. Y en cierto modo no lo culpo, nos faltaba información.
Policía militar: ¡Sí! Bueno... algunos de ellos pueden ser realmente criminales...¡pero no yo! ¡Soy inocente, lo juro!
Alfons: Y esto lo dice el tipo que orquestó el secuestro del tren...
Edward: Exacto, felicidades ¿no querías ser un criminal? Bueno, eres un criminal ahora -dijo dispuesto a noquear al tipo solo para que este se pusiera de rodillas.
Policía militar: No quise causar tal escena. Quería que fuera más encubierto. ¡Lo único que queríamos era llegar a Hiessgart, no estoy mintiendo! -dijo llamando mi atención.
Alfons: ¿A Hiessgart? ¿Y para qué? -pregunte al tipo que parecía reacio a responder pero el ver la espada que Ed transmuto en su automail lo hizo reconsiderarlo.
Policía militar: ...El único que estuvo de nuestro lado fue el coronel Genz Bresslau. Y él fue quien nos dijo... que nos refugiáramos en Hiessgart, porque la ciudad estaba estableciendo una autonomía de alquimistas. El único modo de que un hombre buscado llegue a Hiessgart era tomando prestado un tren... -dijo notándose su desespero- iba a esperar en Hiessgart hasta que se calmaran las aguas para luego tratar de probar mi inocencia.
Y por mi parte solo podía decir que toda esta situación me parecía muy sospechosa ¿una autonomía, y por lo tanto, un gobierno autónomo de alquimistas? ¿Eso cuando paso? Que el cuartel general en central autorizará algo así sería una vil mentira. Algo de esa magnitud sería demasiado peligroso para dejar que pase libremente lejos de supervisión militar por más de una razón.
Edward: Para mi eso cuenta muy estúpido e irresponsable. Como poner un coyote en una granja de gallinas. Siendo Hiessgart el coyote y el país la granja. El ¨granjero¨ nunca permitiría algo así -dijo refiriéndose al Führer posiblemente. ¿Soy yo o parece más... maduro, de lo normal?
Bueno, en su defensa debo decir que a lo que recuerdo, hasta cierto punto si se tomaba su trabajo de alquimista estatal cuando eran cosas de sentido común, de allí a que se tomará libertades llegando incluso a ir en contra de los protocolos y de la milicia debes en cuando ya era punto y aparte.
Policía militar: ¿Que? Pero el líder es supuestamente un gran alquimista del estado, uno de los famosos ¨Diez alquimistas¨... el profesor Wilhelm Eilselstein.
... Con razón ese nombre me parecía familiar, ahora sé de donde lo escuche. Pero esta información es errada, para empezar el profesor no es alquimista estatal. Wilhelm Eilselstein, uno de los famosos diez. Diez alquimistas que han logrado reconocimiento a nivel mundial por sus investigaciones completamente autónomas sin ayuda de ningún gobierno o empresa. En particular el profesor era reconocido como una autoridad mundial de la catalítica (el estudio de la alquimia eficiente).
Y por la expresión de Ed, así como la de Al que aparentemente acaba de llegar con las chicas y escucho lo último de la conversación, veo que no soy el único sorprendido.
Al: ¡¿QUÉ?! ¿El profesor Eilselstein?
Policía militar: Nosotros escuchamos que él ha estado llamando a alquimistas de todo el país, es todo lo que sabemos.
Al: Pero... ¿Qué es lo que significa todo esto? -se preguntó el menor de los hermanos mientras que el mayor parecía aún consternado.
Edward: No tengo ni idea... me pregunto si es el mismo profesor Eilselstein que nosotros conocemos...
Al: Está llamando alquimistas ¿para qué haría eso?
Oh, yo tengo posibles ideas, y ninguna me gusta ciertamente. Aunque no pudimos sacarle mucho más al policía militar que decidió aprovechar que estábamos distraídos para escapar y subir al techo del siguiente vagón, solo para allí mismo ver un destello y todos solo observamos como cayó el cuerpo sin vida del soldado fuera del tren... repito, que desperdicio.
Siendo el responsable una vez me adelanté (ordenando al resto que se quedarán atrás) y me elevé para observar a alguien que parecía ser otro policía militar. Que por como tenía decorado su uniforme podría decir que se trataba de un coronel, un hombre de cabello mohicano con trenza fornido que estaba a mitad de disfrutar de un cigarro, además de tener un automail por brazo... pero solo me basto con ver su mirada para darme cuenta que este tipo me daría problemas.
Alfons: ... Un coronel de la policía militar... ¿no serás de casualidad el tal Genz Bresslau?
Genz: Jejeje... ¿Y que si lo soy, niño? -pregunto burlón.
Alfons: Solo me basta con ver tu aspecto para saber que no estas bien de la cabeza... Dime ¿por qué engañas a tus hombres para luego guiarlos hasta Hiessgart? -preguntó al militar que se hizo el desentendido.
Genz: Un chico muy inteligente ¿no es así? Pero no tienes que saber nada más porque morirás aquí mismo -dijo con una sonrisa que ansiaba sangre- y si ¡Yo soy Genz Bresslau, el alquimista perforante! ¡Y soy el más fuerte del ejército! -dijo sin impresionarme realmente.
Si eso es verdad ¿Por qué nunca antes había escuchado de él?
Edward: ¿Y quién dice que eres la más fuerte en el ejército, de todos modos? Y para que sepas, tu mamá no cuenta -dijo uniéndose a mi y al coronel insubordinado en el techo del vagón. ¡Maldición, te dije que te quedaras atrás, Ed!
Genz: Vaya, así que hay más... Bueno, ya me encargue de mis subordinados incompetentes. Ahora ustedes chicos son el único problema que me queda por atender -declaró con arrogancia- nada personal, entiendan. Están en el camino, y no pueden culpar a nadie más que a ustedes mismos.
Alfons: Conque esas tenemos... Bueno, es un trabajo sucio pero... alguien tiene que transmutarlo -dije empezando a elevarme, a la vez que Ed nuevamente convirtió su brazo en una espada.
Cosa que al parecer llamó la atención del dichoso alquimista perforante.
Genz: Un momento, acaso ustedes son... Si, ustedes son Edward Elric, el alquimista de acero. Y el hijo de Mustang, Alfons Heiderich, el alquimista de los cielos ¿no es así? -preguntó con interés.
Edward: Pues si lo somos. ¿Quieres que te firmemos la frente o algo así?
Genz: ¡Wohoo! ¡No sabes cuánto deseaba conocerte, alquimista de acero! -exclamó con emoción- Bueno entonces... solo seamos tu y yo, tu brazo derecho contra mi brazo izquierdo ¡Arreglemos aquí y ahora quien es el que REALMENTE debe ser llamado acero! ¡Ven y muéstrame lo que tienes, enano!
Ay no... lo dijo, la palabra detonante... Uh oh.
Edward: Tu... ¡¿A QUIÉN LLAMAS MICROSCÓPICO, HUH?! -pregunto antes de lanzarse al ataque como un perro de caza... lo amo, pero en serio debe aprender a controlar su carácter.
El ataque de Edward fue directo y veloz, sus movimientos ágiles reflejaban la maestría de un experimentado combatiente. Genz, confiado en su fuerza y habilidad, simplemente sonrió ante el embate del alquimista de acero. Su brazo automail brilló intensamente cuando lo alzó, y, usando la fuerza de su cuerpo, contraatacó con un golpe directo que Edward esquivó por poco.
Genz: ¡Eso es, ven a mí! ¡Siente el verdadero poder de un soldado del ejército! -declaró, su voz resonando con un eco desafiante mientras se lanzaba al ataque.
Edward pudo anticipar el movimiento de Genz. Con un giro ágil, utilizó la espada de su automail para desviar el golpe que estaba dirigido a su abdomen. En un instante, el tren tembló nuevamente por la fricción de los movimientos de los combatientes. Por mi parte mis instintos me decían que debía intervenir, pero sabía que necesitaría el momento adecuado para hacerlo.
Edward: ¡No soy tan fácil de derrotar, estúpido! -gritó mientras contraatacó, lanzando una serie de golpes rápidos que lograron conectar con Genz, aunque estos apenas lo afectaron.
Genz: ¡Bien hecho, chiquitín! Pero necesitarás más que unos cuantos golpecitos para vencerme -respondió riéndose, seguido de un fuerte movimiento de su brazo automail que desató una onda de choque. La fuerza del golpe alcanzó a Edward y lo arrojó contra un lateral del tren.
Alfons: ¡Edward! -exclamé, atrapandolo en plena caída antes de solo dejarlo nuevamente sobre el techo. Ok, se acabó ser espectador, aunque Edward me reclame por meterme después, nadie lastima a mi novio no oficial en mi presencia.
No era momento de dudar. La adrenalina corría por mis venas y la preocupación por Edward me llenaba de determinación. Mientras él se levantaba, sacudiéndose el polvo y lanzándome una mirada llena de gratitud, supe que esta pelea la debíamos ganar si o si.
Alfons: ¡Vamos, Edward! ¡No te dejes intimidar por ese tipo! -dije, tratando de alentar su espíritu combativo.
Edward: Gracias, Alfons... ¡pero no necesito que me rescates! -respondió con un tono entre fastidiado y divertido, tomando de nuevo su posición de combate, su brazo en forma de espada alzándose para prepararse para el siguiente asalto.
Genz: ¡Qué encantador! Pero su pequeño romance no me importa. ¡Vengan acá, será muy dulce cuando acabe con ustedes dos! -se burló el coronel, estirando su brazo automail y preparándose para atacar de nuevo.
Antes de que pudiera lanzar un nuevo golpe, utilicé mi alquimia. Con un giro de mi muñeca, generé una ráfaga de aire que empujó al coronel hacia atrás, tratando de darle a Edward un respiro, quien asintió, comprendiendo rápidamente la estrategia.
Edward: ¡Voy a distraerlo! ¡Tú encárgate de tomar ventaja de su posición!
Era un plan simple, pero efectivo. Edward se lanzó hacia Genz, lanzando su espada con un ataque rápido y preciso. El coronel desvió el primer golpe, pero no podía anticipar la rapidez con la que Edward lo siguió con una serie de ataques consecutivos. Mientras tanto, concentré mi energía en atraer el aire a nuestro alrededor, enrarecido y lleno de potencial.
Genz: ¡¿Qué?! ¡No puedes coordinarte con ese chico, no te dejaré ganar tan fácilmente!
Aprovechando su frustración, lancé una ráfaga de viento hacia él. Fue el momento perfecto: el viento causado por la fricción de la velocidad del tren aumentó la velocidad de mi propio ataque, haciendo que Genz apenas pudiera reaccionar. Edward arremetió con fuerza, conectando un golpe directo en el abdomen del coronel, y logrando que este tambaleara. Mientras el coronel intentaba recuperarse, lo vi vislumbrar una oportunidad. Sin pensarlo, me situé detrás de él.
Alfons: ¡Ahora, Edward! -dijo al rubio que ya estaba en posición.
En el instante preciso, Edward giró sobre sí mismo, decidiendo acabar la pelea en un solo movimiento. Lanzó un potente ataque, y yo acompañé su movimiento con un torbellino de aire que lo bombardearía a él también. La combinación de nuestros poderes fue devastadora. Genz, atrapado entre la espada y el viento, dejó escapar un grito de sorpresa y dolor mientras impacta contra el techo del tren, siendo casi arrojado fuera del mismo por la fuerza.
Genz:... No puede ser, no puedo perder...
Edward: Espero que con esto te quede claro que esta no es tu liga -dijo con cierta arrogancia en lo que yo me aguante las ganas de darle un golpe, este no era momento de presumir... aunque admito que yo también lo hago de vez en cuando- ¿el más fuerte del ejército? que montón de habladurías, solo un hablador que no es un verdadero reto...
Genz: ¡Ustedes son unos bastardos! -declaró antes de quejarse de dolor- ¡esto no ha acabado, terminaremos esto la próxima vez, nos vemos enano! -dijo tocándole la vena sensible a mi rubio de carácter difícil.
Quien en respuesta solo transmuto un cañón, con el cual disparó una bala al coronel que solo esquivo el ataque y salto del tren. A la vez que la bala de cañón impactaba contra el túnel que estaba más adelante... ay no.
Edward: Ups... mi error... -dijo con algo de culpa.
A lo cual yo solo me resigne a la idea de que ya le íbamos a perder el rastro a ese sujeto, ahora había un tren que salvar.
(Fin del flashback)
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Y si, recordando todo eso solo puedo decir que ahora mismo estaba usando todo mi autocontrol para no tomar una bolsa y gritar solo arrancarme el cabello a tirones. Más vale que encontrara el modo de arreglar toda esta situación rápido, de lo contrario ya podía imaginar lo que me dirían los altos mandos en central, porque definitivamente será a mí a quien regañen al ser el de mayor rango presente.
Mientras que por mi parte, lo amo, en serio que para mi Ed es mi razón de vivir y la cosa que mas adoro en este mundo... pero ahora mismo estaba buscando una sola razón para no matarlo en ese mismo instante... la cual acabó siendo verle de reojo el trasero mientras observaba con culpa el tren destruido... ¨Ah, ya me acorde¨, pensé divertido.
Perfectamente redondas como me gustan, tal vez apretarle una seria un castigo justo y no se puede negar porque es nada en comparación a todo este desastre. Je... sigue soñando Alfons, sabes que nunca le harías eso a Ed, no sin su consentimiento al menos.
Edward:... Vaya... mira todo esto... -dijo con amargura mientras su hermano lo miraba con reproche.
Al: Hermano... ¿Por qué siempre tienes que llevar las cosas demasiado lejos? -pregunto antes de verme con incomodidad- bueno ¿ahora que hacemos?
Mientras que yo solo vi de reojo como Lyra se acercaba en compañía del mayor Armstrong, a quien ya le debieron de informar de todos los sucesos ocurridos. Era hora de una pequeña reunión estratégica.
Armstrong: Ya veo... con que otro sospechoso fue la mente maestra detrás del secuestro del tren...
Alfons: Aunque no es que importe mucho, el culpable en cuestión está muerto. Lo mató ese coronel de la policía militar llamado Bresslau. Su brazo izquierdo es un automail como el de Edward.
Edward: Sonaba como si hubiera estado reuniendo alquimistas militares para llevarlos a Hiessgart. Lo que entiendo es el porque los trajo hasta aquí solo para matarlos.
Lyra: Posiblemente vieron algo que no debían ver -dijo con seriedad- esa usualmente es la razón más común para silenciar a alguien en la milicia. Bresslau eliminó a su número dos al final, luego logró dar media vuelta y huyó de nosotros.
Armstrong: Que actos tan deplorables de un militar... Agilizaremos una orden para este sujeto Bresslau. Pero mientras tanto... -exclamó mirando el tren- ¿Qué hacemos con esta devastación...?
Al: Quiere decir el incidente instigado por Ed ¿no? -pregunto haciendo que su hermano lo viera con puñales en los ojos y le susurrara que se callará.
Vaya, cuando se trata de cargar la culpa ni en la familia puedes confiar al parecer jeje.
Armstrong: Será muy difícil realizar esta limpieza, incluso con el uso de la alquimia -dijo cruzado de brazos- que fastidio... ¡Bresslau no puede ser perdonado! ¡Descarrilar un tren para escapar egoístamente está más allá del mal! -dijo para luego guiñar un ojo de forma cómplice a Ed que solo sonrió apenado.
Siempre lo he dicho, el mayor Armstrong es de los militares más confiables, si te ganabas su confianza tenias un amigo de por vida, garantizado.
Edward: Si... jeje... no bromee con eso, Mayor... -dijo antes de solo suspirar- como sea, no tenemos otra opción. Debemos llegar a Central, incluso si eso significa caminar. No tenemos tiempo que perder.
Al: Estamos cerca de Hiessgart, quizás allí podamos tomar un tren que nos lleve a Central.
Armstrong: ¡Esperen un segundo ustedes dos! ¡No podemos solo dejar este lugar así como así! Hay mucho por hacer aquí. Debo presentarme en el cuartel general, reunir a los sospechosos y ayudar a los pasajeros.
Edward: Bueno, entonces... eso solo significa que tendremos que decirle adiós, mayor. Nosotros seguiremos nuestro camino -dijo con toda la intención de irse y dejarle el trabajo del desastre causado por él al mayor (y creo que a mi también).
Eso es algo en lo que incluso hasta estoy de acuerdo con mi padre (aunque nunca lo admitiría en voz alta) el hecho de que gran parte de lo que son los deberes y responsabilidades de un militar Ed perfectamente las ignora y no sigue ningún protocolo a menos que le convenga... si no fuera porque mi corazón le pertenece.
Justo por eso fue que llame y deje a Russell y Fletcher en el este haciendo el trabajo que se suponía debía hacer Edward de hacer una revisión y un inventario de todas las investigaciones de Shou Tucker para que él no se metiera en problemas.
Armstrong: ¡¿Qué?! ¡No, absolutamente no! ¡Soy su escolta, debo estar a su lado todo el tiempo!
Edward: Vamos Mayor, no necesitamos un escolta luego de haber llegado tan lejos. Estamos en las montañas, no hay nada peligroso aquí, aparte de algunos arbustos de aspecto inquietante -dijo en lo que yo solo suspire.
Alfons: Descuide mayor, ya me adelante, Lyra ya informó al cuartel general de lo sucedido. Las chicas se quedarán con usted para hacer todos los protocolos respectivos y luego nos reagruparemos en Hiessgart. Yo acompañare a los hermanos Elric -dije como punto final de la discusión.
Con un suspiro de resignación, el mayor asintió ante la decisión conjunta y miró a los hermanos Elric con la misma mezcla de admiración y exasperación que siempre mostraba.
Armstrong: Está bien, pero ustedes dos, y me refiero a ambos, por favor tengan cuidado. Este asunto, aunque parezca trivial, tiene muchas más capas de las que pueden imaginar. Y no se olviden de que posiblemente haya algo más grande detrás de esto.
Edward: No se preocupe, Mayor. Sabemos lo que hacemos... -mencionó estirando su automail con una mueca que ocultaba la preocupación que lo consumía.
Alfons: Bueno, al menos yo sí -respondí ganándome reclamos de ambos hermanos, logrando sacarme una risa.
Mientras que por su parte el Mayor se volvió hacia Lyra y Clara, quienes estaban tomando notas frenéticamente.
Armstrong: ¡Chicas! Deben asegurar todas las pruebas cruciales para el informe. Necesitamos que cada detalle esté documentado. La necesidad de certeza es vital en situaciones así, y no podemos permitir que nadie más sufra por esta situación.
Lyra: Sí, Mayor. Solo necesitamos unos minutos más y luego podremos comenzar a ayudar a los heridos.
Clara: Eso es, nos aseguraremos de que todo esté en orden. Solamente asegúrese de que el cuartel central rechace cualquier intento de Bresslau de salir de esto impune.
Armstrong: Haré lo posible, pero no se preocupen por eso ahora. Su trabajo es más importante -dijo con una sonrisa.
En lo que por parte mía y de los hermanos solo nos encogimos de hombros antes de comenzar a emprender rumbo hacia la ciudad o pueblo, honestamente no lo sé, nunca he estado en Hiessgart antes, así que de momento, Ed y Al eran mis guías turísticos... la cual fue una decisión de la que acabe arrepintiéndome a los pocos segundos.
Al: ¿Estás seguro de que vamos en la dirección correcta?
Edward: Bueno, hemos estado en este único camino hasta ahora, así que... sí -dijo no muy convencido de su propia afirmación.
Alfons y Al: La ignorancia es felicidad... -susurramos al mismo tiempo para nuestra sorpresa.
Vaya, que les parece, en cierto modo parece que él y yo pensamos igual al menos algunas veces... no debería sorprenderme tanto realmente.
Al: En todo caso -mirando a su hermano- Sabes... nunca pensé que terminaríamos en Hissgart otra vez.
Edward: Yo tampoco. la última vez que fuimos, habíamos ido en compañía de la maestra... así que si ha pasado un largo tiempo.
Al: Oye hermano, si vamos a ir a Hiessgart ¿Por qué no aprovechamos para visitar al profesor Eilselstein? -preguntó con cierta emoción.
Vaya, honestamente no sé qué pensar de esto, acaban de escuchar que Hiessgart posiblemente sea un lugar peligroso y lo ignoran a propósito o simplemente no les importa y lo ven como ir a comprar pan a la panadería... por esta clase de falta de sentido de supervivencia es que tomó las medidas que tomó respecto a la seguridad de estos dos. Y más bien siento que me he quedado corto estos últimos años.
Edward: ¿Al profesor? De ninguna manera
Al: ¿Por qué no? Quiero decir, quisiera ver a Selene también -pidió con cierta insistencia.
Edward: ¡Tonto! ¿No olvidas algo? ¡El profesor es amigo de la maestra! Alguien como el profesor podría darse cuenta de lo que hicimos en el momento en que nos vea -exclamó con cierto recelo.
¿Lo qué ellos hicieron? Ah sí, la transmutación humana que los dejó tal y como están ahora. Para este punto su maestra no sabe nada de eso, y ellos creen que en el momento en que se entere ella los matara... un pensamiento acertado ciertamente.
Edward: ... Sabes lo que quiero decir, Al -menciono luego de que ambos guardaron silencio unos instantes, posiblemente recordando el suceso- el profesor podría decírselo a ella... él podría decirle que nos atrevimos a realizar una transmutación humana, solo imagina el problema que tendríamos si ella se entera.
Al: Si eso pasara...
Edward: Nuestra maestra...
Ambos: Sin duda nos mataría -dijeron asustados.
Edward: ¿Lo entiendes, Al? Una vez lleguemos al pueblo, vamos en línea recta hasta la estación.
Al: Si... probablemente esa sea la mejor idea... -dijo todavía con cierto pánico en lo que empezamos a caminar.
Diría que exageran, pero tengo las memorias del entrenamiento de estos dos, y hasta compartía su dolor. Lo que ellos vivieron con su maestra, yo también lo sufrí con la general Olivier. Ya podía imaginar lo que Edward pensaba, y entendía su miedo.
Edward: Pero sabes lo que me molesta... un gobierno autónomo de alquimistas -dijo pensativo- si el profesor realmente está llamando a todos esos alquimistas ¿Qué estará tratando de hacer?
Al: En todo caso ¿Qué es lo que el profesor estudia?
Alfons: Catalización, dicho en palabras simples, busca el método de hacer a la alquimia más eficiente a través de la catalización de la energía, dándole un equilibrio más controlado -dije haciendo que ambos me vieran con sorpresa- claro que se de los famosos diez, aprendí de ellos durante mi formación...
Edward: No es eso, es solo que... por un momento nos olvidamos de que estabas aquí -dijo apenado- perdónanos, es que como te quedaste callado y usualmente Al y yo solemos ir por nuestra cuenta y pues... Bueno, tienes razón, esa es la especialización del profesor. No puedo decir mucho al respecto de ella, yo mismo no he practicado la catalización por mi cuenta -dijo intentando no verme a los ojos por la vergüenza.
Mientras que yo solo pude sonreír como bobo, empiezo a odiar lo fácil que caigo ante su ternura.
Al: Yo recuerdo que Selene solía ayudar a su padre en su investigación... -dijo llamando nuestra atención- aunque no quieras reconocerlo, Selena era una genio como tú, hermano.
Edward: ¿Y eso qué? Lo repito, esa chica no tenía corazón -reclamó resentido.
Al: Me sorprende que puedas guardar rencor por algo tan pequeño -dijo en lo que yo no pude evitar darle la razón al hermano menor. Ya que tuve que lidiar un buen tiempo con el rencor de Ed también. Y hablando de rencor...
Edward: ¿Pequeño? ¡¿Acabas de llamarme pequeño a mi, Al?! -pregunto para que luego ambos buscáramos calmarlo.
Pero por muy prodigio que sea, Ed sigue siendo un adolescente que carece de crianza parental, era normal tener arranques como estos de vez en cuando. Lo que era lindo en cierto modo, pero también era un grito silencioso de ayuda. Repito, más vale que la razón de que te fueras aquí fuera buena, Hohenheim de luz, porque si no yo mismo te tiro todos los dientes de un puñetazo.
Edward: Pero como sea, lo que haga el profesor no es algo que nos concierne, ni él ni Hiessgart tampoco. Todo lo que necesitamos es volver a Central para conseguir la investigación de Marcoh, y rápido -dijo para que luego solo siguiéramos caminando.
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(Unos momentos después)
El camino hacia Hiessgart era más largo de lo que esperábamos. Si bien los árboles que nos rodeaban eran imponentes y hermosos, el aire se sentía pesado, casi como si en cualquier momento el suelo pudiera abrirse y engullirnos. La tensión seguía residiendo en el aire, recordándonos que el incidente en el tren no había sido un episodio aislado. A mi lado, Edward seguía en su papel de liderazgo, intentando mantener la calma a pesar de la angustia que reflejaba su rostro.
Y como si en verdad alguien nos hubiera puesto una maldición, durante el camino nos topamos con una banda de bandidos que nos impidieron el paso debido a que habían hecho un punto de control, bloqueando el camino a Hiessgart y por lo tanto hubo que lidiar con ella ¿de verdad eran tan escasas las oportunidades en las zonas rurales para que varios decidieran que los actos delictivos eran la mejor forma de ganarse la vida? Eso es triste...
Pero rápidamente pase de la tristeza a la consternación cuando a lo lejos vimos algo que creo que a los tres nos sorprendió bastante. El como un bandido que venía de la dirección donde creíamos que se encontraba Hiessgart, era perseguido por un monstruo que parecía ser una mezcla entre un pájaro y un reptil. ¿Qué demonios está haciendo una quimera aquí a mitad de la nada?
Edward: ¡¿Qué demonios era eso?!
Al:... La fauna de Hiessgart es ciertamente exótica por lo que veo...
Edward: ¡Eso en definitiva no era un animal, tonto! -dijo reprochando a su hermano- ¡eso era obviamente una quimera! ¡Alguien transmuto una quimera!
Al: ¡¿No, qué?! No hay manera, eso era una loca mutación genética. ¿De verdad alguien pudo...?
Alfons: Con una supuesta autonomía, no me extrañaría que algún loco busque ser el nuevo alquimista hilador de vida -dije cruzado de brazos- las quimeras deben estar como defensa del pueblo, posiblemente contra cierto posible intruso con una cicatriz en el rostro -dije refiriéndome al Ishvalano que de momento esta incapacitado pero eso la gente de Hiessgart no lo sabia.
Aunque no los culpo por tomarse sus reservas, una ciudad entera de alquimistas es un objetivo muy tentador para un psicópata como Cicatriz. No obstante, lo mejor era no llamar la atención, lo mejor era ignorar a las quimeras y tratar de llegar a la ciudad lo más pronto posible de la forma más discreta. Cada vez más mis instintos me gritaban que Hiessgart podía ser más de mi interés de lo que parecía a simple vista.
Y fue justo en ese momento que otra cosa inusual paso, la cual fue que mientras nos abríamos paso por un camino al fondo de un cañón, de la nada una chica pelirroja cayó encima de Edward, salvándose de que el mayor de los Elric amortiguó su caída (aunque no me jodan, con lo cuidado que lo tengo para que alguien me lo quiera romper así de arbitrariamente)... ¿Quién era ella en todo caso?
Chica: Que golpe... un momento ¡Las flores, las flores, las flores, las flores! -dijo tras levantarse y revisar alrededor de la caída. Sin notar que tenía las dichosas flores apretadas en su mano- un momento, aquí están, no puedo creer que las consiguiera.
Digo... Algo me dice que esta chica no es muy observadora que digamos.
Chica: Bueno, tengo que irme ya -declaró con una sonrisa ya buscando irse. Solo para que una mano le sujetara la pierna antes de que pudiera alejarse. Dicha mano era la de un molesto Ed que seguía en el suelo adolorido.
Edward: Ejem, disculpa... -dijo haciendo a la pelirroja solo reir apenada.
Chica: ¿Uh? ¿Qué haces tirado así en el suelo? -preguntó haciéndose la inocente para fastidio del rubio de cabello largo a quien ya habíamos ayudado a levantarse.
Edward: Eso es exactamente lo que quería preguntarte a ti, señorita -dijo con fastidio.
Chica: ¿Qué? Bueno, sea lo que sea, ten más cuidado. Yo tengo prisa -reclamo de que no la dejáramos ir para enojo de Ed.
Edward: ¡EJEM! ¿No tienes algo que decirme?
Chica: ¿Uh? No, particularmente creo que nada -dijo encogida de hombros- ¿Quiénes son ustedes de todos modos? ¿No saben cómo se le debe hablar a una dama? ¿Dónde están sus modales? -nos reclamó.
Vaya... menudo personaje nos acabamos de encontrar. Hasta yo quería hacer un escándalo como Edward que estaba siendo sujeto por su hermano mientras lanzaba mil y un maldiciones a la chica (pero como las decía lo más rápido posible ni se entendía lo que quería decir).
Edward: ¡Eres una...! ¡¿Dónde están tus modales?! ¡¿Esa es la actitud que tienes después de usar la espalda de alguien como un maldito trampolín?! -pregunto hecho una furia en lo que ella solo lo vio con indiferencia antes de vernos a nosotros.
Chica: ¿Cuál es el problema de este tipo? ¿Por qué está todo enojado? -pregunto, siendo esa la gota que derramó el vaso para mi amorcito.
Edward: ¡Te estoy diciendo que te disculpes! ¡Tu gordo trasero cayó del cielo y me aplastó! -reclamo solo para que ella mostrara una actitud grosera en respuesta.
Chica: Oh, con que eso paso, pero que mala suerte tienes... Quiero decir, cómo eres una cosita tan pequeña...
Es todo ¿esta tipa quiere morir o qué?
Edward: ¿Qué... fue lo que me dijiste...? -pregunto en lo que ya estaba siendo sujetado por su hermano.
Chica: Solo digo... Ni siquiera pude verte desde arriba porque eres muy pequeño -dijo casual. no como ese grandote de la armadura o el rubio guapo de ojos azules. A ellos pude verlos a millas de distancia, mientras que tú eres tan pequeño.
Edward: ¡SOLO CALLATE! ¡Para! ¡Deja de llamarme pequeño! ¡SOLO DEJA DE DECIRME ASÍ! -dijo mientras que Al usaba todas sus fuerzas para sujetarlo y no hiciera alguna locura- ¡¿No te vas a disculpar por los problemas que me causaste?! -pregunto haciendo que la pelirroja dejará la actitud burlona por una molesta.
Chica: ¿Problemas? ¡¿Problemas?! ¡¿Quieres hablarme a mi de problemas?! -reclamo con molestia- ¡Oye, podría haber aterrizado con gracia sobre mis propios pies! ¡Pero NO, tú tenías que estar en mi camino, y por eso terminé cayendo sobre mi trasero! ¿Qué tiene eso de problemas?
Mejor lo aclaro, yo mismo estaba usando todo de mi para no hacerle nada a esta chica tampoco. Pero sencillamente no podía creer su descaro.
Al: Oigan, ya, suficiente, mejor sepárense ustedes dos -mencionó mientras alejaba a Ed de la chica- solo olvídalo, hermano. Alégrate de que nadie resultó gravemente herido.
Chica: Exacto, el chico de la armadura sabe de lo que habla -declaró más calmada- ¿me puedo ir ya? Se los dije, tengo prisa. Nos vemos, rubio de pantalones cortos -dijo antes de solo irse corriendo.
En lo que ahora era yo quien sujetaba a Ed para que no tuviera que arrestarlo por intento de homicidio. Ya que si lo creía muy capaz de eso para este punto.
Edward: ¡Ya verás cuando te agarre! ¡Vuelve aquí ahora mismo pedazo de...! -dijo dando patadas intentando soltarse, para terminar cansado y recuperando el aliento- no puedo creerlo... esa... chica me llamo... pequeño... ¡Es todo, vamos tras ella!
Alfons y Al:... ¿Qué?
Edward: ¡Voy a obligarla a que se disculpe! ¿Dónde está ella? ¡¿Qué camino fue el que ella tomó?! -dijo antes de solo soltarse y seguirle el rastro a la chica. A lo cual Al y yo solo compartimos una mirada antes de solo seguir al rubio del abrigo rojo.
Debería ponerme firme e insistir en ir directo a Hiessgart (como Ed quería en primer lugar) Pero... solo diré una cosa: lo que hago por amor.
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Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Oficialmente empezamos con el arco de Hiessgart y por lo tanto empezamos con la trama de Fullmetal Alchemis y el ángel caído. Por mi parte se tanto como la mayoría, ósea nada, y estoy jugando el juego mientras escribo para así saber de que va la cosa. Y no mentiré, esto me intriga mucho.
En fin, por ahora, nos vemos.
Chapter 28: Capitulo 26: Donde lo dejaste, todo esta ahí, aunque cambiando
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(General Pov)
(Cercanías de Hiessgart, cerca de la frontera entre el este y central, Amestris)
Ya habían pasado unas horas desde el choque que causó la abrupta parada de emergencia en las montañas del tren que había sido tratado de ser secuestrado por el grupo de ex policías militares. Por suerte entre la eficiencia del Mayor Armstrong y las compañeras de Alfons, la situación se manejó de forma apropiada. Todos los civiles fueron revisados y tratados, los heridos ya fueron atendidos, se apagó el fuego del frente de la locomotora para evitar cualquier tipo de incidente explosivo, y ya se hicieron los respectivos reportes.
A ojos del mayor parecía el momento perfecto para ir a buscar a los hermanos Elric a Hiessgart, quienes decidieron escaparse antes que trabajar. Situación que lo tendría más estresado de lo que debería estar actualmente de no ser porque Alfons se fue con ellos. Pero justo cuando estaba por irse, una llamada desde el cuartel general del este de una línea establecida de imprevisto por Lyra frustró la idea.
Roy: Mayor, soy yo -dijo sin mucha ceremonia- ya la asistente de mi hijo me informó todo, tengo el reporte.
Armstrong: Mis disculpas por interrumpir su muy ocupado día, Coronel.
Roy: No importa. ¿Entonces estaban en camino desde Resembool a Central, es correcto? -preguntó con cierta preocupación- Entonces, ¿cómo va todo? ¿Están todos bien?
Armstrong: Si, todos estamos bien. Le enviaremos un reporte más detallado después, pero para resumir la situación no hubo víctimas entre tripulantes ni pasajeros más allá de un par de trabajadores de mantenimiento. Nuestro sospechoso sigue prófugo.
Roy: Muy bien. ¿Mi hijo se encuentra allí? Dejame hablar con él -pidió en lo que el hombre musculoso de noble familia solo pudo suspirar.
Ya que sabía de antemano que la respuesta no le iba a gustar a su superior.
Armstrong: Um... bueno, señor...
Roy: ¿Algún problema?
Armstrong: Los hermanos Elric ya se dirigieron a la estación más cercana en Hiessgart. Su hijo fue con ellos para protegerlos y vigilarlos de cerca... -comenzó a explicar antes de ser interrumpido.
Roy: ¡¿Qué?! ¡¿Hiessgart?! ¡Eres un tonto! ¡¿Por qué los dejaste ir por su cuenta?! -reclamó a la vez que el otro hombre se puso tenso.
Armstrong: ¡Lo siento, señor!
Roy: ¡¿No tienes idea de lo que está pasando en Hiessgart ahora mismo?! -pregunto antes de suspirar- en parte es mi culpa, justo iba a hablarlo con Alfons antes de que se fuera de ciudad del este pero el necio de acero tenía que insistir en irse lo más pronto posible que no quedaba tiempo.
Armstrong: ¿Señor? -pregunto sacándolo de sus pensamientos- no, bueno, no... había recibido un informe de los hermanos sobre los alquimistas que se reunían allí, pero...
Roy: Así que no habías oído hablar del reporte que llegó al cuartel general en Central... En parte lo entiendo, con toda la situación de Cicatriz y demás -exclamó sintiendo una migraña- bien, Yo mismo iré allí, Le daré detalles adicionales cuando llegue. Quédese quieto, no se mueva de allí, Mayor. Ni usted ni las chicas de Alfons.
Armstrong: ¡Si, señor! Pero... ¿Qué pasará con los hermanos Elric y con Alfons?
Roy: Uno de mis subordinados está actualmente encubierto en Hiessgart. Tendrá que cuidar a los hermanos Elric por el momento si resulta ser mucho trabajo para Alfons, lo cual creo que es lo más probable... sigo pensando que es una fase, en algún momento mi hijo abrirá los ojos y buscará a alguien mejor -dijo haciendo que una gota de sudor bajara por la cien del mayor.
En parte entendía que el Coronel Mustang y el alquimista de Acero nunca congeniaron a pesar de llevar juntos varios años ya, pero aun así a su parecer Roy estaba siendo muy duro con el joven, aún con su mal genio e impulsividad causada por su juventud e inexperiencia, podría afirmar que Edward Elric era un buen chico. Y a fin de cuentas, fue Alfons quien lo eligió, y el coronel debería saber mejor que nadie que prácticamente desde su niñez hasta la adolescencia su hijo siempre busco a esa ¨persona especial¨, y si al final dicha persona era Edward, no había nada ni nadie que hiciera cambiar de opinión al hijo del héroe de Ishval.
Pero no era quién para meterse, aunque aún seguía creyendo que Alfons y su hermana menor harían una bella pareja, el Mayor respetaría la decisión del joven alquimista de los cielos y solo desearía lo mejor para ambos jóvenes... lo que incluía que de momento, estuvieran sanos y salvos en Hiessgart.
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(Alfons Pov)
(Plaza central, Hiessgart, región del este, Amestris)
Es un hecho, da igual si quien está detrás de todo era el profesor Eiselstein, Bresslau o cualquier otra persona. De todo el recorrido que había realizado junto a Edward y Al tenía más que clara una cosa. Quien fuera que estuviera detrás de todo esto, en verdad no quería a ningún entrometido en la ecuación.
Al final seguir a la misteriosa chica pelirroja nos terminó llevando a lo que parecían ser unas antiguas ruinas que los habitantes de la región habían convertido en minas subterráneas que daban directo al interior de Hiessgart. Y si de por sí entrar al poblado de ese modo no fue lo bastante extraño, había que agregar el hecho de que las minas estaban infestadas de quimeras de todo tipo, incluyendo una quimera cangrejo/armadillo del tamaño de un búfalo al menos. Es oficial, esta gente no estaba para tolerar la llegada de extraños... viendo el lado bueno, había suficiente cangrejo como para un suministro de por vida creo.
Lo que contrasta con todo el asunto de que se estaban llamando alquimistas de todos lados ¿Qué era todo esto? ¿alguna especie de prueba en que el objetivo era sobrevivir hasta llegar a Hiessgart? Todo esto me está haciendo pensar más de lo normal ¿Qué ha estado haciendo mi maestro y padre adoptivo para permitir que todo esto esté sucediendo? ¡El Este es su jurisdicción!
Edward: Ya me estoy cansando de todo esto ¡¿Quién demonios está creando todas estás quimeras?! -preguntó mientras nos abríamos paso por el pueblo. Que asumo que por ser de noche era que no se veía a nadie a la vista.
Al: Parece que pensamos lo mismo, hermano ¿Quién haría tantas y por qué?
Alfons: Pues solo es una sugerencia, pero algo me dice por seguridad para evitar la llegada de extraños, es decir, personas como nosotros -dije no pudiendo evitar por encima de mi hombro en todo momento.
Edward: Maldita sea. ¿Por qué siempre nos tienen que pasar cosas así? -pregunto antes de dar un pisotón haciendo una rabieta- los matones del tren, estas quimeras... ¿Por qué todas estas cosas siguen interponiéndose en nuestro camino? ¡Así nunca llegaremos a Central!
Al: "Tal vez... ¿lo que haces se te regresa? Tu mismo no eres exactamente un ángel, hermano" -lo escuché susurrar antes de hacerse el desentendido cuando su hermano lo vio con mala cara.
Je, tal parece que aun con todos mis esfuerzos para que Ed estuviera lo más seguro posible, como todo un gatito traviesa se las ingenio para hacer diabluras por su cuenta en compañía de su hermano menor (el accidente del tren de hace un momento es la prueba de eso). Me pregunto si será algo de lo que ya estoy enterado o de lo que no tengo idea... No, ya habrá tiempo para que la curiosidad te carcoma, Alfons. Ahora debes concentrarte.
Alfons: En todo caso, parece que hemos perdido el rastro de la chica -dije haciendo que el mayor desviara su atención del hermano menor.
Edward: ¡Si, no tienes que recordármelo! ¿Adónde diablos habría ido ella de todos modos?
Al: Pues... Lo habríamos visto si las quimeras la atraparan. Quizás ya salió de las minas y esté en alguna parte del pueblo.
Edward: Eso es bastante improbable para mi gusto. ¿Cómo podría abrirse paso esa chica entre todos esos monstruos? -pregunto cruzado de brazos. En lo que yo solo pude sonreír con empatía, vaya que la chica le dio una muy mala impresión para que la subestime de ese modo.
Al: ¿Crees que hay un vínculo entre ella y las quimeras? -pregunto solo para recibir silencio como respuesta en lo que llegamos a lo que parecía ser la plaza central del pueblo- al menos estamos en Hiessgart finalmente, ahora podemos... ¡¿Pero qué...?! ¡Hermano, el pueblo!
Vaya, parece que al fin se dieron cuenta. Con el alboroto que estábamos haciendo me parecía raro que al menos una o dos personas no se asomaran por alguna ventana guiados por la curiosidad. Para ser un pueblo del que había escuchado tanto recientemente, parecía muy vacío para mi gusto. Aparte de que habían algunas cosas en llamas... no me gusta.
Edward: ¿Qué está pasando aquí?
Al: No lo sé... Parece como si fuera un pueblo fantasma, no hay nadie.
Edward: Más vale que esto no tenga nada que ver con esas quimeras...-mencionó con recelo.
Al: Bien. No creo que podamos descartar la posibilidad de eso... -dijo con algo de incomodidad por la sola idea de lo que eso implicaba. Pero yo no estaba tan seguro.
Si la ausencia de personas fuera algo hecho por las quimeras... digamos que las calles no estarían tan limpias. Aunque no mentire sobre el hecho de que algunos huesos y manchas de sangre bien escondidas en rincones oscuros daban validez a la teoría de Alphonse.
Edward: ¡Tienes que estar bromeando! ¿Crees que tenían fuerza suficiente para destrozar el pueblo? -pregunto a la vez que el más joven de los dos parecía recordar algo.
Al: ¡El profesor! ¿Creen que esté bien? ¡Hermano, en verdad debemos intentar verlo de algún modo! -dijo para fastidio del mayor- no tenemos que hablar con ellos, pero podemos asegurarnos de que él y Selene se encuentren bien.
Edward: Si... tienes razón -terminó diciendo tras meditarlo- yo no creo que los trenes estén en movimiento ahora mismo en todo caso. Demos una vuelta por el pueblo...
Alfons: Quizás algunos rezagados se quedaron atrás, podemos preguntarles -dije asumiendo que encontráramos a alguien. No lo se, quizás las personas huyeron y realmente las quimeras fueran algo externo al pueblo... pero lo dudo mucho, Únicamente lo estoy diciendo para seguirle el juego a estos dos.
En casos como este se notaba la falta de malicia de ambos... o la inmadurez en todo caso al no querer aceptar que el profesor tal vez era responsable de todo, como acaba de decir Al, la posibilidad no se podía descartar. Pero se que si lo digo en voz alta me terminaran odiando... En todas las misiones en las que he estado, pude sentir que esta se volvería la más complicada para mí por más de una razón.
Al: ... Me preocupa el profesor.
Edward: Mantente alerta, Al. Este lugar bien puede ser un enjambre de esas malditas quimeras -dijo solo para que en efecto, de lo que parecían ser los alcantarillados y los callejones comenzarán a salir quimeras.
A lo cual yo solo resople ¿tenía que decirlo en voz alta? Edward, te amo. Pero a veces se pasa... todos saben que es de mala suerte decir cosas así en voz alta.
Mientras las quimeras emergen de las sombras, el ambiente se tornó tenso y cargado de incertidumbre. Las criaturas, una mezcla grotesca de varios animales, se acercaban con movimientos torpes pero decididos, sus ojos brillando con una ferocidad inhumana. A lo cual, tras darnos una mirada mutua rápidamente, los tres nos agrupamos, listos para enfrentar la inminente amenaza.
Edward: ¡Alfons, detrás de mí! -gritó mientras sacaba su arma, su determinación evidente. Al, por su parte, se posicionó a mi lado, preparado para ayudar en lo que pudiera.
Alfons: ¡Rápido, tenemos que pensar en una estrategia! -dije, intentando mantener la calma. Mi mente trabajaba a toda velocidad, evaluando las quimeras y el entorno. Había varias, pero parecía que no eran más que un grupo de criaturas desorientadas. Lo usual con esta clase de seres.
Edward: ¡No tenemos tiempo para eso! ¡Hay que acabar con ellas antes de que más salgan! -exclamó, lanzándose hacia la primera quimera que se les acercaba, un híbrido entre un lobo y una serpiente.
Mientras Edward atacaba con sus habilidades de combate, yo me concentré en la alquimia, o más específicamente... creo que te robaré tu técnica insignia, Lyra. Las criaturas eran fuertes, pero no estaban completamente coordinadas. Con un movimiento ágil, extendí mis manos, fromando energía alquímica a mi alrededor a la vez que sacaba de mi bolsillo algunos artilugios que eran copias del collar de Lyra. Un resplandor azul iluminó la plaza mientras encapsulada dichos objetos en esferas de aire para que giraran en una corriente centrífuga a la vez que comenzaban a brillar.
Alfons: ¡Ahora! -grite, haciendo que ambos hermanos se pusieran a cubierta a la vez que los disparos de energía provocados por la acumulación de aire y el calor del movimiento impactaron las quimeras que se abalanzaban sobre nosotros. Los disparos fueron certeros e impactaron con precisión, desestabilizando a varias de las criaturas y dándonos un respiro. Tras unos minutos, ya la plaza estaba limpia de mutantes alquímicos.
Al: ¡Bien hecho, Alfons! -dijo el hermano menor de Edward impresionado por la rapidez de su acción, a lo cual solo sonrei apenado. Al menos algo bueno de tanta lucha y matanza de criaturas era que estaba mejorando mi relación con él.
Alfons: Y eso que no has visto nada aún. Ahora si no les molesta, despejare el camino -dije antes de comenzar a elevarme, y una vez quede a una altura considerable solo junte mis manos para activar mi alquimia potenciada con piedra roja. Haciendo que el aire a mi alrededor comenzara a enfriarse.
Lección básica de primaria: Cuando el sol calienta la superficie de la tierra, el suelo calienta el agua que corre sobre este, volviéndose vapor y por tanto, aire en cierto modo. La convección hace que el aire suba y se enfríe. Cuando se enfría hasta el punto de rocío, se forman nubes y producen precipitaciones, o dicho de otro modo, lluvia. Yo solo estoy acumulando y enfriando el aire ya existente en el área para formar nada más y nada menos que una lluvia artificial de un par de minutos apenas. Pero que es perfecta para apagar los incendios prematuros en el área. Incluyendo el camino a la casa del profesor que estaba a rebosar de llamas.
Alfons: Y así, como Moisés abrió el mar rojo en dos, yo el camine igual despeje -dije tras aterrizar. Solo logrando que ambos hermanos me miraran extrañados.
Ambos: ¿Quién?
Alfons: ... Nadie -dije riendo incomodo, debo recordar que aquí no existe la religión cristiana.
Edward: ¡Como sea, eso fue impresionante, Alfons! -exclamó, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y sorpresa- no sabía que podías hacer algo así. Cada vez me sorprende más la versatilidad del aire.
Alfons: Gracias, pero ahora no es momento para alardear. -respondí, intentando mantener la concentración- todavía no hemos encontrado a nadie. Debemos averiguar qué está pasando aquí.
Al: Sí, y debemos estar alertas. Las quimeras quizás no sean lo único que nos pueda sorprender -dijo, asomándose a las sombras que rodeaban la plaza, buscando cualquier señal de movimiento.
Con el camino despejado, decidimos avanzar por el camino recién despejado. La atmósfera era inquietante; el silencio opresivo se sentía como un presagio de lo que había sucedido en Hiessgart. Las casas estaban desiertas, las ventanas cerradas y el eco de nuestros pasos resonaba en el aire.
Al: ¡Creo que este es el lugar! -dijo cuando llegamos a un barrio en particular- si mi memoria no me falla, esta debe ser la casa del profesor.
Edward: Espera, Al. No te precipites. Primero debemos asegurarnos de que no haya quimeras escondidas en los alrededores.
Al: Pues... no, no parece -menciono mirando el lugar de reojo- parece que la zona está limpia.
Edward: Ahora estoy empezando a recordar... el techo y esas ventanas... creo que estamos en el lugar correcto -dijo tras quedarse mirando la casa unos instantes.
Al: No hay duda sobre eso. Es solo que... no parece que haya nadie allí...
Edward: Y la puerta no está cerrada. Puede que una quimera loca entrara y...
Al: No lo digas -pidió con un tono serio raramente usado en él antes de comenzar a alzar la voz- ¡Profesor Eilselstein! ¡Selene! ¡¡Hola!! ¡¿Alguien en casa?! ¡Hey! ...
Edward: ¡Hey! ¡Vamos! ¡Profesor! ¡Selene! ¡Alguien, diga algo! -comenzó a gritar también al notar como su hermano se estaba deprimiendo. Que no se diga nunca que Edward es un mal hermano mayor.
El eco de sus voces resonó en la calle vacía, pero no hubo respuesta. El silencio era abrumador, y la ansiedad comenzaba a apoderarse de nosotros. Yo no sabía si debía gritar también, ahora mismo me sentía muy desubicado con toda esta situación, no tengo ninguna memoria de nada de esto. Se que dije que debía hacerme a la idea a la diferencia de sucesos pero... aun así es extrañamente chocante.
Al: No puede ser... -susurró Al, con la mirada fija en la puerta entreabierta de la casa del profesor.
Edward: No perdamos la calma. -dijo, tratando de infundir un poco de confianza en su hermano menor. Sin embargo, su voz temblaba ligeramente, traicionando su propia inquietud.
Alfons: No parece que haya nadie en casa... oigan ¿no huelen algo? Juraría que huele a estiércol de cabra -dije solo para que en ese momento de la nada tres quimeras que parecían ser una mezcla entre cabra, león y serpiente aparecieran frente a nosotros. Pero claro, debieron venir por los gritos de Ed y Al... repito, esta misión se está volviendo muy agotadora para mi gusto.
De allí que no dispuesto a tolerar más interrupciones sencillamente tome mi cuchillo especial y rápidamente destace al trío de animales con rafagas cortantes creadas con viento alquímico antes de que fueran un incordio. En realidad hasta ahora me he estado conteniendo porque la idea de estar viviendo una aventura con Edward me llamaba la atención, pero creo que tantos años de servicio activo y de eficiencia en las misiones de la milicia me han dado un límite a mi paciencia sobre algunas cosas.
Como ahora que se supone que deberíamos estar en Central donde Ed este a salvo (entre comillas) y no lidiando con toda esta estupidez, y encima buscando a un disque científico famoso que puede o no ser el responsable de todo esto junto con el policia militar corrupto de hace rato.
Alfons: Bueno... ahora creo que es casi seguro asegurar que este pueblo es un nido de quimeras -dije ignorando las miradas de incredulidad de los hermanos que estaban sorprendidos de que acabara con esas quimeras tan rápido- lo que quiere decir, que definitivamente esta casa debe estar abandonada. Dudo mucho que las personas se hayan quedado sabiendo que pueden ser devoradas. Y eso incluye al profesor y su hija.
Edward: O quizás las quimeras ya lograron atrapar al profesor y...
Al: ¡¿Puedes parar con eso?! ¡Tal vez el profesor y Selene estén en otro lugar de una sola pieza! -dijo en lo que tanto Ed como yo solo asentimos en silencio antes de decidir explorar el pueblo un poco más.
Mientras nos alejábamos de la casa del profesor, la inquietud seguía en el aire. La ausencia de vida en el pueblo se sentía como un peso que nos oprimía el pecho en general. No podía evitar preguntarme cuántas vidas se habrían perdido, cuántas familias habrían sido desterradas por las quimeras, y qué había llevado a este lugar a su estado actual. Sea lo que sea, matare al responsable, no me he estado partiendo el lomo luchando guerra tras guerra en el extranjero para que algún imbécil venga a hacer del país que he estado tratando de proteger y mejorar en un lugar inseguro para sus habitantes (especialmente Edward, y más recientemente Nina también).
Decidimos avanzar hacia la parte más profunda del pueblo, mientras caminábamos, el crujir de nuestras pisadas resonaban en el silencio, y cada sombra parecía moverse de una manera inquietante. Solo me pregunto, cuando nos toparemos con los alquimistas. Porque si hay tantas quimeras, es porque no una, varias personas las hicieron. O a lo mucho más de una.
Pero como era usual con Edward, nuevamente me desconcentre cuando de la nada solo grito y comenzó a correr en una dirección siguiendo una especie de silueta que el perjura que se trataba de la chica pelirroja de hacía un rato... de verdad que es un chico rencoroso mi amorcito ¿eh?
Y sin mucho revuelo, rápidamente llegamos al cementerio del pueblo. Donde luego de adelantarme para encontrar a la ¨agresora malcriada¨ como la llamó Edward, fue así que encontré a la dichosa chica parada enfrente de una tumba... si, algo me dice que esto se pondrá intenso de una u otra forma.
Chica: ¿Ves estas flores? ¿No son bonitas? ¡Las conseguí todas por mi misma! -dijo con alegría- el dice que las necesita para sus experimentos... pero está bien. Te dejaré una aquí -menciono dejando la flor en la lápida- bien. Supongo que debo irme. El me dijo que debo volver a casa temprano. Volveré pronto, adiós hermana... -exclamó antes de solo irse.
A la vez que por mi parte solo pude suspirar. Mientras tomaba mi medicamento para ayudarme a respirar (ya que en serio me he excedido en mi capacidad pulmonar entre tantas peleas con quimeras, no soy un luchador de peleas prolongadas, me desgasto por mi enfermedad y más si son ataques potentes) fue que sentí cierto recelo hacia la chica. Había más de un dato que rescatar al respecto de esa simple charla con su hermana muerta.
Pero primero debía tratar de calmar a un molesto Edward que acababa de llegar.
Edward: ¡Al, ven aquí! Ella vino por aquí, estoy seguro de eso.
Al: Espera hermano. No tienes que correr tan rápido.
Edward: Espera... ¿a dónde se fue ella? ¡Alfons! -pregunto al verme a lo lejos. A lo cual solo me hice el apenado.
Alfons: Lo siento, juro que la tenía, pero de algún modo solo se fue -dije encogido de hombros. Haciendo enojar a mi rubio de mal genio. Perfectamente pude atraparla para él, pero... no siento que sea sano seguirle el juego a Ed cuando son cosas como estas, rabietas, por así decirlo.
Edward: ¡Maldición, la perdimos de nuevo! ¡¿A dónde se escondió esa mocosa?!
Al: Simplemente déjalo ya. Este no es el momento de jugar al ya te tengo -dijo para enojo de su hermano mayor- tengo curiosidad por esa chica también, pero quiero asegurarme de que el profesor está a salvo primero. En todo caso, si no podemos subir a un tren, ya encontraremos otro modo para llegar hasta la ciudad Central.
Bueno ¿qué les parece? De verdad que Alphonse puede hacer algo que yo no puedo. Ambos pensamos similar, pero hay una pequeña diferencia entre sus opiniones con las mías. Que Edward confía más en su hermano y lo escuchara quiera o no a diferencia de mi que, aunque he logrado volverme alguien importante para él, aún trabajo para que confíe en mí de ese modo... y soy consciente de que me falta mucho trabajo aunque no lo parezca.
Edward: Lo sé, lo sé ¡Pero ella se estrelló contra mi cabeza! ¡La cabeza de Edward Elric! Y... esperen un momento ¿que es este lugar? ¿Lapidas... y una iglesia...?
Y allí está una de las cosas que más me parecían adorables de Ed. Que a veces podía ser lento para captar algunas cosas y ponía unos gestos de pensar que me parecían tan lindos... vaya, a veces sí que sueno como un obsesionado... no me disculpare.
Al: ¿Uh? estaba ocupado tratando de atrapar a esa chica contigo que no me fije en donde estábamos...
Edward: Estamos en una zona muerta... literalmente. El cementerio de un pueblo fantasma. Vámonos de aquí -dijo ya dando media vuelta. Je... parece que a pesar de todo, aunque es obvio que Edward no cree en fantasmas y eso, es consciente de que se puede asustar. Seguro no quiere que lo vea sobresaltado. Que tierno.
Aunque antes de irnos, ya el hermano menor tenía la flor que la pelirroja dejó en la lápida en su mano... rayos.
Al: Primero mira esto, hermano. Esta flor estaba en la lápida, es igual a las que la chica tenía. Así que la chica al final sí estuvo aquí después de todo... visitando la tumba de alguien.
Edward: ¿Quieres decir que esa mocosa pasó por todos esos lugares peligrosos sólo para recoger unas torpes flores? -preguntó con incredulidad y fastidio.
Al: Tal vez la persona enterrada aquí significo mucho para ella -dijo antes de leer la inscripción de la lápida- "Aquí yace en el sueño eterno Selene Eiselstein..." ... ¡¿Selene Eiselstein?! -exclamó en shock.
La revelación nos golpeó a los tres con la fuerza de un martillazo. El nombre grabado en la lápida resonó en el aire tenso del cementerio, como si las palabras estuvieran vivas, reclamando su atención. Creo que perfectamente Al sintió que su corazón se detenía por un instante, mientras Edward y yo intercambiamos miradas de incredulidad.
Edward: ¿Selene...? ¡No puede ser! -exclamó, su voz temblando con una mezcla de confusión y preocupación- esto... Al... yo...
Al: Ed, esta es la tumba de Selene -dijo con un aura deprimente a su alrededor.
Edward: Pero yo... yo nunca esperé que nuestra próxima reunión con Selene sería de este modo...
Al: Selene está muerta... acaso las quimeras...
Alfons: Poco probable -dije inspeccionando la tumba- la lápida está llena de musgo además de estar desgastada. Sin mencionar que la fecha en la lápida es de hace algunos años ya...
Edward: Esa fecha... ¡Fueron sólo unos días después de que regresamos a Dublith!
Al: ¿Que, en serio? Justo después de que nos fuimos... dios...
Y aquí mejor me reservo mis comentarios. Ya que el funeral pudo ser después, pero haciendo solo un cálculo, puede que la verdadera razón de que Selene no se despidiera de Edward y Al hace años cuando se fueron de Hiessgart fuera porque ella ya estaba... mejor me guardo esto para mi, ahora mismo es innecesario y además insensible comentar algo así.
Y eso incluye que de momento mejor me guardo el aparente parentesco entre Selene y la chica pelirroja, de momento pienso que así me ahorro problemas.
Edward: Sólo nos habíamos visto una vez, pero esto... No puedo creerlo...
Al: Yo tampoco... Ahora me arrepiento de no haber podido despedirme apropiadamente la última vez... y ahora estoy preocupado por el profesor más que nunca... -dijo antes de que alguien se acercara, haciéndome ponerme en guardia de inmediato.
Aunque al final me relaje (pero solo un poco) al ver que aparentemente se trataba del sacerdote de la iglesia. Un hombre de ya una edad algo mayor de pelo canoso en todo menos la cabeza. Y no es que sea faltar respeto a la religión ni nada, es solo que... si apareció Lujuria en Lior, el homúnculo que cambia de forma puede aparecer en cualquier lugar o momento, Envidia.
Y en realidad desde hace mucho que vigilo las acciones de cada una de las personas que conozco para verificar que sean quienes dicen ser... si, he necesitado medicamentos para calmar los nervios desde hace varios días ya. Pero realmente aunque parezca, no he bajado la guardia jamás, y dudo que lo haga en mucho tiempo. Aunque de momento este tipo parecía limpio.
Sacerdote: ¡Dios mío! No pensé que todavía había alguien aquí afuera... -dijo en lo que yo asentí ante la información. Entonces el pueblo no está abandonado, la gente está escondida.
Al: ¿Uh? Oh, hola. ¿Es usted el pastor de la iglesia?
Sacerdote: Si, pero... ¿quiénes son ustedes? Por su aspecto parece que son de fuera del pueblo...
Al: No necesita sospechar de nosotros. Estamos aquí por... un accidente -dijo nervioso a la vez que el hombre mayor solo suspiro.
Sacerdote: No sé cómo llegaron aquí. Pero hagan caso a mi advertencia y abandonen este pueblo inmediatamente -dijo haciéndome arquear una ceja. Debía estar loco si pensaba que lo dejaríamos ir siendo posiblemente la única persona en darnos respuestas rápidas sobre qué rayos estaba pasando. No había modo de que...
Edward: Hey, no tenemos ningún problema con eso. Solo diganos que trenes están partiendo de aquí y la hora en que se van. Ya luego nos marcharemos cuanto antes -dijo sonriendo en lo que yo me aguante para no darme una palmada en la frente.
De verdad que en lo que respecta a deberes con la milicia nosotros dos pensamos muy diferente, entiendo que la prioridad ahora mismo es ir a Central y estoy más que de acuerdo pero... ay Ed. Si tuvieras una leve idea de cuanto me has desordenado el carril de pensamientos desde que empezó todo este desastre de Hiessgart...
Sacerdote: Desafortunadamente, los trenes han estado fuera de servicio desde hace mucho tiempo.
Al: Temíamos que eso pasara... ¿ahora que hacemos, hermano?
Edward: No tengo ni idea...
Alfons: Si no es mucha molestia ¿nos dejaría pasar la noche en la iglesia, padre? Como puede ver, necesitamos organizarnos -sugerí al cura que asintió de forma amable.
Sacerdote: Justo estaba por sugerirles eso. Es peligroso hablar aquí afuera, vengan, vamos al interior de la iglesia -dijo dándonos la espalda- es por aquí, puede no parecer mucho pero es mejor que pasar la noche afuera -exclamó para luego alejarse esperando que le siguiéramos.
Edward: Je, el abuelo es un poco egocéntrico ¿no?... Pero supongo que no hace daño pasar la noche, es alojamiento gratis después de todo -dijo encogido de hombros. Con todo lo que te aprecio, tu no eres quien para hablar del egocentrismo, Ed, amor.
Mientras seguíamos al sacerdote hacia el interior de la iglesia, el ambiente se tornaba cada vez más tenso. Las sombras danzaban en las paredes, proyectadas por las pocas velas que iluminaban el lugar. La iglesia, aunque pequeña y algo deteriorada, tenía un aire de solemnidad que nos envolvía. Los bancos de madera estaban cubiertos de polvo, y el altar, adornado con imágenes de santos, parecía haber sido olvidado por el tiempo.
Siendo mientras Ed y Al miraban alrededor que yo disimuladamente tosí un poco de sangre y la limpie rápidamente en mi ropa. Encima que estaba cansado, el polvo y yo no nos llevamos.
Sacerdote: Aquí estamos. -dijo al abrir las puertas de la iglesia, permitiéndonos entrar. La luz tenue reveló un espacio acogedor, aunque un tanto desolado. El sacerdote se volvió hacia nosotros, su mirada era seria pero amable. -Pueden descansar aquí. Hay una pequeña habitación en la parte de atrás. No es mucho, pero es seguro... Por cierto, ustedes tres... No creo que tenga sus nombres todavía ¿cierto?
Al: Oh bueno, yo soy Alphonse Elric. El chico de los ojos azules es Alfons Heiderich Mustang. Y el del abrigo rojo es mi hermano mayor, el...
Edward: Edward Elric -dijo yendo directo al grano- ¿Qué le paso a Hiessgart? Es un pueblo fantasma infestado de quimeras...
A estas alturas creo que no entiendo como trabaja Ed aun cuando ya hemos trabajado juntos antes (al menos yo con él Ed que era de mi otra vida, sí) Pero... Una cosa no le importa y a la siguiente ya le importa ¿de dónde viene tanta bipolaridad? Ni que fuera mujer para tener las hormonas alborotadas por estar en sus días (ya he lidiado lo suficiente con Lyra, Clara y Miranda cuando están en ese momento del mes para saber de qué hablo).
Alfons: Los trenes no circulan, es peligroso salir... ¿Esto es por las quimeras o hay algo más que esté pasando, padre? -pregunte al hombre de fe que se tenso.
Sacerdote: Entonces ya saben de esas bestias impías... Esto pasó hace solo unos meses. Estos monstruos simplemente salieron de ningún lado aparente y destruyeron el pueblo -explicó- los ciudadanos huyeron de sus casas... o simplemente fueron asesinados. Tal destino para nuestra otrora pacífica ciudad.
Al: Eso es horrible -dijo indignado- ¿acaso el militar encargado de esta zona no hizo algo al respecto?
Sacerdote: Por alguna razón. Los militares no han tomado acciones proactivas en contra de estos monstruos. Y en todo caso, después de tanto tiempo. No estoy seguro de que el ejército pueda ser de alguna ayuda ahora. Es decir, al menos por parte del militar a cargo de vigilar este poblado y los terrenos aledaños no parece haber interés alguno en ayudar a la gente de Hiessgart.
Esto definitivamente me huele a corrupción y confabulación en todas partes. Es un hecho, tendré que hacer mucho papeleo por decesos de militares dados por mi propia mano según veo... ¿Por qué tienen que haber tantas ratas dentro de la milicia? Por cosas así nunca puedo descansar ni un segundo.
Edward: Entonces Central podrá enviar la caballería ellos mismos. Sólo díganos cómo llegar allí, y podríamos informar sobre lo que está pasando en Hiessgart una vez lleguemos allí -sugirió en lo que yo me aguante para no soltar un suspiro.
Es obvio que el cuartel general ya sabe lo que está pasando, esta operación es demasiado grande como para no llamar la atención del gobierno. De allí a que ahora mismo el estado estaba o no haciendo algo al respecto, era completamente desconocido para mí, y eso me molestaba. La información es poder al fin y al cabo.
Sacerdote: Con destino a Central ¿eh? -pregunto arqueando una ceja- la mejor manera probablemente sería a través de Nueva Hiessgart.
... ¿Nueva Hiessgart? ¿Ahora que me estoy perdiendo aquí?
Sacerdote: Se trata de un pueblo que fue construido por refugiados de fuera de la ciudad. Pueden tomar un tren para ir allí -dijo en lo que mi mente conspiranoica comenzó a hacer funcionar los engranajes y puede que hasta me saldría vapor de las orejas si fuese alguna especie de máquina.
No cabe duda que Nueva Hiessgart es a donde van los alquimistas para formar su disque nación autónoma. Pero de ser así ¿por qué resguardar con tanto recelo el viejo poblado de Hiessgart? Es más, ¿por qué mandar quimeras a destruir Hiessgart solo para fundar un nuevo pueblo que se llame exactamente igual? ¿Y qué papel tenía la familia Eiselstein en todo esto aparte de que aparentemente el profesor construyó el nuevo poblado? ¿Qué buscan los militares corruptos en todo esto? Ya mi cabeza la siento a punto de explotar.
Edward: ¡Bueno, esas son buenas noticias! Iremos para allá ahora mismo y... espere un minuto... -dijo cruzado de brazos- ¿Esa no sería la ciudad que construyó el profesor Eiselstein ...?
Sacerdote: ¡Ah! ¿Ustedes saben del profesor? En efecto, él encabezó el esfuerzo de construcción de Nueva Hiessgart -dijo con una sonrisa.
Al: ¡El profesor está vivo! Que alivio -exclamó más aliviado, emoción que yo ciertamente no podía compartir.
Edward: ¿Has oído algo acerca de los alquimistas que se congregan allí?
Sacerdote: ¿Alquimistas? No, me temo que no... -dijo con cierto titubeo que noté de inmediato, y creo que Ed también.
Estaba mintiendo, el viejo sabía más de lo que aparentaba.
Edward: No importa. Supongo que nos las arreglaremos para llegar hasta allí por nuestra cuenta. ¿Qué tan lejos está de aquí?
Sacerdote: No tanto, pero pronto oscurecerá más, y en consecuencia vendrán más de esos monstruos. Lo mejor es que permanezcan aquí hasta la mañana...
Edward: No gracias, pasamos -exclamó encogido de hombros- nosotros no tenemos porque permitirnos ese tipo de lujo. Gracias abuelo. Vámonos -dijo en lo que yo lo tome de la mano- oye...
Alfons: Nos quedaremos -dije con seriedad mirando a Ed sabiendo que no estaba de acuerdo- no hay ninguna prisa. Y si miras por la ventana, entenderás que ahora mismo salir no es la mejor idea -dije señalando una ventana donde perfectamente se podían ver muchos pares de ojos brillantes, pertenecientes a quimeras. Muchas más de las que hemos lidiado hasta ahora, merodeando por toda el área.
El ambiente en el templo se volvió más tenso a medida que los ojos y las figuras de las quimeras se asomaban por las ventanas. La oscuridad de la noche comenzaba a envolver el pueblo, y el sonido de los aullidos distantes de las criaturas resonaba en el aire. Edward, claramente frustrado por la situación, cruzó los brazos y miró hacia la puerta, como si deseara desafiar a las quimeras que merodeaban allí fuera. Entiendo que cuando se lo propone no aceptaba peros de nadie, pero si quería ser adulto, debía saber cuándo bajar el ritmo.
Edward: ¡No puedo creer que estés sugiriendo esto! -exclamó Edward, su frustración era palpable. Su mirada se centró en las ventanas y en las criaturas que acechaban en la oscuridad. Era evidente que había más quimeras de las que habíamos enfrentado hasta ahora, y su instinto de supervivencia comenzaba a tomar el control- pero... tienes razón.
Alfons: Ed, no podemos salir ahí afuera ahora. No estamos en condiciones de enfrentarnos a más quimeras sin un plan. -insistí, tratando de mantener la calma mientras la tensión crecía entre nosotros. Siendo por eso que procedí a masajear los hombros del rubio de cabello largo, quien aunque primero se puso rígido, rápidamente se dejó hacer.
Al: Además, el sacerdote tiene razón. Es más seguro aquí dentro por ahora. -dijo Al, intentando mediar entre su hermano y yo. Se notaba que estaba preocupado por la seguridad de ambos.
Edward: Esto es ridículo. No me gusta la idea de quedarnos aquí, encerrados como ratas. Además, no sabemos si podemos confiar en él. -dijo susurrándome por lo bajo, apuntando a la figura del sacerdote, que parecía genuino pero que también podía estar ocultando algo.
Alfons: No estamos en posición de tomar riesgos innecesarios, Ed. Si nos quedamos, podemos planear nuestra próxima movida con calma. Y al menos aquí tenemos donde descansar -dije, sintiendo que la lógica estaba de nuestro lado, a pesar de la frustración de mi amado- en todo caso ¿a que se debe el aumento de quimeras? Ese número es ridículamente alto.
Lo que en parte confirma mis sospechas de que las quimeras estaban siendo creadas como armas en todo el sentido de la palabra. Ya sea como seguridad para mantener lejos a los extranjeros o para mantener a raya a la población.
Sacerdote: Hohohoho, esos monstruos aumentan en número y se vuelven más agresivos cuando el sol se esconde. No deben preocuparse, pueden quedarse aquí y pasar la noche. Tendrán comida y refugio.
Edward: Entonces eso haremos... gracias... -termino diciendo de mala gana en lo que ambos nos acomodamos en una de las bancas de la iglesia para que yo pudiera seguir con el masaje ¿como rayos alguien tan joven tenía tantos nudos musculares en los hombros?- que fastidio... justo cuando pensábamos que podríamos volver a la civilización real, nos quedamos atrapados aquí por una noche...
La iglesia se convirtió en nuestro refugio, y a pesar del estrés, logramos acomodarnos en uno de los bancos de madera ya que no teníamos mucho sueño como para irnos a dormir aun. Edward seguía con su actitud de frustración, mientras Alphonse intentaba calmarlo con palabras de aliento y, por mi parte, intentaba relajarlo tanto a él como a mí, consciente de que dormitar en un lugar tan inseguro no sería fácil.
La luz de las velas parpadeaban, proyectando sombras danzantes en las paredes. La atmósfera era opresiva, el silencio solo interrumpido por los lejanos aullidos de las quimeras que acechaban en la oscuridad. Miré a los hermanos, notando cómo la preocupación se reflejaba en sus rostros (o al menos a si se sentía con Al también).
Al: ¿Creen que el profesor y Selene estarán bien? -preguntó, rompiendo el silencio que se había establecido entre nosotros.
Edward: No lo sé, Al. Pero tenemos que mantener la esperanza. Si el profesor está detrás de todo esto, seguramente encontrará la manera de mantenerse a salvo -dijo, cruzando los brazos con una mirada pensativa.
Alfons: Si, eso espero... -respondí, sintiendo que la incertidumbre se apoderaba de mí. La idea de que el profesor Eiselstein pudiera estar implicado en la creación de quimeras me inquietaba. Las implicaciones detrás de eso eran muy grandes ciertamente.
Pero ahora mismo tenía otras prioridades en mi cabeza. Hace un momento, luego de terminar el masaje para Ed, me comunique con Lyra por medio del código morse y aparentemente mi padre les dio órdenes de permanecer en el lugar donde ocurrió el choque del tren hasta que él llegara, permaneciendo lejos de Hiessgart. Maestro cabeza hueca, así que sabías lo que estaba pasando y no me dijiste nada... aunque en su defensa, la oportunidad no se pudo presentar dado lo agitadas que fueron las cosas en mi corta estadía en la ciudad del Este.
De cualquier modo, tal como sospechaba, el ejército ya está en movimiento. Y como militares activos, ni Ed ni yo podíamos solo irnos ahora. Algo que posiblemente lo enoje cuando se lo diga. De momento... Lo mejor que puedo hacer es tratar de distraerlo. A lo que, por suerte, mi respuesta de cómo lograrlo la encontré en un violín polvorienta que se encontraba en una esquina de la capilla.
Alfons: Edward... ¿te gustaría cantar? -pregunte haciendo que el rubio me mirara desconcertado.
Je, sabia que eso pasaría. Ese es uno de los secretos más profundos de Edward Elric. En secreto, cuando cree que está solo, le gusta tararear. Es más, en una ocasión que fuimos a emborracharnos, estando ebrio de tantas bebidas, solo se subió a la mesa y comenzó a cantar. Algo que me encantaría haber presenciado pero esa noche caí luego de la primera cerveza mientras que Ed ya llevaba tres jarras... si, él siempre tuvo más aguante para el alcohol que yo.
Edward: ¿Cantar? ¿Estás bromeando? -pregunto, ladeando la cabeza con una mezcla de incredulidad y sorpresa. Sus mejillas se sonrojaron levemente, un ligero indicio de timidez que rara vez mostraba.
Alfons: No, en serio. Creo que sería una buena manera de distraernos y, además, tal vez nos ayude a relajarnos un poco. -respondí, sonriendo con complicidad.
Al: No suena tan mal, hermano. Podría ser un modo de pasar el tiempo mientras esperamos. -dijo Al, apoyando mi idea. Y se notaba que sentía curiosidad por ver si su hermano realmente se animaría a hacer eso.
Edward: No me gusta la idea de cantar. -protestó, cruzando los brazos en un gesto de desdén. Pero, al mismo tiempo, había un brillo de curiosidad en sus ojos.
Alfons: Vamos, Edward. Solo será un poco de diversión. Además, ¿Quién sabe? Quizás incluso te sientas mejor después de ello. -insistí, mientras me acercaba al violín polvoriento que había encontrado en la esquina.
Con un ligero movimiento, limpié el polvo de la superficie del instrumento, notando que aún estaba en buen estado. Decidí probar las cuerdas, que sonaron claramente, reverberando suavemente en el aire.
Edward: Si insistes... -murmuró, rindiéndose un poco ante nuestra insistencia luego de que entre su hermano y yo hiciéramos nuestro mejor combo de ojitos de cachorro. Se ajustó en su asiento, preparándose para lo que estaba por venir.
Alfons: Bien. Solo una melodía suave para comenzar, canta, seguro que sabes esta canción -dije, colocándome el violín bajo la barbilla mientras comenzaba a tocar una suave melodía con ritmo. Las notas llenaron el aire, creando un ambiente más cálido y acogedor en la fría iglesia.
Edward, aunque renuente al principio, comenzó a relajarse, dejando que la música lo envolviera, pero se notaba que tenía grandes ganas de llorar. Finalmente, se unió con una voz suave, un poco temerosa al principio, pero a medida que se adentraba en la melodía, su confianza comenzó a crecer.
La razón es muy simple, esta canción fue Edward quien me la enseño, pero el que conocí en otra vida. Una que él mismo me confesó que su madre solía cantar y solo por eso no se permitió cantar por el dolor del recuerdo... ahora sé que estoy jugando con fuego, por eso debía hacerlo bien.
Y no lo digo porque antes era él quien manejaba el violín mientras que yo tocaba el piano. Ahora mismo estoy tirando mucho a la suerte ya que no se me da tan bien el violín. Pero si con esto lograba que mi Edward se relajara, valía la pena el intento.
—
— (Canción: Country Road, Susurros del corazón, 1995) —
Edward: Ayer soñaba que me iba solo, aun sin rumbo, sin miedo alguno -canto suavemente en lo que daba pisadas para seguir el ritmo del violín- en el camino yo voy a encontrar a muchos amigos y ganas de viajar ¡Country Roads! Debo seguir por aquí sin parar, algún día sé que llegaré a la ciudad ¡Country Roads!
Si le contara a alguien después de hoy que el alquimista de acero estaba cantando en una iglesia, seguro me tomaron por loco, y que bien que sea así, esto era demasiado importante como para que cualquiera pudiera presenciarlo. La voz de Edward, aunque un tanto temerosa al principio, comenzó a llenarse de emoción, una emoción que había estado contenido por tanto tiempo. Al y yo intercambiamos miradas, sabiendo que este momento era especial.
Alfons: Eso es, Ed ¡Sigue así! -lo animé mientras tocaba el violín, sintiéndome un poco más aliviado al ver que su hermano comenzaba a disfrutarlo. Tanto que Al comenzó a golpearse el pecho de la armadura de forma rítmica. Usando su cuerpo como si fuera un tambor o una pandereta para acompañarnos.
Edward: Pasare por momentos muy tristes, pero nunca me vais a poder ver llorar, ahora mis recuerdos yo voy a hacer desaparecer... olvidaré, el ayer... -cantó con más fuerza y confianza, su voz resonando en el espacio- Country roads, yo voy a ir... hasta el lugar donde nací. Ya no puedo ir por tu senda, guíame hoy, Country Roads.
A la vez que incluso el sacerdote desde una esquina decidió acompañar el ritmo con una guitarra ¿en qué momento esto se volvió un concierto improvisado? Pero esto ayudaba con otra teoría que me estaba intrigando. Las quimeras saben que estamos aquí dentro, pero no entran. Aun con todo este escándalo, no se meten al interior de la iglesia aun cuando no se les dificulta nada... es un hecho, están amaestradas.
Todos: Country Roads, vuelvo a ser...
Edward: El de ayer, querré volver... no me esperes, solo era un sueño... te digo adiós, country roads... -cuando llegó a la última estrofa, su voz resonó con una fuerza renovada, como si estuviera dejando salir todo el dolor y la frustración que había estado acumulando. La sinceridad en su canto era palpable, y aunque el tema de la canción era nostálgico, también había un sentido de esperanza. Ya que aunque no lo dijeran, a ambos hermanos esto les afectó, les recordó el pasado.
La melodía resonaba en la pequeña iglesia mientras el sacerdote, Al, y yo nos unimos al canto de Edward. La atmósfera, que antes era tensa y opresiva, se transformó lentamente en un refugio de calidez y camaradería. A medida que las notas se entrelazan con la voz de Edward, el recuerdo de su madre y la nostalgia de tiempos pasados parecían envolverlo, liberando una carga que llevaba consigo desde hacía mucho. Yo se que está estresado porque quiere llegar a Central, encontrar la piedra y todo eso.
Pero de vez en cuando, no había nada de malo en solo dejarse llevar y recordar que estás vivo. Aun cuando la situación no es para nada apropiada.
(Fin de la canción)
—
Al final de la canción, Edward dejó escapar un suspiro profundo, como si hubiera dejado ir un peso significativo. Miré a su alrededor y vi que Al también se sentía aliviado, aunque su expresión era de preocupación al mismo tiempo. La mirada del sacerdote era comprensiva, como si entendiera que la música había sido un bálsamo para sus almas.
Edward: Bueno... eso fue... inesperado -dijo, rascándose la nuca con una sonrisa tímida, mientras su rostro se sonrojaba levemente. A la vez también tratando de limpiar torpemente un par de lágrimas que se escaparon durante la canción.
Al: Sí, pero fue genial. No sabía que tenías tanto talento, hermano. -respondió Al, su voz llena de admiración.
Alfons: Lo haces muy bien, Ed. -dije, sintiéndome satisfecho de haber logrado sacarle una sonrisa después de toda la tensión acumulada. Mientras que el sacerdote, que había estado observando en silencio, finalmente habló.
Sacerdote: La música tiene un poder inmenso, jóvenes. A veces, es la única manera de encontrar consuelo en tiempos difíciles -dijo acercándose- ojalá Armony estuviera aquí con nosotros, a ella le gustan estas cosas, pero parece que no pasó por aquí hoy.
Al: ¿Armony? ¿Ella quién es? -pregunto curioso.
Sacerdote: Una chica del pueblo que es como de su edad. Es extraño que nunca haya sido atacada por quimeras ahora que lo pienso -mencionó pensativo- aunque le digo lo peligrosas que son las cosas fuera y dentro de la ciudad, ella siempre viene.
¿Una chica que no es atacada por las quimeras? Si es quien creo que es... esta chica se está volviendo más importante conforme más sabemos de ella.
Al: Hermano, ¿no estábamos justo, he, hablando de una chica así ? -pregunto haciendo al rubio mayor fruncir el ceño.
Edward: Hey, abuelo... Esta chica no sería una mocosa con el pelo corto y rojo, ¿verdad...?
Sacerdote: Ah, si, es ella. ¿Entonces ya conocen a Armony?
Y vaya que si, hay no... ya puedo ver como el volcán está a punto de estallar en tres, dos, uno...
Edward: ¡¿Que si la conocemos?! ¡No creerías el tormento por el que me hizo pasar! -exclamó con cierto dramatismo si he de ser honesto.
Alfons: Umm... a decir verdad, señor, terminamos con ella porque estábamos un poco ¿como lo digo?... persiguiéndola -dije buscando explicar apropiadamente el asunto- quiero decir, creo que fue sólo un accidente. Pero Ed realmente parece bastante obsesionado...
Edward: ¡Un aterrizaje forzoso sobre la cabeza de alguien no es un accidente! -reclamo molesto- sabemos que estuvo por aquí, vimos flores en la tumba de Selene -reveló, a la vez que el cura no se veía sorprendido.
Sacerdote: ¿Es así? Ya veo, Armony estaba visitando la tumba de Selene otra vez...
Al: Ed, ¿no te preguntas cómo esa chica conoció a Selene? -pregunto en lo que el rubio de ojos dorados lo medito.
Edward: Ahora que lo mencionas... No creo que el profesor tuviera otros niños en su casa además de Selene... -dijo pensativo.
En lo que yo ya me estaba oliendo algo turbio en todo esto. Armony llamó a Selene "hermana", pero Ed y Al no la conocen de antes, lo cual no debería ser posible ya que en efecto son de edades similares ¿Qué clase de secretos está guardando usted, profesor Eiselstein?
Sacerdote: ¿Ustedes son alquimistas? ¿Así es como saben de Selene y del profesor? -preguntó con sorpresa.
Al: Bueno, solo nos habíamos visto una vez hace mucho tiempo.
Edward: En realidad, acabamos de enterarnos de lo de Selene hoy y todavía estamos en shock. ¿Se había enfermado? -pregunto al hombre mayor que se mostró algo incómodo.
Sacerdote: Pues... La causa de la muerte de Selene no está clara... Fue aparentemente algún tipo de accidente, pero su cuerpo nunca fue recuperado -dijo para nuestra sorpresa- el profesor sólo diría que fue un accidente y nadie tuvo el valor de preguntar más al respecto.
Si... esta historia solo me hace sospechar aún más del profesor y sobre en qué consistió exactamente ese "experimento" en el que su propia hija se vio involucrada... y si eso tuvo algo que ver con su aparente segunda hija de la que Ed y Al no saben nada.
Al: ¿Que cree que fue lo que pasó?
Edward: Probablemente el profesor quería encargarse él mismo de las cosas. Los costos funerarios son costosos -mencionó en lo que yo solo suspire por más de una razón para mis adentros.
Por un lado Ed seguro sabe de eso, a fin de cuentas probablemente tuvo que ver de algún modo con los preparativos del entierro de su madre. Pero punto y aparte... si al final resulta que el profesor es el problema o de algún modo que siga vivo es algo más negativo que positivo, desde ya me hago una idea de que tendré que encargarme del problema discretamente.
Al: ¡Eso seguramente NO era lo que el profesor pensaba! -aclaro al ver el rostro del hombre de fe, ya que sus servicios seguro fueron parte de los gastos. Pero nuestra charla se vio abruptamente interrumpida por cierta intromisión no deseada.
La cual se trató de una quimera que se abrió camino como pedro por su casa atravesando uno de los vidríales de la iglesia. Una criatura enorme con una máscara de calavera que parecía ser la mezcla entre un tigre blanco y un gorila. Oh genial, aquí vamos de nuevo.
La criatura irrumpió en la iglesia con un rugido aterrador, los vidrios rotos volaron por los aires mientras sus grandes patas impactaron en el suelo de madera. Era una quimera imponente, con una mezcla de fiera ferocidad y un aura grotesca que hacía que el ambiente se volviera aún más tenso. La luz de las velas parpadeó con la fuerza del viento que había traído consigo, y el sacerdote retrocedió, sus ojos llenos de horror.
Edward: ¡Alfons, Al! ¡Prepárense! -gritó, ya juntando sus manos con rapidez, su mirada enfocada en la quimera que se acercaba. No podía permitirme perder el tiempo, así que rápidamente me posicioné al lado de él, listo para actuar.
La quimera se abalanzó hacia nosotros con una velocidad sorprendente. Sus garras relucían en la tenue luz de la iglesia, y sus ojos, un par de llamas rojas, estaban fijos en nosotros. Sin dudarlo, extendí mis manos y activé mi alquimia, disminuyendo el oxígeno del aire a nuestro alrededor levemente. Nosotros no nos veríamos afectados tan pronto por el cambio tan repentino, pero una criatura tan grande como esta seguro que si.
Alfons: ¡Ahora! -grité mientras creaba un muro de hielo a partir del agua que traía en una cantimplora para desviar el ataque. La quimera impactó contra el hielo, el sonido del choque resonó en la iglesia, y aunque logré detenerla, la fuerza del impacto destrozó el muro fácilmente, este animal no se andaba con rodeos.
Edward: ¡Al! ¡Distraela! -ordenó Edward mientras se lanzaba hacia un lado, buscando un ángulo para atacar.
Al: ¡Voy! -dijo cargando hacia la quimera, usando su cuerpo como escudo. Con un movimiento ágil, se abalanzó hacia el monstruo y le propinó un golpe en el costado, haciendo que la criatura retrocediera momentáneamente. El sacerdote había logrado refugiarse detrás del altar, observando con ojos aterrorizados.
La quimera, furiosa por el ataque de Al, se giró hacia él y lanzó un rugido ensordecedor. En ese momento, Edward aprovechó la oportunidad y con su alquimia transmuto varias lanzas que salían del suelo y fueron esquivadas por la bestia, aunque una impactó en el flanco de la criatura, haciéndola tambalearse.
Edward: ¡Alfons, ahora! -gritó, y rápidamente seguí su orden. Con un movimiento preciso, utilicé mi alquimia para formar una densa niebla con la cual logramos desestabilizar aún más a la quimera al no poder ver de dónde venían los ataques a la distancia.
Momento que aproveché para formar una versión controlada de mi ataque explosivo con ayuda de mi pistola, el cual impactó con fuerza a la quimera, causando una explosión de aire que hizo que la quimera fuera arrojada hacia atrás, chocando contra una de las paredes de la iglesia.
Edward: ¡Bien hecho! -exclamó Edward, su voz llena de entusiasmo. Pero no había tiempo para celebrar, ya que la quimera, aunque herida, no estaba dispuesta a rendirse. Menuda bestia testaruda.
La criatura se levantó, sacudiéndose como un gato después de caer al agua, y su mirada estaba aún más furiosa. No mentiré, he tenido que lidiar con quimeras antes, pero esta parecía singularmente más poderosa y resistente que cualquiera que haya visto antes.
Edward: ¡No podemos dejar que se recupere! -dijo, su voz resonando con determinación.
Alfons: ¡Vamos, por el flanco! ¡Mantengan la presión! -gritó, dirigiéndose hacia la quimera con una velocidad sorprendente.
El monstruo se lanzó hacia Edward, pero él se movió ágilmente, esquivando su ataque y apuntando nuevamente con su arma. En un instante, el sonido de los disparos resonó en la iglesia, y la quimera retrocedió, pero no estaba lista para rendirse.
Alfons: ¡No se detengan! -grité, usando mi alquimia para crear un remolino de aire que rodeará a la quimera, desorientándola. El viento sopló con fuerza, haciendo que la criatura se tambaleara, y en ese momento, Edward aprovechó la oportunidad.
Edward: ¡Ahora! -exclamó, lanzándose hacia la quimera con un ataque directo aprovechando que estaba lo bastante malherida. Con una serie de movimientos rápidos y precisos, comenzó a atacar, sus habilidades de combate brillaron con fuerza.
La quimera se lanzó hacia nosotros una vez más, pero esta vez, estaba lista para recibirla. Con un último esfuerzo, y habiendo contenido aire durante toda mi pelea, lo liberé de golpe frente al animal y el choque fue tan fuerte que sentí que el suelo temblaba (y no mentiré, mi brazo izquierdo definitivamente está roto, problema que de momento tendré que esperar a que Clara esté a mi disposición ya que no soy bueno en medicina).
Maldita bestia, se aprovecha de que me contengo porque si voy con todo terminaré destruyendo el pueblo entero fácilmente. Odio pelear en ciudades sin tener permiso para destruir libremente sin preocuparme de daños colaterales. Pero tristemente se deben seguir los procedimientos.
Al: ¡Ed, ahora! -gritó Al, y Edward se lanzó hacia adelante, realizando un ataque final.
Edward: ¡Este es el final para ti! -gritó mientras saltaba y transmutaba su brazo de metal en una espada, atravesando el cráneo del animal para rematarlo y así dar fin a toda esta contienda.
El silencio llenó la iglesia, y aunque el caos había terminado, el aire seguía impregnado de tensión. Yo, aún respirando pesadamente, me gire hacia el resto tras verificar que afuera no hubieran más criaturas, creo que mi rostro mostraba una mezcla de alivio y adrenalina ya que compartía ese sentimiento con Ed que se veía de ese modo justamente.
Alfons: ¿Están todos bien? -pregunte, con mi voz temblando levemente por la batalla.
Al: Sí, estamos bien... por ahora. -respondió Al, mirando a su alrededor con preocupación.
Edward: ¡Por el amor de...! ¡¿Qué era esa cosa?! ¿Qué está pasando aquí? -pregunto solo para que en respuesta la figura de una misteriosa mujer se asomara desde el agujero que había hecho el monstruo.
Y no hace falta decir que verla me hizo sentir como si me hubieran obligado a tragar una bolsa entera de limones sin nada más para acompañar. No estaba del todo seguro, pero ella me parecía familiar de algún lado. Lo sé porque la mujer también pareció reconocerme antes de hacerse la desentendida. Por ahora le seguiré el juego, veamos a dónde va con esto.
Mujer: Dios mío, he perdido. Ustedes son más fuertes de lo que pensaba -dijo llamando la atención de todos.
Edward: ¡Hey! ¡¿Quien rayos eres?! ¡¿Y qué estás tratando de hacer?!
Camilla: Oh, qué niño tan luchador. Bueno, supongo que debería ser educada y presentarme -dijo con cierta gracia- mi nombre es Camilla. Perdón por arruinar su costoso vitral -mencionó con sarcasmo.
En lo que yo ya podía decir que lidiamos con una rastrera, reconocía a una mujer ponzoñosa cuando la veía fácilmente aun si no me acuerdo de donde nos habíamos visto antes. De momento solo se que ella tiene que ver con todo esto ya que mas obvio no puede ser que ella controlaba a la quimera que nos controlo, y por lo tanto, también podía tener control sobre las demás.
Camilla: Pues bien, supongo que debería irme... es hora de decir adiós. Hasta que nos volvamos a encontrar, chicos -exclamó antes de solo saltar y perderse en la oscuridad de la noche.
Edward: ¡¿Qué?! ¡Espera un minuto! ¡No irás a ningún lado! ¡¿Siquiera me estás escuchando?! ¡Oye! -grito antes de querer perseguir a la mujer, a lo cual solo lo sujete para que no se fuera. No iba a pasar por esto, no otra vez y menos tan pronto.
Alfons: Ed, cálmate... no podemos seguirla ahora. Es demasiado peligroso. -dije, intentando mantener la calma en medio del caos.
Edward: ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Ella sabe algo! ¡Ella está detrás de las quimeras, y tenemos que atraparla antes de que haga algo más! -protestó, su voz llena de rabia y determinación.
Al: ¡Hermano! -intervino colocando una mano en su hombro para detenerlo- no sabemos a qué más se enfrenta, y si ella tiene control sobre esas criaturas, no podemos arriesgarnos a salir sin un plan.
Edward: Pero no podemos quedarnos aquí, actuando como si nada hubiera pasado. -dijo apretando los puños, su frustración palpable. Era evidente que estaba luchando entre el deseo de actuar y la necesidad de ser cauteloso.
Alfons: Tienes razón, pero también debemos ser inteligentes al respecto. Si realmente es ella quien controla a las quimeras, probablemente esté esperando que nos expongamos. -dije, tratando de ser racional en la situación gritando con la mirada para que se calmara.
La tensión en el aire era densa, y sabía que ambos hermanos necesitaban un momento para procesar lo que había sucedido.
Edward: Supongo que... -dijo, su voz ahora más resignada- no tenemos muchas opciones.
Alfons: Exacto. Y si la situación se vuelve peligrosa, podemos protegernos juntos. -dije, tratando de infundir un poco de confianza en el ambiente.
Finalmente, Edward asintió, aunque su rostro seguía reflejando frustración. El sacerdote (que de milagro salió ileso de todo eso y aseguró irse del pueblo tras confirmar que todos los civiles hayan evacuado) nos guió a una pequeña habitación en la parte trasera de la iglesia, donde encontramos un par de mantas y algunas provisiones. La atmósfera seguía siendo tensa, pero al menos estábamos a salvo por ahora.
Mientras nos sentábamos, no pude evitar pensar en lo que había sucedido. Camilla, las quimeras, la conexión con Selene... todo parecía entrelazarse de una manera inquietante. La figura de la chica pelirroja, Armony, también seguía presente en mi mente. ¿Qué relación tenía con Selene realmente? ¿Y qué papel estaba jugando en todo esto?
Con esos pensamientos en mente, luego de hacer un cabestrillo improvisado para mi brazo herido, cerré los ojos, dejando que el cansancio me envolviera. Mañana sería un nuevo día, lleno de desafíos, pero también de oportunidades... je, que curioso, encontré una pluma en el suelo que brillaba de camino aquí y de la nada solo se desapareció en mi mano, je, debo estar delirando del cansancio.
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Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
De momento solo diré que vaya despelote se esta armando ¿no?
En fin, nos vemos luego.
Chapter 29: Capitulo 27: Nueva Hiessgart
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Nueva Hiessgart, Cercanias de la frontera este/central, Amestris)
Si las circunstancias hubieran sido distintas, incluso me habría atrevido a decir que me habría gustado venir de vacaciones a este pueblo. La apariencia del lugar me recordaba a los pueblos rurales de Alemania, y no puedo negar que eso despertaba en mí varios recuerdos de la infancia y de la vida que viví en aquel entonces, una vida que no volvería a tener jamás por obvias razones. Fue una experiencia hermosa, aunque, dadas las circunstancias, fue breve, y pronto volví a retomar mi rol de soldado de manera casi automática.
Al: Oye hermano ¿Realmente vamos directo a la estación? -pregunto en lo que tanto él como yo nos encontrábamos siguiendo al chico del abrigo rojo que se encogió de hombros.
Edward: Por supuesto que si, esa era nuestra intención desde el comienzo ¿no? -respondió casual- ahora que sabemos que el profesor está bien, no hay razón alguna para ir a verle.
Al: Bueno, tal vez... pero todavía hay algunas cosas que me molestan -se quejo por lo bajo- quizás pueda hablarnos de las hordas de quimeras... o al menos de Selene -dijo haciéndome suspirar.
¿Era tan difícil para Alphonse entender cuando una situación prácticamente estaba soltando a gritos que era peligrosa? Y todo parecía indicar que el profesor Wilhelm Eilselstein era la mente maestra de una u otra forma. También estaba la opción de que perfectamente podía estar siendo usado por algunos traidores dentro de la milicia, pero no estaba en condiciones para ponerme a averiguar eso en este momento.
Solo quería sacar a estos dos de esta ciudad rebelde pronto, y por suerte parece que luego de una noche de sueño, Edward se sintonizo en la misma frecuencia que yo dado su interés de salir de aquí, ya habrá tiempo para reorganizarse, ya que disimulo para que no se note, pero... en serio necesito atención médica y mi medicina, me estoy quedando sin existencias.
Edward: Sabes, Al... Acabo de recordar algo. La noche antes de volver a Dublith... ¿Recuerdas algún... ruido del laboratorio del profesor? -pensó en voz alta buscando hacer una conversación.
Al: ¿Uh? Bueno, no estoy seguro...
Edward: Yo tampoco, porque estaba medio dormido. Pero me pareció oír a alguien gritar -dijo llamando mi atención.
Al: Y... ¿Tu crees que eso tiene algo que ver con lo que sea que está pasando ahora? -pregunto en lo que pude notar como Ed me miro de reojo antes de hacerse el tonto.
Edward: Nah, nada que ver. Solo estaba recordando, eso es todo... Quiero decir, podríamos aclarar las cosas si visitamos al profesor, pero no en el estado en el que estamos ahora... Lo que me molesta es la chica que nos lanzó la quimera en la iglesia.
Alfons: No importa, por ahora solo debemos concentrarnos en salir del pueblo y reencontrarnos con las chicas, luego podemos seguir el camino a Central sin más contratiempos -dije queriendo actuar con la mayor normalidad.
Cuando en realidad estaba a medio de la misión de sigilo más dura que he tenido hasta ahora. Desde que llegamos a Nueva Hiessgart no han dejado de aparecer matones con el aspecto de los típicos rebeldes sin causa que no saben qué hacer con su vida, por su vestimenta era obvio que hacían de la ley y el orden por aquí, lo que traducido para mi, eran incordios.
Por eso, en total sigilo, mientras explorábamos el lugar, me vi obligado a emplear mis habilidades de soldado del norte, adquiridas durante mi tiempo en Briggs, para eliminar rápidamente a cualquier posible atacante sin llamar la atención de civiles en el pueblo, amparándome en la ley de soberanía militar en caso de que el sitio se volviera hostil para el gobierno amestrisano. Como prueba de ello, quedaron varios cadáveres de quimeras en toda el área, por lo que al menos en términos legales no tengo de qué preocuparme.
Pero el verdadero reto fue hacer lo inhumanamente posible para que ni Edward ni Al se dieran cuenta de ninguno de esos atentados (los tipos como tal no eran una amenaza, era obvio que solo eran alquimistas novatos y tontos). Cosa que al menos hasta ahora he logrado con éxito gracias a excusarme con alejarme para vigilar alrededores. Pero más que todo, me valí de una habilidad que desarrolle con mi alquimia que sigue en desarrollo, y me está cansando mucho debido a su uso constante, el espacio insonoro.
A fin de cuentas, el sonido se debe a la vibración del aire provocado por una fuente sonora, si usas la alquimia puedes transmutar dicho aire para que este no vibre, opacando el sonido ¿la reacción restante de esa transmutación? Sentir como si me golpearan el estómago con un puñetazo, siendo el responsable la fuerza del sonido no emitido... Creo que tengo el abdomen lleno de moretones (maté al menos a 15 matones), pero vale la pena.. aunque ya quiero irme de esta ciudad.
Estómago morado de moretones, brazo roto y mi medicina pulmonar es escasa ¿algo más que añadir? Y sin embargo sigo fresco como lechuga... en serio necesito un respiro.
Edward: Hombre, vaya desvío que tuvimos... considerando que lo único que queríamos era llegar a la estación -dijo con algo de fastidio luego de que al fin llegáramos a la puerta del cruce que daba directo a la estación del pueblo.
Al: Yo solo espero que no haya más obstáculos o situaciones ridículamente complicadas y hasta absurdas que nos impidan llegar hasta aquí -dijo mirando a su hermano un momento, se nota que aunque no lo dijera, estaba ya cansada de todo el asunto de Edward persiguiendo a esa chica Armony por toda el área circundante.
Edward: No tienes que mandarme indirectas, aunque no lo creas, yo también estoy cansado, pero ¿soy solo yo o también escuchan que suena terriblemente ruidoso al otro lado de esta puerta?
Al:... ¿Crees que es una emboscada? -pregunto en lo que yo me puse tenso.
Tanto que me esforcé por pasar desapercibidos y me salen con esto. Debí verlo venir ya que era algo obvio pero ¡me lleva la que...!
Edward: Nah, no hemos tenido ningún problema hasta ahora -declaró con calma- seguro nos buscan en los alrededores del pueblo y ni saben que estamos aquí. De todas formas, no tiene sentido preocuparse por eso. Sigamos adelante.
Al: Ay, Ed. Nunca te molestas en pensar las cosas bien. Por eso siempre terminamos en un... ah, olvídalo, no importa -dijo en lo que yo me aguante decirle ¨el burro hablando de orejas¨.
Aunque fuera mucho menos problemático y más razonable, siendo por su juventud e inocencia hasta cierto punto aun sin manchar, Alphonse no se salvaba de justamente eso, actuar sin pensar, solo que en su caso dejándose cegar por la confianza.
La puerta del camino a la estación crujió al abrirse lentamente, como si protestará por ser forzada en lugar de abierta con normalidad. La tensión en el aire era palpable, y los tres intercambiamos miradas cortas, conscientes de que algo no estaba bien. El sonido que se escuchaba del otro lado era, efectivamente, demasiado ruidoso para ser simplemente el viento o alguna máquina en funcionamiento.
De allí que sin pensarlo mucho, usando energías de donde no tenía, me adelante nuevamente dejando muy atrás a Edward y su hermano menor. Y una vez crucé la puerta y llegué a la sección del pueblo donde estaba la estación... Maldita sea, justamente cuando no la buscamos es que aparece frente a nosotros, esa mocosa.
Armony: ¡Qué montón de mentirosos! -se quejó frente a un trío de matones mientras sujetaba a uno de ellos- ¡mentiras, mentiras, que se les quemen los pantalones!
Matón 1: Ah, cállate y suelta mi pierna, mocosa pegajosa -dijo queriendo sacudirse a la chica que estaba siendo insistente.
Armony: ¡¡Lo prometieron!! ¡Ustedes PROMETIERON que me enseñarían alquimia hoy!
Matón 3: ¡Maldita sea, eres molesta! Nunca hicimos ninguna promesa.
Armony: ¿Así que se están echando atrás? ¡Entonces devuélvanme mi dinero! -reclamo.
Matón 2: ...
Matón 1: Heeheehee, tienes razón -dijo a su compañero que ni había abierto la boca- ¿que dinero? Ninguno sabe de lo que estás hablando, enana.
Armony:... Ustedes son de lo peor -dijo cabizbaja antes de enojarse- ¿a eso le llaman equivalencia de intercambio? ¡Montón de mentirosos, alquimistas impostores!
Es un hecho, de verdad es una niña, muy ingenua y hasta diría que de lo testaruda algo tonta. Mala combinación, me lo diran a mi.
Matón 1: ¿¡Cómo demonios nos llamaste?! Mocosa... ¿Por qué deberíamos...?
Armony: ¡Solo olvidenlo! -dijo dándoles la espalda- ¡No tengo que aprender nada de ustedes! ¡Encontrare a un maestro mejor que ustedes!
Matón 3: ¿Un mejor maestro? Jejeje, esa fue buena...
Matón 1: Un mejor maestro -dijo riendo de forma muy poco disimulada.
Matón 2: ...
Ok, ya estuvo bueno ¿es que ese tipo es mudo o qué?
Armony: ¿Qué? ¡¿Qué es tan malditamente gracioso?!
Matón 1: Bueno, eso simplemente no va a pasar. No hay nadie en el pueblo que te enseñe alquimia -dijo como si fuera una obviedad.
Armony: ¡Ustedes no saben eso!
Matón 3: Oh, pero lo sabemos, mocosa. Porque el profesor Eiselstein... Bueno, no importa. Solo olvidalo -dijo llamando rápidamente mi atención.
Armony: ¿Uh? ¿Qué? ¿Qué pasó con mi papá? ¡Vamos, díganme! -dijo volviendo a sujetar a uno de los sujetos que ya estaban por irse- ¿Qué tiene que ver papá con esto? ¡Díganme! ¡Por favor! -Siendo eso todo lo que dijo antes de que la arrojaran con violencia.
Momento en que no me quedó de otra que atraparla antes de que tocara el suelo, ahora mismo creo que empiezo a sentir la misma molestia de Ed por esta chica, aparentemente era un imán de problemas. Y más cuando en el momento que el trío de matones notaron la cadena de mi reloj de plata, rápidamente ordenaron a sus compinches rodearnos, genial, otros quince tipos a los que tengo que matar... que se note el sarcasmo.
Sin dudarlo, me puse en posición, activando una de mis habilidades de alquimia para crear una barrera de aire que nos protegiera a Armony y a mí. La tensión en mis músculos se intensificó, y sentí cómo el cansancio se acumulaba en mi abdomen, pero en ese momento, no podía permitirme fallar. Y no hace falta decir que la barrera hizo su cometido con eficacia, conforme los secuaces se acercaban, iba cayendo como moscas... de verdad que el aire era de los venenos más peligrosos si se manipula correctamente, es un hecho.
Matón 1: Veneno gaseoso en un área circundante... Nada mal para un niño -dijo queriendo aparentar tener el control- supongo que no los llaman alquimistas estatales por nada ¡Pero déjanos decirte algo, si subestimas a los hermanos alquimistas, te meterás en graves problemas!
Matón 2: ...
Matón 3: ¡Así es, no más tonterías! ¡No han visto nada todavía! ¡Ustedes imbéciles están acabados!
Matón 1: ¡Se lo vamos a mostrar! ¡Somos los hermanos alquimistas y nuestra alquimia es invencible! -dijeron antes de actuar.
A la vez que su siguiente movimiento fue entre los tres usar su alquimia para darle movilidad a una armadura autómata que había traído consigo y que parecía fusionar a través de la manipulación interna que los tres ejecutaban a distancia al mismo tiempo... alquimia remota, tal vez a diferencia del resto de pelmazos que me he topado estos tres no sean tan tontos como se ven. Es obvio que al menos viajaron a Xing y adaptaron la Alkahestria de un modo diferente al médico.
Por suerte para mí, mis refuerzos acababan de llegar también. Aunque se notaba que Edward estaba molesto por haberme adelantado de nuevo, tanto él como Alphonse dedujeron la situación rápidamente y se pusieron en guardia, y tal vez... esta vez les deje el trabajo a ellos. Necesito solo un descanso leve, eso es todo.
Alfons: ¡Edward! -le grité con urgencia, bastando solo con eso para que el entendiera que la situación era seria... algo que esperaba no volver a hacer en un largo tiempo, se supone que yo debo cuidarlo, no al revés.
Por su parte el amor de mi vida asintió, cerrando los ojos un momento para concentrarse. La alquimia de los hermanos, combinada con la invocación de la armadura, iba a crear un desastre si no se detenía a tiempo. Pero también era consciente de que esa misma alquimia, si se contrarrestaba con precisión, podría ser vulnerable.
Mientras tanto, los matones se estaban reorganizando, con su armadura autómata avanzando lentamente, lista para atacar. La niña Armony, aún sujetada por mí, se quedó paralizada observando el armatoste acercarse, parece que en el momento de la verdad esta chica era una civil en toda regla.
Edward: ¡Ya verás, montón de chatarra! —gritó, chocando sus palmas para luego formar un muro que me separó a mi y Armony del autómata. De momento iba a servir, pero era evidente que no duraría mucho ante un ataque concentrado.
Yo, agotado y con el cuerpo al borde del colapso, sabía que debía hacer algo. La alquimia del enemigo era avanzada, eso era un hecho, pero también era tosca en más de un aspecto. No podía permitir que siguieran manipulando esa maquinaria sin control. Con un esfuerzo titánico, cerré los ojos y concentré toda mi energía en un solo acto: activar mi alquimia con un disparo de aire de mi pistola bien concentrado, a riesgo de hacerme aún más daño con la reacción opuesta (malditas leyes de Newton), pero con la esperanza de distraer o incluso ahuyentar a los enemigos.
Un silencio absoluto envolvió el área. La armadura de los hermanos, que se movía con rapidez, se quedó paralizada unos segundos, confundiendo a los atacantes. La explosión de aire comprimido que había planeado no ocurrió, y en su lugar, uno de los círculos de la armadura se daño, haciendo que sus movimientos se volvieran torpes y descoordinados.
Edward: ¡Eso es! -exclamó, aprovechando la oportunidad para lanzar un ataque con su alquimia transmutando un cañón, enviando un disparo hacia la armadura. La explosión fue intensa, y el autómata comenzó a desmoronarse cuando otro círculo se dañó, solo quedaba uno.
Alfons: ¡Vamos, Edward! Es hora de rematarlo -dije en lo que él me dio una sonrisa que casi parecía de gratitud ¿Por qué me sonríe así? Yo esperaba algo de arrogancia o hasta burla, pero... ¿tanto le importa que peleemos juntos en vez de que me ocupe de todo?
Pero de igual modo, al menos por hoy no reflexionaré eso. De allí que mientras los enemigos estaban desorientados, me apoyé en la pared, sintiendo que mi cuerpo no podía más. El uso constante de la alquimia y el desgaste físico me había dejado completamente agotado y con los músculos imposibilitados de responder. Pero sabía que no podía rendirme ahora; no en medio de una batalla crucial.
Aunque al final me puse paranoico para nada, cuando menos lo espere, Al fue quien remató la armadura enemiga apareciendo a un lado suyo y destrozando el último círculo de un puñetazo, volviendo el arma nada más que como un montón de chatarra. Finalmente, los matones, sin su máquina, retrocedieron, lanzando insultos y maldiciones. Edward y Alphonse los persiguieron unos metros, asegurándose de que no regresaran. La calma comenzó a regresar lentamente al lugar, aunque el daño ya estaba hecho.
Edward: ¿Estás bien? -preguntó, acercándose preocupado, mientras revisaba mi estado- ... ¿Por qué fingiste estar bien? Te ves terrible... necesitas a Clara, tonto.
Alfons: No pasa nada, estoy... Bien. Solo necesito descansar -murmuré con dificultad, apoyándome en la pared, no queriendo nada más que unos segundos de paz mientras observaba a Al recoger unas flores en la calle que debían ser de la pelirroja, que lindo de su parte.
Tristemente, hablando de eso... con Armony cerca, aparentemente algo como la paz y la quietud era pedir demasiado.
Armony: ¡Ustedes son asombrosos! ¡Si que saben patear traseros de idiotas que corren como camarones asustados! -dijo en un tono claramente adulador e interesado.
Edward: ¡¿Qué?! ¡¿Quién fue el que me llamó camarón?! -preguntó antes de ver a la pelirroja, a quien aparentemente no había notado en absoluto- ¡Ah, eres tú! ¡Finalmente te encontré, mocosa!
Armony: No sabia que ustedes tres eran alquimistas -dijo ignorando las quejas de Ed para su fastidio.
Al: Pues bueno, si lo somos -dijo algo apenado por ser adulado de forma repentina.
Edward: ¡Hey, no me ignores!
Armony: ¡Enséñenme! -pidió de forma totalmente interesada, cosa que desubicó a ambos hermanos mientras que yo solo suspire.
Encima qué esta chica parecía no tener vergüenza alguna... solo un problema tras otro, de verdad la peor misión que he tenido hasta ahora.
Armony: ¡Por favor, enséñenme alquimia! ¡Eres un alquimista estatal, así que debes ser muy bueno, señor bajito! -dijo con el tono adulador, sin saber que solo con eso último ya perdió toda oportunidad, si es que hubo alguna en primer lugar- ¡prometo dar lo mejor para aprender, así que por favor enséñenme!
Al: Bueno... esto es algo repentino... ¿hermano?
Edward: Espera un segundo, chica... ¿Este es el modo en el que le pides favores a la gente? -preguntó secamente haciendo que la joven frunciera el ceño.
Armony: ¿Qué quieres decir? Dije por favor ¿no es así, señor bajito?
Edward: ¡ESO ES JUSTO DE LO QUE HABLÓ! ¡DEJA DE LLAMARME BAJITO! -reclamo hecho una furia, como era de esperarse. Aunque por lo menos Armony pareció al fin entender cuánto le molestaba a Edward que se metieran con su estatura.
Armony: Oh, jajajaja.... Bueno, ayudaría que supiera sus nombres... -dijo algo incomoda.
Edward: ¡Mi nombre es Edward! ¡Edward Elric! ¿Quedó claro?
Al: Yo soy Alphonse Elric, y soy su hermano menor, mucho gusto.
Armony: Edward y Alphonse, lo tengo. Yo soy...
Alfons: Tu eres Armonía -dije llamando la atención de los tres que al parecer creyeron que me había dormido o perdido la consciencia- el pastor del viejo pueblo nos habló de ti. Mi nombre es Alfons Heiderich, por cierto.
Armony: Oh, ya veo. Interesante... Entonces ¿ustedes tres me enseñaran alquimia o qué? -preguntó volviendo a su actitud descarada usual. Cuenta hasta diez Alfons, cuenta hasta diez.
Porque si, estando lo suficientemente cansado, malherido y enfermo, hasta a mi se me va la paciencia.
Edward: ¿Y no tienes algo que decir antes de eso? -pregunto cruzado de brazos.
Armony: ¿Algo que decir...? ¡Oh sí, por supuesto! ¡Gracias por salvarme, en especial a usted señor serio! -me dijo haciendo que tuviera un tic en el ojo ¿era en serio?
No soy serio... oh bueno, no cuando no estoy trabajando ¿oh si? Lo que me faltaba, ahora estoy teniendo una crisis existencial más.
Armony: Esos sujetos rompieron su promesa de enseñarme alquimia. Pero me siento mejor luego de ver como les patearon el trasero. Entonces la cosa esta así ¿me enseñarían a usar la alquimia ahora? -preguntó con cierta insistencia que empezaba a ser molesta.
Edward: Espera. Aún estás olvidando una cosa realmente importante...
Al: Ay hermano. Solo ríndete ya... -dijo en lo que el mayor hizo oídos sordos.
Armony: ¿Qué estoy olvidando? Oh ¿quieres que te dé un apretón de manos primero?
Edward: ¡No, imbécil! ¡Quiero que te disculpes por caerme encima el otro día! -exclamó con rabia.
Pero claro que tenía que ser eso. Mi amorcito el menos rencoroso (pero así lo quiero con todo y mal carácter, no me canso de decirlo).
Armony: Oh ¿todavía estás resentido por eso? Siempre serás un camarón si sigues preocupándote por las cosas pequeñas. -dijo restando importancia al asunto. Y aunque me enojaba, razón no le faltaba. Aunque ahora mismo no le convenía decir eso. Y menos de ese modo.
Edward: ¡No son "cosas pequeñas"! ¡Y no me llames camarón! -reclamo antes de solo respirar hondo.
Para luego, sin decir palabra alguna, ayudarme a ponerme de pie, dejándome usar su hombro para apoyarme.
Edward: Vámonos de aquí, no tenemos nada que enseñarle a una ignorante ingrata como ella.
Vaya que es resentido. Aunque ahora mismo en lo único que puedo pensar es en lo vergonzoso que se siente que la persona que protejo me este cargando como peso muerto, de verdad que esta misión no me gusta. Juro que voy a desquitarme con todos los que tienen que ver con este incidente aunque sea lo último que haga, nadie me hará quedar como menos a los ojos de Edward.
Al: ¿Qué? ¿Hermano? Espera... -dijo queriendo razonar antes de solo seguirnos con resignación.
Armony: ¡Espera, espera, espera! Bajito... Ups, quiero decir... ¡Edward! ¡Por favor, espera! -dijo caminando detrás nuestro- Lo siento, te pido disculpas. Así que ¿por favor podrían enseñarme alquimia?
Edward: Tsk... ¿Por qué rayos quieres aprender de nosotros con tanta insistencia en todo caso? -pregunto encarando con fastidio a la chica.
Al: Debe haber muchos otros alquimistas aquí... si no te importa que sean un poco rudos -mencionó en lo que yo no pude evitar bufar. Vaya que una situación cambia mucho según el contexto que tienes.
Armony: Ya les había preguntado a muchos. Pero... no sé... Supongo que soy muy lenta o algo así... -dije en lo que yo me reserve mis comentarios.
No solo lenta, encima ciega para no darse cuenta de que vive en una ciudad que es obvio que busca ser una entidad rebelde al gobierno, reclutando como fuerza judicial a nada más que criminales y marginados, parias de la sociedad. Entiendo la inocencia e ignorancia de los jóvenes pero esto ya es ridículo y absurdo.
Al: Y no funciono ¿eh?
Armony: Si... Entonces pensé que tal vez si pudiera aprender de un alquimista estatal... -ok, ahora solo está inventando sobre la marcha.
Edward: Nunca vas a ser buena en eso si siempre dependes de otras personas de esa manera -dijo de forma rotunda, no queriendo saber más del asunto.
Armony: ¡No! ¡No es así, yo solo...!
Alfons: Lo siento, pero no tenemos tiempo para enseñarte -dije ya queriendo estar dentro de un vagón de tren cuanto antes- tenemos que llegar a Central, pronto. Y para esto debemos agarrar el primer tren que vaya directo para allá.
Al: Te enseñaríamos algunas cosas si no tuviéramos que irnos con tanta prisa... perdón -dijo queriendo quedar en buenos términos. Cosa que a mis ojos no era necesario.
Edward: No es que estemos queriendo ser malos. Es solo que somos gente muy ocupada -dijo esta vez con un tono de malicia ya queriendo molestarla.
Un grave error, ya que mientras se despedían note como la chica parecía tener una idea, un pensamiento malicioso que me dio muy mala espina, solo ver esa mirada me hizo sentir deseos de arrancarme el cabello por alguna razón.
Armony: Pero yo... -dijo antes de sonreír como si hubiera ganado la lotería- ¿un tren a Central? ¡Jajajaja! ¡Hoy debe ser mi día de suerte! Muy mal por ustedes chicos. Ahora mismo no hay NINGÚN tren que vaya a Central desde aquí.
El silencio que siguió a las palabras de Armony fue pesado, como si el aire mismo se hubiera congelado. La expresión en su rostro delató su satisfacción, pero también un destello de malicia que no podía pasar desapercibido para nosotros, o para mí al menos. La tensión creció en el grupo, y una sensación de advertencia recorrió mi espina dorsal.
Edward:... ¿Perdón? -fue todo lo que pudo decir en estado de shock.
Armony: Escuché que detuvieron todos los trenes de la zona para investigar un gran descarrilamiento cerca de Hiessgart -dijo en lo que la comprensión me golpeó. El incidente por el cual acabamos aquí en primer lugar... maldita sea.
Yo pensaba que para esta hora ya los trenes estarían en circulación otra vez... ¿Será un movimiento adrede de parte de mi padre para movilizar tropas y sitiar nueva Hiessgart? Lo que me faltaba, no quería verme involucrado en esto por tener a Edward y su hermano aquí conmigo, pero parece que no tendré otra opción... en cuanto encuentre donde escondernos comunicare a Clara que venga cuanto antes para atenderme... y luego, que arda troya.
Armony: Así que ustedes chicos no tienen más opción que quedarse en el pueblo un tiempo y... ¿me están escuchando?
Edward: Oh... no me digas... -dijo con una expresión de amargor y remordimiento.
Lo que no me extraña dado a que fue su ataque el que causó el accidente. Ay amor mío, debo enseñarte a ser más cuidadoso a la hora de pelear. Aunque reconozco que no soy quien para hablar. Pero mejor no le digo nada, conociéndolo si se lo recalco Edward solo negara todo de forma obstinada.
Armony: Como sea. Escuche decir que las reparaciones tomarán un par de días. Así que hasta entonces están atascados aquí un rato... hey ¡tengo una idea! ¡Vengan y quédense en mi casa! ¡No habrá problema, mi papá es alquimista también! -dijo con emoción- ¡Si, es una idea brillante! ¡Mi papá no tendrá problema alguno en recibirlos a los tres, estoy segura!
Alfons: Hey, espera un segundo...
Armony: Vamos. Será difícil que encuentren en esta ciudad un alojamiento mejor que mi casa ¡Vamos, es por aquí! ¿Qué están esperando? ¡Apúrense, vamos! -dijo antes de solo perderse de vista.
A la vez que yo solo podía decir que deseaba un buen café ahora mismo. Creo que parte de mi mal humor también se debe a la falta de cafeína.
Al: Vaya... esa chica es una mandona... ¿Qué hacemos ahora? -preguntó mirándonos.
Edward: No hay mucho que podamos hacer en este momento...
Alfons: Probablemente no podríamos escapar de ella ni aunque lo intentáramos -dije con algo de resignación.
Aunque sí era honesto, también tuve un breve momento de iluminación, hablamos de que nos estaban llevando de forma guiada y sin contratiempos al hogar del profesor, que al menos públicamente era la cara detrás de todo lo relacionado a Hiessgart y Nueva Hiessgart. Era una oportunidad que ciertamente no se podía desperdiciar.
Armony: ¡Edward, los dos Al! ¡Por aquí, vengan! -La escuchamos a lo lejos, a lo cual los tres de forma simultánea soltamos un suspiro.
Edward: Saben... Estoy empezando a preguntarme si ALGUNA VEZ llegaremos a Central... -dijo con una ira en sus ojos increíblemente contenida.
La voz de Armony resonó en la distancia, con una energía que parecía desafiar toda lógica, y en ese momento supe que, por mucho que intentáramos resistirnos, lo que nos esperaba no sería nada sencillo. La promesa de quedarnos en su casa parecía más una trampa que una ayuda real, pero en ese instante, cualquier opción parecía mejor que seguir enfrentándonos a la marea de problemas que se nos había venido encima.
En lo que avanzamos lentamente, el peso de la fatiga y el cansancio acumulado se hacía sentir en cada uno de mis músculos. Mientras tanto, mis pensamientos vagaban a toda velocidad. La idea de quedarnos aquí, atrapados por las circunstancias, no me agradaba en absoluto.
Pero también era consciente de que en estas condiciones, lo más inteligente sería aprovechar ese respiro forzado para reagruparnos, sanar nuestras heridas y planear con calma. (Más que todo necesito volver a usar la piedra roja para acomodar los huesos de mi brazo... definitivamente necesito estudiar más de anatomía humana cuando tenga tiempo libre).
Edward:... Deja de hacerlo -dijo de repente llamando mi atención- ¿en verdad crees que no noto que sigues haciendo eso? Honestamente no sé de cuántos peligros te has ocupado sin que yo lo sepa durante nuestra estancia en este pueblo... ya deja de hacerlo.
Alfons: No es solo por ser cuidadoso -susurré en voz baja, abriendo los ojos y mirando a Edward con una expresión cansada- es por necesidad. No puedo permitirme fallar ahora, no después de todo lo que hemos pasado para asegurarme... -dije antes de suspirar- de que la persona que más me importa esté a salvo.
Edward:... Maldita sea -me dijo con preocupación y frustración- ya deja de verme como una maldita princesa que necesita ser salvada. Yo... tenemos que hablar de esto, pero ¿en serio crees que no se que tu brazo está roto? ¿Qué no noto que estás haciendo un esfuerzo sobrehumano sólo para respirar? ¡No me hagas solo ver como te matas queriendo cuidarme!
El peso de sus palabras cayó sobre mí como una losa. Sabía que Edward tenía razón en muchas cosas, pero también entendía que en esta misión, en este momento, mi prioridad era mantenernos con vida y en condiciones de seguir peleando. No podía permitirme un solo error en estos sucesos de los que no se nada, no ahora que había tanto en juego y tanto que perder.
Alfons: No puedo permitirme fallar -susurré más para mí que para él, apretando los dientes- tengo que asegurarme de que todos salgamos de aquí con vida.
Edward: Y lo haremos... solo te pido que trabajes conmigo y no hagas todo solo... deja de alejarme -dijo mirándome con una expresión cansada- Alfons, sé que te estás esforzando más de lo que deberías. Pero también sé que no puedes cargar con todo tú solo, ya no más... No es justo para ti, ni para mí tampoco.
Alfons: ... Gracias, Edward... de verdad -admití sonriéndole con cariño, aunque por dentro me sentía mal de dejar que esto pasara, que me diga esto por verme maltrecho- eso significa mucho para mí. Pero también tengo que admitir... que tengo miedo de no poder mantener todo en control y yo... -dije antes de quedarme callado al sentir un beso en mi mejilla.
Edward: ¿Crees que eres el único que se siente así? Deja Central, ahora mismo no puedo sacarme de la cabeza lo que pasaría si algo me pasa y Nina se queda sola... te guste o no ahora somos un equipo. Así que acéptalo, grandísimo tonto -dijo en lo que yo solo le di una sonrisa cálida. Maldita sea, quiero besarlo justo ahora.
Pero ya habrá tiempo para eso, ahora había que buscar refugio.
—
(Un tiempo después)
(Castillo de Nueva Hiessgart)
Armony: Y henos aquí. Siéntanse como en casa -dijo tras abrirnos las puertas principales dándonos acceso al interior del complejo dejándonos a los tres sin palabras.
Edward: ¿"Como en casa" ? Esto no es una casa, esto es...
Al: Más como un castillo... -dijo en lo que yo tenía el pensamiento de que habría mucho que explorar durante nuestra estancia aquí.
Solo lo que estábamos viendo era fácil notar la inmensidad del salón principal así como del comedor. Ya sea que esté siendo forzado o no, es obvio que el profesor se aprovechó de su aparente posición para tener una vida lo bastante cómoda como para sospechar.
Armony: Aw, eso es lo que todo el mundo dice. Tenemos muchas habitaciones, así que son libres de tomar la que más les guste -dijo como si nada.
Edward: Vaya que tu padre debe ser asquerosamente rico... -dijo haciéndome recordar ese detalle, ellos no sabían. Bueno, se acabaran enterando de todos modos -háblanos de él, Armony. ¿Es tu padre un rey o algo parecido?
Armony: Ya se los dije, él es un alquimista. El compró este castillo a un precio barato y lo arregló él mismo. Es un famoso alquimista ¿nunca habían oído de Wilhelm Eiselstein?
... Y allí está.
Edward y Al: ¡¿Wilhelm Eiselstein?!
Armony: ¿Lo ven? Sabía que ustedes habían escuchado de él si son alquimistas -dijo ignorando la consternación de ambos hermanos- esperen aquí, iré a buscar papá -exclamó para luego volver a perderse de vista, mientras que los hermanos tardaron un momento en procesar esa información.
Edward: No, espera... ¿escuchamos lo que dijo, no?
Alfons: Así es, el nombre aparente de Armony es Armony Eiselstein. Hija del profesor Wilhelm y hermana de Selene... -dije no viendo caso alguno en ocultar esa información más ahora que ya se había soltado la sopa.
Al: ¡¿Entonces este castillo es la casa del profesor Eiselstein?!
Edward: ¡¿Y esa mocosa es la hija del profesor?! -dijo en lo que yo solo asentí.
Vaya que eran lentos cuando querían.
Al: Pensé que no tenía otros hijos aparte de Selene...
Edward: Esto es malo -dijo de repente- ¡muy malo! No podemos dejar que el profesor nos vea, debemos irnos de aquí ahora -dijo mirando de un lado a otro buscando una salida. En lo que yo quería golpearme la cara. Pero claro que en lo único que pensaba Ed era en que su maestra no supiera lo de su transmutación.
¿Cómo llegó tan lejos antes sin tomarse en serio su rol de militar en lo más mínimo? Era un misterio... no, qué misterio ni que nada, mi maestro si que les cubrió las espaldas a estos dos en mi vida pasada, ahora lo veo.
Al: Espera hermano... creo que es tiempo de encarar esto como hombres -dijo queriendo parecer maduro, aunque su armadura temblorosa demostraba lo contrario- bueno, últimamente nos hemos topado con muchas cosas raras. Quizás pueda darnos algunas respuestas -aclaro.
Edward: Entiendo lo que quieres decir, ¡pero seguro que le contaría algo de nosotros a nuestra maestra!
Al: Entonces tal vez simplemente tendremos que ponernos de rodillas y rogar al profesor que no se lo diga...
Edward: Como si eso no sirviera de nada. ¡Al diablo con esto! ¡Pies, a hacer lo suyo! -declaro decidido a salir corriendo. A lo cual yo solo lo sujeté con fuerza para que no se moviera- ¡hey...!
Alfons: Lo siento amor... muy tarde para eso -dije señalando en frente nuestro con la cabeza.
Momento en que los tres vimos como Armony estaba de regreso, y junto a ella se encontraba un hombre de aparente edad avanzada, delatada por su largo cabello blanco. Con una mirada analítica y con una frialdad con la que estaba familiarizado en realidad, el profesor en definitiva era un hombre de ciencia. El asunto es que dado lo visto hasta ahora... eso podría ser algo más malo que bueno.
Armony: Son ellos papá. ¡Estos chicos son super talentosos alquimistas también!
Wilhelm: ¿Es así? Armony me contó lo que pasó. Déjenme agradecerles por todo lo que... ¿ah? -se interrumpió al ver a Edward, era un hecho, lo había reconocido. Y por como me estaba viendo, creo que me había confundido con Al.
Edward: Hola... ¿Cómo ha estado?... -dijo con incomodidad. Mientras que, como era de esperarse, Armony ignoraba por completo el ambiente.
Armony: ¿Sabes que, papá? ¡He decidido aprender alquimia de ellos! -dijo.
Solo para causar una aparente ira en el mirar de su padre. Miren nada más, parece que la alquimia era un tema delicado en casa del profesor... que irónico.
Wilhelm: ¿Alquimia? ¡Tonterías! ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? ¡No vas a aprender alquimia!
Armony: ¡No te pido que me enseñes! ¡No te molestaré, lo prometo! -pidió con ojos de perrito y todo el asunto- ¿así que puedes decir que sí? ¡Por favor!
Wilhelm: ¡No! ¡Absolutamente no! ¡Nada de alquimia para ti! -declaro para enojo de su hija.
Armony: ¡¿Por qué, papá?! ¡¿Por qué siempre dices que no?! ¡¿Por qué no puedo aprender alquimia?!
Wilhelm: ¡Por qué digo que no, por eso! -dijo queriendo dar punto final a la discusión- de todos modos, no podrías utilizarla. Sería una pérdida de tiempo.
... Indiferentemente del inconformismo de Armony, algo me huele mal en todo esto. ¿A la hija de un alquimista se le prohíbe usar la alquimia? ¿tendrá que ver con la muerte de Selene? ¿Un trauma del padre? No se porque, pero su actitud me daba a entender eso, pero a la vez, me hacía pensar que había algo más.
Armony: ¿Pero cómo puedo saberlo sin intentarlo?
Wilhelm: ¡He dicho que no. y eso es todo! Y ustedes no le van a enseñar alquimia ¿quedó claro? -pregunto a lo cual asentimos en silencio. Algo que obvio aumentó el descontento de la pelirroja.
Armony: ¡Eres muy malo, papá! ¿Le has dicho a todos en el pueblo eso mismo, no es así?
Wilhelm: Armony -trato de decir con un tono más cariñoso- papá tiene cosas importantes que discutir con estos chicos. Quiero que vayas a tu habitación.
Armony: ¡Pero papá! ¡Aún no he terminado de...!
Wilhelm: A tu habitación, Armony -dijo de forma severa- no me hagas contar hasta tres.
Armony: ... Bueno, ya, esta bien -dio el brazo a torcer de mala gana- avísenme cuando ustedes cuatro hayan terminado de hablar. Nos vemos luego, eso espero... -dijo antes de irse a su habitación, o al menos eso aparento. Conociéndola la certeza no era una opción.
El silencio que quedó tras la partida de Armony fue pesado, casi tan denso como la tensión que se podía palpar en el aire. El profesor Wilhelm Eiselstein permaneció de pie, observándonos con una mirada fría y calculadora, como si evaluara nuestras intenciones en ese instante. Sus ojos, de un azul profundo, parecían atravesar la pared y llegar directo a nuestras almas. Tal vez exagero, pero así se siente para mi.
Wilhelm: Bueno... Esto es una sorpresa. Ciertamente ha pasado mucho tiempo...ustedes son los discípulos de Izumi ¿Edward y Alphonse Elric, correcto? -pregunto en lo que yo rápidamente lo corregí.
Alfons: No, no. Mi nombre es Alfons Heiderich, Alphonse es él. Y perdone si no soy muy conversador, estoy,,, muy cansado... -dije señalando a la armadura que saludó de forma tímida, para acto seguido fingir que estaba durmiendo.
A mi no me den vela en este entierro si no tengo que hacerlo.
Al:... Un gusto verlo de nuevo, profesor -dijo en lo que él solo asintió.
Edward: Tsk... así que nos recuerdas ¿eh? Tiempo sin vernos, profesor... Eres terriblemente duro con ella, ¿no? -mencionó refiriéndose a Armony.
Wilhelm: Algo me dice que no eres de los que tiene derecho a dar consejos sobre paternidad, Edward. El día que tengas una hija, hablamos -dijo con calma en lo que Edward se mordió la lengua.
Por ahora es lo mejor, discutir con este hombre de momento no sería la mejor idea.
Wilhelm: Bueno, antes que nada, como dije, Armony me contó lo que pasó, así que antes que nada quiero darles las gracias. Dijo que la salvaron del peligro dos veces. Parece que Armony les ha tomado simpatía, muchachos -dijo antes de endurecer el ceño- pero la amistad permanecerá en eso. Ustedes no le enseñaran alquimia ¿quedo claro?
Edward: Bueno, no es que estuviéramos ansiosos por enseñarle, así que está bien para mí -dijo encogido de hombros, aunque pude notar cierta incomodidad en Al... Esto no terminará bien.
Al: Pero ¿Por qué no quiere que su hija aprenda nada de alquimia?
Wilhelm: Ella... Simplemente no tiene el talento. Sé que solo se decepcionará... eso es todo -dijo no queriendo hablar más al respecto.
Como dije, sospechoso.
Edward: Pero esto es una sorpresa en todo caso. No sabíamos que tenía otra hija ¿ella es adoptada?.
Si... estos dos serían espías terribles, no son sutiles en absoluto.
Wilhelm: No, Armony es mi... ella es mi hija biológica -reconoció en lo que yo ya estaba indagando en mis pensamientos. Como dije, Armony y Selene prácticamente son de una edad casi igual, para que sea su hija y Edward y Alphonse no la conocieran de antes... ¿Una aventura del profesor acaso?
Aunque tal vez así las tuvo a las dos. Digo, no se sabe nada de que el hombre se haya casado alguna vez.
Al: Oh, así que es la hermana menor de Selene. Creo que se parece a Selene en todo caso -dijo antes de ponerse triste- hablando de Selene... encontramos su tumba cerca de la iglesia y bueno...
Wilhelm: Prefiero no hablar de Selene... es doloroso recordar -mencionó a la vez que Ed se cruzó de brazos.
Edward: El pastor nos contó lo que él sabía. Pero creo que hay una historia que usted no nos está diciendo -indago para mi desconcierto. Ya deja de hostigarlo.
Wilhelm: Bueno, supongo que ustedes chicos tienen una historia sin contar mejor que la mía. Edward ¿esos son un brazo y una pierna protésicas de automail? -pregunto casual dejando a ambos hermanos en shock- y no hay nada dentro de la armadura ¿no es así, Alphonse?
Ok, lo admito, esa fue una buena jugada. Aunque el hecho de que reaccionara de ese modo, amenazando con exponer a ambos hermanos... eso lo confirma, lo que sea que paso con Selene es algo que era digno para que este hombre estuviera preso, fuese lo que fuera.
Edward: ... ¿Cómo fue que...?
Wilhelm: Me bastó con escuchar el sonido de sus pisadas -se encogió de hombros- entonces ¿qué fue lo que intentaron? Transmutación humana, asumo -sugirió, a la vez que las reacciones de ambos solo se lo confirmaron- imagino que Izumi no lo sabe... no se preocupen. No tengo interés en sus asuntos personales -dijo.
Aunque dejando al aire cierta sutil amenaza ¨Yo no digo nada si ustedes no se meten en lo que no les concierne¨. Amenaza que al parecer solo yo capte dado al alivio que los Elric mostraron... ¿en serio, cómo están vivos hasta ahora? ¿Y luego me culpan por ser receloso cuando de protegerlos se trata?
Edward: Hey, profesor... hemos escuchado muchos rumores y bueno... ¿Es verdad que construyó este pueblo? -pregunto mientras que yo quería golpearme la cabeza contra la pared. ¡Ten auto conservación cariño, aunque sea un poco!
Wilhelm: No. Yo dirigí los esfuerzos, pero fue construido por todos los que llegamos como refugiados de Hiessgart.
En resumen, una forma bonita y desinteresada de decir que en efecto, él lo hizo.
Edward: Pero usted hizo un llamado a los alquimistas para que se reunieran aquí, ¿correcto? -cuestionó en lo que yo ahogué un grito. ¡Aunque es información valiosa deja de preguntar!
Wilhelm: Eso tampoco es cierto. Esos forajidos vienen aquí por su cuenta y terminan sin ningún lugar adonde ir -dijo jugando al inocente, pero a mis ojos solo podía decir que a otro perro con ese hueso- algunos son criminales fugitivos... Otros son ex alquimistas del Estado... la seguridad empeora cada día...
Bueno, eso último no se lo niego en lo absoluto. Y de paso esa es otra cosa que puedo poner en mi informe de porqué recurrir a matar, el hecho de que me estaba encargando de traidores de la nación que usaban sus habilidades para actos delictivos en vez de mostrar su valía en el frente.
Al: Pasamos por el viejo Hiessgart de camino hacia aquí. Fue un desastre.
Edward: Es todo por las quimeras ¿no es así? -pregunto- me pregunto quién habrá hecho tantos y por qué...
... Me rindo, sencillamente me rindo. Solo me resignare a no dormir esta noche porque es obvio que a la mínima este sujeto buscará el modo de silenciarnos.
Wilhelm: Yo... no lo sé... solo aparecieron de repente una noche... Estoy profundizando en el asunto yo mismo -dijo antes de cambiar abruptamente de tema- entonces... escuche que no tienen donde pasar la noche. Los trenes no se moverán por un tiempo, son libres de quedarse aquí mientras tanto. ¡Greta! ¡Margot! ¿Están allí? -dijo en voz alta.
Para que poco después dos chicas, una rubia y una pelinegra hicieran acto de aparición. Y solo me basto con verlas para tener sentimientos mezclados. Alegría al ver a una y un gran recelo al notar a la otra. La pelinegra ni se molestaba en ocultarlo, era Camille, la chica que nos atacó en la iglesia con las quimeras. Ponerse lentes y una bata de laboratorio no me iban a engañar, gracias a Clara se reconocer un disfraz con facilidad (eso más mi paranoia con Envidia).
En cuanto a la otra... Debí imaginar que mi padre mandaría a alguien de incógnito a Hiessgart. Y como no, de todas sus opciones mandó a su mejor arma. Siempre es un gusto ver a la teniente Hawkeye... vaya que unos lentes y un cambio de atuendo hacen la diferencia.
Greta (Camille): Si, señor -dijo con un tono cortés.
Margot (Hawkeye): ¿Nos llamó, profesor?
Wilhelm: Ah, las dos están aquí. Déjenme hacer las introducciones -habló antes de vernos nuevamente- ella es mi asistente de investigación, Greta. Y mi secretaria, Margot. Ellos son los hermanos Elric y el que está dormido dijo llamarse Alfons también. Al parecer los tres son talentosos alquimistas.
Greta (Camille): Hola, es un placer conocerlos.
Margot (Hawkeye): Um... ¿Cómo fue que...? -dijo con un tonto de tartamudeo. Ya veo, con que está usando la fachada de asistente tímida.. cuando la conoces, sabes que en realidad no le queda para nada esa faceta.
Wilhelm: Margot -exclamó interrumpiendo- ¿podrías llevarlos a una de nuestras habitaciones libres?
Margot (Hawkeye): ¿Yo? Oh... si, por supuesto... vengan por aquí, por favor...
Mientras Margot (alias la teniente) guiaba a los hermanos hacia una de las habitaciones (conmigo a cuestas sobre Ed), la tensión en el aire era palpable. La presencia de Wilhelm Eiselstein, un alquimista de renombre y al mismo tiempo un enigma, añadía una capa de inquietud a toda la situación. La fría mirada del profesor parecía evaluar cada uno de sus movimientos, como si cada palabra o gesto pudiera ser utilizado en su contra.
Al entrar en la habitación, nos encontramos con un espacio amplio, decorado con libros antiguos, instrumentos de alquimia y varias pizarras llenas de fórmulas y esquemas. La habitación emanaba una sensación de conocimiento acumulado, pero también de secretos guardados a toda costa. Tras ser puesto en una de las camas, me apoyé en el respaldo de esta, sintiendo el cansancio extremo que me invadía, mientras Edward, con su característica impaciencia, comenzaba a inspeccionar cada rincón.
Margot (Hawkeye): Por favor usen esta habitación durante su estancia. Es de fácil acceso y provee una gran vista del castillo.
Al: Muchas gracias, señora -dijo en lo que yo me sorprendí ¿de verdad no se había dado cuenta de quién era?
Margot (Hawkeye): No duden en llamarme si necesitan algo más. Buen día, caballeros -dijo dispuesta a irse. Momento en que Ed le dio una sonrisa algo descarada ¿acaso él...?
Edward: Espere un momento, señorita... ¿sabe? Me resulta familiar ¿No nos hemos visto antes? -dijo guiñándole un ojo cómplice a la teniente que aunque leve, se lo guiño de vuelta mientras negaba con la cabeza... lo sabe, claro que lo sabe.
Así que era verdad lo que leí en ese reporte de las chicas, en el tiempo que han estado juntos estos se volvieron muy cercanos. Eso me alegra, nunca son suficientes personas para que cuiden que Edward no se meta en líos.
Al: ¿Tú también lo crees? No creo que sea la primera vez que nos encontramos -dijo para mi alivio al ya no poner en duda su ingenuidad.
Margot (Hawkeye): Lo lamento, pero creo que me confunde con alguien más...
Edward: ¿De verdad? Casi podría jurar que te he visto antes.
Margot (Hawkeye): Me pasa mucho, la verdad. Buenos días, caballeros... -dijo retirándose. No sin antes darle un repentino y rápido tirón de orejas al rubio que solo se rio apeando, sabía que se lo había buscado.
Y si eso no fue suficiente para convencerme de que esa mujer era la teniente. Antes de dejar la habitación dejó un papel y unas pastillas en mi cama con una rapidez casi antinatural. Era mi medicina cardiaca, y la nota era un aviso de que si quería irme de Nueva Hiessgart, que solo lo dijera y ella ayudara con el escape.
Al fin algo bueno que me pasa desde que llegué a esta condenada región. Y la idea de aceptar la ayuda era muy tentadora, pero...
Al: Entonces... ¿Qué piensas de lo que el profesor nos dijo, hermano? -pregunto luego de tomar asiento en su cama asignada.
Edward: Bueno, no lo creo todo... Creo que el profesor todavía nos oculta algo...
Al: Si, yo también lo pienso... ¿entonces qué hacemos? Parece que tenemos mucho tiempo para investigar.
Edward: Tienes razón. Supongo que podemos pensar en algo mientras ayudamos al profesor con su investigación.
Al: La catalización tiene mucho en común con la piedra filosofal. Puede que descubramos algo nuevo -dijo asintiendo- hablando de eso, ¿vas a enseñarle alquimia a Armony?
Edward: El profesor dijo que no ¿no es así?
Al: Si, pero... me siento mal por ella...
Edward: El profesor tiene su manera de hacer las cosas. Tenemos que respetar eso -exclamó antes de solo dejarse caer en su cama- bueno, lo siento, amigo. Pero copiaré el ejemplo de Alfons y voy a echarme una siesta. Despiértame cuando sea de noche.
Al: Bueno... intenta no babear demasiado sobre la almohada.. -dijo para que luego solo se hiciera el silencio.
Así yo termine de escuchar con los ojos cerrados. Primero que nada ¿Cómo se atreve? Edward babeando mientras duerme es de las cosas más adorables para mi, como un cachorrito tomando una siesta luego de jugar todo el día. Pero ya hablando en serio... maldita sea, aunque lo intente no podré convencer a ambos de irnos, se quieren quedar a investigar al profesor no importa qué. Por mi parte admito que también quiero llegar al fondo de esto y de paso hacerme con su investigación de catalización si en verdad es tan importante... pero con ellos dos lejos de aquí.
Hasta ahora hacer las cosas a su modo ha sido un martirio para mi. Reconozco que Edward tiene razón sobre trabajar juntos, pero me es difícil no tener para nada el control. Todo esto me está enloqueciendo, usualmente hago las cosas de una forma rápida y eficiente cruzando algunas veces más de una línea, pero esto... ¿Y que yo lo alejo? Me pregunto si notara que hasta ahora cuando estamos los tres, él solo habla con Al y de paso me ignora.
Como sea, solo... ¿por qué tiene que ser todo tan complicado?... Lo que hago por amor. Por ahora voy a tomar mi medicina y a remendarme el brazo... otra vez. Genial, ya vomite sangre de nuevo (¿será algo más de estrés que de dificultad cardiaca?).
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(General Pov)
(Salón principal del castillo)
Greta (Camille): ¿Es ese chico un alquimista estatal? -pregunto cruzada de brazos.
Wilhelm: Estoy seguro de que has escuchado los rumores acerca de los hermanos Elric... pero más importante, habrás escuchado de las hazañas del otro chico... Alfons Von Heiderich Mustang -dijo con un recelo palpable- el alquimista de acero y el alquimista de los cielos.
Greta (Camille): Es así...con que un chico de acero y uno de aire... no es de extrañar -dijo pensativa.
Wilhelm: Izumi no quería aprendices, pero hizo una excepción con los Elric. Ellos y el mocoso de Mustang son alquimistas muy capaces.
Greta (Camille): Si son alquimistas tan capaces, quizás puedan... contribuir con nuestra investigación -dijo con una sonrisa de interés.
Wilhelm: ... No querrás decir... ¿las quimeras... esos chicos, también...?
Greta (Camille): No sirve de nada la compasión mezquina, profesor. De todas formas, su verdadero cariño no es por esos chicos -le recordó- es para ella, su hija...
Wilhelm: No deberíamos hablar de esto aquí. Volvamos al laboratorio -dijo dándole la espalda.
Greta (Camille): Podríamos esperar algunos resultados espectaculares de esos tres, ¿no es así, profesor Eiselstein? -pregunto en lo que seguía al hombre mayor que solo se quedó en silencio.
Él sabía que hacía mucho se había ganado un lugar en el infierno, lo sabía, pero no le importaba. Todo lo que importaba era volver a verla, su pequeña, Selene.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Pues bien, oficialmente ya vamos a mitad del juego. Como en dos o tres capítulos volvemos al anime/manga. De momento espero que esto les este gustando.
En fin, nos vemos luego.
Chapter 30: Capitulo 28: El secreto del ala de ángel
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Viejo pueblo de Hiessgart)
... ¿Exactamente como fue que acabamos aquí y encima haciendo esto de todas las cosas?
Armony: Sé que "no pueden enseñarme alquimia", pero nadie les prohíbe compartir sus pensamientos, ¿verdad? -dijo haciendo conversación en lo que estábamos de regreso a la actual residencia Eiselstein- Entonces, ¿Cómo voy con mi alquimia? ¿Creen que estoy mejorando en algo?
Al: Bueno, si, no está mal. Sigue así y quizás algún día puedas superar al profesor -comento en lo que yo honestamente quería solo patearlo y que se hundiera en un río. ¿De qué sirve que finjan que saben que algo está pasando si de todos modos harán lo que les dé la gana? Y hablo de los dos, si el profesor no le está enseñando alquimia es por algo.
Armony: ¿De verdad? ¡Yei! -exclamó felizmente en lo que yo honestamente me sentía 30 años más viejo con todo esto.
Ah sí, ya me acordé porque ocurrió esto... flores de éter, ese fue el motivo de todo esto. Resulta que las flores que Armony había dejado en la tumba de Selene eran más que simples flores de aspecto lindo. Según comentó el profesor al día siguiente de habernos quedado en su castillo, esa planta era el mejor catalizador alquímico que la naturaleza podía ofrecer. Pudiendo mejorar drásticamente la velocidad y la eficiencia de la transmutación por sí sola. La cual era la razón de porque el profesor tenía su laboratorio y vivienda en esta área, debido a que las flores crecían naturalmente en esta zona, siendo el mejor modo de obtenerlas ya que era difícil cultivarlas y conservarlas.
Esa era información que, lo que reconozco, de ser verdad entonces era de mi interés. De allí que terminamos aceptando la misión que el profesor nos dio, buscar flores de éter en un pedrero cercano donde debido a que él tenía otros asuntos que atender ese día ¿Un trabajo sencillo y facilito, no? Nada que ver.
La rebelde y malcriada hija del profesor, que no dejaba de seguirnos y seguir insistiendo en que le enseñáramos alquimia, recibió un rotundo no como respuesta. Sin embargo, no podíamos dejarla sola; era demasiado necia y no tenía sentido del peligro como para confiar en que se cuidará por sí misma. Así, terminamos cuidándola también, a regañadientes.
Esto nos llevó a una larga travesía en busca de esas malditas flores, recorriendo tanto la antigua como la nueva Hiessgart, atravesando laderas peligrosas y peleando con quimeras a diestra y siniestra. Todo esto culminó con Armony chantajeándonos cuando creíamos que una quimera se había comido la flor que habíamos encontrado, demostrando que, mientras luchábamos por nuestras vidas con esas criaturas, ella había logrado encontrar algunas flores por su cuenta ¿y que quería? Pero claro, flores a cambio de clases de alquimia (cosa que me hizo querer pegarle un tiro honestamente).
Y eso termino causando que una cosa llevará a la otra y acabáramos pasando el día entero enseñándole los conceptos básicos o complementando lo que ya sabía... que honestamente en cierto punto término más en una tarde de recreación que de aprendizaje. Lindo a simple vista, pero sencillamente yo no me pude relajar en ningún momento, esto estaba mal, muy mal, tengo ese presentimiento. Esto nos va a estallar en la cara.
Edward: Bueno, se está haciendo algo tarde... volvamos a casa ya ¿no? -dijo frotando la cabeza con algo de incomodidad, posiblemente sabiendo mi opinión de todo lo que hizo. Espero que sepa que cuando estemos a solas le voy a recriminar por todo.
Al: Si, seguro tu también estás cansada ¿no, Armony?
Armony: ¿Yo? ¡No, estoy bien! ¿Ven? Todavía puedo... puedo... -dijo en lo que esperaba que soltara un bostezo, pero en lugar de eso, me sorprendió ver que de la nada parecía perder toda vitalidad y estar a punto de desmayarse.
Edward: ¡Oye! ¡Hey, hey, hey! ¿Está todo bien? ¡No te desmayes sobre mí ahora! -dijo preocupado.
Al: No te ves bien ¿puedes caminar? -pregunto ya dispuesto a cargarla.
Armony: Yo, lo siento... solo me siento un poco... mareada... creo que si estoy cansada... solo... estoy bien, yo... -fue todo lo que dijo antes de colapsar y caer al suelo para nuestra sorpresa.
Pero no fue el suceso como tal lo que me impactó, mientras Edward estaba preocupado mirando en todas direcciones a quien pedir ayuda, tanto Al como yo lo notamos, y luego mi amado de cabello rubio poco después. De la nada había aparecido un ala en la espalda de Armony, una maldita ala brillante.
... No se porque pero algo me dice que esto tiene que ver con el porque el profesor Wilhelm está tan terco respecto a que ella aprenda alquimia. Y de paso podría explicar los orígenes de esta chica ¿es una quimera? ¿con qué demonios está experimentando el profesor en su dichosa investigación?... Ahora mismo mi fuente de información más cercana es la teniente Hawkeye, y le voy a sacar lo que sabe quiera o no.
Ahora que lo pienso, las plumas de esa ala se parecen a la que había encontrado en la iglesia del viejo Hiessgart... así que no fue imaginación mía.
Edward: ¿Uh? ¡¿Pero qué...?!
Al: Un ala... Un ala, hermano. ¡Es un ala! ¡Armony tiene un ala en su espalda, como un ángel! -declaro dejando mostrar su sorpresa.
Edward: ¿Qué? ¿Como? ¿Qué es esto? -preguntó consternado- ¡¿Porque abría una maldita ala en la espalda de una persona?!
Alfons: ¿A estas alturas no es lo bastante obvio? Por el amor de... -dije rompiendo el silencio antes de solo respirar hondo y tomar a la chica en brazos- parece tener problemas para respirar, hay que regresarla con el profesor -dije con severidad.
El silencio se hizo pesado, solo roto por la respiración agitada de Armony en mis brazos, y por la mirada atónita de todos nosotros. La luz de esa ala brillante parecía emitir un resplandor tenue, como si tuviera vida propia, y en mi mente solo podía pensar en las implicaciones de aquello. ¿Qué clase de misterio estaba ocultando el profesor Wilhelm? ¿Y qué relación tenía Armony con todo esto?
Edward: ¿Entonces eso significa que... ella no es solo una niña normal? ¿Es una quimera, o algo más? -cuestiono con el ceño fruncido, claramente incómodo y confundido.
Alfons: No, no puede ser solo una coincidencia -dije en lo que el ala poco a poco desapareció, escondiéndose de nuevo en el cuerpo de la menor- esa ala... era demasiado perfecta, demasiado... angelical... Durante nuestra estancia en el viejo Hiessgart, encontré una pluma en la iglesia que se parecía mucho a esas plumas. Todo apunta a que hay algo más en ella, algo que el profesor Wilhelm ha estado ocultando -dijo mirando a la pelirroja en mis brazos.
Mientras tanto, Armony parecía luchar por mantenerse consciente, su respiración era superficial y su rostro pálido. Esto me confirma la reacción del profesor sobre su insistencia a usar la alquimia, si este era el resultado, con razón se mostró tan renuente por la idea. Aunque de momento no importaba, había que llevar a Armony a casa.
Lo cual fue hasta cierto punto sencillo porque ya estábamos cerca, solo para al llegar preguntarme qué le había hecho al universo para que me estuviera dando esta suerte de mierda ¿era el equivalente por tanto éxito militar los últimos años? Me lleva.. ¿y qué pasó para que dijera eso? Sencillo, que había una maldita quimera en el jardín del castillo, y conforme más observaba más había a la vista, un montón de bestias infernales, o eso me parecían a mi, quimeras al por mayor.
Edward: No puede ser... ¿son quimeras? ¡¿Qué hacen en un lugar como este?!
Al: ¡Esto es malo, hermano! ¡El profesor puede estar en problemas! -dijo en lo que solo solté un bufido de fastidio haciendo que me viera con indignación- ¿algún problema?
Alfons: Créeme, tengo varios así como muchas cosas que decir, pero no es el momento ni el lugar -declare antes de ver a la joven que estaba cargando- ¿en que parte del castillo está tu padre?
Armony: ... No, no en el castillo... Allá... está en el laboratorio... él está en los trabajos alquímicos... Probablemente esté en el sótano, atrapado dentro... -hablo con su consciencia yendo y viniendo- en el laboratorio hay una escalera que conduce al sótano... por favor, ayuden a papá...
Alfons: Ok, hagamos esto. Tú ya no te esfuerces ¿ok? conserva tus fuerzas... solo mantente a salvo -dije a la menor que solo asintió.
Para acto seguido transmutar una cúpula donde coloque a la menor para que descansara, como estaba ahora definitivamente no la podíamos llevar con nosotros, allí estaría segura.
Edward: ... Tenemos que apresurarnos. Si esas quimeras están en el castillo, es probable que hayan sido liberadas o que hayan llegado allí por alguna razón. No podemos perder más tiempo -dijo con seriedad, sacándome una sonrisa, al fin escucho algo coherente el día de hoy.
Alfons: No podemos permitir que esas criaturas lleguen al laboratorio. Si el profesor está atrapado allí, cada minuto cuenta -dije para acto seguido solo chocar mis manos para hacer una transmutación en toda el área circundante... si, pronto tendré que deshacerme de mi piedra roja, está a nada de volverse una bomba de tiempo.
Al:... ¿Qué fue lo que hiciste? -preguntó con cautela.
A lo cual yo sencillamente busqué un encendedor en mi bolsillo, lo encendí y acto seguido solo lo arroje al jardín para acto seguido hacer otra transmutación para formar corrientes de aire que sirvieran como muros que contuviera el geiser de fuego. Porque eso fue justo lo que pasó, una intensa llamarada que dejó cenizas todo el jardín, junto a lo que fuera que estuviera en el lugar.
Alfons:... Solo elimine el oxígeno en el área y transmute el nitrógeno en hidrógeno, el cual sabemos es la sustancia más inflamable conocida -explique a ambos hermanos que estaban incrédulos- no eres aprendiz del alquimista de la flama sin aprender un truco o dos de forma inconsciente.
El estruendo de la explosión aún resonaba en mis oídos, el jardín quedó cubierto de cenizas y escombros, pero sabía que habíamos ganado unos valiosos minutos. La intensidad de la detonación no solo había destruido parte del espacio, sino que también había acabado con las quimeras, al menos por ahora.
Sin perder mucho tiempo, saque a los hermanos de su trance para luego hacer que me acompañaran, logrando llegar sin mucho problema al laboratorio y así encontrar la escalera que Armony mencionó, lo cual nos llevo al sotano del castillo, lugar que honestamente me alegro visitar, ya que ciertamente ayudó a aclarar más de una cosa que desde hacía rato ya sospechaba.
Quimeras, donde fuera que viera, había quimeras en estado inanimado dentro de unidades de contención, congeladas. Pero algo me decía que solo era cosa de pulsar un botón, y estarían afuera causando el caos como todas las demás.
Edward: ¡Santo cielo! ¡Miren todo esto!
Al: ¡Eso no puede ser! Quimeras, docenas, no, cientos de ellas... -dijo en shock.
Edward: Todo esto está en el sótano del castillo del profesor ¿eso significa que él es uno de los responsables que estuve creando a las quimeras? -pregunto cruzado de brazos con enojo.
Al: ... No puede ser... ¿por qué el...?
Edward: Grrrr ¡Maldita sea! -gruñó como si fuera un perro furioso- ¿Qué está pasando aquí? ¡Nada de esto tiene ningún sentido! ¡Respuestas, necesitamos respuestas!
Alfons: ¿Quieres una respuesta? Pues bien, te la daré ¡ESO NO IMPORTA! -dije llegando a mi límite llamando la atención de ambos- No importa si es posible o no, no importa si tiene sentido o no ¡Ya no hay vuelta atrás! ¡El profesor Wilhelm es cómplice de traición a la nación, ayudó a crear todas las quimeras que hemos enfrentado hasta ahora! ¿imaginan qué hubiera pasado si estas cosas acababan sueltas en pueblos civiles en toda la región del este? no, en todo el país ¡da igual lo que quieran creer, los hechos hablan por sí solos! -dije ya cansado de la negativa de ambos de querer ver la realidad de la situación.
El silencio que siguió a mis palabras fue pesado, casi insoportable, solo roto por la respiración agitada de todos en la sala. La gravedad de la situación se hizo aún más evidente en los rostros de cada uno de los hermanos, que estaban procesando la magnitud de la revelación y las implicaciones que eso conllevaba
Al: ... No, no es verdad... -dijo en lo que sentí enojo en su mirar, lo que me hizo retarlo con la mirada dado que no estaba de humor para dejarle pasar otra negativa de "no, el hombre que conocí cuando era más pequeño solo unos días no puede ser una mala persona".
Edward: ¿Entonces el profesor Wilhelm no solo está ocultando cosas, sino que también ha estado creando quimeras para... qué, para qué? -preguntó con la voz temblando de ira. A lo cual yo solo suspire, frotándome la frente, sabiendo que no había una respuesta fácil para eso.
Alfons: No lo sé con certeza todavía -admitió- solo sé que esto no me gusta, algo muy oscuro está en juego. Tenemos que salir de aquí y llevar a Armony a un lugar seguro -dije con seriedad- no podemos quedarnos mucho más tiempo. Tenemos que irnos, ahora.
Al: No -dijo para mi sorpresa, con voz firme, pero temblorosa- no puedo aceptar eso, Alfons.
Me volví hacia él, sorprendido por la contundencia de su negativa. Edward frunció el ceño, claramente confundido, y habló con tono preocupado.
Edward: ¿Qué quieres decir? -preguntó- ¡¿No ves la evidencia?! ¡El profesor Wilhelm ha estado ocultando cosas, creando quimeras... ¡traicionando a todos! ¡No podemos simplemente ignorarlo! -reclamó a su hermano quien frunció los puños, y dio un paso adelante.
Al: ¿Y tú crees que es tan simple? -preguntó con obstinación- ¿que todo esto que hemos visto de repente se reduce a una traición sin motivos? No puedo creer que el profesor, a quien hemos conocido desde pequeños y es amigo de la maestra, de repente sea un monstruo... No podemos juzgar sin entender.
Alfons: ¿Y qué hay de todas estas quimeras en el sótano? -replique- ¡¿Crees que todo esto es una coincidencia?! ¡¿Que no hay ningún complot puesto en marcha?!
Al: No, no lo cree... -dijo para luego negar suavemente- pero tampoco puedo aceptar que estemos listos para condenar al profesor sin pruebas concretas. Las cosas no son blancas ni negras. No podemos simplemente saltar a conclusiones.
Edward: ¿Y qué propones entonces? -preguntó con tono desesperado- ¿Que ignoremos todo lo que hemos visto? ¿Que nos quedemos de brazos cruzados mientras las quimeras siguen en su laboratorio? ¡o peor aún, dejar libre a alguien que... que...! -exclamó antes de que algo pasara que interrumpiera la conversación.
Lo cual fueron unas cuantas quimeras que de repente habían despertado y salieron de sus unidades de contención con la única intención de despedazarnos... Estoy cansado de esto, jefe. Al diablo con todo.
Alfons: ¿Qué no podemos sacar conclusiones? ¡Patrañas! -declare antes de solo transmutar un muro que nos separaba de las quimeras antes de solo tomar mi piedra roja y sobrecargarla a propósito- ¡fuego en la trinchera! -exclamé antes de arrojar la piedra a las bestias.
Siendo lo siguiente que pasó una explosión que de milagro no causó una reacción en cadena, ya no estaba de humor para juegos.
Alfons: ¿Quieren pruebas? Bien, busquemos al profesor y terminemos con esto de una maldita vez -dije para acto seguido solo caminar recto y abrirme paso por el laboratorio. Acababa de perder una de mis ventajas en plena base enemiga, no me pidan que esté de buen humor.
El caos en el sótano no se hizo esperar. Las quimeras, ahora descontroladas tras la explosión, rugían y arañaban todo a su paso conforme despertaban, mientras nosotros, con armas improvisadas y la determinación al máximo, intentábamos mantener la línea. La tensión se cortaba con cuchillo, cada segundo parecía una eternidad, pero no contaban con una cosa, que estaba furioso.
Quimera que tenía enfrente,quimera que quedaba sin cabeza, explotada, carbonizada, mutilada, destrozada, ya me entienden. Ahora mismo ya no había razón para contenerse, poco probable que hubieran posibles civiles aquí, no había razón para preservar la infraestructura ni nada parecido... ya no más de aguantar, si no se que va a pasar, bien, al carajo, tomaré al destino por los cuernos, como he hecho con todo lo demás hasta ahora.
En parte por eso estaba molesto también, llevo años peleando en las fronteras y peleando quien sabe cuantas batallas para asegurar la seguridad de Amestris, y que ahora me salgan con toda esta conspiración. Está decidido, mataré a todo el que esté involucrado, las razones no me importan.
Alfons: ¡Vamos, rápido! -grité, avanzando entre las bestias que rugían y arañaban, usando toda la fuerza que me quedaba para cortar el camino hacia la escalera que llevaba al nivel superior. Logrando llegar a lo que parecía ser la oficina del profesor, donde encontramos al hombre que parecía estar malherido y tener la pierna rota.
Oh genial, lo que faltaba. Una de tres: buscaba engañarnos, fue traicionado y dejado así por su asistente que obviamente era igual de culpable en todo esto, o sencillamente todo se fue al demonio. Las tres cosas son igual de malas si me preguntan.
Wilhelm: Oh, agh... son ustedes, chicos... -dijo luego de que Alphonse lo ayudara a ponerse de pie.
Al: ¿Se encuentra bien? ¿Puede moverse solo?
Wilhelm: Sí... la herida no es tan grave como parece... ¿Cómo encontraron este lugar?
Edward: Armony nos lo dijo, ella dijo que estaría en el sótano -dijo viendo al hombre con enojo- también debes saber que vimos las incubadoras de quimeras.
Wilhelm: Así que... las viste -dijo desviando la mirada- esperaba que se mantuvieran en secreto, pero...
Edward: Necesitamos saberlo, profesor. ¿Usted las hizo? ¿O simplemente está obedeciendo a otra persona? -pregunto para mi desconcierto.
Supongo que era mucho pedir que Edward de verdad estuviera de mi lado, pero ya que, supongo que esa obstinación es parte de lo que me fascina de su ser, para bien y sobre todo, para mi mal.
Wilhelm: ...
Edward: ¡Díganos, profesor!
Wilhelm: Yo las hice... ¿quién más podría? Si... esas quimeras... son de mi creación...
Alfons: Tal como lo pensé... -dije ya preparándome para dejar noqueado a este hombre, que agradezca que le daré la consideración de llevarlo a un tribunal militar. No lo mató solo por respeto a los hermanos.
Aunque... se que está mintiendo, ese titubeo es muy obvio. No las creo sólo, aquí es donde Camille entra en escena, la pregunta es... ¿dónde está ella? ¿Cuál es su papel realmente en todo esto?
Edward: ¿Pero por qué? ¿Porque usted crearía horrores como esos? -preguntó con incredulidad en lo que su hermano parecía no querer creer lo que escuchaba, vaya sorpresa (si, soy sarcástico).
Wilhelm: ¿Por qué? Eso es obvio... todo es por Armony... ¡Ah! -dijo antes de llevarse una mano a su costado por el dolor.
Pero antes de que los dos Elric mostraran preocupación por el hombre, un temblor repentino nos desubicó por completo. El cual definitivamente fue causado por algo o alguien afuera en la superficie, esto cada vez me está causando más tensión y estrés, al punto de que creo que tengo una úlcera formándose en mi estomago.
Alfons: No tengo tiempo para más imprevistos -dije antes de tomar el brazo del rubio mayor para que me viera a los ojos- tu y yo nos adelantaremos y que tu hermano y el profesor nos alcancen. Lo que sea que causo ese temblor definitivamente no es amistoso.
Edward: Pero es que yo... -dijo mirando a su hermano que parecía expectante de lo que iba a decidir.
Alfons: ¡Vamos, rápido! -dije con autoridad- ¡Tenemos que llegar antes de que sea demasiado tarde! ¡Sabes que soy rápido pero a lo mucho puedo llevarme a uno, debemos irnos ya!
Y al parecer actuar dominante y serio bastó para que el rubio se decidiera a hacerme caso y sin mirar hacia atrás nos fuimos de la habitación dejando a Al cuidando del profesor, si tenía algo que decir ya lo arreglaría después, ahora habian cosas más importantes. De allí que sin perder mucho tiempo solo tome a Edward en brazos para su sorpresa antes de usar mi alquimia y salir disparado a toda velocidad hasta la superficie.
Algo que seguro me cobrará factura pero luego me regaño a mí mismo. Por ahora estaba más concentrado en lo que tenía en frente de mis ojos cuando logramos volver a la superficie una vez más. ¿De qué se trataba? Una quimera sapo rinoceronte del tamaño de un elefante que había atravesado uno de los muros del castillo en compañía de unidades de la policía militar. Oh genial, lo que faltaba.
Edward: Entonces tendremos que enfrentarnos al gran jefe ¿eh? -preguntó en tono de broma queriendo aligerar el ambiente sin lograrlo- oye, escucha, se que estas molesto, pero...
Alfons: Ahora no, luego nos arreglamos -dije ya por completo en mi modo militar- una quimera de ese tamaño, vaya que el profesor tenía tiempo libre ¿no te parece? Sea como sea, mientras más grandes, más duros caen.
Edward: Tienes razón, será mejor que demos el primer golpe -dijo ya dispuesto a pelear, cosa en la que estaba totalmente de acuerdo- aunque espera... ¿y ese quien es? -pregunto extrañado señalando a un sujeto que parecía un general de brigada igual que yo, o al menos eso asumia por su uniforme.
Aunque tenía una vaga idea de quién era dado a que creo haberlo visto antes, lo primero que se me vino a la mente es que el tipo tiene una cara de idiota... Creo recordar cómo se llamaba, el general de brigada y jefe de la policía militar en el este, Mudi Nemda. Con que él es el encargado de la región de Hiessgart en Amestris.
Lo recuerdo más que todo porque estuve entre mis evaluadores cuando hice mi examen de alquimista estatal, el idiota elogio mis investigaciones y mi carrera militar como solía hacerlo el alquimista de sangre de hierro, ósea solo viendo el lado bélico y armamentístico... lo que me dio mala espina desde aquel día y al parecer tenía razón en dudar de sus intenciones. Maldito bastardo hambriento de poder.
Nemda: ¡Jajajajaja! Bueno ¿Dónde están? ¿En dónde se encuentran todas las quimeras descarriadas? -preguntó mirando de un lado a otro- ¡ya no hay que tener miedo, porque yo estoy aquí! Comparado con mi quimera de combate, todo lo demás es mediocre.
Edward: Parece un tipo de la milicia... Y tiene esa gran quimera atada con una correa... Bueno, más o menos -dijo antes de soltar un suspiro luego de escondernos tras unos escombros- qué demonios... ¿desde cuándo los militares tienen quimeras como mascotas?
Alfons: Creeme, no lo hacen, no a menos que sea algo extra oficial... e ilegal -dije con fastidio en lo que las piezas se formaban en mi cabeza. Al parecer lo bastante fuerte para que el tipo me escuchara.
Nemda: ¡Jajajaja! ¡Vamos, vamos, vamos!... esperen ¡¿esos fueron sonidos?! -pregunto mirando hacia donde nos estábamos escondiendo, antes de solo mostrar una actitud más paranoica y algo desquiciada mirando de un lado a otro- ¿todavía hay otras quimeras en las instalaciones, no? ¡Hey, tú! ¡¿Qué pasa aquí?! Vine hasta este lugar porque escuché que las quimeras estaban corriendo desenfrenadamente -reclamó a uno de sus hombres que se encogió de hombros intimidado.
Soldado: ¡Señor! Eh, las quimeras estaban aquí seguro hasta hace un minuto, pero parece que han desaparecido... -dijo para enojo de su superior.
Nemda: ¡¿QUÉ?! ¿Y entonces cómo voy a probar los poderes de mi nueva quimera de combate? -reclamo con rabia- ¡Y esta fue la oportunidad para que mi nueva mascota se divirtiera un poco! ¡Tú! ¡Haz algo, ya! -ordenó al soldado que decir que estaba incómodo era quedarse corto.
Soldado: ¡Señor! No creo que pueda hacer mucho en este momento... -declaró antes de que algo ocurriera.
Lo cual fue que la quimera que parecía estar domesticada, aunque eso era entre muchas comillas, comenzó a soltar vapor por diferentes partes de su cuerpo a la vez que la propia criatura empezó a actuar de forma errática, babeando sin control e incluso tenía los ojos inyectados en sangre, literalmente... ¿Un rebote alquímico?
Con que esas tenemos, el profesor y Camilla le hicieron a este tipo una quimera, posiblemente como el pago a cambio de que haga la vista gorda de sus actividades. Ahora entiendo porque las quimeras estaban sueltas, eran la prueba para la quimera de combate.
Nemda: ¡¿Qué está pasando aquí?! ¡Tu! ¡Respóndeme!
Soldado: ¡Señor, su quimera de combate se ha vuelto salvaje! -declaró con pánico, que rápidamente fue compartido por el resto del pelotón, excepto por el general de brigada que comenzó a hacer berrinche como niño de cinco años ¿Cómo rayos esta gente sube tanto de rango?
Nemda: ¡¿De qué rayos estás hablando?! ¡No tiene sentido, es imposible! -dijo con rabia.
Mientras yo pensé que ya era más que obvio que todo se había salido de control. Quisiera saber como esto puede ser peor... yo y mi bocotá ¿en qué momento despertó? ¿Por qué salió del escondite en donde la había dejado? Esa mocosa tonta... Armony.
Armony: ¡AYUDA! ¡EDWARD! ¡ALFONS! ¡AL! -grito presa del pánico teniendo la quimera descontrolada justo frente a ella, captando la atención de todos.
Edward: ¡¿Esa es Armony?! ¡Esa chica estúpida! ¡¿Qué demonios está haciendo allí?!
Soldado: ¡Señor! ¡Una civil está por ser atacada por la quimera de combate!
Nemda: ¡¿Qué?! ¡¿Qué hace una civil en un lugar como este?! ¡Detengan la quimera de inmediato! -ordeno solo para que los soldados se negaron diciendo que no era posible, la quimera estaba fuera de control... montón de inútiles- ¡solo hagan algo! ¡Lo que sea! ¡Solo no lastimen a mi preciada quimera! -dijo haciéndonos resoplar a Ed y a mi al unísono.
Edward: Ese pedazo de escoria... supuestamente vino a exterminar a las quimeras y en vez de eso solo vino a empeorar todo -exclamó con molestia- oh, vaya... ¿Por qué tenemos que hacerlo todo nosotros mismos hoy en día?
Alfons: Creeme que me he estado haciendo esa misma pregunta desde hace mucho -respondí antes de solo encogerme de hombros- tu distráela, terminare esto rápido, solo necesito entrar en contacto con su cabeza.
Edward: ¡No puedo hacer mucho si no tengo una idea clara de qué estás pensando! -replicó antes de que ambos nos pusiéramos en marcha, esquivando los ataques de la quimera con agilidad, pero claramente preocupados por el estado de Armony que hasta hacía poco no era el mejor.
Con un trabajo coordinado fue fácil encargarse de toda la situación con rapidez, empezando con el alquimista del abrigo rojo con quien suelo soñar transmutando cañones y manos de piedra para alejar a la bestia de Armony, a quien rápidamente puso a salvo quedándose con ella. Mientras que por mi parte, realmente no fue muy difícil colocarme encima del animal para acto seguido juntar mis manos y colocarlas sobre el cráneo del monstruo.
¿Y qué fue lo que hice? Bueno, sencillamente elimine todo el oxígeno en su cerebro para acto seguido cortar el acceso de este desde dentro para que no hubiera modo de que el animal tuviera acceso a este. En otras palabras, le di muerte cerebral, que pasará a ser muerte en unos cuatro minutos... no quiera hacer esto frente a Ed porque es algo oscuro hasta para mi, pero ya reiterandolo, estoy cansado.
Edward: ¡Armony! ¿Estás bien? -pregunto solo para que ella se cruzara de brazos.
Armony: ¡Oooh, qué lento! ¡Ya era hora! -dijo enojada- ¿Te das cuenta de que casi muero? ¿Por qué tardaste tanto, pequeño alquimista perezoso?
Ok, ahora apoyo totalmente el enojo de Edward al comienzo de todo esto por esta chica, no por lo de llamarlo enano... se dice gracias, mocosa malagradecida. Ahora es un hecho que lo de esta tarde fue solo un lapsus de tranquilidad y nada más.
Edward: ¡Cállate! ¡Salvamos tu vida! ¡¿Y ese es todo el agradecimiento que recibiremos?! -pregunto hecho una furia- ¡estabas llorando por ayuda hace solo un minuto y ahora tienes esa actitud! ¿Por qué me molesto? -se preguntó a sí mismo, en lo que, honestamente, yo me hacía el mismo planteamiento.
Armony: ¡Nadie te pidió que...!
Alfons: ¡YA CALLATE! -dije parando la discusión- ¡te salvamos la vida, y encima no había razón para hacerlo si te hubieras quedado donde te refugiamos por haber COLAPSADO frente a nosotros! ¡¿Por qué demonios saliste de tu escondite?! ¡Te dije que te mantuvieras a salvo! ¡¿Qué te pasa?! -dije solo logrando que ella me viera en shock y asustada mientras que Edward me vio sorprendido por mi cambio de actitud tan abrupto.
Ahora que lo pienso, tuvo esa mirada también cuando explote en el laboratorio... genial, yo soy el malo ahora, pero es que ya solo no puedo más, desde que la conocimos esta chica ha sido un dolor de cabeza para mi indirecta o directamente. ¿Dónde había una distracción que me salvara de este momento tan incómodo?
Soldado: General de brigada... creo que esos chicos derrotaron a la quimera y la civil parece estar a salvo... ¿señor? -preguntó al hombre que parecía estar al borde del colapso.
Nemda: Mi... preciosa... quimera... Mi dulce, dulce quimera de combate... -exclamó casi llorando antes de soltar un grito de rabia en nuestra dirección- ¡¿Qué habéis hecho, malditos punks?!
... Si, eso servirá, gracias general. Solo por eso trataré de no matarlo aquí y ahora.
Edward: ¿Qué? -pregunto observando extrañado al hombre que estaba a nada de echar espuma por la boca.
Nemda: ¡De esto no se saldrán con la suya! ¡¿Cómo pudieron matar a mi preciosa quimera de combate?! ¡¡Arrestenlos!! ¡¡Cuelguenlos!! ¡O cuelguenlos y luego arrestenlos! ¡No me importa! ¡Solo atrapen a esos dos!
Edward: Oye, oye, oye, tranquilo viejo -exclamó con calma- ¿cómo acabamos en esta situación? ¿finalmente soy un criminal?... Lo admito, tenía que pasar tarde o temprano -reconoció encogido de hombros antes de estallar en rabia- ¡ni de coña acepto algo así! ¡Ni hablar! ¡No me van a acusar de un cargo falso! ¡Nos vamos de aquí, Alfons, Armony! -grito en lo que el general estaba pidiendo a gritos que nos capturaran.
Momento en que un "viejo amigo" nuestro decidió hacer acto de aparición justo cuando mi dulce angel (solo en mi imaginación, lo admito) estaba por tomarnos de la muñeca tanto a mi como a Armony para salir huyendo. El coronel Genz Bresslau, el tipo que fue parte de cómo todo este circo comenzó, estaba en frente de nosotros. Oh sí, esto me gustaba cada vez más, el cómo unas piezas iban encajando con otras.
Genz: ¡Detenganse justo donde están, chicos! No puedo dejarlos ir más allá de este punto -dijo con una sonrisa arrogante- jejeje, tiempo sin verlos, chicos.
Edward: Maldita sea, alguien nos alcanzó... -lo escuche antes de susurrarme- hey, Alfons... ¿sabes quién es él?
... ¿Era un maldito chiste?
Alfons: Mira que cuando quieres tienes una memoria terrible -suspiré resignado- ¿ya se te olvido? Este es el cabrón con el que nos peleamos en el tren.
Edward: Oh ¡ÉL! si, si, ya me acordé... Sabes, qué descaro el que tuviste, ya sabes, al huir de nosotros la última vez... -dijo buscando molestar al sujeto que solo frunció el ceño.
Genz: ¡Genz no huye! ¡Solo realiza brillantes retiradas tácticas! ¡Y ahora he vuelto, pequeño! -se jactó con arrogancia- Tu brazo derecho derrotó a mi brazo izquierdo la última vez... pero no tendremos una repetición de ese día, oh, no -dijo mostrando sus brazos con orgullo- ¡MIREN! ¡Ahora mis dos brazos son automail! ¡Están hechos a medida y relucientes salidos del taller! ¡Tiemblen de miedo!
... ¿El pedazo de idiota se amputo a si mismo su brazo derecho para tener otro automail?... que pedazo de... no, mejor ni me molesto en gastar tiempo en darle un nombre a tan grandísima estupidez.
Genz: Ni siquiera tú tendrás oportunidad contra estos chicos malos, muchacho, te haré pagar por lo del otro día... -exclamó determinado- ¡Prepárense para el beso de la muerte, Alquimista de acero y Alquimista de los cielos!
Alfons: ... No debe permitir que los rencores personales interfieran en tu trabajo, coronel...-dije mirando de forma inexpresiva al tipo- y en caso de que no escuches y solo quieras meterte en nuestro camino, atente a las consecuencias.
Edward: Además, no nos van a atrapar aquí, así que en caso de no dejar de estorbar, vamos a tener que golpearte de nuevo, estúpido, "alquimista de las perforaciones" -dijo haciendo enojar más al hombre mayor.
Genz: ¡Es el alquimista perforante! ¡¿Cómo te atreves a burlarte de mí de una manera tan inconsecuente?!
Alfons: Qué molesto... Armony, escondite, y por favor, haz caso esta vez ¡Ya! -dijo con un tono severo al final cuando noté que iba a reclamar otra vez. Para luego solo bajar la mirada y asentir.
Armony:... S-si... tengan cuidado, los dos... -fue todo lo que dijo antes de perderse de vista en algún lugar de la mansión. Momento en el que el tarado con el que teníamos que lidiar aparentemente había acabado de perder la paciencia.
Genz: ¡Ahora los voy a destrozar, mocosos entrometidos! ¡Ja! ¡Ahora el aguijón de mis puños seguirá al aguijón de mi ingenio! -declaró listo para atacar.
Mientras el coronel de la policía militar avanzaba con paso decidido, con sus automails relucientes reflejando la luz de la luna. La furia en sus ojos contrastaba con la calma tensa entre Edward y yo, que estábamos preparándonos para lo que sería un enfrentamiento inevitable.
Alfons: Edward, mantén la distancia. Voy a tratar de distraerlo un momento para que puedas encontrar una oportunidad para actuar, a fin de cuentas este la tiene contra ti, lo justo es que tu lo acabes -dije en lo que él asintió con seriedad.
Edward: Entendido. Solo dime cuándo.
Genz: ¡No me importa lo que digan! ¡Les haré pagar por hacerme quedar en ridículo! ¡Ahora verán de qué soy capaz!
El enemigo levantó su brazo izquierdo, y en un destello, una serie de runas brillaron en su automail, preparándose para un ataque. Lo que me hizo cerrar los ojos por un instante, controlando la respiración que fluía a través de mi cuerpo, y en un movimiento rápido, junte mis palmas antes de solo soplar, soltando una bocanada de dióxido de carbono concentrado en la cara de Genz para luego esquivar el ataque de sus puños apenas.
El dióxido de carbono en sí no es tóxico para la salud humana. Sin embargo, altas concentraciones de este gas en espacios cerrados pueden desplazar el oxígeno del aire, lo que produce una sensación de malestar y fatiga. Como ser golpeado por una brisa de eso concentrada con un poco de alquimia.
Con un grito de furia, Genz activó sus automails, que ahora emitían un zumbido aterrador, preparándose para una ofensiva cercana. A lo cual, sin dudar, retrocedí y moví mis manos en un movimiento de transmutación rápida, activando los círculos escondidos en mi ropa que me ayudaban a mejorar mi velocidad para esquivar los ataques. Movimiento que hizo que el rostro de este sujeto se iluminara con una sonrisa arrogante.
Genz: ¿Eso es todo? ¡Prepárense para ver lo que realmente puedo hacer! -declaró con una cara de psicópata total. Creo que no me queda de otra, tendré que matarlo también.
Idea que acabe descartando cuando pasó algo que me dejo sin palabras y hasta inconscientemente casi me hizo llevarme mis manos a la entrepierna por el escalofrío repentino que sentí cuando vi eso, como una mano de piedra salió de la nada y golpeo a Genz justo en el punto débil de todo hombre, las joyas de la corona... auch.
Edward: Perdón por no querer alargar esto, pero ¿sabes algo? Yo también ya estoy cansado de perder el tiempo -dijo de un modo que acabó causando que me sonrojara levemente. Me lleva, cuando se pone serio puede ser tan... atractivo.
Genz: Ugh... Ugggh... Nada mal, mocosos... -dijo tratando inútilmente de ponerse de pie, veo que al fin le afecta el casi envenenamiento de dióxido de carbono- ustedes... me has dejado en ridículo no sólo una vez, sino dos veces...Pero este no es el final... aún no he terminado... yo soy el más fuerte del ejército... tu... tu cabeza algún día... ¡Algún día será MÍA! -dijo mirando con rabia a Edward.
Y fue todo lo que dijo antes de que aplastará su cabeza contra el piso aprovechando que me acerque sin que lo notara. Si, nadie amenaza a mi razón de vivir y futura esposa y madre de mis hijos y sale impune.
Edward:... Por favor dime que no está muerto.
Alfons: No, solo está noqueado -dije de mala gana- intenté contenerme, pero esas estupideces suyas que salían de su boca todavía me hacen querer acabar con él. Y sé que tú también... ¿en serio? ¿un golpe bajo?
Edward: Tu eres la última persona que tiene derecho a reclamarme algo así -dijo cruzado de brazos- ahora vámonos antes de que...
Nemda: Grrr... Un montón de perdedores sinvergüenzas... -dijo en lo que sus soldados y policías militares rápidamente nos alcanzaron y nos rodearon- ¿Qué tiene de difícil capturar algunos mocosos? ¡Rodéenlos y captúrenlos, deben ser llevados a una corte marcial por asesinar a mi amada quimera!
Oh genial... pero esperen ¿Por qué siquiera debo huir? Quien debe huir es Nemda. Yo no.
Pero como si de un chiste del destino se tratara, cuando estaba a punto de mostrarle a todos estos traidores quien manda, literalmente. Fue que cierta persona se abrió paso por las puertas principales del castillo como si de su casa se tratara. ¿Quién si no? Mi padre adoptivo, el coronel Mustang, en compañía del Mayor Armstrong y de mis asistentes... ya era hora.
Roy: Espere un momento, general de brigada Nemda -dijo para extrañeza del tipo.
Nemda: ¿Ah? ¡¿Quién es usted?! -pregunto para mi desconcierto ¿Qué tan estúpido e ignorante era este sujeto?
Roy: Soy el coronel Roy Mustang, el encargado del cuartel general aquí en el Este, y quien está conmigo es el Mayor Armstrong de Central -dijo en lo que disimuladamente me guiñaba un ojo en plan "sigue el juego".
Cosa que pienso hacer... dependiendo de qué tan razonables son las siguientes acciones que vayan a proceder.
Nemda: ¿Y que se supone que hace un hombre de Central y un sujeto de la sede aquí?
Roy: No nos preocupemos por nimiedades. Cálmate -dijo restando importancia al asunto- debo decir, general de brigada... que sería imprudente por su parte sentenciar de esa manera a estos chicos. Uno es un alquimista estatal, que es el equivalente al rango de un Mayor, y el otro es mi querido hijo, el general de brigada Alfons Heiderich ¿y en serio tengo que decir lo que ha logrado? -pregunto para desconcierto del hombre.
Ok, hasta ahora me esta gustando el rumbo de esta conversación.
Roy: Seguramente debes comprender que cualquier decisión apresurada que tomes ahora podría significar problemas para ti más adelante -mencionó para consternación del sujeto que empezó a perder la compostura.
Nemda: Grrrr ¡Pero ellos...! ¡Pero yo...! ¡No puedo solo...!
Roy: Entiendo su furia, señor. Así que recomiendo que simplemente tome en custodia por ahora al más bajito de los dos mientras mi hijo se ocupa de arreglar cualquier malentendido entre nosotros -dijo para la rabia del rubio que me acompañaba.
Edward: ¡¿QUÉ?! ¡Hey, espera un minuto! ¡Se supone que estas de nuestro lado, idiota! -reclamo solo causando la risa de mi maestro.
Roy: Jajajaja, se acabo tu hora de jugar, acero. -exclamó en lo que le daba unas palmadas al general de brigada buscando simpatizar con él- ahora pórtate bien mientras estés encarcelado. Será mejor que no pienses en escapar ¿Lo entendiste? Pórtate bien. Adiós, Acero.
Edward: ¡Coronel bastardo! -grito antes de ser sujeto por los soldados.
Nemda: Muy bien, Mustang. Creo que aceptaré tu sabia sugerencia. Tomen a ese chico y métanlo en prisión -ordenó para que los guardias procedieran a cumplir la orden.
Ok, ya esto no me gusto.
Nemda: ¿Qué? ¡Pero que...! -reclamó cuando vio cómo los soldados que llevaban a Edward fueron noqueados- ¡¿Qué es lo que...?!
Roy: ¡Alfons, ¿Qué crees que estás...?!
Alfons: Lo siento, padre, pero hay un cambio de planes -dije volviendo a guardar mi pistola luego de haber dejado inconscientes al par de brutos- para que quede claro, entiendo y respeto las demandas de las tropas estacionarias del este y cualquier territorio interno de la región... pero, según los privilegios que la plana mayor del cuartel general tuvo bien otorgar a mi persona, iniciare un estudio en base a sospecha de traición inmediatamente, usando el poder de mi propia autoridad.
Nemda: ¿Qué? ¿Cómo dice? -pregunto preso del pánico en lo que el Mayor se tensó y mi padre solo apretó los puños al no haber anticipado este resultado.
Alfons: Digo que una de mis privilegios es que le comunico directamente a su excelencia al Führer King Bradley y a la plana mayor. Lo que significa que ahora mismo yo soy quien tiene la autoridad más alta de los presentes. Ahora las cosas se harán a mi modo, y créame... -dije desenfundando y disparando una bala de aire en la frente de un policía militar como si nada- no soy tan amable como parezco si me hacen enojar.
Los soldados y oficiales que nos rodeaban quedaron paralizados por la inesperada demostración de poder. Nemda, con el rostro pálido y la rabia contenida, retrocedió unos pasos, claramente desconcertado por la autoridad que había mostrado.
En respuesta, con una expresión seria, me acerqué lentamente, dejando que la gravedad de la situación pesara en el ambiente. Mis ojos azules brillaban con una mezcla de calma y determinación, reflejo de un líder que sabe cuándo actuar con firmeza y cuándo ceder ante la evidencia.
Alfons: General Nemda, creo que es hora de que reevalúe sus acciones y tu postura. La autoridad aquí no la ejerces tú, sino el Estado y sus representantes legítimos. Como representante de Central, yo tomo las riendas en este asunto, y te recomiendo que se rinda antes de que las cosas empeoren aún más -ordene con rabia contenida, usando lo poco que me quedaba de paciencia para no noquearlo en este mismo momento.
El general de brigada, con el rostro distorsionado por la ira y la frustración, apretó los dientes y asintió lentamente, sabiendo que no podía hacer nada contra mi autoridad en ese momento. Con un gesto de resignación, ordenó a sus soldados que bajaran sus armas, dejándonos a todos en una calma tensa. Para luego, pasar a ver a mi padre adoptivo con una expresión de enojo, definitivamente su "bromita", no me gusto nada.
Alfons: La situación está controlada por ahora -aclare de forma autoritaria- pero hay mucho por esclarecer. No permitiremos que la locura y la ilegalidad se apoderen de esta región. Los que han manipulado a las quimeras y han puesto en peligro a civiles y militares serán responsables ante la ley.
Ya deje en claro mi punto. Cuales sean los planes de Nemda, cualquiera que fuese el plan de mi padre y maestro, me da igual, ahora yo soy quien da las órdenes. Y nadie le pone un dedo encima a Edward más, no frente a mi.
Que hablando de él, todavía jadeando por la adrenalina y su rabia contenida, se acercó a mí con algo de cautela. Sus ojos se cruzaron con los míos en un breve momento de comprensión mutua, aunque el cansancio y la frustración seguían pesando en sus expresiones.
Edward: No puedo creer que todo haya llegado a esto... Pero al menos, estamos vivos... gracias Alfons -dijo para luego darme una sonrisa cansada, para luego solo suspirar- yo...
Y para poner el último clavo en el ataúd de mi paz mental, justo en ese momento fue que ambos escuchamos como unos pasos de metal se acercaban a toda prisa, quien se trataba de Alphonse, que venía solo... sin rastro alguno del profesor.
Para colmo ¿en donde se había metido Armony?... lo que me faltaba. Sé que soy menor, pero quiero un trago.
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(General Pov)
Armony: Papá ¡Papá! -exclamó feliz en otra parte del castillo abrazando al hombre que la había ido a buscar.
Wilhelm: ¿Armony? ¡Armony! -exclamó aliviado en lo que abrazaba a su hija- Oh, estoy tan contento de verte ... ¿Estás bien, dulzura?
Armony: Ed y Alfons me rescataron papá, estoy muy preocupada por ellos.
Wilhelm: Tu padre esta bien, tranquila -dijo para luego hacerse el tonto- ¿No estaban ellos contigo? ¿Adónde fueron?
Armony: Bueno... creo que fueron tomados por los militares, me fui de allí cuando vi que fueron rodeados por ellos -admitió con preocupación.
Solo para que antes de que continuará explicando lo que pasó, volviera a tener otro ataque de cansancio, desmayándose en los brazos de su padre que parecía estar a punto de sufrir un colapso de la preocupación por su hija.
Wilhelm: ¡Armony! ¡¿Qué pasa, Armony?! ¡Armony! -dijo con la chica en brazos entre angustiado y molesto- Armony, no me digas que... ¡¿No me digas que estuviste practicando alquimia?!
Armony: Pa... papá... no puedo... respirar...
Wilhelm: ¡Te dije que no lo hicieras! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué lo hiciste?! -preguntó antes de solo fruncir el ceño- los chicos, pero claro, sólo ellos te habrían enseñado... Oh, espero que no hayan visto... eso... -dijo más que tenso, momento en que su asistente apareció.
Greta (Camilla): ¡Profesor! ¡Estoy contenta de que este...! ¡¿Qué fue lo que pasó aquí?! -pregunto al ver a la niña en brazos de su padre.
Wilhelm: ¡No, no te acerques! ¡Esto no tiene nada que ver contigo! -miro con odio a la mujer.
Greta (Camilla): ¿Profesor? -preguntó con cierto recelo y precaución.
Wilhelm: ¡Dije que te quedes lejos! ¡Vete de aquí, Greta!
Greta (Camilla): ... Si, profesor, muy bien... -mencionó para luego solo perderse de vista, o eso parecía a simple vista.
Pero eso poco le parecía importar al angustiado padre.
Armony: Papá... papi... lo siento... lo siento mucho... -susurró para que en respuesta su padre procediera a consolar a acariciar con cariño el rostro de su pequeña.
Wilhelm: Armony... Está bien. Yo entiendo, todo esta bien...
Armony: No puedo... No puedo respirar... Ayúdame, papi... -susurro antes de perder la consciencia nuevamente. A lo cual el profesor solo miro por todos lados antes de abandonar cuanto antes el castillo.
Momento en que la "asistente" salió de su escondite nada conforme con lo que estaba pasando.
Greta (Camilla): ... Me pregunto de qué se trataba todo esto. El profesor debe estar ocultando algo. Esa chica debe estar ocultando un secreto importante... ¿eh? -preguntó recogiendo nada más que una pluma del suelo- ¿qué es esto?... ¿una pluma? ¡¿De la original?! ¡¿Por qué algo como esto estaría aquí?! -cuestiono.
Solo para que pasados varios segundos rápidamente llego a la conclusión de lo que estaba pasando, terminando con mostrar una sonrisa llena de codicia en todo el sentido de la palabra.
Greta (Camilla): Oh, ya veo... si, por supuesto. Ya lo sospechaba, pero... Nada mal, profesor. Si es así, entonces no me andaré con rodeos. Ejecutaremos ESE plan... Mi sueño está por volverse realidad... jejejeje... ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!
Si, era tiempo de terminar con todo de una buena vez.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Si, como deben estar sospechando ya nos acercamos al final del juego, ya para el próximo capitulo que será el climax de todo para luego seguir con la programación habitual ya volviendo a Central.
Y si, Alfons oficialmente perdió la paciencia, esto se tocara de una forma más profunda el próximo cap que advierto que posiblemente sea algo grande. Y muy posiblemente el final sea agridulce.
De momento solo diré que nos vemos el próximo cap.
Chapter 31: Capitulo 29: ¿Qué no haría un padre por su hija?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Base militar amestrisana de la región de Hiessgart)
Muy bien, empecemos con esto. Comenzando con el reporte de la teniente Hawkeye de su tiempo actuando como secretaria del profesor Eiselstein. Confirmando una relación entre el científico y el general de brigada Nemda. Desde su punto de vista parecía que el brigadier estaba haciendo que el profesor cree quimeras militares no autorizadas para él a cambio de que acepte las actividades ilícitas del propio profesor, tal como sospechaba.
Pero eso no es todo lo que ha estado haciendo el brigadier, su ejército privado también parece estar creciendo. Incluso parece haber evidencia de estar reclutando sin autorización a desertores, mercenarios y criminales, tocaría hacer una limpieza profunda a las instalaciones. Pero la pregunta es ¿por qué un general de brigada y un jefe de policía militar aumentaría tan drásticamente el número de refuerzos militares? ¿Por ego? ¿Por querer hacer una movida en el tablero del juego del poder? No... se viera por donde se viera, el sujeto es un peón nada más.
Quien de verdad importaba era Greta, o mejor dicho, Camilla. La teniente no consiguió información de ella, pero una cosa es segura, esta mujer era de algún modo el cerebro detrás de todo junto al profesor. No tengo duda alguna, así como tampoco tengo duda de que ya habíamos cruzado caminos antes ¿en donde? Aún debía recordarlo. Por ahora tenía otras cosas que atender.
Alfons: Entonces, general... -dije caminando de un lado a otro de la habitación frente al hombre que estaba atado a una silla, custodiado por mis dos asistentes- empecemos con esto, es raro que lo haga yo mismo pero a estas alturas, usted y su amigo el profesor me obligaron a llegar a este punto.
Nemda: ¡Espera un momento! ¿Qué quieres saber? ¡¿Quien tortura a alguien antes de haberle echo una pregunta siquiera?!
Alfons: Respuesta simple, alguien que no tolerará estupideces y quiere probar el punto de que no está de humor para tonterías -dije para acto seguido romperle un dedo con un martillo haciéndolo gritar- ahora ¿me dirá que es toda esta tontería de las quimeras? ¡Y rápido que no tengo todo el día! -ordene.
En lo que por su parte la rata gimió de dolor, sus ojos llenos de ira y miedo. La sala quedó en silencio por un breve momento, solo roto por la respiración agitada del general de brigada. Parece que tendré que recurrir a algo más drástico.
Alfons: Lo lamento mucho, no se arrancar uñas así que perdón si fue más doloroso de lo que debía, como dije no estoy acostumbrado a hacer esto yo mismo ¿Cuántas uñas se deben arrancar para poder dominar la técnica, Clara?
Clara: Demasiadas para ser contadas con facilidad, cariño -dijo mi enfermera que solo se limitó a limarse las uñas, esperando a que el militar soltara la sopa pronto.
Alfons: Como sea, no tengo tiempo para juegos, Nemda. ¿La información que posees? La quiero. ¿Quién está detrás de las quimeras realmente? ¿Cuál es su verdadera motivación? Y no me vengas con medias verdades, porque la próxima vez, comenzaré a clavarte agujas dentro de las uñas de los pies.
Nemda: ¡Eres un maldito monstruo! ¡Nunca había visto a nadie disfrutar tanto de torturar a alguien! -reclamo antes de paniquearse al ver que tomaba una aguja y el martillo de nuevo- ¡Hablaré! ¡Hablare! ¡Lo hubiera hecho hace rato pero no dejaban de arrancarme las uñas!
Alfons: Agradece que no fue un diente, ahora habla.
Nemda: ¡Todo fue por la almohada-sulfúrica! No... ¡Era harina maliciosa! -dijo antes de intimidarse al verme fruncir el ceño- No, no... ¡Era el catalizador filosofal! ¡Si, eso! ¡Esa chica me dijo que con ella podría crear quimeras en masa, más fuertes y dóciles en poco tiempo! ¡Y así podría dar un golpe de estado en este país para hacer mi sueño realidad y crear el reino de Nemda! ¡Sería el rey del mundo!
Vaya... de verdad que para ser idiota no se necesita estudiar. Pero admito que eso del catalizador filosofal llamó mucho mi atención... Parece que al final esta "aventura" no fue una pérdida total de mi tiempo.
Su revelación fue como un golpe en la mandíbula, pero también una pista valiosa. La mención del catalizador que compartía nombre con la maldita piedra, esa sustancia mítica que puede transformar la realidad y desafiar las leyes de la naturaleza y de la vida, encendió una chispa en mi mente. Sabía que en estos laberintos de poder y ciencia prohibida, todo giraba en torno a la búsqueda del poder absoluto, y esa sustancia podría ser la clave para un cambio radical. Pero más que todo... podía ser una salida para mí.
Alfons: ¿Qué más sabes? -pregunté, con voz firme, apoyándome en la mesa frente a él.
Nemda: No lo sé... Solo sé que esa chica, la asistente del profesor, está en el centro de todo. Ella es quien me prometió poder crear esas quimeras en masa. Pero la verdad, no tengo idea de quién más está involucrado o si siquiera hay alguien más. Solo sé que...me prometieron mi reino de Nemda a cambio de hacer la vista gorda ¡iba a ser un rey todopoderoso! ¡Pero tenían que venir a arruinarlo todo! ¡Maldito demonio del sur!
Siendo eso lo último que dijo antes de que lo tomara del cuello con toda la intención de partirle la tráquea al dos al asqueroso cerdo.
Alfons: Si, tal vez sea un demonio, no lo niego. Pero toda la gente que murió durante su creación de quimeras debió pensar lo mismo de todos ustedes. La verdad te tengo lastima, es patético ver a un viejo llorando... ¡pero se lo merece, maldito idiota! ¡A ver si te gusta pasar el resto de tu vida defecando en una celda como un animal! -dije para luego soltarlo con asco- métanlo en una celda y tiren la llave. No me importa.
Mientras los soldados arrastraron al general Nemda hacia la celda, en lo que por mi parte buscaba controlar mi respiración agitada, todavía estoy algo delicado de los pulmones (aún luego de que Clara me diera un tratamiento intensivo para curarme todas las heridas y huesos rotos, de verdad que esa chica tiene un don para la alquimia medica). La atmósfera era tensa, cargada de una mezcla de satisfacción por la venganza y preocupación por la magnitud de la información revelada. De momento, debía actuar rápido.
Alfons: Informe de la situación -pedí a Lyra en lo que caminábamos por los pasillos de la base.
Lyra: Si señorito -dijo mi querida asistente a quien en realidad extrañaba bastante- luego del ataque de la quimera de combate de Nemda, los alquimistas que fueron reclutados por el profesor Eiselstein y su asistente bloquearon las entradas de la ciudad. Nueva Hiessgart está en alerta en espera de una invasión del ejército, dispuestos a pelear para difundir su "Utopía" y al profesor Eiselstien. Todo debido a que la asistente del profesor difundió el pánico entre la gente. A su vez, el profesor dejó a su hija en secreto a cuidado del pastor en el viejo pueblo -dijo en lo que todo tuvo sentido para mi.
Por eso fue juntar a toda esa gente, carne de cañón para hacer tiempo en una situación como la del ejército nacional recuperando territorio de su propiedad, todo estaba hecho para crear un incidente bélico lo bastante grande como para que cualquiera que sea un "don nadie" pudiera desaparecer fácilmente sin dejar rastro. Camilla, miserable. La jugada fue astuta; no es difícil deducir que ella orquestó todo para dejar al profesor como la mente maestra, permitiéndole así desaparecer tras haber conseguido lo que buscaba, probablemente el catalizador filosófico.
Pero, ¿acaso cree que no voy a tomar las armas contra esta insurgencia? Al acoger desertores y criminales, además de violar la ley con experimentos ilegales y desafiar al gobierno, Nueva Hiessgart ha perdido cualquier derecho o posibilidad de negociación. Para mí, son el enemigo del país, nada más, y en todo caso, había que aprovechar que mi padre el héroe de Ishval junto al mayor Armstrong estaban aquí.
Al menos esa mocosa cabeza dura de Armony está a salvo... o eso quiero pensar, pero sería engañarme a mí mismo. Solo había algo, no un problema, nunca eso... pero sí un pequeño impedimento del que debía ocuparme.
De allí que tras ordenar a las chicas que preparen todo para el ataque. Yo me vi en la tarea personal de confrontar a la persona que es la causa de las mayores alegrías de mi vida, y al mismo tiempo de mis mayores tormentos. El chico que me robó el corazón, Edward Elric. Quien honestamente pensaba que para cuando fuera a verlo ya se hubiera escapado, en especial con su hermano siendo puesto en una celda por ser acusado de conspiración (lo que es mentira, pero de momento lo prefiero allí).
Pero no, Edward estaba justo donde lo deje. En un sofá de un estudio con chimenea. Abrazando sus piernas mientras observaba el fuego fijamente. No sé porque tengo un mal presentimiento de todo esto... cuando cierto alquimista está tranquilo, nunca es bueno.
Alfons: ...Mejor al mal paso darle prisa -dije cerrando la puerta trás de mi- escucha, antes que nada, de nuevo lamento lo de encerrar a Al, pero se tenía que hacer, dejó escapar al profesor Eiselstein. Y por favor, no quiero escuchar nada de que no conocemos la historia, que era su amigo, que Armony o lo que sea... nada cambia que hizo lo que hizo de forma consciente -dije sentandome a su lado- escucha, no creas que no se lo que quieres hacer, solo hacer lo que siempre haces, ignorar todas las reglas para hacer lo que quieras, causando un desastre en el proceso, pero... por favor entiéndeme, tú tal vez veas como poca cosa tu puesto de alquimista estatal, Pero a diferencia de ti, mi empleo es importante para mi, yo... -dije antes de solo guardar silencio.
Yo... no arriesgue tanto por ti solo para perder todo lo que hice en una noche por una mala decisión... definitivamente no puedo decir eso.
Mi amado de cabello dorado permaneció en su lugar, observando las llamas con una expresión que parecía perdida en pensamientos profundos, mientras yo estaba luchando contra la tensión que me provocaba la presencia de este joven que. Finalmente, Edward levantó la vista lentamente, rompiendo el silencio con una voz tranquila pero cargada de una frustración que me preocupó bastante.
Edward: ... No puedo cambiar lo que hice, Alfons, ni puedo solo dejar de ser yo, dejar de pensar o creer en lo que creo porque es lo que se debe hacer, en ese sentido no soy ni nunca seré un soldado... Por eso tampoco puedo dejar que alguien más decida por mí qué es lo correcto... es lo que quiero decir, pero... -dijo llevándose una mano al rostro.
Alfons: ... ¿Pero? -pregunté solo para ganarme que él me viera molesto ¿ahora que hice?
Edward: ¿De verdad crees que no lo he notado? Te he visto cómo nos miras a Al y a mi, te ves como un adulto cansado que ve a un par de niños malcriados y tontos. Ya lo habíamos hablado, pero es más que eso, te frustra estar con nosotros. En parte lo entiendo, te hemos ignorado y pido perdón por eso, pero es solo que... es difícil para mí -admitió resoplando- solo... no sabes la envidia que te tengo.
Alfons: ¿Qué? ¿Pero por qué...?
Edward: ¡Porque eres hasta un año menor que yo y todo el mundo te ve como el chico modelo! ¡Te ven como un adulto y aceptan lo que tu decidas porque tu lo decidiste, te ven como un igual! ... A diferencia de mi -revelo para luego revolverse el cabello- desde que nos quedamos solo he intentado ser el adulto en la vida de Al, he intentado entrar en ese mundo, y solo consigo que me vean como un niño malcriado.
Un silencio incómodo se instaló en la habitación tras las palabras de Edward. La chimenea crepitaba suavemente, pero en mi mente resonaban sus palabras como golpes. La vulnerabilidad en su voz revelaba mucho más de lo que quería admitir. Por un momento, me sentí culpable por haberlo puesto en esa posición, pero también frustrado por la carga que llevaba sobre sus hombros, y lo peor es que apenas comenzaba.
Edward: Es solo que... ¿por que lo que hago está mal y lo que tu haces que es peor esta bien? ¿A ti te molesta mi forma de hacer las cosas? Pues a mi me molesta... que me hagas sentir que no soy lo suficientemente bueno para nada. Incluso si soy alquimista estatal es porque te dejaste ganar, todos lo dicen y no lo niegues -me dijo en lo que aparecían lágrimas de frustración en sus ojos- siempre siento como si tuviera que ser siempre extraordinario, pero... de algún modo siempre siento lo que hago mal.
Alfons: Ed...
Edward: Quiero ayudar al profesor y Armony pero entiendo que sencillamente no hay modo ahora... quiero encontrar la piedra pero no quiero dejar a Nina sola. Quiero ser una buena... una buena madre, pero todos me ven como un niño. Quiero que me vean como adulto pero comparandome contigo entiende que realmente no se como hacer eso. No puedo comer mucho porque me dicen que soy malcriado y tampoco comer poco porque dicen que soy un niño en desarrollo. Debo tener dinero pero no puedo pedirlo porque se ve como si mendigara y a veces hasta creen que lo robe, si intentas liderar o que te escuchen te ven como si hicieras un berrinche, y acabó aguantando ideas que me parecen una estupidez por ser adultos quienes las dicen, quiero ser profesional pero si algo sale mal eres el primero al que culpan... -dijo empezando a despotricar sin tomar un segundo para respirar siquiera.
¿A qué viene todo esto? Fue porque tomé las riendas y evité que lo arrestaran... ¿está molesto porque lo salve de nuevo?
Edward: Nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca ser grosero, nunca fracasar, nunca tropezar, mostrar miedo, nunca ser impertinente ¡eso esperan de mí y para mi es muy difícil, yo no soy así y encima es muy contradictorio! ¡Y encima ni te dan una medalla ni nada porque a nadie le importa realmente, solo están allí para señalar y decirte cuando te equivocas pero no cuando haces algo bien!... solo... Me siento tan cansado y perdido, me he sentido así desde hace años... no se como lo haces -admitió solo dejando caer su cabeza en mi hombros mientras lloraba en silencio.
A la vez que yo estaba petrificado, y por un momento, incluso dudé. La imagen de mi persona más querida, vulnerable era una carga que no estaba preparado para sostener... pero en ese instante, fue que comprendí algo fundamental: no podía seguir ignorando la lucha interna que llevaba Edward. La guerra, las traiciones, las expectativas de un mundo que parecía no dar tregua... todo eso se reflejaba en cada lágrima, en cada suspiro. Estaba a nada de un colapso nervioso y de perderse en una crisis existencial ¡Y apenas tiene 15 por favor!
Con un movimiento lento, coloque una mano sobre el hombro de Edward, ofreciéndole un apoyo silencioso. No dijo nada, solo permaneció allí, dejando que las lágrimas fluyeran y que la carga se aliviara un poco en ese acto de comprensión.
Alfons: Edward, eso no es...
Edward: ¡No! Solo escúchame ¡Quiero tomarme las cosas como tú! Quiero que los demás me vean como un adulto, intentó ser un adulto, lo he sido desde que mamá murió pero no lo logró... ¿Qué es lo que me falta? Yo se que soy un mocoso ruidoso, malcriado y mal genio ¡pero lo intento, maldita sea, lo intento! Yo no quería meterme en nada de esto de Hiessgart, el profesor Eiselstein ni nada ¡yo solo quería llegar a Central! Quiero encontrar la piedra cuanto antes porque quiero volver a Resembool cuanto antes. He estado solo unos días lejos de Nina y ya me siento la peor de las basuras ¡como el bastardo que nos dejó a Al y a mi! -dijo llorando de la rabia que sentía.
Así que de eso se trata todo esto... Hohenheim de luz, maldito bastardo. Ni en esta o ninguna otra vida tu huella dejará de lastimar a tus hijos ¿eh?
Alfons: Ya, déjalo salir... -dije abrazándolo contra mi pecho sin más.
Edward:... Si lo que siento por ti es amor, entonces no me gusta el amor... -declaro aferrándose a mi- amo que te preocupes y me cuides. Pero me hace sentir menos ¡eres demasiado atento! Comparado contigo yo no aportó mucho a la balanza ¡no me gusta! -exclamó haciéndome sonreír, con todo me gustaba más viéndolo hacer un puchero que llorando por todo lo que tiene guardado.
Que de antemano, se que apenas saco la punta del iceberg de todo lo que tiene dentro, pero ya veré como se lo sacó poco a poco.
Alfons: Cariño, tampoco quiero que te sientas así -le dije en lo que limpiaba sus lágrimas con gentileza- antes que nada, por favor apaga el cerebro y manda a la basura la equivalencia de intercambio. Solo somos tu y yo, un hombre que si la persona que ama se lo pide, bajaría la luna solo para verle feliz -dije logrando que se sonrojara de pena, tan lindo.
Edward: ... Temo preguntar en qué lugar me pone eso a mí -dijo con una voz cansada de tanto llorar, a lo cual, me puse a peinar su largo cabello con mi mano para tranquilizarlo. Es tan suave y sedoso que nunca me cansaría de hacer esto.
De hecho, creo que debería aprovechar para hacer una pregunta que he tenido sobre el tema desde que lo conocí, a riesgo de mi propia vida pero, bueno, quien tiene miedo de morir que no nazca.
Alfons: Oye... a riesgo de que me quieras romper un brazo... ¿Tu cabello largo es solo porque no te gusta perder el tiempo con peluqueros y eso... O es por algo más... Personal? -pregunte captando su atención- ¿No te lo cortas porque lo consideras una pérdida de tiempo, o sencillamente te gusta cómo se te ve?
Edward: ... ¿A qué quieres llegar? -preguntó con la cara roja de pudor- no me gusta que vayas por las ramas, lo sabes, sé directo.
Alfons: Bueno, aquí voy... ¿Sientes que te verías bien con vestidos? Es decir ¿que te hablen como... ella y no él? -pregunte haciendo que me viese fijamente, en lo que su piel se volvía más roja conforme pasan los segundos al darse cuenta de que estaba haciendo un planteamiento en serio al respecto.
Edward: Tu... Crees que... ¿Quiero ser una chica? -preguntó boquiabierto- ¿Por qué me preguntas eso? No tiene sentido, Alfons... no soy una chica, no...
Alfons: He tenido esa duda por mucho tiempo por tu cabello largo, por favor no lo cortes ni nada por esto, para mi es hermoso -le dije con sinceridad- es solo que la idea pasó por mi cabeza y bueno... Puedes romperme las costillas ahora, con confianza. Sólo sé gentil, amor -dije aceptando que se desquite como quisiera.
En lugar de eso, solo pude observar cómo el más bajo me daba la espalda. Antes de alejarse, llevó una mano a la boca, quedándose sin palabras y tragando grueso por la sorpresa.
Edward:... Lo que me faltaba, otra crisis existencial... -dijo llevándose una mano a la frente en lo que respiraba hondo para calmarse- ... me acabo de dar cuenta de algo... Si tu me trataras como... Como si fuera una chica... Eso me gustaría -reconoció con pena- sólo para aclarar, tu papá jamás, jamás, jamás en la vida se enteraría, ¿Verdad? -pregunto en lo que yo lo abrace por detrás.
Alfons: Si tu dices que jamás, entonces jamás lo sabría, al menos no de mi. Tienes mi palabra, Edward.
Edward: ... Edeline... -dijo de una forma que parecía... casi liberadora.
Edward se quedó en silencio unos segundos, con la espalda pegada a mi pecho, respirando lentamente para calmar sus pensamientos agitados. Sus ojos brillaban con una mezcla de confusión, vulnerabilidad y una chispa de esperanza que no había mostrado antes. Nunca podría cansarme de verlo, era hermoso.
Alfons: ... Ese nombre es hermoso... Edeline -susurre en su oído en lo que él solo se acurruco más a mi.
Edward: Sólo esperemos que Winry nunca sepa o no veré el final de esto ni cuando tengamos la edad de la abuela -exclamó divertido- gracias, Alfons... por entenderme, por no juzgarme... si pudieras...
Alfons: ¿Quieres que sea un secreto solo de nosotros? Me gusta como suena eso -me le adelante para luego comenzar a repartir besos en su cuello haciéndolo soltar gemidos suaves. Hace tiempo que no lo escuchaba, me ponía inquieto. Autocontrol Alfons, contrólate.
Edward: ¿Quieres escucharme? Estoy teniendo una crisis aquí y tú... -dijo sonrojado antes de cortarse al sentir mis manos debajo de su camisa.
Alfons: Tu no eres tu padre -dije haciendo que tuviera su atención- solo han pasado unos días que nos fuimos de Resembool, en cuanto lleguemos a Central la llamas por teléfono y habla todo el día con Nina si quieres. De preferencia en mi casa, igual mi papá paga la cuenta, Edeline.
Ese nombre... me encanta, ahora cada que estemos a puerta cerrada le diré así no importa la cantidad de veces, un nombre hermoso para una persona hermosa, como debía ser.
Edward:... ¿Tienes una casa propia en Central? -me pregunto en lo que lo recostaba en el sofá, sin dejar de repartir besos por su rostro y cuello un solo segundo.
Alfons: Si no propuse dejar a Nina ahí es porque no tendríamos con quien dejarla realmente, y me siento más cómodo sabiendo que está con alguien que la cuide -dije a la vez que le frotaba el muslo de su pierna normal- si soy honesto, para mi es más una oficina que una casa... Es decir, para que sea una casa hace falta una esposa y una bella hija -comente para luego repartir besos por su abdomen haciéndolo estremecer, era tan lindo cuando se ponía en ese plan.
Esta no era la primera vez que llegábamos a este punto, no obstante aún no me atrevo a cruzar el límite a algo sexual con él (y no es que no tenga ganas), solo no lo forzare a algo que no quiera... aunque admito que cada vez se me hace más difícil resistirme.
Edward:... Yo no entiendo porque me quieres... -susurro cubriéndose los ojos con un brazo, su respiración agitada por el momento- comparado contigo solo soy una mocosa inmadura y tonta... Todos lo dicen, o solo tengo que verlos para saberlo, nadie en el ejército lo aprueba. Creen que soy poca cosa para ti.
Alfons: Pues los que lo piensan se pueden ir al demonio -dije juntando nuestras frentes- sólo me importan los que saben que yo podría derrocar al Führer por hacerte feliz, amor. Escucha, si, eres inmadura. Pero amor, tienes 15, estás en tu derecho de serlo. No has tenido adultos que se molesten en guiarte en el camino de la adultez.
Edward: Tú tienes catorce y eres más maduro que yo -me recalco en lo que yo solo pude reir quedamente.
Si supiera...
Alfons: Si, pero... Es diferente -respondí en lo que de nuevo repartí besos por su rostro para distraerlo- por favor, no te obligues a crecer... ¿Es por Nina, no? Tranquila, eres una buena madre y si tienes dudas igual iras aprendiendo, nadie es buen padre realmente, a todos les toca aprender ¿No has visto a mi papá? -pregunte logrando sacarle una risa.
Edward:... Quiero que seas su papá, quiero ser su mamá... No quiero que me vean como alguien que solo juega a serlo -exclamó con una seriedad que me pareció tierna. A lo cual lo que hice fue entrelazar nuestros dedos para apretar suavemente su mano.
Alfons: Edeline, con el hecho de que la amas ya estás en el camino correcto -dije buscando hacerlo sentir mejor. Logrando que fuera él quien me se me subiera encima para acto seguido besarme de una forma intensa y necesitada.
El silencio se quedó suspendido entre nosotros después de aquel beso, solo interrumpido por la respiración agitada de Edward. Sus ojos, llenos de vulnerabilidad, buscaban en los míos una respuesta, un consuelo, un acuerdo tácito de que no estaba solo en esa lucha interna.
Por mi parte, sentí cómo la intensidad de sus sentimientos me atravesaba, recordándome la responsabilidad que tenía y la promesa de protegerlo, de ser su apoyo en un mundo que lo juzgaba demasiado duro y lo atacaba con todo lo que tenía casi siempre. No podía negar que cada momento con él me hacía cuestionar todo lo que creía sobre lo correcto y lo permitido... pero él para mí valía la pena.
Alfons: Edward -susurré suavemente, acariciando su mejilla- nunca estarás solo. Lo que sientes, lo que quieres, es válido. No importa lo que digan los demás, tú eres tú, y eso basta. Por eso y más mi corazón es tuyo -dije dispuesto a besarlo de nuevo. Al diablo, voy a subir de nivel hoy con él. Es algo que se debe hacer.
O lo hubiera hecho de no ser porque justo en ese momento apareció Lyra para importunar.
Lyra: Señorito, ya todo está listo, nosotras... -dijo antes de cortarse al ver que estábamos a mitad de algo-... perdón la interrupción -exclamó para luego cerrar la puerta, pero igual quedándose detrás de esta esperando a que me fuera con ella.
Alfons: Gracias, Lyra -fue todo lo que dijo con cierta molestia ¿No podía esperar unos minutos más?
Edward: ... Odio que tus asistentes sean tan competentes.
Alfons: Créeme, a veces yo también -dije alejándome despacio del rubio debajo de mi- bueno, el deber llama... te prometo que haré lo posible para que los civiles no salgan heridos. Pero por favor quédate aquí, te lo pido, solo por esta vez.
Me levanté lentamente, con cuidado para no alterarlo más. Le dediqué una sonrisa suave, acariciándole la cabeza con ternura. Sabía que esa conversación, aunque interrumpida, había sido un paso importante. La carga en sus hombros era inmensa para alguien de su edad, y en esos momentos, solo podía ofrecerle mi apoyo, mi amor y mi protección.
Por eso sabía lo que iba a pasar a continuación, y aunque no me gustara, tenía que pasar... y él lo sabía.
Edward: Ambos sabemos que eso no va a pasar, como te dije, no soy así -me dio una sonrisa descarada pero decaída- y también sé que... posiblemente si voy terminare entorpeciendo todo... quiero salvar a Armony, es mi aprendiz... tendrás que hacerme dormir como hiciste aquella vez, solo esta vez te lo permitiré.
Me quedé en silencio unos instantes, sintiendo la calidez de su sonrisa y la carga emocional que aún pesaba en el aire. Sabía que, aunque sus palabras parecían aceptar la realidad, en su interior seguía luchando con esa incertidumbre que lo consumía, por estaba siendo tan razonable ahora mismo. La tensión entre nosotros era tangible, pero también lo era la promesa de que, pase lo que pase, no estaría solo.
Le acaricié suavemente la cabeza, disfrutando del suave roce de su cabello, aceptandolo por mucho que no quisiera hacerlo. Pero es que en parte... ¡Solo le enseñó la mitad de un día, tampoco me mortifiques con tan poco!
Alfons: Edward, no tienes que preocuparte por eso ahora -dije en lo que buscaba la pastilla para luego ponerla en mi boca- te prometo que trataré de llegar a la mejor conclusión posible de todo esto, tu no te preocupes de nada.
Edward: Solo... si haces algo que sabes que no apruebo, no me lo digas -fue todo lo que me dijo antes de cerrar sus ojos y levantar la mirada.
Con un suave movimiento, aparté su cabello de la frente, acariciándolo con ternura. Y fue allí que lo besé nuevamente, nuestras lenguas bailando a la vez que rápidamente me di cuenta de su plan, queriendo ser él quien dominara el beso para ser yo quien se tragara la pastilla. Pero en este caso él no contó con que yo se más del tema gracias a mi padre adoptivo. Todo lo referente a cómo satisfacer el cuerpo y como besar.
Me levanté con cuidado, asegurándome de no despertarlo (aunque dudaba que lo hiciera en el corto plazo). La habitación permanecía en penumbra, iluminada solo por las llamas que aún danzaban en la chimenea. La escena se sentía irreal, como si todo hubiera sido un fragmento de un sueño intenso y doloroso, pero en realidad era la cruda realidad que ambos compartimos. Antes de salir, me agaché y le susurré al oído: "Descansa, Edeline. Mañana será un día difícil, pero juntos podemos enfrentarlo."
Al cerrar la puerta tras de mí, el peso de la conversación anterior aún pesaba en mi pecho. La promesa de cuidar de Edward, de protegerlo y entenderlo, se sentía más urgente que nunca. Sabía que no podía dejarlo solo en esa lucha interna, y que debía seguir siendo su refugio, su apoyo, sin importar lo que el futuro nos deparará o lo que tuviera que hacer.
Y si eso me termina llevando al infierno... que así sea.
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(Torre, Castillo de Nueva Hiessgart)
No puedo creer lo desordenado que está todo esto. Es evidente que toda esa fuerza de combate que Camilla reunió no es más que carne de cañón. Sin duda, es el peor ejército que he visto en mi vida; se apoyan únicamente en sus números, las quimeras (que incluso los atacaban a ellos en vez de al enemigo) y en su alquimia en bruto. Sus comunicaciones están sin cifrar y encima sin cambiar de frecuencia, además de carecer de defensa aérea alguna.
En las últimas batallas que he librado, las naciones enemigas al menos ya estaban informadas de la existencia de mi escuadrón y contaban con cañones de largo alcance por lo menos. La verdad es que esta supuesta nación emergente se encuentra en un estado muy pobre en cuanto a poder militar. Casi siento lástima por estos pobres diablos.
Alfons: ¿En qué época creen que estamos estos imbéciles? ¿Acaso se guían por la doctrina militar? Ese manual lo arrojé a la basura después de darle una sola leída. Si un soldado bajo mi mando cayera ante este disque ejército, lo mataría yo mismo antes que el enemigo -dije mientras me abría paso en el castillo del profesor Eiselstein en su búsqueda en compañía de Clara y Lyra.
Ya sin los hermanos aquí no había razón alguna para contenerse, solo era cosa de acabar con lo que fuera que tuviera en frente en fracciones de segundos. Rápido, simple y eficaz, como me gusta. De allí que en realidad no fue tan difícil encontrar a todos en el último piso de la torre del castillo. Donde se encontraba el profesor encarando a Camilla con su disfraz de científica, quien tenía a Armony cautiva en una prisión de hielo.
A mi no me engañan, esto paso porque esa mocosa como siempre no sabe hacer caso y se fue por su cuenta a buscar a su padre, siendo capturada en consecuencia. De cualquier modo, de momento le indiqué a las chicas que guardaran silencio, cualquier información que pudiera obtener de ese par era vital para mis intereses.
Wilhelm: Greta... Así que viniste a mí con la única intención de traicionarme...
Greta (Camilla): Bueno, bueno. Por fin estamos atando cabos, ¿no? -exclamó con burla- debo decir que eres un poco lento para ser un hombre reverenciado como uno de los estimados "diez alquimistas" -dijo riendo con malicia.
Wilhelm: Fuiste la mediadora entre Nemda y yo, pero luego hiciste que me diera la espalda y pusiste el pueblo de cabeza... ¿Qué buscas, Greta?
Greta (Camilla): ¿Qué busco? Esa es una pregunta insípida. Por su parte puedo decir que parece bastante molesto, pero tengo un hueso para roer también -exclamó mirando a su rehén de reojo antes de ver al científico- ¡Cómo se atreve a mentirme sobre el ala original, profesor!
Wilhelm: Así que es por eso después de todo... Y es por eso que raptaste a Armony... -mencionó con rabia contenida- ¡Tu no vas a lastimar a mi hija!
Greta (Camilla): Quédese justo ahí. Un solo paso más cerca y la niña se muere -ordenó para enojo del hombre- lo único que me interesa es el catalizador filosofal. Usted que la vida de su hija no me concierne en lo absoluto. Pero si usted valora la vida de la chica, profesor Eilselstein. Le sugiero simplemente quedarse en donde está...
Wilhelm: ... Greta...
Greta (Camilla): ¿Aunque sabe que? Usted también es un alquimista experto ¡Que mis quimeras te devoren vivo para refinar el ala! ¡Vayan mis quimeras! -ordeno.
Solo para que en ese momento dichas bestias acabarán hechas pedazos antes de que le pusieran un dedo encima al profesor. Si, mandamos al diablo el factor sorpresa, pero creo que ya no importa.
Alfons: Sabes, al comienzo no te recordaba, pero solo me basto con ver tu actitud tan repulsiva para recordarte. Camilla -dije mirando con enojo a la mujer que solo sonrió con burla.
Fue durante la visita diplomática al reino de Syldavia. Camilla fue la ladrona a la que el general y líder revolucionario Müsstler, contrato para que robara el cetro y lo llevará al país vecino de Borduria para así obligar al rey a abdicar y así unir ambas naciones en una potencia militar para ir a la guerra contra Amestris. Esa vez ella se me escapó, pero no pienso dejar que la historia se repita dos veces.
Wilhelm: Tu... ¿Qué haces aquí?
Armony: Al... Alfons... -logró decir aun en su situación. A lo cual yo solo negué, definitivamente esta situación me sobrepasaba.
Alfons: Luego ajustó cuentas con ambos, por ahora, mi presa es alguien más -dije encarando a la ladrona que me vio con menosprecio.
Camilla: Veo que te acordaste de mí, que lindo -respondió con sarcasmo- así que llegaste hasta aquí, mi demonio del sur. ¡Y qué momento tan oportuno!
Alfons: Camilla, estás bajo arresto bajo mi autoridad como general de brigada del ejercito amestrisano -dije nada impresionado por su actitud- y dado tu historial, de resistirte me veré obligado de tirar a matar por considerarte lo bastante peligrosa.
Camilla: Vaya, que valiente, y yo que pensé que te habías olvidado de mí... Ese comportamiento pomposo tuyo me estorbaba... Debería haberte matado después de ponerte a prueba. Después de todo, no podía usarte ni a los otros dos -dijo quitándose la bata para mostrar su atuendo genuino- Esta es la última vez que verán mi verdadero yo. Soy más bonita sin el disfraz, ¿verdad? ¡Cuando terminen de mirarme, pagarás por todas las veces que interrumpiste mis planes, Alfons! -exclamó en lo que aparecían varias quimeras de combate.
El aire en la torre se volvió tenso y cargado de una energía peligrosa. Las quimeras de combate, convocadas por la arrogante Camilla, rugieron con furia, sus ojos brillando con una intensidad monstruosa. A lo cual yo solo apreté los puños con molestia, sintiendo cómo la amenaza se cernía sobre mí y sobre los que estaban conmigo. Las chicas y yo estábamos en alerta máxima, sabiendo que cualquier segundo podría desencadenar una masacre si no actuaban con rapidez.
De allí que dicho y hecho, para consternación de tanto Camila como del profesor, entre las chicas y yo, cada uno logramos matar a su respectivo monstruo en un instante. Je, tierra, agua y cielo, al menos en ese aspecto si estaban cubriendo todas las bases.
En todo caso, esto me hizo recordar lo tediosa que fue la situación los últimos días. No me estaba conteniendo por asuntos morales o por cansancio o otras cosas, no... la verdadera razón de no mostrar toda mi fuerza era porque no quería que Edward lo viera, ese lado de mi que sale cuando dejo que la adrenalina y el deseo de sangre me consuman por completo. Solo pensar en cómo me podría ver... no lo soportaría.
Alfons: ¿Eso fue todo? -pregunte sin más. Haciendo a la ladrona tensarse.
Camilla: Veo que esas quimeras eran poca cosa para ustedes, no me decepcionan -dijo dando un par de pasos hacia atrás- supongo que esta es la parte en donde me piden que me rinda. A lo cual les diría que ustedes los niños dicen las cosas más raras -dijo en lo que el profesor me tomó del hombro.
Pero lo que me extrañó fue su mirada, una de completa preocupación.
Wilhelm: Alfons. No lo entiendes... Quizás no haya sido prudente haber vencido a esas quimeras... -me dijo haciendo que arqueara una ceja. ¿Ahora que?
Camilla: Las quimeras alimentadas con la carne de los alquimistas sirven como catalizador para refinar el catalizador filosofal -revelo con malicia- eso era lo que faltaba en el ala original del profesor ¡Así que le dije que necesitaríamos un sacrificio masivo de alquimistas para completar el catalizador alquímico perfecto! -exclamó para luego comenzar a reír.
Momento en que lo admito, no pude evitar sentirme estúpido, no por haberme equivocado en parte con mis suposiciones. Sino más que todo por creer ingenuamente que el catalizador filosofal no se parecería en procedimiento al de la piedra. Al final todo fue exactamente igual pero con pasos extra, todo se resumía en vidas humanas... maldita sea.
Lyra: ¿Es eso cierto? -preguntó al profesor que solo aporta la mirada.
Wilhelm: Todas esas quimeras, todos esos alquimistas... todo eso fue para el catalizador filosofal...
Camilla: Quiero decir, me tomó cien años encontrar un científico que pudiera hacer el catalizador filosofal. Su prototipo original era de tal calidad que podía detener un rebote... ¡pero luego lo escondió! -reclamo mirando con rabia al hombre- entonces le pedí que me hiciera unas alas basándome en las notas del primer prototipo, pero todas resultaron ser un fracaso. Ninguna era tan buena como el prototipo original y estaban muy lejos del legendario catalizador filosofal.
Claro, porque a diferencia de las demás alas no utilizó a su hija durante la creación de la misma. Ahora creo entender más o menos qué fue lo que pasó. Selene nunca murió, de algún modo este tipo transformó por accidente a Selene en Armony, eso llenaría todos los agujeros de las incógnitas en todo esto. Hizo todo porque es un padre porque buscaba arreglar la quimera que creó usando a su hija.
Aún así, toda esta locura ya llegó demasiado lejos... aunque ¿Camilla dijo que busco por cien años?... Esto no me gusta. Ah cierto, ella sigue hablando.
Camilla: ¡La frustración me estaba volviendo loca! No dejaba de pensar: "¡Si tan solo tuviéramos el prototipo original...!" -exclamó con molestia antes de sonreír con cierto aire de desquiciada- pero finalmente encontré dónde estaba. ¿Quién hubiera pensado que estaba dentro del cuerpo de la chica?
Wilhelm: ¡Por favor, es suficiente! ¿Solo para con todo esto! -dijo queriendo acercarse pero quedándose quieto al ver a la mujer cerca de su hija.
Camilla: Sí, tiene razón, profesor. Hemos hablado demasiado -declaró con seriedad- ahora que tengo la original, solo me falta el tema de las quimeras... De todos modos, estas criaturas se estaban saliendo de control, así que menos mal que te ocupaste de ellas al eliminarlas por mi, alquimista de los cielos -dijo con burla- ya deberían haberse alimentado de muchos alquimistas. Estoy seguro de que me servirán como catalizadores. ¡Y ahora el toque final! ¡Después de esto el catalizador filosofal será MIO! -dijo ya fuera de sí.
De allí en más todo paso en cámara lenta. Camilla forzando una transmutación para separar a Armony del catalizador, el profesor corriendo y arrojando una de las mendigas flores de éter, lo que terminó por interrumpir la transmutación, terminando en un rebote que dejó a Armony en coma, el profesor siendo mandado a volar por la energía rebotada del proceso, y por su parte Camilla... no se podía ver peor.
Camilla: Mi cara ¡No, MI CARA! -dijo llevándose las manos al rostro- ¡No, no...! ¡Estaba tan cerca de obtenerla... la belleza eterna! El catalizador... ¡El catalizador filosofal! -grito queriendo volver a entrar en contacto con Armony.
Siendo en ese momento donde en un solo movimiento le corte la cabeza a la víbora. Como dije, esta vez no se me escapaba, y como dije reiteradas veces, ya estoy harto de todo esto.
Pero el asunto está en que... pude haber interferido desde antes, pero no lo hice. En vez de eso, le hice una señal a Lyra y Clara para que no hicieran nada. Estuvo frente a mí, vi cómo pasó todo, podría haber evitado que pasara, podría haberla salvado, pero... no lo hice. La verdad, yo quería que este fuera el resultado de todo esto. Que los problemas se acabarán entre sí sin que yo tuviera que hacer nada. Y justo así pasó.
Wilhelm: ¡Armony! ¡Armony, estás bien! ¡Armony! -grito con el cuerpo de su hija en brazos, pero solo no tenía caso. Y él lo sabía.
Alfons: Si ya de por si estaba débil antes de esto, solo no tiene caso -dije mirándolo con seriedad- el ala desapareció, y el precio equivalente fue cobrado.
Wilhelm: Ella no pudo soportarlo... y ahora es tarde... fue mucho para ella... mi pobre Armony...
El profesor, con lágrimas en los ojos, apretó con fuerza el cuerpo de Armony, buscando alguna señal de vida, alguna chispa que confirmara que aún respiraba. Pero la realidad era cruel: su hija yacía en sus brazos sin vida, víctima del sacrificio y del infortunio que la ambición y la locura de Camilla habían desatado.
Por mi parte, con una expresión fría pero cansada, me acerqué lentamente. La vista de Wilhelm con su hija en brazos me recordaba lo frágil que podía ser la vida, incluso para los más poderosos. Luego mi mirada se posó en el cadáver de Camilla, en el que la arrogancia y la locura se habían apagado para siempre... ahora, solo quedaba un cabo por atar.
Wilhelm:... Dile a los hermanos Elric que me perdonen, a fin de cuentas son los discípulos de mi querida amiga, solo espero que lo entiendan... -dijo al notar que tenía mi cuchilla en mano- es muy tarde para Armony... pero lo cierto es que esto fui yo mismo quien lo cause, lo justo es que todo esto acabe conmigo.
Alfons: Me alegra que pensemos igual... prometo que será rápido -dije en lo que él solo asintió antes de centrar toda su atención en el cuerpo de su hija.
Wilhelm: Ahora puedo ver lo que estás soñando... Sí, esos bien pudieron haber sido los días más felices de tu vida... Puede que te haya hecho pensar lo contrario, pero siempre has significado el mundo para mí, mi preciosa niña... Armony... Por favor, permítele a tu egoísta padre un último acto egoísta... solo así creo que puedo salvarte... y salvarme a mí mismo... -fue todo lo que dijo antes de que lo degollara, posiblemente pensando en la ultima vez que fue feliz con su hija.
El silencio que siguió a la trágica escena fue ensordecedor. La figura de Wilhelm, con la garganta cortada y su mirada fija en el cadáver de su hija, parecía un símbolo de la derrota definitiva, no solo para él, sino también para los que presenciamos el final de padre e hija. La tensión en la torre se podía cortar con cuchillo, solo rota por el leve temblor de las quimeras que yacían muertas en el suelo, y por la respiración agitada de nosotros los que quedamos en pie.
El profesor lo entendió, al menos para el mundo, todo lo referente a como crear el catalizador filosofal se acababa de ir para siempre con su muerte y la de Camilla. Por mucho que fuera el deseo, el interés o la moral, era algo que tenía que hacerse... aunque temo decir profesor, que dado que usted no me agrado para nada, yo no pienso cumplir su última y silenciosa voluntad.
Clara: Menudo desastre... Edward no te lo perdonará, lo sabes...
Alfons: No si no queda nada de donde buscar -dije solo dándole la espalda a todo eso- busquen cualquier cosa de utilidad en la oficina del hombre, su laboratorio y las habitaciones de estos tres. Luego, le daremos un último uso a lo que seguro queda del catalizador dentro de Armony, terminemos con esto de una buena vez -dije en lo que ambas asintieron.
¿Y que fue ese uso una vez encontramos lo que quería buscar? Tan sencillo como usar una piedra roja y causar una reacción alquímica cerca de Armony, lo que causó que se activara lo que quedaba del poder del catalizador ¿y cuál fue el resultado de esa combinación tan inestable e improvisada? Bueno.. .para cuando acabó la transmutación, no quedó absolutamente nada del castillo. Todo fue incinerado, como si nunca hubiera existido.
La explosión de energía alquímica había sido tan violenta que incluso las cenizas del lugar parecían bailar en el aire, llevándose consigo todos los secretos, los errores y las heridas que allí se habían gestado. Solo quedó un rastro de humo y una sensación de vacío en el ambiente, así como una única pluma que al poco tiempo se deshizo en el aire.
Mientras tanto, en medio de la destrucción, nosotros tres nos apartamos del caos, dejando atrás todo ese problema como algo del pasado, ya no importaba.
Lyra: Todo esto... ¿realmente valió la pena? -preguntó, mirando el terreno baldío que quedó a nuestras espaldas, donde no había nada, nada de nada.
Alfons: No lo sé -respondí con la voz apagada- solo sé que ahora, por fin, terminamos con esto.
Clara: Pero a qué costo... Esa niña Armony... el profesor Wilhelm... y tantas vidas... Todo por un deseo de poder que nunca debió existir -dijo para después solo marcharnos en silencio.
Je... A estas alturas me pregunto si en realidad no soy tan diferente a Dante o a la líder de la sociedad Thule. A fin de cuentas, yo también estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para cumplir mis objetivos, el detalle está en que a diferencia de ellas, yo no me motivo por ego o por miedo, no... solo quiero a Edward a salvo, eso es todo.
Y ahora que tengo las notas de cómo crear el catalizador filosofal, tal vez al final logre que el tenga la vida que merece, aún si es a costa de mi propia vida. Por otro lado, nadie me quitara de la cabeza que al final esto fue lo mejor para Armony, considerando como fueron sus últimos momentos de vida... mejor que se fuera de este mundo para así no sufrir más.
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(Horas después)
(Tren con rumbo a Central, saliendo de la región de Hiessgart)
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Reporte del incidente de Hiessgart.
He estado llevando a cabo una investigación interna sobre la reciente serie de incidentes, que comenzó con la devastación del pueblo antiguo de Hiessgart. Estoy complementando este informe con la información obtenida por la teniente Riza Hawkeye, quien asume el cargo de secretaria del profesor Wilhelm Eilselstein, considerado un participante clave en estos sucesos.
Un factor clave en este incidente fue un material conocido como el catalizador filosofal. El profesor Wilhelm Eiselstein, una reconocida autoridad de la catalización, había estado realizando investigaciones sobre esta legendaria sustancia. Si se hubiera completado, este material supuestamente habría tenido características amplificadoras de la alquimia, similar a la mítica piedra filosofal.
Descubrimos que el profesor Eiselstein y su asistente, Greta Riddel, cuyo nombre real era Camilla Sorvolo, habían estado llamando a hordas de alquimistas para que vinieran a la ciudad de Hiessgart. Sospechamos que su plan era utilizar a estos alquimistas para completar el catalizador filosofal. También descubrimos que las quimeras que infestaron Hiessgart fueron originalmente creadas en el laboratorio subterráneo del castillo de nueva Hiessgart: Esto también parecía estar relacionado con el plan de Eiselstein.
Como director de la región, el brigadier Mudi Nemda conocía perfectamente las actividades del profesor y Camilla. Nemda optó por no aplicar la ley y descuidó sus obligaciones de informar a Central. De hecho, Nemda había llegado a un acuerdo para el desarrollo secreto de quimeras de combate a cambio de la aquiescencia del profesor y de Camilla en sus actividades ilegales.
Sin embargo, la figura central en el desarrollo de la quimera no fue el propio profesor, sino Camilla. Ella fue quien contactó inicialmente al profesor para la creación de quimeras de combate. También fue la responsable de establecer la relación entre el profesor y Nemda. Además, sospechamos firmemente que Camilla asumió el papel principal en la destrucción de Hiessgart y desató las quimeras en el viejo pueblo.
El caos, resultado directo del deseo de Camilla de obtener el catalizador del filósofo, llegó a su fin cuando el profesor Eiselstein sacrificó su vida para evitar que el catalizador se saliera de control, lo que llevó a la desaparición de todo el trabajo alquimico del profesor en Nueva Hiessgart. Por lo tanto, tenemos todas las razones para creer que Camilla Sorvolo era la mente maestra detrás del incidente. Mientras que el profesor Eiselstein y el general de brigada Nemda solo fueron peones en su juego.
Las acciones disciplinarias contra las personas involucradas son las siguientes:
Coronel Genz Bresslau: Actualmente se encuentra en rehabilitación en el hospital militar. Aunque la participación de Bresslau en el incidente sigue siendo incierta, no hay duda de su vínculo con Camilla y Nemda. Lo más probable es que sea interrogado antes de ser enviado a juicio ante el tribunal militar. Por mi parte puedo añadir como agregado que durante el reciente secuestro del tren tanto los ex policías militares como el propio Coronel afirmaron que el trabajo del general Bresslau era traer alquimistas a Hiessgart. Con gusto daré mi testimonio completo de ser el caso.
General de brigada Mudi Nemda: Actualmente cumple condena en la prisión militar. Considerando su posición como oficial militar de alto rango, el flagrante abuso de armas y tropas por parte de Nemda constituye un delito grave. Además, las pruebas indican que estaba planeando una insurgencia contra Central. Nemda fue condenado a una sentencia de 145 años en prisión, pero si persisten más acusaciones, adicionalmente se pueden agregar otros 200 años a su sentencia.
Camilla Sorvolo: Fallecida. Aunque se le considera el cerebro detrás del incidente, la identidad y los antecedentes de Sorvolo siguen siendo un completo misterio. No obstante, usando su nombre real como base, se encontraron archivos relacionados a ella en Central. Esta no era la primera vez que ocurría un incidente en relación a ella. En reportes pasados se ha hablado de ella: A veces como sospechosa y a veces como una aliada del ejército. La antigüedad de estos reportes abarca incluso de hace más de 60 años, lo que daba asumir que Sorvolo de algún modo logró prolongar su vida durante todo ese tiempo, manteniendo un aspecto joven ¿el como lo hizo? Es un misterio, aunque puede tener relación con el catalizador filosofal.
Profesor Wilhelm Eiselstein: Fallecido. Eiselstein desapareció junto a todo su trabajo alquímico así como la totalidad de su castillo, su supervivencia es del todo improbable. El hecho de que estuviera participando en actividades ilegales en medio de esta cadena de eventos es cierto; sin embargo, también se sacrificó para salvar innumerables vidas del catalizador fuera de control. No está claro qué buscaba, ni qué intentaba proteger, al obtener el catalizador filosofal. Sea lo que fuere, podemos decir que Wilhelm era un hombre de contradicciones.
Reportado por Alfons Von Heiderich Mustang.
Posdata:
Debido al descarrilamiento de nuestro tren fue que mi equipo y mi persona se vieron involucrados en el incidente, trabajando en conjunto con el personal del cuartel del Este. Además, un Alquimista Estatal estuvo presente en Hiessgart durante los sucesos. No se ha encontrado evidencia de su participación directa.
—
Si, en resumidas cuentas este acabará siendo el reporte que entregare al cuartel general apenas ponga un pie en ciudad Central. Obviamente esconderé detalles como la relación entre las quimeras y el proceso de refinamiento de la catalización. Y en efecto, eche la culpa de todo a Camilla. Además de sacar el nombre de los hermanos Elric de todo el conflicto... aparte de mantener en anonimato la existencia de Armony. No porque me agradara, solo... por respeto.
Si viviera una situación similar con Edward o Nina, yo fácilmente podría hacer cosas peores que el profesor a fin de cuentas, soy consciente de ello.
Alfons: Y en resumen eso fue todo lo que pasó -dije al chico sentado junto a mi, a quien tenía abrazado de la cintura mientras que por su parte Ed se centraba en leer todo de principio a fin.
Obviamente me vi obligado a decirle todo a ambos hermanos apenas volvimos a la base (todo a excepción de la muerte del profesor a manos mías). El resultado fue la furia del hermano menor para luego pasar a la indignación cuando, aun con todo, Edward se puso de mi lado afirmando que hice lo que pude y que al final tal vez hasta era lo mejor, ahora tanto Selene como el profesor estaban en paz.
Por mi parte yo podía decir que el hermano menor me odiaba ya que aunque no lo dijera, me culpaba de todo. Genial, con lo bien que íbamos, ahora es como empezar de cero con él, menudo fastidio. Pero ni modo, si quiero estar con Edward debía aguantar el paquete completo.
En todo caso, no hace falta decir que al menos de momento ambos hermanos estaban aplicando la ley del hielo mutuamente. Al menos logré mi cometido, sacar a ambos hermanos a salvo de Hiessgart y ponernos rumbo a Central... donde debía hacer lo inhumanamente posible para que nunca supieran la verdad de la piedra filosofal.
Esta aventura aunque en su mayoría fue un fastidio, me dio esperanzas... de que si existían otros métodos para que ambos chicos pudieran recuperar sus cuerpos... solo era cosa de encontrar el correcto. O al menos hacerles creer que lo era.
Edward: ... Al final ya nada importa... todo se fue... -dijo acurrucándose junto a mi. Aunque podía sentirlo, no estaba buscando cariño. Se sentía derrotado, y todo lo que tenía para reconfortarse un poco era yo. No sabía si sentirme triste u ofendido.
De todos modos, odio verlo así. Era casi como... cuando en la otra vida pasó lo de Nina. Ay no, esta llegando a la misma conclusión, que en parte me alegra, pero igual es un duro golpe para él, la alquimia no era la respuesta a todo... Supongo que me veo obligado a dársela. A fin de cuentas, me quede con la semilla de Éter con la que los hermanos Tringham podrían continuar la investigación de la catalización. Eso era lo que me importaba de eso.
Alfons: Oye, tranquilo, yo... tengo algo para los dos... -dije sacando una carta de mi bolsillo- la encontré en la habitación de Armony, creo que es... una carta de despedida para ustedes.
Al: ¿Qué? -pregunto casi poniéndose de pie- ¿por qué no habías dicho nada antes?
Alfons: Por que ambos estaban actuando como fieras salvajes y estaba esperando a que se calmaran ¿Quieres leerla? -pregunte dándole la carta a Edward que la tomó con algo de duda.
Aun así, Edward abrió lentamente la sobre, sus manos temblorosas al deslizar la carta entre sus dedos. La tinta desgastada y las palabras escritas con apresuramiento revelaban una despedida cargada de dolor y esperanza. Mientras leía en silencio, un silencio pesado llenó la sala, solo roto por el suave crujir de las hojas.
—
Carta de Armony
Querido Ed
Escribo esta carta como preparación para nuestra inevitable despedida. Bueno, supongo que no hay razón para ser tan formal. Pero sé que cuando llegue el momento, no podré decírtelo en persona. ¡O sea, podría acabar en otra de nuestras peleas a gritos!... Así que escribiré. Así no me arrepentiré.
Sabes, Ed... Me enseñaste que nadie puede ganar nada sin hacer algún tipo de sacrificio... Esa es la ley de equivalencia de intercambio en la alquimia que aplica al orden del mundo. Pero yo no creo que sea necesariamente verdad. A veces podemos sacrificar todo y no ganar nada... Mientras que otras cosas no requieren ningún sacrificio...
... Me imagino que dirás "¡No lo entiendes!"... Pero Ed... No he sacrificado nada. No he podido hacer nada por nadie más. No solo por ti y Al, sino por el pastor, e incluso por papá... Y, sin embargo, a cambio he recibido algo tan grande. Ni siquiera puedo imaginarme cuál sería el precio equivalente...
La ley de equivalencia de intercambio tal vez aplique para el mundo, pero no para la gente. La existencia humana se basa en un plan superior, uno que no está limitado por esas reglas tontas... Al menos eso es lo que pienso. Mmmm... Lo siento... no quise desviarme tanto del tema... yo de verdad quería agradecerte.
Así que lo escribiré aquí: Gracias. Y eso viene desde el fondo de mi corazón. Lo que sea que piense de ti y de los dos Al, estoy muy agradecido... No es que pueda decírtelo cara a cara, por supuesto... Pero no podría irme sin decírtelo... incluso si no hubiera nada que pudiera hacer o nada que pudiera dar...
Así que... si, pensé que esta carta era una buena idea. Espero que entiendas lo que digo... Tal vez... No, no lo creo... Hay mucho ruido afuera. Así que me detendré aquí. Adiós y cuídate. Y gracias... por todo.
Mis mejores deseos para mi pequeño pero poderoso maestro...
(Fin de la carta)
—
Mientras mi amado leía la desgarradora carta de Armony, su cuerpo temblaba y sus ojos se llenaron de lágrimas que luchaban por salir. La tristeza y la impotencia se apoderaron de él, pero también una determinación renovada. La despedida de Armony no solo era un acto de amor y sacrificio a quien vio como su maestro, sino también una llamada a seguir adelante, a luchar por un mundo mejor, lo cual era justo lo que necesitaba. No obstante, ahora mismo el solo se sentía derrotado y quería sentirse seguro, cosa de la que yo me ocuparía.
Por mi parte, todo lo que pensé mientras abrazaba a mi rubio de mal carácter que lloró en silencio recostado en mí, e ignoraba los sollozos del mayor Armstrong en el asiento del otro lado del vagón, fue que a pesar de todo... Esto fue lo mejor. Si no pasaba ahora, pasaría pronto. Armony, no, Selene... hasta siempre, ojalá la otra vida te trate mejor que esta.
Notes:
Y ese fue el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
Y con esto termino la historia del primer juego de Playstation de Fullmetal Alchemist. Ya para el próximo capitulo volveremos en donde nos quedamos con el anime.
Como pueden ver este cap fue pesado emocional y psicológicamente. Ustedes díganme que piensan hasta ahora.
En fin, de momento, nos vemos.
Chapter 32: Capitulo 30: Y al final se desvelo lo oculto tras la cortina
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
(Alfons Pov)
(Ciudad Central, región central, Amestris)
Muy bien, no tengo ni la menor idea de cómo llegamos a esto pero no me arrepiento de nada. No recuerdo en qué momento desperté luego de haberme quedado dormido de camino a la estación, o siquiera cuando llegamos a Central luego de haber pasado por ese infierno tedioso que fue la región de Hiessgart. Pero ahora mismo nada de eso podía importarme menos.
En ese momento, estaba viviendo una oportunidad única, el instante que había esperado con ansias, justo frente a mis ojos. Cuando decidimos separarnos, el Mayor Armstrong se dirigió a realizar sus tareas, mientras que Al, acompañado por las chicas, fue en busca de la investigación del doctor Marcoh en la primera sucursal de la Biblioteca Nacional. No sé cómo ocurrió, pero Edward quiso acompañarme a casa, donde pensaba revisar el correo, el papeleo y otros asuntos antes de presentarme en el cuartel general para informar al generalísimo sobre los últimos incidentes y los avances en mis investigaciones sobre tácticas bélicas.
Estaríamos solos en mi casa... era una oportunidad única que no podía desperdiciar.
Alfons: ¿Sabes? Estuve pensando algo de camino hacia acá -dije en lo que abría la puerta del departamento.
Edward: A estas alturas que pienses sería un 50/50 de bueno o malo ¿Qué pasa? -pregunto haciéndome sonreír quedamente.
Alfons: Pues... -exclamé antes de mostrar un leve sonrojo por la pena- a riesgo de que te enojes, dado que se supone que apenas estamos explorando... -dije conforme me ponía más rojo en lo que él esperaba que siguiera- ... ¿te parecería si entramos en la casa... ya sabes...? -pregunte sugerente.
Solo para que la ilusión se rompiera en el momento en que para cuando me di cuenta, ya estaba dentro de la casa.
Edward: ¿Cómo es que está tan limpio? De lo que se de ti, casi nunca estás... perdón ¿me decías? -pregunto en lo que yo solo solté un suspiro decepción.
Alfons: ... Iba a decir que me dejarás cagarte por el umbral... -murmure resignado, aunque al parecer lo bastante fuerte como para que él me escuchara dada su expresión.
Edward: ... Puedo salir y entrar de nuevo así... sí quieres... -mencionó con un sonrojo queriendo parecer casual. Me lleva, era tan lindo.
Me quedé unos segundos en silencio, observando cómo el rubio de cabello largo trataba de mantener la compostura, aunque su rostro se tornaba ligeramente sonrojado. El ambiente se sentía algo pesado, pero también había una especie de complicidad que nos mantenía en esa línea delicada entre la amistad y algo más. Siendo por ese algo más que lo tomé en brazos y procedí a cumplir ese pequeño capricho mío... me sentía como un recién casado.
Edward: Me estás volviendo un romántico de lo peor -comentó con una sonrisa que me robó el aliento.
Alfons:... ¿Sabes? Justo ahora estamos solos -dije con la cara roja tras meditarlo un momento.
Edward:... Ajá... -susurro igual de sonrojado que yo, al parecer se dio cuenta de mis intenciones al menos parcialmente.
Alfons: Si tu quieres, puedes referirte... ya sabes... -dije retomando el tema que habíamos dejado a medias en Hiessgart. Lo que hizo que me viera fijamente.
Edward: ... Si quieres tratarme como una mujer... puedes hacerlo, creo que te lo debo por lo que paso, ya sabes... -dijo con algo de culpa en lo que yo junte nuestras frentes para apreciar cómo se deben esos bellos ojos dorados.
Alfons: Ya lo hablamos, nada fue tu culpa ¿bien? Solo... son cosas que pasan, la culpa de todo fue de esa loca -dije queriendo que olvidara todo de ese asunto- y también te lo dije, si quieres ser Edeline, que sea porque tú quieras, no para darme gusto. Si quieres ser Edward, si quieres ser Edeline, yo te amo igual, no lo hagas porque piensas que me lo debes -dijo desnudando mi alma a quien amo- yo te amo a ti, sin importar tu identidad, Ed...
Edward: ... Edeline... -me interrumpió con su rostro tan rojo que compite y hasta podría ganarle a su abrigo favorito.
En ese momento, todo parecía suspendido en el tiempo, como si el mundo exterior hubiera desaparecido y solo existiéramos su persona y yo, en esa intimidad que había surgido de la nada. La luz tenue de la habitación iluminaba suavemente nuestros rostros sonrojados, reflejando la vulnerabilidad que ambos compartimos.
Me acerqué lentamente, sintiendo el latido acelerado en mi pecho, y tomé su rostro entre mis manos con cuidado, como si tuviera miedo de romper esa frágil cuerda que nos mantenía unidos. Nuestros ojos se buscaron, y en ese intercambio silencioso, supe que no había necesidad de palabras; todo lo que sentíamos se transmitía en esa mirada.
Alfons: ... Te amo, Edeline -dije a la vez que el joven en mis brazos rió suavemente, sintiéndose más a gusto conmigo de esta forma tan personal.
Edward: Solo... por favor dime que no tienes un ama de llaves o algo así, estaría muerta de vergüenza si nos hallará alguien así.
Alfons: No, tranquila. Quien limpia y hace esas cosas es la señora Hughes, pero a esta hora está en su propia casa. Ella viene hasta en la noche -aclare tranquilo- así que tengo todo el rato para convivir con mi chica, sin interrupciones.
Edward: Tampoco abuses -me dijo con una mirada seria entre comillas- aun tengo que ir a la primera sucursal de la biblioteca y tú tienes que reportarte con el führer... ¿no se enojara porque vas tarde? -pregunto en lo que yo solo me encogí de hombros.
Alfons: Pues técnicamente soy tu guardaespaldas, él entenderá que no voy inmediatamente por estar cumpliendo mi deber -respondí con descaro- además, quiero aprovechar para preguntarte algo... tenemos casa sola, dime...¿no te gustaria ir más allá de los besos y las caricias? Siento que ya podemos llegar a... ese punto... -susurré de forma sugerente. haciéndolo que se pusiera al rojo vivo de la pena.
Era tan tierno, casi me sentía mal por estar a punto de romper su inocencia... casi... al demonio con todo. Hoy es un buen día para morir.
Edward: Yo... no sé... no sé cómo se hace y yo... no quiero, ya sabes... hacerlo mal.
Alfons: Tampoco es que rompamos la lógica y le demos un hermanito a nuestra Nina, solo ir experimentando, ir paso a paso, cariño -dije besándole la mejilla- empecemos con algo simple ¿te parece? Sin penetrar ¿Qué tal si de momento solo froto un poco y me dices que te parece? -pregunte, alegrándome al recibir como respuesta un asentimiento con pena.
Debo decir que esto no llega a lo que suelen ser mis fantasías habituales. Algo como que llego tarde a casa luego de un largo día de oficina, tengo todo ese estrés acumulado y esa rabia hirviendo dentro de mi. ¿Y cuál sería la cura? Ver a mi amado alquimista esperándome en la cama para desahogarme, diciéndome con deseo que me desquite con él, que lo deje hacerme sentir mejor...
Allí lo agarraría por el cuello y lo empujaría a la cama mientras lo desnudo... y entonces lo agarraría por las caderas y lo atraería hacia mí, llenándolo por completo, haciéndolo gritar de dolor y placer a partes iguales cuando llegue a sus entrañas... le tiraría del pelo hacia atrás mientras lo embisto dentro de él. Una y otra vez hasta que se dé la vuelta y sus piernas me envuelvan temblorosas, deseándome, necesitando más de mi. Para luego llenarlo con mi amor...
Pensaba en todo eso mientras acercaba mi mano a su pantalón, estaba por dar el que sería el primer paso para abrir una puerta prohibida que en comparación hacía parecer a la verdad como un simple pecado menor. Solo unos escasos centímetros para comenzar a satisfacer a mi dulce amor como merecía, le iba a hacer sentir el éxtasis... solo un poco más y...
Hughes: ¡Alfons! ¡Dónde está mi sobrino favorito en todo el mundo! ¡Escuche que volviste a Central y vine a verte de inmediato! ¡Quiero hablar de lo linda que es mi hijita! -grito entrando de golpe a la sala, solo pateando la puerta y entrando como pedro por su casa, haciendo que ambos lo viéramos petrificados- ... ¿interrumpo algo?
Y no mentiré, fue tanta la vergüenza, frustración, indignación, humillación, pena... fue tal el cúmulo de emociones que... no me quedó más remedio que despertar.
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Alfons: ¡Mendigo hijo de...! -grité exasperado llamando la atención de los pasajeros que se encontraban bajando el tren, a lo cual todo lo que me quedó fue tratar de aparentar que aún me quedaba un poco de dignidad.
Una cosa es segura, aun si no tenía una justificación por la acción, voy a golpear a mi autoproclamado tío Hughes apenas lo vea en toda la cara, no me importa que use anteojos.
Clara: En verdad debiste estar cansado ¿no es así, cielo? -preguntó pasándome un pañuelo para limpiarme la baba. ¿acaso babeaba mientras dormía? Ay no, qué vergüenza...
Alfons: Solo diré que siento que ese tiempo en Hiessgart me quitó años de vida... se fueron ¿no es así? -pregunté en lo que Lyra me pasaba una taza de café. Justo lo que necesitaba para despertar, me conoce muy bien.
Lyra: Justo acaban de salir del tren, el alquimista de acero dijo que usted ya los alcanzaría, estaba impaciente por llegar a la biblioteca.
Clara: Dijo que ahora que tenían su primera pista sólida, debían moverse cuanto antes para obtenerla -comento en lo que yo solo suspire.
Con todo lo que pasó se me había olvidado que le dije a Edward lo de la primera sucursal que supuestamente le saque al doctor Marcoh, que al parecer era tan importante como para dejarme de lado por la emoción. De cualquier modo, no tenía prisa por hacer algo al respecto, a fin de cuentas, si era mi día de suerte, esto debe ser algo que si paso exactamente igual que en la vida anterior.
Y justo para mi buena fortuna, cuando alcanzamos a los hermanos y al mayor Armstrong, fue que confirme que en efecto ese suceso en específico pasó... el incendio de la primera sucursal en manos de los homúnculos. Quedando solo un edificio en ruinas y casi todos los libros y documentos siendo solo cenizas ahora.
Pero... pensándolo bien, contaba que esto pasara y tome medidas al respecto, pero... no tiene sentido. ¿Por qué los homúnculos quemaron la biblioteca? La vez anterior fue porque acabó siendo el resultado de una pelea improvisada entre Gula y Lujuria contra Cicatriz. Pero es imposible que pasara eso mismo esta vez (no por nada le cause una fractura compuesta al desgraciado)... ¿acaso los homúnculos no quieren que Edward sepa sobre como crear la piedra? No lo entiendo... pero por ahora no pensaré en ello. A caballo regalado no se le mira el colmillo.
Edward: ¡¿Qué pasó?! ¡El material de la investigación del doctor Marcoh! -grito en shock mientras que yo internamente no pude evitar sonreír con cierta satisfacción maliciosa.
Al final esa acabó siendo otra cosa que terminó siendo de provecho del incidente de Hiessgart, durante nuestra estancia allá los homúnculos tuvieron tiempo de sobra para quemar este lugar... creo que de haber pensado eso habría disfrutado un poco más el tiempo allá.
Armstrong: Según los informes parece que hubo un corto circuito... Casi nada se salvó -dijo en lo que él más bajo cayó de rodillas incrédulo.
Edward: No es justo, estaba tan cerca... ¡Y si el coronel...!
Alfons: Ni siquiera intentes echarle la culpa a mi padre, cuando esto pasó, él estaba ocupado con todo el asunto de Hiessgart, lo sabes -dije llamando la atención de los tres- no diré que no lo creo capaz, pero esto no lo pudo hacer él -explique cruzado de brazos.
Momento que aproveché para notar las expresiones de los otros. El mayor parecía nervioso, posiblemente porque ni se molestó en despertarme pero lo entiendo, alguien debía cuidar a estos dos. Al parecer seguía molesto conmigo, solo apartó la mirada y me dio la espalda. Y el que más me importaba solo me vio un momento antes de apartar la mirada, para esconder su sonrojo hecho por el pudor o por pena tal vez... tan lindo.
Siendo en ese instante que note el hecho de que aparentemente las chicas y yo no habíamos sido las únicas personas en llegar aquí buscando a este grupo. Je, al menos mientras duermo las chicas se ocupan de mover mis piezas al parecer. Yo mismo pedí al cuartel general que cuando volviéramos a Central asignaran a estos dos para cuidar a los hermanos mientras el mayor y yo volvíamos a reportarnos a la base.
¿Por qué lo hice? Bueno, para mantener el status quo. A fin de cuentas la última aventura me hizo darme cuenta de que aparentemente las cosas no saldrán como recuerdo tal cual, así que tuve que mover mis propias piezas del tablero entonces para retomar algo de control. Si se meten en la cueva del lobo él te va a morder, es su naturaleza.
Maria Ross: Mayor Armstrong -dijo llamando la atención de los presentes.
Armstrong: Oh, pero si son la teniente Ross y el sargento Brush -dijo reconociendo al par- ¿que ocurre?
Maria Ross: Se le ha ordenado a usted y al general de brigada Von Heiderich reportarse en el comando central.
Brush: El Führer convocó al general de brigada para hablar con él. Nosotros nos ocuparemos de escoltar a Edward Elric de aquí en adelante, señor -dijo en lo que el Mayor asintió.
Armstrong: Muy bien, entendido -acató la orden sin mucho problema.
En lo que yo solo mire fijamente a Ed, haciendo que el se guardará para sí cualquier comentario que quisiera decir mientras me sonreía con incomodidad. Como si no me lo conociera, seguramente se iba a quejar sobre cómo se había librado de sus niñeras para que luego le asignen otras... callado se defiende más.
Alfons: Si es lo que el jefe quiere... -dije dispuesto a marcharme en lo que sentí que me sujetaban una de las mangas del uniforme- ... ¿Qué sucede, Ed?
Edward: Solo... Vuelve pronto -dijo para mi sorpresa- sabes en qué hotel me suelo quedar ¿no?
Alfons: No pero puedo preguntar -dije mintiendo descaradamente para luego sonreírle con ternura- ¿Te parece que cuando me desocupe salgamos a cenar?
Edward: ... Puede ser -dijo con un sonrojo, para luego tomarme por sorpresa cuando se paró de puntillas y rápidamente me dio un beso en la mejilla- he querido hacer eso desde hace mucho... solo regresa pronto -pidió para luego irse junto con su hermano y el par de soldados que le había asignado.
Me quedé allí unos segundos, atónito por la inesperada muestra de afecto y la expresión tímida de Edward. Las chicas parecían ajenas a nuestro pequeño momento, pero en mi interior sentí que algo había cambiado. La timidez de Edward todavía brillaba en mi memoria, y por un instante, el peso de las preocupaciones y las dudas se disipó un poco.
No sé por qué, pero eso me hizo recordar un tiempo distinto. Un pequeño instante de nostalgia, fue exactamente igual a cómo compartimos nuestro primer beso, según lo recuerdo: él robándome ese beso y luego mostrando una expresión tan tierna como la que tuvo esta vez. No importa si nos besamos mil veces, para mí siempre será como si fuera la primera vez.
Alfons: De verdad es él mismo... En momentos como este no puedo evitar extrañar como era todo antes... -dije con nostalgia antes de notar las miradas de mis dos compinches- solo son cosas mías, ya ustedes saben. Como sea, vamos a ver al gran rey jefe.
Luego, con paso decidido, me dirigí sin más al comando central, consciente de que aún quedaba mucho por hacer para mi molestia. La biblioteca destruida, la investigación perdida y las incógnitas sobre los homúnculos, solo por mencionar lo más reciente sin tomar en cuenta lo del alquimista de la vida, el encuentro con Cicatriz, la escolta a Ed, lo de Hiessgart... Menuda molestia, pero no tengo opción.
—-
(Momentos después)
Alfons: Permiso para pasar -dije abriendo la puerta y haciendo el respectivo saludo militar luego de que la secretaria me dejara abrirme paso.
Donde en efecto, allí se encontraba el generalísimo en su escritorio esperando con una expresión de seriedad y frialdad calculada... sólo para luego sonreír en cuanto me vio. Ya sabía que era una sonrisa fingida de político ensayada, pero era agradable, recordaba a un tío o un abuelo, algo así.
Bradley: Concedido, toma asiento -dijo en lo que yo obedecí- ¿Cómo te ha estado yendo, Alfons? Por fuera del ámbito profesional casi no hemos hablado. Imagino que no debes sentir el cambio al volverte alquimista estatal cuando ya eras teniente coronel antes de eso. Es sorprendente como pasa el tiempo ¿té?
Alfons: No gracias, soy más de cafeína -respondí cortésmente.
Bradley: Está bien -exclamó sirviendo a sí mismo una taza- por cierto, escuché por ahí que acompañaste al alquimista de acero, Edward Elric, como escolta a su poblado luego del ataque de Cicatriz a su persona, debo suponer que se recuperó apropiadamente -comento para mi sorpresa.
Ya veo, con que ya lo sabía, y algo me dice que está consciente de lo que he estado haciendo hasta ahora. Supongo que eso me ahorra dar gran parte de las explicaciones, exceptuando claro los detalles más incómodos, controversiales y comprometedores a mi persona y mi carrera.
Alfons: En efecto, señor -respondí de la forma más neutral posible, ahora es cuando debo ponerme mi máscara de profesional.
Bradley: Eso es bueno... También he escuchado que tienes un interés especial en él ¿es así? -pregunto para mi desconcierto.
¿Quién le...? Juraría que he sido discreto al extremo ¿como...? No, no debe hablar de eso. No puede saberlo.
Alfons: Nada más allá del profesionalismo e interés para el desarrollo de futuros proyectos científicos que podrían beneficiar al ejecirto ¿Algún problema con eso, señor? -pregunte en lo que él negó con una sonrisa.
Bradley: Ninguno, más bien todo lo contrario. Alfons, creo que ambos sabemos que hace tan importante a alguien como Edward Elric ¿no es así? -pregunto mientras que yo arqueé una ceja con algo de extrañeza- no podemos permitir que un activo tan valioso sea dañado de algún modo. Por eso me tranquiliza que tenga a alguien de tu categoría para velar por su seguridad.
Alfons: ... Imagino que es su forma sutil de decirme que está informado de lo que hizo Shou Tucker -asumí a la vez que él asintió, confirmándolo.
Bradley: Creo que lo mejor es no hablar de eso, ya lei tus informes que son detallados por decir lo menos -fue todo lo que dijo antes de tomar un sorbo de su taza- por esa razón es que quiero asignarte una misión un tanto especial. Deseo que seas la escolta de Edward Elric hasta que Cicatriz sea apresado. Puedes seguir con tu proyecto mientras haces eso -dijo con tranquilidad- espero que tus habilidades sean un buen comodín para asegurar la vida de acero.
... ¿Dijo lo que creo que dijo?
Alfons: ...Por supuesto, señor -dije igual con mi cara de poker, esta vez para que no se me notara mi emoción.
Bradley: Te advierto que será una tarea extenuante. A donde él vaya, tu iras. Lo seguirás en todo momento, serás su sombra ¿Crees poder hacerlo?
Alfons: Haré mi mejor esfuerzo, y agradezco que confíe en mí para llevar a cabo esta tarea, señor.
Bradley: Solo le doy el reconocimiento que merece a sus habilidades, general.
Alfons: Honor que me hace -dije poniéndome de pie- con su permiso, me retiro. Espere pronto la primera de mis sugerencias para la mejora de las tácticas militares actuales.
Bradley: Lo esperare con ansias. Puedes retirarte -fue todo lo que dijo para acto seguido darme vía libre para marcharme.
Y lo admito, aunque intenté mantener la compostura, al final no pude evitar terminar haciendo algo parecido a un baile de alegría. Seguro que más de uno pensó que me habían dado otra promoción, pero si supieran, esto era mucho mejor que cualquier ascenso. Mis metas personales y mi carrera profesional se unieron en una sola cosa, ¡simplemente gloriosa!
De allí que sin pensarlo mucho solo me fui directamente a preparar. Un baño rápido en mi departamento, elegir el primer conjunto formal que tuviese a la mano, pasar de camino por una florería a comprar flores para la ocasión y sin más solo fui al hotel donde Edward y Al se suelen quedar para reservar una habitación para ellos y quedarme allí esperando su regreso.
Sino me equivoco para este momento ya deben haberlos llevado con Sheska y haberla rescatado de morir enterrada en libros si eso terminó pasando igual (en serio esa chica necesita novio o al menos una mascota para que saque su cabeza de los libros). En fin, por suerte tengo eso cubierto de antemano. Ahora solo debía esperar y... vaya, llego más pronto de lo que pensé.
Alfons: Hola ¿Qué tal tu día? -pregunte al verlo entrar seguido de Al, ambos sonriendo, seguramente por lo de que Sheska puede transcribir la investigación del doctor Marcoh... je, si supieran.
Edward: No tan mal como esperaba... Aunque ahora que te veo, mucho mejor -dijo sonriendo quedamente con algo de pudor en lo que su hermano pareció resoplar antes de solo sentarse en una esquina.
Que no se note que ahora me tiene más recelo que nunca, tendré que ocuparme de eso después.
Alfons: Pues acostúmbrate a verme, porque tengo órdenes directas del mismísimo Führer -dije acercándome a él- oficialmente soy tu guardaespaldas de tiempo completo. Básicamente seguiré cuidándote pero siendo remunerado. Así que ni mi padre puede decir nada porque son órdenes del Führer, y si crees que poder pagarle a Pinako yo mismo por la reparación de tu automail es malcriarte, aún no has visto nada -declare entregando el ramo de flores- ten, para ti... las vi y me recordó lo lindo que eres.
A lo cual bajó la mirada, claramente sonrojado por la forma en que le entregue las flores y la cercanía del comentario. Su expresión tímida, aún con su sonrisa nerviosa, reflejaba la mezcla de gratitud y embeleso que sentía por esa inesperada muestra de cariño (y sé que lo apreciaba, si cualquier otro lo hubiera hecho, Ed sencillamente estaría pisoteando el ramo para luego darle una paliza al atrevido).
Aunque por otro lado, el menor juraría que rodó los ojos con molestia, por suerte no es él a quien me quiero ganar aquí. Prueba de ello fue que para su indignación, sin previo aviso abrace a Ed para luego darle un beso lleno de cariño. Si, si me provocan soy un cabrón ¿qué puedo decir?
Alfons: ¿Y cómo estuvo tu día? -pregunte sacando de la ensoñación al rubio en mis brazos que se puso rojo por haberse perdido en sus pensamientos por esa muestra de afecto.
Edward: ¿Qué?... Ah ¡verdad! -exclamó mientras abrazaba las flores- ¡Encontramos la investigación del doctor! Oh bueno... Más o menos, nos presentaron a una chica con memoria fotográfica y...
Alfons: Ya veo, conociste a Sheska -dije con satisfacción al atinarle a esa.
Edward: Sí, ya me mencionó que te conoce... -mencionó riendo suavemente- dijo que nos queda a deber su regalo de bodas, tuve que aclararle que no tenemos esa relación... aún.
Sheska, mendiga boca floja... pero gracias.
Alfons: Ella me ayudó mucho buscando libros sobre la ingeniería actual. De forma ilegal ya que en ese momento yo no tenía acceso a la biblioteca. Ya sabes, para mis proyectos, como el cohete y demás... -dije justificando como la conocía.
Solo para que en ese momento Ed me viese con una mirada de molestia que me rompió toda la actitud confiada y romántica ¿ahora que fue lo que hice?
Edward: El cohete... -dijo agachando la mirada- es verdad... Tu sueño.
Alfons: Edward ¿Qué pasa?
Edward: Alfons -exclamó mirándome a los ojos- dime algo, y quiero que seas honesto conmigo... ¿Por estar al pendiente de mi ¿Cuánto has dedicado a tu propia investigación? -pregunto para mi sorpresa.
... Sheska, mas te vale no haberte pasado de boca floja.
Edward: He escuchado de eso de los hombres de Mustang y hoy Sheska habló de eso para platicar -explico- tu razón de unirte al ejército... además de encontrarme según tú. Tener fondos para tus proyectos, construir un cohete para ir al espacio por muy loco que suene para mí... pero si alguien puede hacerlo eres tú. Aún así, en todo el tiempo que hemos estado juntos no te he visto trabajar en tu investigación... ¿Cuánto dedicas a tus proyectos?
Alphonse: Cada tanto, de todas formas ya voy muy avanzado -dije restando importancia al asunto- creo que puedo darme un tiempo para equilibrar entre estar contigo y repasar posibles desperfectos.
Lo cual prácticamente es una mentira descarada porque la investigación se finalizó hace mucho, literalmente tuve una vida para desarrollar mi investigación y aquí solo es cosa de copiar y ya. Las teorías y experimentos ya fueron hechos, puedo replicarlos cuando quiera. Por ahora mis prioridades eran otras... mi sueño podía ya cumplido podía esperar.
Edward: ¡Pero Alfons...! -me iba a reclamar solo para cortarlo abrazándolo con fuerza.
Alfons: Además... Ya cometí el error de interponer el trabajo antes que a ti, no volverá a pasar -dije siendo yo quien se pasó de lengua suelta esta vez, recordando los eventos que llevaron a mi muerte.
Cosa que por suerte Ed no sabe nada. Si tuviera que adivinar, espero contar con que él crea que fue otra razón de mi distanciamiento por años.
Edward: Lo dices por lo de Barry el Carnicero, ¿verdad? -pregunto en lo que yo como respuesta solo lo abrace de forma más protectora.
Alfons: Perdóname... No debí haberte dado la espalda así, nunca debí dejarte... Debí darme cuenta que tu felicidad era más importante que un tonto cohete -dije olvidando por un momento donde y con quien estoy.
Edward: ... Descuida, no hay forma que pueda tenerte rencor por eso, estábamos en una situación bastante mala entonces -dijo para mi suerte sin sospechar nada- pero...no puedo dejar que digas que tu sueño es tonto, es decir, es tu sueño... -exclamó logrando separarse lo suficiente como para juntar nuestras frentes- hagamos esto, busquemos la piedra juntos, y una vez lo consigamos. Construyamos ese cohete y vayamos a la luna juntos.
... Honestamente no sé si es otro plan para alejarme o para tenerme en jaque en caso de que esté en desacuerdo de como trabajo o si es para tenerme de su lado con alguna de sus ocurrencias, pero... ahora mismo de tener el anillo le propondría matrimonio en este preciso momento. De allí que sin más solo lo bese
No obstante mentiría al decir que siento cierto malestar, porque ahora más que nunca estoy seguro de no dejar que descubra nada de la piedra. No con saber que hay otros métodos como el catalizador filosofal. De allí que sólo esperaba que Sheska no lo arruinara, de hacerlo... sería más trabajo para mí.
—---
(Cinco días después)
(Apartamento de Sheska)
... Juro que la voy a ahorcar con mis propias manos.
Sheska: ¡Aquí está la réplica de la investigación del doctor Tim Marcoh! Disculpen la espera, pero había mucho que transcribir y por eso me llevó cinco días reescribir todo. Pero es toda la investigación ¡cómo hacer magia en la cocina con las mil recetas de Tim Marcoh! -exclamó para la incredulidad de todos.
Maria Ross: Agregue un poco de agua a una cucharada de azúcar... de verdad son mil recetas de cocina -menciono mirando con consternación uno de los folletos.
Brush: Oye, ¿qué parte de esto considerabas documentos importantes?
Sheska: Yo solo transcribí lo que había leído exactamente como lo recordaba.
Alfons: Bueno Ed, parece que todo fue una pérdida de tiempo ¿nos vamos? -dije intentando hacer que él se creyera la trampa de Marcoh.
Pero para mi desgracia sabia que mi persona amada no era para nada tonto, para mi desgracia el ya tenia... esa mirada.
Edward: Yo no estaría tan seguro, ya sabes como son los alquimistas ¿está todo lo que escribió el doctor Marcoh palabra por palabra? -pregunto en lo que Sheska asintió con seguridad- eres increíble, muchísimas gracias otra vez. bueno, todos tomen una pila y vámonos de vuelta a la biblioteca central. Y antes de que lo olvide, debo recompensarte...
Alphonse: No te atrevas ni a pensarlo. Descuida, no te molestes, yo le pagaré a Sheska por sus servicios -dije antes de que sacara siquiera el reloj de plata.
Dije que yo me ocuparía de sus gastos y pienso cumplir esa afirmación como hombre que soy aun si me quedo en bancarrota.
Sheska: Sabes que lo hice como un favor a ti, Alfons -dijo sonriendo tímidamente y con cierto nerviosismo. Oh no, de esta no te zafas.
Alfons: Por favor, insisto -exclamé sonriendo de forma ciertamente inquietante hasta que solo vi la puerta cerrarse, los hermanos se habían ido centrados en comenzar el descifrado del libro de cocina- ... Al final no pudiste evitarlo y en verdad escribiste toda la investigación tal cual, aun cuando te pedí que inventaras en vez de entregar el documento real en privado ¿no, Sheska?
Sheska: Lo siento, Alfons, no pude evitarlo -fue todo lo que dijo soltando un suspiro de culpa.
Alfons: Y también parece que no importó que destruyeran el libro antes de que se incendiara la biblioteca, igual Edward acabó con la investigación en sus manos, menuda suerte ¿no lo cree así, teniente Ross?
Si, le había ordenado al par aquí presente destruir el documento incluso antes de que pasara lo del descarrilamiento del tren. Era un por si acaso, pero al final fue para nada.
Maria Ross: Por desgracia -respondió con vergüenza por el fracaso- general de brigada... ¿Qué pasará si se ve obligado a decirle que el doctor Marcoh si le dio información sobre la piedra a usted? -pregunto con algo de atrevimiento- diría que todo esto es una maquinación infructuosa de las circunstancias, General... Pero no lo entiendo, si busca ayudarlos en su búsqueda de la piedra filosofal ¿Entonces porque busca estropear la investigación de los hermanos Elric?
Alfons: En realidad es sencillo, busco extender el hallazgo de la horrible verdad lo más que pueda -aclare con tranquilidad sabiendo que realmente la gente presente era de confianza para mí, no por nada pase años en el ejército haciendo conexiones- y eso no pasará. Es más, nuestro deber es ocultar esa verdad cuanto antes... Teniente Ross, no me importa como. Usted y el sargento Brush deben destruir esa nueva investigación de Marcoh.
Brush: Pues está medio difícil con los hermanos decididos a cuidarla -comento en lo que yo no pude evitar resoplar.
Alfons: De eso me ocupo yo, y Sheska... Ve trabajando en el nuevo documento, que sea lo más incorrecto y exagerado posible. Piensa que tienes libertad creativa -pedí en lo que ella asintió- ... descuida, no ignoraré que te debo una por todas las veces que me ayudaste. Espero que con lo que te pague baste para que tu madre esté en un mejor hospital.
Seré un monstruo según varias personas, pero tengo sentimientos. De allí que le llamare al teniente coronel Hughes (mi autoproclamado tío) para que la contrate como en esa vida pasada.
Pero como sea, ahora había que poner en orden las prioridades.. tengo a un lindo rubio que convencer para tener una cita.
—--
(Biblioteca central, segunda sucursal)
Brush: ¿Estos libros de cocina en realidad son documentos de investigación? -preguntó tras haber dejado los últimos tomos en la habitación de estudio que ambos hermanos solicitaron para su uso personal.
Bien, de momento todo estaba listo para el plan A. Solo debía esperar fuera del cuarto el momento apropiado.
Edward: Si -dijo como si nada centrado en los papeles en su mano- la alquimia puede ser un arma peligrosa si se usa de modo incorrecto... como lo hace cierto general que por alguna inexplicable razón le permito hacer lo que quiera.
... ¿Así o más directa e indirecta? Parece que a pesar de todo, tiene sus reservas conmigo, ya verá cuando estemos a solas.
Edward: Para prevenir eso toda investigación es codificada, a cualquiera puede parecerle un recetario de cocina, pero el verdadero contenido solo lo puede entender quien lo escribió. Básicamente estos son documentos de alquimia avanzada -explicó con seriedad.
Brush: ¿Si solamente el autor puede entenderlo como harán para descifrarlo?
Edward: Con conocimiento y perspicacia, esto será un trabajo arduo... Al, hay una sección sobre palomas aquí.
Al: ¿Palomas? -preguntó mientras buscaba libros de alquimia- ¿Crees que sea...?
Edward: Podría referirse al león verde, el mes del filósofo. Lo sustrajo del código de Flamelo acerca de la piedra filosofal de Langsprim, mira esto... -dijo empezando a explicar sus teorías a su hermano.
Era tan tierno... Bueno, hora de cortar con esto antes de que el barco zarpe al punto de no retorno.
Alfons: Recuerda, lo haces por su bien -dije respirando hondo antes de entrar- centrados en la investigación por lo que veo... ¿Seguros que no es solo un libro de cocina y ya? -pregunto logrando la atención de ambos.
Edward: ¿Por qué un alquimista estatal escribiría un libro de cocina? -cuestiono- fuiste entrenado por Mustang, que aunque es un bastardo, tiene una de las alquimias más poderosas y peligrosas... Por eso deberías saberlo, la alquimia es un arma peligrosa, y por eso, las investigaciones importantes son codificadas
Alfons: O tal vez el doctor Marcoh tenía una pasión oculta que no le contó a nadie -dije para luego abrazar al chico más bajo por detrás al notar que se disponía a ignorarme- entiendo que estén emocionados. Pero vamos, al menos tómalo con calma hoy, acaban de llegar a Central. Justo quería que me acompañaras al festival de verano, siempre voy solo y me gustaría ir acompañado esta vez por alguien... Especial -susurre en su oído con una voz seductora.
Logrando el efecto deseado de que sintiera un escalofrío en toda su espalda.
Edward:... No lo sé, es que yo...
Al: Hermano, tú puedes ir a tu cita con el hijo del coronel, yo puedo seguir la investigación mientras estás fuera -dijo haciendo que sonriera aunque por dentro podía sentir la misma hostilidad de Alphonse que he sentido los últimos días. Esto parece que será más difícil de lo que pensé.
Alfons: De hecho, Al, pensaba que querrías acompañarnos. Es decir, imagino que tu hasta disfrutas más de las cosas cotidianas que Ed -mencione sonriendo de forma cortés, lo que al parecer a él le dio mala espina.
Al: No, no me gustaría hacer de rueda sobrante. Vayan, insisto.
Alfons: Míralo como que también quiero que te diviertas -dije abrazandolo por los hombros para susurrar- y para que tú mismo confirmes que no intentaré nada con Edward -mencione esperando que su instinto de hermano sobreprotector que al parecer tiene se activará. Cosa que no pasó.
Al: Y como tu lo dijiste una vez, ambos sabemos que mi hermano puede ponerte en tu lugar si te propasas. Descuida, luego puedo ir yo, vayan ustedes -me dijo con una mirada que se podía sentir el desafío en sus ojos aunque técnicamente no los tuviera.
Este mocoso...
Alfons:... Bien -termine dando el brazo a torcer, tratando de mantener la calma- vamos, Edward. Deja que lleve a mi amor a una de muchas veladas de ensueño, porque no se merece menos -exclamé abrazándolo por detrás en lo que él solo suspiró antes de sonreír quedamente.
Edward: Eres un romántico incorregible -exclamó antes de ver a su hermano- volveré más tarde ¿quieres algo, Al?
Al: Solo que se diviertan, hermano... -contestó para luego ponerse de pie y tomarme del hombro para él susurrarme a mi ahora- Justo por estas cosas es que desconfío de ti... No se que planeas, pero debes esforzarte más.
Alfons: Y justo por eso quiero ganarme tu confianza, para que ya no veas dobles intenciones en lo que hago -dije con la mayor amabilidad que mi capacidad actoral me permitía.
Pero por dentro nuevamente tenía deseos de simplemente matar a este mocoso cabeza de metal... respira hondo Alfons, se supone que eres el mayor aquí, compórtate como tal. Dejaré que gane esta, tengo tiempo de sobra para hacerme con esa investigación, por ahora disfrutaré y luego confabularé.
¿Qué tan difícil podía ser separar a ambos al mismo tiempo de la investigación de Marcoh?
—-
(Diez días después)
(Bar Tresor)
Alfons: Dame el whisky sour pero sin la clara de huevo -dije con fastidio para luego arrojar un vaso al piso para evitar cualquier comentario que era mi quinta cuarta copa.
Y que agradezca que estaba con todo manteniendo el control. Debía agradecer que mi abuela adoptiva más bien hasta parecía orgullosa de que tuviera buen paladar para beber aun cuando a ojos de todos solo tengo 14 años, siendo de allí que podía darme este lujo para desahogarme sin que me anden molestando por la edad aquí... je, hasta esto me trae recuerdos.
Excepto por una persona que apenas vi le deje el ojo morado tal y como dije que haría, lo cual él se tomó como que yo era de esos bebedores que se ponían violentos cuando me pasó de tragos. Lo que no era para nada verdad... más bien soy del tipo que no aguanta nada, si aguanto de momento es solo por ya tener práctica (en el frente se hace de todo, solo eso diré).
Hughes: Sigo diciendo que eres muy joven para emborracharte a medio día. Ese es un mal hábito de Roy, no deberías copiarlo -dijo dándome unas palmadas en el hombro mientras dejaba el vaso vacío en la barra.
Alfons: Solo llena el vaso -dije a la cantinera- esta vez que sea un Cosmopolitan.
Hughes: En todo caso -continuó hablando aun cuando lo estaba ignorando- ¿por qué estás tan deprimido? Has hecho buenos avances con Edward, ¿No es así?
Alfons: Con Edward si, con destruir la investigación de Marcoh, no -dije con molestia.
Todo por culpa de esa armadura hueca más que todo, el cual hasta se queda en la biblioteca a pasar las noches para evitar que alguien se acerque a la investigación, ese pedazo de... cómo sea, el punto es que sabe que intento hacerme con la investigación y lo impide no separándose de ella por nada.
Hughes: Te preocupa que llegue a la parte donde dice lo que me comentaste que te dijo Marcoh, deduzco -mencionó en lo que yo solo solté un suspiro pesado- sabes que se enterara tarde o temprano. Es horrible, pero inevitablemente lo acabará descubriendo. Esos dos son lo bastante obstinados, lo sabes.
Alfons: No si yo puedo evitarlo... -declare volviendo a tomar el trago de un golpe- estoy seguro de que existe otro modo para crear la piedra, o al menos para que recuperen sus cuerpos, solo debo descubrir cuál es o en todo caso tener el tiempo para lograrlo.
Hughes: Ya veo... Tal vez de momento deberías pensar más en qué hacer para cuando lo descubra -sugirió mientras jugaba con uno de los vasos que había dejado- para qué si por obra del destino averigüe que tú sabías, comprenda que por eso querías evitar que investigara en primer lugar.
Alfons: De hecho... justo ahora un plan está siendo llevado a cabo. Sheska está yendo con ellos para decirles que se equivocó y que han estado investigando el documento incorrecto. Entonces ella les dará la investigación falsa afirmando que es la real, y entonces Ross y Brosh podrán quemar la verdadera sin problemas... Pero bien, si eso falla haré lo que dice, teniente coronel... Perdón, tío Hughes -respondí con molestia en lo que el mayor me sonrió con aprobación.
Este hombre podía ser un verdadero dolor de cabeza, pero que no se diga no es el tío o padre que cualquiera quisiera tener.
Hughes: Yo que tú espero a que baje mi nivel de alcohol en la sangre antes de hacer nada -dijo en lo que por mi parte comencé a recibir un mensaje en código morse de Lyra.
"... El plan falló... Brush se equivocó... la investigación que se quemó fue la falsa antes de hacer el cambio..." ¡Ese hijo de...!
Muy bien, parece que toca hacer lo impensable para cualquier controlador que se respete... ser sincero y decir la verdad. Juro que para cuando le ponga las manos encima a ese sargento de quinta. De allí que tras dejar unos billetes y sin decirle palabra alguna a Hughes, solo me eleve y salí disparado a la biblioteca con un carácter de odiar a todos y a todo el mundo.
Pero conforme me acercaba a dicho lugar, con el viento en mi cara y demás, me tomé un momento de reflexionar, volando alrededor de la capital... ¿de qué me preocupo? Tal vez esa sea una diferencia aquí como lo fue todo el asunto con el profesor Eiselstein, quizá el doctor Marcoh hizo la investigación lo bastante difícil para que ni siquiera los Elric la pudieran descifrar. Si, tal vez me estoy preocupando por nada...
Alfons: Descansen soldados -dije saludando a la teniente y al sargento cuando llegue a donde estaban haciendo guardia los dos frente a la puerta donde los hermanos investigaban- tenía mis dudas, pero conforme más tiempo pasa, mas me alivia ver lo bien que Marcoh encriptó sus estudios. Tal vez nunca lo descifren -dije a la vez que el teniente soltó un suspiro de alivio.
Brush: Aunque yo no entiendo porque aun debo comer frijoles. No me gustan -dijo con un gran tazón lleno de frijoles verdes por orden mía dada igual por código morse.
Alfons: Exacto, verte a ti miserable me hace a mí menos infeliz -explique sonriendo en lo que él solo se centró en seguir comiendo frijoles.
Brush: Veo que sigue enojado -murmuró con pesar en lo que yo simplemente lo ignore.
Estaba más concentrado en observar desde la distancia la puerta, e imaginar como Edward y Al se sumergían en el descifrado del libro de cocina, alias la investigación de Marcoh. La frustración y la ansiedad me consumían sin piedad alguna, pero sabía que debía mantener la calma. Especialmente por si termina pasando lo que temo.
Pero no... ¿Cuál sería la probabilidad exacta? Sencillamente no puedo tener tanta mala suerte como para que...
Ed: ¡Maldición! ¡¿Qué es esto?! -se escuchó su queja a la vez que varios libros se caían dentro de la habitación.
... Bueno, que alguien me dispare de un cañón y termine con mi sufrimiento. En fin, al mal paso mejor darle prisa.
Así sin más abrimos la puerta encontrándonos con la escena que me esperaba. Los dos hermanos Elric sentados en medio de un montón de apuntes y notas esparcidas por el suelo con expresiones de sencillamente no poder creer lo que habían descubierto... ¿Por qué demonios me tomo tantas molestias para evitar que lo supieran si acabaran averiguándolo de todos modos?
Brush: ¿Pelea entre hermanos?
Ross: No deben sentirse mal por no haberlo resuelto...
Al: No... Si lo logramos, lo resolvimos -dijo con pesadez mientras que el más bajo de los dos golpeó el piso con rabia.
Edward: La investigación del infierno, la que no debe ser llevada a cabo... ¡Maldito seas, Marcoh! -exclamó frustrado- el ingrediente principal de la piedra... Son seres humanos vivos -dijo llevándose una mano a la boca- lo que es aún peor, para poder crear una sola piedra se necesitan miles de sacrificios... -mencionó en lo que nos miró al extrañarse de que no dijéramos nada.
Y fue cuando nos vio a los ojos que se dio cuenta... él siempre fue así de perceptivo para mi pesar y mi adoración, pero que masoquista soy.
Edward:... Alfons... ¿Tu lo sabías? -pregunto incrédulo- ... ¡tú lo sabías!
Alfons: Cuando vimos a Marcoh... no fui del todo honesto... -respondí mirándolo con lástima- Sí, él me contó el secreto de la Piedra Filosofal... Me dijo, y cito "Si lo que dices sentir por ese chico rubio es genuino, no dejes que sepa la verdad de la Piedra Filosofal..." -exclame para luego bajar la mirada- entenderé si me odias ahora, Edward... Pero sólo puedo decir que cuando me dijo eso... Solo quise protegerte... Marcoh me dio su investigación, para que la destruyera, esperando que nadie la usara nunca más... No esperaba que ustedes dos recurrieran a Sheska... Lo siento.
Por si no quedó claro, use todo mi talento actoral para parecer lo más culpable y arrepentido posible con esa declaración esperando que eso sirviera de algo. Aunque por si acaso ya estaba apretando los dientes y preparándome mentalmente porque estaba seguro de que ahora sí que me había ganado la paliza de mi vida.
Solo para acabar recibiendo un abrazo fuerte de parte del rubio de ojos dorados... bendita sea mi suerte.
Edward: No es justo, tanto trabajo, y resulta que era esto... -dijo buscando calor ajeno, consuelo. Y yo con todo gusto se lo doy.
Alfons: Yo mismo estuve intentando encontrar otro método... pero nada hasta ahora -dije acariciando su largo cabello sabiendo que eso lograba calmarlo de a poco.
Edward:... Desde el principio buscaste detenernos...
Alfons: Más bien, retrasarlos hasta que yo mismo hallase otro modo -dije en lo que él solo me dio una sonrisa cansada mientras descansaba en mis brazos.
Aunque en sus ojos era evidente su tristeza y frustración.
Edward: ¿De verdad soy tan predecible como para que sepas desde un principio que este me rompería?... Gracias.
Alfons: Puede que seas rudo cuando la situación lo requiere, pero sigues siendo alguien de enorme corazón -dije besándole la frente en lo que él solo se acurrucó contra mi pecho.
Edward:... Ya no quiero estar aquí... Llévame a mi habitación en el hotel -dijo haciéndome sonreír de lo tierno que se veía.
Alfons: Tus deseos son órdenes -dije tomándolo en brazos- ustedes dos, ya saben que hacer... -dije mirando al par en lo que me disponía a irme sin más y dar el asunto por zanjado.
Oh eso hubiera hecho de no ser porque en un segundo me habían quitado a Ed de mis brazos para luego ser tomado de la muñeca y arrastrado fuera de la habitación por la armadura que no se veía nada contenta por toda la situación, al parecer llegó el momento para "esa" charla.
De antemano puedo decir que esto no será lindo.
Alfons: Muy bien, ya me sacaste de allí, Edward no nos escuchara. Di lo que tienes guardado, se que te mueres por sacar lo que tienes dentro -dije cruzado de brazos- vamos, tu puedes.
Al: Ya basta -exclamó con los puños apretados- te has ocupado de endulzar tanto a mi hermano que su cerebro solo no funciona cuando te tiene cerca. Pero eso no pasa conmigo, tu no quieres ayudarnos, buscas que dejemos todo por lo que trabajamos. Tú solo quieres que todo se haga a tu modo y eso significa que será algo cruel e inhumano -dijo haciéndome fruncir el ceño.
Alfons: A ver ¿Cómo lo digo?... Si entiendes que estamos en el ejército ¿no? -pregunte en lo que soltó un resoplido de indignación- si es por lo de Hiessgart, déjame decirte que ese lugar estaba condenado de todos modos. Nuestra interferencia solo fue adelantar lo inevitable en todo caso.
Al: Eso tu no lo sabes -dijo con rabia- pudimos haberla salvado, Armony... Selene ¡Pudimos salvar a todos!
Alfons: ... ¿Sabes? Muchos juzgan injustamente a Edward. Lo tachan de impulsivo y de que no piensa las cosas, y que tú solo lo sigues como el hermano menor inocente... pero lo cierto es que tu eres exactamente igual de impulsivo e insensato -respondí en lo que él parecía más molesto- porque aunque te duela, Al, estábamos en una guerra. E intentar salvar a todos, incluso a los que, te recuerdo, intentaron matarnos a ti, a tu hermano y a mí, es demasiado idealista.
Un silencio pesado cayó entre nosotros, solo roto por el sonido distante del viento y el murmullo de los soldados y personal en la distancia. Al bajó la mirada, sintiendo la carga de mis palabras sin querer aceptarlas en lo absoluto, mientras que yo respiraba con dificultad, luchando contra la desesperación que sentía por esta discusión.
Era molesto cuando se mezclaban de forma tan irracional los sentimientos con el trabajo.
Al: ¡Eso no fue una guerra!
Alfons: Un pueblo lleno de alquimistas rebeldes y quimeras al por mayor, todos dispuestos a dar un golpe de estado al país ¿tú cómo le llamas a eso? -pregunte antes de meditarlo un segundo- ... No, tienes razón, decir que era una guerra es darles mucho mérito. A lo mucho era una muchedumbre de anarquistas -mencioné encogido de hombros- y no hablemos de que compraron el silencio del brigadier ofreciéndole los recursos para dar el golpe de estado.
Al: ¡El profesor era nuestro amigo! ¡Pudimos salvarlo, ayudarlo! ¡Armony...!
Alfons: ¡Esa chica era solo una quimera que de todos modos tenía una fecha de vida límite gracias a su propia obstinación por querer aprender alquimia! -aclare con fastidiado- No entendiendo que si su papá le dijo que no era por algo. En cuanto al profesor, si no moría, su destino iba a ser el mismo que el de Nemda y pasaría el resto de su vida en prisión... A no ser que ustedes me hubieran hecho solo hacer la vista gorda mientras padre e hija escapaban del gobierno -mencioné mirándolo con severidad- cosa que no habría permitido.
Tras esa declaración, lo que siguió a mis palabras fue casi tan pesado como la tormenta cuando se está gestando en el cielo. Al levantó la vista lentamente, con los ojos llenos de una mezcla de rabia, tristeza y frustración, mientras los demás en la distancia seguían con su rutina, nadie se percató de la tormenta interna que acababa de desatarse entre nosotros.
Alfons: Sé que te frustra haber sabido de la muerte de a alguien a quien aprecias Al, solo... ¿Recuerdas a Barry el carnicero? -pregunte en lo que él, de poder, me habría fruncido el ceño.
Al: ¿Y a qué viene eso ahora?
Alfons: Que aunque te duela y te enoje, es el mismo caso -dije de forma neutra- el profesor no era víctima de las circunstancias. Sí, podría abogar que no sabía que Camilla lo estaba usando, pero está el detalle de que no fue hasta el final que supo la verdad de que solo era otro peón. Hasta ese punto, él pensaba que él y Camilla eran socios que buscaban lo mismo.
Al: ... Eres un...
Alfons: Por lo tanto, al profesor le dio igual destruir su propio pueblo, matar a todos esos civiles, sacrificar a todos esos alquimistas... A él no le importo, y algo me dice que de haber sido el caso, también nos habría sacrificado a nosotros -afirme con seguridad- a fin de cuentas yo era una amenaza, y ustedes solo eran los discípulos de su amiga, nada que ver con él -dije para luego encararlo- si nuestra muerte significaba acercarse a sus objetivos... Yo te entiendo, Al. Te duele, te enoja, pero es algo que debes afrontar.
Bien, espero que eso baste para que entienda mis acciones y decida bajar sus defensas y dejarme en paz. Di argumentos firmes y sólidos... aunque creo que hable demasiado pronto, el error fue mío, subestimar la irracionalidad de un adolescente no es algo que se deba hacer.
Al: Eso según tú que escribiste el informe de lo que paso, solo tu y tu gente... -dijo dejando la acusación en el aire, para luego dar un paso al frente para ambos quedar cara a cara- no quiero que mi hermano se vuelva como tú...
Oh, con que quiere jugar con fuego ¿eh? Pues bien, que no me culpe si después sale quemado.
Alfons: Solo podemos ayudar a que Edward no se vea obligado a tomar esas decisiones -dije dándole la espalda- en todo caso, te acepto que tal vez mentí sobre lo que le pasó al profesor realmente, pero no dejaré que me eches toda la culpa. Incluso el propio Edward aunque no lo admita, sabe que no nos hubiéramos involucrado en nada si hubiera hecho el trabajo de recuento de daños cuando chocó el tren y ya. Pero por evitar responsabilidades que eran suyas... bueno, mira como acabó todo -dije haciéndolo callar al no tener con qué responderme.
No quería llegar a esos extremos, pero él me obligó.
Alfons: Y yo prefiero no irme por ese sendero porque no quiero que él se sienta culpable de nada... tal vez tu deberías hacer lo mismo -dije para luego solo irme sin más para buscar a Ed e irnos de este lugar.
Siendo todo lo que escuche detrás de mí un golpe seco contra la pared por parte de una frustrada armadura. En todo caso no me disculpare, solo hago mi trabajo... y no voy a dar disculpas a nadie por hacerlo. Asegurarme de que quien amo tenga la vida que merece, algo tan fácil decirlo... pero tan complicado de hacer.
Creo que necesito otro trago.
Notes:
Y ese es el capitulo de esta vez. Como siempre pueden votar, comentar, lo que gusten.
¿Y que les pareció?
De momento solo diré que perdón por el retraso con esto, para compensarlo es el chiste del inicio. Pero en fin, ya vamos al laboratorio cinco, de regreso a la programación habitual.
Por ahora digo que nos vemos luego.
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