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𝗛𝗨𝗙𝗙𝗟𝗘𝗣𝗨𝗙𝗙!

Summary:

El capitan del equipo de quidditch de Slytherin centra por primera vez su atención en el prefecto de Hufflepuff Tom Riddle de sexto año, quien ademas está profundamente enamorado de él, pero bueno esto el Slytherin no lo sabe.

Resignado a encontrarle un significado a sus sentimientos por el tejón lo observa desde lejos hasta que su secreto es descubierto por los amigos del lindo tejon de brillantes ojos de rubis.

Chapter Text

 

Séptimo Año
Octubre 18 de 1997

 

No sabía cómo nunca lo había notado, tal vez se debía a que él era muy frío y reservado, además de que la mayor parte del tiempo no le interesaba lo que pasara a su alrededor.

 

Un lobo solitario dirían muchos.

 

Pero esta mañana cuando fue a ayudar a su mejor amiga a llevar unos libros al profesor Dumbledore, se encontró con una imagen que no sabrías si se trataba de un cuadro que fue pintado con el mayor de los realismos posibles o una estatua hecha de la más pura de las porcelanas.

 

Sentado ahí de manera tranquila y elegante, a la luz de los rayos de sol que iluminaban aquella piel como el marfil y esos cabellos como el ébano, mechones que caían en cascadas por la frente de aquel angelical rostro que pudo haber sido tallado a mano por los mismos ángeles.

 

Se veía cual flor primaveral pequeña y delicada cual, con las curvas perfectas en los lugares correctos en su figura, el joven se encontraba recargado en una de las mesas al fondo enfrente de los ventanales que dejaban entrar al sol, sus ojos vagaron de las finas cejas a esos orbes que eran cubiertos por unas largas y gruesas pestañas negras que rozaban sutilmente las cremosas mejillas que era coloreadas por un sutil rubor que se extendía hasta la punta de esa nariz de botón, su vista trazó los abultados labios como los pétalos de las rosas, su boca se secó de repente al verlos se veían tan suaves -y era probable que lo fueran- que le dieron unas tremendas ganas de besarlos.

 

En su interior algo se removió.

 

—Hey Herms... ¿Quién es el chico? —codeó a su compañera Ravenclaw a su lado, quien levantó la vista de los libros en sus manos para ver hacia donde había apuntado su amigo.

 

—¿Mm? ¡Oh! Es Tom, te he estado hablando de él toda la semana Harry —Hermione casi le gruño al ver como nunca estuvo prestando atención a sus conversaciones.— A él le entregaremos la insignia de Head Boy el próximo año —respondió la castaña Beta.

 

A Hermione se le iluminaron los ojitos al ver al Omega tejón a unos metros de ellos. Ella había tenido pocas conversaciones con el tejón, pero con esas pocas, le bastaron para saber que era una gran persona con un gran intelecto que estaba segura llegaría muy lejos en la vida, esperaba que en un futuro pudieran llegar a trabajar juntos.

 

—¿Qué?. Nunca has hablado de él y si lo hicieras creo... que lo recordaría. —balbuceó lo último mientras seguía encantado por la bella figura a la que por fin tenía un nombre.

 

Tom. 

 

—Como siempre nunca prestas atención a lo que digo, aun así, su nombre es Tom Riddle, sexto año de Hufflepuff, un excelente alumno los profesores tienen altas expectativas en él y más al pertenecer a la casa de los tejones desde que llegó a Hogwarts los tejones han ganado la copa de las casas seis años consecutivos y la copa de quidditch tres veces, no había pasado esto bueno...desde hace bastante tiempo.

 

Por unos momentos Hermione se quedó pensando en el aire, pero ella tenía razón en todos los años en que había existido Hogwarts Hufflepuff nunca se había destacado tanto como ahora.

 

—Es un buen chico, pero no te dejes engañar por su linda y tierna apariencia de Puff porque es capaz de arrancarte la garganta si le haces algo a alguno de sus tejones. 

 

Hermione frunció apenas el ceño al recordar aquella ocasión en que unos chicos de quinto año de su casa, estaban molestando a un grupo de Hufflepuff de segundo año, los mayores les estaban lanzando algunos hechizos a los pobres niños que no podían hacer nada ante los más grandes, fue cuando Riddle apareció de uno de los pasillos y se encontró con esa desagradable escena.

 

Riddle había mandado a volar a los cinco muchachos, suspendiéndolos en el aire mientras les gritaba un par de cosas que nunca pensó escuchar de un Hufflepuff de quinto año ni mucho menos de un prefecto como Riddle. Hogwarts aprendió desde ese día que no debían meterse con ningún tejón, si no quería sufrir la ira de Tom Marvolo Riddle .

 

Y todo eso lo sabía solo porque pudo obtener el recuerdo de uno de los mocosos idiotas, que decidieron que era bueno meterse con los más jóvenes tejones bajo el manto de Riddle.

 

—Interesante. Y él está... bueno... eh... ya sabes. —balbuceó desconcentrado de lo que decía su amiga cuando vio como la delicada mano del Omega recogía un cabello que cubría sus ojos que lo dejaron sin aliento al verlos.

 

Rojo

 

Harry solo podía ver rojo en esos momentos, pero no un rojo sangre espeluznante, no, era un rojo como los rubíes en las joyas más preciadas de su abuela, tan brillantes, tan hipnóticos que estaba seguro de que tenía uno de esos rubíes en sus cuencas en vez de ojos.

 

Mientras tanto Hermione continuó con su descripción de uno de los chicos más populares de Hogwarts. ¿Cómo es que su amigo aquí no lo conocía?. Ni idea.

 

—Él es bastante hábil, nadie ha podido vencerlo hasta ahora, tiene un conocimiento muy extenso de hechizos y está muy por encima de su año, te diría que no te enfrentarás a él en un duelo, pero sé que no me escucharás. —rodó los ojos al recordar cómo su amigo aquí era muy propenso a meterse en problemas, pero sólo su astucia de Slytherin lograba sacarlo de ello.

 

Solo en raras ocasiones...

 

— Ni siquiera cuando lo enfrente pude leer sus movimientos o qué hechizos lanzaría, generalmente lo sé por el movimiento de varita o al pronunciar el hechizo. Pero el.... apenas y realizó un movimiento u pronunció alguna palabra, su fortaleza está en que lanza hechizos no verbales y con pocos movimientos, algunos dirían que eso reduciría la potencia y precisión del hechizo, pero.... todo lo contrario, él hizo que un simple hechizo de levitación mandara a volar a más de quince metros por encima del suelo a algunos de séptimo año. —el hambre de conocimiento que se reflejaba en los ojos de la castaña con rizos gritaba: “¡Quiero diseccionar su cerebro!” 

— Es muy impresionante y a la vez muy peligroso, pero no hay que preocuparnos por él, es un buen chico no se atrevería a enfrentar a alguien a menos que esa persona lanzará el primer golpe o en este caso hechizo. Espero que no estés pensando en enfrentarlo Potter —entrecerró los ojos mirando a su amigo más alto, Harry a veces podía ser un poco...tacha eso muy terco, cuando se le decía "no" en algo. Tenía bastante experiencia en ello.

 

En realidad, Harry no tenía pensado hacer eso, gracias, él solo quería sacarle información a su mejor amiga sobre el lindo chico.

 

Y ahora tenía un poco de información, aunque, no la que quería.

 

Es momento de hacer investigación de campo.

 

—No...solo era...curiosidad.

 

—Claro... ¡Bueno ayúdame con esto! ¡Necesito llevarlo con el profesor Dumbledore pronto!.

 

—No sé qué le ves a ese viejo. —rodó los ojos fastidiado, siempre con Hermione era:

 

¡El profesor Dumbledore es el mejor!

 

¡Escuchaste que el profesor Dumbledore!

 

¡El profesor Dumbledore!, ¡El profesor Dumbledore!, ¡El profesor Dumbledore!

 

Hermione parecía un disco rayado con tanto "Dumbledore" en sus oraciones.

 

—¡Harry Potter! No digas eso, es un profesor.

 

—Claro y Malfoy y yo somos amigos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Harry siguió observando al bonito Hufflepuff desde las sombras, maravillándose a cada momento por la belleza y bondad del pequeño tejón, que mostraba ante los demás y qué decir de su gran intelecto que podía rivalizar con el de su mejor amiga Hermione Granger. El chico simplemente estaba a otro nivel.

 

Y lo quería solo para él.

 

Tom Riddle como su nombre lo decía era un completo enigma a los ojos del Potter y posiblemente de todo Hogwarts, el chico solo dejaba ver lo que quería que el mundo creyera de él, nunca hablaba más de sí mismo más que lo necesario, era como una pequeña serpiente disfrazada de tejón a la vista del ojo público y eso le encanto. Tal vez no conocía mucho sobre el chico, pero por lo que le había contado Hermione y lo que habían visto sus ojos era más que suficiente para saber que el chico le atraía de cierta forma.

 

No le atraía como alguna vez le atrajeron Ginny o Cho, el sentimiento era bastante diferente al que sintió con las otras dos. Algunos lo describirían como simple atracción física, porque tampoco había que negar que Tom Riddle estaba para comerse con todo y envoltura.

 

Pero sabía que era diferente, simplemente todavía no había encontrado un nombre para este sentimiento que comenzaba a albergarse en su corazón.

 

 

 

 

Habían pasado exactamente cuatro meses desde que comenzó a observar al joven tejón, "su pequeña obsesión" como la llamaba Ron, no dejaba de encantarlo por cada día que pasaba, pero había algo que le molestaba mucho de Riddle y eran las personas a su alrededor y las extrañas amistades que tenía este. Riddle tenía más admiradores que amigos la imagen le recordó al recuerdo de Cedric quien también era más propenso a tener muchas chicas detrás de él, bueno en este caso eran por igual hombres y mujeres iban detrás del tejón.

 

Y eso le molestaba y no sabía por qué.

 

O tal vez sí pero no es como si fuera a admitir que gustaba de Riddle

 

¿Por qué no te conocí antes mi pequeño tejón?

 

Optaste por revelarte a mí justo en mi último año, pero no te preocupes cariño que me encargare de que seas mío.

 

Ahora en cuanto a las amistades del chico podía contarlos fácilmente con sus dedos, cuatro Slytherin de su mismo año, una Ravenclaw de quinto año, dos de su casa y dos Gryffindor.

 

Que curiosa variación de casas, nunca se le había ocurrido que todas las casas podían coexistir en un mismo lugar en especial Gryffindor y Slytherin, más aún al saber quiénes eran.

 

Los gemelos Weasley, Malfoy, Parkinson, Zabini y Nott, en cuanto a los otros tres eran Lovegood, Bones y Abbot. Era un grupo bastante interesante.

 

Pero ninguno de ellos podía compararse ante la belleza de su Tom ¿sú? oh si ya había decidido que el pequeño tejón sería suyo, solo era cuestión de tiempo.

 

Por ahora solo lo observaba desde lejos, y esperaría aquella oportunidad que lo llevaría a tener al pequeño y dulce Omega tejón en sus manos.

 

Bien dicen que al tener paciencia puedes tener lo que quieras.

 

Y él solo quería a Tom Riddle entre sus brazos y no dejarlo ir.

 

 

Dunkelheit_der_Unterwelt

Chapter 2

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

Sexto Año
25 de febrero 1998

 

—Tom deja de mirarlo lo vas a gastar. —dijo irritado Theodore Nott , al ver la cara de baboso que tenía su amigo por el capitán de su equipo y bueno al parecer no era el único que miraba embobado a Harry Potter . Theodore observó a diferentes jóvenes en las gradas que miraban abochornados a los jugadores de la casa de Slytherin entrenar. — ¿Por qué simplemente no tomas una fotografía?.

 

—Una fotografía. ¿Enserio Theo?. Una fotografía no haría justicia ante ¡La belleza de ese hombre! —recrimino Tom completamente indignado ante la nefasta idea que dio uno de sus mejores amigos. —Además preferiría no ser descubierto.

 

Theo junto a los amigos del prefecto de Hufflepuff Tom Riddle , temían por la salud mental de su amigo y es que no sabían cómo de todas las personas del colegio había terminado perdidamente enamorado del hombre más frío, sarcástico e inexpresivo que podía llegar a ser Harry Potter, porque bueno aún que Tom podía tener algo de Slytherin dentro de él y no era solo por ser descendiente de este, su corazón Puff había ganado la batalla.

 

A veces ellos pensaban que si Salazar y Helga se hubieran casado y tuvieran un hijo Tom sería la perfecta combinación de estos dos.

 

Y es así como tenemos de resultado a un enamorado Tom Riddle perdiendo su dignidad por alguien que ni siquiera le ha dado una sola mirada (o bueno eso ellos creían).

 

Pero como ellos querían mucho a su amigo y deseaban que ese frágil corazón no se rompiera en mil pedazos por un patán que no sabría valorarlo, harían lo que estuviera a su alcance y más para proteger a su amigo.

 

Continuaron viendo el entrenamiento del equipo verde y plata hasta que este mismo término, ya retirándose el grupo de amigos fueron interceptados por el último integrante de su extraño grupo Draco Malfoy quien tenía un pequeño crush por Tom, pero prefería más su amistad que perder a su amigo por un tonto enamoramiento infantil, aunque todos sabían que era todo lo contrario.

 

—¡Chicos, qué bueno que están aquí! ¡Tom! Mi pequeño tejón ven y dame un abrazo —abrió los brazos en espera del único tejón del grupo porque lo abrazará como siempre lo hacía cuando estaba de humor el pequeño Omega.

 

—Pasó, primero date una ducha Draco, apestas. —Tom dio un paso atrás al ver todo el sudor que escurría por la frente del rubio Alfa además de las feromonas que desprende debido al sudor.

 

—¡Oh! Mi corazón me duele. ¿Por qué eres tan cruel Tommy? —tocó su pecho como si doliera, recibió a cambio los divertidos ojos como rubíes que muy en el fondo amaba, al ser el único capaz de sacar ese tipo de miradas del Hufflepuff.

 

—Exagerado y no me llames así. —rodó los ojos al escuchar lo dramático que era su mejor amigo, pero aun así se dejó abrazar por este al final, dejándose impregnar por el aroma a manzanas verdes y té verde del rubio quien gustoso restregó su mejilla en la esponjosa cabellera del más bajo.

 

—¡Malfoy! ¿Vienes?

 

Un grito cerca de ellos los hizo voltear y ¡Hey! Era el mismo Potter quien con su misma cara de siempre llamó a Draco al ver que tardaba.

 

—¡No me estes apurando Potter!

 

Tom parecía que en cualquier momento se iba a desmayar al ver que los ojos como el vada le daban una breve mirada que se desvió hacia las manos del rubio en la cintura del pequeño Hufflepuff, chasqueando la lengua la imponente figura de Harry Potter se perdió detrás de la puerta de los vestidores de Slytherin.

 

Para Tom había sido como ir al cielo, sus suaves y esponjosos pómulos estaban rojos cuál ciruelas en temporada y sus amigos no sabían si darse un facepalm o echarle aire a su pobre amigo enamorado. A Draco se le estrujó el corazón tan solo unos segundos al ver a su amigo enamorado de alguien inalcanzable, no sabía porqué Potter no se fijaba en Tom.

 

¡Tom era perfecto! ¡Que hasta la palabra quedaba corta!

 

Era amable, inteligente, sumamente poderoso y no se diga de su inigualable belleza y su ¡Gran corazón!, Tom pudo haber crecido con falta de amor, sin padres y amigos, pero eso no impidió que su corazón estuviera lleno de bondad, tal vez no le gustaba mucho el contacto físico, pero Tom siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y a demostrar su valía y astucia.

 

Tom pudo haber estado en Slytherin con ellos, pero su lealtad y corazón lo llevaron con los bondadosos y unidos tejones.

 

Después de que Draco se despidiera de ellos, diciéndoles que los vería para antes de la cena se retiró a los vestidores de Slytherin.

 

Tom siguió soñando entre las nubes después de que su ojos y los de su enamorado se cruzaran. Blaise tomó por los hombros al soñador Omega para guiarlo hacia el castillo, él no entendía porque Tom simplemente no se le declaraba y ya, no había nada que perder más que la dignidad.

 

—Tom. ¿Por qué simplemente, no le dices que te gusta y ya? —intentó razonar Blaise Zabini quien era el Omega menos sutil que pudiera existir en cuanto a sentimientos ajenos.

 

—¡Sería suicidio! —expresó alarmado. Tal vez si fuera un poco más valiente se atrevería, pero no quería ser rechazado como los demás a quienes se le había declarado al Slytherin de séptimo año.

 

Podía vivir observándolo desde lejos como lo había estado haciendo desde los últimos tres años, pero…

 

¿Declarar su amor?.

 

¡Ni, aunque me lanzaran un imperio!. 

 

Prefería mil veces eso a vivir con el rechazo por parte de su pequeño amor juvenil.

 

Ya lo olvidaría, tan solo era cuestión de tiempo...

 

 

 

 

 

Harry no dejaba de gruñir molesto ante lo que habían visto sus ojos, los brazos de Malfoy sosteniendo aquella delicada cintura. 

 

¡Maldito! 

 

¿Cómo se atrevía? 

 

¡¿Cómo osaba tocar con sus impuras manos a su chico?!. ¿Que no le habían dicho que nunca debía tocarse lo que era suyo?.

 

Porque Tom Riddle era suyo, aunque este no lo supiera aún

 

Y aquellos ojos cuando voltearon a mirarlo, eran aún más brillantes los rubíes bajo el sol, jamás había visto unos ojos con ese color, tal vez solo en los vampiros y nagas, pero nunca en un ser humano. Y le encantaban ... Oh si ... él quería que esos ojos escarlatas lo miraran a él tal y como lo habían hecho hace rato.

 

—¿Qué te hizo el pobre shampoo Potter?

 

Harry bajó la vista y miró la botella de shampoo en sus manos que no se había dado cuenta que estrujaba con tanta fuerza que su contenido se derramó por todo el suelo.

 

—Nada, solo estoy estresado por el próximo partido —respondió entre dientes intentando calmar la ira que burbujeaba en su estómago.

 

—No te preocupes ganaremos contra esos tontos leones.

 

—¡No sabrán ni que los golpeo!

 

—Claro...

 

'Malfoy más vale que tengas cuidado donde pones tus manos para la próxima o si no te las arrancaré'. Pensó Harry con los puños apretados, con la magia en su interior vibrando en reflejo de su ira.

 

Draco sintió un escalofrío recorrerle cuando ingresó a los vestidores, un mal augurio , le dijo su instinto.

 

—¡Malfoy! por fin regresas. ¿Terminaste de hablar con tu novio?

 

—¡El en verdad es lindo!

 

—¡Deberías traerlo un día y presentarnoslo! —gritaban diferentes comentarios los demás integrantes del equipo al verle entrar a su rubio favorito.

 

—Tom no es mi novio... —dijo intentando sonar indignado, aunque sabía que era todo lo contrario.

 

Ya quisiera yo que lo fuera.

 

—Bueno eso no dijo el abrazo que le diste —todo el mundo reía ante el rostro de vergüenza que pocas veces podían sacar del heredero Malfoy, en verdad que era divertido provocarlo.

 

—Es bueno que no lo sea —todo el mundo calló al escuchar la voz de su capitán y buscador estrella del equipo. — Así no tendrás con qué distraerte, como el partido pasado contra Ravenclaw. —todos tragaron al recordar su casi derrota contra los cuervos, la mitad del equipo se había encontrado distraído ese día y Malfoy se había llevado la mayor parte del regaño al perder no una sino tres Quaffle como cazador principal del equipo era algo inaceptable.

 

Cuando acabó el partido con doscientos de Slytherin contra ciento noventa de Ravenclaw, si Potter no hubiera atrapado la snitch antes que Cho Chang la buscadora de los cuervos habrían perdido de una manera tan vergonzosa, al estar ya en los vestidores recibieron el peor regaño que no se comparaba con los de Snape quien también estaba allí de milagro estando de acuerdo por una vez con Potter en lo diligente que fue su desempeño en el campo.

 

No querían que la ira de Potter y Snape volviera a estar contra ellos, con una vez fue más que suficiente para no volver a experimentarla.

 

Draco observó la mirada llena de ira que le dio el capitán del equipo después de salir de los vestidores, ignorando a sus compañeros que no se habían detenido hay con sus burlas hacia su pequeño tejón, Draco conocía esa mirada... era la misma mirada que él ponía cuando escuchaba a Tom parlotear sobre su enamorado.

 

No me digas que...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de aquella pequeña mirada (algunos la llamarían insignificante, pero él tomaría las pequeñas migajas y las apreciaría), decidió irse al refugio que es la sala común de Hufflepuff que para su completo deleite estaba al lado de la de Slytherin y de las cocinas. Tom había caminado junto a sus amigos Slytherin hasta que llegó la hora de separarse, tenía que terminar lo antes posible el último proyecto que había dejado la profesora McGonagall. Las serpientes se retiraron a las mazmorras después de confirmar que su amigo tejón estaba en la seguridad de su casa.

 

En silencio el dúo se dirigió a sus habitaciones compartidas, que eran conformadas por Blaise, Theodore y por último Draco, hablando de el, Draco había entrado por la puerta casi azotándola, aventando su uniforme de quidditch al suelo y su mochila, se lanzó sobre su cama boca abajo donde comenzó a gritar sobre una almohada, Blaise y Theo se miraron confundidos al ver a uno de sus mejores amigos gritar y golpear a su almohada favorita como si fuera el ser más odiado del mundo.

 

—Eh... ¿Draco?

 

—¿Todo bien amigo?

 

—¡NO! ¡Nada! ¡Pero NADA está bien!

 

¿Eh...?

 

¿Qué se hace cuando tu amigo la diva tiene una crisis y parece que quiere crucificar a lo primero que le pongas enfrente?.

 

Lo cual terminó siendo su almohada...

 

—¡Es que! ¡AAAGH! ¡Es un hijo de puta! ¡¿Cómo se atreve?! ¡¿Cómo se le ocurre poner sus puercos ojos en él?!

 

—¿De quién demonios hablas Draco?

 

—¿Puercos ojos? ¿Quién puso sus ojos puercos en quién?.

 

—¡Potter! ¡Potter tenía que ser! ¡Y entre todas las personas en que se pudo fijar fue en el!.

 

—Draco cálmate... respira conmigo uno...dos... tres... inhala y exhala... ¿Mejor? —Theodore se sentó frente al histérico Malfoy y sostuvo sus manos guiandolo para que respirara con normalidad.

 

—Si... gracias Theo.

 

—De nada ahora explícate lento y pausado. ¿Qué quieres decir con que Potter puso sus "puercos ojos" en "él"? Porque claramente no quiero pensar que te refieras a.... —Draco lo interrumpió asintiendo mientras estrangulaba su almohada con fuerza.

 

Oh mierda.

 

—¡¿Cómo se le ocurre?! —Theodore gritó levantándose de su lugar indignado.

 

—¡Bastardo! ¡Lo voy a maldecir! —Blaise estaba listo con varita en mano se dirigió hasta la puerta.

 

¡El cruciaria a Potter hasta el olvido!

 

—¡Blaise! ¡Espera, piensa con coherencia! —lo detuvo Theo sosteniéndolo de la cintura mientras Blaise lanzaba patadas y manotazos al aire más que encolerizado.

 

La escena sería graciosa a ojos de Draco si fuera en otro tipo de situación la razón de su enojo.

 

—¡¿Qué razone?! ¡¿Cómo quieres que razone cuando ese maldito imbécil está viendo de forma indecente a mi bebé ?!

 

—¡P-Pero! ¡No sabemos si eso es cierto! ¡¿Qué tal si solo es un error?!

 

—¡Un error su existencia!.

 

—¡¿Quieren morir acaso?!

 

—Moriremos defendiendo el honor de nuestro amigo —gritó por última vez Blaise antes de golpear a Theodoro con el codo en el estómago logrando así liberarse.

 

Afortunadamente Theodore logró sellar la puerta con un hechizo antes de que Blaise fuera y cometiera homicidio o fuera asesinado por Potter y su séquito de idiotas.

 

—Debemos pensar todo esto razonablemente Blaise antes de actuar, vamos repitan conmigo chicos, calmense y piensen en perritos y gatitos.

 

—Perritos y gatitos, perritos y gatitos, perritos y gatitos —repetían Draco y Blaise en voz baja, poco a poco su postura pasó de estar tensa y a la defensiva a completa relajación.

 

—Eso es recuerden, somos seres de paz.

 

—Soy un ser de paz, soy un ser de paz. —se repitió Draco a sí mismo intentando recordarse que era un ser de paz que no causaría ningún mal alguno.

 

Draco resopló por fin ya más calmado, debía mantener la mente clara, esta era una posibilidad que nunca había tomado en sus planes de mantener a Tom inocente hasta que sea abuelito. El y sus amigos comenzaron a pensar en un plan que involucra a Potter siete metros bajo tierra y la castidad de Tom intacta.

 

Theodore les explicó a sus homicidas amigos que era francamente una mala idea, si iban a deshacerse de Potter era mejor no dejar evidencia alguna de su existencia quemándolo sería una mejor opción.

 

Draco y Blaise observaron a su callado amigo unos segundos atónitos.

 

Eehh pero que perversos podían ser los Slytherin cuando eran amenazados.

 

Al final el trío de Slytherin decidió que lo hablarían con sus demás amigos claro sin Tom involucrado a quien menos querían que supiera esto era al Riddle.

 

Y él por nada del mundo debía de enterarse o los cargaría la verga...

 

Tom podría ser un lindo tejón esponjoso sin malicia alguna con una aureola la mayor parte del tiempo sobre su cabeza...Pero no debemos olvidar que los tejones son carnívoros y que su platillo favorito son las serpientes...

 

Dunkelheit_der_Unterwelt

Notes:

La mayoria de la gente olvida que los Hufflepuff tambien pueden ser aterradores cuando quieren.

La personalidad de Tom será un poco OC pero intentare no alejarme de su verdadera esencia, solo creí que sería perfecto mostrar en este capítulo esa personalidad tan puff de el que solo muestra a sus amigos.

Esto será un poco lento, así que por favor tengan me paciencia...
¡Espero que lo hayan disfrutado, si tienen alguna idea o pregunta no duden en comentarlo!

¡Bye, Bye! ¡Cuídense mucho!

Chapter 3

Summary:

A veces solo se necesita un pequeño tropiezo para que la magia surja.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

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Sexto Año
9 de Marzo 1998

 

La biblioteca estaba particularmente abarrotada esa tarde, todos se preparaban para los exámenes, por lo que encontrar un rincón tranquilo era casi una hazaña. Tom, sin embargo, lo había logrado. 

 

Bueno… casi .

 

—Vamos... ya casi lo tengo —murmuró mientras se estiraba lo más que podía dando torpes brinquitos para alcanzar el libro dos estantes más arriba de su cabeza.

 

Olvidaba –como solía hacerlo a veces– que era un mago y que simplemente podría invocarlo.

 

—Un poquito más... —Justo cuando rozó la pasta del libro con la yema de los dedos, su pie resbaló levemente y el equilibrio lo abandonó. —¡Waaah! —soltó un pequeño grito al perder el equilibrio.

 

Ya podía imaginarse el tremendo golpe que se daría contra el suelo, cerró los ojos esperando lo inevitable...pero el golpe nunca llegó. Un par de brazos fuertes lo sujetaron de la cintura, con precisión y rapidez. Su espalda se apoyó contra un pecho firme y una voz baja, algo ronca pero amable, se escuchó cerca de su oído:

 

—Oye... ¿Estás bien? —preguntó una voz grave detrás de él, cerca , tan cerca que la vibración de su pecho resonó en su espalda.

 

Tom parpadeó, aturdido, con un rubor extendiéndose por sus mejillas. El aroma a bosque mojado y tinta fresca lo rodeó haciéndole tragar saliva. Un Alfa, uno que no conocía

 

Se zafó suavemente del agarre y dio un paso hacia atrás, evitando el contacto visual por instinto.

 

—S-Si, gracias por atraparme, casi me caigo.

 

—Lo noté —respondió el otro con una media sonrisa. Se estiró sin esfuerzo y sacó el libro en cuestión—¿Era este el que querías?

 

Tom asintió y lo tomó con ambas manos, abrazándolo contra su pecho con una sonrisa nerviosa.

 

—¡Si, muchas gracias! —una sonrisa tímida brotó de sus labios sin que pudiera evitarlo— Soy Tom un gusto.

 

Finalmente alzó la mirada, encontrándose con unos ojos color miel, brillantes de curiosidad. Su piel morena contrastaba con el azul oscuro de su túnica Ravenclaw y el guiño coqueto que le lanzó hizo que Tom sintiera cómo su estómago daba un pequeño vuelco.

 

Es tan guapo...

 

—Un placer, Tom —el Ravenclaw se inclinó un poco— Soy Aarón séptimo año. Encantado de salvar al tejón más bonito de Hogwarts.

 

‘¿Bonito..?’ 

 

—¡N-No tienes que decir eso! —respondió, bajando un poco la mirada, el rubor de Tom se intensificó.

 

‘Lindo’. Pensó el Ravenclaw al ver el sonrojo del joven Hufflepuff

 

—¿Quieres que te ayude a llevarlos a tu mesa? —preguntó Aarón con amabilidad, señalando la pila de libros que Tom había dejado a un lado.

 

—Bueno, s-si no tienes inconveniente…

 

—Ninguno. Me vendrá bien cambiar de ambiente. Además, no todos los días uno tiene el honor de estudiar con el famoso Hufflepuff Tom Riddle.

 

—¿Famoso? —preguntó Tom, sorprendido y desconcertado.

 

¿El no era tan famoso verdad? Solo era un chico omega más en Hogwarts, nada destacable.

 

—Campeón del club de duelo, altruista, copa de las casas, prefecto estrella, preciosos ojos rubí. Créeme, no pasas desapercibido —le guiñó un ojo.

 

Tom se tapó la cara con las manos mientras avanzaban hacia su mesa libre. Sintió que su corazón latía con fuerza. ‘¿Qué está pasando hoy?’ , pensó. Era como si el universo hubiera decidido sacudir su rutina. No estaba acostumbrado a que un Alfa le hablara así. Al menos no uno que no estuviera intentando presumir o ser molesto. Aarón era... relajado, tranquilo. Incluso su voz tenía una suavidad que calmaba.

 

Aarón tomó los libros sin dificultad, como si no pesaran nada, y caminó a su lado.

 

Se sentaron juntos en un rincón no muy visible, donde Tom solía refugiarse. Había un poco de silencio incómodo al inicio, pero Aarón comenzó a estudiar sus propios pergaminos y poco a poco, Tom se fue sintiendo cómodo. El Alfa no parecía tener ninguna intención maliciosa, simplemente era amable, divertido y... encantador.

 

Por primera vez en semanas, se sentía acompañado sin presión.

 

 

 

 

 

 

 

Pero la paz no duraría.

 

 

 

 

 

Desde su rincón entre los estantes altos y polvorientos de la sección de Encantamientos Avanzados, Harry observaba.

 

Podía haberse ido hacía rato. Tenía cosas más importantes que hacer, como preparar la estrategia para el próximo partido contra Gryffindor, o cumplir con su entrenamiento para presentar su examen en la academia de Aurores… pero nada de eso importaba cuando Tom Riddle estaba a la vista.

 

Ahí estaba, a unos pocos metros de él. Iluminado por la suave luz de las ventanas altas, con su cabello oscuro desordenado y la piel pálida destacando contra su túnica amarilla. Ese maldito tejón tenía el descaro de existir con tanta belleza... y Harry no podía dejar de mirarlo.

 

Lo observaba cada vez que tenía oportunidad. No se sentía mal por hacerlo. No cuando Tom parecía tan… inaccesible. Tan reservado. Tan perfecto. Era solo observar.

 

Pero entonces ocurrió.

 

Harry no supo en qué momento exacto ese idiota apareció.

 

Un Ravenclaw, alto, piel morena, sonrisa perfecta, mirada cálida. De esos que hablan pausado, como si el mundo les perteneciera. El tipo se acercó a Tom con total naturalidad. Lo ayudó con el libro como si fueran amigos de toda la vida. Como si tuviera derecho.

 

Harry frunció el ceño. Algo burbujeó en su estómago.

 

Tom le sonrió. Una sonrisa genuina. Y se sonrojó.

 

Ver a su pequeño tejón —su Tom— reír, aunque fuera apenas, con otro Alfa, era como si alguien hubiera abierto su pecho y escupido ácido directamente sobre su corazón.

 

El pecho de Harry se apretó. Sus uñas se clavaron en el libro que sostenía. ¿Qué demonios estaba pasando? Tom no solía sonreírle así a nadie. Ni siquiera lo miraba a él de esa forma y eso que llevaba meses “interesándose” en él (su manera de coquetear según él). Observándolo, aprendiendo sus rutinas, sus risas. Las veces que bajaba la mirada cuando alguien lo elogiaba.

 

Era obvio su coqueteo e interés en él. Y nunca había recibido esa sonrisa.

 

¿Y ese tipo simplemente aparece y recibe esa sonrisa?

 

El Ravenclaw se sentó junto a él. Demasiado cerca.

 

Harry sintió cómo la furia trepaba por su columna vertebral.

 

¿Qué carajos se cree ese cabrón?

 

¿Cómo se atreve a sentarse junto a Tom? ¿Cómo se atreve a tocar sus libros? ¿Cómo se atreve a mirarlo con esos ojos como si tuviera permiso?

 

Nadie tiene permiso.

 

Nadie toca a Tom.

 

Nadie.

 

La mandíbula de Harry se tensó. Tragó saliva con dificultad y se obligó a respirar por la nariz. Pero no funcionaba. Su visión se volvía borrosa por la rabia. El idiota ese se inclinó hacia Tom para decirle algo y Harry casi se lanza por encima de los estantes.

 

Y entonces Tom se rió.

 

No fuerte, no escandalosamente. Pero se rió.

 

Harry sintió cómo algo dentro de él crujía, como una grieta que se abría a paso lento pero firme. Lo único que pudo pensar fue:

 

‘Ese cabrón va a morir.’

 

No era racional. No era justo. Pero no le importaba.

 

No cuando su Tom, su Omega, su pequeño tejón, estaba ahí, sonriendo para otro, compartiendo su luz con alguien más.

 

Un pensamiento cruzó su mente como un rayo venenoso:

 

‘Si no hago algo ahora, lo voy a perder.’

 

Y eso no lo podía permitir.

 

Sin pensar más, dejó caer el libro que sostenía y caminó directo hacia la mesa donde estaban sentados. Ni siquiera sentía las piernas. Solo escuchaba el rugido en su cabeza, ese que le decía que Aarón debía desaparecer.

 

Que Tom debía mirarlo a él. Solo a él.

 

Y si no lo hacía por las buenas…

 

Ya vería cómo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Yo creo que si movemos la runa de sanación a esta área del diagrama obtendremos…algo más eficaz. —Aaron dibujó el intrincado runado que le estaba explicando a Tom para su examen de runas y de hecho el Ravenclaw tenía razón.

 

—¡Vaya, es perfecto!

 

—Te dije que era bueno en runas. —se rió suavemente al ver los ojitos brillar del Omega, le causaba ternura verlo emocionarse de tal forma. — ¿Te parece que vayamos a la sala de runas para que observes cómo funciona? —preguntó Aarón.

 

Antes de que Tom pudiera responder, una sombra cayó sobre la mesa.

 

—¿Interrumpo algo? —dijo una voz baja, helada.

 

Aarón levantó la vista sin inmutarse y Tom sintió cómo su estómago se contraía. Harry Potter estaba ahí, de pie frente a ellos, con los puños apretados y una expresión ilegible. Su mirada iba de Aarón a Tom y luego de nuevo a Aarón, como si evaluara un objetivo.

 

—¿Tú eres...? —preguntó Aarón, sin perder la calma.

 

—Harry Potter —la voz de Harry salió casi como un gruñido.

 

Ah. El famoso buscador. —Aarón ladeó la cabeza y cruzó los brazos—Un gusto. ¿Necesitabas algo?

 

Harry lo ignoró por completo y se dirigió a Tom.

 

—¿Todo bien? Te vi tropezar hace un rato.

 

Tom parpadeó, atónito.

 

—¿Me viste...? ¿Estabas ahí? —preguntó, incrédulo.

 

—No suelo perder de vista lo que me interesa —la intensidad de su mirada hizo que Tom se removiera en su asiento, sintiéndose más expuesto que nunca.

 

Aarón chasqueó la lengua y se recostó ligeramente hacia atrás.

 

—Bueno, ya que le “interesa” tanto, ¿por qué no se acerca con un poco más de educación? O mejor aún, ¿por qué no deja de interrumpir?

 

Harry lo miró como si acabara de lanzar una maldición.

 

—¿Perdón?

 

—No tienes que intimidar a nadie, Potter. Tom está bien. Está conmigo. —dijo Aarón, pausado pero firme.

 

Los ojos de Harry se estrecharon. Tom sintió cómo la tensión crecía entre ambos Alfas, y aunque una parte de él se sentía incómoda por la disputa, otra pregunta predominaba sobre la anterior. 

 

¿Desde cuándo Harry Potter se molestaba por verlo con otro?

 

—Tranquilos, no es necesario discutir... —murmuró, intentando mediar.

 

Pero Harry ya se había vuelto hacia él otra vez, esta vez con una intensidad tan feroz que Tom se quedó sin aliento.

 

—Tu tobillo se dobló al caer ¿No te duele? Déjame ver tu tobillo —dijo, no como una sugerencia, sino como una orden.

 

Harry se arrodilló frente a Tom y tomó con delicadeza el tobillo blanquecino de Tom, su enorme mano rodeaba por completo su tobillo, Tom se sonrojó ante la acción de Harry.

 

Harry observó que de hecho tenía razón, cuando vio el color púrpura en la lechosa piel de su Omega.

 

—Te lo torciste, vamos te llevaré a la enfermería —Harry se puso de pie sacudió su pantalón y con un movimiento de su varita las cosas de Tom se guardaron en su mochila que se colgó al hombro.

 

—¿Te torciste el tobillo y no me dijiste? Déjame ayudarte Tom. —Aarón exclamó alarmado extendiendo su mano para tomar la pequeña mano del Omega que le fue arrebatada.

 

—Ya has hecho suficiente. Vamos Tom. —Harry sin demorarse tomó a Tom en brazos al estilo nupcial y se lo llevó lejos de aquella peste que osaba dejar su aroma en su amado.

 

Sin pensarlo comenzó a impregnar de su aroma a Tom logrando eliminar el aroma del Alfa invasor.

 

 

 

 

 

 

La biblioteca entera se quedó en silencio.

 

Los estudiantes detenían el aliento mientras el famoso Harry Potter se alejaba cargando a Tom Riddle como si fuera el más precioso de los tesoros.

 

Y Tom…

 

Tom no sabía qué pensar.

 

‘¿Qué está pasando? ¿Por qué no lo estoy deteniendo? ¡¿Qué está pasando, querida Helga?!’

 

El calor de Harry lo envolvía. Su aroma lo nublaba. Su corazón latía desbocado, entre el dolor leve del tobillo y la vergüenza de estar siendo cargado así… pero sobre todo, por el rostro que acababa de ver: el de un Alfa listo para pelear por el Omega que quería.

 

Nadie lo había mirado así antes.

 

No con esa mezcla de rabia, deseo y ternura desgarradora.

 

—Potter… —susurró, incómodo— Puedes bajarme, puedo caminar con ayuda…

 

—No —dijo Harry, con la mandíbula tensa— Te llevaré y te voy a cuidar. Te guste o no.

 

Tom parpadeó, sin palabras.

 

Lo llevó directo a la enfermería, donde Madame Pomfrey los recibió con los ojos como platos.

 

—¡¿Qué le pasó?!

 

—Se torció el tobillo. —dijo Harry con voz grave, como si anunciará la caída del ministerio.

 

—¿Y tú lo traes como si fuera una princesa? —murmuró Pomfrey, frunciendo el ceño mientras le indicaba que lo dejará sobre una de las camas.

 

Harry obedeció, pero no se alejó. Ni un centímetro.

 

Tom se dejó revisar en silencio, su pie ya hinchado mientras la varita de la matrona pasaba con movimientos expertos. No podía dejar de mirar a Harry de reojo.

 

Estaba sentado a su lado, tenso, silencioso y aún lo miraba como si pudiera romperse.

 

—¿Te duele mucho? —preguntó Harry en voz baja.

 

Tom asintió, sin saber qué más decir.

 

Un silencio incómodo se instaló. Hasta que Harry habló, casi en un susurro:

 

—No me gusta verte con otros Alfas.

 

Tom giró el rostro con rapidez, sorprendido.

 

—¿Qué…?

 

—Lo que escuchaste. No me gusta, me pone mal, me enferma.

 

—Potter…

 

—No es justo, lo sé, no tengo derecho —Harry se inclinó, descubrieron su rostro donde su flequillo cubría esos brillantes pero fríos ojos verdes, que en ese momento brillaban por él, como si fuera el ser más hermoso de todos— Pero no puedo evitarlo, cada vez que sonríes para alguien que no soy yo, me arde el pecho.

 

Tom sintió que el corazón le latía con fuerza. No sabía si quería gritarle, besarlo, correr o todo a la vez.

 

—No eres mi Alfa —dijo, por fin, su voz apenas un hilo.

 

Harry se quedó en silencio.

 

Y luego, con voz baja, oscura, peligrosa, dijo:

 

—No… todavía.

 

La matrona volvió justo a tiempo para interrumpir el momento.

 

—Ya está, descansarás aquí hasta mañana, lo he tratado, pero el tobillo necesita reposo. Potter, puedes retirarte.

 

—Me quedaré.

 

—¡Potter!

 

—Me quedaré —repitió, más suave— Solo por hoy, por favor.

 

La enfermera lo miró con el ceño fruncido… y luego miró a Tom.

 

Tom, que no dijo nada.

 

Y eso fue suficiente.

 

La matrona salió, dejándolos a solas.

 

Tom cerró los ojos.

 

Y Harry susurró, con la voz más suave que había usado hasta ahora:

 

—¿Puedo quedarme a tu lado esta noche?

 

Tom no respondió. Pero tampoco dijo que no.

 

Y cuando Harry rozó su mano con la suya, apenas, como si temiera romperlo…

 

Tom no se apartó.

 

 

 

La enfermería estaba sumida en una calma artificial. Las cortinas habían sido cerradas, dejando solo la suave luz anaranjada de las velas flotantes. 

 

Tom estaba recostado en la cama… con el tobillo vendado, una manta sobre el regazo y Harry Potter sentado en la silla a su lado , como si fuera lo más natural del mundo.

 

Como si lo hubiera hecho mil veces.

 

Como si tuviera derecho a estar ahí.

 

Y Tom no entendía nada. 

 

Miró de reojo al Alfa.

 

Sereno y silencioso; el ceño fruncido como si llevara el peso de mil decisiones en la frente. Pero Tom no era tonto.

 

No podía ignorar lo que acababa de pasar.

 

Ese no era el mismo Harry Potter indiferente que veía en clases, ni el que lo ignoraba en el Gran Comedor desde el primer curso. Este Potter lo había cargado, lo había mirado con rabia , y luego hizo algo tan íntimo como marcarlo con su aroma.

 

—¿Por qué estás aquí? —preguntó de pronto, con voz suave, apenas un murmullo.

 

Harry alzó la mirada, lento.

 

—Estoy cuidándote.

 

Tom bufó muy bajito.

 

—No es lo que pregunté.

 

Silencio.

 

Harry bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas, como si le hablara a ellas.

 

—No sé cómo responder eso sin sonar como un idiota.

 

—Inténtalo —susurró Tom— Llevo casi cuatro años mirándote desde lejos, creyendo que… que ni siquiera sabías mi nombre. Y ahora… —lo miró, con una mezcla de dolor— Me traes en brazos, me miras como si te perteneciera. Como si… como si hubieras estado ahí siempre.

 

Harry tragó saliva, el corazón le latía tan fuerte que casi se oía.

 

—Lo sabía.

 

Tom parpadeó.

 

—¿Qué?

 

Harry levantó la mirada. Firme, fría, pero en sus ojos… había una ternura inexplicable que hizo saltar a su corazón ya de por sí confundido

 

—Siempre supe tu nombre, siempre supe quién eras, cómo te sentabas, cómo te arreglas el cuello de la túnica cuando estas nervioso, cómo acaricias los pétalos de las flores en el invernadero cuando pensabas que nadie te veía, qué te gusta tu té con dos cucharadas de azúcar que tu dulce favorito son las galletas de nuez con zarzamora, que odias cuando la gente te toca sin permiso.

 

Tom sintió un escalofrío recorrerle la columna.

 

—Potter…

 

—Creí que si no me acercaba, si no decía nada, dejarías de gustarme, que se me pasaría…pero no pasó. Y cuando te vi con ese Alfa hoy…tocándote… haciéndote sonreír…

 

Se calló.

 

Tom respiró hondo.

 

—¿Por qué nunca dijiste nada?

 

Harry se puso de pie. Caminó un par de pasos, como si no pudiera quedarse quieto.

 

—Porque tú mereces algo limpio y bueno. Y yo… no soy eso, yo no soy un cuento de hadas, Tom. Tengo rabia, siento celos, tengo esta necesidad enfermiza de apartarte de cualquiera que se te acerque, de encerrarte en la torre más alta para que nadie pueda ver la belleza que yo solo veo en ti, y lo odio, pero a la vez quiero luchar por estar a tu lado porque soy un egoísta que no estaría dispuesto a compartirte jamás.

 

Tom lo miraba, sin pestañear.

 

Y en sus ojos… no tenía miedo, solo ternura rota.

 

—¿Y entonces qué es esto? —preguntó— ¿Qué significa que estés aquí, ahora, a mi lado, como si lo hubieras estado desde el principio?

 

Harry se giró lentamente, se acercó y se sentó en el borde de la cama, despacio, sus dedos rozaron la manta.

 

—No sé si puedo darte lo que mereces, Tom, pero lo que siento… es real. 

 

Tom bajó la mirada, su garganta ardía.

 

—Tarde o temprano… todos se van —dijo, apenas audible.

 

Harry se inclinó.

 

—Entonces dame la oportunidad… de no hacerlo.

 

Silencio.

 

Tom no respondió, solo lo miró.

 

Y por primera vez, Harry Potter no parecía un frío lobo inaccesible, parecía un chico.

 

Perdido.

 

Desesperado.

 

Y dispuesto a quedarse.

 

 

—Entonces quédate… aunque solo sea esta noche.

 

—Entonces me quedaré todas las noches que me permitas.

 

 

 

La enfermería estaba bañada en un silencio acogedor, apenas roto por el suave crujido del viento contra los ventanales. Tom dormía profundamente, su rostro libre de tensión por primera vez en días. Harry, aún sentado en la incómoda silla de madera a su lado, tenía la cabeza inclinada, el mentón casi tocando su pecho, y su respiración era pausada.

 

Madame Pomfrey apareció en la penumbra. Observó la escena en silencio, el corazón apretado por una ternura silenciosa. Sabía que debía enviar a Harry de regreso a su torre, pero no tuvo el valor. En cambio, sacó con cuidado una manta del armario, y con manos suaves la colocó sobre los hombros del chico. Harry se removió levemente, pero no despertó.

 

La enfermera apagó las velas con un leve encantamiento, dejando el cuarto iluminado únicamente por la luna que se colaba por la ventana. Se retiró sin hacer ruido, dándoles privacidad, y cerró la puerta tras de sí.

 

Durante la noche, Tom se giró lentamente en su cama. Sin abrir los ojos, como si percibiera una presencia cálida a su lado, estiró una mano adormilada hasta rozar los dedos de Harry. No lo hizo a propósito, pero el sutil contacto bastó para hacer que los labios de Tom se curvaran en una débil sonrisa.

 

Harry no se despertó. Pero en sus sueños, por primera vez en mucho tiempo, no corría ni peleaba. Solo estaba allí, junto a alguien que le devolvía la calma.

 

La madrugada pasó sin sobresaltos. Y cuando los primeros rayos del sol se filtraron en la enfermería, Madame Pomfrey los encontró tal como los había dejado: dormidos, en silencio, conectados sin saberlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la mañana, cuando los primeros rayos del sol apenas asomaba detrás de las colinas que bordeaban el castillo y los pájaros trinaban todavía medio dormidos, la paz habitual del colegio se rompió con un estruendo ensordecedor que retumbó en los pasillos como si hubieran soltado un troll vestido de hada.

 

—¡¿DÓNDE ESTÁ MI BEBÉ?!  —gritaba Draco Malfoy, despeinado, con la túnica puesta al revés, cargando una caja de té, una manta de punto grueso y un peluche de hipogrifo tan grande como él mismo.

 

Los gemelos Weasley iban detrás de él, uno cargando una bandeja de pastelillos y el otro un caldero lleno de sopa. Luna Lovegood flotaba con gracia llevando una planta carnívora envuelta en moño rosa. Blaise Zabini, elegantísimo como siempre, sostenía una vela aromática con expresión estoica. Theodore Nott miraba al techo, resignado. Amanda Bones y Hanna Abbott lideraban el escuadrón de rescate, varitas en mano como si fueran a enfrentar un dragón en la sala de enfermería.

 

—¡MUÉVANSE O JURO POR MERLÍN QUE LOS BAJÓ DE UN MAL DE PIERNAS BAILARINAS! —gritó Hannah Abbott, desenvainando su varita mientras corría con Amelia Bones a su lado. Ambas patearon la puerta de la enfermería con una sincronía que solo los años de drama compartido podían lograr.

 

La puerta salió volando con un chirrido metálico digno de una película de acción de Tom Cruse.

 

—¡¿DÓNDE ESTÁ?! —gritó Draco al entrar, histérico.

 

Tom y Harry se despertaron de golpe. Bueno, técnicamente Harry se incorporó como si le hubieran lanzado un hechizo eléctrico y Tom simplemente abrió los ojos con una elegancia serena, aunque un poco confundido.

 

—¿Qué... qué está pasando...? —murmuró Tom, girando apenas la cabeza.

 

Harry también abrió la boca para hablar, pero fue entonces cuando ambos miraron hacia abajo... y notaron que sus manos estaban unidas.

 

—¡AAAAAAAAAAAAH! —gritó Draco como si presenciara un crimen de guerra. Se llevó ambas manos a la cara, dejó caer la manta al suelo como si le quemara y chilló— ¡¿QUE HACES TOCANDO AL VAGABUNDO?!

 

—¡Hey! —se quejó Harry, ofendido— ¡No soy un vagabundo!

 

—¡Silencio, tú! ¡Atrevido! ¡Bandido! ¡Roba niños! —Draco apuntó su varita directo al pecho de Harry, temblando de indignación— ¡¿Qué hechizo oscuro le hiciste a mi pequeño Tommy?!

 

—Draco, estoy bien —dijo Tom, aún medio dormido— Solo... estábamos durmiendo.

 

—¿Y ESO EXPLICA LA MANITA SUDADA, EH? ¡¿Y EL RUBOR EN TUS MEJILLAS?! —Draco casi hiperventilaba— ¡Lo sabía! ¡Te lavaron el cerebro! ¡Lo siguiente será que te haga escuchar rock muggle y beber cerveza de mantequilla barata! —gritó Draco dramáticamente, dejando caer el peluche sobre la cama como si con eso estuviera “purificando” a Tom.

 

Luna se acercó sin inmutarse, colocando la planta carnívora a los pies de la cama.

 

—Le traje a Mordi, dice que quiere ser su guardián espiritual. Aunque probablemente se coma a Potter.

 

—Genial... —dijo Harry, mirando con horror al vegetal que ya empezaba a chasquear las fauces.

 

Mientras tanto, los gemelos Weasley organizaban un pequeño buffet a los pies de la cama.

 

—¿Crees que le guste la sopa de pollo o mejor vamos con galletas de mantequilla con forma de dementor? —preguntó George.

 

—Depende, ¿todavía le teme a la oscuridad? —replicó Fred.

 

—¿Me están armando un picnic? —exclamó Tom, ahora completamente despierto y un poco asustado— ¿Qué está pasando aquí?

 

Amanda, firme, señaló a Harry con una expresión acusadora:

 

—¡Este sujeto compartió cama con un Hufflepuff en recuperación! ¡En recuperación, Potter!

 

—Oh por Merlín... —murmuró Harry, enterrando la cara en sus manos. — ¡Solo dormimos! —protestó Harry.

 

—¡Eso es lo que quieres hacernos creer! —gritó Draco, protegiendo a Tom con la manta mientras lo inspeccionaba de pies a cabeza como una madre gallina alarmada.

 

Zabini, desde el fondo, murmuró:

 

—Esto es mejor que cualquier telenovela que mi madre haya producido.

 

Theodore asintió.

 

—Y sin comerciales.

 

La enfermera Pomfrey finalmente entró, tambaleándose con los tubos para rulos aún en su cabeza.

 

—¿QUIÉN ME ROMPIÓ LA PUERTA ESTA VEZ? ¡VOY A REPARTIR DETENCIONES COMO DULCES EN HALLOWEEN!

 

Hubo un silencio sepulcral.

 

 

Excepto por Mordi, que se comió un pastelillo entero.

 

Dunkelheit_der_Unterwelt

Notes:

Hemos vuelto y con todas las ganas del mundo, me desaparecí por: ¿3 años? Eso creo, tal vez fue más. ¡En fin!
Volví con todas las ganas del mundo, cuando uno está en sus finales de exámenes el foco de inspiración estaba iluminando con todo mi computadora y mis documentos archivados que tenían bastante polvo, cof cof.
Hemos de decir que solo deje de publicar en Wattpad debido a las nuevas políticas.
Y en parte porque AO3 se ganó un lugar en mi corazón.
¡Pero!
Este año mi bandeja de ambas plataformas que uso no dejaba de llenarse de comentarios de lectores antiguos como nuevos que me pedían que actualizará mis viejos fanfiction. Y seamos sinceros, yo también quería actualizar con todo mi corazón. Cada vez que leia un comentario como “Por favor actualiza,No se si abandonaste la historia pero yo te esperare tenlo por seguro 👊💔👄💔 ” pensaba: “Waaoh de verdad les gusta lo que escribo, ¡Yo tambien quiero escribir chicos pero mi cerebro no coordina con mis dedos!🥹”
Cuando me sentaba frente a la computadora a escribir era como si una neblina me impidiera coordinar manos y ojos mente, cerebro, coherencia, etc. Al final siempre terminaba llegando al mismo punto no lograba avanzar del capítulo tres (llegar al capítulo tres en cada uno de mis fanfics es un reto me cuesta salir de ahí sin sufrir un bloqueo o si se me ocurrio algo mejor y quiero cambiar toda la historia) sin saber cómo concluir la historia. (Aún no se como terminarla en realidad).

¡Pero estoy trabajando en eso, sean pacientes por favor! ¡Tengo nuevos trabajos escritos cada día!