Chapter Text
Harry hace la maleta rápidamente. Sólo le quedan unas horas antes de que los demás alumnos se despierten y no quiere estar aquí para cuando eso ocurra. En su mente se repite una y otra vez la imagen de un dragón furioso escupiendo fuego mágico en la noche, la luz mandarina parpadeando en el bosque con sombras poco profundas.
A Harry se le eriza el vello de los brazos, la garganta se le hincha incómoda cuando se detiene y mira hacia la cama de Ron. Las cortinas están cerradas, al igual que las de las demás camas con dosel, pero Harry sabe que Ron le da la espalda. Harry traga saliva por el nudo que tiene en la garganta.
Supongo que querrás acostarte ya, Harry. Mañana tendrás que levantarte temprano para alguna sesión de fotos o algo así… Debería haber pensado que no querías que te molestaran. Te dejaré en paz para que sigas ensayando tu próxima entrevista.
Al recordar las palabras de Ron, Harry siente que algo en su interior se endurece. Su determinación se afianza.
No importa lo que dijera, no importa lo que hiciera, Ron estaba completamente convencido de que Harry lo había hecho para llamar la atención. Por fama. Por riqueza. Ese celoso bastardo. Y aunque Harry quiere estar enfadado (y lo está, la mayor parte del tiempo), hay algo tan... hiriente. Acerca de que Ron no le creía. Por tratarlo como solía tratarlo Dudley.
Harry aprieta los dientes y saca la mochila de la cama. Ha empacado lo imprescindible, dejando atrás los libros de texto, los calderos y las pociones.
Harry no sabe si correr romperá su magia. Si lo convertirá en un squib.
Una parte de Harry siente un extraño temor ante la idea de perder su magia. No había nada más maravilloso, más asombroso, que las palabras de Hagrid hace tantos años: —Eres un mago, Harry.
En aquel momento, descubrir que Harry era un mago había significado libertad. Significaba paz. Había significado empezar una nueva vida desde cero, escapar de la miserable casa de los Dursley y convertirse en alguien nuevo. Sin embargo, en lugar de eso, Harry se había metido directamente en un papel que había sido escrito para él y del que ni siquiera había sido consciente hasta que la tradición de "El Niño-Que-Sobrevivió" le abofeteó con fuerza en la cara. Se suponía que tenía que hacer esto, que tenía que ser aquello.
Harry siempre había sabido que huiría de la casa de los Dursley cuando fuera lo bastante mayor. Descubrir el mundo mágico le había dado una salida sin tener que depender de sí mismo. Pero... Con los años, Harry se ha dado cuenta de que los magos y las brujas no son mejores que los Dursley. Y lo descubrió en primer año, cuando nadie le creyó que Snape era problemático e intentaba robar la Piedra Filosofal (aunque, para ser justos, en realidad era Quirrell, pero Snape estaba al tanto del secreto, así que no se equivocaba del todo). O como en segundo año, cuando se rumoreaba que Harry era el Heredero de Slytherin y todo el mundo le odiaba. O en tercer año, cuando los dementores le afectaron tanto y la gente murmuraba a sus espaldas que estaba loco.
Y ahora, en cuarto año. Algo insidioso está sucediendo. Harry sospecha de Voldemort, pero lo llamarían loco si se lo admitiera a alguien. Y los sueños que tiene, el bebé extraño, espeluznante y asesino que lleva Colagusano, Harry no quiere volver a verlos. No quiere que lo relacionen con Voldemort. Harry se imagina lo que Rita Skeeter escribiría sobre él si supiera eso. Seguro que lo convertiría en una especie de loco delirante, desesperado por llamar la atención, conseguir dinero y poder.
Pero ya no. Harry no va a permitir que esta gente lo siga tratando así. Harry no necesita magia. No necesita que lo veneren y lo odien de un momento a otro, no necesita que lo levanten y lo derriben. Harry siempre ha estado solo, ha sido independiente, capaz de cuidar de sí mismo, muchas gracias. Sabe perfectamente quién es: Harry James Potter. No el "Niño-Que-Sobrevivió" o el "Campeón" o cualquier otra tontería que se le ocurra a la gente. Que Ron se quede con todos los malditos títulos y la gloria, por lo que más quiera. Y si eso significa que Harry se convierte en un squib, bueno... Era un precio que valía la pena pagar por la libertad.
Harry corre.
• ────── ✾ ────── •
El primer instinto de Harry es encontrar a Sirius. Luego se detiene, piensa. ¿Hará Sirius que Harry vuelva, aunque sólo sea para salvar su propia magia? Sirius es un sangre pura, depende de la magia tanto como respira, como Ron y Malfoy.
Harry duda. Sirius es su padrino. Pero, por otra parte, Sirius había huido de él hacía años para perseguir a Peter Pettigrew y había sido encarcelado durante más de una década.
Cambiando de un pie a otro, Harry sopesa sus opciones. Sirius esperará viajar por la vía mágica, ya sea por Flu, en aparición o en Buckbeak. Harry sabe cómo viajar a la manera muggle, cómo agachar la cabeza. La decisión desespera a Harry. No quiere dejar atrás a Sirius, su nueva familia, pero Sirius no lo entendería. La verdad es que no. Los sangre pura y los criados en el mundo mágico hablaban de los squibs como si estuvieran... manchados. Rotos. Harry no quiere eso, que Sirius lo mire y lo trate como si fuera menos.
Harry se estremece, se ciñe más el abrigo y se arrastra por el pasadizo secreto bajo el Sauce Boxeador hasta la Casa de los Gritos.
Harry está bajo su capa de invisibilidad. Sabe que el profesor Moody puede ver debajo de ella, así que Harry se aseguró de mantenerse lo más silencioso posible, saliendo en plena noche y vigilando detrás de él por si lo seguían.
Por fin, Harry llega a la Casa. Monta en su escoba, preguntándose qué ocurrirá una vez que esté oficialmente fuera de los terrenos de Hogwarts. Una vez que la Copa de los Tres Magos se dé cuenta de su intención de no participar nunca.
Harry sigue volando hasta que siente un tirón en el pecho. Un gancho se introduce en lo más profundo de su ser, intentando retenerlo en los terrenos. Presumiblemente, la Copa de los Tres Magos. Harry aprieta la mandíbula, con los ojos entrecerrados, y se obliga a seguir volando. El gancho se clava más profundamente, desgarrando algo en su interior. Harry gruñe por lo bajo a pesar de la agonía, obligándose a seguir. Justo cuando Harry pasa por el Hogsmeade en penumbra, siente que el gancho se desgarra.
Todo dolía, un dolor ardiente que lo abrasa desde la cabeza hasta la punta de los pies. Es como si le ardiera el cuerpo y Harry lucha por aferrarse congelado a su escoba, por acallar el dolor, por seguir moviéndose.
Harry se envuelve la capa con más fuerza y cierra los ojos mientras se obliga a mantenerse en la escoba, con el cuerpo tembloroso por el frío y el dolor infinito. Tiene un enorme agujero en el pecho, donde se ha soltado el gancho. Se siente... vacío. Hueco. Harry aparta los pensamientos, no piensa en ello. Esto vale la pena, se dice Harry, recordando todas las veces que la gente lo trató mal y lo hizo sentir como nada, como un don nadie. Harry piensa en la gente que trató de decirle lo que tenía que hacer, la gente que se burló de él y lo trató como escoria. Para recordárselo, Harry había tomado una de las insignias que Malfoy había encantado “POTTER APESTA” y la aferró con fuerza en una mano.
El precio de la libertad merece la pena.
• ────── ✾ ────── •
Un hombre apuesto mira a Harry a través de la oscuridad, sus ojos grises brillan a la luz de una sola vela. Harry se sienta en su cama, mirando fijamente al hombre. Está lejos, como si lo viera a través de un largo túnel. Observa a Harry desde lejos. Abre la boca y de sus labios brotan palabras sibilantes, un idioma que sólo ellos comparten.
—¿Dónde estás, Harry Potter?
Harry se levanta con un grito ahogado. Está empapado en sudor, el cuerpo le tiembla. El compañero de habitación de Harry gime y se da la vuelta, irritado, tirándose del edredón por la cabeza. Harry hace una mueca y aprieta la mandíbula.
Es una mañana amarga. La habitación está helada y empieza a iluminarse lentamente con las primeras fases de un amanecer, luz azul celeste filtrándose en la habitación. Harry ve cómo su aliento sale de sus labios y se levanta silenciosamente de la cama.
Harry comparte la habitación con otro mochilero. Están en una ciudad belga. Es lo más cerca que Harry ha estado del Reino Unido en ocho años. Harry no había querido acercarse tanto. Había subido a un autobús y se había quedado dormido, dejando accidentalmente que el autobús chárter lo arrastrara hasta casi la frontera con el Reino Unido. Se había despertado y bajado a tiempo, pasando la noche en un pequeño pueblo antes de dirigirse en la otra dirección. Cuanto más se acerca, más fuertes son los sueños.
Harry se sacude los restos de su sueño. Necesita ir hacia el este. Necesita alejarse. Harry hace la maleta y sale de la habitación mucho antes de la hora de salida. Harry deja su pasaporte. No es su pasaporte, así que no le importa. Se lo robó a un joven borracho que se parecía a Harry.
Saliendo a la helada mañana, Harry se vuelve hacia el este y empieza a caminar.
• ────── ✾ ────── •
Harry friega una olla, manteniendo la cabeza baja y moviendo los codos.
—¡Bystreye! —su jefe grita y Harry aprieta los dientes, obligando a su codo a trabajar más duro. ¡Más rápido! Más rápido, Harry puede hacerlo.
Harry lleva un mes como ayudante de cocina en la pequeña ciudad rusa. Es más tiempo del que prefiere quedarse en un sitio, pero el chef es amable (en el sentido en que puede serlo un viejo gruñón) y le paga de verdad. Normalmente, cuando Harry pide que le paguen solo en efectivo, su cheque de pago se escatima, si es que le pagan. Pero este hombre es amable, acogió a Harry cuando éste no tenía adónde ir. Sabe que Harry no tardará en marcharse, pero aun así le paga todas las noches lo justo.
La noche está terminando. La última pareja que quedaba ha terminado de comer y se dedican a mirarse el uno al otro con ojos de luna mientras toman el postre. Harry guarda los últimos platos, barre y friega el suelo, va a sacar la basura.
Harry está en el pequeño callejón de la parte trasera de la cocina, levantando la tapa del contenedor para tirarla a la bolsa de basura, cuando siente que algo parecido a la magia le recorre la espalda. Harry deja caer la tapa del contenedor con fuerza, con el ruido suprimido por la nieve que cubre el callejón y que cae perezosamente del cielo, y gira bruscamente sobre sus pies.
Al final del callejón hay un hombre. Harry tiene una inmediata sensación de Déjà vu y mira a lo largo del callejón hacia la silueta: lo ha soñado. Harry se queda mudo, vestido sólo con una camisa y unos pantalones manchados y un andrajoso delantal de cocina, con la ligera nevada silenciando el mundo a su alrededor y cubriéndole las pestañas de blanco.
Harry no puede moverse. Está paralizado por la sorpresa, en estado de shock. El hombre da un paso adelante. Harry da un paso atrás.
—Harry —dice el hombre, con un extraño barítono que hace saltar chispas por la espalda de Harry. Una advertencia, una llamada, una invocación, todo en uno. Harry.
Harry quiere dar media vuelta y salir corriendo. Quiere odiar a esa persona por seguirle la pista después de tanto tiempo. ¿Por qué no lo entiende? ¿Por qué no lo ve? Harry no quiere tener nada que ver con él, con ninguno de ellos. ¡Déjame en paz!
Es como si algo dentro de Harry se rompiera. Está cansado de ser perseguido. Está cansado de ser rastreado. Nadie es su dueño. No tiene motivos para huir. Si este hombre es quien cree que es, entonces puede hacer lo que quiera en lo que respecta a Harry. Harry no se defenderá. No ha podido hacer magia desde hace tantos años, desde que se obligó a atravesar las puertas de una jaula dorada. Harry sabía lo que estaba haciendo, sabía lo que estaba eligiendo.
Harry levanta la mandíbula, lanza una mirada malhumorada al hombre de la silueta y se agacha para recoger la bolsa de basura. Harry la arroja al contenedor y marcha hacia la puerta trasera de la cocina, dejando que se cierre tras de sí cuando decide adoptar una postura y dejar de huir.
Harry sale del trabajo a medianoche, una vez que el chef le ha dado su dinero y una comida para el personal. El hombre dice lo mismo cada noche: Uvidimsya zavtra. Nos vemos mañana. Es una invitación y una despedida a la vez.
Harry repite la frase torpemente, su ruso es pobre y conversacional en el mejor de los casos, y tira de su abrigo de lana. Harry no sabe si el hombre le está esperando fuera, pero sólo puede esperar que, si es así, sea rápido.
Como era de esperar, el hombre está allí, de pie al otro lado de la calle, bajo la luz de una farola. La nieve le da un aspecto etéreo, como salido de un sueño.
Una mano se aferra al hombro de Harry, haciéndole dar un respingo. Gira la cabeza y el chef mira de reojo a Harry. —Vse normal'no? —pregunta. ¿Todo está bien?
—Da —dice Harry, dedicándole una sonrisa amable. Es mayor, canoso. Pero es grande. Harry sabe que estará a su lado para protegerlo si cree que está en peligro. Harry no se lo permitirá, porque por muy fuerte o grande que sea, un muggle no puede igualar a un mago—. On staryy drug. —Es un viejo amigo—. Uvidimsya zavtra.
El chef asiente y se marcha calle abajo.
Harry mira fijamente al hombre de enfrente. El hombre le devuelve la mirada.
—¿Qué quieres? —dice Harry por fin.
—A ti —responde el hombre, con las palabras amortiguadas por la nieve que cae lentamente.
—¿Por qué? —pregunta Harry, resoplando a través de una risa sardónica—. Ahora no soy nadie.
—Nunca has sido nadie, por mucho que lo intentes —responde el hombre, divertido.
Harry frunce los labios, molesto.
El hombre cruza la calle y Harry se mantiene fijo donde está, a pesar de que sus pies quieren correr. Harry se mantiene rígido, enfadado. A medida que el hombre se acerca, Harry puede ver que sus instintos eran correctos.
Es como si Harry hubiera retrocedido en el tiempo, hasta cuando tenía doce años. El hombre que tiene delante es claramente Tom Ryddle, aunque este rostro es más viejo que su recuerdo de dieciséis años. Tal vez treinta y tantos. Es extraño que entre ellos sólo haya la apariencia de diez años, cuando Harry sabe que hay casi sesenta.
—Has estado fuera mucho tiempo, Harry —dice Tom, acercándose al espacio personal de Harry. Harry levanta la cabeza para mirarlo y lo fulmina con la mirada a través de sus pestañas congeladas. Tom se detiene a medio metro de él, tan cerca, demasiado cerca, pero Harry no retrocede.
—Pochemu ty zdes'? —dice Tom Ryddle sin esfuerzo, el ruso fluyendo de su boca como una lengua materna. Harry tarda un momento en comprender, en traducir. Le molesta que Tom Ryddle hable un ruso impecable, cuando Harry lleva casi seis meses hablando torpemente. ¿Por qué estás aquí?
—¿Dónde iba a estar si no? —responde Harry, encogiéndose de hombros. Harry mira a Tom Ryddle con desconfianza. Nunca han sido de los que entablan conversaciones triviales.
—Du är saknad —dice Tom y Harry siente que se le juntan las cejas antes de traducir. Sueco. Te extrañan. Harry pasó un año en Suecia. Se pregunta cómo lo sabe Tom.
—La verdad es que me da igual —gruñe Harry en español, empezando a molestarse. ¿A qué está jugando Voldemort?
—Tu ne veux pas revenir? —susurra Tom, acercándose cada vez más hasta que está casi a un pelo de distancia.
Harry frunce la nariz. Nunca se le ha dado bien el francés. ¿No quieres volver? Harry se esfuerza por traducir, frunciendo el ceño.
—En realidad, no —responde Harry obstinadamente en español, negándose a que Tom Ryddle lo intimide para que retroceda, para que juegue a este estúpido juego.
—¿Quieres venir conmigo? —pregunta Tom socarronamente, con los ojos brillando a la luz de la calle.
—No, imbécil, me quedo aquí —suelta Harry, molesto. Y es entonces cuando se da cuenta de su error. Lengua pársel.
Los brazos rodean a Harry con la rapidez de una víbora. Harry inhala bruscamente, sorprendido, cuando la frente de Tom Ryddle se aprieta contra la de Harry. Harry se ve apretado contra el cuerpo ágil y firme de Voldemort, y la idea le hace tambalearse mientras se esfuerza por comprender la situación.
—Ya me lo imaginaba —susurra Tom acaloradamente, victorioso—. No eres un squib. Ningún squib podría conocer mi lengua ancestral. Ningún squib podría albergar mi alma y sobrevivir.
—¿Alma? —repite Harry, atónito. Tom Ryddle está extrañamente caliente donde está apretado contra Harry, su aliento empañado compartido entre ellos.
—No lo sabes, ¿verdad? —responde Tom con curiosidad, mirando a Harry como si fuera un gran regalo que hay que venerar y atesorar. Está cerca, tan cerca, tan cerca.
—Veo que sigues tan loco como siempre —dice Harry secamente, forzando a bajar el pánico. Si puede irritar a Voldemort, podrá escapar de él. Es una canción tan vieja como el tiempo. Enoja a Voldemort y Harry tendrá una oportunidad de sobrevivir.
—Oh, Harry —dice Tom con lástima, sin morder el anzuelo, atrayendo a Harry imposiblemente más cerca—. No tienes idea, mi pequeño horrocrux. Eres mío.
Harry se estremece, algo extraño y ajeno le sube al pecho. Cierra los ojos, una vieja herida en su interior asoma la cabeza. Se siente como... como magia. El vínculo que los une brilla por un instante. Hacía años que Harry no sentía algo así. La energía se filtra por su cuerpo, revitalizadora, bienvenida e infinitamente cálida. Se siente como... volver a casa.
—Tú también lo sientes —susurra Tom contra los labios de Harry, tan cerca que se rozan—. Tú también lo sientes, Harry.
—Sí —responde Harry aturdido, cálido y drogado por la oleada de magia en su alma. Algo dentro de él se extiende, tocando el vínculo que los une. Es éxtasis, es calidez, es liberación.
—Mi igual —susurra Tom contra los labios de Harry—. Mi igual marcado. Tu alma es mía —susurra Tom. Su tono es reverente, posesivo, maravilloso, perdido.
—Alma mía —repite Harry, el vínculo resplandece más brillante, más cálido, más fuerte—. ¿No me cambiarás? —pregunta Harry, susurrando en la oscuridad y la luz que hay entre ellos—. ¿No me harás ser alguien que no soy? ¿No me harás daño? —Hay un dolor en su pecho, un niño solitario de pie en un armario bajo las escaleras. Harry sabe que Tom lo ve, porque hay una imagen en la mente de Harry de un niño de pie en un orfanato, solo, perdido, herido. Empatía.
—Nunca —promete Tom, con un beso apretado contra los fríos labios de Harry—. Ven conmigo—. No es una petición, es una propuesta.
— De acuerdo —respira Harry impotente, sin saber a qué está accediendo y, sin embargo, a pesar de todo, deja que Tom Ryddle lo lleve a casa.
Notes:
* Nota del autor: El capítulo 2 será el punto de vista de Tom.
Chapter 2
Notes:
El fic no me pertenece. Es una TRADUCCIÓN de ‘uvidimsya zavtra’ de TreacleTeacups.
* Link del autor: https://archiveofourown.to/users/TreacleTeacups/profile
* Link del fic original: https://archiveofourown.to/works/25965208
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Lord Voldemort arde de triunfo mientras sus manos antinaturalmente largas y deformes agarran el cráneo de Bertha Jorkins. Hace tiempo que los ojos de la mujer se le han metido en la cabeza y la boca abierta se le ha llenado de espuma. Fue un toque macabramente divertido de Deus ex machina que la ignorante e insípida señorita Jorkins eligiera Albania para sus vacaciones. Voldemort confía en que la coincidencia sea una señal del universo: el Torneo de los Tres Magos se convertirá en el transporte a su resurrección.
La carne de su horrible cuerpo de homúnculo en miniatura sufre quemaduras químicas a causa de la poción vivificante que bebe, el veneno de Nagini es a la vez una bendición y una maldición. Sus huesos crujen débilmente. Su mente se agita de dolor. Voldemort ha estado atrapado en esta espantosa forma desde que intentó poseer a un bebé, pero el ritual salió terriblemente mal y lo dejó atrapado en este cuerpo deforme.
Voldemort arroja a un lado la cáscara hueca de Jorkins sin miramientos, los labios finos se despegan en una sonrisa horrible, su mente corre hacia adelante mientras se imagina cómo se desarrollará el torneo. Será glorioso. Harry Potter morirá por fin y, con su último aliento, dará a Lord Voldemort vida.
• ────── ✾ ────── •
Falta menos de una semana para la primera prueba. Voldemort vibra de expectación. Por fin ha hecho su séptimo horrocrux, usando a su preciosa Nagini como recipiente de honor para su alma. Finalmente, siete. Es incomparable, el maestro de la magia. Será un dios.
El llorón y podrido Peter Pettigrew se ha ido a la cama, pero Voldemort no puede dormir. Mira fijamente al fuego, las llamas parpadeantes proyectan sombras saltarinas sobre la mansión Ryddle. Su mente no deja de imaginar su siguiente paso, y el siguiente, y el siguiente. Está tejiendo un gran e intrincado tapiz en el telar de la vida. Voldemort ganará. El niño morirá. Será como siempre debió ser. En ocho cortos meses, Voldemort dejará atrás esta pesadilla de trece años, olvidará que existió en la eternidad de tiempo que se despliega ante él.
Voldemort se sobresalta de repente, un extraño goteo de… Poder… Filtrándose a través de su débil estructura. Voldemort no comprende de dónde procede, y se mueve incómodo en su asiento. El goteo parece estar hiperconcentrado dentro de su núcleo, como si acabara de consumir una poción de reposición mágica. Por primera vez en años, Voldemort se siente… fuerte.
Y de repente, con la inesperada fuerza de una explosión, una presa se rompe y Voldemort se inunda de magia. Grita débilmente, la magia brillante y cálida de otro que atraviesa su cuerpo y lo abruma por completo. La fuerza de la magia es incomparable, su pureza y calidez abrasan a Voldemort por dentro. Voldemort siente que su cuerpo se dobla bajo la presión de la fuerza de la magia, no puede soportarlo más; cuando, inesperadamente, se detiene tan inmediatamente como empezó.
Voldemort jadea y sus dedos, largos como pesadillas, se aferran a los brazos tallados de la silla. La magia ha dejado de llenarlo, pero sigue ahí, hirviendo a fuego lento bajo las yemas de sus dedos y zumbando en su interior. Voldemort se concentra en la magia: parece como si se hubiera escapado, como si se hubiera precipitado hacia él como un último intento de vida. Algo ha cambiado, la magia está desesperada por encontrar un nuevo huésped. Voldemort no sabía por qué había acudido a él.
Por primera vez en décadas, Voldemort se siente completo. La magia se agita dentro de él, lo trata como a un viejo amigo. Puede que esté rebosante de vida, amor y pasión, pero también de oscuridad chamuscada. Es, extrañamente, compatible.
Voldemort se tambalea bajo el peso de dos núcleos, su cuerpo tiembla y duele. Una claridad que no había sentido en más de una década florece en su mente. Con cada momento que pasa, la magia cura las astillas de su mente, trata la locura que se apoderó de él durante sus años como espíritu sin cuerpo. Es una compensación excesiva, quizá un intento de curar a su nuevo maestro donde falló el anterior. Lo llena de una inesperada cordura.
Voldemort necesita uno de sus horrocruxes. ¿Por qué no había considerado sus horrocruxes?
El más cercano es el anillo.
Voldemort se gira en la silla, mirando a través de la oscura habitación hacia el pasillo, mirando en dirección al lugar de descanso de Pettigrew. Voldemort necesitará a alguien que le ponga el anillo, para desarmar el hechizo. No podía deshacerse, la maldición sólo liberaba el anillo Gaunt una vez que había infectado a un nuevo objetivo. Y una vez que Pettigrew se haya sacrificado por su amo, Voldemort usará el anillo. Voldemort dejará que su horrocrux consuma su alma, un mecanismo de seguridad incorporado a sus horrocruxes (como si alguna vez sintiera remordimientos por esos asesinatos) y el anillo los unirá para recrear su antiguo cuerpo de carne, hueso y vida.
Tom Ryddle volverá a vivir.
• ────── ✾ ────── •
Voldemort muere la tarde de la primera prueba y Tom Ryddle resucita en su lugar.
El hombre se pone en pie, un eco de su yo de cuarenta años renacido en carne, tendones y sangre. Una cáscara de hombre desmoronada y ennegrecida yace en el suelo junto a un bebé marchito. Patético, piensa Tom. ¿Cómo había caído tan bajo?
Los recuerdos de Voldemort se filtran entre los suyos, tan troceados y retorcidos como están. Los horrocruxes. Su núcleo era demasiado inestable, su mente demasiado retorcida por años siendo un ente. Tom siente la locura parpadear en su mente, incluso ahora. Tendrá que reabsorber más horrocruxes hasta que esté seguro de que no descenderá una vez más a esa repugnante forma de bebé o a un fantasma sin cuerpo.
• ────── ✾ ────── •
Harry Potter ha desaparecido. Tom Ryddle ruge, hace agujeros en la Mansión Ryddle en su ira, en su furia total. ¿Cómo pudo Barty perder al niño? ¿Cuán incompetentes deben ser sus seguidores?
El Mundo Mágico se alborota. Severus Snape informa a Lucius Malfoy (que a su vez informa a Tom Ryddle) de que Dumbledore no se ha llevado al niño, está buscando desesperadamente al niño desaparecido. El niño ha huido. El niño ha renunciado a su magia.
Tom se encuentra perplejo ante este descubrimiento. Nunca se le había ocurrido que Harry Potter pudiera... rendirse. El recuerdo del niño que se interponía en su camino frente al Espejo de Oesed, defendiendo ferozmente su vida y quemando a Quirrell hasta los cimientos con sus propias manos... esta imagen no concuerda con la del niño que huyó de un Torneo.
En la década posterior a la noche maldita en el Valle de Godric, Voldemort había convertido a Harry Potter en un enemigo predestinado en su mente, una ideología más que una persona. Y, sin embargo, algo ha sucedido, entre esos años. Los huérfanos no huyen de hogares seguros y felices.
Tom necesita saber dónde está Harry Potter. Después de todo, aún existe la profecía. Sin embargo, a diferencia de años atrás, no se extralimitará ni intentará atacar al niño hasta que sea el momento adecuado.
Por desgracia tanto para Tom como para Dumbledore, un niño fugitivo sin núcleo mágico que ha renunciado a su nombre es muy difícil de localizar.
• ────── ✾ ────── •
Tom Ryddle se encuentra en el vestíbulo del número cuatro de Privet Drive, en Little Whinging, Surrey. En su oído se oye un extraño y agudo quejido, un ruido blanco desafinado. La casa muggle está rodeada de muros derruidos, ruinas de un antiguo ritual de sangre. Tom pasea por la casa, buscando a Harry Potter. Tal vez, en su miedo, el niño regresó a la casa de sus parientes. Si siguió adelante, tal vez dejó una pista sobre su ubicación.
Hay tres horribles muggles, atados y amordazados en el salón.
Tom Ryddle se detiene ante una alacena, la pequeña puerta subrepticiamente pequeña y apestando a magia accidental. Tom abre la alacena sin pensárselo dos veces, el candado es inusual por su peso y aspecto en la morada muggle, y abre la puerta de un tirón.
Los años de formación de Tom en el orfanato retroceden en un instante cuando mira el pequeño espacio de la alacena debajo de la escalera. La habitación ha permanecido intacta, quizá conservada como trofeo por la retorcida familia Dursley. Hay un catre. Una estantería con soldados verdes rotos no más grandes que la palma de su mano. Hay una carta de Hogwarts. El pergamino envejecido y la cursiva verde se muestran indiferentes a través de la tenue luz de una sola bombilla. Tom tira del borde de la carta y lee la dirección: Harry Potter, Alacena Debajo de la Escalera.
Es sucintamente Dumbledore, saber que el niño estaba siendo tratado como un elfo doméstico, hacerle saber que lo sabe. Para crear la narrativa de que Hogwarts es un refugio, un lugar seguro para los que son Buenos. Que el mundo mágico no podía proteger a los niños en los años anteriores a su llegada a Hogwarts ni en las vacaciones de verano, que Hogwarts era un privilegio y no un derecho. Dumbledore siempre había creído en derribar a alguien para poder reconstruirlo a su imagen.
La amargura agría la boca de Tom. Aplasta la carta en el puño y cierra suavemente la puerta de la alacena con un silencioso chasquido. Trota escaleras arriba, siguiendo sus instintos. Sin duda, hay otro dormitorio. Siete cerraduras en el exterior. Una gatera cortada en la base de la puerta. La habitación huele a depresión, a soledad, a esperanza. A Tom se le encienden las fosas nasales y se le tuerce la boca.
Tom Ryddle había imaginado, como ejercicio de diversión a lo largo de los años, en qué se habría convertido si hubiera sido presa de las manipulaciones de Dumbledore. Ahora, mirando el papel pintado descuidadamente descascarillado y su segundo núcleo acercándose a la deprimida magia saturada en las paredes como un viejo amigo y escuchando los gruñidos de los muggles en pánico en el primer piso, Voldemort se entera de lo que podría haber sido.
• ────── ✾ ────── •
Tom Ryddle flota en un sueño, consciente pero no despierto.
Espèce d'idiot! Tu vas gâcher le repas!, grita un hombre, la velocidad y el grosor de su acento son difíciles de traducir para Tom.
Un muchacho de pelo negro y ojos más verdes que cualquier sombra natural mira fijamente al agitado hombre. Inclina la cabeza con deferencia, aunque Tom sabe que se esfuerza por entender las palabras, por comprender por qué se le castiga. Tom mira a través de los ojos del niño, confundido sobre cómo puede ver esta escena. ¿Cómo es que está aquí? ¿Cómo sigue conectado? El niño no tiene magia.
Tom se da cuenta de repente de lo que significa esta conexión.
Je suis désolé, dice el chico con dolorosa torpeza, como si nunca hubiera aprendido latín y estuviera recitando a trompicones de un diccionario. Lo siento. Los labios de Tom se curvan con fastidio ante la disculpa, solo los mocosos llorones se disculpan.
La cabeza del muchacho se levanta de repente, como si hubiera oído el pensamiento de Tom, y Tom siente que su espíritu es expulsado de la escena mientras se despierta bruscamente, volviendo a su propio cuerpo con brusquedad poco ceremoniosa.
Tom Ryddle se levanta de la cama y arroja polvos Flu a su chimenea humeante. Llega rápido a Antibes, Francia. Tom Ryddle tarda siete días en darse cuenta de que Harry Potter ya ha seguido adelante.
• ────── ✾ ────── •
Tom Ryddle ha comenzado su ascenso al poder una vez más en Gran Bretaña. Ha trazado cuidadosamente un plan político para asegurarse ser Primer Ministro a finales de siglo. Voldemort nunca ha sido tan fuerte como ahora, sus dos núcleos le dan una fuerza sin igual. Dumbledore, por supuesto, es una espina clavada en su costado. Pero desde la desaparición de Harry Potter, Dumbledore parece haber envejecido varias décadas de golpe.
En su tiempo libre, Tom caza a Harry Potter. La vidente de la profecía maldita, esa imbécil de Trelawney, es identificada para que no requiera de Harry Potter para recuperar el registro del Salón de las Profecías. Hay un fuerte encantamiento de memoria en la mente del vidente, pero Tom lo rompe con facilidad. Por supuesto, haría falta un esfuerzo especial para no dañarla permanentemente, pero a Tom no le importa preservar su ya tenue estado mental.
Harry Potter es tan fantasma como lo fue Voldemort hace tantos años en Albania. Hay retazos de su vida, pequeñas migas de pan que conducen a Tom a una búsqueda inútil por todo el mundo. Durante un año, Tom aprende los contornos de Suecia en sus sueños. Har du ett jobb? Hur mycket kostar det att hyra ett rum? Jag älskar inte dig.
Debería ser fácil encontrar al adolescente. Debería ser sencillo. Harry Potter, sin embargo, nunca ha sido sencillo.
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Tom Ryddle nunca se ha enamorado. Es consciente de los síntomas cuando los ve en los demás. Tom Ryddle ha sido el centro de la obsesión de muchos a lo largo de los años. Maneja el afecto, la debilidad, como una correa.
Tom Ryddle tarda siete años en enamorarse de Harry Potter.
Willst du mich heiraten?, le pregunta una mujer en su vigésimo primer cumpleaños. ¿Quieres casarte conmigo?
Tom Ryddle enseña los dientes, enfurecido por la envidia, revolviéndose en sueños mientras sus uñas destrozan el edredón.
Nein, responde el joven desdeñosamente.
Tom se tranquiliza, una risa oscura burbujeando en sus labios.
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Una ensoñación se agudiza por un instante: Harry Potter está cerca. El segundo núcleo anhela atravesar la distancia y el espacio y susurra a su amo. Tom Ryddle se levanta bruscamente y sale de la reunión del Wizengamot sin importarle las aduladoras peticiones de que vuelva.
Para cuando Tom Ryddle llega a Bélgica, Harry ya es un recuerdo olvidado.
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Vy odinokiy, le dice un hombre apuesto a Harry Potter, entrelazando sus dedos. Estás solo.
YA nikogda ne byvayu odin, responde el joven, separándose. Nunca estoy solo.
Tom Ryddle sonríe en silencio en la oscuridad de su sueño. Está de acuerdo: Harry nunca está solo, no realmente.
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Harry Potter ha dejado de correr. Vive en una escasa ciudad rusa, trabaja en una pequeña cafetería. El joven siente afecto por su jefe. Tal vez haya encontrado por fin su lugar de descanso, pues ya no continúa como antes. Quizá Harry esté cansado de huir. Quizás Harry está cansado de vivir.
Tom Ryddle aparece en un pequeño camino empedrado, la nieve a la deriva se arremolina con una floritura a su llegada. Tom puede sentirlo aquí, puede sentir su interior cantando con emoción y desesperación. Tom se queda sin aliento. Lleva diez años esperando este momento.
Harry es exactamente como lo había imaginado y, sin embargo, no se parece en nada. A los veinticuatro años, es más alto de lo que solía ser. Su pelo no está menos desordenado que a los catorce años. Le han crecido los rasgos, delicados y afilados. Sus ojos son sabios más allá de su edad.
Y, con la descarada confianza que Tom Ryddle ha asociado con Harry Potter en todo este tiempo, el joven le lanza una mirada malhumorada y le da la espalda.
Tom Ryddle se queda clavado en el sitio. Había esperado ira, gritos, una pelea. Pero esta versión de Harry no le interesa. Sin embargo, Harry no huye ni le dice a Tom que se vaya. Así que Tom espera a que termine el turno. Apenas puede sentir los fríos copos de nieve que caen y se posan en su abrigo, no tiene paciencia para prestar atención al frío de su respiración. Tom espera a que Harry salga.
Cuando Harry despide al viejo chef, un viejo amigo, susurra, cuando bloquea las rodillas y deja que Tom se acerque a él en la oscuridad de la noche nevada, Tom sabe en ese momento lo que es. Los ojos de Harry arden en un profundo verde, desafiante e invicto. El núcleo mágico que lleva dentro se retuerce.
Tom sabe que Harry nunca responderá al pársel, no de buena gana. Tal vez sea descortés engañar al joven, pero vale la pena por el estallido de victoria en su lengua.
Tom envuelve al hombre más pequeño en sus brazos, el segundo núcleo se libera e inunda a Harry una vez más. Mientras Harry se tambalea, Tom no siente más que un asombro y una posesividad envolventes. Este hombre es suyo, su alma, su magia y su amor. Le pertenece a Tom.
Te amo, quiere decir Tom. En lugar de eso, exhala: —Tú también lo sientes —en su idioma compartido, el espacio vacío entre ellos es un sacrilegio. Se aprieta más, se aplasta contra el cuerpo más pequeño. El horrocrux que Harry lleva dentro canta, el entrelazamiento de sus núcleos mágicos se desvanece en su fuego puro.
Hay algo herido, pequeño y dolido dentro de Harry. Hay miedo a ser amado, miedo a ser tocado. Miedo a dejarse abrir. Miedo a dejarse moldear, formar, alterar.
—¿No me cambiarás? ¿No me harás ser alguien que no soy? ¿No me harás daño? —susurra el joven, sin darse cuenta de que habla en pársel. Es la perfección, esta hermosa e imposible contradicción de muchacho. Tom ve la alacena debajo de la escalera, la imagen que le llega de Harry. Tom aparta el recuerdo, deja que Harry vea sus propias cicatrices, una exhibición de heridas que es más vulnerable de lo que Tom ha sido nunca en toda su vida. Harry exhala un suspiro como una plegaria contra los labios de Tom mientras éste le promete todo.
Cásate conmigo, quiere decir Tom. —Ven conmigo —dice en su lugar.
—De acuerdo —respira Harry y Tom apenas puede creerlo, apenas puede creer que haya atrapado a este hombre imposible de tener. Que después de años de extraños intentando colarse en el corazón cerrado de Harry, Tom es el que tiene en sus manos la vida palpitante del joven.
Tom desliza la joya de la familia Gaunt en el dedo anular de Harry, sin el horrocrux en su interior, pero con la magia innata de la piedra brillando en la nevada luz de la calle.
—¿No me cambiarás? —pregunta Tom entre besos, con la piel fría pero el alma ardiente, volviendo las palabras contra Harry—. ¿No intentarás que sea alguien que no soy?
—Nunca —promete Harry haciéndose eco de la promesa de Tom, fundido contra Tom y dejando que el hombre más alto lo mantenga de pie, con los brazos enrollados alrededor del cuello de Tom y los dedos ágiles y callosos enterrados en su pelo mientras presiona los labios agrietados contra los de Tom una y otra vez.
Tom sonríe, con la victoria abrasándole el alma, y deja que todo lo periférico se convierta en cenizas bajo el calor del amor de Harry.
Notes:
Y eso es todo. (Feliz cumpleaños atrasado a mí~)
Espero lo hayan disfrutado tanto como yo lo disfruté en su momento.
¡Que tengan linda semana!
¡Nos leemos luego!
Mr. Sys ღ
LocaDeLaEsquina on Chapter 2 Tue 10 Jan 2023 06:42PM UTC
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RossyOrianBlack on Chapter 2 Tue 11 Apr 2023 06:16PM UTC
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lectorafan89 on Chapter 2 Fri 26 Jan 2024 11:36PM UTC
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