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Todo lo que ella desee

Summary:

One-shot hecho para la IchiRuki week 2024

Dia 3: Fake relationships / Domesticity
- Domesticity

Un día, Rukia es la teniente del 13vo escuadrón y al otro día es una niña que va para todos lados con su conejo de peluche blanco. Un poco de amor y conejitos para la reina.

Notes:

Este fic puede tomarse como la continuación de Chocolate (Chocolate Heart), donde se establece la relación entre Ichigo y Rukia.

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

Parte 1: La explosión.

Si había un lugar al que Rukia le daba escalofríos ir, eran las oficinas del 12vo escuadrón. Cada vez que iba a ese lugar, Rukia sentía que algo saldría de aquellos contenedores llenos de ese líquido extraño del cual no quería saber la procedencia y la atacaría por la espalda.

Incluso podía jurar que una vez escuchó gritos provenientes de un cuarto y que todos habían ignorado, como si fuera algo habitual en ese lugar. Era aterrador.

Definitivamente el 12vo escuadrón no era un lugar agradable para Rukia, pero al cual tenía que ir porque tenía que hablar con Akon.

El plan era simple: ir, hablar con Akon y salir de ahí antes de que pasaran cosas extrañas, sin embargo, cuando ella pasó por una oficina con la puerta entreabierta, escuchó como el capitán Zaraki hablaba con el capitán Mayuri sobre hacer una versión nueva de la capitana Unohana.

Aquello era demasiado interesante como para no escucharlo.

— ¡Claro que puedo hacer una versión nueva de esa despreciable mujer!

— ¡Entonces hazla!

— ¡Pero no lo haré! ¡Estoy demasiado ocupado!

Rukia sabía que no debía meterse en asuntos que no le correspondían, pero escuchar que el capitán Mayuri podía traer a la vida de la capitana Unohana era algo sorprendente. Solo el rey espíritu sabía qué tantas cosas más podría hacer el capitán Mayuri en ese laboratorio.

El capitán Zaraki se enojó por la negativa del capitán Mayuri, dijo unos cuántos insultos más y después hubo una gran explosión.

Todo fue un caos.

Las alarmas se dispararon en segundos, los subordinados se movieron tan rápido como pudieron hasta el lugar de la explosión y se inició el protocolo destinado para esos eventos. Parecía que no era la primera vez que sucedía algo así, porque se movían demasiado rápido.

O tal vez tenían miedo de que el capitán Kurotsuchi los convirtiera en su nuevo conejillo de indias si no hacían el trabajo a la primera.

Cuando el polvo se disipó, se podía ver al capitán Mayuri en un estado deplorable. Su túnica de capitán estaba sucia y rota, así como parte de su estrafalaria indumentaria habitual. Por su parte, el capitán Zaraki lucía como su hubiese salido de entrenar.

Para ese hombre solo era otro lunes por la mañana... o martes, miércoles. No importaba porque siempre se veía igual.

Los subordinados fueron a atender a los capitanes, pero estos los corrieron como si fueran molestas moscas. Para Kurotsuchi tal vez lo fueran. Los capitanes estaban enojados y no era prudente acercarse a ellos si querían conservar la vida o no ser parte de los experimentos de la semana.

— ¡Limpien todo o los usaré para probar la efectividad de mi nuevo bankai!

Los subordinados asintieron, pero antes de que Mayuri se fuera de ahí para cambiar su ropa, uno de los subordinados encontró entre los escombros a una pequeña niña inconsciente. Nadie sabía que había una niña en ese lugar, aunque nadie descartaba la posibilidad de que el capitán pudiera experimentar con niños pequeños en secreto.

── ∗⋅✧⋅∗ ──


Byakuya tenía muchas cosas que hacer, pero había días en los que prefería dejar todo en manos de Renji para pasar tiempo a solas con su propia mente, la foto de su esposa, una taza de té y un par de galletas del embajador de las algas que Rukia había hecho para él.

Sí, todo era paz y tranquilidad.

Él disfrutaba el día, Renji lloriqueaba por todo el trabajo y los subordinados entrenaban hasta que les sangraran las manos. Si querían ser tan buenos como él, debían entrenar tanto como él.

Todo parecía que se mantendría así, en ese bello estado de calma y tranquilidad, hasta que llegó un mensajero del 12vo escuadrón pidiendo por él.

Byakuya no era afín al capitán del 12vo escudaron ni a ningún otro, no había nadie con quién él pudiera relacionarse de manera que le animara a ir a su llamado, pero lo hacía porque él era un noble y debía poner el ejemplo.

También porque se había cansado de escuchar a Renji llorar sobre que le dolían los dedos.

Así que Byakuya dejó sus cosas, le dio un besito mental a la foto de su esposa y salió con dirección al 12vo escuadrón. Renji, quien estaba buscando un pretexto para dejar de lado un poco del trabajo, lo siguió con la excusa de protegerlo de ese lugar de locos.

El que estuviera tallando sus dedos llenos de tinta le restaba credibilidad a esa excusa.

Byakuya ni siquiera discutió eso porque el 12vo escuadrón no era un lugar al que le gustara ir, menos cuando solo le decían que su presencia era urgente y que no podía llegar tarde. ¿Quiénes se creían esos para tratarlo de ese modo? Como fuera, Byakuya se tomó su tiempo en llegar.

Cuando Byakuya puso un pie en ese lugar que tenía extraños aparatos y un olor excesivamente limpio, fue atacado en las piernas por algo pequeño que gritaba algo que él no entendía.

Le tomó un tiempo darse cuenta de que era una niña pequeña vestida de shinigami quien lo sujetaba, una muy pequeña que podría tener no más de 5 años humanos, y pensó que tal vez Mayuri había secuestrado a un niño para sus experimentos.

Todos parecían haber llegado a un consenso tácito de que el capitán del 12vo escuadrón era capaz de secuestrar niños para sus propósitos dementes.

— ¡Nii-sama! ¡Holi!

Byakuya se quedó estático al ver que la niña que lo sujetaba era Rukia y solo una palabra pudo salir de su boca.

― Qué demonios… ― En realdad fueron dos, y pudieron haber sido más pero el estado de shock se lo impidió. — Rukia...

— ¿Rukia? ¿Dónde? ¿Ella también vino? — Renji empezó a buscar de un lado a otro a Rukia hasta que se dio cuenta de que había una niña abrazada a las piernas de su capitán. — ¡Hey niña! ¡No toques al capitán Kuchiki! ¡No seas irrespetuosa!

La niña le mostró la lengua y se abrazó más a las piernas de Byakuya, como hacen los niños cuando buscan protección, y Renji se enojó por eso.

— Mocosa irrespetuosa. Te voy a enseñar a...

Pero cuando Renji estaba a punto de sujetar a la niña para alejarla de Byakuya y darle una lección, el capitán Kuchiki le dio un golpe en la cabeza para alejarlo de ella.

Renji se quejó por el golpe, pero Byakuya no respondió a esa queja sino que tomó a la niña en brazos.

Aquello era algo inédito y jamás visto antes.

Kuchiki Byakuya con una niña pequeña en brazos era algo que solo sucedería en el apocalipsis.

Renji se asustó porque tal vez sí estaban en el apocalipsis, pero la niña abrazó a Byakuya cómo lo hacen los niños pequeños al ver a su persona favorita en todo el mundo. Eso terminó por asustar más a Renji.

Incluso más que descubrir que Rukia se había vuelto una niña.

— ¡Nii-sama! — y acto seguido, la niña le volvió a mostrar la lengua a Renji acompañada de una mirada de enojo.

Byakuya, quien siempre había seguido las reglas y el protocolo, se quedó estupefacto al ver esa infantil demostración de desagrado. Él creía que habían educado bien a Rukia, hasta que recordó que él no le había prestado atención en los últimos 40 años.

Byakuya prefirió olvidar ese detalle y se centró en la niña pequeña en sus brazos.

— Rukia, no es correcto enseñar la lengua así.

Rukia, quien aún seguía abrazada al cuello de Byakuya, lo miró con sus ojitos cristalinos y asintió.

― Está bien, nii-sama.

Byakuya no pensó que un leve regaño hiciera eso en la pequeña niña, pero ver sus ojos así, junto con su carita de tristeza, le hizo descubrir que era débil ante la versión chiquita de Hisana.

Era como si el mundo le hubiese dado una muestra de cómo sería si hubiese tenido un hijo con su amada esposa. En la noche le pondría una velita más al altar como agradecimiento.

— Si alguien te desagrada, solo desvía la mirada o evita verlo.

— ¡Sí, nii-sama!

Y así fue que la expresión de mini Rukia cambió a una más animada.

— ¡Capitán! No le enseñe esas cosas a la niña. — Renji se acercó, con una sonrisa boba en el rostro pensando quién sabe qué cosas, y quedó a la altura de Rukia. — Rukia-chan...

Rukia lo miro por un momento y desvió la mirada, justo como Byakuya le había enseñado. Byakuya se sintió orgulloso de ella y sintió como el orgullo paternal le invadía el pecho.

Renji protestó y Byakuya se alejó un paso de él al ver la intención de su subordinado de querer tocar a Rukia. Él no iba a permitir que cualquiera pusiera sus manos en su mini Rukia.

— Rukia, se supone que somos amigos. Nos conocemos desde que...

— No tiene sentido que intentes hacer eso. — Explicó Mayuri, vestido con ropa nueva y saliendo de quien sabe dónde. — Es una niña y...

Y actuaba como una niña.


Parte 2: La pequeña princesa Kuchiki.

Mayuri no pudo explicar adecuadamente el comportamiento de Rukia, por lo que Byakuya asumió que ella era como una niña pequeña y no se equivocó. La situación era que ella recordaba algunas cosas, pero se comportaba como una niña pequeña.

Rukia sabía quién era él, sabía quién era Renji y conocía a las personas de la mansión, incluso había ido corriendo por un conejo de peluche que tenía en su habitación y lo abrazó como lo haría una niña pequeña.

— ¡Nii-sama, mira a Chappy!

Rukia le mostraba el conejo de peluche cómo si fuera la cosa más increíble del mundo, y de nuevo, Byakuya no se pudo resistir a la idea de consentirla. Lo admitía, era un hombre demasiado débil ante mini Rukia.

— Aquí hay un amigo para Chappy.

De algún lugar escondido entre sus mangas, Byakuya sacó un peluche del embajador de las algas y se lo entregó a Rukia, quien recibió el regalo con una enorme sonrisa en su pequeña carita.

— ¡Es increíble! ¡Gracias nii-sama!

Rukia lo abrazó por las piernas como lo haría un niño pequeño realmente emocionado, para después irse a jugar con sus peluches a una esquina de esa habitación, ajena al resto del mundo.

Byakuya no sabía cuánto tiempo estaría Rukia en ese estado, Mayuri no supo explicar lo que pasaría y dijo que cuando tuviera tiempo lo investigaría, pero que lo más probable fuera que ella regresara a la normalidad en algún momento.

Lo peor que podría pasar sería que Rukia se quedara así y que de nuevo empezara a crecer, como una segunda infancia.

Mientras Byakuya contemplaba a Rukia jugar y pensaba en esa posibilidad, ordenó a sus sirvientes buscar la ropa de mejor calidad para una niña pequeña, así como los mejores juguetes que el dinero podía comprar.

Byakuya aún recordaba lo que su amada Hisana le había contado de su vida en el Rukongai, y él pretendía consentir a Rukia todo lo que pudiera en esa segunda infancia. Ella merecía tener buenos recuerdos de una buena infancia.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Rukia estaba en su habitación, abrazada a Chappy y al Señor Alga que su hermano le había regalado, pero el sonido del viento entre los tallos de bambú le asustaba demasiado. La habitación era enorme y su cama también, y estaba oscuro.

Rukia sintió sus pequeños ojitos llenarse de lágrimas por estar asustada y sin pensarlo mucho, tomó a su conejo de peluche y se fue caminando descalza por los pasillos de esa enorme mansión hasta que llegó a la puerta de Byakuya.

Desde afuera se podía ver qué había una vela encendida y Rukia se puso de rodillas frente a la puerta para pedir permiso, como le habían enseñado por la tarde.

— Nii-sama, ¿Puedo dormir aquí? Chappy está asustado.

La pequeña voz de Rukia sonó temerosa y el sonido del viento la hizo abrazar a su conejo de peluche con fuerza, conteniendo las lágrimas hasta que Byakuya abrió la puerta.

— Rukia.

Byakuya estaba desconcertado al ver a la pequeña niña de rodillas frente a su puerta. Si de por sí Rukia era bajita, de rodillas lo era más.

— Chappy está asustado.

Volvió a decir Rukia y Byakuya la tomó en brazos para llevarla dentro de la habitación y acostarla en sobre su futón para que ella pudiera dormir. Realmente se veía pequeña entre todas aquellas sabanas y almohadas.

— Solo por esta noche. Descansa.

— ¡Sí, nii-sama!

Rukia pasó de asustada a feliz en segundos, y se acomodó en la cama para dormir protegida por su hermano y Chappy.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Esa promesa de "solo una vez" se fue al traste a la noche siguiente. Rukia apareció en su puerta, con su pijama, cargando una manta de conejitos que él mismo le había regalado y abrazando a ese conejo blanco que parecía estar unido a ella.

Byakuya simplemente no podía negarle nada a la pequeña Rukia. Ella era adorable y se había ganado los corazones de los miembros más jóvenes del Clan. Incluso las doncellas iban tras ella, jugando y tratando de que no se lastimara.

La amenaza dada por Byakuya de que si algo le pasaba a Rukia, el responsable sería ejecutado, era algo que todos temían. Además, desde muchas décadas atrás no había un niño pequeño en la mansión y todo mundo estaba feliz con Rukia chiquita.

Su risa calentaba el corazón de Byakuya y de muchos más, y no dejaba de imaginar que así se vería una pequeña suya con su amada Hisana.

Todas las tardes, cuando él regresaba del escuadrón, Rukia corría hacía él y le abrazaba las piernas como bienvenida, luego él la sostenía en brazos y ella le empezaba a contar lo que había hecho todos los días.

La doncella que cuidaba a Rukia había intentado que Rukia saludara como era debido a Byakuya, pero él la regañó y le permitió a Rukia hacer lo que ella quisiera, causando conmoción en todos los miembros de la mansión.

— Hoy ayudé en la cocina. Chappy también ayudó. Te hicimos bolas de arroz, nii-sama.

Ante ese comentario, Byakuya volteó a ver a la doncella con ese tipo de mirada que exigía una explicación a por qué la princesa de la familia, que era una pequeña niña, había estado metida en la cocina como un sirviente más.

La doncella se arrodillo de inmediato antes de dar sus explicaciones.

— Byakuya-sama, Rukia-sama insistió y no pudimos detenerla. No la obligamos, lo juro.

— Nii-sama, las hicimos para ti.

Byakuya le dedicó una mirada a la doncella que prometía dolor si lo que decía no era cierto, y luego miró a Rukia, quién lo miraba con los ojitos brillantes y expectantes.

— Está bien, las comeré.

Rukia se emocionó más por esa respuesta.

Para la cena, Byakuya pudo ver lo que Rukia había hecho con el arroz y se emocionó demasiado, aunque su rostro no lo reflejaba del todo. Las bolas de arroz eran una representación de ellos dos y Byakuya solo lo pudo saber porque Rukia se lo explicó como explica las cosas una niña pequeña.

— Este eres tú, Nii-sama, y está soy yo.

Rukia señaló un par de bolas de arroz que tenían ojitos y boca hechos con vegetales.

— Y estos son Chappy y el Señor Alga.

Rukia señaló a otras dos bolas de arroz con ojitos de vegetales.

— Están muy bien hechos, felicidades Rukia.

Era una pequeña mentira piadosa pero Byakuya no tuvo el corazón de decir la verdad. Los pequeños ojos de Rukia, completamente iluminados por la emoción, se lo impidieron.

Byakuya llegó a la conclusión de que era realmente débil ante Rukia.


Parte 3: No, no eres chiquita.

Ichigo tenía una rutina cada vez que iba a la Sociedad de Almas, y entre ellas estaba pasar al escuadrón de Rukia a visitarla para pasar tiempo de calidad con ella. Sin embargo, esa vez fue Sentaro quién lo atendió. Cuando Ichigo preguntó por Rukia, si ella estaba enferma o en una misión, la respuesta fue vaga y extraña.

― Creo que deberías hablar con el capitán Kuchiki.

Eso inmediatamente lo puso alerta y sin perder el tiempo se dirigió a la mansión Kuchiki para ver si Rukia estaba ahí. La idea de que a Rukia le hubiese pasado algo lo asustaba demasiado. No era que no confiara en ella, pero los traumas de guerra seguían ahí.

Ichigo irrumpió en el lugar como siempre lo hacía y empezó a buscar a Rukia por los sitios habituales hasta que escuchó como alguien gritaba su nombre y luego sus piernas eran abrazadas con fuerza.

— ¡Ichigo, bienvenido a casa! — dijo la niña vestida con un kimono mientras lo abrazaba desde las piernas y lo miraba con unos ojos brillantes y emocionados.

Ichigo notó que la niña se parecía mucho a Rukia y por un momento se cuestionó si era un familiar perdido de ella, hasta que entró una doncella que parecía ya no tener aliento para seguir avanzando.

— Rukia-sama por favor no corra así, se puede lastimar. — habló la doncella y levantó la mirada, quedándose congelada en ese momento. — Ichigo-sama...

— No corrí, solo caminé muy rápido. — La respuesta de la niña fue acompañada de un abrazo más fuerte a las piernas de Ichigo.

— ¿Rukia? ¿Tú eres Rukia? — Ichigo estaba asimilando lo que veía, porque no podía creer que Rukia, su Rukia, fuera una niña pequeña.

— Sip y aquí está Chappy.

Rukia mostró el conejo blanco que Ichigo le habla regalado y una parte de él se emocionó al saber que ella llevará ese conejo para todos lados, incluso se sonrojó por eso, pero otra parte de él aún no podía creer que Rukia fuera esa niña.

Ichigo se inclinó un poco y levantó a Rukia como suele hacerse con los niños pequeños, sosteniéndola en el aire un momento para verla mejor.

Rukia estaba vestida como una pequeña princesa, con el tocado de jade en su cabello, flores y pasadores, y un kimono demasiado bonito en tonos rosados, blancos y violetas. Él no sabía de ropa, pero apostaba que ese kimono costaba lo mismo que un carro económico.

Ichigo jamás admitiría que le daba ternura verla así, y que una parte de él simplemente quería abrazarla y no soltarla.

— ¿Que te pasó? Estás tan... chiquita.

— ¡No estoy chiquita! ¡Tú estás muy alto, tonto!

Rukia empezó a mover sus pies, como si quisiera darle una patada por decirle "chiquita" e Ichigo tuvo que mirar a otro lado porque el sonrojo de ver tanta ternura junta era demasiado. Ella le lanzó a Chappy a la cara e Ichigo la miró feo.

Rukia estaba chiquita, pero seguía siendo igual de agresiva que siempre. Ichigo estaba a punto de reclamarle el pegarle con el conejo, cuando se dio cuenta que los ojitos de Rukia se empezaron a poner cristalinos.

El pánico que recorrió a Ichigo fue real, incluso fue más aterrador que cuando estaba en una pelea. No había nada que lo preparara mentalmente para ver a Rukia chiquita llorando.

— ¡No! ¡Rukia! ¡No llores!

— ¡No estoy llorando! ¡Y no soy chiquita! ¡Tú eres un tonto!

La respuesta de Rukia era claramente lo contrario porque se veían las lágrimas escurrir de sus pequeñas mejillas. Ichigo no sabía cómo calmarla, así que hizo lo primero que se le ocurrió: la abrazó.

Rukia lo golpeó con sus pequeñas manitas, las cuales no lastimaban, antes de abrazarlo y calmarse. Ichigo buscó el peluche de conejo luego hizo algo que nunca pensó que haría: consolar a una niña pequeña, aunque no tenía idea de cómo hacerlo más allá de los comerciales y programas que había visto.

— Rukia, si lloras Chappy también va a llorar. — Ichigo le acercó el conejo de peluche y le dio pequeños toquecitos en el hombro. — No queremos que llore Chappy, ¿verdad?

Rukia se limpió las lágrimas de los ojos y abrazó a Chappy contra su pecho. Ichigo sintió demasiada ternura al verla así y de nuevo la abrazó, sintiendo como ese instinto paternal y protector nacía de nuevo en él.

— No llores Chappy. Tú tampoco eres chiquito.

Ichigo no sabía qué hacer con tanta ternura junta, por lo que intentó ser lo más racional posible.

— ¿Si me disculpo, me perdonas? — Preguntó Ichigo aún con Rukia en brazos. — Disculpa por decirte chiquita.

Rukia, quien había dejado de llorar, lo volteó a ver.

— A Chappy también pídele disculpas.

Ichigo jamás se había visto en algo así, pero tuvo que hacerlo porque no quería que Rukia llorara otra vez. Todo era bastante surreal.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Byakuya salió de la oficina temprano, como siempre desde que Rukia era una niña pequeña, y dejó el resto del trabajo a Renji para que se entretuviera. A Byakuya no le gustaba que Renji fuera a la mansión porque le quitaba tiempo con mini Rukia.

Aunque tenía que admitir que Renji era buen cuidador.

Igual no le importaba a Byakuya qué tan bueno sea Renji cuando a Rukia, porque él no sabía por cuánto tiempo más Rukia sería una niña pequeña y él quería consentirla cómo lo haría su amada Hisana.

Cuando llegó a la mansión se encontró con Ichigo y Rukia jugando en el jardín, aunque básicamente era Ichigo tratando de hacer que Rukia bajara del árbol en el que se había subido. Lo que ocasionó un breve pero potente ataque de celos, porque ahora Ichigo le robaba la atención de su pequeña hermana.

— Rukia.

Su voz sonó suave pero fue lo suficientemente audible para que Rukia se diera cuenta de que él estaba ahí. Rukia bajó del árbol y corrió hasta él, como lo hacía todos los días que él volvía del escuadrón.

Byakuya sostuvo a su hermanita en brazos, ignorando a Ichigo solo porque quería y podía, y centró su atención en su hermanita.

— Bienvenido a casa, nii-sama. — habló Rukia con una sonrisa enorme. — Ichigo vino a jugar.

— ¡Byakuya! ¿Qué le pasó a Rukia? — La pregunta de Ichigo obligó a Byakuya a dejar de ver la carita llena de emoción de Rukia para centrarse en el feo rostro de Ichigo.

— Nada que te importe. Gracias por jugar con ella. Ya te puedes ir.

Byakuya se dio la vuelta y empezó a alejarse de Ichigo con Rukia en brazos. No quería que ese ladrón de hermanas pequeñas estuviera cerca de él ni de Rukia.

— Nii-sama yo quiero jugar con Ichigo. — Se quejó Rukia con su pequeña vocecita.

En ese momento Byakuya se maldijo al permitir la relación entre su hermanita e Ichigo.

— ¡Hey Byakuya! ¡No te vayas! ¡Dime por qué Rukia está así! ¿Desde cuándo está así?

Byakuya se tuvo que detener aunque no quería, pero se aferró con fuerza a Rukia.

— Dos semanas, no sabemos qué pasó no cuándo volverá ella a su estado normal. Es todo. Ahora vete.

— Pero qué... — Ichigo intento hablar pero Byakuya le dio la espalda. — Cómo que no... ¡Byakuya!

— Nii-sama deja que Ichigo se quede. Jugar con él es divertido.

— No. Ya tiene que irse.

Ante aquella respuesta, Byakuya se dio cuenta de que los ojos de Rukia se ponían cristalinos y que estaba a punto de empezar a llorar. Ichigo inmediatamente le entregó el conejo de peluche a Rukia y ella lo abrazó con fuerza.

Byakuya tuvo que cerrar los ojos, contar hasta mil para calmarse, y luego decir lo que tenía que decir.

— Kurosaki, ¿Puedes quedarte a jugar con Rukia por una hora más?

Ante ese pregunta, Rukia se bajó de los brazos de Byakuya, sujetó de la mano a Ichigo y se lo llevó de ahí a quien sabe dónde sin dejarlo responder.

Byakuya sentía que todos querían robarle a su pequeña e indefensa hermanita.

Un par de segundos después, apareció uno de los guardaespaldas de la familia, el que siempre vigilaba a Rukia desde la sombras, y se inclinó ante él.

— Vigílala.

El guardia desapareció y Byakuya se fue a sus asuntos, a esperar a que su hermanita terminara de jugar.

Una hora más tarde, Byakuya estaba en crisis porque Rukia le había pedido permiso para ir al mundo humano con Ichigo y él se había negado, haciendo que Rukia empezara a llorar porque quería seguir jugando con Ichigo y se negaba a soltarlo.

Byakuya no quería que su hermanita llorara pero no quería dejarla ir con Ichigo. Ichigo no la cuidaría tan bien como Rukia necesitaba ser cuidada.

Byakuya intentó razonar con Rukia mientras se preparaba el senkaimon para que Ichigo regresara al mundo humano, pero simplemente no pudo hacer que ella dejara de llorar.

— Deja que me la lleve. — dijo Ichigo, quien parecía estar a punto de golpearlo por hacer llorar a Rukia. Rukia corrió hacia Ichigo y se abrazó a él como si fuera un koala. — Si no, quizás nunca deje de llorar. La cuidaré bien.

Ver que Rukia había dejado de llorar cuando Ichigo la sostuvo en brazos, hizo que Byakuya sintiera que le estaban robando a su hermanita.

Esa quizás fue la decisión más difícil que tomó en ese momento, pero con todo el dolor de su corazón y la inminente derrota, permitió que Rukia se fuera con Ichigo.


Parte 4: ¡Masaki! ¡Tendremos nietos hermosos!

Ichigo tenía ese extraño sentimiento protector con Rukia, quien estaba sentada sobre sus hombros mientras caminaban por las calles de la ciudad hasta su casa, y dentro de él había una lucha constante entre su deseo de mantenerla en sus brazos o dejarla ver el mundo.

Byakuya le había explicado lo que pasó así como sus teorías de cómo funcionaba la mente de Rukia, pero todo era un misterio porque ella conocía todo pero era una niña y se comportaba como una.

Antes de salir de la tienda de Kisuke, Rukia había estado jugando con Yoruichi, quien se transformó en gato frente a ella haciendo que Rukia gritara de emoción y la abrazara como si fuera un peluche.

Ichigo jamás pensó escuchar ronronear a Yoruichi, pero ella lo estaba haciendo mientras Rukia le acariciaba la espalda. Fue surrealista.

— Bien, estamos en casa. — Habló Ichigo aún con Rukia sentada sobre sus hombros y sujeta a él. — ¿Quieres bajarte?

Rukia se bajó de él como si estuviera bajando un árbol, todo sin soltar su peluche de conejo que había llevado con ella, y le tomó la mano como la niña pequeña que era.

— Listo, ya podemos entrar a casa. — Ichigo abrió la puerta, se quitaron los zapatos y Rukia gritó con su pequeña voz infantil. — ¡Estamos en casa!

Ichigo escuchó inmediatamente los pasos de su padre corriendo hasta él, más rápido de lo habitual, e Ichigo supo que el entrometido de Urahara le había contado algo y los estaban esperando.

— ¡Rukia-chan!

Isshin se lanzó para abrazar a mini Rukia, e Ichigo reaccionó por instinto tomando a la niña entre sus brazos y pateando la cara de su padre. Isshin terminó estrellado contra una pared cercana.

— Siempre buenos reflejos. — Isshin se escurrió en el piso pero se recuperó rápido y se acercó emocionado a Ichigo, quien aún sostenía a Rukia en sus brazos. La niña parecía asustada, pero Isshin sonrió como un bobo. — Es cómo ver a mi futura nieta. ¡Masaki mi amor, nuestros nietos serán hermosos!

Ichigo se puso completamente rojo al escuchar eso mientras Rukia seguía abrazada a él. Isshin en verdad la había asustado.

— Ese señor es raro, asustó a Chappy. — Rukia le mostró el conejo a Ichigo, quien vio de reojo los ojitos llorosos de Rukia y maldijo a su padre.

— Está bien, no les hará nada malo. Solo está muy emocionado. — Ichigo acarició la cabeza de Chappy, haciendo que Rukia sonriera.

Isshin estaba en las nubes imaginando a sus nietos.

El alboroto trajo a las hermanas de Ichigo, quienes también gritaron de emoción al ver a Rukia chiquita y se acercaron a ella. Yuzu estaba emocionada, Karin solo miraba todo a la distancia, y Rukia inmediatamente se bajó de los brazos de Ichigo cuando Yuzu le dijo que le daría dulces en la cocina.

Ichigo dejó que Rukia fuera con Yuzu porque sabía que ella estaría segura, y luego vio a Karin.

— El viejo nos explicó lo que pasó. — La voz indiferente de Karin le recordó a Ichigo que cada vez que se trataba de Rukia, su hermana parecía no aceptarla del todo. — La cena ya está lista, Yuzu se esforzó bastante.

"Así que espero que esa niña no arruine todo". Le pareció escuchar a Ichigo. Él aun no entendía esa reciente hostilidad de su hermana a Rukia.

Ichigo era el cuidador oficial de Rukia, por lo que se sentó junto a ella para asegurarse de que comiera bien, y Rukia mostró buenos modales en la mesa... tantos modales como los tendría una niña que come un bocado de arroz y le comparte uno a su conejo de peluche.

— Rukia di "ah".

— aaaahhhhh.

Ichigo había tomado un poco de comida con sus palillos y se los acercó a Rukia, quien abrió su pequeña boca y comió lo que él le daba. Rukia estaba chiquita por lo que comió poca comida, pero se comió un panecillo al vapor que le dio Yuzu y que parecía haber hecho especialmente para Rukia porque tenía orejitas de conejo.

— Dormirás con nosotras, Rukia-chan. — comentó Yuzu completamente animada por compartir su cama con Rukia.

Ichigo volteó a ver a Rukia, quien parecía algo asustada, y asintió con calma aunque lo que quería realmente era llevarse a mini Rukia a su habitación y hacerle una pequeña cama en su armario.

Antes de que pudieran subir las escaleras, Urahara llegó a la casa Kurosaki con una bolsa que era un regalo de Yoruichi para Rukia. Ichigo vio los ojitos emocionados de Rukia al abrir su regalo, y encontró que era un pijama de conejito.

— ¡Ichigo! ¡Mira, mira! ¡Pónmela!

Ichigo vio como Rukia corría hasta él, con el pijama en los brazos, e Ichigo hizo lo que Rukia le pidió. Era como si no pudiera negarse a nada de lo que ella pedía solo porque era una niña pequeña y porque si decía "no", Rukia empezaba a llorar.

Rukia corrió por toda la casa con su pijama de conejito, que tenía unas orejas grandes, e hizo que Yuzu, Isshin y Urahara, quien estaba ahí y no se quería ir, se sumaran a una fila dando saltitos uno detrás de otro mientras cantaban una tonta canción infantil.

Cuando Rukia finalmente se cansó de jugar, fue hasta Ichigo y levantó sus manitas para que él la cargara.

— Chappy tiene sueño. — Susurró Rukia, mostrando a su conejo de peluche.

— Te llevaré a dónde vas a dormir.

Todos se fueron a sus habitaciones, Ichigo dejó a Rukia en la cama con Yuzu, pero más tardó en dejarla ahí que Rukia en escabullirse y colarse en su cama, asustándolo en el proceso.

Rukia era pequeña y se había escabullido entre las sábanas sin que él se diera cuenta.

Byakuya le dijo que Rukia tenía miedo de dormir sola, atribuyendo eso a su vida en el Rukongai, e Ichigo pensó que Rukia dormiría bien con Yuzu. Evidentemente se equivocó porque estaba con él y no con su hermana.

— Chappy tiene miedo. Chappy quiere dormir contigo.

— ¿Tú también quieres dormir conmigo? — Preguntó Ichigo, viendo a la mini Rukia abrazada a su conejo de peluche.

No podía enojarse con ella. Rukia era una niña demasiado adorable y parecía asustada. Ichigo atribuyó eso a qué tal vez era porque estaba en una casa ajena a la suya.

— Si.

— Entonces, vamos a dormir.

Ichigo acomodó a Rukia del lado de la ventana para que ella no se cayera al piso, la cubrió con la sábana y le deseó buenas noches.


Parte 5: Soy tu espada, mi reina.

Ichigo abrió los ojos y lo primero que notó era que estaba en su mundo interno. Lo segundo que notó era que estaba atado a una silla, y lo tercero que notó fue que el psicópata de Zangetsu no estaba ahí.

Por más que intentó liberarse, no pudo hacerlo porque estaba fuertemente atado a la silla. Gritó el nombre de Zangetsu un par de veces y hasta que lo gritó por tercera vez fue que el espíritu de su espada pareció frente a él.

— ¿Qué demonios planeas? ¡Suéltame! — Gritó Ichigo, que no sabía qué estaba pasando en ese momento.

— No planeo nada. — Se burló Zangetsu. — Es solo que quiero pasar tiempo con la reina.

— ¡¿Que?! ¡Suéltame! No le hagas nada a Rukia. Ella es una niña.

— ¿Qué clase de criatura crees que soy? Ella es la reina, debe ser tratada como tal.

Ichigo intentó hablar pero Zangetsu le tapó la boca con una mordaza.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Zangetsu abrió los ojos en el cuerpo de Ichigo y notó que Rukia estaba abrazada a él como si buscara protección. Zangetsu tenía curiosidad por esa versión chiquita de la reina, porque jamás imaginó verla así. Imaginó muchas cosas, pero no verla así.

Luego se preguntó si Sode no Shirayuki también se había vuelto una niña, y esa idea no le gustó. La reina como niña era una cosa, pero Sode no Shirayuki como niña no era divertido.

Rukia abrió los ojos un par de minutos después de que él le acomodara el cabello y se los frotó mientras le deseaba los buenos días.

— Buenos días, reina.

Rukia se le quedó mirando, abrazada a ese conejo que ella llamaba Chappy, y le tocó la cara.

— Tú no eres mi Ichigo. — Rukia le puso su manita en la mejilla. — ¿Quién eres? ¿Por qué tus ojos son negros?

Zangetsu se sintió extraño. No era la primera vez que tomaba posesión del cuerpo de Ichigo, en algunas batallas era él quien gobernaba, pero era la primera vez que estaba con Rukia en una situación tranquila.

Ese pequeño toque le hizo sentir en paz.

— Soy la espada, Zangetsu.

— Una espada... — Rukia aún tenía su manita en la cara de Zangetsu y él no se la quitaba. — No pareces una espada. ¿Dónde está Ichigo?

Zangetsu se sentó en la cama y mini Rukia lo imitó.

— Está descansando. — Zangetsu trató de no reír al escuchar la protesta de Ichigo en el mundo interno. — Hoy te cuidaré, mi reina. Toda reina necesita una espada.

— Pero yo no soy una reina, yo soy Rukia. — dijo Rukia, volviendo a abrazar al conejo con ambas manos.

— Entonces Rukia, yo te cuidaré hoy y...

Zangetsu estaba por decir algo cuando escuchó que el loco padre del rey subía las escaleras preguntando por la pequeña reina. Si ese hombre se daba cuenta de lo que había pasado, entonces se metería en más problemas.

— Vamos a jugar a las escondidas, mi reina. — Zangetsu tomó a la pequeña Rukia en brazos con bastante rapidez. La niña era bastante ligera. — Nos vamos a esconder del papá del rey.

Todo fue tan rápido que antes de que Isshin entrara a la habitación, Zangetsu ya había desaparecido de ahí con Rukia chiquita, que seguía usando su pijama de conejito, y él su pants y playera.

— Que alto. ― la emoción de Rukia era palpable. ― Estamos muy alto. ¡Chappy quiere ir más alto!

La pequeña reina estaba abrazada a él mientras estaban de pie sobre la casa de Ichigo, y Zangetsu concentró su reiatsu para saltar más alto y quedar suspendidos en el aire.

Estuvieron jugando así, aunque Zangetsu no sabía que estaba jugando, hasta que Rukia le dijo que tenía hambre. Zangetsu regresó a la habitación de Ichigo, se cambió de ropa y asaltó la caja de ahorros del rey.

Ichigo se quejó desde el mundo interno pero Zangetsu lo ignoró, tomó a la pequeña reina y salieron de ahí. Ella todavía usaba pijama de conejito porque se veía adorable.

Zangetsu había visto el mundo desde los ojos de Ichigo una que otra vez, así que no le tomó mucho tiempo dar con una cafetería donde compró algo de desayunar para ambos. Cuando les sirvieron su desayuno, que era una torre de panqueques, Rukia preguntó dónde estaba el desayuno de Chappy.

Zangetsu tuvo que comprar un desayuno más para el tonto conejo de peluche.

La pequeña reina comía un bocado de comida y le daba otro al peluche, y le contaba sobre un sueño que había tenido en la noche sobre ser perseguida por monstruos feos y que había sido salvada por su Nii-sama.

Zangetsu sintió una punzada de celos por eso, aunque él no sabía que eran celos, e Ichigo se rio por eso. La mordaza había desaparecido y él se podía reír a gusto.

— Mi reina, ¿Qué quieres hacer hoy?

Rukia, quien había dejado de comer porque estaba llena y había hecho un desastre de panqueques y cereal, se abrazó a Chappy.

— Ichigo me iba a llevar a jugar al parque.

Zangetsu se quedó mirando a la pequeña reina, con sus grandes ojos violeta y su carita toda bonita e inocente, y la llevo al parque después de pagar la cuenta. Ichigo estaba sufriendo por sus ahorros y maldecía a Zangetsu por gastarse su dinero así.

En el parque, Rukia tomó a Zangetsu de la mano y lo hizo ir con ella a cada juego que se le cruzaba, desde la resbaladilla hasta el pasamanos. Zangetsu tenía que sujetar a Rukia para que no se cayera y a Chappy también.

— Mira... ¡orejas de Chappy! ¡Cómprame una! ¡Cómprame una!

Zangetsu compró un par, una para ella y una para él, todo en medio de las protestas de Ichigo de no hacerlo y no ponerse las orejas porque eso arruinaría su reputación si algún amigo lo veía así.

— Mira mi reina, soy un conejito.

Zangetsu, haciendo todo lo contrario de lo que Ichigo decía, se puso a saltar con las orejas puestas, dejando que toda la gente lo viera y haciendo reír a Rukia, que aplaudía y saltaba con él mientras cantaba una canción sobre conejitos.

— Yo también soy un conejito.

Ichigo solo se quejaba de lo que Zangetsu estaba haciendo, pero al mismo tiempo, disfrutaba de ver a Rukia divertirse. Byakuya tenía razón, era mejor darle una infancia divertida a Rukia que solo esperar a que ella volviera a la normalidad.

Zangetsu llevó a Rukia a todos los lugares que se le ocurrieron, pero algunos no eran del todo una buena idea. Cómo cuando fueron a un cementerio y vieron un fantasma lleno de sangre que hizo llorar a la reina y su peluche.

Esa vez Ichigo quiso golpear a Zangetsu por asustar a su pequeña Rukia. Tal vez lo hiciera cuando recuperara su cuerpo.

Comieron comida callejera y caminaron hasta que Rukia se cansó. Zangetsu la sostuvo en brazos y le dio un besito en la frente cuando ella se acurrucó.

— Eres una buena espada. Ven a jugar conmigo mañana. — Rukia abrazaba a Chappy mientras estaba acomodada en los brazos de Zangetsu. Zangetsu estaba sonrojado y sentía demasiadas cosas nuevas dentro de él con solo esas palabras. — Extraño a Ichigo, ¿Lo puedes traer?

Zangetsu quería negarse pero ver la carita de Rukia lo desarmó. Era imposible negarse a la pequeña reina cuando sus ojitos lo miraban así.

— Vendré a jugar contigo cuando quieras.

— Eres una buena espada. — Rukia le dio un besito en la mejilla y Zangetsu sintió algo extraño dentro de él que no podía identificar con certeza.

Para ese momento, Ichigo ya era libre pero no había tomado su cuerpo porque estaba viendo lo que hacía Zangetsu con Rukia chiquita. Su espada se había comportado bien, por lo que no lo forzaría a regresar.

El cambio fue en un parpadeo.

Zangetsu regresó a su mundo de edificios de cristal mientras Ichigo recuperaba su cuerpo y veía a Rukia alegrarse por verlo de nuevo. Todas las sensaciones que tuvo ese día eran extrañas y nuevas para él, pero llegó a la conclusión de que se sentía bien.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

— ¿Te divertiste, Rukia? — Ichigo estaba feliz de regresar a su cuerpo y de tener a Rukia chiquita en sus brazos.

— Siiii y Chappy también, Zangetsu es divertido.

Ichigo quería decir algo en contra de lo "divertido" que habla sido Zangetsu, pero Ichigo le dio un besito en la frente haciendo que Rukia lo abrazara.

— Quizás otro día venga a jugar contigo. ¿Tienes hambre?

— Siiii. ¿Qué vamos a comer?

— ¿Qué quieres comer?

— ¡Quiero arroz y pepinillos!

Ichigo asintió y entró a su casa, dónde su padre estaba llorando por no haber visto a mini Rukia en todo el día. Su padre era todo un caso.


Parte 6: Ella está feliz a tu lado.

Después de la cena, vino el enorme problema de bañar a Rukia. El día anterior ella había sido preparada en la mansión Kuchiki por sus doncellas y nanas, pero en ese momento debía hacerlo él y él no tenía idea de cómo asear a una niña.

Así que después de pensarlo detenidamente, Ichigo hizo lo que todo hombre al cuidado de una niña pequeña haría, llamar a la figura femenina más cercana a él en busca de ayuda.

Yuzu estaba emocionada de ayudar a bañar a Rukia y eso fue un alivio para Ichigo, quien se preguntaba cómo le había hecho su loco padre para atender a las gemelas cuando su mamá murió.

Todo parecía estar en orden hasta que Yuzu gritó y atrajo la atención de todos en la casa. Ichigo fue el primero en llegar porque estaba afuera del baño y entró rápidamente solo para encontrar a Rukia sentada en la bañera, hundida hasta la nariz y haciendo espuma y burbujitas con la boca.

Era una imagen adorable porque había espuma por todos lados y solo se veía la mitad de la cabeza de Rukia, quien tenía una expresión que demostraba lo concentrada en hacer burbujas con la boca.

— ¡Ichi-nii, Rukia-chan es adorable!

Yuzu le estaba tomando fotos que seguramente guardaría para imprimir después.

— Pensé que algo había pasado. No me asustes de esa manera.

Ichigo regañó a su hermana pero volvió su mirada a Rukia, que seguía jugando con el agua y las burbujas que hacía con la boca. De nuevo sintió un exceso de ternura dentro de él.

Yuzu se disculpó e Ichigo salió del baño, sacando a su loco padre de ahí porque estaba llorando por lo hermosos que serían sus nietos. Karin solo se había quedado parada en la puerta, con los brazos cruzados y con una expresión seria.

Cuando Rukia finalmente estuvo preparada para dormir, con otro pijama que tenía estampados de conejitos y que era probable que Isshin hubiese comprado en la tarde, ella solita se subió a la cama de Ichigo y se coló debajo de las sábanas.

— Chappy dice que le gusta dormir contigo. — Rukia dijo eso, cubriendo parte de su cara con el peluche de conejo que él le había regalado el día blanco.

Ichigo suspiró y se subió a la cama, acomodándose cómo en la noche anterior y dejando que Rukia quedara del lado de la pared para que no se cayera.

Rukia se acomodó junto a él, buscando protección, y sonrió mirándolo con sus enormes ojos violetas.

— Buenas noches.

Ichigo le dio un pequeño beso en la cabeza a Rukia chiquita, y ella también le deseó una buena noche.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Al día siguiente, después del desayuno, Ichigo decidió que era su turno de pasar el día con Rukia chiquita. Su tonto padre quería ir con ellos, pero Ichigo le dio una patada y se llevó a Rukia con él antes de que él los siguiera.

Chappy también fue con ellos.

Byakuya había sido bastante generoso con la ropa que había empacado para Rukia, por lo que ese día Yuzu le puso unos pantalones azules, sus zapatitos y un abrigo blanco sobre una camiseta de conejitos.

La primera parada en el centro comercial fue la heladería, dónde le compró a Rukia un helado pequeño y le dijo que los conejitos no podían comer helado o se podrían enfermar. Aquello era una vil mentira, pero era necesaria para no tener que comprar otro helado para Chappy.

El día anterior se estaba quejando de que Zangetsu se gastara vilmente su dinero, pero era porque Zangetsu era un cabrón. Comprarle cosas a Rukia no le provocaba malestar porque era una niña pequeña y verla feliz lo hacía feliz.

Después del helado la llevó a una zona donde había un carrusel y la subió en uno de los asientos con forma de caballo de fantasía. No se bajó del carrusel porque Rukia no se lo permitió, así que se quedó con ella durante todo el giro.

Y de último la llevó a comer. Ahí sí tuvo que comprar dos comidas infantiles, una para Rukia y una para Chappy, la cual él terminó comiendo porque Chappy solo se comió las papas fritas.

La tarde estaba por terminar cuando regresaron a la casa, Rukia estaba feliz y no dejaba de hablar de lo divertido que había sido todo, así como de lo feliz que había sido Chappy ese día.

Después de la rutina de baño, dónde Yuzu estaba encantada de ayudar, Rukia se volvió a colar debajo de las sábanas de Ichigo y se puso a jugar con su conejo de peluche hasta que Ichigo se acomodó en la cama y Rukia de nuevo se acurrucó con él.

— Descansa Rukia. ― Ichigo le dio un besito en la cabeza a Rukia y ella lo volteó a ver con sus enormes ojos violetas. — ¿Qué pasa? ¿No tienes sueño?

— Ichigo... Chappy es feliz.

Ichigo había aprendido de manera rápida que cuando Rukia decía "Chappy" se refería a ella misma. Era algo extraño, pero eso la hacía adorable.

— ¿Y tú? ¿Eres feliz, Rukia? ¿Te gusta estar conmigo?

Rukia asintió y lo abrazó como si él fuera un peluche gigante.

— Yo soy feliz contigo. Rukia es feliz con Ichigo.

— Ichigo también es feliz con Rukia, te prometo que te cuidaré siempre.

Rukia hizo un ruido con la garganta, de nuevo se acomodó y se quedó dormida abrazándolo y abrazando a Chappy.

Ichigo le dio un besito en la cabeza y luego se quedó dormido, abrazando a Rukia chiquita.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Rukia despertó antes de que el día comenzara a aclarar, se sintió cómoda y calentita, y sonrió por eso. Abrió lentamente los ojos y vio a Ichigo dormido junto a ella, con la sábana a medio caer y con una expresión pacífica.

Ella podía recordar todo lo que había pasado desde que fue el accidente en la 12va división, y aunque mucho de lo que hizo la hacía sentir un poco de vergüenza. Era como si sus emociones y deseos la dominaran en vez del sentido común.

Rukia no tenía forma de explicarlo y prefirió no pensarlo en ese momento, porque todo lo que había vivido en ese tipo había sido algo que atesoraría por el resto de su vida.

— Tonto, no sabía que eras tan paternal.

Rukia dijo eso, tomando el peluche de Chappy y acercándolo a la cara de Ichigo para darle un besito con el peluche. Ichigo se removió y movió su mano en la cama buscando algo, más dormido que despierto.

— Es temprano, Rukia ven a dormir.

Rukia se debatió entre despertarlo o acomodarse junto a él, y decidió acomodarse para seguir durmiendo junto a Ichigo, pensando en el susto que le iba a dar a él cuando despertara y la viera recuperada.

Notes:

Créditos a LaCatrina de wattpad por dar las bases para hacer una Rukia chiquita. Galletas para ti.

¡Gracias por leer!
Con amor, LunaticR