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Be My Valentine ⌇ Luckity

Summary:

"─Solo los pendejos deciden declararse a quien les gusta en San Valentín con una cartulina y todo. Lo único que hacen es humillarse solos y hacer sufrir a la otra persona de presión social.

─Sí... Solo un pendejo haría tal cosa, jaja..."

Su primer intento para confesarse a su amigo fue brutalmente destruido con tan solo unas cuantas palabras, por lo que tuvo que recurrir a un plan B orquestado por él y su grupo de amigos. Ahora tan solo quedaba esperar que todo saliera bien y su amistad de años no se viera afectada en caso de no ser correspondido...

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⚠️: Short-Fic únicamente sobre los cubitos. Nada de involucrar a los streamers irl o hacerles llegar esta historia, en ese caso será eliminada.

⚠️: En esta obra podrás encontrar; Childhood friends to Lovers, soft-fluffy, comfort, romance adolescente, primer amor, intento de comedia, contenido ligeramente sugestivo en la tercera parte.

⚠️: No se permiten adaptaciones.

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Inc. 10 feb, 2024.
Fin. 27 feb, 2024.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter 1: ─ 1/3 。

Chapter Text

──── ∗ ⋅ I ⋅ ∗ ────

 

Era la tarde de un día de clases, pero no cualquier día, pues se trataba del famoso catorce de febrero, un día bastante especial, pues se celebra el amor y la amistad. Un maravilloso día en el que las confesiones de amor abundan por todas partes ya sea con serenatas, globos, chocolates, cartas o incluso a puro grito. Podría decirse que es un buen día, al menos si no eres de los que rechazaron en frente de todos, el que fue obligado decir que sí por la presión social o el soltero que ansía que le den aunque sea un mísero chocolate derretido y no recibe ni un “Feliz día de la amistad”.

Quackity había sido este último durante prácticamente toda su vida, porque si bien tenía muchos ligues, muy pocos buscaban algo serio y él mismo esquivaba esas relaciones, sin embargo hoy había algo distinto en este día del amor y la amistad, tenía un buen presentimiento y eso lo hacía lucir más risueño que de costumbre, cosa que muy pocos notaron.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

Quackity llegó con la respiración acelerada a su asiento, puesto que había estado corriendo de un lado a otro durante el recreo, jugando a las atrapadas, eso sumado a ellos les tocaba en el tercer piso, así que tenía las piernas un poco resentidas. Sin más se sentó de manera pesada, prácticamente derritiéndose sobre el mueble de madera, percatándose rápidamente de algo.

—Váyanse a la verga, me cambiaron la silla de nuevo —se quejó en voz alta y se levantó para mirar la silla que le habían puesto—. Tiene un pito dibujado también…

Quackity suspiró y dio una veloz mirada a su salón, Luzu lo estaba mirando con una sonrisa divertida, pero él no había sido seguramente. Siguió buscando y notó a Roier intentando aguantar la risa, seguramente fue él.

—Mi venganza será terrible… —murmuró, mirando al susodicho con los ojos entrecerrados mientras apuntaba a sus propios ojos y luego los de Roier en un gesto de “te estoy vigilando, duerme con un ojo abierto” y este le sacó la lengua en respuesta, murmurando un “¿A poco sí?”.

Quackity volvió a mirar su silla y vio que tenía las patas chuecas, antes no se había caído por obra de Dios, pero si intentaba sentarse de nuevo seguramente se burlarían de él cuando se cayera. Resignado, esperó a que su profesora llegara para poder pedirle permiso de ir en busca de una silla funcional y que no ponga en peligro su vida.

Para su suerte, la profesora no tardó mucho en llegar y al ver el deplorable estado del mueble le permitió a Quackity ir al “B” para preguntar si tenían alguna silla que sobrara. El pelinegro inhaló hondo antes de ir. Era bien sabido que el A y el B se llevaban mal, eran enemigos naturales, como perros y gatos. Aunque no podía decir eso de todo el curso, puesto que Aldo, Carre y Rubius estaban en ese salón.

Lo que él no vio fue que cuando salió del salón, el castaño se levantó de su asiento y caminó hacía Roier dándose un apretón de manos con este como si hubieran cumplido con un trato. Aprovechando el tiempo que su compañero le había dado, Luzu agarró la mochila del pelinegro (la cual había quedado tirada en el suelo) y abrió los bolsillos de esta para buscar el lugar perfecto.

Cuando abrió el bolsillo más grande, notó que habían cosas típicas de alguien que se iba a declarar dentro. Una cartulina, un pequeño parlante, una barrita de chocolate y una bolsa con globos de colores.

Sintiendo un sabor amargo instalándose en su paladar y un revoltijo en su estómago, decidió desistir a la idea de efectuar su misión.

«Quackity ya tiene a alguien especial», pensó, sintiendo como todo su buen humor se apagaba.

El castaño cerró la mochila, dejando todo como estaba, elevó la mirada brevemente y se encontró con los ojos de Tina, quien lo miraba dedicándole una sonrisa para darle fuerzas. Luzu negó con la cabeza en un disimulado “ya no lo haré”. Esto provocó que el gesto de ella se deformara en una mueca triste cuando entendió el mensaje, pero cambió rápidamente a una compasiva.

«¿Y ahora qué voy a hacer con...?», los pensamientos del español se vieron interrumpidos por la oportuna llegada de su mejor amigo a la sala con una silla en mano y una mirada deslumbrante. Quizás le pasó algo bueno.

Quackity caminó con la silla por sobre su cabeza para no golpear a sus compañeros accidentalmente y luego acomodó su silla junto con la mochila. Con un aura alegre a su alrededor se sentó y luego volteó a ver a Luzu, quién se sentaba atrás de él.

’ira, justo hoy faltó Rubius y me dieron su silla. El cabrón siempre se agarra las mejores —le dijo en un tono bajito, ya que la clase ya había comenzado—. ¿Puedes creer que ni siquiera tiene un chicle pegado?

Luzu lo miró, sonriéndole brevemente y tras haberse limitado a simplemente darle un asentimiento, le indicó que prestara atención a la clase con aquel nombre resonando en su mente. El pelinegro no lo notó de inmediato, pero el de orbes rojizos estaba triste, se la pasó toda la clase suspirando pesado ocasionalmente y no participó tanto en clases. Ni siquiera él mismo sabía que pensar en Quackity enamorado de alguien que no fuera él le afectaría tanto.

Cuando la clase terminó, el pelinegro esperó impacientemente a que el castaño terminara de guardar sus cosas en el estuche. Por alguna razón desconocida para él, este de la nada estaba en cámara lenta.

—Ora, ¿Y eso? —preguntó curioso, recibiendo un “¿Hmm?” a cambio—. Que raro que no hayas escrito nada. ¿Estás bien, Lusu vlogs?

—Ah, sí. Es que no dormí muy bien hoy, así que no tengo tanta energía —contestó intentando sonar convincente y esbozando una suave sonrisa que fue observada con ojos entrecerrados por su mejor amigo.

—¿Seguro que es eso? Porque antes te veías bien. ¿No te habrás enfermado? —cuestionó nuevamente, colocando el dorso de su mano en la frente de Luzu y luego en el cuello de este para ver su temperatura. El castaño simplemente se dejó hacer, estaba acostumbrado a ese tipo de acciones porque Quackity siempre había sido muy físico.

—Me siento bien, Quacks —dijo tras un suspiro, mirando con un deje de ternura al pelinegro—. Ahora es el partido de básquet, tú querías ir ¿No? —lo intentó distraer hábilmente. Por suerte, dio resultado.

—¡No mames, sí cierto! Me distraes mucho, Lusu —le recriminó sin estar realmente molesto con él. Lo tomó del brazo y se lo llevó a paso veloz hasta el gimnasio.

Cuando llegaron, Luzu se acomodó en los bordes de la cancha, en donde se encontraba el público. Él no hacía mucho deporte, pero de vez en cuando tenía que sacar a su golden retriever a gastar energías así que lo acompañaba a sus prácticas. Y, aunque no lo admitiera en voz alta, le gustaba mucho ver a su amigo jugando, pues la pasión y energía eran liberadas por cada poro de su pálida piel.

Quackity había llegado un poco tarde al mini campeonato de básquet que se armaban los de deportes todos los jueves en el gimnasio de la escuela, por lo que tuvo que quedarse en la banca por un rato hasta que quisieran hacer un cambio.

En lo que eso sucedía, Quackity se cambiaba la polera de la institución por una deportiva de color azul, pues a su equipo le tocaba jugar con ese color para distinguirse del contrario, que era rojo. Luzu lo miraba desde la lejanía, pero en realidad se encontraba algo ausente, estaba conflictuado con sus persistentes pensamientos acerca del enamoramiento que su amigo no le había contado. Porque, obviamente, este estaba en todo su derecho de no querer decirle, pero no por ello dejaba de saberle un poco mal ¿Quizás el pelinegro no se sentía tan cercano a él como para contarle esas cosas?

Decidió dejar de sobrepensar de forma negativa y, en vista de que no podría librarse de ese tema por un rato, se dedicó a pensar quién podría gustarle a Quackity. Pasó por varias personas, a unas descartándolas rápidamente. La tarea era algo compleja, ya que su amigo le había contado que era bisexual, por lo que la lista de opciones era considerablemente más larga.

Estuvo evaluando a los “candidatos” mentalmente y ninguno le convencía. Sentía que ni las chicas ni los chicos encajaban con el tipo de Quackity, aunque este no le había dicho cuál era su tipo. Se imaginó que sería alguien como él, energético, activo y extrovertido. Decían que polos opuestos se atraen, pero bajo su lógica, si el pelinegro buscaba a alguien de forma romántica está tendría que ser capaz de seguirle el paso. En eso, se iluminó y llegó a él una persona que encajaba bastante con aquel perfil.

«Rubius… Tendría sentido que fuera él. Quackity lo persigue como un cachorro emocionado cuando lo ve», cuando se dio cuenta de eso no pudo evitar que un sentimiento amargo se volviera a apoderar de él. De fondo se lograban escuchar unos gritos y aclamaciones, seguramente de festejo o animando a los jugadores, realmente no sabía a qué se debían, ya que no eran más que un sonido ambiente para su conflictuada mente.

«Además, se ve bastante feliz con él y constantemente busca su atención», reflexionó recordando las veces que había visto a Quackity correr hacía el de cabello teñido y hablar animadamente con él y aunque sintió un violento revoltijo en su estómago que le causó dolor, pensó que, tal vez, ellos harían una buena pareja. Rubius parecía ser un buen partido para el pelinegro, él no lo veía atractivo, pero media escuela estaba tras él. Quizás los ojos verdes eran algo lindo para la mayoría.

Para Luzu, Rubius no era más que un adolescente muy alto, con un talento natural en los deportes, pero arruinándolo todo siendo estúpido, gritón, hiperactivo, inquieto, demasiado bromista para su gusto, perezoso, quizás también rebelde, desastroso y la lista se le haría eterna si siguiera, pero ¿A caso no se había enamorado de Quackity por lo mismo? Porque muchas de esas cualidades quedaban con el brillante solecito que tenía por amigo, pero en él eso era distinto, al menos a sus ojos.

Le causó gracia darse cuenta de ello y una risita se le escapó involuntariamente por ello. Todo lo que le parecía irritante en Rubius, quedaba demasiado bien en Quackity y le encantaba ¿Por qué? Él no lo entendía, y sabía que no lo lograría aunque lo intentara.

«Aunque… él dijo que Rubius hoy faltó y se veía bastante contento con eso. Si él fuera quien le gusta estaría desanimado por no poder confesársele hoy ¿Verdad?», pensó sintiendo como una pequeña chispa de esperanza nacía en su interior «Seguramente él sea quien ayude a alguien. Sí, debe ser eso».

De la nada un codazo en el rostro lo sacó de su burbuja y cuando volteó con el ceño fruncido en la dirección en la cual había sido proporcionado el golpe vio a Missa acompañado de Philza y Spreen, los tres habían estado echando porras al equipo azul. El argentino había hecho un sonido de “uuuh” cuando se percató de lo que había pasado.

—Ay, perdona, fue sin querer, de verdad —dijo Missa, poniéndose rojo de la vergüenza. No era muy cercano a Luzu, pero le agradaba y haberle propinado un golpe por ponerse medio loco le avergonzaba al mismo tiempo que le hacía gracia.

—Discúlpalo, es medio boludo a veces —agregó el otro pelinegro con gafas de sol intentando no reírse porque a juzgar por la coloración que estaba tomando la mejilla de Luzu, fue un impacto fuerte.

—Ah, eras tú. No te preocupes, puede pasar. Solo ten más cuidado, sí me dolió —contestó, sonriéndole de forma tranquila y después mirando a Spreen, no le dijo nada, pero lo volteó a ver para que supiera que lo escuchó. Le había irritado recibir el golpe, pero sabía que Missa no lo haría a propósito—. Por cierto ¿Por qué tanto alboroto?

—¿No sabes? —divagó Philza con un español que había perfeccionado a lo largo de los años por su prolongada estadía en el país—. Bueno, es porque Quackity al poco tiempo de entrar a la cancha hizo una canasta de dos puntos.

—¿Ah? ¿En qué momento? —murmuró sorprendido y luego volteó a ver a la cancha, buscando rápido el número veintiuno que siempre ocupaba su amigo. Se sintió culpable cuando lo encontró y vio que efectivamente estaba jugando en el rol de escolta, porque no había prestado atención y por ende no celebró el logro de su amigo, aunque sabía que pronto anotaría de nuevo.

Dicho y hecho, Quackity no tardó en destacar nuevamente y a los seis minutos después había hecho otra canasta, esta vez de tres puntos. Para muchos era sorprendente, puesto que el mexicano era relativamente bajo para el deporte y aún así lograba lo mismo que a los jugadores altos, compensando su falta de estatura con una buena potencia de salto y resistencia.

Esta vez el español si formó parte del público que lo vitoreaba y Quackity cuando lo encontró sonrió contentísimo de tener la atención de Luzu. Con una brillante sonrisa le hizo un signo de paz desde la lejanía de la cancha y después volvió al juego con aún más motivación.

Che, Luzu. Igual y deberías llevarle una botella de agua y una toalla después corte anime de romance, viste —propuso Spreen con una sonrisa juguetona y burlesca. Quería molestar al castaño con su crush.

—¿Y tú cómo sabes que...? —se detuvo antes de evidenciarse aún más, sintiendo que sus mejillas se coloreaban ligeramente ¿Era la fecha la que hacía que todos supieran de sus sentimientos por el mexicano?

—Dale, capo, si se te nota —contestó a la par que se acercaba para abrazar al castaño por los hombros, riendo divertido—. Sos re obvio, chavón. Ni la disimulás.

Luzu lo miró mal, frunciendo el ceño, pero sin poder negar lo que el pelinegro le decía, porque al final del día no se equivocaba en lo absoluto. Él estaba enamoradísimo del pelinegro extrovertido.

—Spreen, tampoco seas rompe pija —regañó ligeramente Missa al más alto, riéndose con la interacción entre esos dos.

—Los insultos argentinos te salen más naturales, bien ahí —lo felicitó el viciado a los videojuegos ignorando su petición mientras seguía invadiendo el espacio personal del español.

Justo cuando terminó de decir la última frase, a Spreen le llegó un pelotazo del balón de basquetbol que, a pesar de que Luzu intentó atrapar, se le escapó y le terminó dando en el estómago al de las gafas de sol, sacándole el aire y haciendo que llevara ambas manos a la zona afectada.

—Chingue su… perdón, perdón —llegó diciendo Quackity, trotando hacía donde ellos estaban con una expresión de preocupación. Luzu lo miró con ligera sospecha porque sabía que la primera reacción del pelinegro sería reírse. Algo estaba raro en aquel comportamiento, pero lo dejó pasar, quizás solo lo pensó mucho.

—No te preocupés, puede pasar… —respondió el ahora lisiado en lo que intentaba recuperar el aliento—. Igual tuve que haber estado atento.

—Bueno, espero que se te pase pronto el dolor —contestó Quackity sin saber muy bien qué decir mientras tomaba el balón y volvía a la cancha para poder reanudar el juego. Miró a su equipo con una sonrisa apenada y les pidió disculpas por haber dejado que se le escapara la pelota. Cosa sumamente extraña en él siendo que era un buen jugador.

«Lo tenías merecido, a Luzu no le gusta que lo abracen de esa forma mucho tiempo. No le agrada el contacto físico», pensó el pelinegro, intentando justificar la repentina posesividad que lo abrumó en medio partido con querer cuidar los límites de su amigo. Volteó a ver a Spreen rápidamente y le sacó la lengua de manera infantil para volver al juego con más motivación. 

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

Chapter 2: ─ 2/3 。

Summary:

Quackity intenta confesarse y se rinde antes de empezar.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

──── ∗ ⋅ II ⋅ ∗ ────

 

Quackity ahora se encontraba utilizando las duchas de la escuela, las cuales no contaban ni con una presión adecuada ni agua caliente. Estaba bastante animado ya que su equipo había ganado con treinta y siete puntos, lo cual era poco considerando cómo eran los partidos reales, pero ellos habían jugado por poco tiempo y tampoco eran profesionales, jugaban por diversión.

Cuando terminó de ducharse se secó y se vistió rápidamente. Los camerinos ciertamente daban algo de miedo y más cuando se estaba solo dentro de estos, ya que la iluminación era pobre, algunas losas estaban quebradas y de fondo se escuchaban las gotas de agua impactar contra el suelo resbaladizo.

Salió del lugar mientras sacudía su cabello con sus manos para que se secara más rápido y vio a Luzu apoyado en la pared esperándolo para que se fueran juntos a por un almuerzo antes de que el receso terminara.

—Jugaste muy bien, Quacks —felicitó el español, acercándose a su amigo de forma amigable—. Parece que golpear a Spreen por accidente te dio un golpe de suerte, comenzaste a anotar más veces luego de eso.

—¿Suerte? ¿Estás poniendo en duda mis habilidades? —cuestionó el pelinegro, mirándolo con el ceño fruncido y fingida molestia en su voz—. Que feo que seas así, mi mejor amigo desacreditando mi esfuerzo…

—Pfff, no te ofendas. Te compraré un esquite como recompensa por tu esfuerzo. Ahora vamos a por algo de comer —dijo el castaño, tomando el brazo de su amigo y llevándoselo al casino de la escuela.

—¡La arreglaste bien! No te puedo negar un esquite —respondió ahora más animado el pelinegro, siguiendo al chico y entrelazando sus manos por mera costumbre de pequeños. Aunque ahora con sentimientos de por medio, la acción antes desinteresada e inocente se había vuelto un medio silencioso de comunicar sus sentimientos y tener algo más de contacto físico.

 

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────


El almuerzo transcurrió con normalidad. Estaban comiendo lo que daban en la cafetería de la escuela y aunque no era delicioso, estaba comestible y con eso bastaba.

Al irse de ahí se acomodaron en unas mesas que de no tener cuidado se desarmarían y provocarían catástrofes. Comenzaron a charlar con tranquilidad en lo que se comían las manzanas otorgadas por el colegio.

—Oye, Lusu —lo llamó para que este dejara de mirar su celular y le prestara atención, cosa que el castaño hizo de inmediato y eso le provocó una sonrisa al pelinegro.

—Dime, Quacks —dijo de forma suave, mirándolo a los ojos. Algo en su actuar se veía con menos ánimos y eso no le agradaba mucho al pelinegro.

—¿De verdad te sientes bien? Podríamos decirle a mi mamá que nos venga a buscar a los dos —ofreció. No era tonto y sabía que su amigo estaba raro desde la segunda hora de clase. Por favor ¡Se conocían hace cuatro años! Claro que se daría cuenta de si este se encontraba mal.

—Gracias, pero no es necesario. Simplemente hoy no tengo tanta energía, ¿Bien? —dijo tras reír brevemente. Le parecía adorable que la solución que encontró Quackity involucrara irse juntos del establecimiento.

—Sé que es algo más, no estoy wey. Te conozco, Luzu —insistió, esta vez con algo de seriedad. El nombrado se sintió nervioso ante la repentina correcta pronunciación de su nombre, eso no solía suceder con el pelinegro—. Está perfecto si no lo quieres contar, pero no pretendas que no te ocurre nada.

El castaño bajó la mirada, observando la manzana entre sus manos con suma atención, notando los detalles que esta tenía en la cáscara. Le dio una mordida y volvió a mirar a Quackity, quien lo veía con una sonrisa suave que inspiraba confianza.

—Bueno, puede ser que me sienta un poco triste… —reconoció luego de masticar. De la nada sentía que estaba en una sesión de terapia en la que su psicólogo buscaba que reconociera y aceptara sus emociones—. Pero no es nada grave, ya se me va a pasar.

El pelinegro lo miró con los ojos entrecerrados, la típica expresión que hacía para comunicarle que lo estaba analizando en busca de mentiras—. Mmh… ¿Hay algo que pueda hacer para que-?

—¡Quackity! ¡Hasta que te encontramos! —interrumpieron unas voces conocidas, acercándose a los dos chicos. Quackity los miró con el ceño fruncido por interrumpirlo, pero rápidamente entendió a qué se debía todo eso.

—Con permiso, te lo robamos un ratito —dijo Mariana, agarrando al pelinegro de la muñeca para llevárselo rápidamente.

—Al rato te lo regresamos, carnal. Tú no te preocupes —agregó Aldo, yéndose detrás de ellos a paso veloz.

Luzu ni siquiera pudo decir un “está bien” por lo que se volteó, mirándolos a lo lejos con duda y notando que estaban incluyendo a su amigo en un grupo bastante grande de cinco integrantes. Reconoció a Roier rápidamente por su sudadera roja y el hecho de que a su lado se encontraba su novio Cellbit.

Obviamente no sabía lo que decían por la distancia que había, pero alcanzó a escuchar unos iiih y “uuuh” muy característicos, seguramente estaban molestando a alguno con algún tema amoroso y aquello lo hizo sentir un poco preocupado.

 

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

 

Con el pelinegro la situación era distinta a lo que Luzu se imaginaba. Todos estaban animando o molestando al de lunares por la sencilla razón de que, esta vez, él sería quién se iba humillar y arriesgar a ser rechazado cruelmente en esta fecha tan especial.

Claro, había una pequeña y minúscula posibilidad de que saliera bien y fuera correspondido, pero vamos ¿Cuántas veces una confesión hacia un amigo de hace tiempo sale bien? ¡Para eso se necesitaba tener mucha suerte y que los Dioses te amen! Y él ya se había gastado su suerte apostando, además de que ni los Dioses se decidían entre si lo querían u odiaban.

—¿Vamos a buscar las cosas 'horita o…? —preguntó Mariana un poco perdido. Lo único que este sabía con certeza era que se iba a poner alas de ángel y una aureola para parecerse un poco a Cupido mientras sujetaba un extremo del cartel.

—Sí. Creo que puede ser un buen momento… estoy muy nervioso —admitió sonriendo mientras daba saltitos en su lugar para deshacerse de los nervios—. ¿Y si no le gusta? No todos disfrutan este tipo de confesiones. Ay, no… tuve que haber escogido otra cosa ¿Verdad?

—Oye, tranquilo. No sobrepienses ahora. Ya hicimos los preparativos, no los puedes despreciar así —dijo con un tono ligeramente severo el de un metro noventa.

—Gastamos nuestros materiales para hacer el cartel y nos quedó chingón, ahora no puedes no mostrarlo —lo secundó Aldo rápidamente.

—Lo sé, perdón. Es que no estoy tan seguro de si yo le gusto —se sinceró luego de escucharlos—. Tengo muchas ganas de decirle lo que siento, pero ¿Y si mal interpreté las señales? Quizás me hice ilusiones solo.

—No te pongas negativo, mijo. Tienes que vibrar alto. Ponte pilas —le dijo Roier, colocando una mano en el hombro de este.

—Tienes razón, tengo que ser positivo —se animó. No podía estar con esa actitud, tenía que estar seguro de sí mismo.

—¡Dale, Quackityyy~! ¡Vos podés wachooo! —animaba Roier hablando con un acento argentino bastante bien logrado.

—Dalo todo, crack, ídolo, artista, master, campeón… —Aldo comenzó a enlistar un sinfín de adjetivos para darle fuerzas a su amigo.

Boa sorte. Você é lindo, cara. Tenho certeza que ele também te ama —dijo Cellbit, sonriéndole amigablemente mientras abrazaba a su pareja por la espalda de forma muy tranquila.

—Que te desea suerte dice y unas mamadas más —tradujo el chico con complejo de Spiderman al ver la ligera confusión en los rostros de sus amigos no tan acostumbrados al portugués, porque entendían algunas palabras, pero no estaban seguros de lo que había dicho.

—Máquina, tigre, fiera, toro, terremoto, maremoto… —continuó Aldo, bastante concentrado en no repetir alguna palabra.

Relâmpago, tsunami, devastador, indomável, mente suprema, guerreiro, incomparável, mastodonte… —se unió Cellbit luego de entender qué era lo que estaba haciendo el de lentes.

—Ya wey, ya entendimos —interrumpió el que se confesaría en breve mientras se reía para luego hacer una pausa y dedicarle una mirada agradecida a sus amigos—. Gracias por el apoyo. Son los mejores cuates que podría desear.

—Aaaw, cuando quieras, para eso andamos —contestó Roier sonriente, entre enternecido y con ganas de reírse porque claramente Quackity lo había dicho de esa forma para no sonar tan cursi.

—Bien. Haré así para decirles que extiendan el cartel y activen la música —indicó, haciendo con su mano un gesto de “ok” a lo que sus amigos asintieron efusivamente, en parte emocionados por ayudar con una tarea así.

—Ya ándate, Luzu lleva mucho rato solo. Después le decimos a Arin lo que hay que hacer. ¿Dónde se metió…? —divagó Mariana mientras le daba unos empujoncitos a su amigo para que fuera con su amado.

—Espera, toma esto —se acercó rápidamente Aldo y le dejó una pequeña paleta roja con forma de corazón—. Para que se lo des a tu príncipe.

—Ah ¡Gracias! —dijo recibiendo el dulce y dándole un breve abrazo al de lentes, agradeciendo como estos lo ayudaban con la "Misión; Amor".

Tras esto Quackity se fue a la mesa donde estaba Luzu y le ofreció el caramelo, el cual fue recibido con una sonrisa llena de ilusión. Luego, el pelinegro le sugirió que comenzaran a caminar por el patio, de esta forma podría voltearse de forma algo más disimulada para hacer la seña correspondiente.

En lo que caminaban y Luzu intentaba averiguar discretamente de qué habían estado hablando mientras se comía la paletita, vieron como se comenzaban a aglomerar estudiantes en cierta parte de la escuela. Desde donde estaban se podía ver que iban con globos

—Mira, mira. Ahí va un valiente —dijo el pelinegro con lunares dándole codazos a su amigo para que viera en la dirección en donde se amontonaba la gente.

—Solo los pendejos deciden declararse a quien les gusta en San Valentín con una cartulina y todo. Lo único que hacen es humillarse solos y hacer sufrir a la otra persona de presión social —el español hizo comillas con las manos hablando con bastante seriedad—. Y además, después se enojan si no son correspondidos.

—Sí… Solo un pendejo haría tal cosa… —dijo entre risitas incómodas, luego volteó a ver a sus amigos (quienes los seguían desde una distancia prudente) y les hizo una seña de negación. Ni siquiera pudo hacer mención sobre la expresión mexicana que había usado Luzu, quien muchas veces omitía los modismos.

Sus amigos lo miraron y después se vieron entre sí, bastante confundidos.

—Esa no es la señal que nos dijo…

—Que wey ¿Se le habrá olvidado su propia señal?

—No creo, tampoco era muy difícil. Quizás es porque-, oh... ¡Aborten misión!

—¿Estás diciendo que me puse las alas de ángel para nada?

Quackity suspiró al notar como sus amigos comenzaban a hablar demasiado en vez de ir a algún lugar para esconder las cosas, así que luego de que Luzu dijera que iría al baño, se acercó a ellos con bastante prisa y un semblante decaído.

—Se cancela la confesión con serenata, Luzu odia esas cosas —confesó con un suspiro agotado el pelinegro, mirando con tristeza a sus amigos.

—¡Su puta madre! ¡Nos desvelamos haciendo esta cagada para nada! —exclamó Roier mirándolo con molestia mientras le mostraba el cartel—. ¡Tengo ojeras de a huevo!

—¡Arin! ¿Por qué no dijiste que no le gustaban esas cosas? ¡Eres su hermano, se supone que lo conoces! —dijo Aldo volteando a ver al castaño de ojos azules y facciones similares a Luzu que se había unido al grupo cuando los chicos fueron a buscar las cosas.

—No pasamos tanto tiempo juntos —respondió encogiéndose de hombros luego de haber dejado el parlante en el suelo.

—¡No mames, Roier! ¿Cómo le vas a poner que si quiere ser el “:” de mi “v”? —dijo riéndose el pelinegro tras mirar la cartulina que le había quitado a Roier de las manos, buscando algo con lo que distraerse y no pensar negativamente.

—Que conste que el de la idea fue Aldo —contestó el anteriormente nombrado.

—No, no. Yo propuse; “¿Quieres ser el «papu» de mi «lince»?” —corrigió el pelinegro con lentes colocando sus manos en la cintura.

—Se les ocurren puras pendejadas a estos —dijo Mariana riéndose.

—Tú no tienes derecho a hablar. Propusiste decirle “tilín” y ese ya está muy quemado —dijo Roier de inmediato para desviar la atención y que lo dejaran de criticar a él. Mariana lo miró mal, sintiéndose ofendido.

—Cada uno es peor que el otro, que bueno que no le mostramos la cartulina —los interrumpió Quackity antes de que se extendiera mucho más la charla. Arin le dio la razón asintiendo con la cabeza—. Ya van a tocar la campana, deberíamos irnos. ¿Me guardan la cartulina y las cosas en la mochila? Tal vez lo intente cuando no haya gente.

Obvi, bobis —dijo Roier de inmediato, mostrando su pulgar hacia arriba en un gesto de aprobación.

—Que no se noten, por favor. Si es necesario doblen la cartulina —agregó por último para después ir trotando hacía donde se encontraba Luzu, buscándolo. Cuando se reunieron nuevamente, el mexicano comenzó a entretenerlo un poco más para que sus amigos tuvieran tiempo de esconder las cosas.

—Ese wey… ¿Ustedes creen que lo logre? —preguntó Aldo mientras el grupito se encaminaba a la sala a paso veloz.

—La neta, no sé, pero le deseo suerte —contestó Mariana—. ¿Luzu ha dado señales de que le guste?

Tras esa pregunta todos voltearon a ver al hermano del español, el cual al notar la atención sobre él se encogió de hombros nuevamente después de un rato.

—No habla mucho sobre Quackity, aunque las veces que lo ha nombrado solo han sido para halagarlo —respondió después de pensarlo por unos momentos mientras subían las escaleras.

—Bueno, supongo que eso es algo.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────


Cuando regresó el dúo a la sala, se pudo notar un cambio en el aire, puesto que ambos estaban más tranquilos que de costumbre, si así podría decirse, puesto que en realidad; Luzu y Quackity se encontraban pensativos. Eso hacía que la sala se sintiera un tanto vacía con la quietud de los dos mejores amigos del salón, porque aunque el castaño era relativamente tranquilo, el de lunares siempre lograba arrastrarlo a sus desastres y convencerlo de hacer alguna actividad que bien podría hacerlos ganar una reprimenda.

Las clases pasaron con naturalidad, en un silencio inusual, pero tranquilas. Hasta que reventaron la burbuja de pensamiento del pelinegro más pálido.

—¿Quackity?... ¡Quackity! —dijo la voz de uno de sus compañeros, dándole toquecitos en el brazo.

—¿Eh? ¡Ah! ¡Presente! —exclamó el nombrado cuando pudo distinguir que le hablaban a él.

—Te preguntaron cuál era la capital de Brasil —aclaró su compañero, mirándolo divertido mientras se escuchaban las voces y risotadas de sus compañeros de fondo.

—Oh, perdón… es Brasilia —dijo Quackity tras aclarar su garganta, mirando a la profesora con la cara roja de la vergüenza. Las burlas de sus compañeros lo hicieron sentir pequeño y tímido, haciendo que terminara por ocultarse entre sus brazos, recostándose sobre la mesa de su pupitre.

—Eso es correcto —contestó dedicándole una sonrisa maternal al pelinegro—. Ya chicos, ni siquiera fue tan gracioso ¿Quieren que les deje tarea extra? —amenazó de forma severa, puesto que se estaban metiendo con su estudiante preferido (aunque ella siempre dijera que los quería a todos por igual como si fueran sus hijos).

Los estudiantes se calmaron y volvieron a pretender que prestaban atención.

Quackity bufó con frustración, siendo eso audible para el castaño que se sentaba atrás de él y había estado atento a su mejor amigo.

Luzu se inclinó sobre la mesa y le dio toquecitos en la espalda a su amigo, de manera suave y tranquila. Cuando el pelinegro volteó a verlo, ambos se sonrieron y el español le dio un papelito al de menor estatura, quien lo recibió confuso.

“¿Estás bien, patito?”

Al leerla el más pálido sonrió y de inmediato agarró su lapicera azul, y comenzó a escribir su respuesta. Luego subrayó el “patito” y dibujó un pato con cara de interrogación junto con la bandera LGBT+ y un signo de pregunta.
Luzu al recibirla respondió de igual forma para después dibujar un tigre con cara de que lo estaba juzgando.

De esta manera comenzaron a intercambiarse el papelito durante la clase cuando la profesora no miraba y con eso los pensamientos negativos de ambos desaparecieron momentáneamente.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────


El buen humor de ambos duró hasta que la jornada escolar del día terminó y los estudiantes eran libres por fin. Debían ir a sus casas o algún otro plan que tuvieran.

Quackity y Luzu caminaban en cámara lenta hacía la salida sin siquiera hablar, se encontraban nerviosos, pero no se querían separar. Arin venía detrás de ellos, estaba esperando a su hermano para que se fueran juntos a su casa, pero un poco alejado para darles espacio.

Los amigos no se percataron de la tercera presencia, puesto que venían pensando muchas cosas y en el fondo guardaban la pequeña esperanza de que el otro se animara a pedirles ser su San Valentín, a estas alturas se conformaban que fuera por el día de la Amistad incluso. Lamentablemente para ambos, aquello no pasó y tuvieron que separarse yendo cada uno por su lado.

El pelinegro se despidió del castaño y cuando estuvo suficientemente lejos de este, comenzó a correr rápido hasta su casa. Cuando llegó llamó a sus amigos y les dijo que la misión se iba a reanudar, pero no sería en un lugar demasiado público, sino que irían a su casa y para ello necesitaba la ayuda de sus amigos. Estos últimos aceptaron sin darle mucho problema.

El grupo se organizó y una idea sobre una confesión más “icónica” como la llamó Roier, surgió. Ayudarían a que el pelinegro le pidiera a Luzu ser su San Valentín por el resto de la tarde de una manera distinta a la convencional. Una vez todos estuvieron de acuerdo y se comprometieron a cumplir con su parte, comenzaron a ver los detalles.

Mariana tenía muchos disfraces, así que irían a su casa y una vez todos reunidos y teniendo lo que necesitaban en su posesión, Cellbit los llevaría a todos a la casa del castaño en su camioneta para poder darle inicio a la última etapa de la misión.

 

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

Notes:

Actualización mañanera, a la noche les traigo la tercera y última parte. ¿Les gustó la aparición especial de Arin? Necesitaba añadirlo de alguna forma, quiero mucho a ese personaje.

En fin, sin nada más que decir; Bye, bye, ¡Nos leemos próximamente!

Chapter 3: ─ 3/3 。

Summary:

Es hora de la cita "icónica".

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Jenny - Studio Killers
⇆           ◁     ||     ▷         ↺

──── ∗ ⋅ III ⋅ ∗ ────

 

Por suerte, todo salió tal y cómo lo habían planeado por el chat grupal. No tuvieron contratiempos y hasta hicieron un pequeño guión sobre cómo harían todo. Quackity se encontraba más que contento con lo que sus amigos estaban haciendo para ayudarlo y no podía estar más agradecido por tener gente tan increíble a su lado.

Ahora se encontraban estacionados a unas dos casas del hogar de Luzu, puesto que no querían ser vistos tan fácilmente. Sintiendo los nervios a flor de piel, los chicos tomaron algunos elementos para su vestimenta, unos caballitos de palo, algunos otros objetos para la ambientación y, obviamente, el parlante.

Los chicos, sintiéndose todos ligeramente nerviosos y ansiosos, se aproximaron a la casa de la persona especial de Quackity.

Roier corrió hacía la puerta, tocando el timbre cuando Arin les avisó que Luzu se encontraba desocupado y podría prestarles atención sin problema. Una vez tocó, se alejó trotando y todos tomaron sus posiciones.

El castaño abrió la puerta confundido, puesto que no estaba esperando visitas, pero su expresión cambió rápidamente a una curiosa e impresionada, pues tan pronto como se asomó el show comenzó.

Luzu pudo ver a Quackity y su grupo de amigos con aquellas vestimentas medievales y no pudo evitar hacerse ilusiones rápidamente. Su corazón se aceleró imaginando lo que ocurriría y una sonrisa se formó en su rostro moreno. Era algo muy curioso, pero siempre supo que el pelinegro podía ser bastante creativo y único cuando quería.

Quackity se caracterizó de rey. Llevaba un chaleco azúl rey con bordados dorados, una capa del mismo color con unas hombreras doradas y una corona, el resto era ropa común, pero lograba combinar con su traje. Y aunque se notaba que la vestimenta no era precisamente de primera calidad el chico lograba lucir bastante lindo, cosa que no le sorprendía.

Aldo iba a la cabecera del grupo montando un caballo de palo, Luzu no tardó mucho en comprender que este vendría siendo el cochero de la carroza, ya que Quackity y Mariana iban atrás de este avanzando a un ritmo similar. Roier por otro lado, iba en su propio caballo de palo por ser un caballero, mientras tanto Cellbit reproducía el audio de cascos de caballo junto con una música medieval tranquila para ambientar.

Roier llevaba una humilde espada para hacerlo ver como un caballero, Mariana iba con un gorro similar al de un bardo, puesto que tenía una pluma pronunciada y llevaba en sus manos una cartulina enrollada. Aldo era el más sencillo de todos y solo llevaba un chaleco negro sencillo, pero que revelaba su estatus como cochero.

El sonido de los caballos cesó y cuando Mariana hizo como que se bajaba de la carroza, sonó una trompeta para anunciar la llegada del rey y este mismo “bajó” de la carroza de igual forma, parándose derecho con una mano tras su espalda y la otra por delante de su estómago dándole un porte elegante. El castaño observaba todo con una sonrisa divertida, disfrutando enormemente del evento que se desarrollaba en la puerta de su casa.

—El rey de Duckingdom; Quackity primero, lo invita cordialmente a usted, Sir Luzu Vlogs como su pareja para el baile de las máscaras que dará el rey San Valentín en su reino —dijo el bardo Mariana, leyendo la cartulina que pretendía ser algún tipo de pergamino por él como estaba doblado—. ¿Acepta usted esta invitación?

Entonces se formó un silencio tenso, todos se encontraban expectantes ante lo que respondería el castaño de ojos rojos e incluso Arin contuvo la respiración mientras grababa.

—Yo, Sir Luzu Vlogs agradezco enormemente que el rey Quackity me haya tomado en consideración para este tan importante evento. Será un placer para mí ser su pareja para el baile —contestó con una sonrisa amable y un rubor en sus mejillas para luego dar una ligera reverencia con su cabeza.

Todos miraron más que sonrientes a Quackity, conteniendo la emoción y ganas de gritar, puesto que debían mantener sus apariencias medievalezcas.

—Muy bien, entonces usted, Sir Luzu Vlogs bailará con el rey Quackity primero en la fiesta del rey San Valentín —dijo Mariana, haciendo como que anotaba algo en el papel, luego enrolló este mismo, sacó de quién sabe dónde una corona y la acomodó en la cabeza del enamorado de su amigo. Luego de todo eso, se dio media vuelta rumbo a la carroza imaginaria lleno de orgullo.

Luzu miró un poco confundido esto, pero luego sonrió al ver que quien se acercaba ahora era Quackity con una sonrisa nerviosa pero igualmente emocionado.

—Es un placer para mí que haya decidido aceptar mi propuesta. Aquí tiene, son para usted, Sir Lusu —habló con una tranquilidad que transmitía su timidez mientras extendía una linda rosa que había escondido tras su espalda hacía el castaño.

—Muchas gracias —respondió con una sonrisa, sintiendo sus mejillas calentarse—. No tengo nada que darle en este momento, pero se lo recompensaré a su debido tiempo, su majestad.

Roier le dió un codazo juguetón a Aldo mientras comentaban cosas con Mariana sobre lo atrevido que había sonado aquello. Los tres amigos estaban riéndose mientras Cellbit, ligeramente desesperado, intentaba encontrar el audio de los caballos nuevamente para cuando tuvieran que irse.

Ora, Lusu, qué coqueto —comentó riéndose el mexicano, saliéndose de su papel por un momento para después reincorporarse de forma más seria a la conversación—. Uhm, puede que esto parezca broma, pero te prometo que no lo es…

Luzu guardó silencio, sintiéndose nervioso nuevamente al mismo tiempo que sus latidos se aceleraban. El pelinegro lucía sumamente lindo con aquella ropa, las mejillas sonrojadas mientras jugaba con sus dedos y esa forma tímida de comportarse que era totalmente nueva para el castaño. Todo ello le hacía sentir un calor agradable en su anatomía.

—Yo tampoco estaba bromeando. Acepté tu cita ¿No? —dijo dedicándole una sonrisa amable y tomando un poco las riendas de la situación para darle más seguridad al que, seguramente, para mañana ya no sería su mejor amigo.

Quackity lo miró con duda y luego una sonrisa junto con un brillo de ilusión en sus ojos se hicieron presentes en su rostro. Ahora sentía más confianza para comunicarle sus sentimientos al chico, puesto que este no se veía decepcionado o asqueado en lo absoluto.

—Sé mi San Valentín, Luzu. Y no lo digo por el día de la amistad —terminó por decir, mirando con una expresión determinada y totalmente sincera al chico que le gustaba.

—Acepto. A cambio, tú serás mi San Valentín, Quackity —contestó, mirándolo con un profundo cariño y dedicándole una de las sonrisas más únicas que había hecho, pues estaba llena de ilusión y esperanza por el posible florecimiento de una relación aún más íntima; una romántica.

El pelinegro lo miró embobado, admirando la deslumbrante sonrisa que tenía la oportunidad de ver. Incluso los amigos de Quackity se sorprendieron al descubrir que el emo podía hacer esa clase de expresiones.

Quackity, sin contener más su emoción abrazó fuertemente a Luzu y tal como si fuera una película le dio par de vueltas mientras lo cargaba en brazos, haciendo que el castaño se pusiera tenso del susto y se afirmara a él fuertemente. Todo esto fue grabado por Arin con una sonrisa satisfecha, estaba contento por su hermano gemelo.

—Bien. ¿Te parecería bien que hoy nos la pasemos en mi casa y mañana salgamos temprano a algún lugar? Como una cita oficial, si gustas —propuso el castaño una vez estuvo en el suelo. Y viendo que Quackity estaba demasiado emocionado le revolvió el cabello por impulso.

—¿Uh? ¡Oh, sí! ¡Me encantaría! —contestó sonriente el más pálido, animado con la disposición de Luzu para ser su San Valentín—. La verdad no había planeado mucho que hacer después, estaba seguro de que me rechazarías… —se sinceró mirándolo con cierta culpa y vergüenza, es que jamás pensó que llegaría tan lejos.

Luzu lo observó suavizando su mirada rojiza y tomó el mentón del pelinegro, acercándose a él y depositando un beso tierno en la mejilla de este. Iba a dárselo en los labios, pero se sintió nervioso a medio camino y decidió que para empezar estaría bien uno en la mejilla, ya que nunca se los daban, ni siquiera como saludo.

—No te preocupes por eso, podemos cocinar algo y ver una película, o criticar a la Rosa de Guadalupe como te gusta —dijo de forma suave y cariñosa luego de su pequeña muestra de afecto.

Quackity lo miró embobado por unos segundos y luego asintió de forma lenta y torpe mientras colocaba sus manos en sus mejillas, sintiendo como su cara ardía y en su estómago revoloteaban furiosamente unas mariposas.

—Bueno, chicos, creo que es hora de que se vayan —dijo Arin de forma discreta una vez vio que era mejor dejar de grabar y darle algo de privacidad a la pareja para que pudieran sincerarse sin sentirse presionados.

—Arin, ¿Quieres pasar el día de la amistad con nosotros? A diferencia de Roier y Quackity, nosotros aún no tenemos ligue —propuso Aldo, planeando dejarles casa sola al par.

—Está bien, no tengo nada mejor que hacer para hoy de todas formas —respondió encogiéndose de brazos. Además, si sucedía algo no quería tener que ver a su hermano besándose con alguien. Las situaciones románticas y sobretodo sexuales le generaban rechazo.

Luzu se dio la vuelta al ver que los chicos se irían y entró a la casa, sabiendo que el pelinegro entraría después cuando quisiera. Mientras tanto él aprovecharía para ordenar un poco.

Quackity corrió rápidamente hacía la camioneta de Cellbit, en dónde se habían reunido para ser llevados hasta sus casas.

—¡Lo logré! ¡Hoy veremos películas y mañana saldremos para una cita! —celebró el de lunares con la energía restaurada. Parecía un golden retriever hiperactivo en toda la regla por cómo daba saltitos en su lugar para liberar energía.

—Felicidades, hoy remojas el churro. O te lo remojan, lo que te guste más —dijo el Mariana, riéndose mientras lo molestaba dándole un codazo juguetón.

—Mi señora madre me dijo que eso se hacía hasta el casamiento —reprochó el más bajo, cruzándose de brazos y fingiendo molestia mientras intentaba no ser obvio con sus mejillas ligeramente sonrojadas—. Pero si se da la oportunidad, bienvenida sea —terminó por decir entre risas.

—Toma, por si acaso. Cuidarse es muy importante —dijo Roier abrazándolo por los hombros mientras le extendía una tirita de condones que el pelinegro aceptó y guardó rápidamente.

—Yo pretenderé que no sé nada… soy una tumba —murmuró Arin sintiéndose algo consternado con la situación, prefería olvidar esto. Le resultaba extraño que hablaran de esas cosas sobre un familiar suyo.

—Tú súbete al auto, te vamos a comprar las gomitas que tanto te gustan para la pijamada —dijo Aldo dándole un empujoncito al chico. Sabía que para él los temas sexuales eran incómodos y no lo culpaba por eso.

—¡Okay! —respondió animado y con la primera sonrisa del día mientras se subía a los asientos de atrás de la camioneta, totalmente apaciguado como si fuera un niño pequeño al cual le prometen pasar a por una Cajita Feliz luego.

—¡Yo quiero ir atrás! —exclamó Roier emocionado, corriendo hasta el maletero de carga. Cellbit lo miró mal, porque podría ser peligroso y quizás qué pensarían de él, pero bueno, la vida solo es una y además no le costaba mucho complacer a su novio al menos un rato.

—Bueno, te cuidas mijo. No hagas nada que no quieras y tampoco lo obligues a él —aconsejó Mariana de forma paternal, ahora revolviéndole un poco el pelo a Quackity.

—¡Ya, wey! ¡No estoy tan pendejo! Y tampoco soy un niño puberto que no sabe nada —reclamó frunciendo el ceño, sintiéndose ofendido de que Mariana creyera necesario recordarle eso—. Pero gracias por toda la ayuda de hoy, sin ustedes quizás no me habría animado nunca.

—Lo sabemos. Te queremos, Quackity, ten un lindo día con tu amorcito~ —dijo Aldo sonriendo y pronunciando el apodo de forma burlona, haciendo que Quackity chillara de nuevo con molestia.

Después de unos breves intercambios de palabras los tres se abrazaron y se despidieron. El pelinegro de lentes y el castaño de un metro noventa se subieron con Roier en la parte de atrás bajo la mirada de desaprobación de Cellbit, mientras que Quackity se fue hacia la casa de Luzu.

Merda, meu pai está em casa! Não pedi permissão para usar o caminhão —fue lo último que escuchó el mexicano después de entrar y cerrar la puerta. No entendió mucho, pero supuso sería un problema para Cellbit.

 

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

 

Ambos chicos se encontraban ahora en la cocina de Luzu con la playlist compartida que tenían en Spotify sonando de fondo para volver el ambiente más ameno y que los nervios no los hicieran quedar en silencios incómodos.

—¿Y qué vamos a cocinar? —preguntó Quackity emocionado mientras lavaba sus manos en el fregadero de la cocina.

—Tengo los ingredientes para una pizza o para un pastel ¿Qué prefieres? —respondió el castaño, revisando su refrigerador y haciendo memoria de lo que le quedaba en las alacenas.

—El pastel es más difícil, hagamos ese —decidió con una sonrisa determinada mientras se colocaba un delantal que siempre le prestaba Luzu cuando iba a su casa con la frase “I promised I washed my hands”, escrito con la horrible font comic sans y una foto de fuego.

—Está bien. Yo me encargo del bizcocho. Tú has el merengue, Quacks —le encargó el castaño mientras le arreglaba las tiras del delantal al más bajo, puesto que había hecho el nudo de forma un poco desastrosa.

—Luzu ¿Te puedo besar? —preguntó el pelinegro luego de unos segundos admirando el rostro del español tan cerca, tomando al castaño por sorpresa. Incluso había pronunciado su nombre correctamente, dándole un tono muchísimo más serio a la situación.

—¿Tiene esto algo que ver con que esté sonando “Jenny” ahora mismo? —cuestionó de vuelta el castaño, riendo nerviosamente mientras sus mejillas se sonrojaban. El de ojos cafés había sido demasiado directo y aquello hizo que su corazón se acelerara.

—Puede ser, porque definitivamente quiero arruinar nuestra amistad —respondió Quackity de una manera coqueta. Había obtenido confianza de golpe y no sabía de dónde, pero la utilizaría sin dudarlo—. Deberíamos ser amantes en su lugar. ¿Qué dices? Porque no puedo más con la tensión.

—Eso me gustaría mucho… pero yo no sé besar, Quacks —admitió con vergüenza el más alto luego de reírse por lo anteriormente dicho por el pelinegro, pero aceptando el ofrecimiento, después de todo no es como si no lo deseara.

—Yo tampoco… ¿Por qué no aprendemos y mejoramos juntos? —propuso Quackity, volviéndose un poco más coqueto en el proceso, incluso su tono de voz se había vuelto un poco más grave. Se sentía extraño comportarse de esa forma con el que había su amigo desde siempre sin que fuera una broma, pero no le disgustaba en lo absoluto.

Luzu se quedó callado, mirando al pelinegro y lentamente su rostro comenzó a cambiar de color a uno más rojizo, incluso sus orejas habían sucumbido al rubor, si fuera una caricatura definitivamente le estaría saliendo humo de las orejas. El mexicano soltó una risita al ver esto, disfrutando de sobremanera el cómo había “echado a perder” al de ojos rubí.

—¿Sí vas a aceptar o me vas a tener esperando tu respuesta eternamente? —cuestionó nuevamente el de lunares, con una sonrisa juguetona y confiada mientras se acercaba al castaño.

—Ah- oh, ¡Sí! Ehem- —se aclaró la voz luego de su exclamación intentando recobrar la compostura, puesto que había sonado demasiado nervioso y casi desesperado—. Sí quiero, no me molestaría para nada.

—Bueno, espero que no te moleste, pero yo soy bien pinche pegote e intenso a veces, Lusu —advirtió el pelinegro, colocando una mano en la cintura del castaño para acercarlo a él. El contrario, sin querer quedarse atrás, colocó sus manos alrededor del cuello de este y se acercó de forma lenta.

—No tengo ningún problema con eso, Quacks —murmuró cariñosamente mientras sus rostros se aproximaban. Los nervios aumentaban a cada segundo y Luzu estaba seguro de que los latidos de su corazón podrían hasta ser audibles para el pelinegro.

Sus respiraciones se mezclaron y, dejándose llevar, cerraron sus ojos mientras cerraban los últimos milímetros de distancia entre ellos. Sus labios se tocaron finalmente, enviándoles pequeñas sensaciones similares a descargas eléctricas junto con escalofríos. Finalmente estaban besando al chico que tantas veces les había robado el sueño y aquello no podría darles más felicidad, se sentía cálido, tímido y por sobre todo; Correcto.

Bien, sus labios se estaban tocando, pero… ¿Ahora cómo debían proceder? Ninguno había tenido experiencias enriquecedoras, lo más cercano fueron besos en la mejilla o cortos picos en los labios por los retos de la botella, pero ninguna experiencia real a la cual llamar primer beso siquiera, por lo que su conocimiento era nulo.

Los segundos se comenzaron a sentir ligeramente tortuosos y en vista de que ninguno quería separarse aún por la expectativa de lo que sucedería, Quackity decidió animarse e intentar el primer movimiento. Con torpeza entreabrió su boca para intentar morder el labio inferior de Luzu como había visto hacer a algunas parejas, sin embargo sus narices chocaron y ambos se separaron por el golpe.

Con los rostros sonrojados mientras se sobaban la nariz, se miraron en un silencio ligeramente incómodo, como si estuvieran haciendo una guerra de miradas mientras las pequeñas lágrimas de dolor se acumulaban en los ojos de ambos. Luego estallaron en risas, burlándose juntos de la inexperiencia de ambos la cual hacía sentir toda la situación mucho más íntima y pura.

¡Chingue su-! Perdón, Lusu, no sé cómo le hacen los chavos —dijo mientras reía y lloraba al mismo tiempo, cubriendo su nariz con una de sus manos. Le daba muchísima vergüenza haber provocado que ambos se golpearan, pero si Luzu era su primer beso no le molestaba salir algo lastimado en lo que aprendía.

—No te preocupes, no me tuve que haber quedado quieto. Esto no es tan fácil como lo hacen ver en las películas —contestó, riéndose también. El golpe no le había dolido tanto en realidad, pero la nariz al ser sensible provocaba aquellas lagrimitas al más mínimo estímulo.

—Uhm… ¿Otra oportunidad? —propuso Quackity, con una sonrisa divertida. Se sentía con más confianza ahora ya que Luzu no había reaccionado de alguna forma negativa y en su lugar se lo tomó con alegría.

—Claro, a fin de cuentas dijiste que íbamos a aprender juntos ¿No? —respondió con una sonrisa suave, ya más calmado y con una ligera idea de lo que debían hacer para que resultara—. Creo que tenemos que inclinar un poco la cabeza a nuestra derecha para no chocar.

Quackity asintió más determinado, tomó la mano más morena entre las suyas y depositó un beso mariposa en los nudillos de este, provocando un nuevo sonrojo en las mejillas del castaño por la dulce acción. Ambos eran el primer beso del otro, y era totalmente de esperarse que apestarían en el área la primera vez, pero aquello lo volvía más especial a la vista de ambos, así que decidieron volver a intentarlo.

Ya menos tensos y con la mayor parte de sus nervios disipados debido a las risas que habían compartido y aquella tierna acción por parte del más pálido, se aproximaron nuevamente. Esta vez Luzu tomó el mentón del de ojos cafés y lo acercó a él, creando un ambiente  distinto, uno con una chispa diferente, se sentía ligeramente más pasional.

Esta vez ninguno se quedó quieto cuando sus belfos se tocaron, la vergüenza ya había pasado por lo que no estaban rígidos como al inicio, así que probaron inclinando sus cabezas de forma lenta a sus derechas mientras abrían ligeramente la boca. Se turnaban para mover sus labios sobre los ajenos, probando cosas nuevas con cada movimiento e intentando averiguar sobre la marcha cómo hacer que funcionara.

Para sorpresa de ambos, resultó que incluso sus labios tenían una gran compatibilidad y parecían encajar sobre los contrarios cual rompecabezas, como si hubieran sido hechos específicamente para estar juntos. Sus movimientos también se sincronizaban, la química que tenían les permitió disfrutar de su primer beso y no tenerlo como una mala experiencia.

Conforme pasaban los segundos su confianza iba aumentando, pues aprendían rápidamente y ambos ponían de su parte para sentirse cómodos. Quackity acariciaba la cintura y espalda de Luzu de forma cada vez más intensa y necesitada, pero no por ello menos amorosa. El castaño por otra parte acunaba el rostro del mexicano entre sus manos y ocasionalmente una de estas iba hasta el pelo de este, jugueteando con su cabello y provocando todo un desastre en las hebras azabaches.

Se separaron tras un par de minutos, con sus respiraciones más pesadas y algo aceleradas, sus mejillas brillaban en un rojizo intenso producto de toda la sangre y el calor que se acumulaba ahí y sus ojos que lentamente abrían se buscaban presurosamente.

—Eso salió muchísimo mejor —comentó Luzu, mirando al pelinegro con una sonrisa cálida, admirando la obra de arte que había creado con su cabello desordenado y los labios brillantes.

—Eso es porque aprendemos rápido —respondió, devolviéndole la sonrisa. Se sentía tan cómodo entre las manos del castaño que llegó a sentir que las extrañaba cuando este las acomodó sobre sus hombros para descansar un poco.

—Tus labios todavía no están hinchados ¿Podemos seguir? —preguntó el español, con su mirada rubí volviéndose juguetona mientras tocaba el labio inferior de Quackity con su pulgar, esta vez siendo él el atrevido.

Quackity lo miró sorprendido y luego río, esta vez tomando él entre sus manos el rostro del más moreno, acercándolo de inmediato. No tardaron en unir sus labios nuevamente y comenzar a darse rápidos y cortos besos que llegaban a provocar sonidos algo húmedos.

—Creo que será mejor que pidamos un delivery, porque a este ritmo no cocinaremos nunca —dijo divertido el pelinegro cuando sintió como Luzu lo levantaba por los muslos y lo sentaba en la isla de la cocina para poder seguir besándolo al mismo tiempo que lo encerraba colocando sus brazos a los lados de él.

—Yo estoy bastante contento con mi comida ahora mismo ¿Tú no? —respondió susurrando de forma coqueta y juguetona en el oído de su “amigo”. Acababa de descubrir su nueva actividad favorita y fácilmente podría considerarse adicto a ella.

—Sí, pero- —el de lunares fue interrumpido por un par de besos húmedos que el contrario había decidido dejar en la piel expuesta de su cuello—. Lu-luzumierda… —jadeó cuando sintió como el castaño lo mordía ligeramente y luego succionaba haciendo un chupetón.

El nombrado se apartó y lo miró sonrojado, nunca se había imaginado cómo sonaría su nombre saliendo entre jadeos de los labios del chico que le gustaba y no podía ser más perfecto ¿Cómo había vivido tanto tiempo sin escucharlo? ¿Sin besarlo? ¿Sin tenerlo de esta forma tan íntima? No lo sabía, pero no se veía capaz de vivir sin todo aquello ahora.

Quackity lo miró de vuelta en completo silencio mientras sentía todo su rostro arder. Acababa de descubrir que el cuello era posiblemente una de sus zonas erógenas y no sabía cómo sentirse con aquella información, porque sólo habían sido unos besos, pero habían sido maravillosos.

—Ay no, qué vergüenza… olvida eso —dijo avergonzado mientras se cubría el rostro. No se suponía que Luzu lo escucharía diciendo su nombre de esa forma tan… inapropiada, por lo que decidió cambiar de tema sacando el celular de su bolsillo—. Voy a ordenar sushi ¿Te parece bien?

—Ehem, sí. Claro —se aclaró la voz para luego alejarse, dejando de acorralarlo contra la isla—. ¿Te hice sentir incómodo? —preguntó preocupado el castaño, mirándolo con cierta culpa.

—¡No! No, no… —se apresuró a aclarar el pelinegro, dejando su celular a un lado para después tomar la mano de Luzu, buscando que se acercara de nuevo—, es solo que me dio mucha vergüenza haber hecho un sonido así.

—¿Estás seguro? Porque no me molestaría cambiar alguna cosa con tal de que estés cómodo —contestó, correspondiendo el toque del más pálido y se acercó para apoyar su frente en el hombro de este cual cachorro buscando más afecto.

—¡Te lo juro! No me incomodaste, de hecho… se sintió muy bien y por eso me puse nervioso —confesó, bajando el volumen de forma progresiva mientras hablaba, sintiéndose avergonzado nuevamente—. Pe-pero es muy lindo que te preocupes tanto por mí, gracias.

—Oh… —musitó entendiendo la situación y sonrojándose de nuevo. Se había sentido tan nervioso en el momento que llegó a olvidar el porqué Quackity había dicho su nombre de aquella forma—. Pues a mí me gustó escucharte y si no te molesta… me gustaría hacerlo de nuevo.

—A-ah… bueno, supongo que esto también entra en lo de practicar besos, pero déjame pedir la comida primero ¿Sí? Y dame un momento para mentalizarme, creo que esto es demasiado rápido para mí —terminó por responder. Quackity acabó volviéndose nuevamente la viva imágen de un tomate maduro. No le molestaba en lo absoluto, inclusive quería volver a sentir los labios ajenos sobre su piel, pero necesitaba un poco más de tiempo.

—¡Oh! Claro, es decir, no tiene porqué ser ahora, uhm… —se apresuró a decir Luzu, ahora siendo él el sonrojado. No se había dado cuenta de que apenas llevaban una hora sabiendo que se gustaban mutuamente y ni siquiera eran novios aún, se había precipitado y eso lo avergonzaba.

Se quedaron en un silencio un tanto incómodo mientras Quackity buscaba una promoción que fuera del gusto de los dos y cuando el pedido estuvo listo se quedaron mirando fijamente por unos segundos.

—Supongo que nos deberíamos quitar los delantales entonces ¿No? —dijo Luzu, sin saber muy bien cómo deshacerse del nuevo ambiente que los rodeaba y el cual no le gustaba, porque estaba acostumbrado a la comodidad que le brindaba Quackity y la necesitaba de vuelta cuanto antes.

—Tienes razón. Es una lástima, porque me veo chingonsisímo de cocinero ¿A poco no? —respondió en lo que se bajaba de la isla y colocaba sus manos en su cintura, posando para el castaño y guiñándole un ojo, haciéndolo reír.

—La verdad es que sí, pero no debería ser problema para ti. Tú siempre te ves lindo, patito —contestó, mirándolo con una sonrisa alegre, sintiéndose mucho menos incómodo que antes. El pelinegro tenía esa habilidad de influir mucho en su estado de ánimo.

—Lo dices como si tú no fueras el típico gótico que cualquier adolescente quiere por pareja —le dijo, intentando controlar el rubor de sus mejillas. Era inhumana la cantidad de veces en las que su rostro había cambiado de color en una sola tarde y le daba pena parecer un camaleón por la facilidad con la que se volvía un tómate.

—Oh, así que cualquiera… supongo que eso te incluye, ¿No? —continuó de forma juguetona, cruzándose de brazos y mirando al pelinegro con diversión mientras éste luchaba por deshacer el nudo de su delantal de cocina, pues las manos de Quackity se habían vuelto torpes por los nervios.

—De hecho, —hizo una pausa a propósito para levantar el dedo índice y sonreír mostrando sus dientes superiores para recrear el emoji nerd, para después recobrar una actitud más seria—. quería hablar sobre eso mientras comíamos.

Y con aquello un silencio se formó rápidamente, provocando sentimientos de ansiedad en ambos chicos.

 

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Notes:

El especial se desbloquea con: 20 kudos.

El especial (smut) se desbloquea con: 40 kudos.

En los tres capítulos, no vayan a votar este solamente, peeero si comentan mucho los recompensaré aunque no hayamos llegado a la meta

N/A: Y bueno, doy por terminado el short-fic dejándolos con algo de suspenso para forzar interacciones. Se acabó el Cappu buena onda, es hora de Cappu reputation era, porque me tienen en flop 😾.

¿De qué le quiere hablar Quackity a Luzu?
¿Será algo bueno o malo?
¿Esto pondrá en peligro su relación?
¿Lograrán Woody y Tiro al Blanco cruzar el Gran Cañón a tiempo?

Y más importante aún; ¿Se dieron cuenta de los Easter Eggs/Huevos de Pascua que puse? El que me diga de qué son saca premio. Aún no sé de qué, pero será recompensado.

En fin, sin nada más que decir; Bye, bye, ¡Nos leemos próximamente!

Notes:

Holaaa, finalmente les traigo más contenido Luckity. Espero de todo corazón que este mini-fic sea de su agrado y le den tanto apoyo como al 24 Hrs, porque disfruté escribiendo esto tanto como sufrí por los bloqueos creativos y de escritor Jjsjd

Si ven errores de redacción, algo que no tenga sentido, faltas de ortografía o alguna letra que se me haya escapado, díganme sin miedo para corregirla.

En fin, sin nada más que decir; Bye, bye, ¡Nos leemos próximamente!