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Florecer

Summary:

Érase hace una vez un chico que no miraba a los ojos.
Que la gente no veía y tampoco escuchaba
Érase una vez un chico que amaba la historia y hablaba de ella.
Que era gentil y la gente siempre lastimaba.
Érase una vez un chico que anhelaba florecer.

O dónde Jungkook tiene autismo y se ha enamorado de Jimin.

Chapter 1: PREFACIO

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

[Answer: Love Myself, BTS]

La primera vez que fingí estar bien me rompió el alma, la segunda fue un acuerdo mutuo, la tercera acabó conmigo.

Crecí pesando que no debía sentirme como lo hacía, crecí pensando que no tenía derecho porque me lo merecía. Entonces aprendí a fingir que nada podía lastimarme, me puse una máscara y nunca volví a quitármela.

Aprendí a disimular que no me importaba lo que las personas pensaran de mí, ignore los comentarios de repudio y dibuje una sonrisa en mi rostro utilizándola como una armadura de hierro perpetua a través de un muro de narcisismo y ego, porque cuando se crece sin amor, estás listo para encontrarlo en cualquier parte.

Las opiniones de las personas se volvieron mi arma, las miradas incesantes en mi alimento y las habladurías en mis alas. Me sentí volar y me convencí de poder alcanzar el cielo con la punta de mis dedos. 

Alguien debió decirme, que las personas me dieron alas de cristal y que el cristal es frágil, y cuando se rompe solo lástima. Las opiniones pronto se volvieron filosas y amenazaban con despedazarme, porque nunca logre sentirme suficiente.

Pronto aprendí que no importaba lo que hiciera para la sociedad, nunca sería suficiente. Porque la sociedad es una mierda que te moldea a su antojo, y que te obliga a adaptarte sin importarle tus sentimientos, nos exige que seamos normales aunque eso nos vuelva locos.

Tú debes saberlo, eres autista y la sociedad te ha fallado una y otra vez. Todos los días estás obligado a salir de tu mundo seguro, de probar cosas nuevas, a vivir como si fueras otro más. No eres otro más Jungkook, tú eres especial.

Llegaste a mi vida cuando más te necesitaba, me amaste tanto que creí que me asfixiaría. Pero para poder amar a alguien más primero tenía que amarme a mí mismo. Porque el amor verdadero comienza cuando nos amamos a nosotros.

Te rompí el corazón, nos hice sufrir, pero permaneciste a mi lado. Ofreciéndome tu mundo entero y tratando de integrarte al mío, aun cuando te daba miedo, aun cuando te sentías expuesto... lo intentaste.

Ojalá nos hubiéramos conocido antes, ojalá nos hubiéramos ayudado en nuestra juventud, quizás tendríamos menos cicatrices.

Aún han ecos del pasado, de padres que lastiman, de madres ausentes, y sueños marchitos. Pero ya no controlan mi vida, ni a mí yo del pasado, ni a mí yo del mañana. Estoy aprendiendo a amarme a mí mismo.

Notes:

Hola, hola. Puedes llamarme Deni.
¡Bienvenido a mi primer fanfic! Soy una escritora principiante, así que es posible que encuentres algunos clichés, referencias a historias que ya conoces o momentos que no tengan mucho sentido. Pero si estás aquí, gracias por darme una oportunidad. Espero que disfrutes esta historia tanto como yo disfruto escribirla.

Chapter 2: PRIMERA PARTE: Narcisos

Chapter Text

Diario de Jeon Jungkook

Nombre común: Narciso

Nombre científico: Narciso

Origen: Zonas templadas de Europa, Asia y África

Floración: Finales de invierno o principios de primavera.

Descripción

Los narcisos son plantas que florecen a finales de invierno. Proporciona una gran variedad de aspectos y formas, desde los enanos, de unos pocos centímetros de altura y flores diminutas, hasta los altos Narcisos trompones y las formas dobles más vistosas.

Significado

En el lenguaje victoriano de las flores el narciso significa "Respeto", pero también "Incertidumbre", "Caballerosidad" o "Amor no correspondido". En otros lugares simbolizan "autoestima" y "ambición femenina". Dado que es de las primeras flores en salir después del invierno, se la asocia también con el "renacimiento" y los "nuevos comienzos".

Curiosidades

  1. Existe una "Sociedad de los Narcisos", en Birmingham, Gran Bretaña, y fue fundada en 1898. Esta Sociedad, se dedica a promover y divulgar para que todo el mundo conozca el género Narciso.
  2. Dentro del género Narcissus hay 13 divisiones o tipos de narciso, y dentro de estos tipos se pueden encontrar hasta 27.000 variedades diferentes.
  3. Hay narcisos blancos, amarillos, salmón, rojos, verdes y rosados.
  4. No son muy amigos de otras flores porque el narciso al cortarlo suelta savia, y esta savia puede resultar venenosa para el resto de las flores.
  5. Los narcisos son tóxicos para animales, pero también para personas.

Chapter 3: 1. JUNGKOOK

Summary:

¡Están listos! Hay que comenzar.
Aquí les dejo la Playlist oficial:
Playlist: Florecer

Chapter Text

El libro le cayó en la cabeza con un sonido seco provocándole un gemido de dolor. Llevó su mano a la zona afectada, sobándola lentamente con frustración grabada en el rostro.

Vaya día, aquel golpe no era lo peor que había sucedido, y, sin embargo, lo hizo querer llorar. Ese día debía ser diferente, tuvo expectativas, quizás demasiado altas, a pesar de que Dami le había dicho una y otra vez que no debía tenerlas porque acabaría decepcionado.

Debió saber que las cosas resultarían mal, después de todo había empezado el día desayunando cereal con leche... ¡Cereal con leche! ¡Un lunes en la mañana! Eso era inimaginable.

—¿Estás bien? —preguntó el chico que había dejado caer el libro sobre su cabeza. La mente de Jungkook recapituló en los eventos que lo llevaron a esa situación.

Todo empezó un mes atrás.

Jungkook era extraño. Eso es lo que decían las personas, aunque su padre solía decir, que eso era porque no lo conocían. No miraba a los ojos, aunque pareciera que lo hacía, cuando algo le preocupaba, se balanceaba: hacia delante y hacia atrás, hacia adelante y hacia atrás, de forma consecutiva, pensando en las cosas que jamás haría, como invadir un país, ser un rey o conocer a Aristóteles.

—No es necesario, ¿lo sabes, verdad? —le había preguntado Dami. Le gustaba Dami, era buena con él, no decía cosas sin sentido como la mayoría de personas, todo tenía una razón de ser, además lo dejaba tomar café con leche, un punto importante. Estaba registrada en su diario; en la sección D de Dami, pero también en la E de emergencia.

—Podríamos buscar opciones, un tutor privado, una escuela en línea —continuó ella—. No tienes que hacer nada que no quieras.

Jungkook se quedó en silencio ante la mirada de su doctora, tenía la piel envejecida y el pelo grisáceo, por su expresión parecía querer hacer algo, pero no lograba atreverse. Había reaccionado igual cuando le dijo que quería ir a la universidad.

Toda su educación después del diagnóstico había sido por maestros particulares o doctoras neuronales, sus primeros años en una escuela neurotípica fueron malos, solo era un niño raro, al que los maestros no lograban entender y al que los niños acosaban, luego esa rareza tuvo un nombre, autismo y todo pareció tener sentido.

—Puedo hacerlo, Dami solo es la universidad.

Bueno, quizás podría, Jungkook era excelente en muchas cosas como: memorizar fechas históricas u ordenar su habitación, pero no en estar rodeado de neurotípicos. Ellos eran tan extraños, lo desconcertaban. Ojalá no hubiera rechazado la idea de interactuar con ellos en su adolescencia, cuando su padre y Dami se lo propusieron.

—No tienes que hacerlo —insistió Dami.

—Pero quiero hacerlo —respondió.

Extrañamente, eso pareció aliviarla.

—¿Quieres hablar de eso? ¿Quieres hablar de lo que sientes?

Jungkook meditó.

—Tal vez se siente... como ir a la guerra.

—No es lo mismo, Jungkook —dijo con suavidad—. Solo es el mundo real.

La comparación, aceptaba, era absurda, por supuesto que una guerra no se parecía a salir al mundo para Dami porque ella era normal. Jungkook, aunque había mejorado mucho, seguía siendo raro. Introducirse al mundo resultaba ser tan malo como alistarse para una guerra inminente.

Una vez su madre dijo; —El mundo no te entenderá, el mundo te destruirá —siempre temió que fuera verdad.

Permaneció en silencio el tiempo suficiente para que Dami lo viera con ojos suavizados. Le gustaba el silencio, era relajante y le permitía a su mente pensar y pensar sin interrupciones. En esa parte del hospital siempre había silencio, tal vez porque unas puertas al norte estaba el área común para personas autistas, personas como él.

—¿Qué pasa si es malo? —preguntó un rato después. Sus grandes ojos miraron a Dami con un millón de preguntas que seguro su doctora no sería capaz de contestar.

—Será bueno para ti —dijo con firmeza.

—La última vez que estuve en una escuela de neurotípicos no fue agradable, temo que vuelva a hacer así —confesó, Dami se recostó contra su silla.

—Bueno, antes era un niño apenas diagnosticado, estarás bien y podrás hacer amigos —lo animó, el entrecejo de Jungkook se frunció en molestia.

—Ya tengo a Seokjin.

—Sí —concedió—. Pero podrás tener más.

No quería tener a nadie más. Con Seokjin y su tendencia a robar su comida era suficiente, además Jungkook no sabría gestionar un grupo más grande, siempre fueron dos.

—No necesito a nadie más.

—Bueno, quizás no lo hagas ahora, pero en algún momento lo harás. Será bueno, estoy segura de ello.

Increíblemente, Dami se equivocó, suceso que fue escrito en su diario, en la sección de eventos imposibles.

Mudarse al departamento cerca de la universidad podría considerarse la mayor prueba de estabilidad emocional que Jungkook tuvo que hacer. Estar en un lugar desconocido era difícil, en especial si no tenía a su padre a su lado.

Tembló levemente mientras daba pasos vacilantes para entrar, Seokjin intentó tomar su mano antes de que Jungkook la rechazara sin dureza. No dejaba que nadie lo tocara... pero él ya lo sabía, era su mejor amigo después de todo.

—Este es tu hogar ahora —dijo—. Ya está limpio, desinfectado, y tu habitación tiene sábanas nuevas.

Jungkook asintió. Todo era feo, feo y desconocido, no demasiado grande, ni demasiado pequeño, tenía una cocina, un baño, una sala y estaba amueblado, pero seguía sin sentirse como un hogar. Quería irse a casa, irse con su padre, pero no podía porque había sido su decisión.

Él quería esto, solo que a veces le costaba creerlo.

—Podría ser peor —concedió.

—Ven te enseñaré todo —Seokjin comenzó a caminar, Jungkook, resignado, se asomó en cada una de las habitaciones. También revisó la cocina en escasez de productos, con su calendario pegado en el refrigerador, al igual que unas fotos que él había tomado, con ojos cautelosos.

Era un maniático de la limpieza, que todo estuviera en orden parecía ser su misión de vida, aun cuando la mugre lo perseguía.

Pero se alegró cuando descubrió que la casa lucía muy limpia, gracias a su padre, quien tuvo que contratar a personas que limpiaran todo antes de que se mudara. Examinó el resto de la casa quedando conforme por lo ordenada que estaba. El problema residía en que debía mantenerse todo limpio, y no siempre lo lograba.

Caminó de nuevo a la sala, resignado.

—Este es mi lugar —le informó, Seokjin sonrió aliviado, quizás esperando que Jungkook caminara a la salida y se fuera de vuelta con su padre, pero Jungkook no lo haría. No importaba que fuera un punto desconocido, necesitaba hacerlo.

—Eso es bueno —murmuró él.

Los primeros días fueron malos, realmente malos. No pudo dormir porque era un sitio desconocido, se mantuvo despierto por largas horas o al menos trató de hacerlo. Cuando el sueño lo venció no tuvo más remedio que cerrar los ojos y dejarse llevar.

Las semanas que siguieron caminaba con cuidado, todo le daba miedo y el más pequeño detalle lo dejaba mortificado, pero eventualmente pudo acostumbrarse a su nueva casa, aún había noches en las que quería irse, pero lo soportaba. Necesitaba hacerlo.

Entonces llegó el día en que las cosas se complicaron, debió saber que algo saldría mal, ese debió ser su primer indicio de colisión.

—Hoy es día de tostadas con mantequilla —dijo viendo el plato frente a él —. ¿Por qué hay cereal con leche aquí? —Seokjin suspiró...

—Es tu primer día de clases —dijo él —. Pero también es el mío. Necesito llegar rápido a mi clase si no quiero perderme algo.

—Pero... ¿Y mis tostadas? —preguntó sin entender su punto. Era el primer día de todos, ¿Dónde estaban sus tostadas?

—Tendrás que comer lo que hice.

—No puedo comer cereal con leche en un día de tostadas con mantequilla. Es inimaginable —dijo ofendido.

—¿Qué piensas comer entonces? —lo retó cruzando sus brazos.

Seokjin, era su mejor amigo, tal vez el único si no contaba a los chicos aspi. Significaba que en la vida de Jungkook siempre estuvo él, tal vez lo conocía mejor que nadie, entonces debía saber que no dejaría las cosas tan fáciles.

—Nada. No comeré eso —declaró con decisión.

—Mierda —silbó.

—No digas malas palabras —lo reprendió, aun cuando él parecía ignorarlo siempre que lo hacía porque «Mierda» era su palabra favorita.

—Jungkook, en serio, no tengo tiempo para esto, tienes que comer.

Sus ojos se encontraron. Siempre fue difícil reconocer las emociones que transmitían sus suaves rasgos, Seokjin podría estar enojado o con ganas de ir al baño. Jungkook no intentaría averiguarlo.

Comió, pero así empezó su mal día, con cereal con leche en lugar de tostadas con mantequilla. Su mente se perdió disociando el tiempo, Seokjin acarició su cabello con extremada suavidad para que no se sobresaltara.

— Jungkook... —dijo Seokjin suavemente, llamando su atención—. Todo estará bien.

—No puedes saberlo.

—Las cosas van a ser diferentes. Pero si tienes miedo solo tienes que decirlo y regresaras a casa, tu padre no te obligará a estar aquí — Jungkook sonrió un poco negando con la cabeza.

—Lo sé, pero quiero ser normal por una vez. Esto hacen las personas normales, ¿no? Voy a intentarlo, sé que puedo.

Por una vez, no quería ser diferente.

❃•❃•❃

Ningún evento desencadenante de malas noticias ocurrió por el resto del día. Extrañamente, todo había ido bien, a pesar de sentirse incómodo o de querer salir corriendo cuando veía a todos sus compañeros. Aguantó.

Sin embargo, en la última hora antes de irse a su nueva casa, Jungkook comenzó a impacientarse. Había cosas que amaba, una de ellas era su rutina. Por eso, no pudo dejar de ver las manecillas del reloj moviéndose, aun cuando la clase fuera de su interés.

Jungkook se mostró confundido cuando vio pasar otro minuto desde que la clase finalizó, pero el profesor seguía hablando. Sintió una sensación aguda en su estómago, frustración, descubrió. ¿Para qué existía un horario si la gente no iba a seguirlo?

Lentamente levantó la mano. Se sentó al frente, por lo cual el profesor rápidamente le dio la palabra.

—La clase terminó hace dos minutos con diez, once, doce, trece, catorce, segundos —no quitó su vista del reloj en la pared mientras lo decía.

El profesor paró de hablar y la clase se sumió en un profundo silencio.

—Por supuesto, señor...—El profesor esperó que Jungkook completara su apellido, Jungkook se quedó en silencio. Con el ceño fruncido, el profesor revisó su lista—. Claro señor Jeon, terminó hace dos minutos y catorce segundos.

—Ya son tres minutos —corrigió.

—Por supuesto, puede irse si quiere —dijo el profesor exasperado por haber sido interrumpido.

Jungkook volteó a ver a sus compañeros, todos permanecían firmemente sentados en sus sillas con los ojos fijos en el profesor sin moverse. Él había dicho que podían irse, ¿debía? Confundido, Jungkook recogió todas sus cosas dentro de su mochila y comenzó a salir del salón.

Sin embargo, una vez afuera el profesor lo detuvo. Se veía furioso, como en las raras caricaturas que le gustaban ver a Seokjin con su rostro enrojecido y una vena palpitante en su frente.

—Señor Jeon, no se moleste en volver a mi clase —dijo y las palabras se incrustaron en su pecho con dolor.

—¿Por qué? —preguntó ladeando.

—No puede salirse de mi clase si yo no le doy permiso antes. Mi clase funciona diferente a las demás. Si les digo váyanse ustedes se van y les digo quédense ustedes se quedan —alegó el profesor.

—Pero usted dijo que podía irme —dijo con ceño fruncido, sin entender al profesor que cada vez se veía más furioso que antes.

—Estaba siendo sarcástico —bufó.

—¿Cómo iba a saber que no estaba hablando en serio? —preguntó, miró al suelo, desconcertado y confundido, con enormes ganas de llorar.

—Señor Jeon. Es obvio que no estaba hablando en serio —su voz se volvió firme—. Dios, ¿Siquiera es capaz de mirarme a los ojos?

No, no podía.

Jungkook nunca miraba a los ojos, aunque pareciera que lo hacía. Miraba a la punta de la nariz, a la barbilla o a la boca, nunca a los ojos. Le daban demasiada información.

—Lo siento de verdad. Yo no lo entendí. Yo...

¿Qué podía decirle? ¿Qué era autista? Prefería morir antes de ser tratado de manera diferente. Pero no tuvo oportunidad de decir nada, porque la avalancha de emociones inundó su cuerpo y solo pudo dejarse caer al suelo abrazando suavemente su mochila.

Vagamente, podía ver al profesor inerte en el mismo sitio, pero Jungkook funcionó de manera mecánica y sacó su teléfono llamando a su primer número de emergencias.

Seokjin.

Unos minutos después, Seokjin corría por los pasillos tratando de llegar a su lado. Dobló en la esquina y pareció ver algo desagradable porque su rostro se transformó y sin importarle que el profesor seguía a su lado, se hincó frente a él.

—Seokjin no entendí, de verdad. No sabía —murmuró con preocupación.

—Está bien. Ahora le explicaré un poco ¿Sí?

Quiso decirle que no lo hiciera, que no le dijera nada, pero Seokjin, sacó de su mochila sus audífonos reductores de ruido, se los colocó, dándole una mirada tranquilizadora.

Después se irguió en su altura, aunque Jungkook había sobrepasado a Seokjin en algún momento del verano, Seokjin no necesitaba estatura extra para verse intimidante, se paró frente al maestro, quien tenía grabada una mueca de pánico y desconcierto.

—Soy Seokjin. El número de emergencia de Jungkook ...—dijo él.

—¿El señor Jeon necesita de una niñera? —preguntó con la ceja arqueada. Seokjin cruzó los brazos viéndose disgustado.

—En absoluto, Jungkook no necesita una niñera, pero es su primer día en una escuela neurotípica y es mi deber ayudarle. Él es autista —el rostro del profesor demostró cuán sorprendente era tal declaración.

Oh, Jungkook no le había dicho a nadie que pertenecía al espectro autista, no creía que fuera necesario ir diciéndolo, no lo hacía mejor ni peor. Además, siempre traía consigo su porta credencia atada a un listón de girasoles, eso era una señal suficiente.

—¿Autista? —preguntó su profesor desconcertado—¿Cómo es posible? Él solo salió de mi clase, ¿Está diciéndome que lo hizo por ser autista?

—Pues sí. La rutina para él es algo fundamental. Si salió de su clase fue porque, según su horario, ya era hora de hacerlo —informó. Al profesor se le deformó el rostro.

—No lo sabía... Se ve como alguien normal.

—Jungkook es normal —Seokjin declaró con fuerza—. Solo que reacciona a las situaciones de diferente manera. Tiene rasgos muy marcados que para muchas personas pueden parecer groseros o maleducados... pero no significa que no sea normal.

Jungkook se balanceó hacia adelante y luego hacia atrás. Hacia adelante y luego hacia atrás escuchando todo. Había murmullos, voces y ecos del pasado que le recordaban que no era un chico normal.

Los chicos «normales» no tenían diarios con apuntes sobre ellos mismos y sobre las personas, porque no sabían quiénes eran. Los chicos «normales» no iban al doctor todos los sábados. Los chicos «normales» no tenían una madre como la suya. Quien decía que era un robot sin sentimientos. Jungkook pasó toda su vida escuchando que era todo lo opuesto a ser «normal»

¿Qué era ser normal para empezar?

—... Tiene rasgos particulares. Su rutina siempre será primero, es muy curioso, si algo se le mete a la cabeza es imposible sacárselo. Odia los colores excepto el morado, el negro y el blanco, el lugar donde se sentó hoy será suyo para siempre, es un maniático de la limpieza. No entiende los sentimientos de los demás y no sabe nada de sarcasmo. Para él, todo es literal y nunca jamás, mira a los ojos.

El profesor, arrepentido, asintió con la cabeza señal de que había comprendido todo lo que pasaba.

—De acuerdo —comenzó—. Lo lamento, señor Jeon, nunca habíamos tenido un alumno autista. Aprendemos a adaptarnos a sus situaciones.

—No es... — Jungkook intentó decir que no tenía que preocuparse, pero Seokjin lo interrumpió.

—No se preocupe, solo le pido que tenga un poco de consideración con él, no es fácil vivir en un mundo neurotípico.

—Lo tendré en cuenta, pueden irse.

Seokjin suspiró antes de ayudarlo a levantarse.

Jungkook lo miró solo un segundo ante de desviar la vista, estaba triste y quería llorar porque nunca lograría ser normal, siempre sería Jungkook... el chico con autismo.

—Sé que puedo ser como tú —le murmuró a Seokjin.

—No es necesario que lo seas. Eres Jungkook y eso es suficiente.

—No lo es, porque para ustedes todo es más fácil —lloriqueó.

Seokjin quiso decirle algo, pero entonces, Jungkook huyó.

Huir no es exactamente la palabra, porque Seokjin sabía cuándo necesitaba su espacio y lo dejaba solo. Terminó en la biblioteca, oculto entre centenares de libros que si estuviera un poco más alegre se habría animado a hurgar hasta encontrar aquel que le llamara la atención. Sin embargo, seguía triste.

Pero su tristeza terminó cuando aquel libro cayó sobre él. Y así fue como terminó con un chichón en su cabeza.

—¿No hablas? —volvió a preguntar esa voz, trayéndolo de nuevo a la realidad, Jungkook se irguió, nervioso—. Me estás asustando, llevas demasiado tiempo sin decir nada... ¡Ay no! ¿Estás llorando?

Se llevó las manos al rostro dándose cuenta de que lo hacía. Jungkook lloraba mientras frente a él, un chico lo veía sin saber qué hacer.

—Sí, estoy llorando —confirmó.

—Lo siento, no quería golpearte —contestó. Después se dejó caer a su lado, sentándose a la par suya, con su espalda recargada al estante de libros —. Pero no creo que sea para tanto.

—No lloro por eso —le dijo Jungkook como si fuera obvio.

—Ya veo — él dijo—. Debes ser de primer año, soy Jimin por cierto.

Jungkook giró la cabeza para verlo, era un chico delgado y pálido, podría tener su edad o tal vez menos, se veía joven, su pelo era rosado y caía en cascadas hasta sus hombros, tenía la nariz pequeña y mejillas coloreadas.

Pero lo que cautivó a Jungkook fue su vestimenta extravagante, tenía una chaqueta de cuero que no cubría por completo la tinta de tatuajes de sus brazos, una playera blanca, pantalones negros ajustados y botas de combate. Jungkook quedó embelesado, viéndolo.

—Soy... Jungkook —murmuró, luego volvió la vista al frente, sonrojado, sin ser capaz de ver al chico de nuevo.

El chico, Jimin, se levantó rápidamente.

—Mucho gusto Jungkook, te daré un consejo; no deberías dejar que te vean llorar, te harán pedazos —se rio entre dientes, provocando que Jungkook lo viera con interés.

—¿Los chicos normales no lloran?

—Lo hacen, pero a escondidas y en silencio.

Se fue, pero Jungkook no logró sacarlo de su mente por el resto de la tarde. 

Chapter 4: 2. JIMIN

Notes:

TW. Comentarios homofóbicos.

Chapter Text

Si alguien le preguntara a Park Jimin cuál era la cosa que más amaba en el mundo, diría que la atención. Pero después del desastroso verano que había tenido, lo que menos quería ahora era que las personas lo miraran.

Por la universidad se corrían rumores y chismes sobre su apremiante situación familiar. No era como si alguien supiera en realidad lo que pasaba dentro de su casa, nadie había estado ahí, pero los chismes corrían rápido y después del claro apoyo de su padre al partido conservador, nadie dudaba que tener a un hijo gay fuera contradictorio.

Intentó caminar entre el tumulto de gente como si no le importara lo que decían.

Pero eso no quería decir que era inmune a los comentarios desagradables que escuchaba de sus compañeros. Cosas como «Ese chico gay» se repetían sin parar por todos lados, como si de verdad importara su forma de amar. Ser gay no era un insulto; sin embargo, ofendía.

Cierto, eran pocos los que se atrevían a decirle algo desagradable frente a frente, la mayoría de ellos, eran chicos estúpidos que preferían murmurar a sus espaldas, chicos que no soportaban que Jimin fuera mejor que ellos.

—¿Ya viste? Es Park Jimin —oyó a una chica de primer año, sin poder evitarlo, Jimin sonrió por primera vez en el día, antes de negar con su cabeza, divertido. Las chicas de primer año eran las más fáciles de impresionar. Y ciertamente Jimin no tenía que esforzarse ni un poco.

La oyó suspirar. Esa era la clase de atención que necesitaba un lunes por la mañana. No las miradas de esos cabrones. Su día comenzaba a mejorar y se permitió sonreír por primera vez.

—Lo es —alegó la que estaba junto a ella—. Dicen que besa increíble. Un día de estos, voy a ser lo suficientemente valiente, y saldré con él.

—Aunque dicen que es gay —murmuró con tristeza la primera chica, como si fuera una injusticia divina.

Jimin suspiró. ¿Qué todos andarían chismorreando sobre su sexualidad por todo el campus? No se avergonzaba de ser gay, lo había defendido con orgullo desde que fue consciente de que las chicas no eran lo suyo, incluso si eso significaba enfrentarse a las normas arcaicas de la familia Park, pero que lo dijeran de ese modo, como si fuera una ofensa, lo afectó más de lo que debería.

¿Qué le importaba a ella que le gustaran los chicos? ¿Por qué sonaba como si le estuvieran probando de algo maravilloso?

Mientras se alejaba, los murmullos sobre él continuaron. Nunca le gustó que su familia estuviera involucrada en la política, pero a Jimin nunca lo perturbó tanto como ahora, ¿Por qué todos estaban tan desesperados? ¿Querían saber cómo su padre lo castigaba o como trató de "enderezarlo"?

Todos podían irse a la mierda.

Logró llegar a su salón a tiempo. De inmediato, ver el escuálido salón vibrante de color lo lleno de calidez y lo hizo sentirse en casa, por fin, después de tanto. Se dejó caer en el asiento esperando al profesor de su clase y trató de relajarse, sin embargo, el día empezó a ir realmente mal cuando Ken, su compañero, llegó a su lado, ocupando la silla vacía, «Oh Dios» los cabrones lo perseguían.

No pertenecían a la misma clase, pero Ken era un lamebotas que buscaba subir de nivel lentamente, primero juntándose y haciéndose amigos de sus primas y de sus posibles esposos, así de arcaica resultaba ser la familia Park, había tratado de ser amigo de Jimin, pero cuando se dio cuenta de que no iba a funcionar, comenzó a tenerle recelo.

Giró sin determinación viendo como Ken le sonreía la nariz muy grande y el pelo negro de la misma longitud que el suyo, pero el de Ken estaba grasiento y enredado.

—Park, no esperaba volver a verte —dijo con un fuerte acento.

Jimin se relajó contra su asiento, no dejaría que nadie opacara su primer día, ni siquiera el cabrón de Ken que vivía para hacer la vida de todos más difícil.

—¿Eso por qué?—le preguntó Jimin, aparentando verse confundido.

—Ya sabes, por todo lo que se dice —hizo una seña desdeñosa.

Oh, Jimin sabía bien a lo que se refería, no le extrañaría enterarse de que había sido Ken quien estuvo esparciendo los rumores por toda la universidad, en primer lugar. Después de haber sido integrado al círculo íntimo de los Park, era inevitable que se hubiera enterado en algún momento del incidente.

—Solo son chismes —Jimin sonrió restándole importancia, como a todos sus problemas.

Pero Ken lo miró divertido, advirtiendo todos los sentimientos que Jimin trataba de esconder. Se inclinó sobre su silla, interesado.

—Bueno, tu padre dejo muy clara su postura, le deshonra tener un hijo gay —dijo con dureza, la sonrisa de Jimin vaciló, pero no podía verse afectado cuando todos los ojos estaban sobre ellos. Imitó a Ken, inclinándose.

—No es como si estuviera buscando su aprobación —susurró con voz firme.

Nunca la necesitó, no la quería ahora. La cosa era, que si bien su padre había dado esos comentarios homofóbicos en televisión nacional hacía unas semanas, Jimin llevaba escuchándolos toda su vida, no era nada nuevo. Sin embargo, debió ser una sorpresa para la gente que el intocable y vanidoso Park Jimin fuera despreciado por su padre.

—No, claro que no —Ken sonrió—. Pero en serio, ¿Revelarles que eres gay en una cena tan importante? Se necesita valor...

Fue como si le cayera un balde de agua fría, sus ojos se cerraron con fuerza, sintiendo el martillar de su pecho. Recordaba el día, recordaba las voces furiosas y los golpes que vinieron después, pero Ken no tenía derecho a hablar de eso, no podía sentarse ahí y lucir tan altivo con el dolor de Jimin.

— Ken... —advirtió con voz grave.

Ken se encogió de hombros, luciendo inocente.

—Solo digo, podrías haber sido más inteligente, esta no es una de tus estúpidas bromas, arruinarás tu vida —dijo en tono amigable, pero a Jimin no lo engañaba, sus palabras solo eran desasosiego porque él se atrevió a hacer lo que Ken no podía, porque era un cobarde.

Cuadró los hombros, ladeó la cabeza en una sonrisa prepotente sin dejar de verlo.

—Como bien lo dijiste, es mi vida.

❃•❃•❃

Los Park eran una casa noble y antigua, o al menos eso decían ellos. Habían vivido y sobrevivido las épocas más oscuras del país donde se asentaron manteniéndose firmes, sin embargo, los Park no eran buenas personas, se excusaban detrás de su dinero y de sonrisas blanquecinas. Siguiendo cada regla conservadora que aún reinaba en la sociedad, manteniendo una imagen perfecta ante todos. Puras tonterías, creía Jimin cada vez que pensaba en su familia.

Su padre, Park Jaemin, era un reconocido miembro del partido conservador, se jactaba con altanería de su riqueza y su buen nombre. Su madre, Park Areum, era una mujer salvaje, que vivía para causar miseria, siempre aparecían ambos adornando las revistas y sonriendo como si fueran la familia perfecta.

Sin embargo, como todas las familias, había una oveja negra, la de los Park era Jimin, el primogénito. Jimin había nacido con una pesada carga sobre su espalda y se hizo evidente mientras crecía, siempre esperaron de él nada más que perfección, al contrario de su hermano pequeño, Jihyun.

Quizás por eso, Jimin creció con el indomable deseo de causar problemas, atormentando a su madre y sacando de quicio a su padre, vivió para ser feliz, sin tan solo la familia Park tuviera permitido serlo.

Sus arduos intentos en desobedecer a sus padres terminaron en largos periodos de sometimiento y disciplina, pero aquello solo logró avivar su vena rebelde, hubo ocasiones en las que casi rompieron su espíritu, pero aun cuando los golpes enseñaban demasiado, no podían curar ser gay. El peor pecado de Jimin.

Quizás fue cuando descubrieron que era gay, que sus padres dejaron de verlo como una persona y comenzaron a tratarlo como un perro a quien debían adiestrar para lograr sus planes. ¿Qué importaba su forma de amar? Pronto encontraría una esposa, tendría hijos y se haría cargo del apellido de la familia, porque no importaba su felicidad o lo que él quería.

Pero Jimin nunca había sido una marioneta a la que sus padres podían manejar a su antojo, se regía por sus propias reglas y normas, nunca fue su hermano y pronto quedó claro que no importaba lo que le hicieran, Jimin se mantendría firme y lucharía por lo que creía correcto, porque nunca sería nada más que el mismo.

Ese era el problema.

❃•❃•❃

El día estaba brillante, con el cielo despejado y las nubes esponjosas, a Jimin le gustaban los días soleados y cálidos. Por fortuna, en la ciudad casi nunca llovía, solo en las temporadas de noviembre y octubre, pero usualmente los días se mantenían estables.

Caminó lento por el campus, aun con las miradas de todos sobre él, el interés se mantenía en fuego vivo y aun cuando pasaban los días aquellas personas parecían más interesadas en su vida. Había esperado que otro chisme opacara el suyo, pero las personas no querían dejarlo ir, comenzaba a ser aburrido.

Cuidadosamente, escaneó su entorno buscado un lugar donde comer su almuerzo antes de su próxima clase sin ser molestado por idiotas.

Vio varias mesas vacías y en una de ellas distinguió la cabellera castaña de cierto chico que lo había acosado por varios días. Jungkook, el chico de la biblioteca a quien casi manda al hospital por una contusión cerebral. Para ser justos, Jimin no estaba teniendo su mejor día, nunca quiso hacerle daño, pero había estado en el lugar equivocado.

Sin embargo, no se arrepentía, porque aquel pequeño accidente, los había llevado a conocerse.

Jungkook era extraño, fue el primer pensamiento de Jimin al ver a un chico de dieciocho años llorar desconsoladamente porque no le gustaba la universidad. Sí, era cierto que el estrés y la presión a veces lo hacían querer llorar, pero vamos, era el primer día de clases, no estaba preparado para lo peor.

Después de ese día, lo encontraba en la biblioteca. Siempre solo... Leyendo libros o haciendo sus tareas, algunas veces sus ojos estaban sobre él. Analizándolo con precisión, pero nunca se acercaba, como si una línea invisible hubiera sido pintada en medio de ambos que los mantenía alejados.

Titubeó por un instante, antes de seguir su camino lejos del chico raro. Jungkook en definitiva no era el prototipo de interés de Jimin, no necesitaba amigos y ciertamente ellos dos parecían muy diferentes para serlo, así que dio media vuelta, pero la parte masoquista de Jimin lo obligó a caminar en su dirección, se maldijo interiormente.

Jungkook estaba demasiado concentrado comiendo su almuerzo para notarlo, aun cuando se paró enfrente obstaculizándole el sol de la tarde.

—Hey, bebé —lo llamó, Jungkook se irguió viéndolo con sus enormes ojos cafés.

El sol le daba directamente en su rostro, iluminando su cabello y sus ojos, oh, él era apuesto. Jimin le sonrió sin otra intención que ser amigo del chico raro y solitario. No obstante, Jungkook, se sonrojó.

—No soy un bebé, Soy Jeon Jungkook —replicó sin sonar convincente.

Jungkook tenía el pelo castaño ondulado, su rostro estaba enmarcado con grandes ojos cafés, de piel canela y era mucho más alto que Jimin incluso cuando se mantenía sentado. Tenía un rostro infantil, casi de un bebé, por lo cual, su intervención fue descartada, aún más cuando se sonrojó furiosamente.

—Bueno, Jeon Jungkook... lo eres —Jimin dijo, Jungkook levantó su vista solo un segundo antes de volver a mirar al césped.

—Tengo dieciocho años, no soy un bebé.

—Entonces eres un bebé de dieciocho años.

—Eso no tiene sentido —no lo tenía, pero Jimin se encogió de hombros.

—¿Te importa si me siento? —señaló el sitio desocupado.

—Tengo hambre, voy a comer —contestó el chico como si eso le diera su respuesta.

—Adelante, por mí no te detengas, yo también voy a comer—le mostró una pequeña bolsa de papel donde tenía su comida—. Podemos hacerlo juntos si no te molesta, claro.

Jungkook titubeó, Jimin ladeó la cabeza, confundido, pensó que él diría que no y le pediría que se fuera. Pero para su sorpresa, unos segundos después, Jungkook se recorrió dejando un sitio libre a su lado y Jimin pudo sonreírle agradecido mientras se sentaba.

Jungkook sacó de su mochila térmica: un mango y un yogur con cereal. Comió en silencio sin hacer contacto visual con Jimin o hablarle siquiera. Jimin comió su propio almuerzo, ignorando el comportamiento de Jungkook.

Sin embargo, cuando sintió su mirada y giró, sus ojos se encontraron, por lo que pareció una eternidad antes de que Jungkook desviara la vista y se sonrojara de nuevo. ¿Por qué se sonrojaba?

No era la primera vez que se enfrentaba a una situación como esa, ¡Por dios! ¡Era Park Jimin! Todos se sonrojaban ante él. Sin embargo, lo único que quería del chico a su lado era hacerle compañía.

No estaba tratando de coquetearle, ni siquiera estaba esforzándose, solo estaba sentado a su lado comiendo su maldito almuerzo.

—¿Cuál es tu carrera? —preguntó Jimin cuando el silencio comenzó a ser incómodo. Jungkook se veía un chico tímido y poco hablador, por suerte, Jimin era suficiente desvergonzado por los dos.

—Historia... —murmuró.

—Oh, es genial. Amo la historia, estudio, teatro, por si te lo preguntabas —dijo sin dejar de comer.

—¿Te gusta la historia? A muchas personas no les gusta la historia. Seokjin dice que es aburrida.

—Sí, me gusta —aceptó Jimin—. Pero no es para todos, una lástima, la historia debe ser comprendida antes de ser juzgada.

Jungkook sonrió como si esa fuera la mejor respuesta que pudo haberle dado. Jimin se dispuso a seguir con aquella charla espontánea mientras escuchaba a Jungkook, quien de repente lucia menos inhibido.

—Oh, ¿Sabías que las culturas mesoamericanas crucificaban hombres? —comentó el chico—. Cuando llegaron los conquistadores, traían consigo una figura de Jesús en la cruz para evangelizarlos, los prehispánicos la vieron y se inspiraron para sacrificar a hombres crucificándolos en cruces.

—No lo sabía, pero gracias por compartirlo —sonrió irónico—. ¿Cuál es tu materia favorita hasta ahora?

—Historia Griega, pero el profesor hablo por mucho tiempo de porque no era un acosador.

—Yo me mantendría alejado de él —le dijo Jimin con los ojos entrecerrados.

Jungkook se encogió de hombros sin importarle que probablemente ese profesor fuera un acosador, algo triste pero real. Jimin siguió comiendo antes de que el poco tiempo que tenía se acabara. Sin embargo, el universo tenía planes para él cuando escuchó su nombre desde lejos.

—¡Jimin! —por un segundo se tensó, pero logró relajarse cuando vio a Taehyung corriendo por el campus a su dirección.

Taehyung, su alma gemela, su otra mitad, su mejor amigo desde los ocho años y el seguidor de cada una de sus travesuras, llegó a su lado inclinándose por la mitad, recuperado el aliento.

—Te busqué por todas partes... —dijo con la respiración errada.

Taehyung lo tomó por los hombros ignorando a Jungkook, quien lo veía con fascinación y confusión.

Jimin se tomó un minuto para procesar la imagen que tenía frente a él. Taehyung estaba azul, no, en serio, todo su cuerpo estaba pintado de azul como si alguien le hubiera lanzado pintura, Jimin jadeó incrédulo, debía ser otra de sus bromas.

—¿Eres un pitufo? —preguntó Jungkook, provocando que Taehyung volteara a verlo con sorpresa como si no supiera que estaba ahí, conociéndolo como lo hacía, Jimin estaba seguro de que no había visto a Jungkook—. Eso es raro.

—¡Oh no! No soy un pitufo — Taehyung sonrió—. Es un pequeño accidente.

—Odio el color azul —le respondió Jungkook, encogiéndose de hombros.

—Eso está bien... Soy Kim Taehyung, pero todos me llaman Tae —le tendió la mano, pero Jungkook lo saludó ignorándola.

—Soy Jungkook, pero todos me llaman... Jungkook.

—Tiene sentido —dijo Taehyung retirando su mano con incomodidad, pero aparentando verse indiferente —. Nunca te había visto antes... ¿Primer año? — Jungkook asintió, Taehyung después volteó hasta mirar fijamente a Jimin como si intuyera que no lograría iniciar una conversación con Jungkook y no valiera la pena intentarlo.

Jimin no lo culpaba, en realidad, Jungkook era difícil.

—Así que aquí estás ¿Tienes idea de cuánto te he buscado? ¿Qué haces con alguien de primer año? ¿Eres niñera ahora? —lo riñó con las manos en la cadera. A Jimin le constaba tomarlo en serio, después de verlo en su fase de pitufo, necesitaba descubrir como terminó luciendo como un desastre.

—Lamento decirte que no te esforzaste demasiado por encontrarme, ¿qué quieres? ¿No vez que estoy ocupado? —preguntó Jimin con su ceño fruncido y sus manos cruzadas. Se veía diferente de ese modo, alerta. Con mirada burlona y sonrisa desafiante. Se puso esa máscara de indiferencia, la que estaba tan acostumbrado a usar que no se daba cuenta.

—Necesito tu ayuda —dijo Taehyung.

Jimin amaba a su amigo, haría casi lo que fuera por él, la cosa era que Taehyung solía meterse en los problemas más absurdos, Jimin no tenía paciencia ni ganas de involucrarse.

—Cuéntaselo a alguien que le interese —contestó.

Taehyung frunció el ceño inconforme y Jimin supo que no importaba lo que hiciera, tendría que ayudarlo.

—Vamos será rápido. Lo juro —juntó las manos en posición de oración, luciendo miserable.

—¿Qué hiciste esta vez? —lo miró con escepticismo.

—Uf, es complicado, acompáñame —dijo él, impaciente.

Jimin realmente quería terminar su almuerzo antes de su clase, pero los ojos preocupados de su amigo fueron suficientes para que soltara un suspiro y se levantara. Si Taehyung le pidiera que escondieran un cadáver, lo haría, haría todo por él, no significaba que Taehyung debía saberlo o que se lo podría fácil, tenía una reputación que mantener.

—De acuerdo —Jimin contestó, por qué esa era la clase de persona que era—. Te veré luego, bebé—se giró a Jungkook, quien lo miraba, le guiñó un ojo dejándolo sonrojado otra vez.

Sonrió con diversión sin saber que el corazón de Jungkook era un desastre, latiendo como loco dentro de su pecho.

Chapter 5: 3. JUNGKOOK

Chapter Text

Jungkook y Seokjin no tenían la misma edad, ni siquiera vivían en el mismo sitio, pero de alguna manera habían crecido juntos. Era verano y Seokjin junto a su madre visitaban a su tía, que resultaba ser la vecina de Jungkook. Lo vio desde la cerca, cuando escuchó ruidos estridentes, el niño detrás de la cerca también lo vio, Jungkook se ocultó de prisa, pero el daño ya estaba hecho, Seokjin lo había visto.

En esas vacaciones de dos meses, el niño invasor monitoreaba la cerca con ojo crítico esperando ver a Jungkook de nuevo. Él permanecía lejos de la cerca, asustado por la curiosidad del otro niño.

—Solo quiere ser tu amigo —dijo su padre.

Jungkook nunca había tenido un amigo antes, había crecido como hijo único por la renuencia de su madre al tener otro hijo que pudiera tener autismo, condenándolo a estar solo. Aunque en realidad no le molestaba, en realidad disfrutaba su soledad, creando miles de historias en su cabeza y haciendo amigos invisibles. El otro niño solo le causaba temor.

Con una última mirada de indiferencia, Jungkook le dio la espalda a su padre y entró a la casa.

Sin embargo, él no se rindió y cada verano a partir de entonces se quedaba con su tía y trataba de hablarle. Jungkook no entendía por qué quería ser su amigo. Él era diferente, era todo lo que un niño no buscaba en otro. Pero a Seokjin no le importó.

Su amistad tomó años en consolidarse, poco a poco Jungkook empezó a hablar con él y a incluirlo en sus juegos. Su padre y Dami lo apoyaron cada paso y una vez que se imaginó a Seokjin como su amigo, se aferró a él. Su amistad fue desinteresada y comprensiva.

Seokjin siempre estuvo ahí hasta que inició la universidad, y la vida de Jungkook cambió. Con Seokjin yéndose de casa para continuar sus estudios, Jungkook se quedó solo sin saber qué hacer de su vida.

Fue extraño porque Jungkook nunca pensó asistir a la universidad, estaba feliz con lo que aprendía en los centros de educación, no necesitaba. Pero cuando Seokjin insinuó que sería bueno que él inscribirse, Jungkook le creyó.

—Es diferente, es otro mundo, Jungkook. Tienes que ir.

Jungkook lo escuchó con una sonrisa tensa. Sonaba maravillosa la nueva etapa de su mejor amigo, a Jungkook le hubiera encantado vivir como los demás adolescentes habían vivido, le hubiera gustado algún día haber pensado ir a la universidad, pero siempre regresaba al mismo punto. Las personas.

A lo largo de los años, su experiencia con neurotípicos no había sido valiosa. Los niños eran malos con él, gritaban, aun cuando sabían que odiaba el ruido, desorganizaban sus lápices de colores, aun cuando sabían que era un maniático del orden. Alguna vez, Jungkook creía con seguridad que el problema era él, quizás si no fuera autista, le agradaría a los demás.

Nunca le había confesado a su padre que le molestaba ser autista, molestar quizás no era la palabra. En realidad, le molestaba lo que las personas creían del autismo. Era verdad, que muchas cosas le resultaban difíciles, pero su vida podía ser igual de satisfactoria que la de cualquier neurotípico.

Tal vez era hora de demostrarlo.

Si los chicos "normales" iban a la universidad, él iría también. No fue una decisión precipitada, lo pensó con determinación, organizando listas y cronogramas, pros y contras sobre matricularse en una licenciatura.

Quería pensar, que no estaba cometiendo un error. Pero algunas veces, aún lo dudaba.

—Ten cuidado, y si algo pasa llámame —le dijo Seokjin en las puertas del edificio de Historia como todos los días. Jungkook estaba demasiado eufórico para prestarle atención —. Por favor, Jungkook, ten cuidado —rogó él.

—Claro, Seokjin —respondió—. Faltan seis minutos para entrar. Me tengo que ir.

Se echó a caminar mientras Seokjin lo despedía con un ademán, moviéndolo lentamente, con una ligera sonrisa. Amaba a Seokjin, aunque no lograra demostrárselo con palabras y él no entendiera su forma de ser en su totalidad. De otra manera, Jungkook no hubiera permanecido tanto tiempo a su lado.

Diario de Jeon Jungkook

Kim Seokjin: altura 1,85 metros. Peso: aproximadamente 75 kilos. Tiene el pelo negro con ojos cafés. Tiene 20 años, aunque parece más joven, aunque él dice y cito; "La edad son solo números".

Sucesos relevantes

Ocho años: los ojos cafés detrás de la cerca no dejan de mirarme, ya le dije a papá que me da miedo, pero él solo dice que quiere ser mi amigo. No puedo ser amigo de alguien que me está acechando.

Diez años: Me dio una camisa como regalo de cumpleaños. Era bonita, excepto por las costuras. La tiré a la basura. Seokjin no me hablo por un largo tiempo.

Doce años: Lo empujé del tobogán, Dami dice que no fue intencional, pero si lo fue, él gritaba mucho y me dio miedo, no suelen gustarme las personas que gritan. Más tarde le pedí disculpas.

Dieciséis años: Organizo una fiesta de disfraces, no sabía de qué disfrazarme, más tarde él me cubrió con una sábana e hizo agujeros con las tijeras. Fui un fantasma.

Características importantes

Viste siempre con grandes abrigos y pantalones de lana: cuando le pregunte por qué lo hacía dijo que las personas pueden vestirse como se les dé la gana.

Se enoja fácilmente. Pero no da miedo, papá dice que no debo decirle eso... se enojará.

Vivía con su abuela, pero ya no más: ella tiene alzhéimer y ahora vive en un asilo. Me cae bien, siempre que la visitamos me dice que me vio en televisión, nunca he participado en televisión, siempre le digo que no soy yo, pero siempre lo olvida.

Es un ladrón. Me quitó las Oreo sin preguntar. Las sacó de mi bolsa térmica para el almuerzo y se las comió todas.

Estudia comunicación y medios visuales.

Dice malas palabras. Entre su extenso vocabulario es importante señalar que su palabra favorita es «» aunque dependiendo de la situación significa algo diferente. Aún trato de descifrar cómo funciona.

❃•❃•❃

Cuando Jungkook tenía ocho años, Dami le regaló un diario. Ella dijo; —Para que te conozcas a ti mismo.

A Jungkook siempre se le dificultó comprenderse, saber lo que sentía, entender que le gustaba o le disgustaba, así que con ayuda de Dami logró ponerlo en palabras y más adelante, ponerle un nombre.

Había cosas, muchas cosas que Jungkook no entendía, como los sentimientos o las emociones, era malo en la interacción social y podía pasar horas viendo una pared si le causaba interés, no debió sorprender a su padre que fuera diagnosticado con autismo. Pero lo hizo.

Jungkook tenía asperger, pertenecía al espectro autista de los sabios, podía hablar y manejar una crisis, pero había autistas que no podían, Dami decía que ningún autista se parecía a otro.

Si cada persona era un mundo diferente, cada autista era un universo, pero aun con todo eso, existían características que lo hacían semejantes a los demás autistas, como no comprender ni a las personas ni a sí mismo.

Jungkook había mejorado mucho a lo largo de los años con el apoyo de su padre, de Dami y de Seokjin, fueron largos procesos de dolor y de integración social, donde lo hacían salir de su zona segura, integrándolo en un entorno que lo asustaba, pero que al mismo tiempo lo ayudaba...

Sin embargo, comprenderse a sí mismo fue más fácil que lograr comprender a los demás, entonces empezó a escribir sobre ellos. Tenía una lista especial para cada persona que conocía, lo ayudaba a entenderlos o traducir sus sentimientos y evitar hacerles daño. Algunas personas las entendía de inmediato, a otras jamás lo hacía.

Jimin, el chico de la biblioteca, quien le había tirado un libro encima, era un enigma de proporciones estratosféricas que le quitaba el sueño. Para Jungkook, Jimin era un misterio y los misterios tenían que ser resueltos. Por eso, y tras su última clase del día, con su diario en mano y un montón de preguntas sin respuesta, se dispuso a averiguar todo sobre Jimin.

Comenzaba a convertirse en una obsesión que tendría que hablar con Dami si no quería que las cosas se complicaran, como la vez que descubrió que le gustaban los dinosaurios y quiso modificar genéticamente a una gallina.

Jungkook no había pensado en otra cosa que no fuera en Jimin desde que lo conoció por primera vez, su cabeza era un lío que casi le provocó un ataque de pánico por no saber qué hacer para sacarlo de su mente. Aún no se lo había dicho a nadie, ni a Dami, ni a su padre. Pero tendría que hacerlo pronto.

No porque no quisiera hacerlo, solo... no sabía cómo. Apenas sabía cosas de Jimin, no era alguien constante en su vida, pero sin duda la estaba desequilibrando. Había algo, algo que Jungkook no era capaz de entender, aunque quisiera mucho hacerlo.

Dentro del campus una gran cantidad de alumnos caminaban bajo el sol resplandeciente. Jungkook lo buscó por todas partes, pero no había ningún rastro de Jimin, una sorpresa porque Jungkook de alguna manera siempre lograba saber dónde estaba. Estuvo a punto de rendirse y dar media vuelta, hasta que a lo lejos divisó la figura de Kim Taehyung, a quien le decían Tae. Caminó rápidamente hacia él, esperando que ahí también estuviera Jimin.

Por fortuna, si estaba ahí. Taehyung tenía una cámara rodeando a su cuello, Jimin parecía ser el modelo para la sesión fotográfica. Además de Taehyung había un montón de chicos que no conocía rodeándolo, parecían ser el staff quienes se aseguraban que todo estuviera en orden.

Jungkook vio que en medio del césped había un improvisado estudio fotográfico con luces a su alrededor y escenografía.

Se quedó al margen hasta que Taehyung notó su presencia, bajando el lente de la cámara.

—¡Jungkook! —lo saludó Taehyung —. ¿Cómo va todo?

Taehyung le causaba a Jungkook desconcierto. Cuando lo veía siempre le sonreía como si verlo fuera una gran alegría, además parecía tener muchos amigos por todo el campus porque no había nadie que no lo saludara cuando pasaba. No lo conocía mucho, al igual que a Jimin, pero deslumbraban una gran amistad.   

—Bien — Jungkook se acercó. No le habían dejado tarea, entendió todo lo que dijo el profesor, fue un día bueno.

—Vamos a comer en un rato—le informó—. ¿Quieres esperar?

Sus clases habían terminado, podía irse a casa, comer fideos porque era martes y esperar hasta las 8:00 p.m. a que su padre le llamara para darle un recuento de su día. Pero esperar por Jimin y hablar con él sonaba mejor idea.

—Sí —asintió con rapidez.

—De acuerdo — Taehyung le sonrió y rápidamente comenzó a sacar fotografías de nuevo.

Jimin estaba sentado en un pequeño banco de madera, alrededor de él había paneles de luz que iluminaban su piel blanquecina, tenía su cabello trenzado con listones, vestía con una camisa blanca debajo de una chaqueta de cuero, pantalones negros ajustados y botas de plataforma, Jimin lo miró por unos segundos dándole una suave sonrisa. Oh, su sonrisa era bonita, con dientes blancos y labios carnosos, Jungkook quedó fascinado.

Se mantuvo de pie, mientras esperaba, no se sentaría en el césped húmedo y lleno de gérmenes. Sin embargo, cuando las personas comenzaron a disminuir y el staff de Taehyung se entretuvo en una charla. Jungkook se acercó un poco más.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó, Taehyung giró un poco, pero no lo suficiente para dejar de presionar el botón de la cámara.

—Estudio cine, Jimin me ayuda en un proyecto de fotografía.

—Oh, me gustan las fotografías —le dijo.

Tenía una colección entera de fotos de personajes históricos en una carpeta especial para que no se maltrataran, guardada en el sótano en la caja con el número seis.

—A mí también. Suelo fotografiar a personas, son mi inspiración — Taehyung sonrió.

Jungkook ladeó la cabeza. No encontraba agradables a las personas, a nadie en general, eran molestas. Siempre queriendo hablar, siempre poniendo expresiones raras. Los neurotípicos eran tan difíciles de comprender.

—No me gustan las personas — Jungkook se quejó.

—¿Y por qué no? —preguntó suavemente, Jungkook inclinó su cabeza, concentrado.

—Solo no me gustan —la mayoría de ellas le parecían muy tontas, pero Dami dijo que no podía llamar tonto a alguien aun cuando lo fuera.

A Taehyung le llevó un tiempo terminar de sacar fotografías, se movía en ángulos extraños de un lado a otro, dirigiendo a Jimin para que quedara todo perfecto, Jimin parecía estar pasando el mejor momento de su vida, sonriendo en cada oportunidad que tenía y guiñándole un ojo a Jungkook cada vez que se encontraba con mirada, logrando que se sonrojara.

Jungkook les prestó atención por un rato antes de aburrirse y empezar un libro que sacó de la biblioteca.

Treinta minutos después, Taehyung comenzó a guardar todo con ayuda de sus compañeros de equipo. Jimin se reunió con Jungkook y juntos comenzaron a buscar un sitio libre donde comer mientras Taehyung terminaba.

El campus, ahora, estaba en especial calma, la mayoría de los alumnos ya estaban en clases o se habían ido, no les tomó mucho tiempo encontrar una mesa libre debajo de un árbol.

—¿Esperaste, por mucho tiempo, bebé de dieciocho años? ¿Tienes clases después? —le preguntó Jimin comenzando a comer de prisa.

—No — Jungkook le contestó, encogiéndose de hombros.

—Qué suerte nosotros tenemos que regresar —se quejó—. Pero no es tan malo, yo tendré a la maestra de Drama, amo hacerla enojar.

Jimin sonrió y Jungkook se sintió sonrojar de nuevo, ¿Qué estaba sucediendo? Quizás estaba enfermándose y tendría que ir al doctor o el golpe en la cabeza lo había dejado aturdido, Jimin parecía tener la habilidad de dejarlo absorto. Encontraba molesto sonrojarse y sentir a su corazón ir de prisa por una mirada de alguien a quien apenas conocía.

Por suerte, en su diario, había organizado una lista exhaustiva de preguntas para realizarle, se apresuró a buscarlo dentro de su mochila. Pero no tuvo oportunidad, ya que Taehyung, perturbado, se sentaba junto a ellos.

—Ken está viendo hacia acá —murmuró Taehyung a Jimin —. ¿Qué está pasando?

Ambos giraron lentamente y en sincronía hacia la derecha. Jungkook siguió la dirección a donde miraban encontrándose con un chico, no sabía quién era, pero miraba a Jimin con intensidad.

—¿Qué? —preguntó Jimin haciéndose el desentendido y continuando con su almuerzo.

Taehyung puso los ojos en blanco.

—Ken está viendo en esta dirección ¿Por qué? —repitió, pero Jimin se encogió negando con la cabeza.

—Sabe que me fui de casa, está siendo un imbécil —Jimin levantó la vista de su comida solo un instante, mirando a al chico del otro lado. Él, Ken, le sostuvo la mirada esperando una acción de su parte, pero Jimin solo suspiró y volvió a concentrarse en su comida.

—¿Cómo? —preguntó Taehyung —. Creí que no había estado ahí cuando sucedió—Jimin resopló dándole una mirada condescendiente a Taehyung.

—Ya sabes que tiene formas de enterarse, ama meterse en mi vida. Es solo está enojado, porque me atreví a hacer lo que el muy cobarde no puede, pero no estoy a favor de darle mi compasión. Es un imbécil—bufó con indiferencia.

—Ay, Jimin ¿No te has preguntado por qué tanto interés?— Taehyung se quejó dejando caer su cabeza contra la mesa como si Jimin lo desesperara.

—Vamos, Taehyung. ¡Solo ama molestarme!

—Sí, lo sé, pero tal vez hay más de lo que crees, ¿Por qué no hablas con él? —sugirió.

—No, no lo haré—dijo decidido.

—Terminará mal —susurro Taehyung.

—Ya está mal.

Jungkook los miró, no sabía de qué estaban hablando, pero parecía serio a juzgar por las miradas contrariadas en sus ojos y su tensa posición de desafío. Permaneció viendo el silencioso enfrentamiento hasta que Taehyung desvío la vista de Jimin.

—No discutiré contigo, Taehyung. No entiendes todo lo que está pasando o lo que pasara. No puedes meterte, te lo prohíbo.

Taehyung lo miró por lo que parecieron horas. Jimin no lo culpo, si Jimin luciera de esa manera mientras lo veía, también se sentiría intimidado.

—¡Guau! —expresó Taehyung, recomponiéndose mientras golpeaba a Jimin en el hombro—. A veces me sorprende lo idiota que puedes sonar.

—Ken es un imbécil que ama molestarme, no le daré la satisfacción de que me importe.

—Eres desesperante.

—¿Todo está bien entonces? —preguntó Jungkook, viéndolos a ambos.

Ellos se sobresaltaron, sorprendidos por el sonido de su voz, Jimin lo vio como si hubiera olvidado que estaba ahí. Jungkook esperó pacientemente a que ellos contestaran su pregunta.

Toda la situación le parecía entraña y mientras ellos se miraban, vio como el chico del otro lado se iba. Aunque parecía que no quería hacerlo, Jungkook se quedó viendo con fijeza como el chico miraba con odio a Jimin.

Volvió a mirar a los dos chicos frente a él, Jimin le sonrió despreocupado.

—Sí, todo está bien —dijo con incomodidad antes de que su rostro se iluminara de repente.

Jungkook siguió su vista reparando en un chico pelirrojo que lo saludaba desde el otro lado con agitación.

—Es Hoseok —les dijo con una sonrisa—. Iré a verlo, nos vemos.

Se despidió de prisa sin borrar la sonrisa de su rostro.

El pecho de Jungkook se oprimió al verlo caminar lejos de ellos con su cabello trenzado en el aire, sin voltear ni una vez. Decepcionado se encorvó viendo al suelo. ¿Quién era Hoseok? ¿Por qué quería tanto verlo? Cada vez tenía más preguntas que respuestas, Jungkook comenzaba a estresarse.

Pudo sentir los ojos de Taehyung sobre él después de que Jimin se fuera. Llameaban de algo desconocido y mientras se inclinaba viéndolo fijamente, Jungkook se estremeció.

—Jimin es gay... — Taehyung dijo, provocando que Jungkook alzara la vista de inmediato —. Le gustan los chicos.

— Los chicos... —repitió bajito.

—Sí —confirmó Taehyung—. Pero Hoseok es un amigo, tal vez la única que tiene aparte de mí

—Yo no lo sabía —negó una y otra vez con su cabeza.

—Ahora ya lo sabes — Taehyung se encogió de hombros.

Las palabras de Taehyung navegaron por su cabeza mientras se despedía.

Jungkook nunca había tenido la necesidad de buscar a alguien con quien compartir su vida, su mundo era muy complejo, cosas que eran fáciles para los demás, para él eran complicadas. Se había adaptado lo mejor que podía, pero había cosas para las que sencillamente no estaba hecho. Relaciones amorosas, novio, novia, familia, Jungkook no podría tener nunca nada de eso.

Pero entonces apareció Jimin.

En una hoja nueva de su diario, con el nombre escrito en el centro de la parte superior. Escribió lo primero que sabía de Park Jimin: Es gay.

Chapter 6: 4. JIMIN

Summary:

Playlist: Florecer

Chapter Text

[You're On Your Own, Kid, Taylor Swift]

El sudor se deslizó de su frente causándole desagrado, con un suspiro cansado volvió a empujar el enorme tronco de madera. Taehyung, desde lo alto de la escalera, jadeaba por aire sin poder tirar una vez más. El árbol se tambaleó, pero Jimin fue lo suficientemente rápido para lograr estabilizarlo, ¿A quién se le ocurrió pedirle un árbol de tamaño real como escenografía?

Volvió a empujar al árbol artificial, malditamente parecido a uno real, pero no logró avanzar ni un centímetro.

—Esto es ridículo —se quejó Taehyung—. Nunca llegaremos.

—No pierdas la fe —le respondió Jimin, aunque el mismo ya no estaba seguro. Tendría que ir a buscar a alguno de sus compañeros para que lo ayudara, pero eso involucraría dejar solo a Taehyung con el riesgo de que el tronco cayera de las escaleras.

—¿A quién se le ocurrió pedirte esta cosa? —gruñó Taehyung cuando avanzaron un escalón.

—Yo también me lo pregunto —bufó Jimin.

—Cállate y empuja.

—Eres un idiota —Jimin se rio.

Cuando por fin lograron llegar al segundo piso, ambos estaban cubiertos de sudor y respiraban forzadamente. Jimin no era un chico atlético, seguro subir un árbol de diez kilos contaba como su máximo ejercicio de rendimiento.

Taehyung sí era un atleta, debía ser por eso que además de lucir sonrojado se veía increíblemente perfecto. Como si subir un tronco por las escaleras fuera parte de su ejercicio diario.

Jimin trató de recuperar el aire, antes de ser golpeado con fuerza por alguien. Desconcertado, Jimin giró esperando recibir una disculpa, pero lo único que encontró fueron los ojos grises de su hermano menor, tan parecidos a los suyos.

El verano estaba finalizando cuando una cena ilustre se vivió en la casa Park, Jimin había estado en muchas a lo largo de los años, había aprendido con golpes a estar callado, pero era imposible que pasara desapercibido, siempre tenía un cometario listillo para intervenir provocando risas en los invitados.

Esa noche, sin embargo, había sido lúgubre. Porque esos malditos hombres habían hablado en televisión sobre las personas homosexuales y sus derechos. Uno de ellos era su propio padre.

Jimin era gay, aunque nunca lo había dicho en los propios términos, su padre lo sabía, claro que lo sabía. Por eso lo había castigado tanto tratando de llevarlo por el "buen camino" mientras crecía. No debió sorprenderse de que un comentario especialmente malicioso sacara lo peor de él.

Jimin no se arrepentía de haber confesado delante de todas las personas que era gay. Valió la pena ver el rostro de su padre, lamentablemente eso trajo como consecuencia salir de casa con lo único que llevaba puesto. Por supuesto que a Jimin no le importaba, ¿Qué más daba que sus padres no lo quisieran? ¿Qué mierda le importaba la gente que no se cansaba de mirarlo? Por dios, era Park Jimin.

Entonces, Jimin no se arrepentía de muchas cosas en su vida, a pesar de ser un chico impulsivo cuyas acciones le había traído más problemas que beneficios, sin embargo, el uno de sus arrepentimientos tenía que ver con su hermano, con Jihyun.

A lo largo de su vida, Jimin había amado a sus padres, pero existían sucesos que le hicieron imposible quererlos por completo. Ellos lo querían, Abel lo sabía, era su hijo después de todo, pero el amor nunca fue completo y desinteresado, siempre se sintió solo.

Hasta Jihyun. Habían sido hermanos inseparables, los mejores amigos y eternos confidentes. Con un año de diferencia aprendieron a quererse y a cuidarse como nadie más lo haría. Jimin era Jihyun y Jihyun era Jimin, dos personas aparentemente diferentes pero unidas por eternos lazos de amor y lealtad.

A Jimin nunca le gusto ser el mismo, pero amaba ser el hermano mayor de Jihyun. Hasta que su camino comenzó a separarse y la brecha se hizo tan grande para intentar cruzarla.

Vivir bajo expectativas fracturó su hermandad y mientras Jimin era entrenado para ser el hijo perfecto, Jihyun fue relegado a ser la segunda opción. Fue cuando su hermano comenzó a. Y un día, Jimin se dio por vencido con Jihyun, la parte más triste de la historia es que a Jimin nunca le importó lo suficiente como para mirar hacia atrás una sola vez.

El silencio se extendió entre ellos, tenso y arrollador, se vieron el uno al otro sin parpadear. Eran desconcertante las similitudes entre Jimin y Jihyun. Sus rostros, sus ojos, su cabello, todo tan familiar. Y, sin embargo, Jimin era indomable, Jihyun parecía meticulosamente cuidado y controlado. Jimin se escondía detrás de una sonrisa, Jihyun se escondía detrás de sus ojos muertos.

Jimin se tomó el tiempo para escudriñar a su hermano, mientras se apoyaba contra la pared, como si estuviera en una reunión cautivante. Jihyun vestía de traje con saco y zapatos lustrados. Siempre tan elegante, su apariencia, sin embargo, contrastaba con su piel pálida, casi enferma, y sus ojos cansados.

No lo había visto desde el comienzo del verano, ni siquiera fue capaz de despedirse de él cuando llegó el momento de irse, le costaba admitir que había esperado que su hermano lo llamara, lo buscara, pero no lo hizo. Y ahora, su reunión parecía inesperada por parte de ambos, fría y sin importancia, como si ahora fueran dos extraños encontrándose por casualidad.

Como solía suceder cuando ambos se juntaban, Taehyung permaneció al margen, chico, inteligente. Nadie quería estar cerca cuando hielo y fuego se enfrentaban.

—Jimin —saludó su hermano con voz frígida y distante.

Sin poder evitarlo, Jimin se estremeció, odiaba el poder que tenía Jihyun sobre él. A menudo tenía que recordarse que él ya no era su pequeño hermano, no, ahora era la sombra de dos personas que lo habían moldeado a su antojo y semejanza.

—Jihyun, ¿cómo has estado? —preguntó con una sonrisa.

Los ojos duros de su hermano se estrecharon. Dios, esa mirada, sus ojos podrían parecerse tanto que cuando se veía en el espejo no podía evitar recordar la noche en la que todo se volvió complicado, Jihyun había permanecido al otro lado del comedor distante y evitativo, sin defenderlo.

—No tan bien como probablemente tú lo estás—contestó.

—No seas modesto, te ves genial.

—¿Sí? Padre opina diferente — dijo dispuesto a dar media vuelta e irse como si Jimin no valiera su tiempo.

Jimin evitó estremecerse ante la mención de Padre. No quería ni imaginarse los dolorosos castigos que estaba implementando, ni siquiera se atrevía a pensar en ellos porque sabía que el sufrimiento de los demás, era su culpa.

—Yo creo que te ves perfecto —sonrió, mientras a Jihyun le invadía una risa rencorosa.

—Eres un cabrón—murmuro furioso.

—Eso me han dicho —le contesto Jimin.

Su hermano lo vio con severidad, como si tratara de descubrir si era el mejor momento para hablar con Jimin o estaba en un momento difícil donde todo lo que hacía era contestar con comentarios sarcásticos y bordes, en esos instantes, debían dejarlo solo porque no obtendrían nada más de él y claro que Jihyun lo sabía.

—No tengo tiempo para esto. Adiós, Jimin.

Jimin apretó los dientes ante la indiferencia de su hermano.

—¿Te vas tan pronto, hermanito? —preguntó bloqueando su camino mientras sonreía.

Jihyun soltó un profundo suspiro, permaneciendo en su lugar tenso.

—Tengo clases —le dijo entre dientes, Jimin sonrió cuando divisó sus manos hechas puño a sus costados.

—No hemos hablado desde esa noche —ladeó la cabeza viéndose mortificado.

—Sí, un evento desafortunado —dijo con rigidez.

¿Desafortunado? ¿De verdad estaba oyendo esa basura? Jimin casi había muerto por ese evento desafortunado, pero ¿Qué le importaba a Jihyun? Al igual que su madre, habían dejado que su padre lo golpeara como lo había hecho desde que tenía memoria.

Jimin sonrió con burla.

—Muy desafortunado —concordó.

Jihyun apretó los labios con sus ojos grises y vacíos. Oh, odiaba cuando se contenía, cuando estaba tan ocupado esforzándose por complacer a sus padres, que se olvidaba que era un ser humano. Se veía tan regio y altivo como si nada pudiera dañarlo.

Jimin se quedó en su lugar jugando con su cabello, esperando que su hermano se quebrara, solo quería un pequeño indicio de que aún tenía corazón.

—Escuche que estudias Derecho, como ellos querían —dijo.

—Sí —Jihyun contestó sin interés.

—Cuando eras pequeño decías que querías ser chef. Supongo que la familia Park sabe cortar las alas con rapidez —ante la mención de su familia, algo parecido a un sentimiento real cruzó el rostro de Jihyun, pero fue tan fugaz que Jimin se preguntó si había estado ahí.

—Tú sabes bien de eso, ¿verdad? —preguntó con puños apretados—. Eres un hipócrita.

Jimin se tragó el comentario sarcástico que quiso salir de su boca, no se suponía que debía ser así su reencuentro. Solo quería una emoción por parte de su hermano, ¿A caso no lo extrañaba? ¿No le dolía que Jimin se hubiera ido? Parecía que no porque sus ojos seguían sin demostrarle nada, sintió a Taehyung posicionarse a su lado viendo a su hermano.

La expresión de Jihyun se cerró, pero por un instante un millón de expresiones pasaron por sus ojos; recelo, desagrado, resentimiento. Después de todo, Taehyung representaba todo lo que su familia odiaba, incluyendo Jihyun.

—No quiero hacer esto, solo...—Jimin murmuró—. Solo quería disculparme. Me fui y...

—No trates de ser amable—Jihyun apretó los dientes con tanta fuerza que Jimin se preguntó si no se hizo daño.

—Aún eres mi hermano, Jihyun.

—Parece que lo olvidaste —se burló.

Era una pelea y Jimin temió que se desatará el caos si no paraban ahora. Ambos, ardían en frío cuando se enojaban, no gritaban, no fanfarroneaban. Convertían sus sonrisas en cuchillos y cortaban en pedazos.

Jimin se mordió su labio inferior sin saber qué decir ante las crueles palabras de su hermano, se preguntó si alguna vez volvería a ver a ese niño dulce que solía pedir su ayuda para todo. Jihyun ponía barreras para que la gente no lo lastimara y tristemente Jimin estaba demasiado lejos de poder penetrar alguna de ellas, a pesar de ser su hermano.

—Solo quiero ayudarte —Jihyun se rio.

—No necesito tu ayuda —objetó con brusquedad—. Ya no soy el niño pequeño que rogaba por ti —declaró, luego dio media vuelta y se fue sin ver atrás. Jimin se quedó ahí con el corazón en la garganta.

Estaba siendo tan injusto. Jimin no merecía las palabras de Jihyun, él también había sido un niño.

Sintió que Taehyung lo atraía a un abrazo y Jimin no pudo, sino aferrarse a su mejor amigo con fuerza. Nunca esperó que su reencuentro le causaría tanto dolor, había esperado que su hermanito estuviera preocupado por él después de como terminaron las cosas.

Pero, ¿Qué importaba Jihyun? El cabrón imbécil que fue lo suficientemente estúpido para creer cada palabra que decían sus padres. Jimin no le debía nada y en definitiva no debía estar triste por su comportamiento. Entonces, ¿Por qué dolía tanto?

—¿Estás bien? —preguntó Taehyung contra él. El peluche del abrigo negro que llevaba ese día le picó la nariz, pero no hizo nada por alejarse, de la única persona que aceptaba abrazos eran de él, porque se sentían cálidos y Jimin completo.

—¿Por qué no lo estaría? —preguntó en un susurro ahogado—. Solo es mi hermano siendo un cabrón.

—Jimin...—Taehyung trató de decir algo, pero él fue más rápido y consiguió alejarse, no necesitaba una charla motivacional.

—No lo digas.

Taehyung suspiró.

—Él te quiere, solo... no sabe cómo demostrártelo.

Era irónico que estuviera defendiéndolo. Ninguno de los dos se llevaba bien, incluso antes de que su relación de hermanos se rompiera, Jihyun solía tenerle un gran recelo a Taehyung y las cosas empeoraron después del incidente.

Una vez, cuando Taehyung los visitó, su hermano tímido y tierno le tiró un cubo de pintura roja, Taehyung estuvo con ese color por dos semanas. A partir de entonces, ellos dos nunca estuvieron juntos, se evitaban como la peste. Luego Jihyun se dejó influenciar por los comentarios de sus padres respecto a Taehyung y pareció odiarlo más.

—Me cuesta creerlo —bufó Jimin —¿Recuerdas cuando lo conociste? —preguntó después con una sonrisa.

Taehyung bufó ante el recuerdo.

Eran los días de frío en la ciudad, diciembre. Jihyun prefería pasar esos días acurrucado en su cama, pero Jimin lo convenció de salir de casa y reunirse con Taehyung para pasar la navidad con ellos, la familia Kim era increíble y habían abierto sus puertas para Jimin desde la primera vez que entró a su casa. Sin embargo, a mitad del camino, Jihyun se cansó y Jimin había tenido que cargarlo.

—Si —respondió Taehyung—. Iba dormido sobre tu espalda.

Se había aferrado con fuerza a Jimin y Jimin lo tomó sin querer soltarlo jamás.

—¿Cuándo comenzamos a cambiar? —le preguntó en un susurro.

—Cuando ellos te eligieron, Jihyun no es malo...—simplemente las personas que debían protegerlo le habían fallado.

—No, no lo es.

Volvieron a tomar el árbol y comenzaron a caminar por los pasillos sin decir ninguna palabra, como si todo el altercado hubiera terminado con su energía. Sin embargo, a mitad del camino, Jungkook se cruzó con ellos.

Se detuvo de inmediato, sonriéndole a Jimin. Oh, bueno. El día no podía empeorar.

Jimin y Jungkook no se habían visto por algunos días, sobre todo por lo que Jimin denominó "miedo potencial al compromiso" No tenía idea de que quería Jungkook de él, pero siempre lo veía con fijeza o se sonrojaba por sus comentarios. A Jimin le encantaba tener efecto en todas las personas, pero por alguna razón, no en Jungkook.

No en el chico que pasaba la mayor parte del tiempo bajo la sombra de un árbol con audífonos sobre la cabeza y un libro en su regazo, soltaba comentarios al azar de eventos históricos que resultaban interesantes, que le contaba historias y amaba el color morado. Jimin no era un buen chico, eso es lo que había oído toda su vida y parte de su adolescencia, lo oyó tanto de que alguna manera empezó a creer que era verdad.

Se metía en problemas, le gustaba beber, era un promiscuo que disfrutaba su sexualidad libremente, además de desbordar una confianza extrema de sí mismo al punto de ser delirante.

Jimin, no era un buen chico. Se había acostumbrado a que la gente lo supiera. Entonces, ¿Por qué Jungkook se empeñaba en estar a su lado? ¿Qué quería de él? A Jimin le daba terror descubrirlo.

Por eso, los últimos días lo había estado evitando, lo que resultaba muy difícil cuando Jungkook parecía estar siempre buscándolo, Jimin comenzó a caminar con más prisa, obligando a Taehyung a hacer lo mismo, el árbol se tambaleó en cada paso, pero Jimin se aferró, sin embargo, cuando se dio cuenta de que no podría evitar a Jungkook para siempre se detuvo.

—Hola —Jungkook dijo con las mejillas furiosamente sonrojadas, quizás por correr, quizás por Jimin.

—¿Qué haces siguiéndome? —preguntó Jimin—. Eres molesto —trató de sonar enfadado, pero no le fue posible.

Jungkook se quedó viéndolo sin decir nada. Era como un pequeño cachorro en busca de su dueño. Contradictoriamente, no lo parecía, era incluso más alto que Jimin, más corpulento y atlético.

—¿Lo soy? —preguntó Jungkook, ladeando la cabeza, desconcertado.

Taehyung se inclinó a su lado, riendo. A él le agradaba, y en los días en los que huyó no dejó de preguntar por él, traidor. Para ser justo, Taehyung parecía amar a todo el mundo.

—Por supuesto —bufó Jimin—. No puedes ir siguiendo así a la gente.

—Pero... ¿Por qué no? —ladeó la cabeza, si algo había comprendido Jimin sobre Jungkook era lo ingenuo e inseguro que se mostraba ante todo.

Por eso debía mantenerse alejado de él, Jimin no era bueno para Jungkook, cuanto antes lo comprendiera, sería mejor para ambos.

—Ah, eres imposible —se desesperó, aumentó, volvieron a tomar el árbol para llegar a su clase, no estaba seguro de lograrlo.

—No puedo ser imposible, eso es erróneo, tal vez tratas de decir que soy improbable.

—Está bien, pequeño sabelotodo, eres improbable. ¿No tienes más amigos con quienes estar?

—¿Somos amigos? —buena pregunta, Jimin no tenía muchos amigos, la mayoría de las personas que lo alababan con la misma intensidad en que lo odiaban, no eran sus amigos, eran gente estúpida que vivía a su alrededor para subir su ego y nada más. Pero bueno, era Jungkook, el chico a quien casi noqueó con un libro.

—Pues sí... eso creo —se encogió de hombros, indiferente—. Pero si me molestas lo suficiente, esta amistad no llegará a ningún lado. Busca más amigos... —ordenó.

Jungkook frunció el ceño —Ya tengo un amigo.

—¿Es imaginario? —se burló.

—No, Seokjin existe —le respondió como si Jimin estuviera diciendo tonterías.

En la puerta de su clase se detuvieron. Taehyung soltó el árbol y de un movimiento rápido se despidió trotando a su clase, dejando a Jimin y a Jungkook solos. Genial.

Toda la semana evitándolo para terminar atrapado junto a él. A ese paso, nunca llegaría a su clase y todo el trabajo para subir el árbol no valdría la pena.

Jimin miró un poco más a Jungkook, quien se detuvo frente a él. Era guapo, no podía negarlo, y, sin embargo, todo él le pedía a gritos alejarse para no dañar al chico, la mejor forma de que algo permaneciera hermoso era dejarlo donde estaba.

—Pues ve con él —dijo. Jungkook no se movió.

—No puedo, no lo veo mucho porque siempre está en clase.

—¿Y por eso me sigues a mí? Me ofende ser tu segunda opción —dijo con sarcasmo, pero pasó inadvertido.

—¿Puedo estar contigo? —preguntó en su lugar con sus ojos malditamente brillantes.

Jimin sintió a su corazón revolotear contra su pecho. Una mala señal.

—¿Por qué quieres estar conmigo? —preguntó en un susurro lastimero.

—No lo sé —Jungkook se encogió de hombros—. Pero quiero hacerlo.

El interior de Jimin tiritó de algo cálido, le sonrió, una sonrisa de verdad y encogiéndose de hombros como si no le importara, se echó a caminar dentro del salón. Oh, bueno, ¿Qué podría pasar?

—Solo si no hablas demasiado —dijo.

Jungkook lo siguió.

Chapter 7: 5. JUNGKOOK

Notes:

TW. Comentarios homofóbicos.

Chapter Text

Los edificios eran gigantes, tan grandes que si llegaba a la cima quizás podría tocar el cielo con la punta de sus dedos. Jungkook permaneció con la vista en alto, vislumbrando los ventanales y el intrínseco color de las construcciones. Un avión podría sobrevolarlos en caso de una guerra, oh una guerra.

Jungkook no sabía cómo sobrevivir a una, ciertamente, su posición lo haría vulnerable, quizás moriría el primer día... ¿Cómo sería vivir una guerra? Inquirió, la pregunta llevaba rondando días por su cabeza y aún no lograba tener respuesta, tendría que preguntarle a Dami o su padre.

Estaba tan ensimismado pensando que no notó que alguien se acercaba hasta que se sentó a su lado.

—Así que tú eres el tonto que ha estado acompañando a Park Jimin —dijo la persona, Jungkook, se tensó viendo a un chico sentado a la par suyo en el banco situado fuera de la facultad de Historia.

Lo recordaba vagamente, era el mismo chico pálido que había visto a Jimin hacía unas semanas, Ken. Él no iba en ninguna de sus clases, dudaba que estuvieran en la misma facultad, lo sabría, en su diario en la última hoja llevaba un registro minucioso de cada persona con la que compartía clase, sin embargo, se mantenía apartado de los demás, solitario y aprensivo. Los únicos con quienes realmente hablaba eran Taehyung y Jimin y eso tampoco era demasiado común porque eran de distintas carreras y rara vez podían verse.

Entonces, ese chico era un extraño para Jungkook y él pareció notarlo.

—No me conoces —confirmó, ladeando la cabeza—. Pero dime Ken.

—Hola... —contestó Jungkook, aun luciendo preocupado por estar cerca de ese chico, se levantó queriendo irse, pero el chico lo tomó del brazo haciendo que se volviera a sentar.

Lo hizo, pero más por la impresión que por la fuerza utilizada. Su altura no intimidó a Jungkook, pues él era mucho más alto y corpulento, pero se quedó sentado.

—Escuche que pasas demasiado tiempo con Jimin últimamente — Ken dijo sin mirarlo.

—Sí —le contestó, pero no era pregunta, el chico se rio suavemente.

—Yo me mantendría alejado de él —recomendó —. Se ve que eres un buen chico, no necesitas a Park Jimin en tu vida... créeme.

—¿Por qué no? —Ken lo miró, la mirada de Jungkook fue directo a las pecas que cubrían su rostro porque no miraba a los ojos, aun cuando parecía que lo hacía.

—Porque es Park Jimin... eso es suficiente, no quieres que su mierda te manche a ti —no sabía de qué estaba hablando.

—No entiendo —ladeó la cabeza, confundido. Ken suspiró perdiendo la paciencia.

—Uf, demasiado inocente, te comerá vivo —se burló.

—Eso sería canibalismo y no es legal.

—¡Park Jimin es una basura de ser humano! —vociferó sobresaltando a Jungkook—. Disfruta demasiado de la atención y los tontos como tú viven para alabarlo, ese es el motivo por el cual te quiere cerca, Jimin es un pobre perdedor. Cree que puede pisotear a quien quiere solo porque su padre es un político y tiene dinero, no es más que un niño...

—Eso es ofensivo, estás siendo grosero —lo interrumpió Jungkook. Ken se le quedó viendo. Jungkook no logro interpretar su silencio.

De repente sus ojos se abrieron de manera exagerada, viéndolo detenidamente.

—¿A caso te gusta? —murmuró, incrédulo—. ¿Eres un maricón también?

Jungkook había escuchado esa palabra solo una vez antes de ese día, cuando tenía cinco años, y su compañero de escuela se lo dijo después de meterle la cabeza al váter.

Sabía que era una palabra peyorativa para referirse a las personas homosexuales, una mala palabra al fin de cuentas, aunque no la peor que le habían dicho antes; raro, fenómeno, tonto, idiota, eran parte de la lista.

Y, sin embargo, se sintió ofendido de que lo llamaran de esa manera, no porque le ofendiera que le dijeran gay, sino porque era un término denigrante, el usar la palabra «Maricón» era casi tan malo como decir «No pareces autista»

Se quedó callado porque el chico frente a él no merecía palabra alguna. Decidió que no le agradaba y quería que Ken se mantuviera alejado de él.

—¿Eso significa que te gusta? —preguntó Ken, decepcionado—. Otro maricón —murmuró con desdén—. Una verdadera lástima, quise salvarte, pero veo que estás tan perdido como cualquiera de las personas que van atrás de Park Jimin.

Ken se fue en ese momento, despotricando insultos hacia Jimin, casi chocando con personas y con la cara roja.

Jungkook se quedó ahí tratando de analizar las palabras dichas por el tipo arrogante que le había hablado. Pero no pudo más que pensar en la última cosa que dijo.

¿Le gusta? ¿Jimin le gustaba?

Sonrojado y con el corazón martillando dentro de su pecho, Jungkook se quedó como estatua, no sabía si Jimin le gustaba, era más como una especie de tierna curiosidad de querer saber todo sobre él. Pero Ken, lo había dejado con una duda creciente. Y si había algo que Jungkook odiaba era quedarse sin respuestas.

❃•❃•❃

Cada sábado desde que tenía ocho años iba al consultorio de Dami, y aun después de diez años el lugar no había cambiado nada. Era blanco, todo blanco, incluso los muebles. Eso le daba una gran seguridad; sin embargo, también lo mantenía absorto, el blanco lo hacía sumirse en sus pensamientos más rápido, sin que él fuera consciente de lo perdido que se veía mirando una pared vacía.

Justo como en ese momento, Dami sentada tras el escritorio con su bata blanca y sus lentes de pasta gruesa. Hablaba y hablaba, Jungkook estaba frente a ella, pero no prestaba atención, su mente estaba lejos.

En su cita de cada sábado, de cada mes hablaban mucho... bueno, Dami lo hacía, a veces Jungkook participaba o al menos le prestaba atención. Pero ese día no podía más que pensar en una cosa que llevaba rondando su mente.

Lo había pensado mucho, analizando cada una de sus acciones, cada palabra, cada detalle.

Ese chico, Ken, había dicho cosas, cosas que Jungkook ya sabía, pero no había podido ponerles un nombre hasta que fueron dichas en voz alta, incluso entonces, seguía un poco desconcertado, sus ansias de ver a Jimin y de hablar con él finalmente tenían sentido, pero eso no lo hacía sentir mejor.

Cuando regresó su atención a su doctora, Dami esperaba su respuesta; sin embargo, Jungkook no la tenía, porque la había ignorado casi toda la sesión.

—Te pregunté ¿Cómo te ha ido en la universidad? —volvió a decir Dami, consciente de que sus palabras anteriores quedaron dispersas por la habitación. Jungkook se encogió de hombros, indiferente.

No quería hablar de sus clases, no por ahora, todo iba bien, todo menos Jimin. Miró a Dami un breve momento, decidiendo en ese instante que si tenía que comenzar a decirle lo que sentía a alguien debía ser a ella.

—Dami ¿Sabías que los primeros registros de la homosexualidad ocurrieron en Mesopotamia, una de las culturas más viejas de la historia? —inquirió.

Había investigado mucho sobre eso una vez se enteró de que Jimin era gay, cientos y cientos de artículos que se habían quedado en su cabeza y hacían eco dentro de ella. De cosas hermosas y de crímenes atroces.

Dami frunció el ceño y se le quedó mirando indescifrable por el cambio abrupto de conversación. Jungkook se balanceó en su silla, señal inequívoca de estar preocupado.

—Si lo sabía —contestó su doctora por fin.

Dami le prestó más atención que de costumbre, Jungkook se inclinó hacia el escritorio.

—¿Es malo que te gusten los chicos? —preguntó tomando desprevenida a Dami—. Hay países donde está penado y castigado por la ley.

Por un instante, nada paso, Jungkook hubiera esperado que ante su pregunta una bomba explotara, pero todo lo que quedo fue el silencio.

Dami analizaba su pregunta con detenimiento, pero sin dejar de verse confundida, Jungkook nunca le había preguntado algo así, no era raro que le hiciera preguntas desconcertantes. Sin embargo, nada nunca como eso.

Paso unos minutos antes de que algo parecido a la comprensión golpeara a Dami. Quedó pálida y tambaleante ante la mirada de Jungkook.

—¿Por qué me preguntas eso, Jungkook? —inquirió suavemente, Jungkook volvió a mirar a la pared blanca.

Si era honesto, no estaba seguro. Ken lo dejó con muchas dudas, nunca antes Jungkook se había preguntado sobre su sexualidad, nunca pensó en tener una pareja o una relación romántica. Estaba demasiado ocupado pensando en Las Guerras Floridas y Alejandro Magno.

Hasta que Ken insinuó que le gustaba Jimin. Después de pensarlo mucho, no llegó a una conclusión, quedó muy confundido, ¿Lo hacía? ¿Era malo? ¿Qué pasaba después?

—Tengo un nuevo amigo, se llama Jimin y es gay —le dijo, Dami asintió.

—Oh, está bien que hagas amigos.

La cuestión era que tal vez Jungkook no quería ser su amigo, quería más.

—Creo que me gusta —le confesó—. Creo que me gusta Jimin.

Dami parpadeó repetidas veces, luego abrió la boca y por último se inclinó contra su escritorio sin aliento.

—¿De manera romántica? — Jungkook ladeó la cabeza a un lado sin entender, frunció las cejas. Dami continuó; — Ya sabes, como una pareja... Alguien a quien querer. De quien, enamorarte.

Jungkook se quedó sin saber qué decir. Nunca se había planteado tener una pareja. El amor y relaciones amorosas eran complicadas, por eso evitaba pensar en ellas.

Relación, novia, pareja. No estaba en su vocabulario.

No porque era autista, sería más complicado, sí, pero podía enamorarse. Ser autista era un modo de ser, aunque no era "normal". Su vida como autista era tan feliz y satisfactoria como la de cualquier persona neurotípica. Jungkook simplemente nunca se enamoró antes.

Su madre lo abandonó en su cumpleaños número doce, mientras llovía, antes de irse le dijo que era un robot sin sentimientos que no sabía amar y que nunca nadie lo amaría a él. Esas palabras se incrustaron profundo. Tenía miedo de no llegar a amar.

Su madre lo abandonó en su cumpleaños número doce, mientras llovía, antes de irse le dijo que era un robot sin sentimientos que no sabía amar y que nunca nadie lo amaría a él. Esas palabras se incrustaron profundo. Tenía miedo de no llegar a amar.

Pero Jimin, siempre que lo veía ocasionaba un malestar en su estómago, lo hacía sonrojar con solo una mirada y hablar con él no resultaba tedioso o aburrido. Le gustaba estar junto a él todo el tiempo, además sus pensamientos estaban llenos de él, si eso no era un enamoramiento precoz, no sabía lo que era entonces.

—No sé... Eso creo... —reconoció.

Dami se quedó muy quieta con una mirada extraña en su rostro, diferente a la que hizo cuando le dijo que iría a la universidad, pero igual a la que hizo cuando le dijo que adoptaría a un cachorro. Jungkook estaba muy confundido.

—¡Bien! E-eso está muy bien —tartamudeó—. Ay —suspiró—. Amor joven, qué cosa tan hermosa... Eres mi primer autista homosexual —dijo con los ojos abiertos—. ¿No quieres hablar de eso?

Jungkook se inclinó contra el escritorio, Dami lo imitó casi terminando tendida sobre él.

La cosa era que... a Jungkook nunca le había gustado nadie antes, no importaba realmente que la primera persona de quien se había enamorado fuera un chico, pero al resto parecía importarle.

—¿Es malo que me guste un chico? —preguntó.

—No, por supuesto que no—respondió Dami de inmediato y sin titubear—. Que te guste alguien, chico o chica está bien porque son tus gustos, no de los demás. Sin embargo, debes saber que no todas las personas piensan igual.

Jungkook decayó, ahora no solo sería diferente porque era autista, sino también porque era gay. Estaba tan cansado de ser diferente en un lugar que odiaba lo diferente.

—¿Cómo es? Jungkook ¿Cómo es Jimin? —preguntó Dami y Jungkook solo pudo quedarse viendo la pared blanca.

Como venía sucediendo desde hacía unas semanas, la imagen de Jimin se presentó en su cabeza con nitidez.

—Es... efervescente —contestó con satisfacción porque esa palabra definía a Jimin por completo—. Su pelo es rosa y largo, le llega a los hombros, tiene la piel pálida y es muy pequeño. Me gusta cuando sonríe, pero no lo hace mucho.

—Suena que es atractivo, ¿Por eso te gusta? —le preguntó, las mejillas de Jungkook se colorearon en un rojo intenso.

Jimin era muy guapo, mucho. Pero, por supuesto, había más allá de su belleza cautivante. Él siempre lo escuchaba, nunca lo obligaba a callarse, ni le parecía exasperante. También respetaba su espacio, lo que decía y lo que no quería compartir, nunca lo presionó.

Jimin lo hacía sentir mucho y aunque Jungkook era incapaz de manejar todas las emociones que sentía, no quería dejar de sentirlas nunca. Por eso era efervescente, le hacía burbujear su estómago y debilitaba sus piernas.

—Él me hace sentir... cosas —reconoció Jungkook, Dami más curiosa que nunca se frotó el rostro con las manos.

—Bueno, él... te gusta —confirmó con una suave sonrisa—. ¿Qué harás ahora? —preguntó después.

Jungkook no había llegado a esa parte... ¿Debía hacer más? Por eso las relaciones románticas eran tan complicadas, Jungkook no lograba entender cómo funcionaba el equilibrio mutuo de quererse, cuidarse y protegerse.

A Jungkook le gustaba Jimin, ¿Jimin gustaba de Jungkook? ¿Qué debía hacer ahora?

—No sé... ¡¿Qué debería hacer, Dami?! —preguntó tan asustado que Dami lució sorprendida.

Rodeó su escritorio y se sentó en la silla junto a la de Jungkook, de alguna manera, logró sentirse acompañado.

—"Gustar" es una palabra muy grande. Podría gustarte el café con leche, pero es diferente a la forma en que te gusta Jimin, ¿verdad? —preguntó Dami.

—Sí —contestó Jungkook en seguida.

Sabía la diferencia, no estaba del todo claro, pero quería a Jimin de una manera diferente a la que quería a su padre. No era ningún idiota.

—Entonces, Cuando te gusta alguien es porque quieres que sea algo para ti... ¿Quieres que sea no sé... tal vez tu novio? —tanteó, nunca había hablado de eso, no fue una sorpresa que Jungkook volteara a verla como si estuviera loca.

¿Novio? ¿Qué significaba ser novio? ¿Jungkook incluso podría? ¿A caso se había vuelto loca Dami por sugerir eso?

Pero entonces Jungkook pensó en Jimin siendo suyo, claro que no en su totalidad. Jimin era de él mismo, su propia persona, pero existía una inexplicable sensación al pensar que también podría ser de Jungkook.

—Dami ¿Él podría ser mi novio? —preguntó con demasiada seriedad.

—Por supuesto que sí —aseguró ella—. El amor ya es complicado para los neurotípicos, para ti puede serlo mucho más. Pero, debes saber que los autistas tienen parejas.

Lo sabía, en el centro a veces veía algunos de ellos. Pero no era lo mismo, nunca lo era.

—Pero soy raro y a las personas no les gustan las personas raras.

—No eres raro, solo eres Jungkook.

Y eso era mucho peor, no necesitaba las cartas de emociones que su padre le hizo memorizar desde que tenía doce años para saber que Dami se veía aterrada.

Cada autista era un mundo diferente, único y complejo. El mundo de Jungkook era simple. Aunque parecía extraño la forma en la que se expresaba, su mundo era tan abierto, tan sin tapujos y mentiras, tan ingenuamente expuesto a los demás, que resultaba fácil penetrar en él.

Jungkook no vivía en una "fortaleza vacía" sino en una llanura tan abierta que parecía frágil. Tenía complicaciones que le imposibilitaban el contacto social y que algunas veces lo hacían sentir diferente al resto. Se le hacía difícil comunicarse o no comprendía las sutilezas sociales, pero tenía incluso algunas ventajas en comparación con los que se dicen "normales".

A Jungkook le costaba comunicarse, pero no solía engañar. Sí, Jungkook no comprendía las sutilezas sociales, pero tampoco participaba en las dobles intenciones o los sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida social. Era vulnerable.

—A veces quiero ser como ellos —dijo con melancolía. Porque si Jungkook le preguntaran que es lo que más quisiera en el mundo, él diría que desearía ser normal.

—Está bien, eres Jungkook y eso basta —pero no lo hacía—. Entonces... debes decirle que eres autista. ¿Lo sabes, verdad?

Jungkook se estremeció. Nunca concordó con Dami, ¿Por qué tenía que decirlo? No era una enfermedad contagiosa que le causara daños a otras personas, Jungkook no era peligroso, y aun así tenía que tener la etiqueta para que el mundo se preparara para él.

—Sí —dijo sin estar de acuerdo.

—No tiene que ser ahora mismo, primero tienes que conocerlo y cuando tenga tu confianza puedes decirlo. Independientemente de que sea tu amigo o algo más, debe saber que muchas cosas para ti serán diferentes —le explicó como las veces anteriores.

No lograba nada peleando con Dami, así que se concentró en el asunto apremiante. ¿Qué debía hacer ahora?

—¿Ahora qué? —le preguntó con ojos grandes. Dami se removió.

—Bueno... conócelo, habla con él, déjalo entrar a tu mundo, enséñale cosas que a nadie más le puedas enseñar. Enamórate de él y has que él se enamore de ti.

—¿Y cómo sabré cuándo este enamorado? —Dami llevó su dedo índice a su boca, dando golpecitos mientras pensaba.

—No estoy segura, es diferente para cada persona, pero lo que puedo decirte es que cuando lo veas sentirás a tu estómago removerse, como si tuvieras mariposas.

—Tal vez son parásitos —Jungkook se inquietó.

Pero Dami lo ignoró.

—Él será tu primer pensamiento al despertar, y a quien querrás contarle todos tus triunfos y derrotas. Cuando te empieza a gustar alguien, él es todo lo que puedes pensar y soñar... son muchas cosas Jungkook, pero te aseguro que lo sabrás.

—¿Debo decirle que me gusta o todavía no?

—Primero conócelo, anota cosas sobre él, y cuando esté en la lista de personas dignas de confianza habrás encontrado un candidato para compartir tu vida, y si eso no sucede, entonces habrás encontrado un amigo.

—¿Y cuándo le digo que me gusta? —Jungkook insistió.

Los hombros de Dami cayeron, volvió a sentarse en la silla.

—Ay Jungkook, para eso tienes que esperar un tiempo, hasta que sea tu novio.

Francamente, Jungkook no quería esperar tanto tiempo.

—Entonces Jimin será mi novio desde ahora —se levantó de su asiento, eufórico.

—¡Tranquilo! —le susurró, tomándolo de los hombros, lo sentó en su silla de nuevo, se hincó enfrente de él —. Debes ir con calma. Los neurotípicos son rápidos para unas cosas y muy lentos para otras. Tienes que enamorarlo y tú tienes que enamorarte. Querer encontrar a alguien con quien estar es genial, pero... debes ser consciente de como empezar a conquistarlo. Tienes que saber, Jungkook que será diferente y tendrá sus limitaciones.

De todo lo que dijo antes, Jungkook ignoró la mitad...

—Debo conquistarlo —decidió.

Chapter 8: 6. JIMIN

Chapter Text

El día se deslumbró prometedor desde que, al despertar, Jimin no fue capaz de sentir cansancio. Solía suceder que, aun cuando hubiera dormido sus horas correctas de sueño, siempre despertaba agotado, como si no fuera capaz de descansar aún con los ojos cerrados por más que trataba. Por eso, y para su consternación, permanecía despierto hasta que su mente colapsaba y lo único que podía hacer era dormir.

Sin embargo, ese día, cuando despertó sin sentirse cansado y sin bolsas púrpuras debajo de los ojos, supo que todo estaría bien. Ya debería estar acostumbrado a que las cosas no salían como él esperaba.

La mañana pasó lenta pero cómoda. Practicó para su próxima puesta en escena, ni Ken ni sus miradas penetrantes lograron sacarlo de quicio, le sonrió a sus compañeros y se entretuvo con los nuevos chismes que lograron mitigar la atención de los demás hacia él. Jihyun apareció en sus pensamientos solo una vez antes de ser bloqueado porque ese gran día no podía estar empañado por el recuerdo de su hermano.

Se encontraba leyendo la última página de su nuevo personaje, cuando una chica de primer año se le acercó. Ni siquiera estaba en su clase, Jimin cursaba el quinto semestre, pero su profesora les había dejado ver a los de primero un tramo de su escena para que se familiarizaran.

A Jimin no solía molestarle que otras personas le prestaran atención, pero la mirada de esa chica en particular lo hizo sentir incómodo. Lo veía como si conociera cada pequeño fragmento de él.

La clase continua lentamente, Jimin se sentó alejado de sus compañeros leyendo su guion e ignorando las miradas de la chica, pero cuando una sombra lo cubrió, Jimin tuvo que parpadear un par de veces.

Era pequeña y delgada, con la piel inusualmente pálida y el cabello ennegrecido. Jimin estaba seguro de que nunca la vio antes, recordaría los ojos flamantes.

—Tú eres Park Jimin... —dijo ella con voz que sonaba como un dulce chirrido.

Jimin se congeló. Miró alrededor, todos sus compañeros contenían el aliento mientras veían la escena con curiosidad. Jimin sintió que se encogía. No sabía lo que la chica quería de él, pero no podía ser nada bueno, sobre todo si se tenía en cuanta toda su situación actual.

—¿Es cierto que eres gay? —Jimin boqueó como un pez, para él, la chica se veía tan pequeña y frágil, pero su lengua afilada le enseñó que las apariencias engañan.

—¿Qué? —le preguntó parpadeando como si hubiera escuchado mal. Debió haberlo esperado.

La chica se encogió de hombros sin arrepentirse de sus palabras.

—Todos se preguntan eso, ¿es verdad? —sus grandes ojos parpadearon hacia él con evidente curiosidad.

Jimin suspiró con fastidio. ¿Tendría que besarse con un hombre frente a todos para que dejaran de preguntar de una vez por todas? ¿Qué le importaba a ella, en realidad? No debería ser asunto de nadie más que de Jimin, los demás no tenían derecho a saber nada de él.

—No te interesa —se cruzó de brazos, indiferente.

La chica le hizo un puchero lamentable, Jimin arrugó el rostro y arqueó la ceja con desagrado.

—Vamos, solo quiero saber —pidió con voz dulce.

Jimin se inclinó haciéndole una seña a la chica, ella lo imitó agachándose hasta que sus rostros quedaron muy juntos. Ella lo vio de nuevo llena de anticipación, creyendo que Jimin le contaría todos sus secretos preciados.

—Me-te-te en tus a-sun-tos —pronunció cada sílaba con lentitud, la chica se enderezó enojada.

—Veo que no eres tan carismático como decían —murmuró con acidez.

—¡Cariño! Carisma sí que tengo. Paciencia para lidiar con estúpidos es lo que me falta, piérdete —dijo sin perder la calma.

❃•❃•❃

Salió del salón sintiéndose desorientado, odiaba cuando pasaba eso, cuando las personas creían que tenían el derecho de hablar de él como si Jimin no fuera nada, ni siquiera una persona.

Sus compañeros comenzaron a salir, Jimin vio su intención de interrogarlo y con rapidez comenzó a correr ignorando a todos los que se interponían en su camino, hasta que se cruzó con Jungkook entre el gentío. El corazón de Jimin cayó en picada, Jungkook estaba en el edificio, donde también estaba una horda de alumnos chismosos. Su cuerpo sufrió un estremecimiento y sin pensar Jimin fue a Jungkook.

El sudor se acumuló en su frente mientras sus piernas fallaban, debía verse normal, nada serviría si asustaba a Jungkook, sobre un posible ataque de pánico. Tenía que conseguir llevarlo lo más lejos que pudiera.

—Hola, Kook —lo saludó dando miradas furtivas a la nada. Jungkook frunció su ceño volteando a los lados buscando con quién estaba hablando Jimin, al final volvió la vista al frente y se señaló con el dedo índice.

—Me llamó Jungkook. No Kook —explicó, Jimin suspiró viendo que ninguno de sus compañeros estuviera cerca.

—Lo sé —contestó ausente—. Solo es un apodo, ya sabes, Jungkook, Kook, es divertido. Eso hacen los amigos —los ojos de Jungkook brillaron, de repente interesado.

—¿Lo hacen?

—Sí, a veces lo hacen —Jimin se encogió de hombros, seguía sudando y de repente fue consiente que en realidad así se sentía el miedo.

—No pensé en un apodo para ti —Jungkook contestó mucho después—. ¿Cómo debo llamarte a ti? —Jimin se encogió de hombros, sin darle importancia.

No tenía idea de que estaba haciendo. Jungkook en realidad no estaba en un peligro real, pero Jimin no quería que fuera supiera lo que las personas pensaban de él. Jungkook era la única persona que miraba a Jimin como si fuera importante, no había arrogancia en su rostro o lástima, para él solo era Jimin y quería que a sí fuera por ahora, aunque tuviera que aferrarse a ello.

—Lo buscaré cuando llegue a casa —dijo Jungkook. Jimin sacudió la cabeza.

¿De qué estaban hablando? Ah, el apodo, si claro, el apodo. 

—Eso suena bien —Jimin, se giró deteniéndose—. ¿Qué haces aquí? —preguntó de repente, hasta a él le tomó por sorpresa, pero pensándolo mejor, Jungkook estaba al otro lado de su facultad.

Ellos dos no se encontraban siempre, solían ser eventos aislados y sorpresivos, al menos de su parte, siempre era Jungkook quien lo buscaba.

Jimin lo vio interrogante, Jungkook vestía un gran suéter de lana, no era la primera vez que notaba que usaba ropa desgastada y retro. Parecía tener una obsesión poco sana por la rutina, ya que, siempre lo veía con un color de suéter dependiendo el día, hoy era viernes, tocaba azul.

Pero quién estaba más obsesionado, ¿Jungkook por usar suéteres de colores cada día de la semana o Jimin por saber cuáles eran esos colores?

—Bueno... ¿Quieres ir a tomar un café conmigo? —preguntó Jungkook con timidez.

Jimin soltó una exhalación. Eso, si un café en un lugar lejos de aquí, lejos de sus compañeros y de los chismes.

—¿Un café? —repitió.

—Sí, pase muchas horas del día de ayer investigando un buen café, también sobre relaciones homosexuales, pero más sobre cafés.

Jimin no lo dejó continuar porque desde la barandilla del segundo piso, la mirada de la chica, él devolvió la mirada.

Horrorizado, enganchó su brazo al de Jungkook y sin miramientos comenzó a conducirlo a la salida con rapidez. Sintió a su cuerpo sudar frío mientras Jungkook trataba de seguirle el paso.

El campus estaba repleto de alumnos, Jimin tuvo problemas para pasar entre ellos y alejarse de la chica, por fortuna, ella mismo problema y mientras más se alejaba Jimin, sonaba ridículo. Jimin teniéndole miedo a una colegiala. Sin embargo, eso solo consiguió motivar a Jimin y hacer que Jungkook corriera con más rapidez.

Terminaron encerrados en un museo desolado.

Jimin soltó la mano de Jungkook, inclinado sobre sus rodillas mientras suspiraba llenando de aire sus pulmones, no podía creer lo impulsivo que había actuado tan de repente. Le agradaba Jungkook, de verdad, que lo hacía, pero eso no justificaba que lo había arrastrado por media ciudad solo porque tenía que evitar que escuchara toda la mierda que se decía sobre él. Jungkook estaría mejor sin ser amigo y aunque su cerebro lo sabía, su corazón pensaba diferente.

Deambularon un rato en completo silencio por el museo. Jimin agradecido que Jungkook pareciera más interesado en ver las piezas prehispánicas que en la extraña situación que estaba pasando.

Las grandes exhibiciones cubrían toda la habitación, había enormes filas de estanterías llenas de objetos protegidos con cristalería y las paredes estaban cubiertas de cuadros, tapices y códices. Jimin siguió a Jungkook en silencio, leyendo los pequeños letreros, remontando la última vez que había visto algo como esto.  Los humanos les gustaba recordar, pero no vivir en el pasado.

Caminaron a otra sala donde una enorme piedra grabada los esperaba. Jimin trató de prestarle atención, pero sin sentirse como el mismo y no podía entender a su alrededor por completo. Jungkook se paró a su lado, fascinado con la exposición. El letrero rezaba culturas mesoamericanas de algún lugar de América, Jimin que no era experto en nada que tuviera que ver con historia, se dispuso a solo observar.

—¿Sabías que la Piedra del Sol no es un calendario? —preguntó mientras señalaba al objeto—. Es en realidad un monolito con símbolos iconográficos importantes para la cultura Azteca referentes al devenir del tiempo. Se piensa que pudo haber servido como medio de ofrenda o como plataforma ceremonial y aunque ahora es tratado como un enorme símbolo, no se está comprobado que tuviera una relevancia real entre las culturas prehispánicas.

—Me gusta aquí —le dijo Jungkook.

Jimin sonrió. Su cuerpo comenzaba a tranquilizarse, sus manos ya no cosquilleaban ni temblaban sus piernas. Todo parecía en paz.

—Ya lo creo.

Jungkook lo tomó de la mano y Jimin sintió que todo a su alrededor se detenía. Fortaleció el agarre, y por un instante todo lo que existió fue Jungkook.

❃❃❃

Dentro del museo había una pequeña cafetería cubierta de cuadros de artistas novatos, todo era de madera, las mesas, las sillas, las lámparas y las estanterías. Jimin siguió a Jungkook dentro todavía un poco perturbado.

Sabía que no tenía que alterarse por lo que decían las personas a su alrededor, pero el acoso comenzaba a preocuparle. Ahora todos vivían observándolo y Jimin nunca se sintió tan incómodo por una acción que disfrutó en el pasado.

Jimin miró a Jungkook sentado frente suyo, evitaba sus ojos, pero no era nuevo, trataba de sonreír, pero parecía estar nervioso, Jimin frunció el ceño. Quizás por fin Jungkook estuviera preguntándose como habían terminado en esa situación. Jimin le debía explicaciones.

Mientras el mesero les tomaba las órdenes, Jimin caviló como podía decirle todo sin parecer un lunático. Jungkook era un historiador, no tenía fama de ser sensato, pero ni él podía entender el problema que tenía Jimin.

Durante minutos, se mantuvieron en silencio, observando todo a su alrededor con especial esmero, pero nunca mirando a Jungkook. Jimin se recostó contra la silla y vio las pinturas hasta que sus órdenes fueron puestas en la mesa.

Jimin tomó su taza entre sus manos, acercándola poco a poco. Americano, amaba el amargo sabor del café solitario. Sin embargo, frunció el ceño cuando vio a Jungkook, perfectamente ocupado abriendo un sobre de leche.

—¿Qué estás haciendo? —Jimin lo interrogó.

—Me gusta mi latte con leche.

—Ya tiene leche —arqueó una ceja, confundido.

Ese era la definición del término. Para Jimin un latte ni siquiera contaba como un café, pues tenía la mitad de leche y delimitaba el sabor amargo de los granos de café.

—Me gusta ponerle más —Jungkook le dijo sin verlo.

—En ese caso, solo será leche con un poco de café —bromeó, pero no pareció divertirle a su compañero.

—A mí me gusta.

Para prueba de ello, vertió un sobre más a su café. Después dio lentos tragos a su taza asintiendo para sí mismo.

—¿Cómo puede gustarte? —preguntó desconcertado.

—Dami no me deja tomar café —Jungkook dijo—. Solo café con leche.

Jimin asintió como si supiera con exactitud quién era Dami y porque no dejaba a Jungkook tomar café.

—Eres extraño —le dijo.

—¿Eso es malo? —el rostro de Jungkook se rompió, era fascinante lo incapaz que era Jungkook para esconder sus sentimientos. Adoptó una expresión de pánico mezclada con temor, con el simple hecho de ser considerado diferente por Jimin.

Jimin se sorprendió a sí mismo, entre los dos, él era el más diferente.

—No, no lo creo —se apresuró a decir. Jungkook pareció conforme y siguió dando pequeños sorbos a su leche con café.

Sin embargo, aunque el tiempo pasaba, Jungkook parecía ser incapaz de permanecer sereno, muy diferente a su estado viendo las exhibiciones. Jimin se preguntó si la adrenalina por fin había salido de su sistema y ahora estaba alerta de lo que pasaba. 

Un rato después, cuando su café ya estaba frío, Jungkook sacó de su mochila una libreta cubierta de un color morado y un bolígrafo, un diario, descubrió. Lo vio pasar las hojas con extremada lentitud, hasta que dio con la página que quería. Su vista se clavó en Jimin, luego al diario, por último al bolígrafo.

—¿Qué es lo que más amas en el mundo? Además de vestirte de negro y trenzarte el cabello

Jimin se paralizó. Creyó, con ingenuidad, que la primera pregunta que le hiciera Jungkook esa noche estaba relacionada con los eventos de las últimas horas. Buscó algo en su rostro, algo que le dijera que estaba bromeando. No había nada más que curiosidad.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Dami dijo que tengo que conocerte...

—¿Para qué? —preguntó de nuevo, pero Jungkook lo ignoró.

—¿Qué es lo que más amas en el mundo? —insistió.

Jimin decidió rendirse, si Jungkook no había notado nada extraño de la situación, no sería el quién se lo diría. De todos modos, no era como si Jimin pudiera darle una explicación.

¿Qué contestar? Pensó Jimin. Había muchas cosas que le gustaban, pero "amar" oh, esa era una palabra muy importante. Por supuesto, amaba a Jihyun, el estúpido idiota, también a Taehyung, pero no sabía si a esa clase de amor se refería Jungkook.

—No lo sé —le dijo y dolió pensar que era verdad. Jungkook asintió a sus palabras y anotó en su libreta.

Jimin se quedó en silencio, pensando en sus palabras. Quería muchas cosas, de verdad que sí, pero el concepto de amor siempre estuvo entremezclado con el dolor. Sus padres decían que lo amaban, pero nunca logró enorgullecerlos, su hermano lo amaba, pero a la primera equivocación lo rechazo por completo. Él no podía amar así.

Por fortuna, Jungkook no fue testigo de su crisis o decidió ignorarla, en todo caso, Jimin estuvo agradecido.

—¿Color favorito?

—Negro, por supuesto.

—¿Película que odias...?

—No sé mucho de películas...

—Yo tampoco.

—¿Tienes hermanos? —preguntó después.

Sin poder evitarlo, Jimin se tensó. Había pocas cosas de las que nunca hablaría con nadie, su familia estaba en lo alto de la lista. Además, después de su desafortunado encuentro con Jihyun, lo que menos quería era estar pensando en él. Pero Jungkook lo miraba tan esperanzado que Jimin no pudo hacer nada más que soltar un resoplido como si le divirtiera la pregunta.

—Solo tengo un hermano menor.

—¿Cómo se llama? 

—Se llama Jihyun, pero no tengo una buena relación con él —agregó esperando que Jungkook entendiera que hablar de su hermano no era un buen camino que seguir.

—¿Por qué? —preguntó sin haber captado las palabras silenciosas de Jimin.

Él lo pensó.

No tenía buena relación con Jihyun porque los hermanos se separan. Jihyun y él habían sido muy unidos cuando eran niños porque no conocían nada más, fueron obligados a estudiar en casa hasta los doce años y cuando Jimin salió al mundo quiso comérselo olvidando a su hermano. Jihyun, sin embargo, creció adoctrinado por sus padres, se volvió irreconocible y nunca volvieron a ser como antes.

—... Bueno, digamos que soy muy diferente a él. Jihyun y yo no tenemos nada en común —Jungkook asintió, y el tema fue terminado ahí por el bien de Jimin.

—¿Día favorito? 

—... Me gustan los domingos —le contestó perdido.

—¿Los domingos? —repitió Jungkook alzando la vista.

Por una fracción de segundo, sus ojos se encontraron. Jungkook ahogó un suspiro y Jimin sintió que el mundo se detenía. Jungkook tenía los ojos claros y hermosos.

—Sí —contestó asfixiado.

—¿Por qué? —Jungkook rompió el contacto, luciendo menos afectado de lo que se sentía Jimin.

Oh, ¿Por qué, qué? ¡Oh, sí! Los domingos. Esos días eran los favoritos de Jimin por muchas razones, pero Jungkook aún no tenía que saberlo, se sentía íntimo, personal, lo hacía vulnerable.

—Algún día te lo diré —se aclaró la garganta—. ¿Qué otra pregunta tienes? —le preguntó dándole una mirada a su diario morado.

Jungkook se apresuró a hojear su lista de preguntas.

—Bueno... ¿Cómo es tu día perfecto?

¿Un día perfecto? ¿Incluso existían de esos? Si era sí, hace mucho que no tenía uno. Los buenos días se habían extinguido mientras crecía y las responsabilidades se adherían a él.

—No lo había pensado nunca —respondió con sinceridad—. Creo que mi día perfecto es cuando estoy con la familia Kim, la familia de Taehyung, ellos son asombrosos. ¿El tuyo?

Jungkook se inclinó sobre la mesa luciendo pensativo. Se quedó un tiempo mirando a la nada como siempre hacía. Finalmente, miró a Jimin.

—Cuando estoy solo —dijo y se sintió profundo.

La entrevista continuó. Jimin respondió a todas las preguntas que Jungkook tenía para él, sin cuestionar para qué quería saber todo eso, y sin importarle que muchas de esas preguntas no tuvieran sentido o estuvieran fuera de lugar. Le siguió la corriente con una sonrisa.

Cuando él terminó sus preguntas. Jimin se inclinó y comenzó a cuestionar a Jungkook, pero él daba respuestas ambiguas o cortas. Hasta que se cansó y comenzó a contestarlas todas.

— Me gusta la historia. Iron Man es el mejor superhéroe de todos. Me voy a casar con IU, tengo una colección de fotos de Justin Bieber, si Seokjin llora yo lloro.

No dijo más de sí mismo, volvió a centrar su atención completa en Jimin, como si él fuera lo único que tenía que conocer y descifrar. Jimin lo dejó hacerlo.

Chapter 9: 7. JUNGKOOK

Chapter Text

Cuando Jungkook no entendía algo, él investigaba. Hacía preguntas, buscaba en libros, en enciclopedias o en internet. Pero él jamás se quedaba con la duda, odiaba no tener respuestas a sus preguntas. No debió sorprenderle a nadie que lo primero que hiciera después de salir del consultorio de Dami hubiera sido investigar.

Conquistarlo.  Había dicho.

La definición de conquistar a alguien era caótica dentro de su cabeza. Podría preguntarle a su padre, pero eso ameritaba que él supiera lo que estaba pasando, luego por un minuto por su mente pasó el preguntarle a Seokjin, pero él no era la definición esperada de romance, en todo caso le era indiferente, nunca había tenido una relación o lo escuchó expresar su deseo de tener una. Podía preguntárselo a Taehyung, pero Taehyung era Taehyung. Y no estaba seguro de que podría entenderlo.

No conocía a nadie más, así que su última opción era internet.

Google

WikiHow ¿Cómo conquistar a un chico?

1. Ten confianza, sé un seductor.

Puede hacerlo, Jungkook puede ser el mejor seductor del mundo. Solo, dos preguntas... ¿Cómo logra seducir a alguien? ¿Qué es seducir?

2. Al inicio ríe y bromea de todo lo que dice.

Como si Jimin fuera un payaso.

3. No dejes de sonreír.

¿Y si vamos a ver una película triste? ¿Debo reír en lugar de llorar?

4. Dale flores.

Una idea sensata. Nota mental: debería comprar muchas flores.

5. Invítalo a una cita.

Las páginas de internet eran contradictorias y daban consejos cuestionables. Aun así, se entretuvo leyendo cada artículo que estuvo a su alcance y que decía cosas más o menos sensatas. Le llevó días analizar cuál era la mejor opción para conquistar a Jimin, seducir estaba fuera de la lista y ni hablar de reír de lo que decía, su mejor opción era invitarlo a una cita.

Pero organizar una cita llevaba tiempo, esmero y desde luego planeación. La organización llevó largas horas de trabajo; investigó mucho, preguntó otro tanto, hizo una búsqueda exhaustiva en internet sobre cuál era la mejor opción para la primera cita antes de decidir que podría empezar con un pequeño paso e ir a un café.

Buscar una cafetería poco concurrida que cumpliera con las características básicas como un sitio seguro fue cansado, Jungkook tuvo que ir a cada pequeño local para asegurarse que las reseñas eran verdaderas y luego tuvo que elegir cuál le parecía mejor opción. Pero al final no habían podido ir ahí y todo su plan fue desechado.

Aún le causaba curiosidad lo que pasó el viernes por la tarde. Jimin había actuado de manera extraña y a Jungkook le parecía que en gran parte de su cita su mente no estuvo presente, pero no estaba completamente seguro de ello porque Jimin le contestó cada una de sus preguntas sin quejarse. Por lo cual, consideraba a su cita como un éxito.

Ese día estuvo nervioso, ni siquiera fue capaz de comer su desayuno que consistía en un pequeño vaso de leche semi caliente y un trozo de pan de arándano. Seokjin lo cuestionó, Jungkook no fue capaz de encontrar su voz. Aún tenía dudas de cómo le preguntaría; ¿Qué pasaba si decía que no?

Paso todas sus clases pensando en los posibles escenarios que se desarrollarían una vez que se atreviera a proponerle una cita a Jimin. Cuando cruzo el campus, sus piernas temblaban mientras sudor frío recorría su frente. Pero valientemente se paró afuera del edificio y permaneció de pie esperando a Jimin.

Pero las cosas no sucedieron como los había ensayado tantas veces antes y se vio envuelto en una carrera por su vida sujetando la mano de Jimin. Oh, sostuvo su mano. Jungkook jamás había caminado con la mano tomada de otra persona. Nunca se sintió tan orgulloso de que alguien sostuviera su mano.

Seguramente, para Jimin su ida al museo no contaba como una cita en absoluto, pero para Jungkook lo era, para Jungkook fue algo importante. Lo había sido todo y quería con desesperación que Jimin lo mirara de la misma manera en que lo estaba viendo Jungkook; mírame, mírame, Jimin. Todo este amor primerizo es real y es tuyo.

Recorrieron el museo en silencio. Jungkook comenzó a sentirse seguro y cómodo y mientras caminaban, él pensó que podría ir a cualquier lado con Jimin siempre.

Estar junto a Jimin le daba paz y seguridad, lo hacía hablar hasta cansarse y lo hacía desear ser más valiente. Jungkook no sabía si eso era algo bueno o malo. Sin embargo, esa tarde, después de su cita, en su cama, recostado... decidió que lo quería en su vida; aun cuando fuera difícil, aun cuando no funcionara y alguno saliera lastimado, se arriesgaría.

Estaba sentado de nuevo en la sala del consultorio médico. Dami estaba tras su escritorio mirando con determinación a Jungkook, sus lentes estaban corridos sobre su nariz y su pelo indomable más largo que la última vez que la vio.

—¿Cómo va la escuela? —Dami le preguntó.

—Bien —él se encogió de hombros.

Le gustaban sus clases, también sus maestros, o la mayoría de ellos, la biblioteca era lo suficientemente grande para pasar horas perdido entre anaqueles y volúmenes y además, ahí estaba Jimin.

Desde luego, la universidad, no era como hubiera esperado, si tuviera que definirla con una sola palabra, sería; caótica. Todo pasaba deprisa y todos vivían en constante movimiento. Pero no era tan malo como lo fue las primeras semanas.

—¿Has hecho más amigos? —Dami se apoyó contra el escritorio, expectante.

—No.

—¿Por qué? —preguntó con curiosidad.

—No sé cómo —Jungkook le contestó.

No era mentira, nunca hizo amigos por sí mismo, Seokjin se acercó a él, también Jimin que incluía a Taehyung porque iban siempre juntos. Pero Jungkook nunca había encontrado amigos por sí mismo, se aferraba a aquellos quienes hablaban con él y no los soltaba jamás, si eran buenos con él.

—¿Lo has intentado?

—Sí, pero es difícil, a veces el mundo se ve claramente y otras simplemente no se ve —se quejó, berrinchudo.

—Tu mundo es distinto —dijo Dami con voz suave, como siempre hacía cuando Jungkook se quejaba.

—Quizás... —aventuró Jungkook.

Amigos, siempre los quiso, no mentía que bastaba con Seokjin, pero siempre se preguntó qué sucedería si hubiera más. Pero, nunca lo pensaba mucho porque nadie quería ser su amigo, a veces, cuando otros niños le hablaban, Jungkook apenas oía. Otras veces sus voces sonaban como balas.

Había burlas, gritos, y ataques de ansiedad.

Su infancia le dejo una gran lección, los niños hacían daño, no sabía por qué estaban allí ni lo que harían.

Cuando lograron diagnosticarlo como autista, inició su educación en escuelas especializadas, pero eso no lo hizo olvidar el dolor que sufrió antes. Ahí pasaba la mayor parte del tiempo, vigilando y sin poder hacer nada por su cuenta. No era tan malo porque había gente como él, que lo entendía.

Pero tampoco logró crear una gran relación con otros autistas, quienes siempre preferían estar atentos a sus propios asuntos.

Hasta que Dami lo llevó con los aspi. Los aspi eran autistas funcionales que podían hablar y llevar una vida aparentemente normal con ciertas dificultades, la gente a menudo pensaba que el sinónimo de "autista" era "inteligente" pero Jungkook había conocido chicos que nunca podrían ser independientes, que vivirían siempre bajo el cuidado de sus padres en un mundo ignorante.

Los chicos aspi, eran como él, ellos fueron sus primeros amigos. Los primeros que dejó entrar a su mundo, con quienes creció y compartió su visión de la vida.

Con el tiempo logró avanzar y permitir que otras personas que no eran como él lo conocieran. Sin embargo, seguía siendo receloso y no dejaba entrar a cualquiera con facilidad. Seokjin y su padre entraron poco a poco, con tiempo y confianza, no obstante, desde que vio a Jimin por primera vez sintió la necesidad de enseñarle su mundo entero, aun cuando esté no le estaba ofreciendo nada a cambio. Quizás en eso consistía el amor, en dar y no esperar recibir.

Pero había un problema en todo ese asunto que hacía a su corazón latir de prisa. Él no quería decirle a Jimin que era autista, porque Jungkook odiaba ser etiquetado, ¿Qué importaba si lo era?

—¿Cómo te fue en tu cita? —preguntó Dami, varios minutos después. Jungkook le narró todo lo que había pasado en aquel café, su doctora escuchó todo con detenimiento.

Sin embargo, Jungkook dejó de hablar abruptamente, se quedó mudo mirando a la pared, dejando salir un suspiro lastimero.

—Dami, en serio quiero que Jimin sea mi novio —gimoteó con dolor y anhelo.

—Jungkook... —Dami suspiró con cansancio.

—Es bonito, huele a miel y lo único que pienso es en poner mi boca sobre la suya —dijo de prisa con un leve sonrojo en sus mejillas—. Su color favorito es el amarillo, estudia Teatro, tiene un hermano menor que se llama Jihyun y su mejor amigo en todo el mundo es Taehyung—dijo él, rápido y sin pausas—. Jimin me gusta mucho.

—Eso es genial... —respondió Dami. Pero se veía preocupada, como si antes de este momento hubiera pensado que Jungkook solo estaba teniendo su primer amor infantil y se diera cuenta de que era mucho más, fuerte y peligroso.

Su mente regresó al pensamiento que lo mantenía en constante alerta. A pesar de decidir que quería que Jimin fuera su novio y que había ideado extensos planes para conquistarlo. Aún no quería decirle que era diferente al resto. No quería que Jimin lo tratara como alguien enfermo, quería que lo siguiera viendo como lo hacía hasta ahora.

—Dami no quiero que sepa que soy autista —confesó en un susurro—. Quiero aprender a mentir —agregó después.

Jungkook no decía mentiras. Su padre solía decir que eso se debía a que él era una buena persona. Pero no era porque fuera una buena persona. Era porque no sabía cómo decirlas. Dami abrió y cerró la boca como si fuera un pez, viendo a Jungkook con incredulidad.

—¿Mentir, eh? —preguntó. Sonaba una tontería, pero Jungkook a veces se cansaba de no tener filtro a pesar de ni siquiera notar las cosas que podía decir y las que no.

—Quiero decir mentiras. Todos lo hacen, yo también quiero hacerlo —Jungkook se encogió de hombros.

—Bueno —Dami recorrió sus lentes por el puente de su nariz—. Eso es complicado, las personas con autismo no pueden mentir por voluntad porque sus mentiras no son convincentes. ¿Por qué quieres aprender a mentir tan de repente?

Jungkook se dobló. No estaba listo para hablar de Hoseok, el chico que siempre estaba con Jimin, estaba siendo paranoico porque sabía que era solo su amigo, pero su presencia no evitaba que Jungkook permaneciera alerta. Jungkook podía haber vivido muy feliz su vida sin saber de la existencia de Hoseok, pero desde hacía unos días, él y Jimin pasaban mucho tiempo juntos. Eso hizo que Jungkook se replanteara muchas cosas.

Dami, ante su silencio, suspiró.

—Mira Jungkook... —comenzó—. Tu cerebro funciona diferente al de las personas neurotípicas. Tú posees una "ingenuidad". Engañar o mentir requiere manipular estados mentales y hacer contacto visual o físico para que la mentira dicha sea más creíble. Los niños con TEA no eligen ser veraces, sino que son obligados a serlo, no todos, por supuesto, pero sí la mayoría. Además, una mentira conlleva más de lo que parece, tienes que tener una lingüística específica, el tono de voz y la entonación. Mentir es un arte...

—Entonces ¿No podré mentir? —preguntó con un puchero pronunciado.

—Puedes, pero será difícil —negó Dami—. Los niños autistas no pueden hacerlo, pero pueden decir la verdad a medias. Otra forma de mentir sin hacerlo. Además, Jungkook, una mentira, siempre traerá diez más.

—No entiendo —se quejó con desespero porque todo sonaba tan complicado y una vez más, odió ser autista.

—Mentir no es respetable, porque una mentira pequeña puede convertirse en una muy grande —Dami dijo y luego, adaptando seriedad, le preguntó; —¿Te gusta Jimin?

—Sí, me gusta mucho —reconoció.

—Entonces te daré un consejo; Si quieres que sea tu novio, no le mientas sobre quién eres. Porque no hay forma de dejar de serlo.

❃•❃•❃

El lunes por la mañana se sentía fresco sin el calor apabúllate del fin de semana, la ciudad que nunca dormía estaba en calma los lunes, a pesar de todos los extranjeros que caminaban por la universidad como si estuvieran viendo un fósil prehistórico.

Jungkook llegó a sus clases con una sola cosa en mente, ver a Jimin. Así que lo hizo, fue a su edificio, buscándolo entre la multitud de estudiantes aglomerados por los pasillos.

Como si fuera un imán, Jungkook lo deslumbró entre la multitud, incluso desde la lejanía. Estaba en una pared, recargando su peso en ella, mientras fumaba un cigarrillo. Esta vez, su cabello largo estaba suelto hasta sus hombros con pequeñas hondas. Vestía una chaqueta de cuero, con pantalones negros, una playera que decía "Perdón, papá" y botas.

Jungkook caminó en sí dirección, Jimin lo miró en el instante que se detuvo frente a él, sin apoyar la espalda en la pared, porque podría haber muchas bacterias ahí. Sus grandes ojos grises perforaron el rostro de Jungkook, quien tragó con fuerza. Jimin era tan bonito.

—Entonces, ¿Cómo estuvo tu fin de semana? —él preguntó suavemente.

Jungkook trató de no derretirse por su voz. Había cosas que Jimin le hacía sentir, que lo desconcertaban. Cada vez que le hablaba su estómago se encogía y sus palmas sudaban, Jungkook trataba de no entrar en pánico, era una respuesta fisiología de su cuerpo, después de todo. Pero le desagradaban, lo hacía sentir sin control.

—Bien, Dami dijo muchas cosas —reveló. Jimin asintió con seguridad.

—Seguro lo hizo.

—¿Tú qué hiciste? —preguntó Jungkook mientras comenzaban a caminar rumbo a la cafetería.

El día apenas estaba comenzando. El ligero aroma a café se filtraba por los pasillos con rapidez alarmante y aunque Jungkook solo había pasado su primera clase, su estómago gruñó.

—Nada importante —Jimin se encogió de hombros, pero apenas consiguió un leve movimiento antes de hacer una mueca de dolor.

Jungkook lo miró con detenimiento. Aunque Jimin se veía perfectamente vestido como todos los días y dibujaba una sonrisa amigable, estaba muy pálido y cada paso estaba costándole mucho trabajo.

—¿Estás seguro? Te ves pálido —señaló Jungkook. Jimin suspiró lleno de cansancio.

—Sí, yo...—titubeó—. Echo de menos a mi familia, eso es todo.

No parecía serlo todo, pero Jungkook asintió.

—¿No la ves?

—No ahora —murmuró.

—¿Por qué?

Jimin lo miró por una fracción de segundo, enmudecido.

—No coincidimos en algunas cosas, decidí irme.

—Eso es triste.

¿Pero qué sabia Jungkook de lazos familiares? Solo tenía a su padre, no tenía hermanos y aunque los tuviera, no sabría cómo se sentía Jimin. Jungkook quiso hacer algo, tal vez consolarlo, pero no tenía idea de cómo.

Esperó unos instantes y cuando Jimin no dijo nada más, Jungkook tampoco se lo preguntó, si su situación se parecía en algo, a Jungkook no le gustaba que los demás le preguntaran sobre cosas que dolía. Así que solo lo tomó de la mano.

—Quiero un café con leche. ¿Vamos? —preguntó Jungkook.

Jimin lo evaluó con ojo crítico terminando su cigarro.

—Eres tan raro —le sonrió y Jungkook ni siquiera lo consideró como un insulto, porque no lo era—. Vamos por tu leche con café, bebé de dieciocho años —se alejó de la pared y siguió a Jungkook sin soltarlo.

Como la última vez que sucedió. Se sentía raro que alguien sostuviera su mano. Algo calentó su pecho, una sensación que lo mortificó, Jungkook estuvo tentado a apartarla de un tirón. Porque odiaba el contacto físico, su padre, Seokjin, incluso Dami, habían tratado de enseñarle a soportarlo, pero siempre terminaba con una crisis de ansiedad en el interior del armario, ante cualquier mínimo toque. Esperó sentir ese nudo en el fondo de su estómago, pero no había nada. Solo su corazón latiendo.

Jungkook dejó a Jimin tomar su mano. Porque la mano de Jimin era más pequeña que la suya, con dedos regordetes y elegantes. La elevó a la altura de su rostro, la observó bajo la vista de Jimin, luego mostró una pequeña sonrisa.

Entraron a la cafetería, pasando a los alumnos en el pasillo, en ningún momento Jimin lo soltó, acto que solo le provocó parásitos en su estómago, aunque Dami decía que era mariposas.

Jungkook pidió su café con leche, Jimin lo miró sonriendo y ambos se sentaron en una pequeña mesa alejada de las demás personas.

—¿Dónde está tu amigo? —preguntó Jimin.

Jungkook tomó un sorbo de su café. Seokjin había estado ocupado toda la semana, dejando a Jungkook solo muy a menudo, aunque no es que él se lo reprochara, con su propia carga de trabajo, se les hacía complicado encontrarse. Pero Jungkook sabía que si lo necesitaba solo tenía que tocar su puerta y Seokjin lo ayudaría.

—Tiene clases —se encogió de hombros.

Jimin permaneció sereno a su lado, parecía tratar de descifrar a Jungkook. Él trató de no encogerse ante su penetrante mirada, a veces sentía que sus ojos claros tenían la capacidad de quemarlo. Jimin desprendía algún tipo de magia extraordinaria mezclada con calidez y dulzor.

—¿Cuántos años tiene? —Jimin preguntó de nuevo sobre Seokjin, Jungkook no tuvo que pensarlo.

—20 años.

—¿Cómo se convirtió en tu amigo?

Jungkook frunció los labios. A veces parecía increíble pensar que hubo un tiempo en el que no se conocían ni eran amigos. Jungkook creía que Seokjin había estado ahí, junto a él, toda la vida. Pero una vez solo fue su vecino que lo asustaba.

—Seokjin me espiaba desde la alambrada —le dijo.

—Eso da miedo.

Jungkook asintió impetuosamente.

—¡Eso le dije a papá! —gritó— Pero contesto que solo quería ser mi amigo. Me sigue desde entonces, por él vine a la universidad.

No le dijo que Seokjin también había hecho muchas cosas por él y que, después de todo, venir a la universidad no lo beneficiaba en nada, había sido su decisión, solo influyo que Seokjin estuviera también.

—¿De verdad? —preguntó Jimin aturdido.

Jungkook asintió.

—Sí, el mundo normal es... diferente.

Jimin lo miró fijamente, como si de repente lo viera por primera vez. Jungkook se preguntó que vería.

Los encerró una capa de silencio ensordecedor, no podían escuchar a los alumnos, ni la música, tampoco a los más tenues sonidos de la naturaleza, solo eran ellos dos por primera vez y la magia que sintió derramarse fue cálida.

—Lo es —susurró Jimin.

—A veces no logro entenderlo todavía —confesó Jungkook.

Jimin sonrió; —Yo tampoco. 

Chapter 10: 8. JIMIN

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Jimin nunca se consideró una persona contradictoria. Sabía lo que quería y luchaba por ello, abandonando aquello que creía que no era importante, no había tiempo para dudar, pensaba con claridad y decidía con rapidez. O eso creía, desde hacía unos días sus acciones ignoraban por completo a sus decisiones, decía una cosa, pero hacía otra y la mierda comenzaba a volverse común. Su vida ahora era una contradicción andante.

Pero Jimin debía hacerle caso a su cabeza y poner un alto a la creciente relación sin nombre que comenzaba a formarse con Jeon Jungkook.

Encontró a Jungkook en el patio fuera de su facultad, como venía ocurriendo desde hacía días. Las cosas habían cambiado después de ese café y Jimin no estaba seguro de saber que fue.

Se había acostumbrado a verlo llegar en algún momento de su semana, hablar con él un tiempo y luego verlo desaparecer por días sin dar señales de vida. Ahora verlo por todos lados le causaba sensaciones extrañas, no debía sorprenderse, sin embargo, siempre era Jungkook quien lo buscaba, siempre era Jungkook quien le hablaba.

Lo que era extraño, porque Jungkook no se esforzaba para estar con nadie más, dudaba seriamente que tuviera más amigos, incluso pensaba que Seokjin era una alucinación de su cabeza. Aunque Jungkook asegurara que era real.

Jungkook lo vio, a Jimin se le cortó el aliento. Debía continuar su camino, debía ignorarlo e irse lo más rápido que pudiera, pero cuando deslumbró al grupo de chicas que se acercaban a Jungkook, su mente se apagó y en piloto automático fue a él.

No era una novedad que las chicas de su facultad comenzaran a notar a Jungkook, él era apuesto. Jimin comenzó a experimentar esa cosa sin nombre que empezaba en la boca de su estómago y lo hacía querer vomitar.

Las chicas lo rodearon y Jungkook se encogió sobresaltado ante el tumulto de personas que cubrieron su campo de visión, Jimin se apresuró a su lado zigzagueando entre personas.

Las chicas miraron a Jungkook sin vergüenza, algunas intentaron coquetearle, antes de que él se echara hacia atrás, confundido y aterrado.

Jimin disminuyó sus celos por un instante llegando a Jungkook y aferrándose a su brazo, Jungkook se tensó, pero cuando notó que era él se relajó de inmediato. Jimin saludó a las chicas con un suave movimiento aclarando su dominio, muchas de ellas lo vieron con sorpresa y evidente resignación, le regresaron el saludo y se volvieron por donde habían venido dejándolos solos.

Jungkook se dejó guiar hasta la banca vacía más cercana sin apartarse de Jimin.

—Tienes un montón de admiradoras —se burló después de sentarse.

Trató que en su voz no se filtrara la acidez que le causó la escena. Estaba siendo ridículo, Jungkook podía estar rodeado de todas las chicas que quisiera y no tendría que afectarle a Jimin, no era su problema. Solo lo había rescatado porque se veía aterrado, no por los celos vivaces que sintió, no, se negaba a creer semejante estupidez.

—¿Sí? —preguntó Jungkook con curiosidad.

No había hecho ningún movimiento, permanecía de pie con su rostro estoico y perturbado, como si la avalancha de chicas lo hubiera dejado sin energía.

—Ajá —murmuró entre dientes—. Mira a tu alrededor, tienes muchos ojos sobre ti.

¿Por qué sonaba tan disgustado incluso para sus propios oídos? Tal vez porque las mismas chicas seguían viendo a Jungkook sin importarles que Jimin estuviera a su lado, por suerte nadie estaba cerca para ver a Jimin en ese estado, ya era suficientemente vergonzoso estar celoso, serie el triple si alguien lo veía.

Pero como la vida lo odiaba, Jimin cerró los ojos cuando sintió unos brazos rodearle los hombros. Reconoció el aroma excesivo de perfume que solo usaba Taehyung. Giró lentamente a su dirección viendo a su amigo.

Vestía una enorme sudadera azul marino junto a unos pantalones negros y un gorro de cocina sobre su cabeza.

—Eso es porque eres caliente —dijo Taehyung, provocando que las mejillas de Jungkook se colorearan.

—Estás avergonzándolo —Jimin lo golpeó con su hombro, Taehyung dramatizó dejándose caer contra la mesa.

—Solo digo lo que es. Jungkook es guapo, cualquiera con ojos lo sabría.

Taehyung le guiñó un ojo a Jungkook para el descontento de Jimin. ¿Qué todos le estarían coqueteando ese día? ¿Por qué Taehyung estaba diciendo cosas obvias? Jimin tenía ojos, también sabía que Jungkook era atractivo. Necesitaba alejarse de las personas, y llevarse a Jungkook con él.

—¿Qué hacen aquí, de todos modos? —Taehyung preguntó empezando a comer con desesperación comida que Jimin no había visto que traía.

—Espero a Jimin —Jungkook se encogió de hombros con desinterés. Jimin volteó a verlo con confusión.

—¿A mí? —se señaló—. ¿Para qué?

Jungkook le dio una mirada extraña y con rapidez sacó su tableta electrónica y comenzó a buscar algo.

—Hoy es jueves, día de nuestra cita. ¿Ves? —volteó la tableta viendo a Jimin como si fuera un tonto.

Definitivamente, lo era porque el calendario mostraba la fecha acordaba para ir al cine. ¿Ya? ¿Tan rápido? Jungkook se había tomado casi tres semanas en decirle cuando estaba disponible, no podía culpar a Jimin de haberlo olvidado.

Siendo justos, cuando Jimin sugirió ir al cine por una nueva película y Jungkook le dijo que podía dentro de un mes, pensó que estaba bromeando, ahora sabía que no.

Se encogió avergonzado, pero con rapidez recordó que ya no estaban solos, Jimin perdió el color cuando la intensa mirada de Taehyung lo perforó. Su mejor amigo sabía que Jimin no tenía citas, nunca, jamás, con nadie.

—¿Tú qué? —preguntó con la ceja arqueada.

—¡No! —saltó—. ¡No es...!—se quejó—. ¡Dios! ¡¿Ya? Lo siento se me olvido —volteó a ver a Jungkook buscando su disculpa.

—Está bien, lo recordaste ahora —Jungkook lo consoló viéndose indiferente.

Jimin se dejó caer en la silla, liberado. No quería que Jungkook pensara que su compañía no era importante, lo era, pero Jimin solía olvidar todo.

—¿Una cita, eh? —Taehyung se inclinó buscando interrogar a Jimin.

—No es lo que tú crees —bufó fastidiado. Dos amigos podían ir al cine juntos, no era extraño. Taehyung debía dejar de verse como si hubiera descubierto algo fascinante.

—¿Y qué creo Park Jimin? —le preguntó el muy idiota.

—Déjalo —advirtió.

Taehyung soltó una carcajada, después comió su última porción de comida y más tarde levantó las manos al aire dándoles una pícara mirada.

—Diviértete en tu cita —se despidió.

—No es una cita —se quejó Jimin.

—Lo que tú digas. Nos vemos luego.

—Puedes venir —Jimin lo tomó del brazo con rapidez antes de que comenzara a caminar.

—Estarán bien sin mí —Taehyung lo rechazó, con una sonrisa burlona, luego se echó a caminar lejos de ellos.

Jimin se inclinó con las manos en las caderas llenas de fastidio, él no lo olvidaría y seguro en su cabeza estaba creando escenarios románticos que involucraban a Jungkook y a Jimin. Taehyung tenía una imaginación increíble, casi delirante.

—Taehyung. ¡TAEHYUNG! —gritó, pero su mejor amigo nunca volteó.

Suspirando se volvió a Jungkook.

—¿Nos vamos? —preguntó Jungkook llamando su atención—. Falta media hora para la función.

Bueno, debía hacerle caso al señor calendario, ya luego organizaría su vida.

—Este será un día largo —concluyó.

❃•❃•❃

No era una cita.

No se parecía en nada a una cita, Jimin sabía lo que era una cita, aunque no había tenido una cita nunca, él sabía que ir al cine con Jungkook no se catalogaba como tener una cita. Entonces, ¿Por qué se sentía como una? Trató de mantener esa pregunta dentro de sus pensamientos mientras salía del cine.

—La película estuvo bien, ¿No crees? —preguntó Jimin.

La plaza estaba en calma un martes por la tarde, el cielo lucia soleado y cálido, muy común para ser mediados de septiembre.

Jungkook se encogió de hombros, indiferente.

—Demasiado aburrida, con volumen muy fuerte, no tenía una trama atrayente y mis palomitas estaban rancias. Además de eso, estuvo bien.

Jimin volteó a verlo boquiabierto ante su declaración con exceso de sinceridad. No había tenido problemas con la película ni con nada en general, lo había entretenido y hasta cierto punto se sintió cálido por estar con Jungkook. Sin embargo, era evidente que tenían ideas diferentes.

—Pero... —esperó—. ¿Al menos algo te gusto?

Jungkook lució pensativo.

—El cortometraje estuvo bien.

Jimin sonrió, debió saberlo de todos modos, no era una película popular y la trama no fue atrayente, pero Jungkook había querido ver esa película en primer lugar.

—Eres rudo. ¿Vamos a casa, ahora?

Para sorpresa de ambos, Jungkook vivía en el mismo edificio fuera de las zonas residenciales de los estudiantes. Solo unos pisos por arriba de Jimin, quien compartía departamento con Taehyung. Antes del incidente, él vivía con sus padres, pero después él había quedado sin a donde ir. Taehyung, como su ángel salvador, le había ofrecido vivir con él y dividir las cuentas.

—Vamos —estuvo de acuerdo Jungkook.

Caminaron rumbo a las residencias en un agradable silencio. Jimin caminaba despacio y sin prisas como quien disfruta del cielo estrellado y la noche oscura, Jungkook caminaba a la par suya más alerta y pendiente de lo que pasaba a su alrededor.

Veinte minutos después llegaron a su departamento, el guardia de la puerta saludó a ambos, quienes fueron directamente al ascensor, presionando el botón de la planta número 5.

—Espero que Taehyung ya esté en casa —dijo Jimin abriendo la puerta.

El departamento estaba, para la buena suerte de Jimin, decente, aunque no lo pareciera. Taehyung tenía un raro sentido de decoración, con cuadros extravagantes y grandes muebles coloridos, parecía un pequeño parque de diversiones, una habitación de un niño en vez que de un adulto.

Jimin se hizo a un lado, invitando a Jungkook a pasar.

—Siéntate donde quieras —le dijo Jimin a Jungkook, señalando los sillones de la sala en forma de cereza, se quitó el abrigo colgándolo en el perchero, junto con el de su invitado.

—De acuerdo —Jungkook examinó la sala con el rostro confundido y alerta. Jimin se aferró a las correas de su mochila.

—Iré a mi habitación, vuelvo en seguida—informó.

Jungkook volteó a verlo de inmediato.

—¿Puedo ir contigo? —preguntó.

Jimin se quedó estático, trató de recordar si su habitación estaba ordenada o al menos limpia. Con sus clases y su trabajo no tenía mucho tiempo para poder organizar su desastre. No quería que Jungkook viera lo desordenado que podía ser.

—Bueno... —se rascó la cabeza, incómodo, pero aun así condujo a Jungkook por el pasillo que daba a su habitación.

La mala suerte de Jimin fue que su habitación estaba caótica, había basura y platos con comida, con ropa por todos lados, que nadie —ni el propio Jimin— sabía si era para lavar o estaba limpia. La cama estaba distendida y lo único que parecía decente era su escritorio y estante de libros, tenía muchos de ellos, organizados alfabéticamente y sin una pisca de polvo. Tenía una pizarra en la pared, lleno de notas adhesivas de distintos colores, pero lo demás era un auténtico desastre.

Jimin escuchó a Jungkook jadear incrédulo. —¿Qué pasó aquí?

Jimin tuvo la decencia de sonrojarse sin poder ver a los ojos a Jungkook, quien caminaba vacilante por la habitación.

—Verás...—alargo, la "a" no existía una respuesta consistente para su desastre, aun así trato de darle una explicación—. Ahora no tengo mucho tiempo libre, empecé a trabajar y aún no logró mantener un orden. Lo lamento...—murmuró con vergüenza.

Sin embargo, Jungkook no le dio mucho tiempo para hablar porque comenzó a moverse por su habitación recogiendo y ordenando cosas. A Jimin se le colorearon las mejillas.

—¿Qué haces? —corrió al verlo tomar un par de calzoncillos del piso. Dios, esto no podía ser más vergonzoso. Solo estas cosas le pasaban a él.

—Ordeno —respondió Jungkook. Jimin se quedó estupefacto cuando Jungkook tomó el cesto de la ropa sucia y depósito toda la ropa que obstaculizaban su camino. Jimin se lo quitó de las manos.

—No tienes que hacerlo —dijo abochornado con el rostro tan rojo que parecía un tomate maduro.

—Parece un basurero aquí. Lo ordenaré —respondió Jungkook quitándole nuevamente el cesto.

Oh, vaya, nadie le había dicho las cosas tan sinceras como Jungkook. Antes de mudarse, Jimin tampoco era la persona más ordenada, pero ahora parecía desconocer lo que era tener su habitación limpia.

—Pero... —intentó detenerlo, tomándolo del brazo. Pero Jungkook como un maniático de la limpieza se soltó de inmediato.

—Está bien, yo puedo ayudarte —sonó tan sincero y empático que Jimin se calló de inmediato viendo a Jungkook ir y venir de un lado a otro. Sin preguntarle nada más que donde estaban los productos de limpieza.

Trató de ayudarlo, pero parecía estorbar el camino de Jungkook. Así que finalmente se sentó en un sitio donde no fuera una molestia y vio a Jungkook abochornado... porque era su invitado el que estaba recogiendo su cuarto, porque él no había podido hacerlo.

No se lo había dicho a nadie, pero a veces no tenía energía ni para limpiar el cuarto, solo conseguía quedarse sentado pensando en el momento en que su vida se fue al carajo después del accidente.

Las noches eternas sin dormir solo se quedaba pensando... recordando. No quería hacerlo, pero su mente lo odiaba y no podía dejarlo en paz.

Suspiró viendo a Jungkook sin molestar porque cada vez que le ofrecía su ayuda parecía fastidiarlo un poco más. Jungkook parecía tener un ritual de cómo mantener todas las cosas ordenadas sin ayuda de nadie, así que Jimin solo pudo esperar y tener paciencia sintiéndose infinitamente agradecido.

—Termine —dijo Jungkook unos minutos después de completo silencio.

Jimin suspiró levantándose para examinar el cuarto en su totalidad. Sus ojos se abrieron graciosamente cuando vio su reflejo en el piso de mosaico, olía intensamente a lavanda y cada pequeño detalle había sido resuelto por Jungkook, su cama sin una sola arruga, sus perfectas notas adheridas al pizarrón, todo parecía infinitamente más ordenado.

—Ni parece mi cuarto—murmuró estupefacto —. No tenías que hacerlo, pero gracias —se giró, las mejillas de Jungkook estaban rojas y su pelo desordenado por el trabajo.

Se veía hermoso.

—Yo quería hacerlo —murmuró con timidez.

Jimin se dejó caer al suelo recién fregado, Jungkook lo imitó.

—Han sido semanas largas —suspiró—. A veces creo que voy a volverme loco.

Jungkook volteó a verlo, alarmado.

—Yo... voy a ayudarte a limpiar tu cuarto si quieres y también cuidaré de ti si te vuelves loco —ofreció.

—Sé que lo harías, bebé de dieciocho años —Jimin sonrió suavemente.

Oh, Jungkook tenía el corazón tan puro, Jimin sintió tanto miedo de mancharlo.

—Tienes un lindo cuarto —Jungkook le dijo y solo entonces Jimin pudo reír.

No había nada que lo hiciera suyo, sin fotos y con paredes desnudas, había tenido miedo de cambiar algo, porque lo hacía real. Hacía real que sus padres lo habían echado sin importarles como si fuera un estorbo.

—Gracias. Yo... no siempre viví aquí —dijo y le tomó por sorpresa porque no había podido hablar con nadie sobre el accidente, ni siquiera con Taehyung. Jungkook lo vio interrogante.

—¿No? ¿A dónde vivías? —preguntó, Jimin se quedó en silencio.

Aún podía retractarse, no decirle lo que le atormentaba, pero Jimin solo suspiró porque Jungkook le inspiraba confianza.

—Bueno... —empezó Jimin—. Vivía con mis padres, desde luego, pero ellos... nunca fui... querían que... no soy lo que ellos esperaban. Me echaron de casa en cuanto tuvieron oportunidad —dejó salir una risa amarga. Jungkook lo vio fijamente.

—¿Por qué...?

—Porque soy gay —suspiró—. Mira... ellos... siempre trataron de arreglarme, de hacer que me gustaran las mujeres y cuando vieron que eso era imposible comenzaron a pensar que era un estorbo, pero me soportaron porque era su hijo y querían mantener las apariencias como siempre hasta que lo arruine, era una cena importante y no me importo decirle a todo el mundo que me gustaban los chicos. Ellos son unos homofóbicos de mierda y lo tomaron como un insulto, pero ¿Qué importa? Solo son mis padres despreciándome, puedo vivir con ello.

Pero no podía, porque aunque tratara de restarle importancia, ellos seguían siendo sus padres y dolía que no lo quisieran, no debería esperar amor de personas como ellos, pero una parte de Jimin solo quería ser lo que ellos esperaron siempre. ¿Estaba mal esperar ser amado? Él se amaba a sí mismo lo suficiente, no necesitaba el amor de alguien más.

Bajó la cabeza y se tragó las lágrimas que presionaban su garganta.

Sintió una suave presión a su costado, era Jungkook quien se acercaba poco a poco como si ansiara tocarlo, pero no pudiera hacerlo.

—Mamá se fue cuando tenía doce años. Ella dijo que las personas no lograrían entenderme nunca —Jimin volteó a ver, sorprendido a Jungkook de forma abrupta.

—¿Por qué? —preguntó en un hilo de voz.

Jungkook se encogió de hombros.

—Soy un poco raro. Dami dijo que estaba bien, papá dijo que estaba bien... pero supongo que no lo estaba porque papá lloraba por las noches. Nunca supe qué hacer, no soy bueno consolando.

Sus hombros se cayeron haciéndolo ver vulnerable, Jimin se tragó la frustración y el dolor lanzándose hacia él. Lo abrazó ocultando su rostro en su cuello. Jungkook quedó quieto tensándose antes de que tentativo rodeara su cintura con sus brazos.

Él olía a vainilla y a cereza, tan dulce y reconfortante. Jimin quiso refugiarse en sus brazos para siempre y darle consuelo porque los dos eran dos chicos rotos a quien las personas que debían haberlos amado les fallaron.

Su madre no lo había abandonado, pero se sentía como si lo hubiera hecho porque nunca fue capaz de mostrarle amor o defenderlo, la de Jungkook lo había dejado atrás sin importarle nada.

—¿Qué haces? —preguntó Jungkook contra su cuello.

—Te abrazo.

—¿Por qué? —preguntó confundido.

—Porque así se consuela a alguien, se le da cariño o se reconforta.

—Supongo que tú también eres raro —le dijo Jungkook, pero se sentía cálido.

Su abrazo se terminó cuando la puerta de su habitación fue abierta por Taehyung. El chico los vio atentamente, Jimin sabía que estaba en problemas, porque tal vez nunca fue completamente consciente de como su corazón latía desbocado en presencia de Jungkook.

Pero Taehyung sí lo había hecho... 

Chapter 11: 9. JIMIN

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El maquillaje se sentía pesado contra su rostro, esa mañana había tenido que aplicarse un poco más que de costumbre después de pasar la noche despierto. Era un milagro que no estuviera durmiendo mientras comía su almuerzo. Pero incluso si lo hiciera sería la única siesta que podría tomar por ahora, su trabajo comenzaba en unas horas y no saldría hasta la madrugada, si no caía contra su cama, muerto de cansancio aún tendría que aprenderse un par de diálogos.

Un día difícil.

Se inclinó sobre la mesa, encontrando una posición cómoda, abandonando su almuerzo. Quizás debía tomar una siesta corta, antes de caminar a su trabajo. Con ese pensamiento en mente, cerró los ojos somnolientos.

—¿Jimin? —dijeron y Jimin alzó la vista, sobresaltado.

Visualizó la enorme figura de Jungkook viéndolo fijamente, llevaba un suéter de punto color rojo sangré porque era lunes, debía verse terrible porque él lo vio fijamente como si intuyera que algo malo pasaba pero sin saberlo.

—¿Si Jungkook? —le respondió.

—Toma —dijo suavemente ignorando su estado demacrado, mejor, pensó Jimin.

Jungkook le tendió una sola rosa color azul. Jimin la tomó entre sus manos con cuidado de no dañarla.

Había empezado a ocurrir hacía unos días atrás. Jungkook lo buscaba para darle una flor cada día, Jimin aún tenía que decirle a su corazón que se tranquilizara y dejara de latir desbocado.

Ahora su departamento olía a flores, Jimin amaba las flores, desde su fresco y cautivante aroma hasta su suave textura. Jihyun, su hermano, solía darle rosas que cultivaba su vecina, las cortaba a escondidas e iba a Jimin con las manos sangrantes debido a las espinas, Jimin lo curaba y juntos acomodaban cada rosa en el jarrón y las colocaban en la sala de la casa.

Hacía mucho tiempo que nadie le daba flores, quizás por eso se emocionó cuando Jungkook tocó su puerta por primera vez con un pequeño narciso, tanto que olvido que Taehyung veía todo bajo su atenta mirada.

—Para los nuevos comienzos —le dijo Jungkook y luego caminó lejos sin saber que había dejado a Jimin en la boca del lobo.

Sostuvo el narciso en sus manos, oh, Jungkook, no sabía lo importante que fue su dulce gesto. Quien sin duda lo sabía era Taehyung, quien no dejaba de ver a la pequeña flor y luego a él. Taehyung ni siquiera lucia intimidante, sentado, bajó las luces nítidas de la cocina, pero lo hizo estremecerse.

Su mejor amigo debía ser la única persona en el mundo capaz de ver detrás de esa máscara de indiferencia de Jimin. Se aferró a la flor tratando de lucir valiente, aunque no se sintiera de esa manera. Taehyung tenía el don de decir verdades.

Había ignorado el incidente del abrazo y la escena dramática que interrumpió hacía unos días, pero Jimin no tuvo tanta suerte otra vez.

—¿Qué estás haciendo Jimin? —Le preguntó, contrariado.

Tonterías, pensó. Pero no se atrevió a decírselo. Sabía qué haber ido al cine con Jungkook, haberse refugiado en su pecho en un momento vulnerable y ahora haber aceptado el narciso eran prueba inequívoca de que algo grande estaba sucediendo. Jimin no podía actuar como idiota toda la vida.

Sin embargo, no quería perder a Jungkook todavía, no estaba listo para decirle que nunca podrían llegar a ser algo más. Aún no, se aferraría un poco más.

—No sé de qué hablas —se desentendió.

Taehyung le dio la misma mirada que uso cuando lo encontró a él y a Jungkook en medio de su habitación, abrazados.

—¿No lo sabes? ¿En serio? —Taehyung preguntó mientras inclinaba una ceja con una sonrisa burlona, cruzado de brazos.

—No, nada de nada —negó mostrando su mejor cara de confusión.

—Le gustas a ese chico —Taehyung suspiró con fastidio, dejando sin habla a Jimin.

Parpadeo un par de veces, confundido. Aquello era una estupidez, a Jungkook no le gustaba, solo quería ser su amigo.

—No... —dijo al borde de reír.

Era una estupidez, Jungkook y él eran imposibles, improbables e inútiles. No podían estar juntos. Jimin ni siquiera lo había pensado. Sí, le parecía guapo, carismático y hasta encantador, pero nunca se imaginó a ellos dos juntos.

Soltó una carcajada que murió al ver el rostro de Taehyung. Estaba hablando en serio.

—Es mi amigo... — dijo con la mayor seguridad que logró reunir.

¿Por qué Jungkook gustaría de él?

Que el dulce e ingenuo Jungkook, estuviera enamorado de él, era un panorama difícil de imaginar, no imposible, pero sí difícil. Sobre todo porque Jimin era lo opuesto a Jungkook. Mientras al chico le gustaba la soledad y pasar desapercibido a Jimin le gusta la atención y que todos lo notaran. Eran polos opuestos.

Pero, la verdadera razón porque no podía imaginarse que alguien como Jungkook gustará de él era porque sencillamente Jimin no era alguien a quien amar. Porque él no amaba a nadie más que a sí mismo y a veces... lo dudaba.

—¿Y él lo sabe? —Taehyung preguntó con escepticismo.

Jimin suspiró, de nada servía hacerse tonto. Taehyung siempre tenía razón y Jimin lo sabía. Le gustaba a Jungkook, lo supo desde qué lo invitó a tomar ese café, trató de engañarse pensando que el dulce Jungkook sabría que merecía algo mucho mejor que Jimin, pero sus acciones dejaban claro de que no era así.

—Taehyung. ¿Qué quieres que te diga? —pidió contrariado. El rostro de su amigo se suavizó.

—Jungkook se está enamorando de ti... y te estás engañando si crees lo contrario —murmuró no sin piedad.

Esa noche, Jimin se quedó despierto sin poder dormir, pensando en el utópico mundo donde Jungkook y él pudieran estar juntos. No era extraño que le gustara a las personas, Park Jimin tenía belleza suficiente para ser visto por los demás, ellos lo querían, pero nadie se había enamorado de Jimin antes.

No se sentía a la altura, no creía que mereciera el amor de alguien como Jungkook, él debía tomar todo el amor que tenía y guardarlo en una maleta para que nadie le hiciera daño. Jimin no podía ofrecerle nada.

Jungkook esperó por una contestación de pie. Aunque habían pasado días desde que le dio su primera flor, aún parecía nervioso de que Jimin rechazara su flor. Él nunca haría eso, sin embargo.

—Gracias —le susurró mientras tocaba los suaves pétalos de la rosa.

—Significa confianza —dijo Jungkook.

Jimin subió la vista notando que sus ojos estaban enrojecidos como si hubiera estado llorando. Se sobresaltó, confundido.

—¿Qué paso? ¿Por qué estás llorando? —le preguntó preocupado. Jungkook dejó escapar un suave suspiro como si apenas se hubiera dado cuenta.

—Oh, se murió un personaje—dijo—. No sin antes soparlos, ¿Puedes creerlo? No sé por qué lo hizo—se le escaparon más lágrimas. Jimin lo vio incrédulo.

—Jungkook...

—Es injusto porque ellos merecían estar juntos —se quejó con dolor.

—Jungkook —intentó llamarlo suavemente—. ¿Me estás diciendo que estás llorando por la muerte de un personaje ficticio?

—Yo no tengo la culpa Jimin —dijo ofendido—. J.K. King fue escribió el final más triste que he leído —Jimin comprendió que Jungkook estaba hablando en serio, sonaba especialmente herido mientras hablaba de lo mala persona que era ese hombre, que no conocía, pero le había hecho daño. Jimin, quien lo seguía escuchando a pesar de morir de sueño, encontraba todo el asunto extraño.

Pero no lo interrumpió, lo dejó hablar porque había algo fascinante en ver a Jungkook hablar de algo que amaba y le causaba sentimientos, sus ojos brillaban y movía el pelo sin darse cuenta mientras fruncía el ceño. Casi pasó una hora cuando Jungkook decidió que ya había sido suficiente de J.K. King.

—Tienes muchos sentimientos —dijo ahogando un bostezo.

—No es mi culpa, Jimin. J.K. King, ¡Los separó! —Jimin resopló.

—Guau, J.K. King, me debe una disculpa, estaba tratando de dormir —dijo sarcástico—. Hoy es un día ocupado.

Jungkook lo vio con sus ojos bien abiertos, haciéndolos lucir más grandes de lo que ya eran.

—No creo que pueda conseguirte una disculpa, pero lo intentaré. ¡Le mandaré una carta, Jimin! —prometió, luego volvió a sumergirse en silencio—. ¿Por qué estás ocupado?

—Tengo que ir con mis chicos —murmuró Jimin, casi al borde de dormirse, ante la voz de Jungkook que le arrullaba.

—¿Tus chicos? —probó sus palabras Jungkook, Jimin frunció el ceño, confundido.

—Son niños, Jungkook —contestó su pregunta no formulada—. Huérfanos, trabajo para un orfanato, nada complicado, papeleo y administración.

Había conseguido el trabajo gracias al padre de Taehyung, quien era el director asignado. Su trabajo realmente no era muy importante, pero le gustaba pasar tiempo con los niños. Entonces Jimin no podía quejarse, necesitaba el dinero y lo aceptaron como estudiante, no necesitaba más.

—¿Es difícil?

—No, no en realidad. Solo que hoy es cumpleaños de uno de ellos. Será un desastre, Taehyung vendrá después.

La fiesta sonaba fascinante si tan solo no tuviera que trabajar después y recoger todo. Aun así, le hacía ilusión a Jimin compartir un día especial con ellos.

—Oh, ¿Puedo ir? —preguntó. Jimin lo pensó por un instante, realmente a los niños les gustaba ver a gente nueva, y la fiesta sería pequeña, nada invasivo que incomodara a Jungkook, sin embargo, ¿Por qué Jungkook quería ir?

—Es un orfanato — dijo suspicaz, esperando que eso fuera suficiente para hacer a Jungkook retroceder de querer acompañarlo.

—¿Puedo ir? —volvió a preguntar, sin amedrentarse ni un poco.

—¿Por qué quieres hacerlo? —preguntó confundido.

Jungkook sonrió.

—Quiero acompañarte a donde quiera que vayas —el corazón de Jimin comenzó a latir con fuerza dentro de su pecho, sintiéndose sonrojar.

—Está bien —contestó en un murmullo de voz—. Puedes venir conmigo.

Las palabras de Taehyung inundaron su sentido y por un corto instante, Jimin se preguntó si a él también le gustaba Jungkook.

❃•❃•❃

Cuando dejaron el campus de la universidad el cielo estaba despejado, el sol brillante y la brisa fresca. Jimin con pasos lentos caminaba feliz y sonriente, a su lado, Jungkook lo veía entre curioso y confundido.

Iban caminando porque cuando le preguntó a Jungkook si quería tomar un taxi, él había negado con fervor. De todos modos, Jimin no tenía dinero para un taxi y el autobús no pasaba por esa zona. Le gustaba caminar solo, había una inexplicable sensación en ir por las calles desiertas; sin embargo, le gustaba mucho más sentirse acompañado por Jungkook.

Jimin acomodó el enorme saco repleto de donaciones para los niños, soltando un suspiro cansado cuando a lo lejos deslumbró el letrero de bienvenida. Orfanato "Voces Inocentes"

Antes de trabajar aquí, Jimin ya había visitado el lugar por primera vez cuando teníadoce años tomando la mano del padre de Taehyung, el hombre amaba su trabajo y siempre que podía hacía que sus hijos se involucraran, Taehyung y Jimin solía jugar con los niños que llevaban más tiempo ahí y cuidaban a los nuevos. Muchos de los primeros ya se habían ido, eran hombres, pero el orfanato nunca se quedaba vacío, siempre llegaban más.

Jimin se inundaba de tristeza siempre que trataba de pensar en padres, los que abandonaban y los que no podían quedarse, los que dejaban ir y los que no podían aferrarse, era una vida miserable.

Llegó a recepción a junto a Jungkook, a esas horas los niños debían estar afuera en su hora de receso.

—Hola Jimin, llegas temprano —dijo Mingi, la recepcionista. Jimin dejó su gran saco en el mostrador.

—Sí, necesitaba estar aquí temprano vine a ver a los señores Lee antes de la fiesta. ¿Cómo va el proceso?

Los señores Lee era una de las parejas de adoptantes que más empatía le causaban, habían estado en trámites por dos años para lograr obtener la custodia total de Dae, al contrario de lo que el sistema les hacía, ellos nunca se rindieron y hoy estaban listos para festejar el cumpleaños número doce de quien ya consideraban su hijo. Admirable.

—Avanza poco a poco, pero ya sabes que los proceso de adopción son de por sí complicados, tienden a serlo más si es una pareja homosexual. Siguen intentando. Están organizando los pequeños detalles, pero puedes charlar con Dae mientras tanto —propuso, Jimin asintió a su dirección.

—Lo haré. Por cierto, logré conseguir algunas prendas de ropa y juguetes, pero creo que será mejor guardar los juguetes para una ocasión especial. Trataré de conseguir más —prometió. Luego recordó a Jungkook, quien se había mantenido tras él todo el tiempo—. Esté es Jungkook, mi amigo ¿Te molesta que pase conmigo?

—Adelante, ambos pueden pasar, los niños no han dejado de preguntar por ti —aceptó con una sonrisa.

—Gracias —le sonrió.

Tomó la mano de Jungkook para empezar a conducirlo por los pasillos decorados, por las ventanas se veían a los niños corriendo y gritando felices. A Jimin le alegraba el corazón verlos así de libres. Muchos de ellos habían vivido cosas difíciles e inimaginables antes de poder llegar al orfanato. Jimin pensaba que eran pequeños seres valientes.

—Por aquí —guio—. El padre de Taehyung es el director, el señor Kim me dio trabajo. Amo a los niños y me gusta hacerles compañía.

—Es bonito aquí —Jungkook dijo, pero se veía especialmente extrañado.

Salieron al jardín y una lluvia de gritos aturdió a Jimin, quien no tuvo tiempo de analizar nada de la situación porque los niños se colgaban sobre él como si fueran monos.

—¡Jimin! ¡Jimin! ¡Viniste! —dijeron los niños trepanados sobre él, eran una masa de pies y manos. Jimin perdió el equilibrio y terminó en el césped con el montón de niños sobre él. Se rio a carcajadas llenos de alegría.

—Pues claro que vine, mocosos. ¿Qué pensaban? —dijo divertido después de levantarse.

Los niños lo imitaron y pronto tuvo un montón de voces dibujando y contando historias fantasiosas que Jimin escuchó con atención.

—Hice un dibujo...

—Yo alimenté a los pajaritos.

—Yo aprendí a escribir mi nombre.

Bajo el calor de la primavera, Jimin jugó junto a los niños un rato, a las escondidas, a las correteadas y a los superhéroes. Se olvidó del tiempo y se sintió ligero como siempre sucedía cuando estaba alrededor de la vitalidad de esos niños.

Se dejó caer de espaldas contra el césped tratando de recuperar el aliento, fue cuando recordó a Jungkook, se incorporó de inmediato buscándolo por el jardín, casi entró en pánico antes de verlo sentado bajo la sombra de un árbol junto a Dae.

Dae era un niño pequeño y menudo, muy tímido y retraído, que nunca logró relacionarse con muchas personas, pero sus ojos estaban abiertos mientras escuchaba lo que sea que Jungkook le decía. Se quitó el sudor de la frente con su antebrazo y cruzó el jardín para ir hacia ellos, pero se detuvo en seco cuando vio a los señores Lee parados sin interrumpir a Dae y a Jungkook.

—Jimin qué gusto verte —saludaron cuando lo vieron acercarse.

—Señores, ¿Cómo están? —preguntó parándose a la par suya. Ambos hombres le sonrieron.

—Emocionados —confesó uno de ellos, esté era bajito, pero aun así más corpulento que Jimin, de pelo rubio y mirada felina—. Cada vez falta poco para que podamos llevárnoslo.

Jimin sonrió, pocos padres no se rendían ante el extenuante proceso que implicaba llevarse a un niño a casa, Jimin había visto a hombres y mujeres irse decaídos y sin esperanza. Lo que admiraba de los señores Lee es que ellos siempre creyeron que lo lograrían, sin importar cuantos obstáculos tuvieron en el camino.

—Estoy feliz por ustedes, Dae tendrá unos buenos padres, lo ha esperado por mucho tiempo —Jimin llevó su vista al pequeño niño sentado en el césped, el mismo que llegó al orfanato, siendo aún un bebé sin la oportunidad de conocer a sus padres, o siquiera recordarlos.

—Gracias por todo, de verdad Jimin —murmuró el otro hombre, este era mucho más alto que Jimin, tan alto que lo hacía parecer un pequeño duende.

Jimin no pudo contestar cuando la vista de Dae los enfocó. Se levantó de prisa y a tropezones dejando a Jungkook confuso y corrió a su dirección, Jimin se agachó lo suficiente para que el niño brincara escondiéndose en su cuello.

—Hola, Dae —murmuró Jimin, el pequeño niño salió de su escondite sonriéndole.

Siempre era difícil dejar ir a uno de sus chicos, sabía que era para mejor, ellos habían encontrado una familia que los amaría y les daría todo lo que necesitaban, pero Jimin, quien siempre se mostraba regio con otras personas, se ablandaba con los niños.

—¡Jimin! ¡Jimin! ¡Me voy a ir! ¡Jimin! ¡Voy a vivir con mis papás! —chilló Dae con su voz infantil.

—¿Estás feliz? —preguntó Jimin viendo al niño.

—Mucho —concordó.

Jimin lo bajó al suelo, el niño apenas le llegaba a la cintura, entonces Jimin se agachó para que ambos pudieran verse a los ojos. Dae siempre fue el más alejado e independiente, parecía no necesitar a nadie, pero por experiencia, Jimin sabía que necesitaba más atención que el resto. Dae merecía el mundo entero y estaba feliz de que pronto lo tendría.

—Solo prométeme algo —le pidió.

—Lo que sea —contestó con su voz suave y sus ojos grandes.

Jimin suspiró.

—Habrá ecos y voces, persiguiéndote y preguntando por qué tienes dos papás. Tú debes mantener la frente en alto porque ellos te aman —no sería fácil, dos padres criando a un niño sería mal visto, pero Jimin tenía la esperanza de que poco a poco las cosas funcionaran...

—Tener dos papás es genial —dijo Dae con orgullo, Jimin no pudo estar más de acuerdo.

—Lo es, ¿verdad? —el niño gritó un agudo «Sí» antes de correr hacia los brazos de sus padres.

Los señores Lee sonrieron con orgullo, el más alto rodeó a su esposo dulcemente cuando este tuvo al niño en sus brazos, como una familia.

Inevitablemente, miró a Jungkook y su corazón correteó como en un maratón cuando los ojos del chico brillaron junto con su sonrisa que dio a su dirección. Las palabras de Taehyung volvieron como un tsunami que se quería llevar todo a su paso, porque nunca se sintió tan a gusto con nadie, tan sí mismo y de repente tuvo miedo. De que Jungkook se convirtiera en algo importante en su vida, pero sobre todo de amarlo, Jimin no era ningún tonto, los latidos de su corazón tenían un nombre por quien latir.

Y eso lo aterrorizo.

Chapter 12: 10. JUNGKOOK

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El lenguaje de las flores era claro, y cada uno de los manuales que Jungkook había leído estaban de acuerdo en ello, pero Jimin no parecía saber nada sobre el lenguaje de las flores. Después de una semana de intentar decirle sus sentimientos sin palabras, comenzaba a creer que Jimin era muy tonto.

La primera semana le regaló flores blancas, el blanco significaba nuevos comienzos y el renacimiento de un nuevo ser, después pasó a regalarle flores azules que hacían referencia al amor imposible y sueños inalcanzables. Pero Jimin seguía sin hacer nada ante sus regalos, solo tomaba las flores con una suave sonrisa y las escondía entre sus libretas como un tesoro.

Había sido idea de Dami. Ella dijo; —Puedes comenzar regalándole flores.

Jungkook dudó unos días antes de intentarlo, Dami dijo que Jimin sabría el significado de las flores, pero quizás Dami se había equivocado, como sucedía últimamente.

Salió de sus pensamientos cuando la última carta de Jimin fue arrojada contra la mesa de vidrio. Levantó la vista viendo como su contrincante reía por haber ganado una vez más.

—¿Por qué ganaste? —le preguntó Jungkook aun sin poder creer que le había ganado de nuevo.

Llevaban al menos dos horas sentados en la sala del departamento de Jimin, en la misma posición, solo ellos dos porque Taehyung estaba ayudando a sus padres y no llegaría hasta más tarde.

—Porque ya no tengo cartas —respondió Jimin, divertido.

Jungkook no era ningún tonto, conocía el funcionamiento de jugar UNO, solo estaba muy frustrado y con ganas de llorar, de desesperación, bajó su mirada al suelo mientras apretaba con fuerza sus manos.

—Pero tú no puedes ganar —dijo.

—Aún te quedan cartas —señaló el montón que de cartas dispersas en la mesa.

Jungkook las tomó con enojo y comenzó a barajarlas una vez más.

—Volvamos a jugar de nuevo, quiero la revancha —dijo de mala gana

—Lo siento, me retiro —contestó Jimin con una sonrisa secreta. Levantando las manos al aire y negando con la cabeza.

Jungkook abrió la boca, indignado.

—Pero... yo te quería —dijo al borde de lágrimas.

Jimin solo sonrió sin saber que Jungkook estaba teniendo una pequeña crisis. Él se obligó a contar en su mente y a recordar fechas históricas importantes que lograran distraerlo. Había aprendido a vivir con la tendencia emocional a frustrarse con rapidez, siempre que no podía cumplir un deseo, que un proyecto fracasara o que una de sus necesidades no se satisfacía, Jungkook entraba en un colapso de frustración.

A lo largo de su vida había habido varios colapsos. Jungkook tenía una baja tolerancia a la frustración y una mala aceptación a sus fracasos y a las críticas, además Jungkook...  Odiaba perder.

Jimin pareció arrepentirse cuando gruesas lágrimas empezaron a caer de los ojos de Jungkook. Su rostro se contorsionó y con rapidez tomó las cartas y comenzó a barajearlas.

—De acuerdo —aceptó—. Solo un juego más. Pero si pierdes será tu culpa y no volveremos a jugar —sentenció, Jungkook asintió fervientemente.

Jungkook tomó las cartas y con tanta concentración como fue capaz de reunir comenzó el juego. Un momento después Jungkook consiguió ganar, por fin, Jungkook no había jugado UNO antes, pero era rápido, preciso y competitivo, solo bastaron diez rondas perdidas para lograr ganar una.

Eso fue suficiente para Jungkook.

Pudo dejar de sentir frustración y su mente logró estabilizase, sonrió feliz de haber superado algo que parecía ser imposible. Ahora podría decirle a Dami que había ganado un juego de mesa que nunca antes había jugado.

El silencio cómodo que se formó después permaneció en el departamento. Contradictoriamente, a lo que sintió cuando Jimin lo dejó entrar por primera vez a su hogar, ahora Jungkook se sentía bien junto a Jimin.

El departamento de gigantes, como lo nombró en su cabeza por todas las cosas de tamaño desorbitado, estaba limpio y organizado, con un suave olor a lavanda y a fresas. A Jungkook le gustaban mucho las fresas, en su último cumpleaños su padre le había regalado un gran pastel con fresas...

Sobresaltado, Jungkook se levantó de su asiento viendo a Jimin con sorpresa.

—¿Qué? —preguntó él confundido. 

—Hoy es mi cumpleaños —dijo de improvisto, Jimin se mostró incrédulo.

—¿¡Tu cumpleaños!? ¿¡Por qué no me lo dijiste!?

Bueno, Jungkook era muy bueno en fechas importantes, pero su cumpleaños no era especialmente agradable. Le traía recuerdos dolorosos que preferiría olvidar para siempre, pero por alguna razón, para todas las demás personas era una fecha memorable.

—Te lo estoy diciendo ahora —dijo con calma, pero Jimin comenzaba a ponerse colorado e impaciente.

—Sí, pero no compré un regalo.

—No quiero un regalo —se encogió de hombros. Jimin bufó exasperado.

—Todo el mundo quiere un regalo, es lo bueno de los cumpleaños —Jungkook solo recibía regalos de Dami, Seokjin, algunos de los chicos aspi y por supuesto de su padre. Pero nunca nadie más le había regalado algo, además los regalos no eran lo más importante para él.

—No quiero un regalo —repitió con seguridad, Jimin volvió a sentarse en el sillón, lentamente con sus brazos cruzados, viéndose determinado.

—¿Qué haces en tu cumpleaños? —preguntó con curiosidad.

Jungkook no se tomó mucho tiempo en pensarlo porque siempre hacía lo mismo.

—Seokjin me canta el feliz cumpleaños, papá me regala un libro de historia; comemos pastel y dormimos. Todo en ese orden. A veces, vamos donde Dami y los chicos aspi —aunque evitó decir que este era su primer cumpleaños en el cual, ninguna de esas cosas sucedió, ya que Seokjin había tenido que ir de emergencia a ver a su abuela.

No le había cantado el feliz cumpleaños.

Fue una sensación contradictoria porque quería que Seokjin se asegurara de que su abuela estuviera bien, pero hubiera querido que le cantara el feliz cumpleaños.

—¿Nunca has tenido una fiesta? —preguntó Jimin, receloso.

—Son ruidosas —Jungkook se estremeció—. Con globos que pueden estallar, con confeti que no puedo levantar y con diamantina, la diamantina es pegajosa e incontenible, no me gustan las cosas que son pegajosas e incontenibles, además siempre hay gente que no conozco.

—Bueno... parece que el bebé de dieciocho años pasó a ser el bebé de diecinueve. Feliz cumpleaños Kook.

Sábado 1 de septiembre, Jungkook estaba cumpliendo diecinueve años, una fecha importante.

Jimin se levantó de nuevo del sillón, esta vez más seguro que antes, mientras le extendía una mano hacia él, Jungkook la miró con detenimiento, pequeñas, regordetas y rozadas. A pesar de que ya se habían tomado de la mano con anterioridad, siempre era una experiencia diferente tomar la mano de Jimin, era como si siempre hubieran encajado. Tomó su mano.

—Vamos —Jimin dijo mientras le ayudaba a levantarse, de pie, la baja estatura de Jimin resultaba más notable.

—¿A dónde? —Jungkook parpadeó.

—Al supermercado —Jimin dijo—. No te gustan los cumpleaños, lo entiendo, pero necesitamos hornearte un pastel. 

—¿Un pastel? —repitió, Jimin asintió con seriedad.

—Sí, para ti. Apresúrate —Jimin dijo mientras caminaba hacia la entrada y comenzaba a calzarse sus zapatos.

Con emoción desbordando, Jungkook lo siguió, pero se detuvo en seco y con rapidez fue a su mochila, sacó una libreta y un bolígrafo, una lista era importante para ir al supermercado.

—Aquí tienes —le tendió los objetos a Jimin.

Él los miró con desconcierto, como todo lo que involucraba a Jungkook.

—¿Para qué? —preguntó tomando la libreta y el bolígrafo entre sus manos pequeñas.

—Necesitamos una lista para las compras —sonrió alentador como si fuera perfectamente normal tener un orden y control en todo lo que involucrara a su existencia.

—Puedo acordarme de todo —Jimin se encogió de hombros entregándole de nuevo los objetos, Jungkook soltó un grito de horror acunándolos contra su pecho.

—¡Necesitamos una lista! —chilló, porque Jungkook hacía una lista para todo, para ir al supermercado no podía ser diferente. Volvió a darle los objetos

—Pero Jungkook... —intentó Jimin persuadirlo.

—Una lista —insistió. Negando con la cabeza, Jimin tomó la libreta y el bolígrafo de mala gana.

—Bien, de acuerdo. Haré una lista —Jungkook sonrió, luego tomó su mochila y se apresuró a seguir a Jimin.

❃•❃•❃

Los pasillos del supermercado estaban apabullantes para ser un jueves por la tarde. Jungkook se aferró a las mangas de su suéter de lana color verde mientras caminaban, tuvo el impulso de alejarse de toda la gente, pero la mano de Jimin aferrada a la suya se lo impidió.

Oh, Jimin era tan bonito.

Dami le había dicho que tenía que conocerlo para saber si estaba enamorado de él y cada día que pasaba Jungkook estaba seguro de que lo que sentía por Jimin era algo parecido al amor. Era esa persona con la que se sentía seguro, a la que quería tomar de la mano y no soltarlo, a quien quería abrazar aun cuando los abrazos le incomodasen, quería a Jimin.

Jungkook lo vio pararse de puntitas para llegar a los estantes superiores y fue en ese instante en que lo supo, amor, repitió su mente y fue real. Los colores explotaron a su alrededor, mientras la palabra "amor" seguía navegando, ¿así se sentía el amor? ¿Desbordante y efímero? Podía sentirlo en la punta de sus dedos, pero no podía tocarlo. Jimin estaba ahí, frente a él, pero Jungkook lo sentía lejano.

—Me gustas —dijo como si fuera una epifanía. Jimin giró abruptamente, con los ojos bien abiertos.

Lo vio tragar y quedarse sin palabras mientras se sonrojaba.

—¿Cómo amigos? —preguntó en un murmullo.

Jungkook negó con la cabeza, pensando que Jimin era muy tonto.

—No, de manera sexual —los que allí pasaban se les quedaron viendo raro, Jungkook no se avergonzó, pero Jimin logró avergonzarse por ambos.

Esperó una reacción; sin embargo, Jimin solo lo miró antes de dar media vuelta y alejarse. Tal vez su cortejo no estaba funcionando y no había logrado demostrar su valía frente a Jimin. Lo que estaba bien porque Jungkook aún tenía un plan perfectamente organizado para conquistarlo.

Pero el resto del camino, Jimin lo pasó con la mirada preocupada, el rostro tan blanco como el papel y evitando mirarlo a toda costa. Aunque era imposible, ya que Jungkook iba tras de él, muy cerca tachando de la lista lo que Jimin ponía dentro del carrito.

 Harina
 Huevos
 Leche
☑ Mantequilla
☑ Chocolate
☑ Leche para batir
☑ Fresas

Después de tachar el último producto por comprar, Jungkook sonrió satisfecho. Siguió a Jimin, quien solo navegaba por los pasillos, más relajado. Era un buen momento para continuar con su ardua investigación, aunque ya sabía muchas cosas de Jimin, Jungkook creía que jamás podría conocerlo por completo.

—¿Canción favorita? —le preguntó.

—Good Old-Fashioned Love Boy de Queen —dijo Jimin sin girarse.

Ahora buscaba artículos de decoración.

Jungkook hizo una mueca.

—¿En serio? Qué pésimo gusto —Jimin bufó.

—¿Cuál es la tuya?

Jungkook ladeó la cabeza, pensándolo.

—Baby Shark —Jimin se rio.

—Guau, tiene un gran significado tu canción —dijo Jimin y Jungkook asintió con total seriedad.

—¿Verdad que sí? Trata de un bebé tiburón, una mamá tiburón, un papá tiburón, una abuela tiburón...

Solo entonces Jimin se giró viéndose menos preocupado.

—Sí, Jungkook lo entiendo. Trata de tiburones —sonrió divertido.

Esperaron en la fila para pagar los productos que se acortaba con lentitud, Jungkook tomó una de las revistas del escaparate para cubrir tiempo. Era un libro para colorear de dragones, lo acarició lentamente como si fuera algo importante.

—Antes quería ser un dragón —dijo con la vista baja—. Pero vaya decepción cuando me enteré de que no existían.

—Eres muy extraño Jungkook —expresó Jimin.

Jungkook levantó la vista, él preguntó; —¿Te gusto así?

Jimin quedó paralizado viéndolo, por lo que pareció una eternidad. Finalmente, soltó un largo suspiró antes de asentir.

—Sí, me gustas.

❃•❃•❃

Caminaron de regreso en un ambiente raro, Jimin parecía perdido en sus pensamientos, casi lúgubre. Y Jungkook flotaba en el cielo porque Jimin gustaba de él.

Sin embargo, después de traspasar el departamento de Jimin, pareció recuperar la vitalidad. Se movió de un lado a otro colgando guirnaldas y serpentinas de colores, nada de globos o cosas que tuvieran el riesgo de explotar, Jungkook se dedicó a seguirlo como un cachorro perdido.

—Será una fiesta de dos personas —dijo Jimin—. Lamentablemente, nadie más podrá asistir porque Taehyung está ocupado, ¿tienes otro amigo? ¿Alguien a quien quieras invitar? —Jungkook negó con la cabeza, sus compañeros de clase no contaban y los chicos aspi seguro no aceptarían asistir —¿Qué hay de tu amigo?

—Seokjin no está en casa —respondió—. Tuvo que ir a ver a su abuela, ella piensa que soy un actor de televisión —aunque siempre le decía que no era él.

Jimin bufó acomodando un pequeño cartel donde se leía "Feliz cumpleaños" en la pared.

—A veces siento que Seokjin es solo un invento de tu imaginación... —dijo Jimin, preocupado.

Jungkook frunció las cejas.

—Él sí existe —se quejó berrinchudo.

Jimin se encogió de hombros.

—Nunca lo he visto.

No es que Jungkook se hubiera molestado en decirle a Seokjin que alguien le gustaba, Dami dijo que necesitaba tiempo, además Jungkook ni siquiera se lo había dicho a su padre. De otra manera, Seokjin ya estuviera como loco buscando a Jimin para interrogarlo o para robarle su comida porque era un ladrón.

—¿Lo quieres conocer? —le preguntó curioso.

Las mejillas de Jimin se colorearon.

—Bueno... —tartamudeó—. Tú conoces a mi mejor amigo.

Jungkook asintió, estaba en lo correcto, él conocía a Taehyung.

—Tienes razón, tienes que conocer a Seokjin —dictaminó.

Jimin suspiró. Jungkook había notado que últimamente se contradecía mucho y no tenía una opción precisa, tal vez por eso, lucia pálido ante la idea de presentarle a alguien importante.

—Tal vez después... O nunca —murmuró bajito.

Jimin caminó hacia la cocina, Jungkook lo siguió. Acomodó los productos sobre la encimera, con mirada determinada.

—¿Sabes cocinar? —le preguntó a Jungkook, quien se sentó tras la barra del desayuno y negó con la cabeza.

—No —ni siquiera sabía calentar agua, un mal hábito adquirido por su padre y Seokjin, quienes le preparaban todo.

Jimin lavó las fresas y luego las cortó en pequeños cubitos. Lo vio mezclar los productos dentro de un cuenco: harina, huevo, leche y mantequilla y luego agregar las fresas. 

—¿Por qué no te gusta tu cumpleaños? —Jimin le preguntó después de colocar el cuenco dentro del horno.

Jungkook no le había dicho que detestaba su cumpleaños, por eso lo tomó por sorpresa su pregunta.

—Me gusta mi cumpleaños, pero no como a la mayoría —respondió misterioso.

Una vez el pastel estuvo listo, Jimin lo sacó del horno y lo adornó bajo la atenta mirada de Jungkook, quien vio fascinado como ponía el betún y lo decoraba con fresas. Puso dos velitas, que juntas formaban el número diecinueve, y luego colocó el pastel frente a Jungkook.

—Tienes que pedir un deseo antes de soplarle —le informó al prender las velitas.

—¿Un deseo? —Jungkook se inclinó, curioso—. ¿Cómo ser un dinosaurio?

—¡No tienes que decirlo! —le gritó, escandalizado.

Jungkook asintió lleno de seriedad.

—De acuerdo... —se dispuso a soplar las velitas, pero una mano se interpuso en su camino.

—Pide otra cosa... —dijo Jimin con gravedad como si su primer deseo fuera la peor idea del mundo.

—¿Cómo qué?

Jungkook lo miró y Jungkook no fue capaz de leer todas las emociones que cruzaron sus ojos grises.

—Otra cosa —dijo no sin dureza.

A veces, Jungkook pensaba que Jimin era demasiado duro consigo mismo y demasiado blando con los demás.

Pareció una eternidad, la que le tomó a Jimin dibujar una sonrisa en su rostro mientras le cantaba feliz cumpleaños. Jungkook sonrió y sopló las velitas, una, dos y tres veces antes de que se apagaran completamente.

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó Jimin saltando para darle un fuerte abrazo, inseguro Jungkook se lo devolvió con el mismo fervor.

Oh, su cuerpo se amoldó al de Jimin. No se abrazaban con frecuencia y en secreto a Jungkook comenzó a gustarle su cumpleaños un poco más.

—Es mi mejor cumpleaños —dijo con sinceridad, porque ya no importaban las veces en las que su padre, le daba un libro de regalo o Seokjin le cantaba el feliz cumpleaños. Ahora tenía a Jimin y eso era mucho mejor.

Se sentaron en el sofá mientras comían su porción de pastel entre risas. En ese instante, Jungkook pidió que Jimin siempre estuviera a su lado.

Jungkook se levantó un instante después, fue a su habitación y cuando regresó sostenía una pequeña hortensia, una flor pequeña color amarillo que significaba agradecimiento. 

—Tengo algo para ti —dijo llamando la atención de Jimin.

—Es tu cumpleaños, no el mío —Jimin ladeó la cabeza, confundido.

—No necesita ser tu cumpleaños para darte algo, solo lo hago porque quiero hacerlo —Jungkook le contestó.

Jimin suspiró quedito.

—Oh, ¿Qué es? —Jungkook le tendió la pequeña flor—. ¿Otra flor?

—Una hortensia, significa agradecimiento —contó sin vacilación.

—Comienzo a creer que todas las flores que me das tratan de decirme algo —Jimin dijo, tocando los suaves pétalos de la flor.

—Sí, lo hacen —estuvo de acuerdo Jungkook.

Jimin cerró los ojos con fuerza. Por supuesto que lo hacían.

Jimin suspiró antes de ver a la ventana notando el cielo oscurecido, debía ser tarde, con rapidez se levantó y ambos comenzaron a recoger todo en un agradable silencio.

Eran las once de la noche cuando Jungkook salió del departamento de Jimin, él lo acompañó a la puerta y se recargó contra el marco mientras jugueteaba con sus manos y se balanceaba en su lugar, Jungkook lo vio con confusión al no poder interpretar sus acciones, se veía nervioso.

—Me tengo que ir... —murmuró Jungkook —Gracias por lo que hiciste.

—No tienes que agradecer, no sabía que era tu cumpleaños, si no hubiera organizado algo mejor —Jimin le contestó con las mejillas rojas.

—Me gusto como fue...

Jimin se enderezó con una mirada determinada.

—Me entere tarde de tu cumpleaños —dijo—. Pero te daré algo.

Se acercó poco a poco a Jungkook, sus alientos se mezclaron deliciosamente. A Jungkook lo atravesaron cientos de cosquillas y electricidad por la espina dorsal ante la cercanía de Jimin, olía a cuero y a champú.

Cerró los ojos cuando la nariz de Jimin rozó la suya y entonces, Jimin juntó sus labios.

A penas un tierno roce.

Lo hizo con suavidad y gentileza, moviendo sus labios sobre los de Jungkook de manera lenta. Sus labios sabían a fresa, por el pastel que habían comido. Jungkook se tensó por un instante antes de relajarse y fundirse en el beso.

Nunca había besado antes, pero definitivamente el primer beso de Jungkook era mágico.

Su corazón estaba al borde del colapso, y su respiración no estaba mejor, sus manos picaban por querer sujetarse de algo, mientras ese chico lo dejaba sin aliento.

Sin pensarlo, guio a sus manos, que permanecían a su costado, a la diminuta cintura de Jimin, sujetándola con fuerza, para atraerlo aún más cerca de él. Mientras Jimin acariciaba su pelo castaño, sedoso y lacio.

Después de un tiempo, sus labios dolían. Mientras los movía contra los de Jimin, él mordía y succionaba queriendo tomar todo de Jungkook, quien le daría lo que quisiera. 

Cuandofinalmente el beso se rompió, ambos se quedaron quietos, Jungkook quedóconfundido cuando Jimin le cerró la puerta en la cara.

Chapter 13: SEGUNDA PARTE: Camelias

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Diario de Jeon Jungkook

Nombre común: Camelia

Nombre científico: Camellia sinensis

Origen: Llegaron desde Asia, concretamente desde China, Japón y Vietnam.

Floración: Desde diciembre hasta febrero.

Descripción

Se caracterizan por sus flores con pétalos vistosos, carnosos, ondulados que se intercalan los unos con los otros para crear, así, un aspecto campaniforme. Además, los estambres sobresalen por encima considerablemente.

Significado

Representa la longevidad, fortuna y felicidad...

Curiosidades

  1. Se nombró esta planta en honor al botánico y jesuíta del siglo XVII, George Josephus Kamel al que se conocía también como Camellus.
  2. Existen cerca de 250 especies del género Camellia.
  3. Carece de fragancia.
  4. Las camelias se popularizaron en Europa a raíz de la novela de Alejandro Dumas hijo "La dama de las camelias", inspirada en un hecho real de su propia vida.
  5. No son amigas del frío.

Chapter 14: 11. JIMIN

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El acto de besar nunca significó mucho para Jimin, un simple acto físico que aceleraba las hormonas y hacía que su cerebro bombeara sangre a todo su cuerpo. Pero besar a Jungkook fue diferente, se sintió cálido, completo y correcto, no se suponía que debía ser así, no se suponía que Jimin ignorara la voz racional de su cabeza y besara a Jungkook sin importarle nada.

Después del beso, Jimin quedó paralizado y temió que sus piernas hubieran olvidado como sostenerlo antes de que su cerebro pensara en la única cosa racional en toda la noche. Cerrarle la puerta en la cara...

Terminó acostado en su cama, pensando en todas las decisiones que había tomado que lo llevaron al punto de colapso. Acarició sus labios sintiendo el suave cosquilleo de los besos mientras en su mente seguía el recuerdo Jungkook con los ojos brillosos y los labios hinchados, y aunque quería desaparecer esa imagen, esta se empeñaba en seguir atormentándolo. Incluso mientras cerraba los ojos y caía en un sueño profundo.

Los días siguientes trató de actuar como si nada hubiera pasado, ignorando a Jungkook, fingiendo estar ocupado porque la culpa no lo había dejado desde entonces. Jimin creyó haber arruinado todo, para su fortuna, Jungkook no había mencionado nada referente al accidente de su cumpleaños, seguía buscando a Jimin, pero no actuaba pegajoso como espero que sucediera. Le seguía dando flores y actuaba como si todo fuera igual.

Su alivio terminó cuando compendio que algo realmente grande estaba pasando en la cabeza de Jungkook y pronto le explotaría en la cara. No era de los que olvidaba, como Jimin.

En sus largas noches de desvelo, mientras recapitulaba el beso una y otra vez, Jimin por fin se dio cuenta de que tal vez estaba se estaba enamorando. Comprendió entonces que la gente tenía razón, el amor se sentía como estar cayendo a un abismo, porque Jimin no tenía idea de donde estaba el suelo.

Jimin, quien nunca se había enamorado antes, tuvo miedo. Porque Jungkook tenía un corazón tan bonito y Jimin tenía las manos tan sucias.

Vio por la ventana del tren como dejaban atrás a los altos edificios y comenzaba los valles verdes. El día era dorado, Jimin suspiró melancólico y cansado.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó Taehyung a la par suya.

Taehyung lo había invitado a la casa de sus padres para el cumpleaños de su hermano mayor, Jimin quien solo quería una excusa para alejarse de todo, no dudo en aceptar.

—Sí, amigo, estoy bien —dijo como las veces anteriores que había respondido. Claro que Taehyung no era un tonto.

—Está bien, ahora dilo de nuevo, tal vez te crea.

—¡Taehyung! —se quejó.

Su mejor amigo suspiró fastidiado por Jimin, para ser justos no se lo había puesto fácil toda la semana soñando, despierto y viviendo dentro de sus fantasías. Jimin necesitaba ayuda porque se desmoronaba lentamente.

—En serio, Jimin, algo está pasando y créeme que lo voy a averiguar —prometió y Jimin se estremeció porque era Taehyung y cuando algo se le metía a la cabeza difícilmente lo dejaba ir.

Jimin se goleó mentalmente. Ni siquiera había tenido el valor de decirle a Taehyung que se besó con Jungkook, se sentía erróneo decirlo en voz alta, se sentía real.

Jimin no le contestó, inclinó la cabeza contra el vidrio y cerró los ojos. El viaje fue silencioso.

❃•❃•❃

El tren se sintió sofocante y caluroso, Jimin agradeció cuando por fin se detuvo en la estación. El clima seguiría ardiente toda la tarde, a mediados de marzo la primavera estaba a su máximo esplendor trayendo como resultado el calor insoportable.

El viaje en taxi hasta la casa Kim fue igual de insoportable, Jimin anhelaba con fuerza tener por fin calefacción fría quitándose la pesada sensación de picazón y sudor de su cuerpo. No quitaba que soportaría el viaje infernal mil veces si eso significaba ver a toda la familia de Kim.

Jimin tenía doce años, la primera vez que escapó de su casa para ir a Taehyung, su amistad, incluso entonces, no era bien vista ante los ojos de sus padres y Jimin tenía que soportar los comentarios desagradables que su padre decía sobre la familia de Taehyung. Quizás fue para llevarle la contraria que no rechazó la oferta de pasar las festividades con ellos.

Eran buenas personas, muy diferentes al círculo con el que creció Jimin, toda su familia se parecía; tan individualistas y descorazonados. Los Kim eran hogareños y unidos, un todo, y Jimin por suerte era parte de ellos.

En las periferias de la ciudad durmiente, donde no había grandes edificios y el paisaje se vestía de verde, la casa Kim es una gran cabaña colorida, con grandes ventanas cubiertas por una suave cortina amarilla. El jardín delantero estaba cubierto en su totalidad con flores de distintos tipos, desde rosas hasta lirios y alrededor solo había árboles frondosos y altos, donde Taehyung y él salían trepar para ver el mundo.

Taehyung giró las llaves de puerta, permitiéndole el paso a Jimin. Él suspiró con disfrute cuando el frío de la casa lo golpeó como un rayo, de inmediato su cuerpo encontró un buen estado de climatización, todavía debía tener la cara toda roja y el pelo sudoroso, pero al menos ya no estaba quemándose vivo.

Jimin respiró hondo e inmediatamente el aroma floral del limpiador llenó sus pulmones. La casa de los Kim por dentro era una versión más intensa del departamento de Taehyung, había muchas cosas oprimiendo el espacio, desde grandes sofás hasta decoraciones turísticas esparcidas sobre la mesita de noche que debía estar en la habitación principal. Era caos y desastre y Jimin sintió todo tan mágico y familiar.

Dejaron las maletas en la habitación que sabían era de ambos, ya que la compartían desde siempre, pese a que Jimin dormía como un salvaje, tiraba la sábana o se envolvía con toda ella, dejando a Taehyung temblando de frío. Además, amaba abrazar a todo lo que se pusiera en su camino, siempre siendo Taehyung quien terminaba asfixiado.

En completo silencio para sorprender a todos de su llegada, bajaron por las escaleras de vuelta al piso principal.

Jimin jamás esperó ver al mayor de los hermanos Kim en la cocina. Especialmente porque Namjoon siempre fue malo en ella, si se lo proponía incluso podría quemar agua.

—Vaya, vaya, vaya. Pero si es mi hermano Kim favorito —Namjoon volteó en seguida sonriéndole cuando lo vio.

El parecido de los hermanos Kim era increíble, tanto Taehyung como Namjoon eran morenos, altos y guapos, tenían la misma sonrisa combinada con los mismos ojos cafés.

—Guau ¿Encogiste? —Namjoon se puso a la par de Jimin burlándose de su estatura, no todos podían ser potes humanos, Jimin soltó una carcajada irónica empujando a Namjoon lejos.

—Dejó de ser gracioso cuando la pubertad terminó —Namjoon se rio y revolvió el pelo de Jimin.

Taehyung en voz alta se aclaró la garganta.

—Mucho amor para Jimin, ¿Qué hay de mí? Eres mi hermano mayor —se quejó, Namjoon solo murmuró "mocoso, insoportable"

Pero le dio un largo abrazo, mientras crecía, Jimin sintió un poco de celos ante la relación de los hermanos, había intentado tener algo similar con Jihyun, pero una pared invisible los mantuvo separados. Jamás sería lo que necesitaban el uno del otro y fue doloroso, pero Jimin terminó por aceptar que su hermano lo odiaba.

No importaba lo que pensara el mocoso insufrible, de todos modos.

Además, por más que intentara, Jimin no podía ser Namjoon, el tierno hombre mayor que cuidaba de sus pequeños hermanos gemelos y le daba consejos sobre sus atuendos extravagantes a Taehyung.

Los hermanos se alejaron sonriéndose con cariño.

—¿Cuándo llegaron? —les preguntó mientras se movía por la cocina mientras ellos seguían cada uno de sus movimientos.

Jimin recordó cuando eran niños y Namjoon era la persona más genial del mundo y Taehyung junto a él lo perseguían a todos lados con curiosidad y emoción desbordante.

—Acabamos de llegar —contestó Jimin, sentándose en una de las sillas del comedor.

Namjoon siguió a contarles como le había ido en estos meses, en sus planes para conquistar a la persona que le gustaba y que parecía odiarlo con todo su corazón, una mujer guapa pero difícil. Mientras lo decía no dejaba de mover lo que sea que estaba preparando.

Jimin compartió una mueca de asco con Taehyung mientras no quitaba la vista de Namjoon moviéndose con agilidad por la cocina, tomando condimentos para agregarle a una cacerola en el fuego. Era muy probable que ellos terminaran probando tal aberración. Si había algo que Namjoon no supiera hacer era cocinar.

Vivía a base del aguante, solo él soportaba y se comía su comida incomible.

—Taehyung me dijo que le gustas a alguien —le dijo de repente Namjoon dejando la olla en paz. Apagó el fuego y con frustración se quitó el delantal—. Yo le dije "Todos gustan de Jimin" y entonces él dijo "Pero a Jimin también le gusta, solo es un tonto."

El color subió por el cuello de Jimin asentándose en sus mejillas.

—Chismoso —le dijo a su mejor amigo. Taehyung le sacó la lengua y se echó a correr hacia Namjoon para esconderse, usándolo como escudo—. Solo es mi amigo.

—¿Cómo se llama, Jimin? ¿Es guapo? —preguntó con muestra clara de diversión, el bastardo se divertía ante la vergüenza de Jimin.

Jimin podría irse a esconder y evitar el tema, pero la sonrisa burlona de Namjoon lo mantuvo en su lugar. Siempre fue un desvergonzado, no tenía por qué cambiarlo ahora. Jimin sonrió, inmediatamente la imagen de Jungkook invadió su mente.

—Se llama Jungkook, y si es muy guapo —se encogió de hombros.

Taehyung soltó un chillido viendo a su hermano, incrédulo.

—¿Oíste? Lo tiene loco. Está en las nubes por ese chico —Jimin soltó una carcajada ante la emoción desbordante de Taehyung.

Sin embargo, se distrajo cuando la diversión dejó el rostro de Namjoon, cubriéndolo de preocupación. Oh, conocía bien esa mirada porque Jimin también había tenido la tarea de ser hermano mayor y después de que Taehyung se pegó a él, Namjoon lo cubrió con su protección, nunca más fue solo Taehyung, fueron Taehyung y Jimin. 

—Si es el caso tendrás que traerlo a casa para conocerlo, Jimin —dijo—. Papá tiene que aceparlo.

Como si hubiera sido invocado, el padre de Taehyung, Kim Kyong traspasó el marco de la puerta con las manos llenas de bolsas del supermercado.

—¿A quién tengo que conocer? —preguntó dejando todas las cosas en la encimera y suspirando cansado.

Él era aterradoramente parecido a sus hijos, a Taehyung sobre todo, un poco más alto, pero su hijo no envidiaba nada de las facciones de su padre, la misma sonrisa, los mismos ojos y las mismas cejas, una capia completa.

Kyong se quedó esperando una respuesta por parte de cualquiera, Jimin le hizo señas a Namjoon para que se callara, pero él solo le guiñó el ojo, el muy traidor.

—¡Al novio de Jimin! ¿A quién más? Se llama Jungkook —dijo con burla por hacerlo enfadar.

A veces Jimin pensaba que a Namjoon vivía para molestarlo.

—¡Métete en tus propios asuntos! —gritó.

Afortunadamente, para Jimin, Kyong ignoró el tema del novio-no-novio cuando sus ojos se posaron en ellos dos, demasiado emocionado por volverlos...

—¡Niños! ¡Llegaron! —abrió sus brazos sonriendo brillante.

—¡Te entrañamos mucho! —gritaron ambos lanzándose encima de él.

El hombre los abrazó con fuerza.

—Hola, Jimin, hola, Taehyung. ¿Cómo se han portado? —acarició suavemente su la espalda de ambos, aferrados a un abrazo que no terminaría pronto.

Jimin respiró su colonia mientras se aferraba al hombre, él era más cercano que había tenido a un padre.

—Sabes que siempre nos portamos muy bien, nos conoces —alegó Taehyung.

—Porque los conozco, sé dé lo que son capaces—arqueó una ceja con diversión. Años de travesuras y bromas los precedían.

Antes de que Jimin o Taehyung pudieran revelarle sus fechorías fueron atrapados por dos pequeños niños quienes se aferraron a sus piernas con fuerza, los hermanos gemelos de Taehyung gritaron sus nombres llenos de alegría infantil mientras parloteaban de cosas fantasiosas que solo ocurrían en la mente de un niño.

Un rato después, la madre de Taehyung se unió a ellos y aún más tarde, se sentaron a comer entre risas y anécdotas de la universidad hasta pasada la madrugada.

Nadie probó lo que sea que preparó Namjoon. Por el bien de su salud.

❃•❃•❃

Los Kim vivían en una zona rural más allá de la urbanización exclusiva donde estaba la casa de Jimin. No lo sabría hasta que se hiciera amigo de Taehyung, hasta la edad de doce años, aquella urbanización con mansiones etéreas y maravillosas constituía su mundo entero, hasta que conoció más.

Cada mañana el sol daba directamente en el porche de la pequeña cabaña, iluminando las cortinas, y todos los días, Jimin estaba ahí, viendo la puesta de sol y a las nubes moviéndose al compás del suave viento.

Aquella mañana no fue la excepción, Jimin salió vistiendo la ropa más fresca que tenía, ya que a pesar de ser muy temprano y que el sol apenas se estuviera asomando, hacía mucho calor. Ante su vista se expandía un intenso valle poblado de flores silvestres y animales salvajes.

Se sentó en la vieja silla de palma, esperó y luego vio la puesta de sol, era dorado y hermoso.

—Jamás había escuchado que te gustara alguien —escuchó la voz de Kyong.

Jimin sonrió, por supuesto, que Kim Kyong no lo dejaría pasar tan fácilmente.

—¡Kyong! —se quejó avergonzado. Pero tenía razón, nadie le había gustado antes. Le había fascinado que ellos gustaran de él, que lo amaran.

—Supongo que no había llegado aún el chico indicado. ¿Te gusta? Aquí no está el chismoso Taehyung ni el listillo Namjoon. Puedes decírmelo, Jimin.

Oh, Kyong, lo quería como a un padre y Jimin sabía que él lo quería como un hijo. Solo estaba preocupado por él, Jimin se quedó en silencio, viendo a algunos pajarillos volar en el cielo, volaban tan rápido y eran tan pequeños que tuvo que pestañear para no perderlos de vista.

Le gustaba Jungkook, pero Jimin no sabía si era lo suficientemente bueno para él. Había aprendido a desafiar todas las expectativas que tenían de él, pero una parte escondida aún le aterraba descubrir que le gustaba, en un rincón de su cabeza estaba la voz de su padre diciendo que era una vergüenza, alguien sucio y lo odiaba porque tenía razón porque el amor de Jimin era agrio y enfermo, terminaría manchando a Jungkook.

Al ver que no contestó, Kyong volvió a hablar.

—¿Recuerdas cuando me lo dijiste? —preguntó—. ¿Cuándo me dijiste que te gustaban los chicos?

Jimin perdió su mirada en la lejanía recordando el día en que pensó que perdería todo lo que había obtenido.

Tenía quince años y se había enamorado de un chico de su clase, el Jimin de aquel entonces estaba seguro de que ese chico de cuyo nombre ya no se acordaba era el amor de su vida. A sus padres nunca podría decírselos, no si quería seguir viviendo, por eso fue hacía Kyong el único adulto en quien confiaba, sin saber qué diría, sin tener expectativas, si nada más que la verdad.

—Tenía miedo — confesó.

—Lo sé, viniste. Me dijiste que te gustaba un chico y lloraste.

—Y usted se rio y descubrí que siempre lo supo, luego me dijo: "Querido Jimin, siempre recuerda que para quién eres importante de verdad no le importará a quien ames."

Jimin miró al cielo intentando ocultar las lágrimas que querían brotar de sus ojos al recordar como ese hombre le había dado lo único que siempre había querido... que lo aceptaran por quién era.

Jimin no recuerda que paso después de esa charla, pero estaba seguro de que nunca fue capaz de confesarle al chico sus sentimientos porque unos días después él se había hecho novio de otra compañera de su salón.

Lo único que atesoró de aquello fue las palabras de Kyong. Las guardó en una caja y las escondió de todos lo que podían robárselas.

—Mi mayor deseo ese día, fue que cuando encontraras a una, la persona a quien amarar no la dejaras ir. Nunca me importo a quien amabas, si a un hombre o a una mujer. Lo que en verdad me importa es que seas feliz, tú más que nadie.

—Recuerdo cada una de sus palabras y las llevó en el corazón convencido de que algún día sabré usarlas —dijo con todo el afecto que fue capaz de sentir de su corazón magullado y roto.

—Sé que lo harás. Jimin y ese chico ¿Te gusta?

Jimin sonrió sin poder evitarlo.

—Es diferente ¿Sabe? Con Jungkook todo es tan diferente, es... amor, amistad, compañía y yo... no sé qué estoy haciendo la mayor parte del tiempo, solo sé que quiero estar a su lado, que me hace sentir cosas y...

El señor Kim sonrió brillante.

—Uno se enamora de verdad cuándo no se da cuenta de lo que está haciendo —se encogió de hombros como un hombre sabio y de experiencia.

Jimin volvió a mirar al extenso valle, sintiéndose vulnerable y desesperado a partes iguales. ¿Eso era el amor?

—Me gusta, de verdad lo hace —reconoció frustrado—. Pero me da miedo, Jungkook, es diferente a todos lo que he conocido y me aterra hacerle daño porque...

—No vayas por ahí Jimin —advirtió Kyong.

Sin embargo, Jimin quería decirle su mayor miedo, quería por unas veces se ha ayudado y consolado, porque nunca se lo permitió antes.

—Me aterra no ser suficiente...

Kyong lo tomo de los hombros estrechándolo en un fuerte abrazo.

—Lo serás —prometió—. Cuando consigas ser primero suficientemente bueno para ti.

Se alejaron y lo miró a los ojos prometiéndole cosas de las que no estaba seguro, pero Jimin le creyó.

—¿Y si no funciona? ¿Y si algo sale mal? —preguntó después.

Kyong sonrió.

—¡Ah! Jimin. No hay garantía, a veces simplemente saltas y esperas que no sea un acantilado.

Chapter 15: 12. JUNGKOOK

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Su día favorito siempre fue el sábado, el día azul de la semana, el día que siempre estaba en calma y en el que nada relevante pasaba, el día que volvía a casa. Pero todavía no, aunque pronto.

Como de costumbre, su nuevo departamento estaba perfectamente acomodado y olía a limpiador. Jungkook dejó su mochila en la cama sin olvidar sacar el sobre amarillo que Taehyung le había dado como regalo de cumpleaños después de enterarse de que era su cumpleaños. Eran fotos y desde que las vio supo que debían estar en "La pared"

La pared, como la llamada, era una extensión blanquecina de su habitación que había tapizado con fotos formando figuras intricadas y minimalistas, lo hizo para que su pequeño departamento se sintiera más como un hogar.

Las polaroids que sostenía eran diferentes a la temática de su pared, cuyas fotos, en su mayoría, eran paisajes naturales. Las fotos que Taehyung le dio eran de Jimin y él, las había tomado de manera fortuita porque, por voluntad propia, Jungkook nunca se las habría tomado. Pero no quería decir que no le gustaban porque lo hacían.

Jimin y él lucían absortos e ignorantes de la cámara que de forma inhibida les estaba comando fotos. Con cuidado, le puso adhesivo a cada una de las fotos y estratégicamente las colocó en su pared. Había muchas más fotos de ellos dos juntos que, de cierta manera, resultaba ser bueno, porque no olvidaría los rasgos peculiares de Jimin, ya que hacía un tiempo que él lo estaba evitando. Después del beso, en realidad.

Con lentitud y tranquilidad abandonó la tarea de decoración y deambuló por su habitación. Primero busco entre su armario y escogió el suéter de lana color rosa, porque era sábado, luego se metió al baño y tomó una ducha larga y caliente, después de salir y vestirse, se peinó, se calzó un par de botas desgastadas, pero muy cómodas, por último tomó su mochila y salió de la habitación.

Seokjin estaba sentado en uno de los sillones de la sala, esperando desde quién sabe cuanto tiempo.

—¿Listo? —le preguntó cuando lo vio.

—Sí. Vámonos, se hace tarde —contestó porque hoy verían a su padre.

Salieron del edificio y comenzaron a caminar bajo el calor intenso, pero como siempre, no había opción. A Jungkook no le gustaban los autos, el movimiento que producían, le daban pánico. Por eso tardó una hora y dos minutos caminado para llegar a la casa de su padre mientras pensaba en eventos históricos que se perdió por haber nacido mil años después.

Le gustaba la historia, quizá demasiado rayando a lo maniático. Pero había cosas peores con lo que estar obsesionado, si su mente pasaba mucho tiempo pensando en reyes poderosos e historias místicas era más fácil.

Caminaron lento hasta llegar a una casa al final del fraccionamiento. La casa de Jungkook era pequeña, pero constituía su mundo entero, junto a Seokjin se encaminó al pórtico. No tocaron, sacó las llaves de su mochila y abrió, el chirrido de la puerta lo hizo apretar los dientes, se sacudió como si eso ayudara a disipar la sensación y luego traspasó el lumbral.

—¡Están aquí! —gritó su padre saliendo de la cocina de inmediato como si tuviera un chip que tintineaba cuando Jungkook estaba cerca.

Para Jungkook, su padre era simplemente papá, no tenía una mejor palabra para definirlo. Fuerte, divertido, amoroso, todo lo que debía ser un padre, le dedicaba tiempo y siempre que lo necesitaba ahí estaba. Era solo papá...

Para su madre sí tenía una palabra, abandonó...

—Te eche de menos, esta casa se siente vacía sin ti —dijo sin acercarse—También te eche de menos Seokjin.

—¡Nosotros también lo extrañamos, Señor J! —respondió Seokjin con efusividad, lo golpeó en las costillas, Jungkook hizo una mueca, pero asintió de acuerdo con sus palabras.

—Pasen —los guio a la cocina—. Tenemos tiempo para comer antes de ir con Dami —informó.

—Sí, porque es sábado —estuvo de acuerdo Jungkook.

—Bueno, sí, pero además hoy podrás ver a los aspi —dijo su padre y Jungkook se llenó de emoción.

Los aspi eran un club de autistas funcionales que se reunía para hablar de sus vidas y las dificultades que llevaban, eran un grupo socialista sin líderes, aunque Jungkook quiso serlo una vez antes de que Lía se lo negara. Se reunían con poca frecuencia ahora, sobre todo porque la mayoría de los miembros de su club estaban ocupados con sus propios asuntos, pero hubo ocasiones en las que se reunían una vez por semana, había pasado un tiempo desde la última vez.

—¿De verdad?

—Pues claro, charlarán un poco y después verán unos documentales —su padre dijo sin dejar de moverse en la cocina—. ¿Suena bien, no? Seokjin, ¿Vas con nosotros?

Seokjin les dio una mirada fría.

—No gracias, con este calor, quiero quedarme en casa.

Tomó asiento en una silla de la pequeña cocina, mientras su padre se movía de un lado a otro. Serviría caldo de verduras con jugo de naranja porque era sábado. Cuando su padre trajo su plato de comida, se apresuró a atraerlo hacia él, evitando que Seokjin lo tocara.

—Será una linda velada —platicaba su padre, contento de volver a verlo—. Cenaremos temprano, luego haremos un maratón, hay una serie buenísima que quiero que vea, ay estoy feliz de que estén aquí, me siento muy solo.

—Debería buscarse una novia o salir con alguien —dijo Seokjin, el rostro de su padre se tintó de rojo.

—Ya estoy demasiado viejo para eso... —respondió con un suspiro—. Pero Jungkook, tú deberías buscar a una novia —sugirió.

Jungkook dejó de comer, alzó la vista con el ceño fruncido.

—No necesito una novia, tampoco quiero salir con una chica. Quiero salir con un chico y que él sea mi novio —dijo y luego de sus palabras su padre se puso pálido y se atragantó con la comida, mientras lo veía con los ojos saltones.

Seokjin se rio con fuerza, Jungkook no lo hizo. ¿Qué era tan gracioso?

—¿Seokjin? —dijo su padre cuándo logró encontrar su voz, el chico volteó a verlo de inmediato.

—¿Sí? —le respondió Seokjin tratando de retener la risa.

—¿Mi hijo se acaba de declarar gay?

—Eso es justo lo que hizo.

Había salidas épicas del clóset y luego estaba la de Jungkook.

❃•❃•❃

Después de la comida, su padre estuvo silencioso, sumido en sus pensamientos, ni siquiera lo miraba. Jungkook lo dejó, porque no siempre era fácil para el saber cómo ayudarlo, y aunque lo irritaba a veces, sabía que su padre lo entendía y no lo consideraba un robot sin sentimientos. Solo un chico que no sabía como brindar consuelo.

Mientras caminaban por la avenida, el hombre mantenía la vista enfrente, a Jungkook no le importaba mucho en realidad, le gustaba el silencio. Hasta que por fin su padre decidió romperlo.

—¿También te gustan las chicas? —él preguntó, su voz sonaba demasiado suave como si tuviera miedo de espantar a Jungkook.

—Sí, son bonitas —Jungkook se encogió de hombros, desinteresado.

—Ambicioso —bufó—. Deja algo para los demás... ¿Te gusta alguien?

—Sí.

—¿Dami lo sabe?

—Si

—¿Y qué fue lo que dijo?

—Que podría ser mi novio si lo conocía.

Su padre soltó un profundo suspiró, conocía un interrogatorio, cuando era más pequeño su padre lo usaba como estrategia para saber cosas que Jungkook no le diría, un gran juego que hacía a Jungkook hablar.

—¿Es autista? —preguntó por fin con tintes de miedo.

Jungkook ladeó la cabeza, con mucha frecuencia las relaciones de pareja de una persona con autismo se desarrollaban con otra persona neurológicamente atípica, con afinidad entre los dos. Es decir, si Jungkook quería un novio, lo conveniente era que fuera otro autista. Era egoísta, sí. Pero también era una solución.

Sin embargo, a Jungkook siempre le había gustado lo complicado. Negó con la cabeza viendo a su padre quedar devastado.

—No, es un neurotípico, se llama Park Jimin —le dijo.

Su padre se quedó sin habla de nuevo. Jungkook trató de comprenderlo, nadie lo preparó para esta situación, Jungkook nunca mostró verdadero interés y si aprendió algo de la relación de sus padres era que el amor es complicado.

—Oh... ¿Por qué no cuentas algo sobre Park Jimin?

Jungkook lo hizo. Bajó la atenta mirada de su padre, Jungkook le contó sobre Jimin, el chico que hacía a su corazón latir como loco, quien escuchaba sus historias delirantes y lo dejaba hablar sin parar de sucesos históricos como quien habla de pasiones extrañas y deseos inauditos.

—Parecen muy unidos... —dijo su padre cuando terminó.

Jungkook se encogió de hombros. 

—Es mi amigo y pronto mi novio.

Por primera vez en mucho tiempo vio a su padre lucir devastado. Quedó pálido y tembloroso; sin embargo, él no dijo nada que Jungkook pudiera considerar preocupante, se aferró a su cordura y dibujó una sonrisa tensa.

—Te gusta —afirmó —¿Él lo sabe?

Oh bueno, Jungkook, no era bueno diferenciando. Como autista tenía serias dificultades para diferenciar la verdad de la mentira, la sinceridad de la hipocresía, el cinismo de la lealtad, el amor de la amistad.

—No lo sé, pero de verdad me gusta, tal vez él puede gustar de mí —fue sincero.

—No tengo duda de ello —su padre sonrió y Jungkook eligió creerle.

Media hora después de caminar en completo silencio, llegaron al hospital.

Un hospital dedicado al estudio y tratamiento del autismo tenía letras coloridas por título, en su mayoría eran consultorios, pero también algunas habitaciones en el segundo piso donde vivían pacientes. Tenían desde terapeutas hasta doctores especializados, todos a cargo de personas con autismo y al norte de los consultorios el área común ocupaba la mayor parte del recinto.

Llegaron a la recepción y como de costumbre, Soojin estaba ahí, una mujer pequeña y menuda con extravagante pelo rizado y negro.

—¡Jungkook! ¡Hola! —exclamó al verlo—. ¿Qué tal la universidad?

La había visto la semana pasada, pero siempre lo saludaba como si llevaran siglos sin verse. Jungkook le dio una pequeña reverencia.

—Ha ido bien, termine toda mi tarea —informó orgulloso, Soojin le sonrió enseñando todos los dientes.

—¡Qué bien! Me gusta que seas responsable ¿Alguna novedad?

Jungkook giró a los lados con recelo cuidando que nadie los vigilara, con una pequeña ceña se inclinó haciendo que Soojin lo imitara.

—Pronto tendré novio —le susurró en profundo secreto.

—Sí, Dami me dijo algo de eso —dijo con diversión, Jungkook pensó que ahora hablaban de Dami, por lo que no pensó mucho en hablar de las conversaciones que habían tenido la sesión anterior.

—Dami me dijo que te divorciaste —dijo y Soojin frunció el ceño.

Su padre soltó un grito ahogado, lo tomó de los hombros obligándolo a incorporarse.

—Jungkook no digas eso —lo reprendió, pero Jungkook lo ignoró sin dejar de ver a la recepcionista que perdía el color lentamente.

—¿Por qué te divorciaste? Debes estar triste

Soojin balbuceó rascándose la nuca un poco incómoda.

—Bueno... no me divorcié, soy viuda.

La boca de Jungkook se abrió con sorpresa.

—Ah, como la película... la viuda negra.

Soonjin lució desconcertada. No debía sorprenderle lo que decía Jungkook o como lo decía, ella más que nadie trabajaba con autistas, ese era su día a día.

—Sí, pero significa que murió mi esposo —dijo con calma.

Jungkook asintió de acuerdo.

—Sí, en la película también se muere. ¿O sea cómo? —su rostro se inclinó con confusión. La mujer iba a contestar, pero su padre la detuvo...

—Yo le explicaré, perdónanos, llegaremos tarde —se disculpó guiando a Jungkook por el pasillo.

—No se preocupe, señor Jeon. Nos veremos después, Jungkook.

Jungkook se despidió con la mano mientras su padre caminaba por los pasillos hasta la sala común. Después de pasar los consultorios, la calma los envolvió. Cuando llegaron a la sala ya había personas, la mayoría eran mamás, pero desde que Jungkook recordaba siempre fue su padre quien lo llevó, la primera vez muchas personas se rieron porque el Señor J, era el único hombre ahí. Mucho tiempo después las mamás empezaron a integrarlo y ahora parecía ser el mejor amigo de todas ellas.

—Ve, aquí estaré cuando salgas —prometió.

Jungkook se despidió con la mano moviéndola lentamente de un lado a otro, luego comenzó a caminar por el pasillo.

—A la derecha, luego en línea. Dos pasos y la puerta—murmuró para sí mismo.

Llegó a la habitación blanca. Tocó tres veces la puerta hasta que Dami lo dejó entrar. —Hola Jungkook, te esperábamos. Pasa...

La primera vez que puso un pie dentro de esa habitación tenía mucho miedo, iba aferrado a la mano de Dami quien se había empeñado en que conviviera con personas iguales a él, solo convivió unos minutos con esos chicos desconocidos, pero Jungkook supo que era su lugar junto a ellos. Aún lo hacía.

Era un grupo reducido de diez personas. No había líderes ni los necesitaban, estaba ahí para hablar y no sentirse solos en un mundo que no los entendía por completo.

—Chicos, miren quién volvió —anunció Dami y todos voltearon a ver a Jungkook.

Él se sentó en una silla vacía.

—¡Jungkook! —gritó Lía llena de euforia.

—Hola —le respondió sin la efusividad, pero estando contento de verla.

—Bien chicos —comenzó Dami, acomodándose las gafas—. Ahora todos estamos completos, así que hay que empezar, primero ¿Cómo has estado Somi? ¿Cómo te sientes?

La chica sentada al otro lado de Jungkook se sobresaltó ante su nombre, vio deliberadamente a los lados con temor mientras se acariciaba los brazos. Con paciencia todos esperaron porque sabían que a veces no existían palabras que ayudaran a describir como se sentían.

—Mmm, bueno —se aclaró la garganta—. La maternidad es difícil para neurotípicos para mí ha sido cansada. Después del parto todo se ha desdibujado, creo que no soy buena para mi hija, soy joven y no socialmente comprendida. Sigo trabajando... mi hija está primero siempre.

Ser padre nunca había estado en los planes de Jungkook, de hecho, nunca lo pensó antes de que Somi se embarazara, no sabía mucho de su proceso, pero lucia visiblemente cansada. Le hizo preguntarse si él sería un buen padre para alguien algún día.

—Lo haces bien, confía en mí —aseguró Dami —Y que tu hija sea tu prioridad es algo bueno, nadie nace sabiendo ser madres o padres, se aprende en el camino —dijo y Somi se vio consolada —. ¿Alguien tiene algo más que nos quiera compartir?

Sehun, un chico mayor que Jungkook levantó la mano con timidez, Dami le dio la palabra.

—Tengo un trabajo en supermercado —murmuró muy bajito con la vista en el suelo—. A veces hay mucho ruido, otras, las personas se quejan, las cajas de los cereales no estar ordenadas bien y colocan el detergente cerca de las semillas. Pero me gusta —confesó levantando la vista apenas unos centímetros.

—¡Qué bien Sehun! —felicitó Dami.

El ciclo de turnos continuó como siempre, Jungkook escuchó a Lía sobre sus interminables clases de francés, se rio junto a otro de sus compañeros de las discusiones que tenía con su madre porque ella no era capaz de cerrar la tapa a la pasta de dientes y lloró un poco cuando el perrito de otro aspi murió por vejez.

—¿Alguien más? —preguntó Dami. Jungkook levantó la mano lentamente porque era el único que faltaba de participar—. Jungkook, ¿Qué quieres compartir con nosotros?

—Voy a tener novio —dijo con seguridad. Dami, negó sonriendo.

La confesión de Jungkook alteró a cada uno de los aspi, los chicos empezaron a hablar en voz alta; manifestando cosas al azar, gritando en voz alta consejos y estrategias. Jungkook, quien solo atinó a taparse los oídos con sus dos manos, se quedó sentado sin saber qué hacer.

Dami se levantó tratando de tranquilizar a todos.

—¡Chicos! ¡Chicos! ¡Tranquilos! —aplaudió intentando llamar su atención, pero la efusividad no parecía terminar nunca, a Dami le tomó unos diez minutos volverlos a tener en silencio y en su sitio.

Jungkook, por fin, pudo relajarse. Volvieron todos a sentarse en círculos y fue Lía la primera en levantar la mano para pedir permiso al hablar. Dami asintió a su dirección.

—¿Cómo se lo pedirás? —le preguntó a Jungkook.

Él ladeó la cabeza confundido.

—¿Pedir qué? —preguntó preocupado.

Lía adoptó una actitud de decepción.

—¿Cómo le pedirás que sea tu novio? Dami dijo que a los neurotípicos debemos preguntárselo de lo contrario ¿Cómo sabrán que tienen una relación? —oh, era lógico. Jungkook volteó a ver a Dami en busca de respuestas.

—Entonces debo preguntárselo —dijo como confirmación.

—Sí —dijeron sus compañeros al unísono.

Oh, eso iba a hacer complicado. Jungkook ya estaba haciendo todo lo posible por conquistar a Jimin, ¿Ahora también debía organizar una propuesta? ¿Todo siempre era tan complicado?

—¿Cómo hago eso? —se quejó.

—Con un cartel gigante que diga "¿Quieres ser mi novio?" —opinó uno de los aspi—. Lo vi en una película, además compra un oso gigante y chocolates... —Jungkook asintió, sacó su teléfono y procedió a anotar todo lo que decían.

—Puedes usar un micrófono —opinó otro. Jungkook volvió a asentir.

—También flores... No olviden las flores. A Jimin le gustan las flores —añadió

—Tal vez no funcione —murmuró de repente Sehun, callando a todos en el proceso. No había conseguido levantar la cabeza, pero se veía más tranquilo que la mayoría.

—¿De qué hablas? —preguntó Jungkook guardando su teléfono en su bolsillo mientras lo miraba con el ceño fruncido.

—¿Una relación entre un autista y una persona neurotípica? Es imposible —dijo con convicción.

—No es cierto —negó efusivamente a la defensiva.

—Somos raros... —respondió Sehun—. Tenemos rutinas, rituales, no pensamos igual que un neurotípico. Sería difícil.

Jungkook enojado se levantó de la silla, él ya sabía eso, todo irá más difícil para ellos, siempre fue así, Sehun no tenía que decir lo que ya sabían. Fue el momento en que Dami intervino.

—Será difícil, pero no imposible —les dijo—. Jungkook hay muchas relaciones entre neurotípicos que han funcionado. Sin embargo, es cierto que es difícil. Las personas neurotípicas ya poseen dificultades para preservar y mantener las relaciones sentimentales, sobre todo en una sociedad en que los divorcios han superado de largo la cantidad de uniones nupciales.

«Pero a pesar de ser un verdadero reto, existen casos de personas con autismo que han logrado mantener relaciones duraderas, superando las barreras sociales.» —Se apresuró a decir.

—Él me gusta mucho... —se quejó como si estuviera herido físicamente.

—Lo sé —su doctora lo consoló.

—¿Qué pasa si él no me quiere?

—Entonces habrá perdido a un gran hombre.

Chapter 16: 13. JUNGKOOK

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Podía sentir a toda la gente caminando a su alrededor aun cuando mantenía la distancia, por eso, Jungkook se perdió viendo al piso mientras trataba de caminar sin pisar las rayas del suelo. Él sabía que pasaría esto cuando decidió pedirle a Seokjin que lo acompañara al centro comercial, pero no evitó que sintiera incomodidad ante las multitudes.

Caminó en círculos mientras veía cada local del centro que llamara su interés, tras de él, Seokjin cargaba cada una de las bolsas de las compras anteriores, su amigo había puesto una expresión de desconcierto cuando lo vio comprar un oso de peluche gigante y un par de cajas de chocolates, tenía sentido, Jungkook no le había dicho por qué estaban de comprar en primer lugar.

Después de un rato de deambular, los dos se sentaron en una pequeña heladería alejada de las personas, el cúmulo de regalos fue destinado a la esquina del local para no acaparar espacio. Jungkook disfruto de su helado de vainilla lentamente.

—Estás siendo más raro que de costumbre... ¿Para qué es todo eso? —le preguntó Seokjin desparramado en el asiento, viéndose cansado.

Después de que los aspi le dijera que tenía que preguntarle a Jimin si quería ser su novio, Jungkook interceptó a Lía y la lleno de preguntas sobre su propuesta. Ella fue amable aunque impaciente, le respondió todas sus dudas y hasta le dio ideas de cómo hacerlo inolvidable, eso involucraba el oso gigante.

—Son regalos —respondió Jungkook.

—¿Para quién? —preguntó Seokjin.

Jungkook se encogió de hombros.

—Para Park Jimin, quiero que sea mi novio.

Tres cosas extrañas sucedieron a la vez, Seokjin perdió el color de su rostro antes de ahogarse con su helado y caer de la silla con un ruido sordo, Jungkook se sobresaltó sorprendido y preocupado, se inclinó en su silla para ayudarlo a levantarse.

A Seokjin le tomó un tiempo regresar a su color habitual, pero sus ojos siguieron viéndose sospechosamente vidriosos y apagados.

—¿Cómo conoces a Park Jimin? —se aclaró la garganta mientras preguntaba con curiosidad.

Jungkook comió otra porción de su helado, mucho más calmado de lo que se veía Seokjin.

—Me golpeo con un libro en la cabeza —respondió por fin—. Quiero que sea mi novio, —agregó después muy seguro de sus palabras.

Jungkook creía que ya había hecho un buen trabajo conquistándolo, ahora solo tenían que formar una relación. Solo esperaba que Jimin no lo rechazara antes de comenzar a decir cualquier cosa.

Seokjin lo horrorizado antes de reír con fuerza. Su risa limpia vidrios perturbó a Jungkook por un instante haciéndolo tensarse, pero ya se había acostumbrado a su extraña risa, así que pudo relajarse casi de inmediato, aún existían días donde su risa lo tomaba por sorpresa.

—Novio —repitió Seokjin como si las palabras sonaran extrañas en su boca —¿Por qué querrías ser su novio? —preguntó incrédulo.

Jungkook frunció el cejo, confundido. Estaba muy seguro de que Seokjin sabía por qué, él era listo, pero ahora se veía como un tonto.

—Es lo que se hace cuando quieres que alguien sea tu novio, cuando estás enamorado de alguien. Lo investigué en internet —dijo lentamente, para que Seokjin aprendiera.

Seokjin se quedó sin habla, Jungkook lo vio preocupado.

Hacía tiempo que ambos no estaban juntos, hacía mucho más tiempo que no tenían una conversación completa. Jungkook lo entendía, por supuesto, Seokjin estaba ocupado con su servicio y sus tareas, no tenía tiempo que perder, Jungkook también estaba ocupado y sin tiempo, pero Seokjin no podía actuar como si todo lo que estuviera sucediendo fuera inexplicable.

—¿¡Qué!? —gritó estupefacto después de recuperarse—. ¿¡Cómo que te gusta Park Jimin? ¿Cómo sucedió!? ¿¡Cuándo!?

Jungkook se alteró ante su potente voz, saturándose de preguntas. No le gustaba que la gente gritara a su alrededor, así que se levantó de la silla olvidando su helado y caminó a la salida con sus manos en sus oídos, amortiguando los sonidos.

—Jungkook —Seokjin se apresuró a seguirlo, lo tomó del brazo, pero Jungkook se soltó abruptamente.

—¿Hyung? —gimoteó. Seokjin suspiró tratando de calmarse.

Él sabia mejor que nadie como tratarlo, sabía que a Jungkook no le gustaba que gritaran y que lo interrogaran, pareció olvidarlo por un instante, pero cuando lo vio luciendo aterrado, suspiró con fuerza.

—Lo siento, no quise... dios. No creo que deberías estar con alguien como Jimin —dijo.

Fue su turno de fruncir el ceño confundido. No sabía que Seokjin conocía a Jimin, mucho menos que no le tenía estima.

—¿Por qué no? —preguntó aturdido.

Seokjin lucia mucho más devastado que antes, como si fuera incapaz de encontrar palabras para hacerle entender a Jungkook que su inminente relación con Jimin estaba destinada al fracaso y le irritara eso.

—He escuchado cosas sobre Park Jimin —murmuró—. No es bueno para ti.

—¿Por qué no? —volvió a preguntar Jungkook.

Seokjin más frustrado que antes tomó a Jungkook de los hombros, importándole poco que él se sobresaltara por el contacto.

—Jungkook —dijo con voz firme—. Me refiero... a que Jimin hace daño —a Jungkook le constó imaginarse que Jimin que se sonrojaba cuando decía algo era una mala persona.

Negó con la cabeza, viendo a Seokjin con decepción.

—Él no es malo, es agradable. Está en la lista de personas dignas de confianza. Él será mi novio, Seokjin —dijo, el rostro de su amigo se coloreó de rojo.

—No, definitivamente no. Park Jimin no es para ti Jungkook, hazme caso por favor mantente alejado lo más que puedas de ese chico.

Jungkook encontró ridícula la situación, ahí, en medio del centro comercial, Seokjin parecía un niño pequeño.

—Pero no es malo —repitió—. Él va a ser mi novio.

Seokjin se irguió en toda su estatura, dándole una mirada severa que buscaba causar autoridad en Jungkook. Pero Jungkook solo consiguió fruncir el ceño ante la actitud de Seokjin. ¿Por qué era importante?

—No Jungkook, Jimin no será tu novio, mantente alejado de él, te hará daño...

Eso no fue lo que entendió Jungkook, si no unos días después él no le hubiera pedido a Jimin ser su novio.

❃•❃•❃

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WikiHow ¿Cómo pedirle a alguien que sea tu novio?

  1. Prepárate.
  2. Acércate a quien te gusta.
  3. Coquetea un poco.
  4. Lleva regalos, chocolates y flores.
  5. Díselo

Dami le había dicho a Jungkook que antes de ser novio de Jimin debía conquistarlo. Las largas caminatas nocturnas hacia su departamento, los almuerzos tranquilos por la mañana y las reuniones entre clases le habían dado a Jungkook la oportunidad de conocer y pasar tiempo con Jimin. Consideraba que después de tanto tiempo, al fin estaba listo para que Jimin fuerza su novio, tenía que pedírselo, pero quería que fuera perfecto, quería demostrarle que valía la pena y podía hacerlo feliz.

Pero pedirle a alguien que saliera contigo era complicado, primero compró todo lo que consideró apropiado para regalarle a Jimin, la lista incluía grandes dotaciones de chocolates y flores, además de regalos extravagantes que pensaba a Jimin podían gustarle, consideró escribirle cartas, pero tal vez las utilizaría en otra ocasión.

Seokjin no dejaba de buscarlo para detener lo que él denominaba "una locura" pasaba largas horas tras Jungkook advirtiéndole todo lo que podría salir mal de la decisión tan impulsiva que estaba tomando. Jungkook trató de escucharlo, incluso de entenderlo, pero mientras más tiempo pasaba, menos podía comprender la actitud de Seokjin.

Sus nervios solo aumentaron cuando no vio a Jimin por días. Le seguía dando su flor diaria dejándola en su casillero o dándosela a Taehyung, quien sabía, se la entregaría, pero no lo vio, era como si Jimin hubiera desaparecido de su vida, trató que eso no le importara mucho, si lo pensaba con claridad, era mejor de esa manera, pero no evitó que se entristeciera de no verlo.

Cuando despertó tomó toda la fuerza de voluntad que logró reunir para salir de la cama, procedió a comer algo, no mucho, porque su estómago no le permitía comer demasiado con un nudo en su interior que le quitaba el apetito. Luego se duchó, cambió y peinó, por último tomó todos sus regalos y caminó al departamento para de Jimin.

Hoy se lo diría.

Seokjin lo vio desde el sofá, donde leía una revista ante de resoplar con fuerza y seguirlo. Él no preguntó nada, solo caminó tras él en silencio. Mientras Jungkook cargaba todos los regalos en sus manos, la misión consistía en lograr llegar con un oso el doble de su tamaño a su destino mientras cargaba bolsas y sostenía las flores con cuidado para no maltratarlas.

Él no olvido las flores. Eran un pequeño ramito de rosas rojas, significaban amor y devoción lo que sentía por Jimin.

Seokjin no dejó de verlo en ningún momento, incluso los que pasaban por allí se le quedaron viendo con una mezcla de sorpresa y conmoción.

Jungkook llegó al piso de Jimin, dejó todo en una esquina, se alisó su ropa y fue a la puerta tocando tres veces antes de que Jimin le abriera. Sus ojos se agrandaron cuando vieron a Jungkook y un sutil rosa cubrió sus pómulos, Jungkook pensó que Jimin le cerraría la puerta en la cara, él quería, lo supo por la fuerza ejercida en ella con sus manos, pero por fortuna no lo hizo. Solo lo vio.

Jungkook consiguió alzar su vista solo instante, antes de removerse nervioso. Finalmente, Jimin le sonrió con sus ojos medias lunas, Jungkook se quedó estático en su lugar afectado por su sonrisa, no tenía idea de que una sonrisa podía robarle el aliento tan intensamente.

—Te extrañé —Jimin rompió el silencio y el corazón de Jungkook latió de prisa.

—¿Por qué no me buscaste entonces? —preguntó Jungkook aclarándose la garganta.

Jimin se inclinó en el marco de la puerta con pose soberbia, pero triste, se encogió de hombros.

—Tenía miedo —dijo.

Jungkook no supo qué decir, porque Jimin frente a él lucia diferente a la última vez que se habían reunido, consiguió valor para mirarlo esperando que fuera suficiente.

—Yo... también te extrañé... —confesó, escuchó que Seokjin jadeaba atrás de él.

—Eso es bueno. ¿Cómo has estado? —Jimin le preguntó, pudo ver a Taehyung asomarse por la puerta y saludarlo con la mano.

—Bien, fui a ver a los chicos aspi, y me reuní con mi padre. Pero papá estuvo muy raro —le confesó.

Tan raro que le dio una caja de condones por si hacía falta, recalcando una y otra vez que debía usarlos siempre. Tan raro que había organizado una reunión con una sexóloga para poder indagar más en el aspecto de su "Bisexualidad" y tan raro que le había hecho a Jungkook una presentación de PowerPoint sobre relaciones amorosas.

—Tú eres raro, Jungkook —Jimin bufó divertido.

No había mucho que decir, Jungkook no era bueno en las palabras, por eso Dami y su padre le recalcaban una y otra vez que si no tenía palabras, demostrara sus sentimientos con hechos. Por eso, con actitud nada disimulada se alejó de Jimin y tomó el oso gigante junto a los obsequios.

—Te traje un oso gigante —dijo mientras le extendía el oso a Jimin, quien con esfuerzo y confusión lo rodeó con sus brazos.

El peluche era hermoso y suave, más grande que Jimin, Jungkook se retorció nervioso esperando una acción por parte de Jimin. Él solo veía al oso con confusión y sorpresa.

—Ah, ¿Gracias? —Jungkook sonrió tomando su respuesta como una buena señal para darle los demás obsequios.

—También te traje chocolates —ahora le pasó varias cajas. Jimin más confundido que antes logró tomarlas—. Y también flores, no olvide las flores.

Taehyung a la espalda de Jimin fue lo suficientemente rápido para tomar al oso gigante, dejando el camino libre para que Jimin viera el ramo de rosas. Se le dibujó una lenta sonrisa y acarició los pétalos suavemente.

—Gracias Jungkook, de verdad. Pero... ¿Por qué? —le preguntó Jimin.

Era el momento, ¿verdad?

A Jungkook se le pintaron las mejillas, hizo un círculo imaginario con su pie sobre la alfombra que cubría la entrada. Sin verlo a los ojos comenzó a baleares hacia delante y hacia atrás, hacia atrás y luego hacia delante. Repitiendo ese patrón por mucho tiempo.

¿Por qué?

Porque nunca alguien le hizo latir su corazón como lo hacía Jimin. Nunca nadie lo hizo sentirse perdido hasta el punto de querer llorar. Porque lo quería, aunque aún no podía decirlo con palabras. Si no con hechos.

Había un millón de razones para ser novio de Jimin, pero la más grande de las razones era porque Jungkook quería, porque por primera vez en toda su vida había encontrado alguien a quien querer y necesitaba con desesperación aferrarse a ese sentimiento, no quería estar solo nunca más, quería sostener la mano de Jimin y hablar de historia siempre, quería a Jimin, esperaba que Jimin lo quisiera a él.

Luego de lo que pareció una eternidad, Jungkook decidió hablar, respiró hondo llenando sus pulmones, levantó la vista y vio directamente en los ojos de Jimin soltando un suave suspiró al advertir la adoración infinita.

—Park Jimin, me gustas mucho... —confesó—. Estoy muy seguro de que estoy enamorado de ti, por eso quiero que ser tu novio, ¿me dejas? —preguntó con convicción. Jimin se quedó estático en su lugar, mirándolo incrédulo.

Le tomó un tiempo salir de su sorpresa.

—¿Qué? ¿Novio? ¿Por qué? —le preguntó sin poder crecerlo.

Jungkook sonrió, emocionado. —Porque te quiero y podríamos ser novios como Romeo y Julieta, ¡Oh, no espera! Ellos murieron —se rio cuando recordó el trágico romance.

—Jungkook... —Jimin intentó decir algo.

—O Cleopatra y Marco Antonio. Oh, ellos también murieron. ¿Alguien no murió? —se volteó preguntándole a Seokjin quién lucía más pálido de lo normal.

—Jungkook, no... —volvió Jimin a tratar de decirle algo.

Pero Jungkook estaba tan emocionado que las palabras de Jimin parecían lejanas, para Jungkook decía mucho más sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes.

—Me gustas mucho y sé que podríamos ser novios. Nunca imagine tener una relación o alguien a quien amar, pero apareciste tú y ahora lo quiero todo solo si es contigo—dijo entonces y Jimin volvió a quedarse sin palabras una vez más.

Jungkook por fin contuvo su emoción y miró con detenimiento a Jimin. Parecía estar a punto de vomitar, sus ojos y mejillas seguían brillantes y rosadas respectivamente, pero su tez estaba amarillenta.

—Jungkook...—dijo con seriedad, tanta que lo asusto—. No lo creo

El silencio que vino después hizo a Jungkook hacerse pequeñito, mientras Taehyung tras Jimin bajaba la cabeza, derrotado y Seokjin asentía estando de acuerdo con el chico. Oh, así terminaba su pequeño gran enamoramiento, siendo rechazado sin oportunidad.

Jungkook negó frenéticamente con la cabeza.

—¡Jimin! Solo... ¿Por qué no?

—Jungkook... — Jimin gimió frustrado.

Jungkook dio un paso más cerca de Jimin, siendo más alto que él, Jimin tuvo que inclinar su cabeza para verlo.

Rodeó su cintura con cuidado, estaba temblando, pero contó mentalmente hasta diez influyéndose calma, así era la valentía, eso era avanzar.

—Ya lo he decidido, quiero estar contigo —murmuró suavemente—. Nosotros no moriremos como los romances en la historia.

Aunque, ¿Cómo podía saberlo? Las personas morían, seguro Jimin y Jungkook morirían algún día, no ahora, todavía no. De todos modos, el romance siempre era algo trágico, como la historia de Aquiles y Patroclo, fue un triste final. Su mente se perdió por un instante y cuando regresó Jimin, lo miraba.

—¿Sabías que Aquiles fue el más grande de todos los griegos, destinado a una fama y poder absoluto, pero murió por una fecha en su talón después de perder a Patroclo, su amante?

Le tomó un segundo a Jimin sonreír.

—Eres el mundo, lo sabes, ¿verdad? —preguntó Jimin con ternura, seguro preguntándose como Jungkook podía pasar de una historia a otra con tanta facilidad.

—¿Puedo ser tu novio? —preguntó Jungkook de nuevo con la esperanza floreciendo lentamente.

Jimin suspiró...

—Escucha Jungkook... No soy una buena persona, la mayoría del tiempo soy un tonto que solo piensa en sí mismo. Soy narcisista e irreverente, sarcástico y voluble. Me gustas, es cierto, pero no sé si esto puede funcionar.

Jungkook asintió, sorprendiéndose lo lejos que podía llevar esa simple acción en una conversación cuando estaba absolutamente confundido.

Eran diferentes, eso lo sabía, pero lo diferente no siempre significaba algo malo, Jungkook se aferraba a la esperanza al creer que él y Jimin podrían ser historia juntos. Tal vez estaban destinados al fracaso, quizás lo decepcionaría como aseguraba Seokjin, pero quizás no, todo estaba en quizás y era una palabra espantosa para delimitar lo que puede ser o lo que no puede ser.

—Si estamos destinados al fracaso nunca lo sabemos si no lo intentamos —contestó y tomó por sorpresa a Jimin quien parpadeó una y otra vez.

—Será complicado... —excusó.

Jungkook se encogió de hombros.

Toda su vida había sido complicada y si había prueba real de que podía con todo era que él estuviera frente a Jimin en ese momento.

—Podemos con esto —prometió.

Jimin respiró con fuerza.

—Me odiarás.

Jungkook consiguió sonreírle.

—Nunca te odiaría, yo podría odiar a todo el mundo, excepto a ti.

Los hombros de Jimin cayeron como si Jungkook lo hubiera desarmado y solo estuviera muy cansado.

—Puedo estar contigo hasta que me quieras, pero ni un minuto más —dijo y Jungkook sonrió.

—¿Me dejarás ser tu novio? —preguntó por última vez.

—Sí —contestó en un murmullo.

—¿Prometes que lo intentaras?

Jimin dijo; —Lo prometo.

Entonces Jungkook lo beso.

Jimin cerró los ojos en respuesta y se relajó ante el roce mágico de los labios de Jungkook, adorándolo, queriéndolo.

Jungkook presionó la cintura de Jimin, sus dedos acariciando delicadamente la piel por encima de la delgada tela. Jimin enredó cuidadosamente sus brazos en su cuello para que no existiera distancia entre sus cuerpos. El suave movimiento de sus labios continuó por varios segundos mientras Jungkook veía estrellas dentro de su cabeza.

Cuando se separaron, Jungkook abrió sus ojos tímidamente, encontrándose con la sonrisa de Jimin, supo, en definitiva, que estaba con la persona correcta.

Jungkook subió una mano hasta su rostro, acariciando su mejilla para luego volver a besar sus dulces labios, en una muestra breve, pero amorosa. Jungkook no sabía que era lo que sentía... cada vez que lo besaba, solo sabía que no quería dejar de sentirlo nunca.

Chapter 17: 14. JIMIN

Chapter Text

Por varios días, Jimin frotó en una suave nube de duda y esperanza.

Había un sentimiento de calidez que se extendió desde su corazón cubriendo todo su cuerpo. Sin embargo, la voz de su cabeza había comenzado a hablar, recitando todo lo que podría salir mal en su nueva relación amorosa.

Las cosas no cambiaron de inmediato, Jungkook seguía dándole flores, con la nueva adición de una pequeña nota con poemas, Jimin guardaba cada una de ellas en el interior de un cajón de su escritorio para verlas cuando pensaba que se estaba creando escenarios en su cabeza y nada era real. Pero no, las notas siempre estaban ahí, guardadas celosamente para que nadie además de él pudiera verlas.

Jungkook, oh, Jungkook, cada vez que Jimin lo veía llegar su corazón se detenía. Estaba jugando un juego peligroso porque Jimin jamás sería lo que Jungkook necesitaba, pero quería aferrarse a él solo un poco más, quería ser bañado en su amor y tomar todo lo que pudiera.

Ese día después de una larga jornada lo único que quería hacer era dormir en su cama y no despertar hasta la mañana siguiente, había subestimado el trabajar con niños, ellos tenían tanta energía que drenaban todo de Jimin dejándolo súbitamente cansado, se sentía un anciano.

A su estresante trabajo podía agregársele una preocupación más, el idiota de su hermano, algo pasaba con él, Jimin lo sabía. Cuanto más pensaba, reformulaba o consideraba la situación, se volvía más paranoico al respecto. Quería quejarse del mocoso malcriado, golpearlo y maldecirlo, en casos más extremos quería llorar por él, rezar por él.

Jihyun, por supuesto, lo ignoraba apenas dedicándole una mirada, pero sus ojos caídos y sus ojeras le decían que no la estaba pasando bien. No tenía que preocuparse por él, ya no, como Jihyun no quería que hiciera, pero seguía siendo su hermano y se preocupaba, aunque a él no le gustara.

—¿Qué paso contigo? —lo interceptó en la salida agarrándolo del brazo, su hermano tenía el rostro cansado y ojeroso. Jihyun se zafó de su agarre.

—Nada que sea de tu incumbencia —farfulló entre dientes alisándose su espantoso traje.

Jimin trató de tranquilizarse y no maldecir al cielo ante su actitud. Vamos, solo quería entablar una conversación aquí, Jihyun era un idiota.

— Jihyun, solo quiero hablar —se quejó, pero no tuvo ningún resultado en su odioso hermano.

Empezaba a creer que nunca volvería a tener una relación sino amorosa, cordial.

—Yo no quiero hacerlo, déjame en paz —objetó con dureza.

—Eses un bastardo —Jihyun arqueó una ceja sin verse afectado.

—Gracias por decir lo evidente, idiota narcisista.

Jimin respiró hondo, para no golpear a su hermano a mitad del pasillo.

—Solo quiero saber que estás bien —dijo con cansancio.

Los ojos grises de su hermano se encontraron con los suyos, había sospecha, resignación y aún más profundo había dolor, tanto dolor que Jimin sintió ahogarse.

—Oh, es así... —susurró—. Ay Jimin, cuando aprenderás que nunca se trata de lo que dices, es sobre lo que haces, lo que importa aquí. Tengo que irme.

Jimin se quedó parado. No pudo evitar preguntarse si las esperanzas, los sueños y las idea de salvar la vida de Jihyun, palidecían en comparación con la idea de ser libre.

Se despejó el dolor de su hermano, fingió una sonrisa como si no le importara que alguien a quien quería estuviera sufriendo y se echó a caminar. Como de costumbre, cuando salió de sus clases, Jungkook estaba esperando en la acera. Se veía tan bien vestido, todo de negro, con detalles morados y con su cabello castaño revuelto.

Se paró frente a Jungkook, notando que era más alto que el mismo. Jungkook, por un momento, se quedó allí parado pensando en el siguiente paso que daría. Luego, poco a poco y con algo de miedo, abrazó a Jimin, quien rápidamente envolvió sus brazos por la cintura de Jungkook mientras este se refugiaba en su cuello. Jimin aspiró el suave olor característico de Jungkook.

—Hola, Kook —susurró, descansando su cabeza en su pecho. —¿Qué haremos hoy?

—Comeremos un helado —dijo Jungkook, sonriendo.

Caminaron en silencio con las manos entrelazadas, sintiéndose cómodos, porque aunque no decían mucho, el silencio que los envolvía era relajante.

Bajo la atenta mirada de todos los alumnos. Los rumores de que Park Jimin estaba en una relación habían encendido todas las alarmas de todo el cuerpo estudiantil, quienes miraban a la feliz pareja caminar entre los pasillos. Atención que el mismo Jimin amaba, y aunque había muchos que lo veía con asco, trataba de parecer indiferente.

Al menos el más reciente chisme había mitigado las habladurías sobre su situación familiar, cosa que era mucho mejor que estar oyendo a los demás decir y especular sobre él y su familia.

Llegaron a la heladería cercana a la universidad. Jimin rápidamente supo que los lugares que más le gustaban a Jungkook, eran los menos transitados y sin bullicio. Por eso no se sorprendió al ver que era un lugar pequeño pero hogareño.

Se formaron en la fila esperando su turno, hasta que el chico del mostrador los atendió con una pequeña sonrisa.

—Uno de vainilla y el otro de fresa, por favor —pidió recordando que Jungkook le había dicho que amaba el helado de fresa.

El chico les entregó su pedido con rapidez, luego ellos buscaron un sitio donde poder pasar el rato. Se sentaron al fondo del local, en una pequeña mesa solo para dos personas, Jungkook comenzó a juguetear con las manos de Jimin. Le gustaban sus manos, descubrió, tal vez, porque eran más pequeñas que las suyas y con dedos regordetes.

Comieron su helado en silencio, pero no duraría mucho, Jungkook tenía la mirada pérdida, como sucedía siempre que sobre pensada las cosas. Jimin comenzaba a notar esos tenues detalles, no sabía si le asustaba tener toda su atención en Jungkook o si amaba ver aquello que los demás ignoraban.

Finalmente, cuando terminaron su helado, Jungkook lo vio.

—Dami me habló del amor, Pero yo investigué sobre eso, más tarde —dijo.

Jimin sonrió lentamente, le parecía que Jungkook tenía la curiosidad e ingenuidad que todos perdían mientras crecía, él nunca se quedaba con la duda y siempre que algo le resultaba extraño investigaba para no sentirse perdido.

—¿Sí? —preguntó Jimin con interés, porque todo lo que decía Jungkook no lo decía solo por decirlo, algunas de las cosas se perdían en el viento, pero otras calaban hondo—. ¿Qué descubriste?

Jungkook razonó con la cabeza ladeada.

—El amor... es un proceso bioquímico. Cuando una persona se enamora o se siente atraído sexualmente por alguien, el hipotálamo segrega dopamina, es casi como estar drogado. Es complejo y complicado —explicó —. Le dije que Dami me gustabas.

Dami, ¿Algún día sabría quién era ella? Jungkook decía mucho su nombre, pero hasta ahora Jimin no tenía idea sobre su parentesco. A veces le aterraba la profundidad de sus sentimientos, porque si Jungkook quería saber todo sobre Jimin, Jimin quería saber todo sobre Jungkook.

—¿Qué te dijo? —le preguntó con curiosidad.

—Ella dijo que debía tener cuidado, porque haces que mi corazón lata con desenfreno y poco a poco te lo estás llevando. No, literalmente, porque si no moriría Y tú se convertiría en uno traficaste de órganos —murmuró horrorizado—. No entendí mucho de lo que dijo. Pero cuidado con lo que te llevas de aquí —señaló su corazón—. Y cuando lo tengas todo debes cuidarlo.

Jimin tragó con fuerza preguntándose como se sentía estar en el piso, porque ahora se sentía volar.

❃•❃•❃

Jimin vio caminar a Jungkook unos pasos delante de él. Era increíble el sentimiento de perdida que sentía cada vez que lo veía alejarse. Por un lado, Jimin quería alargar la mano y tomarlo con fuerza para obligarlo a quedarse a su lado, pero por el otro él creía que Jungkook merecía algo mejor.

¿Qué pasaba con el chico que sentía que todo le pertenecía? ¿El narcisista que merecía todo lo mejor? Quizás el desprecio de sus padres había terminado por contaminarlo, tal vez la ira de su hermano lo marchito o quizás el muro de fragmentos de ego por fin se había quebrado, Jimin no quería pensar mucho en ello.

Suspiró siguiendo a Jungkook hacia el ascensor. Era bueno que vivieran en el mismo edificio, contradictoriamente, Jimin nunca había estado en el departamento de Jungkook.

Por eso, cuando cruzaron la puerta, Jimin parpadeó,

Adentró, brillaba por lo limpio y acomodado que estaba todo, ni una pizca de polvo o cosas fuera de su lugar. Todo parecía tener un orden. Colores neutros, negros y blancos sin ser llamativo, con pocos muebles y adornos.

Su departamento se aprecia a él.

Era la misma distribución que en su departamento y, sin embargo, se veía mejor. Vio todo, desde las pocas cosas que había en la mesita junto al sofá hasta la cocina con comida para un batallón. Sin embargo, lo que llamó su atención fue una pared, estaba al lado opuesto de donde se encontraba y estaba pintada de un suave color blanco pálido.

Había fotos, distribuidas por toda la pared. Se paró de puntitas para ver todas ellas; en su mayoría eran paisajes y cosas naturales como flores o árboles. Pero entre todas esas fotografías había algunas de él y Jungkook. ¿De él y Jungkook? ¿Qué carajos? ¿Cuándo había tomado esas fotos? Iba a matar a Taehyung.

—Las fotos —susurró con anhelo.

Tomadas de manera fortuita y disfrazada, capturaban el alma de dos personas que se veían con amor. Jimin quiso esconderse.

—Me las regaló Taehyung —confirmó Jungkook. 

Solo su mejor amigo pudo haber tomado esas fotos sin decirle nada y regalarlas. Jimin bufó.

—¿Por qué están aquí? —preguntó, curioso. La pared parecía algo importante para Jungkook y las fotos estaban ahí, pensó por un segundo que así como la pared, Jimin también era importante para Jungkook.

—Me hacen sentir seguro —respondió Jungkook. Jimin trató de ignorar el sonido de su corazón.

Se alejó de la pared antes de que sus piernas fallaran y cayera contra el piso por las palabras de Jungkook ¿Acaso sabía lo que le provocaban a Jimin?

—Tu departamento está muy limpio —trató de formular, pero incluso para Jimin sonó raro.

—¿Sí? —Jimin hizo un gesto afirmativo con la cabeza mientras seguía observando. Ignoró la pared y siguió con todo lo demás, desde la gran colección de libros hasta su juego de colores y acuarelas.

—¿Pintas? —le preguntó tomando entre sus manos una libreta de dibujos, la ojeó ligeramente. Viendo que la mayoría de ellos dibujos era en formato cómic.

—A veces —Jungkook se acercó a Jimin tomando su mano. Lo guio lejos de su mesa de tareas y lo llevó a la ventana.

—¿Te gustan? Yo mismo lo planté —siguió la dirección de su dedo a un pequeño arbolito con dos ramitas a punto de caer.

—Es hermoso —le dijo, pero tomó nota mental de echarle agua cuanto antes.

—Podemos comer, tengo hambre —Jimin fue arrastrado a la cocina tan limpia como todo.

Tal vez, Jungkook estaba obsesionado con la limpieza, solo eso explicaba por qué todo se veía tan perfectamente limpio y organizado, debió ser una tortura ver su departamento.

Jungkook comenzó a moverse a su alrededor buscando que hacer de comer, aunque el calendario en la nevera decía que tocaba arroz y pollo, Jimin rápidamente se acercó a ayudarlo. Cuando todo estuvo listo comieron en silencio.

❃•❃•❃

Casi oscurecía, pero Jungkook seguía en la misma posición, comiendo. Jimin se había adueñado de la televisión después de terminar de comer, repasaba los canales hasta encontrar algo que ver, pero nunca se quedaba en ninguno.

Un rato después, cuando fue incapaz de escuchar a Jungkook. Jimin se levantó, dejando el control remoto en la mesita frente al sofá, luego estiró las manos al cielo, sus huesos crujieron por llevar demasiado tiempo en la misma posición.

Caminó hacia la cocina viendo a Jungkook con la cabeza entre sus manos y a su alrededor un montón de platos de arroz. Jimin abrió los ojos, incrédulo. ¿Cuántos había comido? Por la gran pila de platos no pensaba que fueran pocos.

Se acercó con paso acelerado a Jungkook, jaló suavemente su cabello castaño para que pudiera verlo. Jungkook se enderezó completamente, tenía los ojos brillantes, los labios hinchados y la boca llena aún con comida.

—¿Cuánto has comido? —le preguntó.

—Cinco platos —le susurró. Jimin pasó sus manos por la cara de Jungkook, las yemas de sus dedos acariciaron sus labios rojos. Soltó un suspiro.

—Guau, eso es demasiado. Ve a lavarte y luego podré irme —dijo mientras empezaba a recoger toda la cocina, poniendo los trastes sucios en el lavabo y tirando lo que ya no servía.

Jimin había visto a Jungkook comer más de lo que pesaba, no fue una verdadera sorpresa descubrir que incluso él podía comer más.

—No te vayas —escuchó mientras unas manos se aferraban a su camisa. Jimin se estremeció.

—¿Qué? —preguntó mientras giraba para darle un pequeño beso en los labios.

—Quédate —Jungkook pidió—. Duerme conmigo.

Jimin se quedó quieto, con los ojos bien abiertos, pero se relajó de inmediato. Jungkook no lo dijo con otras intenciones, solo quería compartir una cama con Jimin, nada más. Jimin le sonrió conmovido, despeinó las suaves hebras de su cabello, así se veía tan pequeño. No debía olvidar que era un año menor que él.

—De acuerdo, bebé de diecinueve años. Dormiré contigo —aceptó—. Pero primero, ve a lavarte. Yo alcanzo.

Jungkook no objetó nada y se perdió por el pasillo directo a su habitación. Jimin siguió con su trabajo de limpiar todo. Cuando terminó, revisó el reloj en la pared, era casi la una de la mañana. Demasiado tarde, necesitaba dormir con urgencia.

Apagó la luz de la sala, comprobó que la puerta estuviera cerrada. Corrió las cortinas, sobresaltándose cuando trueno retumbó. Iba a llover.

Luego le echó agua al árbol moribundo y caminó al cuarto de Jungkook. Lo encontró sentado en una esquina su la cama, con su pijama puesta; un simple pantalón gris, una camiseta blanca y unas medias de Iron Man.

Sin embargo, su mirada permanecía distante mientras veía por la ventana, donde los rayos de la tormenta se hacían presentes.

—Está lloviendo, no me gusta cuando llueve —le confesó sin verlo.

—¿Por qué no? —preguntó Jimin.

—Ella se fue mientras llovía —dijo—. Era mi cumpleaños, le gritó a papá y luego me gritó a mí. No entendí por qué estaba tan enojada —los ojos de Jungkook hicieron a Jimin querer tomarlo y dejarlo en la cajita de cristal para que nadie le hiciera daño.

—¿Tu mamá? —Jungkook hizo un gesto afirmativo—. ¿La extrañas? —le preguntó después, Jimin tenía una mamá; sin embargo, ella funcionaba más como un adorno que como una madre. De cierta manera, sabía que era crecer sin amor materno...

—No. Ella era mala persona, no puedo extrañar a alguien así —respondió Jungkook, sin agregar más—. Te daré ropa para dormir. —Jimin no dijo nada del cambio tan abrupto de conversación, esperó paciente que Jungkook le diera la ropa para después encerrarse en el baño.

Se tomó el atrevimiento de darse una ducha rápida. El agua se deslizó por su piel dándole frescura. Unos minutos después salió con una toalla en sus caderas, se secó el pelo con otra y procedió a vestirse con la ropa de Jungkook, que indudablemente era más grande que él. La tela cubría su pequeño cuerpo y el suave aroma del perfume de Jungkook aún se adhería a la tela.

Salió del baño, y se encaminó a la cama. Jungkook ya se había adueñado de su lado, Jimin quedó viendo a la pared. Se cubrió con las mantas. Esperó que algo más sucediera, pero solo sintió a Jungkook rodeándolo con su mano, formando una cucharita. Su rostro fue enterrado en la cobertura de su cuello mientras se estremecía por los truenos y relámpagos que se habían hecho más intensos conforme la noche seguía.

Solo entonces Jimin comprendió que el abandono de su madre le afectaba más de lo que merecía.

—Vas a estar bien, estoy aquí —murmuró en un tono tranquilizador, girándose para quedar frente a frente—. Solo es la lluvia — Jimin vio a Jungkook, tenía un leve puchero, temblaba levemente y eso le hizo pensar que Jungkook necesitaba ser protegido, aunque fuese sorprendentemente inteligente, había cosas muy malas en el mundo que Jungkook no entendía.

Gracias a su inocencia era fácil ser corrompido, si nadie estaba ahí para él. Sintió más que lastima, mucho amor.

Sus grandes ojos cafés rodeados de pestañas lo hacían lucir tierno. Las mejillas estaban sonrojadas, aunque su mirada seguía perdida sin mirar a Jimin. Él nunca lo había mirado a los ojos, pero a Jimin no le importaba, si necesitaba tiempo, se lo daría.

—Eres muy lindo Jimin...—soltó. Las mejillas de Jimin se tornaron rojizas.

—T-tú también eres lindo Kook — murmuró en respuesta, parecía ya no poder escuchar los relámpagos, solo le prestaba atención a Jimin. Él se acercó mucho a él y depositó un pequeño beso en su frente.

—Me siento muy a gusto contigo —confesó.

Bueno, esas palabras cambiaban las cosas. Ninguno de los dos parecía estar conscientes de que se meterían en terreno peligroso. Debía parar, debía de tener toda esa locura. Pero no quería, ¿Eso lo hacía ser una mala persona?

—No soy bueno para ti —murmuró Jimin. Jungkook aún se sostenía de él como si se fuera a romper en cualquier momento.

—Eso dice Seokjin —contestó contra su cuello.

¿Seokjin? Oh...

—Es tu mejor amigo —recordó.

—Lo es.

El ánimo de Jimin decayó, no solo era el quien veía todas las contradicciones de ellos dos como pareja, todos lo hacían y si alguien tan importante como el mejor amigo de Jungkook no lo aceptaba, Jimin no podía esperar nada de nadie.

—Piensa que soy malo para ti.

—Lo hace —estuvo de acuerdo.

Jimin se giró evitando el rostro de Jungkook.

—Deberías hacerle caso —pero Jungkook, lo giró lentamente de nuevo, sonriendo con suavidad.

—Seokjin solo es mi mejor amigo, no tendría por qué importarle quien me guste...

—Jungkook...

—... Me gustas Jimin y si Seokjin no está de acuerdo con eso no es mi problema.

Jimin soltó un suspiro como si pudiera respirar de nuevo con normalidad. Cruzó los brazos sobre la espalda de Jungkook, refugiándose en su pecho. Ambos se durmieron abrazados, Jungkook tenía el brazo por encima de la cintura de Jimin. Él había tomado sus manos entrelazando sus dedos fuertemente por encima de su abdomen. Jungkook también tenía su pierna encima de las de Jimin abrazando su cuerpo totalmente. Aferrándose.

¿Cuánto le dolería a Jungkook cuando Jimin soltara?

Chapter 18: 15. JUNGKOOK

Notes:

TW. Ataque de pánico

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

[The Archer, Taylor Swift]
 

Diario de Jeon Jungkook

Park Jimin: altura 1,74 metros. Peso: aproximadamente 61 kilogramos. Tiene el pelo tintado de rosa y largo, le gusta trenzarlo. Es un año mayor que yo y estudia Teatro. Es pequeño, me llega a la barbilla, tengo que agacharme para besarlo. Eso me gusta.

Sucesos relevantes

Uno. Me golpeó con un libro en la cabeza, casi me provoca una contusión cerebral. Por si acaso fui a médico, no me mató, pero pudo hacerlo.

Dos. Me deja estar a su lado y hablar sin parar. No se molesta o me pide que me calle... me deja ser yo mismo.

Tres. Alguien llamado Hoseok fue de la mano con Jimin. No es algo que me involucre, pero sigue siendo relevante :)

Cuatro. Fuimos a una cita, aunque tal vez él no sabía que era una cita, debí decirle como dijo Dami. Por eso la próxima vez que lo invite, esta vez él sí sabrá que estamos en una cita.

Cinco. Fue mi primer beso. Se sintió raro... es a lo que llamó sentirse especial

Características importantes

Todo en Jimin es descuidado; su cabello, su ropa, sus palabras. Jimin actúa como si nada importara.

Tiene un hermano, se llama Jihyun. No habla mucho de él, pero cuando lo hace parece culpable. Solo hay culpa, culpa y más culpa.

Su color favorito es el negro, un color peculiar. El negro existe sin ninguna luz, está presente en la elegancia, en la nobleza y puede evocar desconsuelo.

Su risa está contenida, y aunque parece que sonríe no es verdad, tiene una sonrisa muerta.

Tiene muchas cosas dentro de él, pero no se preocupa en dejarlas ver. Vive por los demás y a veces hace daño sin que se dé cuenta.

❃•❃•❃

Estaba nublado, en la ciudad no solía haber mañanas sin sol, pero aquel día las nubes grises cubrían el paisaje con una inminente lluvia rara a principios de abril.

Jungkook comió lentamente su desayuno que consistía en un sándwich de mermelada y mantequilla de maní. Porque ese día era viernes.

Cuando terminó siguió su rutina; tomando su diario lo metió en una mochila junto con sus audífonos reductores de ruido, un lápiz y un paquete de Oreos, luego se puso su abrigo negro, se peinó su cabello castaño y pasó un momento viéndose al espejo.

No se veía de la mejor manera, tenía grandes ojeras en su rostro y la piel cenicienta. No había dormido nada y su cerebro paso casi toda la noche creando escenarios fatales. Suspiró tenso antes de salir de su departamento sin olvidar tomar el pequeño crisantemo que estaba en el florero de la entrada, acarició los pétalos con suavidad.

Representaba a la verdad y al amor frágil.

Caminó lentamente por las calles, sin ser consciente de su alrededor. Después de un tiempo se sentó en una banca, se puso sus audífonos, tomó su diario junto al lápiz y comenzó a escribir, a veces también dibujaba cuando tenía ánimo suficiente. Pero en esa ocasión no pudo hallar palabras, tampoco pudo dibujar y solo pudo dedicarse a hacer rayas, que para quien las vieran no tendrían sentido, ni significarían nada. Aun así, para Jungkook significaba colisión.

Cuando las hojas no fueron suficientes, guardó el diario.

Cuando Dami le dio su primer diario, Jungkook no sabía que anotar entre las páginas, le tomó un tiempo conocer sus gustos y entender quién era. Ahora tenía una colección de diarios en una caja en su armario, no podía imaginar entender a una persona sin ellos, se hicieron importantes.

Después de un rato estando solo lo guardó y emprendió camino de nuevo. Contó cada uno de los pasos, sin pisar las rayas, evitando pensar que al llegar a su edificio su camino habitual se cambiaría de ruta porque tenía que ir al departamento de Jimin a las tres de la tarde.

Tal vez eso era lo que lo tenía tan inquieto.

Había aplazado por mucho tiempo la vertiginosa conversación que Dami le recordaba una y otra vez que tenía que tener con Jimin, más ahora que era su novio. Jungkook no sabía cómo resultaría las cosas, pero quería creer que conocía a Jimin lo suficiente. Los apuntes en su libreta eran la prueba de ello, sabía cosas de Jimin, no todas, por supuesto, nunca se termina de conocer a alguien, pero se sentía con la suficiente confianza para decirle quien era.

Ser autista, era una forma de ser, y aunque su diagnóstico como autista funcional le permitía tener una vida mucho más abierta, seguían siendo diferente. Si Jimin iba a ser su novio, necesitaba saber todo de él.

Caminó por las grandes puertas de vidrio y subió al elevador hasta el piso de Jimin, tocó tres veces la puerta. Apenas podía creer que hacía una semana se había despedido de Jimin ahí mismo dándole un suave beso, mientras ahora temblaba con incertidumbre y nervios.

Esperó paciente antes de que Jimin saliera con su pijama y sus pantuflas. Era temprano en la mañana, muy temprano, por eso no le extrañó a Jungkook que Jimin lo recibiera aún aturdido por el sueño. Había tratado de esperar para poder reunirse, pero sus nervios pudieron más.

Jungkook le tendió el crisantemo, Jimin lo tomó dándole una bonita sonrisa.

—Hola, Jungkook —lo saludó, restregándose su ojo derecho—. Creí que nos veríamos más tarde, espera... ¿Ya son las tres? —vio el reloj que adornaba la pared —Mierda, es muy temprano.

—No digas groserías, Jimin —lo reprendió de forma automática.

—Perdón... —murmuró Jimin contrariado.

Jungkook se obligó a mantener la calma, ahora lo menos preocupante era que Jimin maldijera como si su vida dependiera de ello. Tenía asuntos más importantes de los que encargarse.

—Está bien. Quiero decirte algo —le respondió. Su voz sonaba inquieta, y mientras esperaba en el marco de la puerta no dejaba de balancearse, hacia delante y hacia atrás, de forma consecutiva.

—Sí, claro pasa —Jimin se quitó del marco, dándole espacio, Jungkook entró al departamento. Casi con miedo —. Voy a cambiarme y hablamos.

Jimin corrió a su habitación y Jungkook se sentó en el sillón. Sus manos sudaron y se sentía pesado, podía reconocer los patrones, podía ser un ataque de ansiedad, como muchos que había tenido antes, pero trató de serenarse, y respirar pausadamente, como le enseño Dami.

Al cabo de un momento, Jimin regresó cambiado y aseado. Se sentó frente a Jungkook, sonriéndole como siempre, sin saber que las cosas cambiarían después de que hablaran... .

—¿Qué querías decirme? —le preguntó mientras se inclinaba para darle un beso corto en los labios. Jungkook saboreó el momento antojándosele efímero.

La pregunta permaneció en el aire. Su corazón latió rápidamente, como un tambor que no podía detenerse. El sudor empezó a aparecer en las palmas de sus manos, las cuales temblaban de manera casi imperceptible. Su respiración se volvió agitada y superficial, como si los pulmones no pudieran obtener suficiente aire. Es un ataque de ansiedad, confirmó sintiendo que todo su mundo se cerraba a su alrededor.

Su mente corrió a mil por hora, llenándose de pensamientos negativos y obsesivos. ¿Qué pasa si algo sale mal? ¿Qué pasa si algo cambia? ¿Qué pasa si no puedo manejar esto? Se sentía como estar en una habitación en llamas, y no saber por dónde podía escapar.

Soltó un suspiro tembloroso y lleno de valentía, se permitió susurrar. 

—Tengo autismo — dijo, de pronto y sin tacto. Jungkook guardó silencio, esperando su reacción. Jimin frunció sus labios, pasando de feliz a confundido, y su expresión no ocultó sus emociones. Jungkook empuñó sus manos ante el terror que lo llenaba en ese momento. Ya no había vuelta atrás.

—Lo siento, Jungkook —le dijo rascándose la nuca—. No tengo del todo claro que es autismo —expresó Jimin confundido.

Había una alta probabilidad de que Jimin no supiera del espectro, su comunidad estaba invisibilizada y altamente estereotipada, por eso Jungkook suspiró sintiéndose un poco más estable.

—Soy diferente a los demás —empezó—. Y debes notarlo, al menos un poco. Me diagnosticó es el síndrome de Asperger, pero en 2013 se abolió de los DSM-V. Ahora se considera que las personas con estas características pertenecen al grupo de autismo— dijo.

«Soy autista, lo que significa que mi cerebro procesa la información de manera diferente a la mayoría de las personas —continuó—. Tengo problemas sociales, la gente no me gusta y si puedo, evitó estar junto a ellas. Me gusta el orden y la rutina, si estoy interesado en un tema entró en una concentración excesiva, quiero excluir todos de las actividades. No me gusta el contacto físico, solo dejó que me toquen cuando así lo quiero o lo necesito. Hay cosas que me resultan insoportables; ruidos, luces.»

Jimin sin entender todavía del todo, se quedó en su lugar. En silencio, dejando que Jungkook continuara.

«He mejorado mucho a lo largo de los años. De niño era más difícil tratar de encajar en el mundo, en mi mente solo existía el "yo" no era muy consciente de resto —relató—No sé mucho de sentimientos, suelo ponerme nervioso en situaciones sociales, nunca tuve amigos más que a Seokjin, me cuesta entender a las personas y a veces a mí mismo. Pero estoy seguro de que te amo Jimin. » —declaró con firmeza, y, sin embargo, no fue lo que esperó.

"Nunca tengas expectativas altas" dijo Dami. Pero Jungkook siempre le llevaba la contraria. Se quedaron en silencio. Mientras Jimin en el sofá trataba de descifrar todas esas palabras. Jungkook evitó mirarlo porque era incapaz de ver la desilusión en su rostro.

—Oh, mierda —dijo Jimin en un susurro mientras se levantaba lentamente del sofá.

Confundido, Jungkook lo dejó tomarlo de la mano.

—Yo, yo... —perdió las palabras—. No sé qué decir, Kook... ¿Es acaso una enfermedad...? ¿Puede mejorar? —preguntó Jimin e instintivamente, Jungkook se zafó del agarre levantándose del sofá.

—Piensas que es una enfermedad —dijo Jungkook dolido.

—No sé lo que es en realidad —su voz sonó pequeña—. ¿Es una discapacidad? ¿Alguna deficiencia? —Jungkook apretó los puños.

—¿Primero me llamas enfermo y ahora piensas que soy un retrasado? —preguntó con amargura. — Ser autista es un modo de vida, no una enfermedad.

Jungkook , pero Jimin no había hecho ninguna de esas cosas. Y lo peor de todo era que Jungkook lo entendía, él no le había dado oportunidad.

No evitó que doliera.

—Yo solo... —intentó decir Jimin.

Jungkook sintió tristeza. No era una tristeza cualquiera, sino una tristeza profunda que la hacía sentir como si estuviera sumergido en una oscuridad sin fin. Su corazón se sentía pesado y su mente estaba abrumada. Alzó la vista en un gallardete de valentía topándose con los ojos grises de Jimin.

La gente nunca entenderá la batalla a la que Jungkook se enfrentaba para poder hacerlo. Sus ojos se encontraron con Jimin y su corazón terminó por romperse.

No, Jimin no.

Jungkook quiso llorar en momento en que vio la expresión vacía en sus ojos. Se sintió desolado e impotente, como si estuviera perdiendo todo lo que había construido con Jimin y ahora se encontraba en un abismo de dolor y confusión.

—Me estás viendo igual que el resto —Jungkook dio un paso atrás, sobrepasado —. Solo soy así, no estoy enfermo...—su voz salió ahogada, dolida. —Solo soy diferente.

—¿En qué sentido, Jungkook? —preguntó Jimin aún en tensión.

Jungkook se balanceó en silencio en su lugar. Tenía tantas cosas que explicarle, tantos sentimientos sin nombre que lo invadían haciéndolo sentir tan vulnerable, tartamudeó, tembloroso. —... No tengo la misma percepción que los otros. Para mí todo es literal... yo... —las palabras se enroscaron en su lengua y se alojaron en su garganta impidiéndole respirar.

Jungkook cubrió su rostro con frustración, y los segundos pasaron sin escucharse siquiera una respiración.

—Jungkook... —trató Jimin de acercarse, pero Jungkook dio un paso atrás cuando lo vio ir hacia él —. Esto es difícil, es la verdad. Yo... intentó entender, pero... te ves cómo alguien normal, no pareces autista, P-podemos ir a un doctor... yo puedo ayudarte. Solo...

Jungkook empezó a llorar, no pudo contenerlo y se vio obligado a sentir las lágrimas mojar su rostro, había pasado tiempo desde la última vez que había llorado, pero ahí estaba otra vez, sintiéndose dolido. Le habían dicho veces anteriores que no parecía autista, era el precio de tener una discapacidad invisible. Pero que Jimin se lo dijera dolía más que las veces anteriores.

—¡No necesito un doctor! —gritó—. ¡He sido así desde siempre, Jimin! ¡Soy Autista!

—Lo lamento —dijo Jimin en un murmullo arrepentido.

Jungkook negó con la cabeza, tomó su mochila colgándola de su hombro y se encaminó a la puerta. Necesitaba pensar en la comodidad de su lugar seguro para no dañar o ser dañado, y aun cuando Jimin ya lo había hecho con sus palabras, él no podía hacerle lo mismo.

—Yo no estoy enfermo —declaró con decisión antes de perderse por la puerta.

❃•❃•❃

Contó hasta cien, cuando eso no fue suficiente, pensó en todas las fechas importantes que había memorizado en un esfuerzo por tranquilizarse.

42 d.c. Atentado contra Julio Cesar,

Subió el ascensor con su dedo tembloroso, presiono el número a su piso y esperó... luego esperó un poco más sintiéndose mareado. No había nadie por los pasillos, una ventaja que le permitió caminar con pasos cuidadosos hasta su puerta.

12 de octubre 1492. Descubrimiento de América.

Las lágrimas siguieron cayendo mientras tensos sollozos abandonaban su garganta sin permiso. Introdujo la llave entrando a su pequeño departamento adentrándose con pasos torpes, lo único que quería era irse a la cama, cubrirse con las sábanas y vivir ahí para siempre. Pero fue detenido abruptamente cuando vio a Seokjin sentado en su sala.

—Llegaste, llevo mucho tiempo esperándote... —Seokjin dijo mientras se levantaba del sillón, pero se detuvo cuando vio los ojos de Jungkook.

Duro apenas unos segundo, pero escuchar su voz tan clara y despreocupada hizo que Jungkook se desmoronara sobre la alfombra. Rodeó sus rodillas con sus manos, inclinando su cabeza sobre ellas y sin poder evitarlo, se balanceó mientras lloraba, un llanto desgarrado que salió desde lo profundo de su alma porque estaba herido.

Seokjin se quedó paralizado a unos pasos de él, como si de repente se diera cuenta de que todo estaba mal. Se acercó lentamente tratando de no asustarlo.

—¿Qué sucedió? —preguntó con cuidado. Jungkook lo vio a través de sus pestañas mojadas.

Quería decirle a Seokjin que tenía razón, que Jimin lo había lastimado. Que esperaba que no lo hiciera, oh, él de verdad esperaba que Jimin no lo mirara como el resto, pero no sucedió y su pecho se agitaba con tristeza. Era un tonto.

—Él no lo entendió —sollozó.

—¿Quién no entendió, que, cariño? —hizo otra pregunta.

—Jimin —logró contestar—. Le dije que soy autista y él solo... solo dijo incoherencias, ni siquiera me dejó explicarle y... tenías razón. Él me lastimaría y yo no te escuche, perdón, perdón —lloró.

Seokjin ahogó un sollozo, mientras se ponía de cuclillas a la altura de Jungkook.

Él se veía preocupado, pero no lo suficiente porque habían pasado tantas veces, que había aprendido a cómo controlar a Jungkook cuando tenía un ataque. Se sentó frente a frente, respirando con suavidad para que él lo imitara.

—No, Jungkook... —dijo lentamente—. No tienes que pedirme perdón por nada, yo fui duro. Yo...

—Él dijo cosas... cosas feas. Cosas que no son verdad, yo no estoy enfermo —lo interrumpió con rabia.

—No Jungkook, no estás enfermo —concedió.

—Duele.

—Oh, Jungkook. Jimin no me agrada, es verdad. Pero aunque reacciono mal, en este caso comprensible... no pretendo justificarlo, pero no todas las personas saben que es el autismo. Tu comunidad está estereotipada y... —Jungkook lo miró fijamente —. Necesitas darle tiempo, para que investigue, resuelva y tome sus decisiones —Seokjin explicó con suavidad.

Jungkook asintió a sus palabras. Él lo sabía, pero no hicieron nada por ayudarlo a calmarse.

—Debí decírselo antes, no quería que él me tratara diferente por ser autista —confesó en un murmullo.

Seokjin lo vio con los labios apretados y lleno de tensión. Sé acercó lentamente hasta tomar su rostro entre sus manos, las lágrimas se deslizaron en sus mejillas y en sus ojos.

—Tranquilo, Jungkook, respira conmigo, por favor. Anda respira conmigo —Jungkook lo imitó de forma automática, dándose cuenta de que había contenido el aliento por mucho tiempo, sus pulmones ardieron y él dio una fuerte bocada.

—Él dijo cosas feas —hipó entre sollozos. Seokjin siguió junto a él.

—Sabes que no son verdad —susurró Seokjin.

Jungkook pensó en cuando era niño y las palabras dañaban mucho más que los golpes que recibía de niños que eran malos con él. Recordó a su madre y sus ojos fríos que repetía una y otra vez que era un robot sin sentimientos y nunca nadie lo amaría. Volvió a ser ese niño y sintió ganas de llorar porque Jimin le recordó, por un instante, el amor contrariado al que siempre quiso aferrarse, pero nunca fue suyo.

¿Por qué estaba destinado a querer a las personas que no lo querían a él? ¿Qué había de malo con quién era? Jungkook había intentado tanto de pertenecer, de ser querido, había dado todo de sí mismo y no había sido suficiente.

—Mi mamá no me quiso por ser autista —recordó —No entiendo muchas cosas Seokjin, lo intentó, pero siempre son más difíciles para mí, sé que debí decirle, supongo que estuvo mal, pero pensé que a él no le importaría que fuera autista... Las cosas siempre son más fáciles para ustedes. Para quienes son normales.

Subió su vista viendo a su mejor amigo llorar junto a él.

—No tienes que intentar ser normal —le dijo.

Jungkook sonrió con tristeza. Porque no era verdad, no cuando vivía en un mundo donde aquello diferente era malo. Porque siempre se había tratado de pertenecer, dejando poco tiempo para lo demás.

—Y-yo... de verdad, ya me cansé de ustedes—confesó.

Notes:

Playlist: Florecer

Chapter 19: 16. JIMIN

Summary:

Playlist: Florecer

Chapter Text

[The Exit, Conan Gray]

Había dos cosas que Park Jimin aprendió mientras crecía.

La primera era que la familia no siempre sería un lugar seguro donde refugiarse, la segunda que sus padres tenían defectos. Fue afortunado, sin embargo, muchos niños descubrirían que sus padres eran personas defectuosas y desordenadas más adelante en la vida, y Jimin supo apreciarlo a temprana edad.

Ellos no eran amorosos, no daban palabras de consuelo, ni alientos cariñosos, pero eran sus padres y a pesar de todo hubo un tiempo mientras crecía buscaba su amor y su aprobación. Deseaba desesperadamente que sus padres lo quisieran y lo cuidara, pero, en cambio, recibió solo reproches y palabras hirientes.

Cuando era chico trató de agradarles y Jimin sabe que sus padres también querían sentir aprecio por él, pero siempre fue un niño extrovertido y lleno de energía que por más que intentaba nunca pudo ser perfectamente perfecto para ellos.

Horas de lecciones sobre etiqueta y modales, sobre matemáticas e inglés, solo lo aburrían, pero lo hacía por ellos. Para que se sintieran orgulloso, para que lo vieran. Pero cuando ellos descubrieron que le gustaban los chicos y quisieron quitarle esa parte de él. Jimin se aferró, porque nunca sería nada que no fuera sí mismo.

La primera vez que su padre lo golpeó tenía ocho años, estaba furioso porque su hijo mayor le gustaba un chico. Lo había escuchado por error, cuando se lo contaba a su hermano pequeño.

Su padre lo miró preocupado, su padre era muchas cosas, rápido con los puños y con las palabras, nunca se veía preocupado, pero aquella vez, veía a Jimin como si algo verdaderamente grande estuviera sucediendo. Muchos años después, Jimin recordaría aquella tarde como el principio del fin, su padre rompería lentamente su autoestima y amor propio, convirtiéndolo en nada.

Después de eso todo fue malo, su padre uso puños de hierro y palabras que cortaban como cuchillo, siempre tratando de que Jimin volviera al camino correcto, pensaba en casarlo para que tuviera una bonita familia hijos.

Jimin soportó.

Se conformó con su pequeña vida. Se acostumbró a los llantos de media noche, a los gritos que rompían el silencio. A su padre y los puños, a su madre y su silencio. Incluso se conformó a la tristeza y la ausencia de su hermano.

El tiempo pasó y mientras lo hacía, Jimin creció creyendo que no le importaba la crueldad de sus padres.

Plasmó una sonrisa en su rostro y nunca se cansó de ella, caminó con soberbia por los pasillos creyéndose el mejor y poniendo una corona sobre su cabeza porque si él podía verla, los demás lo harían. Quería que la gente se inclinara al verlo y dijera que estaba dotado de arte, que pensaran que ante ellos estaba la presencia del creador. Lo quería todo.

Se convenció de que nada le importaba, pero no era cierto, no podía ser verdad porque mientras se limpiaba las lágrimas con rabia se preguntaba porque Jungkook estaba diciendo estupideces. ¿Qué mierda pasaba? ¿Cuál era su maldito problema? ¿Por qué después de haber soltado esos disparates lo dejaba solo, haciéndolo sentir como un imbécil?

Jimin caminó por el campus tumultuoso, todos los estudiantes se movían de prisa al término de las clases, Jimin debería estar en su casa, escondido entre sus cobijas, pero estar solo lo dejaba pensar y su mente solitaria sobre creaba problemas. Así que decidió caminar.

Su conversación se mantenía nítida y dolorosa, y Jimin seguía sin poder procesar las palabras confesadas de Jungkook. Sabía que todo lo bueno no podía durar, no a gente como él, no debió aferrarse, debió perder las esperanzas de un final feliz, pero no lo hizo y ahora estaba lastimado como un idiota.

Zigzagueó por el camino empedrado, hasta que chocó contra alguien, Jimin gruñó enfadado, pero sintió como sus hombros perdían atención cuando sus ojos se enfocaron en Hoseok.

Ah, Hoseok. Le agradaba Hoseok era un buen amigo, atento y hablador que hacía sentir a Jimin como si estuviera cerca del sol.

—Hola, Min —le sonrió brillante, Jimin se alejó de él de inmediato.

—Hola —le dijo, su voz sonó rara debido al poco uso de los últimos días.

No importaba, Hoseok no tenía que saber que Jimin había estado huyendo de todas las personas desde que Jungkook lo embosco diciéndole todas esas cosas que aún le costaba pronunciar.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado, Jimin bufó, no tenía ánimos para la clara muestra de compasión de Hoseok.

—No te interesa —declaró rodeándolo.

Jimin no sabía por qué Hoseok y Taehyung continuaban a su lado a pesar de saber el amor corrompido que daba, nunca se comportó como un buen amigo para ellos, pero aun así, nunca lo abandonaron. 

—Solo quiero que estés bien —murmuró, el corazón de Jimin se encogió.

Hoseok al igual que él estaba en la misma clase de Teatro y la primera vez que se conocieron Jimin lo había tratado tan mal que creyó que nunca tendría un amigo. El bueno y abnegado Hoseok contra el despreciable y soberbio Jimin. No podían ser amigos. Pero Hoseok no se rindió y siguió a Jimin a todos lados hasta que por fin consiguió ser su amigo. Si pudiera volver al pasado, le pediría perdón, le diría que estaba enojado todos, no solo con él y que agradecía que se mantuviera a su lado y que aun cuando fue mal amigo jamás cambiaria los días a su lado.

—Estoy bien, de verdad —musitó.

—¿Es así? Luces lamentable —tanto Jimin como Hoseok se quedaron quietos escuchando las palabras envenenadas de Ken.

Sin embargo, fue Hoseok quien reaccionó con rapidez.

—¡Eh! Cálmate, Ken. No tienes que ser grosero.

El rostro de su amigo adquirió un tono rosáceo, el cómo muchos solo toleraban a Ken, pero siendo tan bueno como era, Hoseok era incapaz de mandarlo al diablo.

—¿Sí? No es tu maldito asunto —le dijo Jimin con el rostro encendido.

Genial, su día mejoraba con el estúpido Ken metiéndose con él.

—Solo estoy preocupado —se encogió de hombros—. Tu hermano no luce mejor que tú —dijo después logrando que Jimin se tensara.

Si él quería su atención, la obtuvo a la mención de Jihyun.

—¿Qué le pasa a mi hermano? —demando saber acercándose peligrosamente a Ken.

—¿No lo sabes? —preguntó burlón —. Eres su hermano.

—Ken —advirtió Hoseok tratando de que Jimin no golpeara al imbécil.

—No sé qué le pasa, solo se ve tan lamentable como tú —dijo, Jimin suspiró con fuerza.

Ahora que la preocupación se esparcía no tenía tiempo para Ken, dio media vuelta dispuesto a buscar a su hermano, aunque este no quisiera que se metiera en su vida.

Comenzó a caminar lejos, pero la voz de Ken lo hizo detenerse y tensar los puños.

—Tú eres el culpable, ¿verdad? —gritó, Jimin se detuvo y volteó lentamente, confundido.

—¿Qué quieres decir? —preguntó.

—Tú eres el culpable de que tu hermano se comporte como un perro callejero en busca de amor —dijo mordaz.

Jimin parpadeó lentamente mientras sentía una ira arder dentro de él, un fuego abrasador que amenazó con consumirlo por completo. Cada palabra hiriente dirigida hacia su hermano pequeño, lo hizo sentir como si una bomba estuviera a punto de explotar dentro de su pecho.

Sin embargo, permaneció de pie, con los puños apretados, viendo a Ken sin sentimientos reflejados. Sigue hablando, pensó. Cada palabra será un puño mío en tu cara.

—Eres un buen actor, el mejor que he conocido, sin duda —lo alagó—. ¿Por qué estás conteniéndote, Jimin? Sabes que lo que dijo es verdad, Jihyun siempre ha estado bajo tu sombra, lo haces miserable —musitó con dolor. 

—Siempre supe que eras un imbécil—respondió con tranquilidad—. Pero lo que estás haciendo ahora sobrepasa los límites, ¡No hables de mi hermano! —gritó con puños apretados mientras daba un paso al frente.

—¡Digo la verdad! —lo imitó Ken—. Lo que todos saben y lo que todos piensan. Park Jihyun es un idiota que trata de ser todo lo opuesto a ti. Por qué vamos, ¿Quién querría ser como tú? Te comportas como un león, pero solo eres un perro.

Jimin dio un paso atrás como si sus palabras lo hubieran desequilibrado. Lo sabía, todo lo que decía Ken, su hermano huía de él, hacía lo posible para que no los relacionaran, buscaba no ser como Jimin, dolía.

—Cállate —pidió en voz peligrosamente baja.

—¿Te sientes responsable de tu hermanito? —preguntó con cinismo.

—Cállate de una vez, Ken. Acabará mal y no será por mi culpa...—Jimin advirtió, pero solo sirvió para que la sonrisa de Ken se ensanchará más.

—Tienes razón, no es mi asunto. Solo estoy preocupado —se lamentó—. No quisiera que terminara como tú, mírate, un chico que no vale nada y muy en tu interior, lo sabes. Eres poca cosa y algún día todos se darán cuenta —murmuró cerca de su rostro.

Jimin retrocedió sintiendo que todos sus secretos se desparramaban contra el suelo y lo hacían perder el equilibrio. Ken estaba hablando mierda, no sabía nada, Ken era un idiota, pero

—Veo que no sabes nada de tu hermanito —rio—. Pero te diré algo... Tu hermano está mendigando amor —Jimin contuvo la respiración—. ¿Qué pasó? ¿A caso alguien sabe que existe otro Park aparte de ti? ¡Oh, eso es culpa tuya! Gracias a ti, lo han pasado a segundo plano en todo ¿Verdad? Cada vez que veo a Jihyun solo puedo pensar que es un pobre tonto buscando amor. Solo es un pobre infeliz, ¿Qué se sentirá saber que nadie lo ama?

A Jimin le tomó dos segundos lanzarse sobre Ken.

Lanzó un puñetazo rápido que se conectó con el hombro de Ken. La respuesta fue inmediata, un golpe sólido que se estrelló contra su mejilla. El sonido de los puñetazos y los gritos de dolor llenaron el aire mientras ambos peleaban con ferocidad. Cada golpe era seguido por otro, y la adrenalina corrió por las venas de Jimin, quería que doliera, quería que Ken sintiera un poco del dolor que él le causó con sus palabras. 

La multitud se arremolinó en círculo alrededor de ellos, animando y gritando, alimentando la tensión y la emoción de la pelea.

Jadeando por el esfuerzo, Jimin logró agarrar a Ken y tirarlo al suelo, lo montó mientras comenzaba a lanzarle golpes a su cara. Ken luchó por liberarse, pataleando y forcejeando con todas sus fuerzas. Pero no podía ganarle a Jimin y su venganza asesina.

—Escúchame —murmuró con ojos fieros cerca de su rostro—. No te permito que hables sobre mi hermano, Jihyun se merece todo el amor del mundo, y tú no sabes ni la mitad de lo que ha tenido que pasar. No te atrevas a decir que mi hermano no es una persona amada, porque te acabaré con mis propias manos.

Jimin lo dejó en el suelo, Ken se incorporó viéndose peor de lo que Jimin se encontraba. El silencio que vino después se vio opacado por una risa burlona que se escuchó por todo el pasillo. El emisario descansaba con su espalda recargada en el muro, mientras se reía como si todo aquel espectáculo le causara diversión.

Jimin volteó solo un segundo para toparse con la mirada color grises de unos ojos impávidos, su hermano y solo tuvo tiempo para reaccionar un segundo después cando se dio cuenta de que había estado ahí toda la pelea. Jihyun, lo había escuchado todo...

Jihyun se incorporó de la pared, y bajó la mirada de los demás, caminó hasta reunirse con Jimin y Ken. Jimin suspiró con preocupación, al verlo lucir tan indiferente, él escuchó todo, él sabía, le partió el corazón.

—Bonito espectáculo —alabó viendo a Ken.

—¿Qué parte te gusto más? —le preguntó Ken—. ¿En la que dijo que eres un perro callejero? ¿O cuándo en la que dijo que tu hermano finge ser un león siendo solo un perro?

Jihyun permaneció encogió y hasta sonrió de lado, como si Ken lo aburriera.

—La segunda, sin duda. Siempre es buen espectáculo ver a Jimin enojado.

—Eres divertido —musitó burlón Ken.

Su hermano borró su sonrisa lentamente, fue hacia Ken como un animal en busca de su presa. Se veía asesino y aterrador, Jimin tembló. 

—Jimin podrá ser una vergüenza para la familia Park, pero yo sigo siendo hijo de mis padres. Vuelve a decir otra cosa de mi familia y acabaré contigo. Eres poca cosa, Ken, desechable. No te sientas con poder que no tienes. Ahora lárgate.

Ken miró a Jimin una última vez, pero Jimin no era su hermano y Jihyun siempre cumplía sus amenazas. Se fue dándole una última mirada mortal y Jimin se quedó ahí, inerte. Viendo como poco a poco su hermano perdía la pose a la defensiva y sus hombros caían viéndose desolado.

Ken tenía razón en algo, ambos aprecian estar compitiendo por quién se veía peor.

❃•❃•❃

Poco antes de la media noche, Jimin se atrevió a entrar a su departamento, había sucedido así desde hacía unos días, cuando tenía temor profundo a que Taehyung lo viera y por fin se quebrara. Aún no sucedía, pero Jimin no lo descartaba, más si Taehyung presionaba porque él sabía exactamente dónde estaban sus puntos débiles.

No prendió la luz cuando entro, dejó sus zapados en la alfombra y caminó a la cocina de puntitas para poder comer algo antes de dormir. Se sentía agotado, la mirada de Jungkook aún vagaba por su cabeza, las palabras de Kan se repetían una y otra vez y el rostro de su hermano lo atormentaba, Jimin necesitaba un descanso.

Hurgó en el refrigerado encontrando las sobras que Taehyung dejó de la comida, a diferencia de Namjoon, él sí sabía cocinar, su estómago gruñó y Jimin suspiró antes de cerrar el refrigerador para buscar un plato, el refractario casi cayó al suelo cuando distinguió la figura de Taehyung en las penurias.

—¿Jimin? —dijo su amigo viéndolo interrogante.

Jimin se quedó como estatua solo un instante antes de comenzar a moverse por la cocina, de verdad tenía hambre, tanta que no importaba la posible explicación que tendría que darle a Taehyung sobre su tardanza.

—Hola —saludó suavemente con voz cansina y enronquecida, había olvidado como hablar, su voz se sentía extraña después de pasar días sin hablar con nadie.

—¿Dónde has estado? — le preguntó su mejor amigo, siguiéndolo.

Jimin sirvió la comida en el plato y lo metió en el microondas.

—Oh, ya sabes. Aquí, allá, en toda partes —giró mostrándole una lenta sonrisa.

Taehyung lo vio con clara sospecha, se inclinó sobre el mesón y durante minutos solo se dedicó a verlo, como si con eso pudiera entender qué estaba pasando. Con desconsuelo, Jimin pensó que podría, él era su mejor amigo después de todo.

—Me enteré de la pelea —dijo por fin.

Jimin cerró los ojos, escuchando el sonido mecánico del microondas a su espalda.

La pelea, aún podía recordar cada palabra dicha, cada sentimiento que sintió cuando Ken dijo todas esas cosas. La furia que sintió en ese instante vivía alojada en el interior de Jimin, más de una vez quiso emboscar a Ken y golpearlo con más fuerza que la última vez. Sus nudillos aún estaban amoratados y tenía un pequeño corte en su labio inferior, no les había tomado importancia.

—¿Qué pelea? —dijo cuando el reloj del microondas se detuvo, sobresaltándolo.

Sacó su comida y se sentó en la mesa, comenzando a comer lentamente.

—La tuya y Ken —Taehyung deslizó la silla de enfrente y lo vio con fijeza.

—Apenas fue una pelea —Jimin bufó.

Aunque el medio estudiantil no lo pensaba de la misma manera y vivían vigilantes a cada acción que tenía Jimin, como si pensaran que en cualquier momento perdería el control, golpeando al primer tonto que se le cruzara. Su vida se desmoronaba lentamente, primero Jungkook, ahora su hermano. Necesitaba un descanso.

—¿A penas? —Taehyung entrecerró los ojos— ¿Te recuerdo que eres becado y cada acción tuya tiene consecuencias?

No tenía que recordárselo, su tutor ya lo hizo por él, otorgándole una amonestación que podría provocar su expulsión si no se comportaba.

—Ken estaba siendo un idiota —señaló con la cuchara al aire.

—Es Ken, ¿Cuándo no es un idiota? —Taehyung dijo.

No sabía cuánto detalle tenía de la situación, él no estuvo ahí, pero si varios de sus compañeros, y Taehyung era el amigo de todo el mundo, no se habría tardado en averiguar la situación, y quizás por eso había dejado en paz a Jimin hasta ahora.

—¿Has hablado con Jihyun? —preguntó rompiendo el silencio, la cuchara de Jimin calló contra la mesa.

No, no había hablado con él, porque su hermano seguía caminando por los pasillos imperturbables, como si no le importara todos los chismes que corrían a su paso, como si no importara lo que Ken dijo, porque ya lo sabía.

Volvió a tomar su cuchara.

—Solo... quiero comer, hablamos mañana —le ofreció, pero Taehyung negó con la cabeza y sin darle tregua le dio otra apuñalada.

—¿Qué pasa con Jungkook? —la cuchara se deslizó sin querer hasta el suelo.

—¿Qué? —Jimin preguntó parpadeando una y otra vez.

Taehyung suspiró.

—Hace días que no está aquí, ¿Paso algo con ustedes?

Podía mentirle, pero nunca hubo secretos entre ellos, y tal vez Jimin necesitaba un hombro donde desahogarse después de sentirse solo en mar por tanto tiempo. Suspiró.

—Jungkook es autista —le dijo bajito, tomando desprevenido a su mejor amigo.

Taehyung se quedó estático, parpadeando como si las palabras apenas pudieran ser asimiladas por su cerebro.

—B-bueno...—tartamudeó—. Es algo grande. 

—No dijo nada —Jimin lamentó.

Sobre la mesa, la mano de Taehyung encontró la suya y entrelazó sus dedos, Jimin no sabía cuánto necesitaba ser consolado hasta que su amigo le permitió aferrarse a él. 

—Seguro estaba esperando el momento adecuado.

O tal vez tenía miedo, días después de la revelación, Jimin tuvo mucho tiempo para pensar las cosas. Cada pequeño detalle sobre Jungkook, cada flor dada que guardaba secretos, cada palabra no dicha, Jungkook se lo había tratado de decir, pero Jimin era demasiado ciego.

—Fui un idiota con él.

No necesitaba darle detalles, Taehyung sabia lo impulsivo que Jimin podía ser en situaciones a donde no tenía el control. Fue malo y él lo sabía.

—¿Has investigado algo sobre el tema? —preguntó después.

Jimin se llevó las manos a la cabeza. Lo intentó, pero entre más buscaba menos entendía.

—Algunas cosas, pero, es tan confuso.

—Oh, Min —Taehyung le dio un suave apretón.

—No sé qué hacer —musitó con voz ronca. Escondiendo su rostro entre sus manos.

—Jimin —dijo Taehyung—. ¿En verdad cambia algo que Jungkook sea autista?

Jimin se congeló, lo hacía, ¿verdad? Porque Jungkook era maravilloso, valiente y entregado, y Jimin siempre tenía miedo, no podía estar junto a él, simplemente no podía.

—Lo cambia todo porque Tae... yo no puedo darle lo que necesita —a Jimin se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Oh Jimin, no digas eso —pidió Taehyung.

—Y él no puede darme lo que quiero —siguió murmurando fuera de sí.

A Taehyung le tomó un momento abandonar su silla y situarse de rodillas ante Jimin.

—Mírame —ordenó—¿Qué sucede en realidad?

Jimin se marchitó. Había más, siempre había más.

A Jungkook podría gustarle Jimin ahora, pero ¿Y si un día decidía que no? Si un día determinaba que Jimin no era lo que necesitaba porque no podía entenderlo. Había ecos del pasado, de sus padres para quienes nunca fue suficientemente perfecto, de su hermano a quien le falló, Jimin nunca logró hacer que las personas se quedaran.

Nunca logró ser perfecto.

—Tengo miedo —le confesó.

Taehyung le sonrió con dolor.

—Es entendible, y estás en todo tu derecho de tenerlo.

—Yo no soy lo que él necesita, lo mancharé de mi mierda, Jungkook merece el mundo y yo... no soy suficiente para él —no gritó, pero su garganta se sintió desagarrada.

Taehyung dijo; —Oh, Jimin serás suficiente para Jungkook cuando lo seas para ti mismo.

Chapter 20: 17. JUNGKOOK

Chapter Text

Durante días, Jungkook no vio a Jimin ni a Seokjin, se recluyó en su habitación, contando números primos sin cesar, mientras en una esquina de su amplio departamento se balanceaba una y otra vez. Hacia delante y hacia atrás.

Los días que siguieron, estuvieron acompañaos de fuertes vibraciones dentro de su cabeza, el más mínimo ruido se oía como una explosión en su interior. Lloraba y gritaba en silencio...

En otros días, la habitación se sentía como si se estuviera encogiendo, el aire se volvía más espeso y el ruido se desvaneció hasta convertirse en un zumbido lejano. Su cuerpo estaba en constante tensión, con los músculos contraídos y la piel incómodamente apretada. Sus ojos escaneaban frenéticamente el departamento, buscando una salida, un lugar donde poder huir si el mundo se acababa... nunca encontró una.

En los días más oscuros, los sonidos se mezclaron creando una cacofonía ensordecedora que lo hizo sentir atrapado en una prisión invisible. Apagó las luces de todo el departamento porque parecían brillar con demasiada intensidad, y los colores eran tan vibrantes que terminó arrancando las fotos de las paredes.

El tiempo se detuvo, y el presente se volvió borroso e indistinguible del pasado y del futuro. Los minutos parecieron horas, y las horas parecieron días. No supo paso, solo supo que pudo haber muerto dentro de esas cuatro paredes, sentado en el suelo con su mente sobre pensando.

No hizo nada, no comió, no se duchó, el tiempo pasó.

Un día, no supo si fue por la mañana o por la noche, Seokjin entró a su departamento, él siguió en el mismo lugar sin prestarle atención. Seokjin lo hizo tomarse unas cuantas pastillas.

Él dijo algo como "Ataque" "Ansiedad" "Crisis" pero Jungkook no entendió mucho.

Las palabras habían perdido su significado, y la comunicación se volvió imposible. Cuando Seokjin se acercó, Jungkook desvío la mirada, mientras sus manos se tensaban y su cuerpo se cerraba en sí mismo, tratando desesperadamente de encontrar un refugio seguro. Seokjin fue cálido, le dijo que tenía una crisis, que estaría bien, que pronto terminaría. 

Tenía sentido, pensó Jungkook en los intervalos donde su mente tenía claridad. Estaba en una crisis; tenía los mismos patrones de siempre, aunque no podía recordar cuando fue la última vez que tuvo un ataque.

Estuvo sumido en un mutismo toda una semana.

Finalmente, la ansiedad se disipó y su mente se aclaró. El mundo exterior se volvió más manejable, y Jungkook se sintió capaz de volver a conectarse con los demás.

Parpadeó repetidas veces cuando se dejó de sentir perturbado. Era de noche, descubrió cuando se encontró sentado en una esquina de su departamento, el recuerdo del ataque de aislamiento permaneció durante horas antes de que cayera dormido.

El sábado, despertó mareado por el hambre. Con las pocas fuerzas que tenía fue a comer de inmediato, un batido de frutas —aunque no tocara un batido de frutas, porque era sábado—, se duchó y vistió como un robot autómata programado para hacer esas cosas. Tomó su mochila y sus audífonos reductores de ruido y con pasos solitarios, se echó a caminar por las calles.

Tuvo suerte, se dijo, porque no había gente. Aún se sentía a la defensiva y cualquier pequeño sonido o movimiento accidental lo hubiera hecho regresar a casa y permanecer encerrado hasta que la paranoia por fin se acabara y pudiera sentirse más como él mismo. Pero logró avanzar hasta llegar a consultorio de Dami. Porque era sábado.

Tocó la puerta, tres veces. Antes de que el rostro de Dami le abriera la puerta. Ella lo miró con una sonrisa, tan alegre como siempre, su cabello estaba revuelto y sus lentes deslizándose por su nariz, pero entre más tiempo pasaba Jungkook frente a ella, la sonrisa se desvaneció.

Comenzó a balancearse hacia delante y hacia atrás, hacia delante y hacia atrás.

—Hola, Dami —murmuró Jungkook.

Su voz se sentía extraña y rota después de haber gritado en sus ataques, quería decir que recordaba algo de ese momento, pero no. A veces había fragmentos, pero los días oscuros eran enclaustrados por su mente, para que no le hicieran daño.

—Oh, Jungkook —dijo ella con pesar. No sabía cómo se veía, no pudo cambiarse, así que tenía la misma ropa que había usado durante días, Jungkook debía verse lamentable, además de los labios partidos y los ojos tristes llenos de lágrimas, estaba pálido como una hoja de papel y el cabello opaco.

Dami se quitó de la puerta para dejarlo pasar y Jungkook no lo pensó dos veces para entrar a su sitio seguro.

—Jimin sabe que soy autista. No lo tomó muy bien —le informó. Dami se sentó tras su escritorio. Jungkook se sentó frente a ella, atrajo sus piernas a su pecho y las rodeó con sus brazos, comenzando a balancearse de nuevo.

Extrañamente, ella no se veía sorprendía, analizaba sus palabras con cuidado y determinación.

—Por eso tuviste una crisis —concluyó, al ver la reacción de Jungkook, ella aclaró—. Seokjin me llamó. Dijo que estabas mal, pero no dijo él porque, debí saber que algo así pasaría ¿Has comido algo?

—Sí, ya comí —asintió de inmediato.

—¿Qué comiste? —preguntó con verdadero interés, a Jungkook le tomo un tiempo darse cuenta de que ella trataba de distraerlo y funcionaba.

—Un batido de frutas, pero hoy no era día de batido de frutas —recordó con pesar, no le gustaba desafiar a su calendario, hoy era sábado, él no debió tomar un batido, volvió a balancearse.

—No importa, te sentías mal. Por un día que no comas lo que está programado en tu calendario no pasa nada —lo consoló, luego se mordió el labio inferior, mostrando un rostro más serio—. ¿Cómo te sientes?

Era una pregunta difícil, su cuerpo estaba destrozado, haber pasado días sin comer, le pasarían fractura más tarde, tenía enormes ojeras, lo que quería decir que no había dormido nada, pero el estado físico empequeñecía ante su estado mental.

—Estoy muy cansado—dijo. Y la palabra acaparó cada parte de sí mismo, se concebía tan, pero tan cansado que era insoportable.

Su cuerpo se sentía pesado, como si estuviera hecho de plomo en lugar de carne y hueso. Sus músculos se resistían a cada movimiento, y cada paso que dio para llegar ahí, pareció requerir un esfuerzo sobrehumano. Mientras veía a Dami, su respiración era superficial, y el aire llenaba sus los pulmones con una sensación de ahogo.

Sin embargo, era su mente quien se sentía peor, una nube densa se aferraba al dolor y lo hacía sentir abrumado. Los pensamientos eran confusos, y cada palabra pronunciada requería un esfuerzo mental agotador.

Dami se levantó de su silla, fue a su pequeño comedor y en silencio comenzó a prepararle un café con leche, leche con café, diría Jimin. Cuando terminó, le tendió a Jungkook una pequeña taza, de inmediato dejó de balancearse. Su adición a esa peculiar bebida iba más allá de solo gustarle, se debía a que lo mantenía tranquilo.

—¿Quieres hablarme de lo que paso? —le preguntó suavemente. Jungkook bebió de su taza en silencio.

Dami esperó, por él, pacientemente hasta que se sintiera cómodo de hablar.

Jungkook tomó pequeños sorbos pensando en silencio si quería hablar de aquello que aún le hacía doler el corazón, pero ¿Quién además de Dami podía entenderlo? Solo un autista podía entender a otro.

Unos minutos después, Jungkook la miró.

Podía empezar a decirle todo lo que ocurrió, las miradas y sentimientos dolorosos, pero a Jungkook no le dolía eso, no.

—Él dijo que no parecía autista.

—Oh, Jungkook —Dami lamentó.

Que invalidaran su discapacidad había sido común, pero siempre le traía malos recuerdos, no había nada peor que decirle eso.

"No pareces autista" repetía la voz de Jimin una y otra vez. "No pareces autista" "No pareces autista" "No pareces autista" "No pareces autista"

Entre el tumulto de pensamientos, lo que más le atormento mientras estaba perdido fue la voz de Jimin diciéndole eso. No parecía autista, pero lo era.

—¿Es malo lo que somos? —le preguntó. Dami contuvo la respiración—. Mi madre no me quiso por ser autista, Jimin me miró como ella lo hacía antes.

Nunca le gustaba hablar de su madre, pero después de haberse encontrado con los ojos de Jimin, no pudo evitar compararlos y desde entonces su recuerdo lo seguía.

—No se trata de eso Jungkook. Ser autista no cambia quién eres, sigues siendo tú.  Jimin lo entenderá. Solo necesitas darle tiempo —le respondió.

—¿Cuándo tiempo? —preguntó preocupado—. ¿Un día? ¿Tal vez dos?

Dami suspiró, decaída.

—No es fácil saberlo. Solo dale tiempo, lo conoces, él no te dejará ¿O sí?

Pensó en Jimin, quien lo escuchaba y lo dejaba hablar de historia, quien lo miraba y sonreía. Pensó en el Jimin de quien se enamoró.

—No, él no puede, porque prometió que lo intentaría. Las promesas deben cumplirse.

Pero luego pensó en el Jimin quien lo miró como si no supiera quién era. Jungkook evitó tener esperanzas, porque a veces la gente no entiende lo que promete cuando lo promete.

❃•❃•❃

Jeon Jungkook había conocido a Lee Dami desde que fue diagnosticado a los ocho años, pero era solo un niño pequeño que tenía muchas cosas dentro de él todo el tiempo, así que no se preocupaba tanto por lo que estaba sucediendo fuera de él.

El primer recuerdo vivido de Dami, donde Jungkook la vio por primera vez, fue un martes por la tarde, una semana después de que su madre se fuera, una semana después de que Jungkook cumpliera doce años.

Jungkook caminó detrás de su padre, lento y contando los pasos porque no quería estar allí. El hospital siempre tenía un fuerte olor a antiséptico que lo hacía estornudar, lo odiaba y por eso caminaba más lento de lo que debería.

Su padre lo vio desde su hombro, incitándolo a llegar a él deprisa. Jungkook lo miró de vuelta sin querer hacerlo.

La parte del hospital dedicada a los consultorios a menudo estaba vacía, por esa razón Jungkook podía tardar mucho más tiempo en recorrer los pasillos blancos, viendo los dibujos sin las molestas voces de los demás.

Su padre suspiró y pareció que fue una eternidad la que le tomó a Jungkook llegar a su lado, se detuvo en una puerta color morado, a Jungkook le encantaba el color morado, sin embargo, aborrecía a quien estaba detrás de esa puerta.

Su padre tocó tres veces.

—¡Buenos días, señor Jeon! —su doctora abrió la puerta más sonriente de lo que debería. Jungkook reaccionó de inmediato escondiéndose tras su padre. Más eso duró poco porque él se adentró al consultorio obligando a Jungkook a seguirlo.

Frunció el ceño y con mala cara entró.

Además del hospital y su olor nauseabundo, también odiaba a su doctora, ella sonreía demasiado y a Jungkook no le gustaba su sonrisa llena de dientes, también hablaba mucho y llenaba el silencio que se expandía siempre que le tocaba consulta, a Jungkook le gustaba el silencio y ella lo perturbaba.

—¡Buenos días! — su padre la saludó y estrechó su mano.

Ella giró y toda su atención se dirigió a él, Jungkook quiso hacerse pequeño para que no fuera visto.

—¿Cómo has estado, Jungkook? —le preguntó sin borrar su sonrisa. 

Jungkook no le respondió y el su lugar se sentó en la silla frente al escritorio de Demi. Hacía unos días las paredes habían sido azules, pero ahora se visualizaban blancas y lisas, a Jungkook quedó embelesado.

—¿Bonito, verdad? Hace unos meses dijiste que te gustaban las paredes blancas —recordó.

Jungkook era muy bueno memorizando cosas de su interés, pero aquello que no parecía importante, abandonaba su memoria. No recordaba haberle dicho eso a su doctora, pero no evitó que lograra sentirse más a gusto.

—El blanco es uno de mis colores favoritos —asintió de acuerdo.

—También el mío, me da paz —le dijo Dami.

Trataba de entablar una conversación, descubrió, Jungkook frunció el ceño, no se sentía cómodo hablando con ella. Se cruzó de brazos, desviando la mirada para mirar las paredes blancas. 

—¿No hablarás conmigo? —preguntó Demi ladeando la cabeza.

—No —contestó Jungkook de inmediato.

—¿Por qué?

—Porque no quiero, tú no me agradas —le contestó provocando un leve resoplido de su padre.

—Lo siento Dami, aún me cuesta traerlo.

—Está bien Señor J, soy una desconocida para él, ¿verdad Jungkook?

Jungkook parpadeó.

Para él, Dami era sinónimo de sensaciones desagradables y cambios bruscos en su mundo perfecto. Desde que la conoció: Dami había empujado a Jungkook fuera de su entorno cómodo y seguro para enseñarle a experimentar y adaptarse a todos los estímulos externos, cosa que le asustaba y lo hacía tener ataques de ansiedad.

Lo exponía de forma muy discreta a los estímulos que le incomodaba. Sacando a Jungkook de su zona segura.

Como un niño autista, tenía dificultades para adaptarse al cambio, por eso siempre comía lo mismo, usaba la misma ropa y nunca salía a sitios que pudieran hacerlo sentir expuesto. Se apegaba a lo que creía que era seguro y rechazaba lo diferente.

Pero a ella eso no le importaba, utilizaba término "adaptación" cuando lo hacía enfrentarse a sus miedos, porque su cerebro percibía los estímulos de una manera muy diferente al cerebro de un neurotípico. Por eso trabajaba en ayudarlo a través de diversos tratamientos y medidas multidisciplinares para adaptarse. Oh, Jungkook la odiaba y la consideraba su enemiga número uno.

Dami no esperó que contestara, regresó la vista a su padre. Él sonreía, Jungkook no era capaz de entender por qué parecía feliz, según las tarjetas de emociones que le hacía practicar todos los días.

—Señor J, ¿Podría darme unos minutos con Jungkook? —preguntó.

Jungkook no quería que se fuera, él era único que lo mantenía tranquilo, su única cosa conocida dentro de la habitación. Lo quería a su lado, sin embargo, a pesar del miedo y la angustia, lo dejó irse.

—Por supuesto —deslizó la silla y se perdió por el corredor.

Jungkook nunca dejó de ver la pared interesante con rasgos cincelados y lisos.

—Sabes mi nombre, ¿verdad? —ella rompió el silencio.

Se llamaba Dami significaba sabiduría, un nombre de calma y armonía. Su padre le había dicho su nombre cuando la conoció por primera vez, pero Jungkook nunca se dirigía a ella por su nombre, se sentía personal, familiar.

—Dami —dijo. Ella asintió orgullosa.

—Sí, me llamo Lee Dami. Entiendo que no me conozcas mucho, en parte es mi culpa, pongo barreras, ¿sabes? Soy autista diagnosticada a los 20 años. A diferencia de ti, yo nunca supe quién era, cuando dijeron que era autista todo tuvo sentido —ella le dijo y a Jungkook le tomó por sorpresa lo fácil que fue dejar de considerarla su enemiga cuando la vio de verdad.

No eran similares, un autista nunca se parecía a otro, pero tenían vivencias en común. Jungkook, desde luego, conocía a autistas, no muchos porque la mayoría no podía permitirse ir a colegios especializados, pero con los que había convivido hasta ahora le agradan, le hacían sentir menos solo.

—A veces me siento perdido —le dijo.

—Yo también, no significa que lo estés. Sé que no soy de tu agrado, pero todo lo que hago es para que puedas integrarte sin miedo, para que seas feliz —murmuró con cuidado.

Jungkook destenso los hombros, sintiéndose por primera vez relajado frente a ella.

—Lo siento —le contestó sin saber que más decir.

Ella sonrió con cuidado mientras cuadraba los hombros.

—Seguro te preguntas por qué hasta ahora. Te conozco desde que tenías ocho, han pasado cuatro años. Pero, sé que estás pasando un mal momento, quiero darte un poco de comodidad.

Jungkook parpadeó. Oh, debió saberlo, Dami seguro sabía lo que había pasado la semana pasada. Miró a la pared blanca, como si esta le diera la fortaleza necesaria para asentir aún con su corazón adolorido.

—¿Papá te dijo? —preguntó con un hilo de voz.

—Sí.

Jungkook apretó los labios para no llorar. Aún dolía, por más que su padre dijera que estaba bien, que ellos estarían bien, aún dolía porque era su madre y ella lo había abandonado. Habían sido tres, pero ahora solo quedaban dos.

Jungkook no sabía cómo tratar la situación, su padre seguía llamándola y Jungkook seguía esperándola.

Eran días difíciles porque Jungkook pasaba todas las noches en la alfombra de la entrada con una manta de oso que ella misma le había dado, esperando verla entrar. Su padre tenía que levantarlo cuando el sueño podía más que él y lo llevaba a su habitación.

—Ella se fue —le dijo a Demi.

—Es lamentable, pero no puede irse alguien que nunca estuvo, ¿verdad? —Jungkook lo comprendería años más tarde. Dami tenía razón, su madre, en realidad, nunca estuvo presente en su vida, fue su padre quien lo llevaba a sus terapias cognitivas y le ayudaba a realizar sus ejercicios de tarea. Ella nunca lo quiso.

—Sí, pero sigue siendo mi madre —se encogió de hombros, ¿Cómo dejaba de amarla? ¿Cómo la olvidaba?

—Aún tienes a tu papá —Dami lo consoló.

—¿Qué pasa si él se va?

Porque cada quien con su miedo y el miedo de Jeon Jungkook era que lo abandonarán.

Dami no trató de tranquilizarlo, porque podría pasar, las personas neurotípicas eran complejas, Dami lo sabía.

—Es difícil, Jungkook, ¿Te gustaría reunirte con más personas como nosotros? —preguntó, no dijo lo siento, no dijo que su madre era una mala persona, Jungkook sonrió.

—Autistas —dijo.

—Sí, tengo un grupo que se reúne algunos días a la semana, los chicos aspi. Te ayudarán a distraerte, será un ejercicio cognitivo y además ellos podrían ser tus amigos.

—Ya tengo un amigo —se encogió de hombros.

—Sí, pero podrías tener más —dijo Dami. 

—No necesito a nadie más —concluyó, logrando que Dami sonriera.

Jungkook suspiro, no tenía a más amigos que Seokjin, que servía de ejemplo para no querer más si todos los amigos robaban la comida de su plato. Sin embargo, una emoción circuló a su alrededor.

—¿Ellos... m-me querrán ahí? —preguntó tartamudeando.

—Estarán ilusionados de tener un nuevo amigo —afirmó Demi—. Lo haremos solo si te sientes seguro.

Fue en ese momento que Dami se convirtió en algo más que su doctora, se convirtió en su amiga. Ella se movía a su ritmo, un poco bajo presión, pero siempre al propio ritmo de Jungkook. Incluso si no lo parecía.

—Entonces hagámoslo. Llévame con ellos.

Su mundo se coloreó.

Chapter 21: 18. JIMIN

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Haber huido durante días fue liberador, pero incluso Jimin sabía que después de una gran carrera terminaría cansado. Ignoró la situación de Jungkook, de su hermano, y se centró en aparentar que todo estaba bien.

Le sonreía a Hoseok cuando lo veía, ignoraba a Ken en clases e iba al trabajo como siempre. Todo estaba bien.

Hasta que dos semanas después del incidente vio a Jungkook. Lucia más delgado de lo que alguna vez estuvo, pálido como una hoja de papel, con grandes ojeras púrpuras y con un tic nervioso que se distinguía incluso mientras caminaba. Jimin estaba seguro de que él no lo había visto, iba con sus audífonos y caminaba mecánicamente como si cada paso le costara.

A partir de esa lamentable imagen, vino la culpa y después las ansias de arreglar todo. Paso días investigando y tratando de entender el diagnóstico del espectro autista, pero Jimin no era doctor, no entendía la jerga médica y cada día parecía más difícil entender algo.

La desesperación y la valentía hicieron que se acercara a Seokjin, el mejor amigo de Jungkook, su presentación no pudo haber sido más indiferente, pero Jimin apretó los dientes y se tragó su orgullo mientras le preguntaba sobre alguien que lo instruyera.

Así fue tomo, terminó en un hospital. El lugar era bonito, tanto como un hospital puede serlo. Parecía una dulcería con todos los colores que había, pero mientras más caminaba más extraño se sentía. Los dibujos se perdían y eran sustituidos por paredes blancas.

Por las ventanas se veían niños y adultos. Se parecía un poco al orfanato, pero el silencio persistía. No había ruido o bullicio que se esperaría encontrar en una habitación llena de niños, tenía sentido, sin embargo, era un hospital especializado al autismo. Sin poder evitarlo, Jimin se preguntó si Jungkook también había sido un niño silencioso.

Revisó por última vez la nota que Seokjin le había dado con los datos específicos de a donde ir, deslumbró la puerta número 4 y se debatió si debía a tocar o irse lo más rápido que sus piernas se lo permitiera. Soltó un suspiro, estiró su mano formando un puño y tocó solo una vez esperando que nadie abriera, más sus ruegos no fueron escuchados cuando la puerta se abrió.

Era una mujer joven, con cabello afro color negro, gafas de montura gruesa y una bata blanca.

—Hola, Jimin, pasa— dijo ella.

Jimin tragó saliva, debía estar al tanto de quién era por Seokjin, evitó sentirse vulnerable, quizás Jungkook ya le había hablado de las espantosas cosas que le dijo y Dami lo odiaba, estaba en todo su derecho, Jimin también se odiaba.

Con pasos vacilantes entró a la habitación. Todo el blanco lo cegó por un momento.

—Soy Lee Dami, Jungkook me ha hablado mucho de ti —le dio una suave sonrisa mientras le hacía una seña para que se sentara.

Jimin evitó decirle que Jungkook también había hablado mucho de ella, que era como un ser omnipotente que lo sabía todo y la única persona en la que confiaba eternamente, sin importar si se equivocaba.

Tomó un suspiro y fue directo al grano, ya no tenía mucho tiempo.

—Lamento venir así, solo... estoy confundido y creo que usted puede aclarar mis dudas— Dami asintió con seriedad.

—¿Sabes lo que es el síndrome de asperger? —Jimin negó —. El síndrome de Asperger fue reconocido por la comunidad científica en 1994 e incluido en 2013 como parte del TEA, parte de la comunidad autista—dijo—. Los TEA, y el síndrome de Asperger, en concreto, son trastornos que afectan al neurodesarrollo. Aquellos que pertenecemos al espectro tenemos un aspecto e inteligencia normal y, a veces, incluso superior a la media. Presentamos un estilo cognitivo particular y habilidades especiales. Además, tenemos una incapacidad para entender el mundo de lo social, dando origen a comportamientos inadecuados, como, por ejemplo, gritar en situaciones indebidas, lo que tiene consecuencias negativas para nosotros y nuestro entorno.

Jimin no se perdió en cómo ella se incluía en el espectro. Trató de no mirarla demasiado y no realizar ninguna acción que pudiera ofenderla, oh, era un idiota.

—Luces muy confundido —sonrió suavemente—. ¿Has investigado sobre el tema?

Lo había hecho en la soledad de su cuarto. Pero no lograba entender. En realidad en internet no había nada sustancioso, la mayoría de los artículos hablaban de sus crisis y comportamiento en un mundo normativo, pero los artículos estaban llenos de estereotipos y prejuicios.

—Sí, un poco — Dami asintió.

—Sin embargo, estoy segura de que encontrarte publicaciones sobre su estado de crisis y sus comportamientos estereotipados. Por supuesto, la comunidad autista se ha quejado de ello. Especialmente yo, soy doctora y autista, convivo con niños todos los días, y no son como se señalan. Porque todos tenemos ataques ocasionales, esta no es razón por la que somos diferentes al resto. Pero también es cierto que, al vivir en un mundo compuesto por neurotípicos, las personas con autismo tenemos más probabilidades de entrar en crisis. Además de nuestra frecuente sensibilidad a diferentes estímulos, no tenemos la capacidad de hacer lo necesario para prevenir esas crisis muchas veces. ¿Me explico?

—Algo —Jimin presionó el puente de su nariz un poco turbado —. Lo que no entiendo de todo esto es ¿Por qué no me di cuenta?

—Bueno, eso sería más complicado de explicar...

—Jungkook no parece autista... —interrumpió Jimin sin poder evitarlo, Dami le dio una mirada intensa, se sintió pequeñito ante sus ojos negros.

—A él, como a tantas otras personas en el espectro autista, nos han dicho alguna vez "No pareces autista"—imitó una voz aguda—. La gente tiene una idea errónea de lo que es el autismo, y solo encajamos en esa imagen de niños que no pueden hablar con crisis constantes. Esa es la idea que se tiene del autismo porque es lo que más se comparte de él. En internet no hay doctores contando los momentos de niños autistas donde están tan sumidos en lo suyo que no se preocupan por su alrededor. —dijo y recordó a los niños silenciosos del jardín—. De pequeño Jungkook fue un niño muy independiente, no necesitaba a nadie para entretenerse, tan solo un cuaderno y colores podía pasar horas en silencio o tarareando en voz baja. De mayor, pues más o menos lo mismo. No requiere una atención constante. Como es el caso de muchos autistas —le contó.

—No es el Jungkook que conozco —dijo.

—¿No? —Dami arqueó una ceja a su dirección. Jimin se removió nervioso.

—Le gusta, está acompañado y hablar, habla mucho de los temas que le apasionan...

—Eso es ahora. —lo detuvo—. Entes era complicado sacarlo de su mundo de libros e historia, de pequeño lo era aún más. No estoy diciendo que todos los autistas tienen que parecer ser Y aun así, una parte de eses niños tendrán alguna semejanza con Jungkook.

«Por ejemplo, hay ciertas cosas que Jungkook no puede tolerar. Simplemente, es así, no puede estar cerca de algunos tipos de alimentos por su olor, apariencia, textura o la combinación de todos ellos, todos los autistas tienen un problema con ello. Ahora de adulto para Jungkook es más fácil evitar el contacto con estos alimentos. Tiene un calendario y todo, él decide qué comer. Y suele avisar si irá a una casa extraña por estas particularidades.»

Jimin se removió de su silla, todo tenía sentido y de repente se creyó un tonto por no haber sido capaz de haberse dado cuenta de ello. Había estado tan encandilado por Jungkook que no fue capaz de ver lo obvio.

—Son cosas pequeñas —lo tranquilizó Dami al ver lo turbado que se encontraba—. Por otro lado, cuando era niño, no tenía derecho a decidir qué menú quería. Es cierto que en su casa, la mayoría de las veces se hacía lo que él quería, pero no siempre estaba en casa. Recuerdo una ocasión en que fue a un restaurante, el plato principal tenía champiñones, el solo verlos le daba asco y mucha impotencia. En esa circunstancia concreta fue natural que entrara en crisis. Jungkook hizo todo para no meterse los champiñones en la boca.

—No me imaginó vivir así.

—Imagina que te obligaran a comer cosas como cucarachas ¿No caerás en una crisis? Chillaba, pataleaba, pegaba, huía, lloraba, y se encerraba en una habitación cerrada. También le daban, entraba en crisis, aunque todavía no pudiera reconocerlas, ahora puede hacerlo un poco más debido a los patrones... pero antes no era tan fácil.

Jimin se imaginó a un pequeño Jungkook asustado en el mundo. Quiso acunarlo en sus brazos y protegerlo, pero fue hipócrita porque él también lo había dañado.

—Sé que puedes pensar que es un poco dramático su comportamiento en comparación a la tranquilidad que te transmite de manera habitual, lo cierto es que con el tema comida Jungkook es muy especial. ¿Ya te hablo de su calendario? —se rio un poco.

—No —murmuró Jimin tratando de fundirse en el sofá porque era demasiado.

—Jungkook no come si no es lo que toca ese día. Pensé que algún día se aburrirá de ello, pero no fue así. Pero era de esperarse, su rutina esta tan marcará que si algo no sucede al pie de la letra le produce crisis y saturación, también lo debilita emocionalmente.

La doctora siguió hablando y Jimin trataba de ponerle la mayor atención posible para que todo lo que dijera lo recordara en un futuro. Se sintió tan pequeño en un mundo tan grande y entre más decía más estaba seguro de que no sería suficiente para Jungkook.

—Respecto a tu pregunta, ¿Por qué no te diste cuenta de que era autista? Déjame contarte una historia —le dijo a Jimin—. Hace unos meses, antes de que entrara a la universidad. Le pedí a un psicólogo que le hiciera una revisión. ¿Sabes lo primero que dijo cuando lo vio? "No pareces ser autista. Tengo un niño con autismo en el hospital y no te pareces a nada". En primer lugar, no sé por qué las personas insisten en comparar a los adultos autistas con los niños autistas. En cualquier caso, el psicólogo, lo vio en un entorno abierto, que ciertamente no iban con el autismo. Jungkook le dijo que no necesitaba lucir como uno, pero que lo era...

—Oh... —Jimin soltó una exclamación.

—Esa no fue la única vez Jimin, los estereotipos de autismo son fuertes. En otra ocasión, el mismo psicólogo lo vio como abrazaba a su papá, y le volvió a decir que no podía ser autista, porque los autistas no tienen sentimientos. Jungkook no lloró, o no mucho, aguantó como un campeón, medio mudo y con espasmos... nadie se dio cuenta, yo fui la única. Jungkook no pudo escuchar que no tiene sentimientos porque rápidamente pierde la verbalidad.

—¿Por qué? —preguntó Jimin.

—¿Él te dijo que su madre se fue? —Dami contestó con otra pregunta.

Jimin se removió incómodo.

—Sí, lo dijo —aceptó.

Dami entrecerró los ojos y apretó con demasiada fuerza sus puños con rabia.

Jungkook hablaba de su madre, pero de manera indiferente, salía a veces cuando trataba de dar una explicación, pero nunca decía nada de ella abiertamente, era como si hubiera existido y luego se hubiera evaporado y no quedara nada por decir.

—Era una madre terrible, ella no aceptó a Jungkook. Cuando vio que el tratamiento no funcionaba tan rápido como esperaba, tomó sus cosas y se fue. Jungkook la esperó por mucho tiempo a pesar de que ella constantemente le hacía comentarios despectivos "No tienes sentimientos" "Eres un robot" "No sabes amar" eso calo muy fuerte dentro suyo. Cuando alguien dice que no puede querer ya no puede más. Su máscara se cae y se rompe.

«Esa que no le gusta usar, pero está tan acostumbrado que ni siquiera se da cuenta de que la está usando hasta que le aprieta y le ahoga. Esto es lo que sucedió cuando el psicólogo trató de darle una palmada en la espalda, Jungkook confía, pero solo cuando se siente seguro, perdió los estribos, pateó y se tiró al suelo. El psicólogo no volvió a decirle que no podía ser autista. Jimin ¿No crees que es terrible? Que haga falta que entren en crisis, para que la gente lo crea.

Jimin asintió verdaderamente turbado.

La doctora continuó; — Y eso en el caso de que la crisis les cuadre con la imagen mental que tienen del autismo. Porque en otras situaciones sé que solo lo hubieran tomado por "loco"

Se quedaron en silencio, toda la información filtrándose dentro de su cerebro. Tantas cosas tenían sentido ahora, y él fue un idiota que no se dio cuenta antes.

Su pecho se llenó de dolor, comprendiendo todo lo que Jungkook tuvo que pasar a lo largo de su vida, era valiente y fuerte más de lo que nadie podía imaginarse. Merecía una buena vida, un buen hombre, merecía alguien mejor que Jimin quien lo entendiera y no lo juzgara.

—Le pedí que te dijera que era autista —le dijo Dami, tomándolo por sorpresa.

—¿Entonces por qué no me dijo? —le preguntó.

—Porque le importa lo que pienses de él —confesó—. De verdad que me gustaría que le diera igual lo que la gente creyera. Me gustaría mucho porque significaría, que su calidad de vida de no depende de las opiniones de los demás. Desafortunadamente, este no es el caso "No pareces autista". Se lo han dicho antes... Pero cuando tú se lo dijiste, lo lastimaste profundamente.

Jimin sintió como si alguien lo apuñalara sin piedad. Qué daño pueden hacer las palabras de alguien que no sabía de lo que hablaba.

Cuando remontaba a su conversación, Jimin no recordaba haber sido un imbécil integral con Jungkook, pero esa era su perspectiva, para Jungkook fue más, a Jungkook lo lastimó.

—Tuvo una crisis por una semana entera —confesó y el corazón de Jimin se detuvo—. Lo vi unos días después, poco antes de que se fuera sé, puso a llorar desconsoladamente, con ansiedad añadida, "No pareces autista" se repetía. Sé que no lo sabías, Jimin, pero no has visto que a veces, cuando está cansado, su voz desaparece incluso en medio de una frase, y las palabras se esconden en su cerebro.

«"No parece ser autista", pero piensa que es incapaz de mantener su casa ordenada, por lo que parece un limpiador compulsivo. "No pareces autista", pero si intenta hacerlo comer champiñones, descubrirás que tiene la capacidad de morderte primero. No parece autista, pero lo es —dijo con voz dura, que solo hacía sentir mal a Jimin.

«Si no parece ser autista, se debe a todos esos padres y personas que publican videos de autistas en plena crisis, a los profesionales que les informaron sobre "su comportamiento perturbador. Si no parece ser autista es en parte porque ha recibido tratamiento porque se sometió a terapias que le provocaban miedo. Porque lo obligaron a salir de su zona de confort.»

No supo cuando empezó a llorar, inclinó la cabeza para que Dami no lo viera, sintiendo una opresión en su pecho.

—Solo voy a pedirte algo Jimin —dijo ella—. Por favor, no vuelvas a decir nunca, a nadie, ni como cumplido ni bajo ningún contexto, que no parece autista, porque solo lo estás dañando.

—No lo sabía, perdón... —murmuró entre lágrimas.

Dami suspiró, inclinándose sobre el escritorio.

—Conozco a Jungkook desde los ocho años, aunque estoy segura de que fue a los doce cuando nos vimos de verdad. Él fue un niño raro, a quien sus compañeros molestaban, antes de los ocho no sabía que era autista, cuando lo supo todo cobro sentido, fue a colegios especializados, encontró lo que le apasionaba y lucho cada día para enfrentarse a un mundo desconocido. Es importante para mí, soy su doctora, pero también su amiga. Él merece el mundo, y si te digo todo esto es porque quiero que sea feliz, siempre lo quise.

Jimin parpadeó, sus ojos estaban hinchados y sus hombros caídos, miró a Demi.

—Gracias por hablarme de todo esto. Yo de verdad lo necesitaba —murmuró poniéndose de pie, de repente, sintiendo ganas de irse muy lejos de la mujer, le tendió la mano a Dami, quien la estrechó con firmeza.

—Habla con Jungkook, ambos lo necesitan...—aconsejó, Jimin asintió caminando a la puerta.

—Lo haré —tomó el pomo, abrió la puerta, la luz natural se estrelló contra su cara.

—Jimin... —lo llamó él doctora, él volteó solo un poco—. Antes de que te vayas quiero darte un consejo. Cuando Jungkook entrega su corazón lo hace para siempre, la primera vez que lo entrego se lo rompieron y fue su propia madre. Si vas a amarlo, tiene que ser para siempre.

Jimin se aterró al oír esas palabras. Porque él no se merecía ser amado por alguien como Jungkook.

❃•❃•❃

Cuando Taehyung llegó a casa, Jimin estaba acostado en el sillón viendo al techo y envuelto en sábanas. Él se quedó pasmado en el marco de la puerta con la llave en su mano, como si estuviera viendo como Jimin moría lentamente.

Él se acercó, hincándose sobre el suelo alfombrado, acarició el pelo de Jimin con ternura y dolor.

—Min ¿Qué pasa? —preguntó preocupado.

Entonces, Jimin salió de su ensoñación, vio los ojos cafés de Taehyung y no pudo evitar echarse a llorar. Taehyung entró en pánico y con rapidez lo atrajo a un abrazo.

—No puedo ser egoísta, no debo serlo, ¿verdad?—Jimin se mordió el labio inferior tratando de acallar su llanto.

—¿Qué sucede? —se desesperó Taehyung—. ¿Por qué lloras?

Jimin se refugió en su cuello, aspirando el excesivo aroma de su perfume.

—Jungkook merece algo mejor, ¿No es así? —preguntó—. Él quiere todo conmigo, pero yo no puedo ser egoísta porque soy basura.

Jimin sintió los largos dedos de Taehyung peinar su cabello con infinita paciencia.

—Oh, Min —murmuró suavemente—. Estás teniendo un ataque de pánico, no puedes decidir lo que vales en un momento como este Jimin.

—No quiero hacerle daño —sollozó.

—No lo harás —dijo Taehyung, tratando de convencerlo.

—Es tan dulce Taehyung, inocente y gentil.

Taehyung suspiró con tristeza.

—Jimin, está bien. ¿Por qué no descansas? Por la mañana todo estará mejor.

Jimin cerró los ojos, acicalándose con las caricias de Taehyung y por primera vez tuvo miedo al mañana. 

Chapter 22: 19. JUNGKOOK

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Jungkook se despertó sin saber qué día y que hora era, eso ocasionó que le diera un pequeño vuelco al corazón. Ya había sucedido antes, pero siempre estaba presente la misma sensación de desosiego y ansiedad.

Paso un tiempo antes de que volviera a ser consciente del momento espacio temporal que ocupaba, y de que aún le quedaban horas para empezar su primera clase en la universidad, respiró hondo y recuperó poco a poco la velocidad normal de sus latidos.

Luego se levantó de su cama porque no podía permanecer más tiempo ahí, aunque quisiera vivir para siempre dentro de sus sábanas. Deambuló por su departamento notando todos sus errores y faltas. No estaba lo suficientemente limpio, debería limpiar todo de nuevo. Siempre trataba de ser limpio y ordenado, pero el caos y la mugre lo perseguían.

Se reprendió a sí mismo, esa siempre fue una batalla perdida. El polvo se acumulaba sobre los muebles en forma de pequeñas motas y él no podía deshacerse de ellas por más que intentaba, las ventanas también estaban sucias porque había llovido el día anterior, ¿O la semana anterior? No podía recordarlo, había una pila de ropa en una silla y el piso no estaba lo suficientemente brillante. No pudo seguir viendo todo eso, así que se rindió y se sentó mirando la pared por un buen rato.

Miró el reloj de pared cuando sus ojos se toparon con él por accidente, era muy temprano, apenas las 3:00 a.m. tenía que dormir, pero su estómago gruñó y fue imposible ignorarlo. Buscó en la cocina algo que comer y desayunó. Luego se volvió a acostar.

Durmió intranquilo, porque si el despertador fallaba llegaría tarde a la universidad y estaba demasiado cansado para que su reloj biológico funcionara. De todas formas perdió la consciencia y se levantó a tiempo, una vez más.

Su nuevo despertar no fue muy diferente, aún sentía desosiego y confusión, cada paso medido se le antojó devastador, aun así, se apresuró a vestirse, se vistió. Tomó su mochila con todas sus cosas adentro y salió del departamento.

Caminó lento, podría caminar más deprisa, pero su cerebro fue incapaz de procesar la información a una velocidad mayor, así que fue despacio, con cuidado de no ser golpeado y de no golpear a nadie. Le gusta caminar, también le da miedo, pero muy poco definitivamente menos que ir en coche.

Al oír un ruido fuerte emitió un sonido propio con su voz, para compensar. Su mente se sentía mejor así. Era como si el ruido pudiera meterse en su cabeza y solo fuera capaz de sacarlo con un pequeño grito. Muchas veces le gustaría que fuera un gran grito, pero se contenía. No estaría bien y no quería que lo miraran.

Llegó a tiempo a la universidad y por suerte no había muchas personas. Le gustaba poder hacer su camino de forma tranquila, pausada, sin demasiadas interrupciones, sin demasiada interacción humana. Escuchó el canto de unos pajarillos mientras caminó hasta su salón de clases.

Jungkook silbó para imitarles y los pájaros se callaron. Pensó que se habían dado cuenta de que era un impostor. No los culpaba. Cuando volvieron a cantar no les interrumpió, no quería que se callaran de nuevo.

Se sentó en el mismo sitio que siempre, permaneció erguido viendo a la pizarra sin que su espalda tocara el soporte mientras seguía tenso y renegado. Sus compañeros hicieron mucho ruido. Jungkook echó de menos su casa aunque estuviera sucia. A Seokjin. A su familia, bueno a su padre porque no tenía más familia aparte de él.

Era triste, pero también un alivio. No sabría gestionar una familia más numerosa. Era mejor así. Y aunque no lo fuera, no era algo que estuviera en sus manos para decidir.

No prestó mucha atención a sus clases, seguro por eso pasaron más lentas de que costumbre y pudo irse a su departamento después de lo que parecieron horas. Volvió por el mismo camino que conocía de memoria, esta vez sin pisar las rayas del suelo, algo ocurriría si cometía ese error, no sabía qué, pero no se quería averiguarlo, así que no piso las rayas.

Cuando llegó a casa, Seokjin ya había hecho la comida, fue deliciosa. Su casa estaba igual, pero le parecía un poco más limpia tras venir de la universidad, más soportable.

Pensó en Jimin un poco, aunque el sentimiento de culpa no mitigó y decidió dejarlo de lado. Encerrarlo en su mente como si no fuera importante, aunque lo era y mucho. Notó una sensación en su pecho, pero también decidió ignorarla. Últimamente, ignoraba muchas cosas, lo encontraba más fácil de esa manera.

Hizo su tarea, trató de recordar lo que vieron en clase, pero cuando se dio cuenta de que sería imposible, leyó sus libros de texto... aunque en ese momento fuera incapaz de seguir las líneas de los párrafos y las letras se desdibujaran sobre la hoja de papel y tuviera que volver a leer el texto una y otra vez para lograr entender que estaba leyendo.

Un rato después, decidió que era difícil tratar de entender lo que leía y fue a la ducha permaneciendo un largo rato bajo la regadera. Al salir empezó a secarse y lo volvió a notar. Era una sensación muy desagradable que empezaba en el pecho y se extendía. Se tomó el pulso sintiendo que transcurrió una eternidad entre un latido y otro. Eran latidos fuertes, retumban en sus venas y lo percibió en sus dedos. Se empezó a marear, a sentir débil, a respirar flojito.

No tenía miedo. Le pasaba demasiadas veces para sentirse asustado. Aun así se agitó. «¿Por qué me ocurre esto, por qué parece que me estoy apagando?»

Se recostó contra la cama, aun con bata de baño y el pelo mojado. No quería cerrar los ojos, pero mantenerlos abiertos costaba demasiado. Su pecho volvió a retumbar y entonces lo supo, un colapso, no un ataque de ansiedad, los patrones eran diferentes, y aunque podían parecerse no eran ni remotamente iguales.

Los ataques de ansiedad perforaban su mente y ella le decía que todo podía salir mal. Los colapsos le hacían creer que moriría y si no estuviera medicado, Jungkook pensó que podría hacerlo

No supo cuánto tiempo transcurrió entre aquello y el sonido de la puerta siendo abierta.

Seokjin llegó, tenía que recordarse que sabía el código de su departamento gracias a Dami y su padre, le metió algo en la boca que parecía una pastilla. Jungkook logró respirar mejor. Pero seguía agitado.

Él lo hizo ponerse ropa cómoda, le secó el cabello con infinita paciencia y lo hizo acostarse de nuevo después de cambiar las sábanas. Jungkook le agradeció en silencio esperando que Seokjin entendiera lo que pasaba en su cabeza.

Un tiempo después, él se fue dejando a Jungkook en la inmensidad de su habitación. Estar solo nunca se sintió tan sofocante y aterrador, pero se obligó a permanecer en la cama fingiendo que dormía, quizás en algún punto su cabeza confundiera la realidad y cayera dormido de verdad, mientras tanto tenía que esperar.

Permaneció acostado sobre la cama escuchando todos los sonidos de su departamento, el tictac del reloj, el zumbido de la nevera, el roce de las sábanas, el sonido del timbre siendo tocado una y otra vez. Jungkook parpadeó saliendo de su ensoñación, se sentó y volvió a prestar atención. Un suave golpeteo inundó su habitación, era la puerta principal siendo tocada, Jungkook saltó de la cama y apresurado abrió la puerta.

Era Park Jimin.

Jimin y Jungkook no habían tenido una conversación desde aquella fatídica mañana donde Jungkook le dijo que era autista. Jimin había huido de él siempre que Jungkook trataba de acercarse. Con el corazón roto y el alma dolida, Jungkook daba media vuelta y seguía su camino. Nunca importunando a Jimin, si quería estar solo, él podía darle eso, Jungkook era bueno esperando a la gente.

Como resultado, Jimin estaba en el marco de la puerta luciendo como si no hubiera dormido en años. Tenía bolsas púrpuras bajo sus ojos grises, y su cabello rosa se veía opaco y casi a punto de llegar a sus hombros.

Vestía una pijama desgastada y no traía zapatos como si su decisión de estar frente a Jungkook lo hubiera tomado tan de sorpresa que no le dio tiempo de vestirse siquiera. Se veía al borde del colapso y Jungkook, con pesar, tuvo que admitir que él no lucia mejor que Jimin. Parecía una competencia por quien podía verse más lamentable.

Lo dejó pasar al departamento cerrando la puerta tras él.

Sintió sus manos temblar y tuvo miedo de tener un nuevo colapso delante de Jimin, dos en un solo día no era una buena señal y Jungkook se encontraba tan cansado mentalmente que rogó poder mantenerse de pie y enfrentar a Jimin. Ojalá su encuentro se hubiera dado en una situación diferente, pero era lo que era y Jungkook se aferró a su valentía.

Jimin se quitó el abrigo, colgándolo en el perchero. Con pasos vacilantes, Jungkook lo siguió cuando comenzó a caminar hacia la sala. No sabía cómo actuar delante de él y sin nada más que hacer, Jungkook se sentó frente a Jimin evitando mirarlo a los ojos. Se sentaron uno frente al otro.

Paso una eternidad antes de que Jimin comenzara a hablar.

—Investigue sobre el autismo —le dijo, su voz se filtró dentro de su cabeza causándole un estremecimiento, tenía tiempo de no oírla. La voz de Jimin siempre fue dulce y llena de sonidos silbantes como si estuviera acostumbrado a hablar y hacer escuchado siempre. Pero ahora su voz era triste, casi rota. Jungkook tragó.

—¿Lo hiciste? —le preguntó Jungkook. Jimin asintió ausente en el sillón.

Jungkook quería con desespero al otro Jimin. Al que siempre parecía tener algo que decir y disfrutaba siendo el centro de atención. Lo echaba de menos y Jungkook ni siquiera tenía derecho a decirlo porque por él Jimin había cambiado para siempre.

—Yo.... Conocí a Dami, ella me enseñó muchas cosas —confesó.

Jungkook parpadeó, en las últimas sesiones, Dami no había dicho que Jimin se reunió con ella. Jungkook tampoco le preguntó, pero hubiera apreciado saber que Jimin se interesaba en las cosas que estaban sucediendo.

—Oh —pudo susurrar.

Luego ocurrió algo que Jungkook no esperaba, Jimin bajó la cabeza, era orgulloso y siempre mantenía la cabeza erguida, pero ahora se veía menos impotente que antes. Más frágil... quizás.

—Jungkook. Lo siento —él dijo.

Jungkook sintió que su corazón se oprimía, tragó saliva tratando de pensar con claridad.

—Sé que no puedo borrar el daño que hicieron mis palabras, pero debes saber que... Kook. Yo... —se le rompió la voz—. Lamento lo que dije ese día, estaba confundido, no estaba preparado para una noticia tan grande y actúe mal, aunque no es justificación.

Jimin esperó con la cabeza agacha. Jungkook se quedó en silencio.

Sería tan fácil acortar la distancia y abrazarlo, porque así se consolaba a la gente. Pero Jungkook no lo hizo, porque sus sentimientos no eran inválidos, Jimin lo lastimo y aún dolía.

—No estoy enfermo...—tuvo la necesidad de decir y Jimin levantó su rostro pálido para verlo, sus pequeños ojos grises se llenaron de lágrimas contenidas.

—No, no lo estás, yo fui un idiota y jamás podre perdonarme por lo que te dije ni por cómo te hice sentir —reconoció, Jungkook, asintió.

El departamento se iluminó por los rayos que anunciaban llovizna. Jungkook se estremeció, Jimin no se movió.

—¿Qué significa? —preguntó—. ¿Qué pasa con nosotros? —Jimin se tensó.

Parecía estar dispuesto a romper con todo lo que quedaba de Jungkook y él se preparó para el golpe final pensando en todas las veces en las que le advirtieron que Park Jimin rompería su corazón.

—¿Qué pasa con nosotros? —repitió mientras se levantaba lentamente—. Jungkook, ¿Es que no lo ves? No soy alguien a quien quieres en tu vida. No te merezco, te haré daño en algún momento como lo hice antes y nunca podrás perdonarme.

Vio a Jungkook con decepción como si esperara que él corriera lejos de Jimin para siempre. Jungkook se levantó, imitando.

—Estoy enamorado de ti —dijo con la mayor seguridad que logró reunir.

Las palabras revolotearon por la habitación hasta colisionar contra Jimin con fuerza, él casi pierde el equilibrio por su confesión. Miró a Jungkook lleno de asombro y dolor.

—Amarás a alguien más —dijo Jimin, pero su voz sonó ahogada. Jungkook lo miró horrorizado, dando un paso lejos de él.

¿Cómo podía decir eso? ¿Cómo podía pensar que Jungkook podría amar a alguien más? ¿Cómo se atrevía? La expresión de su rostro debió cerrarse porque Jimin de pronto lucia contrariado.

—Escucha, Jungkook —comenzó desesperado—. Estoy seguro, que algún día, dentro de no mucho tiempo, encontrarás a alguien lo suficientemente valiente para estar a tu lado, te aseguro que ni siquiera serás capaz de recordar al tonto chico que te rompió el corazón.

Jungkook se estremeció. Él no quería nadie más, había imaginado estar con Jimin siempre, lo hacía sentir seguro, lo hacía ser él mismo. No podía imaginarse una vida donde Jimin ya no estuviera, donde no pudiera quererlo.

—No quiero a nadie más —determinó.

—Jungkook... por favor, no nos hagas esto... —pidió Jimin. Él estaba temblando con el rostro sonrojado y las lágrimas acumuladas en sus ojos sin caer del todo, Jungkook suspiró.

—¿Es porque soy autista? —preguntó en un murmullo.

—No, el problema soy yo. Me estás ofreciendo tanto y yo no tengo nada.

Jungkook sintió pena. Porque Jimin siempre había lucido tan inalcanzable y confiando de sí mismo que nunca pudo ver que siempre se sintió insuficiente. Tenía tan baja autoestima que creía que nunca podría ser lo que Jungkook necesitaba cuando no se trataba de eso, Jungkook no lo quería para complementarlo, él estaba completo solo.

—No tienes que darme nada, Jimin—le dijo con suavidad.

—Mereces más, también estoy enamorado de ti... el amor es también dejar ir, Kook.

Jungkook vio fugazmente a Jimin. Cuando un neurotípico hablaba de amor, casi nunca era de ese tipo que Jungkook pensaba. Llamaban amor a un trato superficial, pasajero en el tiempo, sin sustancia y sin compromiso. Él nunca llamaría a eso amor, pero ellos sí.

De entre todas las relaciones que había tenido a lo largo de su vida, la de Jimin fue espontánea. No lo habían obligado a salirse de su entorno para convivir con él. Jungkook lo había hecho porque había querido hacerlo. Y la perspectiva de que Jimin lo dejara atrás porque pensaba no ser suficiente para Jungkook, lo enfermaba.

Pero una sensación mucho más violenta se acentuó, vio a Jimin frente a él, luciendo pálido y aterrorizado. Jungkook lo supo entonces y todo su enojo se desvaneció, dejándolo vacío.

—Tienes miedo —dijo como si fuera una revelación. Jimin ni siquiera tuvo el valor de negarlo.

—Jungkook —se acercó lentamente mientras tomaba sus manos—. Estoy aterrado, no soy para ti. Estoy tan sucio y tú tienes un corazón tan puro que jamás permitirá que lo usaras para amarme. No lo merezco.

—Jimin —Jungkook lo interrumpió— ¿No lo entiendes? Lo mereces todo y no tienes el derecho de decir lo contrario cuando claramente no lo sabes —declaro con firmeza.

Nunca había hablado con mayor seriedad que en ese momento, nunca había dicho tantas palabras como a Jimin, pero Jungkook no lo dejara pararse frente a él mientras decía tonterías. Jimin lo miró, Jungkook podía sentirlo, pero no fue capaz levantar la vista.

Esperaba que Jimin creyera sus palabras y por fin entender que para Jungkook siempre lo sería todo. Pero debía aprender a no tener expectativas como Dami le había dicho tantas veces, uno pensaría que después de haberse equivocado tanto, por fin aprendería, pero no lo hizo y estaban lastimándolo de nuevo.

—Creo que no deberíamos volver a vernos —dijo Jimin y el horror pintó las facciones de Jungkook.

Dio un paso atrás como si lo hubieran golpeado.

—Tú prometiste que lo intentarías —dijo con dificultad. Su voz se fue apagando hasta convertirse en un suave murmullo.

Jimin apartó la vista, y Jungkook supo que hablaba en serio, que cuando saliera por su puerta, él olvidaría que fue su amigo y luego su novio, dejaría atrás las charlas espontáneas e interminables de los viernes en un café, dejaría atrás a Jungkook.

Sobre exaltado, se deslizó hasta el piso, rodeó sus rodillas con sus brazos y comenzó a balancearse. Jimin lo miró preocupado y con rapidez se puso de cuclillas a la altura de Jungkook quien miraba a un punto fijo en la pared pareciendo una estatua inmóvil, Jimin tembló.

—Kook, no me hagas esto. Por favor, tranquilízate —pidió con pánico.

Jungkook presenció el rostro horrorizado de Jimin quien quería quitarle su dolor, pero era incapaz de comprender e incluso de saber cómo actuar. Se sentó frente a Jungkook sin acercarse mucho, Jungkook lo agradeció porque tenerlo cerca no era algo que quisiese en un momento así, pero tampoco permitiría que se alejara sin luchar.

Respiró con dificultad. Tratando de hacer que su cuerpo detuviera los temblores, requirió una fuerza absurda de autocontrol que lo hizo querer llorar y esconderse entre sus sabanas. Se sentía tan incómodo y sobrecogido. Solo quería que todo terminara.

—Jimin, por favor. No me dejes... —pidió en un murmullo cuando fue capaz de encontrar su voz, tal vez fue minutos u horas después, no estaba seguro.

Jimin gimoteó al borde del llanto.

—Lo hago por tu bien, Kook —dijo el tembloroso—. Mereces algo mejor.

Jungkook nunca había entendido cuando su padre o Demi hablaban sobre el amor que rompe, aquel que podía lograr partir el corazón en dos, era una idea absurda, el corazón no podía romperse. O eso creyó por mucho tiempo porque en ese instante sintió como el suyo era desgarrado por dentro.

—Entonces... ¿Ya no somos novios? — preguntó con sus ojos llorosos.

Jimin tragó.

—No —murmuró con voz frágil—. Ahora... Tengo que irme.

Jungkook lo vio caminar hacia la puerta y no intentó detenerlo o juntar los pedazos del corazón de Jimin porque estaba muy ocupado recogiendo los suyos. 

Chapter 23: 20. JIMIN

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Jimin caminó como un zombi hacia su departamento. Durante días, había actuado mecánicamente, desde el rompimiento con Jungkook para ser precisos. Estaba siendo difícil y Jimin se encontraba sin ganas de poder salir de la oscura depresión que amenazaba con devorarlo por completo.

Contó los pasos antes de recordar que eso hacía Jungkook y debía dejar de relacionarlo con todo lo que sucedía a su alrededor, comenzaba a ser ridículo y Jimin sabía que era su culpa encontrarse en esa precaria situación, él rompió con Jungkook, él era el culpable. Pero ¿Cómo podía estar a su lado? Él merecía algo mejor.

Sus cavilaciones se detuvieron cuando se dio cuenta de que otra vez había caminado sin rumbo hacia la zona desierta del campus, gimió en voz baja, tendría que caminar otros diez minutos para llegar a su departamento, donde dormiría solo media hora antes de irse a trabajar. Estas disociaciones ocurrían más frecuentemente de lo que le gustaría admitir, y no sabía cómo detenerlo porque todo se había vuelto complicado de repente. Jimin añoraba los días que solían ser fáciles y superfluos, donde nada importaba lo suficiente para invertir su tiempo y energía.

Dio media vuelta antes de deslumbrar la cabellera gelificada de su Jihyun, Jimin frunció el ceño. ¿Qué hacía su hermano allí?

Estaba recargado contra la pared del edificio de humanidades que dudaba, incluso los alumnos de esa área visitaban, tenía un cigarrillo contra sus labios y miraba al suelo con los hombros caídos. Jihyun se veía como siempre, su cabello bien acomodado con gel y su traje de dos piezas sin arrugas, cualquiera que lo viera no notaria nada extraño, nadie excepto Jimin. Él, si se dio cuenta del nerviosismo de su hermano, le temblaban las manos mientras daba una calaba a su cigarrillo y sus orejas estaban rojas, señal inequívoca de que lo que sea que pasara sería algo sorprendente para Jimin.

Se limpió las lágrimas no derramadas pensando averiguar porque su correcto hermano merodeaba las áreas solitarias del campus. Movió su cabeza despejándose mientras caminaba en su dirección, pero la llegada de otro hombre lo detuvo, Jimin alcanzó a esconderse contra la pared que le daba un ángulo perfecto para ver que sucedía.

No debía estarlo espiando, sobre todo si lo había ignorado después del incidente con Ken, en su defensa, a Jimin le habían pasado tantas cosas que su situación fraternal quedo relegada. La voz del otro chico se escuchó.

—Hola, Jihyun —le dijo el chico. Jimin estaba lo suficiente cerca para escucharlo. Lo suficiente escondido para no ser visto y lo suficiente confundido para prestar atención a los mínimos detalles.

No conocía al chico, parecía tener la edad de su hermano, pero no tenía la apariencia aristócrata de Jihyun, se veía descuidado, sin una belleza sobrenatural. A su lado, Jihyun parecía un ángel cuya arrogancia había sido perdida cuando cayó del cielo.

Jihyun lo vio atentamente, como si le costará creer que estaba frente al chico y cuestionará todas sus decisiones. Tiró el cigarro contra el mosaico, triturándolo con su pie.

—Hola, ¿Por qué me citaste aquí? —preguntó directo al grano. Jimin trató de unir cada una de las piezas con curiosidad.

El chico dio un paso hacia Jihyun. Jihyun se alejó dos con rapidez y nerviosismo. Su hermano era muchas cosas, rápido con las palabras y malo con los sentimientos, pero no era alguien que se pusiera nervioso.

—Bueno yo... —comenzó— sobre lo que paso aquel día.

Su hermano se pudo a la defensiva de inmediato ante la mención de esas palabras, enviándole una miraba de muerte al chico, pero no logró inmutarlo en lo más mínimo. Tenía una mueca contrariada en su rostro, como si no supiera qué decirle a Jihyun ahora que lo tenía frente a él.

—No lo digas — Jihyun dijo con dureza.

El chico pareció ver que él y Jihyun no estaban en la misma página porque se desinfló como un globo. Jimin parpadeó, confundido ¿De qué estaban hablando? La situación comenzaba a ponerse tensa, su hermano había perdido el color y el chico parecía decepcionado.

Volvió a dar un paso hacia Jihyun, su hermano no se movió, pero apretó los dientes.

—¿Por qué no? ¿Lo hace real? Fue real —dijo el chico, con timidez—. El beso fue real.

Jimin dejó escapar un jadeo conmocionado mientras su hermano se lanzaba horrorizado hacia el chico con la vergüenza pintada en su rostro.

—¡CÁLLATE! —bramó con fuerza sujetándolo del cuello de su camisa. Lo sujeto tan alto que lo único que el chico pudo hacer fue aferrarse a los brazos de Jihyun para no morir ahogado.

Siendo más alto y más tonificado, a su hermano no le costó mantener al chico de esa manera, por lo que pareció una eternidad. Jimin recargó su frente contra la fría pared mientras respiraba con dificultad.

—N-no porque f-finjas que no paso deja de ser v-verdad —tartamudeó el chico—. M-me gustas, y sé que también, t-te gusto.

Jihyun soltó al chico horrorizado, parecía un chico roto y confundido que no sabía qué estaba pasado ni cómo actuar. El chico, mientras tanto, jadeó con fuerza contra el suelo.

—No soy gay —dijo Jihyun con dureza y ojos decididos. Jimin se sintió abrumado.

Ahí estaba Jihyun, su hermano pequeño, tratando de lucir seguro y determinado, pero viéndose tan pequeño y perdido.

—Claro, Jihyun si eso te ayuda a seguir adelante —el chico dijo con dificultad.

Jimin sintió pena por él, se veía destrozado. El chico se veía tan enamorado de su hermano, pero acababa de darse cuenta de que Jihyun no sentía nada por él. No había peor sentimiento que descubrir la verdad.

—Me voy —dijo Jihyun caminado en dirección contraria. Ante la renuencia de su hermano, el chico entró en pánico y con rapidez lo tomó del brazo, deteniéndolo.

—Mira, no me interesa su orientación, solo... podemos pasarla bien, no tiene que significar nada —sobrepasado, Jihyun se zafó de su agarre con brusquedad.

—Para ti es fácil decirlo, para mí no —murmuró con fiereza—. Ahora déjame en paz, no me gustas, nunca podría gustarme un chico, no soy un asqueroso homosexual.

Oh, pero Jimin creía que lo era. Porque el chico que habían criado sus padres, el niño ordenado y perfecto, no existía. El niño sumiso a quien el mundo aprisionó no era lo que pensaban y había fingido todo este tiempo porque parecía más fácil aceptar lo que le habían ordenado que luchar contra los prejuicios de los demás. ¿Qué vería Jihyun cuando se veía en el espejo? ¿Se odiaría como alguna vez lo hizo Jimin?

Cuando Jimin pensó que su hermano había roto el corazón del chico hasta dejar fragmentos diminutos, él dio un paso al frente y con valentía sostuvo el rostro de Jihyun y lo besó. Su hermano se tensó y por un momento pareció que lo besaría de vuelta, pero con fuerza lo empujó lejos ocasionado que el chico se estrellara contra el piso.

Él lo vio por un segundo antes de negar decepcionado.

—Eres un cobarde —dijo el chico levantándose con dificultad.

Sus miradas se encontraron, había algo en los ojos de Jihyun que Jimin no fue capaz de descifrar, pero que se parecía mucho al dolor y desconsuelo. El chico se quedó parado, esperando algo, cualquier movimiento, cualquier cosa, algo por parte de su hermano, pero cuando Jihyun desvío la vista él solo dio media vuelta y se fue.

Jihyun lo vio irse y fue la primera vez que Jimin presencio un corazón rompiéndose tan de cerca.

Jihyun se llevó las manos a su cabello tirando de él con fuerza, giró sobre sí mismo con frustración y desconsuelo, y fue ahí cuando sus ojos se encontraron con los de Jimin, el tiempo pareció detenerse mientras se veían. Porque de pronto Jimin estaba viendo a su hermano por primera vez.

Sin embargo, la conmoción abandonó todo su cuerpo. El peso de la sorpresa se fue, para ser remplazada por el sentimiento de alevosía y furia. Oh, ¿Cuántas veces lo había insultado por ser gay? ¿Cuántas veces lo había visto menos por su forma de amar? ¿No era irónico?

—Jimin —Jihyun pronunció su nombre horrorizado.

Jimin solo pudo reírse como un maniático y no paró de reír aun cuando su hermano se paró enfrente suyo, no dejó de reír aun cuando él lo vio atemorizado. No dejó de reír hasta que comenzó a llorar.

—¡Eres gay! —dijo atónito y luego el peso de la verdad cayó sobre él—. ¡Dios mío! Papá nos matará.

Jihyun perdió el color de su rostro como si no estuviera lo suficientemente pálido, cuando escuchó las palabras de Jimin, lo tomó de los hombros con demasiada fuerza, luciendo lleno de pánico.

—Él no se enterará —determinó.

Jimin se soltó de su agarre, viéndolo mordaz.

—¿Planeas ocultarlo toda la vida? ¿Encontrar con una esposa trofeo? ¿Tener hijos y una familia? —preguntó con la única intención de dañarlo.

No tenía derecho, lo sabía. Jihyun parecía no saber sobre sus preferencias y le aterrorizaba descubrirlo. Debía ser difícil ir en contra de todo lo que había aprendido a lo largo de su vida, debía ser difícil darse cuenta de que aquello que condenaban resultaba ser todo lo que él era.

—Jimin, no ... —dijo él.

Pero Jimin no tenía por qué tenerle compasión... no ahora. Porque él había tenido que enfrentarse a tanto por ser gay mientras su hermano lo veía sin hacer nada, porque lo desprecio por tanto tiempo haciendo sentir a Jimin miserable mientras él se pavoneaba a lado de sus padres fingiendo ser mejor que él.

—Eres tan despreciable —dijo, Jihyun lo vio atentamente y entonces de abrupto y sin que lo esperara, él bajó la mirada, sus ojos se enrojecieron y se echó a llorar.

Jimin se quedó de pie sin saber qué hacer. Había creído que su hermano era incapaz de sentir, pero mientras escuchaba sus gimoteos de agonía se preguntó cuanto había guardado dentro suyo hasta no poder más. Jihyun cayó de rodillas contra el suelo, Jimin se apresuró a atraparlo para que no se hiciera daño.

—Jihyun —Jimin trató de ayudarlo. Pero cuando Jihyun levantó la vista, todo el cuerpo de Jimin se enfrió, Jihyun lo veía con decepción y desprecio.

Se sintió ahogar dentro de los profundos ojos de su hermano, sintiéndose herido, Jihyun no tenía derecho de verlo de ese modo, el dañado era Jimin no él, Jimin no le debía nada a Jihyun, no lo hacía.

—¿Soy despreciable? —preguntó en un murmullo ahogado—. Tú eres un hipócrita.

Jimin apretó los dientes con fuerza.

—¿Lo soy? Porque me parece querido hermano, que el hipócrita eres tú. Mientras yo recibía los regaños y los golpes, tú vivías tratando de complacer a nuestros padres, fingiendo ser quien no eres.

Jihyun alzó la vista, sus ojos estaban enrojecidos e hincados, pero ya no tenían ninguna lágrima. Se veía como un chico que había decidido que no valía la pena lamentarse nunca más.

—Hice lo que tenía que hacer para sobrevivir, Jimin —dijo —. ¿Sabes lo que es vivir bajo la sombra de alguien más? ¿Ser siempre la segunda opción? ¿Sabes lo que es no ser amado? Solo quería lo que tú tenías.

Jimin quería decirle que lo amaba, y no de la manera complicada que amaban sus padres, sino de una manera simple en la que nunca tuvo que pensar. Lo amaba como respirar.

Jimin suspiró y con cuidado ayudó a Jihyun a apoyarse contra la pared sentándose a la par suya. Sus respiraciones se ralentizaron, mientras permanecían en silencio. Quiso decirle muchas cosas y por primera vez, Jimin pensó que su orgullo no valía nada si lastimaba a Jihyun.

Jimin soltó un suspiro. A lado apuesto, había una pared de espejo y podían reflejarse, Jimin se paralizó cuando se vio... no se reconoció; su cabello estaba opaco, sus ojos alguna vez brillaron intensamente, antes que todos lo destruyeran poco a poco. En el pasado, su padre lo había hecho odiarse a sí mismo, sus compañeros y quienes decían ser sus amigos. Todo contribuyo un poco para que Jimin terminara de aquel modo. Sin saber quién era.

Porque la persona frente al espejo solo era un recuerdo.

—Yo te amaba, eres mi hermano —le confesó.

Jihyun se rio con suavidad, pero por su expresión nada le hacía gracia en absoluto.

—Lo olvidaste en algún punto. ¿No recuerdas? Taehyung llegó a tu vida y me olvidaste.

Jimin negó con la cabeza absolutamente mortificado. Pero una parte de él sabía que Jihyun tenía razón. Habían sido dos hasta que Taehyung llegó a su vida y Jimin se aferró a él olvidando a su pequeño hermano.

No porque no quisiera a Jihyun, lo amaba, pero con Taehyung compartían algo más que la sangre y el pasado abusivo. Jihyun era un mar turbulento y mortífero, Taehyung era un lago en calma lleno de peces.

—Siempre fuimos diferentes —continuó Jihyun—. Pero de una extraña manera nos complementábamos, eras un niño asombroso, que tenía la oportunidad de ser amigo de quien quisieras porque así de impresionante eres. Pero en lugar correr a los demás, tú permaneciste a mi lado. Pero luego, llegó Taehyung y te olvidaste que existía, tenía suficiente con ser invisible para nuestros padres, no podía soportarlo viniendo de ti, hice lo que tenía que hacer para que me aceptaran. Tú elegiste vivir, yo elegí sobrevivir.

Jimin recordó. Era otoño.

Estaba mirando a los demás niños jugar frente a él mientras balanceaba sus pies que no llegaban al suelo porque para tener ocho años era demasiado pequeño.

Su primer día en el colegio no estaba resultando ser como había esperado. Extrañaba con locura a su hermano, pero no podía estar con él hasta el próximo año, cuando fuera tan grande como Jimin, mientras tanto tendría que estar solo.

—Hola, ¿me puedo sentar? —una voz le preguntó.

Jimin alzó la mirada, viendo al niño de extremidades larguiruchas. Asintió de inmediato, porque sus padres le habían enseñado a ser educado.

—Sí, puedes.

—Soy Taehyung, tú eres Jimin —dijo el chico.

Jimin asintió estando de acuerdo.

El niño se le quedó mirando por lo que pareció una eternidad y cuando sus ojos se entrelazaron, Jimin tuvo la certeza de que Taehyung lo había reconocido antes de que él pudiera reconocerse a sí mismo.

—¿Por qué estás triste? —le preguntó.

—¿Cómo sabes que estoy triste? —preguntó Jimin asombrado y sin pensar en absoluto lo raro que era que un niño de ocho años le preguntara aquello.

—Porque te ves triste, da.

En la mente del Jimin de seis años tenía absoluto sentido. Asintió con confianza.

—Es porque extraño a mi hermano.

—¿Dónde está él? —Taehyung ladeó la cabeza.

En casa, no puede venir hasta que sea mayor.

—Oh, eso es malo. Quizás yo pueda hacerte compañía mientras tanto, algo así como mejores amigos.

Jimin lo pensó por largos segundos. "Mejores amigos" no sonaba mal.

—Eso es, podemos ser mejores amigos —Jimin rio.

—¡Sip quiero ser tu mejor amigo!

—Yuppie, Yuppie —festejó con euforia—. Tú y yo, mejores amigos, Hoy y siempre, a lo largo de los años, listos para lo que pueda venir.

Al año siguiente Jihyun entró al colegio, pero la amistad que formó con Taehyung se había fortalecido al punto de que no podían ser separados, se volvieron uno, como un cuerpo con dos almas. Jamás podría arrepentirse de su amistad, pero se arrepentía de haber dejado de lado a Jihyun.

—Jihyun, no es justo—dijo Jimin—. Solo era un niño que quería ser amado por sus padres por lo que era, un niño que trato tantas veces de ser perfecto para ellos, pero crecí y Taehyung me ayudo a darme cuenta de que no importaba lo que hiciera, nunca sería lo que ellos esperaban. Discúlpame si no tuviste a alguien que hiciera lo mismo por ti, discúlpame por alejarme de ti, pero tú pusiste barreras, tú me borraste de tu vida. No te atrevas a culparme.

Jihyun suspiró, pero no logró decir nada más por un largo rato. Luego ladeó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Jimin.

¿Cómo crees que reaccione? ¿Me golpeará? ¿Me desconocerá como hijo? ¿Me humillará como lo hizo contigo? ¿O tal vez... ni siquiera le importe porque no soy tú...?

—Jihyun.

—Cuando te fuiste... —lo interrumpió —. Cuando te echaron, yo... no podía creerlo, pensé que regresarías... pero el tiempo paso y tú nunca atravesaste la puerta de nuevo. Mama llora, papá maldice... te extrañan. Aunque no lo digan.

—Ellos me echaron.

—Lo hicieron, pero ellos jamás renunciarían a ti. Si te retractabas, si por fin te comportabas, ellos te querrían de vuelta.

—Ya te tienen a ti.

—Ellos no me quieren a mí, lo sabes —no había reproche, solo verdad.

Jimin suspiró, claro, que sus padres no perderían a la persona que habían moldeado por años, Jimin era su perfecto hijo, Jihyun era ellos.

—Lo siento —dijo y fue profundo.

Esperaba que Jihyun supiera que estaba disculpándose por todo y tal vez lo hacía porque cuando miró a Jimin sus ojos ya no estaban empañados de odio, solo cruel vulnerabilidad.

Porque Jihyun había crecido y podía ver cuánto dolía. Y Jimin. Jimin se sintió embargado por una sensación de impotencia. Ya no podía recordar cómo era tener el control de su vida. Tal vez es que nunca lo había tenido.

—Mientras crecía siempre quise ser como tú. Te admiraba porque era tan brillante y atrevido, pero por más que intente nunca pude parecerme a ti, eras tan valiente y yo solo logre esconderme.

Es mentira —le confesó—. Toda mi vida he fingido ser valiente cuando no lo soy. Soy un niño cuyo padre hacía todo lo que podía para tratar de "arreglarlo". Un niño que recibió regalos de su madre porque que no era capaz de defenderlo. Me convencí de que eso no me importaba, levante la cabeza e hice creer a todos que era inalcanzable y que nada podía dañarme. Pero soy un mentiroso.

Jihyun le sonrió con gentileza.

—Eres más valiente que yo.

—No, soy tan cobarde como tú, también nos parecemos en eso.

Los ojos grises de Jihyun tan parecidos a los suyos lo vieron con fijeza, había un entendimiento mutuo y silencioso, como si de repente fueran capaces de entender todo con solo estar junto como lo habían hecho en su infancia.

—¿Ocurrió algo? Puedes contarme, ¿lo sabes, verdad?

Enun lugar entre el olvido y el abandono, entre el aquí y el ahora, Jimin empezóa sentir que no era demasiado tarde para recuperar a su hermano. Así quecomenzó a hablar y Jihyun lo escuchó. 

Chapter 24: TERCERA PARTE: Rosas

Chapter Text

Diario de Jeon Jungkook

Nombre común: Rosa

Nombre científico: Rosa

Origen: Originarias de Asia y un reducido número nativas de Europa, Norteamérica y África noroccidental.

Floración: Los rosales florecen continuamente durante todo el año desde primavera hasta principios de invierno.

Descripción

Su corola está compuesta por cinco pétalos redondos o acorazonados, muchos estambres y pistilos. Los rosales se desarrollan mejor en zonas templadas y crecen con facilidad en inviernos fríos y helados, primaveras suaves y días con mucho sol en verano.

Significado

Simbolizan amor, pasión, atracción y seducción. Asimismo, las rosas rojas pueden simbolizar admiración, belleza y el cariño que siente una amistad por otra.

Curiosidades

  1. Existen más de 30.000 variedades de rosas en el mundo.
  2. Las rosas están entre las flores más cultivadas .
  3. La rosa es la flor emblema del conjunto de EE como nación desde 1986. También, desde 1955, es considerada la flor del estado de Nueva York.
  4. La rosa simboliza la virginidad. En algunas leyendas italianas antiguas. La pérdida de los pétalos representa la pérdida de la virginidad o el "desfloramiento".
  5. Las rosas han sido pintadas por grandes artistas.El "Ramo de rosas" de Renoire, "Bodegón de flores" de Ambrosius Bosschaerto "Rosas y lirios" de Henri Fantin-Latour.

Chapter 25: 21. JIMIN

Summary:

Playlist: Florecer

Chapter Text

Para Jimin, a quien amo de verdad:

No puedo dormir, son las tres de la mañana y sigo despierto pensando en ti. Quiero decirte tantas cosas, pero no soy bueno con las palabras. Ellas se enredan en mi lengua y no me dejan hablar.

Escribirlas, sin embargo, es un poco más fácil, pero solo un poco. Pienso en ti todo el tiempo, aunque no lo exprese, pienso en tus ojos y en el raro color que los cubre; son grises, es inusual, no son negros, pero tampoco verdes, entran en el medio. ¿Sabías que a los ojos grises solo los tienen el 1 % de la población? Son hermosos.

También me gustan tus manos, son pequeñitas y encajan en las mías. Me gustan muchas cosas de ti. Hay otras que no me gustan, como que vayas de la mano de Hoseok o que llegues tarde a todos partes.

No sé cuándo me enamoré de ti, tal vez fue cuando me tiraste el libro encima o cuando me tomaste la mano por primera vez, aunque en realidad no importa cuando haya sido, tienes mi corazón, —no literalmente, si no moriría—. Tienes que cuidarlo.

Sé que te lastimo que no te hubiera dicho la verdad, sé que piensas que no mereces mi amor y también sé que no te sientes suficiente, pero Jimin, lo eres. Amo cada parte de ti y espero que tú seas capas de amar cada parte de mí.

No sé si estarás a mi lado después de enterarte de que soy autista, solo quiero que sepas que algún día cuando sea lo suficientemente valiente podré decirte a la cara que fuiste mi primer amor de mi vida.

Espero haber sido algo de la tuya...

ATENTAMENTE

Jungkook quien no es un chico con autismo. Si no un chico con amor.

❃•❃•❃

Jimin bebió un largo trago de su chocolate caliente. Eran principios de otoño y el frío comenzaba a acentuarse en la ciudad y Jimin se veía obligado a abrigarse más de lo que estaba acostumbrado.

La cafetería estaba en especial calma un sábado por la mañana, tenía extensas luces en el techo decoradas con ramas de árboles, además de bonitas flores otoñales. Jimin miró su reloj una vez más. Diez minutos.

Aún no era tarde, a él le parecía que sí, pero se debía a que había llagado más temprano de lo anticipado debido a los nervios. Ahora se cuestionaba sus decisiones. Bebió otro tragó bajo la atenta mirada de los demás clientes. Por favor, aun cuando hubiera decidido tomar un café solo, nadie tenía que mirarlo con lástima, no estaba solo para el caso, pero aunque lo estuviera, no era problema de ellos. 

Estaba esperando a Jihyun, habían decidido reunirse después de su vergonzoso reencuentro. Jimin aún se sentía incómodo de la manera en que se derrumbó junto a su hermano. Toda la situación lo logró sobrepasar y Jimin no pudo hacer otra cosa que desmoronarse. Había sido tan fuerte por tanto tiempo que ya no pudo aguantar un minuto más.

La separación fue rara, ninguno de los dos supo qué hacer después de haberse desahogado, Jimin trató de despedirse, Jihyun le pidió verse con su habitual rostro serio, Jimin asintió, pero ahora pensaba que tal vez fue solo una broma por parte de su hermano. Suspiró, casi se estaba acabando el café y al paso que iba debería pedir otro.

Finalmente, lo que aprecio una eternidad, vio llegar a Jihyun.

Jimin parpadeó, la esperanza seguía ahí, latente, pero había aprendido a no confiar demasiado en ella. Se levantó de prisa, casi tropezando justo en el momento en que Jihyun se detenía en su mesa.

—Estás aquí —murmuró. Se veía informal, con unos jeanes rasgados y una simple playera negra. La personificación de la elegancia.

—Te dije que vendría —Jihyun dijo mientras se sentaba.

Jimin sonrió de lado.

—Decir y decirlo, son dos cosas diferentes —señaló.

Jihyun lo vio con aspereza. Siempre conseguía verse como si nada ni nadie pudiera lastimarlo, tan seguro de su mismo y su poder. Jimin se preguntó cuanto de aquello era verdad y cuanto mentira. A veces le costaba trabajo diferenciar.

—Bueno, ninguno está en su mejor momento y tendemos a hacer tonterías. Así que, aquí estoy.

El silencio los envolvió.

Jimin había olvidado como debía hablar con su hermano. Los años que pasaron separados los cambiaron a ambos. No podían ser más esos niños que jugaban a las correteadas o se ocultaban de sus padres, el mundo los cambio y tenían que conformarse con lo que les quedaba. 

El mesero llegó a su mesa, Jimin pidió otro café, Jihyun rechazo sin suavidad.

Jimin lo miró, pero se encontró mirando a su hermano que ya lo veía a él. Se removió en su silla con incomodidad. No podía entender por qué resultaba tan difícil decirle las cosas, ayer había sido muy fácil, pero ahora, a la luz del sol, ya no podía abrir su corazón con la misma facilidad.

A Jihyun parecía estarle costando el mismo trabajo hablar. Pero para su crédito, él nunca resultó tan expresivo como Jimin, cada una de sus emociones debía estar escrita en su rostro mientras veía a su hermano. El mesero volvió, dejó las bebidas y corrió lejos como si intuyera que debía irse.

—Es incómodo —dijo Jihyun apartando la mirada.

—Lo es, pero podemos intentarlo —Jimin digo con suavidad.

Jihyun suspiró dejándose caer contra el respaldo de su silla. Toda la tensión abandono sus hombros, haciéndolo ver menos rígido e incómodo. Jimin trató de hacer lo mismo, relajó los puños que no sabía, estaba apretando mientras tomaba un poco de su café.

—Sí, lo podemos —dijo su hermano, pero no sonaba convencido.

Ayer se había visto diferente. Como si la vulnerabilidad de la situación hubiera sido suficiente para querer intentar reparar su relación. Jimin lo entendió, ayer fue fácil abrirse a él, contarle sus secretos y sus miedos, fue fácil porque su hermano lo conocía, pero ahora podía ver que aunque compartieron muchas cosas antes, su hermandad se había evaporado y si querían recuperarla tendrían que trabajar mucho.

—O podemos irnos si quieres, no tenemos que hacer nada —dijo, Jihyun lo miró con el ceño fruncido.

Jimin lo miró, había dos grandes opciones, quería irse, pero tampoco quería abandonarlo. Tuvo un gran debate mental antes de negar con la cabeza y apretar los dientes con fuerza. Permaneció en su sitio, Jimin sonrió de lado, irse significaba dejar ganar a Jimin aunque no estuvieran en una competencia.

Jimin esperó, de los dos era el que más podía soportar la situación. Jihyun siempre fue más taciturno e introvertido, le costaba trabajo, abrirse a los demás y demostrar sus emociones, curioso, si se tomaba en cuenta de que era hermano de Jimin, cada poro de su cuerpo parecía relatarle al mundo como se sentía aunque no se diera cuenta.

—¿Dónde está Taehyung? —comenzó Jihyun.

Una pregunta sencilla que los alejaba de terrenos peligrosos, no quería comenzar a hablar de sentimientos mientras las personas los veían.

Jimin sonrió, ¿Por qué su hermano le preguntaba sobre Taehyung? Tenía sentido, sin embargo. A pesar de que Jihyun siempre mostró sienta aberración por Taehyung, Jimin sabía que solo era una fachada porque su hermano solo quería su atención, misma que siempre acaparaba Jimin.

—Está ayudando a sus padres —respondió—. Si quieres podemos reunirnos todos juntos algún día en nuestro departamento.

—Prefiero cortarme un brazo —dijo Jihyun con sequedad. Jimin se rio sonoramente.

—Tan adorable como siempre —se burló.

Jimin vio el anticipo de una sonrisa en el rostro de Jihyun. Lo considero una pequeña victoria.

Pero murió con rapidez, porque cuando Jihyun volvió a verlo, Jimin supo que hablarían de las cosas que no eran tan geniales ni bonitas, se removió en su silla esperando con paciencia. Pero Jihyun pareció pensarlo mejor porque suspiró.

—Esto es difícil —se quejó, Jimin no pudo evitar estar de acuerdo. Era una mierda.

—Solo inténtalo —pero no podía decírselo, así que lo animó.

Jihyun asintió.

—¿Has vivido con él desde el incidente? —otra pregunta fácil y cuya respuesta Jihyun ya sabía.

—Si —respondió—. Ha sido bueno, pero Taehyung tiene una tendencia de acumulador, tiene objetos a tamaño real que acaparan todo el espacio del departamento, le gusta rasear aromatizantes frutales y es un maniático con la cocina.

Fue difícil adaptarse a vivir con alguien más, Jimin siempre tuvo un cuarto para él solo, cocineros que lo alimentaban y empleadas que limpiaban y lavaban, irse de casa fue entrar a un mundo desconocido para el que no estuvo preparado. Estaba agradecido con Taehyung, pero no podía evitar pensar en lo difícil que fue que congeniarán como compañeros de cuarto.

—Al menos tenías un lugar a donde ir —señaló Jihyun. Jimin se encogió.

Después de volver a Jihyun, Jimin pensaba mucho en el incidente. En todas las cosas que podía haber hecho mejor, en las cosas que sucedieron y en las que no. A menudo se preguntaba que hubiera pasado si se hubieran ido los dos lejos de ellos. Pero volver al pasado no cambiaba las decisiones que había tomado, para bien o para mal.

Jihyun vio la mortificación en su rostro, negó con la cabeza con suavidad y cambio de tema. Hablaron tentativamente, sin ondear en el día anterior y en sus sentimientos. Fueron por terreros seguros, preguntándose por la escuela y el trabajo hasta lograr relajarse completamente.

—¿Has hablado con Jungkook? —preguntó Jihyun en el momento oportuno.

Como todo lo relacionado con Jungkook, Jimin se tensó. Estaba cansado de pensar en Jungkook con culpa. Las palabras que dijo para dañarlo ahora lo perseguían a él sin dejarlo dormir, extrañaba tenerlo cerca, escuchar sus datos históricos y hablando sin parar, pero Jimin aún no tenía el valor suficiente para volver a hablar con él, mucho menos verlo, no desde la última vez.

—No —murmuró.

Jihyun lo vio con fijeza. Jimin no necesitaba un regaño, suficiente tenía con Taehyung, lo vi de regreso.

—Tienes que hacerlo —retó.

—No tengo que hacer nada... —soltó a la defensiva, aun cuando sabía que no era verdad.

Jihyun suspiró pidiendo paciencia.

—Hablamos de esto. No puedes irte de la vida de las personas como si nunca hubieras estado ahí para empezar, fuiste su amigo, él te necesita.

Sí, hablaron de eso, bueno Jimin se lo dijo, mientras se desmoronaba. La cosa era que Jimin no quería ser solo su amigo, no podía conformarse con eso después de haberlo tenido todo, pero tampoco podía tener a Jungkook por completo porque él necesitaba alguien mejor y Jimin estaba cansado de siempre dar lo mejor de sí mismo hacia los demás. Por una vez solo quería ser el mismo.

—Lo sé —aceptó—. Jungkook es genial y si lo nuestro ya no puede funcionar lo justo es que siga siendo su amigo.

—Es lo más sensato a mi parecer.

Jimin se mordió el labio inferior, era tan fácil decirlo. Pero no se sentía lo suficientemente valiente.

—Volveré a hablar con él, aún no puedo —prometió.

—Lo harás cuando estés listo.

Por primera vez desde que recuerda. Jihyun le sonrió, tenía una sonrisa hermosa, si tan solo la usara con más frecuencia, Jimin se encontró sonriendo de vuelta sintiéndose mucho más ligero.

—Sé que hablamos mucho de mí ese día. Pero tú nunca dijiste nada. ¿Qué paso con ese chico?

La sonrisa de Jihyun flaqueó y Jimin casi se sintió culpable de mencionarlo, pero su hermano era como él, también escondía sus sentimientos. Jihyun razonó sin mirar a Jimin mientras se ponía pálido. Debía ser difícil interponer todo lo que sabía con lo que era, los habían criado con fuertes ideologías tradicionalistas y Jimin había logrado zafarse de ellas siendo muy joven, Jihyun no tuvo la misma suerte y ahora se encontraba perdido y confundido.

Finalmente, él miró a Jimin a los ojos.

—Se llama Mihwo, mi compañero de clases —dijo.

Jimin asintió. Podía recordar la expresión de terror puro de Jihyun cuando el chico lo beso. Independientemente de todo, él no tenía ningún derecho de violar el espacio de Jihyun y si Jimin no hubiera estado tan sorprendido hubiera golpeado al idiota.

—Te beso —señaló.

—Bien hecho observador —se burló Jihyun.

Jimin le dio una media sonrisa.

—¿Por qué?

Jihyun se encogió de hombros. Aunque parecía contrariado por toda la situación, se veía muy dispuesto a olvidarla. Hacer como que nada paso.

—¿Quién lo sabe? —se encogió de hombros.

Jimin meditó. No sabía por qué la situación lo sobrepasaba, entre más pensaba menos sentido tenía y aún no podía entender por qué Jihyun lucia tan sereno con la situación. El hermano que conocía no habría dejado que las cosas se quedaran estáticas, le habría enseñado al otro chico quién era la familia Park, pero no lo hizo, quizás... en su interior....

—¿Querías que te besara? —preguntó abruptamente.

Jihyun se sobresaltó, horrorizado.

—No soy homosexual —gruñó tan bajo que Jimin fue incapaz de entender.

—¿Qué? —se acercó lentamente, Jihyun agudizo la mirada y su rostro se quedó inexpresivo, sintió que todo lo que había logrado se evaporaba.

—¡No soy gay, Jimin! —gritó perdiendo el control.

—Eso no me importaría —dijo Jimin con tranquilidad, deseando que Jihyun se relajara.

Pero no fue así, su hermano inclinó la cabeza ocultando su rostro entre sus manos.

—A ellos lo haría —contestó.

Jimin se congeló. Por supuesto, Jihyun nunca se había planteado el ser gay. Nunca paso por su cabeza que le gustaran los hombres, le habían repetido tanto que eso estaba mal que lo termino creyendo.

Miro a Jimin con toda la convicción que logró juntas. Sus ojos llamearon ferviente, valiente y seguramente.

—No me gustan los chicos, Jimin —declaró.

—¿A quién estás tratando de convencer? —preguntó Jimin con suavidad, a pesar de su fortaleza, sus ojos hablaban por sí mismos. Estaba aterrado.

Jimin quiso abrazarlo, decirle que estaba bien, que tal vez no lo parezca en ese momento, pero que va a estar bien y no debe tener miedo, que lo lamenta y desearía que no tuviera que pasar por las desventuras de ser diferente.

Jihyun se perdió en sus pensamientos con una mueca de confusión, salió lentamente y Jimin notó como poco a poco su rostro se calentaba.

—No puedo ser gay —murmuró desconsolado.

Jimin acercó un poco más su silla hasta quedar juntos, sus hombros se rozaron también sus piernas y costado, con ese gesto, Jimin quiso decirle que estaba junto a él. Como lo había estado siempre. Pensó en sus palabras, eligiéndolas con cuidado.

—¿Recuerdas primer grado de secundaria? —le preguntó sin mirarlo.

Jihyun hizo un ruido de afirmación.

—Fue cuando llegó Taehyung —Jimin asintió.

—Sí, fue cuando se hizo mi amigo. No lo odiaste de inmediato, ¿recuerdas? Fue mucho después.

Jihyun lucio confundido por un instante, como si no pudiera recordar ser un niño con problemas tan mundanos como que tu hermano tuviera otro amigo que no fueras tú.

—Él solo tenía ojos para ti —se quejó, Jimin fue remontado a la época en que ambos eran pequeños, podía escuchar las quejas de Jihyun y las risas de Taehyung en el fondo. Sonrió con melancolía, había pasado tanto desde aquello.

—Te molestaba no ser visto—dijo con suavidad.

Jihyun bufó.

—Ya era muy duro ser ignorado por nuestros padres. Pero llego ese chico y pensé que podría ser mi amigo, pero él te prefirió a ti.

—No —dijo Jimin de inmediato.

—¿Qué? —Jihyun lo vio confundido.

Jimin se atrevió a mirarlo, era tan obvio, no podía creer lo idiota que había sido durante tanto tiempo. Todos los sentimientos que Jihyun guardó incluso de sí mismo comenzaban a tener sentido.

—No querías que fuera tu amigo —dijo—. Aprendí algo en estos años, ¿sabes? Cuando odias a alguien es porque alguna vez lo amaste.

Jihyun parpadeó antes sus palabras. Jimin sonrió apaciguador. De cierta manera, Jimin sabía que Taehyung siempre fue la debilidad de Jihyun a su lado, sus bordes ásperos siempre se suavizaban, lo seguía como un pequeño cachorro perdido y se frustraba cada vez que no le prestaba atención. Cada vez que lo veía, Jihyun trataba de gritar; veme, veme, estoy aquí.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó en un murmullo.

Jimin suspiró.

—Te enamoraste de Taehyung como solo lo hacen los niños.

—No es verdad —declaró con convicción.

Jimin tomó el rostro de su hermano con suavidad.

—Jihyun, ¿A caso nunca te diste cuenta?

—No estoy enamorado de Taehyung —tragó.

Jimin conseguido una media sonrisa.

—Él huyo con tu corazón y nunca te lo devolvió.

Jihyun estuvo al punto de volver a interrumpir, pero volvió a quedarse en silencio con la mirada perdida.

—No entiendo —susurró al borde del llanto—. Solo fue más fácil odiarlo que...

Terminó Jimin; —Amarlo.

❃•❃•❃

Los días de lluvia comenzaban lentamente, las mañanas amanecían soleadas, pero poco a poco el sol se ocultaba tras el lunes y la llovizna comenzaba. Jimin caminó a través de la tenue lluvia, apenas eran pequeñas gotas las que lograron mojar su pelo. Deambuló por el campus hasta que fue capaz de encontrar a quien estaba buscando.

Jungkook estaba refugiado en una banca con sombrilla, anotaba en su libreta mientras veía en su teléfono. Jimin suspiró armándose de valor.

Jungkook no lo vio, de más cerca, Jimin notó que tenía puesto unos audífonos, tocó su hombro suavemente, esperando no asustarlo.

—Jungkook —dijo cuando él se quitó los audífonos.

—¿Jimin? —murmuró como si creyera que Jimin solo era una alucinación.

Intentó sonreír, no quería que pensara que había algo mal. Le tomó mucho tiempo por fin tener valor para hablar con él, no quería arruinarlo ahora. 

—Hola. ¿Puedo sentarme? —preguntó.

—Claro.

Jungkook le hizo un espacio en el banco. Permanecieron en silencio el tiempo suficiente para que todo se sintiera incómodo. Quería tomarlo de la mano, quería que lo besara y dejaran de actuar como desconocidos, pero eso era, al menos ahora.

Jimin suspiró, quería que las cosas fueran como antes y no podría lograrlo si se quedaba como estatua añorando lo que alguna vez tuvo con Jungkook.

—No sé cómo empezar esto...—empezó.

—Está bien —dijo Jungkook con tranquilidad.

Jimin se giró a verlo. La lluvia caía más fuerte y el sonido de las gotas contra la sombrilla se le antojó estremecedor. Jungkook lo miró a los ojos y Jimin pensó que, si él era tan valiente para hacer eso, Jimin también podía serlo para hablar.

—Yo... sé que te lastime —comenzó—. Suelo lastimar a la gente, incluso si no me doy cuenta. Pero, no quiero irme de tu vida, fuiste mi amigo, antes que nada, yo... quiero intentarlo, y si quieres esperar por mi yo...

—Amigos suena genial —Jungkook lo interrumpió.

—Gracias —Jimin suspiró aliviado.

Jungkook nunca dejó de mirarlo a los ojos; —Jimin, yo podría esperarte toda mi vida.

Chapter 26: 22. JUNGKOOK

Chapter Text

Eran mediados de julio y las lluvias torrenciales comenzaban a cubrir el paisaje con nubes ennegrecidas. El sol comenzaba a ser menos común en la ciudad y las mañanas nubladas se extendían hasta el atardecer.

Jungkook tiritó de frío, pero no se atrevió a refugiarse en su salón de clase. Desde el sitio donde estaba tenía una perfecta vista hacia Park Jimin, quien se encontraba apoyado en el tronco de un gran árbol con un abrigo afelpado para protegerse del frío. Jungkook le sonrió desde la distancia y Jimin aunque pequeña, le regresó la sonrisa.

Su situación sentimental se encontraba en un limbo misterio. Jimin ahora podía verlo a los ojos y Jungkook logró seguir con su rutina reuniéndose con él y con Taehyung para almorzar al medio día. Pero las cosas seguían siendo raras.

Habían reanudado su amistad que alguna vez se pareció al amor. Jungkook había tomado lo que Jimin le ofrecía porque quería permanecer a su lado, por eso, cuando unos días después de reunirse para terminar su relación, Jimin se sentó junto a él en el almuerzo y comenzó a hablarle como si solo fueran amigos, Jungkook lo siguió. Entendía que Jimin era diferente.

Jungkook también lo era y había costado incontables charlas con Dami para darse cuenta de que había cambiado, ya no era el Jungkook que solía ser y eso le aterraba, también entendió que Jimin se encontraba en un extraño proceso de cambio que a Jungkook se le antojaba asombroso. Ya no era el mismo chico a quien conoció a inicios de año. Ya no trataba de esconderse, ya no mostraba sonrisas falsas y aunque ahora sus sonrisas eran más íntimas y limitadas cada vez que conseguía hacerlo feliz, su rostro brillaba, además ya no caminaba con esa sombra de tristeza que parecía ser su compañera de vida.

Además, Jungkook lo había visto reuniéndose con su hermano menor, Jihyun, eran momentos esporádicos, pero cuando ambos estaban juntos se veían felices. Era desconcertante mirarlos, eran tan idénticos que Jungkook se había preguntado si acaso eran gemelos hasta que vio a Jihyun sonreír y confirmó que nadie podía sonreír como Jimin, ni quiera su hermano. Sea como fuese, ellos parecían estar arreglando las cosas, volvían a ser hermanos. Y Jungkook había pensado que eso era maravilloso.

Sin embargo, había días que ni su hermano ni Taehyung eran capaces de hacer a Jimin sentirse en paz. En esos días, Jungkook lo veía con una sonrisa vacía y los ojos distorsionados. Justo como en ese momento, Jungkook podía ver, incluso desde la distancia, que Jimin estaba en uno de esos momentos de terror absoluto.

Suspirando y con su mochila bien sujeta al hombro, Jungkook caminó a su dirección, Jimin ni siquiera se movió cuando lo vio llegar. Su apariencia también había cambiado, su pelo antes rosado y largo, ahora era negro y recortado, hacía que su piel se viera más pálida y grisácea, sin vida.

Jungkook llegó hacia Jimin. Se sentó a su lado, recargó su espalda en el tronco del árbol, y de un movimiento rápido y sorpresivo atrajo a Jimin a sus brazos, el chico se tensó un segundo antes de darse cuenta de que era él.

—¿Qué haces? —le preguntó, sin corresponderle el abrazo. Jungkook lo abrazó más fuerte.

—No soy bueno interpretando emociones —dijo con pesar—. Pero sé que estás triste. Te abrazo, porque así se consuela a alguien que está triste —porque Jungkook nunca olvido aquel momento en su habitación, donde Jimin lo abrazó, buscando consolarlo. Jungkook no le devolvió, él abrazó, porque nunca antes había dejado que alguien lo tocara. Pero ahora, él quería consolar a Jimin, tratando de borrarle toda esa tristeza.

—No tienes que hacerlo —le dijo, pero no hizo nada por alejarse de su contacto.

Aunque su relación se mantenía al borde del abismo, Jungkook nunca lograría olvidar a Jimin e incluso si dolía, se podía resignar con ser solamente su amigo, si eso lo mantenía en su vida, porque no podía imaginarse un mundo donde no estuviera Jimin.

—Abrázame tú también —pidió Jungkook, notando que los brazos de Jimin seguían en sus costados.

Era lo que más extrañaba de Jimin, sus abrazos, los meses siguientes a su distanciamiento lo veía caminar esperando que fuera a su lado y lo abrazara mientras le decía que todo estaría bien, cuando eso no ocurrió, Jungkook se sintió decepcionado, pero trató de entender a Jimin.

—¿Por qué quieres que te abrace? —le murmuró Jimin. Aún tenso en sus brazos.

—Siempre que me besas, me abrazas o tomas mi mano, se siente extraño. Y a eso creo que se le llama sentirse especial —confesó, Jimin le dio una sonrisa apenas perceptible. Pero envolvió sus delgados brazos alrededor de su cintura, dejando su cabeza reposar en su pecho, escuchado los constantes latidos de su corazón.

El calor que desprendía el pequeño cuerpo de Jimin reconfortó a Jungkook. Sus suaves hebras azabaches olían a miel, no dudo en enterrar su nariz.

Oh, Jungkook podría esperar media vida si era necesario por volver a tener a Jimin. Toda la situación lo sobrepasaba a ambos y aunque quisiera, Jungkook tenía que dejar que Jimin resolviera sus asuntos antes de volver a estar juntos.

Ellos dos eran tan diferentes que, incluso si su relación continuaba, nunca volvería a ser como antes. Habría un antes y un después. Un Jungkook "normal" y un Jungkook con autismo.

Se mantuvieron en esa posición por un instante antes de que Jimin comenzara a llorar, gruesas lágrimas mojaron su playera. Jungkook abrió los ojos sin saber qué hacer, pensó un momento hasta que empezó a arrullarlo suavemente, como su padre hacía con él cuando era pequeño o tenía alguna crisis.

Entre hipidos, Jimin trataba de formular palabras.

—Oh, Jungkook Yo... —intentó separarse, pero Jungkook lo abrazó aún más fuerte, casi siendo doloroso. No lo dejo ir.

—Está bien, Jimin. Te abrazaré hasta que te sientas mejor —le prometió, Jimin se hizo pequeñito entre sus brazos, giró su rostro y sus ojos grises lo miraron fijamente.

—¿Y si nunca me siento mejor? —le preguntó, Jungkook ni siquiera lo pensó.

—Entonces siempre te abrazaré.

Una promesa hecha palabras. Jimin se dejó abrazar un rato más, mientras permanecían en silencio, porque no necesitaban palabras.

Cuando no hubo más lágrimas, Jimin se separó solo un poco, para después recargarse en el tronco. Jungkook tomó la mano de Jimin, que era más pequeña que la suya. Jugó con sus dedos regordetes, luego los entrelazó con los suyos.

—Jungkook —llamó su atención Jimin, lo miró un instante antes de desviar su mirada a otro lado.

—¿Sí? —contestó sin separar sus manos, pero, Jimin lo hizo, retiró lentamente sus dedos de los suyos, se los llevó a su regazo y jugueteó con ellos...

—Todavía no estoy listo—confesó en un gemido lastimero.

Jungkook sonrió tenuemente. Sabía que aún no era el momento adecuado, Jimin necesitaba enfocarse en sí mismo como Jungkook estaba haciendo con él mismo. Eso no significaba que algún día Jimin no lo estuviera.

—Está bien. Yo esperaré a cómo te prometí, Jimin. No sé qué es lo que te tiene tan triste, pero debes saber que estaré ahí para ti porque te amo.

—Yo también te amo —le confesó.

Y eso era amor verdadero. Amar a alguien a pesar de estar roto.

❃•❃•❃

Jungkook observó su reloj, con ansiedad, porque iba tarde. Él nunca iba tarde a ningún lado. Quizás había sido mala idea pasar a comprar flores, pero las flores eran importantes. Él no olvido las flores.

En sus manos sostenía un pequeño ramo de camelias rojas. Eran para Jimin, por supuesto. De camino a sus clases, una floristería llamó su atención y no dudó en comprarle a Jimin un ramo por su gran día. Creía que tal vez lo harían sonreír un poco.

Estrujando las flores en su pecho se detuvo en seco, por un momento, vaciló, había mucha gente, él no era fan de multitudes. Sus manos comenzaron a temblar, vio de forma intranquila la puerta de del teatro de la universidad, contó los pasos.

El patio estaba repleto de gente de otras carreras y facultades, no era ninguna novedad, considerando que la puesta en escena de los alumnos de teatro por la gran inauguración del teatro había sido promocionada por todas partes.

Jungkook podía considerarse uno de los afortunados que había sido invitado por la estrella principal.

Su vista rápida, pronto se enfocó a Seokjin en la entrada del edificio, sin pensarlo, subió los escalones de prisa, llegando a su lado para evitar enfrentarse a una multitud en solitario, si se acercaba a Seokjin al menos ya no estaría solo.

Sin embargo, Jungkook se detuvo abruptamente, cuando distinguió a su mejor amigo acompañado de un chico que nunca antes había visto, era bajo, mucho más que Seokjin casi llegándole a los hombros, tenía la piel muy blanca y el cabello muy negro.

Le tomó un instante atreverse a acercarse a ellos dos. Cuando Seokjin lo vio, se le iluminó la mirada y su sonrisa creció.

—¡Kook! —gritó mientras lo abrazaba, Jungkook se removió de sus brazos incómodos.

El chico junto a Seokjin los vio con fastidio.

—Hola —Jungkook lo saludo y el chico inclinó su cabeza ligeramente.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —le preguntó Seokjin, Jungkook se encogió de hombros.

—No sabría que también vendrías.

—A Yoongi le gusta el teatro —Seokjin golpeó el hombro de su compañero causando que el más bajo gruñera.

—Y te dije que no quería que me acompañaras, patán —murmuró en sin parecer contento por la compañía de Seokjin, Jungkook frunció el ceño, confundido.

—Es así de dulce —Seokjin sonrió mirándolo.

—¿Está bien? —Jungkook preguntó mientras ellos dos tenían una batalla de miradas. 

Ninguno le contestó, demasiado ocupados en lo que estaban haciendo, Jungkook los vio con curiosidad. Si no estuviera tan nervioso seguro se preguntaría porque los dos, a pesar de molestarse, estaban sonriendo.

Decidiendo ignorar a los dos hombres, comenzó a balancearse en su lugar mientras el reloj avanzaba lentamente. Presionó las flores contra su pecho como si fueran un escudo. Seokjin pareció terminar su batalla de miradas en ese instante porque tomó las flores para evitar que siguiera estrujándolas, le acomodó un poco la ropa, luego lo tomó de la mano guiándolo lejos de la gente con Yoongi siguiéndolos. Jungkook pudo respirar más tranquilo.

—¿Jungkook? ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal? ¿Quieres irte?—demasiadas preguntas lo aturdieron, presionó los ojos con fuerza.

Siempre iba a ser complicado, descubrió. Pues por más que pasara el tiempo, Jungkook siempre se sentiría como un extranjero en su propia vida. Lo único que quedaba era seguirlo intentando, esperando que algún día no doliera.

—Estoy bien, vengo a ver a Jimin, compre flores. —le dijo, Seokjin le sonrió un poco.

—Oh, así que tú eres Jungkook... —Murmuraron detrás de Seokjin

Jungkook entrecerró los ojos para poder ver con claridad quién lo había nombrado.

Se sorprendió cuando distinguió los ojos grisáceos y el pelo negro del hermano de Jimin. Park Jihyun lo miraba con una ceja arqueada y los brazos cruzados. Aunque su amistad con Jimin seguía prosperando, ellos dos, Jungkook y Jihyun, nunca había estado juntos, ni siquiera se conocían más allá de breves miradas.

Jimin y él no se reunían en el campus, Jungkook nunca preguntó la razón, así que sus almuerzos seguían integrados por solo tres personas. Era la primera vez que Jihyun le hablaba. Jungkook evitó sentirse nervioso.

—Jihyun —lo saludó.

—¿Viniste a ver a Jimin? —le preguntó el chico.

—Sí —respondió, su vista fue a la multitud—. Pero no espere que hubiera tanta gente, ¿Por qué hay tanta?

—Por Jimin, por quien más... —bufó Yoongi—. Todo el mundo habla sobre él.

Jungkook se estremeció, eso no sonaba prometedor, no le agradaba la idea de pasar una hora dentro de una sala llena de tanta gente. Sin embargo, no pudo decir nada antes de que Taehyung corriera en su dirección con una sonrisa demasiado feliz.

—Tenemos que entrar ahora... —le dijo a Jihyun antes de que lo reconociera a él—. Oh, Jungkook. Ven, la obra está a punto de comenzar.

Jungkook no se perdió la manera en que Jihyun miró a Taehyung, a pesar de que este no fuera consiente.

Los siguió de cerca hacia dentro del teatro. Era un recinto maravilloso de estructuras barrocas demasiado opulentas, había cientos de asientos colocados en medialuna entre dos pisos, el escenario estaba aún vacío con el telón rojo sin correr. Las luces iluminaban tenuemente toda la sala y desde el techo un candelabro colgaba.

Afortunadamente, aún había pocos asientos disponibles y Jungkook pudo sentarse mientras esperaba que la obra comenzara, lo que no llevo mucho tiempo y pronto la música comenzara a invadir cada rincón del teatro.

Era una representación de Romeo y Julieta en musical, Jimin tenía el papel de Romeo, mientras Julieta era interpretada por una chica pelirroja. El teatro zumbaba por la música que Jimin cantaba con naturalidad mientras se movía por el escenario como si le perteneciera.

Se veía tan libre en el escenario. Tenía su pelo negro revuelto y vestía ropa modesta que escondía cada pedazo de su piel. Sin evitar que se viera total e irreparablemente hermoso.

Jungkook jadeó, allí arriba Jimin se le antojaba cautivante y se preguntó por un instante si sería capaz de permanecer toda la vida solamente como su migo, más su cabeza se contestó con rapidez, sí, porque eso significaba estar en su vida y era lo único que Jungkook quería y necesitaba.

Pareció que Jungkook lo miró por horas, pero cuando terminó apenas fue consciente de que todos se pusieron de pie para aplaudir con fuerza. Jimin lo había hechizado aún desde la distancia y cada canción susurrada se perfilaba a incrustársele en el corazón.

Abruptamente, Jungkook también se levantó y aplaudió, era lo más cercano que había visto de a un Jimin feliz, un Jimin que amaba lo que hacía y Jungkook no podía estar más orgulloso de él.

Tal vez lo imagino, pero desde el escenario lo miró y sonrió.

❃•❃•❃

El teatro comenzó a vaciarse lentamente, Seokjin se despidió de Jungkook y junto a Yoongi se fueron. Jungkook se quedó junto a Taehyung y Jihyun tratando de entender por qué él lucia tan divertido y el hermano de Jimin parecía querer asesinarlo.

La multitud de gente lo hizo adherirse a su asiento hasta que pudiera ver a Jimin. Los actores también salieron de su camerino, algunos todavía con su vestuario y maquillaje, Jungkook levantó la cabeza para tener una mejor visión de Jimin, pero no pudo distinguirlo entre sus compañeros.

Finalmente, lo que pareció una eternidad, Jimin se paró frente a Jihyun. Mirarlos constaba trabajo, era como si mirara a un espejo, tan iguales pero tan diferentes. Jungkook los vio hacerse una evaluación silenciosa, ninguno de los dos creyendo que estaban frente a frente por voluntad propia.

—Jihyun —Jimin dijo lentamente, arrastrando cada palabra. Su hermano permaneció estoico.

—No lo hiciste tan mal —murmuró, a su lado, Taehyung resopló.

—Solo tú podrías decir algo como eso —lo reprendió Jimin con cariño, escondido.

—¿Esperabas una felicitación? —Jihyun arqueó una ceja, sus ojos grises lograron verse mucho más brillantes.

—Mmm. ¿Tal vez?

Jihyun miró a Jimin sin saber qué hacer con la honesta confesión, permaneció en su lugar, pero su postura logró destensarse de improvisto. Lucio menos a la defensiva y dio un paso frente a Jimin.

—Fue una obra increíble —le murmuró solo a él, Jimin le sonrió brillante y en ese momento pareció no haber nadie más, solo su hermano.

Jungkook y Taehyung se quedaron apartados mientras ellos hablaban tenuemente, había una comprensión mutua ahí mismo que solo ellos entendían y aun cuando Jungkook hubiera querido intervenir y unirse a la conversación verlos a los dos juntos lucir tan cómodos fue suficiente para dejarlos ser. Jungkook esperó hasta que su charla terminó y Jimin pudo entonces poder sus ojos sobre él.

Sus ojos brillaron y una sonrisa pintó su rostro. Jungkook no pudo evitar pensar que Jimin era lo más hermoso que había visto en su vida.

—Hola, Jimin —murmuró, tímido. Jimin sonrío aún más, como si eso fuera posible, y con rapidez se lanzó contra Jungkook, abrazándolo con fuerza.

—Viniste —murmuró en su oído.

—Prometí que lo haría, te traje flores —dijo Jungkook mientras le mostraba el ramo de camelias—. Fue asombroso...

Jimin tomó en ramo entre sus manos, adorando las flores. Jungkook se quedó mirándolo sin ser capaz de apartar la mirada de él.

—Gracias. Son bonitas —murmuró.

Se miraron lo que pareció una eternidad. Jimin era hermoso, tan hermoso como un incendio al que se debe mirar desde la lejanía para evitar quemarse.

Su adoración fue abruptamente interrumpida cuando Jihyun se posó en medio de ellos.

—Jimin —él murmuró, el rostro que tenía debió preocupar a Jimin porque su sonrisa se borró.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupado.

Jihyun tragó y no dijo nada por uno segundo bajo la mirada insistente de Jimin.

Taehyung se paró junto a Jungkook sin quitarle la vista a los dos hermanos. Finalmente, Jihyun suspiró.

—Papá y mamá. Quiere vernos —Jimin se tensó mientras Taehyung maldecía.

Jungkook evitó estremecerse, no conocía a los padres de Jimin, pero había odio hablar de ellos lo suficiente para saber que no eran buenas personas y que era un error que Jimin se reuniera con ellos. Sabía los detalles de esa noche donde Jimin fue echado de su casa sin que ellos se preocuparan por lo que pasaría con él.

Había padres que eran expertos en destruir el corazón de sus hijos y si Jungkook aprendió algo de crecer con una madre así es que ellos no merecía segundas oportunidades, pero él no era Jimin. Quien siempre había amado más de lo que lo amaron a él.

Jungkook puso una mano en el hombro de Jimin, él le dio una suave sonrisa.

—Jimin, no puedes ir —dijo Taehyung desesperado.

Jimin soltó una risa amarga.

—Sabes mejor que yo, Taehyung. Que, si ellos mandan, nosotros solo obedecemos.

Chapter 27: 23. JIMIN

Chapter Text

[The family Jewels, Marina]

La mañana en que Jimin volvió a casa, estaba nublada.

El estado climático podía compararse a como se sentía el mismo. Su rostro estaba ceniciento producto del desvelo, tenía los parpados caídos y grandes ojeras. Si era sincero consigo mismo, nunca esperó volver, no pensó que sus padres lo querrían de vuelta. Pero ahí estaba y no sabía si estaba listo para enfrentarse a ellos.

Había pasado toda su adolescencia peleando contra ellos que no dejó espacio para nada más. Cuando era más joven, Jimin se consolaba creyendo que sus padres lo querían a su manera, pero ahora que era adulto, comprendía mejor que ellos, en realidad, no sabía querer, ni siquiera entre ellos.

Jimin podría haber pasado toda su vida viviendo como un traidor a su familia, no le preocupaba, había sobrevivido bien, cuidando niños, logrando su carrera, ellos ya no formaban parte de su vida, aunque la pequeña voz en su cabeza le siguiera repitiendo que ellos eran su familia.

En silencio se subió en el asiento de copiloto, Jihyun lo saludo desde el asiento del conductor, su rostro también estaba pálido y parecía casi tan temeroso como Jimin. Algo había pasado para que sus padres los quisieran a los dos juntos y no saben si eso sería bueno o malo.

Jimin le tenía miedo a muchas cosas, pero si le dieran a elegir a que le tenía más miedo diría que a su padre. Con puños de hierro y palabras que daña solo sabía lastimar. Su madre tampoco era mejor, la indiferencia con la que creció por parte de ella lo había lastimado más que los golpes de su padre, y mientras sobrepasaban por los extensos paisajes, pensó en todo lo que podría salir mal al llegar a la que alguna vez fue su casa.

Bajo el cielo nublado y mientras caían pequeñas de lluvia, comenzaron el tortuoso viaje por carretera.

En ella había fragmentos de pesadillas. Veía a su padre encerrándolo en el sótano o a su madre cuando a hurtadillas le lleva algo de comer para que no muriera de inanición, aunque en aquel entonces no le hubiera importado hacerlo. No porque ella estuviera preocupada, sino porque no sabría qué hacer con un cadáver,

Paso gran parte del viaje viendo los extensos valles pintados de verde mientras pensaba en el tiempo que había trascurrido entre el incidente y el presente. Entre las noches de llanto y los días de entrenamiento, se sentían como una eternidad.

Se sorprendió a sí mismo descubriendo que no echaba de menos su casa y si hubiera sido mucho más valiente se hubiera ido desde hacía tiempo. Amaba vivir con Taehyung, visitar los fines de semana a la familia Kim y pasar sus días trabajando en el orfanato, no envidiaba la vida del antiguo Jimin que creció en una casa gigante lleno de fantasmas que lo asustaban por la noche.

Cuando llegaron al hogar de sus padres, el sol casi se había ocultado en el cielo.

En silencio, como se subió, bajó del auto, manteniéndose sereno, como alguien que espera una muerte anunciada. Si alguien lo hubiera visto mejor sabría que tenía terror grabado en sus ojos grises.

La casa era hermosa, moderna y con colores neutros. Con un gran porche con cientos de autos de diferentes modelos y marcas. Toda ella estaba iluminada con luz artificial.

La infraestructura tenía dos pisos con unas enormes escaleras de ambos lados, una piscina en el centro en la cual el agua llegaba dando la sensación de que era un río, tenía un enorme jardín con árboles alrededor. Estaba pintada de color blanco hueso con cuatro balcones, además de enormes ventanales que se verían hermosos si no estuvieran cubiertos de gruesas cortinas.

Era una hermosa casa, si tan solo dentro hubiera una hermosa familia le hubiera sido fácil crecer en ella. Esa casa gigante con portes de palacio tenía todas las comodidades de un hogar, pero sin familia, sin lo que realmente lo convertiría en un hogar.

Porque Jimin había aprendido que el lugar que puedes llamar hogar es aquel en que piensan y se preocupan por ti.

Suspirando con temor siguió a Jihyun. Dentro reinaba el silencio, tétrico y terrorífico, el silencio en esa casa significaba problemas. No había gritos que rompían la noche, no había llantos, pero habría silencio, eso era peor.

❃•❃•❃

Para entender la forma de ser de su padre, Jimin tuvo que aprender lo que sucedió cuando era niño.

Park Jaemin, era el primogénito del patriarca del apellido, quien al igual que él, no era un buen hombre.

Su madre murió en el parto, entonces, Jaemin fue disciplinado con fuerza, con palabras que dañan. Lo enseñaron a ser un hombre ególatra e inestable, igual que su padre antes que él. Nació y creció siendo rico, aunque su padre no lo dijera con esas palabras, así que la visión de su vida nunca estuvo empañada por la necesidad.

Cuando fue mayor de edad heredo tierras, dinero y prestigio, no fue una sorpresa para nadie que pronto incursionara en la política. Su padre siempre fue claro en sus ideales y la propaganda conservadora pronto lo envolvió por completo. Fue en ese entorno donde conoció a su madre Areum.

Lee Areum era como él. Venía de una familia conservadora y se había preparado casi toda su vida para ser la perfecta esposa, no tenía otra meta en la vida más que servirle a aquel que sería su dueño. Jaemin quedo fascinado por ella y la perspectiva de tener una esposa modelo, se casaron una mañana de febrero a solo tres meses de haberse conocido.

Entre ellos no había amor o al menor, no el amor que Jimin conocía. Su matrimonio solo fue un acto legal que les proporciono a ambos privilegios y dinero para pertenecer a la elite de la sociedad.

Jimin nació en el momento oportuno de la carrera de su padre, en el momento perfecto para adornar las portadas de las revistas, proclamando que eran una familia ejemplar y amorosa.

Nació un 13 de octubre, cuando las hojas de los árboles caen, peso 3 300 kg y tenía las mejillas rojas. Su infancia, lejos de las fotografías y las cámaras, resulto ser un infierno y aprendió a no quemarse en él. Entre los desaires de sus padres, la compañía de su hermano y las habladurías de las personas, Jimin aprendió una lección valiosa; la palabra amor no existe y lo único que importaba era sobrevivir.

Para Areum sus hijos no representaban un eslabón importante en su vida. Algunas personas habían nacido con el don de ser madres, pero ella no y Jimin se adaptó a vivir con una mujer que se parecía tanto a ellos, pero era una desconocida. Su única compañía era Jihyun con quien podía pasar horas sin aburrirse.

Su padre, por otro lado, fue una figura presente, pero con solo mirarlo Jimin sabía que podía evaporarse en cualquier momento. Fue un padre duro y sin misericordia que gobernó a sus hijos mediante el terror y el miedo.

Jimin no odiaba a sus padres por lo que había sido, pero sí por lo que habían dejado. Por años, lograron callar a sus corazones, hasta tal punto que, de tanto guardar silencio, olvidaron como expresar sus sentimientos.

Ellos eran culpables, Jimin solo fue un niño.

❃•❃•❃

Dentro de la casa hacía frío, Jimin tiritó recodando su niñez corriendo entre los pasillos. En ese entonces la casa se había sentido normal, porque era lo único que conocía, ahora parecía tan pequeña y helada que tuvo que contenerse para no correr lejos.

Cerró los ojos un instante, el tiempo suficiente para que el mayordomo se martirizara frente a ellos, asustando a Jimin.

—Señores, sus padres los esperan en el comedor. La comida se servirá pronto —dijo el hombre de nariz aguileña y ojos pequeños. Jimin no lo recordaba, debía ser nuevo, pero no lo sabía porque la servidumbre siempre cambiaba.

—Gracias —le dijo, mientras comenzaba a seguirlo.

No hacía falta que los guiara, conocían a la casa como la palma de su mano, pero tal vez el hombre no lo sabía. El mayordomo se detuvo en la puerta y con la mano le hizo un ademán para que entraran.

En el comedor solo estaban sus padres, lucían altivos, sentados en sus sillas, mientras tomaban vino, cuando escucharon sus pasos, alzaron la vista de inmediato. Su padre formó ensanchó una sonrisa cuando lo vio, como si no creyera que Jihyun lograría convencer a Jimin de venir con él.

Su padre era todo ellos, compartían el mismo color de pelo, negro y con rulos, la misma quijada y pómulos, la misma nariz y labios, lo único que compartían con su madre era sus ojos. Jaemin, su padre, tenía el cabello revuelto con rasguños en su mejilla y la mirada de un loco.

Bajo el tenso silencio formado, ambos se sentaron en sus asientos designaos, Jimin volvió a sentirse encadenado y no pudo soportarlo porque ahora que sabía que era la libertad se negaba a vivir con cadenas. Su padre no habló de inmediato, se dedicó a mirarlos mientras meneaba la copa llena de un líquido rojizo en su mano, dibujando una sonrisa sarcástica y espeluznante.

—Te ves lamentable —le dijo a Jimin como saludo, este formó una sonrisa petulante.

Porque Jimin siempre enfrentó con valentía a su padre... tal vez más de la que tenía, llevándose crueles castigos.

—Gracias —le contestó—. Tú te ves exactamente igual de lamentable —su padre sonrió como si le causara mucha diversión la actitud de Jimin, él ya se había acostumbrado a la manera en que su padre lograba rebajarlo hasta convertirlo en nada.

Su madre permaneció al margen como siempre, bebiendo pequeños sorbos sin reconocerlos, como un pequeño robot.

Su padre dejó la copa en la mesa y se inclinó en dirección a Jimin.

—Siendo sincero, no creí que vendrías, después de todo, siempre te gusto correr de tus problemas.

Jimin perdió la sonrisa mientras se ponía derecho contra su silla, no debía olvidar que su padre era rápido con las palabras y si no quería perder en su juego debía estar atento.

—Papá no creo que... —dijo Jihyun, tratando de mantener las cosas con calma. Pero su padre lo ignoró con la vista fija en Jimin quien lo retó con la mirada.

Se miraron lo que pareció una eternidad, mientras su madre y Jihyun se quedaban estáticos en sus asientos viéndolos. Siempre era interesarte verlos pelear, como si fueran dos volcanes a punto de explotar.

Finalmente, su padre apartó los ojos de Jimin, y se centró en Jihyun. Ellos dos se parecían demasiado, también Jimin, pero había algo en la forma en como se comportaban y sonreían que los hacía lucir como dos gotas de agua y cuando se miraban era ver el dolor del mundo entero.

Su padre dibujó una sonrisa mientras miró a Jihyun.

—¿Cómo has estado? ¿Qué tal la escuela? ¿Los profesores? Es tu primer año, debes tomarlo con responsabilidad —le preguntó. Jimin sabía que lo hacía más por cortesía que porque quisiera saberlo en realidad. Pero aun así sonrió con burla, Jihyun lo miró duramente.

—Bastante bien —murmuró su hermano, Jaemin le sonrió.

—Me alegro, sé que estás dando lo mejor de ti, como siempre, eres un orgullo para tu familia, Jihyun —su padre dijo y Jimin evitó encogerse, no era real, y ambos lo sabían. Su padre era un hombre rápido, con las palabras y puños diciendo cosas que solo lograban dañar y lastimar.

Jihyun permaneció sereno, sin reaccionar a sus palabras como siempre. Jimin evitó sentirse herido, desvío la vista, había querido escuchar esas palabras tantas veces, pero ahora, ya no las necesitaba y, sin embargo, le dolían.

—Jimin también está haciendo un gran trabajo —dijo Jihyun de improvisto y Jimin se dio cuenta de que su padre no esperaba que su hermano lo defendiera ni siquiera él lo esperaba.

Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se apoyaron que ahora resultaba curioso para los demás verlos tan unidos.

—Esa es su obligación —hizo un ademán quitándole importancia.

—Sí, pero... —trató de decirle algo Jihyun, pero Jimin lo detuvo.

—Déjalo, ambos sabemos que nada de lo que haga para padre será suficiente —lo miró a los ojos, retándolo a que dijera algo diferente.

Jaemin dio un largo tragó a su vino.

—¿Por qué será? —arqueó una ceja—. Cada una de tus acciones han sido para molestarme, Jimin.

—¿Para molestarte, eso crees? —preguntó él, con el corazón en la mano, fingiendo dolor—. No todo se trata sobre ti, ya sabes.

Su padre deslizó su silla hacia atrás a punto de levantarse, pero con sorprendente rapidez, su padre tomó su brazo con fuerza, manteniéndolo sentado.

—Jaemin... —advirtió.

Su padre charqueó la lengua pero obedeció.

Por un instante lo único que se oyó fue a la servidumbre caminar hacia ellos mientras comenzaban a servir la cena, todos permanecieron como estatuas con miedo a hacer cualquier movimiento que hiciera a los demás pensar que también eran humanos. Jimin compartió una mirada con Jihyun, su hermano decía; calma, tranquilo, no lo arruines. Jimin se aferró a la servilleta y asintió.

Los cubiertos rechinaron contra los platos, mientras comían, pero no paso mucho tiempo antes de que su padre lo mirara fijamente. Jimin levantó la vista de su planto, arqueo una ceja y lo retó.

Su padre tragó y con dificultad refunfuñó; —Puedes volver a casa, olvidaremos el incidente, tú tomaras tu lugar, ocultaras la absurda idea de la homosexualidad y seguiremos adelante. Solo estás confundido, Jimin. Pasará.

Silencio.

Jimin dejó los cubiertos en la mesa, se limpió con la servilleta y se inclinó contra su padre.

Oh, sería tan fácil, tan fácil decirle que sí, ¿Y luego qué? ¿Una esposa? ¿Hijos? Jimin no estaba dispuesto a sacrificar anda más, alguna vez lo hizo, alguna vez sus pensamientos lúgubres pensaron en lo fácil que sería su vida si no fuera homosexual, pero él hubiera no existían y Jimin ya lo había aprendido.

Con satisfacción, miró directamente a los ojos de su padre, la plata y la tierra se mezclaron.

—No —él dijo y aprendió el valor que tenía esa palabra.

El rostro de su padre se coloreó.

—No —repitió él con incredulidad.

—No, porque volver seria olvidar y afuera hay gente que quiero, gente que me ama por quien soy... además hay un chico —Jimin se encogió de hombros con indiferencia.

—¿Un chico?

—Un chico, un chico que ha estado apoyándome desde que me conoció, que me acepta y me quiere por quién soy —dijo Jimin.

Jaemin presionó sus labios.

Jimin sonrió de repente, cuando sus palabras llegaron profundo. Él tampoco había podido verlo entonces, pero Jungkook había estado junto a él en cada uno de sus deslices y quiebres, consolándolo, apoyándolo, corrigiéndole. Aun cuando rompió su corazón una y otra vez.

Y Jimin se llegó de una valentía arrojadora, vio a su padre a los ojos, no titubeo, no tembló, se mostró seguro y valeroso.

—Tengo mucho miedo de estar frente a ti —habló con seguridad —. Pero... papá, casi pierdo a Jungkook por eso. No tengo nada que ofrecerle que valga la pena, pero pasaré mi vida entera demostrándole que soy suficiente —confesó.

Su padre asintió y lentamente se levantó, rodeó la mesa hasta estar de pie junto a Jimin, él se levantó tan sereno como pudo, quito la silla del camino para que nada se interpusiera entre ellos. Estaban casi de la misma estatura, pero aun así Jaemin era más alto, aquello lo intimidó más de lo que le gustaría admitir.

—Si crees que te dejaré arruinar tu vida tan fácil, estás equivocado —lo tomó con fuerza de la mandíbula, todo el porte de tranquilidad que había trasmitido poco a poco se estaba resquebrajando.

Ambos se retaron con las miradas. Su padre tenía los ojos inyectados de sangre. Jimin sabía que faltaba poco para que todo fuera un desastre. Pero no desvió la vista, lo miró fijamente, él ya no era un niño que le tenía miedo.

—Abre los ojos de una vez, papá —escupió. —Voy a ir allá afuera y voy a gritar a quien amo, no hay nada que puedas hacer para impedirlo —lo dijo con fuerza—. Porque eso no es un puto delito y a quien amo no debería significar nada para ti. Dices amarnos, pero te empeñas a rompernos el corazón una y otra vez —llevó una mano a su corazón, sintiendo sus ojos humedecerse—. Intente todo por ganarme tu cariño, trate de ser siempre lo mejor para ti, pero nunca nada fue suficiente y me canse, ¿Quieres dejarme afuera de la familia? ¿Quieres despreciarme como hijo? Hazlo, pero entérate de una vez. Soy Park Jimin y no soy perfecto.

Y su máscara por fin había caído. Por primera vez en su vida se sentía liberado del peso que constantemente tenía sobre sus hombros.

Porque Park Jimin no era perfecto y ahora todos lo sabían.

El silencio que se formó después fue abrumador, una gruesa capa de tensión se formó en el aire. Su padre permaneció viéndolo con ojos desorbitados y mandíbula apretada, cuando hablo su voz lo golpeó.

—Entiendo, quizás quieras salir de casa ahora. Te dimos una oportunidad y no la quisiste, enfréntate a tus decisiones —Jimin retrocedió. Dolió, sí, pero era menos de lo que había esperado.

—Está bien, fue bueno verte. Adiós, madre.

Se giró hacia su madre, le dio un ademán de despedida y comenzó a caminar. Sin embargo, no llegó lejos cuando el chirrido de una silla se escuchó rompiendo el silencio, Jimin volteó viendo el momento en que Jihyun se levantaba con gracia de su silla y comenzaba a caminar en la misma dirección que Jimin.

—¿Qué haces? —su padre lo detuvo sosteniendo su brazo.

Con tranquilidad, Jihyun se deshizo de su agarre.

—Si Jimin se va, tendré que irme con él —dijo Jihyun contrariado.

—¿Qué estás diciendo?

—Logre descubrir cosas interesantes durante este tiempo —le dijo con aburrimiento.

Jimin se tensó.

—¿Qué? —su padre preguntó con tranquilidad.

Jihyun se encogió de hombros.

—Bueno, resulta que me gustan los penes, ¿Puedes creerlo?

Todo se detuvo. Jimin fue capaz de escuchar cada minuto ruido dentro de la habitación, el grito ahogado de su madre, la maldición de su padre y el choque de la copa de vino contra el suelo.

—¿Esto es por Jimin? —preguntó su padre con inesperada calma.

Jihyun blanqueó los ojos.

—No soy gay por Jimin papá. Solo lo soy y no tiene por qué haber un porqué. Si te lo estoy confesando, ahora es por él. Lo dejé con la carga toda la vida, si golpeabas a Jimin por ser gay, si lo humillaste y rebajaste, por eso también debes hacerlo conmigo —declaró con fuerza.

Jimin sintió que su corazón se contraía, eso significaba ser hermanos, protegerse, cuidarse, perdonarse.

—Entiendo —dijo con la voz pausad, su padre nunca gritaba o se exaltaba, él destruía con lentitud y firmeza, sin siquiera pensarlo. Así que Jimin lo sabía, cuando se interpuso entre su padre y Jihyun justo en el momento en que el puño de su padre voló en su dirección.

La cabeza de Jimin giró producto de la fuerza utilizada por el puño en su pómulo, pero no tuvo tiempo de recuperarse porque de manera inmediata otro puñetazo se acentuó, esta vez en su labio.

Jimin, miró a su padre con un gran dolor en el corazón sin poder creer hasta donde podría llegar. Él vio a Jihyun y luego a Jimin de forma alternativa, no dudó en ir hacia Jimin y comenzar a golpearlo a puñetazos fuera de sí.

—Papá, por favor cálmate —pidió Jihyun con histeria mientras trataba de detenerlo, pero él solo se retorció en sus brazos intentando liberarse.

—¿Quieres que me calme? No debiste decirme todas esas tonterías —gruñó.

Jimin no se amedrentó, a pesar de sus costillas lastimadas y su labio roto dio un paso cerca de su padre.

—Somos homosexuales —reconoció—. Pero valemos mil veces más que tú.

—Mereces estar muerto —escupió su padre.

—Jaemin, seamos racionales —pidió su madre interviniendo por primera vez.

—Tú mereces estar en una cárcel, no todos estamos donde merecemos —dijo Jimin encogiéndose de hombros.

Su padre sonrió y de un movimiento rápido, mando a Jimin al piso, Jihyun trató de detenerlo, pero Jaemin le dio un fuerte golpe en el estómago sacándole el aire. Jimin se cubrió el rostro con sus manos, pero los golpes eran imprecisos y brutales. Se oyó un crujido que le hizo saber que su muñeca estaba rota, se dobló del dolor mientras soltaba un aullido.

Jimin intentó recuperarse, su padre golpeaba para matarlo y por un instante, Jimin pensó que lo lograría.

Con dificultad logró levantarse del suelo, su mente se desconectó, cuanto estuvo cara a cara con su padre... y entonces lo golpeó con rabia contenida. Como quiso hacerlo cientos de veces. El puño de Jimin se estrelló contra el pómulo de su cara y por primera vez sintió que la deuda con su infancia se estaba cobrando.

No paró de golpearlo hasta que las sirenas sonaron.  

Chapter 28: 24. JUNGKOOK

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Era de madrugada cuando Jungkook entró al departamento de Seokjin y con voz calmada le pidió que lo acompañara a la estación de policías, entre el caos de las preguntas de Seokjin, lo único que Jungkook fue capaz de contestar fue que Jimin lo necesitaba. Llegaron en la madrugada, no había tráfico y aunque Jungkook odiaba los autos ni siquiera discutió por subirse a uno.

La estación de policía estaba fuera de la ciudad, un enorme edificio brindado y oscurecido, aunque era tarde el movimiento continuaba junto a una ráfaga de personas uniformadas que salían y entraban con rapidez. Entre toda esa gente, Jungkook fue capaz de encontrar a Taehyung apoyando contra la pared.

Jungkook no intentó preguntar lo que estaba pasando, a través del teléfono, Taehyung había sido vago, pero le dio la información suficiente para que Jungkook despertara a Seokjin y lo obligara a acompañarlo a la estación a la mitad de la noche, ambos se sentaron en una de las sillas de la sala de espera y no hablaron.

El ambiente en el lugar se volvió pesado y Jungkook solo pudo balancearse hacia adelante y hacia atrás repetidamente. El pánico comenzaba desde su estómago y se extendió hasta la punta de sus dedos, Jimin estaba entre los separos como su padre, como Taehyung le dijo, saldrían o no, todo dependía de los testimonios que darían, Jungkook trató de entender como Jimin había terminado en esa situación, pero no podía llegar a una idea concisa.

Alrededor de las tres de la mañana, cuando llevaban sentados más de dos horas, Jihyun salió de la celda. Tenía sus ojos llenos de lágrimas, su cabeza vendada y su mejilla lastimada. Jungkook no sabía por qué la presencia de Park menor lo asustaba.

—Hola —murmuró—. Jimin está bien, lo atendieron, tomará un poco más de tiempo permanecer aquí. Es un caos, testimonios, grabaciones, juicios...

Jungkook se puso rígido en su silla, no estaba muy contento con el tono que estaba usando Jihyun. Se veía tan controlado y suave como siempre, incluso con la gasa cubriendo su mejilla y su cabeza vendada.

—¿Qué paso? —preguntó Jungkook.

Tenía fragmentos, pero no la historia completa y él quería tanto saberlo. El chico compartió una mirada con Taehyung, este asintió, pero el valor del Jihyun pareció flaquear por un instante.

El cuerpo de Jungkook tembló.

—¿Por qué Jimin está en una celda?—preguntó Seokjin a lado de Jungkook. Lo agradeció en silencio, Jungkook no sabía si era capaz de preguntar por sí mismo, él temía la respuesta.

Jihyun apretó los labios, y con toda la gracia que lo caracterizaba se dejó caer al suelo delante de ellos en posición de indio. Los miró desde abajo, con sus enormes ojos grises.

—Hubo una vez, hace mucho tiempo que Jimin y yo éramos unidos —susurró, Jungkook no apartó la mirada, pero parpadeó confundido—. Pero crecí y comencé a darme cuenta de que nadie me veía porque estaban muy ocupados viendo a mi hermano —admitió—. Podrían parecer una tontería, no estamos en una competencia, Jimin no tenía que ser mi enemigo, pero yo crecí odiando todo lo que representara —bajó la mirada.

Jungkook guardó silencio, quería decir que entendía a Jihyun, pero nada de lo que decía tenía sentido para Jungkook, así que permaneció inexpresivo y tenso sentado en la fría y dura silla.

—Jimin no siempre fue como lo conocen—dijo entonces—. En el pasado siempre quiso complacer a nuestros padres, pero no importaba lo que hiciera, siempre se equivocaba, nuestros padres no lo odiaban, pero tampoco lo entendían. Yo permanecía en la línea invisible, nunca fui lo suficientemente importante para que me prestaran atención, hasta que dijo que le gustaban los niños, Jimin tenía trece años y llegó a casa gritando de emoción porque le gustaba un niño que conoció en el parque. Papá lo escuchó y todo cambio. Ellos lo sabían, claro que lo sabían, pero decirlo en voz alta lo hizo real.

«Jimin se vio obligado a vivir dentro de una casa donde lo humillaban y rebajaban. Con padres que lo rompieron y lastimaron, y poco a poco, lentamente se convirtió en un chico sin autoestima —su voz se rompió—. Yo solo veía a Jimin retarlos todos los días, pavonearse fingiendo que no le dolía los desaires de nuestros padres, fingiendo que estaba bien.

«Nuestra dinámica familiar siempre fue extraña, nuestros padres fingían que Jimin ni era gay y Jimin se los recordaba una y otra vez. Para ellos no existía alguien más capacitado que Jimin para cargar con el peso de nuestro apellido, ni siquiera yo, así que se esforzaban por creer que todo estaba bien y funcionaba en mayor medida, papá protagonizaba portadas de revista con madre enganchada de su hombro como buen rostro del partido conservador.»

«Lugo, casi para finalizar el verano, hubo una cena importante—confesó en un susurro—. No salió como padre hubiera esperado, Jimin declaro frene a toda la cámara de gobernadores que era gay —se aclaró su garganta—. Papá lo corrió de casa esa misma noche—el río amargamente —. Él se fue y yo me quede y fue mi turno de usar mi máscara, hasta esta noche, papá y Jimin pelearon, no termino bien»

Nadie habló mientras Park Jihyun se rompía relatando la historia de su vida que le pertenecía a Jimin y a él. Seokjin a su lado sollozó, pero Jungkook ni siquiera sabía cómo demostrar lo aterrado que estaba por todo lo que Jihyun decía. Era inimaginable tal daño... era solo un niño.

Se imaginó su vida y la de Jimin se parecían al menos un poco y no de la misma manera. Jungkook había pasado la mitad de su vida fingiendo que no era autista, Jimin había pasado parte de la suya recordándole al mundo que era gay. Eran las dos caras de la misma moneda.

—Papá golpeo a Jimin —continuó Jihyun—. No quiero mentirles, soy un mal hermano porque jamás le confesé a mi padre que también soy gay, dejé a mi hermano sufrir solo porque tenía miedo. Hoy me llené de valor y lo hice, le dije a mi padre que me gustaban los chicos, él no lo tomó bien y golpeo a Jimin. Fue por mi culpa.»

Jihyun no pareció perturbado por haberles confesado que era gay, quien lucio contrariado fue Taehyung, su piel palideció y sus ojos se abrieron.

—Joder —murmuró incrédulo.

La mente de Jungkook siguió trabajando a mil por hora. Ignoró a Seokjin, y se inclinó sobre la incómoda silla. Comenzó a balancearse y a jugar con sus manos. Seokjin lo observó preocupado por esos patrones.

Sin embargo, Jungkook no estaba teniendo una crisis, su mente estaba pensado con claridad y nitidez la gravedad de la situación, si todo lo que decía Jihyun era cierto, significaba que el padre de Jimin también estaba en custodia y lo que ambos dijeran provocaría una serie de situaciones complicadas, el padre de Jimin era un político influyente, Jimin no tenía nada, por ahora.

—Habla con papá, Seokjin —le pidió con urgencia sin dejar de balancearse.

Su mejor amigo volteó a verlo de inmediato. Sus ojos tenían preguntas que Jungkook no podía resolver en un momento como ese, esperó que Seokjin fuera capaz de entenderlo.

—¿Jungkook? ¿Para qué lo necesitas? ¿¡Te sientes mal!? —le preguntó mientras tomaba sus manos tratando de detenerlo para que no se hiciera daño.

—Él puede ayudarlo —declaró con firmeza.

Seokjin lo miró con sus pequeños ojos cafés.

—¿En qué, cariño? —preguntó.

Jungkook evitó blanquear los ojos y levantar las manos al aire. No tenía tiempo para eso, Seokjin debía ser lo suficientemente listo para no querer explicaciones y seguir las instrucciones de Seokjin. Lo miró a los ojos con dificultad pero con valentía.

—En meter a la cárcel a su padre.

Escuchó un jadeo de Taehyung junto a una maldición de júbilo de Jihyun. Sin embargo, Seokjin lo vio con profunda preocupación.

—Jungkook, eso no es tan simple.

—Seokjin quiero hablar con mi padre —volvió a pedir con mayor firmeza.

Seokjin lo vio una eternidad, Jungkook mantuvo su rostro firme, necesitaba que confiaran en él, era la única solución.

—De acuerdo —se rindió.

Jungkook vio irse a Seokjin para que hiciera la llamada, él se quedó en la silla.

Al otro lado de la sala, Jihyun se mantenía absorto en sus pensamientos. A Jimin le hubiera gustado escuchar a Jihyun decirle que no lo odiaba, pero no estaba presente. Estaba encerrado en una celda fría y sucia.

Jimin tampoco merecía escucharlo, merecía sentirlo. Quien quiere de verdad quiere con hechos, nunca con palabras, pensócuando era pequeño, su lenguaje cognitivo fue defectuoso, no podía hablar o expresarse, decir cómo se sentía, contar sus emociones. Por qué las palabras eran demasiado complejas, entonces conoció a Dami y ella solía decirle que si a veces las palabras no eran suficientes podía demostrar lo que sentía con hechos.

Entonces Jungkook comenzó a hacerlo, no podía decirle a su padre cuanto lo quería, pero lo abrazaba. No podía demostrar lo importante que era Seokjin para él, pero lo dejaba tomar de su comida... acciones, nunca palabras.

Y tal vez esta noche había llegado el turno de Jihyun de hacerlo también. El hermano de Jimin permaneció cerca de Taehyung mientras este le hablaba en voz baja, Jungkook no podía escucharlo pero parecía desesperado.

Cuando Seokjin volvió, sin decirle ninguna palabra, Jungkook descansó su cabeza en su regazo mientras este recargaba todo su peso en la incómoda silla. Le acarició el cabello con suavidad, sus relajantes manos lograron que Jungkook se destensara de inmediato, se fundió contra Seokjin dejándose recibir mimos.

Aunque no duró mucho, unos minutos después, Jungkook comprendió que las cosas volvían a estar mal cuando los gritos de Jihyun rompieron la tranquilidad. Volvió la cabeza hasta ver con quién discutía, era una mujer, vestía de traje y tacones, una personificación de lo esnob.

Ella, claro, era hermosa, con su largo cabello castaño y su piel clara. Estaba parada frente a Jihyun con postura elegante y determinada mientras su hijo la miraba con indiferencia y odio. 

Jihyun casi nunca dejaba ver a nadie como se sentía ni sus emociones, su rostro estaba perfectamente cubierto de seriedad e indiferencia. A Jungkook le había costado mucho descifrarlo, fue cuando comenzó a fijarse en sus ojos, resultaba fascinante los desnudos y puros que eran sus ojos grises, podías ver todo dentro de ellos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —murmuró con voz enronquecida, pero sin perder la compostura, la mujer inclinó una ceja en su dirección.

Jungkook intercambió miradas con Seokjin. Tratando de saber qué hacer.

—Jihyun, ¿Hay alguna información?—preguntó. Por primera vez desde que se conocían, Jungkook vio como el rostro de Jihyun se desmoronaba.

—Información —repitió—. ¿A caso te importa como esta Jimin? ¿Cómo estoy yo? Esta noche padre volvió a golpear a Jimin y si la policía no intervenía podría haberlo matado, ¿Qué si tengo información? ¡No, no tengo! —le gritó, lo que provocó que las miradas de los policías fueran a ellos —¿Alguna vez te importamos? —Seokjin se incorporó en la silla, haciendo que Jungkook también lo hiciera. Ambos observaron la espantosa la escena —¡¿Alguna vez sentirse pena por nosotros?! ¿Alguna vez nos amaste? —la mujer permaneció en silencio sin decir nada, pero la ira de Jihyun estaba lejos de terminar—. ¿Por qué nunca pudiste hacer algo por nosotros?

El silencio fue arrollador, pero no causó ningún sentimiento en su madre. Ella sí parecía un robot, un robot sin sentimiento incapaz de amedrentarse ante nadie.

—Jihyun —su voz se endureció —. Detente, estás causando una escena—el joven rio amargamente.

—¿Crees que me importa? Yo no soy Jimin, por mucho tiempo me mantuve al margen, es hora de que todo el mundo sepa la porquería de ser humanos que son tú y padre.

—Seguimos siendo tus padres—dijo ella—. No tienes derecho a juzgarnos. Él recibirá ayuda... nuestra familia saldrá adelante después del incidente y todo estará bien —vivía en una fantasía de ensueño, si creía que sus palabras calmarían a Jihyun, él se rio con fuerza.

—¿Te estás escuchando a ti misma?— preguntó entre risas.

— Tu padre irá a terapia y también Jimin, as cosas se arreglarán y...

Por fin, Jihyun se dio cuenta de que ella no estaba bromeando y su rostro se rompió. Jungkook presencio la tristeza brutal de descubrir que no le importaba a su madre, y volvió a ser el niño de doce años que vio a su madre irse sin voltear atrás.

—¿Por qué nos haces esto? —le preguntó el chico con la voz quebrada.

—Jihyun...

—Rogué mucho —lloró—. Te pedí tantas veces que ayudaras a Jimin. ¿Y tu contestación cuál fue? Es para que se haga hombre. ¿Por qué dejaste que esto sucediera? ¿Por qué tuviste que dejar que nos lastimara? —le gritó con rabia—. ¡Siempre supiste lo que nos hacía, pero nunca te importo! ¡Dejaste que nos lastimara con palabras y con puños! ¡Él no te ama! ¡Ni a ti ni a nosotros! ¡Papá no sabe amar a nadie que no sea el mismo!

—Jihyun, necesitas calmarte— dijo Taehyung, quien inmediatamente se unió a él para mantenerlo alejado de su madre.

Jihyun miró fijamente a su madre, a sabiendas de que no le causaba ningún sentimiento. Su rostro se endureció.

—Sí, tú no mereces nada, eres tan despreciable como él.

❃•❃•❃

La mujer no se fue, se quedó en una silla alejada del resto. Jungkook la vio todo el tiempo después del enfrentamiento. Lucia distante y pensativa, pero no hizo ningún movimiento para tratar de hablar con Jihyun de nuevo.

Las palabras dichas por Jihyun navegaban por su mente, no lograba interpretar todas ellas, pero sabía que aquella mujer no supo escuchar el corazón de sus hijos, ni siquiera tratar de comprenderlos.

La familia Kim, la familia de Taehyung llegó unas horas después, descansaron contra la pared y se encargaban de mantener las cosas apacibles. Abrazaba a su hijo y a Jihyun con fuerza, permaneciendo en todo momento.

El ambiente era doloroso y lúgubre. El olor a suciedad se le había adherido a la ropa, no había dormido o siquiera comido, pero en ese momento no lo creía necesario. Se sentía nervioso y su corazón latía con rapidez dentro su pecho.

Nadie les había dicho nada, todos los policías permanecían agazapados lejos de ellos y en constante movimiento. Jungkook comenzaba a preocuparse. De repente el tiempo iba más despacio, cada minuto era más doloroso y cada segundo perdían más la paciencia.

En algún momento de la madrugada, su padre llegó a la estación. Lo vio reunirse con Seokjin, quien le explicaba toda la tormentosa situación; con cada cosa que oía se veía más furioso que antes, apretó los puños cuando el relato terminó.

Su padre suspiró antes de encaminarse hacia los policías, su traje estaba hecho a la medida y traía su maletín consigo, todo porte de un abogado. Intercambio palabras con las autoridades hasta quedar conforme.

Después de hablar con los policías, se encaminó hacia él. Jungkook permaneció inerte en su silla esperando por su padre. Él llegó, se sentó junto a Jungkook y lo atrajo hacia el mismo, estrechándolo entre sus brazos.

Jungkook alzó la cabeza solo un poco y al distinguir el olor característico de su padre se acurrucó en su pecho, el hombre, ya acostumbrado a eso, lo arrulló.

—Hola, Señor J —murmuró con los parpados caídos, a punto de dormirse.

Su lugar seguro nunca fue una casa, Jungkook lo entiendo después, cuando comenzó a vivir solo. Su lugar era donde está su padre, el hombre fuerte y valiente que siempre lo cuido.

—Jungkook —murmuró—. ¿Estás bien? —preguntó después sin dejar de arrullarlo como hacía cuando era pequeño. Jungkook dejó escapar un suspiro, le costaba respirar y se sentía tan inútil.

Su vida había sido tan perfectamente idílica antes y ahora que se enfrentaba a tantos cambios se preguntó si acaso se arrepentía de sus decisiones, fue contestado con un rotundo no. Respiró repetidas veces tratando de calmarse, no podía evitar sentir demasiado, pero podía manejarlo, era la parte de crecer y aceptar.

—No sé cómo ayudarlo —confesó con pesar—. Él me gusta mucho y yo no sé qué hacer...

Su padre tragó, Jungkook había aprendido a lo largo de los años que él no tenía todas las respuestas, porque solo era un hombre.

—No siempre tenemos que hacer algo, Jungkook —dijo con suavidad.

Jungkook dejó el refugio de sus brazos alejándose para poder verlo, inclinó la cabeza.

—¿Entonces que debo hacer?

Su padre tomó con suavidad su rostro y lo hizo mirarlo a los ojos, eran cafés como los suyos y en ellos vivían mil emociones de amor y cariño solo para él. Cuando sus ojos se encontraron le dio una sonrisa de apoyo.

—Debes estar ahí, a veces eso es suficiente.

Jungkook volvió a mirar a otro lado. Sin embargo, no se alejó del contacto de su padre.

—Él no es mi novio, no desde hace un tiempo—le confesó. El señor Jeon suspiró.

Jungkook le habló de todo lo que había pasado, algunas cosas ya los sabía porque Dami se lo había dicho, pero otras no y él escuchó a Jungkook con atención, sin juzgarlo y dándole todo su apoyo, como siempre. Le habló del amor no correspondido, de la perdida, de la aceptación y la autoestima.

También le habló de los días oscuros, los días que no recordaba aunque tratara, le dijo que pudo recuperarse solo, le dijo por qué no lo había llamado ni se lo había dicho y una parte de Jungkook, la que estaba enojada y herida por ser autista, se sintió liberada. Era autista y siempre lo sería y eso no estaba mal, Jungkook había hecho las pases consigo mismo.

Jungkook no sabía distinguir las emociones, era complicado. Pero en una situación como aquella, su mente asoció a la esperanza y a la ternura en el rostro de su padre.

—Está bien —lo alentó—. Jungkook, Estás junto a él, y esotambién es importante. 

Chapter 29: 25. JIMIN

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Dentro de la prisión preventiva hacía frío, Jimin maldijo por no haberse puesto algo más abrigador, pero si era honesto con él mismo, Jimin no esperó terminar en la cárcel. Recapituló en todas las acciones que lo llevaron a estar dentro de un pequeño cuarto rodeado de criminales.

Jimin nunca había esperado terminar en un sitio como ese y la única sensación vigente en su cuerpo era que él no pertenencia a ellos. La habitación era muy pequeña, con una banca alargada donde todos podían sentarse, pero nadie podía tener comodidad, había una bacinica escondida, un lavabo a punto de caerse, pero ninguna almohada, ninguna sabana, nada.

Jimin tiritó, dentro de la celda con barrotes había cuatro personas más. Trató de no mirarlas, no sabía que podían hacerle y Jimin no quería descubrirlo. Golpear a su padre era una cosa, el bastardo se lo merecía, golpear a alguien que seguro lo hacía como deporte ocasional no sonaba una buena idea, así que perteneció en su lugar.

Hasta que uno de ellos. El barbudo con porte de mafioso se acercó a Jimin. Él trató de permanecer sereno, no queriendo que el mafioso supiera que le tenía mucho miedo. Aunque era él más decente de todos los demás, no parecía tener alguna sustancia química en su cuerpo ni se tambaleaba, señal inequívoca de estar sobrio.

—Entonces chico... —dijo el mafioso con sorprendente acento ruso, Jimin se removió, un extranjero, eran impredecibles.

—¿Qué? —preguntó, su voz sonó suave, pero no perdió seguridad.

El mafioso sonriso acomodándose a su lado. Tenía pesadas botas militares, pantalón de mezclilla y abrigo de lana grueso, bueno, al menos alguien venía preparado.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó de nuevo, Jimin parpadeó.

No tenía ganas de contarle a un desconocido los pesares de su vida, Jimin tenía suficientes problemas.

La noche había sido un borrón desde que las sirenas policiacas inundaron el silencio, los oficiales habían entrado a la mansión y sin miramientos separan a Jimin de su padre, había destrozado su rostro con puñetazos y rasguños, Jimin no se veía mejor, su padre le había acertado un golpe en la nariz que lo hizo sangrar además tenía un esguince en su muñeca y un pequeño moretón en su cien.

Los policías sacaron a manos con esposas, Jihyun solo alcanzo a ver la preocupación de Jihyun antes de ser escoltado a la patrulla. En la estación de policía todo fue un trámite burocrático que terminó con Jimin en una celda y su padre en otra para evitar más peleas.

—No te interesa—Jimin ni siquiera lo miró cuando lo dijo. Su vista se perdía más allá de los barrotes, donde la tenue luz del pasillo se iluminaba cada vez que algún miembro de la seguridad ingresaba. Necesitaba noticias, necesitaba irse.

Lo que siguió fue el silencio. Jimin volteó a ver al mafioso con temor, encontrando su rostro inexpresivo. De acuerdo, estaba acostumbrado a que nadie le negara lo que quería, Jimin empezó a tomar nota.

—Prueba otra vez, ¿De verdad quieres pelear con alguien que está en la cárcel? —dijo el mafioso y Jimin tragó sonoramente.

Dibujó su mejor sonrisa.

—Estoy aquí por una pelea, lamentable —dijo abatido. El mafioso se le quedó mirando.

Jimin miró a los lados, confundido. Toda aquella noche era tan raro que se preguntó si acaso era la magia de los planetas alineados que le estaban dando la peor noche de toda su vida.

—¿Mataste a alguien? —preguntó al fin, en su voz se detectaba la cautela mezclada con la morbosa curiosidad.

—Claro que no —se apresuró a decir Jimin, horrorizado—. ¿Tú?

El mafioso se removió en su asiento mientras Jimin en sus adentros pedía que la respuesta fuera negativa, que por favor estuviera en la cárcel por un malentendido inofensivo. Para su horror, el mafioso se descongojo de la risa sin contestar.

—¿Hace cuanto estás aquí? —le dijo en su lugar.

—Pocas horas —respondió Jimin.

El mafioso se levantó.

—Tiene sentido, eres tan inocente.

Jimin se quedó en sí sitio buscando una respuesta cuando una voz lo lleno de esperanzas.

—Jimin —dijo Jihyun y Jimin solo pudo correr a los barrotes y agarrarlos con fuerza mientras veía a su hermano del otro lado.

Su noche debía estar resultando tan pesada como la de Jimin, solo eso explicaría su rostro cansado, con grandes ojeras y ojos caídos. Jimin pudo por fin respirar cuando notó que las heridas de Jihyun eran superficiales, solo una venda en la cabeza y algunos rasguños, la pelea no le había afectado como Jimin pensó y eso lo lleno de alivio.

—Jihyun —suspiró.

Su hermano sonrió abatido, se acercó a Jimin y puso su mano contra la suya, un pequeño gesto que revoloteo el corazón de Jimin. Estaba tan sorprendido de ver a Jihyun que casi se desmalla cuando notó que detrás de su hermano Jungkook lo veía con sus enormes ojos tristes. Jimin se quedó callado cayendo en el encanto que sentía cada vez que Jungkook estaba cerca, era como un manto cálido y reconfortarte que le hacía promesas sobre la valentía y la esperanza.

Jungkook salió de su escondite y se posó frente a Jimin.

—¿Cómo estás? —preguntó con suavidad.

A Jimin se le cortó el aliento, quiso decirle que estaba bien si él estaba cerca, que toda la noche había sido oscuridad, pero ahora solo existía la luz. Que todo mejoraba si él estaba a su lado, pero seguían siendo amigos, o lo más parecido a ello.

—Como la mierda —bromeó.

Jungkook soltó una risa ligera.

Se miraron lo que pareció una eternidad antes de que Jihyun suspira audiblemente para sacarlos a los dos de su pequeña burbuja.

—Estamos haciendo todo para sacarte, pero el abogado Jeon cree que es el momento perfecto para una demanda de indemnización —dijo.

Jimin parpadeó, Dios, esto era peligroso. ¿Quién era el abogado Jeon para empezar? ¿Qué quería hacer? ¿Estaba dispuesto a ir a las últimas consecuencias? Sus padres no dejaban de ser personas influyentes y su poder les garantizaría protección, a Jimin no le sorprendería saber que su padre ya estaba fuera de las rejas, considerando dejar a Jimin pudriéndose para siempre.

—¿Qué quiere hacer? —Jimin preguntó, inseguro.

Por fortuna, Jihyun parecía tener suficiente valor por los dos.

—Culpar a padre por maltrato infantil, la presa mediática nos dará la atención suficiente —dijo.

Jimin volteó a los lados cuidando que nadie fuera capaz de escucharlos. Nadie lo hacía.

Jimin meditó, aun con toda la presa que la situación podía dar no ganarían mucho, simple atención. Además, aun cuando a padre lo declararan culpable, podía pagar para aminorar los daños.

—No lo sé —su rostro palideció—. Es muy arriesgado, él pertenece a la política, nunca podríamos ganarle.

—No, no lo haremos —aceptó Jihyun—. Pero mancharemos su reputación y nos quedaremos con su dinero. Es lo menos que merecemos.

Jimin se mordió el labio con una risa muriendo. Por supuesto, su hermano no era ningún idiota, él sabía que no tenían oportunidad de vencer a su padre, pero harían algo mucho peor, le quitarían lo que siempre le preocupo. Su reputación, una perfecta venganza.

—¿Qué necesitas que haga? Si crees que es posible, haré todo lo que esté en mis manos —entonces Jihyun sonrió.

Jihyun le habló de la situación, de lo que debía hacer mientras los trámites legales comenzaban. El abogado Jeon, que resultaba ser el padre de Jungkook, se movía con rapidez buscando pruebas y testimonios.

—Te reunirás con él en unas horas, tal vez —dijo Jungkook.

Jimin asintió con una sola preocupación latente.

—¿Cuánto durará esto? —preguntó.

—La denuncia ya fue puesta, tú y padre deberán estar aquí por un tiempo, pero el abogado está haciendo todo lo posible para que el tiempo se reduzca, quiere un juicio rápido.

—Eso sería lo ideal —concordó Jihyun—. Pero todo puede pasar, podrían ser días.

Jimin se estremeció. Días, años, incluso si su padre luchaba con todo lo que tenía, no era un hombre paciente y vería esta situación como un golpe en su ego.

—El abogado te lo explicará todo, lo prometo —dijo Jihyun.

Jimin asintió de nuevo. Estaba tan asustado, tan solo dentro de una celda como un vil criminal, solo quería que la noche terminara de una vez por todas y volver a su vida simple y normal que había logrado construir en tan poco tiempo.

Jihyun y Jimin se miraron con fijeza como si con una mirada pudiera trasmitirle todo lo que sentía en aquel momento.

Un segundo después, Jimin sintió que Jungkook se inclinaba y lo besaba en su mejilla a través de los barrotes. Él se congeló, pero consiguió permanecer de piel, cada vez que Jungkook lo tocaba o estaba cerca, sentía que todo su cuerpo dejaba de ser suyo y se inclinaba a la voluntad de Jungkook.

—¿Jungkook? —preguntó bajito.

Sintió su aliento contra su oído.

—Volveré después, creo que tú y Jihyun deben hablar.

—Gracias.

Con eso, Jungkook caminó lejos de ellos. Jimin sintió que todas sus defensas se caían poco a poco. Permaneció en silencio mientras Jihyun le hablaba de la familia Kim, quienes permanecían en la sala de espera, le habló de Jungkook y como se puso en contacto con él y Seokjin en la madrugada. Jimin evitó sonreír, era una situación mortificarte, no necesitaba sentirse feliz de saber que esas personas permanecerían en su lado a pesar de todo.

Después le habló de toda la situación en general, en lo que podía pasar y en lo que pasaría. Cuando Jihyun terminó de hablar, Jimin compartió su silencio. Estaba aterrado, todo lo que estaba pasando lo había deseado por tanto tiempo y ahora que por fin lo tenía no podía evitar sentirse asustado.

La consumación de su infancia, el dolor de su corazón, por fin, sería cobrado.

—¿Qué tan malo será? —preguntó Jimin

Jihyun suspiró con fuerza.

—Muy malo, estará en toda la prensa y por todos lados.

Jimin le agradeció que no estuviera diciéndolo con suavidad, que no le dijera que sería fácil o sencillo.

Jihyun entonces lo miró; —Es tu decisión, ¿quieres hacerlo? ¿O tengo que decirle al abogado que te saque de aquí?

Jimin lo enfrentó, esto no solo se trataba de él, involucraba a toda su familia y no sería fácil salir delante de todo lo que se les vendría encima. Serían diferentes a lo que son ahora, y eso daba miedo.

—¿Quieres hacerlo? —le preguntó en su lugar—. Esto también te afectará a ti.

Jihyun sonrió y Jimin fue trasportado a cuando tenían ocho años.

Jimin estaba de espaldas, en los matorrales de la casa, esperando el momento perfecto. Primero oyó el tintineo y supo que era Jihyun esas vacaciones había comprado un collar con un cascabel para regalárselo a su hermano y así siempre escucharlo llegar porque era demasiado silencioso y Jimin se había cansado de ser sorprendido por todas partes, a veces incluso ser espantado. Jihyun lo había mirado divertido, pero aceptó el regalo.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó con los brazos cruzados.

—La pelota traspaso la cerca, la vecina no quiere devolvérmela —se quejó.

No había sido la primera vez que alguno de sus juguetes terminaba en el jardín continuo, sin embargo, ellos nunca volvían. Jimin se había cansado de aquella situación porque eran sus juguetes y la vecina no tenía ningún derecho a confiscarlos solo por un error.

—¿Otra vez? Debemos hacer algo —determinó Jihyun, con siete años, resultaba ser más mortal que Jimin a la hora de saldar cuentas.

—¿Qué sugieres?

—Aún tenemos polvos picapica —reveló, audaz.

Jimin sonrió.

—¿Te atreverías a hacerlo? —porque de los dos, Jihyun era el que solía tener más reservar a la hora de sus bromas, no queriendo enfadar a sus padres. Pero había días, días en los que a él no le importaban nada.

Jihyun imitó su sonrisa.

—Yo lo hago, si tú lo haces.

De vuelta a la realidad, con el Jihyun de diecinueve. Su hermano repitió su misma frase épica. Jimin consiguió reírse mientras se preguntaba si debería estar agradecido con las circunstancias, ya que, de algún modo, todo había congeniado para que Jihyun y él volviera a fortalecer su hermandad.

—¿Jimin? —Jihyun dijo su nombre.

—¿Sí? —Jimin lo miró atentamente.

La mirada de Jihyun era solemne con toques de culpa y dolor.

—Lo siento —él dijo.

Jimin se tensó. No era por la noche que estaban teniendo, ni siquiera por las cosas que pasaron en su infancia que logro separarlo lentamente. Jihyun le estaba pidiendo perdón a Jimin por ser gay y no haberlo dicho antes, por haber permanecido en silencio mientras Jimin lo gritaba.

Jimin del pasado, le hubiera dicho que no tenía importancia, pero el Jimin de ahora, no tenía miedo de decirle que sí le había importado, pero lo entendía. Estaba harto de tener la necesidad de probar que eran buen, valiente y fuerte a la vez que ocultaba para que pareciera que tenía todo lo que quería sin esforzarse.

—Te perdono y espero que algún día me perdones también a mí —los ojos de Jihyun se llenaron de lágrimas no derramadas y Jimin quería desaparecer los barrotes para abrazarlo.

Más lejos de él, pudo escuchar los llantos de sus compañeros de celda, oh, genial.

—No tengo nada de que perdonarte, Jimin —dijo Jihyun.

Jimin pensó si era verdad esa afirmación y se encontró sintiéndose culpable. Ambos se habían equivocado mucho más de lo que creía, dejaron que los demás dictara sus acciones hasta que de tanto construir muros a su alrededor terminaron solos.

Sus padres habían cometido errores, pero Jimin al menos estaba agradecido de no haber estado solo. Creció con Jihyun y gran parte de su vida él fue muy importante para que lograra mantenerse de piel, si él no hubiera estado Jimin se hubiera rendido más rápido.

Él era tan culpable como Jihyun.

—Sí, te he fallado muchas veces en realidad, te abandone, ignore tus sentimientos, pensé que estaba bien porque yo lo estaba, soy egoísta.

Con la velocidad de un rayo, Jihyun se inclinó contra los barrotes, viéndolo con fiereza.

—Jimin, cállate. Tú no eres como yo —respiró con fuerza—. Estoy pidiéndote perdón, por todo lo que hice; por decir que te odiaba, lo intente, es verdad, pero no pude. Siempre creí que no necesitaba a nadie. No eres egoísta, yo soy un mentiroso. Fingí ser fuerte porque quería que la gente dejara de verme como tu hermano y empezará a verme como Jihyun. Mientras crecía me decía a mí mismo que no importaba lo que pensaran de mí, pero realmente no podía soportarlo —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Incluso ahora trate de encerrarme en mí mismo porque es más fácil que ver los rostros de pena de los demás. Me siento débil, me siento tan inútil... me siento perdido y no sé cómo encontrarme.

A Jimin le entró un sentimiento de impotencia mezclado con dolor. Nada de lo que dijera podía ayudar a Jihyun cada quien tenía sus propios problemas y no estaba seguro de poder cargar también con los de su hermano, lo único que podía hacer era permanecer a su lado sin importar lo que pase. Como siempre debió haber sido.

—Jihyun, mírame—pidió con suavidad.

Jihyun inclinó más su cabeza mirando al suelo.

—No puedo —murmuró con voz nasal.

Jimin ignoró todas las habladurías dentro de la celda. No podía pensar que estaba abriendo su corazón dentro de una celda en una estación de policías con un montón de criminales. Nunca había pensado en como volverían a conectar, Jihyun y él si alguna vez sucedía un reencuentro, pero seguro que ni en sus más locas pesadillas ocurriría en tales circunstancias.

—Siempre me pregunté por qué mi papá no me quería —comenzó Jimin—. A veces aún me pregunto si es mi culpa por ser gay. Las cosas serían más fáciles si no lo fuera. Pero eso ya no importa, soy quien soy. Estoy cansado de tratar de complacer a todos. Nunca se nos permitió soñar, creo que es hora de que empecemos. ¿Crees que podemos?

Con dificultad, su hermano levanto la cabeza, tenía los ojos hinchados por haber llorado, además de su rostro sonrojado y cubierto de lágrimas.

Miró a Jimin con fiereza.

Él dijo; —Creo que podemos hacerlo.

Pasaron un rato en silencio. Jimin se sentó en el suelo frío, evitando pensar en toda la suciedad adherida al piso. Jihyun lo imitó. Quiso que el tiempo junto durara más tiempo, pero sabía que eventualmente un policía entraría por Jihyun y lo llevaría lejos.

—¿Jihyun? —lo llamó.

—¿Sí?

Jimin lo miró mientras suspiraba.

Recordó la última vez que se vieron después del incidente. Cuando Jimin buscó con desesperación los ojos de su hermano cuando su padre le pidió que saliera de la casa y como Jihyun lo dejaba ir. Si hubiera conocido mejor a su hermano, si hubieran estado unidos se habría dado cuenta de lo aterrado que estaba. Jimin había ignorado mucho los sentimientos de Jihyun.

—Lo siento haberme ido, por rendirme con nosotros. Por dejarte solo, debí hacer más, eres mi hermano, debí recordarlo por encima de todo —la boca de Jihyun se abrió con sorpresa.

Perdió la compostura y de pronto todo su cuerpo perdió la tensión.

—Eras un niño Jimin, no es tu culpa, no estaba en tus manos poder hacer algo. Yo fui un idiota al tratar de culparte por eso. Tú no eres un mal hermano. Ellos son malos padres.

Sí, lo eran, pero la culpa persistía.

—Debí hacer más —se quejó. La mano de Jihyun se aferró a la suya.

—Tal vez, pero tienes razón —suspiró—. Ya no hay tiempo para arrepentimientos, hicimos lo que pudimos y debemos vivir con ello.

Costaba entender que habían creído. Ya no eran más esos niños a quienes lastimaron e hirieron, haciendo sangrar a su corazón. Ahora eran hombres.

—Cometimos muchos errores, ¿verdad? —Jihyun preguntó.

—Sí, pero aprenderemos de ellos, hoy estamos juntos y por el resto de nuestra vida, si lo quieres.

Jihyun lo miró.

—Siempre amé ser tu hermano, Jimin. Tú eras tan brillante e inteligente.

—Tú también lo eres.

—Entonces hagamos esto, solo quiero que ser feliz, Jimin.

Y Jimin dijo; —Lo sé. Pronto lo seremos.

Chapter 30: 26. JUNGKOOK

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Cuando volvió a caer la noche, Jungkook tuvo la apercepción de no haber dormido en días enteros. Jimin llevaba dentro de la celda solo una semana, pero eso no impedía que la preocupación de Jungkook se asentara con cada paso de hora.

Afuera de la estación de policías, estaba lloviendo, había fuertes truenos y relámpagos que lo mantenían sentado en una silla, perturbado. Cada pequeño retumbar le erizaba el cuerpo, también tenía frío por lo que procuraba cubrirse por completo con la pequeña cobija que Seokjin le había dado, la noche llegaría y él se vería obligado a dormir en la dura silla si tenía suerte, porque desde el incidente no había tenido la oportunidad de dormir nada.

Por ahora, trataba de mantenerse alerta y pendiente hasta que pudiera ver a Jimin o saber que estaba bien.

No lo había visto desde la mañana anterior, cuando su padre fue capaz de conseguir que Jihyun y él entraran a darle provisiones. Jungkook estaba muerto de miedo antes de ese momento, no fue una sorpresa que su padre le permitiera entrar incluso antes que a Taehyung, él fue amable en cederle su paso a pesar de que también estaba perturbado por la seguridad de Jimin.

Su vista se perdió en la puerta hasta que vio llegar a su padre cargando documentos, se posicionó frente a ellos con su rostro exhausto y sus parpados caídos. Como todas las mañanas, desde hace tres días, iba a guiarlos hacia la celda de Jimin en horario de visita. Jungkook había tenido la oportunidad de ir a cada una de ellas acompañado por otras personas, a menudo Jihyun quien se aseguraba que Jimin estuviera bien y tuviera todo lo necesario para sobrevivir.

—¿Ya? —preguntó Jungkook cuando su padre se acercó lo suficiente.

—Es hora de la visita —confirmó.

Sintió a Taehyung posicionarse a su lado. Él había permanecido sereno la mayor parte del tiempo, el único que parecía ser consciente de la gravedad de la situación, pero trataba de ser fuerte por el resto y no dejarse amedrentar para no causar más inconvenientes. Jungkook admiraba eso de él. Pero, aunque permanecía controlado en todo momento, su única debilidad latente, era Jihyun.

—El tiempo esta vez será un poco más largo, así que aprovéchenlo. Asegúrense de que Jimin esté bien, llévele ropa y algo de comer —prosiguió su padre—. ¿Quién entrará?

Se miraron los unos a los otros, la parte complicada siempre era quién podía ver a Jimin, solo se permitían a dos personas por visita por lo que se habían turnado para que todos pudieran comprobar su estado. Jungkook no había estado feliz con esa resolución, si por él fuera vería a Jimin siempre, pero entendía que todos los demás estaban tan preocupados como él, así que permitió que fueran más personas las que entraran a verlo, le llevaran ropa y comida mientras él permanecía afuera.

—Taehyung y Jungkook —dijo Jihyun sacando a Jungkook de su ensoñación. Lo miró con ojos caídos, parpadeando una y otra vez.

—¿Estás seguro? —preguntó Taehyung con preocupación.

—Hable con el ayer, es justo que lo hagan ustedes —Jihyun se encogió de hombros.

Los días habían sido duros con él. Tenía hematomas morados debajo de su piel pálida, se veía tan cansado que Jungkook se preguntaba cómo podía seguir de pie, su cabello una vez estilizado y corto, ahora estaba largo y grasiento como una larga cortina, no se había cambiado de ropa y cada segundo que pasaba parecía más nervioso.

Jungkook también lo miró, era consciente que él no vería lo mismo que Taehyung, pero quería asegurarse de que para él estaba bien no estar con Jimin.

Jihyun asintió y fue lo único que Jungkook necesito para seguir al policía que los guiaba.

El interior del pasadizo estaba frío y oscuro, apenas un tenue foco que alumbraba todo el camino hasta las celdas, cada vez que caminaba por el mismo pasillo, a Jungkook le daba pánico y miedo. Los murmullos se levantaron a sus pasos, eran voces endurecidas y centelleantes que calaban los huesos, Jungkook siempre mantenía los ojos pegados al suelo, no quería mirar a ninguno de esos criminales y quedar traumado, así que mantenía el paso y nunca veía a nadie.

El policía se detuvo.

—Tienen diez minutos —dijo y se fue.

Taehyung dio un paso vacilante hacia la celda, estaba silenciosa y oscura. Pero no dijo nada, Jungkook dio un paso delante, inclinándose sobre los barrotes.

—¿Jimin? —lo llamó.

—¿Jungkook? —de improvisto Jimin salió de las sombras.

Jungkook pudo respirar aliviado cuando no vio, pero por la sorpresa, chocó hacia atrás. Jimin se veía cansado, pero aparte de la ropa desalineada, el pelo revuelto y las ojeras, se veía relativamente bien. Oyó a Taehyung suspirar a su lado.

—¿Estás bien? —le preguntó bajito cuando los ojos de Jimin era lo único que podía ver. Él no estaba prestándole atención a sus compañeros o Taehyung él solo veía a Jungkook y aquello calentó su corazón con fuerza.

—Bien —concedió.

Taehyung suspiró aliviado, el color de su rostro iba del pálido al ceniciento en cuestión de segundos, debía estar muy preocupado por la precaria situación, aunque aparentara lo contrario, Jungkook se posicionó más cerca, esperando que fuera suficiente para el saber que estaba a su lado. Su mirada nunca dejó a Jimin.

—Te trajimos comida —dijo entregándole a Jimin una pequeña canasta con todo lo necesario para sobrevivir. Los guardias prohibían muchos alimentos y los últimos días, había sido la señora Kim la que había preparado cada comida de Jimin con devoción. Su madre, la de Jimin, se presentaba a veces, pero nunca hablaban con ellos o los volteaba a ver, se reunía con los abogados y hablaban en voz baja.

Era evidente que esa mujer estaba muy preocupada por los acontecimientos resientes que la condenaban tanto a ella como a su esposo. Jungkook no podía decir que la compadecía.

—Gracias por estar aquí —dijo Jimin mientras aceptaba la comida.

Él no comió de inmediato, se dedicó a ver a Jungkook, con sus grandes ojos grises que siempre trasmitían tanto, todo lo bueno y lo malo se mezclaban dentro de esos profundos posos. Jungkook se acercó aún más, siendo las barras de hierro el único impedimento que se interponía en su camino y en el de Jimin. Quería tanto abrazarlo y estar cerca de él, quería decirle que todo se arreglaría pronto.

Jimin se aferró a los barrotes, Jungkook cubrió su mano con la suya. Oh, siempre le calentaba el corazón ver su mano tan pequeña y pálida, tan diferente a la suya, grande y morena, Jungkook se aferró a la mano de Jimin entrelazando sus dedos.

—Solo quería saber si estabas bien —le dijo en un murmullo.

Jimin parpadeó sobrecogido.

—Lo estoy, gracias por preocuparte.

—Siempre me preocuparé por ti.

Siempre, en cada momento, si respiraba o no. Jungkook nunca volvería a ser el que fue antes de Jimin, su vida ahora se dividió en dos, antes y después.

Jungkook se estremeció cuando los ojos de Jimin encontraron los suyos, casi se le cortó el aliento ante la mirada grises trasparente. Se preguntó si con solo ver a alguien era capaz de saber que haría cualquier cosa por ella. Si Jimin le pidiera que subiera la más alta de las montañas lo haría, si le pedía que corriera sin parar hasta llegar a Nuevo Mundo, lo haría. Tenía un poder tan infinito que parecía irreal.

Taehyung tosió detrás de ellos, Jimin se separó de los barrotes como si hubiera estado bajo una maldición.

—¿Dejarán de coquetear por fin? —preguntó Taehyung con una ceja arqueada.

Jungkook se sonrojó furiosamente. Apartó la mirada y dio un paso atrás para posicionarse otra vez cerca de Taehyung.

Le constaba imaginarse a sí mismo perdiendo el control en una situación como esa, debía permanecer estoico demostrando que tenía el control de sus sentimientos, pero Jimin lo volvía un tonto.

—No estamos coqueteando —se quejó, Jimin.

En su celda ya no había prisioneros, solo quedaba él. Los demás habían sido trasladados a otras celdas o a penales después de la sentencia, pero no quería decir que Jimin permanecería solo todo el tiempo, así que debían aprovechar cuando estaban solos. Taehyung se sentó en posición de loto bajo el suelo frío y sucio, Jungkook permaneció de pie.

—Gracias, me preocuparía si lo estuvieran haciendo mientras estás detrás de las rejas —se burló. Jimin también se sentó.

—Oh, Taehyung siempre tan amable —Jimin sonrió—. ¿Cómo van las cosas?

Jungkook suspiró antes de empezar a contarle las noticias sobresalientes que había ocurrido. Su padre había puesto a Jungkook al corriente para que pudiera decírselo, pero se reuniría con él en unas horas, si por fin le daban el pase. Su meta era reunirse con ambos hermanos y aclarar la situación antes de los juicios. La reputación del padre de Jimin lo presidía y su influencia estaba complicado el camino de su padre.

Pero él, sin rendirse, había amonestado a toda la estación de policías hasta que le permitieran una audiencia. Las cosas avanzaban, lentas, pero seguras y entre más tiempo pasará más información podría usar ante la prensa amarillista.

Cuando terminó de hablar, el rostro de Jimin había adquirido un tono amarillento. Jungkook sabía que toda la situación le preocupaba más de lo que está dispuesto a aceptar. Incluso Jungkook a veces creía que no podían lograr nada. Pero su padre se mantenía optimista y él le creía.

—Taehyung —dijo Jimin.

—¿Sí?

—¿Cómo está Jihyun? —Jungkook retuvo el aliento.

Por supuesto que la mayor preocupación de Jimin involucraba a su hermano. Él no era tonto y si Jungkook había podido notar la desmejora de Jihyun, Jimin también debió haberlo hecho, no era de extrañar que estuviera preocupado.

Aunque era Jimin quien estaba encerrado y quien se llevaba la peor parte de la situación, Jihyun también había estado presente en el incidente y él era un testigo potencial, según el padre de Jungkook. Tenerlo de su lado sería beneficios, pero también podría influir en el jurado si pensaban que solo querían hundir al padre. Toda la situación era contradictoria.

Taehyung permaneció dolorosamente en blanco, como si fuera incapaz de mentir. En lo que respectaba a Jihyun, Jungkook había notado que se quedaba anonadado, era como si el hermano de Jimin fuera capaz de sacar su lado inconsciente. Lo hacía tartamudear y estar a la defensiva, lo hacía actuar como un idiota y verlo embobado.

Jimin insistió con sus ojos fieros, Taehyung miró a Jungkook, él asintió. No podían mentirle a Jimin.

—¿Está bien? —preguntó, Taehyung se aclaró la garganta.

No estaba siendo fácil decirle la verdad, Jimin no debía preocuparse por nada que no fuera sobrevivir, pero toda su vida había sido para los demás, no sabía hacer otra cosa.

—¿Me lo preguntas o lo sabes?

—Creía que estaba bien, no ha dicho lo contrario. Pero, no vino, eso debe significar algo, ¿verdad?

Los ojos de Jimin brillaron de preocupación, Taehyung se removió nervioso. Oh, debieron saber que Jimin sabría que algo andaba mal porque Jihyun no se había presentado.

—Bueno, está bien, tal vez no quiere preocuparte —habló Taehyung con aparente calma, Jungkook se balanceó cuando Jimin soltó una risa amarga.

—¿Cuándo, mi hermano que no es capaz de hablar de sus sentimientos dice como se siente? —preguntó Jimin.

Jungkook trató de entenderlo, pero no pudo. Ciertamente, Jihyun era difícil de entender, nunca había logrado descifrar lo que decía, de lo que quería decir. Era como un libro cerrado, inaccesible para todos. Jungkook lo entendía, él también se sentía más seguro sin demostrar sus sentimientos, aunque no era como Jihyun, él no podía ocultarlos aunque tratara.

No despreciaba a Jihyun por mantenerse seguro, en todo caso lo respetaba por permanecer fuerte, aunque estuviera llorando. Eso era valentía ¿No?

—Está bien —dijo Taehyung, pero su voz se cortó y no logró convencer a Jimin.

—Taehyung... —pidió Jimin y cuando su amigo lo miró él quedó paralizado.

Jungkook vio como los dos se comunicaban sin decir palabras solo con los ojos.

—Tienes que ayudarlo —sentenció. Taehyung brincó en su lugar sorprendido por la dureza en la voz de Jimin.

—¿Por qué yo? —se quejó sin dureza.

Podía pertenecer a la defensiva, pero Jungkook estaba seguro de que trataría de ayudar a Jihyun en todo lo que pudiera.

—Eres el único que puede —dijo Jimin.

—No es verdad —contestó Taehyung.

Jimin lo vio por un momento, lamentablemente largo, con ojos entrecerrados antes de parpadear y perder el aliento como si hubiera tenido una revelación.

—Oh, dios —suspiró—. Eres un tonto.

Taehyung saltó poniéndose de pie mientras Jimin hacía lo mismo, viéndose contrariado.

—¿Por qué?

Jimin se acercó a los barrotes y a través de ellos, tomó la mano de Taehyung entre las suyas.

—¿Sabes que le gustas, verdad? —preguntó suavemente.

Dos cosas sucedieron a la vez, los ojos de Taehyung se abrieron graciosamente mientras soltaba un chillido horrorizado que intento encubrir con una gran tos. Jungkook vio a los dos interrogantes,

—¿Jihyun? ¿Gustar de mí? —se echó a reír con fuerza—. ¿Estás perdiendo la cabeza? ¿La cárcel acabo contigo?

Jimin permaneció serio. Taehyung dejó de reír.

—No es ninguna tontería, solo la verdad —él se encogió de hombros, entonces Taehyung se dio cuenta de que hablaba de verdad.

Su rostro palideció aún más, como si eso fuera posible, se llevó sus manos al cabello y tiro de él con fuerza.

—No, es tu hermanito —contestó como si eso fuera razón suficiente para que lo que Jimin decía fuera imposible e impensable.

Jungkook pensó que estaba equivocado, pues si era el hermano o no de Jimin no importaba. Jihyun era su propia persona y no debería ser definida por una sombra, le dolió pensar que eso había pasado gran parte de su vida. La gente estaba demasiado ocupada pensando en Jimin para recordar a Jihyun y eso fue triste.

—A ti también te gusta, solo son dos idiotas —dijo Jimin, ladeó la cabeza, como si esperara que aquella información impactara a Taehyung, pero él solo asintió.

—Él está enamorado de mí, siempre lo supe —concedió.

Jimin lucio dolorosamente sorprendido.

Incluso Jungkook se preguntó si aquello era verdad. Taehyung solía bromear a Jihyun de forma tan convincente que costaba creer que sabía del enamoramiento del más joven. Lo trataba como a un amigo más, pero nunca cruzaba la línea de lo cordial sin empezar a actuar como un idiota.

Jihyun, por el contrario, siempre permanecía frío y estoico ante Taehyung, aparentando que no le importaba su cercanía ni sus contantes bromas. Jungkook encontraba sus interacciones fascinantes. Nunca hubiera creído que ellos dos estaban enamorados.

—¿De verdad? ¿Qué hay de ti? ¿Te gusta? —Jungkook lo vio con interés, inclinándose contra Taehyung.

Él permaneció sereno.

—Es complicado —dijo después de unos segundo.

Jimin asintió con solemnidad.

Complicado, el amor siempre lo era. Jungkook trataba de entenderlo, pero no sabía cómo un sentimiento tan poderoso y magnífico podía ser tan dañino y destructor. El amor hacía fuerte a las personas, pero también hacía que abandonaran, el amor era luz, pero podría convertirse en oscuridad. Jungkook pensaba que nunca podría comprenderlo del todo.

Jimin suspiró.

—Cuando era niño, podía expresar todos sus sentimientos a través de sus ojos, sentía su mirada y veía en sus pequeñas sonrisas —dijo Taehyung.

Jungkook visualizó a un pequeño Jihyun, tan parecido a Jimin, pero totalmente diferente, mirando a Taehyung como si fuera su mundo entero. Jungkook había sido un niño solitario y tímido, ¿Qué hubiera pasado si conocía a Jimin en ese entonces? ¿Hubiera sido igual que ahora?

—Nunca hiciste nada —dijo Jimin, sacando a Jungkook de sus pensamientos.

—¿Qué podía hacer? —Taehyung se quejó—. No tenía idea de lo que era el amor, solo estaba ahí y no supe manejarlo.

Jimin no dejó de verlo, incluso mientras Taehyung empezaba a dar vueltas por el pasillo.

—Ese año te enamoraste de Jennie —lo acusó.

—Sí, como dije, eran un tonto.

Jimin dijo; —Fue cuando empezó a odiarte —Taehyung se detuvo abruptamente.

Miró a Jimin y negó con la cabeza con una pequeña sonrisa.

Odiar era una palabra muy fuerte, Jungkook creía que a Taehyung le dolió oírlo, pero lo aceptó porque sabía que era verdad. En algún punto de su infancia, Jihyun lo amo y luego aprendió a odiarlo.

—No, él me odiaba desde mucho antes, por eso sus sentimientos se desdibujaban, te quería solo para él, pero existía yo. Él no sabía cómo sentirse en realidad.

Jimin se sobó las sienes y con una mirada cansada suspiró.

—Déjame ver si entiendo, ¿Siempre supiste que le gustabas?

—Por supuesto, no soy un imbécil —Taehyung se encogió de hombros—. Me gustaba gustarle.

—¿Cuándo cambio? —preguntó Jimin suavemente.

Los hombros de Taehyung se hundieron y soltó un largo suspiró con cansancio. De repente, lucio más joven y vulnerable, un chico que había jugado y perdido.

—Cuando me di cuenta de que a mí también me gustaba. Pero ya era tarde.

—Quizás no lo es —dijo Jimin.

—Cambio mucho los últimos años.

—En el fondo sigue siendo el mismo chico que conociste.

Taehyung parpadeó. Jungkook se preguntó qué estaba pasando por su cabeza en un momento como ese. ¿Iría por Jihyun? ¿Olvidaría la conversación? ¿Existía una oportunidad? No lo sabía ahora, pero pronto.

El guardia apareció desde las sombras anunciando que era hora de salir. Taehyung permaneció sereno incluso mientras se despedía de Jimin, mientras le decía que trataría de agregar toda la situación con Jihyun, pero una vez que se perdió por el pasillo fueron capaces de escuchar sus murmullos. Jungkook sintió empatía por él, sabía que los hermanos Park hacían a las personas ser diferentes, Jimin lo había hecho con él y Jihyun lo estaba haciendo con Taehyung, quizá ese era su don.

Jungkook se acercó a Jimin con lentitud y a través de las rejas le pidió su mano.

—Nos veremos —dijo.

Los ojos de Jimin brillaron.

—Cuida de él.

—Lo haré.

Se refería a ambos, a Taehyung y a Jihyun. A Jungkook le agradaban y eso era importante, eran familia. 

Chapter 31: 27. JIMIN

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Lo miraba, Jimin se preguntó si aquella mirada penetrante sería igual a la de Jungkook si sostuviera la vista más a menudo.

El sábado por la mañana el abogado Jeon por fin había podido reunirse con Jimin, después de los contantes obstáculos y delimitaciones por la corrupta policía. En cuanto lo había viso, Jimin no fue capaz de apartar la mirada de la de aquel hombre tan parecido a Jungkook, el parecido resultaba ser extraordinario y Jimin evitó estremecerse ante su mirada.

Sin embargo, el abogado Jeon se mantuvo profesional en cada minuto, lo puso al corriente de la situación y le explicó las posibles opciones que tenía ante la demanda. Tenían pruebas contundentes y testimonios potenciales que podrían en tela de juicio la inocencia de su padre, le habló del caos que la prensa causaba día a día y las contantes presiones de los demás. Todo eso ya lo sabía, se lo dijeron antes, pero viniendo de él todo se sintió real.

Jimin de cierta manera agradeció no tener nada que ver en ese asunto agotador.

La habitación estaba estéril y pintada de gris, no había ventanas y lo único dentro de ella era una mesa y dos sillas, pero lejos de sentir comodidad o seguridad, Jimin se mantenía alerta. Seguro había cámaras y micrófonos escondidos por todas partes, como suelen ser los cuartos de interrogatorios. Una parte de él no podía creer que toda la pelea hubiera culminado en algo tan agotador. Nunca esperó que todo se complicara tanto.

El abogado Jeon se aclaró la garganta, Jimin se inclinó en su silla, sintiéndose pequeño, y de cierta manera, incómodo. Los ojos negros, profundos y grandes lo miraban detenidamente antes de sonreírle con cordialidad.

Se dijo a sí mismo que no debía ser grosero, pues era el padre del hombre que amaba y lo estaba ayudando por Jungkook. Había amabilidad en sus ojos, parecía estar interesado en el caso y todo su trabajo demostraba profesionalismo.

—Hola, Jimin —saludó.

—Hola —respondió con voz baja.

—Es un placer conocerte al fin, ha sido agotador reunirme contigo.

—Créame que lo sé —Jimin sonrió irónico. El abogado Jeon soltó una pequeña carcajada antes de adoptar una pose de seriedad y profesionalismo.

Sacó de su maletín una carpeta y se la tendió a Jimin.

—No he dejado de trabajar, sin embargo. Tu hermano y yo hemos hablado del asunto. Así que yo responderé todas tus preguntas —Jimin asintió.

Bajó la vista a la carpeta y la hojeó con lentitud. Se abrumó con cada pequeño fragmento que leía, así que hacia el final, Jimin volteó a ver al hombre.

—Tengo dudas, en realidad —murmuró distraído.

—Te escuchó —dijo, Jimin tomó aire, jugando con sus dedos. Meneó la cabeza sin saber cómo empezar, finalmente se dejó de rodeos.

—¿La demanda ya fue procesada?

—Sí, la primera etapa está completada —Jimin asintió.

—¿Tenemos pruebas? —el abogado sonrió aprensivo.

—Sí, Jimin, las tenemos y ya han sido entregadas, tenemos testimonios, papeles y videos. Los cateos más duros serán el de tu hermano y el tuyo —por supuesto, ellos tenían que declarar. Él asintió.

Se quedaron en silencio porque Jimin no tenía el valor suficiente para la última pregunta.

—¿Abra enajenación mental? —preguntó.

Lo había pensado durante días, cunado pensó que su padre podía ser capaz de cualquier cosa siempre y cuando lograra salir ileso, incluso decir que no estaba bien mentalmente.

—No —soltó—. El abogado de tu padre entregó los resultados de los exámenes a la corte, tu padre está en perfectas condiciones para enfrentarse a un juicio. —Jimin no lo aceptaría, pero de verdad esperaba que su padre diera positivo en la prueba, porque no podía entender por qué lo odiaba tanto.

—Está bien —suspiró.

—Vamos a lograrlo, Jimin. El juicio se llevará a cabo en dos días, no pueden tenerlos encerrados mucho tiempo más. ¿Puedes hacerlo?

—Sí —ni siquiera lo pensó. Él estaba más listo que nunca.

❃•❃•❃

La mañana se sentía espesa y húmeda, la noche anterior había llovido a cántaros y Jimin tuvo que hacerse ovillo en la fría cama para no morir de hipotermia, pensando en lo que sucedería por la mañana. Ahora, mientras lo conducían por los pasillos, Jimin solo podía temblar por la anticipación.

Al llegar a los juzgados, el policía lo tomó por el codo y lo guio por el camino. Subieron varios pisos, caminaron unos pasillos, pasaron algunos cubículos. Hasta llegar a su piso. El abogado Jeon, estaba esperándolo en la entrada.

—Abogado Jeon —el hombre giró enseguida, él no estaba solo. A su alrededor estaba Jihyun, Taehyung y Jungkook, ellos le devolvían la mirada.

—Bien, llego la hora ¿Están listos para lo que viene? —Jimin alzó la mirada hasta él, serio.

—Esto debió ser hace mucho tiempo... —contestó Jihyun por él al escuchar a su hermano con esa decisión y coraje contenido, asintió también.

Jimin parpadeó ante los destellos que lo cegaron por un instante. Lo más complicado del juicio estaba siendo la prensa amarillista, que no se cansaba de publicar artículos desgarradores sobre ellos.

Por años aquella familia, había sido admirada por muchas personas. Jimin era conocido en muchos círculos sociales, a la mayoría les costaba creer todo lo que había pasado. Se veía como una familia feliz y perfecta. Pero la cruel realidad es que no lo eran, los hijos habían sufrido por años en silencio las acciones de sus padres.

El partido al que pertenecía su padre empezó a perder seguidores de la noche a la mañana, sus campañas se vieron opacadas por la oposición y la prensa no perdió la oportunidad de hablar de ello, todos los periódicos tenían de portada la imagen de la familia Park, los noticieros no hablaban de otra cosa e incluso había periodistas que seguían todo el proceso. Jimin se mantenía al corriente de la mano de Taehyung, quien no perdía la oportunidad de quejarse de todo lo que decían.

Como si convertirse en un circo no hubiera sido suficiente, también la gente comenzó a elegir bandos, como si tuviera que haber un ganador y un perdedor y no justicia. Muchos políticos se declararon a favor de su padre.
Pero hubo más personas que apoyaban, los apoyaban a ellos. El juicio cobró tales proporciones que se tuvo que destinar un sitio que se tenía pensado para casos así, donde la información no se pudiera colar a los medios y el acceso fuera restringido.

Al ser un juicio tan mediático, Jimin se permitió creer que ocurriría algo favorable a su favor, aunque no se permitía tener esperanzas porque no quería terminar decepcionado.

Su padre fue acusado de maltrato infantil y violencia. Cada cosa fue comprobándose lentamente. Jihyun y Jimin ante todos parecían más unidos que nunca, asombrando a su propio padre.

Jimin no flaqueó en ningún momento, ni siquiera cuando Jihyun testificó y su interrogatorio contra su padre resultó ser el más duro de todos. Cuando Jihyun terminó de hablar, la sala enmudeció, pero nadie ponía en duda sus palabras. El último interrogatorio fue el de Jimin.

Caminó lentamente ante la mirada de todos. Se sentó en el estrado tratando de no hacer contacto visual con nadie que no fuera el abogado Jeon, este le dio una sonrisa de apoyo. A lo lejos vio a Jungkook, Taehyung y Jihyun por supuesto, los señores Kim también estaban allí, apoyándolo como siempre. Los vio a cada uno agradeciendo su apoyo en silencio.

Luego su vista fue a su madre. Su testimonio había sido desestimado, así que permanencia sentada. Lucia, mal, peor que él, sin duda, pero eso no lo hizo alegrase, su corazón se apretujó al verla de aquella manera.

Su padre, al contrario, se veía igual que siempre. Cuando era niño, Jimin, siempre pensó que él era un hombre admirable, pero poco a poco se cayó del pedestal, en ese momento, ese hombre no era nada.

Se sentó frente a todos.

El hombre permaneció sereno, estaba sentado junto a su abogado mirando con odio fulminante a Jimin, pero era buen actor y nadie aparte de él podía darse cuenta. Aun cuando las palabras de Jihyun habían sido duras, a él no parecían sentir nada. Jimin la vio como se le ve a una bomba con cronómetro, con miedo de que en algún momento estalle.

—Park Jimin —llamó el juez, un hombre robusto y de lentes. Jimin alejó la vista de su padre y lo miró—. Hemos oído todo lo que los demás tenían que decir, hemos visto las pruebas, los videos. Pero ahora quiero oírlo a usted. Abogados pueden iniciar el interrogatorio —declaró, Jihyun lejos de él, le sonrió, el abogado Jeon también le dio una mirada de esperanza mientras se levantaba y caminaba en su dirección.

—¿Tu padre es, fue o era violento contigo? —preguntó.

Jimin se armó de valor, empuñó sus manos y viendo al hombre empezó a contar todo lo que se había guardado por mucho tiempo. Ya no eran tan difícil, él había pensado en ellos durante horas y horas, hasta cansarse o hasta que ya no doliera decirlo. Ahora eran simplemente anécdotas tristes de su vida, memorias que algún día terminarían de perderse en la infinidad del tiempo.

—Papá comenzó a golpearme cuando cumplí ocho años —reveló, la sala quedó en silencio. 

Entonces siguió hablando mientras era trasportado aquella tarde de verano.

Había llegado del parque donde pasaba horas sin hacer nada más que mirar, fue un niño tranquilo que juntaba flores y hacía coronas hasta que conoció ese niño, se lo contaba a Jihyun cuando su padre lo escuchó decir que le gustaba un niño. Tenía ocho, ni siquiera Jimin sabía si me gustaban los chicos, pero ese evento provocó que su padre lo viera como un fenómeno. Es absurdo ¿No?.

Cuando era niño, Jimin no entendía por qué su papá no lo quería o porque empezó a preferir a su hermano sobre de él, causando una enemistad que le llevaría años reparar. Jimin, sin embargo, nunca se quejó de su vida, tomo lo que le dieron y siguió adelante, hasta que empezaron los castigos y los golpes.

Jimin se recordó teniendo doce años.

Estaba llorando sin saber a dónde estaba, pero sostenía con fuerza la mano de su mejor amigo Taehyung, en el centro de planificación familiar, el aire era estéril y limpio, las paredes no eran blancas, sino un tipo de azul celeste. Las luces eran brillantes y había dibujos animados de niños felices, pero apenas era consciente de ellos porque los gritos lo aturdían mientras temblaba. Los Kim le estaban gritando a alguien mientras las personas a su alrededor apartaban la mira con incomodidad y duda. Los gritos eran espantosos, Taehyung lo atrajo a un abrazo cuando la noche avanzo.

Los retazos de información llegaron lentamente. Su padre lo había golpeado y él en su desesperación había roto las reglas y había ido con los Kim, quienes al verlo maltratado lo llevaron a la estación de policía más cercano. Nadie quiso ayudarlo, nadie quiso meterse en problemas, nadie pidió a Jimin.

Cuando salieron de la estación de policía, los Kim lo vieron con profundo dolor y Jimin solo pudo quedarse callado. Esa noche Jimin no volvió a casa, durmió en la misma cama de Taehyung haciéndose un ovillo mientras sostenía su mano.

Jimin aguantó las ganas de querer echarse a llorar porque de repente se siente débil. Había pasado un tiempo desde que se sentía tan vulnerable y triste, desde que fue un niño maltratado a quien no le dieron opción ni le ofrecieron ayuda.

La sala permanecía en un tétrico silencio mientras los ojos de todos estaban sobre Jimin, él se sobresaltó.

—Crecer con él fue espantoso, me merecía algo mejor de lo que tuve. Solo quería su amor. Pero él no sabe amar a nadie —terminó, se felicitó a sí mismo por no derramar ninguna lágrima, ese era un paso.

El abogado volvió a hacerle preguntas, Jimin contestó todas. Fiel a su promesa, el abogado Jeon fue imparable y demoledor, dejando a su padre sin palabras. Para cuando el final llegó, el juez pidió que la sala quedara en silencio.

Jimin tembló de anticipación, aquí se decidía todo, habría un antes y un después que lo marcaría para siempre y eso lo hizo cuestionarse todas las acciones que o llevaron a ese momento. Ese era Park Jimin, el que alguna vez tuvo miedo y ahora era valiente.

—Creo que todos hemos escuchado todo lo que sé tenía que decir. Señor Park, ¿Cómo se declara? —preguntó el juez.

Con toda la elegancia que lo caracterizaba, su padre se puso de pie y alisó su costoso traje, él dijo;

—Es mentira, por supuesto...

—Señor Park Jaemin... —lo interrumpió el juez antes de que pudiera decir algo más —. ¿Cómo se declara? ¿Culpable o Inocente?

—Inocente.

Jimin se rio en voz baja, compartió una mirada secreta con Jihyun al otro lado de la sala. Ese siempre sería su padre, orgulloso pero no inconsciente.

—La sentencia será dicha después de un receso de dos horas donde el jurado analizará el proceso. Mientras tantos las partes acusadas deberán esperar —declaró el juez antes de azotar el mallete.

Las personas se pusieron de pie viendo al hombre salir de la sala, los miembros del jurado salieron junto a él mientras las demás personas se dispersaron por la sala.

Jimin respiro sintiéndose libre por primera vez, así que ¿Así que así se siente? El sentimiento se deslizó derramándose en su interior con calidez y esperanza. Nunca había tenido ese sentimiento como ese, así que Jimin se aferró a él, esperando que fuera suficiente.

Dos horas después, con los nervios a flor de piel, Jimin volvió a ponerse de pie para recibirlos.

El juez se sentó y todo su cuerpo se direccionó hacia el estrado. Los miembros del jurado permanecían todos de pie, con aire solemne y diplomático.

—Con todas las pruebas presentadas y después de analizar toda la situación. Le preguntó al jurado ¿Ya tomaron una decisión?

—Sí, señoría. El jurado ya decidió —declaró la vocera de sus compañeros—. Este jurado declara a Park Jaemin. Culpable.

Jimin no sintió nada cuando el juez le dio 10 años con oportunidad de fianza a su padre, tampoco sintió nada cuando el abogado Jeon dijo que según los estudios realizados el hombre estaba en pleno uso de sus facultades mentales. Por tanto, podía llevar a cabo su condena en una prisión.

Jimin solo vio como la máscara de su padre se caía y en su lugar quedaba un hombre.

No supo quién de todos lo hizo unirse al abrazo grupal. Donde los señores Kim lloraban y reían, mientras Seokjin y Namjoon celebraban con alegría. Donde Jihyun lucia eufórico, junto a Jungkook y Taehyung. Solo sabía que esas personas eran su verdadera familia.

❃•❃•❃

Rato después, cuando la sala ya había quedado vacía, Jimin se disponía a seguir a todos cuando una mano se posó en su hombro. Volteó para encontrarse con el abogado Jeon, Jimin aún eufórico, estiró la mano. El hombre la estrechó con fuerza.

—Gracias —susurró Jimin—. De verdad gracias. Sin usted no hubiésemos podido.

—No tienes nada que agradecer Jimin. Soy yo quien tiene que darte las gracias —susurró de vuelta. Jimin lo vio confundido.

—¿Por qué? —le preguntó. El hombre sonrió débilmente antes de señalar con su barbilla al chico que esperaba en la puerta.

Jungkook saludó avergonzado por ser descubierto por su padre, Jimin le devolvió el saludó.

Resultaba fácil olvidarse por un instante que este hombre lo había ayudado por Jungkook. Jimin sintió vergüenza porque a pesar de todo el daño que le hizo a Jungkook, él todavía buscaba ayudarlo.

—Por amar a Jungkook —dijo—. Puedes creerme o no, pero yo realmente vi lejana la idea de que Jungkook tuviera a alguien a quien amar. Tiene un corazón tan grande que siempre temí que alguien lo rompiera sin tener compasión—confesó el hombre—. La verdad Jimin, nunca tuve muchas esperanzas que tuviera alguien a quien querer, aparte de Seokjin, lo cuidé tanto al grado de impedirle vivir.

—Solo quería que estuviera bien. Es su hijo —trató Jimin de reconfortarlo.

—Sí, pero eso no significaba que lo aislara del mundo. Jungkook es muy fuerte, al igual que tú. Tuvo grandes avances y ha progresado. Pero no siempre fue todo color de rosa, había días en los que creía que mi hijo no tendría una vida normal. Ahora la está teniendo.

Jimin se encogió, no quería las palabras de agradecimiento de ese hombre. Jungkook había hecho todo por su cuenta, Jimin solo estuvo ahí para tomar su mano, aunque no se hubiera dado cuenta. Cada pequeño paso fue solo de Jungkook, porque él era valiente y fuerte, capaz de cualquier cosa.

—Todo fue por él.

—Ni siquiera sabía que era gay —prosiguió —. Él llegó solo un día diciendo que quería tener un novio. Dami, tampoco lo sabía, fue una sorpresa. Pero no fue un problema porque lo que de verdad me importaba es que mi hijo tuviera alguien a quien amar, nunca me importo realmente que fuera un chico o una chica. Y te encontró a ti.

—Lo hizo, pero no soy bueno para él —le dijo Jimin.

Los ojos del hombre se estrecharon, Jimin se estremeció. Esperaba que Jungkook le hubiera contado lo que sucedió hacia tantos meses, pero por la mirada del hombre no podía estar seguro. Y eso solo hizo que se sintiera peor consigo mismo.

—Bueno, eso no lo decides tú ¿Verdad?, se te permite equivocarte Jimin, en la vida se comenten errores, se lastima gente, pero puedes cambiar. Si quieres a Jungkook sé que lo harás.

En las noches de desvelo dentro de la celda, Jimin había pensado mucho en ello. En el poco tiempo que estuvo con Jungkook y todo el tiempo que hubiera querido estar si las cosas no se hubieran complicado y si él no hubiera sido u completo idiota. Estar dentro de la cárcel cambia a las personas.

—Es fácil decirlo, no sé si algún día seré tan valiente como Jungkook, pero prometo que me esforzaré por corresponderle, Jungkook se merece el mundo entero.

El abogado Jeon sonrió.

—Jungkook no pudo elegir a alguien mejor a quien entregarle su corazón. Gracias por recibirlo y cuidar de él, Jimin.

Chapter 32: 28. JUNGKOOK

Chapter Text

Las crisis de ansiedad nunca se fueron, Jungkook debía aprender a vivir con ellas, le dijo Dami una semana después de sufrir un episodio por una nimiedad. Había esperado que pronto sus crisis desaparecieron, pero ahora sabía que no era así y eso le dolía.

Aunque, sabía que las crisis actuales serían diferentes. No desaparecerían, pero al menos sabría detectarlas, prevenirlas y hasta detenerlas.

Antes, de niño, vivía envuelto en un miedo latente, porque no sabía cuándo y en que patrón ocurrirían. Ahora, de adulto, sabía, en mayor medida, qué circunstancias o factores podían provocarle un colapso, por lo que evitaba esas situaciones o se preparaba para afrontarlas. Sin embargo, no siempre era predecible y, a veces, los ataques ocurrían sin previo aviso, sin poder prepararse para las situaciones estresantes que le conducía a ese estado.

Después de haber pasado dos semanas en una estación de policía y haber soportado el ambiente tan ruidoso, las patrullas y sus pitidos, con sus ruidosas sirenas y sus luces cejadores, pensó que por fin había avanzado.

Sucedió en la madrugada, cuando la habitación estaba silenciosa y el único ruido le pertenecía a los electrodomésticos. Despertó confundido, sin saber a dónde estaba, se quedó tumbado y esperó lo que pareció una eternidad a que su corazón se mantuviera estable, no quería que saliera de su pecho y no regresara. Pasarían horas antes de que volviera a sentirse él mismo. No volvió a dormir, pero fue capaz de levantarse y desayunar algo, a pesar de tener el estómago con un nudo.

Trató de que el episodio no mermara sus esperanzas. Sí, tuvo una crisis, pero sobrevivió a ella y ese era un paso más. Comió en silencio mientras penaba en que tal vez era hora de hacerle caso a Dami y ya no tener más expectativas, así no se decepcionaría tanto.

Poco más tarde, el sol alumbraba la calle mientras caminaba con la cabeza pesada y las manos temblorosas. Era un día tranquilo, la lluvia se había detenido por arte de magia, al menos por algunas horas, lo que se sentía bien. Dobló a la esquina y el extenso paisaje se dibujó en su vista.

Nunca había venido al parque, estaba delimitado con una cerca verdosa y piso de granito que dividía los caminos hacia áreas específicas, las personas pasaban a su lado corriendo con sus perros o andando en sus bicicletas.

Encontró a Jimin sentado en una banca con vista, un lago con un puente colgante permanecía quieto y solemne. Jungkook se paró frente a él, cubriéndolo por completo del sol, los ojos grises de Jimin lo vieron al instante.

Él sonrió cuando lo vio, brilló.

Jimin había sido liberado unos días después del juicio. Él junto a Jihyun se mantienen ocupados mientras resolvían todos los asuntos que aun los vinculaban con el apellido Park. Jungkook se aferró a la mochila que mantenía en su espalda.

—Hola —dijo Jimin suavemente.

—Hola —dijo de forma tímida mientras se sentaba junto a él.

Era extraño estar tan cerca después de las semanas que Jimin había pasado aislado, la vida se dividía en día ahora y ese evento significo un retroceso en su ya apremiante relación. Jungkook no sabía cómo actuar, ni que decir, a pesar de haber sido él quien le había pedido a Jimin que se reunirán.

—¿Cómo estás? —le preguntó.

Jimin parpadeó hacia él. Se veía bien, completo, pero sus ojos mantenían ese manto opaco que se adhirió a ellos desde que entró a la cárcel. A Jimin le había afectado mucho más de lo que dejaba ver. Jungkook esperaba que su regalo consiguiera tranquilizarlo.

—Mejor —dijo con un suspiro. Jungkook eligió creerle —. No esperaba verte —confesó Jimin con una expresión desconcertada.

Bueno, no todos los días lo despertaban a mitad de la noche por una crisis pidiéndole verlo. Jungkook se enorgullecía de Jimin, él no entró en pánico, lo dejó hablar y después evaluó la situación antes de tomar una decisión apresurada.

—¿Quieres que me vaya? —meneó la cabeza, confundido. Aunque él no quería hacerlo, lo haría si Jimin se lo pidiera. Él se apresuró a negar con la cabeza.

—No... te extrañé —confesó, las mejillas de Jungkook se tiñeron de un adorable rosa.

Oh, Jimin, No sabía las noches en vela que Jungkook había pasado cavilando sobre él, no sabía que era su tema favorito del que hablara con Dami quien aún no lograba hacer que Jungkook entendiera sus indirectas; "Oh, háblame de otra cosa"

—Yo también te extrañé —dijo Jungkook y se quedaron en silencio.

Jimin seguía mirando al frente, había aprendido a disfrutar el silencio que los envolvía a ambos. Jungkook no rompió el silencio de inmediato, no quería hablar del juicio o del padre de Jimin, tampoco quería que Jimin hablara de su estadía en la cárcel, había sido suficiente.

—¿Cómo estás tú? —dijo Jimin, Jungkook pensó y sintió que su corazón se encogió.

Aun después de que Jimin había pasado los peores momentos de su vida, él se preocupaba por los demás, por todos menos por él mismo.

—Oh, estoy bien —contestó con torpeza.

Jimin parpadeó.

—Han sido duro.

—Nunca por ti —declaró Jungkook.

Volvieron a quedarse en silencio. Quizás esa sería su realidad ahora, no más momentos tensos, ahora estarían cubiertos de mantos silenciosos.

Jungkook se acercó lentamente, sobre la banca buscó la mano de Jimin y entrelazó sus dedos con fuerza.

—Perdón —le dijo.

—¿Por qué? —preguntó Jimin.

Jungkook suspiró con tristeza.

—Te estoy preguntando si estás bien cuando debería preguntarte, ¿Quieres estarlo?

Jimin se sobresaltó como si Jungkook le hubiera dado una bofetada, se alejó de su agarre palideciendo.

—Ha sido mucho... —tartamudeó—. No estoy en el mejor momento.

Oh, nadie merecía haber vivido todo lo que Jimin. Era la persona más valiente que Jungkook conocía y cada día que pasaba se convencía un poco más fuerte que cualquiera.

—Lo sé, no cambia mis sentimientos por ti. Sí, es lo que crees.

Comenzó lentamente, las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras sus ojos se enrojecían, Jungkook quiso acercarse, pero algo lo detuvo y permaneció viendo a Jimin llorar en silencio.

—¿C-cómo puedes d-decir eso después de todo...?

Jungkook tomó con suavidad el rostro de Jimin acunando sus mejillas. Sus manos temblaban y con solo mirar sus ojos grises se sintió cohibido, pero Jimin necesitaba oírlo, necesitaba saber que Jungkook todavía daba todo por él.

Jungkook dijo; —Porque aún eres la primera persona en la que pienso al despertar. Aún eres la persona que hace que mi corazón, porque aún te quiero, porque aún me dueles.

Jimin lo miró con sus enormes ojos grisáceos, podían esconder el mundo ahí dentro y su corazón volvió a latir con fuerza.

Estaba enamorado, sin duda, y lo había descubierto él solo. En las noches de insomnio, cuando en lo único que podía pensar era en el chico que se llevó su corazón —no literalmente— porque si no moriría, Jungkook trataba de poner en orden sus sentimientos que vivían dentro de él como un torbellino.

Jimin suspiró, se limpió las lágrimas con el dorso de su suéter. Sus pestañas estaban mojadas y sus mejillas rosadas. Se veía precioso.

—Solo espera un poco más. ¿Sí? —le pidió con voz rota—. Yo estaré a tu lado. —Jungkook llevó sus manos a su rostro apartando las lágrimas dándose cuenta de que empezaba a llorar justo como Jimin, no le gustaba que él llorara si era posible, no quería volver a verlo triste nunca.

—Podría esperarte toda mi vida, ya te lo dije, Jimin.

Jungkook procuró verlo al pronunciar esas palabras. No eran ningún acto egoísta que buscaban tranquilizar a las personas, era una verdad contundente. Jungkook no le estaba mintiendo, nunca podría. Él lo esperaría toda la vida, como se lo dijo tantas veces, y por primera vez, Jungkook le creyó.

Jimin cubrió su mano con la suya, Jungkook cerró los ojos, para no tener que soportar su contacto visual por más tiempo. La mano de Jimin era cálida y suave.

—Te prometo que muy pronto podremos estar juntos de nuevo.

—¿Para siempre? —preguntó Jungkook.

Jimin no se asustó como pudo haber ocurrido antes, él sonrió, prueba irrefutable de que ya no tenía miedo.

—Te lo prometí aquel día, ¿Recuerdas? Te dije que lo intentaría —dijo—. Y voy a cumplir mi promesa. Solo necesito tiempo, estoy tratando de encontrarme a mí mismo. —murmuró él.

—¿Estabas perdido? —preguntó Jungkook viéndolo detenidamente.

Jimin asintió.

—Sí, en algún punto de mi vida me olvidé de quién era por querer ser otra persona. —confesó.

Jungkook permaneció en silencio.

Mucho tiempo, entre su infancia y su adolescencia, deseó ser como el resto, deseó no ser autista porque para los demás todo parecía ser más fácil. Lo que para Jungkook era complicado, como las relaciones sociales, o salir de su casa para ellos era común. Los envidiaba y por eso estaba enojado.

Quería ser normal, tanto que se esforzaba —demasiado— por ocultar sus peculiaridades. Aquellas conductas que a los demás les parecían extrañas, pero que a él lo hacían ser único. Por mucho tiempo, Jungkook había odiado quién era, que representaba y quién nunca podría ser.

Pero ahora, ahora sabia que por más que tratara nunca podría ser como los demás, no sentía resignación sino esperanza. Quizás él había nacido para sobresalir, no para ser como los demás.

—Yo también quise ser otra persona alguna vez —reveló —Quería ser normal, ser como ustedes, pero ahora creo que no es tan genial ser normal... me gusta quién soy.

Porque después de tanto tiempo, por fin, se sentía a gusto consigo mismo. Porque ahora ya no quería cambiar nada de lo que era, pues constituía su todo. Además, las personas "Normales" no eran mejores ni peores que él...

Jimin le devolvió la sonrisa tomando sus manos, aquel contacto lo hizo estremecer.

—Eres Jungkook no deberías intentar ser alguien más, yo soy Jimin y debo amarme como soy.

—No volveré a intentar ser normal.

—Y no volveré a ocultarme, lo lograremos Jungkook.

Fue una promesa y Jungkook sintió que su cuerpo se llenaba de calidez.

Un momento después, Jungkook recordó porque estaba ahí, buscó dentro de su mochila y sacó un sobre amarillento. Lo mantuvo en secreto de todos, receloso pero emocionado por dárselo a Jimin.

—Tengo un regalo para ti —dijo llamando la atención de Jimin.

—¿En serio? ¿Qué es? —preguntó, emocionado.

Jungkook sacó el sobre y se lo tendió, Jimin con manos cuidadosas lo tomó y sacó la carta que iba dentro, Jungkook le sonrió cuando los ojos de Jimin fueron de la carta a él, como si no creyera lo que tenía en su mano.

En el rincón de alguna parte, 2 de agosto de 20XX.

Querido Jimin:

Nunca antes había tenido que enviar una carta pidiendo perdón a alguien que ni siquiera leyó mi libro; por matar a un personaje ficticio. Pero después de las inagotables insistencias de Jeon Jungkook, me he visto en la obligación y afianzamiento de hacerlo.

Jimin, lamento haber hecho a Jungkook obsesionarse con el final de mi libro al grado de no dejarte dormir. Pero tú también debes pedirme perdón a mí por la infinidad de cartas que llagan a mi oficina, según he contado, ya rondan las 64, una por cada día del mes.

Admiro la perseverancia del chico, y para que conste yo no quería matar a mis protagonistas, ellos eligieron su destino, cuando escribes; a veces te crees un ser omnipotente que puede hacer o deshacer, pero no es así, cada personaje elige su camino. Si no eres escritor te será difícil entender esto, pero qué más da... ¡Se les quería!

Sé que no has leído mi libro, entonces, tremendo spoiler que te metió Jungkook, aun así agradecería que lo leyeras y fueras tú quien me mandara una carta reseñando mi libro, (sin quejarte por favor) de lo que te pareció, las reseñas siempre son bienvenidas, esas que no pasan de tres hojas y que no llegan todos los días a mi oficina. (Sí, Jungkook casi escribe una tesis)

Te daré un consejo antes de terminar esta carta, son las tres de la mañana y mi cerebro no da para mucho, espero que no creas que soy un escritor mediocre, ¡Hago bien mi trabajo! ¡Lo juro! Solo estoy demasiado cansado, para dar respuestas coherentes, mi mente solo piensa en ir a dormir en su perfecta y exquisita cama... dejaré de divagar ahora. Podrás creerme o no, pero tengo el cesto de basura lleno de hojas a medio escribir porque me he desviado mucho del tema... justo como ahora.

Ya basta, J.K. King, detente...

Antes de tener que desechar esta carta también te diré mi consejo; si eres novio de un lector, prepárate para no dormir por las inagotables charlas sobre libros. Te juro que son las mejores.

Una vez más, pido perdón... por lo que sea que vaya hecho...

PD. Dile a Jungkook que lea mi siguiente libro, no mato a nadie. ¡Lo juro!

PD. De PD. También dile que ya no mande más cartas, en serio, son demasiadas.

PD de PD de PD. Es un chico raro, me agrada.

PD de PD de PD de PD. ¡Se les quería!

ATENTAMENTE

J.K. KING (El asesino de personajes)

—Lo conseguiste —murmuró perplejo, cuando terminó de leerla. Aun tomándola como si se fuera a desvanecer en cualquier momento.

—Le envié cartas todos los días desde hace dos meses —musitó Jungkook con orgullo.

Aquella vez, cuando le contó sobre su reciente lectura; lo indignado y triste que lo hizo sentir porque los personajes no quedaron juntos, Jimin le dijo que debía hacer que el escritor le pidiera perdón por quitarle sus horas de sueño... no descanso hasta lograrlo.

J.K. King, no exageraba, Jungkook le enviaba cartas extensas, cada una hecha a mano pidiéndole y quejándose —pero más demandándole— que le pidiera perdón a su —no novio—.

—¡Cielos! ¡Eres increíble! —dijo Jimin, extasiado.

Luego sonrió como Jungkook no lo había visto hacer hacía tiempo.

El corazón de Jungkook dio un vuelco en su corazón cuando Jimin se acercó con lentitud.

Los centímetros que los separaban se acabaron y poco a poco junto sus labios en un dulce beso lleno de promesas. Los labios de Jimin seguían teniendo sabor a miel y Jungkook no dudó en tomar su cintura y atraerlo más a él, mientras Jimin le rodeaba su cuello con sus manos.

Era un beso suave y necesitado, Jungkook gimió porque lo había extrañado tanto que dolía.

Cuando se separaron juntaran sus frentes respirando acaloradamente. La mente de Jungkook estaba muy ocupada pensando en los besos de Jimin y como quería volver a tenerlos sobre los suyos. Jimin pareció ver si necesidad porque un poco después volvió a juntarlos.

Jungkook lo sostuvo con fuerza, allí en medio del jardín. Jimin estaba brillando, brillando como nadie había brillado antes ante los ojos de Jungkook. Porque Jimin parecía ser el centro de su universo.

Porque lo amaba, incluso más que al café con leche. 

❃•❃•❃

Siempre se reunían en el parque, se mantenían callados la mayor parte del tiempo, pero a veces contaba sus anécdotas sobre historia. Y las cosas parecían ser como antes, pero no lo era.

Los días comenzaron a desdibujarse, Jimin podría estar bien algunos momentos, podría sonreír y reírse de Jungkook, pero en ocasiones su mirada se perdía en la nada y se quedaba ahí por mucho tiempo. Jungkook no sabía en qué pensaba, pero estaba seguro de que tenía que ver con el incidente y su temporada en la cárcel.

Si pudiera, él le quitaría todas esas pesadillas, pero solo era un chico y solo podía permanecer a su lado y tomarle la mano esperando que volviera.

Paso un tiempo y Jimin comenzó a hablar más. Jungkook iba a clases, se reunía con su padre y Seokjin, pero sus días favoritos eran cuando Jimin y él se reunían para el almuerzo, nunca decían mucho, las palabras parecieron dejar de tener significado para ambos, así que permanecían en silencio, pero siempre juntos.

Entonces Jimin volvió a la escuela y todo volvió a cambiar.

Jungkook comprendió que el mundo no giraba a su alrededor y se mantenía en movimiento. Sus días congelados, donde solo existían ellos dos, se terminaban lentamente y Jungkook tendría que vivir con ello.

La primera semana, Jimin se había enfrascado en una larga charla con el catedrático de su facultad para hablar de la posibilidad de volverse a reintegrar a su curso, cosa que logró. Pero que había impedido a Jungkook verlo, creyó que podría hacerlo un día después, pero la segunda semana estuvo atareado con trámites, tareas, exámenes y documentos por hacer y por llenar. Que no había tenido tiempo de nada, pues necesitaba ponerse al corriente de sus responsabilidades después de todo el tiempo perdido.

La tercera semana estaba siendo dura. Jungkook comenzaba a creer que Jimin no quería volver a verlo a pesar de todos sus intentos por mantenerse unidos. Pensó que las promesas resultaban vacías y olvidables.

No era como si Jimin estuviera ignorando a Jungkook. Se reunían en el almuerzo y en sus horas libres, pero había algo que no terminaba de encajar y Jungkook se veía obligado a estar junto a Taehyung, Seokjin y Yoongi.

Jungkook comió su almuerzo con lentitud, antes de que sus ojos vieran a Jimin caminando a su dirección. Parecía tener un don especial para siempre sentirlo llegar.

—Ahí está Jimin —dijo Yoongi, era evidente que allí estaba. ¿Por qué Yoongi estaba diciendo cosas tan obvias? Quiso bufar, pero no lo hizo porque Seokjin dijo que era grosero.

Permaneció quieto esperando a que llegara, pero entonces, un chico lo interceptó. Entrecerró los ojos hacia él, H-O-S-E-O-K

Jimin habló con él, lo que pareció una eternidad mientras Jungkook mantenía los ojos fijos en ellos dos. Esperando que pudieran sentir su mirada, nunca había hablado con Hoseok antes, pero no quería hacerlo después de saber que él y Jimin se tomaban de la mano.

—Puedes ir a por él, ¿Lo sabes, verdad? —dijo Taehyung sonriéndolo.

—Eso sería grosero —Jungkook negó con la cabeza, contrariado.

—Es grosero que los veas como si estuvieras planeando algo maléfico —opinó Yoongi.

Jungkook volteó a ver a la persona que mejor opinaba. Seokjin se encontró suspirando.

—Está bien, Jungkook. Solo ve.

Armándose de valor, Jungkook se acercó a Jimin. A Hoseok le tomó un minuto verlo para sonreírle con demasiados dientes antes de irse. No sin antes guiñarle un ojo a Jimin quien se sonrojó furiosamente.

Jimin puso sus pies juntos mientras bajaba la mirada y se mordía su labio inferior. Solo unos segundos después levantó la visa y Jungkook tuvo que bajar la suya, porque Jimin era más bajo que él. De forma inmediata sus ojos conectaron, él sostuvo su mirada solo un momento antes de desviarla. Demasiada información.

—Hola, Kook —susurró Jimin. El corazón de Jungkook latió vertiginosamente en su pecho, nadie nunca entendería la emoción que sentía cuando Jimin lo llamaba de esa manera.

—Me gusta que me llames así —confesó, sus mejillas se colorearon.

—A mí me gusta llamarte así.

Jungkook tomó la mano de Jimin de repente y la puso en el lugar de su corazón—. Sabías que cuando dos personas enamoradas se miran los ojos el uno al otro, sus ritmos cardíacos se sincronizan, siente mis latidos son iguales a los tuyo —para comprobar el hecho, Jungkook puso su mano en el pecho de Jimin.

Fue algo más bien instintivo que había leído en una revista científica, una de las pocas que le gustaban porque Jungkook solía leer libros especializados en historia, no en ciencias exactas; sin embargo, esa le había llamado la atención.

—Son rápidos —dijo Jimin sin quitar su mano de su pecho.

—¿Por qué no hablas conmigo? —preguntó Jungkook haciendo contacto visual.

Jimin apartó su mano. Por un instante, Jungkook pensó que no le contestaría. Pero entonces, Jimin también lo miró.

—Es difícil estar a tu lado y no poder besarte —confesó, sus mejillas se colorearon aún más.

Jungkook acortó el espacio lo suficiente para que sus pechos se tocaran.

—¿Por qué no lo haces? —preguntó en su lugar.

Jimin suspiró profundamente.

—Lo haré, solo tengo una pregunta... ¿Aún me quieres? —Jungkook se quedó un momento sopesando la respuesta. Después de unos segundos, negó con la cabeza de forma lenta.

—No, Jimin, ya no te quiero —confesó mientras Jimin aguantaba la respiración—. Ya te amo, y no si eso es mucho mejor.

Los pájaros cantaron por encima de ellos, Jungkook aguanto las ganas de silbar junto a ellos. Jimin lo miró con ojos grandes.

En los días posteriores, cuando su cabeza solo podía pensar en Jimin. Dami lo había hecho hablar sin darle tregua, Jungkook no se había guardado nada y cuando por fin libero todo lo que lo atormentaba por dentro llegó a una única conclusión. Él amaba a Jimin.

Nunca pensó que podría amar a alguien, su madre se lo había dicho tantas veces que el hecho de amar sonaba lejano y desolado, para gente que no era como él, un robot sin sentimientos, pero no lo era. Jungkook podía amar como cualquier persona, tan feroz, tan valiente y tan fuertemente cuando entregaba su corazón.

Se quedó parado con incertidumbre. Dami también le había dicho que cuando se amaba a alguien siempre se corría el riesgo de no ser correspondido. Pensó que estaba bien, nunca obligaría a nadie a quererlo. Ni siquiera a Jimin, con que estuviera en su vida, era suficiente.

Esperó que lo rechazara, que dijera que no podían estar juntos. En su lugar, Jimin se acunó en su pecho, respirando suavemente.

Él dijo; —Yo también te amo.

Y lo fue todo. 

Chapter 33: 29. JIMIN

Chapter Text

Aquí y ahora. 10 de septiembre de 20XX.

Querida mamá:

A lo largo de mi vida me han dicho que por mi apellido estoy destinado a hacer grandes cosas. Aprendí que el sacrificio es cosa de tontos, lo único que importa es sobrevivir. Pero yo no quiero sobrevivir mamá, quiero vivir.

Sé que probablemente no tengas el valor suficiente para hablar conmigo, lo que está bien porque yo tampoco tendré el valor para decirte cuál herido estoy y lo vacío que me siento por no ser lo que siempre quisieron.

Tú no eres buena expresando tus sentimientos, yo no soy del todo sincero. Es una combinación extraña.

Me han preguntado mucho como me siento en los últimos meses, más veces de las que me preguntaron toda mi vida. No sé cómo me siento, no quería esto mamá, si te soy sincero hubiera preferido mil veces seguir siendo el objeto del odio de papá, que ver como nuestra familia se fragmenta lentamente. Me siento un mal hijo.

Pero ¿Alguna vez fui suficiente para ustedes? Porque nunca lo demostraron, estoy tan harto de todo, de intentar ser el hijo perfecto, el alumno ejemplar, el chico que todo lo puede, soy solo un ser humano y no es justo que me pidieran tanto desde que tengo uso de razón.

Me esforcé tanto y de tantas maneras, sacrifique lo que me gustaba y lo que quería hasta que me di cuenta de que nunca lograría complacerlos, y entonces me perdí a mí mismo. Encontrarme será un camino difícil, no sé quién soy o lo que quiero, no puedo quererme de ese modo y eso me lastima.

Hoy, mientras remontaba la historia de mi vida, pensé en ti. Para mí eres una estrella brillante que alumbra el cielo, tan difícil de alcanzar y tan muerta por dentro. Llegar a ti puede tomarme años luz y aun así no encontraría nada más que soledad. Eso es triste.

No sé qué me depara el destino. Estoy roto, tengo tantas cicatrices que algunas nunca desaparecerán. Pero lo estoy intentando, no me rendiré, no por ti, no por mi padre para darle una lección, ni siquiera por Jihyun para enseñarle que se puede salir adelante. Si no por mí. Merezco algo mejor de lo que tengo ahora.

En cuanto a nosotros, la verdad no sé si alguna vez nos quisiste, tu amor siempre fue enfermizo, tantas veces te pedimos ayuda para salvarnos... pero no lo hiciste. Cuando pensé por mis sentimientos hacia ti, trate de encontrar alguno, y me sorprendió comprender que no sentía nada, antes si me lo hubieran preguntado hubiera dicho que sentía lástima.

Lástima porque cada vez que te miraba solo veía a una mujer vacía, cuya vida fue dictada por los demás y nunca fue capaz de tomar sus propias decisiones. Fuiste una madre ausente, un adorno más en esa enorme casa, pero no una madre. Me alegra saber que ahora ya no nos une nada más que un pasado en común.

No puedo perdonarte, he buscado mil razones para hacerlo, pero no encuentro ninguna. No fuiste una buena madre, tomaste más de lo que nos diste. Lo único que siempre quisimos de ti fue que nos defendieras, ver que te impostábamos al menos un poco.

Ahora ya es tarde. Trataré de recuperar a mi hermano. Jihyun y yo necesitamos sanar. Vamos a salir adelante juntos. Sin ti, porque ya no te necesitamos. Tal vez, en realidad nunca lo hicimos.

Atentamente
Park Jimin

❃•❃•❃

Había una sensación extraña en el aire, era diferente y melancolía. Ciertamente, tenía que ver con el comienzo de la nueva estación, octubre, el mes de las hojas secas, el mes de su cumpleaños. Aunque apenas lo había notado y pasó sin pena ni gloria solo con un pequeño paste hecho por Jihyun y Jungkook.

Su cumpleaños nunca fue importante, no en realidad. Pero al menos lo recordaba con momentos felices, cumplir 21 años no estaba siendo como alguna vez imagino que sería llegar a esa edad. No por falta de intentos, sino por su culpa. Jungkook lo había intentado, incluso le dio un enorme ramo de rosas rojizas que puso en un jarrón y olvido porque estaba demasiado asustado de sus pensamientos.

Necesitaba tranquilidad.

Jimin se detuvo cerca de la estación de trenes y observo a las personas. Su cuerpo estaba tenso y cansado, resultaba un milagro que se mantuviera de pie.

Sabía que lo mantenía en constante alerta y lo que le provocaba malestar no solo físico, sino también mental, tenía que ver con todo lo que había sucedido. Si creyó que la intervención mediática de espectadores había sido suficiente para perturbarlo, nadie lo preparo para lo que sucedería después.

La prensa hacía fila para poder capturar la mejor historia de los trágicos hermanos que vivieron un infierno en vida mientras todos pensaba que eran una familia perfecta. Estar junto a Jihyun en esas condiciones había significado un retroceso espeluznante a la relación que se había tejido durante el juicio. Las personas constantemente los separaban y buscaban tener su atención y Jimin se veía obligado a dárselas, porque sabía que solo estaban preocupados.

Las semanas después de todo ese circo, su padre había conseguido pagar la fianza y estar libre, a Jimin no le preocupaba como pensó que lo haría. El repudio social fue suficiente para que vendiera todas sus posiciones y se fuera del país dejando a su familia atrás. Con sorpresa Jimin se enteró de que su madre no lo había seguido, ella eligió quedarse y enfrentarse a toda la sociedad sola.

Para ser justos, ella era la que menos afectada salió de todo el asunto. Jimin tuvo la idea de buscarla antes, pero incluso si quería saber de ella, Jihyun no y ellos dos se habían convertido en un equipo que se apoyaba.

Jimin sabía que estaba siendo irracional, no le debía nada a su madre, ni sus lágrimas, ni su perdón, ella eligió su camino siguiendo a su padre en cada oportunidad que tuvo a lo largo de los años. Pero una parte suya, una pequeña, no podía odiarla...

Cada pequeña acción contribuyó a que Jimin tocara fondo y se sintiera totalmente decaído.

El tren sonó anunciando su llegada. Jimin siguió a la multitud y entró junto a ellos.

Dentro se sentía cálido y sofocante, no muy diferente a como se había sentido su habitación esos días. Jimin se dedicó a mirar por la ventana mientras los árboles pintados de otoño pasaban lentitud, le gustaban los largos viajes en tren, había una sensación de anonimato que lo hacía sentirse seguro.

Se acurrucó en el asiento, sin poder evitarlo, su mente lo consumió.

Estaba en la oficina del abogado Jeon al igual que Jihyun. El hombre los miraba con atención, aquellos ojos tan parecidos a los de Jungkook solo servían para hacerlo sentir incómodo. Sostenía un bolígrafo en lo alto, solo tenía que poner una firma, una última acción, luego libertad.

Pero no podía hacerlo, Jimin no era un mal hombre, se enorgullecía de ello quitarle todo a su padre, no se sentía bien. Compartió una mirada con Jihyun, su hermano lucia sereno y decidido, sus ojos se conectaron. Jimin sintió que la valentía que Jihyun guardaba en su interior lo envolvía.

Pensó que debía ser valiente por los dos. Con rapidez, firmó el documento.

—¿Eso es todo? —preguntó mientras le entregaba los papeles al abogado.

El hombre asintió con seriedad.

—Legalmente es todo.

—Gracias por la ayuda, abogado Jeon —le dijo Jihyun con sinceridad.

El hombre no le respondió, pero Jimin supo que él también estaba aliviado de que todo hubiera salido como anticipo. Había habido tantos obstáculos, tantos problemas, un día se vio lejano ganar.

Salieron de ese lugar deprisa, no sin antes darle otra vez las gracias al hombre quien los apoyó cuando nadie más lo hizo. Una vez en la banqueta, ambos se quedaron parados por un largo rato. No pudiendo creer que todo había terminado.

Jimin sacudió la cabeza. El tren emitió un ruido potente antes de detenerse en la estación. Se irguió con lentitud saliendo como los demás pasajeros.

Caminando entre la multitud, Jimin se permitió sonreír. La sombra que solía perseguirlo ya se había evaporado casi por completo, aún había pequeños fragmentos de una vida perdida que probablemente no se iría nunca. Pero por primera vez desde que todo termino, Jimin se permitió tener esperanza.

No todo estaba perdido y algún día todo sería mejor.

❃•❃•❃

La frisa fría lo golpeó con solo salir de la estación. Tenía que tomar un taxi si quería llegar rápido, pero había un buen sentimiento en caminar hacia su destino. Traspasó los árboles frutales y las flores de cosecha, recordando cuantas veces lo había hecho antes, cuando era joven y tonto.

Por un instante, pudo verse a sí mismo, un Jimin de doce años corriendo y saltando las vallas esperando que ninguno de sus padres lo descubriera violando sus órdenes. Desde que se había hecho amigos de Taehyung sus padres se volvieron más estrictos y reprochaban su amistad, Jimin no lo entendía. Amaba la casa Kim cada parte de ella, desde sus gastados sofás hasta su comida hogareña. Pero sus padres creían que no pertenencia ahí. 

La casa se dibujó en la lejanía tan como la recordaba. Jimin soltó un suspiro y se encaminó en su dirección, rebuscó entre los bolsillos de sus pantalones hasta encontrar la llave y abrir la puerta.

Sus hombros se destensaron cuando la calidez lo envolvió. Jimin escuchó al señor Kim cantar con entusiasmo dos canciones completas al sol, mientras permanecía sentado cerca de la ventana sin ser consciente de él antes de anunciar su llegada.

Cerraba los ojos, mientras las palabras se deslizaban de su boca con una voz melancólica aterciopelada. Cada vez que cantaba Jimin sentía una avalancha de emociones, su voz podía trasmitir el mayor de los sentimientos y lograba hacer estremecer hasta al más valiente.

Cuando la segunda canción terminó, el señor Kim abrió los ojos, inmediatamente lo vio, sonrió soltando una leve risa. Caminó hacia Jimin y sin perder el tiempo, lo envolvió en un abrazo. Jimin se refugió en el hombre.

Alguna vez, hacía mucho tiempo, habría envidiado a Taehyung porque este era el padre que le hubiera gustado tener. Ahora, solo sabía que el señor Kim lo quería como a un hijo y su corazón se llenó.

—Jimin —exhaló emocionado—. ¿Cómo has estado? —preguntó sobre su cabello, el Kyong era un poco más alto que Jimin, pero él no se quejaba—. Vamos dentro. Todos estarán felices de verte.

Sin poder evitarlo, Jimin sintió culpa, sin duda, no solo era Jungkook, a quien había ignorado.

Sin embargo, estaba agradecido que ninguno de ellos él guardara rencor y lo estuvieran entendiéndolo. Había sido difícil ver a cualquiera de ellos después del juicio.

Lo había dejado emocionalmente drenado, decir todo lo que había ocultado dentro de su mente fue algo más que aterrador y Jimin no estaba preparado para ver a toda la gente que lo había escuchado y ahora sabia todo lo que tuvo que pasar. Pero debió saber que esa misma gente nunca podría culparlo y sentir lástima por él.

Jimin entró a la casa y caminó por el pasillo, Kyong tenía razón. En cuanto lo vieron, todos soltaron risas encantadas.

—¡Jimin! ¡Te extrañamos! ¡Jimin! —gritaban los niños a su alrededor sin dejar de dar vueltas, tal bullicio hizo que la señora Kim saliera de la cocina acompañada de Namjoon.

Ella también sonrió y con rapidez fue a Jimin para abrazarlo. El olor a rosas de su perfume penetro su nariz, era tan familiar que sintió ganas de llorar, consiguió sentirse menos perdido.

—Niño tonto, te extrañé tanto —murmuró contra su oído.

—Yo también te quiero —murmuró el chico al borde de lágrimas.

—¡Oh! ¡No llores! —se separó la mujer asustada—. Ven a comer algo, ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo?... —eran tantas preguntas que la cabeza de Jimin dio vueltas pensando cuál contestar primero. Pero Kyong fue a su rescate de inmediato.

—Deja al chico respirar. Vamos, Jimin come con nosotros —dijo pasando un brazo por sus hombros, Jimin resopló ¿Cómo podía ser más bajo que todos los hombres Kim? Era injusto, seguro tenían genes de gigantes. Aun así, no sé deshizo del brazo mientras era conducido a la cocina.

Comieron todos juntos, Jimin jamás se había puesto a pensar que en realidad esa familia también era suya, y no solo por Taehyung. Ellos lo ayudaron, estuvieron a su lado y le cobijaron. Sin pedir nada a cambio. Eso es lo que, hacia la familia, protegía cuando uno no era capaz de protegerse a sí mismo. Los había encontrado gracias a Taehyung, pero los había conservado por su cuenta.

—En serio, ¿Cómo estás? —le preguntó Kyong.

Jimin respiró hondo, suponía que el momento había llegado.

—Estoy bien —respondió lentamente—. Yo solo... gracias. Jamás se las di ¿verdad? Tengo mucho que agradecerles porque ustedes sin saberlo ocuparon el puesto de mis padres. Siempre fui bienvenido en su casa, aunque no lo fuera en la mía. Son una hermosa familia, una que yo hubiera querido tener...

Kyong se levantó primero, atravesó la mesa y se situó ante Jimin levantándolo lentamente y sin palabras de consuelo, sus brazos lo rodearon. Se sentía cálido y reconfortante, como debía sentirse el abrazo de un padre, Jimin se refugió en él. Luego vino la madre de Taehyung y sus pequeños hermanos.

—Oh, Jimin ¿Es que no lo ves? —preguntó el hombre—. Desde el momento que pusiste un pie en esta casa fuiste parte de nuestra familia. Te queremos y eres importante para nosotros —A Jimin se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Tú mereces todo el amor del mundo, es tan fácil quererte. Siempre ha sido así —dijo la señora Kim.

Se alejaron de él y toda la familia junta se aglomeró a su alrededor, eran tan maravilloso e increíbles. Lo eran todo.

Jimin dijo; —Gracias por ser mi familia.

❃•❃•❃

Taehyung llegó con Jihyun unas horas después, su hermano se veía pálido y tembloroso después de saludar a los señores Kim, cuando vio a Jimin el color pareció regresar a su rostro y en seguida se reunió con él. Jimin lo atrajo a un pequeño abrazo, seguía siendo incómodo para ambos las muestras de afecto, pero poco a poco comenzaban a ser comunes.

Ahora que él y Taehyung parecían estar iniciando una relación sin nombre, Jimin sentía a su hermano más cerca que nunca.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente, mientras lo guiaba por la casa.

—Estoy aterrado —confesó Jihyun, Jimin sintió empatía.

No quería saber cuánto le había costado a Taehyung, convérselo para que se reuniera con su familia.

—No tienes por qué.

—Es fácil decirlo —su hermano bufó.

Se sentaron en la sala, el único lugar libre de la casa, a comienzos de diciembre y a pocos días del cumpleaños de Taehyung la casa comenzaba a llenarse de familia lejana y primos perdidos. Se sentaron en silencio por unos instantes antes de que Jihyun lo rompiera

—Acabo de darme de baja de la universidad —dijo y Jimin volteó a verlo incrédulo mientras Jihyun permanecía sereno aún con lo que acaba de decirle.

Jimin no esperaba nada parecido a lo que dijo. De hecho, era lo último que imaginaba que ocupaba la mente de Jihyun.

A Jimin le pareció increíble creer que su hermano menor estaba preocupado por la escuela, cuando todo su mundo está desmoronándose a su alrededor. Jimin ni siquiera había podido pensar en sus estudios demasiado ocupados sobreviviendo.

—¿Estás seguro? —le preguntó después del extenso silencio que se había formado.

—Quiero hacerlo, tú también puedes hacer lo que quieras, Jimin —respondió Jihyun con firmeza.

A Jimin le pareció complicado, el teatro era su vida y realmente le gustaba su carrera, pero a su mente difusa le costaba pensar en cosas radicales. Su mente comenzó a trabajar de prisa pensando en todas las cosas que podían salir mal.

—Jimin —empezó —. Sé que estás preocupado, pero estoy bien. He trabajado por esto, sí. Pero nunca lo quise en realidad, sé que puedo hacer grandes cosas, en otra parte.

—Sé que sí...

Jimin tragó y sintió un nudo en su garganta con un inminente deseo de llorar.

—¿Dé verdad quieres esto? —preguntó al cabo de un momento, no creyéndole del todo sus palabras. Jihyun lo miró consternado, asintiendo de inmediato.

—Voy a esforzarme mucho, lo prometo.

Jimin a su lado suspiró. —¿Qué voy a hacer contigo? Eres un bastardo decidido, sabes que te apoyaré en lo que decidas.

—Lo sé. Solo quiero por una vez en mi vida hacer mis elecciones, saber lo que quiero, ser más como tú —los hombros de Jihyun cayeron, meneó la cabeza rehuyendo de su mirada, de repente avergonzado.

—A mí tampoco me dieron elección ¿Sabes? —murmuró Jimin.

Y Jihyun dijo; —Pero ahora podemos decidir.

Jimin sonrió. La vida seguiría avanzando lentamente, algunas veces sería dolorosa, otras no podría seguir adelante y tal vez lloraría un mar. Pero siempre estaría a su lado su hermano, como siempre debió ser.

—Sabes algo —dijo Jihyun dándole un codazo para llamar su atención

—¿Qué? —preguntó Jimin devolviéndole el golpe.

—Me alegra volver a tener esta relación contigo—confesó, sus mejillas se sonrojaron—. Te traté mal por mucho tiempo, dije cosas feas y te lastimé. Aun cuando eso era lo último que quería hacer.

—Está bien Jihyun, en ese momento me estabas gritando por ayuda y yo fue un sordo que no te escucho.

Los dos hermanos se vieron fijamente. Eran tan iguales, pero en ese momento no podían verse más diferentes.

—Las cosas están funcionando Jimin, nunca sentí que tenía nada roto, pero estaba equivocado, siempre estuve roto, pero fui muy tonto para darme cuenta —se avergonzó—. Ahora siento que poco a poco estoy sanando. Pronto seré perfectamente imperfecto. Tal vez nunca alcance la perfección como tú, pero estoy esforzándome.

Jimin, miró al techo con una sonrisa triste. Una verdad escapó de sus labios.

—Yo no soy perfecto, nunca lo fui. Creo que nadie lo es en realidad, y aunque existiera la perfección, no tienes que serlo. Jihyun, tienes que ser tú, con todo y tus defectos.

A Jihyun no le dio tiempo de responder cuando la hordade Kim invadió la sala, entre gritos y risas, Jimin por fin pudo sentirsecompleto acompañado de su hermano y su familia. Lo tenía todo. 

Chapter 34: 30. JUNGKOOK

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Jungkook había comprendido la noción de familia a una edad tardía. Hasta que Dami lo obligó a realizar entrenamiento cognitivo, Jungkook muy bien podía ignorar las necesidades de su familia con facilidad, incluso si habían dolido las palabras y el abandono de su madre, Jungkook nunca supo cómo funcionaba su familia. Sabía que su padre lo quería, que era importante para Seokjin, pero nunca logró manejar esos sentimientos tardíos, y ni siquiera se preocupó por ellos.

Hasta que volvió a ver a su madre y sintió que su mundo se fragmentaba ante sus ojos si ellos, su familia, no hubiera estado a su lado, quizás lo habría hecho.

Eran los primeros días fríos, diciembre estaba a la mitad, en el horizonte se vislumbra el cumpleaños de Taehyung y la vida continuaba después de todo. A Jungkook le parecía inclusive como aquellos meses de soledad e incertidumbre se desdibujaban a su alrededor, Jimin sonreía más a manudo, Jihyun se desenvolvía menos cohibido y Taehyung vivía con una sonrisa suave en su rostro cada vez que lo veía, todo era diferente y al mismo tiempo continuaba igual. Algo maravilloso.

Entre los cambios, su relación con Jimin se mantenía estable y más fuerte que nunca, pero entre cuando su mente sobre pensada, Jungkook se encontraba descubriendo que él y Jimin nunca habían tenido una cita real. Sí, para Jungkook, aquellos días donde paseaba con Jimin contaban como una cita, era muy consiente que no significaban lo mismo para Jimin.

Así que con la mente despierta y horas de desvelo, Jungkook planeó una cita. Debía ser memorable y única, algo que Jimin pudiera recordar por mucho tiempo. Algo que fuera solo de ellos.

—Tiene que ser perfecto —dijo caminando en círculos. Desde el sillón, su padre y Seokjin lo miraron.

No podía culparlos por mostrarse aburridos, Jungkook llevaba toda la mañana poniéndolos al tanto de su elaborado plan.

—Lo será —dijo su padre con apoyo.

Jungkook suspiró. Sonaba una tontería y sabía que se veía como un maniático, pero no encontraba otra forma de externar toda la ansiedad que le corrompía el cuerpo.

El sábado por la mañana, sin que su padre, quien era una persona llena de paciencia, pareciera cansado de sus constantes preocupaciones. Decidió que Dami era la mejor persona para consolarlo, ella nunca le decía que hacer o como sentirse solo le permitía hablar sin interrumpirlo ni menospreciar sus preocupaciones.

Llegó al hospital muy temprano, el cielo apenas estaba iluminándose con los primeros rayos del sol, pero todo el sitio ya estaba en movimiento. El olor a desinfectante y antiséptico lo hizo arrugar la nariz mientras trataba de caminar sin pisar las rayas, algo terrible sucedería sin por equivocación Jungkook las pisaba. Quizás el mundo explotaría.

La puerta de Dami estaba abierta y Jungkook no perdió el tiempo en entrar. La encontró sepultada en expedientes, pero aún encontró fuerza en sonreírle, Jungkook sonrió a su vez y procedió a contarle todo.

Dami lo escuchó con atención. Y cuando terminó se quedó en silencio.

—¿Crees que le gustara? —preguntó con ansiedad. Dami sonrió.

—Lo hará —le contestó con gran seguridad.

Jungkook quería sentirse igual seguro que ella. Cada parte de su plan era perfecto, él se había asegurado de eso, no sabía de donde venía toda la inseguridad que amenazaba con destrozarlo.

—¿Cómo sabes? —inquirió a la defensiva. ¿Cómo ella que apenas conocía la complejidad de su historia, que no conocía a Jimin como Jungkook, estaba segura de algo tan trascendental como eso?

Ella se inclinó sobre su escritorio, como cuando le causaba gran curiosidad.

—Jungkook, ¿Por qué estás tan preocupado? Han salido antes.

Lo habían hecho, concedió. Pero como bien analizo con anterioridad, ninguna de esas salidas podía ser una cita, Jimin merecía más, merecía que Jungkook se esforzara porque su cita fuera inolvidable o que al menos pareciera una.

—Sí, pero Jimin no sabía que eran citas —se quejó.

—Quizás no, pero igual se divirtieron, ¿verdad? —Dami parpadeó, a veces Jungkook creía que tampoco ella lo entendía, pero a diferencia de su padre, no se esforzaba por aparentar que sí. Ella buscaba en las profundidades, ella nunca se detenía.

Jungkook trató de tranquilizarse.

—Sí, pero es diferente —dijo como si eso respondiera a toda su ansiedad.

Dami tomó sobre la mesa su mano y esperó la reacción de Jungkook. Él dejó que lo tocara, se sentía cómodo.

Ella dijo; —Te irá bien

Y equivocó otra vez.

Jungkook ya debería aprender que las palabras de Dami no eran omnipotentes y no todo lo que decía era verdad. Pero para él, su palabra resultaba ser invaluable, quizás porque fue la primera persona que no le mintió como su padre, quien buscaba protegerlo, como su madre, quien quería dañarlo, o como Seokjin quien solo quería ser su amigo. Dami siempre fue real... pero seguía siendo un ser humano, se equivocaba y cometía errores.

El lunes por la noche, Jungkook recogió a Jimin en la puerta de su casa y todo el trayecto al restaurante, él quiso saber a dónde iban. Pero fiel a su plan, Jungkook no se lo dijo, esperando que fuera una sorpresa agradable.

El restaurante estaba ubicado en el centro y tenía fama de ser el mejor de la ciudad. Jungkook había leído todo el menú, además de revisar críticas. Luego hizo trabajo de campo para determinar cuál día de la semana era el menos concurrido para después hacer una reservación con un mes de anticipación. Quería que fuera algo especial para Jimin, pero también quería sentirse cómodo él mismo, de otro modo la cita no sería memorable.

Cuando llegaron el mesero los condujo a su mesa. Como era de esperar, el sitio estaba notoriamente vacío, para los estándares de un lugar tan famoso y popular. Jungkook agradeció que el ambiente estuviera en calma.

Su mesa estaba ubicada al fondo del restaurante adornado por un gran ventanal. Jimin hizo acopio de arrastrar su silla. Jungkook entró en pánico.

—¡Espera! —murmuró en un grito.

Jimin se sobresaltó.

—¿Qué? —volteó a los lados, preocupado.

Jungkook se apresuró a recorrer su silla.

—Listo.

Jimin se sentó. Jungkook lo imitó con rigidez.

Jimin se veía tan guapo esa noche, tenía puesto un traje azul completo con su pelo peinado hacia un lado. Jungkook se sintió un pordiosero comparado con él. La belleza sin esfuerzo de Jimin podía derretir todo a su alrededor.

Sintió una etiqueta en su traje. Era nuevo y se lo había probado muchas veces antes de decidir usarlo esa noche, pero aun así la tela áspera le irrito la piel y la etiqueta del saco lo mantenía en constante alerta. Pero trató de relajarse, todo estaba saliendo bien, Jimin se veía alegre y el restaurante seguía tranquilo.

Ordenaron mientras mantenían una charla amena. Y luego todo se fragmentó.

Jimin volteó a mirarlo con preocupación mientras estiraba su mano sobre la mesa para sostener la de Jungkook.

—¿Estás bien, Kook? —le preguntó.

—Sí —se obligó a decir, no quería que todo su plan se fuera a la basura por su culpa.

Dibujó una suave sonrisa que no logró convencer a Jimin.

—Podemos irnos si no te gusta estar aquí —dijo con suavidad. Jungkook se sobresaltó.

—¡NO! No, estoy bien.

—Bueno —contestó Jimin, pero no dejo de mirarlo.

Su cena fue servida. Jungkook trató de mantener una charla con Jimin, pero los sonidos de fondo lo mantenían alerta, imposibilitándole escuchar con atención.

Durante el postre, cuando pensó que nada podía empeorar su cita, escuchó que lo llamaban.

—¿Jungkook? —dijeron y él buscó la voz a su alrededor, pero fue incapaz de ver nada.

—¿Jeon Jungkook? —dijeron de nuevo. Pensó que era él quien alucinaba su nombre, pero vio a Jimin y entendió que él también estaba oyendo.

Jungkook estiró el cuello viendo como una mujer se paraba cerca de ellos. Jungkook la miró, ella volvió a repetir su nombre como si no pudiera creer que estaba frente a él. La mujer era mayor, pero lo disimulaba con el tinte rubio y el maquillaje de su rostro. Jungkook no la reconoció.

Se levantó lentamente, con Jimin imitándolo. No sabía qué estaba pasando, pero su padre le había enseñado a ser educado.

—Hola, lo siento, no la recuerdo, ¿usted es? —preguntó.

La mujer hizo algo extraño con el rostro. Se rio, pero no parecía una risa en absoluto.

—Oh, bueno... esperar de mi parte que me reconocieras era sin duda avaricioso.

Jungkook parpadeó. Primero sintió un revuelo en su corazón, luego sintió a sus palmas sudar, pero la sensación más extraña vino de su garganta, tenía un nudo con tremendas ganas de llorar. La voz, primero lejana que dijo su nombre, no tenía matices, estaba lejos, ahora tan cerca Jungkook podía reconocerla.

Recodó cuando tenía cinco, seis, siete y ocho. Cuando tenía diez, once y cuando cumplió doce, cuando quería desesperadamente que su madre lo quisiera.

Sus memorias estaban fragmentadas, Dami decía que se debía al trauma porque rara vez recordaba algo concreto de su infancia, lo había bloqueado, hasta ahora.

Primero vinieron los recueros nítidos de las peleas, su madre gritándole a su padre a pleno pulmón cuando creían que estaba dormido, pero en realidad estaba oculto bajo la cama. Recordó a su madre hablándole como si fuera un tonto y no entendiera, ella decía; tonto, tonto, tonto. Y Jungkook le creía porque era su madre y ella lo conocía.

Eres lento —decía—. No es una carrera —respondía su padre.

En sus memorias, ella se veía diferente, más dura, inhumana y cruel. Tal vez era porque Jungkook era pequeño y la veía a ella como un ser superior. Ahora, con los años, Jungkook era más alto, más fuerte.

—¿M-mamá? —preguntó por qué tenía que estar seguro de que la mujer frente a él no era un recuerdo.

Jimin se tensó a su lado mientras apretaba los dientes.

—Sí —ella asintió.

Jungkook dijo; —Eres vieja —porque era verdad.

Ella se echó a reír como si le hiciera gracia. No como antes cuando Jungkook decía las cosas y a ella le dolían, y pensaba que no tenía corazón y era un robot.

—No has perdido tu toque, ¿verdad? —dijo entre risas.

Jungkook no se rio.

—No.

Cuando se quedaron en silencio, Jungkook sintió a Jimin tomar su mano y entrelazar sus dedos mientras daba un paso al frente, cubriéndolo de la vista. Lo estaba protegiendo de ella y Jungkook se sintió infinitamente agradecido por esa simple acción.

—Soy Jimin —dijo, su rostro era una máscara de indiferencia y desprecio. La que solía usar siempre para los que consideraba inferiores a él, la que Jungkook había visto tan poco últimamente. Pensó que era triste que la volviera a usar por su culpa.

—Soy Lara... —dijo su madre.

Oh, Jungkook parpadeó. En su cabeza siempre fue madre hasta el punto que alguna vez olvido que tenía nombre. Es fácil hacerlo, es fácil olvidar que tu madre es también una mujer.

Pensó en lo diferente que se veía ahora a cuando era pequeño. En lo que había cambiado al dejarlo a él atrás. Hubo un tiempo en que Jungkook estuvo desolado y luego enojado porque la quería y ella a él no. Luego aprendió a que no puede hacer que la gente lo quiera y trabajo duro para controlar sus emociones y no abrir su corazón y ofrecer partes de él a cualquiera.

Su madre, Lara, ya no significaba nada en su vida porque ella lo había querido de esa forma. La gente a menudo se concentra en las cosas que tiene y no piensa en las que sí. Jungkook no tuvo a una madre, pero su padre fue todo lo que necesitó.

—No es nada... no en realidad —rompió el silencio.

Su madre lo miró. No tenía nada de ella, era todo su padre y Jungkook se alegró de que así fuera.

—No puedo esperar a que me perdones, ha pasado mucho tiempo —dijo llorosa.

Jimin soltó un gruñido de molestia. Jungkook reconoció las señales, pero no la dejaría ser la víctima, él fue a quien dejaron atrás, a él fue a quien lastimaron. A ella no le debía nada, ni siquiera compasión.

— Te esperé —recriminó.

—Lo siento —dijo ella sin argumentos.

Jungkook se encogió de hombros.

—Está bien, papá siempre estuvo a mi lado.

—Es un buen hombre.

—Lo es —gruñó porque ella no tenía derecho a hablar de su padre.

Jungkook alzó la vista y con fiereza la miró a los ojos. Solo vio a una mujer cansada, pero saludable, una mujer que jugó y perdió. Alguien diferente. Sin embargo, Jungkook desvió la mirada cuando un hombre llego a su lado.

—¿Lara? —él dijo.

El hombre sostenía la mano de dos niños que veía a Lara y a Jungkook alternativamente. Jungkook lo supo de inmediato. Eran sus hijos.

Jungkook esperó sentir algo, lo que fuera. Dolor, perdida, abandono, pero descubrió que solo se sentía liberado. Así como Jungkook logró salir adelante, Lara también lo hizo y eso lo hacía feliz. Solo esperaba que fuera una mejor madre de lo que fue con él, esperaba que a esos niños tan pequeños que la veía con amor los quisiera. Ellos lo merecían.

—Jungkook, estos son Aly y Han —presentó a los niños.

Ellos soltaron las manos de su padre y fueron a Lara, le dieron una suave reverencia Jungkook pero no hablaron.

El hombre miró a Jungkook con curiosidad y después con reconocimiento. Él también sabia.

—Tus hijos —dijo él.

A Lara se le pintan las mejillas como si estuviera avergonzada... como si Jungkook estuviera reprochándole.

—Lo siento —le dijo.

Jungkook negó con la cabeza. A su lado, Jimin sostuvo su mano con aún más fuerza.

—No lo hagas, cada quien hace sus elecciones, tú decidiste irte y si hubo un tiempo en que te odie por no amarme, ahora sé que no se puede mendigar el amor de alguien.

Su madre lo vio sin parpadear siquiera. Era evidente que no esperaba esa reacción por parte de Jungkook. Pero él había cambiado, ya no era el chico que tenía ataques, el niño enojado que no podía entender. Ella había conocido a un Jungkook distinto, no al que lucho por encajar en un mundo que odiaba a los diferentes. Quien tuvo que enfrentar sus miedos.

—¿No eres sabio? —dijo.

Jungkook sonrió con pesar.

—Me obligaste a serlo.

El hombre junto a ellos se aclaró la garganta.

—Tengo que irme —dijo Lara.

Jungkook asintió.

—Adelante. Ya estoy acostumbrado.

La vio debatir consigo misma. Como si no fuera capaz de irse. Jungkook no pensó que fuera tan complicado dar media vuelta e irse, ya lo había hecho antes, no había diferencia entre en antes y el ahora. A Jungkook no le dolería de nuevo verla irse.

—¿Podemos vernos...? Si quieres —dijo con vacilación.

Jungkook negó.

—Es mejor que no...

La mujer pareció desinflarse ante su dura negativa.

—De acuerdo entonces —aceptó—. Fue un gusto verte, Jungkook. Has crecido y me alegro de que seas feliz.

Se dio media vuelta siguiendo a su familia.

Jungkook sintió como una pequeña parte de su corazón sanaba, pero aún había algo ahí que no lo dejaría en paz si no lo exponía ahora. Soltándose de la mano de Jimin se apresuró a alcanzar a Lara. Ella se notó sorprendida al verlo de nuevo.

—Te irás de nuevo, está bien. Solo tengo que decirte que he tratado de encontrar razones para perdonarte durante toda una vida, pero no encuentro ninguna. Fuiste una mala madre y no te debo nada, no respeto y desde luego no amor. Espero que estés bien, pero ruego por no volverme a encontrarme contigo. No soy un robot sin sentimientos, soy un ser humano que no te necesita y nunca te necesito.

Jungkook no le dio tiempo de decir algo más, tomó la mano de Jimin quien lo seguía de cerca y camino hacia la salida.

La noche estaba oscura y fría. Diciembre estaba llegando con premura cubriendo todo con un manto blanquecino. Jungkook se estremeció.

El peso de sus palabras, los ojos llenos de lágrimas y los susurros de su alrededor llegaron a él, golpeándolo con fuerza. Se sostuvo de un poste de alumbrado tratando de recuperar el aliento. Pero su cuerpo y su mente estaban lejos de mantener un equilibrio y casi cae al suelo de no ser por los brazos de Jimin que lo sostuvieron.

Sin decir ninguna palabra, Jimin se mantuvo a su lado mientras la crisis continuaba, sintió que su cuerpo se entumecía mientras un millón de lágrimas escapaban de su rostro, creyó que moriría ahí mismo peor se aferró a Jimin.

Finalmente, después de lo que aprecio una eternidad. Jungkook dejo de temblar. Jimin lo ayudó a incorporarse, luego sostuvo su rostro con sus manos asegurándose de que lo peor ya había pasado.

—¿Jungkook? ¿Estás bien? —su voz sonó pequeña y frágil y Jungkook lamentó que toda la noche terminara así.

Se suponía que esa cita sería increíble y perfecta, que ambos la pasarían bien entre luces y charlas. No se suponía que Jungkook tuviera una crisis, que se reencontrara con su madre. Todo su esfuerzo se había ido a la basura y de repente lamento todo. Porque Jimin no se merecía haber presenciado un suceso tan lamentable.

—Lo siento, eso fue un desastre —dijo con la voz enronquecida por el llanto.

Jimin, tan tierno como siempre, lo atrajo hacia un pequeño beso que sabía a lágrimas. Jungkook se fundió en él.

—No te culpo de nada —le dijo con dulzura.

Pero no hacía falta Jungkook se culpaba por sí solo.

Mientras caminaban rumbo a casa, Jungkook pensó en su madre, en lo que le dio y en lo que merecía. Se recordó siendo un niño y por primera vez tuvo ganas de regresar al pasado y abrazar al niño de doce años que solo quería ser amado.

Cuando llegó a casa, Jungkook se permitió llorar, lloró por lo que había sido y se negaba aceptar, por las veces que se odió a sí mismo y se obligó a actuar diferente. Lloro por todo lo que se había negado tener y prometió que nunca volvería a tratar de ser diferente.

Era Jungkook y con eso bastaba.

Chapter 35: 31. JUNGKOOK

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Inhaló y exhaló.

Luego se balanceó hacia adelante y hacia atrás de forma consecutiva. Al final, se detuvo en seco y miró al espejo frente a él.

Cerró los ojos huyendo de su reflejo. Volvió a balancearse para después apretar los puños en un intento por relajarse. Cuanto el tintineo de su cuerpo paró, él fue capaz de intentarlo de nuevo.

Se vio a sí mismo.

—Hola, Jungkook, ¿Cómo estás? —comenzó con los ojos fijos en el espejo—. Ha pasado un tiempo desde la última vez que viste tu reflejo. —sonrió—. Me reconozco en ti, pero no estoy seguro de que tú te reconozcas en mí. Como puedes ver, mi cabello es más largo, el tuyo es de honguito y corto. Creo que te encanta el pelo largo porque te gusta acariciar el pelo de papá, eso no ha cambiado.

Se rio ligeramente. Luego estiró su dedo índice al espejo, tocándolo.

«Sé que estás asustado, tú no eres del todo consciente de lo asustado que vives día a día, puede que sea mejor así. Puede que sea la única forma que tienes que soportarlo—aceptó sin dejar de verse.»

«Sé que serás un gran espía. Intentas no hacer movimientos extras, solo los necesarios para no gastar energía y aumentar tu invisibilidad. Admiro sus méritos y logros al respecto. Estoy orgulloso de ti y de lo que eres. Sé que cualquier escuela de espías te aceptaría. Sabes pasar desapercibido de todos los demás. Un día, 31 de diciembre a las 11:59 am, escucharás una voz detrás de ti que te dirá: Soy Nick Fury y vine a hablarte sobre la iniciativa vengadores. ¡Y serás un vengador!»

«Eres muy inteligente y no del tipo que la gente habla, tú no eres malo. Siempre dándole comentarios a la gente que ellos no entienden, extendiendo su conocimiento, soltando datos al azar.»

Se detuvo un momento, imaginándose a sí mismo siendo un pequeño niño asustado de mundo, porque él no lo entendía.

«En la escuela, te llaman "Niño de papá" Por qué no te atreves a soltarle —recordó—. Y tu madre te dice antes de marcharse que eres un robot sin sentimientos y que tienes el corazón congelado. Sé que nada de esto es cierto. Sé lo bueno que eres, lo tierno que es tu corazón y lo fuerte que son tus sentimientos. Lo estás haciendo muy bien, extraordinariamente bien. De lo contrario, yo no estaría aquí. ¿Ya te dije que te amo? Porque lo hago, eres perfecto, con tus errores y tus virtudes. Aún queda mucho por aprender, un largo tiempo para, tratar de entender a los demás, sin lastimarlos y sin que te lastimen a ti.»

«Que los niños de la escuela te llamen "Niño de papa" o "Raro", no es algo que te moleste por ahora, pero pronto lo hará, no te preocupes, Seokjin lo arreglará. Con el tiempo tu rareza se convertirá en tu marca, muéstrala con orgullo. Aprenderás quién eres y dejarás de esforzarte tanto por descubrir quién deberías ser. Porque no todas las orugas se vuelven mariposas

«Papá te seguirá tratando como un niño pequeño que no sabe nada, pensando que eres frágil, pero cuando llegue el momento él te dejará salir y empezar tu vida, solo espera un poco más de tiempo.»

«Te quiero mucho, lamento decírtelo tan tarde. Eres un niño maravilloso y extraordinario. Puedes llorar tranquilo, tienes mi permiso, ya no me enojaré por ver tus lágrimas. Siento mucho todo lo que estás pasando, todo lo que has sufrido y te queda por sufrir. Te lo evitaría si pudiera.»

«Sé que algunos días te preguntas por qué la gente te ve como un bicho raro. Piensan que eres extraño. Relájate, no eres un extraño, eres único.»

«Seguro te preguntarás por qué he vuelto a hablar contigo después de tanto tiempo, bueno, hoy después de mucho tiempo estoy aquí porque quiero contarte algo. Es una noticia que seguro te sorprenderá y creerás que es una mentira, pero no lo es porque yo no miento.»

«¿Te acuerda aquella vez cuando te digo mamá que nadie te iba a querer? —susurró al espejo, como si fuera un profundo secreto—. Ella se equivocó. Hay personas que te quieren. Entre ellos, hay alguien especial, se llama Jimin, es pequeñito y huele a miel. Cuando lo abrazas sientes muchos parásitos en tu estómago, aunque Dami sigue diciendo que son mariposas. Él te ama y tú lo ama a él. Es grandiosa la sensación de amar.»

«Esta no será la última vez que habló contigo. Prometo hacerlo a menudo. Espero que mi cuerpo de adulto te esté protegiendo bien, sé que todavía estás ahí... en mi interior. Intento que sea lo más agradable, cálido y reconfortante posible para ti, en mis recuerdos y en mi mente, para que no tengas que vivir con miedo o angustia. Te amo, pequeño Jungkook, el Jungkook grande te mantendrá a salvo... Nosotros... —corrigió—. Porque ahora alguien más estará a tu lado, y espero que se quede por mucho tiempo.»

❃•❃•❃

Era un lunes por la mañana cuando Jungkook esperó a Jimin afuera de su facultad. Eran alrededor de las 3:00 p.m., ni muy temprano ni muy tarde para comenzar con sus planes. El sol estaba en lo alto, pero debido a que casi comenzaba el invierno, Jungkook fue incapaz de sentirse acalorado.

Nadie sabía que estaba ahí y lo prefería de esa manera. Desde el reencuentro con su madre las cosas se habían vuelto un poco tensas. Su padre no dejaba de preguntarle si estaba bien y Seokjin lo seguía a donde quiera que fuera. La aparición de su madre sí había cambiado todo, pero no de una manera mala, verla de nuevo le hizo entender muchas cosas a Jungkook, lo hizo darse cuenta de lo valiente que había sido y se lo agradecía, aun cuando no hubiera sido su intención encontrarse de nuevo.

Jimin salió acompañado de Taehyung, Jungkook se apresuró a seguirle.

En cuanto lo vio, Jimin sonrió. Oh, a pesar de la espantosa cita y de las cosas que vinieron después, como los ataques de pánico o el aislamiento, Jimin aún estaba feliz de verlo. El pecho de Jungkook se llenó de calidez y amor.

Saludó a Taehyung, pero no perdió en tiempo antes de enganchar su brazo al de Jimin.

—Ven conmigo —le dijo.

Jimin parpadeó hacia él.

—¿A dónde? —le preguntó.

Jungkook sonrió; —A mi lugar favorito en el mundo.

Jimin no hizo preguntas y lo siguió despidiéndose de Taehyung.

—¿Listo? —le preguntó a Jimin, él asintió.

Durante el largo recorrido ninguno de ellos hablo. Jungkook se dejó meses por la caricia y suavidad de la mano de Jimin mientras los suaves sonidos de la tarde. Era un día precioso y Jungkook se sintió feliz que sin haberlo planeado mucho menos organizado todo fuera perfecto.

Tal vez le hacía falto eso, soltarse por una vez, aunque su cabeza se mantuviera en constante letra para evitar inconvenientes.

A Jungkook le había tomado mucho tiempo decidirse si invitaría a Jimin a otra cita, la primera no salió como lo imagino y una parte suya se marchitó cuando todos sus planes no sirvieron de nada. Había sido tan cuidadoso y entregado saber que no sirvió de nada, lo dejó entristecido. Fue cuando Seokjin sugirió una cita improvisada. Sin planes, sin organización, solo espontaneidad.

Así fue cómo surgió la idea de ir con Jimin al río Han, su lugar favorito en el mundo.

Solían ir con su padre cada fin de semana, su padre conducía hasta el final del puente y por calles paralelas los introducía a un espacio vacío donde la mayoría de los turistas no podían entrar. Era un sitio solitario y salvaje, pero perfecto para deslumbrar las luces que pintaban al río cuando anochecía.

Jungkook se aferró a la mano de Jimin mientras caminaban por el pasaje secreto. Jungkook sintió el primer anticipo de pánico, ¿Qué pasaba si no le gustaba el sitio? ¿Si creía que era tonto?

—Jimin, sabías que... —comenzó—. María Antonieta nunca dijo su célebre frase «Que coman pastel» esa mujer concentró todo el odio acumulado por el pueblo durante años y años de opresión. En 1778 se produjo una crisis de hambruna. Faltaba harina para fabricar el pan, alimento básico de la dieta del pueblo, fue entonces cuando, presuntamente, María Antonieta preguntó a sus damas de compañía qué reclamaban y, al responderles que no tenían pan para comer, ella dijo la famosa frase: «Qu'ils mangent de la brioche» —dijo en un perfecto francés—. Traducido general e inexactamente como «que coman pasteles» Una expresión que quedó como ejemplo de su frivolidad e insensibilidad ante el sufrimiento de sus súbditos.

Jimin se detuvo de repente, casi haciendo que ambos terminaran en el suelo. Jungkook se tensó pensando que había dicho algo malo. Pero Jimin solo lo vio con una sonrisa ladeada.

—Extrañe eso —le dijo Jimin cuando terminó de hablar. —Que me dijeras cosas aleatorias de historia, lo extrañe tanto... Cuéntame más. —pidió, Jungkook sonrió.

Solo entonces consiguió relajarse por completo.

Su camino duro poco tiempo antes de encontrarse en la orilla del río. No era nada especial, solo una parcela de tierra acomodada a la orilla del río donde la gente solía pasar tiempo. Jungkook se quitó la mochila de su espalda y de ella saco una manta que tendió sobre el piso. Ínsito a Jimin a sentarse junto a él mientras sacaba también algunos bocadillos.

El cielo se pintó de colores naranjas y amarillos mientras el sol se escondía entre las nubes.

—Papá me traía aquí —murmuró Jungkook —. En los días difíciles.

Cuando su madre lo dejó y su padre era incapaz de hablar porque a él también le habían roto el corazón, se entretenían caminando por la orilla sin hablar nunca, pero Jungkook no necesitaba palabras porque, al igual que su padre, le era imposible explicar lo doloroso que fue su partida. También caminaron por la costa cuando conoció a los chicos aspi por primera vez y se sintió acompañado. El río Han era importante para Jungkook.

—Vine aquí después de que nos encontráramos con Lara —le confesó.

Jimin se tensó con ligereza. Aún le contaba hablar de la madre de Jungkook y siempre que salía el tema Jimin terminaba enojado.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó tratando de verse sereno.

—Fue... estuvo bien. No esperaba verla de nuevo, ¿sabes?

Había días enteros en los que él no pensaba en ella, pero en otros su cabeza se llenaba de ella. Antes de verla de nuevo, Jungkook omitió fragmentos de su vida, había guardado lo bueno y olvidado lo malo. No podía mentir diciendo que logró olvidarla porque seguía siendo su madre y durante mucho tiempo Jungkook solo quiso que lo amaba.

Ahora era diferente.

—¿Por qué no? —preguntó Jimin.

Estaba viendo al río, pero su postura se mantenía alerta, demostrando que toda la atención la tenía Jungkook.

—No sé —se encogió de hombros—. Jamás tuve esperanzas de encontrarla de nuevo, era más fácil.

—¿Lo era? —Jimin arqueó una ceja.

Jungkook asintió.

—Sí, así no tendría que pensar que decirle para que no se fuera de nuevo. Dami la odiaba, también papá, aunque alguna vez la amo.

—¿Eso por qué?

—Me hacía llorar —dijo.

Le había tomado muchos días comprender a Jungkook que una madre que ama a sus hijos jamás los haría sentir como su madre hizo con él. Ella pudo haber cambiado, por el bien de sus hijos esperaba que fuera así, pero no borraba lo mala madre que fue con él.

Por eso, la última vez que la vio, considero el final de su historia, una que jamás había existido en realidad.

—¿La extrañas?

—No, no puedo hacerlo —Jungkook negó.

—¿Te sientes triste?

—No.

Jimin lo vio con curiosidad.

—¿Entonces? —preguntó ladeando la cabeza.

Jungkook se encogió de hombros.

—Me siento bien. Ella no tiene ningún valor en mi vida.

Jimin lo miró con cariño, se inclinó suavemente hacia Jungkook, inevitablemente, él cerró los ojos esperando ser besado. Sintió la respiración de Jimin en su mejilla, lo que provocó que Jungkook ahogara un suspiro.

—¿Jungkook? —murmuró cerca de su oído

—¿Sí? —se ahogó en Jimin.

Él besó, llegó como un viento helado que lo hizo estremecer de pies a cabeza.

—Te amo —dijo Jimin sin aliento—. Y mereces a personas que te quieran a ti, si ella no lo hizo es su problema, de nadie más. Tú lo eres todo.

Sin poder evitarlo, Jungkook lo besó.

❃•❃•❃

A las ocho de la noche el río Han se encontraba en inesperada calma, las personas y turistas caminaban desde el puente hasta a la orilla. Jungkook suspiró.

El momento era ahora. Sin pensarlo mucho se giró hacia Jimin, cuyo rostro estaba iluminado por las luces neón.

—Jimin, sé que nuestra última cita fue un desastre, pero siempre hemos sido un desastre. Así que, ¿quieres ir a una cita conmigo...? —se detuvo un momento—. Por favor—agregó después... —. Compre flores.

Jimin sonrió como solo, Jimin sabía sonreír. —Claro que me gustaría ir a cenar contigo, Jungkook.

❃•❃•❃

Llegaron a su departamento a mitad de la noche, Jungkook le pidió un minuto a Jimin antes de dejarlo entrar, Jimin se mostró encantado de brindarle el tiempo que fuera necesario. Solo entonces Jungkook entró a ser departamento y logró cambiarse de ropa por un traje negro.

A diferencia de su cita anterior, Jungkook no logro sentirse incómodo, el traje era de algodón y se amoldaba perfectamente a su piel, logrando hacerlo sentía seguro. Antes de dejar entrar a Jimin se aseguró que todo estuviera a la perfección.

Analizó cada espacio, cuidadosamente. La sala estaba limpia y olía a flores, la mesa estaba libre de polvo al igual que los cojines, revisó la pequeña cocina donde estaba preparada una mesa para dos. Su pecho se hinchó y pico con una agradable sensación.

La mesa estaba adornada con un mantel negro, tenía velas, platos y cubiertos, además de un gran ramo de rosas en el centro. Había tratado de cocinar solo, pero descubrió que en realidad no sabía cocinar. Así que decidió mejor comprar la comida.

Jungkook quedó conforme. Una cena solo para dos en un lugar seguro donde no había personas ni ruidos que distrajeran a Jungkook. Una cita perfecta.

Secándose las manos a los costados de su pantalón, Jungkook fue a abrirle a Jimin. Él seguía en el mismo lugar, pero no menos emocionado que Jungkook.

Le sonrió y Jungkook sintió de nuevo los nervios a flor de piel. Jungkook lo invitó a entrar.

Jimin lo hizo primero inseguro y luego con más confianza. Las luces estaban apagadas, pero las velas eran suficientemente potentes para evitar que tropezaran por la sala. Jungkook guio a Jimin suavemente hasta la cocina.

Se detuvieron en la puerta, Jimin jadeó, Jungkook cerró los ojos, pero lo abrió con rapidez cuando sintió que la mano de Jimin se entrelazaba con la suya.

—Es precioso —dijo él, caminando con cuidado.

Toco las rosas, luego las olió.

—Es una cena romántica —informó Jungkook—. Creí que sería mejor tener una cita aquí, donde estoy seguro. A veces arruino las cosas sin querer y, pero necesitaba que nuestra cita fuera perfecta.

—No tenías que hacerlo —Dijo Jimin apenas audible.

Que dejara a Jimin sin palabras no sucedía a menudo. Jungkook tiró de su mano para lograr atraer a Jimin hacia él.

—¿Te gusta? —le preguntó lleno de ansiedad.

Los ojos de Jimin brillaron. Oh, era tan bonito, Jungkook nunca se cansaría de amarlo.

—Sí —susurró Jimin y bastó para que Jungkook sonriera.

—Traté de preparar la cena, pero casi quemé mi cocina, por qué no sé cocinar —le reveló logrando que Jimin se echará a reír.

Jungkook obligó a Jimin a sentarse mientras servía la comida. Fue una cena amena, alegre, charlaron sin parar, rieron con alegría, sintiéndose cada vez más cómodos el uno con el otro.

Cuando la cena terminó, Jungkook recogió en silencio. Estaba tan ensimismado que no sintió llegar a Jimin hasta que lo rodeo con sus brazos por la espalda. Jungkook se tensó, pero logró relajarse cuando distinguió el aroma a la miel.

Jungkook se giró lentamente hasta quedar frente a Jimin.

Se miraron con un brillo singular. Para después sellar aquel momento con un dulce beso. Se besaron con pasión en sus venas, aun de pie, Jungkook rodeó las caderas de Jimin, presionado con fuerza, tenía unos muslos perfectos, firmes y suaves.

La lengua de Jimin perfiló su labio inferior, soltándole un gemido.

—Te amo...— dijo Jungkook sin poder evitarlo.

Jimin sonrió entre el beso al escuchar las palabras y aquella sonrisa fue suficiente para Jungkook, porque la sonrisa de Jimin siempre sabía decir de un mejor modo lo que se le escapaba a sus palabras.

—Yo también te amo. —Contestó y Jungkook decidió que aquellas palabras sonaban mil veces mejor que cualquier otra cosa.

Jimin se aferró al cuello de Jungkook mientras este se mantenía aún de pie. Los besos de Jimin eran dulces y esa vez el joven pudo también sentir fuego. Jimin, por otro lado, sentía a su corazón latiendo como un tambor dentro de su pecho, porque los labios de su compañero le hacían sentir la misma ansia de siempre, el mismo anhelo que esta vez se veía acrecentado mil veces por las palabras que Jungkook le había dicho antes.

Jungkook estaba derritiéndose también entre los labios de Jimin, sentía el cuerpo de su compañero temblando junto del suyo, las piernas de Jimin debilitándose mientras sus manos traviesas seguían revolviendo su suave cabello oscuro. La respiración de los dos era agitada, sus miembros punzaban por debajo de la ropa porque aquella escena, la de los dos conteniendo la pasión que ardía en sus venas, se había repetido muchas veces.

Jimin se contenía por temor a herir a su novio, pero estaba tan ocupado pensando que no se dio cuenta de que estaba a punto de suceder, lo que Jungkook siempre había ansiado sin saberlo.

Hacer el amor. 

Chapter 36: 32. JUNGKOOK

Chapter Text

Jungkook temblaba ligeramente, mientras veía cómo Taehyung presionaba el código para abrir la puerta de la casa de sus padres para pasar el Año Nuevo.

Si le preguntaban a Jungkook, no podría decir como termino envuelto en los planes de fin de año con la familia Kim. Taehyung y él estuvieron hablando el fin de semana pasado y entre la charla surgió que tanto el cómo Jimin pasarían el año nuevo en la fiesta familiar que empezaba desde el 30 de diciembre, su cumpleaños.

Jungkook se había sentido mal a no poder estar con Taehyung en su cumpleaños. Se lo dijo y de repente se vio invitado a pasar una semana entera con él y su familia. Así que dijo que sí.

Para ser justos, Jungkook realmente trato de negarse, vivir en un departamento, el solo de manera independiente fue agotador, prepararse mentalmente para pasar varios días en un sitio que no era el suyo, era algo para lo que no estaba preparado. Aun así, la mirada de Taehyung había bastado para terminar de convencerlo.

Aunque era el mejor amigo de Jimin, no podía negar que habían logrado convertirse en amigos. Taehyung era extravagante y maravilloso al mismo tiempo, busca que Jungkook se sintiera siempre acompañado y querido y Jungkook valoraba esa manera de hacerlo pertenecer.

Sin embargo, convivir con Taehyung era diferente a estar con su familia, Jungkook se sentía nervioso porque era la primera vez que pasaba año nuevo lejos de su padre con personas que apenas conocía y cuya libreta especial no tenía notas sobre ellos.

Exhaló hondo.

Podía irse si lo quería, Jimin se lo dijo antes de Taehyung lo abordara diciéndole la buena noticia, pero decidió arriesgarse y acompañarlos.

El plan había sido pasar la navidad en la casa de Jungkook junto a su padre y Seokjin, mientras Jimin y Jihyun pasaban la fiesta juntos por primera vez en su vida, ya que la navidad, antes, no había tenido un gran significado. Eventualmente, se reunirían en la casa Kim pasar todos juntos el cumpleaños de Taehyung y el Año nuevo, y Seokjin iría al asilo a ver a su abuela y pasaría años nuevo con ella.

La navidad fue maravillosamente familiar, donde se dieron regalos y tomaron chocolate caliente bajo el árbol de Navidad después de ver alguna de las tantas películas navideñas cuyo nombre no puede recordar. El papá se veía feliz, sonreía y reía de las bromas absurdas de Seokjin y Jungkook, nunca se había sentido más completo y unido.

Sin embargo, la euforia de la festividad se extinguió poco a poco y entre más pasaban los días más renuente se encontraba de dejar la casa de su padre. Todos hicieron un esfuerzo en convencerlo, le dieron opciones y apoyo, pero quien terminó de hacerlo fue Dami. Su doctora supo usar las palabras correctas para convencerlo y ahora estaba ahí, esperando en la puerta de una familia que no conocía.

Taehyung había ido por ellos a la estación de tren, en el día más frío del año. Jungkook estaba abrigado de pies a cabeza y Jimin tiritaba de frío. La casa se interponía entre ellos, amenazadora. Taehyung tuvo que pelear con la puerta para lograr abrirla.

Uno por uno, fue pasando lentamente. Sin embargo, Jungkook fue incapaz de dar un paso al frente. Una parte suya quería dar media vuelta e irse lejos, pero la mano de Jimin que sostenía la suya le impedía correr. Jungkook se sintió acorralado, soltó un pequeño grito silencioso mientras apretaba con más fuerza de la necesaria la mano de Jimin.

—Todo irá bien —escuchó un susurro lejano. Era la voz de Jimin, sonaba calma y suave, estaba cuidando no asustarlo. Le creía, tomó una respiración profunda antes de atravesar la puerta, inmediatamente una calma hueca lo envolvió.

Olía delicioso, a galletas y canela, con una suave música de fondo. Para alguien que no soportaba los ruidos fuertes fue agradable encontrarse con un ambiente tranquilo y relajado.

Aunque no duro y Jungkook tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no irse, cuando el caos de voces exploto a su alrededor como un globo.

—¡Jimin! ¡Jimin! —gritaron dos voces al mismo tiempo rompiendo el silencio, Jungkook fue testigo de cómo dos niños se abalanzaban contra Jimin quien cayó al suelo con los dos cuerpos encima.

Era una suerte que el piso estuviera alfombrado porque aquel golpe seco habría dolido demasiado. Era una maraña de pies y manos, gritos y risas.

— Niños, dejen a Jimin en paz —los reprendió una voz autoritaria, los niños se quitaron apresuradamente de Jimin escondiéndose con rapidez tras la pierna de Jungkook, él se tensó, pero no hizo ningún movimiento para que los niños se alejaran.

Mientras tanto, Jimin se levantó lentamente hecho un desastre.

El padre de los chicos gemelos los miró, ellos soltaron a Jungkook y se pararon en frente. Eran bastante similares, con el cabello negro y los ojos grandes, una copia de Taehyung.

Por un instante parecieron dudar, pero pronto se les dibujó una sonrisa maliciosa.

—¿Él es tu novio? —preguntó uno de los gemelos señalando a Jungkook —. Es bonito ¡Pido quedármelo! —gritó de forma inmediata, Jimin frunció el ceño cruzándose de brazos.

—Claro que no puedes tenerlo...—dijo el otro gemelo

—Gracias...— empezó a decir Jimin, pero se calló cuando el niño objetó rápidamente; —Tú ya tienes a Jimin, me pido a él.

—¡Mocosos! — refunfuñó Jimin.

Jungkook ladeo la cabeza con curiosidad cuando los ojos del gemelo dos lo miraron fijamente mientras sonreía.

—Niños, vayan a jugar antes de que Jimin los asesine con la mirada —dijo su padre, los niños se echaron a reír, pero con rapidez acataron la orden de su padre.

Inmediatamente después, dejaron de prestarles atención y ambos niños comenzaron a hablar en voz baja planeando una revolución. Jungkook. Eran energéticos e inquietos que querían saberlo todos.

Jungkook se rio, notando como su incomodidad se reducía gracias a la energía de los niños.

Cuando los niños ya estaban lejos, el padre de Taehyung les prestó su total atención. Jungkook tembló suavemente ante el escrutinio de ese hombre. Sin embargo, el hombre le sonrió y eso fue todo, él se sintió bienvenido.

—Buenas noches, soy Kyong —digo.

—Hola —respondió tímidamente Jungkook.

Jimin, sin embargo, le sonrió al hombre antes de abrazarlo con fuerza.

El abrazo duro una eternidad y aunque ninguno decía nada, parecían estar trasmitiendo un mensaje muy importante entre ellos, no fue necesaria la atención del padre de Taehyung porque pronto salió la madre de este.

—Jungkook, bienvenido —dijo ella, Jungkook se deshizo de su que lo protegía del frío y lo colgó en el perchero, quedando mucho más cómodo. Sin embargo, también se quedó con un polo alto y una chaqueta negra.

—¿Dónde está tu Namjoon? —preguntó Taehyung a su madre, buscándolo con la mirada.

La información con la que contaba Jungkook era que él tenía un hermano mayor, Namjoon, ya estaba graduado y se encontraba trabajando, pero vivía en la casa de sus padres porque era un desastre doméstico.

—En la cocina. Preparando la cena—su madre dijo, Jimin lo vio horrorizado, de pronto prestando atención —¡Ya sé!, no pude detenerlo Minnie, tienes que ir —dijo ella entrando en pánico.

—¡Nos va a envenenar! —Taehyung grito.

¿Envenenar? ¿Namjoon? ¿Justo ahora? Jungkook volteo a verlo, preocupado.

—Tenemos que irnos —dijo con toda la seriedad que logró reunir.

Todos lo vieron a él de regreso, como si apenas se dieran cuenta de lo preocupado que estaba.

Jimin parpadeó.

—Oh, es un juego, Namjoon no nos envenenará Jungkook. Es solo que su comida... es mala.

Jungkook se le quedó mirando. Había cosas que nunca entendería, lo sabía. Antes hubiera creído que se estaban burlando de él, pero ahora sabía que no había sido la intención de nadie alterarlo. Asintió hacia Jimin, pero no logró sentirse tranquilo.

Cuando llegaron a la sala, Jungkook se dio cuenta de que, en realidad, no había muchas personas, sino más bien, la familia. Se detuvieron en medio de aquellas personas que saludaron desde la lejanía. Sin acercarse más de la cuenta. Nadie le había dicho como tenía que actuar o que debía hacer, esperaba que no estuviera siendo grosero, pero no tenía forma de saberlo.

Jimin tomó ese momento para deslizar su mano por la de Jungkook y entrelazar con fuerza, Jungkook le devolvió el apretón.

Se sentaron en los asientos libres. Jungkook quedo de frente a Kyong.

—Un gusto por fin conocerte Jungkook —dijo él.

Jungkook tragó saliva.

—Es también un placer conocerlo, señor Kim —respondió Jungkook, como había ensayado con Dami.

Le costaba seguir las respuestas que había formulado para las posibles preguntas que le harían. Jungkook sabía que la familia Kim era la familia que Jimin escogió. Era importante caerles bien porque su opinión podría intervenir en Jimin, además Jungkook quería causarles buena primera impresión. Ya que a pesar de haberse visto en los juicios y en la cárcel, nunca tuvieron una charla.

La señora Kim eligió ese momento para levantarse cuando se escuchó una explosión desde la cocina.

—Jimin ¿Te importaría descubrí que está pasando en cocina? —preguntó el hombre.

Jimin giró a la misma dirección a la que se había ido la señora Kim. La puerta comenzó a desprender humo.

—¡Qué diablos...! —exclamó Jimin.

—Deberías ir pronto. En el mejor de los casos no probaremos nada de lo que cocino Namjoon, en el peor, algo de su receta está saliendo bien.

Jimin tuvo un debate mental. Por un lado, no quería abandonar a Jungkook, pero por el otro, se negaba a comer algo preparado por Namjoon. Finalmente, suspiró llegando a una decisión.

—Tengo que ir es por el bien de la nación —le dijo, Jungkook se puso de pie, listo para seguirlo.

—Puedes esperarlo aquí Jungkook —él miró a Jimin, no quería quedarse solo, pero le parecía una grosería irse cuando el señor Kim le había hablado tan suavemente.

Volvió a sentarse.

—Está bien —dijo Jungkook, pero no pareció convencer a Jimin de dejarlo solo.

—Deja al niño respirar, Jimin —dijo Kyong —. Yo cuidaré de él.

Jimin le dio una mirada más a Jungkook antes de rendirse. Lo vio atravesar la puerta adoptando una pose firme y atormentada, en cuanto abrió la puerta de la cocina, el humo se liberó, Jungkook se estremeció, sin duda era una situación importante.

El señor Kim no dijo nada por un largo rato. Jungkook se sintió nervioso y con ganas de esconderse o irse lejos, pero luego su mente se desconectó. Pensó en cómo sería su gobierno si fuera rey y después pensó como sería tener un cachorro, le gustaría tener una mascota, pero no tenía idea si podría cuidarlo y tener una era una gran responsabilidad, seguro no podría.

— Así que Jungkook... —comenzó el señor Kim, cuando fue claro que Jungkook no iniciaría una conversación.

—¿Sí? —el hombre mayor lo estaba viendo con una expresión curiosa en su rostro. Jungkook se preguntó qué quería, sin embargo, permaneció callado porque no quería cometer algún error.

—Estaba un poco ansiaba hablar contigo, por fin, ahora tendremos un poco de tiempo, Jimin no tardará, al menos que las cosa se pongan violentas —declaró el hombre, Jungkook se irguió a su lado, preocupado.

—¿Violentas? ¿Jimin está en peligro? ¡¿Lo envenenarán?! —preguntó preocupado, ¿Qué clase de familia tenía Taehyung?

Jungkook nunca se había reunido con familias además de la suya, Seokjin había intentado invitarlo varias veces a su casa, pero Jungkook siempre se había negado, los aspi nunca llegaron a pedirle que fuera con ellos y conociera a su familia porque sabían lo complicado que se volvía, no significaba que Jungkook se mantuviera alejado de la familia de sus amigos sino más bien que los conocía en entornos seguros, como su propia casa. Sabía que sería complicado ir a la casa de Taehyung y que ella sería diferente a lo que estaba acostumbrado, pero, por favor, ¿Por qué andaban por ahí envenenando gente?

—Namjoon quiere matarnos a todos de una intoxicación —asintió Kyong —. Quiere hacer un pastel para Taehyung, pero Namjoon no sabe cocinar. ¡Podría envenenarnos! —Jungkook se levantó de inmediato al borde del pánico. Entonces el señor Kim enmudeció.

Se levantó lentamente quedando a la altura de Jungkook y lo tomó de las manos haciéndolas puño, seguro él no sabía que ese método usaba Dami cuando tenía algún desgarre cognitivo, sin poder evitarlo, Jungkook se quedó quieto.

Kyong se inquietó.

—Oye Jungkook, lo siento. Lo había olvidado, no es verdad que Namjoon nos matara. ¿Por qué no te sientas? No pasará nada.

El hombre lo guio de nuevo al sofá.

—¿Está seguro? —preguntó Jungkook sin dejar de verse preocupado.

Kyong asintió con convicción.

—Oh, sí, te aseguro que no nos hará nada.

Por un tiempo ninguno de los dos dijo nada, Jungkook aún sentía cada uno de sus músculos tensos y la defensiva, cualquier movimiento, sin embargo, pronto Jungkook recordó las palabras de Kyong.

—¿De qué quería hablar? —preguntó.

Kyong se sobresaltó como si no esperara volver a oír su voz, raro porque estaba a su lado.

—Bueno, en realidad quería agradecerte.

—¿Por qué? —Jungkook lo vio interrogante.

En lugar de contestar, el hombre se quedó absortó. Vio fijamente la pared evitando a Jungkook, él evitó tensarse ante la situación.

—Sé que eres extraño Jungkook —dijo.

Jungkook suspiró, debió esperar que las cosas no fueran fáciles, nunca lo eran. ¿Cuántas veces había escuchado eso antes? Jungkook estaba listo para irse lejos si ese hombre lo dañaba. Sin embargo, cuando se atrevió a verlo a los ojos, no vio nada malo en ellos.

—Pero en esta casa no hay nadie normal. Todos somos raros a nuestra manera —dijo suavemente—Jimin es tan hijo mío como lo es Taehyung, lo vi crecer. Y si me quedó mucho tiempo viendo el patio aún puedo verlos, a él y a Taehyung correr de un lado a otro sin parar —musitó con nostalgia, Jungkook trató de imaginarse a un pequeño Jimin —. Jimin es muy importante para mí, así que debes hacerme una promesa.

—¿Cuál?

Su cuerpo perdió la tensión, vio al hombre lleno de interés como si fuera a contarle un secreto.

Kyong lo vio a los ojos, Jungkook sostuvo su mirada.

—Debes prometerme que cuidaras de su corazón, lo mantendrás a salvo y, sobre todo, que lo amarás.

Eso era fácil, Jungkook recuperó la postura, ahora viéndose desinteresado. Él ya hacía eso, cuidaba de Jimin y Jimin cuidaba de él. Un dar y dar mutuo.

—Lo estoy haciendo. Yo cuido de Jimin, siempre lo hago —confesó orgulloso, Kyong le sonrió.

—Entonces gracias, Jungkook, por hacerlo.

No hablaron más, se quedaron en silencio. Mientras el chico se llenaba del aura familiar y amorosa de aquella pequeña casa. Hasta que el bullicio de la cocina fue demasiado intenso para ignorarlo.

—Vayamos a ver qué está pasando, no queremos que estos chicos se maten tratando de hacer un pastel —bromeó levantándose lentamente de su asiento, Jungkook lo siguió de vuelta —. Matar no literalmente —se apresuró a puntualizar.

Cuando entró a la cocina se encontró con todo hecho un desastre, abrió sus ojos en grande sin poder creer como se encontraba, sus manos picaron por querer arreglar todo. Había harina por todos lados, moldes tirados... pero contradictoriamente olía demasiado bien.

La madre de Taehyung lo interceptó en el camino dándole una pequeña sonrisa antes de huir del gran desastre. Kyong se recargó contra el marco, viendo la escena con algo cálido en su mirada, como si aquello fuera un cuadro que quisiera ver para siempre.

—¡Papá! ¡Taehyung y Jimin no me dejan en paz! —se quejó el mayor de los hermanos Kim.

Era una batalla dura de ganar, los tres chicos estaban en el piso, cubiertos de harina, chocolate y azúcar tratando de levantarse y fallando en el intento.

—Ustedes tres, ya paren con eso —dijo por fin el hombre a su lado, pero ninguno escuchó y siguieron empujándose.

—Solo quería hacerte un pastel, bastardo malagradecido —se quejó Namjoon desde el suelo.

—¡Pero ni siquiera sabes hacerlo! —contraataco Jimin.

—¡Quiere envenenarnos! —declaró Taehyung, sin embargo, todo su rostro perdió el color cuando escoltado por la señora Kim, Park Jihyun llegaba.

—¿Qué está pasando? —preguntó él.

—¡Nada! —gritó Taehyung a todo pulmón aún cubierto de arena.

—Hago un pastel —contestó Namjoon poniéndose de pie seguido por Jimin quien fue a su hermano y abrazo solo para irritarlo.

—Puedo ayudarte con eso —ofreció Jihyun.

Debía sentirse tan incómodo como el mismo Jungkook al estar en la casa Kim por primera vez.

—¡Sí! —contestaron todos de forma inmediata, Namjoon le dio una mala mirada—. Digo... sí, ¿Por qué no dejas que Jihyun te ayude, Namjoon? —pidió Kyong.

Los chicos más jóvenes, Jimin y Taehyung, suspiraron aliviados.

—Ustedes se pierden la exquisitez de mi postre —se quejó Namjoon, dándole un golpe a la mesa y causando que esta perdiera el equilibrio y se cayera, provocando que todo quedara peor de como estaba antes.

—Ay, a veces me avergüenzas —dijo el señor Kim.

Namjoon volteo a verlo ofendido antes de tomar a su padre y abrazarlo.

—Me amas —afirmó.

—Pues sí, no me queda opción.

—¡Papá! —se ofendió Namjoon.

Kyong suspiró y luego giro a Namjoon para que lo viera.

—Este es Jungkook, Namjoon, salúdalo —le dijo mientras acariciaba su pelo como si fuera un pequeño niño. La mirada de este fue a Jungkook, quien se hizo pequeñito, aun pensando que podría envenenarlo—. Es el novio de Jimin.

—¿Por qué todos de repente tienen novio? Ah, el amor está en el aire —exageró el chico.

—No es verdad —señaló Jungkook, claramente confundido—. El nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono están en el aire—corrigió. La boca de Namjoon se abrió de forma graciosa.

—No... eso no es lo que quería decir... ah. —se ofuscó—. —Entiendo que eres peculiar Jungkook...

—Disculpa, Namjoon, pero en esta casa eres tú él que es peculiar —objetó Jimin.

—¿Saben? —mencionó el señor Kim—. Mejor arreglemos este desastre mientras esperemos que Jihyun... y Namjoon hagan el pastel.

Así lo hicieron.

Namjoon se entretuvo decorando una pequeña flor que adornaría el pastel, mientras Jihyun hacía la mezcla y lo metía al horno, es decir, hacia prácticamente todo mientras Namjoon estaba ocupado.

Jungkook y Jimin se dedicaron a limpiar todo el desastre, como limpiador compulsivo, Jungkook se aseguró de que todo estuviera muy limpio. En todo ese proceso, Jimin le daba miradas preguntándole sin todo estaba bien. Lo estaba, Jungkook nunca se había sentido parte de algo como en ese momento. Se sentía en familia.

—¡No les miento! —gritó Taehyung de repente—. Es verdad que Jimin golpeo a Ken —Taehyung hizo una extraña demostración de cómo había sido la pelea real, nadie se había imaginado que Park Jimin, el pacífico, golpeara a Ken, sin embargo, era de esperarse, Jimin se había cansado de Ken.

Jimin se cubrió la cara, avergonzado.

Jungkook recordaba ese día, Jimin se veía delgado y escuálido, pero el fuerte golpe que recibió Ken debió doler demasiado.

—Él no volvió a meterse con Jimin —dijo Jihyun sin dejar de decorar el pastel.

—Se lo merecía, es un idiota, hasta Hoseok dejó de ser su amigo —reconoció Taehyung, siguieron a platicar de como Ken se escondía siempre por los pasillos cuando veía a alguno de ellos.

La perfecta charla estuvo acompañada de un trozo de pastel que no estaba envenenando. 

Ah, qué noche aquella noche. 

Chapter 37: EPÍLOGO

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La noche estaba fría, pero no era un frío insoportable porque la calidez se extendió por todo el cuerpo de Jimin mientras veía la escena frente a él.

Taehyung y Jihyun hablaban, se veían incómodos e inexpertos, pero al menos no se ignoraban como venía sucediendo desde que se enteraron, los muy tontos, que se gustaban. La señora Kim y Kyong estaban acurrucados en el sofá hablando en voz baja. Namjoon y Jungkook hablaban en la cocina de cosas que Jimin no quería ni imaginar. Resultaba curioso saber que el mayor de los Kim podía hablar con total libertad con Jungkook y que él no se sintiera incómodo por ello.

El reloj pronto marcaría el año nuevo, un año... era profundo. Tantas cosas habían pasado, tantas cosas habían cambiado.

Jihyun levantó la mirada conectando sus ojos a los de Jimin. Sabía lo que le estaba diciendo sin palabra, su hermano, como Jimin jamás se imaginaron estar ahí... juntos.

Después de haber pasado toda una vida encerrados en una casa donde lo único que celebraban eran las portadas de revistas donde salían, Jimin nunca pensó que podría encajar tan bien junto a la familia de Taehyung.

Sintió que su corazón se apretaba, recodó la primera vez que paso tiempo con ellos, tenía doce años y Taehyung lo obligó a escapar de su casa en vísperas de navidad a base de mentiras. Ya que había inventado que estaba al borde la muerte, Jimin era pequeño, por lo cual le creyó. Dejó a su hermano menor con la promesa que volvería pronto y se vio envuelto en una navidad llena de chocolate caliente y malvaviscos.

De eso hace mucho tiempo. Las navidades en su casa nunca volvieron a ser las mismas, desde que descubrió lo que era el cariño. Ojalá Jihyun lo hubiera descubierto cuando era más joven...

Tan joven para equivocarse y rendirse con su hermano porque pensaba que nunca sería suficiente para él como tampoco era suficiente para sus padres. El mayor acto de cobardía de Jimin le pertenecía a su hermano y jamás podría entender por qué Jihyun lo había perdonado.

Quizás Jimin no lo entendería pronto, pero sí un día. Cuando hubiera sanado del todo, cuando fuera capaz de verse al espejo y ya no sentir ningún sentimiento de desolación, aún había días malos, pero la esperanza se había convertido en lo único a lo que le tenía fe y era agradable aferrarse a algo para no sentirse a la deriva.

Jimin tomó un suspiro y lentamente caminó hacia el jardín de la casa. Afuera caían los copos de nieve, Jimin se quedó en el porche mientras veía el paisaje.

Soltó un suspiro

Por mucho tiempo, en silencio y a escondidas, Jimin había odiado su forma de amar. Por qué amar de forma diferente lo había hecho un chico blando, tímido y sin sueños. Que se escondía tras una máscara de autosuficiencia, mientras fingía ser alguien que no era, mientras trataba de aparentar que era perfecto, pero no lo era, y no lo sería por más que lo intentara.

Jimin había llorado tantas veces antes de quedarse dormido. Porque estaba cansado de decepcionar a todo el mundo. Porque si él no fuera gay, sus padres lo hubieran amado, no tendría que soportar las miradas de repudio de la gente. Todo siempre es más fácil para el resto.

Jimin jamás se avergonzó de su forma de amar. Pero inesperadamente no parecerse al resto era un problema. Porque el mundo no era amable con gente como él.

Más tarde comprendería que el mundo no era amable con gente que era diferente. Jungkook era autista y el mundo tampoco lo aceptaba. La sociedad era una mierda, que juzgaba a los demás sin importarles sus sentimientos.

Por mucho tiempo había intentado complacer a sus padres, olvidarse de lo que quería y tratar de ser perfecto, pero no importaba lo mucho que se esforzara, ellos jamás se veían orgullosos de él y Jimin cada día iba perdiendo más la fe en su familia.

Pensó que viviría toda la vida por los demás, que sus deseos nunca se cumplirían y tendría que cumplir la expectativa que se le había autoimpuesto por tratar de ser perfecto.

Entonces conoció A Jungkook y su mundo se fragmentó. Él no lo miraba, pero bastaron solo palabras para que cayera enamorado de él.

Aunque no podía decir con exactitud el momento en el que se enamoró de él, pudo haber sido desde el primer momento en que le tiro ese libro en la cabeza o cuando lo seguía pensando que él no se daría cuenta.

Con Jungkook su corazón floreció, el chico que no lo miraba lo ayudo sin siquiera imaginárselo, le enseño a Jimin a amar, no solo a sí mismo, sino a todo lo que lo rodeaba. El amor para Jungkook era simple.

Jungkook amaba a su familia, a su padre, a sus amigos y a su gente. A cambio, solo esperaba que lo amaran a él. Sin embargo, nunca obligaba a ese amor, se lo ganaba.

Jimin aún tenía un largo camino que recorrer antes de poder amarse y amar por completo sin herir a nadie. Primero tenía que eliminar de su cabeza los comentarios de las personas a las que por tanto tiempo quiso impresionar haciéndoles creer que podía con todo, que no le importaban las burlas o los desprecios de sus padres, Jimin sabía ahora que tenía derecho a encontrarse dolido, tenía permitido a sentirse dañado por los demás. Eso no lo hacía débil.

Sin embargo, aunque lo sabía, aún necesitaba tiempo para creerlo de verdad. El amor propio era un proceso que requería, cambios, soledad, dolor y todo lo que no es bonito en la vida, pero el final Jimin sabría que valdría la pena.

Porque la única verdad universal de la vida; es que nadie es perfecto.

Jimin suspiró, el pórtico se llenaba de diminutas partículas de nieve, cuando despertara el día siguiere del nuevo año, la nieve los llevaría hasta las rodillas, a Jimin se le antojó cautivador.

Alzó la cabeza mirando al cielo notando las estrellas brillantes, respiró el aroma que se filtraba por las puertas desde la casa. El momento fue perfecto, Jimin no sé imaginaria estar en otro lado que no fuera ahí y en ese momento mágico.

Estaba tan cautivado que no sintió a Jihyun sentarse a su lado. Él tocó su mano, Jimin dio un respingo.

Estaba ahí, temblando y con la nariz roja. Jimin lo vio un momento.

Oh, se aprecian tanto, era como ver dos gotas de agua.

—Jungkook está buscándote —dijo Jihyun sin mirarlo.

Jimin apartó la mirada, a veces dolía mirarlo.

—Salí a tomar aire —le dijo.

—Eso veo —respondió. Aún era un chico de pocas palabras.

Eso ya no lo hería como antes, cuando se preguntaba porque su hermano era incapaz de intervenir. Así no como formaba parte de su personalidad, enfrentar y combatir, quedarse en la orilla estando a salvo, formaba parte de Jihyun, lo que estaba bien porque cada persona decidía como protegerse.

—¿Te sientes bien? —Jimin ladeó la cabeza. Ahora Jihyun lo miraba, tenía esa mirada que debatía si era conveniente intervenir o echarse a correr lo más lejos que pudiera.

Jimin sonríe, quizás parecía que estaba a punto de tener un ataque de pánico en medio de un porche cubierto de nieve, pero la verdad era que Jimin se sentía completo.

Tan completo por primera vez en tanto tiempo que lo invadía una sensación devastadora, como si pudiera hacer lo que quisiera. Porque por una vez en su vida.

Se giró para mirar a Jihyun.

—Nunca me he sentido mejor. Creo que estoy justo donde quiero estar —confesó.

A través de la luz que trasmitía la luna, Jimin pudo ver a la lenta sonrisa que se le dibujaba a Jihyun.

—Nunca te he visto tan feliz, Jimin y te lo mereces, merece todo el amor del mundo porque siempre fue fácil, quererte. No hay nada malo en ti —dijo su hermano. A Jimin se le llenaron los ojos de lágrimas sin derramar.

Hubo un tiempo, uno lejano, donde nunca imagino poder compartir una sola palabra con Jihyun. Y ahora estaban ahí, juntos.

Se tragó las lágrimas para no llorar, hubiera preferido haber escuchado esas palabras antes, cuando tenía miedo, pero que Jihyun le habrá su corazón justo ahora no es especial y no lo cambiaria por nada.

—Lo sé —empezó—. Tarde tiempo en entenderlo, pero créeme, lo hice. Por mucho tiempo quise que mis padres me amaran, el amor no puede ganarse mediante acciones. Lo mismo va para ti.

Jihyun resopló.

Sabía a lo que se estaba refiriendo Jimin, su relación con Taehyung se había estancado y ninguno de los dos parecía saber qué hacer al respecto. Ambos se amaron muchísimo, pero no al mismo tiempo y ahora tal vez no sabían qué hacer con ese amor que sienten o visitaron. Jimin los compadece, sobre todo a Taehyung porque se ve tan enamorado de Jihyun que duele.

—Bueno, es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad? —dijo su hermano.

Jimin se encogió de hombros.

—Siempre lo es.

Se volvieron a quedar el silencio. El frío comenzó a calarle en los huesos, se estremeció sin poder evitarlo, Jihyun permaneció impune ante el frío aun cuando no estuviera acostumbrado a él.

—¿Jihyun? —lo llamó

—¿Sí?

Jimin suspiró. A veces pensaba que era imposible abrir su corazón, siempre se sentía tan vulnerable y humillada, trató de recordarse que ese chico era Jihyun. Pero luego pensó en todo lo que estaba pasando su hermano.

Jimin aún podía recordar lo duro que fue aceptar sus preferencias sexuales, en ese entonces había sido un niño, así que logro adaptarse con más rapidez a lo que le gustaba. Pero Jihyun ya no era un niño, era un hombre que había sido moldeado con los mismos prejuicios que sus padres trataron de inculcarle a él. No debía, estaba siendo fácil que aquello que odiaba, aquello que le enseñaron que estaba mal era lo que estaba sintiendo por Taehyung.

Jimin tomó sus manos sin pensarlo.

—Sé que tienes miedo, que algunas cosas aún no están claras y que tienes que amarte a ti mismo antes de poder amar a los demás. Pero, aunque parece el fin del mundo, te prometo que no lo es. Yo también he estado ahí.

Jihyun se quedó callado, Jimin creyó que no le contestaría, pero luego sintió el suave apretón.

—No es el fin del mundo, pero lo parece —le dijo.

Jimin consiguió sonreírle.

—Sí, lo sé.

Sin que Jimin lo esperara, Jihyun se lanzó sobre él en un abrazo demoledor. Jimin se quedó congelado, podía contar con los dedos de una mano las veces que Jihyun lo había abrazado por voluntad propia. Supuso que así se sentía la hermandad, calidad y arrolladora, envolvió a Jihyun con sus brazos pensando en nunca soltarlo de nuevo.

—¿Están locos? Estamos a menos -20 grados, entren de inmediato —Jihyun se apartó de Jimin como si quemara, Jimin ahogó las ganas de reír.

Kyong los miró desde el marco de la puerta, tenía los brazos cruzados y la mirada dura, pero Jimin pudo ver que sonreía.

Se levantó del sillón y caminó hacia dentro, la calidez del aire acondicionado lo relajo de inmediato. Se sacudió la nueve y limpio los pies contra la alfombra.

—¿Jungkook? —preguntó.

Todos estaban en la cocina a la espera de que el reloj marcara las doce.

—Por aquí —escuchó la voz de Jungkook desde la sala, Jimin fue hacia allá, pero se detuvo cuando vio a Jungkook en medio de ella con un enorme ramo de rosas rojas.

—Oh...—se le escapó a Jimin y pronto tuvo un Déjà vu, podía recordar a Jungkook parado en su puerta con una flor en la mano.

—Te compré rosas, significan amor.

Jimin había tardado un poco en entender que aquello que Jungkook era incapaz de decir con palabras, las decía con acciones, lo que estaba bien porque quien quiere de verdad quiere con hechos y nunca con palabras.

No podía creer que el chico que le daba flores y lo seguía por el campus era el mismo que estaba parado frente a él. Jungkook había florecido.

—Gracias —dijo Jimin y no tuvo tiempo de decir algo más por qué pronto los gritos de anunciando el año nuevo sonaron desde la cocina.

—Feliz Año Nuevo —murmuró Jimin antes de acercarse suavemente hasta rozar los labios de Jungkook. Ambos se fundieron en un beso suave, como si fueran la primera vez que lo hacían.

Cuando el beso terminó, juntaron sus frentes.

—¿Fue un buen año? —le preguntó Jimin, Jungkook parpadeo como si estuviera recordado todo.

—Si lo fue —él dijo.

Jimin no pudo estar más de acuerdo. 

Porque el chico con amor había encontrado a quien amar. Y esa persona lo amaba a él.

Chapter 38: NOTA FINAL

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Voy a contarles una pequeña historia.

Cuando escribí esta novela tenía dieciséis, ya tenía algunas cosas escritas, pero nada sólido o realmente bueno, pero una noche de pandemia encontré los fanfic, quizás suene trillado, pero cambio mi vida.

Yo nunca había leído algo así antes porque mi mundo a la lectura me lo abrió los libros en físico, no tenía idea que en las profundidades de internet existía algo diferente. Me emocioné y como chica impulsiva que soy comencé a escribir, pero como les dijo no tenía idea de cómo empezar, así que decidí inspirarme en un fanfic que había leído hacia tiempo, algo que no sencillamente es malo, pero para mi marco un antes y después porque no lo hice de la manera correcta. Borre la historia, deje de promocionarla y decidí empezar de cero con más experiencia y mejores intenciones, pero algo dentro de mí no iba a permitir que la abandonara sin luchar. Así que decidí editarla.

Florecer, empezada en 2020 y terminada en 2023, se fue desarrollando hasta convertirse en una novela con más de 200 páginas para tratar de explicar la "mascará social" y "el deseo de pertenecer" a un grupo social. Las máscaras son instrumentos que utilizamos para intentar adaptarnos a unas circunstancias y, así, reinventarnos para seguir adelante. Nos permiten actuar como si fuésemos capaces de cualquier cosa y nos protegen de lo que creemos que puede dañarnos.

Estoy satisfecha con mi trabajo, espero les allá gustado a ustedes personas que me han apoyado desde el día cero. Agradezco sus votos, sus comentarios y que me hayan seguido, tienen un pedacito de mi corazón.

Aquí mi pregunta final; ¿Les gustaría la historia de Jihyun y Taehyung? Tengo algo en mente, pero aún no sé si desarrollarla, como siempre sus comentarios son bienvenidos.

Los quiere, Deni.

Aquí algunos anuncios parroquiales:

  • La playlist de esta historia aquí: Florecer
  • Te invito a leer mi otra historia, "Todo el universo" ya está disponible.
  • Mi Wattpad: Floritopia
  • SEn Instagram dejo pedacitos de mi vida y lo que me inspira, por si quieres conocer a la persona detrás de estas letras: @ff.floritopia

Entonces, hasta pronto, amistades.

Aquí acepto solo corazones amarillos.
 💛💛💛