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Cruzando Los Espejos del Alma

Summary:

Blade se embarca en una misión enigmática encomendada por el Esclavo del Destino. Mientras explora un mundo desolado, se encuentra con un objeto misterioso que parece llamarlo. De repente, la realidad a su alrededor se deforma, llevándolo a un lugar desconocido. ¿Qué es este nuevo entorno? ¿Por qué su cuerpo está lleno de inquietud? Y, lo más importante, ¿quién es "esa persona" realmente?

Chapter 1

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

[ "Ve e investiga ese lugar, no hacen falta más detalles. Lo entenderás cuando estés ahí, Blade." ]

 

Había dicho Elio, como siempre, con tanto misterio en su voz y sus mandatos. Como si ya supiese lo que le deparaba al hombre de mirada vacía y penetrante. 

Aunque, no era un "como si ya supiese", porque el Esclavo del Destino simplemente ya lo sabía. El guión era así y había que seguirlo al pie de la letra.

 

Y Blade simplemente iba a seguir sus órdenes, como el arma viviente que era. Sin chistar y sin interrogar nada. Solo siguiendo el guión

 

Su destino ahora estaba en un remoto mundo abandonado llamado Yasorth, apartado de todo y a punto de dejar de existir. Ni personas, ni monstruos, ni almas en pena rondaban por los alrededores. Todo estaba en silencio, como si un día los seres vivos de ese lugar hubiesen desaparecido con un solo chasquido de dedos. 

 

Él simplemente siguió su camino, buscando y buscando. Algo que no sabía exactamente qué, pero si Elio lo había mandado a un lugar como este, seguramente había algo importante para rescatar entre tantos objetos olvidados y desgastados. 

 

Sus pasos eran casi inaudibles incluso entre tantos escombros, lo único que se podía escuchar indudablemente era el viento azotando contra los edificios en ruinas. Pero en eso, sus ojos se posaron en un extraño y llamativo lugar que, sin lugar a dudas, destacaba entre las demás contrucciones destartaladas. 

 

Blade fue directamente a ese edificio, notando que el ambiente a su alrededor estaba cambiando ligeramente. Su mano vendada apretó el agarre en su espada, y no dudaría en destruir cualquier cosa que se le aparezca en frente. 

 

Un pie dentro, su cuerpo se sintió extraño. Podía sentir el mara en su interior queriendo controlar su cuerpo otra vez. Pero no fue lo suficientemente molesto como para dejarle hacer lo que quiera. La tarea era tarea, así que continúo adelante.

 

Todo lo que pudo ver era oscuridad y abandono. Apenas la luz exterior era capaz de iluminar el interior de este lugar. Un candelabro, o lo que fue de uno, estaba hecho trizas en el suelo negro. Escaleras gemelas que iban hacia la planta alta, destrozadas y chamuscadas, restos de libros y estanterías esparcidos por todo el lugar. Vetas negras de algún extraño material, se habían adueñado de la mayoría del sombrío sitio. 

 

Pero entre medio, un gran espejo brillaba como si el tiempo nunca lo hubiese tocado. Las gemas que adornaban el marco, eran coloridas y brillaban como si nada en medio de la oscuridad misma. Algo en Blade se removió por dentro. Como si hubiese un imán que lo estuviese jalando y jalando hacia él. Hacia el centro de ese frío, solitario y oscuro lugar. 

 

El mara de su interior estaba cada vez más incontrolable, con cada paso hacia adelante, cada que el piso desgastado emitía un sonido con sus pisadas firmes, su mente se nublaba más y más. Una mueca comenzaba a aparecer en su rostro amenazante, mientras que su ojo visible intensificó su pigmento carmesí. 

 

Hasta que todo se detuvo

 

Sus pisadas, el peso de su alma, su respiración y su eterno sufrimiento. Se detuvo todo por unos segundos, incluso el mara. El espejo frente a él le mostró lo que más anhelaba. Blade no creía en la magia ni en los sueños o fantasías, no creía en nada más que en las órdenes de Elio o en su propia sed de venganza. Entonces, ¿Qué era este sentimiento de anhelo?

 

Por unos momentos que parecieron eternos, su mano se extendió y tocó aquella superficie fría que, de alguna manera, era cálida y abrasadora. Sus ojos rojos se perdieron en ese reflejo, olvidándose de todo lo demás. 

 

Pero, sin darse cuenta a tiempo, el espejo lo arrastró hacia sí mismo sin darle un momento para reaccionar ni maldecir. Incluso las gemas brillaron tan intensamente que iluminaron por un corto y efímero momento aquel salón abandonado. Y eso fue todo.

 

Su cuerpo se sintió tan liviano por unos instantes, que pensó que se había desintegrado por completo en ese vacío momentáneo. Sus oídos no escucharon nada más que un silencio ígneo. Y su mente se quedó en blanco como nunca antes en sus cientos de años.

 

Así, tras un destello enceguecedor, comenzó a notar poco a poco el mármol debajo de sus yemas y palmas. Las tablas de madera se veían iluminadas por la cálida luz de sol que entraba por una ventana cercana. Mientras que el olor que inundó sus fosas nasales era dulce y tranquilizante, casi hipnotizante. Desconcertado y con parpadeos lentos, intentó comprender qué había ocurrido. 

 

Trató recordar por un momento aquello que le había mostrado el espejo, alguna pista de dónde podría estar. Pero no lograba recordar nada más que una sensación de calma y calidez, tan fugaz que le había dejado un gusto agridulce. La confusión inundó su mente mientras hacía el esfuerzo de recordar las imágenes que vio. ¿Qué había sido?

 

Se levantó del piso, enderezándose mientras trataba de controlar el leve mareo que sentía. "¿Una ilusión?" El ambiente no era pesado ni parecía ser un sitio abandonado. Todo estaba en buen estado, ni siquiera el polvo se podía ver en algunos objetos que adornaban las estanterías. 

 

Una vez que sus oídos se adaptaron a la paz de ese lugar desconocido, los sonidos de la naturaleza llamaron su atención. Pájaros cantando, el viento pasando por una leve abertura de la ventana, y critales rompiéndose detrás suyo.

 

"¿Cristales rompiéndose...?" 

 

Decidió girarse a ver.  Ahora, el espejo que antes había tocado, estaba completamente roto, las gemas se veían oscuras e insípidas en el marco mientras algunos pedazos de vidrio seguían cayendo y chocando contra el piso. Y cuando el último fragmento cayó, sintió que su cuerpo entero, de alguna manera lejana y melancólica, resonó con él. 

 

—¡¿Eeehhh?!

 

Sus oídos que recién estaban adaptándose al entorno provocaron un pitido y su ceño se frunció.  Volteándose hacia la voz desconocida, se encontró con un joven más bajo y de cabello castaño claro, sus ojos ámbar bien abiertos detrás de sus gafas rectangulares, mientras que el libro que flotaba a su lado se cayó de la sorpresa.

 

—...¿Quién?—Blade preguntó con su tono monótono y grave, provocando que el más joven dé un respingo en el lugar. 

 

—E-Eso...Debería preguntarlo yo...creo? —El joven se acomodó los lentes y parpadeó un par de veces, sin entender qué acababa de ocurrir en su propia casa. 

 

Blade estaba desconcertado, aunque no lo parecía realmente. Su mirada se volvió otra vez al espejo roto que se hallaba detrás suyo. 

 

—Aaah! ¡¿Q-Qué le pasó a mi espejo?! —Se acercó rápidamente, analizando lo que le podría haber ocurrido al mismo. Ignoró momentáneamente al hombre misterioso como si no fuese nadie raro. —¡Lo había comprado en la feria hace poco! —Y tras eso, se giró para enfrentar al extraño que estaba invadiendo su propiedad privada. 

 

—S-Señor, usted...es un mercenario? Vino a robar mi espejo... y lo rompió? —A pesar de estar temblando levemente ante la figura amenazante frente a él, frunció el ceño como si fuese a intimidar al hombre misterioso.

 

Blade, algo fastidiado por tener que entablar una conversación con este joven con anteojos, simplemente se cruzó de brazos. 

 

—No. Esa cosa me arrastró hasta aquí de un momento a otro. 

 

—¿P-Perdón?... Entonces...Usted es de otra región o de otro...—se fijó en la ropa rara que llevaba el hombre alto, notando que era completamente distinta a la ropa de mercenarios o de los héroes —¿Otro mundo?

 

"¿Otro mundo?" Repitió mentalmente Blade. Intentando entender lo que estaba ocurriendo en ese mismo momento. "Qué molestia" por más que no lo dijo en voz alta, emitió un chasquido lo suficientemente audible.

 

—Así que...esto no es "Yasorth"—Bajó sus brazos, viendo que estaba en un tipo de biblioteca bastante minimalista. Notó los libros perfectamente organizados en una mesa larga y en los muebles casi brillantes, como si recién hubiesen sido limpiados. 

 

—¿Yasorth?...No...Este mundo se llama Orbis! Y ahora mismo está usted en la región de Equilibria, en el continente de Erasia.

 

Al escuchar todas esas palabras, no pudo evitar sentir un punzón en su cabeza. ¿Orbis? Nunca había escuchado ese nombre, probablemente las galaxias estén completamente lejos una de otras. ¿Realmente fue transportado a otro mundo? Tenía que volver, aún había trabajo que terminar. 

 

Pero incluso si así lo quería, ese espejo estaba completamente roto, dudaba que pudiese emitir el mismo brillo de antes. Su reflejo y el del joven se veían distorsionados en los fragmentos, como si ni siquiera fuese un vidrio común y corriente. 

 

—Um...Perdón que le cambie el tema tan drásticamente pero...¿está usted bien?¿sus recuerdos están intactos, cierto? Si es cierto que viajó a través del espejo, no estoy seguro, pero podrían haber efectos secundarios...mm...

 

—... 

 

Blade solo lo observó. Ese chico raro había dejado de tenerle miedo y desconfianza en solo unos minutos. Por lo contrario, estaba preguntando por su estado en general. Bufó hastiado, lo que menos necesitaba ahora era preocuparse por los efectos secundarios de un viaje entre mundos. 

 

—Acaso...¿Eres tonto o algo así? —observó con desdén al más bajo, su mirada amenazante fácilmente podría darle un escalofrío a cualquiera. Pero el joven con anteojos solo frunció el ceño esta vez. 

 

—¡¿Co-Cómo dice?! —el joven se tensó completamente cuando el hombre se le acercó más, el aura que emitía era increiblemente poderosa y oscura. 

 

—Escúchame bien...Solo necesito volver a cruzar ese espejo, mis heridas o mi memoria me dan completamente igual. —su mirada severa se posó en los ojos ámbar del contrario —Preocuparte por el bienestar de un extraño...hm, ¿acaso no tienes sentido del peligro? 

 

—¡Eso-...! —estaba por objetar aquellas palabras del hombre, pero sus visión se fue a la venda ensangrentada de la mano derecha del mayor. —¡¿T-Te cortaste con vidrio?! ¡Ah! Creo que tengo algo para vendarte, hay que- 

 

El chico casi voló hacia una sección del fondo de la biblioteca. Blade por otro lado, se quedó completamente en blanco.  "Este tipo está completamente loco..." pensó, mientras se acercó nuevamente al espejo hecho trizas. "Tengo que encontrar la manera de volver" miró fríamente su mano herida, viendo el fragmento de vidrio que se había clavado en ella. Y sin pensarlo dos veces, lo quitó. 

 

Esperó sentir su piel regenerándose debajo de sus vendas manchadas, pero no ocurrió. Unos segundos más y tampoco pasó nada. "¿Qué ocurre?" la extrañeza inundó su cuerpo entero. A este punto una herida como esa debería sanar completamente en pocos nanosegundos. Pero no, ahí estaba su mano brotando cada vez más sangre. "El mara..."

 

El mara no estaba regenerando su herida como de costumbre. Ni siquiera lo estaba sintiendo ni escuchando como siempre. ¿Era por estar en una galaxia lejana?¿El mara... había desaparecido?¿Se había librado de la maldición? Muchas preguntas se le vinieron a la mente como nunca. "No...algo así es imposible-" 

 

—¡Por aquí, rápido! —la voz del mago llegó a sus oídos, sacándolo de sus pensamientos.

 

Blade se sintió confundido cuando notó algo jalándolo por la muñeca izquierda. Miró hacia esa extremidad suya, encontrándose con un aura alrededor de su brazo. Casi era imperceptible si no fuese por la sensación del agarre.

 

Tras ser guiado por un minuto o dos, su brazo fue liberado de aquella magia y pudo volver a sentir la ligereza en su muñeca. Miró hacia los alrededores de esa habitación pequeña y acogedora, era un estudio.

 

—¡Aquí, aquí!—el joven señaló la silla vacía que estaba al lado de una mesa de mármol. 

 

Blade, al ver que en la superficie de la misma había un botiquín muy obvio, emitió un chasquido con hastío. 

—Dije que no me importan las heridas, solo arregla ese espejo ya y- ! —su cuerpo entero se tensó cuando se sentó en una silla que apareció justo detrás suyo—¿Qué clase de trucos son estos? 

 

—¡Eso no importa ahora, señor misterioso! —se acercó el joven con la intensión de cambiarle la venda manchada—¡Primero, hay que cambiar éstas! Se puede infectar. S-Solo tomará unos minutos, lo prometo!

 

El joven mago decidió entonces valientemente tomar el brazo del hombre sombrío con cuidado. Y, cuando notó algo de resistencia de parte de él, aplicó magia para mantenerlo en el lugar. 

 

—Tch!... —Blade, quien estaba frunciendo el ceño desde hace rato con disgusto palpable, abrió sus ojos con sorpresa. Un latido bien conocido por él resonó en todo su cuerpo cuando las manos del joven tocaron su mano. 

 

Sabía perfectamente lo que era aquel sentimiento de sofoco y latidos que lo alejaban de los sonidos externos. El mara se estaba descontrolando de la nada y no supo el motivo detrás de esto. Su visión se empezó a tornar borrosa, escuchando el golpeteo de su oscuro corazón contra su caja torácica, cada vez más y más. 

 

Apretó en un puño su otra mano que estaba sobre su propia rodilla. "Creí... que me había librado de ti...por un momento" sonrió irónicamente. 

 

No era a causa de la herida casi superficial de su mano, no era la causa del desinfectante o el aroma al ungüento que el mago le estaba ministrando. Era el mismo roce constante de la piel ajena, con su mano o con sus dedos.

Podía escuchar las voces de su interior inquieto, pero no podía comprender ni una sola palabra. El mara parecía rugir de hambre cada vez más, como si una bestia encadenada hiciese forcejeos para liberarse de sus cadenas. Blade apretó su mandíbula, teniendo solo su voluntad a medio quebrar, para contenerse a sí mismo. 

 

"Cállate...Cállate..." bajó la cabeza, dejando que su flequillo cayera un poco más sobre sus ojos. Éstos mismos estaban cada vez más intensos, sabía qué ocurriría a continuación. Pero debía mantener esa completa oscuridad a raya esta vez.

 

Se encontraba en este mundo desconocido donde sólo se topó con este tonto e ingenuo mago, y él era su único pase para volver. Si se descontrolaba, si dejaba que el mara se apodere ahora mismo de su cuerpo y mente, podría llegar a romper al joven sin darse cuenta. 

 

Pero, con tanto y tanto ruido inentendible en su cabeza, y con sus impulsos por dejar libre a esa cosa de una vez por todas para que se calle, pudo formular una pregunta: "¿Por qué?"

 

Su mirada carmesí se posó en las manos que vendaban la suya cuidadosamente. Cada movimiento le pareció eterno, y si el mago no se detenía en ese mismo instante, Blade estaba seguro de que algo malo pasaría.

 

La cercanía tan irritante de ese joven parecía alimentar el mara dentro de él, que gruñía con una intensidad creciente. Pero, ¿era esa la causa real o simplemente una manifestación de su propio deseo de liberar a la bestia que no se calmaba? No lo sabía, y no podía comprender las palabras inentendibles del monstruo.

 

Pero lo que sí sabía era que, en ese momento, un conejo despistado y confiado, era una presa fácil para un lobo hambriento como él.

 

 

 

Notes:

Holi!~

Jajaja Honestamente, esta historia la decidí escribir "mejor" para un pequeño grupo de personas (seguidores y amigos) <333

Pero si alguien más se encuentra con esto y le agradó, me alegra mucho que así sea! Gracias por leer! <3333

(Es mí primer fic en Ao3 π^π aaaaahhhh *se desintegra de la vergüenza*)

Ah! El motivo de mí creación de este cross-ship es muy extenso, pero digamos que fue para darle una oportunidad a Blade u.u)9

Personalmente me gustó la historia, así que estaré escribiéndola hasta que la termine (ojalá *rezando*)

Eso es todo! De nuevo, gracias por leer hasta el final! <333

Chapter Text

 

Oscuro, oscuro, demasiado oscuro.

 

Ni un solo rayo de luz llegaba a iluminar su gélido camino. Tampoco sabía dónde estaba, si estaba yendo hacia adelante o hacia atrás. Sus pisadas ni siquiera hacían eco en ese sitio, tampoco podía escuchar su propia respiración.

 

Pero por algún motivo no dejaba de caminar, de buscar algo en toda esa sombría soledad. Como si supiese que algo lo estaba esperando...o alguien. 

 

Se preguntó si esto era el supuesto "otro lado". Aunque, ya había estado en un sitio similar incontables veces en sus muchas muertes. Solo que esta vez, no habían recuerdos borrosos vagando por ahí, como si quisieran recordarle algo de su pasado ahora quebrado. 

 

—...S█ñ██ !...

 

Una voz desconocida lo desconcertó en medio de la nada. ¿Quién era?¿Un fragmento perdido de su memoria?

 

—Se█o█ !...

 

Su mirada, sin notar absolutamente nada en esa total oscuridad, observó hacia todos lados. Buscando de dónde provenía aquel llamado misterioso. Sus latidos comenzaron a hacerse presentes incluso en sus oídos. 

 

Señor! —una brillante luz se abrió camino entre ese umbrío vacío. 

 

Y de un momento a otro, sus ojos se abrieron abruptamente. Su respiración estaba agitada y un sudor frío caía lentamente por su cien. Con una mirada perdida, observó la claridad de esos ojos ámbar que había conocido recientemente. Pero casi al instante apartó la vista.

 

"¿Qué fue eso?..." se preguntó internamente, suspirando con pesadez tras ese corto momento fuera de la realidad actual. Le extrañó que el mara no hubiese tomado su mente y atacado al mago que estaba frente suyo. 

 

Sin duda, había algo mal. 

 

—...¿Está bien? L-Lo lamento, parece que se desmayó por unos segundos cuando usé algo de magia curativa...m-me pregunto si fue por eso.— El joven le pasó un pañuelo para que el hombre se pueda limpiar el sudor de la frente. 

 

Blade solo miró fijamente ese pañuelo pulcramente cuidado y bordado. Suspiró de manera audible mientras optaba por ignorar aquel acto de cortesía. 

 

—...¿Cuál es tu nombre? —preguntó abruptamente, posó la mirada en su mano ahora con una venda nueva y limpia. 

 

—A-Ah! Cierto, no me he presentado...—acomodó sus lentes un poco mientras sonrió cálidamente—Soy Bernard Belenié, y usted?

 

El hombre fríamente cerró sus ojos mientras se levantaba del asiento. —Blade...—miró desde arriba a Bernard, notando que el joven seguía sonriendo. Pero apartó la mirada de nuevo, no interesado en ver aquello. 

 

—¡Ya veo!¡Es un gusto conocerlo, señor Blade!...¿O debería decir solo Blade? —preguntó lentamente. 

 

—Para mi no es un placer...—se cruzó de brazos— Y me da igual...esto es solo para conveniencia mía. Vas a arreglar ese espejo y me largaré de aquí. 

 

Apesar de que Blade estaba siendo bastante cortante con la persona que acababa de curarle la herida y tenderle un pañuelo, Bernard no parecía ofendido en absoluto.

 

—Acerca de eso...—puso una pose pensativa, buscando las palabras adecuadas—Si viajaste hasta aquí desde un espejo similar... significa que se trata de una conexión entre espejos mágicos...

 

—...No me digas—el hombre lo dijo en un tono sarcástico al mismo tiempo que comenzó a caminar hacia el objeto roto.

 

—¡En serio! Ese espejo...lo había comprado en una feria hace relativamente poco. No sabía que era un espejo mágico! —Bernard siguió a Blade rápidamente.

 

Después de soltar un "Como sea", el hombre más alto se paró frente al espejo. No sintió alguna energía de él y tampoco su propio cuerpo estaba reaccionando como cuando estaba del otro lado. El mara estaba  extrañamente callado

 

—Estoy seguro de que he visto algunos libros que hablan sobre objetos mágicos...pero dudo mucho tenerlos en mi posesión.

 

Bernard se giró para acercarse a sus estanterías llenas de libros. Incluso para agilizar la búsqueda comenzó a sacar algunos con su magia y a leer las tapas para luego descartarlos. 

 

Mientras tanto, Blade aprovechó para acercarse a la ventana que anteriormente había visto. Y no tardó en ver el paisaje que esta le proporcionaba al exterior.

 

Al parecer la casa entera estaba en medio de un bosque, los árboles tapaban la mayoría de lo más lejano pero se podían ver claramente algunos edificios con obvios diseños antiguos. Aún así, era difícil escuchar desde este lugar el sonido de la ciudad y no se veía algún rastro de vecinos tampoco. 

 

El Larga-vida intentó oler aquel nuevo ambiente. Cerciorándose de que efectivamente era diferente al anterior mundo del que vino. Pero en eso, recordó que él mismo tenía un dispositivo que podría usar para comunicarse con su grupo. Incluso si nunca lo usaba para cosas fuera del trabajo, en momentos de misiones siempre era de ayuda: su celular

 

Buscándolo entre su ropa, y luego desbloqueándolo, se dio cuenta de que los últimos mensajes que le habían llegado antes de su "cruzada", habían sido de Silver Wolf. 

 

["Intenté encontrar lo que busca Elio d ese lugar, pero no hay nada."]

 

["Parece q te tocó un mundo bstnte aburrido. Suerte cn eso."]

 

["Jugr a las adivinanzs es muy tedioso. Hice lo q pude!"]

 

Y bajo los tres mensajes con claras faltas de ortografía, un aviso de que no había conexión instó a que Blade mirara hacia la barra de señal. "Era de esperarse" frunció el ceño, mientras apagaba la pantalla del dispositivo. 

 

Pero cuando hizo eso, vio el reflejo de Bernard observando el celular desde su hombro. 

 

—¿No te enseñaron a respetar la privacidad ajena?...¿Y el espacio personal?—Blade se giró a ver al mago quien estaba levitando un poco. El joven se asustó y terminó bajando rápidamente.

 

—¡Ah!¡P-Perdón! Es...Es que ese extraño dispositivo que tienes...Nunca había visto uno así! ¿Cómo se llama?¿Puedo...?

 

No

 

Respondió sin dudar, mientras guardaba el celular nuevamente. Bernard, aún curioso por saber qué era exactamente ese aparato, juntó sus propias manos mientras habló. 

 

—¡Porfavor! Me gustaría ver nuevamente ese dispositivo, ¡está bien si es de lejos! ¿Sí? 

 

—No. 

 

—No habrá otra oportunidad para mi de ver un objeto tan extraño como ese...—puso su mejor expresión de tristeza. 

 

—No me interesa.

 

Bernard infló sus mejillas un poco para luego ver de reojo el espejo que estaba a lo lejos. Sonrió. 

 

—Entonces... míralo de esta forma, Blade: si no me muestras ese objeto raro, no te ayudaré a arreglar el espejo~ —se cruzó de brazos, completamente decidido a seguir sus propias palabras. 

 

Hubo silencio por unos cuantos segundos. Segundos en los que Bernard estuvo con los ojos cerrados. Pero sintió una presencia amenazante que lo observaba, así que los abrió lentamente.

 

Se encontró con la mirada asesina de un hombre con un aura avasallante. La mano de Blade agarró el rostro de Bernard, apretando sus mejillas cada vez más mientras lo hacía mirar hacia arriba.

 

—Es mejor si te pones a buscar entre tus malditos libros, te callas la boca y me obedeces. ¿Entendido? 

 

—Mh-mh!—intentó asentir, siendo soltado al momento con un movimiento brusco. 

 

Blade se dedicó a sentarse en un rincón, ni siquiera en una silla. Observó de reojo cómo el mago se rindió y volvió a su tarea de seguir buscando entre los libros a su disposición. 

 

"Tan molesto..." pensó, mientras bajó la mirada hacia su propia mano. El haber tocado la piel de Bernard le había causado una extraña sensación nuevamente. Pero la ignoró por el momento.

 

Todo le parecía completamente confuso. Volvió a sus recuerdos en Yasorth, el espejo de ese lado y luego a sus sensaciones mientras viajaba atravesando el mismo. Pero no había ninguna conexión que pudiese hacer por el momento. Simplemente parecían ser dos espejos interconectados y poco más. 

 

Lo que sí le estaba provocando dolor de cabeza, era el no comprender el estado actual del mara. Usualmente hacía ruido en su mente y alma, o le daba pesadillas continuamente sobre aquel pasado difuso. 

 

"Nada de esto tiene sentido" se dijo a sí mismo, notando que esa parte suya estaba completamente en silencio. Si bien era algo que prefería, no podía evitar tener dudas. 

 

["L-Lo lamento, parece que se desmayó por unos segundos cuando usé algo de magia curativa...m-me pregunto si fue por eso"] 

 

Recordó lo que había dicho el mago. "...Imposible. Ni siquiera la medicina más poderosa de todo Xianzhou podría curar algo como un mara tan avanzado..." 

 

Hizo su cabeza lentamente hacia atrás, mirando el techo semi alto de la biblioteca. "¿Qué... está pasando?" sintió su cuerpo tan cansado como nunca antes, que comenzó a cerrar sus ojos hasta que el sonido de los libros a lo lejos, se fue haciendo más y más lejano. 

 

—Hmm...No encuentro nada relacionado en estos de aquí...Quizás, ¿tendré algunos en la otra sección? me pregunto...—Bernard dejó de hablar y notó a Blade con los ojos cerrados a lo lejos.—Oh, por la Diosa...¿S-Se desmayó de nuevo?...

 

Con la preocupación en su rostro, se acercó lo suficiente al hombre para analizar su estado. Por suerte, para su propio alivio, Blade solo estaba descansando. 

 

Haa... Qué alivio—asintió mientras se encaminaba a la estantería que tenía en mente. Pero se detuvo a medio camino. — ...(¡Espera! ¿No es esta una gran oportunidad para ver ese objeto raro?...)

 

El joven giró la cabeza poco a poco hacia Blade, el hombre seguía en la misma posición, respirando tranquilo y sin indicios de despertar pronto. "¡Bien! Solo será...un momento~" se dijo a sí mismo mientras se acercó otra vez.

 

Bernard se detuvo a una distancia prudente, levantando su mano en dirección a Blade. Recitó unas palabras por lo bajo mientras visualizaba en dónde el mayor había guardado el dispositivo. 

 

No tardó mucho en mover sus delicados dedos para comenzar a sacar gradualmente el aparato extraño de la ropa de su invitado. "Eso es...Solo lo veré de cerca un poco y lo devolveré..." se concentró, atrayendo hacia sí mismo el dispositivo. Y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, sonrió triunfante. 

 

"Wow! ¡¿Qué es esto?!" Bernard tomó en sus manos el objeto con delicadeza. Se lo llevó a la mesa donde tenía sus libros recién analizados y dejó el aparato sobre la superficie. 

 

—Parece...¿algo sin vida? umm...—se acomodó los lentes y se sentó. Tocó con su dedo índice la pantalla negra y se sorprendió por la textura. Era un vidrio como cualquier otro, pero él sabía que había algo más detrás. 

 

—Él estaba...tocando ésto así...—puso el celular en una de sus manos, e intentó copiar los movimientos que había visto a Blade hacer. —¿No es algo molesto?¿Quizás con dos manos?...

 

El joven siguió intentando ver cómo funcionaba el dispositivo de otro mundo. Aunque la pantalla seguía en negro, él continúo analizando todo lo que veía. 

 

—¿Qué será ésto?...—usó una lupa para ver la parte trasera del celular, notando el pequeño brillo de una lente extraña. Le sorprendió la cantidad de pequeños detalles que no sabía para qué servían. —Una... tecnología muy avanzada, um...—bajó la lupa, volviendo a ver el dispositivo por completo. 

 

—Aunque...esta cosa estaba brillando antes...mostrando cosas—puso una pose pensativa y luego dus ojos viajaron al costado del objeto. Unos aparentes botones llamaron su atención. 

 

—¿Será esto?...—acarició con su dedo y luego, tragando saliva, hizo presión. 

 

Casi saltó de la silla cuando la pantalla negra se iluminó, mostrando una imagen vívida.

 

"¡Increíble! Es como magia...um, ¿es esto un...dibujo abstracto?" notó que la pantalla mostraba un arte de colores oscuros y algunas líneas brillantes que hacían contraste. A él le pareció interesante, así que intentó tocarlo. 

 

"¡Ah! ¿Q-Qué es ésto?!" vio cómo aparecieron números y letras inentendibles para él. Además de una barra encima de éstos. "S-Se habrá averiado?..." 

 

Con algo de nervios, decidió dejar el dispositivo por el momento. "¡Lo devolveré a su lugar!...En el caso de que se haya averiado...él no sabrá que fui yo!" así, se levantó de su silla con cuidado de no hacer ruido alguno y tomó nuevamente entre sus manos el objeto. 

 

Pero, cuando volteó para dirigirse hacia el sombrío durmiente, lo vio ahí, de pie y cruzado de brazos. 

 

—Oh...

 

—…

 

—¿D-Desde qué momento...?

 

La mirada de Blade era realmente fulminante esta vez, tanto que incluso las plantas que el mago tenía adornando el lugar se empezaron a marchitar. Bernard sonreía nerviosamente mientras caminó a pasos pesados hacia su invitado enojado. 

 

—A-Aquí tienes...—le tendió el dispositivo con ambas manos temblorosas. El pelinegro simplemente se lo quitó de las manos sin decir nada y continuó mirándolo con severidad. 

 

—¡Iré a buscar los demás libros!—Bernard dijo eso con prisa mientras intentó salir corriendo de ahí, pero un jalón desde atrás y un agarre en su capa, lo hizo detenerse completamente. 

 

Sin mucho esfuerzo, Blade lo levantó y lo acercó lo suficiente para tenerlo frente a frente.

 

Que sea la última vez...que me desobeces, mago insignificante.

 

Con un claro sudor cayendo por su cien, Bernard solo asintió rápido y esperó a que Blade lo bajase. Una vez que así fue, el joven salió prácticamente volando hacia las otras estanterías a continuar con su tarea. 

 

El tiempo pasaba lentamente mientras Bernard seguía revolviendo entre libros y libros en busca de alguna información útil para la ocasión. Pero poco a poco, la luz que entraba por la ventana, comenzó a perder su calidez. Blade simplemente estaba en silencio mientras las sombras de la tarde comenzaban a alargarse cada vez más. 

 

A él no le importaba cuánto tardase el mago encontrar aquello, siempre y cuando arregle el maldito espejo. Y así, mientras pensaba para sí mismo, el sol descendió en el horizonte dando paso al aroma típico de una noche tranquila. 

 

Las horas habían transcurrido en un silencio incómodo entre ellos dos, donde lo único que se escuchaba era el "tic tac" de las agujas del reloj  y el sonido de las hojas antiguas cuando Bernard pasaba de página en página. 

Después de revisar más de una docena de libros sin éxito alguno, el joven dejó escapar un suspiro, exhausto por su búsqueda que resultó en un fallo rotundo. 

 

"Tenía esperanza de encontrar algo importante por aquí...pero no hay nada acerca de objetos mágicos como ese..." pensó para sí mismo mientras dejaba el último libro en su lugar. 

"Quizás...un descanso no vendría nada mal..." luego de estirarse un poco, el mago se encaminó hacia donde se encontraba Blade sumido en sus pensamientos. 

 

—Voy...a preparar algo para cenar...—notó que el hombre lo estaba escuchando perfectamente pero mantenía sus ojos cerrados—Eso...¿estaría bien? 

 

Preguntó tímidamente, esperando que Blade no se ponga agresivo solo por aquello. Pero para su sorpresa, el mayor solo abrió su ojo visible y, mirando hacia otro lado, emitió un sonido. 

 

—¿Eso es que sí?—sonrió Bernard por fin—¡Bien! Entonces iré a cocinar~ 

 

Sin decir más, el erudito comenzó a ir hacia las escaleras de madera. Blade, por más raro que parezca, se levantó de su lugar y lo siguió de cerca. "Podría salir corriendo en cualquier momento...debo mantener un ojo en él" pensó seriamente, no confiando del todo en el amable mago. 

 

Así, mientras bajaban por la escalera de pino macizo, el sonido del crujido leve llegó a los oídos del cazador. Al mismo tiempo que el olor suave y reconfortante de la casa rústica comenzó a inundar sus fosas nasales. 

 

Las plantas adornaban el lugar, siendo abrazadas por la luz cálida de las lámparas. Blade miró a su alrededor un poco, notando que no era un hogar tan minimalista como pensaba. Un sofá estaba adornando la sala donde probablemente el mago pasaba tiempo leyendo, mientras que el corto pasillo parecía guiarte hacia la cocina, el baño, luego lo que sería la habitación de Bernard, y por último la salida. 

 

—¡Creo que tengo lo suficiente para hacer una cena para dos!—Bernard entró a la cocina, chasqueando los dedos para que la luz se encendiera. 

 

Era una cocina-comedor bastante agradable, donde estaba todo limpio con cada cosa organizada en su lugar. Blade, desde el marco de la entrada a la misma, simplemente se quedó callado mientras observaba los movimientos algo torpes del mago.

 

—Hum...veamos, veamos...—dejó una pequeña olla en la hornalla, para luego colocar algunas leñas en donde debía. Era una cocina de leña, a simple vista, bien pintada y sin rastro de ser tan antigua. 

 

Bernard cerró la pequeña puerta de hierro y se dedicó a ponerle un poco de aceite al recipiente donde dejaría cocinar la carne primero. Estuvo un rato así, ignorando por completo a su invitado que se mantenía como una estatua en el marco, mientras él tarareaba una canción.

 

El mago lavó y picó verduras, dejando todo en una cazo. Su concentración era máxima, esperando que la comida le salga decente esta vez. Parecía que se sentía motivado por tener una visita en su casa. 

 

Luego de colocar algunas especias a la carne que se estaba cocinando, se giró hacia Blade, sonriendo. 

 

—Y...¿Cómo es tu mundo, Blade? 

 

El hombre serio frunció el ceño cuando Bernard se atrevió a hablarle. Pensó que le había dejado claro de que no quería conversar en absoluto.

 

—No tengo intenciones de mantener una charla contigo, mago.

 

—Entonces...um...¿qué tal preguntas de solo "sí o no"?~...¡O incluso puedes decir "hmp" o "tch" para responder! —el joven había imitado a Blade cuando propuso esas respuestas. Lo cual, logró sacarle más irritación al mayor.

 

No, y no insistas. No estoy aquí para hacer amistades o lo que sea. Cocina y cállate...—recordó lo que tarareaba antes el mago—Y cuando digo que te calles, me refiero al tarareo por igual. 

 

—¡Eres muy aburrido! Además, es mi casa, ¿no es así? Y si no vas a hablar, mínimamente quiero tararear! —se volteó de nuevo hacia la cocina para continuar su labor. 

 

Bernard abrió una lacena, buscando algunos aditivos para la comida. En su rostro se podía ver su ceño fruncido y una mueca. "¡Es muy difícil hablar con él! Y yo que quería saber más de otros mundos" haciendo una expresión de rendición y soltando un suspiro, agarró un frasco con un contenido rojo e interesante. "¡Esto es!" 

Tarareando en su mente, abrió la tapa del frasco y con una cuchara comenzó a poner un poco del aditivo en la cazo. Luego de eso, se dio cuenta de algo importante.

 

—¡Oh! ¿Dónde están mis modales?—y sin decir más, el mago se movió rápidamente hacia la heladera y sacó una jarra bastante bonita y con patrones de flores. Después, vertió lo suficiente en un vaso pulcro. La bebida era de un color anaranjado y rojo, se podía sentir la dulzura desde lejos. 

—Aquí tienes—Bernard le tendió el vaso a Blade, con una sonrisa amable.

 

El invitado de mirada amenazante, observó ese gesto de hospitalidad y, de mala gana, lo aceptó. Sus dedos rozaron un poco la mano ajena, haciendo que el cosquilleo extraño volviese a su piel. 

—Hm...—Blade miró la bebida con algo de desconfianza. 

 

—Tranquilo, es solo jugo de bayas~ 

 

El mayor solo destensó su ceño, casi imperceptiblemente, para luego esperar a que el mago se diese la vuelta. Y una vez que fue así, empezó a tomar el jugo. El sabor era bastante dulce y refrescante en su paladar. No era fan de este tipo de bebidas, pero su garganta había estado bastante seca desde que llegó a Orbis. 

 

—Sé que no quieres que te hable...pero...¿sabes? es muy interesante para mi, tener un invitado de otro mundo—sonreía mientras revolvía lentamente cuando añadió otro aditivo—¡Jamás tuve un invitado como tu!—miró el contenido de la olla, viendo un punto indefinido—...O algún invitado.

 

Incluso si Bernard susurró aquello último, Blade logró escucharlo pese a su distancia. Aún así, no se inmutó por el deprimente peso de aquella frase melancólica, pero sí que logró esquivar sin esfuerzo un pedazo de carne y algunas verduras que salieron volando de la olla en explosión. 

 

—¡Waaaah!¡No puede ser!—Bernard logró apagar la hornalla antes que se prenda fuego, por suerte había usado una barrera de protección para no quemarse con la comida—Cre-Creo que algo salió mal...

 

—No me digas...—Blade habló sarcásticamente mientras observó el desastre que provocó el mago. 

 

—¡Juro que sé cocinar!—rápidamente y con nerviosismo, el joven se puso a repasar lo que había añadido al recipiente antes—Oh, confundí una posición... mágica... con el aditivo comestible...

 

—Así que sabes cocinar.

 

—¡¿Ahora sí hablas, Blade?!—empezó a limpiar todo con los instrumentos de limpieza, mientras que las salpicaduras en los muebles y paredes, con su magia. 

 

Al final, Bernard logró dejar todo como nuevo y simplemente se dedicó a calentar algo precocinado que había comprado esa mañana. Pero a pesar de eso, el joven le dijo a Blade que cocinaría bien al siguiente día, puesto que por haber estado horas buscando información, se había cansado. 

 

Rodando sus ojos, el mayor solo escuchó la excusa del mago incompetente y torpe para seguidamente comer sin objetar. Sabía que si no lo hacía, Bernard iba a seguir hablando hasta el cansancio y lo que menos quería, era escucharlo de más.

 

Así, la cena transcurrió en paz y silencio hasta que ambos terminaron.

 

—Iré a preparar la habitación donde dormirás, Blade ¡No me tardo!

 

Sin decir más, el ojimiel salió disparado de la cocina-comedor, dejando a su invitado en soledad. Blade suspiró, aliviado de que el joven le diese un respiro por fin. Incluso si el chico no le hacía preguntas directamente, la mirada que tenía mostraba toda su curiosidad cargada. Y eso lo molestaba de sobremanera.

 

El Cazador de Estelaron se levantó de su asiento, y con pasos inaudibles, se dirigió al living que había visto con anterioridad. Repasando con sus ojos cada detalle que se había perdido. Realmente, hacer un recorrido por el territorio del conejo, también le podría dar pistas sobre su vulnerabilidad. Por si en algún momento la necesitaba, claro está. 

 

Manteniendo su mirada oscura, vislumbró más al fondo un par de objetos en una estantería sin polvo ni telarañas. Parecía que Bernard limpiaba completamente cada rincón de la casa...Excepto los trofeos que estaban guardados en un mueble con puertas transparentes. 

 

"Hm...un joven bastante académico." pensó indiferente mientras seguía husmeando.

 

Blade notó el brillo en los adornos extraños, souvenirs, muñecos de porcelana fría, o incluso en los marcos de esas fotografías aparentemente viejas que estaban minuciosamente colocadas una al lado de la otra.

En una, el pequeño Bernard estaba sonriendo mientras sostenía una mascota muy parecida a un oso común. También en las demás, el joven felizmente mostraba un trofeo ganado, o incluso una maceta con flores sin brotar. 

 

"Nada interesante..." dijo para sí mismo mientras veía los recuerdos enmarcados del mago. Hasta que vio una donde Bernard se encontraba con dos adultos, muy probablemente sus padres. 

 

La alegría del joven mago en esa fotografía era mucho más brillante, sus manos aferradas a los brazos de los adultos, mostraba el lazo que tenía con ellos. Algo muy en el fondo de Blade, se removió. 

Sintió que esos lazos ajenos, tan fuertes y honestos a simple vista, eran algo lejano para él. O eso creía. ¿Alguna vez tuvo algo como eso?...

 

—¡Ya terminé! 

 

La voz de Bernard lo quitó de sus pensamientos y lo alejó de esa parte de la sala. Se giró hacia el joven, con una mirada neutral y se encaminó hacia él. 

 

—Ven, te mostraré el cuarto~ —Bernard empezó a caminar por el pasillo, seguido de Blade—Te quedarás en mi habitación, porque no hay otra- ¡Oh! pero no te preocupes, yo dormiré en la sala.

 

No tardaron tanto en llegar a la habitación donde dormiría el peliazul. La puerta ya estaba abierta cuando Bernard le dejó entrar primero. Y, como era de esperarse, el lugar era acogedor y cálido. La ventana se encontraba cerrada con sus puertas de madera y pestillo, por si entraba el fresco de la noche. Mientras que la cama pulcramente tendida estaba paralelamente colocada a un escritorio rústico. Y el aroma, era completamente del mago.

 

—Antes de irme, aquí tienes esta ropa de dormir que te hice!— Bernard le dejó la ropa bien doblada sobre la cama. El rostro de Blade se tornó en confusión, así que el mago sonrió despreocupado—La hice con magia, no pensarás dormir con la ropa que traes, ¿cierto?...

 

—No necesito una ropa de dormir o una cama siquiera...—notó que Bernard iba a abrir la boca—Está bien. Gracias por la ropa y la habitación...ahora largo.

 

—¡Bien! Buenas noches~ —saludó mientras se fue alegremente. Cerró la puerta detrás de sí, dejando al hombre completamente solo de nuevo.

 

Soltando un suspiro de cansancio, Blade posó su mirada en la ropa sobre la cama. "Increíblemente tonto..." agarró la suave camisa entre sus manos vendadas, notando que ni siquiera estaba fría. "Hacer algo como esto por un desconocido... realmente no tienes sentido del peligro, mago." 

Pero solo por esta vez, aceptaría la hospitalidad y amabilidad del extraño joven. De todas formas, pronto volvería de donde vino y haría como si este encuentro jamás hubiese ocurrido. Así debía ser.

 

Se cambió y se acostó en la cómoda cama ajena, ni siquiera se tomó la molestia de taparse. Simplemente observó el techo vagamente iluminado por una lámpara mágica. 

Acostumbrado a escuchar su mente fuera de control y dejar a su cuerpo ser manipulado, algo como esta paz era de agradecer. Pero no podía alejar esa sensación de profunda inquietud y alerta continua. Como si en cualquier momento, algo pudiese ocurrir.

Como si, el mara que seguía extrañamente callado en su interior, pudiese eliminar por completo este hogar cálido en cualquier instante. Incluido al ingenuo conejo que dormía plácidamente en la sala.

Chapter Text

El sonido de los pájaros cantando fuera de la ventana comenzó a molestar al hombre durmiente, haciendo que frunza el ceño mientras se incorporaba en la cama con lentitud. 

 

"...Ni una pesadilla esta vez" pensó adormilado, dándose cuenta de que, después de cientos de años, había logrado dormir sin voces que lo atormentasen. Su mirada viajó por toda la habitación, la cual estaba muy poco iluminada gracias a que la ventana seguía cerrada. Se levantó lentamente y con pasos pesados, fue a abrir la misma. Pero, debido a que el día estaba completamente despejado, Blade tuvo que cerrar sus ojos porque casi se queda ciego. 

 

"Maldición" sin acostumbrarse lo suficiente como para abrir los ojos frente a esa cálida luz, se volteó hacia la puerta de la habitación. Sentía que alguien se acercaba por el pasillo, aunque la fragancia a flores que percibió le hizo saber de quién se trataba. 

 

Luego de unos segundos, tocaron la puerta. Blade obviamente no dijo nada y solo fue a abrirle. 

 

—¡Vaya! ¿Ya estás despierto? Buenos días~ —Bernard le saludó animadamente. El mayor no tenía idea de qué hora era exactamente, pero se dio cuenta que el mago era alguien madrugador. 

 

—Hm... 

 

—Fui a la ciudad más temprano y...te conseguí ésto! —le tendió una bolsa de papel bastante colorida. —No estoy seguro si te quedará, pero podría retocarlas un poco si te molestan en alguna parte. 

 

Blade agarró la bolsa y se dio cuenta que eran ropas nuevas. Frunció el ceño, irritado otra vez. 

 

—¿Fuiste a la ciudad solo para comprarme ropa?

 

—¡Ajá!—asintió, orgulloso de haber gastado un poco de sus ahorros en su invitado especial. 

 

—Tch...En vez de ir en busca de algo útil para arreglar ese maldito espejo...—achicó su mirada, fulminantemente— ¿Fuiste de compras?

 

—¡Oye! Te compré eso porque no puedes llamar la atención, ¿si? —se cruzó de brazos— Si bien hay héroes que vienen de otras estrellas, incluso ellos tienen ropa adecuada!...y, además, estamos en Equilibria. Si alguna persona sospechosa te ve con tus ropas extrañas, nos traerás problemas. 

 

Blade escuchó atentamente a Bernard y luego suspiró mientras se daba media vuelta, dirigiéndose a la cama. Comenzó a desabrocharse su camisa de dormir como si Bernard no estuviese mirando.

 

—¡Wa-Waaah! P-Por lo menos espera a que me vaya! —sonrojado hasta las orejas, el joven se fue rápidamente de la habitación y le cerró la puerta. 

 

El mayor simplemente rodó sus ojos y prosiguió con cambiarse la ropa. Por supuesto que no tenía ganas de andar "disfrazándose" para aparentar que era de Orbis, Equilibria o como sea, pero sabía que el mago tenía razón. 

 

Un foráneo de otro mundo, u otra galaxia lejana, con poderes desconocidos para todos, podría ser demasiado llamativo. Y, por más que no le interese salvar la vida de nadie, Bernard debía mantenerse a salvo para arreglar ese portal. 

 

"Conveniencia...eso es todo." Dijo por lo bajo, para luego acercarse a un espejo común que tenía Bernard en el cuarto. 

 

La camisa era bastante sencilla, pero era cómoda. Los pantalones no eran la gran cosa tampoco, un estilo muy común y corriente. Lo único que hacía la gran diferencia, era su cinturón y algunos detalles extra. Su cabello suelto decidió atarlo en una coleta baja para mantener todo equilibrado. Y una vez que se acomodó las botas nuevas de cuero especial, decidió salir de la habitación. 

 

Supo perfectamente que Bernard estaba en la cocina puesto que el olor a desayuno se podía notar desde el pasillo. Sin muchos ánimos se encaminó hacia allá, esperando no encontrar la cocina hecha un desastre. 

 

—Ah, ¿te fue bien la ropa?—el joven justo dejó las tazas en la mesa y luego se movió hacia la mesada para agarrar lo que comerían. 

 

—Hm...¿Puedes dejar de jugar a la casita y hacer lo que tienes que hacer?—Blade miró a Bernard con completo fastidio en su rostro. 

 

—No estoy jugando "a la casita", simplemente hay que comer bien, y ganar energía!—se sentó en su propio lugar—Iremos a la biblioteca de la ciudad al Oeste y es un recorrido largo. 

 

—Tch...

 

A pesar de su frustración, Blade se terminó sentando a regañadientes. La verdad, era que no estaba acostumbrado a seguir horarios ni siquiera de las comidas. Él era un arma, un Cazador de Estelaron que no necesitaba seguir realmente las actividades de los corta vida. 

 

—Espero que como mínimo esto sepa bien, mago. 

 

—¡Claro que sí! Te lo dije, ¿no? Sé cómo cocinar! —se acomodó sus lentes y comenzó a tomar su té de naranja. Pero a los segundos se alejó de la misma, sacando la lengua y haciendo una mueca—¡Nh!¡Me quemé! 

 

—Hmp. —sonriendo muy ligeramente y con diversión por aquello (ya que Bernard se quedaría callado por un rato), Blade decidió empezar a desayunar también. 

 

 

El momento estaba siendo muy tranquilo y armonioso, a pesar de que el mago estaba intentando no quemarse de nuevo mientras tomaba su té. 

 

Hasta que un estallido del exterior hizo temblar toda la casa. Bernard se mantuvo en su lugar, pero el mayor se había levantado para ponerse en guardia, incluso había hecho aparecer su espada envainada. 

 

—¿Qué fue eso?...

 

—Ah... Seguramente las Banshees otra vez están cerca de la ciudad.—el joven continúo desayunando, notando la mirada de Blade en él. —No te preocupes, los héroes van a encargarse de ellas...Aquí no van a llegar, he puesto una barrera al rededor de la casa, de todas formas. 

 

—Banshees...Así que también existen de esas en este mundo.—Blade se sentó nuevamente.

 

—¿Eeeh?¿En tu mundo también hay?

 

—No exactamente. Existen en otros...—sin ánimos de seguir la conversación por su parte, tomó una tostada. 

 

—¡Increíble!...Bueno, aquí hay bastantes. Dependiendo del continente, las Banshees suelen tener características distintivas...—observó la ventana de la cocina a lo lejos—Últimamente han estado más activas...ellas no suelen ser tan molestas, siempre y cuando nadie se meta en sus territorios. Pero desde hace un par de días, empezaron a atacar más en la ciudad y alrededores... Por eso puse una barrera aquí. 

 

 

—...

 

Blade no dijo nada. Tampoco le importaba el problema que tuviese la gente en esta región, no era algo que le incumba a él. Así que solo se limitó a terminar su desayuno en silencio mientras Bernard seguía inmerso en sus propios pensamientos. 

 

Por suerte para el mayor, aquello fue un gran alivio. En las mañanas odiaba escuchar voces molestas, fácilmente podría hacer desaparecer a todos solo para quedarse en paz hasta que se despertase completamente. Pero, a diferencia de otras veces, las pesadillas del pasado no arruinaron sus horas de sueño esta vez. 

 

Aún así, le estaba incomodando la paz y tranquilidad de este ambiente. No era fácil cuando desde hace cientos de años tuvo que estar lidiando con su maldición incontrolable y el peso de la sed de venganza en su ser. Una parte suya se sentía agradecida por este respiro, pero la otra...

 

 

—¡Bien!—Bernard terminó de lavar las tazas y platos luego de que terminasen de desayunar.—Es hora de irnos hacia la Gran biblioteca. De seguro ahí encontraremos algo útil~ 

 

El joven se encaminó al living para buscar su capa, mientras que Blade no tardó tanto en ir hacia la salida. Bernard terminó de colocarse su prenda y prácticamente corrió detrás del mayor. 

 

—¡Espera! Hay otra cosa que preparé para ti—cerró la puerta de la casa con magia y, emocionado, se volvió hacia Blade quien ya estaba a una distancia prudente de él.—¡Hey! 

 

—No quiero nada. 

 

—¡Hmmm!—frunciendo el ceño, el ojimiel movió su mano mientras recitaba unas palabras por lo bajo. 

 

 

Blade sintió algo que le cubría los hombros y detuvo su andar. Observó aquello, encontrándose con que llevaba ahora un tipo de gabardina larga y oscura, pero como si fuese una capa. Tenía los colores muy parecidos a su ropa anterior. 

 

—¿Qué rayos es esto?—vio a Bernard quien ya estaba caminando adelante suyo. 

 

—Se dice "gracias"~ —riéndose, siguió el camino mientras ignoraba el aura pesada que sentía detrás suyo. 

 

 

No tardaron mucho en llegar a menos de la mitad del bosque. Por suerte había un sendero que guiaba el camino, pero de noche probablemente nadie querría pasar por ahí. 

A pesar de los árboles altos y frondosos se podía ver a lo lejos una gran montaña nevada. Sin embargo, el clima de esta parte de Equilibria era mucho más cálida. 

 

—La ciudad del Oeste está pasando este bosque y una colina, llegaremos pronto.—habló el castaño, mientras se acomodaba el bolso que se había traído por si debía llevar varios libros a la casa. 

 

—¿No puedes abrir un portal y ahorrarnos el camino, mago? 

 

—No es tan sencillo hacer eso, ¿sabes? y...ehm...técnicamente, no soy un mago. Soy un Texere-

 

—¿Te lo pregunté? 

 

—Puedo sanar, hacer barreras...

 

—Me da igual si eres un mago, un Texere o lo que sea. Sigue caminando y cierra el pico. 

 

Suspiró—Sí, supongo que a ti te da igual...—continuaron caminando, manteniendo el silencio incómodo entre ellos por un largo rato.

 

Hasta que en eso, un señor que estaba pasando por otro sendero adyacente, notó a Bernard y se acercó. El hombre tenía sus años, pero aún así lograba mantenerse en forma para cargar leña. 

 

—¡Oh! Bernard! ¿Estás yendo a la ciudad de nuevo?

 

—¡Hola, señor Garrick! —se detuvo a saludar a su vecino—Y sí, estamos yendo a la Gran biblioteca~ 

 

—Tú y tu biblioteca—negó con la cabeza, y luego notó al compañero que traía su joven vecino. —¿Y este joven apuesto?

 

—¡Ah! eh...Es un...Amigo que conocí hace tiempo, vino de visita desde Ritania~ 

 

—Hm...Soy Ren, un gusto.—a pesar de decir aquello, Blade mantuvo su expresión neutral en todo momento. 

 

—¡El gusto es mío, joven! jaja, qué alegría saber que tienes amigos, Bernard!—el señor se veía aliviado—Siempre fuiste un chico muy inteligente y estudioso, pero tu madre siempre me contaba que temía que no hagas amistades.

 

—Ah...si. Ella se preocupaba por muchas cosas...—el ojimiel se acomodó los lentes un poco, mientras miraba hacia un lado. Como si recordase algo. 

 

—¡Pero si tienes ahora a este guapetón como tu amigo, estoy seguro que ella y tu padre estarían muy contentos!—asintió animado, haciendo que Bernard sonría. 

 

—Supongo que tiene razón, señor Garrik.

 

—Todavía recuerdo cuando eras un niño muy travieso, jajaja! —Garrik observó a Bernard—¿Lo recuerdas? siempre te metías en problemas y tus padres con el corazón en la boca—el señor parecía recordar momentos divertidos, puesto que se notaba su sonrisa de nostalgia mientras miraba el cielo a través de las copas de los árboles—Ellos seguramente están sonriendo, su hijo se convirtió en un Texere muy diligente y amable. He conocido eruditos que se mandan la parte, bah!

 

 

El peliazul, quien estuvo en silencio en todo momento, miró disimuladamente a Bernard. Se notaba que el joven estaba más callado de lo usual y probablemente algo incómodo. No era como si a Blade le importase realmente, pero sí recordó las fotos que había visto antes en la casa. No necesitaba preguntar acerca de nada, el mismo ambiente lo decía.

 

 

—Oh, vaya. No los atrasaré más! Si seguimos hablando, se hará de noche en cualquier momento—soltó una risa mientras se preparaba para continuar su camino—...Pero, tengan cuidado en el regreso, ¿bien? esas banshees están causando estragos últimamente a los alrededores. Será mejor que se apresuren a volver, sería una pena que salgan heridos.—empezó a caminar—Haa...Cada vez más jóvenes quieren ser héroes...luego ocurren cosas.—negó con la cabeza lentamente.

 

—¡N-Nos vemos, señor Garrik!—Bernard salió de sus pensamientos para saludar al hombre anciano que se alejaba cada vez más. Solo se escuchó un "Mantengan los ojos abiertos y las armas a mano!". 

 

—...

 

—Ese viejo era muy molesto.

 

—B-Blade, ese señor es un buen vecino! Sé que dice cosas por demás, pero ¿no se supone que la gente adulta mayor es así?—El texere comenzó a caminar con un poco más de prisa.

 

Hm...me pregunto si lo son.—Blade murmuró por lo bajo, intentando recordar alguien que en su mente se veía borroso. Estaba seguro de que alguna vez conoció a alguien parecido a ese anciano. 

 

—Jeje... si Blade fuese un anciano, sería de esos que tienen cara de amargados y miran con desprecio a los que pasan por su casa~ —Bernard se burló del hombre mientras cruzaba un puente de madera, seguido por el cazador. 

 

...Te lanzaré al agua si sigues hablando. 

 

—¡Noooo!~ —apuró el paso para llegar al otro lado del río, para seguidamente continuar por el camino ahora más definido. 

 

Los árboles poco a poco fueron siendo cada vez menos, dejando que se vea la colina poco prominente. Las flores estaban en su mayor esplendor a los lados del sendero, dejando en claro que estaban más cerca de la ciudad. 

 

Equilibria, si bien era una región un tanto fría en las noches debido a la nieve de la montaña, en las mañanas se podía sentir una temperatura normal. Incluso aveces subía más y justamente hoy era uno de esos días. 

 

 

—¿Cuánto falta...?—Blade, notoriamente irritado porque ahora el sol le daba directamente, se quitó la gabardina de los hombros y se la lanzó a Bernard.

 

—¡O-Oye! Simplemente puedes decirme amablemente que la guarde!...No sabía que el sol estaría tan fuerte hoy. Y...no falta mucho, mira! —el joven llegó arriba de la colina y señaló. —Ya se ven las murallas de la ciudad. 

 

—Genial...—soltando ese corto comentario sarcástico, continúo caminando sin importarle que Bernard estuviese intentando guardar en su bolso la prenda. 

 

—¡E-Espera! 

 

Ambos caminaron cuesta abajo y lograron llegar a las cercanías de la ciudad. Bernard notó que los pocos animales salvajes que andaban por ahí, notaban la presencia de Blade y salían corriendo. "Umm...Quizás él no se lleva bien con los animales?" se preguntó inocentemente. No iba a juzgar a la gente por su apariencia, incluso si era alguien con una expresión amenazante como la de Blade, sabía que habían personas a las que los animales igualmente se les acercaban. 

 

El texere se quedó un momento analizando a su compañero, en busca de alguna información rescatable. Pero todo lo que podía ver era un hombre, ¿un humano? quizás, pero no tenía nada como una marca extraña o un cuerno, alas o algo por el estilo. "Por suerte, no llamará la atención" asintió sonriendo. 

 

—No sonrías mientras me miras. 

 

—¡Ah! Perdón! es que estaba pensando que fácilmente puedes pasar como un humano común, incluso un héroe. ¿En tu mundo hay gente con alas?¿cola u orejas? —y ahí estaba, Bernard aprovechaba cualquier pequeña oportunidad para intentar sacarle más información a Blade sobre su mundo original. 

 

 

El peliazul solo suspiró cansado, mas no dijo nada en absoluto. Su objetivo ahora era ir a esa tal biblioteca, encontrar algo útil y volver. Explicarle a Bernard alguna cosa mínima de su galaxia en general, haría que el joven no termine de preguntar más. Prefería no abrir la boca. 

 

"No tengo un mundo." Si decía aquello, estaba seguro de que el mago no dejaría de hablar o peor aún, se pondría a imaginar cosas dramáticas por su cuenta. Blade no necesitaba compasión, lástima ni pena de nadie. Ese era el camino de un arma

 

Mientras Bernard se quejaba porque el mayor no soltaba ni una palabra, terminaron llegando a la ciudad. Pasando la gran entrada, se podía escuchar el bullicio de una ciudad como cualquier otra. 

Los puestos de las calles y las tiendas se mantenían abiertas mientras algunas personas compraban. Otras, estaban ayudando a reconstruir lo que las banshees habían destruido hace poco. 

No solo habían atacado esa mañana el norte de Equilibria, sino que también habían estado por aquí también. 

 

—Oh, no...me pregunto si necesitarán una mano más...—Bernard notó que los ciudadanos se estaban ayudando entre sí sin ayuda de los héroes.

 

—No es nuestra incumbencia, mago. ¿Dónde está esa biblioteca?—el cazador miró a los alrededores, en busca de algo parecido a una Gran biblioteca, ignorando la solidaridad de la gente a su alrededor. 

 

Bernard hizo una mueca pero al final simplemente se rindió. Algo preocupado porque los héroes no habían venido al rescate esta vez, en esta parte de Equilibria, dió un último vistazo a los ciudadanos que cargaban con escombros pesados. Luego, guió el camino hacia el lugar por el cual vinieron a la ciudad. 

 

La gente, como era de esperarse, no prestaron atención al hombre de mirada peligrosa. Más bien, hubieron murmullos de lo "bien que se ve ese joven apuesto". Blade hizo oídos sordos, pero Bernard para mal o para bien tenía una perfecta audición. "Si supiesen cómo es..." suspiró profundamente, subiendo las escaleras de la entrada a la biblioteca. 

 

El lugar por fuera era bastante antiguo, incluso unas enredaderas estaban por las paredes, hasta muy arriba, casi tapando las ventanas. Tampoco había tanta gente entrando o saliendo de ahí, no parecía que fuese un lugar tan visitado. 

 

—En el pasado, habían muchos eruditos que venían aquí. Pero la Academia construyó su propia biblioteca y se llevaron gran parte de los libros de este lugar...—Bernard empezó a hablar más bajo porque ya habían pasado el umbral hacia dentro. 

 

El texere se acercó a saludar a la bibliotecaria del lugar, una chica jovial y amable. Intercambiaron un par de palabras y luego el joven le hizo unas señas a Blade para que lo siga. 

Buscando la sección de libros donde podría haber libros con temática de objetos mágicos, portales y demás, Bernard se movió rápidamente de un lado a otro. Claramente, ya sabía de memoria cada una de las secciones.  

 

—Creo que aquí puede haber algo...mm—miró el pasillo.—Pero tomará un tiempo... Tendrás que sentarte- 

 

Para cuando miró hacia Blade, este ya estaba sentado en una de las largas mesas cercanas. Solo se cruzó de brazos y se recostó en la silla, no tenía intenciones de mover un dedo. 

 

—Haa...Dos serían mejor, para acelerar la búsqueda—El ojimiel dejó su bolso en la silla frente al hombre. 

 

—Olvidas el pequeño detalle de que no entiendo el idioma escrito.

 

—¿Y cómo es que sí me entiendes?...—Bernard se puso pensativo— Hm...Sin duda son cosas para investigar a fondo. 

 

—Tch...Solo busca ese maldito libro. 

 

—Ya voy, ya voy...

 

 

Los ojos de Blade observaron el lugar con detenimiento, el mago probablemente iba a tardar bastante buscando por aquellas secciones llenas de libros antiguos. 

El aire era algo denso, cargado con el aroma a pergaminos viejos y tinta desvanecida. Las estanterías crujían bajo el peso de siglos de conocimiento, y los pasillos resonaban con el eco distante de pasos que apenas se oían entre los pasillos interminables. 

 

Arriba, se podía ver la segunda planta demasiado abandonada. Incluso si la luz de la mañana estaba en su máximo esplendor, aquella parte parecía rechazar toda luminosidad a diferencia de la planta baja. 

 

Quizás era por lo viejo de la biblioteca, pero no parecía un sitio donde guardasen grimorios prohibidos o libros de hechicería como tal. Podría ser tranquilamente una biblioteca de un mundo moderno, con la diferencia de que el lugar estaba algo arruinado por fuera. 

 

En eso, Bernard volvió con una pila de libros. Los dejó en medio y agarró dos de arriba. 

 

—¿Por qué no intentas ver alguno?—el joven sonrió mientras veía el ceño fruncido de su compañero. 

 

—¿Qué parte de que no puedo leer tu idioma, no entendiste?

 

—Puedo enseñarte cosas básicas...pero te negarás, no es así?—se rió por lo bajo—Y te dije que los veas, no que los leas. Tienen imágenes.

 

—...¿Me estás tratando como a un niño, mago?—Blade achicó su mirada, obviamente notando la diversión del texere detrás de sus palabras. "Hubiese preferido que me tenga miedo, pero resulta que es más tonto de lo que imaginé..." pensó, agarrando un libro a regañadientes. 

 

—No es eso~...Enseñarte nos llevará más tiempo y dijiste que te quieres ir rápido. Pero dos trabajan mejor que uno... así que mínimamente, debes buscar dibujos que muestren algo como...umm... "pasar" a otro lado. —ojeó dos libros a la vez, de alguna manera podía leer cada párrafo con avidez y dejarle en claro el plan de búsqueda a Blade al mismo tiempo. La expresión seria que tenía, llegó a ser notada por el otro. 

 

De esa manera, el peliazul solo bufó por lo bajo y se dedicó a buscar imágenes (o más bien, dibujos). Odiaba admitirlo, pero el joven tenía razón. Él mismo quería largarse para continuar con su misión encomendada; si no ponía algo de su parte y todo recaía en este "mago insignificante, lento y torpe", tardaría demasiado en regresar. 

 

El tiempo de esa manera pasó más rápido para el visitante de otro mundo. Ambos estaban pasando y pasando hojas, cambiando libros y, cuando se acababan, Bernard iría a buscar más. Incluso había pedido ayuda a la bibliotecaria. 

 

"Tsk...no hay nada en este tampoco." Blade cerró el libro en el que estaba buscando. Apoyó sus codos en la mesa y comenzó a masajearse la cien con sus dedos. No poder entender el idioma de los textos era un fastidio para él, y realmente no quería pedirle a Bernard que traduzca las cosas. Sobretodo porque el mago ya estaba ocupado con hasta tres libros a la vez. 

"Qué molesto" abrió otro, pasando las páginas con rapidez, esperando encontrar algún simbolo o dibujo que tenga algo de relación con objetos mágicos. Las letras inentendibles para él, se volvieron algo secundario, captando las pocas imágenes pintadas en las hojas amarillentas. Monstruos, objetos de cacería, qué carnadas usar. Era un libro para cazadores mágicos. 

 

—Haa...¿se puede saber por qué dejaste aquí un libro como este?—Blade levantó la vista con su ceño fruncido, pero al momento se extrañó. Bernard no estaba a la vista. 

 

"Probablemente fue por más libros..." Pensando un poco, el hombre miró a los lados, no había señales de nadie. Ni de la gente que visitó la biblioteca desde temprano, ni de Bernard. Por algún motivo, sintió la necesidad de levantarse de su asiento. Las bibliotecas eran silenciosas, pero tampoco podía oír a los ciudadanos a lo lejos. 

 

"¿Qué está pasando?..." el ambiente a su alrededor se volvió más pesado, el olor a antigüedad que se cernía sobre todo el sitio se volvió más intenso cada vez. Su mirada bajó hasta sus manos que ahora estaban casi clavadas en la mesa de madera. Con un movimiento lento, destensó ambas, decidiendo ignorar el significado detrás de aquel reflejo suyo. 

 

Algo inquieto, comenzó a caminar hacia las secciones donde debería estar Bernard buscando. Cada pasillo parecía interminable y cuánto más indagaba, más realizaba que estaba completamente solo. 

 

Escuchó un sonido detrás suyo, así que se volteó mientras se preparaba para atacar. Esto no era normal. La inquietud volvió a golpearlo más, cuando se dio cuenta de que un niño bastante familiar estaba en medio del pasillo. 

 

—¿Quién...?—pero incluso si quiso preguntar, el infante salió corriendo mientras reía. Un escalofrío recorrió el cuerpo del hombre. 

 

"Ese niño..." comenzó a caminar rápidamente hasta el final de la sección, mirando hacia su derecha. El infante estaba tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo, que no podía identificarlo. Algo dentro de su cuerpo se movió inquieto: el mara estaba comenzando a despertar otra vez. 

Intentando ignorar aquellas corazonadas molestas y los leves susurros de voces, continúo caminando con paso acelerado hacia el infante que lo veía con diversión. Pero cada vez que estaba por alcanzarlo, parecía que los pasillos se alargaban más y más.

 

Las estanterías comenzaban a deformarse con cada pisada y con cada respiración de Blade. A este punto no sabía si estaba caminando o corriendo. Y todo a su alrededor parecía difuso, casi como una pesadilla de las que solía tener. 

 

Solo que esta vez, podía sentir cada cosa como si fuese más que una simple ilusión.  Pero ¿esto era realmente una? apretó sus puños, intentando sofocar el caos que rugía en su mente. 

 

Fragmentos difusos empezaron a aparecer frente a sus ojos cuanto más continuaba persiguiendo al niño. Fragmentos que no estaba dispuesto a indagar. 

Caras que conocía pero no podía decir quiénes eran, no recordaba el nombre de ellos incluso si parecían haber sido importantes.

 

Unas risas de alegría retumbaron en sus oídos, mientras se veía un infante siendo levantado en el aire por alguien que había olvidado hace mucho, mucho tiempo. 

 

La voz dulce de una mujer cantando una canción de cuna le provocó un mareo indescriptible. Bajó la vista hacia un libro que se había caído; unos dibujos infantiles se movían por sí solos al compás de la canción. 

Y, cuando la hoja se volteó, otro fragmento apareció: una mujer a la que su rostro no se podía distinguir, estaba abrazando al mismo niño de antes. ¿Quiénes eran? Aunque parte de él no quería saberlo. 

Entonces escuchó, a través de las voces y sonidos familiares, la voz del niño al final de otro pasillo

 

[ "Por aquí!~" ]

 

Blade, ya desconfiando de si esto era una clase de trampa de algún ser, hizo aparecer su espada y mantuvo la mano en la empuñadura. Caminó a pasos seguros a pesar de su malestar, y cuando por fin logró llegar al otro extremo, todo su cuerpo se tensó. El pasillo había sido devorado por las llamas y las garras de bestias marcaban eternamente el suelo teñido de sangre y escombros.

 

Ya no era una biblioteca, no eran pasillos inofensivos ni había un ambiente cálido, el aroma a libros viejos ahora se había reemplazo por el olor a humo. Todo lo que estaba frente a él era la imagen vívida de un mundo destrozado, un mundo donde antes había paz y tranquilidad, convertido en un vivero de unas criaturas aborrecibles. Caos y destrucción.

 

"Esto no es real...No puede serlo." pero cuanto más lo intentaba negar, más parecía completamente real. Sin mencionar que los recuerdos fragmentados seguían aturdiéndolo y no le dejaban disernir entre lo que era real o no. El olor a cenizas y sangre llegó a sus fosas nasales con más fuerza, ¿esto era el pasado?¿el futuro?

 

Comenzó a sentir una ira inexplicable, el mara estaba comenzando a nublar su mente y taladrar cada rincón con imágenes indeseadas e inútiles. Conocía bien aquel sentimiento adyacente: venganza. Pero, ¿por qué ahora?¿realmente sabía qué mundo estaba viendo? No quería decirlo, ni siquiera pensarlo. Pero él sí lo sabía. Muy en lo profundo de su ser, ya lo sabía.

 

Un parpadeo fue todo lo que necesitó para volver a la biblioteca, pero por lo visto, su estado en guardia había llamado la atención de la gente alrededor. 

 

—S-Señor...no se permiten armas aquí—la bibliotecaria estaba a una distancia prudente, notando que el hombre no se sentía del todo bien, puesto que estaba aferrándose a una de las columnas.

 

—¡Ah!—Bernard se acercó rápidamente a Blade para luego mirar a la señorita—No se preocupe, no se preocupe! Ahora mismo la guardará, disculpe la molestia~ —el mago logró calmar la situación, sobretodo porque a él lo conocían bien. 

 

Una vez que todos se alejaron Bernard miró con preocupación a Blade. 

 

—Blade... Está todo bien, no hay peligro aquí—miró hacia abajo, el peliazul aún estaba temblando mientras sostenía su espada. 

 

—...

 

—Vamos, te ayudaré a llegar a tu asiento- ¡Oh!—se alarmó cuando vio a Blade caer de rodillas al piso, su respiración tampoco era normal. Rápidamente, Bernard intentó acercarse para poder ayudarle. 

 

¡No me toques! 

 

 

El texere se asustó por un momento ante la orden del mayor de quedarse lejos, pero más allá de alejarse y temer porque Blade desenvaine su espada contra él, simplemente tragó saliva y se cercó de todas formas. Él realmente quería ayudarlo.

 

—Puedes regañarme luego...pero no te voy a dejar en estas condiciones!—habló alto solo para Blade, su determinación estaba intacta en su mirada. 

 

Y, sin esperar alguna respuesta, colocó sus manos sobre la del mayor que sostenía aún la espada, para empezar a emanar energía pura. Esta misma, comenzó a fluir suavemente como si se tratase de una brisa calmante en medio de una tormenta.

 

Blade, quien aún escuchaba el mara y lo sentía desde hace un rato, intentó apartar su mano del toque ajeno, era un reflejo arraigado en él. Pero al final, aquella sensación cálida sobre su piel le hizo dudar.

 

No era una energía intrusiva u opresiva...era calmante. 

 

Su mirada apagada se posó en las manos que lo estaban tocando delicadamente. ¿Cuándo había sentido algo así? quizás hace mucho tiempo atrás, tanto que podría decir que jamás ocurrió. 

 

Pero lo que pensó que sería un toque incómodo e insoportable, se transformó en algo completamente diferente. La energía de Bernard parecía callar significativamente el monstruo de su interior, eliminando los vestigios de aquellos fragmentos oscuros y dolorosos. Calmando sus latidos alterados y su alma agonizante. 

 

Cerrando los ojos por un momento, pensó lentamente "Quizás... no es un mago tan inútil como creí"

 

Bernard no solo estaba apaciguando el mara otra vez, sino que incluso estaba llegando a lugares que Blade había olvidado que existían. Por primera vez en siglos, estaba sintiendo algo más que solo venganza e ira. Aunque no supo exactamente qué. 

 

Pero... sí podía decir a ciencia cierta que el mago le estaba pareciendo un poco más interesante. ¿Quién era exactamente Bernard? Encontraría las respuestas a su manera. No perdería de vista al conejo el tiempo que esté en Orbis, eso era seguro. 

Chapter Text

 

Curiosidad. 

 

 

Sí, era curiosidad

 

No le tomó mucho tiempo darse cuenta de ese sentimiento. 

No recordaba la última vez que había sentido "curiosidad" por algo o alguien. Pero algo en él le decía que fue hace muchísimo tiempo. Simplemente que no podía recordar nada al respecto. 

 

—¿Estás seguro que no quieres regresar a casa?...—Bernard le ayudó a sentarse en la silla, aunque Blade había aceptado a regañadientes. El joven estaba mostrando una expresión de preocupación genuina, realmente algo molesto para él. 

 

—Deja de poner esa cara... —cerró los ojos, visiblemente molesto por la amabilidad del mago—Sigue buscando, no hay tiempo que perder por algo tan trivial.

 

Blade habló como siempre, frío y sin importarle realmente si a Bernard le parecía bien o mal esa decisión. Pero no podían perder el tiempo, no estaban en esta biblioteca para pasar el rato. Era importante encontrar la manera de arreglar ese espejo. 

 

—Hm... Está bien, supongo.—suspiró lentamente. Al momento empezó a caminar hacia el otro lado para continuar su búsqueda.—Pero si te sientes mal- 

 

—Si me siento mal, es cosa mía. Tú haz tu trabajo.—el mayor observó a Bernard con una mirada amenazante, esperando que sea suficiente para asustarlo. Aunque sabía que a este punto, el texere estaba demasiado confiado de que Blade no le haría nada.

 

—Bien... entonces, iré a buscar en la sección siguiente...—asintió mientras sonrió levemente, y no se había inmutado por la mirada. Más bien seguía preocupado por el mayor. 

 

El cazador lo vio voltearse varias veces antes de girar en el otro pasillo. Él sólo suspiró pesadamente. No solo le irritaba tener que lidiar con un tipo que es amable y buen samaritano con un extraño como él, sino que le molestaba el hecho de estar débil en estos momentos. 

 

Para empezar, el mara no estaba "despierto" como usualmente. Su silencio en su mente era extraño. Y luego, el hecho de estar flaqueando de vez en cuando entre sus recuerdos borrosos y sentimientos raros, ¿por qué ocurría? no podía entender. 

 

Pero no solo estaba ese extraño sentimiento de tranquilidad y paz que le daba el no escuchar ni sentir el descontrol en su cuerpo y mente, sino que también se dio cuenta de que uno de los motivos por el cual esa paz se formaba era Bernard

 

Había pasado cientos de años buscando maneras de alivianar su maldición y, al no encontrar absolutamente nada, todo recayó en que la única manera de terminar con ese sufrimiento era la muerte

 

Pero incluso si lograba sangrar lo suficiente, nada detenía su regeneración. No importaba dónde le apuñalen, volvería a regenerarse una y otra y otra vez. Si sus pulmones eran destrozados, volvería a respirar. Si su garganta era cortada, volvería a hablar.

 

Para muchos, la inmortalidad o la larga vida podría ser un milagro, algo anhelado y envidiado, pero no para él. No para alguien que terminó convirtiéndose en lo que era... por la culpa de alguien en quien alguna vez confío

 

Por más que sus recuerdos más antiguos estén difusos y borrosos, lo único que podía recordar a la perfección, era la cara y voz de quienes alguna vez fueron...

 

 

¿Qué... era eso de nuevo?...—murmuró por lo bajo, observando el techo de la biblioteca. Su mirada ahora apagada se posó en un punto indefinido. 

 

Soltó una risa tenebrosa que resonó a su alrededor, alarmando a los pocos que se encontraban por ahí. Bajando la cabeza, la sostuvo con una mano mientras se apoyaba en la mesa. Su sonrisa maliciosa no desapareció aún. 

 

"¿Amigos?...Ah...sí..." apretó su otro puño sobre la superficie. "De todo lo que puedo recordar...esa maldita palabra está ahí." pensó mientras cerró sus ojos, frunciendo su ceño como si quisiera eliminar esa palabra de su mente para siempre.

 

Sí, estaba completamente débil en este punto, pensando en cosas banales como esa. "Increíble..."

 

Quizás el mara siempre fue una molestia, pero sin duda le ayudaba a mantener esos pensamientos estúpidos a un lado. La ira, la venganza y el rencor puro eran sus pastillas para no pensar en cosas insignificantes como esas. ¿Amigos? No había escupido esa palabra desde hace siglos. Esto no estaba bien. 

 

Sin embargo, el silencio del mara, que en otro momento del pasado lo habría tranquilizado, ahora solo lo confundía más. ¿Por qué Bernard lograba calmar algo que ni siquiera la muerte podía silenciar? 

 

"Ese mago...¿Por qué puede mantener a ese monstruo callado?..." abrió sus ojos, observando a lo lejos las estanterías. No tenía la vista directa a Bernard pero sabía que estaba por ahí. Lo sentía de alguna manera. 

 

 

"...Todo este maldito mundo es un misterio..." 

 

 

No importaba cuántos mundos visitó por órdenes de Elio, el mara jamás se quedó en su molde. Ni siquiera dejaba de tener el mismo peso en su alma. Siempre incontrolable, siempre acechando entre las sombras. Entonces, ¿por qué en Orbis era diferente? O, más bien...

 

"¿Por qué me importa?..." Debía concentrarse en volver a toda costa a su misión principal. Cosas como lidiar con su propia curiosidad era sin duda muy molesto. No sabía si prefería que el mara comience a tomar el control de su mente otra vez, o si prefería esta "calma" que solo le trajo algo asqueroso: sus propios pensamientos. Pensamientos que no debía tener, no se consideraba un humano en este punto de su "vida". 

 

Miró la mano que había sido tocada por Bernard hace momentos atrás. La sensación aún permanecía en su piel, como si fuese un ungüento que seguía manteniendo el efecto de un analgésico. Su mirada se detuvo en ese lugar por un largo rato. Era como si el mago hubiera dejado una huella...imborrable

 

No era ni placentero ni doloroso, solo existía, inexplicable pero presente. Y esa simpleza, esa falta de definición, lo desconcertaba de sobremanera.

 

Frunció el entrecejo, irritado por estar pensando demasiado en ese momento. Era tan desconcertante y tan contradictorio, que ya no soportaba el dar vueltas en lo mismo. Ahora no se trataban de voces descontroladas de una maldición que mantenía eternamente consigo, ahora eran sus propios pensamientos los que comenzaban a bombardear su mente. 

 

Estar quieto en ese asiento, simplemente lo estaba volviendo más loco de lo que ya estaba. Así que se levantó sin más. No sabía cómo lidiar con tantas preguntas propias, no podía entender si era algo normal. ¿Realmente tenía consciencia propia todo este tiempo? 

 

El mara simplemente lo había llevado de un lado a otro, su deseo de venganza o el control de Elio sobre su "destino", siempre estaban ahí, moviendo las cuerdas como el arma que era. Ni más, ni menos. Él seguiría las ordenes...

 

Pero ahora, el mara estaba quieto, tampoco tenía manera de comunicarse con los demás cazadores, ¿entonces?¿no era esto ser "libre"?. 

 

Se detuvo en seco. "¿Libre?…" su mirada se posó en los estantes llenos de libros viejos pero bien cuidados. Alzó su mano para acariciar el dorso de uno, notando la textura del mismo y tomándose un momento para darse cuenta de que efectivamente, no estaba siendo manipulado por nadie en ese momento. 

 

Él decidió levantarse del asiento, él decidió tocar ese libro. ¿Eso también era "libertad"? Detenerse a observar a su alrededor sin ningún objetivo claro, sin una órden, o sin un murmuro sombrío en su oído. 

 

¿No era algo como eso, lo que ha anhelado desde hace cientos de años? Aunque, el tener que lidiar con sus propias preguntas sin respuestas, estaba comenzando a hastiarlo.Y las preguntas continuaron encimándose una tras otra, pero antes de poder siquiera perderse en ellas, el ruido de un libro estrellándose contra el piso le hizo volver a la realidad. 

 

Se volteó para encontrarse con una señora intentando agarrar el mismo, al parecer este se había caído cuando ella intentó quitarlo de su lugar. Blade miró hacia otro lado, pero al cabo de unos segundos, decidió acercarse y ayudarle, levantando lo que parecía una recopilación de cuentos infantiles. 

 

—Aquí tiene...—le dio en libro mientras la señora volvía a enderezarse lentamente.

 

—Muchas gracias, joven—sonrió agradecida, luego se puso a quitar el polvo del mismo libro—A mi nieta le encanta que le lea cuentos, así que tenía que venir hasta aquí...¿conoces Natalon? ah... seguramente no.

 

Blade miró desconcertado a la mujer mayor, ¿cómo sabía exactamente que no conocía ese lugar?

 

—Jaja, realmente no esperabas eso, ¿verdad?...Con solo verte un poco puedo notar que no eres de este mundo. Tengo bastantes años...a mi nadie me engaña. —se rió levemente, mirando al más joven—Pero...sea por lo que sea que estás aquí, espero que todo vaya bien. Tienes una mirada...—hizo una pausa y luego negó lentamente—Ah, no es nada, no es nada...

 

Sin más, la señora siguió su camino, despidiendo a Blade con una sonrisa amable.

 

...¿Será una bruja?—murmuró mientras veía a la mujer irse a pasos lentos pero seguros. 

Luego de un momento, él decidió ir hacia donde Bernard estaba. No tuvo que buscar tanto, de alguna manera supo dónde encontrarlo.

 

Así, se acercó lo suficiente para observar al texere, el cual estaba completamente concentrado en leer un libro. Su mirada detrás de esos lentes, mostraba completa concentración en ello. No parecía haberse dado cuenta de la presencia de Blade realmente.

 

El hombre se quedó un rato ahí, cruzado de brazos y mirando a Bernard desde las sombras. Realmente parecía sospechoso, pero era lo que menos le importaba ahora. Simplemente quería entender quién era realmente ese mago. 

 

Pero también, ¿Por qué seguía él ahí? Bernard no tenía motivos para quedarse, para ayudarlo. La irritación crecía dentro de él con cada minuto que pasaba viendo al otro buscar entre los libros, como si fuera lo más natural del mundo. ¿Qué ganaba él con esto realmente? No lo sabía. 

 

Si Blade hubiese estado en el lugar de Bernard, probablemente hubiese dejado al otro a su suerte. Pero ahí estaba el joven de ojos ámbar, ayudando a un completo extraño, de otro mundo y con aura sospechosa. Era demasiado ingenuo.

 

Y lo más raro de todo, el mago estaba tan tranquilo a su alrededor. Yendo y viniendo mientras buscaba información importante, sin mencionar todo lo que demás que estaba haciendo por él. ¿Quién en su sano juicio haría ropa para un extraño que irrumpió en su casa?¿Quién haría una cena o un desayuno si no conoce de nada al otro?

 

Por eso, Blade llegó a una conclusión muy sencilla: el mago era un tonto. Un mago ingenuo y tonto. Cualquier persona desconfiaría de alguien como Blade pero ahí estaba Bernard, intentando ayudarle a regresar como si fuese... ¿un amigo?

 

Le asqueó ese solo pensamiento. No podía ser eso, ¿cierto? Tenía que haber algo más detrás de esa fachada de niño bueno y amable. No existía nadie con esa gran empatía, no podía existir alguien así. 

 

Blade sabía perfectamente que él mismo era manipulado y usado en su propio grupo. Era todo conveniencia para los demás o para él. Y fuera de los Cazadores de Estelaron, no había visto a ningún ser humano ser amable con alguien como él (y con razón). El miedo estaba escrito en sus ojos, pero Blade prefería eso.

 

No necesitaba compasión, tampoco ser querido por nadie. Estaba claro, él era un ser despreciable, lleno de ira y sediento de venganza. Nadie puede comprender la euforia de sentir que era temido u odiado por muchos y amado por nadie. 

 

Entonces, ¿por qué en un mundo lejano, en una región cualquiera, se había topado con un humano tan extraño como Bernard? No lo entendía, y tampoco comprendía por qué le estaba dando vueltas al asunto desde hace rato. Incluso si era mera curiosidad, ¿por qué debía pensar tanto en él?. 

 

"Debería estar extorsionándolo..." pensó, su mirada fija en el mago que estaba subiendo unas escaleras de madera, para alcanzar cómodamente el libro. "Pero no tiene sentido. Él ya está haciendo..." 

 

Blade se detuvo, viendo cómo el mago sonrió alegremente mientras agarraba el libro que encontró, era como si hubiese encontrado un tesoro de gran valor. Una extraña corazonada resonó en el pecho del cazador cuando Bernard volteó su mirada hacia él, incluso desde esa altura. De alguna manera supo que Blade estaba ahí observando. 

 

—¡Blade! ¡Encontré algo! Oh—se tapó la boca con su otra mano rápidamente, ya que olvidó que estaba en la biblioteca aún. Pero, ahora no se estaba sosteniendo de ningún lado.

 

No tardó muchos segundos en perder el equilibrio, cayendo directamente hacia el piso. Sus ojos se habían agrandado cuando se dio cuenta tarde de lo que estaba ocurriendo, tampoco supo si su corazón estaba latiendo o no, porque solo vio recuerdos de su vida pasar ante sus ojos. 

 

Por un acto de reflejo, cerró los párpados mientras mantenía el libro en su pecho con fuerza. No llegaría a levitar siquiera un poco o crear una barrera para amortiguar el impacto, estaba asustado. Demasiado asustado. 

 

 

"Lo siento" 

 

 

. . .

 

 

. . .

 

 

. . .

 

 

—¿No es momento de que abras los ojos?...

 

Una voz conocida y una calidez fría pero no amenazante que lo sostenía, le hizo abrir los ojos por fin. Completamente aturdido y temblando, observó hacia arriba con lentitud. 

 

Blade lo estaba observando con su típica mirada profunda y seria. Pero de algún modo, se sintió reconfortado por ello. Sobre todo porque el mayor lo había salvado. Su corazón en ese momento volvió a estar en marcha, aturdiendo sus propios oídos.

 

—A-Ah...lamento...¿las molestias?—se tapó la cara con el libro polvoriento. Blade solo frunció el ceño.

 

—"Se dice gracias"...

 

 

—¡Oh!¡Sí! —nervioso, se volvió a tapar la boca cuando escuchó un "sssh" en el fondo. Luego bajó su mano lentamente.—Muchas gracias...p-pensé que ya era mi hora, jeje—sonrió tímidamente.

 

—Tonto...—el peliazul miró el libro que tenía Bernard aún en sus manos.—Si te mueres, me quedaré estancado en este mundo. Necesito que estés con vida...Recuerda eso.

 

—Oh, tienes razón—Bernard se puso pensativo por un momento—Entonces tendré más cuidado...ah...—notó que Blade seguía sosteniéndolo—Creo...Creo que ya puedo ponerme de pie...ahjaja~ 

 

 

En ese instante, Blade pareció darse cuenta de lo mismo. Su pupila se volvió algo más fina y, sin decir nada, simplemente bajó con cuidado al mago, lentamente y notando cómo sus propios músculos se tensaban, reacios a soltarlo. Fue solo cuando apartó las manos que se dio cuenta de cuán difícil le había sido ese simple acto.

 

Aunque, inconscientemente, una de sus manos se mantuvo cerca de la espalda de Bernard hasta que el joven estuvo estable.

 

—Hm...¿Es eso?—el cazador desvío el tema directamente a lo que el texere encontró por fin. Bajando la mano por fin y cruzándose de brazos.

 

—¡Así es! —afirmó silenciosamente, su rostro ahora tenía más color después del susto y sus ojos brillaban por el logro.—Es un libro sobre objetos mágicos en general, solo pude ver un poco allá arriba. Pero, definitivamente tiene que decir algo sobre los espejos mágicos o portales! —le quitó el polvo pero comenzó a toser—Coff...s-supongo que hace mucho no lo usan...

 

—Bien... Entonces volvamos—Blade se dio la vuelta y comenzó a irse hacia la salida. 

 

 

Bernard por otro lado, se quedó un momento en blanco hasta que decidió ir a por sus cosas en la mesa. Le dijo a Blade que esperase en la salida mientras iba a registrar el libro con la bibliotecaria. El mayor podría haber comenzado a caminar hacia la salida de la ciudad, pero al final, se mantuvo esperando a que el castaño termine lo que debía.

 

Bajando su mirada hacia sus manos vendadas, pudo recordar el sentimiento que se mantuvo en su ser, cuando sostuvo a Bernard. En ese momento corto donde había prácticamente corrido a salvar al mago, un rugido interno lo aturdió momentáneamente. 

 

Y, cuando sintió el cuerpo cálido de Bernard en sus manos y brazos, una extraña sensación recorrió su espina dorsal. El mago aún no había abierto los ojos en ese momento, pero Blade lo estaba mirando como si tuviese una presa en su poder en ese instante corto. 

 

Los murmullos del mara comenzaron a nublar su juicio, incluso sus manos sostuvieron con algo más de fuerza a Bernard, como si no quisiera soltarlo en realidad. Pero, por suerte, logró disipar por el momento aquel sentimiento inusual con una pregunta "¿No es momento de que abras los ojos?" 

 

Aunque no supo si la pregunta era para Bernard o para alguien más. El simple acto de sostener a Bernard lo había afectado más de lo que quería admitir. Algo en el contacto, en la fragilidad del mago en sus brazos, le había hecho sentir... algo más. Y esta vez no era "paz". Eso le inquietaba.

 

 

—¡Ya está! Podremos usar el libro por bastante tiempo, lo devolveré cuando... —Bernard movió su mano cerca del rostro de Blade, haciendo que este volviese en sí.—Como pensé, todavía estás mal.

 

—Tch, estoy completamente bien.—Blade empezó a caminar rápidamente, dejando atrás al texere.

 

Bernard no dijo nada, simplemente suspiró y se acomodó el bolso para seguir al hombre. Tampoco tenía ganas de decir más, aún estaba afectado por lo de la escalera. 

 

Siguiendo de cerca a Blade, el joven se perdió en sus pensamientos. "La última vez que estuve a punto de morir...si no mal recuerdo, fue esa vez." apretó su agarre en el bolso. 

Un vago recuerdo de estar a punto de ser comido por un monstruo en un lugar alejado de casa, pasó por su mente. Por supuesto, si no hubiese sido por sus padres, esa vez hubiese sido el final de su corta vida.

 

"Vivir...¿eh?" sonrió melancólicamente, viendo la espalda de Blade. "Supongo que tendré que mejorar mi magia de protección. Después de todo, es una alegría estar vivo..." observó a los ciudadanos que seguían arreglando las tiendas que sufrieron por las Banshees.

 

Luego, volvió a pensar en Blade, quien caminaba con su aura dominante hacia la salida de la ciudad. Por primera vez desde que lo conoció, Bernard sintió que había algo más detrás de la dureza de aquel hombre sombrío. Aunque lo ocultaba bien, el simple hecho de haberlo salvado le mostró una pequeña chispa de humanidad.

 

Por supuesto, no sabía casi nada de él, y, sin embargo, lo estaba ayudado sin pensarlo dos veces. ¿Por qué?¿Por qué seguía ahí?¿Porque es lo "correcto", quizás? no estaba seguro. 

 

Vamos a descubrir las respuestas...y aprender cosas nuevas—susurró para sí mismo. Su lema siempre le daba algo de confort y le proporcionaba emoción por descubrir más y más.

 

Se preguntaba si Blade podría entender aquello o si quizás, esa mirada realmente reflejaba el alma de una persona rendida. Una persona que hace mucho bajó los brazos ante la vida misma...Pero él temía preguntarle directamente. No iba a indagar más de lo que Blade le permitía, aunque la curiosidad siempre fue parte suya. 

 

"Solo por ahora...¡me mantendré tranquilo!" asintió, decidido a no causarle más molestias a su invitado. Su primer y único invitado.

Sonrió alegremente, renovado y lleno de determinación. Esa noche prepararía una cena decente, sin pociones ni explosiones.

 

 

 

Chapter Text

Habían estado en la Gran Biblioteca por bastante tiempo. Por más que no lo pareciese, cuando llegaron a casi mitad de camino hacia la casa, la tarde había llegado sin más. Dando la impresión de que el reloj del tiempo hubiese sido adelantado por alguien. 

 

La atmósfera también comenzó a cambiar muy notoriamente, como si el sol y el cielo despejado de esa mañana hubiese sido un simple capricho del día mientras que las nubes comenzaron a aparecer tímidamente cuanto más se acercaban al puente de madera ya conocido. 

 

Para ese momento, los mismos animales salvajes que andaban por ahí, comenzaron a alejarse. Aunque esta vez, probablemente por instinto hacia algo que estaba llegando y que ellos podían percibirlo a la perfección. 

 

Los carbunclos (que eran como unos pequeños conejos mágicos) empezaron a volver a sus madrigueras luego de olfatear el viento de la tarde. La humedad estaba en el aire, volviéndolo pesado con cada minuto que pasaba. Por lo que los pequeños animales debían resguardar sus bayas de la tormenta que se avecinaba.

 

—Me pregunto si lloverá...Aunque en la mañana estuvo todo despejado...—Bernard miró hacia el cielo antes de que los árboles frondosos tapasen casi toda su vista. 

 

 

La tarde se estaba volviendo cada vez más y más oscura con cada paso que los dos hombres daban por el sendero de tierra. Se podían escuchar insectos comenzando a hacer ruidos, mientras que las aves del cielo seguían dando vueltas en parvada en un mismo lugar. 

 

La oscuridad comenzó a cernirse sobre ambos, las sombras comenzaron a desvanecerse cada vez más. Parecía que la noche se hubiese apresurado simplemente para perseguirlos de cerca. Acechándolos lenta y minuciosamente.

 

Bernard, quien terminó caminando delante de su compañero de viaje (el cual había estado callado en todo el trayecto), ni siquiera había escuchado una queja de su parte por el tiempo que les estaba tomando volver. Aunque eso, probablemente, fue porque el mismo Blade empezó a desacelerar lentamente su andar. Como si no estuviese del todo bien.

 

"Mm...si se cae por el camino será un problema..." el mago estaba pensando pacíficamente qué hacer en caso de una descompensación de parte del mayor. Sabía que aquel momento en la biblioteca había sido demasiado para Blade; se había preguntado realmente si estaba bien no volver cuanto antes... pero se resignó al notar la determinación del hombre para quedarse. 

 

"Podríamos haber vuelto mucho antes si tan solo él no estuviese desesperado por el libro...hm" suspiró. Pero entendía que era importante encontrar la manera de arreglar el espejo. Lo único que tenía entendido, era que Blade tenía algo que hacer en ese lugar de donde vino. "Una misión importante, ¿quizás?" 

 

Él, lo único que podía hacer, era sacar sus propias conclusiones. Para su mala suerte, le había tocado un invitado un poco, no, muy reservado. Realmente era imposible hacer que diga más cosas relevantes. 

 

Bernard se seguía preguntando si ayudar a un hombre misterioso como Blade, era algo bueno o no. No sabía nada de él, ni sus habilidades, ni su pasado, ni sus pasatiempos...Se sentía algo frustrado por ello, realmente.

 

¿Cómo podría ayudar a alguien tan hermético como Blade? Pero, no solo a volver al mundo de donde llegó...sino, que Bernard sentía que había algo más en lo que podía ayudarle. 

Quizás era un entrometido, quizás era molesto, pero algo en él le guiaba hacia la mirada de Blade. 

 

Una mirada que jamás había visto antes en otra persona, pero que sí emanaba completa soledad y sufrimiento. ¿Era alguien perdido? o quizás alguien rendido. No lo sabía con exactitud, pero él sentía algo. Y usualmente, Bernard siempre aboga por su propia curiosidad. Ya sea por información nueva, historias, por Blade mismo o por sus propios sentimientos. 

 

Quería entenderlo, quería escucharlo. Pero sabía que sería muy difícil lograr que el mayor sea un poco más abierto para hablar con él. "En el caso que estuviese ayudando a alguien malo...no podría perdonármelo. ¿Qué tal si en realidad vino a conquistar Orbis? ¡No lo sé!"

 

Pensó, algo abatido. Pero al rato negó con la cabeza un poco. No, eso no podría ser. O preferiría que no lo fuese. Tenía el presentimiento de que Blade no vino con esas intenciones, ni parecía ser alguien tan aterrador como los seguidores del Archidemonio. A lo mejor no estaba al cien por cien seguro, pero confiaba en él. 

 

"Lo ayudaré a volver...Estará todo bien." sonrió animado. Pero luego, mirando al frente con detenimiento, notó que aún no estaban ni a más de la mitad del camino. Debería verse alguna luz a lo lejos a este punto, pero solo podía ver niebla tapando oscuridad.

 

—Espera...¿No habíamos pasado por este árbol marcado hace un momento?...—miró la marca ya conocida para él, luego hizo una expresión de extrañesa. 

 

Pero otra cosa más le hizo fruncir el entrecejo, algo que estaba pasando desapercibido pero no podía decir qué exactamente. En el viento susurrante, algo fluía muy imperceptiblemente en cada partícula. Pudo notarlo pero no descifrarlo.

 

—Oye...¿Blade?—miró hacia atrás con normalidad mientras acomodaba su bolso. Algo iba mal. No solo estaba esa extraña sensación en el aire, sino que el hombre peliazul estaba demasiado callado. Y también, se había quedado quieto en medio del camino como si nada.

 

 

"¿Q-Qué sucede?..." Bernard caminó hacia Blade con lentitud, pero cuanto más lo hacía, más sentía que su pulso se aceleraba. Algo definitivamente no estaba bien con el mayor.

 

 

—¿Blade?¿Estás... bien?—no pudo ver bien el semblante del hombre; notando que el flequillo lograba tapar su mirada de siempre, se inclinó un poco para observar. 

 

 

Pero eso fue una mala idea. Una terrible idea.

 

 

Su propio sentido del peligro se activó de sobremanera, llevándolo a retroceder con cuidado. Comenzó a sentir su ritmo cardíaco acelerarse con cada paso pequeño que daba hacia atrás. Selló sus labios para que no se le escape ningún quejido, ni una leve respiración. Por una parte, quería salir corriendo en ese momento, pero por otra, debía ser sumamente precavido. Un paso en falso y podría caer en un vacío sin retorno

 

Pero, lo que no estaba en sus apresurados cálculos mentales para huir sin morir en el intento era que su pasado, aquel que aún volvía en forma de pesadillas en sus noches solitarias, estaba ahí. Su propio cuerpo lo reconoció, paralizándolo por completo. Todo estaba perdido, lo había visto

 

Un rojo temible, un rojo voraz. Capaz de degollarte con solo un movimiento. 

 

La sombra se agrandaba cada vez más y más ante su mirada perpleja, quería creer que lo que estaba viendo era una ilusión. Pero incluso parpadeando una o dos veces seguidas, no lograba volver

 

La bestia que alguna vez intentó comerlo, estaba de vuelta. ¿Pero por qué?¿Dónde estaba Blade? No podía verlo. No podía ver nada más que un monstruo caminando lentamente hacia él. Esto no podía ser real, tenía que ser una ilusión, un sueño. Un mal sueño. Una pesadilla.

 

Pero ya era tarde cuando se dio cuenta que estaba en esa cueva, asustado y solo. Una flor que había llamado su atención realmente lo había delatado ante la bestia. Su cuerpo pequeño y frágil temblaba detrás de ese cuarzo oscuro y helado. Escondiéndose del monstruo que lo estaba cazando en la oscuridad. Rezándole a la Diosa por ayuda.

 

 

Esa cosa estaba cerca. Tan cerca. Lo estaba escuchando acercarse más y más. El olor putrefacto que emanaba con cada pisada le daba ganas de vomitar. Pero si lo hacía, lo iba a encontrar. No podía hacer nada más que esperar a que se duerma otra vez. Había leído que 'haciéndose el muerto' podría salvarse de animales salvajes, pero temía no poder lograrlo hasta el final. 

 

 

Y esto no era un simple animal salvaje. Lo sabía bien.

 

 

La salida estaba tan cerca pero tan lejos ante él. ¿Cómo iba a correr si sus piernas no reaccionaban? Si se caía en el camino, seguramente no podría volver a abrazar a sus padres otra vez. Ni comer la comida deliciosa que los tres preparaban juntos. Ni reír mientras contaban historias. 

 

Inocentes lágrimas cayeron por sus mejillas. Sus pequeñas manos tapaban su boca aún, esperando que su respiración no sea escuchada, ni tampoco sus leves sollozos ahogados. No debió salir a explorar solo. No debió confiar en la bella flor. 

 

Tampoco debió intentar alcanzar a su madre cuando la vio en la salida de aquella cueva, haciéndole señas para que se acerque lento y sin hacer ruido. Él solo quería volver a su lado, entonces...

¿Por qué todo terminó así?¿Por qué ni el monstruo ni sus padres se movían?¿Por qué la barrera solo estaba alrededor suyo? 

 

 

 

¿Por qué no se fue él también esa vez? 

 

 

 

Su espalda chocó contra el árbol y eso fue todo. Lo podía ver con claridad ahora: la espada de Blade estaba emanando un aura oscura, cargada de mucho odio y resentimiento. Pero no era dirigido a él, entonces, ¿por qué el hombre seguía acercándose y acercándose?

 

No lo estaba viendo a Bernard, pero este tampoco podía abrir su boca para gritarle que despierte; sus cuerdas vocales parecían haber sido cortadas, ni un solo quejido salía de su garganta. Al mismo tiempo, su mente no paraba de buscar maneras de activar su propio cuerpo paralizado, hasta que se preguntó ¿a quién estaba viendo Blade realmente? pero debía dejar de lado su curiosidad e intentar moverse de una vez.

 

Aunque, incluso si Bernard estaba consciente y quería irse lejos de ahí, no lo estaba logrando en absoluto. Con su mirada llena de pánico y terror, sus piernas se habían anclado al suelo de tierra no queriendo hacerle caso a su mente. El aire a su alrededor se volvió cada vez más denso, como si un sudario sepulcral estuviese tapando todo el bosque que los rodeaba.

 

¿Solo debía quedarse y esperar a que todo termine?¿eso era todo? Esta vez nadie iba a llegar a su rescate. Ellos ya no estaban, y no hay nadie para él. Nadie estaría esperando en la casa por su llegada, además de sus plantas. Si sabía que esto pasaría, hubiese dado sus flores a los vecinos. 

 

 

"Supongo que esto es...mi final real."

 

 

No podía siquiera sentir las lágrimas saladas que caían por sus mejillas, seguramente era su inconsciente. ¿Qué cara estaba poniendo ahora? nunca lo sabría.

 

Tal vez así estaba destinado a ser. Quizás ese día también tuvo que irse. Pero por alguna razón, y una muy extraña para él, realmente hubiese preferido que Blade estuviese en el lugar... de esta bestia que lo está maldiciendo con solo su mirada malvada y fulminante. Sonriendo triunfante y disfrutando de haber cazado a su presa por fin.

 

Apenas y pudo sentir el áspero y frío árbol en su espalda y sus dedos. Intentando aferrarse tontamente a la naturaleza que le había dado soporte para no caerse hacia atrás. La impotencia llenó su alma, un nudo en su garganta no le estaba permitiendo tragar.

 

Había pasado su vida ayudando a los demás, dándoles una mano, una sonrisa amable, guiándolos si estaban perdidos por el bosque...¿pero ahora? el terror lo había reducido a su propia sombra frágil y vulnerable, completamente inmóvil. 

 

Y nadie iba a ayudarle esta vez. Estaba bien, él jamás esperó algo a cambio. Aunque se preguntaba, otra vez, ¿estuvo bien intentar ayudar a Blade desde el comienzo? A este punto ya no estaba escuchando los sonidos del bosque tenebroso o la respiración agitada de la bestia, sus propios latidos se escuchaban en sus oídos; intentar respirar incluso se le estaba dificultando, haciendo que su desesperación aumente cada vez más.

 

 

¿Era este el verdadero Blade todo este tiempo?¿O el Blade que conoció realmente está atrapado dentro de este ser amenazante? De alguna manera, había confiado en él ciegamente y había creído que había humanidad rescatable detrás de esa mirada apagada y melancólica.  ¿Quizás fue un error?¿Se había equivocado? Probablemente, pensó, Blade había estado en lo cierto: era un 'mago' ingenuo y tonto. 

 

Una opresión en su pecho hizo que su visión se volviese más borrosa con cada sentimiento hallado que lo apuñalaba física y mentalmente. Si no podía correr, si no podía gritar, realmente no había escapatoria de este cruel destino. Acorralado y atrapado contra ese tronco, parecía una presa a la espera de su fin. 

 

Para peor, sus propios músculos y cada fibra de su ser, habían dejado de responderle por completo. Sentía que su cuerpo lo había abandonado, dejándolo con una sensación rara, como si ya ni siquiera estuviese en ese plano en ese momento. El terror lo mantuvo encadenado ahí mismo, inmóvil y vulnerable ante su atacante. 

 

Ya no había más que hacer. No había manera alguna de salir de esa tortuosa parálisis, la angustia lo había consumido a este punto. "¿Esto...es todo?" se preguntó por última vez. 

 

 Y ya, para cuando la mano de aquel hombre oscuro agarró su arma con más fuerza; un quejido silencioso escapó de sus labios, al mismo tiempo que sus lágrimas caían a borbotones, casi solidificándose por el viento helado que lo envolvía tortuosamente. 

 

Blade posicionó su espada, lo suficiente para cortar de un solo movimiento tanto al árbol como a quien estaba aferrado a este. Bernard cerró sus ojos tan fuerte como pudo, aceptando este destino que le había tocado vivir. Eso era todo. Hasta aquí había llegado. Solo debía esperar el golpe final. Quizás, solo quizás, en el otro lado volvería a ver a sus padres...

 

 

"Pero me hubiese gustado...ayudarte...Blade." 

 

 

En el momento que escuchó la hoja filosa de la espada moverse y cortar el aire, fue cuando todo pareció detenerse.

 

 

Uno

 

 

El tiempo pareció relentizarse más y más con cada latido de su propio corazón. Todo a su alrededor se sentía en cámara lenta; cada segundo se estiraba más, como si le estuvieran dando un leve respiro antes de desaparecer de este mundo. 

 

 

Dos.

 

 

Sus latidos ensordecieron sus oídos, y lo único que podía ver detrás de sus párpados cerrados, eran recuerdos que mantendría en su alma y se los llevaría consigo sin dudar.

 

 

Tres

 

 

Incluso los últimos recuerdos donde Blade aparecía...los guardaría para siempre.

 

 

 

Cuatro.

 

 

 

 

 

Cuatro segundos eternos pasaron. Cuatro segundos y el golpe no había llegado. ¿Por qué seguía vivo? contó de nuevo "uno...dos...tres" pero nada, solo el silencio se prolongaba a su alrededor. ¿De verdad se había salvado?¿Qué había ocurrido con el monstruo que estaba por asesinarlo?

 

Tras notar aquello, pudo volver a sentir no solo la brisa en sus mejillas mojadas o en sus manos temblorosas, sino que también a su cuerpo entero tensándose al punto de casi convertirlo en una estatua... sobretodo cuando sintió que algo estaba presionándose sobre su hombro izquierdo. Un peso suave pero inquietante. 

 

 El peso ajeno era tan real, pero su mente no podía asimilarlo por completo. Abrió sus ojos vidriosos con cautela, para luego guiarlos lentamente hacia ahí, notando con confusión cómo Blade estaba manteniendo su cabeza entre su hombro y cuello. Aquello lo descolocó completa y llanamente. La bestia se había detenido. ¿Cómo era posible?

 

Sus latidos, aunque aún audibles para él, se estaban calmando con cada inhalación que lograba hacer mientras el sudor frío bajaba lentamente por su sien. El bosque estaba dejando de verse tan oscuro debido a la luz lunar, y los sonidos de la naturaleza nocturna volvieron a resonar en sus oídos. 

 

"¿Es un truco suyo... para que baje mi guardia?..." los vestigios del miedo y la actual confusión, se mezclaron en su interior. No entendía si era un juego de la misma bestia que había visto hace segundos atrás, o si ahora Blade había vuelto de alguna manera. 

Su mente siguió dando vueltas; y si se tomase la temperatura en ese momento seguramente sabría que, efectivamente, tenía fiebre alta. No estaba entendiendo lo que ocurría y sobre pensar no le estaba ayudando en nada. 

 

Pero, lo más desconcertante, era que el hombre no parecía querer despegarse de él ni un centímetro; al mismo tiempo, murmuraba por lo bajo, tan inaudible que fue difícil para Bernard entenderle. No parecían ser amenazas ni advertencias. Sino, más bien, susurros cargados de agotamiento.

 

La respiración entrecortada de Blade hacía notar el cansancio que sentía, como si una lucha interna lo hubiese dejado completamente exhausto o como si todavía no hubiese terminado la misma. ¿Qué clase de batalla interna estaba afrontando esta persona? Llevándolo incluso a apoyarse en el texere.

 

De manera lenta, el miedo se fue desinflando del pecho de Bernard cuando escuchó el sonido de la espada resonar en el aire al caer sin más. Y el mundo, solo entonces, pareció volver a la normalidad; los árboles ya no formaban siluetas amenazantes, y el viento frío que antes había congelado sus extremidades hasta petrificarlo, ahora le devolvía la sensación de estar con vida.

 

Lo que antes lo hacía sentir en peligro ahora se desvanecía poco a poco, dejando algo más incierto en su lugar. Aunque no supo si era un alivio inmenso o algo más profundo que lo estaba inundando por dentro. 

 

 

Quizás, una extraña conexión que no esperó tener con alguien así...nunca

 

 

 

Chapter Text

La puerta fue cerrada con un "click" del pestillo, seguido de las llaves del mago para mantener más segura la casa. El hogar ahora parecía un refugio más acogedor que aquella oscuridad de la noche. El viento que azotaba las ventanas no podría entrar a este espacio seguro y reconfortante para ambos. 

Bernard decidió encender las velas de los pequeños faroles alrededor para que la luz de los focos no molestase a Blade, quien aún mantenía su malestar en todo su cuerpo y semblante pálido. 

El mayor se encaminó al sofá de la sala, con pasos lentos y cansados. Apenas el más bajo dejó de sostenerlo, se había alejado lo más que pudo y ahora, parecía que necesitaba su espacio para pensar. Bernard aceptó darle un respiro y así poder dejarle acomodarse y descansar un rato. Incluso si él mismo estaba algo intranquilo aún, mantuvo una expresión serena en todo momento.

 

—Yo...prepararé té...creo que una cena sería demasiado pesado ahora...—dijo, realmente no esperando una respuesta de parte de Blade. Solo desapareció por el pasillo hacia la cocina, dejando al cazador en la sala silenciosa.

 

—...

 

Blade se mantuvo sentado con una mano en su frente, mientras se apoyaba en su rodilla. Estaba intentando recordar todo lo sucedido en ese maldito bosque, intentando unir piezas. ¿Qué había ocurrido exactamente? él sabía muy bien que el mara consumió su mente por un momento...un momento por poco eterno y sofocante

 

Pero algo más lo había llevado a eso. Un sonido que pareció escuchar sólo él, un sonido que cuanto más le prestaba atención, más lo volvió un muñeco manipulable. Sus extremidades no parecían responder con nada, estaba seguro que el mara tomó la ventaja de aquello para salir a cazar por fin.

 

En ese momento en el que Blade no lograba controlarse a sí mismo, estaba consciente. Completamente consciente. De cómo su cuerpo había sido atado por algo invisible, de cómo el mara se regocijaba de emoción incalculable por ello. De cómo se fue acercando al mago con su espada desenvainada, o de...

 

 

De todo, completamente. 

 

 

Por supuesto, era común ver ilusiones para él en los momentos donde su maldición tomaba su lugar y nublaba su juicio. Todo lo que vio a su alrededor no eran más que vagos recuerdos, otra vez, de una vida que no recordaba haber tenido. Pero el odio, el asco, la repulsión y la venganza escalaron a un punto muy alto esta ronda, haciendo que le fuese imposible mantener a raya al monstruo dentro suyo. 

 

El sonido, la música horripilante que había entrado a su sistema no se detenía. La melodía era increíblemente espeluznante e hipnotizante. Sintió arder su interior, una fiebre abominable que le urgía por detener. Y por más ganas de gritar de desesperación que tuviese, no podía mover la boca. No tenía control de ninguna parte de su cuerpo, era una simple marioneta de algo o alguien más que el mara. 

 

Primero, fue obligado a ver retazos de un fastidioso fragmento, uno donde unas cinco personas irreconocibles estaban pacíficamente bebiendo juntos, festejando algo, sonriendo sin preocupaciones. Acto siguiente, ellos lo miraron. No podía ver sus ojos, pero estaba seguro que lo observaron fijamente hasta que comenzaron a deformarse y deformarse, separándose para mostrarle más recuerdos fragmentados, picozos, dolorosos y detestables

 

Una y otra vez, una y otra vez, como si la cinta de video fuese rebobinada a cada rato. Vio cómo la sangre asquerosa de un ser detestable fue completamente bebida por un hombre ingenuo. Un tipo que pensó que podría salvarse de alguna manera. Ah, gran error.

 

El hombre gritó, lloró y se lamentó por haber confiado en aquella figura dracónica que sonreía en la oscuridad. Todo lo que siguió después de eso fue puro dolor sofocante; nada podía detenerlo, nada podía salvarlo ahora. Estaba condenado para toda la eternidad. Y el odio comenzó a llenar sus entrañas, hasta que las maldiciones salieron de su boca una y otra vez. 

 

Blade no tardó en sentir un peso en su alma, de alguna manera, sabía quién era ese tonto e ingenuo humano de corta vida. El dolor de cabeza empezó a ser insoportable, ya no quería ver nada. No necesitaba ver ningún reflejo de esos vidrios rotos. Solo quería detener esa maldita canción y volver a sentir el control de su cuerpo. Como nunca antes había querido.

 

Imagenes tras imagenes eran disparadas hacia él. La melodía no se detenía, las ganas de vomitar y arrancarse los oídos de alguna manera, tampoco. Todo se veía deformado, todo estaba borroso; las voces distorsionadas retumbaban en su cerebro, cada vez más fuerte, cada vez más desgarradoras. Sintió la sangre caer por sus oídos, los latidos incesantes en su pecho, sus extremidades como si tuviese espinas clavándose lentamente en su piel. 

 

Le obligaron a ver más restos de recuerdos difusos. Una y otra vez vio la espada de esa mujer clavarse en lo que debía ser su propio reflejo. Era irrelevante que solo estuviese viendo aquello, él también lo sentía al mismo tiempo. Cada maldito segundo que pasaba, como si estuviera ahí. Otra maldita vez.

 

La mujer repetía una misma frase, haciéndole recordar el error de sus actos y su pecado cometido. Pero no importaba cuántas veces ella le apuñalase o le cortase profundamente, tampoco si él soltaba sangre y parecía que fuese su verdadero final...eso jamás ocurrió. 

 

Cientos y cientos de veces se volvió a regenerar, las cicatrices siquiera permanecían por tanto tiempo en su carne. Una y otra vez era lo mismo; él ingenuamente había esperado a que, en uno de esos intentos, por fin dejase de respirar de una vez por todas. 

 

Sintió ese deseo, ese anhelo otra vez carcomiendo su ser. Aquel que le sabía bien pero reconocía que sería imposible de alcanzar: Dejar de respirar, dejar de regenerarse, dejar de sufrir. Morir para siempre y no volver a ver a nadie. Nunca más.

 

Era un martirio, sentir tantas cosas y ver tantos fragmentos malditos uno tras otro. Este era el infierno. Este era su destino...

 

 

¿Realmente lo era? 

 

 

Por un momento, ver cómo acechaba a un joven que le provocaba una ira inmensa y un asco profundo que lo carcomía insanamente por dentro, le hizo sonreír maliciosamente. ¡Por fin lo tenía donde quería!¡Por fin le daría fin a su patética existencia! y si renacía otra vez, lo aniquilaría sin pensárselo dos veces. 

 

Pero, a través de la oscuridad, de las voces horripilantes, del dolor asfixiante, del odio profundo y del canto enfermizo que aún perduraba, pudo ver un atisbo de lo que pasaba en realidad en ese mismo momento: La ilusión de tener frente a él a un enemigo muy conocido y repulsivo de su presente, se fue disipando cuanto más prestaba atención a aquellos sollozos lamentables.

 

Nunca pensó que la mirada aterrorizada y llena de lágrimas de un humano común y corriente lograse remover algo dentro de él. ¿Por qué no se sentía bien? Ha visto miles de personas poner esa mirada antes, haciendo que él se sienta internamente eufórico por ser superior a los insignificantes seres que imploraban por sus patéticas vidas...seres que no podrían entenderle jamás.

 

¿Entonces por qué la imagen de ese mago le disgustó tanto?¿No era lo que realmente quiso ver desde el comienzo? Estaba seguro que así era...No lo entendía

 

Pudo ver en los ojos atemorizados del joven su propio reflejo, un reflejo que reconoció a la perfección y supo que el mara estaba emocionado por esto. Esa cosa quería que Blade viese cómo le daba fin a aquello que no comprendía, a este humano que no debería interferir en el control de sus habilidades. La maldición había usado un sucio truco para guiarlo hacia el mago, para manipular su cuerpo fácilmente y robarle su autonomía.

 

"Él es el problema. ¿Acaso no lo ves?" 

 

"Debe desaparecer. Debe morir."

 

"Si está cerca...Es molesto. Tan molesto que me repugna." 

 

No supo si él o aquella bestia estaba hablando, era tan frustrante no poder entender del todo lo que quería decir. Parecía que si intentaba dialogar con aquel monstruo, sería completamente en vano. Sabía muy profundo de él, que sus palabras rebotarían en el vacío de ese lúgubre lugar. Pero debía detenerse.

 

"No lo entiendo." 

 

"Detente. Él me sirve...necesito usarlo para volver. ¡Detente de una vez!" Era como gritarle a una bestia sorda y desquiciada, o quizás simplemente lo estaba ignorando adrede

 

"No puede interferir. No debe existir."

 

Su propia voz, claramente sedienta de sangre y un enojo inexplicable, era tan compleja y difícil de asimilar. Pero algo en él supo que esto estaba mal. Bernard era necesario para volver a su misión inicial. Debían reparar el espejo de una vez. 

 

"No...hagas nada. Él no es a quién estás buscando hacer desaparecer." Intentó persuadir a su propio él, incluso si había una probabilidad de que fuese en vano. No podía permitir que elimine al texere como si nada. Aunque jamás tuvo que lidiar con algo de esta magnitud, se estaba sintiendo desesperado.

 

La risa desenfrenada de su yo fuera de sí resonó en un eco profundo y distorsionado un largo rato antes de detenerse abruptamente y comenzar a susurrarle de manera insoportable en sus oídos. 

 

"¿Por qué luchas?... Deberías callarte y dejarte utilizar... después de todo, eres solo un arma. Estás vacío."

 

"¡Cállate!" ordenó, pero era inútil. No había escapatoria del mara, jamás lo habría. Sabía que lo que decía era cierto, pero no poder siquiera controlarse le estaba pesando más de lo que podría imaginar. Blade intentó mantener lo poco de cordura que tenía en él, luchando para que no se esfumase en la niebla negra y tóxica de su mente. 

 

"Tiene que desaparecer. Es exasperante." 

 

No tardó en sentir otra vez las espinas enroscarse en sus extremidades, haciendo que le sea más y más difícil pensar en una manera de ganar el control contra esa bestia. Su visión se volvió cada vez más opaca, sabía que estaba a punto de perder.

 

"Es insignificante, débil y frágil como cualquier corta-vida. ¿Por qué lo quieres salvar? Está en mi camino."

 

 

"Entonces sabes muy bien a quién estás cazando...¿eh?" Sonrió con ironía. Estaba claro que el mara sabía a la perfección a quién iba a cortar esta vez. 

 

 

Sí, esa cosa tenía razón, Bernard era todo eso y era un erudito muy molesto, insoportable también. Pero no estaba en sus planes matarlo, aún lo necesitaba con vida. Era parte del trato. Debía detenerse, esto no podía continuar. 

 

 

"ELIMINARLO ES LO MEJOR." 

 

 

Sintió su cuerpo moverse: alzó la espada imbuida en mara con un aura mucho más siniestra que otras veces. Era cierto, a él nunca le importó terminar con la vida de la gente, si era una misión desaparecería a quien fuese. Órdenes eran órdenes. Estaba manchado para toda la eternidad y ni siquiera recordaba a sus víctimas. 

 

Pero esta no era una misión, no era más que una persona inocente temblando de miedo y aceptando ser comido por una bestia horrible. 

Blade apretó sus dientes, por más que le costaba asimilar sus propios sentimientos y pensamientos entreverados ¿Cómo podría detenerse?¿Cómo podría salvar a Bernard?¿Qué debía hacer exactamente? 

 

Pero algo se le ocurrió, algo que realmente no quería decir en voz alta jamás. Aquello lo sabía bien, lo supo porque notó en su propio ser despedazado que así era. Debía aceptarlo muy a su pesar y hacerle ver a sí mismo la verdad detrás de esa sed inexplicable y extraña que lo inundaba. 

 

"...Quieres destruirlo y sin embargo lo quieres poseer...Te aferras a él y no quieres soltarlo. ¿Me equivoco?" 

 

La espada se detuvo a mitad de camino, la bestia dudó por un momento. Ni un gruñido emitió, ni dijo nada más. Una corazonada hizo que Blade pudiese ver más claro ahora. Las espinas soltándolo con lentitud. El castaño estaba ahí, contra el árbol marcado, con sus ojos fuertemente cerrados, temblando y esperando el corte que terminaría con su vida. ¿Eso es todo?  "¿Dónde quedó el tonto mago temerario e ingenuo que ayuda sin pensar?..." La incomodidad y la irritación de alguna manera lograron hacer que su cuerpo lentamente le responda otra vez.

 

 

Ignoró el hecho de que el mara poco a poco fue haciéndose a un lado, dejándole en paz por el momento. La canción se había detenido hace ya un tiempo y el peso de su cansancio lo golpeó de repente. Ya no pudo sostener más la espada en alto, tampoco pudo alejarse de Bernard, como para que deje de llorar en silencio. El sollozo lastimero le hizo fruncir el ceño. 

 

No supo por qué optó por apoyar su frente en el hombro ajeno. Tampoco tenía las fuerzas para regañar al más joven, o siquiera mirarlo mal para que se calle. Pero aquella cercanía era tan reconfortante, que solo se mantuvo así por un largo rato. El olor a flores que tenía Bernard fue suficiente para tranquilizarlo y hacerle cerrar los ojos, estaba exhausto por haber estado en ese infierno mental. 

 

"Idiota...deberías haber...huído..." murmuró por lo bajo, pero probablemente el texere no pudo entenderle. Tampoco le importaba. Era mejor así. 

 

 

 

El sonido de los pasos acercándose a él lo hizo volver al presente. Aunque se dio cuenta que Bernard había rodeado bastante el sofá, como si no fuese nada evidente su intento de mantener una distancia prudente de Blade. 

 

Levantó la mirada hacia el joven que le estaba dejando la taza sobre la pequeña mesa del medio. Su ceño se frunció ligeramente al notar el temblor leve de la mano del mago, cuando este empujó suavemente la taza de porcelana hacia él. Blade movió sus ojos rojos hacia arriba, buscando los de Bernard, pero enseguida el texere apartó la vista indiscretamente. 

 

El mayor hizo lo mismo, no entendiendo por qué se estaba molestando por ello. Era claro que el mago lo estaba evitando por completo. Pudo escuchar, sin embargo, que Bernard se sentó en el sofá individual que estaba al costado. Lo oyó soplar un poco la taza humeante y luego dio un sorbo pequeño. Blade estaba seguro de que se quemó otra vez, pero no dijo nada. 

 

El silencio reinó por un momento en la habitación, dejando que solo se escuche el silbido del viento helado del exterior. Pero cuando el peliazul decidió tomar la taza por fin, Bernard habló por primera vez desde que habían salido del bosque.

 

—...¿Te encuentras...algo mejor, Blade?—Sin embargo, aún si el mayor lo miró directamente, el joven solo estaba posando sus ojos en su propia taza. Los dedos temblorosos acariciaban lentamente el material varias veces, como para calmar su ansiedad palpable. 

 

El hombre de mirada apagada simplemente entrecerró los ojos, viendo los sutiles movimientos nerviosos del mago. Sintiendo algo en su interior que lo estaba incomodando cada vez que los segundos pasaban. Y no era exactamente por la pregunta de Bernard. 

 

—Hm...—musitó, pero luego de un momento supo que debía decir algo más claro.—Estoy perfectamente bien...—aunque la verdad era que se sentía demasiado exhausto y molesto. 

 

—¡E-Eso es muy bueno!—Bernard intentó sonar normalmente, pero era demasiado obvio que se encontraba incómodo. Bajó su taza en la mesa y luego se dedicó a mirar la ventana, como si fuese más interesante eso que mirar a los ojos a Blade. 

 

Aquellas pequeñas acciones de parte de Bernard comenzaban a hacerle hervir la sangre por algún extraño motivo. Que evite mirarlo a los ojos, que rodee deliberadamente el sofá o que su voz suene algo rota, eran cosas que podría haber agradecido desde que llegó a este mundo. Hubiese preferido ese comportamiento de parte del chico mucho antes...pero ahora, no entendía por qué le estaba irritando de sobremanera. 

 

Claro, parte de él sabía perfectamente que el mago estaba en su derecho de temerle ahora más que antes. Todavía podía recordar su expresión allá afuera, ¿cómo no podría estar traumatizado después de haberlo visto de esa forma a él? pero entonces, ¿por qué sentía tantas ganas de romper algo ahora mismo? Se sentía tan molesto, que no era nada lógico. 

 

¿Por qué quería que Bernard le hablase como siempre? Esto era mejor. De esta manera debían ser las cosas desde el inicio, ¿por qué le importa?. Estaba bien, podía aceptar este giro. Quizás lo que ocurrió en el bosque fue lo mejor para ambos. 

 

Aún así frunció su entrecejo otra vez. No, no había manera de que eso estuviera bien. Pero no había forma de revertir el daño causado, ¿cierto? lo lógico era que alguien asustado, huya despavorido. No podía hacer nada, esto estaba fuera de su control. Y el dolor de cabeza ya le estaba pinchando en la cien. ¿Por qué necesitaba que este tipo lo mire a los ojos siquiera? parecía que algo en su interior iba a romperse en cualquier momento. No lo estaba soportando.

 

 

...¿Sabes, Blade?—la voz de Bernard llegó a sus oídos como un suave susurro— Allá afuera vi... algo muy aterrador...—la mirada del joven aún se mantuvo en la ventana.

 

Blade se mantuvo en silencio, esperando de alguna manera que Bernard siga hablando. Su intranquilidad quizás se disiparía con escucharlo, o eso quería creer. Su mente dejó de darle vueltas a lo que no comprendía, y se dedicó a oír con atención.

 

—Vi mi pasado...algo que no he hablado particularmente con alguien en todos estos años... Aunque, los vecinos más cercanos saben parte de la historia.

 

Bernard aún intentaba hablar con naturalidad, pero su mano jugando con la tela de su manga lo delataba. Estaba haciendo todo lo posible para contar aquel recuerdo que parecía atormentarlo. El mayor, por otra parte, recordó lo que escuchó del vecino que se habían cruzado ese mismo día. Así mismo recordó la mirada apagada del mago al sonreír falsamente, para disimular su incomodidad latente.

 

—Cuando era niño solía irme solo de aventuras...Aunque siempre fue cerca de casa y lejos de los territorios peligrosos...—suspiró lentamente—...pero un día, había escuchado que una flor hermosa podría curar cualquier enfermedad...—sonrió amargamente al recordar aquello—Mamá estaba enferma, así que quise ayudarla en secreto...es por eso que me fui sin avisarles. Ni a ella ni a mi padre.

 

El texere hizo una pausa bastante larga, su respiración se había acelerado más y estaba haciendo un gran esfuerzo para no quebrarse en su explicación. Tomando un poco de aire, prosiguió con lentitud. Aunque parecía que con cada palabra que soltaba, podría llorar en cualquier instante.

 

—Cuando llegué a la cueva donde se hallaba la flor mágica, pensé que lo había logrado...en serio que lo creí.—su voz tembló ante el recuerdo que aún permanecía vívido en su memoria—Pero en eso, la flor comenzó a hacer...un ruido horrible...muy horrible—frunció el ceño— Y eso fue suficiente para despertar al monstruo...

 

—Un monstruo...—observó desde su lugar, cómo Bernard parecía encogerse cada vez más, como si algo lo estuviese sofocando cuanto más continuaba. Su respiración se notaba algo agitada y le costaba inhalar o exhalar con normalidad, tal como si llevase una carga en su espalda, en su alma, imposible de dejar ir.

 

—Sí...era un monstruo gigante y putrefacto...N-No recuerdo bien su anatomía ni mucho menos su taxonomía, o demás datos, todo es tan confuso...—se masajeó por un momento una de sus manos—Me estuvo buscando ciegamente por toda la cueva...Y yo había llegado casi a la salida, con mucha suerte.—observó su mano temblorosa—Pero cuando vi a mi madre fuera de la cueva y corrí hacia ella...fue como si olvidase que detrás mío estaba esa cosa acechándome...—cerró sus ojos, muy a su pesar—Tener tanta inteligencia a mi corta edad...no sirvió de nada. Esa es la verdad...

 

Los cuadros que estaban en el fondo, ahora tenían más sentido. Un niño con un don para triunfar en el estudio, unos padres orgullosos que lo amaban. Pero un infante era un infante, por más inteligencia que tuviese para la magia, o para recordar datos y datos, ¿no era obvio que correría hacia su madre si estaba asustado? pero Bernard parecía no ver aquello.  

 

—Esa noche mis padres me protegieron, con una barrera...pero ellos no sobrevivieron. Incluso el monstruo dejó de respirar...—su voz, que al comienzo intentó ser firme a través del miedo a recordar, en este punto era como si cada palabra estuviese desgarrándolo por dentro. Temblando con cada pronunciación. Nada pasó desapercibido por el hombre que lo observaba en silencio.

 

Pero en eso, el castaño miró por fin a Blade, una muestra de que estaba confiando en él a pesar de tener algo de miedo en su cuerpo y alma, ahora vulnerables. Sus ojos color ámbar tenían poco brillo, algo inusual para alguien tan vivo como él.

 

Surcó levemente las cejas hacia arriba, con una sonrisa triste en sus labios— ¿No crees que fue mi culpa?...Fue mi culpa, ¿cierto?. Si no hubiese salido de casa ese día...ellos no hubiesen...

 

Blade pudo entender que detrás de aquella máscara, de aquella sonrisa amable que le daba a los vecinos o a cualquiera que necesitase ayuda, incluso detrás de esos dotes en el estudio que le dieron premios por varios años (premios vacíos y olvidados), había un joven roto y solitario, que se culpaba profundamente por un accidente lamentable. 

 

—...

 

Pero no podía decirle nada, ninguna palabra salía de su boca. Solo podía quedarse ahí, callado, mientras el mago volvía a apartar la mirada una vez más. Era irritante. Esa debilidad que emanaba este pobre conejo herido, le estaba perturbando más de la cuenta. Y lo que era más exasperante aún para Blade, era que el joven, no importando su vulnerabilidad y sus ganas de romper en llanto, siguió hablando. Como si se negara a detenerse a pesar de estar tan demacrado y adolorido en todo su ser.

 

—En el bosque...Tuve mucho miedo.—se sinceró aún más, mirando hacia abajo, conteniéndose el doble esta vez— P-Porque no te vi...Blade. No te vi ahí afuera. Después de que la ilusión se desvaneció, el hombre que estaba por matarme...No eras tú, ¿cierto?...

 

El cuerpo levemente encorvado hacia adelante de Bernard en ese sofá, tiritando a pesar de que el ambiente de la casa era cálido, y a punto de caerse a pedazos por sí solo, de alguna manera despertó algo dentro del mayor que no supo explicar ni pudo comprender. Pero, reacio a caer en ello, habló de una vez. Frío y sin vacilar en sus palabras.

 

—En el bosque escuché una melodía molesta...—soltó—Parecía un canto fúnebre... probablemente fue lo que me hizo perder el control. Eso creo.—Sin que Bernard lo sepa, el hombre evitó dar más detalles de lo que vio en su propia ilusión o siquiera sobre el mara. 

 

Una...¿melodía fúnebre?—limpiándose una lágrima tímida disimuladamente, se volvió hacia él. Su mirada indicaba que sabía algo más—Eso...suena a una leyenda de por aquí...

 

Bernard se colocó de nuevo los lentes, carraspeó un poco y volvió a ponerse en su modo de erudito, manteniendo su tono levemente más bajo—Según la leyenda, dicen que muy pocas personas pudieron escuchar una canción como esa y salir vivos de aquello..."La insoportable melodía les llevaba al acantilado más cercano, terminando con sus vidas después de un último vals con sus propias sombras"...eso decía.—Bernard seguía buscando en su memoria más información.

 

—Usualmente... en los bosques cercanos a los territorios de las banshees, todavía se pueden escuchar sus cantos melancólicos. Pero no se iguala al "canto de la muerte" del que habla la historia...—pensó un momento—...aunque yo pude ver una ilusión, no he escuchado nada...más que sentir una incomodidad y algo extraño en el cuerpo...

 

Estaba claro que el canto de las banshees había hecho que el mara se descontrolase mucho más, manteniéndolo preso en las ilusiones tan reales y crudas. Blade había sospechado que algo más lo estuvo controlando, y parece que así fue. No era una leyenda, era algo real. Y si no tenía cuidado, aquello podría repetirse quién sabe cuántas veces. 

 

"No. Eso no debe volver a ocurrir..." el hombre miró vagamente el vidrio empañado de la ventana, buscando alguna solución para lo que estaba fuera de su control. Comprendió que, en este mundo la energía o el maná reinaba inigualablemente, y eso podría explicar su estado actual con respecto al mara. También, si él mismo podría descontrolarse por un simple canto, se trataba de una señal de peligro. "Esas banshees...por ahora será mejor que las evite." 

 

—Sería bueno si evitásemos cruzarnos con las banshees...—habló el texere, tomando luego lo que quedaba de su té—...Puedo soportar ver otra vez esas... ilusiones o recuerdos míos. Pero no me gustaría que tú pases por ese momento otra vez...

 

Blade no dijo nada, solo tomó su propia bebida mientras observaba sutilmente a Bernard. El joven parecía menos ansioso ahora y, de alguna manera, eso le tranquilizó solo un poco. Le costó aceptar que no podía soportar verlo tenso y distante. Aunque no entendió el por qué detrás de eso, tampoco sintió incomodidad por aquel deseo sincero del mago.

 

Lo único que no podía quitar de su cabeza ahora, y que realmente le urgía de alguna manera, era que necesitaba sentir el maná de Bernard otra vez, para estar seguro de algo, nada más y nada menos...pero, ¿cómo podría sugerir aquello?. Se estaba inquietando de nuevo. Sobretodo por el silencio incómodo que se formó en la sala.

Pero algo se le ocurrió vagamente en el momento, debía intentarlo aunque sea una vez. 

 

—...Tch

 

—¿Q-Qué sucede?¿Te duele algo?...—el ojimiel lo miró rápidamente, dejando su taza en la mesa nuevamente. 

 

—No es nada. Solo... sentí algo en mi brazo.—frunció el ceño, mostrando su molestia para ser más creíble. 

 

—¿Eso es así?...Desde aquí no veo sangre.

 

"Acércate, idiota." Blade internamente estaba algo desesperado, pero no supo si fue él el que dijo eso o fue obra del mara que sintió removerse en su pecho. Tenía muchas ganas de estirar su mano y obligar al mago a que lo revise, pero ¿por qué estaba pensando siquiera en ello?¿era él o era el mara? Algo estaba mal.

 

—Quizás solo es algo muscular, el té te hará bien! Tiene hierbas medicinales.—Bernard sonrió un poco, disimulando sus nulas intenciones de acercarse siquiera un centímetro más al mayor. Disimulando mal, para colmo.

 

Ante aquella respuesta, Blade se frustró e irritó mucho más que antes. Bernard no pretendía arrimarse a observar su supuesta herida, seguramente porque seguía asustado. Lo sabía, era obvio. El peliazul miró hacia otro lado, enojado por algún motivo que desconocía completamente. Eso era todo, no tenía ganas de lidiar con esto ahora. 

 

—Como digas. Me iré a dormir.—y sin más, se levantó del sofá para encaminarse al cuarto. Tenía pensado por un momento dejarle la cama a Bernard, pero ahora no lo haría. "Que duerma en el sofá, no me importa." 

 

Ah...E-Está bien. Descansa, Blade—escuchó a Bernard y sus propios pasos se detuvieron antes de desaparecer por el pasillo. 

 

—...Respecto a tu pregunta de antes.—algo estaba anclado en su garganta, negándose a ser soltado. Sabía que no era su problema lo que sea que el mago sienta, el dolor ajeno no le importaba en lo más mínimo. Pero de alguna manera, se sintió obligado a hacerlo.

 

—¿Mm?...—ante la expectante y confusa mirada clavada en su espalda, se atajó un momento antes de soltar al aire aquello que necesitaba quitarse de encima de una vez por todas.

 

—No fue tu culpa, mago tonto.—soltando aquello último tan bruscamente como pudo, se fue sin decir más. Evitando así que una nueva conversación o silencio incómodo aparezca. No lo iba a soportar. Sus pisadas se alejaron por el pasillo, hasta que el texere escuchó la puerta del cuarto cerrarse a lo lejos. 

 

Bernard, ensimismado con lo que oyó, se quedó quieto en su lugar, parpadeando sorprendido en aquel viejo sofá. Y, cuando cayó por fin, comenzó a guardar aquellas palabras en su corazón con prisa. Así, ante la cálida soledad y aquellas palabras de consuelo que aún resonaban en su mente, las lágrimas no tardaron en caer por sus mejillas. Incluso tuvo que volver a quitarse los lentes debido a ellas.

De alguna manera, se sintió más liviano. Como si el peso que cargó solo todo este tiempo estuviese siendo compartido con alguien más. Él lo sabía. Sabía que su dolor seguiría estando como una cicatriz que nunca se borraría, pero ahora, sentía un poco más de alivio en su alma. 

Y así, solo una pequeña flor que adornaba la mesa, pudo ser testigo de una sonrisa sincera que iluminó la sala en penumbras. Ya estaba bien, la máscara no era necesaria. 

 

 

Chapter Text

La mañana por fin había llegado. Las aves cantaban fuera, aún con ese cielo grisáceo. Bernard frunció su ceño antes de abrir sus párpados, esperando que el sol no molestase su vista. Aunque, cuando se vio envuelto en aquella mañana gris, se dió cuenta que la luz solar quizás no aparecería por un largo rato. 

 

Se sentó lentamente en el sofá, estirándose un poco antes de levantarse por completo. Parpadeó antes de ponerse los lentes que estaban en la mesa frente a él. 

 

Mm...—estuvo un momento incorporándose, antes de levantarse por completo. "Tengo que regar las plantas primero..." pensó, mientras se colocaba las pantuflas color beige. Luego, se encaminó a pasos lentos al baño. Lo primero y principal era bañarse y cambiarse la ropa de dormir, por supuesto. 

 

Entró sin más, cerrando detrás suyo con traba. Era una costumbre que tenía incorporado, incluso si no había nadie con él en la casa. 

Comenzó a buscar la ropa que usaría en el día, ya que por suerte tenía un pequeño armario ahí. Cuando tuvo que prestarle su habitación a Blade, había dejado algunas ropas suyas en este para no tener que molestar al mayor luego. Además, pensó, sería vergonzoso entrar siempre a buscar ropa y podría terminar viendo a su invitado como la otra vez.

 

"Hm...supongo que usaré estas..." murmuró para sí mismo, sacando la ropa y cerrando el armario. Ignorando el recuerdo de haber visto a Blade quitarse la camisa de dormir. Lo siguiente que hizo, fue dejar las ropas cerca de la bañera. Después de lo que había ocurrido el día anterior, un baño refrescante le vendría bien. 

 

Suspiró profundamente antes de abrir el grifo para llenar la tina con agua tibia y, seguidamente, comenzó a quitarse el pijama. Su mente, aún acostumbrándose y despertando, empezó a dirigir su atención a temas que eran importantes ahora.

 

Por supuesto, no dejaría de lado su rutina matutina. Sus pensamientos podrían seguir cualquier tema interesante pero al mismo tiempo haría sus tareas del día. Tenía tiempo para bañarse, regar las plantas, limpiar un poco la casa...y luego, haría el desayuno. 

 

"Blade no se despertará aún..." de solo pensar en el hombre que dormía en su cuarto, recordó todo lo que vivió la noche anterior. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, haciendo que se hunda más en la bañera. No quería realmente pensar en lo sucedido. 

 

"Aunque él...me dijo eso al final." 

 

Pensó en las palabras del mayor, las mismas que le hicieron sentir más liviano y tranquilo. Gracias a ellas pudo descansar sin tener pesadillas esta vez. No era un mal tipo, simplemente tenía una personalidad...compleja. 

 

Si bien Bernard siempre había ayudado a quien podía, esta vez le había tocado una persona complicada. Un hombre misterioso que había venido de otro mundo, o de otra galaxia, que no confiaba en nadie ni hablaba más de lo que creía necesario. Alguien tan frío como la nieve de la montaña en invierno, con una personalidad tormentosa y casi nula presencia, como si fuese un muerto en vida. 

 

Pero aún con todo eso, este mago decidió seguir adelante, su deseo honesto era poder ayudarlo a regresar. Quizás tenía una misión importante que continuar, quizás a alguien importante del otro lado. Bernard no lo sabía con exactitud. Pero ya que Blade había aparecido en su casa, se sentía un poco responsable por ello.

 

"Todo es tan increíble..." pensó, aunque no con su energía usual. Haber visto aquel lado descontrolado de Blade, sin duda había sido impresionante. Se había asustado, había visto a la muerte en los ojos rojos vacíos de una bestia hambrienta. Sí, era mucho más ilógico quedarse cerca de ese hombre peligroso. 

 

Aunque sentía que había algo más allá de "solo un control mental" que las banshees lograron con Blade. 

 

No era una coincidencia, lo había visto en la Gran Biblioteca inclusive. El mayor parecía haber visto algo que no estaba ahí. Algo que lo hizo desenvainar su espada en frente de la gente. Algo muy peligroso

 

—Además de eso...parece que siempre está luchando con algo...me pregunto con qué...—se colocó las pantuflas nuevamente; Se había puesto su ropa limpia mientras pensaba detenidamente en cada cosa relacionada a Blade. Así, ya alistado, abrió la puerta del baño y salió sin más.

 

Lo siguiente, era darles agua a sus plantas que se encontraban adornando el interior de la casa. No tardó mucho preparando la regadera para esa tarea. 

 

"Tampoco creo que me haya mentido anoche..." nuevamente comenzó a pensar para sí mismo. Recordando que el mayor le contó sobre una melodía extraña que escuchó. Todo cuadraba con la leyenda del Canto de la muerte de las Banshees. Eso era cierto. 

 

Simplemente, temía que él estaba evitando hablar sobre más cosas. 

 

Bernard, con lo poco que había analizado a Blade, sabía que el hombre no le diría nada sobre sí mismo. Lo entendía, en serio que lo hacía. Él mismo había mantenido su culpa y recuerdos para sí, en todos estos años. 

 

"Pero... se sintió bien compartir aquello con alguien." Sus ojos se fijaron en las flores que estaba regando, para luego acariciar levemente una de sus hojas. Sintió la energía de aquella flor y sonrió cálidamente, como si hubiesen intercambiado unas palabras.

 

Luego, siguió regando otras más. 

 

Lo que eran apenas dos días desde que Blade había llegado a Orbis, parecía haber sido una semana entera. Sentía que el tiempo iba más lento en comparación a antes de su llegada, cuando simplemente hacía sus rutinas diarias, salía a comprar o dar un paseo, leer libros (o releerlos). En esos momentos, siempre todo iba más rápido. Se metía tanto en sus quehaceres que olvidaba el tiempo y pronto debía hacerse la cena para seguidamente dormir. 

 

Repetiría eso todos los días sin falta. Una vez y otra vez. 

 

Pero desde que llegó ese hombre misterioso, todo parecía diferente. Iba lento y tranquilo. No era algo que él odiase realmente. Sentía que tenía algo más interesante que hacer, que ver o que entender...

 

"Incluso si...este día en la noche se transformará en el tercer día desde su llegada...es como si ya lo conociese de alguna manera." Pensó detenidamente. Guardó la regadera en su lugar y luego suspiró. 

 

—Eso es definitivamente imposible, ¿Verdad? Improbable también... Pero es...—miró su propia mano.—Raro y curioso

 

La visita inesperada de Blade le había sacado de su hermética rutina diaria, eso era claro. Y de alguna manera, se sintió muy alegre por ello. Sin embargo, no sabía aún por qué sentía 'algo' acerca de aquello. Era una sensación como cuando leía un libro nuevo y atrapante. Un libro que leería de corrido y lo mantendría inmerso hasta que lo termine en poco tiempo. 

 

Bernard quería ayudar a esa persona, pero sus ansias por conocerlo más también estaban ahí. La curiosidad escalando por su cuerpo hasta llegar a su mente y plantarse ahí como usualmente lo hacía, era suficiente para seguir intentando acercarse . 

 

"Pero...¿Cómo lo haré?" comenzó a preparar el desayuno por fin, sus ojos fijos en su propia actividad. "Dije eso aunque...¿Cómo me acercaré? sigo sintiendo algo de rechazo..." hizo una mueca de incomodidad. Sabía que Blade estaba estable ahora, pero de sólo pensar en cómo le vería a la cara hoy le puso nervioso. 

 

Tendría que actuar como siempre, pero estaba seguro de que las cosas le saldrían mal. Sus manos estaban temblando sutilmente y tampoco tenía pensado mirar a los ojos al otro. Se sintió mal por eso. No quería hacerlo enojar, o ponerlo incómodo. Después de todo, anoche demostró un poco de humanidad, ¿no es cierto? 

 

 

"Cómo...¿Cómo puedo borrarme esta inquietud?" sintió un malestar creciendo en su interior. Su mente comenzó a dar vueltas y vueltas en buscar formas de encarar a Blade sin mostrarse nervioso. Miró los panqueques que estaba cocinando, el olor familiar le tranquilizó un poco. 

 

—No pasa nada, Bernard...Todo estará bien.—se dijo a sí mismo, intentando hacer un par de respiraciones para calmar su ansiedad creciente. 

 

Hasta que sintió una presencia acercándose. Ni siquiera hacía ruido, simplemente era como un ente silencioso. En ese momento, tuvo que tragar saliva y seguir con lo suyo. Fingiría que no sabía que Blade estaba ahí. 

 

Así, al rato que dejó los panqueques en dos platos separados, decidió darse la vuelta para llevarlos a la mesa. 

 

—¡Ah! Buenos días, Blade—dijo, sonriendo lo mejor que pudo. Hechó un vistazo al mayor, estaba algo desaliñado. Su cabello estaba suelto y revuelto, no parecía rampoco tener ganas de desayunar. Pero aún así se sentó en la silla sin siquiera corresponder el saludo. 

 

Blade observó cómo Bernard intentaba actuar con normalidad mientras le saludaba y dejaba frente a él el plato de panqueques. Podía sentir la tensión en el aire, algo que le irritaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. No dijo nada mientras veía que el mago se movía por la cocina, pero supo que algo andaba mal. 

 

"¿Por qué demonios sigue evitándome?" pensó, molesto por la obvia intención de Bernard en evitar hacer contacto visual. Otra vez. Apenas levantarse y ser recibido por el texere de esa manera, le estaba molestando más que si el joven se la pasaba preguntado cosas que no respondería. ¿Por qué? él prefiere despertar y no escuchar a nadie, pero desde anoche comenzó a sentirse inquieto por este tipo. 

 

—Tch...

 

Ante ese sonido, a Bernard casi se le cae la taza que estaba pasándole al mayor. Blade vio eso y frunció el ceño. "Es exasperante! ¿Porque siquiera haces el desayuno?" se mordió la lengua para no soltar esas palabras. No, no debía empeorar las cosas aún más. Suspiró lentamente por lo bajo, algo que ni siquiera se notó. 

 

—En vez de desayunar, deberíamos abrir ese libro que encontraste.—Blade observó cómo el joven se sentaba luego de haber buscado su propia taza con té. 

 

—El desayuno es esencial—Bernard volvió a sonreír sutilmente. El peliazul miró su propia taza, no queriendo verlo; esa sonrisa le molestó más. ¿Por qué estaba obligándose a sonreír? 

 

—Ahora que tenemos ese maldito libro, deberías apurarte y leerlo. Solo de esa forma podré marcharme de una vez por todas.

 

Sus palabras fueron bruscas, pero mezcladas con una leve desesperación. Sí, quizás quería volver rápido para seguir su misión, pero lo que más quería ahora mismo era deshacerse de ese extraño y molesto sentimiento cuando veía a Bernard. 

 

Por otro lado, debía mantener sus manos quietas. El mara estaba molesto y desesperado en su interior. En la noche incluso se le había complicado dormir. Sobretodo por haber lanzado esas palabras de consuelo a Bernard. 

 

Pero el mara, esa maldita cosa no paraba de clavar preguntas y frases en su mente. Estaba enojado, no había podido hacer que Bernard se acerque a él y eso fue lo que lo inquietó más. Blade obviamente no estaba soportando ni al mara ni a su propios sentimientos entreverados. 

 

Jamás le importó nada ni nadie, no en esta vida llena de sufrimiento y dolor. Nadie podría entender su peso lamentable y eso estaba bien, él no necesitaba a nadie. Pero entonces, ¿qué era esto? sentimientos complejos, que no entendía y no quería realmente entender, le estaban martillando una y otra vez en su cuerpo y mente. 

 

Y lo que era peor, el mago era un humano común. Por supuesto que iba a estar asustado o inseguro cerca suyo. Pero, ¿no estaba bien todo ahora? no iba a atacarlo, no iba a hacerle nada. Entonces, ¿cuándo regresaría ese tonto mago preguntón? y esa sonrisa forzada era mil veces más molesta que el joven contándole sobre la vida silvestre de los animales de Orbis. 

 

 

O acaso...¿Lo estaba evitando a propósito

 

 

No, eso no podía ser posible. Bernard simplemente era sensible como muchos otros humanos. ¿Qué mérito tendría con evitarlo adrede? Ni siquiera era capaz de hacerlo. Seguramente estaba asustado todavía y eso era todo. 

 

—Por cierto...sobre el libro...

 

Blade levantó la mirada mientras bajaba su taza. Bernard estaba jugando con sus dedos lentamente. Luego, evitando ver al otro a los ojos, siguió hablando.

 

No se abre...

 

—¿No se abre? Sé más específico, mago.—su taza llegó a tocar la mesa, emitiendo un ruido audible. Fue suerte que no se rompió. 

 

—Anoche intenté echarle un vistazo... pero no se abrió.—notablemente nervioso, tomó aire para continuar—S-Sospecho que se debe utilizar un hechizo específico para ello... 

 

—¿Y cómo es que no lo sabes?...Un erudito con honores como tú, debería de saberlo.

 

Las palabras de Blade de alguna manera empujaron a Bernard a apretar sus puños debajo de la mesa, por lo que el cazador no lo vio realmente. Sin embargo, la expresión del mago se mantuvo con una ligera sonrisa.

 

—Efectivamente, Blade...Soy un erudito con honores y tengo mayor capacidad de retener información en mi mente...—su voz algo apagada, llamó la atención del mayor— Pero me temo que los hechizos para abrir un libro como ese, escapan de mi biblioteca de datos mental. Ya que jamás los necesité y este libro es bastante antiguo...

 

—Hm...¿Entonces?¿Cuál es tu plan?—miró fijamente al joven, observándolo con detenimiento. Algo estaba raro en él. Pero pronto el mago sonrió como siempre y habló de nuevo.

 

—¡Me gustaría que me ayudes a buscar un libro de hechizos que está en mí biblioteca personal!

 

Blade se quedó un momento recalculando aquella petición de Bernard. Luego, simplemente hizo una mueca de disgusto mientras se decidió a hablar firmemente.

 

—Me niego. 

 

—¿Eh?...P-Pero si me ayudas a buscar ese libro, podremos abrir más rápido el otro! ¿No es mejor que cooperemos?

 

—Ya tuve suficiente con los libros y las bibliotecas...Búscalo tú solo, mago.

 

El mayor miró hacia la expresión de Bernard, notando que por fin lo estaba viendo a los ojos. Pero de alguna manera, le pareció extraña su mirada. Sintió un ligero cambio del ambiente pero, cuando quiso ignorarlo y volver a su propio desayuno, Bernard se levantó de su asiento.

 

—En ese caso me tardaré lo que tenga que tardar...—tomó su propio plato con los panqueques y su taza, antes de comenzar a caminar hacia la salida de la cocina.—Como no me ayudarás, supongo que estarás bien con tardar más en volver a tu misión en ese mundo, ¿no? 

 

Pero, por más que el texere dejó esa corta pregunta al aire, no se quedó para escuchar la respuesta de un confuso Blade. Este solo vio, descolocado, cómo el joven desaparecía por la puerta y luego por el pasillo. El hombre se quedó unos cuantos segundos quieto en su lugar, ¿qué había ocurrido ahora?. 

 

No solo Bernard lo había evitado de alguna manera desde que él había entrado a la cocina, y le había dado esas sonrisas incómodas, sino que ahora se atrevió a levantarse de la mesa e irse como si nada. Y eso no era todo...

 

 

"¿Qué fue lo que dijo?..." 

 

 

Repitió en su mente aquellas últimas palabras que soltó el mago, ¿cómo sabía sobre la misión?¿estaba solo concluyendo eso por su cuenta? Blade dejó a un lado su desayuno, ahora tenía algo más importante que hacer en vez de comer. 

 

 

"Ese tipo...¿sabrá más?" 

 

 

Blade jamás había soltado una palabra sobre su propia misión, por más que Bernard se la pasara intentando indirectamente que hable, él no lo hizo nunca. No le incumbe nada, no necesita saberlo...

 

Pero ahora, la duda estaba escalando por su cuerpo. ¿Y si ese mago sabía más de lo que creía? después de todo, Blade no conocía nada de Orbis ni a su gente y había posibilidad de que el texere fuese alguien con un poder oculto. ¿Y toda esa faceta que vio de él la noche pasada?...

 

 

"...Un buen actor." 

 

 

 

Ante ese pensamiento, frunció el ceño. No era posible que así fuese, ¿cierto? si así fuera, Bernard hubiese jugado a su antojo con él y le vio la cara de estúpido como si nada. De pensar solo en eso, comenzó a sentir molestia. Pero no podría simplemente quedarse así como si nada mientras ese mago se reía a sus espaldas. 

 

Debía ir y hacerlo hablar. Y, daba la casualidad que Blade era bueno en eso. El joven descarado estaba ocultando algo, eso era seguro. Aún así, fijo sus ojos en el asiento vacío y pensó "¿Por qué debería siquiera importarme lo que él piense?" 

 

Sí, quizás solo debía dejarlo en paz, quizás solo deberían mantenerse alejados. Tanto para que Bernard se calme de una vez y para él mismo, que no necesitaba ir detrás de nadie. La paz y tranquilidad era lo mejor en éstos casos. 

 

Estaba decidido, hasta que el lento goteo del grifo llegó a sus oídos, sumado a el tic tac de las agujas del reloj analógico de la pared. Intentó concentrarse en su té y dejar de escuchar esos sonidos que, de alguna manera, le estaban colmando la paciencia. Y en eso, se dio cuenta que su pierna se estaba moviendo ansiosamente. Se detuvo en seco y emitió un chasquido de lengua. 

 

Se levantó de su lugar, irritado y se encaminó hacia el pasillo, a pasos decididos. El aroma de Bernard estaba aún en este, guiándolo hacia las escaleras que daban al piso de arriba. Sus pisadas se escucharon en la madera, así que probablemente el mago ya lo había escuchado. Pero a Blade eso le daba igual, tenía que encararlo de todas formas, no había de otra. 

 

 

—...—observó el lugar, estaba igual que como lo habían dejado el otro día. Agudizó su oído hasta que pudo escuchar el traqueteo de cosas detrás de una estantería. Se acercó sin pensar tanto, su mirada severa. 

 

—Oye, mago...—vio al joven sacando un libro y luego otro, pero nunca le respondió ni emitió un sonido. Tampoco volteó a verlo.—¿A qué te referías antes con una tal misión?¿Sabes más de lo que aparentas?...veo que no eres tan ingenuo como pensé.

 

Su comentario sarcástico ni siquiera movió un pelo de Bernard, lo cual solo sirvió para sentir algo que lo estaba carcomiendo por dentro. ¿Cómo es que ahora se volvió así? No podía ser cierto que lo esté ignorando descaradamente. Después de todas las veces que le intentó sacar información deliberadamente y molestándole como una mosca. 

 

Tch...—Blade frunció el ceño, mirando fulminantemente al más joven, luego, desde atrás del texere, se dedicó a intimidarlo con su aura de siempre. Sería tan incómodo para Bernard que seguramente le pediría que se aparte. Sí, ese era un buen plan. Y cuando abra su boca, aprovechará para volver a preguntarle. 

 

Pero, por más que esperó y esperó, Bernard solo siguió rebuscando entre sus libros y estanterías, ni siquiera estaba usando su magia como siempre. Probablemente también lo estaba haciendo a propósito. 

 

—¿Qué pasó?¿Te quedaste sin maná para hacer levitar tus libros como siempre?...—sonrió con diversión, aunque Bernard siguió sin voltearse.—O quizás...te asustaste tanto anoche que ahora te cuesta usarla-

 

Blade apenas pudo esquivar un libro pesado que salió volando de la estantería directo a él. No había previsto ese movimiento por parte del texere. "Interesante..." Pero eso fue suficiente, Bernard le había demostrado que sí le estaba escuchando. Metió la pata, porque ahora mismo a Blade se le ocurrió algo más. 

 

—Ah...Supongo que no te importará que husmee en tu preciada biblioteca, entonces.

 

Sin esperar una respuesta del más bajo, se encaminó a las repisas donde habían objetos bien pulidos y probablemente con peso emocional detrás. Blade miró fijamente una estatuilla en forma de carbunclo y la tomó sin cuidado. 

 

Con solo eso, notó que lo estaban mirando. Sonrió muy levemente. —Hm...esto es realmente pesado...—fingió interesarse por el objeto—Me pregunto si es fácil de romper...

 

Esperó alguna respuesta de parte de Bernard, incluso estaba esperando que saltase a decir información sobre el material de la estatuilla. Cualquier cosa estaba bien. Pero...nada salió de la boca del mago.

 

Hastiado, soltó en el aire el objeto.Obviamente sin siquiera fingir que fue descuidado. Pero, antes de que la estatuilla tocase el piso de madera, esta desapareció. Blade ni siquiera tuvo que parpadear, miró la repisa de nuevo y ahí estaba como si nada. ¿Esto era un hechizo? 

 

Se giró a ver al mago, quien ni siquiera estaba mirando hacia él. Si eso era así, entonces significaba que el lugar estaba asegurado de varias formas. El mayor frunció el ceño, estirando su mano hacia el extremo de otra repisa. Y, con un solo movimiento, tiró todo lo que se hallaba ahí. 

 

Pero nada logró caer realmente. Todo volvía a su lugar, perfectamente ordenado, como si Blade no hubiese hecho nada. Eso solo hizo enfurecer más al cazador. Era una buena estrategia tirar y romperle sus cosas para que se enoje y hable de una vez. Pero esto...era realmente molesto. 

 

"No puede ser..." Se quedó mirando los objetos para después posar su mirada en la mesa que estaba cerca. Ahí estaba el plato donde antes hubo panqueques y al lado estaba la taza vacía de té. Pero aquello no importaba. Simplemente se acercó y, sin dudar un segundo, agarró la planta bien cuidada que adornaba el centro de la mesa y la lanzó hacia la ventana con fuerza. 

 

Se exasperó mucho más, cuando vio que la planta desapareció justo antes de impactar contra el vidrio. Ya completamente enfurecido, volteó a ver la mesa y la maldita planta estaba ahí otra vez. 

 

"¡Tch!...Este maldito mago hechizó toda esta maldita habitación." 

 

¿Cómo era posible que un ser tan insignificante como Bernard le estuviese haciendo hervir la sangre como nunca antes? El texere se mantenía imperturbable, calmado y firmemente decidido a no devolverle la mirada. ¿Por cuánto tiempo iba a seguir así? 

 

Cualquier otro humano en este momento, mínimamente estaría nervioso y probablemente intentarían salvar sus propias vidas. ¿Acaso había perdido su aura malvada? No, eso no podía ser. Sentía el mara inquieto en su interior, impaciente y acechando. 

 

Su mente divagó, intentando pensar en más opciones para perturbar la calma del joven. Pero prácticamente era en vano, ya que desde que llegó a Orbis, no le había prestado atención en absoluto a sus quehaceres o sus objetos preciados. ¿Dónde está su debilidad?

 

Blade observó fijamente a Bernard desde lejos. Analizando sus movimientos y lo que tocaba. Debía haber algo en toda esta biblioteca que no tuviese un hechizo de protección. Algo en lo que el mago haya bajado la guardia. Pero, pensando más en ello, cayó en cuenta que era más probable que el objeto más importante de Bernard...

 

"Tiene que estar en otra parte...¿eh?" 

 

Así, eliminando su sonrisa maquiavélica de su propio rostro, se dedicó a caminar hacia las escaleras. Tenía la certeza de que en esta parte de la casa no encontraría nada relevante como para hacer reaccionar al texere. Todo el lugar tenía un hechizo y ese tipo estaba completamente confiado de que ni siquiera Blade podría incendiar el lugar. 

 

El eco de los pasos resonó mientras Blade bajaba las escaleras, dejando en silencio la sala. Así, tras unos pocos segundos, Bernard lentamente se asomó por el estante de libros para ver al hombre desapareciendo por las escaleras. Soltó un suspiro largo cuando estuvo solo por fin, su cuerpo se quedó en el lugar mientras intentó analizar la situación. 

 

"¿Se habrá rendido?", mirando vagamente los libros frente a él, comenzó a morder un poco la uña de su pulgar, pensando. "Primero que nada...¿Qué fue todo eso? Él...estaba tan irritado, ¿cierto?" su propia actuación parecía haber sido convincente, probablemente mucho más de lo que hubiese imaginado antes.

 

Sus ojos ámbar miraron la planta que estaba sobre la mesa, intacta. Recordó todo lo que Blade hizo hace unos momentos, completamente molesto porque él lo estaba ignorando. Para Bernard, fue difícil mantenerse indiferente e inmutable en esos minutos tensos, realmente tenía ganas de decirle que se detenga pero, si hubiese hecho eso... su plan no funcionaría. 

 

"Menos mal que puse esos hechizos hace tiempo~" se despeinó un poco, recordando que una vez entró una rata de nieve salvaje y le había tirado varios adornos. Por eso los hechizos de protección. Un malestar en su estómago se formó, haciendo que hiciera una mueca pequeña. Él no era así, lo sabía bien.

 

"Necesitaba ver tu reacción...Lo lamento, Blade!" cerró sus ojos, intentando quitarse el sentimiento de culpa. Sobretodo por ese libro que le arrojó antes. "Pero... pensé que se cansaría de esperar y me ayudaría. No vi venir esa extraña rabieta...¿por qué se comportó así?" extrañado, ladeó la cabeza mientras repasaba lo sucedido. Incluso él estaba confundido. 

 

Blade odiaba que le hablase hasta por los codos, entonces, ¿no estaba bien si lo ignoraba completamente? debería de estar tranquilo con ello. Pero en cambio, parecía mucho más molesto que cuando él le parloteaba. "No es eso...¿algo interesante?" 

 

Como erudito con honores, tenía la obligación personal de encontrar respuestas en situaciones curiosas. Y él jamás se había cruzado con alguien tan cortante, frío y hostil como Blade, así que realmente verlo impaciente e irritado de esa manera le pareció muy increíble. Bernard sonrió un poco, por lo menos esto le había hecho desplazar el temor que tuvo esta mañana por tener que interactuar con Blade después de todo lo ocurrido. Se quedó mirando uno de los libros que sostenía, para luego frucir el ceño y sacudir los pensamientos acerca de aquel suceso. Antes que lo abrumen otra vez.

 

"Sé que él no hará nada como quemar esta biblioteca o amenazarme con su espada...Pero aún así debo tener cuidado." puso en su lugar los dos libros que había revisado. Y luego, aún con la cabeza llena de preguntas acerca de su invitado complicado, se dedicó a buscar en el otro lado de la estantería. 

 

—Estoy seguro de que está por aquí...Hm...—Bernard se acomodó los lentes, su rostro ahora mostraba concentración en la búsqueda. Se regañó mentalmente por haber dejado ese libro de hechizos tan oculto. En el caso de que no estuviese por ningún lado, tendría que volver a la gran biblioteca para buscar alguno similar.

 

"Nunca tengo que usar esos hechizos antiguos, así que supongo que es obvio que se perdiese entre tantos..." entrecerró sus ojos, su dedo índice repasando cada dorso de libro pero ninguno era el buscado. 

 

 

—¿No es este el que buscas, mago

 

 

Ante esa pregunta y la voz grave que apareció de la nada detrás suyo, Bernard saltó en el lugar. Se dio vuelta para encarar a Blade y ver lo que traía en manos. Pero lo que había encontrado, no era un libro siquiera...

 

—E-Ese es...¡Mi cuaderno! —olvidó completamente su propio plan de no dirigirle la palabra al mayor cuando su mirada se posó en el cuaderno viejo que había sido encontrado.—Lo había guardado muy bien...¿Cómo lo encontraste?

 

—¿Hm? Ah... simplemente revolviendo todo tu cuarto, debía haber algo interesante, ¿cierto?—la sonrisa malvada de Blade se hizo presente al ver la reacción de Bernard. El mago se veía inquieto y ya estaba sudando por algún motivo. "Lo sabía...éste cuaderno estaba tan bien escondido que supuse que era su tesoro." pensó, mientras amagó con abrir y ver el contenido. 

 

—Me pregunto qué tendrá esto...que te hace poner esa cara pálida...

 

—D-Detente...No puedes abrirlo. T-Tiene...un hechizo que te hará dormir y te hará calvo!—se acercó un poco, temblando de nervios. Pero aquello no detuvo a Blade cuando lo abrió de todos modos.

 

Mentiroso

 

 

Y sin más, el mayor comenzó a hojear el cuaderno personal del texere. Pensó que encontraría algo tan secreto y vergonzoso de Bernard ahí, como para molestarlo con ello luego...pero lo único que vio al pasar de página en página fueron dibujos.

 

Dibujos de seres mágicos, plantas, flores, o incluso objetos bastante llamativos. A los lados de cada cosa, se veía algo así como una breve descripción o probablemente algún análisis de parte de Bernard. Incluso Blade, quién no podía entender el idioma, se dio cuenta que el mago era muy prolijo escribiendo.

 

—¡Devuélveme eso, Blade!—el joven, quien nunca se había visto tan desesperado hasta este momento, empezó a intentar quitarle el objeto al cazador. Obviamente, sin éxito alguno. Blade pudo arreglárselas para esquivar los intentos de arrebato mientras seguía pasando páginas.

 

—¿Por qué te pones así, mago? Son solo dibujos...acaso a los artistas no les gusta que vean sus- 

 

Blade se detuvo en seco, su mirada carente de brillo se vio atascada en un dibujo que visualizó al final de todo. Era un retrato. Un retrato suyo, increíblemente detallado en grafito. Con cada trazo bien cuidado, como si no se hubiese equivocado en ninguna parte y simplemente dibujó todo de una sola vez con suavidad. Pero, a diferencia de los demás dibujos, éste no tenía ninguna descripción o análisis al lado. Toda la hoja era ocupada por esa sola obra. 

 

"¿Qué es esto?"

 

Tras un silencio bastante incómodo de parte de los dos, Blade decidió entonces cerrar el cuaderno por fin. Pero no tuvo intención de dárselo a su dueño. En cambio, sonrió con sarcasmo.

 

—¿Así que ahora soy parte de tu galería personal?—musitó, levantando una ceja mientras sostenía el cuaderno lejos del mago. A pesar de su tono burlón, había algo en ese dibujo que lo hacía sentir... raro.

 

No es...Eso no...—Bernard estaba completamente sonrojado hasta las orejas, pero aún así, logró fruncir su ceño y mirar al mayor fijamente—Ya viste qué tiene mí cuaderno, ¿cierto?, ¡Ahora dámelo!

 

El Cazador de Estelaron no supo por qué seguía elevando más el libro para que el otro no lo alcance. De alguna manera, le pareció divertido ver esa reacción de Bernard. Eso mostraba que realmente lo estuvo ignorando adrede. ¿Por qué? por supuesto que para molestarlo, no había otra razón. Así que él haría lo mismo.

 

—Vaya, ¿no eras tú el que quería ignorarme por completo? Y mírate...te desesperas por este insignificante cuaderno—entrecerró sus ojos—Ya vi mí retrato, no tienes que molestarte por ocultarlo. 

 

—¡N-No es eso! Solo...¡Devuélveme el cuaderno! 

 

—Usa tu magia para quitármelo entonces...¿o no puedes?—el tono de burla de Blade hizo que el más joven se abalanzara hacia él como último recurso pero, incluso si había calculado la distancia en su mente unos segundos antes, un paso en falso le hizo tropezar torpemente con su propio pie.

 

Tanto Blade como él por un momento se vieron a los ojos con sorpresa. Exactamente porque el mayor perdió el equilibrio así mismo y terminaron cayendo. La espalda de Blade chocando contra una de las estanterías. Ambos escucharon el movimiento de la misma, sabiendo que los libros no tardarían en caer encima de ellos. 

 

 

El traqueteo en nanosegundos hizo que Bernard lograse invocar una barrera para ambos. Protegiéndolos de ser golpeados por un montón de libros en ese mismo instante. Blade por otro lado, se dio cuenta tarde cuando notó que una de sus manos estaba manteniendo la cabeza del texere contra su pecho, mientras la otra lo mantenía apegado por la cintura. ¿Qué estaba haciendo?

 

Su mirada se vio perdida en algún punto indefinido, hasta que el último libro cayó y rebotó audiblemente por la barrera de Bernard, para luego caer junto a los demás. Quitó su mano rápidamente de la cabeza del joven, dejando que este se reincorpore luego de la caída. 

 

Por un breve momento el mundo se había detenido para el texere, quien intentó encontrar las palabras adecuadas para disculparse. Sintió que el peso del momento hacía que su garganta se mantuviese sellada. Entonces, con una sensación de incomodidad y vergüenza por su propia torpeza, lo único que logró hacer debido a los nervios fue colocar sus manos en los hombros de Blade. Para mantener la distancia. 

 

—A-Ah...¡Lo siento!—quitó sus manos rápidamente—¿T-Te golpeaste en algún lado?—Bernard se vio preocupado sinceramente, pero a comparación suya, Blade se había quedado completamente quieto en su lugar, sin poder procesar lo que pasó. ¿Él no se dio cuenta?

 

—Si me hubieses devuelto mí cuaderno yo- ¡Ah! —notó el libro que estuvo buscando todo ese tiempo entre los demás esparcidos. Rápidamente y con una sonrisa increíblemente brillante, Bernard lo tomó y se le mostró a Blade—¡Aquí está! ¿lo ves? sí fuiste de ayuda!~ 

 

El mayor parpadeó una sola vez, mientras volvía al presente, como si hubiese estado en un extraño trance. En eso, miró su propia mano que seguía aferrada a la cintura ajena. La quitó disimuladamente, dándose cuenta que el texere (que aún estaba sobre él) no se había percatado de nada. Por algún motivo, eso le hizo fruncir el ceño.

 

—Ya veo...—cerró sus ojos y suspiró lentamente—Ahora...¿podrías quitarte de encima? —su voz sonaba tan molesta, que Bernard se alarmó por eso. 

 

—¡Oh!¡Claro, claro!

 

Con rapidez, tomó su cuaderno y el libro para seguidamente levantarse. Había estado sentado sobre Blade sin caer en cuenta realmente. Se sentía tan aliviado y emocionado de haber encontrado ese libro de hechizos, que olvidó ese pequeño detalle.

 

—Eso es todo, ahora solo debo intentar nuevamente—Bernard caminó hacia las escaleras mientras el mayor recién se levantaba del piso con lentitud. Su mente en otro plano.—¡No tardes! 

 

 

El peliazul escuchó los pasos alejarse y, recién en ese momento, pudo entender que algo iba mal con él mismo. El mara había estado en silencio desde antes de que chocasen contra la estantería, entonces...¿Acaso fue su propio cuerpo y reflejos quienes intentaron proteger al mago?. Imposible.

 

Debía haber una explicación para eso. Pero se estaba sintiendo extraño e intranquilo. Aquella reacción de su parte debía haber sido un error. Un reflejo extraño que no debería haber ocurrido. 

 

"Simplemente debo estar siendo afectado por este maldito mundo...Nada de esto importa para mi objetivo actual." Determinado a olvidar ese comportamiento suyo e ignorar el calor ajeno que aún sentía en su cuerpo, comenzó a caminar hacia las escaleras, siguiendo al mago.

 

"Pronto podré volver a mí misión inicial...y me largaré de todos modos." 

Chapter 8

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El libro importante estaba sobre la mesa de la sala, aún visiblemente cerrado. Bernard, quien estaba sentado en el sofá, con su espalda recta y su semblante serio, solo parecía meditar en total calma. El silencio estaba reinando en el lugar, hasta que el suspiro pesado del hombre con cientos de años se escuchó audiblemente a un lado.

 

—Ábrelo de una maldita vez.

 

—Espera, sssshhh...—El texere se vio molesto—me estoy concentrando aquí...—sus manos abrieron el otro libro más liviano que contenía hechizos. —Si no lo estoy lo suficiente, podría terminar diciendo otro conjuro sin querer...¿quieres que te salgan orejas o cuernos?

 

Blade gruñó por lo bajo y simplemente dejó a Bernard hacer lo suyo. Mirando el techo un momento, se dejó caer en sus pensamientos para ignorar ese estúpido silencio insoportable que llenaba la sala. 

 

Otra vez, ¿qué había ocurrido allá arriba? Si bien no quería volver a pensar en ese suceso extraño de haber "mantenido a salvo" a Bernard, el aburrimiento del momento le estaba llevando a darle vueltas otra vez. 

 

Entonces...¿Entonces?¿Por qué había intentado proteger al texere de ese montón de libros? estaba claro que lo necesitaba por razones personales. Pero al mismo tiempo, había sido tan casual su movimiento, como si fuese un reflejo para protegerlo. No, no es que "como si" es que lo fue. Estaba seguro que él mismo se movió por cuenta propia. Ni siquiera había sentido al mara antes de ese momento, después de todo seguía siendo muy débil últimamente y solo "hacía presencia" cuando se le daba la gana.

 

«¿Un reflejo?...debo estar volviéndome loco» pensó, su voz interna parecía cansada de tantos extraños sentimientos entreverados que en estos pocos días le apuñalaban como nunca antes y ni siquiera comprendía. 

 

Sin duda, este mundo lleno de energía mágica era demasiado para él. 

 

De hecho, varias veces (y esto Blade lo ignoraba deliberadamente) el mara comenzaba a susurrar incansablemente en su mente agotada. Cosas como "lo quiero", "debo terminar con su vida", "debo destruirlo" o incluso "quiero tocarlo", aparecían salvajemente. A veces al mismo tiempo, lo cual era tan molesto para Blade. Tanto que le daban náuseas. Sobretodo aquellos deseos extraños para él, pero de suma urgencia para la bestia en su interior.

 

Todo era tan confuso, que cuando había presionado a Bernard contra su cuerpo, ni siquiera se dió cuenta. ¿Había sido el mara otra vez?¿O había sido él? Sabía que el mara estuvo en silencio desde que despertó en la mañana, entonces...solo quedaba una opción: él mismo se había movido por cuenta propia. Y para colmo, por reflejo.

 

«Qué estupidez...» Apretó sus manos en sus brazos, mientras mantenía su postura de brazos cruzados. Se negaba a caer en esa única opción válida. ¿No había otra? No lo había. Pero tampoco quería aceptarlo del todo. 

Quería pensar, quería autoconvencerse, de que aquello solo fue un acto para que Bernard pudiese seguir sano y salvo para abrir el condenado libro. Eso era todo. Conveniencia. 

Desde el comienzo, Blade lo iba a mantener con vida para que arregle ese espejo y él pueda volver, ¿no es lógico? Era claramente lo más lógico.

Sonrió por lo bajo como si hubiese ganado algo, tan minuciosamente que no era percibido el gesto. Por supuesto, eso tenía que ser. Su subconsciente simplemente estaba protegiendo a su "llave" para volver a Yasorth y continuar su misión, nada más y nada menos. ¿Por qué preocuparse de más?

 

Luego de esa conclusión, Blade escuchó unas palabras extrañas provenientes de Bernard. Para cuando levantó la vista, el joven tenía su mano extendida hacia el libro sellado. Sus ojos estaban cerrados detrás de sus gafas y sus facciones eran muy serias en ese instante. 

 

De pronto, el libro comenzó a temblar sobre la mesa cada vez con más fuerza, incluso sus bordes empezaron a repiquetear sobre la superficie. Hasta que de un momento a otro, se detuvo completamente y se abrió por sí solo. El cazador notó lo que era un índice a simple vista. 

 

—¡Ya está abierto!—Bernard señaló el libro, observando con emoción a Blade. 

 

—Ya lo estoy viendo. Solo ponte a buscar lo que necesitamos, mago—con una mueca de molestia por esa sonrisa que tenía Bernard y no quería ver. Blade chasqueó la lengua mientras tomaba asiento en uno de los sofás. 

 

—¡Ah! tienes razón. Me dejé llevar, uh...—carraspeó un poco, para seguidamente ponerse serio otra vez.—¡Bien, entonces a buscar sobre el espejo! 

 

Sin más dilación, el texere tomó el libro en sus manos y comenzó a buscar en el índice del mismo. Luego, pasando las páginas con rapidez, llegó la parte que le interesaba. 

 

Blade pudo notar la forma en la que el joven comenzaba a leer cada párrafo intensamente. No se salteaba nada, parecía que todo era importante. Los ojos rojos del mayor se movieron lentamente hacia las manos delicadas que sostenían el objeto. Bernard estaba manteniendo una presión ligera sobre las hojas viejas, hasta que llegó un momento donde se presionaron más, por poco arrugándolas. Luego, comenzó a temblarle levemente el pulso cuando pasó de página con lentitud.

 

No solo eso, sino que su postura firme comenzó a decaer al pasar los segundos y minutos. Blade miró otra vez a la cara de Bernard, este estaba con sus ojos agrandados como si hubiese leído algo terrible. Releyendo varias veces al parecer para estar seguro de que no le estaba fallando la vista o la comprensión.

 

—¿Qué dice?¿Hay que matar a alguien como sacrificio?—sarcásticamente, el peliazul soltó aquello, esperando que Bernard vuelva al presente.

 

—N-No es eso...—escuchando a su compañero, dejó de estar tan tenso y se relajó un poco. Sus ojos se clavaron en Blade, intentando no mostrar de alguna manera su miedo—Para reparar el espejo, necesitamos una gema mágica.

 

—No me digas...¿la tiene un monstruo gigante o algo así?—suspirando mientras se inclinaba hacia atrás sin mucha emoción en su habla, pensó que de todas formas sería fácil cortar sea lo que sea con su espada. Pero en eso, vio cómo Bernard negó lentamente y abrió su boca.

 

—Una Banshee la tiene...

 

Aquella revelación hizo que el mayor frunciese el ceño. Ya había tenido suficiente en el bosque con ese canto molesto, ¿y ahora resultaba que debían enfrentarse a una Banshee? Esto, sin duda, era una maldita broma del universo entero. 

 

—¿Qué más dice?...—su voz grave, profunda y fría obligó al mago a seguir leyendo. «No importa qué tipo de ser oscuro sea...debe haber alguna manera de evitar un altercado directo...»

 

—Eh...veamos...—el texere miró hacia la página otra vez, releyendo nuevamente.—"La gran Banshee es conocida por su figura tenebrosa e imponente; Cabello oscuro ondeante que se asemeja a una neblina sofocante y aterradora, irises rojizos brillando en sus ojos paralizantes, garras grandes e intimidantes con las que rasguñará y encenderá el suelo de fuego fatuo...La Banshee madre mantiene su gema (núcleo vital) en su corona. Facilitando su habilidad de comer almas y controlar otros seres a su antojo..." 

 

—Entonces apuntaremos a su cuello.

 

—...S-Supongo que sí—Bernard miró a Blade de reojo, luego suspiró lentamente—El único inconveniente con las Banshees madres es que se pueden separar en varias Banshees "pequeñas"... por lo que se vuelve muy dinámica la batalla con ella si no se tiene un aliado con escudo o barrera...

 

—¿Acaso no puedes hacer una barrera? Simplemente utiliza eso—el peliazul vio cómo Bernard se encogía en su lugar y luego de pensar un momento, se dio cuenta de algo—...No estarás pensando en buscar ayuda, ¿cierto? 

 

Bernard apretó el libro contra su pecho, evitando los ojos de Blade. —Necesitamos héroes... héroes fuertes, que puedan ayudarnos— murmuró con cautela, como si estuviera probando las palabras antes de decirlas con fuerza. —Si no contamos con la ayuda de uno o dos héroes apropiados para esta misión, estaremos perdidos...

 

Bernard miró suplicantemente a su invitado, esperando que su propio tono de inseguridad fuese captada. Sabía que las cosas podrían ponerse difíciles si no tenían refuerzos. Después de todo, él tampoco se sentía listo para una misión de esa dimensión. 

 

Por otro lado, el mayor se le quedó viendo por unos segundos más. Pero más allá de aceptar aquello de una vez por todas, chasqueó la lengua y se le notó hastiado con la actitud del joven (según él) acomplejado. 

 

—Escucha...tú mismo dijiste que en esta región podría haber "gente mala". ¿Y ahora sales con la tontería de llamar a los héroes? Debería bastar con nosotros.

 

—Pero...Blade...esa Banshee está en un nivel superior a las demás. Subestimarla y no llamar a héroes de rango alto...nos podría costar la vida—frunció el ceño un poco—Ya pasamos por el 'canto de la muerte' en el bosque, ¿recuerdas?

 

—Hm...¿Estás seguro de que no estás asustado, pequeño conejo?—Blade sonrió arrogante. Pero cuando vio que Bernard tenía un semblante muy serio y tenso, decidió continuar hablando luego de suspirar—Iremos con tapones en los oídos, usa tu sabio e increíble cerebro de erudito... estás poniendo una cara fea por un problema que tiene solución. 

 

—¡Blade!—se levantó abruptamente del sofá—Esta es definitivamente una misión suicida, necesitamos más que "tapones"...necesitamos héroes profesionales, y por supuesto...nosotros más preparación—bajó su tono, calmándose—Yo...por más que tenga honores como erudito, en lo que respecta a las batallas físicas...n-nunca se me dio tan bien...

 

El silencio se hizo presente en la sala pero, luego de un momento lleno de tensión en el aire, Blade se levantó. Se encaminó con pasos firmes hacia el pasillo y, antes de desaparecer por ahí, habló cortantemente una última vez.

 

—Entrenarás tus habilidades lo suficiente para que seas útil...—detuvo su andar abruptamente—Y ni se te ocurra llamar a algún "héroe"— dijo, su tono cargado de amenaza. Se giró un momento, observando a Bernard con esos ojos rojos que parecían atravesarlo.—No querrás saber lo que ocurre cuando me molesto.

 

Así el hombre se fue dejando solo al texere, quien estaba algo pálido ahora mismo por las palabras duras de Blade. La puerta del cuarto se escuchó siendo azotada a lo lejos, una señal de que el cazador no pensaba comer la cena esta vez. 

 

Bernard, aún luego de encontrarse fuera de la mirada ajena, mantuvo sus labios apretados en una mueca de impotencia. Miró hacia abajo, observando el libro que por fin había abierto y, debido a que sus piernas estaban comenzando a flaquear, se volvió a sentar despacio.

 

Estaba claro, ese espejo roto era de una rareza sin igual y necesitaba una gema de semejante poder mágico para ser arreglado con un conjuro de élite. Obviamente podría recitar el hechizo, pero el problema principal era el derrotar a la Banshee.

 

Sin que lo quisiera, las imágenes de lo que pasó en el bosque lo bombardearon por un momento. Él no temía que su mente le juegue una mala pasada, ya que sería algo que podría controlar con un poco de esfuerzo extra. Se sentía un poco más fuerte en ese sentido después de lo que había ocurrido. Pero del que no podía decir lo mismo, era de Blade. 

 

«¿Y si esta vez no puede volver en sí?...» pensó, temiendo por los sucesos que pasarían si no iban preparados para enfrentar a ese ser tenebroso. Bernard observó el libro otra vez, su mente atrapada entre las letras y los recuerdos del bosque. Su respiración se aceleró un momento, recordando la oscuridad que lo había envuelto, tanto como la fría mirada de Blade. «¿Qué haré si vuelve a ocurrir?», pensó mientras su cuerpo se mantenía inmóvil en el sofá. 


 

La puerta se cerró tras él, y el aire fresco de la noche que entraba por la ventana, golpeó su rostro como un recordatorio de la realidad en la que estaba. Blade se apoyó en la pared, sus dedos rozando la empuñadura de su espada mientras los susurros del mara llenaban su mente, esta vez sí. 

 

«Héroes… inútiles.»

 

«Él es suficiente.»

 

«Él es nuestro

 

Se obligó a respirar profundo, pero sus pensamientos seguían girando en torno a Bernard. «¿Qué rayos estoy pensando?», se preguntó, irritado y, al mismo tiempo, inquieto. No podía detener las palabras sin sentido que soltaba la bestia encadenada. Y realmente deseaba no entenderle en absoluto.

 

Él mismo sabía que ir sin miramientos hacia esa Banshee era un gran, gran reto. Cuando escuchó esa información, claro que se hastió a más no poder. ¿Cómo no? si ese maldito canto lo volvió loco y casi termina matando al único "pase" para volver de donde vino.

 

Pero no le importaba si esta misión es suicida. Suficiente tenía con soportar a Bernard como para tener que conocer a los héroes de esta región. Con uno bastaba, y ese era el erudito. 

 

«Él tiene el potencial y la inteligencia...con que entrene por unos días será suficiente.»

 

Se acercó a la venta para cerrar las puertas de madera. Sus ojos apagados miraron hacia el paisaje nocturno que rodeaba la casa. Una leve sensación de que alguien o algo estaba ahí entre las sombras, lo llevó a cerrar de una vez la ventana. 

 

—...

 

Suspirando con cansancio, se encaminó de nuevo a la salida del cuarto. Había algo mal. Podía sentir su sentido del peligro activándose poco a poco, y el mara tampoco se quedó atrás. Sintió su brazo cosquillear mientras sostenía el mango de su espada. Sus pasos se aceleraron mientras iba directo a la sala otra vez. 

 

—Oye, mago...

 

—¡Ah! ¿Q-Qué sucede? Tu espada...—Bernard se había levantado rápidamente cuando notó al hombre en estado de alerta, aunque no lo aparentaba en realidad. 

 

—La barrera...dijiste que la casa tiene una, ¿no es así?—miró hacia la ventana del living y fue rápidamente a cerrar las puertas de esta. El sonido del pestillo sonó audiblemente. 

 

—Sí, así es...¿Hay algún problema?—el joven observó a Blade con confusión en sus ojos, pero la manera en la que su compañero estaba actuando, le hizo saber que algo raro ocurría.

 

—Hay alguien o algo merodeando cerca...si dijiste que hay una barrera, eso es algo que no debería ocurrir.

 

Bernard abrió sus ojos ámbar con asombro, pero al momento se dedicó a verificar el estado de la barrera con un hechizo simple. Su semblante cambió lentamente al notar que efectivamente la barrera tenía un problema.

 

—Tienes razón...la barrera se está debilitando cada vez más... Esto es inusual.—bajó su mano, pensando en algo que podría hacer en ese mismo momento. 

 

Si de verdad había alguien extraño merodeando fuera, en el momento que la barrera deje una grieta, podría hacer su movimiento contra ellos o directamente contra la casa entera. Sin esperar mucho, el texere se encaminó hacia la puerta de salida.

 

—¿Qué estás tramando?—Blade, confundido y frunciendo el ceño ante la precipitada movida del mago, lo siguió antes de que el joven abriese la puerta como si nada.—¿Ya perdiste la razón?¿Vas a salir ahora? 

 

—Iré a fortalecer la barrera, solo serán unos pocos minutos...

 

—Hazlo desde aquí.

 

El castaño notó la voz demandante que usó Blade en ese momento, pero solo suspiró antes de voltearse para verle a los ojos firmemente. 

 

—Eso no es posible, debo tocar un poco la barrera...—esbozó una sonrisa leve—Cuando las banshees están cerca de un lugar que atacarán, generalmente son muy ruidosas. Tranquilo, no creo que sea tan peligroso. 

 

—Dime eso cuando pierdas un brazo o algo así.

 

—Lo haré, lo haré—sin darle mucha importancia a la exageración de Blade, Bernard se dedicó a abrir sin más la puerta. 

 

Una vez logró visualizar el exterior y notar que no había nadie ni nada acechando, salió sin miedo en sus piernas y se encaminó al costado de la casa. Así, simplemente se concentró en reparar la barrera colocando sus yemas sutilmente sobre la misma. No era visible para el cazador que observaba desde lejos. 

 

"Tch..." Soltó audiblemente, su cabeza girándose hacia la dirección donde había sentido una extraña presencia antes. Con expresión tensa y seria, puesto que no había señal de nada a la vista. 

 

Su cuerpo estaba inquieto, aunque no lo pareciera. Quería verificar todo alrededor de la casa para asegurarse que no había peligro. 

 

Pero por alguna razón, no podía moverse de su lugar. Estaba pendiente de que Bernard terminase de asegurar todo. Y, al mismo tiempo, tenía una rara sensación de querer meter al mago dentro de la casa. No estaba nada tranquilo, ni él ni el mara que cada vez más comenzó a susurrar en su cerebro. 

 

—Date prisa—dijo, con la tensión en su mandíbula. Sus manos apretaron el material de su propia ropa mientras mantenía sus brazos cruzados. Se repitió una y otra vez como un mantra «Debo proteger la llave» queriendo aferrarse a esa idea lo más que podía. 

 

Pero no logró hacer nada más que observar y mantener su estado de alerta al mismo tiempo. Blade se quedó en silencio, observando con los brazos cruzados. Los movimientos del mago eran precisos, seguros, pero en su rostro se reflejaba un leve rastro de agotamiento. No era la primera vez que lo veía hacer 'magia'. No era la primera vez que sentía esa incomodidad latente al verlo concentrarse en algo que, en teoría, no tenía por qué importarle. Entonces ¿por qué se sentía intranquilo ahora?

 

«No es mi problema si se desgasta», pensó, dándose cuenta del evidente estado del texere. Aún así su mirada se mantenía fija en la forma en que sus dedos delineaban el aire, cómo su magia respondía a su voluntad sin vacilaciones. Una magia que no le pertenecía a él, y que sin embargo, lo había tocado más de una vez.

 

Frunció el ceño por centésima vez en el día. Esa idea le molestaba más de lo que debería.

 

«Es insignificante», se recordó. «No tiene sentido darle importancia. Detente». Y sin embargo, sus ojos no podían apartarse de él. Del leve temblor en sus manos cuando terminó el refuerzo. De la forma en que suspiró con alivio, pero también con una tensión que Blade reconoció de inmediato.

 

La tensión de alguien que sabe que esto no será suficiente.

 

El mara se removió dentro de él, pero se mantuvo en silencio. Y por primera vez, no supo si era un buen o mal augurio. 

 

Exhausto, Bernard limpió el sudor de su frente y se giró hacia el cazador, quien observaba fijamente la oscuridad más allá. Abrió su boca para avisarle a Blade que ya estaba todo bien. Pero no logró decir nada. Sintiendo que el mayor estaba demasiado inquieto en ese momento, prefirió adelantarse y entrar primero a la casa.

 

La noche parecía más pesada, más opresiva. Como si algo estuviera acechando, esperando el momento perfecto para mostrarse. Pasando por los arbustos inquietantes, por las copas de los árboles o por el viento susurrante, llegó hasta la distancia aquella presencia que parecía omnipresente. Más allá del bosque o del campo de flores, llegó a los oídos agudos de alguien, quien suspiró casi inaudiblemente a comparación del sonido de las charlas triviales, los vasos y copas del bar. 

 

Algunos habitantes de la ciudad estaban disfrutando de la noche que, después de una larga jornada de trabajo y de arreglar lo que los monstruos destruyeron, era lo que se merecían. 

 

"Ese molino lo reconstruimos tres veces ya en este último mes!" y "¿Por qué no envían cazadores expertos a este punto?" se podía escuchar entre las diversas charlas que tenían entre ellos.

 

—¡Maldición! Esas malditas cosas solo traen problemas aquí!—dijo un hombre que había tomado unas cuantas cervezas.

 

—Los héroes no vinieron esta vez...y de todas formas, no es como si tuviesen radares, eh?—otro cliente del bar dejó bruscamente su vaso vacío en la mesa de madera. 

 

—¡Olvídate de esos! Los héroes nunca (hip)...nunca se quedan en un solo lugar! van de acá para allá, de acá para allá! (hip)—movió su mano en un ademán—¡Son inservibles! Vendrán cuando (hip) todos nosotros terminemos bajo esos escombros!¡Ya verás!

 

—Vamos, vamos, estás siendo muy pesimista...

 

Sin dejar que los dos amigos de bebidas sigan hablando, una tercera persona se les unió en la mesa. Su capucha no dejaba ver más allá de hebras rubias que tenía como cabello, su presencia era más que intrigante.

 

—¿Y éste colado (hip) quién es?—el borracho señaló al hombre misterioso. 

 

—¿Se te ofrece algo, amigo mío?—el más sobrio se rió ante su amigo y el extraño que se unió a ellos.—No tenemos más dinero para invitarte una bebida-

 

—Pasé cerca de su mesa y escuché sobre lo sucedido en esta región. Me interesa saber de qué tipo de "malditas cosas" estaban hablando...—Solo cuando se quitó su capucha, se pudo apreciar su sonrisa confiada. La mirada de los hombres era de asombro cuando pudieron reconocerlo—Les pagaré más bebidas, eso...¿estaría bien?

 

 

 

 

 

 

Notes:

Holaaaa! Lamento la tardanza con este capítulo :"(
Demasiadas cosas ocurrieron, pero eso sí...este dúo me encanta mucho como para dejar todo abandonado! Así que aunque tarde, actualizaré jeje.

Por cierto, MUCHAS GRACIAS a todos los que empezaron a leer esta historia y siguen esperando por más! Me alegra saber que a alguien le gusta mí fic! <3333 (sobretodo, gracias a mis Reales: Airo, Roan y Maag por la motivación que me dieron en este tiempo!)

PD: Recuerden que pueden encontrar arte del "RenNard" con el tag #RenNard_SRE7 tanto en insta como en Bluesky! <3 GRACIAS por todo el apoyo!! 🌹

Chapter Text

La quietud había vuelto a la casa, pero no era una paz reconfortante. Era de esas que cuelgan en el aire como una cuerda floja, tensa, al borde del quiebre.

 

Bernard dejó el tazón sobre la mesa, a medio terminar. No había hablado mucho desde que entraron. Tal vez era el cansancio, tal vez algo más. La luz tenue de las velas dibujaba sombras suaves en su rostro, acentuando la palidez que no había perdido desde aquella vez en el bosque.

 

Y en lo que respecta a su invitado 'interdimencional', él le había sugerido que cenara algo. Un poco estaría bien. Pero Blade se negó rotundamente, continuando con su vigilancia desde la sala principal. 

 

Creo que... descansaré un poco —murmuró, sin mirar a Blade mientras pasaba por su lado.

 

El hombre de cabello azulado no se dio vuelta ni con esas palabras. Tampoco le iba a desear buenas noches. Pero había algo que sí debía avisar...

 

—Estaré vigilando fuera...—alejándose de la ventana empañada por el frío de la noche, se encaminó hacia la salida de la casa. 

 

Bernard acomodó sus mantas en silencio. Cada arreglo sonaba como un corte temporal. Como si quisiera seguir su rutina de siempre, sin preocupaciones y con mucho, mucho cansancio. En su interior aún temblaban cosas que no se animaba a nombrar, mezcladas con una ansiedad extraña o un presentimiento que no estaba dispuesto a indagar. Por ahora, dormir era lo único que quería hacer. 

 

 


 

Blade se quedó de pie junto a la entrada de la casa, la mirada fija en la noche que envolvía los alrededores. Atento a cualquier mínimo ruido. 

 

La casa parecía respirarse a sí misma, con ese silencio entre paredes antiguas, entre pensamientos que no se compartían. El aire a su alrededor no estaba del todo bien. Algo crujía en los bordes. Como si algo invisible lo empujara desde dentro del pecho. Era molesto. Como si lo estuvieran vigilando. Como si un susurro apenas contenido estuviese por estallar...

 

 

Pero no era el Mara.

 

 

No todavía.

 

 

Con el oído bien agudizado, logró escuchar un movimiento entre los arbustos cercanos. Apenas a unos pocos metros. Incluso si podría ser un animal salvaje, Blade no dudó en desenvainar su espada. Apretando el mango con firmeza comenzó a acercarse lentamente hacia ese montón de hojas que se movía cada cierto tiempo. 

 

Y una vez que se acercó lo suficiente, su estado de guardia se incrementó cuando algo saltó de ahí. 

 

Maldito bicho...—dijo por lo bajo, cuando notó que se trataba de un carbunclo simple. Bernard le había hablado de esta especie hace poco, pero él realmente no le había prestado tanta atención.

 

Bajando su espada mientras el pequeño animal se iba rápido, Blade sintió algo oprimir su pecho. Una corazonada. Dos. Tres. 

 

 

Algo estaba mal. 

 

 

Su mente se estaba volviendo cada vez más ruidosa. La oscuridad de los alrededores se volvía difusa ante sus ojos, los árboles, el cielo nublado, la tierra bajo sus pies, todo parecía estar siendo engullido por un manto negro. No tardó tanto en sentir que sus piernas estaban acladas completamente en el suelo y sus manos comenzaron a sujetar su propia cabeza. 

 

El dolor que estaba sintiendo en ese momento, era un dolor que conocía bien. La tortura eterna, las voces de la bestia en su interior, el mara carcomiendo cada espacio de su mente mientras tomaba el control de su ser...

 

Y no se dió cuenta esta vez, de que su cuerpo entero no le estaba respondiendo, ¿Siquiera lo estaba intentando? No lo supo. Algo estaba bloqueando su consciencia. Como una fiebre incontrolable que lo estaba haciendo alucinar. 

 

 

Uno. Dos. Tres pasos.

 

 

Sus piernas lo llevaron cada vez más hacia la puerta de la casa. Blade miraba su mano de reojo cuando esta abrió la puerta lentamente. 

Como si hubiese olvidado completamente dónde se encontraba en ese momento, solo continúo dejándose llevar por su corazonada.

 

La puerta se cerró detrás suyo, pero lo oyó como si estuviese tan lejos de ella. Como si él estuviese dentro de una botella, escondido en algún lado oscuro de la casa. 

 

Las luces estaban apagadas, la madera crujía bajo sus botas y todo a su alrededor estaba cada vez más cálido. ¿De dónde venía esa calidez envolvente? 

 

"Mm..." 

 

Las pupilas del cazador se afilaron cuando escuchó aquel mínimo quejido proveniente del sofá. Su mente se volvió un caos, demasiados pensamientos se incrustaron en él. Los latidos de su corazón inhumano se aceleraron cada vez más, mezclándose con las voces que no dejaban de atormentarlo. 

 

Él no supo por qué se acercó cada vez más al sofá. Tampoco supo por qué no podía detenerse cuando estuvo más cerca de aquella presa fácil. Como si estuviese en un trance que le obligaba a dar esos pasos hacia aquella figura.

 

Un ingenuo e indefenso conejo que dormía plácidamente arropado en sábanas cómodas y cálidas...no se había percatado de que unos ojos rojos lo estaban observando silenciosamente en la oscuridad. Ni siquiera se inmutó cuando la bestia se colocó sobre él en cuestión de segundos, sin siquiera hacer algún ruido. Como si fuese una sombra, como si fuese un ente hambriento.

 

 

"Por fin te atrapé" 

 

 

La mano helada y vendada de la bestia comenzó a acariciar lentamente el cuello del indefenso ser. Se tomó la libertad de apreciar los latidos de su presa, que se sentían desde la dulce arteria carótida. Saboreó el aroma del conejo desde su lugar, esperando poder tener más de él. 

 

La bestia había esperado demasiado tiempo para tener una oportunidad como esta. Una sonrisa oscura, que guardaba un deseo reprimido detrás, se le dibujó en el rostro. 

 

"Eres mío..." Su mano bajó del cuello del otro, lento pero posesivo, intentando marcar con su toque frío esa piel palida que aguardaba bajo las finas telas, como si temiese que algo o alguien pudiese arruinar este momento. 

 

 

"Mí salvador" 

 


 

Todo era tan confuso para Blade, jamás había tenido un sueño como este. Pero parecía tan real. La cálida sensación de estar tan cerca de esa persona, llenaba cada rincón oscuro de su deplorable ser. Tenía ganas de seguir adelante, apegarse más y más hasta que sus propios pulmones estén llenos de ese aroma y de esa esencia mágica que el texere portaba en su interior.

 

Él quería obtener todo eso y mucho más. 

 

Como si algo lo estuviese llamando con una voz suave y armoniosa, mantuvo su cuerpo tan cerca como le fue posible. Todo él estaba ansioso por obtener tanto como sea posible. Pero... ¿Qué debía hacer?¿Cómo debía seguir? No podía tener suficiente con esa poca cercanía. Debía haber otra manera de unirse completamente. 

 

"Sssh...eres tan lento. Por supuesto que la única manera..." 

 

Como si fuese otra persona la que hablaba, Blade se escuchó a sí mismo mientras sus manos se posicionaron en el frágil cuello ajeno. 

 

 

"Es destruyéndolo" 

 

 

La sonrisa maquiavélica de la bestia se ensanchó más, sintiendo que los latidos de su presa aumentaban el ritmo cada vez más. Sus manos encajaban perfectamente alrededor de ese cuello tan suave y terso, que cuanto más presión ejercía, más estaba seguro de que lo rompería. 

 

Aquel paraíso reconfortante, aquella voz dulce a lo lejos y ese aroma tranquilizante, fue desapareciendo de la vista de Blade. Como si fuese arrastrado hacia fuera del sueño inmersivo, cayó a un pozo oscuro y sin salida ni retorno. No pudo levantarse, no pudo moverse de ahí. Sintió una extraña sensación en sus manos y luego, vio tras una neblina lo que estaba ocurriendo en realidad.

 

Otra vez estaba viendo algo que no quería. Otra vez estaba sintiendo que no podía detenerse. Por más que sus ojos podían ver con claridad en la sutil oscuridad, su cuerpo seguía sin hacerle caso. 

 

Bernard estaba más que despierto, esta vez mirando a la bestia de frente y sin poder zafarse de ese agarre tan posesivo. Con hilos frágiles de voz intentó llamar a Blade, una y otra vez mientras sus manos intentaban quitar las que le estaban ahorcando insistentemente. Pero no hubo respuesta. 

 

El mago siguió intentando huir de aquel monstruo, perdiendo más el aire con cada segundo que pasaba. Hasta que su propio agarre se fue soltando, sintiendo que su cuerpo entero se rendía con la pérdida de oxígeno.

 

Las lágrimas no tardaron en caer por las mejillas del texere, perdiéndose a los lados. Pero, para sorpresa de la bestia y de Blade, este no se veía con una expresión de miedo o siquiera odio. Estaba sonriendo como siempre, sin importar que en ese mismo momento su cuello estaba doliendo inmensamente y lo estaban asfixiando lo suficiente como para desmayarlo hasta la muerte. 

 

Bla...de...—una de sus manos se acercó a la mejilla de su atacante, logrando posarla ahí con ternura—Está...Estará todo bien...

 

 

El toque de Bernard en su mejilla no fue lo único que sintió en ese momento. La sensación de calidez en su palma y el calor de la magia curativa fue como si le hubiesen apagado completamente el caos interior, como si una fuerte brisa amena hubiese arrasado con todo. El calor ardiente de su cuerpo y la neblina, desaparecieron hasta que incluso sus manos aflojaron el agarre en Bernard. 

 

Sus pupilas volvieron a la normalidad mientras seguía viendo el rostro de Bernard y sentía aún la mano de él en el suyo. Y una vez que este dejó de emanar su magia, Blade mismo fue quitando sus manos del texere. Sintiendo que algo se removió en su interior cuando notó la marca que dejó ahí.

 

—...

 

El cazador de estelaron se levantó para poder darle a Bernard su espacio. Alejándose lo suficiente sin verlo directamente a los ojos. 

 

—...Blade...—El erudito tosió por lo bajo, mientras se reincorporaba para poder hablar, aunque sea temblorosamente—¿Querías...a-asesinarme?—Bernard se sentó lentamente en el sofá, sin quitarse la sábana ni poniéndose los lentes. Aún con su voz entrecortada, no parecía que podría hacer la vista gorda de esto.—S-Si no me dices... qué eres...o por qué ocurrió todo esto... será difícil continuar—apretó su agarre—No podré ayudarte si no confías en mí...

 

 

El mayor de los dos se vió envuelto en un silencio helado, ni siquiera Bernard pudo lograr ver hacia dónde estaba mirando. El flequillo estaba tapando lo suficiente, para que no se vea ni siquiera el brillo sangriento de esos fríos ojos. 

 

Blade solo estaba de pie, sin emitir ningún sonido, ni haciendo alguna mueca. El erudito solo pudo notar que las manos del cazador estaban apretadas en puños, como si estuviese controlándose a sí mismo. 

 

—Tu has escuchado mí pasado, ¿Cierto?...yo me sentí muy liberado cuando te lo conté.—Bernard se levantó del sofá con cuidado—Puedes hacer lo mismo, Blade. Si sueltas...si sueltas eso que nunca hablaste con nadie... quizás te alivie un poco...¿no quieres intentarlo?

 

El joven se acercó despacio al otro, con la intención de tocarle el brazo para calmarlo de alguna manera. Pero Blade rápidamente se alejó y clavó su mirada amenazante en el castaño. Por reflejo, cuando vió la marca rojiza en el cuello de Bernard, se giró dispuesto a irse de ese lugar. 

 

—...No seas tan ingenuo, mago—se detuvo un momento—No necesito hablar de nada. Necesito que te mantengas lejos de mí...

 

La voz cortante y firme de Blade resonó en medio de la oscuridad de la noche cuando, por última vez, decidió mirar hacia Bernard. 

 

—Y si no lo haces, la próxima no podrás ni siquiera levantarte a decir estupideces.

 

Con eso dicho, el texere vió cómo Blade se fue hacia la habitación con pasos casi inaudibles. Desapareciendo entre las sombras como siempre. Impotente por no haberlo detenido, aunque sus propios pies descalzos estaban pegados al piso, debido a los retazos de miedo que quedaban en su cuerpo. Bernard escuchó la puerta cerrarse a lo lejos, quedándose solo en medio de la sala. 

 

No solo sentía aún su cuello ardiendo insistentemente, o sus cuerdas vocales estar punzando por dentro junto a un nudo, sino que su pecho se había estrujado al punto de hacerle lagrimear agriamente. 

 

Quizás era un tonto por querer seguir ayudando a un hombre así. Incluso después de haber estado por perder su propia vida. Pero él sabía en el fondo que aquella bestia que lo atacó, no era exactamente Blade. Y no parecía ser algún tipo de posesión o control mental debido a las Banshees.

 

…"Mí salvador"—Bernard se tocó su piel enrojecida mientras repetía las palabras que escuchó cuando había sido atacado. Entrecerró los ojos, procurando recordar los fragmentos de ese momento y analizarlos en su mente. 

 

 

Definitivamente, no iba a poder dormir esa noche. 

 

 

Chapter 10

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La distancia entre ellos era, ante todo, incómoda. Los días habían pasado como si nada, pero el progreso de entrenamiento era poco eficiente. 

 

Día tras día, entrenaban por separado. La tensión en el ambiente se notaba más cuando eran momentos de descanso. Y Blade, ni siquiera fue visto por Bernard en las mañanas. Volvía tarde en la noche, y se quedaba en el segundo piso observando por la ventana. Como un guardián.

 

El erudito, por otra parte, había comenzado a practicar hechizos de protección y curación pero, sin un compañero para entrenar, era casi imposible mejorar sus habilidades individuales. 

 

Al contrario de él (que prefirió entrenar en el patio de la casa) el Cazador de Estelaron se la pasaba en el bosque más cercano. Y, muy probablemente, se encontraba con monstruos en ciertos lugares. Ya que varias veces Bernard vió de lejos algunas vendas nuevas en el cuerpo del mayor. Este mismo, en muchas ocasiones no le importaba volver con su rostro algo manchado con sangre ajena.

 

El pecho de Bernard se estrujaba a la distancia. Él realmente quería acercarse y hablar con Blade. Ver si necesitaba ayuda o si el hombre había descubierto algo nuevo en sus salidas. En parte era preocupación genuina, pero también curiosidad de un erudito.

 

Aún así, le era imposible acercarse. Blade solo lo ignoraba y mantenía una gran distancia cuando se cruzaban. El más joven, en el fondo, entendía que estaba relativamente en peligro. Como si el mayor fuera una bomba de tiempo. Sí, lo comprendía...y aún así no podía simplemente rendirse. Así que se esforzó en esos días solitarios para mejorar sus habilidades mágicas. 

 

Una amarga sensación comenzó a crecer poco a poco en su interior. Y cada vez que un pensamiento nebuloso aparecía, se hundía en los libros, una y otra vez. La misión estaba cada vez más cerca, no podía bajar los brazos ni dejar solo a Blade en esto. 

 


 

Un corte fue todo para terminar con un monstruo de bajo nivel. El hombre miró con desdén el cadáver del mismo mientras este se desintegraba, dejando en el lugar solo un charco de sangre oscura, pero más allá de eso, nada. Lo que había sido del ser, ya no existía. "Qué suerte tienen..." pensó en un momento con ironía, anhelando poder desintegrarse para siempre, igual que ese monstruo.

 

Su mente viajó a alguna parte mientras guardaba su espada, luego de sacudir la sangre fresca que había quedado en la hoja de esta. Quizás pensando en que esto era una pérdida de tiempo, quizás reviviendo en su mente esa noche donde casi ahorca hasta la muerte a cierto 'mago'. 

 

La ira aumentaba cuando recordaba esa estúpida sonrisa lastimera en ese rostro lloroso y lamentable. Solo quería eliminar ese recuerdo de una vez por todas, pero le era imposible. Mataba y mataba a cualquier monstruo que encontraba en su camino, esperado que mara no vuelva a aparecer otra vez. 

 

Habían noches donde su cuerpo estaba por ser controlado otra vez. Haciéndole querer volver a la casa rápidamente. La bestia estaba furiosa por algún motivo. Pero él siguió golpeando y cortando seres de bajo rango, apaciguando de alguna manera ese deseo más profundo de su ser. No iba a dejar que esa cosa se apodere de su mente. No otra vez.

 

Apretó sus puños, pensando en irse mucho más lejos, debía encontrar nuevos objetivos para calmar aquella sensación molesta y asfixiante de su interior. Quizás seguir eliminando aberraciones le haría calmar esa parte suya que ansiaba salir pronto. Debía mantenerse firme. 

 

El filo de su espada atravesaba el aire, repitiendo un patrón mecánico contra seres de poca importancia, pero su mente no lograba acompasarse al movimiento. Cada crujido de ramas a su alrededor lo hacía girar de golpe, cada sombra proyectada entre los troncos parecía alargarse demasiado, como si lo observaran.

 

La respiración del bosque era densa, sofocante. ¿O acaso era su propia paranoia la que le cerraba el pecho? No podía distinguirlo. Había pasado demasiado tiempo con esa sensación de que algo (o alguien) lo seguía. A veces lo atribuía al mara, que buscaba engañarlo con susurros e imágenes del pasado, pero otras… otras veces estaba seguro de que no era solo su imaginación.

 

El instinto de la bestia lo mantenía alerta, la mano crispada sobre la empuñadura de su espada incluso cuando el silencio parecía total. Y en el fondo, una voz insidiosa repetía: "Te observan. Te están esperando."

 

Pero aún así Blade se preparó para seguir su camino, todavía había luz del día y no tenía planeado volver a la casa y cruzarse con el texere...era algo fuera de discusión. Sobretodo porque notaba esa mirada preocupada y ansiosa posarse en él, y no lo soportaba. De verdad que no lo hacía.

 

Inesperadamente, algo comenzó a subir por su espina dorsal. De nuevo la sensación de no estar completamente solo alimentó su paranoia. Se puso en guardia, asegurándose de no ser tan obvio y así no espantar a su acosador. Sabía que no podía ser su imaginación. No podía serlo.

 

Sentía una mirada clavada en él, furtiva, persistente, como una flecha lista para atravesarle el pecho en cualquier momento desde lo lejos. 

 

El mara se agitaba bajo su piel, regocijándose en su inquietud. "Déjame encargarme…" pero el hombre no le hizo caso, no quería escucharle.

 

Blade apretó los dientes, reprimiendo el impulso. ¿Entonces era así?¿Había realmente alguien acechando, o era solo otra ilusión nacida de la corrupción que lo carcomía? 

 

—Sal… —gruñó hacia la nada, su voz resonando como un desafío. El bosque no respondió. Solo el eco de sus propios demonios volvió a sus oídos. 

 

"Destrozaré el bosque entero junto con la rata escurridiza...!" 

 

No tardó en apuntar con su espada hacia esa figura desconocida que lo observaba desde algún lugar. Frunció su ceño mientras golpeó con su espada el suelo y cortó con su habilidad todo árbol y arbusto que le parecía un escondite. 

 

Aprovechando el montón de polvo que hacía imposible ver en ese momento, se acercó sigilosamente a donde se suponía que debía estar aquella persona.

 

Tch...—sus ojos se fijaron en la tela que había dejado atrás. Solo era una capa desgastada y rota, no había ni un rastro más allá de eso. ¿Cómo era posible que haya esquivado ese ataque? Le estaba hirviendo la sangre poco a poco. Algo estaba mal.

 

Su ceño se frunció cuando su mente colocó piezas en su lugar y miró rápidamente el camino que llevaba hacia la casa del erudito. 

 


 

—Tu...¿eres ese famoso héroe?—Bernard miró al joven que había llegado a visitar hace un momento. 

 

—Supongo...los rumores corren muy rápido, ¿Eh?—suspiró, notoriamente incómodo por ser reconocido tan fácilmente. —Mi nombre es Fenris.

 

—Yo soy Bernard, es un gusto...¿Q-Qué te trae por aquí, señor Fenris?

 

El hombre de cabello rubio algo alborotado, miró fijamente al joven y habló con claridad—He estado escuchando que últimamente hay problemas con las Banshees. Así que estoy recopilando información acerca de eso...—Fenris miró de reojo la casa, luego sonrió sutilmente— Pero antes de las preguntas...me gustaría saber si hay otra persona viviendo contigo. Sería de gran ayuda tener más declaraciones.

 

Bernard abrió sus ojos un poco más y luego se acomodó los lentes. Mantuvo la calma, lo más que pudo. Evitando acariciar de más la tapa de su libro de magia o de no esquivar la mirada ajena tan seguido.

 

—Ahora mismo, esa persona no está en casa...lo lamento.

 

—...

 

Bernard sintió que el mitad elfo estaba analizando sus gestos y probablemente dudando de él. Pero aún así, no mostró signos de estar lo suficientemente nervioso. Sonrió, esperando que le crea.

 

—Entiendo...—El rubio asintió y seguidamente esbozó una sonrisa pacífica—Cuento con tu declaración, entonces. 

 

—Bueno, en ese caso...—Bernard se iluminó por un momento— ¿Qué tal si entramos y le sirvo un poco de té, señor Fenris?

 

—No creo que eso sea-

 

El viento apenas le advirtió sobre el peligro, cuando el filo de una espada estaba amenazando su cuello en ese mismo instante. Unos pocos cabellos dorados cayeron al suelo en ese mismo momento. Tan finos que no eran siquiera visibles a simple vista. 

 

—¿Quién es este? 

 

La voz de Blade resonó en los oídos de Bernard, quien aún estaba tan rígido como le fue posible debido al susto. Lentamente, se giró hacia el mayor y lo miró con nervios. 

 

—Blade...baja tu espada...

 

—Pregunté, quién es este tipo—Los ojos de amenazantes no estaban mirando en absoluto a Bernard, más bien estaban apuntando fijamente al elfo desconocido.

 

—Es...uno de los héroes conocidos de por aquí. Su nombre es Fenris—Miró al héroe, esperando que pudiese pedir disculpas con solo una mirada. 

 

Después de un silencio sepulcral, Blade bajó su espada lento pero desconfiado. Y así, Fenris pudo tomarse la molestia de mirar directamente al cazador. Sus ojos violáceos con el filo de un cuarzo, se posaron en el hombre con cara de pocos amigos.

Pero simplemente asintió tranquilamente. Ignorando por el momento su mal tacto para recibir visitas.

 

—Se ve que la persona que vive aquí contigo, ya está de vuelta. ¿No es eso algo bueno?—El joven sonrió de forma amigable, aunque su tono fue lo suficientemente sarcástico como para crispar al hombre que acababa de llegar. Bernard sin querer, bajó un poco la mirada.

 

—¿Por qué estás aquí?—Sin rodeos, Blade volvió a hablar. No tenía intención de dejar pasar al rubio a la casa. 

 

—Investigo sobre los ataques de las Banshees.—Fenris fue cortante hacia el mayor—Escuché que el problema principal es una Banshee "madre", y...que una persona estaba buscándola para enfrentarla.

 

El castaño sintió una punzada en su pecho. Sabía que no debería haber preguntado a los aldeanos de la ciudad tan a la ligera. Ese día, Blade no lo había acompañado y aprovechó para investigar por su cuenta el paradero de ese ser oscuro.

 

—Las descripciones que me dieron...me llevaron hasta aquí.— miró fijamente a Bernard.—Un chico de anteojos, ojos ámbar brillantes, con cabello corto y ondulado...¿No te suena a alguien?

 

—Umm...¿quizás?

 

—¿Realmente quieren enfrentarla?—miró a Blade esta vez—¿Ustedes dos contra una Banshee poderosa como esa? Es cuanto más, una misión suicida.

 

—No te incumbe. Puedes ir dando pasos hacia la salida, ahora—El más fastidiado de los tres, caminó hacia el elfo con un aura amenazante. 

 

—No me malinterpretes, no vine a regañarlos por esa... aventura temeraria que piensan hacer—habló con un semblante serio para luego suspirar—En todo caso, les propongo ir los tres juntos ¿Qué tal?

 

—No necesitamos otro integrante más, elfo. Ahora largo.

 

Fenris le devolvió la mirada afilada al prepotente que estaba echándolo del terreno. Pero más que intentar persuadirlo, simplemente se dirigió a Bernard. Rebuscó en su pantalón y extrajo un pequeño objeto que, a simple vista, parecía una gema corriente. Pero cuando la sostuvo en su palma, la piedra brilló con un fulgor suave, casi como una brisa atrapada en el cristal.

 

—Si en algún momento necesitan ayuda —dijo el rubio, tendiendo la mano hacia el mago. Su tono era tranquilo y confiable—esta piedra me guiará hasta ustedes. Solo deben llamarme.

 

Bernard dudó un instante, sorprendido por la confianza implícita en aquel gesto. Tomó la piedra verde con cuidado, notando el calor que emanaba, como si un corazón latiera en su interior. Ese calor le recorrió la piel, haciéndolo sentir protegido… aunque también incómodamente expuesto.

 

Blade lo observaba, cada segundo más rígido. Su mano libre inconscientemente formó un puño.

 

"¿Qué es esa estúpida expresión?" 

 

El leve rubor en el rostro de Bernard al recibir la gema, el brillo reverente en sus ojos… Todo le resultaba insoportable de ver. El mara bullía en silencio dentro de él, y por un instante no supo si quería arrancarle la piedra a Bernard para destrozarla o clavar el filo de su espada en el centro del corazón del elfo ahí mismo. 

 

—Tómenlo como una opción, por si las cosas van mal...—añadió Fenris, con voz serena.

 

—Ya escuchamos suficiente —lo interrumpió Blade, tajante. 

 

Por un instante, Bernard pensó que Fenris discutiría. Pero el joven solo arqueó una ceja, esbozó una media sonrisa y se giró, retirándose sin más. Solo hizo una seña con su mano, saludando a la distancia sin siquiera voltearse.

 

Y así, el silencio que dejó atrás fue aún más pesado que su presencia.

 


 

Bernard seguía observando la gema, como si tratara de comprender su composición. La guardó con cuidado, casi como un objeto frágil que debía proteger. Olvidando que la figura de alguien más estaba ahí, cerca suyo.

 

—¿Qué crees que haces aceptando eso?

 

Bernard levantó la vista, algo confundido por la dureza de su tono. Hace tanto que el peliazul no le dirigía la palabra, que su corazón pegó un brinco al escucharlo.

—Es solo un recurso… podría ayudarnos —respondió sin mirarlo directamente.

 

Blade avanzó hacia el joven que estaba sentado en ese sofá viejo, y su sombra cubrió la tenue luz de la habitación. 

 

—No necesitamos basura ajena.

 

—No es...basura—se mantuvo recto en su lugar, sintiendo la mirada penetrante de Blade sobre él. Pero sus manos estaban tensas sobre su regazo—El señor Fenris sabe lo que hace...no por nada es un héroe de rango alto. Y si las cosas no salen bien, nosotros podríamos-

 

—Conmigo es suficiente para acabar con esa asquerosa Banshee—Sentenció sin vacilación. 

 

Bernard parpadeó un par de veces, como si la frase de Blade hubiera sido un golpe invisible.

 

["Conmigo es suficiente"]

 

Sintió cómo algo se cerraba dentro del pecho, una mezcla amarga entre ira y… decepción.

 

Había pasado días sin dormir, estudiando, calculando rutas, afinando cada detalle para no ser una carga.

 

Había intentado entenderlo.

 

Había intentado alcanzarlo.

 

Y aún así, él mismo no podía confiar en sus propias habilidades. Presentía que algo podría pasar por no estar preparado. Y esta gema que le han dado, significaba una salvación para ambos. Y, sobretodo, no quería ver a Blade desaparecer ante sus ojos. 

 

—¿Por qué eres así? Es una ayuda...¡Una ayuda!—sus ojos que siempre brillaban con calidez, ahora estaban mostrando enojo hacia el mayor. Se había levantado de su lugar para encarar al hombre—Quizás tú tengas tu espada, tus habilidades, tu agilidad...¡Pero yo no tengo eso!

 

La voz de Bernard se había alzado lo suficiente para provocar una extraña sensación en el cuerpo de Blade. Pero este solo se quedó mirando al más joven. El texere bajó el tono, quebrándose poco a poco con cada palabra que salía de su boca.

 

—Quizás seas fuerte, incluso en este mundo que no conoces...pero yo...no lo soy. Con mis barreras no alcanza, Blade...¿Y si no volvemos?...—Lo miró directamente—No quieres morir en un mundo que no es el tuyo, ¿cierto?...

 

El silencio sepulcral que llenó el espacio entre ellos, hizo que la preocupación creciera aún más en el corazón del erudito. Sudó frío ante la sensación de que algo estaba mal.

 

—¿Cierto?

 

El peliazul notó que la mirada del mago era desesperada. Ya la había visto alguna vez en otros rostros. Miradas que esperan por lo menos una mentira para estar en paz. Miradas que piden un poco de esperanza para seguir adelante.

 

Pero, lo que menos haría un hombre inmortal y corrompido como este cazador, era crearle una burbuja de fantasía a este mago. Una sonrisa fría y carente de simpatía se formó en el rostro de Blade. 

 

¿Morir?...Por supuesto que me encantaría eso—notó cómo Bernard se tensó—Si ese maldito monstruo es capaz de darme un final, que así sea. Lo esperaré con ansias. 

 

—¿D-De qué hablas?...¿Estás diciendo que no te importa morir? Cómo puede ser...—Tembló ligeramente mientras se alejó un poco yendo en reversa.

 

—Tan inocente...e ingenuo como siempre, ¿Hm?—Blade se rió por lo bajo, una risa oscura que mostraba su verdadera naturaleza resonó en los oídos ajenos. Se acercó peligrosamente— Hace tiempo querías que te hable de mí, ¿No es así?...bien, te mostraré algo. 

 

Bajo la atenta mirada del texere, el hombre sacó su espada de su vaina. Bernard se puso rígido al pensar lo peor pero, más allá de recibir algún daño, fue el mismo Blade quien se cortó el brazo, lo suficiente para lograr un sangrado obvio.

 

—¡¿P-Por qué?! —Bernard estaba sumamente confundido, mirando la herida que el mayor se hizo a conciencia.—Hay que...detener la hemorragia! 

 

Pero justo cuando el mago iba a ayudar a Blade, notó que la misma herida se estaba cerrando poco a poco. La carne parecía volver a su estado anterior como si nada hubiera pasado. Sin siquiera necesitar magia curativa. El erudito se quedó mudo ante la imagen de regeneración de alto nivel. Por lo menos en Orbis, era algo que pocos héroes podrían hacer. Era más probable que un acólito tuviese ese poder que uno de ellos.

 

—¿Asustado?...—La voz de Blade sonó como si se estuviera burlando de la reacción del más joven.—Me regenero, no importa cuántas veces sea cortado, apuñalado, o incluso si me arrancasen alguna extremidad, volveré a estar en una pieza—bajó su brazo, y observó directamente a los ojos de Bernard, que aún estaban intentando entender la situación.

 

—Soy esto...un monstruo que no puede morir ni aunque quiera—apretó sus puños, recordando las incontables veces que fue herido de gravedad, pero que la muerte jamás venía a por él. Solo se alejaba más y más, como si fuese una peste.—¿Ahora entiendes por qué no me importa si la misión falla, mago?...no es como si pudiera morir de todas formas—se encaminó hacia el pasillo a pasos pesados. 

 

—...Pero tu misión es volver al otro lado.

 

El hilo de voz de Bernard logró detener al mayor. El mismo se quedó en silencio un momento, pero luego suspiró aparentemente hastiado de tener que seguir dando explicaciones. 

 

—Así es...pero si me desintegro aquí—miró al mago de reojo, sus ojos rojos con destello amarillento estaban extrañamente tranquilos—No me molesta en absoluto...—una sonrisa ladina apareció en su rostro—Es más, esa Banshee me haría un favor...—y, cuando su sonrisa cínica dejó su rostro como si jamás hubiera estado, miró hacia el frente, hablando por última vez—Atrévete a usar esa cosa...y lo lamentarás.

 

Bernard apretó en su mano la piedra preciosa por reflejo, sabiendo que se refería a ella. 

 

Y, sin dirigir ni una sola palabra más al más joven, Blade siguió su camino directo a la habitación. La charla se había acabado, dejando a un Bernard con muchas más preguntas que respuestas y un sentimiento visceral en su interior. 

 

Sabía de alguna manera, que el mayor había omitido algo más importante a propósito. Pero algo era seguro, Blade estaba muy confiado de que no podría ser derrotado por las Banshees. O por nadie en realidad. 

 

Eso solo dejó en el erudito una sensación pesada en la boca del estómago. Nada bueno de eso podría salir. No cuando el poder de curación de Blade no estaba al cien por ciento ahora.

 

Ya que aquella herida, ni siquiera se había cerrado del todo. Y él lo notó. 

Notes:

BUEEEENAS! 😘🫶 Lamento haber desaparecido por meses, PERO trabajé bastante en este capítulo y esto fue lo que salió. Jejeje.

Básicamente descarté 3 borradores TT-TT

Pero hey! Gracias por esperar~

Estoy orgulloso de haber llegado a escribir el capítulo 10! Aunque costó, lo logré ;3