Chapter 1: Hasta nunca, Feldspar
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—¡Está muerto! —gritó un chico disfrazado de mago, alzando sus brazos—. Finalmente, luego de una épica y extendida batalla, han vencido al antiguo dragón negro, ¡pero no tan rápido! Antes de morir, el dragón, con sus últimas fuerzas les lanzó aliento de ácido, a noventa pies de distancia. El ácido alcanzó a Delgriel, Feldspar y O-xiu. Hagan una tirada de salvación de destreza, la Clase de Dificultad es veintidós, con un d20.
—Bien... —Craig, disfrazado de pícaro, lanzó el dado—. Veinticuatro.
—Feldspar, recibes la mitad del daño. —El chico disfrazado de mago tomó nota.
—Yo... —un segundo chico disfrazado de paladín, lanzó el dado—. Doce.
—Delgriel, recibes el daño completo. Estás a punto de morir. ¿Qué vas a hacer?
—Nada, no tiene sentido hacer algo ahora, recibo el daño.
—Te retuerces de dolor en el suelo, el ácido poco a poco deshace tu piel, provocando quemaduras de tercer grado, gritas y suplicas a los dioses que tengan misericordia.
—¡Oye, retrasado! —interrumpió una chica asomándose por la puerta—. Mamá dice que va a ocupar el garaje, que se vayan a jugar Calabozos y Dragones a otro lado.
El chico disfrazado de mago se levantó de su silla, ofendido.
—¡Retírate, inútil hembra humana! ¡No puedes dirigirte así al Gran Mago Shudhrawgah'tru'k'n!
La chica le dio una mirada con desagrado a los cuatro.
—¿Saben? Ya tienen diecisiete años.
—¡He dicho que te retires! Esta es la última partida de Feldspar antes de mudarse, no nos hagas perder el tiempo con tu necedad.
—Llevan como tres días con esta porquería.
—Cinco —corrigió el chico disfrazado de paladín.
—¡Por dios! ¿Saben? En el mundo real, hay personas mucho más interesantes que sus personajes inventados. Tú —dijo apuntando a Craig—, ¿qué se supone que eres?
—Soy un pícaro de raza semielfo.
—No entiendo qué haces aquí, eres bastante atractivo. Aprovecha que vas a empezar una vida nueva y olvídate de todos estos retrasados. Es tu oportunidad de ser normal, aún estás a tiempo de salvarte. ¿Cómo te llamas? Tu nombre real.
—Craig.
—Es tu momento, Craig, allá puedes ser lo que quieras ser.
—No es una jodida Barbie —interrumpió el chico disfrazado de mago—. Es un semielfo que traicionó y asesinó a su compañero, el Tiflin Ga, para llegar hasta mis tierras.
—Escúchame, Craig. Escúchenme, los cuatro, sus vidas se resumen en ir a la escuela, comer, cagar y venir aquí a jugar, jamás van a vivir una vida normal si siguen encerrados. Les apuesto a que Craig va a conocer nuevos amigos, hasta va a encontrar a alguien en su nuevo hogar, mientras ustedes van a seguir desperdiciando su tiempo con sus cuentos de hadas.
—¡Jajaja! Claro, voy a abrir la puerta y ahí va a estar esperándome el amor de mi vida —comentó Craig entre risas—. Que graciosa es tu hermana, Gran Mago. Lo siento, pero los pícaros funcionamos mejor solos.
—Ya escuchaste a Feldspar, no busca amor, solo robar y traicionar al que sea necesario. Ahora... —El chico disfrazado de mago lanzó unos dados que cargaba en su bolsillo—. ¡Vete! ¡Los dados han decidido tu destino, estás exiliada de mis tierras!
—¡Beban! ¡Fumen! ¡Dróguense! ¡Hagan algo de chicos normales! —dijo la chica retirándose.
—Ignórenla, esa hembra humana no tiene ninguna autoridad en mis tierras. Continuemos, O-xiu, tu tirada de salvación.
Un tercer chico disfrazado de druida lanzó el dado.
—¡Sí! Veintiséis —dijo el chico, emocionado.
—Recibes la mitad del daño. Ahora, se encuentran frente a las puertas que mis orcos están abriendo para ustedes. O-xiu y Feldspar entran a mi castillo, donde los espera un gran banquete y se sientan junto a los Medianos, Delgriel, tú serás trasladado a una habitación donde curarán tus heridas, pero no vas a recuperar puntos de vida.
La madre del chico abrió la puerta del garaje, le dio una mirada y la cerró sin decir nada.
—Bueno, la emperatriz del garaje solicita que nos marchemos, hasta aquí queda la partida por hoy. Considerando que Feldspar no podrá continuar, cuando los hongos chillones anuncien el alba, es decir, después de la escuela, debe ser ejecutado en el bosque de Los Elfos. Delgriel, O-xiu, los espero mañana. —El chico se levantó de su silla—. Feldspar, infórmale al Tiflin Ga, que es bienvenido en la siguiente campaña.
—Le daré tu mensaje, Gran Mago. Lamento no poder estar presente mañana para mi ejecución —dijo poniéndose de pie.
El resto se puso de pie.
—Feldspar, ha sido un honor para este mago jugar a tu lado estos casi tres años. Te deseo suerte en tu aventura en otras tierras, espero logres encontrar un Dungeon Master que esté a mi altura.
—Realmente me divertí con ustedes, me dieron las mejores campañas de mi vida —dijo Craig, conteniendo sus lágrimas.
—Feldspar, tuviste la osadía de traicionarme en innumerables ocasiones, pero a este druida no le avergüenza reconocer que cayó ante el más hábil —dijo estrechándole la mano.
El chico disfrazado de paladín se acercó a abrazarlo.
—Sé que no somos amigos, ni siquiera sabía que te llamabas Craig, pero siempre me gustó jugar contigo —dijo comenzando a llorar.
Craig lo abrazó con fuerza, luego lo apartó, ya que no dejaba de abrazarlo y se retiró rápido del garaje, conteniendo sus lágrimas
—"No quiero irme —pensaba Craig de camino a casa—. Voy a extrañar esas partidas"
Al pasar junto a una gran casona de aspecto descuidado, con muchas habitaciones, Craig se detuvo, observando hacia las ventanas del tercer piso.
—QonglaHbe' (No puedo dormir en Klingon) —gritó un chico, en el patio de la casona.
Craig vio al chico que le hacía señas desde una esquina poco iluminada, corrió hacia él, se agachó y se sostuvo de la reja, comenzando a llorar.
—Michael, de verdad te voy a extrañar —dijo entre sollozos.
—No quiero que te vayas, Craig. —Michael comenzó a llorar—. Eres mi mejor amigo y también me abandonas.
—Son mis padres los que quieren irse.
—¡Pudiste negarte! ¡Tricia vino hoy a despedirse de las niñas y dijo que no te opusiste en ningún momento!
—Mis padres quieren que me olvide de todo lo que vivimos aquí. No quiero irme, pero lo pensé y allá nadie sabrá nada de mí, aquí se acaban las etiquetas, quiero ser Craig, no "el nerd", no "el adoptado", no "el que abandonaron", quiero ser solo Craig.
—Aquí todos tenemos la misma etiqueta.
—Lo sé, tengo una familia, no me puedo quejar —dijo bajando la mirada.
—¿Quieres olvidar todo?
—Aunque me gustaría que pudiéramos hacerlo juntos, sí me gustaría una vida nueva.
—¡Entonces vete a la mierda!
Michael se levantó, llorando.
—¡Mañana vendré a despedirme antes de partir!
—No. —Michael limpió sus lágrimas—. No quiero verte nunca más.
Michael se alejó, dirigiéndose a la casona.
—¡Espera! —Craig se sostuvo de la reja con ambas manos—. ¡El Dungeon Master dijo que eres bienvenido en la próxima campaña, Ga!
—¡¿Y cómo se supone que voy a ir?! —gritó Michael volteándose—. ¡Si Feldspar no va a estar aquí para ayudarme a escapar!
Craig se quedó en silencio, viendo a Michael entrar a la casona, bajó su mirada y continuó llorando.
Un viejo guardia se acercó a Craig a través de la reja y tomó su hombro.
—Craig, deja de venir.
—Mañana será la última vez, nos vamos a mudar lejos de aquí.
—No sabes cuánto me alegro por ti y Tricia. Gracias a tus padres todo mejoró, pero ya sabes que tienes prohibido acercarte.
—Mañana... ¿Podría ayudarme a entrar?
—Pones en riesgo mi trabajo, además, Beatrice sigue a cargo y si te ve aquí va a llamar a tus padres.
—Por favor.
—Creciste tanto y aún logras convencerme, Craig. —El viejo guardia sonrió—. Al medio día, pero ahora vete.
Craig se fue a casa, en su habitación, observó una pila de cajas en el rincón, ya con todas sus pertenencias empacadas.
—"Creo que esa chica tiene razón —pensaba Craig, quitándose su disfraz de pícaro—, es mi oportunidad, aunque dudo que haya gente interesante allá, pero lo voy a intentar".
Craig empacó su disfraz, pero se arrepintió, lo cambió a una más pequeña y se sentó en su cama, con la caja sobre su regazo.
—Tú te quedas aquí —dijo quitándose su chullo azul, guardándolo junto al disfraz—. Hasta nunca, Feldspar.
Selló la caja, la dejó junto a su cama y se acostó a dormir.
De madrugada, se fue a la habitación de Tricia, abriendo la puerta despacio y metiéndose a su cama, tratando de no despertarla.
—¿Otra vez? Ya es la tercera noche, Craig —dijo molesta al despertar.
—Lo sé.
—No, vete a tu cama
—Por favor —dijo bajando la mirada.
Tricia se hizo a un lado, dejando espacio libre y Craig se acostó junto a ella, abrazándola.
—Pero no me abraces, me da calor, hazte para allá —dijo empujándolo.
—En cuanto amanezca, me voy —Craig la abrazó con fuerza.
—¿Cuándo vas a dejar de tener pesadillas? Ya estoy harta de tenerte en mi habitación.
—No lo sé, ¿crees que de verdad sirva irnos de aquí?
—Supongo, nos vamos por tu culpa.
—Los voy a extrañar, mañana quiero ir a despedirme.
—Que tierno. Quítate.
—Tricia, quiero pedirte un favor.
—¿Te parece que voy a hacerte un favor a las dos de la madrugada?
—No ahora, tonta.
—¿Si lo hago te vas a callar?
—Sí.
—¿Qué quieres?
—¿Podrías no hablar de nuestro pasado allá? Con nadie, nunca le cuentes a nadie de dónde venimos, de nuestros amigos, lo que hacíamos aquí, nada.
—¿Hacíamos? Yo no tengo de qué avergonzarme.
—¡Solo no digas nada!
—¿Por qué?
—Lo estuve pensando y creo que es una buena oportunidad para dejar todo atrás. Quiero una vida nueva.
—¿Quieres cambiarte el nombre?
—No, engendro, no seas tonta, no me refiero a eso. Solo conocer gente nueva y que no estén haciendo preguntas estúpidas como la gente de aquí.
—Sí, yo también estoy harta de las preguntas, a veces me siento como una atracción de circo. —Tricia apoyó su cabeza en el pecho de Craig.
—¿Lo ves? Por eso, mejor no decir nada y empezar desde cero. No quiero irme, menos a un pueblo pequeño, pero podría servir.
—¿Crees que sea muy malo?
—No creo que sea malo, pero la ciudad es diferente, es probable que tengamos que salir a buscar agua a un pozo por las mañanas u ordeñar vacas para desayunar, quizá hasta matar gallinas para almorzar. Apuesto a que en la escuela solo habrá hijos de granjeros, herreros y cosas así, debe estar lleno de gente aburrida.
—¿Gente aburrida? Por favor, tu definición de diversión es jugar con chicos disfrazados en un garaje.
—Eso también lo voy a dejar atrás.
—¿Voy a tener un hermano normal?
—No, solo eso va a quedar atrás, no voy a dejar todos mis juegos.
—Bien, no diré nada, ahora, cállate. —Tricia se volteó, dándole la espalda—. Si estás aquí por la mañana, te vas a arrepentir.
—Tricia, ¿recuerdas cuando éramos niños?
—No todo.
—Eso tampoco lo hables nunca, con nadie.
—Lo sé, me lo repites todo el tiempo. Cállate.
—Engendro, ¿recuerdas al doctor?
—No, Craig. Cállate.
—Quisiera verlo para despedirme.
—Que lindo de tu parte. Cállate.
—¿Tú no vas a dejar algo para Rose y Karla?
—Ya fui hoy. Cállate.
—Yo le voy a dejar mi disfraz a Michael.
—¡Que te calles!
—¡Cállense los dos! —gritó el padre de Craig desde su habitación.
Al día siguiente, al mediodía, Craig llegó a la gran casona y se acercó a la puerta para hablarle al guardia.
—Ya llegué, ¿me va a ayudar?
—En dos minutos los niños van a salir al patio, en cuanto escuches la última campanada, abriré la puerta trasera, espérame ahí.
Se fue de inmediato al lugar acordado.
—"Mierda, no quiero entrar, odio estar aquí —pensaba—. Solo espero no encontrarme con Beatrice, mi papá se va a enojar si sabe que vine".
El viejo guardia, junto a dos niñas que esperaban a Craig, abrieron la puerta, Karla, la niña más alta, lo tomó de la mano y corrieron jalándolo dentro de una pequeña bodega en el patio. Adentro, lo abrazaron de inmediato.
—¡No quiero que se vayan! —dijo Rose, la niña más pequeña, mientras lloraba.
Craig se agachó para quedar a su altura y acarició su rostro, secando sus lágrimas.
—Rose, debemos irnos, pero a ustedes jamás las voy a olvidar y Tricia nunca dejará de ser su amiga, les prometo visitarlas algún día. —Craig dirigió su mirada a Karla, tras Rose—. ¿Michael las cuida bien, Karla?
—Sí, pero no nos cuenta cuentos como tú, los de él son aburridos.
—Jaja. Eso es porque es un muy mal Dungeon Master. ¿Podrías llamarlo?
—Él nos dijo que vendrías, pero no quiere verte. Se quedó adentro, debe estar mirando por alguna de las ventanas del tercer piso.
—Entrégale esta caja, dile que no quiero jugar si no es con él.
Karla tomó la caja, la dejó en el suelo y lo abrazó una vez más.
—Búscate un novio —susurró Karla—. Te hace falta.
—Jaja. Eso no es asunto tuyo. Y no soy gay.
—El doctor dijo que el TEAF* va mejorando —dijo Rose, con una voz tímida e infantil.
Craig la abrazó más fuerte, sonrió y la alejó un poco.
—¿Entonces vas a ser más grande que yo, Rose?
Rose negó con la cabeza, riendo avergonzada, mordisqueándose la uña del pulgar.
—Rose, tengo una misión para ti —dijo tomándola de los hombros—. Quiero que le digas al doctor que nunca voy a terminar de agradecerle lo que hizo por Tricia... y ahora por ti. ¿Lo vas a recordar?
Rose asintió con la cabeza y lo abrazó con fuerza.
—Yo se lo recuerdo, Craig, no te preocupes.
—¿Y tú, Karla? ¿Mejor? —dijo alzando la cabeza para verla tras Rose.
Karla le mostró el pulgar, guiñándole el ojo.
—Hace mucho que no tengo convulsiones, ya no hago cortocircuito.*
—Jaja. Estúpida —comentó negando con su cabeza—. Me alegro por ti.
El viejo guardia les golpeó la puerta pidiéndoles que se apresuraran.
—Ya debo irme, cuídense mucho —dijo secando lágrimas de Rose, mientras secaba las suyas.
Karla apartó a Rose de Craig.
—Déjalo irse, Rose, ya van a tocar la campana y Beatrice lo puede ver.
Craig se levantó y las abrazó a ambas.
—Las quiero más de lo que se imaginan.
—Y nosotras a ti. Y dile a Tricia que el chico que le comenté ya es mi novio.
Craig frunció el ceño y le dio un leve golpe en la frente a Karla.
—¡Nada de novios! ¡Tienes solo catorce años!
—Casi quince y ya no vas a estar aquí, tendré todos los que quiera.
Craig se agachó.
—Rose, que no tenga ninguno. Vigílala bien.
—Michael tampoco la deja —dijo riendo—, pero ella no hace caso.
—Rose también tiene uno.
Rose negó con la cabeza, riendo.
—¡No, Rose! Tienes trece años, tú tampoco puedes, ninguna, ya les he dicho, hasta que cumplan treinta.
—¡Já! Ya quisieras. Ya vete, estaremos bien, tenemos a Michael —dijo Karla.
Craig besó la frente de cada una y las abrazó. Con la ayuda del guardia, salió de la casona por la puerta trasera y se despidió de este con un cálido abrazo. Al llegar al frontis, se volteó a ver a Michael, que lo observaba desde el tercer piso, Craig le hizo un saludo vulcano con su mano, recibiendo la misma respuesta de Michael, quien luego cerró las cortinas. Rápido, se fue a casa, donde unos hombres terminaban de subir muebles a un gran camión de mudanzas. Al ver a Tricia y su madre en el auto, fue por última vez a su habitación ya vacía y se apoyó en el umbral.
—Adiós —dijo en voz alta.
—¡Qué melancólico! —comentó Tricia.
—¡Tú cállate, engendro! ¿No estabas en el auto?
—Sí, pero mamá me envió a vigilarte.
—¿A vigilarme? ¿Por qué?
—No quiere que te acerques a la reja, no quiere molestar a los bomberos otra vez.
—No soy tan estúpido.
—Claro que sí, no te acerques a la reja —dijo su padre pasando junto a ellos, cargando una caja.
—¿Lo ves? —preguntó Tricia—. ¿Quieres que te dé la manito para acompañarte al auto?
Craig la miró molesto, cerró la puerta y se fue junto a Tricia.
—¿Están listos? —preguntó su padre subiendo al auto.
—Sí —respondieron al unísono.
Su padre comenzó el viaje, siguiendo al camión de mudanzas.
—¿Cómo es allá? —preguntó Tricia.
—Es un pueblo pequeño, pero encantador —respondió su madre.
—Apuesto a que está lleno de gallinas, vacas y granjeros —comentó Craig—. Deben tener cuidado con Tricia, no la vayan a confundir con estiércol.
Tricia le dio un golpe de puño, que fue devuelto por Craig, comenzando a golpearse mutuamente.
—¡¿No pueden ir como hermanos?! ¡No son animales! —gritó su padre molesto.
Ambos se detuvieron de inmediato.
Craig vio por la ventana cuando pasaron junto a la gran casona.
—"Adiós, Michael, Rose y Karla" —pensó.
Tricia se volteó a ver la casona.
—Mamá, ¿crees que algún día pueda venir a visitar a Karla y Rose?
—No lo sé.
—¿Cuánto nos vamos a demorar en llegar? —preguntó Craig.
—Seis horas —respondió su madre.
—¡¿Seis?!
—Sí, seis —respondió su padre—. Y no quiero peleas durante el camino.
La madre de Craig se volteó a verlo.
—¿Y tu chullo, Craig? No te lo quitas nunca.
—Ya no lo voy a usar, Feldspar se queda aquí.
—¡Ay, no! —dijo Tricia simulando preocupación—. ¿Y ahora quién va a proteger a la familia de los dragones imaginarios?
—Papá, haz callar a la mascota —dijo señalando a Tricia.
—¿Por qué no lo vas a usar, Craig? —preguntó su madre.
—Se lo dejé a Michael.
—¿Fuiste al orfanato? —preguntó su padre, mirándolo por el espejo retrovisor.
—No.
—Supongo que no entraste.
—No.
—Te dije que no volvieras a ir y mucho menos que entraras.
—Tricia fue ayer.
—¡¿Qué mierda les dije?! —regañó su padre, dirigiendo su mirada a Tricia.
—Papito, yo no entré. Además, Craig me obligó a ir.
—¡Mentira!
El viaje continuó con un par de discusiones.
Craig notó un letrero que decía: "Bienvenidos a South Park", mientras ambos miraban el paisaje por la ventana.
—¡Mira! Una vaca, lo sabía, esto será horrible —comentó Craig.
—Estamos a las afueras, aún no llegamos a la parte urbana —dijo su padre.
Ya más al interior del pueblo, su padre les indicó que faltaba poco para llegar.
—Tenías razón, papá, no parece tan rural —dijo Craig.
—¿Lo ves? Tiene el encanto de un pueblo pequeño, con las comodidades de la ciudad y lo mejor de todo, las casas no tienen rejas.
—Ja-ja-ja. Me revuelco en el suelo de la risa —comentó Craig, fastidiado, cruzándose de brazos.
—¡¿Hay McDonald's aquí?! —preguntó Tricia, alarmada.
—No, aquí solo hay zanahorias —respondió su madre.
—¡Já! —Se burló Craig—. Vas a tener que comer sano.
—Miren, esta será su escuela —dijo su madre señalándola.
—"Bien —pensó Craig mirando la escuela—. Craig normal, vida normal".
Tricia notó un chico con gafas que caminaba en sentido contrario.
—"Hay chicos lindos aquí" —pensó Tricia, siguiéndolo con la mirada.
Luego de tres días, ya con todo desempacado y en su lugar, ambos se fueron a la nueva escuela, al llegar, se detuvieron a observarla.
—Es pequeña —dijo Tricia.
—Llegamos muy temprano, engendro, me muero de sueño —dijo bostezando.
—No me gusta llegar tarde.
—Ya te sabes el camino, desde el lunes te vienes sola.
—No, no quiero venir sola.
—Me importa una mierda —dijo mostrándole ambos dedos medios mientras entraba a la escuela.
Al llegar a su salón, antes de entrar, Craig escuchó a un chico que hablaba en un tono alto y se acercó a la puerta a escuchar.
—[...] ¡Que lucha por el amor y la justicia! —gritó el chico.
Craig se apartó de la puerta, dudó por unos segundos, pero intrigado la abrió de golpe, encontrando a un chico rubio de pie sobre la mesa del profesor, con sus manos en la cabeza, haciendo lo que parecía ser una pose heroica, hablando en voz alta. El chico se detuvo y se volteó a verlo, avergonzado. Ambos permanecieron mirándose, con un incómodo silencio.
*TEAF: Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal.
A causa de esto Rose padece:
Altura y peso inferiores al promedio.
Mala coordinación.
Retrasos del desarrollo.
Dificultad para concentrarse.
Habilidades sociales deficientes.
*Karla padece de Epilepsia. Ella se refiere a esto como "hacer cortocircuito".
Chapter 2: Craig conoce a Serena
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—¿Viste el capítulo anoche? —preguntó Jason.
—No, me quedé dormido —respondió Francis.
—¡Estuvo buenísimo! Tienes que verlo hoy.
—Sí, lo veré.
—¿Trajiste la información que pidieron para el trabajo de hoy?
—Sí, sí, sobre eso. Hoy me toca con uno de ustedes si es en parejas, ya me dejaron solo la última vez.
—Bien, que sea Tweek esta vez.
—Sí, creo que es lo just... —Francis fue interrumpido por un golpe seco en la puerta del salón de clases.
Tweek entró abriendo la puerta de una patada, como solía hacerlo cuando llegaba temprano a clases, sabiendo que solo sus dos amigos estarían ahí a esa hora.
—¡Adivinen lo que me pasó! —gritó Tweek, emocionado.
—¡¿Qué, qué?! —preguntó Francis.
Tweek corrió a dejar su mochila en el suelo, junto a su silla y se fue a sentar sobre la mesa del profesor.
—Anoche estaba entrenando en el gimnasio y... adivinen.
—¡Dinos de una maldita vez! —dijo Jason.
—Estaba entrenando y se me acercó un hombre a ofrecerme probarme en las luchas.
—¿En las clandestinas? —preguntó Francis.
—¡Sí! —respondió Tweek, emocionado.
—¿Y lo harás? —preguntó Jason.
—¡Claro!
—Esas son con disfraces, ¿no?
—¡Sí! Anoche estuve pensando en un personaje y aunque amaría usar el disfraz de El Gran Saiyaman, el que me regalaron ustedes para mi cumpleaños, no lo puedo usar. No se puede saber mi identidad. Estuve pensando en Mighty Mask, me permitiría moverme con facilidad y no necesita tanta producción, solo debo hacerlo rápido, es para la próxima semana.
—Pero el disfraz de El Gran Saiyaman lleva casco —replicó Francis
—Pero no se pueden usar cascos.
—Entonces con gafas oscuras, como en el torneo —sugirió Jason.
—¿Y si se me caen? Quedaría al descubierto mi rostro. Aunque, ese me gustaría usar. Solo imagínenlo.
Tweek se subió sobre la mesa del profesor, haciendo las poses de El Gran Saiyaman.
—"¡El guerrero! ¡Que lucha por el amor y la justicia! ¡No dejaré que el mal prevalezca! ¡Yo soy El Gran Sa...!"
Tweek se detuvo al ver a un chico desconocido que abrió la puerta del salón de clases. Ambos se quedaron mirando, en un incómodo silencio.
—Adelante, continúa —dijo el chico desconocido, tratando de contener su risa.
—No, no, ya... terminé.
Tweek se bajó de la mesa, avergonzado.
El chico desconocido cerró la puerta, quedándose de pie junto a ella.
—No te preocupes por mí, puedes ser una Sailor Moon si es lo que quieres.
—No... ¡No soy una Sailor Moon!
Francis y Jason rieron por el comentario del chico.
—¿Quién se supone que eres entonces?
—Pues... solo imitaba a... bueno... era... ¡Eso no te importa!
—Como digas, ¿saben si este asiento está ocupado?
—Sí, está ocupado. ¡Todos están ocupados! —respondió Tweek, enojado.
—¿Estás seguro de estar en el salón correcto? —preguntó Francis.
—Sí.
—Entonces tendrás que esperar hasta que llegue el profesor.
Poco a poco comenzaron a llegar otros chicos al salón, algunos observando al chico nuevo y otros ignorándolo. Tweek, Francis y Jason se fueron a sus asientos a continuar su conversación, en voz baja.
—Bueno y como les decía antes de que el idiota nos interrumpiera. La pelea de prueba será la próxima semana, mandaré a hacer el disfraz.
—¿Qué le dirás a tus padres? —preguntó Jason.
—Ellos no pueden saber, solo les diré que son luchas de Kick Boxing. Cuando tengo de esas luchas, no van a verme a menos que sea una importante.
—Sería genial si quedas.
—Ya me lo puedo imaginar... pero yo creo que me irá bien. No quiero ser presumido, pero soy bueno en esto.
El profesor entró al salón de clases.
—¡Buenos días, chicos! Hoy tenemos un alumno nuevo con nosotros. Por favor, pasa adelante a presentarte.
—¿Es... necesario?
—Sí.
El chico fue frente a la clase, mirando a todos, notablemente nervioso.
—Me llamo Craig Tucker, tengo diecisiete. Mi familia se mudó a este pueblo hace poco y... eso.
Tweek se inclinó hacia adelante para hablarle a Francis y Jason.
—¡Que emocionante presentación!
—Bueno. Gracias. Pasa a sentarte —dijo el profesor.
—¿Dónde?
—Hmm... Acá. Hay un chico que no vendrá por un tiempo, luego te buscamos un asiento definitivo. —El profesor señaló un asiento vacío y continuó la clase.
—¡Hola, soy Clyde! ¿Eres nuevo?
—¿No acaba de decirlo? —interrumpió Tolkien, volteándose—. Por cierto, soy Tolkien.
Craig asintió con la cabeza y sonrió.
—¿Trajeron la información que les solicité para el trabajo de hoy? —preguntó el profesor.
—Sí —respondieron todos al unísono.
—Bien, formen parejas.
—Lo siento, pero haré pareja con Tolkien —dijo Clyde.
—No te preocupes.
Jason se volteó a hablarle a Tweek.
—Te toca quedar solo hoy.
—¿Y cuándo lo decidieron?
—Antes de que llegaras, además, estuvimos juntos en el trabajo anterior y Francis quedó solo, ya conoces nuestra regla.
—Entonces quédate solo tú.
—No, esta vez te toca a ti.
—Bien, pero no los pienso ayudar en nada.
—No queremos tu ayuda.
—Cuando sea un luchador profesional, recordaré este momento.
—Jaja. ¡No seas dramático! —dijo Francis.
—¿Alguien está sin pareja? —preguntó el profesor.
Tweek y Craig levantaron su mano.
—Bien, estarán juntos. Craig, cámbiate junto a Tweek.
Craig no vio a Tweek levantar su mano, ya que estaba sentado más adelante.
—¿Quién es Tweek? —preguntó Craig a Clyde.
—El que está sentado al final, junto a la ventana.
Clyde señaló a Tweek, quien estaba mirándolo con una expresión de desagrado.
—"Debe ser una broma" —pensó Tweek mientras veía a Craig.
Tweek se inclinó para hablarle a Francis y Jason.
—Recordaré este día, malditos.
—Supéralo, Tweek —dijo Francis.
Craig tomó sus cosas y se cambió al asiento junto a Tweek.
—Bueno, creo que me tocó contigo... Serena.
Jason y Francis rieron al escuchar el comentario de Craig.
—A mí tampoco me agrada la idea.
—Como sea.
—Saquen la información, elijan uno y comiencen a trabajar —dijo el profesor.
Craig levantó su mano.
—Dígame, Tucker.
—Yo... no sé qué hay que hacer.
—Oh, claro, lo siento. Deben elegir uno de los personajes históricos del que hayan traído información y hacer un resumen de su aporte a la historia, con sus propias palabras.
—Gracias. —Craig se volteó a ver a Tweek a su lado—. ¿Tienes la información?
—Sí. —Tweek se quedó con la mirada fija hacia el frente.
—¿Puedo verla?
—¿No tienes la tuya?
—No, no sabía que había que traerla. Creo que notaste que es mi primer día.
Francis se volteó a hablarle a Tweek.
—No seas malo, Tweek.
—Tú no me hables.
—Jajaja. Deja el drama —dijo Jason, quien luego volteó a ver a Craig—. Él no es tan malo.
—Profesor, esto dos me están molestando —dijo Tweek, levantando su mano.
—Dejen de joder ustedes tres.
—¿Terminaste tu rabieta? ¿Podemos trabajar ahora? —preguntó Craig.
—¡Bien!
—¿Sobre quién será?
Tweek revisó las hojas.
—Nathan Rosen —respondió, entregándole las hojas a Craig.
—¿Rosen? Genial.
—Léelo rápido.
—¿O me castigarás en el nombre de La Luna?
—¡Que no era una Sailor Moon!
—¡Dije que dejen de joder ustedes tres!
—¡Yo no hice nada! ¡Siempre lo mismo! —reclamó Francis.
—Jajaja. Bien, bien, perdón. Empezamos mal. Lo siento.
Craig extendió su mano a Tweek de forma amistosa y sonriendo, pero este miró la mano de Craig como sin entender lo que quería.
Craig dejó de extender su mano y comenzó a leer.
—¿Terminaste? —preguntó Tweek.
—No.
—¿Y ahora?
—No.
—¿Y ahora?
—¡No!
—¿Y ahora?
—Si no te callas no me puedo concentrar.
—¿Terminaste ahora?
—¡Que no!
Tweek se apoyó en la ventana mientras golpeaba su lápiz en la mesa, esperando a que Craig terminara de leer.
—"Que irritante" —pensó Craig, mirando de reojo a Tweek.
—"Que lento —pensaba Tweek, mirando por la ventana—. De toda la maldita clase ¿por qué tenía que tocarme con él? Esa nube parece un gatito... Bueno, di una mala primera impresión, pero no debió molestarme con lo de las Sailor Moon. ¿Quién se cree? Ya me dio hambre... Si sigue molestando tendré que golpearlo, pero... es lindo. No me gustaría tener que golpearlo. Supongo que voy a tener que relajarme, quizá sea agradable".
Craig detuvo la mano de Tweek, obligándolo a dejar de golpear el lápiz en la mesa.
—Ya terminé.
—¿Comprendiste lo que debemos hacer?
—Sí.
—Bien, empecemos.
—Tú escribe sobre la teoría del Intrauniverso y yo sobre el Interuniverso. ¿Te parece bien? —preguntó Craig, devolviéndole las hojas.
—¿Sobre qué? —preguntó con una expresión de confusión.
—¿Prefieres el Interuniverso tú?
—¿De qué hablas?
Tweek comenzó a leer las hojas.
—Esto no era lo que quería —se lamentó, recostándose sobre la mesa.
—¿Sobre quién querías hacerlo?
—Nathan Rosen. —Tweek pensó por unos segundos—. ¿O no era Rosen?
—Pues... Nathan Rosen era un físico.
Jason se volteó a ver a Tweek.
—¿No leíste antes de imprimirlo?
—No, tenía sueño. Busqué, imprimí y ya.
—Apuesto a que querías a Nathan Kress. Baboso. Jajaja.
—¡Sí! Cierto... Era Kress.
—¿Y ese quién es? —preguntó Craig.
—Un actor —respondió Tweek.
—¡¿Un actor?! ¿Te parece que un actor es un personaje histórico?
—¿Quién no vio iCarly? Por supuesto que es un personaje histórico.
—No puede ser.
Craig intentó contener su risa.
—De todas formas, trajiste información bastante interesante. Esto habla sobre la teoría del Puente de Einstein-Rosen.
—¿El qué?
Jason se quedó a escuchar la explicación mientras reía.
—¿No tienes un trabajo que hacer? —preguntó Tweek a Jason.
—No me voy a perder esto.
Craig continuó su explicación.
—Puente de Einstein-Rosen o Agujero de gusano. Básicamente, es una estructura hipotética asociada al espacio-tiempo.
—¿Estructura qué?
—Veamos... En palabras simples. Es como dos puentes, conectados, por donde puede desplazarse la materia a través del espacio y el tiempo.
—¿Como Gokú?
—¿Gokú?
—Sí, cuando se teletransporta.
—No, no.
Craig apoyó su cabeza en su mano y respiró profundo.
—Es como... a ver... ¿Cómo te lo explico?
—Jaja. Craig, suerte tratando de explicarle —comentó Jason antes de voltearse.
—¡Tú preocúpate de tu trabajo, Jason! —regañó Tweek.
—Jaja. Serena, ponme atención. Según Einstein el espacio puede doblarse, torcerse y deformarse. Él plantea que dos cuerpos o universos podrían atraerse entre sí por su campo gravitatorio. Esto daría origen a un túnel para conectarlos.
—Ajá.
—Entonces son como "atajos". Básicamente, podrías llegar más rápido entre dos puntos distantes, que si viajaras a la velocidad de la luz a través del espacio a los mismos puntos.
—Ajá.
—El túnel donde se conectan ambos puntos se encontraría en el "hiperespacio", una dimensión producida por una distorsión del tiempo y la gravedad.
—Ajá.
—No estás entendiendo, ¿verdad?
Tweek negó con su cabeza.
—A ver... Se llaman así porque se asimila al túnel de un gusano, que atraviesa una manzana para salir por otro lado. Piensa en un gusano que va a excavar un túnel en la manzana.
—Ajá.
—Si entra por un lado de la manzana y excava un túnel para salir por el otro lado, se demorará menos en salir, que si la rodeara. ¿Verdad?
—Sí.
—Eso es básicamente. Rosen ayudó a Einstein en esta teoría.
—No, no, no viajaría más rápido.
—¿Por qué no?
—Bueno, dependerá de qué tan rápido el gusano excave el túnel, porque si viaja a la velocidad de la luz, llegaría mucho más rápido que excavando.
—¡No!
—¿Cómo que no? Las manzanas son pequeñas.
—Bueno, bueno. Imagina que el túnel ya está excavado, ahí sí llegaría más rápido, y no me vengas con que, si el gusano es lento o rápido, solo piensa que llegaría más rápido.
—Entonces... Según lo que dices. Viajas de un punto del universo a otro punto del universo, ¿verdad?
—¡Sí!
—Como Gokú.
—¡No! ¡Olvida a Gokú!
—¡¿Por qué no?!
—¡Porque no! Gokú se transporta de un punto a otro. En un agujero de gusano, viajas.
—Viajas de un punto a otro, como Gokú.
Francis se volteó.
—¡Tweek, por dios! Como Súper Janemba, imagina un túnel desde el agujero dimensional que abre, hasta el otro agujero dimensional por el que devuelve los ataques.
—Ah, ok, ok. Ya entendí.
—¿Qué? Mi explicación era bastante clara.
—Para nada.
Craig respiró profundo.
—Bien, empecemos.
—Claro.
En ese momento sonó el timbre del receso y todos salieron al patio de la escuela, excepto Craig, este se quedó en el salón de clases, se puso sus auriculares, abrió un Chupa Chups y reprodujo música en su celular. Se acomodó en la silla, apoyando su cabeza en la pared, puso sus manos dentro de sus bolsillos y cerró sus ojos. Se quedó dormido, hasta que sintió que alguien le tocaba el ojo una y otra vez. Al despertar, se dio cuenta de que el profesor y el resto de alumnos ya estaban en el salón de clases.
—Qué modo de despertarme.
—No quería molestarte.
—Claro. Bien, Serena, sigamos.
Ambos continuaron su parte del trabajo.
Craig notó que Tweek comenzó a golpear la mesa con su lápiz.
—¿Tienes algún problema?
—No entiendo esta parte.
—Déjame ver. —Craig detuvo la mano de Tweek nuevamente—. Solo... deja de hacer eso.
Tweek comenzó a mover su lápiz entre sus dedos índice y medio, sin golpearlo, evitando hacer ruido mientras Craig leía.
—Mira, esto habla sobre los... —Craig se detuvo al ver que el lápiz de Tweek se le soltó y cayó por la ventana.
Tweek se asomó por la ventana para ver dónde había caído el lápiz y luego miró a Craig.
—Fue un lanzamiento perfecto.
—Solo... concéntrate.
—Claro, explícame.
Tweek se acomodó en su silla, apoyando su cabeza en su mano, con el codo sobre la mesa, mirando fijamente a Craig para escuchar su explicación.
—... Esto... Esto se refiere a los...
—¿Los?
—Los... agujeros blancos.
—¿Blancos?
—Sí... Su... su hipótesis sugiere que, en un agujero de gusano, un agujero negro absorbe la materia y una contraparte expulsa la materia, lo que sería un agujero blanco. Entonces...
Jason se volteó de inmediato.
—Craig, yo le explico. Tweek, por el agujero negro come y por el agujero blanco caga.
—Ah, ok, ya entendí.
—Jajaja. Bien, continuemos entonces.
—Claro.
Tweek apoyó su cabeza sobre su mano, mirando por la ventana.
—"Oh dios, se distrae con lo más mínimo... ¿Por qué no escribe nada?" —pensaba Craig mientras miraba a Tweek.
—¿Qué tanto me ves?
—No estás escribiendo.
—Por supuesto que no, no tengo lápiz.
—¡Entonces pídelo!
—¿Tienes un lápiz?
—Pídelo bien.
Tweek se levantó de su asiento, apoyó una rodilla en el suelo, haciendo una pequeña reverencia, con una mano en su pecho, inclinando su cabeza.
—Su majestad, ¿podría proporcionarle un lápiz a este humilde plebeyo?
—Jaja. No me refería a eso.
—¿Entonces qué quieres?
—Un "Por favor" bastaba.
—Oh, disculpe usted, Conde Modales —dijo volviendo a su asiento.
— No es... Bien, ten un lápiz.
—Muchas gracias, mi lord.
—Oye, Tweek. —Francis se volteó para hablarle—. Mañana es sábado, podríamos quedarnos en tu casa, por lo de... ya sabes.
—¡Sí! Así me ayudan con los detalles y todo eso.
—¿Piensas escribir o...? —interrumpió Craig.
En ese momento sonó el timbre del final de clases.
—Bien, chicos, se acabó la clase. Nos vemos el lunes —dijo el profesor.
—¡Ah! No alcancé a escribir —dijo Tweek en tono burlesco.
Craig se puso de pie, guardando sus cosas y luego le extendió la mano a Tweek.
—¿Qué? —preguntó Tweek, mirando su mano.
—Mi lápiz.
—¡Oh, claro!
Tweek buscó en su mochila, entregándole el lápiz.
—Lo mordiste. —Craig le devolvió el lápiz a Tweek—. Quiero uno nuevo.
—¡Oh, por supuesto, su majestad! ¿Es posible dárselo el día hábil siguiente o lo requiere con premura?
—El lunes está bien, Serena. ¡Nos vemos!
Craig se dirigió a la puerta antes de ser detenido por Clyde.
—¡Oye, Rick!
—Craig —corrigió.
—Eso, perdón, ¿tienes algo que hacer ahora?
—Hmm... No, creo que no.
—¿Quieres ir a mi casa?
—¿A qué?
—No sé.
—...
—¿Quieres o no?
—Bien, supongo que podría ir un rato.
—Genial, vamos entonces.
Los chicos se dirigieron a casa de Clyde.
—Él es Tolkien, Tolkien Black, yo soy Clyde Donovan, por si no lo recuerdas. Aquí falta Jimmy, pero tuvo una operación hace poco y no asistirá a la escuela por un tiempo.
—Ajá.
Craig caminaba atrás, siguiendo a los chicos, con las manos dentro de sus bolsillos.
—La próxima semana iré a ver las luchas, ¿quieres ir? —preguntó Tolkien a Clyde.
—No voy a estar en casa ese fin de semana.
—¿Adónde vas?
—Mi papá quiere ir a la casa de mi tía.
—Pero son por la noche.
—Nos quedaremos todo el fin de semana allá.
—Mierda, apuesto a que Jimmy hubiera ido conmigo.
—Lástima que no estará por un tiempo.
—¿Y a ti? ¿Te gustan las luchas? —preguntó volteando a ver a Craig.
—No, no me llaman la atención.
—Bien, mi destino es ir solo —dijo lamentándose.
—¿Y Nichole? —preguntó Clyde.
—Tampoco estará ese fin de semana, además, no son de su agrado.
—Lástima, amigo, lástima. —Clyde palmeó el hombro de Tolkien.
—¿Qué haremos? —preguntó Tolkien.
—No lo sé, ¿qué quieren hacer?
—¿Qué te gusta hacer? —preguntó Tolkien a Craig.
—¿Juegos de mesa?
—¿Estás respondiendo o estás preguntando? —preguntó Clyde.
—Perdón, juegos de mesa.
—¿Juegas Dominó o algo así? —preguntó Clyde.
—Jaja. No, no ese tipo de juegos.
—¿Como cuáles? —preguntó Tolkien.
—De cartas, tableros, de rol... De ese tipo.
—¿Tienes? Porque nosotros no.
—Sí.
—¿Eres tímido? No hablas mucho —dijo Clyde.
—Un poco.
—Déjalo en paz, ya querrá hablar.
—¿Tomas cervezas, drogas o algo?
—No, nada.
—Aah... Empezamos mal —dijo Tolkien.
—Pero si ustedes quieren, no tengo problema.
—¡Yo quiero cerveza! —dijo Clyde
—¿Tienes en tu casa o hay que comprar?
—Tengo.
—Genial.
—Bien, esta es mi casa —dijo señalando la entrada.
Craig entró, mirando todo a su alrededor.
—¡Hola! —Tolkien saludó al padre de Clyde.
—Hola, Tolkien.
—Papá, estaremos en mi habitación, él es Rick, es nuevo en la escuela.
—Craig.
—Hola, Craig, siéntete como en tu casa.
—Papá, ¿quedan cervezas?
—Sí, busca allá atrás, pero quedan pocas. ¿Quieren que les vaya a comprar?
—Yo sí, mi papá no me compra. —Tolkien le entregó dinero al padre de Clyde.
—¿Las de siempre?
—Sí, por favor.
—Bien, iré en un rato. ¿Tú quieres algo, Craig?
—No, gracias.
—Bueno, vayan a mi habitación, yo subiré con las cervezas pronto.
—Sígueme. —Tolkien le señaló a Craig las escaleras.
Craig entró a la habitación, mirando todo a su alrededor.
Tolkien lanzó su mochila a un rincón de la habitación y se recostó sobre la cama de Clyde.
—Ahh... Me encanta estar acá.
—¡Piensa rápido! —dijo Clyde, entrando a la habitación, lanzando una cerveza a Tolkien.
—¡No la agites, idiota!
—¿Seguro que no quieres una? —preguntó a Craig, mientras abría su cerveza.
—Sí, seguro.
—La dejaré ahí por si cambias de opinión.
Clyde dejó el resto de las cervezas sobre un escritorio.
—¿No bebes nada de nada? —preguntó Tolkien.
—La verdad es que no he probado.
—En ese caso, creo que es buen momento para empezar —dijo Clyde, ofreciéndole una cerveza.
—Quizá después.
—Ahí estarán. Siéntate, donde quieras —dijo Clyde, sentándose en el suelo.
Tolkien señaló una gran montaña de ropa junto al escritorio.
—Mira, bajo toda esa ropa, hay una silla.
—O si quieres te sientas en el suelo.
—El suelo está bien, dejaré mi mochila allá.
—¡Solo déjala donde te plazca!
Clyde le arrebató la mochila y la lanzó tras él, sin preocuparle donde cayera.
—Entonces... ¿Qué hacemos? —preguntó Tolkien.
—Ya sé, preguntas a Rick, si no habla, tendremos que sacarle información.
—Craig —corrigió—. ¿Qué quieren saber?
—¿Tienes novia? —preguntó Clyde.
—No.
—¿Has tenido?
—Algo así.
—¿Era linda?
—Sí, creo que sí.
—¿Crees? —preguntó Tolkien.
—Creo... que tomaré la cerveza.
—¡Así me gusta!
Clyde se levantó rápido a buscar una cerveza, la destapó y se la entregó.
Craig dio el primer sorbo a su cerveza, sin poder evitar hacer una expresión de asco.
—Es... asquerosa.
—Oh, solo espera un rato, ya no será asquerosa —dijo Tolkien.
—¿Qué tal estuvo trabajar hoy con Tweek? Lamento que te hayan puesto con él —dijo Clyde.
—No fue tan malo, pero, ¿él siempre es así?
—¿Así cómo? —preguntó Tolkien.
—¿Un completo idiota? —intervino Clyde.
—No es un idiota, ya olvida eso, fue hace años.
—No es solo eso, no lo soporto. ¡No soporto a los maricas!
—¿Es gay? —preguntó Craig.
—Sí, es completamente gay. No te juntes con él, te puede transformar.
—Es gay, no un zombie, Clyde —dijo Tolkien.
—Lo detesto, a él y sus amigos raritos.
—No le hagas caso, Craig, no son raritos. Tenemos gustos diferentes, pero no son malas personas. Solo no congeniamos, pero ¿a qué te referías con si siempre es así?
—Es como... distraído, un poco disperso.
—Sí, siempre ha sido así. Aunque cuando niños era peor, además de eso, era muy inquieto. Se le ha ido quitando un poco con los años, tengo entendido que practica Kick Boxing, eso al parecer le ha ayudado bastante a "descargar energía", así que se mantiene más tranquilo, además, me imagino que estuvo con terapias o algo así. A veces lo sacaban de clases, pero nunca supimos para qué.
—Yo lo encuentro igual de irritante y desagradable —interrumpió Clyde a Tolkien.
—No es desagradable, irritante si puede serlo a veces, pero no es desagradable.
—Y no te metas con él, puede ser marica y todo lo que quieras, pero debo reconocer que sabe golpear —dijo Clyde abriendo una segunda cerveza.
—Él lo sabe mejor que nadie, ha probado varias veces los puños de Tweek. Jajaja.
—Algún día me voy a vengar.
—Ya déjalo así, no vale la pena, solo olvídalo.
—No pienso olvidarlo.
—En fin. Sí, Craig, él siempre es así.
—¿Quieres otra? —preguntó Clyde al notar que Craig ya se había acabado su cerveza.
—¿Ves que ya no es tan mala? —preguntó Tolkien
—No, ya no tanto. Bien, dame otra.
Clyde le entregó otra cerveza.
—¿Tu papá siempre es así? ¿No le molesta que beban acá? —preguntó Craig.
—No, no le molesta. Siempre me dice que prefiere que estemos acá, en vez de no saber dónde estoy. Desde que falleció mi mamá que se "relajó", él es el que nos compra siempre, nosotros no podemos comprar aún.
—Por eso generalmente nos juntamos acá —agregó Tolkien.
—Y... ¿Qué hacen cuando se juntan?
—Esto, a veces videojuegos, a veces películas, a veces nada —respondió Tolkien.
—¿Y tú? ¿Qué hacías con tus antiguos amigos? —preguntó Clyde.
—Juegos de mesa, películas, series.
—¿No te gustan los videojuegos?
—Sí, pero no soy muy bueno.
—Bueno, cuando vayamos a tu casa, puedes enseñarnos alguno de tus juegos —dijo Tolkien.
—¿A mi casa?
—Claro, ya te adoptamos, ya eres de los nuestros —respondió Tolkien, abriendo otra cerveza.
—¿O prefieres quedarte con el marica y los raritos?
—No... no lo sé, no los conozco, pero se veían agradables.
—¡Oh, ya deja el tema, Clyde!
—¿Por qué dices que son raros? —preguntó Craig.
—El enano es marica y supongo que tiene algún trastorno mental, no es normal comportarse como lo hace él. El otro es un otaku que le gusta el hentai y Marceline, no sé, pero se ve raro también.
—¿Marceline? —preguntó Craig.
—Se refiere a Jason. No son raros, no le hagas caso —intervino Tolkien—. ¿Quieres jugar a algo?
—¿Algo como qué?
—No sé, ve los videojuegos que hay ahí. Elige alguno.
—Hazme caso, Rick, no te juntes con ellos.
—Craig.
—Como sea. No te juntes con ellos.
—¡Ya para con el tema! Voy a empezar a pensar que te gusta Tweek —dijo Tolkien.
—Jamás me gustaría el enano.
—Entonces para.
—¿Qué les parece este? —preguntó Craig, mostrándoles un videojuego.
—No, ese no —respondió Clyde.
—¿Todavía no puedes? —preguntó Tolkien.
—¡No! El maldito hijo de puta me sigue ganando, le gané solo una vez y estoy seguro de que fue porque se le cayó el internet.
—Entonces... ¿Este?
—No, ese tampoco.
Tolkien se fue junto a Craig.
—¿Qué tiene ese? —preguntó Tolkien.
—Estaba jugando el martes. Llegó el hijo de puta y me mató ahí también.
—Entonces no uses los mismos servidores, o siléncialo, bloquéalo, no sé.
—No, hasta que le gane.
—Eso no va a pasar.
—Cállate.
—¿Este? —preguntó Craig.
—Bueno, ese. Ponlo —respondió Clyde, señalando la consola.
—Debimos comprar algo para comer. —Tolkien le entregó a cada uno un joystick mientras se tocaba el estómago.
—Abajo creo que hay papas fritas.
—Genial, ya vengo.
—¿Te gustan los shooter, Rick?
—Craig. Sí, a veces jugaba en casa de amigos.
—¿Eres bueno? Quizá puedas ayudarme a ganarle a ese hijo de puta.
—No soy tan bueno, pero lo intentaré.
—¡Llegaron más cervezas! —Tolkien entró a la habitación con cervezas y un recipiente con papas fritas.
—Yo no quiero más, gracias.
—Vamos, Rick, no seas aguafiestas.
—No, no quiero más.
—¡Por dios, Clyde, se llama Craig!
—Como sea. Juguemos.
Tolkien se acercó a darle instrucciones a Craig, señalándole los botones y análogos.
—Con ese disparas, con ese apuntas, con ese cambias de armas, con ese lanzas las granadas, si lo mantienes se intercambian entre granadas de humo, cegadoras o explosivas, con ese te mueves y si lo mantienes presionado, corres, con ese mueves tu visión y si lo presionas lo marcas, con ese te escondes o agachas y esquivas si te mueves para el lado. ¿Entendiste? —preguntó sentándose en el suelo, entre Craig y Clyde, a los pies de la cama, frente al televisor.
—Sí, creo que sí.
—¿Listos? —preguntó Clyde.
—Sí.
—Listo.
—A patear culos.
La partida comenzó.
—¡Mierda, me mató! —se quejó Clyde.
—Ni diez segundos duraste —se burló Tolkien.
—¡Me va a matar, dispárale, Rick!
—¿Dónde estás? ¡Márcalo!
—¡Acá!
—¡Márcalo! ¡No te veo! —dijo Craig, alterado.
—Listo, muerto... Clyde, mejor usa el francotirador y escóndete, campear es lo tuyo —dijo Tolkien.
—¡Me están apuntando! ¡Ayuda! No, ya no... Ya me mató —dijo Craig.
—Voy a recoger tus granadas, no me quedan... Mierda, me mató —dijo Tolkien.
—¡No me dejen solo! ¡No tengo munición! Allá hay una ca... ¡Mierda! —Clyde dio un golpe en el suelo.
—¡Bien, vamos de nuevo! ¿Vieron el nombre? Yo no me fijé —dijo Tolkien.
—Yo tampoco. Ahora sí quiero otra cerveza.
—No alcancé a leerlo. Saca, como te dijo mi papá, siéntete como en tu casa.
Craig sacó una cerveza y continuó la partida.
—¡Me mató de nuevo! El nombre es... Dickverybig. —Craig le dio un sorbo a su cerveza.
—¡Es el hijo de puta! ¡¿También juega acá?!
—Jajaja. Entonces juguemos otro. No nos va a dejar jugar en paz —dijo Tolkien dejando el joystick a un lado.
—No, no, vamos a matarlo entre los tres, aún no me mata... Estaré aquí escondido mientras... ¡Hijo de puta! ¡Me mató!
—Intentémoslo. —Tolkien tomó el joystick nuevamente—. Deberíamos... Hmm... Acorralémoslo en la casa azul. Clyde, tú ponte de carnada. Craig, tú lánzale una granada y cuando la esquive, no le quedará otra opción más que correr a su izquierda. Iré primero, pondré una trampa para inmovilizarlo, cuando caiga, le disparamos.
—Bien.
—Hasta aquí llegaste, hijo de puta.
—¡Listo, listo! ¡Anda, Clyde! —gritó Tolkien luego de poner la trampa.
—¡Ahí va la granada! —dijo Craig.
—¡Ahora! ¡Cayó! —gritó Tolkien.
—¡Toma, hijo de puta! Ay, chicos soy tan feliz —dijo Clyde, abrazando a Tolkien y Craig.
—Pero ahora vendrá a vengarse. —Craig palmeó la espalda de Clyde.
—Lo sé, lo sé.
—¡Viene en un tanque! —gritó Tolkien.
—Bien, me rindo. —Craig dejó el joystick a un lado—. ¿Ya lo buscaron en Twitch? Quizá ahí puedan saber quién es.
—No lo había pensado. ¡Que buena idea, Rick!
—Craig. Y no te lo voy a seguir repitiendo.
—Está bien, Craig.
—¡Busquémoslo! Yo también quiero saber quién es —dijo Tolkien.
Tolkien se levantó del suelo para dirigirse a la computadora de Clyde.
—Veamos... Dickverybig ... Aquí está... Tiene... Mil novecientos treinta y dos seguidores.
—No son tantos —dijo Clyde con desprecio.
—¿Cuántos tienes tú?, veamos... siete. Jajaja.
—No me importa, no transmito. Pon sus videos.
—Veamos...
Tolkien seleccionó el video mientras Clyde y Craig se inclinaron tras él para ver.
—Ah, usa un avatar de perrito. No van a saber quién es —dijo Craig mientras se enderezaba para beber su cerveza.
—Maldito... perro de mierda —dijo Clyde, molesto.
—¿Y no habla? —Craig se inclinó sobre el hombro de Tolkien.
—Parece que no, adelantaré un poco... No, no habla.
—Quizá ahora con Rick en el... ¡Agh! —Clyde fue interrumpido por un golpe de puño en su brazo—, perdón, con Craig en el equipo, tengamos una oportunidad contra él.
—Bien, me crearé una cuenta. Ahora debo irme.
—¿Tan temprano? —preguntó Clyde.
—Son las una y media de la madrugada —respondió Craig tomando su mochila y bebiendo el último sorbo de cerveza.
—Ah, pensé que era más temprano. Bueno ya te sabes el camino a la puerta, adiós.
—Bien, nos vemos, gracias por las cervezas.
—¡Craig! deja tu número de teléfono —dijo Tolkien.
—Denme sus celulares para anotarlo... Listo, ¡nos vemos!
Craig salió de la habitación.
—Jajaja. Se guardó con su nombre en mayúsculas —dijo Clyde, mostrándole su celular a Tolkien.
—A ver si dejas de decirle Rick, idiota.
—"Son agradables —pensaba Craig de camino a su casa—. Aunque ese Clyde es algo estúpido, pero me agrada. No entiendo por qué los odia tanto, yo no encontré que fueran raros. Tweek, es un poco... peculiar, pero no como para odiarlo. Bueno, tendré un poco más de tiempo para conocerlo, la próxima semana tenemos que seguir el maldito trabajo que ni se molestó en escribir. Ni siquiera sé si lo comprendió. No puedo creer que arrojó su lápiz por la ventana. ¿Qué habrá estado haciendo cuando llegué? De verdad parecía una Sailor Moon. Aunque... es un poco irritante, pero de cierta forma, no tanto".
Al llegar, Craig abrió la puerta de entrada sigilosamente.
—¡Craig Tucker! ¡¿Dónde estabas?! —preguntó su padre, enojado.
—Oh, olvidé avisar.
—Oh, no me digas. ¿Dónde estabas?
—Hice unos amigos y estaba en casa de uno de ellos. Es cerca de acá.
—Para la próxima debes avisar.
—Sí, lo siento. Me voy a acostar.
Craig subió a su habitación, se puso su pijama y se acostó.
—"Creo que venir a este pueblo no fue tan malo después de todo" —pensó antes de dormirse.
Chapter 3: Tweek conoce a Henry
Chapter Text
—Buenos días, chicos —dijo el profesor entrando al salón de clases—. Hoy vamos a continuar con el trabajo del viernes, siéntense con su mismo compañero.
—El mío no vino —dijo Craig levantando su mano.
—Entonces continúe su parte solo.
—Lamento que tengas que trabajar con el marica —susurró Clyde a Craig.
—Ya vas a empezar. Tú preocúpate de nuestro trabajo —dijo Tolkien.
—"De todas formas, prefiero sentarme allá que estar solo en medio de todos, allá atrás nadie me va a molestar".
Craig tomó su mochila, cambiándose al asiento de Tweek.
Francis se volteó a ver a Craig.
—Hola, Craig.
—Hola, ¿te molesta que me siente acá?
—No, para nada. Solo te estaba saludando. —Francis se volteó de inmediato.
—No quise sonar desagradable, lo siento.
Jason se volteó a hablarle a Craig.
—No te preocupes, él es sensible. Jajaja.
Craig sonrió a Jason antes de que se volteara, buscó sus auriculares y comenzó su trabajo.
—"Bien —pensó Craig— A trabajar. Amo esta canción".
En ese momento Tweek llegó al salón de clases, abrió la puerta y se quedó de pie en el umbral.
—¡Señor Tweak! Gracias por venir —dijo el profesor en tono irónico.
—Oh, de nada.
—¿Ya vio la hora?
—La veo de inmediato. —Tweek sacó su celular para ver la hora.
—Son las... ocho y cuarenta.
—¿No cree que es un poco tarde? La hora de entrada es a las ocho.
—Sí, un poquito. ¿Puedo pasar?
—Directo a trabajar.
Tweek se dirigió a su asiento. En el camino notó a Craig en su lugar, este parecía estar muy concentrado mientras escribía.
—¿Qué escuchas? —preguntó Tweek, quitándole un auricular.
Craig lo miró sin decir nada.
—Me agrada —Tweek sonrió antes de devolverle el auricular, pero cambió radicalmente su expresión a una más seria—. Hazte a un lado.
—Siempre tan... encantador.
—Su majestad, ¿tendría usted la cortesía de retirar su maldito trasero de mi silla?
—Por supuesto, Serena. Lo siento. —Craig se quitó sus auriculares y se cambió a la silla junto a Tweek.
—¿Qué hacías en mi silla?
—Pensé en sentarme acá, ya que estaba solo y...
—¡Aaww! ¿Entonces me extrañabas?
—¿En qué momento dije eso? —preguntó con una expresión de confusión.
—Así lo escuché yo —dijo sonriendo, sacando sus cosas de la mochila.
—Pues no fue lo que dije.
—Claro, claro... ¡Oh, cierto!
Tweek se arrodilló frente a Craig, agachando su cabeza, acercándole un lápiz de color rojo con ambas manos.
—Su nuevo lápiz, su majestad.
—Gracias. —Craig tomó el lápiz, dejándolo sobre la mesa.
—¿Le complace el color?
—Podría haber sido azul, pero lo aceptaré. Puedes retirarte. —Craig acarició la cabeza de Tweek bruscamente, despeinándolo.
—Gracias, su majestad. —Tweek se acomodó el cabello—. ¿Ya terminaste el trabajo?
—No, aún no y tú deberías hacer tu parte. El viernes no escribiste casi nada y no quiero reprobar por tu culpa.
—Ya lo terminé.
—Lo... ¿terminaste?
—Sí.
—¿De verdad?
—Jaja. Sí.
—Pero... ni siquiera entendías.
Tweek se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
—No soy estúpido, solo... comprendo de forma diferente.
—Pero teníamos que hacerlo juntos.
—Sí, pero hice mi parte, solo falta la tuya. Lamento que no sepas aprovechar tu tiempo fuera de la escuela.
—No lo hice porque debíamos hacerlo en clases.
—Pero nada pasó, creo que no habrá problema.
—Bien. Haré lo mío. No molestes, Serena.
—No lo haré.
Tweek se apoyó en la ventana y notó una bandada de pájaros que se quedó observando, siguiéndolos con la mirada.
—"Ya se distrajo. Increíble, en menos de dos segundos" —pensó Craig.
Jason se volteó a hablarle a Tweek.
—¿Tienes pegamento?
Tweek le iba a dar el pegamento, pero antes de que Jason lo tomara, se lo alejó.
—¿Para qué?
—¿Me lo prestas o no?
—¿Para qué?
—Craig, ¿tienes pegamento?
—No, no tengo.
—Tweek, ¿me lo prestas?
—No.
—Te lo devolveré enseguida.
—¿Qué es?
—Una araña.
—¿De cuál?
—Saltarina.
—No, esas no hacen nada. No merece morir así.
—Baboso, ¿me lo prestas o no?
—No.
Francis se acercó a la mesa de Jason, golpeó con fuerza con la palma de su mano, aplastando a la pequeña araña, se limpió en la ropa de Jason y se volteó enojado.
—Jason, termina tu maldita parte. Deja de perder el tiempo en estupideces.
Jason se volteó de inmediato.
—¡Já! —Se burló Tweek.
Tweek se acercó a Craig, hablándole en voz baja.
—Se ve adorable, pero no lo hagas enojar. Es un poquito histérico.
—Sí, ya lo noté —susurró Craig.
Francis le mostró el dedo medio hacia atrás a Tweek, sin voltearse.
Tweek rio y luego se apoyó en la ventana, soltando un suspiro.
—Craig, ¿te falta mucho?
—No.
Tweek miró por la ventana nuevamente, pero esta vez no había nada interesante que observar.
—"Me aburro" —pensó Tweek, apoyando su cabeza en la mesa, mirando fijamente a Craig.
Craig notó de reojo que Tweek lo observaba mientras escribía.
—"Maldición, justamente ahora no se distrae. ¡No soporto que me miren tanto!" —pensaba Craig, moviendo su pie.
—¿Te falta mucho? —preguntó Tweek.
—Deja de mirarme.
—¿Te molesta?
—Sí, deja de hacerlo. No me agrada.
—¿No estás acostumbrado a que te miren?
—No. Deja de hacerlo.
—Oblígame.
Craig se quitó su chaqueta, dejándola sobre la cabeza de Tweek.
Tweek se la quitó mientras reía, se quitó su chaqueta y se puso la de Craig.
—Oye, no te la puse para eso.
—Pues ya es tarde.
—¡Quítatela! —dijo Craig, frunciendo el ceño.
—¡Quítamela! —dijo Tweek, sonriendo.
Francis se volteó a ver a Tweek, luego miró a Craig, miró nuevamente a Tweek, se volteó y se inclinó hacia Jason.
—Creo que a Tweek le gusta este chico —susurró.
—¿Verdad que sí?
—A él también le gusta, pero Tweek está siendo muy obvio.
Jason se volteó a ver a Craig, se volteó hacia Francis y asintió con la cabeza, riendo.
Tweek y Craig se miraron sin entender el accionar de ambos, pero continuaron su conversación.
—Me queda grande, pero es cálida —dijo Tweek, acercando la parte delantera de la chaqueta a su nariz—. Además... huele bien.
—Es como tres tallas más que la tuya, quítatela.
—Cuando termines.
—Tengo frío.
—Debiste pensar en eso antes —dijo poniéndose la capucha de la chaqueta, acomodándose sobre la mesa para tratar de dormir.
—Haz lo que quieras.
—Eso estoy haciendo.
Tweek volteó su cabeza en sentido contrario, recostado sobre su antebrazo.
Todos continuaron con su trabajo mientras Tweek dormía, hasta que sonó el timbre para el receso.
—¡Tweek! —Jason movió el hombro de Tweek para despertarlo.
—¿Qué?
—El receso, vamos.
—¿Adónde?
—Al patio, ¿dónde más?
—Ay me muero de sueño, anoche me quedé hasta tarde buscando información sobre lo del sábado, vayan ustedes —dijo acomodándose nuevamente para seguir durmiendo.
—Bien, ¿quieres que te compremos algo?
—Un... No sé, sorpréndeme.
—¿Y el dinero?
—Lo olvidé. No importa, no tengo hambre.
—Te compraré algo.
—Gracias. Mañana te compro algo yo. Ahora, déjenme dormir, por favor.
Craig salió al receso junto a Tolkien y Clyde.
—Craig, no lo había notado. ¿Por qué tienes un pene dibujado en la frente? —preguntó Tolkien, haciendo el cabello de Craig a un lado.
Craig se acomodó de inmediato el cabello para cubrirlo nuevamente.
—Fue mi hermana, no lo pude borrar bien esta mañana.
—¿Tienes hermana? ¿Me la presentas? —preguntó Clyde, emocionado.
—Tiene trece años.
—Entonces no, Craig. A Clyde le encantan las niñas pequeñas —advirtió Tolkien.
—¡No es así!
—¿Cómo que no?
—Pero... puedo esperar a que cumpla quince.
—Entonces tú tendrás diecinueve, idiota.
—Pero no me gustan las niñas pequeñas.
—¿Qué edad tenía aquella niña con la que te encontraron en los vestidores?
—En mi defensa, ella dijo que tenía catorce.
—¡¿catorce?! —preguntó Craig.
—¿Sabes qué edad tenía, Craig? ¡Doce! ¡Doce años!
—Jajaja. No puede ser.
—No parecía de doce. Lo juro.
—Le gustan las niñas, Craig, mantén a tu hermana alejada de Clyde.
—¡Que no me gustan pequeñas...! No tan pequeñas.
—Jajaja. Este es el pedófilo de la escuela.
—Jaja. El Cuco —comentó Craig.
—¡Ya saben, niñas! ¡Pórtense bien o Clyde se las comerá!
—¡No soy pedófilo!
—Te recuerdo que estás a días de cumplir diecisiete.
—Pues... sí, pero eso fue el año pasado, tenía dieciséis. Ella no cuenta.
—¿Aún hablas con ella? —preguntó Tolkien.
—No, cuando supe su edad ya no volvimos a hablar.
—Mi hermana también va en esta escuela. Mantente alejado de ella —advirtió Craig.
—Las hermanas de amigos están prohibidas, no te preocupes.
—¿No es porque tiene trece entonces? —preguntó Tolkien.
—¡Sí! También por eso. No me gustan las niñas.
—Jajaja. Como digas. ¿Qué harás el viernes, Craig?
—No lo sé, creo que nada. ¿Qué quieren hacer?
—¿Podemos ir a tu casa?
—Supongo que sí. Déjenme preguntar y luego les digo.
—Genial, así nos enseñas alguno de tus juegos —dijo Clyde.
—¿Pero no te ibas este fin de semana? —preguntó Craig.
—Sí, pero el viernes por la noche. Puedo decirle a mi papá que me recoja en tu casa cuando salga. Dejaré todo listo antes de venir a la escuela.
—Bien, preguntaré.
—¿Tienes consola? —preguntó Tolkien—, podríamos seguir practicando y ganarle a Dickverybig.
—No, no tengo, solo jugaba en casa de amigos.
—Bien, llevaré una. Clyde, tú lleva el juego.
—¿Y tú no tienes?
—Te recuerdo que el que está en tu casa es mío.
—Ah, cierto. Lo olvidaba.
—Yo llegaré más tarde. Iré después de clases a buscar la consola.
—Pero aún debo preguntar. Les avisaré.
En ese momento sonó el timbre del final del receso y los chicos volvieron al salón de clases.
Craig llegó junto a Tweek, pero este aún se encontraba dormido. Antes de sentarse, se quedó de pie, observándolo, sintió el impulso de acariciar su rostro y sin darse cuenta deslizó su dedo índice por su mejilla, sonrió y se quedó un par de segundos observándolo. Luego de reaccionar, alzó su mirada. Francis y Jason se encontraban mirándolo, sonriendo. Craig retiró su mano de inmediato y cambió totalmente su expresión.
—Te lo dije, Jason. Le gusta Tweek —comentó Francis.
—¡¿Qué?! ¡No! Solo... tenía una pelusa y se la quité.
—Ajá, claro —dijo Jason.
Ambos se voltearon mientras reían.
El profesor entró al salón y todos continuaron con sus tareas.
—Oye, Serena —susurró Craig.
—...
—Serena.
—¿Quéé? —preguntó adormilado.
—Ya terminé.
—Felicidades.
—Devuélveme mi chaqueta.
—Dame... un minuto.
—Debemos revisar ambas partes. Yo leeré la tuya y tú la mía.
—Déjame en paz —dijo volteándose hacia el otro lado.
—¡Despierta! —Craig lo movió bruscamente.
—¡¿Qué quieres?! —gritó Tweek, sin levantar su cabeza.
—¡Dejen de joder los tres ahí atrás! —gritó el profesor a los chicos.
—¡Pero si yo no hice nada! ¡Siempre lo mismo! —Se quejó Francis.
—Lee mi parte del trabajo. Yo leeré la tuya.
—¡Ash! ¡Como jodes! —Tweek se incorporó, molesto.
Tweek tomó las hojas del trabajo de Craig y comenzó a leerlo.
—"Creo que es de los que despierta de malas" —pensó Craig.
—"¡Mierda! ¡Como jode! —pensaba Tweek mientras leía—. Quiero dormir. Tengo sueño. Sueño y hambre... ¿Viene la bandada de vuelta? ¿Adónde habrán ido?".
—"¡Ya se distrajo! —pensó Craig—. ¡Así no vamos a terminar jamás!, no puedo creer que se distraiga con tanta facilidad. Aunque... Estoy haciendo lo mismo. ¡Maldita sea! Me distrae que se distraiga. Concéntrate, Craig, Concéntrate".
—"Tengo hambre. Ya empecé a sentirme mal, debo comer algo" —pensaba Tweek, buscando algo de comer en su mochila.
Jason se volteó, entregándole a Tweek un paquete de galletas de chocolate, una barra energética y un jugo.
—Te compré esto.
—Gracias, me moría de hambre.
—Lee, por favor —interrumpió Craig.
—Sí, su majestad. Eso estoy haciendo.
—No te veo leyendo.
—Puedo comer y leer.
—¡Lee!
—¡Que dejen de joder los tres ahí atrás o se van castigados!
—¡Increíble! ¡Ahora por culpa de Craig! —reclamó Francis.
Jason solo se reía de que siempre le llamaran la atención a los tres, aún cuando solía ser culpa de Tweek.
—¡Pff! Jaja. ¡Perdón! —susurró Craig a Francis, cubriendo su boca.
Tweek se cruzó de brazos, negando con su cabeza, mirando a Craig con desaprobación.
—No fue mi intención —dijo Craig, en voz baja.
—Comenzaré a leer antes de que nos castiguen por tu culpa.
—Jajaja. De verdad no fue mi...
—¡Shht! Leyendo.
—Eres tan...
—¡Shht!
Craig terminó de leer la parte de Tweek, sin distracciones, pero cuando se volteó a ver a Tweek, este estaba concentrado mirando con atención un objeto pequeño que tenía entre sus dedos.
—¡Termina de leer de una maldita vez!
—¿Qué es esto? —preguntó, mostrándole el pequeño objeto a Craig.
—Un icosaedro. Termina de leer.
—¿Un qué?
—Termina de leer y te digo.
—Ya terminé. Eres lento. ¿Cómo dijiste que se llama?
—¿Y por qué no avisas que ya terminaste?
—Me dijiste que no te molestara.
—¿Está bien mi parte? ¿Encontraste algo que arreglar?
—Sí, está bien. ¿Cómo se llama?
—Icosaedro, es un dado icosaedro.
Tweek miraba el dado con detenimiento por todas sus caras.
—Oye, espera, eso es mío. ¿De dónde lo sacaste?
—Estaba en tu chaqueta.
—¿Y quién te dio permiso de revisar mis bolsillos?
—Me dio frío, puse mis manos dentro de los bolsillos y lo encontré.
—Déjalo donde estaba.
—Espera, ¿tienes más?
Tweek comenzó a sacar todo lo que Craig tenía en sus bolsillos, poniéndolo sobre la mesa.
—Solo... deja todo donde estaba.
—¿De qué es este Lego? Oh, es Freddy Krueger.
—¡Llevaba días buscándolo! ¡Por fin! —dijo Craig, sonriendo.
—Ah, pues de nada.
—Jajaja. Fue de casualidad.
—¿Cómo se llama este?
—Tetraedro.
—¿Y este?
—Octaedro.
—¿Esto qué es?
—Una carta.
—¿Y este cómo se llama?
—Dodecaedro.
Tweek observaba un dado de doce caras de color negro brillante, con bordes tornasolados.
—Este es bonito, es diferente y pesa más que el resto, ¿por qué?
—Los demás son de plástico, pero ese es de metal y es una edición especial.
—¿Eres una especie de nerd o algo así?
—No. Ahora por favor déjalos donde estaban.
—¿Me das uno?
—No, de esos no.
—Espero que se te pierdan —dijo molesto, poniendo todo de vuelta en un bolsillo.
—Jajaja. Que rencoroso.
—¿Todo bien con mi parte?
—Sí, increíblemente, sí. Todo bien.
—Genial. Eres libre de esfumarte.
—Bien, me voy.
—Te estás tardando.
—Mi chaqueta —dijo Craig, extendiendo su mano.
—Pero está tan cálida. —Tweek se abrazó a sí mismo.
—Lástima. Ahí tienes la tuya.
—Eres cruel, Craig, eres cruel.
Tweek se quitó la chaqueta y se la entregó a Craig.
—Toma, deja de llorar. Nos vemos, Serena.
Craig dejó un Chupa Chups sobre la mesa antes de volver a su asiento junto a Clyde.
—¿Ya terminaste? —preguntó Clyde.
—Sí, ¿y ustedes? —preguntó Craig, poniéndose su chaqueta.
—También.
—Chicos, le envié un mensaje a mi mamá y me dijo que sí podemos juntarnos en mi casa el viernes.
—¡Genial! Entonces dejaré todo listo para el viaje antes de venir a la escuela.
—¿Podemos beber allá? —preguntó Tolkien.
—Sí, supongo que sí, aunque preferiría que mis padres no lo notaran.
—No hay problema, en casa de Tolkien tampoco podemos, pero nunca nos han sorprendido haciéndolo.
El timbre del final de clases sonó.
—Bueno, chicos, guarden sus cosas, ya es hora de irse —dijo el profesor, saliendo de inmediato del salón.
—¿Qué harán ahora? —preguntó Tweek a Francis y Jason.
—Nada. ¿Qué quieres hacer? —preguntó Francis.
—Iré a comprar las telas que me pidió la mujer que me hará el disfraz. Debo llevarlas mañana, me dijo que ella solo hace compras los días jueves y no alcanzaría a tenerlo listo si la espero.
—Te acompañamos.
—Luego podemos pasar a la cafetería a comer algo.
—Vamos entonces. —Jason se puso su mochila para salir pronto de la escuela.
Tweek salió rápido del salón de clases, emocionado por comprar lo necesario para su disfraz, pero con la prisa, chocó con Clyde.
—¡Ten cuidado!
—Lo siento, no te vi.
—¿No me viste? Mido como quince centímetros más que tú ¡¿y no me viste!?
—¡No me hables así!
Craig y Francis se hicieron a un lado.
Tolkien intervino alejando a Clyde, quien ya estaba demasiado cerca de Tweek.
—Déjalo en paz, Clyde.
—Hazle caso a tu amigo, mejor déjame en paz. No me gustaría volver a partirte el culo.
—Éramos niños, ya no te tengo miedo —dijo Clyde que volvía a acercarse a Tweek de forma intimidante.
—¡Jajaja! ¿Crees que me das miedo? Lo único que me das es lástima. —Tweek se acercó más a Clyde.
—Déjalo así, Tweek, ya vámonos. —Jason jaló a Tweek del brazo, alejándolo de Clyde.
—¡Tienes suerte de que Marceline te salvara, enano de mierda!
Tweek se soltó de Jason y corrió hacia Clyde, dispuesto a golpearlo, pero fue alcanzado por Jason antes de que llegara, este lo sujetó de ambos brazos, sosteniéndolo con fuerza.
—¡Ya, Tweek! No vale la pena, no te ganes un castigo esta semana.
—¡Me da igual! ¡Ya estoy harto de este imbécil! —Tweek continuó forcejeando para que Jason lo soltara.
—Ven, marica. Aquí te espero —dijo Clyde, quitándose sus gafas.
—¡Francis, se me está soltando! —gritó Jason.
Francis se apresuró a ayudar a Jason, sosteniendo también a Tweek, que no dejaba de forcejear para que lo soltaran.
—"Oh, dios —pensó Craig—, parece una fiera... una muy pequeñita. No, no, hasta se ve adorable, más bien parece... un hámster enojado".
Craig no pudo evitar reír por lo que había pensado.
—¿Y tú de qué te ríes? —preguntó Tweek a Craig, entrecerrando sus ojos.
—De nada, nada —dijo levantando sus manos, demostrando miedo para evitar que se alterara más.
—Ya, Tweek, vámonos —dijo Francis.
Tweek le mostró el dedo medio a Clyde mientras Jason y Francis se lo llevaban a la fuerza.
—¡Vete a la mierda! —gritó desde la entrada de la escuela.
—Debiste dejarme golpearlo —dijo Clyde, poniéndose sus gafas.
—No te estaba deteniendo —dijo Tolkien.
—Jajaja. Pude ver el miedo en tus ojos, Clyde —dijo Craig.
—No le tengo miedo. Estaba listo para golpearlo.
—Claro, igual que la última vez —comentó Tolkien.
—Pero esta vez lo haré. La próxima vez lo haré, solo espera. ¡Hazme caso, Craig, no te juntes con ellos!
Ya afuera de la escuela, Jason y Francis soltaron a Tweek.
—Cálmate, Tweek —dijo Francis.
—¡Me tiene harto!
—¡Debiste pegarle! —dijo un chico de otra clase, rodeando a Tweek con su brazo.
—Noah, no lo alientes —dijo Francis.
—Ay ya, si saben que Tweek ganaría.
—Sí, pero lo van a castigar y su mamá se va a enojar otra vez.
—Cierto, cierto, no pueden castigarte esta semana. Bien, calma entonces. Ya tendrás la oportunidad de darle su merecido —dijo sonriendo y despeinando a Tweek antes de irse.
—Para la próxima lo haré. No me importan los castigos —dijo arreglando su cabello.
—Ya olvídalo. Vámonos. Me muero por una dona de las que hace tu mamá —dijo Jason.
Los chicos se dirigieron a una tienda de telas. Luego de recorrer un poco y observar las telas, Tweek se acercó al mostrador.
—Hola. Necesito todo lo de la lista, por favor —dijo al chico del mostrador, entregándole un papel doblado.
El chico del mostrador abrió el papel y comenzó a reír.
—Disculpa, pero no vendemos esto aquí —dijo devolviéndole el papel.
—¿Cómo no van a vender si es una tienda de telas?
—Sí, vendemos telas, pero esto es un folleto de un Sex Shop —respondió tratando de no reír.
—Ay, perdón —dijo avergonzado.
Francis y Jason no pudieron contener su risa.
Tweek le quitó el papel y lo guardó rápido. Buscó la lista, la comprobó, asegurándose de que era el papel correcto y se lo entregó al chico.
—Ahora sí, esto es lo que necesito. Lo siento.
—Claro, ya vuelvo.
—Que idiota eres —dijo Francis entre risas.
—Jaja. ¿Qué quieres comprarte? —preguntó Jason.
—¡Nada! Solo me lo dio un chico en la calle y lo guardé.
—Sí, claro.
—Ahora que ganaré mucho más dinero que en la cafetería, quizá podría comprarme algo —dijo Tweek, sacando el folleto.
—¿Ganarás buen dinero en las luchas? —preguntó Jason.
—¡Obvio! Un porcentaje de las apuestas que el público haga por mí y si gano será un monto fijo, más el doble del porcentaje.
—¿Y de cuánto es el porcentaje?
—Dependerá de la categoría, hay categoría bronce, plata, oro, diamante y platino. Por ejemplo, en las luchas platino el mínimo de apuestas es $1.000.000, si solo diez personas apuestan el mínimo por mí, ya tengo $1.000.000 solamente por participar, independiente del resultado y si gano serían $2.000.000 con esas diez personas que apuesten por mí, ¡pero! si me convierto en uno de los favoritos, es el doble.
—Es bastante dinero —comentó Francis.
—Pero primero debo ganarme al público, si nadie apuesta por mí, no ganaré mucho.
—Aquí está todo, por allá debes pagar. Gracias —interrumpió el chico del mostrador.
Jason se apoyó en el mostrador, viendo lo que había en este mientras esperaba a Tweek. El chico del mostrador le acercó un papel con su número de teléfono, dejándolo sobre lo que veía Jason, este miró el papel frunciendo el ceño, lo arrugó y lo arrojó sobre el mostrador.
—¿Te parezco gay? —preguntó Jason, enojado.
—Ah... no lo sé... Lo siento.
—Jason, cálmate —dijo Francis tomando su brazo.
Tweek observaba mientras pagaba, al terminar se fue de inmediato junto a los chicos.
—Disculpa a mi amigo. Él odia que lo confundan con un gay, pero... —Tweek tomó el papel arrugado, mostrándoselo al chico—. Me llevaré esto.
Lo guardó, sonrió al chico y sacó a Jason de la tienda para dirigirse a la cafetería.
—¡Ya suéltame! —dijo enojado a Tweek.
—Jaja. Que malo eres —dijo Francis.
—¿Malo? ¡Es la quinta vez que piensan que soy gay! ¿Es mi ropa? ¿Mi cabello? ¡No lo entiendo!
—Jaja. Ya, olvídalo.
—¡No! ¡Odio que piensen que soy gay!
—Yo no te veo gay. —Tweek se encogió de hombros.
—Eso es porque ya me conoces. ¿Será Francis?
—¡¿Yo?! Si alguien aquí se ve gay es Tweek, ¿por qué sería yo?
—Uno de los dos tiene que ser.
—Pues no creo que sea yo. —Francis se cruzó de brazos mientras caminaban.
—Ay ya, perdón. No te enojes —dijo Jason rodeándolo con su brazo.
—¡Aaw! Que tierna pareja —comentó una chica a su amiga, pasando por su lado en sentido contrario.
Jason cambió su expresión a una más seria, soltando de inmediato a Francis.
—Jason, son presagios divinos. Acepta tu destino —dijo Tweek, tomando el hombro de Jason.
—¡Mierda! ¡Seis! ¡Seis veces!
—Jajaja. Ya, no es tan grave.
—Para mí sí.
—¿Para qué te trajiste el número de ese chico? —interrumpió Francis.
—Para llamarlo, claro.
—Uy no, se viene la víctima número... ¿siete? —comentó Jason.
—Nueve —corrigió Tweek.
Llegaron al café, saludaron a los padres de Tweek y se fueron a sentar. Tweek buscaba donas y jugos para llevar a la mesa.
—Este no es un comedor solidario —dijo su padre.
—Solo una... para cada uno.
—Jajaja. Ve a sentarte. No queda jugo, cuando lo prepare se los llevo.
Tweek se sentó frente a los chicos, sacó su celular y el número de teléfono del chico de la tienda.
—¿De verdad lo vas a llamar? —preguntó Jason.
—No, solo le enviaré un mensaje.
—¿Para qué? —preguntó Francis.
—Pues... pobre. Quizá pueda consolarlo. Era lindo.
—Pero ¿y Craig?
—¿Craig? ¿Qué pasa con él?
—Te gusta, claro —respondió Jason.
—No, para nada.
—¿Cómo que no? Te conozco desde que éramos niños, claro que te gusta.
—No, no es así.
—Estoy de acuerdo con Jason. Te gusta, admítelo.
—No. Piensen lo que quieran. Listo, mensaje enviado. Ahora solo a esperar. —Tweek dejó su celular sobre la mesa.
—No debiste —dijo Francis.
—¿Querías enviárselo tú?
—No, claro que no.
—Entonces no veo el problema.
—Déjalo, ya tendrá tiempo de arrepentirse después —dijo Jason.
—Jaja. Están exagerando demasiado la situación. Le envié un mensaje, no una invitación a coger.
—Tweek, siempre te involucras con chicos que después te aburren, no sabes terminarlos y tenemos que escuchar tus quejas por días.
—Así es —dijo Francis.
El padre de Tweek se acercó a dejar tres vasos con jugo sobre la mesa.
—Escuché solo la última parte, pero estoy de acuerdo con ellos. Si pretendes involucrarte con otro pobre chico, no pienso ayudarte a ocultarte otra vez —dijo antes de retirarse.
—¡Pero es que es tan difícil terminar! —dijo Tweek lamentándose, recostándose sobre la mesa.
—Cuando no sepas cómo terminar con este chico porque Craig se te declaró, no quiero escuchar tus lamentos —advirtió Jason.
—Estoy totalmente de acuerdo con Jason, cuando eso pase y no sepas qué hacer con ambos, tampoco quiero escuchar llantos.
—Jajaja. Ni siquiera saben si es gay, ¿por qué están tan seguros de eso?
—Lo es, además, lo vimos acariciarte hoy, ¿verdad Jason?
—Sí, te acarició y sonrió estúpidamente. Le gustas.
—¿Acariciarme? ¿Cuándo?
—Hoy, mientras dormías en clases, dijo: "Tenía una pelusa". Fue la peor excusa que pudo inventar.
—Pero quizá sí fue así, yo no creo que sea gay. Y no me gusta.
—Bueno, haz lo que quieras, pero cuando no sepas qué hacer, te diré un gran: "Te lo dije" —advirtió Jason antes de comer su dona.
Tweek recibió un mensaje que vio de inmediato.
—Tweek, no lo hagas. —Francis le sostuvo el antebrazo.
—Muy tarde, ya me respondió.
—¡Advertido quedas! —dijo Jason.
—¡Ay ya! No hagan tanto drama por simples mensajes.
—Ese chico quedará sufriendo. De alguna forma siempre los enamoras y a ti te aburren —recriminó Francis.
—¿Qué clase de persona creen que soy? Solo no he encontrado al indicado. No lo hago a propósito.
—Lo sé, pero no los terminas y extiendes todo hasta que acaba en desastre. De todos esos chicos, con ninguno te vimos como cuando estás cerca de Craig.
—Otra vez. No me gusta.
—Ese pobre chico... —dijo Francis, negando con la cabeza.
—Henry.
—¿Qué?
—Se llama Henry. —Tweek le mostró su celular.
—Solo no vengas llorando después —advirtió Jason.
—No lo haré.
—Bien, olvidemos a ese pobre chico. Cambiando de tema —dijo Francis—. Tweek, ¿no has pensado en que quizá todo esto de las luchas clandestinas sea un poco peligroso?
—Sí, pero está mucho más organizado de lo que crees. Tienen muchas reglas.
Tweek sacó un papel de su mochila.
—Estas son las reglas, me las dio el hombre que me ofreció la prueba.
«Reglas»
· Está estrictamente prohibido el uso de armas de cualquier tipo u objetos externos que puedan causar daño crítico al oponente. La violación de esta regla provocará penalización roja.
· Los accesorios deben ser de utilería y pueden ser usados solo para presentación de su personaje, luego deben ser entregados al equipo de apoyo. La violación de esta regla provocará penalización verde.
· Se prohíbe el uso de armaduras, cascos, equipos de protección o cualquier prenda que minimice el daño recibido. La violación de esta regla provocará penalización amarilla.
· El uso de protectores dentales y de ingle son obligatorios. Se le proporcionarán para cada lucha. Si alguno de estos se rompe o cae durante la pelea, debe pedir al árbitro que detenga la pelea hasta que este sea repuesto por el equipo de apoyo. La violación de esta regla provocará penalización verde.
· Siempre respetar las decisiones del árbitro. La violación de esta regla provocará penalización amarilla.
· Nunca golpear al equipo de apoyo, árbitro, presentador o equipo médico. La violación de esta regla provocará penalización verde.
· Se prohíbe el uso de sillas, mesas, objetos lanzados por el público o que se encuentren fuera del ring. La violación de esta regla provocará penalización amarilla.
· El uso de objetos externos (excepto las detalladas en la regla número uno) está permitido solo en Luchas Todo Vale en Jaula. La violación de esta regla provocará penalización amarilla.
· Siempre deben referirse a sus compañeros por el nombre de su personaje, eviten revelar sus identidades. Si la revelación de su identidad provoca algún problema policial, demandas o cualquiera que perjudique las luchas, provocará penalización roja.
· Por su seguridad, si recibe daño que ponga en riesgo su salud, NO se le permitirá luchar hasta que el personal médico lo autorice. Si es noqueado queda suspendido por 30 días, luchar antes pone en riesgo su salud.
Penalización verde: Suspensión de una lucha.
Penalización amarilla: Suspensión de próximas luchas o expulsión del equipo de luchadores. La decisión será tomada por La Parka.
Penalización roja: Expulsión inmediata, sin posibilidad de reintegrarse al equipo de luchadores, sin excepciones.
Tipos de luchas:
Todo Vale en ring: Luchas de enfrentamiento uno contra uno.
Relevos: Luchas de enfrentamiento de dos o más participantes, permitiendo hacer cambio de luchadores cada vez que quieran. Los equipos serán asignados por sorteo.
Parejas: Luchas de enfrentamiento de dos contra dos al mismo tiempo.
Torneo: Luchas de dos o más días, enfrentamientos uno contra uno.
Jaula: Luchas de enfrentamiento de uno contra uno. Encerrados en jaula, sin posibilidad de detener la pelea hasta que uno gane.
Todo vale en Jaula: Luchas de enfrentamiento de uno o más participantes, encerrados en jaula, sin posibilidad de detener la pelea hasta que uno gane. Se permite el uso de objetos externos (no armas).
Pagos según categorías de luchas:
Lucha Bronce: El ganador recibirá $600.000 más el 2% de lo recaudado en apuestas, 4% si gana.*
Lucha Plata: El ganador recibirá $800.000 más el 4% de lo recaudado en apuestas, 8% si gana.*
Lucha Oro: El ganador recibirá $1.000.000 más el 6% de lo recaudado en apuestas, 12% si gana.*
Lucha Diamante: El ganador recibirá $1.500.000 más el 8% de lo recaudado en apuestas, 16% si gana.*
Lucha Platino: El ganador recibirá $2.000.000 más el 10% de lo recaudado en apuestas, 20% si gana.*
*Los favoritos ganan el doble de lo recaudado en apuestas.
—Parece seguro e increíblemente bien organizado para ser clandestino, pensé en algo totalmente diferente —comentó Francis.
—Sí, parece bien organizado.
—Que cantidad de dinero solo por ir a pegarse. Deben ganar muchísimo ahí —dijo Jason.
—Me imagino que sí. Los luchadores no ganan ni la mitad de lo que ganan ellos —respondió Tweek—. Aunque quizá esto me ayude para perfeccionarme.
—Bueno, sea como sea, estaremos ahí para apoyarte —dijo Jason.
—No los merezco —dijo Tweek gateando sobre la mesa, abrazando a ambos.
—¡Tweek, por dios, compórtate! ¡Bájate de la mesa! —gritó su madre.
—Jaja. Ya, ya —dijo bajándose, volviendo a su asiento.
—¿Creen que gane? —preguntó recostándose sobre su silla, poniendo sus manos detrás de su cabeza.
—Yo creo que sí —respondió Francis.
—Sinceramente, no creo que ganes la primera, debes evaluar a tus oponentes. Los que están ahí no deben ser novatos —respondió Jason.
—Sí, tienes razón —dijo bajando sus brazos, apoyando su cabeza sobre la mesa.
—¿Noah estará ese día? —preguntó Jason.
—Sí.
—¿Y qué personaje usa él?
—¿No leíste las reglas? No puedo decirte.
— ¡Oh, vamos! no le diré a nadie.
—No puedo. Lo siento.
—Ya lo sabremos ese día —interrumpió Francis—. Pero te irá bien, de eso estoy seguro.
—Eso espero. En fin, no me quiero torturar sobre pensando en esto.
—Yo confío en ti, apuesto a que pasarás la lucha de prueba —dijo Francis.
—¡Mierda! No había visto la hora, debo irme a ya sabes qué —dijo Jason.
—¡Voy contigo! También quiero —dijo Francis.
—Cierto, avísame cuando lleguen.
—¡Sí! ¡Adiós! —dijo Jason, terminando rápido su jugo.
—¡Apúrate! —gritó Francis desde la puerta— ¡Nos vemos, Tweek!
—¡Nos vemos!
Tweek se quedó en la mesa, enviándose mensajes con Henry mientras terminaba de beber su jugo.
—"Se ve igual de lindo en su foto de perfil —pensó Tweek—. Parece un poco mayor, pero me da igual. Quizá me sirva para sacarme a Craig de la cabeza".
Chapter 4: Viernes de Twitch
Chapter Text
—¡Hoy es el día! —dijo Tolkien entrando al salón de clases.
—¡Por fin! He esperado toda la semana para ganarle una partida a ese hijo de puta —dijo Clyde.
—Jaja. Tranquilo. Hoy le ganamos.
—Yo me iré con Craig después de la escuela y tú te vas más tarde, ya dejé todo listo para el viaje.
—Yo dejé la consola lista para ir a casa de Craig por la tarde.
—Mi papá nos compró cervezas y algunas cosas para comer, dijo que nos iría a dejar todo durante el día, que le enviara la dirección cuando estuviera allá.
—¡Maldición! Como amo a tu papá.
—Jajaja. Pero sé que lo hace para saber dónde voy a estar, es su forma de controlarme.
—Eres lo único que le queda, es comprensible que te cuide así.
—Lo sé, por eso jamás se lo he reclamado.
Craig entró al salón de clases.
—¡Por fin llegas! —dijo Clyde.
—Me quedé dormido.
Craig se percató de que Tweek aún no llegaba y se dirigió hacia allá. Puso sobre su silla un dado de doce caras de color violeta con tonos azules, rosados y diminutos puntos blancos brillantes, parecía una galaxia; en lugar de números tenía símbolos de color dorado. Junto al dado dejó un Chupa Chups y un lápiz con diseño de Sailor Moon, se fue a su asiento y comenzó a sacar sus cosas de la mochila.
—¿Qué hacías allá? —preguntó Clyde.
—No te importa.
—No te juntes con ellos.
—¡No empieces, Clyde! —intervino Tolkien.
—¡Bien! ¡Ni quería saber! —Clyde apartó la mirada mientras escuchaba a Tolkien y Craig reír.
Francis notó lo que hizo Craig, le comentó a Jason y ambos se asomaron lentamente para ver lo que había dejado sobre la silla.
—¡Aawww! ¡Que tierno! —vociferó Francis.
—¡Baja la voz, te va a escuchar!
—¿Realmente le gustará Tweek?
—No lo sé, pero a Tweek se le nota que sí, por más que lo niegue.
—¡Shht! Ahí viene.
Tweek entró al salón de clases mirando de reojo a Craig. Se detuvo para conversar con Jason y Francis antes de ir a su silla, que estaba detrás de ellos.
—Hola, estúpidos.
—Hola, baboso —respondió Jason.
—Hola, Tweek.
—¿Podríamos hacer algo después de la escuela? Quiero relajarme antes de la pelea de mañana.
—Podríamos ir a mi casa, pero no podemos quedarnos hasta tarde —respondió Jason.
—De todas formas, no pretendía salir hasta tarde. Esta semana he entrenado muchísimo y me siento un poco cansado, creo que sobrepasé mi límite. Noah me ha estado ayudando, aunque él dice que me van a aceptar, pero quiero descansar bien para mañana. Sé que la pelea es en la noche, pero prefiero estar bien descansado. Si no gano esa pelea se va todo a la mierda. Supongo que se van a ir conmi...
—¡Oh, ya no lo soporto! ¡Ve a sentarte! —interrumpió Francis.
—¡Cállate! Le quitas la emoción al momento —dijo Jason.
—¿De qué hablan?
—¡Nada, solo ve a sentarte!
Tweek se dirigió a su asiento, mirando confundido a Francis y Jason, quienes lo siguieron con la mirada. Puso su mochila sobre la mesa, sacó sus cosas y la lanzó al suelo como era de costumbre.
—¿Por qué me miran tanto? —preguntó Tweek.
—¡Mira tu si...!
Jason le cubrió la boca a Francis.
—¡Siéntate antes de que Francis explote!
En ese momento, Tweek dirigió su mirada a su silla. Lo primero que llamó su atención fue el dado de doce caras, lo tomó y observó con detención los detalles.
—Qué hermoso diseño.
—¡¿Verdad que sí?! —respondió Francis, emocionado.
—¿Quién lo dejó?
—¿Quién crees tú? —preguntó Jason.
Tweek no pudo evitar sonreír, sabiendo perfectamente que Craig lo había dejado ahí, luego tomó el Chupa Chups y lo guardó en su bolsillo, finalmente tomó el lápiz para ver los dibujos que traía.
—Idiota —dijo sonriendo.
Tweek guardó el lápiz en su mochila y se sentó apoyando su cabeza en su brazo sobre la mesa, observando el dado.
—Deberías ir a agradecerle. —Francis acarició el cabello de Tweek.
—Sí, eso haré, pero después. Está el idiota de Clyde ahí.
—Tienes razón.
—Aunque no me interesa lo que piense. Iré ahora.
Tweek se levantó para dirigirse hacia Craig, pero en ese momento entró el profesor al salón de clases, de inmediato le llamó la atención por lo que se devolvió a su asiento.
—Supongo que tendré que ir después —dijo sentándose.
—Debiste ir enseguida —dijo Francis.
—No importa, iré después.
El profesor comenzó la clase, pero Tweek no estaba prestando atención. Se encontraba con su cabeza apoyada en su mano sobre la mesa, viendo minuciosamente el dado. El profesor lo llamó para que pasara al pizarrón, pero Tweek no lo escuchó. Luego del cuarto llamado, Jason se volteó para darle un remezón en el brazo, haciéndolo reaccionar.
—¡¿Qué?! —preguntó Tweek a Jason.
—Señor Tweak, por quinta vez, pase al pizarrón —reiteró el profesor, molesto.
Tweek observó al resto de la clase, notando que todos estaban mirándolo, incluyendo a Craig, quien lo miraba cubriendo su boca mientras reía.
—¿A qué? ¿Por qué? —preguntó desorientado.
—¿No está prestando atención?
—Sí, claro que sí.
—¿De qué estoy hablando?
Tweek echó una mirada rápida al pizarrón para buscar alguna pista sobre lo que estaban explicando.
—De... ¿potencias? ¡No! Ecuaciones.
—Bien, venga a resolver una tal como expliqué.
—Es que... no lo comprendí muy bien, lo siento.
—Si no va a prestar atención le voy a pedir que salga del salón.
—Sí estoy prestando atención, pero no entendí.
—Mejor tome asiento.
El profesor continuó con la clase.
Tweek guardó el dado en su bolsillo para no distraerse.
A pesar de que regularmente miraba por la ventana o pensaba en alguna otra cosa, de igual forma escuchaba lo que explicaban, pero esta vez se había distraído por completo.
—"Hace mucho tiempo que no me perdía en algo —pensó Tweek—. El dado está realmente hermoso. Y el lápiz, maldito, eso fue solo para molestarme... ¿Y qué hay con esos dulces?, siempre está comiendo uno. Me comeré el mío después de la pelea, si gano".
Sonó el timbre del receso y todos comenzaron a salir, pero Francis detuvo a Tweek antes de que se levantara de su silla.
—Quédate.
—Pero quiero salir al receso.
—Solo quédate. Hazle caso a un experto.
—¿Experto?
—Ya sabes a lo que me refiero.
—Jaja. Francis, no pasará. No me gusta, ni yo a él. ¿Por qué insisten tanto?
—Yo, porque no te había visto así con nadie, Jason no sé.
—Yo, para ser sincero, no sé, pero entre este y el subnormal de la tienda de telas, prefiero a este.
—No es subnormal, Jason. Y no pasará, no es gay.
—Claro que sí. Ahora quédate, arregla tu cabello, sé lindo y sedúcelo —dijo Francis arreglando el cabello de Tweek.
—Jajaja. Bien, me quedaré. Cómprenme lo que sea y un jugo.
Tweek buscó sus auriculares, puso una canción al azar en su lista de reproducción y se sentó sobre la mesa, apoyándose en la ventana.
Luego de un momento entró Craig al salón de clases, Tweek lo miró sonriendo mientras Craig se dirigía a su mochila a buscar un Chupa Chups.
—¡Gracias... Craig!
—Por nada, Serena —dijo abriendo el Chupa Chups, poniéndolo en su boca.
—¿Puedo saber por qué?
Craig se sentó en la silla de Tweek.
—Tú me lo pediste.
Tweek se dio la vuelta sobre la mesa, quedando frente a Craig.
—¿Cuándo?
—El día que me preguntaste los nombres de los dados, me preguntaste si te daba uno y te dije que de esos no.
—Aah... ¿Y el lápiz?
—En reemplazo del lápiz que lanzaste por la ventana. En cuanto lo vi supe que era perfecto para ti.
—Jaja. Que idiota eres... ¿Qué tienes con estos dulces? —preguntó quitándole el Chupa Chups, poniéndolo en su boca.
—Me gustan... bastante. —Craig le quitó el Chupa Chups a Tweek y lo puso de vuelta en su boca.
—No había terminado. —Tweek le quitó el Chupa Chups una vez más.
—Ya te di uno. —Craig se lo quitó nuevamente.
—¿Por qué el dado que me diste no tiene números?, por cierto, el diseño es hermoso. —Tweek volvió a quitarle el Chupa Chups.
—Te lo explicaré, ¿lo tienes? —preguntó antes de volver a quitarle el Chupa Chups de la boca.
Tweek buscó el dado en su bolsillo y se lo dio a Craig, quitándole el Chupa Chups.
—Mira, los dados que viste ese día, son dados de juegos de rol. Este es un dado de adivinación astronómica, por eso su diseño simula ser una galaxia. Cada uno de sus símbolos representa un cuerpo celeste. Este es Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, este es el Sol, nodo lunar y la Luna. Pensé en este dado en particular por...
—Por las Sailor Moon. Ahora entiendo. Que idiota eres, pero debo reconocer que ha sido el intento de humillarme más encantador que me han hecho en la vida.
—Jajaja. Me alegro que te gustara. —Craig le quitó el Chupa Chups nuevamente.
—¿Para qué lo usas?
—Nunca lo he usado, no creo en la adivinación, solo me gustan los dados y lo encontré bonito cuando lo vi. Te contaré, donde vivía antes, un amigo creía en esto y me pidió que lo acompañara a consultar con una de estas adivinadoras. Para hacer sus supuestas predicciones usaba tres dados, uno con cuerpos celestes, uno con constelaciones y otro con números. Me gustaron tanto cuando los vi que... los robé cuando nos íbamos. Jajaja.
—¿Me diste algo robado? —preguntó quitándole el Chupa Chups nuevamente.
—Si no lo quieres me lo puedes devolver. —Craig le quitó el Chupa Chups.
—Me lo quedaré, realmente es... muy lindo.
—Bien, yo me quedaré con el de las constelaciones.
Craig se puso de pie para ir al receso, pero Tweek lo tomó del brazo, deteniéndolo.
—Craig, me voy a arriesgar... Quizá me gustas un poco.
Craig lo miró fijamente y sacó el Chupa Chups de su boca.
—¿Un poco?
Antes de que Tweek respondiera, Craig se lanzó de forma impulsiva a besar a Tweek.
Tras un par de segundos Craig se detuvo de manera abrupta.
—Entonces solo será un poco —dijo poniendo el Chupa Chups en la boca de Tweek.
Craig salió rápidamente del salón de clases, sin mirar atrás.
Tweek se quedó sentado en la mesa, perplejo, acercó su mano a sus labios y sonrió. Miró hacia la puerta, pero Craig ya no estaba.
—"¡Maldita sea! ¡Qué bien besa! —pensó Tweek—. Nunca me habían besado así. Que forma tan... Nunca me habían dejado con ganas de más. Parecía un poco tímido, pero ya veo que no. Se veía con tanta confianza... Su seguridad. ¡Me encanta!"
Cuando Craig salió del salón de clases, luego de besar a Tweek, se dirigió presuroso al baño. Caminaba mirando al suelo, pálido, tembloroso y su respiración acelerada.
—"Oh mierda, mierda, mierda. Nunca en mi vida había estado tan nervioso, espero que no lo notara. ¡Nunca había hecho algo así!" —pensaba.
Clyde y Tolkien iban saliendo del baño en ese momento.
—¿Estás bien, amigo? —preguntó Tolkien al verlo tan pálido.
—¡Quítense de mi camino! —Craig empujó a ambos.
Craig se encerró de inmediato en un baño. Clyde y Tolkien lo siguieron preocupados, no se veía nada bien.
Craig se apoyó en la pared, alzando su cabeza, tratando de calmarse, pero sintió náuseas y comenzó a vomitar.
—¿Quieres agua? —preguntó Tolkien.
—Sí —respondió con dificultad.
—Vuelvo enseguida. Clyde, tú quédate con él.
Tolkien se apresuró a salir del baño.
Clyde se apoyó en la puerta del baño donde estaba Craig, cruzándose de brazos.
—Sabía que esos dulces te harían mal un día, comes mucho de esas cosas.
—¡Cállate, Clyde! No es por eso, solo no me siento bien.
—¿Ya terminaste?
Craig salió del baño, enjuagó su boca, lavó su cara, mojó su cabello, se apoyó en el lavamanos y miró su reflejo en el espejo.
—"Mierda, me veo patético" —pensó.
—Ten tu agua —dijo Tolkien entregándole una botella.
El timbre del final del receso sonó.
Craig bebió agua y respiró profundo.
—¿Ya estás bien para volver a clases? —preguntó Tolkien.
—Sí, solo...
Craig se devolvió al baño a vomitar.
—No estás bien. Le diré al profesor que estás vomitando.
—¡No! ¡No! ¡No digas nada! —Craig abrió la puerta del baño.
—Ok, ok. No diré nada, pero ¿estarás bien?
—Sí, solo denme un minuto.
—¿Nos quedamos contigo? —preguntó Clyde.
Craig se sentó en el suelo junto al inodoro, apoyándose en la pared, dejando la puerta abierta.
—Sí, quédense conmigo, ya se me va a pasar.
—Bien, luego inventamos una excusa —respondió Tolkien.
—Quizá te comiste algo que te hizo mal —dijo Clyde.
—Supongo que... me bajó la presión o algo así.
Francis y Jason se fueron al salón de clases junto a los demás alumnos.
Tweek se encontraba en su silla, con su cabeza apoyada en su antebrazo sobre la mesa.
—¡¿Por qué te estás comiendo un Chupa Chups?! —preguntó emocionado Francis.
—Jajaja. Es el que me dejó en la silla.
—¡¿Qué pasó?! Lo vimos devolverse al salón.
—Nada, solo conversamos.
—¡¿Nada?! —preguntó sorprendido.
—Nada.
—No te creo.
—Ese es tu problema.
—¿Ves que no harían nada? Te lo dije, Craig se ve un poco tímido —dijo Jason.
—Quizá para la próxima, Francis. Te contaré si pasa alguna vez.
—No te creo, Tweek.
—Ya déjame, maldito Fudanshi.
—Pues precisamente porque soy un Fudanshi, sé que pasó algo. —Francis se cruzó de brazos.
—Jajaja. Esto no es uno de tus animes pervertidos.
—¿Por qué no nos quieres contar?
—¡Ya sé! —dijo Jason—. Ahora no sabes qué hacer con el subnormal. ¿Te digo "Te lo dije" ahora o después?
—No pasó nada. Déjenme en paz.
—Bueno, esperaré hasta ese día.
—No te creo absolutamente nada, Tweek —dijo Francis, buscando su cuaderno.
—Piensen lo que quieran.
Tweek se quedó en silencio.
El profesor continuó su explicación anterior.
—"¿Por qué no les hice caso? —pensaba Tweek, volteándose en dirección a la ventana—. ¡Maldita sea! No debí aceptar, ni quería. Bueno, a la mierda, ya pensaré en algo... ¿Por qué no vuelve Craig?".
Craig, Clyde y Tolkien regresaron al salón de clases luego de que Craig se recompusiera.
—¿Por qué llegan a esta hora? El receso terminó hace diecisiete minutos —regañó el profesor.
—Sí, lo sentimos. Estábamos ayudando a una chica que se cayó —respondió Tolkien.
—¿Los tres?
Clyde intervino hablando de forma exagerada.
—¡Sí! Se... se fracturó una pierna y... ¡su hueso!... su hueso se salió y...
—No te esfuerces, Clyde. Se los dejaré pasar por esta vez. Entren. —interrumpió el profesor.
Craig no pudo evitar dirigir su mirada hacia Tweek y le sonrió antes de sentarse.
—¡Te he dicho que no improvises, Clyde! —se quejó Tolkien, dándole un golpe de puño en el brazo.
—¡Perdón! Entré en pánico.
—"¿Y qué le digo ahora? —pensaba Craig—. Maldición, ni siquiera podré hablar con él a la salida, debo ir con Clyde a mi casa, pero si me voy sin decir nada podría molestarse... Ya sé".
Craig sacó una hoja de su cuaderno, en ella escribió: "Envíame tu número de teléfono, no puedo quedarme después de clases. ¿Tienes algo que hacer mañana?", arrugó el papel y se lo lanzó a Tweek.
Tweek lo leyó y en otra hoja escribió: "5508... el resto cuando tenga un poco más. Tampoco puedo quedarme, ya tengo planes. Mañana no puedo. Lo siento.", lanzó el papel a Craig, este al leerlo lo miró con una expresión de tristeza y le dijo solo con los labios "Por favor".
Tweek se negó con la cabeza y luego miró por la ventana, riendo.
Craig escribió en otra hoja: "¿Me harás esperar hasta el lunes?". Se lo lanzó a Tweek, este leyó la nota y asintió con la cabeza.
Tolkien se volteó hacia Craig para pedirle ayuda con su tarea, obligándolos a terminar la interacción entre ellos.
Al cabo de unos minutos, el celular de Tweek recibió unos mensajes que revisó de inmediato.
Tweek se lamentó, recostándose sobre la mesa, cubriendo su cabeza con ambas manos. Decidió no responder los mensajes, apagó su celular y pensó en una solución rápida.
—Chicos, ¿y si nos vamos? —susurró Tweek.
—Pero falta solo una hora —respondió Francis.
—¡Sí! Fuguémonos. —Jason preparó sus cosas para guardarlas en la mochila.
—Nos vamos a casa de Jason, su papá llega más tarde.
—¡Sí! Vamos, guarden rápido —dijo Jason quitándose su sudadera.
—Pero...
—Por favor, Francis. Me quiero ir —suplicó Tweek con ambas manos.
—Solo si me dices lo que pasó.
—No pasó nada, te lo prometo, Francis. Por favor, vámonos.
—Está bien. Yo voy primero.
Los chicos solían fugarse de clases saliendo por la ventana junto a Tweek.
Francis y Tweek guardaron sus cosas en sus mochilas, Tweek las lanzó afuera del salón, Jason se levantó de su asiento y puso su mochila sobre la mesa, simulando buscar algo, momento que Francis y Tweek aprovecharon para salir por la ventana mientras los tapaba Jason. Luego Jason se puso su sudadera, volteándose para ver si ya estaban afuera, en tanto aparentaba acomodársela.
Ambos esperaban a que Jason lanzara su mochila por la ventana en cuanto el profesor se descuidara. Jason lanzó su mochila, se sentó y les dio tiempo de gatear por el costado de la escuela, para evitar ser vistos en los otros salones. Finalmente, Jason pidió permiso para ir al baño, saliendo del salón de clases y encontrándose con los chicos.
El baño tenía una ventana horizontal que daba a la parte trasera de la escuela, por la que salían subiendo sobre uno de los tanques de los inodoros. Lograron salir y se dirigieron a casa de Jason.
Pronto Craig notó que los chicos no estaban en el salón de clases.
—"¿Se fugaron? —pensó—. Maldición, pensaba tratar de conseguir su número de alguna forma, no quiero esperar hasta el lunes".
Clyde le habló a Craig, pero este no lo escuchó.
—Craig.
—"¿Alguien lo tendrá? No parece llevarse bien con nadie más".
—Craig.
—"Pero sería raro que le preguntara a alguien".
—Oye, Craig.
—"Necesito decirle pronto".
Clyde le dio un remezón a Craig para que volviera en sí.
—¡Oye, Craig!
—¡¿Qué?!
—Te estoy hablando hace rato.
—Lo siento, estaba pensando en... otra cosa. ¿Qué quieres?
—Ya se me olvidó. ¿En qué pensabas?
—En... nada, olvídalo.
El timbre del final de clases sonó y Craig se fue a casa junto a Clyde, aunque estaba un poco decepcionado de no poder intentar obtener el número de Tweek.
Ambos iban de camino a casa de Craig, pero Clyde solo caminaba siguiendo a Craig.
—¿Por qué vas tan rápido? —preguntó Clyde, apurando el paso para alcanzar a Craig.
—Quiero llegar pronto.
—¿Y por qué vas tan callado?
—Siempre soy callado.
—Pero estás demasiado callado, ¿te pasa algo?
—No.
—¿Estás seguro?
Craig se detuvo provocando que Clyde chocara con él.
—Sí, Clyde, estoy seguro, solo quiero llegar pronto.
—Pero te ves como... como... un poco desanimado o enojado, no sé.
—"Mierda, necesito relajarme, solo son dos días, no moriré... Olvidaré a Tweek este fin de semana. Solo son dos días. Dos días. Dos... eternos días" —pensó Craig, soltando un suspiro antes de cambiar su expresión.
—A ver... ¿Quieres ganarle a Dickverybig o no? —preguntó Craig.
—Claro que sí.
—¡Vamos entonces! —Craig sonrió.
—¡Vamos! —respondió Clyde, entusiasmado.
Ambos llegaron a casa de Craig.
—Mamá, él es Clyde. Clyde, ella es mi mamá.
—¡Hola! —dijo Clyde levantando su mano.
—Hola, mucho gusto.
—¿Y a mí no me vas a presentar? —preguntó Tricia que se encontraba sentada en el sofá de la sala.
—No. Mamá, estaremos en mi habitación, más tarde llegará Tolkien. ¿Puedes decirle que suba cuando llegue?
—Está bien.
—¿Puedo ir? —preguntó Tricia.
— No, Engendro y no te quiero molestando.
—Mamá, no me deja ir.
—Deja a tu hermano en paz, Tricia, él no te va a molestar cuando estás con tus amigas.
Craig le mostró el dedo medio a Tricia antes de subir a su habitación, Tricia le respondió de la misma forma y continuó viendo televisión.
—¿Ya te creaste la cuenta para jugar? —preguntó Clyde.
—Sí.
—Traje mi computadora, abriré Twitch para ver cuando se conecte el hijo de puta.
Clyde dejó su computadora a un lado y comenzó a recorrer la habitación. Leyó un par de títulos de libros y sacó uno que llamó su atención.
—¿Qué es? —preguntó señalando el libro.
—¿Qué dice?
—It.
—Pues eso es, It.
—Pero ¿eso no es una película?
—Sí.
—¿Escribieron un libro de una película? ¿Quién querría leer un libro de una película? Que estupidez —dijo devolviendo el libro a su lugar.
—Jaja. No, no. Hicieron una película de un libro —aclaró Craig.
—¿Coraline también? —preguntó señalando otro libro.
—Sí, Clyde, también.
Clyde continuó su recorrido. En el camino notó el dado de las constelaciones que había conservado Craig.
—Qué bonito —dijo tomándolo para observarlo bien.
Craig agitó una pequeña caja de madera para que sonara lo que había en su interior y desviar su atención.
—¡Mira, Clyde!
—¿Qué es? —preguntó dejando el dado donde estaba.
—Una caja trampa.
—¿Qué tiene adentro?
—Ábrela y verás —dijo dándole la caja a Clyde.
En cuanto Clyde tomó la caja, Craig tomó el dado, lo miró, sonrió y lo guardó en su bolsillo.
—El seguro no funciona.
—No. Es una caja trampa, tienes que resolver cómo abrirla.
Clyde se fue a sentar frente al escritorio de Craig, intentando diferentes formas de abrir la caja.
Craig lo observaba, riendo en silencio.
Clyde recibió un mensaje de su padre, bajó a buscar su mochila con lo que su padre le llevaba y volvió a la habitación. Ambos sacaron cervezas, pero Clyde regresó a intentar abrir la pequeña caja.
—¡Ya llegó el negro que extrañaban! —dijo Tolkien entrando en la habitación.
—Jajaja. Entra, deja tu mochila sobre la cama.
—¿Conectamos todo?
—Sí, yo te ayudo, Clyde está un poco ocupado.
Ambos conectaron la consola y dejaron todo listo para la partida.
—¿Qué haces, Clyde? —preguntó Tolkien, acercándose con curiosidad, mientras abría su cerveza.
—Intento abrir esta ¡caja de mierda! ¡Pero no se abre!
—Que buena forma de mantenerlo callado y tranquilo, Craig.
—Jajaja. Pero me sorprende que no se rinda.
—No, Clyde no se rinde jamás, hasta lograrlo.
—Veamos cuánto tarda.
—¿Podemos ver ahora tus juegos? Tengo curiosidad —dijo Tolkien.
—Por allá están.
—¡Yo también quiero ver! —dijo Clyde levantándose del escritorio con la caja en sus manos para seguir intentando.
Ambos se acercaron a ver.
—Veamos... Némesis. ¿Este cómo se juega? —preguntó Tolkien.
—Hay que sobrevivir en una nave infestada de organismos hostiles. Gana el que logre volver a la Tierra y completar uno de los objetivos que se te asigna al inicio.
—¿Y este? —preguntó Clyde, señalando otra caja.
—Ese es de roles. Está ambientado en 1962. El mundo está por llegar a su fin. Aquí hay un ser poderoso que quiere despertar y todo está al borde de la catástrofe, hay sectas, monstruos y portales a otros mundos. Debes descifrar misterios y combatir a las criaturas.
—Parece interesante —comentó Tolkien.
—Sí, lo es, con un amigo una vez lo jugamos por casi seis horas.
—¡¿Seis horas?! —preguntó Clyde.
—Sí, pero lo alargamos por gusto, generalmente dura una o dos horas.
—Tucker, eres un Nerd —Tolkien palmeó el hombro de Craig.
—Jajaja. No lo soy.
—Claro, como digas.
—Fábulas de Peluche. ¿Este de qué trata? —preguntó Clyde.
—Ese es un juego de aventuras colaborativo. El tablero es un libro de cuentos. Son unos peluches que vivían en una cuna con una niña, ellos protegían sus sueños por las noches, pero un día sus padres cambian la cuna por una cama, entonces ya no existe la magia de las cunas, así que ahora los peluches deben salvarla del Señor de Las Pesadillas.
—Suena adorable —dijo Tolkien.
—Lo es, tiene una buena historia.
—Dominion. ¿Este de qué es? ¿Cómo se juega? —preguntó Tolkien.
—Ese es de construcción de mazos. Tu mazo es un reino y tienes que elaborar una estrategia para dominar los otros reinos, gana el reino con más puntos.
Clyde y Tolkien se miraron con una expresión de disgusto.
—Creo que hoy será solo noche de videojuegos, Craig —comentó Tolkien.
—Tranquilo, sé que no son del gusto de todos, además, también quiero ganarle a Dickverybig.
—¿Todos tus otros juegos son de ese tipo? —preguntó Clyde.
—Sí, eso solía jugar con mis amigos.
—Tolkien tiene razón, sí eres un nerd —dijo aún intentando abrir la pequeña caja.
—No lo soy.
—¿Por qué lo niegas? —insistió Tolkien.
—Porque no lo soy.
—Craig, ya nos encariñamos contigo, te vamos a querer seas o no un nerd —dijo Clyde.
—Jajaja. No lo soy.
Tolkien rio y luego dirigió su mirada hacia la computadora de Clyde.
—¡Se conectó!
—Genial. Esperemos a que empiece el directo y nos conectamos —dijo Clyde.
—Ya está en vivo, pero está en espera —dijo Craig.
Dickverybig comenzó su transmisión en vivo y por primera vez decidió hablar, pero utilizó un programa para alterar notoriamente su voz.
—¡Hola, gente! —Dickverybig saludó a la cámara usando su avatar de perro—. Sé que nunca hablo en los directos, pero hoy es una ocasión especial. Hoy quiero desafiarte, sé que estás viéndome. ¿Aceptas, Squanchy?
—¡¿Me desafía el perro de mierda?! —Clyde dejó la caja sobre la cama.
Dickverybig le envió una invitación para unirse a la transmisión en vivo, esperando a que Clyde la acepte.
—¡Acéptala! —dijo Tolkien emocionado.
—Pero ¿nos vamos a mostrar en la cámara? —preguntó Craig.
—¿Te da vergüenza? —preguntó Clyde.
—Un poco.
—Relájate, además nadie sabe quiénes somos.
Clyde aceptó la invitación y se unieron a la transmisión.
—Hola, Squanchy.
—Hola, Dickverybig.
—Esperemos a mi amigo y comenzamos. ¿Tienes con quién jugar?
—Sí, nosotros estamos listos para patearles el culo.
—Jaja. Que gracioso eres.
—¿Por qué no muestras la cara?
—Ese no es asunto tuyo.
—¿Qué edad tienes?
Dickverybig no respondió.
—Bien, ya estamos todos. Hay un poco más de quinientos seguidores esperando para ver su humillación, pero como nadie los conoce, preséntense, los están esperando.
—¡Hola, gente! Yo soy Squanchy —dijo Clyde.
—¡Hola! Yo soy CondeBlackula —dijo Tolkien.
—Hellhound —dijo Craig levantando su mano.
Otro chico se unió a la transmisión, este usaba un avatar de ardilla y también tenía su voz notoriamente alterada.
—¡Hola! Yo jugaré hoy con Dickverybig, aunque ya me conocen, pero me presentaré para los nuevos, soy SuperLover.
—¡Momento! Abriré mi cuenta de Twitch en mi computadora, transmitiré también —dijo Tolkien.
—Yo no tengo, denme unos minutos para crear una —dijo Craig.
Tolkien dejó su computadora a un lado de la habitación para transmitir desde otro ángulo, Clyde puso la suya frente a ellos y Craig sobre su escritorio.
—Listos. Envíanos las invitaciones para unirnos —dijo Tolkien.
—Enviadas. ¿Listos para perder?
—Eso está por verse —respondió Clyde.
—¿Pero no están en desventaja? —preguntó Tolkien.
—¿Contra ustedes? No necesitamos a nadie más, CondeBlackula.
—¿Ya vieron el chat? —preguntó SuperLover.
Los chicos se acercaron a leer los mensajes de algunos de los seguidores de Dickverybig que decían:
—¡Clávame tu estaca, CondeBlackula!
—Aunque no lo vea me quedo con Dickverybig.
—¡Empiecen de una maldita vez!
—¡SuperLover se vio por un momento hace tiempo y era lindo!
—¿Cuáles son sus nombres? ¡Para pedirlos en navidad!
—¡Acabo de encontrar al padre de mis futuros hijos!
—Ni son tan lindos.
—Me aburro...
—¡Amarren a estas mujeres por dios!
—¿Puedo unirme yo también?
—¡Sácame el relleno CondeBlackula!
—¿Hoy no juegan Poseído y Usuario3?
—¡En esas sí me siento!
—¡Le pedí a la vida cosas bonitas y apareció Hellhound!
Dickverybig interrumpió la lectura.
—Ah, mira, que bien, saben leer.
—Empecemos ya —dijo SuperLover.
—¡Empecemos! —respondió Clyde.
Los chicos entre risas por los mensajes, se fueron a sus posiciones para comenzar la partida, se sentaron en el suelo, apoyados a los pies de la cama de Craig, frente al televisor.
—¡Esto no ha terminado! —amenazó Clyde a la pequeña caja.
—Te lo dije, Craig, le pusiste un reto —comentó Tolkien.
—Jajaja.
—Ahora verá ese... —dijo Clyde.
—Te está escuchando —interrumpió Tolkien.
—¡Dilo, Squanchy!, me importan tres hectáreas de vergas tus insultos —dijo Dickverybig.
Clyde miró hacia la cámara y le mostró el dedo medio. Comenzó la partida y todos se concentraron en el juego.
—¡Busca municiones! —gritó Clyde.
—¡Eso estoy haciendo! —respondió Craig.
—¡Já! ¡Muerto!
—¡Mierda! —gritó Clyde.
—¡Así se hace, SuperLover!
—¡Hellhound, ese es un muy mal lugar para esconderse! —Dickverybig se rio luego de matarlo.
—¡Craig, está en la casa azul! —gritó Tolkien.
—¡Márcalo! ¡Tolkien, Márcalo! ¡Ya te vi! ¡Muerto, Dickverybig! —gritó Craig.
—¡SuperLover, esperar en el respawn no es justo! —reclamó Clyde.
—¡Jajajaja!
—¡Tengo el helicóptero! —dijo Tolkien.
—Tenías —respondió Dickverybig luego de matarlo.
—"¿Qué estará haciendo Tweek? Debió darme su número" —pensó Craig.
—¡Muévete, Craig! ¡Concéntrate! —gritó Tolkien.
—Sí, lo siento.
—¡En tu maldita cara, SuperLover! —gritó Clyde.
—¡Quedan diez segundos! Ya ganamos. —dijo Tolkien.
—¿Decías? —se burló SuperLover luego de matarlo.
—Bueno, empate. Vamos con otra, pero se nos va a unir un amigo, así seremos tres contra tres. Esperen un minuto —dijo Dickverybig.
—¿Qué pasó? ¿No dijiste que no necesitaban a nadie más? —preguntó Clyde.
Dickverybig no respondió.
Se integró al directo un tercer chico con un avatar de zorro, también con la voz alterada.
—¿Me escuchan?
—¡Sí! —respondió SuperLover.
—Estoy con un amigo acá, ¿puede jugar también?
—¡No, no sería justo! —reclamó Clyde.
—Puede estar en el equipo de ustedes, les ganaremos igual.
—Por mí no hay problema —dijo SuperLover.
—Bien, que juegue para ellos —dijo Dickverybig.
—No, no nos van a humillar así, tres contra tres o nada —dijo Tolkien.
Al chico se le escuchaba hablar, pero no se veía la otra persona en la cámara.
—¿Escuchaste? No puedes jugar... Jajaja. Sí... Unas partidas y ya... Sí, ve... Yo quiero una... Sí, solo una, gracias. ¡Listo para jugar!
—Preséntate a los chicos, la gente ya sabe quién eres —dijo Dickverybig.
—Cierto, soy Poseído.
—Hola, yo soy CondeBlackula, a mi derecha Hellhound y a mi izquierda Squanchy.
—Para ser sincero, no soy tan bueno.
—¿Con quién estás, Poseído? —preguntó SuperLover.
—Con... Espera, te envío un mensaje.
—Ok.
—¿Se conocen entre ustedes? —preguntó Clyde.
—Algo así —respondió SuperLover.
—¿Por qué no se muestran?
—Porque qué te importa —respondió Dickverybig.
—Bueno, yo me voy a silenciar.
Poseído silenció su micrófono, pero dejó su cámara encendida, se le veía conversar y reír mientras bebía una cerveza.
—Listo, a darle —dijo SuperLover.
Los chicos jugaron siete partidas, empataron una, ganaron tres y perdieron tres, lo que dio como resultado un empate.
—¡Un segundo! Ya vuelvo —dijo Poseído, levantándose de inmediato de su silla.
—Bueno, la primera partida no cuenta porque fue un empate y era injusta —dijo Tolkien.
—Pero no puedes negar que estuvimos a punto de ganar —dijo Clyde.
—¡Já! Tú estuviste más tiempo en el respawn que en el mapa —respondió SuperLover.
—Dejemos el desempate para otro día, tengo que irme —dijo Dickverybig.
—No, yo quiero el desempate ahora —dijo Clyde.
—Me importa una verga. Pero te felicito, Squanchy, por fin conseguiste gente para estar a mi nivel. ¡Adiós, mi gente!
Dickverybig se desconectó sin darle la opción a Clyde de responderle.
—¡Como lo detesto!
—Ya, déjalo, por lo menos pudimos ganar tres partidas —dijo Tolkien.
—Pero también perdimos tres —agregó Craig.
—¿Vas a llorar? —preguntó SuperLover en tono burlesco.
—¡Tú cállate!
—Ya volví... ¿Y Dickverybig?
—Ya se fue —respondió SuperLover.
—Entonces me voy.
Poseído les mostró el dedo medio con ambas manos a la cámara y se desconectó, seguido de SuperLover.
—El desempate lo tenemos que ganar —dijo Clyde.
—Solo debemos seguir practicando. Craig, dejaré la consola aquí.
—¿No la usarás?
—No.
—Bien, gracias.
—Ahora debo irme.
—Nos vemos, yo esperaré a que venga mi papá a buscarme, no creo que tarde mucho.
—Nos vemos, Tolkien —dijo Craig.
—¡Adiós, chicos!
—¡Adiós, imbécil! Bebamos la última cerveza antes de que llegue a buscarme mi papá.
—Bueno.
—Oye, Craig, ¿no te gustaría conocer a Annie?
—¿Quién es Annie?
—Annie Knitts, la niña rubia que es amiga de Wendy.
—Aah, ya sé quién es.
—Estuvo preguntando por ti hace unos días.
—¿Por mí?
—Sí, está planeando invitarte a salir.
—No, gracias, ve tú.
—Pero a ella le interesas tú, no yo.
—Me da igual, ella no es de mi interés.
—¿Y no hay nadie que te interese de la clase?
—No... no, nadie.
—¿Qué le digo entonces?
—Nada, no soy de enviar recados, solo dile que no me has dicho nada.
—Pero parece que de verdad le gustas.
—No, Clyde, estoy bien así.
El padre de Clyde lo llamó por celular para avisarle que ya había llegado a recogerlo.
—Bien, debo irme. ¡Nos vemos, estúpido!
—Nos vemos.
Clyde se fue y Craig se quedó en su habitación, se quitó su camiseta con la intención de ponerse su pijama, pero se sentó en su cama, mirando al suelo mientras bebía.
—"¿Cómo consigo su número? —pensaba—. ¿Vivirá cerca? Este maldito fin de semana será eterno. Debí decirle enseguida... soy tan estúpido. Supongo que solo me queda esperar".
Craig se terminó su cerveza, continuó poniéndose su pijama. En el momento en que se quitó su pantalón, entró Tricia a la habitación.
—¡Golpea la maldita puerta, Engendro!
—Sí, sí, como digas. ¿Viste por ahí mi...? —Tricia hizo una pausa—. ¡¡¡Mamá!!! ¡Craig está bailando desnudo en internet!
—¿Qué? ¡Vete de aquí, mentirosa!
Tricia apuntó la computadora. En ese momento Craig se dio cuenta de que no se había desconectado de Twitch.
—¡Oh, mierda!
—¡Mamá!
—¡Cállate, vete de aquí!
Craig se desconectó rápidamente y luego sacó a Tricia de su habitación, cerrando la puerta en su cara.
—"Mierda, estuvieron viéndome beber sentado como idiota por casi media hora. Bueno, la cuenta es nueva, supongo que nadie me vio".
Chapter 5: El debut de Mighty Mask
Chapter Text
—¡Estoy muy nervioso! No lo haré.
—Vamos, Tweek, sé que lo harás bien —dijo Jason.
—¡No puedo!
—Si puedes, a eso viniste —dijo Francis.
—Tweek, si no creyera en ti, jamás te hubiera apoyado en algo así.
—¿Y si no soy tan bueno como creo?
—¿Crees que te lo hubieran ofrecido si no fueras bueno? —preguntó Jason.
—Pero...
—Pero nada, entra ahí y párteles el culo a todos. Nosotros estaremos entre el público, apoyándote.
Los chicos se encontraban afuera del recinto, Tweek sostenía con fuerza la correa de su mochila, dudando, mientras veía a la gente esperando para entrar.
Francis tomó a Tweek de los hombros y le dio la vuelta para quedar frente a él.
—Tweek, yo sé que puedes. Los dos creemos en ti, solo entra.
—Pero... ¿Y si...?
—¡Entra, Tweek!
Tweek comenzó a jalar su camiseta.
—¡Gaah! Ay no, vuel-lven l-los tics —dijo guiñando un ojo repetidas veces, inclinando su cabeza hacia un lado.
—¡No! ¡No! Te costó mucho superar todo eso. Tweek, no es momento —dijo Jason sosteniendo el rostro de Tweek.
—¡No lo puedo... ¡Aagh! cont-trolar —Tweek intentaba mirar hacia otro lado.
—¡Mírame! ¡Tweek, mírame! ¡Cálmate! No puedes retroceder. ¿Quieres más años de terapia?
—¡No!
Sus ojos comenzaban a se llenarse de lágrimas.
—Calma, Tweek. —Jason bajó su tono de voz—. Mírame. Respira. Recuerda respirar con calma. Tweek, mírame, concéntrate en mí. Solo cálmate.
Tweek soltó su camiseta, bajando la mirada.
—No quiero volver a pasar por todo eso.
—Bien, cálmate —dijo Jason, abrazándolo.
Tweek respiró profundo tratando de calmarse, abrazando con fuerza a Jason.
—Solo mantén la calma, Tweek. Jason tiene razón, no te lo hubieran ofrecido si no fueras bueno. —dijo Francis uniéndose al abrazo.
—Gracias —dijo Tweek secando sus lágrimas.
Ambos soltaron a Tweek.
—¡Ahora entra y demuéstrales de lo que eres capaz! ¡Demuéstrales de lo que esta Polly Pocket es capaz! —dijo Jason tomando con fuerza los hombros de Tweek.
Tweek rio, bajando la mirada, luego respiró profundo y se mostró decidido.
—Bien, entraré.
Tweek no se dio cuenta que un hombre venía hacia él, quien le palmeó la espalda al llegar. El hombre hablaba rápido y parecía estar apurado.
—¡Tweek! Qué bueno que viniste. Sígueme.
—Hola, s-sí, pero...
—No estés nervioso. Todos lo están cuando llegan, cuando el público te esté alentando, esto te va a gustar. Sígueme.
—B-bien.
—¿Ustedes son sus amigos?
—Sí. —respondió Francis.
—Bien, les explicaré rápido. No pueden llamarlo por su nombre adentro o donde sea que esté usando su disfraz, si le van a hablar, alentar o lo que sea, siempre usen el nombre de su personaje. Por allá está la fila, deben pagar su entrada, apostar si quieren. No pueden entrar cámaras, celulares ni armas. Por ningún motivo se involucren en una pelea, no importa lo que pase. Cuando termine la pelea, lo esperan afuera, no pueden entrar a los vestidores. ¿Les queda claro?
—Sí, no se preocupe —respondió Francis.
—Bien, sígueme.
—¡Suerte! —gritó Francis viendo a Tweek alejarse con el hombre.
—¡Mantén la calma! —gritó Jason.
Tweek lo siguió, caminaron por el costado del recinto, donde la gente esperaba para entrar.
—Mira, toda esa gente algún día podría venir solo para verte a ti. La mayoría solo vienen para ver a su favorito luchar. Si lo haces bien, te aseguro que varios se irán de aquí satisfechos, tan solo por verte luchar.
Continuaron su camino alrededor del recinto. Llegaron a la puerta trasera, esta estaba custodiada por dos guardias, ambos vestían completamente de negro, se encontraban de brazos cruzados, de pie junto a la puerta.
—Él es el nuevo, si le va bien les daré los detalles —dijo el hombre a los guardias.
Uno de los guardias acarició la cabeza de Tweek antes de que entrara.
—Que pequeñito, bienvenido.
Tweek solo sonrió, pero se sentía totalmente intimidado y nervioso. El hombre abrió la puerta e hizo pasar a Tweek primero. Entraron a un recinto de aspecto descuidado, las paredes estaban cubiertas de afiches con fotos de luchadores, rayadas y pintura gris descascarada por el paso del tiempo.
—No te dejes llevar por la apariencia. Esta parte no se cuida porque aquí están los recuerdos, mensajes de ex luchadores, en fin. Mira, cada uno de los que están en las paredes han luchado con nosotros. Este era Franco, de Donnie Darko, fue el mejor por muchos años, pero ya se retiró. Dejó un vacío en el público que no han podido llenar con ninguno, era buen luchador y tenía buena resistencia. Este de acá es Leatherface, el de más allá es Bo y por allá está Negan, ellos son los favoritos del momento.
Tweek observaba todo a su alrededor y leyó uno de los mensajes en la pared que decía: "Arriésgate, lo bueno comienza con miedo". Tweek sonrió y se decidió a seguir adelante.
El hombre guio a Tweek a través de un largo pasillo con numerosas puertas, al llegar a la última puerta, el hombre se detuvo y la abrió.
—Bien, este será tu vestidor, si continúas te asignaremos uno definitivo. Entra, cámbiate, te esperaré aquí afuera.
El hombre cerró la puerta, dejando a Tweek en un frío y pequeño vestidor, adentro solo había un espejo y una silla. Tweek comenzó a cambiarse, pero no dejaba de temblar, seguía nervioso y dudó varias veces antes de continuar cambiándose.
—¿Estás listo? —preguntó el hombre golpeando la puerta.
—No, solo un minuto.
—Olvidé decirte que no se pueden repetir los disfraces, a menos que el luchador se haya retirado. ¿Quién serás?
—Oh, eh, seré... Mighty Mask.
—Mighty Mask. Hmm... ¿De dónde es?
—D-dragon Ball Z.
—...
Tweek pensó que el silencio del hombre era por su disfraz y comenzó a sentirse estúpido por elegir un anime como referencia.
—Oh, ya recuerdo, ¿es el disfraz que usó Goten y Trunks en el torneo?
—¡Sí! —respondió aliviado.
—Que buena elección, acá ha habido de todo, personajes que ni te imaginas.
—¿Y hay alguno de anime?
—Sí, hace unas semanas llegó Akira. Si quedas te presentaré a todos. ¿Ya estás listo?
Tweek ya había terminado de cambiarse, estaba mirándose frente al espejo. Respiró profundo, se puso su capucha y abrió la puerta del vestidor.
—Estoy listo —dijo abriendo la puerta.
—Te ves bien. Sígueme. —El hombre caminó rápido por el pasillo—. Te vas a encontrar con otros luchadores, eviten revelarse la identidad entre ustedes, deben llamarse por sus personajes, aunque se conozcan personalmente. Es muy importante cuidar sus identidades, sobre todo los menores de edad, a veces llegan padres enojados, nos denuncian y se va todo a la mierda por un tiempo. También hay policías a los que les gusta esto y nos ayudan a cuidarnos a cambio de un poco de dinero, pero si nos denuncian, no pueden hacer nada, en fin, cuando te anuncien solo entra al ring, ya no puedo mostrártelo porque ya comenzó a entrar el público, solo ve a través de la cortina cuando los anuncien e imita lo que hagan los demás. ¿Leíste las reglas? ¿Tienes alguna duda?
—Sí, sí lo leí, me quedó claro.
—Perfecto. Si necesitas algo, solo dirígete a los chicos de camiseta roja, ellos son del equipo de apoyo, están aquí solo para ayudarlos a ustedes en lo que necesiten.
—Bien.
—Debo ir a cambiarme. Todos saben quién soy, pero para el público soy La Parka, no lucho, pero soy el que da las órdenes acá. Suerte, niño.
—G-gracias.
Tweek se asomó a través de la cortina a mirar el lugar, había un ring de color rojo, iluminado con luces blancas y rojas. Observó al público que estaba entrando y acomodándose en sus lugares, otros estaban apostando, comiendo o comprando comida. Buscó por un rato hasta que vio entrar a Francis y Jason y acomodarse en medio del público, ambos se sentaron para esperar mientras conversaban, lo que hizo sentir a Tweek un poco más tranquilo.
Video personajes usados en las luchas
Tweek se quedó viendo al público por un rato, pero sintió a alguien que se paró a su lado. Se volteó muy lentamente, de reojo vio a un luchador muy alto, musculoso y moreno, tenía su rostro cubierto con una pañoleta roja y el torso desnudo, era el que le había mostrado La Parka hace un rato, Tweek se quedó mirándolo en silencio, se veía aterrador en comparación a él.
El luchador se percató de que Tweek no dejaba de mirarlo y le extendió la mano.
—Hola, soy Bo.
—Ho-hola, Tw... Mighty Mask. —Tweek también le extendió la mano.
—Disculpa, pero estaba suspendido por una lesión. ¿Llegaste hoy? ¿Esta es tu primera pelea?
—Sí.
—¿Estás nervioso?
—Sí, bastante.
—Cuando des tu primer golpe y escuches al público, todos tus miedos se van a ir. ¿Qué edad tienes?
—Diecisiete.
—Te ves pequeño, pero si La Parka te ofreció estar acá no es por bonito, tienes una ventaja que los altos no tenemos.
—¿Cuál?
—La agilidad de moverte por donde se te plazca. Aprovéchalo al máximo.
Un segundo luchador llegó junto a los ellos y abrazó a Tweek.
—Bo, ya está apartado.
—Jaja. Leatherface, eso lo decidirá él —respondió Bo.
—Este es mío, va a luchar conmigo.
—Por fin llegas, estoy muy nervioso —dijo Tweek.
—¿Se conocen? —preguntó Bo.
—Sí —respondió Leatherface.
—¿Y si les toca en equipos contrarios hoy?
—Tendré que patearle el culo. —Leatherface se encogió de hombros.
—¿Alguna vez ha muerto alguien en esto? —preguntó Tweek.
—Claro —respondió Leatherface.
—...
—Jajaja. No, no, jamás ha pasado. Lo más grave fue un luchador que ignoró las reglas y entró un arma blanca, se enojó durante la lucha y apuñaló al contrincante, pero ya no lucha, al menos no con nosotros.
—No estés nervioso, niño, será mejor de lo que crees —dijo Bo.
—Espero que sí —respondió Tweek.
—Ya te lo dije antes, solo disfrútalo, ya verás como poco a poco se van los nervios.
—¿Quién más luchará hoy? —preguntó Tweek.
—Falta solo uno, seremos dos contra dos, pero relevo —respondió Leatherface.
—¿Quién viene? —preguntó Bo.
—No lo sé. ¿El Dr. Giggles aún no puede?
—No, aún no.
—Entonces debe ser La Pulga o El Zorro.
—¡¿La Pulga?! ¿Es en serio? —preguntó Tweek.
—Sí. Aquí hay de todo, Mighty Mask, que nada te sorprenda.
—Jaja. Tranquilo, yo no puedo evitar reír cada vez que veo a Fenomenoide —comentó Bo.
—¡¿Fenomenoide?! Bueno, ya no me siento tan estúpido. Jaja.
—¿Estúpido por qué? —preguntó Bo.
—No lo sé, mientras me cambiaba me sentí estúpido.
—Jajaja. Todos aquí estamos disfrazados y al público le gusta, si no, nadie vendría.
—¿Puedo decirte que...? Realmente te pareces a tu personaje —comentó Tweek.
—Por eso lo elegí.
Tweek lo miró lentamente de pies a cabeza, mordiéndose el labio inferior.
—Realmente te ves... increíble.
Leatherface hizo a un lado a Tweek.
—¡Okeeey! calma tu testosterona, Mighty Mask.
—¿Qué? ¡No, no...!
—No le hagas caso, Bo, solo está nervioso.
—¡No! Solo...
Leatherface puso su brazo sobre el cuello de Tweek y lo alejó un poco.
—Apostaría a que te estás mordiendo los labios —susurró Leatherface.
—Jaja. Me atrapaste.
—No olvides que puede ser tu oponente, además... Míralo, te partiría por la mitad. Concéntrate, amigo, que no te distraiga su abdomen o sus brazos.
—¡Que observador! ¿Estás seguro de que no eres gay?
—Jaja. Sí, seguro, pero habría que ser ciego para no notarlo.
Leatherface se fue a conversar con Bo mientras Tweek nuevamente se asomaba a través de la cortina.
—"¡Mierda! —pensó Tweek—. ¡¿En qué pensaba?! ¿Por qué lo dije? No, no, Tweek, no... Piensa en Craig... Aunque solo fue un simple beso. No te hagas ilusiones. Solo un beso. El mejor que me han dado, pero fue solo eso, aunque... Quisiera más, mucho más. ¡Maldito! Supo perfectamente cómo dejarme con ganas de más. No quiero esperar hasta el lunes. Estúpido Craig".
Tweek se volteó a hablarle a Leatherface.
—¿Dónde puedo conseguir agua?
—Todo lo que necesites se lo debes pedir al equipo de apoyo, busca a cualquiera con camiseta roja.
Tweek se asomó a través de la cortina y le hizo señas con su mano a un grupo de chicos con camiseta roja que estaban apoyados en el ring, conversando. Se acercaron tres hacia él.
—¡Hola! ¿Eres nuevo?
—Sí, hoy es mi primera pelea.
—¡Genial!
—¡Me encanta tu disfraz!
—¿Qué necesitas?
—Agua, ¿dónde...?
—¡Yo te la traigo! —dijo uno de los chicos—. ¿Quieres algo más?
—No, solo eso.
El chico se fue a buscar agua y los otros volvieron al ring a continuar su conversación, pronto volvió con una botella y se la dio a Tweek.
—Ten, si necesitas algo más, solo llámanos.
—Gracias.
—Eres Mighty Mask, ¿no?
—Sí.
—¡Te queda bien! ¡Suerte! —gritó mientras se alejaba.
—Que agradables, ¿son todos así? —preguntó Tweek.
—Casi todos, son chicos a los que les encanta esto, algunos buscan un tutor para aprender y luchar algún día —respondió Leatherface.
—Oh, no, viene La Parka —dijo Bo.
—¿Eso es malo? —preguntó Tweek.
—Sí, si aparece antes de una pelea es malo. Es agradable, pero nunca lo hagas perder dinero.
El hombre vestido como La Parka llegó junto a los chicos.
—¡¿Dónde mierda está?! —preguntó molesto.
—¿Quién? —preguntó Bo.
—¡El Zorro! ¡Quedan diez minutos y aún no llega! No contesta su celular.
—La Pulga dijo que hoy vendría de público —dijo Leatherface.
—Lo llamaré.
La Parka se fue a su oficina.
—¿Qué pasa si no llega? —preguntó Tweek.
—Trabaja gratis hasta que pague la pérdida si quiere seguir —respondió Leatherface.
La Parka volvió rápidamente, subió al ring y encendió su micrófono.
Tweek, Bo y Leatherface se asomaron a través de la cortina a escuchar a La Parka.
—¡Buenas noches! Lamento informarles que la pelea se retrasará unos minutos. Lamentablemente El Zorro no pudo venir hoy, les pido las disculpas correspondientes. En su lugar luchará La Pulga. Si desean retirar el dinero de las apuestas, están en libertad de hacerlo, también pueden cambiar sus apuestas a cualquier otro luchador. Las apuestas para La Pulga ya están activas. No solemos hacer esto el primer día, pero si no retiran el dinero apostado al Zorro, sus apuestas serán asignadas a un nuevo luchador. ¡Les presento a Mighty Mask!
—¡¿Qué?! ¡¿Ahora?! —gritó Tweek.
—¡No lo hagas esperar!
Bo empujó a Tweek hacia el Ring, al cruzar las cortinas Tweek se quedó de pie, observando al público, nervioso y sin saber qué hacer. Bo y Leatherface lo miraban a través de las cortinas.
—¡Sube! —gritó Leatherface.
Tweek caminó temeroso hacia el ring, intentando calmarse durante el camino, respirando profundo. Se detuvo junto a La Parka, mirando a la gente a su alrededor.
El público no mostró interés en Tweek, por lo que Jason comenzó a gritar seguido de Francis.
—¡Eres el mejor, Mighty Mask!
—¡Patéales el culo, Mighty Mask!
Un chico gritó desde su asiento.
—¡Apostaré por ti, Mighty Mask! ¡No me hagas perder mi dinero!
—¡Muéstrales el poder de un Saiyajin! —gritó un segundo chico.
—¡Bo te pateará el culo! —gritó una chica.
Un par de personas le aplaudieron, aunque la mayoría solo se quedó en su asiento, indiferente.
La Parka continuó hablando y disculpándose por el luchador que faltaba. Tweek se bajó del ring para ir tras la cortina nuevamente.
—¿Se te quitaron los nervios? —preguntó Leatherface.
—No, eso fue peor. Sentí la decepción del público al verme.
—No es eso, solo no te conocen, ya verás el cambio cuando te vean en acción.
Un chico venía corriendo hacia ellos con mucha energía desde los vestidores.
—¡Hola! ¡Soy La Pulga! —Le estrechó la mano a Tweek.
—Hola, soy...
—¡Ya sé! ¡¿A qué hora vamos a luchar?! —La Pulga comenzó a hacer ejercicios de calentamiento, sin moverse de su lugar.
—Él tiene... bastante energía, como podrás ver —dijo Leatherface.
—Jaja. Ya lo noté.
—Es como diez Tweek en una sola persona.
La Parka se asomó a través de la cortina, gritando.
—¡¿Está listo La Pulga?!
—¡Sí, señor! ¡Aquí estoy!
—¡Empecemos entonces!
—Ay mierda, ahora me puse más nervioso.
Bo le estrechó la mano a Tweek.
—Tranquilo, que gane el mejor equipo. Suerte.
—G-grac...
—¡Sí! ¡¡¡A luchaaar!!! —La Pulga puso su mano sobre la de Tweek y Bo mientras la estrechaban.
En tanto que La Parka hablaba al público, llegaron corriendo dos hombres vestidos completamente de negro y subieron al ring.
—¿Quiénes son? —preguntó Tweek.
—El presentador y el árbitro —respondió Leatherface.
La Parka bajó del ring dándole el micrófono al presentador.
El presentador saludó al público mientras el equipo de apoyo y el árbitro se iban a sus posiciones.
—¡Buenas noches! ¡¿Quieren luchas hoy?!
—¡¡¡Sííí!!! —respondió el público.
—¡¿Ya hicieron sus apuestas?!
—¡¡¡Síííí!!!
—¡No perdamos más tiempo!
El público comenzó a aplaudir y gritar con euforia.
—¡Primero sus favoritos! Con 1.72 de estatura y 73 kilos. El hombre de las masacres, ¡Leatherface!
—¡No puede ser, creo que ya tengo un favorito! —dijo Jason.
—¡Mighty Mask tiene que ser tu favorito! —respondió Francis.
Leatherface abrazó a Tweek antes de salir.
—No la necesitas, pero ¡suerte!
Leatherface entró al centro del ring, levantando una motosierra de utilería, esta imitaba el sonido de una motosierra real, la encendió, agitándola sobre su cabeza, provocando que sus seguidores griten y le aplaudan con euforia, luego le entregó la motosierra al equipo de apoyo y se fue a una esquina del ring a esperar para que pasara el siguiente.
—Con 1.93 de estatura y 107 kilos. Un hombre duro y peligroso, ¡Bo!
Entró Bo al centro del ring, alentando al público a ovacionarlo. Al llegar al centro apuntó a Leatherface y luego deslizó su dedo índice por su cuello, en gesto de amenaza, aumentando la ovación de sus seguidores.
—¡Ay, dios mío! Ese va a matar a Mighty Mask —comentó Francis.
—Bueno, al menos estamos aquí para devolver los restos a sus padres. Jajaja.
Bo se posicionó en la otra esquina del ring.
—Ahora, con 1.60 de estatura y 62 kilos. Un amante de los churros y las luchas, ¡La Pulga!
La Pulga abrazó a Tweek con mucha fuerza antes de ir al ring.
—Yo también estaba nervioso la primera vez, pero ¡vas a amar esto!
La Pulga soltó a Tweek, corrió hacia al ring, se subió a las cuerdas y levantó los brazos mientras sus seguidores le aplaudían y gritaban. Se dirigió a otra esquina a esperar.
—Ese se ve como Mighty Mask —dijo Jason.
—Ojalá luche contra él.
Tweek esperaba a que lo presentaran para entrar, ya un poco más calmado.
—Yo puedo, yo puedo... —repetía en voz alta, esperando.
—Con 1.56 de estatura y 59 kilos. Directamente del Torneo de Artes Marciales, denle la bienvenida a la primera lucha de ¡Mighty Mask!
Tweek subió al centro de ring saludando al público con ambas manos, el público aplaudió, alentándolo. Aún iba nervioso así que solo se fue a la esquina que quedaba vacía.
—¡Muéstrales cómo se hace! —gritó Jason.
—¡Con todo, Mighty Mask! —gritó Francis.
El presentador reunió a los luchadores en medio del ring. La Parka entró con una caja de la que tenían que sacar una bolita con un número para asignar equipos. El presentador nombró uno a uno para anunciar al público los números.
—¡Leatherface, equipo 2! ¡La Pulga, equipo 1! ¡Mighty Mask, equipo 1! ¡Bo, equipo 2!
—"Mierda —pensó Tweek—. Bueno... tuve una buena vida".
El presentador se dirigió a los luchadores.
—Ya saben las reglas. Nada de golpes bajos. Si quedan Knock Out, sumisos o salen del ring por más de diez segundos, quedan fuera. El relevo solo es válido si tocan la mano de su compañero. A sus posiciones.
—¿Quién va primero? —preguntó Tweek.
—Tú —respondió La Pulga.
—Primero quiero ver cómo lucha. Te lo cedo. —dijo Bo a Leatherface.
Todos los luchadores se pusieron sus protectores dentales y se dirigieron a sus posiciones.
La Pulga y Bo bajaron del ring, ambos se quedaron atentos al costado del ring, esperando a que su compañero quisiera hacer relevo.
Leatherface y Mighty Mask se pusieron en guardia.
Sonó la campana para dar inicio a la lucha y ambos comenzaron a caminar alrededor del otro, lanzando golpes y siendo esquivados. Leatherface logró darle un golpe de puño a Tweek, haciéndolo retroceder. Tweek le dio un golpe de puño, seguido de un segundo y tercer golpe de puño. Leatherface esquivó el cuarto golpe, le lanzó una patada a la altura del estómago a Tweek, pero este en un movimiento rápido logró hacerlo perder el equilibrio al jalar su pie, provocando que cayera, Tweek se montó encima y comenzó a golpearlo con sus puños en la cara. Leatherface se lo quitó de encima, empujándolo hacia un lado. Ambos se levantaron y se pusieron en guardia nuevamente. Leatherface le dio una patada en el brazo derecho a Tweek para debilitarlo un poco y luego una segunda patada en el muslo derecho, Tweek le dio un golpe de puño seguido de otro, lo tomó por el cuello y con la ayuda de su pie logró derribarlo, inmovilizándolo en el suelo.
El presentador comenzó el conteo.
—¡10! ¡9! ¡8! ¡7! ¡6...!
Leatherface logró liberar su brazo, tocando la mano de Bo.
—"Oh, mierda" —pensó Tweek.
Tweek soltó a Leatherface y volvió a su posición para comenzar la lucha con Bo.
—¡Vamos, Mighty Mask! —gritaban Jason y Francis junto a otras personas del público que comenzaban a alentarlo.
Tweek escuchó al público y le dio más seguridad en sí mismo.
—"Yo puedo, yo puedo. Solo es... grande... fornido... viril y... su abdomen es... ¡No! No es momento" —pensaba Tweek, esperando a que sonara la campana.
En cuanto sonó la campana, Bo se lanzó a darle un golpe de puño, Tweek lo esquivó e intentó derribarlo, pero no lo logró. Bo levantó a Tweek con ambos brazos, lo lanzó al suelo, se sentó sobre su espalda, dobló su brazo y apretó su cuello para inmovilizarlo, pero logró liberarse. Tweek se levantó rápido, le dio a Bo una patada en el muslo derecho y un golpe de puño en el abdomen. Bo le dio un golpe de puño, lo hizo caer y Tweek decidió hacer el relevo. Se arrastró hacia La Pulga que estiraba su brazo moviéndose enérgicamente, dando pequeños saltos para que tocara su mano. Bo tomó los pies de Tweek y lo arrastró en sentido contrario, antes de que pudiera tocar la mano de La Pulga, lo arrastró hasta la orilla y lo pateó afuera del ring.
El presentador comenzó el conteo.
—¡10! ¡9! ¡8...!
Tweek subió al ring nuevamente, ganándose más ovaciones del público. Bo le lanzó una patada directo a su cabeza, momento que Tweek aprovechó para gatear rápidamente por debajo y tocar la mano de La Pulga, este entró velozmente y comenzó a golpear a Bo de inmediato, lanzándole golpes de puño en el abdomen para que Bo se inclinara hacia él. La Pulga se deslizó alrededor y escaló sobre la espalda de Bo, se aferró con sus piernas alrededor de su cuello y comenzó a golpearlo en repetidas ocasiones mientras reía. Bo se lanzó al suelo, cayendo sobre él para quitárselo de encima, se puso de pie y le dio una patada a la altura de las costillas, Bo le iba a dar una segunda patada, pero La Pulga rodó por el suelo, se levantó y se puso en guardia nuevamente. Sus movimientos rápidos terminaron por cansar a Bo, por lo que hizo relevo.
Leatherface subió al ring, en cuanto sonó la campana se lanzó a La Pulga, lo derribó con un golpe de puño en su cabeza y lo inmovilizó de inmediato.
El presentador comenzó el conteo.
—¡10! ¡9! ¡8! ¡7! ¡6! ¡5! ¡4! ¡3! ¡2! ¡1! ¡Fuera!
La Pulga bajó del ring, acompañado de la ovación de sus seguidores.
Tweek subió al ring y ambos se pusieron en guardia. Al sonar la campana, Leatherface intentó inmovilizarlo, pero Tweek le dio un golpe de puño haciéndolo retroceder y caer, Tweek aprovechó para retroceder y poder tomar un poco de impulso en tanto que Leatherface se ponía de pie, en cuanto Leatherface se levantó, Tweek dio un pequeño salto, dándole una patada cerca de la garganta, provocando que Leatherface cayera de inmediato.
El presentador comenzó el conteo.
—¡10! ¡9! ¡8! ¡7! ¡6! ¡5! ¡4! ¡3! ¡2! ¡1! ¡Knock Out!
El público comenzó a gritar, ovacionando la patada certera de Tweek. Francis se quedó impresionado al ver a Tweek golpear de esa forma, mientras Jason se levantó emocionado de su asiento.
—¡¡¡Acábalos, Mighty Mask!!!
El equipo de apoyo se llevó a Leatherface en una camilla.
Bo subió al ring, ambos se pusieron en guardia mientras el público ovacionaba a ambos.
Sonó la campana y Bo de inmediato le dio una patada con la planta del pie en el abdomen, haciéndolo caer, lo montó tratando de inmovilizarlo, pero la diferencia de altura le jugaba en contra y Tweek logró liberarse. Se puso de pie y le lanzó una patada, pero Bo la esquivó. Bo le dio un golpe de puño cerca del ojo y un segundo golpe en el pómulo con el que logró hacer que Tweek retrocediera, luego le dio una patada en el pecho, provocando que Tweek perdiera el equilibrio y volviera a caer, momento que Bo aprovechó para darle la vuelta a Tweek, se montó sobre él y lo inmovilizó, esta vez con éxito.
—¡10! ¡9! ¡8! ¡7! ¡6! ¡5! ¡4! ¡3! ¡2! ¡1! ¡Fuera!
La campana del final de la lucha sonó.
Tweek se dio la vuelta y se quedó recostado en el suelo, tratando de recuperar el aliento.
El público comenzó a ovacionar a Bo mientras el presentador le levantaba la mano, proclamándolo como ganador.
Unas cuantas personas del público le gritaban a Tweek, pidiéndole que se pusiera de pie, esto lo motivó y se levantó, aunque con un poco de dificultad.
Tweek se bajó del ring, escuchó a un par de personas gritar su alias, se volteó hacia ellos y levantó sus manos mostrando sus pulgares, indicándoles que se encontraba bien.
Uno de los chicos del equipo de apoyo se acercó a Tweek.
—¡Mighty Mask! Sígueme.
Tweek solo asintió con la cabeza y siguió al chico.
—Espero que esté bien —comentó Francis a Jason.
—Lo estará.
—Pero es tremenda bestia y Mighty Mask se ve tan... pequeño.
—Pero ya lo viste en acción. Sabía que le gustaba esto, que practica Kick Boxing y todo eso, pero no me esperaba que supiera pelear así.
—Yo tampoco, veo que realmente se contiene cuando pelea en la escuela.
—Bien, salgamos, esperemos a ver si nos llama por teléfono o algo.
El chico del equipo de apoyo notó que Tweek comenzaba a perder el equilibrio mientras caminaba. Deslizó su cabeza por debajo del brazo de Tweek, lo tomó de la cintura y lo dirigió durante el camino.
El chico del equipo de apoyo ayudó a Tweek a entrar al vestidor, lo recostó en un diván negro, y se retiró.
Tweek se encontraba un poco fuera de sí.
Entró una enfermera, cerró la puerta, le quitó la capucha y comenzó a atender sus lesiones, cuando Tweek reaccionó vio a la enfermera de espalda, que preparaba un medicamento para inyectarle.
—¿Qué es? —preguntó Tweek.
—Es un antiinflamatorio. ¿Cuál es tu nombre?
—Creo... que no puedo decírtelo.
—Yo sí estoy autorizada para conocer sus identidades, de hecho, estás sin capucha.
Tweek tocó su rostro, notando que no la tenía puesta.
—No... me di cuenta.
—Tranquilo, conozco la identidad de todos.
—¿Me desmayé?
—No, no, solo está bajando la adrenalina —respondió tocando el pecho de Tweek para sentir sus palpitaciones.
La Parka entró a la habitación, se quitó su máscara y le pidió a la enfermera que se apurara para que saliera. Esto puso nervioso a Tweek ya que el hombre hablaba en un tono muy serio. La enfermera terminó de atender a Tweek, le dio un medicamento para que continuara un tratamiento en casa y salió del vestidor.
—Como odio a esa zorra —comentó La Parka.
—Parecía agradable —respondió Tweek.
—Que no te engañe su lindo rostro. La sacaría de este lugar si pudiera, pero tenemos un trato, en fin, eso no te incumbe.
El hombre le estrechó la mano a Tweek, sonriendo.
—Bienvenido, Mighty Mask, estás dentro.
—Pero, perdí.
—Me interesa un buen desempeño, casi nadie gana la primera pelea. recupérate y vete a casa, cuando estés bien contáctame para que veamos todos los detalles. Leatherface me informó que se conocen, así que si tienes dudas y no puedes contactarme solo pregúntale a él. Te dejaré descansar, nos vemos, niño.
La Parka salió de la habitación, pero dejó la puerta abierta para Leatherface que esperaba afuera.
—¡Me noqueaste, maldito! —dijo entrando al vestidor.
—Jajaja.
—Estuviste bien, ya me dijo La Parka que quedaste.
—Sí, aunque pensé que no.
—Sería un idiota si no te hubiera dejado. Ya lo hablé con él, te pedí como pareja, cuando haya luchas en pareja, tú pelearás conmigo.
—Está bien.
—Debo irme. Tus amigos te están esperando afuera, les avisaré que estás bien.
—Bien, solo unos minutos y me voy.
—Lo que te inyectan es buenísimo, ya verás como luego de un rato baja el dolor considerablemente, pero deberías ver tu cara. Jajaja. ¡Adiós!
—¡Adiós!
Leatherface salió de la habitación.
Tweek se quedó recostado en el diván, al cabo de unos minutos se sintió con las fuerzas suficientes para levantarse e irse del lugar.
Se sentó en el diván mirando todo a su alrededor, notando que se encontraba en otro vestidor, uno más grande, su mochila y todas sus cosas habían sido trasladadas, buscó su celular y envió un mensaje a Francis para avisarles que ya iba a salir. Luego de cambiarse su ropa, junto a un clóset pequeño notó un gran espejo en la pared, se acercó a mirarse antes de salir y notó un gran hematoma en su ojo izquierdo y uno más pequeño en el pómulo derecho.
—Maldita sea. ¡¿Cómo voy a tapar esto?! Supongo que... si peino mi cabello así, no se notará tanto. Bueno a la mierda, valió la pena.
Tweek puso parte de su cabello cubriendo su lado izquierdo, tomó su mochila y salió del vestidor, al cerrar la puerta notó que había un papel pegado en el que decía: "Vestidor de Mighty Mask, instalar nombre y equipar". Tweek sonrió emocionado al ver que tenía su propio vestidor.
Se dirigió a la puerta trasera del recinto donde se encontraban los guardias.
—¿Estás bien, párvulo? —preguntó un guardia.
Tweek miró a su alrededor confundido.
—Sí, tú, ese será tu apodo.
—Jaja. Sí, estoy bien.
—¡Uff! ¿Viste tu cara?
—Sí, pero no me duele tanto como parece.
—Espera hasta mañana a que se acabe el efecto del medicamento que te inyectaron.
—Jajaja.
—Vete a descansar. Supongo que nos vemos pronto, por cierto, lo hiciste muy bien. Sinceramente, ninguno acá te tenía fe.
—Pues, cuando vi a Bo, ni yo me tenía fe.
—Pero dejaste satisfecho al público.
—¿Sí?
—Sí, no todos logran apoyo a la primera.
—Supongo que está bien entonces.
—Así es. Un par de luchas más y tendrás a tus seguidores.
—Eso espero. Me voy a casa, necesito descansar.
—Claro, Párvulo. Nos vemos.
—¡Adiós!
Tweek salió del recinto y se dirigió a la entrada principal para encontrar a Jason y Francis.
—¡Tweek! —Francis corrió a abrazarlo.
—¡Agh! ¡Despacio! —Se quejó Tweek.
—¡Estuviste increíble!
—Despacio, Francis.
—¡Que patada, Tweek! —Jason se unió al abrazo de Francis.
—¡Agh!
Jason y Francis dejaron de abrazarlo y se quedaron frente a él, emocionados.
—¡¿Quedaste?! —preguntó Jason.
—¡Sí!
—¡Que bueno! —Francis volvió a abrazarlo, pero esta vez con más fuerza.
—Francis... te quiero, pero... suéltame.
—Oh, lo siento.
—¡Tu cara, Tweek! —dijo Jason.
—Sí, ya me vi. Ya veré como ocultarlo.
—Bueno, ya habrá tiempo de celebrar esto. Vámonos a casa, tengo catorce llamadas perdidas de mi papá, ahora lo llamo y no me contesta —dijo Jason mirando su celular.
—¿Le habrá pasado algo? No es usual que te llame tanto.
—Sí, me preocupa un poco.
—Andando entonces —dijo Tweek, notablemente cansado.
Jason tomó la mochila de Tweek para llevársela. Lo acompañaron hasta su casa, dejándolo en la entrada y se retiraron.
Tweek entró a su casa tratando de no hacer mucho ruido, con la intención de no llamar la atención de sus padres, estos se encontraban en la sala viendo televisión, pero su padre le habló en cuanto entró a la sala.
—¿Qué tal tu pel...?
—¡Tweek! ¡Tu cara! —Interrumpió su madre.
—Ya sé, pero estoy bien.
—¿Cómo quedó el otro? —preguntó su padre.
—Noqueé a uno. El otro me ganó, pero en mi defensa, medía más de 1.90
—¡Ese es mi hijo!
—¡No lo alientes! A mí no me gusta esto del Kick Boxing, pero nunca había llegado así. ¿No se supone que era una pelea de entrenamiento?
—Sí, pero... me... me subieron de categoría y ahora tengo rivales un poco más fuertes.
—¿Y los protectores?
—...
—¿Y los protectores, Tweek? —insistió su madre, cruzándose de brazos.
—En... en esta categoría no se usan... porque... porque se supone que ya sabemos esquivar golpes y... y por eso no se usan.
—Esto no me gusta, Tweek.
—Pero a mí sí.
—Oh, déjalo. ¿Está vivo o no? —intervino su padre.
—¿Quieres que lo desfiguren? ¡Perfecto! Que siga en su porquería de Kick Boxing.
—Jaja. No me van a desfigurar, mamá, no exageres.
—Si llegas peor, no te quiero volver a ver en eso.
—Sí, mamá. Bueno, me voy a dormir, me muero de sueño. Buenas noches.
—Buenas noches —respondió su madre, enojada, sentándose aún con sus brazos cruzados.
Tweek se acercó por detrás del sofá a abrazar a su madre.
—Ya, mamá. Seguiré hermoso como siempre. Nadie me va a desfigurar.
—Vete a tu habitación.
—Por eso te ves cada vez más vieja, vives enojada.
Su madre le dio un golpe con la mano en su cabeza, causando que Tweek riera.
—No viviría enojada si tuviera un hijo que se portara bien.
—Si me portara bien, sus vidas serían muy aburridas.
Tweek la abrazó con fuerza, la besó en la mejilla y se fue a su habitación, cerró la puerta, dejó su mochila en el suelo y se lanzó a su cama de inmediato.
—"No puedo creer que quedé —pensaba—. Que ganas de contarle a todo el mundo. Que ganas de... ver a Craig. ¿Y si voy mañana a su casa? ¿Se enojará? No lo creo... Mierda, me duele la cara, mañana veo cómo cubrirlo. Muero de sueño... Mi pijama... A la mierda, no me quiero levantar".
Tweek se durmió casi de forma instantánea.
Chapter 6: Tweek, me provocas náuseas
Chapter Text
Tweek despertó terriblemente adolorido luego de esa pelea, pero durmió increíblemente bien y profundo.
Cuando despertó eran las tres y media de la tarde.
Se levantó de inmediato y se dio una ducha caliente, luego intentó diferentes peinados para tratar de cubrir el hematoma del ojo izquierdo, que era el más grande, finalmente decidió solo peinarlo hacia un lado.
—"No se ve tan mal —pensaba—, pero así me veo como Jason. Bueno, a la mierda, si alguien lo nota, solo diré que intentaron robar mi celular. Listo. Problema resuelto".
Su madre golpeó la puerta de su habitación.
—¿Tweek?
—Pasa, mamá.
—Te traje almuerzo. No bajaste a desayunar, supuse que estabas cansado, así que te dejé dormir.
—Gracias, eres la mejor.
Tweek puso una película en la televisión mientras almorzaba, pero recordó el beso de Craig y decidió ir a su casa.
Terminó de comer y salió rápido. De camino dudó, deteniéndose un par de veces.
Al llegar se quedó de pie frente a la entrada, dudando, pero Tricia abrió la puerta antes de que se decidiera a golpear.
—¿Quién eres? —preguntó Tricia.
—Mi nombre es Tweek —respondió sonriendo.
—¿Qué quieres?
—¿Está Craig?
—¿Para qué?
—Pues... Solo quiero conversar con él.
—¿De qué?
—¿Está o no? —reiteró, un poco molesto.
—No sé. Supongo. —Tricia se volteó hacia adentro—. ¡Mamá! ¡Buscan al idiota!
Tricia salió de casa, dejando la puerta abierta.
—Gracias —dijo Tweek volteando a ver en dirección a Tricia.
—Ajá —respondió Tricia, sin mirarlo.
—Hola, no le hagas caso. ¿Buscas a Craig? —preguntó la madre de Craig, asomándose tras la puerta.
—Sí, ¿él está?
—Sí, adelante. Espera aquí, iré a avisarle.
—Gracias.
La madre de Craig subió a golpear la puerta de su habitación.
—¿Craig? Vienen a verte.
Craig se encontraba en su escritorio, desarmando un viejo artefacto.
—¿A verme? ¿Quién? —preguntó mientras observaba a la luz un pequeño tubo de vidrio que contenía una sustancia en su interior.
—No lo sé, olvidé preguntarle su nombre. Es un chico rubio.
—"¿Un chico rubio? —pensó— ¿Será Tweek?".
Craig se quedó sentado, pensando, sin reaccionar.
—¿Craig? —insistió su madre.
—Ah... S-sí. Sí, dile que suba.
Craig se levantó rápido de su silla, abrió la puerta y se sentó en su cama. Se puso de pie y se sentó un par de veces, no estaba seguro de cómo recibirlo. Finalmente se quedó de pie junto a su cama mientras lo escuchaba acercarse, cada paso le generaba agitación y nerviosismo, por lo que empezó a sentir náuseas.
—"No, por favor no" —pensaba Craig, tragando saliva.
En cuanto vio a Tweek en el umbral de la puerta de su habitación, respiró hondo e intentó disimular.
—Hola, Craig —dijo Tweek sonriendo, inclinando su cabeza hacia un lado.
—Ho-hola.
Ambos se quedaron en silencio por unos segundos.
—Aam... ¿Puedo pasar? —preguntó Tweek.
—Oh, claro. Sí, pasa —dijo aún nervioso.
—Craig, ¿quieren algo? —preguntó la madre de Craig que se asomó a su habitación.
—¿Algo? Eh... no.
—¿Agua con gas podría ser? —preguntó Tweek.
—Claro, ya vuelvo —dijo saliendo, dejando la puerta abierta.
—¿No tienes calor? Me muero de calor. —Tweek se quitó su sudadera y la lanzó al suelo.
Craig se sentó en silencio en su cama, continuaba un poco confuso, nervioso y sorprendido por la inesperada visita. No sabía qué hacer o decir.
Tweek comenzó inspeccionar todo a su alrededor mientras recorría la habitación, lo primero que llamó su atención fueron las piezas del artefacto.
—¿Qué es esto? —preguntó Tweek tomando una de las piezas.
—Una pieza de eso que está sobre el escritorio.
—¿Y esto?
—También.
—Aah... ¿Y esto?
—Todo ahí son piezas del mismo artefacto.
—¿Para qué lo desarmaste?
—No... no lo sé, solo me gusta desarmar cosas.
—¿Qué es? —preguntó acercándose a observarlo con curiosidad.
—No lo sé, lo encontré cuando me mudé acá.
—¿Dónde?
—En el bosque que está de camino a la escuela.
—¿Funciona?
—No sé, no sé qué es.
—Hmm... Parece una bomba.
—Jaja. Ya estaría muerto.
Tweek continuó su recorrido. En una pequeña estantería se detuvo a observar lo que había, notó que bajo unos libros se asomaba una pequeña parte de lo que parecía una fotografía, la sacó y la observó unos segundos.
—¿Quién es? —preguntó mostrándole una fotografía rasgada por la mitad.
—Nadie. No sabía que seguía ahí.
Craig se aproximó a Tweek, tomó la foto y la tiró a un pequeño basurero junto a su escritorio.
—¿Es tu ex?
—¿Mi ex? No. Es... No importa —dijo volviendo a sentarse al borde de su cama.
Craig miraba a Tweek pasear por su habitación inspeccionando todo, ahora ya más calmado.
—¿Cómo sabes dónde vivo?
—¿Es tuyo? —preguntó destapando un perfume para olerlo.
—Sí. ¿Por qué tendría el perfume de otra persona en mi habitación?
—Huele bien, deberías usarlo más seguido. —Tweek lo dejó en su lugar.
—Supongo.
—Aunque el que sueles usar también me gusta, pero este huele mejor.
—¿A qué viniste?
—¿Qué es esto? —preguntó tomando una pequeña caja plástica, esta tenía un dibujo de un mago en su exterior.
—Es un juego de cartas de estrategia.
—"Espada Sagrada" —comentó Tweek, leyendo la caja—. ¿Me puedes enseñar?
—Claro, tráelas —dijo tragando saliva, extendiendo su mano.
Tweek se sentó frente a él en su cama y le dio la pequeña caja.
La madre de Craig se asomó nuevamente en su habitación.
—¿Craig? Traje el agua.
—Voy —dijo dejando las cartas sobre su cama.
—¡Yo voy! —Tweek se puso de pie—. ¡Muchas gracias!
Tweek recibió dos botellas con agua.
—No tenemos agua con gas.
—No se preocupe, con esto estaré bien, gracias.
—"Cálmate. Es un simple chico. Solo dile y ya" —pensó Craig.
Craig se acercó, le agradeció a su madre y cerró la puerta. En cuanto Tweek se volteó, Craig se puso frente a él, acorralándolo contra la puerta.
—¿A qué viniste?
—A ver si te doy el resto de mi número.
Craig se inclinó a besarlo. Tweek lo tomó de sus caderas y lo acercó haciendo un poco de presión. Craig tomó el rostro de Tweek para continuar besándolo, ahora con mayor intensidad.
Cuando a Craig le pareció que Tweek lo estaba disfrutando, detuvo el beso.
—¿Me lo darás?
—Hmm... No.
Tweek se hizo a un lado, le entregó una botella y bebió agua.
—¿Por qué no? —preguntó volteándose, tratando de abrir su botella.
—Quizá después, no lo sé —dijo sentándose sobre la cama de Craig, sacando las cartas de la caja.
Craig se sentó frente a Tweek.
—¿Vas a hacerte de rogar, Serena?
—Puede ser.
—Jaja. ¿Qué tengo que hacer?
—¿Qué quieres hacer?
—¿Qué quieres que haga?
—¿Qué te dan ganas de hacer?
—¿Qué tienes ganas de que haga?
—¿Qué...? Mierda, me quedé sin preguntas.
—Jajaja.
—¿Me vas a enseñar? —Tweek se hizo a un lado su cabello, olvidando su hematoma.
—¿Qué te pasó?
—Oh, nada, nada —respondió Tweek acomodándose el cabello.
Craig hizo a un lado el cabello de Tweek, tomó su rostro y comenzó a inspeccionarlo.
—¿Cómo nada? Estás todo golpeado.
—Nada, de verdad. No te preocupes.
—¿Tus padres te...?
—No, no. Tranquilo, no es nada de lo que te imaginas. Solo intentaron robar mi celular y cuando traté de resistirme, me golpearon. Eso fue todo.
—¿Pero estás bien?
—Sí, me dieron un medicamento, así que casi no siento dolor. No te preocupes. ¿Me vas a enseñar?
—Si me das tu número.
—No.
Craig continuaba intentando abrir su botella.
—¿Por qué no?
Tweek le entregó la mayoría de las cartas a Craig, él se quedó con algunas.
—Porque no. Ten. Enséñame, Sir Debilucho —dijo revisando las cartas, riendo.
—Jaja. Sí puedo abrirla, solo está demasiado apretada. Bien, dame esa carta, Lord Elfo.
—¡Tolero que me llames Serena! ¡Pero así no! ¡Tengo suficiente con Clyde!
—Tweek... —Craig intentaba contener su risa—. Ese es el nombre de esa carta, Lord Elfo, no te decía a ti.
—Ah. Lo siento, la costumbre.
—Jaja. ¿Por qué lo odias tanto?
—Es él el que me odia a mí. No nos llevábamos mal, pero un día llegó con apodos para nosotros y empezó a molestarnos, jamás lo comprendí, pero no estoy aquí para hablar de Clyde.
—Sí, tienes razón.
—No lo soporto. Lo siento.
Tweek le arrebató la botella a Craig para abrirla.
—Gracias, Serena.
—"Estaba apretada, ¿por qué es tan fuerte si es tan pequeño? Sus manos son pequeñas, parecen delicadas, no parecen de alguien con fuerza" —pensaba Craig.
—Entonces... ¿Vas a enseñarme o solo vas a mirar mis manos?
—Oh, perdón. —Craig sintió calor subiendo por su rostro.
—¿Te sonrojaste? Jajaja. Perdón, no debí decir eso.
Craig dio un buen sorbo a su agua, desviando la mirada.
—"Mierda. ¡¿Cómo se lo digo?!" —pensó Craig.
—¿Sabes? Quizá podría darte un número a la vez si...
Clyde abrió la puerta de golpe, interrumpiendo a Tweek.
—¡Hola, estúpido! —dijo entrando a la habitación.
Tweek cerró sus ojos, intentando mantener la calma.
—No puede ser —murmuró molesto.
—¡Mierda, Clyde! Golpea antes de entrar —alegó Craig.
—¿Qué hace este aquí? —preguntó Clyde, molesto, apuntando a Tweek.
—¿Este? —preguntó Tweek, poniéndose de pie.
—Sí. ¿Eres sordo o solo estúpido?
—A mí no me hables así.
—Deja de perseguir a Craig. A él no lo vas a arrastrar a tu mundo de maricas.
—Jajaja. Creo que es muy tar...
—¡Empecemos por calmarnos! —gritó Craig, poniéndose de pie, nervioso.
Tweek recogió su sudadera.
—Mejor me voy a casa.
—No, no es necesario.
Clyde abrió la puerta, invitando a Tweek con su mano a salir de la habitación.
—Déjalo que se vaya. No queremos maricas aquí.
—Clyde, cálmate. No necesitas decir algo así.
Tweek se acercó a la puerta para salir.
—Pero si es marica —dijo acercándose a Tweek, mientras pasaba a su lado.
Tweek se volteó, dándole un golpe de puño en la boca, en cuanto Clyde cayó al suelo, Tweek puso su pie sobre el pecho de Clyde y se inclinó hacia él.
—Este marica pega fuerte, idiota.
Le iba a dar un segundo golpe de puño, pero Craig sujetó su mano.
—La próxima vez no me contengo, Clyde —advirtió Tweek.
Tweek pisó a Clyde, pasando sobre él para salir de la habitación. Desde el umbral de la puerta se volteó a ver a Craig.
—Adiós, Craig —dijo sonriendo.
Craig dirigió su mirada hacia Clyde, molesto.
—¡¿Eres estúpido?!
—Dame hielo, por favor. Me duele mucho.
—¡Pues te lo mereces! No deberías hablarle así.
—¿Por qué no? No me gusta ese marica. ¡No me gustan los maricas!
Craig fue a buscar un poco de hielo.
—¿Cómo entraste? —preguntó Craig entrando a la habitación, ya más calmado.
—Tu mamá ya me conoce, me dijo que estabas acá —respondió aún recostado en el suelo.
Craig le dio el hielo a Clyde y se sentó en su cama.
—¿Por qué lo odias tanto?
—No me agrada. Cuando éramos niños era muy inquieto, por eso tomaba clases de boxeo o una mierda así, decía que le ayudaba a controlarse.
—Ah, por eso es tan fuerte.
—No sé, pero sabe golpear el maldito.
—¿Y por eso no te agrada? ¿Por que era inquieto?
—A mí me gustaba una niña y ella solo se fijaba en él. Obviamente él nunca le hizo caso, pero eso parecía hacer que a ella le gustara más.
—¿Y por eso no te agrada?
—Sí, eso hizo que nunca nos lleváramos bien.
—Que estupidez.
—¡Pero es marica! Hay un chico de la clase de al lado que siempre lo anda abrazando en el receso. Qué marica, ¿no? —preguntó poniéndose de pie.
—... ¿Sabes? tengo un poco de sueño. Estaba a punto de pedirle a Tweek que se fuera.
—Pero si son las siete y media de la tarde.
—Sí, pero tengo sueño y... quiero acostarme. Oye, ¿y tú no deberías estar de viaje con tu papá?
—Uno de sus amigos lo llamó y volvimos ayer por la noche.
—Ah. Clyde de verdad quiero dormir —dijo recostándose sobre su cama.
—¡Pero si es temprano!
—Clyde, es en serio.
—Bien. Me voy, pero no te juntes con maricas, ¡te lo va a pegar! ¡Nos vemos! —dijo saliendo de la habitación.
—¡Clyde! ¡Espera! ¿Sabes dónde vive Jason?
—¿Jason? ¿Para qué quieres saber?
—Porque... se llevó mi cuaderno y... quiero ir a buscarlo.
—¿Y no te ibas a dormir?
—¿Sabes o no? —preguntó frunciendo el ceño, molesto.
—Vive junto al parque, en una casa verde con una pequeña cerca de madera negra.
—¿Y Francis?
—El adicto al Hentai vive en la casa junto a la de Jason, una casa amarilla.
—¿Y Tweek?
—En una casa roja, junto al café Tweak. Es de sus padres.
—Bueno, me voy a dormir. Nos vemos.
—¡Nos vemos, estúpido!
Clyde se fue a su casa.
Craig se quedó recostado sobre su cama, dudando.
—"Hmm... ¿Debería ir a su casa? No creo que se moleste. ¿O sí? No, no creo. ¿Y si espero hasta mañana en la escuela? No. Sí, iré y... y... No, no debería. Mejor no. Pero... Sí, iré. ¡Deja de ser un cobarde!"
Craig se preparó para salir, pero antes dirigió su mirada al pequeño basurero.
Craig sacó la fotografía, la guardó dentro de un libro, bajó rápido y se dispuso a salir de casa.
—¿Vas a salir? —preguntó su madre.
—Sí. Iré a... saldré un rato.
—¿Adónde? —preguntó su padre con un tono de voz grave, frunciendo el ceño.
—Voy a... a la casa de Clyde.
—Eres muy malo mintiendo.
—¡Já! —se burló Tricia, que se encontraba recostada en el sillón, apoyada en su padre.
—Te quiero aquí antes de las diez de la noche —advirtió su madre.
Craig solo asintió con la cabeza. Al salir de casa, miró a su padre, quien aún lo miraba con el ceño fruncido, le sonrió falsamente y cerró la puerta.
Craig se detuvo frente al café por un rato, hasta que decidió entrar.
—Bienvenido, ¿qué te vas a servir? —preguntó el padre de Tweek.
—Ah. No, solo... solo vengo a ver a Tweek. ¿Él está?
—No, pero si gustas puedes esperarlo.
Craig vio la hora en un reloj que se encontraba en la pared, detrás del padre de Tweek.
—¿Sabe si tardará mucho?
—Fue a entrenar, debería llegar pronto.
—Sí, supongo que puedo esperarlo un rato.
—Su habitación está arriba, segunda puerta a la derecha. Puedes esperarlo ahí. Necesito las mesas libres, a esta hora suele venir mucha gente.
—Claro, no hay problema. Con permiso.
Craig entró a la habitación esperando un completo desorden por la peculiaridad de Tweek, pero para su sorpresa estaba en orden. Se sentó en su cama por un par de minutos mirando a su alrededor, finalmente se recostó en su cama, pero no pudo aguantar y aprovechó que estaba solo para husmear un poco y comenzó a recorrer la habitación.
—"Vaya, tiene muchas cosas de Dragon Ball. ¿Qué tendrá en sus cajones? No, no debería. Solo uno, solo uno. Hmm... Este. Veamos... Medicamentos, medicamentos, dulces, auriculares, dinosaurios, medicamentos. Tiene muchos dinosaurios pequeños, supongo que le gustan. Nada muy interesante realmente. ¿Y acá en este clóset? Ropa, ropa. Claro, ¿qué más esperaba encontrar acá? ¿Y acá abajo? Una colección de películas en VHS, que vintage".
Se puso a gatas para revisar la parte baja del clóset, ya que las películas se encontraban al fondo, sacó su celular para alumbrar y metió su cabeza bajo la última repisa.
—"Veamos... Terminator, Hombres de negro, Volver al Futuro, Jurassic Park. Eso explica los dinosaurios. Ninja Scroll, EL quinto Elemento, Alien, varias de Dragon Ball, Depredador, Cuando éramos reyes, Rocky, Godzilla..."
En ese momento, Tweek llegó a su habitación, pero Craig no lo escuchó. Aprovechó para asustarlo y se acercó sigilosamente, agachándose a su lado.
—¿Algo que te guste? —preguntó Tweek.
—¡Oh, mierda! —Craig golpeó su cabeza con la repisa.
—Jajaja. —Tweek se puso de pie.
—¡Perdón! No era mi intención. —Craig se sentó en el suelo, comenzando a sentir náuseas.
—¿No era tu intención? ¿Tropezaste y terminaste husmeando?
Craig no supo qué responder.
—Tranquilo. No hay nada que no puedas ver ahí. Lo privado está allá —dijo apuntando un pequeño velador junto a su cama—, pero tiene llave. No puedes ver ahí, no todavía.
—¿Todavía?
—Sí. Todavía. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?
—Por la puerta, claro, tu papá me dijo que podía subir.
—Puedes entrar por la ventana, el árbol de afuera está muy cerca. Por si algún día quieres venir. Por ahí suelo salir por las noches. ¿Qué haces aquí?
—¿Por la ventana? ¿Por qué entraría por la ventana?
—No lo sé. ¿Qué haces aquí?
—¿Para qué te escapas por las noches?
—¿No vas a decirme qué haces aquí? Bien, sigue husmeando mientras me doy una ducha.
Tweek salió de su habitación.
Craig decidió no seguir husmeando, se puso de pie y se recostó en la cama de Tweek.
—"¿Qué habrá en ese cajón? —pensaba— ¿Por qué no puedo saber todavía? ¿A qué se refería con eso? Su almohada huele un poco dulce, pero se mezcla con el olor a café del ambiente. La mezcla queda bien, es como... como beber café con galletas. Huele... bien".
Tweek volvió a su habitación, encontrando a Craig recostado en su cama, parecía estar durmiendo.
—¿Craig? ¿Te dormiste?
Tweek se agachó frente a él, descansando su cabeza sobre su antebrazo, apoyado en su cama.
—¿Craig?
—Tweek, ¿quién es él? —preguntó su madre, que pasaba por afuera de su habitación.
—¡Shht! Se quedó dormido.
—Entonces despiértalo y que se vaya a su casa.
—Mamá, déjalo un rato. Lo despertaré luego.
—Pero nosotros ya vamos a cerrar el café para irnos donde tu abuela, se quedarán solos.
—En cuanto despierte le diré que se vaya.
—Tweek, te conozco, si se queda aquí, mañana no irás a la escuela por dormirte tarde.
—Ay no, mamá, si voy a ir. Tranquila.
—Si me entero que no fuiste, estarás castigado por un mes.
—Lo prometo.
—Eso espero. ¿Quieres algo antes de cerrar?
—¿Puedes dejar afuera unas bebidas, agua con gas y algo de chocolate?
—Claro. Lo dejaré sobre la mesa, junto a la cena.
—¿Qué hay de comer?
—Comida.
—¡Que alivio! Pensé que dejarías piedras —respondió con ironía.
—¡Confiaré en ti, Tweek! —gritó su madre, alejándose.
—"Supongo que lo dejaré dormir un rato, mejor iré a ayudar a cerrar para que se vayan luego".
Tweek salió rápido de su habitación, sin hacer ruido.
—Papá, ¿te ayudo?
—Sí, cierra la puerta y limpia las mesas mientras ordeno.
—Claro.
—¿Qué tal tu entrenamiento de hoy? ¿No te sientes adolorido?
—No, hoy agregué un kilo más.
—Deja de agregar peso, vas a hacerte daño —dijo su madre.
—No creo, me hace sentir bien.
—¿Ese chico pretende quedarse? —preguntó su padre.
—No, solo lo dejaré dormir un rato.
—¿Se siente mal? Podemos ir a dejarlo de camino.
—No. Está bien, supongo que solo tenía sueño.
—Bien, terminamos. Vámonos de inmediato. Tweek, dejaré las llaves del café donde siempre. No quiero que faltes a la escuela mañana —dijo su madre.
—Ay no. Aquí viene la Sargento Helen —dijo Tweek, cruzándose de brazos—. No faltaré.
—No quiero ninguna de tus maravillosas ideas que terminan en desastres.
—No, mamá.
—No quiero castigos en la escuela.
—No, mamá.
—No quiero que te metas en peleas.
—No, mamá.
—No quiero a Jason y Francis comiéndose todo, ellos tienen casa.
—No, mamá.
—¡Y tú tampoco!
—No, mamá.
—No los quiero bebiendo como si se fuera a acabar el mundo.
—Solo fue una vez.
—Piensa cinco veces antes de hacer cualquier cosa. No hagas nada estúpido.
—No, mamá.
—¿Seguro que no quieres ir con nosotros? Será hasta la madrugada del jueves —interrumpió su padre.
—Serán tres días, estaré bien. Solo debo ir a la escuela, no será difícil.
—Esta será tu prueba, Tweek, si no, no volveremos a dejarte solo —advirtió su madre.
—¡Sí, mamá! Confía en tu hijo favorito por una vez.
—¡Ya déjalo! Ya está grande. Bueno, no tanto —dijo su padre acariciando su cabeza, riendo.
—¡¿Lo ves, mamá?! ¡Por eso quiero seguir entrenando! Golpearé a cualquiera que se burle de mí.
—¡Párteles el culo a todos!
—¡Eso haré, papá!
Antes de salir, su madre lo abrazó.
—Pórtate bien.
—Me portaré tan bien, que cuando vuelvas, ya me habrán salido mis alas de ángel.
—Tweek, por amor a dios, pórtate bien —suplicó antes de besar su cabeza.
—¡Sí! ¡Ya váyanse!
—¡No faltes a la escuela! —gritó su madre desde el auto.
—¡No! ¡Adiós! —gritó desde la entrada, viendo el auto de sus padres alejarse.
—Iré a ver si despertó.
Cerró la puerta y fue corriendo a su habitación.
—¿Craig?
—...
—¡Craig!
—¿Qué? —preguntó adormilado.
—¿Te pusiste el perfume que me gustó?
—El... ¿perfume?
Craig se volteó, encontrándose con Tweek que estaba recostado a su lado.
—Sí, el perfume que te dije que me había gustado.
—¡Perdón! No quise dormirme aquí. ¿Cuánto tiempo dormí?
—Solo un rato, tranquilo. ¿Vas a decirme a qué viniste? ¿Una bebida? —preguntó Tweek, ofreciéndole una botella.
—Tweek, escúchame. —Craig se sentó sobre la cama.
—Pero no te enojes, frunces el ceño y te ves feo —dijo acariciando el ceño de Craig con su dedo índice.
—No estoy enojado, pero necesito hablar contigo.
—¿Sobre qué? —Tweek se sentó frente a Craig.
—Esto... esto es un poco difícil para mí. Te lo iba a decir en mi casa, pero llegó Clyde, estaba esperando el momento. Tweek... yo... yo no... —Craig respiró hondo antes de continuar—. Tweek, yo no soy gay.
—Jajaja. ¿Estás seguro?
—Sí. O sea, no... mira, no sé, porque... donde vivía antes tuve una novia, pero no me... ¿cómo decirlo...? Digamos que no me gustó, pero contigo fue... diferente, sentí el impulso de hacerlo y solo lo hice.
—¿Diferente bien o diferente mal?
—Diferente. Fue más... emocionante por así decirlo, fue como... No sé cómo explicarlo. Jamás había sido así de impulsivo, creo que sacaste una parte de mí que ni yo conocía, pero... quiero pedirte una cosa.
—¿Qué sería?
—¿Podríamos... no decir nada?
—¿A qué te refieres?
—Mantener lo que pasó en secreto.
—¿En secreto? ¿De quién?
—De todos. Necesito tiempo.
—¿Tiempo? ¿Quieres alejarte?
—Solo mantenerlo en secreto. Que nadie sepa de esto hasta que yo lo tenga claro.
—Te recuerdo que tú te acercaste a mí.
—Lo sé, pero todo es muy confuso ahora.
—No pareces confundido.
—Pero lo estoy, estoy... probando. Como te dije fue un impulso que sentí en ese momento.
—¿Probando? —susurró, bajando la mirada.
Craig notó la expresión de tristeza de Tweek.
—Creo que no me estás entendiendo.
—Si tu intención es jugar, prefiero que te vayas.
Craig tomó el rostro de Tweek con ambas manos.
—Tweek, no estoy jugando, solo... no sé, pero no me refiero a que me arrepiento de lo que hice, para nada. No es que quiera alejarme de ti, pero es un poco difícil.
—¿Por Clyde?
—Por Clyde, mis padres, por todos. Quiero continuar, pero ¿podemos mantenerlo en secreto?
—¿Y qué pasará si decides que no eres gay?
—¡No sé! —dijo cubriendo su rostro.
—¿Qué sientes exactamente?
—Pues... Sinceramente, siento que no puedo... no, sí puedo, pero no quiero alejarme de ti. Cuando te veo o te siento cerca, me dan... ganas de... vomitar. Luego de besarte la primera vez fui casi corriendo a vomitar y... ahora que estás aquí, sigo sintiendo náuseas. Tweek, yo era un completo mar en calma, era una persona imperturbable, hasta que llegaste tú.
Tweek notó lo nervioso que estaba Craig.
—Craig, voy a pretender que no acabas de decirme que te doy asco —dijo tomando su mano mientras reía.
—¡No! No quise decir eso, no es asco. Hay ciertas situaciones que me ponen nervioso y siento náuseas, pero jamás habían sido provocadas por alguien.
—Jaja. Tranquilo, sí entendí. No fue la mejor forma de decirme que te gusto, pero entendí. Preferiría provocarte otro tipo de reacciones, pero supongo que el vómito está bien por ahora.
—No sé si me gustas, nunca me ha atraído nadie realmente.
—Bueno, me conformo con saber que no es asco.
—¡Perdón! —dijo abrazándolo—. No soy bueno para esto.
Tweek lo abrazó, acariciando su cabello.
—Sí, ya lo noté. Jaja.
Tweek soltó a Craig, poniéndose de pie frente a él, cruzándose de brazos.
—Tienes suerte de que no le conté nada a Francis y Jason, así que absolutamente nadie lo sabe. No quiero que nos ignoremos por completo, solo pretender que no ha pasado nada, pero a solas quiero un trato diferente.
—Así será, pero dame tiempo para procesar todo esto, solo eso te pido.
—Bien, tendré paciencia, algo de lo que carezco, pero la tendré por ti.
—Solo necesito un poco de tiempo, nada más.
—¿No habías "probado" con alguien antes?
—Besé a un par de chicos con suerte una vez. Bueno, la verdad es que me dejé besar por ellos, pero esto fue totalmente diferente. Nunca lo había hecho yo.
—Hmm... Te dejaré seguir "probando", si me prometes no "probar" con nadie más mientras estés conmigo.
—Prometido.
—Entonces acepto, pero cuando te des cuenta de que eres gay, quiero que me lo digas.
—¿Y cómo lo sabré?
—Uno lo sabe, ya te vas a dar cuenta cuando así lo sientas.
—Bien, te lo diré.
Tweek se inclinó para besar a Craig, pero este lo detuvo poniendo su mano sobre su rostro.
—¿Me dirás qué te pasó? No te creo lo del asalto. Si alguien abusa de ti, quiero saberlo.
—Hagamos un trato. —Tweek se sentó sobre la cama frente a Craig.
—¿Qué trato?
—Si me enseñas a jugar con tus cartas, te diré. Te prometo que nadie abusa de mí, hay una muy buena razón y no es nada malo.
—¿Estás seguro?
—Sí, seguro, hace solo unas horas me viste pegarle a Clyde, sé defenderme. Mis padres jamás me han pegado, con suerte me castiga mi mamá y mi papá siempre logra convencerla para que me levante los castigos.
—Bien, mañana te puedo enseñar después de la escuela.
—No, yo quiero aprender ahora.
—¿Por qué insistes con las cartas?
—Quiero saber más de ti, lo que te gusta, lo que te apasiona, lo que te aterra, todo. Empezaré por esto.
—Quizá no te guste, a muchos se les hace aburrido.
—No lo sabré si no me enseñas.
—Pero no las traje.
—Yo sí —dijo sonriendo, yendo a buscar las cartas de Craig que había guardado en uno de sus cajones.
—¿Cuándo...? ¿Por qué las trajiste?
—Supuse que vendrías, aunque no pensé que sería tan rápido. ¿Entonces me enseñarás?
—Bien... Ahora sí quiero la bebida.
—Ahí, sobre el velador —dijo sentándose frente a Craig, sobre su cama.
—¿Qué hay ahí? —preguntó mirando el cajón del velador mientras tomaba la botella.
—Ya te lo dije, no puedes saber todavía.
—¿Por qué no respondes mis preguntas?
—¿Me enseñarás a jugar?
—Bueno, supongo que no me dirás nada.
—No. ¿Me enseñarás a jugar? —dijo sonriendo, inclinando su cabeza.
—¿Sabes, Tweek? Me agradas, pero eres tan...
—¿Adorable? Lo sé.
—No. No importa. Bien, pon atención.
—Tienes toda mi atención.
—Pero no te distraigas.
—No lo haré.
—Bien, pon atención.
—Sí.
—Pero no sé si me vas a entender sin tus amigos para que te traduzcan.
—Ya te dije que no soy estúpido. Explícame como lo harías con cualquier persona.
—Bien, no te distraigas.
—¡Que no!
—Jaja. Las cartas se dividen en cinco tipos: Aliados, Oros, Talismanes, Tótems y Armas —dijo intentando abrir su botella.
—¿Quieres que la abra?
—No, yo puedo. Pon atención.
—Es que parece que no puedes.
—Sí puedo. Pon atención.
—Bien. Oros, Armas, Aliados, Talismanes y...
—Tótems. Los Aliados son las criaturas y personajes que usas para defender tu Mazo Castillo o atacar el de tu oponente. Los Talismanes son conjuros o hechizos para cambiar las reglas del juego. Las Armas las adhieres a los Aliados para modificar su fuerza o...
—Espera, espera. Demasiada información. Esto de aquí, ¿qué es?
—Ese número indica el coste de la carta, lo que tienes que pagar con el Oro, el otro indica la fuerza. Si tiene Coste y Fuerza, es un Aliado.
—Bien, entonces... ¿Esto es un Aliado? —preguntó Tweek mostrándole una carta.
—Sí. Léela en voz alta.
—A ver... "Mientras Titania esté en juego, tus demás Faeries ganan +1 a la fuerza y pueden atacar cuando entran en juego". ¿Qué son Faeries?
—La raza de la carta.
—¿Qué son las razas?
—Oh, claro. Bajo su fuerza puedes ver la raza de cada Aliado.
—Entonces... Si pongo esta carta en juego todos los demás de esa raza aumentan su fuerza, ¿hasta que alguien me la destruya?
—Exactamente. Aprendes rápido.
—¿Puedo abrir tu botella ahora? Me desespera verte tratando de abrirla.
—Bien, ábrela. —Craig le dio su botella, sonriendo.
—¿Quieres comer algo? Hagamos una pausa.
—Sí, tengo un poco de hambre, ¿tus padres no se enojarán?
—No están, estaré solo hasta la madrugada del jueves, se fueron a la casa de mi abuela que está enferma. ¿Qué quieres comer?
—¿Qué tienes?
—No sé. Acompáñame a ver.
Ambos bajaron a revisar lo que había dejado la madre de Tweek sobre la mesa.
—Cierto, mi mamá dejó cena para ambos. ¿Quieres comer?
—Claro.
—Pero comamos arriba. Detesto estas sillas —dijo Tweek, mirando con odio las sillas del comedor.
—Jaja. ¿Por qué?
—Pues... son muy altas y... no alcanzo bien el suelo —dijo Tweek un poco avergonzado.
Craig no pudo evitar reír al escuchar la razón.
—No te rías.
—Jajaja. Lo siento, lo siento. No me esperaba que fuera por algo así.
Ambos se dirigieron a la cocina.
—¿Cuánto mides? Desde que te conocí que me lo pregunto.
—1,88 m.
—Creo que eres el más alto de la clase, incluso un poco más que Tolkien.
—Somos casi del mismo tamaño.
Craig se sentó frente a una pequeña mesa en la cocina, apoyó su cabeza sobre su mano con el codo en la mesa, observando a Tweek.
Tweek buscaba lo necesario, puso unos platos sobre la pequeña mesa y luego se volteó, quedándose totalmente inmóvil.
Craig lo observaba, comenzando a preocuparse.
—¿Tweek?
—No me desconcentres.
Tweek se volteó a mirar la mesa y se volteó nuevamente.
Craig se dio cuenta de que Tweek había olvidado lo que buscaba y rio en silencio.
—Cucharas —dijo Craig.
—Oh, claro. Cucharas.
—Jajaja. Creo que ya empiezo a conocerte.
Tweek sonrió y miró directamente a Craig.
—La comida —dijo Craig.
—Jaja. Lo sé. Solo te miraba.
Ambos tomaron sus platos luego de calentarlos para volver a la habitación. Continuaron por un par de horas, hasta que Tweek se agotó.
—Bien, creo que me va a dar una infoxicación. ¿Estás seguro de que no eres un nerd?
—Jajaja. No lo soy.
—Pues eso es lo que parece.
La madre de Craig lo llamó por teléfono.
—Dame un minuto... ¿Hola? —Craig contestó su teléfono.
—Claro —dijo Tweek, revisando el resto de las cartas.
—Pero si son las nueve y quince de la noche. —Craig miró un reloj de pared.
—¡No! Ese reloj está malo —interrumpió Tweek.
—¿Qué? ¿Entonces qué hora es?
—Las dos y media de la madrugada.
—¡¿Qué?!
Craig continuó la llamada.
—Bien, perdón. No me di cuenta. Me voy enseguida. Adiós.
—¿A qué hora debías llegar?
—A las diez.
—Jajaja. Creo que te pasaste un poco.
—¿Por qué tienes un reloj que no funciona? —reclamó Craig.
—Algún día le cambiaré las pilas. Te acompaño a tu casa.
—No te preocupes, es tarde para que andes solo.
—Primero, no era pregunta y segundo, es tarde para que tú andes solo, no puedes ni abrir botellas.
—Si puedo, solo estaba débil porque me había dormido.
—Jaja. Claro, claro.
Salieron rápido de casa.
—Mira, ese es el árbol, puedes trepar por ese lado y llegas a mi habitación.
—¿Y por qué entraría por ahí?
—No lo sé, quizá un día quieras escaparte por la noche y venir. Tengo el sueño pesado, pero el seguro de mi ventana no funciona, lo rompí para poder escaparme. Vamos.
Ambos se dirigieron a casa de Craig.
—¿Y adónde vas?
—Por ahí. Me gusta salir a correr si me siento triste, quiero pensar o algo similar.
—¿Sales con frecuencia?
—Sí, aunque esta noche no fue necesario.
—¿Y si no estás?
—¿Entonces vas a ir?
—No. No lo creo.
—Jaja. Te volviste a sonrojar.
—No es cierto. Solo me dio un poco de calor.
—Claro, eso debe ser. Si quieres puedes ir a mi casa mañana después de la escuela, para que me sigas enseñando, sé cocinar, solo avísame para preparar comida para ambos.
—¿Y cómo te aviso?
—Me puedes llamar o enviar un mensaje.
—Pero no tengo tu número.
—Bueno, llegamos. ¡Nos vemos! —dijo alejándose, despidiéndose con su mano.
—¡Pero tu número!
La madre de Craig abrió la puerta, furiosa.
—¡Craig Tucker, entra de inmediato!
Tweek se devolvió.
—Perdón. Fue mi culpa, señora, su hijo me estaba ayudando con mi tarea y se nos pasó la hora. —Tweek hizo una reverencia, acercando su mano a su pecho—. Mis más sinceras disculpas.
—Jaja. Ya vete —dijo Craig.
—Jajaja. Nunca me habían hecho una reverencia.
—¡Se rio! Ya no puede enojarse. Nos vemos, Craig.
—Nos vemos, Tweek.
Craig se quedó sonriendo, viendo a Tweek mientras se alejaba.
—¡Entra ya!
—Oh, sí.
—¿Viste la hora? Vete a dormir de inmediato —dijo su madre cerrando la puerta.
—Perdón, de verdad no me di cuenta.
—Parece agradable.
—Lo es. Buenas noches.
—Buenas noches, duerme bien.
Craig se fue a su habitación.
—"Maldito, no me dio su número. ¿Cuánto más quiere que le ruegue?"
Craig se quitó su sudadera para ponerse su pijama. En ese momento notó que tenía unos números escritos en su antebrazo.
—"¿Será el resto de su número? Debió anotarlo mientras dormía."
Craig buscó el papel donde Tweek había anotado los primeros dígitos, pero al anotar el número en su celular, notó que faltaban los dos últimos.
—"Mierda. Quizá lo escribió en otro lado".
Craig se quitó toda su ropa, se quedó solo en ropa interior, fue frente a un espejo dentro de una de las puertas de su clóset y comenzó a inspeccionarse, pero no encontró nada, al voltearse notó que tenía números escritos en su espalda.
—¡Oh, vamos! Debe ser una broma —comentó en voz alta, frunciendo el ceño.
Craig buscó un lápiz y papel para anotarlos e intentar obtener el número.
7643=1 8976=4 0010=3 3704=1
8812=? 7777=0 9989=5 0201=2
4635=1 9393=2 2964=2 3031=1
2212=0 3264=1 7337=0 8188=6
0000=? 2029=2 3323=0 7673=1
Craig se sentó en su cama a pensar por un rato, mirando los números.
—Hmm... ¿Será suma? No, no. ¿Multiplicación? No. ¿División? No. ¿Raíz? No. ¿Resta? Tampoco. Hmm... ¿Ecuación? No. ¡Oh, a la mierda! —Craig arrugó el papel y lo lanzó al suelo.
Se acostó, enojado, pero no podía dejar de pensar en los números. Trató de acomodarse muchas veces, pero luego de un rato se levantó a continuar, tomó el papel y se sentó en su cama, pensando otro par de minutos.
—Para esto no es estúpido —dijo Craig, frunciendo el ceño.
Craig se recostó, aun mirando el papel, hasta que notó la respuesta.
—Oh, claro. Que simple. Cuatro y... cuatro.
—"Maldito...¿Por qué lo hace? Pero, a pesar de todo, me agrada... ¿De verdad soy gay? Con chicas solo lo intenté una vez y con chicos... creo que... Hmm... dos o tres veces. No me había pasado nada de esto con ningún otro chico, ninguno me ha gustado realmente, no como él... No, no. ¿Gustarme? No, creo que es muy pronto para saber algo así con certeza. Bueno, ya veré con el tiempo. Solo espero dejar de sentir náuseas" —pensó Craig antes de dormirse.
Chapter 7: I Don't Want to Miss a Thing
Chapter Text
Tweek se preparó para ir a la escuela, emocionado por un mensaje que La Parka le había enviado, en este decía: "Necesitamos fotos tuyas urgente, ¿puedes venir hoy al recinto? Si es así, te espero a las nueve de la mañana. Te tengo una propuesta. Trae tu disfraz".
Guardó su disfraz, peinó su cabello de lado para cubrir el hematoma y se fue a la escuela. Se fue directo a su asiento buscando con la mirada a Craig, pero aún no llegaba.
—¡Jason! ¡Francis! Necesito que me ayuden.
—¿Con qué? —preguntó Francis.
—Necesito fugarme.
—Pero acabas de llegar, ¿no era mejor no venir? —preguntó Jason.
—Lo sé, pero necesito quedar presente e irme, le prometí a mi mamá que no faltaría, pero me pidieron fotos con el disfraz urgente para hoy.
—Por cierto, ¿te duele mucho? —Francis le señaló el hematoma.
—No tanto, los medicamentos son fuertes.
—Pero es muy temprano para fugarse, se van a dar cuenta —advirtió Jason.
—Si se dan cuenta, solo digan que estoy en la enfermería.
—Se van a dar cuenta.
—Por favoor —suplicó, arrodillándose en el suelo.
—Está bien, avísame.
—Son los mejores —dijo poniéndose de pie.
Craig despertó de un sobresalto al escuchar a Tricia abrir la puerta de su habitación de una patada.
—¡Despierta ya, pedazo de mierda! ¡Vamos a llegar tarde! ¡¡¡Mamá!!! ¡Craig todavía no se levanta!
—¡Deja de gritar, Engendro!
—¡Faltan veinte minutos para la hora de entrada! ¡¡¡Apúrate!!!
—¡Sal de aquí!
Craig se levantó, sacó a Tricia de su habitación, se vistió rápido, preparó sus cosas y se fue a la escuela.
—"¡Voy a llegar tarde! Si corro llegaré" —pensaba Craig de camino.
Craig corrió hasta la entrada seguido de Tricia.
—¡Justo a tiempo!
—¡No me gusta llegar tarde, idiota!
—Entonces ven sola.
—No.
—No entiendo por qué no quieres venirte sola, pero para irte no tienes problema.
—Eso no te importa.
—Engendro, si no me dices la razón, desde mañana saldré sin avisarte y tendrás que venirte sola.
—¡Eres el peor hermano que pude tener!
—Tú no eres un encanto que digamos.
—¡Vete a la mierda! —Tricia le mostró el dedo medio mientras entraba a la escuela.
Craig se fue rápido a su salón de clases.
—¿Te quedaste dormido? —preguntó Clyde.
—Sí. No sentí la alarma.
—Pero si te dormiste tempranísimo, me corriste de tu casa para dormir temprano.
—Ah, sí, pero... No lo sé, supongo que tenía mucho sueño.
Craig se volteó a ver a Tweek al mismo tiempo que Tweek dirigió su mirada hacia él, ninguno pudo evitar sonreír al ver al otro, apartaron la mirada y continuaron sus conversaciones.
El profesor entró al salón y comenzó la clase.
—Oye, Tweek, ¿notaste que Tolkien se ha volteado muchas veces hacia acá? —preguntó Francis.
—¿Tolkien? —preguntó Jason, volteando a verlo.
—Sí, sí. Ha mirado varias veces.
Los tres dirigieron su mirada hacia Tolkien. No pasó mucho tiempo para que este se volteara, pero notó que lo estaban viendo fijamente y no volvió a voltearse.
—¿Lo ves?
—Pues... No lo sé. Habrá que preguntarle, pero ya me tengo que ir.
—Bien, avísame cuando estés listo.
Tweek guardó sus cosas y esperó un buen momento.
En cuanto Tweek le avisó, Jason se puso de pie, puso su mochila sobre la mesa y simuló buscar algo mientras Tweek lanzaba su mochila por la ventana y salía rápidamente.
Pronto Craig notó la ausencia de Tweek y le envió un mensaje.
—¡Clyde de mierda! —gritó Craig poniéndose de pie y dando un golpe en la mesa, provocando un gran silencio en medio de la clase.
—¿Por qué? ¿Qué hice?
—No, nada, perdón —dijo sentándose.
—¡Señor Tucker! Afuera.
—No fue mi intención.
—Ahora.
—¡Bien! ¡Ni quiero estar en su clase de mierda!
Craig salió enojado del salón de clases, dando un portazo al salir.
—¿Qué le hiciste? Es raro verlo así —preguntó Tolkien.
—¡Nada! Solo le envié un mensaje y se enojó.
—¿Un mensaje?
—Sí. Estaba hablando con alguien y le pregunté con quién hablaba, nada más.
Tolkien se volteó a ver a Tweek.
—"¿Craig es más cercano a él, lo sabrá? ¿No está?" —pensó Tolkien.
—Ya está mirando de nuevo —comentó Francis.
—Quizá le gustas —respondió Jason entre risas, dirigiendo su mirada a Tolkien, quien se volteó de inmediato.
—O quizá le gustas tú.
—¡Já! ¿Te imaginas?
—Sí. Puedo imaginarlo.
—¡No, no! ¡Mejor no! A veces olvido que eres un Fudanshi.
—Muy tarde. Ya lo imaginé.
—Ya vas a empezar —dijo volteándose hacia otro lado, tratando de ignorarlo.
—Tú, entrando al salón de clases, al entrar notas que solo está él, mirándote con lujuria...
—Francis —interrumpió, molesto, con una expresión de asco.
—...Entonces te asustas y te dispones a salir del salón, pero él te detiene, cerrando la puerta y acorralándote contra ella...
—Francis, cállate.
—...Tú te ruborizas, desvías la mirada y tímidamente le pides que te deje ir...
—Francis.
—...El calor de su cuerpo contra el tuyo comienza a excitarte. Le exiges que te deje ir...
—Francis, basta.
—...Pero en tu interior suplicas que te penetre y...
—¡Francis! —gritó Jason, dándole un golpe con su cuaderno en la cabeza.
—¡Au! —Se quejó Francis mientras reía.
—¡Dejen de joder ahí atrás!
—Cállate mejor, va a notar que Tweek no está —advirtió Jason.
—Jajaja. Le preguntamos en el receso.
Tweek llegó al recinto y guardó su celular, por lo que no vio los últimos mensajes de Craig.
—¡Párvulo! Te están esperando, ve a tu vestuario —dijo uno de los guardias.
—¡Gracias! Voy enseguida.
Tweek se fue a su vestuario, pero antes de entrar notó una placa plateada grabada, en ella decía: "Mighty Mask", le sacó una foto con su celular y entró.
—¡Niño! Pasa, pasa —dijo el hombre conocido como La Parka—. Lamento haberte hecho faltar a la escuela, pero esto es importante. Necesitamos fotos tuyas para poner tus afiches para la pelea de este sábado, quiero que ya empiecen a conocerte.
—Bien, me cambiaré de inmediato.
—Luego, primero te tengo una propuesta. ¿Te gustaría luchar en otro pueblo? Es cerca.
—¿En otro? ¿No puedo seguir acá?
—Claro que sí, te quiero en este pueblo, pero puedes hacerlo en ambos, necesitamos más luchadores y allá nos faltan.
—¿Tengo que ser el mismo personaje?
—Si tú quieres no hay problema, pero puedes usar otro.
—¡Sí! Tengo otro disfraz que quiero usar, pero lleva gafas de sol.
—Si es en otro pueblo no hay problema, allá nadie te reconocerá y como no se pueden entrar cámaras, no hay de qué preocuparse.
—Entonces usaré ese otro disfraz.
—Bien, como quieras, pero esta semana será difícil poder ayudarte de nuevo, procura sacarte unas buenas fotos y me las envías. ¿Entonces quieres?
—¡Sí! ¡Sí quiero!
—Esperaré tus fotos y el nombre para preparar tu vestidor allá, ahora a lo que vinimos, cámbiate y ve al ring.
—Me cambiaré rápido.
—¡Preparen las luces! —gritó el hombre, saliendo del vestidor de Tweek.
En la escuela, el timbre del receso sonó.
Francis y Jason se dirigieron de inmediato al asiento de Tolkien.
—Tolkien, ¿podemos hablar contigo un momento? —preguntó Francis.
—¿Qué quieren? —preguntó Clyde.
—Dije Tolkien.
—Es que... Quiero ir al baño y...
—Acompáñame. —Jason lo tomó del brazo, jalándolo hacia sus lugares.
Tolkien se sentó en el lugar de Tweek y los chicos en sus lugares. Clyde se quedó en su asiento, mirando a Tolkien.
—¿No tienes nada mejor que hacer? —preguntó Jason a Clyde.
—No, nada.
Craig entró al salón de clases, sentándose en su lugar.
—¿Qué hace Tolkien allá?
—No sé. ¿Estás enojado?
—No —dijo buscando un Chupa Chups en su mochila.
—Oye, ¿y el enano?
—¿Vamos a comprar? Me muero de hambre.
—Pero quiero saber qué quieren con Tolkien.
—No seas entrometido, vamos.
Ambos salieron del salón de clases.
—Tolkien, queremos saber por qué nos miras tanto —dijo Francis.
—¿Yo?
—Ay, por favor, no te hagas.
Tolkien rio y comenzó a jugar con sus manos, evitando mirarlos.
—Pues... No puedo decirles.
—¿Por qué? —preguntó Jason.
—Solo quería confirmar algo y ya lo hice.
—¿Confirmar qué?
Tolkien miró por la ventana.
—"Creo que no me vieron el sábado. Los golpes que tiene Tweek son exactamente los últimos que dio Bo ese día, es demasiada coincidencia, pero si les pregunto, Tweek se puede sentir amenazado y retirarse. No me gustaría que lo hiciera, pelea tan bien" —pensaba Tolkien.
Dirigió nuevamente su mirada a los chicos, ambos lo miraban fijamente esperando una respuesta.
—Seré muy sincero con ustedes —dijo poniéndose de pie, quedándose en silencio.
—¿Entonces? —preguntó Francis.
—La verdad es que... No soy bueno mintiendo —dijo dirigiéndose rápidamente a la puerta.
Ambos lo veían alejarse con una expresión de confusión.
Tolkien se devolvió y les habló asomándose desde el umbral de la puerta.
—No quiero que piensen mal de mí, les prometo que no es nada malo. Solo... solo ignórenme, no lo volveré a hacer. Lamento si los incomodé de alguna forma —dijo antes de retirarse nuevamente.
Francis palmeó el hombro de Jason.
—Creo que ya no te va a penetrar.
—¡No empieces con tus mierdas homosexuales!
—Jajaja. Ya, no te enojes. ¿Viste el capítulo anoche?
—Sí, no puedo creer que me guste tanto, pero no sé, tiene algo. ¿Vemos el siguiente hoy en mi casa?
—Bueno, voy por la tarde.
El timbre del final de receso sonó y todos volvieron a sus lugares.
El profesor entró al salón de clases, mirando a todos.
—Señor Tucker, creo haberle dicho que se quedara afuera.
—Pero si estaba afuera.
—Los insultos lo dejan afuera hasta el final de las clases.
—¡¿Hasta el final?!
—Sí. Afuera.
Craig suspiró molesto y salió del salón nuevamente, dando un portazo al salir.
—Señor Snacky, ¿dónde está Tweak?
—Se sentía un poco mal, así que se fue a la enfermería.
El profesor vio la hora en su reloj.
—¿A qué hora se fue?
—A las... no sé, en el receso.
—Bien, luego iré a verlo.
—Cámbiate a su silla, llámalo, yo te cubro —susurró Jason.
Tweek se encontraba en medio de la sesión de fotos.
—¿Hola?
—¡Tweek! ¡Se dieron cuenta!
—¿Qué? ¿Cómo?
—Salimos al receso y de vuelta el profesor notó que no estabas. Le dijimos que estabas en la enfermería, si vuelves ahora puedes volver a entrar y no sospecharán.
—Bien, terminaré con esto pronto, solo cúbranme. Adiós.
Pidió con su mano al fotógrafo que se detuviera, dirigiéndose a La Parka.
—Señor, le voy a decir la verdad. Me escapé de la escuela, pero se dieron cuenta. ¿Podemos terminar pronto para volver? No quiero meterme en problemas.
—Ay, niño, debiste decir eso desde el principio. Vete, con eso estamos bien.
—¡Gracias!
Tweek corrió a cambiarse, guardó todo y se fue a la escuela lo más rápido que pudo.
Tweek corrió hasta la parte trasera de la escuela, dirigiéndose a la ventana del baño por donde solían salir. Saltó en varias ocasiones, pero no lograba alcanzarla.
—¡Mierda! ¿Cómo entro?
Buscó su celular para llamar a Jason y lo ayudara a entrar por la ventana, pero en ese momento se dio cuenta de que lo había olvidado en su vestidor. Se sentó en el suelo por unos minutos a pensar y recordó que el salón de al lado tenía una ventana que se podía ver desde la calle, la reja de la escuela estaba tapada, pero tenía un espacio estrecho descubierto. Se acercó a lanzar pequeñas piedras, llamando la atención de una chica. Tweek le hizo señas, sacó su cuaderno y en el escribió: "Llama a Noah". La chica le avisó y este se asomó a ver, Tweek le escribió una segunda nota en la que decía: "Ve al baño". Noah pidió permiso, salió del salón de clases y corrió de inmediato al baño.
Craig vio pasar a Noah, pero no le dio importancia ya que no lo conocía.
Noah llegó al baño, llamando a Tweek.
—¡Estoy afuera!
—Lo sé, idiota. ¿Qué quieres?
—¡Ayúdame a entrar!
—¿Cómo?
—¡Por la ventana!
Noah escaló a la ventana y vio a Tweek esperando, de brazos cruzados.
—¿Qué haces afuera?
—La Parka me llamó para sacarme fotos y... No importa, luego te cuento. ¡Ayúdame! No... no alcanzo.
—Jajaja.
—¡¿Vas a ayudarme o no?!
—Jaja. Sí, sí. Ven aquí.
Noah tomó a Tweek de las manos para jalarlo mientras Tweek trataba de escalar la pared con sus pies, cuando llegó arriba logró afirmarse del borde y se impulsó para entrar.
—¡Gracias!
—¿Por qué no llamaste o algo?
—Olvidé mi celular en el recinto. ¿Podré ir a buscarlo luego de la escuela?
—Sí, siempre hay alguien, jamás queda solo, pero los guardias que cuidan no son los mismos siempre, puede que no te conozcan. Si quieres te acompaño.
—Si no tienes nada que hacer.
—No, tranquilo, pero debo volver a clases.
—Yo también, vamos.
Ambos se dirigieron al salón de clases.
—Noah, de camino al recinto te cuento todo.
—Bien. ¿Viste a Bo allá?
—No, no había nadie más.
—Lástima, no pudiste fantasear hoy —dijo rodeando a Tweek con su brazo mientras caminaban.
—Jajaja. No necesito verlo.
—Amigo, eres un degenerado.
Ambos llegaron al pasillo mientras reían. Se encontraron con Craig, sentado en el suelo, este miró fijamente a Noah, notablemente molesto, por lo que soltó de inmediato a Tweek.
—¿Craig? ¿Qué haces ahí?
—Debo irme. Luego hablamos —dijo Noah.
—Sí, gracias.
—Me sacaron de clases.
—¿Qué hiciste?
—No importa. Tweek, lo siento, ese mensaje no era para ti.
—¿Mensaje? Aah, donde me mandaste a la mierda, ya lo había olvidado.
—¿Entonces por qué no respondías?
—Olvidé mi celular en... otro lugar.
—¿Adónde fuiste?
—Debo entrar.
—¿Quién era él?
—Oh, no seas celoso —dijo agachándose para besar a Craig.
—Aquí no.
—No hay nadie.
Craig miró a su alrededor, tomó el rostro de Tweek y le dio un pequeño beso. Tweek puso ambas manos sobre el rostro de Craig y lo acarició con sus pulgares.
—Te enviaré un mensaje para que vayas a mi casa. Debo entrar.
Tweek golpeó la puerta, pidió permiso para entrar y se fue a su asiento, en el camino miró directamente a Tolkien, pero este desvió la mirada de inmediato, dejando ver que estaba un poco nervioso.
—¿Pudiste hacerlo? —preguntó Jason.
—¡Sí! Salió todo perfecto.
—Luego nos cuentas —dijo Francis.
—Sí. ¿Qué le pasa a Tolkien?
—Le gusta Jason.
—¡Basta de tus mierdas, Francis!
—¡Jajaja!
—Señor Tweak, tenía que llegar a joder, ¿verdad?
—Perdón.
—Quedan 30 minutos, hablamos a la salida —dijo Jason.
—No puedo quedarme, debo ir al recinto, se me quedó mi celular.
—Entonces les digo ahora. ¿Recuerdan que mi papá me estuvo llamando luego de la pelea?
—Sí, ¿le pasó algo? —preguntó Francis.
—No, cuando llegué a casa, había música fuerte en su habitación. Me acerqué a la puerta con la intención de entrar, pensando que le había pasado algo, pero justo antes de abrir la puerta, escuché gemidos, así que solo me fui a mi habitación.
—¿Mamá nueva? —preguntó Tweek.
—Jaja. No sé. Desde que la perra de mi mamá se fue, jamás había llevado a nadie a casa, pero me gustaría que rehiciera su vida. Creo que después de doce años ya es momento de que lo haga.
—Oh, dios. Mi mamá va a tener que sufrir en silencio —dijo Francis.
—Jajaja. Ya perdió su oportunidad cuando se casó con tu papá —dijo Tweek.
—No debió, podríamos haber sido hermanos.
—¿Y vivir con un Fudanshi? No, gracias.
—Jaja. Bueno, si descubres quién es, nos cuentas —dijo Tweek.
—Claro, pero si me llamaba tanto, es porque no quería que me enterara. Ni siquiera lo ha mencionado.
—Solo debe estar esperando un buen momento para contarte, quizá primero quiere asegurarse de que va a funcionar, no sé —dijo Francis.
—Entra a husmear a su habitación cuando no esté, seguro encuentras algo —sugirió Tweek.
—No, ya me lo dirá cuando quiera hacerlo, no quiero arruinarlo entrometiéndome.
Sonó el timbre del final de clases. Craig entró al salón a guardar sus cosas.
—Craig, ¿estás enojado?
—¡No, Clyde! Deja de preguntar.
Noah llegó de inmediato al salón de clases, entrando directo al asiento de Tweek.
—¿Nos vamos?
—Bueno, les cuento todo mañana.
—Bien, nos vemos —dijo Francis.
—Nos vemos, baboso —dijo Jason.
—¡Nos vemos!
Tweek salió junto a Noah, se volteó a ver a Craig y le sonrió antes de irse.
—"¡¿Quién mierda es ese?!" —pensó Craig—, "¿Adónde van?"
—¡Ese es el que te dije que siempre anda abrazando al marica! —dijo Clyde, apuntando a Noah.
—¡Deja de llamarlo así! —interrumpió Tolkien.
—¿Por qué ahora lo defiendes tanto?
—Porque no tiene nada de malo ser gay, Clyde.
—¡No es normal!
—Solo deja de llamarlo así. No voy a seguir discutiendo contigo.
—Entonces deja de defenderlo.
—¡Solo deja de hacerlo!
—¿Nos vamos? Quiero irme a casa —interrumpió Craig.
Craig se fue a casa junto a los chicos. Dudó de preguntar, pero la incertidumbre ya no lo dejaba en paz.
—¿Alguno sabe quién es el chico que entró al salón? Creo... creo que lo conozco de algún lugar.
—¿Hablas de Noah? Él era nuestro compañero antes, pero repitió en tercer grado —respondió Tolkien.
—¿Y a quién le importa el amigo del marica? —comentó Clyde.
—¡Solo le estoy explicando quién es!
—¡Dios! ¡¿Se sincronizaron sus periodos?! ¡Hoy andan sensibles!
—¡Solo cállate! Como te decía, Craig, él era nuestro compañero y era amigo de Damien, Tweek, Francis y Jason. Desde que repitió comenzaron a alejarse, pero ha mantenido la amistad con Tweek.
—Y... ¿tiene novia o algo? Tal vez la conozca a ella.
—No sé. Ahora que lo pienso, creo que nunca lo he visto con una chica.
—Debe ser gay, como todos los que rodean al ma... al enano. ¡¿Puedo decirle así?!
—¡Llámalo por su nombre! ¡No es tan difícil!
—¡Por dios! ¡Bien! Debe ser gay, Craig, como todos los amigos de Tweekcito.
—"Genial. Lo abraza, se va con él no sé a dónde y es gay" —pensó Craig.
Continuaron su camino en completo silencio.
Al llegar a casa, se fue de inmediato a su habitación, se recostó en su cama y comprobó si tenía algún mensaje de Tweek, pero aún no recibía nada.
—"¿Dónde habrán ido?" —pensaba Craig—, "Mierda, creo que sí me gusta, no puedo evitar molestarme tan solo de pensar qué estará haciendo con él".
Tweek recuperó su celular y se fueron a casa.
—Noah, ¿crees que puedas ayudarme con las fotos de El Gran Saiyaman?
—¿Ahora?
—Cuando puedas, pero debe ser lo antes posible.
—Entonces hagámoslo ahora, La Parka puede ser agradable, pero ya lo viste enojado. Por cierto, ¿vas a participar en las luchas de este sábado?
—Sí, ¿sabes de cuáles serán?
—Luchas en parejas.
—¿Y quién será mi pareja?
—No lo sé, no tengo a nadie de confianza, solo Bo y tú, aunque no sé quién va a participar, pero te recomiendo no elegir a Wolverine si participa. Nunca luches con él, solo contra él.
—¿Por qué?
—Digamos que ya está viejo y debería retirarse, ya pasó su momento. Ya lo verás.
—Bien, veré con quién. ¿No vas a ir de público?
—No, quiero aprovechar de descansar ya que me dejaste afuera por un mes.
—Jaja. Dentro del ring no somos amigos.
—Lo recordaré.
—Vamos rápido. Quiero llegar pronto para quedar libre por la tarde.
—¿Tienes planes?
—Algo así.
—¿Qué harás?
—Irá un amigo a mi casa.
—¿El que estaba afuera de tu salón?
—Sí.
—¿Están saliendo o algo así? No me gustó nada la forma en que me miró cuando me vio contigo.
—No.
—No te creo nada. ¿Ya olvidaste a Bo?
—Jajaja. Lo de Bo es una pequeña aventura y solo ocurre en mi mente.
—Jaja. Ya vamos, insano.
Tweek sacó su celular para avisarle a Craig que ya iba de camino a casa.
Craig se encontraba acostado sobre su cama, dejó su celular a un lado y se volteó en sentido contrario.
—"Mierda, ¿y si me enamoré? Si así se siente, que sentimiento más de mierda. Lo detesto. Iré, pero si no me explica nada, no pienso quedarme. Esta vez quiero respuestas".
Tweek y Noah ya habían llegado a casa. Tweek se cambiaba en su habitación, mientras Noah buscaba sábanas en la habitación de los padres de Tweek, para hacer un fondo blanco, luego bajó al primer piso a buscar una cámara profesional que tenía el padre de Tweek, en ese momento sintió que tocaron a la puerta.
Craig se sorprendió al ver que le abrió Noah.
—¡Hola! —dijo Noah enérgicamente, sonriendo.
—...
—¿Sí?
—¿Está Tweek?
—Sí. Pasa.
En ese momento Tweek bajó las escaleras con el disfraz de El Gran Saiyaman puesto.
—Noah, ¿crees que debería ser con el casco o con gafas?
—Vino tu novio a verte —dijo Noah, apuntando a Craig.
—¿Su qué? —preguntó Craig.
—¡Cierto! Perdón. Vino tu amigo que no es tu novio, pero se pone celoso si me acerco a ti a verte.
—¡Mierda, Noah, avisa si llega alguien!
Tweek corrió de vuelta a su habitación.
—¡Pero si es tu follamigo! ¿No lo sabe?
—¡No, Noah! ¡Cierra la boca! —gritó Tweek desde su habitación.
—¿Saber qué? —preguntó Craig.
—Si él no te lo dice, yo no puedo hacerlo, solo espera aquí.
—¡Craig! ¡¿Puedes esperarme un rato?! —preguntó Tweek desde su habitación.
—Te espero acá abajo.
—¡Gracias! ¡Bajaré pronto! ¡Sube de una maldita vez, Noah!
—¡Voy! —dijo tomando la cámara.
Craig se sentó en el sofá a esperar, inevitablemente escuchó la conversación de Tweek y Noah que prácticamente se gritaban.
—¡¿Por qué no me avisaste?!
—¡¿Y cómo iba a saber yo que no le has dicho?!
—¡Ahora tendré que decirle!
—¡Muchos de mi entorno lo saben, no es tan grave! ¡Solo debe mantenerse callado! ¡No es el fin del mundo!
—¡¿Puedes bajar la maldita voz?!
—¡¿Te ayudo o no?!
—¡Sí! ¡Hagámoslo de una vez!
—"Bueno... al parecer no debo preocuparme por ese idiota, pero cada vez tengo más preguntas y ninguna respuesta" —pensó Craig, recostándose en el sofá, soltando un suspiro.
Los chicos dejaron de discutir. Terminaron de sacar las fotos y Noah bajó. Se sentó en un pequeño sofá que estaba frente a Craig.
—Tweek viene enseguida. Se está cambiando, pero está enojado, procura no hacerlo enfadar más.
—Bien.
—Lo siento, no sabía que su noviazgo era un secreto.
—No somos... No importa. ¿Suelen verse fuera de la escuela con frecuencia?
—Sí, yo soy su pareja...
Tweek bajó interrumpiendo la conversación.
—¿No tienes ganas de irte a tu casa? O no sé, ¿a joder a otro lado?
—Espero que te noqueen el sábado —dijo poniéndose de pie, dirigiéndose a la puerta.
—¡Cállate, Noah!
—¿Te veo hoy en la noche? —preguntó antes de cerrar la puerta.
—"¿En la noche?" —pensó Craig.
—No, hoy no. ¡Vete ya!
Tweek se sentó en el sofá junto a Craig que seguía recostado.
—Entonces... ¿Qué tal tu día? —preguntó acariciándolo en la cabeza.
—¿Tu pareja? —preguntó Craig con una expresión seria.
—Noah de mierda —murmuró—. No, Craig, no es mi pareja. O sea, sí, pero...
—¿Sí? —preguntó sentándose, alejándose de Tweek.
—¡No! Solo... Bien, déjame explicarte. ¿Quieres algo de comer?
—No.
—¿Algo de beber?
—No.
—Yo sí, dame un minuto.
Tweek se fue a la cocina a buscar una cerveza, al regresar se quedó de pie frente a Craig.
—¿Seguro que no quieres una?
—No.
—¿Quizá una bebida o...?
—¡No, Tweek!
—Bien, no te alteres. Te explicaré.
—Te escucho.
—Es que, es un poco difícil de explicar, pero, solo escúchame.
—Tweek, te estoy escuchando hace rato y no me has dicho absolutamente nada. Hoy ha sido un día bastante de mierda, siento que estoy a una respuesta evadida más de colapsar.
—Bien, bien. Lo que pasa, es que... Sí, acordamos ser pareja, pero de luchas, yo... participo en luchas clandestinas, por eso los golpes que tengo, también es mi compañero de entrenamiento en el gimnasio, entrenamos por las noches dos o tres veces a la semana. También practicábamos Kick Boxing juntos, desde niños, pero él se retiró hace un par de años y yo me retiré hace poco. A pesar de que discutimos o peleamos, es un muy buen amigo y sobre todo un gran apoyo. Muchas veces nos vas a ver juntos, pero es solo eso.
—¿Luchas clandestinas?
—Sí, aunque solo me presenté a la primera. Por eso estábamos acá, me estaba ayudando con las fotos para los afiches publicitarios. A eso me escapé hoy de la escuela, me avisaron que necesitaban fotos y me las sacaron allá, pero estas fotos debía sacarlas yo.
—Ok. ¿Y el disfraz?
—Lo que pasa es que, en estas luchas, para participar tienes que usar un disfraz y cubrir tu identidad. Se usa el nombre del personaje. ¿Por qué tuviste un día de mierda?
—Eso no importa, continúa.
—Por supuesto que importa, no quiero que el chico que me encanta tenga días de mierda.
Craig se levantó, ya mucho más calmado y aliviado, abrazando a Tweek con fuerza.
—¿Estás bien, Craig?
—Sí.
—¿Estás seguro?
Craig lo abrazó con más fuerza.
—Ahora sí.
—No pareces estar bien.
—Lo estoy, ya te lo dije ayer. Yo era una persona imperturbable y... Tweek, ¿conoces esas bolas de cristal con nieve adentro? Imagina que yo soy una de esas, que estuvo por años sobre un mueble, en completa calma y tú llegaste a agitarla con fuerza. Así se siente, remeciste todo y ahora no sé nada, siento que pierdo el control, todo son dudas, inseguridades y un sinfín de sensaciones nuevas, algunas agradables y otras no tanto.
—¿Te perturba que no responda tus preguntas?
—Bastante.
Craig soltó a Tweek, sentándose en el sofá.
—No me imaginé que te molestaba tanto.
—No es tu culpa, solo debo aprender a lidiar con todo esto.
—Craig, perdón.
—Perdonado.
Tweek se sentó sobre las piernas de Craig, abrazándolo, apoyando su cabeza en su hombro.
—¿Qué quieres saber? Pregunta lo que quieras.
—Continúa. ¿Quién eres en las luchas? —preguntó abrazándolo.
—Aquí soy Mighty Mask.
—¿Aquí?
—Sí, también me ofrecieron participar en otro pueblo cercano, pero allá seré El Gran Saiyaman.
—Oh, ¿Eso era lo que hacías cuando llegué a la escuela?
—Sí. Así que deja de decirme Serena.
—Jaja. Eso no va a pasar.
—Craig, es muy importante que no se lo digas a nadie.
—No le diré a nadie... si me dejas ir a verte.
—¿Qué? No, me... da un poco de vergüenza.
—¿Vergüenza? ¿Tú?
—Sí —dijo antes de beber un poco de cerveza.
—Por favor.
—¿Ya no estás enojado? ¿Ahora comprendes por qué no te lo dije desde el principio? Me gustas y todo, pero no sabía si podía confiar en ti.
—Puedes confiar en mí, no le diré a nadie, pero si no me dejas ir a verte, me enojaré.
—Eso no es justo.
—Que no me dejes ir a verte no es justo.
—Está bien, puedes ir. Francis y Jason lo saben y ellos van a ir también. Tengo otra lucha este sábado.
—Bien, no hay problema si van ellos. No, no, espera. Este sábado no puedo, es el cumpleaños de mi hermana.
—Entonces puedes ir a la siguiente, solo no lleves a tus amigos.
—No les diré nada.
—¿Entonces todo bien?
Craig se inclinó a besar a Tweek, tomando su rostro.
—Sabes a cerveza.
—¿No te gusta?
—Hace poco comencé a beber, aunque así me sabe mejor.
Tweek sonrió, dejó su cerveza sobre una mesa junto al sofá. Se montó sobre Craig, quedando frente a él, lo miró, se mordió el labio y continuó besándolo, Craig deslizó sus manos bajo la camiseta de Tweek, ejerciendo presión poco a poco con sus dedos, dejando claro que ya empezaba a disfrutarlo.
—¿Estás seguro de que no eres gay? —preguntó Tweek mientras lo besaba en el cuello.
—No, solo estoy probando —dijo cerrando sus ojos.
—¿Y te gusta?
—Sí.
—Eso es suficiente para mí.
Tweek continuó besando a Craig en el cuello mientras Craig deslizó sus manos hasta las caderas de Tweek, acercándolo poco a poco, mientras su respiración comenzaba a agitarse.
—¿Entonces no podemos subir de nivel?
Craig se detuvo por completo.
—No, no... dame tiempo.
Tweek apoyó su cabeza en el hombro de Craig.
—Bien.
—No te enojes.
—No, pero no soy de hierro. Prefiero que lo dejemos hasta acá por hoy si no me vas a dar más de ti.
—Bueno, lo entiendo.
—¿De verdad estabas celoso de Noah?
—Pff. Jaja. Nah.
—¿Estás seguro? —preguntó acariciando su rostro.
—Quizá un poquito.
—Jaja. No tienes nada de qué preocuparte, es solo un amigo. No necesito a nadie más —dijo abrazándolo.
—"No puedo creer que me haga sentir perturbado y calmado al mismo tiempo" —pensaba Craig mientras lo abrazaba.
—¿Seguimos con las cartas?
—Están en mi mochila. Tienes que... bajarte.
—Pero no quiero.
Craig lo abrazó por un rato, pero Tweek finalmente decidió bajarse.
—Mejor salgo de aquí, después no respondo por mis actos.
—¿Sabes? Te aceptaré la cerveza.
—Claro. Ya vuelvo.
Craig sacó sus cartas, acomodó una pequeña mesa frente al sofá mientras Tweek iba por la cerveza, ordenó las cartas simulando una partida ya empezada para explicarle con más detalles.
Tweek dejó un recipiente con papas fritas y cervezas sobre la mesa.
—¿De verdad no te aburre esto?
—No, para nada.
—¿Seguro? Comprendo si no te gusta.
—Craig, me distraigo con facilidad, si me hubiera aburrido créeme que lo hubieras notado —dijo sentándose en el suelo, frente a Craig.
—Jajaja. Sí, tienes razón.
—Ten tu cerveza.
—¿Tus padres saben que bebes?
—Sí, lo único que no tengo permitido son drogas, aunque no me llaman la atención. ¿Y los tuyos saben?
—No, no tengo permitido nada.
—¿Son muy estrictos?
—Un poco, bueno mi mamá no tanto, ahí el que da miedo es mi papá.
—Solo he visto a tu mamá, espero no encontrármelo entonces.
—Sinceramente, espero lo mismo. ¿Listo?
—Listo.
—Pon atención.
—Jaja. Sí, Craig.
—Toma las cartas que dejé ahí para ti, lee una al azar.
—Veamos... Dice: "Cuando La Dama del Lago entra en juego, puedes buscar un arma en tu mazo castillo o cementerio y ponerla en juego sin pagar su coste".
—¿Cuál es tu cementerio?
—Este
—¿Tienes armas?
—Sí.
—¿Se entiende?
—Creo que sí, ahora puedo adherirla a un aliado sin pagar su coste. ¿Es así?
—Sí. Ahora busca un... Te seguiré enseñando si me dejas verte con tu disfraz puesto.
—¿Qué? ¡No! Lo usaré solo para las luchas.
—Solo uno.
—¿Cuál quieres ver?
—El de El Gran Saiyaman.
—¿Me estás hablando en serio?
—Sí, quiero verlo.
—Pero...
—Esa es mi condición para continuar.
Craig dejó sus cartas sobre la mesa y bebió un poco de cerveza.
—Jaja. Bueno, vamos a mi habitación.
Ambos subieron a la habitación.
Craig se acostó sobre la cama y Tweek se quedó de pie, un poco avergonzado.
—Nadie lo sabrá, además tarde o temprano te voy a ver.
—Bien, pero... No me mires.
—Oh, vamos. No veré nada que no haya visto antes.
—¿Quieres verme mientras me cambio?
—Puede ser.
—Solo no vayas a vomitar.
—Jajaja.
Tweek sacó su disfraz del clóset y lo dejó sobre su cama.
Craig se sentó para ver el disfraz mientras Tweek comenzaba a quitarse su ropa.
—Está muy bien hecho.
—Sí. Me lo regalaron para mi cumpleaños, lo amé en cuanto me lo probé. Viene con el casco.
Tweek comenzó a buscarlo, olvidando que estaba solo en ropa interior.
—"No parecía tener músculos definidos, digo, se le nota un poco en los brazos, pero el resto no me lo imaginaba así. Debe entrenar hace mucho tiempo. Con razón es tan fuerte para ser tan pequeño" —pensaba Craig mientras admiraba a Tweek.
—¡Aquí está! Mira, es igual.
—Sí, es un poco pesado, pero está bien hecho.
—No sé si lo notaste, pero me gusta Dragon Ball —dijo mientras se ponía su disfraz.
—Jaja. Sí, lo noté.
—¿A ti qué te gusta?
—Soy más del género de terror, slasher, paranormal, ciencia ficción y un poco de fantasía.
—Y si hubieras estado en mi lugar, ¿a quién hubieras elegido?
—Considerando que hay que esconder la identidad yo creo que Michael Myers o Jason, y si pudiera mostrar mi identidad... No sé, creo que no lo haría en ese caso.
—Jaja. El disfraz lo hace un poco más fácil, que nadie sepa quién soy me hace sentir un poco más seguro.
—¿Cuándo es tu próxima lucha después de la de este sábado?
—No sé, todo depende de lo que pase durante las luchas, te avisaré. Bien, ¿cómo me queda?
—Hmm... Ponte el casco.
Tweek se puso el casco, lo acomodó frente al espejo y se volteó a ver a Craig.
—¿Y ahora? —preguntó haciendo la pose de El Gran Saiyaman.
—Jajaja. Te ves bien, mejor de lo que esperaba la verdad.
—Aah, pues gracias.
—Ahora con las gafas.
—Pero ese es con el pañuelo blanco en la cabeza, ayúdame a atarlo.
Craig se levantó a ayudarlo. Tweek se acomodó las gafas de sol y se volteó, quedando frente a Craig.
—¿Qué tal así?
—Te ves... Te ves bien... Mejor que con el casco.
—¿Verdad que sí? A mí también me gusta más, aunque con un poco de...
Craig sostuvo el rostro de Tweek con ambas manos y comenzó a besarlo.
—Maldición, que bien besas —dijo Tweek.
Tweek empujó a Craig para que cayera sobre su cama y se montó sobre él a continuar besándolo.
—Qué violento —dijo Craig mientras continuaba besándolo.
—Te lo advertí.
Continuaron por un rato hasta que Tweek se detuvo.
—No, no. Dije que te esperaría, respetaré tu decisión. Será difícil, pero lo haré, mejor sigamos con las cartas —dijo saliendo de la habitación.
Craig respiró profundo, se quedó unos segundos sobre la cama y bajó a la sala.
—Tweek, lo siento.
—Tranquilo. Continuemos.
Tweek tomó las cartas y abrió una cerveza.
—¿Quieres otra?
—Sí, pero yo voy, no te preocupes.
Ambos se pasaron la tarde practicando el juego de cartas y bebiendo cervezas, entre conversaciones y risas. Al anochecer, Craig se fue a casa antes de que lo regañaran por llegar tarde nuevamente.
Tweek se fue a su habitación, ya tenía sueño. Al ponerse su pijama se dio cuenta de que estuvo todo el día con el disfraz puesto.
—Que idiota... Y Craig no me dijo nada. Espero que se haya quedado más tranquilo. ¿Cuándo carajo va a aceptar que es gay? No lo sé. ¿Y si no es? Sí, sí es. Me encanta. Nadie me había gustado tanto. Eso es porque siempre eliges al más idiota. No me gustaría perderlo. Mierda. ¡Estoy hablando solo! Jajaja.
Tweek puso música en su celular, programó un temporizador para que se detuviera en treinta minutos, hasta que finalmente se durmió.
Por otro lado, Craig aún seguía despierto.
Craig bajó de inmediato a hablar con sus padres.
—Mamá, ¿puedo ir a quedarme a la casa de Tweek?
—¿A quedarte?
—Sí, habrá una protesta y suspendieron las clases. ¿Puedo?
—No, no puedes —dijo Tricia.
—¿Tú no deberías estar durmiendo?
—No, no hay clases. Idiota.
—¿Ya sabías?
—Sí, en la escuela me dijo una compañera que es hija de una profesora.
—¿Y por qué no me dijiste?
—Tenía la esperanza de que no te enteraras y fueras a la escuela.
—Puedes ir mañana. No entiendo la urgencia de ir tan tarde —dijo su padre.
—Es cerca y... nos juntaremos todos aprovechando que no hay clases, Clyde y Tolkien ya van en camino para allá, por favor.
—¿Dónde vive?
—En el café que está como a diez minutos de aquí.
—Ah, he ido con unos compañeros de trabajo. ¿Es el chico rubio que atiende las mesas a veces?
—Sí.
—¿Es tu compañero? Pensé que tenía la edad de Tricia.
—No, solo es bajito. ¿Puedo ir?
—Está bien, ve, pero avisa cuando llegues.
—¡Gracias!
—¡Si olvidas avisar, te prometo que voy a sacarte a patadas de allá!
—¡Sí! —gritó Craig desde la escalera.
Craig guardó todo lo necesario en su mochila y se fue rápido.
—¡Me voy! —gritó desde la puerta.
—¿Me traes algo del café? —preguntó Tricia.
—¡No!
—¡Avisa!
—¡Sí!
Craig caminó rápido a casa de Tweek, al llegar se dio cuenta que no le había avisado.
—"Actué por impulso de nuevo, ni siquiera le pregunté, pero no creo que se enoje. Sus padres no están, no creo que se repita esta oportunidad" —pensó Craig.
Lanzó un par de piedras pequeñas a la ventana de Tweek, pero este no salió.
—"Hmm... Quizá salió a correr. Bueno, me dijo que entrara".
Craig miró a su alrededor, procurando que nadie lo viera, escaló el árbol y se quedó sobre la rama que daba a la habitación de Tweek, abrió un poco la ventana, notando que se encontraba dormido.
—Oye, Tweek —susurró.
Tweek no respondió. Recordó que dijo que tenía el sueño pesado, por lo que decidió entrar, cerró la ventana, se puso su pijama rápido y se agachó al costado de la cama para susurrarle a Tweek.
—Tweek.
Tweek se volteó al otro lado.
—¡Serena!
—Quéé...
—¿Puedo acostarme a tu lado?
—La rana.
—¿Qué? ¿Qué rana? —preguntó Craig entre risas—. Tomaré esa rana como un sí.
Con cuidado, Craig se acurrucó junto a Tweek.
—"Espero que no se enoje por verme aquí mañana. O que no se asuste, que miedo despertar y encontrar a alguien al lado".
Tweek se dio la vuelta, dándole la espalda a Craig.
—"Que ganas de abrazarlo, pero... A la mierda, ya estoy aquí".
Craig lo abrazó, apoyando su cabeza junto a la de Tweek.
—"Que bien se siente... Está tan cálido. ¿Por qué huele a galletas? La última vez también me dio sueño al sentir su olor".
Craig cerró sus ojos, aspirando profundamente. La calidez y el aroma delicado y dulce lo hacía sentir en calma, envolviéndolo poco a poco en un sueño profundo.
Al día siguiente, Craig despertó de un sobresalto, por el sonido seco de un trueno.
Tweek se encontraba sentado en el borde de la ventana, bebiendo un café.
—Buen día, Craig.
—¿Qué haces ahí? —preguntó adormilado.
—Eso debería preguntar yo.
—Me dijiste que podía venir. Sé que no debí hacerlo así. ¿Te molesta que haya venido sin preguntarte antes?
—No, para nada, solo me sorprendió un poco verte a mi lado cuando desperté.
—¿Qué hora es?
—Las seis y media de la mañana.
—No puede ser, ¿qué haces despierto a esta hora?
—Disfruto la tormenta. Además, alguien estaba ocupando gran parte de mi cama y estaba algo incómodo.
—Lo siento. La próxima vez dormiré en el suelo.
—¿Entonces habrá una próxima vez?
—Puede ser.
—Me agrada escuchar eso. ¿Quieres café?
—No. A esta hora ni siquiera debería estar despierto un día sin escuela.
—Jaja.
—¿No tienes frío?
—Un poco, pero hace tiempo que no escuchaba una tormenta así.
Ambos permanecieron en silencio.
Tweek realmente parecía disfrutar el sonido de la lluvia, mezclándose con el retumbar de los truenos, mientras Craig, realmente parecía disfrutar ver a Tweek regocijándose con algo que para él era tan cotidiano.
—¿Tus padres no se enojarán cuando no te encuentren en casa?
—No, ya saben que me quedaría aquí.
—Me alegra que pensaras en mí cuando supiste que no había clases.
Tweek terminó de beber su café, alzó su cabeza y cerró sus ojos, sintiendo una brisa fría recorriendo su rostro.
Craig continuaba hipnotizado observando a Tweek, de modo que habló impulsivamente.
—Me gustas, Tweek.
—Lo sé —dijo sin abrir sus ojos.
—¿Aún te gusto un poco?
Tweek dirigió su mirada hacia Craig y sonrió.
—No, ya no... Ahora me encantas.
—Ven aquí.
Craig se acomodó a un lado, dejando espacio libre. Tweek cerró la ventana y se acurrucó junto a Craig, dándole le espalda.
Craig lo abrazó con fuerza.
—Estás frío.
—Tú te sientes tan cálido.
Tweek tomó la mano de Craig y se acomodó para continuar durmiendo a su lado.
—"Es el primero que me hace sentir tantas cosas. Todo ha sido tan rápido y confuso, pero intenso y agradable a la vez. Nunca pensé sentirme así... mucho menos que fuera provocado por un chico. Si pudiera oír una canción en este momento, sin duda sería: I Don't Want to Miss a Thing —pensó Craig, acurrucándose junto a Tweek.
Chapter 8: Atrapados por La Gripe
Chapter Text
En el patio de la escuela, durante el receso, Craig, Clyde, Tolkien y Nichole, conversaban.
Craig se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
—No, Clyde, no quiero ir.
—¡Por favor! —suplicó Clyde.
—¡No!
—Tolkien, ¿podrías ayudarme a convencerlo?
—Si no quiere ir, no puedo hacer mucho.
—¿Nichole? ¿Me ayudas?
—Tolkien tiene razón, ¿Qué pretendes? ¿Llevarlo a la fuerza?
—Clyde —intervino Craig—, ya te lo dije antes, estoy bien así. No quiero salir con nadie, ni estoy en busca de una chica.
—Pero ella va a ir solo si va Annie, y si tú no vas, Annie no va.
—Ese no es mi problema.
—Pero... ¿No te sientes solito, Craig?
—Jaja. No.
—¡Yo sí! Y ahora será por tu culpa.
—Ay, por favor, siempre andan chicas buscándote.
—Sí, pero eso es porque soy lindo, no porque realmente me quieran.
—No, no. Eres tú el que las quiere para pasar el rato, he visto a varias volver y tú las dejas sufriendo.
—Craig, escúchame bien. —Clyde se alejó un poco y con sus manos recorrió su torso—. Este cuerpo sexy, necesita a alguien igual de sexy.
—Jajaja. Quizá encontrarías lo que tu cuerpo necesita, si buscaras a alguien de tu edad, no niñas pequeñas —comentó Tolkien.
—¡No son niñas pequeñas!
—Clyde, tú escúchame bien. No quiero ir. No quiero salir con Annie. No quiero que me busques una chica. ¡No quiero nada con nadie!
Tweek pasó en ese momento por detrás de los chicos, procurando quedar a la vista de Craig. En cuanto Craig dirigió su mirada hacia él, Tweek le hizo una señal con la cabeza para que lo siguiera al baño. Craig asintió levemente para que Tolkien, Nichole y Clyde no lo notaran.
—Voy... al baño, ya vuelvo.
—¿Pero vas a ir? —insistió Clyde.
—No, Clyde, no voy a ir —gritó de camino al baño.
—Ya déjalo, no quiere ir —dijo Nichole.
—Pero la necesito.
—Jajaja. No la necesitas, ni la conoces —dijo Tolkien.
—Pero tú también viste su foto, Tolkien. ¿No era linda?
—Sí, pero...
—¡¿Ah sí?! ¿Era linda, Tolkien? —interrumpió Nichole.
—¡No! No tanto como tú, mi amor.
Nichole se fue de inmediato con sus amigas.
—¡Amorcito! —gritó estirando su brazo hacia Nichole.
—¡Ja-Ja! Creo que tú tampoco vas a ir.
—¡Gracias, Clyde!
—Ay ya, si se le pasa rápido —dijo entre risas.
—Eso espero. Vamos al baño antes de que termine el receso.
Craig llegó a buscar a Tweek, mientras caminaba a través del pasillo de los baños, Tweek lo tomó del brazo y lo entró rápido.
—Te tengo una buena y una mala. ¿Cuál quieres escuchar primero? —preguntó Tweek en voz baja.
—Jaja. La mala.
—Cambié mi número de teléfono.
—¿Y la buena?
—Tendrás que intentar conseguirlo de nuevo —dijo sonriendo, mordiéndose el labio.
Craig sonrió y se lanzó a besarlo de inmediato. Se besaron por un rato, procurando no hacer ruido, hasta que fueron interrumpidos por la voz de Clyde.
—¡¿Craig?!
—¡Ni cinco minutos se te despega! —regañó Tweek.
Craig le pidió que mantuviera silencio, posando su dedo índice sobre los labios de Tweek. Ambos se miraron a los ojos mientras procuraban mantenerse en silencio, pero Tweek aprovechó para lamer el dedo de Craig, mirándolo fijamente, con la intención de provocarlo.
Craig se quedó embobado al ver a Tweek introducir sus dedos a su boca, esto había sido lo más excitante que le habían hecho en su vida, por lo que no se pudo resistir y continuó besándolo, ahora de forma más apasionada.
Tolkien se dirigió al baño frente al que estaban Craig y Tweek. Antes de cerrar la puerta, notó las zapatillas de Craig y se sorprendió al ver otras delante de las de él.
—"¿Estará con alguna chica? No, espera... Son las de... ¡¿Tweek?!" —pensó Tolkien.
Se quedó en completo silencio, observando los pies de ambos.
—"¿Estarán conversando o...? No, no creo" —pensaba Tolkien.
—¡Craig! ¡Ya va a terminar el receso! ¡Apúrate! —gritó Clyde.
—¡Cállate, Clyde! ¡Ya voy!
—¡¿Dónde estás?!
Tweek detuvo a Craig.
—¡Craig, mis pies! ¡Me va a ver!
—Mierda, no lo pensé. ¡Ven!
Craig tomó en brazos a Tweek, mientras reían en silencio.
—"¿Lo tomó en brazos? ¡No puede ser! ¡¿Craig es gay?!" —pensaba Tolkien.
—¡Apúrate, Craig!
—¡Ya voy, Clyde! Vete de aquí.
—¿Y si no se va? —susurró Tweek en el oído de Craig, abrazándolo.
—No sé, pero me estoy cansando.
—No exageres, no peso tanto.
—Tweek, párate sobre el retrete, me estoy cansando.
—¡No! ¡Que asco!
—¡Tweek!
Tweek rodeó con sus piernas las caderas de Craig.
—Apóyame en la pared.
Craig lo apoyó, lo besó y luego pasó su lengua lentamente por el cuello de Tweek.
—¿Me vas a dar tu número? —susurró en su oído.
—Hmm... No lo sé.
Craig lo besó y deslizó sus manos, recorriéndole sus muslos, hasta llegar a su trasero.
—¿Y ahora?
—Puede ser.
Craig lo acomodó, levantándolo un poco brusco, pero cuando Tweek iba a continuar besándolo, Craig deslizó sus labios a su cuello, besándolo hasta notar que su respiración se agitaba, provocando que soltara pequeños gemidos que Tweek trataba de callar.
—¿Y ahora?
—Creo que sí, no estoy seguro.
Craig mordió ligeramente el cuello de Tweek.
—¿No me lo merezco?
El timbre del final del receso sonó.
—¡Apúrate, Craig! —insistió Clyde.
—¡Ya voy!
—"¡Clyde se va a morir cuando se entere!" —pensaba Tolkien, observando los pies de Craig, imaginando lo que hacían adentro.
—¿De qué te ríes? —preguntó Clyde, llegando junto a Tolkien.
—¿Qué?
—Estás ahí, sonriendo como idiota.
—Oh, nada, nada. Vamos al salón.
Tolkien jaló del brazo a Clyde hasta los lavamanos.
—¿Y no ibas al baño? —preguntó Clyde viéndolo lavar sus manos.
—No, se me quitaron las ganas, vengo después. Vámonos.
—Pero esperemos a Craig.
Jason y Francis entraron en ese momento.
—¡¿Tweek?! ¿Estás aquí? —gritó Jason.
—¡Ash! ¡No puede ser! —susurró Tweek, molesto, apoyando su cabeza en el hombro de Craig.
—¿Te vieron venir al baño?
—No sé, pero no recuerdo haberte dicho que te detuvieras.
Craig sonrió y continuó sin dudarlo, ignorando a los demás.
—No está aquí, solo está Craig —afirmó Clyde.
—¿Te pregunté a ti? —reclamó Jason.
—"Eso es, discutan para llevarme a Clyde de aquí" —pensaba Tolkien.
—¡Ah, pues disculpa! ¡Solo intentaba ser amable, Marceline!
—¡Já! ¿Amable tú?
—¿Cuándo nos vas a dejar en paz? —preguntó Francis.
—¿No tienes algún Hentai que ir a ver?
—¡Yo no veo Hentai!
—¿Sabes, Clyde? Uno de estos días me vas a encontrar de muy mal humor —intervino Jason.
—¿Me estás amenazando?
—No, te lo estoy advirtiendo.
Clyde se quitó sus gafas y las guardó en su bolsillo.
—¡¿Y por qué no ahora?! —preguntó empujando a Jason.
—¡Mierda, Clyde! ¡Craig, nos vamos al salón! —gritó Tolkien, jalando del brazo a Clyde.
—¡Sí, yo voy enseguida! —gritó Craig antes de continuar besando a Tweek.
Jason le mostró el dedo medio a Clyde mientras era alejado por Tolkien.
—Clyde de mierda, como lo detesto.
—Ya, solo ignóralo, vámonos —dijo Francis—. No está aquí, no quiero un castigo por llegar tarde.
Tweek besaba y lamía el cuello de Craig, jalando un poco su cabello para mantenerle su cabeza inclinada.
—Espera. —Jason detuvo a Francis—. ¡¿Oye, Craig?! ¿Viste a Tweek?
—¡No! ¡No lo he visto!
Jason y Francis salieron del baño, hacia el salón de clases y Craig detuvo a Tweek.
—Tweek, vámonos.
—Solo un segundo —dijo sin dejar de besar su cuello.
—Tweek.
—Está bien.
—Pero ¿me lo darás?
—Sí, te lo ganaste. Luego te envío un mensaje.
Craig lo besó por última vez antes de bajarlo.
—Yo voy primero —sugirió Craig.
—Bien, yo pensaré en algo. Vete antes de que empiecen a sospechar.
Bajó a Tweek, lo besó por última vez y se fue al salón de clases.
El profesor aún no llegaba.
—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Clyde.
—¡Por dios, Clyde! No se va a escapar de ti —dijo Tolkien.
—Jajaja. Solo me... dolía un poco el estómago, eso fue todo.
—Así parece. —Tolkien se cruzó de brazos, riendo—. ¡Hasta te despeinaste de dolor! Arregla tu cabello.
Craig arregló su cabello con sus manos, tratando de no reír.
—Ah, sí, es que... debo haberme despeinado cuando me quité la sudadera.
—¿La que tienes puesta?
—Sí... Me... me la puse de nuevo antes de entrar.
Tolkien se volteó, riendo en silencio.
El profesor entró al salón, comenzando la clase de inmediato.
—¿Dónde andará Tweek? —preguntó Francis a Jason.
—Ni idea, pero algo trama. Estoy seguro, lleva mucho tiempo tranquilo.
La clase fue interrumpida por la alarma de incendios.
El profesor abrió la puerta y les pidió a todos que salieran en orden.
Jason y Francis se miraron.
—Tweek —dijeron al unísono.
Todos los alumnos salieron de sus salones, reuniéndose en el patio.
La directora y algunos profesores buscaban el origen del incendio.
Otros profesores se quedaron, tratando de mantener el orden de los alumnos.
Craig buscaba a Tweek con la mirada, pero no lograba encontrarlo. De pronto, sintió que alguien tocó su trasero, al voltearse vio a Tweek pasando a su lado, este continuó su camino, simulando ignorarlo hasta donde estaban Jason y Francis.
—¡Sabía que planeabas algo! —dijo Jason.
—Jaja. Hace mucho que no lo hacía.
—¿Por qué no nos dijiste nada? —preguntó Francis.
—Porque así no tiene gracia.
—Bueno, da igual, por lo menos no habrá clases. Pasarán un buen rato buscando el supuesto incendio —dijo Jason.
—Ajá.
—¿Provocaste un incendio? —preguntó Francis, preocupado.
—No —respondió desviando la mirada.
Una niña gritó apuntando hacia una pequeña habitación, donde guardaban los implementos de limpieza, de la que comenzaba a salir humo por debajo de la puerta.
Francis miró de inmediato a Tweek, molesto.
—Mierda, Tweek.
—¡No es fuego! Son las bombas de humo caseras que teníamos escondidas ya sabes dónde, tranquilo.
—¡Genial! Tendremos que esperar hasta que vengan los bomberos —dijo Jason.
Los profesores alejaron a todos, procurando que nadie intentara abrir la puerta.
Los bomberos no tardaron en llegar.
Mientras sacaban sus implementos y preparaban todo lo necesario para entrar, Tricia se acercó corriendo hacia Craig.
—¿Esto te trae recuerdos, Craig? —preguntó en tono burlesco.
—¡Cállate!
—¿Estuviste en un incendio? —preguntó Tolkien.
—No, no le hagan caso.
—¡Aprovecha que están aquí y ve a hacer lo tuyo! —dijo Tricia, riendo.
Craig le dio un golpe con su mano en la cabeza a Tricia y esta se fue corriendo mientras reía.
—¿Eres pirómano? —preguntó Clyde, alarmado.
—No seas imbécil, ¿cómo voy a ser pirómano?
—Todos escondemos secretos —dijo Tolkien, tomando el hombro de Craig.
—Jaja. No es eso. No le hagan caso a mi hermana.
Al abrir la puerta, los bomberos se dieron cuenta de que no había fuego y llamaron a la directora, mostrándole las bombas de humo.
La directora se disculpó con los bomberos y estos se retiraron.
De camino a sus respectivos salones, tuvieron un encuentro fugaz, pasando uno al lado del otro.
—¿No podías volver tarde y ya? —susurró Craig.
—Yo hago las cosas así —dijo encogiéndose de hombros.
Los profesores se quedaron con la directora, que los había reunido a todos en su oficina.
Luego de unos minutos, el profesor entró al salón de clases con una lista.
—Deben ir de inmediato a la oficina de la directora los siguientes alumnos: Kenny McCormick, Damien Thorn y Tweek Tweak.
—Se te ocurrió justo el día que la directora anda de malas —comentó Jason.
—¿Y yo por qué? —preguntó Kenny al profesor.
—Ahora.
Craig se volteó a ver a Tweek, este solo se encogió de hombros mientras reía.
Los nombrados se dirigieron a la oficina de la directora.
—¿Para qué creen que nos llamen? —preguntó Kenny.
—Somos los sospechosos, obvio —respondió Damien.
—Aah, pues yo no fui. —Kenny dirigió su mirada a Tweek—. A Tweek le gusta activarla.
—Jaja. No, Kenny, yo no fui esta vez.
Llegaron a la oficina de la directora, junto a otros alumnos. La directora esperó a que llegaran todos los alumnos solicitados.
—Creo que no necesito explicarles lo que hacen aquí. ¡¿Saben lo perjudicial que puede ser hacer perder el tiempo a los bomberos en estupideces?! No voy a seguir tolerando esta clase de comportamiento. Sé que fue uno de ustedes, son los más problemáticos. Se van a formar en el patio y se quedarán ahí hasta que confiesen.
—¡Eso no es justo! ¡Yo no fui! —dijo un alumno.
—¡Yo tampoco! —dijo otra alumna.
—No pueden dejarnos ahí para siempre, me da igual —dijo Damien.
—¡Pues las prácticas punitivas no son la respuesta! ¡Los castigos barbáricos quedaron en el pasado! —dijo otra alumna.
—Mi papá se va a enojar muchísimo si se entera que me castigaron injustamente —advirtió Tricia.
—"¡¿Esa es Tricia?!" —pensó Tweek.
Una chica que se encontraba detrás de Tweek, le susurró un comentario a su amiga.
—Yo vi al "Coqueto" corriendo a los vestidores, justo después de que sonara la alarma.
Al escucharlas, Tweek se volteó de inmediato, señalándose a sí mismo, negándolo con la cabeza.
La chica asintió con la cabeza mientras reía junto a su amiga, pero no tenían intención de delatarlo.
—No voy a discutir esto con ninguno de ustedes, los quiero formados. Ahora.
Un profesor los guio al patio de la escuela, indicándoles que se formaran justo donde llegaba el sol de forma directa a esa hora.
Había un total de veintisiete alumnos de diferentes clases, los que dividieron en dos filas, separando a los chicos de las chicas.
El profesor se quedó frente a ellos, vigilando a todos.
Tweek dio un paso atrás para acercarse a Kenny, que se encontraba formado tras él, seguido de Damien.
—Oye, Kenny —susurró, manteniendo la mirada al frente.
—¿Qué? —preguntó acercándose.
—¿Tienes tu celular? El mío está en mi mochila.
—Sí.
—¿Puedes pedirle a alguno de tus amigos que le hable a Francis o Jason para que me traigan el mío en el siguiente receso?
—Claro, dame un minuto.
—Gracias.
Kenny y Tweek volvieron a sus lugares.
Kenny había enviado el mensaje al grupo de sus amigos, estos lo leyeron de inmediato.
—Yo no soy mensajero de maricas —comentó Eric.
—Yo iré, te puedes cansar hasta allá —dijo Kyle, dirigiéndose al asiento de Tweek.
Kyle se sentó en el lugar de Tweek y tocó el hombro de ambos para que lo escucharan.
—Oigan, Tweek pidió si alguno puede llevarle su celular en el receso, dijo que está en su mochila.
—Bien, gracias —respondió Jason.
Francis se cambió al asiento de Tweek a buscar su celular.
—Luego vemos cómo llevárselo.
En el castigo, Kenny se acercó a Tweek.
—Listo, Tweek, pero ahora me debes un favor.
—¿Qué quieres?
—No lo sé, te lo pediré cuando lo estime conveniente.
—Mientras no sea nada sexual, no hay problema.
Kenny se acercó más a Tweek.
—Eso lo veré yo —dijo antes de pasar su lengua por el cuello de Tweek.
Tweek se alejó, limpiando la saliva de Kenny con su manga, con una expresión de asco.
—¡Ja-ja! Debiste pedírmelo a mí —se burló Damien.
—Sí, no lo pensé bien.
—Ya es tarde para lamentarse —dijo Kenny, sonriendo.
—¡Silencio allá! —gritó el profesor.
—¿A quién hueles? —preguntó acercándose a oler su cuello.
—Me... me compré un perfume nuevo —dijo alejándose.
—No, ese aroma... es de alguien de la clase.
—Quizá nos compramos el mismo.
—No soy idiota, Tweek.
Sonó el timbre del receso y el resto de los alumnos salieron al patio.
Jason se acercó al profesor que vigilaba a los alumnos, haciéndole preguntas para distraerlo.
Francis corrió a darle su celular y una botella de agua con gas a Tweek.
—¡Gracias! Me muero de calor.
El profesor vio a Francis de reojo.
—¿Qué hace, señor Snacky? ¡No puede darle nada! Vaya al receso.
—Pero hace mucho calor, no puedo dejar a mi amigo morir aquí.
—No morirá, llévese su agua.
Tweek, al escuchar esto, abrió la botella, bebió lo más rápido que pudo y el profesor se dirigió de inmediato a quitarle la botella. Cuando ya estaba cerca se la dio a Kenny, este bebió agua rápidamente y luego se la dio a Damien, quien terminó de beber el agua, entregando la botella vacía.
El profesor se molestó y se volteó a llamarle la atención a Francis, pero estos ya habían escapado.
—Estarán en muchos problemas —advirtió el profesor a los chicos.
—¿Y a mí qué? —dijo Damien, encogiéndose de hombros.
Craig, Clyde y Tolkien, conversaban mientras miraban a los alumnos formados, aunque Craig solo miraba a Tweek.
—¿Quién crees que fue? —preguntó Tolkien.
—No sé —respondió Craig.
—Yo creo que fue el "Círculo Vicioso" —dijo Clyde.
Craig miró a Clyde, sin comprender lo que quería decir.
—¿El qué?
—El "Círculo Vicioso", todos lo conocen por ese apodo, ni idea de cómo se llama. Ese chico inundó los baños el año pasado y tiene un largo historial. Entre todos los que están ahí, ese es el más travieso, él y esa chica de allá, a ella le dicen la "Come Transformers".
—¿Por qué les dicen así? —preguntó Craig entre risas.
—Se ponen los apodos entre ellos —explicó Tolkien—. Todos ahí son conocidos en la escuela y cada uno tiene su apodo. El "Círculo Vicioso" es porque es gordo y siempre está fumando. La "Come Transformers" es porque tiene brackets. Damien es "Timmy Turner", le dicen así por porque se le suele ver hablando solo, entonces un día alguien dijo que seguramente estaba hablando con sus padrinos mágicos, desde ese día se ganó ese apodo. Kenny es "La Gripe" porque él es bisexual y un poco... promiscuo, por decirlo de una buena manera. Por eso lo nombraron "La Gripe", porque prácticamente todos lo han tenido. A Tweek le dicen "Coqueto", porque solía tener un tic y parecía que le guiñaba el ojo a todos.
—Jajaja. Si me habló sobre ese tic... Mi pobre Tweek —comentó Craig.
—¿Tu pobre Tweek? —preguntó Clyde.
—"¡Atrapadaa!" —pensó Tolkien, tratando de contener su risa.
—¡Pobre Tweek dije! ¡¿Eres sordo?!
—No, Craig, no es sordo, solo es estúpido.
—Te escuché decir eso. ¡Sonó tan gay!
—Pues escuchaste mal.
—Oye, ¿esa no es tu hermana? —preguntó Clyde.
Craig miró de inmediato hacia donde apuntaba Clyde.
—¡¿Qué mierda hace ahí?!
Se dirigió de inmediato hacia los alumnos formados, se acercó a Tricia pasando en medio de las dos filas. Tricia se encontraba un poco más adelante de Tweek.
—¿Qué haces aquí?
—No sé, yo no hice nada.
El profesor se acercó y tomó el hombro de Craig.
—Retírese, por favor.
—¿Qué hace mi hermana aquí?
—Su hermana tiene mal comportamiento, ya llamaron a sus padres y serán informados de todo.
—¡Que lindo es tu hermano, "Chucky"! —gritó la chica conocida como "Come Transformers".
Tweek miró molesto a la chica, pero se contuvo.
—"Lindo tu hocico" —pensó.
Kenny notó que Tweek estaba molesto, se acercó lentamente y lamió su nuca.
—¡Basta, Kenny!
Craig miró de inmediato a Tweek, mientras este se limpiaba la saliva de Kenny.
—¡Silencio les dije! —regañó el profesor.
Kenny dirigió una mirada dominante a Craig y sonrió, limpiando saliva de sus labios con su dedo.
Craig lo miró entrecerrando sus ojos, pero se contuvo.
—¡Vuelvo enseguida, no quiero desorden o será peor para ustedes! —amenazó el profesor.
Tricia movió el brazo de Craig para que le prestara atención, cuando la miró esta se tocó la sien dos veces con su dedo índice, Craig le respondió señalándose su frente y luego su ojo. Tricia comprendió y le asintió con la cabeza.
—Por favor, retírese —insistió el profesor a Craig antes de irse.
Craig pasó entre los alumnos nuevamente para retirarse.
En el camino Kenny lo detuvo tomando su brazo. Craig lo miró frunciendo el ceño y luego miró la mano de Kenny, quien aún no lo soltaba.
—Acércate.
—¿Para qué?
—Quiero decirte algo, ven.
Craig se inclinó levemente hacia él.
—Acércate, no muerdo.
Tweek se volteó, pero decidió mantener silencio para no levantar sospechas.
Craig se acercó más, suponiendo que quería decirle algo al oído.
Kenny lo acercó jalando su brazo, olió con vigor su cuello y lo soltó.
—Nada, olvídalo. Vete.
Craig se tocó el cuello mirando a Tweek, este se volteó de inmediato, nervioso.
Sin comprender, continuó su camino hasta donde estaban Tolkien y Clyde.
Kenny se acercó nuevamente a Tweek.
—¿Estás con Craig?
—¡¿Con Craig?! —preguntó Damien, sorprendido.
—Apestas a él.
—No sé de qué hablas.
—Pero no se ve gay —comentó Damien.
—Pero parece que sí lo es. ¿No es así, Tweek?
—No sé. No estamos juntos, es tu imaginación.
—¿Qué me vas a ofrecer para que me quede callado?
—No estoy con él.
—¿No? Veamos. ¡Oye, Chucky!
—¡¿Qué?! —preguntó Tricia volteándose.
Tweek le cubrió la boca a Kenny.
—¡Nada, Tricia, nada! —dijo sonriendo.
—¡Bien! Lo admito. ¿Qué quieres para mantenerte callado?
—Lo pensaré.
—¿Qué me ofreces a mí por mi silencio? —preguntó Damien.
—No puede ser. ¿Qué quieres?
—Quiero acceso a la ventana del salón y poder fugarme cuando quiera.
—Trato hecho.
—¿Qué podría pedirte? Hmm... —dijo Kenny.
—¿Y si lo tienes de esclavo? —sugirió Damien.
—Podría ser.
—No le des ideas, Damien, no te entrometas.
—O... podría tener a ambos de esclavos.
—Deja a Craig fuera de esto.
—¿Y si no?
—Sabes que practico Kick Boxing, ¿no?
—Claro. Puedes golpearme todo lo que quieras, solo necesito hablar, así que tendrías que matarme. Además, tengo un testigo. —Kenny señaló a Damien. —Testigo al que sé que serías incapaz de hacerle algo, ¿no es así?
—Eres un maldito, Kenny.
—Un maldito que acaba de ganar dos esclavos.
—No diré nada, Tweek. Tranquilo —dijo Damien.
Tweek se volteó a verlo y sonrió.
—Gracias.
Kenny inclinó su cabeza, interponiéndose entre Tweek y Damien.
—¡Aw! ¡Que lindos! ¿Por qué ya no son amigos? Antes ustedes cinco eran inseparables.
—¡Ese no es asunto tuyo! —dijo Tweek, molesto.
Damien se cruzó de brazos, riendo.
—Tweek se dio cuenta de que era gay porque le gustaba yo y se declaró, pero lo rechacé, obvio.
—¡No era necesario que le contaras eso!
—Ya olvídalo, han pasado muchos años.
—Quizá aún no te olvida, Damien —dijo Kenny.
—No es eso. Siempre sentí que la amistad entre todos nosotros se fue a la mierda por mi culpa.
—Yo no me alejé de ustedes por eso. Solo éramos muy diferentes. Cuando Noah repitió ya no sentía interés en juntarme con ustedes, pero el maldito empezó a alejarse de mí cuando hizo otros amigos.
—Noah no se alejó de ti porque hizo nuevos amigos. Fue porque me hiciste sufrir.
—¡¿Que yo te hice sufrir?!
—¡Claro! Me rechazaste.
—Noah de mierda —comentó entre dientes.
El timbre del final del receso sonó y los alumnos volvieron a sus salones de clases.
El profesor se dirigió al frente de la fila y continuó vigilando a todos.
Tricia se acercó al profesor, simulando caminar con dificultad.
—Me duele mucho la cabeza —dijo con una voz quejumbrosa, comenzando a llorar.
El profesor la llevó a la enfermería, indicándole que se acostara en la camilla a descansar. Antes de entrar se volteó a mostrarle el dedo medio a todos, sonriendo.
—"Maldita manipuladora" —pensó Tweek mientras reía.
—¡Mierda, Tweek! Para la próxima elije otro día, hace mucho calor —se quejó Damien.
—¿Y por qué estás tan seguro de que fui yo?
—¿Quién es el que siempre la activa?
—Yo no soy el único.
—Pero tú no estabas en el salón, en cuanto sonó, miré a tu lugar y no estabas.
—Jaja. Fue simple coincidencia.
—¡Aawww! —interrumpió Kenny—. Ya se están hablando más. ¿No los extrañas, Damien?
—Esa amistad duró lo que tenía que durar —respondió con indiferencia.
Tweek se volteó y Kenny se inclinó a hablarle al oído.
—Lástima, te quedaste sin Damien y ahora te vas a quedar sin Craig.
Tweek al escucharlo, bajó la mirada.
—"¿Y si se enoja por esto y ya no quiere seguir conmigo? No quiero perderlo" —pensaba Tweek, mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
Se dirigió rápido al baño, ignorando al profesor que lo llamaba para que regresara a su lugar.
Tolkien había pedido permiso para ir al baño, por lo que se encontraba ahí en ese momento. Al salir, encontró a Tweek que mojaba su rostro, tratando de calmarse.
—Tweek, ¿Estás bien?
—Sí.
—¿Estás llorando?
—Jaja. No.
Tweek salió del baño, dirigiéndose de vuelta a su castigo.
—"Nunca había visto a Tweek llorando" —pensó, mirándolo alejarse hasta llegar a su lugar en la fila.
Tolkien volvió al salón de clases, observó a Craig, pero parecía estar bien, luego observó a Jason y Francis, quienes también parecían estar bien, por lo que decidió indagar.
—Craig, ¿Te vas a ir de inmediato cuando terminen las clases?
—No, voy a... esperar a mi hermana hoy.
—¿Quieres hacer algo? —preguntó Clyde.
—No, preguntaba porque no podré irme hoy con ustedes, iré con Nichole, a rogarle por tu culpa.
—¿A rogarle? ¿Por qué? —preguntó Craig.
—El idiota de Clyde me preguntó si la chica de la foto era linda y estúpidamente respondí que sí.
—Jaja. ¿Por eso no está sentada a tu lado?
—Sí, siempre que se enoja se cambia al puesto de Wendy y Annie. ¡Ahora yo me siento solito! —dijo mirando a Nichole, pero esta apartó la mirada.
Craig palmeó la espalda de Tolkien.
—Suerte rogándole —dijo entre risas.
—¿Entonces me voy a ir solito? —dijo Clyde—. ¡¿Lo ves, Craig?! Si vas, yo tendría con quién estar cuando ustedes me abandonen.
—Ya te dije que no.
Las clases terminaron y todos comenzaron a retirarse.
Tolkien esperó a que Clyde se fuera y se fue a esconder al baño.
—"Algo pasa aquí. Tweek no suele llorar, pero Craig y sus amigos parecen estar bien. Quizá necesita ayuda y no quiere decirle a nadie" —pensaba, esperando un buen momento para salir a espiar.
El profesor les indicó que fueran a guardar sus cosas, advirtiéndoles que continuarían con el castigo al día siguiente.
Kenny jaló del brazo a Tweek, dirigiéndose al baño. En el camino llamó a Craig que observaba a Tweek desde un rincón del patio, le indicó que se dirigiera al baño. Adentro Tweek se soltó de golpe y se cruzó de brazos, bajando la mirada. En cuanto llegó Craig, Kenny rodeó con su brazo a Tweek.
—Serán mis esclavos.
—¿Tus esclavos? —preguntó Craig.
—Si no eres lo suficientemente hombre para decirle a todos que te estás devorando a este marica tan lindo, harán todo lo que quiera.
—Ya lo sabe, Craig, perdón —dijo Tweek, aún con la mirada baja.
—Suéltalo, Kenny.
—¿Y si no?
—No, Craig, no lo empeores. Kenny, haré lo que quieras.
—No voy a ser tu esclavo y Tweek tamp...
—¿Quieres que todos se enteren de que eres gay?
Craig no respondió.
—Eso pensé. Síganme.
Kenny se dirigió al salón de clases, seguido de los chicos.
—¿Estás enojado? —susurró Tweek a Craig.
Craig le negó con la cabeza, sonriéndole levemente. Haciendo que Tweek se sintiera más aliviado.
Tolkien los siguió al salón de clases, quedándose junto a la puerta para escuchar la conversación.
Kenny se sentó en la mesa del profesor, Tweek se quedó de pie frente a Kenny y Craig se sentó sobre una mesa, apoyándose en la pared, de brazos cruzados.
—Tweek, estas son las reglas para ti. Primero: Todas las mañanas quiero un café latte, tostadas y galletas o donas de la cafetería, directo a mi asiento. Si es posible, me lo sirves sin camiseta.
—Olvídalo.
—Jaja. Bien, con camiseta. Te la quitas para mí a solas.
—No.
—Segundo: Para ti ya no soy Kenny, te referirás a mí como "Amo".
—Bien.
—Tercero: Siempre me ha gustado la forma en que te muerdes los labios cuando miras a los chicos que te gustan, lo harás para mí cada vez que quiera.
—Yo no hago eso. ¿O sí? —preguntó mirando a Craig.
Craig no respondió, continuaba con el ceño fruncido, de brazos cruzados, mirando al suelo mientras movía su pie.
—¿Entonces lo haces de forma inconsciente? Que adorable. Y la última... Hmm... Oh, ya sé. Quiero escucharte ladrar cada vez que te haga una señal con mi mano, no importa el momento, lo harás cada vez que te lo ordene.
—¿Que ladre?
—¿Qué parte de quiero que ladres no entiendes?
—¡Bien! ¿Quieres que ladre? Lo haré, pero no frente a mis amigos, no quiero que se den cuenta o empezarán las preguntas.
—Ten mi celular, anota tu número por si quiero algo diferente de la cafetería, pero no te guardes como Tweek, no quiero problemas con Butters, guárdate como... Pizzería.
—¿Volvieron?
—Jaja. ¡No! Kenny no tiene dueño. Alcanzo para todos, incluso para ti.
Tweek guardó el número y le devolvió el celular, mirándolo con desagrado.
Kenny se dirigió a su mochila, sacó cuadernos y se dirigió hacia Craig, este lo seguía con la mirada, aún con el ceño fruncido.
Kenny le lanzó uno a uno los cuadernos al suelo.
—Matemática. Biología. Química. Geografía. Todas esas tareas las quiero para el viernes.
Craig lo miró sin decir nada.
—¿No me vas a responder? —preguntó acariciándole su rostro, pero este le quitó su mano de un golpe.
—Vaya, tu hombre es rudo, Tweek. ¡Bien! Quiero las mías y las de Butters, mañana te doy sus cuadernos. Solo eso quiero de ti. Oh, y también soy "Amo" para ti. ¡Y no quiero que ninguno intente pasarse de listo!
Craig recogió los cuadernos, guardó todo en su mochila, tomó la mano de Tweek jalándolo de golpe y salieron del salón de clases.
Caminó rápidamente y en completo silencio, saliendo de la escuela, llevándose a Tweek a la fuerza.
Tolkien se quedó inmóvil al ver a Craig y Tweek saliendo del salón de clases, pero ninguno había prestado atención a su alrededor.
Se apresuró a entrar y cerró la puerta.
—¿Qué haces, Kenny?
—Esto no es de tu incumbencia. ¿Nadie te enseñó que es muy feo escuchar conversaciones ajenas?
Tolkien se cruzó de brazos frente a la puerta, bloqueándole el paso.
—¿Qué haces, Kenny?
—Si no vienes a ofrecerme un trío con Nichole, no estoy interesado —dijo tomando su mochila, acercándose para salir.
Tolkien lo empujó, alejándolo de la puerta.
—¡¿Qué crees que estás haciendo, Kenny?!
—¿Haces esto por Craig o por Tweek? Te he visto cuánto lo miras últimamente.
—Estás realmente trastornado. Piensa lo que quieras. ¿Cuánto?
—¿Cuánto qué?
—¿Cuánto quieres para dejarlos tranquilos?
—¿Le vas a robar a tu papito por un cobarde como Craig?
—Kenny, no tengo tiempo para tus mierdas. ¿Cuánto?
—¿Cuánto me ofreces? Los esclavos cuestan mucho dinero.
—$300.000
—$600.000, en efectivo.
—Dame tres días.
—Si no tengo ese dinero en mis manos en tres días, no hay trato.
—Solo te voy a pedir que no les digas nada de esto.
—¡Aawww! Me conmueves. ¿Serás el héroe anónimo?
—¿Quieres el dinero o no?
—Tienes tres días.
—Bien, pero déjalos tranquilos desde ahora o no hay trato.
—¡Bien!
Tolkien se hizo a un lado, permitiendo a Kenny salir del salón de clases.
Craig continuaba caminando rápido jalando a Tweek, se dirigió al pequeño bosque que está de camino a la escuela, llegaron junto a la entrada de una cueva. Tweek iba un poco asustado y confuso por la reacción de Craig, por lo que se mantenía en silencio.
Al llegar detrás de unos arbustos, Craig soltó a Tweek, se lanzó al suelo de rodillas y cubrió su rostro, comenzando a llorar.
—Tweek, perdóname.
Tweek se agachó frente a él, le quitó las manos de su rostro y le secó sus lágrimas con su manga.
—Esto no hubiera pasado si no fuera un maldito cobarde. Perdóname.
—No tengo nada que perdonarte, fui yo el de la idea de activar la alarma. Jamás pensé que podía terminar así.
—Pero soy yo el que tiene miedo de aceptar lo que soy. Soy yo el que no comprende lo que soy.
Tweek lo abrazó, acariciando su cabello.
—Craig, es un proceso, para todos es diferente. Kenny es un chico con una vida difícil, por eso se desquita así con los demás y no lo estoy justificando, pero comprendo un poco su necesidad de tener lo que quiere a expensas del resto.
—Tweek, el problema soy yo, comprendo si ya no quieres seguir con esto. No quiero verte humillándote por mi culpa.
—No me importa hacerlo. Ya te elegí a ti y no te voy a aceptar ninguna excusa para que te vayas de mi lado.
Tweek le secó sus lágrimas, sonriendo tranquilamente, se puso de pie y le extendió la mano.
—Levántate. No pretendo dejar de fastidiarte.
Craig rio, secando sus lágrimas.
—No me fastidias.
—Claro que sí. Tú mismo lo dijiste. Estoy aquí para remecer tu mundo y perturbarte, además de eso también soy totalmente capaz de fastidiarte, hartarte y hacerte enfadar más de lo que te imaginas.
Craig se levantó con la ayuda de Tweek y lo abrazó en silencio.
El celular de Tweek recibió un mensaje en ese momento. Al ver que era Kenny, lo revisó de inmediato.
—¿Qué quería? —preguntó Craig.
—Dice que estamos liberados.
—¿Qué pasó?
—No sé, pero dice que no dirá nada.
Craig respiró aliviado.
—Te prometo que voy a decirle a todos.
—No, no lo hagas si no te sientes listo, no te presiones. Craig, vive tu proceso tranquilo. Además, que estemos a escondidas lo hace un poco más... excitante. Debo admitir que a veces me molesta no poder decirle a nadie, pero también me agrada que la experiencia que estás viviendo sea algo solo nuestro. Olvidemos este día. Finjamos que nada pasó y ya llegará el momento de reírnos de esto. Sea lo que sea que nos salvó, quiere verte feliz y no lo estarás si no es conmigo fastidiándote.
Craig lo abrazó, aún llorando.
—Solo recuerda este día como una anécdota. Por andar de calientes nos descubrieron. ¡¿Lo ves?! Tenemos nuestra primera anécdota. No te tortures por idioteces. No tienes que ver solo el lado malo de esto. ¿Sabes...? ¡Espérame aquí!
Tweek corrió, alejándose hasta perderse entre los arbustos. Llegó hasta un pequeño estanque, entró al agua que llegaba casi a sus rodillas, cruzó rápidamente hasta el otro lado, llegando a un viejo árbol que se encontraba a la orilla. Se arrodilló en el lodo y excavó con sus manos, sacó una bolsa plástica que abrió de inmediato, sacando una piedra. Entró nuevamente al agua y corrió de vuelta con Craig.
Regresó con su ropa y rostro sucios con lodo, un poco más despeinado de lo que solía estar y mojado.
Tweek se acercó, respirando agitado, notablemente cansado. Le mostró a Craig la piedra y sonrió.
—Para ti.
Craig tomó la piedra, secando sus lágrimas que no dejaban de brotar y la observó sin comprender.
—Cuando descubrí que era gay, fue porque me gustaba un niño y todo ese proceso de aceptarlo fue difícil y me tomó mucho tiempo. Cuando finalmente lo acepté, dejé atrás todas las dudas y el miedo, le dije a él todo lo que sentía, pero no fue correspondido. Después de eso me vine corriendo a este bosque, lloré, grité y me desahogué en el estanque, rompí todo lo que tenía en ese momento, finalmente me senté en la orilla y lancé piedras hasta cansarme. Esa fue la última que tomé, antes de lanzarla me di cuenta de que ya no sentía rabia, estaba aliviado de ya no estar confundido, todo era más claro y a pesar de que había tenido mi primera decepción amorosa, no fue tan malo. Gracias a eso pude comenzar a ver todo desde otra perspectiva. Craig, quizá te va a sonar tonto lo que te voy a decir, pero debes comprender que era niño. Ese día, a cada piedra que lancé le dije lo que sentía, con la intención de que ese sentimiento se fuera con ellas. A esa piedra le dije que ya estaba en paz, pero antes de lanzarla me di cuenta de que no quería que eso se fuera, así que la guardé y me prometí dársela a alguien que, con tan solo estar cerca, me hiciera sentir igual que en ese momento.
Craig miró la piedra y no pudo evitar continuar llorando.
—Si algún día te hartas de mí y quieres irte, quiero que me la devuelvas, sé que es solo una piedra, pero es muy importante para mí. Guárdala bien.
Craig guardó la piedra en su mochila y continuó secando sus lágrimas, ahora comenzando a sollozar y respirar entrecortado, igual a un niño pequeño.
—¡Ya, Craig! ¡Deja de llorar! ¡No seas gay! —dijo secándole sus lágrimas mientras reía.
Craig lo abrazó.
—¡No... puedo! —gritó sollozando.
—Jaja. ¡Ya, Craig!
Tweek se arrodilló frente a Craig apoyando una rodilla en el suelo, le extendió una mano y puso la otra en su pecho.
—Conde llorón, lo invito a mi casa a comer papas fritas y manosearnos un rato.
Craig rio, secó su última lágrima y tomó su mano, aceptando su invitación.
Chapter 9: Craig necesita ir a la iglesia
Chapter Text
Craig había programado su alarma para que lo despertara a las cuatro cuarenta y cinco de la madrugada.
Se sentó en su cama, dormitando, realmente le costaba despertar temprano. Caminando aún un poco adormecido, lavó su cara con agua fría y se dirigió a la habitación de Tricia.
Abrió la puerta procurando no hacer ruido, entró sigilosamente, dejó un chocolate sobre su velador y se quedó de pie frente a la cama, la arropó bien, acarició su rostro y sonrió.
—"Engendro... te quiero tanto. Lo lamento por ti, pero es mi deber como tu hermano" —pensó Craig, mirándola mientras dormía.
Dio unos pasos atrás para tomar impulso, corrió hasta la cama de Tricia y se lanzó sobre ella, despertándola de inmediato.
—¡Feliz cumpleaños, Engendro de mierda!
—¡Mierda, Craig! ¡¡¡Mam...!!!
Craig le cubrió la boca con su mano y la abrazó.
—¡Cállate!
Tricia trataba de liberarse mientras Craig reía.
—Engendro, cállate. Mi papá se va a enojar si lo despiertas a esta hora. Si no me acusas te doy un regalo.
Tricia frunció el ceño, tratando de hablar, pero Craig aún le cubría la boca.
—Tengo un chocolate. ¿Te vas a callar?
Tricia asintió con la cabeza, pero Craig la soltó con precaución por si trataba de gritar nuevamente.
—¿De cuál?
—Con almendras.
—Dámelo, pero quítate de encima.
Craig se puso de pie y le entregó el chocolate. Tricia se lo arrebató, lo dejó bajo su almohada y se acomodó para seguir durmiendo, pero Craig se sentó en la cama, haciéndola a un lado mientras se acostaba junto a ella, cubriéndose con el edredón.
—No, no, no. No te quiero aquí, vete.
—Pero quiero estar con mi hermanita.
—¿Ya viste afuera? Aún es de noche, vete de aquí.
—Tricia, no me interesa.
—¿Volviste a tener pesadillas?
—No, hace mucho tiempo que no sueño con eso.
—Entonces fuera de aquí, puedes venir aquí solo si tienes una pesadilla.
—Cinco minutos, por alguna razón tu cama es más cómoda que la mía.
—Eso es porque a mí me quieren más y me compraron una mejor.
—Jaja. Claro.
Tricia se acomodó junto a Craig, apoyándose en su hombro, tomando su brazo.
—Craig... ¿Crees que volvamos a verlos?
Craig apoyó su cabeza junto a la de Tricia.
—No sé. Espero que sí, a veces los extraño.
—Yo también. Karla y Rose siempre dicen que te extrañan. ¿Crees que los demás nos extrañen?
—Sí, yo creo que sí. Cuando supieron que nos íbamos a mudar lloraron muchísimo.
—Tú también, Craig. Jaja.
—Jaja. Sí, realmente no quería mudarme a este pueblo, pero ahora no imagino mi vida lejos de aquí.
—¿Por qué?
—Hice buenos amigos y... he conocido personas que no me hubiera imaginado ni en mis sueños.
—A mí todavía no me gusta mucho estar aquí.
—¿Por qué?
—No sé, a veces siento que estoy como fuera de mi lugar, supongo que es porque de donde nos mudamos, fue el lugar donde crecí. Nunca nos habíamos mudado, para mí, ese era mi hogar, no este.
—Sí, puede ser. Se te pasará cuando hagas amigos.
—Ya tengo, vendrán a mi cumpleaños por la tarde.
—Ah. Y... ¿Les advertiste que viene la abuela?
—Sí, por mí que no viniera hoy.
—Que fastidio tener que pasar toda la tarde con ella.
—Aunque a un amigo no lo invité.
—¿Por qué?
—Es gay... pero gay loca.
—Jajaja. Mejor que no venga entonces. ¿Pero le dijiste la razón?
—Le expliqué, pero no se lo tomó muy bien.
—¿Y se enojó?
—Sí. ¿Por qué ella es así?
—No sé, no entiendo por qué mis papás siguen en contacto con ella, ya nadie más le habla, somos los únicos. Solo porque viene ella no vendrá nadie más de la familia.
—Bueno, ya está vieja, me conformo con saber que ya casi tiene un pie en la tumba.
—Jajaja. Será un largo día.
—¿Vendrán tus amigos?
—No, van a ir a la playa con sus novias.
—¿Y tú por qué no vas a ir?
—Porque es tu cumpleaños y creo que has notado que no tengo novia.
—¿Por qué no tienes todavía? No eres tan repugnante.
—Jajaja. Engendro, ¿por qué no quieres irte sola a la escuela?
—¿Por qué me cambias el tema?
—Porque eso no es asunto tuyo y ya te lo he preguntado varias veces.
—Ya no me esperes, ya puedo irme sola.
—¿Por qué?
—¿No querías que me fuera sola? Pues ahora puedo hacerlo.
—¿Por qué no quieres decirme?
—Ayer, cuando te fuiste solo, tuve que hacerlo y... finalmente pude hacerlo, ya da igual.
—Pero dime la razón.
—Oh, ya cállate, esta no es hora de estar jodiendo.
—Pero...
—¡Cállate! Y vete a tu cama.
—No.
Tricia se acomodó en el brazo de Craig para continuar durmiendo. Craig la miró, soltó un suspiro y se acomodó para dormir.
Por la mañana, su madre entró a la habitación de Tricia, encontrando a ambos durmiendo juntos, lo que pasaba muy pocas veces, por lo que les tomó una foto con su celular y se quedó observándolos, conmovida.
Decidió prepararles desayuno para llevárselos a la cama. Al entrar nuevamente a la habitación, dejó una bandeja sobre un mueble con sus desayunos preparados, le susurró a Tricia para no despertar aún a Craig, la abrazó y le deseó feliz cumpleaños.
Tricia se volteó, viendo a Craig aún a su lado. Al notar que aún dormía lo empujó con sus pies, botándolo de la cama. Este al despertar por el golpe en el suelo se levantó de inmediato, quitando el edredón y las sábanas de la cama, lanzándolos fuera de su alcance.
—¡Fuera de aquí, idiota!
—¡Por dios! ¡Se veían tan lindos durmiendo juntos! ¡No puedo creer que se traten así entre ustedes! —gritó su madre.
—¡¿No la viste que me botó de la cama?! ¡¿Por qué me gritas a mí?!
—¡El idiota vino a las cinco de la madrugada a lanzarse sobre mí!
—¡Te dije que te quedaras callada! ¡Devuélveme el chocolate!
—¡No! ¡Ya me lo diste!
Craig se lanzó sobre ella para hacerla a un lado y sacar el chocolate de debajo de la almohada, pero Tricia lo sacó primero y se escondió detrás de su madre.
—¡Craig, compórtate! ¡Ya estás grande! —gritó su madre, alterada.
—¡Devuélvemelo!
—¡No!
Craig se abalanzó sobre Tricia para quitárselo, pero Tricia lo abrió rápido y comenzó a lamerlo.
—¡Ya lo lamí! ¡Es mío!
—¡Asquerosa de mierda!
—¡Se acabó! ¡Craig, fuera de aquí! —gritó su madre.
—¡Pero si ella empezó!
—¡No me importa! ¡Sal de aquí!
El padre de Craig entró molesto a la habitación de Tricia.
—¡Craig! ¡Tricia! ¡Los fines de semana son los únicos putos días que puedo descansar y siempre tengo que despertar con sus peleas de mierda!
—Papito, Craig vino a las...
—¡No me interesa, Tricia! ¡Hoy quiero a los dos comportándose como hermanos, no son animales! ¡Craig, fuera de aquí!
Craig salió de la habitación, gritándole a Tricia desde el pasillo.
—¡Ojalá te dé diarrea!
Los padres de Tricia salieron de la habitación, enojados, llevándose el desayuno.
—¡Mamá, déjalo, yo lo quiero!
—¡No! ¡Si quieres desayunar, vas a tener que bajar!
Craig y Tricia desayunaron y almorzaron procurando no hacer enfadar más a su padre.
Por la tarde, Craig se encontraba en su habitación, continuaba desarmando el viejo artefacto, hasta que fue interrumpido por Tricia que entró corriendo, cerrando la puerta de inmediato.
—¡Golpea la maldita puerta!
—¡Ya está aquí!
Craig se lamentó, recostándose sobre su escritorio y cerró sus ojos.
—Dios, estoy seguro de que no eres real, pero si estás ahí, este es un buen momento para probar tu existencia. Llévate a la abuela y prometo ser tu más fiel servidor.
—Amén —dijo Tricia, persignándose.
Craig suspiró y se levantó.
—Bien, vamos.
Al abrir la puerta, se encontraba su padre de brazos cruzados.
—¡Hermanos, no animales!
—Sí —respondió Craig, abrazando a Tricia—. ¿Lo ves?
En cuanto su padre se volteó para bajar, Tricia empujó a Craig para que la soltara.
Ambos bajaron lento y desganados hasta la sala, donde los esperaba la abuela.
—¡Que grande está! —dijo abrazando a Tricia.
—Ajá.
—Pero debería ponerse un lindo vestido, parece niño así. Tan bonita y se viste como niño.
Craig rio disimuladamente mientras Tricia volteaba los ojos, demostrando exasperación.
—¡Craig! ¡Estás enorme! —dijo abrazándolo.
—Sí, ya crecí.
La abuela lo soltó y lo miró con atención.
—Debería cortarse ese cabello, ya parece homosexual.
—Pero si está corto.
—¡Más corto! ¡En mis tiempos los hombres parecían hombres!
Craig solo asintió con la cabeza mientras reía.
Su padre se dirigió a la abuela.
—Mamá, ven a la cocina. Vamos a preparar la comida para la tarde.
—¡Ningún nieto mío va a ser homosexual! —comentó de camino a la cocina.
Tricia se lanzó al sofá, recostándose en este.
—Esperaba que me dijera fea, no que parecía niño.
—¿Y por qué te diría lo obvio?
—Craig, ¿de verdad parezco niño? —preguntó bajando la mirada.
—No. No dejes que te afecte lo que diga —dijo sentándose a su lado—. ¿Yo tengo el cabello largo?
—No.
—¿Ves cómo solo habla pura mierda? Mejor subamos.
Cada uno se fue a su habitación.
Craig le envió un mensaje a Tweek, pero este no respondió. Mientras esperaba, se quedó dormido.
Luego de aproximadamente una hora, Craig despertó por su madre que lo llamaba, pidiéndole que abriera la puerta a alguien que tocaba.
Al abrir, se encontraban Clyde y Tolkien.
—¿Qué hacen aquí?
—Estamos aburridos por tu culpa, así que mejor vinimos a tu casa —respondió Clyde.
—¿Por mi culpa?
—¡Sí! Tú no quisiste ir y arruinaste todo.
—Jaja. ¿Y tú no fuiste, Tolkien?
—No. Como no quisiste, la otra chica y Annie no tenían con quién ir, finalmente decidieron que fuera una tarde solo de chicas, así que todas mandaron a sus novios a la mierda. —Tolkien simuló llorar, abrazando a Craig—. ¡Incluyéndome a mí!
—Jajaja. Lo lamento —dijo palmeándole la espalda.
—Ahora sí me siento solito, Craig.
—¡Yo también! —dijo Clyde uniéndose al abrazo.
—"Yo también, quería ir a verlo luchar hoy" —pensó Craig, abrazando a ambos.
—Ya qué... Ni quería ir. ¿Tú estás bien? —preguntó Tolkien, soltando a ambos.
—Sí, ¿por qué?
—Por... saber.
—¿Nos vas a dejar entrar o vamos a estar aquí todo el día? —interrumpió Clyde.
—Es que... Es el cumpleaños de mi hermana.
—Pero no creo que le moleste que estemos acá.
—Déjame preguntarle primero, pero... también está mi abuela.
—¿Y eso es malo?
—Un poco. Déjenme preguntar.
Craig se dirigió a la cocina, donde se encontraban sus padres preparando comida y conversaban con la abuela.
—Mamá, ¿puedes venir un momento?
—¿Qué pasa, Craig? —preguntó de forma discreta al llegar a su lado.
—Vinieron mis amigos, ¿podemos estar en mi habitación?
—Sí, no veo el problema.
—Es que... viene Tolkien.
—Oh, cierto. Yo hablaré con ella.
—Gracias.
Tricia bajó a la cocina a buscar jugo para sus amigas, que habían llegado mientras Craig dormía.
—Oye, Engendro, vienen mis amigos, ¿te molesta?
—¿Viene Clyde?
—Aah... Sí —respondió un poco confuso.
—No, no me molesta.
Craig la miró molesto.
—¡Solo trato de ser amable, Craig!
—¡Sí, claro!
Craig se fue de vuelta con los chicos.
—Pueden pasar, pero tú, Clyde, ¡a dos metros de mi hermana!
—Ni la voy a mirar —dijo levantando sus manos.
—Y tú, Tolkien...
—¡¿Yo?! Yo jamás la miraría con perversión como Clyde.
—¡Hey! ¡Yo no soy pervertido!
—¡No! No es eso. Mi abuela es un poco... especial —dijo tomándole el hombro a Tolkien.
—¿A qué te refieres?
—¿Cómo te lo digo? Es... un poquito... racista.
—¿Está armada?
—¿Qué? ¡No!
—Entonces me da igual.
—¿Estás seguro?
—Sí, me da igual.
Ambos entraron, quedándose de pie en la sala.
—¿Subimos o... tenemos que ir a saludar? —preguntó Clyde.
—Lo correcto sería saludar —respondió Tricia, entrando a la sala.
—Tricia, gracias por dejarnos estar aquí hoy. Feliz cumpleaños —dijo Tolkien.
Clyde miró de reojo a Craig y corrió a abrazar a Tricia.
—¡Feliz cumpleaños!
—¡Gracias!
Craig tomó a Clyde de su sudadera, jalándolo de inmediato.
—¡¿Qué te dije?!
—¡Solo la saludaba! Es su cumpleaños, es lo mínimo que se debe hacer.
—Craig, ya estoy grande, deja de cuidarme.
—Acabas de cumplir catorce.
—Y sé cuidarme sola.
—Eso es algo que no voy a discutir contigo, Tricia.
—Como sea. Mi mamá ya habló con ella.
—¿Y qué dijo?
—No le fascina la idea, pero dijo que no diría nada.
—Tolkien, ¿de verdad crees que es buena idea? Quizá es mejor que vengan otro día.
—Tranquilo, no me molesta.
—Si en algún momento te sientes incómodo, solo...
—¡Relájate, Craig! Vamos —dijo dirigiéndose a la cocina.
Craig se apresuró para llegar primero y presentarlos.
—Bueno, mis papás ya los conocen. Abuela, ellos son mis amigos, él es Clyde y él es Tolkien.
La abuela miró con desagrado a Tolkien, quitándose la joyería que llevaba puesta, guardándolo en un bolsillo con cremallera.
Craig miró a su madre con una expresión de molestia, pero esta solo se encogió de hombros, sin saber qué hacer.
Ambos la saludaron y salieron rápido de la cocina para ir a la sala.
—Tolkien, lo siento, no pensé que haría algo así.
—Tranquilo, no es la primera vez, ni será la última.
—Jaja. Y de todos nosotros, él es el que tiene menos necesidad de robar —comentó Clyde.
—Ella es así de desagradable, ¿de verdad quieren pasar toda una tarde con ella?
—A mí me dio miedo su mirada, pero lo soportaré —dijo Clyde.
—Jaja. Hay comida gratis y niñas para acechar, claro que lo vas a soportar —dijo Tolkien.
—¡Te quiero a dos metros de las tres!
—¡Sí, Craig! ¡No soy un depravado! —respondió Clyde, molesto.
—Ya, no te enojes —dijo Craig, rodeándolo con su brazo.
En cuanto llegaron a la habitación, Clyde se apresuró a abrir la puerta primero.
—¡¿Dónde está?!
—Allá.
—¡Nos vemos de nuevo, cajita de mierda! —dijo tomando la caja trampa para intentar abrirla.
—Jajaja. Bien, ¿qué quieren hacer?
—Creo que será una buena oportunidad para uno de tus juegos de nerds —respondió Tolkien
—¿Qué quieren jugar?
—No sé, ¿qué recomiendas? Considerando que no sabemos jugar.
Craig se dirigió a ver sus juegos, hasta decidirse por uno.
—¿Harry Potter: Hogwarts Battle?
—No se oye mal. Bien, juguemos ese.
—Ya voy —dijo Clyde, todavía tratando de abrir la caja.
Craig se sentó en el suelo.
—Yo ordeno la partida para explicarles. Elijan a su héroe, pueden ser Harry, Ron, Hermione o Neville.
—¡Hermione! —dijo Clyde, sentándose junto a Craig, dejando la caja a un lado.
—Yo seré... Ron. —Tolkien se sentó frente a Craig.
—Bien, yo usaré a Neville.
Craig ordenó todo y comenzó su explicación por un largo rato.
—¿Entendieron? —preguntó al finalizar.
—Sí, creo que sí, pero te pregunto mientras jugamos —respondió Tolkien.
—Yo no, pero juguemos.
—Bien, Clyde, comienza tú. Saca una carta de Artes Oscuras.
—Bien. —Clyde sacó la carta—. ¿Y ahora qué?
—Haz lo que dice.
—¿Cómo?
—Dice que pierdes dos vidas.
—¿Ya perdí?
—No, solo dos vidas. Continúa.
Clyde movió su mano sobre el tablero, deteniéndose donde él creía debía continuar y miró a Craig, esperando a que lo guiara.
—No —dijo Craig, negando con su cabeza.
Clyde movió su mano a un lote de cartas.
—No.
—¿Qué hago?
Craig le explicó nuevamente, guiándolo hasta terminar su turno.
Luego de jugar por unos minutos su madre los llamó para bajar a cenar.
Antes de salir, Clyde detuvo a Craig, tomándolo de su ropa.
—Craig, tu abuela me da miedo.
—Jajaja. Además de hablar mierda, esa es su otra habilidad.
—No quiero sentarme cerca de ella. Guárdame un buen lugar, quiero ir al baño, bajo enseguida. —dijo saliendo de la habitación.
Todos bajaron al comedor, notablemente incómodos por la presencia de la desagradable anciana, que se sentó de inmediato, a la espera de que le sirvieran comida.
La abuela se sentó en una de las cabeceras de la mesa.
—Tricia, ven a sentarte a mi lado.
Craig se volteó, simulando estar distraído para que no lo llamara.
—¡Já! —se burló mientras volteaba.
Las amigas de Tricia se sentaron junto a ella. En la otra cabecera sus padres juntos para que hubiera más espacio, luego se sentó Tolkien y Craig, quedando el otro puesto junto a la abuela vacío.
Craig vio la hora y le envió un mensaje a Tweek.
Al llegar Clyde, Craig de inmediato le indicó que se sentara.
—¡Ven, Clyde! ¡Toma asiento! —dijo con un tono afectuoso.
Clyde se sentó mirando de reojo a la abuela, con un poco de miedo.
—¡Te pedí que me guardaras un buen lugar! —susurró a Craig.
—Por abrazar a mi hermana.
—Lo dejaste frente a ella, idiota —susurró Tolkien.
Craig miró a Clyde, que le sonrió a Tricia y luego miró a Tricia, que le respondió de la misma forma.
—Clyde, cámbiame —dijo Craig, jalando la sudadera de Clyde.
—No —alegó sin quitarle la mirada a Tricia.
—¡Maldita sea, Clyde! ¡Cámbiame!
—¡No!
—¡No se maldice en la mesa, Craig! —gritó la abuela, dando un golpe de puño en la mesa.
Luego de servir la comida y acomodarse todos en sus sillas, la abuela cerró sus ojos para dar las gracias.
Ninguno de los presentes era muy religioso, por lo que se quedaron en silencio por respeto, pero no cerraron sus ojos, solo se miraban unos a otros.
Clyde no se dio cuenta de esto y comió un bocado de inmediato. Tricia le dio un golpe bajo la mesa con su pie, este la miró sin comprender, hasta que la abuela comenzó a hablar.
—Señor, te damos las gracias por los alimentos que has puesto hoy en esta mesa...
Clyde miró a la abuela, asustado. Escupió la comida en su mano, buscando con la mirada dónde poder dejarla, pero al percatarse de que ya iba a terminar de dar las gracias, la guardó en el bolsillo de su sudadera.
La abuela terminó de dar las gracias y abrió sus ojos, notando que todos trataban de contener su risa, incluyendo a los padres de Craig. Miró a todos claramente molesta y el padre de Craig cambió rápidamente su expresión a una más seria.
—Mamá, perdón, solo ignoremos a los chicos y comamos.
Clyde apoyó su cabeza en su mano, con el codo sobre la mesa mientras comía, tratando de ocultar que estaba sonrojado por vergüenza.
—¡No se ponen los codos en la mesa, niño! —dijo la abuela, empujando el brazo de Clyde.
Craig se inclinó hacia Tolkien.
—¿Ahora entiendes por qué les dije que mejor otro día?
—Jaja. Sí.
Clyde se acomodó en la silla, con un poco de miedo, comía lentamente y sin levantar la mirada.
Al terminar todos y empezaran a retirarse de la mesa, Clyde sacó la comida de su bolsillo, poniéndola en su plato para botarla, pero antes de levantarse para retirarlo, la abuela miró enojada, negando con su cabeza.
—¡No se deja comida! ¡Los niños de África no tienen qué comer! —dijo dirigiendo su mirada a Tolkien.
—Yo no soy de África —murmuró Tolkien, simulando lloriquear.
Craig, Tricia y sus amigas no pudieron contener su risa.
—¡Perdón! No quería reírme.
—No te preocupes, no me molesta que me digan negro o que bromeen con eso, pero hay formas más agradables de hacerlo. —insinuó, mirando a la abuela, pero esta lo ignoró, apartando su mirada hacia Clyde.
Clyde miró la comida cubierta con pelusas y mugre y luego miró a Craig, pidiendo ayuda con su mirada.
—¡Todo, Clyde! ¡Piensa en los niños de África!
—Qué hijo de puta, Craig —murmuró.
—¡Anda, Clyde, cómetelo!
Clyde miró la comida nuevamente, respiró profundo, se la comió de un solo bocado y la tragó, cerrando sus ojos con fuerza.
—¿Cómo va a hacer tanto alboroto por un poco de comida?
—Ya se lo comió. Ya déjalo —intervino Tricia.
—En mis tiempos los hombres se alimentaban bien, por eso son así ahora.
—Mamá, ven a la cocina, deja a los chicos en paz —regañó el padre de Craig.
—¡Todos estos hombres que son homosexuales deben ir a la iglesia! ¡Deben buscar a dios para que los cure de su enfermedad! —comentó de camino a la cocina.
Clyde miró a Craig, indignado.
—¿Se refería a mí? ¿Me dijo gay?
—Sí. Jajaja.
Tolkien se inclinó a susurrarle a Craig.
—Además de racista, desagradable y religiosa, ¿es homofóbica?
—Sí, por eso la vemos solo para los cumpleaños. Ya nadie la soporta en la familia.
—Vamos a tu habitación, por favor —suplicó Clyde.
—Que entre a la cocina y corremos.
En cuanto la anciana entró a la cocina, todos iniciaron una carrera en la escalera, riendo y empujándose unos a otros para llegar rápido. Tricia se fue con sus amigas a su habitación y Craig con los chicos a la suya.
—¿Seguimos? —preguntó Craig.
—Sí, sigamos —respondió Tolkien.
—¿A quién le tocaba?
—A Clyde.
—¿Cómo era?
—¡Ash! ¿Otra vez? Saca una carta de Artes Oscuras...
Mientras jugaban, sintieron un sonido en la ventana.
—¿Qué fue eso? —preguntó Clyde.
—Se escuchó como una piedra. Iré a ver.
—¡No, Craig! ¡¿Y si son extraterrestres?!
—Jajaja. Claro, viajaron miles de años luz para venir a ver cómo jugamos.
Craig se puso de pie, pero Clyde le sostuvo la pierna.
—¡Craig! ¡No vayas!
—¡No seas gallina, Clyde!
Craig se asomó por la ventana, pero no vio a nadie. Luego de unos minutos volvieron a escuchar el sonido en la ventana, pero al asomarse no lograba ver el origen de esto.
—Deben ser niños molestando —comentó Tolkien.
—Sí, sigamos. ¿Entendiste ahora, Clyde?
Clyde miró a Craig, sin responder, con una sonrisa incómoda.
—¿Qué no entiendes?
—La carta del Giratiempo.
Craig y Tolkien intentaban explicarle, pero fueron interrumpidos nuevamente por el sonido.
Trataron de ignorarlo, pero este continuaba.
Craig se acercó a la ventana ya un poco molesto, notó a alguien frente a su casa, este movía sus brazos para llamar su atención. Al mirar bien, se dio cuenta de que era Tweek.
Con disimulo, miró a los chicos, estos conversaban mientras Tolkien trataba de continuar explicándole a Clyde.
Se cubrió con la cortina y abrió la ventana, haciéndole una señal a Tweek para indicarle que no hiciera ruido. Tweek asintió con la cabeza y recogió un cartel que tenía en el suelo, lo levantó con ambos brazos para que Craig lo leyera, en este decía: "¡Gané!".
Craig sonrió, mostrándole ambos pulgares.
Tweek recogió un segundo cartel en el que decía: "Escápate a mi casa más tarde".
Craig asintió con la cabeza y Tweek recogió otro cartel que decía: "Te quiero...".
Ante esto, Craig no supo qué responder.
De inmediato, recogió otro donde decía: "...Manosear".
Tweek rio recogiendo los carteles, le lanzó un beso con su mano y corrió a su casa.
Craig trató de contener su risa mientras cerraba la ventana para volver con los chicos.
—"Mierda, como me encanta. Jamás pensé conocer a alguien así" —pensaba Craig, riendo, sentándose en el suelo.
—¿Qué era que vuelves tan feliz? —preguntó Clyde.
—Un niño que lanzaba piedras, pero se escapó. Jaja.
Craig pensó en una excusa para pedirle a los chicos que se fueran y poder escaparse en cuanto pudiera.
—Bien, yo me rindo, no vamos a terminar nunca este juego —se quejó Craig.
—¡Perdón!
—Jaja. No importa, de todas formas, creo que ya necesito dormir.
—¿Tan temprano?
—Sí, me muero de sueño.
—Soportar a semejante abuela un día entero agotaría a cualquiera —comentó Tolkien.
—Jajaja. Sí, llevo horas soportando a la vieja.
—Vamos, Clyde, en tu casa bebemos una cerveza.
—Ah, no, no. También... tengo un poco de sueño.
—¡¿Qué clase de amigos son ustedes?!
—Jaja. Bien, pero solo una.
Craig bajó a dejar a los chicos y estos se fueron a casa.
Se quedó recostado en el sofá, a la espera de que la abuela se fuera, hasta que golpearon la puerta.
Al abrir, se encontraba Kenny, apoyado en el umbral.
—¡Vaya! ¡A quien tenemos aquí!
—Vete de mi casa.
Craig cerró la puerta, pero Kenny la detuvo poniendo su pie, por lo que Craig la abrió nuevamente.
—Kenny, vete de mi casa.
—¡Tranquilo! No vengo a verte a ti —dijo posando su dedo sobre el pecho de Craig, para luego deslizarlo hasta su estómago—. Aunque si tú quieres...
Craig quitó la mano de Kenny de un golpe.
—No, gracias. Quita tu pie.
—Te lo pierdes. Oh, ya veo... Eres virgen, ¿verdad? Por eso no sabes reconocer dónde está lo bueno. Aunque no pensé que Tweek fuera tan lento. Lástima por ti. —Kenny quitó su pie—. Vengo a buscar a mi hermana.
—¿Cuál es tu hermana?
—Karen.
—Bien.
—¿No me vas a dejar entrar?
Craig cerró la puerta de inmediato y le gritó a Tricia para que bajaran.
En cuanto Craig abrió la puerta nuevamente, Kenny puso su pie.
—Que maleducado eres, Craig.
—Sí.
—¿Está Tweek?
—Eso no te importa.
Las niñas bajaron corriendo.
—Aquí está tu hermana, ya vete.
—¡Kenny! Déjame un rato más, por favor —suplicó Karen.
—No sé. ¿Qué dices, Craig? Quizá podríamos esperar a las niñas en tu habitación.
Craig lo miró con una expresión seria, sin responder.
—¡Un rato más! ¡Por favor!
—Karen, creo que deberían preguntarle al padre de Tricia. Craig no es el hombre de la casa. ¿No es así, Craig?
Tricia notó la tensión entre ambos y decidió intervenir.
—Karen, mejor vengan otro día. Le preguntaré a mamá y pueden venir por más tiempo.
—Está bien. Kenny, mi mamá dijo que lleváramos a Allison a casa.
—Claro, vamos. Adiós, Craig, parece que me verás seguido por aquí.
Craig cerró la puerta de inmediato, sentándose en el sofá, molesto.
—¿No te llevas bien con él? —preguntó Tricia.
—No. Y no te quiero en su casa. Nunca.
—No, Karen me dijo que su mamá es alcohólica y su papá además de eso es drogadicto, por eso nadie va.
El padre de Craig se preparaba para ir a dejar a la abuela a su casa.
La abuela se despidió de ambos, abrazándolos.
—¡Craig! Deberías elegir mejor a tus amigos, el homosexual y el negro ese, no son buena influencia para ti.
—Jaja. No, ya son mis amigos.
—¡Llévalo a la iglesia! Que busque a dios.
—Bien, lo llevaré. ¡Adiós!
—¡Laura! Cómprale un vestido a Tricia, no debería andar por ahí vestida así.
—Claro. Mañana mismo iré. ¡Adiós!
La abuela salió, al cerrar la puerta los tres respiraron aliviados.
—¡Por fin! —gritó Tricia.
—¡Baja la voz! ¡Todavía podría escucharte! —regañó su madre.
—¿Cuándo la van a llevar a un asilo? O no sé, al cementerio.
—Jaja. Que tu padre no te escuche diciendo algo así. Es su madre, no podemos hacer nada.
—Bueno, no la veremos hasta enero, en el cumpleaños de Craig.
—Qué bueno que falta muchísimo —comentó Craig.
—Bueno, yo estoy cansada. Me retiro a mi habitación a dormir —dijo Tricia.
—Ah, sí, yo también. Hasta mañana.
—Adiós, duerman bien.
Ambos subieron a sus habitaciones.
Craig esperó a que todos durmieran, bajó procurando no hacer ruido, dirigiéndose a un pequeño estudio, donde su padre trabajaba a veces.
—"Jamás pensé escaparme por un chico y menos para ir a... Esto se pone cada vez más intenso y cada vez me cuesta más controlarme. No sé cuánto más pueda... Creo que sí debo ir a la iglesia". —pensaba Craig, durante el camino, riendo en silencio.
Al llegar, salió por la ventana, cerrándola lentamente. Cuando se volteó, se encontraba Tricia, de brazos cruzados.
—¡Mierda, Engendro! ¡Me asustaste!
—¿Adónde vas?
—¿Qué haces aquí?
—Yo pregunté primero.
—Voy... a la iglesia.
—¿A la iglesia?
—Sí. ¿Qué haces aquí?
—Fui... a la iglesia.
Ambos se miraron entrecerrando sus ojos.
—No diré nada si no dices nada —propuso Tricia.
—Tú eres muy pequeña para andarte escapando.
—¿Le preguntamos a papá quién de los dos puede escaparse?
Craig se cruzó de brazos, mirándola molesto.
—Craig, no lo hagas más difícil. Podría llamar a papá ahora y decirle que te vi saliendo por la ventana mientras sacaba la basura.
—¿Ah sí? ¿Y la basura?
—Ahí —Tricia señaló una bolsa de basura junto a la ventana.
Craig se volteó, comprobando que estaba ahí.
—Para escaparte debes dejar preparada una coartada, idiota.
—¡Bien! ¡Entra de una vez!
Tricia sonrió de forma burlesca y entró por la ventana.
—Engendro de mierda, no está en edad de escaparse —regañaba Craig de camino a casa de Tweek.
Al llegar, Craig escaló el árbol y golpeó la ventana. Tweek la abrió de inmediato y lo jaló hacia adentro, dejándolo caer al suelo, le dio la vuelta, se montó sobre él y comenzó a besarlo de inmediato.
Craig lo detuvo mientras sobaba su cabeza.
—¡Tranquilo! ¡Me dolió!
—¡Perdón! —dijo abrazándolo—. ¿Estás sangrando?
—No.
—Entonces no veo el problema.
Tweek continuó besando su cuello, llegando hasta su clavícula, lugar donde disfruta escuchar cuando el ritmo de la respiración de Craig se agita poco a poco. Este es el momento que Tweek espera para detenerse, manteniendo su promesa.
—Bien, hasta aquí, tranquilo, dije que no te iba a presionar —dijo poniéndose de pie, recostándose sobre su cama.
—Lo siento, pero realmente siento que no puedo aún.
—No importa, no importa —dijo tomando un vaso con agua de su velador.
Craig se levantó del suelo, para acostarse junto a Tweek.
—¿Sabes, Craig? Hay algo que me pregunto hace días... ¿Ya no te doy asco?
—Jaja. Te dije que no era asco.
—Bueno, sabes a lo que me refiero.
—No, ya no me pongo tan nervioso, me siento un poco más calmado. Mi cabeza sigue siendo un desastre, pero creo que ya lo manejo mejor.
—Que bueno. De todas formas, a veces me gustaba verte así de nervioso, era adorable. Es algo que voy a extrañar. Una vez me percaté de que me mirabas en el receso, te volteaste de inmediato en cuanto te miré y te vi hacer una arcada. Jajaja. No te lo comenté para no empeorar la situación, pero fue tan adorable, nunca me imaginé sentirme así de conmovido por ver a alguien al borde del vómito por tan solo mirarme.
—Bueno, me alegra saber que gozabas mi sufrimiento.
—Jaja. No sabes cuanto... ¿Qué tal tu día?
—¡Horrible! Mi abuela fue a casa y después apareció el idiota de Kenny.
—¿Kenny? ¿Y qué hacía en tu casa?
—Una de las amigas de Tricia era su hermana y fue a buscarla.
—Si se atreve a tan solo tocarte, avísame.
—Jaja. No necesitas ser mi guardaespaldas.
—Puedo ser todo lo que quieras.
—Un chico que no se mete en problemas en la escuela sería una excelente opción.
—Hmm... No, no creo.
—Jajaja. ¿Qué tal estuvo la lucha?
—¡Fue increíble! ¡Luché contra Batman y lo inmovilicé con una llave que me enseñó Noah!
—Jamás pensé escuchar a alguien decir que peleó contra Batman. — Craig lo abrazó y Tweek se acurrucó junto a él—. ¿No estás cansado?
—Un poco, pero esta vez fue una lucha fácil. Eran luchas en pareja y como Noah está suspendido por un mes, luché junto a Bo, así que tenía la ventaja sobre todos los demás, cuando vayas lo vas a ver y vas a entender la razón.
—¿Ya sabes cuándo será la siguiente?
—El próximo sábado.
—Ahí estaré.
—Le diré a Francis y Jason para que vayas con ellos.
—Sí, luego nos organizamos.
—Lo hablamos en la escuela, estoy sin celular.
—¿Por qué?
—Mi mamá me lo quitó. Estaba enojada porque me pidió que lavara la loza, pero no escuché lo que me dijo y solo respondí que sí, se enojó y se acordó del castigo de la alarma de incendios, mezcló todo y terminé castigado. Jaja.
—Pero la directora no sabe que fuiste tú.
—No, pero se enojó porque soy uno de los sospechosos. Ese castigo será eterno.
—¿Hasta cuándo crees que lo mantengan?
—Ni idea.
—¿A Tricia no la castigaron o algo así?
—No, no han podido contactar a nuestros padres, Tricia es bastante lista. Da un número de teléfono que nadie va a contestar.
—¿Y cómo?
—Donde vivíamos antes había un anciano que vivía solo y sus hijos jamás lo visitaban, pero pagaban todos sus gastos. Nosotros solíamos jugar en su patio cuando éramos más pequeños. Cuando mi mamá necesitaba salir nos dejaba al cuidado de él. Falleció hace unos años, pero al parecer sus hijos nunca se enteraron, el teléfono nunca dejó de funcionar, a veces lo escuchábamos sonar, así que cuando se metía en problemas, daba ese número.
—¿Y tú no?
—No, nunca me he metido en problemas.
—¡¿Nunca?!
—No, ella es la revoltosa y yo soy el que la cuida y ayuda a salir de sus desastres, pero esta vez no sé cómo ayudarla. —Craig sonrió—. Y por lo que veo, ahora tengo a otro revoltoso que cuidar.
—Jaja. Pues no necesito un niñero.
—A mí me parece que sí.
Craig se dio cuenta de que Tweek comenzaba a quedarse dormido.
—Sí estás cansado, prefiero que duermas.
—No, no, estoy bien.
—Solo un rato más.
—No, no tengo sueño.
—Jaja. ¿Hasta cuándo vas a estar sin celular?
—No sé, pero mi papá siempre me salva y la convence para que me levante los castigos, yo creo que será pronto.
—¿Por eso fuiste a lanzar piedras?
—Jaja. Sí, no sabía cómo decirte que vinieras, fue lo único que se me ocurrió.
—¿Y por qué lanzaste tantas veces?
—Por si estabas con Clyde o Tolkien, quería asegurarme de que te asomaras solo.
Ambos se quedaron en silencio, hasta que Tweek se quedó dormido en los brazos de Craig mientras acariciaba su cabello, pero Tweek despertó de un sobresalto.
—¡Ándate! —gritó sentándose en la cama, mirando hacia la ventana.
Craig miró asustado hacia la ventana, pero no logró ver nada extraño.
Tweek se acostó, manteniendo su vista en la ventana, apoyando su cabeza sobre el pecho de Craig.
—¿Qué estabas soñando?
—Siempre sueño lo mismo, con un hombre vestido con abrigo largo y tiene la cabeza cubierta con su capucha, por lo que no logro verle el rostro. Entra a mi habitación por la ventana y me dice: "Busca a Kevin", pero no conozco a ningún Kevin. Llevo casi un año con el mismo sueño. Aunque, a veces se siente tan real, la primera vez llamé a la policía.
—Quizá sí lo conoces y no lo recuerdas.
—No, ya le pregunté a toda mi familia y amigos.
—¿Nunca ha intentado atacarte o algo así?
—No, solo se queda de pie y repite lo mismo una y otra vez, pero de todas formas me da miedo, lo sueño con mucha frecuencia.
—Casi todos tenemos un sueño frecuente, es algo común.
—¿Cuál es el tuyo?
—Siempre sueño que viene un monstruo a matar a mis padres, pero solo lo escucho, luego de matarlos, entra a mi habitación, arrastrando a Tricia mientras ella se desangra y me suplica que la ayude, pero le tengo tanto miedo que no soy capaz de acercarme. Cuando entra, me observa, como si lo hiciera solo para asustarme y cuando se lanza sobre mí para atraparme, despierto.
—Que miedo.
—Sí, lo tengo desde niño.
—¿Y en tu caso no tiene alguna razón?
—Ah... No. Deberías dormir, te escuchas cansado.
—Sí, ya no lo aguanto, lo siento.
—No te preocupes, sé que estás haciendo el esfuerzo por mantenerte despierto.
Tweek se acomodó nuevamente, durmiéndose al instante.
Craig esperó a que Tweek se durmiera profundo, lo arropó y se fue a casa.
Luego de lograr llegar a su habitación sin ser descubierto, se acostó de inmediato, pero Tricia entró a su habitación.
—¡Golpea la maldita puerta!
—Craig, llevo un buen rato pensando... ya pasaron varios días. ¿Por qué aún no me sacas del castigo?
—Pensaré en algo, ya vete.
—¿Por qué esta vez tardas tanto?
—Porque estoy pensando en la forma de sacarlos a todos, no solo a ti.
—¿Por qué quieres sacar a los demás también?
—Demasiados "por qué". Ya vete.
Tricia lo miró entrecerrando sus ojos.
—Algo ocultas, Craig. Andas raro.
—No oculto nada. Ya vete.
Tricia salió de la habitación, mirando fijamente a Craig mientras cerraba la puerta.
—Lo voy a descubrir —advirtió antes de cerrarla.
Chapter 10: ¡Silenzio Bruno!
Chapter Text
Durante el receso, Craig observaba a Tricia mientras Tolkien conversaba con Clyde, sin prestarles atención, hasta que se decidió e interrumpió la conversación.
—¿Pueden ayudarme? —preguntó Craig.
—¿A qué? —preguntó Clyde.
—Voy a sacar a Tricia del castigo.
—¿Y cómo?
—Le haré una señal para que finja un desmayo, cuando lo haga, voy a llamar a mi papá y cuando llame, necesito que exageren la situación.
—¿Exagerarla cómo? —preguntó Tolkien.
—No sé, hagan comentarios como: "Creo que se pegó en la cabeza" o cosas así.
—Bien.
Craig le hizo una señal a Tricia para que lo mirara, le indicó con su mano que subiría al segundo piso de la escuela, Tricia lo siguió con la mirada y desde arriba le hizo las señales para que Tricia comprendiera, otros chicos también se percataron de esto.
—¿Qué va a hacer tu noviecito? —preguntó Damien a Tweek.
—¿De qué hablas?
—Allá arriba, parece estar hablando con su hermana.
Ambos lo miraban atentamente junto a los otros.
Luego de que Tricia comprendiera, Craig dirigió su mirada a Tweek y le sonrió.
—No sé qué está haciendo —susurró Tweek a Damien.
Craig contó con sus manos hasta tres, momento en el que Tricia tomó su cabeza y se dirigió al profesor, indicándole que se sentía mal y fingiendo el desmayo, mientras esta se encontraba en el suelo, Craig llamó a su padre.
—¡Papá! ¡Tricia se desmayó!
—¡Parece que se golpeó la cabeza! —gritó Clyde.
—¡Llevan muchos días de castigo! —dijo Tolkien.
—¡Papá, ven rápido a la escuela! ¡Creo que no está bien!
—¡Oh, no! ¡Está sangrando! ¡Se le abrió la cabez...! —Clyde fue interrumpido por Tolkien, que le dio un golpe en la cabeza.
—¡No tanto! —susurró Tolkien.
—¡Apúrate! —Craig cortó la llamada.
—¡No tenías que pegarme, Tolkien!
—¡Siempre exageras todo!
Craig se puso en medio de ambos, rodeando a cada uno con un brazo.
—Eso fue perfecto, mi papá se preocupó más.
—¡¿Lo ves?! —gritó devolviéndole el golpe a Tolkien.
Craig se apoyó en la baranda del pasillo, a ver que todo saliera bien con Tricia. Cuando supuso que su padre ya vendría en camino, bajó rápido, simulando estar preocupado y quedándose junto a ella. No pasó mucho tiempo para que llegara su padre, este entró a la escuela, furioso, con el ceño fruncido.
—¡Tu suegrito, Tweek! —comentó Damien.
—Jajaja. Ya deja eso, alguien te puede escuchar.
—¿Oye y no te da miedo? De solo verlo siento que nos va a pegar a todos.
—La verdad... Creo que ya lo había visto antes, en el café, pero no sabía que era su papá. ¿Cómo sabías que era él?
—Lo supuse. Mira como con odio, igual que la "Chucky".
—Eso me lo perdí, ¿por qué la apodaron así?
—Es pequeña, su cabello tiene un color similar y dicen que un niño la molestaba y golpeaba, hasta que ella se cansó y lo golpeó con una silla. Desde ese día que ella invirtió la situación con el niño, ahora ella lo molesta y lo golpea.
—Bueno, ese niño se lo ganó —dijo encogiéndose de hombros.
Craig se puso de pie para hacerle señas a su padre.
Tricia fingía ya haber despertado, sintiéndose muy mal.
—¿Qué pasó, Craig? —preguntó agachándose a ver a Tricia.
El profesor se acercó a hablarle.
—Señor...
—¡No estoy hablando con usted! —gritó alterado.
—No quería decirte, pero está castigada hace una semana, la tienen de pie, al sol, todo el día.
—¿Y por qué mierda no dijeron nada?
—Porque pensé... que te ibas a... enojar —respondió Tricia con voz quejumbrosa.
—¿Y qué hiciste?
—Nada.
El padre de Craig alzó su cabeza, mirando a los demás chicos castigados.
—¿Por qué los tienen aquí, Craig?
—Alguien en la escuela activó la alarma de incendios y castigaron a alumnos al azar, hasta que alguno confiese quién fue, esto fue totalmente arbitrario.
El padre de Tricia se puso de pie, dirigiéndose al profesor.
—¿Dónde está la oficina de la directora?
El profesor le apuntó la entrada, mientras ayudaba a Tricia a ponerse de pie para llevarla a la enfermería.
El timbre del final del receso sonó y los chicos volvieron al salón de clases.
—¿Qué crees que va a hacer tu papá? —preguntó Tolkien.
—Mi papá es explosivo, nadie puede tocar a su "princesa", así que cuento con que va a armar tremendo escándalo.
—¿Ya lo ha hecho antes?
—Sí. Una vez, una profesora me golpeó con una regla en las manos, porque pedí permiso para ir al baño y él armó tal escándalo que la despidieron de esa escuela.
—Que cruel.
—Sí... cruel.
En el castigo, Tricia se encontraba en la enfermería, en tanto, el resto continuaba formado.
—Jaja. Puede ser —murmuró Damien.
—¿Qué? —preguntó Tweek, volteándose.
—Nada, pensé en voz alta.
—Jaja. Había olvidado que hablas solo.
—No hablo solo, pienso en voz alta, a veces no me doy cuenta.
—Claro —dijo volteándose mientras reía.
—¿Sabes por qué no vino Kenny?
—No, pero, ¿sabes si volvió con Butters? Tampoco vino, de nuevo.
—No sé, pero ayer los vi bebiendo en un parque.
—Pobre, a pesar de todo, me da lástima por él.
—Yo escuché que ya tiene las advertencias suficientes para que se lo lleven a la correccional.
—Pero eso no va a pasar si no hace las denuncias, soporta demasiado.
—Tweek, por tu bien, mejor no te involucres ahí.
—No quiero involucrarme, solo me preocupa un poco, es todo.
—¿Crees que no vino por su culpa?
—No sé, pero no me sorprendería que pasara otra vez.
—Bueno, si él lo soporta, no veo por qué debería preocuparte.
—Aquí el que no tiene sentimientos eres tú, no yo.
—Sí tengo, solo no los comparto con cualquiera.
—Supongo que eso fue lo que me atraía de ti, siempre fuiste un misterio, pero no habría pasado de haber notado que estás loquito y hablas con amigos imaginarios.
—Jaja. No son imaginarios.
Ambos detuvieron su conversación, interrumpidos por un portazo que dio el padre de Craig al salir de la oficina de la directora, llamó a Tricia y esta se asomó de inmediato desde la enfermería.
—¡Nos vamos! —dijo tomando la mano de Tricia y jalándola hasta la salida.
—Pero... mi mochila.
—¡Luego la lleva Craig!
La directora salió en ese momento, dirigiéndose a los alumnos.
—Lo que pasó con la alarma de incendios, espero que no se vuelva a repetir. Confío que esto haya servido de lección para ustedes. Pueden retirarse a sus salones.
Al llegar al salón de clases, Tweek iba a golpear, pero Damien abrió la puerta de golpe, entrando directo a su asiento.
—¡Señor Thorn, debe golpear y pedir permiso para entrar!
—Sí, sí —dijo desinteresado, sentándose.
Tweek entró al salón, le sonrió a Craig y se fue a su asiento.
—¿Qué pasó? —preguntó Jason.
—No sé, pero se acabó por fin.
—Te salvaste —dijo Francis.
—A ver cuánto duras.
Tweek miró a Jason con una expresión de desagrado.
—Que insolencia la tuya, Jason, solo por eso no los voy a llevar.
—¡¿A dónde?! —preguntó Francis, emocionado.
—¡Señor Snacky! —gritó el profesor.
—Perdón.
—Ahora, a ningún lugar.
—Ni quería ir —dijo Jason volteándose.
—De todas formas, no vas a ir.
—¿A dónde? —preguntó Francis, moviendo el brazo de Tweek.
—Me dieron el primer pago de las luchas, ya saben lo que eso significa.
—¡¿Compras innecesarias?! —preguntó Jason, volteándose.
—¡Señor Snacky! —gritó el profesor.
—¡Estoy callado!
—Podríamos ir este fin de semana y beber, extraño beber con ustedes.
—Sí, ¿por qué ya no te juntas con nosotros afuera de la escuela?
—Solo no he tenido ganas de salir, además están ocupados con su serie de mierda.
—Lávate el hocico antes de hablar así de esa serie —regañó Jason.
—Jaja. Pero si no la has visto —dijo Francis.
—Ni la voy a ver.
En ese momento el profesor se acercó a los chicos, dando un golpe en la mesa de Jason.
—¿Interrumpo en su conversación?
Ambos se voltearon, tratando de evitar el castigo.
Tweek apoyó su cabeza en su mano, observando a Craig, este parecía enojado mientras hacía su tarea, tenía la mano sobre su nuca y se golpeaba levemente con el dedo índice mientras escribía, mantenía su ceño fruncido, a ratos se volteaba a ver a Tweek y movía su pie.
—"Aunque le digo lo contrario, se ve tan lindo con el ceño fruncido —pensaba Tweek—. Me gusta que no deje de mirarme, se siente como si deseara lanzarse sobre mí y lucha con todas sus fuerzas para no hacerlo. Cuando estamos solos es tan diferente. Tengo hambre, hambre y sueño. Esta clase de mierda me aburre tanto. Mírame, Craig, mírame, mírame, poderes mentales funcionen, mírame, mírame, mírame. ¡Já! ¡Funcionó! Deséame, deséame..."
Tweek no pudo evitar soltar una pequeña carcajada por lo que había pensado, miró por la ventana y se quedó observando un gato que perseguía una pequeña mariposa.
En cuanto sonó el timbre del receso, Craig le pidió a los chicos salir rápido.
Craig se sentó en el suelo del pasillo, con su mano le pidió a los chicos que se sentaran frente a él.
—¿Puedo hablar con ustedes? De... un tema quizá un poco... incómodo.
—Claro —respondió Tolkien sentándose.
—Clyde, quiero que tengas la mente abierta.
—¿Sí? —respondió confuso, sentándose junto a Tolkien.
—Pues... Tengo un amigo...
—¿Qué amigo? ¿Cómo se llama?
—Eso da igual, Clyde. Bueno, mi amigo... mi amigo cree que se enamoró de alguien.
—Oh, ya veo a dónde va esto. —respondió Tolkien, sonriendo.
—Bueno, mi amigo cree que se enamoró, pero nunca lo ha experimentado, entonces no sé si... digo, no sabe si es lo que siente. ¿Alguno se ha enamorado alguna vez?
—Pues, yo llevo muchísimo tiempo con Nichole y sí creo estarlo. ¿Cómo describirías lo que sientes?
—No, no soy yo, es un amigo.
—Ah, claro, cierto. ¿Cómo lo describiría tu amigo?
—Momento —interrumpió Clyde—. ¿Ya fornicaron? Puede ser solo calentura. Después de hacerlo, el "amor" desaparece.
—Eso solo te pasa a ti, Clyde.
—Jaja. No, mi amigo no se atreve aún y él ha sido bastante paciente esperándolo, pero...
—¿Él? ¿Tu amigo es marica? ¿Estás pidiendo consejos para el enano?
—No, no hablo de Tweek, es otro amigo, de... de donde vivía antes.
—Craig, deja de juntarte con maricas, te lo van a pegar.
—Clyde, da igual si su amigo es gay. Recuerda, mente abierta.
—Pero no quiero hablar de maricas.
—¡Mente abierta!
—¡Dios! ¡¿Te llegó tu periodo de nuevo, Tolkien?! ¡Bien!
—¡Solo...! Escuchemos a Craig. —Tolkien dirigió su mirada a Craig—. Hay algo que quiero saber primero. ¿Tu amigo quiere algo serio o solo está experimentando?
—Al principio quería probar, aunque no era la primera vez que probaba, pero creo que me... que se enamoró.
—¿Y qué le hace pensar que es así?
—Porque con otros no se había sentido así. Piensa en él todo el día, no puede evitar sentir celos si otro se le acerca, siente miedo de perderlo porque... pues... como él no se atreve con el sexo, cree que la otra persona se va a aburrir de esperarlo. Aunque cuando está con él, es como si... como si una bestia se apoderara de él, le cuesta cada vez más controlarse y siente que va a explotar de calentura. —Craig comenzó a subir el tono de su voz— ¡Realmente ya no puede más! ¡Tan solo con mirarlo, él se calienta y...!
Tolkien detuvo a Craig, tomando su rodilla.
—¡Craig! Relájate, ya entendí. Ahórrate los detalles innecesarios. A tu amigo solo le falta dar el siguiente paso, supongo que lleva un tiempo pensándolo, pero si los dos sienten esa necesidad cuando están juntos, creo que deberían intentarlo.
—Pero, ellos llevan juntos poco tiempo, eso es lo que a él le da más inseguridad.
—Craig, no es el tiempo, es la persona.
—Pero, ¿y si todo sale mal? ¿Qué pasa si mi amigo ya tuvo una mala experiencia con el sexo y por eso ahora no quiere volver a pasar por lo mismo?
—Las primeras veces nunca salen bien, mi primera vez con Nichole no fue tan mala, pero tampoco fue increíble. Con el tiempo, créeme que será cada vez mejor.
—A ver —interrumpió Clyde—. Primero, que asco, y segundo, que tu amigo quiera tener sexo con este otro... sujeto, no significa que esté necesariamente enamorado, quizá después de sacarse las ganas, ya no quiera verlo más.
—Sí, es una posibilidad, pero según lo que yo creo, —Tolkien tomó el hombro de Craig—, tu amigo está jodido, se enamoró.
—Que vaya, se lo meta y ya, ¿por qué lo piensa tanto? Ni que lo fuera a embarazar.
—Jajaja. No lo diría de esa forma, pero estoy de acuerdo con Clyde. Craig, ¿viste la película Luca?
—Sí, sí la vi.
—Calla esa voz en tu cabeza que te impide hacer lo que quieres. Deja que esa bestia salga. Quizá ya es momento de mandar a Bruno a la mierda. Solo: "Silenzio Bruno".
—¡Sí! Lo está pensando demasiado. ¿Sabes lo que haría yo? A ver, es un hombre, así que... ¡Aah! No puedo creer lo que voy a decir. Bueno, mente abierta. Usaré de ejemplo a Tweek, no, que asco. Francis se ve menos repulsivo de esos tres.
Craig les hizo una señal para que se callaran al ver a Tweek, Jason y Francis que se acercaban mientras iban de camino a comprar.
—¡Yo tomaría a Francis, lo pondría en cuatro y se lo metería hasta desgarrarle los intestinos!
Tolkien le cubrió la boca a Clyde.
—¡¿Y sin lubricante?! —preguntó Jason entre risas.
Clyde se volteó lentamente luego de que Tolkien lo soltara.
—¡No! ¡Escucharon fuera de contexto! —dijo poniéndose de pie.
Francis lo miraba horrorizado.
—Francis, no fue lo que quise decir.
—¡No te me acerques! —gritó dando unos pasos atrás.
—Bien, no lo haré, tranquilo. Francis, escucharon fuera de contexto, yo no te haría algo así, te lo juro, solo te usaba de ejemplo.
—¿Y por qué yo?
—¡No sé!
Craig reía con Tolkien, pero decidió intervenir, poniéndose de pie entre Clyde y Francis.
—Francis, de verdad escuchaste fuera de contexto.
—¿Y cuál sería el contexto?
—Pues... no sé cómo responder a eso, pero créeme, no fue lo que quiso decir.
Clyde apoyó su cabeza en la espalda de Craig.
—¿Lo ves, Craig? Ahora van a pensar que soy marica.
—Craig, ¿de qué hablaban? ¿Por qué Clyde quiere quitarle la pureza al pobre Francis? —preguntó Tweek mientras reía.
Craig tragó saliva, comenzando a sentir náuseas.
—¡Yo les explico! —intervino Tolkien—. Verán, hace unos días, yo estaba viendo porno y me apareció una sugerencia de sexo gay y como nosotros no somos gay, hablábamos de cómo sería, solo por curiosidad, comentábamos cómo lo haría cada uno de nosotros, solo eso. Fue un... un momento de heterocuriosidad, nada más.
—¿Y los tres se lo meten sin piedad a Francis? ¿Tenían una orgía o algo así? —preguntó Jason que continuaba riendo.
—No, no. —Tolkien miró a Clyde y respiró profundo—. Usó a Francis de ejemplo porque... porque yo te usé a ti y Craig a Tweek, por eso.
—¿Qué? ¿A mí? —preguntó Jason, cambiando su expresión por completo.
—¿Y qué dijiste, Craig? ¿Cómo me lo harías? —preguntó Tweek.
—Oh, mierda, voy a vomitar —murmuró Craig, dirigiéndose apresurado al baño.
—¡¿Estás bien?! —gritó Tweek.
Craig le mostró el pulgar por sobre su cabeza mientras se alejaba.
Tweek rio y le tomó el brazo a Francis.
—Ya vámonos, dejemos que sigan fantaseando.
Clyde miró a Francis, avergonzado.
—Francis, de verd...
—¡Cállate, Clyde! No vuelvas siquiera a mirarme en tu vida.
Clyde asintió con la cabeza, bajando la mirada.
Tweek se fue con los chicos, dejando a Tolkien y Clyde solos, que se miraron en silencio para luego dirigirse al salón de clases.
—Francis, vas a cumplir tu fantasía Fudanshi, por fin vas a tener tu romance BL —dijo Jason, riendo.
—¡No quiero un romance BL!
—¡Tú también, Jason! ¡Y con un negro! ¡Que envidia! ¡Te va a atravesar!
Francis puso su mano sobre el hombro de Jason.
—Creo que sí te va a penetrar después de todo.
—¡Oh, cállense! De solo pensarlo siento escalofríos, pero... me pregunto por qué hablaban de eso.
—¿Eso te preguntas, Jason? Había chicos fantaseando con nosotros y te preguntas ¿por qué lo hablaban? en vez de ¿por qué nosotros?
—Jajaja. Ya, solo ignórenlos.
—Claro, para ti es fácil.
—"Luego le pregunto... Ojalá no vomite mucho" —pensó sin poder evitar sonreír.
El timbre del final del receso sonó.
Craig volvió al salón de clases.
—¡¿Ves lo que pasa por hablar mierdas de maricas, Craig?! —gritó Clyde, enojado.
—¡No pensé que nos iban a escuchar! —respondió buscando un Chupa Chups en su mochila.
Clyde se recostó sobre la mesa, remedando a Craig y Tolkien.
—¡Mente abierta! ¡Mente abierta, Clyde! ¡Escuchémoslo, Clyde! ¡Mi amigo se enamoró como los maricas! ¡Silenzio Bruno! Par de... imbéciles —regañaba, evitando mirarlos.
—Ya, perdón —dijo ofreciéndole un Chupa Chups.
Tolkien se volteó mientras reía.
—Clyde, ¿por qué te enojas conmigo? Me sacrifiqué para que no pensaran mal solo de ti. De todas formas, te pedimos mente abierta, no que te pusieras creativo.
—¡Ya cállense! ¡Y no quiero tus dulces de mierda, Craig!
Tweek, Francis y Jason entraron al salón de clases, ambos evitando mirar a los chicos.
Tweek miró a Craig y no pudo evitar reír al ver lo incómodo que estaban todos, pero de todas formas se acercó.
—¿Me das uno, Craig?
Craig le entregó un Chupa Chups, evitando mirarlo.
—¿Ya estás mejor? ¿Te sientes bien?
—Sí.
—Oye, Clyde, a Francis le gusta el romance —susurró Tweek antes de ir a su asiento.
—¡¿Lo ves, Craig?! ¡¿Ves lo que haces?!
—Jaja. ¡Perdón!
—Ojalá estuviera Jimmy aquí. Él nunca me habría hecho preguntas estúpidas como tú.
—¡Pues lamento no ser tu amigo Jimmy! ¡Si quieres desocupo su asiento y ya!
—¡Haz lo que quieras!
Tolkien se cubrió la boca, para evitar que Clyde se enojara más.
—¿¡Y tú de qué mierda te ríes?! ¡Jason también piensa que fantaseabas con él!
—Mi masculinidad no es tan frágil, que piense lo que quiera.
—¡Váyanse a la mierda! —dijo volteándose.
Tolkien miró a Craig mientras reía y se volteó.
—"Tweek me va a preguntar" —pensó Craig, apoyando su cabeza sobre la mesa.
El profesor entró al salón, comenzando la clase de inmediato.
Tweek, Jason y Francis se mantenían en silencio. Francis pensaba en lo que había pasado, hasta que se dio cuenta y se volteó a hablarle a Tweek.
—Oye, Tweek, ¿escuchaste bien lo que dijo Tolkien?
—¿Que le va a dar a Jason como a botón de ascensor en película de terror?
Jason le mostró el dedo medio hacia atrás.
—Jaja. No. Tolkien dijo que Craig había fantaseado contigo.
—Ah, sí, sí escuché.
—Y es tan obvio que te gusta.
—Aah, no... Aquí vamos de nuevo.
—Pero si te gusta, reconócelo.
—Sí, quizá me gusta un poco.
—¿Por qué no vuelves a intentarlo?
—No, deja todo así.
—Pero yo quiero verlos juntos.
—¿Por qué?
—¡Porque sí!
Jason se volteó de inmediato.
—Porque así puede pensar en ustedes y tener material para pajearse por las noches.
—Jaja. No, Francis, deja todo así.
—Tweek, te gusta y no solo un poco.
Tweek continuó con su tarea, ignorándolo, Francis le dio un golpe en la frente y ambos se voltearon.
Craig le lanzó un papel arrugado a Tweek, en este decía: "Perdón por lo del receso, pero por favor no me hagas preguntas, solo eso te pido". Tweek le escribió en la misma hoja: "Tranquilo, vi lo nervioso que estabas, esperaré para ver cómo me lo vas a hacer".
Craig al leer la hoja se volteó a ver a Tweek y le sonrió, ya más tranquilo, Tweek le sonrió y se mordió el labio.
—¡Lo sabía! —Francis se puso de pie, emocionado.
—¡Señor Snacky! —regañó el profesor.
—Perdón, perdón.
—¿De qué hablas? —preguntó Jason.
—Ya están juntos. Tweek le lanzó una nota a Craig, él le sonrió y Tweek puso su cara de "cógeme aquí mismo".
—¡¿Qué?! ¡Yo no hice eso!
—¡¿Y lo negabas, baboso?!
—¡Silencio los tres!
—¡Ya cállense! ¡No quiero más castigos! —susurró Tweek.
Ambos se voltearon, pero no pasó mucho tiempo para que Francis se volteara nuevamente.
—¿Por qué lo estabas ocultando? —susurró.
—No oculto nada —respondió mientras escribía.
—¿No confías en nosotros?
—No es por eso.
—¿Entonces es verdad? —preguntó Jason, volteándose.
—¡No!
—Acabas de delatarte solo.
—No. Luego hablamos.
Francis le arrebató el lápiz a Tweek.
—¿Por qué no nos quieres decir?
Tweek buscó otro lápiz para continuar, pero Francis también se lo arrebató.
—Ustedes saben que los quiero muchísimo, pero... después hablamos.
—Tweek, me conoces hace... Hmm... ¿Once o doce años? ¿Te parece que soy capaz de esperar hasta la salida?
—¡Ash! Ya qué. Sí, es verdad, pero...
—¡¿Sí?!
—¡Baja la maldita voz! —susurró Jason.
—Pero no pueden decirle a nadie.
—Igual nadie más nos habla. —Francis se encogió de hombros.
—Sí, tienes razón. Jaja. Bueno, el día que Francis me dijo que me quedara en el salón empezó todo, pero después de mi primera lucha, él fue a mi casa y mis padres me habían dejado solo por unos días, les iba a decir para que fueran, pero, él llegó... Y bueno, desde ese día que estamos como "juntos", pero él mi pidió que lo mantuviéramos en secreto.
—¿Por qué? —preguntó Francis.
—Él no admite que es gay y no quiere hacerlo aún.
—¿Pero no te molesta? —preguntó Jason.
—Un poco, sí, pero le daré tiempo, ya lo aceptará.
—Bueno, me alegro por ti, ya puedo estar en paz —dijo Francis.
—Yo no, no me agrada que se avergüence de andar por ahí contigo.
—No es eso, es solo que no lo admite, para algunos es más difícil.
—Si tú lo dices... Pero no me agrada que te traten así.
—No, no, él me trata increíble, es otra persona conmigo.
—En fin, lo voy a tolerar, pero si te veo sufriendo, lo golpeo.
—Ay no te enojes, si no es como piensas... Pero bueno, adivinen...
—¿Ya lo hicieron? —preguntó Francis.
—Jaja. No, no, hablaba de otra cosa... El sábado tengo Lucha Platino.
—Ahí estaremos —dijo Jason.
—Lo sé, pero, ¿les molestaría ir con Craig? Quiere ir a esta lucha y ya le dije que sí.
—Por mí no hay problema —dijo Francis.
—Que vaya, a ver si deja de sentir vergüenza de andar contigo.
—Jason, no es eso, de verdad. No te enojes.
—Si quieres que te traten así es tu problema, no le diré nada —dijo volteándose, molesto.
Tweek se inclinó hacia Jason, tomando su hombro.
—De verdad me gusta, le daré el tiempo que necesite, no me trata mal, te lo prometo.
—Yo tengo una pequeña duda, Tweek —dijo Francis.
—¿Qué duda?
—¿Qué pasó con Henry? No hablaste más de él.
—Cierto, ya lo había olvidado —dijo Jason, volteándose.
—Pues... Ya lo solucioné.
—¿Qué significa eso? —preguntó Francis.
—Que ya está solucionado ese tema.
—¿Lo terminaste?
—Ya lo solucioné. Me pidieron que no les dijera nada, así que no lo haré.
En ese momento, el profesor alzó su voz, dirigiéndose a la clase.
—Antes de irse a casa, les voy a dejar tarea, tienen dos semanas para prepararse, harán un trabajo de investigación, van a investigar sobre cualquier lugar del pueblo que tenga historia, lo van a visitar, harán un resumen, y presentarán una exposición, en parejas. Elijan a su compañero para dejar registro ahora.
Tolkien se volteó.
—¿Cómo lo hacemos? Uno tiene que quedar fuera.
—¡Yo no quiero hacer nada con ninguno de los dos! —dijo Clyde, aún enojado.
—Bien, hagámoslo juntos entonces, Tolkien.
—Jaja. Claro.
Jason se volteó a hablarle a Tweek.
—Le toca a Francis esta vez.
—Bien.
—Que injusto... esta tarea incluye juntarse afuera de la escuela —dijo Francis, recostándose sobre la mesa.
—Ya conoces la regla, te toca.
—Ya sé.
—Bien, ¿Alguien está sin pareja? —preguntó el profesor.
Clyde y Francis levantaron su mano, Francis al verlo, bajó su mano rápidamente.
—Bien. Donovan, estarás con Snacky.
Clyde al escuchar esto bajó su mano, manteniendo la mirada al frente, evitando mirarlo.
Tolkien palmeó el hombro de Clyde mientras reía.
—Que cruel es el destino, Clyde.
Tweek y Jason reían al ver la expresión de horror de Francis.
—¡Creo que alguien sí tendrá su romance BL! —insistió Jason en tono burlesco.
—Jason, si me cambias, te compro un manga.
—No.
—Dos mangas.
—No.
—Tweek...
—¿Y hacer tareas con Clyde? ¡Olvídalo!
—¡Por favor!
Ambos se negaron con su cabeza mientras reían.
—Aprovechemos que quedan quince minutos para terminar la clase, cámbiense junto a su compañero para que discutan lo que harán.
Jason tomó sus cosas, las dejó en la mesa junto a la de Tweek y acarició la cabeza de Francis.
—Adiós, amigo, no olvides que eres hetero.
Tolkien esperaba a que Clyde se cambiara para cambiarse junto a Craig.
—¡Ya vete, Clyde!
—No quiero ir. Craig, esto es tu culpa —dijo apoyándose en su hombro.
Craig empujó la cabeza de Clyde con su mano, pero este se resistía a quitarla.
—Ayúdame. Cámbiame.
—No.
—Por favor —Clyde lo abrazó.
—Pídeselo a Jimmy.
—¡Craig! ¡Por favor!
Francis se puso de pie.
—¡Clyde! ¡¿Piensas venir o quieres que vaya a buscarte en brazos?!
Clyde tomó sus cosas lentamente, dirigiéndose junto a Francis, evitando levantar la mirada. Se sentó rápido, miró a Craig y Tolkien que lo miraban mientras reían y luego miró a Francis.
—¡Puedo notar la tensión entre ustedes! Deberían romperla —comentó Tweek.
Francis se sentó, molesto.
—Francis, yo... de verdad que no te haría algo así... solo hablábamos de...
—Guárdate tus explicaciones, no quiero saber.
—Clyde, recuerda... Romance —susurró Tweek.
—¡Cállate de una maldita vez, enano de mierda!
—Jajaja. Solo por hoy, dejaré pasar todos tus insultos.
Francis le dio su celular a Clyde.
—Anota tu número, lo acordamos por mensaje, no siento ni las más mínimas ganas de ver tu cara en este momento.
Clyde anotó el número y le devolvió el celular.
—Vete, yo te envío un mensaje otro día.
De inmediato se cambió al asiento de Tolkien, cruzándose de brazos.
El timbre del final de clases sonó, Clyde se fue a su casa, sin esperar a los chicos.
Tweek, al pasar junto a Craig, disimuladamente le entregó una nota que decía: "Te espero en mi casa más tarde, sigo sin celular, llego como a las ocho y treinta".
Los chicos salieron de la escuela.
—Ahora que podemos hablar bien... Tweek, si en algún momento te sientes incómodo con la situación con Craig, solo dile, no te lo guardes —dijo Jason.
—Tranquilo, estaré bien.
—¿Lo hicieron o no? —preguntó Francis.
—Eso no te incumbe, maldito Fudanshi.
—No es por eso, solo es curiosidad.
—No, no, no haré correr tu imaginación con nosotros.
—Jajaja. Mejor no le cuentes —dijo Jason.
—Bueno, no me cuentes, tengo mis propios medios para imaginarlos.
—Eres un pervertido —dijo Tweek.
—¿Quién es el Uke?
—¡Basta!
—Es Craig, ¿verdad?
—No te diré nada.
—Sí, es Craig. Aunque él no se ve muy... femenino.
—Francis, soy gay. Si quisiera a alguien femenino, me buscaría una chica.
—¿Entonces eres tú?
—¿Qué? ¿Te parezco femenino?
—Pues... no, pero uno de los dos tiene que serlo.
—¡No te diré nada!
Jason jaló a Francis de la mochila para irse por la calle donde viven.
—Nos vemos. Vamos, pervertido.
—¡Nos vemos!
Por la tarde, Craig se fue a casa de Tweek.
—¡Craig! ¿Cómo estás? —dijo el padre de Tweek.
—¡Hola! Bien, gracias.
—¿Buscas a Tweek?
—Sí, me dijo que viniera, pero como está sin celular, no puede avisarme cuando llegue y supuse que ya habría llegado.
—Ah, claro, sí, su mamá sigue enojada, pero se lo va a devolver esta noche.
—Esperaré entonces.
—¿Quieres algo mientras esperas?
—No, gracias.
—Pasa, ya sabes dónde está su habitación.
—Claro. Con permiso.
—"Espero que no tarde mucho hoy. Hmm... Él siempre encuentra la forma de aparecer de forma inesperada. Supongo que podría hacerlo yo esta vez" —pensaba de camino.
Craig iba subiendo las escaleras, pero se devolvió a hablar con el padre de Tweek.
—Disculpe, ¿sabe dónde queda el gimnasio donde entrena Tweek?
—Claro, debes salir del café y caminar hacia tu derecha, solo sigue por esta calle y lo vas a encontrar.
—Gracias, iré allá mejor.
—Bien, te veo luego entonces.
Craig se dirigió al gimnasio, al entrar, le habló una mujer que se encontraba en la recepción.
—¡Hola! ¿Qué necesitas?
—Hola, busco a Tweek Tweak. ¿Se encuentra aquí?
—Sí, llega hasta el fondo, pasando el sector fitness vas a ver un ring, ahí lo vas a encontrar.
—Gracias.
Craig entró con sus manos dentro de sus bolsillos, mirando todo a su alrededor y los que se encontraban entrenando, antes de llegar al ring se detuvo, observando a Tweek que en ese momento entrenaba con Noah, se acercó lentamente, tratando de no llamar la atención y se sentó en una pequeña banca a observarlo para no interrumpir su entrenamiento.
Tweek golpeaba una almohadilla que sostenía Noah.
Craig lo miraba atentamente.
—"Se ve... bien. No, se ve demasiado bien, casi... ¿delicioso? Aunque sería mejor si entrenara sin tanta ropa. Verlo sudar así, realmente me calienta" —pensaba Craig.
Miró hacia el lado, tratando de calmarse, pero un pequeño panel blanco junto a él en la pared llamó su atención.
—"¿Es el aire acondicionado? ¿Y si lo subo? Aunque, podría darle un golpe de calor, pero quizá se quite por lo menos la camiseta, pero podría hasta desmayarse, pero con eso me conformo, la camiseta y ya, pero... ¡No! No. Silenzio Bruno" —pensó mirando a Tweek.
Se aseguró de que nadie lo estuviera viendo y sigilosamente acercó su mano, presionando el botón, subió tres grados y bajó su mano rápido.
—"No pensé que verlo así iba a ser tan excitante... ¡A la mierda, sí soy gay!" —pensó alzando su mano, subiendo la temperatura al máximo.
Al pasar unos diez minutos, el lugar empezaba a estar muy caluroso, Tweek y Noah comenzaron a notarlo, por lo que ambos se detuvieron a beber agua, tenían sus botellas en el lado contrario de donde se encontraba Craig.
—¡Dios! ¡Que calor hace! —dijo Noah.
—¡Sí! No lo aguanto, terminemos por hoy.
—Pero nos falta poco. Solo un poco más.
Tweek destapó su botella y mojó un poco su cabello, secó el sudor de su frente con la parte baja de su camiseta y se fue a su posición para continuar.
Mientras Tweek golpeaba las almohadillas, a ratos levantaba su camiseta para limpiar su sudor, dejando su torso descubierto.
—"Yo no soy así. Tweek, ¡tú me hiciste así! Yo no soy así. Parece tener mucho calor..." —pensaba Craig— "¡Quítatela de una maldita vez!"
Craig movía su pie, estaba ansioso mientras lo observaba.
Tweek le pidió a Noah parar para mojar su cabello nuevamente, bebió agua y continuó.
—¡Mas fuerte, Tweek! —gritó Noah luego de recibir una débil patada.
—¡No puedo! ¡Me muero de calor!
—¡No seas marica! ¡Más fuerte!
—¡Eso es lo que soy! —dijo sentándose en el suelo, agotado, respirando entre jadeos.
—Jaja. ¡Una última vez! ¡No te detengas!
Tweek se levantó nuevamente, limpió su sudor una vez más y se quitó su camiseta antes de continuar.
—"¡Por fin!"
—"¡Maldición, solo mírenlo! No. Yo no soy así. ¡Ahora el pantalón! ¡Mucha ropa! Se ve... Ay no, creo que fue mala idea" —pensó Craig, tratando de ocultar su erección.
—¡¿Qué clase de idiota sube tanto la temperatura?! —regañó una chica, presionando el botón para bajarla.
Craig simuló no haberla escuchado, quitándose su sudadera para cubrirse.
—"¿Cómo voy a ir a verlo luchar si no puedo controlarlo? —pensaba, evitando mirar a Tweek— ¡¿Qué pasa si se me para allá?! No, no, eso no va a pasar, no soy un animal en celo, soy una persona racional. Piensa en otra cosa, piensa en otra cosa. ¡Cobayos! Son tan lindos y esponjosos... Hmm... Cuando lleguemos, le pediré un cupcake, a su mamá le quedan riquísimos, todo lo que hace le queda muy rico, como los cupcakes, galletas, pie de limón, donas, pasteles, Tweek. ¡No! Bueno sí, pero no es momento".
Noah detuvo a Tweek.
—Bien, suficiente por hoy. Tweek, estás bajando el rendimiento.
—Sí, también me di cuenta.
—Deja de faltar a los entrenamientos entonces.
—¡Ya sé!
—Entiendo que tu follamigo te distrae, pero debes aprender a dividir tu tiempo, no pierdas el enfoque.
—Sí, lo sé, por cierto, ya debo irme.
—Hablando de tu follamigo, mira quién está allá —dijo apuntando a Craig.
—¿Qué hace aquí?
—¿Y cómo rayos voy a saber? Nos vemos. Me voy a duchar, sudé como quince litros hoy.
—Jajaja. Claro, nos vemos.
Craig al darse cuenta de que ya lo había visto, lo saludó con su mano, sonriéndole.
—"¡No! —pensaba Craig, acomodando la sudadera sobre sus piernas—. ¡Viene para acá! ¡Piensa en otra cosa! Una canción, rápido, una canción... Chipi chipi, chapa chapa..."
Tweek recogió su camiseta, de camino continuaba limpiando su sudor con esta, lo que excitaba más a Craig.
—¡Que agradable sorpresa! ¿Qué haces aquí? —preguntó sentándose a su lado.
—Ah... Pensé en venir a esperarte. No sabía a qué hora ibas a llegar, así que... vine.
—Te abrazaría y besaría, pero he sudado mucho, debo verme asqueroso.
—No tanto.
—Jaja. Dame quince minutos.
—Claro.
Mientras Tweek se daba una ducha rápida, le dio el tiempo suficiente a Craig para calmarse.
Tweek llegó junto a Craig, que continuaba en la misma banca, ya totalmente calmado.
—¿Nos vamos? —preguntó Tweek, extendiendo su mano.
—Sí, pero... ya sabes.
—Oh, cierto —dijo bajando su mano.
—Vamos.
—"Como odio no poder darle ni la mano en público, pero bueno, yo acepté esto. ¿Quizá Jason tiene razón? No, no creo que sea eso, espero que no" —pensaba Tweek mientras caminaban a casa.
—¿Estás bien? —preguntó Craig.
—Sí, ¿por qué?
—No lo sé, vas muy callado.
—Jaja. No, solo estoy cansado, en las duchas comentaban que algún idiota subió la temperatura al máximo, por eso me cansé más de lo habitual. ¡Estaba sofocante! ¿No lo notaste?
—Sí, estaba acalorado... bastante —dijo desviando la mirada.
Al llegar, ambos subieron a la habitación de Tweek, mientras las palabras de Tolkien resonaban en la cabeza de Craig, una y otra vez: "Deja que la bestia se apodere de la situación, deberían intentarlo, Silenzio Bruno..."
Tweek entró primero a la habitación, quitándose su sudadera, Craig entró, puso el seguro y se quedó de pie, mirando hacia la puerta, sosteniendo la manija.
—¿Craig?
—"Silenzio Bruno" —pensaba Craig.
—¿Craig? —preguntó acercándose a su lado.
Craig se volteó hacia él, frunciendo el ceño.
—¿Estás bien?
—No —respondió quitándose su sudadera, dejándola caer al suelo.
—¿Qué te...? ¡Agh!
Craig lo tomó en brazos, apoyándolo bruscamente en la puerta, comenzando a besar su cuello.
—Creo que alguien está muy caliente hoy —susurró Tweek en el oído de Craig, rodeándolo con sus piernas.
Craig llevó a Tweek hasta su escritorio, deslizó su antebrazo, haciendo a un lado lo que se encontraba encima, botando algunas cosas, sentó a Tweek y continuó. La respiración de Craig se sentía jadeante, Tweek al notar lo deseoso que estaba, se quitó su camiseta y luego se la quitó a Craig, continuaron besándose, hasta que Tweek lo interrumpió.
—Bien, hasta aquí, no te voy a presionar —dijo apoyando la cabeza sobre su pecho.
Craig tomó el mentón de Tweek para que lo mirara, deslizándole el dedo pulgar hasta su boca, abriéndola levemente, introduciéndolo un poco.
—No quiero parar.
Tweek lamió el dedo de Craig mientras este lo observaba, lo que encendió más sus deseos, Tweek comenzó a desabrocharle el pantalón, pero en ese momento, Craig quitó su dedo de golpe.
—Ya sé que me dijiste que no aún, pero pensé...
—¿Te molesta si apago la luz?
—Ah... No, me da igual.
Craig la apagó y volvió rápido, besándolo apasionadamente, luego inclinó la cabeza de Tweek, mordiendo ligeramente su cuello.
—¿Entonces puedo? —preguntó Tweek un poco confuso.
Craig no respondió, tomó la mano de Tweek, poniéndola sobre su pantalón para que continuara. Mientras Tweek tocaba a Craig, este desabrochó su pantalón y también comenzó a tocarlo. Tweek se bajó del escritorio, se agachó frente a él, lamiendo lentamente su pene, Craig puso sus manos sobre la cabeza de Tweek, sujetándolo del cabello. Tweek continuó, utilizando su boca y manos. Craig contenía sus gemidos para no ser escuchado, pero le estaba costando trabajo, pronto, Craig sintió que ya no podía seguir conteniéndose.
—Tweek, lo siento, me voy a venir.
—Eso quiero.
Tweek continuó con su mano mientras se estimulaba con la otra para venirse junto a Craig, pero no pudo contenerse y se vino soltando un gemido jadeante, al escucharlo, Craig no pudo contenerse más.
Tweek se puso de pie y se recostó sobre su cama, pidiéndole a Craig que se recostara a su lado. Tweek lo abrazó y se apoyó sobre su pecho, Craig pasó su brazo bajo la cabeza de Tweek, acariciándole la espalda con sus dedos.
—Craig, ¿por eso estabas así en clases?
—Bueno... sí, llevaba días conteniéndome y ya no daba más.
—¿Y por qué no dijiste nada?
—Porque no estaba seguro de si podría, solo me dejé llevar.
Tweek tomó el rostro de Craig, lo besó en los labios y se apoyó nuevamente en su pecho.
—Tweek, parece que soy gay.
—Sí, parece que sí. Jaja.
—Cuando te vi entrenando, sentí que podíamos hacerlo ahí mismo, aunque no fue lo que hicimos, pero me sirvió.
—Craig, cuando sientas ganas, solo dilo. Ahora que ya cruzamos esa línea, te diré también.
—Lo haré.
—¿Puedo encender la luz?
—No, espera.
Craig se levantó de la cama, buscando torpemente en el suelo.
—No encuentro mi ropa.
—Entonces enciende la luz.
—No, ayúdame.
—Jaja. No voy a mirar, enciéndela.
Tweek se dio la vuelta sobre la cama, procurando no ver a Craig.
—Listo, enciéndela.
—Pero no mires.
—Jaja. No, tranquilo.
Craig encendió la luz, se vistió rápido y se quedó por un momento observando a Tweek desnudo sobre su cama.
—"Misión cumplida" —pensó Craig.
—¿Listo? —preguntó Tweek.
—No.
—¡No me estés mirando si yo no puedo hacerlo!
—Jajaja. Lo siento.
Craig recogió la ropa de Tweek y se la fue a entregar, este comenzó a vestirse, pero antes de que se pusiera su camiseta, Craig lo abrazó.
—Gracias por soportar todo esto.
—¿A qué te refieres?
—El que yo no esté seguro, el mantenerlo en secreto, todo.
—Bueno... Francis y Jason ya lo saben, ¡pero se dieron cuenta solos!
—Supongo que no debo preocuparme por ellos.
—Y Noah, aunque eso ya lo sabes.
—Sí, lo sé.
—Y... Damien.
—¿Damien?
—Sí, durante el castigo, por culpa de Kenny, pero tranquilo, no dirá nada.
—Eso espero, aunque no parece ser chismoso.
—Y... mis padres —Tweek hizo una sonrisa forzada tratando de que Craig no se molestara.
—¡¿Tus padres?!
—Sí, también se dieron cuenta, me preguntaron hace unos días.
—¿Cómo se dieron cuenta todos?
—Supongo que son los que mejor me conocen.
—Creo que en mi entorno nadie se ha dado cuenta, no me conocen bien aún, así que no tengo de qué preocuparme.
Craig se sentó sobre la cama, mientras Tweek continuaba de pie frente a él, se puso su camiseta y se recostó, apoyando su cabeza sobre las piernas de Craig.
—Craig, cuando... lo hagamos... ¿Cómo lo vamos a hacer?
—¿A qué te refieres?
—Pues... ¿Qué prefieres? ¿Estar arriba? ¿Abajo?
—Hmm... Para ser sincero... No sé. ¿Qué prefieres tú?
—La verdad, nunca lo he hecho, así que tampoco sé.
—¿Nunca?
—¿Tú sí?
—Te había comentado que tuve un noviazgo con una chica, solo lo intenté una vez, pero fue un completo desastre, ni siquiera pude, ella tampoco parecía estar bien en el momento, así que solo nos detuvimos y dejamos las cosas así. Accedí por presión de amigos, no porque tuviera ganas. En realidad, me llevo muy bien con ella, aunque no nos vemos desde un poco antes de mudarme, pero quedamos como los amigos que éramos.
—¿Por qué no pudiste?
—No sé, fue todo, no me sentía cómodo y ella tampoco. Después de eso fue que empecé a probar con chicos, pero como ninguno logró "encenderme", al menos no como tú, esta parte es nueva para mí.
—Creo que sé cómo averiguarlo —dijo poniéndose de pie.
—¿Cómo?
—Acuéstate en la cama.
Craig se acostó un poco confuso, Tweek se montó sobre él, se quitó su camiseta, tomó las manos de Craig, las puso sobre sus caderas y se inclinó hacia él.
—¿Sientes ganas de hacérmelo? —preguntó deslizando su trasero en la entrepierna de Craig.
—Hmm... Sí, creo que sí.
—¿Crees?
Tweek se alzó, poniéndose de pie en el mismo lugar donde se encontraba, sobre la cama.
—No te asustes por lo que voy a hacer.
—¿Qué vas a hacer?
—No te va a doler, confía en mí.
Tweek se inclinó, le sujetó el antebrazo y acomodó su pie bajo el trasero de Craig.
—Confía en mí.
—Okey —respondió con voz temblorosa.
En un movimiento rápido, le dio la vuelta a Craig, se sentó sobre su trasero, le sostuvo con fuerza sus manos y se inclinó hacia él, susurrándole al oído.
—¿Quieres que te lo haga yo?
—¡Maldita sea! ¡Sí!
—Ahí está tu respuesta.
Chapter 11: 9+14= Amor lúdico
Chapter Text
En casa de Kenny, este se encontraba con Butters en su habitación.
—¡Dios, Ken! ¡Tu lengua es mágica! —dijo recostándose en la cama, entre jadeos.
—Lo sé, pero tú no lo haces nada mal.
—Jaja. Vístete, ya casi son las ocho.
—¿Es necesario que vaya?
—¿Pretendes que nos paguen por quedarnos en tu casa?
—Pero ¿no podría hacer otra cosa?
—Ken, ya es tarde para arrepentirse, me costó mucho que La Jefa aceptara probarte. Además, no me quiero ir a la correccional.
—Yo tampoco.
—Tú estás a salvo, el que tiene las advertencias soy yo, no tú, no me voy a arriesgar. Tienes que hacer mi parte, solo hay que sacar información y después van a ver si sirves, ya te lo dije.
—Pero podríamos quedarnos aquí y continuar en lo que estábamos.
—¿Quieres el dinero o no?
—Sí, pero...
—¡Pero nada! Si llegamos tarde, La Jefa se va a enojar, apúrate.
Ambos se vistieron rápido, Kenny buscó entre sus cajones, sacando dos cuchillos tácticos de apertura automática, que guardó en su bolsillo, mientras los guardaba, Butters se acercó por detrás a besarlo y lamer su nuca.
—Cuando regresemos, si lo haces bien —dijo acariciándole su entrepierna mientras lo besaba.
—Aunque... No, mejor no. No mereces más que eso hoy —dijo apartándolo en tanto se volteaba.
—¿Por qué?
Kenny subió su camiseta, señalando un parche que cubría una herida en su vientre.
—Ya te dije que fue sin querer, Ken.
—Es la segunda vez.
—Sí, pero la primera también fue sin querer.
—¡Aún no cierra bien! Me duele por tu culpa y tu inestabilidad de mierda.
—Pero fue sin querer, sabes que te quiero —dijo abrazándolo.
Kenny lo apartó y sacó un cuchillo de su bolsillo, apuntando el vientre de Butters.
—Para la próxima, te lo entierro yo.
—Jaja. No eres capaz. Inténtalo.
Butters abrió sus brazos, mostrándose indefenso, acercándose al cuchillo.
—Adelante, hazlo.
Kenny apartó la mirada, cerró el cuchillo y se lo entregó.
—Sabes muy bien que me necesitas —dijo Butters, tomando el cuchillo, guardándolo en su bolsillo trasero.
—Y tú a mí.
—Yo no necesito un mediocre.
—Mediocre al que vuelves arrastrándote cuando estás caliente.
—El placer puedo encontrarlo donde se me dé la gana, pero alguien que te consiga dinero rápido cada vez que lo necesitas, es difícil de encontrar. ¿O no?
—...
—¿Lo ves? Me necesitas. —Butters lo besó en los labios y le entregó una pañoleta negra—. Con eso te cubres. Y procura no hacerme enfadar.
Ambos salieron de casa, se dirigieron a un gran terreno enrejado, con numerosos módulos, donde la familia de Butters alquilaba uno como bodega, pero mantenían en desuso.
Afuera de la bodega, Butters le indicó a Kenny que cubriera su rostro con la pañoleta, mientras él ataba la suya.
—Recuerda, Ken, no me llames por mi nombre, aquí tenemos números, yo soy Nueve, La Jefa dijo que tú serás Catorce. Solo sacar información, no te pases, evita los puntos vitales.
—¿Puntos vitales? No vamos a matar a nadie, ¿verdad?
—No, tranquilo, la quieren viva, solo hay que amenazarla.
—Oh, puedo con eso.
Kenny terminó de atar su pañoleta, sacó el cuchillo de su bolsillo, forzó una expresión ruda y se puso en posición de ataque.
—Estoy listo —dijo abriendo el cuchillo.
—Jaja. Te ves sexy, Catorce. No la vayas a cagar, quiero seguir viéndote así —advirtió antes de acercar su mano a la manija para abrir la puerta.
Kenny lo detuvo, sosteniendo su brazo.
—¡Nueve! Espera.
—¿Qué? —preguntó volteándose.
—Besito de buena suerte.
—¡¿Qué?! ¡No empieces, Ken!
—Es mi primer día y quiero hacerlo bien —dijo cerrando el cuchillo.
—¡Kenny!
—Por favor.
—Ya me estoy arrepintiendo —murmuró, llevando sus manos a su rostro, molesto—. Ken, esto es serio.
—¿Recuerdas cuando te caíste y tuve que besar tus heridas para que dejaras de llorar?
—Eso fue hace mucho tiempo.
—Fue hace menos de un mes.
Butters bajó su pañoleta, fastidiado, bajó la de Kenny y lo besó en los labios.
—A veces te pones tan meloso. Nadie imaginaría que actúas así cuando estás conmigo. ¿Cuándo vas a dejar de hacerlo?
—Cuando dejes de actuar como un niño pequeño cada vez que algo te duele.
Kenny subió su pañoleta, adoptando su pose anterior, abriendo el cuchillo nuevamente.
—Ahora sí, listo.
Butters lo miró de forma devastadora, subiendo su pañoleta.
Al abrir y encender la luz, había cajas y viejos objetos por todo el rededor, en medio, una chica, atada de pies y manos a una silla.
La chica lloraba mientras miraba a ambos entrar.
—¿Quién es? —preguntó Kenny.
Butters cerró la puerta, puso todos los seguros, sonrió y se volteó, sacando el cuchillo.
—¡Eso que importa! —Butters dirigió su mirada a la chica— ¿La matamos o nos divertimos?
—¡Yo no tengo nada que ver con esto! ¡Déjame ir! —gritó la chica, forcejeando, tratando de liberarse.
—¡Que ruidosa! Catorce, cállala —dijo lanzándole cinta adhesiva.
Kenny se acercó a la chica, cubrió su boca y se inclinó hacia ella, simulando comprobar que estaba bien atada.
—Tranquila, no te va a matar —le susurró al oído.
La chica se quedó en silencio, aunque continuaba llorando.
Kenny volvió junto a Butters, mirando a la chica con lástima.
—Catorce, empieza.
—¿Yo?
Butters lo miró seriamente, por lo que Kenny se dirigió frente a la chica.
—Eh... ¿Cómo te llamas? —preguntó con inseguridad.
—¡Eso no es lo importante! —gritó Butters, molesto.
—¿Entonces?
—¡Mierda, Catorce! Ella sabe lo que llevan, dónde y cuándo harán el intercambio, necesitamos saber eso.
—Bien... ¡¿Dónde harán el intercambio?! —gritó apuntándola con el cuchillo, forzando una expresión de ira.
Butters soltó un suspiro, molesto, por lo que Kenny lo miró con miedo.
—¿Qué llevan? —preguntó volteándose a ver a la chica.
—Catorce, quítale la cinta. —Butters alzó la voz—. ¡No te puede responder así!
—Oh, claro —dijo quitándole la cinta.
—¡No te diré nada!
Kenny miró a la chica, tratando de verse rudo, acercándole el cuchillo a su cabeza.
—Si no me dices, voy a cortar todo tu cabello.
—¡Maldita sea, Catorce! ¡Inútil de mierda! —gritó Butters, empujando a Kenny a un lado.
Butters empujó con su pie a la chica, botándola, se sentó sobre su vientre, jaló su cabello de forma violenta y se inclinó hacia ella, poniendo la punta del cuchillo sobre su cuello.
—¡¿Qué llevan?!
La chica no respondió.
—¿Sabes? Tienes un lindo rostro —dijo deslizando lentamente el filo del cuchillo por la mejilla de la chica—. Sería una lástima que se arruinara con una fea cicatriz.
Kenny observaba a la chica, que comenzaba a sangrar, por lo que apartó la mirada.
—D-dro... Drogas.
—Sí, pedazo de mierda, pero ¿de cuáles?
—No sé.
—¡¿De cuáles?! —preguntó acercándole el cuchillo al cuello.
—¡No sé!
Butters hizo presión en el cuello de la chica con la punta del cuchillo.
—¡Hongos! ¡Hongos!
—¿Y por unos simples hongos te resistes tanto?
La chica lo miró con miedo.
—¿Qué ocultas...? No son simples hongos.
Butters puso su cuchillo a escasos centímetros del ojo de la chica.
—Son Hongos Apatita, ¿verdad? —preguntó Butters, expectante, esperando la respuesta.
La chica asintió con la cabeza.
Butters se volteó a ver a Kenny, emocionado y continuó con la chica.
—¿Cuándo?
—No sé.
—¡¿Cuándo?!
—¡No sé! ¡Te juro que no sé!
Butters cambió el cuchillo a su mano izquierda y alzó su mano derecha hacia Kenny, sin quitar la mirada de los ojos de la chica.
—Catorce, tu cuchillo.
—¿Para qué?
—¡Tu cuchillo!
Kenny se acercó, entregándole el cuchillo, quedándose tras él, mirando a la chica.
Butters cambió su tono a uno más amigable y calmado.
—Quizá lo necesite después. ¿Estás segura que no sabes? —preguntó jugando con los cuchillos mientras sonreía.
—Sí, no me tienen tanta confianza.
Le mostró ambos cuchillos y dejó el suyo en el suelo, junto a la chica.
—A mí me parece que sí sabes. Pero dime, ¿dónde podría dejar este? —preguntó mostrándole el cuchillo de Kenny.
—Ah... ¿En tu... bolsillo? —preguntó temerosa.
—¡Oh, eres comediante! Que graciosa. —dijo aún en tono amable.
La chica miró a Kenny, que continuaba tras Butters, pero este dio unos pasos atrás, alejándose para evitar mirarla.
—¡Ya sé! Lo dejaré cerca por si lo necesito.
Butters sonrió y enterró con fuerza el cuchillo en el hombro de la chica.
—¿Te parece bien aquí?
—"Esto no era lo que imaginaba" —pensó Kenny.
La chica aguantó el dolor, cerrando sus ojos con fuerza.
—¿O lo cambiamos de lugar? —preguntó sacando el cuchillo.
—¡Te juro que no sé!
Butters tomó el cuchillo con ambas manos y lo enterró en el otro hombro de la chica.
—¿Lo dejamos aquí?
Mientras la chica se quejaba de dolor y trataba de liberarse, Butters reía a carcajadas.
—¡Me duele! Por favor... detente, me... —suplicó, perdiendo fuerza en su tono de voz.
La chica dejó de moverse, por lo que Kenny se acercó, preocupado.
—¿La mataste?
—No, solo se desmayó, despiértala.
Butters tomó su cuchillo, se levantó, limpió sudor de su frente con su manga y se quitó la sudadera, se dirigió a buscar una botella de licor dentro de una caja, mientras Kenny golpeaba suavemente el rostro de la chica.
—¿Quieres? —preguntó a Kenny, ofreciéndole la botella.
—No.
—¿Qué tienes?
—¿Qué tengo? ¿No dijiste que no había que pasarse?
—Cambio de planes —dijo encogiéndose de hombros.
—¡Se desmayó de dolor!
—Jajaja. Hazte a un lado.
Kenny volvió al lugar donde se encontraba.
Butters se sentó sobre la chica nuevamente, dándole una cachetada con fuerza, haciéndola reaccionar de inmediato.
—¿Estás bien? —preguntó Butters en un tono tranquilo, sonriendo.
La chica miró a su alrededor, con la respiración agitada y luego miró a Butters.
—¿En qué estábamos? Oh, claro. ¿Cuándo?
—...
—¿Qué hora es, Catorce? —preguntó volteándose.
—Nueve y quince —respondió nervioso.
—Casi la hora de que lleguen —dijo mirando a la chica, bebiendo de la botella.
—Si me dejas ir, te van a pagar muy bien —dijo la chica entre sollozos.
—Ya sé que te usan, no le importas a nadie.
—¡Puedo hacerte lo que quieras!
—Jaja. Buen intento, pero si no hay una exquisita verga entre tus piernas, no me interesa.
Butters dejó su cuchillo en el suelo y le sostuvo su rostro, para dejar expuesto el corte en su mejilla. Mientras la chica forcejeaba, logró morder la mano de Butters. En cuanto este liberó su mano, se puso de pie, furioso, empujó a la chica, poniéndola de lado, mirando en sentido contrario a ellos y se acercó a Kenny, acercándole la mano donde lo había mordido la chica, sin decir nada. Kenny rio, mirándolo con cariño y acarició su mano. Butters se volteó a mirar a la chica, comprobando que no podía verlos, bajó su pañoleta y la de Kenny, se besaron por un momento y Kenny lo abrazó, subiéndose su pañoleta.
—No seas tan cruel —susurró Kenny, acariciándole el cabello.
Butters acomodó su pañoleta, volvió con la chica, la acomodó, se sentó sobre su vientre, recogió la botella y sostuvo su rostro, esta vez con más fuerza.
—Si no me dices, cuando lleguen, van a hacerte algo mucho peor —dijo dejando caer el licor sobre el corte.
La chica se quejaba de dolor, mientras Kenny cerraba sus ojos con fuerza, apartando la mirada.
—¡Hoy! ¡Hoy! ¡Aagh! Hoy...
Butters se detuvo, pero no retiró la botella.
—... A la media noche, afuera de la estación de trenes.
—¿Segura? —preguntó dejando caer más licor.
—¡Sí! ¡Segura!
—¡Ya déjala, Nueve! Ya te dijo —intervino Kenny, sosteniéndole el brazo para detenerlo.
—Jaja. Que blandito eres.
Butters se inclinó a susurrarle a la chica, sosteniéndola del cabello con fuerza.
—Si me estás mintiendo, vas a desear que te haya matado.
En ese momento, entraron dos hombres vestidos de negro a la bodega, sacando revólveres de entre sus ropas, apuntando a Kenny.
—¿Ese quién es? —preguntó uno de los hombres.
—Catorce, viene conmigo. —Butters apuntó a uno de los hombres con la botella y se dirigió a la chica—. Mira, a ese de ahí, le encanta violarlas, vivas o muertas. Ese otro, tiene un bastón eléctrico y ni te imaginas por dónde le gusta meterlo para activarlo. ¿Y a mí? A mí me encanta verlas retorcerse de dolor y que supliquen que me detenga.
La chica dirigió su mirada a Kenny.
—No lo mires a él, su único talento es llevarte al cielo de tanto placer, no va a hacerte nada.
—A menos que tú quieras —comentó Kenny, sonriéndole a la chica.
—¡Kenny! —gritó Butters, molesto, poniéndose de pie.
—¡No digas mi nombre!
Butters se acercó a los hombres, que continuaban de pie junto a la puerta y le entregó violentamente la botella a uno de ellos.
—Hoy, a la media noche, en la Estación de trenes. Hagan lo que quieran con ella.
Butters se devolvió a sacar el cuchillo del hombro de la chica y se volteó hacia Kenny, gritándole molesto para retirarse.
Kenny lo siguió mientras salía de la bodega a paso rápido, caminaron en completo silencio hasta alejarse por completo del lugar, llegando a un parque.
—¡¿Eres idiota?! ¡Dijiste que podías hacer esto! —gritó Butters, quitándose la pañoleta.
—¡No era lo que imaginaba! Nunca me dijiste con detalles lo que hacías ahí —dijo quitándose la pañoleta, entregándosela a Butters.
—¡¿Y qué esperabas?! ¡¿Querías que le sacáramos información con besitos de buena suerte?! ¡Imbécil de mierda!
Kenny bajó la mirada.
—¡Kenny, esto nadie lo puede saber!
—No le diré a nadie.
—¡Por supuesto que no! No te gustaría que tu hermana se quede sola con tus padres, ¿verdad?
—Es por ella que lo estoy haciendo, pero si es algo tan turbio, prefiero trabajar.
—¿Trabajar? ¡Eso es para los débiles!
—Supongo que lo soy.
—Claro que sí, eso eres, un maldito mediocre, un débil mediocre, pero ya es tarde para lamentarse, voy a pasar por ti más tarde.
—Pero no quiero ir.
—A ver... Ken. Creo que no lo estás entendiendo, el trabajo se hace completo, ¿creíste que bastaba con eso?
—Pero dijiste solo sacar información.
—Con ella, idiota, no pretendo perder mi parte. ¿Sabes cuánto cuestan esos hongos?
—Ni siquiera sé qué son, pero...
—¡Kenny! Voy a pasar por ti más tarde.
—No quiero ir.
—No te estoy preguntando.
—¿No dijiste que no te querías ir a la correccional?
—Por esa cantidad de dinero, me voy a arriesgar, pensé que eran simples drogas.
—Pero...
—¡Pero nada! ¡Deja de ser un cobarde! En una hora paso por ti.
Butters guardó todo en sus bolsillos y se fue a casa, dejando a Kenny solo en el parque.
—"Mierda, no quiero ir, pero necesito el dinero —pensaba Kenny, recostándose en el césped, apoyando su cabeza sobre sus manos, mirando las estrellas—. Kevin, hijo de puta, no debiste morir. Cuidar de Karen yo solo, es difícil. Tú eras el mayor, tú tenías que cuidarnos. Estoy harto de ver a nuestros padres ebrios todo el día. Si no fuera por Butters, estaría tan solo, los demás no lo entienden".
Lloró por un breve momento, mirando al cielo.
—"¿Disfrutas verme así, hijo de puta? Mientras tú debes estar cogiendo todo el día con ángeles, yo tengo que estar aquí, cuidando a Karen y cogiendo con gente normal. Solo envía ayuda, no te cuesta nada, y si no quieres enviarla, mínimo protégeme hoy, no quiero dejar a Karen sola, te prometo no volver a hacer algo así" —pensaba, secando sus lágrimas.
Luego de desahogarse, Kenny se puso de pie, sintiéndose más tranquilo.
—"Mi querido Butters. Esto me lo pagas. Cuando regresemos de toda esta mierda, te voy a dar tanto de perrito que, en Año Nuevo, te va a asustar la pirotecnia" —pensaba, sacudiendo su ropa para irse a casa.
Tweek se encontraba de camino al recinto, pasando junto al parque.
—¡Ojalá fuéramos perros, para aparearnos en la calle! —gritó Kenny, saludando con su mano a Tweek, sonriéndole.
Tweek lo miró con una expresión de desagrado, mostrándole el dedo medio, continuando su camino.
—"No te rías —pensó Tweek, tratando de mantenerse serio, apurando el paso—, si te ríes, Kenny va a pensar que puede decirme lo que quiera, no te rías".
Al llegar al recinto, Tweek saludó a los guardias y se fue directo a su vestidor, mientras se cambiaba, golpearon la puerta.
—¡Está abierto! —gritó quitándose su camiseta.
—¡Pero que hombre tan hermoso! —dijo Noah en tono de broma, entrando al vestidor.
—Jajaja. ¿Qué haces aquí? Aún te faltan unos días para volver. ¿La Parka te dejó?
Noah se recostó sobre el diván.
—Sí, ya hablé con él, me dejó participar bajo mi propio riesgo. Solo me faltan como cinco días, estaré bien.
—Si tú lo dices.
—La próxima semana hay evento especial de reapertura en el otro pueblo. ¿Vas a participar?
—Sí, obvio, va a ser mi debut como El Gran Saiyaman, ¿tú no?
—Ya no quiero luchar allá, pero como es tu debut, voy a ir.
—¿Por qué?
—Estoy saliendo con una chica de ese pueblo, la conocí en una fiesta, bebí demás, le revelé que soy luchador, mi identidad y todo, pero resultó ser hermana de uno de los chicos del equipo de apoyo y ahora él me odia, será incómodo estando él ahí.
—Jajaja. Noah, La Parka dijo que hoy llegan los nuevos del otro pueblo. ¿Por qué van a presentarlos acá?
—Porque el otro recinto lo están remodelando y creo que ya notaste que La Parka siempre quiere todo rápido.
—Sí, siempre parece apurado. ¿Ya viste a alguno de los nuevos?
—Sí, pero no sé qué personaje era, usaba un antifaz plateado.
—Vamos a averiguarlo entonces —dijo poniéndose su capucha.
Llegaron al hall, mirando a los demás con curiosidad.
—Hola, soy Joel. ¡Mi papá te ama! Me costó mucho entrar, estuve casi cinco años en el equipo de apoyo del otro pueblo —dijo uno de los nuevos, tomándole la mano para estrecharla a Leatherface.
—Jaja. Gracias, pero no debes decirnos quién eres.
—¡Cierto, perdón! Soy Kick-Ass, no sabía qué personaje elegir, que difícil elegir un personaje, ¿no?
—Leatherface. —Señaló con su pulgar a Tweek a su lado—. Este es Mighty Mask.
—¡Ya me hablaron de ti! Dicen que llevas poco, pero que eres bueno, aunque pareces un niño. Por, ya sabes... tu estatura. ¿Qué edad tienes? —dijo tomando la mano de Tweek.
—¿Gracias? No estoy seguro si eso es un cumplido. Tengo diecisiete.
—Es un cumplido. ¡Mi papá dijo que noqueaste a Leatherface! Yo no te he visto luchar, tenía el hombro lesionado.
—¡Solo bajé la guardia! No volverá a pasar —dijo Noah.
Kick-Ass se acercó en medio de ambos, a susurrarles.
—Los otros nuevos casi no hablan.
—O quizá tú hablas demasiado —dijo Noah.
—Me lo dicen con frecuencia, perdón, solo estoy feliz de estar aquí.
Abrazó a ambos con fuerza, mientras Tweek y Noah se miraban mientras reían.
En ese momento, entró La Parka.
—Bien, supongo que ya se presentaron, ya están todos los nuevos, acérquense.
Tres chicos que se encontraban en un rincón se acercaron a los demás.
—Primero irán los nuevos. Hoy son muchos así que entrarán en este orden para que se vayan preparando: Black Panther, Kick-Ass, Tomás y Xiren, ustedes tendrán Luchas de Relevos. Después, Leatherface contra Bo, luego Mighty Mask contra Akira, ustedes tendrán Todo Vale en Ring.
La Parka se retiró rápido a su oficina.
—¿Hoy viene tu follamigo? —susurró Noah.
—Sí, es la primera vez que viene a verme.
—Solo no te distraigas.
—Ya sé.
—Pero creo que será difícil, reproduce Sexbomb en tu cabeza, ahí viene Bo.
—Jaja. Reproduciendo —dijo volteándose a verlo.
—Te voy a acusar.
Ambos veían a Bo entrar al hall, en silencio.
—"Está para lamerlo hasta que se aclare" —pensaba Tweek.
—¿Por qué siempre se quedan callados cuando llego? —preguntó Bo.
—Sí —respondió Tweek, extendiéndose junto a una risa torpe.
—No pienses mal —intervino Leatherface—. Solo es distraído.
—Así parece. —Bo miró a Tweek y luego dirigió su mirada a Noah—. Leatherface, quiero hacerte una propuesta, luego de la lucha ve a mi vestidor, Mighty Mask, tú también.
Leatherface le dio un golpe con el codo a Tweek, haciéndolo volver en sí.
—¿Qué? —preguntó desorientado.
—Que nos quiere proponer algo.
—¿Poner? ¿Poner qué?
—¡Pro-po-ner! —vocalizó Bo.
—Ah. Jaja. Proponer, claro. ¿Qué cosa?
—Luego, en mi vestidor, primero quiero ver a los nuevos. La Parka me autorizó, así que nos reunimos más tarde.
Afuera del recinto, Craig esperaba a Jason y Francis.
—¡Hola, Craig! —dijo Francis, acercándose.
—Ho...
—Vamos a hacer la fila —interrumpió Jason, pasando junto a Craig.
Craig miró a Francis, sin comprender la actitud de Jason. Francis solo le sonrió y le indicó con la cabeza que lo siguiera.
Jason llegó a la fila y se cruzó de brazos. Francis llegó seguido de Craig.
—Jason, ¿estás enojado conmigo? —preguntó Craig.
—No —respondió con la mirada al frente, sin voltearse.
—¿Estás molesto por lo de Tolkien?
—No.
—¿Hice algo que pudo molest...?
Jason se volteó.
—¿Sabes qué? Sí, Craig, estás aquí solo porque Tweek lo pidió.
—Jason —murmuró Francis, poniéndose en medio de ambos.
—Puedo entrar solo si ese es el problema, no pensé que podía molestarte que esté aquí.
—No, Craig, entra con nosotros, no le hagas caso —dijo Francis.
—Pero puedo ver claramente que le molesta.
—Sí, me molesta que estés aquí.
Francis los alejó con ambos brazos, tratando de evitar una pelea.
—No, no, no. Dije que no me iba a involucrar, pero no quiero quedarme callado —dijo haciendo a Francis a un lado.
—Jason, no le digas nada, no es asunto tuyo —dijo regresando en medio de ambos.
—Craig, no me agrada que te avergüences de Tweek.
—¿Qué? Yo no...
—Le dije que no me iba a involucrar, pero no quiero verlo sufrir por tu culpa.
—Jason, yo no...
—Puede ser un poco raro, ruidoso, inquieto, estúpido, travieso, odioso, todo lo que quieras, pero es muy sensible, no sabes cómo es cuando se desmorona.
—Yo no...
—No sabes lo mal que lo pasó en sus terapias, no sabes cuánto tuvo que soportar para ser quien es ahora.
Francis le cubrió la boca.
—Jason, déjalo hablar —dijo antes de soltarlo.
—Yo no me avergüenzo de él.
—Craig, Tweek es un chico bastante especial, él se enamora de medio mundo, para él, todos los chicos son lindos, pero se aburre en menos de un mes, la verdad es que contigo estaba esperando que pasara lo mismo. He escuchado su discurso de: "Él es tan lindo, de verdad me gusta", muchas veces, pero esta vez parece ser en serio. Llevo días esperando a que empiece a quejarse, pero ha sido todo lo contrario. La verdad, no tengo intenciones de que nos llevemos mal, de hecho, me agradas, pero si no vas en serio con él, solo te pido que seas claro desde el principio, ya nos tocó verlo sufrir cuando niños y no me gustaría volver a verlo así.
—No tengo intenciones de hacerlo sufrir.
—Solo te pido que no lo hagas sufrir. ¿Es un trato? —preguntó extendiéndole la mano.
—Jason, que Tweek sea ruidoso, odioso, inquieto y travieso es exactamente lo que me tiene aquí. Voy a pagar para ver personas disfrazadas luchando, ¿sabes lo estúpido que suena eso?, pero me gusta que él lo haga. Escucharlo hablar de sus luchas con tanta pasión es la razón por la que estoy aquí, quiero apoyarlo, quiero que él vea que lo apoyo, quiero que persiga su sueño y que se dé cuenta de que yo estaré ahí. Él resultó ser lo que no sabía que necesitaba. Así que no, Jason, no es un trato. Es una promesa —respondió estrechando su mano.
—¡Aaaww! ¡Que tierno eres, Craig! —dijo Francis, abrazándolo.
—Y para que quede claro. Francis, Clyde dijo eso de ti solo porque yo estaba haciendo preguntas, no porque él quiera hacerlo contigo.
—No me lo recuerdes, de solo pensarlo siento escalofríos —dijo Jason.
—Solo quiero saber por qué nosotros, en la escuela hay más personas —dijo soltándolo.
—No sé, como hablábamos de... eso, él pensó en Tweek y supongo que por eso sus otras opciones fueron ustedes. Jason, Tolkien no te usó de ejemplo, solo Clyde comentó lo que él haría, porque, seamos sinceros, Clyde no es el más brillante de la clase. Sé que no se llevan bien, pero no piensen mal de ellos.
Francis puso su mano sobre el hombro de Jason.
—Creo que ya no te va...
—¡Cállate! ¡Deja de joder con eso!
La fila comenzó a avanzar, luego de pasar las revisiones, entraron a acomodarse en sus asientos, sentándose Craig junto a Francis, seguido de Jason.
La Lucha de Relevos se llevó a cabo, terminando con Xiren y Kick-Ass como ganadores.
—¿Te ha gustado esto hasta ahora, Craig? —preguntó Francis.
—La verdad, es mejor de lo que esperaba, los disfraces le restan seriedad, pero al verlos luchar, a ratos incluso olvidas que no son los personajes que usan.
—Jaja. Sí, al no saber quiénes son todos, no te queda otra opción que pensar que son los personajes.
—Esto es estúpidamente bueno —dijo Jason.
El presentador subió al ring, encendiendo su micrófono.
—¿Listos para seguir? —preguntó al público.
—¡Síííí! —gritaron con entusiasmo, alentando a sus luchadores favoritos.
—¡Empecemos! Con 1.93 de estatura y 107 kilos, el hombre duro y peligroso, ¡Bo!
Entró Bo al ring, mientras sus seguidores lo ovacionaban, se quedó al centro del ring, motivando al público a aplaudirlo.
—Ay dios... Se ve... colosal —comentó Craig, quedando boquiabierto.
Jason y Francis se miraron sorprendidos por la reacción de Craig.
—¿Qué te parece colosal? —preguntó Francis, riendo.
—¿Qué? No, no es... solo pensé en voz alta, olvídalo.
—Bueno, no lo culpo. Cuando Bo entra al ring, puedo sentir mi heterosexualidad abandonando mi cuerpo —comentó Jason.
—¡¿Qué?! —preguntó Francis, sorprendido.
—Ay, míralo, ¿tú no?
Francis observó a Bo por un par de segundos.
—... Sí. Jajaja.
—Ahora, con 1.72 de estatura y 73 kilos, el hombre de las masacres, ¡Leatherface!
Noah hizo su entrada con la motosierra, encendiéndola y levantándola sobre su cabeza, como le gustaba a sus seguidores.
Luego de la lucha entre ambos, Bo fue el ganador, ganando por sumisión.
Tweek estaba junto a Akira, esperando a que los presentaran.
Al retirarse del ring, de camino a su vestidor, Noah chocó su puño contra el de Tweek, en gesto de celebración.
—¡Lo hiciste bien! —dijo Tweek.
—Ve con cuidado, este es rápido —susurró Noah.
Tweek asintió con la cabeza y el presentador comenzó la siguiente lucha.
—Con 1.56 de altura y 59 kilos, directo del torneo de artes marciales, ¡Mighty Mask!
Tweek entró al ring, se quedó en el centro levantando los brazos y alentando al público a ovacionarlo más, luego se fue a otra orilla del ring.
—¡Enséñales cómo se hace, Mighty Mask! —gritó Craig.
—¡Aaaww! —susurró Francis.
—Craig, basta, le vas a causar una sobredosis a Francis.
—Con 1.69 de estatura y 71 kilos, viene a luchar antes de convertirse en zombie, ¡Akira!
Akira entró al ring, levantando sus brazos y pidiéndole a sus seguidores que gritaran más fuerte.
El presentador los reunió en medio del ring antes de comenzar.
—Ya saben las reglas. Nada de golpes bajos. Si quedan Knock Out, sumisos o salen del ring por más de diez segundos, quedan fuera. A sus posiciones.
Ambos se pusieron en posición para comenzar.
—"Menos mal que está completamente cubierto" —pensó Craig, aliviado.
Al sonar la campana, Akira se lanzó de inmediato sobre Tweek, haciéndole una llave de sumisión, presionando su cuello, mientras con ambos pies le dobló el tobillo, provocándole dolor a Tweek.
El presentador comenzó el conteo mientras el público alentaba a Tweek a liberarse.
—¡10! ¡9! ¡8! ¡7! ¡6! ¡5...!
Tweek logro liberarse en un movimiento rápido, poniéndose de pie con dificultad, dio unos pasos atrás, cojeando, aguantando el dolor mientras se quejaba en silencio.
Akira se acercó a darle un golpe de puño, Tweek lo esquivó, agachándose, puso sus manos en el suelo para firmarse y le dio una patada con el talón en la cabeza, con el pie donde tenía la lesión, lo que le provocó mucho más dolor y pidió tiempo, sentándose en el suelo, arrastrándose hasta la esquina.
La enfermera subió rápido al ring, descubriendo el tobillo de Tweek.
Noah y Bo se acercaron a ver.
—¿Te fracturaste? —preguntó Noah.
—¡No sé! —respondió quejándose.
Jason, Francis y Craig se pusieron de pie, tratando de ver a Tweek.
—¡¿Qué le pasó?! —preguntó Francis.
—No sé, le están revisando el pie —respondió Craig.
—¡Levántate, Mighty Mask! —gritó Jason.
—No es fractura —dijo la enfermera a Tweek.
El presentador miró a Tweek y este le asintió con la cabeza.
—¡Está bien! ¡Esto continúa! —dijo el presentador al público—. ¡A sus posiciones!
Todos se alejaron del ring para permitirles continuar. Akira se puso de pie, en su posición, mientras Tweek al intentar pisar, cayó al suelo y se levantó con dificultad, poniéndose en posición para continuar, tratando de no apoyar el pie.
—"Yo sé que puedes, Serena" —pensó Craig, sentándose junto a los chicos.
La campana sonó y Akira se abalanzó sobre Tweek, con la intención de hacerle una segunda llave, pero Tweek lo detuvo con un golpe de puño en el rostro, provocando que cayera, montándose rápidamente a continuar golpeándolo. Luego del quinto golpe de puño, Akira se lo quitó de encima, arrojándolo hacia el lado, lo montó dándole dos golpes de puño y Tweek le dio un golpe certero en el hígado, por lo que Akira cayó sobre él, quejándose de dolor, momento que Tweek aprovechó para quitárselo de encima. Se puso de pie con dificultad, adoptando una pose de guardia alta, con los brazos elevados, protegiendo su rostro para continuar, pero Akira no pudo levantarse, solo se resignó a escuchar el conteo.
El presentador terminó de contar, proclamando a Tweek como ganador, levantando su brazo en señal de victoria, pero Tweek se lanzó al suelo a sentarse, ya no podía seguir de pie.
El equipo de apoyo ayudó a ambos a bajar de ring, acompañándolos hasta sus vestidores.
En el vestidor, Tweek esperaba a la enfermera, preocupado. En cuanto esta golpeó la puerta, se apresuró a abrir. La enfermera lo revisaba, mientras Tweek la miraba ansioso.
—No es grave, pero te va a doler unos días.
—¿El sábado estaré bien?
—Sí, haz tu vida normal, pero procura tener cuidado, si recibes otro golpe ahí, por lo menos dentro de un mes, puede ser peor.
Luego de inyectarlo, la enfermera salió del vestidor y entró Noah, para ir al vestidor de Bo. Al llegar, Bo cerró la puerta con seguro.
—¿Estás bien, Mighty Mask? —preguntó Bo.
—Sí, me duele, pero estoy bien.
—Seré breve. Los llamé para proponerles abrir un centro de entrenamiento para niños, los entrenadores seríamos cuatro por el momento, con Negan y ustedes dos si aceptan. La Parka nos va a conseguir el lugar, pero las ganancias serían nuestras. Está él involucrado porque acordamos que, puede observar a los niños desde cerca y sería más fácil para él conseguir luchadores a largo plazo, pero devolviéndole el dinero, el lugar es nuestro.
—Hmm... Pero ¿seríamos los dueños? —preguntó Noah.
—Solo los cuatro, seríamos una sociedad. Ustedes no hasta que cumplan la mayoría de edad, aunque eso no afectaría sus ganancias.
—Yo ya soy mayor de edad, aquí el único que faltaría es Mighty Mask. Pero ¿no deberíamos ser profesionales?
Tweek observaba a ambos, en silencio.
—No, es La Parka, consigue todo lo que quiere. Entonces, ¿qué dicen?
—¿Cómo nos organizaríamos?
—Un día de entrenamiento a la semana cada uno, lo ideal es que seamos siete los entrenadores, por eso quería observar a los nuevos, pero no me convenció ninguno, quizá Kick-Ass, pero aún hay tiempo para buscar a los demás.
—¿De cuánto sería nuestro margen de ganancia?
—Aproximadamente el 65% en total considerando gastos básicos, el equipamiento inicial corre por cuenta de La Parka, pero la ganancias también van a depender de los niños que entrene cada uno.
—Me agrada la idea, pero ambos aún vamos a la escuela.
—Los entrenamientos serían en el horario y día que elija cada uno y el centro estaría en el pueblo, lo adecuamos a los horarios de todos, Negan está en la universidad. Cuando estemos los siete, podemos organizarnos.
—Bien, estoy dentro.
—¿Qué dices, Mighty Mask? No has dicho nada —preguntó Bo.
—Lo siento, es la primera vez que tengo una conversación de adultos. Jaja. Pues... También me agrada la idea, pero mis padres ni siquiera saben que abandoné el Kick Boxing, creo que ocultar esto se me haría más difícil. Además, no soy muy fan de los niños.
—Piénsalo, tienes mucho tiempo, nos faltan tres personas más, pero quiero gente de confianza.
—Bien, lo voy a pensar —dijo Tweek.
—Voy a analizar en el otro pueblo, hay dos más que van a hacer su debut el sábado. Tenemos bastante tiempo, piénsenlo bien —dijo sacando ropa de un bolso.
—Bueno, nos retiramos para que te cambies tranquilo —dijo Noah, abriendo la puerta.
—Piénsalo, Mighty Mask —dijo Bo, desabrochando su pantalón para cambiarse.
—¡Ay, dios! ¡Sí! ¡Adiós! —dijo saliendo a paso rápido, poniendo una mano junto a su rostro para evitar verlo.
Noah cerró la puerta mientras reía, siguiendo a Tweek a su vestidor.
—¿Lo vas a hacer? —preguntó cerrando la puerta.
—Lo voy a pensar, sé que me serviría si voy a dedicar mi vida a las luchas, pero no parece algo muy legal, no sé, voy a ver las ventajas y desventajas de esto primero.
—Que adulto se escuchó eso —dijo acariciando su cabeza.
—Jaja. Ahora vete, me quiero cambiar.
Noah se recostó en el diván.
—Como si nunca te hubiera visto.
—Pues eso va a tener que cambiar, desde que estoy con Craig, ahora me incomoda un poco, es como si quisiera que nadie vuelva a mirarme.
—No lo puedo creer. Te enamoraste, idiota.
—Jaja. No es eso, es... no sé cómo explicarlo. —Tweek se sentó junto a Noah—. Esto no se lo he dicho a nadie, hace días, se me acercó un chico a hablarme, le dije que tenía novio, ni siquiera lo pensé, lo rechacé de inmediato y lo peor de todo, es que no lo encontré lindo.
—¡¿Tú?!
—Sí, hasta yo me preocupé —dijo quitándose la capucha.
—Jajaja. ¿Y por qué Bo sí?
—Él es un caso especial. Cuando deje de fantasear con él, voy a preocuparme en serio.
—Pero no entiendo. ¿Preocuparte por qué? ¿No era lo que tanto querías? ¿No eras tú el que siempre decía que quería encontrar al amor de su vida?
—Sí, pero... Ahora que creo que lo encontré, siento que, si lo pierdo, me voy a morir.
—Jaja. No creo que te mueras, pero me alegro que por fin encontraste lo que buscabas, aunque no sé qué tiene de especial tu follamigo, yo no lo veo tan fantástico.
—Lo es, solo que no lo ves como yo.
—Solo te advierto que, si vuelves a sufrir, no estoy dispuesto a hacer lo mismo otra vez.
—Jaja. Sinceramente, espero que no lo hagas. Ahora, fuera de aquí, me están esperando —dijo poniéndose de pie.
—Bien, me voy, piensa la propuesta.
Noah salió del vestidor y se asomó por la puerta antes de cerrarla.
—Piensa en el dinero —dijo simulando eco en sus palabras, bajando la voz poco a poco—. Dinero, dinero, nero, ero.
—Jaja. ¡Ya vete!
Tweek terminó de cambiarse y salió del recinto.
Los chicos esperaban a Tweek, sentados en el suelo, apoyados en la pared.
—¡No puedo creer que gané de nuevo! —gritó Tweek, saliendo del recinto.
—¿Te duele? —preguntó Jason, poniéndose de pie.
—¡Muchísimo! —respondió sonriendo.
—¿Y qué, ahora eres masoquista?
—Jaja. No, pero nunca me habían inmovilizado así, tengo que aprender a hacer eso.
Craig y Francis se pusieron de pie, esperando a Tweek, que caminaba cojeando.
—Estuviste increíble —dijo Craig, acercándose, abrazándolo con fuerza.
—Gracias.
Craig sostuvo el rostro de Tweek, inclinándose a besarlo con intensidad.
Francis tomó el brazo de Jason, apoyando su cabeza sobre su hombro, mientras observaba a Tweek y Craig.
—¿No es lindo el amor, Jason?
—No vayas a pajearte aquí —susurró.
—Jaja. No. Más tarde.
—Eres asqueroso.
—Lo sé, tengo un problema.
—Jajaja. Idiota. ¡Maldición! ¿Cuánto más van a besarse?
—Ay, déjalos, están en la fase de "Luna de miel", todo es amor al principio.
—¿Crees que se aburra pronto de él?
—No sé, ya pasó su límite, no sé qué esperar.
—Sí. Creo que ya lo perdimos.
Ambos los miraban, ya empezando a sentirse incómodos.
—Ya, suficiente, detenlos —dijo Francis.
Jason carraspeó su garganta.
—¡Estamos aquí!
Tweek rio, deteniendo el beso.
—¡Bien! Perdón, ya lo solté.
—¿Nos vamos? —preguntó Francis.
—¿Y si vamos a comer? Me muero de hambre —dijo Tweek.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó Jason.
—No sé, busquemos un lugar. ¿Tú puedes, Craig?
—Sí, avisé que llegaría tarde.
—Déjame llamar a mi mamá, ya sabes cómo se pone —dijo Francis, alejándose.
—¿Tú no tienes que avisar, Jason? —preguntó Craig.
—No, mi papá aprovecha los días que voy a ver a Tweek para llevar a su amante a casa, así que le estoy haciendo un favor.
—¿Amante? ¿Engaña a tu mamá?
—No, esa perra nos abandonó hace como doce años, tiene otra familia.
—Ah, perdón, no lo sabía.
—Tranquilo, no es un secreto, todos saben que se fue.
—¿Entonces va en serio con ella? ¿Ya sabes quién es? —preguntó Tweek.
—Parece que sí, pero no sé aún quién es, todavía no me dice nada.
—¡Listo! Vamos —dijo Francis, acercándose a los chicos.
—¿Puedes caminar, Tweek? —preguntó Craig.
—Sí, lo que inyectan aquí es buenísimo.
—¿Adónde vamos? —preguntó Jason.
—Solo no vayamos a Pasitas —dijo Tweek.
—¡Aah! ¿Por qué no? —reclamó Francis.
—Porque yo pago y no quiero ir ahí.
—El Panda Express debe estar abierto a esta hora —dijo Jason.
Luego de decidirse por un lugar, emprendieron su camino, pasando junto a Kenny y Butters, vestidos completamente de negro, escondidos tras unos arbustos.
—¿Entendiste, Ken? —preguntó Butters.
—Sí, esperamos que los otros intervengan el intercambio y repartan la mercancía, recogemos las mochilas, escapamos a mi casa y tenemos la mejor cogida de nuestras vidas.
—¡Esto me excita! ¿A ti no? —dijo empujándolo a la tierra, montándose sobre él.
—El que me excita eres tú. Te voy a dar durísimo cuando lleguemos.
—¡Eso espero!
Mientras se besaban apasionadamente, Butters recibió una llamada.
—La Jefa —dijo incorporándose.
—¿Listo? —preguntó al contestar.
Luego de terminar la llamada, se puso de pie.
—Vamos, Ken —dijo levantando una motocicleta, que escondía recostada tras los arbustos.
Al llegar, los esperaban los hombres que estaban en la bodega.
—¿Qué pasó con la chica? —preguntó Kenny, bajándose de la motocicleta.
—Ya está lista —respondió uno de los hombres.
—¿Qué significa eso?
—Luego te explico —dijo Butters.
Los hombres les entregaron mochilas, ambos se las pusieron de inmediato y Kenny se montó en la motocicleta.
—Afírmate bien, no voy parar si te caes —advirtió Butters, arrancando la motocicleta.
Mientras iban de camino a casa de Kenny, escucharon la sirena de la policía acercándose.
—¡Mierda! —gritó Butters, acelerando.
—¡Apúrate! —gritó Kenny, afirmándose con fuerza, nervioso.
—¡Eso estoy haciendo!
—¡No puedo dejar a mi hermana sola!
—¡Cállate! ¡No me dejas pensar!
—¡Piérdelos!
—¡Cállate!
Butters apagó las luces de la motocicleta, entrando a al bosque del pueblo, bajando la velocidad.
—Ken, bájate.
—Pero...
—¡Bájate!
—¿Qué vas a hacer tú?
—Yo los distraigo, luego voy a tu casa, vete.
—Promételo.
Butters frenó la motocicleta.
—¡Bájate de una maldita vez!
Kenny se bajó y Butters se quitó su mochila, abriéndola con prisa.
—¡Ya vete! —dijo Kenny.
—Vienen en auto, tenemos un poco de tiempo. Abre tu mochila.
Butters cambió todo el contenido a la mochila de Kenny, pero se quedó con la última bolsa.
—Esta es mía —dijo guardándola entre su ropa.
—¿Adónde vas a ir?
—Los voy a perder —dijo poniéndose su mochila vacía.
—Te estaré esperando.
—Ten cuidado.
Kenny se acercó a besarlo, hasta que divisaron entre los árboles luces de linternas que se acercaban a ellos.
—¡Corre, Ken! ¡Yo me encargo! —dijo arrancando la motocicleta, escapando de inmediato.
Kenny corrió hacia donde no parecía haber policías y subió a un árbol, esperando un buen momento para escapar.
En tanto, Tweek y los chicos, ya habían llegado al restaurant.
—Los traje por otro motivo —dijo Tweek, sentándose junto a Craig, frente a Jason, que se encontraba junto a Francis.
Una mesera se acercó a los chicos.
—Buenas noches, ¿qué van a querer?
—Hola, yo quiero papas fritas y una gaseosa Cola, por favor —respondió Francis.
—Bien, ¿y tú? —preguntó a Jason.
—Una hamburguesa, un jugo de naranja y papas fritas.
—¿Y el chico lindo, que va a pedir? —preguntó dirigiéndose a Craig.
—Eh... Papas fritas —respondió evitando mirarla.
—¿Algo más?
—Gaseosa.
—¿Cuál?
—La que sea.
—¿Y tú? —preguntó dirigiéndose a Tweek.
—Yo quiero que dejes de coquetearle a este chico lindo, es mío. —Tweek sonrió—. Y también quiero dos hamburguesas, papas fritas y un jugo de manzana, gracias.
La chica se retiró rápido de la mesa.
—Que malo eres —dijo Francis.
—Jaja. Siempre quise hacer eso. Se fue rapidísimo.
—¿Para qué nos trajiste? —preguntó Jason.
Luego de explicarles la propuesta de Bo en tanto comían, se inclinó sobre la mesa, entrelazando sus manos.
—Quiero saber qué creen ustedes, no sé si aceptar. ¿Qué opinas tú, Jason?
—Creo que deberías aceptar, sería bueno para ti si quieres dedicar tu vida a esto.
—¿Y tú, Francis?
—Yo creo que no, no parece algo legal y puedes meterte en problemas.
—¿Qué crees tú, Craig?
—Creo que deberías analizar con los pro y contras de esto, estudiar la situación con detenimiento y luego de eso, ver si aceptas o no.
Tweek negó con su cabeza, apoyándola en su mano.
—Bueno, veo que los traje a comer sin motivo, gracias por nada, me dijeron exactamente lo que ya pensaba. Jajaja.
—Mal agradecido de mierda —dijo Jason.
—Tweek, no somos abogados ni nada parecido —dijo Francis.
—¿Sabes quién podría ayudarte con esto? Tolkien, él sabe de negocios —sugirió Craig.
—¿Y cómo lo haría sin tener que contarle lo que hago?
—Tienes tiempo, ¿no? Solo espera hasta que les cuente de nosotros y cuando todos seamos amigos, le cuentas y le pides ayuda.
—¿Todos amigos? ¿Amigos de Clyde? Jajaja. No, estás delirando. Eso no va a pasar —dijo Jason.
—Estás soñando en grande, Craig —comentó Francis.
—Yo creo que sí podríamos, no pueden llevarse mal para siempre, en algún momento nos vamos a tener que encontrar los seis.
—"¿Va a contarles? —pensaba Tweek, manteniendo la mirada en su plato con restos de papas fritas—. ¿Entonces ya dejó de "probar"? ¿En qué momento? ¿Cuándo...?"
—Sigue soñando, Craig —dijo Jason.
—Jaja. Volviendo al tema, Tweek, ¿de qué edad serían los niños que entrenarías? —preguntó Francis.
—...
—Tweek —insistió.
—No te está escuchando, ya se perdió en su mente —dijo Jason.
—¡Tweek! —gritó Francis, moviendo la mesa.
—¡¿Qué?!
—¿De qué edad serían los niños que entrenarías?
—No sé, no pregunté. Ya vuelvo, voy al baño —dijo retirándose.
—¿De verdad sería tan difícil que sean amigos de Clyde? —preguntó Craig.
—Sí, eso no va a pasar —respondió Jason.
—Quizá, podría hacerlo, si Tweek me lo pidiera, quizá, solo quizá —respondió Francis.
Craig comía las papas fritas que Tweek había dejado en su plato, hasta que Francis se dio cuenta de esto.
—¡Craig, no! —gritó botándole de un golpe la que se llevaba a la boca.
—¡¿Qué?!
—Uy, no. Fue un gusto conocerte —dijo Jason.
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—Tweek deja las papas quemadas para el final. Son las que más le gustan.
—No creo que se enoje por papas fritas —dijo comiendo la última.
—Craig, jamás le quites la comida a Tweek —susurró Francis, al ver que Tweek ya venía de regreso.
Al llegar, Tweek miró su plato antes de sentarse.
—¿Quién se...?
Jason y Francis apuntaron de inmediato a Craig.
Tweek cerró sus ojos, tratando de calmarse.
—Craig Tucker...
—Perdón —interrumpió un tanto temeroso.
—...Voy a dejar pasar esto, solo esta vez, pero odio que se coman mi comida.
—No lo sabía.
—Ahora lo sabes, por favor, no lo vuelvas a hacer.
—¡Solo pide otras y ya! El pobrecito no sabía —dijo Francis.
—¡No! Ya no va a ser lo mismo —dijo sentándose, cruzándose de brazos.
Craig acercó su silla a la de Tweek y lo abrazó.
—Lo siento, Tweek. No sabía.
—"¡Me está abrazando en público! —pensó Tweek—. ¡No! No, estás enojado".
Tweek continuaba de brazos cruzados, tratando de verse aún molesto.
Craig se acercó a su oído a susurrarle.
—¿A qué hora nos vamos a ir a manosear?
—¡Bien! Vamos a casa —dijo Tweek a los chicos, poniéndose de pie—. Me duele mucho el tobillo y estoy cansado.
Mientras los chicos caminaban, Kenny logró escapar y llegar a casa, respirando aliviado al cerrar la puerta.
—"Nunca más" —pensó, apoyándose en la puerta.
En su habitación, escondió la mochila bajo su cama, abrió la ventana y se recostó en su cama, nervioso, mirando hacia la ventana, esperando a Butters.
Tweek se fue a su casa junto a Craig, por lo que Francis y Jason continuaron solos. Mientras caminaban, escucharon a lo lejos la sirena de la policía. Se detuvieron, viendo que perseguían una motocicleta que se acercaba a toda velocidad.
Al pasar junto a ellos, Jason se percató que al que iba montado en motocicleta, al voltearse a ver a los policías, se le cayó una pequeña bolsa transparente.
—¿Lo viste? ¿Era Butters? —preguntó Francis.
—Parece que sí, ahora sí se va a la correccional, pero se le cayó algo.
Jason se acercó a recoger la bolsa y volvió junto a Francis.
—¿Qué es? —preguntó Francis.
—¡No lo creo! —dijo emocionado.
—¿Qué?
—¿Sabes lo que es? —preguntó mostrándole la bolsa.
—No —respondió comenzando a emocionarse.
—¿De verdad no sabes?
—¡No! ¿Qué es?
—¡Mira bien!
—¡¿Qué es?! —preguntó emocionado.
—¡¿Cómo no vas a saber?! ¡Mira bien!
—¡Jason! ¡¿Qué es?! —preguntó moviendo su brazo.
—No sé.
Francis lo miró fastidiado, dándole un golpe en la cabeza.
—Jajaja. No sé, son como piedras, pero son ligeras.
—Que bonitas, parece que brillaran a la luz de la luna.
—¿Sabes por qué brillan? —preguntó Jason.
—No.
—¿De verdad no sabes?
—¡¿Vas a seguir?!
—Jajaja. Ya, no te enojes.
—El lunes se lo llevas a la escuela.
—No se dio cuenta que se le cayeron, son mías.
—¿Y para qué las quieres? Ni sabes qué son.
Jason abrió la bolsa y se acercó a oler.
—¿A qué huelen? ¿Entonces no son piedras?
—Es como... un poco dulce —dijo acercándole la bolsa a Francis.
—No voy a oler eso, no sé qué son.
—Era Butters, así que caramelos no creo que sean.
Jason sacó uno, poniéndolo en la punta de su lengua.
—¡No te lo comas! ¡No sabes qué es!
—Solo quería saber si son dulces como huelen.
—¿Y son dulces?
—No, no tienen sabor a nada.
Jason lo devolvió a la bolsa y la cerró.
—Lo averiguaré —dijo guardando la bolsa en su chaqueta.
—Jaja. Ladrón.
—Ay, por favor, era Butters, apuesto a que son robadas. Las voy a guardar hasta saber qué son.
Por la madrugada, ya comenzando a amanecer, Kenny continuaba sobre su cama.
—¿Hay una verga dura esperándome? —preguntó Butters, asomándose por la ventana.
—Ah, por fin —dijo respirando aliviado.
Butters entró por la ventana, quitándose la ropa y su mochila.
—¿Qué pasó? ¿Por qué vienes mojado? —preguntó Kenny.
—Ken, vengo increíblemente caliente, te lo voy a resumir. Logré escapar, entré al lago con la motocicleta, la dejé que se hundiera y corrí hasta acá. Supongo que en el lago perdí la bolsa, pero da igual, tenemos suficiente.
Butters se acostó sobre la cama, comenzando a tocarse.
—Ven aquí —dijo extendiéndole la mano a Kenny.
Kenny se quitó la ropa rápido y se montó sobre él, besándolo apasionadamente.
Chapter 12: Al rescate del príncipe Melaponedura
Chapter Text
Al día siguiente de la lucha, por la tarde, Tweek fue a casa de Craig.
—¡Hola! Pasa, Craig está en su habitación —dijo de forma amable la madre de Craig.
Tweek le sonrió y subió a su habitación. Craig se encontraba sobre su cama, leyendo un libro.
—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó abriendo la puerta de golpe.
—Leyendo —respondió tranquilamente.
—¿Por qué nunca te asustas?
—Porque eres el único que sube la escalera corriendo en esta casa.
—Maldición —dijo cerrando la puerta.
—Jajaja. ¿Estás bien? ¿Te duele mucho el tobillo? ¿No prefieres que vayamos a tu casa?
—No, digo sí, no, sí. Espera... Sí, estoy bien. No, no me duele tanto el tobillo. No, no quiero ir a mi casa.
—Jaja. Ordena tus ideas —dijo cambiando la página.
—¿Qué lees? —preguntó montándose sobre él, quitándole el libro.
—Un diccionario.
—¿Un diccionario? ¿Quién lee un diccionario?
Tweek cerró el libro, leyendo la portada.
—"Star Trek. Diccionario Klingon". Jaja. ¿Qué? ¿Hay un diccionario Klingon?
—Por supuesto.
—¿Vas a seguir diciendo que no eres un Nerd?
—Jaja. No lo soy.
—Claro. ¿Y cómo se dice, "Quiero manosearte" en Klingon?
—Los rituales de apareamiento de los Klingons no incluyen manoseos, así que dudo que haya una palabra para eso.
—¿Y cómo se aparean?
—Son una raza guerrera. Se fracturan, cortan, luchan o golpean y si sangran, mucho mejor.
—Es lo menos excitante que escuchado en mi vida.
—Jaja. Necesito buscar un sustantivo, dame un segundo —dijo tomando el libro.
—Bien —dijo quitándose su camiseta.
Tweek se inclinó a besar el cuello de Craig, pasando por debajo de libro, por lo que Craig lo levantó para continuar la lectura.
—Dime algo en Klingon —susurró en su oído.
—qamuSHa' (te quiero)
—¿Y qué significa?
—Es un secreto. Aquí está —dijo doblando la punta de la hoja para marcar la página —. Listo, soy todo tuyo.
Craig dejó caer el libro al suelo, tomó las caderas de Tweek y lo acercó tomando su trasero. Tweek se incorporó para quitarle la camiseta a Craig y continuó.
—Tweek.
—¿Hm? —preguntó sin dejar de besar su pecho.
—¿Podrías...?
—¿Hm?
—¿Podrías...? Ya sabes...
Tweek se incorporó, mirándolo fijamente.
—¿Qué quieres?
—¿Podrías...? —Craig desvió la mirada.
—¿Chuparlo?
—¡No lo digas así! —dijo avergonzado.
—Jaja. ¿Y cómo quieres que lo diga? ¿En Klingon?
—Jaja. No, pero no así. ¿Puedo apagar la luz?
—¿No quieres verme mientras lo hago?
Craig se quedó pensativo por un instante y negó con su cabeza.
—¿Seguro? Porque yo sí quiero verte —dijo mordiéndose el labio.
—Por favor.
Tweek se bajó, un poco molesto y Craig se apresuró a apagar la luz, volviendo de inmediato a la cama.
—No te enojes —susurró en su oído.
—Te perdono si lo haces tú esta vez.
Craig se deslizó sin dudarlo hasta su vientre, besando y lamiendo mientras tocaba a Tweek, llegando a su pene, pasando su lengua rápidamente, provocándole leves gemidos que Tweek calló llevando la almohada sobre su rostro.
Al cabo de unos minutos, Tweek lo detuvo con su mano, montándolo y sosteniéndole sus manos sobre su cabeza.
—Serena... Hagámoslo.
—¡Por fin!
Le dio la vuelta bruscamente y comenzó a besar su espalda.
—"Me calienta que sea así de violento a veces" —pensó Craig, sonriendo.
Tweek acarició su trasero, acercándose poco a poco a su entrada mientras se besaban e introdujo levemente su pulgar, provocando que Craig se asustara.
—Espera —murmuró.
—¿Me detengo?
—No... No, sigue.
—Te prometo que tendré cuidado, no te va a doler.
Luego de aflojarlo con sus dedos, Tweek comenzó a penetrarlo lentamente.
—¿Duele?
—Sí —respondió entre quejas.
—¿Me detengo?
—No.
Tweek continuó, embistiendo con delicadeza, subiendo la intensidad poco a poco, mientras Craig callaba sus gemidos cubriendo su boca.
Craig sugirió cambiar de posición, montando a Tweek, movió lentamente su cadera, hasta que comenzó a disfrutarlo. Tweek no pudo contenerse más, se inclinó hacia Craig, se arrodilló, sostuvo su trasero y lo embistió salvajemente mientras Craig cubría su boca con su mano y con la otra se afirmaba de las sábanas con fuerza.
—"Mierda. Duele... Duele mucho, pero maldición, como me gusta" —pensaba Craig, comenzando a tocarse, viniéndose al instante.
—"Ya se vino, pero no quiero parar, que bien se siente" —pensaba Tweek.
—Serena...
—No quiero parar.
—Mas rápido.
Al subir el ritmo, Craig se afirmó de la espalda de Tweek, presionando con fuerza, rasguñando un poco.
—Craig, me voy a venir.
—No, no, sigue.
—No puedo, lo siento.
Al terminar, Tweek se acostó junto a Craig, tratando de recuperar el aliento.
Craig se montó sobre él, besando su cuello.
—¿Estás muy cansado? —susurró Craig.
—Un poco... Dame... —Tweek trataba de recuperar el aliento—. Dame un minuto.
—Quiero más.
—¡¿Más?! —dijo alzando la voz, sorprendido.
Craig le cubrió la boca.
—Baja la voz, nos van a escuchar.
—Pero... Dame un minuto.
Luego de la tercera vez, Craig se durmió en los brazos de Tweek.
—"Ay dios, pensé que no podría —pensaba mirando a Craig, acariciando su rostro—. Al verlo, nadie pensaría que es insaciable. Jaja".
Por la madrugada, Tweek se levantó, procurando no hacer ruido para no despertarlo, se vistió, besó su frente y se fue a casa.
Por la mañana, Craig apagó su alarma, se dio cuenta que estaba desnudo y sonrió, se quedó en la cama, cubriéndose y acurrucándose bien con el edredón.
Tricia abrió la puerta de una patada, como solía hacerlo cuando se les hacía tarde.
—¡Levántate de una maldita vez! ¡¡¡Mamá, Craig aún no se levanta!!!
—¡Deja de gritar! —gritó cubriendo su cabeza con el edredón.
—¡Apúrate!
—¡Sal de aquí!
—¡Vamos a llegar tarde por tu culpa!
—¡¿No dijiste que ya te podías ir sola?!
—¡¡¡Mamá!!!
La madre de Craig subió a su habitación.
—Tricia, tu papá no trabaja hoy, baja la voz. Craig, se hace tarde, levántate.
—Mamá, no me siento bien, no quiero ir a la escuela.
—Bien, quédate en la cama.
—¡¿Qué?! ¡Que injusto! ¡Ni siquiera comprobaste si tiene temperatura! —reclamó Tricia, apoyada en el umbral de la puerta, de brazos cruzados.
—Él no miente como tú, jamás busca excusas para faltar a la escuela.
—No está enfermo.
—¿Y tú qué sabes cómo me siento?
Tricia se acercó a tocar la frente de Craig.
—Mamá, no está enfermo.
Craig se destapó levemente y quitó la mano de Tricia de un golpe.
—¿Y tu pijama? —preguntó Tricia, destapándolo hasta la cintura.
—¡Tenía calor! —dijo cubriéndose rápidamente.
—¡Pero si no tienes temperatura!
—¡En la noche!
—¡Pero ya es de día!
—¡Me quedé dormido así!
—¡Tricia! Déjalo en paz. Tú prepárate para ir a la escuela —intervino su madre.
—Si Craig no va, yo tampoco.
—Claro que sí, ve a terminar de desayunar.
—¡Me voy a escapar de clases! ¡No es justo! ¿Por qué él puede quedarse a dormir en casa mientras yo tengo que ir a sufrir a la escuela?
—Quizá quiere ir a la casa de la abuela con ustedes —dijo Craig.
Tricia lo miró, frunciendo el ceño.
—¡No! Mamita, no.
—Entonces ve a la escuela. Me costó mucho convencer a tu papá de dejarlos aquí. Agradéceme siendo una buena niña hoy.
Su madre sacó a Tricia de la habitación jalándola del brazo, mientras esta lo miraba, enojada. Craig se despidió con su mano, sonriendo, le mostró el dedo medio y se cubrió con el edredón para continuar durmiendo.
Luego de un par de minutos, Tricia subió a la habitación de Craig, abriendo la puerta de golpe.
—Mamá dijo que desayunaras —dijo lanzándole un pan a la cara, retirándose de inmediato.
—¡Tricia! ¡Espera!
—¿Qué?
—Entra, cierra la puerta.
—¿Qué quieres?
—¿Te vas a escapar de la escuela?
—Obvio, no es justo.
—Bien, no diré nada si, cuando vuelvas a casa, cuidas que nadie entre a verme hoy, pero nadie, sin excepciones.
—¿Y qué vas a hacer tú?
—¿Tenemos un trato o no?
—¿A eso le llamas un trato?
—¿Qué quieres?
—Chocolates.
—Mañana.
—Y tus postres por una... No, dos semanas.
—Hecho. Te envío un mensaje cuando se vayan.
Tricia salió de la habitación, dejando la puerta abierta.
—¡Engendro! ¡La puerta!
—¡Ciérrala tú! —gritó desde la escalera—. ¡Y ponte pijama, indecente!
En la escuela, la clase ya había comenzado.
—¿Por qué no vino el estúpido? —preguntó Clyde a Tolkien.
—Ni idea, le mandé un mensaje, pero no responde.
—A mí tampoco me responde.
—Quizá está enfermo.
—Luego le preguntamos a Tricia.
—Solo quieres una excusa para hablarle.
—Me preocupa mi amigo —dijo riendo.
—Sí, claro.
En ese momento, golpearon la puerta del salón de clases. El profesor miró la hora en su reloj.
—¡Adelante!
Tweek abrió la puerta, con una sonrisa forzada.
—Buenas noches, señor Tweak —dijo con ironía, molesto.
—Buenas noches, señor profesor. ¿Puedo pasar?
—Directo a su asiento.
Tweek entró al salón, notando en el camino que Craig aún no llegaba.
—¡Por fin llegas, baboso! —dijo Jason, volteándose.
—Jaja. Casi no vengo, no dormí mucho.
—¿Por qué?
—Digamos que pasé una buena noche... con Craig.
—No quiero saber.
—¡Tres veces!
—Tweek, no quiero saber.
—Jaja. ¿Y Francis? ¿Por qué no vino?
—Lo sabrías si no nos ignoraras todo el fin de semana por Craig.
—Pero si nos vimos el sábado.
—Por la lucha, pero después nos cambiaste por Craig.
—Los llevé a comer.
—Y después nos cambiaste.
—Ay ya, si sabes que son irreemplazables.
Jason se volteó a continuar su tarea.
—¿Sabes? Esa serie te está transformando en alguien mucho más sentimental.
—No es la serie —dijo volteándose, molesto.
—¿Entonces?
—Da igual. Olvídalo. Francis tiene Amigdalitis.
—Pero ¿está bien?
—Sí, ya sabes cómo son sus padres, su mamá lo llevó en cuanto empezó a sentirse mal.
—Entonces supongo que seremos solo los dos hoy.
—Eso si no llega Craig.
Tweek lo miró con una expresión de fastidio.
—Sabes que aquí con suerte nos hablamos.
—¿Y esas escapadas eternas al baño?
—Aah, no puede ser. ¿Quién eres? ¿Mi papá?
—¡En fin! No voy a discutir por idioteces.
—Pero si tú empezaste.
—¡En fin!
Tweek rio, sin comprender su actitud, pero Jason cambió por completo su semblante.
—¿Craig también está enfermo? Estuvo junto a Francis durante toda la lucha.
—No, no sé por qué no vino. Luego lo llamo.
Tweek le envió mensajes durante toda la clase, pero Craig no respondió.
En cuanto sonó el timbre del receso, Tweek lo llamó, pero Craig no contestó.
—¿Lo apagó? —preguntó Tweek en voz alta, mirando su celular luego de llamarlo por segunda vez.
—¿Lo hiciste enojar o algo así? —preguntó Jason.
—No.
—¿Entonces por qué lo apagó?
—¡¿Y cómo mierda voy a saber?!
—¡¿Y por qué te enojas conmigo?!
En ese momento se acercaron Tolkien y Clyde.
—Tweek, ya buscamos a Tricia, pero no la encontramos, ¿sabes por qué no vino Craig? —preguntó Tolkien.
—No —respondió con un tono de voz cortante, sin mirarlos.
—¿Está enfermo? —preguntó Clyde.
Tweek dio un golpe con ambas manos sobre la mesa, poniéndose de pie.
—¡¿Qué parte de "No" no entiendes?!
—¡¿Qué?! ¡¿Vas a pegarme?!
—¡¿Quieres ver?!
—¡No, no! Perdón por molestarte —dijo Tolkien, jalando del brazo a Clyde, saliendo del salón.
—¡Ya! No te alteres, quizá solo olvidó cargarlo, relájate —dijo Jason.
—Sí, puede ser.
—¿No dijiste que tres veces? ¿Crees que se preocupó de su celular después de eso?
—Jaja. Sí, tienes razón. Luego de la escuela iré a su casa —dijo sentándose.
Tweek se recostó sobre la mesa.
—Jason, ¿tienes un marcador permanente?
—Sí.
—Préstamelo.
Jason sonrió, le entregó el marcador, sacando uno para él.
—Aprovechemos que no está Francis —dijo Tweek.
—Jaja. Si no fuera por él, ya estarías expulsado de la escuela.
—Sí, tú no cooperas.
—Mi trabajo no es cuidarte.
Ambos se dirigieron al pizarrón, mientras dibujaban muchos penes, el profesor los observaba de brazos cruzados desde el umbral de la puerta, en silencio.
—Apúrate, antes que termine el receso —dijo Tweek.
—Sí, ya me falta poco en este lado.
—Falta uno allá —dijo el profesor, señalando el pizarrón.
Ambos se voltearon con una expresión de sorpresa y sonrieron al profesor.
—Los dos, borren todo ahora —dijo retirándose del salón.
—Mierda. ¿Cómo lo borramos? —preguntó Jason.
—¿Tienes alcohol, perfume o algo?
—No, no traigo nada que pueda servir.
—Kenny debe tener algo, vigila la puerta.
Jason se fue a vigilar mientras Tweek buscaba en la mochila de Kenny, sacó un perfume y lanzó un poco en el pizarrón.
—¿Y con qué lo limpiamos? —preguntó Jason acercándose.
—¿No tienes manos? —preguntó pasando sus manos, tratando de borrar.
—Me voy a manchar con la tinta.
—¡Ay no! ¡Te vas a ensuciar! —dijo llevando una mano a su mejilla.
—Te manchaste la cara, baboso.
—¡Ay no! ¡Mi cara!
—Jaja. A ti te da igual andar sucio. A mi no.
—Y yo soy el gay. Limpia mejor.
Mientras ambos limpiaban con sus manos, el timbre del final del receso sonó.
—¡Queda manchado! ¡No sale bien! —dijo Tweek, lanzando más perfume.
—¡Tweek! ¡El perfume!
Tweek se apresuró a devolverlo a la mochila de Kenny, pasaron sus manos más rápido y se sentaron de inmediato. El profesor al entrar, miró el pizarrón cubierto de manchas y luego miró a ambos.
—Dimos nuestro mayor esfuerzo —dijo Tweek al profesor.
—El conserje tiene un limpiador para pizarrones, en el siguiente receso quiero ver mi reflejo ahí —dijo señalando el pizarrón, molesto.
—Bien. ¿Podemos ir a lavarnos las manos? —preguntó Jason, mirando sus manos manchadas de negro.
—No.
—¡Por dios! ¡Huele a cantina aquí adentro! —comentó Nichole entrando al salón.
Todos entraron notando el aroma y comentando sobre esto.
Las clases continuaron con normalidad, hasta el segundo receso. En cuanto sonó el timbre, el profesor ordenó a ambos limpiar el pizarrón.
—Tú ve a buscar el limpiador y algo para borrar, yo voy a lavarme las manos. Estoy harto de oler a puto —dijo Jason, oliendo sus manos.
—Jaja. A mí me gustó, huele bien.
—Huele a mierda —dijo saliendo del salón.
Tweek fue a buscar todo lo necesario y volvió al salón, donde ya lo esperaba Jason.
Mientras limpiaban el pizarrón, Jason se detuvo.
—Tweek, —Jason miró la botella de limpiador por un par de segundos—, ¿será inflamable?
Tweek miró a Jason, sin poder evitar sonreír.
Ambos se arrodillaron y derramaron un poco del líquido en el suelo.
—¿Con qué lo prendemos?
—El encendedor está en el vestidor, ya sabes dónde.
—¡Damien fuma! Debe tener uno —dijo Tweek, poniéndose de pie.
Buscó entre los bolsillos de la mochila de Damien y volvió rápido junto a Jason. Tweek encendió el líquido y este se prendió de inmediato, provocando emoción en ambos mientras sonreían.
—Se prendió rapidísimo —comentó Tweek.
—Deberíamos... deberíamos guardarlo, ya sabes dónde —sugirió Jason.
—Pero, Jason, ¿no lo vamos a aprovechar?
—¿Ahora? ¿Quieres que nos castiguen?
—No, pero... que desperdicio.
—No, guardémoslo, algún día nos puede servir.
—Pero...
—Algo pequeño.
Ambos buscaron con la mirada a su alrededor.
—¡Las cortinas! —dijo Tweek, emocionado.
—¡No!
Tweek se puso de pie, moviéndose de forma impaciente.
—¡La mochila de Clyde! —sugirió Tweek, emocionado.
—¡No! Algo pequeño.
—¡La mochila de Kenny!
—¡No!
—¡La mochila de Tolkien!
—¡La mochila de nadie!
—¡Mi mochila!
—¡No! Algo pequeño, no sabemos cuánto se va a demorar en quemarse, esto todavía no se apaga —dijo mirando el líquido arder.
—¡Oh, vamos! ¡Es como darme papas fritas y que no pueda comerlas!
—En mi mochila hay un peluche pequeño.
Tweek se apresuró a sacarlo de la mochila, volviendo rápido con Jason. Derramaron un poco de líquido sobre la cabeza del peluche y Jason lo encendió.
—¿Por qué traes un peluche a la escuela? —preguntó recostándose en el suelo a verlo arder.
—Lleva días ahí, me lo dio una niña.
—¿Una niña?
—Sí, me lo dio por ayudarla a bajar a su gato de un árbol.
—¿Y por qué lo quemas?
—Por mi alergia.
—Oh, cierto, no quieres que te escuchen estornudar. Jajaja.
—Si no puedo controlarlo, prefiero evitarlo.
—¿Cuánto crees que se demore en apagarse esto?
—Parece de combustión lenta, supongo que un par de minutos más, no sé.
El timbre del final del receso sonó. Tweek se puso de pie, tomando el peluche, seguido de Jason.
—¡Apágalo! —dijo Jason soplando el peluche.
—¡No se apaga! —dijo agitándolo con fuerza.
—¡Tíralo!
Tweek lo lanzó por la ventana.
—¡Al suelo, idiota!
—¡Me dijiste tíralo!
—¡Pensé que era obvio! ¡Ahí hay maleza! —dijo Jason, asomándose por la ventana.
El profesor entró al salón de clases, llamando la atención de ambos que no habían terminado aún. Jason se asustó y lanzó el encendedor por la ventana, volviendo al pizarrón a continuar limpiando. A ratos se miraban, nerviosos.
Al terminar, volvieron a sus asientos y Tweek se asomó por la ventana de inmediato.
—¿Se apagó? —susurró Jason.
—Parece que sí.
—¿Seguro?
—No.
—Dámelo, yo lo guardo. —Jason le extendió la mano a Tweek.
—Sí, mejor —dijo entregándole el limpiador.
—¿No huelen como a quemado? —preguntó Kyle a sus amigos.
Tweek se asomó lentamente por la ventana, comprobando que la maleza comenzaba a encenderse, miró a Jason y le asintió con la cabeza.
—¿Qué hacemos? —susurró Jason.
—Cúbreme, voy a tratar de apagarlo.
Jason se levantó, comenzado a simular buscar algo en su mochila. Tweek salió por la ventana y gateó rápido hasta el lugar, pero activaron la alarma de incendios, por lo que se apresuró a regresar.
—¡Yo no la activé! ¡Todos vieron que estoy aquí! —gritó Kenny, poniéndose de pie.
—¡Yo tampoco! —dijo Damien.
Tweek entró rápido por la ventana, lanzándose al suelo y levantándose velozmente.
—¡También estoy aquí! ¡No pude ser yo! —gritó Tweek.
La mayoría de los alumnos y el profesor se asomaron por la ventana, viendo a otros alumnos llevando agua junto al conserje, controlando el fuego rápido.
—Bien, ya no hay peligro, vuelvan a sus asientos —dijo el profesor.
—Te salvaste —comentó Jason.
—Jaja. ¿Yo? Tú lo prendiste.
—Y tú lo lanzaste.
—Bien, somos igual de culpables.
—No, Tweek, si Francis estuviera aquí, no habría pasado. La culpa es suya.
—Tienes razón, él sabe que no nos puede dejar solos, estúpido Francis.
—¿Quién se cree? —reclamó, volteándose a continuar su tarea.
—"¿Qué estará haciendo Craig? —pensó Tweek—. ¿Habrá apagado su celular? Pero todo parecía ir bien, no lo comprendo. No, Jason debe tener razón, Me estoy preocupando de más".
Jason se volteó.
—¿Tienes pegamento?
—Sí, ten —dijo sacándolo de su mochila.
—Gracias —dijo volteándose.
Tweek continuó su tarea, hasta que se percató de la intención de Jason.
—¡Espera! ¡¿Para qué?!
—Muy tarde.
Jason se volteó a entregarle el pegamento.
—¿Qué era?
—Una polilla.
—¿Y si tenía familia?
—Debió pensar en ellos antes de subir a mi mesa.
—¿Y si tenía hijos? ¿Y si salen a buscarlo y ven el cadáver pegado a la mesa? Ese trauma jamás lo van a olvidar.
—Genial, así no olvidan que no deben subir a mi mesa.
—O peor, lo van a esperar en casa por horas, se van a preocupar durante días, hasta finalmente resignarse a que jamás va a volver, por culpa de un idiota que los pega a la mesa, pero un día, Jason, todas esas familias a las que les arrebataste un ser querido, se van a unir, van a atacarte y no pienso ayudarte. Es más, yo mismo les voy a decir que fuiste tú.
—Claro, "Eliza Thornberry". Ve a decirles.
—Jaja. Que antigua la refer...
Tweek fue interrumpido por Kenny, que se cambió al asiento que suele estar vacío a su lado.
—Oye, Tweek.
—¿Qué?
—¿Qué te pasó en la cara?
—¿A eso viniste?
—No. ¿Usaste mi perfume? El aroma viene de ti.
—Sí.
—¿No podías pedirlo?
—No. Era una emergencia. Te compraré otro, no te preocupes, ahora vete.
—¿Qué haces aquí? Con... ellos —preguntó Butters, abrazando a Kenny, mirando con desagrado a Tweek.
—Nada, ya me iba.
Ambos se retiraron a sus respectivos asientos.
—Que desagradable. Pensé que con lo que me contaste por mensajes, se iba a ir a la correccional, pero veo que se salvó. Lástima por Kenny —dijo Tweek.
—¿Por qué te preocupas por Kenny? Esa relación tóxica lleva varios años. Ya se acostumbraron.
—No sé, me da lástima su vida, todos lo maltratan y no se da cuenta.
—Solo tiene que denunciar, si él no quiere hacerlo, no veo razón para que te preocupes por él.
—Sí, tienes razón.
—Que se joda. Quedan cinco minutos. ¿Vamos a casa de Francis después de clases?
—Voy a ir a casa de Craig.
—¿Ves que sí nos cambias? —reclamó volteándose molesto.
—Jajaja. Pero si ya te había dicho que iba a ir.
Jason le mostró el dedo medio hacia atrás y continuó con su tarea.
Al terminar las clases, Tweek se fue de inmediato a casa de Craig, donde fue recibido por Tricia.
—¿Qué te pasó en la cara? —preguntó Tricia, señalando su mejilla.
—Me ensucié con tinta, no se quita. ¿Está Craig?
—Sí.
Tricia se quedó de pie en el umbral, mientras Tweek la miraba, esperando a que lo llamara, pero Tricia no se movió de su lugar.
—¿Puedo verlo?
—No.
—¿No?
—No.
—¿Puedes llamarlo?
—No.
—¿Puedes...?
—No, dijo que no quería ver a nadie. Mis padres no están y Craig me pidió que cuidara que nadie entrara. ¿Para qué quieres verlo? Está vivo si es lo que te preocupa.
Tweek buscó dinero en su bolsillo.
—¿Me dejas entrar a verlo? —dijo mostrándole el dinero.
—Hecho.
Antes de que Tricia tomara el dinero, Tweek se lo alejó.
—A solas.
—Está en su habitación, mis padres van a llegar como a las once de la noche. Las llaves están colgadas junto a la puerta, son las que tienen el llavero de Sailor Moon.
—¿Adónde vas a ir?
—¿Quieres entrar o no?
—No quiero que Craig se enoje porque no sé dónde está la que debía cuidar que nadie entrara.
—Voy a buscar a Karen y no sé, al parque supongo.
Tweek le entregó el dinero y fue a la habitación de Craig. Procuró subir la escalera tranquilamente para que no notara su presencia. Al llegar, golpeó suavemente la puerta.
—¡Vete, Engendro! —gritó Craig.
—Soy Tweek —dijo apoyándose en la puerta.
Craig se encontraba en pijama, aún acostado en su cama, al escucharlo, se asustó y se cubrió por completo con el edredón, dejando ver solo su rostro.
—¿Craig?
—...
—Sé que estás ahí.
Tweek intentó abrir la puerta, pero esta estaba con seguro.
—¿Estás bien? —preguntó golpeando la puerta.
—...
—¿Craig?
—...
—¡Craig!
—¿Y Tricia?
—Salió.
—Mierda —murmuró Craig.
—Craig, abre la puerta, está con seguro.
—...
—¿Estás enfermo?
—No.
—¿Estás enojado?
—...
—¡Craig! ¿Estás enojado?
—No.
—¿Estás... triste?
—No.
—¿Feliz?
—¡¿Te parezco feliz?!
—¡No sé si no abres la maldita puerta!
—¡No, Serena! ¡No estoy feliz!
—¿Estás...? No sé. ¿Asustado?
Tweek se apoyó en la puerta, molesto, hablándole a Craig sin detenerse.
—¿Melancólico? ¿Asqueado? ¿Sorprendido? ¿Animado? ¿Conmocionado? ¿Inseguro? ¿Frustrado? ¿Celoso? ¿Ansioso? ¿Confundido? ¿Deseoso? ¿Nostálgico? ¿Culpable? ¿Incrédulo? —Tweek comenzó a perder la paciencia— ¡¿Tienes Fiebre?! ¡¿Hipertensión?! ¡¿Piojos?! ¡¿Influenza?! ¡¿Diabetes?! ¡¿Dengue?! ¡¿Garrapatas?! ¡¿Hemorroides?!
Tweek forcejeó la manija de la puerta, alterado.
—¡Mierda, Craig, no tengo paciencia para esto! ¡Abre la puerta!
—...
—¿Hice algo que pudiera molestarte?
—...
—Si no abres la puerta, me voy a enojar.
—...
—Me voy a enojar de verdad, Craig.
—Enójate.
—¿Hice algo malo?
—...
—Estoy a nada de perder la paciencia.
—...
—¡Craig!
—¡¿Qué?!
—¡Abre la puerta!
—¡No!
—¿Quieres que me vaya?
—...
—¡Craig! ¿Quieres que me vaya?
—Sí.
—Pues me importa una mierda, no me voy a ir hasta que me digas.
—¡Bien! ¡Quédate ahí entonces!
—¡Bien! ¡Aquí me voy a quedar! ¡No puedes estar ahí para siempre!
—¡Sí puedo!
—¡¿Sabes qué?! ¡Jódete ahí adentro!
—¡Eso hago!
Tweek bajó al primer piso, se preparó un sándwich y subió a sentarse en el suelo, apoyado en la puerta.
—Estoy comiendo un sándwich, ¿no tienes hambre?
—No.
—Tiene jamón, lechuga, tomate, mayonesa y kétchup, está riquísimo.
—...
—Tus padres no van a llegar hasta dentro de seis horas, ¿vas a morirte de hambre?
—Sí.
—Bien, muérete ahí adentro.
—¡Bien!
Tweek terminó de comer, se quedó por un momento en silencio, esperando, hasta que comenzó a aburrirse y se dejó caer hacia un lado, quedando recostado en el suelo.
—¿Por qué apagaste tu celular?
—...
—Te llamé y envié mensajes toda la mañana, ya estaba empezando a preocuparme.
—...
—Tus amigos también intentaron contactarte.
—...
—Craig, abre la puerta, por favor.
—...
—Estoy aburrido aquí afuera.
—Entonces vete a tu casa.
—¿Te hice algo malo?
—...
—¿Quieres que me pase todo el día rogándote?
—No.
—Entonces abre la puerta.
—...
—¡Ya, Craig! Abre la puerta.
—No.
—¿Por qué?
—...
—¿Alguna vez escuchaste el cuento del príncipe que no quería salir de su habitación?
—No.
—¿Quieres que te lo cuente?
—No.
Tweek se acomodó de lado en el suelo, mirando hacia la puerta y comenzó su relato.
Cuento: El príncipe que no quería salir de su habitación
—Creo que eres lo bastante listo para entender el cuento, Craig.
—Sí.
—Si no abres a la cuenta de tres, voy a bajar a buscar las llaves.
—...
—Uno.
—...
—Dos.
—...
—¡Dos!
Tweek se puso de pie, dando un golpe de puño en la puerta.
—¡Dos!
—¡Sigue el tres!
—¡No me provoques, Craig! ¡Dos!
—...
—¡Abre la maldita puerta! —dijo forcejeando la manija.
—¡No!
Tweek bajó a buscar las llaves, al abrir, encontró la habitación vacía, cerró la puerta con seguro y se acercó a la cama, que estaba deshecha.
—Craig, sé que estás aquí, tu cama está tibia.
Buscó bajo el escritorio, dentro del clóset y revisó la ventana, pero estaba cerrada con seguro. Se acercó a la cama, agachándose para mirar por debajo, encontrando a Craig.
—¿Estás enojado? —preguntó Tweek, ya más calmado.
—No.
—¿Qué haces ahí? —preguntó acostándose en el suelo, metiéndose bajo la cama.
—Nada —respondió desviando la mirada.
—¿Hice algo malo?
Craig se volteó.
—¿Qué hice?
—...
—Creo que sabes que no me voy a ir hasta que me digas.
—Sí.
—Entonces no lo hagas más difícil.
Tweek se acercó, tomó su mano y se apoyó en su hombro.
Craig continuaba sin voltearse.
—Craig, si hice algo malo, quiero saber.
—...
—¿Por qué no quieres decirme?
—...
—¿Quieres terminar con esto? —preguntó con voz temblorosa.
—No —respondió apretando su mano.
—¿Quieres verme llorar?
—No.
—Pues es lo que estoy a punto de hacer.
Craig se volteó, viendo a Tweek sonriendo, por lo que se volteó nuevamente, molesto.
—Jaja. ¡Dime!
—No.
—Si me dices, quizá pueda ayudarte.
—No creo.
—¿Podemos salir de aquí?
—No.
—No me gustan los espacios pequeños.
—A mí sí.
—Craig, tengo la fuerza necesaria para sacarte de aquí a patadas, no lo hagas más difícil.
—...
—¡¿Sabes qué?! ¡A la mierda!
Tweek salió de debajo de la cama, acostándose sobre esta.
—¡Quédate a joderte ahí!
Se quitó sus zapatillas y su pantalón, lanzó todo al suelo y se acostó en la cama.
—¡Que tengas buenas noches ahí abajo!
—¡Son las cinco de la tarde!
Se cubrió con el edredón, acomodándose para dormir, pero escuchó el estómago de Craig, que comenzó a gruñir.
—Craig, ¿almorzaste?
—No.
—¿Tienes hambre?
—No.
Tweek se levantó, molesto, se puso su pantalón, guardó las llaves y bajó a la cocina.
—"Ahora no olvida las cosas" —pensó Craig bajo la cama, frunciendo el ceño.
Luego de preparar un sándwich, subió nuevamente a la habitación y se asomó bajo la cama.
—¿Quieres comer? —preguntó mostrándole el sándwich.
Craig asintió con la cabeza, estirando su brazo para alcanzarlo.
—Pero tienes que salir —dijo alejándoselo.
Craig se volteó.
—¿Vas a seguir con tu berrinche? Bien, si quieres comer, tendrás que salir.
Tweek se quitó su pantalón y se acostó nuevamente, se quitó su camiseta, la dejó caer al suelo y dejó el sándwich sobre su vientre.
—Voy a dejarlo sobre mí, si quieres comer, tendrás que salir.
—No quiero.
—¿Sabes? Esta parte de ti, Craig, es... inesperado.
—...
—¿Siempre te pones así cuando no quieres enfrentar las cosas?
—...
—Quien lo diría, también puedes ser irritante.
—...
—Jaja. Tuve sexo una vez y ya tengo un bebé.
—...
—Puedo ser tu niñero si quieres.
—...
—Mierda, Craig, siento que estoy hablando solo.
—Serena —dijo con voz tranquila.
—¿Sí?
—Tengo hambre.
—Ven a comer, apúrate, la mayonesa se está cayendo sobre mí, necesito que alguien venga a lamerme.
Craig se deslizó a la orilla de la cama, alzó su mano, buscando el sándwich a ciegas, al encontrar el pecho de Tweek, acarició con su mano lentamente hasta llegar a su vientre.
—Si quieres tocar, tienes que salir —dijo haciéndose a un lado.
Craig bajó su mano.
—Bien, si ahora vas a vivir ahí, supongo que voy a dormir.
Tweek dejó el sándwich sobre el velador y se cubrió.
—Tweek —dijo con un tono de voz bajo.
Tweek se acomodó para dormir, ignorando a Craig.
—Tweek.
—...
—¡Tweek!
—...
—¡Serena!
—Molesta, ¿verdad?
—Lo prometiste —dijo en voz baja.
—¿Qué cosa?
—Prometiste que no iba a doler —dijo avergonzado.
—¿A qué te refieres?
—Anoche.
Tweek se asomó a ver a Craig bajo la cama.
—¿Por eso estás así? ¿Te duele?
—Sí —respondió volteándose para no ver a Tweek.
—Pero si tú eras el que no quería parar.
—Porque me gustó.
—¿Entonces? ¿Por qué te quejas?
—No me quejo de eso.
—¿Entonces?
—Es que...
—Te estoy escuchando, continúa.
—Ahora no me puedo sentar.
Tweek comenzó a reír.
—¡No te rías! —dijo volteándose a verlo, molesto.
—Perdón, pero no imaginé que era por algo así.
—¡¿Terminaste de burlarte?!
—No me estoy burlando, pero ahora me parece adorable toda la situación.
—¿Puedo comer ahora?
—¿Por qué no sales de ahí? —dijo extendiéndole la mano.
—No.
—Ven conmigo.
—No. Si salgo... —Craig apoyó su cabeza entre sus brazos en el suelo—. Si salgo, lo vamos a hacer de nuevo.
Tweek se metió bajo la cama, acostándose a su lado.
—No voy a hacerte nada.
—No creo poder soportarlo de nuevo.
—Craig, no haremos nada, lo prometo.
—Entonces vístete —dijo deslizándole la mano por el torso.
Craig se acercó a besar el cuello de Tweek, mientras acariciaba su vientre.
—¿Te gusta esta parte de mí? Me manoseas mucho ahí.
—Me vuelve loco —murmuró.
—¿De verdad quieres que me vista? Porque a mí me parece que no.
—No —Craig se acercó más a Tweek, pero al sentir dolor, se detuvo—. ¡Sí! Sí, vístete.
—Jaja. Claro, pero sal de aquí, ¿no estarías más cómodo en tu cama?
Craig salió de debajo de su cama, aguantando el dolor y se acostó de lado.
—¿Qué te pasó en la cara?
—Me manché con tinta. —Tweek le mostró sus manos, sentándose a su lado—. Las manos también, pero no se quita.
—¿Qué hiciste ahora? —preguntó entrelazando su mano con la de Tweek.
—Jaja. Nada malo, solo dibujaba con Jason. ¿Qué te duele exactamente?
—Bueno, lo obvio, todo de la cadera para abajo, la espalda y un poco los brazos.
—Ay dios, un poco más y quedas inválido. Me siento halagado.
—Jaja. ¡Aagh! No me hagas reír. Hasta eso me duele.
—Jaja. ¿Quieres comer? Mis medicamentos pueden ayudarte, pero tienes que comer primero.
—Sí, me muero de hambre.
Tweek bajó a la cocina a preparar algo rápido de comer, se lo llevó a Craig a su habitación, luego de comer Tweek le dio el medicamento. Ambos se acostaron, abrazados, mientras Tweek acariciaba el cabello de Craig, golpearon la puerta.
—¿Puedes ir a ver? No quiero moverme de aquí.
—¿Y si son tus amigos?
—Ellos creen que somos amigos, solo diles que viniste a verme.
—Si es Clyde, no te prometo ser amable —advirtió saliendo de la habitación.
Al abrir la puerta, se encontraba Kenny.
—¡Vaya, vaya! ¿A quién tenemos aquí? —dijo Kenny, apoyándose con una mano en el umbral de la puerta.
—¿Qué quieres, Kenny? ¿Viene tu guardaespaldas contigo?
—Jaja. No, tranquilo. ¿Está Craig?
—No.
—¿Entonces qué haces aquí?
—Eso no te importa. ¿Qué quieres?
—¿Puedes llamarlo?
—No está.
—Entonces acompáñame.
—¿Adónde? ¿Para qué? ¿Qué quieres?
—Es la hermana de Craig, está ebria.
—¿Ebria? ¿Estás seguro?
—Sí, está con Karen en mi casa. Salí y cuando llegué, estaban las dos en mi habitación, Tricia apenas se puede mantener de pie.
—No puede ser —murmuró.
—¿Vienes o no? Necesito sacarla de mi casa.
—Dame un minuto, no te vayas.
—¿No vas a dejarme entrar? Podríamos aprovechar que Craig no está y...
—No —dijo cerrando la puerta.
Tweek subió rápido.
—¿Quién era?
—Craig, no te vayas a enojar —dijo poniéndose sus zapatillas.
—¿Por qué?
—Es Kenny.
—¿Y adónde vas?
—A su casa.
—¿A qué?
—Voy a buscar a tu hermana.
—¿Por qué? ¿Qué hace allá?
—No sé, pero... está... Kenny dijo que está ebria.
—¡¿Qué?! —dijo sentándose en la cama, antes de quejarse de dolor.
—Quédate ahí, la traeré enseguida.
—Voy contigo.
—No, espera a que el medicamento haga efecto, vuelvo enseguida, vive cerca.
—Pero...
—Craig, suficiente por hoy, te vas a quedar aquí y se acabó.
—¡Le dije que no fuera a esa casa!
—Craig, yo la traigo, no te preocupes. Cuando llegue, el medicamento ya debería haber hecho efecto.
—Pero es mi hermana, es mi responsabilidad.
—¿Hoy tienes ganas de hacer todo más difícil? ¡Quédate aquí!
Craig se acostó de golpe y se cubrió con el edredón. Tweek lo besó en la frente y salió rápido de casa, reuniéndose con Kenny, que lo esperaba sentado en el borde de la acera.
—¿Ninguno de los dos tiene modales? —preguntó Kenny.
—No, vámonos —dijo caminando con prisa.
—¡Espérame!
—¡Apúrate!
—¿Craig no viene? —preguntó llegando a su lado.
—Ya te dije que no está.
—¿Y qué haces en su casa?
—Eso no te importa.
—¿Ya saben sus padres que son novios?
—No.
—¿Entonces porqué te dejan entrar si él no está?
—Kenny, ¿volviste con Butters?
—¡No! Kenny no tiene dueño. ¿Por qué quieres saber? Esta es la segunda vez que me preguntas.
—A pesar de que no me agradas mucho y dejando de lado que intentaste extorsionarnos, me preocupas.
—¿Tú te preocupas por mí? ¿Por qué?
—Porque Butters te trata como la mierda.
—No, no es como crees.
—Te manipula y maltrata como quiere y no te das cuenta.
—No me manipula ni me maltrata.
—Te apuñaló una vez.
—Solo discutimos.
—Eso no fue una simple discusión, te apuñaló, y aun así, tú sigues ahí. Siempre terminan y vuelven, es una relación tormentosa. Esto te lo voy a decir una vez y no quiero que lo tomes como una confesión ni nada parecido. Kenny, eres lindo, podrías tener a cualquiera, tienes el doble de probabilidades de encontrar a alguien que realmente te quiera y te trate como mereces.
—Suenas como Kyle.
—¿Lo ves? No soy el único que se preocupa por ti. Si te digo esto, es porque veo que realmente piensas que mereces ese trato.
—Ahora suenas como Stan.
—Si no fueras tan... tú, encontrarías a la persona indicada.
—Tweek, yo no quiero una persona indicada, agradezco tu preocupación, pero estoy bien —dijo sacando las llaves para abrir la puerta de su casa—. La que no está bien es Tricia. Solo entra y no te fijes en el desorden.
Kenny dirigió a Tweek hasta su habitación. Al abrir, Karen estaba llorando, sentada en un rincón de la habitación, mientras Tricia la abrazaba, llorando junto a ella.
—¿Qué bebieron, Kenny?
—Ron, ya se habían terminado la botella cuando llegué, pero le quedaba un poco más de la mitad.
Tweek se agachó frente a las niñas.
—¿Por qué lloran?
—Mi papá... mi papá le pegó a Kenny de nuevo —respondió Karen, sollozando.
Tweek se volteó a ver a Kenny.
—No le hagas caso. Solo discutí con él.
—Kenny...
—Vienes a buscar a Tricia, no a preocuparte por mí.
—¡Jódete entonces!
Tweek se volteó a ver a Tricia.
—¿Y tú, Tricia, por qué lloras?
—Porque quiero mucho a Karen —dijo abrazándola—. No quiero ver que la maltraten a ella también.
—¿También? —Tweek se volteó—. ¿Ella estaba aquí cuando te pegó?
—No, eso fue ayer y ya te dije que solo fue una discusión.
Kenny tomó el hombro de Tweek.
—¿Me ayudas a llevar a Karen a su habitación?
—Bien, abre la puerta, yo la llevo.
Tweek levantó en brazos a Karen, llevándola hasta su cama.
—Eres como un pequeño superhéroe. No lo parece, pero eres bastante fuerte —dijo Kenny, sonriendo.
—¡Cállate! Solo abre su cama.
Mientras esperaba a Kenny, Karen vomitó sobre su camiseta.
—¡Que asco! ¡Toma a tu hermana! —dijo volteándose en sentido contrario, cerrando sus ojos.
—Jajaja. Solo déjala en la cama.
Tweek la lanzó sobre la cama.
—¡Con cuidado!
—¡Es una cama y está ebria, no le va a pasar nada!
Kenny acomodó a Karen en su cama.
—Huele asqueroso —dijo quitándose la camiseta con cuidado, procurando no ensuciarse.
—¡Qué bien come Craig! —dijo volteándose a verlo.
—¡No te quedes ahí! ¡Préstame una camiseta o algo!
—Te van a quedar grandes.
—No me importa, no me voy a ir vomitado.
—Que desperdicio que te cubras con ropa. ¡Mírate! Vestido no se te nota.
—Kenny, solo préstame algo, mañana te lo devuelvo.
Ambos se fueron a la habitación de Kenny, este le entregó una camiseta, que Tweek se puso de inmediato.
—¿Lo ves? Te queda grande.
—Me da igual. —Tweek le entregó su camiseta—. Ten, lávala.
—¡¿Yo?! —dijo alejando sus manos.
—¡Es tu hermana! Mañana me la llevas a la escuela.
—¿Por qué siempre eres tan desagradable conmigo? A los demás no les hablas así.
—Porque cuando alguien es agradable contigo, tú malinterpretas todo, y no todos quieren acostarse contigo.
—¡Claro que sí! Pero bueno, te lo pierdes.
—Ten, lávala.
Kenny recibió la camiseta con asco y la lanzó al suelo.
Tweek se agachó frente a Tricia, que se encontraba dormida, apoyada en la pared.
—Bien, vámonos —dijo moviéndola, ofreciéndole su mano.
—¿Qué?
—Vámonos.
—¿Qué?
—¡Despierta!
—¿Tweek?
—Sí, vámonos, Craig está furioso.
—¿Craig? ¿Por qué?
—¿Cómo que por qué? ¡Estás ebria!
—¿Ebria? ¡Naah!
Tricia se puso de pie con dificultad, cayendo hacia un lado.
—¡Déjame aquí! —dijo acomodándose para dormir en el suelo.
—Jaja. No, ya vámonos.
—No quiero.
—Ay dios, esto es de familia —comentó Tweek, poniéndose de pie.
—¿Y quién eres tú? —preguntó Tricia tratando de enfocar su vista.
—Soy Tweek.
—¿Tweek?
—Sí, ya vámonos.
—No, quiero quedarme con Karen.
—Karen ya se durmió, vámonos.
—Jaja. Que terca es tu cuñada. Vas a tener que llevarla —dijo Kenny.
Kenny lo ayudó a subirla a su espalda para cargarla y salieron de casa.
—¿Adónde vamos? —preguntó Tricia.
—A tu casa.
—¿Mis papás ya llegaron?
—No, todavía no.
—¡Bebí un poco con Karen! —dijo entre una risa torpe.
—Sí, lo sé, pero no lo hagas más, eres muy pequeña.
—¡Sí, mamá!
Tricia se apoyó en la espalda de Tweek, riendo torpemente.
—Tricia, no me vayas a vomitar —dijo acomodándola en su espalda.
—¿Por qué la gente tiene hijos si no los van a cuidar?
—¿Te refieres a los padres de Karen?
—Ese tipo de personas no debería tener hijos.
Tricia apoyó su cabeza en la espalda de Tweek y comenzó a llorar.
—No te preocupes, ellos van a estar bien.
—Craig decía lo mismo, pero todavía tiene pesadillas... y está lleno de cicatrices... Eso nunca lo va a dejar olvidar. Por él nos mudamos, por él estamos aquí. —Tricia continuó llorando.
Tweek detuvo su caminar, desconcertado.
—¿Craig? ¿Craig tiene cicatrices? ¿Por qué?
—Desde que nos mudamos, él cambió, ya casi no tiene pesadillas, habla más y ahora se le ve feliz. Algo en este pueblo lo ayudó a olvidar todo el pasado. Es como cuando un príncipe llega montado en su caballo a rescatar a la princesa encerrada. —Tricia se acercó a hablarle al oído—. Y él es la princesa. Jajaja.
—Jaja. Tricia, ¿sus padres los maltratan?
—No, jamás harían algo así.
—¿Tú tienes cicatrices?
—No tantas como él.
Tricia se cubrió la boca.
—Craig me dijo que no debía hablar de eso —murmuró.
—Tricia, ¿por qué Craig tiene cicatrices?
—No le digas que te dije, se va a enojar.
—¿De dónde vienen ustedes? Ya le he preguntado, pero desvía el tema.
Tricia se apoyó nuevamente en la espalda de Tweek, sin responder. Tweek decidió no continuar preguntando, apresuró el paso y vio a Craig a lo lejos, de pie en la entrada, esperándolos.
—"¿Cicatrices? Pero lo he visto muchas veces y no tiene nada. Aunque, ahora que lo pienso, siempre que llegamos al momento de que se quite el pantalón es cuando decide apagar la luz. No voy a preguntar, debe ser un tema difícil, le daré tiempo a que él quiera contarme. Me conformo con saber que ahora está bien" —pensaba Tweek, de camino.
Tweek entró a casa, dejó a Tricia sobre el sofá, que llegó durmiendo y se volteó a ver a Craig.
—¿Ya estás mejor? —preguntó abrazándolo.
—¿Por qué traes otra camiseta?
—Karen me vomitó.
—Luego te pones una mía.
—Jaja. No seas celoso. Pero sí, prefiero una tuya.
Craig se inclinó a besarlo, pero Tricia comenzó a moverse.
—Deberías prepararle un café o algo —dijo Tweek.
—¡Café mi culo! —dijo molesto.
—Eso sonó... mal. Jajaja.
Tweek se hizo a un lado, sentándose en el suelo. Craig se agachó frente a Tricia, moviéndola bruscamente.
—¡Tricia!
—¿Aah?
—¡Tricia! ¡En un par de horas van a llegar mis papás!
—No importa, no saben el secreto.
—¿Qué secreto?
—Jaja. No puedo decirte... —Tricia hizo una arcada, conteniendo sus ganas de vomitar—. Es un secreto.
—No le diré a nadie.
—Pero no le digas a Craig.
Craig trató de contener su risa.
—Bien, no le diré nada.
—Tampoco le digas a Tweek.
—No le diré a ninguno de los dos, lo prometo.
—Craig es gay.
Craig miró a Tweek con una expresión de horror y luego se volteó a ver a Tricia.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo seguí una noche que se escapó, fue a casa de Tweek y entró por la ventana...
—¿Cuándo?
—Déjala que te cuente —murmuró Tweek.
—Escalé el árbol y los vi.
—¿Y qué estaban haciendo? —preguntó Tweek mientras reía.
—Se estaban besando.
—¿Le dijiste a los padres de Craig? —preguntó Craig.
—Y con Michael en...
Craig le cubrió la boca a Tricia.
—¿Michael? —preguntó Tweek.
—¡No! O sea, sí, pero antes de ti. Te dije que había probado antes.
—¿Y por qué lo nombró después?
—¡Porque está ebria!
—Entonces déjala que termine de hablar.
—Tweek, confía en mí, fue antes de ti.
—¿Entonces a qué le tienes miedo? Déjala continuar.
—A lo que iba a decir después —dijo bajando su mirada—. Solo eso.
Craig soltó a Tricia al notar que se había dormido.
—Serena, el que me vuelve loco eres tú, no necesito a nadie más —dijo acariciando su rostro.
—Si no quieres terminar como el príncipe del cuento, espero que sea así.
Craig sonrió y se acercó a besarlo, pero Tweek lo alejó.
—Está tu hermana.
—Bien, dejémosla dormir un rato, en mi habitación puedes mostrarme por qué me llamaba así en el cuento.
Tweek se puso de pie, extendiendo su mano a Craig.
—Será un honor.
Chapter 13: Descansa en paz
Chapter Text
—Quedan cinco minutos para que terminen las clases —dijo Clyde.
—¿Adónde van a ir con Francis a hacer la tarea? —preguntó Tolkien.
—A la Cueva de los Vientos, iremos a una visita guiada. ¿Y ustedes?
—Al cementerio. Llamé al cuidador y nos dará un recorrido. ¿Sabes adónde van a ir Tweek y Jason, Craig?
—A la biblioteca.
—¿Y si nos juntamos al terminar? Podríamos ir a casa de Craig —sugirió Clyde.
—No sé, déjame ver, te aviso más tarde —respondió Craig.
—¿Tienes algo que hacer? —preguntó Clyde.
—No sé, déjame ver.
—Está bien, señor importante, si tienes tiempo en tu apretada agenda para tus amigos, nos avisas.
—Jajaja. Ya vas a empezar a llorar.
—¡Es que ahora nunca tienes tiempo para nosotros!
—Clyde, no seas llorón, luego les confirmo.
—Jaja. Clyde, tú también andas un poco perdido últimamente.
—¡Mentira!
—¿Cómo que no? La semana pasada te llamé para beber, porque Craig nunca contestó su celular y dijiste que no podías. Y hace unos días, me diste la misma respuesta.
—No es mi culpa que Nichole no te preste atención suficiente.
Nichole se volteó.
—No, Clyde, nuestra etapa de andar pegados pasó hace mucho tiempo, eso es al principio, las muestras de cariño evolucionan y ya no es necesario que estemos todo el día juntos, aunque cada uno esté con sus amigos, sabemos perfectamente que nos amamos y él sabe que lo adoro como el primer día —dijo acariciando el rostro de Tolkien.
—¡Que tiernos! Estoy a punto de vomitar un arcoíris.
—Jaja. Cuando dejes de involucrarte con una tras otra y te enamores de verdad, lo vas a entender —dijo volteándose.
Clyde comenzó a imitarla, acariciando el rostro de Craig mientras los tres reían.
Las clases terminaron y se dirigieron con sus respectivos compañeros a hacer la tarea.
En el cementerio, Craig y Tolkien caminaban entre las tumbas junto al cuidador, que les hablaba sobre los inicios y leyendas que contaban los habitantes del pueblo. Finalizaron su recorrido y se quedaron en el lugar a dar una caminata.
—¿Aquí hay horario de cierre, Tolkien?
—Sí, ¿por qué?
—Siempre he querido hacer un recorrido, pero donde vivía antes no había un cementerio cerca.
—¿Por la noche?
—Sí, ¿Con Clyde no han hecho algo así?
—No, Clyde es cobarde.
—Jaja. ¿Tú lo harías?
—Acompañado sí, solo ni loco, no te voy a mentir.
—Deberíamos hacer uno alguna vez.
—Me agrada la idea. ¿Me acompañas a visitar la tumba de mi abuelo? Hace mucho que no venía.
—Vamos, tenemos tiempo de sobra.
Al llegar, a unos metros de ellos, se encontraba un hombre de cabello rubio, largo, vestido con un abrigo negro y capucha, que lloraba frente a una tumba, por lo que decidieron mantenerse en silencio mientras Tolkien retiraba flores secas y limpiaba un poco, pero notó que el hombre los observaba.
—Craig, no te voltees, pero ese hombre de allá nos está mirando hace un buen rato.
—¿El que lloraba? —Craig no se volteó a ver, acercándose un poco a Tolkien.
—Sí.
Craig simuló mirar a su alrededor, hasta divisar al hombre, pero este se percató y se retiró a paso rápido.
—Solo debe ser una pérdida reciente —comentó Craig, viéndolo alejarse.
—No, creo que ahí está el hermano de Kenny.
—¿Tenía hermano? ¿Qué le pasó?
—Murió hace años, cuando éramos niños, la gente dice que fue su padre, pero nunca pudieron comprobarlo.
—Debe ser un familiar.
—Ni idea, no soy muy cercano a Kenny.
El celular de Craig recibió una llamada de Tweek.
—Espera, Tolkien, me están llamando —dijo antes de apartarse un poco para contestar.
En la cueva, Francis y Clyde escuchaban al guía en su recorrido, tomando nota de lo que iba narrando. Al terminar, se quedaron tomando unas cuantas fotos y se alejaron del grupo para devolverse solos.
—Francis, ¿no deberíamos esperar al guía? —Clyde se acercó a Francis.
—Clyde, ¿no conoces el espacio personal? —preguntó, alejándolo—. No te me pegues tanto. No seas cobarde.
—¡No tengo miedo! Solo es estrecho.
—Hay suficiente espacio.
—¡¿Aquí está bien?! —preguntó dando un paso atrás.
—Más allá.
Clyde dio cinco pasos atrás.
—¡¿Aquí?!
—Sí, quédate a esa distancia.
—Qué delicado.
—Como digas.
—¿Ya podemos irnos?
—Jaja. Cobarde. Bien, vámonos.
Mientras caminaban, Clyde se detuvo, aterrado, al ver que lo algo los observaba en medio de la oscura cueva.
—¡¿Qué es eso?! —gritó sujetando la sudadera de Francis.
—No hay nada, camina.
—¡Ahí, Francis!
—¡Suéltame, Clyde!
—¡Viene por nosotros!
—¿Qué cosa?
—¡Eso de ahí!
—¿Dónde?
—¡Ahí! ¡¿Eres ciego?!
Francis alumbró con su linterna, buscando lo que decía ver Clyde.
—¿Eso?
—¡Sí!
—Es un gatito.
—¡Eso no es un gato!
—Claro que sí —dijo levantándolo en brazos.
—¡Está horrible!
—¿Qué haces aquí, gatito? ¿Tienes hambre?
—¿Y qué come esa abominación? ¿Almas?
Francis sacó un trozo de pan de su mochila y se lo ofreció al gato, pero este lo olió sin mostrar interés y se fue, por lo que continuaron su camino.
—Supongo que no come pan.
—Claro que no, eso no era un gato, debe ser mascota del Hombre-Oso-Cerdo.
—Jajaja. Eso es un mito.
—Mucha gente dice que lo ha visto.
—Yo no creo que exista. —Francis apartó a Clyde de su lado—. Y hazte para allá, cobarde.
—¡Ya te dije que no tengo miedo!
—Ahí está la salida, por fin.
El celular de Clyde recibió una llamada.
—Espera, me está llamando Tolkien.
En el bar, el padre de Jason se encontraba bebiendo una cerveza con el padre de Clyde, mientras conversaban.
—¿Estás bien, Robert? Estás más callado hoy.
—Me preocupa Jason, hace días lo encontré buscando insectos para matarlos, creí que ya había dejado de hacerlo.
—Pero es un niño aún, no lo veo tan grave.
—Los tortura, Roger, y veo cómo lo disfruta. Han pasado tantos años. Él dice que no le afecta, pero sé que sí, todos necesitan a su madre y que los siga matando es la prueba.
—¿Y qué tienen que ver los insectos con ella?
—Jason amaba los insectos, solía buscarlos por horas en el patio trasero, se maravillaba con cada uno de los que encontraba, sobre todo con colores que llamaran su atención, cada vez que veía una mariposa de colores vivos, se detenía a mirarlas hasta perderlas de vista. Cuando tenía cinco años, el día que su madre se fue, ella le inventó una historia, le dijo que debía ir a ayudar a las mariposas, que estaban en peligro, porque una pandilla de insectos malvados quería robarles la comida y si no las ayudaba, todas las mariposas del mundo iban a desaparecer. Jason lloró mucho y le pidió acompañarla, ella le dijo que volvería en unos días, pero eso jamás pasó, ella nunca volvió. Jason se sentaba todos los días a esperarla en la acera, y los días de lluvia, la esperaba junto a la ventana. Cuando se cansó de esperar, culpó a la pandilla de insectos malvados, creyó que ellos se la habían llevado, así que le pedía ayuda a los insectos en el patio, se los acercaba y les susurraba que lo llevaran con su mamá, los dejaba en el suelo y los seguía. Día tras día lo intentó, no perdía la esperanza, pero un día, se enojó y llorando les preguntó por qué nunca lo llevaban con ella y comenzó a pisarlos, con el pasar de los días, poco a poco subió el nivel de violencia, hasta que empezó a torturarlos. Finalmente me harté de verlo sufrir y lo llevé a que viera a su madre, a su nueva casa, con su otra familia, quería que entendiera que ella jamás iba a volver, quería que dejara de esperarla, quería que volviera a ser el niño que era antes de que ella inventara esa estúpida historia.
El padre de Jason comenzó a llorar.
—Él nunca volvió a ser el mismo. Hice todo lo que estuvo a mi alcance y agradezco que no sea una persona depresiva ni nada de eso, sé que está bien, pero daría mi vida por verlo tan solo mirar una mariposa como lo hacía antes.
—Quizá... Quizá lo que él necesita, es saber que va a tener una nueva familia dispuesta a ayudarlo para dejar todo atrás.
—No le voy a decir aún, no sé cómo lo va a tomar, mezclar ambas familias va a ser difícil.
—Tómate tu tiempo, cuando estés listo, le cuentas, pero ya algunas personas del pueblo lo saben y otros sospechan, aquí nada se puede ocultar para siempre, este es un pueblo pequeño.
—Para ser sincero, tengo miedo de su reacción, no sé si lo va a aceptar.
—La decisión es tuya, ya pronto será legalmente un adulto y te dedicaste solo a él, no buscaste a nadie y lo más importante, no te ayudó nadie, lograste hacerlo solo.
—No lo hice tan bien si continúa haciendo lo mismo, de verdad intenté cumplir ambos roles y que no sintiera el rechazo de su madre. No puedo dejar de sentirme culpable.
—La culpa forma parte de ser padres, todos lo sienten en algún momento, por diversas razones. Cuando traté de rehacer mi vida después de la muerte de Betsy, el único que sufría era Clyde, lamentablemente me di cuenta tarde. Él se encariña rápido con las personas, así que cada vez que le presentaba a alguna mujer, Clyde buscaba en ellas llenar el vacío que dejó su mamá, pero cuando terminaba la relación, para él, era una más que lo dejaba. Un día, bebiendo cervezas juntos, me confesó que para él no valía la pena enamorarse, porque ellas no son eternas, supongo que tiene miedo de que lo dejen, por eso él se apresura a dejarlas antes. Me siento culpable de eso, ¿sabes cuántas chicas han ido a casa a buscarlo? Él solo las rechaza y cierra la puerta. He tenido que lidiar con mamás enojadas por su culpa, porque él las usa, aunque no sé por qué esa preferencia con chicas menores que él, pero lo que tienen en común, es que todas eran de carácter fuerte, como su mamá, supongo que busca su reemplazo. Mantengo la esperanza de que va a llegar una chica que lo haga cambiar, sé que hay una que va a casa algunas veces por la noche, pero no he logrado ver quién es y él no ha querido decirme, lo niega, la mete a escondidas, pero sé que es la misma chica.
—¿Y no te preocupa que lo esté haciendo a escondidas?
—He intentado no involucrarme, porque de todas, ella es la que ha durado más tiempo con él. Todas han sido algo pasajero. Nunca veo a la misma dos veces. Es probable que ella lo haga cambiar.
—Pero si es menor que él, ¿no te preocupa que la vaya a dejar embarazada?
—Al principio sí, pero un día los escuché discutiendo en voz baja, ella le dijo que no harían nada, que si de verdad quería estar con ella tenía que esperarla, que no era tan estúpida como para arriesgarse a quedar embarazada y Clyde no siguió insistiendo, esperaba que la rechazara después de eso, pero no, ahí me di cuenta de que Clyde no está con ella solo para eso, a diferencia de las demás, a ella parece no verla como un objeto.
—Solo procura mantenerte alerta, las hormonas van a ganar en algún momento.
—Sí, lo sé. ¿No tienes ese problema con Jason?
—No, él no parece interesarse en nadie, nunca ha llevado una chica a casa. Bueno, sin considerar el problema con la madre de ese chico, eso ha sido lo único.
—Jaja. No lo culpo, casi todo el pueblo ha estado entre sus piernas, pero ella era la adulta, debiste denunciarla por abuso.
—Jason me pidió que no lo hiciera, que él quiso hacerlo y "aprovechó el momento", sé que debí hacerlo, pero me rogó no denunciarla y me prometió que nunca más lo haría. No sé en qué pensaba, supongo que también buscaba reemplazar a la... maldita de su madre.
—Deja de llamarla así, no merece ser llamada madre, ese título se gana y ella lo perdió el día que lo abandonó.
—Lamentablemente es así, ella nunca va a dejar de ser su madre, aunque no quiera.
—Si regresara, ¿crees que Jason la perdonaría?
—No, no creo que lo haga, no después de tantos años.
—Robert, yo lo hice hace tiempo, no te estoy presionando, pero ¿no crees que ya es momento de quitarte el anillo de bodas? Para Jason, matar insectos es lo mismo que para ti ese anillo, me hace pensar que ambos, muy en el fondo, se siguen aferrando a la idea de que ella va a regresar.
—Sí, tienes razón, ya no lo necesito.
Se quitó el anillo, lo miró por un momento y lo dejó sobre la mesa.
—¿Puedo? —preguntó el padre de Clyde, tomando el anillo.
—Sí, hazlo.
Ambos salieron a la entrada del bar, con sus cervezas en la mano.
—¡Vete a la mierda! ¡Maldita, perra! —gritó el padre de Clyde, lanzando lejos el anillo.
—Jaja. ¡Que se quede con su familia de mierda! Ya tengo lo que necesitaba en mi vida.
Secó sus lágrimas y sonrió.
—¿Más cerveza? —preguntó el padre de Clyde.
—¡Me ofende tu pregunta! ¡Claro que sí!
—Jaja. Entremos.
El celular del padre de Jason recibió una llamada.
—¿Francis? ¿Para qué me llamará?
En el centro comercial, la madre de Francis se encontraba en una tienda, siendo atendida por un vendedor tras el mostrador.
—Buenas tardes, quiero cambiar estas sábanas —dijo la madre de Francis.
—¿Tienen algún problema?
—Venían sucias.
—¿Sucias? Eso es imposible.
—¿Me está llamando mentirosa?
—No, pero estos productos se venden sellados.
—Pues estas venían sucias.
El vendedor las revisó, notando manchas blanquecinas.
—¿Quién las usó? —preguntó el vendedor, dejándolas sobre el mostrador.
—Mi hijo.
—¿Qué edad tiene su hijo?
—Diecisiete, pero ¿eso qué tiene que ver?
—Oh, es un adolescente, entonces supongo que él las ensució.
—¡Pero si las usó solo un día!
—Solo bastan un par de minutos para que las ensucie.
—Él solo se acuesta a leer y dormir.
—Quizá su... lectura, le ayuda a ensuciar así las sábanas.
—¿Qué insinúa? —preguntó indignada.
—Pues... Es joven y... Está en una edad... Ya sabe.
—¡¿Dice que mi hijo se masturba como maniaco?!
—No como maniaco, pero... —El vendedor se encogió de hombros mientras reía.
—¡Mi hijo es decente! ¡No un enfermo sexual!
—Señora, baje la voz. Eso no fue lo que dije.
—¡¿Y qué quiere decirme entonces?!
—Su hijo las ensució. No se las voy a cambiar, si están usadas, no puedo hacerlo.
—¡Las usó un día! ¡Solo un día! ¡No pueden ensuciarse mágicamente!
—Señora, a menos que haya entrado un mago a masturbarse a la habitación de su hijo, no veo otra explicación. Esto no es magia, es semen.
—¡No sea insolente! ¡Llame a su supervisor!
—No, señora, no las vamos a cambiar, solo debe lavarlas.
La conversación fue interrumpida por el celular de la madre de Francis, que recibió una llamada.
—¿El padre de Jason? Qué extraño, nunca me llama.
En la cafetería, los padres de Tweek conversaban mientras atendían a los clientes.
—Helen, ¿llamaste para que nos trajeran más tazas y platos?
—Sí, deberían llegar mañana. No entiendo cómo es que Tweek puede romper tantas cosas al mismo tiempo, aunque ya casi no atiende mesas desde que está con Craig, ¡se las arregla para romper todo!
—Agradece que ahora son tazas, platos y vasos, es más barato que cuando rompía las mesas jugando a El piso es lava.
—Ese niño me va a matar de un disgusto un día.
—Ya va a ser mayor de edad, pronto dejará de ser un niño.
—Ay, por favor, ¿lo ves como un adulto? Me sorprende como cada día encuentra la forma de superar los desastres que ocasiona.
—Cuando madure, lo vas a extrañar.
—No, cuando madure, voy a estar tranquila de una buena vez.
—Solo debes dejar de estresarte por todo, él es así y no puedes hacer nada. Llevo diecisiete años viéndote perder la calma por él.
—Y tú siempre defendiéndolo y hasta lo ayudas. No debiste enseñarle a conducir cuando te lo pidió, es un peligro al volante.
—No te preocupes, ¿de dónde va a sacar dinero para comprarse un auto?
El celular de la madre de Tweek recibió una llamada.
—¿La madre de Francis? ¡Ay no, ¿qué hizo Tweek ahora?!
Tweek y Jason decidieron cambiar de lugar, ya que, al llegar a la biblioteca, vieron a Stan y Kyle haciendo la tarea ahí.
En el hospital, una doctora les hablaba sobre la historia de su construcción, mientras Tweek grababa la conversación con su celular, al terminar, la doctora observó el brazo de Jason.
—¿Ese lunar siempre ha sido así, Jason? Su forma es irregular. ¿Te lo han revisado?
—Antes era más pequeño, pero nunca me ha preocupado. ¿Eso es malo?
—Tengo un poco de tiempo, ¿te parece si aprovechamos que estás aquí y lo revisamos?
—Sí —dijo acercándole el brazo.
—¿Sabes? Deberíamos hacer una biopsia, es muy simple, solo sacamos un poco de piel y lo analizamos. ¿Pueden esperar un momento? Vayan a la sala de espera, te llamaré cuando esté listo.
Ambos salieron a sentarse a la sala de espera.
—Jason, ¿tienes tu cargador? Olvidé cargar mi celular y ya casi se me acaba la batería.
—No, está sobre mi escritorio, ¡cargando el maldito celular que olvidé traer por tu culpa!
—Jaja. ¿Mi culpa?
—¿Quién era el que me apuraba para salir rápido de casa?
—Pues claro, es viernes, no quiero pasar todo un viernes haciendo tareas y mañana es mi debut como El Gran Saiyaman, quiero descansar bien y salir a correr en la noche.
—¿Y tu tobillo?
—Ya casi no me duele y no se ve inflamado.
En ese momento, Tweek estiró su pierna para mostrarle a Jason su tobillo, sin darse cuenta de que traían rápido un paciente en camilla y se golpeó con la rueda de esta. Quejándose de dolor, se inclinó sobre su asiento.
—¿Te dolió? —preguntó Jason entre risas.
—¡Sí!
—¿Estás llorando?
—Llama una enfermera o a quien sea —dijo entre sollozos.
Jason fue rápido en busca de una enfermera, que se acercó a revisarlo, momento en el que la doctora llamó a Jason. La enfermera le aconsejó a Tweek que caminara lo menos posible para evitar empeorarlo, por lo que decidió llamar a Craig.
—¿Hola?
—¡Craig! ¡Se me va a apagar mi celular!
—¿Estás bien? ¿Estás llorando?
—¡Sí, vine al hospital con Jason!
—¿Qué te...?
—¿Puedes venir por mí cuando termines? Jason está... —Tweek se quejó de dolor—. Le van a hacer una autopsia.
—¡¿Qué?! ¿Qué pasó?
—Le... —El celular de Tweek se apagó—. ¡Mierda! ¡Batería de mierda!
Craig continuaba en la llamada, sin recibir respuesta.
—¡¿Hola?! ¡¿Tweek?!
Craig intentó llamarlo, pero este estaba apagado.
—¿Pasó algo? —preguntó Tolkien, preocupado.
—Jason... Jason falleció.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!
—No lo sé, Tweek no alcanzó a decirme. Dijo que están en el hospital. ¿Me acompañas?
—Claro, vamos.
Emprendieron su camino a paso rápido, hasta que Tolkien lo detuvo.
—Craig, espera, ¿le alcanzó a avisar a Francis?
—No sé. Llama a Clyde.
Tolkien le marcó de inmediato.
—¿Hola?
—Clyde, ¿estás con Francis?
—Sí. Aún no salimos de aquí.
—¿Lo llamó Tweek?
—Espera. —Clyde bajó su celular—. Francis, Tolkien pregunta si Tweek te llamó.
—No.
—¿Tolkien? No, dijo que no.
—¿Puedes pasarle el teléfono?
—Tolkien quiere hablar contigo —dijo entregándole su celular.
—¿Hola?
—Francis, no sé cómo decirte esto.
—Pues yo menos.
—Solo escúchame.
—Te escucho.
—Francis, lo siento mucho, Jason... falleció.
Francis soltó el celular, conmocionado.
—¿Francis? —preguntó Clyde, recogiendo su celular, sin quitarle la mirada.
—...
—¿Francis?
Preocupado por ver como sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, comprobó si Tolkien continuaba en la llamada.
—¿Tolkien? ¿Qué le dijiste? Está llorando.
—Jason falleció. Acompáñalo al hospital, no lo dejes solo.
—¿Qué le pasó?
—No sé, nosotros vamos de camino al hospital.
—Bien, nos... nos vemos allá, adiós.
—Francis, ¿quieres que te acom...?
—¡Era mi mejor amigo! —dijo rompiendo en llanto.
Clyde lo abrazó, tratando de consolarlo, comenzando a llorar junto a él, abrazándolo con fuerza. Luego de calmarse un poco, Clyde le ofreció agua, pero Francis la rechazó y se sentó en el suelo.
—Francis, ¿quieres que te acompañe al hospital? —preguntó secándose sus lágrimas, agachándose junto a él.
Francis asintió con la cabeza y emprendieron su camino.
Craig llegó junto a Tolkien, entrando a la sala de espera, vieron a Tweek sentado en un rincón, apoyado en la pared. Al llegar, se sentaron a su lado.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó? —preguntó Craig.
—Me pegué en el tobillo con la rueda de una camilla, me duele muchísimo, ni siquiera puedo caminar bien.
—Pero... Jason.
—Hace poco lo llamaron, ya entró a la sala de procedimientos.
Tolkien miró a Tweek, sin comprender.
—¿Entró? —preguntó Tolkien.
—Sí, la doctora dijo que sería rápido.
—Espera, ¿qué le van a hacer?
—Una autopsia. Mientras hacíamos la tarea, la doctora notó un lunar en su brazo y como Jason le dijo que antes era más pequeño, le dijeron que por prevención le iban a hacer una.
Tolkien comenzó a reír, seguido de Craig.
—Mierda, Tweek, me asustaste en serio —dijo Craig, aliviado.
—¿De qué hablas?
—¡Eso es una biopsia! —dijo Tolkien, entre risas.
—Una autopsia es lo que le hacen a los cadáveres, pensamos que Jason estaba muerto —dijo Craig, riendo.
—Jaja. ¿Muerto? ¡No!
Tolkien reía junto a Craig, pero cambió por completo su expresión.
—¡Oh, mierda, Craig! —dijo Tolkien, alarmado.
—¿Qué?
—Le avisamos a Francis.
—¡¿Le dijeron que Jason murió?! —preguntó Tweek.
—Pues... Sí, eso pensábamos —respondió Craig.
En ese momento, entraron Francis y Clyde a la sala de espera.
—Ay no —murmuró Tweek.
Los tres se quedaron en silencio, mientras Francis se acercaba, llorando, seguido de Clyde. Al llegar, se lanzó a abrazar a Tweek, llorando desconsoladamente.
—Francis, Jason no... —dijo Tweek, abrazándolo.
—¡¿Qué pasó?!
—Francis, cálmate.
—¿Dónde está? Quiero despedirme.
Craig se levantó junto a Tolkien, tratando de no reír.
—Francis, escúchame —dijo Craig, jalándolo amablemente del brazo.
—¿Qué quieres? —preguntó incorporándose.
—Fue un malentendido. Jason no falleció.
—...
—Escúchame, lo siento, en serio, pero Tweek me llamó, confundió una palabra y me hizo pensar que había fallecido, eso fue todo, lo siento.
—¡¿Qué?! —preguntó Clyde—. ¡¿Lloré por nada?!
—¿Entonces está bien? —preguntó secando sus lágrimas.
—Sí, está bien, le están haciendo un procedimiento simple.
Francis respiró aliviado, apoyándose en el pecho de Craig, este le palmeó la espalda, mirando a Tweek mientras trataba de no reír.
—Francis, yo llamé a Craig y le dije que le estaban haciendo una autopsia y era una biopsia. Jajaja.
—¿Eres idiota? —preguntó molesto.
—¡No te enojes! ¡Solo fue un malentendido!
—¡¿Sabes cuánto lloré?!
Francis comenzó a darle golpes con ambas manos. Tweek, sentado, se cubría con sus brazos.
—¡Francis! ¡Ya! ¡Me duele!
—¡Eso, Francis! —gritó Clyde.
—¡Soportas más que esto!
—¡Jaja! ¡Ya! ¡Deja de pegarme!
—¡No te duele y lo sabes!
—¡Sé luchar, no soy de acero!
—¡¿Sabes cómo me sentí?! ¡Idiota!
—¡Me duele!
—¡Pégale más fuerte! —gritó Clyde, comenzando a reír.
—¡Craig, quítamelo!
—¡Francis, más fuerte!
—¡Abracé a Clyde! —dijo golpeándolo más fuerte.
—¡Sí! ¡Nos abrazamos! ¡Por tu culpa! ¡Mátalo, Francis!
Tolkien y Craig no intervinieron, riendo mientras observaban.
—¡Craig! ¡Ayúdame! —gritó Tweek.
—No, lo siento, pero te lo mereces.
Tolkien se acercó a Craig a susurrarle.
—¿Sabes, Craig? Si lo piensas bien, fuiste tú el que se apresuró a decir que Jason estaba muerto, esto también es tu culpa.
—Jaja. Shht. Debe aprender a poner atención.
—¡Francis! ¡Basta! ¡Quítamelo, Craig! ¡No le voy a pegar!
—¡Por supuesto que no! —gritó Francis.
—¡Más fuerte, Francis! ¡Te hizo llorar! —gritó Clyde.
—¡Tú no te metas! ¡Francis, basta!
—¡Idiota! —dijo dándole el último golpe y jalándole el cabello.
—¡Mierda, Francis! ¡Me dolió! —dijo arreglándose el cabello.
—¡Pues te lo mereces!
En ese momento, entró a la sala de espera el padre de Jason, acompañado del padre de Clyde, la madre de Francis y el padre de Tweek.
—¡¿Le avisaste a su papá?! —preguntó Tweek.
Francis comenzó a golpearlo nuevamente.
—¡¿Tú que crees?!
—¡Papá! ¡Quítamelo!
—¡Más fuerte, Francis! ¡Mata al enano!
Los padres se acercaron a los chicos, su madre jaló a Francis con la ayuda del padre de Tweek.
—¿Qué sucedió? ¿Dónde está? —preguntó el padre de Jason.
—Yo le explico —intervino Tolkien.
Luego de explicarles toda la situación, el padre de Jason se sentó aliviado junto al padre de Clyde.
—¿Quieres un café, Robert? —preguntó el padre de Clyde, poniéndose de pie.
—Sí, sin azúcar.
—Papá, ¿qué haces aquí? —preguntó Clyde.
—Nos encontramos en un bar, bebíamos una cerveza cuando Francis lo llamó —dijo retirándose.
—¿Y tú, papá? —preguntó Tweek.
—La madre de Francis llamó a tu mamá, como dijo que estaban en el hospital y tu celular estaba apagado, pensamos que habían tenido un accidente o algo así.
—¡Ves lo que haces?! —gritó Francis, enojado, dándole una patada.
—¡Francis! ¡Compórtate! —gritó su madre.
Jason salió de la sala de procedimientos, confundido, miró a todos.
—¿Por... qué están todos aquí?
—¡¿Por qué no respondes el maldito teléfono, Jason?! ¡Te llamé muchas veces! —dijo su padre.
—Lo olvidé en casa.
—¡Tweek nos dijo que habías muerto! —dijo Francis, corriendo a abrazarlo.
—Jaja. ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó abrazándolo.
—¡Porque es un idiota!
—¡Yo no dije eso! Solo fue un malentendido.
—Bueno, si no hay muertos, quiero irme a casa —dijo Clyde, levantándose.
—¿Lloraste por mí? —preguntó Jason.
—Jaja. No, Marceline. Solo acompañé a Francis.
—Sí lloró —susurró Francis.
—¿Y si hacemos una tregua por hoy? —sugirió Tolkien.
—¿Con el Enano, Marceline y el Otaku? ¡Já! No, gracias.
—No es por ti, Tolkien, pero de verdad quiero irme a casa, me duele mucho el tobillo.
—¿Francis?
—Sí, supongo que sí.
—¡No, señor! ¡Tú vienes a casa ahora mismo! ¡Tenemos mucho de qué hablar! —dijo su madre.
—¿De qué? ¿Por qué?
—¡Ahora!
—Lo siento, Tolk...
—¡Ahora! —gritó desde la entrada, retirándose.
—¿Qué hiciste? —susurró Jason.
—No sé.
Francis se fue junto a su madre.
—Qué mujer más histérica —comentó el padre de Clyde, entregándole el café al padre de Jason—. Si alguien quiere que lo lleve a casa, mi auto está afuera, es el rojo.
—Hablando de histéricas, mejor llamo a Helen, se quedó en el café atendiendo a los clientes que había cuando llamaron, debe estar preocupada —dijo alejándose.
—¿Jason, te unes a la tregua? —continuó Tolkien.
—No.
—Craig, ¿me ayudas a ir al baño? —preguntó Tweek, alzando sus brazos.
Craig lo ayudó a levantarse, hasta llegar al baño.
—Ve con Tolkien, no nos va a matar un día sin vernos. Pobrecito.
—Jaja. Sí, también lo pensé. Lo que sea que necesites, solo llámame o envíame un mensaje.
Se besaron por un instante y Tweek lo detuvo.
—Estaré bien, Craig, de verdad quiero irme a casa, el dolor me está matando. Olvidé mis medicamentos.
Al regresar con los demás, el padre de Clyde se ofreció a llevar en su auto a Tweek y Jason junto a sus padres. Craig se fue a casa con Tolkien, acordando que Clyde llegaría más tarde.
En su habitación, Craig se encontraba recostado en su cama, mientras Tolkien veía los títulos de sus libros.
—¿Por qué tienes este libro? Se ve tan viejo.
—Es una recopilación de cuentos infantiles, a Tricia le gustaba que se los leyera cuando era pequeña.
—¿Son cuentos clásicos? —preguntó dándole un vistazo a las hojas.
—Sí, son todos cuentos cortos.
Mientras Tolkien revisaba el libro, se cayó la fotografía partida por la mitad.
—¿Quién es? —preguntó recogiendo la foto.
—Oh... Él es, un amigo, Michael. La rompió para que cada uno se quedara con la foto del otro, ese fue el mejor día de nuestras vidas.
—¿Por qué?
—Me obligó a salir de casa, antes no salía mucho, en realidad, él era mi único amigo, ese día fuimos por primera vez a un parque de diversiones.
—¿Nunca los llevaron sus padres?
—No, Tricia era muy pequeña y miedosa, lloraba hasta en los caballitos mecánicos. Jaja.
—¿Ya no hablan? —preguntó devolviendo la fotografía a su lugar, guardando el libro.
—No, cuando le dije que nos íbamos a mudar, se enojó muchísimo y no volvimos a hablar, me bloqueó en todas las redes sociales, éramos amigos desde niños.
—Entonces, ¿no era él de quien hablabas aquella vez? Tu amigo por el que hacías preguntas.
—Ah... Pues...
—Craig, puedes contarme lo que sea.
—Quería hablar contigo sobre eso.
—¡Ya llegaron las cervezas! —interrumpió Clyde, abriendo la puerta de golpe.
—¡Mierda, Clyde! —dijo Tolkien, molesto.
—¿Qué?
—Nada, olvídalo.
Craig palmeó el hombro de Tolkien.
—Otro día, Tolkien.
—¿De qué hablaban?
—De... mis libros.
—Entonces llegué a salvar el día, traje mi computadora, Dickverybig me envió un mensaje en Twitch para jugar hoy, los mismos tres para el desempate.
—Se tomó su tiempo, apuesto a que planeó una estrategia para ganarnos —dijo Tolkien.
Comenzaron a conectar y dejar todo listo.
—¡¿Trescientos cuarenta y seis seguidores, Craig?! ¿Cómo conseguiste tantos si la cuenta era nueva? ¿Ahora transmites? —preguntó Clyde, acercándose a ver la computadora de Craig.
—No, no sé cómo pasó, desde ese día no volví a abrir la cuenta.
—Yo apenas llegué a ciento sesenta y cinco. ¿Y tú, Tolkien?
—Creo que subí como a doscientos. No sé, me da igual.
—Que injusto, de los tres, yo soy el más lindo, debería tener más que ustedes.
—Debes quitarte la ropa frente a la cámara, Clyde —interrumpió Tricia, apoyada en el umbral de la puerta.
—¡¿Eso hiciste?! —preguntó Clyde, sorprendido.
—¡No! No le hagan caso. Engendro, fuera de aquí.
—¿Puedes venir un momento, Craig?
Ambos se retiraron a la habitación de Tricia.
—Craig, ese día que fui a casa de Karen, no recuerdo mucho, pero creo que hablé de más.
—¿Te acuerdas de lo que dijiste?
—No de todo, pero... creo que le hablé a Tweek de tus cicatrices.
—¡Mierda, Tricia! ¡Te pedí que no hablaras de eso con nadie! ¡¿Qué se supone que le voy a decir ahora?! ¡¿Por qué no me dijiste antes?!
—¡Perdón!
—¿Te acuerdas qué más dijiste?
Tricia negó con su cabeza, bajando la mirada, comenzando a llorar y Craig se acercó a abrazarla.
—Está bien, no importa, sé que no puedo ocultarlo para siempre. Solo... ¡No te quiero en esa casa de nuevo!
—Karen sufre, Craig, ella no está bien.
—Tricia, tú mejor que nadie sabe que está mejor ahí. Si quieres ayudarla, mantente cerca, apóyala, pero no vayas a esa casa.
—Lo sé, solo quería ver cómo vivía, quería ver cómo era todo, pero me dijo que su hermano la cuida bien, él es el que le compra todo lo que necesita, él es el que la protege.
—Entonces no te preocupes, tú estuviste bien conmigo, ¿o no?
—Sí.
—¿Lo ves? Si tiene un hermano increíble como yo, va a estar bien.
—Jaja. No diría increíble, pero supongo que tienes razón —dijo secando sus lágrimas.
Craig la apartó.
—Ahora, adiós.
—¿Puedo estar con ustedes?
—No.
—¿Por qué no?
—¡Porque no!
—¡Esa no es una razón!
—Me vale verga.
Craig salió de la habitación, botando algunas cosas de Tricia a su paso y apagó la luz antes de cerrar la puerta.
—¿Se conectó? —preguntó entrando a la habitación, cerrando la puerta con seguro.
—Todavía no —respondió Clyde, tratando de abrir la caja trampa.
—¿Qué tiene adentro? —preguntó Tolkien.
—Ah, pues... —respondió Craig.
—Tienes que abrirla para descubrirlo —interrumpió Clyde, imitando a Craig.
—¿Estás seguro de que se puede abrir, Craig?
Craig le pidió la caja y se volteó para a abrirla, se la mostró abierta y se volteó para cerrarla de nuevo.
—¡¿Y por qué yo no puedo?! —preguntó tomando la caja.
—Jajaja. Debes ser listo para abrirla —dijo Tolkien.
—¡Ábrela tú!
Clyde le entregó la caja, mientras Tolkien intentaba abrirla.
—Craig, sé que dijiste que no querías, pero por Nichole estoy obligado a preguntar. Con sus amigas quieren ir otra vez a la playa, pero Annie insiste en que vayas tú, si Annie va, la chica que quería Clyde también va.
—Craig ya te dijo que no quiere ir, déjalo en paz.
—¿Te sientes bien? —preguntó Craig tocándole la frente.
—Sí, pero Tolkien no entiende.
—¿Yo? ¿Yo no entiendo? ¿No eras tú el que insistió tanto aquella vez?
—Solo deja al estúpido en paz, si no quiere ir, no puedes obligarlo.
—No lo estoy obligando. ¿Por qué este cambio?
—Solo respeto la decisión de mi amigo.
Tolkien y Craig se miraron extrañados.
—Clyde, ¿de verdad estás bien?
—Sí, Craig, si quieres ve tú, yo no quiero ir.
—Habrá muchas chicas en bikini, Clyde, Nichole dijo que irían de compras y buscarán los más pequeños.
—¿Los más pequeños? —Clyde se quedó pensativo—. No, no, no quiero ir.
—Clyde, me estás preocupando —dijo Craig.
—¿Qué tienes, Clyde?
—No sé, ¿maduré?
—Jajaja. ¡Sí, claro! Nichole no me lo va a creer cuando le diga.
—¿Tú vas a ir? —preguntó Clyde.
—No me lo perdería por nada.
—¿Y tú, Craig? ¿Vas a ir?
—Sí.
—¡¿Sí?! —preguntaron al unísono.
—Jaja. ¡No! Creí que estábamos en un universo paralelo donde Clyde no es un pervertido.
—¡No soy pervertido!
Tolkien se puso de pie, aún intentando abrir la caja.
—A ver, a ver. No lo comprendo, Clyde, ¿por qué no quieres ir?
—Solo no quiero y punto.
—Pero hasta hace no mucho tiempo, insistías que le pidiera a Nichole que salieran otra vez para que te presentara a esa chica.
—¡Solo no quiero!
—Ya, Tolkien, déjalo.
—¿O será que te enamoraste de alguien, Clyde?
—¡No! ¡Enamorarse es de maricas!
—Jaja. Ya, no te enojes —dijo Craig, abriendo una cerveza.
—Hoy ha sido un día intenso. —Tolkien abrió una cerveza—. Supongo que le afectó.
—¿Afectarme qué? ¿Haber pasado una tarde con el Otaku? Fue horrible, apuesto a que ustedes lo pasaron bien haciendo la tarea.
—Solo eso hicimos, la tarea —dijo Craig.
—Oye, Craig, sobre eso, estuve pensando, ¿crees que ese hombre se fue porque notó que lo mirabas o solo fue coincidencia?
—No sé, no te voy a negar que sentí un poco de miedo al verlo mirarnos por tanto tiempo.
—¿De qué hombre hablan?
—Un hombre que estaba en el cementerio, frente a la tumba del hermano de Kenny, pero estaba con capucha, no se veía su rostro, tenía aspecto como de mendigo —respondió Tolkien.
—Si tenía aspecto de mendigo, entonces lo más probable es que era de su familia —aseguró Clyde.
—Jaja. Que clasista —comentó Craig.
—Jaja. No soy clasista, Craig, es la realidad —dijo abriendo su cerveza.
—¡Ya está! —dijo abriendo la caja.
—¡¿Tan rápido?! ¿Qué hay?
Tolkien se volteó, cerró la caja y se la devolvió a Clyde.
—Ten, tienes que abrirla para descubrirlo.
—Cuando la abra, quiero lo que hay aquí adentro —dijo recibiendo la caja.
—Jaja. Claro, será todo tuyo.
—¡Se conectó! —interrumpió Tolkien.
—¡Por fin! —dijo Clyde dejando la caja sobre la cama.
Los chicos aceptaron la invitación y se quedaron frente a la cámara.
—¿Por qué tardaste tanto, Dickverybig? Dijiste a las nueve.
—No eres mi prioridad, Squanchy. A diferencia de ustedes, tengo una vida. Esperemos a los otros y empezamos.
—¿Siempre eres así de desagradable? —preguntó Craig.
—Sí, siempre.
—¿Me veo en la cámara? —preguntó Poseído uniéndose a la transmisión.
—Sí —respondió Craig.
—Gracias... Disculpa, no recuerdo tu nombre de usuario.
—¿No sabes leer?
—¡Que desagradable, Hellhound! —dijo SuperLover uniéndose.
—No hablaba contigo.
—¡Vaya! El stripper sacó las garras —respondió Dickverybig.
—¿Me... me vieron?
—Claro, los tres te vimos, nos avisó SuperLover.
—¿Entonces Tricia no mentía? —preguntó Tolkien.
—¡No! No fue así.
—Lástima que los videos se borran después de unos días, ojalá nadie lo haya grabado y subido a las redes sociales —dijo Poseído.
Craig se quedó en silencio por un momento.
—No estaba haciendo nada malo, me da igual.
—Avísale a tu cara entonces —dijo Dickverybig.
—No caigas en su juego, Craig —intervino Tolkien.
—Bueno, ¿vamos a jugar o qué? —preguntó Clyde.
—¡Empecemos!
Los chicos jugaron seis partidas, entre discusiones e insultos. Resultando en empate, al terminar la séptima partida, Clyde soltó el joystick, levantándose del suelo con entusiasmo.
—¡Ganamos!
—Ya puedes estar en paz —dijo Tolkien.
—Es la primera vez que nos ganas —dijo Dickverybig—. No deberías estar tan fe...
—¡En tu caara! —Clyde hizo un baile de victoria.
—Disfrútalo mien...
—¡En tu maldita caaara!
—¡Esto no se va a quedar así! —dijo Dickverybig, desconectándose al instante.
—Me retiro también, debo reconocer que jugaron bien esta vez. ¡Adiós, stripper! —dijo Poseído, desconectándose.
—¡Adiós losers! —gritó Clyde.
SuperLover se desconectó.
—Ese baile fue muy maduro de tu parte, Clyde —dijo Tolkien.
—Jajaja. Creo que es el mejor día de mi vida.
—Clyde, ahora entiendo por qué lo detestas tanto. —dijo Craig.
—¿Lo ves? Pero los tres son igual de desagradables.
—¿Creen que de verdad hayan subido un video a redes sociales?
—Pero ¿qué hiciste? —preguntó Tolkien.
—Nada, solo me iba a poner mi pijama y cuando me quité la camiseta, me senté a beber en la cama, nada más.
—Deben haberlo dicho solo para molestarte.
—Bueno, si lo hicieron, me da igual. Quedan las últimas tres cervezas, ¿las terminamos ahora?
—Sí, yo debo irme pronto —dijo Clyde.
—¿Vas a salir? —preguntó Tolkien.
—No, solo me quiero ir a casa.
Craig y Tolkien se miraron extrañados, pero no le comentaron nada a Clyde.
—Bien, terminemos la cerveza y nos vamos, Clyde.
—¡Salud por esta dulce victoria! —dijo Clyde, alzando su cerveza.
Chapter 14: El debut de El Gran Saiyaman
Chapter Text
En su casa, Craig, sentado en el sofá, esperaba a que su padre saliera del pequeño estudio, donde trabajaba. En cuanto este subió al segundo piso, Craig se escabulló rápido a sacar dinero de la billetera de su padre. Al salir del estudio, se encontraba Tricia, de brazos cruzados.
—Quiero la mitad —dijo estirando su mano.
—No, saca tu propio dinero.
—Ese no es tu dinero.
—Ya va a bajar. —Craig hizo a un lado a Tricia, volviendo al sofá—. Apúrate.
Tricia no sacó dinero y se sentó a su lado.
—¿Para qué lo quieres?
—Lo necesito.
—¿Para qué? ¿Adónde vas a ir?
—¿Quieres que le diga a mis padres que te emborrachaste?
—No te atreves.
—¿Quieres ver? Ese día te pedí que no entrara nadie y me traicionaste, le dijiste a Tweek de las cicatrices y quien sabe qué más. Sabes lo que pasa si nos traicionamos, te costará dos semanas de esclavitud.
—Pero me dijiste que no importaba.
—Pues ahora sí me importa.
—Bien, no diré nada —dijo cruzándose de brazos, evitando mirarlo.
—También quiero tus postres.
—No.
—¡Mamá! —gritó en voz baja, procurando que su madre no escuchara.
—¡Bien!
En ese momento, golpearon la puerta.
—Engendro, ¿estás sorda?
—Tu esclava, no tu criada.
—¡Mamá!
—¡Bien! ¡Ya voy!
Tricia abrió la puerta, desganada.
—Hola, ¿está Craig? —preguntó Francis.
—¿Quiénes son?
—Yo soy Francis, él es Jason.
Tricia miró a Jason de pies a cabeza y se lamió los labios.
—Soy Tricia —dijo estrechándole la mano a Jason.
—Ah... Jason. —Le estrechó la mano, un poco avergonzado—. Él es Francis.
—Sí, ya lo escuché. A ti te he visto en el patio de la escuela. Son amigos de Tweek, ¿no?
—Sí —respondió Jason, desviando la mirada.
—¿Y qué hacen aquí sin él? —preguntó jugando con su cabello, sin quitarle la mirada a Jason.
Francis miraba a ambos, atento a la situación.
—Vinimos a buscar a tu hermano —respondió Jason, cruzándose de brazos, mirando hacia otro lado.
—¿Quieren pasar?
—No, solo avísale para que salga.
—Bien, nos vemos.
Tricia juntó la puerta, sonriéndole a Jason antes de irse.
En cuanto cerró, Francis vio a Jason.
—¿Te estaba coqueteando? —preguntó sorprendido.
—No, no creo, pero me sentí intimidado por un momento.
—Jaja. A mí me pareció que sí te estaba coqueteando.
—No creo. Y si así fuera, tiene como siete años. ¿Quién crees que soy? ¿El pedófilo de Clyde?
—Jaja. No tiene siete. Parece como de quince o dieciséis. No sería tanta la diferencia.
—¡Es una niña!
—Ni tanto.
—A mí me parece una niña. Eso jamás va a pasar, así que no empieces.
—Eso lo dices porque te gustan mayores. Pero deberías intentarlo, ahora la diferencia parece mucha, pero de adultos, ya no se nota, piénsalo, es normal que haya diferencia de edades entre parejas.
—¡Noo!
—Que amargado. Por eso sigues sin novia.
—Sigo sin novia porque tú las espantas.
Craig abrió la puerta, interrumpiendo la conversación y se dirigieron a la parada de autobuses.
Francis se sentó, a la espera del autobús, con las manos dentro de sus bolsillos, mirando hacia el suelo. Jason y Craig se quedaron de pie.
—¿Qué autobús dijo Tweek que va para allá? —preguntó Jason.
—El 05-K —respondió Craig—. Dijo que cuando viéramos una gasolinera grande, junto a una librería, ahí nos deja el autobús, frente a la gasolinera está el recinto.
—¿Sabes si ya se fue?
—Sí, como los trasladan desde el recinto de acá, se van antes, ya debe estar allá o a poco tiempo de llegar. Cuando nos subamos al autobús le envío un mensaje.
—Craig —dijo Francis en un tono tímido.
Craig se volteó hacia él, esperando, pero Francis no levantó la mirada.
—Dime, Francis.
—Craig, tú... —Francis dudó continuar—. ¿Tú crees que soy feo?
—Eh... ¿Qué? ¿Por qué me preguntas a mí?
—Francis, ¿qué tienes? —preguntó Jason entre risas.
—¡Solo quiero saber!
—¿Le preguntas porque te dije que las espantas?
—¡Tú cállate! Le estoy preguntando a Craig.
Craig se sentó junto a Francis. Jason trataba de no reír, mirando a ambos.
—Francis, si te respondo, estoy seguro que, después, todo va a ser muy incómodo.
—Entonces, ¿sí lo soy?
—No dije eso.
—¿Soy feo o no?
—¿Y por qué no le preguntas a Jason? —preguntó entre una risa nerviosa.
—Porque no me interesa la opinión de Jason.
—Francis, eres... Eres agradable a la vista.
—Jajaja. Qué manera tan cortés de decirle feo, Craig.
—No, Francis, no le hagas caso, no fue lo que quise decir.
—Déjalo así. Gracias.
—¡No te enojes! Yo no dije que eres feo.
Jason se acercó a abrazarlo.
—Francis, "eres muy listo, eres gentil, eres importante".
—¡Quítate! ¡No me vengas con tus frases de películas de mierda! —dijo empujándolo.
—Jajaja. Ahí viene el autobús.
Al subir, Francis se sentó junto a la ventana, fastidiado, junto a él Jason, y Craig en el asiento de atrás de Francis.
Pronto, Jason se levantó, ofreciéndole su asiento a una mujer con un niño pequeño y se sentó junto a Craig.
—¿Crees que se enoje por esto? —susurró Craig.
—No, pero debiste decirle que no, es un poco inseguro.
—¿Y por qué ahora? ¿Qué lo hizo sentir inseguro?
—Pues... Una chica al parecer me coqueteó y a él lo ignoró.
—Ah, pero ¿a él le gustó?
—No, creo que no.
—¿Entonces?
—Solo dile que no es feo y ya.
—¡Los estoy escuchando! —interrumpió Francis, sin voltearse.
Francis apoyó su cabeza en la ventana del autobús, quedándose dormido y continuaron su trayecto en silencio.
—Francis, es aquí —alertó Craig, llamando su atención con su dedo, golpeando su hombro.
Al bajar, esperaron que el autobús avanzara, encontrando el recinto descrito por Tweek.
—Ahí está, justo a tiempo —dijo Craig.
—Se ve bastante gente en la fila, parece que todavía no abren las puertas.
Craig buscó a su alrededor, dando una vuelta en su lugar.
—Jason, ¿y Francis?
—No lo creo... ¡Siempre lo mismo! —reclamó Jason.
Jason, molesto, sacó su celular para llamarlo y puso el altavoz.
Francis despertó al segundo llamado, al ver que era Jason, se volteó al asiento de atrás.
—¿Dónde están? —preguntó al contestar.
—¡Ya nos bajamos!
—¡¿Y por qué no me avisaron?! —dijo poniéndose de pie para bajarse.
—¡Sí te avisamos! ¡Bájate!
—¡Eso hago! —Francis presionaba el botón del timbre—. ¡El conductor no se detiene!
Un letrero en la puerta llamó la atención de Francis, en este decía: "Timbre malo, grite fuerte".
—"No, no, no, que vergüenza, por favor que alguien se baje en la siguiente parada" —pensó Francis, mirando el letrero.
—¡Francis! ¡¿Ya te bajaste?!
—No.
—¡Bájate ya!
—"Solo grita 'Bajan', no es tan difícil —pensó—. Bien, uno, dos... ¡No puedo! Todos me van a mirar".
—¡¿Ya te bajaste?!
—¡No!
—¡Francis! ¡Bájate de una maldita vez!
—¡En la siguiente parada!
—¡Bájate ya! Te vamos a esperar en la fila, apúrate.
Jason cortó la llamada y se dirigieron a la fila.
—¡Bajan! —gritó una chica, levantándose de su asiento para bajarse.
—"Ay, dios, ¡gracias! —pensó Francis, aliviado, mirando de reojo a la chica—. Que linda es".
Al bajar, la chica detuvo a Francis del brazo.
—¿Francis?
Este se volteó.
—Ah... Sí —respondió confuso.
La chica lo abrazó y Francis se quedó inmóvil.
—¿Nos conocemos? —Francis se apartó un poco, avergonzado.
—¿No me recuerdas? —preguntó soltándolo—. Soy Bárbara, Bárbara Stevens.
—¿Bárbara? ¡Oh! ¿Bebe?
—¡Sí! ¿Adónde vas?
—Voy a ver las luchas, con Jason.
—¿Y dónde está?
—Me espera allá.
—Te acompaño, también voy de camino para allá, pero a la librería —dijo comenzando a caminar—. Me pareció conocido el chico que bajó antes, me distraje y no me di cuenta de que ya me tenía que bajar, ¿ese era Jason?
Francis asintió y se quedó de pie, embobado, mirando a Bebe, esta se volteó y le indicó con la cabeza que caminara junto a ella.
—Que cambiado están —comentó en cuando Francis llegó a su lado.
Caminaron en dirección al recinto.
—¿Acá vives ahora, Bebe?
—Sí. ¿Cómo está Tweek?
—Bien, está bien.
—¿No viene con ustedes?
—No.
—¿Y Clyde? ¿Cómo está?
—Bien supongo, no nos llevamos muy bien.
—¿Por qué?
—No sé, con el tiempo se convirtió en un idiota.
—Jaja. Siempre lo fue. Puedes... ¿Puedes decirle que aún guardo sus cartas? ¿Puedes darle mi número?
—Claro, ten, anótalo —dijo con desilusión, entregándole su celular.
—Listo, gracias. Yo sigo por acá, que estés bien, saluda a Tweek y Jason de mi parte.
—Bien. Tú también.
—¡Espera, Francis! ¿Tienes el número de Nichole, Wendy o Annie?
—No, lo siento, pero les daré el tuyo.
—Sí, gracias. Pronto voy a ir al pueblo y quisiera verlas.
—Genial y... Francis, —Bebe le tomó el hombro, sonriéndole—, no eres feo.
—¿N-nos escuchaste?
—Jaja. ¡Todo el autobús los escuchó!
Francis se sonrojó y la miró con vergüenza, viéndola alejarse.
—¡Nos vemos, Francis! —dijo levantando su mano, sin voltearse.
Este no le respondió y continuó su camino.
En la fila, Jason buscaba a Francis con la mirada.
—Ahora sí se va a enojar. —comentó Jason, mirando atrás.
—¿Tú crees?
—Sí, debe tener hambre, se pone de malas.
—Jaja. Traje dinero suficiente, le compraré algo de comer adentro.
—Francis es complicado, parece relajado y tierno, pero es histérico, es tímido para algunas cosas, pero para lo que debería avergonzarse de verdad, no lo es, en fin, solo dile que es lindo, Craig.
—Pero si no le dije lo contrario.
—Solo dile, no es tan difícil. ¿No lo haces con Tweek?
—Pero es diferente.
—Oh, vamos, no puede ser tan difícil.
Jason tomó los hombros de Craig.
—Practica conmigo, dímelo a mí.
—¿A ti? ¡No!
—¿Por qué?
—¡Que incómodo!
—Bien, dile a ese chico de allá —dijo señalando a un chico a unos metros de ellos.
—¡No! Bien, bien. Jason... Eres... ¡No puedo!
—¿Por qué? ¿También crees que soy feo?
—¡No! Mierda, no debí salir hoy —dijo tomando su cabeza.
—Jaja. Tranquilo, solo te molesto. Ahí viene Francis. Solo no lo vuelvas a mencionar.
Francis llegó junto a ellos, de brazos cruzados.
—¡¿Por qué no me despertaron?!
—¡¿Y cómo mierda íbamos a saber que estabas durmiendo?! —respondió Jason.
—Solo... ¡Cállate!
—¡Ya! Tanto drama.
—Como sea. Adivina a quien vi, Jason.
—¿Tolkien? —preguntó Craig, preocupado.
—¿Qué? No. ¿Por qué Tolkien?
—Él va a las luchas, pero hace mucho que ni siquiera lo ha mencionado.
—Mejor, no vaya a reconocer a Tweek.
—¿A quién, Francis? —preguntó Jason.
—¡Bebe!
—¿Vive aquí?
—Sí, dijo que iba a ir al pueblo.
—¿Quién es Bebe? —preguntó Craig.
—¿Clyde no te ha hablado de ella? —preguntó Jason.
—No. Nunca la ha nombrado.
—A Clyde siempre le gustó, pero a ella le gustaba Tweek. Después se fue del pueblo —continuó Francis—. Me pidió que le diera su número.
—No se lo des —dijo Jason.
—¿Por qué no?
—Por maldito, que se quede con las ganas.
—No seas malo, Jason. Se lo daré en clases.
—Yo se lo doy, envíamelo, quizá vuelva a la normalidad, últimamente está raro, ya no anda buscando chicas, me preocupa.
—No, yo se lo doy, Craig, quiero ver su cara cuando le diga que tengo el número de Bebe.
—Solo se le acabó el celo, ya pronto va a estar de cacería de nuevo —dijo Jason.
—Cuida a tu hermana, Craig, y no solo de Cly... ¡Agh! —Francis fue interrumpido por un disimulado golpe de codo de Jason.
—¿A qué te refieres? —preguntó frunciendo el ceño.
—¡No le hagas caso, Craig!
—¿No estará alguno de ustedes...?
—¡No, no, no! ¡Para nada! ¡A mí me gustan las mujeres mayores! ¿Verdad, Francis?
—¡Sí! ¡Se acostó con la mamá de Cartman!
—¿¡Con su mamá!?
—¡Sí! Está igual de enfermo que Clyde —dijo Francis rodeando con su brazo a Jason.
—¡Solo fue una vez! Cartman hizo una fiesta el año pasado y... Aproveché el momento, pero no fue tan bueno como creí. Pero, en fin, no es algo de lo que quiera hablar en este momento. Fin del tema.
Ya dentro del recinto, los chicos miraron todo a su alrededor, maravillados, a diferencia del recinto del pueblo, donde mostraban a los luchadores con afiches, en este había enormes pantallas mostrando sus fotografías y su información relevante, también iluminación más moderna y el equipo de amplificación más grande.
—¡Este lugar es genial! ¿Por qué no es así en el pueblo? —preguntó Jason.
—Tweek dijo que lo estaban remodelando, supongo que se refería a esto —comentó Craig.
—¿Para qué serán estos botones en los asientos? —preguntó Francis sentándose.
Jason miró el sujeta brazos de su asiento, donde encontró botones enumerados.
—No sé, Tweek no dijo nada de esto. ¿Creen que esté nervioso? Debe estarlo.
—Sí, Jason. Pero esto era lo que él quería, luchar como El Gran Saiyaman —dijo Francis.
—Voy a comprar comida, ya vuelvo —dijo Craig.
—Ajá. —Jason esperó a que Craig se alejara—. ¡Francis! ¿Para qué le dijiste lo de la mamá de Cartman?
—Entré en pánico y quería distraer su atención. Lo de su hermana se me salió.
—¡No lo vuelvas a comentar! ¡Y menos lo de su hermana!
—¡Bien! Lo siento.
En el hall, Tweek y Noah conversaban en voz baja, observando a los demás luchadores.
—Tweek, ese de allá es Hannibal, él lucha solo en este pueblo, de todos, es el que tiene mejor resistencia, no es tan bueno, pero se pone de pie una y otra vez hasta que te cansas y termina ganando. Ese guardia que está cuidando la puerta, es El Zorro, el que no llegó a la primera lucha, él ya estaba cuando llegué a las luchas, es bueno, pero con un compañero.
—¿Y ese que va caminando por el pasillo? ¿Qué tal lucha?
—Él no lucha, idiota, ¿o no te dije?
—¿Qué cosa?
—Él es la mano derecha de La Parka, pero él solo se cubre su rostro con una capucha negra, ni idea de cómo se llama, como no usa personaje y es más bajo, lo apodaron La Parkita.
—Jaja. ¿Y solo se encarga de este lugar?
—Sí, casi nunca va al pueblo.
El hombre conocido como La Parkita, se acercó reuniendo a los luchadores.
—Primero, bienvenidos los nuevos. Creo que todos están ya informados que tenemos evento especial. Esta vez la presentación será diferente y luego del evento, vamos con las luchas.
—Pero ¿qué vamos a hacer? —preguntó Noah.
—Una lucha que va a elegir el público, luego de eso, los otros continúan con lo acordado, Todo Vale en Ring.
El hombre se retiró y ambos continuaron con su conversación, asomándose a ver al público entre las cortinas.
—Noah, este lugar quedó increíble, ¿crees que hagan lo mismo en el pueblo?
—Ni idea.
—¿Quién más viene hoy?
—Sé lo que quieres escuchar y no, no vendrá Bo.
—¿Por qué?
—Jaja. Hasta aquí pude escuchar cómo se rompió tu corazón.
Tweek apoyó su cabeza en el hombro de Noah.
—Esta lucha se sentirá tan vacía —dijo simulando llorar.
—Mejor, así te concentras.
—Jaja. ¿Dónde está el equipo de apoyo? Me muero de sed.
—No sé, no veo a ninguno, pero en tu vestidor debe haber agua.
—Iré por una botella.
Al darse la vuelta, chocó con un chico que estaba de pie tras ellos y alzó su cabeza para verlo, acomodando sus gafas de sol.
—Lo siento, no te vi.
—Eres el nuevo, ¿verdad? ¿Eres Spiderman? —pregunto Noah, volteándose.
El chico solo asintió con la cabeza y se hizo a un lado, permitiéndole a Tweek que continuara su camino.
Regresó con la botella y se prepararon para salir. Luego de que el presentador saludara y motivara al público, comenzó con las presentaciones.
—Con 1.72 de estatura y 73 kilos. El hombre de las masacres, ¡Leatherface!
Noah subió al ring como de costumbre, motivando a sus seguidores a ovacionarlo.
—Con 1.86 de estatura y 85 kilos. Esperando que no se devore a nadie esta noche. ¡Hannibal Lecter!
Hannibal subió al ring, se quedó de pie en medio, con sus manos atrás, mirando al público de lado a lado y se fue a una esquina.
—Con 1.56 de estatura y 59 kilos. Acaba de llegar el héroe de Ciudad Satán, ¡que pase El Gran Saiyaman!
Tweek subió al ring, haciendo la pose del Gran Saiyaman, sintiendo la emoción de escuchar al público y se hizo a un lado.
—Con 1.89 de estatura y 86 kilos. En su primera lucha, ¡Spiderman!
Spiderman subió al ring, se detuvo a observar al público, quedándose de pie.
—¡Oye! ¡Muévete! —gritó uno de los chicos del equipo de apoyo que se acercó al ring.
Noah y Tweek al hacer contacto visual se encogieron de hombros, confusos.
El presentador decidió continuar, haciendo volver en sí a Spiderman.
—¡Hoy tenemos un evento especial! ¡Hoy ustedes van a elegir! En sus asientos van a encontrar diez botones, primero, van a seleccionar a los luchadores, en la opción número uno, Leatherface; número dos, Spiderman; número tres, El Gran Saiyaman y número cuatro, Hannibal. Seleccionen a los luchadores.
—¿Seleccionamos al Gran Saiyaman? —preguntó Francis.
—¡Obvio! —dijo Jason, presionando el botón.
—"No lo voy a seleccionar si no sé cómo será esta lucha" —pensó Craig, presionando la opción dos.
—¡Ay, no sé! No voy a seleccionar a ninguno.
—¡Apóyalo! —dijo Jason, presionando el botón de Francis.
—¡Veamos! —El presentador se volteó a ver la pantalla tras ellos—. ¡Spiderman! Contra... ¡El Gran Saiyaman! ¡Los nuevos! ¡Buena elección! Ahora, en la opción número uno, Lucha Todo vale en Ring y opción número dos, Jaula.
—¡¿Lo ves, Jason?! ¡No debiste! —dijo Francis, molesto.
—¡Pero si es lo que le gusta! Quiero ver la jaula.
—¡Pero el otro es enorme!
—¿Y qué? —dijo presionando el botón.
—¿Esa es con armas, Francis? —preguntó Craig.
—No, esa es Todo Vale en Jaula.
—Prefiero que sea Todo Vale en Ring.
—Sí, yo también.
Ambos seleccionaron la primera opción y miraron la pantalla para ver la selección del público, viendo cómo subía poco a poco la votación por Jaula.
Tweek se volteó a ver la pantalla.
—"Mierda —pensaba—. Todavía me duele el tobillo. Bien, tú puedes, recuerda lo que dijo Bo, 'tienes la ventaja de moverte por donde se te plazca', solo debo cansarlo".
—¡Jaula! —dijo el presentador—. ¡A sus posiciones!
Noah le extendió su puño a Tweek antes de bajar del ring.
—Tú puedes, amigo.
—Eso espero —dijo chocando su puño.
El presentador reunió a ambos en el centro del ring.
—Ya saben las reglas. Nada de golpes bajos. La jaula no se va a levantar hasta que uno quede Knock Out o se rinda quedándose en el suelo hasta que termine el conteo. A sus posiciones.
Tweek se quedó frente a Spiderman y el presentador se bajó del ring, cambiaron las luces por unas rojas y ambientaron con música de lucha mientras el público gritaba eufórico. La jaula comenzó a bajar poco a poco.
Encerrados por completo dentro del ring, Tweek se puso en guardia, miró a la gente del público, buscando a Craig, al encontrarlo, le sonrió y cambió rápido su expresión al dirigir la mirada hacia su contrincante.
—No quiero ver —dijo Francis, cerrando sus ojos, cubriéndose con el hombro de Craig.
—¡Tú puedes, Gran Saiyaman! —gritó Jason.
Craig movía su pie de forma ansiosa.
—"Mierda, Tweek, ¿por qué te gusta esto?" —pensó Craig.
—No, mejor sí quiero ver.
La campana sonó y Tweek se lanzó rápido a darle un golpe de puño a la altura del estómago, seguido de otro, pero Spiderman detuvo ambos, Tweek continuó lanzando golpes en repetidas ocasiones, todos siendo detenidos. Spiderman no lo atacó, lo que hizo sentir a Tweek inseguro de seguir y dio unos pasos atrás, con su mano invitó a Spiderman a atacarlo, pero este continuaba en guardia.
—¡Atácame! —gritó molesto.
Spiderman negó con la cabeza y le hizo la misma señal para que se acercara a golpearlo, mientras el público comenzaba a abuchearlo, comenzando a animar a Tweek.
—¿Por qué Spiderman no hace nada? —preguntó Francis.
—"¿Por qué no me ataca? ¡¿Qué mierda quiere hacer?!" —pensaba Tweek.
Tweek miró a Craig entre el público, este al notarlo se levantó de su asiento.
—¡Tú puedes! —gritó con todas sus fuerzas.
—¡Dale, Gran Saiyaman! —gritó Jason.
Tweek se lanzó a golpearlo y Spiderman lo detuvo, alejándolo de una patada, al retroceder, Tweek se dobló el tobillo, por lo que se quejó de dolor y desvió su atención mirando su pie, Spiderman aprovechó el descuido y se lanzó a golpearlo, lo redujo con una llave y se montó sobre él, golpeándolo tres veces cerca del mentón, Tweek se lo quitó de encima, se levantó procurando no pisar con el pie derecho, donde sentía dolor y limpió con su manga sangre de su boca.
—"Tiene mucha fuerza" —pensó Tweek, limpiándose una vez más.
Spiderman se puso en guardia, esperando, atento, Tweek no estaba seguro de cómo seguir, se acercó simulando darle un golpe de puño, cuando Spiderman lo detuvo, le dio una patada con el pie derecho, aguantando el dolor, pero Spiderman lo tomó rápido, jaló su pie, lo lanzó al suelo, lo inmovilizó dejando una mano libre y le levantó las gafas a Tweek, lo observó por un breve momento, las regresó a su lugar y se levantó, dejando a Tweek en el suelo. Se levantó un poco confuso, acomodando sus gafas y se lanzó a golpearlo, Spiderman lo levantó para lanzarlo al suelo, pero Tweek se sostuvo con sus piernas, botándolo y comenzó a golpearlo con sus puños, este se lo quitó de encima con su pie y lo inmovilizó mientras lo golpeaba en repetidas ocasiones. El público comenzó a ovacionarlo.
Tweek intentó quitárselo de encima, pero los golpes eran cada vez más fuertes, Spiderman dejó de golpearlo y se levantó, se puso en guardia mientras lo miraba, pero Tweek no se levantó.
El presentador comenzó el conteo.
—¡10! ¡9...!
—"Jamás pensé decirlo... Me rindo" —pensó cerrando sus ojos.
Jason se levantó de su asiento, junto a otras personas del público, pidiéndole que se levantara.
—"No te levantes —pensaba Craig —. Déjalo ganar".
Tweek escuchaba al público y decidió continuar, se levantó con dificultad, limpió el sudor de su frente y se puso en guardia.
Noah lo alentaba a continuar.
—"Mierda, ya no puede seguir" —pensaba mientras lo alentaba.
Spiderman se lanzó de inmediato a darle una patada, seguido de un golpe de puño que lo hizo caer una vez más y se agachó frente a Tweek, con la intención de hablarle, pero se levantó y retrocedió, poniéndose en guardia para continuar.
Tweek intentó ponerse de pie, pero no lo logró.
El presentador terminó el conteo.
—¡Se rindió! ¡El Gran Saiyaman se rindió! ¡Spiderman es el ganador!
Levantaron la jaula poco a poco mientras Spiderman alzaba sus brazos por la victoria, a ratos se volteaba a ver a Tweek que continuaba en el suelo, con su respiración agitada, agotado.
Noah se apresuró a subir al ring en cuanto pudo arrastrarse por debajo de la jaula, mientras esta subía.
—¿Estás bien, amigo?
—Sí —respondió con dificultad.
—¿Puedes levantarte?
—No.
Noah lo ayudó a levantarse junto al equipo de apoyo, acompañándolo hasta su vestidor y lo dejaron en el diván.
—Si necesitas algo, solo llámanos —dijo uno de los chicos del equipo de apoyo, cerrando la puerta.
—Tweek, ¿estás bien? —preguntó Noah, quitándole las gafas.
—Sí.
—Ya viene la enfermera.
—Ajá.
—No te ves bien.
—Ya vete.
—¿Quieres que trate de traer a Jason?
—No.
Noah abrió el seguro de una ventana, se fue a su vestidor, escribió una nota y se la entregó a uno de los chicos del equipo de apoyo.
—Mira, ¿ves a ese chico de allá? El de negro, ese que trata de verse rudo, dale esta nota.
El chico del equipo de apoyo se acercó hasta los chicos, entregándole la nota a Jason y retirándose rápido.
—Si es su número de teléfono, te juro que lo voy a golpear, no me importa nada —comentó abriendo la nota.
En esta decía: "Quinta ventana, por la parte frontal, espera a que se vaya la enfermera, que nadie te vea".
—¿Qué es? —preguntó Francis.
—Ya vengo, es Tweek.
—¿Está bien? —preguntó Craig.
—Sí, tranquilo.
Jason salió del recinto, al llegar a la ventana, se quedó esperando mientras atendían a Tweek.
—No te sientas mal, Craig —dijo Francis—. Jason siempre ha sido el soporte emocional de Tweek, desde niños. Los atendía la misma terapeuta, eso los acercó más. Tweek siempre se apoya en él, yo no sirvo para eso, él es el que lo calma, a veces tiene recaídas o vuelven sus tics. Ese es su trabajo, mi trabajo es procurar que no hagan desastres. Esos dos cuando se juntan se les apaga el raciocinio.
—¿Crees que esté bien?
—Sí, tranquilo. Tweek es como un pequeño vaso, cada cosa que le afecta es una gota, en algún momento se llena y se derrama, ahí es cuando necesita a Jason. Ellos son más cercanos y él entiende de eso, yo no, jamás he ido a terapias, psicólogos o cosas así.
—Voy a confiar en lo que me dices.
—Sí, Craig, mañana va a estar riendo o haciendo estupideces, no te preocupes.
Jason entró al vestidor de Tweek.
—¿Estás bien? —preguntó cerrando la ventana.
—Lo arruiné, Jason —dijo comenzando a llorar.
—¡No! No lo arruinaste.
—¡Tiene tanta fuerza el hijo de puta! No sé cómo pensé que servía para esto, mírame, Clyde tiene razón, soy un enano de mierda.
Jason se sentó junto a Tweek, que seguía recostado en el diván.
—¿Quién era tu conciencia esta vez? ¿Gokú?
—Vegeta —murmuró.
—¡No lo escuches! No dejes que una derrota te afecte, no seas ridículo. ¿Cuántas veces has ganado ya?
—Sí, pero...
—Nadie en este mundo sirve para esto más que tú. ¿Quién se emocionaría por luchar disfrazado?
—Jaja. A mí me gusta.
—¿Lo ves? Ninguna persona cuerda querría hacer algo así, esto está hecho para ti.
Tweek limpió sus lágrimas, riendo levemente.
—Ahora levántate y vámonos, de todas formas, ya no puedes seguir, ya perdiste, Baboso.
—Que buenos ánimos das.
—¿Quieres que te mienta? Perdiste. ¿Y qué? No puedes ganar siempre, deja al pobre de Noah ganar, le arrebataste su lugar, lo noqueaste, ¿y lo ves llorando?
—Sí, lo sé.
—¡Y que las mierdas que dice Clyde no te afecten! No tiene derecho a decirte enano si él solo mide como cinco centímetros más que tú, siempre exagera todo y lo sabes, no entiendo por qué nunca le dices nada por eso.
—Jaja. Sabes que no lo voy a hacer, sé cómo afecta. ¡Y ustedes tampoco!
—¡Ya sé! No lo hago solo porque tú lo pediste. Pero, en fin, no estoy aquí para hablar de Clyde.
—Denme un rato, me duele todo.
—Bien, te esperamos afuera.
—Sí, le avisaré a La Parkita que no me esperen y los veo afuera.
—¿La Parkita? Jajaja. ¿Lo ves? ¡Todo esto es ridículo! ¡Perfecto para ti!
—Jaja. Ya vete, si te ven aquí, me vas a meter en problemas.
—Apúrate, Craig está preocupado —dijo saliendo por la ventana.
Al salir, Francis y Craig lo esperaban afuera.
—¿Está bien? —preguntó Craig.
—Sí.
—¿Lo ves, Craig? Jason siempre sabe cómo animarlo, a su manera, pero siempre lo logra.
—Craig, quiero pedirte un favor, he notado que lo hace Tolkien, pero no tú, quiero que detengas a Clyde cuando insulte a Tweek.
—Sí lo hago.
—Pero no siempre, lleva años insultándonos y sinceramente a mí no me afecta, pero, aunque Tweek diga lo contrario, sí le afecta, se acompleja por su estatura.
Francis tomó el hombro de Jason.
—Jason, ya, relájate.
Jason quitó su hombro de golpe y se sentó en el suelo, seguido de los chicos, esperando a Tweek.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, Tricia se escapó a casa de Clyde, este la esperaba en el patio, entraron por la puerta trasera, hasta llegar a su habitación, en silencio.
—Te extrañé —dijo mientras la besaba en el cuello.
—¡Ya lo hice! —dijo haciéndolo a un lado—. Justamente esos dos fueron a casa. Así que aproveché el momento.
—¿Crees que salió bien?
—Sí, fui bastante obvia, su amigo miraba con cara de haberlo notado.
—Coquetéale cada vez que puedas.
—¿De verdad no te molesta?
—No. No lo hubiera aceptado si me hubieras propuesto a otra persona, pero con él está bien.
—Sí, se nota que es gay, así que no hay posibilidad de que se fije en mí.
—Ojalá le digan pronto a Craig, así desvía su atención con él y no sospecha de nosotros.
—De todas formas, tengo otro plan. ¿Recuerdas que te dije que había un chico de mi salón que me molestaba?
—¿Al que golpeaste?
—Sí, bueno, él ahora se hizo novio de una chica del salón, y empezaron a molestarme los dos, en cuanto encuentre un buen momento, me voy a pelear con ella, para que Craig piense que peleo por él. Solo los voy a tolerar un poco más.
—¿Y si él piensa que sí te gusta?
—Me da igual.
—¡Eres tan lista! —dijo abrazándola.
—Jaja. Solo procura no hablarme delante de ninguno —dijo haciéndolo a un lado—. Solo eres el amigo de mi hermano. Tampoco delante de Tweek o sus amigos.
—No me agrada que se junte con ellos, pero me da tiempo para verte. ¿No sabes adónde fueron?
—No, no me quiso decir.
—No entiendo por qué se junta con ellos y el enano.
—Vas a tener que empezar a aceptar a Tweek, ellos son... muy amigos.
—¡Yo soy su amigo! No entiendo qué tiene de bueno el enano que no tenga yo.
—Jaja. A mí me agrada Tweek, y solo mides un poco más que él. Tú también eres bajo de estatura.
—¡No es cierto!
—Jaja. ¡Claro que sí! ¿Cuánto mides?
—1.63 cm.
—Le voy a preguntar a él cuánto mide, pero no tienen tanta diferencia, ¿siempre exageras todo así?
—¡No exagero! Mido mucho más que él.
—Bueno, me da igual, eres más lindo que él.
—¡Por supuesto que sí! —dijo abrazándola.
—¡Ya, Clyde! —dijo haciéndolo a un lado—. Bien, me voy a casa.
—¿Tan pronto?
—Ya te dije que no haremos nada.
—No te estoy pidiendo nada, solo quiero que te quedes un rato más.
—¿Para qué? ¡No, Clyde! Si de verdad quieres estar conmigo vas a tener que demostrármelo, ya me hablaron de tu reputación en la escuela.
—Pero, Tricia...
—No soy así de fácil, Clyde. —Tricia lo besó en los labios y lo apartó—. Adiós.
Clyde se sentó en su cama, viendo a Tricia cerrar la puerta sin mirar atrás. Se recostó con sus brazos abiertos y soltó un suspiro, mirando el techo.
—"Maldita —pensaba—, nunca le rogué a ninguna. ¿Qué tienen los Tucker de especial? Es como... como si hechizaran con la mirada, siempre con el ceño fruncido, como enojados, pero de forma linda, bueno, Craig no, o sea sí, pero no lindo... Espera... ¿Y si al enano le gusta Craig? ¿Y si planea convertirlo? No, no, Craig no se dejaría convertir en marica y menos con el enano".
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Tweek salió del recinto, reuniéndose con los chicos.
—¿Estás bien? —preguntó Craig abrazándolo con fuerza.
—Sí.
—¿Te sientes bien? —preguntó Francis.
—Sí. Ya pedí un Taxi, viene llegando.
—¿Estás seguro de que estás bien? —insistió Craig.
—¡Que sí! ¡¿Quieres que salga llorando?!
—No. Perdón.
Tweek lo abrazó.
—Lo siento, pero si me siguen preguntando voy a llorar aquí mismo.
—No te lo guardes. —dijo Jason.
Tweek soltó a Craig y cambió su semblante.
—¡Pues si no se callan, El Gran Saiyaman les va a sacar la mierda! —dijo alzando su puño.
—¡Bien! Cambio de tema —intervino Francis.
—¡Tweek! Adivina quién se quedó dormido en el autobús —dijo Jason.
—Jaja. Siempre el pobre Francis.
Mientras le contaban, subieron al auto, Tweek junto a Craig, seguido de Francis y Jason adelante.
—Que bueno es tener un amigo que gane dinero —comentó Jason.
—Jaja. No te acostumbres —dijo recostándose sobre Craig.
—Ya es muy tarde.
—Estoy ahorrando dinero, así que se acabaron las salidas a costa de mi sudor.
—¿Y para qué? —preguntó Francis.
—Quiero un auto.
—¿Un auto? ¿No será muy peligroso alguien como tú al volante? —preguntó Craig, acariciando su cabello.
—Jaja. Hablas como mi mamá. No, manejo bien. Mi papá me enseñó.
—Que miedo tú al volante —dijo Francis.
—Perfecto, váyanse a la mierda, ninguno se va a subir.
—Yo no dije nada —dijo Jason volteándose.
—Pero lo pensaste.
Jason se volteó, mostrándole el dedo medio.
—Ninguno se va a subir —dijo entre bostezos—. Lo prometo.
Tweek se durmió durante el camino, bajaron en casa de Tweek y cada uno se fue a su casa, dejándolo descansar.
Ya en su habitación, Tweek se acostó y se durmió, pensando en la lucha, el miedo e inseguridad que había sentido en ese momento.
Al día siguiente, Tweek salió al bosque, motivado a correr bajo una ligera lluvia. Al llegar, aliviado por la serenidad que le brindaba el bosque, corrió subiendo la intensidad poco a poco. Mientras corría, la lluvia se hacía cada vez más intensa y ya se podía oír el retumbar de los truenos. A pocos metros, se detuvo, recordando la lucha de ayer, se sentó en el suelo y alzó su cabeza, sintiendo la lluvia sobre su rostro.
Después de mucho pensar, deambuló entre el bosque, pero decidió volver a casa, suponiendo que Craig llegaría pronto, como habían acordado.
Pronto, Craig llegó a casa de Tweek. Al entrar a su habitación, este estaba sentado en el suelo, apoyado en el borde de su cama, con las cortinas abiertas, mirando hacia la ventana, mientras secaba rápido sus lágrimas, para que Craig no notara que estaba llorando.
—¡Cómo llueve! —dijo Craig quitándose su chaqueta.
Tweek se volteó a verlo y le sonrió.
—Sí.
—¿Estás bien, Serena?
—Sí.
—¿Estás seguro? —preguntó sentándose a su lado.
—Sí.
Tweek se apoyó en su hombro y Craig lo abrazó.
—¿Por qué estás mojado?
—Salí a correr un rato. Iba a cambiarme y me distraje viendo la lluvia.
—¿Sales a correr cuando llueve?
—Es cuando más me gusta hacerlo, sobre todo si hay una tormenta.
—Tweek, la primera vez que vine a tu casa, me dijiste que sales a correr cuando te sientes triste o solo.
—Tenía ganas.
—¿Sabes? Ese día que dormí aquí, cuando desperté y tú mirabas la tormenta, no tenías la misma expresión que ahora.
—Estoy bien.
—No, Tweek, siempre tengo miedo de entrar aquí y no saber qué me espera.
—Jaja. No te preocupes, solo me gusta ver la lluvia.
Tweek se montó sobre él y lo abrazó, Craig lo abrazó con fuerza, acariciando su cabello, en silencio, Tweek intentaba contenerse, pero no pudo hacerlo, comenzando a llorar gradualmente.
—¿Qué tienes? —preguntó en voz baja.
—Voy a dejar las luchas.
—¿Por qué?
—Ayer... Ayer me sentí, vulnerable, he tenido miedo otras veces, aunque siempre hay una pequeña voz que me dice que yo puedo, pero ayer...
—¿Sabes por qué voy a verte?
—No.
—Porque quiero apoyarte, no porque me agrade ver cómo te golpean. No puedes rendirte solo porque te ganaron una vez.
—No es eso, ya he perdido antes.
—¿Entonces?
—Me sentí inseguro, él era tan fuerte, tan... no sé, creo que me da miedo. No creí ser capaz de ganarle.
—Tweek, no dejes que tus derrotas te hagan cuestionar tus habilidades. Es un chico normal. Te aseguro que ninguno de los que está ahí ha ganado todas sus luchas, todos tenemos que enfrentar obstáculos y este es el tuyo. ¿No se supone que los Saiyajin se levantan una y otra vez? ¿No aprendiste nada viendo Dragon Ball?
—Jaja. Sí, pero...
—¡Pero nada! Tolkien me enseñó a no escuchar esa voz en tu cabeza, solo... ¡Silenzio Bruno!
—¿Bruno? No, yo escucho a Vegeta.
—Bien, entonces, ¡Silenzio Vegeta! —dijo secándole sus lágrimas—. Si no va a decir nada bueno, hazlo callar.
—Jaja. Pero a veces me motiva.
—Quizá es buena idea cambiar de personaje, Serena tampoco se rendía, ¿viste Sai...?
—¡No! —Tweek le cubrió la boca—. No, Craig, no me lo arruines. Mi imaginación va más allá de lo que crees, antes escuchaba la voz de Gokú, pero la primera vez que perdí, cuando practicaba Kick Boxing, ese día apareció la voz de Vegeta, al final siempre se formaba una discusión entre ellos, hasta que me acostumbré a imaginar la voz de Vegeta. No quiero volver a tener ese desastre en mi cabeza y menos en una lucha.
—Jaja. Bien. ¿Sabes? Creo que te haría bien tomarte un respiro, concentrarte en otras cosas para recuperar el enfoque y la claridad mental.
—Sí, puede ser.
—Juega algo, lee, ve alguna serie, anime, no sé, busca otra cosa que hacer, distrae tu mente estos días. ¿Quieres que te preste un libro?
—¿Leer? ¡No! No me puedo concentrar si no tiene imágenes, creo que una serie es buena idea.
—Haz lo que se te antoje, será tu tiempo.
—Entonces... Mañana no voy a ir a la escuela, quizá no vaya en toda la semana, así me tomo un descanso de todo. Mi tobillo me está matando, creo que me sobrepasé, me lo voy a tomar con calma.
—¿Crees que tus padres te dejen faltar?
—Sí, ellos entienden cuando me siento así. No sería la primera vez.
—¿Puedo venir a verte?
—Si quieres.
—Jaja. ¡Claro que quiero!
Tweek lo abrazó nuevamente, besando su cuello.
—¿Estás mejor? —preguntó Craig.
—Sí. Lo voy a pensar.
—Deberías cambiar tu ropa, te vas a enfermar.
Tweek se incorporó y se quitó su camiseta.
—Mejor me la quito —dijo mordiéndose el labio.
Craig le sostuvo sus manos.
—No, Tweek.
—¿No? ¿Por qué no? —preguntó inquieto.
—Quiero que te pongas pijama y te acuestes. De todas formas, ya pronto debo irme, mañana hay escuela.
—Pero...
—Ahora, Tweek.
Craig se puso de pie, haciéndolo a un lado, dejándolo sentado en el suelo.
—Pero... Craig... Lo necesito. ¡Y tú también!
Craig buscó entre los cajones de Tweek, sacó su pijama y se acercó a entregárselo.
—Ten, póntelo.
—Pero... —dijo recibiéndolo, desconcertado.
Craig se agachó frente a él, tomó su rostro con ambas manos y apoyó su frente sobre la de Tweek.
—Tweek, quiero verte bien. Ponte el pijama y acuéstate, estás frío.
—Pero...
—Iré por un café para ti, ponte el maldito pijama.
Craig besó su frente y salió de la habitación.
—"¿Qué está pasando? Nunca me había rechazado —pensó poniéndose el pijama—. Tampoco me había dado órdenes. ¡¿Y por qué le estoy haciendo caso?!".
Tweek se quitó el pijama, aún sin comprender bien la situación y se acostó desnudo, de brazos cruzados, esperando a Craig.
—"¡Él no me va a decir qué hacer! ¡Yo le voy a decir qué hacer! ¡No puede darle órdenes a un Saiyajin!" —pensaba mirando hacia la puerta.
Al entrar, Craig miró a Tweek mientras cerraba la puerta, notando su torso desnudo y dejó una taza con café sobre el velador.
—¡Mierda, Tweek! ¡Ponte tu maldito pijama!
—¡No!
—¡Ahora, Serena!
—¡No!
—¡¿Quieres enfermarte?!
—¡Sí!
Craig lo miró entrecerrando sus ojos.
—Ahora, Tweek.
—¿Y si no quiero? —preguntó poniéndose de pie sobre su cama, posando sus manos en sus caderas, completamente desnudo, desafiándolo con una sonrisa.
—Tweek, me voy a ir.
—¿Te vas a ir en mi vientre que tanto te gusta? —preguntó burlesco, acariciándose el torso, hasta llegar a su vientre.
—Estoy hablando en serio, Tweek.
—Yo también, Craig.
—¡Sabes perfectamente que no me refiero a eso!
Tweek sonrió al notar que Craig se había alterado, sintiéndose ganador de la pequeña lucha de poder que había iniciado.
—¡¿Quieres enfermarte?! ¡Bien! ¡Haz lo que quieras!
Craig se volteó a abrir la puerta.
—¡Craig! Espera.
—¿Qué? —preguntó volteándose.
—¿Estás seguro que no quieres nada de esto? —preguntó acariciándose.
Craig solo chasqueó la lengua y salió enojado de la habitación, yéndose a paso rápido a su casa, molesto.
—Olvidó su chaqueta —dijo Tweek, hablando consigo mismo—. Pobre, se va a mojar muchísimo de camino. ¡Pero nadie rechaza a Tweek! ¡¿Quién se cree?! ¿Cuánto le durará el enojo? Aunque fue divertido verlo así. Parecía que iba a explotar de rabia. Jaja.
Tweek se puso su pijama y se acostó, miró la taza que había dejado Craig y sonrió, se bebió el café y sacó su celular para enviarle un mensaje.
Craig llegó a casa, molesto subió a su habitación y dio un portazo.
—¡Uno lo quiere cuidar y se comporta como un maldito niño! —reclamaba con el ceño fruncido, quitándose su ropa mojada—. ¿Quieres enfermarte? ¡Bien, Tweek! ¡Enférmate! ¡No vuelvo a preocuparme por ti!
Craig se acostó, se cubrió molesto y cerró sus ojos, al recibir la notificación del mensaje de Tweek, se volteó hacia el otro lado, tratando de ignorarlo, lo que duró poco tiempo y revisó su celular.
Chapter 15: Sé lo que hicieron el lunes pasado
Chapter Text
◂◂◂◂◂
—¡Hola! Soy ¡Ngh! Tweek, tengo... uno, dos, tres, cinco. Cinco años.
—¿Por qué haces así? ¿Qué tienes en el ojo?
—Tengo un Tic.
—¿Qué es eso?
—No sé. ¿Cómo te ¡Agh! llamas?
—Damien. ¡Mira mi dibujo!
—Qué bonito. ¿Quién es?
—Mi amigo.
—¡Agh! ¡Profesora! ¡Me duele!
—¡Francis! ¡No muerdas a Tweek!
—¡Ngh! ¡Kaio-Ken! ¡Aaah!
—¡Tweek, deja de gritar!
—¡Ka...!
—¡Silencio, Tweek!
—¡Me...!
—¡Tweek, no grites! ¡Basta, Francis, suelta a Clyde!
—¡Ha...!
—¡Quédate en la silla de castigos, Francis!
—¡Me...!
—¡Basta, Tweek, deja de gritar! ¡A la silla de castigos!
▸▸▸▸▸
Tweek rio por el recuerdo del Preescolar que vino a su mente mientras se rascaba el antebrazo con sus dientes y sacó su celular.
—"Siete cincuenta y nueve, aún falta para las ocho" —pensó desviando su trayecto a la escuela.
De camino a dar un corto recorrido por el bosque, recordó un poco de la conversación que mantuvo con su madre, de regreso a casa después de su primer día en Preescolar.
◂◂◂◂◂
—¿Qué tal estuvo tu día, Tweek? ¿Te gustó?
—¡Fue mega increíble! Jugamos y me ¡Agh! caí de la silla... uno, dos, tres, cinco. ¡Cien veces! Un niño parecía de chocolate y lo lamí. ¿Me compras chocolate? Y también había una... ¡Ngh! ¿Me estás escuchando?
—Sí, Tweek, te estoy escuchando.
—Había una caja con muchos juguetes. ¡Ngh! ¿Me compras un juguete? ¡Había un niño-perro, un Francis! Y también hay un niño que tiene superpoderes, es insivible.
—¿Niño-perro...? ¿Es qué?
—Insivible. Es amigo de un niño que se llama Damien, es lindo y...
—¿Li-lindo? ¿Dijiste que el niño es lindo? ¿Damien es lindo?
—¡Sí, mami, es lindo! ¡Y Había un niño que dijo que su mamá se fue a salvar mariposas! Y cuando regrese, ¡Ngh! lo va a llevar a jugar al parque. ¿Me llevas al parque? ¡Mira mi brazo! Damien dijo que me voy a convertir en un Francis si me duermo, pero Noah dijo que es mentira.
—¿Un Francis? Tweek, no te entiendo. ¿Qué te pasó?
—Un Francis me mordió, también mordió a un niño que tiene gafas y lloró, pobrecito. ¿Me compras gafas? El niño-perro ¡Agh! mordió a todos, estuvo todo el día en la silla de castigos. Yo creo que va a estar ahí para siempre.
—Tweek, escúchame bien, si alguien te muerde o te golpea, no te dejes, tienes que defenderte.
—Sí traté, pero me castigaron en la silla. ¿Me compras una silla? La profesora me dijo: "¡Oye, Tweek, tú me vas a volver loca!" pero yo no la vi loca.
—¿Por qué te dijo eso?
—¡Casi destruyo la escuela con un Kame Hame Ha! ¡Ngh! Los voy a extrañar a todos.
—Jaja. Pero si los vas a ver mañana.
—¿Tengo que ir otra vez?
—Por supuesto, Tweek, tienes que ir todos los días.
—¡Agh! ¡¿Todos?!
▸▸▸▸▸
El recuerdo fue interrumpido por una piedra que lo hizo tropezar, cayendo en un pequeño charco de lodo. Al volver en sí y comprobar la hora, se fue rápido a la escuela. La clase ya había comenzado, golpeó la puerta, sacudiendo su ropa, en un esfuerzo inútil para quitarse lodo de su pantalón.
—¡Adelante, señor Tweak! —gritó el profesor.
—¿Cómo supo que soy yo? —preguntó al abrir la puerta.
—No sé, intuición.
—Jaja. ¿Puedo pasar?
—¡¿Por qué viene tan sucio?!
—Me caí en el lodo.
—¿Por eso siempre llega tarde? ¿Se va a jugar al bosque antes de venir a la escuela?
—No, no, solo me quedé dormido. Me caí de camino para acá.
Craig miró a Tweek y negó con su cabeza, fastidiado, aunque ya acostumbrado. Tweek se encogió de hombros y se fue a su asiento.
—El enano nunca se aburre de hacer el ridículo.
—¿El qué? —preguntó Tolkien, volteándose, molesto.
—¡Aah! ¿Ya te llegó tu periodo de nuevo? —Clyde cambió su tono a uno más amigable—. Tweekcito nunca se aburre de hacer el ridículo.
Craig apretó sus puños, recordando las palabras de Jason.
—"'Quiero que detengas a Clyde cuando insulte a Tweek' —pensaba—. A la próxima lo detengo".
Tweek lanzó su mochila al suelo mientras Jason y Francis se voltearon de inmediato.
—Te extrañé, Tweek.
—Por fin te dignaste a venir, Baboso.
—Jaja. Lo necesitaba. Me siento mejor. ¿No sienten frío?
—Un mensaje no te habría matado —dijo Jason, molesto.
—Ay ya, no empieces, quería desconectarme de todo. ¿Sabes? A veces siento que te doy más explicaciones que a Craig. ¡Pero! Ya sé por qué estás así.
—¿Ah sí? ¿Y por qué? Según tú.
—Vi un par de series y aproveché de ver la que querían ustedes. Jason, definitivamente es la serie lo que te tiene así, creo que sacó tu lado sensible, pero si salió hace tanto, ¿por qué ven un capítulo al día?
—Para mantener la emoción y disfrutarla mejor —respondió Jason—. Y no es la serie.
—Ya vamos en la tercera temporada. ¿Te gustó? —preguntó Francis, emocionado.
—No.
—¿Cómo es posible que no te gustara Anne with an E? —preguntó Jason.
—O sea, tan mala no es, pero la protagonista es desesperante, vive distraída en estupideces, es torpe y habla muchísimo.
—Jaja. ¿A quién se parece cuando era niño? —preguntó Jason.
—No sé. Pero no tiene sentido, se supone que la adoptaron para trabajar, pero después contratan a Jerry, ¿por qué no lo hicieron desde el principio?
—Porque no hay serie si no la adoptaban —respondió Francis, molesto.
—El negrito, Bash, ¿Por qué tenía que conocer precisamente a Mary? ¿Por qué no hacerlo más interesante?
—Por la época, Tweek, los blancos no se mezclaban con los negros.
—Y lo peor de todo, ¡tres temporadas para un beso! ¡Tres! Tenían que darse duro, no un mugroso beso.
—Todavía no llegamos a esa parte, cállate —regañó Jason.
—El único capítulo que me conmovió y me hizo llorar fue cuando Mary murió.
—¡¿Se muere?! —gritó Francis, poniéndose de pie.
—¡Señor Snacky!
Francis se sentó rápido, molesto.
—¡Sabes que no nos gustan los spoilers! —reclamó Jason, lanzándole un lápiz que sostenía y se volteó.
—Lo siento —susurró Tweek a ambos.
Clyde se volteó a burlarse de Francis, este se enojó y le mostró el dedo medio, recibiendo la misma respuesta.
—¡Snacky! ¡Afuera! —gritó el profesor.
—¡No era para usted!
—¡Afuera dije!
Francis se levantó molesto, saliendo del salón de clases y dando un portazo.
Clyde se inclinó a susurrarle a Craig.
—El marica debió quedarse en su casa, estábamos bien la semana que faltó, el Otaku y Marceline ni se notaban.
Craig miró en sentido contrario, resoplando molesto, sin responder.
—"A la próxima" —pensó.
El timbre del receso sonó.
Craig, Tolkien y Clyde salieron del salón.
Jason esperaba a Tweek que sacaba dinero de su mochila.
Francis entró al salón, llegando junto a Jason.
—¿Están enojados? —preguntó Tweek, poniéndose su sudadera.
—Saca dinero suficiente, tengo hambre —respondió Jason.
—Todo lo que quieran, hoy pago yo.
Damien se sentó sobre la mesa del puesto vacío junto a Tweek.
—¿Sí? —preguntó Tweek, dejando su mochila en el suelo.
—¿Alguien nos extraña? —preguntó Francis.
—Jaja. No, para nada.
Damien le extendió la mano a Tweek, en señal de pedirle algo. Confuso, Tweek le dio unas monedas.
—No quiero dinero, payaso —reclamó dejándole las monedas sobre la mesa.
—¿Y qué quieres?
—Lo que me sacaste de la mochila.
—¿Que yo te saqué?
—Sí, el lunes pasado, quería fumar y mi encendedor no estaba.
—Oh, eso.
—¿Cómo sabes que fue Tweek? —preguntó Jason.
—¿Qué?
—Que cómo sa...
Damien interrumpió a Jason levantando su mano, quedándose en silencio por un instante, con la mirada perdida y se volteó hacia Jason.
—¿Lo lanzaste por la ventana, Jason?
—Puede ser —respondió jugando con sus manos.
—¿De qué habla, Tweek? —preguntó Francis.
—De hace unas semanas, cuando estabas enfermo. Con Jason necesitábamos un encendedor, era una emergencia, así que saqué el de Damien. —Tweek dirigió su mirada a Damien—. ¿Cómo lo sabes? No estabas aquí.
—Ya te dije que no son imaginarios.
—Ah, claro. ¿Y ellos me vieron? —preguntó tratando de no reír.
—No ellos, él. Ese día estaba junto a Jason. ¿Quién crees que le dio la idea?
Jason lo observó, incrédulo.
—¿Está aquí ahora? —preguntó Jason en tono burlesco.
—Sí, está justo detrás de ti, preguntándose por qué estás tan celoso de Craig.
Francis se alejó de Jason, un poco asustado.
—¿Celoso? Jajaja. Tu amigo está igual de trastornado que tú.
—¿No? ¿No sientes miedo de que Tweek deje de buscarte cuando necesite calmarse? ¿No sientes que Craig lo está apartando de tu lado?
—¡Já! No, para nada.
—Ay Damien, de verdad estás loquito —dijo Tweek entre risas.
—¿Hablas de...? —preguntó Francis—. ¿Cómo se llamaba? El que te "acompañaba" siempre.
—Phillip, pero desde niño le digo Pip, y les dije muchas veces que no es imaginario, ustedes no pueden verlo.
—¿Sabes, Damien? Te daré el número de la terapeuta que me atendió de niño, es muy buena. ¿Verdad, Jason?
—Sí, es la misma que me atendió a mí, y míranos, muy normales, no vemos gente imaginaria, Tweek hasta logró controlar sus tics, deberías intentarlo.
—Ajá, ya soy casi una persona normal. —confirmó Tweek asintiendo con la cabeza.
—Noah lo vio una vez.
Tweek, escéptico, sacó su celular.
—¡No es cierto! —dijo enviándole un mensaje a Noah.
—Sí, fue justo antes de que él hiciera todo ese... espectáculo, después de que te declaraste.
—¡Oh, dios! ¡Lo había olvidado! Jaja. ¿Te acuerdas, Jason? —preguntó Francis.
—Jajaja. Claro, cómo olvidarlo.
Noah se asomó por el umbral de la puerta.
—¿Qué quieres, Tweek?
—Ven, entra.
—Pero cierra la puerta, me estoy muriendo de frío —agregó Francis.
Noah entró mirando a Damien y este desvió la mirada.
—¿Qué hacen con él?
—Ya, no seas así, ya olvídalo —dijo Francis.
—¿Qué quieren? Estaba ocupado.
—¿Qué hacías tan importante? —preguntó Tweek.
—Jugaba fútbol con mis amigos.
—¿Cuándo van a dejar de jugar en los recesos? —preguntó Francis.
—¿Y cómo vamos a pegarte cuando vayas pasando?
—Jaja. El pobre imán de balones —dijo Tweek palmeando el brazo de Francis.
—Bueno, ¿qué quieren? —preguntó Noah, sentándose sobre la mesa de Jason.
—¿Es verdad que viste a Pip? —preguntó Jason.
—¿Todavía sigues con eso, Damien? No, no lo vi.
—¡No mientas! Sí lo viste.
—Damien, era niño, estaba oscuro, el ruido me daba miedo. Eso fue solo sugestión mía. Estaba asustado.
—Sabes que lo viste.
—Sé que lo imaginé. Uno siempre ve cosas raras en la estática de la televisión, además ese ruido desde niño que me asusta.
—No fue tu imaginación.
—¡No le hagan caso! ¿Por qué están con él?
—¿No sienten más frío? —comentó Francis, mirando hacia la puerta, comprobando que estaba cerrada.
—¿Para qué lo llamaste, Tweek? —preguntó Damien.
—Deberían sentarse a conversar un día —sugirió Francis.
—¿Y por qué no te metes en tus malditos asuntos? —preguntó Damien.
—No le hables así —dijo Noah, poniéndose de pie.
—No te tengo miedo —dijo Damien, poniéndose de pie frente a Noah.
Tweek se puso en medio de ambos, separándolos.
—¡No necesitan hacer esto de nuevo!
Francis y Jason se apresuraron a sujetar los brazos de Noah, alejándolo, mientras Tweek alejaba a Damien.
—¿Ahora te gusta Francis? —preguntó Damien, riendo.
—¡Sí! ¡Me calienta Francis! —respondió con ironía.
Francis puso una expresión de asco, mientras Jason reía.
—Noah, a menos que te parezcas a Akihiko Usami, eso no va a pasar —comentó Francis, riendo.
—Entonces hay un requisito. ¡Sí tienes una fantasía Fudanshi! —dijo Jason.
—"Maldición. ¿Por qué lo dije?" —pensó Francis, avergonzado.
Craig entró al salón en ese momento a buscar un Chupa Chups en su mochila, acompañado de Tolkien y Clyde, distraídos por la discusión, se quedaron a observar.
—Hay un frío polar aquí adentro —comentó Tolkien, frotando sus manos.
Noah se soltó de los chicos y se acercó a Damien, Tweek abrió sus brazos, cubriendo a Damien, quien no intentó nada, con las manos dentro de sus bolsillos, mostrándose indiferente.
—¡Noah! ¡Ya déjalo! —gritó Tweek.
—¡¿Por qué lo defiendes?!
—No... lo sé —respondió confuso y luego cambió su tono a uno más seguro—. ¡Solo déjalo! ¡Vete al patio!
Noah miró a Tweek, molesto y salió del salón.
El timbre del final del receso sonó.
Damien se fue a su lugar, se sentó apoyando su cabeza sobre su mano, mirando a los chicos.
—Parece que al enano le gusta "Timmy Turner". Jaja —susurró Clyde a Craig.
—¡Deja de decirle así, Clyde! —gritó Craig, empujándolo.
—¡¿Por qué me empujas?! —alegó empujándolo.
Tolkien no intervino, dando unos pasos atrás. Ambos se empujaban e insultaban en tanto el resto de los alumnos entraba al salón, alentándolos a pelear.
—¡Ash! No puede ser. Ahora Craig —murmuró Tweek, frunciendo el ceño.
—Déjalo —dijo Jason bloqueándole el paso con su mano—. Ya es hora que te defienda. Si va a reemplazarme, tiene que hacerlo.
—¿Reemplazarte? —preguntó Tweek.
Jason se cubrió rápido la boca con su mano, viendo a Tweek.
—"¿Por qué lo dije?" —pensó Jason.
—Jason. —Tweek lo abrazó—. No seas tonto, nadie jamás va a reemplazarte.
Craig se soltó de Clyde que le sostenía sus manos y lo empujó.
—¡Ya estoy harto de escucharte insultarlo, Clyde! Siempre es lo mismo, "El enano dijo esto, el enano hizo aquello", pues déjame decirte que tú no eres muy alto que digamos. ¡También eres enano!
—¡¿Cómo que también?! —gritó Tweek, ofendido.
—¡No! No fue lo que quise decir, no sé por qué lo dije —dijo volteándose a ver a Tweek.
—¡¿Y qué quisiste decir entonces?!
Clyde aprovechó el descuido de Craig para empujarlo, este chocó con una mesa tras él y cayó al suelo.
—¡Mierda, Clyde!
—¡Nunca vuelvas a empujarme, Craig! —amenazó con su dedo índice—. ¡Te tengo miedo!
—¿Qué? ¿Miedo? —preguntó poniéndose de pie.
—"Maldita sea, pensé en voz alta" —pensó Clyde.
—¡Já! Si no puede ni abrir una botella —se burló Tweek, para luego cubrir su boca al escuchar sus propias palabras.
Craig lo miró, frunciendo el ceño.
—¿Qué insinúas, Serena?
—¿Serena? —preguntó Tolkien.
—"Mierda, se me salió" —pensó Craig.
—Sí, Serena, ¿tienes algún problema con eso? —preguntó Tweek, molesto.
—No, no, tranquilo, solo me llamó la atención, no quiero problemas contigo. No quiero que la persona que admiro me odie.
—¿Ad... miras? —preguntó Clyde, confundido.
—"¿Qué mierda acabo de decir?" —pensó Tolkien.
—¿Admiras a mi nov...? —preguntó Craig, siendo interrumpido por Francis.
—¡Ya! —gritó Francis, alterado, dando un golpe con su puño en la mesa—. ¡Cierren el puto hocico! ¡El profesor de mierda siempre me culpa a mí!
—¡¿Profesor de qué?! —gritó el profesor entrando al salón de clases.
Los chicos se quedaron en silencio, excepto Francis.
—¡La concha de tu madre! —gritó Francis, dándole una patada a la mesa de Jason—. ¡Siempre la misma puta mierda! ¡Ya voy!
Francis salió del salón y se dirigió a la oficina de la directora. Los alumnos que ya habían entrado, los chicos y el profesor se quedaron en silencio, sorprendidos por la actitud de Francis, quien a medio camino se devolvió, gritándoles desde el umbral de la puerta, furioso.
—¡Los dos parecen unos jodidos leñadores de bonsai! ¡Craig! ¡Pareces más listo, pero para decir las cosas eres igual de tarado que Tweek! ¡Jason! ¡Tú deja de involucrarte, toma todos tus celos de mierda y métetelos por el culo! ¡Y Tolkien! ¡Tú eres...! eres... ¡Eres negro! —Francis dio un portazo y la abrió nuevamente—. ¡Y no soy feo!
—¡Eso, Francis! ¡Deja salir tu furia! —gritó Kenny.
—¡Chúpame las bolas, puto de mierda! —gritó agarrándose sus genitales.
—¡Aquí mismo!
Francis cerró la puerta de golpe, empujando a Butters que se disponía a entrar en ese momento.
—¡Quítate de mi camino, chupa vergas! —gritó mientras se alejaba.
Butters tomó a Francis de su ropa, acercándolo y juntó su frente con la de él.
—Vuelve a hablarme así y te vas a arrepentir el resto de tus días.
—¡Ya me calmé! L-lo siento, hablé sin pensar.
Butters lo soltó empujándolo y entró al salón. Francis se fue rápido a la oficina de la directora.
Todos se sentaron, aún en completo silencio.
—Parece que se alteró —comentó Tweek a Jason.
—¿Y yo qué le hice? —preguntó Tolkien sentándose.
El profesor se cruzó de brazos, mirando a los chicos.
—Hablaban bastante fuerte, así que alcancé a escuchar que se estaban peleando, a la oficina de la directora White, Tweak, Donovan, Tucker y Black.
—¿Yo? —preguntó Tolkien—. Pero si yo no hice nada.
—Ahora.
Tweek y Jason se apresuraron a salir primero, seguidos de Craig, Tolkien y Clyde, encontrándose todos en la puerta.
—Cuidado, Craig, no me vayas a pisar —comentó Tweek, molesto, abriendo la puerta.
Craig no respondió, bajando la mirada. Tolkien, en un pequeño intento de arreglar la situación, decidió iniciar conversación de camino a la oficina.
—Tweek, ¿le pasa algo a Francis?
—Ya saben que es histérico, algo debe estarle molestando.
—Debe ser por lo que le dijo Craig —intervino Jason.
—¿Craig? ¿Qué le dijo? —preguntó Tweek.
—¡Nada! No le dije nada, luego hablo con él.
—Le dijo que es feo.
Tweek se llevó la mano a su pecho, melodramático.
—¡¿Cómo tienes la osadía de exponer tal blasfemia?! ¡Insolente! ¡Francis es hermoso!
—¡Nunca dije lo contrario! Aunque, para ti todos son lindos, ¿no?
—Sí, todos, incluso Tolkien.
Craig se volteó a verlo, entrecerrando sus ojos, molesto.
—Oh, vamos, yo no he hecho nada, ¿por qué insisten conmigo?
—Que marica —comentó Clyde.
—¡Cállate, Clyde! —gritaron todos al unísono.
Clyde los miró, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—No tienen que gritarme así —dijo con voz temblorosa.
—¿Estás llorando? —preguntó Craig.
Clyde se volteó para que no lo vieran secar sus lágrimas.
En la oficina, la directora les llamó la atención y les asignó una hora de castigo al terminar las clases. Regresaron al salón, molestos, cada uno a su asiento, en completo silencio.
—Jaja. Ya, Pip, déjalos en paz... —susurró Damien, haciendo pequeñas pausas para escuchar a Pip—. ¿Estás seguro de que esto va a funcionar...? No, no es eso... Pero... ¡Bien! Pero no en mi casa... Dale la idea al que creas que puede hacerlo. Y apúrate, me siento desnudo cuando te apartas de mi lado.
Tweek tomó el hombro de Francis para que lo escuchara y se inclinó un poco sobre su asiento.
—Francis, ¿estás bien?
—Sí, no sé por qué me alteré así, siento haberte dicho eso.
—Tranquilo. Aunque, si lo piensas, me insultaste dos veces.
—Ya sé, perdón. Pero que bien se siente descargarse así. Hace mucho que no lo hacía.
—Jaja. Justo esta mañana recordé cuando en Preescolar nos mordiste a todos porque te querías ir a tu casa.
—¿Y mis disculpas? —preguntó Jason.
—No, tú tienes que dejar de involucrarte.
—Jaja. Creo que todos hablamos demás, Jason, pero ya te lo dije, nadie va a reemplazarte, sabes que te quiero muchísimo, a los dos, pero Craig y ustedes están en niveles diferentes.
—Ya lo sé. No son ese tipo de celos, pero llegó a cambiar todo, a pesar de que estuviste con otros, nunca nos dejaste de lado como ahora.
Francis abrazó a Jason, despeinando su cabello.
—Oh, mi pobre Jason, necesitas una novia. Jaja.
—¡No necesito a nadie!
Ambos se voltearon a continuar su tarea.
Damien se cambió al asiento junto a Tweek.
—¡Por dios! ¿Hoy es el día de los loquitos? —preguntó Tweek.
—Ahora ya vieron de lo que Pip es capaz.
—¿Vas a seguir con eso? Acepta que estás loquito, Damien.
—No estoy loco, lo volvería a demostrar, pero está ocupado en este momento.
Jason se volteó.
—A ver, Damien, si es real, que haga que Clyde se golpee a sí mismo.
—No seas idiota, no es una película.
Tweek lo miraba escéptico, mientras Francis a ratos miraba por sobre su hombro, asustado.
—No está detrás de ti, Francis, está con Tolkien.
—Damien, ya. —Francis se volteó—. Debo admitir que me da un poco de miedo tu amigo.
—Por supuesto, tú fuiste el más afectado. Hay personas mucho más sensibles que otras.
—¿Por eso me enojé tanto?
Damien asintió con la cabeza.
—Francis, no le hagas caso, Pip no existe. Vete a tu lugar, Damien.
—¿Por qué insistes tanto? ¿Por qué ahora? Tuviste muchos años para hacerlo — preguntó Jason.
—No soy yo el que quiere.
Damien se fue a su asiento, mientras los chicos comentaban sobre el tema y continuaron su tarea.
—Oye, Craig. —Tolkien se volteó—. Se me acaba de ocurrir la mejor idea del mundo, hablamos en el receso.
—Ajá.
Clyde se apoyó en el brazo de Craig.
—¿Estás enojado, Craig?
—No, quítate.
—No quería empujarte, pero tú lo hiciste primero, pensé que Tolkien iba a intervenir, como siempre.
—Jaja. Cobarde —comentó Tolkien.
—No soy cobarde. Craig, yo no te tengo miedo, no sé por qué dije eso.
—Creo que estábamos un poco alterados, todos dijimos cosas que no queríamos decir —dijo Tolkien.
—Sí, así parece —murmuró Craig.
—Craig, sé que pudo sonar raro lo que dije de Tweek, pero no es lo que crees.
—¿Y a quién le importa el en...? —Clyde miró a Craig, que lo miraba frunciendo el ceño—. Tweekcito.
—Clyde, se llama Tweek, no enano, no marica, no Tweekcito. Tweek.
—Tampoco se llama Serena —rebatió Clyde.
—Eso... es un... una broma, entre nosotros, por eso puede que me escuches decirle así, a veces lo hago de forma inconsciente, digamos que, me acostumbré a decirle así.
—Pero a mí no me tienes apodo. Yo soy tu mejor amigo. ¿O ya no lo soy?
—¡Sí, Clyde! ¿Quieres un apodo? ¿Qué te parece Llorón?
—Es perfecto —dijo Tolkien.
—Bien, ¿estás feliz, Llorón?
—No —respondió enojado, cruzando sus brazos de forma infantil.
Damien se cambió al asiento junto a Tweek, en cuanto se sentó, sonó el timbre del receso.
—Aquí vamos de nuevo. Dame unos minutos, Damien, tengo escondido un encendedor, te daré ese y mañana, te compraré veinte para que no jodas más.
—No vengo por eso.
—¿Entonces?
Tolkien se acercó a los chicos, seguido de Craig y Clyde.
—Damien, justo quería hablar contigo, bueno, con ustedes cuatro.
Jason se volteó y le aplaudió de forma discreta a Damien, procurando que lo viera.
—Eso si fue más impresionante, Damien —comentó riendo.
—Claro que no, Jason, fue coincidencia. ¿Qué quieren, Tolkien? —preguntó Tweek.
—Sé que a Craig le gusta todo eso de los fenómenos paranormales y yo les dije que quería proponer una tregua. Damien, tengo entendido que puedes comunicarte con otras entidades y pensaba en...
Damien se apresuró a interrumpir a Tolkien.
—Primero, si se van a sumar al resto de personas que se dedican a murmurar cuando me ven o molestarme por esto, no pienso ceder a sus peticiones, y segundo, no será en mi casa, sé que quieres tratar de comunicarte con Pip, puedo intentarlo, pero el lugar, día y hora, lo escojo yo.
—¿Esa era tu idea, Tolkien? —preguntó Craig.
—Sí, desde el día que Jason "falleció" que he pensado cómo unirnos un poco, porque sé que eres amigo de Tweek y no me agrada que nos llevemos mal.
—Antes parecía no importarte —dijo Francis.
—Antes no estaba Craig.
—Bien, lo hablamos luego, los espero al terminar su castigo. —Damien se retiró del salón.
—Bueno, si nos disculpan, —Tweek se levantó de la silla—, Damien nos hizo perder el otro receso y me estoy muriendo de hambre.
Craig sacó de su bolsillo un chocolate y galletas que le entregó a Tweek.
—Tweek, lo siento, no quería decir algo así.
—A mí también me dijiste enano, Craig. ¿Qué tienes para mí? —preguntó Clyde, entusiasmado, estirando sus manos.
Craig simuló buscar algo en el bolsillo de su sudadera, al sacar la mano, le mostró el dedo medio.
—Yo también tengo —dijo Jason repitiendo la acción de Craig.
—Pueden irse bien a la mierda los dos —dijo mostrándoles ambos dedos medios.
—Hmm... —Tweek vio la hora en su celular—. Quedan cinco minutos, también tengo algo para disculparme contigo. ¿Me acompañas a buscarlo, Craig?
Ambos se retiraron a paso rápido, entre risas, dirigiéndose al baño, como solían hacerlo.
Los chicos se quedaron en el salón, un poco incómodos.
—Tolkien, lamento haberte dicho... así.
—¿Negro? Jaja. No me molesta, aunque lo usaste como un insulto, pero no me molesta.
—Y Clyde, lamento haberte dicho enano.
—Como sea, te lo voy a tolerar, de los tres, eres el menos desagradable.
Tolkien le dio una palmada en la nuca.
—¿Qué? ¡Estoy siendo amable!
—¿O ahora le tienes miedo? —preguntó Jason.
—No me avergüenza admitirlo, a Francis siempre le he tenido miedo, siento que va a lanzarse a morderme en cualquier momento cuando se enoja.
—Jaja. Era niño, ya no lo hago. En fin, lo siento, a ambos. También nos vamos.
Francis salió junto a Jason.
—Oye, Clyde, ¿te acuerdas del año pasado cuando...?
—Tolkien, con suerte recuerdo lo que desayuné esta mañana.
—¿Te acuerdas cuando Jimmy nos dijo que vio a Pip en la televisión del salón de profesores?
—Ah, sí, sí lo recuerdo. ¿Qué hay con eso?
—Jimmy nunca nos quiso decir qué fue lo que Pip le dijo.
—Cuando podamos visitarlo le preguntamos, ojalá sea pronto.
—Sí, bueno, no pensemos en eso, me pone mal, vamos al baño. —Tolkien se detuvo antes de salir del salón—. ¡No! No. Mejor al baño no.
—¿Por qué?
—Luego voy, esperemos a Craig aquí.
—¿Adónde crees que fueron?
—Ni idea.
El resto de la jornada escolar transcurrió con normalidad, mientras los chicos estaban en la sala de castigos, Damien los esperaba sentado en el lugar de Tweek, conversando con Pip.
—¿Vas a dejar que te vean...? Si logras vampirizar lo suficiente para hacerte denso, todo va a cambiar, al menos para mí... No, Pip, no es que no quiera, solo me da un poco de miedo cambiar las cosas, pero también me gustaría poder sentirte, aunque sea una simple caricia. Y no los molestes, prometo no acercarme a ninguno de ellos, eres el único al que necesito... ¿Vas a cambiar tu forma...? ¿Podrías verte de mi edad...? Para esto solo necesitamos la energía de Clyde, ¿los otros para qué? Son tan irritantes... Sí, tienes razón, mientras sean más, mejor.
Los chicos entraron al salón de clases, reuniéndose con Damien, acercaron sillas y se sentaron formando un círculo en el rincón del lugar de Tweek.
—Aquí está, Damien. —Tweek le entregó un encendedor—. Deja de joder.
—Creo que sería buena idea que nos hables un poco de Pip, siempre he tenido curiosidad, para ser sincero —dijo Tolkien.
—Bien, ¿por dónde empiezo? —preguntó Damien, cruzando sus pies, jugando con el encendedor.
—Primero, ¿quién es Pip? —preguntó Craig.
—Cierto, él no lo sabe —dijo Tolkien—. Phillip Pirrup o Pip como le decían, fue un alumno de esta escuela, hace años. Dicen que fue aplastado por un trozo de terraza, si te fijas bien, en una parte de la escuela, falta un pedazo. Cuando llegamos a Preescolar, eso ya había pasado. Pip es una leyenda aquí, se supone que a veces se le puede ver en el lugar donde murió o en los vestidores, donde solía estar, ya que lo molestaban y era solitario.
—Eso hasta que llegó Damien —interrumpió Jason—. Él siempre "jugaba" con Pip, bueno, al principio los cuatro lo hacíamos, Tweek, Damien, Noah y yo éramos amigos, Francis se integró un poco después, en fin, Tweek nos convenció de que Pip era un superhéroe y tenía el poder de la invisibilidad, ya con el tiempo nos dimos cuenta de que no era así.
—Así es —continuó Tweek—. Cuando nos dimos cuenta que Pip realmente estaba en su imaginación, optamos por ignorarlo, no a Damien, si no a Pip, hasta que dejó de hablar del tema y por... ciertas razones, Damien terminó alejándose de nosotros.
—Pip había cumplido dieciocho unos días antes de morir, iba en este salón —explicó Damien—. Lo vi por primera vez cuando llegué a Preescolar, estaba sentado en el suelo, viendo a los niños jugar, cuando me acerqué a preguntarle por qué estaba solo, él se alegró de que pudiera verlo y se apegó a mí. Con el tiempo me di cuenta de que solo yo podía verlo y decidí no hablar más de él, hasta ahora. Él es el que quiere que lo haga, no yo.
—¿Y por qué? —preguntó Tweek.
—Eso no puedo decírtelo.
—Entonces, ¿él obligó a Tolkien a proponer la idea? —preguntó Craig.
—No funciona así, Craig, no lo obligó. Pip puede manipular el estado emocional, interviniendo el estado mental. Para Pip, llevar a cabo una idea simple es fácil, solo necesita susurrártelo un par de veces mientras te manipula tocando tu hombro, conectándose con tu alma, cuando lo hace, lo notan porque la temperatura del lugar comienza a descender. Ahora, si quisiera hacer algo más complejo, como provocar alguna acción que involucre el estado físico, le toma mucho más tiempo, puede tardar incluso días. ¿Se entiende?
—No —respondió Tweek, rascando su cabeza.
—¿Cómo lo soportas, Craig? —regañó Damien.
—Jaja. Luego le explico, continúa.
—Yo tampoco entendí —dijo Clyde.
—La verdad, yo tampoco —dijo Francis.
Craig hizo un gesto con su mano para que se callaran y Damien pudiera continuar.
—¿Tú entendiste, Craig?
—Sí, Damien, continúa.
—Pip está en lo que llaman el plano astral, pero aprendió a comunicarse con nosotros, lo hace a través de la estática de la televisión, pocas veces lo logra, pero puedes verlo en ocasiones.
—Entonces —interrumpió Craig—¿No puede interactuar de ninguna forma con nosotros?
—Sí, pero no como creen, no anda por ahí moviendo cosas para asustar personas, no es denso. Es un... ¿Cómo les explico? Las entidades como Pip, no todos pueden verlas, pero todos podemos sentirlas. Cuando sientes que "alguien te está mirando" y no hay nadie, son ellos, muy probablemente mirándote desde tan cerca, que puedes sentirlo de alguna forma. Lo mismo pasa cuando tienes la "sensación de que te están siguiendo", cuando tienes este tipo de sensaciones, es cuando están demasiado cerca.
—¿Y la leyenda? ¿No se supone que es un alma en pena? —preguntó Tolkien.
—Esa es solo su energía condensada.
Tweek y Clyde miraban a Damien, tratando de comprender todo.
—Eso se los puedo explicar yo —dijo Jason.
—Eso es todo lo que deben saber de Pip. —Damien se levantó para salir del salón.
Jason se apresuró en hablar para detenerlo.
—Damien, entonces, ¿es un ser desencarnado?
—Sí, vampiriza mi energía.
—¿Hay condiciones para hacer esto? —preguntó Tolkien, ya más interesado en el tema.
Damien regresó a sentarse.
—Hay cuatro reglas que nunca deben romper o lo van a lamentar, yo rompí una hace tiempo y atraje a otro, pero Pip se puso celoso y lo expulsó de alguna forma, desapareció por siete días y cuando volvió estaba muy débil.
—¿Y si con esto atraes a otro? —preguntó Craig.
—No, ya no puedo. Pip no es el único al que puedo ver, pero hicimos un pacto, así que ya no puedo atraer más, quedé condenado a vivir el resto de mis días con él. Es por eso que me alejo de las personas, a medida que fui creciendo, Pip empezó a ser celoso, si establezco alguna clase de vínculo con alguien, él se encarga de que esa persona se aleje por su cuenta. Cuando tenía como catorce años, conocí una chica en un parque y ella se suicidó días después, antes de que lo hiciera, Pip desaparecía por las noches y aunque no lo admite, sé que fue él. —Damien notó la expresión de preocupación de Tolkien y Craig—. Pero no se preocupen, Pip quiere que hagan esto, no yo, así que no va a pasar nada malo.
—¿Se puede saber el pacto que hicieron? —preguntó Francis.
—No.
—Yo sigo pensando que estás loquito —dijo Tweek.
—Lo sé, pero tu mañana de recuerdos en el bosque, no fue coincidencia. Solo escuchen las reglas, no las rompan y estarán bien, Pip no es el único, así que ustedes podrían atraer algo más.
Primera regla: No importa lo que pase, vean o escuchen, no intenten cambiar de canal ni el volumen, ellos lo harán.
Segunda regla: Aunque las velas se apaguen, no ha terminado hasta que se apague la televisión.
Tercera regla: Nunca apaguen la televisión, siempre esperen a que ellos lo hagan.
Cuarta regla: No sueltes tu amuleto.
—¿Amuleto? Yo no tengo un amuleto —dijo Francis.
—Todos tenemos, cualquier cosa que tú aprecies y que sientas que te va a proteger servirá. —Damien se puso de pie—. El viernes, a la media noche, en el Laboratorio de Ingeniería Genética. Ya regreso.
Damien se retiró del salón.
—¿De verdad vamos a hacer esto? —preguntó Clyde.
—¡No seas cobarde! —dijo Craig.
—No soy cobarde, pero me parece mala idea.
—Yo no quiero fingir que Clyde me agrada —dijo Jason.
—No tenemos que fingir nada, solo tolerarse un día, nada más que un día, nosotros lo haremos por Craig y ustedes por Tweek.
—Yo no le creo nada —dijo Tweek.
—Yo sí le creo y estoy seguro que Jason también cree en esto —dijo Craig.
—Sí, Craig, yo sí creo en todo esto, pero no le creo a él, aunque me está haciendo dudar.
—Craig, yo sigo pensando que es mala idea, no me quiero morir todavía.
—Clyde, se supone que está entre ustedes desde Preescolar, ¿no crees que ya habría matado a alguno si quisiera?
—Bien, como sea, supongo que tendrá algo preparado, yo voy. —Tweek levantó su mano—. ¿Quién más va?
Francis, Tolkien y Craig levantaron su mano. Tweek le hizo un puchero a Jason, levantando sus cejas.
—Primera y última vez, Tweek —comentó Jason con desagrado, levantando sin ganas su mano.
—Bien, solo faltas tú, Llorón.
—¡No quiero ir, Estúpido! ¡No quiero morirme! —Clyde se cruzó de brazos, mientras el resto no le quitaba la mirada de encima—. ¡Bien! ¡Pero si me muero, todos ustedes le explican a mi papá que me morí por culpa de Craig!
—Jaja. No te vas a morir, no exageres —dijo Tolkien—. Jason, ¿puedes explicarnos qué es Pip?
Jason se acomodó en su silla para comenzar su explicación.
—A ver... Primero, en frecuencia con nosotros, tenemos a los seres elementales, como ninfas, duendes, hadas y cosas así; seres de luz, como ángeles o guías ancestrales; seres densos, como demonios o monstruos y los seres desencarnados, como fantasmas u orbes, Pip es un desencarnado, estos seres son los que no completaron el proceso que debían después de morir.
—Espera, espera, lo siento, Jason. Esto no tiene ninguna relación con el tema, pero nunca me lo había preguntado. ¿El Bauk es un ser denso? —preguntó Craig.
—Creo que el Bauk se considera un Trasgo, así que no, sería un elemental de tierra. ¿Por qué?
—Curiosidad. Lo siento, continúa.
Francis levantó su mano.
—¿A qué se refiere cuando dice que vampiriza su energía?
—Pip se alimenta de energía para mantenerse aquí, como un vampiro necesita sangre para vivir.
Tolkien levantó su mano.
—¿Qué quiso decir con que su fantasma es energía...? No recuerdo lo demás.
—Energía condensada. Cuando dicen que un fantasma se aparece en cierto lugar, no es el fantasma lo que están viendo, es una acumulación de su energía que queda plasmada. Es como una parte de su vida que se quedó ahí y se reproduce una y otra vez, suelen verse en los lugares que recorrían con frecuencia cuando estaban vivos. En fin, los fantasmas, se pueden manifestar de diversas formas, ya dijo Damien que no es un alma en pena, a mí me parece un alma errante, son casi lo mismo, pero el alma en pena está atrapada, vaga perdida, no sabe cómo cruzar al otro lado, en cambio, el alma errante decide quedarse entre nosotros. Bueno, eso es básicamente. Craig, continúa.
Craig se inclinó hacia los chicos, explicando con la ayuda de sus manos.
—En teoría, según la metafísica, hay siete planos de la existencia que conviven dentro de nuestro universo, pero para hacerlo simple, en el plano físico es donde se encuentra nuestra parte sensorial, es decir, nuestros sentidos y aquí respondemos a nuestros impulsos básicos, como el hambre, dolor, sed, etcétera. En el plano astral, se encuentran nuestros sentidos internos, como la memoria, la imaginación, el sentido común, lo que no puedes apreciar a simple vista. Los fantasmas, espíritus, orbes, demonios, energías y todo eso, se encuentran en el plano astral, es por eso que Pip puede manipularnos.
Francis y Tolkien alzaron su mano.
—¿Francis? —preguntó Craig, apuntándolo.
—¿Está en otra dimensión?
—No, todos los planos están en la misma dimensión, conviven en el mismo espacio que nosotros. ¿Tolkien?
—Yo no entendí cómo es que Pip es capaz de controlar lo que decimos.
—Nosotros nos componemos de tres estados, el físico, mental y emocional. Según lo que explicó Damien, el estado mental, es el que usa Pip, él susurra una idea que ya está en tu cabeza para que lo recuerdes o una idea nueva y manipula el estado emocional para ponerlo en marcha, por ejemplo, Francis ya estaba enojado, la idea de que yo creo que es feo, probablemente le daba vueltas hace días, pero lo estaba conteniendo y cuando Pip se lo recordó, lo manipuló para que él sintiera que realmente es feo, provocando ese arranque de furia.
—Pero lo que dijimos mientras discutíamos, todos nos arrepentimos de hacerlo.
—Eso estaba en nuestro subconsciente, ninguno mintió, solo nos manipuló para que la emoción fuera más intensa y habláramos sin detenernos a pensar lo que íbamos a decir.
—Craig, explícame para entender mejor esta parte —dijo Tweek—. Damien dijo que cuando quemamos el peluche, Pip le dio la idea a Jason.
—Tweek, yo no tuve la idea de quemar nada, yo solo me pregunté si era inflamable.
—Ahí está, luego manipuló tu estado emocional para que te entusiasmaras, pasó de ser una simple idea. —Craig le dio una mirada fulminante a Tweek—. Idea estúpida por cierto. Para que la convirtieras en un deseo, quisiste probar si realmente era inflamable, a pesar de que podías causarte daño y no mediste las consecuencias.
Damien entró al salón.
—A Jason le dio la idea solo por diversión. Pip a veces puede ser travieso, pero no suele molestar al resto, se mantiene conmigo —dijo sentándose.
—¿Y ahora dónde está? —Francis miraba por sobre su hombro.
—Se agotó con el espectáculo de ustedes, absorbiendo mi energía, tocándome, como me hace hacerlo por las noches para que me vea... ¡Mierda, Pip!
—¿También puede manipularte a ti? —preguntó Tolkien.
—Sí, ¿por qué sería la excepción?
—¿Tienes sexo con Pip? —preguntó Clyde.
—No. A veces, pero él no puede interactuar, solo se conforma con mirarme mientras me manipula, él me guía para provocarme los orgasmos más placenteros de la vida.
—Demasiada información —comentó Jason, agitando su cabeza para alejar una imagen mental.
—¿Entonces eres gay o...? —divagó Clyde—. Sería gay, ¿no? Es un hombre, pero es un fantasma. ¿Fantasmasexual? ¿Pipsexual?
—Llámalo como quieras. No me quedó otra opción, no puedo estar con nadie, pero al final me acostumbré. Nuestras almas están atadas, cuando muera, vamos a seguir juntos, así que... —Damien se encogió de hombros y sonrió—. No es tan malo, me gusta pensar que vamos a estar juntos por toda la eternidad.
—¡Aaaww! —Francis se acercó las manos a su pecho—. Pensaba que no tenías sentimientos.
—Supongo que solo sirven con fantasmas —comentó Tweek.
—Jaja. No puedes comparar a un fantasma o como quieras llamarlo, con un pequeño, odioso y simple mortal.
Tweek rio y le hizo un gesto con su dedo en la sien para indicarle que estaba loco.
—Bien, yo me voy a casa. No olviden sus amuletos —dijo retirándose del salón.
—Yo no entendí ninguna mierda —comentó Clyde poniéndose de pie.
Craig se levantó de la silla, rodeándolo con su brazo.
—¿Qué no entendiste?
—¡Nada! —reclamó fastidiado—. Mezclaron un millón de cosas, que trasgos, vampiros, meta no sé qué mierda, fantasmas, hadas, leche condensada, almas en pena, peluches, orgasmos, preescolar. ¡No entendí nada!
—¿Leche? Jajaja. Clyde, el alma de Pip es un fantasma que se alimenta de energía, puede controlar tus emociones e interviene lo que piensas cuando te susurra.
—¡¿Y no podían solo decir eso?!
—Jamás pensé decir esto, pero estoy de acuerdo con Clyde —dijo Tweek.
—¡¿Lo ves?! Hasta el en... ¡Agh! —Clyde fue interrumpido por Craig que hizo presión con su brazo, apretándole ligeramente el cuello—. Hasta Tweek me encuentra la razón.
—Bueno, ya le dieron la explicación a los lentos, así que, a casa —dijo Jason.
Todos salieron de la escuela y se retiraron a sus respectivos hogares.
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El viernes, los chicos llegaron al lugar acordado, se detuvieron en la entrada, observando el laboratorio en la cima de una pequeña colina.
—¿Por qué aquí? —preguntó Craig—. Nunca había visto este lugar, desde el pueblo no se ve.
—Hay lugares interesantes en este pueblo. Este laboratorio fue abandonado hace un par de años —explicó Tolkien—. Esto era del Doctor Mephesto, un científico, tiempo después de que su hijo murió, un día, solo desapareció.
—La noche está perfecta, poco a poco la niebla se hace más espesa, ni siquiera se ve la luz de la luna —comentó Jason mirando el cielo.
—Apenas se ve el Laboratorio desde aquí abajo —dijo Tweek mirando a Jason con complicidad—. No podremos ver si algo se está acercando. Cualquier cosa podría aparecer de la nada y arrastrarnos dentro del Laboratorio, algunos dicen que Mephesto nunca se fue. ¿Crees que aún esté ahí adentro, Jason?
—Sí, mi papá me dijo que su hijo no murió, solo lo modificó genéticamente y ahora lo alimenta con personas.
—Yo escuché que le gusta comer personas que usan gafas.
Clyde, al escucharlos, se aferró al brazo de Craig, mirando a su alrededor.
—No lo asusten —dijo Craig entre risas, sacando su celular para alumbrar el camino.
Mientras subían por la colina, Clyde iba aferrado a Craig junto a Tolkien, seguidos de Jason, Francis y Tweek.
—Craig, ¿y si es como en esa película? —preguntó Clyde.
—¿Cuál?
—La de terror.
—¿Sabes cuántas hay?
—La de la televisión.
—¿Poltergeist?
—No, esa de la televisión.
—¿Transmisión siniestra?
—¡No! ¡Esa de la televisión!
—¿El Aro? —preguntó Jason.
—¡Sí! ¿Y si sale así de la pantalla?
—Jaja. Pues más interesante sería.
Francis, un poco asustado, comenzó una discusión entre susurros con Tweek.
—Tweek, préstamelo.
—No, ahí tienes a Jason.
—Craig es más grande.
—Pero es mío.
—No me importa.
Tweek negó con su cabeza, pero Francis se abalanzó al otro brazo de Craig, forcejearon por un momento, pero Tweek no logró que Francis lo soltara.
—Jaja. No me dejan alumbrar. Quítense.
Tweek se aferró a la espalda de Craig, abrazando su cintura.
—Si no me sueltan, no puedo caminar bien. —Craig intentó soltarse, pero se aferraron con más fuerza—. Tolkien, ¿puedes hacerte cargo de la gallina?
—Jaja. ¿De cuál?
—Cualquiera.
—No, tú quisiste que viniera, yo no quería —reclamó Clyde.
—Yo alumbro. —Jason sacó su celular y alumbró directo a la cara de Francis—. Craig no se parece a Akihiko.
—Ja-Ja. Mira cómo me muero de la risa.
—¿Quién es Akihiko? —preguntó Craig.
—¡Nadie! —Francis lo soltó de inmediato, avergonzado.
Craig, discreto, escribió el nombre en su celular y lo guardó rápido.
Al llegar a la entrada, había una enorme puerta que Jason abrió ligeramente, se acercó para asomarse a alumbrar dentro, encontrándose con Damien junto a él, de un sobresalto dejó escapar un grito y soltó su celular.
—¡Yo me voy! —gritó Clyde soltando a Craig.
—¡No seas gallina! —gritó Craig sujetándolo de su ropa.
—¡Mierda, Damien! ¿Cuánto llevas ahí? Jaja. Me asustaste.
—Un rato.
Damien encendió un cigarrillo mientras esperaba que todos entraran.
—Este lugar es enorme —comentó Jason alumbrando a su alrededor.
—¿Creen que esto funcione? —preguntó Tweek activando un interruptor que encendió las luces del lugar.
—¡No! —Damien se apresuró a desactivarlo.
—¿Por qué? —preguntó Tweek.
—Es mejor a oscuras.
—¿Por qué?
—Porque sí.
—Si esto está abandonado, no debería funcionar —comentó Tolkien.
—Quizá mantiene alguna especie de generador —dijo Craig.
—Pero necesita combustible para funcionar.
—¡¿Quieren hacer esto o no?! —preguntó Damien.
—Bien, lo siento —dijo Tweek.
—Mi papá ya sabe que estamos aquí, por si planeas asesinarnos o algo así —dijo Jason.
—Jaja. No los voy a matar, Pip está más cómodo en la oscuridad. Craig, ¿me prestas tu celular? —Damien encendió la linterna—. Por allá, donde está el televisor en el suelo.
Se dirigieron hasta el televisor que Damien había acomodado con un óvalo hecho con velas, en medio de la enorme recepción del laboratorio.
El óvalo formado con velas blancas, que se completaba con una vela de color rojo sobre el televisor, tenía el tamaño suficiente para que todos se sentaran adentro.
Damien les indicó que entraran y encendió las velas.
—Siéntense. Clyde, tú en medio.
—¿Lo vamos a sacrificar? —preguntó Jason.
—Jaja. Ya les dije que nadie va a morir. Yo voy frente al televisor, detrás de mí Clyde, ustedes a su alrededor, a su derecha Tweek y Tolkien; a su izquierda Jason y Craig; Francis detrás de Clyde.
Todos se sentaron en el lugar que les indicó Damien.
—¿Por qué yo en medio? —preguntó asustado.
—De todos, eres el más fuerte.
—¿Clyde? —preguntó Craig.
—Sí, tiene a un familiar cercano fallecido y es el único que tuvo una experiencia cercana a la muerte, eso lo hizo más fuerte.
—¿Cómo que experiencia cercana a la muerte?
—Verás, Craig —explicó Tolkien—, cuando niños...
—Dejen eso para otro día, no vinimos a conversar.
—Bien, lo siento.
—Por eso quedó así de idiota —agregó Jason.
—Di lo que quieras, soy más poderoso que tú.
—Si para ser poderoso tengo que ser así de idiota, prefiero ser débil.
—¿Qué acabo de decir? —preguntó Damien, molesto.
—Sí, cállense ya, arruinan el ambiente sombrío —dijo Tweek.
—¿Yo soy el más débil? —preguntó Francis.
—Sí.
—¿Y quién sigue después de Clyde? —preguntó Jason.
—¿Ven por qué ya no me junto con ustedes? ¡Cállense ya! ¿Trajeron sus amuletos?
—Está haciendo frío, ¿por qué está frío, Damien? —preguntó Francis, alarmado.
—Le está costando trabajo que Clyde mantenga la calma.
—¿Está detrás de mí? —preguntó mirando por sobre su hombro, tomando la mano de Jason.
—¡No me toques! —dijo quitando su mano.
Clyde miró a Tweek, asustado.
—Ni lo pienses —dijo alejando sus manos.
—Entonces... ¿Está frente a mí? —preguntó Francis, apretando sus puños.
—Sí.
—¿Me está mirando?
—No.
Tolkien le ofreció su mano, Francis la tomó de inmediato y cerró sus ojos con fuerza, tratando de calmarse.
—¿Me está mirando a mí? Siento que me está mirando —dijo Clyde, cerrando sus ojos.
Jason acercó su mano al rostro de Clyde, tocándole la mejilla con la punta de su dedo.
—¡Me está tocando! —gritó apartando su rostro, sin abrir sus ojos.
Jason, Craig, Tolkien y Tweek reían en silencio mientras Clyde lloriqueaba apartándose lo que más pudo desde su lugar.
—¿Terminaron de joder? —preguntó Damien.
—¡¿A quién está mirando?! —insistió Clyde.
—¡A Craig! ¡Está agachado, tocando tu hombro, frente a Francis, mirando a Craig! ¡Basta!
—¿Y por qué me mira?
—Estoy seguro de que no quieres que lo diga en voz alta. Saquen sus amuletos.
Jason sacó un papel deteriorado por el paso del tiempo y arrugado; Tolkien, un pequeño auto de juguete al que le faltaba una rueda; Francis, el tomo uno del manga Sankaku Mado no Sotagawa wa Yoru; Clyde, un par de aretes de perlas blancas; Tweek, un dinosaurio electrónico de juguete y Craig, una piedra. Tweek sonrió al verla, sabiendo que era la que él le había dado.
—"Pensé que iba a traer el dado" —pensó Craig, mirando con decepción el dinosaurio.
—¡Yo tengo una pregunta! —dijo Clyde, alzando su mano.
—No estamos en la escuela, ridículo —dijo Jason.
—Como te decía, Damien, yo tengo una pregunta. ¿Qué pasa si suelto el amuleto?
—Lo que sea que esté aquí, se va a quedar contigo y créeme, vas a saber que está ahí.
—¿Y si quiero que se quede? —preguntó Jason.
—Rompe una regla. Tomen sus amuletos con la mano izquierda.
Damien encendió la televisión, de la que se podía escuchar a volumen muy bajo el sonido de la estática y se sentó frente a la pantalla.
—¿No habías desactivado la corriente? —preguntó Craig.
—Sí.
—¿Entonces? ¿Está conectada a algún otro lugar?
—¡Shht!
Damien le pidió a Clyde que posara una mano sobre su espalda, mientras él puso su mano sobre la pantalla.
—Los demás, pongan su mano derecha sobre Clyde.
Tolkien soltó la mano de Francis y la puso en el hombro de Clyde, al igual que Craig, Francis en su espalda, Jason en su antebrazo y Tweek en su rodilla.
—Tweek, ¿podrías tocar mi brazo en vez de mi rodilla?
—No lo alcanzo, lo siento.
—Me incomoda.
—¡Déjese querer! —dijo Jason.
Clyde rio por el comentario, pero pronto cambió su semblante al darse cuenta de que reía gracias a Jason.
—"Necesito hacer tiempo para que se mantengan así" —pensó Damien, haciendo una señal con su mano a Pip.
—Bien. ¿Qué quieren? ¿Hacer preguntas? ¿Solo verlo? Pero, si logran verlo, les advierto que se ve como de doce años, al morir, nuestra alma tiene la forma de cuando fuimos más felices.
—¿Es necesario que preguntemos en voz alta? —preguntó Craig.
—No.
—Entonces preguntas, ¿les parece bien?
Todos asintieron.
—Cierren sus ojos, hasta que escuchen que se sube el volumen.
—¿Sientes algo, Damien? —preguntó Tweek, abriendo sus ojos, viendo la pantalla del televisor.
—No, cállate.
Tweek observaba a todos que se mantenían con sus ojos cerrados, incluyendo a Damien y continuaba viendo el televisor, a ratos miraba a su alrededor mientras solo se podía oír la estática. Por un par de segundos, se distrajo por la llama de una vela que comenzó a moverse y se volteó a verla, al voltearse nuevamente, Damien lo miraba enojado, Tweek le sonrió y cerró sus ojos.
El volumen del televisor subió hasta el máximo, todos abrieron sus ojos y se bajó el volumen a uno más tolerable, pero aún fuerte.
—¡Jason! ¡Pregunta! —gritó Damien.
Jason preguntó en un tono muy bajo, para que los demás no escucharan.
—¿Mi papá va a ser feliz con su nueva pareja?
La estática cambió su ritmo, dejando ver canales que cambiaban, las imágenes eran tan débiles y borrosas que apenas se podían descifrar. Pronto, se vio por un breve momento la silueta infantil de Pip, desapareció de la pantalla al instante y se bajó el volumen.
—¿Lo vieron? —preguntó Tolkien.
—No —respondió Tweek.
—Yo sí —respondió Francis.
—Yo no —respondió Craig.
—Yo no estoy mirando —respondió Clyde con la mirada fija en el suelo.
—No estoy seguro —respondió Jason.
Los chicos se percataron que las velas tras Jason se apagaron.
—Sí. —Se escuchó desde el televisor, con una voz de niño, acogedora y agradable que se perdía entre la estática.
Todos dirigieron su mirada a la pantalla, asustados y sorprendidos.
—No dejen de tocar a Clyde, Clyde, no me sueltes. Craig, tu pregunta.
—"¿Está viva?" —pensó Craig.
El televisor comenzó a emitir un sonido similar al de risas de niños que parecían alejarse poco a poco.
—Sí. Prisión.
Las miradas de Craig y Tweek se cruzaron en ese momento, Tweek, al notar que cambió una expresión de preocupación por una de alivio, le sonrió y continuaron. Las velas tras Craig se apagaron.
—Francis.
—No tengo ninguna. No sé qué preguntar.
—No lo desperdicies —dijo Tolkien.
—"Hmm... ¿Quién es el Uke? ¿Tweek o Craig?" —pensó.
Las velas tras Francis se apagaron y el volumen se bajó por completo.
—No quiere responderte —dijo Damien.
—¡Oh, que mierda! ¿Y por qué?
—No entiende tu pregunta. Hazla en voz alta.
—No, ya no importa.
—Tolkien, sigues tú.
—¿Tengo que atreverme a hacerlo?
El volumen del televisor subió y se apagaron las velas tras él.
—Sí. Pronto —respondió dejando ver su silueta una vez más.
—Ahora sí lo vi —dijo Craig.
—Creo que yo también —dijo Jason.
—Tweek, tu turno.
—No quiero preguntar nada.
—¿No hay nada que quieras saber? —preguntó Tolkien.
—No, lo que tenga que pasar, que pase, no quiero vivir esperando algo que no sé cuándo o cómo va a pasar.
Las velas tras Tweek se apagaron.
—Clyde, pregunta.
Antes de que Clyde preguntara, se apagaron las velas que quedaban, se bajó el volumen del televisor y todo quedó en completo silencio. El dinosaurio de Tweek se encendió, rugió y Clyde corrió despavorido, bajando la colina a toda velocidad. Asustados, todos se levantaron.
—¡Cállalo, Tweek! —gritó Francis.
Tweek, nervioso, trataba de apagarlo, pero no dejaba de rugir.
—¡Quítale las baterías! —gritó Tolkien.
Tweek al intentar abrirlo, se dio cuenta de que estaba asegurado con un tornillo, por lo que lo lanzó al suelo y comenzó a pisarlo en repetidas ocasiones.
—¡No lo sueltes! —gritó Craig.
El televisor se apagó y Craig se lanzó de rodillas a golpearlo con la piedra, logrando callarlo, lo guardó en el bolsillo de su sudadera y tomó la mano de Tweek, metiéndola en su bolsillo, procurando que Tweek tomara el dinosaurio y la apretó con fuerza.
—Ya se apagó el televisor, ya pueden irse —dijo Damien.
Todos salieron corriendo del lugar de inmediato, llegando junto a Clyde, que esperaba en la entrada del terreno, alumbrando con su celular.
—¡No vuelvo a hacer una mierda así en mi vida! —gritó Clyde.
—No sé ustedes, pero yo me voy a mi casa.
—Francis, es mentira, apuesto a que ya tenía todo preparado —dijo Tweek.
—No debiste soltarlo, Tweek. —Craig sacó el dinosaurio destruido y se lo devolvió.
—Craig, si Pip de verdad existiera, estoy seguro de que se habría dado cuenta que ese no era mi amuleto. —Tweek abrió su mano, mostrándole el dado que aún sostenía—. Esperaba que Damien me lo dijera en algún momento. No voy a negar que me asusté, no sé cómo hizo lo del dinosaurio.
—¿Puedo ver ese dinosaurio? —preguntó Tolkien.
Tolkien lo revisó y le pidió permiso a Tweek para romperlo, en el suelo, lo golpeó con una gran piedra y se volteó a ver a todos.
—¿Qué? ¿Qué tienes? —preguntó Clyde.
—No tiene baterías.
—Bien, es todo, me voy —dijo Francis.
—Va a ir por ti, Tweek —advirtió Jason.
—Jaja. Claro que no. Fue un truco, un buen truco.
Finalmente, los chicos se fueron a sus casas.
En tanto, Damien esperaba en medio de la oscuridad, sentado en el suelo mientras fumaba. A ratos llamaba a Pip, sin recibir respuesta. Al cabo de una hora, escuchó el rechinar de una puerta y se levantó rápido, un poco nervioso.
—¿Funcionó?
—Sí —respondió Pip.
Chapter 16: Yo le dije lo que hicieron el lunes pasado
Chapter Text
Antes de comenzar, necesitas saber.
★Bonjour: Buenos días.
★Je suis fou de toi: Estoy loco por ti.
★Je t'aime: Te amo.
★Merde: Mierda
★Mon amour: Mi amor.
★Mon chéri: Querido mío.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En el plano astral, Pip se encontraba acostado boca abajo, con su cabeza apoyada sobre su mano, observando a Damien durmiendo a su lado.
—Bonjour, mon chéri —dijo Pip al ver a Damien despertar.
Damien le dio un "Buenos días" casi inentendible entre dientes, cubriendo su cabeza con el edredón.
—Como me encanta escuchar ese gruñido por las mañanas.
Damien solo sonrió bajo el edredón, aún adormilado.
—¿No quieres desayunar? Yo lo preparo hoy.
—Que me manipules para que me lo prepare yo mismo, no es preparármelo —respondió entre dormido.
—Si fuera denso, en este momento, tendrías un exquisito desayuno a tu lado.
—Mentira. Estarías molestando a los vecinos.
—Y después te prepararía un exquisito desayuno.
Al percatarse de lo que había dicho Pip, Damien abrió sus ojos de inmediato y se quitó el edredón de la cabeza.
—Espera. ¿Desayuno? ¿Por qué? ¿Qué hiciste?
—Nada. No he hecho nada, pero no dormí en toda la noche pensando en un plan, solo nos quedan cinco días para el eclipse. Déjame hacerlo a mí.
Damien se cubrió una vez más.
—Pip, tú no duermes.
—Solo es una forma de decir.
—¿Y ya pensaste en un plan?
—No, que pase lo que tenga que pasar.
Damien se despabiló por completo.
—No, no, no. Cuando improvisas todo es un caos.
—Ya sabes que pienso mejor bajo presión, pero siempre funciona, ¿o no?
—Pero ocasionas caos.
—¿Funciona o no funciona?
—La última vez que dejé que te hicieras cargo, ocasionaste tremendo desastre.
—¿Funcionó o no funcionó?
—Sí.
Pip abrazó a Damien, simulando lloriquear sobre su pecho.
—Déjame hacerlo yo, te prometo que no va a pasar nada malo.
—Solo si esta vez piensas las cosas con calma, si algo sale mal, tendremos que esperar hasta la próxima luna de sangre.
—¡Sí! ¿Quieres un plan? Bien, tengo algunas opciones. Paso uno. Le digo a Clyde que es buena idea que venga a tu casa, ven alguna película o algo y cuando menos se lo espere... ¡Bam! Lo golpeas en la cabeza, absorbo lo necesario y lo abandonas en el bosque. Paso dos. Cuando me haga denso, voy a casa de Tweek y lo mato con mis propias manos.
—¿Qué? ¿Y para qué matar a Tweek?
—Para que no vuelva a fijarse en ti.
—Han pasado como diez años, ya olvídalo.
—Pero ya sé que conversaron.
—¿Conversamos? ¿Yo conversé con Tweek? ¿Cuándo?
—Esos días que estuvieron castigados, cuando me fui a ayudar a ese...
—¿Ayudar o expulsar?
—Ayudar, expulsar. ¡Es lo mismo! Gary Borkovec me dijo que vagaba por ahí y te vio conversando con Tweek.
Damien apartó la mirada, recordando esos días.
—Ah, por eso Gary me preguntó si me quería morir cuando estaba en la fila —comentó en voz baja—. ¡Pero como sea, no puedes matar personas solo por celos!
—No son celos.
—¿No?
—¡No! Solo... solo pensaba en traerlo a conocer este plano.
—Estoy seguro de que no quiere conocerlo todavía.
—Oye, no, tú eres el menos indicado para decirme algo así. ¡Tú también eres celoso!
—No es cierto.
—¿Recuerdas un día que íbamos de camino a casa y atropellaron a un chico?
—Te acercaste demasiado.
—Tú viste cómo estaba, ojalá yo hubiese tenido a alguien que me explicara lo que me había pasado. Cuando mueres de forma repentina, no sabes lo que pasa y da mucho miedo. ¡El chico estaba asustado!
—Lo abrazaste.
—¡Estaba asustado!
—Acariciaste su cabello.
—¡Estaba asustado!
—¡Bueno, bueno! ¡Ya! Sí, conversé con Tweek.
Pip se cruzó de brazos y se volteó, dándole la espalda.
—Sé que los extrañas.
Damien se sentó sobre su cama, bajando la mirada.
—No a ellos, a Noah. Después de que nos peleamos y de todo ese espectáculo que hizo, a pesar de que intenté seguir siendo su amigo, nunca volvió a ser lo mismo, él estaba cada día más distante. Conversando con Tweek ese día, pude aclarar la verdadera razón por la que Noah se alejó de mí. —Damien se recostó, apoyando su cabeza sobre sus manos—. Puedes tocarme y comprobar por ti mismo que no siento nada por él, pero eso lo sabes. Pip, ambos acordamos atarnos para buscarnos en otra vida cuando yo muera. ¿Te parece que quiero cambiarte por un odioso o por alguien más?
—Pero nadie más puede verme, nadie sabe que eres mío —dijo levitando sobre Damien.
—Pip, hicimos un pacto, estamos atados. ¿Qué más quieres? ¿Tengo que tatuarme en la frente que te amo a ti y a nadie más?
—Se te vería bien.
Damien lo miró molesto.
—Ya, no te enojes. Lo siento —dijo abrazando a Damien.
—¿No tienes otro plan que no incluya homicidios? O que no parezca el intento de uno.
—Hmm... En mis días libres, he visto a Clyde en el estanque del bosque, pero no va por mucho tiempo, va para allá a llorar cuando extraña a su mamá. Podría hacer que la recuerde, tú nos esperas detrás de un árbol y mientras lo manipulo, lo hago sentarse cerca de ti, entonces, te acercas por su espalda y ¡bam!
—¡No!
—¡Por satán! ¡Que gruñón eres!
—Piensa en algo, iré a darme una ducha.
—¿Puedo acompañarte?
—No, tú piensa en un plan, pero no quiero heridos.
Damien se retiró de la habitación y le gritó desde el pasillo.
—¡Nada de homicidios, Pip!
Pip comenzó a levitar por la habitación, pensando en un plan.
—Bien, sin homicidios. —Hablaba consigo mismo—. Entonces tiene que verse casual. Sería más fácil si pudiera absorber su energía directamente, no a través de Damien. No pensé que atar nuestras almas iba a tener consecuencias.
Pip pensó por un momento, en cuanto ideó el plan, cerró sus ojos, se desintegró y apareció frente a Damien mientras se duchaba.
—¡Damien, lo tengo! Pero necesito empezar hoy. ¡Me voy!
—¡Claro que no! Primero dime el plan, te conozco.
Pip lo miró de pies a cabeza.
—Ah, mon chéri, cómo quisiera poder ayudarte con tu ducha.
—Concéntrate, Pip, dime el plan.
—Lo pensé muy bien. Imagina la canción de Misión Imposible mientras te explico. Ya sabes que cuando estaba vivo quería ser espía, amaba esas películas.
—¡El plan!
—No necesitas gritarme.
Damien respiró profundo, cambió su expresión a una más calmada y le sonrió.
—Mon amour, dime el plan.
—Agente Mon Amour —corrigió Pip.
—Quien seas, dime el plan.
—¿Estás imaginando la canción?
—Sí. Dime el plan, ya se hace tarde, dímelo mientras termino la ducha.
Pip puso su mano sobre el pecho de Damien.
—¡No es cierto! No escucho nada.
Damien se apoyó con ambas manos en la pared de la ducha y suspiró un poco fastidiado.
—Bien, ahora sí, empieza —dijo cerrando sus ojos, pensando en la canción.
—Pon atención. Paso uno. Voy con Tweek y le hago recordar el preescolar de camino a la escuela, le recuerdo el día que se conocieron, así se siente nostálgico y pensará: "¡Ay! Mis amigos de la infancia, los quiero tanto" —dijo imitando la voz de Tweek.
—¿Para qué Tweek?
—Déjame terminar. Después, los hago pelear, que Tweek diga algo como: "¿Se acuerdan cuando Francis parecía un perro?", entonces Francis va a decir: "¿Ah sí? ¡Pues tú pareces una muestra gratis!", y Tweek va a decir: "¿Muestra gratis? ¡¿Cómo puedes decir algo así?!, y Francis va a decir: "Sí, porque eres tan pequeño como un leñador de bonsái", y Jason se va a reír, luego, Tweek les va a decir: "¡Ustedes son tan crueles! ¡Ya no quiero ser su amigo!, y Francis...
—¿Y Francis y Jason para qué?
—Déjame terminar. Francis va a decir: ¡Entonces nosotros tampoco vamos a ser tus amigos!, después, cuando lo dejen solo en el receso, Tweek va a llorar y va a decir: "Oh, no, ahora estoy tan solo", entonces, Craig va a verlo llorar y le va a decir: "Oh, tarado, ¿qué te pasa?", y Tweek va a decir: "Mis amigos ya no me quieren", entonces Craig va a sentir lástima. Lo que nos lleva al paso dos. Craig se va a quedar con él en el segundo receso.
—Pip, ¿de qué nos sirve eso si necesitamos a Clyde?
—¡Espera! Falta la mejor parte, no olvides la canción. Entonces, cuando Craig se quede con él, Clyde y Tolkien van a estar ahí, porque como se la viven pegado a Craig. Bueno, cuando estén los cuatro, hago que sean amigos y cuando estén conversando, Tweek va a decir: "¿Se acuerdan cuando me gustaba Damien?, y Clyde va a decir: "Jaja. No, como me caí de cabeza de niño no lo recuerdo", luego, todos se van a reír y entre bromas, hago que Tweek recuerde cuando le gustaba Clyde y va a decir: "Cuando me di cuenta que Damien era demasiado para alguien como yo, me empezó a gustar Clyde", y Craig va a decir: "¡¿Qué?! ¿Te gustaba mi mejor amigo?". En ese momento, Clyde se va a desmayar por el impacto, entonces Tolkien va a decir: "¡Mira lo que provocaste, Tweek!", y Craig le va a decir: "¡No le hables de esa forma a mi novio! No es su culpa ser así, es tarado".
—Pip.
—Espera. Entonces, cuando Clyde despierte, Craig va a decir: "¡Ya no quiero ser tu amigo, Clyde!". Después, hago que estén enojados toda la semana, así, el viernes voy con Clyde y va a decir: "¡Perdí a mi mamá y ahora a mi mejor amigo!", y se va a ir a llorar al estanque, entonces, tú esperas detrás de un árbol y cuando esté llorando, te acercas y...
—¡No le voy a pegar!
—¡Le dices! Te acercas y le dices: "¿Por qué lloras?", lo abrazas para consolarlo y cuando lo estés abrazando, —Pip sonrió con orgullo—, yo le absorbo la energía.
—Es el peor plan que he escuchado en mi vida. ¿No sería más fácil que lo manipules para que me toque y lo absorbas?
—¿No dijiste que no tenía que verse como un homicidio? Si alguien te ve con Clyde sería sospechoso, nunca hablas con él. Confía en mí, ese plan es perfecto.
—¿Y a quién le importa si me ven con él?
—No me gusta lo que los mortales dicen de ti.
—Eso me da igual.
—A mí no. Déjame hacerlo a mi manera.
—Solo te vas a ir a jugar.
—¿Por qué nunca confías en mí?
—¿Sabes qué? Haz lo que quieras, lo dejo en tus manos, pero si tu maravilloso plan no funciona, tendremos que esperar hasta que haya otra luna de sangre.
—Funcionará.
Pip cerró sus ojos, desapareció y regresó de inmediato con Damien.
—¡No! ¡No! ¡Espera, Damien! Esto no cuenta como mi día libre, ¿verdad?
—Vas a ir a molestar personas, así que sí.
—¡Pero no voy a hacer nada divertido! Hoy voy a trabajar.
—Un día de trabajo no te va a matar... más.
—Morí antes de hacerlo, este sería mi primer trabajo.
—No creo que sea lo mismo.
—¡Voy a trabajar como burro! —dijo determinado.
—¡No les hagas nada!
—No, Damien —respondió fastidiado.
—¡Tampoco te aloques!
—Dijiste que cuenta como día libre —dijo encogiéndose de hombros.
Pip cerró sus ojos, se desintegró y apareció en la escuela, al ver que Tweek aún no llegaba, se dirigió a buscarlo a la calle por donde solía ir a la escuela, al verlo, se escondió tras un árbol.
—Aquí el Agente Mon Amour. He localizado al objetivo, el lugar parece seguro, procedo con cautela —dijo simulando hablar por un reloj imaginario en su muñeca.
Tweek pasó junto al árbol y Pip se lanzó a su espalda, simulando ahorcarlo.
—¡Aquí estás, maldito! Si llego a sentir que aún no olvidas a Damien, te prometo sacar a Craig de tu vida.
Se incorporó y puso su mano sobre la espalda de Tweek mientras caminaba y cerró sus ojos.
—¡Te salvaste esta vez! Pero si llegas a sentir algo por él de nuevo, —Pip levitó frente a Tweek y lo amenazó con su mano—, ¡eres hombre muerto, tarado! ¡Damien jamás se fijaría en alguien como tú! ¡Te estoy vigilando! ¡Sé que vas a besuquearte con Craig al baño! ¡Asqueroso! ¡Ahí la gente va a cagar!
Tweek pasó a través de Pip, momento que este aprovechó para seguirlo, puso su mano sobre su hombro y se acercó a susurrarle.
—Damien. Conociste a Damien. Él estaba dibujando. Intentaste lanzarle un Kame Hame Ha a Francis cuando te mordió.
Tweek sacó su celular para ver la hora.
—"Siete cincuenta y nueve. Aún falta para las ocho" —pensó Tweek.
—¿Qué pretende hacer en un minuto?
Lo siguió de camino al bosque y continuó.
—Le contaste a tu mamá que lamiste a Tolkien porque pensabas que era de chocolate. Pensabas que Pip era invisible. Damien era lindo. Francis mordió a todos. Eres tan idiota, que pensaste que tenías que ir solo una vez a la escuela. Oh, mira, por allá voló un pajarito.
Soltó el hombro de Tweek para verlo caer al lodo, mientras reía a carcajadas.
—Trabajar es genial, no entiendo por qué la gente se queja —comentó viendo a Tweek ponerse de pie.
Al volver en sí, Tweek sacó su celular para ver la hora y corrió a la escuela.
—¡Corre, perra, corre! —gritó Pip.
Pip cerró sus ojos y se desintegró para volver junto a Damien.
—¿Lo hiciste? —susurró Damien al ver a Pip frente a él.
—Sí. —Pip se fue tras Damien y lo abrazó, lamiendo su cuello—. Sé que no me sientes, pero ya pronto. Tu energía no va a ser lo único que voy a necesitar, te voy a dejar seco.
Damien se cubrió su rostro, para que el resto no notara que se había sonrojado.
—Cállate, Pip —dijo entre una risa nerviosa.
Stan y Kyle, sentados a continuación de Damien, lo miraban de reojo y se alejaron un poco de su lado.
—Lo siento, pensé en voz alta.
—Como siempre, rarito —comentó Cartman.
—¡Cállate, gordo de mierda! —reclamó Pip.
Pip se acercó a tocar el hombro de Cartman.
—Jason se cogió a tu mamá. Y tú los viste. Los sorprendiste cogiendo en tu habitación. Tu mamá gemía y sudaba sobre tu cama. Qué asco.
—¿Qué tienes, gordo? —preguntó Kyle.
—Nada, recordé algo que me hizo sentir escalofríos.
Pip soltó el hombro de Cartman para irse junto a Damien.
En ese momento, Tweek entró al salón de clases y se fue a su asiento.
—¿Qué le hiciste, Pip? ¿Por qué viene así de sucio?
—No le hice nada, se fue al bosque antes de venir aquí, en el camino se distrajo con un pajarito y se cayó.
—No te creo.
—Yo no fui, ya sabes que es tarado. Bien, ahora voy a hacerlos pelear —dijo alzándose hasta el techo del salón, sobre Tweek.
En el techo, simuló atar una cuerda a su cintura y abrió sus brazos.
—¡Música de espías! —gritó antes de descender lentamente.
—No debí dejárselo a él —murmuró Damien—, es igual de inmaduro que ellos.
—¡Te escuché! —gritó ya sobre la cabeza de Tweek.
Pip levitó simulando continuar colgado de la cuerda, tocando la espalda de cada uno para saber en lo que pensaban.
—Tweek quiere hablar de una serie. Francis y Jason la tienen entre sus pensamientos. Oh, ya sé.
Pip se desenganchó de su cuerda imaginaria y se acercó a susurrarle a Tweek.
—No te gustó la serie. El negrito debió hacer una interracial. ¿Tres temporadas para un beso? Tenían que darse duro. Mary no tenía que morir.
Pip se incorporó y se acercó a Francis y Jason.
—¡Alerta de spoiler! Qué lástima, no pueden escucharme. Jajaja.
Clyde se volteó a burlarse de Francis.
—¿Por qué se entromete Clyde? ¡No lo arruines!
Al ver a Francis mostrarle el dedo medio, miró al profesor.
—¡Oh! Déjame adivinar. ¡Snacky! ¡Afuera! —gritó al unísono con el profesor—. ¡Jajaja!
Pip se distrajo con un cambio de aura cercano y se volteó a ver.
—Merde! Clyde hizo enojar a Craig. ¿Por qué se enojó? —Pip apoyó su mano sobre la espalda de Craig—. Estúpido Clyde. Me rindo, lo haré a mi modo.
Pip se acercó a susurrarle a Craig.
—Ya va a empezar el receso, primero ve al patio con los chicos y luego regresa por un Chupa Chups.
Pip se acercó a Damien y se sentó sobre su cuaderno mientras escribía.
—Damien, adivina qué.
—Vas a improvisar —susurró Damien con indiferencia, continuando su tarea.
—Ya sabes que pienso mejor bajo presión.
—Ya te dije que voy a confiar en ti. Lo dejo en tus manos, pero no quiero muertos ni heridos.
—Hecho. Haz lo que te diga.
Pip levitó por el salón de clases, observando a los chicos mientras pensaba qué hacer.
El timbre del receso sonó y se acercó a Damien.
—Ve con Tweek y pídele el encendedor que te sacó de la mochila, diles que yo te dije y que soy real. Cuéntales que yo le di la idea a Jason ese día.
—¿Para qué?
—¡Solo hazlo! Antes de que salgan.
Damien se sentó sobre la mesa del puesto vacío junto a Tweek y le extendió la mano. Tweek le dio unas monedas.
—¡Jajaja! ¡Te vio cara de mendigo, Damien! ¡Lánzale esas monedas a la cara!
—No quiero dinero, payaso — reclamó Damien, dejando las monedas sobre la mesa.
—¡Te dije a la cara! ¡No arruines el plan!
Pip escuchaba la conversación.
—¿Cómo sabes que fue Tweek? —preguntó Jason.
—No, Damien, espera —dijo Pip.
—¿Qué? —preguntó Damien.
—Que como sa...
Damien detuvo a Jason con su mano.
—Ahora que recuerdo, Jason entró en pánico y lo lanzó por la ventana.
—¿Lo lanzaste por la ventana, Jason? —preguntó Damien.
Pip abrazó a Damien, mientras escuchaba la conversación que mantenían, pero notó algo extraño en Jason y acercó su mano a su espalda.
—Jason cambia su aura a ratos. ¿Está celoso de Craig? ¿Por qué? —Pip cerró sus ojos—. Siente miedo de que Tweek deje de buscarlo cuando necesite calmarse, siente que Craig lo está apartando de su lado.
Pip soltó a Jason y regresó junto a Damien.
—¿A quién cree que engaña vistiéndose así? Nunca había visto un metalero tan sensible. Se ve malo por fuera y por dentro es un cachorrito sediento de cariño.
Al notar que Tweek había sacado su celular, se acercó a ver.
—"Noah, ven al salón". ¡Merde! ¡Llamó a Noah! Dile que él me vio, pero tranquilo, lo voy a sacar, es solo para que te crean. Que buen espectáculo fue el que dio ese día. ¿Tú harías algo así por mí, Damien? No, mejor no, vergüenza me daría. Jajaja.
Mientras los chicos conversaban con Noah, Pip se sentó sobre la mesa de Tweek.
—¿Es verdad que viste a Pip? —preguntó Jason.
—¿Todavía sigues con eso, Damien? No, no lo vi.
—¡¿Cómo que no?! Fuiste el primero que me vio en la televisión cuando practicaba con Damien.
—Deberían sentarse a conversar un día —sugirió Francis.
—Suficiente. Vete —dijo Pip.
Puso su mano sobre el hombro de Noah.
—¡Que Damien no le hable así a Francis! Es sensible.
—¿Ahora te gusta Francis? —preguntó Damien.
—¡Sí! ¡Me calienta Francis!
Pip se fue tras Francis y tocó su hombro, esforzándose para alterarlo más rápido.
—¡¿Noah?! ¡Claro que no! ¡Él no se parece a Akihiko Usami!
Craig entró al salón en ese momento a buscar un Chupa Chups en su mochila, acompañado de Tolkien y Clyde, distraídos por la discusión, se quedaron a observar.
Pip soltó el hombro de Francis.
—¡Todavía no tenían que venir!
Al notar que Noah iba a golpear a Damien, tocó el hombro de Tweek y le susurró.
—¡Defiéndelo! Que se vaya al patio.
Noah miró a Tweek, molesto y salió del salón.
El timbre del final del receso sonó.
—¡Déjame a mí, mon chéri! Vete a tu lugar. —Pip levitó sobre todos para observar mejor la situación—. ¡Bien! Esto debe ser rápido. ¿Qué hago?
—Parece que al enano le gusta "Timmy Turner" —susurró Clyde a Craig.
—¡Eso, Clyde!
Pip se acercó rápido a Craig.
—¡Que no le diga enano! ¡Empújalo!
Pip se cambió junto a Jason.
—Detén a Tweek. Si Craig te va a reemplazar, tiene que defenderlo.
Pip se fue con Craig.
—¡Siempre lo mismo! El enano dijo esto, el enano hizo aquello. ¡Él es igual de enano!
Se cambió tras Clyde.
—¡Ahora! ¡Se distrajo! ¡Empújalo! Craig es tan alto. Qué miedo.
Pip se transportó tras Tweek.
—¿Miedo? Si no puede ni abrir botellas.
Levitó junto a Craig.
—¡Serena! ¡Serena! ¡Serena!
Pip se fue junto a Tolkien.
—¡No! ¡Lucha tan bien! ¡Que no te odie la persona que admiras!
Rápido, se cambió con Francis, comenzando a alterarlo.
—¡Te van a culpar a ti! ¡Como siempre! ¡El profesor de mierda siempre te culpa a ti!
Mientras Francis caminaba a la oficina de la directora, Pip continuó.
—¡Eres horrible! ¿Sabes por qué aún no das tu primer beso? ¡Porque eres feo! ¡Craig dijo que eres más feo que Krumm! ¡Feo! ¡Dile a todos lo que sientes! ¡Devuélvete! ¡Sí! ¡Desahógate! ¡Tweek y Clyde parecen leñadores de bonsái! ¡Craig parece listo, pero es igual de tarado que Tweek! ¡Jason tiene que meterse sus celos por el culo! ¡Y Tolkien...! —Pip pensó por un segundo, mirando a Tolkien—. ¡Es negro! ¡Dile a Craig que no eres feo!
—¡Eso, Francis! ¡Deja salir tu furia! —gritó Kenny.
—¡Que te chupe las bolas ese puto de mierda!
Pip le gritó a Butters al ver que entorpecía el camino de Francis.
—¡Quítate del camino! ¡Chupa vergas!
Pip soltó de inmediato a Francis y llevó sus manos sobre su cabeza, preocupado.
—Merde! ¡Lo dije antes de soltarlo!
Se acercó a Butters de inmediato.
—Déjalo ir, nunca te había insultado.
Pip se sentó en el suelo, agotado.
—¡Uf! ¡Soy el mejor improvisando!
Cuando los chicos salieron del salón, de camino a la oficina de la directora, Pip los siguió para escuchar la conversación.
Se acercó a Craig.
—Para Tweek todos son lindos.
Rápido, tocó el hombro de Tweek.
—¡Tolkien es lindo!
Finalmente se fue junto a Clyde.
—¡Qué marica!
Pip se quedó de pie en ese momento, con las manos sobre su cintura, viéndolos alejarse.
—No necesito tocarlo para hacerlo llorar. Estoy cansado. —Pip se limpió la frente con su manga—. Jaja. Qué idiota, yo no sudo.
Pip cerró sus ojos y se transportó junto a Damien, al aparecer, se sentó en su regazo, abrazándolo para comenzar a absorber su energía.
—Estoy agotado, Damien.
—Jaja. Ya, Pip, déjalos en paz —susurró Damien.
—El plan va perfecto.
—¿Estás seguro de que esto va a funcionar?
—¿Te estás arrepintiendo?
—No, no es eso.
—Damien, solo sigue el plan. Bueno, no, no hay plan, pero todo va bien, cámbiate junto a Tweek y diles que yo quiero hacer esto, después, en el siguiente receso, uno de ellos va a proponer que trates de comunicarte conmigo, todavía no sé cuál, pero acepta, ya sé cómo reunir a los seis.
—Pero...
—¡Va saliendo todo bien! ¡Por amor a Satán! ¡Coopera!
—¡Bien! Pero no en mi casa.
—¡En el laboratorio! Lleva abandonado mucho tiempo y el sujeto que estaba viviendo ahí, ese de la capucha, al que te dije que no puedo manipular, también se fue, parece que ya encontró lo que buscaba, pero no actives nada, podría ver la luz y volver. Me inquieta no poder manipularlo. En fin, ¿a cuál de ellos le doy la idea?
—Dale la idea al que creas que puede hacerlo. Y apúrate, me siento desnudo cuando te apartas de mi lado.
—Ojalá lo estuvieras.
Pip se elevó a observarlos a todos.
—¿Quién podría ser?
Se acercó a escuchar la conversación de Tweek, Francis y Jason.
—Oh, mi pobre Jason, necesitas una novia —dijo Francis.
—Ese pobre mortal no necesita una novia, necesita una mamá. La extraña, todavía cree que va a volver.
Pip se cambió tras Craig, Tolkien y Clyde que estaban en silencio, tocando la espalda de cada uno.
—Creo que Tolkien sirve para esto.
Puso su mano sobre el hombro de Tolkien.
—A Craig le gustan los fenómenos paranormales. Hay que hacer una tregua. Quieres que Craig pueda estar tranquilo con Tweek, no escondiéndose de todos. Tienen que ser amigos. Jimmy dijo que vio a Pip el año pasado. ¡Damien sabe comunicarse con Pip! Quizá pueda ayudar. ¡Es la mejor idea del mundo!
Pip se recostó sobre la mesa del profesor.
—Merde, estoy agotado —murmuró levantando su mano para verla—. Estoy desapareciendo. Necesito mi cargador.
Cerró sus ojos y se transportó junto a Damien, apareciendo montado sobre su espalda, dejó caer sus brazos y cabeza sobre Damien.
—Estoy muy agotado. Ya va a sonar el timbre del receso. Ve con Tweek. Tolkien se los va a proponer ahora, pero llévame, voy a desaparecer si me sigo esforzando así.
Damien, luego de conversar con los chicos, se retiró del salón, aún con Pip sobre sus hombros y se dirigió a los vestidores. Se sentó en el suelo, apoyado en la pared, un poco débil por el exceso de energía extraída por Pip, se encerró adentro y durmió hasta finalizar la jornada escolar. Al despertar por el timbre del final de clases, ambos con un poco más de energía, se dirigieron a esperar a que terminara el castigo de los chicos. Damien los esperaba sentado en el lugar de Tweek, con Pip sobre su regazo, que continuaba absorbiendo energía.
—¿Vas a dejar que te vean?
—Sí, así los mantenemos ocupados el tiempo necesario.
—Si logras vampirizar lo suficiente para hacerte denso, todo va a cambiar, al menos para mí.
—¿Entonces ya no quieres?
—No, Pip, no es que no quiera, solo me da un poco de miedo cambiar las cosas, pero también me gustaría poder sentirte, aunque sea una simple caricia. Y no los molestes, prometo no acercarme a ninguno de ellos, eres el único al que necesito.
—Sé que necesitas sentirme, también estuve vivo. Yo odio poder tocar todo y no poder sentir nada. Y tranquilo, no voy a molestar a ninguno.
—¿Vas a cambiar tu forma?
—No sé, pero supongo que puedo intentarlo.
—¿Podrías verte de mi edad?
—¿Qué? ¿No te calienta la idea de hacerlo con un niño? Jaja. Lo voy a intentar. Tengo dieciocho, aunque en años humanos tendría... ¿treinta y cinco? No sé, ya no lo recuerdo.
—Para esto solo necesitamos a Clyde, ¿los otros para qué? Son tan irritantes.
—Porque esa gallina no va a ir si Craig no va, y es más probable que Craig vaya si Tweek va, y si va Tweek, obvio que van a ir los otros, además, todos ellos juntos, significa más energía.
—Sí, tienes razón, mientras sean más, mejor.
—Baja la voz, ahí vienen. Cuéntales mi historia, pero ya sabes, sin detalles, no necesitan saber demasiado.
Luego de contarles todo, Damien se levantó para salir del salón.
—Eso es todo lo que deben saber de Pip —dijo mientras se retiraba.
—Damien, entonces, ¿es un ser desencarnado? —preguntó Jason.
—Sí, vampiriza mi energía.
—¿Hay condiciones para hacer esto? —preguntó Tolkien.
Damien regresó a sentarse.
—¡Cómo joden! —Pip se sentó sobre el regazo de Damien mientras lo abrazaba—. Invéntales reglas o algo, tienen que creer que solo van a comunicarse conmigo, pero diles lo del amuleto, pueden atraer algo más.
—Hay cuatro reglas que nunca deben romper...
Mientras Damien explicaba, Pip se puso de pie, en medio de todos, sosteniendo el hombro de Damien.
—...pero Pip se puso celoso y lo expulsó de alguna forma, desapareció por siete días y cuando volvió estaba muy débil —terminó de decir Damien.
—¡No estaba celoso! ¡Solo lo ayudé a cruzar al otro lado! —Pip se tomó la barbilla—. Violentamente. ¡Pero lo ayudé!
—¿Y si con esto atraes a otro? —preguntó Craig.
—No, ya no puedo...
—¡Claro que no! ¡Eres mío! —dijo besando el rostro de Damien.
—... Cuando tenía como catorce años, conocí una chica en un parque y ella se suicidó días después, antes de que lo hiciera, Pip desaparecía por las noches y aunque no lo admite, sé que fue él.
Pip, al escucharlo se cruzó de brazos.
—¡Ese no fui yo!
—¿Se puede saber el pacto que hicieron? —preguntó Francis.
—No. —respondió Damien.
—Eso quisieras, ¿verdad, Francis? Solo quieres masturbarte hasta morir.
—Yo sigo pensando que estás loquito —dijo Tweek.
—Loquito está Craig, que se fijó en un odioso como tú.
Pip le mostró el dedo medio y se sentó en el regazo de Damien.
—El viernes, a la media noche, en el Laboratorio de Ingeniería Genética. Ya regreso.
—Te espero aquí, mon chéri, no me gusta acompañarte al baño.
Mientras los chicos conversaban, Pip se sentó en la silla que ocupaba Damien, escuchándolos.
—¿Quién más va? —preguntó Tweek levantando su mano.
Pip, al notar que Clyde y Jason no querían ir, decidió intervenir, acercándose primero a Jason.
—Solo esta vez. Mira su carita.
Pip se cambió tras Clyde.
—Si no vas, todos van a pensar que eres una gallina.
Pip se sentó en el suelo a escuchar la explicación de Jason, pero fue interrumpido por Craig.
—Espera, espera, lo siento, Jason. Esto no tiene ninguna relación con el tema, pero nunca me lo había preguntado. ¿El Bauk es un ser denso? —preguntó Craig.
—¿El Bauk? Hace mucho que no escuchaba a alguien hablar de eso. Oh, cambió su aura, le tiene miedo. ¡El Bauk no existe, Craig!
—Curiosidad. Lo siento, continúa —dijo Craig a Jason.
—Sí, Por favor, sigue, ni yo sabía todo lo que estás diciendo.
—...Craig, continúa —dijo Jason al terminar su explicación.
—En teoría, según la metafísica...
—¿Metafísica? ¡Oh là là, Señor Aristóteles!
—Craig, explícame para entender mejor esta parte —dijo Tweek—. Damien dijo que cuando quemamos el peluche, Pip le dio la idea.
—Jaja. Esperaba que incendiaran algo, tuvieron suerte de que en mis días libres Damien no me deja absorber la energía suficiente para ocasionar desastres. —Pip se levantó de la silla, alzando su puño—. ¡Si no...! ¡Adiós escuela!
Damien entró al salón.
—A Jason le dio la idea solo por diversión, Pip a veces puede ser travieso, pero no suele molestar al resto, se mantiene conmigo —dijo sentándose.
—Por fin llegas, usé más energía. Mira mi mano, casi desaparezco —dijo poniendo su mano sobre su hombro, sentándose en su regazo, apoyando su cabeza sobre su pecho.
—¿Y ahora dónde está? —preguntó Francis, mirando por sobre su hombro.
—Se agotó con el espectáculo de ustedes. Absorbiendo mi energía...
Pip, alzó su cabeza para susurrarle a Damien.
—Por las noches te tocas para mí.
—¡Mierda, Pip!
— Jaja. Je t'aime!
—¿Tienes sexo con Pip? —preguntó Clyde.
—...Él me guía para provocarme los orgasmos más placenteros de la vida —dijo Damien.
—... Es un hombre, pero es un fantasma. ¿Fantasmasexual? ¿Pipsexual? —divagó Clyde.
—¡Me gusta cómo suena! Ah, sí, mon chéri, eres Pipsexual.
—... No es tan malo, me gusta pensar que vamos a estar juntos por toda la eternidad.
—Je suis fou de toi —dijo abrazándolo.
—¡Aaaww! ¡Pensaba que no tenías sentimientos! —dijo Francis.
—Supongo que solo sirven con fantasmas —comentó Tweek.
—Noto algo de resentimiento en tus palabras, Tweek. Lástima, ganó el mejor. Sufriste, pero ahí tienes a tu premio de consuelo.
—Bien, yo me voy a casa. No olviden sus amuletos —dijo Damien retirándose del salón seguido de Pip.
—Yo no entendí ninguna mierda —dijo Clyde.
—Este es más lento que caracol con muletas —comentó Pip apuntando a Clyde con su pulgar.
—Jaja. Deja tus chistes de los noventa, son aburridos.
—Más aburridos que un acuario de almejas.
Damien se volteó a verlo, mientras Pip lo seguía de camino a casa.
—¿Qué? Me veo como niño, pero soy de esa época, soy viejo, más viejo que...
—Pip, ya.
—Jaja. Bueno, sé que no voy a envejecer, pero los años me han dado sabiduría.
—¿Estás seguro? Porque no lo parece.
—En mis tiempos, ya te habrían dado vuelta la cara de una cachetada por hablarle así a un adulto como yo, incluso, estarías castigado.
—Jaja. Pues nadie me puede castigar, vivo solo.
—Yo sí puedo. Soy el adulto que vive contigo. Y cuando sea denso, te voy a castigar.
—¿Ah sí? Jaja. ¿Y no me ibas a preparar exquisitos desayunos?
—Y después te voy a castigar —dijo montándose en su espalda, con su cabeza junto a la de Damien.
—¿Sabes, mon amour? Si todo sale como esperamos, creo que mi alma tendrá esta edad cuando muera.
—Ah, mon chéri, si pudiera llorar, te aseguro que lo estaría haciendo en este momento.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
El viernes, Damien esperaba a los chicos junto a Pip mientras acomodaba las velas alrededor de la televisión.
—¿Qué pretendes hacer, Pip?
—No sé, responderles preguntas o dejarme ver, lo que sea para hacer tiempo, cuando esté listo me deshago de ellos.
—Bien, ve a ver si ya vienen.
—Pero no quiero que Tweek te toque.
—Tiene que hacerlo, ya no puedes absorber energía de nadie más, no tienes otra opción, tienes que absorber a través de mí.
—Lo estuve pensando y su energía puede estar contaminada, me voy a enfermar.
—¿Cómo sería eso posible?
—No sé, alguna infección espectral o algo así.
Damien soltó un suspiro, fastidiado.
—Ya sé, que todos toquen a Clyde y él me toca a mí. ¿Estás feliz?
—Sí.
Pip cerró sus ojos, se desintegró y apareció en la entrada del lugar. Mientras vagaba por los alrededores, al escucharlos acercarse, se transportó con Damien.
—¡Ahí vienen, Damien! Tú espéralos. ¡Vengo enseguida!
—¿Adónde... —Damien vio desaparecer al instante a Pip—... vas?
Damien encendió un cigarrillo y se quedó esperando a los chicos.
Pip apareció en una casa cercana al lugar.
—¿Dónde estoy? Bueno, da igual. ¿Dónde hay un espejo? No me he mirado en uno desde que morí, nunca he querido saber cómo me veo.
Buscó un espejo cercano, comprobando que no podía ver su reflejo.
—¡Estuve años apartándome de los espejos para nada!
Pip cerró sus ojos y regresó con Damien, quien le indicaba a los chicos que entraran al óvalo de velas mientras encendía las velas.
—Ya llegué. Mira el aura de la gallina. Jajaja. Voy a tratar de calmarlo.
Tomó su hombro y comenzó a susurrarle.
—No va a pasar nada. ¡Eres valiente, Clyde! Todos están contigo. Nadie va a morir.
Pip se agachó junto a Clyde cuando esté se sentó, lo distrajo el aura de Craig y puso su otra mano sobre su pecho, mientras lo observaba.
—Oye, Damien, Craig también es fuerte, menos que Clyde, pero... —Pip inclinó su cabeza tratando de ver a Craig a los ojos—. Creo que sufrió de niño, pero algo lo bloquea. No puedo ver mucho en sus ojos, solo niños y una mujer. Si pregunta por ella puedo saber de quién habla, en cuanto piense en ella van a conectarse y podré ver.
Damien encendió la televisión y Pip se preparó en cuanto Damien le hizo una señal con su mano.
—Si esto va bien, voy a poder apagar las velas —dijo posando su mano sobre la cabeza de Damien.
Con impulsos de energía lograba controlar la televisión a través de Damien. Mientras Pip comenzaba a absorber, notó que Tweek miraba la llama de una vela que se movía.
—¡El tarado se distrajo, Damien!
Damien se volteó a ver a Tweek y este cerró sus ojos.
—Listo, empieza. Que no te suelten, la energía de Clyde se siente cálida.
Pip, sin soltar a Damien, apoyó su mano sobre la cabeza de Jason.
—¡Jason! ¡Pregunta! —gritó Damien.
—¿Mi papá va a ser feliz con su nueva pareja? —preguntó Jason.
Pip cerró sus ojos, viendo leves imágenes del padre de Jason, al abrirlos, lo soltó.
—¡Te tengo tremendo chismecito, Damien!
Pip agitó su mano en el aire, logrando apagar las velas tras Jason.
—¡Lo hice! ¡Está funcionando! Oh, cierto, la respuesta. —Pasó la mano por su rostro, cambiando su expresión a una más seria—. Sí.
Pip alzó su mano hacia Craig, estirándose lo que más pudo para no soltar a Damien.
—"¿Está viva?" —pensó Craig.
Al cerrar sus ojos, logró ver vagamente a una mujer en prisión.
—No puedo verla bien, su lazo con ella no es tan fuerte, no sé quién es. Sí. Prisión.
Pip agitó su mano para apagar las velas tras Craig y se cambió con Francis.
—"¿Quién es el Uke? ¿Tweek o Craig?" —pensó Francis.
—¿Uke? ¿Qué es un Uke? ¿Por qué no pregunta cosas normales?
Pip envió un impulso para bajar el volumen y apagó las velas tras él.
—Tolkien, sigues tú —dijo Damien.
—¿Tengo que atreverme a hacerlo? —preguntó Tolkien.
—No soy una maldita pitonisa. No veo el futuro. Pero ya qué.
Pip envió otro impulso, dejando ver su silueta en la televisión.
—Sí. Pronto.
Pip apoyó su mano sobre la cabeza de Tweek.
—No quiero preguntar nada —dijo Tweek.
—¡Entonces puedes irte bien a la verga! —dijo agitando su mano, apagando las velas tras Tweek.
—Clyde, pregunta —dijo Damien.
Pip sintió una sobrecarga de energía, enviando una pequeña descarga a través del ambiente, apagando todo, soltó a Damien y este se volteó de inmediato, buscando a Pip con la mirada, pero no pudo verlo.
—Creo que funcionó, Damien.
Pip envió una descarga al dinosaurio de Tweek, logrando encenderlo.
—¡Funciona! ¡Me siento como Matilda! ¡Funciona!
Damien trataba de escuchar a Pip, pero entre los gritos de los chicos no podía hacerlo.
—Ya se apagó la televisión, ya pueden irse. —dijo Damien.
Los chicos salieron corriendo del lugar.
—¿Funcionó? —preguntó Damien, aún sin ver a Pip.
—¡Sí! Pero me siento igual.
—¿Pip? ¿Me escuchas?
—¿Damien?
—¡Pip!
—¡¿Damien, me escuchas?! —gritó antes de desintegrarse contra su voluntad.
—¿Pip? Pip, ¿me escuchas? ¡Pip!
Damien se sentó en el suelo, encendió un cigarrillo y se quedó esperando, llamando a Pip a ratos.
Pip apareció en un gran bosque, iluminado por una gran luna llena de color rojo y en completo silencio.
—¿Dónde estoy? Este no es el pueblo —se preguntó mirando a su alrededor.
Pip caminó por un largo sendero, asustado. Comenzó a sentirse atraído por la luna y se quedó observándola, embobado por su luz. Pronto, escuchó el aullido de un lobo y sintió un poco de maleza en sus piernas. De inmediato miró a sus pies y comprobó con su mano si realmente lo estaba sintiendo.
—Hace tanto que no podía sentir una simple planta. —Pip se puso de pie, mirando la luna y levantó un brazo, sintiendo una ligera brisa y sonrió.
Caminó por un rato, pasando sus manos por troncos de árboles y plantas que esquivaba durante el trayecto.
—¿Dónde estoy? —se preguntó subiendo a una gran roca, viendo innumerables árboles en el horizonte.
—En el Valle —respondió una voz apacible de la que no se podía saber con exactitud su origen.
—¿El Valle?
—El tótem aulló. Tu transformación está completa.
—¿Tótem? ¿Quién eres?
—Un guía.
—Estoy atado a otra alma. ¿Cómo regreso?
—No estás atado, el pacto está roto. Ya no pueden buscarse en otra vida. Si tú cambias, el alma que tenías atada también cambia. Ambos quedaron condenados a vagar eternamente, ahora son almas perdidas, ya no pueden completar el proceso.
—¿Entonces Damien murió?
—No, él continúa en el plano físico.
—¿Voy a quedarme aquí?
—No puedo obligarte.
—Quiero regresar con él.
Pip se desintegró contra su voluntad y regresó al bosque, en la entrada de la colina del laboratorio.
—Todo se ve diferente —dijo mirando sus manos—. Ya no puedo ver a través de mí.
Trató de desaparecer, pero se seguía viendo de la misma forma, decidió comprobar si podía ser visto antes de ir con Damien. Cerró sus ojos y apareció nuevamente en la casa.
Al llegar, se fue al baño, procurando no ser visto y se miró en el espejo, logrando ver su reflejo.
—¡Funcionó! —Se cubrió la boca—. Merde, no sé si me escuchan. No lo creo, me veo igual que antes de morir.
Pip intentó desaparecer, comprobando en el espejo que su reflejo ya no estaba.
—¡Sí puedo! ¡Me veo! ¡Ahora no! ¡Ahora sí! ¡Ahora no! ¡Ahora s ...!
Escuchó una puerta abriéndose y se quedó en silencio. Al notar que giraron el pomo de la puerta, desapareció al instante y se cubrió la boca, procurando no hacer ruido.
—"Bien, creo que no puede verme —pensó Pip moviendo una mano sobre el rostro de un hombre que se miraba en el espejo—. No, no me ve. ¿Podrá escucharme?"
El hombre se dispuso a orinar, por lo que Pip se volteó, cubriendo sus ojos.
—¡Qué asco! —gritó y luego se cubrió la boca.
El hombre no escuchó a Pip, así que esperó a que terminara y se acercó a tocar su espalda para saber lo que sentía, pero el hombre se volteó de inmediato al sentir la mano de Pip, por lo que la retiró rápido y se quedó inmóvil mientras el hombre, asustado, miró a su alrededor y comenzó a lavar sus manos.
—¡Oye! —gritó para comprobar si lo escuchaba—. Genial, no puede escucharme.
Pip acercó su mano al lavabo y comenzó a botar uno a uno los productos de aseo, el hombre, asustado, salió a paso rápido del baño y se encerró en su habitación.
—Jajaja. ¿Y si...? Lo voy a intentar.
Pip cerró sus ojos y se transportó a una habitación de la casa, donde había un chico que dormía con su lámpara de noche encendida. Procuró desaparecer y miró a su alrededor, buscando cómo despertarlo sin tocarlo.
—¡Niñooo! —dijo imitando una voz aterradora, moviendo cosas, recorriendo la habitación—. ¡Oye, niño! ¡Hay un fantasma espeluznante en tu habitación! ¡Despierta!
Pip dejó caer una caja musical de la que se escuchó una melodía que lo despertó al instante.
—¡Mira! ¡Hay un fantasma aquí! —dijo botando un libro que había sobre un mueble junto a él.
El chico se sentó en su cama, mirando aterrado a su alrededor y Pip se hizo visible junto a la caja.
—¡Mamá! —gritó el niño cubriéndose con el edredón, aterrado.
Pip rio y desapareció nuevamente.
—¡Cómo voy a disfrutar esto! A ver si Damien me adelanta mi día libre. ¡Merde! ¡Damien!
Pip se transportó a la puerta de entrada del laboratorio, viendo a Damien sentado en medio de la oscuridad, desapareció y movió un poco la puerta, haciéndola rechinar.
—¿Funcionó? —preguntó Damien poniéndose de pie de inmediato, un poco nervioso.
Pip cerró sus ojos, apareció frente a él y tomó su mano, acercándose a besarlo por primera vez.
—Sí.
Chapter 17: En el lugar equivocado
Chapter Text
Craig bajó a desayunar, preparado para ir a la escuela, de paso, acarició la cabeza de un caballo que comía manzanas, sentado en el lugar de Tricia.
—¿Y Tricia? —preguntó Craig, sentándose junto a su madre, mirando al caballo.
Su madre lo miró en silencio y continuó comiendo.
Su padre, atrasado para ir a trabajar, corrió hasta la mesa, sacó un pan que sostuvo con su boca para comerlo de camino, se montó sobre el caballo y salió a toda prisa.
—Mamá, ¿y Tricia? —insistió Craig, mirando su puesto vacío.
Su madre no le respondió.
—Mamá, ¿y Tricia? —Craig hizo una pausa, esperando una respuesta, pero su madre continuaba comiendo, ignorándolo.
—¡Mamá! ¡¿Y Tricia?! —dijo dando un golpe con ambas manos en la mesa.
Al no recibir respuesta, Craig se levantó molesto y salió de casa para irse a la escuela, azotó la puerta y se volteó, viendo a Tolkien que lo esperaba.
—¡Hola, Craig! —dijo con un tono amigable.
—¿Qué haces aquí?
—Te estaba esperando.
—¿Para qué?
—¿Nos vamos?
Craig asintió y caminaron juntos, al pasar por el pequeño bosque, notó a Jason, que estaba bailando con una gallina amarilla mientras Francis los grababa con su celular.
Los observó en tanto caminaba con Tolkien, pero este desvió la atención de Craig, tocando su hombro.
—¡Mira, Craig! ¡Allá va Tweek! —dijo emocionado, señalándolo más adelante.
—Es cierto. ¿Ha caminado todo este tiempo delante de nosotros?
—Sí, ¿no lo habías visto?
—No —respondió confuso.
—Craig, lo que dije durante la discusión... ¡Lo admiro tanto! Creo que me está empezando a gustar.
—¡¿Qué?! Pero...
—¿Qué? ¿A ti te gusta?
—N-no.
—Entonces no habrá problema. Ya dijo que me encuentra lindo. ¿Recuerdas que le pregunté a Pip si debía atreverme a hacerlo? Él me dijo que lo hiciera pronto. Me voy a declarar hoy. Escuché que anda con un cobarde que no se atreve a decirle a nadie, supongo que no lo quiere lo suficiente, eso debe pensar Tweek también, así que voy a aprovechar, debe estar inseguro. ¿No crees?
Craig no respondió.
—¡Oye, Craig! —dijo Francis llegando junto a ellos—. ¿Crees que a Noah le guste Tweek? Siempre entrenan juntos. ¿Recuerdas que Tweek se quitó la camiseta mientras entrenaban? Quizá lo hace siempre.
—Claro que no —interrumpió Jason, guardando la gallina en su mochila—. Yo soy el que siempre está celoso, creo que quedó claro mientras hacíamos la fila para verlo luchar, además, el que lo calma soy yo, es obvio que hay química entre nosotros.
—¡A mí me gusta! —interrumpió Clyde, apareciendo junto a Tolkien—. Los homofóbicos siempre resultan ser gays. Además, ¿No les parece extraño que ya no busque chicas?
Kenny rodeó con su brazo a Francis y Jason.
—Tweek también se quitó su camiseta en mi casa —interrumpió lamiéndose el labio superior—. Quién sabe qué pasó.
Craig se detuvo, mientras el resto lo rodeó.
—¡No! —gritó Craig—. Tweek es...
—¿Es qué? —preguntó Clyde.
—Es... Tweek es...
—¡Dilo! —dijo Jason.
—¡Vamos, dilo! —dijo Kenny.
—¡Dilo ya! —dijo Francis.
—¡Dile a todos! —insistió Jason.
—¿Quieres decirnos algo? —preguntó Clyde.
—¡No seas cobarde, Craig! —dijo Tolkien.
Tweek se volteó, mirando a Craig en silencio y le sonrió, inclinando su cabeza.
—¡Co-co-cobarde! —gritó la gallina amarilla, asomándose de la mochila de Jason.
Mientras la gallina gritaba en repetidas ocasiones y los chicos insistían, Craig veía a Tweek, aún más adelante, sonriéndole.
Poco a poco se desvanecieron por completo las voces y el ambiente se tornó gris y sombrío, con un inquietante silencio.
—El Bauk se lo va a llevar —advirtió la voz de Damien en su oído, de forma burlesca.
Craig se apresuró a ir en su ayuda, pero se detuvo al ver una criatura de aspecto grotesco que se aproximaba a Tweek, decidido a devorarlo. Justo antes de que la criatura lo atrapara, Craig despertó de un sobresalto, con la respiración agitada.
Se sentó en su cama, encendió la linterna de su celular y alumbró su habitación, asustado. De inmediato se fue a la habitación de Tricia, entró procurando no hacer ruido y la hizo a un lado, tratando de no despertarla. Se acostó junto a ella y Tricia se volteó a abrazarlo.
—No —se quejó Tricia.
—Por favor.
—Si te quedas callado, puedes quedarte —advirtió adormilada.
Craig se quedó en silencio, mirando el techo, jugando con sus manos.
—Tricia.
—Vete.
—¡No! Nada, nada, olvídalo.
Tricia se volteó, dándole la espalda.
Aún jugando con sus manos, comenzó a mover sus pies.
—¡Deja de moverte, Craig!
Se quedó inmóvil y se volteó, cubriendo su cabeza. Pronto, comenzó a mover un pie.
Tricia abrió sus ojos, fastidiada, le dio una patada en la pantorrilla y se acomodó para continuar durmiendo.
—Lo siento —susurró Craig.
Craig trató de acomodarse una vez más y se volteó hacia Tricia.
—Tricia —dijo con un tono bajo.
—¡Ash! ¡Mierda, Craig! ¡¿Qué?! —reclamó sin voltearse.
—Yo sé que sabes que estoy con Tweek.
—Sí, lo sé.
—Así que, eso quiere decir que soy... soy...
—Gay, Craig, eres gay, todos sabíamos que eres gay. Yo lo sabía, Karla lo sabía, Michael lo sabía, ¡hasta Rose lo sabía! ¡Todos lo sabían! El único que no lo sabía, eres tú.
—¿Todos? ¿Crees que mis padres lo sepan?
—No son estúpidos, ¿crees que no sospechan? Mientras los otros niños veían caricaturas normales, tú veías Steven Universe, Miraculous, Star vs Las fuerzas del Mal, Gravity Falls...
—¡Gravity Falls no es gay!
—¡Claro que sí! Además, ya más grande empezaste a ver Sailor Moon.
—Muchos hombres ven Sailor Moon y no por eso son gays.
—¿Ah sí? Nómbrame a uno.
Craig pensó por un momento.
—¡Ese no es el punto, Engendro! Creo que ya es momento de que se los diga, pero, no todavía, creo que empezar por mis amigos va a ser más fácil.
—¿No tienes algún otro amigo para conversar de estas cosas?
—No —dijo abrazándola.
—Búscate uno —dijo volteándose a continuar durmiendo.
—Pensé que sería más difícil decirlo.
—Prácticamente no me dijiste.
Craig, sintiéndose más tranquilo, se acomodó junto a Tricia para continuar durmiendo.
Al día siguiente, se fue a su habitación antes de que Tricia despertara. En su cama, le envió un mensaje a Tweek, pero este no respondió. Trató de continuar durmiendo, pero en cuanto cerraba sus ojos, volvían los recuerdos de la pesadilla. Se dispuso a continuar desarmando el artefacto para distraerse, pero no lo encontró, pronto, su madre lo llamó a desayunar.
Se dirigió a la cocina, viendo a Tricia ya sentada a la mesa.
—Tricia, ¿sacaste algo de mi habitación? —preguntó pasando junto a ella, golpeándola con el codo en la cabeza.
—¿Para qué querría alguna de tus porquerías?
—¿Qué se te perdió? —preguntó su padre, de pie junto a la mesa.
—Un... No sé qué es —dijo sentándose a la mesa, poniendo su taza.
—Aaaww... No puede desayunar sin su taza de princesa —comentó Tricia.
—¡No es una princesa! Es Kahless, emperador de los Klingons.
—Emperador, princesa, es lo mismo.
—No empiecen —dijo su padre—. Craig, ¿qué se te perdió?
—Es como algo así. —Craig hizo un cuadrado en el aire con sus manos—. Parece una bomba, como en las películas, no sé, tenía un reloj digital, muchísimas piezas y un tubo pequeño con algo adentro. Lo extraño es que desapareció completo y ya casi terminaba de desarmarlo, ni siquiera las piezas están donde las había dejado.
—¿Ves que entraron a robar? —dijo su padre a su madre—. Sabía que tenía más dinero, deben entrar por el estudio. Voy a sellar esa ventana.
Tricia y Craig se miraron.
—Pero... ¿Quién querría robar la basura de Craig? —preguntó Tricia.
—Sí, era basura, no servía. Ahora que recuerdo, creo que lo llevé a casa de Clyde. Lo había olvidado.
—De todas formas la voy a sellar, sé que tenía más dinero.
—Pero se habrían llevado todo, no se llevaron la computadora ni nada más, solo eso. —Craig recibió una patada de Tricia bajo la mesa—. Digo, no se llevaron nada, lo llevé a casa de Clyde. Si alguien estuvo aquí, ¿no crees que se habrían llevado algo valioso?
—Además, te vas a sofocar trabajando en el estudio —agregó Tricia.
—Voy a ver qué hago con esa ventana —dijo retirándose al estudio.
La madre de Craig se volteó a verlo.
—Craig, ¿por qué llegaste tan tarde anoche?
—Estaba con mis amigos.
—No quiero noviecitas todavía.
—¡Já! —Se burló Tricia—. ¿Noviecitas? Craig no tiene novia, mamá.
Craig lamió un trozo de pan y lo lanzó dentro de la taza con leche que bebía Tricia.
—Estaba con mis amigos, intentábamos invocar un fantasma.
—No me gusta que juegues con esas cosas.
—No pasó nada, tranquila.
—¿A qué hora? —preguntó Tricia.
—No sé, pasado de la media noche.
Tricia sacó su celular para revisar sus mensajes.
—¿Dónde fue? —preguntó interesada.
—En un laboratorio que está abandonado. ¿Por qué?
—Anoche, Dougie me envió un mensaje, me dijo que vio un fantasma en su habitación.
—¿Quién es Dougie? —preguntó Craig.
—Mi amigo, el que te dije que se había enojado porque le pedí que no viniera a mi cumpleaños.
—¡Es tan adorable! —dijo su madre, retirándose de la mesa.
—Oh, ¿es tu amigo "gay loca"?
Tricia vio a su madre entrar a la cocina.
—¡¿Eres imbécil?! —reclamó Tricia en voz baja, lanzándole un trozo de pan a la cara.
—¡¿Y cómo iba a saber?!
—¡Arruinaste la forma más fácil de salir!
—¡Tú no tienes por qué escaparte! ¡¿Adónde mierda vas?!
—¡Ese no es asunto tuyo!
Tricia retiró su taza y le mostró el dedo medio de camino a la cocina, recibiendo la misma respuesta de Craig.
Craig, por la tarde, se fue a casa de Tweek, ya que aún no respondía el mensaje ni las llamadas.
En el café, Craig iba a abrir la puerta de vidrio, pero esta no estaba.
—¿Y la puerta? —preguntó al padre de Tweek, llegando al mostrador.
—Adivina quién me ayudaba a limpiar y la rompió.
—Jaja. ¿Él está?
—No. Se levantó muy temprano y aún no regresa, pero no me dijo adónde iría.
—Ah, es que lo estuve llamando, pero no responde.
—Sí, en castigo su mamá le quitó el celular por hoy —dijo señalando la puerta.
—¿Puede decirle que vaya a mi casa cuando regrese?
En ese momento, entró Noah al café.
—¡Hola, señor Tweak! —dijo enérgico—. ¿Y la puerta? ¿Otra vez?
—Jaja. Sí. Tweek no aprende.
Al llegar al mostrador, se volteó a ver a Craig.
—¡Tranquilo! —dijo levantando sus manos—. No vengo a ver a Tweek.
—Ajá. —Craig se dirigió al padre de Tweek—. ¿Le dice cuando llegue, por favor?
—Se va a tardar —dijo Noah, mirando un reloj de pared.
—¿Tú sabes dónde fue? —preguntó el padre de Tweek.
—Sí, fue... —Noah miró a Craig—. No, no puedo decirle.
Craig, molesto, se despidió del padre de Tweek.
—¡No te enojes, follamigo! —dijo Noah viendo a Craig salir del café.
Craig regresó a casa, en su habitación, se lanzó a su cama, mirando al techo.
—De nuevo no —dijo lamentándose—. No quiero volver a sentirme así. Inseguridad de mierda. Con Tolkien y Clyde es imposible, pero ¿y Noah? ¿y Jason? Hasta Francis... Creo que estaba mejor solo.
Tricia abrió la puerta de golpe.
—¡Golpea la maldita puerta, Engendro! —reclamó Craig.
—Te buscan.
—¿Quién?
—Qué sé yo —dijo yendo a su habitación.
Craig bajó a la sala a abrir la puerta.
—¿Francis? ¿Qué haces aquí? —preguntó Craig.
—¿Puedo entrar? Quiero hablar contigo.
Ambos subieron a la habitación de Craig.
—¿Quieres una cerveza? —preguntó Francis al entrar—. ¿Puedo beber aquí?
Craig asintió y puso el seguro en la puerta.
Francis se sentó en el suelo, apoyándose en el borde de la cama y Craig junto a él.
—Craig, quiero que me repitas exactamente lo que me dijiste en la parada de autobuses, cuando te pregunté si pensabas que yo era feo.
—¿Para qué? No insistas con eso. Francis, eres... eres lindo. ¿Bien? Lo eres, pero no quería decirte nada, porque sería incómodo.
—No, no, no es eso. Solo dime lo que me dijiste.
—A ver. —Craig intentó recordar ese día—. Me preguntaste si yo creía que eras feo, me senté a tu lado y te dije: "Si te respondo, todo va a ser muy incómodo", quizá no fueron exactamente esas palabras, pero algo muy similar, Jason se rio y te sugerí que le preguntaras a él, pero dijiste que no te interesaba su opinión y luego nos subimos al autobús.
Francis se quedó en silencio y bebió un sorbo de su cerveza.
—¿Crees que Pip de verdad existe o fue un truco como dijo Tweek?
—Yo sí creo en fantasmas y esas cosas.
—Craig, ¿tú crees que esa discusión que tuvimos todos de verdad fue Pip?
—No te voy a negar que fue extraño, pero no sé. ¿Por qué? ¿A qué vienen tantas preguntas?
Francis dejó su cerveza a un lado.
—Craig, anoche, después de habernos contactado con Pip, iba conversando con Jason de camino a casa. Tuvimos una larga discusión de lo que tú me habías dicho ese día, él me dijo exactamente lo que me dijiste recién, pero yo lo recuerdo diferente. No tiene sentido.
—¿Qué recuerdas?
—Estábamos en la parada del autobús y te pregunté si creías que yo era feo, tú te sentaste a mi lado y me dijiste: "Eres horrible, eres más feo que Krumm", después, Jason se rio y me dijiste que le preguntara a él y nos subimos al autobús.
—Francis, yo nunca dije eso.
—Pero yo lo recuerdo así.
Craig sacó su computadora y regresó con Francis, mientras buscaba "Krumm" en internet.
—Aquí está, es un personaje de una caricatura de los noventa. ¿Cómo podría decirte algo así? Si ni siquiera sabía de quién hablabas.
—¿Crees... Crees que Pip alteró mi recuerdo?
—Habría que preguntarle a Damien.
Francis sacó más cervezas de su mochila y le dio otra a Craig.
—¿Sabes qué? —dijo abriendo su cerveza—. Prefiero no saber, no soy muy fan de estas cosas. Ya le tengo miedo como para seguir involucrándome.
—Pero yo jamás te dije que eres feo.
—Te creo, Craig. ¿Sí? Dejemos eso. ¿Sabes dónde está Tweek? Le envié mensajes, pero no responde.
—No, al parecer solo Noah sabe dónde está —dijo molesto, bebiendo su cerveza.
—¿Estás celoso?
—Quizá un poco.
—Jaja. No tienes que tener celos de Noah.
Craig dejó la computadora a un lado.
—Creí que ya lo había superado, pero veo que no. ¿Sabes, Francis? Estoy tan inseguro con Tweek, un poco antes de que llegaras hasta llegué a pensar que quizá estaba mejor solo.
—¿Quieres terminar con él?
—No. No es eso. Me hace sentir inseguro que nadie más sepa lo nuestro. Me siento un poco culpable por no decirle a nadie, es como si lo negara. —Craig bebió un poco de cerveza y apoyó su cabeza al borde de su cama—. Antes no tenía esta clase de problemas.
—Craig, piensa en tu vida, antes de que conocieras a Tweek y compárala con tu vida ahora.
Craig se quedó pensando, mientras Francis bebía un poco.
—¿Crees que estabas mejor antes o ahora?
—Definitivamente ahora.
—Entonces no tienes más que pensar. Craig, esa inseguridad, celos y todo lo malo, está en tu cabeza.
—Sí, lo sé. Desde que lo conocí que todo es tan diferente, es como... no sé cómo explicarlo.
—Tweek tiene la habilidad de mejorarlo todo, con él nunca sabes qué esperar, hace todo más divertido, pero no para cualquiera. ¿Te haz fijado que a Kenny o Clyde no les habla de la misma forma que a nosotros?
—Sí, sé que no se lleva bien con Clyde, esa es la principal razón por la que no les he dicho nada a mis amigos.
—Supongo que si te está empezando a afectar, vas a tener que hacerlo pronto y te sugiero que así sea. ¿Sabías que yo no sé guardar secretos? Soy una bomba de tiempo, Craig, debes decirles pronto.
—Jaja. Lo haré. —Craig bebió cerveza, más aliviado—. Gracias, no tengo con quién hablar de esto.
Francis miró a Craig, riendo.
—Craig, soy un Fudanshi, es un placer escuchar tus homosexualidades.
—¿Qué es eso?
—¿No lo sabes? —preguntó sorprendido.
—No, perdón, soy nuevo siendo gay. Jaja.
—Jaja. No importa, digamos que, me agradan los gays.
Craig sacó su celular y tomó su computadora.
—Francis, ahora que recuerdo, yo había anotado el nombre que dijo Jason, había olvidado buscarlo. ¿Quién es? —preguntó mientras escribía "Akihiko".
—Jaja. Hay varios, él hablaba de Akihiko Usami.
Craig buscó la información.
Francis, al escuchar la canción de Junjou Romantica, puso su mano sobre la pantalla.
—No lo hagas.
—¿Por qué? Ya vi de qué se trata, solo quiero ver un poco.
—Craig, —Francis cerró la computadora, hablando en un tono muy serio—, una vez que empiezas, no hay vuelta atrás.
—Jaja. Que exagerado.
—Estoy hablando muy en serio, así empiezas. Primero, un capítulo, a ver qué tal es, ¿por qué no? pero no te das cuenta del gran error que cometiste hasta que, ya viste el anime completo. Investigas, porque quedaste con ganas de más y al saber que el manga continúa la historia, de la nada, ya tienes todos los tomos. Después, cuando ya no tengas qué leer, vas a recurrir a los Manhwas, Manhuas, Donghuas, y esa no es la peor parte, entre uno y otro, vas a descubrir el Omegaverse.
—¿Y eso qué es?
—Estás mejor sin saber.
—Francis, lo estás empeorando, ahora sí quiero ver.
—No lo hagas, una cosa te lleva a la otra y cuando te des cuenta, ya será demasiado tarde. Ya leíste y viste casi todo, pero vas a querer más y ahí es cuando realmente tocas fondo y llegas a los FanFics.
—¿Y si es tan malo por qué eres un Fudanshi?
—Porque es adictivo, Craig, es como una droga.
—Jaja. Bien, no lo haré.
—¿Sabes lo que es un Uke?
Craig negó con su cabeza, bebiendo su cerveza.
—Así se les llaman a los pasivos en las relaciones entre hombres en el anime y me preguntaba... ¿Es Tweek o eres tú?
—¿Para qué quieres saber? Agradezco que me escucharas, pero creo que eso es algo entre Tweek y yo.
—¿Eres tú, verdad?
Craig negó con su cabeza, riendo.
—No voy a decirte. Francis, entonces ¿tú eres gay?
—No, me gusta, pero no soy gay.
—¿Solo Jason y Tweek?
—Jaja. Jason no es gay y que nunca te escuche decir algo así.
Craig respiró aliviado.
—¿Estabas celoso de Jason también?
—No. Bueno, no hasta hoy. No puedes negar que hay una especie de química entre ellos.
—No es química, cuando estaban en terapia, Tweek para controlar sus tics, ansiedad y todo eso, y Jason para superar el abandono de su mamá; los atendió la misma terapeuta. Ella usó la ventaja de que eran amigos y a veces les hacía sesiones juntos, eso con la intención de que cada uno supiera cómo apoyar al otro.
Craig terminó de beber su cerveza.
—Odio sentirme así de inseguro. —Craig apretó la lata vacía en su mano—. Detesto que tengamos que escondernos.
—Pero tú quisiste que fuera así, solo tú puedes arreglarlo.
Francis recibió una llamada de su madre, se levantó rápido y tomó su mochila.
—Debo irme, Craig —dijo abriendo la puerta.
—Gracias, puedes venir cuando quieras, con Jason si quieres. Y no le digas nada a Tweek, por favor.
—Lo intentaré —comentó cerrando la puerta.
Craig, para distraerse, se acomodó en su cama, viendo Junjou Romantica y pronto se quedó dormido.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En ese momento, una operadora de la estación de policías, recibió una llamada.
—¿Cuál es su emergencia? —respondió la operadora.
—No... No es una emergencia.
—¿Tiene algún problema?
—...
—¿Necesita ayuda?
—...
—¿Hola? Señor, voy a colgar la llamada.
—Llamo desde South Park.
—¿Cuál es su nombre?
—Está en el bosque, cerca del Estanque Stark.
—Señor, necesito su nombre.
—Se fue del pueblo. Él lo hizo, Leopold Stotch.
Kenny cortó la llamada, lanzó el celular al estanque, dejó caer la camiseta de Tweek que sostenía y se lanzó al suelo de rodillas, comenzando a llorar.
—Hiciste lo correcto —dijo Kyle, abrazándolo.
—Kenny, Butters es capaz de inculparte a ti, tenías que hacerlo primero —comentó Stan, recogiendo la camiseta de Tweek.
—Stan tiene razón, piensa en Karen.
—Por ella lo hice —dijo limpiando sus lágrimas—. ¿Creen que rastreen la llamada?
Kyle jaló el brazo de ambos.
—No sé, pero van a venir a revisar. Deberíamos irnos —dijo jalándolos a toda prisa.
—Dios, nunca me voy a quitar esa imagen de la cabeza. —Stan restregó sus ojos de camino—. ¿Cuánto llevará ahí?
—Dijo que no la iban a matar. Solo la iban a abandonar aquí para que escapara. —Kenny se detuvo—. Debí venir a revisar antes.
—¡Ya! ¡Olvídalo! —Kyle lo jaló del brazo—. Tú no hiciste nada.
—Pero fui cómplice —dijo deteniéndose una vez más.
Kyle lo jaló del brazo.
—Kenny, Piénsalo, te usó, te convenció de que lo necesitabas, te apuñaló dos veces, hasta te amenazó con matarte si decías algo de esto. Tú eres la víctima.
—Pero me salvó. Él los distrajo para que yo escapara.
—Butters cambió muchísimo y te va a hundir con él.
—¡Jamás nos escuchas! —Stan le dio un golpe de puño en el brazo a Kenny—. ¡Te lo dijimos muchas veces!
—¡Sí! ¡Pero tú siempre con tu discurso. —Kyle comenzó a imitar la voz de Kenny—. Nadie me entiende. Nadie me escucha.
—¿Y si se entera que lo delaté? —preguntó deteniéndose.
—¡Kenny! —Kyle lo jaló del brazo—. ¡Debemos irnos!
—¿Lo ves? Le tienes miedo —dijo Stan—. Te equivocaste. La cagaste como nunca, pero solo fue eso.
—¿Dónde creen que esté?
—Sus padres ni siquiera han puesto una denuncia, no lo están buscando —dijo Kyle.
—No, es común que desaparezca un par de días. Todavía no van a hacer nada.
—Su cambio fue tan gradual, que no me di cuenta cuándo dejó de ser el niño amable del que todos abusaban —dijo Stan.
Kenny se detuvo.
—¿Creen que regrese?
—Espero que no —dijo Kyle, jalando del brazo a Kenny—. Olvídalo, haz tu vida normal.
—¿Sabes qué te mantendría ocupado? Trabajar —sugirió Stan.
—Sí, ya lo pensé, necesito el dinero.
—¿Qué hiciste con el dinero de los hongos? —preguntó Kyle.
—Dejé un poco para sobrevivir por un par de meses, lo demás está en una cuenta bancaria, para Karen, cuando sea mayor de edad.
—¿Lo ves? No eres una mala persona —dijo Stan—. Quisiste jugar al chico malo y no te funcionó.
—Solo eres iluso.
Kyle le arrebató a Stan la camiseta de Tweek.
—Hay que quemarla —dijo mirando manchas de sangre sobre esta.
—Sí, conociéndolo, no se debe ni acordar que la había dejado en casa de Kenny.
—¿Y si se acuerda? —preguntó Kenny.
—Solo invéntale algo —dijo Kyle—. No es necesario que sepa que Butters quiso inculparlo.
—Con chicos como Tweek deberías involucrarte —reclamó Stan, dándole un golpe de puño en el brazo.
—No quiere, siempre me rechaza. Y ahora que está con Craig, con mayor razón.
—¿Tucker es gay? —preguntó Stan, deteniéndose.
Kenny se cubrió la boca, deteniéndose junto a Stan.
—No tenía que decir nada. No le digan a nadie.
—Annie va a matarte, Kenny —comentó Kyle.
—Ya sé, pero me pagaron por mi silencio. Entre el dinero y la amistad de esa loca, prefiero el dinero.
—¿Te pagaron? ¿Ellos te pagaron?
—No, Tolkien.
—¿Entonces Nichole sabe que Craig es gay? —preguntó Stan.
—No sé, supongo. Annie ya debería rendirse, Craig ni siquiera la mira.
—Con lo loca que es, no creo que lo haga —dijo Kyle.
—Pero la ridícula ni siquiera le habla —dijo Stan—. Wendy me dijo que tiene su galería llena de fotos de Craig.
Kyle jaló el brazo de ambos.
—¡Da igual! ¡Ya vámonos! La policía vendrá pronto.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Al despertar, Craig vio por la ventana, notando que ya era de noche y comprobó su celular, al ver que aún no recibía mensajes ni llamadas, esperó a que sus padres durmieran y salió por la ventana del estudio a casa de Tweek. De camino, vio algunas patrullas de policías pasar a toda velocidad, pero no les prestó importancia.
En tanto caminaba, vio a Tweek que se aproximaba hacia él, decidió sorprenderlo, se escondió tras un árbol y al verlo pasar, tocó su hombro.
Asustado, Tweek se volteó de inmediato, dándole un golpe de puño en el estómago, que lo dejó sin aliento.
—¡Mierda! ¡¿Craig?! —preguntó Tweek, preocupado.
Craig se arrodilló, quejándose de dolor, tratando de respirar con normalidad.
—¡Lo siento! ¡Me asustaste! ¡Lo siento! ¡Lo siento! —dijo arrodillándose, abrazándolo.
—No... Mi culpa.
—¡No me asustes así!
Tweek acarició su cabeza, comenzando a reír a ratos al verlo ya respirando con normalidad.
—Craig, lo siento.
—No, creo que me lo merecía.
—¿Por qué?
Craig se puso de pie, le tomó la mano y caminó a paso rápido, jalando a Tweek. Caminaron hasta el bosque, junto a la pequeña cueva.
—Tweek, ¿puedes llevarme al estanque?
—Es por aquí —dijo de camino, guiándolo—. ¿Qué tienes, Craig?
—Quiero intentar lo que hiciste tú con las piedras.
—¿Te pasó algo?
—Solo déjame hacerlo.
Al llegar al lugar, Craig tomó una piedra y la lanzó con fuerza. En silencio, lanzaba una tras otra, mientras Tweek lo observaba, recostado en el césped, quien a ratos se distraía por sirenas de policías, que se escuchaban sin cesar.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Mientras tanto, en la estación de policía, la operadora recibió una llamada de una mujer.
—¿Cuál es su emergencia?
—Acabo de ver a un hombre llevarse a un niño. No veía bien ya que está muy oscuro. No pude verle el rostro, llevaba sudadera azul con capucha y pantalón negro.
—¿Hacia dónde lo llevó?
—No sé, me parece que se dirigía al bosque. El niño trató de defenderse y lo golpeó, era un niño rubio, por su estatura debe tener trece o catorce años, vestía camiseta blanca y jeans.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Luego de unos quince minutos, Craig se recostó junto a Tweek, con la respiración agitada.
—¿Funcionó? —preguntó Tweek, volteándose a verlo.
—Sí. Creo que ahora este también será mi lugar.
Tweek se recostó de lado, mirando a Craig.
—¿No vas a decirme qué tienes?
—No quiero ser así. —Craig apartó la mirada—. Tweek, no quiero sentirme así, pero odio no saber dónde o con quién estás. Detesto que Noah, Jason o Francis sepan cosas que yo no y sobre todo ya estoy harto de escondernos. Me siento inseguro de que tú te vayas a sentir inseguro o que estemos a escondidas te haga daño en algún momento. Quiero decirle a mis amigos, a mis padres, a todos.
—Primero, no necesitas decirle a todos solo por mí, no me siento inseguro, ya no, al principio no me gustaba mucho, pero ya me acostumbré. Te dije que te tomaras tu tiempo y no te presionaras. Segundo, no puedes compararte con mis amigos, ellos me conocen desde niños, por supuesto que saben más de mí que tú.
Craig se volteó, mirando a Tweek.
—Ya sé y sé que es estúpido y estaba todo bien, hasta que Noah dijo que sabía dónde estabas, ni tu papá sabía.
—Craig, Noah no sabe cuándo callarse, él habla y después piensa, no le hagas caso.
—Quisiera ser tan seguro como tú.
—Para mí tampoco fue fácil, solo lo vivimos en diferentes momentos, pero entiendo perfectamente cómo te sientes. Excepto la parte tóxica, yo no soy celoso.
—No soy tóxico... No quiero serlo.
—Entonces vas a tener que aprender a confiar en mí.
—Confío en ti, pero no en los demás. Yo no sé si alguien intenta propasarse contigo o algo así.
—Jaja. Craig, aquí la delicada flor no soy yo, sé defenderme.
—¡No soy una delicada flor!
Tweek se montó sobre Craig, abrazándolo.
—Claro que sí, he visto a Tolkien abriendo botellas para ti. ¿Sabes? Me sorprende lo débil que eres, pero cuando estás caliente, me levantas como si no pesara nada. En ese momento la delicada flor se transforma en una bestia.
—Jajaja. —Craig se distrajo, volteándose hacia la calle principal, aunque no lograba ver nada—. ¿Por qué andará tanto policía?
—Ni idea. ¿Prefieres que nos vayamos?
—No, me gusta este lugar.
Tweek se acomodó junto a Craig y sacó una pequeña caja de su bolsillo.
—Por esto no estuve en todo el día —dijo dándosela a Craig—. Es para ti, me costó muchísimo encontrarlo, pero lo logré, me fui por horas porque tuve que salir a la ciudad. Quería darte algo que te gustara, es increíble lo popular que son las Sailor Moon, pero me costó muchísimo encontrar lo que quería.
—Ahora me siento más estúpido.
—Jaja. No debería, pero me alegra que te sientas estúpido, porque lo fuiste, no desconfíes de mí.
Craig lo abrazó, disculpándose y abrió la caja, emocionado. Sacó un pequeño llavero para verlo a la luz, aunque pronto cambió su expresión por una de confusión.
—¿Qué? —preguntó Tweek.
—¡Nada! Me encanta.
—Mentira, puedo ver tu cara.
—No es eso.
Craig lo abrazó y Tweek se quedó desconcertado, sin corresponder el abrazo.
—¿Entonces? ¿No te gustó?
—Es que... No es de Sailor Moon.
Tweek se incorporó, quitándose los brazos de Craig de encima.
—¿Y de qué es?
—Creo que es el báculo de Sakura Card Captor.
Los ojos de Tweek se llenaron de lágrimas.
—¡Pero no llores!
—¡Pero yo quería darte algo que te gustara!
—Sí me gusta. Bueno, para ser sincero, no lo he visto, pero lo conozco.
Tweek se recostó en el suelo.
—¡Soy el peor dando regalos!
—¡No! —dijo abrazándolo, montándose sobre él—. Te esforzaste y buscaste algo que de verdad me gustaría.
—Pero, —Tweek apartó la mirada, llorando con más ganas—, también te traía un chocolate.
—Los chocolates sí me gustan.
—¡Me lo comí! —dijo cubriendo su rostro.
Craig, enternecido, rio y se inclinó a abrazarlo con fuerza.
—No importa, Serena.
—¡De verdad quería dártelo! —Tweek limpió sus lágrimas—. Había comprado dos y así no comerme el tuyo, pero no me di cuenta cuando ya me había comido los dos.
—Jaja. No importa, para la próxima.
Craig iba a besar a Tweek, pero este se incorporó, se recostó apoyando su cabeza sobre el vientre de Craig y limpió sus lágrimas.
—Te voy a decir solo para que dejes de pensar en esto. ¿Recuerdas que te dije que cuando descubrí que soy gay fue porque me gustaba un niño? Ese niño era Damien. Antes, Noah era nuestro compañero, pero repitió en tercer grado, los cinco éramos amigos. Cuando me declaré con Damien y él me rechazó, estuve mal al principio y dejé de ir a la escuela. No le dije a mis padres en ese momento la razón, pero estaba tomando terapias y supongo que ella les dijo y me dejaron faltar. Bueno, Noah iba a verme todos los días, él vive a un par de casas de la mía. Jason y Francis solo iban cuando los llevaban sus padres, aún éramos pequeños.
—Espera, ¿no te afecta verlo todos los días en la escuela?
—No, ya no, fue difícil al principio, pero después me gustó alguien más y Damien desapareció poco a poco de mi cabeza.
—¿Quién?
—Eso no importa, déjame continuar.
—Solo quiero saber si fue Noah.
—No, para nada, nunca lo he visto de otra manera. ¿En qué iba? ¡Lo ves! No me interrumpas. ¡Ah, sí! Después, cuando volví a la escuela, Noah... —Tweek rio y cubrió su rostro—. Todavía me da vergüenza de solo acordarme. Cuando volví a la escuela, Noah esperó hasta la hora de salida, me estaba esperando afuera. En cuanto salí, el muy idiota me cantó Mi persona favorita. Te juro que no sabía qué hacer, solo miraba al resto que comenzaba a rodearnos y los más grandes se reían. Después, me dijo: "Tweek, si Damien no te quiere, yo voy a tratar de quererte y te voy cuidar para siempre". Se arrodilló y sacó unos anillos de juguete. Ahí ya no sabía qué hacer y bueno, nosotros en ese tiempo ya estábamos en Kick Boxing. El muy idiota vio a Damien saliendo de la escuela y le gritó que yo era increíble y que se fuera a la mierda. Se pelearon a golpes y cuando los separaron, se devolvió y me besó, pero fue un beso de niños, recuerdo que después de eso, dijo: "¡Que asqueroso!" y se limpió la boca. Después, Francis me confesó que él lo ayudó en secreto. Los tres me apoyaron bastante, hasta Jason, a pesar de que parece ser más agrio, es cariñoso, pero a su manera.
—Jaja. ¿Y se casaron? Muchos tienen bodas cuando niños.
—Le dije que no. No me gustaba, además era mi amigo, bueno, aún lo es, a pesar de que ya no nos juntamos tanto como antes, siempre está ahí para mí.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en casa de Craig, su madre despertó.
—¿Por qué tanto policía en las calles? —preguntó despertando al padre de Craig.
—No sé, busca en internet.
La madre de Craig leyó la noticia en voz alta.
—¡Qué horror! —comentó la madre de Craig—. ¿Anda un asesino suelto aquí?
—Se acabó, voy a sellar esa ventana —dijo levantándose a buscar sus herramientas.
—Menos mal que Tricia y Craig están en casa.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Craig y Tweek miraban el cielo, hasta que Tweek interrumpió el silencio.
—¿No se ve increíble la luna hoy? Me encanta cuando hay luna llena, se ve tan grande y ¿por qué tienes cicatrices en las piernas?
Craig se quedó en silencio.
—¡Lo siento! Ya no lo aguanto, necesito saber qué te pasó. Supongo que ya sabes que Tricia habló de más. Asumo que es un tema difícil para ti y comprendo si no me quieres decir aún, pero...
—Soy adoptado —interrumpió Craig—. Tricia y yo somos adoptados, en el orfanato nos castigaban con golpes, a las niñas en la espalda y a los niños en las piernas. Llegamos cuando tenía siete y Tricia cuatro o casi cuatro, no lo recuerdo bien. Estuvimos ahí poco tiempo, mis papás nos adoptaron cuando yo iba a cumplir nueve.
—Lamento haber preguntado así.
—En algún momento tenías que saberlo, sé que no puedo ocultarlo para siempre.
—¿Estás enojado?
—No. Sé que sabías y aprecio que quisieras esperar a que yo me atreviera a contarte, pero supongo que tardé demasiado. ¿Tú estás enojado?
—No. ¿Cómo podría enojarme por algo así?
—No sé, a veces eres raro.
—Jaja. Lo sé, me lo dicen con frecuencia.
—La foto que viste en mi habitación... Se llama Michael, no es mi ex, era mi mejor amigo.
—¿Al que dijo Tricia que besaste?
Craig suspiró y no pudo evitar reír.
—Sí, ¿recuerdas que te dije que mi primera vez fue un completo desastre? Después de eso, él me dijo que quizá yo era gay y se ofreció para ayudarme a averiguarlo. Nos besamos y, la verdad, no sentí nada, así que de todas formas probé con otros chicos y tampoco sentí nada, al final, llegamos a la conclusión de que no lo era. Me convencí de eso y no probé más. La verdad es que ni siquiera había llegado a sentir atracción por alguien, hasta que llegaste tú.
—¿Se ofreció? Qué buen amigo —comentó con ironía.
—Pasamos por mucho, ¿crees que un beso era algo terrible? Fue solo eso, nunca dejamos de ser amigos. Vivíamos cerca del orfanato y solía ir para allá, cuando quería ver a las niñas o lo ayudaba a escaparse.
—¿Entonces sigue ahí?
—Sí, él, Karla y Rose siguen ahí, ellas son amigas de Tricia. Yo era el más grande y cuidaba a los cuatro, cuando me adoptaron, Michael tomó mi lugar, pero el próximo año cumple la mayoría de edad y tiene que irse.
—¿Ellas son muy pequeñas?
—No, ya no, Karla cumplirá quince en unos días y Rose tiene trece.
—Que triste que no encontraran una familia.
—Ese es el destino de la mayoría de ellos, cuando hay posibles adoptantes, suelen buscar niños sanos y no los culpo, pocos están dispuestos a luchar contra enfermedades complejas por alguien que no conocen. A Tricia la adoptaron solo porque era mi hermana, no digo que no la quieran, pero ellos querían adoptarme a mí y cuando les dije que yo no me iba a ir con ellos sin Tricia, ni siquiera lo dudaron y la fueron a conocer, no les importó la condición en la que se encontraba y nos llevaron a ambos.
—¿Qué tiene Tricia?
—Anemia Falciforme. El doctor del orfanato la trataba y después de que nos adoptaran, él le pidió a mis padres poder seguir tratándola y ellos aceptaron. La trató hasta que cumplió como once o doce años.
—¿Entonces ahora está bien?
—No tiene cura, pero sí tratamiento, ahora solo tiene que tomar sus medicamentos y alimentarse bien, aunque cada cierto tiempo tiene recaídas. Antes de llegar al orfanato nadie la llevó a médico, llegó en muy malas condiciones. El doctor me dijo que un poco más de tiempo y podría haber muerto. Así que, a pesar de todo, agradezco que termináramos ahí.
—¿Y sus padres?
—Nuestros padres son los que están en casa, las personas que nos abandonaron, ni idea.
—¿Y tú no tienes nada?
—Sí. Soy gay.
—Jajaja. Y no tiene cura.
—Jaja. Según mi abuela, sí. —Craig se recostó en el césped, mirando al cielo—. Maldición, no había pensado en ella. Cuando mi abuela se entere... Cuando mis padres se enteren...
—¡Tranquilo! —dijo montándose sobre él—. Un paso a la vez.
—Voy a empezar con Tolkien, creo que con él será más fácil.
—Si Clyde reacciona mal, solo dime, será un placer pegarle.
—Jaja. No, me agrada.
—¿Por qué? ¿A quién le agrada Clyde?
—Bueno, él se autoproclamó mi mejor amigo, pero no sé, me agrada. Él y Tolkien fueron los primeros en hablarme y me recibieron bastante bien.
—Yo también te hablé desde el principio.
Craig puso sus manos sobre el trasero de Tweek, haciendo un poco de presión.
—No, tú me sedujiste y me convertiste en gay.
—Jajaja. Yo no te convertí en nada. Tú te lanzaste a besarme.
—Por tu culpa. Tú me corrompiste, yo no era así —comentó entre risas.
Tweek tomó ambas manos de Craig, sosteniéndolas con fuerza.
—Veamos si te convertí bien —dijo besándolo en el cuello.
—No. —Craig intentaba soltarse—. Aquí no.
—No hay nadie —dijo sosteniéndolo con fuerza.
Craig miraba a su alrededor, asustado, pero poco a poco se dejó llevar por la excitación del momento. En cuanto Craig sintió que Tweek dejó de hacer presión en sus muñecas, se soltó y lo empujó a un lado, montándose sobre él, se quitó su sudadera y levantó la camiseta de Tweek, besando y lamiendo su vientre y pecho. Pronto, se levantó y desabrochó su pantalón, Tweek se arrodilló frente a él, lamiendo su pene. Craig puso sus manos sobre la cabeza de Tweek, jalando un poco su cabello, mientras intentaba callar sus gemidos.
—Quiero escucharte —comentó Tweek, masturbándolo con sus manos.
Craig negó con su cabeza, mirando a su alrededor.
—No hay nadie, relájate —dijo antes de pasar su lengua.
Tweek continuó y pronto, Craig dejó escapar sus gemidos, que cada vez eran más fuertes, por lo que no escucharon las pisadas de un policía que se acercaba a ellos. Quien al llegar, encendió su linterna.
Asustado, Craig se volteó de inmediato, abrochando su pantalón. El policía se acercó a tomar el brazo de Tweek, lo jaló hacia él y le pidió a Craig que se volteara.
—¡Al suelo! —gritó en cuanto Craig se volteó, apuntándolo—. Las manos donde pueda verlas.
—¿Por q...?
—¡Al suelo!
Craig siguió las instrucciones, asustado.
—¡No estábamos haciendo nada! —dijo Tweek.
El policía alumbró a Tweek a la cara, observándolo con atención, luego alumbró a Craig y bajó su arma, pidiéndole que se pusiera de pie.
—El rubio no es un niño —dijo por radio—. Y el otro no es adulto, ambos son adolescentes.
Tweek se cruzó de brazos, ofendido.
—¡No soy un niño! —dijo regresando junto a Craig.
—No lo empeores. —susurró Craig, sacudiendo su ropa.
—Identificaciones. —El policía extendió su mano.
Luego de entregárselas, Tweek observaba al policía que sacó una pequeña libreta y comenzó a escribir.
—¿Ya podemos irnos? —preguntó Craig.
—No.
—Espera —comentó Tweek, recogiendo la sudadera de Craig—, yo te conozco.
Se acercó a cubrirle la boca y nariz al policía.
—¡¿Qué haces, Tweek?! —reclamó Craig en voz baja.
—¿Bo? —preguntó Tweek, observando con atención el rostro a medio cubrir del policía.
—No sé de qué hablas.
—Ah, que alivio —dijo bajando la sudadera—. Soy Mighty Mask.
—¿Él es tu novio? —preguntó apuntando a Craig.
—Sí, tranquilo, no va a decir nada.
—Se ve mejor como Bo —comentó Craig.
Tweek se volteó a verlo. Craig, al percatarse que había pensado en voz alta y ambos lo miraban, apartó su vista hacia el suelo y se quedó en silencio, jugando con sus manos.
—Bueno, ya que. —Bo le extendió la mano a Tweek—. Mi nombre es Uzziel.
—Tweek —dijo estrechándole la mano.
—¿Por qué no has ido a luchar?
—Me estoy tomando un tiempo, pero voy a volver. La Parka dijo que puedo regresar cuando quiera.
—Genial, espero con ansias golpearte —dijo entregándole una hoja de papel junto a su identificación.
—Jajaja. ¿Qué es esto? —preguntó mirando la hoja mientras reía.
—Tu multa.
Tweek cambió su expresión por completo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Mantener actos sexuales en la vía pública, atenta contra el pudor, la moral y las buenas costumbres —dijo entregándole otra multa a Craig junto a su identificación.
—Mi mamá se va a enojar muchísimo —dijo Tweek.
—Debiste pensar en eso antes de venir al bosque a cometer un delito de lasciva pública —comentó Bo, preparándose para retirarse—. Vayan a casa si no quieren que llame a sus padres.
Craig se volteó de inmediato, aún avergonzado y caminó a paso lento, con sus manos dentro de los bolsillos.
Tweek se despidió de Bo y apuró el paso para llegar junto a Craig.
—Tu sudadera —dijo molesto, entregándosela de forma agresiva, apurando el paso—. ¿O tienes mucho calor?
—Tweek, lo siento. —Craig se puso su sudadera, siguiendo a Tweek.
—No tenías que decirlo así. Pero ¿sabes? Tienes razón, se ve mejor sin ropa —comentó apurando más el paso.
—¡Yo no dije eso!
—¡Yo sí!
—¡¿No que no eras celoso?!
—¡¿No que no sentías atracción por nadie más?!
—¡Es la primera vez!
—¡Para mí también!
Craig se detuvo al llegar frente a su casa.
—¡¿Quieres que te acompañe a tu casa?! —preguntó Craig, molesto.
—¡No! —dijo sin detenerse.
—¡Bien! ¡Adiós!
—¡Sueña con Bo!
—¡Eso haré! —gritó entrando al antejardín.
Tweek se volteó, viéndolo alejarse sin mirar atrás.
Craig llegó hasta la parte trasera de su casa, donde encontró a Tricia, intentando abrir la ventana del estudio.
—¡¿Qué mierda haces afuera?! —susurró Craig, llegando junto a Tricia.
—Parece que papá la selló —dijo asustada.
—¿Estás segura? —Craig se acercó a tratar de abrirla y se volteó—. ¿Cómo entramos?
—Si tenemos suerte, pudieron haber olvidado el seguro de alguna de las puertas.
Tricia comprobó la puerta trasera y Craig la principal.
—Tiene seguro —dijo Craig, encontrándose ambos por el costado de la casa.
—La otra también.
—Qué horrible día —comentó en voz baja.
En ese momento, Tweek llegó junto a Craig y Tricia.
—¿Por qué están afuera? —preguntó Tweek.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Craig, molesto.
—Ay, ya, lo siento —dijo abrazándolo.
—Sí, que lindos son —dijo Tricia—. Craig, tenemos que entrar.
—Jaja. ¿Qué les pasó, Craig?
—Mi papá selló la ventana.
Tweek se acercó a revisar.
—La atornilló, imposible abrirla. ¿Y las puertas?
—Están con seguro —respondió Tricia.
—Oh, eso es fácil. Ayúdenme a buscar un clavo, tornillo o algo similar.
Tricia encontró un clavo, corrió a entregárselo a Tweek y quitó el seguro poco a poco, logrando abrirla.
—Tienes que enseñarme a hacer eso —dijo Tricia, emocionada.
—¡No! Tweek, no le enseñes nada.
—Bien, no lo haré.
En cuanto Craig se volteó para entrar, Tweek le asintió con la cabeza a Tricia, en silencio.
—Craig, jamás pensé decir esto. —Tricia puso su mano sobre el hombro de Craig—. Tienes el mejor novio del mundo.
—¡Entra de una vez!
Tricia entró en silencio, directo a su habitación.
—Bien, me voy, Craig, solo venía por mi beso, no me gustó irme así.
—Jaja. Claro que no, vas a terminar lo que empezaste —dijo jalándolo de su ropa.
Chapter 18: ¡Llamen a los bomberos!
Chapter Text
Las clases comenzaron con normalidad, mientras Francis, inquieto, miraba la hora en su celular en repetidas ocasiones. Pocos minutos antes del receso, llamó la atención de Jason, tocando su brazo.
—Jason, ¿puedes hacerme un favor?
—Depende.
—¿Puedes decirle a Clyde...?
—¿Clyde? No. —Jason continuó su tarea.
Francis sacó una hoja de su cuaderno, escribió en ella y se volteó a ver a Tweek, que dormitaba, con su cabeza apoyada en sus brazos sobre la mesa.
—Tweek, ¿puedes hacerme un favor? —dijo moviendo su brazo.
—No voy a decirte quién es el Uke —respondió sin levantar su cabeza.
—No, no es eso. ¿Puedes darle esta nota a Clyde? Pero no le digas que se lo envío yo.
Tweek levantó su cabeza y Jason se volteó.
—¿Tienes idea de lo gay que suena eso? —preguntó Jason.
—¿Qué? No. Es solo que —Francis soltó un suspiro—, ¿recuerdas que Bebe me pidió que le diera su número? No lo hice. Cuando la vi... Como sea, hablamos por mensajes y pensé que quizá podría resultar algo con ella.
—Quien lo diría, Francis, también tienes un lado malvado —comentó Tweek entre bostezos.
—No fue de malo, solo...
—Pensaste con el pene —continuó Jason.
—Es que... —Francis despeinó su cabello de forma agresiva—. ¡Debiste verla, Jason!
—¿Entonces para qué quieres que le dé el número a Clyde? —preguntó Tweek.
—Porque mientras conversábamos, me di cuenta que no es lo que busco. La invité a una cita cuando viniera al pueblo y aceptó, pero fue muy directa. —Francis, avergonzado, fijó la mirada al suelo—. Me dijo todo lo que me iba a hacer después y no tuvo filtros.
—¿Y eso es malo? —preguntó Tweek.
—¡Sí! ¿No te habrías asustado si Craig te hubiese dicho hasta en las posiciones que iban a hacerlo cuando se estaban conociendo?
—Jaja. ¡No! Habría sido increíble.
—Pero no es lo que quiero. Quisiera conocer a alguien que ilumine hasta los días más oscuros con el brillo de sus ojos. Alguien que con solo besarme, haga latir con fuerza mi corazón y me haga sentir que el tiempo se detiene. No alguien que me vea como un pedazo de carne que puede comerse y después irse como si nada.
—Eres tan idiota —comentó Jason—. ¿Cómo la rechazas porque quiere hacerlo contigo?
—¡No es lo que quiero, Jason!
—Ya déjalo —dijo Tweek—, Francis es un romántico, los chicos como él están en extinción. Ya llegará la persona indicada.
—¡Pero es la primera vez que una chica se lanza a sus brazos! ¡¿Y la rechaza?!
—¿Y qué? Déjalo en paz.
—Pero ¿qué esperaba? —Jason agudizó su voz, con ambas manos sobre su pecho— Soy Francis y quiero una chica para pasear por un campo de flores y correr tomados de las manos, mientras reímos y al caernos nos besamos y...
—¡Yo no quiero eso! ¡Ya cállate!
—Jaja. No lo molestes —intervino Tweek.
—¡Pero la ignoró y se lanzó a sus brazos!
—¡¿Y cómo tú ignoraste a Tricia?!
—¡Baja la voz! —dijo Jason, volteándose a ver a Craig.
—¡¿Qué?! ¡Jason! —regañó Tweek.
—¡Francis! —Jason se levantó de su asiento, molesto—. ¡¿No puedes cerrar el hocico?!
El profesor, que escribía en el pizarrón, se volteó molesto.
—Afuera los tres.
—¡Esta vez no hice nada! —reclamó Tweek, saliendo junto a los chicos.
Jason se sentó en el suelo, seguido de Francis y Tweek.
—¿Cómo que Tricia? —preguntó Tweek, recostándose en el suelo, apoyando su cabeza sobre las piernas de Francis.
—Tú sabes que no haría algo así, es una niña. Fue ella la que se me insinuó.
—¿Saben? También se escapa por las noches, en algo anda. —Tweek dirigió su mirada a Jason—. ¡Que ni se te ocurra!
—Por favor, me conoces. ¿Crees que haría algo así? —Jason pensó por un momento—. Quizá su mamá, pero ella no. Jajaja.
—Eres asqueroso —comentó Francis.
—Tú eres el menos indicado para decirme algo así.
—¡Ay ya! No peleen —dijo Tweek entre bostezos—. Es un lindo día como para pelear.
—¿No dormiste bien, baboso?
—No, tuve un sueño extraño.
—¿El hombre de la capucha? —preguntó Francis.
—No, hace mucho que no sueño con él. Estaba durmiendo y sentí que me caía y llegaba a un lugar con personas encerradas en algo que parecían jaulas —explicó entre bostezos, cerrando sus ojos—, empezaron a pedirme ayuda y cuando me levanté, se me acercó un hombre y me dijo algo de un protocolo no sé qué, después revisó una especie de celular en su brazo y dijo que yo no tenía que estar ahí, que era un error, luego sentí otra vez que me caía y desperté en mi cama.
—¿Cuándo vas a tener sueños normales? —preguntó Jason.
—Jaja. No sé.
Francis sacó el papel de su bolsillo.
—¿Puedes hacerlo cuando entremos, Tweek? —preguntó entregándole el papel.
—¿Y qué le digo?
—Solo dile que te encontraste con ella en el otro pueblo y te pidió que le dieras su número. Dile que lo sientes, pero haz estado bastante ocupado y lo habías olvidado.
El timbre del receso sonó.
Los tres se levantaron de inmediato para entrar.
—Recuerda, te encontraste con ella y...
—Sí, ya sé.
Mientras Francis y Jason se iban a sus lugares, Tweek se acercó al asiento de Clyde y le extendió la mano con el papel.
—¿Qué quieres? —preguntó Clyde.
—El número de Bebe —dijo moviendo el papel para que lo recibiera.
—¿Bebe? ¿Por qué lo tienes tú?
Tweek arrugó la hoja y la lanzó sobre su mesa.
—Llámala o métete el papel por el culo —dijo retirándose a su asiento.
—¡Eso no fue lo que te pedí que le dijeras! —reclamó Francis.
—Se dice gracias.
Clyde se levantó molesto y se fue al lugar de los chicos.
—¿Por qué lo tenías tú, enano? —preguntó lanzándole el papel a Tweek a la cara.
—¡No me provoques, Clyde! —dijo poniéndose de pie.
Craig se acercó de inmediato, fastidiado.
—¿Qué te dije, Clyde? —preguntó alejándolo de Tweek, jalándolo de su camiseta.
—¡Pero ¿por qué lo tiene él?!
—¡Eso da igual! —respondió Tweek, haciendo a un lado a ambos—. ¡Quítense de mi camino! ¡Craig, me envías un mensaje si quieres!
—¡¿Y por qué te enojas conmigo?! —preguntó Craig, molesto, volteándose a verlo.
—¡Porque tu garrapata ya me tiene harto! —gritó saliendo del salón.
Francis y Jason se levantaron para salir con Tweek.
—Solo tiene sueño, Craig —comentó Francis, palmeándole el hombro.
Craig se cruzó de brazos, mirando molesto a Clyde.
—¿Cuándo vas a dejar de decirle así?
—Pero ¿por qué lo tiene él?
—Y yo qué sé —dijo saliendo del salón.
—¿Adónde vas?
Craig se detuvo.
—Al baño, Clyde, voy al baño. ¿Puedo ir al baño?
Clyde se apresuró a llegar junto a Craig.
—Pero Tolkien no vino, me voy a quedar solito. —Clyde lo abrazó—. No te enojes.
—No me enojo, pero déjame ir al baño. Ya regreso.
—Espera, ¿me dijo garrapata?
—Qué lento eres —dijo quitándose los brazos de Clyde.
Clyde se quedó en el salón de clases, recogió el papel, lo miró por un momento y sacó su celular.
—"Hace tanto que esperaba este momento —pensaba mirando el papel—. Pero Tricia... ¿Qué hago?".
Buscó las redes sociales de Bebe, revisó algunos álbumes y se quedó por un momento contemplando su foto de perfil.
—"Hasta ahora no me había atrevido a buscarla. Está realmente hermosa".
Luego de reflexionarlo, arrugó el papel, bloqueó a Bebe y se sentó en silencio. Apoyó el mentón en su antebrazo sobre la mesa, buscó música y se quedó esperando a Craig.
En el baño, Craig sacó su celular para enviar el mensaje, al sacarlo, vio caer de su bolsillo el llavero que Tweek le había regalado. Este cayó a un drenaje en el suelo. Se arrodilló de inmediato, pero no logró verlo, alumbró con su celular por la tubería y lo vio al fondo, en el agua sucia.
—¡Mierda! Está muy lejos. No creo poder alcanzarlo —comentó sacando la rejilla—, pero... se esforzó tanto por dármelo.
Se levantó decidido, dejó su celular sobre los lavamanos y se quitó su sudadera. Asqueado, se puso a gatas, miró en sentido contrario y metió su mano derecha. Ya cerca del fondo, podía sentir como se hacía cada vez más estrecho, comenzando a hacerse daño.
—¡Qué asco! —dijo mirando el suelo tan cerca de su rostro.
Empujó su brazo, ignorando el dolor y logró llegar al drenaje, tocando el agua con la punta de sus dedos.
Con dificultad, empujó una última vez, logrando pasar por el tubo. Al dejar de sentir la presión en su mano, la estiró un poco para aliviar el dolor, apoyó su cabeza sobre su mano izquierda y examinó el fondo, hasta sentir el llavero y lo tomó.
Aliviado, intentó sacar su brazo, jaló en repetidas ocasiones, pero no lo logró. Asustado, retiró su mano libre, buscó su celular en sus bolsillos y desvió su mirada a los lavamanos, viéndolo sobre estos, lejos de su alcance.
—Por favor, otra vez no —suplicó jalando su brazo con fuerza.
Luego de un par de intentos inútiles, alzó su cabeza, mirando al techo.
—Dios, te doy otra oportunidad de probar tu existencia. Sé que no puedes alcanzarme mi celular, pero envíame a alguien que pueda ayudarme.
En ese momento, entró Kenny al baño y miró hacia el techo.
—¿Con quién hablas, Tucker?
—¡Debe ser una maldita broma! —reclamó mirando al techo.
Al notar que Craig tenía su brazo dentro del drenaje, se acercó.
—¿Qué haces, Tucker?
—¡Nada! —dijo tratando de mantener la calma.
—¿Se te cayó algo? —preguntó agachándose junto a él.
—Ah, sí, sí. Lo... Lo estoy buscando.
—¿No te duele? Tienes todo el brazo ahí.
—Kenny, ¿podrías llamar a mi hermana?
—¿Y qué gano yo a cambio?
—Por favor, llama a mi hermana.
—¿Gratis? No lo creo.
—¿Podrías alcanzarme mi celular? —Craig señaló los lavamanos—. Lo dejé ahí encima.
Kenny se levantó a tomar el celular.
—¿Te refieres a este? —preguntó mostrándoselo.
—Sí, gracias.
Kenny dejó el celular sobre los lavamanos, más lejos de lo que estaba.
—Hmm... ¿Qué podría pedirte? —preguntó sentándose en el suelo.
—Kenny, por favor.
—Estás atorado, ¿verdad?
—No, solo... ¡Solo llámala!
—¿Sabes, Craig? No me gusta cómo me tratas cuando voy a tu casa a buscar a mi hermana.
—Tú no has sido muy amable conmigo que digamos.
—Olvidemos eso, ¿sí?
—¿Vas a ayudarme o no?
—¿Vas a tratarme mejor?
—Sí, lo haré.
—No te creo.
—Te lo prometo, pero llama a mi hermana.
Kenny acarició el rostro de Craig, riendo.
—Te ves lindo así de afligido. Solo por eso lo haré gratis.
—No le digas a nadie, por favor —dijo tomando la mano de Kenny, aún sobre su rostro.
—¿Tan desesperado estás que intentas coquetearme?
—Sí —dijo quitando la mano de Kenny, fastidiado—. No le digas a nadie que estoy aquí.
—No, a nadie.
Kenny salió del baño mientras reía.
Craig intentó alcanzar su celular con el pie, pero no lo logró.
Cuatro niños de entre seis y siete años se detuvieron afuera del baño, mirando a Craig con curiosidad y entraron a ver. Al escuchar los pasos de estos, Craig se volteó de inmediato.
—¡Niños! ¿Pueden alcanzarme mi celular? —dijo apuntando el lavamanos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó un niño, entregándole el celular.
—Se... Se me cayó algo y lo estoy buscando.
—¿Te ayudo? —preguntó, sentándose junto a él.
—No, no, gracias, no te preocupes —dijo sonriendo.
—¿Qué se te cayó? —preguntó otro niño, sentándose junto a Craig.
—Un llavero.
El resto se sentó rodeando a Craig.
—Este no es su baño, los van a regañar. Este es el baño de los grandes —comentó a los niños, enviándole un mensaje a Tricia.
—Queremos ver.
—¿No te da asco?
—Sí, pero es importante para mí —dijo jalando su brazo de forma discreta—. ¿No tienen algo más que hacer, niños?
Todos negaron con su cabeza.
Pronto, entró Tweek al baño.
—¿Craig? —dijo mirando a los niños, quienes se voltearon a verlo —. Kenny dijo que me llamabas.
—Maldito hijo de puta —murmuró.
Tweek se agachó junto a Craig.
—¿Qué estás haciendo?
—Es que... —respondió desviando la mirada.
—¡Está buscando un...! —interrumpió un niño.
—¡Dado! Estoy buscando un dado —continuó Craig.
—¿Qué hacen estos niños aquí, Craig?
—Lo estamos ayudando.
—Gracias por la ayuda, vayan a su salón —dijo Craig en tono amistoso.
Tweek se levantó, agitando sus manos para ahuyentar a los niños.
—¡Chu! ¡Úscale! ¡Este no es el baño de los bebés!
Los niños se levantaron para retirarse, pero uno se devolvió, le dio una patada a Tweek en el tobillo y salieron corriendo mientras reían.
—¡Te voy a encontrar! ¡Donde te vea te voy a pegar! —advirtió Tweek.
—Jaja. Ya, Pablo Escobar, déjalo, es solo un niño.
—¡No me agradan los niños!
Tweek, enojado, volvió junto a Craig.
—¿Por qué no me enviaste un mensaje? —preguntó ya más calmado, sentándose junto a él.
—Eso iba a hacer, déjame encontrar el dado y te envío un mensaje.
—Se me ocurren tantas ideas al verte así —dijo pasando su mano por el trasero de Craig, mordiéndose el labio—. ¿Y si lo buscas después?
—¿Craig? —interrumpió Clyde, entrando al baño—. Kenny dijo que me llamabas.
Tweek suspiró fastidiado.
—¡¿No puedes dejar en paz a Craig por cinco minutos?!
—¡No estoy hablando contigo, enano!
—¡Clyde! ¡No empieces! —dijo Craig.
—¿Qué quieres? —preguntó molesto, llegando junto a Tweek.
—¡Nada! No los llamé. A ninguno.
Craig, en ese momento, sintió una pequeña rata, que se acercó a oler su mano atorada.
—¡Algo me tocó! —gritó jalando la camiseta de Tweek.
—¡Debe ser una rata! —gritó Clyde—. ¡¿Por qué tienes tu mano ahí?!
Craig intentaba agitar su mano para alejarla.
—¡Saca la mano! —insistió Clyde— ¡¿Y si es un cocodrilo?!
—¿Cómo va a ser un cocodrilo, anormal? —dijo Tweek.
—¡¿Cómo que anormal?! —dijo Clyde, empujándolo.
—¡No vuelvas a tocarme! —dijo empujándolo.
Clyde se quitó sus gafas, mientras Craig, apoyó su frente en el suelo, fastidiado.
—¡No te conviene meterte conmigo! —amenazó Tweek.
—¡No te tengo miedo, enano!
—¡Basta! —gritó Craig de forma agresiva— ¡Si van a pelear, se van los dos!
—¡Soy mucho más alto que él! —dijo acercándose a comparar su estatura con Tweek.
—¡Cállate! —dijo Tweek.
—¡Son como tres centímetros, no exageres! —dijo Craig.
—¡No son tres!
—¡Que te calles! —dijo Tweek, dándole un golpe de puño en el brazo con fuerza.
—Enano, voy a tolerarte solo por Craig.
Clyde dio unos pasos a un lado, alejándose de Tweek y sobó su brazo un poco, simulando no sentir dolor.
Tweek se sentó junto a Craig, ignorando a Clyde.
—¿Por qué no sacas la mano? ¿Y si algo te muerde? —preguntó Clyde, sentándose frente a Craig.
—Estoy buscando algo.
—Craig, ¿estás atorado? —preguntó Tweek.
—¡No! —Craig simuló reír e hizo una pausa, cambiando su semblante a uno más serio—. Sí, me atoré. Así que necesito que se toleren por ahora y me ayuden, por favor.
Tweek no pudo contener su risa junto a Clyde, quien sacó su celular, haciéndole una videollamada a Tolkien.
—¡Me voy a morir! —dijo con un tono quejumbroso al contestar.
—¡Mira! —Clyde apuntó con la cámara a Craig—. ¡Se atoró!
Tolkien comenzó a reír, pero terminó con un ataque de tos.
—¡Ay, dios! ¡No te mueras! —comentó Craig.
—Me siento pésimo —dijo claramente congestionado—. ¿Qué haces ahí, Craig?
—Buscaba algo que se me cayó y me atoré —dijo encogiéndose de hombros.
—Jaja. No me corten, quiero ver. —Tolkien se acomodó en su cama—. Clyde, deja tu celular donde pueda ver.
Clyde se quitó un zapato y puso su celular dentro.
—¿Ahí ves bien, Tolkien? —preguntó acomodando su celular.
Tolkien asintió y saludó a Tweek con su mano, recibiendo la misma respuesta.
—¿Te duele? —preguntó Tolkien.
—No, pero necesito que me ayuden.
Tweek pensó por un momento en tanto miraba a Craig, tratando de que no se escuchara su risa a ratos, al igual que Clyde y Tolkien.
—¿Terminaron de burlarse? ¿Ya pueden ayudarme? —preguntó Craig.
—Todavía no —dijo Clyde dejando escapar unas carcajadas, seguido de Tweek.
Tolkien rio junto a los chicos, seguido de un ataque de tos.
—Y si... ¿Y si lo jalamos juntos? —preguntó Clyde a Tweek entre risas.
Tweek se acomodó a la derecha de Craig y Clyde a la izquierda. Se inclinaron y tomaron el brazo de Craig.
—Bien, Clyde, a la cuenta de tres —dijo Tweek, sujetando con fuerza el brazo.
—Bien —dijo acomodándose—. Uno, dos, ¡tres!
Ambos comenzaron a jalar con fuerza, hasta que Craig comenzó a quejarse de dolor y Tweek se detuvo, pero Clyde continuó.
—¡Ya déjalo, Clyde! ¡Le duele! —gritó Tweek.
—¡¿Tienes una mejor idea?! —gritó soltando a Craig.
—¡Romperle el brazo no es la mejor idea!
—¡No empiecen! —gritó Craig, molesto.
Ambos apartaron sus miradas, fastidiados, cruzándose de brazos.
—¿Tweek? —preguntó Francis, llegando junto a Jason—. Kenny dijo que nos llamabas.
—¿Qué hacen? —preguntó Jason, viendo a Craig.
—Se atoró —respondió Tweek, riendo.
Jason comenzó a reír a carcajadas.
—¡No seas malo, Jason! —dijo Francis, molesto—. ¿Ya intentaron jalarlo, Tweek?
—Sí, pero no funcionó.
—¿Y si lo jalamos los cuatro? —preguntó Clyde.
—¿Quieres sacarle el brazo? —preguntó Tweek.
—¿Y por qué te atoraste ahí? —preguntó Jason entre risas.
—Se me cayó algo y quería sacarlo.
—¿Ya intentaron con jabón? —preguntó Francis.
—Eso podría funcionar —dijo Craig.
Los cuatro, sacaron jabón líquido con sus manos y lo dejaron caer por el brazo de Craig, en varias ocasiones. Se sentaron a esperar un momento y Jason con Tweek se levantaron para jalar su brazo. Clyde le ofreció su antebrazo a Craig para que lo apretara mientras los chicos jalaban.
—¡Ya! ¡Me duele! —gritó Craig.
—Yo creo que hay que amputar —comentó Jason, soltándolo.
—Tienes la fuerza de una niña —dijo Clyde, mirando su antebrazo.
—No quería hacerte daño —alegó Craig.
—Sí, eso debió ser —comentó Tweek.
El timbre del final del receso sonó.
Francis se agachó junto a Craig, analizando la situación.
—Craig, ¿estás sosteniendo algo?
—Sí, ya lo encontré.
—Suéltalo.
—No, es importante.
—¿Qué es?
—Un... un llavero —respondió mirando a Tweek.
—¿No será...? —preguntó Tweek, entrecerrando sus ojos.
—Sí —respondió bajando la mirada—. ¡Pero fue un accidente!
—¡No veo! —gritó Tolkien—. Francis, no me dejas ver.
Francis se volteó, viendo a Tolkien en el celular de Clyde.
—Oh, lo siento —dijo haciéndose a un lado—. No sabía que estabas ahí.
—¿Sabes? Si transmitiéramos esto, serías viral, Craig —dijo Jason, sacando su celular.
—¡No! —Tweek le quitó el celular—. ¡Nadie va a transmitir nada!
Tricia entró corriendo al baño.
—¡Craig! ¿Qué te pasó? —dijo llegando junto a los chicos.
Al verlo, comenzó a reír y sacó su celular.
—¿A quién llamas? —preguntó Craig.
—A los bomberos.
—¡No! No los llames, papá se va a enojar.
—Craig —dijo agachándose junto a él, tomando su hombro—, no me hagas hablar. Ambos sabemos cómo va a terminar esto.
Tricia se levantó, habló con los bomberos y cortó la llamada.
—Ya vienen. Llamaré a mamá.
La directora, al ver a todos en el baño, entró, y se cruzó de brazos.
—¡Las clases ya comenzaron! ¡¿Qué hacen aquí?!
—Se atoró —respondió Francis, apuntando a Craig.
Craig le sonrió, intentando amenizar la situación.
—Los bomberos vienen en camino —intervino Tricia.
—¿Los bomberos? ¿De verdad estás atorado? —preguntó llegando junto a él.
—No, ¿cómo cree? —respondió Tweek—. Está saludando a las ratas del drenaje.
La directora, molesta, se volteó a verlo.
—¡Al salón! ¡Ahora!
—¡Pero está atorado! —dijo Francis—. ¿Cómo lo vamos a dejar solo?
—Yo me encargo. ¡A clases!
Tricia salió del baño, marcándole a su madre.
—¡Mamá! ¡Adivina quién se atoró! —dijo entre risas, yendo a su salón.
Los chicos miraron a Craig por última vez y se fueron al salón, pero Tweek se quedó escondido cerca del baño.
De camino, Francis miró los pies de Clyde.
—¿Y tu zapato?
—Lo dejé con el celular, así por lo menos se queda con Tolkien.
—Craig parecía más listo —comentó Jason a Francis—, supongo que el amor lo tiene así.
—Las personas altas suelen ser más torpes —dijo Francis.
—¡Craig no es estúpido! —dijo Clyde.
—Dijo torpe, no estúpido. Él es torpe, tú eres estúpido, hay una gran diferencia —dijo Jason.
—¿Saben? Creo que Tolkien tiene razón y deberíamos empezar a llevarnos mejor —sugirió Francis.
—No, no creo —dijo Jason apurando el paso.
—¿A qué se refería con que el amor lo tiene así, Francis?
—No sé —dijo con voz aguda, apretando sus puños para contenerse y se apresuró a alcanzar a Jason.
—Par de raritos —comentó viendo a ambos alejarse.
La directora se agachó junto a Craig.
—¿Te duele mucho, Tucker?
—Un poco. Tengo la mano en el desagüe y el brazo en el tubo.
La directora soltó un suspiro, mirando el brazo de Craig.
—Van a tener que romper el suelo. Voy a la entrada, ya deben estar por llegar.
La directora salió y Tweek entró rápido, por lo que Tolkien procuró quedarse en silencio.
—Craig, suéltalo —dijo sentándose junto a él.
—No, te costó mucho conseguirlo.
—Eso da igual, te compraré veinte más. Suéltalo.
—No lo voy a soltar.
Tweek buscó en su bolsillo.
—Te mentí, no salí del pueblo. En realidad fui a hacer el examen —dijo mostrándole una licencia de conducir—. Cuando terminé, me fui a comprar los llaveros y después a los videojuegos, se me pasó la hora ahí. Solo quería que te sintieras mal, no me gusta que desconfíes de mí. Suéltalo.
Craig se quedó en silencio.
—Perdón —dijo Tweek, tratando de abrazarlo.
—Pero hasta lloraste.
—No, eso sí fue real, solo exageré lo de salir del pueblo.
—Bueno, tal vez me lo merecía, te dije que no me gusta ser así.
Tweek se puso de pie, alterado.
—¡¿Por qué no te enojas, Craig?!
—¿Para qué quieres que me enoje?
—Porque ahora me siento mal, mira dónde estás por mi culpa.
—¿Y que me enoje me va a sacar de aquí?
—¡Sí! Enójate, grítame, insúltame, pégame, no sé.
—No sabía que eras masoquista.
—¡Por favor!
—Bien. —Craig pensaba algo que decirle mientras reía—. Eres... no sé... ¿Estúpido?
Tweek se sentó a su lado, acariciándole el cabello.
—Puedes hacerlo mejor.
—Eres un maldito... hijo de puta y... por tu culpa —dijo alzando la voz, alterándose poco a poco—, ahora tenemos que pagar una multa por tener sexo en un lugar público. ¡Ni siquiera le he dicho a mis padres que soy gay y ahora tengo que explicar una multa! ¡Yo te dije que no quería! ¡Pero no! ¡Él quería escucharme gemir!
Tolkien se cubrió la boca, procurando que no lo escucharan reír.
Craig comenzó a imitar la voz de Tweek.
—¡Gime, Craig! ¡Quiero escucharte, Craig! —Cambió su expresión por una sonrisa— ¿Así está bien?
—¡Dios! Me asustaste —dijo con una risa nerviosa—. Creí que de verdad te habías enojado.
—No, Tweek, ya vete antes que te castiguen.
—Gracias. Llámame si me necesitas, saldré por la ventana —dijo saliendo del baño.
—¡Tweek! Espera.
Tweek se volteó a verlo y Craig lo miró a los ojos por unos segundos, respiró profundo, tragando saliva.
—Te quiero —dijo sonrojándose rápidamente.
Tweek se apresuró a llegar junto a Craig, se lanzó de rodillas y lo besó, acariciando sus mejillas, pero fueron interrumpidos por un ataque de tos de Tolkien y ambos se voltearon a ver el celular de Clyde, asustados.
—¡Perdón! —dijo con dificultad—. ¡Traté de resistirlo!
—Olvidé que estaba ahí —dijo Tweek, levantándose rápido.
Tweek salió del baño.
—¡Perdón, Tweek! —gritó Tolkien.
Craig, al voltearse a ver a Tolkien, este lo miraba con una gran sonrisa.
—Tolkien... Yo... No es lo que parece... Yo... Bueno, él...
—¿Hasta cuándo pretendes ocultarlo?
—¿Lo sabías?
—Sí, pero esperaba a que tú quisieras contarme.
Craig se sintió aliviado y continuó su explicación.
—Estuve a punto una vez, pero llegó Clyde y después de eso no seguí intentándolo. Lo siento.
—No te preocupes, me alegra poder dejar de fingir.
—¿Hace cuánto lo sabes?
—Desde que castigaron a Tweek por activar la alarma. Solo quiero preguntarte algo, aunque por lo que dijiste, parece que sí. ¿Lograste callar a Bruno?
Craig rio, desviando la mirada.
—¡Sí lo lograste! —dijo Tolkien entre risas—. Me alegro por ti, Craig.
—Lamento no haberte dicho antes.
—Prácticamente no me dijiste. Supongo que Jason y Francis ya lo saben.
—Sí, solo falta Clyde. —Craig soltó un suspiro—. A él no sé cómo decirle.
—Craig, te prometo que cuando le digas a Clyde, estaré ahí si lo necesitas.
—Me ayudaría más de lo que te imaginas. ¿Cómo crees que va a reaccionar?
—No sé, nunca hemos estado en esa situación, pero supongo que muy feliz no va a estar. —Tolkien tomó su celular y se acomodó en su cama—. Craig, tú preocúpate de ti, qué importa cómo lo tome Clyde, aunque se enoje, llore o grite, va a tener que aceptarlo, quiera o no.
—¿Y si no lo hace?
—Lo hará, Clyde se aferra bastante a las personas cuando se encariña y ya lo hizo contigo.
En ese momento, un chico pelirrojo entró al baño.
—¿No te duele estar atorado ahí, bonito? —preguntó mojando un poco su cabello mientras lo acomodaba.
—¿Me hablas a mí? —preguntó Craig, mirando a su alrededor.
—Por supuesto, Craig. ¿Ves a alguien más atorado aquí?
—¿Nos conocemos?
—No.
Se agachó junto a Craig y le extendió la mano derecha para estrecharla. Craig miró su mano, dándole a entender que no podía hacerlo de forma correcta, estrechándola con su mano izquierda.
—Oh, cierto. Lo siento —dijo entre risas—. Soy Dougie, amigo de Tricia.
Dougie, sentándose en el suelo frente a él, lo miraba en silencio.
Tras un par de segundos, Craig miró a Tolkien y este se encogió de hombros.
—¿Necesitas algo, Dougie? —preguntó Craig, rompiendo el incómodo silencio.
—Tricia me dijo que ustedes invocaron el fantasma de mi habitación.
—¿Viste a Pip? —preguntó Tolkien.
Asustado, Dougie dirigió su mirada al celular de Clyde.
—¡Ay, bonito, me asustaste! —dijo llevándose la mano al pecho.
—Perdón.
—¿Cómo era? —preguntó Craig.
—Estaba un poco oscuro, pero recuerdo su ropa, era muy pasada de moda y tenía una boina, muy feita por cierto, pero de alguna forma se le veía bien.
—¿Te dijo algo? —preguntó Tolkien.
—No, solo lo vi y se rio, les juro que se rio, aunque no lo escuché. Además, mi papá dijo que un poco antes, sintió que le tocaron la espalda.
—Pero no le tengas miedo —dijo Craig—. Al parecer no es malo.
—No es eso, quiero que me digan cómo lo hicieron.
—No lo hicimos nosotros, fue Damien.
—¿Ese chico bonito al que le dicen Timmy Turner?
—No diría que es bonito, pero sí, él —respondió Craig.
—Uy, no, él me da miedito.
—Jaja. Se ve sombrío, pero no lo es tanto —aseguró Tolkien.
El timbre del receso sonó.
—¿Saben cómo se llama el fantasmita?
—Le decían Pip, pero se llamaba Phillip —respondió Craig.
—Bien, me voy al receso —dijo Dougie levantándose—, gracias, bonitos.
Kenny, antes de entrar al baño, interceptó a Dougie y le sostuvo con fuerza el brazo.
—¿Dónde está Butters? —preguntó enojado, jalando a Dougie hacia él.
—¡No sé! ¡Me duele!
—Tú eres su amiguito, ¿no? —preguntó inclinándose muy cerca de su rostro.
—Era, Kenny. —Apartó su rostro, tratando de alejarse—. Lo era hasta que se volvió un desquiciado. El único tan idiota que se mantuvo a su lado, fuiste tú.
Kenny sostuvo su rostro con fuerza, mirándolo a los ojos.
—Si me entero que sabes y no quieres decirme, te vas a arrepentir.
—¡Te juro que no sé! —dijo cerrando sus ojos.
—¡Ya déjalo, Kenny! —interrumpió Craig.
Kenny lo soltó y entró al baño cambiando su expresión por una sonrisa burlesca.
—¿Cómo va esa espera, Tucker? —preguntó agachándose frente a él.
—¿Por qué le hablaste así? —preguntó frunciendo el ceño.
—Ese no es asunto tuyo —dijo acariciándole el rostro.
Tweek se acercaba al baño junto a Jason y Francis, al ver a Kenny acariciar a Craig, corrió al baño a toda prisa y lo empujó de una patada en la espalda, provocando que cayera hacia adelante, pero este alcanzó a poner sus manos y se levantó de inmediato.
—¡No vuelvas a tocarlo! —amenazó de pie junto a Craig.
Jason y Francis corrieron al baño, entrando junto a Clyde, quedándose los tres tras Tweek.
—¡Pégale, Tweek! —gritó Tolkien, sentándose en la cama, emocionado.
—¡No, Tweek! ¡Pronto será la junta de padres en la escuela! —advirtió Francis.
Tweek dio unos pasos atrás y se cruzó de brazos.
—Te salvaste por esta vez, Kenny.
—¿Te da miedo tu mamita? —preguntó Kenny, burlesco.
—Sí, no me da vergüenza admitirlo.
—A él sí lo cuidan —dijo Jason.
—Quizá mi mamá no me cuida, pero tuvo las agallas de quedarse —comentó saliendo del baño.
Francis se volteó a verlo, enojado y luego tomó el brazo de Jason, a modo de consolarlo.
—No le hagas caso —dijo apoyándose en su hombro.
Jason se soltó de inmediato empujando a Francis y se cruzó de brazos, de reojo, notó que Clyde lo miraba en silencio.
—¿Qué? —preguntó a Clyde con un tono seco.
—Nada.
Clyde salió a paso rápido y se dirigió hacia Kenny, que se había reunido con Kyle, Cartman y Stan.
—¡¿No crees que se te pasó la mano?! —alegó empujando a Kenny.
Unos chicos cerca de ellos comenzaron a animarlos a pelear y poco a poco se acercaron varios alumnos, entre ellos, Dougie, que corrió a avisarle a Tricia.
—¡Tranquilo, pedófilo! —dijo volteándose, en calma—. El problema no es contigo.
—¡No tenías que decirle algo así!
Kenny se acercó lo suficiente a Clyde para hacerle notar la diferencia de estatura.
—¡Te ves igual de adorable que Tweek enojado! —dijo revolviendo el cabello de Clyde, riendo.
—¡No me toques! —dijo quitándose su mano y luego lo empujó con más fuerza.
Kyle se puso delante de Kenny, sosteniendo las manos de Clyde.
—¡Calma, Clyde! Kenny no está bien.
—Claro que sí —interrumpió Kenny.
—¡Claro que no! —dijo volteándose a verlo, molesto y luego se dirigió a Clyde—. Lo que sea que hizo, lo siente.
—Tiene que disculparse con Jason, no conmigo.
—¿Ahora son amiguitos? —preguntó Cartman, burlesco.
—¿Qué le dijiste, Kenny? —preguntó Stan.
Kenny se encogió de hombros, riendo.
—Se burló de que su mamá lo abandonó —dijo Clyde, molesto.
—Ah y tú si sabes de mamás que se van. ¿No es así, Nemo? —se burló Cartman.
Kenny comenzó a reír junto a Cartman y Stan le dio un golpe con el codo a Kenny, pidiéndole que se detuviera.
—No me digas así —murmuró Clyde, bajando la mirada.
Kyle le soltó sus manos y se llevó a la fuerza a los chicos, dejando a Clyde en medio del patio, bajo la mirada de los alumnos que los alentaban a pelear.
Tricia llegó junto a Clyde, gritándole a todos que se fueran, miró a su alrededor procurando que nadie conocido la viera y lo jaló de la mano hasta los vestidores.
Cerró la puerta de inmediato y lo abrazó, momento en el que Clyde comenzó a llorar.
—Odio que me digan así —dijo abrazándola con fuerza.
—¿Qué te dijeron? —preguntó secando sus lágrimas con las mangas de su sudadera.
—Desde que mi mamá falleció, Cartman me dice Nemo.
El timbre del final del receso sonó.
Tricia lo soltó de inmediato y acarició sus mejillas.
—¿Cartman es ese chico gordo amigo del hermano de Karen?
—Sí. Siempre me dice Nemo, Bambi, Pocahontas, Ariel...
—Ya, basta —dijo besándolo en los labios—. No sigas.
Tricia lo besó una vez más tratando de desviar su atención.
—¿Y tu zapato? —preguntó sonriéndole.
—Con Craig.
—¿Y vas a andar así todo el día?
Clyde asintió con la cabeza, le sonrió más calmado y Tricia se fue a su salón. Luego de calmarse por completo, regresó al baño junto a los chicos.
Al llegar, escucharon la sirena de los bomberos acercándose.
—¡Por fin! —dijo Tweek.
—¿Estabas llorando? —preguntó Francis a Clyde.
—Métete en tus asuntos.
—¿No puedes ser agradable alguna vez? —preguntó Tweek.
—No —dijo cruzándose de brazos, apartando la mirada.
La directora entró al baño en compañía de un bombero.
—¡Al salón! —dijo mirando a todos.
—Pero queremos ver —suplicó Francis.
—Ahora.
Todos salieron del baño, dirigiéndose al salón
El bombero observó a Craig por un instante y se agachó junto a él.
—Vamos a tener que romper a tu alrededor, mis compañeros ya vienen.
—¿Van a tener que romper mucho? —preguntó la directora, lamentándose.
—No lo sé, eso lo veremos, aquí lo importante es él, no el suelo —respondió un poco molesto y le sonrió a Craig—. ¿Te duele mucho? ¿Cómo te llamas?
—Craig. No me duele tanto, pero ya lo siento entumecido.
—Tranquilo, Craig, después te vamos a atender, una ambulancia viene con nosotros.
Tres bomberos entraron cargando herramientas y equipo de seguridad, tras ellos, dos paramédicos y un bombero que comenzó a cerrar la zona con cintas para que otros alumnos no entraran.
—Bien, Craig, ponte esto —dijo entregándole gafas de seguridad y orejeras anti ruido—. Trataremos de hacerlo rápido, no tengas miedo.
—No es mi primera vez, ya sé cómo es esto—interrumpió poniéndose las gafas y las orejeras.
Uno de los bomberos activó un martillo neumático industrial, rompiendo el concreto alrededor de Craig.
—¡Voy a silenciarte, Craig! —gritó Tolkien, cubriendo sus oídos.
—¡¿Qué?!
—¡Que voy a silenciarte!
—¡¿Qué?!
Tolkien le enseñó el dedo medio entre risas y silenció la llamada mientras veía a Craig.
Luego de romper todo lo necesario y sacar el tubo del desagüe con el brazo de Craig, comenzaron a cortarlo con una pequeña sierra y Tolkien quitó el silencio mientras conversaba con Craig para distraerlo y esperar a que terminaran. Después de quitar el tubo por completo, Craig intentó mover su brazo, pero fue detenido por los paramédicos que comenzaron a revisarlo en tanto los bomberos guardaban todo.
La madre de Craig entró mientras trataba de contener su risa.
—¿Cuándo vas a aprender? —preguntó su madre acariciando su cabeza mientras reía.
—Ya sé —dijo evitando mirarla.
—Le sugiero llevarlo a casa y que no se esfuerce, por lo menos dos o tres días —interrumpió un paramédico entregándole medicamentos para aliviar el dolor.
La madre de Craig le agradeció a los bomberos y paramédicos, estos se despidieron de Craig y se retiraron.
—Me lo llevaré a casa —dijo su madre a la directora.
—Sí, traeré sus cosas.
—Espere, esto es de Clyde —dijo tomando el celular y el zapato— Gracias por acompañarme, Tolkien.
—Más tarde te llamo —dijo cortando la llamada.
La directora se fue al salón a recoger las cosas de Craig que guardó Clyde y le devolvió su celular y zapato.
El resto de las clases continuaron con normalidad.
A la salida, Tweek se fue a casa junto a Jason y Francis. Junto a ellos, pasó Tricia con Dougie y Karen, caminando más rápido.
—Entonces voy a ir como a las nueve —dijo Tricia.
Al escucharla, Tweek caminó más lento, dejándolos alejarse.
—¿Quién me acompaña a seguir a Tricia? —preguntó Tweek.
—¿Para qué? —preguntó Jason.
—Quiero saber en qué anda.
—¿Por qué no vas con Craig? —preguntó Francis.
—No, Craig es un poco impulsivo cuando se trata de ella.
—Yo no puedo —dijo Jason—. Tengo algo que hacer.
—¿Qué cosa? —preguntó Francis.
—No te diré, después vas corriendo a decirle a mi papá.
—No diré nada.
—¡Sí, claro! Como cuando corriste a decirle que Tweek y yo íbamos a meter fuegos artificiales al microondas.
—No puedes negar que era bastante estúpido, ya habían dañado el de Tweek metiendo cuanta cosa se les ocurrió.
—Así es —dijo Tweek—, por tu culpa el microondas en mi casa está asegurado y solo mi mamá tiene la llave.
—¿Mi culpa? ¡Pues de nada por cuidarlos!
—Ya, no te enojes. ¿Vas conmigo? —dijo Tweek, abrazándolo.
—¿Francis? ¿Perderse un chisme? —comentó Jason entre risas.
—Voy a ir, pero a acompañarlo, no a chismear —reclamó mirando a Jason.
—¿Van a ir el sábado? Voy a luchar en el otro pueblo, ya me decidí.
—Esta vez no puedo, lo siento —dijo Jason—. Tengo algo que hacer.
—Yo tampoco, iremos a una de esas reuniones de mierda de mi mamá y tengo que acompañarla.
—Bueno, supongo que será solo Craig. Entonces, ¿me acompañas, Francis?
—¿Y qué le digo a mi mamá? Hoy es lunes.
—No sé, invéntale algo.
—¡Nos vemos, baboso! —dijo Jason jalando la mochila de Francis.
—¡A las ocho, Francis! —gritó Tweek.
Se fue a pasar la tarde a casa de Craig y al entrar a su habitación, este se encontraba durmiendo, vio sobre su escritorio una caja de un fuerte relajante muscular y comprendió que dormiría por un buen rato.
Miró a su alrededor, revisó un par de libros y se sentó en el suelo, frente a la cama, a leer el Diccionario Klingon, tratando de aprender alguna palabra, aunque no solía leer, poco a poco comenzó a interesarse.
Al cabo de casi una hora, su lectura fue interrumpida por la vibración del celular de Craig, al segundo llamado se levantó a tomarlo y movió a Craig, pero no despertó, decidió no molestarlo, regresó a sentarse al mismo lugar y dejó el celular a su lado.
Llamaron en repetidas ocasiones, así que decidió contestar.
—Apuesto a que es su garrapata —comentó antes de leer el nombre—. Gran Mago Shu... Shudhra... Shudhrawga... ¡¿Esto siquiera es un nombre?!
Tweek contestó la llamada y se quedó en silencio.
—¡Feldspar! ¡Necesitamos de tu basto conocimiento! ¡Estás en altavoz!
—Creo que te equivo...
—¡No es momento para bufonadas!
—¿Qué? No, no soy quien sea que dijiste.
—¿Quién eres? ¡Demando que me informes tu nivel!
—¿Nivel de qué? ¿Qué quieres? Craig está durmiendo.
—¿Craig?
—¡Ese es el nombre humano de Feldspar, Gran Mago! —intervino otro chico.
—Cierto, cierto. Una disculpa —el Gran Mago aclaró su garganta—. Es evidente que no eres apropiado para atender nuestras interrogantes. Solicito que despiertes a Craig en este preciso instante, yo aguardaré y...
—No, llámalo más tarde.
—¡Esto es un asunto de vida o muerte! ¡No nos hagas perder el tiempo! ¡Te ordeno despertarlo en este instante!
—¿Ordenarme? ¡Tú no me vas a ordenar nada! —dijo cortando la llamada.
Tweek dejó el celular a un lado y comenzó a vibrar nuevamente.
—¿Qué solicita esta vez el Gran Mago Schwarzenegger? —preguntó Tweek al contestar.
—¡No soy Schwarzenegger! ¡Soy el Gran Mago Shudhrawgah'tru'k'n!
—¿Eso es un nombre o tuviste una embolia cerebral?
—Escucha, zurumbático, solicito...
—¿Zuru qué?
—¡Solicito comunicarme cuanto antes con Feldspar!
—¡Oh, Gran Mago con nombre impronunciable! Su solicitud debe ser denegada —dijo cortando la llamada mientras reía.
Pronto, recibió una llamada de otro chico, al ver el nombre, asumió que se trataba de los mismos.
—¿Qué solicita usted, Paladín Delgriel?
—Hola, ¿puedo hablar con Craig?
—No. —Tweek cortó la llamada, riendo de forma discreta, procurando no molestar a Craig.
Al recibir una llamada de otro chico, contestó revisando el diccionario Klingon, conteniendo su risa.
—nuqneH o algo así —dijo Tweek.
—¡Así no se pronuncia, gaznápiro! —gritó el Gran Mago.
—¿No sabes insultar como una persona normal?
—¡Calma, Gran Mago, o no podremos comunicarnos con Feldspar! —interrumpió otro chico.
—Hola, amigo —dijo el chico con un tono amigable—, disculpa nuestra insistencia, pero es urgente, yo soy O-Xiu.
—¡Salud!
—¡Basta de tus mierdas! —gritó el Gran Mago, dando un golpe de puño en la mesa.
—¡Cuidado! ¡Tiraste todo! —reclamó uno de los chicos.
—Amigo —continuó O-Xiu—, ¿serías tan amable de despertar a Craig, por favor?
—Ya les dije que no —dijo cortando la llamada, recibiendo otra al instante.
Vio la pantalla y contestó.
—¿Qué es lo que requiere, Tiflin Ga?
—Dale el celular a Craig —dijo en tono desafiante—. Dile que soy Michael.
Tweek se quedó en silencio.
—¡Se te borró la sonrisa...! —cantó uno de los chicos.
—¡Silencio, Delgriel! —interrumpió el Gran Mago.
—¿Hola? ¡¿Hola?! —insistió Michael.
—Lo siento, Craig está durmiendo.
—¿No puedes despertarlo?
—La verdad es que tomó medicamentos y será difícil en este momento.
—¿Le pasó algo?
—Nada grave, él está bien. En cuanto despierte le diré que lo llamaste.
—¿Quién eres? ¿Eres amigo de Craig?
—Algo así.
—Dile que llame al Gran Mago, no a mí. No le digas que yo llamé, gracias —dijo cortando la llamada.
Tweek dejó el celular a su lado.
—¡Qué montón de nerds! —comentó retomando la lectura, pero pronto se quedó pensativo— Espera, ¿Craig era uno de ellos? No, no creo... Aunque... Se supone que Michael era su mejor amigo y estaba ahí... Lo llamaron con un nombre extraño como los otros... ¿Feldspar?
Craig se acomodó de la lado en su cama, comenzando a despertar y Tweek se acercó a sentarse en el suelo, junto a la cama, mirando a Craig.
Un poco desorientado miró a Tweek y este tomó su mano.
—Oye, Feldspar —susurró.
—¿Qué? —respondió cerrando sus ojos, adormilado.
—¿Qué eres?
—Un pícaro semielfo.
Tweek notó que Craig estaba bajo el efecto del fuerte medicamento.
—¿Quién es el Tiflin Ga?
—Michael.
—¿Te gusta Michael? —preguntó un poco nervioso.
—No, me gusta Tweek.
Tweek respiró aliviado y continuó.
—¿Te gusta alguien más?
—No.
—¿De verdad te gustó el llavero que Tweek te regaló?
—No, para nada —dijo riendo torpemente.
—¿Te gusta cómo te lo chupa Tweek? —susurró evitando reír.
—Me encanta.
—¿Te gusta verlo luchar?
—Sí, me calienta verlo así.
Tweek rio en silencio, cubriendo su boca.
—¿Qué no te gusta de Tweek?
—Me hace sentir inseguro.
—¿Por qué?
—Me da miedo que me deje.
Tweek se levantó y se acostó junto a él, acomodándose sobre su pecho.
—Eso no va a pasar —susurró abrazándolo con fuerza.
—No confío en Noah —murmuró volteándose a abrazarlo.
—Noah solo es su amigo.
—No sé.
Tweek suspiró fastidiado y se volteó, dándole la espalda.
—¿Sabes, Craig? Yo creo que Tweek te quiere más de lo que te imaginas, pero si sigues así, él se va a enojar de verdad.
—Ya sé.
Craig se apoyó sobre la cabeza de Tweek.
—Hueles como Tweek.
—¿A qué huele?
—A galletas.
—¿En serio? —preguntó oliéndose el antebrazo, confuso.
Craig comenzó a roncar mientras Tweek se olía en diferentes partes y su ropa.
—Yo no huelo nada —comentó antes de acomodarse a dormir—. Aunque tú hueles como a pan... Cuando está recién horneado... Aah, un pancito con jamón y queso... Ya me dio hambre.
Tweek se quedó dormido junto a Craig, aunque este despertó por completo luego de un par de horas y al ver a Tweek a su lado, se levantó a poner el seguro en su puerta y se montó sobre él, despertándolo con besos en el cuello.
—Ojalá pudiera despertar así todos los días —dijo abrazando a Craig— ¿Y tu brazo? ¿Te duele?
—No tanto, pero aún se siente raro.
Craig se acomodó a su lado, abrazándolo y Tweek se volteó, mirándolo a los ojos.
—Craig, no te vayas a enojar.
—¿Qué hiciste? —preguntó con una expresión seria.
—¡Nada! Es solo que, cuando estabas durmiendo, te llamaron por teléfono... Feldspar.
Craig soltó de inmediato a Tweek y se incorporó, sentándose a la orilla de su cama.
—¿Contestaste?
—Sí, insistieron muchísimo —dijo abrazando por la espalda a Craig—. Quieren que los llames.
—¿Quién llamó?
—El Gran Mago no sé qué, un paladín, alguien con nombre como un estornudo y Michael.
—¿Michael? ¿Él llamó?
—Sí, pero me pidió que no te dijera —dijo apoyando su cabeza en la espalda de Craig— ¿Ya te perdonó?
—No hemos hablado, pero si te pidió que no me dijeras, es porque sigue molesto.
—Deberías llamarlos, parecía una emergencia.
—No, luego los llamo.
—Craig, ¿por qué te dicen Feldspar?
Craig suspiró profundo.
—¿Prometes no reírte?
—Si me vas a hablar como ellos, no, no te lo prometo.
—¿Como ellos? ¿Hablaste con todos? —preguntó revisando sus llamadas.
—Como puedes ver, insistieron bastante. Incluso uno de ellos me insultó... creo... parece... ¡No sé! Me dijo algo como zuru... zuru...
—¿Zurumbático?
—¡Sí! Y después me dijo gaspi... no, gaspani...
—¿Gaznápiro?
—¡Sí! ¿Qué significan?
—Zurumbático es una persona un poco, ¿cómo decirlo? Alguien que está confundido o atontado, quiso decirte que eres estúpido porque no entendiste algo y gaznápiro, es similar a palurdo, es como llamarte ignorante.
—¿Y no pueden solo decirlo como personas normales?
—Jaja. Ellos se lo toman muy en serio. La cosa es que, antes de mudarnos aquí... Jugaba juegos de rol.
—¿Y eso es malo?
—No, pero es una parte de mi vida que quise dejar atrás. Quería ser normal, pero ahora me doy cuenta que nunca lo seré.
—Eres una persona normal, Craig, solo eres un nerd, un lindo nerd.
—No quería que nadie supiera, no quiero seguir siendo así.
—No tiene nada de malo —dijo poniéndose de pie, frente a Craig—. ¿Sabes? Yo también sé jugar juegos de rol.
—¿Ah sí?
—¡Claro! Solo observa. —Tweek salió de la habitación.
Entró nuevamente, a paso rápido, puso el seguro y se fue frente a Craig, quién lo miraba sin comprender lo que hacía.
—Soy Marco... Antonio... Marco Antonio Eduardo, su doctor, veo que le duele el brazo. —Tweek se desabrochó el pantalón— Quítese la ropa.
—No, no —dijo entre risas—, no esa clase de juegos de rol.
—Quítatela igual.
—Los médicos dijeron que no me esforzara, lo siento.
—¿No escuchaste que también soy doctor?
—Jaja. No, Tweek, pasemos por esta vez, me duele aún.
Tweek se acostó en la cama, apoyando su cabeza sobre sus manos, mirando a Craig.
—Este sábado voy a volver a las luchas, en el otro pueblo.
—¿Estás seguro de regresar?
—No, pero quiero intentarlo, Noah dijo que Spiderman se está robando todo el espectáculo.
—Si quieres hacerlo, ahí estaré.
Tweek estiró sus brazos, en señal de que Craig se acostara a su lado, pero en ese momento, Craig recibió una llamada.
—¿Son los nerds? —preguntó Tweek.
—Sí, es el Gran Mago.
—¿Puedes ponerlo en altavoz? ¡Quiero escuchar! —dijo sentándose en la cama.
—¿De verdad quieres conocer esa parte de mí?
—¡Sí! —respondió emocionado.
—Pero no digas nada.
Craig respondió, poniendo el altavoz.
—¡¿Eres el zopenco?! —preguntó el Gran Mago, molesto.
—¡Oye, eso sí lo entendí! —gritó Tweek, molesto.
Craig se montó sobre Tweek y le cubrió la boca con su mano, dejando el celular a su lado.
—Ignora al cenutrio, Gran Mago, soy Feldspar.
Tweek frunció el ceño mientras Craig reía, cubriéndole la boca.
—¡Finalmente, Feldspar!
—¿Por qué osan perturbar mi eterno descanso? Les recuerdo que fui ejecutado en el Bosque de Los Elfos.
—Efectivamente, tu ejecución fue llevada a cabo cuando los hongos chillones anunciaron el alba.
—¿Entonces? ¿He sufrido una transfiguración?
—Esa es nuestra interrogante. Delgriel, en el Bosque de Los Elfos, recordó que tu espectro debería estar ahí.
—¿Espectro? ¡Claro que no! Sería un fantasma.
—¡Te lo dije! —reclamó O-Xiu!
—¡¿Y para eso tanto drama?! —reclamó Tweek, haciendo su cabeza a un lado.
—¿Quién es ese...? —preguntó el Gran Mago.
—¡No vuelvas a insultarlo! —Craig le cubrió la boca—. Es... mi serendipia.
—¡¿Tu qué?! —gritó el paladín Delgriel, levantándose de su asiento.
—Él es mi novio.
—Espera, espera, ¿me estás diciendo que me rechazaste, pero te quedaste con alguien así de estúpido?
—Sí —respondió mirando a Tweek a los ojos—. Es lo mejor que pudo pasarme.
—¡¿Es en serio?! ¡Imbécil de mierda! —dijo antes de que se escuchara mucho ruido.
—¡Delgriel! ¡Estás tirando todo! —gritó el Gran Mago.
Craig quitó su mano de la boca de Tweek y se inclinó a besarlo, mientras escuchaban el berrinche del chico y el resto trataba de calmarlo, hasta que Michael tomó el teléfono y se alejó de todos.
—Craig, sé que me estás escuchando... Te extraño.
Craig dirigió su mirada al teléfono, pero no dijo nada.
—Me alegro que encontraras a alguien, aunque sea irritante. Las niñas están bien —dijo cortando la llamada.
—¿Por qué no le hablaste, Craig?
—Lo conozco, si le hablaba, iba a cortar la llamada y no terminaría de decirme lo que quería.
Tweek se sentó sobre la cama, recibiendo una llamada de Francis.
—¿Dónde estás? —preguntó Francis.
—En casa de Craig.
—¿Y te estás divirtiendo?
—Sí, ¿por qué?
—Es que estoy aburrido.
—¿Y qué quieres que haga?
—No sé. —Francis alzó la voz— ¡Llegar por ejemplo! ¡Son las ocho y media!
—¡Mierda! ¡Tengo que irme! —dijo levantándose de la cama, cortando la llamada.
—¿Vas a entrenar?
—¡Sí! Sí, voy a entrenar —dijo acercándose a besarlo en la frente.
—Solo ve con cuidado, recuerda que anda un asesino suelto.
—No tengo intenciones de morir —dijo abriendo la puerta.
—Nadie las tiene.
—No moriré —dijo cerrando la puerta, pero la abrió otra vez—. ¡Y no soy estúpido! Ni lo que sea que dijiste que era.
Chapter 19: La venganza de Tricia
Chapter Text
Tweek corrió al parque, donde lo esperaba Francis.
—¡Ya era hora! —se quejó Francis.
—¡Perdón!
—¡Siempre lo mismo contigo!
—Si ya sabes lo que va a pasar, entonces llámame antes.
Francis le dio una palmada en la cabeza y caminaron a casa de Craig, se escondieron entre unos arbustos, en la acera de enfrente.
—¿Qué crees que esté haciendo Jason? —preguntó Tweek.
—No sé, lo vi por la ventana que salió en cuanto su papá se fue a trabajar.
—¿Crees que esté con alguien? Dijo que el sábado también tenía algo que hacer.
—No sé, ya sabes cómo es.
—¿Y la novia de su papá? ¿Ya viste quién es?
—¡No! Solo sé que tiene un auto, pero no lo he visto, cada vez que he escuchado el motor y me asomo por la ventana, ya no está. Aunque no va muy seguido, supongo que se verán en otro lugar para que Jason no los vea.
—Sí, puede ser.
—¿Por qué tardaste tanto?
—Me distraje. ¡Craig me reconoció como su novio!
—¿Con sus padres? ¿Ya les dijo?
—No, con sus antiguos amigos, les dijo que yo era algo como una nutria y serpentinas, ¡fue tan lindo!
—No suena lindo.
—Es que no fue lo que dijo, pero fue lindo.
—Si tú lo dices.
Esperaron por un par de minutos, hasta que Tricia salió, esta vez por la puerta principal.
—Salió por adelante, no creo que vaya donde se escapa —comentó Tweek, viéndola alejarse.
—Veamos —dijo Francis, poniéndose de pie lentamente.
Ambos la siguieron a paso lento, mientras veían a Tricia, por la acera contraria, vestida completamente de negro, cargando una mochila rosa, decorada con pins de unicornios, vacía, que caminaba a paso rápido y seguro.
Tricia entró por el jardín a la parte trasera de una casa y los chicos se apresuraron a esconderse.
—¿Cartman? ¿En serio? —preguntó Tweek, escondiéndose entre unos arbustos.
—¿Qué tiene de malo? —preguntó Francis, escondiéndose junto a él.
—¿Anda en algo con el gordo?
—Tweek, no se opina del cuerpo ajeno.
—¡Ay por favor! Esta mañana nos dijiste que casi no podías controlar tu pene por Bebe y ¿ahora no se opina del cuerpo ajeno?
—¡Yo no dije eso! Y no opiné, solo... hice una observación. ¡No se opina del cuerpo ajeno, Tweek!
—¡Pero si es gordo! ¿Por qué Tricia se involucraría con semejante...?
—¿Semejante qué? ¡Qué fea tu actitud, Tweek! Entonces, si Craig fuera gordo ¿no estarías con él?
—Pero no lo es.
—Pero ¿y si lo fuera?
—¡Pero no lo es!
—Pero ¿y si sí? Seguiría siendo la misma persona.
—¡Bien! ¿Por qué Tricia se involucraría con Cartman? Es una persona desagradable. —Tweek hizo una pequeña pausa—. Además es gordo.
—¡Tweek!
—Bueno, como sea. ¿No te pareció extraño que iba de negro?
—Quizá para que no la vean entrar. Qué romántico tener una relación secreta, verse a escondidas y darle una pizca de peligro, me encantaría vivir algo así.
—No es tan romántico, cuando Kenny nos descubrió, no fue para nada bonito, sobre todo para Craig.
—Sí, ya nos contaste eso, pero piénsalo, si Craig la descubre, lo va a entender.
—¿Con Cartman? No lo creo.
—Con quien sea, Tweek, amor es amor.
—Pero ¿Cartman? ¿Te olvidas de Heidi Turner? La destruyó.
Escucharon pasos de alguien corriendo y se agacharon, asomándose entre los arbustos, viendo a Dougie que entró a toda prisa por el costado de la casa, también vestido de negro.
—¿Ese era Dougie? —preguntó Tweek.
—Parece que sí. —Francis observó las ventanas del primer y segundo piso—. ¿No te parece extraño que están las luces apagadas?
—Quizá para más romance.
—¿Pero y Dougie?
Karen se acercó caminando a paso rápido, miró a ambos lados y entró corriendo a la casa.
—¿Ahora Karen? —preguntó Francis— ¿Qué crees que harán?
—¿Una orgía?
—No seas idiota.
En el segundo piso, vieron el brillo de linternas moverse dentro de la habitación por casi diez minutos y luego en el primer piso.
En ese momento, se estacionó un taxi frente a la casa de Cartman y este se bajó junto a su madre.
—¡¿No estaban?! —dijo Francis poniéndose de pie.
—¡Francis! —Tweek lo jaló al piso—. ¡Baja la voz!
—¿Entraron a robar?
—¡No sé! Cállate.
Los tres salieron por la puerta trasera, esperaron a que Cartman y su madre entraran y corrieron a toda prisa, cada uno en dirección a su casa, mientras ambos la siguieron y se escondieron en el arbusto, luego de que Tricia entrara.
—¿La viste? —preguntó Francis—. Llevaba la mochila llena. Deberías decirle a Craig.
—No creo que hayan ido a robar.
—¿Entonces? ¿A qué irían vestidos de negro a una casa donde no había nadie?
—¿Una cena elegante?
Francis lo miró fastidiado y se sentó en el suelo.
—¿Vas a decirle a Craig? Deberías ir a "verlo" y averiguas, yo te espero aquí.
—No, le dije que iba a entrenar.
—Pero dile que terminaste antes.
—¡No! Si cambio mi versión ahora, va a empezar a desconfiar de nuevo. Lo quiero, pero odio que desconfíe tanto.
—Eso es porque se siente inseguro, solo ten paciencia.
—Francis, tú sabes que soy la persona con menos paciencia de este mundo y créeme que la he tenido con él.
—Solo un poco más. Tweek, piénsalo así, cuando tú descubriste que eras gay, tuviste a Noah, Jason y a mí, además te ayudó bastante que estabas en terapia, en cambio, ¿qué tiene Craig? Un amigo homofóbico que jamás lo apoyaría y Tolkien, el único que probablemente lo haría, no lo sabe.
—Ya lo sabe, después de lo que escuchó hoy, Craig no pudo seguir negándolo, además le dijo que ya lo sabía, se enteró el mismo día que Kenny, pero estaba esperando a que él le contara.
Francis le dio un golpe de puño en el brazo a Tweek.
—¡¿Y por qué lo supo antes que nosotros?!
—¡Agh! —Tweek le dio un golpe de puño en el brazo— ¡Eso no fue culpa mía!
Francis le cubrió la boca a Tweek con su mano y se agachó lo que más pudo, empujándole la cabeza hacia el suelo, pidiéndole que se quedará en silencio. Esperaron a que pasara una patrulla de policía que iba con la sirena apagada y se asomaron nuevamente.
—¿Irán a casa de Cartman? —preguntó Francis.
—Iré a ver —dijo poniéndose de pie.
Tweek simuló trotar, mientras Francis se quedó esperándolo escondido en el arbusto, vigilando la casa de Craig.
Tricia se asomó por su ventana, vio a ambos lados y la cerró.
Esperó por un par de minutos hasta que volvió Tweek, aún simulando trotar y se agachó junto a Francis.
—¡Estaban en su casa! Cartman estaba llorando y su mamá hablaba con la policía.
—¿Y por qué te viniste?
—No me iba a quedar ahí, ya tengo una multa, no quiero otra por chismoso.
—No te dan multas por eso.
—Eso no lo sé, ni sabía que daban multas por expresar amor.
—Abrazarse es expresar amor, ustedes estaban apareándose en la vía pública.
—Jaja. Ya quisieras haber estado ahí para vernos.
—¡Claro que no! Pero a lo que vinimos. Tricia se asomó por la ventana hace poco, creo que va a salir de nuevo.
Tricia salió por la ventana del estudio y caminó a paso rápido en dirección a la escuela, aún vestida de negro y cargando la abultada mochila.
Ambos la siguieron por la acera contraria, pero Tricia poco a poco comenzó a caminar más rápido. Al llegar junto al pequeño bosque, en un movimiento rápido, corrió escabulléndose entre los árboles, hasta que los chicos la perdieron de vista.
—¿Hacia dónde fue? —susurró Tweek, mientras la buscaban.
—Creo que ya la perdimos.
—Devolvámonos y la esperamos cuando salga de aquí.
Al darse la vuelta, Tricia los miraba de brazos cruzados, frunciendo el ceño, provocando un sobresalto en ambos.
—¿Por qué me están siguiendo?
—¿Nosotros? —preguntó Francis, agudizando su voz.
—Ya sabe, no es tonta —dijo Tweek—. Tricia, ¿en qué andas?
—Eso no le importa a ninguno de los dos.
—Me preocupas.
—Tweek, me agradas, pero no necesitas preocuparte por mí.
—¿Entraste a robar? —preguntó Francis—. La policía estaba en casa de Cartman.
—Sí, entré a robar, ahora váyanse.
Tricia caminó saliendo del bosque, seguida de los chicos.
—No te creo —dijo Tweek.
—Ese es tu problema.
—¿Qué llevas en la mochila?
—Lo que robé en casa de Cartman.
—¿Para qué?
—Para vengarme.
—¿Vengarte? ¿Por qué?
—Ese tampoco es tu problema.
—¿Y tus amigos? —preguntó Francis.
—No tienen por dónde escaparse.
—¿Adónde vas? —preguntó Tweek.
—¡Dejen de seguirme!
—¿Podemos acompañarte?
—A ver si pueden —dijo corriendo de inmediato.
La siguieron mientras continuaban haciendo preguntas, aunque no obtuvieron respuestas y se detuvieron junto a Tricia en la parte trasera de la escuela.
Tweek rio con las manos sobre sus caderas.
—¡Já! No puedes entrar sin ayuda, Tricia.
Tricia lanzó su mochila dentro de la escuela, se volteó a ver a Tweek y le sonrió.
Dio unos pasos atrás para tomar impulso y corrió escalando la pared hasta llegar a la ventana, se impulsó para entrar, se volteó a mostrarles el dedo medio y saltó dentro del baño.
—Maldita. Yo no puedo hacer eso —comentó Tweek.
—Creo que alguien debe mejorar su entrenamiento —comentó Francis, palmeándole el hombro.
—Ayúdame a entrar—dijo acercándose a la pared.
—No, Tweek, no quiero meterme en problemas.
—¡Oh, vamos! ¿Hace cuánto que no hacemos algo juntos?
—Sí, pero...
—Sabes que quieres. A pesar de todo, disfrutas esto tanto como Jason y yo.
Francis miró a su alrededor y entrelazó sus manos para subir a Tweek. En cuanto este se impulsó, se sentó en el marco y le extendió la mano a Francis.
—¿De verdad vamos a entrar? —preguntó Francis.
—¡Sí, sube ya! —dijo extendiéndole la mano para ayudarlo a subir.
—Pero ¿y si nos sorprenden?
—¡Ven! —dijo apurándolo con su mano— ¡El que tenga miedo de nacer, que no muera!
—¿Qué?
—¡Solo sube!
Francis miró a su alrededor y tomó la mano de Tweek, escalando con sus pies hasta llegar a la ventana.
Adentro, Tricia los esperaba a la entrada del baño.
—¿Ves como sí pudimos? —susurró Tweek, llegando junto a Tricia.
Se escabulleron al salón de clases y cerraron la puerta. Tricia sacó una pequeña linterna de su mochila y se la dio a Tweek para que alumbrara la mesa del profesor, mientras ella se ponía un par de guantes.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Francis.
Tricia sacaba varios peluches y una muñeca de su mochila.
—¿Sabían que el gordo tenía todo esto en una caja dentro de su armario? Y un diario —dijo sacando finalmente un cuchillo, tijera y dos latas de pintura roja en spray.
—Recuerdo este —dijo Francis tomando un peluche—. Este es la rana Clyde.
—Oh, sí —dijo Tweek, tomando una muñeca—. Esta es Polly no sé cuánto.
—Los llevaba a preescolar. —Francis tomó un peluche de un panda—. Este creo que era el Panda Peter.
—Yo no los tocaría —dijo Tricia—. Se masturba con ellos.
Ambos soltaron de inmediato los muñecos.
—¡Qué asco! —dijo Francis, limpiando sus manos sobre su ropa.
—Ten, ayúdame —dijo entregándole la tijera a Tweek.
—¿Qué hago?
—Rómpelos —dijo cortando la cabeza de la rana—. Espera, ¿por qué se llama Clyde?
—Era de un programa de televisión, El show de la Rana Clyde —explicó Francis.
—Ah, bueno. Rompe todo.
—¿Qué te hizo? —preguntó Tweek, cortando algunos peluches.
—Solo hazlo. Sin preguntas.
—¿Qué vas a hacer con la pintura? —preguntó Francis, tomando la lata.
—Voy a escribir algo por ahí.
—¿Puedo hacerlo yo? Mientras ustedes cortan.
—Escribe: "Cartman se masturba con sus peluches", en todos los lugares que puedas.
Francis salió del salón, con una lata de pintura, dejando otra para Tricia.
—¿No vas a decirme? —preguntó Tweek mientras cortaba el vestido de la muñeca—. Si te hizo algo, solo dime.
—No me ha hecho nada.
—¿Entonces es por alguien más?
—No quiero preguntas, y no le digas nada a Craig.
—¿Es por un chico?
—¿Te has enamorado, Tweek?
—No sé. ¿Tú sí?
—No, pero nadie toca lo mío.
—¿Eres feliz con él?
—Sí —dijo dejando el cuchillo sobre la mesa—. Él llegó en el momento perfecto y, digamos que me salvó.
—Entonces continúa.
—Tweek, no puedo decirte, pero —Tricia tomó el cuchillo y continuó—, sé qué harías lo mismo si alguien se metiera con Craig, ¿o no?
—No precisamente esto, pero sí lo defendería de alguna forma.
—¿Y qué hubieras hecho?
—No sé, dependería del momento y la persona que se metiera con él. Pero esta es tu venganza, no la mía, será como tú quieras.
—¿Sabías que Craig hizo esto mismo cuando niños? En el orfanato teníamos muy pocos juguetes y un día, se enojó y rompió todos los de un niño, solo porque empujó a Michael.
—¿Eran muy amigos?
—Sí, no muchos le hablaban a Craig allá, lo molestaban y él siempre se escondía en espacios pequeños, bajo las camas o muebles, supongo que se siente seguro ahí. Eso hasta que llegó Michael y le pegó a todos los que se metían con Craig, él tiene muy mal carácter, es agradable, pero cuando se enoja...
—Sí, hoy lo llamó y contesté yo. Craig estaba durmiendo, quizá los molesté y llamó un poco molesto.
—¿Habló con Craig?
—No, Craig no quiso hablarle porque dijo que seguía enojado.
—Michael es así.
Ambos terminaron de romper todo y lo dejaron sobre el asiento de Cartman, tomó la lata de pintura y escribió sobre el pizarrón: "Tengo tu diario".
Tricia guardó la tijera y cuchillo y salió junto a Tweek, encontrándose en el camino con Francis.
—¿Lo hiciste? —preguntó Tricia.
—Sí, lo escribí en medio del patio y en varias paredes —dijo entregándole la lata vacía.
Se dirigieron a los baños de hombres para salir, pero Tweek los detuvo.
—Esperen, acompáñenme —dijo guiándolos hasta los vestidores.
—Tweek, nada más, nos van a sorprender —dijo Francis.
—No, no es eso, nuestro escondite... Francis, este es nuestro último año, Tricia es la indicada para heredarlo.
—Pero todavía no, será nuestro hasta el final.
—¿Escondite de qué? —preguntó Tricia.
Al entrar a los vestidores, Tweek se apresuró a llegar junto a los casilleros.
—Eres la indicada —dijo tomándole el hombro.
Francis entrelazó sus manos para impulsar a Tweek y Tricia sobre los casilleros y Tweek le extendió la mano a Francis.
—Este lugar guarda todos nuestros secretos —dijo Tweek, removiendo una parte del techo.
Los tres se asomaron en el entretecho, donde había una caja con bombas de humo caseras, encendedores, cigarrillos, fuegos artificiales, un cambio de ropa de cada uno, una bandeja con huevos, harina, bombas de agua, la botella con el líquido inflamable de Jason y Tweek, lavavajillas, latas de pintura y otras en spray, un frasco con un líquido viscoso, latas de cerveza vacías, un par de botellas de ron a medio beber, un poco de dinero y naranjas.
—¿Esto qué es? —preguntó Tricia tomando el frasco con el líquido viscoso.
—Era un yogurt con avena.
—¿Puedo decirle a Dougie y Karen?
—Si quieres.
—Será tuyo cuando nos vayamos —insistió Francis—. Esto es nuestro hasta el final.
—Sí, ya entendí —dijo Tricia.
—Esos huevos, ya van a cumplir un año ahí —dijo Tweek.
Francis abrió la botella de ron y bebió un poco.
—Hace mucho que no bebía ron —dijo ofreciéndole la botella a Tweek.
—Jaja. Mi mamá se enojó tanto —comentó bebiendo un poco.
—¿Puedo? —preguntó Tricia.
—No —dijo Tweek, devolviendo la botella a su lugar.
—Entiendo las naranjas, pero ¿el lavavajillas para qué? —preguntó Tricia.
—Cuando llueve, solo pones un poco en el suelo y te sientas a ver cómo la gente se cae —respondió Francis.
—O te da horas de diversión para deslizarte por el patio —dijo Tweek.
—Las naranjas son de Jason, le gustan —explicó Francis.
—¿Por eso las tienen? Pensé que era porque son inflamables.
—¿Las naranjas son inflamables? —preguntó Tweek.
—Sí, ¿no sabían?
—No es cierto —dijo Francis.
—¿Cómo no van a saber eso? Vamos, afuera les muestro.
Tricia tomó una naranja y un encendedor, bajaron de los casilleros luego de cerrar el escondite secreto y se apresuraron a salir por la ventana.
Ya afuera de la escuela, los tres se sentaron en el suelo y Tricia quitó un trozo de cáscara a la naranja.
—Esto tiene pequeños depósitos de un aceite, se llama limoneno —dijo exprimiendo la cáscara, lanzando el líquido a la llama del encendedor.
—¡No lo creo! —dijo Tweek, maravillado, viendo la llamarada de cortos segundos—. ¡Mañana le muestro esto a Jason!
—También sirve la cáscara de limón.
—Genial, otra estúpida idea —comentó Francis.
Tricia se levantó, entregándole el encendedor y la naranja a Tweek.
—Gracias —dijo comenzando a caminar.
Francis se apresuró a caminar junto a Tricia, seguido de Tweek, que caminaba distraído, a paso lento, exprimiendo cáscaras de naranja a la llama del encendedor.
—Espera, no te vayas sola, ¿no escuchaste que anda un asesino?
—Sí, pero no creo que sea un asesino. La apuñalaron en los hombros, así que yo creo que no tenían intenciones de matarla.
—Buen punto. Tricia, debo reconocer que eres bastante lista, pero fijarte en Jason no fue tu mejor opción.
—Jason... cierto... ¿Cómo está él? —preguntó fingiendo interés.
—Olvídalo, él no es para ti.
—¿Y para ti sí?
—¿Para mí? ¡No somos gays! —reclamó deteniéndose.
—¿No? —preguntó deteniéndose junto a él.
—¡No!
—¿Me estás hablando en serio?
—¡Sí! Siempre creen lo mismo, pero no somos gays. ¿Verdad, Tweek? —preguntó volteándose a verlo más atrás.
Tweek continuaba jugando con las cáscaras, sin prestar atención.
—Bueno, como sea, no somos gays —dijo comenzando a caminar.
—¿Estás seguro?
—Sí, seguro. ¿Qué te hace pensar que lo somos?
—Bueno, contigo tengo la duda, pero Jason, cuando se para, hace eso con su pie, ya sabes —Tricia se detuvo, imitando la postura que solía adoptar Jason, metiendo sus manos a sus bolsillos y levantando un pie, apoyando la punta delantera en el suelo—. Siempre hace esto.
—¿Y eso lo hace ver gay?
—Es que, siempre están juntos, se para así y usa maquillaje. ¿Qué quieres que piense? —dijo comenzando a caminar.
—Bueno, lo del maquillaje te lo cedo, pero solo lo usa en sus ojos, según él para "verse más rudo".
—Jaja. Pues no funciona, pero se le ve bien, va con su estilo.
Al llegar frente a su casa, Tricia se despidió de ambos y entró por la ventana del estudio hasta su habitación.
Francis esperó a Tweek, que continuaba con las naranjas y comenzó a caminar junto a él.
—¿Tienes alguna cerveza en tu casa? —preguntó Francis.
—...
—¡Tweek!
—...
Francis, fastidiado, le arrebató la naranja y la lanzó lejos.
—¡Mi naranja! —reclamó Tweek, viéndola rodar por la calle.
—Te pregunté si tienes cervezas.
—¿Ahora? Es lunes. Oye, ¿y por qué te vienes por acá? Pasamos la calle a tu casa hace rato.
—Me voy a quedar en tu casa.
—¿Qué? Pero no avisé.
—Querías que inventara algo y eso hice.
—Bueno, no creo que mi mamá se enoje.
Ambos caminaron a casa de Tweek y se durmieron ansiosos, mientras comentaban todo lo sucedido y le enviaron un mensaje a Jason para que llegara temprano.
Al día siguiente, Francis se fue junto a Tweek a la escuela, procuraron llegar temprano para ver la reacción de Cartman.
En la escuela, poco a poco comenzaron a llegar los alumnos, viendo el montón de peluches rotos sobre el asiento de Cartman, comentándolo entre ellos.
—¿Qué hicieron? —susurró Jason al llegar.
—Luego te cuento —susurró Francis.
—¿Qué hiciste ayer, Jason? —preguntó Tweek.
—Lo mismo que haré hoy.
—¿Adónde vas? —preguntó Francis.
—Ya te dije, no te diré nada.
—Apuesto a que anda buscando una cita en algún asilo de ancianos —comentó Tweek a Francis entre risas.
—Piensen lo que quieran.
Clyde, al entrar, vio todo el desastre y se fue a su asiento, sacando su celular para contarle a Tolkien.
En ese momento, Craig entró mirando el pizarrón, vio el desastre mientras se quitaba su mochila y dirigió su mirada a Tweek, entrecerrando sus ojos y este negó con la cabeza, levantando sus manos.
—¡Tolkien se lo perdió! —dijo Clyde, distrayendo a Craig—. Se enferma justo cuando tú te atoras y ahora esto.
—Jaja. Pobre —dijo sentándose—. Pero ¿no crees que se les pasó la mano?
—Cartman es desagradable, lo que pasa es que no lo conoces.
—La verdad es que Kenny y sus amigos no me interesan.
—¿Annie tampoco?
—Ya te acordaste —comentó sacando un Chupa Chups—. No, Annie tampoco.
—Bueno, te dije que no te iba a insistir más con ella.
Kenny entró corriendo junto a Kyle y Stan, viendo el desastre y Kyle, molesto, se dirigió a todos.
—¡Esto que hicieron, fue bastante cruel!
—¡Se lo merece! —dijo Scott Malkinson, con su característico seseo.
—¡Claro que no! Esto es bullying y nadie se merece pasar por eso. ¿Saben lo que puede provocar en alguien algo así? Esto es...
—¡Ya cállate! —interrumpió Scott—. Ve a darle tu discurso a Tweek, seguro que él fue.
—¿Y quién te dijo que fue Tweek? —dijo Jason—. Cartman se mete con todos, sobre todo contigo, pudiste ser tú.
—¡Sí! —reclamó Tweek— Apuesto a que fuiste tú y quieres culparme a mí. ¿Cuándo le he hecho algo a Cartman?
—Tweek nunca ha molestado a nadie —agregó Francis—. ¡Yo también creo que fuiste tú!
Pronto, varios alumnos comenzaron a culparlo y este salió del salón de clases, dando un portazo.
—Listo, problema resuelto —dijo Jason.
—Pero pobrecito —dijo Francis.
—¿Y qué va a hacer? No puede vengarse —dijo Tweek, riendo a carcajadas con Jason.
—¿Por qué no?
—Ya sabes, tiene diabetes y la venganza es dulce —respondió Jason.
—Qué malos son —dijo entre risas.
Mientras Kyle recogía todo y lo guardaba en su mochila, entró Cartman, viendo el escrito en el pizarrón y se dirigió a su asiento en silencio, avergonzado, escuchando la risa disimulada de algunos, viendo a Kyle que terminaba de guardar los pedazos.
El profesor, al entrar, regañó a todos y les dio un discurso sobre el bullying durante toda la hora de clases, mientras el conserje borraba lo escrito en el pizarrón, hasta que el timbre del receso sonó.
Craig se quedó en el salón con Clyde, mientras Francis, Jason y Tweek salieron tras Cartman y el resto, observándolos a lo lejos, mientras le contaban todo a Jason.
—Tienes que aceptar que en algún momento iba a pasar algo así —dijo Kenny.
—¡Cállate, Kenny! ¡No quiero hablar de eso!
Tricia pasó junto a Cartman, llamándole la atención con su mano, le mostró la cubierta de su diario y le indicó con la cabeza que la siguiera, entrando a los vestidores y Tricia puso el seguro.
—¿Crees que le tengo miedo a una niñita? —preguntó Cartman, acercándose a ella de forma desafiante.
—Eso fue solo el principio.
—Dámelo —dijo extendiéndole la mano.
—¿Crees que soy estúpida? —dijo entregándole la cubierta—. El resto se queda conmigo.
—¿Sabías que puedo acusarte de robo?
—¿Sabías que puedo repartir copias de tu diario a todos? Y supongo que no quieres que se enteren de todas las mierdas que escribiste ahí. O mejor aún, le entrego una copia a la policía y vemos a quién condenan por más tiempo, a mí por robar unos peluches o a ti por matar a tu papá.
—¡Era un niño! ¡Todos saben que fue un accidente!
—En tu diario parece un accidente muy bien planeado.
Cartman se quedó en silencio.
—Deja en paz a Clyde —amenazó, abriendo la puerta—. Si vuelves a molestarlo, esto se pondrá peor.
Tricia salió del vestidor, dirigiéndose a reunirse con sus amigos.
Cartman salió a reunirse con sus amigos y decidió no decirles nada.
Los chicos los vieron salir.
—¿Crees que la acuse? —preguntó Francis.
—No, mira su cara, ese ya no se va a meter con nadie —dijo Tweek.
—Me agrada la niñita —comentó Jason.
—¡Ni lo pienses! —advirtió Tweek.
—¡Ya te dije que no! Le faltan años para ser de mi interés.
—Asqueroso —comentó Francis, cruzándose de brazos.
—Lo dice el que se calienta con mangas.
—¡Ya! —dijo Tweek, tomando el brazo de ambos, jalándolos a los vestidores—. Anoche me quedé con ganas de más. Un poquito de ron para celebrar.
—¿Celebrar qué? —preguntó Francis.
—Que tengo algo increíble que mostrarle a Jason.
—Aquí vamos con las estupideces de nuevo —comentó entrando junto a los chicos.
Chapter 20: La furia de Tweek... y Clyde... y Craig
Chapter Text
El sábado por la tarde, Tricia se reunió con Clyde en el cine.
—¿Te vas a ir en cuanto termine la película? —preguntó Tricia, mientras hacían la fila, tras él, apoyándose en su espalda.
—Sí, voy a salir con Tolkien. ¿Sabes adónde va a ir Craig? No quiso ir con nosotros.
—Ni idea. —Tricia lo abrazó por la cintura, apoyando su cabeza junto a la de Clyde—. En la noche voy a ir a tu casa, tenemos que hablar.
—¿Sobre qué? —preguntó exaltado, tomando las manos de Tricia.
—Sobre Jason, no era lo que pensábamos, cambio de planes.
—¿A qué te refieres?
—Luego, en la noche.
—Quizá regrese tarde.
—Entonces mañana. ¿Qué pensaste que era?
—Pensé que me ibas a terminar.
Tricia le dio una mordida en el cuello.
—No tengo intenciones de dejarte todavía.
—¿Todavía? —preguntó sobando su cuello.
—Sí, todavía, ya te lo dije, hasta que vea un cambio, todas hablan muy mal de ti.
—Tricia, desde ese día que empezó todo esto que no he vuelto a ver a nadie, pregúntale a Craig.
—Lo sé, tranquilo —dijo besando la marca de la mordida.
La fila avanzó y mientras elegían los asientos, Tricia se acercó a hablarle en voz baja.
—¿Y si nos sentamos hasta el final? —preguntó con una sonrisa traviesa.
—¿Al final? ¿Para qué?
Tricia lo miró molesta.
—¿Es en serio? —preguntó frunciendo el ceño.
—Uso gafas —dijo señalándolas—. No voy a ver bien tan lejos de la pantalla.
—¡¿En serio, Clyde?!
—¡Sí! No veo bien.
Tricia se volteó y se fue a hacer la fila para entregar los boletos.
—¡Elige los que quieras! —gritó de camino.
—¡¿Y por qué te enojas?!
—Ay, amigo... —comentó el chico del mostrador, negando con su cabeza.
—¿Qué? Pero ¿por qué se enojó?
—Solo elige los asientos.
Al llegar junto a Tricia, se quedó de pie tras ella.
—¿Estás enojada?
—No, Clyde, olvídalo.
—Pero ¿por qué te enojaste?
—Nada, olvídalo. —Tricia lo abrazó—. Tienes suerte de ser lindo.
Tricia lo soltó y avanzó en la fila, mientras Clyde se quedó viéndola avanzar.
—"¿Se enojó porque uso gafas?" —pensó antes de entrar junto a ella.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, Francis, en su habitación, se cambiaba su ropa de mala gana, cuando su madre abrió la puerta de golpe.
—¡No entres así! —reclamó cubriéndose con la ropa que se había quitado.
—¡Apúrate, Francis!
—¡Pero no quiero ir! ¡Solo me siento a verlas beber café y conversar!
—¡Un buen hijo acompaña a su madre!
—¡Me aburro allá! ¡Quiero estar con mis amigos, no con un montón de viejas!
—¡¿Con cuál?! ¡¿Con Tweek para que te meta en problemas como siempre?! ¡¿O con Jason para que se vayan a emborrachar?!
—Ah, ya vas a empezar —comentó poniéndose su camisa.
—¡No me hables así, Francis!
—¡Solo nos emborrachamos una vez!
—¡Siempre que sales con ellos regresas oliendo a alcohol!
—¡No es cierto!
—¡Deberías pensar en tus estudios, no en andar bebiendo!
Francis se terminó de vestir y guardó su celular.
—¡Bien! ¡Estoy listo! —Pasó junto a su madre, saliendo de la habitación—. ¡Ya vámonos!
—¡Siempre es lo mismo contigo! —reclamó caminando tras Francis—. ¡Ah, pero si fuera para ir a emborracharte, ahí sales corriendo!
—¡¿Y por qué tengo que ir?! ¡Eres la única que va con su hijo! —Francis se dirigió a su padre, que veía televisión, sentado en el sofá—. ¡Papá, dile algo!
—¡Tú no digas nada! —interrumpió su madre— ¡Francis tiene que acompañarme y se acabó!
Francis abrió la puerta de golpe y salió de casa, en silencio, mientras escuchaba a su madre regañarlo durante el camino a su reunión.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Luego de salir del cine y acompañar a Tricia a casa, Clyde esperaba a Tolkien, que llegó a buscarlo con el chofer de su papá y los dejó en su destino.
Tolkien bajó del auto y se dirigió a abrir la puerta del lado de Clyde, mientras este esperaba en su asiento.
—Yo te aviso para que nos vengas a buscar —dijo Tolkien al chofer, extendiéndole la mano a Clyde para ayudarlo a bajar del auto.
—Ay, me siento una chica linda —dijo tomando la mano de Tolkien.
—Jaja. No te vayas a caer de nuevo, idiota.
Tolkien cerró la puerta y soltó la mano de Clyde.
—¡Que horrible lugar! —dijo Clyde, poniéndose sus gafas y luego las guardó—. Había pensado en un estadio o algo así.
—Son clandestinas, ¿qué esperabas? —dijo Tolkien, viendo a su alrededor.
—Algo más grande.
—Por dentro es diferente.
—Bueno, no me puedo quejar, tú pagas —dijo antes de tropezar y caer de rodillas.
—Como siempre —dijo extendiéndole la mano, ayudándolo a levantarse.
—¡No veo! —reclamó sujetando la sudadera de Tolkien, mientras lo seguía de camino a la fila.
—Ponte tus gafas —dijo llegando a la fila—. Es la tercera vez que te caes desde que salimos, ¡y vinimos en auto!
—Ya te dije que no las voy a usar más. —Clyde chocó con la espalda de Tolkien—. Solo debo acostumbrarme.
—No es costumbre, idiota, las necesitas.
—Siento que me hacen ver feo.
Tolkien se volteó a verlo, mientras Clyde trataba de ver el lugar, arrugando su nariz y abriendo la boca.
—¿Tienes idea de cómo te ves tratando de enfocar tu vista?
—No me importa, no las voy a usar más.
—¿A qué viene esto ahora?
—Solo no las quiero usar.
Tolkien miraba a su alrededor a ratos mientras conversaba.
—¿Buscas a alguien? —preguntó Clyde, poniéndose sus gafas, buscando con la mirada a su alrededor.
—¿Y a quién estás buscando? —preguntó entre risas—. Si no sabes a quién busco.
—¡No sé! —dijo quitándoselas.
Tolkien rio y cambió de tema, tratando de desviar su atención.
—Dicen que remodelaron este lugar, hace mucho que no venía por aquí.
—¿Por qué no fuimos a las luchas del pueblo?
—Ya no quiero ir a esas, me aburrieron.
—¿Y no son lo mismo?
—Sí, pero no quiero ir a las de allá.
Tolkien trataba de ver entre la gente los carteles con las fotografías de los luchadores dentro del recinto, pero estaban muy lejos aún.
—"Solo espero que Tweek no luche aquí también" —pensó Tolkien.
Clyde miró a su alrededor y un chico a unos pocos metros de ellos llamó su atención.
—¿Ese de ahí es Craig? —preguntó poniéndose sus gafas.
—¿Dónde? —Tolkien vio a su alrededor, alarmado.
—Allá, junto a ese árbol. ¡Oye, Craig! —gritó Clyde, moviendo sus brazos para llamar su atención.
Craig hablaba con su madre por teléfono.
—¡Craig! —insistió Clyde.
Al cortar la llamada, miró a su alrededor.
—¡Craig, por acá!
—Mierda, debe ser una broma —murmuró viendo a Clyde.
Craig caminó hacia ellos.
—¿Qué haces aquí, estúpido? —preguntó Clyde.
—Vine... vine a ver la pelea. Pasaba por acá y... me dio curiosidad. ¿Qué hacen ustedes acá?
—Tolkien me invitó, a él le gustan estas peleas y te iba a invitar a ti, pero cuando te llamó le dijiste que no podías, ¿es porque venías para acá?
—"Mierda, también lucha acá" —pensó Tolkien, viendo a Craig.
—La fila... está avanzando —dijo Craig.
—Está avanzando rápido, ya casi nos toca entrar —comentó Clyde, emocionado.
Los chicos llegaron a la entrada, donde había un guardia, quien les pidió que dejaran sus celulares u objetos cortopunzantes dentro de una caja. Les indicó el camino y se dirigieron hasta una pequeña caseta gris, donde había una mujer que se encargaba del acceso y Tolkien le pidió tres entradas.
—Yo traje para pagar la mía —dijo Craig.
—Tranquilo, de todas formas te iba a invitar antes de que nos rechazaras.
—Si quieres.
—¿Vas a apostar? —preguntó la mujer—. Hoy hay cuatro luchadores, serán luchas de relevo, Platino, mínimo $1.000.000.
—No vas a apostar, ¿o sí? —preguntó Clyde.
—¿Quién es el favorito? —preguntó Tolkien.
—Los cuatro —respondió la mujer.
—¡¿Vas a apostar?! —insistió Clyde.
—Traje la tarjeta de mi papá, solo espero ganar.
—Entonces no lo hagas —dijo Craig.
—¿A quién, Craig? —preguntó Tolkien.
—No quiero esa responsabilidad.
Tolkien miró las pantallas con los luchadores.
—"No veo a Mighty Mask y en las fotos se ven todos de la misma estatura, bueno, sé que no es Bo ni Leatherface" —pensaba golpeando la tarjeta en sus manos.
—A ese, se ve como un semental —dijo Clyde, poniéndose sus gafas, señalando a Bo.
—Clyde —dijo Tolkien, tomando su hombro—, eso es lo más gay que te he escuchado decir en la vida.
—¿Y no lo parece? Craig, ¿no te parece muy macho? —preguntó Clyde, señalando la pantalla.
—Sí, un poco —respondió desviando la mirada.
Luego de apostar, se acomodaron en sus asientos, sentándose Tolkien, Craig en medio y Clyde.
—¿Por qué había uno disfrazado de Spiderman? —preguntó Clyde.
—Usan a personajes para proteger sus identidades —explicó Tolkien—, por eso no puedes entrar con celulares ni cámaras.
—¿Y quiénes eran los otros? No los vi bien.
—¿Por qué estás sin gafas? —preguntó Craig.
—Ya no las voy a usar.
—Cree que va a acostumbrarse —comentó Tolkien.
—Jaja. Las necesitas, idiota —dijo Craig.
—Claro que no.
En tanto, Tweek esperaba junto a Noah en el hall, mientras escuchaban el bullicio de conversaciones y gritos ocasionales del público.
—¡Me encanta escuchar esto! —dijo Tweek.
—No debiste faltar por tanto tiempo.
—Lo necesitaba.
—Hablando de necesidades —dijo Noah, viendo por sobre el hombro de Tweek—. Ahí viene Bo.
—Craig, perdóname —comentó viéndolo acercarse.
—Disimula un poco.
Bo, al llegar, con su mano tomó el mentón de Tweek y le cerró la boca.
—No estás con capucha hoy —dijo entre risas.
—Te atraparon —se burló Noah, riendo.
Tweek aclaró su garganta, acomodando sus gafas.
—¿Qué haces acá? —preguntó Noah.
—La Parka me pidió que viniera. Solo quedan ustedes, ese sujeto la semana pasada se deshizo de Kick-Ass y Xiren, están casi todos suspendidos por Knock Out.
—Menos mal que solo lucha acá.
—Supongo que tendré que ser su pareja, así que vayan despidiéndose de la victoria hoy.
—¿Tanto así? —preguntó Tweek—. Leatherface, ¿por qué no me dijiste?
—No sé —dijo encogiéndose de hombros.
Bo le pidió a ambos que se acercaran a él.
—Hay que deshacerse de él —dijo en voz baja.
—¿Y cómo? —preguntó Noah.
—No sé, pero está arruinando todo, todavía no sé quién es, no he podido verlo.
Bo se cruzó de brazos, pensando por un momento y se dirigió a Tweek.
—¿Puedes venir un momento, Gran Saiyaman? —preguntó alejándose de Noah.
Tweek se acercó en silencio.
—¿Por qué no han ido a pagar la multa?
—Mi novio no sabe cómo decirle a sus padres y sinceramente, yo tampoco sé cómo decirle a los míos.
—Tienen plazo y se está acabando, pero no necesitan ir con sus padres, aunque tienen que ir con un adulto.
—Iremos lo antes posible. —Tweek se acercó a hablarle en voz baja—. Por cierto, ¿no te meterías en problemas si La Parka se entera que eres policía?
—Ya lo sabe, a veces tiene problemas por esto, pero yo y otros que vienen de público nos encargamos de "limpiar" todo.
—¿Hay muchos entre el público?
—Más de los que crees. Por cierto, aún investigamos el caso —Bo le entregó una tarjeta—. Este es mi número personal, si sabes algo, lo que sea, llámame.
Tweek recibió la tarjeta y Noah se acercó, rodeando a Tweek con su brazo.
—Te voy a acusar con tu follamigo.
—Jaja. Soy adulto, hetero y casado —dijo Bo, enseñándole una argolla de matrimonio en su dedo.
—Lo voy a acusar igual.
—No le hagas caso —dijo Tweek—. Ignóralo y va a dejar de joder.
—También ten una tú —dijo dándole una tarjeta a Noah—. En algún momento vas a saber que soy policía.
—Uzziel —leyó Noah en la tarjeta—. ¿Y para qué? ¿Por qué?
En ese momento, Spiderman entró al Hall y se apoyó en la pared, cruzándose de brazos, mirando en dirección a Tweek. Al notarlo, Tweek comenzó a temblar, ignorando lo que le explicaba Bo a Noah y caminó pasando por su lado, directo a su vestidor y se sentó en el diván, en silencio.
Noah lo vio irse de esa manera, se disculpó con Bo y lo siguió.
—¿Qué tienes? —preguntó Noah al entrar.
Tweek se mantenía en silencio, mirando al suelo, frotando sus manos.
—Estás sudando frío —dijo pasando su mano por la frente de Tweek—. ¿Qué tienes? Hace un momento estabas bien.
—Ese chico, Spiderman...
—Es raro, nunca habla con nadie, algunos se acercan a hablarle y no contesta, además, con nadie más se comportó como lo hizo contigo al luchar. Todavía no entiendo por qué no te atacaba, a los otros se lanza a golpearlos en cuanto suena la campana. Yo no he venido a luchar acá porque tú no estabas, pero no te voy a negar que estoy un poco nervioso de que luchemos contra él.
—¿Y si te noquea?
—Le ganas y ya. ¡Deja de imaginar a Vegeta maltratándote!
Tweek se llevó la mano a su pecho, comenzando a sentir dolor.
—¡Gokú! ¡Antes escuchabas a Gokú! —dijo Noah, agachándose frente a Tweek.
—¡No me lo arruines! —dijo con una voz ahogada y la respiración agitada.
—¡No! Piensa como antes.
—¡No me lo arruines!
—¡Escucha a quien quieras! ¡Pero no puedes darte por vencido sin antes intentarlo!
Tweek se levantó del diván, sintiendo que le estaba costando trabajo respirar.
—¡Calma, Tweek! ¡No puedes hacer esto ahora! —Noah lo tomó de sus brazos, remeciéndolo—. ¡No sé qué hacer! ¡Dime qué hago!
Tweek hacía ejercicios de respiración, tratando de controlarse, mirando al suelo.
—¡La enfermera todavía no llega! ¿Quieres agua o algo?
—No —respondió agachándose a sentarse en el suelo.
—¿Jason vino? —preguntó agachándose frente a él.
Tweek negó con su cabeza, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¡Tweek, por favor! ¡No sé qué hacer! —dijo levantándole el rostro con sus manos—. ¿Francis tampoco?
Tweek negó con su cabeza.
—¿Y tu follamigo?
Asintió con la cabeza y Noah lo soltó de inmediato, saliendo del vestidor a toda prisa.
Entre el público, Clyde se quitó la sudadera, dejando ver la marca de la mordida en su cuello y Craig llamó la atención de Tolkien, señalándosela.
—Hace mucho calor aquí adentro —comentó Clyde, viendo a su alrededor.
—¿Qué hiciste por la tarde, Clyde? —preguntó Tolkien.
—Fui al cine —respondió distraído.
—¿Fuiste con un chupacabras? —preguntó Craig.
—No, con Tri... —Clyde se detuvo, volteándose a ver a Craig—. Con Tri... steza.
—¿Con tristeza? —preguntó Tolkien.
—Sí, con tristeza, porque... fui solo, así que estaba triste.
—¿Y quién te mordió? —preguntó Craig.
Clyde se cubrió la marca con su mano, viendo a ambos.
—Mi papá —dijo al instante.
—¿Tu papá? —preguntó Craig, desconcertado.
—Sí, ya saben.
—No, no sabemos, mi papá nunca me ha mordido.
—El mío tampoco —agregó Tolkien.
—E-el mío sí.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, tratando de comprenderlo.
—¿Sabes qué? —dijo Craig— A mí se me hace que alguien te marcó.
—Eso tiene más sentido, por que pensar en tu papá mordiéndote el cuello...
—¿Marcarme? —preguntó bajando su mano—. ¿Para qué?
—Así las demás chicas saben que tienes "dueña" —explicó Tolkien.
—Espera, ¿fuiste al cine con ella? ¿Entonces ya sabe leer? —preguntó Craig.
—¡No va en preescolar!
Los chicos fueron interrumpidos por una melodía corta para llamar la atención del público, seguido de la voz de una mujer que dijo: "Craig Tucker, diríjase a la taquilla de apuestas, por favor".
—Iré a ver —dijo poniéndose de pie, preocupado.
—¿Te acompaño? —preguntó Clyde.
—No, no es necesario, espérenme acá.
Craig se acercaba al lugar, cuando Noah, con su disfraz de Leatherface, lo interceptó en el camino.
—Acompáñame —dijo mientas jalaba del brazo a Craig.
—¿Adónde? ¿Quién eres?
—Supongo que El Gran Saiyaman te comentó que no podemos revelar nuestras identidades —dijo mientras caminaba a paso rápido sin dejar de jalar a Craig por un pasillo—, pero sabes quién soy, estimo muchísimo al Gran Saiyaman y por eso me estoy arriesgando al traerte aquí.
—¿Eres No...?
—Espera —dijo deteniéndose— ¿Tweek nunca te dijo quién soy?
—Sinceramente, no sé, hablar de ti no es algo que me agrade demasiado.
—Deja tus celos de mierda, Craig. —Noah continuó jalándolo del brazo—. Si quisiera tener algo con él, lo habría tenido hace años, ¿no lo crees?
—Eso no lo sé.
—No te pego solo porque Tweek te necesita en este momento. —Noah se detuvo frente al vestidor—. Tienes un minuto.
Noah abrió la puerta, empujó a Craig dentro y la cerró.
Craig vio a Tweek sentado en el suelo, apoyado en la pared mientras lloraba.
—¿Tweek? ¿Qué te...?
—¡Tengo miedo, Craig!
—¿De qué?
Craig se acercó, se agachó frente a Tweek y lo abrazó, tratando de consolarlo.
—De... de ese tipo, otra vez voy a luchar contra él, es tan... fuerte, tan... grande... tan... Tengo miedo Craig, en cuanto lo vi comencé a temblar, nunca le había tenido miedo a alguien, es tan...
—¡Serena! —Craig tomó con fuerza la cara de Tweek para que lo mirara a los ojos—. Lo que sé sobre luchas es muy poco, antes de ti jamás me había interesado el tema, así que no puedo darte consejos sobre movimientos o cosas así. Sé que puede darte miedo este tipo, pero usa la cabeza, no necesitas ser el más fuerte para vencerlo. Si el miedo ocupa tu mente, no dejas espacio para pensar. Tweek, sé el cazador, no la presa, piensa como el cazador, planea como el cazador, no te dejes intimidar por su tamaño. Mírame, soy el mejor ejemplo, mido como treinta centímetros más que tú y no puedo abrir ni una botella.
Craig secó las lágrimas de Tweek con sus pulgares y lo besó en la frente.
—Escucha a Serena, no a Vegeta.
Tweek sonrió un poco mientras miraba al suelo.
—Ya te dije hace días que no me lo arruines.
Craig alzó la cabeza de Tweek con ambas manos.
—Levanta tu cabeza, Tweek, nunca la agaches ante nadie.
Tweek lo abrazó con fuerza.
—Gracias —susurró secando sus lágrimas.
—¿Sabes? Podrías pensar en esto. Hubo una batalla de Serena que...
Tweek le cubrió la boca con su mano y le negó con la cabeza.
—No me lo arruines.
—Imagina a quien quieras, solo olvida el miedo y usa tu cabeza.
—¡Tiempo! —gritó Noah abriendo la puerta de golpe.
Entró viendo a Tweek más calmado y jaló el brazo de Craig, sacándolo del vestidor.
—¡Usa la cabeza, Gran Saiyaman! —gritó mientras era jalado por Noah.
—¡Baja la voz! Pueden escucharte.
Noah lo jaló hasta el lugar donde se reunieron.
—Gracias por avisarme, Noah.
—Gracias a ti por ayudarlo —dijo antes de irse rápido.
—"Nunca lo había visto asustado —pensaba Craig de camino —, se veía tan vulnerable".
Craig regresó con Tolkien y Clyde.
—¿Para qué te llamaban? —preguntó Clyde.
—Oh, eh... Por... mi identificación, alguien la encontró y me la devolvió —respondió cambiando su expresión por una sonrisa.
—Clyde, ¿podrías ir a comprar? Creo que traigo efectivo —dijo Tolkien.
—No, siempre tengo que ir yo. Que pagues tú, no significa que tenga que ser el chico de los mandados.
—Claro que sí, ve.
—No, que vaya Craig.
Craig se sentó en su lugar, en medio de ambos.
—Hagamos un juego rápido y vemos quién va, Clyde. —Craig le sonrió—. Dime un número.
—¿Hasta cuál?
—El que quieras, solo dilo.
—¡Siete!
—Ocho. Gané, vas tú.
Clyde se quedó en silencio por un par de segundos y se levantó molesto, arrebatándole el dinero a Tolkien.
—¿Qué les compro? —preguntó poniéndose sus gafas.
—Lo que sea, tú sabes lo que nos gusta —respondió Tolkien.
—¡Para la próxima va Craig! —reclamó alejándose.
—Craig, ahora que me deshice de Clyde... Estoy casi seguro de que Tweek es Mighty Mask, ¿verdad?
—¿Cómo lo...?
—No hay que ser muy listo para notarlo, es por eso que había dejado de ir a las luchas del pueblo, pero extrañaba esto, no sabía que también luchaba acá.
—Luego hablamos de eso, sin Clyde, pero no puedes decirle a nadie.
—Lo sé, por eso nunca le pregunté a él, no quería que me viera como un posible delator y se retirara o algo así, a pesar de que no hablo mucho con él, no me desagrada, solo no se ha presentado la oportunidad de conocernos mejor.
—El problema aquí es Clyde, si se da cuenta de que es él, puede arruinarlo y sobre todo si se entera de... lo nuestro.
—Clyde es estúpido, no se va a dar cuenta a menos que se lo digas y no te preocupes por lo de ustedes, no diré nada, sé lo homofóbico que es, pero a pesar de todo, yo creo que si es por ti, es capaz de aceptarlo, deberías decirle pronto.
—Dame tiempo, aún no.
—Tú sabrás cuando sea el momento de decirle, pero si se entera, te prometo que estaré ahí para apoyarte. —Tolkien comprobó si Clyde venía cerca—. ¿Te llamaron porque le pasó algo a Tweek?
—No, no, él está bien, solo estaba algo nervioso, ya peleó contra el que le toca hoy y esa vez perdió.
—Pobre... Pero, en fin, sabes que puedes confiar en mí, no le diré a nadie.
—Gracias, de verdad.
—¿Y quién es aquí?
La conversación fue interrumpida por Clyde, sentándose junto a Craig.
—¡Traje papas fritas! —dijo quitándose sus gafas.
—¿Trajiste gaseosas? —preguntó Craig.
—¡Por supuesto! ¿Crees que soy idiota?
—Sí.
—¡Pues no lo olvidé!
El presentador subió al ring saludando al público y dando inicio a las luchas, mientras Tweek, ya completamente calmado y evitando hacer contacto visual con Spiderman, que no le quitaba la mirada de encima, esperaba en el hall junto al resto.
—A patearle el culo —susurró Noah, extendiéndole el puño a Tweek.
—Como lo planeamos —dijo chocando su puño con el de Noah.
—¡Con 1.72 de estatura y 73 kilos! —continuó el presentador—. ¡El hombre de las masacres! ¡Leatherface!
Llegó Leatherface al centro del ring, saludando al público y levantando una motosierra de utilería que luego lanzó a uno de los chicos del equipo de apoyo y se hizo a un lado luego de las ovaciones para que pasara el siguiente.
—¿De dónde es? Se me hace conocido —preguntó Clyde, poniéndose sus gafas.
—La masacre en Texas —respondió Craig.
—¡Déjate las malditas gafas puestas! —reclamó Tolkien.
—¡No las necesito! —reclamó quitándoselas.
—¡Con 1.56 de estatura y 59 kilos! ¡El guerrero que mantiene la paz en La Tierra! ¡El Gran Saiyaman!
Spiderman le extendió la mano a Tweek para estrecharla antes de que saliera, mientras Bo lo veía de brazos cruzados.
Tweek la estrechó sin decir nada y subió al ring, saludando al público mientras hacía su presentación.
—Ah, ya sé. —dijo Tolkien a Craig en voz baja.
—¡¿El gran Saiyaman?! ¡No lo creo! —gritó Clyde, poniéndose sus gafas.
Craig solo miró a Tolkien quien lo miraba con una expresión de sorpresa y ambos se rieron al ver la reacción de Clyde.
—¡No esperaba ver personajes de Dragon Ball Z en esto! —comentó Clyde, quitándose las gafas.
En tanto, Bo se interpuso frente a Spiderman, que veía a Tweek.
—¿Por qué solo interactúas con él? —preguntó Bo.
Spiderman no respondió, inclinando su cabeza para ver a Tweek.
—Esta noche vas a ser mi pareja, por lo menos deberías hablarme.
—¡Que pase el segundo equipo! —continuó el presentador—. ¡Con 1.93 de estatura y 107 kilos! ¡Bo!
Bo trataba de verlo a los ojos, pero su máscara impedía ver hacia dónde miraba con exactitud.
—¿Me estás escuchando? —preguntó molesto.
—¡Que pase Bo! —insistió el presentador.
Apartó la mirada, fastidiado y subió al ring.
—¡Con 1.89 de estatura y 86 kilos! ¡Su vecino amigable! ¡Spiderman!
Spiderman subió a uno de los postes del ring mientras alentaba al público a que gritaran más fuerte y dio un salto, agachándose al aterrizar, apoyando una mano en el suelo.
—¡Oh dios, su entrada fue genial! —dijo Clyde, poniéndose sus gafas.
—¡Clyde, deja de joder con tus gafas de mierda! —reclamó Tolkien, lanzándole papas fritas.
—¡No las necesito! —reclamó lanzándole papas fritas que sacó del envase de Craig.
Craig no lo notó y se acomodó en su asiento, inclinando su cuerpo hacia adelante.
—"Tú puedes, Serena, tú puedes..." —pensaba moviendo su pie.
—¡Tienen un minuto! —dijo el presentador.
Ambos equipos bajaron del ring a planear su estrategia y orden.
—Bien, yo primero —dijo Tweek—. Si sube Spiderman, hacemos relevo.
—Sí, yo lucho con él y tú con Bo, hay que sacar a Bo primero y después hacemos relevos hasta cansarlo.
—Solo espero que salga bien.
—¿Quién primero? —preguntó Bo a Spiderman.
Spiderman no respondió.
—Me estás empezando a desagradar.
Se encogió de hombros, sin responder y Bo, ya fastidiado, avisó que estaban listos, ambos subiendo al ring, seguidos de Tweek y Noah.
El presentador reunió a los luchadores en medio.
—Ya saben las reglas, todo vale, pero nada de golpes bajos, si quedan Knock Out, sumisos o salen del ring por más de diez segundos, quedan fuera, a sus posiciones.
Dicho esto, Noah y Bo bajaron del ring, atentos al relevo.
Ambos se pusieron en guardia y en cuanto Tweek escuchó la campana, tocó la mano de Noah para hacer relevo. Spiderman, al percatarse, hizo relevo con Bo y Noah se apresuró a hacer relevo con Tweek.
—¡Cayó! —dijo Tweek, subiendo al ring mientras Noah bajaba.
—¡Noquéalo, amigo!
Clyde se puso sus gafas.
Adoptaron posición de ataque y Bo se lanzó sobre Tweek a hacerle una llave de sumisión, de la que Tweek se liberó escabulléndose luego de empujarlo hacia el lado y se levantó rápido. Antes de que Bo se levantara, Tweek le dio una patada en la cabeza, pero Bo la detuvo con su mano, jalando su pie, provocando que cayera al suelo. Cuando Bo iba a hacerle una segunda llave, Tweek le dio una patada en el pecho para alejarlo y se levantó rápido.
Ambos se dieron golpes de puño, algunos siendo evitados, hasta que Bo le dio un golpe certero cerca de la garganta y Tweek cayó al suelo.
Noah le pedía a Tweek que se levantara junto al público.
—¡Levántate, Gran Saiyaman! —gritaban Craig y Tolkien, poniéndose de pie.
—¿Y ya terminó? —preguntó Clyde, quitándose sus gafas.
El presentador comenzó el conteo.
—... !3! ¡2!
Tweek se dio la vuelta en el suelo, listo para levantarse.
—Oh, esto quiero verlo —dijo Clyde, poniéndose sus gafas.
—"Ese es mi Tweek." —pensó Craig, volviendo a sentarse.
—¡Lo arruinaron! —gritó Tweek, apretando sus puños, poniéndose de pie.
Bo lo esperaba en posición y Tweek se lanzó a darle una patada, derribándolo al suelo y se lanzó a darle golpes de puño en repetidas ocasiones en la cara, mientras el público lo animaba. Bo intentó quitárselo de encima y Tweek lo tomó por el cuello, sin dejar de golpearlo, hasta que Bo perdió el conocimiento.
Spiderman se acercó a ver a Bo y le mostró su pulgar a Tweek, aunque este no le prestó atención.
El árbitro intervino al ver que Bo dejó de defenderse.
—¡Detente! ¡Detente! —gritaba lanzándose de rodillas junto a Tweek y Bo.
Tweek lo ignoró y uno de los chicos del equipo de apoyo subió a quitar a Tweek de encima junto al árbitro, Tweek empujó a ambos y continuó golpeando a Bo.
Noah subió a tomarlo por el cuello, seguido de dos chicos del equipo de apoyo y el árbitro.
—Amigo, cálmate —dijo mientras lo jalaba a una esquina del ring.
Tweek se soltó y se volteó a verlo.
—¡Lo arruinaste! —reclamó dándole un golpe de puño en el estómago.
Noah se agachó, tratando de recuperar el aliento.
—¡Soy de tu... maldito equipo!
Tweek lo empujó de una patada y un chico del equipo de apoyo subió al ring a ver a Noah, mientras los otros veían a Bo, junto a la enfermera, que ya había llegado a controlar sus signos vitales.
El público se levantó de su asiento, expectante y el presentador subió al ring.
—¡Mátalos a todos, Gran Saiyaman! —gritó Clyde, alzando su puño.
—¡Knock Out! —dijo el presentador—. ¡Retomamos en un momento!
El presentador apagó su micrófono, volteándose a hablarle a Tweek.
—¡Oye, cálmate! ¡Él es tu pareja, no puedes atacarlo!
—Estoy bien—dijo Noah, poniéndose de pie con dificultad.
Tweek dirigió su mirada al público, buscando a Craig, quien lo veía confuso, momento en que Tolkien se agachó jalando la mano de Clyde, para que Tweek no los viera.
—¡¿Qué tienes?! —preguntó Clyde.
—Se me cayó algo, ayúdame a buscarlo.
—¿Qué cosa?
—¡Solo ayúdame!
Tweek, al encontrarlo, lo señaló con su dedo índice y le dijo solo con sus labios: "Tu culpa", Craig se encogió de hombros preguntándole: "por qué" y Tweek apartó la mirada, aún molesto.
—¡¿Qué tengo que buscar?! —reclamó Clyde mientras buscaba con la mirada.
—Ahí está —dijo Craig a Tolkien, insinuándole que ya podía levantarse.
—¿Qué era? —preguntó Clyde, poniéndose de pie, quitándose sus gafas.
—Un... La tarjeta de mi papá.
Craig se quedó pensativo, hasta que fue interrumpido por Tolkien.
—¿Qué le pasó? —susurró.
—No sé, pero sentí que quiere pegarme —dijo sin dejar de ver a Tweek.
—Jaja. Me llamas para ver eso.
Noah se acercó a Tweek, temeroso.
—¿Qué hice?
—¡Olvídalo! ¡Lo siento! —reclamó molesto.
Los chicos del equipo de apoyo se llevaron en una camilla a Bo y el presentador encendió su micrófono.
—¡Continuemos! —dijo un poco nervioso.
Antes de bajar del ring, pasó junto a Tweek.
—Lo haces bien, pero cálmate, no están aquí para matarse entre ustedes.
—Sí, lo siento —dijo en tono serio.
—Tweek, yo no te hice nada —susurró Noah.
—¡Ya cállate!
Spiderman subió al ring y se puso en guardia, seguido de Tweek.
—¿Seguimos con el plan? —preguntó Noah.
—Sí, ya cállate.
—Solo piensa en...
Tweek le dirigió una mirada fulminante.
—Oh, ya sé qué hice —dijo Noah entre risas—. Lo siento.
—¡Ya lo habías hecho en Kick Boxing y te lo advertí!
—Sí, ya sé, perdón.
—¡Nunca sabes cuándo callarte!
—¡Ya sé! Concéntrate, tu follamigo se ve preocupado.
—¡Ese es otro que lo arruinó!
—¡Já! ¿Con quién?
—¡Su estúpida Sailor Moon!
—Pero él no sabía, no fue su culpa.
—¡Ya bájate!
—Amigo, deberías verte esa esquizofrenia —comentó bajándose del ring.
Tweek se quitó la pañoleta de su cabeza, se limpió el sudor y la lanzó fuera del ring, revolviendo su cabello de forma agresiva, reclamando entre dientes, apartando la mirada. Noah, a un lado del ring, buscó a Craig entre el público y alzó su mano para llamarle la atención, en cuanto Craig lo miró, Noah señaló a Tweek con su dedo índice, pasó su dedo por su cuello y luego lo señaló.
—Sí, te van a pegar —comentó Tolkien, riendo.
—Tolkien —dijo tomando su antebrazo—, creo que tengo miedo.
—Deberías, se ve furioso. ¿Qué le hiciste?
—No sé, nada.
—¿De qué hablan? ¡Hablen más fuerte, la gente no me deja escucharlos! —gritó Clyde, poniéndose sus gafas.
—¡Le decía a Craig que El Gran Saiyaman lucha bien!
—¡¿Verdad que sí?! Pero ¿ese no era de su equipo? ¿Por qué le pegó?
—A veces se enojan entre ellos y pasan estas cosas.
—"Me dio miedo, pero a la vez no, es como si en el fondo quisiera que... oh, ya sé, mañana mismo le digo" —pensó Craig, sonriendo, viendo a Tweek.
Sonó la campana y Tweek hizo relevo de inmediato. Noah subió al ring y se lanzaron golpes, siendo esquivados por ambos. Spiderman redujo a Noah y este se liberó, pero Spiderman se apresuró a darle una patada en la sien, noqueándolo.
—¡No! ¡El plan! ¡Levántate, imbécil! —gritó Tweek golpeando el ring con su puño mientras veía a Noah en el suelo.
Spiderman se incorporó en tanto el presentador iniciaba el conteo, se volteó a ver a Tweek, invitándolo con su mano a que subiera al ring y Tweek lo miró frunciendo el ceño, esperando el final del conteo.
—"Mierda, Noah, no lo dejes solo, levántate" —pensaba Craig mientras movía su pie.
—¡Knock Out!
Tweek esperó a que sacaran a Noah del ring y subió, adoptando posición de ataque.
La campana sonó y Spiderman bajó la guardia.
—¡No empieces con tus mierdas! —gritó Tweek— ¡Atácame!
Spiderman se negó con la cabeza.
Tweek, molesto, se acercó a darle un golpe de puño en el estómago, pero fue detenido mientras Spiderman le sostuvo el brazo y lo lanzó al suelo, lo volteó, se montó sobre él, afirmando su cabeza sobre el suelo y se inclinó a la altura de su oído.
—Si sales conmigo, te dejaré ganar —susurró y se levantó de inmediato.
Tweek se quedó en el suelo, confundido.
—¡¿Qué mierda haces, Gran Saiyaman?! —gritó una persona del público.
—¡Levántate! —gritó Craig.
—"No me vas a distraer con tus mierdas" —pensó Tweek.
Se levantó, lo miró por un momento y levantó sus puños a la altura de su rostro, listo para continuar.
Spiderman adoptó una posición de pelea e invitó a Tweek a atacarlo.
Tweek se lanzó a darle una patada en el muslo, provocando que cayera al suelo y se lanzó encima a darle golpes de puño.
—¡Tú puedes, Gran Saiyaman! —Craig se levantó emocionado de su asiento.
—¡Acábalo! —Tolkien se levantó.
—¡Mátalo! —gritó Clyde.
Spiderman se quitó a Tweek de encima y trató de levantarse, pero el golpe le impedía apoyar su pie sin sentir dolor.
Craig solo observaba y comenzó a mover su pie nuevamente.
Ambos se pusieron en posición, Tweek ya un poco cansado, se lanzó sobre Spiderman a golpearlo con todas sus fuerzas, volvió a darle una patada en el muslo para debilitarlo más, pero Spiderman lo empujó y subió sobre él, le dio un golpe en la cara y lo sostuvo, acercándose a su oído.
—Te lo haría aquí mismo —susurró.
Tweek aprovechó su descuido cuando se inclinó para hablarle, metió su pie entre él y el vientre de Spiderman y lo sacó con todas sus fuerzas de encima, prácticamente de una patada.
—"Gánale Tweek, tú puedes. Vas bien, vas bien" —pensaba Craig.
Tweek se lanzó sobre Spiderman y comenzó a golpearlo, pero este se lo quitó de encima y se montó sobre él, inmovilizándolo en el suelo.
—Vamos, sal conmigo.
El presentador comenzó el conteo.
—Si me atacas y luchamos de verdad, saldré contigo —dijo Tweek, sonriendo.
Spiderman lo soltó de inmediato y ambos se levantaron.
Se dirigieron cada uno a una esquina del ring.
—¿Adónde me vas a llevar? —preguntó Tweek, limpiando el sudor de su frente, aproximándose hacia él.
—Te ves cansado, supongo que un motel te vendría bien —dijo ya frente a Tweek.
—Claro, ¿puedo invitar a mi novio?
Tweek dio unos pasos atrás, sonriendo.
Spiderman corrió hacia Tweek para golpearlo con todas sus fuerzas, pero Tweek se agachó y lo tomó por las piernas, haciéndolo caer fuera del ring.
El presentador comenzó el conteo.
—¡10! ¡9! ¡8...!
Spiderman se aproximó al ring, se afirmó de las cuerdas para subir, pero Tweek se impulsó y se lanzó a empujarlo con ambos pies, cayendo al suelo, manteniéndolo fuera del ring.
Spiderman se levantó y corrió hasta subir al ring. Ambos volvieron a sus posiciones y en cuanto Tweek escuchó el sonido de la campana corrió hacia él, dio un salto, le dio una patada a la altura de las costillas con todas sus fuerzas y ambos cayeron al suelo. Tweek trató de ponerse de pie, pero no lo logró, su cuerpo ya no resistía el agotamiento. Spiderman se quejaba de dolor mientras trataba de ponerse de pie y se movía con dificultad, luego de levantarse, vio que Tweek no podía ponerse de pie, se acercó hacia él mientras continuaba quejándose, lo arrastró hasta la orilla del ring y le dio una pequeña patada botándolo fuera. Tweek intentó ponerse de pie, pero no pudo hacerlo, luego del segundo intento, se quedó recostado, esperando que el presentador terminara el conteo.
—"Quédate en el suelo Tweek, no sigas. No te levantes" —pensaba Craig, poniéndose de pie para ver mejor a Tweek.
—Ya ganó el otro —comentó Clyde.
Tolkien solo se puso de pie expectante, viendo a Tweek.
—¡...1! ¡Fuera! ¡Spiderman gana!
Spiderman se recostó en el suelo mientras recibía la ovación de sus seguidores y los abucheos de los seguidores de El Gran Saiyaman, los chicos del equipo de apoyo estaban con Tweek quien aún se encontraba en el suelo, lo levantaron en una camilla y se lo llevaron a su vestidor.
—Al menos tuvo piedad al final —comentó Craig, viendo a Spiderman.
—Aunque parece que quedó mal con esa patada —dijo Tolkien.
—Sí, sigue en el suelo.
—¿Y ya? —preguntó Clyde— ¿Eso fue todo?
—Sí, parece que no hay más luchadores —respondió Tolkien.
Los chicos se dirigieron a la salida a buscar sus pertenencias y salieron del recinto.
Tolkien le envió un mensaje al chofer para que los fuera a buscar y se sentaron en el suelo, apoyados en la pared viendo a la gente que salía.
—¡Perdiste $1.000.000! ¡Tu papá te va a matar! —dijo Clyde.
—Mierda, no había pensado en eso, pero no creo que se dé cuenta.
—¿Quién no notaría $1.000.000 menos en su cuenta bancaria?
—Bueno, no es de mi papá, es de su empresa, así que nadie lo notará.
—Pero tú eres el bueno de nosotros —dijo Craig entre risas—. ¿Por qué le robas?
—No le robo, estoy... adelantando mi parte, soy hijo único, algún día todo eso será mío, así que solo es un adelanto.
—Cuando se entere y te desherede, puedes quedarte en mi casa —dijo Clyde, quitándose sus gafas.
—Eso no va a pasar. Y déjate tus gafas de mierda, me desespera verte jodiendo con ellas.
—Clyde —dijo Craig—, ¿esto es por una chica?
—Bueno... Sí, la chica con la que salí hoy se enojó porque uso gafas.
—¿Cómo se va a enojar por eso?
—Sí, me dijo que nos sentáramos hasta el final y le dije que no porque no vería bien la pantalla y se enojó.
Craig y Tolkien rieron a carcajadas mientras Clyde los miraba confuso, poniéndose sus gafas.
—No se enojó por tus gafas, idiota —comentó Craig.
—¿Entonces?
—¿Que no sabes para qué se sientan al final las parejas? —preguntó Tolkien.
Clyde veía a ambos aún sin comprender.
—Clyde —dijo Tolkien—. Ella quería manosearte, no ver la película.
—¡¿Qué?! —preguntó poniéndose de pie—. ¡¿En serio?!
—¡Sí, estúpido! —dijo Craig—. No puedo creer que no entendieras lo que quería.
—Craig, Clyde caza niñas, jamás sale con ellas, es mujeriego, pero en realidad, aún es virgen. Las chicas lo buscan, pero Clyde jamás se involucra con ninguna.
—¿De verdad? —preguntó Craig—. Pero siempre dice...
—Ya sabes que exagera todo.
—¡¿Y qué? —preguntó cruzándose de brazos—. Sí, soy virgen, ¡¿y qué?! ¡No tiene nada de malo!
—Pero no te enojes —dijo Tolkien.
—No tiene nada de malo, Clyde, Isaac Newton murió virgen y mira todo lo que aportó a la ciencia.
—No creo que la ciencia sea precisamente a lo que se dedique Clyde, pero...
—¡Oh, váyanse a la mierda!
Mientras ambos reían, el chofer se estacionó afuera del recinto.
—Ya vámonos —Clyde se fue hasta el auto sin esperarlos.
—Yo me voy a quedar —dijo Craig.
—Lo sé —dijo poniéndose de pie—. Luego me dices cómo está Tweek.
Craig asintió despidiéndose con su mano mientras Tolkien subía al auto.
—¿Y Craig? —preguntó Clyde.
—Lo viene a buscar su papá.
—Pero si puede irse con nosotros.
—¿Hiciste la tarea?
—¿Qué tarea?
—¡Lo sabía! —dijo haciéndole una señal al chofer para que arrancara el auto—. ¡Sabía que lo ibas a olvidar!
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por otro lado, Francis, sentado, casi echado en el sofá de una sala de estar, con fastidio miraba a ratos por sobre su celular a su madre, quien conversaba y reía a gusto con sus amigas mientras bebían café, reunidas a la mesa. En cada contacto visual entre ellos, Francis se señalaba la muñeca, en señal de querer irse a casa.
Tocaron el timbre y una de las mujeres se levantó a abrir, mientras Francis la seguía con la mirada. Al ver que entró una mujer acompañada de una chica pelinegra, de más o menos su edad, se incorporó rápido, sin apartar la vista de su celular.
La chica se sentó a su lado y Francis cerró de inmediato la aplicación donde estaba leyendo un manga Yaoi, abriendo una aplicación al azar.
—¿Qué haces? —preguntó la chica, acercándose a ver la pantalla.
—Ha-hablo con un amigo.
—¿En el calendario? —preguntó entre risas.
—¿Qué? —Francis miró su celular y lo bloqueó—. Ah, sí, es que... No importa.
—Jaja. ¿No te aburre estar aquí? Mi mamá me obligó a acompañarla hoy.
—La mía también, pero me obliga siempre.
—No quería venir, por eso llegamos tarde, me tardé a propósito, aunque... para verme así, me toma tiempo. La belleza cuesta.
—Jaja. Pero supongo que no te tomó mucho trabajo.
—Qué tierno eres.
Francis, nervioso, le estrechó la mano.
—Francis —dijo sonriendo.
La chica le estrechó la mano, apretándola con fuerza y le sonrió.
—Me dicen Sam —dijo soltándole la mano.
—¿De... Samantha?
—No —respondió sonriendo—. Solo dime Sam.
—Bien, Sam, ¿por qué no te he visto antes? Aquí no hay más escuelas y este pueblo es tan pequeño que casi todos nos conocemos.
—Porque vivimos un poco lejos, mi mamá solo viene acá a estas reuniones, aunque debo admitir que es probable que venga más seguido, hay chicos lindos aquí.
—¿Ah sí?
—Sí, cuando nos bajamos del tren, junto a nosotras bajó un chico bien lindo, aunque, entre nosotros, se veía un poco gay.
—¿Se veía...? Oh, espera —Francis buscó una foto de Jason en su celular y se la enseñó—. ¿Este chico?
—¡Sí! ¿Cómo supiste?
—Lo supuse —respondió entre risas, pero pronto cambió su semblante—. Espera, ¿desde dónde venía?
—No lo sé, solo lo vi al bajarnos y caminó delante de mí, le habría hablado, pero se veía poco amigable.
—Jaja. No, él es así, parece amargado, pero no lo es, para nada.
—¿Lo conoces?
—Sí, es un amigo.
La chica lo miró a los ojos, sonriéndole.
—Genial, vi dos chicos lindos en un día.
—¿Iba con alguien?
—No, bajó solo, me refiero a ti, tonto.
Francis soltó una risa nerviosa y se quedó en silencio, tratando de idear cómo continuar con la conversación, momento en que su madre lo llamó para irse a casa.
—Qué lástima —dijo la chica—. Yo quería seguir conversando.
—Pero... Anota tu número, podemos seguir conversando —dijo entregándole el celular.
La chica marcó su número y se lo devolvió, mientras Francis se ponía de pie, miró la pantalla y notó que la chica no escribió su nombre.
—Entonces... ¿Sam de Samara?
—No. —La chica le guiñó un ojo, sonriendo—. De Samuel.
Francis cambió por completo su expresión por una de horror, viéndola detenidamente, boquiabierto, mientras era alejado por su madre, que lo jalaba de la mano hasta la puerta.
—No te preocupes, todos ponen la misma cara —dijo despidiéndose con su mano entre risas.
Afuera, Francis borró rápido el número y guardó su celular.
—¿Te sientes mal? —preguntó su madre, tocando su frente—. Estás pálido.
Francis negó con su cabeza mientras caminaba de regreso a casa junto a su madre.
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Craig esperaba afuera del recinto, de pie, apoyado en la pared, cruzado de brazos.
—"Solo espero que esté bien. ¿Cuánto más va a tardar? Ya pasaron casi tres horas, nunca tarda tanto" —pensaba mientras movía su pie, mirando al suelo.
A lo lejos, se escuchó la sirena de una ambulancia acercándose, lo que alertó a Craig. Se estacionó afuera del recinto y Craig se incorporó de inmediato, bajando sus brazos, mientras veía que bajaban una camilla y se acercaban al recinto a paso rápido, donde fueron recibidos por un guardia.
—"No seas tú, por favor" —pensó, viéndolos entrar.
Esperó por un par de minutos, cerca de la puerta. Escuchó quejidos de dolor y los paramédicos salieron rápido con un chico pelirrojo.
Tras los paramédicos, salió Noah.
—¿Tweek está bien? —preguntó Craig.
—Sí... Yo también, por cierto.
Craig, aliviado, rio por el comentario.
—Lo siento, estaba preocupado.
Noah se sentó en el suelo y le indicó a Craig que se sentara a su lado.
—¿Qué? —preguntó sentándose.
—A Tweek le falta un rato. Estuve viendo el resto de la lucha desde el hall cuando desperté. Craig, no puedes ponerte así cada vez que vengas a verlo, te estuve observando.
—No puedo evitarlo, lo apoyo, pero me preocupa cada vez que lucha, además, que sean luchas clandestinas...
—Esto es un deporte, Craig, como cualquiera, son clandestinas, no callejeras, ninguno va a morir aquí.
—Es como... una mezcla de emoción por verlo golpear a los demás y temor por ver cómo lo golpean.
—Tweek entrena desde niño, no digo que sea el mejor del mundo, pero es bueno y además de golpear, sabemos recibir los golpes. Muy rara vez alguien termina lesionado de gravedad, y si sucede, tenemos claro que es parte de esto.
—Pero siempre existe la posibilidad.
—Por supuesto, pero nosotros lo sabemos. ¿Viste al chico que se llevaron?
—Sí, alcancé a verle el rostro.
—Ese era Spiderman. Tweek le fracturó una costilla y tuvo una hemorragia interna.
—Debe ser doloroso.
—No sé, pero eso no es lo importante. Tweek estaba muy enojado.
—Cierto, ¿por qué te pegó?
—¿Alguna vez te dijo lo de Vegeta y todo eso?
—Sí, lo ha dicho un par de veces.
—Bueno, yo mencioné a Gokú y tú mencionaste a las Sailor Moon. La mente de Tweek es... fascinante, él es distraído y hasta torpe, pero cuando lucha, es como otra persona, su concentración aumenta y su cerebro parece trabajar con mayor agilidad. Tweek puede perfectamente anticipar golpes o planear movimientos que pueden derrotar a su oponente, pero es incapaz de decirte cuánto es nueve por siete.
—Jaja. Sí, debo admitir que desde que lo conocí, Tweek ha sido un poco fuera de lo común.
Noah se volteó a verlo, riendo.
—Craig, Tweek va a matarte.
En ese momento, un taxi se estacionó frente a ellos y Tweek salió del recinto, notablemente cansado.
—Craig, vámonos —dijo de camino al taxi.
—Bueno, los dejo. —Noah se puso de pie mientras reía.
Craig se apresuró a seguirlo y ambos subieron al asiento trasero.
Tweek lanzó su mochila junto a Craig mientras le mencionaba el destino al conductor y se apoyó en la ventana, desganado, mientras Craig mantenía la mirada fija al frente, en silencio.
—"¿Está enojado o no?" — pensaba viéndolo de reojo a ratos.
Tweek se volteó a verlo y Craig solo tragó saliva, evitando mirarlo. Tweek alzó su mano para abrazarlo, pero Craig reaccionó instintivamente como si fuese a recibir un golpe, cerrando sus ojos y cubriendo su rostro con su mano.
—¿Qué tienes? —preguntó Tweek, bajando su mano.
—Nada.
Tweek lo abrazó, acomodando su cabeza sobre su pecho.
—Craig...
—¡Perdón! —Lo abrazó con fuerza con ambos brazos— ¡No pensé que te iba a afectar en serio! ¡Jamás lo dije con esa intención!
—Craig...
—¡Solo recuerda que me quieres!
—¡Craig! —dijo molesto, apartándose un poco—. ¡Déjame hablar!
—¡Sí, perdón!
—Me suspendieron por treinta días.
Craig respiró aliviado, seguido de una risa nerviosa mientras lo abrazaba.
—Qué bueno —dijo en un tono bajo.
—¡¿Bueno?!
—¡No! ¡No! Es solo que, pensé que estabas enojado todavía.
—Oh, no, ya se me pasó, olvídalo —dijo acomodándose para dormir, pero se incorporó de golpe—. Espera, ¿me tienes miedo?
—No, claro que no. —Craig hizo una pequeña pausa—. Quizá un poquito.
—¡¿Un poquito?! Craig, jamás te haría nada.
—Lo sé, pero acabo de ver cómo fracturaste a un sujeto más grande que yo.
—Ah, no me lo recuerdes —Tweek se cruzó de brazos—. Me dieron una larga charla sobre controlar la ira y bla, bla, bla, después me suspendieron y lo peor de todo, me estoy muriendo de hambre y estoy tan cansado, que no tengo ganas de comer, pero no quiero dormir con hambre.
Craig se sentó de lado mientras reía escuchando el reclamo y estiró sus brazos para que Tweek se acomodara junto a él.
—¿Sabes? —continuó Tweek, abrazándolo de inmediato— Creo que voy a buscar ayuda para mejorar mi entrenamiento, hace días Francis me dijo que debía perfeccionarlo, porque vi a... una niña escalando un muro y lo hizo ver tan fácil, pero yo no puedo hacer algo así.
—Dile a mi hermana, desde pequeña le gustaba escalar y aprendió a hacerlo muy bien, quizá pueda enseñarte.
—Sí, puede ser —dijo acomodándose a dormir—. No lo tomes personal, pero estoy realmente cansado. Yo bajo en mi casa y tú en la tuya.
—Sí, le avisé a mi mamá que llegaría tarde, pero debo llegar, de todas formas no puedo ir a tu casa —dijo acariciando su cabello.
—No importa, igual y no tengo la fuerza suficiente para satisfacerte hoy.
—Jaja. No es lo único que necesito de ti.
—Claro que sí. —Tweek cerró sus ojos—. En la mochila hay dinero.
Craig sacó el dinero y lo guardó en su bolsillo, mientras veía a Tweek que ya se había dormido.
Al cabo de un rato, el conductor se detuvo en casa de Tweek y este se bajó somnoliento, volteándose a ver a Craig.
—Mañana ve a mi casa, quiero proponerte algo —dijo Craig, sonriéndole desde el taxi.
—Ajá —dijo caminando a casa, arrastrando su mochila.
El conductor arrancó el auto y pronto se detuvo afuera de la casa de Craig.
Entró a casa, yendo directo a su habitación y mientras se ponía su pijama, recibió una llamada de Tweek.
—Olvidé decirte que te quiero —dijo en cuanto Craig contestó.
—Jaja. Yo también.
—¿Ya te acostaste?
—En eso estoy. ¿Y tú?
—Sí —dijo seguido de un bostezo.
—¿Al final comiste algo?
—...
—¿Tweek?
Craig escuchó un pequeño ronquido de Tweek.
—Jaja. Se durmió en segundos —comentó cortando la llamada.
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Al día siguiente, por la tarde, Tweek fue a casa de Craig como habían acordado, al entrar a su habitación, Craig se encontraba sentado frente a su escritorio, dándole la espalda a la puerta, mientras revisaba, separaba y ordenaba sus cartas, comiendo un Chupa Chups.
—¡Golpea la maldita puerta! —reclamó sin voltearse.
—¿Desde cuándo? —preguntó cerrando la puerta.
—Creí que era mi hermana —dijo dejando las cartas a un lado.
—¿Qué haces?
—Es que, vi que cerca de acá harán un torneo.
—¿Y vas a participar? —preguntó quitándole el Chupa Chups, poniéndolo en su boca.
—Eso quisiera, pero me faltan cartas.
—Tienes como mil ahí.
—Jaja. Pero no las que necesito. —Craig se levantó de inmediato, abrazándolo mientras besaba su cuello—. ¿Te sientes bien?
—No mucho.
—¿Qué tienes? —preguntó tomándole el mentón, inspeccionando su rostro—. ¿Te duele algo?
—Me incomoda mi ropa —dijo quitándose la camiseta.
—Pensé que era en serio —dijo entre risas.
Tweek lanzó su camiseta al suelo y desabrochó su pantalón.
—Es en serio, tu pantalón también me incomoda —Tweek desabrochó el pantalón de Craig.
—Espera. —Craig sostuvo las manos de Tweek—. Esta vez quiero hacer algo diferente. ¿Pusiste el seguro a la puerta?
—Sí. Apúrate, no soporto esta ropa de mierda.
Craig le quitó el Chupa Chups y lo lanzó al papelero junto a su escritorio, comenzó a besarlo de inmediato, momento en que el celular de Craig recibió una llamada, pero ambos lo ignoraron. Se acercaron a la cama, Craig lo empujó, se montó sobre él y continuó besándolo, luego besó su cuello, mientras Tweek deslizaba sus manos bajo la camiseta de Craig, haciendo presión con sus dedos sobre su espalda baja.
—Me encanta cuando me besas así —susurró Tweek.
Craig alzó su cabeza mirando fijamente a Tweek.
—Serena, ¿alguna vez has pensado en... atarme?
Un poco sorprendido por la inesperada petición, se quedó en silencio y negó con su cabeza.
—Quiero saber qué se siente —añadió antes de pasar su lengua por el vientre de Tweek.
A Tweek le agradó la idea, pensó unos segundos, se mordió el labio y sonrió.
—Bájate.
Tweek se levantó rápido y buscó en el clóset algo que pudiera servir. Craig, emocionado, apagó su celular y lo dejó en el suelo, sin quitarle la mirada de encima a Tweek, quien sacó una corbata roja y se volteó a verlo.
—¿Por qué tienes esto? Que formal.
—Eso da igual, servirá.
Tweek se montó sobre Craig y comenzó a besarlo, pero Craig detuvo el beso y puso ambas manos juntas. Le ató ambas muñecas y Craig puso sus manos sobre su cabeza manteniendo el contacto visual. Tweek le sostuvo sus muñecas con fuerza, besándolo mientras deslizaba su otra mano lentamente sobre el pecho de Craig hasta llegar a su entrepierna, tocándolo suavemente sobre su ropa. Craig cerró sus ojos, su respiración comenzaba a agitarse mientras dejaba escapar pequeños gemidos, los que Tweek disfrutaba escuchar.
Craig se detuvo de forma repentina.
—¿Qué? ¿Qué te pasa? —preguntó Tweek alarmado.
—Bajo mi cama hay unas cuerdas, así tienes ambas manos libres.
—¿Ya lo tenías planeado?
—Ayer te dije que quería proponerte algo.
Tweek besó a Craig antes de bajarse. Se puso a gatas para buscar las cuerdas bajo la cama, momento en el que abrieron de golpe la puerta de la habitación.
—¡Hola, estúpido! —dijo Clyde.
Craig rápidamente escondió sus muñecas, apoyando su cabeza sobre sus manos.
—¡Clyde! ¡¿Qué haces aquí?! —preguntó con un falso tono feliz y agudo, tratando de ocultar su erección apoyando su pie sobre la cama.
Tweek se quedó a gatas al costado de la cama procurando no ser visto.
—Te estoy llamando hace mucho rato, pero tu celular está apagado, necesito mi cuaderno para hacer la tarea.
—Oh, sí, es que... se me acabó la batería y olvidé cargarlo. Tu cuaderno está en mi escritorio.
Clyde se dirigía al escritorio, pero este se encontraba del lado donde Tweek estaba escondido.
—¡No! ¡No, Clyde! Está allá. —Craig le señaló con la cabeza en sentido contrario—. En... en la cajonera, sí, allá está.
Craig intentaba desatarse en tanto Clyde le daba la espalda, buscando su cuaderno, pero no lograba hacerlo.
—No está aquí —alegó Clyde.
—Sí, ahí lo dejé.
—Ayúdame a buscarlo.
—No, no, estoy cansado, busca bien, ahí lo dejé.
—¿Estás bien? —Clyde se volteó a verlo—. Te noto extraño.
—Sí, bien, solo estoy cansado.
Tweek se escondió bajo la cama, tocó el muslo de Craig para llamar su atención y notara que ya estaba escondido.
—Ah, cierto, está en mi escritorio, busca allá.
Clyde se dirigió al escritorio a buscar su cuaderno, en el camino notó la camiseta de Tweek en el suelo, la recogió y la lanzó sobre la cama de Craig.
—Casi la piso, recoge tu ropa, animal.
—Sí, sí. ¿Lo encontraste?
—No, ayúdame a buscarlo, necesito terminar esa maldita tarea.
—Busca bien, está en el segundo cajón.
—Cierto, aquí está —dijo sacando su cuaderno—. Bien, nos vemos, estúpido.
—¡Nos vemos!
Clyde salió de la habitación y cerró la puerta.
—¡Maldita sea, Tweek! ¡Te pregunté si habías puesto el seguro!
—Pensé que lo había puesto, lo olvidé —dijo saliendo de su escondite.
Tweek se montó sobre Craig, riendo por casi ser descubiertos, le mostró las cuerdas y se mordió el labio, desató a Craig, lanzó la corbata al suelo y comenzó a atar sus manos a cada esquina de la cama.
—Tweek, el seguro.
—Ya voy.
—Yo voy, bájate. —Craig intentó sentarse.
—¡No! Ya voy —dijo empujando a Craig, volviendo a recostarlo.
—Tweek, puede entrar alguien más.
—Ya voy, déjame terminar.
Tweek terminó de atarlo, lo miró sin poder resistirse y comenzó a besarlo en el cuello.
—¡Tweek, el seguro!
—Dame solo un segundo, te ves tan... tentador, completamente a mi merced.
Tweek levantó la camiseta de Craig y besó lentamente su vientre, llegando hasta su pecho, momento en que volvieron a abrir la puerta de la habitación y ambos se voltearon a ver.
—Olvidé mi... —Clyde se detuvo, viendo a ambos con horror.
Tweek si incorporó, manteniéndose montado y sin quitarle la mirada a Clyde acomodó la camiseta de Craig, mientras este apartó la mirada en sentido contrario.
—Creo que es mejor que me vaya a mi casa —comentó Tweek, poniéndose de pie.
—No, quédate, ya lo sabe.
—No tengo ganas de que me insulten hoy —dijo poniéndose su camiseta.
—No lo hará, porque va a tener que aceptarlo.
—¿Tú crees que lo hará? Porque yo no.
Tweek notó que Clyde aún se mantenía en silencio, lo entró a la habitación tomando su antebrazo y cerró la puerta.
—¿Estás bien? —preguntó Tweek, moviendo su mano frente a Clyde.
—...
—¿Clyde?
—¡Te lo dije, Craig, te dije que el enano te iba a convertir en marica si te juntabas mucho con él!
—¡¿Lo ves?! ¡Prefiero irme a casa!
Tricia notó la discusión desde su habitación y salió a escuchar tras la puerta, atenta a sus padres que se encontraban en el primer piso.
—Clyde... —dijo Craig en un tono calmado.
—¡Cállate, Craig! ¡Mira lo que te hizo este...!
—¡¿Este qué?! —preguntó Tweek, empujándolo.
—¡No, no! —Craig intentó levantarse de la cama, pero continuaba atado—. ¡Tweek, desátame!
—¡Marica! ¡Eso es lo que eres! —alegó empujándolo—. ¡Un marica de mierda!
—¡Tweek, desátame!
Tweek lo empujó con fuerza, provocando que chocara con la puerta, por lo que Tricia se asustó y dio unos pasos atrás, momento en que sintió que golpearon la puerta principal y bajó rápido a abrir, antes de que sus padres se acercaran a la escalera y escucharan la discusión.
—Ahora sí —comentó Clyde, quitándose su sudadera.
Clyde se abalanzó sobre Tweek y ambos cayeron al suelo, mientras Clyde trataba de golpearlo, Tweek le afirmaba las manos, evitando iniciar una pelea, en tanto Craig intentaba desatarse.
En ese momento, entró Tolkien, quien ya había sido alertado de la situación por Tricia.
Tolkien cerró la puerta y Tricia se quedó escuchando del otro lado.
—¡Clyde, detente! —dijo quitándolo de encima de Tweek.
—¡Suéltame, no sabes lo que le estaba haciendo a Craig!
—¡Tolkien, desátame! —suplicó Craig.
Tolkien se volteó a verlo mientras sostenía a Clyde que forcejeaba para que lo soltara, pronto comenzó a reír, momento que Clyde aprovechó para soltarse y se lanzó sobre Tweek nuevamente.
—¡Desátame!
Tolkien se acercó a desatarlo, pero a medio camino Craig lo detuvo.
—¡Pero sepáralos!
—¡No puedo hacer ambas cosas a la vez! —reclamó regresando a quitar a Clyde de encima.
En ese momento, golpearon otra vez y Tricia se apresuró a bajar corriendo para abrir.
—¡Clyde, cálmate! —dijo Tolkien mientras lo sostenía.
—¡El marica lo convirtió!
—¡Desátame! —insistió Craig viendo a Tweek que se ponía de pie y acomodaba su ropa.
En ese instante, entró Francis acompañado de Jason, mientras Tricia se quedó a escuchar tras la puerta.
—¡Tweek! ¡¿Estás bien?! —preguntó Francis.
—Claro que está bien —comentó Jason, en calma, cerrando la puerta—. ¿Crees que la garrapata de Craig es capaz de hacerle algo?
—¿Y ustedes qué hacen aquí? —preguntó Tweek, extrañado.
—¡Qué importa, Tweek! ¡Desátame!
—¿Por qué estás atado? —preguntó Jason.
—¡Jason, desátame!
—¡Por que el marica...! —gritó Clyde, antes de que Tolkien le cubriera la boca con su mano.
—Basta, Clyde —dijo Tolkien.
—¡Desátenme de una maldita vez!
—Francis, ayúdame —dijo Tweek, acercándose a desatarlo.
—¿De quién fue la idea? —preguntó Francis mientras se acercaba.
—Oh, cállate, ya sabes que no te voy a decir nada.
Mientras ambos lo desataban, Tolkien sostenía a Clyde, cubriéndole la boca y Jason se sentó sobre el escritorio, tratando de disimular su risa a ratos.
Craig se sentó sobre su cama, sobando sus muñecas y Francis se fue a sentar junto a Jason, Tweek en la silla del escritorio junto a ellos y Tolkien quitó solo su mano de la boca de Clyde.
—Clyde, escúchame —dijo Craig.
—¿Tú lo sabías, Tolkien? —preguntó ignorando a Craig.
—Sí.
—¿Y ustedes? —preguntó a Francis y Jason.
—Por supuesto, somos amigos —respondió Jason.
—Aunque Kenny y Damien se enteraron primero —comentó Francis.
Clyde se molestó más y Tolkien lo sostuvo con fuerza.
—¿Todos lo sabían?
—¿No escuchaste que sí? —preguntó Jason.
—Clyde, yo...
—¿Por qué fui el último en enterarme, Craig? ¿Cuándo pensabas decírmelo?
—¿Y cómo se suponía que lo iba a hacer si no toleras lo que soy?
Craig se puso de pie, aproximándose a Clyde.
—Quería decirte, de verdad, pero...
—Qué asco, Craig.
—¿Asco? —preguntó frunciendo el ceño.
—¡Estabas a punto de hacerlo con el enano! ¡Qué asco!
Jason se levantó molesto, pero fue detenido por Tweek con su mano, negando con su cabeza y se sentó otra vez.
—Clyde, basta —insistió Tolkien, antes de que Craig lo detuviera alzando su mano.
—¿Yo te doy asco, Clyde?
—¡Sí! Lo ibas a hacer con el ena...
Craig interrumpió a Clyde con un golpe de puño en la boca y Tolkien lo soltó de inmediato, haciéndose a un lado, dejando que Clyde cayera al suelo.
—Vete de mi casa.
—¡Pégale, Craig! —alentó Jason, alzando su puño mientras reía.
—¡Cállate! —dijo Francis, dándole un golpe con el codo.
Tweek se apresuró a abrazar a Craig de frente, alejándolo un poco de Clyde.
Clyde se levantó, vio a todos por última vez y tomó el pomo de la puerta, volteándose a ver a Craig.
—Si me voy, no volveré a hablarte —advirtió Clyde.
—Eso quiero.
—Pensé que nuestra amistad tenía más valor para ti.
—Yo también.
En cuanto Clyde cerró la puerta, vio a Tricia a su lado.
—¿Tú lo sabías, Tricia?
Tricia asintió con la cabeza, bajando la mirada.
—No quiero que vayas a mi casa —dijo antes de bajar la escalera.
Tricia se quedó en silencio, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y regresó a su habitación.
Los chicos, en silencio, solo se miraban unos con otros, mientras Craig se apresuró a recoger la sudadera de Clyde y se asomó por su ventana.
—¡Oye, Clyde! —gritó con fuerza.
Clyde se volteó de inmediato.
—¡Olvidaste esto, imbécil de mierda! —gritó lanzándola a la calle y cerró la ventana, mostrándole el dedo medio.
—¡Vas a regresar arrastrándote! —alegó recogiendo la sudadera.
Craig regresó a sentarse en la cama y Tweek se sentó junto a él, tomando su mano derecha.
—¿Te duele? —preguntó acariciando su puño.
—Sí —dijo quitando su mano.
—Creo que fue mala idea venir hoy —dijo Francis, bajando del escritorio.
—¿Por qué están aquí? —insistió Tweek.
—Supusimos que estabas aquí y vinimos a ver cómo te había ido ayer. Hace días, Craig me dijo que podía venir si quería y supuse que no habría problema.
—Yo venía a conversar con Craig, pero supongo que será en otro momento —dijo Tolkien.
Craig alzó la vista viendo a todos.
—¿Saben? Tengo un poco de sueño y creo que sería mejor que se vayan.
—Claro —dijo Jason bajando del escritorio.
Tweek se levantó a abrirles la puerta y regresó a sentarse junto a Craig, abrazándolo.
—Craig, —dijo Francis mientras se aproximaba a la puerta—, sé que no somos muy amigos, pero si algún día necesitas hablar de algo, estaré ahí. Y Jason también, ¿verdad, Jason?
—Sí, Francis —respondió con indiferencia, saliendo de la habitación.
—Gracias —dijo viéndolos salir.
—Dale tiempo, Craig, va a regresar —dijo Tolkien.
—Me da igual, que se vaya a la mierda.
Tolkien le sonrió y salió de la habitación, alcanzando a los chicos en el camino.
—Tú también, Tweek —dijo besando su cabeza.
—Pero no quiero dejarte solo.
—Por favor.
Tweek se levantó para salir con el resto y antes de cerrar la puerta, se asomó a verlo.
—Te quiero, Craig.
—Y yo a ti —dijo con una leve sonrisa.
Craig trató de ignorar la situación, se puso su pijama, apagó la luz y se acostó de inmediato, pero Tricia entró en pijama, acostándose junto a él mientras lloraba en silencio.
—¿Escuchaste todo? —preguntó Craig, volteándose a hablarle de frente.
—Sí —dijo con voz temblorosa.
—¿Qué tienes? —preguntó abrazándola.
—Nada —dijo abrazándolo con fuerza.
—Dime, Tricia.
—¡Nada! —reclamó secando sus lágrimas— ¡Yo tengo que soportarte con tus pesadillas de mierda! ¡Así que cierra tu hocico y déjame dormir aquí!
—Pero estás llorando.
Tricia no respondió y Craig se acomodó junto a ella, acariciándole el cabello, hasta quedarse dormidos.
Chapter 21: ¡Una rata gigante, peinada con estilo, mutante, comeniños!
Chapter Text
Tweek tomó su mochila para salir de casa, camino a la escuela.
Caminaba a paso rápido y sonriendo, mientras veía a la gente que pasaba por su lado, saludando a todos. Durante el trayecto, notó a Damien que caminaba más adelante.
—¡Buen día, Damien! —dijo pasando a su lado.
—¿Qué te picó hoy?
—¡Nada! ¡Oh, y buen día, Pip imaginario! —Tweek alzó su mano sin voltearse, continuando su trayecto a paso rápido.
—Y yo soy el loquito —murmuró Damien, viéndolo alejarse.
—¿Y este qué? —preguntó Pip, extrañado.
—Y yo qué sé.
Tweek continuó su camino y vio la hora en su celular, como aún faltaban veinte minutos para las ocho, se detuvo a un par de metros de la escuela, miró el pequeño bosque, pero esta vez decidió entrar de inmediato.
En tanto, Francis y Jason, en el salón de clases, conversaban ya en sus asientos.
—Estoy harto de llegar tan temprano —regañó Jason, dormitando con su cabeza apoyada en sus antebrazos sobre la mesa.
—De nada —dijo Francis, sin levantar la vista de su celular.
—¿Cuándo vas a dejarme dormir hasta la hora que se me antoje?
—Cuando nos graduemos.
—Uno de estos días voy a quitarte esa maldita llave.
—Le pido otra a tu papá —dijo encogiéndose de hombros, sonriendo.
Tweek abrió la puerta de una patada.
—¡Adivinen lo que me pasó!
—No sé —dijo Jason, sin moverse.
—¡¿Qué?! —preguntó Francis, dejando su celular a un lado.
Tweek corrió hasta su asiento y lanzó su mochila al suelo, se quedó de pie junto a Jason y lo remeció con fuerza.
—¡Jason, mírame!
—No —dijo reacomodándose.
—¡Mírame!
Jason lo miró de mala gana, somnoliento.
—¡Mírame bien! ¿No me notas algo diferente? —preguntó Tweek, abriendo sus brazos.
—No.
—¡Oh, vamos! Francis, ¿no me notas algo diferente?
—¿Tu camiseta?
—¡No!
—No sé. —Francis lo vio de pies a cabeza—. ¿Tu... cabello?
—¡No!
—¿Hoy estás más odioso que de costumbre? —preguntó Jason, estirándose mientras se sentaba sobre su mesa.
—¡No!
—¡No sé! ¡Dinos!
En ese momento, entró Tolkien al salón.
—Buenos días —dijo a los chicos mientras se quitaba su mochila.
—¡Tolkien, ¿no me notas algo diferente?! —preguntó Tweek, volteándose a verlo.
Tolkien dejó su mochila sobre su asiento y se acercó a los chicos.
—¿En qué debo fijarme exactamente? —preguntó sentándose en el lugar junto a Tweek que solía estar vacío.
—En mí —dijo abriendo más sus brazos, ansioso—. Mírame bien.
Los tres lo miraban de pies a cabeza.
—¿Tu pantalón? —preguntó Jason.
—¡No!
—¿Tu cabello? —preguntó Tolkien.
—¡No!
—Tweek, yo te veo igual —dijo Francis, inspeccionándolo con la mirada.
Craig entró al salón de clases y se fue directo al lugar junto a Tweek.
—Fuera de mi asiento. —Craig dejó caer su mochila sobre Tolkien.
—¿No te vas a sentar con nosotros? —preguntó Tolkien, dejando la mochila de Craig sobre la mesa.
—No —dijo abrazando a Tweek.
—¿Estás bien? —preguntó Francis.
—Sí, bien. ¿De qué hablaban?
—Tratamos de resolver el misterio de Tweek —respondió Tolkien.
—¡Cierto! —dijo soltándose.
Tweek abrió sus brazos nuevamente, alejándose un poco de Craig.
—¿Qué tengo diferente, Craig?
—Hmm... ¿Te levantaste más temprano?
—¡No!
—¡Ya sé! —dijo Jason—. Nos vas a invitar a comer papas fritas a la salida.
—No. —Tweek pensó por un momento—. Aunque no es tan mala idea. Tolkien, ¿quieres ir con nosotros?
Tolkien asintió con la cabeza, mirando el puesto vacío de Clyde.
—Pero vamos a mi casa, no tengo ganas de salir —dijo Craig.
—Como quieran. —Tolkien apartó la mirada, reintegrándose a la conversación—. Me da igual el lugar.
—Jason, ¿tú vas a ir donde sea que vayas o vas a ir con nosotros? —preguntó Tweek.
—Voy con ustedes.
—Perfecto, nos vamos después de clases —dijo Craig.
—¡Tweek, dinos ya! —regañó Francis.
Craig se cruzó de brazos, viendo a Tweek.
—¿Tu cabello? —continuó Craig.
—¡No!
—¡Dinos de una maldita vez! —reclamó Jason.
Tweek se sentó en la silla de Jason.
—¿Recuerdan la maceta que mi mamá tiene colgada en el patio trasero? Esa con la planta que es malvada —preguntó a Jason y Francis.
—¿Malvada? —preguntó Tolkien.
—Tweek le dice así —explicó Francis—, porque es de esas que tiene a sus "hijos" colgando afuera de la maceta y después los bota.
—Sí, ¿qué tiene? —preguntó Jason.
—¡Me golpeé la cabeza con ella cuando salí! —Tweek se levantó emocionado, señalando su frente.
Todos lo miraban sin comprender, en silencio.
—¡Crecí dos centímetros! —dijo alzando sus brazos.
—¡Por dios! —Jason se levantó de la mesa y llevó ambas manos a sus mejillas— ¡¿Cómo no me di cuenta?! ¡Mírate! ¡Tu ropa ya casi no te queda!
Craig cubrió su boca mientras reía.
—No sean malos —dijo Francis entre risas.
En tanto reían, Clyde entró al salón, evitando ver a los chicos y se sentó de inmediato, vio a su lado que la mochila de Craig no estaba y se quedó de brazos cruzados, esperando el timbre del comienzo de clases.
—Jaja. Crecemos hasta los veintiuno más o menos—dijo Tolkien—, aún puedes crecer más.
—¡Tú no! —amenazó Tweek a Craig.
—Eso no está en mis manos.
—Pero no lo hagas.
Damien entró junto a Pip, quien se detuvo a ver a Clyde y luego regresó con Damien.
—¿Ya viste a Clyde? Está enojado.
—¿Y a mí qué? —susurró.
—Craig también.
—No me interesa.
—¿Estará enojado Craig con Clyde o Clyde con Craig? —preguntó viendo a los chicos—. Los demás están felices, excepto Jason, él está normal, su aura siempre es un desastre.
—¡¿Y a mí qué?!
—¡Ay, nada! —Pip se cruzó de brazos, sentándose de golpe sobre la mesa—. ¡Solo te decía! ¡Eres el único con el que puedo conversar si no me dejas salir!
—No empieces.
—¡Es que siento que me ahogo, Damien! ¡Quiero mi maldito día libre!
Damien se sentó fastidiado, ignorando a Pip en tanto este le reclamaba.
El timbre del inicio de clases sonó y el profesor entró al salón pidiéndole a todos que se sentaran, Tolkien regresó a su lugar y Craig se sentó junto a Tweek.
—Tucker, a su lugar —dijo el profesor.
—Me voy a sentar aquí ahora.
—No, ese asiento está vacío por una razón.
—Pero si me he sentado aquí antes.
—Solo para tareas, nadie puede sentarse ahí, distraen a Tweak.
—No me voy a distraer —intervino Tweek.
—No, a su lugar, Tucker.
Craig tomó su mochila y se levantó viendo a su alrededor.
—¿Y puedo sentarme allá? —preguntó señalando el asiento vacío junto a Damien.
—¡¿Qué?! ¡No, no puedes! —alegó Pip.
—Ya le asigné ese lugar.
—Pero no quiero sentarme ahí.
—Yo tampoco quiero que se siente aquí —dijo Clyde, levantando su mano.
—Bien, pero solo por hoy, mañana los necesito a todos en sus respectivos lugares. —El profesor alzó su voz—. El que esté en otro asiento, se va castigado.
Tweek se despidió con su mano mientras lo veía alejarse.
—¿Ya ves? —dijo Francis, volteándose a ver a Tweek—. Si no fueses tan... tú, lo habrían dejado aquí.
—Mejor, tengo que hablar con ustedes, pero sin Craig.
—¿Sobre qué?
—Luego, en el receso —dijo sacando su cuaderno.
—¡¿Qué?! ¡No!
Jason se volteó a hablarle a Tweek.
—¿Para qué le dices si sabes que no se va a aguantar?
—¡Sí, como si no me conocieras!
—Entonces salgamos ahora —dijo guardando su cuaderno.
—Bien, —dijo Jason—, recordemos... ¡Oh, ya sé! El día que Francis se cayó por la escalera.
—O cuando Francis se cayó el año pasado mientras corríamos en la clase de deportes.
—O cuando éramos niños y se puso a llorar porque le dio vergüenza la primera vez que tuvimos que exponer frente a la clase —comentó Jason entre risas.
Poco a poco reían cada vez más fuerte.
Craig a ratos se volteaba a ver a Damien a su lado, quien evitaba hacer contacto visual con él.
—Lo siento —dijo finalmente Craig.
—Da igual —dijo mientras escribía, sin prestarle atención.
—De verdad no quiero sentarme allá.
—Ajá.
Craig comenzó a escribir, pero veía de reojo a Damien a ratos.
—¿Por qué te mira tanto? —preguntó Pip.
Damien cambió la hoja de su cuaderno y escribió "No puedo responderte si está él aquí, toca mi espalda y lo pienso".
—¿Por qué no se sentó en el lugar vacío de Butters?
—"No sé" —pensó.
—Supongo que no tengo que agregar otro a mi lista de enemigos mortales.
—"No, déjalo"
—Damien, —interrumpió Craig—, la verdad es que quiero hablar contigo.
—Tucker, no somos amigos ni nada de eso.
—Lo sé, pero es sobre Pip y...
—No, ya les dije todo lo que debían saber sobre él.
Craig se quedó en silencio, inevitablemente escuchando la risa de Tweek, Jason y Francis, golpeó su lápiz sobre su cuaderno y decidió continuar.
—Damien, yo sí creo que existe, no voy a burlarme o algo parecido, solo quiero aclarar un par de dudas.
—No, Tucker.
—Espera, Damien —intervino Pip—, él y Jason explicaron cosas que ni yo sabía, quizá nos pueda ayudar a descubrir qué puedo hacer ahora.
Damien pensó por un momento, escribió su dirección en una hoja que arrancó de su cuaderno y la dejó sobre el cuaderno de Craig.
—Yo te aviso cuándo y a qué hora.
—¿Quieres mi número o cómo me vas a avisar?
—Yo te aviso.
Tweek, Francis y Jason no paraban de reír, hasta que el profesor, después de pedirles por quinta vez que se mantuvieran en silencio, se volteó a verlos, pidiéndoles que salieran del salón. Luego de salir, intentaron tranquilizarse, pero solo reían más fuerte y decidieron ir al baño.
—¡No es justo! —dijo Francis, mojando su rostro.
Jason mojaba su cabello junto a Tweek que mojó su cabeza bajo la canilla, intentando dejar de reír.
—¡Siempre tiene que ser a costa de mi desgracia! —continuó Francis.
—¡No nos reímos de ti, nos reímos contigo! —dijo Tweek.
—¡Me duele! —se quejó Francis entre risas, tocando su vientre.
—Creo que ya estoy bien —dijo Jason, apoyándose en el lavamanos, respirando hondo.
—¿Qué haríamos sin ti, Francis? —comentó Tweek, secando su rostro con su camiseta.
Se sentaron en el suelo mientras reían a ratos. Luego de calmarse por completo, Tweek cambió su semblante.
—Ya, ¿qué pasó? —preguntó Francis.
—No les conté todo lo del sábado, pero en la lucha, ese chico que les dije que me ganó, Spiderman, me dijo que si salía con él, me iba a dejar ganar.
—¿Y lo vas a hacer? —preguntó Jason.
—¡No, claro que no! Pero no sé si me lo dijo en serio o si solo fue para distraerme. Después me dijo: "te lo haría aquí mismo" y propuso ir a un motel.
—No parece ser para distraerte —dijo Francis.
—Recházalo y ya.
—Sí, Tweek, tienes que aprender a hacerlo.
—Ya saben que me cuesta hacer eso, sería diferente si no volviera a verlo, pero tendré que cruzarme con él muchas veces y va a ser incómodo, solo le insinué que tengo novio, pero después de la lucha no hablamos porque se lo llevaron antes de que yo saliera.
—Dijiste que se lo llevaron al hospital, ¿no? Ve si averiguas quién es y le dices —sugirió Jason.
—No, no quiero buscarlo, ya saben que Craig es celoso y prefiero evitar problemas.
—Pero deberías decirle a Craig —dijo Jason.
—¿Y si se enoja?
—Si se entera de otra forma se va a enojar, es mejor que se lo cuentes tú.
—¿Qué crees tú, Francis?
—No le digas, vas a crear un problema innecesario, además, este no sería el mejor momento, no disimula bien, todavía se ve enojado.
—No, debería decirle, Francis, yo me enojaría si me ocultaran algo así —dijo Jason.
—Pero no tiene forma de enterarse si Tweek no dice nada.
—¿Y si se entera? Puede pensar que Tweek no dijo nada para aprovechar el momento.
—Claro que no, Tweek no es así.
—Pero no va a dejar de imaginarse escenarios falsos en su cabeza cuando Tweek esté en las luchas.
—Bueno, ¿le digo o no? —insistió Tweek.
—No —respondió Francis.
—Sí —respondió Jason.
Tweek apoyó su cabeza en la pared, mirando al techo.
—No sé si decirle y ustedes no ayudan.
—Dile —dijo Francis—, pero deja que se calme un poco.
Tweek vio a Jason a su lado.
—Dile pronto, por lo menos antes de la siguiente lucha.
—Pero que nadie diga nada —enfatizó mirando a Francis.
—¡Bien! No diré nada.
Tweek se recostó en el suelo, apoyando su cabeza sobre las piernas de Jason.
—Jason, ¿ya aceptaste por completo a Craig? —preguntó Tweek.
—No, debo admitir que no todavía, pero por lo que veo, tengo que acostumbrarme a su presencia.
—Pero...
—¡Y lo estoy haciendo, Tweek! No me desagrada, para nada, incluso voy a ir a su casa hoy, ¿qué más quieres?
—Jaja. Eso ya es demasiado considerando que viene de Jason —comentó Francis.
—Supongo que desde ahora va a andar con nosotros —dijo Tweek, soltando un suspiro.
—Sí, se ve muy enojado con Clyde —dijo Jason.
—A mí me da un poco de lástima Clyde —dijo Francis, mirando al suelo.
—Es que tú eres muy sentimental, tienes que ser un macho alfa, Francis —dijo Jason.
—Jaja. Creo que Francis es más un macho beta.
—¡Sí puedo ser un macho alfa! —Francis hizo una pequeña pausa—. Hablando de machos, me enteré de que Jason ha estado viajando en tren.
—¿Cómo supiste? —preguntó Jason.
—¿Y eso qué tiene que ver? —preguntó Tweek.
—Es que, conocí una... un... una persona y dijo que te vio bajar del tren.
—¿Quién? ¿Cómo me conoce?
—No te conoce, solo te describió, le mostré una foto tuya y me lo confirmó.
—Yo también quiero saber adónde vas —agregó Tweek.
—Y yo ya les dije que no les diré nada.
—¿Es por una chica? —preguntó Tweek.
—¿Quizá un chico? —preguntó Francis.
—¡No digas estupideces, Francis! Y no, no es nada de eso. Si funciona, les diré, si no, a la mierda, lo intenté.
En ese momento, entró Kenny al baño.
—¿Craig está enojado con Clyde? —preguntó en tanto bebía agua con sus manos.
—Sí —respondió Francis.
—¿Por qué?
—¿Y eso te importa porque...? —preguntó Tweek.
—Qué desagradable eres, Tweek, pero vas a tener que empezar a tratarme mejor.
—¿Ah sí? ¿Y por qué?
—¿No te dijo tu papá? Ahora voy a trabajar en el café.
—¿Qué?
—Sí, fui a hablar con él y me dijo que tú ya casi no atiendes mesas, que necesitaban ayuda, así que me ofrecí, pero me dijo que esperara un poco a que ordenaran sus temas de dinero y todo eso.
—Hay un millón de lugares donde trabajar, ¿por qué en el café?
—Nunca he trabajado, necesito algo que me de dinero fácil y considerando que tú atendías las mesas ahí, es un trabajo que cualquier idiota podría hacer.
—Es más difícil de lo que crees.
—Claro que no —dijo saliendo del baño—, lo hacías tú.
Tweek se levantó molesto a llamar por teléfono a su padre y mientras le alegaba, Jason se quedó conversando con Francis hasta que sonó el timbre del receso y Tweek cortó la llamada. Se fueron al salón a la espera de Craig y Tolkien salió junto a ellos, quedándose Clyde en su asiento.
Durante el receso, Tricia salió junto a sus amigos y se sentaron en uno de los pasillos donde se veía el salón de los chicos.
—¿Por qué no sale? —preguntó Tricia, apoyando su cabeza en el hombro de Karen.
—¿Crees que venga a disculparse? —preguntó Karen.
—Eso espero, aunque quisiera correr a abrazarlo—Tricia se incorporó, arreglando su cabello—. La verdad es que él puede ser molesto, irritante, cobarde, desagradable, todo lo que quieran, pero es mi hermano, Clyde no tenía que decirle algo así.
—Si te veo llorando de nuevo, me voy a enojar contigo, Tricia —advirtió Dougie—. Ese idiota no merece tus lágrimas. ¡¿Cómo se va a enojar porque tu hermano es gay?!
—¡Baja la voz! —dijo Karen—. Ya salió.
Clyde caminó hacia Tricia, con las manos dentro de sus bolsillos y se detuvo frente a ella.
—Tricia, ¿podemos hablar? —preguntó cabizbajo.
—No. —Tricia se levantó de inmediato, regresando a su salón.
Dougie se quedó sentado junto a Karen.
—Ella no quiere hablar contigo —dijo Dougie, cruzándose de brazos—. Déjala tranquila.
—Sé que ustedes saben lo nuestro, así que, ¿podrían decirle...?
—¿Eres sordo? Ya te dije que no quiere hablar contigo.
—Karen, ¿puedes decirle que me escuche o por lo menos que me desbloquee?
Karen negó con su cabeza, evitando mirarlo.
—Clyde, Tricia me pidió que no te dijera nada —dijo Dougie, poniéndose de pie—, pero como parte de la comunidad, me pongo en el lugar de Craig y sinceramente, lo que da asco es tu actitud de mierda. ¿Sabes lo difícil que es "salir del clóset"? No te imaginas ni una tercera parte de lo que tenemos que soportar, empezando por gente de mierda como tú.
Dougie se retiró a su salón, seguido de Karen.
—¡Pobrecito! —dijo Tricia, abrazando a Dougie, con sus ojos llenos de lágrimas.
—¡No llores! —amenazó apartándola, sosteniéndole los brazos.
—¡No estoy llorando! —Tricia le sonrió y luego vio a Karen—. ¿Les dijo algo?
—No, Dougie no lo dejó hablar —respondió bajando la mirada, comenzando a llorar.
—¡No, porque vas a ir corriendo a sus brazos!
—¡Pero tenían que escuchar lo que quería decirme!
—¡No! ¡Nadie hace sufrir a mis amigas! —jaló del brazo a ambas—. Las dos se van a lavar la cara y se acabaron las lágrimas. ¡Ni siquiera sé por qué lloras tú, Karen!
—¡¿No viste su carita?! —preguntó secando sus lágrimas.
Dougie llevó a ambas al baño, las empujó con suavidad para que entraran y se apoyó en la pared, esperando a que dejaran de llorar.
Clyde se sentó en el lugar donde estaba Tricia, observando al resto de los alumnos en el receso.
En ese momento, vio pasar a los chicos de camino a comprar un par de cosas para comer, mientras bromeaban y reían, sin prestarle atención.
—Tolkien prefirió quedarse con ellos —murmuró molesto.
Kenny se sentó a su lado, rodeándolo con su brazo.
—¿Y tus amiguitos? —preguntó haciéndole una expresión de lástima burlesca.
Clyde se quitó el brazo de Kenny y regresó al salón.
—Hay que sacarlo del salón en el siguiente receso —dijo Cartman, sentándose junto a Kenny.
—¿Y por qué estás tan seguro de que fueron ellos? Pudo ser alguno de sus amigos.
—Es obvio, Kenny, ¿cómo sabía la niñita cuál era mi asiento? Sé que uno de ellos la ayudó, pero no me esperaba todo este cambio, también deberíamos revisar a los amigos de Tweek.
—¿Por qué no solo te desquitas con la niñita? No entiendo por qué no quieres hacerle nada a ella.
—¡Solo no quiero! No todavía, pero el que la ayudó va a pagar, esto no se va a quedar así.
—¿Crees que es buena idea ganarte más enemigos, gordo?
—¡Já! ¿Y qué van a hacer? ¿El otaku va a escribir mi nombre en su Death Note? ¿Merlina me va a poner música emo hasta deprimirme?
—Pero ese se puede coger a tu mamá.
Cartman le dio un golpe de puño en el brazo.
—¡Estoy hablando en serio, Kenny!
—¡Yo también! Jaja. Bueno, yo me encargo de sacarlo, pero te saldrá más caro.
—¿Qué más quieres? ¿Eres mi amigo o no?
—Sí, pero tengo necesidades.
—¡Bien! Pero sácalo rápido, solo nos queda el siguiente receso y no quiero esperar hasta mañana.
—Distrae a Stan y Kyle, en cuanto veas a Clyde salir, ve al salón.
—Bien, regresemos con ellos, Kyle ya debe estar por terminar de comprar.
Ambos regresaron con sus amigos.
El timbre del final del receso sonó, regresando todos al salón.
Craig, al regresar junto a Damien, a ratos lo veía de reojo, hasta que Damien se hartó de escuchar a Pip reclamarle por esto.
—¿Tengo algo en la cara? —preguntó en voz baja, volteándose a verlo.
—No, no, lo siento.
—Estoy a nada de agregarte a mi lista —amenazó Pip, viéndolo desde muy cerca.
—Damien, —Craig se volteó a verlo—, ¿hace cuánto que tienes este don?
—¿Por qué tanto interés?
—No quiero burlarme, de verdad, solo es un tema que me gusta y no es algo que pueda compartir con mucha gente.
—¿Y ese es mi problema?
—Después de aclarar mis dudas, te prometo no volver a molestarte.
Damien se sentó de lado, apoyando su espalda en la pared, con su cabeza sobre su antebrazo, en el respaldo de la silla, viendo a Craig.
—Desde que nací, supongo.
—Pregúntale por qué está enojado con Clyde —interrumpió Pip.
—Y... ¿Tus padres saben de esto?
—No tengo, fallecieron.
—Lo siento, no lo sabía.
—Nadie lo sabe y quiero que siga siendo así, si alguien se hubiese enterado cuando pasó, habría terminado en un orfanato, y aún pueden llevarme, sigo siendo menor de edad.
—Pregúntale por qué está enojado con Clyde —insistió Pip, llamando la atención de Damien tocándole el antebrazo.
—¿Viviste solo todos estos años?
—Con Pip, él cuidó de mí hasta que crecí.
—Y después te pervertí —agregó Pip, abrazándolo.
—¿Y cómo es posible que nadie notara la ausencia de tus padres?
—Tú mejor que nadie sabe que las personas fingen preocuparse por el resto, pero no es así, cada uno vive en su burbuja y no salen de ahí.
—¿Y por qué crees que yo debería saber eso?
—Tú estuviste en un orfanato.
—¿Cómo lo sabes?
—Respondiendo a tu pregunta, cuando alguien iba a mi casa, solo decía que no estaban. Yo no tenía una comida calientita esperándome en la mesa o alguien que me calmara cuando tenía miedo de niño. Al final del día, lo único que tenía, era a Pip.
—Pregúntale por qué está enojado con Clyde.
—Y...
—Demasiadas preguntas, creo que ya te respondí lo suficiente —dijo retomando su tarea.
—Creo que este me agrada un poco —comentó Pip—, es el primero que te trata como una persona, pero pregúntale por qué está enojado con Clyde.
Damien suspiró fastidiado, viendo a Pip y luego se volteó a ver a Craig.
—¿Por qué estás enojado con Clyde?
—Se enteró de lo mío con Tweek. ¿Cómo lo sabes?
—Tu aura.
—¿Puedes ver las auras?
—Yo no.
—¿Está aquí? —preguntó viendo alrededor de Damien.
Damien señaló a su lado, donde se encontraba Pip.
—¿Lo toco? —preguntó Pip acercando su dedo a la frente de Craig.
—No.
—¿No qué? —preguntó Craig.
—No te digo a ti.
—Lo voy a tocar —alertó Pip, acercando más su dedo—. ¡Ya casi!
Damien apoyó su cabeza sobre su mano, fastidiado.
—Quiere tocarte, Craig.
—Ah... ¿Tocarme? ¿Tocarme cómo?
Pip le tocó la frente con la punta de su dedo.
—Ah, la frente —dijo aliviado.
—¿Qué estabas pensando? —preguntó Damien.
—Es que... dijiste que es gay y... no importa, olvídalo.
Pip lo vio con una expresión de asombro y horror.
—¡Qué mal pensado! —reclamó Pip, llevando una mano a su pecho.
—¿No te da miedo? —preguntó Damien.
—No, te dije que sí creo que existe y desde que nos dijiste que está entre nosotros me acostumbré a imaginar que está aquí.
Pip abrazó a Damien, uniendo sus cabezas.
—Pobre —dijo Pip—, debe estar desesperado por conversar con alguien que no sea tarado.
Damien rio de forma discreta, cubriendo su boca, apartando la mirada, pero Craig lo notó.
—¿No me crees?
—No, no es eso.
—¿Entonces? ¿De qué te ríes?
—Digamos que a Pip no le agrada mucho Tweek.
—¿Por qué no?
—Por lo que dice sobre él y... todo eso, pero no te preocupes, no le va a hacer nada.
Pip se aproximó a Craig, acercándose a su rostro.
—Tienes que cometer un solo error con Damien y también te agrego a mi lista.
—Bueno, no puedo obligarlo a creer en esto —continuó Craig—, para él, todo lo que pasó esa noche fue un truco.
—Tweek siempre ha pensado que Pip es imaginario.
—Su cerebro será imaginario —alegó Pip, cruzándose de brazos.
—Espera, yo recuerdo que ese día que nos manipuló para que nos peleáramos, tú dijiste que nos tocaba, pero esa vez no lo sentí, no como ahora, solo sentí frío.
—¡¿Ves lo que haces, Damien?! ¡¿Para qué me dejaste tocarlo?!—reclamó Pip—. ¡Ahora vas a tener que decirle que los usamos!
—Te lo voy a resumir. Los usamos para que Pip absorbiera la energía de ustedes y pueda materializarse.
—¿Y lo que preguntamos y todo eso?
—No, eso fue real, lo que vio Pip de ustedes fue real, solo la parte de la televisión y el dinosaurio de Tweek.
—¿Entonces Tweek tenía razón? ¿Sí fue un truco?
—Más o menos. Las velas sí las apagó él y el dinosaurio también lo activó, ese día dijo que se sentía como Matilda.
Ambos rieron, llamando la atención de Clyde que se volteó a verlo, haciendo contacto visual con Craig y este cambió su expresión por una más seria, continuando su tarea.
—¡Silencio...! ¿Thorn? —El profesor se volteó al pizarrón, extrañado.
Francis se volteó a hablarle a Tweek.
—¿Ya ves? Le contagiaste a Craig tus malas costumbres. ¿Cuándo habían regañado a Damien por conversar?
—¿Y ahora se va a hacer amigo de Damien? —preguntó Tweek, viendo a ambos.
—Sinceramente —dijo Jason, volteándose, procurando alzar su voz—, entre Clyde y Damien, prefiero a Damien.
—Tienes toda la razón, Jason —dijo Tweek, alzando su voz.
—Supongo que era un amigo fácil de reemplazar.
Clyde se volteó a ver a Jason por sobre su hombro, entrecerrando sus ojos, Jason le sonrió y Clyde se volteó a continuar su tarea.
—Ya, no sigan —dijo Francis—, me da lástima.
—¡Solo ignóralo! —dijo Tweek.
El timbre del receso sonó y todos salieron del salón, excepto Clyde y Kenny, este se acercó al lugar de Clyde y se sentó en la silla de Craig.
—¿Por qué tan solito, Clyde? —preguntó apoyando su codo sobre la mesa.
—Déjame en paz.
—¿Estás enojado con Craig? ¿Qué te hizo?
—¿Hace cuánto te dijo que está con el enano?
—Ah, ya te enteraste. Lo sé desde el principio, ¿cuál es el problema? ¿Que es gay o que no te lo dijo?
—¿Él te dijo?
—No, lo supe porque los sorprendí.
Clyde se quedó pensativo, cruzándose de brazos.
—¿Sabes? Quizá lo entenderías mejor si probaras.
—¿Probar qué?
Kenny le mostró su dedo índice, pasó su lengua por este de manera sugerente y Clyde se levantó molesto, saliendo del salón.
Kenny se levantó mientras reía y pronto, Cartman entró al salón. Comenzaron a revisar los cuadernos, comparando la letra con fotografías que habían sacado con sus teléfonos a los escritos de las paredes, antes de que los borraran.
—Este fue, gordo —dijo Kenny, mostrándole el cuaderno de Francis.
—¿Seguro? —preguntó acercándose a ver.
—Sí, mira la letra.
—Otaku de mierda.
—¿Y por qué la ayudaría él?
—No sé, pero me las va a pagar.
Guardaron los cuadernos y dejaron todo como estaba.
—¿Sabes, gordo? Yo sé cómo vengarte de él.
—¿Cómo?
—Pero ya sabes —dijo señalándose la palma de su mano.
—¡A ti hay que pagarte hasta por respirar!
—Ya sabes que sí.
—¡Bien! Nos vamos a mi casa luego de la escuela.
—¿Allá estará mi dinero?
—¡Sí, Kenny!
—Genial.
Luego del receso, las clases continuaron con normalidad.
En cuanto sonó el timbre del final de clases, Clyde tomó su mochila y salió a paso rápido para evitar encontrarse con los chicos de camino a casa. Al llegar a la entrada principal, fue detenido del brazo por Bebe, Clyde se volteó a verla, sin saber qué decir, en tanto el resto de alumnos comenzaba a salir de la escuela.
—¡Tanto tiempo, Clyde! —dijo dándole un enérgico abrazo—. ¡No creciste mucho!
—Bebe —dijo procurando no abrazarla, tratando de alejar su cabeza.
—¿Por qué nunca me llamaste? —Lo soltó quedándose frente a él—. ¿O Francis no te dio mi número?
—Yo...
—¡Oh, aquí viene! —Bebe alzó su mano, agitándola en el aire—. ¡Francis!
Clyde no se volteó a ver y afirmó las correas de su mochila, tragando saliva.
—Ay, no —dijo Francis, viendo a Bebe.
—¿Quién es? —preguntó Craig.
—Bebe —respondió Tolkien.
—¿Esa es Bebe? —preguntó Jason— ¡¿Y la rechazaste, imbécil?!
Francis se dio la vuelta, caminando en sentido contrario, pero fue detenido por Jason.
—¡Enfréntala! Si no lo haces ahora, no lo vas a hacer nunca.
—Pero...
—Francis, ¿no eres tú el que siempre me critica por no saber enfrentar este tipo de situaciones? —regañó Tweek—. Muéstrame cómo.
—No es lo mismo.
—¡Muéstrame al macho alfa en acción! —Tweek lo empujó en dirección a Bebe.
Se acercó a paso lento, mientras el resto se quedó viéndolos, a un par de metros de ellos.
—¿Qué querrá con los dos? —preguntó Tolkien.
—Considerando lo que dijo Francis sobre ella, un trío —respondió Tweek.
—No creo.
Francis llegó junto a Clyde, mientras se mordisqueaba la uña de su pulgar.
—¿No le diste mi número a Clyde? ¿O estás pensando mi propuesta?
—Sí se lo di.
Bebe vio a ambos y apoyó sus manos en su cadera.
—¿Acaso los dos pensaban ignorarme?
—Es que —dijo Francis—, yo no te respondí más porque... mi celular se rompió.
—El mío también —dijo Clyde.
Bebe sacó su celular, llamó al de Francis y se quedó viéndolo molesta, mientras comenzaba a sonar.
—¡Oh, este celular! —dijo entre una risa nerviosa.
—¿Tienes otro?
—Lo-lo reparé hace poco.
—Yo también—dijo Clyde.
—¿Por qué no solo me dicen que no? Detesto que me ignoren.
—Bebe, te voy a decir la verdad —dijo Clyde—. Estoy con alguien y, por eso no te llamé.
—Yo también —dijo Francis.
—No les creo.
—¡De verdad! —dijo Francis caminando a paso lento junto a Bebe—. Y si me ve contigo se va a enojar.
—Mi novia también —dijo Clyde, siguiendo a Francis—, que estés bien.
Bebe detuvo a ambos, tomándolos de su ropa.
—¿Y dónde están sus novias? ¿Van en la misma escuela y no andan juntos?
Ambos se quedaron en silencio, mientras Bebe les reclamaba.
—"Macho alfa... Alfa... Beta... Omega... Omegaverse... —pensaba Francis, viendo a Clyde.
Respiró profundo y decidido, tomó la mano de Clyde, mientras este lo miraba confuso.
—Él es mi novio —dijo levantando la mano de ambos entrelazada—. No queríamos decir nada porque... ¡Porque no y punto!
—¿Entonces son...? —preguntó Bebe, atónita.
—¡Sí! ¡Y te agradecería que no vuelvas ni a mirar a mi hombre!
Francis jaló la mano de Clyde con fuerza, apurando el paso, mientras Clyde solo lo seguía tratando de igualarle el ritmo, en silencio.
Bebe se volteó a verlos en tanto salían de la escuela.
—¿Por qué...? ¡¿Qué pasó?! —preguntó Craig, desconcertado, viéndolos alejarse.
—No tengo idea —respondió Tweek.
—Quizá... se fue a cumplirle la fantasía de hace tiempo a Clyde —respondió Jason entre risas.
Nichole se acercó a los chicos, junto a Wendy y Annie, quien miraba a Craig, pero este no lo notó.
—¿Ese era Clyde y Francis? —preguntó a Tolkien.
—Sí, pero tampoco sabemos qué pasó. —Tolkien abrazó a Nichole, volteándola hacia donde estaba Bebe—. Mira quien está allá.
Las tres corrieron al encuentro de Bebe mientras se abrazaban y conversaban emocionadas.
Francis continuaba caminando de la mano con Clyde y se detuvieron a una calle de la escuela.
—Lo siento, Clyde, entré en pánico.
—No, no, me salvaste, gracias.
—¿Por qué no quieres salir con ella?
—Solo no quiero, ya la superé, esperé por años y ya no quiero. ¿Y tú por qué no?
—Para ser sincero, lo intenté, pero no me gustó su forma de ser.
—Francis —Clyde apretó un poco la mano de Francis—, ¿Craig estaba ahí cuando Tweek les dijo lo de ellos? ¿Hace cuánto lo saben?
—No, Craig no estaba. La verdad es que no lo sabemos hace mucho y Tweek no nos dijo, yo los descubrí un día que conversábamos.
Francis lo miró con lástima mientras Clyde parecía con la mirada perdida.
Los chicos se detuvieron tras ellos.
—¿Qué rayos fue todo eso, Francis? —preguntó Tweek.
Francis se volteó, seguido de Clyde.
—Entré en pánico.
—Creo que ya pueden soltarse —dijo Jason, viendo la mano de ambos.
Ambos se miraron las manos y se soltaron de golpe.
—¿Nos vamos? —preguntó Craig, comenzando a caminar delante de todos.
—Vayan ustedes, yo los alcanzo luego —dijo Tolkien.
El resto continuó su camino y Tolkien se quedó con Clyde.
—¿Adónde van? —preguntó Clyde, viendo a Craig conversar y reír con los demás.
—A casa de Craig. Clyde, ¿no vas a disculparte?
—No, él tiene que disculparse.
—¿Y él por qué?
—Porque no fue capaz de decirme.
—¿Ya viste cómo reaccionaste?
—Pero tuvo la confianza de decirte a ti.
—Él no me dijo, yo los sorprendí, pero no puedes culparlo, imagínate que Craig se opusiera a que estuvieras con la chica con la que fuiste al cine. ¿Te atreverías a contarle que sales con ella?
Clyde se quedó en silencio.
—¿Lo ves? Acepta que la cagaste.
—¿Y por qué andas con ellos?
—Clyde, mira todos los que se quedaron del lado de Craig y mira los que se quedaron de tu lado. ¿Quién crees que se equivocó?
—Ellos están ahí por el enano.
—¿Jason también? Ya sabes cómo es y aun así, no ha reclamado en ningún momento, ni siquiera por mí.
—¿Y qué? ¿Me disculpo y después vamos a ser todos amiguitos, nos subimos a nuestros ponys y cabalgamos felices por el bosque?
—¿Sabes, Clyde? Lamento haberme dejado influenciar por lo que decías sobre ellos —dijo antes de alejarse, alcanzando al resto.
Clyde caminó más lento.
Un poco más atrás, iban Tricia, Dougie y Karen.
—¡Ya basta, Tricia! —reclamó Dougie.
—¡Pero si no estoy llorando! ¡¿Lo ves?! —Tricia señaló su rostro, mostrándole una sonrisa.
Karen vio que Clyde iba más adelante y lo señaló con la cabeza a Dougie, quien al verlo, propuso una carrera hasta casa de Tricia, con la intención de distraerla.
Pasaron corriendo cerca de él mientras reían y se daban pequeños empujones entre ellos.
—¡Qué mierda! ¿Todos decidieron ser felices hoy? —reclamó Clyde en voz alta, viendo a Tricia que le dio una palmada en la cabeza a Craig al pasar a su lado y continuó su carrera.
—Quizá el problema eres tú —comentó Cartman sin mirarlo, pasando junto a Kenny.
—Todos son más felices sin Clyde —dijo Kenny, revolviendo el cabello de Clyde.
Los ignoró y continuó su camino, a metros tras los chicos.
—¡¿No ha sido un día increíble?! —preguntó Tweek, adelantándose, caminando hacia atrás, viendo a todos.
—¿Qué tuvo de increíble? —preguntó Craig.
—Empezando, Clyde no jodió en todo el día —comentó Jason.
—¡Y crecí! —Tweek regresó a caminar junto al resto, tocando su mentón—. Ya puedo sentir que me va a salir barba.
—Jaja. Claro, —Jason le palmeó la espalda—, mañana mismo va a salir.
—¿Saben? —interrumpió Francis—. Clyde parece arrepentido.
—No creo que sea buena idea continuar con eso —dijo Tolkien, viendo a Craig.
—Sí, cambio de tema. —Tweek se dirigió a Jason—. Lo había olvidado, Jason, necesito que me prestes a tu papá.
—¿Para qué?
—Necesitamos un adulto para ir a pagar la multa y entre pedírselo a la mamá de Francis y tu papá, lo prefiero a él.
—Vayan a hablar con él.
—Pero... ¿Y si le dices tú?
—¿Y ahorrarles la vergüenza de decirle por qué les dieron esa multa? Olvídalo.
—¿Crees que acepte? —preguntó Craig.
—Sí, es probable.
—Supongo que no hay más opciones, no conozco a los padres de Tolkien. —Craig se volteó a verlo—. Oye, sí, ¿por qué nunca nos juntamos en tu casa?
—No me gusta estar ahí.
—¿Por qué? —preguntó Tweek.
—Siempre estoy solo, mi papá prácticamente vive en su empresa y mi mamá casi siempre está de viaje.
—Qué envidia —dijo Francis—, ojalá yo pudiera estar sin mi mamá jodiendo todo el día.
—No, no es tan bueno como crees, cuando crecí, poco a poco se empezaron a alejar, tengo todo lo que quiero, pero no a ellos.
—Pero tienes amigos —dijo Francis, sonriéndole.
—Sí, lo sé, son la familia que uno elige.
—¡Aww! —Craig lo rodeó con su brazo—. Para la próxima nos juntamos en tu casa.
—Jaja. No, no me gusta estar ahí.
Continuaron su camino, mientras Clyde los veía más atrás.
—Ay, sí, ahora todos son felices —regañó entre dientes, apartando la mirada.
Los chicos, a pocos metros de llegar a casa de Craig, vieron a Tricia que sostenía la puerta de entrada y su madre miraba hacia adentro a través de la ventana. Craig se quedó viéndolas junto al resto en el antejardín.
—¿Qué están haciendo? —preguntó Craig.
—¡Atrápalo, Craig! —gritó Tricia.
—¿Atrapar qué?
—¿Atraparlo? Hay... ¿Un Pokémon? —preguntó Tweek, pensativo.
—¡Es una rata gigante! —respondió su madre.
Tweek abrió por completo sus brazos, mostrándole a Tricia el tamaño que se estaba imaginando.
—¡No tanto! —alegó frunciendo el ceño.
Tolkien se acercó a una ventana junto a Tricia.
—¿Qué tan grande es, Tricia?
—Como una zarigüeya pequeña.
—¡¿En serio?! ¿Adónde? —preguntó Tweek, que corrió a ver junto a la madre de Craig.
—Estaba en la cocina. —La madre de Craig se volteó a verlo—. ¡Era enorme y asquerosa!
—Y era como... estilosa —agregó Tricia.
—¿Estilosa? —preguntó Tweek, apoyando ambas manos en el vidrio, tratando de ver adentro.
—Sí, tenía como un peinado.
—¿Cómo va a estar peinada? —preguntó Craig.
—¡Te juro que estaba peinada!
Francis se acercó a ver junto a la madre de Craig.
—¿Entonces... tiene pelo largo?
—¡Sí! ¡Era asquerosa! —La madre de Craig se volteó a verlo—. ¿Y quién eres tú?
—Cierto —dijo Craig—. Él es Francis y él es Jason, ya han venido antes, pero creo que no los habías visto.
—Es un placer —dijo Jason, sonriéndole.
Tweek se volteó a verlo con mirada desaprobadora y Jason solo le sonrió.
—Lamento no poder recibirlos bien ni ofrecerles nada, pero no pienso entrar a la casa —dijo su madre, viendo adentro nuevamente—. En la ciudad jamás había visto una rata tan grande, supongo que en este tipo de pueblos es común ver ratas así.
—No, yo nunca he visto una rata peinada —dijo Tweek y luego se volteó a ver a Craig—. ¿Puedo entrar a ver?
—¡No! —dijo su madre—. He sabido de ratas gigantes que son capaces de comer niños.
—Ay, mamá, no exageres —dijo Craig—. ¿Cómo se lo va a comer? Para eso debería ser enorme.
—¡Era enorme! —gritó Tricia.
—No creo que tanto.
—¿Estabas ahí?
—No, pero...
—¡¿Estabas ahí?!
—¿Es como... mutante? —Jason se acercó a ver junto a Tolkien.
Craig se fue junto a Tricia que aún sostenía la puerta.
—Déjame ver.
—¡No, Craig! —dijo su madre—. No quiero que te vaya a morder.
—Mamá, hicieron esto mismo cuando andaba esa cucaracha.
—Tú también te asustaste —regañó Tricia.
—Claro, tenía alas, pero no creo que esto vuele.
—Si es mutante podría volar —comentó Jason, buscando con la mirada a la altura del techo.
—No, no tenía alas —dijo Tricia.
—Yo voy contigo —dijo Tweek ya a su lado.
—No necesito que me cuiden.
—No voy a cuidarte, quiero ir a ver. Nunca he visto algo así, al menos no como me lo estoy imaginando.
—Yo también quiero ver —dijo Tolkien.
—Yo igual —agregó Jason.
—Bien, vamos todos.
—Yo no —dijo Francis—. Yo los veo desde aquí.
Tricia soltó la puerta y tomó el hombro de Craig.
—Jamás te lo he dicho, Craig, pero a pesar de todo, ser tu hermana ha sido una de las mejores cosas que pudo pasarme en la vida, nunca te voy a olvidar.
—Espero que haya subido a tu habitación y esté sobre tu cama —dijo quitándose la mano de Tricia.
Craig abrió poco a poco la puerta y se quedaron de pie en la sala. Tricia cerró la puerta de golpe y se fue a verlos por la ventana, junto su madre y Francis.
Entraron a la cocina procurando no hacer ruido mientras buscaban con la mirada. Al cabo de un rato, tras la estufa, escucharon un leve crujido de lo que parecía ser la rata comiendo. Con sigilo, Jason y Tolkien se posicionaron a cada lado de la estufa, Tweek se agachó junto a Tolkien, listo para atraparla con sus manos y Craig del lado de Jason, sosteniendo su sudadera, preparado para cubrirla y atraparla. Tolkien contó hasta tres con su mano y ambos corrieron la cocina de golpe. La enorme rata salió por el lado de Craig y este la cubrió de inmediato, logrando atraparla.
—¡Quiero verla! —dijo Tweek, acercándose a gatas.
—De verdad es grande. —Craig sostuvo la sudadera con más fuerza, ya que la rata intentaba escapar.
—¿Es gris, verde o cómo?
—¿Cómo va a ser verde, Tweek?
—No sé, Jason dijo que podía ser mutante.
—No la vi bien.
—¡Pero déjame ver!
Jason y Tolkien buscaban entre los cajones y Jason sacó un mazo ablandador de carne de acero.
—Quítate, Tweek —dijo Jason, alzando el mazo.
Tweek se volteó a verlo y se levantó de inmediato, sosteniéndole las manos.
—¡No la mates así, Jason!
—Tweek, las ratas son peligrosas —dijo Tolkien.
—Tienen un montón de enfermedades —agregó Craig.
—¡Pero no así! ¡Craig, no así! —Los ojos de Tweek se llenaban de lágrimas— ¡Yo la libero, déjame llevarla al bosque!
—No, Tweek, es peligroso.
—¡Por favor! ¡No me va a hacer nada! —suplicó agachándose a su lado.
—No, Tweek.
—¡Por favor!
Tolkien se agachó del otro lado de Craig, frente a Tweek.
—Craig, deja que la libere.
—¿Y si lo muerde?
—¡No me va a morder!
—¿La mato o no? —preguntó Jason, sosteniendo el mazo alzado.
—¡Sí! —dijo Craig.
—¡No! —dijo Tweek.
Craig vio el bulto entre sus manos que trataba de escapar y pronto, comenzó a emitir un chillido agudo.
—Pobrecita, déjame liberarla —suplicó Tweek.
—¿Sabes? —intervino Tolkien—. No suena como una rata.
Jason se sentó en el suelo junto a Tweek y Tolkien junto a Craig.
—Quizá como es mutante, no suena como una —dijo Jason.
—Gigante... Peinada... Con estilo... —divagaba Tolkien.
—Todavía puedo hacerlo —dijo con el mazo en su mano.
—No, Jason, pobrecita.
—¡Deja de llorar! Es una rata.
—Pero no merece morir así. Craig, podríamos ponerla en algo, así no la toco, me la llevo ahora —sugirió Tweek.
—A ver, Craig, levanta un poco la sudadera para verla —dijo Tolkien.
—¿Y si se escapa?
—¿De verdad creen que atrapamos una rata gigante, peinada con estilo, mutante, comeniños?
—Si lo dices así, suena bastante estúpido.
—Es que lo es. Tweek, ayúdame —dijo preparado para atraparla con sus manos—. Craig, quita la sudadera.
Tweek limpió sus lágrimas con su camiseta y se preparó para atraparla.
—Si sale por acá, ya valió verga —dijo Jason, alzando el mazo.
Craig contó hasta tres y quitó sus manos. La rata, aún bajo la sudadera, se quedó inmóvil por un momento y caminó hacia Jason.
—Ya eligió su destino. —Jason tomó impulso para golpearla.
Tweek se cerró sus ojos con fuerza, cubrió sus orejas con sus manos y Craig apartó la mirada. La rata se asomó un poco y Tolkien detuvo rápido a Jason, quitando la sudadera de golpe. Al verla bien, Jason soltó el mazo y la tomó en brazos, acariciándole el lomo, mientras Tolkien reía aliviado.
—No es una rata —dijo Jason—. Es una cobaya.
Craig dirigió su mirada a Jason, seguido de Tweek.
—¡Qué bonita! —dijo Tweek.
—¿Y qué hace aquí? —Craig la tomó, alzándola un poco, viéndola con detenimiento y luego la acercó a su pecho—. No parece salvaje.
—Qué exagerada tu mamá —comentó Tolkien, acariciando a la cobaya.
—¡¿Lo ves, Jason?! ¡Casi la matas! —regañó Tweek.
—¿Y cómo mierda iba a saber? Yo imaginaba algo horrible.
—¡Yo también, pero no era para matarla así! ¿No tienes sentimientos?
—Sí, pero no funcionan con ratas.
Craig le dio la cobaya a Tolkien y abrazó a Tweek, secándole sus últimas lágrimas mientras reía.
—Debe haber escapado —dijo Tolkien, revisándola.
—No tiene collar ni nada, no creo que sea de alguien —dijo Tweek.
—Creo que las cobayas no usan collar —dijo Craig.
Tolkien le dio la cobaya a Tweek mientras ayudaba a Craig a poner todo en su lugar y salió a avisarle a su madre que ya podía entrar.
—Yo no voy a entrar con esa cosa en la casa —advirtió su madre.
—Pero si no es una rata —dijo Tweek, acercándosela.
Su madre se alejó mientras gritaba, regresando al antejardín.
—¡Qué lindo! —dijo Francis, acercándose a acariciarla.
—Sí parece una rata gigante —comentó Tricia, viéndola desde la entrada, apretando sus puños.
—Es como un hámster, pero más grande.
—¡Y es bonito y gordito! —agregó Tweek.
—No, Craig, yo no quiero eso en la casa.
—Pero debe estar perdido, déjame buscar a los dueños.
—Mamá, no es tan fea —dijo Tricia, acercándose temerosa.
—¡No quiero verla por la casa! —advirtió su madre—. Craig, si veo esa rata fuera de tu habitación, te prometo que te voy a castigar.
—Bien, dame unos días. ¿Tienes algo que pueda comer?
—No pienso alimentarla.
—¡Yo compro! ¡Traeré las papas fritas y de paso le compro comida!
Tweek le entregó la cobaya a Tricia, quien la recibió procurando no acercársela y Tweek salió rápido de casa.
—Toma, Craig, no la quiero tan cerca —dijo alejando su rostro lo que más pudo.
—Solo le tienes miedo porque mamá le tiene miedo, no hacen nada. —Craig la recibió y subió a su habitación con el resto.
Al cerrar la puerta, le dio la cobaya a Tolkien y abrió su clóset.
—¿Las cobayas son diurnas o nocturnas? —preguntó Craig, buscando en su clóset.
—Creo que son diurnas —respondió Jason, sentándose sobre el escritorio.
—¿Vas a buscar a sus dueños hoy? —preguntó Francis, sentándose sobre la cama.
—No.
Tolkien dejó la cobaya sobre la cama, sacó su celular y le tomó una fotografía.
—Ya le saqué una foto, Craig, ¿te la envío para que lo publiques en internet?
—No.
—¿Te la vas a dejar?
—Sí, mi mamá nunca me dejó tener una, solo le diré que no encontré a los dueños y tendrá que acostumbrarse a ella.
—Pero debe tener dueños.
—Debieron cuidarla mejor.
—Eso es robo, Craig.
—No me hables tú de robos.
—¿Tú... robas? —preguntó Francis.
—¿Qué? —Tolkien se levantó, simulando molestia—. ¿Porque soy negro tengo que robar?
—¡No, no quise decir eso!
—Jaja. No, no robo.
Craig sacó una sudadera vieja, la lanzó sobre la cama y buscó una caja donde cupiera la cobaya, dejó caer su contenido sobre el escritorio y acomodó la sudadera adentro.
—Listo, ya tiene su cama. —Craig dejó la caja junto a su cama y se agachó junto a Tolkien, viendo a la cobaya.
Jason se volteó a ver las cosas que había dejado Craig sobre el escritorio y tomó un pequeño tubo.
—¿Qué es esto, Craig? —preguntó levantando el tubo a la luz, viendo su contenido.
—Oh, olvidó eso —comentó acercándose a ver—. No sé, cuando nos mudamos encontré un... no sé qué era, lo desarmé y esto estaba adentro, pero creo que alguien entró a la casa y se lo llevó, pensé que se lo había llevado todo.
—¿Entraron a robar? —preguntó Francis.
—Yo no fui, por si tienes la duda —aseguró Tolkien.
—No, Tolkien, no pensé eso.
—Jaja. No sé, no se llevaron nada más, solo eso.
—¿Y cómo supo que estaba aquí? —preguntó Jason.
—No tengo idea.
—¿Llamaron a la policía? —preguntó Francis.
—No, como solo fue eso, no le dimos importancia.
Jason regresó el tubo junto al resto de las cosas y se acercó a ver a la cobaya, seguido de Craig que se agachó a su lado.
—Craig, ¿esta sería tu primera mascota? —preguntó Jason.
—Sí, mi mamá le teme a todo.
—¿Ni siquiera un perro o un gato?
—No, nada. ¿Tú tienes mascotas?
—Tuve un gato, —Jason bajó la mirada—, pero supongo que ya murió, mi mamá se lo llevó cuando se fue.
—¡No, no! —interrumpió Francis—. ¡No arruinemos este día hablando de ella!
—No me importa, Francis.
—Craig, ¿la cobaya es macho o hembra? —continuó Francis, ignorando a Jason, quien solo rio.
—No sé.
Francis la levantó, tratando de comprobar sus genitales.
—No parece nada.
—Jaja. Déjame ver. —Tolkien la alzó con ambas manos.
La cobaya se orinó sobre la camiseta de Tolkien y este solo cerró sus ojos, esperando a que terminara y se la regresó a Francis, quien rio mientras acariciaba a la cobaya.
Tolkien se fue al baño, regresó con su camiseta en la mano y su celular en la otra. Al entrar, Francis observó su torso desnudo con detenimiento.
—Ponte esto. —Craig le lanzó una camiseta mientras reía.
—Espera, encontré cómo verla en internet. —Tolkien leyó la información—. Francis, si tiene forma de "Y" es hembra y si tiene forma de "i" es macho.
Francis no respondió.
—Francis —insistió Tolkien.
—Sí —respondió Francis, sin quitarle la vista de encima.
Jason y Craig se miraron, extrañados.
En ese momento, entró Tweek a la habitación, cargando un par de bolsas. Al ver a Tolkien sin camiseta, miró a todos y cerró la puerta.
—¡Llegué justo para la orgía! —dijo entre risas, dejando las bolsas sobre la cama, junto a la cobaya.
—Pues... Francis parece tener una en su cabeza —comentó Jason.
Tolkien se puso su camiseta, mientras reía con el resto.
—¿En serio, Francis? ¿Estamos todos o solo Tolkien? —preguntó Tweek.
—¡¿Qué?! ¡No! —Francis se levantó de golpe—. ¡No estaba viéndolo de esa forma!
—¡No te alteres! —dijo Tolkien—. ¡Solo era una broma, nadie pensó algo así!
—¡Sí, Francis, tranquilo! — dijo Tweek.
—¡Yo no soy gay! ¡Estoy harto de que todos piensen lo mismo!
—¡Bájale a tu histeria! ¡Ninguno de nosotros lo pensó, Francis! —alegó Tweek.
Jason se señaló a sí mismo, luego a Craig y ambos asintieron con la cabeza a Tweek.
Tweek les frunció el ceño, en señal de que no dijeran nada.
Francis regresó a sentarse, aún un poco alterado, viendo a la cobaya y Tweek regresó a tomar las bolsas sobre la cama, tratando de desviar el tema.
—No sabía qué traer, así que traje de todo un poco.
—¿Y por qué no llamaste? —preguntó Craig.
—No... lo sé.
—Jaja, bueno, ¿qué trajiste?
Tweek comenzó a sacar las cosas de las bolsas, dejándolas sobre la cama.
—Lechuga, manzanas, zanahorias, tomates, galletas...
—No comen galletas —interrumpió Tolkien.
—Yo sí —dijo Jason, tomando las galletas, comiendo de inmediato.
—Bueno, esto —dijo sacando una bolsa mediana con pienso para cobayas—. No sabía cuál, así que traje la que tuviera la cobaya más parecida a ella.
—Es solo la foto, Serena, no importa si se parece o no —dijo entre risas.
—Como sea, también traje un poco de semillas, ¿comen semillas?
—Luego busco por internet, no tengo idea.
Craig abrió la bolsa de pienso y le dejó un poco sobre la cama, mientras todos la veían comer.
—Qué adorable —comentó Tweek.
—Pensé que comían como un hámster, con sus manitos —dijo Tolkien.
Jason notó una lata que olvidó Tweek y la sacó de la bolsa.
—¿Y el pescado para qué?
—Ah, es que como decía cobaya, supuse que le gustaría.
—No comen pescado, son herbívoros —dijo Craig.
—Aquí no dice cobaya, estúpido. —Jason le dio la lata a Craig mientras reía.
—¡Esto es caballa, Tweek! —Craig dejó la lata sobre el escritorio—. Y es para humanos, no animales.
En tanto reían, se acomodaron en el suelo, junto a la cama de Craig a comer papas fritas y Tweek se volteó a ver a la cobaya, que aún comía.
—Creo que tenía hambre.
—¿Lo ven? Debe llevar un buen tiempo perdida y no he visto a nadie buscándola, se queda conmigo.
—¡¿Te la vas a dejar?! —preguntó Tweek, emocionado.
—¡Baja la voz! Mi mamá no quiere, pero no la quiero devolver.
—Nadie va a saber que la tienes tú —dijo Tolkien, notando que Francis continuaba en silencio—, no tienes que sacarla a pasear, ni nada de eso. ¿Verdad, Francis?
—¿Qué?
—Que nadie va a saber que Craig la tiene.
—Ah, sí.
—¿Y cómo le vas a poner? —preguntó Jason.
Tolkien tomó a la cobaya y la revisó.
—Creo que es macho.
Craig se levantó a buscar un cuaderno y lápiz, dándole una hoja a cada uno.
—Dejémoslo a la suerte, cada uno escriba un nombre.
Salió de la habitación y golpeó la puerta de Tricia.
—¿Qué quieres? —preguntó desde su cama.
Craig entró a la habitación.
—¿Otra vez estás llorando?
—No —dijo volteándose en la cama, secando sus lágrimas—. ¿Qué quieres?
—Saber por qué sigues llorando.
Craig se acostó a su lado.
—Si no quieres decirme, está bien, pero solo quiero saber si lo que te tiene así es un chico.
—No, no es nada de eso. ¿Qué quieres?
—Como quieras, pero ya sabes que lo voy a descubrir, quieras o no. En fin, me voy a dejar a la cobaya, pero no digas nada.
—Bien.
—Ten, escribe un nombre. —Craig le entregó una hoja y lápiz.
—¿Es macho o hembra?
—Macho.
Tricia pensó por un momento y anotó el nombre, le regresó la hoja a Craig y este la dobló procurando no leerlo. Antes de abrir la puerta, se volteó a hablarle.
—No necesitas hacerte la ruda conmigo, yo sé que no lo eres, te conozco y sé que puedes ser bastante sentimental a veces.
—Solo vete, Craig.
—Si no me dices, le diré a mamá y vas a tener que hablar igual.
—Si tú me traicionas, yo te traiciono, ya sabes cómo funciona, y no quieres que ellos sepan que te gusta chupar vergas, ¿verdad?
Craig no respondió, le mostró el dedo medio y salió de la habitación.
En tanto, los chicos le hablaban a Francis, tratando de que olvidara lo sucedido.
—¿Ya terminaron? —preguntó Craig, sentándose a continuar comiendo sus papas fritas.
—Yo anoté dos —dijo Tolkien—. Por si no te gustaba la primera opción.
Metió todos los papeles doblados en una bolsa y sacó uno, el cual vio frunciendo el ceño.
—¡No va a llamarse Pitochu!
—¡¿Y por qué no?! —preguntó Tweek, molesto.
—Jaja. Solo elige otro —dijo Jason, comiendo papas fritas.
Craig sacó otro papel.
—Stripe. —Craig pensó por un momento—. Me agrada.
—Sí, suena bien —dijo Francis.
—Pitochu suena mejor. —Tweek se cruzó de brazos.
Craig se levantó, viendo a Stripe durmiendo sobre su cama, junto a la comida.
—Creo que comió demasiado —comentó mientras hacía a un lado las papas fritas quemadas y terminaba de comer el resto.
Tweek gateó junto a Craig, apoyándose en la cama, viendo a Stripe.
—Duerme como tú. —Tweek inclinó su cabeza, enternecido.
—¿Cómo?
—Con los ojos cerrados. —Se apoyó en el hombro de Craig mientras reía.
—Pensé que dirías algo más tierno —dijo Craig, un poco molesto.
—Pues no —dijo entre risas, abrazándolo.
Craig lo besó en la frente y regresó a sentarse con el resto, seguido de Tweek, mientras comía las papas quemadas que le dio Craig.
—¿Quién escribió ese nombre, Craig? —preguntó Tolkien.
—Mi hermana.
Chapter 22: Bizarro con B de Bisexual
Chapter Text
[...] Cuando ya me tenía de rodillas en el suelo, levantó mi cabeza jalándome del cabello y metió su pulgar a mi boca a la fuerza.
—Ábrela —ordenó con un tono firme.
Mis sentidos comenzaban a estimularse, realmente sentía un hambre voraz por su enorme verga, así que, antes de que pudiera tan solo pensarlo, la abrí para él e introdujo violentamente todo su miembro en mi boca.
Rozaba mi garganta, por lo que era inevitable hacer arcadas, pero esto parecía excitarlo más, se relamía los labios mientras sonreía, eso lo delataba.
Tolkien hizo una pausa de su lectura en voz alta mientras reía a carcajadas con Craig, miró a su alrededor para comprobar que el resto de alumnos siguieran en el patio durante el receso y continuó.
[...] Me tomó por el cuello, me levantó frente a él y me volteó, me apoyó sobre la mesa de Craig y antes de que yo pudiese decir alguna palabra, me penetró con tanta fuerza que solo me limité a cubrir mi boca. Lo sentía entrar y salir de forma tan salvaje que era inevitable dejar escapar mis gemidos.
Entonces Tolkien me acercó jalándome fuerte del cabello y susurró.
—Muévete para mí, Jason.
Escuchar su voz junto al calor de su aliento en mi oído me hizo estremecer y no pude negarme a su petición.
El dolor me pedía parar, pero mi cuerpo me imploraba seguir moviéndome para él y....
—Espera, espera —interrumpió Craig mientras reía—. ¿Entonces todas las historias son solo sexo? ¿No hay trama ni nada?
—Parece que sí, sobre todo la de Clyde contigo.
—Esa fue incómoda, que lo ahorcara y todo eso del maltrato. ¿Quién será que escribió todo esto?
—Supongo que alguno del salón, en todas las historias estamos nosotros.
Craig revisó una a una las hojas que tenía sobre la mesa.
—Ya leímos la de Damien conmigo, Kenny con Butters, Clyde conmigo, Stan conmigo, Kyle con Stan, Kyle con Cartman, la tuya conmigo, Scott con Bradley, Clyde contigo, Kenny con Damien y Butters con Cartman.
—Jaja. ¿Habrá más?
—Ni idea. Terminemos esa y leemos la de Kenny con Tweek, aunque no quiero, pero me mata la curiosidad.
En ese momento, entró Nichole junto a Wendy y Annie al salón, con una hoja cada una.
—¿Ya leíste esto, amor? Estaba en el baño de chicas. Hay una historia erótica sobre ti y Jason —dijo Nichole, mostrándole la hoja.
—Jaja. En eso estamos.
—Están casi todos en el receso leyendo —dijo Wendy—. Nunca había visto tanto interés en la lectura.
—¿De quién es la que tienes, Wendy?
—Stan, Kyle y Kenny.
—¿Los tres? ¿Me la prestas cuando la termines? —preguntó Craig.
—Ya la terminé, son cortas. ¿Tienes alguna otra de Stan? —Wendy le dio la hoja a Craig.
—Hay una conmigo y otra con Kyle —dijo entregándole ambas hojas.
—Dios, que enfermo todo esto.
—¿No vieron a Tweek, Francis y Jason? —preguntó Tolkien—. Se van a reír muchísimo cuando lean esto.
—Estaban comprando.
Annie se sentó junto a Craig y apoyó su mano sobre su antebrazo, sonriéndole.
—¿Por qué están enojados con Clyde? —preguntó a ambos.
—Eso no es asunto tuyo —respondió Tolkien.
Craig le sonrió y simuló buscar algo en su mochila, con la intención de quitarse la mano de Annie.
—Sí es asunto mío si el profesor lo sentó a mi lado hoy. —Annie pasó su dedo por el pecho de Craig—. Hubiera preferido que te sentaras tú.
—Es lo mismo, supongo —respondió evitando mirarla.
—No, no es lo mismo.
—¿Habrá más en los vestidores? —interrumpió Wendy.
—En el de hombres estaban estas —dijo Tolkien, mostrándole las hojas sobre su mesa.
—¡Vamos a ver! —dijo Nichole, saliendo del salón seguida de Wendy.
—¡Si hay más mías me traen una! —gritó Tolkien.
Tolkien vio a Annie aún junto a Craig.
—¿No quieres ir a ver con ellas?
—¿Me estás echando?
—Sí, estamos ocupados y queremos estar solos.
Annie se levantó molesta y salió del salón.
—Craig, no la dejes acercarse tanto a ti, está loca, después no te la vas a poder quitar de encima —advirtió Tolkien.
—¿Entonces de verdad le gusto?
—Sí, no sé por qué decidió "atacar" ahora, pero te aconsejo mantenerla lejos o habla con ella y dile la verdad.
—Ya se va a enterar, me da igual. —Craig tomó la hoja que Wendy le había dado.
Dejó la hoja sobre las otras, pero notó que atrás había un pequeño párrafo impreso en color rojo y revisó el resto, comprobando que todas decían lo mismo.
—¿Viste lo que dice atrás? — Craig le señaló el párrafo y lo leyó en voz alta—. "Estimado autor de historias maricas, si no quieres que todos sepan quién eres, te espero en el parque a las 19:30, anda solo si no quieres que esto empeore".
—¿Crees que vayan a pegarle o algo así?
—Supongo que sí. Bueno, cómo sea, sigue —dijo moviéndole el brazo, ansioso.
—¿Dónde iba? Ah, sí. —Tolkien aclaró su garganta.
[...] El dolor me pedía parar, pero mi cuerpo me imploraba seguir moviéndome para él y complacer todos sus deseos.
—Te mueves bien para ser tu primera vez —se rio de forma burlesca y me dio una nalgada.
Craig llamó la atención de Tolkien dándole un leve golpe en el brazo al ver a Jason, Tweek y Francis entrar al salón y detuvieron la lectura. Jason caminaba con sus manos en los bolsillos, siguiendo a Tweek y Francis que discutían, dirigiéndose a sus asientos.
—¡No seas llorón, Tweek! ¡Solo me comí una galleta! ¡Una! —reclamó Francis.
—¡Y sabes perfectamente que no me gusta compartir comida!
—¡Fue solo una! ¡Tú comiste de mis caramelos!
—¡Porque tú me ofreciste! ¡Yo no te ofrecí galletas!
—¡Tanto problema por una miserable galleta! —Francis se sentó de golpe en su asiento, abriendo una botella con agua que sacó de su mochila.
Antes de que Jason y Tweek se sentaran, Tolkien les habló.
—Lamento interrumpir, pero ¿ya vieron esto? —Les mostró la hoja.
Jason se volteó, seguido de Tweek.
—¿Qué cosa?
—Las historias, hay varias, pero esta es tuya conmigo, se titula "Atragantado".
Francis, al escucharlo, se atoró mientras bebía, por lo que escupió un poco de agua y se limpió con su manga.
—¿Historia? —preguntó Jason, acercándose a ver.
—¿Por qué se llama así? —Tweek lo siguió.
Tolkien le entregó la hoja a Jason y Tweek se acercó a leer, en tanto, Francis se levantó en silencio, acercándose a paso lento a la puerta.
—Atrás hay un dibujo —dijo Craig, interrumpiendo la lectura de Jason, que volteó la hoja, viendo con horror.
—¡Y se preocupó de todos los detalles! —Tweek señaló el dibujo—. ¡Hasta te hizo el lunar en el muslo!
—¿El... lunar? —preguntó pensativo.
Jason levantó la mirada encontrándose con la de Francis, que lo veía desde la puerta mientras se cubría la boca con su mano y huyó despavorido al baño.
Soltó la hoja y se fue a perseguir a Francis.
Tweek la recogió y continuó leyendo.
—¿Entonces fue Francis? —preguntó Craig, tomando una de las hojas.
—Yo creo, no sé. ¿De quién es esa? —preguntó Tweek entre risas, señalando la hoja que Craig tenía en su mano.
—Mía con Damien.
—¡¿Qué?! —Tweek le arrebató la hoja—. ¡¿Con Damien?!
—¿En serio fue Francis? —preguntó Tolkien, revisando las hojas sobre la mesa de Craig.
Tweek dejó de golpe la hoja sobre el resto y salió a buscar a Francis en el patio, finalmente entró al baño, donde Jason pateaba y forcejeaba la última puerta.
—¡Francis! —gritó Tweek al entrar—. ¡¿Craig con Damien?! ¡¿Es en serio?!
—¡Abre de una maldita vez! —gritó Jason, dándole una patada a la puerta.
Francis, encerrado en el baño, sostenía la puerta con ambas manos.
Craig y Tolkien entraron al baño en calma.
—Ya, Tweek, déjalo —dijo Craig.
—¡Pero ¿Damien?! ¡¿Con Damien, Francis?!
—¿Y cómo saben que fue él? —preguntó Tolkien viendo la hoja con el dibujo—. Quizá fue alguien más.
—¡Claro que fue él! —dijo Jason, dándole una patada a la puerta—. ¡¿Alguno de ustedes sabía que tengo ese lunar?! ¡Solo Tweek y Francis!
Jason continuó forcejeando, pero fue detenido por Tweek, quien lo hizo a un lado pidiéndole que se callara y se apoyó en la puerta, tratando de demostrar calma.
—Francis, si sales ahora, no te va a doler tanto, lo prometo.
—Dibujas bien —interrumpió Tolkien—. Te felicito, Francis.
—Solo quiero que me digas una cosa —continuó Tweek—. ¿Hay más historias de Craig?
Francis se quedó en silencio, mordisqueando la uña de su pulgar.
—¡Francis! —Tweek le dio un golpe de puño a la puerta.
—¡No sé! —respondió Francis.
—Entonces las hay. ¿Con quién?
—No sé.
—¡¿Con quién, Francis?!
—No me acuerdo.
—¡Francis!
—¡Kenny! Con Kenny.
—¿Alguien más?
—...
—¡Francis!
—Stan, Tolkien, Kyle, Clyde y Jason.
—¡Guácala! —exclamó Jason, alejándose de Craig.
—¿Cómo que guácala? —preguntó Craig, frunciendo el ceño.
—Jason, lo siento —dijo Francis, apoyándose en la puerta.
—¡Elimina esa mierda!
—Pero es la que tiene más votos.
—¡No me interesan tus putos votos! ¡Elimínala!
—Ese dibujo lo envió una lectora, así de buena es, lo envió diciéndome lo mucho que le gustaba y decidí agregarlo a la historia.
—¡Mentira! ¿Cómo sabía lo del lunar?
Tolkien aclaró su garganta y leyó en voz alta.
[...] Bajé la mirada, no quería ver a Tolkien a los ojos, sabía que iba a ceder a todo lo que me pidiera, me concentré en un lunar sobre mi muslo y él se acercó para...
—¡Ya, basta! ¡Ya entendí! —regañó Jason.
—Jaja. Pero no te enojes, Jason, si te tomaras el tiempo de leerla, verías que Francis tiene talento.
—¡No me interesa! ¡Elimínala, Francis!
Francis sacó su celular y buscó las historias en su perfil.
—Jason, si esa chica hizo ese dibujo, es porque pensó en ti —dijo Francis—, lo hizo pensando en ti.
—¡Sí! ¡Imaginándome mientras me atraganto con...! —Jason vio a Tolkien a su lado—. ¡¿Cuál es tu maldito problema, Francis?! ¡Elimínala!
—¿Y si cambio los nombres?
—¡Elimínala!
—¡Pero déjame cambiar los nombres!
—¡No!
—¡Por favor!
Tolkien subió al retrete junto a Francis y se asomó por la parte de arriba.
—¿Tienes una cuenta donde subes todo? ¿Cuál es?
Francis le mostró el celular, mientras Tolkien lo buscaba.
—¡Elimínala, Francis! —insistió Jason, pateando la puerta.
—¡Pero cálmate!
Francis respiró profundo, eliminó la historia y levantó su celular, mostrándolo por arriba de la puerta.
—Listo, ya la eliminé.
—Las de Craig también —ordenó Tweek.
—¿También?
Tolkien bajó del retrete, regresando junto a Craig.
—Deja que le cambie los nombres, Tweek —intervino Tolkien.
—¡No quiero fantasías de mi novio dando vueltas por ahí!
—Por lo que leí —Tolkien rodeó con su brazo a Craig—, es el novio de todos.
—Ya, no lo empeores —dijo Craig entre risas.
—No seas así, Tweek, deja que le cambie los nombres.
—¡Bien! ¡Pero cámbialos en todas las historias, Francis!
—¡Sí! Los cambiaré todos, lo juro —dijo sonriendo aliviado.
Craig vio la hora en su celular.
—Vámonos al salón, ya va a sonar el timbre.
—¡¿No te molesta todo esto, Craig?! —preguntó Tweek.
—No realmente.
Tolkien subió al retrete, asomándose a ver a Francis.
—Vamos al salón.
—¿Alguien más sabe que fui yo?
—No, nadie más, tranquilo.
—Menos mal. Tolkien, lo siento, hay otras tuyas, voy a cambiar los nombres.
—No, no los cambies, me alegra inspirar una historia, aunque hubiese preferido quizá una de ciencia ficción o no sé, fantasía, pero tienes mi permiso. —Tolkien se bajó del retrete y subió nuevamente—. Solo te pido que no me den tan duro ni me maltraten tanto.
—Jaja. No, tú eres el activo en todas.
—Mejor aún. Déjalo así, no me molesta —dijo bajándose del retrete.
El timbre del final del receso sonó.
—¡Ya sal, Francis! —dijo Craig.
—No, Jason sigue enojado.
—Déjalo —dijo Jason—. No puede estar ahí para siempre.
Francis guardó su celular y se apoyó en la puerta.
—Jason, lo siento.
—Ya vas a salir de ahí —comentó saliendo del baño.
Regresaron al salón, mientras Francis reunía valor para salir.
Al cabo de quince minutos de clases, Jason levantó su mano.
—Profesor, Francis no ha regresado. —Señaló a su lado el puesto vacío—. Está en el baño, dijo que iba a saltarse esta clase.
El profesor salió de inmediato a buscar a Francis.
—Se va a enojar —dijo Tweek entre risas.
—No me importa. No debió escribir una mierda así y mucho menos dejarme como el pasivo.
—Bueno, Francis es... Francis.
—¿Ya viste lo que me estaba haciendo Tolkien en el dibujo?
—Jaja. Ya sabes que deja volar su imaginación así, ¿por qué crees que no le he dicho quién es el pasivo? De solo pensar que podría pajearse pensando en nosotros, siento escalofríos.
—Pero no lo entiendo, ¿por qué le gusta el Yaoi y toda esa mierda si no es gay?
—No sé, y creo que eso es algo que jamás vamos a entender. Supongo que lo mantuvo en secreto por esto mismo, por tu reacción y que todos lo juzgaran. Él es así, aunque no lo entendamos, pero es nuestro Francis, así lo conocimos y así será.
—No, él no era así, lo recuerdo bien.
—Bueno, pero así es hace mucho tiempo. Tú tampoco eras como ahora, también cambiaste, pero te queremos así.
—¿Cambié? He sido el mismo toda la vida.
—No, recuerdo cómo eras y así como eres ahora, todo sarcástico y burlesco, te queremos. Solo hagamos lo mismo con Francis, imagínate si el resto se entera de que fue él, todos lo van a juzgar y ¿nosotros también? Solo déjalo pasar, todos tienen un fetiche o algo así supongo que es, pero sé que jamás haría algo al respecto. No necesitamos entenderlo, solo quererlo así y ya.
—Qué maduro te has vuelto —comentó palmeándole el hombro—. Y debo admitir que se te ve más concentrado, supongo que la verga de Craig es milagrosa. Aunque, él parece un poco más idiota desde que está contigo, quizá la tuya está defectuosa... No, espera, ¿quién es...? Ya sabes, el pasivo.
—Ah, ahora vas a empezar tú.
—Yo no tengo esas tendencias.
—No sé, creía conocer a Francis y ahora resulta que es escritor de historias sucias. —Tweek continuó su tarea—. Ya no sé nada de nada ni de nadie.
Jason se volteó mientras reía, continuando su tarea.
El profesor regresó al salón con Francis, quien miró a Jason y se apresuró a sentarse junto a Craig.
—Jaja. ¿No te vas a ir a tu lugar? —preguntó Tolkien, volteándose.
—No, Jason me va a pegar.
—Ya no parece tan enojado —comentó Craig, volteándose a verlo.
—Créeme, Craig, está enojado.
—Pero vive en la casa junto a la tuya, no puedes escapar por siempre —advirtió Tolkien.
—Trataré de evitarlo. ¿Puedo sentarme aquí todo el resto de clases, Craig?
—Sí, no hay problema. —Craig alzó un poco la voz, viendo de reojo a Clyde—. Prefiero que estés tú aquí, Francis.
Clyde simuló no haberlo escuchado y continuó su tarea.
—Francis, ¿ya viste esto? —Tolkien le enseñó el párrafo impreso en rojo.
Francis se quedó en silencio luego de leerlo y vio a todos a su alrededor.
—Si quieres podemos acompañarte —sugirió Craig.
—No, quieren que vaya solo.
—Pero ¿y si quieren pegarte o algo así?
—Supongo que lo merezco, a ver si me vuelvo normal.
—No eres anormal —intervino Tolkien.
—No le digan nada a Tweek o Jason, no van a dejar que vaya solo.
—Pero...
—Por favor, no quiero empeorarlo.
Craig asintió con la cabeza, seguido de Tolkien y continuaron su tarea.
—Profesor —dijo Jason, alzando su mano—, ayer nos dijo que nadie podía cambiarse y ese no es el lugar de Francis.
Francis se volteó a verlo mientras Jason le sonreía y Tweek reía.
—Tiene razón. A su lugar, Snacky.
—Pero Clyde se cambió, no es justo.
—Clyde habló conmigo, tiene permiso. No me hagan repetirlo, los necesito a todos en sus lugares, nadie puede cambiarse.
—¿Por qué? —preguntó Tolkien, alzando su mano.
—Porque yo lo digo. A su lugar, Snacky.
Francis se fue a su lugar y se sentó alejando un poco su mesa, acercándose a Tweek.
—Quiero que borres todo —advirtió Jason, volteándose a verlo.
—Pero las demás no son tuyas.
—No me interesan las demás. En cuanto terminen las clases, vamos a ir a tu casa, quiero ver que borres los respaldos en tu computadora, incluyendo ese puto dibujo. No quiero que le cambies los nombres, no quiero esas historias de mierda. Vas a mostrarme todas y no quiero ver mi maldito nombre en ninguna.
—Quizá haya otras que aún no publico.
Jason lo miró molesto, mientras Tweek cubrió su boca para que no se escuchara su risa.
—¡Pero las voy a borrar, te lo prometo! —Francis se volteó a hablarle a Tweek—. Y voy a cambiar todas las de Craig.
—Mi nombre también.
—Sí, en todas.
—Yo mismo me encargaré de que así sea —advirtió Jason.
—Jason, no fue con mala intención ni nada de eso.
—Oh, ya cierra el hocico —reclamó retomando su tarea.
—Te la dejó barata —comentó Tweek.
Las clases continuaron con normalidad, en tanto el conserje, junto a tres hombres vestidos de forma casual y gafas oscuras, recolectaban las impresiones de las historias de Francis que encontraban botadas por el patio y pasillos de la escuela.
Al sonar el timbre del final de clases, luego de que todos salieran del salón, Clyde se devolvió a buscar un auricular que había perdido y lo recogió junto a la silla de Annie. En tanto se acercaba a la puerta, escuchó el sonido de un movimiento robótico de algo que parecía seguirlo. Se volteó a ver a su alrededor y dio unos pasos atrás, comprobando escuchar el sonido cuando se movía, se acercó y devolvió varias veces a la puerta, hasta que escuchó un pitido grave.
—¡Deja de estar jodiendo, niño! —alegó una voz masculina que parecía originarse desde el foco.
Clyde miró al techo y apagó la luz, viendo fijamente el foco. La encendió una vez más y se quedó viendo por un momento, mientras pensaba.
—¿Eres mi conciencia? —preguntó en voz alta.
—Vinimos a este planeta por ti, niño —intervino una segunda voz masculina.
—Sí, necesitamos un humano y te ves perfecto.
Se escuchó una tercera voz masculina, del mismo lugar.
—¡Supongo que no están molestando a los niños!
—¡No, señor Yates! —dijo la primera voz, terminando la interacción.
Clyde salió rápido del salón, yendo a casa a toda prisa, pasando junto a los chicos, a quienes no les prestó atención ya que veía al cielo a ratos.
Francis caminaba junto a Tolkien, manteniéndose alejado de Jason, que caminaba en el otro extremo, junto a Tweek, con Craig en medio.
—¿Qué mira tanto Clyde? —preguntó Francis, mirando al cielo.
—Esa nube supongo. —Tweek la señaló.
—¿Qué tiene? —preguntó Tolkien.
—Parece un perrito, pero está lanzando fuego por la boca.
Todos se detuvieron a ver la nube.
—Yo veo que tiene forma de nube —dijo Craig.
—No, es claramente un perrito.
—¿Saben lo que yo veo? —intervino Jason, viendo la nube—. La cabeza de alguien que se está desangrando por la boca. El sangrado será tan grave que lo van a tener que llevar a un hospital, va a quedar en coma por años, sufriendo un horrible dolor que podrá sentir en cada centímetro de su cuerpo. Sus gritos jamás los va a escuchar nadie más que él, en su cabeza. Esa agonía silenciosa lo va a sumergir en la locura poco a poco. Sufrirá cada día, hasta que su familia pierda la esperanza de que algún día vaya a despertar y se van a hartar de mantenerlo vivo, lo van a desconectar y por fin morirá, terminando su horrible y miserable existencia.
El resto se volteó a verlo, consternados.
—Le pasó porque escribió una historia erótica de otra nube—comentó Jason, mirando a Francis.
Continuaron su camino.
—Jason, ya, olvídalo —insistió Tolkien.
—Agradece que no te preñé en ninguna —comentó Francis, pateando una piedra.
Jason lo miró molesto, mientras el resto reía.
—¿Cómo sería eso posible? —preguntó Tolkien.
—Con la magia del Omegaverse —respondió Francis.
—¿Y cómo funciona?
—Por ejemplo, si tú fueras un Alfa y Jason un Omega...
—¡Francis, basta! Somos cinco personas aquí, ¿por qué yo? —reclamó Jason.
—Lo siento —dijo Francis entre risas, asomándose por el brazo de Tolkien.
—Ya te dije que quiero ver que borres todo y espero no ver una mierda así.
—No te prometo nada.
Jason, a pasos de llegar a la calle donde ambos viven, se acercó en un movimiento rápido y tomó la mochila de Francis, jalándolo a casa.
—¡Nos vemos! —gritó Tweek, despidiéndose con su mano.
Tolkien le dio un golpe con el codo a Craig.
—Tweek —dijo Craig al instante—, hoy no podremos vernos por la tarde y probablemente tampoco en la noche.
—Así es —agregó Tolkien—, hoy es mi turno de tener a nuestro novio.
—Jaja. Bien, aprovecharé de entrenar con Noah.
Cada uno se fue a casa, hasta las siete de la tarde, hora en la que Tolkien y Craig acordaron encontrarse para ir al parque. Se escondieron entre los árboles a esperar las siete y media.
Francis llegó al parque, miraba a su alrededor, con una mano dentro del bolsillo de su sudadera.
Kenny, con sigilo, se acercó por detrás y se abalanzó sobre Francis, botándolo y afirmó su cabeza contra el suelo.
—¿Kenny? —preguntó mientras forcejeaba, intentando voltearse a verlo.
—¿Qué traes en tu bolsillo, Francis? —preguntó antes de pasarle la lengua por la oreja.
—¡Mierda, Kenny! ¡¿Por qué siempre tienes que andar lamiendo a todos?! —reclamó tratando de limpiarse la saliva con su hombro.
—Te hice una pregunta. —Kenny presionó más la cabeza de Francis contra el suelo.
Francis alzó ambas manos, mostrándole que no llevaba nada y Kenny comenzó a revisar sus bolsillos, sacó su celular, que se guardó en el bolsillo trasero y un pequeño dispositivo de electrochoques para defensa personal, que lanzó lejos del alcance de Francis.
—¿A eso le llamas un arma? —Kenny sacó su cuchillo, acercándolo al rostro de Francis—. Esto es un arma.
En ese momento, Tolkien se levantó para ir en su ayuda, pero fue detenido por Craig, quien le pidió que mantuviera silencio.
—¿Qué me vas a hacer? —preguntó Francis con la voz quebrada.
—Solo no intentes nada estúpido, no me hagas usarlo —dijo guardando el cuchillo.
—¿Qué quieres?
—¿Yo? Nada.
—¿Podrías soltarme y quitarte de encima?
—Pensé que te gustaba.
—No, quítate.
—Eso no es lo que parece en tus historias.
Francis intentó zafarse, pero Kenny lo sostuvo con más fuerza y se inclinó a hablarle al oído.
—No voy a hacerte nada.
—Pero quítate de encima.
—¿Me tienes miedo?
—¿Qué quieres, Kenny? ¿Quieres que me disculpe? ¿Que las borre? Lo siento, de verdad, regrésame mi celular y las borraré ahora mismo, te lo prometo.
—No me interesa, las disfruto hace tiempo, he sacado varias ideas de ahí.
—¿Cómo lo supiste?
—Cualquiera que las leyera lo habría notado, no hay que ser muy listo para darse cuenta que eras tú.
Kenny se levantó, liberando a Francis y este se levantó mientras sacudía su ropa.
—Hace tiempo, —explicó Kenny—, salí con una chica que le gustaba leer cochinadas y un día me dijo que me parecía mucho a la descripción de un personaje de una historia que había leído y ¡qué coincidencia! se llamaba Kenny, así que me la envió. Las leí todas, los nombres y descripciones eran demasiada coincidencia, además, cuando llegó Craig a la escuela, fue cosa de días para que apareciera un nuevo personaje con el mismo nombre.
—Pero pudo ser cualquiera del salón.
—Tú eres el único que no está en ninguna historia, bueno y las chicas. Qué extraño, ¿no? Para alguien que dice ser "hetero" que fantasees con chicos... Es lo más gay que he visto. Sin mencionar que tienes fantasías hasta con tus amigos. Cualquiera que te viera ni se imaginaría que eres un desviado sexual. Tus papás deben estar orgullosos de haber educado a un pervertido.
—No soy un pervertido, Kenny. Solo son historias, los personajes no son importantes, solo uso a quienes creo que encajarían en el contexto de la historia, no soy...
—Sí, sí, excusas, excusas.
—¿Qué quieres? ¿Para qué querías que viniera?
—Ya te dije que yo no.
—¿Me regresas mi celular?
Cartman llegó en ese momento por la espalda de Francis, dándole un empujón, siendo atrapado por Kenny, evitando que se cayera.
—¡¿Qué mierda te pasa, otaku marica?!
—¡Tranquilo, gordo! —reclamó Kenny—. Dijiste que no le ibas a hacer nada.
Francis se volteó a ver a Cartman, manteniéndose junto a Kenny.
—L-lo siento, voy a borrar todo, de verdad lamento haber...
—No me interesan tus fantasías retorcidas, quiero lo que tiene la niñita.
—¿Niñita?
—La hermana de Tucker.
Francis se quedó en silencio y Cartman se acercó a hablarle de forma intimidante.
—¿Esto es por lo de tus peluches?
—No me interesa cómo, pero vas a recuperar lo que sacaron de mi casa.
—Yo no...
—Lo quiero en mis manos mañana mismo o todos van a saber que tú eres el autor de esas mierdas, incluyendo a tus padres.
—¿Ya ves? —dijo Kenny, acariciando la cabeza de Francis—. Eso te pasa por ser un pervertido.
—Tienes hasta mañana —amenazó Cartman, comenzando a caminar.
—Pero ¿qué tengo que buscar?
Cartman se devolvió y lo miró fijamente por unos segundos.
—¿Entonces tú no entraste a mi casa?
—No, ni yo ni Tweek entr...
—Ah, ya veo, Tweek también.
—¡No, no! ¡Solo yo! Solo Tricia y yo.
—¿Qué tienes que ver con ella? ¿Por qué la ayudaste?
—Solo me pareció divertido, nada más.
—¿Divertido? —Cartman lo empujó, pero fue atrapado por Kenny—. ¡¿Divertido?!
—¡Lo siento!
—¡Dejaste que la mocosa de mierda me humillara frente a todos!
—¡Lo siento!
—¡Agradece que necesito ese maldito diario!
—¡Lo siento! ¡De verdad!
Kenny empujó hacia abajo la cabeza de Francis, obligándolo a ponerse de rodillas.
—Dilo de nuevo —ordenó Kenny.
—¡Lo siento! ¡Cartman, lo siento! —dijo mirando al suelo.
Kenny le entregó el celular de Francis a Cartman.
—La contraseña —ordenó mostrándole el celular a Francis.
—¿Para qué?
Kenny se agachó a su lado, rodeándole el cuello con su brazo.
—Creo que no estás entendiendo este asunto, Francis, no estás en posición de pedir explicaciones —dijo en tono amigable.
—Pero ¿qué van a hacer?
—¡La contraseña! —insistió Cartman.
—Cero, tres, cero, tres.
Cartman lo desbloqueó y Kenny se levantó a ver. Francis se iba a poner de pie, pero Kenny le empujó la cabeza con su mano, dándole a entender que se quedara de rodillas. Francis obedeció y se quedó viendo hacia el suelo, apretando sus puños.
Cartman buscó el perfil de escritura de Francis y luego abrió sus redes sociales, escribió una publicación en cada una y regresó a la primera red social.
—La contraseña de tus redes sociales.
Francis se quedó en silencio.
—No nos hagas pegarte —advirtió Kenny.
—Le... ¿Es necesario? ¿Para qué la quieres?
—Hazlo hablar, Kenny —ordenó Cartman—. Te daré el doble.
—¡No, no! —Francis respiró profundo y cerró sus ojos—. Lechecita de alfa, todo junto, en minúscula, con una virgulilla al final.
—¿Una qué?
—Qué ignorante eres, gordo —alegó Kenny, quitándole el celular y escribió la contraseña.
Con el celular de regreso, Cartman cambió las contraseñas una a una.
—Otaku —explicó Cartman en tanto—, si de aquí a mañana no tengo mi diario de regreso, se va a publicar en cada una de tus redes sociales tu perfil de escritor, invitando a todos a leer, que te apoyen y todas esas mierdas. Ya vi que tienes familiares agregados, sería una lástima que alguno de ellos lo leyera y le contara a tu mamita la clase de hijo pervertido que tiene, ¿no lo crees? Se va a decepcionar tanto de ti.
Al terminar, bloqueó el celular y lo lanzó al suelo frente a Francis.
—Cuando me lo regreses, te daré la nueva contraseña de tu celular y redes sociales, tienes veinticuatro horas. ¡Y ni se te ocurra leer el diario!
Ambos comenzaron a caminar, alejándose del lugar.
Francis levantó su cabeza poco a poco para comprobar que ya se habían ido, momento en el que vio a Tolkien y Craig caminando hacia él.
—¿Estás bien? —preguntó Tolkien, agachándose frente a él, recogiendo su celular.
—¿Qué hacen aquí?
—¿No te hicieron nada? —Tolkien tomó el mentón de Francis, inspeccionando su rostro.
—No, no fue nada grave —dijo poniéndose de pie.
Craig se fue a buscar el dispositivo que Kenny había lanzado y se lo regresó a Francis.
—¿Qué querían? —preguntó Craig.
—Craig, ¿tu hermana está en casa?
—No, está con Karen en casa de Dougie.
—¿Podría...? Craig, no le vayas a decir a ella, ni a Tweek, ni a nadie, pero necesito algo que tu hermana sacó de casa de Cartman, tengo que devolvérselo.
—¿Qué tiene que ver ella con todo esto?
—Es muy largo de explicar, por favor, confía en mí, ayúdame a buscarlo.
—Pero...
—¡Por favor! —Francis tomó su cabeza y la agachó, con la respiración entrecortada, comenzando a llorar—. ¡Si mi mamá se entera! ¡Ella jamás aceptaría algo así! ¡Mi mamá no puede enterarse!
—Ya, tranquilo —dijo Tolkien, abrazándolo.
Francis lo abrazó con fuerza.
—Craig, deja que busque lo que sea que quieran.
—Pero ¿qué tiene que ver mi hermana en esto?
—Estoy seguro de que hay una buena razón y Francis lo va a explicar luego.
Craig miró a Francis, que se volteó a verlo con sus ojos llenos de lágrimas mientras abrazaba a Tolkien.
—Bien —dijo blanqueando sus ojos—, pero quiero una buena explicación.
—¡Sí! Vamos —dijo soltando a Tolkien.
Los tres se dirigieron a casa de Craig mientras Francis, ya más calmado, les explicaba un poco lo ocurrido y lo que debían buscar.
Entraron a la habitación de Tricia.
—No desordenen mucho, se va a dar cuenta —advirtió Craig, revisando sobre el escritorio.
—¿Dónde podría estar? —Francis abrió un cajón que cerró de inmediato, evitando mirar adentro—. Craig, tú busca aquí, no quiero manosear la ropa interior de tu hermana.
Ambos cambiaron de lugar, en tanto Tolkien los veía de pie junto a la puerta.
—¡Ayúdanos! —alegó Craig.
—No, no me gusta husmear cosas ajenas.
—¡Es lo mejor! —Francis cambió de lugar, abriendo el clóset.
—No, la gente esconde secretos, todos, sin excepciones y que los descubran así, no me parece bien. Craig, podrías encontrarte con algo de lo que no quieres enterarte.
—Es mi hermana, no tiene secretos.
—Claro que tiene secretos, todos tienen.
—¿Tú tienes? —preguntó Francis.
—No, creo que no.
—¿No dijiste que sin excepciones?
—Supongo que yo soy la excepción.
—No es cierto, Francis, no es tan secreto, pero Tolkien es ladrón.
—Jaja. Ya te dije que no robo, Craig, solo adelanto lo que será mío.
—Sí, robando.
—¿Lo que será tuyo? —preguntó Francis, deteniendo la búsqueda.
—Sí, algún día mi papá va a morir y su empresa será mía, no tengo hermanos.
—¿Y tu mamá?
—A mi mamá no le interesa la empresa, ella solo recibe dinero y lo gasta, en este momento anda en un "viaje antiestrés" con sus amigas en Europa.
Francis se fue a revisar bajo la cama.
—Jamás voy a entender qué haces acá si tu familia tiene dinero.
—No sé, pero es mejor así, si viviera en un lugar rodeado de gente adinerada, estoy seguro de que mi vida sería muy aburrida.
—Te quejas de lleno —alegó Craig.
—Piensa lo que quieras, no dirías lo mismo si tuvieras mi vida.
—Ay, sí —intervino Francis—, debe ser horrible.
Tolkien se sentó sobre la cama mientras reía.
—Piensen lo que quieran.
Craig sacó una pequeña caja de la mesita de noche, donde encontró un diario al que le faltaban las tapas.
—¿Será este? —preguntó mostrándoselo a Francis.
—Supongo. ¿Qué dice?
—"Querido diario: Hoy mi mamá trajo a casa a uno de esos hombres que la hacen gritar..."
Tolkien interrumpió la lectura, poniendo su mano sobre el diario.
—Es ese —aseguró quitándoselo—, no lo lean.
—Bien, salgamos de aquí. —Francis se acercó a la puerta—. No te voy a negar que tu hermana me da más miedo que Cartman.
Regresaron a la habitación de Craig y Francis se recostó sobre la cama.
—Déjame ver si entendí, Francis —dijo Craig, sentándose a su lado—, entonces Tricia hizo todo eso por un chico, pero no sabes quién es.
—Sí, no quiso decir su nombre.
—Estos días ha estado llorando y se le ve triste.
—Quizá terminaron —dijo Tolkien.
—Nunca la había visto llorar por alguien. No me gusta verla así, esta mañana le pegué al pasar a su lado y no dijo nada, ya me está preocupando.
—No la conozco mucho —dijo Francis—, pero ese día se veía tan decidida, ni siquiera dudaba de lo que hacía, supongo que ese chico le gusta de verdad.
—A pesar de que no sé quién es, creo que tienes razón.
—A mí me parece un chico admirable —dijo Tolkien—, tu hermana parece ser de temer, siempre es tan violenta y arisca.
—Jaja. Sí, es por eso que a pesar de que me preocupa, a la vez no tanto, sé que mi hermana no se involucraría con cualquier idiota, es incluso más madura que yo, además, no puedo cuidarla por siempre, ya tiene catorce, ya no puedo protegerla como antes, aunque a veces, ella parece la mayor. Para ser sincero, el chico que se atreva a fijarse en ella, debe ser muy valiente.
—Yo no creo que sea tan mala —intervino Francis—, todos tenemos un lado que el resto no conoce, el lado más adorable debe ser el que muy pocos conocen de ella.
—En fin, ¿estás seguro de que Tweek no está involucrado en esto? Me lo esperaría más de él que de ti.
—Sí, seguro.
—¿Y Jason? —preguntó Tolkien.
—No, él andaba en... no sé adónde va, pero no estaba.
—¿Ves que todos tenemos secretos? —Tolkien contó uno a uno con sus dedos—. Jason hace viajes misteriosos, Craig tenía una relación secreta, Tricia tiene un novio secreto, yo robo y tú, así todo tierno como te ves, tienes un lado erótico y masoquista.
Francis se sonrojó, cubriendo su rostro.
—No soy nada de eso, solo es ficción.
—Tweek me advirtió que dejabas volar tu imaginación, pero jamás imaginé que a ese nivel —dijo Craig.
—Yo no soy así.
—Apuesto a que nunca te ha reclamado ninguna chica —dijo Tolkien.
Francis descubrió su rostro y se sentó sobre la cama, viendo a ambos, avergonzado.
—Ni siquiera he besado a una chica.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Craig.
—Quizá suene tonto para ustedes, pero quiero que mi primer beso sea algo especial, quiero que ese recuerdo sea el más lindo de mi vida.
—No es tonto —dijo Tolkien—, ya llegará ese momento.
—No creo, al parecer no le gusto a ninguna.
—Oh, no digas eso, —Tolkien se sentó a su lado—, apuesto a que hay alguien esperándote en algún lugar.
—Quizá tienes que buscarla.
—¿Y dónde encontraría a alguien que me acepte con todo lo que me gusta? Soy un Fudanshi, otaku, ridículamente desafortunado y cuando estoy junto a ustedes, el que tiene menos gracia.
—Francis, no es así, no sigas con eso —dijo Craig, poniéndose de pie junto a la cama—. Yo nunca dije que eres feo, solo no quería decirte nada para no hacer todo más incómodo, pero no porque piense que lo eres, para nada.
—Sí, ya sé, ya me lo dijiste.
—Pero no me crees. Todos tienen su encanto o algo que los hace atractivos, tú también.
—Nunca me han destacado nada.
—¿Alguna vez escuchaste que la gente dice que hay personas que sonríen con los ojos? La verdad es que jamás entendí a lo que se referían, hasta que te conocí, tú lo haces. La primera vez que te vi sonreír, lo entendí.
Tolkien vio a Craig por un momento.
—¡Dios mío, Craig! Eso es lo más tierno que he escuchado en mi vida. —Tolkien se volteó y se inclinó levemente hacia adelante, alzando el trasero —. Te lo mereces todo, hazme tuyo.
—Jaja. Estúpido, estoy hablando en serio.
—Yo también —dijo volteándose mientras reía.
Francis rio mientras veía a Tolkien.
—Francis, —Tolkien le sonrió—, para los ojos correctos, serás perfecto, con tus historias pervertidas y todo lo que te hace ser tú, eso te hace único.
—Y raro —continuó Francis.
—No, único. —Tolkien se acomodó sobre la cama, frente a él—. Francis, Yo quiero entenderte.
—¡Ni yo lo entiendo! Me gusta esa clase de historias, leo mangas, novelas y fanfictions BL hace unos años y un día solo comencé a escribir, me dejo llevar por mi imaginación.
—Pero ¿por qué hombres?
—No sé, con mujeres no me pasa lo mismo, no es que no me gusten, pero es diferente.
—¿Sabes lo que yo creo, Francis? —interrumpió Craig—. Y no estoy insinuando nada, bueno, sí. Creo que al mundo le muestras una parte de ti y en la escritura muestras lo que temes que el resto sepa de ti.
—No, no creo llegar a hacer algo de lo que escribo, no creo ser masoquista ni tener fetiches ni nada de eso.
—Creo que entiendo a dónde va Craig con esto, Francis. ¿No has pensado en que quizá eres... gay o... no sé?
Francis se quedó en silencio por un momento, abrazando sus piernas.
—No —respondió en voz baja e hizo una pequeña pausa—. O sea, una vez me atrajo alguien del salón, pero fue por poco tiempo. La primera vez que pensé en una historia fue con él y gracias a eso comencé, pero tenía como trece años, investigué y leí que es normal a esa edad, así que no seguí pensando en eso, no me volvió a pasar.
—¿Sabes? Antes de conocer a Tweek, tampoco me atrajo nadie, ninguno parecía gustarme, pero cuando lo conocí a él, empecé a fijarme en ciertos detalles de los hombres que antes no había notado.
—Pero yo no soy gay.
Tolkien posó su mano sobre el antebrazo de Francis, que continuaba abrazando sus piernas.
—Francis, puedes confiar en nosotros.
Francis agachó su cabeza, escondiendo su rostro tras sus rodillas, comenzando a llorar.
—No me siento gay, pero... A veces tampoco me siento heterosexual, quisiera que fuera así, sería todo más sencillo.
Craig se sentó a su lado, acariciándole la cabeza.
—¿Quizá bisexual?
—A veces siento que no soy nada, supongo que solo soy bizarro y ya.
—¿Sabes qué? —interrumpió Tolkien, poniéndose de pie—. No necesitas encasillarte en nada, cuando llegue la persona correcta, te va a querer así, tal cual eres, pervertido y todo.
Francis levantó su cabeza, rio levemente y secó sus lágrimas con su manga.
—¿Hay algo que te está inquietando de alguna forma? Siento que ayer sobre reaccionaste cuando te quedaste viendo a Tolkien —dijo Craig.
—Bien, les voy a contar. Hace unos días, conocí una chica que me pareció linda, pero resultó ser un chico. Al principio solo borré su número y me horrorizó la idea de que en realidad era un chico, pero por la noche lo pensé y le di varias vueltas al asunto. Hasta ese día, creía que cuando veía a otros chicos e imaginaba alguna historia, solo eran estupideces por lo que me gusta o cosas así, pero la verdad es que me ha hecho pensar bastante y también me lo he estado preguntando. ¿Ustedes creen que podría ser bisexual?
—Eso solo puedes responderlo tú —respondió Craig.
—Veamos, supongo que aquí podemos ayudarte los dos. ¿Qué te gusta físicamente de las chicas, Francis? —preguntó Tolkien.
—Me fijo en su rostro, los gestos que hacen cuando algo les parece adorable o están enojadas, y no sé... Me gusta cómo se ven las pecas, también debo admitir que me gusta un buen trasero, como el de Wendy.
—Jaja. Eso suena muy hetero —dijo Tolkien.
—¿Y qué podrías decir que te ha gustado físicamente de un chico? —preguntó Craig.
—Pues... No sé, ¿te has fijado en los antebrazos de Tweek cuando hace fuerza?
—¿Cuando se le notan las venas?
—Sí, eso podría decir que me parece atractivo o eso que hace Tolkien.
—¿Eso con su...? —Craig señaló su pecho.
—Sí, eso.
—¿Qué hago? —preguntó Tolkien.
—Cuando te ríes, mueves tus pectorales —respondió Craig.
—¿En serio? ¿Y han estado viéndome con lujuria cuando me rio? —preguntó cubriendo su pecho con ambas manos.
—Jaja. Solo lo noté, no te miro con ganas —dijo Craig.
—Entonces, Craig —interrumpió Francis—, ¿tú crees que eso suena gay?
—Creo que sí.
Francis soltó un suspiro, apoyando su cabeza sobre sus rodillas.
—Supongo que sí soy bisexual.
—¡Eso da igual! —interrumpió Tolkien—. Yo te diré lo que eres. Eres romántico, buen amigo, leal, histérico, sensible, eso eres, eres Francis. Vas a seguir siendo el mismo Francis, independiente de lo que te guste o prefieras. Y vas a saber lo que prefieres cuando llegue esa persona que te haga sentir todo lo que quieres.
—Solo no le digan nada a nadie, tampoco a Jason o Tweek, ellos no van a juzgarme, pero los conozco, van a intentar ayudarme a descubrir lo que soy y no quiero torturarme pensando en eso, por lo menos no ahora.
—No diremos nada, no nos corresponde a nosotros —dijo Craig.
—Gracias por escucharme, de verdad. —Francis se levantó y tomó el diario—. Mejor me voy, mañana hay escuela.
—No, no. —Tolkien le quitó el diario—. Esto me lo llevo yo, tú lo vas a leer.
—No, se lo devolveré ahora, lo llevaré a su casa, no quiero esperar hasta mañana.
—Bien, te acompaño, me queda de camino a casa y no me parece buena idea que vayas solo.
—¿Quieres que vaya igual? —preguntó Craig.
—No, no es necesario, no quiero involucrar más gente.
Ambos se despidieron, dirigiéndose a casa de Cartman, en tanto, Craig sacó a Stripe de su caja y se recostó junto a él, volteándose a verlo.
—¿Secretos? ¿Crees que mi hermana oculta secretos? —preguntó a Stripe—. Sí, tienes razón. ¿O no? ¿Por quién será que hizo todo eso? Estúpida... Debería llegar como en media hora.
Craig pensó por un momento y se fue a la habitación de Tricia. Revisó con la mirada hasta llegar a la computadora, cerró la puerta y se sentó frente al escritorio, revisando archivos e imágenes, finalmente, abrió el navegador y revisó los tres primeros resultados del historial.
—¡No, no, no! ¡Pésima idea! —dijo cerrando todo, apartando la mirada.
Regresó a su habitación, sacó a Stripe de su caja y se recostó en su cama, acomodándolo sobre su pecho.
—Creo que estaba mejor sin saberlo. Supongo que es la edad, no sé. ¿Sabes qué? No quiero saber.
Tolkien y Francis caminaban a casa de Cartman mientras conversaban. Al pasar frente a la casa de Clyde, Francis miró hacia ella, caminando un poco más lento, en tanto observaba a través de la ventana a Clyde, quien estaba sentado en el sofá, viendo televisión.
—Tolkien, ¿por qué tampoco le hablas a Clyde? Me da lástima verlo tan solo.
—Cuando se disculpe, no era necesario que le dijera eso. ¿Viste la cara que puso Craig cuando lo escuchó?
—No, yo estaba atrás.
—Se notó que le dolió, en el momento en que Clyde dijo: "qué asco", su cara cambió por completo.
—Supongo que solo fue el momento, quizá no era lo que quería decir.
—Lo conozco, sí fue lo que quiso decir. No dejé de hablarle por completo, pero quiero que se dé cuenta de que estuvo mal, también me da un poco de lástima verlo solo, somos amigos.
—¿Crees que se disculpe?
—No sé, nunca lo he visto disculparse por algo, su orgullo no lo deja.
—Qué lástima perder amigos por una estupidez.
Tolkien se encogió de hombros y se detuvo frente a la casa de Cartman, le regresó el diario a Francis y se quedó esperando en la acera. En cuanto Cartman abrió la puerta, Francis le mostró el diario.
—La contraseña primero —dijo Francis, alejándole el diario.
—¿Ahora te haces el valiente?
—Eran dos contra uno, además, Kenny tenía un cuchillo, no era justo.
—¿Y el negro viene de guardaespaldas? —preguntó viendo por sobre el hombro de Francis.
—No, solo viene a acompañarme, no soy como tú.
—No me provoques, otaku marica.
—¡La contraseña!
—Me la como atravesada, todo junto, con mayúsculas.
—¿Y la del celular?
—No me acuerdo —dijo arrebatándole el diario.
Cartman cerró la puerta de golpe.
—¡Quiero la de mi celular! —gritó golpeando la puerta.
—¡¿Las vergas te dejan sordo?! ¡Te dije que no me acuerdo!
Tolkien llamó a Francis al ver a la madre de Cartman que se acercaba a casa, pero entre los gritos de ambos, no lo escuchó.
—¡Vete o llamaré a la policía, otaku!
—¡Hazlo, llámalos!
—¡Andas con un negro, no te conviene! —gritó Cartman en tono burlesco, apoyado en la puerta.
—¡Cartman!
—¡No la recuerdo! —gritó desde adentro.
—¡Le diré a Jason que venga a cogerse a tu mamá!
—¿Disculpa? —preguntó la madre de Cartman tras él, de brazos cruzados.
Francis se volteó rápido al escucharla y se quedó en silencio, llevándose la mano sobre su boca. Cartman abrió la puerta en ese momento.
—¡Má! Francis me está insultando y gritando —sollozó abrazándola.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡No fue así, señora!
—Quería llamar a la policía, má, pero estaba tan asustado.
La madre de Cartman sacó su celular, llamando a la madre de Francis.
—No voy a tolerar que vengan a mi casa a insultar y golpear a mi hijo —regañó esperando a que le contestaran.
—¡No! ¡Yo no le vine a pegar!
Tolkien se acercó en ese momento, tratando de explicar lo ocurrido, pero la madre de Cartman se cubrió la oreja, negándose a escucharlos, mientras hablaba con la madre de Francis y lo acusaba de haber ido a su casa e insultar a ambos.
En cuanto la madre de Cartman cortó la llamada, el celular de Francis recibió una llamada de su madre.
—Es la última vez que quiero verte molestando a mi hijo —amenazó a Francis y luego apuntó a Tolkien—. También llamaré a tu madre.
—¡Genial! Si le contesta, le envía mis saludos —comentó Tolkien con ironía.
Cartman les mostró el dedo medio, sonrió y cerró la puerta de golpe.
—Gordo de mierda —reclamó Tolkien.
Francis veía su celular, pero cortó la llamada, y posó su mano sobre el antebrazo de Tolkien.
—De verdad, muchas gracias por todo, pero debo irme.
—Ojalá tu mamá no se enoje mucho —dijo Tolkien, sonriéndole.
—Oh, sí lo hará.
Francis se fue a casa, mientras su madre no dejaba de llamarlo. Al llegar, se armó de valor y al sacar sus llaves, su madre abrió la puerta de golpe.
—Mamá, te puedo explicar —dijo retrocediendo, alejándose unos pasos de ella.
—¡¿Por qué no contestas tu celular?!
—Escúchame.
—¡¿Cómo es eso que vas a casa de otros a insultarlos?!
—Pero escúchame.
—¡Yo no eduqué a un pandillero!
—Mamá, escúchame.
Jason se asomó en ese momento por la ventana y Francis, al verlo de reojo, dirigió su mirada a él mientras su madre lo regañaba, Jason se burló riendo en silencio, provocando que Francis riera un poco.
—¡¿Te parece que estoy bromeando?! —regañó su madre al verlo reír.
—¡No, no, es que Jas...!
—¡No me contestes! ¡¿Qué pasa contigo, Francis?!
Su madre lo tomó del brazo, entrándolo a casa a la fuerza mientras lo regañaba. Luego de un buen rato regañándolo y sin escucharlo, lo envío a su habitación.
Antes de acostarse, encendió su computadora y borró todas las publicaciones programadas, en tanto, Jason le enviaba mensajes que no pudo revisar, molesto, apagó su celular, lo dejó a un lado sobre el escritorio y abrió su perfil de escritura, quedándose viendo por un rato con su cabeza apoyada sobre su mano, golpeando el escritorio con su dedo índice.
—¿De verdad soy bisexual? —se preguntó en voz baja.
Francis desvió su mirada a un manga BL junto a su computadora.
—Jamás pensé que mis homosexuales podrían traerme tantos problemas —regañó en tanto tomaba el manga y luego lo acercó a su pecho—, pero no puedo enojarme con ustedes.
En ese momento, recibió una notificación de un voto en una de sus historias, al revisar, se dio cuenta de que era Tolkien.
—Y siguió leyendo. Jaja —comentó antes de apagar todo y acostarse a leer el manga.
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El dibujo fue hecho por Zay, autora de En el patio de recreo. ¡Quedan todos invitados a seguirla! Además comparte y recomienda historias Creek por Tik Tok, todas disponibles también en su perfil.
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¡Muchas gracias, Zay!
Y gracias a todos ustedes por la espera, los adoro 💕
Chapter 23: ¡Salven a Tweek!
Chapter Text
En cuanto sonó el timbre del final de clases, Tweek se levantó de golpe y corrió a un salón en el segundo piso de la escuela.
—¿Y Tricia? —preguntó a Karen, que guardaba sus cuadernos en su mochila.
—Castigada con Dougie —dijo señalando en dirección a la biblioteca.
—¿Por qué? ¿Qué hicieron?
—Ike la estuvo molestando de nuevo, pero ahora le pegaron los dos.
—¿Y por qué tú no? Qué mala amiga —comentó negando con su cabeza.
—Jaja. No me gusta involucrarme en peleas.
—¿Sabes cuánto tiempo?
—Creo que dos horas.
—Maldita sea —reclamó mirando la hora en su celular—. Bueno, gracias.
Tweek corrió de regreso al salón, en tanto todos se preparaban para retirarse.
—Craig, ¿me das el número de tu hermana? —preguntó desde la puerta.
—¿Ya se fue? —Craig sacó su celular.
—No, la castigaron.
—¿Por qué?
—Dijo Karen que... —Tweek se percató de que Clyde lo miraba con atención y se cruzó de brazos—. ¡¿Tengo algo en la cara?!
—No te estoy viendo a ti, enano —alegó guardando cuadernos.
Tweek jaló el brazo de Craig para que se inclinara y le susurró al oído, cubriendo con su mano, mientras veía de reojo a Clyde.
—Karen dijo que Ike la estuvo molestando de nuevo y con Dougie le pegaron.
—Ah, ¿sabes qué? —dijo Craig, incorporándose—. Yo creo que a mi hermana le gusta ese chico.
—"¿A Tricia? ¿Qué chico?" —se preguntó Clyde, guardando más lento.
—¿Por qué? —preguntó Tweek.
—Vi en su... Mejor luego te cuento.
Francis y Jason se acercaron junto a Craig.
—Olvidé decirles que voy a usar mi viejo celular por un tiempo, pero cambié el número —dijo Francis.
—Anótalo —dijo Tweek, entregándole su celular a Francis.
Jason se apresuró a recibirlo y comenzó a crear el contacto en tanto Francis le dictaba el número.
—¡Mi nombre es Francis! —alegó viendo lo que escribía Jason.
—Muy tarde —dijo bloqueando el celular y se lo regresó a Tweek.
—Espera, ¿me guardaste con ese nombre en tu celular también?
—Yo me voy. —Jason le lanzó a Tweek su mochila, que había olvidado sobre su asiento—. Mi papá dijo que si no van hoy, no va a poder hasta la próxima semana.
—¿Te vas a tu lugar misterioso? —preguntó recogiendo su mochila.
—¡Ahí se ven, babosos! —dijo alzando su mano sin voltearse, saliendo del salón.
—Bien, tengo exactamente... —pensó Tweek en voz alta, viendo la hora en su celular—. Tenemos que estar en casa de Jason a las cinco. Un poco más de dos horas.
—¿Y al final adónde vas a ir?
—Supongo que... —Tweek fue interrumpido por un golpe en su espalda, cuando Scott se ponía su mochila.
—Oh, lo siento —dijo con su particular seseo, saliendo del salón.
—Oh, lo ziento, zoy Zcott Malkinzon y tengo diabetez —se burló Cartman, caminando tras él mientras Kenny y Stan reían.
—¡No le digas eso y no se rían! —reclamó Kyle, caminando tras ellos.
—Ah, cállate, judío —reclamó Cartman.
Los chicos los ignoraron y continuaron su conversación.
—¿Estás seguro de que podrás con todo? —preguntó Craig.
—Claro que puedo, pero me conozco. —Dejó caer su mochila al suelo mientras buscaba en sus bolsillos.
Tweek le entregó a Craig su tarjeta bancaria, identificación, dinero en efectivo y su multa.
—¿Y para qué me lo das a mí?
—Porque no quiero que se me pierda nada, esta es la última semana que tenemos para pagar, ahí va el dinero de las dos multas.
—¿Entonces vas a ir ahora?
—Para eso vine con ropa deportiva. Tricia está castigada así que iré solo, lo hablamos en el receso y ya me dijo qué hacer. Entreno una hora, me voy a casa, me baño, paso a tu casa y nos vamos a casa de Jason, tú solo preocúpate de estar lindo cuando llegue a buscarte.
Tweek se despidió de los chicos en tanto se acercaba a la puerta y salió a toda prisa del salón.
—¿Adónde va? —preguntó Tolkien.
—A entrenar... —Craig pensó por un momento— Creo que no me dijo dónde, supongo que al gimnasio.
—¿Y por qué tan temprano? —preguntó Francis.
—Dijo que quiere mejorar su entrenamiento y como no sabe cuánto va a tardar, quiere probar antes de ir a casa de Jason y ver si continúa después.
—Qué ganas de verlos humillarse con el padre de Jason —comentó Tolkien entre risas.
—Eso será horrible —dijo Craig, guardando las pertenencias de Tweek en su mochila.
—Su papá no es estricto —dijo Francis—, de todos, sería con el que menos me sentiría cohibido.
—Pero no me conoce.
—Claro que sí, fue al hospital cuando Jason "murió".
—No le presté mucha atención ese día.
—¿En serio? —interrumpió Tolkien—. El viejo sabroso siempre llama la atención cuando aparece.
—Jaja. ¿Viejo sabroso?
—Así le dicen en el pueblo. Yo lo recuerdo como se ve, pero dicen que antes se veía incluso más viejo que ahora, algunos dicen que se operó.
—No se operó, eso es mentira —intervino Francis—, mi mamá dice que cuando se fue la mamá de Jason, ella fue a su casa y él estaba muy mal, después se refugió en gimnasios y empezó a preocuparse más por su aspecto, supongo que fue como su terapia.
—¿Entonces para verme así a esa edad tengo que casarme y después separarme? —preguntó Tolkien.
—Sí, las amigas de mi mamá suelen hablar de él y dicen que si sufres mucho, terminas así.
—Eso son puros cuentos —comentó Craig, cargando ambas mochilas, acercándose a la puerta.
—No son cuentos. Apuesto a que si Tolkien se casa, será cosa de tiempo para que se vea como mi papá —dijo Francis, siguiéndolo.
—Pero yo quiero verme como el viejo sabroso —reclamó Tolkien, siguiendo a ambos.
Los chicos salieron del salón.
En tanto, Clyde, Nichole y Annie esperaban a que todos se fueran.
—¿Estás seguro, Clyde? —preguntó Nichole.
—Sí, me hablaron.
—Pero no creo que sean extraterrestres como dijiste —dijo Annie en tono burlesco.
Al salir el último alumno, Clyde se apresuró a cerrar la puerta y le pidió a ambas que mantuvieran silencio. Se acercó y regresó varias veces a la puerta.
—Fue tu imaginación —dijo Annie al no escuchar nada.
—¡No! Primero escuché como... como si una cámara o algo parecido me siguiera y después me hablaron.
—Creo que te está afectando estar solo —dijo Nichole, viéndolo con lástima.
—¡No! ¡De verdad me hablaron!
Ambas se miraron y luego vieron a Clyde.
—Clyde, creo que deberías buscarte un pasatiempo o algo que te mantenga ocupado —sugirió Nichole.
—¡No es eso! ¡Yo los escuché! —Clyde miró al foco—. ¡Hablen, malditos!
—Te estás volviendo loco. —Annie se acercó a abrir la puerta.
—¡Sé que me están escuchando! —insistió Clyde.
—Deberías buscar ayuda —dijo Nichole, antes de salir junto a Annie.
Clyde apagó la luz y se quedó viendo al foco desde el umbral.
—No estoy loco, los escuché —comentó antes de cerrar la puerta.
De camino a casa, en tanto conversaban, los chicos fueron alcanzados por Nichole y Annie.
—¿Podemos ir con ustedes? —preguntó Nichole, abrazando por detrás a Tolkien.
—Pero ¿vienes sola o...? —preguntó volteándose y se quedó en silencio al ver a Annie.
—No, viene conmigo. — Annie tomó el brazo de Craig.
Incómodo, Craig metió sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, evitando mirarla, pero Annie se aferró a su brazo, apoyando su cabeza en tanto caminaban.
Francis lo vio con una expresión de molestia y antes de que Craig hablara, apartó la mirada.
—No me tienes que explicar a mí —regañó Francis.
—Annie, ¿podrías...? —Craig se soltó, apartándose un poco de su lado.
—¿Eres tímido? —preguntó tomándole el brazo nuevamente.
—No, pero me gusta mi espacio personal. —Se soltó empujándola con delicadeza a un lado y se reincorporó.
Annie continuó caminando junto a él.
—¿Entonces no aprecias mi compañía?
—N-No nos conocemos —respondió con voz temblorosa.
—Pero podríamos.
—No, no...
—Oh, vamos, ponme a prueba. ¿Qué quieres saber de mí?
—Yo quiero saber algo sobre ti —interrumpió Tolkien, alterado.
—No estoy hablando contigo.
—Me importa una mierda, estás invadiendo nuestro espacio y acosando a mi amigo, así que puedo hablarte como se me dé la gana. ¿Qué se supone que haces aquí?
—Primero, no estoy invadiendo nada, la calle es libre y puedo ir por donde se me plazca; segundo, no lo estoy acosando y por último, solo sigo el consejo de una amiga.
—¡Sabía que Bebe estaba detrás de esto! —reclamó Tolkien—. Annie, a Craig no le gustas. ¿O Sí, Craig?
Craig no respondió, comenzando a sentir náuseas.
—¡¿Y tú qué sabes?! —reclamó Annie— ¿Por qué te entrometes?
—¡¿O sí, Craig?! —insistió Tolkien, molesto.
—Amor, no la trates así —regañó Nichole.
—¡Pero si ya sabes que es loca! Solo porque insististe y para que no te enojaras le pregunté a Craig si quería salir con ella y te dije claramente que se negó, no veo la necesidad de seguir insistiendo.
—Pero eso fue hace tiempo, pudo haber cambiado de opinión.
—No la quiero acosando a Craig.
—¡No soy acosadora! —regañó Annie.
—¡Claro que sí y lo sabes!
Tolkien se detuvo, y jaló la sudadera de Craig, cambiándolo en medio, junto a Francis.
—No te quiero cerca de él.
—Suenas como si estuvieras celoso —alegó Annie—. ¿Juntarte con Francis te convirtió en marica?
—Yo no so... —dijo Francis.
—¡Piensa lo que quieras! —interrumpió Tolkien, más alterado—. No me interesa lo que alguien como tú piense de mí. No quiero a una loca acosándolo.
Craig tragaba saliva, conteniéndose para no vomitar.
Francis le dio un leve golpe con el codo a Craig.
—Mejor dile —murmuró.
—Me voy a enojar contigo si la sigues tratando así —amenazó Nichole.
—Nichole, tienes una amiga loca y que tú la aceptes así, no significa que yo también deba hacerlo, así que si te quieres enojar, hazlo.
—¡No necesitas hablarme así!
—¡Y tú no necesitas traerla con nosotros! ¡Tú con tus amigos y yo con los míos! Y esta loca, no es amiga mía, ni de ninguno de nosotros.
—¿Sabes qué, Tolkien? —alegó Annie—. No estoy dispuesta a escuchar tus insultos.
Annie jaló a Nichole del brazo, continuando su camino.
—¡¿Por qué no dijiste nada, Craig?! —reclamó Tolkien.
Craig se detuvo y se inclinó un poco, pidiéndole con su mano que le diera un momento, en tanto respiraba profundo.
—¡No vas a vomitar, ¿verdad?! —preguntó Francis, cubriéndose sus orejas con las manos.
Craig negó con su cabeza y se incorporó, sintiéndose mejor.
—¿Seguro? ¿No vas a vomitar? —preguntó bajando sus manos.
—¿Ya mejor? —preguntó Tolkien.
—Sí, cuando estoy nervioso me dan náuseas y suelo vomitar.
—Pero ¿ya te sientes bien?
Craig asintió con la cabeza, respirando hondo.
—¡¿Por qué no dijiste nada?! —alegó Tolkien, dándole una palmada en la cabeza.
—¡No sé cómo hacerlo!
—Así: "Annie, soy gay, tengo novio, vete a comer mierda".
—Pero nunca le he dicho a nadie, si lo piensas bien, todos los que saben, lo descubrieron, solo lo dije una vez y fue por teléfono, eso lo hizo más fácil.
—¿Y Nichole por qué no le ha dicho nada? —interrumpió Francis.
—No sabe, no le he dicho.
—¿Por qué? ¿No se cuentan chismes entre ustedes? ¿Qué clase de relación es esa?
—Yo no soy chismoso, Francis.
—Tolkien, lo siento —interrumpió Craig.
—Craig, ni te imaginas cuántos días Nichole va a estar enojada. Tienes que decirle.
—Sí, lo haré, si se pone más intensa, lo haré.
—¿Y por qué vas a esperar?
—¡Ya te dije que no sé cómo!
—¡No creo que a Tweek le guste verla tan pegada a ti!
—¡Ya sé!
—Ah, no, si van a discutir, váyanse solos. —Francis comenzó a caminar.
Ambos se miraron por un instante, lo siguieron en silencio y Tolkien sacó un Chupa Chups de su mochila.
—Ten tu droga, Craig, apacíguate.
—Jaja. Mañana te lo devuelvo, no me quedan —dijo abriendo el Chupa Chups.
—Nunca me los como, los que me das solo se acumulan en mi mochila.
Francis se detuvo de golpe.
—¡Ese es! —dijo señalando un auto rojo que viraba por la calle a la que se acercaban—. ¡Ese es el auto de la novia del papá de Jason!
—No alcancé a verlo —dijo Craig.
—¡Nos vemos! —gritó Francis, en tanto corría a casa.
—Jaja. Qué chismoso, por poco voló —comentó Tolkien, viéndolo alejarse—. Oye, ¿y de qué novia hablan?
—Ah, el papá de Jason al parecer inició una relación con alguien, pero no le ha dicho nada a nadie, ni Jason sabe quién es y Francis al parecer no se va a quedar tranquilo hasta descubrirlo.
—¿Entonces va a dejar de ser sabroso?
—Jajaja. Tú estás en una relación y no has dejado de verte bien.
Tolkien se volteó a verlo, en silencio.
—¿Sabes qué? —dijo Craig, quitándose el Chupa Chups de la boca—. Tengo que aprender a callar esos pensamientos, solo... los digo y después me doy cuenta.
—Jaja. Supongo que Tweek abrió una puerta que ya no puedes cerrar.
—Pues no me gusta.
—Jaja. ¿Recuerdas cuando te dije que estabas jodido porque crees que te enamoraste? A esto me refería, un día estás llevando tu vida como siempre y de la nada aparece alguien a revolucionar todo, pero aún así, tu mundo no sería el mismo sin ese desastre.
—¿Nichole te hizo sentir así?
—Bueno, debes admitir que entre Tweek y Nichole hay mucha diferencia, Nichole lleva una vida tranquila y aunque se enoja por todo y es celosa, no sé qué haría sin ella. Sé que los tengo a ustedes y los aprecio, pero ella me brinda otra clase de apoyo.
—¿A qué te refieres?
—Eso no importa, el punto es que debes aceptar cómo eres ahora, con tus pensamientos puercos y todo.
—Jaja. No son puercos, solo noto cosas que antes no notaba.
—Craig —dijo palmeándole la espalda—. Mi cuerpo no quiere tu opinión.
—No, estúpido. Jaja. No soy de esos, solo... No sé, ahora veo a los hombres de forma diferente.
—Claro, eres gay.
—Pero se supone que siempre lo fui, ¿por qué antes no era así?
—Le preguntas a la persona equivocada, no sé de esos temas.
Los chicos continuaron su camino hasta llegar a sus respectivos hogares.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto los chicos iban a casa, Tweek había trotado desde la escuela al bosque, adentrándose lo suficiente, buscando un sector con muchos árboles. Al llegar a un lugar que él consideró apropiado, mientras hacía ejercicios de calentamiento, recordaba las instrucciones de Tricia, estas consistían en escalar y bajar de los árboles hasta dominarlo por completo, antes de pasar a la segunda parte, correr hacia los árboles más altos y subir alcanzando la rama de un salto, sin ayuda del tronco, para luego escalarlos.
Después de escalar varios árboles, ya cansado, hizo una pausa para beber agua y en tanto alzaba la botella, vio un árbol que destacaba del resto, medía un poco más del doble, lo que Tweek tomó como un verdadero reto.
—El jefe final —comentó mojando su cabello—. Ese será el último.
Dejó su botella en el suelo, vio a su alrededor y tomó un poco de impulso, dando unos pasos atrás.
—¡Yo soy un guerrero Saiyajin! —gritó antes de comenzar a correr.
Dio un salto alcanzando la rama más baja y comenzó a escalar lo más rápido que pudo. Consiguió llegar hasta la copa del árbol y entre jadeos limpió el sudor de su frente con el antebrazo.
—¡Lo logré! —dijo orgulloso.
Se dispuso a bajar y al voltearse, escuchó la rama crujir, por lo que se cambió de un salto a la rama más cercana, miró hacia abajo y se aferró al tronco, evitando mirar abajo nuevamente.
—No sabía que le tenía miedo a las alturas —sollozó cerrando sus ojos con fuerza.
Tweek esperó un momento, haciendo ejercicios de respiración tratando de calmarse y miró abajo.
—¡Qué mierda! —reclamó mirando al cielo— ¡He escalado árboles mil veces! ¡¿Por qué ahora me da miedo?!
Intentó acomodarse sobre la rama e intentó bajar en diferentes posiciones, pero inevitablemente miraba hacia abajo, imaginando lo peor y el pánico no le permitía moverse con seguridad.
—Creo que nunca había escalado uno tan alto.
En ese momento, recibió una notificación en su celular y al recordar que lo traía, con cuidado lo sacó de su bolsillo con la intención de llamar para pedir ayuda. Sus manos temblaban con una mezcla de cansancio y miedo por lo que procuró sacarlo con cuidado, momento en que un ave se posó en una rama frente a él, lo que provocó un sobresalto en Tweek y soltó su celular.
—¡No! —gritó abrazando el tronco.
Comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero pronto se rindió al ver que no obtenía respuesta.
A lo lejos, escuchaba el sonido de su celular.
—Debe ser Craig —se lamentó mirando al cielo—. Ojalá venga a buscarme.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Ya faltando quince minutos para las cinco, Craig no dejaba de llamar y enviar mensajes a Tweek, sin obtener respuesta y ya bastante molesto, se preparó para ir a casa de Jason, pero antes de salir, se sentó junto a la caja de Stripe y lo tomó en brazos.
—Ya me voy, Stripe, no te salgas de tu caja de nuevo o mamá se va a infartar. Te compraré algo más apropiado en cuanto pueda.
En tanto lo acariciaba, se quedó pensando por un momento.
—¿Y si le pasó algo? ¿Y si...? No, no, ya hizo esto una vez. —Se dirigió a Stripe—. Hace un par de semanas, desapareció todo el día y tuvo el descaro de inventar una excusa para hacerme sentir mal a mí, cuando el que se pasó el día en los videojuegos fue él. De hecho, ni siquiera tendríamos que estar pagando multas si no me hubiese mentido... No quiero ir solo, pero ya no nos queda tiempo, si no hago esto ahora, va a empeorar. ¡¿Por qué lo dejamos para último momento?!
Molesto, regresó a Stripe a su caja y salió de casa.
En tanto se acercaba a casa de Jason, donde su padre escuchaba a todo volumen la canción Free Bird, divisó a Francis que barría la acera en el límite entre su casa y la de Jason.
—Hola, Fra...
—¡Shht! No me dejas escuchar —dijo viendo a casa de Jason.
—¿Te gusta esa canción? A Tolkien también.
—¡No, no me interesa la puta canción!
—Pero no se escucha nada más.
—¡Ya sé! ¡No se escucha nada! —reclamó golpeando la escoba en el suelo—. ¡Llevo casi una hora barriendo y no se escucha nada!
—¡¿Una hora?! ¿Y qué quieres escuchar?
—Su novia sigue ahí.
—¿Ya la viste? —preguntó viendo a la casa de Jason.
—¡No! Estoy esperando a que salga.
—¿Y cómo sabes que está ahí?
—Porque cada vez que viene, en algún momento ponen música fuerte y siempre es la misma canción, supongo que la ponen cuando... ya sabes a lo que me refiero. Cuando llegué a casa, el auto no estaba, creo que ahora lo deja estacionado más lejos, supongo que no quieren levantar sospechas.
—¿Cuánto llevas investigándolos?
—No los investigo, solo intento reunir las pistas.
—Pero ¿no la has visto ni una sola vez?
—Nunca alcanzo a verla, es como si esperaran a que me distraiga y ella entra o sale, pero eso no va a pasar esta vez.
—Jaja. ¿Y dejarlos en paz no es opción?
—¡No! —Francis tomó ambos brazos de Craig, moviéndolo bruscamente—. ¡¿Sabes cuánto tiempo hemos esperado con Tweek para que Jason tenga una mamá?!
—No, no sé —dijo soltándose—, pero deberías dejarlos en paz.
—Suenas como Jason, no entiendo cómo puede estar tan tranquilo con esto, debería estar más emocionado que yo y siempre me dice lo mismo. —Francis cambió su expresión por una de indiferencia, imitando la voz de Jason—. "Déjalo tranquilo, Francis. Él me dirá cuando esté listo, Francis. No quiero presionarlo, Francis".
—Entonces hazle caso y solo ten paciencia.
—Pero ¡¿por qué tanto misterio?!
—Qué sé yo.
Craig vio la hora en su celular.
—Ya son las cinco, pero...
—¡Cierto, es perfecto! ¡Te acompaño, vamos!
Francis jaló del brazo a Craig, pero este no se movió de su lugar, jalando a Francis de regreso.
—No quiero interrumpir si están ocupados.
En ese momento, el padre de Jason bajó el volumen a la música, abrió la puerta y miró directamente a Francis, cruzándose de brazos. Francis, al percatarse, continuó barriendo, evitando mirarlo.
—¡Francis, ¿crees que soy idiota?! ¡Llevas una hora barriendo el mismo lugar!
Francis se quedó en silencio, barriendo de inmediato, mientras Craig se mordía los labios para no reír.
—¡Éntrate ya!
Tiró la escoba al suelo y se entró dando un portazo.
—¡Igualito a su mamá! —reclamó el padre de Jason, dando un portazo.
Craig se quedó por un momento pensando, pero decidió ir de todas formas.
El padre de Jason le abrió la puerta y lo miró entre cerrando sus ojos.
—¿Te mandó Francis?
—¡No! No, soy Craig, Tweek no pudo venir.
—Ah, claro, pasa.
Craig se quedó de pie en la sala y procuró no verse chismoso, fijando la mirada hacia una fotografía donde aparecía Jason de niño, sosteniendo un escarabajo.
—"¿Por qué mi papá no se ve así?" —pensaba Craig en tanto veía la foto.
—¿Vienes a ver la foto de Jason o a hablar conmigo?
—Sí, —Craig aclaró su garganta—, lamento molestarlo en este momento, pero como dijo a las cinco.
—No te preocupes, te estaba esperando.
—Si está muy ocupado solo dígame a qué hora puedo regresar.
—No, tranquilo, estoy solo, se fue hace rato, sé que Francis me vigila hace tiempo.
—Jaja. Para ser sincero, Tweek también quiere saber, no dejan de preguntarle a Jason.
—Lo sé, Jason me advirtió para que me cuidara de Francis. —Se sentó en el sofá—. Siéntate, supongo que no vienes a hablar de eso.
—No —dijo sentándose frente a él—. Esto es... un poco incómodo, pero Jason dijo que tal vez usted podría ayudarnos.
—¿Qué necesitas?
—Es que... —Craig tragó saliva—. Hace unos días, a Tweek y a mí nos dieron una multa y nos tiene que acompañar un adulto, pero no quiero decirle a mis padres.
—¿Por qué? ¿Qué hicieron?
—Nada malo, solo... estábamos conversando y... Entonces... Tweek me dio un regalo, entonces yo lo recibí y... después... Después se puso a llorar porque a mí no me gustó, así que... yo lo abracé, él me abrazó y... bueno... En la multa dice. —Craig le entregó la multa, apartando la mirada.
Mientras el padre de Jason la leía, Craig miraba al suelo, moviendo su pie.
—Jaja. No me des detalles, no es necesario —dijo devolviéndole la multa—. También fui joven y me escapaba por ahí con la mamá de Francis.
—¿De Francis?
—Sí, pero su papá ganó esa batalla. Él tenía un título universitario, auto, estabilidad económica, en cambio yo, solo tenía mi moto y mis tatuajes —dijo encogiéndose de hombros—. Aunque me alegra, hasta acá se escucha cuando regaña al pobre Francis, es tan histérica.
—Ella se lo pierde.
—¿A qué te refieres?
—Ah... Bueno, usted es... Se ve bien para la edad que tiene.
—¿Me estás llamando viejo?
—¡No, no! —Craig se ruborizó, viendo hacia el suelo—. No me refiero a eso.
—Jaja. Lo tomaré como un cumplido. Supongo que se lo debo un poco a la mamá de Jason. Cuando se fue, sufrí bastante, bueno, los dos, pero fue ahí cuando me di cuenta que ella me hacía mal, me estaba volviendo un amargado y ya no era el mismo, discutíamos con frecuencia por Jason, ella no... Bueno, eso da igual. Así que solo retomé mi vida donde la había dejado, antes de que Jason naciera y decidí que continuaríamos solos, fue difícil, pero creo que no lo hice tan mal.
El padre de Jason se levantó y se dirigió a la cocina, sacó dos botellas de gaseosas y regresó al sofá.
—¿Quieres una? —preguntó destapando la botella.
—Sí, gracias —dijo tomando la botella.
—Craig, ¿tú sabes adónde va Jason todos los días?
—No, no ha querido decirle a Francis ni a Tweek.
—¿Sabes si tiene alguna novia o algo así?
—No, pero si así fuera, se lo contaría a Tweek o Francis, no a mí.
—¿No eres amigo de él? Ha hablado de ti un par de veces.
—No creo que me considere su amigo, supongo que me habla solo por Tweek, a veces siento que no le agrado.
—Jason es así, tiene mala cara, pero si no le agradaras, ni siquiera por Tweek te hablaría. ¿O no lo has notado con Clyde? Esa rivalidad entre ellos parece que jamás va a terminar.
—Es que Clyde puede ser bastante molesto.
—Pero Jason me dijo que tú eres su amigo.
—Ya no, ya no hablamos.
—Ah, claro, me contó su papá, dijo que ese día Clyde llegó furioso a su casa.
—¿Usted es amigo del papá de Clyde?
—Sí, a veces bebemos un par de cervezas en el bar. Me gustaría que nuestros hijos se llevaran bien en algún momento.
—No parece algo posible y menos ahora que ya no somos amigos, eso distanció más a Clyde de ellos.
—Oh, no te preocupes, Clyde va a regresar, ya lo verás.
—No creo.
El padre de Jason se inclinó hacia adelante, bebiendo un poco de su botella.
—Entre nosotros, Craig, él puede ser un poco...
—¿Estúpido?
—Jaja. Sí, pero es un buen chico, supongo que solo necesita aprender a pensar antes de hablar.
Craig bebió el último poco de gaseosa y le regresó la botella al padre de Jason, este se fue a la cocina y tomó sus llaves.
—¿Te dan miedo las motos, Craig? —preguntó entregándole un casco de seguridad.
—No sé, nunca me he subido a una.
Afuera, el padre de Jason subió a la motocicleta, acomodó su casco seguido de Craig y le hizo una señal con la cabeza a Craig para que subiera. Al subir, con torpeza buscó un lugar donde afirmarse, evitando tocar al padre de Jason.
—¿Qué estás haciendo? —El padre de Jason se volteó a verlo.
—Ah, busco dónde...
—Agárrate bien, con confianza —dijo tomando las manos de Craig, acercándolo de golpe—. No me detendré si te caes.
Arrancó y a pocos metros, al pasar junto al bosque, Tweek escuchó la motocicleta acercándose y reconoció el sonido del motor.
—¿Craig fue solo? ¿Por qué no vino a buscarme? —reclamó Tweek.
Trató de voltearse a tratar de ver la calle, pero perdió el equilibrio por un momento y se quedó en la misma posición.
—¡¿Cuánto llevo aquí?!
Cuando escuchó la motocicleta más cerca, gritó pidiendo ayuda y llamando a Craig, pero con el ruido del motor no lo escucharon. Finalmente, se detuvo al oírlos alejarse.
Intentó bajar una vez más, pero cada intento lo hacía sentirse débil y temía caer, por lo que regresó a su posición anterior.
—Tengo hambre y sed —se lamentó en voz baja.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Luego de pagar ambas multas, el padre de Jason dejó a Craig en su casa. Al entrar, Tricia se encontraba sentada sobre el sofá, mientras comía de una lata viendo una película.
—¿Y mamá? —preguntó Craig, cerrando la puerta.
—Shht. Tele —respondió sin mirarlo.
—Pero ¿y mamá?
—Salió —respondió llevándose la cuchara a la boca.
—Sí, engendro, pero ¿todavía no llega?
Tricia se volteó a verlo, frunciendo el ceño.
—¿La ves por aquí, idiota?
—No.
—Entonces no.
Craig, fastidiado, se sentó a su lado de brazos cruzados.
—¿Qué estás viendo? —Dirigió su mirada a la pantalla.
—La tele.
—¿Sabes si dejó algo de cenar?
—Me dijo a mí que la preparara.
—¿Y qué hiciste?
—Caballa —respondió mostrándole la lata.
—¿No lo limpiaste antes de comerlo? —preguntó asqueado, viendo la lata.
—No, pero está bueno.
—¿Y qué voy a cenar?
—¿No tienes manos?
—Te lo encargaron a ti, no a mí.
—¡Ash! Ten —dijo dándole la lata con la cuchara adentro.
Craig miró la lata con restos de pescado adentro y se la regresó a Tricia.
—No quiero comer eso.
—No tienes instinto de supervivencia —dijo recibiendo la lata y comiendo otra cucharada de pescado.
—No es supervivencia, estúpida, no quiero cenar eso, además esa lata era mía.
—¿Lo ves? Supervivencia, tenía hambre y busqué mi propia comida, no me senté aquí a esperar que alguien me la tuviera preparada.
Craig se levantó molesto, se fue a la cocina y revisó la nevera. Luego de inspeccionar por un rato, la cerró con decepción y regresó a la sala.
Suspiró fastidiado y se acomodó en el sofá a ver la película junto a Tricia.
—¿Y Tweek? —preguntó Tricia, apartando la mirada de la televisión.
—Qué sé yo, no le tengo un GPS instalado.
—Parece que a alguien no lo hicieron gemir hoy —comentó apagando la televisión y retirándose a su habitación.
—¡Cállate, mierda! —reclamó cruzándose de brazos, moviendo su pie de forma ansiosa, mientras veía su reflejo en la pantalla de la televisión.
Sacó su celular, buscó el chat de Tweek y repasó los mensajes que le había enviado. Finalmente guardó su celular y se levantó decidido del sofá. Subió a ver a Stripe desde el umbral de la puerta y bajó corriendo la escalera, salió de casa dando un portazo y caminó a paso rápido a casa de Francis.
Al llegar, tocó el timbre y aguardó frunciendo el ceño, pero en cuanto Francis abrió la puerta, cambió su expresión por una sonrisa.
—¿Quieres ir conmigo, Francis?
—¿Adónde? ¿Y Tweek?
—Solo nosotros. ¿Quieres ir a comer? Yo invito.
—¡Escuché comida gratis! —gritó Jason, asomándose por su ventana, desde el segundo piso.
—¡¿Quieres ir también?! —preguntó Craig.
—¡Dame un minuto!
—Pasa, bajo enseguida.
Craig esperaba de pie en la sala y pronto salieron los padres de Francis desde la cocina.
—¿Quién eres tú? —preguntó la madre de Francis.
—Soy Craig, amigo de Francis.
Antes de que su padre lo saludara, la madre de Francis intervino.
—¿Tú eres el que andaba con él cuando fue a pegarle a ese otro niño?
—No. ¿A pegarle a quién?
Francis bajó la escalera corriendo, jalando a Craig.
—No, mamá, él es un pan de dios.
—¿Adónde van?
—A comer.
—¿Y quién te dio permiso?
Francis se detuvo antes de abrir la puerta y se volteó fastidiado.
—¿Puedo ir?
—Pero ya vamos a cenar.
—Bueno, cenaré afuera —dijo abriendo la puerta, apurando a Craig con pequeños empujones.
—¡Adiós! —dijo Craig, saliendo de casa.
—¡Regresa antes de las diez, Francis!
—Sí, sí —dijo cerrando la puerta.
Afuera los esperaba Jason y se dirigieron a un restaurante cercano.
Una mesera les indicó una mesa para cuatro desocupada y se apresuraron a entrar.
—Pidan lo que quieran —dijo Craig, sentándose.
—¿Te peleaste con Tweek? —preguntó Francis, sentándose frente a él.
—No todavía.
—¿Terminaron? —preguntó Jason, sentándose junto a Francis.
—No.
La mesera se acercó a tomar su orden y luego de pedir hamburguesas, pizzas, papas fritas, gaseosas y helados como postre, comenzaron a comer.
—¿Estás seguro de que puedes pagar todo esto? —preguntó Francis, antes de morder una hamburguesa.
—Sí, si quieren más, solo pídanlo.
—¿De dónde sacaste el dinero? ¿Estás vendiendo drogas o algo así? —preguntó Jason, comiendo papas fritas.
—Jaja. No. —Craig sacó una tarjeta bancaria y la puso sobre la mesa—. Tweek invita.
Francis y Jason dejaron de comer, masticando más lento.
—Desapareció todo el día y no responde su celular, se suponía que teníamos que ir a pagar esa estúpida multa juntos, tuve que humillarme solo, haré lo que quiera.
—¿Y si le pasó algo? —preguntó Francis, dejando el resto de hamburguesa sobre su plato.
—No, ya hizo esto antes.
—Mi papá dijo que fuiste solo, ¿no aparece desde que salieron de la escuela?
—Sí, nunca llegó a mí casa, pero insisto, ya hizo esto una vez.
Francis sacó su celular, llamando a Tweek.
—No responde a los llamados —alegó Craig, molesto.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En el bosque, atraído por el sonido del celular de Tweek, un hombre de cabello largo y rubio, se acercó con sus manos dentro de los bolsillos de un largo abrigo negro, acomodaba su capucha en tanto avanzaba, procurando esconder su rostro y vio a su alrededor antes de recoger el celular.
—Masturbador serial —leyó en voz baja.
El hombre se volteó a ver en diferentes direcciones, regresó el celular al suelo y al dar unos pasos, asustó a una zarigüeya que caminaba junto a sus crías, esta le gruñó mientras sus crías chillaban y el hombre la ahuyentó gritándole, lo que alertó a Tweek.
—¡Ayúdame! ¡El celular es mío! ¡No puedo bajar!
Recogió el celular y se acercó al tronco alzando su cabeza, tratando de ver a Tweek, momento en que Francis llamó otra vez y contestó el celular, pero se quedó en silencio.
—¡¿Dónde estás?! —alegó Francis.
—En el bosque —dijo con una voz seria.
—¿Quién e...? —Francis fue interrumpido por Craig que le quitó el celular.
—¡¿Qué mierda, Tweek?! ¡Llevo horas esperándote!
—¿Craig? —murmuró con un tono casi imperceptible, alejando el celular.
El hombre lo dejó caer al suelo.
—¿Entonces ese es Tweek? —se preguntó en voz baja tratando de verlo entre las hojas, pero la oscuridad del lugar no lo permitió.
El hombre buscó apresurado en sus bolsillos del abrigo y pantalón.
—Perfecto —dijo sacando dos pequeñas ganzúas para abrir cerraduras.
Miró por última vez hacia donde estaba Tweek y dejó escapar una leve risa, mientras se alejaba negando con su cabeza por la situación.
—¡¿Contestaste?! —gritó Tweek.
—Qué idiota —comentó el hombre antes de perderse entre los arbustos.
—¡¿Hola?!
Los ojos de Tweek se llenaron de lágrimas al no recibir respuesta.
—¿Por qué nadie me ayuda? —se lamentó y llevó su cabeza sobre el tronco—. Ya no aguanto más, me muero de hambre. ¿Por qué nadie viene a buscarme?
Una pareja de búhos se posó cerca de él, quienes lo vieron fijamente.
—¿Pueden ayudarme ustedes? —preguntó secando sus lágrimas—. No comen personas, ¿verdad?
Tweek los miró por un momento, pero pronto comenzó a sentir miedo de la mirada penetrante de las aves y los alejó con su pie.
—Ay, no. Y si... ¿Y si sube algo? ¿Y si sube un tejón? ¿O un puma? ¡¿O un oso?! ¡No quiero morir así! ¡No, no, cálmate, Tweek! No vas a morir, no aquí, no así.
Tweek alzó la mirada, viendo la luna entre las hojas.
—Si me muero, no me voy solo... Claro que no, Craig irá conmigo, quiera o no. Lo vendré a buscar y... —Tweek soltó un suspiro—. ¿Qué estará haciendo?
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
—¿¡Tweek?! —insistió Craig en el teléfono y se le regresó a Francis—. ¡¿Lo ves?!
—Ese no era Tweek —dijo Francis—, dijo que está en el bosque.
—¿Y quién era? —preguntó Jason.
—No sé.
—¿En el bosque? —preguntó Craig, pensativo.
—¿Y si era el asesino? —preguntó Francis antes de ser detenido por Jason.
—No, no, no saquemos conclusiones así, Francis, vamos a ver primero.
—Deberíamos llamar a la policía —sugirió Francis, poniéndose de pie.
—Sí, llamamos de camino —Jason se levantó y vio a Craig que continuaba sentado, conmocionado—. ¡Muévete, Craig!
—¡Sí! —dijo levantándose de inmediato.
Craig se apresuró a pagar mientras Jason se devolvió a tomar la caja de pizza y salieron del restaurante.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Tres horas más tarde, los padres de Tweek acomodaban las mesas en tanto Kenny barría. Se despidieron del último cliente que salía junto a un par de niños pequeños que jugaban y ya solo se podía escuchar un programa de televisión con bajo volumen.
—¿Cómo estuvo tu primer día, Kenny? ¿Fue muy agotador? —preguntó la madre de Tweek, sonriéndole.
—Un poco, pero no fue difícil.
—¿Cómo está tu papá? —preguntó inseguro el padre de Tweek.
—Borracho supongo —respondió con indiferencia.
Los padres de Tweek solo se miraron y continuaron acomodando en silencio, hasta que el sonido de la cortinilla del noticiario llamó la atención de los padres y dirigieron su mirada al televisor del café, preocupados.
—¿Atraparon al asesino? —preguntó la madre de Tweek.
Kenny se volteó a ver la televisión de inmediato.
El padre de Tweek subió el volumen, pero solo mostraban un helicóptero a baja altura que iluminaba el sector y un dron de búsqueda, pronto, un reportero comenzó a hablar.
—¡¿Se escucha bien?! —preguntó el reportero, casi a los gritos—. ¡El helicóptero está muy cerca y hay mucho ruido!
—Sí, continúa —respondió el presentador.
—¡Tom, me encuentro en el bosque de South Park! ¡Hay un niño atrapado en un árbol! ¡Los bomberos no pueden llegar con sus carros hasta este lugar y se está desplegando un operativo de rescate aéreo en este momento!
—Pobrecito —comentó el padre de Tweek.
—Eso pasa porque no les ponen límites a sus hijos, deberían cobrar todo el gasto del rescate a sus padres, por irresponsables —dijo la madre de Tweek.
—¡Estoy con uno de sus amigos! —continuó el reportero—. ¡¿Cómo te llamas?!
—¡Jason! —respondió en tanto comía pizza.
—¡¿Cuánto lleva tu amigo ahí?!
—¡Creo que como siete horas!
—Dime que no es Tweek —dijo la madre de Tweek, sentándose en una de las sillas que acomodaba.
—Jaja. Apuesto a que sí —comentó Kenny.
—¡Dejen escuchar! —dijo el padre de Tweek, molesto, subiendo más el volumen.
El camarógrafo desvió la cámara hacia Francis y Craig, que miraban al helicóptero.
—Oh, mierda, es Tweek —dijo su padre, buscando las llaves de su auto, bajo la caja registradora en el mostrador.
—¿Sigo yo solo? —preguntó Kenny entre risas.
—No, vete a casa, mañana te aviso si abrimos —respondió su padre.
Kenny se retiró, mientras los padres de Tweek dejaron todo como estaba y salieron rápido a su auto.
En tanto, Tweek se aferraba con fuerza al tronco ya que la ráfaga del helicóptero lo empujaba, lo que dificultaba el rescate y el piloto procuraba mantenerse a una distancia segura.
Tricia llegó junto a los chicos.
—¿Qué pasó, Craig? Te vi en la tele.
—Tweek —dijo señalando hacia la copa del árbol.
Tricia comenzó a reír y Craig la miró molesto.
—¿Qué? Te superó, a ti nunca te rescataron con helicópteros —dijo en tono burlesco.
—Cállate —reclamó dándole un golpe con el codo.
—¿Quieres? —Jason le ofreció pizza a Tricia y esta sacó una rebanada.
—¡Deja de comer! —alegó Francis.
—¿Quieres que llore? Ya lo están rescatando.
—¡Les dije que le había pasado algo!
—Y tú gastando su dinero —dijo Jason a Craig, entre risas.
—Se va a enojar —dijo Francis.
—Yo no sabía. —Jason se encogió de hombros—. Y al parecer Craig tampoco.
—No —respondió sin quitarle la mirada al helicóptero.
En tanto bajaban la escalera del helicóptero, los padres de Tweek llegaron junto a los chicos mientras veían al rescatista bajar.
—¿Por qué no nos avisaron? —reclamó la madre de Tweek.
—Perdón —dijo Craig, comenzando a llorar.
—¿Y por qué lloras? —preguntó Jason.
—Tweek se va a enojar. —Craig se arrodilló sobre el césped, apretando sus puños—. Va a terminar conmigo.
—No, Tweek es experto en hacer esta clase de problemas —dijo Francis, sentándose a su lado.
—Pensé que se había olvidado y nada más, jamás pensé que...
—¡Ya, cálmate! —Jason se sentó del otro lado—. No te va a terminar.
—Sí, ya ves que ni siquiera lo hizo por Spiderman y era tremenda oportunidad para él —dijo Francis.
Jason le lanzó una mirada fulminante a Francis y este se cubrió la boca.
—¿Spiderman? ¿Por qué me terminaría por él?
—¿Qué? ¿Spiderman? Jaja. Yo no dije eso, dije... No sé qué dije, debe ser que tengo hambre. —Francis sacó un trozo de pizza, comiendo apresurado mientras le sonreía a Craig.
Craig secó sus lágrimas y miró nuevamente al helicóptero, en silencio, mientras terminaban de subir a Tweek.
Ya en el helicóptero, dos rescatistas tomaban los signos vitales de Tweek.
—¿Te sientes bien, niño? ¿Te duele algo?
—Tengo sed —respondió en un tono débil, antes de desmayarse.
Los padres de Tweek se acercaron a unos policías que llenaban informes y les explicaban que Tweek sería trasladado al hospital para asegurarse de que estuviera bien.
Antes de irse, el padre de Tweek se agachó tras Craig y tomó su hombro con fuerza.
—Él está bien, Craig, se lo van a llevar a un hospital, pero está bien, no te preocupes. Acostúmbrate a estas cosas si pretendes quedarte con él.
Craig solo asintió con la cabeza y le entregó el celular de Tweek, momento en que el helicóptero se retiró del lugar. Al cabo de un par de minutos el bosque ya se encontraba en calma.
—Ya me pasé de las diez. ¿Nos vamos, Jason?
—No te preocupes tanto, ya no se murió —dijo Jason, antes de retirarse con Francis.
Tricia se agachó junto a Craig.
—¿Por qué no me preguntaste dónde estaba? Tú sabes que yo solía hacer esto y era obvio dónde Tweek iba a estar.
—No lo pensé.
—Claro que no, nunca piensas cuando te enojas, empiezas a sacar conclusiones y te enojas solo.
—¿Siempre he sido así?
—Sí, a veces puedes ser tan estúpido, Craig. Todavía no entiendo por qué mamá y papá te eligieron, al más estúpido y gay.
Craig rio levemente y Tricia se levantó.
—Vamos a casa —dijo extendiéndole la mano.
—Pero...
—No sirve de nada que te quedes aquí.
Craig se levantó con la ayuda de Tricia y se fueron a casa.
El padre de Jason llegó en ese momento y bajó de su motocicleta, encontrándose con los padres de Tweek que iban llegando a su auto.
—¿Qué pasó? ¿Era Tweek? —preguntó quitándose el casco.
—Sí, ya sabes que le encanta tener a Helen al borde del colapso.
—Pero ¿está bien?
—Sí. Los chicos están por allá —dijo señalando con su pulgar tras él.
—¡Apúrate! —gritó la madre de Tweek, ya dentro del auto.
—¿Lo ves? —dijo subiendo al auto.
El padre de Jason rio y desvío su mirada hacia el bosque, desde donde se acercaban Jason y Francis.
—¿No pueden mantenerse quietos, Jason? —regañó su padre.
—Pero si yo no hice nada —dijo entre risas, terminando de comer la pizza.
—Acomódense como puedan—ordenó a ambos, encendiendo la motocicleta.
—¡Francis! —gritó su madre, molesta, caminando hacia ellos.
—Ay no —se lamentó Francis cerrando sus ojos mientras Jason reía, subiendo a la motocicleta.
—¡Já! ¡Ahí te ves, chismoso! —dijo el padre de Jason, arrancando de inmediato, retirándose a casa.
Chapter 24: 10:37 a.m.
Chapter Text
En el hospital, Tweek se encontraba un poco aturdido por el desmayo, solo resonaban sus pensamientos que poco a poco se mezclaban con el sonido ambiente.
"No te preocupes por mí, puedes ser una Sailor Moon si es lo que quieres"
"Creo que me tocó contigo... Serena"
"Piensa en un gusano que va a excavar un túnel..."
"¿Un poco...? Entonces solo será un poco"
"¿Por qué entraría por la ventana?"
"¿Conoces esas bolas de cristal con nieve adentro...?"
"¡Serena!"
"Lo siento, la próxima vez dormiré en el suelo"
"Me gustas, Tweek"
"¿Me vas a dar tu número?"
"No quiero verte humillándote por mi culpa"
"Ahora tengo otro revoltoso que cuidar"
"No quiero parar..."
"Quiero más"
"Tú me corrompiste, yo no era así"
"Es mi serendipia"
"¡Usa la cabeza, Gran Saiyaman!"
"Te quiero"
Despertó por el gruñido de su estómago, en tanto una enfermera le inyectaba una intravenosa en el brazo izquierdo y un doctor le dictaba indicaciones a una segunda enfermera, quien tomaba nota de todo. Al terminar, las enfermeras se retiraron y el doctor cerró las cortinas que lo separaba del resto de pacientes.
—¿Cómo te sientes...? —El doctor revisó el expediente—. Tweek.
—Un poco mareado.
—¿Sufres de acrofobia?
—¿No? No sé. ¿Qué es eso?
—Miedo irracional a las alturas.
—No, creo que no.
—¿Te da miedo subir escaleras, edificios, puentes o cosas así? ¿Habías sentido miedo estando en alturas antes?
—No, para nada.
—Bueno, es normal sentir miedo en ciertas situaciones, lo que no significa precisamente que tengas una fobia. Solo quería descartar.
—Pero antes de subir a ese árbol ya había escalado otros. Cuando niño hasta me perdí cerca del psiquiátrico abandonado, salí de ese bosque buscando el camino subiendo a los árboles y no me dio miedo.
—Pueden ser varios factores. Lo más común es que pudo ser un recuerdo involuntario. Puede haber algo en tu subconsciente, algún evento traumático. Puede ser que el recuerdo no está presente porque lo bloqueaste o lo modificaste para que no fuera algo horrible de recordar, pero en ese momento, tu subconsciente te lo recordó de alguna forma.
Tweek se quedó pensativo por unos segundos.
—Ah, Clyde —murmuró pensando en un vago recuerdo.
—¿Tienes más preguntas? —El doctor regresó el expediente de Tweek a los pies de la camilla.
—¿A qué hora me van a dar de comer?
—Todavía no, primero necesitamos rehidratarte o vas a vomitar todo.
Tweek se lamentó, acomodándose sobre la camilla.
—¿A qué hora me puedo ir?
—Si todo marcha bien, por la mañana, pasarás la noche aquí.
El doctor salió de la habitación, momento en que entró el padre de Tweek.
—¿Estás bien, hijo? ¿Te sientes bien?
—Sí, solo un poco mareado, supongo que es por el hambre, pero dij...
—¡¿Es en serio, Tweek?! —interrumpió su madre entrando a la sala—. ¡¿Cómo es posible que siempre puedas agrandar todo?!
—Pero si no hice nada, no lo hice a propósito.
—Helen, baja la voz —susurró el padre de Tweek.
—¡¿Helicópteros?! ¡¿Qué sigue, un tanque?! ¡¿Un misil nuclear desde Corea del Norte?!
—¡Pero si no fue con intención!
La madre de Tweek se acercó a la camilla y lo abrazó.
—Un día me vas a matar de coraje, Tweek.
—Nadie me ayudaba —dijo sollozando.
Tweek la abrazó, olvidando la intravenosa y la arrancó de golpe, provocando una hemorragia leve.
—Quédate quieto, Tweek —regañó presionándole el antebrazo para detener el sangrado.
Su padre buscó a unas enfermeras y estas cambiaron las sábanas, limpiaron y reinyectaron la intravenosa.
—Me quiero ir, mamá —sollozó mirando su antebrazo.
—El doctor dijo que podemos venir a buscarte por la mañana, ya tenemos que irnos, esta es una sala común, no se reciben visitas fuera de horario, nos dejaron entrar solo un momento.
—Pero no quiero quedarme aquí solo.
—No podemos quedarnos contigo. —Su padre se sentó en la camilla y acarició su antebrazo con la intravenosa.
—Tengo mucha hambre.
Su madre lo besó en la mejilla y acarició su cabeza.
—Solo duerme y procura no arrancarte eso de nuevo.
—Estarás bien —dijo su padre y miró las cortinas a su alrededor—. Solo quédate aquí, en la camilla.
—Está bien —respondió cabizbajo.
Ambos lo vieron por última vez y se retiraron a casa.
Tweek se quedó viendo la cortina frente a él, solo escuchaba un anciano que tosía a ratos y buscó su celular, pero este ya estaba sin batería y lo dejó bajo su almohada.
—Me muero de hambre —se quejó en voz baja, sosteniendo su vientre al escuchar a su estómago gruñir.
—A las ocho, muchacho —dijo un anciano antes de continuar tosiendo.
—¿Me habla a mí? —preguntó viendo la cortina a su derecha, que separaba ambas camillas.
—Claro, nadie más se está quejando. A las ocho sirven el desayuno.
—¿Cuánto lleva aquí?
—Tres días, pero vengo con frecuencia —dijo antes de continuar tosiendo.
Tweek se levantó, arrastró el portasuero para acercarse a la cortina y se asomó lentamente, dejando ver solo una pequeña parte de su rostro.
—Tu mamá te dijo que te quedaras quieto —dijo el anciano mientras le sonreía.
—Lo siento —dijo cerrando la cortina, pero se asomó nuevamente—. ¿Qué tiene?
—Fibrosis pulmonar.
—¿Es contagioso? —Tweek escondió un poco más su rostro contra la cortina.
—No, no te preocupes. ¿Y tú qué tienes? Además de hambre —comentó con una pacífica sonrisa.
—Jaja. Subí a un árbol y después me dio miedo bajar.
—¿Y qué hacías en un árbol?
—Quería entrenar. —Tweek se asomó un poco más, dejando ver su rostro por completo—. Quiero ganarle a un chico que es mucho más grande y fuerte que yo.
—¿Ganarle cómo?
—Me gustan las luchas y participo en ellas, —Tweek se acercó un poco y le susurró—, pero mis papás no saben.
—Jaja. Tu mamá debe vivir preocupada por ti. A juzgar por lo que escuché, supongo que no eres muy tranquilo.
—No —dijo riendo avergonzado.
El anciano solo rio y continuó tosiendo.
—¿Se va a mejorar?
—No, pero ya viví lo suficiente. —El anciano lo miró por un momento y le indicó que se sentara a su lado, palmeando su camilla y apartándose un poco—. ¿Por qué no puedes ganarle a tu oponente?
Tweek abrió la cortina por completo, arrastró el portasuero y se sentó en la camilla.
—Es más fuerte y más grande que yo, mucho más grande —respondió cabizbajo.
—Ya veo el problema. No es tu oponente, eres tú.
—¿Yo? ¿Por qué sería yo el problema?
—Si luchan bajo las mismas reglas, es porque tienen las mismas habilidades, pero te concentras en lo grande y fuerte que es. Si no crees en ti, nunca le vas a ganar.
Tweek se quedó en silencio y el anciano continuó.
—Aunque no veo cómo escalar árboles te podría ayudar —dijo riendo y negando con su cabeza—, pero estoy seguro de que si confías en tus habilidades, tienes más posibilidades de ganar.
—Pero es difícil hacerlo, se ve enorme, en cambio yo... Si me comparo con él, me veo inofensivo.
—Mira —interrumpió el anciano.
Le mostró una fotografía un poco arrugada que sostenía en su mano, en esta aparecía una mujer de avanzada edad junto a una niña rubia que la abrazaba mientras ambas reían.
—Es mi esposa, nos casamos después de que ella sufriera una decepción amorosa, estaba devastada y el destino nos unió. Esa pequeña es nuestra hija, nos costó muchos años tenerla, supongo que dios tenía sus razones para arrebatarnos todos nuestros intentos, pero de alguna forma se aferró a la vida. El embarazo fue difícil para mi esposa por su edad, pero la bebé nació sin ninguna complicación.
—Parecen tan felices, su hija tiene una bonita sonrisa —dijo Tweek, tomando la fotografía.
—¿Verdad que sí? ¿Qué edad tienes?
—Diecisiete.
—Tienes la edad que tendría mi hija. Se suicidó hace tres años y meses después, mi esposa falleció.
—Lo lamento. —Tweek miró al anciano.
—¿Lo lamentas? —El anciano hizo una pausa para toser—. ¿Por qué?
—Pues... Su hija y su esposa...
—Mi hija, Estella, se suicidó porque la castigué, la encerré por una semana en su habitación, descubrí que planeaba matar a un chico.
—¿En serio? —preguntó consternado, observando la fotografía—. Pero...
—Las apariencias engañan, muchacho. No parece ser capaz de algo así, ¿verdad? La quise y la quiero muchísimo, pero nunca voy a entender por qué quería hacerlo, supongo que ese chico tiene un ángel guardián y la detuvo antes de que llevara a cabo su plan.
—Supongo que sí —dijo regresándole la fotografía.
—Ya me queda poco tiempo para volver a verla, tiene mucho que explicarme —dijo entre una risa débil.
Tweek le sonrió y se quedó en silencio, recostándose junto al anciano en posición fetal. El anciano comenzó a tararear en voz baja, lo que relajó a Tweek.
—¿Puedo quedarme aquí? No quiero estar allí solo.
—Claro —dijo acomodando su almohada.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por la madrugada, tres enfermeras entraron a cambiar sueros e inyectar medicamentos, al entrar a cambiar el de Tweek, decidió no molestarlo y dejarlo dormir junto al anciano, asistió a ambos y luego cubrió a Tweek con la manta de su camilla.
—¿No deberíamos sacar al chico de ahí? —preguntó una de las enfermeras mientras salían.
—Ah, tú eres nueva, no conoces al Señor Havisham.
—Ese anciano viene hace meses, a veces, cuando está muy mal, lo traen vecinos o alguien que lo encuentre en la calle, se niega a seguir el tratamiento, se pasa las noches gritando y rogando por una eutanasia. Hace como tres años trajo a su hija, la niña tomó una enorme mezcla de pastillas por varios días, hasta que su cuerpo no resistió y meses después, trajo a su esposa, la apuñalaron más de quince veces. Esta es la primera vez que pasa una noche tranquilo, supongo que solo necesitaba compañía.
—Sí, déjalos descansar, ese chico estuvo horas en un árbol —comentó entre risas.
—¿Es el niño que salió en el noticiario? —preguntó la primera enfermera.
—Acostúmbrate, aquí llega de todo.
—Por cierto, ¿qué tiene el chico de la habitación diecinueve? Nunca recibe visitas de amigos, vi en su expediente que lleva bastante tiempo aquí.
—No recibe visitas porque no quiere, solía venir el hijo de los Black con otro chico. Lo he escuchado decirle a sus padres que no quiere verlos, su celular se llena de mensajes y él no los lee.
Se retiraron de la sala mientras conversaban en voz baja.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por la mañana, entraron enfermeras y doctores a toda prisa, seguidos de cinco policías, entre ellos, Uzziel, este se percató de que Tweek dormía junto al anciano y lo despertó de inmediato.
—¿Bo? —preguntó entredormido.
—Aléjate —dijo jalándolo del brazo mientras una enfermera procuraba que no se quitara la intravenosa y lo regresaron a su camilla, en tanto observaba a Uzziel y resto de policías rodear la camilla del anciano.
—Señor Havisham, —dijo Uzziel, mostrándole su placa de policía—. Está bajo arresto por el asesinato de su esposa.
Tweek miró asombrado al anciano, quien se volteó a verlo y le sonrió.
—Te lo dije, muchacho, las apariencias engañan —comentó en tanto levantaba sus brazos temblorosos para que lo esposaran.
Los policías se llevaron al anciano a paso lento, por lo que Uzziel se quedó en la sala mientras el doctor tomaba notas en el expediente de Tweek y una enfermera le quitaba la intravenosa.
—No te quites esto —dijo señalándole una bandita en su brazo.
Tweek asintió con la cabeza antes de que la enfermera se retirara con el doctor.
—¿Qué te pasó, Tweek? ¿Qué haces aquí?
—¿De verdad mató a su esposa?
—Sí, la apuñaló porque estaba ayudando a su hija a planear el asesinato de un chico. Escribió una carta donde confesaba todo y la escondió, supongo que pensaba que ya iba a estar muerto cuando alguien la encontrara.
—¿En serio?
—¡Que sí! ¿Qué te pasó?
—Me... me quedé atorado en un árbol.
—¿Eras tú? —preguntó entre risas—. Lo vi por la televisión.
—¿No fuiste a rescatarme? —preguntó cruzándose de brazos—. ¿Qué clase de policía eres?
—Ayer fue mi día libre.
El estómago de Tweek comenzó a gruñir, recordándole que ya pronto iba a desayunar y vio la hora en un reloj en la pared tras Uzziel.
—Por fin —dijo aliviado al ver que solo faltaban dos minutos para las ocho, sentándose en la camilla.
—Cuídate —dijo antes de retirarse, pero Tweek le habló para detenerlo.
—¡Espera! Yo... Lo siento, ese día me enojé.
—Lo sé, me dijo Noah, pero no voy a hablar de eso aquí. —Uzziel señaló un hematoma en su mejilla derecha—. Me debes una paliza.
Tweek asintió mientras reía y se despidió de Uzziel.
Las enfermeras entraron a la habitación arrastrando un carrito con varias bandejas que comenzaron a entregar a los pacientes y un doctor se acercó a Tweek, cargando su ropa.
—Listo, ya te puedes ir —dijo entregándole su ropa y le señaló una puerta al final de la sala—. Por allá puedes cambiarte.
—Pero quiero desayunar.
—Ya confirmamos el alta en el sistema, no estás considerado para el desayuno.
—Pero...
—Tu padre te está esperando afuera —dijo antes de retirarse.
Tweek se lamentaba en tanto iba a cambiarse, mientras veía al resto de pacientes desayunar.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
De camino a casa, en el auto, recostado en el asiento trasero, Tweek se quejaba de hambre.
—¡Ya vamos a llegar! —regañó su padre.
—¿Por qué no me trajiste nada?
—No sabía que aún no comías.
—Siento que ya perdí diez kilos.
—Jaja. No exageres —dijo estacionando el auto.
Ambos bajaron y Tweek caminaba lento y quejumbroso.
—Apúrate, tu mamá está atendiendo el café sola y debo ir a ayudarla, a esta hora muchos vienen por su café.
—Tu único hijo está a punto de morir de hambre —se quejó entrando a casa.
—Y para que no mueras de hambre es que trabajamos —comentó cerrando la puerta—. Prepárate algo en la cocina, tu mamá dijo que te fueras a dormir, no irás a la escuela hoy.
—¡Por supuesto que no! Estoy agonizando.
—Jaja. ¿Quieres leche, café o algo?
—No, ve a ayudar a mamá, yo me lo preparo.
Su padre se fue al café y Tweek caminó lento y quejumbroso hasta la cocina, donde buscó con la mirada algo de comer.
—Quiero mi cama —se quejó sacando un pan.
Sacó dos más y subió a su habitación, con la intención de comerlos antes de dormir.
Abrió la puerta y se quedó de pie en el umbral al ser recibido por un envolvente aroma a pollo asado y embobado, soltó los panes.
—Pollito —balbuceó salivando.
Entró siguiendo el aroma hasta llegar a su escritorio, donde había una caja blanca que abrió con entusiasmo, dentro encontró un pollo asado acompañado de papas fritas. Se asomó a ver por la ventana, pero no encontró a nadie y regresó al escritorio, junto a la caja estaban las pertenencias que le había dado a Craig con una nota que decía: "Te quiero, Serena".
Corrió a cerrar la puerta, regresó a tomar la caja y se sentó en su cama, comiendo con desesperación.
—¡Está delicioso! —proclamó cerrando sus ojos y continuó comiendo.
Luego de comer algunas piezas de pollo, dejó la caja sobre su velador y se recostó en su cama mientras sonreía y acariciaba su vientre.
—Creo que fue la mejor comida de mi vida. —Dirigió su mirada al escritorio—. ¿A qué hora vino Craig?
Buscó su celular para llamarlo, momento en que recordó dejarlo bajo la almohada de la camilla.
—¡Mierda! ¡No quiero comprarme otro! Ya casi tengo el dinero para el auto, no quiero gastarlo —reclamó regresando a recostarse a su cama.
—Serena —habló Craig, temeroso.
Tweek se sentó en su cama de un sobresalto, viendo a su alrededor.
—¿Craig?
—Serena, lo siento.
—¿Dónde estás?
—De verdad lo siento.
Tweek se iba a asomar a ver bajo la cama, pero fue detenido por Craig.
—¡No! Solo quédate ahí y escúchame.
—¿Por qué? ¿Qué haces ahí? —preguntó recostándose nuevamente.
—Te estuve llamando, pero tu celular estaba apagado, no sabía a qué hora ibas a llegar. De verdad lo siento, pero ayer no me dijiste dónde ibas a estar.
—Pero sal de ahí —interrumpió Tweek.
—Solo escúchame. No me dijiste que ibas a estar en el bosque, cuando te estuve llamando, pensé que te habías olvidado o algo así, jamás me imaginé que estabas en problemas.
—Craig.
—¡Lo siento! Debí buscarte.
—Craig.
—Sé que fui un idiota.
Tweek asomó su cabeza para ver bajo la cama y Craig lo miró un poco asustado.
—¿Por qué estás ahí?
—Los espacios pequeños me hacen sentir seguro.
Craig tragó saliva mientras intentaba relajarse.
—Tweek, ayer... Ayer salí con Francis y Jason y... pagué con tu tarjeta.
—¿Tú qué? —preguntó con su mirada fija, elevando el tono de su voz.
—¡Perdón! Pero tenía hambre, estaba enojado y... ¡No sabía que necesitabas ayuda! Fuimos a un restaurante y pagué con tu tarjeta.
—Entonces, mientras yo moría de hambre y estaba asustado, ustedes... ¡¿Comían?!
—¡Pero no sabíamos!
—¿Cuánto gastaron? —preguntó en un tono serio.
Craig le acercó un recibo que le entregó y contrajo su brazo de inmediato.
Tweek se sentó en su cama a revisar el recibo.
—¡¿Se comieron todo lo que había?! ¡¿Cómo gastaron tanto?!
—¡Perdón!
—Sal de ahí, Craig —dijo arrugando el recibo y tirándolo al suelo.
—Pero ¿estás enojado?
Tweek bajó de su cama y se agachó a verlo.
—¿Tú qué crees?
—Solo recuerda que me quieres muchísimo —dijo apartándose al lado contrario.
—¡Sal de ahí!
—Te traje pollito y dijiste que estaba delicioso.
Craig salió por el lado contrario y se puso de pie rápido, en tanto Tweek se levantaba y caminaba hacia él.
—Tweek, te quiero —dijo dando unos pasos atrás.
Tweek lo abrazó y Craig contuvo su respiración, nervioso.
—Pensé que no te volvería a ver —dijo apoyándose en su pecho, abrazándolo con fuerza.
Craig solo lo abrazó en silencio, hasta que sintió que Tweek lo abrazaba cada vez más fuerte.
—Vas a devolverme todo, ese dinero no era para gastarlo.
—¡Sí! Todo.
—Lo quiero antes de mi cumpleaños —dijo aflojando el abrazo.
—Te lo prometo —dijo aliviado.
Tweek lo apartó, dio un paso atrás y lo miró de pies a cabeza, mordiéndose el labio.
—Pon el seguro —ordenó Tweek, quitándose su camiseta.
—Todo lo que quieras —respondió quitándose sus zapatillas en tanto se acercaba a la puerta.
Tweek se sentó sobre su escritorio, pero mientras esperaba a Craig, recordó cerrar las cortinas y tratar de dejar oscuro, pero la luz se filtraba, proporcionando una suave luz tenue y se quedó sosteniéndola, pensando en una solución. Craig se acercó a besar su nuca en tanto lo abrazaba, pero Tweek no se movió.
—¿Qué tienes?
—No va a quedar oscuro.
—¿Y?
—Tus... Tus cicatrices.
Craig lo soltó y se incorporó.
—Ya no me importa —dijo sonriéndole.
—¿Estás seguro? —preguntó volteándose.
—Seguro.
Tweek sonrió y regresó a sentarse sobre el escritorio, le extendió sus brazos a Craig y este se acercó de inmediato, deslizó su mano por el vientre de Tweek y se acercó a besarlo en el cuello.
—¿Sabes? —preguntó Tweek alzando su cabeza.
—¿Hm? —Craig no dejó de besarlo.
—Recordé cuando nos conocimos, fue todo tan rápido.
—Y me terminaste gustando más de lo que pensé —dijo bajando su mano hasta la entrepierna de Tweek.
—Me hiciste falta —susurró en el oído de Craig, abrazándolo con fuerza.
Craig desabrochó el pantalón de Tweek y comenzó a masturbarlo con su mano lentamente.
—¡Espera! —Tweek apartó un poco a Craig—. ¿Qué hora es?
—Qué importa.
—No tengo celular, rápido, dime qué hora es.
Craig sacó su celular, fastidiado.
—Diez treinta y siete.
Tweek acomodó su pantalón y bajó del escritorio, buscó con prisa un cuaderno en el que tomó nota de la hora.
—¿Por qué arruinas el momento? ¿Para qué preg...?
—¿Quieres conversar o seguir? —preguntó regresando a sentarse al escritorio.
Tweek jaló a Craig de su camiseta y lo acercó tomando su trasero.
—No, ¿sabes qué? —Tweek lo hizo a un lado y bajó del escritorio, dirigiéndose a su clóset.
Craig suspiró fastidiado y se volteó a verlo.
—¿Ahora qué, Tweek?
—Ya puedes ver —dijo de camino.
—¿Ver qué? ¿No puede ser después?
Tweek le entregó una pequeña llave a Craig y se sentó sobre su cama.
—¿Qué hago con esto?
—Ya puedes ver lo que hay en ese cajón —dijo señalando la mesita de noche junto a su cama.
Lo abrió sin dudarlo y miró a Tweek sin poder ocultar su asombro al encontrar consoladores de diversos tamaños, un par de vibradores, y algunas botellas de lubricantes de distintas variedades. Todo estaba en su empaque y sellado, excepto un consolador.
—Tienes... muchas cosas aquí.
—¿Algo que llame tu atención?
Craig pensó por un momento, pero antes de que tomara el consolador abierto, Tweek se fue a su lado, le tomó el antebrazo y Craig se volteó a verlo.
—Ese no.
Craig sacó un lubricante.
—¿Qué diferencia tiene este con el de siempre?
—Da sensación de calor.
Cerró el cajón y lo dejó sobre la cama.
—Pero, Tweek, hazme un favor.
—¿Cuál?
—Cállate y deja de interrumpir.
—Cállame entonces —dijo sentándose sobre la cama, desabrochándole el pantalón.
Tweek deslizó su lengua por el pene de Craig, cerrando sus ojos y al notar que Craig comenzaba a agitar su respiración, lo jaló a la cama y se montó sobre él, mientras abría el lubricante. Puso un poco en su mano y comenzó a aplicárselo mientras se estimulaba con sus dedos.
—"¿Qué está haciendo?" —pensaba Craig, en completo silencio.
—Es tu turno de darme placer —dijo sacando sus dedos, mordiéndose el labio.
—Pero yo...
Antes de que Craig terminara de hablar, sintió el calor de Tweek que ya descendía sobre él, por lo que se limitó a continuar, sabía que no estaba en posición de refutar nada. Tweek mantenía el control de la situación y subía el ritmo poco a poco, mientras Craig permanecía inmóvil, solo veía a Tweek jadeando sobre él, acercó sus manos a tomarle sus caderas, pero en un movimiento rápido, Tweek afirmó sus manos contra la cama.
—Sin tocar, Craig.
—¿Esto es un castigo?
—¿Quieres uno? —preguntó con una sonrisa traviesa, antes de morder su pecho.
Craig apretó sus puños, mientras Tweek subía el ritmo.
—Parece que sí. —Tweek lo mordió cerca de la mordida anterior.
Se quitó de encima y cambiaron de lugar. En tanto se besaban, Tweek lo guio con su mano para que continuaran. Un poco temeroso, Craig embestía lentamente, comenzando a disfrutarlo y subiendo el ritmo.
—"Se siente mejor que los consoladores" —pensaba Tweek, rodeando las caderas de Craig con sus piernas.
Tweek se aferró a su espalda, arañando hasta la altura de su cadera, lo que excitó más a Craig.
—Me...
—No tan rápido —murmuró Tweek.
—Lo siento.
—Todavía no —suplicó arañando con más fuerza.
Craig se vino entre gemidos que calló besándolo, momento en que Tweek se vino también.
Se quedó descansando sobre Tweek, pero al sentirse sofocado este lo hizo a un lado y ambos veían al techo mientras Tweek comenzaba a reír de forma ligera.
—¿De qué te ríes? —preguntó con la respiración agitada, volteándose a verlo.
—Te excitas con el dolor —respondió mirando al techo.
—Jaja. No, me gusta que seas brusco, no es lo mismo.
—Mi novio es masoquista —dijo entre risas.
—No, no es lo mismo.
Tweek lo abrazó y al sentir viscoso miró su vientre y se levantó a recoger su camiseta para limpiarse, limpió a Craig, la tiró al suelo y se acomodó un poco más alto, deslizó su brazo bajo la cabeza de Craig y lo atrajo a la altura de su pecho.
—¿Si te golpeo te excitas?
—Jaja. No soy masoquista.
—Como digas.
—Ese día que me pegaste en el estómago, no me excité, para nada.
—Yo creo que sí —dijo entre risas.
Craig se acomodó entre los brazos de Tweek y apoyó su pierna sobre él, por lo que inevitablemente Tweek se quedó por un momento viendo sus cicatrices.
—Craig, ¿puedo preguntarte sobre...?
—Con varillas —interrumpió Craig.
En silencio, lo abrazó con fuerza y decidió no continuar preguntando. Acarició su cabello hasta que ambos se durmieron.
Al cabo de un rato, despertaron de un sobresalto por una llamada en el celular de Craig y al ver que era Francis, contestó en altavoz.
—¿Estás con Tweek? —preguntó Francis.
—Sí, estás en altavoz.
—¡¿A qué hora vas a prender tu maldito celular, baboso?! —alegó Jason.
—Se me quedó en el hospital.
—¡¿No te cansas de perderlos?!
—Jaja. No. ¿Qué quieren?
—Vamos a ir a verte, ya vamos saliendo de la escuela —dijo Francis.
—Pero quiero dormir un rato, no dormí muy bien allá.
—No te estamos preguntando —regañó Jason, cortando la llamada.
Craig comenzó a vestirse mientras Tweek lo observaba desde su cama.
—¿Te vas a ir?
—Sí, mi mamá cree que estoy en la escuela.
—Ah, mírate, ya eres todo un chico malo.
—Jaja. Vístete antes de que lleguen tus amigos. —Craig buscó una camiseta limpia entre los cajones y se la lanzó junto a su pantalón.
—No es necesario que te vayas, solo dile a tu mamá que viniste a mi casa después de la escuela.
—Creo que les haría bien estar solos, no quiero que se harten de que siempre esté presente, sé que no le agrado del todo a Jason.
—No es que no le agrades, pero Jason es un poquito especial.
Craig se detuvo, viéndolo en silencio.
—¿Qué? —preguntó Tweek, entrecerrando sus ojos.
—Los tres son un poquito especiales.
—Jaja. Supongo que por eso somos amigos.
Tweek se sentó sobre su cama a ponerse la camiseta.
—Espera, ¿no te duele? —preguntó Craig.
—Sí, pero estoy acostumbrado. —Tweek señaló el cajón—. Aunque antes no había tantas cosas, la mayoría lo compré después de conocerte, por eso solo uno está sin envoltorio, él es mi compañero hace mucho tiempo. Me ayuda cuando me quedo con las ganas.
Craig se sentó junto a Tweek.
—¿Y por qué no me dijiste?
—No sé, no quería arruinarlo y que pensaras que no era suficiente para mí. Porque no es así, solo te pido que no sobre pienses esto.
—Yo era el que estaba en tu lugar, pero ahora sé cómo se siente y ya vi que es suficiente.
—¿Estabas? Jajaja. No, Craig, no te equivoques, vas a seguir en ese lugar, solo vamos a variar a veces. No es que no me gustara, pero me calienta más ver cómo suplicas por mí.
Ambos rieron y Craig se acercó a besarlo, lo arropó con un edredón y salió de la habitación.
—Te quiero —dijo antes de cerrar.
—Y yo a ti.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Al llegar a casa, Tricia lo esperaba en su habitación, de brazos cruzados, sentada sobre su cama, con una postura rígida.
—¿Dónde estabas? —preguntó en cuanto Craig abrió la puerta.
—¿Por qué entras a mi habitación sin permiso? —reclamó cruzándose de brazos, frunciendo el ceño.
—Te hice una pregunta.
—Yo también.
—No fuiste a la escuela.
—No me viste.
—¡¡¡Mamá!!! —gritó sin quitarle la mirada.
Craig cerró la puerta de golpe.
—¡Cállate! ¿Qué quieres?
—Tus postres por un mes.
—Bien, ahora sal de aquí.
Tricia relajó su postura y se acercó a la puerta.
—¿Fuiste a ver a Tweek? ¿Está bien?
—Sí, ya salió del hospital.
—¿Te terminó?
—No.
—¿Lo ves? —Se asomó antes de cerrar—. Llorón.
—¡Espera, Engendro!
Regresó y Craig le pidió que cerrara la puerta.
—¿Quién es Ike y por qué le pegaron?
—Oh, es un idiota que siempre me molesta.
—¿Por qué?
Tricia suspiró molesta y se sentó a su lado.
—¿Te acuerdas de Allison? La chica que vino con Karen a mi cumpleaños.
—Ah, sí.
—Cuando llegué a la escuela, Ike empezó a molestarme y cortó un mechón de mi cabello, así que le pegué, se lo ganó —dijo encogiéndose de hombros—. Después de eso, Ike le dijo a Allison que yo le gustaba y ella me lo dijo a mí, así que le volví a pegar. Allison ya no me habla, porque ahora es novia de él y según Dougie, yo todavía le gusto.
—¿Y a ti te gusta? ¿Por él andabas llorando?
—¿Gustarme? ¿Lo has visto?
—No, no lo conozco, ¿qué tiene de malo?
—Su cara... Es de Canadá —dijo haciendo una expresión de asco.
—Lo que importa son los sentimientos, Tricia.
—No si tiene esa cara.
—¿Y por quién llorabas tanto entonces?
—Te tengo una pregunta mejor. ¿Quién es al que le dicen Spiderman?
Craig suspiró fastidiado.
—No sé.
—¿Y por qué su amigo dijo que Tweek no te dejó por él?
—Tampoco sé.
—¿No le preguntaste a Tweek?
—No, estuve pensando en lo que me dijiste, eso de que saco mis propias conclusiones y voy a optar por ignorar el tema, si no me dijo, supongo que tiene una buena razón.
—¿Entonces te aconsejé? —preguntó indignada.
—Sí, gracias. —Craig le sonrió.
—Pues no era mi intención —dijo saliendo de la habitación, molesta.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en casa de Tweek, Francis se asomó lentamente a su habitación, mientras Jason se mantenía escondido tras la puerta.
—Hola, Tweek. —Francis le habló con un tono cariñoso y alegre—. ¿Cómo está el amigo más increíble de este mundo?
—Ya sé que gastaron mi dinero —respondió de brazos cruzados.
—Ah, bueno —dijo Jason, entrando con seguridad.
Francis se quedó junto a la puerta, viendo a Tweek.
—¿Por qué no entras? —preguntó Tweek.
—Francis le dijo a Craig lo de Spiderman —dijo Jason.
—¡Cállate! —reclamó Francis.
Tweek suspiró fastidiado, dejándose caer sobre su cama.
—¡Perdón!
—¿No te dijo nada? —preguntó Jason.
—No, ni siquiera mencionó el tema.
Francis cerró la puerta, se acercó a sentarse en el suelo y apoyó su cabeza sobre la cama.
—Tweek, perdón.
—Ya, da igual, de todas formas se iba a enterar, pero me extraña que no dijera nada.
—Quizá ya empieza a confiar en ti.
—Ojalá —comentó acomodándose en su cama.
—Esperen —interrumpió Jason.
Jason alzó su cabeza, adoptando una posición de alerta y olfateó en diferentes direcciones.
—Huelo pollo asado —dijo olfateando cerca de Tweek.
—Craig lo trajo para disculparse. Solo porque es mucho lo voy a compartir con ustedes, aunque no merecen nada.
—Yo fui la víctima —dijo Jason.
—¿Ah sí? —preguntó cruzándose de brazos.
—Sí, Craig me engañó para que lo acompañara, en ningún momento dijo que pagaría con tu tarjeta. Si lo piensas bien, Francis y yo fuimos víctimas del plan maquiavélico de Craig.
—Oh, ya cállate —reclamó poniendo la caja con el resto de pollo y papas fritas.
Jason se sentó frente a Tweek sobre su cama y Francis al costado, arrodillado en el suelo.
—¿Qué te hicieron en el hospital? —preguntó Jason.
—Nada, solo pasé la noche con suero en el brazo.
—Qué aburrido.
—¿Y qué esperabas, Tolkien? —preguntó Francis.
—¿Tolkien? —preguntó Jason.
—Quise decir Jason —corrigió Francis.
Tweek se sentó en su cama, emocionado.
—Dormí con un asesino.
—¿Qué? —preguntó Jason—. ¿Cómo? ¿Dormir de qué forma?
—Dormir, de dormir, no de sexo, idiota. Estaba en la camilla de al lado y por la mañana llegó la policía a buscarlo porque había asesinado a su esposa.
—Qué miedo —dijo Francis—. ¿Y no hizo nada raro durante la noche?
—No, para nada.
—¿Y por qué la mató? —preguntó Jason.
—Su hija se suicidó y después descubrió que la señora estaba ayudándola a planear el asesinato de un chico, así que la mató.
—Una familia de asesinos —comentó Francis—. ¿Creen que el asesino de la chica del bosque sea él?
—No creo, era un anciano y apenas podía respirar, se notaba que iba a morir pronto.
—Asumo que son de aquí —dijo Jason—. ¿Sabes qué edad tenía la chica?
—Dijo que ahora tendría nuestra edad.
—¿O sea que alguno de nosotros o alguien conocido iba a morir si hubiera llevado a cabo su plan?
Los tres se quedaron en silencio por un momento.
—¿Y si era Damien? —dijo Francis.
—¿Por qué sería él? —preguntó Jason.
—Piénsalo, Damien nos dijo que conoció una chica en un parque y después se suicidó.
—Pero se supone que lo hizo su amigo imaginario por celos—dijo Tweek.
—Quizá no lo hizo por celos y fue para protegerlo.
—Damien está loquito —dijo recostándose.
—Hablando de fantasmas y loquitos. —Jason se recostó junto a Tweek—. ¿Sabes lo que escuchamos hoy? Clyde se está volviendo loco.
—¿Cómo así?
—Le estaba pidiendo a Damien que se quedara cuando terminaran las clases, cree que en el salón hay un fantasma que le habla.
—Jaja. Qué idiota. ¿Y se quedó?
—No, lo mandó a la mierda, ya sabes cómo es.
—No sean malos —dijo Francis—, a mí me da lástima Tolkien.
—¿Tolkien? —preguntó Tweek.
—Clyde —corrigió Francis.
—¿Otra vez? —preguntó Jason.
—Me equivoqué, ¿no puedo?
—¿Saben qué? Eso me da una idea —dijo Tweek.
—No, nada de bromas —advirtió Francis—, suficiente tiene con que todos lo estén ignorando, pobrecito.
—¿Por qué apagas mi brillo, Francis?
—Jaja. No apago nada, Tolk... Tweek, solo me parece cruel hacerle algo en este momento.
—¿Por qué te sigues equivocando? —preguntó Tweek.
Francis se encogió de hombros.
—No sé, supongo que es porque pasó el día con nosotros, como Craig no fue y casi no le habla a Clyde, solo quedábamos nosotros.
—Pero debo admitir que es agradable —dijo Jason.
Kenny golpeó la puerta de la habitación y Tweek, asumiendo que era alguno de sus padres, le dijo que pasara.
—¿Ya van a empezar el Gang bang? —preguntó viendo a los tres.
—¿Y tú qué haces aquí? —Tweek lo miró con desagrado.
—Tu mamá me mandó a dejarles esto. —Kenny les entregó un recipiente con donas y galletas.
—Sigo sin entender por qué estás aquí.
—Trabajo aquí.
—¿Y desde cuándo?
—Ayer.
—Ah, bien. —Tweek le indicó con su mano hacia la puerta—. Puedes retirarte.
—No soy tu empleado.
—Claro que sí, trabajas para mi familia. Piérdete.
—Ve a subirte a un árbol —dijo en tono burlesco en tanto se acercaba a la puerta.
—Kenny, espera, ¿puedes traer mi camiseta mañana?
—¿Tu camiseta? —preguntó deteniéndose, sin voltearse—. Ya te la regresé.
—No, estoy seguro que no.
—Sí, Francis estaba ahí.
—No lo recuerdo —dijo Francis.
—Claro que no, son igual de idiotas —dijo cerrando la puerta.
Kenny regresó a la cafetería y el padre de Tweek le indicó que había llegado un cliente. Luego de servir un café se acercó a la mesa, donde una chica rubia con un vestido verde agua decorado con flores púrpuras, acomodaba un pequeño bolso a su lado. La chica levantó la mirada y al ver a Kenny acercándose, le sonrió.
—¿Qué desea esta hermosa damisela? —preguntó Kenny, preparado para tomar nota.
—Qué tierno eres —dijo con una voz dulce y delicada entre una risa coqueta.
—¿Vienes sola?
—Sí, mi chico me traicionó.
—Qué idiota.
—¿Verdad que sí? —La chica le sonrió.
—Kenny —dijo extendiéndole la mano.
—Marjorine —dijo posando encima su mano de forma delicada.
Kenny comprendió el gesto y le sonrió antes de inclinarse a besar su mano, sin quitarle la mirada de encima.
—Qué galán —dijo retirando su mano.
—No te había visto por aquí antes.
—Quizá no prestas suficiente atención.
—No, habría notado a una chica tan linda.
La chica le sonrió y luego tomó la lista de productos disponibles.
—Quiero un café y estas galletas —dijo señalando una fotografía.
—Buena elección, enseguida regreso.
Kenny le preparó su pedido y lo llevó a la mesa, se quedó de pie junto a ella, pero lo llamó otro cliente.
—No te preocupes —dijo la chica—, no quiero molestarte en tu trabajo.
—¿Vendrás otro día?
—No lo sé, lo voy a pensar. —La chica tomó su taza y bebió café, quitándole la mirada a Kenny.
Continuó atendiendo otras mesas y la chica le pidió pagar su consumo para retirarse. Kenny escribió su número de teléfono tras el recibo antes de entregárselo.
—Llámame, puedo seguir besándote donde quieras.
—Jaja. No es de damiselas llamar a los chicos.
La chica le regresó el recibo y salió de la cafetería sin mirar atrás.
Caminó entre las calles del pueblo en tanto observaba las casas y personas a su alrededor. Llegó hasta un gran terreno enrejado, se detuvo al ver a una familia que pasaba cerca y simuló buscar algo en su bolso hasta que se alejaron. Entró a paso rápido hasta uno de los módulos y al sacar la llave, miró a su alrededor, procurando que nadie la viera, cerró la puerta de inmediato y se quitó su peluca.
—Ah, mierda, esto da comezón —reclamó regresando su tono de voz a la normalidad.
Dejó la peluca sobre una pila de cajas y comenzó a revisar algunas a su alrededor.
Sacó un par de cuchillos y una pistola a la que le quedaba solo una bala, levantó su vestido para guardarla entre su ropa interior y continuó su búsqueda, hasta revisar todas las cajas.
—¡Mierda, no hay más balas! —Pateó las cajas luego de levantarse—. Y están todos los demás prófugos. Solo tengo una oportunidad, tengo que hacer esto con cuidado y planearlo muy bien.
En ese momento, escuchó que alguien sacaba unas llaves y hablaba afuera de la puerta, al reconocer la voz de su padre, se apresuró a tomar la peluca y se escondió tras una pila de cajas.
—No creo que esté aquí, Linda.
—Pero ya lleva mucho tiempo, estoy empezando a preocuparme, su celular sigue apagado —dijo entrando a la bodega, revisando con la mirada.
—Yo veo el mismo desorden de siempre.
—Pero no pudo haber desaparecido, deberíamos ir a preguntarle a otros padres o ir con la policía.
—Esta no es la primera vez que lo hace.
—Pero nunca se había ido por tanto tiempo, estoy cansada de castigarlo.
—Debimos castigarlo más —reclamó su padre, apretando sus puños.
—Los castigos ya no funcionan con él.
Ambos salieron de la bodega.
—Butters tiene mucho que explicar —regañó su padre, cerrando la puerta.
Chapter 25: El último viaje de Jason
Chapter Text
El sábado, a las cinco y media de la madrugada, Jason, aprovechando que su padre estaba trabajando en el turno nocturno, salió de casa en dirección a la estación a esperar el primer tren, que salía a las seis en punto.
Ya en el tren, con su cabeza apoyada sobre la ventana, observaba como poco a poco el sol iluminaba las montañas, paisaje que ya se había acostumbrado a ver casi a diario.
—"Espero que hoy sea el día" —pensaba mientras limpiaba el sudor de sus manos sobre su ropa.
Bajó en la penúltima estación y al igual que las últimas semanas, practicaba los ejercicios de respiración que aplicaba con Tweek, con la intención de calmarse en tanto se acercaba a la salida. Solo tenía un vago recuerdo del lugar, por lo que se sentaba en una parada de autobús cercana, desde donde vigilaba la entrada de un supermercado local, con la esperanza de ver a su madre ir de compras y conversar con ella.
Luego de un par de horas, se levantó de golpe al verla acercarse junto a dos niñas de cabello castaño, una lo mantenía largo hasta la cintura y la otra hasta los hombros.
No tuvo el valor de acercarse, se quedó de pie mientras la veía conversar y reír con las niñas en tanto entraban al supermercado.
Decidió esperar afuera, simulando ver su celular mientras vigilaba por el rabillo del ojo.
—"Se ve mucho más vieja de lo que recordaba, pero sé que es ella. —pensaba, apoyado en un árbol, golpeando el suelo con el talón, impaciente —. Supongo que esas son sus hijas, siempre quise hermanos, tener con quien hablar, discutir por estupideces o simplemente que nos insultemos. Me he preguntado muchas veces cómo se sentirá tener uno, Craig es el único que tiene una hermana y aunque parecen odiarse, la cuida tanto, creo que yo haría lo mismo si fuera el mayor".
La mujer salió junto a las niñas, cargando una considerable cantidad de bolsas. Jason guardó su celular y respiró profundo al sentir un nudo en su garganta.
—¿Le ayudo? —preguntó con un tono inseguro, extendiendo su mano.
—¿Por qué tiemblas? —preguntó la niña de cabello largo.
Jason miró su mano y la bajó de inmediato.
—Te-tengo un poco de frío.
—¿Estás bien? —preguntó su madre—. Pareces a punto de llorar.
Asintió con la cabeza, conteniéndose.
—Es que... —Se detuvo al sentir su voz temblorosa y tragó saliva para continuar—. Atropellaron un gatito hace poco.
—¡Pobrecito! —dijo la niña con cabello hasta los hombros, buscándolo con la mirada.
—No lo miren —dijo su madre, dejando las bolsas en el suelo para cubrirle los ojos a ambas.
—¿Le ayudo con las bolsas?
Su madre volteó a ambas niñas en dirección a su destino y recogió algunas bolsas.
—Claro, qué amable eres —dijo entregándole las más pesadas.
La mujer comenzó a caminar con una niña a cada lado y Jason la siguió en silencio. En tanto caminaba tras ella, a ratos secaba algunas lágrimas involuntarias con su manga.
—¿Cómo te llamas? —preguntó su madre, volteándose a verlo.
—Soy... Craig, me llamo Craig.
—Tu cabello es raro —dijo una de las niñas, volteándose a verlo en tanto reía.
—¿Verdad que sí? —preguntó sonriendo, con sus ojos llenos de lágrimas.
Su madre se detuvo a verlo.
—¿Estás seguro de que estás bien, Craig?
—Sí, perdón —dijo secando sus lágrimas—. No sé por qué estoy llorando.
—Debe ser por el gatito —dijo la otra niña.
—Vivo cerca, te daré un poco de agua —dijo continuando su camino.
—G-gracias. —Jason la siguió mientras continuaba los ejercicios de respiración, tratando de calmarse.
La niña de cabello largo se volteaba a verlo a ratos y le pidió a su madre que se agachara para hablarle al oído, la mujer asintió con la cabeza y continuaron caminando, hasta finalmente llegar a casa.
—La espero aquí —dijo Jason, entregándole las bolsas.
—Ya te doy el agua —dijo entrando a casa.
—¡Ven a ver a nuestro gato! —gritó la niña de cabello largo ya dentro de casa—. ¡Mi mamá dijo que puedes verlo!
—Ven, apúrate —dijo la otra niña, extendiéndole la mano.
Jason tomó la mano de la niña y entró mirando al suelo, reuniendo valor para ver a su alrededor.
—Mira, es viejito —dijo la niña de cabello largo, señalando a un gato de pelaje gris con manchas blancas, que dormía sobre el sofá.
—"¿Está vivo aún?" —pensó Jason, agachándose a acariciarlo.
Su madre entró a la sala con un vaso con agua y se la dio a Jason, pero este no le prestó atención al ver al gato despertar en tanto bostezaba.
—Duerme todo el día —aseguró la niña de cabello corto.
El gato se quedó viendo a Jason por un momento y frotó su cabeza contra su mano, antes de acomodarse a continuar durmiendo.
—Ten el agua, Craig —insistió su madre.
Jason recibió el vaso y se levantó a beber el agua, inspeccionando a su alrededor varios cuadros con fotos de las niñas, su madre junto a un hombre que no conocía, dibujos y un cuadro familiar más grande que llamó su atención al ver una tercera niña de unos doce años.
—¿Las tres son sus hijas? —preguntó Jason, viendo el cuadro.
—Sí, siempre quise tener una niña y dios me premió con tres.
Una de las niñas comenzó a gritar al ver un escarabajo en la cortina y ambas se escondieron tras su madre, quien tampoco parecía tolerarla.
—¿Podrías matarlo, Craig? —preguntó retrocediendo, con una expresión de asco.
Jason asintió en silencio y miró por un momento al escarabajo.
—"Creí que le gustaban" —pensó antes de lanzarlo al suelo y pisarlo.
Se volteó a verla y bebió el último sorbo de agua.
—¿No le gustan los insectos?
—No, escapé de ellos y aún así, los escarabajos no dejan de aparecer en mi casa, creo que son mi karma —comentó entre risas.
—¿Karma? ¿Por qué serían un karma?
—Verás, donde vivía antes tenía un... vecino. En realidad no me gusta hablar de ese niño, no lo toleraba, era tan molesto. Siempre molestaba a su mamá pidiendo salir a buscar insectos asquerosos, por eso prefiero a las niñas, no tienen gustos tan desagradables.
—Quizá no sabía que la molestaba —dijo con un tono débil, bajando la mirada.
—Jaja. Puede ser, pero ese niño... Lo normal es que a los niños les guste dibujar, leer cuentos, cosas así. Su papá siempre lo defendía y decía que algún día iba a ser un gran entomólogo, pero ¿qué clase de persona quiere dedicar su vida a estar rodeado de insectos? Nadie normal quiere algo así.
Jason se quedó en silencio y una de las niñas le mostró una fotografía en la que aparecía el gato de pequeño y al verla con detención, una gran piedra que se le hizo familiar al fondo llamó su atención.
—¿Este es su patio? —preguntó con la intención de obtener información.
—No, ahí vivía antes, me mudé hace años.
—¿No le gustaba vivir ahí?
La mujer se sentó en el sofá acariciando al gato, seguida de las niñas. Jason se mantenía de pie frente a ella.
—Odiaba estar ahí, rodeada de naturaleza, insectos, animales, esa vida no era para mí.
—Pero ¿no le dolió irse?
—Jaja. No, para nada, todo lo que necesito está aquí, no había nada importante ahí.
Jason apretó el vaso y este se quebró, cortando la palma de su mano.
—¡Dios, ¿estás bien?! —preguntó su madre, levantándose a verlo.
Jason dio unos pasos atrás, ignorando el corte.
—¿Entonces fue así de fácil?
—Déjame verte, estás sangrando mucho. —Le tomó la mano, pero Jason la quitó de golpe.
—¿Fue así de fácil irse? —Los ojos de Jason se llenaban de lágrimas.
—¿De qué me estás hablando?
Una de las niñas se acercó a darle unas banditas adhesivas, pero Jason la empujó, provocando que cayera al suelo.
—Vete de mi casa —dijo la mujer, molesta.
Jason salió de inmediato y se detuvo ya estando afuera, miró su mano temblorosa cubierta de sangre y antes de voltearse, escuchó un portazo y comprendió que debía irse.
Caminó a paso lento con la mirada perdida en el suelo, solo sentía caer sus lágrimas por un par de cuadras, pero un hombre de unos cuarenta años se percató del sangrado, lo siguió y se acercó a él.
—¿Estás bien? —preguntó viendo el rastro de gotas de sangre.
—¿Qué? —preguntó un poco fuera de sí.
—Tu mano.
Vio su mano y miró nuevamente al hombre, quien notó que Jason se mantenía inexpresivo y parecía responder por inercia.
—Hay que coser eso —dijo el hombre.
—No —dijo antes de voltearse y comenzar a caminar.
—Ven conmigo —El hombre se apresuró a detenerlo, tomando su antebrazo.
Jason lo miró en silencio, su expresión parecía no comprender lo que el hombre le decía.
—Acompáñame, soy paramédico —dijo guiándolo a un pequeño centro médico.
Jason se dejó guiar sin levantar la mirada y en completo silencio. Entraron a una pequeña sala donde preparó sus instrumentos, limpió la herida hasta que dejó de sangrar y comenzó a coser, pero un poco preocupado, decidió indagar.
—¿Cómo te llamas?
—Jason —respondió mirando su mano.
—¿Estás bien? —insistió en tanto cosía la herida.
—Quiero irme a casa.
El hombre intentó mantener una conversación, con la intención de asegurarse de que Jason se encontraba bien.
—¿Sabes lo que es un shock emocional? —Hizo una pausa, pero Jason no respondió—. Eso es cuando tu cerebro y sistema nervioso se apagan, por decirlo de forma simple, manteniéndote como en piloto automático. ¿Sabías eso?
Jason negó lentamente con su cabeza, manteniendo la mirada en su mano.
—¿No tienes a alguien que venga a buscarte?
Al no recibir respuesta, el paramédico terminó de coser la herida y se levantó pasando su mano sobre la vista de Jason, pero este continuaba en completo silencio y con la mirada perdida.
—Solo esto y termino —dijo en tanto ponía una venda sobre la herida—, pero no creo que sea buena idea que te vayas en ese estado, déjame llamar a algún familiar o amigo, ya regreso, no tengo mi teléfono aquí.
En cuanto el hombre salió, Jason se levantó, ya que no le prestó atención y continuó su camino hasta la estación de trenes.
El paramédico regresó y se quedó viendo el asiento vacío con su celular en la mano. Preocupado, salió del centro médico, buscando con la mirada y al no encontrarlo, preguntó a algunas personas a su alrededor.
Jason, ya en la estación, esperaba el tren, mantenía la mirada fija en las vías, sin expresión alguna.
El paramédico entró corriendo a la estación e inspeccionó a la gente a su alrededor, momento en que sonó un timbre alto, que anunciaba la pronta llegada del tren. Angustiado, lo llamó en voz alta, pero este parecía no escucharlo. Logró divisarlo y se apresuró a llegar a su lado, tomó su mano con la venda y la apretó con fuerza, haciéndolo reaccionar de inmediato al sentir dolor.
—Lo siento —dijo soltándolo.
Jason miró su mano y luego a su alrededor, un poco desorientado al notar que ya estaba en la estación de trenes.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿quién es usted?
—Acabo de coserte la mano.
—¿La mano? —preguntó confuso.
Lo hizo a un lado, abriéndose paso entre la gente con la intención de salir de la estación, pero Jason se negó, por lo que se sentaron en el suelo de la estación, en tanto el paramédico le explicaba la situación.
—¿Entiendes por qué no puedes irte solo, Jason?
—Solo tengo a mi papá y no puede saber que estoy aquí.
—¿Algún amigo?
—No, no quiero que me vean así.
Fueron interrumpidos por el anuncio del siguiente tren.
—Bueno, no puedo obligarte, pero ten cuidado —dijo poniéndose de pie, extendiéndole la mano.
Jason asintió y le dedicó una sonrisa débil luego de levantarse. Se dirigió a subir el tren en tanto el paramédico se aseguró de que subiera, hasta que dejó la estación.
En el tren, veía el atardecer, trató de olvidar lo sucedido, recordando momentos de su infancia. A ratos sonreía por travesuras junto a Tweek o berrinches de Francis.
Finalmente, bajó del tren, tratando de ignorar todo, pero la corta interacción con su madre se repetía una y otra vez mientras caminaba a paso lento de regreso a casa.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por otro lado, Craig y Tolkien caminaban en dirección al centro comercial.
—¿Estás seguro de que no prefieres que te dé el dinero, Craig? No es tanto.
—No, yo la cagué, yo lo soluciono.
—Pero tu cartita —dijo haciéndole un puchero.
—Jaja. No te voy a negar que me duele en el alma —dijo sacando la carta de su bolsillo.
Tolkien la tomó para verla con atención.
—¿Qué tiene de especial? Yo veo un trozo de cartón con dibujos bonitos.
—Tiene un error de impresión y cuando lo corrigieron cambiaron el diseño, hay muy pocas copias, esta la gané en un torneo, fue mi primera y única victoria.
—Entonces no la vendas.
—Necesito pagarle a Tweek y quiero hacerlo pronto.
—¿Estaba muy enojado? —preguntó regresándole la carta.
—Sí, pero creo que el pollo mejoró la situación —dijo entre risas.
—Jaja. No puedo creer que te disculparas con un pollo, es lo menos romántico que he escuchado en mi vida.
—Tenía papas fritas y Tweek no se resiste a la comida, ya sé que si tiene hambre o sueño se enoja con facilidad, así que me pareció la mejor opción.
—Jaja. Yo habría optado por chocolates o no sé, otra cosa.
—Tweek es especial, créeme que eso fue mejor que cualquier otra cosa, pero no me atreví a decirle que lo compré con su tarjeta.
Ambos reían de camino, hasta que Tolkien notó la silueta de Jason a lo lejos.
—Craig, ¿ese es Jason?
—Creo que sí —respondió dirigiendo la mirada hacia donde veía Tolkien.
—¿A qué hora le dijiste a Tweek que llegara?
—Como en una hora, no me voy a tardar tanto, pero no quiero que sepa que voy a vender la carta o no me va a dejar y quiero pagarle, me siento horrible cada vez que pienso en eso.
—¿Lo invitamos? No creo que te delate con Tweek.
—No tengo problema, pero dile tú, a veces siento que no me tolera bien.
—Él es así hace mucho tiempo, a pesar de que no somos amigos, convivimos desde niños en la escuela y aunque no es ni la sombra del niño que era, a veces da la impresión de que ese pequeño niño tan adorable quiere salir.
—¿Adorable? ¿Jason?
—Jaja. No digo que sea desagradable, pero cambió bastante.
Jason caminaba manteniendo su mirada fija en el suelo.
—¡Jason! —dijo Tolkien al llegar frente a él—. ¿En qué andas?
De inmediato escondió sus manos dentro de sus bolsillos y cambió su semblante por una falsa sonrisa, evitando mantener contacto visual.
—De paseo.
—¿Quieres acompañarnos? Vamos al centro comercial.
—No, gracias.
—Oh, vamos, no seas así.
—¿Qué te pasó en la mano? —interrumpió Craig.
Tolkien miró las manos de Jason, pero este las mantuvo dentro de sus bolsillos. Sintió un nudo en la garganta, mientras intentaba contener sus lágrimas y bajó la mirada con la intención de que los chicos no lo notaran.
—Craig... —Dudó de continuar, manteniendo su mirada baja.
—Dime, te estoy escuchando.
—¿Me puedes abrazar? —preguntó con voz temblorosa.
Craig se quedó en silencio por la inesperada petición.
—No, no, olvídalo —dijo Jason, comenzando a caminar.
—Ah, pero...
—Olvida que dije eso, no sé en qué pensaba.
Craig se apresuró a alcanzarlo y lo sostuvo del hombro, deteniéndolo.
—¿Estás bien?
—Sí, solo olvídalo.
Craig lo jaló hacia él y lo rodeó con su brazo izquierdo, mientras Jason intentaba contenerse.
—¿Quieres que llame a Francis o a Tweek? —preguntó Craig.
—¿Te pasó algo? —preguntó Tolkien.
Craig sintió que la respiración de Jason comenzaba a sentirse irregular y comprendió que se estaba conteniendo.
Jason lo abrazó con fuerza, rompiendo en un llanto desconsolado.
Sin decir nada, con su mano libre sacó su celular, buscó el número de Francis y lo dejó listo para enviarle un mensaje, se lo entregó a Tolkien y abrazó a Jason con ambos brazos.
—Solo quería que ella me abrazara —dijo Jason con la voz ahogada.
Tolkien le envió el mensaje a Francis y este no tardó en llegar, en tanto Craig solo lo abrazaba y Tolkien se mantenía junto a ellos, en completo silencio ya que Jason no dijo ni una palabra más.
—¿Por qué estás llorando? ¿Qué te pasó en la mano? —preguntó Francis, llegando junto a ellos.
Jason soltó de inmediato a Craig y se abalanzó a abrazar a Francis.
—¿Por qué no me eligió a mí, Francis? —murmuró.
—¿De qué hablas?
—Fui a ver a mi mamá.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —preguntó molesto.
—Quería verla.
—¡¿En eso andabas todos estos días?! —preguntó apartándolo.
—Quería escuchar su versión, que me dijera por qué, solo quería...
Jason fue interrumpido por una bofetada de Francis y solo tomó su mejilla, comenzando a calmarse.
—¡¿Cuantas veces te dijimos que no la buscaras?!
—Francis, cálmate —interrumpió Tolkien.
—¡No, tú cálmate! ¡Le dijimos muchas veces que no la buscara!
—Pero no era necesario que le pegaras.
—No puedes culparlo por querer buscarla —dijo Craig.
—¡Ella no lo quiere! ¡¿Por qué se tortura así?! ¡¿Por qué va a mendigar migajas?!
Jason comenzó a caminar para dirigirse a su casa, pero Francis lo tomó de su antebrazo de forma violenta, volteándolo hacia él.
—¡¿Cuantas veces te dijimos?! ¡Entiende que ella no te quiere!
—¡Ya sé!
—¡¿Y si lo sabes para qué mierda fuiste a buscarla?!
Jason comenzó a llorar nuevamente y Francis lo abrazó.
—¡No seas estúpido, Jason! ¡Entiende de una vez que ella no merece ni siquiera que la llames mamá! —dijo acariciando su cabello.
—Ya, cálmate —insistió Tolkien.
—¡No! ¿Qué quieres, que le mienta y le diga que ella va a volver a buscarlo? ¡Han pasado trece años, eso no va a pasar! ¡Él sabe cómo son las cosas y se está haciendo daño solo! ¡Es una maldita perra y él tiene que entenderlo! ¡¿Sabes lo triste que fue ver cómo cambió Jason mientras crecía?! —dijo con sus ojos llenos de lágrimas.
—Francis, ya, cálm... —interrumpió Craig.
—¡¿Te acuerdas cómo era, Tolkien?!
—Sí. —Tolkien bajó la mirada, sintiendo un nudo en su garganta.
Francis lo abrazó con fuerza.
—Nunca entendimos por qué cambiaste así, matando todos los insectos que se cruzan por tu camino, cuando antes te fascinaban tanto. ¡Esa perra te destruyó! Si se le hizo tan fácil dejarte así, es porque no te quiere y nunca lo hizo.
—Francis, basta, ya entendió —interrumpió Craig.
Francis lo alejó, sosteniéndole ambos brazos con fuerza.
—Si vuelves a buscarla, no vuelvas a hablarme. No quiero ver que te sigues haciendo daño así.
Jason asintió con la cabeza, cabizbajo, secando sus lágrimas con su antebrazo.
—Tweek te va a pegar, estúpido de mierda —dijo abrazándolo de nuevo.
—¡Era tan tierno! —se lamentó Tolkien, abrazando a Craig, comenzando a llorar.
Craig lo abrazó, secándose un par de lágrimas, riendo poco a poco.
Se quedaron en silencio, mientras Francis abrazaba a Jason y Craig a Tolkien.
Tweek llegó por la espalda de ambos y se quedó observándolos con sus manos sobre su cadera.
—¿Por qué tanta homosexualidad en plena calle? —preguntó con un tono sugerente.
Francis soltó a Jason, volteándose a verlo, mientras Craig se volteó aún abrazado de Tolkien.
—Jason fue a buscar a su mamá —dijo Francis.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —preguntó Tweek, bajando sus brazos.
—Porque no entiende.
—¿La encontraste?
Jason se quedó en silencio y Tweek se acercó a abrazarlo.
—Quiero irme a casa —dijo Jason.
—¡No vuelvas a buscarla! —advirtió apartándolo.
—Lo necesitaba —respondió Jason en voz baja.
—¡No la necesitas! ¡Necesitas a Francis, a mí y talvez a tu papá, pero no a ella!
Jason recordó la venda en su mano y la escondió en el bolsillo de su sudadera para evitar más regaños.
—De verdad quiero irme a casa.
—¿Quieres que vayamos contigo? —preguntó Tweek.
—Yo voy con él, quédate con ellos, no te preocupes —dijo Francis.
—Quiero estar solo —dijo Jason.
—Pero ¿estarás bien?
Jason asintió con la cabeza y Francis lo jaló de su ropa en tanto se despedía de los chicos con su mano, mientras Tolkien limpiaba sus lágrimas sobre la camiseta de Craig, ya que aún lo abrazaba.
—Tweek, deberías ir con ellos —sugirió Craig.
—No, cuando dice que quiere estar solo, es de verdad, él tiene su propia forma de desahogarse, es probable que quiera ir a casa a romper cosas, quizá matar insectos, no sé, prefiero que lo haga tranquilo. Jason es más frágil de lo que parece.
—Ahora sí quiero saber quién es la novia de su papá —dijo Craig.
—Creo que todos —agregó Tolkien.
—¿Y van a soltarse o...? —preguntó Tweek.
—Ah, claro, lo siento. —Tolkien soltó de inmediato a Craig y le acomodó y sacudió la sudadera—. Listo, ya es tu turno de usar a nuestro novio.
Tweek abrazó de inmediato a Craig en tanto reía, pero con asco lo apartó al sentir su pecho mojado y viscoso.
—Qué asco, estás lleno de lágrimas y mocos —comentó limpiándose la frente con su manga.
—Tolkien también ayudó —dijo mirando su hombro del lado contrario.
—¿Vas a ir a cambiarte? —preguntó Tweek.
—Nah, en el camino se seca —dijo comenzando a caminar.
—Qué asco, Craig —dijeron al unísono, quedándose atrás.
Craig se volteó a verlos, abriendo sus brazos.
—Solo son lágrimas, no sean llorones.
—¿Y este mugroso es tu novio? —murmuró Tolkien a Tweek.
—Jaja. El mejor que he tenido.
Continuaron caminando en dirección a su destino.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Al llegar a casa, el padre de Jason se encontraba en la cocina y se volteó a verlo en cuanto lo escuchó entrar.
—¿Cenamos pastas, Jason? —preguntó desde la cocina.
—Me da igual —respondió de camino a su habitación a paso rápido.
Jason acostumbraba ir a la cocina a ver lo que su padre preparaba de comer y siempre probaba un poco de lo que fuese para según él "aguantar hasta la cena".
—¿Qué tienes? —preguntó golpeando la puerta.
—¡Nada! —respondió vaciando su clóset, tirando ropa al suelo.
Intrigado por el ruido que provocaba Jason sacando ropa y buscando entre sus cosas, abrió la puerta, quedándose en el umbral mientras lo veía sacar objetos de sus cajones y tirarlos al suelo con su mano izquierda.
—¿Qué te pasó en la mano?
—¿Tenemos una caja? —preguntó volteándose a verlo.
—En el patio supongo.
Jason salió de inmediato a buscarla y regresó rápido, tiraba cosas a la caja mientras su padre lo observaba desde el umbral de brazos cruzados.
—Jason, ¿qué tienes?
—¡Ya te dije que nada! —regañó intentando abrir un cajón que se había atorado.
—¿Te ayudo?
—¡No!
—Pero no lo puedes abrir con una mano —dijo acercándose a ayudarlo.
—¡Maldita perra! —alegó afirmando el mueble con su pie mientras jalaba el cajón.
Jason intentó abrirlo a la fuerza, rompiendo la manija, pateó el mueble y se lanzó de rodillas en el suelo, rompiendo en llanto mientras apretaba sus puños, manchando la venda con un poco de sangre.
—¿De quién hablas? —preguntó arrodillándose frente a él.
—Perdón —sollozó lanzándose a abrazarlo.
—¿Alguien te hizo algo? —Su padre acarició su cabeza.
—Fui a buscarla.
Su padre se quedó en silencio.
—Perdón —insistió Jason.
—¿Qué te dijo?
—¿Por qué no me dijiste que no me quería?
—¿Y cómo lo iba a hacer? ¿Cómo pretendes que te dijera algo así?
—Se veían tan felices. debiste verlas. ¿Cómo puede querer a otros hijos y a mí no?
—Eso no es tu culpa.
—Según ella, sí.
—Claro que no, te lo puedo asegurar. El problema es ella, lo tuyo fue una excusa más de las tantas que buscó para engañarme con ese idiota con el que se fue y lo peor de todo es que se convenció de eso. Jason, ella estaba embarazada cuando se fue, de todas formas no la iba a dejar en esta casa y menos dejarla que te apartara de mi lado. Eso no fue tu culpa.
Con la intención de distraerlo, lo apartó un poco, cambiando su expresión por una de preocupación.
—¿Viste a las gemelas?
—Sí.
—Son feas, ¿no?
Jason rio un poco, abrazándolo con fuerza.
—Sé que ellas no tienen la culpa, pero supongo que son su castigo. —Su padre tomó su rostro, secándole sus lágrimas—. Jason, ella no supo valorar lo que tenía, con ellos ahora solo quiere hacer las cosas bien y enmendar sus errores. No estaba lista para ser la mamá que necesitabas.
—Pero me cuesta aceptarlo, ¿cómo es que ella pudo seguir adelante como si nada y yo no?
—¿De verdad crees que no le pesa? ¿Crees que tu recuerdo no la persigue? Debe ser una tortura fingir todos los días que está bien y feliz. Imagino que te dolió verla con su familia, quizá pensaste que la necesitabas, pero ahora ves que no, ahora ves que no la necesitas ni un poco.
Jason se sentó en el suelo, secando sus últimas lágrimas con su manga.
—¿Qué te pasó en la mano? —preguntó tomándola.
—Me corté con un vidrio, cuando me dijo por qué se fue, tenía un vaso y no me di cuenta, solo se rompió, salí de su casa y después... No sé, solo recuerdo que estaba en la estación.
—¿Entraste a su casa?
—Sí, pero no sabía quién era yo, no me reconoció.
—¿Fuiste a un hospital o algo? —preguntó sacando la venda.
—Sí —respondió mirando la sutura—, pero no lo recuerdo.
—Jason, no vuelvas a hacer algo así, pudo pasarte algo peor.
—Te prometo que no voy a ir otra vez. Ya entendí que no tengo nada que hacer allá.
Su padre lo abrazó nuevamente y Jason, ya más calmado, intentó desviar la conversación.
—¿Sabías que Cuchara sigue vivo?
—¿El gato? ¿Todavía? —preguntó apartándolo un poco.
—Sí, se ve como tú.
—¿Increíblemente bien?
—Jaja. Sí, se ve bien, pero da esa vibra de viejo acabado, aunque se vea bien.
—Estoy en la flor de mi juventud —aseguró poniéndose de pie.
—Sí, todos los viejos dicen lo mismo —se burló poniéndose de pie.
Su padre se sentó en la cama de Jason, viendo el desastre de cosas en el suelo.
—¿Y si cenamos pizza, Jason?
—Con una condición —dijo volteándose a verlo—. No quiero ir a la escuela por unos días.
—No vayas, tómate los días que necesites, hablaré con la directora, pero le pides a Francis las tareas.
—Bien, pero le pides la llave a su mamá, no quiero que venga a molestar como todas las mañanas cuando no estás.
—Jaja. Aunque debes admitir que si no fuese por él, llegarías tarde todos los días.
Finalmente, su padre pidió una pizza mientras conversaban en la habitación y buscaban recuerdos de la madre de Jason que tiraban dentro de la caja.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Dos semanas más tarde, durante el receso, Tolkien y Craig se acercaron a Tweek y Francis, que esperaban para comprar en el patio.
—Oigan, ya van varios días que Jason no viene —dijo Tolkien al llegar.
—Su papá dijo que está bien, Jason no responde su celular ni mensajes —dijo Tweek—, necesita tiempo.
—Francis, ¿tú lo has visto?
—No —dijo antes de retirarse al baño a paso rápido.
—¿Qué tiene? —preguntó Craig.
—No sé, últimamente va mucho al baño.
—A mí me da la impresión de que nos está evitando —dijo Tolkien.
—Sí, ahora cada vez que llegamos se va.
—No creo, ¿por qué los evitaría? —preguntó Tweek.
—Ni idea —dijo Tolkien viendo en dirección al baño.
Continuaron su conversación, mientras Clyde los observaba desde el pasillo del segundo piso, apoyado en la baranda.
—"Si no era mi conciencia ni extraterrestres —pensaba Clyde, viendo a los chicos— y según Damien no es un fantasma, entonces... ¿dios? No, no creo, pero sé que lo escuché".
—¿Tu ex novio aún no te perdona? —interrumpió Kenny, posicionándose a su lado.
—¿No tienes a alguien más que ir a molestar?
—Es obvio que no.
—Déjame en paz.
—¿Vas a lanzarte? No te mataría caer desde aquí, pero eso ya lo sabes, tienes que subir más—sugirió señalando hacia el techo de la escuela.
—No pensaba hacerlo, idiota.
—¿Entonces? Llevo días viéndote subir a verlos, no hablas con nadie, hasta a mí me empiezas a dar lástima.
—¿Qué quieres?
—¿Sabes quiénes son esos sujetos que vienen a la escuela?
—¿Quiénes? ¿Qué sujetos?
—¿No los has visto? Creo que solo tienes ojos para tu ex —comentó entre risas, retirándose del lugar.
—Kenny de mierda —regañó entre dientes.
En tanto veía a los chicos, tuvo la sensación de que alguien lo estaba mirando y recordó las palabras de Damien: "Cuando sientes que alguien te está mirando, son ellos, viéndote desde tan cerca que puedes sentirlo". Asustado, bajó corriendo y buscó refugio en el baño, sin percatarse de que Tricia lo estaba viendo desde cerca de su salón.
Entró al baño y simuló lavar sus manos, rogando para sí mismo que sonara el timbre del final del receso. Francis salió del baño y se fue a los lavamanos, viendo a través del reflejo del espejo a Clyde.
—¿Qué? —preguntó molesto Clyde.
—Nada —dijo abriendo el grifo.
Ambos lavaban sus manos sin detenerse.
—¿No están ya limpias? —reclamó Clyde, viendo las manos de Francis.
—¿Y las tuyas?
—No.
—Las mías tampoco —regañó aplicándose más jabón.
Continuaron mientras se veían de reojo a ratos.
—¿Por qué no te vas? —reclamó Francis, aplicando más jabón.
—¿Por qué no te vas tú? —reclamó repitiendo la acción de Francis.
—"No quiero salir, que se vaya él" —pensaron al mismo tiempo, viendo al otro a través del reflejo.
Un chico se acercó tras ellos, en medio de ambos.
—¿Me dejan lav...?
—¡Cállate! —gritaron al unísono.
El chico se fue a otro lavamanos y ambos continuaron, hasta que Francis se hartó y cerró el grifo, secó sus manos en su ropa y se quedó frente al lavamanos.
—¡Ya vete, Francis!
—Voy... al baño —dijo regresando a uno de los baños y azotó la puerta, encerrándose adentro.
—Acabas de ir —reclamó cerrando el grifo.
—¡Eso no te importa!
Clyde se apoyó en el lavamanos, sacó su celular para revisar alguna red social y al cabo de unos minutos, Francis abrió poco a poco la puerta para comprobar si seguía ahí, momento en que Clyde levantó la mirada en dirección a Francis y este cerró la puerta nuevamente.
—"Ya vete" —pensó Francis, apoyándose en la puerta.
Tweek, Tolkien y Craig entraron al baño a buscar a Francis, pero al llamarlo, este se quedó en silencio y subió al retrete para que no viesen sus pies. Clyde no alzó su vista del celular, ignorándolos y los chicos se fueron al salón.
—Ya se fueron —avisó Clyde al notar lo que había hecho Francis.
Francis bajó del retrete y se quedó dentro del baño.
—¿Están enojados? —preguntó aún apoyado en el lavamanos.
—No.
—¿Entonces?
—Solo no digas nada.
—Ni siquiera les hablo y no me interesa.
Francis esperó un momento mientras se mordisqueaba la uña del pulgar, un poco inquieto.
—¿Clyde?
—¿Qué? —preguntó con molestia.
—¿Cómo haces para quitarte de la cabeza a las chicas que te gustan? ¿Cómo haces para no darles importancia cuando te hablan? Siempre parece que no te importaran.
—No me gustan, solo me calientan un rato.
—Pero ¿nunca te gustó ninguna?
—Ya te dije que no.
Francis apoyó su frente en la puerta.
—¿Por eso no quieres salir, Otaku? ¿Te empezó a gustar Craig?
—No.
—¿El enano?
—No.
—¿Tolkien?
—Prefiero no hablar de esto contigo.
—Tú empezaste.
—Y no soy gay.
—No sé, cuando vino Bebe no te viste muy macho que digamos.
—Eso fue para quitárnosla de encima y tú también me diste la mano.
Ambos se quedaron en silencio, manteniéndose en el mismo lugar.
—¿Clyde?
—¡¿Qué?! —preguntó con fastidio, viendo hacia la puerta del baño.
—¿Y cómo se si me gusta o es calentura?
—¿Te ves con ella a futuro?
—No.
—Entonces no te gusta, solo sácate las ganas y ya.
—Es que es imposible.
—¿Por qué? ¿Ya tiene novio?
—Sí.
—Sé precavido y que el novio no se entere —sugirió encogiéndose de hombros.
—No podría hacer algo así.
—Sácate las ganas con otra.
—No soy esa clase de persona.
—Pues no soy consejero de amores imposibles.
El timbre del final del receso sonó, momento en que Clyde se incorporó para salir y Francis abrió la puerta de inmediato.
—Clyde.
—¡¿Ahora qué?! —reclamó antes de salir.
—No le digas a nadie.
—Ya te dije que no me interesa —dijo saliendo del baño.
—Por favor —pidió apresurándose para alcanzarlo de camino al salón.
—Tengo mala memoria, de todas formas lo voy a olvidar, sobre todo si es algo que no me interesa.
—¿Por qué eres así?
—Otaku, no me interesan ni tú ni tus amiguitos.
—Yo creo que sí, querías metérmelo hasta desgarrarme los intestinos —bromeó entre risas.
—¡No voy a seguir disculpándome por eso! Ya te expliqué que escuchaste fuera de contexto.
—¿Sabes? A pesar de todo, con Craig y Tolkien eras un buen amigo, ojalá te disculpes pronto —dijo entrando al salón.
—Eso no va a pasar —reclamó de camino a su asiento temporal, junto a Annie.
Francis evitó mirar a Tolkien y Craig, yendo directo a su asiento.
—¿Dónde estabas? —preguntó Tweek, sacando su cuaderno.
—En el baño.
—Mentira, te fuimos a buscar y no estabas.
—Ah, es que después fui a la biblioteca y...
—¿Estás evitando a Craig y Tolkien?
—¿Qué? —preguntó volteándose simulando reír—. ¡No! ¿Por qué los evitaría?
—Lo mismo me pregunto, ahora cada vez que ellos se acercan tú te vas al baño.
—Es tu imaginación.
—No, andas raro.
—Para nada, solo me preocupa Jason. Deberíamos ir a su casa, ya lleva muchos días sin venir y cuando he ido no abre la puerta.
—Pero tienes la llave en tu casa, ¿por qué no solo entramos?
—Su papá le pidió la llave a mi mamá para que no fuera por las mañanas. Me dijo que está bien, que solo necesita un par de días solo.
—Mas tarde voy a llamar a su papá. Deberíamos ir, debe sentirse como la mierda.
—Sí, pero vamos solo los dos.
—¿Ves que los estás evitando?
—No, no es por eso, ya sabes cómo es Jason, no creo que quiera recibirlos a ellos, no son tan cercanos.
—Sí, tienes razón.
Francis se volteó y vio por un momento a Tolkien.
—"¿Y si Clyde tiene razón? Pero no soy bisexual... ¿O sí?" —pensó desviando su mirada al pizarrón.
El salón se quedó por un instante en completo silencio, momento en que se escuchó el movimiento robótico por un segundo.
—¡¿Lo escuchaste?! —preguntó con énfasis Clyde a Annie.
—No.
—Afuera —dijo el profesor.
—Pero ¿nadie más lo escuchó? —preguntó poniéndose de pie.
El resto lo veía y comenzaban a murmurar entre ellos.
—¡Está ahí! —insistió señalando el foco—. ¡Sé que está ahí!
—¡Afuera!
—¡Me hablaron!
—¡Basta, Donovan, afuera! —insistió el profesor.
Clyde salió dando un portazo, sentándose en el pasillo.
—Está empezando a preocuparme —comentó Tolkien a Craig.
—¿Qué crees que escucha?
—No sé, no he podido preguntarle a Nichole por tu culpa —regañó volteándose.
—Pero no te enojes, le voy a decir —dijo tomándole el hombro—, no hoy... ni mañana... pero lo haré.
Tolkien movió su hombro para que Craig quitara su mano y continuó su tarea mientras Craig reía.
Damien veía el foco en silencio.
—Jaja. Clyde está cada vez peor —comentó Pip.
—No, yo también lo escuché —susurró Damien—. Ve a ver el de en medio.
Pip levitó hasta la altura del techo, revisando desde muy cerca.
—¡Es una cámara! —avisó Pip, regresando junto a Damien.
—¿Y para qué? ¿Puedes descomponerla o algo?
—No sé, lo sabría si me dejaras intentar probar lo que puedo hacer ahora, pero como no me dejas, no sé si puedo, antes podría haberlo intentado, pero ahora no sé.
—Solo hazlo.
—¡Bien! —reclamó regresando frente a la cámara.
Apoyó su mano sobre la cámara e intentó enviar una descarga de energía que provocó un corte de luz en toda la escuela y la explosión del foco junto a la cámara, haciendo sobresaltar al resto por el repentino estallido acompañado de un destello.
—Solo es una falla eléctrica —dijo el profesor, en tanto escribía un mensaje en su celular—, continúen su tarea.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en la estación de policías, el Sargento Harrison Yates, apoyado en su escritorio, revisaba documentación.
—¡Señor Yates! —interrumpió un policía entrando a la oficina, seguido de otro.
Ambos, desesperados, hablaban atropelladamente, impidiendo darse a entender.
—¡¿Qué les he dicho sobre entrar a mi oficina así?! —interrumpió el sargento a ambos.
—¡Uno de los niños estaba volando!
—¿Qué?
—¡Sí! —agregó el otro policía—. ¡Voló a la cámara y apagó todas!
—¿En serio? —preguntó con ironía, sacando su celular—. ¿Y este niño mágico es el que los escuchó? Porque el profesor acaba de enviarme un mensaje avisándome que ustedes, par de idiotas, movieron la cámara durante las clases.
—Eso... Eso fue sin querer, apoyé mi brazo y moví la palanca sin querer, no fue...
—¡Eso da igual! —interrumpió el otro policía—. ¡Ese niño estaba volando!
—¿Se fumaron lo que le confiscaron a Randy Marsh?
—¡No, de verdad estaba volando!
Incrédulo, siguió a ambos hasta una enorme sala donde había varias pantallas que mostraban diferentes partes del patio de la escuela y algunos salones, aunque estaban apagadas en ese momento. Los policías se acomodaron en sus sillas frente a la pantalla que correspondía al salón de los chicos, mientras el sargento se quedó tras ellos, de brazos cruzados, momento en que Uzziel entró a la oficina.
—Señor...
—Espera, Uzziel, estos dos van a mostrarme un niño mágico.
—¿Mágico? ¿Se fumaron lo de Marsh?
—¡No, no fumamos nada todavía! —reclamó buscando la carpeta del archivo de las grabaciones.
—La carpeta está vacía —dijo el otro policía.
—¿Cómo va a estar vacía? ¿No grabaron ningún día? —preguntó bajando sus brazos.
—Deben haberlo configurado mal.
—Todo lo que tienen que hacer es venir aquí, sentarse, presionar ese botón para grabar y ver la pantalla.
—¿No es automático? —preguntó volteándose, temeroso.
El sargento tomó el puente de su nariz, exhalando molesto.
—¿Es en serio que no grabaron ningún día? ¡¿Con ninguna cámara?!
Ambos se quedaron en silencio, en tanto Uzziel los veía negando con su cabeza.
—Los dos, a mi oficina, ahora —ordenó a los policías, que se fueron de inmediato y luego se volteó a ver a Uzziel—. Dime que no me traes problemas.
—No —dijo mostrándole un documento donde tenía destacadas diferentes partes de un texto—. Esta historia me parece que tiene algunas pistas, aquí escribió una historia de un chico que huía de la policía en una motocicleta y se le cayó un consolador, entonces otro chico lo encontró y se dispuso a buscarlo por todos lados, pero la forma de encontrar a este "príncipe de sus sueños", era probarle el consolador a todos en la ciudad hasta encontrar el que le "calzara" perfecto.
—Dios, qué niño más enfermo —comentó entre risas, revisando el documento que le entregó Uzziel.
—Supongo que mientras lo seguíamos se le cayó algo y él lo recogió o vio a alguien que lo hizo, quizá él sepa quién era.
—Si realmente no grabaron nada, van a tener que ir a la escuela y sacarles información.
—Yo podría ir con ellos, ya sabe que no son de confianza.
—Sí, no quiero que vayan solos, luego vemos qué hacemos —dijo antes de salir de la oficina.
—El amiguito de Tweek está enfermo —comentó Uzziel entre risas, saliendo de la oficina.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por la madrugada, Jason dormía en su habitación, mientras Tweek, en pijama, lo veía fijamente, agachado, apoyando su mentón sobre la cama.
—Jason —susurró.
—...
—Jason —dijo en tono normal, tocándole la mejilla con su dedo índice.
Esperó un par de segundos, pero Jason no despertó.
—¡Jason! —gritó acortando un poco más la distancia.
Se movió un poco al escucharlo, somnoliento, abrió sus ojos y soltó un grito despavorido al encontrar a Tweek frente a él y Tweek gritó asustado en tanto caía sentado en el suelo.
—¡Mierda, Jason! ¡Me asustaste! —reclamó llevando una mano a su pecho.
—¡¿Yo te asusté?! —reclamó encendiendo la luz en su mesita de noche.
—¡Sí! ¡¿Cómo gritas así?!
—¡¿Qué mierda haces aquí?! ¡¿Cómo entraste?!
—Francis me dio la llave.
Jason se acostó molesto, cubriendo su cabeza con el edredón.
—¿Qué quieres?
—Ya llevas dos semanas sin ir a la escuela ni respondes los mensajes o llamadas.
—¿Y?
—Jason, te extraño y Francis también.
—...
—Sé que quieres estar solo, pero yo no quiero dejarte solo.
—Vete a tu casa, Tweek.
Tweek subió a la cama de Jason y se acostó a su lado.
—Si no quieres ir a la escuela, no vayas, pero no te vas a librar de nosotros.
Francis, en pijama, entró a la habitación, cargando una bandeja con tres tazas de café y galletas.
—¡Hora de café! —anunció en tono alegre.
Jason descubrió su cabeza para ver a Francis, que le sonreía frente a su cama.
—¡¿Ya vieron la hora?!
—Sí —respondió Tweek.
—No quiero café, váyanse a su casa.
—No —dijo abrazándolo.
Francis dejó la bandeja sobre la mesita de noche y subió a la cama, haciéndose espacio en medio, acorralando a Jason a la pared y Tweek a la orilla.
—¡Esta cama es pequeña para los tres! —reclamó Jason.
—Hemos dormido aquí un millón de veces —dijo Tweek, sosteniéndose de la orilla del colchón para no caer.
—¡Pero éramos niños! ¡Ya no cabemos los tres!
—No con esa actitud. —Francis logró acomodarse en medio—. Tu papá dijo que podíamos venir, lo llamé por la tarde.
—¿Y por qué vinieron a esta hora?
—Estábamos esperando a que anocheciera en casa de Francis, pero nos quedamos dormidos.
—Debieron quedarse ahí.
—No seas así, Jason —regañó Francis—, sé que en el fondo estás feliz de que estemos aquí.
—No —reclamó volteándose y cubriéndose con el edredón.
—¿Quieres hablar de eso? —preguntó Tweek.
—No.
—Bien, entonces hablamos de lo que le pasa a Francis, no quiso decirme nada en su casa.
—¿A mí? No me pasa nada.
—Claro que sí, andas raro.
—¿Raro por qué? —preguntó Jason.
—Es solo... que extrañaba a Jason.
Tweek se levantó a tomar una taza de café y se sentó a los pies de la cama, frente a ambos, Jason se sentó en su lugar, dándole a entender a Francis que le entregara una taza y este se acomodó también en su lugar.
—"El que necesita apoyo es Jason, lo mío puede esperar" —pensó en tanto le entregaba una taza a Jason.
—¿Entonces? —preguntó Tweek.
—No me pasa nada, de verdad y sinceramente, no estamos aquí para hablar de mí.
—¿Por qué no trajeron cervezas mejor? —reclamó Jason antes de beber café.
—Lo mismo le pregunté a Tweek.
—¿Y que tu mamá las encontrara? Como siempre revisó mi mochila al llegar a tu casa.
Los tres conversaron durante toda la madrugada, entre risas y regaños de Jason que se quejaba de querer dormir, pero el café ayudó a Tweek y Francis a conversar más de lo planeado.
Ya cerca de las nueve de la mañana, Tweek se bajó de la cama y se estiró entre bostezos.
—Levantémonos —dijo moviendo la cama con su pie.
—¡Déjame dormir de una puta vez! —se quejó Jason.
—Sí, Tweek, ya tengo sueño —dijo Francis, cerrando sus ojos.
—Pero pronto va a llegar tu papá, Jason.
—¿Y qué? Es sábado.
—Prepara los mejores desayunos del mundo.
Jason cubrió su cabeza con el edredón, chasqueando la lengua y se acomodó a dormir.
—¡Por favor! Hace tiempo que no desayuno aquí.
—Desayunamos después.
—No, porque se va a dormir y vamos a tener que desayunar cualquier cosa. Dormimos después de desayunar —suplicó descubriendo a Jason.
Ambos forcejearon hasta que Tweek quitó el edredón de la cama por completo, descubriendo a ambos. Francis se acomodó a dormir, ignorándolos y Jason lo empujó al suelo.
—¡Yo no te hice nada! —reclamó poniéndose de pie.
—¡Si yo no duermo, tú tampoco! —regañó sentándose en su cama.
Tweek reía mientras recorría la habitación y se detuvo a ver una caja en el suelo, junto a la ventana.
—¿Qué tienes aquí? —preguntó abriendo la caja.
—Son los recuerdos de mi mamá.
—¿Puedo ver?
—Ya la abriste —dijo indiferente.
Francis se sentó frente a Tweek, que veía algunas fotos.
—¿Esto es lo que llevaste como amuleto cuando invocamos a Pip? —preguntó Francis, sacando un papel arrugado.
—Sí, déjalo ahí.
—¿Y qué es? —Francis desarrugaba el papel para leerlo, pero Jason se apresuró a arrebatárselo.
—No sé qué dice —dijo arrugándolo y lanzándolo dentro de la caja—. Mi papá me lo dio el año pasado, ella lo escribió para mí el día que se fue, pero no quiero leerlo.
—¿Y no tienes curiosidad?
—Obvio que sí, pero me daba miedo descubrir la razón del por qué se fue, por eso nunca tuve el valor de leerlo.
—¿Y si la lees ahora que ya sabes?
—Ya no quiero hacerlo, ya tuve mis respuestas.
—Oye, esto es mío —reclamó Tweek, sacando un pequeño Vegeta de plástico desgastado y marcas de mordidas en los pies.
—Sí, me lo diste en preescolar para que se lo mostrara a mi mamá cuando regresara.
Tweek miró el pequeño juguete por un momento y lo devolvió a la caja.
—Llévatelo si quieres, Tweek, yo no lo quiero.
—No, deshazte de todo si es lo que necesitas.
—Lo tiraré a la calle para que se lo lleve el camión de la basura.
—Mi mamá dice que es bueno desprenderse de los recuerdos, no te dejan olvidar —dijo Francis.
—Deberíamos quemarlo, así no vuelves a ver esto nunca más en tu vida —sugirió Tweek, poniéndose de pie con la caja.
—Me parece mejor idea —dijo Jason.
Se dirigieron a la cocina, donde Tweek dejó la caja en el fregadero, vertió aceite de cocina y un poco de toallas de papel arrugadas. Francis buscó un mechero en uno de los cajones y se lo dio a Jason, quien sin dudarlo, lo encendió y se alejó unos pasos, regresando con ambos.
Mientras veían la caja arder, se encendió el detector de humo y alertados por el pitido, los tres miraron al techo.
—Mierda, lo olvidé —se lamentó Jason, cerrando sus ojos, justo antes de que se encendieran rociadores de agua desde el techo.
—Bueno —dijo Francis, apoyándose con su brazo sobre el hombro de Tweek—, no puedes negar que solo faltaba lluvia para completar esto.
—¿Se apagan solos? —preguntó Tweek, quitando un poco de agua de su rostro.
—Supongo que sí, mi papá los instaló el año pasado después de que quisimos meter los fuegos artificiales al microondas, por eso solo hay en la cocina, pero nunca se habían encendido.
—Debimos hacerlo en el patio —comentó Francis.
Los rociadores se apagaron, momento en que el padre de Jason llegó a casa y al abrir, los chicos se voltearon a verlo desde la cocina.
—Ahh, no puede ser —murmuró bajando sus hombros entre un suspiro de evidente fastidio.
—Funcionan bien —dijo Jason, sonriéndole.
—Al menos ya estás mejor.
—No fue con intención —se excusó Tweek.
—Nunca lo es —regañó entre dientes, mirando un charco de agua que se acercaba a sus pies.
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(•◡•) / Si pudiera agregar una canción para finalizar, sería esta... Stop crying your heart out
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ʕ•́ᴥ•̀ʔっ ¡Los adoro! Gracias por seguir leyendo mis idioteces.
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Chapter 26: ¡El caliente... Digo, valiente Clyde!
Chapter Text
En el patio de la escuela, durante el receso, Craig, acompañado de Tolkien, observaba de brazos cruzados a Tricia, la que a su parecer estaba demasiado cerca de un chico vestido completamente de negro, con el que conversaba en voz baja, en un rincón del patio.
—¿Sabes quién es ese, Tolkien?
—Es Firkle, era del grupo de unos chicos góticos, los demás ya se graduaron y Pete abandonó la escuela el año pasado, solo queda él.
—¿No te parece que están muy cerca?
—Jaja. Craig, déjala tranquila, ¿por qué la sobreproteges tanto?
—No quiero que desperdicie su vida con chicos.
—¿Y tú sí puedes?
—Es diferente.
—¿Cuál es la diferencia?
—Ella... no puede y punto.
Firkle se percató de que Craig los estaba observando y se volteó a verlo, seguido de Tricia, quien lo miró frunciendo el ceño y le enseñó el dedo medio. Ambos se quedaron viéndolo con mala cara, pero Craig no les quitó la mirada de encima. Fastidiado, Firkle le dio un papel doblado a Tricia, se acercó a hablarle al oído y se retiró del lugar, mientras Tricia se quedó leyendo la nota, sonriendo y luego se fue a su salón.
—¿Crees que sea ese el chico con el que sale? —Craig lo siguió con la mirada.
—No lo sé, solo déjala —dijo volteándose, momento en que vio a Clyde acercándose hacia ellos—. Clyde viene para acá.
—¿Y?
—Sé que lo extrañas. No eres el mismo desde ese día.
—Claro que sí.
—No, estás un poco más irritable.
Craig lo miró con molestia.
—Un poquitito. —Tolkien le sonrió para evitar que se molestara.
Clyde se detuvo tras Craig y antes de llamarle la atención tocándole el brazo, se arrepintió y solo habló de golpe.
—¿Podemos hablar? —preguntó Clyde.
—No —respondió sin voltearse.
—Por favor.
Craig se volteó sin mirarlo y caminó en dirección al salón, molesto.
—Tolkien... —Clyde lo miró con una expresión de tristeza.
—Lo siento, pero no me voy a involucrar —dijo siguiendo los pasos de Craig.
Clyde se volteó a verlos alejarse y suspiró dejando caer sus hombros, momento en que Kenny pasaba con Cartman por su espalda, hablando fuerte.
—¿Sabes quién murió en Star Wars, gordo? Han ¡Solo! —Enfatizó acercándose al oído de Clyde.
Ambos se alejaron mientras reían y Tricia lo veía desde la ventana de su salón, sentada sobre la mesa junto a Karen, frente a Dougie.
—Pobrecito —murmuró Tricia.
—¡Pobrecito nada! —reclamó Dougie, volteando la cabeza de Tricia hacia él.
—¡No estoy llorando! —se excusó de inmediato, mostrándole una sonrisa forzada.
Dougie la soltó entrecerrando sus ojos y se sentó en una silla frente a ellas.
—Todavía no entiendo cómo es que pudiste caer tan rendida a los pies de alguien como Clyde —reclamó Dougie.
—Pues... Es lindo.
—¡Hay muchos chicos lindos que no son una mierda de persona!
—Es que no es tan así como crees.
—¡¿Cómo que no?!
—No, él es... Bueno, sí, a veces puede ser un poco tonto, pero es tierno.
Dougie le mostró una expresión de molestia y asco.
—De verdad, bueno, no tanto, o sea, sí, pero no con cualquiera, conmigo sí, pero... —Tricia frunció el ceño y le enseñó el dedo medio—. ¡¿Sabes qué?! ¡Olvídalo! No lo entenderías.
—Ya dile, Tricia, si no jamás lo va a comprender —interrumpió Karen.
—¿Decirme qué?
Tricia miró a su alrededor, asegurándose de que estuviesen solos.
—Dougie, no puedes decirle a nadie —advirtió Tricia.
—Palabra de perra —dijo llevándose una mano a su pecho.
—Lo conocí unos días después de que Craig lo llevara a casa, de hecho, fue a mi cumpleaños porque yo lo invité y él solo inventó una excusa para aparecerse allá con Tolkien, ninguno sospechó nada. Verás...
»Desde niños, incluso antes de que nuestros padres nos adoptaran, Craig le tenía mucho miedo a una criatura que llamaban Bauk, en ese tiempo yo era pequeña y tengo recuerdos muy vagos.
»Los niños estaban separados de las niñas en el orfanato, así que dormíamos en habitaciones diferentes, solo nos veíamos por las tardes, en el patio, pero en la parte trasera, había una bodega que tenía la puerta rota, así que siempre estaba abierta.
»Recuerdo muy bien que antes de la hora de dormir, nos decían que si salíamos de las habitaciones por la noche, el Bauk nos iba a comer. Una vez, logré llegar hasta la habitación donde estaba Craig, tenía mucho miedo y estaba llorando porque no quería dormir sola, así que él me abrazó y me dejó dormir en su cama, pero Beatrice nos sorprendió por la mañana y nos castigó a ambos. Esas son las cicatrices que les mostré, las que tengo en la espalda.
»Craig me dijo que nunca más fuera a las habitaciones de los niños y desde ese día, empezamos a dormir en la bodega, ambos le teníamos mucho miedo. Siempre nos íbamos a nuestras habitaciones antes de la hora en que nos despertaban, pero a veces nos quedábamos dormidos y cada vez que nos sorprendían, nos tocaba castigo, pero Craig rogaba que no me castigaran a mí y a cambio, él recibía el doble. Nos sorprendieron varias veces, pero Craig siempre tomó el castigo de ambos, por eso él tiene muchas más cicatrices que yo.
»La verdad es que esto yo no lo recuerdo, pero Craig me contó que cuando nos adoptaron, él ya sabía bañarse solo, mamá y papá nunca lo ayudaron, supongo que para no incomodarlo, prácticamente eran extraños para nosotros, así que siempre trataron de mantener su distancia en momentos más íntimos, pero luego de unos días, a Craig se le infectó una de las heridas en sus piernas. El problema es que no le dijo a nadie y mamá se dio cuenta porque a Craig le dio fiebre y mamá le dio un medicamento, así que se quedó dormido. Sudaba tanto que le iban a cambiar su pijama mientras dormía, solo por eso lo descubrieron y lo llevaron al hospital en ese mismo momento.
»Dijo que cuando el médico lo revisó, se dio cuenta de que eran marcas de golpes con varillas. Craig no había dicho nada sobre esto, Beatrice lo amenazó antes de irnos, le dijo que si le decía algo a sus nuevos padres, ellos nos iban a regresar al orfanato y Craig le creyó.
»Ese día el doctor llamó a la policía, pensó que nuestros padres lo maltrataban y ya cuando explicaron toda la situación, se supo que en el orfanato maltrataban a los niños y nuestros padres los denunciaron. Mucha gente conoció a Craig por fotos de las noticias locales, yo estaba en el hospital porque me había descompensado, así que él fue el centro de atención en ese momento, jamás pasó desapercibido en esa parte de la ciudad, nuestros vecinos, compañeros de la escuela, profesores, todos sabían lo que habíamos vivido ahí, así que Craig ya estaba harto de que siempre lo vieran con lástima y la verdad, nuestros padres también. Por eso nos mudamos. Papá buscó trabajo en otro lugar y así fue como llegamos acá.
—Qué triste, amiga, pero ¿eso qué tiene que ver con Clyde?
—¡Cállate! —alegó Karen.
—A eso voy, Dougie, pero necesitas contexto.
—Ah, pero...
—¡Que te calles!
—Bueno, de camino a la escuela, hay una cueva en el bosque, por el que tenemos que pasar para llegar a la escuela, sé que no es tan grande, pero me daba miedo pasar por ahí sola, la primera vez que la vi, me hizo pensar en el Bauk, sentí que podía salir de ahí. Cuando regreso a casa, me voy con ustedes, así que no me importaba pasar por ahí. Por las mañanas, venía con Craig, pero él no sabía que le tenía miedo a la cueva por eso, preferí callarme y no revivir su miedo.
»Como él no sabía la verdadera razón, me insistió que me viniera sola y un día salió más temprano, así que tuve que hacerlo, pero antes de pasar por la cueva, me detuve, lo intenté varias veces, pero el miedo era más grande que yo y cuando estaba a punto de regresar a casa, apareció Clyde.
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Aquel día que relataba Tricia, Clyde caminaba a la escuela, mientras una chica de otro salón intentaba abrazarlo de camino.
—En los vestidores, aquí no —insistía Clyde, quitándose los brazos de la chica.
—Pero somos novios.
—¡Ja! No, no te confundas.
—Pero...
—Pero nada, ya suéltame.
Clyde detuvo el paso al ver a Tricia más adelante y la chica miró en la dirección donde veía Clyde.
—¡¿Por qué la miras tanto?!
—Ya vete.
—¡Mis amigas tenían razón! ¡Eres un imbécil!
—Sí, ya vete.
La chica le dio una bofetada y se fue molesta.
Clyde, mientras sobaba su mejilla, notó que Tricia se mantenía inmóvil.
—"Es la hermana de Craig, ¿no? ¿Le habrá pasado algo?" —pensaba en tanto se acercaba.
Posó su mano sobre el hombro de Tricia y esta se volteó de un sobresalto.
—¿Estás bien?
—Sí, sí —dijo secando sus lágrimas.
—¿Pasó algo? ¿Quieres que te acompañe a casa?
—No, solo... Debo ir a la escuela.
—No te ves bien, ¿quieres que llame a Craig? —preguntó sacando su celular.
—¡No! —Sostuvo el celular de Clyde, bajándolo de golpe.
—¿Quieres que te acompañe a la escuela?
—No, quiero ir sola.
—Pero no te ves bien.
—Déjame sola, ¿sí?
—Como quieras —dijo comenzando a caminar.
Tricia miró en dirección a la cueva, decidida a pasar y apretó sus puños para dejar de temblar, pero comenzó a llorar nuevamente, deteniéndose antes de atreverse.
Clyde, ya más adelante, se volteó a verla y al notar que aún estaba en el mismo lugar, dirigió su mirada hacia donde veía Tricia y decidió regresar.
—¿Te da miedo? —preguntó llegando frente a ella.
—No.
—Yo también le tenía miedo de niño —dijo ofreciéndole su mano.
—No soy una niña. —Tricia le dio un golpe en la mano, frunciendo el ceño—. Ya déjame sola.
—Bien, que te coma lo que sea que hay ahí —dijo volteándose a continuar su camino.
Antes de que Clyde comenzara a caminar, Tricia, asustada, lo jaló de su sudadera y se resguardó tras él, escondiendo su rostro.
—Si le dices a alguien, te voy a pegar —amenazó, avergonzada.
—Jaja. Lo sabía, te da miedo. Mi mamá me ayudó con eso.
—¿Cómo? —preguntó soltándolo.
Clyde le tomó la mano y la llevó a la fuerza hasta la entrada de la cueva, se puso tras ella y la tomó por los hombros, mientras Tricia volteaba su cabeza hacia el lado, cerrando sus ojos con fuerza.
—Solo mira —dijo afirmando su cabeza, obligándola a mirar dentro de la cueva.
—No quiero. —Forcejeó por un momento, pero Clyde apoyó su cabeza en su hombro para hablarle al oído.
—Te prometo que no va a pasar nada —susurró con un tono suave.
—Pero ¿y si...?
—Tricia, a mí también me da miedo, pero ya soy capaz de entrar, si mi mamá no me hubiese obligado a hacerlo, sería mucho más cobarde de lo que soy. Te prometo que no te vas a arrepentir.
Tricia abrió sus ojos lentamente, mirando adentro y Clyde la soltó.
—Vamos —dijo extendiéndole la mano.
—¿Qué? ¡No!
—Vamos —insistió jalándola de la mano—. Además, tenemos luz —. Encendió la linterna de su celular.
Tricia lo siguió sin soltar su mano, apretándola con fuerza, aterrada.
Se detuvieron a pocos pasos, ya sumergidos en la oscuridad.
—La voy a apagar —dijo soltándole la mano.
—¡No! —Tricia buscó rápido su celular, pero Clyde la detuvo.
—Solo mira.
Al apagar la luz, pudo notar el brillo verdoso de hongos bioluminiscentes a los costados de la cueva.
—¿Los estás viendo, Tricia?
—No —dijo con sus ojos cerrados.
—Se ve hermoso.
Asustada, pero curiosa, los abrió lentamente y miró a su alrededor, maravillada.
—¡Qué bonito! —dijo agachándose a verlos de cerca.
—Mi mamá decía que son hongos que solo crecen en la oscuridad, no sé cómo se llaman, pero ese día me dio a entender que si puede haber algo tan bonito en medio de un lugar aterrador, es porque no puede ser tan malo y si vivo escondiéndome y alejándome de todo lo que me da miedo, me puedo perder cosas realmente increíbles.
—Qué linda tu mamá.
—Sí, a pesar de que me regañaba mucho, la extraño. Falleció hace un par de años.
—Lo siento.
—Yo también, pero me enseñó a controlar el miedo, debo reconocer que soy un poco miedoso, pero gracias a ella a veces me atrevo a hacer cosas que no quiero. Incluso le tenía miedo al bosque, bueno, todavía. Jaja. Pero hay un lugar... ¿Quieres que te muestre?
—¡Sí! —dijo emocionada, levantándose de golpe.
—Pero con una condición —dijo levantándose—. No le digas a nadie lo que te acabo de decir ni lo que te voy a mostrar, esta es una parte de mí que no muchos conocen y tengo que mantener mi reputación.
—Con una condición. No le digas a nadie que me da miedo pasar por aquí.
—Hecho. —Ambos estrecharon su mano.
Caminaron hacia la salida, pero antes de llegar, Tricia se volteó a ver la cueva.
—¿Y qué hay más adentro, Clyde?
—No sé, solo llego hasta ahí, no me atrevo a entrar más.
—Jaja. Sí eres cobarde, estábamos cerca de la entrada.
—Hice un esfuerzo sobrehumano para aguantarlo, no seas malagradecida.
—Gracias, Clyde.
Continuaron su camino por el bosque, hasta llegar al estanque.
—Qué bonito lugar —dijo Tricia, quitándose la mochila—. En la ciudad no se veían lugares así, menos tan cerca de casa.
—Me gusta venir aquí, me trae muchos recuerdos. —Clyde se quitó su mochila, se sentó en el suelo y lanzó una piedra al agua—. Mi mamá me traía a jugar acá, es el único lugar que me atrevo a visitar de noche.
—¿Y a qué vienes?
—¿Prometes no decirle a nadie?
—Lo prometo.
—Cuando la extraño, vengo aquí a conversar con ella y a llorar si es necesario, le cuento mis problemas, me desahogo de todo.
—¿Vienes muy seguido? —preguntó sentándose a su lado.
—Para ser sincero, sí, vengo seguido, pero a veces me encuentro al enano y prefiero irme. No sé por qué viene para acá también.
—¿Al enano?
—Es un compañero nuestro, pero no nos llevamos bien.
—¿Por qué?
—Me gustaba una chica, pero ella solo se fijaba en él, a pesar de que es marica, solo tenía ojos para él.
—¿Y todavía te gusta?
—No, se fue del pueblo hace mucho tiempo, no creo volver a verla.
—¿Y si regresa?
—Ya hablamos mucho de ella, Tricia.
—Ah, todavía te duele, bien, lo siento —dijo entre risas.
—¡Claro que no! —alegó acomodando sus gafas.
—Creo que ya te había visto. —Tricia miró sus gafas, tratando de recordar.
—Sí, en tu casa, hace días fui con Craig, estabas viendo televisión en el sofá.
—No, el día que llegamos al pueblo, te vi caminando por la calle.
Clyde se volteó a verla y le sonrió.
—¿Y te acuerdas?
—No fue hace tanto tiempo, además, me convenciste de que vivir aquí no sería tan malo, Craig decía que esto estaría lleno de vacas y granjeros, sinceramente no esperaba encontrar chicos lindos, hasta que te vi.
—Me halagas, pero no puedo.
—¿No puedes qué?
—Las hermanas de amigos están prohibidas —se lamentó, lanzando otra piedra.
—¿Y cuándo dije que quería estar contigo? —dijo en tono burlesco, poniéndose de pie.
Tricia dio unos pasos en dirección a la escuela y se volteó a verlo.
—El sábado es mi cumpleaños, inventa alguna excusa, que mi hermano no se entere. Y Clyde, gracias. —dijo antes de retirarse.
—¿Me... rechazó? —se preguntó a sí mismo—. ¡¿A mí?!
Clyde la veía alejarse, mientras pensaba en la conversación.
—A mí nadie me rechaza —murmuró levantándose para irse a la escuela.
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»Y bueno, conversamos algunas cosas que no puedo contarles y en realidad, fue bastante tierno y no se me insinuó en ningún momento, lo nuestro empezó el día de mi cumpleaños. Cuando nos llamaron a cenar, Clyde dijo que iba al baño y en ese momento aprovechó para meterse a mi habitación y me dejó anotado su número de teléfono y mientras él estaba con Craig, conversábamos por mensajes, acordamos que iría a su casa por la noche y desde ese día que estamos juntos.
—¿Y esa es tu gran historia de amor? —preguntó Dougie—. ¿Eso te parece suficiente?
—Es suficiente para mí.
—Claro que no, te compadeciste de él. ¿No te das cuenta que usó lo de su mamá? —Dougie imitó la voz de Clyde—. ¡Mírenme! ¡Se murió mi mamá, así que ahora te voy a comer! Apuesto a que le dice lo mismo a todas.
—¡Claro que no! —intervino Karen—. Yo le creo, además fue valiente solo por Tricia.
—No me hagas reír, Karen. —Dougie se cruzó de brazos—. Lo hizo de caliente.
Tricia se apoyó en la ventana, sintiéndose un poco fatigada y miró las palmas de sus manos, con un poco de dificultad para respirar, ignorando la discusión de sus amigos. Se pasó la mano por la frente y al comprobar que estaba comenzando a sudar frío, tomó el antebrazo de Karen.
—Llama a Craig —avisó con la voz quebrada.
En tanto, Craig y Tolkien estaban en el salón, reunidos con Tweek y Jason al fondo del salón, sentados sobre las mesas, junto a la ventana.
—Lo único que les voy a pedir —hablaba Jason, con un tono casi agresivo—, es que olviden todo lo que pasó ese día. No quiero preguntas, no quiero miradas de lástima, no quiero comentarios sobre ella, no quiero...
—Jason, ya —interrumpió Tolkien—, tranquilo, ninguno va a decir nada.
—El único que sigue hablando de eso eres tú —reclamó Tweek.
—¡Craig! —Karen lo llamó desde el umbral—. ¡Tricia se siente mal!
—De nuevo —se lamentó Craig en voz baja, poniéndose de pie.
Craig se fue con Karen, seguido del resto.
Dougie la sostenía abrazado frente a ella, con la cabeza de Tricia apoyada sobre su hombro. Craig le alzó el rostro, mientras el resto la observaba, en silencio. Le revisó sus ojos, luego el abdomen y las palmas de sus manos.
—Hay tiempo todavía —dijo sacando su celular para marcarle a su madre.
—¿Se me nota? —preguntó tratando de alzar su cabeza.
—Ya casi te ves como un personaje de Los Simpsons.
—Idiota —dijo entre una risa débil, mostrándole el dedo medio con dificultad.
Craig se alejó un poco para hablar con su madre.
—¿Qué tienes? —preguntó Tweek, revisándole las palmas de las manos—. Yo no te veo nada.
—Me pongo amarilla.
—¿Amarilla? —preguntó Jason acercándose a verla.
—Mira mis ojos. —Tricia trató de abrirlos con sus dedos y todos se acercaron a ver.
—Oh, es cierto —dijo Tweek.
Dougie trató de acomodar a Tricia, momento en que esta se desmayó y cayó hacia un lado, Jason alcanzó a detenerla con sus brazos y entre ambos trataron de acomodarla sobre Dougie.
—¡Craig, se desmayó! —avisó Tweek.
Jason la alzó y la llevó rápido a la enfermería, mientras los demás se quedaron con Craig, que terminaba de hablar con su madre.
Se abrió paso entre los estudiantes, cargando a Tricia, llamando la atención de varios, entre ellos, Clyde, quien se quedó expectante, siguiéndolos con la mirada hasta la enfermería.
Pronto vio pasar al resto y Karen se quedó atrás poco a poco, hasta que todos entraron y se fue hacia donde estaba Clyde.
—Clyde, dice Craig que no es grave, pero se la tienen que llevar al hospital para que la traten a tiempo y evitar que empeore.
—¿Es por su enfermedad?
—Sí, Tricia nos dijo que a veces tiene recaídas, así que estábamos listos y ya sabíamos qué hacer —dijo con una sonrisa apacible.
—Gracias, Karen —dijo antes de retirarse al salón.
Clyde se apresuró a guardar todo en su mochila y salió por la ventana del lado de Tweek. Aprovechando que los salones estaban vacíos, buscó un basurero al costado de la escuela, lo arrastró hasta la reja y lo volteó, esparciendo un poco de basura. Lanzó su mochila por sobre la reja y subió sobre el basurero. Ya sobre la reja lo botó con el pie para no levantar sospechas y saltó afuera de la escuela.
El timbre del receso sonó y los chicos dejaron a Tricia con la enfermera, para ir a sus salones.
—¿Estás bien? —preguntó Tweek a Craig, de camino.
—Sí —respondió metiendo sus manos en los bolsillos, con la mirada perdida en el suelo.
—Es que parece que no te importara.
—No es eso, solo... Ven conmigo —dijo jalándolo de la mano, guiándolo a una pequeña habitación, donde guardaban los implementos de limpieza.
Craig cerró la puerta y se apoyó para evitar que la abrieran, ya que solo se podía asegurar desde afuera.
—Cuando Tricia se pone mal, solo le hacen una transfusión de sangre, le dan algunos medicamentos y se recupera rápido, pero...
—¿Pero? Craig, ¿por qué sigues ocultando cosas?
—Ninguno es compatible con ella.
—¿Ni siquiera ustedes dos?
—Es que... —Craig alzó la mirada al techo, apoyando su cabeza en la puerta—. No somos hermanos en realidad.
—¿Tienen diferente papá?
—No, ni siquiera conozco a sus padres, solo llegamos el mismo día al orfanato.
Tweek lo abrazó, apoyando su cabeza sobre el pecho de Craig y este le correspondió el abrazo con fuerza.
—Ella puede donarle a cualquiera, pero solo alguien con su mismo tipo de sangre puede donarle. Cada vez que esto pasa tengo que sentarme a esperar que alguien quiera donar, no sabes cuanto me frustra no poder hacer absolutamente nada.
—Si le sirve la mía, te prometo que le voy a donar.
—¿Qué tipo eres?
—Déjame preguntarle a mi mamá.
—¿No sabes?
—No, quien sabe eso —dijo entre risas.
Craig rio un poco desanimado, exhalando aliviado, mientras abrazaba a Tweek.
—¿Ves cómo es mejor dejar de esconder todo, Craig?
—Lo siento.
Regresaron al salón y cada uno se fue a su respectivo asiento. A los pocos minutos, Francis golpeó la puerta.
—¿Por qué a esta hora? —preguntó el profesor en cuanto Francis abrió.
—Estaba en... En la biblioteca.
—No es cierto, vengo de allá. Afuera.
Molesto, cerró la puerta y se sentó en el suelo del pasillo.
—Estúpido Tolkien —reclamó Francis, apoyándose en la pared.
Tweek se inclinó a hablarle a Jason.
—¿Qué tipo de sangre eres?
—¿Roja?
—La misma que yo —comentó entre risas—. Pregúntale a tu papá, Craig dijo que Tricia necesita donantes.
—¿Y de qué tipo?
—No sé, pero pregunta y a tu papá también.
Tweek se pasó el resto de la jornada consultando por mensaje a sus conocidos y le preparó a Craig una lista, la que le dio en cuanto finalizaron las clases.
—Listo, Craig, aquí están todas las personas que conozco y su tipo de sangre —dijo sonriéndole.
—Gracias —dijo un poco cabizbajo.
Craig revisaba la lista, momento en que Francis entró al salón a guardar sus pertenencias.
—¡Hasta que apareces! —reclamó Jason.
—Pero si no me dejaron entrar, no fue culpa mía —dijo con evidente molestia.
—No habría pasado si dejaras de evitarnos —comentó Tolkien en voz alta.
Francis se quedó en silencio, guardando sus cuadernos.
—¿Están todos de malas hoy? —preguntó Tweek, regresando a su lugar—. Hay como un ambiente hostil.
—Supongo que sí. —Francis tomó su mochila, saliendo del salón a paso rápido y seguro.
—¿Y por qué se fue así? —preguntó Tweek.
—Ni idea, anda raro —dijo Jason con indiferencia, yendo al lugar de Craig—. No creo que los esté evitando.
—No sé, pero ya empieza a ser molesto. —Tolkien tomó su mochila y salió del salón.
—Tweek, iré con mamá al hospital, no me voy a ir contigo hoy.
—Ve, más tarde te llamo.
Craig salió del salón y Jason se volteó a ver a Tweek, mirándolo sin decir nada.
—¿Qué? —preguntó Tweek, confuso.
—¿No crees que se está yendo todo a la mierda?
—Me duele admitirlo, pero creo que sin Clyde esto no funciona bien.
—¿Tú crees?
—Piénsalo, Craig y Tolkien se llevan bien, pero los dos son listos, dos personas listas analizan y cuestionan, nunca son felices, necesitan una persona estúpida a su alrededor.
—Puede ser.
Tweek se cruzó de brazos, molesto.
—Y ahora Francis anda raro, pero es porque no tenemos a un enemigo común cerca.
—No creo que sea eso.
—Apuesto a que sí, ya no tiene con quién descargar su histeria.
—No sé cómo llegaste a esa conclusión, pero estoy seguro de que no es eso.
—Claro que sí, no veo otra explicación.
—Tu mente a veces es fascinante.
—¿Verdad que sí? —preguntó comenzando a caminar, saliendo del salón.
—¿Cómo rayos llegó a esa conclusión tan estúpida? —comentó entre risas, siguiendo a Tweek.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en el hospital, Tricia ya había sido trasladada, mientras Clyde esperaba su turno en el banco de sangre.
—"¿Y si ya no le gusto? ¿Y si quiere terminar? No hemos vuelto a hablar desde ese día. Espero que con esto me perdone. Ahora sí que me deja llegar a segunda base por lo menos, con eso me conformo" —pensaba golpeando sus dedos sobre la mesa.
—Veamos —dijo una enfermera, sentándose frente a él, mientras leía sus datos en un documento—. Dime, Clyde, ¿alguna vez has donado sangre?
—No, no me gustan las agujas.
—¿Has recibido transfusiones en los últimos seis meses?
—No, solo de niño.
—¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones sexuales sin protección?
—No vine aquí para que me humillen —reclamó cruzándose de brazos—. Soy virgen, mi novia no me deja ni tocarla, ¿sabe cómo se siente eso?
—Lo siento —dijo entre risas, pero luego cambió su expresión por una más seria—. Espera, ¿esa niña es tu novia?
Clyde tragó saliva.
—No, no —dijo seguido de una risa nerviosa—. Ella no... no.
—Bien, sígueme—dijo levantándose de su asiento.
Clyde respiró profundo para tomar valor, la siguió y se sentó en el sillón para extracciones.
—Me impresiona lo rápido que viniste, Clyde —dijo en tanto preparaba los implementos, dándole la espalda—. Llegaste incluso antes que ella. La transfusión se le hará mañana, por si quieres venir a visitarla, hoy la tendremos en observación, puedes venir por la tarde.
Clyde no respondió, hacía ejercicios de respiración, tratando de calmarse, con la mirada clavada en el techo, sobando sus manos temblorosas.
—¿Estás bien? —preguntó la enfermera, volteándose a verlo, sosteniendo la aguja, momento en que Clyde se desmayó.
La enfermera resopló con fastidio y le dio pequeños golpes en su rostro mientras lo llamaba por su nombre.
—No puedo sacarte sangre así —regañó en cuanto reaccionó, tomándole el pulso.
—Deme un minuto —dijo con voz temblorosa.
—Si te da miedo, es mejor que no lo hagas, pero piensa que ella lo necesita para recuperarse.
—Lo sé, por eso vine —dijo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y alzó su brazo, cerrando sus ojos—. ¡Hágalo!
Antes de que le inyectaran la aguja, Clyde le quitó la mano a la enfermera, pidiéndole un poco más de tiempo y al cabo de unos segundos, le pidió que continuara, pero nuevamente le quitó la mano. Mantuvo su comportamiento por varios minutos, hasta que la enfermera se hartó y llamó a un enfermero de gran estatura y robusto.
—Afírmalo —ordenó la enfermera.
Clyde lo miró asustado, pero el enfermero no lo dudó y lo sostuvo con fuerza. Mientras forcejeaba y gritaba para que lo soltaran, la enfermera lo inyectó, momento en que se desmayó otra vez. El enfermero lo soltó mientras reía y se fue a buscar unas correas, con las que le aseguró ambas muñecas a los reposabrazos antes de que despertara.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en la recepción del hospital, Damien se registraba mientras Pip veía a un niño que bajaban en una camilla desde una ambulancia y lo entraban corriendo a la sala de urgencias.
—Se va a morir —anunció Pip a Damien, quien se dirigía al ascensor—. Su aura estaba negra, ya no hay nada que hacer.
—¿Cuánto tiempo tiene desde que se vuelve negra? —susurró subiendo al ascensor.
—Segundos. Antes de morir se torna gris, en ese momento, aún puede salvarse.
Damien se quedó pensando por un momento antes de presionar el botón del ascensor.
—¿Qué tienes? —preguntó Pip.
—No quiero que me digas cuando llegue mi turno —dijo presionando el botón.
—Ya lo sé —dijo abrazándolo.
Ambos bajaron, dirigiéndose a la habitación diecinueve. Damien abrió la puerta lentamente y entró seguido de Pip, que se hizo visible en cuanto Damien cerró la puerta.
Adentro, Jimmy estaba en una camilla, con varios cables conectados a su cabeza y pecho, que monitoreaban sus signos vitales.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Damien.
—B-b-bien, sup-pongo —respondió Jimmy, apagando una televisión frente a su camilla.
—¿Ya les dijiste?
—No, aún n-no. ¿Cómo est-tán?
—Igual de idiotas.
Jimmy rio y dirigió su mirada a Pip, que ya estaba junto a su camilla.
—¿Q-qué le pasó? ¿Por qué se ve más gra-gra-grande?
—Ahora soy denso —anunció con emoción, tocándole su antebrazo—. ¿Me puedes escuchar?
—Sí. ¿Cómo lo hi-hiciste?
—Absorbí mucha energía, bueno, cuando estés en este plano, te puedo enseñar si quieres.
—N-no, yo quiero cruzar al otro lado, no q-quiero qued-darme aquí.
—Como prefieras, te dije que te iba a ayudar a cruzar.
—Clyde está abajo —interrumpió Damien—. Lo vi entrando al banco de sangre.
—¿Clyde don-nando sangre? —preguntó extrañado—. Pero si le t-t-tiene miedo a las ag-gujas.
—No tengo idea de qué hace aquí.
—¿La tienes? —interrumpió Pip.
—Allí. —Jimmy señaló un mueble al costado de su camilla.
Damien abrió un cajón, del que sacó una carta, que guardó en el bolsillo de su chaqueta.
—¿Solo una? —preguntó Damien.
—S-sí, dásela a los dos ese día. —Dirigió su mirada a Pip—. ¿Cuánto falta?
—No lo sé, pero aún no.
—M-mierda, Quiero morir pronto —reclamó con fastidio—. Est-toy harto de los hosp-p-pitales, estoy harto de vivir as-sí.
—No debiste decirle, Pip —regañó Damien, negando con su cabeza.
—No, no, gracias —dijo Jimmy, tomándole la mano sobre su antebrazo—. Me dio tiempo de p-prepararme y alej-jarme de los chicos, así m-me olvidan y no sufren tanto.
—Ya tienes un reemplazo —dijo Damien, ganándose una mirada de desaprobación de Pip—. Se llama Craig.
—Es agradable —agregó Pip.
—Sí, me agrada también —dijo Damien.
—Q-qué bueno —dijo apartando la mirada, con tristeza.
—Ah, Damien, ¿lo ves?
—¡N-n-no, no! Me alegro, de verd-dad. Es solo que me c-cuesta imaginarlos ri-riendo con alguien más, pero est-toy harto de est-ta mierda, ya ni siquiera puedo caminar, estoy harto de las operacio-o-ones, ya no quiero nada de esto.
Damien y Pip solo se miraron y se quedaron en silencio.
—D-Damien, ¿puedes dej-jarnos solos un mom-mento?
Damien salió de la habitación y se sentó afuera a esperar.
—Ya sabes cómo es —dijo Pip.
—N-no importa. —Jimmy se acomodó y bajó un poco el tono de su voz—. Pip, hace días, escuché a unas enfermeras hab-blando sobre el padre de Stella, dijeron que se lo llev-varon a prisión, pero volvió al ho-hospital al día siguiente y falleció.
—Pero él no es ningún peligro para Damien, además no lo he visto, supongo que cruzó.
—S-sí, pero dijeron que antes de f-fallecer, le hablaba a Stella, como si estuviera ahí.
—Es imposible, la expulsé de este plano.
—S-solo te digo lo que esc-cuché.
—De todas formas, planeo escaparme uno de estos días, Damien no me deja tener mi día libre porque tiene miedo, ahora que soy denso no sabemos lo que puedo hacer, pero ya no necesito su energía, descubrí que me alimento de miedo, así que algunas noches me escapo a asustar a alguien al azar, pero eso me dura por semanas.
—P-pobre de ti, con lo que te g-gusta joder.
—Jaja. Sí, pero ahora todo es mejor, hasta puedo sentir lo que toco. ¡Es genial!
—N-no entiendo cómo puedes d-disfrutar estar m-m-muerto.
—Te aseguro que me divierto más ahora que cuando estaba vivo, deberías intentarlo.
—No g-gracias —dijo entre risas—. Ya ve con D-Damien, gracias por venir.
—Bien. Recuerda, cuando pase, espérame aquí, vendré enseguida.
—Claro —dijo sonriéndole.
Pip salió de la habitación a reunirse con Damien e ir a casa.
Jimmy miró su celular a su lado, el que ya no recibía mensajes con tanta frecuencia como antes.
—Ya c-casi me olvi-vidan —comentó sonriendo aliviado antes de encender la televisión.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En el banco de sangre, Clyde, aún atado, evitaba mirar mientras le retiraban la aguja y respiró aliviado.
—Debes esperar media hora —advirtió la enfermera mientras lo desataba.
—¿Cuándo le van a decir que le doné? ¿Mañana?
—¿De qué hablas? Las donaciones son anónimas —comentó mientras se retiraba.
—¿Qué? Pero... —comentó con decepción.
Otra enfermera le entregó una leche con chocolate para recuperarse, momento en que se acercó su padre y se agachó a su lado.
—Estás tan pálido —dijo mientras reía.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Clyde.
—Cuando me avisaste que vendrías a donar sangre, supuse que iba a pasar algo así.
—¡Fue horrible! —se lamentó antes de continuar bebiendo la leche.
La enfermera se aproximó a Clyde, sosteniendo un documento.
—¿Sabías que tu tipo de sangre es escaso? —preguntó la enfermera a Clyde—. Las personas con tu tipo de sangre pueden donarle a quien sea, pero solo alguien con tu mismo tipo puede donarte a ti. ¿Puedo dejarte en el registro para contactarte cada vez que alguien lo necesite?
—No.
—Pero donar sangre salva vidas.
—Me importa la vida de Tricia, no la de los demás.
—¡¿Tricia?! —reclamó su padre, molesto—. ¡¿La hermana de tu amigo?! ¡¿Con ella estás saliendo?!
Clyde se quedó en silencio, mirando a algunas personas que se voltearon a verlo y la enfermera prefirió retirarse.
—Clyde, tiene catorce —regañó su padre en voz baja.
—¿Cómo lo sabes?
—Craig está con su mamá afuera y estábamos conversando.
—¿Craig está aquí? ¿Le dijiste que yo estaba donando?
—Tiene catorce años, Clyde.
—Lo sé. —Clyde miró a las personas a su alrededor.
—¿Por qué siempre son niñas?
—Hablémoslo en casa, ¿sí?
—Te espero en el auto —regañó saliendo de la sala.
Asustado, se bebió el resto de leche de golpe y se levantó para salir. Abrió la puerta lentamente, encontrando a Craig de brazos cruzados, con el ceño fruncido, apoyado en la pared, esperándolo.
—Qué frío hace hoy, ¿no? —preguntó Clyde, comenzando a caminar.
—Dime que no eres tú el que sale con mi hermana.
Clyde se detuvo y se quedó en el lugar, sin voltearse, apretando sus puños sobre su vientre.
—¿Yo? No.
—¿Y qué haces aquí?
—Tenía ganas de donar sangre. —Clyde se volteó a verlo—. Y dio la casualidad de que tenía el mismo tipo de sangre que ella.
Craig hizo un movimiento brusco, extendiéndole la mano, por lo que Clyde cerró sus ojos, esperando un golpe.
—Gracias, Clyde.
Abrió sus ojos lentamente, conteniendo la respiración y se relajó al verlo esperando estrechar su mano.
—Por nada —dijo estrechándole la mano.
Craig se retiró a reunirse con su madre y Clyde respiró aliviado, finalmente se fue con su padre, suponiendo que Craig no había sospechado nada.
—¡Catorce, Clyde! —alegó su padre en cuanto subió al auto.
—¡Ya sé! —reclamó cerrando la puerta de golpe.
—¿Que no tienen códigos entre ustedes? ¡Todos saben que las hermanas de amigos no!
—¡Ya sé!
—¡Mierda, Clyde! ¡Catorce! —Golpeó el volante con ambas manos.
—¡Ya sé! —reclamó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¡¿Y por qué lloras?!
—¡No sé! —Clyde secó sus lágrimas con su manga, alterado—. ¡Ahora lloro por cualquier cosa!
—¡Siempre lloras por cualquier cosa!
—¡Pero ahora es peor! —Se volteó a ver a su padre, quitándose sus gafas—. ¡Ayúdame!
Su padre lo abrazó, acariciando su cabeza y tratando de calmarse.
—A ver... —respiró profundo y alejó a Clyde, tomándole el mentón— ¿Por qué estás llorando?
—¡No sé! ¡Yo...!
—No, Clyde, no grites.
Intentó calmarse, mientras lloriqueaba con la respiración entrecortada, hasta que logró hacerlo.
—Ahora sí. ¿Por qué estás llorando?
—Quiero disculparme con Craig, pero no quiere escucharme. Quiero que Tolkien vuelva a ser mi amigo, pero no quiere hablarme. Quiero que Tricia me perdone, pero tampoco quiere hablarme. Quiero que Kenny deje de molestarme, pero es más grande que yo. ¡¿Por qué todos son más grandes que yo?! —Cubrió su rostro con ambas manos—. ¡¿Por qué todos se alejan de mí?! ¡¿Por qué se alejan como si no les importara nada?!
Su padre lo abrazó nuevamente.
—Primero, ¿qué tiene de especial Tricia?
—Es... Con ella todo ha sido diferente, al principio lo tomé como un desafío, iba a ser una más, pero de alguna forma logró que no fuera así. ¡Mírame! Acabo de donarle sangre. ¿Qué mierda pasó conmigo?
—¿y qué pasó con Tolkien?
—Ya no quiere hablarme por Craig.
—¿Y qué pasó con Craig?
—Es gay.
Su padre se quedó en silencio por un momento.
—¿Ese es el problema?
—¡Sí! Bueno, no tanto, pero fui el último en enterarme, no fue capaz de decirme nada, todos sabían, hasta Tolkien.
—Entonces ¿quién crees que fue el problema?
—¡Ya sé! —reclamó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¡¿Y por qué sigues llorando?!
—¡No sé!
Su padre arrancó el auto, mientras lo veía por el rabillo del ojo.
—Clyde, me parte el alma verte así, pero supongo que era la única forma de que entendieras que el que estaba mal eras tú.
—¡Ya sé! Pero Craig no quiere escucharme.
—Entonces busca otros amigos.
—¡No quiero otros amigos! ¡Los quiero a ellos!
—Entonces sigue intentándolo.
—¡Pero no quiso escucharme!
—Inténtalo de nuevo y si no quiere, lo intentas hasta que quiera.
Clyde se calmó un poco y miró a través de la ventana a una pareja que caminaba de la mano, haciéndolo llorar más.
—¿Por qué lloro tanto? —preguntó volteándose a ver a su padre, secando sus lágrimas.
—Se llaman sentimientos.
—¡Pues no me gustan! —se lamentó lloriqueando.
Su padre se volteó a verlo y no pudo evitar reír, provocando que Clyde se enojara.
—¡Déjame! —gritó molesto.
—¿Bebemos una cerveza cuando lleguemos a casa?
—Sí —respondió decaído.
—Mi pobre Clyde —dijo acariciándole la cabeza.
Chapter 27: ¡Pelea!
Chapter Text
Dos semanas más tarde, en casa de Tweek, mientras dormía, Francis abrió de golpe la puerta de su habitación.
—¡A levantarse! —anunció con emoción, dejando su mochila en el suelo.
Jason entró luego de Francis, bostezando y lanzó su mochila al suelo.
—¡Tweek, levántate! —continuó Francis, moviéndolo con fuerza.
—Ya sabes que tiene el sueño pesado —reclamó Jason, haciendo a un lado a Tweek, acostándose junto a él.
—¡No te duermas, Jason! —reclamó Francis.
—Ay, ya cállate, son las seis cuarenta y cinco de la mañana —regañó cubriendo su cabeza con el edredón.
Tweek se movió un poco, acomodándose junto a Jason.
—¡Tweek! —gritó Francis, lanzándose sobre ambos.
—¡Quítate! —regañó Jason.
—Sí, un poco —balbuceó Tweek, entredormido.
—¿Un poco qué? —preguntó Francis.
Francis rodó sobre ambos, ejerciendo peso sobre Tweek.
—¡Levántate, Tweek!
La madre de Tweek entró a la habitación, ganándose la atención de ambos, que se voltearon a verla expectantes.
—Ya está listo —anunció con emoción.
Ambos corrieron fuera de la habitación, dejando a Tweek, que continuó durmiendo. La siguieron hasta la cafetería, donde los esperaba el padre de Tweek con varias tazas, vasos, frascos, botellas de licor, bizcochos y galletas sobre una mesa, mientras llenaba una jarra con café.
—¿Tweek no despertó? —preguntó su padre, dejando la jarra sobre la mesa.
—No, ya sabe cómo es —respondió Francis.
—Se lo pierde —dijo Jason, ansioso por comenzar.
Francis, Jason y Tweek, aunque generalmente Tweek no despertaba a tiempo, dos o tres veces al año, se reunían en el café antes de ir a la escuela para probar nuevos sabores de café y a la vez, hacer sus propias creaciones, mezclando diferentes ingredientes y esencias. Comenzaron hace tres años y gracias a esto, la cafetería se mantenía en constante innovación. Usualmente los sabores que creaba Jason eran bien recibidos por los adultos y los de Tweek por los más jóvenes, en cambio, Francis, a pesar de que a veces creaba sabores nuevos, era mejor para sugerir acompañamiento de bizcochos o galletas con los nuevos sabores.
Cerca de las siete treinta, Tweek entró a la cafetería, ya preparado para ir a la escuela, cargando las mochilas de ambos.
—¡¿Por qué no me despertaron?! —reclamó a ambos, que ya casi se acababan las galletas.
—Me faltó poco para saltar en la cama —regañó Francis.
—Yo hasta me acosté.
—Pero no debieron empezar sin mí.
—Se hace tarde —regañó su madre—, ¿qué vas a hacer?
Tweek pensó por un momento, tomó una taza con café, le añadió un poco de varias esencias frutales y un toque de leche condensada, mientras su padre tomaba nota. Lo probó y le dio la taza a su madre, quien asintió con la cabeza y luego su padre, aprobando el nuevo sabor.
—Se llamará... —Tweek pensó un momento—. Frutifé lacteado.
—Qué mierda de nombre —se quejó Jason.
—¿Y qué hiciste tú?
—Carajillo Macchiato.
—Ya había carajillo.
—Pero este es Macchiato —dijo ofreciéndole su taza.
Antes de que Tweek la tomara, su madre intervino, quitándole la taza a Jason.
—Solo era para esto, ya les dije que nada de beber —regañó entregándole la taza a Richard.
—Pero, mamá, Jason bebió.
—¿Y si come caca tú también?
—Ya sabes que sí.
—Pues no vas a beber. Se hace tarde —regañó entregándoles sus mochilas.
El padre de Tweek, en vasos desechables del tamaño más grande, le preparó a Jason su café favorito, un Cappuccino sin azúcar; a Francis un Cuádruple Choka-Moka, su creación del año pasado, un café con cuatro tipos de chocolate, leche y un toque de espuma; a Tweek su nueva creación, a la que Tweek le añadió azúcar, además de galletas para cada uno, las que guardaron para el receso y se dirigieron camino a la escuela.
Mientras caminaban y bebían sus cafés, Jason divisó a lo lejos a Cartman, que conversaba con Ike.
—¿Me dejas probar tu café, Tweek? —preguntó Francis, desviando la atención de Jason hacia ellos.
—Ah, sí, yo también quiero —dijo Jason.
—Un poquito —regañó Tweek, frunciendo el ceño.
—Estos vasos son de medio litro, no seas así. —Francis tomó el vaso de Tweek, entregándole el suyo.
Francis bebió un poco y se lo entregó a Jason, tomando su vaso de regreso.
—Está bueno, Tweek.
—Un poquito —insistió Tweek, vigilando a Jason.
—Mierda, tanta azúcar —se quejó Jason, regresándole el vaso, bebiendo del suyo para quitarse el sabor—. No está tan mal, pero tiene leche condensada, el azúcar está demás.
—No, así está bien. —Tweek bebió de su vaso.
—El tuyo no lo he probado —dijo Jason, tomando el vaso de Francis.
Bebió un poco del café de Francis y con una expresión de asco, le quitó la tapa y lo escupió de regreso al vaso.
—¡Qué asco, Jason! —se quejó Francis, quitándole el vaso.
—¿No pudiste hacerlo más dulce? — se quejó antes de quitarse el sabor con su capuccino.
Francis miró su vaso y asqueado, se lo regresó a Jason.
—Ya no lo quiero, asqueroso de mierda.
De forma repentina, Clyde llegó junto a Jason, caminando a su lado, en silencio y los tres se voltearon a verlo.
—Solo déjenme ir con ustedes —dijo un poco temeroso.
—¿Qué te...? —preguntó Francis.
—El hombre de la capucha está más atrás —interrumpió con nerviosismo.
—¿Te está siguiendo? —preguntó Tweek, volteándose a ver.
—No sé.
—Yo no veo nada.
—No lo veas —dijo Francis.
Jason se volteó a ver, pero tampoco lo vio.
—Te estás volviendo loco, ex garrapata de Craig.
—Estaba ahí, Marceline, entre los árboles.
—¿Es él el que te habla? —preguntó Tweek en tono burlesco.
—Búrlense todo lo que quieran, sé que me hablaron.
—Ya, déjenlo que vaya con nosotros, a mí también me da un poco de miedo ese sujeto —interrumpió Francis.
—Gracias —dijo Clyde, manteniendo su mirada en el suelo.
—Te ves nervioso —dijo Jason, que miró el vaso de Francis por un momento y se lo ofreció a Clyde, sonriéndole—. ¿Quieres café?
Clyde lo recibió y bebió un poco, mientras Tweek reía de forma discreta y Francis negaba con su cabeza.
—Está bueno, ¿de qué es? —preguntó Clyde.
—Cuatro tipos de chocolate y... un ingrediente especial. —Jason evitaba reír mientras bebía su café.
Continuaron su camino hasta la escuela, donde Clyde se adelantó a llegar al salón luego de agradecerles, chocando con Tricia, que ya había regresado a la escuela, pero Dougie la jaló del brazo a su salón, impidiéndoles siquiera mirarse.
—Eres asqueroso, Jason —se quejó Francis, viendo a Clyde que tiraba el vaso ya vacío al basurero.
—Si lo piensas bien, eso fue un beso indirecto —intervino Tweek.
—Francis también bebió, así que fue un beso de tres —se burló Jason entre risas.
—¿Quién se dio un beso de tres? —preguntó Tolkien, tras ellos.
—Nadie —dijo Francis, apurando el paso.
—¿Me está evitando solo a mí o a Craig también?
—Ni idea, pero dice que no los está evitando —dijo Tweek, tirando su vaso.
—Francis es raro, siempre ha sido raro —dijo Jason, antes de terminar su café y tirar el vaso.
—Hace días dejó de actualizar sus historias, creo que algo le pasa.
—¿Las sigues leyendo? —preguntó Jason, volteándose a verlo.
—Sí, ya les dije que tiene talento, solo le falta pulirlo.
—Eres igual de raro. —Jason entró al salón, dirigiéndose a su asiento.
—Trataré de hablar con él —dijo Tweek, entrando al salón.
—No, no le digas nada, tengo la sensación de que eso podría empeorarlo.
—Como prefieras —dijo yendo a su lugar.
Craig aún no llegaba y Tolkien se fue a su asiento, mientras le enviaba mensajes a Nichole.
El profesor entró al salón, comenzando la clase de inmediato, momento en que llegó Craig y luego de sonreírle a Tweek en tanto iba a su lugar, Clyde se cambió al asiento junto a Tolkien.
—¿Por qué no vino Nichole?
—Está enferma.
—Ah —exhaló asintiendo con la cabeza lentamente.
Se miraron por un instante, esperando a que el otro continuara la conversación.
—¿Necesitas algo, Clyde?
—No.
Clyde se volteó a hablarle a Craig, que ya había comenzado a escribir.
—¿Hoy sí podemos hablar, Craig?
Craig no levantó la vista de su cuaderno, solo frunció el ceño y se quedó en silencio.
—Por favor... —Se quedó esperando una respuesta, pero continuaba siendo ignorado—. Craig.
—Por quincuagésima octava vez, Clyde, no —enfatizó sin mirarlo.
Molesto, Clyde se cambió al asiento vacío junto a Tweek, ganándose la atención de Francis que se volteó a verlo extrañado, al igual que Tweek.
—¿Me prestas tu cuaderno, Tweek? —preguntó evitando mirarlo.
—Lo de esta mañana no nos hace amigos —reclamó tomando su cuaderno, alejándolo de su alcance.
—Ya sé. ¿Me lo prestas, por favor, Tweek?
—¿Para qué?
—¿Me lo prestas, por favor?
—Ten —dijo Francis, dándole su cuaderno.
—Gracias, Francis. Quiero que me hagan un favor y también díganle a Craig —dijo tomando el lápiz de Tweek, comenzando a escribir en la última hoja—. Jason, ¿puedes voltearte?
—¿Quién? —preguntó sin voltearse.
—Tú.
—¿Yo?
—Sí.
—Sí —dijo sin voltearse.
Clyde esperó un momento, pero Jason no se volteó.
—¿Puedes voltearte? —insistió tratando de no perder la calma, tocándole el hombro.
—¿Quién?
—Tú.
—¿Yo?
—Sí.
—Sí.
—¿Tienes ganas de joder? —preguntó molesto.
—¿A quién?
—A mí.
—¿A ti?
—¡Sí!
—Sí.
—¡Jason, ya! —reclamó Francis, golpeándole el brazo.
Jason se cruzó de brazos.
—Es que sí puedo, pero no quiero.
—Jason, así no se va a ir nunca de aquí, ya tuvimos suficiente Clyde por hoy —dijo Tweek.
Se volteó de inmediato.
—¿A qué debemos el honor de tenerte con nosotros otra vez, ex garrapata de Craig? —preguntó fingiendo una sonrisa.
Clyde lo miró con molestia y respiró profundo para mantener la calma.
—Esta es la dirección de Tolkien —dijo regresándole el cuaderno a Francis—. El 20 de junio es su cumpleaños, quiero que vayan a su casa ese día.
—No nos ha invitado —dijo Tweek.
—Ni lo hará.
—¿Entonces lo vamos a obligar a que nos invite? —preguntó Jason.
—No, no le digan que lo saben, tampoco que yo les dije, se va a enojar. Solo vayan a su casa ese día.
—Pero si no nos invita, no podemos ir así —dijo Francis.
—Por favor.
—Pero ¿porq...?
—Por favor —insistió Clyde—. No le digan nada, solo vayan.
—¿Adónde? —preguntó Jason.
—A casa de Tolkien.
—¿Cuándo?
—Acabo de decirlo, Marceline, el 20 de junio. Justamente es día viernes así que imagino que no tendrán problemas para ir.
—¿Adónde? —insistió Jason.
—¡A su casa! —reclamó Clyde.
—¿Cuándo?
—¡¿Amaneciste chistoso?! —reclamó golpeando la mesa.
—¿Quién?
—¡Tú!
—¿Yo?
—¡Sí!
—Sí —dijo sonriéndole.
—¡Váyanse a la mierda! —reclamó regresando a su asiento.
Mientras Tweek y Jason reían, Francis desvió su atención a Tolkien por un momento.
—Yo no quiero ir —dijo Francis.
—¿Ves que los estás evitando? Tolkien ya se dio cuenta —dijo Tweek.
—No los estoy evitando, solo... me parece descortés ir sin ser invitados.
—¿Y desde cuándo tan cortés? —preguntó Jason.
—Francis —dijo Tweek, tomando su antebrazo—, piénsalo, son millonarios, ¿te imaginas la cantidad de comida que debe haber ahí?
—Tweek, apuesto a que tiene una chiquipulta en su patio —dijo Jason, emocionado.
—¿Chiquipulta? —preguntó Francis.
—¡Oh, sí! —dijo Tweek, poniendo ambas manos sobre sus mejillas—. ¡Y un McDonald's!
—¿De qué mierda están hablando?
—¡Silencio allá atrás! —reclamó el profesor, mirando a los chicos.
Francis se volteó un poco molesto, seguido de Jason.
—"Mierda... Necesito sacármelo de la cabeza antes de ese día" —pensó Francis, continuando su tarea.
—"Si tiene limusina, le voy a pedir que me lleven a casa en una" —pensó Jason.
—"Voy a comer hasta morir" —pensó Tweek.
Las clases continuaron con normalidad, pero pronto fueron interrumpidas por Ike, que abrió la puerta de golpe.
—¡Kyle! ¡Me quiere pegar! —anunció con angustia, mientras todos lo veían correr a su asiento.
Kyle se levantó confuso, en tanto Ike se escondía tras él.
Dougie llegó corriendo y bloqueó el paso con ambas manos, sosteniendo el umbral, momento en que Tricia se asomó lentamente por la ventana junto a Tweek y aprovechando que Ike se encontraba de espalda a ella, se sostuvo del cabello de Francis para impulsarse y subió sobre la mesa de Tweek.
—Ahora sí te mato, hijo de puta —amenazó bajando de la mesa, con el ceño fruncido.
Tweek la veía en silencio, mientras Jason se reía de Francis, que sobaba su cabeza.
—Me cae tan bien la niñita —comentó Jason entre risas, siguiéndola con la mirada.
Ike volteó a Kyle de golpe hacia Tricia, que se acercaba decidida.
—¡Tranquila! —dijo Kyle, protegiendo a Ike en su espalda—. ¿Qué pasó?
Tricia le mostró un enorme mechón de cabello en su mano, furiosa.
—¡¿Otra vez le cortaste el cabello?! —reclamó Craig, poniéndose de pie.
—¡No, yo no! —dijo escondiendo su rostro entre la sudadera de Kyle.
Tricia se lanzó a golpearlo, pero Kyle le sostuvo las manos.
—¡No toques a mi hermana! —amenazó Craig, aproximándose a Kyle.
—¡Tranquilo! —intervino Stan, interponiéndose entre ambos, empujando a Craig—. Mejor controla a la loca de tu hermana.
El profesor los regañaba, pero nadie le prestaba atención.
Kyle forcejeaba con Tricia, mientras Craig y Stan se empujaban uno a otro, entre amenazas de golpearse.
—No te entrometas, Marsh —amenazó Craig, empujándolo.
—No le tengo miedo a los maricas —dijo empujándolo.
Dougie entró al salón a ayudar a Tricia, pero Kenny se interpuso en su camino, sosteniéndolo con ambos brazos.
—¡Suéltame, Kenny!
—No te metas donde no te llaman —dijo antes de pasarle la lengua por la oreja.
—¡Qué asco! —se quejó tratando de soltarse.
Cartman se alejó, resguardándose en el lugar junto a Tweek.
Stan empujó a Craig, momento en que Kyle dobló la mano de Tricia con la intención de que se alejara y esta se quejó de dolor, por lo que Craig le dio un golpe de puño a Stan en la mejilla.
—¡Pelea! —gritó Jason antes de que el resto de alumnos comenzara a animarlos.
Craig empujó a Stan, pero este lo empujó de regreso y mientras forcejeaban, Tolkien intentó detenerlos y Stan lo empujó con fuerza, haciéndolo chocar con unas sillas, cayendo sobre Annie.
—¡Quítate! —reclamó Annie, levantándose de golpe.
Tolkien cayó al suelo y mientras Clyde le extendía su mano para ayudarlo a levantarse, Annie aprovechó de darle una patada en el estómago.
—¡¿Qué mierda, Annie?! —reclamó Clyde haciéndola a un lado.
—Deja de interponerte entre Craig y yo —amenazó Annie.
—¡Ni siquiera te mira, loca de mierda! —Tolkien se levantó sosteniendo su vientre.
Annie se alteró más y al intentar lanzarse a golpearlo, Clyde la sostuvo mientras esta los insultaba.
Tweek quiso ir en ayuda de Craig, siendo detenido por Cartman, que le bloqueó el paso con su cuerpo.
—¡Quítate! —ordenó Tweek.
—Oblígame —dijo cruzándose de brazos, dándole la espalda.
—¡Pégale, Tweek! —animó Jason.
Tweek lo tomó por el cuello, tratando de hacerlo a un lado, pero Cartman evitaba moverse con todas sus fuerzas.
—¡Quítate, gordo de mierda! —gritó Tweek.
Francis veía a Tweek y Cartman, pero se mantuvo junto a Jason, quien ahora animaba a Craig.
Cartman mordió la mano de Tweek y este, enojado, dejó de contenerse y lo derribó de golpe. En tanto iba en ayuda de Craig, Cartman se levantó y Francis se interpuso en su camino, le tomó la cabeza y la jaló de golpe golpeándolo con la rodilla, provocándole sangrado al instante.
—¡Eso, Francis! —animó Jason.
—¡Me rompiste la nariz, otaku marica!
—¡¿Sabes cuánto me regañó mi mamá por tu culpa?! —alegó apretándole la nariz, provocando que gritara de dolor.
Cartman lo empujó y Francis lo intentó, pero no logró moverlo de su lugar, asustado, apretó sus puños y le dio una patada en la entrepierna. Cartman se lanzó al suelo quejándose de dolor y Francis regresó junto a Jason a animar a Tweek. Entre el caos, lo perdió de vista, así que se subió a su mesa y mientras lo buscaba, notó a Tolkien en el suelo, cubriendo su cabeza, ya que Annie trataba de golpearlo, mientras Clyde la detenía. Sin dudarlo, se bajó de la mesa y corrió en su ayuda.
Cartman se trató de levantar, pero Jason lo sostuvo con su pie, manteniéndolo en el suelo y continuó animando a Craig.
Tweek se interpuso entre Craig y Stan a tratar de separarlos, pero este lo empujó hacia un lado y Craig, indignado, lo derribó lanzándose sobre él, ahora forcejeando en el suelo. Tweek se levantó rápido y comenzó a animar a Craig, preparado para intervenir si algo salía mal.
—¡Tú puedes, Craig! —animaba Tweek.
El profesor, ya que nadie le prestaba atención, salió del salón a buscar a la directora.
Francis arrastró a Tolkien y le extendió la mano para ayudarlo a levantarse, Tolkien le sonrió como agradecimiento y se levantó rápido.
—¡No vuelvas a llamarme loca! —gritó Annie, tratando de soltarse de Clyde.
—¡Eso eres! —reclamó Tolkien.
En tanto Kyle forcejeaba con Tricia, Craig con Stan, Kenny con Dougie, Clyde se percató de que Ike salía lentamente del salón y se apresuró a detenerlo, soltando a Annie y esta aprovechó el momento para golpear a Tolkien, pero Francis alcanzó a detenerla.
—No vas a salir de aquí —amenazó Clyde, interponiéndose en el umbral.
—¡Pero yo no fui!
—¿Y quién fue?
Ike se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior.
—¡Te pregunté quién fue!
—¡Yo no lo corté! Solo le dije... —Ike bajó la mirada, sosteniendo la parte inferior de su camiseta—. Es que... Ella pensó que fui yo, porque la escuchamos hablando con Karen y Dougie sobre su enfermedad y le dije que ojalá se muriera luego y...
Clyde le soltó un golpe de puño de inmediato, rompiéndole el labio y se lanzó sobre él a golpearlo en el suelo. Al percatarse de esto, Kyle empujó a Tricia, haciéndola chocar con las mesas tras ella y de camino a defender a Ike, Tweek puso su pie, haciéndolo tropezar, se apresuró a levantarle un poco el brazo, apoyándole la rodilla sobre la espalda.
—Un mal movimiento y tu brazo se rompe —aseguró Tweek, por lo que Kyle se quedó en el suelo, asumiendo su derrota.
Jason le extendió su mano a Tricia.
—¿Estás bien?
—No necesito ayuda —se quejó quitándole la mano de golpe antes de levantarse.
Cartman, aprovechando el descuido de Jason, quiso levantarse, pero este lo sostuvo nuevamente con su pie.
—¿Dónde está Ike? —preguntó Tricia, poniéndose de puntillas.
—Clyde le está pegando. —Jason señaló hacia la puerta.
—¿Clyde? ¿En serio? —preguntó subiendo a la mesa de Tweek para verlo.
Ike había logrado quitárselo de encima y Clyde, en el suelo, le sostenía las manos.
La directora, junto al profesor de los chicos y seis más entraron al salón, llamando la atención de todos, que los animaban a seguir peleando. Quitaron a Ike de encima de Clyde, Kenny soltó a Dougie, quitaron a Stan de encima de Craig, momento que este aprovechó para darle un golpe de puño a Stan antes de que lo sostuvieran, Francis soltó a Annie y esta lo empujó con fuerza, cayendo sobre un profesor, que lo sostuvo y llamaron la atención de Jason, que aún los animaba a continuar, afirmando a Cartman en el suelo con su pie sobre su pecho.
—¡No son simios! —gritó la directora.
Le ordenó a todos los profesores que los separaran, enviando a Tweek, Dougie, Tricia, Craig, Tolkien, Francis, Jason y Clyde a la sala de castigos; Kyle, Annie, Stan y Kenny a la oficina de la directora.
Cartman y Ike fueron llevados a la enfermería y los dejaron solos en tanto esperaban a la enfermera.
—No tenías que hacer tanto alboroto, consolador —regañó Cartman, sentándose en la camilla, limpiándose la sangre con la camiseta.
—Hice lo que querías —reclamó estirando su mano, mientras limpiaba la sangre de su labio—. Mi dinero.
—Jaja. Los judíos harían lo que sea por dinero —comentó entregándole algunos billetes.
—Allison lo hizo, también le debes dinero a ella.
—¿Tu novia? ¿Tiene más bolas que tú?
—Me ayudó —dijo estirando su mano—. Su dinero.
—Malditos judíos —comentó entre risas, entregándole algunos billetes más—. Solo no le digas a Kyle.
—Lo sé —dijo guardando el dinero.
Los chicos llegaron a la sala de castigos, donde los sentaron rodeando una mesa rectangular, vigilados por una profesora.
Se sentaron Tolkien en la cabecera, seguido de Jason, Tweek y Tricia, Craig frente a Tolkien, seguido de Clyde, Dougie y Francis, guardando silencio.
Al cabo de una hora, en la oficina, las madres de Craig, Tweek, Francis, Kyle, Cartman; los padres de Jason, Clyde, Stan, Dougie y Kenny; y el padre de Tolkien a través de una videollamada en la computadora, eran informados de la situación por la directora.
En tanto, el timbre del receso sonó y la encargada de la sala de castigos salió un momento, pidiéndole a los chicos que se mantuvieran en orden.
—Si esto pasa a mayores, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Tolkien.
—Pues pelear, obvio —respondió Tweek.
—No, no, no —dijo Craig.
—¿Entonces nos dejamos? —reclamó Tricia.
—¡Tú cállate, esto fue tu culpa!
—¡Nadie les dijo a ustedes que se metieran!
—¡Tú fuiste al salón!
—¡Porque el cobarde se escapó!
—¡Bueno, bueno, ya da igual! —regañó Jason, golpeando la mesa mientras se ponía de pie—. Ya estamos en esto, no podemos hacer nada.
—El diálogo sería una buena opción —sugirió Tolkien.
—¿Diálogo? —Tweek se puso de pie—. ¿Y con quién vas a dialogar? ¿Con Kenny? ¡¿Con Cartman?!
—En eso tiene razón —agregó Clyde—. No se puede dialogar con esos dos y estoy seguro de que con Stan tampoco, quizá con Kyle, quizá.
—¿Lo ves? ¿Crees que van a dejar todo así? —regañó Tweek.
—¡No voy a poner a mi hermana a pelear! —Craig se puso de pie.
—¡¿Y por qué no?! —regañó Tricia, poniéndose de pie.
Francis golpeó la mesa, alzando la voz.
—¡Se callan y se sientan todos! Tweek tiene razón, no van a dejar las cosas así.
—¿Olvidas que Kenny anda armado? —reclamó Craig.
Francis se quedó en silencio, ganándose la atención de Tweek.
—¿Te hizo algo, Francis?
—No —dijo en voz baja.
—Sí —intervino Craig—, y fue por tu culpa, Tricia.
—¡¿Mi culpa?!
—¡¿Quién fue la estúpida que rompió los peluches?!
Tricia se quedó en silencio.
—Por tu culpa, Cartman y Kenny amenazaron a Francis, y ¿sabes qué, Tweek? Estoy seguro de que tú también la ayudaste.
—Sí, la ayudé ¿y qué?
—¡¿Y qué?!
—¡Sí ¿y qué?!
—¿Ustedes lo hicieron? —preguntó Clyde.
—Y lo haría de nuevo —dijo Tricia con indiferencia, cruzándose de brazos.
—Y yo la ayudaría de nuevo —agregó Tweek.
Craig miró a ambos con molestia y apartó la mirada.
—Bueno, aquí hay más de un culpable. ¿Cómo fue que escaló todo hasta este nivel? —preguntó Tolkien.
—No hay más culpables que Tricia —dijo Craig—. Es solo que a Ike le gusta mi hermana y es su forma de llamarle la atención, a ella también le gusta, pero no lo reconoce.
—¿Gustarme? ¡¿Ike?! Hasta él es una mejor opción —reclamó señalando a Francis.
—No debí venir hoy —murmuró Francis, cruzándose de brazos.
—A ver —interrumpió Tolkien—. Tricia, ¿por qué lo hiciste?
—Porque... el gordo necesitaba una lección.
—Sí, pero ¿por qué?
—No fue por Ike, eso te lo aseguro.
—Eso no responde la pregunta.
—No tengo por qué responder tus preg...
—Fue por mí —interrumpió Clyde.
Craig se volteó a verlo lentamente.
—¿Disculpa? ¿Por ti?
—No es lo que crees, Craig. Cartman y Kenny empezaron a molestarme y... —Clyde miró a todos y tragó saliva, armándose de valor—. Me puse a llorar y Tricia me vio.
Craig se volteó a ver a Tricia, frunciendo el ceño.
—Fueron super crueles, Craig y sabes perfectamente que no tolero cosas así, lo estaban molestando porque falleció su mamá.
Se volteó de regreso a ver a Clyde y este solo le asintió con la cabeza.
—Bueno —continuó Tolkien—. ¿Y por qué te estaban molestando si no te juntas con ellos?
—Por... Por Jason —dijo cruzándose de brazos.
—¿Y qué tengo que ver yo?
—Fui a decirle a Kenny que tenía que disculparse porque se burló de que tu mamá se fue.
Jason se quedó en silencio.
—Bien —continuó Tolkien, un poco confuso—. ¿Y por qué estaban Jason, Clyde y Kenny en el mismo lugar?
—Fue cuando Craig se atoró en la alcantarilla —dijo Francis.
—Y yo me atoré por el llavero que me regaló Tweek.
—Ah, claro, ¿entonces es mi culpa? —regañó Tweek.
—No fue lo que dije.
—Pero lo estás insinuando.
—No —dijo Tolkien—. Declaro culpable a Craig.
—¡Já! —se burló Tweek.
—¿Y por qué sería mi culpa?
—¿Quién se atoró?
—Sí, pero por...
—¿Quién fue tan idiota que se atoró? Era tan obvio que tu mano no cabía ahí —insistió Tolkien.
—Sí, pero...
—¿Quién cree que fue culpa de Tweek? —preguntó Tolkien.
Dougie, Craig y Jason alzaron su mano.
—¿Quién cree que fue culpa de Craig? —preguntó alzando su mano.
El resto la alzó.
—Creo que no hay más que hablar, Craig, todo esto es tu culpa.
—No es cierto, no fue mi culpa.
—Ya los escuchaste, Craig —dijo Tweek.
—Pero no es justo.
—La vida no es justa —comentó Tricia, palmeándole la espalda.
En tanto reían, excepto Craig, se quedaron en silencio, mirándose unos a otros, hasta que Jason continuó la conversación.
—¿Saben qué? Sería buena idea que nos preparemos para algo más grande, con Cartman nunca se sabe. Sea quien sea el culpable, va a ir contra cualquiera de nosotros.
—Oh, mierda, mi mamá se va a enojar —murmuró Francis.
—No creo que sea mañana, estoy segura de que van a esperar un buen momento y sería bueno que estemos preparados —dijo Tricia.
—No creo que pase nada —dijo Dougie—, la mamá de Ike es estricta.
—Debemos estar alertas. —Jason apoyó la cabeza sobre su mano—. Cartman va a tardar por lo menos seis semanas en recuperarse y estoy seguro de que va a ir por ti, Francis.
—Ya sé —murmuró cruzándose de brazos.
—Entonces, ¿les parece juntarnos el fin de semana y ver este tema? —preguntó Clyde.
—Es probable que me castiguen —dijo Tweek—, pero puedo escaparme.
—Me van a castigar por meses —aseguró Francis.
—A mí no creo que mi papá me castigue —continuó Clyde—. Supongo que a Jason tampoco, pero no sé a Craig y Tricia.
—No lo sé, nunca me había metido en problemas —dijo Craig.
—Pero si mi mamá cree que tengo la razón, no me castiga, así que dudo que lo haga —continuó Tricia.
Tolkien observaba a todos e inevitablemente sonrió.
—¿Se dan cuenta? —preguntó Tolkien—. Estamos conversando, sin discutir. Todavía podemos ser amigos.
—¿Que no ven películas de superhéroes? —intervino Dougie.
—¿Y eso qué tiene que ver? —preguntó Tricia.
—La liga de la justicia —enumeró uno a uno con sus dedos—, Los vengadores, X-Men, Los guardianes de la galaxia, Los 4 fantásticos, Los Titanes, todos se unen cuando hay un enemigo en común.
Jason, sorprendido, se volteó a ver a Tweek.
—Te lo dije —aseguró Tweek con orgullo.
—Pues este superhéroe no va a participar —dijo Francis.
—Claro que sí —dijo Jason.
—Entonces ¿una tregua? —preguntó Tolkien, extendiendo su mano al centro de la mesa, emocionado.
—Una tregua —dijo Tweek, poniendo su mano sobre la de Tolkien.
—Yo no soy de su grupo, pero me uno —dijo Dougie.
—Bien, ¿por qué no? —Jason puso su mano sobre la de Dougie.
—Yo solo quiero acabar con el gordo de mierda —dijo Tricia, uniéndose.
—Solo por esta vez —se apresuró a decir Clyde, poniendo su mano sobre la de Tricia, ganándose una leve sonrisa de su parte y luego cambió su semblante—. Solo espero que Jason no siga de payaso.
—No cuentes con eso, garrapata.
Craig se quedó de brazos cruzados, mientras todos se volteaban a verlo.
—No cuenten conmigo —regañó apartando la mirada.
—Craig, mientras más seamos es mejor —dijo Tweek.
—Tweek, yo me encargo —intervino Tricia, volteándose a ver a Craig—. ¿Qué habría sido de la tripulación de la USS Enterprise sin el Señor Spock en la misión en Talos IV, Craig?
—¿De qué habla? —susurró Jason a Tweek.
—Cosas de nerds —susurró encogiéndose de hombros.
—Oh, no me vengas con eso, Tricia —reclamó Craig.
—Ambos sabemos que tengo razón. ¿Crees que Tweek es alguien que sabe cuándo detenerse?
Craig se mordió la lengua, mientras fruncía el ceño, molesto.
—¡Bien! —regañó uniéndose al resto.
—¿Francis? —preguntó Tweek.
—Pero no quiero que me peguen.
—Le rompiste la nariz —dijo Tricia.
—Porque Tweek nos enseñó a hacer eso, pero no soy bueno peleando.
—Yo sé que puedes —agregó Tolkien.
—¡Ash! ¡Bien! —reclamó posando su mano sobre la de Craig.
Tolkien se levantó emocionado de la silla y rodeó con su brazo a Craig y Clyde, acercando la cabeza de ambos a la suya.
—No saben cuánto esperé este momento.
Craig apartó la mirada a un lado, mientras Clyde mantenía una leve sonrisa.
—Tolkien, me queda la duda —preguntó Francis—. ¿Por qué te estaba pegando Annie?
Tolkien soltó a ambos, viendo de reojo a Tweek.
—Te tengo una pregunta mejor, ¿por qué me estás evitando?
Francis se quedó en silencio, momento en que la profesora encargada entró al salón regañando a todos para que se quedaran en orden y silencio.
Un par de minutos después, les indicaron que sus padres los esperaban en la entrada de la escuela y se fueron a sus respectivos salones a buscar sus mochilas, procurando comportarse.
De camino a la entrada, Tweek apuró el paso, llegando junto a su madre.
—Yo no empecé —se escusó en cuanto llegó a su lado.
—Luego hablamos —regañó indicándole con su mano en dirección al auto.
Ambos salieron de la escuela, mientras Craig le explicaba a su madre lo sucedido y esperaban a Tricia, quien pronto llegó junto a ellos y su madre la volteó para revisarle el cabello, comprobando que Ike le había cortado mucho más de lo que imaginaba.
—Me quiero ir —dijo Tricia, un poco cabizbaja.
—Sí, pero esperémosla aquí —dijo su madre, mirando a un lado de la calle.
—¿A quién? —preguntó Craig, temeroso al ver el auto de la madre de Tweek acercándose.
En tanto se acercaba, quitó los seguros de las puertas.
—Cámbiate al asiento de atrás —ordenó a Tweek, sentado a su lado.
—¿Por qué?
—Los vamos a llevar a su casa.
—No le digas nada.
—Ya sé, estuvimos conversando y me di cuenta que no sabe lo de ustedes. No me gustó para nada, pero luego hablamos de eso.
Tweek bajó mirando a Craig y se hizo a un lado para que la madre de Craig subiera, esta subió de inmediato y Tricia subió al asiento trasero, dejando la puerta abierta.
—No va a decir nada —susurró Tweek.
Craig solo asintió con la cabeza y en un gesto de cortesía, le indicó con su mano que subiera, sonriéndole. Tweek se mordió el labio, conteniendo sus ganas de besarlo y se acomodó en medio, seguido de Craig. Antes de que arrancara el auto, la madre de Kyle le golpeó el vidrio del lado donde iba la madre de Craig, mientras Kyle y Ike la esperaban más atrás.
—Ah, mierda, Tweek —reclamó su madre sin bajar el vidrio—, de todos los chicos tenías que pelearte con su hijo.
—No tuve opción, mamá.
La madre de Kyle insistió y bajó el vidrio, molesta.
—Sí, Sheila, hablaré con Tweek —dijo con fastidio.
—No vengo a hablar contigo, Helen. —Se dirigió a la madre de Craig—. Debes enseñarle a tu hija a comportarse como una señorita.
—No vas a decirme cómo educar a mis hijos —respondió la madre de Craig, mirándola con desprecio.
—¿Sabe qué? La entiendo, de todas formas no es su culpa, ya me dijo Ike que sus hijos son adoptados, él también es adoptado y el problema es que no conoce el origen de ellos ni pudo educarlos desde bebés, en cambio Ike...
La madre de Tweek, molesta, arrancó el auto de inmediato y la madre de Craig se asomó por la ventana.
—¡Vete a comer mierda! —gritó enseñándole el dedo medio.
—¡Mamá! —dijo Craig entre risas.
—Nadie va a decirme cómo educarlos —reclamó acomodándose en su asiento.
Tricia apoyó su cabeza en el vidrio, mientras la madre de Tweek la veía por el espejo retrovisor.
—Tricia, ¿te gustan las galletas?
—Sí —respondió mirando por la ventana.
—Ten —dijo entregándole una bolsa con galletas por sobre su cabeza.
Tricia las recibió, pero no las comió.
—¡¿Y yo?! —reclamó Tweek.
—A ti no sé si darte nalgadas o galletas.
—Prefiero galletas.
—¿No te gustan, Tricia? —preguntó mirándola con preocupación por el espejo retrovisor.
—Sí, las comeré después.
—No te preocupes por tu cabello, puedo recomendarle a tu mamá un salón de belleza y que te lo corten bien bonito.
—No quiero cortarlo —dijo conteniendo sus lágrimas.
—¿Y entonces para qué buscabas cortes de cabello en internet? —preguntó Craig.
—Porque lo pensé, pero... Oye, espera, ¿cómo sabes eso?
—Revisé tu historial.
—¡¿Y por qué te metes en mis cosas?! —regañó cruzándose por sobre Tweek, dándole un golpe en el brazo.
—¡No me dejaste opciones! —Craig le regresó el golpe.
—¡No te quiero en mi habitación!
—¡Entonces no hagas estupideces!
—Mamá, apúrate —suplicó Tweek, inclinándose hacia atrás.
—¡Compórtense! —reclamó su madre, volteándose a verlos, molesta.
Ambos se enseñaron el dedo medio, apartando sus miradas.
—Perdón, Helen, pero mis hijos se comportan como animales cuando están juntos.
—No se preocupe, todos los hermanos pelean. Y no haga caso a lo que dijo Sheila, estoy segura de que a ambos los educó bien.
—¿Y cómo se enteró? —preguntó la madre de Craig, volteándose a ver a ambos.
—Me escuchó hablando con Karen.
—¿Qué parte de no hables sobre eso no entendiste? —reclamó Craig.
—No te deberías avergonzar, Craig —interrumpió la madre de Tweek—, fueron mucho más planeados que Tweek.
—Ah, pues perdón por nacer.
Helen se estacionó frente a la casa de Craig y luego de que bajaran, continuaron su trayecto.
Tricia se fue directo a su habitación, al igual que Craig y mientras le daba de comer a Stripe, Tricia abrió la puerta de golpe.
—¡¿Dónde está?! —reclamó en tanto entraba.
—¡Golpea la mald...!
—¡¿Dónde lo dejaste?! —Tricia comenzó a sacar la ropa del clóset, tirándola al suelo.
—¿De qué hab...?
—¡El diario de Cartman! ¡¿Dónde está?!
Craig se quedó en silencio y Tricia se volteó molesta.
—Dime que no se lo regresaste.
—Te dije que amenazaron a Francis.
—¿Eres idiota? ¡Lo arruinaste! —reclamó saliendo de la habitación.
Craig soltó un suspiro, viendo su ropa en el suelo y se fue a la habitación de Tricia, donde esta estaba revisando archivos en su computadora.
—Lo siento —dijo entrando a la habitación.
—Da igual, vete.
—No. —Craig cerró la puerta tras él, apoyándose en esta—. Tricia, quiero entenderlo. ¿De verdad no te gusta Ike o ese tal Firkle? Si quieres tener novio, bien, puedes tenerlo.
—No necesito tu permiso —reclamó sin voltearse.
—Sí, tienes razón, no lo necesitas, pero siempre voy a cuidarte, aunque tengas novio.
—Tampoco lo necesito, sé cuidarme sola.
—Solo quiero saber quién es.
—Eso no te incumbe.
—Entonces sí tienes un novio.
—Sí, lo tengo ¿y qué?
—No es Clyde, ¿verdad?
Tricia se volteó a verlo, frunciendo el ceño.
—¿Y por qué sería él?
—No sé, me extrañó verlo ir a donarte sangre, nadie se lo pidió, además hiciste todo eso por él.
—Ya vete, Craig —reclamó volteándose a su computadora.
Craig salió de la habitación, regresando a la suya.
—¿Clyde me donó? —se preguntó Tricia en voz baja.
Apagó su computadora y se preparó para salir, se hizo una coleta, intentando disimular el corte en su cabello y salió de casa a toda prisa.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Francis, luego de la tremenda regañada que le dio su madre, se fue a su habitación, donde se sentó frente a su computadora a escribir una nueva historia. Se quedó mirando el documento en blanco por un largo rato, golpeando su dedo índice sobre el escritorio. Ya estaba comenzando a frustrarse de no tener inspiración.
Escribió el nombre de Tolkien y lo borró de inmediato, molesto.
—No, Tolkien no —regañó cruzándose de brazos.
Intentó escribir varias veces, borrando todo al instante.
—¡No puedo seguir así! —reclamó golpeando el escritorio.
Bajó a la sala, donde su madre estaba sentada en el sofá viendo televisión. Francis tomó el control remoto y la apagó.
—Mamá, quiero ir al psicólogo.
—¿Qué? ¿Para qué? ¡Solo tienes que dejar de hacer estupideces!
—No es por eso, necesito aclarar algunas cosas, solo es par...
—¿Sabes dónde aclararías algunas cosas, Francis? En una escuela militarizada.
—Eso no me va a ayudar en nada, nec...
—Es la única opción que veo para ti. Sin contar todas las estupideces de años anteriores, ahora resulta que vas a casa de otros, los insultas, los golpeas, ahora peleas. ¡¿Qué sigue?! ¡¿Drogas?! ¡Yo no eduqué un pandillero y mucho menos un drogadicto!
—¡No soy nada de eso! ¡¿Por qué nunca me escuchas?!—Francis intentó calmarse, suavizando el tono de su voz—. Mamá, solo quiero ir al psicólogo, nada más te pido, de verdad neces...
—¿Sabes cuánto cuestan? No, Francis, solo vete a tu habitación.
Francis se fue a la puerta principal y antes de abrirla, su madre se levantó molesta.
—¡¿Adónde crees que vas?!
—¡A buscar respuestas! —dijo saliendo de casa, azotando la puerta.
Su madre lo siguió y mientras lo regañaba desde la entrada, Francis se fue sin mirar atrás y a paso seguro.
Finalmente se detuvo frente a una casa de aspecto un poco descuidado y golpeó la puerta. Esta se abrió solo un poco, donde se asomó un títere con un largo sombrero.
—¿Qué quieres? —preguntó el señor Garrison tras la puerta, moviendo el títere.
—Hola, señor Sombrero. Quizá no me recuerde, soy...
—No, no te recuerdo.
—Señor Garrison, ¿puedo hablar con usted?
—El señor Garrison no está en este momento.
—Por favor, no sé a quién acudir.
—Iré a ver si está —dijo cerrando la puerta.
El señor Garrison se quitó el títere, lo dejó sobre un mueble y abrió un poco nuevamente, dejando ver solo una parte de su rostro.
—¿Qué quieres, Francis?
—¿Puede ayudarme con un asunto?
—Ya no doy clases, supongo que notaste que me retiré hace tiempo. Ve a molestar a otro lado.
—No sé a quién preguntarle, es sobre... ser... bisexual.
—Yo no soy consejero, pregúntale a otro.
—¿Quién es, Garrison? —preguntó un hombre dentro de casa.
—¡Nadie! ¡Ya se va!
Al reconocer la voz, Francis se apresuró a tratar de abrir la puerta, forcejeando para que lo dejara entrar.
—¡Señor Esclavo, necesito ayuda! —suplicó Francis.
—¡Ya vete, Francis! —reclamó Garrison sosteniendo la puerta.
Francis la empujó con fuerza, logrando abrirla y entró a la casa.
—¡Oh, Jesucristo! —dijo el señor Esclavo, sorprendido—. ¿Qué tienes, niño?
—¡No puedo seguir así! —Francis se llevó ambas manos a su cabeza—. ¡Esto me está volviendo loco!
—Tranquilo, no hay nada que no tenga solución —dijo en tono sereno y le señaló el sofá.
Francis se fue a sentar, mientras el señor Garrison lo miraba molesto desde la entrada.
—Ve a prepararle un té, Garrison —ordenó el señor Esclavo, sentándose frente a Francis.
—¡Tienen cinco minutos! —regañó de camino a la cocina.
—No le hagas caso, cuéntame, ¿qué tienes?
—Es que... creo que me gusta un compañero de mi clase, pero él tiene novia y no pretendo hacer nada al respecto, pero quiero que deje de gustarme.
—Oh, ya veo, entonces eres homosexual.
—No.
—Pues muy heterosexual no eres.
—¡Es que no sé!
El señor Garrison entró a la sala, dejando una taza con té sobre una mesita de centro.
—Es obvio que eres bisexual, Francis.
—¡No!
—¡¿Cómo que no?! Desde niño que lo eres, a veces mirabas niñas, como los demás, pero también te vi muchas veces mirando a Kenny en la clase de deportes. ¿Es él el que te gusta?
—Da igual quien sea, niño, si no quieres hacer nada al respecto, deberías buscar a alguien más, invita a alguien a una cita, podrías conocer una persona que sí te corresponda.
—No sé hacer eso, nunca he salido con nadie, lo intenté una vez, invité a una chica, pero no me gustó.
—Bueno, pero si según tú no eres bisexual, ¿eres gay o qué? —preguntó el señor Garrison.
—¡No! Bueno, no sé, por eso vine aquí, usted es lo más parecido a un bisexual que conozco.
—¡No soy bi! ¡Soy homosexual!
—Pero cuando era la señora Garrison era lesbiana.
—Eso dije, soy homosexual.
—Garrison, déjanos solos —solicitó el señor Esclavo.
—Pero ¿acaso no tiene amigos? ¿Por qué no le preguntas a Tweek, Francis?
—Porque no quiero que sepan.
—Garrison, déjanos solos.
Molesto, salió de la sala y el señor Esclavo se inclinó hacia adelante, tomando la taza y dándosela a Francis.
—Niño, descubrir tu sexualidad no siempre es fácil, no todos saben lo que quieren desde el principio, pero lo importante es cómo lo sientes tú. Si te sientes atraído por las chicas, pero tienes interés también en los chicos, es porque eres bisexual y debes aceptarlo, verás que todo es mucho más simple si te aceptas como eres. No puedes seguir negándolo si ni siquiera estás seguro.
—¿Y qué hago?
—Sal con ambos, una chica y un chico, ve con quién te sientes mejor.
—¿Y cómo olvido al que creo que me gusta?
Garrison entró a la sala.
—Busca defectos, decepciónate.
—Eso podría funcionar —agregó el señor Esclavo.
—Es que parece que no los tuviera. Es como tan perfecto, tan... ¡Lo tiene todo!
—Todos tienen defectos, Francis.
El señor Esclavo asintió con la cabeza, mientras Francis dejaba la taza ya vacía sobre la mesa, pensativo.
—Bien, ahora vete —ordenó el señor Garrison, abriendo la puerta.
—Perdón por las molestias —dijo poniéndose de pie.
—Vuelve cuando quieras —dijo el señor Esclavo.
—Gracias.
Francis salió a la entrada y se volteó a agradecerle al señor Garrison.
—Que no sea muy seguido —regañó cerrando la puerta.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En su habitación, Craig terminaba de ordenar el desastre que ocasionó Tricia, cuando Tweek entró, con una expresión seria.
—¿No te castigaron?
Tweek negó con su cabeza, manteniéndose junto a la puerta.
—¿Qué tienes?
—A mi mamá le molestó que mantengamos lo nuestro en secreto.
Craig se quedó en silencio.
—No te quiero presionar, ya te lo dije, será cuando tú quieras, pero para ser sincero, Craig, a mí también me molesta un poco.
—¿Crees... crees que podrías estar conmigo cuando les diga?
—Claro que sí.
—Entonces este fin de semana, ven a mi casa a almorzar y les diré de una vez a ambos.
—¿Seguro?
—No, pero en algún momento tengo que hacerlo.
Tweek se apresuró a abrazarlo con fuerza, sin poder ocultar su alegría, apoyando la cabeza sobre su pecho.
—¿Crees que se enojen, Craig?
—No... No sé. No sé qué va a pasar —dijo con preocupación.
Chapter 28: El vestidor de los secretos
Chapter Text
Al día siguiente, durante el receso, Jason buscaba un libro en la biblioteca. Francis lo esperaba de brazos cruzados, apoyado en una de las estanterías.
En cuanto Jason se acercó a la profesora encargada a registrar el libro, Francis lo siguió, momento en que notó un celular en el suelo, junto a Jason y se agachó a recogerlo.
—¿De quién es? —preguntó Jason, mientras Francis observaba la carcasa.
—¿Y cómo voy a saber?
—¿Tiene contraseña?
Francis presionó el botón para desbloquearlo y se quedó observando el fondo de pantalla.
—¡No puede ser! —dijo sorprendido y corrió en dirección al baño.
—¡¿Qué tiene?! ¡¿Adónde vas?!
—¡Ven! ¡Apúrate! —anunció de camino.
Jason dejó el libro sobre el mostrador y lo siguió corriendo.
Al llegar, Francis revisaba bajo cada puerta de los baños y en cuanto reconoció las zapatillas de Craig, golpeó con desesperación.
Craig sostenía en brazos a Tweek, apoyado en la pared, mientras lo besaba en el cuello.
—¡Está ocupado! —gritó Craig, molesto.
—¡Abre, Craig!
—¿Francis? —preguntó Tweek.
—¡Sí! ¡Abran!
—Espera —dijo Craig, bajando a Tweek.
—¡Apúrate!
Al abrir, Francis empujó a ambos dentro del baño y se encerró junto a ellos.
—¿Qué tienes? —preguntó Tweek.
—¡Francis! —gritó Jason, entrando al baño.
—¡Ven al último! —anunció Francis.
Francis abrió la puerta, jaló a Jason dentro del baño y la cerró con seguro.
—Esto es muy estrecho para los cuatro —comentó Craig, acorralado en una esquina.
—¡Miren! —dijo Francis, mostrándoles el fondo de pantalla del celular.
Todos se acercaron a ver.
—¿Ese soy yo? —preguntó Craig, tomando el celular.
—¡Sí! Lo encontré en la biblioteca.
—¿Y de quién es? —preguntó Tweek.
—No sé.
Tolkien, de pie en el retrete del baño de al lado, los observaba asomado por la parte de arriba.
—Es de Annie —dijo Tolkien.
—¿Y tú qué haces ahí? —preguntó Craig.
—Vi a Francis corriendo con Jason y supuse que traía un chisme, nunca lo había visto correr así.
—¡No soy chismoso! Solo... me gusta mantenerme informado.
—Sí, claro.
—¡¿Y qué hace Annie con una foto tuya de fondo de pantalla?! —interrumpió Tweek, arrebatándole el celular a Craig.
—No sé.
—Ah, Craig, no te hagas —comentó Francis, molesto.
—¿Entonces lo sabías? —preguntó Tweek.
—Sí. ¡Es decir! No, no sabía lo de las fotos, pero sí sabía que parece que le gusto.
Tweek intentó salir del baño, empujando a Jason.
—¡No! —dijo Craig, deteniéndolo.
—Tweek, calma —intervino Tolkien—, a ella le gusta desde que llegó. Nichole me dijo que tiene su galería llena de fotos de Craig.
—¿Llena? —preguntó Craig, sorprendido.
—¿Podemos salir? Estamos muy apretados aquí —dijo Jason, tratando de hacerse espacio.
—Tweek, no te metas con ella, está loca —dijo Tolkien—. Dejen el celular donde lo encontraron y ya.
—¡No! Eso es acoso y nadie acosa lo mío.
—¡Tranquilo! —dijo Craig.
—¡¿La vas a defender?!
—¡No! Pero déjamelo a mí —dijo extendiendo su mano, pidiéndole el celular.
—¿Podemos salir? —insistió Jason.
—Tweek tiene razón —dijo Francis—, no debería sacarle fotos sin su consentimiento.
—¡Claro que no! ¡Me va a escuchar!
—¡No! Yo hablo con ella. —Craig lo detuvo—. Con violencia no resuelves nada.
—¡Claro que sí! —dijo tratando de salir.
—Déjame hablar con ella, prefiero que sea una conversación civilizada. Estoy seguro de que lo va a entender.
Molesto, Tweek le entregó el celular a Craig y todos salieron del baño.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en el salón de Tricia, esta conversaba con Clyde, en presencia de Karen y Dougie, quien se negaba a dejarlos solos.
—Entonces... ¿Me perdonas? —preguntó Clyde.
—Solo si dejamos de escondernos —advirtió cruzándose de brazos.
—Pero no puedo decirle sobre lo nuestro a Craig.
—Entonces nada —interrumpió Dougie.
—Ni siquiera quiere escuchar mis disculpas. ¿Cómo podría decirle?
—Como un hombre lo haría —continuó Dougie.
—¿Podemos hablar solos, Tricia?
—Ya te dije que no —insistió Dougie.
Karen, de pie junto a Tricia, jugaba con sus manos, con la mirada baja.
—¡Dile que nos deje solos!
—No —respondió Tricia—, dile a Craig o nada.
—Es que no puedo, dame un poco de tiempo.
—¿Y si... Y si no le dice ninguno de los dos? —intervino Karen.
Los tres se voltearon a verla.
—Podría enterarse por otros, así no le quedaría más opción que escucharte.
Clyde se quedó pensativo por un momento.
—¿Tú dices hacer correr el rumor? —preguntó Dougie.
—Sí, no le van a quedar más opciones que escucharlo.
—Claro, va a querer escucharme, cuando quiera matarme —rebatió Clyde.
—No me parece tan mala idea —agregó Tricia.
—¿Qué? No, no me parece la mejor opción.
—Yo me encargo —dijo Dougie, saliendo a prisa del salón.
Clyde se volteó a detenerlo, pero antes de que le hablara, Dougie ya había salido del salón.
—Tricia, Craig va a matarme.
—Ya lo sospecha y se está haciendo bastante agotador seguir escondiéndolo. Soluciónalo y te perdono —dijo saliendo del salón, seguida de Karen.
—Oh, mierda, Craig va a matarme —se lamentó saliendo al patio.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por otro lado, Annie, Wendy, Kenny, Cartman, Stan y Kyle, conversaban en una esquina del patio.
—¿Sabes qué, gordo? —preguntó Kyle—. Mi hermano me dijo algo bastante interesante sobre lo que pasó ayer.
—¿Ah sí? Pues no deberías confiar en lo que dice, es judío.
—Más rato necesito conversar contigo. A solas.
—Uy, qué miedo, judío —dijo en tono burlesco.
—Prefiero no alterar más las cosas, en realidad no quiero continuar con la pelea de ayer.
—¿Les tienes miedo? —preguntó Stan, con desprecio.
—No, no es eso, pero creo que mi hermano sí le debe una disculpa a la hermana de Craig.
—A mí no me interesa lo que sea que haya pasado, Tucker ya se convirtió en un enemigo. Tucker y todos esos idiotas. Annie también está enojada.
—No, no es con Craig mi problema, es...
—Tolkien se entromete entre Craig y yo —terminaron de decir todos al unísono.
—Deberías olvidarlo —dijo Stan—, él es...
Kyle lo interrumpió dándole un golpe con el codo.
—¿A mí qué me importa, Kyle? Annie, Craig es gay.
—¿Qué? ¡Claro que no!
—No sé cómo no te diste cuenta —continuó Cartman—, es tremendo maric...
Annie lo interrumpió apretándole el parche sobre el puente de la nariz.
—¡Me duele, perra estúpida!
Kyle se interpuso entre ambos, mientras Cartman se quejaba de dolor.
—No puede ser gay —dijo volteándose a ver a Wendy—, ¿verdad?
—No lo sé —respondió Wendy.
Craig se acercó en ese momento, mientras Tolkien, Jason y Francis trataban de calmar a Tweek en el salón.
—Annie —dijo Craig, con voz temblorosa—, ¿puedes venir conmigo un momento?
—¿Qué quieres aquí, Tucker? —preguntó Stan, molesto.
—Quiero hablar con Annie, no contigo.
—¿Para qué?
—Voy enseguida —interrumpió Annie.
—Bien, te espero en el vestidor de los chicos —dijo Craig, retirándose de inmediato.
Wendy animó a Annie a ir, quien aún procesaba la noticia que le había dado Stan.
—¿Saben qué? Solo debe estar confundido. Le voy a enseñar lo que puede hacer una verdadera mujer.
—¿Le vas a ir a cocinar? —preguntó Cartman entre risas.
Annie le apretó la nariz nuevamente y siguió a Craig, mientras Cartman ya estaba al borde del llanto.
—Te lo ganaste —regañó Wendy, tomando la mano de Stan, alejándose de ellos.
—¿Qué tienes, Kenny? ¿Por qué estás tan callado? —preguntó Kyle.
—Nada —dijo con la mirada fija en el suelo—. Voy... Voy al baño.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Annie entró al vestidor y cerró la puerta, apoyándose en esta.
—Por fin decides prestarme atención, Craig —dijo sonriéndole.
—No es por lo que crees. —Craig respiró profundo—. Annie...
—Craig, sé que Tolkien te ha hablado mal de mí, pero no estoy loca.
Dio unos pasos al frente, acortando su distancia con Craig.
—Llevo meses esperando que tan solo me notes, pero pareciera que soy invisible para ti.
—Lo siento, de verdad, —Craig dio unos pasos atrás—, pero yo...
—Craig, sé que algunos creen que eres gay, pero me niego a creerlo —dijo acercándose.
—Vas a tener que creerlo, porque es así.
Annie se quedó inmóvil, en tanto Craig sacaba el celular de su bolsillo.
—¿Esto es tuyo? —preguntó mostrándole el celular.
—Sí —dijo arrebatándoselo, asustada.
—Ya vi la foto y te agradecería que la borraras.
Craig se dispuso a salir del vestidor, pero Annie lo detuvo tomándole el antebrazo y se interpuso en su camino, parándose frente a él.
—¿Entonces no te interesa probar todo esto? —preguntó deslizando su dedo sobre el pecho de Craig.
—No, Annie —insistió Craig, dando unos pasos atrás.
—¿Por qué? —Se acercó nuevamente—. ¿Sabes cuántos quisieran tenerme?
—Te lo agradezco, —Craig retrocedió unos pasos y apoyó ambas manos sobre los hombros de Annie, manteniendo su distancia—, pero no eres de mi interés.
—¿Has estado con una chica?
—Sinceramente, eso no es de tu incumbencia.
Craig la hizo a un lado y salió del vestidor.
Annie se quedó mirando el fondo de pantalla de su celular.
—Supongo que eso fue un no. Solo es cosa de que pruebe y será mío —advirtió guardando su celular.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En el salón, Tweek esperaba junto a los chicos, sentados sobre las mesas, rodeando a Tweek para evitar que saliera y en cuanto Craig entró, todos se voltearon a verlo.
—¿Qué pasó? ¿De qué hablaron? —preguntó Tweek.
—Nada, solo le dije que borrara la foto y dijo que lo haría —respondió de camino.
—¡¿Nada?! ¡¿No le dijiste nada más?!
—Bien, creo que es mejor dejarlos solos —intervino Tolkien, bajando de la mesa.
Jason bajó de la mesa, jalando la camisa de Francis.
—Oh, vamos, estaré callado —suplicó Francis.
—Vámonos —insistió jalando su camisa.
Francis se levantó entre regaños mientras salían del salón y Craig se sentó junto a Tweek.
—¿Estás enojado? —preguntó acariciándole el cabello.
—¿Le dijiste que soy tu novio?
—No.
—¡¿Por qué no?! —regañó quitándose la mano de Craig.
—Porque eso no es lo importante.
—¡¿Entonces no soy importante para ti?!
—Eso no fue lo que dije.
Tweek se cruzó de brazos, apartando la mirada en sentido contrario.
—Serena, eres lo más importante que tengo en mi vida.
—Pero no lo suficiente por lo visto —regañó tratando de apartar más la mirada.
—No te pongas así. —Craig le acarició el cabello—. ¿Crees que dejaría a alguien como tú por ella?
—Eso no lo sé.
—Sí lo sabes, Tweek.
—¡Pero ella no lo sabe!
—¿Eso es lo que te molesta? ¿Necesitas que le diga a cada uno de nuestros compañeros para que me creas que te quiero a ti y solo a ti?
—No.
—¿Entonces?
—Solo... ¡No sé! —reclamó dándole la espalda.
Craig se puso de pie y lo abrazó por el cuello.
—No necesito la aprobación de nadie para estar contigo, Tweek.
—¿Qué pasaría si yo te negara? —preguntó hundiendo más su cabeza, casi a la altura de su pecho.
—No te negué, solo no te nombré.
—Es lo mismo.
—¿Quieres que vaya a decirle?
—No, no quiero.
—Entonces no te enojes —dijo besándole la nuca, abrazándolo con fuerza.
—Pero para la próxima le dices.
—Lo prometo.
Tweek se incorporó y se dio la vuelta, abrazándolo, momento en que sonó el timbre del final del receso y Tolkien entró seguido de Jason y Francis.
—¿Ya se quieren de nuevo? —bromeó Tolkien.
—Yo también creo que debiste decirle, Craig —comentó Francis de camino a su asiento.
—¿Estaban escuchando? —preguntó Craig.
—Obvio —respondió Francis.
—Sí, todo muy lindo —dijo Jason—. Craig, ¿puedes darnos un minuto?
—Claro —dijo regresando a su asiento.
Jason se sentó en su lugar y luego Francis.
—Tweek, Francis, ¿qué le vamos a regalar a Tolkien?
—¿A regalar? ¿Por qué? —preguntó Tweek.
—¿Por su cumpleaños? —respondió con molestia.
—Ah, cierto, es la próxima semana —dijo Tweek—. ¿Y qué le regalas a alguien que lo tiene todo?
—Tiene que ser algo que no puedas comprar en cualquier lugar —agregó Francis—, pero ¿y el dinero?
—Entonces... ¿Algo hecho a mano? —preguntó Tweek.
—¿Una paja? —preguntó Jason.
—No, idiota —respondió entre risas—. Me refiero a... No sé, algo hecho por nosotros.
—¿Cómo qué? —preguntó Francis.
Los tres se quedaron pensativos, mientras Craig conversaba con Tolkien en el salón, aprovechando que el profesor aún no llegaba.
Stan entró al salón y se sentó en el lugar de Clyde, junto a Craig.
—Craig, lo lamento —dijo en tanto se sentaba—, no sabía lo de tu hermana, entiendo que puede ser difícil, pero sé que lo va a superar.
—¿Qué pasa con mi hermana? —preguntó confuso.
—Lo que le pasó con... Ya sabes, Clyde.
—No entiendo de qué me estás hablando.
Wendy se acercó, sentándose junto a Tolkien, quien solo observaba, en silencio.
—Craig —dijo tomando su mano—, lo que le pasó es horrible, ni siquiera me puedo imaginar cómo debe sentirse.
—¿De qué me están hablando? ¿Qué tiene que ver Clyde con ella? —preguntó soltándose de Wendy.
—¿Es por eso que ya no se hablan? —preguntó Stan.
—Claro que es por eso —dijo Wendy—, yo tampoco le volvería a hablar si tuviera una hermana y le hiciera algo así. Clyde debería estar en la cárcel.
—A ver, a ver —interrumpió Tolkien—. ¿De qué hablan exactamente?
Clyde entró en ese momento al salón, ganándose la atención de Wendy.
—¡Eres la peor persona de este mundo! —acusó Wendy a toda voz, apuntándolo con el dedo, llamando la atención de todos.
Craig y Tolkien solo se miraron, confundidos.
—¿De qué...? —preguntó Clyde.
—¡¿Cómo pudiste embarazar a la hermanita de Craig?!
Craig dirigió su mirada a Clyde, quien se quedó en silencio, sin saber qué decir.
—¿Tú qué? —preguntó Craig, poniéndose de pie.
—¡No! ¡Craig, yo no...!
—No me importan las malditas clases, ve a los vestidores —ordenó Craig.
—Pero, Craig, yo no...
—¡Ve ahora!
Clyde se fue a paso rápido, mientras Craig salía del salón, directo al de Tricia. Golpeó la puerta, pidiéndole a la profesora que dejara salir a Tricia un momento.
—¿Qué pas...? —preguntó Tricia, antes de que Craig la tomara del brazo, jalándola al vestidor.
—Cállate.
—¡Pero suéltame!
—¡Cállate, Tricia! —ordenó apurando el paso, furioso.
En tanto, Francis se levantó y subió a gatas sobre la mesa de Tweek.
—¿Qué haces? —preguntó Tweek, frunciendo el ceño.
—Iré a escuchar —dijo saliendo por la ventana.
—Yo voy contigo.
—No, solo cúbranme si llega el profesor, de regreso les cuento —dijo agachándose.
Gateó rápido por fuera de los otros salones hasta el vestidor. Volteó un basurero, subiendo a espiar por una ventana, asomándose poco a poco, donde Clyde esperaba adentro, nervioso.
Craig entró a Tricia al vestidor, soltándola de golpe y azotó la puerta.
—Quiero que me expliquen ahora.
—Craig, pero escúchame, yo no...
—Es cierto —interrumpió Tricia, yendo junto a Clyde.
—¡No!
—¡¿Por qué lo niegas?! ¡Ya lo sabe!
—¡Le dijeron que estás embarazada!
—¡¿Qué?!
Craig intentaba mantener la calma, apretando sus puños.
—Necesito que me expliquen ahora.
—¡No seas tonto, Craig! ¿Cómo voy a estar embarazada?
—Eso quiero que me expliques.
—Tengo catorce, no arruinaría mi vida así.
Clyde asintió con la cabeza.
—No sé quién te dijo esa estupidez, pero no es verdad.
—¿Estás segura?
—¡Sí, Craig! No me embarazaría de cualquier imbécil que se cruce por mi camino.
—Ey, no soy un imbécil —reclamó Clyde, cruzándose de brazos.
—Craig, ¿crees que soy tan tonta?
—Sé que no, pero... Espera, ¿entonces sí tienen algo?
—Sí, pero solo es eso, no es nada de lo que sea que te hayan dicho.
—¿Y cuándo empezó esta...? Lo de ustedes.
—Antes de mi cumpleaños.
Craig exhaló pasando una mano por su rostro con fastidio.
—Sal de aquí, Tricia —ordenó Craig, abriendo la puerta.
Tricia se dirigió a la puerta, jalando la mano de Clyde.
—No, tú no —dijo Craig, deteniendo a Clyde.
Clyde solo retrocedió, temeroso y Craig cerró la puerta en cuanto Tricia salió.
—Solo quiero que me digas una cosa, Clyde —dijo poniéndole seguro a la puerta—. ¿Por qué Tricia?
—Pues... Ella... Craig, de verdad me gusta, no es como con las demás. Tú mismo notaste que ya no me involucro con nadie y... Por favor no te enojes más de lo que ya estás. Sé que no quieres escucharme, pero hace días que quiero disculparme contigo.
—No me cambies el tema.
—Pero quiero que me escuches. ¿Qué tengo que hacer para que me escuches?
—No me interesa lo que tengas que decirme —dijo quitando el seguro—. Clyde, no puedo interponerme en las decisiones que toma mi hermana, pero si llegas a hacerle algo, te prometo que vas a arrepentirte el resto de tu vida.
Craig salió del vestidor, de camino al salón.
—Pero ¿me perdonas o no? —preguntó siendo ignorado.
Clyde se quedó adentro, hasta perder de vista a Craig.
—Bueno, pensé que sería peor —comentó para sí, acomodando sus gafas.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un leve golpe seguido de susurros desde las duchas y se volteó a ver.
—Ay, no, aquí se aparece Pip —dijo saliendo a paso rápido al salón.
Desde las duchas se asomó Kyle y salió a cerrar la puerta.
—Ya se fueron —anunció Kyle a Cartman.
—Ya voy —dijo saliendo, mientras acomodaba su ropa.
—Ahora quiero que me expliques, ¿por qué le pagaste a mi hermano para que le cortara el cabello?
—Ya te expliqué que tenía mi diario.
—Y yo te había dicho que te deshicieras de eso. No me importa cómo lo consiguió y no me importa si quieres vengarte, no me importa nada de eso, sé cómo eres, pero no involucres a mi hermano.
—Oh, vamos, no te enojes —dijo abrazándolo.
—No, Eric, en la escuela no.
—Solo uno más, no hay nadie aquí —dijo besándolo en el cuello.
—Si alguien nos ve...
—¿Si alguien los ve qué? —interrumpió Francis, desde la ventana, grabando con su celular.
Kyle empujó con fuerza a Cartman.
—¡No es lo que parece! —Kyle se volteó a ver a la ventana.
—¿En serio? ¿Y qué es lo que parece?
—¡Nada, otaku marica! —regañó Cartman, saliendo del vestidor.
—No digas nada —suplicó Kyle.
—¿Por qué? —preguntó deteniendo la grabación—. ¿Ya escuchaste cómo me trata? ¿Sabes cuánto me ha regañado mi mamá por su culpa?
—¿Te hizo algo?
—¿Sabes, Kyle? No tengo mucho que perder. No tengo por qué guardar sus secretos —dijo bajando de la ventana.
—¡No, espera! —Kyle dio unos pasos hacia él.
—¿Qué? —preguntó asomándose nuevamente.
—¿Quieres algo a cambio?
—No tienes nada que me interese.
—Pide lo que sea.
Francis se quedó pensativo por un momento.
—Quiero que le digas a Cartman que su mamá se retracte de lo que le dijo a mi mamá.
—Pero yo no tengo nada que ver con eso.
—Bueno, lo intenté.
—¡No, no, espera! Lo haré, lo prometo, pero no puedes decirle de esto a nadie.
—A mis amigos sí les voy a contar.
—No, a nad...
—Es lo mínimo, Kyle, toda la escuela leyó mis historias.
Kyle se quedó en silencio.
—No le diré a nadie más, aparte de ellos, pero solo si mantienes a Cartman bajo control.
—Sí, lo prometo —dijo saliendo del vestidor, avergonzado.
Francis bajó del basurero con una sonrisa victoriosa, la que pronto se desvaneció al escuchar la voz de Kenny tras él.
—Vaya, vaya, vaya. Francis tiene agallas —comentó entre risas.
—No tengo ganas de tus mierdas, Kenny.
—No me importa lo que sea que viste, solo te seguí para pedirte un favor.
—¿Y por qué lo haría? —regañó cruzándose de brazos.
—Oh, no, amigo, conmigo no te va a funcionar hacerte el chico malo.
—Pues no estoy dispuesto a hacerte favores a ti, ni a ninguno de ustedes.
—Francis —dijo rodeándolo con su brazo—, es tan obvio que te gusta Tolkien.
—Eso no es cierto.
—Claro que sí, ya me di cuenta que eres de los míos, pero estás siendo muy obvio, es cosa de tiempo para que tus amigos se den cuenta.
Se quedó en silencio, apartando la mirada.
—Solo un simple favor y nadie se va a enterar. Necesito que vayas al parque más tarde, voy a pasar por ahí después de trabajar en la cafetería, pero no voy a ir solo. Quiero que me saques fotos cuando pase.
—¿Fotos?
—Sí, voy a pasar con una chica, quiero que me saques fotos caminando con ella, nada más.
—¿Y para qué?
—Eso no te importa. Solo sácalas y después me las envías.
—¿Y tus amigos no pueden hacerlo?
—Ellos no pueden saber, nadie lo puede saber. Sé que eres tremendo chismoso, pero también sé que no quieres admitir que te gusta Tolkien, así que sería muy tonto de tu parte decirle a alguien, ¿verdad?
—¿A qué hora? —preguntó quitándose el brazo de Kenny.
—Como a las siete y media. Espera en el parque y saca las fotos, pero no seas obvio.
—Bien —dijo comenzando a caminar de regreso al salón.
—Bueno ¿y qué eres? —preguntó caminando junto a él, rodeándolo con su brazo nuevamente.
—¿Qué soy de qué?
—¿Gay, bisexual, pansexual, demisexual, omnisexual, grisexual, scoliosexual, antrosex...?
—Scol... ¿Qué?
Ni siquiera sabes lo que eres —comentó entre risas, quitándole el brazo—. Tu cabeza debe ser un maldito desastre.
Francis prefirió no continuar la conversación, para él, Kenny no era alguien con quien se sintiera seguro de entablar una conversación más profunda.
De regreso, el profesor los dejó entrar a sus asientos y Francis entró con la mirada fija en Kyle mientras le sonreía.
Craig, sentado en el lugar vacío junto a Tweek, les explicaba lo ocurrido, momento en que Francis se sentó y les pidió a los tres que se acercaran. Entre susurros les contó lo que había visto en el vestidor. Cartman solo apartó la mirada, mientras Kyle cubría su rostro con ambas manos, recostado sobre su mesa.
—Entonces... ¿Se podría decir que ganamos? —preguntó Jason, volteándose a verlos.
—El trato es que mantenga a Cartman bajo control, si se mete con cualquiera de nosotros, le muestro el video a toda la escuela.
—Entonces se acabó la tregua —dijo Jason.
—Tolkien estaba tan feliz —comentó Craig, con tristeza.
—¿Tolkien? —preguntó Tweek—. ¿Por qué no aceptas que quieres arreglar las cosas con Clyde?
—No es cierto.
—Claro que sí, se te nota y además, no nos estabas diciendo lo de él con Tricia tan enojado como me lo habría esperado.
Jason asintió con la cabeza.
—En eso tiene razón, yo esperaba que le pegaras o algo así.
—Eso es porque soy una persona civilizada, además ya lo sospechaba, aunque no entiendo qué es lo que mi hermana le ve, pero no van a durar mucho.
—Lo mismo pensaba yo de ustedes —rebatió Jason—, y aquí siguen.
—Ella tiene catorce y Clyde diecisiete, pronto van a chocar sus intereses.
—Pero Clyde cumplió los diecisiete este año. No es tanta la diferencia de edad.
—Bueno, ¿estás de su lado, Jason?
—No, solo digo que no es tanta la diferencia.
—Como sea, yo tampoco creo que van a durar mucho —agregó Tweek.
—¿Quieres apostar, Tweek?
—Si de aquí a octubre siguen juntos, yo elijo tu disfraz de Halloween.
—Bien, pero si terminan, yo elijo el tuyo.
Ambos estrecharon la mano para cerrar el trato.
—Ya no es algo prohibido para ella, pronto va a perder el interés —aseguró Craig, levantándose de regreso a su asiento.
—¡Cuéntale a Tolkien! —dijo Francis, mirando a Kyle.
Cartman se volteó a hablarle a Kyle.
—No podemos dejar esto así, judío.
—No te atrevas a hacer nada —advirtió sin levantar la vista de su cuaderno.
—Pero...
—¡Nada!
Se volteó molesto, mirando a Francis.
—Hoy mismo le dices a tu mamá —amenazó Francis, volteándose a continuar su tarea.
Tweek se inclinó a hablarle a Francis.
—Me gusta verte así, hasta te hace ver más atractivo.
—¿Chismoso? —preguntó Jason.
—No, decidido.
Francis no pudo evitar sonreír por el cumplido, continuando con su tarea.
Clyde tomó su mochila y su cuaderno, cambiándose a su asiento.
—No te quiero aquí —regañó Craig.
—Este es mi lugar y si no quieres escucharme, no me importa —reclamó sentándose.
—Quizá no te enteraste, pero ya se acabó la tregua.
—No me importa la estúpida tregua.
—Bien, entonces me voy yo.
—Vete, no me importa, este es mi lugar.
—Perfecto —reclamó tomando sus cosas.
—Perfecto.
Tolkien se volteó a verlos.
—Oh, vamos, Craig, no te vayas.
—No quiero estar al lado de Clyde.
—Cuñado y la boca te queda donde mismo.
—No eres mi cuñado, Clyde —reclamó sentándose nuevamente.
—Y dime, cuñado, ¿cómo está mi suegrita? —preguntó sonriéndole.
—No me provoques, Clyde —regañó continuando su tarea.
—Bueno, bueno, no necesitan hacer esto —intervino Tolkien—. Clyde, no necesitas...
—¿No necesito qué, Tolkien? Ya me harté de que Craig me ignore, yo estoy dispuesto a arreglar las cosas, pero Craig no, si él quiere seguir enojado, es su problema. —Clyde le arrebató el lápiz a Craig—. Y este lápiz es mío.
Craig, molesto, buscó otro lápiz en su mochila y continuó su tarea, ignorando a Clyde.
—¿Jugamos Minecraft esta noche, Tolkien? —dijo Clyde.
—Claro —respondió volteándose, tratando de evitar reír.
—¿Tú quieres jugar con nosotros, Craig?
Clyde se quedó esperando una respuesta, pero Craig lo ignoró e inició un monólogo, imitando el tono de Craig, mientras continuaba su tarea.
—"No, gracias, cuñadito, estaré ocupado siendo un amargado de mierda".
—Oh, no te preocupes, Craig —continuó Clyde.
—"Solo quiero ver cuánto más puedes humillarte rogándome, Clyde"
—Ah, no, Craig, ya me harté.
—¡Silencio, Donovan! —interrumpió el profesor.
Clyde se quedó en silencio, mientras Craig continuaba ignorándolo, molesto.
Finalmente, las clases continuaron con normalidad hasta la hora de salida.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Kenny terminó su turno en la cafetería, donde lo esperaba Marjorine, sentada en una mesa al rincón, bebiendo un café.
—Ya me voy, señor Tweak —anunció Kenny, quitándose el mandil con torpeza, ya que le temblaban las manos.
—¿Estás bien? Te ves algo nervioso.
—Sí, bien, no se preocupe —dijo con una sonrisa.
Kenny se volteó a ver a Marjorine y respiró profundo, volteándose nuevamente. Pidió un café sin azúcar para calmar sus nervios, el que se bebió de camino al parque, acompañado de Marjorine.
Mientras caminaban y mantenían una conversación con preguntas básicas para conocerse, Kenny vigilaba a ratos el bolso de Marjorine, quien lo mantenía firme entre sus manos.
Ya cerca del parque, divisó a Francis, que los esperaba apoyado en un árbol, simulando ver su celular y viendo a su alrededor a ratos.
Al pasar a su lado, Kenny simuló no verlo, en tanto Francis sacaba fotografías disimuladamente y luego de perderlos de vista, se encaminó a reunirse con Jason, que lo esperaba en el parque. Kenny no era alguien en quien confiar, por lo que Francis solo le inventó a Jason la excusa que le había ofrecido dinero por sacarlas, pero que no sabía las razones.
Jason, sentado en una banca de color blanco en el parque, apoyado en el respaldo, esperaba que Francis terminara de sacar las fotografías.
En tanto esperaba, veía con angustia un grupo de chicas sentadas en el pasto que conversaban y reían a pocos metros.
—Maldita sea —regañó entre dientes, viendo a las chicas.
Francis llegó a reunirse con él y se acercaba emocionado, con su celular en mano.
—¡Mira, Jason! —Se detuvo al ver su cara de preocupación—. ¿Qué tienes?
—No debimos venir aquí, ahora no puedo irme a casa.
—¿Por qué?
—Porque... ¿De verdad quieres saber?
—Ay, ya, hazte el payaso solo con Clyde.
—Es que... Siéntate.
Francis se sentó a su lado, preocupado.
—¿Ves a esas chicas de allá? —preguntó dirigiendo su mirada a ellas.
—Sí, ¿qué tienen?
—Para irnos a casa, tenemos que pasar frente a ellas.
—¿Y? ¿Qué tiene eso de malo?
—Estoy vestido de negro.
—Como siempre.
—¿Recuerdas de qué color eran estás bancas?
—Grises. Jason, no te estoy entendiendo.
—La pintura está fresca.
Francis pasó su dedo por la pintura y se levantó de inmediato.
—¡Qué mierda eres, Jason! —reclamó tocando la pintura que había manchado su pantalón y camisa.
—De verdad no quiero levantarme.
—¿Y pretendes quedarte aquí todo el día?
Francis se volteó al escuchar unos chicos reír, estos rieron más al verlo voltearse y Francis se sentó rápido, avergonzado.
—¿Lo ves? Estamos atrapados hasta que no haya nadie.
—¿Y si llamamos a tu papá para que nos venga a buscar?
—Está trabajando.
—¿Y si llamamos a mi mamá para que nos traiga ropa?
—¿Y luego qué? ¿Nos cambiamos aquí?
Francis soltó un suspiro y se apoyó en el hombro de Jason.
—A veces te detesto tanto —dijo pasando su dedo por la pintura de la banca.
—Somos amigos, Francis, los amigos están para apoyarse.
—¡Pero no así! —dijo incorporándose.
Jason sacó su celular para ver la hora.
—Solo faltan dos horas para que empiece a oscurecer.
—No quiero estar dos horas aquí.
—Bien, levántate y vete.
Francis miró al grupo de chicas y suspiró fastidiado.
—¿Qué me ibas a mostrar, Francis?
—¡Cierto! —dijo desbloqueando su celular—. Mira, Kenny tiene tanta suerte, la chica es muy linda.
Jason tomó el celular para ver la fotografía con atención.
—¿Linda? ¿Te parece linda? ¿Cuál es tu problema?
—¿No te lo parece? Sus facciones, su cabello rubio tan bonito, tiene los ojos muy lindos y destacan con el tono de su piel. Es como una combinación perfecta, hasta parece una muñeca.
—Pues a esa muñeca se le están saliendo las pilas —comentó agrandando la imagen a la entrepierna de la chica—. ¿Que no ves que es un chico?
—¿Un...? No, claro que no. —Francis miró la fotografía con atención—. Puede ser cualquier cosa.
—Como digas. —Jason le regresó el celular.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Luego de casi dos horas, en casa de Damien, Pip miraba por la ventana a través de la cortina.
—¿Qué tanto hacen ahí Francis y Jason? —preguntó a Damien, sentado en el sofá, viendo televisión.
—Qué sé yo, ya deja de verlos —regañó con desinterés.
—Pero llevan más de dos horas sentados frente a la casa.
—Maldita sea, Pip, están en el parque, deben estar conversando o no sé.
—Nunca están ahí. ¿No te parece sospechoso?
—No, ya sal de ahí, no estás invisible, te pueden ver.
Pip procuró desaparecer para continuar viendo a ambos, ganándose un regaño de Damien y se apartó de la ventana, sentándose sobre su regazo.
—¿Y si mejor me entretienes? —preguntó besándolo en los labios, quitándole la camiseta.
Continuaron besándose hasta que Pip hizo desaparecer su ropa y se puso a gatas en el sofá.
—Todo tuyo —dijo alzando su trasero.
En tanto Damien lo embestía sobre el sofá, Pip desapareció contra su voluntad y Damien cayó sosteniéndose con ambas manos.
—¿Pip? —preguntó buscándolo con la mirada.
Pip apareció a gatas, desnudo y se quedó inmóvil, viendo a su alrededor, confundido.
El lugar estaba en completa oscuridad y en silencio.
—¿Por qué no funciona, Dougie? —preguntó Tricia.
—Mejor enciendan la luz —dijo Karen, con voz temblorosa.
Pip procuró desaparecer y se transportó tras Dougie, asustado. Cerró sus ojos para regresar con Damien, pero en cada intento, aparecía en el mismo lugar. Hizo aparecer su ropa y en un desesperado intento por salir, atravesó la puerta, regresando dentro de la habitación.
Ya molesta, Tricia encendió la luz.
—Quizá Firkle nos mintió —dijo Karen.
—No, él sabe de estas cosas —rebatió Dougie.
—¿Y por qué no apareció?
—Quizá lo hicimos mal.
—Firkle dijo que si lo nombrábamos tres veces, debería aparecer aquí —dijo Tricia—. Hicimos todo lo que me dijo.
—Bueno, mejor, a mí me da miedo.
Pip no les prestaba atención, ya que continuaba intentando transportarse o salir por la puerta, reapareciendo una y otra vez dentro de la habitación.
—¡¿Qué está pasando?! —reclamó mirando la habitación a su alrededor.
—Bueno, yo me voy a casa, supongo que tendremos que ir donde nos dijo Firkle —dijo Tricia.
—Ay, no, yo no quiero.
—Oh, vamos, Karen, no seas cobarde.
—Pero ¿y si funciona? ¿Y si aparece?
—Esa es la idea —dijo Dougie.
Ambas se fueron a casa y Dougie regresó a su habitación, donde Pip intentaba no llamar su atención, manteniendo su distancia y procurando no tocar nada.
—¿Por qué no puedo irme? —se preguntó atravesando la puerta, regresando dentro de la habitación y se sentó en el suelo, fijando su mirada en el suelo—. ¿Qué hicieron?
Dougie se sentó en su cama, observando su habitación.
—Phillip, Phillip, Phillip, ¿estás aquí? —preguntó buscando con la mirada.
—Me... ¿Me invocó? —se preguntó alzando su mirada a Dougie.
—De verdad quería verlo —se lamentó recostándose en su cama.
—¿Y me voy a quedar atrapado aquí?
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En el parque, Jason y Francis notaron que Damien salió al antejardín de su casa y cruzaba la calle, en dirección a ellos.
—¿Qué tanto hacen aquí? —preguntó Damien al llegar.
—¿Nosotros? Nada —respondió Francis.
—Oigan, no... ¿No vieron a alguien afuera de mi casa?
—No, no, para nada —respondió Jason.
—¿Buscas a alguien en particular?
—No, no —respondió cruzándose de brazos, volteándose a ver su casa.
Ambos esperaban a que Damien se fuera, pero este se mantuvo en el lugar.
—¿Estás bien? —preguntó Francis.
—Sí. —Damien se volteó a ver su casa y luego vio a los chicos—. ¿De verdad no vieron a nadie?
—De verdad —aseguró Jason.
—Bien —dijo volteándose para regresar.
—Damien, espera —dijo Francis—. Podrías... ¿prestarnos ropa?
—¿Ropa? ¿Para qué?
—La pintura de las bancas estaba fresca.
—Cállate —murmuró Jason.
—¿Por eso llevan tanto tiempo aquí?
Ambos asintieron con la cabeza.
—Pero que sea rápido —dijo caminando a casa.
Jason miró a su alrededor y se levantó, seguido de Francis y lo siguieron a casa, donde lo esperaron en la sala, mientras ambos miraban a su alrededor.
—Esperaba una casa oscura y deprimente —comentó Francis, en voz baja.
—Te puede escuchar Pip —susurró Jason.
Francis, asustado, se apegó a Jason, sosteniéndole la sudadera, mientras Jason reía.
Damien regresó con ropa que le entregó a ambos y se sentó en el sofá, aún buscando con la mirada.
—¿Puedo... pasar a tu baño? —preguntó Francis.
Señaló con su pulgar una puerta junto a él, donde se turnaron para entrar y en tanto Francis esperaba a Jason, notó que Damien continuaba buscando.
—¿Estás seguro de que estás bien, Damien?
—Sí, ya te dije que sí.
—No creo que nadie entre aquí —comentó en un intento por tranquilizarlo—. Tu sistema de seguridad parece seguro.
—¿Mi qué?
—Las alarmas de tus ventanas.
Damien se volteó a verlo, sin comprenderlo.
—Perdón, solo me llamó la atención el cable y me acerqué a ver qué era.
—¿El cable? ¿En mi ventana?
—Sí, lo siento, pero solo vi eso, no revisé nada más.
Jason salió del baño, reuniéndose con Francis en la sala.
—El lunes te regreso tu ropa, gracias.
—Sí, ya váyanse —dijo Damien, abriéndoles la puerta.
Cerró de inmediato y se fue al baño a revisar la ventana, desde donde se asomaba un cable y lo jaló hasta lograr sacarlo. Este estaba unido a lo que parecía un micrófono, lo lanzó al suelo y lo pisó hasta romperlo, momento en que Pip apareció a su lado.
—¡Por fin! —dijo aliviado.
Damien se volteó a verlo y le pidió que mantuviera silencio, señalándole el micrófono en el suelo.
—¿Qué es? —susurró.
—¿Dónde mierda estabas? —susurró molesto, cerrando la puerta.
—No sé, parece que me invocaron y no podía regresar.
—Luego nos preocupamos de eso. Alguien nos está vigilando.
—¿Y para qué?
—No tengo idea, pero hasta que sepamos qué es esto, vas a mantenerte en silencio.
—Ah, genial, primero no puedo salir ¿y ahora tengo que estar callado?
—Sí, hasta que sepamos qué mierda es esto.
Chapter 29: El plan ha fallado con éxito
Chapter Text
El sábado por la mañana, Francis, en su habitación, leía un manga BL recostado sobre su cama, cuando golpearon la puerta de su habitación y suponiendo que era su madre, escondió el manga bajo su cama.
—¡Pasa! —anunció en tanto se incorporaba rápidamente.
Tolkien abrió la puerta y se quedó de pie en el umbral.
—¿Tolkien? ¿Qué haces aquí?
—Aquí no puedes escaparte al baño —dijo cerrando la puerta tras él.
Francis se quedó en silencio.
—Solo quiero saber qué fue lo que hice para que me evites.
—N-no te estoy evitando.
—Oh, vamos, no soy estúpido.
Tolkien se sentó a su lado sobre la cama y Francis se levantó de golpe, sentándose sobre su escritorio.
—¿Cómo está Nichole? ¿Aún está enferma? Lleva varios días sin ir a la escuela.
—No sé.
—¿Por...?
—Terminamos, me engañó —interrumpió mirando al suelo—, pero no vine a hablar de ella. Francis, ¿hice algo que pudiera molestarte?
—No —respondió al instante.
—¿Entonces?
—Yo... No te estoy evitando, solo...
—Kenny me dijo que es porque te gusto.
Francis bajó la mirada, apretando sus puños.
—¿Es eso cierto?
Negó con su cabeza, evitando alzarla.
—¿Estás seguro? —preguntó poniéndose de pie, aproximándose a él.
Asintió de forma enérgica con su cabeza.
—Entonces mírame a los ojos y dime que es mentira. —Tolkien se paró frente a él.
Francis no fue capaz de alzar la mirada al ver de reojo a Tolkien tan cerca y este alzó su cabeza de golpe con ambas manos.
—Si ese es el problema, podemos arreglarlo, Francis.
—¿Y c-cómo?
Tolkien se inclinó a besarlo, momento en que Francis despertó de un sobresalto sobre su cama y se llevó los dedos sobre sus labios, cerró sus ojos mientras se lamentaba y luego tocó su entrepierna, notando una erección.
—No puedo seguir así —murmuró abrazando su almohada—. Tengo que sacarme a Tolkien de la cabeza.
Como en las últimas semanas, se masturbó pensando en sus sueños. Sintiendo la culpa luego de venirse, se cuestionaba y trataba de convencerse de que Tolkien solo era amable con él.
—Tiene novia, no seas estúpido —se repetía, como todas las mañanas.
Decidido, se levantó a darse una ducha y se preparó desayuno que se llevó a su habitación, sentado frente a su computadora.
—Bien, se acabó esta mierda —aseguró antes de beber café y abrió el navegador.
Buscó información sobre orientaciones sexuales y leía mientras desayunaba.
—Bien, gay no soy, porque me he sentido atraído por chicas, aunque al parecer me prenden más los chicos.
Decidió realizar un test en línea, el que arrojó como resultado: Bisexual.
—Veamos... —dijo buscando información en internet—. Bisexual, orientación sexual de una persona que se siente atraída emocional, romántica y/o sexualmente tanto por personas del mismo sexo como por personas del sexo opuesto.
Realizó un segundo test en otra página web, el que arrojó como resultado: Pansexual.
—Veamos... Pansexual, orientación sexual que describe la atracción sexual o romántica hacia otras personas, independientemente de su género o sexo.
Un poco molesto, realizó un tercer test en otra página web, el que arrojó como resultado: Omnisexual.
—Estas mierdas no sirven —reclamó buscando el término—. Omnisexual, personas que se sienten atraídas por cualquier género.
Francis se apoyó sobre el respaldo de su silla, pensativo.
—¡Pero es lo mismo! —se quejó dando un golpe de puño sobre el escritorio.
Molesto, cerró el navegador y apagó su computadora. Sacó una hoja de su cuaderno y un lápiz.
—Quizá el señor Esclavo tenga razón, debe tener un defecto.
—¡A la mierda! —reclamó arrugando la hoja y tirándola al suelo.
Se lanzó sobre su cama a leer un manga, moviendo sus pies con molestia.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por otro lado, Craig, en la sala, veía televisión, hasta que fue interrumpido por Tricia, quien le arrebató el control remoto y se sentó a su lado.
—Estoy viendo eso —reclamó Craig.
—Estabas —dijo cambiando de canal.
Craig se abalanzó sobre ella a quitárselo, pero Tricia lo alejó y mientras forcejeaban, su padre salió del estudio y le arrebató el control remoto, apagando la televisión.
—Ninguno va a ver nada —regañó de regreso al estudio, llevándose el control remoto.
Ambos se quedaron sentados, viendo la pantalla del televisor, frunciendo el ceño.
—Le voy a decir que estás saliendo con Clyde —advirtió Craig.
—Yo le digo que estás saliendo con Tweek. Ya sabes, tú me traicionas, yo te traiciono.
—¿Quieres ver a quién van a regañar más?
—¿Por qué habría que regañarlos? —preguntó su madre, llevando platos con comida a la mesa.
—Por nada, mamita —dijo Tricia, sonriéndole.
Se reunieron a la mesa y mientras almorzaban, Craig miró a su padre y respiró profundo, dirigiéndose a su madre.
—Mamá, invité a Tweek a almorzar mañana.
—Ese chico ya parece tu sombra, son bien amigos, ¿no?
—Ni te imaginas lo buenos amigos que son, mamá —comentó Tricia, ganándose una mirada de molestia de Craig.
—Sí, somos amigos, ¿puede venir?
—Claro, me agrada.
—¿Cuál es Tweek? —preguntó su padre.
—El rubio.
—Solo recuerdo al de gafas y el negro.
—Es que él no vino al cumpleaños de Tricia y cuando viene, estás trabajando.
—Es bien agradable —intervino su madre—. Su mamá también, la conocí cuando fui a la escuela por la pelea.
En tanto, una chica de estatura media, pelirroja y vestida de azul, se detuvo frente a la casa de Craig, dejó a su lado una maleta con ruedas y sacó su celular, asegurándose de estar en la casa correcta. Tomó su maleta y se dirigió a paso rápido a la puerta, golpeando sin detenerse, inquieta.
—¡Yo voy! —anunció Craig, poniéndose de pie, emocionado al reconocer la forma de golpear.
—¡No, yo voy! —reclamó Tricia, levantándose de golpe.
—¡Yo le quiero abrir! —Craig se adelantó, siendo detenido por Tricia.
—¡Viene a verme a mí! —reclamó sosteniéndolo por la cintura.
—¡Mamá, dile que me deje!
—¡No viene a verte a ti! —Tricia lo sostuvo con fuerza.
—¡Mamá!
Mientras forcejeaban, tratando de llegar a la puerta, su padre se levantó a abrir.
—Ojalá recibieran con el mismo entusiasmo a su abuela —regañó de camino.
En cuanto abrió, la chica se lanzó a abrazarlo y entró a la sala, mientras el padre de Craig entraba la maleta.
—¡Craig, Tricia! —gritó con emoción, abriendo sus brazos.
—¡Red! —gritaron al unísono, soltándose y corriendo a abrazarla.
Luego del enérgico abrazo, miró a ambos.
—¡Ay, crecieron más! —dijo abrazando a ambos nuevamente.
—¿Qué tal estuvo tu viaje? —preguntó la madre de Craig, sirviéndole almuerzo.
—¡Agotador, tía! —dijo soltando a ambos y corrió a abrazarla.
Red se sentó en el lugar que Craig y Tricia dejaban vacío para no sentarse juntos.
—¿Qué traes en la maleta? —preguntó Tricia.
—Todo lo necesario. Déjame ver.
Tricia se puso de pie y se volteó a mostrarle su cabello.
—Ah, sí se puede arreglar —dijo revisando el corte.
—¿En serio?
—Sí, solo algunas extensiones y quedará como si nada hubiese pasado.
—¿A qué hora te vas a ir, Red? —preguntó Craig, revisando la hora en su celular.
—¿Ya quieres que me vaya? —preguntó apoyándose en su hombro, simulando tristeza.
—No, tonta, es que tengo que salir, pero no voy a tardar tanto.
—Mañana en la mañana, mi vuelo sale por la tarde, solo vine a arreglar el cabello de Tricia.
—¿Lo ves? Vino a verme a mí, no a ti.
—Vine a verlos a los dos.
—¿Y cómo es México? —preguntó Tricia.
—¡Es increíble! Sus playas, la comida, sus fiestas, ¡todo!, no quiero regresar, pretendo quedarme a vivir allá cuando termine mis estudios. Así que van a tener que ir a visitarme.
—¡Sí! Ya quiero ir —dijo Tricia.
—Vamos a tener que comprar un canil para que dejen subir a Tricia al avión —comentó Craig.
Tricia le enseñó el dedo medio, recibiendo la misma respuesta de Craig.
—¡Cómo los extrañaba! —comentó Red, antes de llevarse el tenedor con comida a la boca.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Decidido, Francis terminó de almorzar en su casa y se preparó para salir. Fue a casa de Jason, quien le abrió la puerta, somnoliento.
—Acompáñame —ordenó Francis.
—No quiero salir.
—No te estoy preguntando. ¿Te vas a cambiar o vas a ir así?
—No me voy a cambiar porque no voy a ir a ninguna parte.
—Necesito ir a buscar una chica.
Jason dio un paso atrás.
—Cuando dices ir a buscar... ¿Te refieres a conocer a una o secuestrarla?
—No tengo ganas de bromas.
—¿Y por qué tanta desesperación?
—¿Vas a ir así o te vas a cambiar?
—No quiero salir.
—Vamos a conocer a alguien ¡y nos va a gustar! —Francis lo jaló de su ropa, pero Jason se aferró al umbral de la puerta.
—¡No! —gritó de forma dramática, aferrándose con fuerza al umbral— ¡No tengo corazón...!
—¡No empieces con tus frases de películas! —reclamó jalándolo con fuerza.
—¡...No siento amor, ni temor! No siento gozo, ni dolor —dijo soltándose del umbral, simulando sufrir— ¡Estoy vacío!
—Ya cállate —reclamó cerrando la puerta de Jason.
Ambos caminaban en dirección al parque.
—¿Adónde quieres ir exactamente?
—No sé —dijo deteniéndose—. ¿Dónde crees que sería un buen lugar para conocer chicas?
—El centro comercial, supongo.
—Vamos allá entonces.
—¿Y por qué tanta urgencia? Yo no quiero conocer a nadie.
—Pero yo sí y somos amigos, dijiste que los amigos están para apoyarse.
—Bien —reclamó comenzando a caminar, con las manos dentro de sus bolsillos—. ¿Y tienes dinero? Porque yo no.
—Sí, estaba juntando para unos mangas.
—Yo aún no almuerzo.
—Te compro una hamburguesa en el centro comercial.
—Pero quiero comida.
—Eso es comida.
Ambos llegaron al centro comercial y se sentaron en el patio de comidas. Francis veía a Jason comer su hamburguesa, ansioso.
—¿Puedes comer más rápido?
—No —respondió con la boca llena.
—Jason, no tengo todo el día.
—¿Y adónde quieres ir?
Francis miró a su alrededor.
—No... No lo sé. ¿Dónde encontraría una chica?
—¿Que le gusten los Fudanshis? No sé. —Jason inspeccionó a la gente en las mesas a su alrededor—. Es difícil saber a quién podría gustarle esa basura.
—¿Y dónde quieres buscar una tú?
—Ya te dije que yo no quiero.
—¿Por qué eres tan amargado?
—No soy amargado, solo no quiero —regañó terminando su hamburguesa.
Ambos se levantaron y caminaron por las tiendas.
—¿Qué te parece ahí? —preguntó Jason, señalando una tienda de cómics, mangas, figuras y juegos de mesa.
—No creo que haya chicas ahí.
—Si le gustan los mangas, sí. ¿No es ahí donde compras los tuyos? Si entra una chica, es porque le gusta.
—Sí, tienes razón —dijo apurando el paso.
Jason lo siguió con fastidio, entrando tras él.
En tanto daban un vistazo a cómics de un aparador en medio de la tienda, Francis vio por sobre el hombro de Jason a una chica en la sección Yaoi y Boys Love, esta vestía jeans y una sudadera negra, su cabello largo cubría una parte de su rostro y usaba una gorra de béisbol negra, por lo que no se veía muy claramente su rostro.
—No mires, Jason, atrás de ti hay una perfecta para mí.
—¿Es ciega? —preguntó sin voltearse.
Francis lo golpeó en la cabeza con el cómic que tenía en la mano.
—¿Es bonita?
—Parece que sí.
—¿Parece? ¿Cómo es? Quiero ver.
—No, se va a dar cuenta, quédate ahí, así me cubres.
—Pero ¿cómo es?
—¡Ah, no sé! Tiene... cabello y piernas. No sé. Cállate.
Jason se volteó en un movimiento rápido a verla.
—Ni se le ve la cara.
—Pero ¿ya viste dónde está?
—¿Qué hay ahí?
—Es la sección Yaoi.
—Adelante, toda tuya entonces —dijo tomando otro cómic.
Francis ideaba la forma de acercarse a hablarle.
—Jason, no puedo.
—Sí puedes, solo acércate y... No sé, recomiéndale un BL o alguna de esas mierdas.
—¿Y si vas tú?
—Tú querías venir, yo no ando buscando nada.
—¡Ya sé! ¿Te acuerdas del K-Drama que vimos el año pasado?
—Hemos visto muchos.
—Ese con el que lloraste.
—No lloré.
—Claro, como digas. ¿Recuerdas que se conocieron porque la chica perdió su identificación y el chico la buscó para devolvérsela y se enamoraron?
—Eso no pasa en la vida real.
—Claro que sí. Este es el plan. Voy a sacar un manga a su lado, dejaré caer mi billetera y cuando me hable para regresármela, veo el que esté revisando en ese momento y le recomiendo algo, me sé esa sección de memoria.
—Me parece una muy estúpida idea, pero si funciona, me voy a casa y te quedas aquí con ella.
Francis caminó al rededor del aparador, con la intención de que pareciera un encuentro casual, mientras Jason tomó el lugar de Francis, simulando leer un cómic, mirando hacia la chica que en ese momento se agachó a revisar en la parte baja.
Se detuvo junto a ella, pero no tuvo el valor de hablarle y se quedó revisando algunos de la parte superior, evitando mirarla.
Dejó caer su billetera junto a la chica, pero en ese momento la chica se cambió al aparador a su espalda y Francis solo miró a Jason.
Jason negaba con su cabeza mientras contenía su risa al ver lo que para él era una patética escena.
Francis acercó un poco la billetera con su pie y regresó junto a Jason.
—Si es para mí, la va a ver —dijo al llegar, dándole la espalda a la chica.
—Qué idiota eres, Francis.
—No sabía qué hacer, pero a la mierda, lo dejo en manos del destino.
La chica dio unos pasos hacia el lado, momento en que pisó la billetera y se agachó a recogerla.
—¡La recogió! —anunció Jason en voz baja, con cierta emoción.
—Ay, no, ya no quiero —dijo sonrojándose, evitando voltearse a verla.
—Espera, la está revisando. Ya sacó tu identificación y... —Jason se detuvo al ver a la chica lanzar la identificación al suelo y acercarse a paso rápido a la puerta con el resto.
—¡¿Y qué?!
—Se fue —dijo sorprendido.
—¿Qué?
—¡Se fue! ¡Se robó tu billetera!
Francis se volteó de inmediato y Jason salió a verla a la entrada de la tienda, pero la chica ya iba corriendo cerca de la puerta principal del centro comercial.
Regresó junto a Francis, que se había quedado sin reacción alguna luego de recoger su identificación y regresar a la sección de cómics.
—Ya se fue —dijo antes de comenzar a reír.
—¿Me robó?
—¡Te dije que era mala idea!
—¡Mierda! Tenía todo mi dinero ahí. ¿Y ahora qué hago?
—Nunca voy a olvidar este día —comentó entre risas.
—Maldita perra de mierda —regañó con fastidio.
Jason trataba de contener su risa, mientras Francis se lamentaba a su lado.
—Ya, Francis —dijo tratando de calmarlo—, olvídalo, vámonos a casa.
—No, no quiero regresar aún —dijo cabizbajo.
—Piénsalo, hubiese sido peor que la conocieras y te enamoraras para que luego te dieras cuenta de que era ladrona.
—Sí, tienes razón.
—¿Tenías mucho dinero?
—Iba a comprar la colección completa de Sasaki to Miyano. ¿Tú qué crees?
—No sé cuántos tomos son.
—Bueno, era bastante.
—¿Lo ves? En la vida real no aparecen chicas de la nada y mucho menos como lo quieres tú.
—Es que ya no quiero eso, a la mierda el romance, supongo que eso vendrá después. No me voy a mover de aquí hasta que el amor de mi vida atraviese por esa puerta —regañó señalando la entrada de la tienda.
Jason rio a carcajadas, llamando la atención de una chica de contextura robusta y baja estatura, con vestido negro, que pasaba por afuera de la tienda y al reconocerlo, entró directo hacia ellos.
—¿Qué es tan gracioso, Jason? —preguntó la chica.
—¿Eh? —Bajó la mirada para ver a la chica—. ¿Te conozco?
—¿No me recuerdas? Creciste bastante.
—¿De dónde te conozco?
—Bueno, no nos conocemos, pero de haber sabido que ibas a convertirte en esto, te habría prestado más atención cuando iba en la escuela—dijo viéndolo de pies a cabeza.
—Eres la hermana mayor de Bradley, ¿no? —interrumpió Francis.
—¿El del salón? —preguntó Jason.
—¿Cuántos Bradley hay en este pueblo lleno de conformistas de mierda? —alegó cruzándose de brazos.
—Ah, los góticos —dijo Jason.
—Mi nombre es Henrietta. Tenemos una tienda en el segundo piso, se llama "Muerte y amargura", voy para allá, por si quieres ir a conocerla —dijo mirando a Jason.
Jason se quedó en silencio, mientras Francis veía a ambos.
—Tengo ropa que podría gustarte, quizá hasta puedo ayudarte a probártela y abrir la tienda después —dijo deslizando su dedo por la mejilla de Jason—, los demás llegan más tarde.
Dicho esto, Henrietta salió en dirección a su tienda y Jason se volteó a ver a Francis.
—Ve —dijo Francis con fastidio.
—Pero no te enojes, fue tu idea.
—¡Ya vete!
—Gracias por traerme —dijo antes de salir tras Henrietta.
Francis se quedó viendo cómics, un poco molesto.
—"No puedo creer que la maldita me robara. ¡Y Jason ni se esforzó y ya consiguió algo!" —pensó regresando el cómic y se fue a la sección Yaoi a distraerse un rato.
Una campanilla anunció la llegada de un cliente y Francis dirigió su mirada a la puerta, viendo a Craig que entró a la tienda, directo al mostrador y Francis se acercó en silencio por detrás para ver lo que hacía.
—Pensé que ya no vendrías —dijo el chico del mostrador a Craig.
—Ahora sí, no había tenido tiempo, lo siento. —Craig sacó la carta de su bolsillo, tomándola entre sus dedos índice y medio.
—Entonces era verdad. ¿De dónde la sacaste?
—La gané en un torneo.
—¿Cuánto quieres? —preguntó acercando su mano para tomarla.
—Está en estado Mint —dijo alejando la carta—. Quiero el 80 % del valor de mercado.
—¿Sí sabes que la quiero para revenderla, verdad? No las compro para coleccionarlas, estás pidiendo demasiado.
—Sabes perfectamente que le vas a sacar mucho más de lo que te estoy pidiendo.
—40 %.
Francis se mantenía en silencio tras Craig, prestando atención a la negociación que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder.
—¿Nunca la sacaste del protector? —continuó el chico del mostrador.
—No. —Craig le entregó la carta para que la revisara.
—No sé —dijo revisando cada detalle—. Quizá el 50 % y te doy 5 % como crédito en la tienda.
—No.
—Bien, 50 % y descuento del 30 % por un año, solo si la vendo en máximo tres meses.
—¿Descuento en qué?
—Cartas, juegos, mangas o cómics, las figuras no.
—Hecho.
El chico se volteó a guardar la carta, hacer el registro en una computadora y buscar el dinero.
Francis se apoyó en el mostrador junto a Craig.
—Eres bueno negociando, Craig.
—Ah, genial —reclamó en cuanto vio a Francis.
—¿Es tan malo verme?
—No le digas a Tweek. Es para regresarle el dinero que gasté en el restaurante, pero no quiero que sepa que lo conseguí así.
—Bien, no diré nada.
—Pero en serio, Francis.
—¡No le diré! —dijo molesto.
—Voy a confiar en ti.
—¡Que sí! —reclamó con molestia.
Craig recibió el dinero y pensando que había sido desagradable con Francis, le invitó un helado y mientras comían en el patio de comidas, Francis le contaba lo ocurrido con Jason y la chica.
—Qué maldita —comentó Craig antes de llevarse la cuchara con helado a la boca.
—Sí, así que ahora estoy solo, sin dinero y sigo sin conocer a nadie.
—Francis, con respecto a lo que hablamos hace días... ¿Y si intentas conocer a un chico?
—No sé, para ser sincero, me pone más nervioso conocer un chico que una chica.
—¿Entonces te emociona más esa idea?
—Creo que sí. ¿Me ayudas?
—¿Y cómo?
Francis se quedó pensativo en tanto revolvía su helado con desánimo.
—Ya sé —dijo Craig, extendiéndole la mano—. Dame tu celular.
—¿Para qué?
—Citas en línea, solo buscamos una aplicación de citas gay.
—No sé, Craig, ahí puede salir cualquier cosa.
—Oh, vamos, buscamos uno que te guste —dijo cambiándose a sentarse junto a Francis, pidiéndole su celular.
—Pero ¿y el dinero?
—No lo necesitas, que te invite él.
Francis exhaló con fastidio, entregándole el celular.
—Va a funcionar —animó Craig.
Buscó alguna aplicación que recomendara gente cercana en el celular de Francis y le creó un perfil.
—Listo, ahora a buscar un chico perfecto para ti. ¿Quién tendrá la mejor cita de su vida?
—Craig... —dijo mirando a su alrededor.
—Que te valga verga la gente, Francis. ¿Quién tendrá la mejor cita de su vida? —continuó para animarlo.
—Yo —respondió en voz baja.
—¡Más fuerte, Francis!
—Yo —insistió alzando un poco la voz.
—¿Quién va a conocer al amor de su vida hoy?
—Yo —respondió con más seguridad.
—¿Quién quiere que se lo pongan hoy?
—¡Yo! Oye, no, no. Yo no soy un Uke.
—¿Estás seguro?
—Sí, seguro.
—Si tú lo dices —comentó antes de continuar comiendo su helado.
Ambos comían en tanto revisaban posibles candidatos, pero Craig se detuvo al encontrarse con la fotografía de un chico pelirrojo, que se le hizo familiar.
—Es... atractivo... Supongo.... ¿Crees que...? —preguntó Francis, inseguro de la expresión tan seria de Craig—. ¿Te gustó o...? Parece tímido... ¿Seguimos o...?
—Sal con él —dijo enviándole una solicitud.
—Pero no leí su perfil.
—Se llama Oliver, tiene diecinueve, vive más o menos cerca.
—Pero...
—No, recházalo si te habla. —Craig le regresó el celular y sacó el suyo.
Descargó la aplicación y se creó un perfil, mientras Francis lo veía en silencio.
—Este es Spiderman —dijo buscando su perfil.
—¿En serio? ¿Estás seguro?
—Sí, recuerdo muy bien su estúpido rostro. —Craig le envió una solicitud, buscó un Chupa Chups en su bolsillo y se lo metió a la boca—. Saldré con él.
—Eres el novio de mi amigo, por si no lo recuerdas.
—No tiene que saberlo, porque no le vas a decir nada.
—Pero yo no sé guardar secretos.
—Si le dices, yo le digo a Tolkien que te gusta.
—A mí no me...
—Ah, por favor, eres tan obvio, estoy seguro de que Tolkien también lo sospecha. Estás haciendo esto para dejar de sentir lo que sea que sientes, ¿no? ¿Qué pasó con eso de conocer a alguien especial, el romance y todo lo cursi? —Craig se quedó esperando una respuesta, pero Francis se mantuvo en silencio—. ¿Lo ves? Solo quiero saber si sigue interesado en Tweek, le voy a sacar información, nada más, podríamos acordar la cita en el mismo lugar.
Francis quiso responderle, pero no lograba encontrar las palabras adecuadas.
—Lo siento, ¿sí? pero no quiero perder lo que tengo con Tweek.
—No necesitabas amenazarme de esa forma, Craig.
—Tienes razón, lo siento —dijo suavizando el tono de su voz.
—Craig, si Tweek se entera...
—No lo hará.
—No me parece buena idea. —Francis recibió una notificación de la aplicación.
—Por alguna razón no me ha dicho nada, eso me hace pensar que planea aceptar en algún momento, quizá es su plan B, quizá quiere mantenerlo interesado, no sé, solo quiero asegurarme.
Oliver le respondió a Francis y este lo rechazó, excusándose de que se había equivocado y al cabo de unos minutos, le respondió a Craig y chatearon por un rato, mientras Francis aún buscaba y enviaba solicitudes.
—Listo —anunció Craig, guardando su celular—. Nos vamos a reunir a las ocho en el City Wok.
—Craig, no lo hagas.
—Solo voy a sacarle información, Tweek pronto va a regresar a las luchas y ese imbécil también.
—Bien, si eso te deja más tranquilo.
—¿Encontraste a alguno?
—Envié tres, ahora solo a esperar.
Francis recibió una notificación de uno de los chicos y conversó con él por un rato.
—Mira, se llama Douglas —dijo mostrándole la fotografía de un chico de cabello castaño claro—. Acordé la cita en el mismo lugar y hora.
—Parece agradable.
—Eso espero, Craig, eso espero — dijo guardando su celular.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, en la tienda Muerte y Amargura, Jason terminaba de vestirse, mientras Henrietta lo veía terminando de arreglarse su cabello.
—No estuviste nada mal para ser un niño, Jason.
—No soy un niño. ¿Qué edad tienes?
—Veinte y tienes la edad de mi hermano, eres un niño.
—Nah —dijo mirando la tienda a su alrededor—. ¿Qué vendes aquí además de ropa y accesorios góticos?
—Esto es lo que vendemos de día, en realidad es más una fachada, por la noche nos dedicamos al ocultismo.
—Suena interesante.
—Lo es, vendemos tablas ouija, libros de ocultismo, brujería y damos clases de espiritismo e invocaciones.
—¿Y cómo lo hacen si el centro comercial cierra por la noche?
—Tenemos la llave de la puerta trasera, solo nos contactan y los dejamos entrar. Firkle se encarga de buscar clientes.
—Pete, Michael y yo atendemos en el día, Firkle solo viene por las noches, por eso abrimos tarde, ganamos más dinero con eso.
Henrietta vio la hora en un reloj en la pared, tras Jason.
—Deberías irte, Pete y Michael ya van a llegar.
—¿Crees que se enojen si me ven acá?
—Sí, Michael es celoso.
Jason la miró sin comprender a lo que se refería.
—Michael es mi novio —explicó sonriéndole.
—¿Qué?
—Sí, así que deberías irte.
—Claro —dijo saliendo de la tienda, un poco confuso—. Oye, no, espera —dijo regresando—. Entonces... ¿Fui tu amante?
—Sí, ¿tienes algún problema con eso?
—La verdad... No, incluso me dan ganas de hacerlo de nuevo.
—Bien, ya tengo tu número, te llamaré otro día.
—Será un placer —dijo saliendo de la tienda.
Le envió un mensaje a Francis, pero este le respondió que ya se había ido a casa porque se sentía un poco mal y decidió irse.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Craig y Francis llegaron al City Wok y se detuvieron antes de entrar.
—Craig, ¿estás seguro de esto?
—No, pero solo quiero asegurarme, además, si algo sale mal, estaremos cerca para ayudarnos.
—Bien, adentro no nos conocemos.
—Bien.
Cada uno de dirigió a una mesa a esperar a su cita, dándose la espalda a tres mesas de distancia.
Francis se sentó en dirección a la puerta. Mientras esperaba, entró Oliver y lo siguió con la mirada en tanto se dirigía a la mesa de Craig, llegando por su espalda y se quedó de pie frente a él.
—¿Tú eres Craig? —preguntó rascándose su enrojecido antebrazo.
—Sí.
—Oliver —dijo sentándose, desviando la mirada hacia el costado al verlo tan serio.
—Dejemos algo claro, Oliver. —Craig se apoyó en la mesa, manteniendo una postura firme—. La cuenta la vamos a dividir, yo pago lo mío y tú lo tuyo. No vamos a irnos a ningún lugar después de comer, por si es lo que estás pensando y por último, soy menor de edad, así que no intentes nada raro. ¿Está claro?
Oliver asintió lentamente con la cabeza, en silencio.
—¿De dónde eres, Oliver?
—Del pueblo de al lado.
—¿A qué te dedicas?
—Por ahora a nada, tuve una fractura en una costilla y estoy en recuperación.
—¿Cómo te fracturaste?
—¿No vamos a ordenar nada? —preguntó tomando el menú sobre la mesa.
—Claro —dijo tomando el menú.
En tanto, Francis esperaba a su cita, golpeando levemente la mesa con la palma de sus manos, hasta que Douglas entró buscándolo con la mirada y Francis alzó un poco su mano, sonriéndole.
—"Es igual de atractivo que en su foto" —pensó Francis, viéndolo acercarse.
Douglas se sentó frente a él y le sonrió.
—A ver, de pie —dijo Douglas, indicándole con su mano que se levantara.
—¿Qué? ¿Para qué?
—Solo hazlo.
Francis vio a la gente a su alrededor y se levantó, mordisqueando la uña de su pulgar, mientras vigilaba no haber llamado demasiado la atención. Douglas le dio una mirada desde la cabeza hasta la entrepierna y le pidió que se diera la vuelta en su lugar. Francis lo hizo a paso lento, confundido y en cuanto sus miradas volvieron a encontrarse, Douglas asintió en señal de aprobación.
—Me agrada lo que veo. Puedes sentarte.
—"¿Qué mierda le pasa?" —pensó Francis, sentándose.
Douglas tomó el menú para revisar las opciones disponibles, seguido de Francis, aunque no estaba prestando atención a la lectura, continuaba un poco confundido por todo.
Una chica se acercó a tomar su orden y Douglas habló de inmediato.
—Quiero una porción de wantán frito, arroz con cerdo mongoliano, jugo de fresa y para él, pollo pekín con arroz y jugo de manzana.
—N-no, no me gusta ese sabor de jugo.
—Ash, bien, ¿qué quiere la princesa? —preguntó con fastidio.
—De naranja —respondió en un tono bajo.
—¿Algo más? —preguntó la chica.
Antes de que Francis respondiera, Douglas le dijo a la chica que eso era todo y esta se retiró a buscar las órdenes.
Mientras esperaban, Douglas se dejó caer sobre el respaldo de su silla, golpeando la mesa con el dedo índice, mirando fijamente a Francis.
—Es... primera vez que hago esto. —Francis le sonrió un poco incómodo, aunque trataba de ocultarlo.
—¿Qué te gusta hacer en la cama?
—Ah... No... No lo sé.
—Se nota que eres el pasivo, así que tú eliges.
—¿Me disculpas un momento? —dijo levantándose, retirándose al baño.
Craig ignoraba su celular, por lo que Francis regresó a sentarse con el chico, de camino intentó llamarle la atención, pero Craig no se volteó a verlo.
—Leí en tu perfil que te gustan las luchas —continuó Craig—. ¿Participas en eso?
—Ya no, por mi lesión no puedo, pero si todo sale bien, voy a regresar pronto.
—¿Tienes algún rival ahí?
—¿No quieres hablarme de ti? Solo me has hecho pregunta tras pregunta.
—Me llamo Craig, tengo diecisiete, me gustan los juegos de mesa, cartas coleccionables, no soy una persona muy interesante. Entonces, ¿tienes algún rival ahí?
Oliver continuaba rascando con énfasis su antebrazo.
—Todos son mis rivales, esa es la idea.
—Tus luchas son con disfraces, ¿no? ¿Quién eres?
—Bien, no sé cómo averiguaste eso, pero no puedo decirte, lo siento.
—Ni nos conocemos, ¿qué importa si lo sé?
—¿Cómo sabes de los disfraces?
—Hace tiempo, fui a una de esas luchas y estoy seguro de que eres Spiderman, le ganaste al Gran Saiyaman.
—¿Cómo lo supiste? ¿Cómo me reconociste por la aplicación?
—Seré sincero contigo, Oliver, a juzgar por tu antebrazo, que no dejas de rascarte, pareces nervioso y te ves un poco tímido, pero ese día te veías con tanta seguridad que me propuse conocerte. —Craig le sonrió, apoyando su cabeza sobre su mano con el codo en la mesa.
—Bueno, estar con un disfraz es diferente, nadie sabe quién soy y siento que tengo la libertad de hacer o decir lo que quiera.
—Ese día le hablaste al oído. ¿Qué le dijiste?
—¿En serio quieres seguir con el interrogatorio?
—Sí, tienes razón —dijo aparentando mantener la calma—. Solo... Solo quiero saber de ti, de verdad me interesas.
Craig cambió un poco su actitud, simulando interés mientras escuchaba un breve relato sobre su vida.
En tanto, Francis comía lento, ya bastante incómodo y en silencio, solo respondiendo preguntas de Douglas, quien finalmente terminó de comer y pidió la cuenta al instante.
La chica dejó el recibo sobre la mesa antes de retirarse.
—Veamos qué tan caro me saliste, Frank.
—Francis.
Douglas revisó el recibo y alzó su mirada a Francis.
—¿Adónde vamos a ir ahora? ¿A tu casa, mi casa o prefieres un motel?
—Ah... Prefiero que no vayamos a ninguna parte.
—¿Y crees que voy a pagar todo para nada?
—Douglas, lo siento, pero no...
—No estoy para perder el tiempo —interrumpió poniéndose de pie.
—Pero tú...
Douglas salió del restaurante sin mirar atrás y Francis se quedó sin reaccionar, viéndolo alejarse.
Craig desvió poco a poco el tema, regresando a hablar sobre las luchas.
—¿No vas a decirme qué le dijiste a ese chico? —preguntó deslizando su dedo sobre el antebrazo de Oliver.
—Me interesa ese chico. —Oliver se detuvo por unos segundos—. Bueno, obviamente si esto funciona, lo voy a olvidar, pero es solo eso, aunque me dejó claro que tiene novio.
—¿Ah sí? ¿Y aún así pensabas seguir insistiendo? —preguntó deslizando sus dedos hasta la mano de Oliver.
—Bueno... Cuando me propongo algo, no me detengo hasta obtenerlo —dijo tomando la mano de Craig.
—¿Sabes qué? —preguntó quitando su mano de golpe—. Esto no va a funcionar.
—Pero...
—Aquí está mi parte —dijo mostrándole el dinero y dejándolo sobre la mesa.
Craig se retiró al baño, donde se encerró por un rato y revisó su celular, notando los mensajes de Francis. Al cabo de unos minutos, se aseguró de que Oliver ya no estuviese y fue con Francis, sentándose frente a él.
—¿Fue tan malo?
—Horrible, Craig. ¡Y me dejó con la cuenta! Ni siquiera tengo dinero. ¿Cómo lo voy a pagar?
—Fue mi idea, yo lo pago —dijo pidiéndole el recibo.
—¿Estás más tranquilo ahora? —preguntó entregándoselo.
—No, pero ya sé lo que quería.
—¿Vas a decirle a Tweek?
—No, el imbécil dijo que Tweek le dejó claro que está conmigo, así que voy a confiar en él, pero no te voy a negar que me molesta un poco que aún no me diga nada.
—Ya sabes que Tweek es disperso, cuando algo no le interesa, lo olvida rápido, apuesto a que ni siquiera se acuerda.
—Sí, puede ser, pero, en fin, ¿te sirvió esto?
—La verdad, sí. No me quedan ni las más mínimas ganas de estar con alguien.
—Bueno, supongo que el plan falló con éxito.
—Sí, definitivamente —comentó entre risas.
Ambos se fueron a sus respectivos hogares y en cuanto Craig entró a casa, se fue a su habitación, donde estaba Red, jugando con Stripe sobre su cama.
—¿Qué tal estuvo tu salida?
—Bien, no me quejo —dijo quitándose la sudadera.
—Es tan lindo, Craig, no pensé que chillaban tanto. —Red tomó en brazos a Stripe, regresándolo a su caja.
—Sí, a veces son muy ruidosos, pero jamás te cansas de escucharlos.
—Cuéntame de ti —dijo dando leves golpes sobre la cama, indicándole que se sentara a su lado.
—Pues... ¿Por dónde empiezo? —Craig se recostó sobre su cama, apoyando su cabeza sobre las piernas de Red.
—Primero, ¿por qué ya no tienes tu chullo? No te lo quitabas nunca.
—Se lo dejé a Michael, ya no podía seguir jugando Calabozos y Dragones, así que no tenía sentido traerlo.
—Hay nerds por todos lados, Craig, no es exclusivo de la ciudad.
—No, sin ellos ya no iba a ser lo mismo.
Red acarició el cabello de Craig.
—¿Y... alguna novia por ahí?
—No precisamente.
—¿Entonces ya saliste del clóset? —preguntó sonriéndole.
—¿Cómo sabes? —preguntó incorporándose.
—Te conozco, Craig.
—Aunque aún no le digo a mis papás —dijo recostándose nuevamente sobre las piernas de Red.
—¿Por qué?
—No sé cómo van a reaccionar, pero lo haré mañana, con él.
—Qué ganas de estar aquí para apoyarte, pero tengo que regresar.
—Lo sé, no te preocupes por eso.
—¿Y la abuela? ¿Ya pensaste cómo decirle a ella?
—No, voy paso a paso, primero mis padres, pero ya cuando ellos sepan, supongo que será más fácil decirle al resto de la familia.
—Craig, no será un agrado decirle a los demás, ya sabes cómo son, pero a la mierda con todos, lo importante es que tú seas feliz, ellos van a hablar siempre, por lo que sea.
—Lo sé. ¿Y Tricia?
—Salió.
—¿Te dijo dónde fue?
—No.
—¿Sabías que la estúpida tiene novio?
—Sí, me lo contó, nunca pensé ver a Tricia así, hablaba de él con tanto entusiasmo, hasta yo sentí que es el chico más increíble de este planeta.
—¿Clyde? —preguntó entre risas—. No es increíble, para nada.
—También me contó que eran amigos, pero ¿sabes por qué reaccionó así?
—No, ni me interesa.
—Pues te voy a contar igual. El chico le dijo a Tricia que le dolió ser el último en enterarse, porque que era tu mejor amigo, no pensó antes de decirte todo eso, dijo que fue la rabia del momento, que se sintió traicionado, pero porque no fuiste capaz de contarle algo que todos sabían. Todos se equivocan, es parte de la vida, ¿no? Apuesto a que tú también has cometido errores, pero así se aprende.
Craig se quedó en silencio, mirando al techo.
—Cuando viajen a México, lleven a sus novios, quiero conocerlos.
—Olvídalo, solo iría con mi novio.
—No seas así, Craig, se supone que es tu amigo, deberías alegrarte.
—¿Alegrarme porque se fijó en alguien tan estúpido?
—Craig, todos los chicos son estúpidos.
—Yo no.
—Claro que sí —dijo entre risas—. Puedes ser tan listo como estúpido.
—Como sea, no quiero que termine quedándose con Clyde.
—¿Por qué?
—Por... Solo no quiero, ella tiene que buscarse a alguien mejor.
—Craig, lo que voy a decirte no es con ánimos de ofenderte, pero ese chico está roto, igual que ustedes, supongo que Tricia sintió esa conexión con él, dijo que su mamá falleció y aunque ustedes tienen a sus padres, sé que viven con esa herida y sobre todo tú. ¿Recuerdas el día que mis papás me llevaron a tu casa para conocerte? ¿Recuerdas lo que me contaste? ¿Todo lo que viviste con tu mamá verdadera?
—Mi mamá es Laura, Red.
—Ya sabes a lo que me refiero, pero, Craig, cuidaste a Tricia hasta que salieron del orfanato y todavía sigues protegiéndola. Ella necesita equivocarse, cometer errores, tal como tú y yo lo hicimos, déjala crecer.
—Pero no con Clyde.
—Con quien sea, Craig. Arregla las cosas y hazte a un lado. El único que sale perdiendo en esto eres tú. Tricia va a dejar de confiar en ti y vas a perder un amigo por una estupidez. ¿No lo extrañas?
—Un poco.
—¿Lo ves?
Ambos se quedaron en silencio por un rato.
—Bueno, cuéntame de tu novio. ¿Tienes alguna foto? Apuesto a que es lindo.
Craig le mostró una fotografía en su celular.
—¡Es muy lindo!
—Baja la voz.
—¿Y cómo fue que se fijó en este nerd? —preguntó despeinándolo—. Quién lo diría, tan solo hace unos meses jugabas disfrazado y ahora hasta tienes novio.
—No sé cómo, pero lo hice.
Finalmente se pasaron la noche conversando y contándose hasta el último detalle.
Chapter 30: Tucker no mata Tucker
Chapter Text
El celular de Tweek se apagó, lo guardó en el bolsillo y continuó su camino a casa de Craig. Al llegar, fue recibido por Tricia y subió corriendo a la habitación de Craig, como de costumbre.
Sentado bajo el escritorio, Craig mantenía la cabeza sobre sus rodillas y miró hacia la puerta al escuchar los pasos de Tweek.
—¡¿Qué mierda crees que haces, Craig Tucker?! —reclamó abriendo la puerta de golpe.
—¿Por qué siempre llegas gritándome?
—No sé —dijo cerrando la puerta—. Algún día podría encontrarte haciendo algo malo y mi entrada se verá increíble.
Craig soltó una risa leve, un poco desanimado.
—¿Qué tienes? —preguntó acercándose al escritorio y se agachó a verlo—. ¿Por qué estás ahí?
—Ya te dije que me siento seguro en espacios pequeños.
—Sí, pero ¿por qué estás ahí ahora?
—Es que... No sé cómo decirles.
Tweek se metió bajo el escritorio, sentándose a su lado.
—Entonces no lo hagas, quizá sería mejor en otro momento.
—No, quiero hacerlo, no sé cómo, pero quiero hacerlo. Quiero que dejemos de escondernos y tampoco me gusta mentirles así. Es como... Como si otro Craig estuviese atrapado y quiere salir.
—Quizá por eso le llaman salir del clóset.
—Es que no entiendo cómo lo hacen otros. Tú, por ejemplo, lo haces ver tan fácil.
—No es fácil, Craig, ¿crees que un día me desperté y pensé: Qué ganas de ser discriminado por el resto de mi vida, mejor voy a ser gay?
—Ya sé que no, pero...
—Craig, piensa que este es el último paso para liberarte de todo.
—Pero sería más fácil que se los dijera otra persona y yo solo sentarme a esperar la reacción. He pensado bastante cómo hacerlo, cómo iniciar la conversación y realmente no sé ni por dónde empezar.
Tweek se apoyó en su hombro y lo abrazó.
—Podrías hacerlo de golpe, solo decirles y ya, que pase lo que tenga que pasar.
—No, no creo poder hacer algo así.
—Quizá sea mejor que no vayamos hoy, le avisaré a los demás —dijo sacando su teléfono.
—¿Hablas en serio? Pude notar tu emoción cuando me llamaste anoche. No quiero interferir en tus planes.
—Pero eso puede esperar.
—No, sé que quieres conocer el lugar y ya falta poco para tu cumpleaños, solo dos meses más y puedes empezar a entrenar niños con Noah y Uzziel.
—¡Sí! No puedo creer que ya hayan conseguido un lugar dónde hacerlo. Noah dijo que me van a esperar a mí para hacer todo legal. ¿Puedes creerlo, Craig? Tu novio será entrenador y ganará mucho más dinero.
—Cierto —dijo buscando dinero en su bolsillo, el que le ofreció a Tweek—. Aquí está lo que te debía del restaurante.
Tweek recibió el dinero y lo guardó en su bolsillo.
—Solo una lucha más y ese auto es mío.
—¿Estás seguro de que quieres uno?
—¿Ya vas a empezar otra vez? Craig, si manejara mal, no me habrían dado mi permiso.
—No es por eso.
—¿Entonces? —preguntó molesto.
—¿Y si chocas? No quiero perderte.
—Ay, no me mientas —regañó cruzándose de brazos.
—¡Es que, piénsalo, Tweek! ¿Tú controlando lo que podría ser perfectamente una máquina de matar llena de un hidrocarburo inflamable?
—No lo había visto de esa forma —comentó en voz baja, pensativo.
—¡¿Lo ves?!
—Quizá Annie podría ir a hacerle compañía a Damien, Pip debe sentirse tan solo.
—¡¿Te estás escuchando, Tweek?!
—¡Es broma, Craig! No la mataría, solo... quizá un pequeño accidente.
Craig lo veía horrorizado y Tweek comenzó a reír.
—No es cierto, Craig, no lo haría —dijo entre risas.
—Solo olvídala, no es de mi interés en lo más mínimo.
—No lo voy a ignorar. No la voy a matar, obvio, pero si vuelve a intentar algo contigo...
—No lo hará —interrumpió molesto—. ¿De verdad quieres hablar de Annie?
—Sí, tienes razón, no vale la pena hablar de esa... ¿Ya viste cómo tiene los labios? Cuando sonríe se ve horrible.
—Sí, Serena —dijo entre risas, abrazándolo—, es horrenda.
—¿Verdad que sí?
En tanto Craig reía, su madre los llamó para almorzar y Craig solo cerró sus ojos con fuerza, apretando la mano de Tweek.
—¿Y si les dices tú?
—¿Con tu papá ahí? Olvídalo —dijo gateando para salir.
—Pero si les dices tú...
—No, Craig, tienes que hacerlo tú. —Tweek le extendió su mano.
—¡No puedo! —se quejó tomando su mano.
—Sí puedes.
Tweek lo jaló con fuerza y Craig se dejó caer al suelo, siendo arrastrado hasta la puerta.
—Levántate, Craig —regañó soltándole la mano.
—Quizá si nos quedamos aquí, mi mamá suba a ver qué pasa y le digo a través de la puerta.
—No seas cobarde, Craig, vamos.
Craig se levantó y en cuanto Tweek abrió la puerta, Craig la cerró de golpe.
—Tweek, esperemos hasta el final del almuerzo, así puedo reunir valor.
—Bien, como prefieras.
—No digas nada antes.
—No.
—Ni lo menciones.
—No, Craig.
Tweek lo abrazó por la cintura con fuerza, apoyando su cabeza sobre su pecho.
—Solo hazlo y ya, estaré ahí contigo.
—Pero si les dices tú...
—¡No, Craig! —regañó soltándolo y abriendo la puerta.
—Diles y ya, sabes bien que sé luchar, si tu papá se enoja, le pego.
Craig rio y frotó enérgicamente su rostro con ambas manos.
—Bien, les digo y ya —dijo con determinación.
Bajaron al comedor, donde los esperaba su madre, ya sentada a la mesa y el almuerzo servido.
—Siéntate aquí, a mi lado, Tweek —dijo sonriéndole.
—Pero ese es mi lugar —reclamó Craig.
—De todos tus amigos, es el que más me agrada.
Tweek se sentó a su lado y Craig junto a él.
—¿Y papá? —preguntó Tricia, llegando a la mesa.
—Está en el estudio, ya viene.
—¡Já! Te cambiaron por Tweek —se burló Tricia, sentándose en la cabecera junto a Craig.
—Ya sé —dijo simulando tristeza.
Tweek rio, momento en que el padre de Craig se sentó frente a él y este solo lo miró sin decir nada, un poco temeroso por su mirada intimidante.
—Thomas —dijo extendiéndole la mano.
—Tweek. —La estrechó un poco nervioso.
—Yo te conozco —dijo mirándolo fijamente.
—Ah... Sí, usted va a la cafetería a veces.
—¿Ya no trabajas ahí? Ahora he visto a otro chico.
—No, ya no.
—¿Es tu hermano?
—No, soy hijo único.
—¿Con quién vives?
—Solo con mis padres, ¿por qué?
—Curiosidad. ¿Tienes novia?
—No, no tengo novia.
—¿Alguien quiere jugo? —interrumpió Craig, con la intención de desviar la atención.
Craig se puso de pie y comenzó a servir jugo a todos, excepto a Tricia.
—¿Tienes tres años? —preguntó Tricia sirviéndose jugo.
—¡Ash! Siempre olvido servirle a las mascotas.
—¿Tus padres son los que atienden la cafetería? —continuó el padre de Craig.
—Sí, ellos son los dueños.
Craig notó que Tweek se veía un poco incómodo y decidió intervenir.
—¿Por qué tantas preguntas?
—Curiosidad, ¿no escuchaste? —interrumpió Tricia.
—¡Cállate! —gritó Craig.
—¡Tú cállate!
La madre de Craig apoyó su cabeza en ambas manos sobre la mesa.
—¿Cuándo será el día en el que podamos estar en paz en la mesa?
—Cuando te deshagas de la mascota —respondió Craig.
—Deberían haber abandonado al idiota hace años, no entiendo qué hace aquí todavía.
—Eso no va a pasar, sabes que soy el favorito.
—¡Já! No es eso, ellos saben que deben cuidar al más estúpido, tú eres al que le gusta quedarse atorado.
—Solo fueron cinco veces... y era niño.
—Sin contar lo de la escuela, la última vez fue a principios de año, Craig —intervino su padre.
—Y justo un día antes de mudarnos a este pueblo —agregó su madre.
Tweek intentó disimular su risa, pero Craig lo escuchó y se volteó hacia él.
—Lo siento. —Tweek intentaba no reír.
—Tweek, ¿quieres ver la foto? —preguntó Tricia.
—¡¿Me sacaste una foto?!
—¡Obvio! —respondió buscando en su celular.
—Bórrala.
—Está respaldada, no soy idiota —dijo sonriendo—. Mira, Tweek.
La madre de Craig se inclinó a ver la fotografía.
—Mira, el bombero que está a su izquierda vivía cerca de nosotros, él siempre llegaba junto a otros a rescatarlo. Ese día tuvo un ataque de risa al verlo ya con diecisiete años atorado donde mismo se atoró la primera vez, eso fue cuando tenía ocho, llevábamos viviendo ahí unos días. Ese día el pobre Craig no paraba de llorar, estaba tan asustado porque ese bombero le dijo a su compañero que iban a tener que cortar y Craig pensó que le cortarían la cabeza. Para tener ocho años, él era bastante inocente.
—Estúpido diría yo —interrumpió Tricia.
—Sí, un poco, debo admitirlo —comentó su padre entre risas.
—¿Era necesario que le contaran eso? —preguntó Craig, un poco molesto.
La madre de Craig rio y continuó su relato.
—Meses después, se atoró entre los barrotes de la escalera en la escuela, luego, a los diez años, de alguna forma quedó atrapado dentro de la lavadora y cuando tenía doce, se metió entre unos muros estrechos, quería llegar al otro lado, pero se quedó atrapado en medio y tuvieron que romper la pared de la casa de una vecina, también rompieron la puerta para entrar, en ese momento no había nadie. Tuvimos que pagar todas las reparaciones. Sinceramente pensamos que con eso aprendería y sería la última.
—No, fueron seis —interrumpió Tricia—. Mamá, ¿recuerdas cuando se le atoró la mano en el carro del supermercado?
—¡Cierto! —dijo entre risas—. Él tenía, si no me equivoco, creo que tenía catorce o quince años.
Tweek ya no pudo seguir conteniendo su risa.
Tricia aprovechaba la distracción y sacaba trozos de zanahoria de su plato, dejándolos en el de Craig disimuladamente, hasta que este se dio cuenta.
—¡Come tus zanahorias, Tricia!
Craig sacó todas las zanahorias de su plato y las regresó al de Tricia.
—¡No son todas mías! ¡También pusiste las tuyas!
—No empiecen, por favor —dijo la madre de Craig.
Tricia tomó su tenedor, lo usó como catapulta para lanzarle un trozo de zanahoria a Craig y este quedó pegado a su mejilla.
—Esta zanahoria no es mía —dijo Tricia.
Craig solo cerró sus ojos tratando de mantener la calma, sacó el trozo de zanahoria de su mejilla, lo lamió y lo regresó al plato de Tricia.
—¡Asqueroso!
Tricia tomó el vaso con jugo de Craig, lo lamió y lo regresó a su lugar.
—¡Por dios! ¡¿No pueden comportarse por una vez?! —regañó el padre de Craig.
—¡Él empezó!
—¡Tú empezaste!
Su padre dio un golpe de puño en la mesa para que se detuvieran, provocando un sobresalto de Tweek que se asustó por el golpe repentino.
—¡Basta! El próximo que empiece a joder, se va a su habitación.
—"No puede ser... Mierda, Craig, no hoy" —pensó Tweek.
Tricia y Craig comenzaron a patearse bajo la mesa, hasta que Tricia se quejó de dolor en una de las patadas, provocando que su padre se enojara.
—¡Basta, Craig!
—Papá, Tricia quebró el vidrio del auto del vecino de enfrente y culpó a unos niños que estaban jugando.
—¡Chismoso! —reclamó Tricia.
—¿Cómo pasó? —preguntó su madre.
—Salí a recoger las hojas como me dijiste y se atoró una piedra en el recogedor, pero cuando la lancé al suelo, rebotó al vidrio.
—Mentira —intervino Craig.
—¿Ah sí? ¿Así lo quieres?
—Es mentira, papá, la vi desde la ventana.
Tricia lo miró con molestia, entrecerrando sus ojos y se dirigió a su padre.
—Papá, Craig bebe cervezas con sus amigos.
—No es cierto.
—¿Por qué creen que se encierra con seguro cuando ellos vienen?
—Tricia bebió ron con Karen en su casa.
—Craig te robó el dinero de tu billetera.
—Tricia se escapa por las noches.
—¡Craig también! —dijo poniéndose de pie.
—¡Tricia ve porno!
—¡No es cierto!
—¡De furros! —gritó poniéndose de pie.
—¡No es cierto!
—¡Y se escapa a casa de Clyde porque está saliendo con él!
—¡Craig es gay y Tweek es su novio!
Tweek soltó su tenedor con la comida que llevaba a su boca sobre su plato y solo miró su comida evitando hacer contacto visual con los padres de Craig.
—¡Traicionera de mierda! —reclamó Craig dando un golpe de puño en la mesa.
—¡Te lo advertí! —reclamó empujándolo.
Tricia corrió a esconderse a su habitación mientras Craig la perseguía, dejando a Tweek solo con sus padres.
—Creo... Creo que ya es tarde y debo irme —dijo Tweek, levantándose de su silla, evitando mirarlos.
—Siéntate —ordenó el padre de Craig.
—Sí, señor.
Tweek se sentó rápido, tomó su tenedor y continuó comiendo sin levantar la mirada.
—¡Craig, ven aquí ahora! —gritó su padre.
Craig regresó a sentarse y comenzó a comer sin decir nada.
—¿Y bien? —preguntó su padre.
—¡Es gay, papá, pégale! —gritó Tricia desde la escalera.
—¡Cállate, mierda! —gritó Craig levantándose nuevamente, momento en que Tricia corrió de regreso a su habitación.
—¡Craig! Siéntate —ordenó su padre.
—¿Es eso cierto? —preguntó su madre.
Tweek continuaba comiendo sin mirar a nadie y Craig no respondió.
—Tweek, ¿es eso cierto?
Craig dejó de comer y solo miró a Tweek, quien reunió valor y dejó su tenedor sobre el plato, levantó la vista encontrando la mirada intimidante del padre de Craig, pero se acobardó, bajó la mirada nuevamente y continuó comiendo.
—¿Ninguno va a decir nada? —preguntó su padre.
Ambos se quedaron en silencio.
—¡Tricia, ven aquí!
—¿Sí? —preguntó asomándose por la escalera.
—Siéntate.
—No, mejor no.
—¡Siéntate!
Los padres terminaron de comer y se quedaron esperando, pero Tweek daba pequeños bocados sin levantar la mirada, mientras Craig y Tricia comían mirándose con molestia.
—Bueno, ya que ninguno va a hablar, empiezo yo —dijo el padre de Craig—. Primero, siempre te hemos dicho, Craig, que no puedes tener novia... Novio... Lo que sea, hasta terminar la escuela y lo mismo va para ti, Tricia.
—Thomas —intervino su madre, tomándole el antebrazo—, Craig no ha bajado sus calificaciones y es su último año.
—¿Tus padres lo saben? —preguntó su padre a Tweek.
—Sí, desde el principio.
Su padre se quedó en silencio, por lo que continuó su madre.
—Craig, no voy a involucrarme en tus decisiones, pero no quiero que bajes tu desempeño en la escuela, es lo único que te pido.
—Sí, mamá, lo prometo.
—Bien, ya está todo resuelto, yo me voy —dijo Tricia, levantándose de su asiento.
—Oh, no, tú siéntate —dijo su madre.
—Pero... Ya no hay nada más que hablar, Craig es feliz con Tweek, tú eres feliz con Tweek, todos somos felices con Tweek.
—Siéntate —intervino su padre, por lo que Tricia se sentó en silencio—. Tú no tienes permiso.
—¡¿Pero por qué?!
—Tienes catorce y ese chico ni siquiera ha venido a hablar conmigo.
—¿Y por qué debería hacerlo? ¿Me vas a cambiar por una vaca y gallinas?
—Eso nos ahorraría mucho dinero —comentó Craig.
—¡Tú cállate! —reclamó Tricia.
—Tricia, no tienes permiso. —Dirigió su mirada a Craig—. Es la última vez que quiero saber que se escaparon por la noche, algunas cosas van a cambiar en esta casa. El dinero me da igual, pero pídelo, Craig. También vas a bloquear la computadora de Tricia y desde ahora va a tener control parental en el celular.
Craig extendió su mano a Tricia con una sonrisa burlesca.
—¡¿Qué?! ¡No es justo! —Tricia le entregó el celular, molesta y se fue a su habitación.
En tanto Craig instalaba lo necesario y les explicaba a ambos cómo usarlo, su madre interrumpió.
—¿Qué son los furros, Craig?
—Pregúntale a Tricia.
En tanto Tweek lo esperaba, sentado a su lado, notó que el padre de Craig lo miraba a ratos, con una expresión seria, por lo que evitó volver a hacer contacto visual, enfocando su atención en sus manos, las que sobaba sobre la mesa, un poco nervioso.
Tweek se percató de que comenzaba a tener un tic en el ojo y se levantó de golpe, excusándose de ir al baño en el segundo piso, al que fue a toda prisa, encerrándose con seguro.
—¡Mierda, mierda, mierda! —se lamentaba sentándose en el suelo, apoyándose en la puerta—. No ahora, no ahora...
En tanto hacía ejercicios de respiración, Tricia golpeó la puerta.
—¿Estás bien, Tweek? —preguntó apegándose a escuchar.
—¡Sí! ¡Ya voy!
—No te escuchas bien. ¿Quieres que llame a Craig?
—¡No! Ya voy.
Tricia se fue a su habitación a buscar un clavo y quitó el seguro de la puerta, empujando a Tweek mientras la abría, entrando de todos modos.
—¡Dije que ya voy! —se quejó mirando al suelo, mientras su tic empeoraba.
—No debiste enseñarme a abrir puertas —dijo sentándose a su lado—. ¿Qué tienes?
—Es mi estúpido... Desde niño tengo tics, pero aprendí a controlarlos.
—Ya lo sé, Clyde me contó.
—Bueno, estos regresan en ciertas situaciones que no sé controlar bien.
—¿Es por mi papá?
—¿Cómo lo sabes?
—Soy buena descifrando personas, Craig será listo, pero en cuanto a sentimientos es bastante estúpido.
—¿A qué te refieres?
—Ah, son igual de burros —regañó apoyando su cabeza en la pared.
Tweek rio, logrando calmarse un poco.
—Craig quería estar contigo y lo hizo, se dejó llevar por lo que sentía, lo que no digo que esté mal, pero no consideró a las personas que dañó en el camino. ¿Notaste que mi papá no dijo nada después de preguntarte si tus papás sabían lo de ustedes? En ese momento se dio cuenta de que Craig no confía en él, eso le dolió.
—¿Entonces es eso? ¿Me gané su odio? —preguntó mientras empeoraban sus tics.
—No, no es eso. Craig siempre le ha tenido miedo, a pesar de que nunca le ha hecho nada malo. Sí se enoja con mucha facilidad, pero no es una mala persona, solo no sabe expresarse.
—¿Crees que lo acepte?
—Ya lo hizo, apuesto a que ya lo sospechaba, pero no te sientas así. No te odia, solo... Piénsalo así, Tweek, Craig y yo vivimos maltrato de niños, nuestros padres nos abandonaron porque no fueron capaces de cuidarnos; mis papás adoptaron porque no podían tener hijos, ¿puedes imaginar lo horrible que debe ser desear algo que por naturaleza todos pueden hacer y tú no? Somos una familia llena de traumas, y por eso nos complementamos bien.
—¿De verdad lo pasaron tan mal de niños?
—Sí, Tweek, por eso estamos aquí, tratando de olvidarlo, aunque siempre hay algo que te lo recuerda de alguna forma.
—Pero tú pareces ser a la que menos le importa todo eso.
—Claro que me importa, pero no quiero vivir lamentándome por lo que no fue. A eso súmale que me gusta un chico que todos dicen que es el peor del mundo, pero nadie considera que yo no lo veo así.
—¿Y por qué Clyde?
—Sé que no se llevan bien, Clyde habla bastante de ti, bueno, de ustedes tres, pero más que odio, parecen celos. El que consideraba como su mejor amigo, se involucró justamente contigo, eso es lo que más odia, porque desordenaste todo y "se lo quitaste".
—Pero no es el mismo tipo de relación.
—Eso ya lo sé, pero claramente él no sabe separar las cosas.
Se quedaron en silencio por un rato y Tricia al notar que Tweek ya no tenía su tic, se volteó a verlo y rio con diversión.
—¿Qué? —preguntó Tweek.
—Nada. Solo me pregunto qué vio Craig en ti.
—No sé, nunca se lo he preguntado. ¿Te parezco alguien en quien no se fijaría?
—No, también me pregunto qué le viste a él.
—Supongo que nos vemos lo mismo que le ves tú a Clyde.
—Bueno, no te lo voy a explicar. No te ofendas, me agradas bastante, pero no eres una persona de gran importancia para mí, no necesito darte explicaciones.
Tweek se quedó pensativo, procesando las palabras de Tricia.
—¿Es eso entonces? En realidad... No necesitas dar explicaciones a la gente que no te importa, ¿verdad?
—Pues sí, ¿por qué lo harías si no te importa su opinión?
—Entonces... Por eso Craig no le explicó nada —murmuró para sí.
—¿A quién?
—Tenemos una compañera, Annie, a ella le gusta Craig y descubrimos que estuvo sacándole fotos a escondidas, hasta lo tenía de fondo de pantalla, pero Craig no le dijo que yo soy su novio.
—¿A alguien más le gusta Craig? —preguntó con una expresión de desagrado.
—Tu hermano es lindo, Tricia, tienes que aceptar eso.
—Claro que no. Es un nerd encubierto, aunque lo niegue. Si lo hubieses conocido antes, probablemente ni lo habrías mirado, siempre andaba con su estúpido disfraz de ladrón, pícaro o lo que sea, se encerraba por horas a jugar con otros nerds. ¡Habla Klingon, Tweek! Puedes huir ahora, aún estás a tiempo.
—No lo voy a dejar por eso —dijo entre risas—, a mí me parece adorable.
—No dirías eso si lo vieras con ese grupito de nerds.
Mientras reían, Craig golpeó la puerta.
—¿Estás bien, Tweek? Llevas casi una hora ahí.
—¡Sí! —dijo poniéndose de pie—. ¡Ya voy!
Tricia abrió la puerta y mientras Craig la veía confuso, le enseñó el dedo medio y se fue a su habitación.
—¿Terminaste de explicarle a tus padres? —preguntó Tweek, saliendo del baño.
—Sí. ¿Qué... qué hacían en el baño?
—Conversábamos.
—¿En el baño?
—Sí, en el baño —dijo antes de abrazarlo.
—Pero ¿por qué?
—Ay, no seas metiche —reclamó de camino a la habitación de Craig.
Craig se quedó pensando por un momento y siguió a Tweek hasta su habitación, donde este se ponía su sudadera.
—¿De qué tanto hablaban? —preguntó entrando.
—De nada, Craig. ¿Nos vamos?
—¿Vas a empezar a dejarme con la duda otra vez?
—Sí. ¿Nos vamos?
—Lo que sea que te haya dicho...
—De Clyde, Craig, hablábamos de Clyde. ¿Quieres saber lo que hace con él cuando están solos?
—No.
—Entonces no sigas preguntando.
Tweek buscó una sudadera para Craig y se le entregó, mientras este se mantenía pensativo.
—No me dijo nada malo, Craig, ellos no tienen sexo, si eso es lo que te preocupa.
—¡Claro que no! Tricia es una niña —reclamó acomodándose la sudadera.
—Parece tener las cosas más claras que todos nosotros juntos, no te preocupes por ella.
—No me preocupa ella, me preocupa Clyde. Me cuesta tan solo imaginar que mi hermanita está con alguien.
—Apuesto a que Tricia es la que manda ahí.
Craig rio y Tweek lo abrazó.
—¿Ya te sientes más tranquilo, Craig?
—Sí, fue liberador y debo admitir que Tricia lo hizo más fácil.
—¿Te parece que fue así?
—Pasó como quería, alguien más les dijo y yo solo me senté a esperar la reacción, que fue mejor de lo que esperaba.
—Podía sentir a tu papá imaginando cómo matarme, a mí no me pareció mejor.
—Esa es su cara normal.
—Bueno, creo que lo peor ya pasó. Ya vámonos, me matan las ansias —dijo soltándolo, emocionado—. ¿Tricia se va a ir con nosotros?
—No, llegará más tarde, dijo que iría con Karen también.
—Ah, bueno, ella no me molesta, ni se nota su presencia.
Salieron de casa, camino a la oficina que había arrendado La Parka, destinada al entrenamiento infantil del que ellos se harían cargo.
Alquiló el primer piso completo de un edificio de ocho pisos, aunque el resto aún se mantenía sin uso.
La noche anterior, Noah le entregó la llave a Tweek y este le pidió permiso a Uzziel para reunirse con los chicos, con la intención de practicar técnicas de pelea y defensa a cambio de ordenar y limpiar el lugar.
En cuanto llegaron, Tweek se quedó viendo la entrada del edificio, sin reacción alguna, por lo que Craig se volteó a verlo.
—¿Qué tienes?
—Craig, ¿crees que sería bueno enseñando?
—Sinceramente, no te imagino enseñándole a niños, no tienes paciencia con ellos, pero si no lo intentas, nunca lo vas a saber.
—Sí, tienes razón —dijo sacando la llave.
Tolkien llegó tras ellos, antes de que abriera.
—¿Vas a ser entrenador de niños?
—Ah... Sí, bueno, no, todavía no, aún lo estoy pensando. Porque ya sabes... Practico Kick Boxing desde niño y... Es por eso.
—Tweek, ¿cómo es que conseguiste este lugar? —preguntó con la intención de que le confesara su identidad en las luchas.
—Conozco al dueño.
—¿En serio? —preguntó cruzándose de brazos, riendo.
—Sí, es... un amigo.
—Qué raro. El dueño soy yo y no recuerdo que me lo hayas pedido.
—¿Tú? No —dijo seguido de una leve risa—. No puedes ser el dueño si aún eres menor de edad.
—Con el dinero suficiente, puedo tener lo que quiera. Mi papá me regaló este edificio el año pasado, hizo la transferencia a mi nombre.
—No es cierto.
—¿Entonces Edificios Black es de otra persona?
Tweek retrocedió y alzó su mirada buscando el nombre, en el que decía "Edificios Black" en letras doradas.
—¿Y para qué querrías un edificio? —preguntó Craig.
—Es comercial. ¿Recuerdas que le pregunté a Pip si debía atreverme a hacerlo? Pues me dijo que sí y que lo hiciera pronto, por eso empecé a arrendarlos. No me esperaba que me contactara La Parka, el hombre de las luchas clandestinas, él arrendó este piso, pero es cosa de tiempo para arrendarlos todos. Soy un hombre de negocios, Craig —dijo con orgullo y luego se volteó a ver a Tweek—. ¿Y sabes qué me dijo La Parka, Tweek? Sus luchadores van a entrenar niños aquí, así que eso quiere decir que conoces a un luchador.
Tweek solo miró a Craig y luego a Tolkien, sin saber qué responder.
—A mí me gustan las luchas, Tweek, siempre voy, incluso fui a tu debut. No te preocupes, no le voy a decir a nadie. No te enojes con Craig, yo le pedí que no te dijera nada. Dejé de ir para que no me vieras entre el público, pero de verdad lo extraño y voy a ser sincero contigo, eres bueno y disfruté verte luchar.
—Pues... No sé qué decirte —dijo Tweek.
—Craig, con tu permiso. —Tolkien se lanzó a abrazarlo con énfasis—. ¡Me alegra finalmente dejar de ocultar cuánto te admiro!
Tweek solo lo abrazó un poco incómodo, mirando a Craig, que los veía a su lado.
—Ya, suficiente —intervino Craig, alejando a Tolkien.
—No te lo voy a robar —reclamó Tolkien entre risas.
—No sé, tus bromas gays van escalando de nivel poco a poco, ya no sé qué pensar de ti —bromeó abrazando a Tweek.
Tolkien solo rio y entró al lugar, donde había cajas apiladas al fondo.
—¿Qué hacemos primero, Tweek? —preguntó Tolkien.
—Armar los sacos y colchonetas —dijo acercándose a revisar las cajas, seguido de Craig—. Armemos lo necesario y luego veo con... el otro luchador lo que falta.
—¿Quiénes son los otros? —preguntó Tolkien.
—No puedo decirte sus identidades.
—Oh, vamos, no le diré a nadie.
—Lo siento, pero no puedo.
—¿Puedes presentarme a uno?
—No, no puedo.
—Solo uno.
Tweek le negó con la cabeza mientras reía y Tolkien se volteó a ver a Craig.
—¿Tú conoces a otro?
—Puede ser.
—Solo dime uno.
—No puedo, lo siento, pero está más cerca de lo que te imaginas.
—¡Craig! —reclamó Tweek, cargando una caja—. ¡No le digas!
—¡No le dije!
Tweek llevó la caja en medio del lugar, para acomodar colchonetas.
—Leatherface es Noah —susurró Craig.
Antes de que Tolkien reaccionara, Craig le cubrió la boca, pidiéndole que mantuviera silencio. Asintió con la cabeza, emocionado y Craig lo soltó.
Dougie, Tricia y Karen llegaron al lugar y comenzaron a ayudar barriendo y quitando el polvo.
Pronto entraron Jason y Francis, quien intentaba evitar estar cerca de Tolkien, ayudando a Tweek a acomodar colchonetas, mientras Jason, Tolkien y Craig rellenaban sacos con arena.
—¿A qué hora llega Clyde? —preguntó Tweek a Tricia.
—Debe estar por llegar.
—¿Era necesario que también lo invitaras? —preguntó Jason.
Clyde entró en ese momento.
—Sí, soy parte de esta tregua —dijo llegando junto a ellos.
—Creo que no te enteraste, pero ya no es necesaria.
—¿Y qué hacen aquí entonces?
Jason lo ignoró, mientras continuaba, momento en que Clyde, se acercó a tomar el hombro de Craig.
—¿Qué quieres? Estoy ocupado —preguntó sin voltearse.
—Solo escúchame, Craig.
Craig se puso de pie y bajó la mirada, viéndolo de brazos cruzados, mientras el resto detuvo sus labores, mirándolo con atención y en silencio. Clyde, nervioso, se volteó a ver al resto, luego echó un vistazo a su antebrazo para recordar el inicio de un pequeño discurso que tenía escrito, respiró hondo y bajó su brazo.
—Craig, tanto la diversidad como la inclusión, son pilares fundamentales de una sociedad justa y equitativa. Cada persona merece ser amada y respetada por ser quien es, sin temor a ser juzgado o discriminado por su orientación sexual. —Clyde miró su antebrazo—. Por eso, deseo que brilles con todo tu esplendor y amor.
Tolkien iba a hablar, pero Clyde lo interrumpió, deteniéndolo con su mano y miró su otro antebrazo, mientras Craig evitaba reír, apretando sus labios, tratando de mantenerse serio.
—Estoy aquí para ti, te quiero y te apoyo incondicionalmente. Tu orientación sexual no cambia nada entre nosotros y estoy orgulloso de ti. Craig, mi papá me ayudó a darme cuenta de que lo que te dije estuvo mal. No me das asco, aunque seas gay.
Clyde bajó su brazo y lo miró con los ojos llenos de lágrimas.
—No quiero seguir enojado contigo. —Lo abrazó con fuerza, pero Craig se mantuvo estoico— ¡Quiero que volvamos a ser amigos!
Tolkien miró a Craig, enternecido y llevó su mano a la altura de su corazón.
—¡Aww! Perdónalo, Craig —dijo uniéndose al abrazo.
—¿Vas a aceptar a Tweek?
—¡Sí!
—¿Vas a dejar de insultarlo?
—¡Sí!
—¿A los tres?
—¡Sí!
Tolkien los soltó.
—Hasta preparó un discurso, Craig, eso jamás me lo habría esperado.
—No quiero perder a mi mejor amigo —dijo abrazándolo con más fuerza.
—Bien, pero me estás asfixiando.
Clyde lo soltó y secó sus lágrimas.
—Pero dame tiempo.
—¡No! ¿Lo ves? Sabía que no ibas a hacerlo así de fácil.
—¡Solo un poco de tiempo! Nada más te pido.
—Si escucho un solo insulto, esta amistad se acaba para siempre.
—Quizá se me salga alguno.
—¡Ninguno, Clyde!
—¡Bien, bien! Ninguno.
Karen tomó el brazo de Tricia y se apoyó en su hombro.
—Clyde es tan tierno —susurró a Tricia.
—Más de lo que me gustaría.
—Ay, yo también lo perdono —susurró Dougie—. Nadie prepararía una disculpa tan patética si no quisiera ser perdonado de verdad.
—Bueno —dijo Tricia en un suspiro—, sí fue patético, pero si así Craig nos deja en paz, que lo haga como le dé la gana.
Craig no pudo evitar sonreír y lo abrazó.
—Pero no quiero verte cerca de mi hermana —susurró.
—Solo un poquito.
—Ni un poquito, todo fuera de mi vista —advirtió ejerciendo más presión.
—Bien, lo prometo.
—Estuvimos tan cerca de librarnos de la garrapata —reclamó Jason, terminando de rellenar un saco.
—No seas malo, Jason —dijo Francis.
—No te preocupes, Jason —dijo Tweek—, Clyde ya no nos va a volver a insultar. ¿Verdad, Clyde?
—Sí. —Clyde soltó a Craig, con una sonrisa forzada.
—Solo por Craig, voy a hacer como que te creo —dijo Tweek.
Todos continuaron sus labores, ahora con Clyde ayudando con los sacos, mientras Karen y Tricia ayudaban a Tweek y Francis a desatar cuerdas, Dougie quiso salir a sacudir un trapo a la entrada, pero se detuvo al ver a Uzziel, bajando de su patrulla.
—¡Ay, dios! ¡Tricia, Karen, vengan a ver esto! —gritó Dougie, asomándose por el umbral.
Karen corrió a ver, asomándose tras Dougie.
—¿Estás viendo lo mismo que yo, Karen?
—¡Tricia, ven! —gritó Karen.
—Ya voy —dijo terminando de desatar unas cuerdas.
—¡Apúrate! —insistió Dougie.
Tricia, curiosa, dejó las cuerdas y se asomó tras Karen.
—¿Qué están...? —Tricia se detuvo, sorprendida.
En tanto, Clyde y Tolkien los llamaron para que continuaran, pero ninguno les prestó atención. Francis, curioso, dejó las cuerdas y se acercó a ver.
—¿Qué están viendo?
Tricia señaló en dirección a Uzziel, que sacaba una caja de su patrulla.
—¡Vengan a ayudar! —reclamó Jason—. ¡¿Qué mierda ven tanto?!
—Al hombre más sexy que he visto en mi vida —respondió Dougie.
—¿En serio? —preguntó Craig, acercándose a ver.
—¡Craig! —reclamó Tweek.
Craig se detuvo a medio camino.
—Solo quería ir a ver, pero no por lo que dijo, sino por... Hay un asesino en el pueblo, Tweek, debo asegurarme que no sea él. Los niños podrían estar en peligro.
—Ah, sí, claro, ¿y por qué no fuiste a ver antes? —reclamó cruzándose de brazos.
—Bien, no voy a ir —dijo regresando a continuar—, pero si les pasa algo, va a ser tu culpa.
—¡Tricia! —reclamó Clyde, poniéndose de pie.
—¿Qué? —preguntó volteándose a verlo, frunciendo el ceño.
—Nada —dijo antes de continuar.
Jason rio de forma burlesca, seguido de Tolkien y Craig, pero Clyde los ignoró, molesto.
Uzziel cerró la puerta de la patrulla y al ver que se acercaba a ellos, Francis corrió de regreso a continuar, mientras Dougie, Tricia y Karen se apoyaron en la pared, simulando no verlo.
—Yo solo quería ver lo que veían, no estaba viéndolo a él —explicó Francis, continuando con las cuerdas.
Al entrar, Uzziel se detuvo al ver que todos se voltearon a verlo.
—Buenas... —dijo mirando a todos.
—Ah, con razón —dijo Tweek entre risas.
Craig lo miró molesto, pero Tweek solo le sonrió.
—¿Faltan más cosas? —preguntó Tweek, poniéndose de pie, acercándose a recibir la caja.
—No, eso es todo —Uzziel se inclinó a murmurarle—. No me dijiste que serían tantos.
—Tranquilo, no haremos ningún desastre.
—Eso espero, La Parka quiere esto funcionando pronto y dijo que el dueño pidió poco dinero a cambio de entradas ilimitadas para las luchas.
—Lo sé, el dueño está aquí —dijo señalando a Tolkien.
—¿El dueño es un niño?
—No es un niño, tiene mi edad.
—Sí, son muy adultos —dijo entre risas, revolviendo el cabello de Tweek.
—Somos casi adultos —regañó acomodando su cabello.
Tolkien lo veía con atención y puso su mano frente a su vista, tapando medio rostro de Uzziel desde lejos mientras conversaba con Tweek.
—Craig, ¿él es...?
—Sí —dijo sonriéndole.
—¿Quién es? —preguntó Clyde al ver la expresión de emoción de Tolkien.
—Nadie, Clyde —respondió Craig.
—¿Entonces vamos a tener secretos? No me gusta que me excluyan.
—Eso te lo perdiste tú solito cuando decidiste alejarte —dijo encogiéndose de hombros.
—¡Este es el mejor día de mi vida! —comentó Tolkien con emoción.
—Pero ¿quién es? —insistió Clyde.
—Ya te dijeron que nadie, garrapata de Craig —regañó Jason.
—No te estoy preguntando a ti, Marceline. —Clyde recibió una palmada en la cabeza por parte de Craig—. Quise decir, Jason.
—Cómo voy a gozar esto —murmuró Jason.
Uzziel se retiró del lugar, momento en que Tweek se fue en medio, abriendo la caja.
—Bien, aquí tenemos lo demás —dijo sacando implementos de seguridad, ofreciendo un casco acolchado para recibir golpes—. ¿Quién será el primero?
—¡Yo! —dijo Tricia, acercándose a ponerse el casco de inmediato.
—¿Le vas a pegar a mi hermana?
—No lo haré con fuerza.
—Oh, no, tranquilo, se lo merece por traicionera.
—Traicionero tú, olvidaste mantener la boca cerrada.
Ambos se enseñaron el dedo medio.
Tricia fue sobre las colchonetas, seguida de Tweek, mientras este les explicaba cómo cubrirse de golpes que simulaba darle.
Le dio un par de leves golpes de puño, hasta asegurarse de que Tricia ya había comprendido.
—Bien, ¿quién más quiere?
—Yo —dijo Clyde, poniéndose el casco que Tricia se quitó.
—Esta vez no me voy a medir, Clyde.
—No necesitas hacerlo —dijo con seguridad.
Tweek le dio un golpe de puño en la cabeza, seguido de una patada y luego lo lanzó al suelo, montándose sobre él, inmovilizándolo con una llave, sosteniendo su cuello con su brazo derecho y aprisionándolo con sus piernas.
—¡Pégale, Tweek! —animó Jason.
—Me duele —se quejó Clyde.
—No seas llorón. Bien, ¿cómo se liberan de esto?
—Tweek —intervino Craig—, no creo que alguien nos haga una llave, no te aproveches.
—Bien —regañó soltando a Clyde, poniéndose de pie.
Clyde se levantó rápido y Tweek adoptó posición de defensa.
—Bien, Clyde, golpéame con todas tus fuerzas.
—Será un placer.
Le lanzó un golpe de puño a la altura de su rostro, pero Tweek lo desvió con sus antebrazos y en un movimiento rápido lo derribó al suelo, poniéndole el pie sobre su pecho.
—¿Qué hizo mal? —preguntó Tweek.
—¿Es necesario que tengas tu pie encima? —preguntó Clyde desde el suelo.
—¿No tuvo la fuerza suficiente? —preguntó Dougie.
—No, sus pies, estaba en una mala posición —dijo quitándole el pie de encima, permitiéndole levantarse.
Luego de explicarles, continuó Francis, quien se puso el casco, seguido de Jason, ya que esta vez se iban a enfrentar entre ellos.
—Ya está sudado —reclamó Francis con asco.
—No seas marica —dijo Jason.
—¡Empiecen! —ordenó Tweek.
Ambos adoptaron posición de ataque, guiados por Tweek y comenzaron a darse golpes de puño, logrando Francis derribar a Jason.
—¿Quién es el marica ahora? —se burló quitándose el casco, regresando con los demás.
—Tuviste suerte —reclamó poniéndose de pie.
—Lo hiciste muy bien, Francis. —Tolkien lo rodeó con su brazo.
—Gracias —dijo apartando la mirada.
—"Pobre... Ojalá también pueda salir del clóset, ni se imagina lo liberador que es —pensó Craig, viéndolo quitarse poco a poco del lado de Tolkien, quien lo soltó para continuar con su turno—. No imagino todo lo que debe sentir. Me pregunto qué habría pasado si Tweek me hubiese rechazado ese día, apuesto a que hasta lo odiaría un poco por no corresponderme".
—¡Craig! —interrumpió Tweek—. Tu turno.
—Sí —dijo avanzando hasta las colchonetas.
—No tendré piedad, Craig —advirtió Tolkien, poniéndose el casco.
—Espera, me duele un poco la cabeza. Francis, ¿puedes tomar mi lugar? —preguntó ofreciéndole el casco.
—¿Qué? ¿Por qué yo?
—Solo ven.
Francis se acercó a paso lento, llegando junto a él.
—Pero Craig —susurró recibiendo el casco.
—Considéralo una segunda parte de tu plan para superarlo. Aprovecha, desahógate —susurró antes de regresar con el resto.
—¿Listo, Francis? —preguntó Tolkien.
Francis se puso el casco, dudoso, mientras veía a Craig a ratos, quien solo le sonreía.
—Bien —murmuró acomodando el casco.
—¿Quién empieza? —preguntó Tolkien.
—No lo sé —respondió apretando sus puños.
—Pégame tú —dijo adoptando posición de defensa.
—"Nunca será posible algo entre nosotros —pensaba Francis—. ¿Por qué tenías que ser hetero? ¿Por qué tienes que tener novia? ¿Por qué tenía que fijarme precisamente en ti? ¿Por qué tienes que ser tan perfecto?".
Adoptó posición de ataque y a la orden de Tweek, se lanzó a golpearlo con todas sus fuerzas, derribándolo pronto y continuó golpeándolo en el suelo, cada vez más molesto, hasta que Tweek lo quitó de encima.
—Cálmate, Francis —dijo haciéndolo retroceder.
—¡Eso te pasa por ser así! —gritó Francis, señalando a Tolkien.
—¿Así cómo? —preguntó poniéndose de pie—. ¿Por qué ahora parece que me odiaras tanto? No te he hecho nada.
—Debe ser porque eres negro —dijo Craig, tratando de calmar la situación.
—¿Estás bien? —preguntó Tweek, quitándole el casco.
—Sí —dijo regresando con el resto.
Tolkien regresó junto a Clyde y en tanto Dougie luchaba con Tricia, animados por el resto, se fue junto a Francis.
—¿Te hice algo, Francis?
—No. Lo siento.
—Necesito que me digas qué tienes contra mí.
—No es nada. Lo siento, de verdad.
—Bien, voy a hacer como que esto no pasó.
—Gracias —dijo apartando la mirada.
Tolkien regresó junto a Craig, quien observaba a Tricia.
—Tú sabes lo que tiene, ¿verdad?
—No sé de qué me hablas.
—Por eso le cambiaste, quería pegarme, lo pude notar, es obvio que algo le pasa conmigo.
—Es porque eres negro —bromeó rodeándolo con su brazo.
—¿Francis es racista? —preguntó Clyde, junto a Craig.
—Cómo extrañaba tus estupideces —dijo Craig, rodeándolo con su brazo libre.
—¿Es racista o no?
—No, Clyde, no es racista.
—¿Entonces?
—Entonces mira a Tricia, va ganando, así que procura no hacerla enfadar.
—Ya lo sé —dijo dirigiendo su mirada a la pelea.
Luego de que Tricia derribara a Dougie, dieron por terminado el entrenamiento y comenzaron a ordenar lo que habían ocupado.
—¿Aún te duele, Craig? —preguntó Tweek.
—¿Qué cosa?
—La cabeza.
—Ah, sí, o sea, no, ya no. Entonces, ¿te gustó enseñar?
—Sí, debo admitir que sí.
—¿Lo ves? Y la verdad, esto me parece mucho más seguro. Tú podrías dedicarte a entrenar y yo podría curar a los niños lesionados.
—¿Eso quieres estudiar?
—No sé, he pensado en dedicarme a la pediatría.
—¿Pediatría? ¿Por qué?
—Eso me gustaría, bueno, estudiar alguna rama de la medicina y dedicarme principalmente a los niños. ¿Tú qué quieres estudiar?
—Craig, ni siquiera sé lo que voy a hacer mañana, no me he preocupado de pensar en eso.
—Pues deberías, en solo unos meses debemos aplicar a la universidad.
—¿Y nos vamos a separar?
—Supongo que sí, eso va a depender de dónde queramos estudiar, pero será solo unos años.
Ambos se miraron con tristeza por un momento.
—Bueno, pero no pensemos en eso ahora —interrumpió Craig.
—Sí, tienes razón, preocupémonos de hacer estos últimos meses inolvidables.
—Puedes ir a visitarme en tu auto, ¿no?
—Por supuesto que iré a verte, pero después de que salga de prisión por atropellar a Annie.
—Ya olvida eso.
—No creo —dijo regresando a continuar el orden con el resto de los chicos.
—¿Problemas en el paraíso homosexual? —preguntó Clyde, llegando tras él.
—Cállate, Clyde —regañó yendo a ayudar a Tolkien.
Chapter 31: Nada alto, Tolkiencito
Notes:
(☞ ಠ_ಠ)☞ Antes de comenzar, quiero aclarar que cierta parte de este capítulo parece algo muy absurdo, aunque siendo sincera, muchas partes de este fic lo son, lo sé, pero esta en particular creo que se lleva el premio. Como sea, prometo que, aunque parece absurdo, es necesario para la trama 😅
Ni siquiera les voy a decir qué parte es, se van a dar cuenta solitos, cuando comprendan el título 🤭
También, alerta de mucho texto, lo siento, pero no encontré la forma de dividirlo sin perder el ritmo.En fin... Gracias por darle la oportunidad a este fanfic todo random, pero escrito con amor ✌
Chapter Text
El viernes, a las siete de la mañana, Kenny caminaba en círculos en su habitación en tanto sobaba sus manos, ya preparado para ir a la escuela.
—¿Por qué la policía aún no lo detiene? —se repetía en voz baja con la mirada fija en el suelo.
Se sentó en su cama a revisar las fotografías que Francis le había enviado en su celular.
—¿A qué carajos volvió? ¿Cómo mierda las envío sin que sepan que fui yo? ¿Y si...? No, no, ni siquiera tengo una maldita impresora. Necesito imprimirlas sin que nadie lo sepa ni las vea.
En tanto pensaba, buscó alguna respuesta mirando en todas direcciones por su habitación, momento en que recordó que aún conservaba la camiseta de Tweek manchada con sangre de la chica.
—Ah, maldita sea, lo olvidé —regañó levantándose en dirección a su clóset.
Buscó en tanto tiraba al suelo su ropa y en cuanto la encontró, la guardó en su mochila y salió de casa a toda prisa. Caminó a paso rápido al bosque, cerca del estanque, dispuesto a seguir el consejo de Kyle y quemarla para no dejar rastros. La dejó en el suelo y buscó en todos sus bolsillos con desesperación, vació su mochila y buscó entre sus objetos en el suelo.
—¡Mierda! ¡Qué imbécil! No traje nada para quemarla.
Asustado de que alguien lo viera, vigiló a su alrededor y comenzó a cavar con sus manos un agujero de no mucha profundidad y lanzó dentro la camiseta, cubriéndola con tierra.
—Después de trabajar en la cafetería la quemo —murmuró guardando sus pertenencias.
Dejó una piedra sobre el montón de tierra para no olvidar el lugar y regresó a las calles del pueblo, donde caminó sin dirección específica, hasta finalmente encontrar a alguno de sus amigos y dirigirse a la escuela.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por otro lado, Tolkien dormía en su cama, cuando fue despertado por un mayordomo que golpeó su puerta.
—¡Ya desperté! —anunció estirándose y acomodándose nuevamente.
—Señor, voy a entrar.
El mayordomo entró seguido de dos mucamas, una de ellas cargaba un pequeño pastel con una vela encendida.
—Feliz cumpleaños, señor.
—Gracias.
—¿No va a apagar la vela? —La mucama acercó el pastel a Tolkien.
—No —dijo volteándose, cubriendo su cabeza con el edredón.
La mucama lo dejó sobre una mesita de noche y se sentó junto a él en la cama.
—Señor, su padre dijo que no podrá venir hoy.
—Lo sé, todos los años es lo mismo.
—Y su madre...
El mayordomo y las mucamas se miraron entre ellos, dudosos de continuar.
—Lo sé, Europa o donde sea que anda ahora, debe ser tan interesante que ni se acordó. Otra vez.
—¿Por qué no invita esta vez a sus amigos? —interrumpió la segunda mucama—. Podemos preparar comida deliciosa y...
—No —interrumpió Tolkien.
—No va a ir a la escuela hoy, ¿verdad? —preguntó el mayordomo.
—No. Retírense.
Se retiraron de inmediato y Tolkien descubrió su cabeza, centrando su atención en la vela consumiéndose sobre el pastel, hasta finalmente apagarse sola. Revisó su celular, con la esperanza de encontrar algún mensaje de su madre, pero solo encontró uno de Nichole y mientras lo leía, recibió un segundo mensaje de Clyde, sonrió levemente y lo apagó. Dejó el celular bajo su almohada y se acomodó para continuar durmiendo.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Por otro lado, Craig salió mucho más temprano de lo acostumbrado, camino a la escuela, con la intención de quedarse a esperar a Tweek cerca de la puerta principal.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
En tanto, ya en la escuela, Jason dormitaba sobre sus antebrazos, apoyado en la mesa, mientras Francis leía un manga en su celular, con el que reía a ratos, llamando la atención de Jason.
—¿Qué lees tanto? —preguntó volteándose aún apoyado sobre la mesa.
—Es un manga que encontré anoche, pero ya tenía sueño.
—¿Es un BL o es decente?
—Es como medio BL, pero ni tanto —dijo mostrándole la portada.
Jason vio con atención la imagen.
—Es sobre un chico que es bajito —explicó Francis—, pero el otro personaje es más alto y en todos los capítulos solo lo molesta.
—¿No tiene escenas que puedan... perturbarme?
—No, es tan sano que se siente extraño leerlo, pero está entretenido —dijo entregándole su celular.
Jason revisó viñetas al azar y le mostró una a Francis.
—¿No crees que el personaje se parece un poco a Tweek?
—¿A Tweek? No. ¿O sí? ¿Tú crees? ¿Lo dices porque es bajito?
—No, de verdad se parece. ¿Quién es el autor?
—No sé, se hace llamar HP, pero debe ser una coincidencia, no creo que alguien haga un manga específicamente de Tweek.
—¿Por qué no? Tú escribes específicamente sobre nosotros.
—Ya no.
—Eso espero.
—Me gusta su estilo, ojalá yo pudiese dibujar así.
—Lástima que desperdicia su talento.
—¿Verdad que sí? Debería hacer mangas bien puercotes.
—No logro terminar de comprenderte, Francis. ¿Lo tuyo es como un fetiche o algo parecido?
—No, ¿lo tuyo sí? Porque en cuanto Henrietta dijo que era la hermana mayor de Bradley, pude ver cómo te brillaron los ojos.
—Apuesto a que brillaron más cuando me dijo que tenía novio.
—Eso no se hace, Jason. ¿De verdad no te molesta haberte involucrado con alguien de quien no vas a ser su prioridad?
—Francis, puede darme todo el sexo que quiera, pero sin compromisos, es lo mejor que pudo pasarme en la vida. Me ahorro dramas, discusiones y peleas.
—Pero te pierdes el amor, cariño, recuerdos y lindos momentos.
—Lo sé, por eso es perfecto, ya vi como sufrió mi papá por esos recuerdos con la perra.
—Jason, no te hagas esto. Si lo hizo contigo, quizá lo hace con cualquiera. ¿Te gusta sufrir?
—¿Y quién dijo que estoy sufriendo?
—¿Sabes qué? Hazte daño, pero cuando te rompa el corazón, no vengas a llorar.
—Aquí lo único que se va a romper es su vagina.
Francis cambió su expresión por una de desagrado mientras Jason reía.
—Ay, ya, Francis, no voy a sufrir, lo prometo.
—No te entiendo —reclamó continuando su lectura.
—Yo tampoco a ti —dijo acomodándose a continuar dormitando.
—No le digas nada a Tweek sobre este manga, ya sabes que es inseguro con su estatura y no quiero que sepa que estoy leyendo prácticamente un manual de cómo burlarme de él.
—Ajá.
Clyde entró en ese momento y en tanto se iba a su asiento, fingió una sonrisa a Francis.
—Buenos días, Francis.
—Buen día, Clyde. Jason también está aquí.
—Buenos días, Jason —dijo con molestia, sentándose de mala gana.
Jason lo ignoró, por lo que Francis le dio un golpe en el brazo, el cual también ignoró.
—Salúdalo, no seas así, lo está intentando —susurró Francis.
—No te preocupes, Francis —dijo Clyde, sin voltearse—. No espero mucho de alguien como Jason.
—Sí, sí, lo que digas —reclamó sin levantar su cabeza—. Luego me preparas un discurso de mierda para disculparte.
—No le hagas caso, no fue un discurso de mierda, fue... adorable de tu parte, Clyde.
—No necesito la aprobación de ninguno.
—Ah, pues vete a la mierda entonces —reclamó Francis, continuando su lectura.
Poco a poco llegó el resto de alumnos y el profesor entró al salón, dando inicio a las clases.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Afuera, Craig aún esperaba a Tweek, el que pronto llegó a su lado.
—¡Por fin! —reclamó Craig en cuanto llegó—. Las clases empezaron hace diez minutos.
—Se dice buenos días —regañó cruzándose de brazos.
—¿Por qué siempre llegas tarde?
—¿Para eso estás aquí? ¿Quieres empezar el día jodiendo?
—Ya, perdón —dijo abrazándolo—. De todas formas te iba a decir que entráramos tarde. —Craig lo soltó y le sonrió—. Ya encontré la forma de que todos en la clase sepan que eres mi novio, incluyendo a Annie, pero sin necesidad de decirles.
—¿Ah sí? ¿Y cómo?
Craig extendió su mano y Tweek la miró por un momento.
—¿Estás seguro? Nunca me das la mano en público.
—Pues ahora sí —dijo con una sonrisa.
Tweek tomó su mano sin dudarlo y caminaron juntos el corto trayecto a la escuela. Al llegar al salón, antes de golpear, Tweek iba a soltar su mano, pero Craig la sostuvo con fuerza.
—No me sueltes, hasta que lleguemos a mi lugar, Serena.
—Te lo haría aquí mismo —dijo antes de golpear.
Entraron de la mano como acordaron y de camino, Tweek le sonrió con malicia a Annie, quien los seguía con la mirada, boquiabierta.
Se soltaron para que Craig se sentara y Tweek continuó su camino a su lugar.
—Estoy orgulloso de ti, Craig —dijo Clyde.
—¿Por qué? —preguntó sentándose a su lado.
—Entraste con él, sin miedo, orgulloso de pertenecer al club de los LBG... T... L... Q... No, espérate. LGB... D... T... 4...
—Ah, ya cállate.
—Pero si ya no soy homofónico, podrías coger con él mientras yo los veo y no me voy a enojar.
—Voy a fingir que no escuché esa aberración que acabas de decir, Clyde.
—Pero si es verdad, ya no me molesta que seas gay, el amor es amor y...
—Clyde, déjalo así. Entendí lo que quisiste decir y gracias, pero déjalo así.
Francis se volteó de inmediato mientras Tweek sacaba sus cuadernos.
—Se veían tan lindos, Tweek.
—¿Viste la cara de Annie?
—¿Para eso lo hicieron? —preguntó Jason, volteándose.
—Se lo merece —dijo Francis—. Que le quede claro que Craig tiene dueño.
—Pero si ya habló con ella y Craig ni siquiera la mira.
El profesor les llamó la atención, por lo que se voltearon a continuar su tarea y Tweek abrió su cuaderno, dispuesto a comenzar la clase, pero vio de reojo un pájaro posarse en la reja de la escuela, por lo que se quedó viéndolo por un largo rato, hasta que recibió una notificación en su celular. Revisó con discreción un correo electrónico de un remitente desconocido en el que decía:
"Tu novio te engaña con tu amigo, los vi cenando el sábado en el City Wok" y una fotografía adjunta, donde Craig y Francis aparecían comiendo.
Miró la fotografía y alzó su mirada directo a Annie, pero esta parecía concentrada escribiendo. Guardó su celular, ignorando el correo electrónico y comenzó su tarea.
Ya a minutos de que sonara el timbre del receso, abrió nuevamente el correo electrónico, pensativo.
—Francis —dijo Tweek, tocándole el hombro—. ¿Qué hiciste el sábado?
—Nada —dijo al instante, volteándose—. Salí con Jason.
—¿Y adónde fueron?
Jason se volteó.
—Fue lo que te conté, que salimos a "buscar una cita" porque Francis estaba desesperado por salir con alguien.
—Pero me dijiste que tú te fuiste con Henrietta.
—Sí, y después me fui porque Francis dijo que se sentía un poco mal y ya se había ido a casa.
—Sí —continuó Francis—, me fui a casa y no hice nada interesante.
—¿Por qué me mientes, Francis?
—¿Por qué te mentiría?
—Francis, no me voy a enojar, confío en ti y sé que no eres gay, no tiene sentido que me mientas. Me enviaron un correo anónimo, aunque es obvio que fue Annie y dice que los vio.
—No, no es cierto.
—Sí, el sábado en el City Wok.
—No, claro que no.
—Incluso adjuntó una foto —dijo mostrándosela.
—No, ese no soy yo.
—¿Cómo que no? —preguntó Jason, viendo la fotografía—. ¿Entonces es alguien idéntico a ti?
—No se parece a mí.
—Francis, eres tú —insistió Tweek.
—No, claro que no y ese no es Craig.
El timbre del receso sonó y Craig se acercó a los chicos, seguido de Clyde.
—Oigan, ¿a qué hora nos juntamos para ir a casa de Tolkien? —preguntó Craig, sentándose junto a Tweek y Clyde sobre la mesa.
—A las cinco creo que es buena hora —respondió Jason.
—¿Qué hiciste el sábado, Craig? —interrumpió Tweek.
—Nada, te dije que estuve con mi prima en casa. No salí.
—¿Por qué me mienten? Sé que salieron a comer juntos.
—Ya te dije que no soy yo el de la foto —respondió Francis.
—¿Una foto? —preguntó Craig.
Tweek le enseñó la fotografía en su celular.
—Oh, eso... —dijo Craig—. ¿De dónde la sacaste?
—¿Estás insinuando que Craig te engaña, enano? —preguntó Clyde, molesto.
—¡Clyde! —regañó Craig, señalando una esquina del salón—. Vete para allá.
—¡Lo olvidé, perdón!
—¡Vete!
Clyde se fue hacia la esquina y se apoyó en la pared, molesto, mirando a los chicos de brazos cruzados.
—¿Entonces? —preguntó Tweek a Francis.
—Bien, nos atrapaste —dijo Craig—, te voy a decir la verdad.
Francis le negaba enérgicamente con la cabeza.
—La verdad, Tweek, es que estábamos planeando una fiesta sorpresa para tu cumpleaños.
—¿Qué? ¿En serio? —preguntó emocionado.
—¡Sí! —continuó Francis—. Por eso nos juntamos a comer ese día, pero ya lo arruinaste.
Tweek abrazó a Craig.
—¿Y por qué no me dijeron? —preguntó Jason, molesto.
—Te íbamos a decir —reclamó Francis.
—¿Y cuándo? ¿Por qué planeas una fiesta sorpresa para nuestro amigo sin decirme nada?
—Porque... Por... Ya no sería una sorpresa.
—Sí, por eso —continuó Craig, antes de besar la frente de Tweek.
—¿Y qué planean hacer? —preguntó Tweek—. No, no, mejor no me digan. ¡Sí! Quiero saber, prometo fingir sorpresa. No, no, no, mejor no.
—No te vamos a decir nada, ya no sería una sorpresa —dijo Craig.
—¿Puedo decir algo? —preguntó Clyde, alzando su mano.
—No —dijo Craig.
—¿Por qué no?
—¡Tú quédate en tu rincón! —regañó Jason en tono burlesco.
—¡Son los mejores! —dijo Tweek, poniéndose de pie—. Ahora voy con Noah, tengo que... Ya regreso, sigan planeando. Acompáñame, Jason.
—Pero yo quiero saber.
—Tengo que ir a lo de Tolkien.
—¿Y?
—Acompáñame.
—Bien —reclamó poniéndose de pie.
Ambos salieron del salón, mientras Francis y Craig se miraban con preocupación.
—¿Y ahora qué hacemos, Craig? Yo no tengo dinero, te recuerdo que me robaron todo lo que tenía —dijo en un tono bajo.
—Yo tampoco tengo, pero tenemos dos meses aún.
—¿Ahora sí puedo decir algo? —preguntó Clyde.
—¿Qué quieres? —preguntó Craig.
—Primero, vas a estar en muchos problemas cuando Tweek se dé cuenta que Annie aún te está siguiendo y sacando fotografías; y segundo, podrías hacer una fiesta temática, considerando que tu novio no es de muchos amigos, supongo que sería algo solo entre ustedes.
—¿No está muy grande para eso? —preguntó Francis.
—No digo que sea con piñata y canciones infantiles, me refiero a... No sé, podría ser algo en específico, obviamente que le guste, pero relacionado con una temática.
Craig y Francis se miraron.
—Comida de Dragon Ball —dijeron al unísono.
—¿Lo ven? Es obvio que nadie más aparte de ustedes va a estar ahí, ¿cómo harían una fiesta sin invitados? En vez de gastar dinero en algo que no tiene sentido, mejor lo gastan en algo que realmente vaya a disfrutar.
—¿Qué desayunaste, Clyde? —preguntó Craig.
—Mi papá se fue de pesca, así que me comí el pescado que sobró de ayer, ¿por qué?
—Deberías comer eso más seguido, activa tu cerebro.
—Ja-ja. Me muero de la risa —dijo en tono serio.
—Ay, quítale el castigo —dijo Francis entre risas—. Se lo ganó.
—Bien, sal de ahí.
Clyde regresó a sentarse sobre la mesa, mientras ambos proponían ideas, emocionándose cada vez más, ignorando por completo que no tenían dinero.
Finalmente continuaron el resto de clases con normalidad y por la tarde, se reunieron a la hora acordada en el parque para dirigirse a casa de Tolkien.
En tanto caminaban, conversaban y reían, Francis no les prestaba mucha atención, mientras pateaba una botella plástica, hasta que interrumpió la conversación.
—Oye, Clyde, ¿sabes si...? Bueno, ¿Nichole va a ir también?
—No, a Tolkien no le gusta ver a nadie este día, incluyéndola a ella.
—¿Por qué? —preguntó Tweek.
—Dice que no le gusta ver las miradas de lástima. Así que, ninguno le comente nada —advirtió a los chicos.
—¿Lástima por qué? —preguntó Craig.
—Hace mucho que su papá siempre está demasiado ocupado, nunca viene a visitarlo y su mamá vive de viaje. Solo se la pasa en casa con el mayordomo y mucamas. De verdad no le comenten nada, me mataría si sabe que les dije esto, pero no me gusta que se aleje así, antes íbamos a visitarlo con Jimmy y como Tolkien también estaba un poco enojado conmigo, pensé que iba a estar solo, por eso les dije a ustedes, si hubiese sabido que no era necesario...
Craig lo miró con molestia.
—... Les habría dicho igual —terminó de decir Clyde, con una sonrisa fingida.
A pocos minutos, los chicos se detuvieron frente a unas enormes puertas de la reja que resguardaba la mansión de los Black.
—Sabía que tenía dinero, pero no me imaginé que viviera en una mansión —comentó Craig, alzando su mirada, sorprendido.
—¿Sabes, Tweek? —dijo Jason, rodeándolo con su brazo, viendo a Francis—, creo que elegimos mal al tercer miembro de nuestro grupo.
Francis le dio un golpe en el vientre a Jason.
—Sigue jodiendo y voy a contactar a Zay para que te dibuje preñado.
—Si voy a vivir en un lugar así, tendría todos los hijos que Tolkien quisiera —dijo sobándose.
Clyde los miró con desagrado en tanto presionaba el timbre y pronto, una voz femenina respondió en el intercomunicador.
—¿Está Tolkien? —preguntó Clyde.
—¿Quién le digo que lo busca?
Jason se apresuró a contestar.
—Dígale que su esclavo sexual está aquí.
La mujer se quedó en silencio por un momento y pronto, Tolkien respondió.
—¿Sí?
—Mi amor, abre la puerta.
—¿Eh? ¿Jason?
—¡Sí! ¡Abre!
—¿Estás drogado o algo así?
—¡Deja de joder! —reclamó Francis, quitando a Jason del intercomunicador.
—¿Francis?
—Abre, Tolkien —dijo Craig.
—¿Craig?
—¿Vas a preguntar el nombre de todos? —reclamó Tweek.
—¿Tweek?
—Oh, Y sigue. ¡Abre la puerta! —reclamó Clyde.
Tolkien cortó la comunicación y ambas puertas se abrieron, mientras el mayordomo se aproximaba a recibirlos.
—Buenas tardes —dijo a todos—, el señor Black viene enseguida.
—Buenas tardes, Cadbury —respondió Jason.
—Mi nombre no es ese —aclaró escoltándolos a través de un camino en el enorme antejardín.
Jason llegó maravillado hasta el frontis de la mansión y se volteó a ver a su derecha, donde había una limusina negra estacionada.
—Cadbury, ¿tú manejas eso? —preguntó señalando la limusina.
—Ya le dije que mi nombre no es Cadbury y no, el chofer de la familia es...
—Bascomb, ¿cierto?
—No.
Tolkien, en pijama, salió en ese momento al frontis.
—¿Qué diablos están haciendo aquí?
—¡Tolkien! —dijo Jason con emoción—. Dile a Bascomb que me lleve a casa en esa limusina cuando ya estemos ebrios, prometo no vomitar.
—¿Quién es Bascomb y por qué estaríamos ebrios?
—Voy a beber hasta olvidar que me hiciste sentir pobre y miserable.
Craig se adelantó a abrazarlo, momento en que Jason se escabulló a ver la limusina de cerca.
—Feliz cumpleaños, Tolkien —dijo Craig mientras lo abrazaba.
—¿Cómo...? Oh, fue Clyde, ¿verdad? —preguntó dirigiendo su mirada a él.
—No te enojes, pensó que te alegraría tenernos a todos aquí. —Craig lo soltó.
El resto se acercó a felicitarlo, mientras el mayordomo los esperaba junto a la puerta de entrada.
—Bien, ya están aquí, pasen.
—Falta el chico de cabello extraño, señor.
Tweek lo llamó mientras entraban y Jason, antes de entrar se quedó viendo al mayordomo.
—¿Necesitas algo, niño?
—¿Puedes... puedes llamarme señor a mí también?
—Claro, señor —dijo entre risas.
—Cadbury, trae el mejor vodka que haya —ordenó en tanto entraba.
—Ya quisieras, niño latoso —regañó entre dientes, cerrando la puerta.
En tanto los chicos seguían a Tolkien a través de un gran recibidor, los guio hasta una sala de estar, donde se sentaron en dos espaciosos sofás, acomodados uno frente al otro.
—Y... ¿Qué quieren hacer? —preguntó Tolkien.
—¿Dónde está el McDonald's? —preguntó Tweek.
—En el pueblo no hay ninguno.
—No, el de tu casa.
—¿Qué? ¿Por qué tendría uno?
—¿Y la chiquipulta? —preguntó Jason.
—¿La qué? —Tolkien pensó por un momento—. Oh, ya sé de qué hablan, pero creo que olvidaron un pequeñito detalle, Ricky Ricón es blanco, rubio y él era multimillonario.
—¿Y tú no? —preguntó Craig.
—No, hay varios millones de diferencia.
—¿Y cómo sé si no nos estás ocultando uno? —preguntó Tweek, escéptico.
—Ve a revisar si quieres.
—Tweek, basta, no tiene nada de lo que se imaginan —regañó Francis—. ¿No olvidas algo?
Tweek se quedó viéndolo por un rato, expectante.
—El obsequio —murmuró señalando a Tolkien con un movimiento de su cabeza.
—¡Ah, claro!
—¿Trajeron obsequios? —preguntó Clyde, molesto.
—¿Tú no? Qué mal amigo —comentó Jason.
—No era necesario que se molestaran —dijo Tolkien.
—Oh, pero te va a gustar —dijo Tweek, buscando entre sus bolsillos una hoja de papel un poco maltratada.
Le entregó la hoja doblada y Tolkien la recibió un poco confundido.
—¿Es una carta? —preguntó Clyde—. ¿A eso le llaman un obsequio?
—¡Clyde! —regañó Craig.
—¡Pero eso no es un obsequio! Si no cuesta dinero, no es un obsequio.
—Solo cállate.
Clyde se cruzó de brazos, en tanto Tolkien leía la hoja, la que decía: "Feliz cumpleaños, Tolkien", acompañado de un autógrafo de La Pulga, Leatherface, Negan, Akira, Bo, Dr. Giggles, Mighty Mask y El Gran Saiyaman.
—Es de parte de los tres —aclaró Jason.
—Yo no te traje nada —dijo Craig—, aunque habría sido lindo que me incluyeran en ese obsequio —reclamó mirando a Tweek.
—Tienes a tu garrapata, ¿no? Ustedes son sus amigos, debieron pensar en algo que le gustara.
Tolkien alzó su mirada a los chicos.
—Es el mejor regalo del mundo, los abrazaría, pero Craig se enoja, Jason anda raro y Francis... Asumo que no quiere, pero de verdad aprecio lo que me dieron.
—¿Qué es? —preguntó Clyde, acercándose a ver.
—Los autógrafos de los luchadores del pueblo.
—¿Los conoces, ena... Tweek?
—Mierda, Clyde, ¿no puedes llamarlo por su nombre? —reclamó Craig.
—Déjalo, se está ganando una buena paliza —advirtió Tweek.
—No puedes golpearme, Craig se enojaría contigo —advirtió con una sonrisa, apoyándose en el hombro de Tolkien.
—Esa condición va para ti, no para mí, así que cuida tus palabras, garrapata —advirtió poniéndose de pie, dirigiéndose a una puerta cercana.
—¿Adónde vas? —preguntó Craig, volteándose a verlo.
—A buscar el McDonald's.
—Déjalo —dijo Tolkien, volteándose a ver a Tweek—. Solo no salgas al patio trasero.
—¿Entonces está afuera?
—No, pero están los perros.
—Me gustan los perros —dijo abriendo la puerta.
—No si están entrenados para atacar.
Craig lo miró con preocupación, mientras Tweek cerraba la puerta.
—¿Debería ir con él?
—Ah, déjalo, ya volverá cuando no encuentre nada.
Tweek recorría la enorme cocina, donde tres cocineras preparaban comida.
—¿Te perdiste, niño? —preguntó una de ellas, volteándose a verlo.
—No, quería ver si había un McDonald's —dijo acercándose a ver lo que preparaba—. ¿Qué es?
—Una salsa de mostaza y miel.
—Ah —dijo con decepción.
—¿Qué esperabas que fuese?
—No sé, esperaba probar algo de otro mundo.
Las cocineras rieron y una le señaló una puerta a su izquierda.
—Lo más parecido a un extraterrestre, está tras esa puerta —dijo entre risas.
Tweek se acercó a abrir con cautela, asomándose poco a poco, encontrando una enorme pecera en medio, la que albergaba varias langostas en el fondo y un colosal pulpo nadaba cerca de la superficie.
—¡Es enorme! —comentó maravillado, mirando al pulpo.
—Y delicioso —continuó otra cocinera.
—¿Es para comer? —preguntó con horror.
—Sí, eso les vamos a preparar.
—¿Eres vegano? —preguntó otra cocinera.
—No, me gusta la carne, pero no si la vi con vida.
—Entonces cierra la puerta, porque eso van a comer. —La cocinera la cerró y lo sacó de la cocina.
—Pobrecito —comentó regresando con los chicos.
De regreso a la sala, se sentó en silencio junto a Craig y se apoyó en su hombro, tomando su mano.
—¿Qué tienes? —susurró Craig.
—Nada.
—¿Encontraste el McDonald's? —preguntó Tolkien.
—No, pero... Me preguntaba... ¿Habrá posibilidad de cambiar la comida que están preparando en la cocina? Es que lo vi con vida y no creo ser capaz de comerlo.
—Como prefieras, ¿qué quieres comer?
—Cualquier otra cosa.
Tolkien se fue a la cocina y les indicó a sus cocineras que cambiaran el menú por carnes rojas.
Las mucamas ya les habían servido gaseosas y guarniciones mientras preparaban la comida, pero mientras comían, Francis solo simulaba escucharlos, en tanto se concentraba en encontrar algún defecto en Tolkien y decidido, se propuso encontrar alguno.
—¿Dónde está el baño, Tolkien? —interrumpió Francis.
—La cuarta puerta a la derecha por donde salió Tweek hace rato.
—Oh, no, yo quiero ir al principal, no quiero el de invitados.
—Como quieras, está en el segundo piso.
—Luego voy yo —anunció Jason—. Apuesto a que es más grande que mi casa y la tuya juntas.
—No tengo tanto dinero como se están imaginando —aclaró Tolkien entre risas.
Francis subió la escalera y se detuvo en un espacioso pasillo donde había seis puertas. Abrió con sigilo una a una, asomándose lo suficiente, buscando la habitación de Tolkien, la que creyó encontrar en la penúltima puerta, ya que la pared estaba decorada con fotografías de Tolkien y Nichole. Se aseguró de que nadie lo estuviese vigilando a su alrededor y entró rápido.
Dentro de la habitación, que para su sorpresa era bastante pequeña en comparación a las demás y no concordaba con el tamaño de la mansión, solo había en medio una cama, junto a una mesita de noche, frente a un ventanal.
—¿Por qué no tiene muebles? —se preguntó recorriendo la habitación.
Tratando de no hacer mucho ruido, abrió el cajón de la mesita de noche y sacó una pequeña caja forrada con terciopelo rojo. Frunció el ceño al ver que dentro había dos argollas doradas y la cerró de inmediato.
—¿Se quiere casar? —se preguntó regresando la caja al cajón y cerrándolo de golpe.
Se sentó en la cama, con su mirada fija en una de las fotografías de la pared, donde aparecía Nichole besando en la mejilla a Tolkien, quien sonreía feliz, mientras Francis trataba de apaciguar su incontenible llanto.
En tanto secaba sus lágrimas, una fotografía mal acomodada llamó su atención y se levantó a enderezarla, momento en que escuchó el sonido de un clic, aparentemente metálico. Curioso, regresó la fotografía a la posición anterior, escuchando nuevamente el sonido. Distraído por esto, dejó de llorar y acomodó nuevamente la fotografía, comprobando que el sonido venía de una puerta junto a estas. Intentó abrirla, pero esta estaba asegurada y movió la fotografía, logrando quitar el seguro de la puerta.
—Por favor, que no tenga alarma —susurraba para sí, abriendo la puerta lentamente.
Al abrir por completo, se encendió automáticamente la luz, permitiendo ver todo su interior y Francis, asombrado, entró en medio de la enorme habitación, donde encontró innumerables fajos de billetes apilados sobre muebles en ambas paredes y al fondo, una enorme cantidad de armas ninja acomodadas cuidadosamente en la pared.
Se fue al fondo y sacó una katana, observando cada detalle del llamativo diseño del mango. Distraído por esto, no escuchó a Tolkien entrar a la habitación y este solo se quedó mirándolo desde el umbral, en silencio, de brazos cruzados.
Desenfundó la katana y la movió en el aire con cuidado para comprobar el peso, pronto comenzó a simular una batalla, hasta que se volteó y vio a Tolkien en el umbral que intentaba contener su risa y bajó la katana, avergonzado.
—L-lo siento —dijo regresando la katana a su lugar.
—¿Qué haces aquí? —preguntó en un tono más serio.
—Buscaba el baño.
—Pues este no es —dijo cerrando la puerta tras él.
Francis lo veía un poco temeroso y desvió su mirada al dinero, regresando rápidamente a mirar a Tolkien, que se mantenía apoyado en la puerta.
—¿Buscabas algo en especial?
—No —respondió al instante.
—Francis, ya me cansé de esto. Yo te gusto, ¿verdad? —preguntó Tolkien.
Francis negó lentamente con su cabeza.
—Sé que sí, no soy idiota. Llevas semanas comportándote extrañamente distante solo conmigo, cada vez que Nichole me besa veo cómo te molestas y el sábado me dijiste "Eso te pasa por ser así", asumo que te referías a que no soy como tú, ni como Craig o Tweek. ¿Podrías decirme de una maldita vez la verdad?
—No, no es eso.
—Llevas semanas diciendo lo mismo.
—Quizá un poco —dijo apartando la mirada a un lado.
—Francis...
—¡Lo siento! ¿Sí? Yo no quería, pero tú... Fuiste tan comprensivo, eres tan perfecto y supongo que de alguna forma confundí las cosas. Sé que jamás me vas a corresponder y por eso trato de mantenerme lejos de ti, no quiero que esto crezca más. No quiero seguir sintiéndome así.
Tolkien se sentó en el suelo y dio leves golpes a su lado, en señal de que se sentara junto a él, pero Francis se negó con la cabeza.
—Francis, no quiero que te sientas así de incómodo conmigo, puedo entender hasta cierto punto cómo te sientes, pero te aseguro que no soy perfecto.
—¿Lo ves? Eso lo diría alguien que sí es perfecto.
—No —dijo entre una risa leve—- Te aseguro que no lo soy, mira a tu alrededor, tengo todo lo que quiero, pero no lo que necesito. Trato de llenar ese vacío con cosas materiales. Lo único que tengo en mi vida que sí es auténtico es a Nichole, Clyde, Jimmy, Craig y trato de incluirlos a ustedes a esa lista, pero me lo estás haciendo difícil.
Francis se acercó a sentarse a su lado, pero evitaba mirarlo y se concentró en sus manos.
—Lo siento, Tolkien, de verdad lo siento, pero ha sido más fuerte que yo.
—Entiendo que quizá esos sentimientos sean difíciles de controlar, pero no quiero que nos alejemos por eso, necesito que lo superes, porque no va a pasar.
—Lo sé.
—¿Puedo saber qué es lo que te gusta de mí?
—Bueno... La verdad es que desde que me di cuenta que no soy normal, empecé a verte de otra forma, fuiste el único que me apoyó, además de Craig, pero no voy a mirar al novio de mi amigo de esa forma. Supongo que ese fue el detonante, pero más allá de eso, mi vida en este momento es un completo caos y supongo que busco algo de estabilidad.
—Eso es lo que menos tengo, Francis. ¿Sabes por qué estoy con Nichole?
—¿Por amor?
—Además de eso, Nichole me ha contenido un millón de veces, es por eso que me quedé con ella, es la única que siempre se mantuvo a mi lado, a diferencia de mis padres, que solo se preocupan de ellos mismos y sí, aquí no me falta nada, de hecho sobran muchas cosas, pero es horrible estar en esta casa, rodeado de gente que no es mi familia. ¿Entiendes a lo que quiero llegar con esto?
—No realmente.
—Francis, yo soy una enorme carga emocional y eso es lo que menos necesitas.
—No lo pareces.
—No, porque estar fuera de este lugar es lo que me hace sentir bien.
—¿Por eso no nos dijiste nada sobre tu cumpleaños?
—Odio cada maldito cumpleaños, me recuerdan lo solo que estoy, a pesar de tenerlos a ustedes, por eso me gusta salir, pasar tiempo en casa de Clyde o Craig, ellos me hacen olvidar todo esto. ¿Sabes lo horrible que se siente llegar a esta casa tan enorme y ser recibido solo por empleados? Preferiría mil veces que mi mamá estuviese... No sé, regañándome por llegar ebrio o por llegar muy tarde, pero no están, nunca están. Según lo que te he escuchado decir, tu mamá te regaña mucho, ¿verdad?
—Sí, ya me tiene harto.
—Yo quisiera estar así de harto.
—No lo creo, siempre me regaña por todo y ni siquiera me escucha. Ni te imaginas lo que es vivir con ella.
—¿Lo ves? ¿No tienes suficiente con ella como para agregarme a mí?
—Sí, en realidad sí —dijo con una débil sonrisa.
—A eso agrégale que soy negro y ladrón —dijo señalando el dinero.
—¿Entonces de verdad robas?
—Sí, todos los meses saco dinero de las cuentas de mis padres, pero lo mantengo en efectivo para que no lo noten, ahora con el edificio puedo ir haciendo depósitos parciales y no se verá sospechoso. Puedo hacer un lavado de dinero y ninguno de ellos sospecharía nada. Es prácticamente una estafa a mis propios padres. ¿Quieres eso? ¿Que tengamos algo y vivir preocupado de que en algún momento me sorprendan? ¿Ir a visitarme a prisión y vivir entre abogados y juicios el resto de tu vida?
—No.
—¿Lo ves? Te mereces a alguien mejor, una linda relación con el romance que siempre has querido.
—¿Por qué lo haces si sabes que es peligroso?
Tolkien se encogió de hombros y le sonrió.
—Supongo que muy en el fondo, quiero que me sorprendan y así tener su atención de alguna forma.
—Eso es...
—Desesperado, lo sé.
—No, es estúpido. ¿Poner tu estilo de vida en riesgo así por un poco de atención? ¿En serio lo necesitas teniendo todo esto?
Tolkien se volteó a verlo y rio al ver su expresión de desconcierto.
—Bueno, ya que te veo desencantado, me alegra que pudiéramos aclarar las cosas.
—Es que es totalmente estúpido, Tolkien. —Francis se puso de pie—. ¿De verdad no te conformas con todo esto? Tienes una novia que es linda y te ama, amigos, dinero a manos llenas, mayordomos, mucamas, cocineros, una mansión, limusina con chofer personal, ¡un edificio, por dios! ¿Y no te conformas? ¿Es en serio? ¿Qué más quieres? ¿Un helicóptero?
—Está... Hay uno al fondo del patio trasero.
—¡Por dios! ¿Tienes un helicóptero y no te conformas?!
—Es que no lo entiendes.
—¡No! ¡¿Quién en su sano juicio prefiere gritos y castigos en vez de todo esto?! Mira esa colección —regañó señalando las armas ninja—. ¡Apuesto a que esos shurikens cuestan más que mi casa!
—Probablemente.
—¡Santo dios! ¡No puedo creer que seas feliz y no te des cuenta! Estás... ¡Estás demente, Tolkien!
—Francis, no...
—¡Apuesto a que tus focos cuestan más que mi ropa! ¡Es que de verdad no lo entiendo!
—Bueno, ya, ¿no? No necesitas humillarme así.
—¿Humillarte? ¡¿Yo te estoy humillando?! ¡Tú me estás humillando! ¡Tú estás humillándonos a todos! Mientras nosotros vivimos en lo que podrían ser la casa de tus perros, tú... ¡¿Un helicóptero?! ¡¿En serio?! ¿Sabes lo que tengo yo en mi patio? Una asadera. Una miserable asadera y un par de sillas con la pata rota que mi papá va a reparar, pero jamás lo hace. ¡Mira todo este dinero! ¿Sabes cuánto tengo yo? ¡Nada! ¡Me robaron y me quedé sin mi colección de Sasaki to Miyano por idiota! ¿Sabes a cuántas personas mataría solo por alguna de esas armas ninja? Porque apostaría a que están hechas por algún herrero de Japón. ¿Sabes cuántas veces he soñado con ir a Japón? ¿Y sabes por qué no puedo ir? ¡Porque no tengo un puto helicóptero en mi patio!
—¿Terminaste?
—¡No! ¡Podría seguir todo el día! ¿Y sabes qué? Hasta... Hasta menos atractivo te veo ahora. Tienes como... tu cara se ve un poco asimétrica y tus ojos son como... como raros.
—Bueno, ahora que me ves como un adefesio, ¿amigos? —preguntó extendiendo su mano.
—No dije eso, pero sí, amigos —dijo estrechándole la mano—. Prometo trabajar en olvidarte por completo y poder ser amigos de verdad, sin volver esto incómodo.
—No sé si me siento cómodo ahora, sabiendo que mi cara es asimétrica.
—Solo un poquito —dijo entre risas—. No se nota tanto, pero casi todos la tienen así.
—Bien, si así podemos dejar todo atrás, supongo que está bien —dijo poniéndose de pie—. ¿Regresamos con los chicos?
Francis asintió y antes de salir de la habitación, Tolkien lo detuvo.
—Espera, ¿a qué te referías con que te robaron por idiota?
—Es largo de explicar, pero técnicamente, fue por tu culpa.
—¿Mi culpa? ¿No quieres hacerme sentir culpable por nacer también?
—Que Craig te explique eso, yo no me siento preparado para hacerlo, pero... ¿Sabes qué sería lindo de tu parte? Comprarme la colección que yo no pude.
—Bien, si eso te hace feliz.
—¡Maldición! También estás sediento de aprobación —comentó entre risas.
—Bueno, ya fue suficiente, ¿no crees? Lo hago porque soy una buena persona y no me merezco todo esto. Creo que era mejor cuando me veías atractivo.
—Tolkien —dijo volteándose, posándole la mano sobre su hombro—, no hay vuelta atrás, ya te caíste de mi pedestal.
—Bueno, lo prefiero así.
—Sí, ya me siento un poco mejor, gracias.
La conversación fue interrumpida por Jason y Craig, que subieron en ese momento.
—¡¿Cuál es el baño?! —preguntó Jason, ansioso.
Tolkien le señaló una puerta al final del pasillo y Jason corrió a entrar, emocionado.
—¿Todo bien? —preguntó Craig—. Vine porque estaban tardando y...
—Todo bien —interrumpió Francis, sonriéndole.
—¿Dejaste a Tweek solo con Clyde?
—No, tus cocineras salieron a servir la comida y Tweek fue a buscar el McDonald's otra vez. Clyde nos está esperando.
El estruendo de los ladridos de los perros de Tolkien resonó cerca y se miraron con preocupación, bajando a toda prisa.
Al llegar a la sala, Tweek esperaba en el sofá, con sus brazos apoyados sobre el respaldo, mirando hacia el techo, notablemente cansado y su ropa mojada.
—¿Qué te pasó? —preguntó Craig.
—Nada —dijo tratando de disimular su respiración agitada.
—¿Estabas afuera? —preguntó Tolkien.
—¿Afuera? No.
—¿Y por qué estás mojado? —preguntó Francis.
—¿Mojado? No, es... Es sudor. Hace calor aquí.
Craig lo miró entrecerrando sus ojos y Tweek solo le sonrió.
—¿Te mordió alguno de los perros? —preguntó inspeccionándolo con la mirada.
—No, estuve aquí todo el tiempo. ¿Qué perros?
—¿Sabes qué? Como sea, no te ves herido —regañó de camino hacia Clyde, que los esperaba en el umbral del comedor.
—Aguanté todo el día para cagar en un baño elegante —comentó Jason, llegando junto a Francis.
—Qué asco, no necesitaba saber detalles —regañó Francis.
Los chicos se dirigieron a una amplia mesa, con una contundente cantidad de comida servida en medio y comenzaron a comer de inmediato.
—¿Después de comer vamos a beber? —preguntó Jason.
—No vamos a beber, es una de las pocas cosas que tengo prohibidas y las mucamas me acusan, no saben quedarse calladas.
—¿Te acusan? —preguntó Francis.
—Sí.
—¿Con tus padres?
—¿Con quién más?
—¿Te acusan con tus padres? —enfatizó Francis.
—¿Hoy andan tontitos? —preguntó Clyde, ganándose una mirada de molestia por parte de Craig—. Dije tontitos, si es un diminutivo, no es un insulto.
—Tolkien —continuó Francis—, ¿te acusan con tus padres?
—Sí, Francis, me acusan con mis padres.
—¿Y eso podría llamar su atención, Tolkien? —preguntó molesto.
—Ah, ya te entendí.
Tolkien se quedó pensando, pero Jason lo interrumpió, llevándose una mano a su mejilla.
—¡Esto está delicioso! ¿Qué es?
—Carne de res. ¿Que nunca habías comido carne? ¿Por qué siguen haciéndose los pobres?
—Pero tiene razón, es completamente diferente a lo que prepara mi mamá —dijo Craig.
—Apuesto a que era una vaca criada en las laderas suizas, alimentadas con trufas blancas, mientras la masajeaban monjes tibetanos.
—No, es de una vaca normal, que comía pasto normal, en una granja normal.
—Ay, pobrecita —comentó Tweek, mirando su plato con tristeza.
—Oh, vamos, cambié el menú por ti.
—Pero no debiste decir eso, la imaginé comiendo pasto y corriendo libre por las praderas.
—¿Y qué íbamos a comer? —preguntó Clyde.
—Pulpo, pero Tweek dijo que lo vio vivo y ya no quería comerlo.
—Oh, eso era —dijo Craig, molesto—. ¿Qué hiciste, Tweek?
—Lo... Lo liberé.
—¿Al pulpo? —preguntó Tolkien.
Tweek asintió con la cabeza.
—Pero ¿y dónde? ¿Cómo llegaste al mar y regresaste tan rápido?
—En... En la piscina —dijo con una sonrisa.
—En la... —Craig frotó su rostro con fastidio.
—¡Lo siento! Pero parecía triste en esa pecera y...
—¿Saben? Ser amigo de ustedes no es tan fácil, son tan diferentes y... especiales —dijo Tolkien.
—¿Y ahora te das cuenta? —preguntó Clyde.
—Tweek, los pulpos son de agua salada —explicó Craig, mientras Tweek lo miraba sin comprender—. La piscina tiene agua dulce.
—También tiene cloro, baboso —agregó Jason.
Tolkien comenzó a reír, seguido de Jason, mientras Tweek los veía, confuso.
—Tweek, el pulpo se va a morir ahí —continuó Craig.
—¡No! —dijo poniéndose de pie—. ¡No se puede morir! ¡Lo liberé para que fuera feliz!
Tolkien se levantó para salir al patio trasero, le dio una orden a sus perros, que se alejaron y salieron hasta la piscina, llegando primero Tweek, quien se lanzó al suelo de rodillas al ver al pulpo que flotaba inmóvil en la superficie.
—Pues no se ve muy feliz —dijo Clyde.
—¿Arruinaste nuestra comida para matarlo igual? —preguntó Jason.
—Pero no quería hacerlo, lo juro.
Craig se agachó a su lado, rodeándolo con su brazo.
—Para la próxima, escucha esa voz en tu cabeza que te detiene de hacer estupideces.
—Él no la tiene —aseguró Francis.
—¿Podemos enterrarlo? —preguntó volteándose a ver a Tolkien.
—¿Al pulpo? ¿Quieres hacer un funeral para un pulpo?
—Por favor.
—No puede ser —comentó entre risas mientras sacaba su celular, enviándole un mensaje al jardinero—. Tardarán media hora en llegar a cavar. Regresemos a comer.
—¿Lo ves? —preguntó Jason de camino—. Nosotros tenemos que cavar nuestros propios agujeros si lo necesitamos.
—Ya basta, no soy multimillonario.
Regresaron a terminar de comer y Tolkien llamó a su mayordomo, quien llegó a su lado de inmediato.
—Trae una botella de...
—Vodka con jugo de naranja —interrumpió Jason.
—Sí, eso y...
—Copas.
—¿Copas? No se bebe tequila en copas, Jason.
—Déjame disfrutarlo, Tolkien.
—Bien —dijo entre risas—. Vodka, jugo de naranja y copas para todos.
—Señor, ya sabe que su padre...
—Ya lo escuchaste, Cadbury. —Jason se cruzó de brazos—. Además te lo ordené hace rato.
—Ya te dije que ese no es mi nombre, niño.
—Señor —corrigió Jason.
—Si Jason quiere llamarte así, ese será tu nombre por hoy —intervino Tolkien, con tono serio—. Y si dije vodka, eso es lo que quiero, ahora.
—Claro, señor —dijo retirándose.
—No deberías tratarlo así —dijo Francis—, no son esclavos.
—Francis, ellos están aquí por dinero y su trabajo es seguir órdenes, no decirme lo que piensan.
—"Uy, ahora se ve un poco más feito —pensó Francis, mientras asentía con la cabeza, continuando su comida, absteniéndose de comenzar una discusión—, supongo que tenía una venda en los ojos que no me dejaba verlo claramente, creo que tenía razón, me desencanté de alguna forma".
—Tolkien, ya sabes que te va a acusar —advirtió Clyde.
—¿Y qué? Es mi cumpleaños y ya soy mayor de edad, desde hoy haré lo que quiera y lo que quiero es beber con ustedes y ninguno se va a negar a celebrar conmigo hoy —dijo mirando a Craig.
—Pero si yo no dije nada.
—Por si pensabas detener a Tweek, pobrecito, siempre lo regañas.
—A veces se lo merece.
—Craig y Francis se esmeran por apagar mi brillo —comentó Tweek, negando con su cabeza.
—Ah, por favor —reclamó Craig con fastidio—, solo te cuido. ¿Ya viste lo que pasó? Te dejamos solo un par de minutos y mataste un ser vivo. Mejor come.
—¿Lo ves, Tolkien? Solo me regaña y da órdenes —dijo fingiendo sufrir, apoyándose en el hombro de Craig.
—Es que tú también, Craig —dijo Jason—. A veces pareces su papá.
—En eso estoy de acuerdo —continuó Clyde—, ni mi papá me regaña tanto como tú lo has hecho estos días.
—No tendría que hacerlo si pudieran comportarse como personas civilizadas y hablar de sus problemas, en vez de insultarse y tratar de matarse cada vez que interactúan entre ustedes.
—Craig, si quisiera matarlo, ya estaría muerto —dijo Tweek.
—¿Como el pulpo? —se burló Clyde.
—No me provoques, garrapata —advirtió señalándolo con su tenedor.
—¡¿Lo ven?! No podemos estar todos en el mismo lugar en paz.
—Claro que podemos —dijo Francis—, pero Clyde no coopera.
—Bueno, ya, ¿no? ¿A eso vinieron? No quiero escucharlos pelearse por nada, porque es realmente por nada, de verdad quiero que nos llevemos bien —reclamó Tolkien.
Se quedaron todos en silencio, momento en que el mayordomo llegó a la mesa con una bandeja y le entregó una copa a cada uno, sirviéndoles el vodka mezclado con el jugo de naranja y se retiró.
—El primero que se pelee o insulte lo que resta del día, no se va en limusina a su casa —advirtió Tolkien, alzando su copa—. Bien, salud por nuestra amistad.
Luego de brindar, continuaron comiendo y bebiendo, terminaron a los pocos minutos y se dirigieron al patio trasero, donde el jardinero terminaba de cavar el agujero y Tolkien le solicitó una segunda pala, dándole la libertad de irse a casa para ellos continuar solos.
Tolkien tomó la red para sacar hojas de la piscina y acercó al pulpo a la orilla, sacándolo entre sus brazos mientras se acercaba a los chicos, procurando mantenerse serio, aunque a ratos no podía evitar reír por la absurda situación, contagiando la risa al resto, que esperaban alrededor del agujero, cada uno con su copa en mano.
—¡Shht! No se rían —regañó Tweek.
—¿Quieres que lloremos? —preguntó Jason.
—¡Sí! Eso quiero.
Francis bebió de su copa y simuló llorar, pero pronto comenzó a reír, ganándose una mirada molesta de Tweek.
—Lo siento, lo siento —dijo bebiendo de su copa—. Yo lo hago esta vez, ya sé qué decir.
—Sí, mejor, Jason nunca se lo toma con seriedad.
—¿Y cómo hacerlo, Tweek? —preguntó Jason tratando de evitar reír.
—¿Pongo música de funeral? —preguntó Clyde, sacando su celular.
—Si quieres —dijo Tweek, atento a Tolkien.
—¿Les parece bien Amazing Grace? Una de gaitas.
—Sí, ponla —dijo Craig, recordando sus tiempos de Calabozos y Dragones, donde en más de una ocasión la escucharon para funerales ficticios.
—Lo haría, Craig, pero tu hermana no me deja.
Jason comenzó a reír, mientras Craig miraba a Clyde con furia.
—Ya, ya, perdón —dijo Clyde, entre risas.
—No arruinen el momento. —Francis evitaba reír, mientras tomaba una pala.
Tolkien dejó al pulpo en el agujero y todos se reunieron a su alrededor. Craig abrazó a Tweek, Clyde reprodujo la canción, Jason sacó su celular para grabar y Francis dejó su copa en el suelo, aclaró su garganta y comenzó la ceremonia.
—Estamos aquí reunidos para honrar la memoria de este pulpo...
—Tolkiencito —interrumpió Tweek.
—Estamos aquí para honrar la memoria de Tolkiencito, quien vivió una vida corta y plena en una pecera, antes de partir al cielo de los pulpitos...
—Al mar de los pulpitos.
—Deja de interrumpir, Tweek.
—Pero en el cielo se moriría, allá no hay agua.
—Pero si ya está muerto —intervino Jason.
—Pero no necesita morir dos veces.
—¡Bien! —regañó Francis—, se fue al mar de los pulpitos, a reencontrarse con su pulpifamilia, que supongo también eran deliciosos. Como sea, vuela... Nada alto, Tolkiencito.
Mientras Tweek y Francis, con ayuda de unas palas, cubrían al pulpo con tierra, el resto se alejó un poco para darles espacio y Tolkien se inclinó a susurrarle a Craig.
—Nunca pensé que asistiría al funeral de un pulpo.
—La verdad, nunca sé qué esperar con Tweek. Es increíble cómo encuentra la forma de superar sus idioteces cada vez más.
—Eso no te lo voy a negar, pero son recuerdos que durarán por siempre, ¿quién podría olvidar algo así?
Ambos se voltearon a ver a Clyde, a quien se le escapó un sonido involuntario de llanto contenido, mientras se cubría la boca con su mano.
—El pulpito —soltó entre sollozos, dejando salir su llanto.
—Bueno, tenemos a nuestro propio idiota —comentó Tolkien a Craig, mientras se aproximaba a abrazar a Clyde, quien lo abrazó de inmediato.
Jason veía a Francis y Tweek, mientras bebía de su copa y grababa con su celular.
—No pareces sorprendido por esto —dijo Craig, yendo a su lado, bebiendo de su copa.
—¿Por qué debería estarlo?
—Vinimos a celebrar el cumpleaños de Tolkien y terminamos en el funeral de un pulpo.
—¿Sabes cuántos funerales hemos hecho en todos estos años solo por Tweek? Reconozco que estás llevando esto bastante bien. No te voy a mentir, Craig, no esperaba mucho de ti como novio de Tweek y no creí por completo tu promesa ese día en las luchas, pero creo que Tweek no pudo encontrar un mejor novio. Craig, bienvenido al grupo —dijo alzando su copa.
—Gracias. —Craig brindó con Jason.
—¡Aww! Jason finalmente te aceptó —dijo Tolkien.
—No lo vuelvas raro —reclamó Jason, deteniendo la grabación.
—¿Esto te parece raro? ¿En serio me dices eso cuando estamos en el funeral de un pulpo?
—¡Tolkiencito! —se lamentó Clyde, quitándose sus gafas para secar sus lágrimas.
—Y te recuerdo que te ofreciste a ser mi esclavo sexual —continuó Tolkien—. ¿Qué mierda fue todo eso?
—Fue... La excitación de ver todo esto, no te confundas, ya soy el esclavo sexual de alguien más, por si lo estabas considerando.
—No le hagas caso, estaba emocionado por venir hace días —explicó Francis, acercándose con la pala—, pero no tanto por el dinero, lo que le emociona es compartir con todos nosotros, ese Jason frío es una coraza —aseguró quitándole la copa a Jason, bebiendo de ella—, por dentro, Jason es una persona cariñosa, pero tiene su manera peculiar de demostrarlo.
—No soy cariñoso —reclamó arrebatándole la copa.
—Claro que sí—continuó Tweek, llegando junto a ellos, abrazando a Craig—, cada vez que me dice baboso, es un te quiero, lo sé.
Mientras Jason se defendía, Clyde alzó su mirada al cielo, acomodando sus gafas, tratando de enfocar su vista hacia un pequeño dron que se aproximaba a ellos, el que llamó su atención por el sonido de zumbido que emitía, acercándose poco a poco.
—Oigan, ¿qué es eso? —preguntó señalándolo.
—Un... Parece un dron —respondió Craig, alzando su mirada, seguido del resto.
El dron se posó sobre ellos, en tanto los chicos lo observaban confusos. Tweek abrazó con más fuerza a Craig, escondiendo un poco su rostro entre sus brazos.
—¿Qué tienes? —preguntó Craig.
—No sé, me dio como... un mal presentimiento.
—Solo debe ser alguien que tiene mucho tiempo libre y no tiene nada mejor que hacer que espiar a la gente —reclamó alzando su mirada al dron, enseñándole el dedo medio.
El dron se acercó un poco más a Craig, luego a Tweek y regresó por la misma dirección en la que llegó.
—¿Y si entramos mejor? —Clyde dio unos pasos atrás.
—Oh, vamos, ¿en serio les asusta un dron? —preguntó Craig.
—Es que también siento que es algo malo.
—Es un puto dron, ¿qué de malo puede tener?
—Tienen cámaras y no sabes qué clase de enfermo lo controla.
—Mejor entremos, así se quedan tranquilos —intervino Tolkien—. De todas formas ya no tenemos nada más que hacer aquí afuera.
Los chicos entraron a casa, regresando a la sala, donde continuaron bebiendo y conversando hasta la media noche.
Ya un poco ebrios y somnolientos, Tolkien los acompañó a casa en la limusina, mientras conversaban y reían en la parte trasera durante el corto trayecto.
Luego de dejar a cada uno en su casa, Tolkien apoyó su cabeza contra el vidrio, sin prestarle atención a las calles.
—A pesar de todo lo absurdo, me dieron el mejor cumpleaños de mi vida —comentó con una sonrisa.
⋆★☆☾⋆☽☆★⋆
Un par de horas antes, en cuanto Kenny terminó su jornada en la cafetería, se fue de camino al bosque, rogando para sí no encontrarse con Butters, ya que hace algunos días no lo veía y aunque simulaba no reconocerlo y mantener inocentes citas con "Marjorine", temía que este lo atacara en algún momento.
Antes de llegar al bosque, se detuvo al ver luces de linternas en medio de la oscuridad y al acercarse un poco más, su rostro palideció al notar algunas cintas policiales que rodeaban el lugar.
—Mierda, ¿cómo la encontraron? —comentó dando unos pasos atrás.
Regresó sobre sus pasos y en tanto pensaba, decidió desviar su camino a casa de Kyle, quien lo recibió y por petición de Kenny, subieron a su habitación.
—Necesito ayuda —dijo Kenny, cerrando la puerta con seguro.
—¿Qué pasó? Estás pálido, ¿te sientes bien?
—La encontraron.
—¿De qué hablas?
—La camiseta de Tweek, iba camino al bosque y la policía estaba ahí.
—¿Y no la quemaste como te dije? ¿Por qué estaba en el bosque?
—Lo había olvidado y hoy en la mañana... ¡No importa, Kyle! ¡La encontraron! ¡¿Qué voy a hacer?! —Kenny se sentó en el suelo, sosteniendo su cabeza—. No puedo dejar a mi hermana sola, no puedo irme a prisión, yo ni siquiera quería, pero Butters... —dijo alzando su mirada—. Kyle, Butters regresó.
—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué no dijiste nada?
—Pensé que podía manejar la situación y... ¡Tu impresora!
—Kenny, no entiendo lo que quieres decir.
—Préstame tu impresora.
Kyle encendió su computadora y en tanto Kenny le explicaba la situación, imprimían las fotografías, ya previamente editadas, donde borró su rostro y cuerpo, exponiendo solo a Butters.
—Espera, ¿entonces estas fotos las sacó Francis?
—Sí, no quise pedírselo a ustedes, porque no me iban a dejar seguir el plan.
—¿Y cómo salió eso? ¿Por qué sigues involucrando gente, Kenny? Butters involucró a Tweek y tú a Francis en un delito.
—¡Ya sé! No era esa mi intención, pero... Quizá Craig...
—Oh, no, no, no —regañó sacando su celular, marcándole a la policía—. Se acabó, tienes que confesar.
—¡No! —Kenny le quitó el celular y cortó la llamada—. No puedo ir a prisión.
—¿Y Tweek sí?
—¡No! ¡Ayúdame! Pero sin involucrar a la policía. Necesito que estas fotografías lleguen de forma anónima y que lo detengan, no lo van a reconocer vestido de mujer, eso le da la libertad de pasearse por el pueblo.
—¿Y dónde se está quedando? ¿Regresó a su casa?
—No lo sé, él no sabe que lo reconocí, al principio no lo noté, pero cuando regresó una segunda vez a la cafetería, me di cuenta que era él y fingí que no lo sabía, por eso le pedí a Francis que nos sacara las fotos.
—¡Mierda, Kenny! —regañó tomando las fotografías de golpe.
Metió las fotografías dentro de un sobre e imprimió una nota donde explicaba la verdadera identidad de Butters, la guardó en el sobre y se aproximó a la puerta.
—Espérame aquí, yo lo haré y más te vale que salga bien.
—Pero no digas nada, por favor —suplicó sentándose en la cama.
—No, ya regreso —dijo saliendo de la habitación.
Kenny se levantó a cerrar la puerta con seguro en cuanto Kyle salió y regresó a sentarse en la cama, mientras sobaba sus manos, inquieto.
—Kevin, ayúdame —suplicó cerrando sus ojos—. No dejes que la policía me lleve, yo no lo hice, solo estaba ahí, pero no lo hice. Te prometo ser una mejor persona. Ya hasta trabajo, gano dinero y compro todo lo que Karen y yo necesitamos. Me equivoqué, lo sé, ahora lo sé, jamás pensé que todo se iba a salir de control así.
Sus súplicas fueron interrumpidas por Cartman que intentó abrir la puerta y se levantó rápido a quitar el seguro, suponiendo que era Kyle.
—¿Olvidaste algo, Ky...? —preguntó abriendo la puerta.
—¿Qué haces aquí? —preguntó frunciendo el ceño.
—¿Yo? Nada.
—¿Y Kyle? ¿Están los dos solos? —preguntó buscando con la mirada por sobre el hombro de Kenny.
—No, no... Kyle está... No está.
—¿Y qué haces aquí?
—Nada, solo... veía una película, mientras lo esperaba.
Cartman dirigió su mirada a la televisión de Kyle, pero esta estaba apagada.
—En la computadora —dijo Kenny, señalándola con su pulgar tras él.
—¿En esa que está con la pantalla apagada?
—Sí. ¿Y tú qué haces aquí? ¿Sueles entrar a la habitación de Kyle sin antes golpear?
—No —respondió al instante.
—Bueno, le diré que viniste —dijo cerrando la puerta lentamente.
—Espera. —Detuvo la puerta con su mano—. ¿Adónde fue?
—Fue a... No sé, cuando llegué ya no estaba.
—¿Y cómo entraste entonces?
—¿Cómo entraste tú?
—Ike me dejó entrar.
—Así mismo entré.
—¿Qué estás ocultando? —preguntó abriendo la puerta de golpe, entrando a la habitación.
—Nada.
Cartman inspeccionó con su mirada, cruzándose de brazos.
—Entonces lo voy a esperar aquí —dijo sentándose en la silla frente al escritorio.
—Como quieras —dijo fingiendo desinterés, recostándose en la cama.
Luego de casi media hora de silencio entre miradas incómodas, Cartman no aguantó la curiosidad.
—Ya en serio, Kenny, ¿por qué estás aquí?
—¿No puedo visitar a mi amigo?
—Sí, pero...
—¿O lo quieres para ti solo?
—Claro que no, ¿para qué querría un judío insípido?
—No lo sé, tú dime —dijo en tono sugerente.
—Yo no soy de los tuyos, animal.
—Eso no es lo que parece a veces.
—¿Alguien te dijo algo?
—No lo sé. ¿Alguien tendría que hacerlo?
Ambos se quedaron en silencio por un momento.
—¿Sabes, Kenny? Deberíamos vengarnos de esos idiotas, solo no le digas a Kyle, ya tengo una idea.
—No, déjame fuera de eso, no te voy a ayudar esta vez.
—¿Por qué? ¿Les tienes miedo?
—No, solo... Ahora soy una mejor persona.
—¿Tú? ¿Una mejor persona? —dijo entre risas.
—Sí, no me involucres en tus mierdas. Acéptalo, caíste ante una niñita.
—¿Qué bicho te picó, Kenny? ¿Desde cuándo eres el bueno?
—Desde ahora, así que olvídalo, no te voy a ayudar, no tengo nada en contra de ellos. Lo siento, pero para tu venganza, estás solo.
—Bien, no te necesito, a ninguno de ustedes.
Kyle entró en ese momento y se paralizó al ver a Cartman, que lo veía con molestia.
—¡Cartman! —dijo fingiendo una sonrisa—. Qué sorpresa que estés aquí.
—¿En serio? —preguntó Cartman, con una sonrisa fingida—. ¿Y no te sorprende que Kenny esté aquí también?
—Claro que sí —dijo cerrando la puerta tras él.
—¿Dónde estabas?
—Fui a... A... A dejar una carta a la oficina postal.
—¿Y pudiste dejarla? —preguntó Kenny.
—Sí, nadie me vio y me aseguré de que la recibieran.
—¿A esta hora? —preguntó Cartman— ¿Quién envía cartas en estos tiempos, judío?
—Era una carta especial, para... la familia de Ike... en Canadá y allá aún envían cartas, ya sabes cómo son.
—Ah, sí, los canadienses son raros.
—Ajá.
—Bien, yo me voy a casa—interrumpió Kenny.
—Claro —respondió Kyle—. Luego te llamo.
—Sí, gracias —dijo saliendo de la habitación.
—¿Qué está pasando, Kyle? —reclamó Cartman, cruzándose de brazos—. ¿Por qué vengo aquí y encuentro a Kenny en tu habitación?
—Ah, ya sabes, también es mi amigo y puede venir cuando quiera.
—Sí, pero habíamos acordado vernos hoy.
—Y aquí estoy, ¿no? Aquí estamos, ya solitos. —Puso el seguro de la puerta y se aproximó a sentarse sobre el regazo de Cartman—. Ahora nadie nos va a molestar.
—¿Estás seguro? ¿No tienes a Stan escondido por ahí?
—Ah, no seas ridículo —dijo entre risas, besando su cuello.
Sophtia916 on Chapter 3 Tue 24 Jun 2025 07:50PM UTC
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Engendra on Chapter 3 Tue 24 Jun 2025 10:03PM UTC
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