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Summary:

Antes que Alfa y Omega eran hermanos, Rayne Ames estaba seguro de que su prioridad era mantener a salvo a su hermano menor y Finn Ames sabía que su hermano mayor siempre sería el lugar donde más seguro podría encontrarse, tal vez por ello fue tan natural dejarse llevarse por el instinto, porque así como no había nada más valioso para un Alfa que un Omega, en el mundo no existía nada más valioso para Rayne que Finn.

Chapter 1: Revelación de casta

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—Bueno, hermano… Hay que abrirlo. —sostuvo con un poco más de fuerza de la necesaria a uno de los conejos de Rayne que no fue capaz de identificar, demasiado nervioso por el sobre en blanco que se mantenía en el centro de la mesa, donde ambos se encontraban sentados frente a frente.

—Sí. —respondió secamente sin poder despegar la mirada del sobre en el centro, seguro de que aunque no lo demostrara su hermano menor estaba totalmente consciente de los nervios que lo estaban carcomiendo al momento.

Las pruebas para conocer el segundo género eran posibles de realizarse a edades tempranas, sin embargo, entre más joven fuera realizada menos probabilidad de éxito se tenía en el resultado, por lo que al final y para una mayor seguridad estas mismas se realizaban por encima de los quinceaños, tiempo donde el cuerpo de cada persona parecía estar en el último escalón para adaptarse, usualmente aquellos que para ese entonces eran marcados como Alfas u Omegas raramente sufrían de un cambio de último minuto, siendo los Betas los que aun llegando a los veinte años podían llegar a presentar algún tipo de cambio si se veían expuestos a cierto tipo de situaciones.

—¿Quieres hacerlo tú? —pregunta después de varios minutos sin moverse, levantando la mirada para encontrarse con el tembloroso cuerpo de su hermano menor.

—No, no, no… Mejor hazlo tú. —el conejo en sus piernas chilla cuando la fuerza que ejerce sobre su espalda es más de la que debería, dejándolo ir antes de juntar sus manos como si estuviera rezando, incapaz siquiera de tocar la mesa donde se encontraba el sobre.

—Está bien. —estira el brazo lo suficiente hasta tomar los papeles de la discordia, sintiendo como el sudor bajaba por los costados de su rostro.

¿Qué esperaban de estos resultados?

Ambos hermanos estaban conscientes de la poca probabilidad de que el menor entrara a la familiar casta de los Alfa, si ese fuera el caso su personalidad se hubiera demostrado desde hace mucho como el caso del hermano mayor, el cual demostró su capacidad Alfa desde el momento en que quedo a cargo de alguien más joven, siendo también que si fueran ambos de la misma casta realmente no se llevarían tan bien como lo hacían, el choque de personalidades y dominancia los tendría peleando constantemente a pesar de que ambos tuvieran la capacidad para seguir considerándose familia, justo como ocurría con el resto de familias donde terminaban conviviendo más de un Alfa.

Con un aroma tan suave y casi imperceptible era casi seguro que Finn Ames estaba más destinado a convertirse en un Beta.

—Omega… —declaro mientras sentía como sus hombros se tensaban instintivamente, sintiendo nuevamente esa imperiosa necesidad de sobreproteger a su hermano menor como venía haciendo desde hace varios años.

—¿Omega? ¿Cómo? —sus propias manos perdieron fuerza en cuanto el resultado salió de los labios de Rayne, estirándose lo suficiente como para recibir el papel que se le era ofrecido junto a otro donde, aparentemente, venía una explicación más completa escrita por el iluminador divino que realizo la prueba con el fin de dejar las cosas un poco más claras, tal vez consciente de la confusión que generaría el resultado.

“… estudios recientes, que finalmente han podido realizar gracias al cambio en la sociedad, demuestran que los Omegas en situaciones de demasiado estrés e inseguridad pueden ver ralentizado su desarrollo con diferencia de otros congéneres. Aún no es posible determinar qué factores exactos son los que provocan tal cosa, revisando el historial de vida perteneciente a Finn Ames, existe la posibilidad de que tal retraso haya sido provocado por el estrés de la orfandad a temprana edad así como quedar al cuidado de alguien no tan mayor, esta situación también provoca inseguridad, usualmente los Omegas en situación de calle son capaces de llegar casi hasta los veinte años sin revelar su casta, probablemente siendo el tiempo límite en que se puede esconder la situación del segundo género.”

—Hay… Hay que hacer muchas cosas —la tensión sobre sus hombros solo aumenta más cuando considera en todo lo que debe pasar su pobre hermano menor a partir de ahora, no solo en cualquier momento podrían comenzar a llegar estúpidos y débiles pretendientes, sino que su cuerpo en algún momento tendrá que enfrentarse a aquello que todos los Omegas enfrentaban cada cierto tiempo—, ¿Cómo te sientes?

—Bien —responde después de algunos minutos mientras sus ojos continuaban pegados en la explicación del papel, totalmente distraído por la revelación de su casta como para prestar demasiada atención al Alfa preocupado frente a sus ojos—. No me siento diferente de otros días.

Rayne Ames observo con cierto horror a su hermano menor, respirar profundo se convirtió en una necesidad para poder poner los pies sobre la tierra de nuevo y caer en cuenta que aún tenía tiempo, tal vez era momento para conseguir un espacio seguro para Finn antes de que su celo y demás problemas se fueran presentando conforme la seguridad por su entorno aumentara.

—Un collar, debo conseguir un collar. —trago saliva lentamente mientras sus ojos se mantenían fijos en el pálido cuello apenas exhibido por la ropa escolar, tenía que esconderlo.

Y tenía que hacerlo ya.

Chapter 2: Primer celo (Omega)

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Observo detenidamente la sección de artículos para la anidación de Omegas mientras leía de paso el libro que tanto Orter como Sophina le recomendaron para ayudar en el proceso de Finn cuando este atravesara su primer celo, una situación que podía darse en cualquier momento sobre todo ahora que existía una casa segura a la cual ambos hermanos podían acudir los fines de semana y en vacaciones, siendo esto último lo que tenía al mayor de los Ames con los vellos de punta considerando que Finn estaban a punto de iniciar las vacaciones de invierno y el futuro Omega activo parecía estar pasando por un momento de ansiedad desde que su casta fue revelada lo cual pareció empeorar en cuanto la llave de la nueva casa llego a sus manos y una preciosa habitación se le fue entregada.

Básicamente, todos los bloques estaban en su lugar para que el menor se sintiera tan seguro para tener su primer celo, lo que sin duda tenía alterados los instintos Alfa del mayor ¿Qué se supone que debía de hacer? ¿Cómo podía manejarlo? ¿Sería seguro abandonar la casa mientras su hermano pasaba sus días de celo? ¿Era mejor llevarlo a comprar sus propios consoladores o también tenía que hacer esa compra por él?

Rayne Ames cerro el libro que había estado intentando leer desde hace diez minutos antes de guardarlo en uno de los bolsillos de su gabardina para comenzar a tomar productos de las estanterías que lo rodeaban: ropa de cama, toallas, almohadas, contenedores recomendados para resguardar comida y bebidas, un recipiente para poner incienso o algún otro material que se necesite para hacer más llevadero el celo.
El carrito está casi lleno cuando sale de la sección de anidación hacia el pasillo de los juguetes, caminando directamente hacia el lugar donde los peluches se encontraban exhibidos para buscar uno adecuado para su hermano menor, de preferencia un conejo lo suficientemente grande para abrazar antes de buscar los de menor tamaño, según el libro los peluches eran una buena idea para que un Omega pasara un celo más tranquilo si no tenía la posibilidad de pasarlo con un Alfa, una compañía inanimada que le podían ayudar a conciliar el sueño más fácil a pesar del dolor interno o el intenso calor, en todo caso una almohada corporal podría ser una mejor idea, pero no estaba seguro de tener el tiempo suficiente para ir a conseguir una y aunque pedir que la enviaran era una opción no estaba seguro de querer darle su ubicación a una tienda comercial por el momento.

Su billetera aún sigue muy llena cuando regresa a casa y pone todas las cosas después de lavarlas lo mejor posible en la habitación aun sin marcar, teniendo cuidado de perfumar con el desinfectante para que ninguna de las cosas ni sus feromonas llenaran el cuarto, buscando que su hermano tuviera el lugar lo más limpio posible para evitar un rechazo temprano, una de las muchas recomendaciones del libro, siendo un Omega tardío que estaba por pasar su primer celo la probabilidad de que aborreciera la fragancia de un Alfa, aun si fuera un familiar, eran muy altas, por lo que era mucho mejor prevenir que lamentar, lo último que Rayne necesitaba era ver el rostro contraído de su hermano menor incapaz de tolerar su aroma.

Cuando las vacaciones de Finn comienzan y llega a la casa para pasarlos días junto a su hermano como con los adorables conejos, los documentos en el Magic Bureau aumentan lo suficiente que se vuelve imposible volver a casa por al menos cuatro días, siendo las llamadas mediante el conejo teléfono la única manera que Rayne tiene para recibir el eterno agradecimiento de su hermano menor, quien está encantando con todas las cosas con las cuales puede crear un nido el cual instintivamente le tomo menos de un día el comenzar a crear, acomodándose en la nueva casa, resguardado por una buena cantidad de hechizos de protección que le aseguraban que solo su hermano mayor y él tenían acceso al lugar.

Rayne Ames suspiro de alivio cuando el celo de Finn comenzó justamente el viernes por la tarde cuando finalmente pudo volver a casa con una licencia de descanso por tres días. Lo que no vio venir, fue que el nido de su hermano menor estaba instalado totalmente en su habitación, con la cama enviada al que debería de haber sido el cuarto de anidación, probablemente utilizando Changeas, para poder acomodar en el suelo los colchones y toda la cantidad insana tanto de edredones como ropa de cama que el menor de los dos pudo encontrar por toda la casa, tomando incluso cojines pertenecientes a la sala que rodeaban el espacio donde Finn se encontraba en el centro usando la camisa más sin lavar de Rayne que podría haber encontrado en la ropa sucia.

Si la combinación de feromonas en la habitación no era suficiente para volver loco a un Alfa, ver al Omega con solo una camisa a medio poner mientras por sus piernas se deslizaba lentamente la lubricación natural hizo que Rayne Ames se olvidara de todo por completo, cerrando la puerta tras de sí antes de responder instintivamente a la lujuria naciente en Finn, el cual se levantó torpemente en el centro del nido no solo para permitirle su entrada al nido al Alfa, sino también para robarle el resto de cosas que tenía encima para colocarlas en el bien trabajado nido.

Una vez el nido se sintió completo para los recién despertados instintos de Finn, sus brazos rodearon tranquilamente los hombros de Rayne antes de acomodar su sudoroso rostro contra su musculoso hombro, aspirando directamente el aroma que toda esa semana lo guio al lugar donde más se sentía seguro y donde claramente tenía que hacer su nido, escuchando a sus instintos que le confirmaban que esta es la ocasión que habian esperado por tantos años, con el vientre calentándose cada vez más y el lubricante goteando lentamente desde su agujero no había nada más que quisiera hacer que utilizar esta esperada ocasión para hacer al primer cachorro con el cual su nido se volvería todavía más cálido.

Chapter 3: Primer celo (Alfa)

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El cuerpo de Finn no para de temblar mientras sus dientes chocaban entre sí sin control en cuanto el pene de Rayne sobrepasa lo que creía era el límite dentro de su cuerpo llegando al colon, haciendo un sonido que debería de preocuparle a ambos hermanos, los cuales se encontraban tan metidos en el celo que le tocaba a cada uno que ni siquiera pudieron saber de dónde vino tal sonido ¿Dentro de Finn o justo en su entrada? Lo único que sabe el Omega es que se siente demasiado bien, sus pies se clavan con fuerza en la espalda de su hermano mayor mientras sus ojos intentan encontrar hacia donde mirar de tanto placer, incapaz de reconocer que borrón dentro de su visión se supone que era Rayne. El mayor, por otro lado, solo puede pensar en lo profundo que debe estar y en lo bien que su pene se siente, gruñendo cuando la base de su pene está lo suficientemente hinchada que retroceder y salir ya no es una opción, volviéndose loco en el instante en que se da cuenta de que se encuentra atorado e intentando moverse de alguna manera, restregándose constantemente contra la que debía de ser la próstata de Finn así como otros de sus puntos buenos dentro de su cuerpo que se han desarrollado a la fuerza de tanta fricción, temblando ante los quejidos del Omega que parece bailar en la dulce línea del placer y el dolor, incapaz de reconocer en que se estaba ahogando, pero apretándose lo suficiente como para dar a entender que la situación le ha hecho llegar a un nuevo orgasmo a pesar de que su pene se encuentra marchito y solo moviéndose inútilmente sobre su húmedo vientre.

Es tan lindo.

La intensidad del instinto en el Alfa le hace abrir la boca frente a los casi cerrados ojos del Omega, quien responde levantando la cabeza como puede mientras muestra su cuello en sumisión, aceptándolo como su único compañero, dejando salir un grito en cuanto los dientes se clavaron en su piel y algo lleno su, hasta el momento, frio vientre, derritiéndose tanto por la emoción de ser marcado como la de ser llenado finalmente, sonriendo torpemente a pesar del dolor que recorrer varias partes de su cuerpo, tan débil como para desmayarse, pero lo suficientemente fuerte como para que sus piernas sigan aferradas a la cintura de su Alfa.

—Finn… —llama a su hermano menor como puede mientras siente como su cuerpo le pertenece una vez más, demasiado cansado como para moverse, avergonzado por haberse dejado llevar tan fácilmente por un celo que no sabía que podía tener ¿Acaso los supresores que tomaba no fueron suficientes?

—Hermano… —respondió al llamado del Alfa mientras sus engarrotados dedos soltaban lentamente las sábanas que estuvo sujetando con demasiada fuerza, estirando los brazos en dirección al mayor que ni siquiera sabía que tanto podía moverse por el nudo que aun los unía dolorosamente—. Beso.

Ni Rayne ni sus instintos pueden contra la imagen tan suave de Finn siendo tan suave, es el Omega más puro y lindo que sus ojos han visto alguna vez, incapaz de enojarse consigo mismo por haberse dejado llevar hasta el punto de tomarlo como suyo, consciente de que no era correcto, pero alegre porque ahora nadie se lo podría quitar, tendrían que pasar sobre su tieso cadáver para arrebatárselo de las manos.

—Finn. —llama nuevamente a su hermano, con la diferencia de que toda duda o vergüenza ha desaparecido, bajando en su dirección, moviéndose con cuidado para completar el abrazo, sosteniéndolo como lo que era, la criatura más valiosa en su vida.

—Te amo, Rayne —llamo finalmente a su hermano mayor por su nombre cuando su rostro se encontró lo más cerca posible de su oreja, sintiendo la garganta rasposa por todo lo que grito durante el reciente acto—, te amo.

—Y yo a ti. —respondió, besando el hombro de Finn con cuidado, uno que solo duraría hasta el celo les llegara nuevamente a ambos.

Chapter 4: Uso de supresores

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Rayne Ames sostuvo el conejo teléfono con su hombro y la oreja mientras intentaba leer las indicaciones tras la caja del medicamento de supresores, a diferencia de la población de Betas los Alfas y Omegas solían quedar como una minoría, el hecho de que lo fueran permitía que los resultados de ciertas estadísticas fueran tan confiables que el uso de supresores para ambos lados podía quedar registrado ante la ley.
Para los Omega que trabajaban directamente en contacto con niños pequeños, como en guarderías, no se les exigía ni se esperaba que consumieran una gran cantidad del medicamento que pudiera dañar su salud, sus instintos maternos en dichas áreas eran tan beneficiosos que únicamente con que los tomaran con la regularidad esperada era más que suficiente.
Los Alfas, por otro lado, tendían a terminar en puestos de poder y protección, desde policías hasta fuerzas militares de gran importancia, la toma de supresores por parte de ellos era por tanto mucho más estrictica y vigilada para evitar que algo se saliera de control, esto afectaba incluso a Alfas adolescentes de los que se buscaba el mejor comportamiento para mantener la tranquilidad en la ciudad, no importaba que tanto favoritismo parecía que tuviera la casta más fuerte respecto a los puestos de trabajo donde terminaban, la verdad es que a diferencia de sus compañeros de vida su toma de medicamentos era tan alta que si no se emparejaban adecuadamente a cierta edad su instinto terminaba por verse horriblemente afectado.

Rayne Ames no era una excepción a la situación. Su despertar temprano hizo que muchos ojos se pusieran sobre su cuerpo y habilidades de inmediato, para una gran cantidad de nobles era el semental perfecto que si se unía a sus familias los niños que nacieran tendrían un gran potencial. Lamentablemente pertenecía al Magic Bureau, donde al menos otros dos Alfas igual de prometedores seguían evadiendo el compromiso a la perfección y apenas el mocoso estuvo bajo su sombra no pudieran siquiera intentar alcanzarlo, encontrándose con la horrible decepción de que su aroma y sistema estaba tan controlado por los supresores en tan poco tiempo que antes de lograr un hecho consumado sin duda los meterían a la cárcel.

—¿Rayne? Son las cuatro de la mañana… —intento contener un bostezo mientras sostenía el teléfono lo mejor posible contra su rostro, cansada después de un largo turno de trabajo.

—Lamento despertarte tan temprano Sophina, tenía unas dudas acerca de los supresores y Tsurara no me contesta —siguió las letras pequeñas con la mirada sin descuidar el inicio de la conversación que estaba teniendo, cuidando el volumen de voz para no despertar a Finn que dormía a sus espaldas—, lo que pasa es que acabo de ¿Enlazarme? Y la caja dice que puedo disminuir la cantidad de pastillas que tomo, además, creo que tuve un celo Alfa ¿Es normal estando en medio de la medicación?

—Rayne, no podrías esperar hasta más tard… —está a punto de dejar caer el teléfono para que Rayne hable solo mientras alcanza el sueño una vez más, antes de abrir los ojos y volver a poner el aparato al lado de su rostro cuando la historia completa la alcanzo—. ¿Hiciste qué?

La noticia se guarda firmemente en el pecho de los visionarios divinos mientras se mueven silenciosamente por todas partes realizando los exámenes e investigaciones pertinentes, la falla de los supresores en Rayne podría ser un caso aislado o uno que podría explotarles en la cara en cualquier momento, ante todo lo primero era encargarse de que nadie se enterara, checar la salud de ambos chicos y finalmente sacar conclusiones acerca de lo sucedido.

—No hay mucho más que investigar ni tenemos que perder tiempo dando vueltas a lo que sabemos que es. —dijo Orter Mádl en voz alta después de ser el último en revisar el expediente.

—Sabía que nuestro pequeño Rayne era especial pero no sabía que tanto —dio unos cuantos pasos hacia él de cabello bicolor, pasando un brazo por su cuello con la intención de jugar un poco con él—, mira que grande se ha puesto, ¿Quién diría que encontraría su destino?

—Es tan varonil —se movió haciendo la pose especial para el momento que estaban viviendo, sintiéndose realmente conmovido ante la oportunidad que la vida le estaba dando a alguien en la flor de su juventud como Rayne—, aprende a valorar este hecho muchacho, no todos logran encontrar a esa persona especial.

El divino de la espada recibió las felicitaciones sin cambiar mucho su expresión, liberado del agarre de Renatus al momento en que Kaldo se le acerco, no importaba que tan amable fuera su sonrisa, era claro que por su manera de moverse tenía que decir cosas serias que decir, una conversación que solo Tsurara parecía tener la intención de escuchar o participar al ser la única que se mantenía sin moverse mientras el resto se retiraba finalmente a sus respectivas estaciones.

—Sobre Finn, aun nos faltan algunos exámenes por realizar pero para un mejor resultado debemos de esperar de uno a dos meses —levanto el folder amarillo que tenía el nombre del hermano menor de su compañero—, una vez sepamos que todo está bien el también podrá comenzar en el uso de supresores, así que no olvides traerlo para enseñarle correctamente y darle toda la información que pudiera necesitar.

Kaldo Gehena camino hasta encontrarse a un lado de Rayne, dejando que su compañera hablara hasta que vio la boca del menor a punto de moverse y entonces procedió a sujetar su hombro con una de sus manos con demasiada fuerza, casi como una advertencia.

—Rayne, ustedes aún son demasiado jóvenes —siguió sonriendo amablemente sin dejar de sostener el hombro del recién graduado—, las probabilidades de un embarazo en el primer celo son muy bajas así que no tomes decisiones precipitadas, no olvides que Finn aun es un estudiante y lo ideal es que termine la escuela, una vez lo haga en verdad me encantaría verlo trabajando junto a los magos blancos.

—Entiendo —dejo caer la cabeza en señal de derrota, sintiendo como el regaño era casi tan duro como, tal vez, podría haber sido el de su madre si ella aún se encontrara viva—, me asegurare de que vengamos los dos.

—Perfecto, estaremos encantados de recibirlos.

Una vez que el divino de la llama se alejó de Rayne, Tsurara ofreció una bolsa con la cantidad correcta de cajas de supresores Alfa necesarios para el más alto, asegurándose de que todo se encontrara correctamente etiquetado para evitar que Finn pusiera en su sistema un medicamento que no le iba a hacer nada más que causarle problemas si llegaba a tomarlo por error.

Chapter 5: Instinto

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—No tiene sentido estar enojado —piensa mientras intenta relajarse lo más posible a pesar de que la sangre le hierve—, es lo mejor para ambos.

Rayne Ames tiene que morderse el labio fuertemente mientras su hermano menor, Finn, está terminando de llorar entre sus brazos, protegido lo más posible dentro del cálido nido mientras todos los sueños que podría haber tenido simplemente se le escapaban de las manos.
Es instintivo saber que el Omega no se encuentra embarazado, una razón de felicidad para muchos en el Magic Bureau que los consideran demasiado jóvenes para tal responsabilidad, pero una gran tristeza para el Omega en cuestión que es incapaz de cumplir o rellenar el rol para el cual se supone que tiene un segundo género. La falta de un cachorro creciendo dentro de su vientre es desconcertante y lo único que puede hacer es llorar mientras se disculpa, incapaz de comprender por completo que no es su culpa de ninguna manera, las probabilidades ya eran bajas desde un principio como en cualquier otro Omega y en su caso era todavía más entendible considerando el tiempo extra que le tomo despertar algunos de sus instintos.

—Lo-lo siento mucho… —dice nuevamente entre lágrimas mientras el Alfa se tensa, escondiendo el rostro contra el fuerte pecho en vergüenza mientras los conejos a sus espaldas intentan proveer de algún tipo de consuelo, como si comprendieran por completo la magnitud de su tristeza.

—N-no hay nada de que disculparse, Finn —intenta consolar a su hermano menor sin saber realmente qué decir, las conversaciones telefónicas que tuvo con Kaldo y Ryoh, en búsqueda de algún consejo, se borran por completo cada vez que escucha la voz rota de su hermano menor—. Tal vez a la próxima…

El hermano mayor sabe que no está usando las palabras adecuadas, no cuando los grandes y opacados ojos del menor lo miran fijamente de repente: con la noticia teniendo que ser informada de inmediato para evitar preocupaciones innecesarias, los supresores para ambos perfectamente preparados no están solo en casa, sino también en el sistema del mayor que regreso a un nuevo consumo establecido ahora que tenía compañero. Este hecho, por supuesto, era la señal más clara para que cualquier Omega supiera que no existía oportunidad alguna para la concepción de un bebé, pasar un falso celo o tener sexo por placer todavía era una posibilidad, pero la procreación de un cachorro estaba tan prohibida.

—Sé lo que piensas —dice antes de dejar salir un suspiro, derrotado nuevamente por un Omega contra el que no podía hacer nada, replegándose instintivamente porque lo último que quería era hacerlo infeliz—, pero Kaldo y los demás tienen razón, aún debes terminar los estudios y… Y…

Finn Ames puede sentirlo, está ahí, la oportunidad para tener ese bebé está tan cerca, lo único que necesitaba era que el sensato Alfa se olvidara de todo nuevamente y solo sucumbiera a los instintos una vez más a su lado ¿Qué importaba la opinión del resto del mundo? ¡Ellos no estuvieron ahí cuando se estaban muriendo de hambre! Ellos no estuvieron al pendiente de su necesidad de calor y cariño, algo que el Omega sentía demasiado pesado dentro de su pecho como para desarrollar la necesidad de compartirlo con alguien que no fuera un simple amigo, quería algo pequeño entre sus brazos al que pudiera proteger, deseaba tanto poder regresarle a su hermano mayor todo ese amor y protección que le dio alguna vez, era tan injusto no poder hacerlo feliz…

—Habrá un bebé después —prometió sin pensarlo demasiado, atrayendo a su hermano menor contra su pecho mientras un escalofrío subía lentamente por su espalda, sintiendo mediante los instintos que algo malo podía ocurrir si no tenía cuidado, pero ni siquiera estaba seguro de querer detener tal cosa—. Primero termina la escuela y lo hablaremos antes de que entres a la fuerza laboral.

—Está bien —respiro profundo para sorber los mocos que bajaban asquerosamente por su nariz—, pero si vamos a… A planear uno ¿Verdad?

—… Claro —tiene que tragar saliva varias veces mientras promete algo de lo que no está realmente seguro, su pequeño hermano estaba ya irremediablemente marcado por sus dientes, era imposible que se lo quitaran de los brazos, pero aun así la probabilidad de que un imbécil apareciera nunca era cero—. Planearemos uno o dos, dos es un buen número.

—Si, la pareja está bien —sonríe levemente antes de relajarse más fácilmente que hace unos momentos, sintiendo como lentamente podía entrar en el ambiente de paz que los conejos se esforzaban por crear compartiendo su calor y mimos—, aunque uno por cada conejo no estaría mal.

Rayne Ames puede sentir como sus instintos se alborotan irremediablemente ante aquellas palabras, sus manos se aferran con fuerza a la cobija que cubre a su hermano menor mientras intenta no mostrar su repentina emoción, consciente de que el mensaje estaba perfectamente recibido por los instintos Alfa como para ponerse a trabajar en consecuencia.

Tal vez iban a necesitar una casa más grande.

Chapter 6: Feromonas

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Finn Ames no sabe realmente qué pensar cuando es detenido nuevamente en el pasillo, sentir miedo no es una opción ni tampoco una posibilidad, no solo porque Mash se encuentra a sus espaldas comiendo un bollo de crema tranquilamente, sino porque se encontraba consciente de que las feromonas de Rayne estaban tan arraigadas en su cuerpo después de las vacaciones que era imposible que la gente lo pasara por alto, buscando responder dudas de la manera más directa posible, ya que en poco tiempo el miedo comenzaba a corroer sus nervios.

—¿Alfa? —preguntó después de observar al alumno de Adora desde arriba, como si no fuera la gran cosa, aunque todos en la escuela estaban conscientes de su parentesco con el ex perfecto y actual visionario divino, Rayne Ames.

—No, Omega. —respondió con orgullo, sin el más mínimo miedo de la persona que tenía al frente, demasiado seguro al estar rodeado aún de las feromonas de Rayne, seguro de que sería capaz de seguir enfrentando cualquier cosa siempre y cuando sintiera como si lo tuviera a un lado.

— ¿Te gustaría…? —sabe que no debería de sentirse tan valiente, las feromonas que rodean al Omega que no esperaba que fuera un Omega claramente gritan “peligro” por todas partes, si fueran banderas serían del tono más rojo posible, pero tampoco era una oportunidad que podía dejar pasar, no solo era una pareja capaz de criar, era el hermano menor de un visionario divino y claramente merecería la pena intentar algo con él, aun si fuera solo utilizarlo.

—Estoy emparejado —las palabras salen todavía con más orgullo del que alguna vez ha sido capaz de tener, levantando el cuello mientras baja la parte delantera de su camisa para mostrar su cuello donde claramente aún se notaban los dientes y colmillos que prácticamente masticaron la manzana de Adán—. Si quieres, podrías intentar enfrentarte a mi compañero.

Hay un minuto de silencio muy incómodo entre las tres personas que permanecen en medio del pasillo, por un lado, Mash solo quiere regresar al dormitorio por el resto de sus cosas, Finn espera ser capaz de descansar en la habitación sin la necesidad de hacer bricolaje por una puerta rota y el extra, el alumno que los seguía deteniendo a mitad de pasillo solo puede pensar que está pisando una línea muy peligrosa, las feromonas que resguardan celosamente el aroma del Omega de alguna manera son “suaves”, como si únicamente lo cubriera con una sábana, un vil engaño para el resto del mundo, como si este fuera solo un “primer aviso” antes de dejar en claro que no se metieran con lo que le pertenecía.

—¡Y-yo lo siento! No creo que quisiera hacer tal cosa —da un paso hacia atrás antes de inclinarse repentinamente ante ambas personas y salir corriendo, seguro de que era mucho mejor escapar ahora que tenía oportunidad.

—Neh, Finn —continúa caminando junto a su amigo de cabello bicolor, con las manos y boca libre, ahora que termino su bocadillo de medio día—, ¿Hasta cuándo van a seguir deteniéndote?

—No lo sé, pero se está volviendo un poco incómodo —dejó salir un suspiro mientras continuaba caminando en compañía de su amigo, consciente de que el héroe Beta únicamente llegó a la escuela por algunas cosas que debió de haber olvidado en el pasado—. Tal vez debería decirle a Rayne que haga algo, lo más seguro es que pueda conseguir más ropa de su parte.

Mash Burnedead vio la felicidad en el rostro de su amigo como algo que no era capaz de comprender por completo, la dinámica no tenía sentido en su cabeza ni tampoco entendía por qué a la gente repentinamente le interesaba demasiado algo como las “feromonas” que su amigo parecía estar soltando de alguna manera, pero de seguro nada de eso era importante si Rayne podía arreglar la situación, lo único que tenía que hacer era proteger a su amigo hasta que su hermano mayor viniera a darle una vuelta y se enterara de lo que estaba ocurriendo.

De haber sabido que Rayne iba a, casi, empalar a media escuela, probablemente debería de haberlos golpeado cuando tuvo la oportunidad.

Al menos Finn parecía extrañamente feliz por ver pelear a su hermano mayor contra tanta gente…

Chapter 7: Collar de protección

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Su primera reacción es reírse cuando abre la elegante caja y se encuentra de frente con un hermoso collar de protección. Como muchas otras cosas en su hogar, el dichoso objeto es sencillo a la vista, pero la magia que emana de él demuestra claramente que el objeto encantado era todo menos humilde.
Usualmente, los collares de protección venían con hechizos sobre no poder ser retirados por nadie excepto por algunas personas, también ayudaban a enmascarar algunos aromas e incluso los más actuales tenían un encantamiento para alertar a otras personas a la redonda por si era atacado, tanta protección podría parecer una exageración, pero si la mayoría de los Omegas o sus familias eran capaces de pagar lo que fuera por ese tipo de collares era por algo.

En el caso de Finn tanta protección no parecía tener mucho sentido, aún se llevaba bien con Dot Barret, el amigo que permanencia a su lado, ya que Mash estaba ocupado con su franquicia y Lance en su nuevo puesto como visionario, quien le prestaba la mano ocasionalmente para protegerlo de aquellos que no veían el peligro en las feromonas Alfa que lo cubrían como una segunda piel, siendo ese aroma otra razón por la cual un collar no parecía merecer la pena: las feromonas de Rayne eran tan fuertes que incluso algunos Betas se estremecían cuando pasaba demasiado tiempo a su lado.

—¿Por qué? —fue lo primero que preguntó en cuanto comenzó a jugar con el objeto entre sus manos, observando que los colores negro y dorado estaban repartidos a partes iguales y no siendo el negro superior al rubio, como supuso apenas y vio el objeto dentro de la caja—. Tengo una bonita marca en mi cuello. ¿Por qué cubrirla con un collar?

—Vi a Orter y me pareció una buena idea —respondió sin pensárselo dos veces, aún asombrado por la cantidad de hechizos que no conocía, esos que su compañero de trabajo compartió sin miedo alguno, buscando solo la promesa de no decirle nada a Kaldo porque si se enteraba les iba a ir muy mal a ambos—. No se nota, pero le he puesto más hechizos.

—¿Eh? ¿No viene con los hechizos normales? —baja el collar hacia su regazo antes de buscar la mirada de su hermano, tragando saliva en el momento en que el brillo en los ojos del mayor se enciende con tal fuerza como para hacerlo temblar.

—No, también hay uno para saber siempre en donde te encuentras, otro que te teletransportara a mí si tu pulso se acelera en algo no normal, tomando en consideración tu pulso cuando haces ejercicio para que no existan confusiones y otros hechizos de protección más fuertes que el original del collar —cuenta con los dedos cada una de las cosas que Orter le enseño a encantar en poco tiempo, sintiéndose orgulloso de sí mismo al haber comprobado de antemano que cada uno de ellos funcionaba tan bien como su colega del trabajo le aseguro—, es verdad que su curación es inferior a tu Sanitatem, pero si no puedes usar magia el collar te curará antes de ponerte a salvo a mi lado.

Finn Ames pudo sentir como su rostro se ponía cada vez más rojo con cada palabra que salía de la boca de su hermano, sus propios labios temblaron mientras sus manos sostenían con fuerza el collar que realmente no quería soltar, tanto amor le hacía sentir que le faltaba el aire de una manera que podía acostumbrarse.

—Hermano mayor, yo… —jugo con el collar entre sus manos, acercándolo hacia su pecho con cierta vergüenza—. ¿Puedo empezar a usarlo mañana?

—¿Mañana? —repitió sin entender a la primera, sujetando con fuerza el borde del sillón para no tirarse encima del adorable Omega, que claramente estaba encantado con su regalo.

—Es que en verdad me gustaría que mi hermano me mordiera antes de ponérmelo —acerco el collar hacia su rostro mientras lo abrazaba con cierto cariño, consciente de que tanta protección también venía del hecho de que su hermano ya no estaba en la escuela y el tiempo para vigilarlo se acortó de una manera que ambos podían aguantar con suerte—. ¿Hermano?

El menor de los Ames observo el relleno del sillón en la mano de Rayne con verdadera sorpresa, admirando con emoción la fuerza que este debió de haber utilizado para romper el cojín, el pobre soporte que le ayudaba a no caer en la tentación de comerse al Omega en la sala en ese momento, algo a lo que finalmente iba a terminar cediendo de todas formas, porque Finn era tan adorable y su dulce aroma lo único que había logrado hasta ese momento era ponerlo tan duro que debería de ser ilegal.

Menos mal, el collar les ayudaría a regular el aroma también, de otra manera sería muy incómodo si algo así les ocurriera en público.

Chapter 8: Bozal

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Kaldo Gehena no sabía qué hacer con los alborotados adolescentes, se supone que Finn tenía un collar y supresores por una razón, el mismo Rayne estaba tomando sus propios supresores por la misma razón que el hermano menor y aun así nada de eso fue suficiente para que la nueva prueba de embarazo saliera positiva ¿Qué parte de que eran demasiado jóvenes no entendían?

—¿Qué parte de que son demasiado jóvenes no entienden? —inclinó su tarro de miel sobre su nueva taza de té con el fin de intentar relajarse, escuchando la risa de Renatus a sus espaldas, quien claramente estaba en el lugar para reírse del joven Alfa.

—Lo siento… —respondió como pudo, teniendo cuidado de como movía la boca para que el bozal no lo lastimara más de lo que ya hacia el tener que traerlo puesto, una vergüenza a soportar como castigo impuesto por su, muy, enfadado compañero que claramente quería cuidarlos a Finn y a él como si fueran sus cachorros.

—Estás consciente de lo que viene después de esto, ¿verdad? —agitó su cuchara furiosamente en la miel derramada sobre la taza como si de aquella manera pudiera combinar la sustancia con el té que pensaba tomar—. La escuela prefiere, por mucho, que los Omegas pasen sus embarazos en la seguridad de sus hogares. Si Finn se compromete demasiado al cuidado de los cachorros, no va a terminar la escuela. ¿En serio crees que tu sueldo es suficiente para mantenerlos a ambos?

Rayne Ames se quedó en silencio mientras escuchaba las palabras de su compañero, mordiéndose la lengua ante la última pregunta. ¿Qué sí podía mantenerlos? ¡Claro que sí podía! Su trabajo actualmente era de los mejores pagados, sobre todo dado el riesgo y lo demandante que era.
Es verdad que una parte de su ser se estaba arrepintiendo totalmente de tener un cachorro tan pronto con su compañero. Su hermano menor merecía tener la oportunidad de disfrutar del mundo que no pudieron durante mucho tiempo, pero… Pero en verdad no quería que trabajara, su dulce Finn era tan delicado que prefería, por mucho, encerrarlo en casa donde podría estar a salvo de tantas cosas, sobre todo cuando el Magic Bureau podría ser su peor lugar para trabajar, una zona donde no importaba que el mismo estuviera en el mismo edificio, no serían designados a las mismas misiones y mucho menos podrían verse seguido ¿En verdad Kaldo pensaba que él era lo suficiente amable como para dejar que otros se beneficiaran del Sanitatem Butterfly?

Primero muerto.

—¡Rayne! Te estoy hablando. —golpeó la taza de porcelana duramente contra su pequeño platillo, con el humor empeorando conforme las risas de Renatus se escuchaban con más fuerza.

—Lo siento. —se repite mientras baja la cabeza en sumisión, sintiendo cómo el bozal comenzaba a darle comezón, pero seguro de que le lanzaron un hechizo para evitar quitárselo durante un largo tiempo, por lo que era mejor si se iba acostumbrando.

—¡Tú ya deja de reírte si no quieres que te ponga un bozal también! —se dio la vuelta para gritarle al ruidoso inmortal, el cual lo único que hacía era ponerle los pelos de punta cada vez que se acercaba para ser una molestia—. Rayne, en verdad espero que Finn y tú piensen mucho mejor las cosas. —cuando regreso la mirada al adolescente Alfa solo pudo sentir sincera preocupación, porque ambos eran aún niños que merecían vivir un poco más antes de llenarse de cachorros, aunque probablemente aquella era una necesidad en sus lastimadas almas que habían estado solas, siendo solo dos personas durante demasiado tiempo—. Felicidades por tu primer cachorro.

El divino bastón de la espada levanto la mirada para encontrarse con el rostro sonriente de Kaldo, sintiéndose aliviado de que su compañero, al final de todo, estaba dispuesto a apoyar sus decisiones egoístas aunque claramente a los ojos de todo el mundo no eran las mejores a sus respectivas edades, aunque para ellos dos era lo mejor que podía pasarles en su vida.

—Ahora, vayamos a que Finn te vea con tu bozal —dejó su taza llena de miel a un lado antes de ayudar a Rayne a levantarse del piso, seguro que para ese momento el chequeo médico ya debería de haber terminado—. Estoy seguro de que se sorprenderá mucho.

Rayne Ames se sintió un poco mal por su hermano menor, seguro de que Renatus a sus espaldas solamente los estaba escoltando para tener un asiento en primera fila y reírse de la situación lo mejor que podía.

Bueno, podrían haber reaccionado de peor manera.

Chapter 9: Mordida

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Rayne Ames levanta la cabeza con el fin de exponer su cuello ante su hermano menor, el cual se remueve incómodo entre las sábanas mientras su mirada deambula entre la llamativa manzana de Adán y el resto del expuesto cuerpo de su hermano, quien claramente no tiene ningún problema es mostrarse indefenso ante el Omega que creo el nido más cálido donde le encantaba pasar el tiempo siempre que podía.

—Finn —llama a su hermano sin mover la cabeza, intenta verlo desde su incómoda posición—, muérdeme.

—Hermano… Sa-sabes creo que no es necesario llegar hasta este punto. —Puedes sentir su rostro calentarse mucho más de lo que ya estaba, seguro de que en cualquier momento se iba a derretir y formaría parte del resto de fluidos que ya se encontraban en las sábanas donde estaban sentados.

—Lo sé, pero en verdad me gustaría que Finn me mordiera —sonrió levemente mientras se esforzaba por mantener el cuello expuesto, a la espera de recibir una mordida que no perduraría, pero que siempre estaría feliz cada vez que fuera necesario renovarla—. Así todos los demás me creerán que ya estoy emparejado.

El comentario, una vez más, hace que el Omega se remueva incómodo en su lugar antes de finalmente acercarse con un poco más de confianza hacia su hermano mayor. No era ninguna sorpresa que el aroma de Finn fuera tan suave que fácilmente quedara encubierto por el de Rayne, de manera que no importaba cuantas veces el mayor explicara que ya tenía un compañero, aun así una buena cantidad de Omegas continuaba insistiendo en acercarse y demostrar que alguien con un aroma sin cambiar era imposible que se encontrara emparejado, tomando su aroma recientemente más suave como un efecto secundario de algún nuevo medicamento o hechizo supresor que estuviera utilizando.

—Mm, lamento no tener un aroma más fuerte. —coloca sus manos en los hombros de Rayne como apoyo que necesitaba para lo que estaba a punto de hacer, intentando no temblar demasiado en el proceso.

—Está bien, Finn huele perfectamente como me gusta, no necesita ser más agresivo —respira profundo al sentir a su hermano menor tan cerca, satisfecho con estar rodeado del suave aroma a jazmín, pero sin ser exactamente esa flor lo que estaba oliendo—. Como huele Finn es lo correcto, y poder esconder su aroma con lo mío es lo mejor…

Las palabras de Rayne Ames se suavizan hasta perderse cuando los dientes de Finn se clavan con fuerza en su yugular, una acción que instintivamente le hace levantar las manos ante el supuesto ataque, tranquilizándose al instante en cuanto sintió de nuevo el calor del cuerpo del menor, relajándose rápidamente ante la presencia del Omega mientras su instinto Alfa clasificaba aquello como una muestra de cariño que necesitaba y no un ataque del cual necesitara defenderse.

—¿Así está bien? —preguntó tras soltar la piel donde intento poner toda su fuerza al morder, sintiendo cómo la sangre se aceleraba al ver la manera en que sus dientes se encontraban marcados en la piel de Rayne.

—Sí, es una mordida perfecta —finalmente bajo la cabeza sin la más mínima necesidad por verse en el espejo, satisfecho por conseguir lo que quería, asegurándose de pasar sus manos más correctamente detrás del menor para abrazarlo, acercándolo hasta que ambos fueran capaces de compartir el calor de sus cuerpos una vez más—, aunque habrá que renovarla en pocos días, así que espero que Finn se vaya acostumbrando.

El Omega sintió un agradable calor naciendo en su vientre, una vez más, el encanto masculino del Alfa ataco directamente sus instintos y antes de que pudiera defenderse ya lo tenía en su cuello, besando y lamiendo con cariño la eterna mordida que realizo tiempo atrás, una marca que jamás tendría que ser renovada, pero que su compañero mordía y recordaba cada día, claramente enamorado de la forma en que lucía en la pálida piel.

—Ahora mi hermano es todo mío. —tiembla patéticamente entre los brazos del mayor, sintiendo cómo su cerebro se derretía lentamente ante las caricias más sencillas.

—Siempre he sido de Finn, desde que nació. —acaricia con cariño la columna del Omega, alejándose lo necesario del cuello para admirar su mordida correctamente realizado tiempo atrás, antes de que sus ojos suban lo suficiente como para encontrarse con la mirada de ensoñación de su hermano menor, una vista que le encantaba tener, ya que le hacía sentir eufórico aun si no lo demostrara abiertamente como le gustaría.

Dentro de unos días esta situación obviamente iba a tener que repetirse, una felicidad de la que pensaban disfrutar las veces que fueran necesarias.

Chapter 10: Curación

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Las mariposas vuelvan por todas partes dentro de la habitación, algunas juegan con los conejos y otras simplemente se posan sobre diversos muebles que aún permanecen dentro del cuarto, cada una de ellas actúa como si estuviera viva o tuviera alguna clase de autonomía, siendo en realidad una extensión más de Finn, de la tranquilidad de su carácter, su delicadeza al momento de jugar con los conejos, la paz que sentía por estar dentro de la habitación, específicamente en su nido.

—Finn —llamó a su hermano menor que sigue envolviendo una parte de su brazo mientras estaba acompañado por el botiquín de primeros auxilios, una acción no muy necesaria cuando las mariposas se estaban posando tanto sobre su cuerpo que, asombrosamente, estaba comenzando a sentir su peso—. Finn…

El Omega en cuestión no se da cuenta de que es llamado mientras continúa con su tarea de curar el brazo de su hermano mayor, tan ensimismado en su tarea hasta llegar al punto de tararear, ignorando que las mariposas que actualmente no puede usar correctamente salen de su cuerpo de una manera tan natural que parecía casi surrealista ante los ojos de Rayne, que no importa cuánto quiera detenerlo por miedo a que algo malo le ocurra por el desperdicio de magia, no puede dejar de adorar la manera en que su hermano menor se ve tan… Tan… Extraordinario.

—Finn. —baja su tono de voz, aunque inconscientemente insiste en despertar al menor de su ensoñación, observando cómo una nueva mariposa nace desde la piel del Omega y vuelva hasta clocarse sobre las vendas.

—Ya casi termino. —dice finalmente después de mucho tiempo en silencio, sintiendo cómo la venda está por terminarse, pero negándose a abrir los ojos, demasiado cómodo con la oportunidad de curar a su hermano mayor como para querer salir de su burbuja.

—No es eso —su voz suena más tranquila que de costumbre, sobre todo cuando observa a algunas mariposas, finalmente dejando sus hombros para regresar hacia la cabeza de su maestro, qué fácil sería curarse con una de ellas—. Abre los ojos un momento.

—Mm —se lo piensa un momento, usando únicamente sus manos como manera de saber cuánto le falta para terminar de vendar a su hermano mayor, considerando si realmente valía la pena abrir los ojos o mantenerlos cerrados un poco más—. Está bien, hermano mayor, ya voy a…

Rayne Ames no dice absolutamente nada cuando finalmente se encuentra frente a los ojos de su hermano, quien se sonroja de inmediato al notar como ambos se encuentran rodeados y casi tragados en mariposas, juraría incluso que uno de los conejos está a punto de volar por todas las que intentan levantarlo juguetonamente, justo como haría un alegre Finn en todos sus sentidos, quien claramente parece tener escrito por toda la cara el deseo de ser tragado por la tierra, una reacción que hace reír al Alfa, quien ya no puede mantenerse sereno ante todo lo que está pasando, no cuando el aroma de su hermano menor le explota en la cara.

Amarse, curarse… Todo es tan natural como las mariposas que vuelan tranquilamente por la habitación.

Chapter 11: Enlace

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Finn tiembla como un conejo mientras es observado intensamente por Lemon y Love, dos personas que bien podrían ser de temer si no tenía cuidado, sosteniendo su lengua lo mejor posible para no soltar cualquier detalle innecesario, aunque estaba seguro de que no tenía más opción que responder a lo que sea que le preguntaran, también estaba consciente de que en cualquier momento podía huir utilizando Changeas, aunque eso sería demasiado grosero de su parte.

—Entonces, Finn… ¿Cómo se siente? —pregunta con el rostro serio y lanzándose hacia adelante en la mesa, mucho más acostumbrada a hablar con el tranquilo chico que la compañera de cabello rosa que se unió a su ardua investigación.

—¿Cómo se siente qué? —El vaso entre sus manos tembló mientras intentaba poner la distancia adecuada entre la autoproclamada esposa, su Mash, a quien la curiosidad parecía estar a punto de matar si lo consideró una opción para obtener cualquier tipo de conversación.

—Ya sabes, después de que te muerden —intento hablar un poco más bajo que Lemon cuando se acercó al chico de cabello bicolor, inclinándose también más cerca en la mesa con el fin de que todo terminara como un secreto entre ellos—. ¿Es verdad que haces una conexión más profunda con esa persona?

Los tres se mantienen en silencio mientas aguardan, las chicas esperan con paciencia una respuesta mientras el único chico en la mesa está intentando descifrar a qué se refieren sus compañeras, cayendo en cuenta solo algunos segundos después, cuando los nervios al fin le dejaron conectar los puntos.

—¿Se refieren al enlace? —dice mientras también baja la voz como lo hicieron ellas, sin darle la misma importancia a pesar de que las ve asentir con intensidad ahora que dio en el clavo del asunto—. Bueno, la verdad… La verdad es que no me siento diferente.

—¿Qué? —dijeron las dos al mismo tiempo, sin alejarse demasiado del chico para que la conversación entre tres se pudiera seguir llevando a cabo en voz baja.

—Bueno, es que… Es que Rayne y yo… Mi hermano y yo… —Puede sentir cómo su rostro se pone cada vez más rojo a una velocidad que no debería de ser normal, cada vez más avergonzado por tener que poner en palabras la relación que tenía con su hermano mayor—. Si-siempre nos llevamos bien gran parte de nuestra vida, así que se siente como algo normal.

Lemon y Love observaron a Finn intensamente durante varios minutos, antes de retroceder agotadas con el fin de recargarse contra las sillas donde se encontraban.

—¿Pasó algo malo? —fue lo primero que preguntó en cuanto vio cómo los hombros de Finn caían con cansancio, preocupado de que el ritmo de ir a clases en un estado que pronto sería notorio le estaba comenzando a afectar.

—¿Qué? Ah… No, no, lo que pasa es… —se toma su tiempo para poner en palabras lo que le ocurrió hace algunos días, explicando la curiosidad de sus conocidas que no pudo ser saciada, así como su descubrimiento de que no entendía por completo a que se refería la gente con “enlace” cuando la relación entre ambos se sentía tan normal como cuando eran niños—. ¿Es muy diferente? Ya sabes, ¿Es diferente cómo nos entendíamos de niños a cómo nos ayuda el enlace?

Rayne Ames guardo silencio mientras pensaba en su propia respuesta, al igual que su hermano menor no podía entender por completo cuál era la diferencia en la situación, durante tanto tiempo eran solo dos que los instintos de ambos se pulieron casi tanto como para saber cuándo uno necesitaba del otro, con algo así, el enlace era totalmente innecesario para ellos, un agregado extra que estaba ahí, pero realmente no necesitaban ni le veían la utilidad que otros sí.

—No lo sé —responde sinceramente, buscando tomar de la mano a su hermano menor, el cual rápidamente aceptó el contacto—. ¿Es importante?

—Mm, no lo creo —sonrió amablemente mientras se acercaba al costado de Rayne, sintiendo el agradable calor que venía de su cuerpo, así como el perfume Alfa que tanto le tranquilizaba—. Si fuera importante, mi hermano sabría cómo usarlo correctamente. ¿No es así?

—Tienes razón —sujeto con fuerza la pequeña mano de Finn antes de hacer una nota mental sobre preguntarle a sus compañeros divinos acerca del enlace, como reconocerlo, usarlo y si realmente le tenía que dar alguna importancia, estaba casi seguro de que podían prescindir de él, pero solo por si acaso tal vez sería correcto investigar un poco más—. Si fuera importante, ya nos lo habría dicho Kaldo.

El Omega no pudo evitar dejar escapar una risa mientras recordaba a su maestro, la persona que parecía más interesada en la relación de ellos dos, cuidándolos como el padre que les deseaba lo mejor siempre y cuando no hicieran cosas demasiado estúpidas, llorando en el camino porque, bueno, tampoco podía vigilarlos todo el tiempo aunque quisiera.

—Tienes razón, el señor Kaldo nos hubiera dicho algo —responde totalmente de acuerdo con las palabras de Rayne, decidiendo que era un buen momento para dejar el tema de lado y centrarse en las cosas realmente importantes—. ¿Qué vamos a cenar hoy? ¿Pasaremos a comprar las verduras para el estofado?

Rayne no pudo evitar sonreír al sentir la felicidad de su hermano menor, cosquilleándole en el pecho, sonriendo levemente mientras le veía brillar como la luz más brillante de su mundo, asintiendo ante su pregunta, emocionado por escuchar todo aquello que tuviera por contarle.

Tan acostumbrados a que sus emociones vibraran a una misma intensidad, que fue imposible distinguir qué era de quién; sin duda alguna, el enlace era totalmente innecesario con ellos dos.

Chapter 12: Olor/Olfato

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Rayne Ames tenía la piel roja después de tallarse furiosamente durante varios minutos, esforzándose todo lo posible con el jabón neutro para hacer desaparecer el aroma de los Omegas que se le acercaron durante la cena a la que todos los iluminadores divinos fueron invitados, refunfuñando enojado mientras maldecía a Orter, ya que fue el único capaz de saltarse la cena por cuestiones privadas.

—Solo serán unas horas, niño. —golpeó el hombro de Rayne sin mucho ánimo, igual de aburrido por tener que asistir a tal evento, pero consciente de que era inevitable.

—Piensa positivo, el año que entra estés casado o no. Mientras tengas un cachorro, podrías llevar a tu compañero a este tipo de fiestas. —cerró el libro de leyes que justamente se encontraba leyendo en un intento por animar al más joven, esperando que con aquello su aroma agresivo se suavizara, aunque fuera un poco.

—Prefiero evitar tener que volver a ir. —dejó salir un suspiro, seguro de que lo último que quisiera hacer sería exponer a Finn a esta clase de eventos.

Como era de esperarse, la fiesta fue principalmente un intento por la sociedad de juntar a cada iluminador divino, excepto aquellos que ya estaban emparejados como Ryoh, con un compañero que consideraran adecuados para ellos, esperando que su “sutil” ayuda fuera suficiente para que una siguiente generación de niños saludables pudieran vivir en el nuevo mundo que se estaba creando.
Dicho también de otra manera, un montón de Omegas dispuestos a cualquier cosa se lanzaron sobre los divinos con la esperanza de capturar a uno de ellos, como si sus fracasos de años anteriores no existieran, probablemente teniendo fe de que este era el año bueno donde finalmente conseguirían a uno de ellos, una de las peores experiencias, que solo se puso peor al momento de volver a casa y exudar el aroma de todos esos Omegas que a Rayne podrían no importarle menos, pero que para Finn, el cual aún debía tener algún tipo de miedo en ser abandonado en cualquier momento, no fue fácil pasar por alto con un olfato mucho más sensible de lo normal por culpa del embarazo que se estaba desarrollando.

—¿Puedo entrar? —ni siquiera toco la puerta con las manos mientras pedía permiso para ingresar a la habitación, con el estómago revuelto tras escuchar el llanto de su hermano menor hace casi dos horas, el tiempo que se tomó en darse una larga ducha para deshacerse de todo aquello que consideraba una molestia.

—¡No! —exclamo furioso desde el interior de la habitación, lanzando una de las muchas almohadas que lo rodeaban, antes de arrepentirse porque ahora estaba demasiado lejos y no quería salir de su nido, no de ese lugar donde estaba rodeado del fuerte aroma de su hermano, lejos de todo eso que sintió cuando su hermano llego de la supuesta fiesta.

—Finn, solo fue gente intentando acercarse —intento explicarse a través de la puerta, tocándola finalmente con la frente mientras se recargaba en ella, cansado y derrotado, ansioso por querer meterse a un nido donde el aroma que le gustaba se encontraba—, te juro que no toque a nadie y mucho menos me intereso alguno de ellos, solo quiero está contigo… Por favor.

Se queda de pie frente a la puerta sin entrar, atento a cualquier respuesta que pudiera tener, conformándose con el silencio que le rodeaba y la picazón causada por el enrojecimiento de la piel, resignado a esa pequeña victoria sobre al menos sentirse limpio, rodeado por el aroma de jabón neutro que le permitía pensar en su hermano menor y no en lo mucho que le gustaría utilizar sus Partisan para quitarse a la gente de encima.

No importaba lo que dijeran sus compañeros, no regresaría a esas fiestas, no si su hermano iba a sentirse tan afectado por oler el aroma de otros Omegas sobre su cuerpo.

Chapter 13: Nido

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—¿Puedo entrar? —preguntó de nuevo mientras se encontraba recostado en el suelo, acompañado únicamente por una cobija y una almohada que trajo desde otra habitación con el fin de no sentirse incómodo en el piso.

—No. —respondió de inmediato, dándole la espalda a su hermano mayor desde el centro del nido, ofendido aún porque su Alfa llegó oliendo a otras personas, aunque perdonándolo lo suficiente como para dejarlo entrar a la habitación.

—¿Puedo tener al menos una almohada del nido? —observo los múltiples materiales del nido, sobre todo esos que Finn abrazaba con fuerza en un intento por consolarse, esperanzado por conseguir uno de ellos para tener su aroma lo más cerca posible, estaría satisfecho con tal de impregnarse de alguna forma de su aroma.

—… —levanto la cabeza para ver sobre su hombro, mirando fijamente tanto la sabana como la almohada que Rayne trajo consigo desde algún lado, reconociendo sin problema que aún no estaban impregnados del aroma del Alfa por lo que no eran materiales para su nido, por lo que tampoco podía ceder ningún material del interior para no comprometer el perfecto lugar seguro donde pensaba recostarse con el bebé que nacerá dentro de algunos meses—. No.

Rayne Ames cerro la boca para comenzar a emitir un suave ronroneo, esperando que de aquella manera los ánimos de Finn se calmaran, esperanzado con obtener el permiso de entrar en el cálido nido que estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos, sintiendo como si estuviera recibiendo un castigo totalmente injusto, pero del que no pensaba quejarse en voz alta para evitar que su hermano menor se enojara aún más de lo que ya estaba.

—Está bien —se da vuelta lentamente en su lugar, haciéndose a un lado en su lugar para hacer espacio suficiente dentro del nido, levantando la sabana lo suficiente como señal para que el Alfa se recostara a su lado—. Puedes entrar…

—¿En serio? —se levantó de inmediato y, mucho antes de recibir una respuesta, tomó tanto la almohada como la sabana que tenía para entrar en el nido, aceptando la invitación sin siquiera procesarla por completo.

—Mm… No hueles mucho —fue lo primero que comento antes de acariciar la enrojecida piel del Alfa, sintiendo la alegría correspondiente al darse cuenta de que todo aquello que le molestaba había desaparecido, abriendo los brazos para recibir a Rayne, quien inmediatamente se acomodó sin oponer resistencia alguna, permitiéndole frotarse como sintiera necesario con el fin de marcarlo nuevamente—, ahora sí, ya hueles a algo.

—Te dije que debías morderme de nuevo —se quejó antes de acomodar su rostro con el pecho de Finn, respirando profundo el aroma mucho más tranquilo de su hermano menor, reconociendo su propio aroma en las profundidades del nido que compartían desde el primer día que existía en aquella casa—, si estuviera mordido hubiera sido más fácil alejarlos.

—No creo que mi mordida hubiera logrado algo así —refuto lo que su hermano estaba diciendo antes de abrazarlo correctamente, acomodando su barbilla sobre el cabello mitad rubio y mitad negro, molesto por el hecho de que sus propias marcas se desvanecieran en tan poco tiempo—, es demasiado pequeña como para que alguien la note.

—Haré que la vean —respiro profundo, satisfecho por finalmente encontrarse en el lugar donde deseaba estar—. Los obligaré a notarla y que me dejen en paz.

Finn Ames sintió algo demasiado agradable en su pecho tras escuchar las palabras seguras del Alfa, abrazándolo con más fuerza para que no fuera a ningún lado, esperando que de esa forma nadie más se les acerque, satisfecho con evitar la entrada de cualquier aroma intrusivo a su seguro nido.

Chapter 14: Betas

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Finn no se sorprende mucho cuando ve llegar a su hermano a casa con un paquete completo de diversas cosas con la leyenda de “Solo Betas” escrita por todas partes, probablemente el intento de la gente alrededor de Rayne para ayudarlo y evitar que su amado Omega lo corra de la habitación por llegar impregnado con el aroma de otros Omegas, una historia que seguramente corrió ya por todo el Magic Bureau como una queja del estoico Alfa, tal vez aprovechando la ocasión para jurar que jamás volvería a ir a ese tipo de fiestas aun si intentarán arrastrarlo en contra de su voluntad.

—¿Cuántas cosas te dieron? —pregunta sorprendido mientras abre la bolsa para descubrir la infinidad de cosas que le regalaron a su hermano mayor—. ¿No es esto demasiado?

—Ellos se sintieron mal por mí cuando les conté lo que me pasó. —Se sentó en el sofá mientras dejaba que Finn sacara cada cosa que lograron meter en esa bolsa, desde cuadros que prohibían el acercamiento de Omegas, camisas e incluso tazas.

—“Prohibido Omegas” “Solo Betas” —saco al menos cinco camisas y tres tazas diferentes con las mismas leyendas marcadas por todas partes, por un momento quiso sentirse avergonzado, pero lo único que pudo sentir fue alegría porque el resto de los iluminadores divinos entendieran que no le gustaba en lo más mínimo que otros Omegas se le acercaran a su pobre hermano mayor—. Espera… ¿Esto no va a generar problemas en el Magic Bureau, verdad?

Rayne Ames se queda en silencio mientras saca las dos tazas que tienen un corazón con el nombre de Rayne y Finn en el centro, algo lindo que Sophina considero sería adecuado como regalo para la pareja que claramente iban con seriedad en la relación, y no únicamente porque ya estaban esperando un bebé.

—Hermano mayor… —sintió como una gota de sudor por culpa de los nervios recorriera su mejilla hasta llegar a su barbilla, mirando fijamente al Alfa que no parecía demasiado interesado en explicar cosas del trabajo, pero que tras algunos segundos insistiendo con la mirada finalmente dejo salir un suspiro, obligado a hablar.

—Bueno, oficialmente tendré un equipo de puros Betas. —Levantó los hombros como si no fuera la gran cosa, apreciando una de las tazas que iba a compartir con Finn, realmente feliz de poder tener algo así entre sus manos y que no se le había ocurrido antes.

—¿Qué pasó con los Alfas y Omegas? —preguntó con algo de miedo, preocupado de que sus inseguridades estuvieran a punto de afectar la vida de otras personas, algo no muy agradable por saber a pesar de que se sentía satisfecho con la respuesta que recibió.

—No lo sé —admite sin problema alguno antes de dejar la taza a un lado, mirando las camisas que Finn tenía cerca y decidiendo como las utilizaría durante la semana, totalmente seguro de traer una encima además de colgar casi todos los letreros en su habitación, con solo uno fuera de la casa, recordando que tenía que conseguir otro cuadro donde escribir las pocas personas que estarían permitidas en su hogar—, creo que fueron cambiadas de puesto o despedidas, Kaldo se encargó de eso.

Finn Ames intento sonreír ante la respuesta de Rayne, esperando que su maestro no los consintiera demasiado por conocerlas como para arruinar la vida de otras personas, aunque si entre ellos iban esos insistentes que no aceptaban que su Alfa ya tenía un compañero, bueno, merecido se tenían el despido.

Chapter 15: Ofrenda

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Finn tarareo feliz mientras abría lentamente la caja que Rayne acababa de ponerle sobre las manos, encontrándose en la situación más normal que una pareja podría tener, con ambos sentados tranquilamente frente al fuego de la chimenea mientras son rodeados por sus adorables mascotas, esos lindos conejitos a los que tienen que cuidar para que no se acerquen de más al fuego, algo fácil de hacer gracias a que la misma chimenea se encontraba protegida por las espadas del mayor, lo que evitaba que tanto los conejos como el menor se acercaran demasiado.

—¿Qué te parece? —pregunta antes de enterrar su rostro en el cabello recién lavado de Finn, disfrutando del aroma a jabón, ronroneando de saber que ambos estaban oliendo exactamente igual, ya que utilizaban los mismos productos.

—Hermano mayor, esto es… —Las manos tiemblan de emoción mientras termina de observar el regalo que acaba de recibir en una caja de terciopelo, tan elegante que dejaba más que en claro que aquel regalo fue mandado a hacer en el lugar más caro posible.

—Ya que Finn mencionó que deseaba usar aretes como yo, pensé que podríamos compartir. —dice antes de pasar las manos por encima del estómago del Omega, disfrutando de todo aquello que la agradable cercanía era capaz de brindarle, desde la calidez hasta el dulce aroma, cosquilleando su nariz.

—¿Uno y uno? —comento con una sonrisa antes de intentar girar el rostro para encontrarse con la mirada de su tranquilo hermano mayor, dejando a la luz el bello diseño de los aretes, los cuales no se podían distinguir entre sí eran una espada o una cruz, con un conejo y mariposas talladas delicadamente dentro de la figura, toda una artesanía en el metal dorado más valioso.

—Sí, es usar uno y uno —por primera vez en mucho tiempo sonrió levemente ante la contagiosa felicidad de Finn, observando el arete que tenía planeado utilizar pronto, dejando de lado los redondos básicos que consiguió apenas y se agujeró los oídos—, ambos tienen magia de rastreo, así que como yo podre saber en dónde estás tú también sabrás en donde me encuentro, por si tengo misiones de larga duración estarás al tanto de mi ubicación.

El Omega escuchó con atención la función secundaria que traían consigo los preciados accesorios, seguro de que algo extra se estaba escondiendo en ellos, conociendo a Rayne probablemente también tenían algo como magia de protección, algo para hacer que la gente no pudiera reconocerlo, tal vez un sinfín de cosas más en las que podría no ser muy sano indagar, sobre todo cuando toda esa atención hacia su cuerpo temblar de emoción en lugar de miedo.

—¡Me encanta! Así sabré cuando mi hermano venga a casa, ahora siempre tendré la comida a tiempo. —comento sin perder la sonrisa de su rostro, recibiendo un beso en la mejilla como respuesta de su hermano mayor, el cual claramente no podía sentir más feliz de lo bien recibidos que estaban siendo todos sus regalos, las ofrendas que en algún momento deseo ser capaz de entregarle al menos que se merecía todo.

Chapter 16: Aroma artificial

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—¿Rayne? —Entró a la habitación mientras era seguido por la banda de conejos que parecían intentar cuidarlo con cada paso que daba, quitándose del camino cada vez que daba un paso con el fin de ser más una ayuda en lugar de un estorbo—. ¿Qué estás haciendo?

—Ah, Finn… —Tiene que usar toda su fuerza de voluntad para no ser lanzado por los aires ante la hermosa imagen de su hermano menor con un bonito vientre redondeado, trayendo consigo una bandeja de plata con cosas, acompañado por los conejos que no deseaban dejarlo ni a luz ni a sombra—. Déjame ayudarte.

—No es necesario, ya he llegado —dice con una sonrisa mientras su hermano intenta quitarle las cosas de las manos de último minuto, permitiéndolo ya que al final no podía agacharse para poner la bandeja donde quería y en verdad necesitaba sentarse, los pies hinchados lentamente comenzaban a ser un problema—. ¿Qué es eso? ¿Trabajo?

—Sí, es un artefacto mágico que recientemente fue obtenido de vuelta por el Magic Bureau —intento no dar demasiada información acerca de por qué y como fue robado en primer lugar, seguro de que Finn era bueno guardando secretos, pero que aun así era información que servía más si se mantenía en secreto—, al parecer ayuda a cualquier casta a crear un aroma artificial para afectar a la gente a su alrededor, actualmente ya no funciona y estoy investigando la mejor manera para destruirla.

Finn Ames observa con curiosidad lo que parece un simple incensario, sinceramente sorprendido por como algo tan normal podría ser un artefacto mágico, pero sin terminar de entender como algo podría ser utilizado de tal manera, era verdad que cada casta podía llegar a ser extremadamente sensible con los aromas, pero eso no significaba que pudiera funcionar por demasiado tiempo.

—¿Seguro que ya no funciona? —preguntó nuevamente, intrigado por el tipo de aroma que podría salir de ahí y los efectos que este podría generar

—Sí, perdió todo el poder mágico que tenía como batería, además de que le quitamos las partes importantes para que, aunque pueda funcionar de nuevo, no cumpla la función para la cual fue creada —toma las hojas de papel que ha dejado abandonadas a un lado, ordenándolas de nuevo ahora que parecía tener ya todo en orden y mañana podría presentar su respectivo reporte, mirando a su hermano menor cuando noto lo intrigado que parecía por el dichoso objeto—. Al parecer, los volvía locos.

—¿Qué? —parpadea sorprendido cuando Rayne continúa hablando, volviendo su mirada hacia su hermano mayor, reclinándose contra el respaldo del sillón para descansar su adolorida espalda.

—Los Alfa se volvían locos con los Betas, mientras que los Omegas experimentaban momentos de confusión con otros Omegas, hay datos a los que no tengo acceso debido a lo sensible que es el tema, pero creo que se lograron embarazos falsos de partes que no deberían pasar por eso —una vez término de juntar todas las hojas se aseguró de ponerlas dentro de su respectivo sobre amarillo, dejando las cosas a un lado antes de observar el maldito objeto mágico—, no sé qué le paso a la gente, pero creo que aún siguen internados.

El más joven de los dos permaneció en silencio mientras escuchaba la historia, esperando el momento oportuno para inclinarse contra el hombro de su hermano y abrazarlo, intentando que su aroma natural de Omega lo pudiera calmar. En verdad, no había considerado en ningún momento lo horrible que podría ser jugar con los aromas. Una cosa era utilizar un perfume para simplemente esconderse u oler mejor, pero ya de ahí a crear un aroma falso para… Para…

¡Qué gente más horrible!

Chapter 17: Nudo

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Rayne Ames deseo que toda la sangre se le fuera a la cabeza, realmente lo necesitaba, quería que su rostro se pusiera tan rojo por la vergüenza y la pena como para jamás volver a hacer algo así, pero no, su sangre siguió bombeando correctamente hacia su pene, más específicamente a la base del mismo, donde se hinchó para la realización de un nudo, uno que quedo al aire libre, ya que en este momento Finn era totalmente incapaz de sostenerlo con su cuerpo, oh bueno si era posible, pero ninguno de los dos deseaba correr el riesgo de hacerle daño al bebé.

—¡Déjame ayudarte! —exclamó feliz cuando vio a su hermano mayor caminar con dirección al baño, claramente incómodo por la erección que estaba teniendo tan temprano en la mañana.

—Finn, no creo que sea seguro. —Su mirada va desde el pijama de dormir medio abierto hacia la parte inferior, donde se encuentra con el abultado vientre que siempre le hace sonreír, aunque ahora claramente estaba siendo un pequeño problema.

—Está bien, podríamos intentar otras cosas… He-he leído un poco… —jugó con los botones de su pijama por un momento mientras tragaba saliva nerviosamente, demasiado adorable para la vista de Rayne.

Finn Ames se encontraba de rodillas en el suelo sobre varias almohadas para no lastimarse, quedando en medio de las piernas del Alfa para tener un mejor acceso a su pene en su avanzado embarazado, amando el fuerte aroma que le picaba en la nariz por la cercanía, así como degustando el salado sabor que anteriormente no había tenido la oportunidad de probar. La intención era solo usar las manos y la boca lo mejor posible, teniendo cuidado tanto con las uñas como con los dientes, ninguno de los dos sabía que la imagen de un Omega embarazado realizando un oral calentaría tanto al Alfa como para que este anudara, con un doloroso nudo expuesto al aire libre a Finn no se le ocurrió otra cosa más que meterse todo lo que podía en la boca, llorando ante el dolor de intentar llevarlo hasta el fondo de la garganta, sintiendo que sus labios, con suerte, eran capaces de tocar muy suavemente los bordes del nudo, incapaz de meterlo a su boca, pero aparentemente no muy necesario por la manera en que Rayne estaba respirando.

El calor de la habitación es demasiado para los dos en plena calentura, recordando por un momento que son adolescentes y esto claramente es casi normal. Rayne Ames intenta no dejarse llevar demasiado a pesar de que está moviendo las caderas en un intento por alcanzar la garganta de su hermano, con su nido casi entrando a su ya estirada boca, manteniendo las manos fuertemente sujetas en la colcha para así no llevarlas a la cabeza del menor, seguro de que podría asfixiarlo si se dejaba llevar demasiado, aunque totalmente incapaz de sentir miedo por eso mismo debido al calor que sentía, seguro de que no le faltaba demasiado para alcanzar su límite, no cuando la lengua de Finn aún estaba intentando moverse dentro de su propia cavidad, buscando las zonas donde las venas se encontraban más abultadas para acariciarlas suavemente, ignorando al glande y sus puntos buenos, aunque tendría sentido considerando donde se encontraba.

—Finn… Ya… —sus uñas al final terminan por romper aquello de lo que sostiene cuando al fin el semen comienza a salir, el sonido de tragar que hacer su hermano es tan adictivo como para desear seguir escuchándolo, pero sabe que no tiene más opciones que intentar retroceder, en contra de su voluntad, porque claramente el Omega se está ahogando, lo que queda aún más claro cuando el semen sale incluso por su nariz.

A pesar de todo Finn Ames no deja que el pene de Rayne salga por completo de su boca, sus mejillas se hinchan por todo lo que va a tragarse, pero aun así mantiene al menos la mitad o menos dentro de su boca para seguir comiendo, con las lágrimas corriendo por su rostro por tantas cosas que ya ni siquiera estaba seguro de porque lloraba.

—Finn… —intenta quejarse al no ser capaz de sacar su pene de la boca de su hermano, alegrándose al menos de que el nudo se mantuviera muy lejos de la boca, casi pensando en lo peligroso que sería que este pudiera ser tomado por los pequeños labios, antes de olvidarse de aquello por completo cuando el menor vuelve a chupar, intentando sacarle toda la leche que pudiera, tal cual como él hizo hace unas semanas con sus pechos, probablemente era una venganza.

Una deliciosa, tenía que aclarar.

Chapter 18: Sin olfato

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—Estúpida gente que no sabe manipular pociones. —Se quejó entre dientes, con la cabeza más húmeda que de costumbre, mientras tomaba el valor suficiente para entrar a casa.

Rayne Ames fue forzado a abandonar su trabajo en cuantos otros miembros del Magic Bureau fueron totalmente incapaces de manipular el material delicada, todavía todo el personal capacitado era incapaz de comprender como una opción para la pérdida del olfato se les podía escapar de las manos y caer sobre la cabeza de uno de los iluminadores divinos más importantes, algo estúpido, que bien podría considerarse como un atentado excepto que la poción solo hacia eso, le quitaba el olfato a la persona en cuestión por unas cuantas horas.

Si eras un Beta, la poción claramente era inofensiva en todos los sentidos, pero como un Omega u Alfa…

—Hermano mayor ¿Seguro que estás bien? —dejo la taza de té cuidadosamente sobre la mesa mientras observaba con preocupación a Rayne, quien se mantenía en una esquina de la casa rodeado por los conejos, un apoyo moral que necesitaba, pero que igualmente no servía de nada, ya que tampoco podía olerlos como le gustaba. Enterrar su rostro en ellos carecía totalmente de significado ahora.

—Sí… —respondió totalmente desanimado, sorprendiéndose de todo aquello que estaba extrañando en las pocas horas que se encontraba sin olfato, una situación que no le importó mientras caminaba a casa, pero que una vez que llegó sin duda se volvió en un problema.

—Vamos, hermano, el efecto pasará pronto y entonces podrás oler todo lo que quieras. —Sonrió lo más amable posible mientras intentaba ser comprensivo, consciente de que si se encontrara en la misma posición probablemente se estuviera volviendo loco al ser incapaz de oler al Alfa.

—Es más triste de lo que esperaba —casi puede sentir las lágrimas a punto de salir al darse cuenta de lo mucho que extrañaba el aroma de Finn, maldiciendo una y mil veces al idiota que le tiró la poción encima—, ni siquiera un Beta llega a este punto.

—Oh, hermano mayor —evita acercarse demasiado al Alfa, ya que debido a su capacidad de olerse a sí mismo era incapaz de darse cuenta del peligroso aroma que estaba dejando salir, una advertencia para casi cualquiera de no acercarse, algo que los conejos ignoraban por completo, tal vez demasiado acostumbrados a algo así como para temer a su querido dueño—. ¿Por qué no te acuestas a dormir? Tal vez cuando despiertas te sientas mejor.

El Alfa observa a su hermano menor con lágrimas en los ojos, claramente cansado y muy enojado, pero al final decide tomar la oferta, retirándose a la habitación que compartían, totalmente dispuesto a recostarse en el nido con la esperanza de que al despertar lo primero que llegara a sus sentidos fuera el agradable aroma de los dos combinados.

Estúpida poción, con razón la habían confiscado como algo peligroso.

Chapter 19: Abstinencia

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Están sentados uno frente al otro en la mesa del comedor, dándole seriedad a una conversación que parece ameritarlo, con el té humeante en medio de los dos, aunque Rayne consideró seriamente que a esas alturas Finn no debería de estar consumiendo nada con el mínimo de cafeína.

—¿Abstinencia? —dice extrañado como si la palabra en sí no tuviera un significado entre ellos dos, observando el rostro sin expresión de su hermano mayor, como si de esa manera pudiera encontrar una respuesta satisfactoria.

—Abstinencia —replicó la palabra sin problema alguno, encontrándose con los ojos de su hermano menor antes de darse cuenta de que probablemente debía de darle más contexto a la situación—. Después de lo que pasó, me dio miedo que existiera la posibilidad de anudar dentro de ti y lastimarte, así que nada de sexo hasta que sea seguro.

Finn Ames siguió observando a su hermano mayor, seguro de que intentaba dejarle algo en claro, pero simplemente no era capaz de terminar de procesarlo, o, mínimo, de darle la importancia que parecía tener en la conversación.

—Pero, hermano mayor, no creo que necesitemos algo así —sintió como su rostro se calentaba lentamente mientras pensaba, justamente, en la vida sexual que ambos llevaban, era verdad que su hermano como Alfa se descontrolaba de vez en cuando, pero estaba seguro de que lo del nudo era algo que no iba a repetirse nuevamente, su hermano era demasiado correcto para eso—. Tú siempre eres tan cuidadoso, de hecho, desde que estamos esperando un bebé, no habíamos tenido casi ningún tocamiento sin ropa.

El Alfa de la casa se queda pensativo durante varios minutos, por un momento no sabe si sentirse feliz o enojado, por una parte, debería de estar orgulloso de sí mismo por su capacidad de mantener las manos quietas de su hermano menor embarazado, aunque, por otra parte, está furioso ante el hecho de que el Omega frente a sus ojos pudiera no estar satisfecho sexualmente con él, algo que si se llegaba a decir de forma incorrecta en la mesa sin duda dañaría su orgullo.

—¿Quieres que te toque? — Debería de morderse la lengua en lugar de dejar salir tal cosa, pero no puede evitarlo. Necesita saber lo que su compañero necesita para hacerlo feliz, algo mucho más importante que la posibilidad de anudar dentro de un Omega en pleno embarazo.

—Bueno… ¿Un poquito? —Bajo la mirada en cuanto sintió que comenzó a jugar con el borde de su ropa, recordando instantáneamente la supuesta razón por la cual aquella conversación empezó—. ¡Pe-pero no tiene por qué ser ahora! Puede ser cuando ya tengamos al bebé, ya sabes, para que no tengas demasiadas preocupaciones. —Intentó sonreír lo mejor posible, recordando lo satisfecho que se sentía por el simple hecho de ser abrazado cariñosamente por un Alfa que no temía mostrarse débil ante sus ojos—. Hay que evitar que mi hermano mayor tenga distracciones en el trabajo, no hay por qué ser un estorbo.

Rayne Ames sintió cómo uno de sus pocos hilos de cordura se soltó de repente con aquellas palabras, golpeando la madera de la mesa con ambas manos para levantarse de su asiento y caminar con dirección al Omega, quien claramente se sintió mucho más nervioso de lo que aquella conversación ameritaba.

¡A la mierda la abstinencia!

Chapter 20: Enmascarar casta

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Todos en la oficina observan silenciosamente al Alfa que los dirige, cuestionándose como entre tantos Alfas que trabajan en el lugar es a quien le toco tener un Omega tan celoso que además de ser Beta es indispensable enmascarar cualquier otro tipo de casta antes de acercarse, supuestamente con los otros Alfa no había ningún problema, pero no fueras un Omega que tu cambio de sucursal iba a ocurrir tan rápido que si no lo aceptabas fácilmente te iban a despedir, siendo una pérdida de tiempo el siquiera meter una demanda por despido injustificado cuando, aparentemente, había una ley que permitía ese tipo de despido. Demasiado vieja y obsoleta, pero sobre la cual nadie pudo decir nada cuando Orter Mádl, aquel que seguía las leyes al pie de la letra, calló a todos en general y les dejó en claro que debían de obedecer todo lo estipulado en la ley.

—¿No creen que sea una exageración? —preguntó uno de ellos mientras se inclinaba lo más posible sobre la mesa del comedor compartido, buscando que sus palabras solo llegaran a los oídos de sus compañeros.

—Bueno, sabes que no se puede hacer nada cuando te toca una novia tóxica. —respondió cansado mientras intentaba comer su lonche sin quedarse dormido en el proceso, siendo por el momento el área con la menor cantidad de gente disponible para trabajar por culpa de los cambios repentinos en el personal.

—¿En serio será así? —Levanta el tenedor con comida en sus dientes antes de mirar de reojo hacia la mesa donde su jefe, Rayne Ames, se encontraba apreciando su almuerzo, uno que jamás sabrían si al final del día se comía o simplemente le ponía magia de conservación—. Si fuera una tóxica, ya estaría super marcado con su aroma, lo que sin duda debería de ser advertencia suficiente para los otros Omegas.

—Meh, muchos de ellos piensan que pueden compartir Alfa, sobre todo si no ha mordido a su compañero. Tal vez por eso sea una novia tan tóxica que no tiene la mordida. —Se lleva la comida a la boca antes de dejar salir un bostezo. Ser solo tres corriendo tras su jefe no era para nada cómodo, al menos no trabajaban para Orter Mádl, ese sin duda podría ser un infierno.

La conversación rápidamente queda en el olvido cuando consideran que seguir hablando de su jefe, además de una falta de respeto, podría traerles muchos problemas si no tenían cuidado, decidiendo que la situación del Omega sin marca no era su problema, sino del joven Alfa que alcanzo una posición demasiado alta tan pronto como para poder deshacerse de aquellos que no aceptaban un no por respuesta, tan tercos que fácilmente pasaban por alto cualquier indicación con tal de acercarse a conseguir lo que querían independientemente de lo que tuvieran que hacer.

Todos en el lugar pensaron en lo mismo en cuanto vieron al Omega sin enmascarar su casta, es más, hasta la estaba sacando a relucir con algún tipo de molesto perfume que ellos, que eran simples Betas, estaban comenzando a sentirse molestos por el aroma.

El Alfa de la oficina, Rayne Ames, claramente miró con desagrado al Omega que caminaba sin miedo alguno por el lugar, creyendo que por haber resaltado su aroma, ningún Omega se atrevería a hacerle algo… Hasta que el Alfa levanto el cuello, mostrando claramente una mordida carente de fuerza como para darse cuenta de que, efectivamente, esta persona estaba enlazada con alguien más, y aunque estaba dispuesto a seguir adelante porque la idea de compartir no sería un problema hasta que deseara ser mordido, rápidamente le quedó en claro que cruzo una línea que no debía siquiera de pisar.

—Esconde tu asqueroso aroma, Omega incompetente. —fue lo único que dijo antes de que un mínimo de diez espadas apareciese a su lado, lanzándose de inmediato hacia el desconocido que irrumpió en su área de trabajo, mirándolo con todo el asco del mundo mientras sus palabras herían profundamente a aquella persona, algo que no podría importarle menos cuando se aseguró de poner todas las advertencias en su lugar.

Lo único que Rayne esperaba, era que Finn no se enojara por el mínimo aroma que ahora debía de estar pegado a su ropa, como odiaba a esa gente que se creía capaz de caminar sobre las reglas sin ningún tipo de consecuencias.

Chapter 21: Destinados

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Su mano permanece libre de todo, pero está seguro de que lo tiene ahí, invisible, un hilo rojo que lo une a su único destino. Finn.

¿Cuándo se dio cuenta? Realmente no está seguro, podría haber sido cuando su padre lo llevó al hospital a encontrarse con su madre de pocas horas de haber parido para conocer a su hermano menor o tal vez fue cuando se quedaron solos con la realización de que eran ellos dos contra el mundo. No lo sabe, lo único de lo que se encuentra seguro es que ambos están destinados, permanecerán juntos tanto en la vida como después de la muerte, incapaces de separarse enteramente uno del otro, porque ya intento alejarse de su hermano menor y fracaso inútilmente en el proceso, descubriendo sus celos en el camino, su necesidad por terminar de poseer cada parte de su cuerpo y alejarlo de cualquier otra persona que lo codiciará en lo más mínimo.

—Quédate aquí, Finn —ruega, poniendo su rostro contra el abultado vientre, ya sea para sentir al bebé o intentar escuchar algo, lo que sea que ocurriera estaba bien—, estarás a salvo junto a los niños.

—Pero hermano, tengo que terminar la escuela —está feliz de los pocos días que faltan para aliviarse, emocionado por conocer a su bebé, incapaz de contener la alegría mientras el Alfa se ponía cada día más demandante con su necesidad de tenerlo en casa—, además, sé que con tu sueldo completamos, pero no creo que esté mal si hago prácticas con el señor Kaldo.

Un nervio brinca en el interior del Alfa cuando aquel nombre es mencionado, realmente no odia a su compañero de trabajo, una de las personas que más se ha preocupado por ellos dos en mucho tiempo, pero en verdad no podía quedarse tranquilo mientras parecía que deseaba quitarle a su preciado tesoro, como si buscara constantemente la manera de entrometerse en el destino de ambos, cuando estaba más que claro el hecho de que no importaba que ocurriera, ellos dos iban a permanecer juntos por encima de cualquier cosa.

—No necesitas trabajar, he ganado lo suficiente para mantenernos a los dos —intenta no gruñir cuando piensa en la posibilidad de que otra persona disfrute de los beneficios del Sanitatem, molesto por todos aquellos nobles que rápidamente podrían codiciar a su hermano menor y así como insistieron tanto en seguir enviando Omegas para ganárselo, temía que lo contrario llegara a ocurrir con Finn, aunque la satisfacción de matar a todos esos Alfas estúpidos era algo que podría no querer perderse—. Finn, quédate en casa. Si tenemos más de un cachorro, este va a necesitarte.

Ambos hermanos se miran fijamente por varios minutos, con el Alfa intentando poner una expresión que detonara lástima mientras el menor acariciaba su cabeza con cariño, claramente entretenido con la conversación, como si hubiera tomado una decisión hace mucho y, por tanto, esta conversación carecía de todo tipo de sentido.

—Tranquilo, hermano —no deja de sonreír mientras siente la ansiedad a través del lazo que los une, enternecido por el intento de Rayne por convencerlo de algo que no necesitaba que lo convencieran—, mi hermano mayor y yo estamos destinados a estar juntos, nada ni nadie podrá separarnos.

Rayne Ames se mueve lentamente, guiado por las manos del menor para que sus rostros se encuentren uno frente al otro, compartiendo un beso ligero lleno de amor, que no pasara a nada más allá porque la atmosfera cariñosa era tan suave que el fuego se mantenía sin necesidad de encenderse escandalosamente.

—Además, estoy seguro de que no pasaré la prueba —promete con una sonrisa, esperando que su hermano entendiera lo que tenía planeado hacer—, aunque lo mejor sería terminar la escuela, no queremos que nos vuelvan a regañar.

Tardó unos minutos en entender por completo lo que Finn quiso decir, pero una vez las palabras se procesaron en su cabeza, pudo sentirse satisfecho con toda la situación. Menos mal que ambos pensaban igual, no por nada estaban destinados a estar juntos.

Chapter 22: Cachorros

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La habitación matrimonial cada día se siente más cálida, con pequeños juguetes tirados por todas partes mientras un pequeño cachorro gatea dentro de los límites permitidos por las cobijas y almohadas que están a su alrededor, con un hermano mayor que corre de un lado a otro intentando buscarle más juguetes de su agrado, esos que lo mantuvieran lo suficientemente entretenido como para evitar que llorara.

—Ustedes dos deberían estar dormidos —dice repentinamente mientras asusta a su pequeño cachorro que se mueve torpemente por la habitación, atrapándolo rápidamente a la par que escuchaba una suave risa viniendo del nido, con su hijo más joven claramente entretenido al ver como el mayor era cargado en contra de su voluntad—. Tú tampoco te vas a salvar, ambos deberían tomar su siesta.

—¡Pa! ¡No! —intenta discutir sin mucho éxito, sabiendo que no vale la pena cuando es puesto de nuevo entre las suaves y cálidas cobijas, acompañado rápidamente por el hermano que aún gateaba que colocan de una forma similar.

—Finn está abajo, volverá en un momento. —dice bajando el tono de voz, logrando que con ello su hijo más inquieto se quedara en paz, probablemente esperando a que su otro padre regresara a la habitación para poder seguir durmiendo todos juntos.

Rayne Ames suspira con tranquilidad mientras palmea cuidadosamente la espalda del cachorro más joven que no tarda mucho en volver a dormirse, aprovechando el momento para reflexionar que tener cachorros tan seguidos podría no ser la mejor idea de sus vidas, aunque los dos pequeños diablillos se llevaban exactamente el mismo tiempo que Finn y él, el siguiente cachorro que estaban esperando era quien llegaba más pronto de lo que debería, al menos Kaldo no podía regañarlos por completo, esperaron casi el tiempo suficiente hasta que el Omega consiguió graduarse.

—He vuelto, Rayne. —Llamó a su hermano mayor mientras abría la puerta lo suficiente como para que todos los conejos entraran a la habitación, escuchando a su cachorro de casi tres años riendo mientras las esponjosas mascotas se apresuraban a meterse al nido y acostarse junto al resto de la familia.

—¿Tuviste problemas? —preguntó preocupado mientras observaba todo lo que podía dentro de la habitación, desde a su compañero Omega hasta a los conejos que buscaban la mejor posición para dormir. En momentos así, realmente le hacía falta tener ojos en la espalda.

—No muchos, aunque subir las escaleras siempre es una cosa complicada con el peso extra. —Intenta reírse de la situación mientras entra lentamente al nido, asegurándose de estar en el lugar correcto antes de dejarse caer lentamente, consciente de que ya no iba a poder volver a acomodarse tan fácilmente.

—Lo siento, debería de haber pensado en eso —no puede evitar disculparse por aquel pequeño error de cálculo, entendiendo finalmente por qué algunas familias preferían tener sus alcobas en la planta baja mientras el primer piso lo dejaban como habitaciones para los cachorros—, si quieres podríamos cambiar de casa.

—Claro que no, hermano mayor —cuida lo mejor que puede el volumen de su voz mientras dice aquello, seguro de que si no tenía cuidado su hermano mayor realmente les conseguiría otra cosa y aunque mudarse no sonaba tan mal si podía dejar tanto de subir como de bajar escaleras, realmente no quería hacerlo, ya que este lugar era el hogar donde sus instintos le exigían terminar de criar a cada uno de sus cachorros por nacer, planeados o no, no deseaba irse a otro lugar—. Esta casa es perfecta, no te preocupes.

Rayne Ames observo la sincera sonrisa en el rostro de su hermano, como si fuera natural que este nido, en esta casa, fuera todo lo que necesitaran para ser felices o sentirse satisfechos, cálidamente cobijados en un nido lleno de cachorros como ambos deseaban que fuera, aun si en su momento no podían decirlo en voz alta como hubieran deseado que ocurriera, al menos eran capaces de sentir que lograron alcanzar ese objetivo que nunca pudieron decir en voz alta.

Estás en esta casa, juntos y llenos de cachorros, era tan natural como respirar, que buscar otra cosa era tan innecesaria que ni siquiera valía la pena mencionar.