Chapter 1: Nieve
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En el jardín siempre está nevando. Un simple vistazo por una ventana te dejaba en claro que allá afuera hace frío. Que allí nadie te dará mantas o comida caliente. Que fuera del jardín, estás muerto.
La nieve es llevada por repentinas ráfagas furiosas de viento. Mitsuru se pregunta cómo se sentirá tocarla.
Su antebrazo palpita, un poco adormecido al igual que el resto de su cuerpo; toda su sección tuvo exámenes médicos que los prepararán para recibir un nuevo tratamiento. Algo que los curaría, que los repararía.
La cabeza de Mitsuru da vueltas y vueltas. Sus pies descalzos lo llevan hasta su cama. Tiene mucho frío y náuseas. Horas después vomita, y su fiebre empeora tanto que lo llevan a la habitación blanca. A nadie le gustaba esa habitación porque te llenan de piquetes de aguja, de cables y tubos.
Él tiene miedo y desea tener a alguien a su lado que sostenga su mano adormecida.
La enfermera sin rostro entra y le suministra algo en su suero. Su voz es plana como el resto de cuidadores. Como el resto de adultos.
—Esto te hará dormir.
Y él sigue teniendo miedo. Mucho. Pero de repente todo se hace más tenue: la luz blanca del techo, los pitidos de las máquinas, el dolor... Entre pestañeos borrosos, alcanza a ver una mano enguantada tomar la suya. Está helada y se siente sintética, pero igualmente lo tranquiliza.
Poco a poco su cuerpo se adormece, y piensa que así debe sentirse estar rodeado de nieve. Cuando cierra los ojos no sabe si los adultos seguirán considerándolo útil.
Él no lo sabe, pero no será la última vez que experimente esto.
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Las grandes reuniones en el jardín son raras. Raras en el sentido de poco frecuentes; por lo usual son cuando viene Papa para dar regalos o cuando una generación de parásitos se gradúa y se traslada a su nueva plantación.
Esta reunión es aburrida, llena de palabras que solo alguien muy inteligente conocería. «Como Hiro», piensa Mitsuru. Ese niño prodigio del que se habla por todo el jardín conoce todo acerca de matemáticas, literatura, pero sobre todo naturaleza.
A Mitsuru le fascina su inteligencia y trató de imitarlo yendo a la biblioteca todos los días, pero lamentablemente un parásito defectuoso como él jamás se asemejaría a un doble dígito como Hiro.
Las palabras pasan sin quedarse en su memoria o comprendimiento. Sus ojos esmeralda se fijan en la cúpula de cristal sobre el adulto que habla: el cielo está más calmado que de costumbre, pero igual se ve gris.
En los pocos libros de historia que hay en la biblioteca Mitsuru había visto que el cielo era azul. No tan profundo como el de los ojos de la niña rubia al otro lado de la sala, pero sí muy vibrante.
Y claro.
Y limpio.
De repente el flujo de palabras monótonas se detiene y es sustituida por una voz suave y joven.
—¿Y entonces por qué somos distintos los niños de las niñas? ¿Para qué sirven nuestras diferencias?
Todos contienen el aliento. No era la primera vez que Hiro hacía esta clase de cuestionamientos.
—Ese tipo de información no le concierne a ustedes, Código 016.
Y la explicación se reanuda, pero los ojos muertos del resto de niños se vuelven curiosos. Despiertos. A los adultos no les gusta que esto suceda, así que dan por finalizada la reunión. Solo Hiro puede hacer algo como eso: motivar a otros a dudar. A ser ambiciosos. A querer saber más.
Mitsuru camina en fila junto al resto de vuelta a su sala y ve cómo se llevan al niño de cabello azabache por separado. Tampoco es la primera vez que pasa.
Pero mientras deja el sitio de reuniones, echa un último vistazo a la cúpula de cristal y descubre una figura blanca cruzar el cielo gris. «Un ave», piensa Mitsuru. Jamás había visto una en la vida real. Y queda encantado, a pesar de que fue solo un instante y un simple borrón lo que observó.
Y él se hace preguntas.
Como ¿por qué los niños son diferentes a las niñas? ¿Por qué el cielo ya no es azul? ¿Por qué hay tan pocas aves?
¿Y por qué hay tan pocos libros de historia en la biblioteca?
Notes:
No sé por qué, pero siempre tuve el presentimiento de que a Mitsuru le interesaba la historia. Interés probablemente impulsado por Hiro, que siempre lo animaba a hacerse preguntas.
Pero supongo que los adultos debían regular muy bien toda la información que caía en las manos de los niños...
Edit 1-febrero-2025: Olvidé decir que esa pregunta de para qué sirven las diferencias entre hombres y mujeres que hizo Hiro salió en el manga. O tal vez no y fue en un cómic de un fan. La cosa es que también me gusta tener en cuenta al manga ya que proporciona datos adicionales.
Atte- June.
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Él tiene miedo. Está aterrado.
Pero quiere vivir.
Pronto lo transferirán a una sala con otros niños igual que él; defectuosos e inútiles.
Mitsuru sabe bien lo que le pasa a ese tipo de parásitos: se van sin dejar rastro. Algunos dicen que los llevan a un segundo jardín, otros que son protegidos en el núcleo de las plantaciones. Nadie sabe la verdad y los adultos se niegan a decirla.
Rumores. Incluso en un lugar tan estéril como el jardín hay de eso.
El sonido de su valija cerrarse es una estaca en el pecho. No sabe lo que le deparará con este nuevo tratamiento. Con esta inyección Elixir; los adultos le dieron la opción de escoger y ellos nunca pedían la opinión de un niño. Debía ser peligroso, asumió Mitsuru.
Al menos no va solo.
Hiro, que hace tan solo unos pocos meses era la mente más brillante del jardín, ahora carecía de todo lo que lo hacía especial; su ingenio, su carisma, sus estadísticas...
Todo lo perdió desde que estuvo desaparecido por casi seis días.
Regresó a la sala recuperándose de una terrible hipotermia, y aunque todos le hacían preguntas no respondió ninguna.
Nadie supo qué había visto o qué le había pasado. Esto solo logró asustar a los niños de su sección. ¿Y si les ocurría lo mismo? Lo mejor era no ser como él; no ser demasiado curiosos.
Aun así, solo los amigos más allegados a Hiro permanecieron a su lado, y lo esperaban todos los días a que llegase a la sala; porque desde ese extraño suceso se convirtió en el primero en ser llevado a hacer sus pruebas y examenes y el último en regresar a la habitación. Él también evitaba dar detalles de lo que ocurría en las salas de entrenamiento.
Sin embargo, aunque de vez en cuando parecía que el Hiro de antes volvía —cuando reía, leía un libro o jugaba con los otros niños—, la verdad es que sus números iban decreciendo.
Hiro, el niño prodigio, se había vuelto otro elemento defectuoso.
Así que también aceptó el tratamiento.
Cuando los escoltan hacia su nueva sala, Mitsuru vuelve la mirada hacia su compañero. Ya se han despedido de todos, pero entre ellos brilla una promesa de volver con el resto de sus amigos. Sí, porque todo saldrá bien.
El cuerpo de Mitsuru, que siempre ha sido enfermizo y débil, se haría fuerte. Sus estadísticas subirían y podría graduarse junto al resto de sus amigos. Hiro también se recuperaría y pilotearía un Franxx junto a él y cumplirían con su propósito. Porque, si no podía ser pilotos y combatir, ¿entonces qué valor tenían sus vidas?
Luego de cruzar medio jardín, entran a su nueva habitación: ahí dentro todo se ve más apagado que de costumbre y con el tiempo Mitsuru descubre que no es la luz ni las paredes la que crean esa ilusión, sino que los mismos rostros de sus compañeros. Rostros que con los meses se van haciendo menos.
Él jamás lo admitirá cuando sea mayor, pero recuerda cada una de las caras de los niños que desaparecieron.
Mitsuru desempaca. Solo quiere reencontrarse con sus amigos.
Solo quiere que esto acabe pronto.
No será así.
Notes:
Aquí inician las diferencias con la historia original. Leyendo en la wiki, descubrí que el rendimiento de Hiro no se ve afectada hasta después de que Mitsuru aceptase la inyección Elixir. Honestamente tengo que volver a ver el anime, pero soy muy perezosa para eso.
Atte- June
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Ella no está logrando que su sombrero se quede en su lugar.
Es curiosa esta sensación, medita ella mientras se mira a sí misma con su uniforme de gala —es gris, siempre son de color gris—. No sabe si lo que llena su pecho es euforia, angustia o tristeza. Pero no lo discutiría; no quiere arruinar el buen humor de su amiga que se está poniendo sus botas.
Miku es del tipo que te hace reír a carcajadas, pero nunca ha sido muy buena escuchando. Pero eso está bien, piensa Kokoro. Realmente sus problemas no son tan graves de todas maneras.
La graduación fue ayer y hoy tomarían el vuelo a su nueva plantación. Esta es la primera vez que se subirían a una nave, de esas que usan los adultos. Esta es la primera vez que saldrían del jardín, para ser más precisos.
Se le revuelven las tripas por cuarta vez en la mañana. Si no tiene cuidado, lo más probable es que en plena ceremonia vomite todo el desayuno. No se sentía así desde que hizo su prueba final en el simulador; si no superaba el porcentaje mínimo en el desempeño, entonces se quedaría en el jardín. Pero eso no podía ser así, porque para eso tendría que convertirse en una cuidadora, como Hachi y Nana.
Y en el jardín no hay ningún cuidador que no haya sido previamente un piloto.
Pero Kokoro logró conectar con la máquina. Y consiguió una pareja con buena compatibilidad. Y ahora se había graduado y se trasladaba a la plantación por la que daría la vida.
Su vida.
Ni siquiera es capaz de defenderse a sí misma y ahora tenía que defender a una ciudad entera.
El sombrero se vuelve a deslizar por su cabello cenizo. La impotencia la aplasta de nuevo. Entonces unas manos enérgicas pero cariñosas toma la prenda y se lo acomoda en armonía con el resto de ella.
—Así ya no se moverá —sonrió Miku.
La vista de ellas dos completamente listas frente al espejo tomó por sorpresa a Kokoro. Años de entrenamientos y pruebas para llegar a este momento, y aún así no se siente lista.
Notes:
Siempre he considerado que la vida de los parásitos debía ser más difícil de lo que se mostraba: más estresante, más exigente.
Hace tiempo leí un one shot de este personaje (que por más que lo busqué no lo he vuelto encontrar, era TAN bueno y desearía poder volver a leerlo) y la describía de una forma muy realista a mi parecer. Kokoro es una chica tímida, asustadiza y sin mucha voluntad propia, por lo que las batallas se le hacían complicadas y provocaban que su carga emocional fuera enorme. Supongo que es lógico; todos ellos apenas y son niños...Atte-June
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Su cabello se ha hecho muy largo. Tanto que, si no lo peinase hacia atrás, le impidería ver y le picaría los ojos.
No recuerda la última vez que lo cortó. Quizás hace unos cuatro años con unas tijeras de artesanía.
Pero así le gusta: ese aire pulcro y la madurez que le da. Muy diferente a la tontedad con la que actúan sus nuevos compañeros de cuarto, Código 214 y Código 666. Siempre riendo; nunca tomándose las instrucciones en serio. Mitsuru trató de evitarlos lo más posible las primeras semanas en su nueva vivienda.
Pero no eran los únicos con una actitud irreverente.
La demonio rosa, la pistilo élite que se coló desde el día uno a la plantación. Ella pasaba por sobre las reglas como si todo fuese un juego. Cada orden la tomaba como si la retaran a desobedecerla.
Pasa el cepillo una vez más por su cabello encerado, pero unas voces lo hacen mirar por la ventana. Allá abajo en el patio está Hiro siendo arrastrado por Zero Two a quién sabe dónde mientras Ichigo les grita. «Sigue siendo igual de pequeña», piensa Mitsuru.
Solo había visto a sus antiguos compañeros de sala unas cuantas veces desde que fue trasferido, pero es hasta ahora que los analiza de verdad, y lo único que había crecido en la nueva líder del escuadrón 13 era el largo de su flequillo y su temperamento.
El pelinegro se deja llevar bosque adentro y Mitsuru lo observa con algo que no diferencia. ¿Ira? ¿Decepción? Desde hacía años que trataba de ya no pensar en él ni en lo que pasó, porque entre más lo analizaba menos sentido cobraba. Y eso sólo conseguía frustrarlo.
Porque ¿cómo puedes olvidar a alguien de la noche a la mañana?
Y como no tiene respuestas, solamente le queda fulminarlo con la mirada como lleva haciendo desde que se reencontraron en la ceremonia de bienvenida.
Mitsuru se quedó estático, viéndo cómo le extendía la mano para saludarlo, como si nada hubiera pasado. Lucía igual a como lo recordaba, incluso su corte de cabello penas y había sufrido cambios; Hiro nunca se interesó mucho en ese tipo de cosas de todas maneras. Aún así, ver su sonrisa y escuchar sus palabras cordiales enfermaban a Mitsuru, así que lo evitó a él y a prácticamente todo el equipo. No estaba seguro de si ellos también lo traicionarían. No podía confiar en nadie.
Sí, es por su bienestar.
O de eso trata de convencerse.
La puerta del baño se abre de repente, dando paso a las estruendosas risas de Zorome y Futoshi. Mitsuru se sorprende y deja caer el peine en el lavabo, aunque ellos dos no lo notan; están muy ocupados hablando del increíble movimiento que hizo el chico de orbes violetas con la pelota. Parece que estuvieron jugando afuera toda la mañana, pues sus frentes están sudadas y sus cabellos alborotados. Sus expresiones, aunque agotadas, brillan de alegría.
Mitsuru se consume por dentro.
Lo saludan brevemente y abren la llave del lavabo para refrescarse. Ellos lo invitaron hace unos días a unírseles, pero él los rechazó demostrando desinterés, sin embargo, la verdadera razón era porque su cuerpo se cansaría pronto, pues aunque ya no se enfermaba ni sufría desmayos, sí que seguía siendo frágil.
Y eso es lo que ninguna máscara, actuación o peinado puede ocultar ni cambiar: su debilidad.
Y eso lo mata.
Porque después miraba a Hiro: él también fue un niño defectuoso como Mitsuru; él también estuvo al borde de la poda. Pero la diferencia es que Hiro sí se recuperó. Él sí pudo volver con sus amigos. Él sí pudo superar su propia debilidad, y no solo eso, sino que también se volvió la pareja de una piloto de élite.
Eso enfurece a Mitsuru. Le parece injusto. ¿Por qué él? ¿Por qué a alguien tan desleal como Hiro le ocurren milagros como esos?
No lo entiende, nunca lo hará.
Pero una cosa sí tenía clara: ya no quería ser como él, sino que mejor. Mucho mejor. Lucharía por superarlo en cada aspecto para que jamás lo volviera a ver hacia abajo.
Ya no lo despreciarían. No más.
Ya no lo lastimarán.
Notes:
Siempre he sentido que el cabello es un elemento muy importante en el personaje de Mitsuru. Creo que el largo de su cabello puede actuar como un tipo de metáfora respecto a los años que estuvo odiando a Hiro, lo cual acaba cuando Kokoro lo corta dejándolo tal y como lo tenía de pequeño. Cerró ciclos por decirlo de alguna forma.
Y como en mi ciudad ha estado lloviendo y no he ido a clases, me dediqué a echarle un vistazo al anime y un poco al manga, y vaya que no recordaba muchas cosas. Y bueno, mi fanatismo revivió. Se siente bien volver a tener ganas de escribir.
Atte-June
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La jaula de cristal.
No recuerda bien cómo encontró aquel refugio. Fue una mera casualidad que sus pies exploradores se toparan con el invernadero, pero es un alivio tener un sitio como ese, piensa ella viendo cómo las gotas caen sobre las flores; acaba de aprender que esa especie ocupa una cantidad generosa.
Si algo ha aprendido Kokoro es que todas las plantas requieren de un cuidado especial: algunas piden más agua, otras no tanta. O la iluminación: ciertas flores ameritan menos exposición al sol que otras.
Cada planta necesita ciertas consideraciones para seguir viva, y eso Kokoro lo entiende, tanto así que se ha vuelto una experta en darle a los demás lo que necesitan de ella.
No es muy complicado: si ve que cierta flor está agobiada, ella no va y la ahoga con sus problemas. O si ve que una está muy decaída, trata de iluminarla con su buen humor. Para leer a las personas no existe un manual como el que ella tiene para cuidar del invernadero, pero a lo largo de los años Kokoro ha logrado escribir uno propio. Y le funciona bien. Más de lo que debería.
Pero hay cierta planta que se escapa del alcance de sus reglas y parámetros.
En su pequeño paraíso hay un cactus. No acepta los cuidados normales y se expone a todas las adversidades por separado, aislado en una cúpula de cristal. No es muy llamativo, de hecho, la primera vez que Kokoro entró a la jaula de cristal y le pidió —imploró— a Nana que le dejase estar a cargo de ella, apenas y notó al austero cactus.
Ella lo tiene por alguien huraño y cerrado, además, no sería la primera vez que sus espinas la han lastimado; el otro día intentó hablarle como hace con el resto de las flores, pero él la ignoró con desinterés.
Kokoro todavía tiene esa espina vergonzosamente clavada en la mano.
Es por esto y muchas cosas más que no sabe por qué lo sigue tratando tan bien a pesar de que él no lo quiere ni lo merece. Pero ella sabe que lo seguirá haciendo, porque después de todo, lo trata como ella quisiera la tratasen.
Y a pesar de que ese terco cactus se negara a ser tratado con gentileza, ella dejaría pasar su mala actitud. Porque tal vez un trato rudo y desinteresado no es lo que necesita. Tal vez sean los cuidados de la rosa más delicada lo que lo harán florecer.
Porque quizás, solo quizás, él es una.
Notes:
Este capítulo junto al anterior lo escribí hace algún tiempo, aunque no sé la razón por la que no los había subido. Pero bueno, aquí están.
Kokoro es demasiado complaciente, no me cabe duda. Inclusive algunos la consideran como la madre del grupo o la que cuida a otros, por lo que considero que es alguien bastante acertiva; el tipo de persona que te escucha si estás triste y te da tu espacio si estás enojado... Aunque es raro porque con Misuru hacía lo que quería jajajja.
En fin. Creo que publicaré en estos días algunos de capítulos que escribí recientemente. Notarán que el estilo cambia un poco, aunque luché por conservar el de los primeros capítulos. No sé; para esta serie pensé en usar un ritmo pausado, además de quería explorar otras maneras de narrar.
En fin. Sé que este es un fandom pequeño, pero gracias por leer.
Atte-June
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Él debería estar muerto.
Le duele respirar y la cabeza no deja de palpitarle. Por las noches no deja de escuchar las alarmas de su Franxx y las voces ahogadas al otro lado de la pantalla.
Tampoco deja de verla a ella.
¿Por qué está vivo? ¿Qué clase de broma cruel y sádica le está jugando aquel demonio? Ella drena los cuerpos de sus estambres, parásitos mucho más competentes y experimentados que Mitsuru. Los utiliza hasta que estos terminan siendo unos sacos de carne y hueso, y ella queda satisfecha.
Él escucha su risa en su cabeza.
Es extraño, piensa, el cómo puede seguir sintiendo la presión en su cuello. Sus palmas ardientes apretando su garganta y sus colmillos amenazando con desgarrar su carne. Desde ese incidente se despierta cada noche jadeante, empapado de sudor. Se queda despierto gran parte de las noches vigilando que no entre por la puerta deseando terminar con lo que inició.
«Puedo hacer cualquier cosa».
Lo sintió. De verdad sintió que podía alcanzar el cielo mientras estaba en esa cabina. Ikuno siempre dice que él escucha lo que quiere y Mitsuru, por primera vez desde que la conoció, le da la razón. Fue tan ingenuo de su parte creer que sería capaz de salir ileso de aquella asesina de estambres. Que podría ser como Hiro. Ahora está confinado a la cama mientras él entrena con el resto de sus compañeros. A veces, cuando se queda solo en la mansión de esta forma, tiene miedo de que se lo lleven. Que en vez de una demonio de cabello rosa, en la puerta se aparezca un adulto diciendo que su tiempo como parásito ha terminado; que se ha vuelto inservible otra vez.
Las cortinas a su alrededor lo protegen de sus miedos como un cascarón, pero no del dolor. De repente le sobreviene una oleada de este; nace de sus entrañas y se extiende por su cuerpo hasta llegar a su cabeza, que amenaza con explotarle. Se pliega sobre sí mismo cubriendo sus oídos de las risas imaginarias y aprieta los ojos. Una gota de sudor se desliza por su sien y por alguna razón lo recuerda. Últimamente su rostro se aparece más seguido en sus pensamientos como una triste memoria del pasado: de lo que es Mitsuru y de lo que le sucederá si no alcanza las expectativas.
El torbellino se calma pero permanece en su posición. «Debería estar acostumbrado al dolor a este punto de mi vida», piensa.
Escucha la puerta abrirse y entra en pánico por un breve segundo hasta que le llega la voz de Futoshi anunciándole el almuerzo. Cuando no es él quien le trae la comida, es otro de los chicos.
—Parece que está dormido —dice el chico al ver las cortinas en el mismo sitio desde la mañana.
—Ya veo... Entonces le dejaré esto en su mesa —le responde una segunda voz.
—Kokoro, no creo que sea adecuado regalarle este tipo de cosas.
—¿Por qué? —le pregunta y rápidamente su tono se torna preocupado—. Oh, no. ¿Se ven feas? ¿Están muy marchitas? Puedo ir por otras.
Futoshi niega con vehemencia no queriendo ofenderla. A Mitsuru le empieza a irritar este intercambio: le parece patético el tipo de devoción que su compañero siente por su pareja.
Nadie es tan bueno.
—Sólo digo —empieza nervioso el chico— que tal vez esto no es algo muy varonil.
—Bueno, cuando yo estoy desanimada, las flores suelen ayudarme. Quizás tengan el mismo efecto en Mitsuru —responde con tranquilidad y las coloca en la mesa junto a su cama.
Al final ellos no lo molestan más y se van en silencio. Un rato más tarde, Mitsuru abre los pliegues de tela hacia el exterior y se encuentra una bandeja con comida al lado de unas flores de rojo intenso. Con las pocas fuerzas que le quedan se estira para alcanzar una de ellas: son de un aroma suave y dulce que hace que la molestia se disipe. La coloca contra su nariz y respira hasta llenar sus pulmones de su fragancia.
Como siempre, esto es algo que le funciona.
Las pesadillas no se detendrán por las noches. Despertará empapado de sudor frío y con la sensación de una mano ahorcándolo. Entonces será cuando se encierre tras sus cortinas y tome una de esas flores para calmarse.
Y de vez en cuando una que otra pastilla.
Notes:
Mitsuru, oh, Mitsuru. Te condenaste a ti mismo.
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Ikuno apenas y le habla. Está bien, no la necesita.
De seguro está resentida —pensaba Mitsuru— por la traición que significó intentar cambiarla por Zero Two. Después de todo, una dupla de parásitos no solo son compañeros de batalla: se conectan a un nivel más significativo estando en la cabina. Cuerpo y mente se vuelven uno con tal de operar al magnífico robot.
Pero cuando le preguntó recientemente por el tema, a ella no pareció importarle en absoluto.
No es un secreto que el Escuadrón 13 fue elaborado con prisas, por lo que es normal que escogieran a parásitos recién egresados del jardín para iniciar este descabellado experimento aun si sus números no eran del todo buenos. Pero lo peor del asunto —considera mientras ve al resto de niños jugar en el patio trasero— es que ni él ni Ikuno podían aspirar a un mejor compañero; sus números son igual de mediocres. Pertenecen el uno al otro por más asqueroso que le resulte conectarse con ella: su presencia en su sistema le parece invasiva y ella no le hace fácil amoldarse a su mente. Cada sesión se vuelve una lucha entre quién dominará al otro. Es cansado. Y nadie más parece tener este mismo problema; todos parecen tener una relación armoniosa con su pareja a excepción de ellos.
El patio se vuelve demasiado ruidoso y decide irse. Nadie lo nota. En vez de entrar a la mansión y escapar a la biblioteca, se adentra al bosque pues sabe que la demonio rosa sigue devorando su desayuno. Por nada en el mundo quiere verla. Así que anda hasta que el camino se pierde bajo sus pies y los árboles se vuelven más frondosos. A decir verdad, él no es del tipo aventurero, pero solo quiere encontrar un poco de paz, y en parte, encontrar más de aquellas flores pues las que le regaló su compañera ya se han marchitado.
Y las encuentra.
O algo así.
Se queda petrificado al encontrar aquella cúpula de cristal en medio de la nada, como si de repente alguien hubiese elegido colocarla aleatoriamente ahí. La curiosidad le gana y entra por la puerta: adentro es cálido, como se espera de un invernadero. El corazón del sitio es un árbol retorcido y el resto de plantas y flores se distribuyen en las macetas a su alrededor, conservando un orden y armonía impecables.
Y por supuesto: el aroma.
Mitsuru se rodea del olor de la vegetación y tierra recién mojada. Las latentes palpitaciones en su cabeza amainan y disfruta de ese breve instante de paz.
No parece real, se dice a sí mismo. Por lo que la vuelve su pequeña burbuja alejada de la realidad.
Hasta que ella la explota sin querer una tarde.
No sabía que este paraíso era compartido. De haber sido así, hubiera sido mucho más cuidadoso, procurando que nadie lo siguiera. Pero su mente está demasiado nublada ese día después del entrenamiento; no resultó bien y su cuerpo se siente lánguido. Ni él sabe cómo sigue siendo capaz de caminar.
Entra buscando en las flores el consuelo que ninguna medicina ni persona le ha dado. Siente que está al borde del desmayo y sin embargo logra sacar ese pequeño tubo de pastillas y tragarse algunas. Solo quiere sentirse un poco mejor.
Y entonces ella entra e interrumpe su escena de miseria
—¿Mitsuru?
Un escalofrío le trepa por la columna y la mira ahí, parada junto a la entrada sosteniendo una regadera. Jamás ha visto a una persona abrir los ojos así: llenos de consternación. Redondos y azules como el océano. Guarda las pastillas en su bolsillo de inmediato.
—Estoy bien —responde antes de que lo pregunte. Se recompone y recoge del suelo los pedazos de dignidad que le quedan.
—Pero tu... ¿Estás seguro? ¿Necesitas ir al doctor?
—No le hables a nadie de esto y no te metas en mis asuntos.
Da un paso al frente y ella retrocede dos. Mitsuru no quería la lástima de nadie, mucho menos de alguien como ella que se deja arrastrar por lo que otros dicen. Sería fácil disuadirla de contarle lo que vio al resto si tan solo se lo decía firme y directo.
La dejó con las palabras en la boca y salió de ahí con el pulso acelerado en la garganta.
«Eso la mantendrá alejada», se dijo
Pobre ingenuo.
Notes:
Hola!
No recuerdo la última vez que actualicé. Honestamente me distraje con muchas cosas, y aunque continué escribiendo, dejé este fanfic de lado por un tiempo hasta ayer que quise retomarlo para quitarme mi bloqueo escritor. A pesar de que estos capítulos sean viejos espero que los disfruten :)Esta es la primera interacción de Mitsuru y Kokoro en el Invernadero. Un evento corto pero de alto impacto jajsjaja. Y respecto a los honoríficos: sé que en el idioma original los personajes hacen uso de ellos (y de hecho me gusta mucho cuando lo hacen pues a mi parecer la forma en la que los emplean dice mucho de su personalidad), sin embargo elegí no incluirlos en este trabajo ya que por mucho que lo intente no logro verlos de manera orgánica en mi idioma. Es cuestión de cultura supongo. Pido disculpas si esto representa algún inconveniente u ofensa.
Gracias por leer :)
Atte-June
Chapter Text
Junto a su cama hay una mesita de noche en la que pone manteles bordados, su banda para el cabello o algún jarrón con flores. Miku abre uno de sus cajones para sacar un cepillo y listones de diferentes colores; a ella le gusta peinar el largo cabello de su amiga, y si Kokoro no lo ha cortado es porque disfruta de esto.
Las chicas se han reunido por la noche en la habitación que comparten estas dos, no solo para tener sus conversaciones típicas del día a día, sino para discutir algo más serio.
—No me agrada.
Zero Two.
La líder no oculta su sentir, aunque por ahora la mayoría tiene una variedad de sentimientos hacia ella pues no saben si tenerle miedo, simpatía o respeto. Muchos se inclinan por la primera.
Kokoro hace amago de refutar pero cierra la boca al instante. No quiere juzgar a su nueva compañera tan pronto, pero quizás no es el momento de defender a otros.
—Puede sernos de utilidad al menos —comenta Ikuno, sentada en el piso con una manta sobre sus piernas:— tiene más experiencia que nosotros y es muy poderosa.
—Mató a su compañero y casi le hace lo mismo a Mitsuru —reitera Ichigo—. No necesito más pruebas de que es peligrosa.
La discusión se aviva. Kokoro deja que las demás opinen. A decir verdad, ella también le teme a esta misteriosa pistilo con sangre de klaxosaurio y le levanta muchas dudas, pero decide guardarse todas en aquel cajón que está dentro de sí misma; ese no contiene listones, sino que dudas jamás dichas, y está tan lleno que amenaza con un día ya no cerrar.
Pero hoy no es el caso.
Así que escucha en silencio las preocupaciones de otros hasta que todas se van a dormir excepto ella, que se queda pensando en la chica con cuernos carmesí y en el chico de ojos solitarios. No le dijo a nadie sobre su encuentro en el invernadero, tanto por miedo como por respeto a sus deseos.
No quiere irritarlo, pero no puede evitar preocuparse por su salud. Por lo que sabe, quedó muy afectado tras pilotear con Zero Two. Pero Mitsuru jamás lo diría abiertamente y muchísimo menos admitiría sentirse mal. Él no es de los que aceptan su debilidad a la ligera, eso le quedó claro: él no quiere su ayuda.
Kokoro da vueltas y vueltas en su cama sin hallar su sitio.
Mañana tiene entrenamiento y examenes médicos pues su primera gran misión será pronto en colaboración con el Escuadrón 26. Se le hace un nudo en las tripas de tan solo imaginarse en el campo de batalla, así que en la oscuridad de su habitación abraza su almohada imaginando que es alguien más. Alguien que sí escuche sus preocupaciones.
A la mañana siguiente la Plantación 13 emprende su viaje para realizar este asombroso intercambio.
«Beso».
—Qué nombre tan raro —comenta Zorome viendo a través del domo de cristal, justo en los límites de Mistilteinn donde la ilusión de libertad se pierde.
Kokoro toca la superficie. No ha dormido nada, pero no quería perderse de este suceso como los otros.
—¿Por qué le pondrían tal nombre a algo como esto? —le pregunta Futoshi.
Todo el equipo está viendo con asombro, pero Zero Two parece aburrida, como si hubiese visto cosas muchísimo más interesantes que esto. Kokoro la estudia un poco y la ve como cualquier otra chica de su edad —sin tomar en cuenta los cuernos, por supuesto—. Pero nota cómo se pega al chico de cabello negro y toma su mano con afecto. Los mira curiosa. Es raro ver tales comportamientos entre hombres y mujeres, pero no le parece mal.
Se ve hasta cierto punto reconfortante.
Vuelve el rostro con rapidez antes de que la atrapen espiando, entonces Futoshi le pregunta si no le parece asombroso aquel intercambio de magma para luego hablar de las futuras batallas. Esa sonrisa incorruptible acompañada de un enorme sentido del deber siempre intimidan a Kokoro pues no sabe si será capaz de cumplir las expectativas que tiene en ella como su compañera. Así que para no revelar su terror y cobardía, solo asiente diciendo:
—Todo saldrá bien, Futoshi.
Quiere creerse a sí misma.
Otra cosa que va directo al cajón.
Notes:
Como siempre, Zero Two creando controversia. Y como siempre, Kokoro guardándose lo que opina.
Chapter 10: Hoy no morirán
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Respira con violencia y con el corazón golpeándole las cosillas, amenazando con salirse.
«Mantén la conexión».
Los klaxosaurios dan su grito de guerra y se lanzan hacia ellos. El Escuadrón 13 responde con rapidez y los derrotan uno a uno rompiendo sus núcleos. Hay sangre por todas partes que no corresponde al color humano.
—¿Te sientes bien, Kokoro? Los controles están muy rígidos.
—Estoy bien —le responde a su pareja a través del comunicador. Tiene que enfocarse si no desea estropear todo.
Futoshi es demasiado suave con ella; cada batalla la protege enfocándose mayormente en los objetivos a larga distancia. Si bien estos son los más seguros, no contribuyen mucho al conteo de klaxosaurios eliminados por batalla. Es muy bien sabido que Papa se enfoca en esos números a la hora de recompensar a sus parásitos, incluso algunos rumores dicen que de eso depende quiénes serán admitidos en la ciudad de los adultos cuando su servicio como pilotos haya terminado.
Futoshi está arriesgando su futuro por una cobarde como ella.
La tierra comienza a temblar y se abre una grieta al subsuelo. Una enorme bestia emerge para lanzarse sobre la primera unidad que encuentre: ellos. El estambre pide ayuda mientras dispara su cañón sin acertar. El Escuadrón 26 tienen las manos demasiado llenas como para acudir a su rescate y los enemigos se multiplican con rapidez en el área del Escuadrón 13.
—¡Necesito que te relajes, Kokoro! ¡Podemos hacerlo!
Lo intenta. Deja que él tome el control apartando sus temores, sin embargo es demasiado tarde y el klaxosaurio salta hacia ellos. De repente su coraza de hierro ya no existe y es su propia piel la que recibe cada golpe. La bestia, gigantesca y aterradora, amenaza con devorarla. Ella le cree.
Se escuchan gritos por el comunicador, pero un rugido estruendoso los deja en segundo plano. El fondo de su boca es tan negro, piensa ella para acto seguido ser derrumbada. La cabina interior se agita, y cuando cree que esos colmillos será lo último que vea en vida, se le revela el cielo en ese tono azul tan triste con el que siempre lo ha asociado.
No los eliminan. A su lado, Argentea y Chlorophytum atacan al enemigo hasta destruir su núcleo. El cuerpo cae inherte sobre el suelo, ahora sin vida.
—Levántense —les grita Miku—. Hoy no morirán.
Hoy no.
Notes:
Hola! ¿Cómo están?
Hace meses que no actualizo, más que nada porque no he avanzado con la historia. Tantos proyectos escolares me han traído con la cabeza llena, pero ahora que ya estoy de vacaciones quisiera retomar la escritura y otros de mis hobbys :)
Chapter 11: Las flores están tristes
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La demonio rosa es un monstruo, ahora lo tiene claro.
Mitsuru se pasea inquieto por el invernadero. Luego de la batalla su cabeza había sido una molestia incluso después de tomar su medicamento, pero no era nada que no pudiera soportar. Respira hondo y deja que el aroma de las flores actúen en él, obligándose a enfocarse en otra cosa que no sea su tormento. La conexión con Ikuno fue estable durante la pelea; debe hacer todo lo posible por mantenerla así.
Regresaron a su plantación victoriosos y se reencontraron con el Escuadrón 26. No estaban eufóricos como ellos; después de todo son más experimentados y han librado innumerables peleas. Solo les dedicaron una palabras de enconmio antes de retirarse. El único que miró atrás fue el líder. Sus ojos se prendaron a la chica de traje rojo en una mezcla de rabia y resentimiento latente desde hace años.
La mirada de una víctima a su agresor.
«Por su culpa mi compañera murió».
La noticia no debió sorprenderlos tanto, pues la reputación de asesina que tiene Zero Two la acarreaba desde hace mucho tiempo. Pero si antes Mitsuru y el resto del equipo le temían, ahora estaban completamente aterrados de ella.
Toca su cuello con tiento. Tiene una apariencia hermosa, pero es igual de voraz que una planta carnívora.
Y ahora tiene a Hiro.
«No debe importarme lo que le suceda —se repite—. Es un traidor. Un mentiroso. Alguien como él no merece mi lástima».
Él preferiría morirse antes que admitir que, muy dentro de sí, ese niño le sigue importando.
Sus ojos atrapan la vista de unas flores rojas. Se detiene y se agacha para verlas un poco mejor; son las mismas que tuvo en su habitación. Aquellas ya se había marchitado y desechado hace un tiempo, por lo que fue extrañamente reconfortante verlas así: vivas y brillantes. Es un pensamiento estúpido, pero a él le gusta más verlas así, pues cuando su tallo flaquea y los pétalos pierden su color se ven tristes.
Qué tontería.
Extiende la mano para tocarlas; sus pétalos se ven tan suaves y delicados que teme dañarlos. Duda, y antes de que se pueda decidir, la puerta se abre.
Se había propuesto no volver a cruzársela en el invernadero, por lo que aprovechaba cada oportunidad en la que supiera que estaba lejos de Mistilteinn para venir. Pero esta vez regresó antes de lo esperado.
Se levanta con una excusa preparada en la lengua pero se detiene al verla: ella tampoco esperaba encontrarlo ahí. Sus manos sostienen una regadera, sus ojos derraman lágrimas.
—Mitsuru —lo saludó con una amabilidad demasiado actuada, como si solo se lo hubiera topado por casualidad en un pasillo—. Lo siento, no pensé que estarías aquí.
No pierde el tiempo y se limpia, dejando atrás un desastre húmedo, enrojecido y salado. Se queda consternado observando sus párpados hinchados. Le se seca la boca y genuinamente se queda sin palabras. Nunca ha sido bueno manejando las emociones ajenas y no planea empezar hoy.
—Ah... —consigue decir, tropezando con su lengua. Algo nada propio de él—. Yo solo venía a echar un vistazo. Ya me iba.
Listo. Ya encontró su salida. Y mientras camina hacia ella, nota su rostro enjutado llenándose de vergüenza.
—Gracias por ayudarnos a mi y a Futoshi —le dice antes de que se vaya, con la mirada anclada al piso.
—Habría sido malo perder la unidad en una misión como esa —responde con sequedad—. Sólo hacía mi trabajo.
Tampoco es bueno recibiendo elogios. Sin embargo, se da cuenta de su error cuando la expresión de Kokoro se desmorona dejando una mueca dolida, muy opuesta a la sonrisa amable que siempre luce. Entonces se da cuenta de que hubiera preferido que ella se enfadase con él a que se pusiera a llorar. Así habría podido ser apático y recibir sus reclamos sin inmutarse.
—Mitsuru, ¿puedo hacerte una pregunta? —Sorprendentemente su voz sigue siendo clara. Él no se niega—. ¿Cómo lo haces?
—¿Qué?
—¿Cómo es que tu... —Por fin, alza la mirada. Sus orbes del color del océano se detienen en los suyos y Mitsuru solo piensa en correr— puedes ir a la batalla sin dudar? ¿No tienes miedo?
Parpedea, no una, sino dos veces antes de entender a lo que se refería.
—Estamos hechos para eso.
Le responde como si aquello fuera algo obvio, un factor irrefutable que automáticamente regía sus existencias. Aun así, tal y como Mitsuru no entiende la pregunta, Kokoro no entiende la respuesta. O por el contrario, la entiende muy bien, pues sus ojos caen de nuevo a las macetas con la línea de su boca tensándose.
—Ya veo.
Sin agregar nada más, él sale por la puerta, no sin antes echar un último vistazo sobre su hombro. Aquellos océanos volvían a llenarse de agua. Ya es muy tarde para retractarse.
Sin duda las flores se ven mejor cuando no están tristes.
Notes:
Siento que algo importante en la dinámica de Mitsuru y Kokoro es que ambos se vuelven el confidente del otro; la persona a la que le pueden expresar sus más profundas inquietudes. Claro, aquí Mitsuru no está dispuesto a dar apoyo, pero ese es todo el punto del personaje: sus murallas se van derribando una por una hasta quedar completamente expuesto a Kokoro, y eso ya no le asustará.
Natureflowers01 on Chapter 3 Fri 28 Feb 2025 11:35AM UTC
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JuneOnDecember on Chapter 3 Sat 01 Mar 2025 04:41AM UTC
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Natureflowers01 on Chapter 3 Thu 06 Mar 2025 03:09AM UTC
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SZBT_CODE_3255 on Chapter 7 Tue 25 Mar 2025 05:05PM UTC
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JuneOnDecember on Chapter 7 Wed 26 Mar 2025 06:27AM UTC
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