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El ultimo señor dragón.

Chapter 25: Gracias♡

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Desde aquel 4 de abril de 2025, cuando comencé a compartir esta historia, cada viernes nos hemos encontrado para descubrir juntos un mundo de magia, traiciones, amor y destino. Hoy, 9 de agosto de 2025 cierro este ciclo con el corazón lleno de gratitud.

Hemos visto a Merlin Emrys crecer más allá de lo imaginable. No solo como el Emrys que maneja la magia ancestral y como señor Dragón, sino como un ser profundamente humano y complejo: un joven que aprendió a amar con intensidad, a caer en la oscuridad, a levantarse con valentía y a sucumbir a un poder tan vasto que en ocasiones parecía consumirlo por completo —él fue la tempestad misma, un torbellino de magia y emociones incontrolables. La magia que corría por sus venas amenazaba con devorar su esencia, con convertirlo en algo que ni siquiera él podría reconocer. Pero en ese abismo, no fue el amor de un rey lo que lo salvó, sino el abrazo inquebrantable de un amigo fiel. Gwaine, con su lealtad feroz y su corazón indomable, se convirtió en la luz que evitó que Merlin se perdiera para siempre en la tormenta. Hemos sentido su miedo profundo y su fuerza inquebrantable, su vulnerabilidad más pura y su heroísmo silencioso. Merlin nos enseñó que la verdadera magia no reside solo en los hechizos o en el poder, sino en la capacidad de confiar, de entregarse al amor, y de encontrar esperanza incluso en las noches más oscuras.

Arthur Pendragon, el príncipe de Camelot, el dragón dormido, fue mucho más que un simple monarca. Fue un hombre que cargó con un peso inmenso y sacrificó años de su vida sin saberlo, dos largos años, en la búsqueda de la legendaria espada en la piedra, una misión que no solo probó su valor, sino también su visión y su fe en un destino mayor. Antes de ese tiempo, tuvo que enfrentar una de las decisiones más dolorosas: matar a su propio padre para liberar Camelot de una sombra que lo consumía desde dentro, un acto terrible que no conocía las consecuencias que tendría para su alma y su reino. Sin embargo, esa acción, aunque cargada de culpa y dolor, fue el preludio de su más grande redención. Frente a la tormenta más oscura, Arthur eligió entregar su reino a la tempestad antes que manchar su alma con la muerte de quien amaba. Esa elección, lejos de mostrar debilidad, reveló una nobleza y fortaleza que van mucho más allá de la espada o la corona. Él nos enseñó que ser rey no es solo gobernar con poder y fuerza, sino también con compasión, misericordia y perdón, incluso cuando el mundo parece exigir dureza y sangre. Su sacrificio fue un acto de amor y esperanza, un faro que ilumina el camino para todos aquellos que entienden que la verdadera grandeza nace del corazón.

Gwaine Pendragon, el tercer hijo sin tierras ni título, siempre parecía destinado a quedar en la sombra de sus hermanos, pero su espíritu indomable no conocía límites. Desde el inicio de esta historia, supe que sería él quien se alzaría con la corona de Camelot, no por derecho de sangre, sino por mérito y corazón. Gwaine es la encarnación de la valentía pura, la lealtad inquebrantable y la fuerza de un alma que no teme desafiar al destino. Con su luz y coraje, abrió caminos donde solo había oscuridad y esperanza donde solo había desesperación. Él nos enseñó que el poder verdadero no se mide por el título o la riqueza, sino por el servicio desinteresado, la justicia sin miedo y esa risa valiente que persiste incluso en los días más oscuros. Gwaine no solo cambió Camelot, cambió el mundo y el corazón de quienes lo rodean.

George Emrys llegó a Camelot buscando venganza, pero encontró el amor, y por eso se llama a sí mismo el “traidor a la sangre”. Siente que traicionó a su familia al entregarse a un amor prohibido: el del tercer hijo del hombre que masacró a toda su sangre por el trono. Un amor que muchos consideraron imposible, incluso una traición imperdonable. Sin embargo, George decidió quedarse, confiar y amar en medio de la tormenta, demostrando que el corazón puede abrir caminos donde la sangre solo conoce la guerra. Su lucha interna, su profundo dolor y su lealtad inquebrantable nos enseñan que las batallas más difíciles no siempre se libran en el campo de batalla, sino en el alma. Nos recuerdan que el perdón, la esperanza y el amor pueden ser más poderosos que la venganza y el odio más profundo.

Morgana Pendragon Druinn, cuya caída estuvo marcada por un precio terrible —la pérdida de un ojo y un brazo— encontró en su búsqueda incansable de la verdad algo mucho más valioso que la fuerza o la magia: una familia. En medio del dolor y la oscuridad, encontró en Ygraine una madre que la aceptó sin condiciones, y en sus tres hermanos un amor tan profundo y feroz que estaba dispuesto a protegerla y levantarse juntos ante cualquier sombra que amenazara su mundo. Morgana nos mostró que, incluso en las pérdidas más devastadoras, la esperanza puede renacer con fuerza, y que la verdadera fortaleza no está en la magia que se tiene, sino en los lazos que elegimos construir y defender con todo el corazón.

Lancelot Du Lac, a pesar de la traición más cruel que pudo sufrir por parte de la mujer que amaba, nunca sucumbió a la sombra de la venganza. Su lealtad, nobleza y amor inquebrantable permanecieron firmes, acompañando a Merlin incluso cuando este parecía más magia que persona, cuando la línea entre lo humano y lo cruel se desdibujaba. Lancelot fue el ejemplo vivo de que el amor verdadero no se quiebra ante la traición, sino que permanece fuerte y constante en la adversidad, un faro que guía y sostiene incluso en las noches más oscuras.

Leon Pendragon, el hermano que partió demasiado pronto, murió defendiendo con cada fibra de su ser a George Emrys, el prometido de su hermano menor. Leon cargó con el peso de un reino que ya estaba roto, tan roto que parecía irreparable, y aun así lo sostuvo con sus manos, incluso cuando él ya no podía más. Y en un mundo que parecía desgarrarse a su alrededor, Leon fue el escudo, la luz en la oscuridad, el alma valiente que se negó a ceder ante la sombra. Su sacrificio no fue en vano: protegió no solo a George, sino también la esperanza de un futuro donde el amor y la lealtad fueran más fuertes que la sangre derramada en batalla. Aunque su voz se silenció, su legado vive en cada latido de quienes siguen luchando por Camelot. Leon fue y siempre será el héroe que amó y murió con valentía, y cuya memoria nos impulsa a no rendirnos nunca.

Cenred Emrys comenzó como un villano en esta historia mal contada, manipulado y usado por Morgause para cumplir oscuros designios. Sin embargo, al descubrir que su hermano y su primo seguían vivos, algo cambió profundamente en él. Abandonó todo deseo de venganza y decidió unirse a ellos, demostrando que incluso en las sombras más profundas puede renacer la luz. Cenred nos enseñó que no estamos definidos por los errores del pasado ni por las heridas que recibimos, sino por las decisiones que tomamos para forjar un nuevo camino. En la primera guerra mágica, cargó con la tragedia de perder a su padre y a su hermana, sacrificándose al final para proteger a Ygraine Pendragon y al refugio subterráneo del ejército de muertos vivientes. Murió como un héroe silencioso, un guardián que eligió la lealtad y la familia por encima del odio. Su historia es un recordatorio poderoso de que la redención es posible, y que la verdadera fuerza está en la unión y el perdón.

Mordred Druinn murió solo y perdido en un bosque, sin saber al principio que su vida ya había terminado. Fue traicionado cruelmente por Morgause, su hermana, y solo mucho después comprendió que Ashkaran, el dios de la muerte, lo había elegido como su sucesor. En la visión de Ashkaran, Mordred es un instrumento necesario para traer una paz absoluta, una paz que muchas veces exige guerra, sangre y a veces extinción. Desde la carne prestada que habitaba, fue testigo de cómo la guerra comenzaba, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos, sin poder intervenir más allá de lo necesario. Su historia es la de un alma desgarrada entre la luz y la oscuridad, una búsqueda desesperada de identidad y poder que lo llevó a cruzar fronteras prohibidas. Mordred nos recuerda que la línea que separa al héroe del villano es tenue, y que las batallas más duras se libran en el silencio del alma, donde a veces el fin justifica los medios en un camino que pocos pueden comprender.

Mithian Baxter, una mujer de voluntad férrea y ambición desmedida, se dejó seducir por el poder y se unió a Morgause al descubrir su plan de traer a los muertos. Sabía que Cenred estaba siendo engañado, pero no le importó; su deseo de poder la llevó a seguir adelante, sin importar el costo. Murió calcinada por el fuego del gran dragón Kilgharrah, consumida por la misma oscuridad que abrazó. Su muerte e historia son un recordatorio de que la ambición sin escrúpulos y la traición solo conducen a la destrucción y la ruina.

Percival Baxter se convirtió en la mano cruel y decidida que llevó la guerra a Camelot. Sus actos, algunos vistos como traición y otros como justicia, reflejaron el tormento de un hombre marcado por la pérdida y el deber. Fue el ejecutor implacable, el guerrero que mató a Leon Pendragon, pero también el hombre que luchó con un peso que pocas almas podrían soportar. Percival nos muestra que en la guerra no hay héroes ni villanos absolutos, sino decisiones difíciles que moldean destinos y marcan corazones para siempre.

Morgause Druinn decidió abrazar el papel de villana porque una profecía le había dicho que ese sería su destino. Sus propios padres le temían por esa profecía, y ella se envenenó a sí misma con ese oscuro destino. Terminó convirtiéndose en aquello que más temía ser: una traidora. Aunque en un principio luchó contra ese destino, finalmente lo abrazó, hasta que comprendió que algunas cosas, por más que se intente, no cambian. Manipuladora y fría, eligió mentir, traicionar y traer el ejército de muertos a Camelot. No dudó en asesinar a sus propios padres y hermano, e intentó hacer lo mismo con Morgana. Morgause tejió sus propios hilos en la historia de Camelot, marcada por una búsqueda de poder teñida de ambición y dolor. Fue una figura cruel y tenía un deseo profundo de pertenencia y venganza. Su historia es una lección sobre la fragilidad del alma cuando el odio consume el corazón, pero también sobre la fuerza que puede surgir cuando la verdad finalmente se revela.

Elyan Cowper, el león que ruge en el silencio, llevó sobre sus hombros el peso de secretos y conspiraciones que lo alejaron cada vez más de la luz. Desde joven, su ambición lo empujó a buscar el poder a cualquier precio, sin importar las heridas que dejaba en el camino ni las alianzas que rompía. Su relación prohibida con Gwen Cowper, su hermana y cómplice en la sombra, fue al mismo tiempo su mayor fortaleza y su más peligrosa perdición, un vínculo que tejió un lazo tan fuerte como venenoso. Elyan encarnó la lucha interna de quien desea dominar no solo un reino, sino también su propio destino, aunque eso signifique perderse a sí mismo en el proceso. Sus decisiones lo arrastraron hacia la oscuridad, donde la traición y la ambición se confunden, y donde la línea entre el amor y el egoísmo se vuelve borrosa. Fue un hombre dividido entre el deseo de poder y los restos de humanidad que aún luchaban por sobrevivir dentro de él. Su historia nos recuerda que los pactos más peligrosos no son los hechos con otros, sino aquellos que sellamos con nuestra propia alma. Que la búsqueda desenfrenada de poder puede consumir lo que más valoramos y que, a veces, el enemigo más temible es el que habita en nuestro interior.

Gwen Cowper, la leona que cegó al venado, fue una mujer envuelta en sombras y fuego, cuyo amor por Elyan marcó tanto su fortaleza como su perdición. Aunque amó con una intensidad que desafiaba toda razón, también usó a Elyan a su conveniencia, tejiendo su propia red de manipulación y poder. Ella es, sin duda, la reina sin corona: una villana que supo manipular con astucia y pasión desde las sombras. Su ambición desmedida y sus decisiones, incluidas la manipulación de Merlin y la conspiración contra la corona, desataron una cadena de eventos que sacudieron los cimientos de Camelot para siempre. Pero cuando perdió casi todo, Gwen decidió abandonar lo poco que le quedaba y unirse a Morgause, no por lealtad, sino por un ansia desesperada de venganza contra el que mato al hombre que amaba. Esta elección la llevó al borde del abismo y finalmente a su muerte a manos de Merlin, un destino trágico pero inevitable. La historia de Gwen es una crónica de cómo la pasión y la ambición pueden devorar incluso a la más feroz de las leonas, y una dolorosa lección sobre el precio que se paga cuando el corazón se convierte en arma y prisión al mismo tiempo.

Ygraine Pendragon, marcada por el peso de una profecía, tomó la desgarradora decisión de abandonar a sus hijos cuando Uther, su esposo, masacró a los Emrys. Convencida por Nimueh Druinn de que ese era el único camino para protegerlos y para que ellos pudieran ser el amor que terminaría con la tempestad, eligió el sacrificio personal por un bien mayor. Durante quince largos años, estuvo separada de sus hijos, un tiempo que le costó más de lo que las palabras pueden expresar. A pesar de la distancia y el silencio, Ygraine dio mucho más de lo que se ve a simple vista. Su abandono no fue de olvido, sino un acto de amor profundo y doloroso, una entrega silenciosa que sostuvo la esperanza de un futuro donde sus hijos pudieran reunirse y sanar las heridas del pasado. Su historia es la de una madre que eligió el sacrificio para dar vida a una promesa, una mujer cuya fortaleza reside en la fe indomable que tuvo en el poder del amor para redimir incluso a la tempestad más oscura.

Gracias, de todo corazón, por haberme acompañado en esta travesía que ha durado meses, semanas llenas de emociones, noches de insomnio y días de inspiración. Gracias por abrir sus corazones y sus almas a estos personajes que vivieron, sufrieron, amaron y lucharon conmigo a cada paso de este camino.

Ha sido un honor inmenso poder contar esta historia, que no es solo mía, sino también de todos ustedes que la hicieron suya, la sintieron como propia, se emocionaron con las victorias y lloraron con las pérdidas. Gracias por permitirme explorar juntos la evolución de Merlin, un alma tan frágil y a la vez tan poderosa; por ver cómo Arthur se convirtió en un rey que eligió el amor y la misericordia sobre la guerra; por acompañar a Gwaine en su ascenso inevitable al trono, como rey que cambiara el mundo; por entender la complejidad de George y su lucha interna, la traición que eligió transformar en esperanza; por acompañar la caída y la redención de Morgana, y por valorar la nobleza silenciosa de Lancelot.

Gracias también por sumergirse en los destinos trágicos y heroicos de Leon y Cenred, por sentir con ellos el peso de la guerra y la esperanza; por comprender las sombras y luces que habitan en personajes como Mithian, Percival, Morgause, Mordred, Elyan y Gwen. Esta historia es un mosaico de vidas entrelazadas y de decisiones difíciles.

Ahora, con el corazón lleno y la mirada puesta en nuevos horizontes, les digo gracias.

Gracias por creer, por acompañar, por soñar conmigo. Espero que esta historia haya dejado en sus almas una chispa que nunca se apague, un recuerdo imborrable de un Camelot que vive en cada uno de nosotros.

Con todo mi cariño y gratitud,
Botkabularia