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A veces el destino juega sucio.
Desde que era un niño, Sergio vivía protegido de las intrigas por poder que rodeaba la corte inglesa.
Le gustaba vivir con su abuela. Paseaba por el campo y sus días se iban en jugar con sus amigos o los huéspedes de la casona familiar donde rentaban algunas habitaciones.
Pero si había algo que le fascinaba, eso eran las historias.
Su abuela le leía una cada noche y por las tardes el pequeño hurgaba en la biblioteca familiar para poder encontrar algo que llenara su imaginación de relatos maravillosos sobre héroes increíbles.
Fue entonces cuando se sintió cautivado por la mitología griega y las grandes aventuras que en esta se relataban.
Cuando leyó por primera vez el rapto de perséfone, jamás pensó que él sería protagonista de una historia similar.
Una que cambiaría su vida para siempre, y también el destino de Inglaterra.

Abril, 1543.
Era un dia maravilloso.
La luz del sol llenaba de calidez los hermosos jardines del Palacio de Hampton Court, siendo algo peculiar en las frías tierras inglesas conocidas por su constantes lluvias y cielos nublados.
Torger Wolff, III duque de Norfolk, camina por los jardines acompañado de su sobrino. Denota confianza en su paso, sabe que es un día importante al estar en medio de las celebraciones por el aniversario número treinta y tres desde la coronación del rey Jos Verstappen.
—Tio, este palacio es enorme —Sergio murmura mientras camina a su lado.
A sus diecinueve años nunca había pisado la corte inglesa al haber sido criado en el campo por su abuela, pero de pronto su tío lo mandó a llamar para invitarlo a los once días de celebración del rey.
Si bien esto parecía una invitación inocente, la realidad es que nada pasaba por casualidad en la corte del lobo.
—¿No te gustaría vivir aquí? —El duque suelta esa pregunta prestando total atención al joven, quiere saber qué tan ambicioso puede llegar a ser su sobrino.
—Me gusta vivir con la abuela —Afirma el pecoso mientras continúan su camino.
La respuesta no decepciona a Torger, por el contrario, sabe que será más fácil lo que está por venir.
Caminan hacia donde se encuentra parte de la corte danzando y riendo, saludando a cada cortesano que ven a su paso y disfrutando para el entretenimiento del rey.
Toman asiento en una de las mesas que rodean a su majestad, quien observa a todos con una expresión algo seria. No era un secreto para nadie su temperamento volátil.
Pero este se había incrementado desde la muerte de su última esposa, a quien ordenó ejecutar bajo el cargo de traición; esto por haber mantenido una relación extramatrimonial con un cortesano, quien tambien se encontro con su destino con el verdugo.
Parecia que nada ni nadie podia llenar la expectativas del monarca, pero encontrarle una nueva esposa era un tema de suma importancia y eso Norfolk lo sabía muy bien.
—Mira con quién está bailando el hijo del conde de Essex —Torger tomó ligeramente de la barbilla a su sobrino y guío su mirada hacia una joven rubia y su acompañante —Por ahí.
El pecoso sonrió al reconocer a su prima.
Lady Doriane Wolff danzaba alegremente junto a Sir Liam Horner, hijo de Christian Horner, I conde de Essex.
Ella era la única hija de su tío y de la esposa de esté, la duquesa Susie. Alegre, bella e inteligente, había recibido una exquisita educación por parte de sus padres, aunque también era bastante desafiante y eso era algo que su padre había notado.
Los Wolff gozaban de una buena posición dentro de la corte, pero parecía que eso no era suficiente. Y las constantes diferencias entre el duque de Norfolk y el conde de Essex se habían incrementado en la búsqueda de ser el favorito del rey.
Es por eso que Torger tenía un plan, uno muy arriesgado.
—Deberías bailar con ella —Insistió el duque de Norfolk.
Pronto el joven pelinegro se levantó de su asiento justo a tiempo para cuando iniciaba una nueva pieza musical.
Se acerca a Doriane, quien sonríe al reconocerlo y no duda en aceptar bailar con él
Liam se aparta mientras lo observa bailar, pero también nota un semblante familiar en aquel joven desconocido.
Por su parte, los primos se ponían al día a la par que danzaban.
—Me alegra mucho poder verte fuera de aquella vida campestre —Lady Doriane sonríe mientras disimula su conversación —Deberías vivir con nosotros, eres el heredero de Norfolk.
Sergio niega con la cabeza.
—No soy el heredero de tu padre, y yo nunca me desposaré, sabes bien la razón detrás de eso —Esto último lo dice casi en un susurro y ambos continúan bailando hasta formar una fila con las demás parejas.
—Padre cree que el rey pueda estar interesado en mí —La joven rápidamente cambia la conversación —Aunque parece que el conde de Essex desea que me despose con su hijo.
—Hablan mucho de ese conde, y estabas bailando con su hijo —Señalo el pecoso mientras continuaban bailando.
Una a una las parejas pasaban frente al rey como parte del baile, y este observaba con atención a las jóvenes doncellas como si estuviera escogiendo entre ellas.
—Es el favorito del rey, lo escucha en todo lo que le dice —Murmura para después poner una linda sonrisa en sus labios cuando es su turno de pasar frente a su majestad —Pero eso pronto cambiará. Yo podría ser reina, favoreciendo nuestra casa y sin perder la cabeza en el proceso.
Sergio comprendió que su prima parecía ser tan ambiciosa como Norfolk. Entendiendo que en la corte todos buscaban su propio beneficio. Incluso si eso ponía sus vidas en riesgo.
Pues no era un secreto para nadie que su majestad buscaba la salida más fácil cuando una de sus reinas perdía su favor al no darle herederos, y se ahorraba cualquier levantamiento por parte de la familia caída que buscará desafiarlo en venganza por lo sucedido.
Es así como resolvió que una decapitación era menos costosa.
El rey Jos observó con detenimiento a la joven Wolff, quien había sido coronada reina de la belleza después de una justa y captó la atención de toda la corte con su personalidad avispada y alegre.
Pero en medio del baile, cuando ella le sonrió, fue otra persona quien opaco por completo a la rubia.
—¿Quién es él? Nunca lo había visto —Preguntó el rey hacia donde estaba su mano derecha, el arzobispo y lord canciller Helmut Marko.
Si había alguien que fuera el favorito de su majestad, ese no podía ser nadie más que Marko.
Hijo de un carnicero, supo abrirse paso en la corte gracias a su ambición y astucia. Su influencia sobre el monarca el tan grande como discreta.
Sabía que debía cuidar bien su posición ante una corte hambrienta de poder y control. Pero también con un rey que en cualquier momento podría quitarle su favor y terminar perdiendo la cabeza.
—Lo investigare para usted, mi señor —El lord canciller observa al joven con suma inquietud, sea quien fuera, se convertiría en un problema.
Y pronto sus dudas se aclararán, notando que era un tema más serio del que creía.

Cuando comienza el banquete, todos los invitados toman asiento y conversan entre ellos, ya sea por el cotilleo del día o sobre las tensiones políticas que se estaban gestando a causa de la falta de un heredero al trono.
Doriane y Sergio platican alegremente sobre sus travesuras cuando eran pequeños y la joven Wolff lo iba a visitar al campo con su abuela.
Sus risas llaman la atención del monarca, quien no ha dejado de observarlos desde hacía un buen rato.
—Dile a Norfolk que venga —Ordenó a uno de sus sirvientes, quien rápidamente se acerca al duque para hacerle saber el deseo de su majestad.
Torger le hace una señal a su hija y su sobrino para que se levanten junto a él.
—No digan nada, solo hablen si él les dirige la palabra —Les advirtió mientras caminaban hacia donde se encontraba el rey.
Ambos asintieron a la par, pero solo uno de los dos estaba temeroso.
Sergio había escuchado diversas historias sobre el rey, sus aventuras y tiranía.
Le tenía miedo, de eso no había duda, pero pronto se encontró con un hombre que le sonrió apenas lo vio.
—Majestad —Torger hace una reverencia a la par que los jóvenes —¿En que le puedo servir?
El rey Jos sonríe al comprobar que no había visto mal.
—Solo quería observar más de cerca —La respuesta del monarca hace a la joven sonreír, completamente ignorante de la situación.
—Una disculpa majestad, pero mis acompañantes deseaban acercarse a usted —Norfolk se hace a un lado —Mi hija Doriane, y mi sobrino, Sergio.
Ambos jóvenes hacen una pequeña reverencia, y es la rubia quien se muestra más animada al presentarse, pero es la timidez del pelinegro lo que llama la atención del rey.
Y se ven interrumpidos antes de poder decir palabra.
—Mi señor, el duque de Richmond —Le avisa uno de sus cortesanos.
El rey busca con la mirada al rubio, alegrandose de su asistencia a la corte a pesar de haberse distanciado hacía unos meses.
Max FitzRoy, I duque de Richmond y Somerset, era el único hijo ilegítimo pero reconocido por el rey Verstappen.
A pesar de ser el único hijo que sobrevivió a la infancia, no se le otorgó el título de príncipe de gales como heredero al trono, ya que había nacido fruto de una relación extra matrimonial de su padre con una de las damas de compañía de la antigua reina, a la que el rey convirtió en su amante, Lady Sophie Kumpen, condesa de Lincolnshire.
Pero era todo lo que su padre siempre quiso en un príncipe al cual heredarle la corona.
Y si bien le hubiera gustado legitimarlo, era muy arriesgado ponerlo en la línea de sucesión cuando el reclamo de la casa Verstappen ya era bastante débil y eso podría brindarle la oportunidad a cualquier pretendiente que creyese tener más derecho a la corona.
—Padre —Dijo el joven rubio acercándose a él para hacer una reverencia.
Jos lo abraza orgulloso, y pronto lo invita a sentarse a su lado.
Fue bastante rápido como Norfolk y compañía perdieron el interés del monarca, algo que no le gusto a Wolff.
Pero más cosas pasaron en esa fracción de segundo cuando los jóvenes se reverenciaban para después marcharse.
Cuando Sergio levantó la cabeza y su mirada se encontró con la de FitzRoy, quien le sonrió al encontrarlo bastante bonito.
Y es que esa cualidad resaltaba mucho al pecoso, pero muy bello, con facciones tan finas que podría pasar por una dama de la corte.
—Majestad —El duque de Norfolk se despide con una reverencia para después marcharse con su familia.
Pasando el banquete no hubo más oportunidad de entablar conversación alguna con el rey.
Pero FitzRoy no dejó de observar al joven pecoso que bailaba con la rubia, aunque muchos asumieron que estaba enfocado en la doncella Wolff.
Torger no estaba nada feliz, sentía que la oportunidad se le escapó de las manos tan rápido como llegó.
—Señor, su majestad solicita su presencia en privado.
Esto no solo le tomó por sorpresa, sino que le regresó las esperanzas que creía perdidas.
Discretamente se dirigió al lugar del encuentro, donde el rey ya se encontraba esperándolo.
—Es igual a ella —Fue lo primero que dijo Jos cuando estuvieron solos —¿Como es eso posible?
—Son casualidades de la vida, majestad —Respondió intentando contener su emoción —Pero ciertamente no hay alguien más que se parezca a Lady Sophie.
El rey se acercó a él peligrosamente.-
—Dime todo lo que sepas de ese sobrino tuyo —No podia con su curiosidad.
Quería resolver el misterio de su parecido, quiza algun familiar lejano del que no tenía conocimiento.
Claro que todavía tenía fresco el recuerdo de la mujer que dijo amar, tal vez porque fue la única que le dio el ansiado hijo varón.
—Créame, eso no es lo único que lo hace tan especial, mi señor —Fueron las palabras que Torger uso para sellar el destino de su sobrino.

Al dia siguiente, ante la nueva información en las manos del rey, un importante reunión se llevó acabado de manera privada con el arzobispo Marko.
—Si esto es real, se deberá hacer una investigación, un examen físico para comprobarlo y también para verificar su virtud —Respondió Marko con la tranquilidad que le caracterizaba.
Pero en el fondo estaba molesto, porque sabía que le jugada de Norfolk había salido a la perfección y no pudo hacer nada para evitarlo.
—Si hay alguien que puede conseguir esto, eres tú —Dijo el rey con una seriedad que puso nervioso al lord canciller —Confío en que lo lograrás.
Sabía que se había ganado su favor al lograr divorciarlo de su primera esposa, una princesa extranjera, aunque casi pierde la cabeza por haberse demorado tanto tiempo.
Y ahora enfrentaba un nuevo reto gracias a sus enemigos en la corte que venderian hasta a su propia familia por un poco de poder.
—Como ordene, majestad —Respondió para después hacer una reverencia antes de marcharse.
Caminaba por el pasillo mientras pensaba en como arreglar ese desastre.
—Maldito Norfolk —Susurró sin que nadie más lo escuchara.
Deseaba, muy en el fondo, que Wolff estuviera mintiendo sobre su sobrino. Pero sería tonto querer engañar al rey de esa manera, porque toda su familia caería en desgracia de ser así.
No podía entender que, después de meses intentando meter a Lady Doriane hasta por los ojos al monarca, este simplemente cambiará de estrategia, arriesgándose con un todo o nada que ponía una daga en su garganta.

Nota: Pues jaja la Yadis se sabe la de andar quieta los fines de semana xd