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Sayuri

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Kisame había sabido a quien elegir como compañero tan pronto escucho las opciones

Uchiha Sayuri.

La princesa sangrienta.

La asesina del clan Uchiha.

La más grande mentirosa...

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Kisame había sabido a quien elegir como compañero tan pronto escucho las opciones

Uchiha Sayuri.

La princesa sangrienta.

La asesina del clan Uchiha.

Era fria, indiferente, pero su pasado era similar al suyo. Ambos habían asesinado a las personas mas cercanas a ellos, tenia curiosidad por ver la clase de persona que era Uchiha Sayuri ¿Ella también buscaba un mundo al cual pertenecer? no podía preguntárselo directamente sin revelar los planes de Madara, pero podía observarla y sacar sus propias conclusiones.

No encontró una asesina rabiosa por sangre, enloquecida por el poder como se rumoraba, era practica y concisa en sus asesinatos, perdonando vidas ajenas a sus misiones.

¿Donde había estado esa compasión cuando asesino a su clan?

Oh, pero la tuvo, había dejado vivir a sus hermanos.

—Eres una buena mentirosa —proclamo abruptamente— pero aun así una mentirosa.

No le sorprendió cuando sus ojos se pintaron carmesí.

—¿Vas hacerme matarte Kisame? —pregunto amenazante.

Rio para la confusión de Sayuri

—No es necesario —sonrió de manera espeluznante— ¿Donde conseguiría una compañera tan hermosa como tu?

Habian convivido tanto que Kisame podía leer sus mini expresiones, y en aquel momento Sayuri le miraba con disgusto.

Solo estaba diciendo una realidad. Sayuri era hermosa con aquellas amplias caderas y estrecha cintura, un busto adecuado que enfatizaba su feminidad, largo cabello negro que brillaba como fina seda, y unos atrayentes ojos azabaches como la mas espesa oscuridad.

Era una pena que su figura se perdiera en el abrigo de Akatsuki ¿O Kisame debería sentirse afortunado de ser de los pocos en ver toda su belleza? Aunque a veces le era gracioso lo pequeña que se miraba a lado de él, era tentador darle un mordisco.

Se preguntaba si era aquel el motivo por el que no la mataba, o revelaba que no era tan lean a Akatsuki como decía serlo... había matado a sus compañeros por menos.

¿Donde estaba el leal Kisame?

Junto a Sayuri las promesas de Madara se volvían un eco lejano.

Estaba hechizado por la pelinegra que sostenía un kunai sobre su garganta a mitad de la noche, con su cuerpo presionando sobre su regazo, y su calidez recorriendo placenteramente el cuerpo de Kisame.

—¿Con quien haz hablado? —cuestiono de forma metódica.

Sonrió al sentir el primer borbotón de sangre.

—Eres realmente encantadora, hime-sama —se mofo.

—Contesta —ordeno ignorando su comentario.

—Cambiaste a todo tu clan por tus hermanos ¿No es así? —pregunto con gozo— es algo inquietantemente atractivo, Sayuri.

Su expresión no cambio, pero gruño al sentir como el kunai se enterraba en su clavícula sin llegar a un punto vital.

—¿Disfrutaste mientras matabas a los bebés? —pregunto curioso— ¿O fue aberrante? estoy seguro que todavía escuchas sus gritos, sus llantos llamando por los padres que ya habias asesinado ¿Tu corazón se rompió en mil pedazos hime-sama? —su manos acariciaron los muslos de Sayuri— ¿Lloras por ellos en las solitarias noche?

—Calla —susurro.

—Esa clase de amor me vuelve loco —confeso apretando sus caderas, acercando su centro a su dura protuberancia— que tan lejos llegaste por tus dos ignorantes hermanos, no he visto nunca algo asi.

—¿Que es lo que quieres, Kisame?

La honestidad de su mirada calentó aun más su sangre.

—¿No es obvio? quiero todo de ti —se relamió los labios— y a cambio tendrás todo de mi.

Para su sorpresa Sayuri comenzó a reir desapasionada, un eco del tormento que se luchaba en su cabeza.

—Dices las cosas más estúpidas —observo monótona.

Kisame le sonrió.

—No escucho una negativa.

—Mi cuerpo a pertenecido a otros desde que tengo memoria ¿Que diferencia es entregártelo? —resoplo— pero no confío en tu palabra.

—Tienes tanto que ganar, un perro fiel que no muerda tu mano y guarde todos tus secretos —Kisame acerco su rostro— es por eso que todavía no me matas, Sayuri.

Siseo al sentir el kunai salir de golpe de su clavícula, con algo indescifrable, Sayuri se acerco y presiono el kunai contra su sien.

—No dudare una segunda vez en matarte si me traicionas —advirtió— Ki-sa-me

Lo que para otros resultaría aterrador, solo excito más a Kisame. Soltó un gruñido placentero al sentir a Sayuri lamer y succionar la herida punzante en su clavícula, con su silenciosa aprobación sus manos recorrieron su cintura hasta asentarse en sus pechos, apretando, moldeando a su gusto mientras Sayuri limpiaba los rastros de sangre.

Sonrió cuando alejo su rostro, contemplado a Kisame desde su ventajosa posición sin quejarse de sus manos todavía en sus senos ¿Y no era eso divertido? su fría mirada tornándose deseosa cuando desgarro su camisa, sus pezones endureciéndose como cerezas de un postre que estaba deseoso por devorar, y su suave gemido al sentir la fricción de su intimidad.

—No te contengas, Hime-sama —suplico— gime y grita cuanto quieras, solo somos tu y yo.

Sayuri jalo de sus hombros en un firme orden de que se acercara, Kisame gustoso devolvió su atención a sus senos, lamiendo y succionando, escuchando como la respiración de Sayuri se aceleraba soltando pequeños gimoteos. Era realmente sensible.

Pero quería más, así que su desocupada mano bajo a su centro, infiltrándose por el elástico de su pantalón y su ropa interior... incluso su vello púbico estaba empapado. Tocando su caliente clitoris hizo movimientos circulares, sintiendo en sus senos como las palpitaciones de su corazón aumentaba y su interior secretaba más jugos.

Ingresando un primer dedo soltó una maldición por lo firme que apretaba su interior, estimularla no iba a ser suficiente. Kisame la empujó hacia atrás, deshaciéndose de su pantalón y ropa interior admiró el cuerpo de Sayuri expuesto sobre la cama, había viejas cicatrices, una marca de una sutura apresurada en su pelvis, estrías por el creciente acelerado de músculos ¿Que tan joven había comenzado su entrenamiento? Muchos padres empezaban mas tarde los entrenamientos de sus hijas para evitar que su piel se rompiera, pero no Sayuri.

—No solo mires —le ordeno.

Kisame le lanzó otra sonrisa sardónica.

Tomo las piernas de Sayuri y las puso sobre sus hombros, atrajo sus caderas hasta su rostro exponiendo ante él por completo sus pliegues, lamió lento y conciso, saboreando la viscosa textura de su centro, llevando su lengua hasta su clitoris. Con un lascivo soplido sintió a Sayuri estremecerse, con gusto regresó su lengua a dar lamidas circulares mezclándola con chupadas a su clitoris. Cuando metió dos dedos en su interior la escucho lanzar un corto grito, Kisame empujó adentro y afuera una y otra vez, estirando sus paredes hasta que logró ingresar un tercer dedo, sus gimoteos solo lo excitaron más.

Sus dedos que antes entraban con facilidad comenzaban a ser succionados, la agitación del cuerpo femenino que degustaba se volvió más evidente, y sin dejarla de devorar, Kisame miró como Sayuri tomaba sus senos y masajeaba sus pezones, trayendo su orgasmo a un violento espasmo que llenó la boca de Kisame de su deliciosa mezcla de sudor y lubricante.

Bajo sus caderas a la cama, sin dejar de sostener sus pantorrillas sobre su hombro, Kisame se acercó a su rostro y abrió con su lengua sus labios, compartiendo el sabor de su reciente liberación. Con su cuerpo doblado y el miembro de Kisame friccionando sobre su vagina, Sayuri gimió de placer mientras era besada profundamente.

Necesitaba más.

Liberando sus piernas, las llevó a las caderas de Kisame, cruzando sus talones sobre su trasero para atraerlo a su palpitante centro.

No era suficiente.

—Ki-sa-me —logró pronunciar entre besos y fricciones.

—¿Impaciente? —se mofó.

—Tu boca es tan poco atractiva —observó molesta.

—Pero gritaste tan lindo mientras devoraba tu coño.

Sayuri ignoró su comentario, priorizando deshacerse de su pantalón, dejando ambos en similar condición de desnudez.

—Ven aquí.

Trajo a Sayuri a su regazo, tomando con una mano su miembro acercó la cabeza a su coño, balaceándolo arriba y abajo sin penetrarla, limitándose a jugar principalmente con el manojo de nervios que la hacían gimotear.

Metió la cabeza y Sayuri exclamó con un grito ahogado, aún estaba muy apretada, pero no por mucho. Limitándose a meter y sacar la cabeza de su pene con sensual lentitud, ahogó una maldición cuando sintió besos sobre las branquias de sus brazos, demostrando la extraña criatura que era Uchiha Sayuri, ninguna pareja previa se había sentido cómodo tocándolo sus branquias. ¿Acaso no era una delicia? Le fue imposible solo seguir con la cabeza, y en una estocada se insertó profundamente. Sayuri sollozó con placer delirante, Kisame tomó sus glúteos y los apretó, eran tersos y firmes. Saco su miembro hasta la mitad antes de volver a enterrarse en ella, una y otra vez mientras los gemidos de Sayuri inundaban cada vez más sus sentidos. El placer pareció eterno hasta que levantó su mano y sin pensarlo mucho azoto su trasero, algo irrazonable se apoderó de Sayuri y más violentamente que cuando devoró su coño, una cadena de espasmos apretó y succionó su pene a su interior, llevando ambos al clímax.

Kisame se permitió un corto descanso antes de tomar a una aletargada Sayuri e inclinarla sobre su estómago. Penetró profundo desde atrás y su exquisita pareja gimió fuertemente. Con el trasero al aire fue tan fácil seguir azotandola, ambas mejillas no tardaron en ponerse rojas, pero las exclamaciones de Sayuri solo alentaban más a Kisame mientras la cogia duro. Tomando una buena porción de su cabello, jalo de el hasta que su espalda se arqueo, haciendo que su miembro palpitara ante la erotica imagen que pintaba. Al sentir cerca su orgasmo atrajo el cuerpo de Sayuri a su pecho, sostuvo sus senos entre sus manos, y sin dejar de penetrarla lamió su hombro para después morderlo. El dolor mezclado con el placer trajeron a Sayuri a su tercer orgasmo, pero Kisame no soltó su mordida hasta que terminó de eyacular por completo.

Sayuri se desplomó delirante y caliente, sollozando por el placer que no se iba del todo, y apretando las piernas en un intento de mantener el caliente semen dentro de ella. No pensaba embarazarse, pero la hacía sentir tan bien tener aquella viscosidad en su interior. Sus manos recorrieron su vientre; y sin importarle la mirada de Kisame, llegó a los rosados pliegues y comenzó a tocarse. Cuando sus dedos se mojaron por completo llevo la mezcla a su boca; continuando sus atenciones con su otra mano, probó la mezcla de sus jugos, el semen de Kisame, y sudor de ambos, encontrando el sabor extraño pero placentero.

—Maldita descarada –exclamó Kisame— me pones tan duro.

Jalo sus piernas, poniendo una sobre su hombro y otra sobre su cadera, Sayuri tomo su pene e insertó la cabeza, Kisame con un movimiento volvió a llenarla y coger sus entrañas con tal velocidad que su conciencia se nublo. Grito al llegar a su orgasmo, pero Kisame no paro y entre sonidos húmedos siguió cogiéndola hasta un segundo orgasmo.

—N-no puedo —protestó Sayuri mientras continuaba penetrándola.

—Solo un poco más Hime-sama ugh —suplicó Kisame.

Y aunque no fue un tercer orgasmo, Sayuri gimió de placer al ser llenada de su cálido semen, tanto que aunque Kisame salió de su vagina todavía tiro más de su semilla sobre el vientre de Sayuri.

No dijeron nada más, pero la aceptación de ambos fue clara cuando Kisame la abrazó y Sayuri lo permitió.

Sayuri se cuestionó si no debió odiarlo, pero en realidad era lo más viva que se había sentido en mucho tiempo, sus planes no cambiarían, pero quería permitirse este pequeño egoísmo. En un gesto extraño incluso para sí misma, se acurrucó contra el pecho de Kisame.

Sus misiones continuaron con normalidad, era en las noches donde parecían vivir en un mundo paralelo, lleno de deseo y complacencia.

Pero aquello no duro.

Sayuri reconoció como el primer símbolo de cambio cuando Kisame le dio un paquete sin explicaciones, fingiendo beber su té mientras aguardaba expectante su reacción. De entre las muchas cosas que espero, ciertamente ninguna fue un kimono de seda negra con bordados de flores carmesí.

—¿De donde lo robaste? —pregunto.

—¿Te gusta?

—Hm.

—Esa no es una respuesta, Hime-sama.

Sayuri se quito su vestimenta hasta quedar en ropa interior, Kisame con mirada hambrienta solo observo mientras el kimono se deslizaba por sus brazos y hombros. Sonrío divertido cuando Sayuri se detuvo unos segundos a observar el pequeño símbolo del clan Uchiha en ambas mangas de su kimono.

No necesito derramar lagrimas para decirle a Kisame lo conmovida que estaba por el gesto.

El mundo juntos que habían construido y vivido solo en las noches dio su primer paso a los amaneceres, su afecto ya no se limitaba bajo el cielo estrellado. La pasión carnal se transformo a gestos intimos, besos en la frente de parte de Kisame, abrazos, y anécdotas entre susurros.

Pero eran ninjas renegados, trabajando en una organización buscando capturar a las nueve bestias con cola. Entre Sayuri y él compensaban sus debilidades y se volvían una fuerza colosal, era limitado el numero de veces que habían recibido heridas de gravedad.

Pero debió saber lo fragil que era Sayuri frente a sus hermanos.

La desesperación de Uchiha Sasuke por asestar algún golpe era evidente, pero su hermana estaba por encima de sus habilidades.

—Tan débil como siempre, otouto —observo indiferente.

—¡CHIDORI!

—¡SASUKE! —grito el rubio jinchuriki.

Sayuri esquivo la mayor parte del jutsu, pero una descarga la recorrió mientras tomaba el brazo de Sasuke y lo rompía en dos. Apenas tuvo tiempo de esquivar el tanto que bajaba hacia ella.

—Sayuri —gruño la voz de su otro pequeño hermano

—Itachi —se limito a decir fríamente Sayuri.

—Odio ese rostro tuyo ¿Esa fue la fría indiferencia que vieron mis padres al ser asesinados por ti?—pregunto con ojos llenos de ira — te matare.

Kisame apretó los dientes ¿Acaso esos bastardos sabían algo? Hime-sama era capaz de matar a ambos ¿Como no podían verlo? francamente ver que Sayuri continuaba dejando a sus hermanos asestar golpes lo enfurecía.

—Esta hecho —dijo Kisame al sentir su anillo vibrar— deja de jugar, Hime-sama.

Sayuri asintió imperceptible.

Desvaneció el genjutsu y el enorme sello oculto se revelo a los pies de los ninjas de Konoha, Sasuke e Itachi trataron de hacer un ataque frontal, pero en segundos Sayuri ya habia activado el sello. La tierra crujio y fumarolas se alzaron de las grietas, con un vapor que silbaba con presión contenida

—Amateratsu —invoco.

Una a una las fumarolas comenzaron a explotar con llamas negras, el tiempo suficiente para que Itachi y Sasuke pudieran huir con su equipo.

Sayuri se marcho junto a Kisame.

 

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—Hime-sama ¿Acaso no bastamos para ti?

—Son más de lo que jamás espere —confeso Sayuri.

—Aun asi no vas a parar —observo resignado Kisame.

 

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Fue un verano cuando dos visitantes que hubieran hecho feliz a Sayuri llegaron a su hogar.

—Me sorprende verlos aquí —sonrió Kisame— ¿Vienen a matarme por ayudar a hime-sama? ¿O Konoha quiere arrestar al ultimo miembro de Akatsuki?

—Fingiste tu muerte, pero deliberadamente nos brindaste información ¿Por qué? —demando saber Sasuke.

—No fingí lo demasiado bien si están aquí, mocosos —resoplo molesto.

—Sabemos lo de Sayuri, como ella... —Itachi no pudo terminar.

La sonrisa de Kisame se borro.

—Ah entonces al fin saben lo lejos que llego el amor de su hermana —se mofo— esa desgraciada —maldijo— me pego sus tendencias a proteger Konoha, supongo que es el motivo por el que aun no los mato, y realmente quiero ¿Saben?

—No llames desgraciada a onee-san —protesto Sasuke.

—¿Porque están realmente aquí?

—Estuviste con ella en sus ultimos años —dijo Itachi— al menos por un momento ¿Fue feliz? no puedo soportar la idea de lo sola que debió sentirse, una parte de mi odia lo que hizo, pero habría hecho lo mismo en su lugar —rio con sequedad— fue una buena hermana, y la odie tanto.

Kisame los miro impasible. Amargas lagrimas recorrían a ambos hermanos, pero cualquier lastima por ellos se esfumo en el momento que Sayuri murió.

—Si van a llorar, háganlo en otro jodido...

—¡Oto-chaaaan! —su pequeña luna colisiono contra su pierna— corta mis manzanas en bonitos conejos —demando— estoy jodidamente hambrienta.

—Hime-chan, no repitas las malas palabras de papá —advirtió—¿Y que te dije de interrumpirme? ¿O salir de casa sin permiso?

—¡Pero tengo hambre! —se quejo.

Tomo a su pequeña de tres años en brazos, toda ella era el reflejo de Sayuri, a excepción de las branquias en ambas mejillas que Kisame encontraba terriblemente encantador.

—Come una manzana —respondió.

Sus ojos lo miraron con traición.

—P-pero los quiero en forma de conejoooos —berreo— oto-chan, c-conej-os

Kisame suspiro derrotado.

—Vamos, vamos —palmeo su espalda— no llores, oto-chan va hacer tus conejos.

Estaba tan consentida, a esto estaba reducido Kisame, a un par de lagrimas para ceder a cualquier petición de su hija.

—b-bueno.

—Lo menos que puedes decirme es gracias —fingió molestarse pero su sonrisa lo traiciono.

—C-conejos

Bufo, no pensaba darle ningún agradecimiento hasta que cortara sus conejos... iba a ser una fabulosa negociadora.

—Kisame-san —llamó una voz sin aliento.

No se había olvidado de sus "invitados", pero había esperado que se mantuvieran callados hasta haber llevado a su pequeña de nuevo adentro. Y como siempre curiosa, Aiko dirigió su mirada al par que los miraban atónitos, no había forma de ocultar de quien era hija.

—¿Cómo? —logro preguntar Sasuke.

—Todo un año —respondió Kisame— fue todo lo que me dio, un hermoso año —susurro— dejen de llorar por su hermana, no era una mártir, sabía ser egoísta, se permitió ser feliz por un momento —honestamente estaba harto del drama Uchiha— no era una mujer débil.

Pero sus; suponía, cuñados solo mostraron más remordimiento bajo la mirada de Aiko, después de todo era a su madre a la que habían matado.

—Kisame-san, lo sie…

—No te atrevas —iba a reconsiderar matarlos si se disculpaban—. Aiko —susurró— necesitas hacerle un favor muy especial a Okaa-chan —con cuidado regreso a su pequeña al suelo— ¿Ves a esos dos gusanos de ahí? Son los hermanos de Okaa-chan, no pudo darles un último abrazo antes de morir ¿Puedes ayudar a Okaa-chan?

Su pequeña luna era demasiado pura, si no fuera por los evidentes rasgos de Sayuri y él, se cuestionaría si de verdad era hija de ambos criminales. Aiko no recordaba a Sayuri, no realmente, pero la conocía por las historias de Kisame, y sabia su aspecto gracias a la foto que conservaban en su altar. Aiko amaba a su Okaa-chan.

Así que fue natural para ella correr hacia ambos hermanos Uchiha y tratar de abrazar ambos por las piernas con sus cortos brazos. El primero en derretirse fue Sasuke, que se arrodilló hasta permitirle a Hime-chan abrazarlo por el cuello, pronto Itachi se les unió sin poder evitar derramar lagrimas ¿Y no era una imagen dulce? Casi deseo tener una cámara a la mano.

—Oji-chan no llores —ordeno Aiko— se supone que los abrazos son felices.

Itachi lanzo una risa acuosa.

Si, sin duda Sayuri hubiera sido feliz de ver a esos dos bastardos abrazando a su hija.