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Aquella madrugada, Freddy volvía a Brasil. Horas antes había hablado con la Bratva, diciendo que necesitaba ir por un tema familiar, así que le proporcionaron un avión privado e identificación falsa. Freddy durmió todo el viaje, era un vuelo bastante extenso así que aprovechó para descansar lo que no pudo aquella noche mientras preparaba todo.
Al aterrizar en Brasil, su coche se encontraba en el parking del hangar privado que le habían proporcionado. Dejó su maleta en el maletero y entró al coche. Dentro del coche, apretó el volante. Estaba nervioso. Llevaba años sin ver a su mujer. No sabía si era bien recibido o si aún le recibiría con aquel amor con el que se despidieron. Al llegar a aquella casa, se paró frente a ella. Suspiró fuertemente. No había ningún coche aparcado en el garaje, lo que significaba que Andrea aun no había llegado a casa. Cogió las llaves del bolsillo y entró. Todo estaba tal cual lo dejó hace años. Había polvo, pero el orden que caracterizaba su hogar seguía presente.
Mientras caminaba por la casa, miraba las fotografías que se encontraban colgadas en las paredes. Aquellas fotos de la boda, del nacimiento de Nick, de los pocos cumpleaños que pasaron juntos. No pudo evitar emocionarse, soltando una pequeña lágrima. Se acercó al salón y cogió una foto que estaba en una mesa. En ella, Nick estaba sobre los hombros de Freddy mientras sostenía una paleta de caramelo, ambos lucían felices y llenos de paz. Pero esa paz había acabado, ahora solo habían recuerdos vacíos y adorables en un alma sin vida. Dejó la foto en su sitio y se fué a la cocina. Cogió su botella de whisky, un vaso y se sirvió un trago. Salió a la terraza, dejó el vaso en una mesita y encendió un cigarro mientras miraba como el sol empezaba a ponerse sobre el mar, indicando el atardecer. Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando llegó el coche de Andrea, ni cuando esta se puso detrás de él.
+ Freddy...
Esa voz. Esa maldita voz. Su corazón se aceleró, como cada vez que recordaba los momentos con su mujer. Se volteó y la miró. No pudo evitar soltar otra lágrima. Estaba frente a ella, frente al amor de su vida. Andrea le miraba con cierta preocupación y anhelo. Freddy volvió a girarse, no quería que le viera llorar. Llevaba días abrumado de toda la situación que estaba viviendo, sus emociones se descontrolaban y las voces de su cabeza aparecían. Estaba destrozado por dentro aunque por fuera aparentase lo contrario. Andrea se colocó a su lado. Suspiró y le miró. Freddy volteó su cabeza hacia ella. Andrea acarició la mejilla de Freddy, mirándole con una pequeña sonrisa tierna. Se dejó caer, apoyó su rostro en la mano de aquella mujer que le revolvía el estómago y le hacía sentirse en casa.
+ Cuanto llevas aquí?
– Un rato. Llegué hace un par de horas. Cómo estás?
+ Tirando, ya sabes. - Freddy apartó el rostro y agachó la cabeza, mientras le daba otra calada a su cigarro. - Los negocios fluyen, pero la soledad es difícil.
– Lo sé... Perdón por no haber venido antes. Las cosas se han complicado mucho. - Andrea le miró curiosa.
+ No te preocupes por mi, Freddy. Ya sabes que cuando quiero esconderme... - Freddy le cortó.
– Lo haces perfectamente, lo sé. - Andrea sonrió. - Lo recuerdo siempre.
+ Como estas tú? - Freddy apartó la mirada. - No te veo bien, qué ha pasado?
– Estoy... estoy agotado. Han sido unos meses infernales. Necesitaba... necesitaba verte. Te extrañé mucho, no sabes cuánto. - Agachó la cabeza. - Pero venir aquí es un riesgo para ti y para... Para Nick.
Freddy se separó de la barandilla y cogió su vaso de whisky, tiró la colilla del cigarro y entró a la casa. Andrea quedó paralizada. Tardó unos segundos en reaccionar antes de ir detrás de Freddy.
+ A qué te refieres con que es un riesgo para Nick? - No respondió. - Freddy. - Siguió sin responderle. Se puso frente a él, deteniendo su camino. - ¡FREDDY!
– ¿¡QUE QUIERES!?
+ RESPONDE A MI PREGUNTA. - Freddy le miró. - ¿¡Por qué es un riesgo para Nick!?
– Pues porque los tengo detrás, joder. Me tienen pillado por los huevos de nuevo, ¿¡entiendes!?
Freddy se dejó caer al sofá, apoyando sus brazos en sus piernas. Andrea se acercaba a la ventana, mirando por ella, pero sin mover las cortinas. Ninguno dijo una palabra durante minutos, hasta que rompió el silencio.
– Andrea. - Esta no le miró. - No sé cómo explicártelo... Han contactado conmigo. Están dispuestos a negociar. Pero el precio a pagar es que... - Andrea le miró. - Que se queden con Nick. Que lo sigan entrenando como quieren, que siga bajo su poder. Sin opción a recuperarlo.
Esas palabras cayeron como agua fría en el cuerpo de Andrea. El mundo se le vino abajo. Sus ojos se cristalizaron. Freddy la miró, le destrozaba darle esta noticia y ver su reacción... fue aún más devastador.
+ Dime que esto es una broma. - Dijo mirándole fijamente. Freddy negó con la cabeza, mientras estaba cabizbajo. Andrea comenzó a llorar, girándose a la ventana para que éste no le viese. Para Freddy, escuchar a cualquiera sufrir era un gusto. Pero cuando se trataba de su familia... Se le desgarraba el alma. No podía escucharle destrozada. Sentía que le había fallado. No pudo recuperar a lo que más amaban.
– Hice lo que pude por recuperarlo. Todo lo que me pidieron. Absolutamente todo. Tú más que nadie lo sabes. - Suspiró frustrado. Y se levantó. - Te fallé. No voy a perdonarmelo. Y tampoco pretendo que me perdones por ello.
+ Eres un cobarde... - Freddy la miró. Podía notar la ira que sentía. - ¡COBARDE! ESO ES LO QUE ERES. - Se acercó a Freddy. Le abofeteó. Freddy no puso ninguna queja, sabía que la merecía. - Nunca has hecho nada por mi, ni por él. Dejaste que se lo llevasen. Lo dejaste ir. Y ahora... - Apretó los labios. - Ahora quieren quedarselo. Llevo 2 años sin verlo. Sin verte a ti. Sin ver su pequeño rostro, su cabello cobrizo. Sus preciosos ojos. Está creciendo lejos de casa. - Andrea le miró con decepción. - No me fallaste a mí. Le fallaste a él, como su padre.
Freddy no podía mirarle a la cara. Sentía vergüenza y frustración. Andrea apartó la mirada mientras lágrimas caían sobre su rostro. Habían perdido a su pequeño, y tal vez para siempre.
– Mírame... - Le miró. Freddy se quitó las gafas. Sus ojos estaban cristalizados. Su mirada era triste. Estaba vacía. - Si no acepto... Le van a matar, y luego vendrán a por ti. - Le cogió el rostro. - No quiero que le pase nada. Y no quiero perderte a ti. - Andrea se apartó.
+ A mí ya me perdiste, Freddy. No quiero saber nada de ti. Debería darte vergüenza, venir a la que era nuestro hogar a destruirlo. - Le dio un golpe en el pecho. - Jamás pensé que tú harías esto. No se ni quién eres. Este no es el Freddy del que me enamoré en aquella... - Le dio más golpes en el pecho. - Aquella puta isla. - Se alejó.
– Podrás verlo. Te informarán de él cada que quieras. Se que no soy el padre del año, ni el mejor esposo. Probablemente nunca mereceré ser su padre. Pero no quiero que crezca sin ti. Este es mi ultimo acto de amor para ti. Te amo, Andrea. Todo lo que te dije en aquella carta era real, y lo seguirá siendo. Hasta que una bala me atraviese el pecho y no viva para contarlo.
+ Yo te amo, Freddy. Pero no puedo con esto. No quiero. Solo quiero a mi pequeño. No puedo ni mirarte a los ojos, no despues de esto. ¿Dónde está el hombre que prometió proteger a su familia? ¿Aquel que me prometió que velaría por nosotros, por nuestro futuro, sigue aquí? Ya no sé quién eres. No te reconozco, no eres el hombre del que me enamoré. - Freddy le miró. - Aceptaré tu trato de mierda. Pero en cuanto aceptes, no sabrás de mí. Jamás. - Se acercó a la puerta de casa. Volteó a mirar a Freddy. La ira se notaba en su mirada. - Espero que cada vez que pienses en esto, venga a tu cabeza la imagen de Nick queriendo irse de ese sitio de mierda. Disfruta de tu estancia en Brasil.
Andrea se fue. Freddy se quedó mirando la puerta. Perdió al amor de su vida. Se sentía vacío, quizás roto. Solo sentía dolor, rabia, frustración. "Cobarde... Cobarde... Si, eso eres... Un cobarde". Toro hizo presencia, riéndose de aquellas palabras. Freddy cogió con rabia su vaso de whisky y lo estrelló contra la pared. Gritó. Lloró. Incluso le dio un ataque de pánico, solucionándolo con una bolsa de cocaína. De tal magnitud, quedó inconsciente un par de horas. Al despertar, aún era de noche. Cogió sus cosas, se subió al coche y, sin mirar atrás, volvió al hangar donde su avión le esperaba para volver a Los Santos. En el avión, recibió una llamada.
+ Señor Trucazo, esperamos que haya recibido nuestro informe relacionado con el susodicho.
– Así es.
+ Cuál es su respuesta tras leer las condiciones?
– Solo quiero un requisito.
+ Usted dirá.
– Que mi mujer y yo podamos verlo cuando queramos.
+ Hmmm... - Suspiró. - De acuerdo. Tendrá noticias las próximas semanas y podrá visitar. Pero no hablará con él, no usted. Su mujer si. Un placer, como siempre, hacer negocios con usted.
Colgó. Freddy apretó el móvil. Lo dejó en la mesa y miró por la ventana la enorme ciudad de São Paulo. Aquella ciudad donde dejaba su corazón, y a su gran amor.
