Chapter 1: PRÓLOGO
Chapter Text
Cansado de los abusos por parte de su padre, Toya, con ayuda de su hermana, deciden denunciarlo a las autoridades. A partir de ahí, guiado por una abogada, Toya y Fuyumi luchan por la custodia de sus hermanos. Ese proceso duró cuatro años, cuatro años en los que Toya y sus hermanos tuvieron que mudarse de ciudad para preparar los juicios, dejando todo y a todos atrás.
Ahora, tras conseguir la custodia y tras volver a su casa, la cual ahora le pertenece, Toya debe seguir su vida, afrontando todos los cambios que han pasado en estos cuatro años en los que estuvo fuera.
Por ayuda de Tenko Shimura, amigo de Toya, consigue un trabajo a tiempo parcial en el bar de un amigo de Tenko, el dueño es Jin Bubaigawara, allí no está solo pues, junto a él trabaja Himiko Toga, que al igual que él, será una camarera.
Toya volvió a la ciudad, a habitar la casa donde había pasado su infancia y adolescencia a mediados de agosto, debido a todo el papeleo de la custodia y la escritura de la casa, apenas había podido arreglar nada, encontró ese trabajo de milagro gracias a Tenko.
Hoy es su primer día de trabajo, y Fuyumi está estudiando para recuperar el tiempo perdido y Natsuo entrena con el equipo de futbol todas las tardes, por lo que ninguno puede cuidar de Shoto, y por lo tanto Toya debe llevarlo con él, pues aunque el pequeño tiene diez años y puede quedarse en casa sin preocupaciones, los abusos de Enji le habían dejado ciertas secuelas mentales, por lo que Toya no quiere dejarle solo y menos cuando Fuyumi no puede estar pendiente todo el rato de él.
Por eso ahora Toya y Shoto se encuentran de camino al bar de Jin, cuando el niño dice que tiene sed, Toya echa mano a su mochila y ve que no tiene botella de agua, se le había olvidado con todo el ajetreo. Es entonces cuando divisan a pocos metros una tienda de conveniencia o un Konbini como se les conoce en la zona. Toya le dice a Shoto que entraran a comprar allí una botella de agua.
Y la rítmica melodía al abrir la puerta será un punto de no retorno en la vida de Toya.
Chapter 2: ENCUENTRO INESPERADO
Chapter Text
La puerta automática del establecimiento se abrió, Toya y Shoto entraron en el lugar, el pequeño agarrado de la mano de su hermano mayor miraba a todas partes, y una pequeña musiquita comenzó a sonar en cuanto atravesaron la puerta.
—Ve al mostrador, yo iré a por la botella de agua —le dijo Toya señalando el lugar y mirando como Shoto asentía e iba hacia allí. Toya suspiró y se fue a la zona de refrigeradores, allí, abrió los frigoríficos y sacó una botella de agua fría, y al cerrar la puerta, su mirada fue hacía el mostrador de helados, pensó que a Shoto le gustaría y tenía dinero para comprárselo, así que agarró uno que era una colaboración con su super héroe favorito y se dirigió al mostrador.
Antes de llegar, pudo verse reflejado por un instante en un espejo, se fijó en que su cabello rojo brillaba mas de lo normal, lo que agradeció a Fuyumi por descubrirle esos acondicionadores de cabello.
Toya llegó al mostrador y dejó la botella y el helado en la mesa, miró a Shoto, que como le había mandado esperaba mirando unas figuritas que estaban expuestas en la vitrina. Toya sonrió y tocó la campana para llamar al dependiente.
—Enseguida voy —dijo una voz tras la puerta de lo que parecía ser un almacén. La sangre de Toya se heló al escuchar esa voz, al abrirse la puerta del almacén, un chico de cabello rubio y ojos dorados se disculpó y se acercó al mostrador, pero cuando miró al frente y se topó con la cara de asombro de Toya, sus ojos parecieron salirse de sus órbitas.
—¿To-Toya? —preguntó el rubio casi sin aliento.
Toya, en el momento que oyó su voz tras la puerta supo quien era, por lo que su reacción fue quedarse estático, pero en cuanto lo vio salir y quedarse frente a él, su corazón pareció detenerse y empezar a latir a demasiada velocidad, tanto que se quedó en shook.
—¿Keigo?
Durante unos segundos ninguno de los dos chicos dijo nada, Shoto, desde un lado, apoyando sus manos en el mostrador, miraba la cara de su hermano y la de ese chico rubio al que se le hacía familiar. Algo impaciente, Shoto agarró de la camiseta de Toya y dio un tirón.
—Toya... tengo sed...
En ese momento, el pelirrojo despertó de un sobresalto.
—Ah si... ¿pu-puedes cobrarme esto? —preguntó poniendo una mano en la cabeza de Shoto para hacerle saber que todo iba bien, aunque el pelirrojo se veía claramente alterado. Keigo también reaccionó, aunque un aura de molestia cubría su rostro.
—¿Eso es todo lo que tienes que decirme después de todo este tiempo?
Toya tragó saliva, quizás había sido demasiado directo e insensible.
—Perdona... es que no esperaba encontrarte aquí... volví hace un mes... y bueno...
Keigo endureció la mirada, frunciendo el ceño.
—Aja... después de cuatro años sin verte... llegas hace un mes... —la voz de Keigo estaba cargada de reproche, Toya respiraba nervioso pues no esperaba nada de todo esto.
—Si, bu-bueno... es que...
—Toya... —la voz de Keigo sonaba seria, incluso algo dura —no quiero excusas... ya me da igual todo... pero no sé, esperaba que al volver me llamarías o me darías alguna explicación...—la voz de Keigo ahora sonaba lastimera, con cierto toque de pena o nostalgia —creo que me lo merecía.
—Perdí tu número... lo siento...
Keigo se pasó la mano por la frente, suspiró molesto.
—Muy propio de ti... —dijo con reproche.
—Hola... —Shoto se alzó un poco y miró a Keigo —me llamo Shoto Todoroki.
Keigo lo miró y relajó mucho su expresión.
—Hola, Shoto-kun, cuanto tiempo sin verte... como has crecido.
Shoto se quedó algo confuso, Keigo lo notó y le dedicó una sonrisa, salió de detrás del mostrador y se arrodilló delante de él.
—A lo mejor no te acuerdas, pero hace cuatro años iba mucho a tu casa... —miró a Toya un momento y luego miró a Shoto —era muy amigo de tu hermano.
—Ah... no me acuerdo...
—No te preocupes —le dijo acariciando su cabello, se levantó y agarró la botella de agua y el helado y se los dio al chico —esto te lo regalo yo.
—Keigo... no hace falta, puedo pagar —le dijo poniendo una mano en su hombro, mano que Keigo apartó casi con violencia.
—Es un regalo de mi parte —le dijo a Toya con voz mas seria, y volvió detrás del mostrador, mirando a Shoto con una sonrisa.
—Muchas gracias, Keigo-san.
—Por favor, Shoto-kun, nada de San, puedes llamarme por mi nombre.
—Vale, gracias, Keigo —Shoto le sonrió.
Keigo le devolvió la sonrisa y al mirar a Toya la borró.
—Buenas tardes, vuelva cuando quiera —dijo de forma seca.
Toya se quedó un momento estático procesando todo, su mente estaba bloqueada, se le hacía imposible conectar pensamientos, no entendía nada. Podía comprender la furia de Keigo, esa era la razón por la cual no sabía bien que decir. Cuando lo oyó y lo vio, sintió cierta felicidad de verlo, pero rápidamente una nube de culpa lo cubrió, recordando todo lo que pasó hace cuatro años.
Al volver en sí, se despidió de Keigo y dando la mano a Shoto salieron de allí, Toya pensativo mientras Shoto comía su helado de Spider Man, por otra parte, Keigo miraba a los dos hermanos alejarse por los cristales de la tienda, su expresión dura y fría rápidamente se suavizó y empezó a hiperventilar, teniendo que apoyarse en el mostrador, pues parecía que iba a derrumbarse, aprovechó que no había nadie para agarrar su teléfono y pulsó varios botones.
—Rumi... ha vuelto...
Pocos minutos después, Toya, junto a Shoto llegaron al bar que regentaba el amigo de Tenko. Al entrar, un hombre rubio de unos treinta y algo los recibió.
—Tu debes ser Todoroki —le dijo con una sonrisa y extendiendo su mano —Shimura me avisó. Yo soy Jin Bubaigawara, el jefe.
—Un placer, puedes llamarme Toya... —saludó el pelirrojo mirando el lugar, un establecimiento acogedor, de paredes y suelos de madera, amplio y con bastante aforo, a simple vista parecía un típico pub inglés.
—¿Y este pequeño? —preguntó arrodillándose frente a él.
—Me llamo Shoto Todoroki y tengo diez años.
—Vaya, estás hecho todo un hombretón —Jin le acarició la cabeza y miró a Toya —no quiero parecer estricto, pero esto es un bar, y los niños no pueden entrar. Tenko me avisó de tu situación y por hoy no hay problemas, pero para la próxima, por favor, no lo traigas. No es que no nos importe, pero este lugar no es para niños, espero que lo entiendas.
Toya hizo una reverencia.
—Lo siento, pero mis hermanos no están en casa ahora y no tenía donde dejarlo, lo siento mucho.
—No te preocupes —Jin le dio una fuerte palmada en la espalda —puede quedarse en el almacén, hay una tele y tenemos Netflix.
Toya se enderezó y agarró la mano de Shoto, Jin lo guío al almacén y le dijo que se quedase allí viendo la tele. Shoto asintió y se sentó en un pequeño sofá. Al salir, Toya vio a una chica rubia de mas o menos su edad, al verlo esa chica sonrió y se acercó corriendo.
—Hola, ¿eres el nuevo? yo soy Himiko Toga.
—Hola, si, empiezo hoy a trabajar, yo soy Toya Todoroki.
—Un placer conocerte, Toya-kun.
Era una chica algo mas baja que él, rubia con su pelo anudado en dos pequeños moños, a simple vista parecía una chica amable, y muy risueña.
Tras las presentaciones, Jin se acercó y explicó a Toya su trabajo, simplemente debía servir las mesas y limpiarlas cuando los clientes se fuesen, algo sencillo.
—Muy bien chicos —Jin se puso delante de ellos —empezamos en unos minutos, Toga-chan, si Toya necesita ayuda le guías, ¿Vale?
—Claro, Jin-kun.
—Muy bien, pues buena suerte en tu primer día, Toya.
—Gracias.
Toya ahora estaba mas tranquilo, centrado en el trabajo, el encuentro con Keigo se había opacado un poco, aunque todavía había rastros de esa extraña sensación, notaba su corazón latir rápido al pensar en él, Toya pensó que debía ser algo normal, pues al fin y al cabo hace cuatro años, Keigo y el eran novios.
La tarde pasó mas bien rápido, ese día Toya hacía solo el turno de tarde, pues solo era un trabajo de medio tiempo, lo que le impedía dejar a Shoto en casa, pues Natsuo asistía a los entrenamientos de futbol y Fuyumi estudiaba, y a veces lo hacia fuera de casa, por lo que debía encontrar un lugar donde Shoto se quedase esas horas.
—Toya, buen trabajo en tu primer día.
—Gracias, Jin-san.
Antes de salir e ir a por Shoto al almacén, vio a Toga tomarse algo de beber en la barra, en solo unas horas había congeniado mucho con ella, la sentía como una hermana, por lo que con la incertidumbre de Keigo aun en su mente, fue a pedir una opinión femenina.
—Toga...
—Toya-kun, buen trabajo.
—Gracias... ¿podría consultarte una cosa? —Toya se sentó en un taburete a su lado.
—Claro, ¿Qué pasa?
—Veras, hoy me he reencontrado con una persona que no veía desde hace mas de cuatro años, y ha sido algo incómodo... ¿Qué me recomendarías hacer?
—Wow... que raro... ¿no hablaron en estos cuatro años?
—No... mi teléfono quedó inutilizado y perdí todos mis contactos... —dijo Toya apartando un poco la mirada.
—Ya veo... ¿y no quedaron en hablarse cuando se despidieron?
La cara de Toya palideció ante esas palabras.
—¿Qué pasa? —preguntó Toga asustada.
Toya tardó unos instantes en responder notando la culpa corroerle otra vez, esa culpa que había intentado reprimir estos años por el bien de sus hermanos.
—N-no me despedí.
Toga dio un grito que retumbó en todo el bar.
—¡¿Qué te fuiste cuatro años sin decirle nada a esa persona?!
CONTINUARÁ
Chapter 3: EL PESO DEL SILENCIO
Chapter Text
Tras acabar su jornada en el bar, Toya, junto a Shoto volvían a casa, tomando el mismo camino por donde habían venido. La conversación con Toga le había hecho abrir los ojos, y es que era verdad, hace cuatro años, se fue sin decirle nada a nadie, ni a sus amigos, ni sus profesores, ni siquiera a Keigo, simplemente un día se fue. Toya recordó el dolor de aquel momento, pero Tsutsumi-san, la abogada que llevó todo el juicio contra su padre y la adquisición de la custodia de Shoto y Natsuo les dijo que el pasado de Toya podría traer problemas para solicitar la custodia, por lo que debían dejar todo atrás, y en ese momento, Toya hizo lo que creyó que era correcto, poner a su familia por delante de todo.
Se juró a él mismo que cuando todo estuviese mas calmado lo llamaría y se lo explicaría todo, pero el tiempo pasó y pasó, las llamadas de Keigo llegaban, pero Toya se veía incapaz de enfrentarlo, debía centrarse en la defensa del juicio, hasta que las llamadas empezaron a reducirse hasta que de repente cesaron. Muchas veces tuvo Toya en la mano el teléfono y el número de Keigo pulsado, pero nunca se atrevió a llamar por miedo a la respuesta, por lo que poco a poco se fue olvidando. La mentira que le dijo a Keigo de que había perdido su numero aun le ardía en la garganta.
Al hablar del tema con Toga, Toya buscaba de alguna forma aligerar su carga, pero fue todo lo contrario, durante todo este tiempo Toya cargó con ese peso de abandonar a Keigo de aquella manera, de forma cruel y rastrera y por cobardía no lo enfrentó en su momento. Había tratado de ocultar esos sentimientos de culpa, y parecía que los tenía controlados, pero no pensaba encontrarse con Keigo en este momento. Es mas, no se atrevió a buscarlo cuando regresó a la ciudad.
Toya pensó en volverse a pasar por la tienda donde trabajaba Keigo para disculparse o al menos dar una explicación, y durante unos instantes se llenó de valor para hacerlo, pero a pocos metros de la tienda, pudo ver a una chica corriendo desde la dirección opuesta, Toya la reconoció al instante. Era Usagiyama, la mejor amiga de Keigo hace cuatro años, su piel oscura y su cabello blanco y larguísimo eran inconfundibles. Cuando los ojos de Rumi vieron a Toya se quedó estática, su cara reflejaba un batiburrillo de emociones, pero al que sobresalió fue el desprecio, girando la cara entró en la tienda de Keigo, viendo Toya perdida su oportunidad de hablar con él.
Shoto, al ver que Toya se había detenido lo miró, también pudo ver cierta tristeza en su rostro.
—Toya... ¿estás malo?
Toya suspiró y acarició la cabeza del pequeño.
—No, es solo que estoy cansado...
—Oh... —Shoto miró al frente —mira la tienda de Keigo, ¿podemos ir a ver si me regala otro helado?
—Shoto... mejor no... no está bien abusar de la confianza de la gente... —dijo sintiendo la ironía en su voz.
—Vale... —Shoto agachó la cabeza.
—Pero tranquilo —Toya se arrodilló y le sujetó la cara —en casa tenemos helado de fresa y hoy cenamos soba.
La cara del niño se iluminó y comenzó a saltar, agarró de la mano de Toya y empezó a arrastrarlo.
—Vamos, vamos a casa...
Toya suspiró y con una fina sonrisa se dejó llevar por el pequeño, no sin antes, al pasar frente a la tienda, girar la cabeza, justo para ver como Rumi y Keigo miraban al exterior, cruzando sus tres miradas. Toya sintiéndose pequeño, apartó la vista y se dejó llevar por el niño.
—No parece el mismo... ha cambiado mucho —dijo Rumi al ver como Toya los miraba y rápidamente giraba la cabeza y se iba.
—Si... ya no se tiñe el pelo de negro y se ha quitado todos los piercings que tenía —añadió Keigo que suspiraba.
Rumi lo miró.
—Perdona no haber llegado antes, estaba en casa de mis tíos y son muy pesados.
—No te preocupes, tampoco hacía falta que vinieses —le dijo Keigo mientras preparaba todo para cerrar la tienda.
—Si mi amigo me llama con voz de entierro y me dice que su ex de mierda ha aparecido y que no se ha dignado ni a decirle porque se fue hace cuatro años, pues perdona que me preocupe.
Keigo sonrió.
—Gracias, Rumi.
El encargado llegó y tras checar todo, dio a Keigo el permiso de irse, y así el rubio y la chica de pelo blanco comenzaron a caminar por la calle.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó ella.
—No lo sé, cuando lo vi, por un momento me alegré... pero luego me llené de rabia... era co-como si no me conociese o como si no hubiese pasado nada entre nosotros...
—Maldito Todoroki... en cuanto lo vuelva a ver le pateo el culo.
—No, Rumi... prefiero que se quede todo así, no quiero saber nada mas de él...
La chica pensó.
—¿Y de verdad no te ha explicado nada, ni por que se fue ni nada?
—No... bueno, pude saber por internet y algunos foros que el padre de Toya fue denunciado por malos tratos, pero es lo único que sé... Enji Todoroki tiene mucho poder y a saber si habrá podido opacar esas noticias, o saber si son ciertas o no...
Rumi prestaba atención, muy poca gente conocía la verdad de la familia Todoroki, los maltratos de Enji hacia sus hijos, en especial a Toya y Shoto. Keigo nunca presenció nada, las veces que fue a su casa, y estaba Enji, parecía una buena persona, estricta, pero nunca pensó que podía llegar a eso.
—Bueno, Todoroki, siempre llevaba los brazos vendados y muchas heridas en la cara... —recordó Rumi.
—Si, él decía que era por las peleas, ya sabes como era antes... pero para ese entonces él me dijo que ya no hacia esas cosas, por lo que me asusté mucho y me contó lo que pasaba en su casa, con su padre...
Rumi suspiró muy fuerte.
—Bueno, dejemos de hablar de Todomierdoso ¿te vienes a comer a casa? ... ¿o tienes planes? —dijo con voz coqueta.
Keigo sonrió.
—No, no llega hasta que empiecen las clases... está con su grupo.
—¿Cuánto hace que se fue?
—Un mes.
—Wow... bueno, te vienes a comer o no?
Keigo sonrió.
—Nunca me perdería el pollo a la brasa de Usagiyama-sama —rio Keigo refiriéndose a la madre de Rumi.
En casa de los Todoroki, Shoto irrumpió como un vendaval, corriendo hacia la cocina.
—¡Quiero soba!
Toya se quitó los zapatos y entró en la casa, el ambiente era mucho mejor que antes, desde que volvieron, todo era mejor en esa casa sin la presencia de su padre, se respiraba mejor.
—Toya, ¿se puede saber que le pasa a Shoto? —preguntó Natsuo que estaba en el salón.
—Que tiene hambre...
—Oh... —y tras eso volvió a ver la tele.
Toya avanzó hasta la cocina, donde pudo ver a Shoto agarrado al delantal que portaba Fuyumi.
—Si, Shoto hoy tenemos soba, pero si no tienes paciencia no se hará bien.
Fuyumi acarició la cara del chico y miró a Toya.
—Bienvenido, ¿Qué tal el primer día de trabajo?
—Gracias, bien, es bastante fácil, y los compañeros y el jefe son muy amables.
—Me alegro —Fuyumi parecía contenta.
—Solo hay un problema —dijo Toya sentándose en la mesa —no me dejan llevar a Shoto...
Fuyumi lo miró, con cierta preocupación.
—Vaya... yo lo cuidaría, pero tengo que estudiar entraré en el último año pronto...
—No te preocupes Fuyumi, no quiero causarte problemas, tú eres la mas inteligente de los cuatro, debes estudiar y encontrar un buen trabajo.
—Pero yo no quiero hacer esto a tu costa, tener que buscar trabajos de medio tiempo...
—Fuyumi... este año entraré a la universidad, tranquila, podré con todo.
—¿Y qué haremos con Shoto hasta que acaben las vacaciones?
—No sé, el jefe me ha dado un día libre para buscar algún sitio...
Fuyumi lo miró preocupada.
—El primer día y ya te dan días libres... sí que deben ser comprensivos tus jefes.
—La verdad es que si, tengo que invitar a comer a Shimura un día para agradecerle. Pero bueno, mañana buscaré en los locales a ver si hay cuidadores, lo pagaré con mi sueldo del bar.
—Pero tenemos lo de papá...
—¡¡NO!! —gritó Toya dando un fuerte golpe en la mesa —no pienso tocar ni un puto yen de ese malnacido.
—Esta bien... también podemos recurrir a Tsutsumi-san si nos hace falta...
—Prefiero no depender de nadie si es posible —dijo Toya mas tranquilo.
—Está bien... bueno, pon la mesa, que esto ya está.
—¡¡BIEN, SOBA!!!
Ya de noche, Keigo, que se había quedado, por petición de la madre de Rumi, a pasar la noche en su casa, estaba preparando el futón para dormir, mientras Rumi se tiraba a la cama.
—¿Mañana trabajas? —preguntó la chica.
—Si, todas las tardes.
—¿No te cansas? —preguntó Rumi con voz cansada.
—Claro que sí, pero yo no tengo unos papis que me lo pagan todo... —le dijo con cierto reproche.
—Vale, vale, perdona...
Tras un rato de silencio y una vez ambos estaban acostados en sus respectivos lugares, Rumi habló.
—Keigo... lo he pensado y creo que, aunque no me guste la idea y tu no quieras saber nada, debes hablar con Todoroki, debes cerrar ese círculo.
—Rumi... yo la verdad... no quiero saber nada de él...
—Keigo, sé que estás enfadado, pero creo sinceramente, que tras lo que pasaste cuando él se fue debes aclarar las cosas con él, si no, esa sensación estará ahí siempre, esa incertidumbre que te reconcome, ¿o no quieres saber la razón por la que sufriste tanto?
Keigo miró al techo, por una parte, no quería saber nada, ya lo había superado, o eso pensaba, pero otra parte, lo que vivió con Toya fue muy bonito a su manera, en ese momento, él pensaba que Toya era el amor de su vida, pero de repente se fue.
—No sé, Rumi...
—Mira, tu haz esto, la próxima vez que lo veas, le pides su número de teléfono para que habléis y que lo explique todo, él te lo debe, es lo mínimo que puede hacer.
Tras pensar un poco, Keigo vio que no perdía nada por hacer eso, y al menos Toya le daría una explicación y luego no lo vería mas.
—Está bien.
Rumi chilló de alegría y se tumbó en la cama, para al poco volver a hablar.
—Oye, Keigo, ¿no crees que se parecen?
—¿De qué hablas?
—Ya sabes Toya y...
Keigo le lanzó una almohada a la chica.
—¡Cállate!
CONTINUARÁ
Chapter 4: EL PRECIO DEL PASADO
Chapter Text
Era finales de verano, las clases empezarían en dos semanas, por lo que, durante ese periodo de tiempo, Toya, debido a que Jin no permitía la entrada a los niños debía buscar a alguien que cuidase a Shoto, pues una vez empezasen las clases sería mas fácil. Toya entraría a la universidad por las mañanas, por lo que trabajaría por las tardes, y podía llevar a Shoto a las clases extraescolares, así estaría vigilado y aprovecharía ese tiempo.
Pero debido a lo repentino de todo esto, Toya no sabía que hacer, apenas conocía a nadie, y aunque no desconfiaba de sus vecinos, era cierto que no quería dejar a Shoto con ellos, tampoco le hacía gracia la idea de contratar a una cuidadora, pero confiaba mas en un profesional que en sus vecinos, esos que años atrás hicieron la vista gorda con los abusos de su padre.
La mañana fue insatisfactoria, pues recorrió varios establecimientos buscando carteles donde se ofreciesen servicios de cuidadores de niños, pero no tuvo suerte, hasta que finalmente, caminando sin saber muy bien donde ir, llegó al Konbini donde trabajaba Keigo. Al darse cuenta se quedó estático, por un momento pensó que sería incómodo, y mas tras lo que pasó el día anterior, por lo que en un principio se negó a entrar, aunque nuevamente, Shoto era mas importante que su orgullo o su sentimiento de culpa.
Tomó aire y tras suspirar, entró al lugar, la musiquita de la entrada empezó a sonar cuando la voz de Keigo resonó al final.
—Bienvenido...
Toya tragó saliva, pues era claro que no había visto quien era, había un par de personas comprando, por lo que no sería tan raro, agarró una botella de agua por llevar algo y tener la excusa de acercarse al mostrador sin que pareciese raro, y cuando Keigo lo vio, como el día anterior se quedó petrificado, con los ojos muy abiertos, en su cara estaba reflejada la incomodidad y algo de molestia.
Toya tragó saliva tratando de ignorar la mirada de Keigo, esa mirada que hace unos años lo miraban con brillo y ahora parecían dos bolas de hielo.
—Cóbrame esto, por favor... —dijo con voz suave.
Keigo se le quedó mirando un momento, pensado en lo que habló con Rumi la noche anterior y era verdad que había decidido hablar con él, pero no tenía pensado que fuese tan pronto, no estaba preparado emocionalmente.
Keigo agarró la botella y pasó el escáner.
—Son trescientos cincuenta yenes.
Toya sacó el dinero y lo dejó en la bandeja.
—Gracias, vuelva otro día —dijo Keigo de forma casi robótica.
—Perdona... —el pelirrojo habló con cierto temblor en la voz, Keigo miró a Toya a los ojos —¿tenéis un lugar donde dejan anuncios o algo así?
Keigo se quedó algo atontado por esa pregunta tan rara, pero con calma se repuso.
—Al lado de la comida enlatada.
—Gracias...
Toya se fue hasta el lugar, y mientras otra persona esperaba para pagar, Keigo lo siguió con la mirada y mientras hacía su trabajo observaba sus movimientos.
Toya llegó a una pizarra de corcho, donde había varios carteles y anuncios pegados, en ellos personas ofrecían servicios, de enseñanza privada, clases particulares, limpieza y demás. Toya miró todos buscando alguna cuidadora, pero no parecía haber ninguna. Suspiró, y algo decaído se quedó un momento frente a la pizarra, tratando de hallar alguna solución para el problema de Shoto.
Keigo, que no había perdido ojo de los gestos de Toya, se quedó pensativo, verlo tan decaído le dejó algo preocupado, pues el Toya que el recordaba no era para nada así. Seguía molesto por todo, pero Keigo no podía resistir a ayudar a los demás, un pequeño defecto que tenía el rubio desde muy pequeño.
—Oye...
Toya se sorprendió un poco al oír la voz de Keigo a su espalda.
—Oh... perdona... ya me voy...
—Espera —le dijo deteniéndolo —¿necesitas ayuda o algo?
Toya lo miró, de cierta forma se sentía mal estar frente a él, algo de culpa subía por su cuerpo.
—No... bueno... solo buscaba a una cuidadora para Shoto.
Keigo ladeó la cabeza.
—Oh... ¿ha pasado algo?
—No, es solo que en mi trabajo no me dejan llevarlo, y por las tardes mis hermanos no están para cuidarlo y bueno... estoy en un aprieto...
Keigo lo miró, podía entender la situación, se parecía un poco a cuando él era mas pequeño, sus padres nunca estaban en casa, y a diferencia de Shoto, Keigo no tenía hermanos que lo cuidasen y se preocupasen por él.
—Vaya... —Keigo miró los anuncios —si no hay ninguno ahí entonces no hay.
—No pasa nada... ya buscaré la manera...
Toya se despidió y empezó a irse, Keigo lo miró y empezó a sentir cierta rabia, rabia por sentirse mal por él, después de todo lo que hizo.
—Espera... —Keigo lo agarró del brazo —a lo mejor puedo ayudarte.
<Soy tonto>, pensó el rubio mientras agarraba el brazo de Toya, para soltarlo inmediatamente.
Toya lo miró extrañado.
—Verás, no es gran cosa, pero yo podría quedarme con Shoto aquí, hay un almacén y estaría cómodo, a mi jefe no le importa si traemos a gente... y como parece que nuestros turnos acaban a la misma hora puedes pasar a por él cuando acabes —dijo al recordar cuando Toya regresaba el día anterior.
Toya tragó saliva, ¿Por qué hacía eso por él? No se lo merece.
—No puedo aceptarlo, Keigo... no después de...
Keigo tragó saliva y endureció su rostro.
—No será gratis... yo cuido de tu hermano, pero tú me tienes que dar una buena explicación de porque te fuiste y me dejaste hace cuatro años sin decirme ni una sola palabra, ni responder mis mensajes ni nada.
Toya sabía en el momento que lo vio el día anterior que este momento llegaría, no tenía problema en contarle todo lo que pasó, no era un secreto, pero no había una excusa buena para lo que hizo, fue un bastardo con Keigo, él no se merecía nada de esto, solo fue un cobarde.
—Vale... —Toya aceptó. No sabía si después de la explicación Keigo quería seguir adelante con la oferta, pero al menos se quitaría algo de pesar al contarle lo que pasó.
El rostro de Keigo se relajó un poco, aunque seguía serio.
—Vale... pues salgo a las diez, vamos a algún lugar y me lo cuentas, ¿vale?
Toya tragó saliva, por un momento, vio al Keigo de hace cuatro años, ese chico que a veces era tímido, pero otras era el mas atrevido de todos, gracioso y tan bueno.
—Vale... luego vengo a por ti... te invito a cenar si quieres... aunque no tengo mucho dinero...
Keigo resopló y se le escapó una sonrisita.
—No te preocupes por eso...
Toya, al ver esa sonrisa no pudo evitar sonrojarse, pues antes esas sonrisas eran todas para él.
<¿Por qué te hice eso?>, pensó Toya mirando la sonrisa de Keigo con cierta melancolía.
Tras eso, Toya volvió a casa, ese día, Fuyumi se lo dejó de descanso, por lo que Shoto se quedó con ella, y cuando llegó a casa, les dijo que ya había encontrado quien cuidaría a Shoto.
—Que bien, ¿y quién es? ¿es alguna agencia? —preguntó la chica.
—No... ¿te acuerdas de Keigo?
Fuyumi lo miró.
—¿Tu novio?
—Si... bu-bueno.... lo era antes... —dijo algo nervioso
—¿Qué pasa con él?
Toya le explicó todo, desde que lo volvió a ver el día anterior y que hoy de casualidad había llegado a su tienda y tras hablar un poco se ofreció a cuidar a Shoto.
—Oh... Keigo me gusta —dijo Shoto —me regaló un helado.
—Recuerdo que Takami era un buen chico... entiendo que no sería fácil para ti verlo otra vez... —Fuyumi miró a su hermano —las condiciones de Tsutsumi-san fueron muy drásticas.
—Fue mi culpa, si yo no hubiese hecho todo lo que hice... todo podría haber seguido igual —Toya se sentó algo decaído, Shoto al verlo se acercó y lo abrazó.
—Toya —Fuyumi también se acercó —nadie puede culparte por nada, fue tu forma de revelarte.
—Pero... por culpa de eso hice daño a... mucha gente...
Fuyumi se unió al abrazo.
—Seguro que todo sale bien.
En ese momento, Natsuo llegó encontrándose con esa escena, y sin decir nada él también se unió al abrazo.
—No se que pasa, pero yo también quiero un abrazo.
Toya se río y ahora fue él el que abrazó a sus hermanos.
—Que sepáis que lo sois todo para mí.
—Eso es muy gay de tu parte, Toya —dijo Natsuo a modo de broma.
—Vas a ver lo que es ser muy gay...
Mientras Fuyumi se reía junto a Shoto, Toya comenzó a perseguir a Natsuo por la casa amenazándolo con bajarse el pantalón y enseñarle el pene, mientras Natsuo huía despavorido y gritando "me quieren enseñar un pene, socorro".
Las horas pasaron, y Toya aguardaba a la salida de la tienda, por alguna razón a la hora de vestirse se puso nervioso, por lo que eligió algo simple, pantalón negro y camisa blanca, y unos minutos después de las diez, Keigo apareció por la puerta, sin su uniforme lucía mucho mejor, pensó Toya.
—Hola... —saludó el pelirrojo —buen trabajo...
Keigo lo miró.
—Gracias, supongo... —Keigo sacó el teléfono y pulsó unos botones y lo volvió a guardar —bueno, ¿Dónde vamos?
Toya tragó saliva, realmente no tenía dinero todavía, pues empezó a trabajar el día anterior, tenía algo de dinero que Tsutsumi les había dejado hasta que se solucionasen las condenas de los juicios, y recibiesen la indemnización.
—Donde quieras, ya te dije que yo invito —dijo el pelirrojo suplicando internamente con que Keigo no pidiese ir a algún sitio caro.
Keigo lo miró, podía ser la persona mas rencorosa y malvada del mundo y hacerle ir a un restaurante super caro, pero Keigo no era así, no le gustaba regodearse del sufrimiento ajeno, y Toya ya le dijo que no tenía mucho dinero.
—Bueno, estaría bien pasar por el puesto de yakitori del centro, están muy buenos y no son caros, podemos sentarnos en algún parque o algo, ¿Qué te parece?
—Vale... —Toya se llevó la mano a la nuca, aliviado.
Así los dos comenzaron a caminar en silencio por las calles iluminadas por las farolas, el silencio a ratos era incómodo, pero ninguno de los dos se atrevía decir nada. Aunque ambos recordaban como cuatro años atrás, esos mismos paseos bajo la noche eran de sus momentos mas especiales, alejados de todos, solo ellos dos, se daban la mano y caminaban horas hablando de todo.
Durante ese trayecto, Toya pudo ver como cada poco tiempo, Keigo sacaba su teléfono y miraba ansioso la pantalla, para luego guardarlo. Tras caminar, llegaron a la zona de puestos de comida, allí fueron a los yakitori, Toya pidió para los dos, y una vez abastecidos, caminaron hasta un parque cercano, donde sentados en un banco comenzaron a comer.
Keigo dio el primer bocado al pollo, estaba bueno, miró de reojo a Toya, el cual parecía algo nervioso.
—Perdóname... —dijo Keigo de repente.
<Mierda, ¿Por qué me disculpo yo?, pensó el rubio.
Toya lo miró sorprendido con un trozo de pollo en la boca.
—¿Qué?
Keigo suspiró.
—Eso, que siento haberte hablado de esa manera ayer... estaba enfadado...
Toya se rascó la cabeza.
—Normal... la verdad es que me esperaba que me tirases algo a la cabeza si te volvía a ver... —rio.
Keigo lo miró, no le dijo que se le pasó por la cabeza hacerlo.
—Yo no soy así... sabes que no me gusta llevarme mal con nadie... y bueno... no quiero seguir enfadado contigo... así que, por favor, explícame que pasó hace cuatro años y porque te fuiste...
Toya suspiró, había llegado el momento, quería retrasarlo todo lo posible, pues una vez le contase, era muy posible que Keigo no quisiese saber nada mas de él. A su vez, Keigo, pese a que se había ofrecido a cuidar a Shoto, tras la explicación, la cual usaría de excusa, le diría a Toya que no quería volver a verlo ni saber de él.
CONTINUARÁ
Chapter 5: SOMBRAS DEL PASADO
Chapter Text
Toya miró al frente, con su brocheta de pollo en la mano, mientras Keigo prestaba atención, aunque antes de centrarse en él, volvió a revisar su teléfono de forma rápida.
—Keigo, tú me conociste en mi peor momento —empezó a contar Toya —era un prototipo de delincuente juvenil. Me teñía el pelo de negro, repudiaba el rojo de mi padre, me puse piercings y mas cosas. Tu sabías lo que pasaba en mi casa, mi padre fue cuidadoso de que cada vez que tú ibas no mostrar como era todo.
Keigo lo miró.
—Era sospechoso cuando aparecías con heridas... al principio pensé que era por las peleas, pero... —Keigo bajó la voz.
—Cuando te conté lo que pasaba en mi casa, para mi fue como una liberación, creo que ahí fue cuando realmente empecé a cambiar. Ya no podía soportar mas todo eso, no podía seguir dejando a mi padre hacernos eso a mis hermanos y a mí, en especial a Shoto...
Keigo hizo un intento de recordar, las pocas veces que estuvo en casa de Toya, el ambiente general era tenso, su padre parecía amable, aunque se notaba que no lo soportaba, pero por alguna razón no protestaba su presencia, Enji nunca tuvo una mala palabra contra él.
—Llevarte a mi casa, estar contigo —Toya miró a Keigo —era una forma mas de revelarme contra mi padre, el no aceptaba que su hijo mayor fuese gay, y que incluso llevase a su novio a casa, aunque nunca te lo demostrase, pues debía guardar las apariencias.
Keigo hizo el gesto de llevar su mano al hombro de Toya, pero se retrajo antes de llegar y bajó la cabeza.
—Tu, mi actitud infantil y rebelde era todo para rebelarme contra mi padre, todo lo que hice, las peleas, los daños, todo lo que hice... sé que no es justo culpar del todo a mi padre, pues al final yo hice todo eso por voluntad propia, pero...
—Toya... —Keigo le interrumpió —no tienes que justificar esa parte de ti, nadie sabe como actuar ante un maltrato.
Toya bajó la cabeza, suspiró y procedió a revelar el porqué de su "huida"
—¿Te acuerdas cuando mi padre nos pilló en mi habitación hace cuatro años? —preguntó mirando al cielo.
Keigo se sonrojó un poco, pues era algo difícil de olvidar, el como Toya y él estaban en pleno acto cuando Enji entró en la habitación, sorprendiéndolos.
—Si, me acuerdo.
Cuando te fuiste, mi padre me dio una paliza que casi me mata, me arrancó los piercings de las orejas y las cejas y me rompió un brazo.
Keigo se sorprendió ante esas palabras.
—Dios...
—Bueno, al final no fue para tanto... pero cuando Shoto se interpuso y vi que iba a pegarle y no podía moverme por el dolor... eso si fue lo peor...
Keigo no daba crédito a lo que decía, se tapó la boca de la impresión. Recordó entonces, que tras ese incidente en el que Enji los pilló, no volvió a ver a Toya, lo que le provocó que pensase que había sido culpa suya que Toya desapareciese.
—Tras eso, en el hospital, con Fuyumi decidimos acabar con todo. Una vez nos recuperamos, contactamos con una abogada, le contamos todo y ella nos ayudó con la denuncia. Era una mujer estricta y muy buena en su trabajo, dijo que si queríamos ganar debíamos ir con todo, por lo que yo debía borrar parte de mi pasado para que no influyese en el juicio, pues como pasó en el momento, la defensa de mi padre me atacó diciendo que era un delincuente. De repente, Tsutsumi-san, la abogada, nos hizo trasladarnos a Nueva York, debíamos preparar el juicio, por lo que no pudimos despedirnos de nadie, incluso nos requisó el teléfono, pues cualquier rastro de mi pasado podía ser perjudicial.
Toya tomó aire, viendo como su voz empezaba a temblar.
—En ese momento, la seguridad de mis hermanos era lo primero... no pensé en nada mas. Debíamos alejarnos de él, y ya sabes que mi padre tiene mucho poder, por eso tuvimos que irnos. Al demostrarse los malos tratos, fue fácil retirarle a mi padre la custodia, luego tuvimos que prepararnos mi hermana y yo para asumir la custodia de Natsuo y Shoto, ahí entraba en juego mi pasado, debía dar buena imagen, por lo que deje mi vida atrás y cuatro años después, pudimos ganar el juicio y obtener la custodia de mis hermanos. A parte también obligaron a mi padre a darnos una indemnización por daños, y todos los meses nos debe ingresar mas de trescientos mil yenes, hasta ahora ha obedecido sin falta. No sé donde está ahora mismo, no se ha puesto en contacto, no puede de todas formas, pues tiene una orden de alejamiento.
Toya suspiró, aliviado tras soltar todo eso.
—En definitiva, tuve que dejarlo todo atrás para que al solicitar la custodia de mis hermanos no usasen mi pasado en mi contra. Y al ser todo tan repentino, no pude despedirme ni nada.
Al girar la cabeza, Toya vio que Keigo miraba al suelo, el pelirrojo temblaba un poco, pues nunca había contado eso a nadie, y realmente tampoco era una excusa totalmente válida como para no contactar con Keigo en estos años, pero...
—Keigo...
Sin levantar la cabeza, el rubio se puso de pie.
—Quiero irme...
Toya lo miró abriendo y cerrando los ojos algo confuso, entonces asumió que lo que pasaba era que Keigo, no le había creído o directamente no le perdonaba.
—Vale... te acompañaré a casa... —dijo con pesar.
Así, en silencio, ambos caminaron por las calles, la noche estaba en todo lo alto, las farolas alumbraban el camino con diligencia, hasta que finalmente llegaron a un bloque de apartamentos, no muy lejos de la tienda donde trabajaba Keigo.
—¿Aquí vives?
El rubio no dijo nada, solo asintió y usó su llave para abrir la puerta principal y comenzó a entrar.
—Bu-buenas noches... y lo siento... —Toya se metió las manos a los bolsillos y comenzó a caminar.
—Toya... —la voz de Keigo hizo que el pelirrojo se detuviese y se voltease —no te olvides de que mañana cuidaré de Shoto mientras trabajas... llévalo a la tienda.
—Va-vale... —Toya sonrió y al ver entrar a Keigo él se volteó y caminó despacio hacia su casa sin saber muy bien como tomar todo lo que había pasado esa noche.
Keigo subió las escaleras hasta su apartamento, abrió la puerta y tras entrar y cerrar, se dejó caer apoyando la espalda en la puerta, llevando su mano a su teléfono con urgencia, notando como la ansiedad empezaba a invadirle, con dificultad presionó el marcado rápido dos. Y tras dos pitidos alguien respondió.
—Ru-Rumi... ve... ven... por favor...
Al colgar se acurrucó y abrazó sus rodillas mientras las lágrimas comenzaban a cubrir su cara.
Toya todavía caminaba por la calle, cuando perdido en sus pensamientos, no se fijó en un chico que lo saludaba.
—Todoroki...
Toya pasó sin mirarlo, estaba absorto en sus pensamientos, en Keigo y las lágrimas que vio en el momento que dijo que quería irse.
—¡¡TODOROKI!!
El grito tomó a Toya por sorpresa y tras dar un salto y un grito agudo cayó al suelo.
—¡¿Qué mierda?! —exclamó el pelirrojo y miró tras él.
—Oye, ¿Qué pasa? ¿no saludas a tu compa?
Frente a Toya, un chico de mas o menos su edad, con el cabello azul grisáceo, vestido con ropa negra le tendía la mano.
—No vuelvas a darme un susto así, Shimura.
La risa del peliazul era algo estruendosa, pero agradable.
—Disculpe usted... ¿así me agradeces que te ayudase con el trabajo?
Toya resopló y le dio la espalda.
—Tú me lo dijiste, pero al que aceptaron es a mí.
—Lo que tu digas —Tenko se acercó y le pasó un brazo por el hombro —¿Dónde vas a estas horas? ¿vuelves a las andadas, pichabrava?
—Cállate...sabes que no hago eso desde hace mucho...
—Ah si... cuando te echaste a ese rubito de novio, que rollo... antes de él te follabas a cualquiera que se pusiese delante.
—Menos a ti —replicó Toya.
—Yo soy mucho para que me folle un pichacorta como tú —Tenko sonrió de forma maliciosa pero bromista al mismo tiempo.
—¿Pichacorta? ¿acaso sabes cómo la tengo? —Toya se puso a la defensiva, aunque el tono de broma de la conversación estaba muy presente.
—No me tientes Todoroki, que hace mucho que no hago nada.
Toya rio.
—Ya somos dos.
—Si no fueses mi amigo... —Tenko alzó las dos cejas y le guiñó el ojo.
—Que asco, Shimura... ni lo digas.
Tenko se puso a reír.
—Ahora en serio, ¿Qué haces a estas horas por aquí?
—Estaba con Keigo.
Tenko lo miró y alzó las dos cejas, poniendo una expresión de "¿otra vez?"
—¿Te lo has follado? —soltó de repente.
—¡Que no!, te acabo de decir que no hago nada desde hace mucho...
—Es verdad... ¿entonces?
—Solo hemos hablado —respondió Toya.
Tenko asintió y se rascó la cabeza.
—Si hiciste como conmigo que cuando te fuiste no me dijiste ni una mierda, pues haces bien en hablar con él, raro que no te haya dado una patada en las bolas. Yo lo haría si mi novio me hace eso... —dijo Tenko algo pensativo y escapándosele una leve sonrisita.
—Tu me perdonaste —dijo Toya con voz suave.
—Porque soy tu amigo y aunque te fuiste, no me hablaste en cuatro años y ni siquiera fuiste a verme cuando volviste, que tuve que enterarme que estabas aquí, porque te encontré de casualidad, pues bueno... a lo mejor significa que no te mereces a un amigo como yo.
—Sinceramente creo que no te merezco... ni a ti ni a Keigo ni a nadie...
—Buuuuu.... —Tenko se detuvo —¿Qué ha pasado? ¿ha ido mal la conversación con el rubio?
—Mas o menos —respondió Toya algo desanimado —aunque parece que no ha ido tan mal, mañana lo volveré a ver.
—Algo es algo... —Tenko miró su móvil —es tarde, pero... ¿te vienes a tomarnos unas copitas?
Toya pensó, en casa sabían que llegaría tarde, y aún estaban en vacaciones por lo que por la mañana no tenía nada que hacer.
—Vale, vamos.
—Así se habla —Tenko volvió a pasar el brazo por el hombro de Toya y pusieron rumbo al bar de Jin.
CONTINUARÁ
Chapter 6: ENTRE COPAS Y CONFESIONES
Chapter Text
En el bar de Jin el ambiente era muy diferente a cuando Toya fue a trabajar, pues al ser el turno de tarde el bar estaba mas tranquilo, pero ahora de noche estaba muy animado, había mucha gente bebiendo, un grupo tocaba música rock en un pequeño escenario, y Tenko y Toya estaban en una mesa apartados.
—¿Qué quieres beber? —preguntó Tenko.
—Algo no muy fuerte...
Tenko suspiró.
—Ahora lo traigo.
Toya suspiró, pensaba en Keigo y en que realmente no sabía que conclusión habría sacado de todo lo que le contó, por la mente del pelirrojo también pasaron algunos momentos, donde prácticamente desde que salieron de la tienda, Keigo no había dejado de mirar el teléfono cada pocos minutos.
—Tan poco te importa lo que tenía que decirte... —susurró Toya para sí, sintiéndose algo molesto por aquellos gestos de Keigo.
En ese momento, Tenko apareció con dos jarras bien grandes de cerveza.
—Aquí tienes, lo mas flojo que hay.
Toya agarró su jarra y casi la acaba de un trago.
—Hey, hey, con calma —Tenko lo detuvo —¿Qué te pasa?
—No lo sé... la verdad es que pensaba que hablar con Keigo serviría de algo, pero ahora mismo no lo tengo claro. Creía que al contarle lo que pasó habría algún cambio...
Tenko se rascó sutilmente el cuello y tomó un sorbo de su bebida.
—Por algo me tienes a mí, venga cuéntame y te daré uno de mis famosos consejos.
Toya lo miró y se le escapó una risita.
—La última vez que seguí uno de tus consejos, un gato me arañó la cara.
—Eso fue tu culpa por hacerme caso —rio Tenko y le guiñó un ojo.
Toya y Tenko se echaron a reír, algo que alivió un poco a Toya y lo calmó, dio un sorbo a su jarra y suspiró.
—Hoy le he contado a Keigo lo que pasó y por que me fui sin decirle nada.
—Antes de que sigas —Tenko lo interrumpió —quiero que sepas que tu explicación no satisfará a casi nadie, pues por muy estricta que fuese esa abogada y por muy importante que fuese todo lo que hiciste, no quita que pudiste al menos mandarle un mensaje explicándole la situación. Yo a Keigo no lo conozco, solo lo que he oído de ti, porque cuando lo conociste coincidió con la época en la que estuve fuera del país con mi familia, pero creo saber quien es, porque he ido a comprar alguna vez a la tienda donde trabaja. Aun así, estoy seguro de que si le hubieses explicado todo en su momento, lo hubiese entendido y ahora seguirías teniendo novio.
Toya bajó la cabeza.
—Lo se... fui un imbécil.
—Si, lo fuiste, que sepas que por respeto a ti no he intentado nada con él, porque el chico está bien bueno, no me importaría darle amor —rio Tenko moviendo su pelvis en un gesto obsceno.
—No tiene gracia.
Tenko alzó una ceja, viendo la sombra en la mirada de su amigo, estaba claro que había mas.
—Bueno, bueno... ¿todavía te gusta?
Toya lo miró y tragó saliva.
—¿Qué dices? —dijo apartando la mirada.
—¡¡DIOS MIO!! ¡¡¡TODAVÍA TE GUSTA!! AY DIOS, DESPUÉS DE LO QUE LE HICISTE... sabes que te lo tendrías que trabajar mucho para que se vuelva a fijar en ti, ¿no?
—Cállate...
Tenko vio como el pelirrojo escondía la cara, viendo que pese a las bromas, todo era verdad, ese estúpido de su amigo todavía seguía enamorado de Keigo.
—Ay dios... —Tenko suspiró y movió su silla para sentarse al lado de Toya —¿todavía sientes algo por él?
Toya asintió.
—Pero dudo que tenga otra oportunidad, y menos después de todo, como bien has dicho, perdí mi oportunidad...
—Nunca lo sabrás si no lo intentas...
Toya lo miró muy sorprendido, con los ojos muy abiertos.
—¿Qué dices?... es imposible que Keigo y yo...
—Bueno, han pasado cuatro años, si está herido creo que ya lo habrá superado, a lo mejor volver contigo hace que todo vaya mejor y podéis hacer como si esos cuatro años no hubiesen pasado.
—No le he visto con muchas ganas de estar conmigo, creo que me odia y lo entendería...
—Eso es porque estará nervioso después de tanto tiempo sin verte.
Toya se pasó las manos por la cabeza, frotando su frente, viendo como las palabras de su amigo hacían que brotes de esperanza brotaran dentro de él.
—¿Tú crees?
—Nunca lo sabrás si no lo intentes, y si te rechaza, pues bueno hay muchos chicos por ahí.
—¡Pero si es mi nuevo empleado!
Tenko y Toya miraron al frente para ver a Jin, vestido con un traje de latex negro, los dos se quedaron algo pasmados.
—¿Qué haces así vestido? ¿se te marca todo? —dijo Tenko señalando la entrepierna de Jin.
El rubio puso las manos delante de forma disimulada y siguió hablando.
—Tenko, no mires la mercancía si no te la vas a llevar, y estoy así porque hoy tenemos noche temática —bromeó Jin.
—Eres muy viejo para mi...
—¿Perdona?, solo tengo treinta años, estoy en la flor de la vida.
—Con un tallo pequeño —señalo Tenko otra vez a la entrepierna de Jin.
—Mira —Jin se puso serio, pero con tono de broma —mi tallo le da mil vueltas a tu colita de adolescente.
—Tengo diecinueve años y mi colita te supera a ti y a todos.
Mientras Jin y Tenko discutían a ver quien la tenía mas grande, Toya miraba al vacío con la cara roja y pensando en Keigo.
Lejos de allí, en el pequeño apartamento de Keigo, el rubio procuraba respirar con tranquilidad, mientras Rumi se sentaba frente a él, dándole su espacio para calmarse, pero dándole a entender que estaba allí.
—¿Estás mejor?
—Si, perdona por hacerte venir tan tarde... —se disculpó el rubio.
—No pasa nada, me invitas a dormir, a desayunar, a comer, cenar y punto —le guiñó un ojo la chica.
Tras eso, Keigo emitió una fina sonrisa, y vio su cuerpo mas calmado.
—Bien, ¿me cuentas que ha pasado?... no se habrá atrevido ese indeseable a tocarte, ¿no? —dijo Rumi alzando un puño —porque como sea así, agarro a Todoroki por las bolas y se las arranco.
—No, no ha sido eso...
La chica se relajó y se tumbó en el suelo, esperando la respuesta.
—Pues, tu dirás.
—Toya me ha contado lo que pasó y el por qué se fue sin decirme nada.
Rumi alzó una ceja.
—Mas vale que la respuesta sea verdaderamente buena.
—La verdad es que no... entiendo lo que pasó y el porqué lo hizo, pero no comparto sus métodos... podría haberme avisado o mandado un mensaje o algo...
Rumi se sentó y se acercó a él.
—Cuéntame que pasó.
Keigo la miró, no creía que fuese secreto, pero tampoco sabía si podía compartir con ella esa información.
—Me tienes que prometer no contar nada a nadie.
—Lo juro por Snoopy.
Keigo suspiro con una sonrisa ante las ocurrencias de su amiga.
—Básicamente, denunciaron a su padre por malos tratos, una abogada les dijo que para ganar el juicio y acceder a la custodia de sus hermanos, que era el objetivo, debían borrar el pasado de Toya, ya sabes como era antes...
—Si, un bully de mierda.
—Si... bueno, esa abogada les hizo viajar a nueva York para prepararlo, allí, estuvieron esos cuatro años, Toya se rehabilitó y al hacerlo fue cuando pasó todo, ganaron el juicio contra su padre y obtuvieron la custodia.
—¿Cuatro años para eso? ¿No es excesivo?
Keigo se rascó la cabeza.
—No lo sé... nunca he hecho nada así, no soy tan valiente...
Rumi lo miró con cierta tristeza.
—Tú tienes tantas razones como él, para denunciar a tus padres.
Keigo agachó la cabeza.
—Eso es agua pasada.
La chica suspiró.
—Si eso es todo, la excusa no me parece nada convincente. Por mucho que necesitase borrar su pasado, no impide para nada avisarte o mandarte algún mensaje o llamarte —Rumi hablaba enfadándose con cada palabra que decía —lo siento, Keigo, pero su explicación no me parece válida.
—Lo se... pe-pero... —Keigo de pronto se puso a llorar —pensé durante todo este tiempo que fue por mi culpa, que por que su padre nos pillase en la cama aquel día se había ido, se había enfadado conmigo y me había abandonado...
Rumi se acercó y lo abrazó.
—Te lo dije antes y ahora igual, tu no has tenido culpa de nada.
—Lo se... pero mi cabeza me decía una y otra vez que era mi culpa, y aunque sabía que no lo era, cuando te repites tantas veces algo al final te lo crees, y hoy cuando me ha contado lo que pasó...
—Entiendo... —Rumi le acarició la cabeza —fue como una liberación para ti.
—Si... —sorbió Keigo.
Tras unos minutos, Rumi miró al chico.
—¿Y qué piensas hacer ahora? ¿seguirás viéndolo?
—Le prometí que cuidaría de su hermano mientras trabajaba... no puedo negarme ahora.
—Podrías hacerlo sin problemas —le refutó la chica.
—No me parece justo... Shoto no tiene culpa de nada. Antes de ir a verlo, me dije que tras escuchar su explicación, dijese lo que dijese iba a borrarlo de mi vida, cuidaría de su hermano, pero no hablaría con él... pero... Toya ahora parece diferente a antes... es mas...
Rumi lo miró entrecerrando los ojos.
—Ni se te ocurra...
Keigo alzó las manos haciendo gestos rápidos frente a su cara.
—No, no... no me refiero a eso... creo que podríamos mantener una relación cordial, no me gusta llevarme mal con nadie, ya lo sabes... al final él fue alguien importante para mi...
—No me parece bien, pero bueno...
—Tranquila Rumi, no hay peligro de volver con él... y menos ahora.
Rumi sonrió de forma picara.
—Ji ji... ¿te gusta tu pelirrojo, eh?
Keigo se puso rojo y agachó un poco la cabeza.
—Si, mucho...
Horas después, por la calle, Toya cargaba con un borracho Tenko que con dificultad era arrastrado por el pelirrojo.
—Shimura, la última vez que te hago caso...
—No se...as así, ho..mbre... que ha si..do muy dive..rtido —decía con la voz lenta y tomada por el alcohol.
—A mi no me ha parecido divertido que tu y Jin-san os hayáis sacado la polla para medirla... además él te ha ganado por mucho.
—No me lo recuerdes... maldito Jin, ¿Quién va por ahí con esa anaconda en los pantalones?
Toya rodó los ojos.
—No debiste habérsela agarrado.
—¿Qué? ¿Y dejarle que se burlase de mí?
—No sé, pero... —replicó Toya — mojársela en cerveza y metértela en la boca creo que fue demasiado...
Tenko no dijo nada, pues no recordaba haber hecho eso.
—¿Tenko?
Toya miró al frente al igual que el peliceleste, un chico de cabello morado, y un gran tatuaje que partía de la base de la mandíbula hasta perderse por el cuerpo y bajando por los brazos de color verde con motivos de piel de lagarto se quedó mirando a Toya algo sorprendido.
—Shuichi.... —la voz de Tenko sonó suave —¿Qué haces en mi casa, creía que estabas con tu familia?
—Estamos en la calle, Tenko.
—Ah... si... —Tenko miró a todas partes, completamente borracho y miró a Toya —Oh, Todoroki, ¿Por qué me tienes en brazos? ¿vas a hacerme cosas guarras? —miró al chico de pelo morado —no mires, Shiuchi...
—Por dios... —Toya se acercó al chico del tatuaje de lagarto —¿le conoces?
El chico miró a Toya con cierto recelo.
—Si...
—Menos mal, quédate con él, yo debo irme a casa... —Toya le dio a Tenko y el chico lo agarró, algo sorprendido.
—Oh...
—Llévalo a casa, por favor, está muy borracho —dijo Toya cansado.
—Vale, gracias.
Toya miró a su amigo y a ese chico, Tenko se aferraba a él con cierta dependencia, algo normal en un borracho, pero las mejillas rojas, pese a la oscuridad de noche en la cara de ese chico eran bastante claras.
—Soy Toya Todoroki, un amigo de Shimura —Toya se presentó.
—Yo soy Shuichi Iguchi, pero me llaman Spinner.
Toya sonrió.
—Un placer, Spinner, por favor, llévalo a casa.
Tras despedirse, Toya puso rumbo a su casa mientras, Iguchi llevaba a Tenko a su casa.
—Tenko, me dijiste que esta noche no podíamos vernos...
—Mi amigo necesitaba ayuda... —dijo Tenko.
—Podrías habérmelo dicho...
—En casa te cuento todo —Tenko se erigió un poco y besó la mejilla del chico —y te lo compenso.
Iguchi se puso rojo y aumentó su velocidad para llegar a su destino.
-----------------------
CONTINUARÁ
Chapter 7: ENTRE SOMBRAS DEL PASADO Y LUCES DEL PRESENTE
Chapter Text
Cuando Toya abrió los ojos la mañana siguiente, se vio a sí mismo acostado en el suelo de su habitación, con la misma ropa que llevaba la noche anterior y es que realmente no recordaba mucho. Tras dejar a Tenko con ese chico, se fue a casa y al llegar a la habitación, debió caer dormido en el acto.
Mientras se estiraba, bostezó, y su primer pensamiento lúcido fue de Keigo y de las palabras de Tenko la noche anterior.
<¿Por qué no lo intentas?>
Toya se quedó mirando la pared durante unos segundos, hasta que sacudiendo la cabeza se puso en pie, fue al armario y agarró ropa, y fue directo a la ducha. Al salir, ya más relajado y despejado bajó las escaleras, oyendo voces en la cocina, allí, Natsuo y Shoto parecían estar jugando con algo, solo se llevaban cuatro años de diferencia, pero estaban bastante unidos, como el resto de hermanos, pero era cierto que la relación de Toya y Shoto era especial.
—Buenos días —saludó Fuyumi al ver a su hermano entrar —ahora te traigo el desayuno.
—Gracias, pero puedo yo...
—No es ninguna molestia —Fuyumi sonrió y fue a la cocina.
Toya suspiró y se sentó en la mesa.
—¿Qué hacéis? —preguntó a sus hermanos.
—Shoto me estaba contando que hoy va a pasar la tarde en una tienda.
Toya pensó, recordó que esa tarde debía ir a trabajar y que dejaría a Shoto con Keigo, puesto que Natsuo iba a su entrenamiento de las tardes, y Fuyumi iba a estudiar.
—Si, se quedará con un amigo...
—Con Keigo —dijo Shoto con una sonrisa —me regaló un helado.
—¡Yo también quiero! —replicó Natsuo.
Toya miró a Shoto, se alegraba tanto de la terapia que Tsutsumi les pagó en Nueva York, ayudó mucho a Shoto en especial, que fue el mas perjudicado, aún quedaba alguna secuela, pero hasta el momento podían sortearla.
—¿Entonces con Takami, no? —Fuyumi apareció y dejó delante de Toya una bandeja con un desayuno típico sin pescado.
—Gracias —Toya miró a Fuyumi —si ya te lo comenté el otro día.
Mientras Toya desayunaba, los chicos miraban la tele y Fuyumi leía una revista. Toya miró a su hermana, recordando las palabras de Tenko, no sabía bien que pensar, por lo que, una opinión femenina siempre venía bien.
—Fuyumi.
—¿Sí? —dijo la chica apartando la mirada de la revista.
—Bueno... —Toya miró a todas partes algo nervioso —es sobre Keigo...
Fuyumi lo miró y alzó una ceja.
—¿Qué pasa con él?
—Bueno... sabes que antes... éramos pareja, ¿no?
—Si lo se... menuda se montó cuando papá os pilló.
—Si, si... olvidemos esa parte —Toya siempre supo que Fuyumi era la favorita de su padre y ella le apreciaba, aunque no se quedó atrás a la hora de denunciarlo y luchar por la custodia de sus hermanos —¿qué pensarías si te dijese que quiero volver a acercarme a él?
Fuyumi lo miró con ciertas dudas. Pensó durante un momento y luego miró a su hermano otra vez.
—¿Fue bien la charla con él anoche?
Toya tragó saliva, pues no lo tenía claro.
—Bueno... creo que la explicación no le convenció, pero me dijo que podía llevar a Shoto, así que no lo sé...
Fuyumi lo miró con algo de pena.
—Toya, soy tu hermana y yo sé por todo lo que has pasado, pero sinceramente la excusa que le diste no se sostiene... nunca quise decir nada para no interferir en tu proceso de curación, pero...
Toya agachó la cabeza y suspiró, sabiendo que era verdad, que todo fue por cobardía.
—Lo sé, Fuyumi... sé que no hice bien, tenía miedo... intenté llamarlo muchas veces, pero... no me atrevía...
—Toya, se que todo fue muy repentino y yo se todo lo que hiciste para ayudar a Shoto y Natsuo, se lo que tuviste que rechazar... pero ahora papá ya no está, Shoto está bien y tu has vuelto a ver a Takami... me has preguntado que me parece que quieras volver a acercarte a él, ¿no?
Toya asintió ante su hermana.
—Pienso que si de verdad quieres recuperar tu relación con él debes ser sincero con él, lo que pasó de verdad, que tuviste miedo.
—Pero, Fuyumi...
—Toya, si de verdad quieres que Takami te perdone de verdad, debes ser sincero, dile que quisiste llamarle, pero tenías miedo de su reacción tras irte —Fuyumi tomó su mano —puede que aun así no te perdone, pero tu habrás hecho todo lo que podías y habrás sido sincero con él. Si él decide no perdonarte es cosa suya, tú habrás hecho lo correcto.
—No se... me da algo de miedo... algo dentro de mi dice que no me merezco ese perdón.
Fuyumi vio rastros del antiguo Toya, la terapia que Tsutsumi-san les pagó a todos resultaron bien, pero todavía había cosas que se debían tratar.
—Toya, mira —la chica apretó su mano con dulzura —¿Por qué no tratas primero de retomar la amistad con él? A ti se te da bien hacer amigos, cuéntale lo que pasó y trata de ser su amigo... y luego ya se verá lo que pasa.
Toya miró a su hermana.
—¿Crees que me merezco eso? —dijo Toya algo decaído —por mi cobardía hice daño a mucha gente... Shimura me perdonó, pero Shimura está loco...
—¿Qué te hace pensar que no lo mereces?
—Está claro, Fuyumi, hice daño a Keigo cuando me fui... ayer apenas me miró y vi que no dejaba de mirar su teléfono, tenía ganas de irse y no verme... lo pude sentir, fue muy incómodo...
—¿Has pensado que puede deberse a que no fuiste totalmente sincero con él?
Toya negó.
—Ay, hermanito... —Fuyumi se acercó y lo abrazó —mira, si te cuesta decirle eso, entonces haz lo que te dije, trata de ser su amigo y cuando te sientas cómodo con él, le cuentas todo, ¿vale?
Toya asintió de forma lenta mientras su hermana lo abrazaba.
—¿Toya, estás llorando?
La voz de Shoto hizo que Toya rompiese a llorar y entonces el pequeño se acercó y lo abrazó también.
—No llores... —volvió a decir el niño —si lloras me pongo triste...
Toya se separó de su hermana y agarró al pequeño en brazos para abrazarlo.
—Te prometo que no volveré a llorar.
Shoto sonrió.
—Si alguien te hace llorar, yo le pegaré.
En otra parte de la ciudad, Keigo, que ya se había despedido de Rumi, caminaba por la calle central, debía hacer algunas compras, miraba las tiendas animado, aun pensaba en la conversación con Toya de la noche anterior, y reconoció que su actitud pudo ser algo dura, por lo que esta tarde se disculparía.
En ese momento, un pitido en el teléfono de Keigo lo alertó, lo agarró con urgencia y miró la pantalla. En estado de alerta comenzó a mirar a todas partes, asustado y con temblores sus ojos amarillos se oscurecieron, una sombra de miedo cubría su cara, y sin saber bien que hacer comenzó a correr mirando la pantalla de su teléfono, no tardó en llegar al final de la calle, giró en una esquina y se adentró en otra calle. Al entrar allí, vio un local abierto, y sin dudarlo entró.
Aun estaba alterado por lo que apenas pudo ver donde estaba, miró a través del cristal del escaparate y miró su teléfono, y al ver que la notificación no estaba empezó a calmarse.
—¿Estás bien? —le dijo una voz masculina que le puso una mano en el hombro. Keigo giró y cayó al suelo, asustado y mirando con horror al chico detrás de él —Ah, per-perdona, no quería asustarte...
Keigo al ver al chico se tranquilizó bastante, tomó aire y agarró su mano para levantarse.
—Lo-lo siento...
—Tranquilo... te he visto algo alterado y quería saber si estabas bien.
—Si...
—¡Hey, Spinner, ¿Qué ha sido eso? —dijo otro chico que salió de una puerta.
Keigo miró a la voz, para ver a un chico de pelo azul grisáceo, con una mascarilla y unos guantes negros, que se le quedó mirando con una ceja levantada.
—Tranquilo, Tenko, ha sido culpa mía, he asustado a este chico.
Tenko se acercó y miró a Keigo.
—¿Eres Keigo, no?
El rubio se alarmó, ¿Cómo sabía ese chico su nombre?
—Si... ¿Cómo sabes mi nombre?
—Conozco a Todoroki. Soy su mejor amigo.
Keigo se quedó un momento callado, analizando todo. Estaba en un establecimiento pequeño, y mirándolo bien, pudo ver que era un estudio de tatuajes, el chico que lo asustó llevaba el pelo morado, y un gran tatuaje que le cubría parte del cuello y brazos que simulaba la piel de un lagarto y el otro chico, de pelo azul, delgado y vestido de negro.
—Oh... ¿te ha contado Toya de mí?
—Uy... pues claro... me lo cuenta todo. Si es verdad que el muy capullo se pasó cuatro años por ahí sin decirme nada, pero bueno, yo le perdono todo, soy un buen amigo ¿verdad?
Keigo tragó saliva.
—Supongo...
Spinner miró a los dos chicos y las miradas de Keigo al nombrar a ese Toya, ahí recordó al chico que ayudó la noche anterior a Tenko.
—Bueno —interrumpió Iguchi —perdona por asustarte, ¿necesitas algo? ¿agua, sentarte un poco?
Keigo miró su teléfono rápidamente, pero al verlo sin notificaciones, se relajó y suspiró.
—Un poco de agua me vendría bien...
Iguchi asintió y fue, atravesando una puerta al interior del local, dejando a Tenko y Keigo solos. El rubio pasaba la mirada de forma escrutadora por Tenko, mientras que Tenko se sabía observado, algo que le gustaba.
—Toya me ha hablado mucho de ti... y bueno... todo lo que pasó.
Keigo se retrajo un poco.
—¿Todo, todo? —quiso saber.
—SI —Tenko se acercó a su oído —pero tranquilo, soy una tumba, no diré nada.
Keigo lo miraba con cierta reticencia, no podía decir en ese momento si le agradaba o le caía mal, pero definitivamente no le gustó que Toya le contase sobre él, pero claro él tampoco podía quejarse, pues él le contaba también todo a Rumi.
Poco después, Spinner apareció con un vaso de agua, y se lo tendió, Keigo lo bebió de una y dejó el vaso en una mesa.
—Muchas gracias...
—No es nada, puedes venir cuando quieras, te haré un descuento de amigo —dijo Tenko enseñándole los carteles de tatuajes.
Keigo rio nervioso.
—Gracias... pero ahora no está en mis planes hacerme un tatuaje...
—Vaya, da igual... el descuento lo tienes de por vida, los amigos de mis amigos, son mis amigos.
Spinner miró a Tenko algo extrañado por la efusividad y la atención que le daba a Keigo. Sin decir nada se acercó al rubio.
—Perdona a mi novio, es un poco escandaloso.
Keigo alzó las dos cejas, sorprendido.
—Oh... no pasa nada...
—Por cierto, me llamo Shuichi Iguchi, pero me llaman Spinner.
—Un placer, Iguchi-kun.
Spinner sonrió y miró a Tenko, que en su cara se marcaban algunas marcas de rubor. Sabía que siempre que decía que eran pareja él se ruborizaba, y quería molestarlo un poco por incordiar tanto a ese chico y porque no decirlo, le dio algo de celos verle tan cercano a ese chico que apenas conocía.
—Bueno, Iguchi-kun y ...
—Tenko Shimura.
—Shimura-kun, gracias por todo y perdón por las molestias.
—No es nada, hombre —Tenko volvió a su humor habitual —eres siempre bienvenido —los ojos de Tenko se afilaron levemente —vente un día con Todoroki y salimos un día los cuatro.
Keigo dio un respingo, Spinner vio claramente la incomodidad de Keigo y se interpuso.
—Tenko, creo que falta tinta en la máquina.
—Oh... pero si la he mirado hace nada.
—Tu ve a verlo...
Tenko rodó los ojos y se fue.
—No le hagas mucho caso... pero de que eres bienvenido, sí.
—Gracias... bueno... me voy...
Keigo se despidió y salió del local, suspiró y apretando su teléfono contra el pecho comenzó a caminar.
---------------------
CONTINUARÁ
Chapter 8: ACEPTACIÓN Y PERDÓN EN EL HORIZONTE
Chapter Text
Ya era por la tarde, Keigo se encontraba reponiendo algunos productos de las estanterías de la tienda cuando la musiquita de la puerta empezó a sonar, dirigió su mirada a uno de los muchos espejos que había por la zona, espejos que le dejaban ver quien entraba estando él en cualquier parte de la tienda; se los pidió instalar al encargado hace un tiempo, tras el incidente.
Keigo pudo ver la pelirroja cabellera de Toya por esos espejos, suspiró y dejó las cajas en el suelo, caminando hasta el mostrador, donde al llegar, la brillante sonrisa de Shoto atrajo por completo su atención, una sonrisa que le contagió, por lo que él también sonrió al pequeño.
—Hola, Shoto-kun, ¿Qué tal estás hoy?
—Muy bien, tenía ganas de verte —sonrió el pequeño.
—Oh, ¿en serio? —Keigo sonrió y miró sutilmente a Toya, que tras el pequeño también sonreía, aunque de una forma mas apagada. Keigo apartó la mirada del pelirrojo, pensando en todo lo que habló con Rumi, y teniendo flashes del encuentro de esa mañana con Tenko y Spinner.
—¿Seguro que no te importa quedarte con él? —preguntó Toya —no quiero molestarte...
Keigo lo miró, seguía molesto, era algo que dudaba que se pasase de un día para otro, seguía sin compartir los métodos con los que Toya manejó toda la situación, aunque entendía el porqué, aun así, todavía era reticente a perdonarle completamente. Miró a Shoto, y pensó que el pequeño no tendía que responder por los actos de su hermano.
—Tranquilo, te dije que lo haría y lo haré... yo cumplo lo que prometo.
Toya tragó saliva ante ese ataque, al cual no pudo responder, simplemente asintió y agachó la cabeza.
—Bueno, pues en unas horas paso a por él —le dijo a Keigo y miró a Shoto —pórtate bien y no molestes a Keigo.
—Si, me portaré bien —dijo Shoto con una sonrisa y se acercó a abrazar a su hermano. Keigo los miró, viendo en ellos una relación muy bonita de hermanos, algo que no recordaba de hace cuatro años, donde a Toya no parecía importarle su familia.
—Bueno, pues me voy ya... —dijo Toya y se volteó para irse.
Antes de llegar a la puerta, Keigo se acercó a él con pasos largos y le detuvo.
—Toya, espera...
El pelirrojo se volteó, había pensado en la conversación con su hermana de esa mañana, todavía no se sentía preparado para contarle a Keigo toda la verdad, pero entablar amistad con él, en esos momentos parecía algo complicado, y sobre todo con la actitud fría de Keigo.
—¿Sí?
Realmente Keigo no supo el porqué había hecho eso, esa manía suya de querer ayudar a todos y mas cuando pudo ver en los ojos de Toya que de alguna forma pedía ayuda.
<Soy tonto>
—Quería pedirte perdón por mi actitud ayer... tú me contaste todo eso y yo me comporté como un niño pequeño...
Toya lo miró sorprendido, pues no esperaba eso, es mas, vio normal su reacción, no pensó en ningún momento que había sido infantil.
—Keigo... yo no...
—Aunque no acepto esa explicación, sé que fue difícil para ti hacer todo eso, y me alegro de que todo saliese bien... ayer simplemente me tomó todo por sorpresa y no supe reaccionar bien, lo siento... —Keigo hizo una leve reverencia.
–Ke-Keigo... no hace falta... la-la culpa fue mía...
—Si... pero eso no quita que yo me comportase mal... y bueno solo era eso... ve con cuidado.
Keigo se volteó para volver con Shoto mientras Toya lo miraba con muchos sentimientos cruzados en su interior, quiso decir algo, quiso decirle, o mas bien, suplicarle que retomasen su amistad, pero no pudo, aún le daba miedo la reacción de Keigo, por un momento prefirió que el rubio fuese frio y distante con él, a que lo odiase del todo y no querer verlo.
—Gracias... —susurró y salió de la tienda, poniendo rumbo al bar de Jin.
En la tienda, Keigo le enseñó a Shoto la sala de descanso, que no era mas que un cuarto no muy grande donde había un par de sofás, un refrigerador y una televisión.
—A lo mejor te aburres —dijo Keigo —pero creo que tenemos una videoconsola por aquí, ¿quieres jugar?
Shoto lo miró todo como si fuese lo mejor que había visto nunca y luego miró a Keigo con la cara roja de emoción. Keigo no pudo evitar soltar una risita.
—Si, si quiero... aunque Toya me ha dicho que no te cause problemas, no quiero molestarte...
—No te preocupes, no es ningún problema.
Tras aquello, Shoto se pasó todo el rato jugando, mientras Keigo atendía la tienda, cuando no había nadie, iba a ver como estaba, de vez en cuando le llevaba agua y alguna ocasión le daba alguna cosa para comer.
Keigo vio que Shoto era un niño muy bueno y amable, lo que hacía fácil poder cuidarlo, no daba problemas y era muy respetuoso.
En un momento donde parecía que nadie entraba, Keigo fue a vigilar al pequeño, al abrir la puerta, Keigo se quedó un momento sin saber que hacer, Shoto estaba sentado rígido frente a la pantalla de la televisión, la botella de agua en el suelo y no daba signos de responder a nada.
Por un momento, Keigo notó cierta presión en el pecho.
—¿Shoto-kun?
Al no ver que reaccionase, Keigo se acercó corriendo y se arrodilló a su lado, poniéndole con cuidado las manos en los hombros.
—¿Shoto-kun? —repitió sumando un leve zarandeo al pequeño, entonces de repente, Shoto giró la cabeza para mirarlo y comenzó a llorar.
—Lo siento... —sollozaba el pequeño. Keigo abrumado solo lo abrazó.
—No, Shoto-kun, tranquilo... ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?
Durante unos momentos, el pequeño hiperventilaba y lloraba, hasta que poco a poco se calmó.
—Se me ha caído la botella de agua al suelo... y no quería molestarte, Toya me dijo que no te molestase.
Keigo lo miró con calma, aun alterado por lo que acababa de pasar, no lo entendía bien, pero quiso tranquilizar al pequeño.
—No te preocupes, Shoto-kun, no me has molestado nada, ha sido solo un accidente.
—Pero...
—Nada, nada... —Keigo se levantó y agarró algo para fregar el suelo —ves, no pasa nada, ¿quieres que te traiga otra botella?
Shoto aun con algunas lágrimas en sus ojos asintió. Keigo le sonrió y salió de allí; al volver, le tendió un brik de batido de chocolate y un helado de Spider Man.
—Toma, por portarte tan bien.
La cara del niño se iluminó y aun con lágrimas agarró lo que le tendía Keigo.
—Muchas gracias...
El rubio empezó a calmarse al ver que el chico estaba mejor, y parecía mas animado, es mas parecía como si lo que había pasado hacia menos de tres minutos no hubiese sucedido. Al ver que todo volvía a la normalidad, Keigo se arrodilló frente a él.
—¿Estás mejor?
—Si, perdona por llorar.
—No pasa nada, llorar está bien, a veces hay que hacerlo, hasta los mayores lo hacen —le dijo Keigo con una sonrisa.
—Es verdad, esta mañana Toya ha llorado en casa...
Keigo se quedó un instante estático.
—Oh... ¿le ha pasado algo malo?
—No... es solo que tiene miedo de que tu no quieras volver a ser su amigo —dijo el pequeño verbalizando lo que había escuchado esa mañana a sus hermanos hablar, aunque no captando todos los matices.
Keigo se le quedó mirando un momento, tragando saliva.
—¿Eso te ha dicho tu hermano?
—No... estaba hablando con Fuyumi, no lo escuché todo porque estaba jugando con Natsuo, pero Toya se puso a llorar y decía que tenía miedo de que no quisieses ser su amigo otra vez...
Keigo se sentó en el suelo, algo confuso y alterado por esas palabras que no supo procesar en el momento, no entendía bien.
—Keigo...
El rubio miró al pequeño.
—¿Sí?
—Tú vas a ser amigo de Toya, ¿verdad? No quiero que mi hermano llore otra vez.
Keigo suspiró, era increíble que un niño pequeño le hiciese cuestionarse y pensar tanto en tan poco tiempo.
<¿Toya, llorando?> pensó Keigo, mientras rememoraba y se percataba de que nunca lo había visto llorar.
La mente de Keigo era como un remolino, muchas cosas pasaban, muchos recuerdos, muchas decepciones, mucho dolor. Es cierto que le había dicho a Rumi que solo quería mantener una relación cordial con él, pues no le gustaba estar enfadado con nadie, pero era cierto que no pasaba nada por retomar la amistad con él, pese a todo, Toya fue muy importante para él en su momento, gracias a él ahora estaba vivo.
Keigo ladeó la cabeza y emitió una sonrisa muy cálida.
—Claro que seré amigo de Toya.
Mientras, en el bar de Jin, un tiempo antes, justo cuando Toya llegó, Jin se acercó a él corriendo, con la cara tapada con las manos, y le hizo una reverencia.
—Toya-kun, por favor, perdóname por lo del otro día con Tenko, no pensé que fuese a desvariar tanto, me siento muy avergonzado.
Toya en un principio no sabía de que hablaba, entonces unos flases de memoria vinieron a su cabeza, como Jin y Tenko compitieron a ver quien tenía el pene mas grande, la batalla de insultos, el momento en que Tenko, borracho a mas no poder, agarró el pene de Jin, lo metió en cerveza y se lo llevó a la boca. Toya se puso rojo.
—No pasa nada, Jin-san... Shimura es así...
—Aun así, siento haber dado ese espectáculo, no quiero que pienses que soy un degenerado ni nada de eso... ni si quiera me gustan los hombres...
—No pasa nada... yo soy gay y no me ofendió, así que tranquilo.
—Oh... —Jin no dijo nada durante unos momentos —vale, gracias... —hizo una reverencia y volvió dentro.
Y antes de que Toya se recompusiese de aquello, Toga apareció gritando.
—¡¡TOYA-KUN!!, ¡¡cuéntame todo!!, ¿hablaste con ese chico que abandonaste hace cuatro años? ¿te perdonó o te dio una patada en las bolas? Yo lo hubiese hecho.
Toya miró a la chica y suspiró y se frotó la cara. En apenas dos días, había agarrado gran confianza con esa chica, no entendía bien porqué, era como tener una hermana pequeña.
—Si, hablé con él...
—¿Y qué pasó?
—No me ha perdonado... pero me ha dicho que entiende porqué lo hice.
—Era muy raro si te perdonara, la verdad —Toga puso los brazos en jarra y miró a Toya, el cual sonreía de forma tímida.
—Pero creo que... me conformo con que no me odie y entienda el por qué lo hice...
-------------
CONTINAURÁ
Chapter 9: PISANDO EL PASADO
Chapter Text
Llega la hora de irse, Toya se despidió de Toga y de Jin, y caminó hasta la tienda de Keigo, se sentía animado, el ambiente de su trabajo era agradable y sus compañeros eran amables y divertidos, incluso Jin, que aunque era mas mayor, era igual de divertido.
No tardó mucho en llegar a la tienda, se acercó a las puertas automáticas y estas se abrieron, al entrar Toya vio a Keigo atendiendo a una clienta, por lo que no quiso molestar. Keigo, que lo vio le hizo un gesto con la mano para que se acercase mientras despachaba a la chica.
Una vez esa chica se fue, Toya se acercó al mostrador.
—Hola, ¿Qué tal Shoto, se ha portado bien? —preguntó el pelirrojo.
Keigo lo miró con una mezcla de sensaciones.
—Si, se ha portado muy bien... pero Toya... antes ha pasado algo...
Toya lo miró confuso.
—¿De qué hablas?
—Bueno, no sé que ha pasado, pero Shoto estaba tranquilo viendo la tele y en un momento que entré para ver como estaba lo encontré como paralizado, sin moverse y luego se puso a llorar, me asusté un poco, pero como luego parecía no pasarle nada no quise avisarte... además, creo que no tengo tu número.
Toya parpadeó varias veces, y la alarma inicial, se fue relajando poco a poco.
—Oh, es verdad, debí habértelo dicho antes... —Toya suspiró —creo que te lo dije, pero Shoto fue uno de los mas afectados por mi padre, y aunque recibimos terapía en América, aún le quedan algunas secuelas. Cuando se pone muy nervioso o se estresa, su cuerpo se tensa y se petrifica durante unos instantes, luego vuelve en sí y descarga toda la tensión llorando.
—Oh, vaya... —Keigo se tapó la boca, sorprendido —no lo sabía...
—No te preocupes... yo tampoco te dije nada... para variar —rio de forma nerviosa ante esa broma.
Keigo lo miró, captando la gracia de su comentario, de normal se enfadaría, pero no supo porque, se rio también. Toya, totalmente sorprendido de verlo reír se ruborizó, tanto que tuvo que darse la vuelta.
—¿Do-dónde está Shoto?
Keigo lo adelantó y se acercó a la puerta de la sala de descanso.
—Está aquí, pasa.
Toya se calmó un poco y lo siguió, y al mirar dentro de la sala, pudo ver a Shoto jugando a los videojuegos, al verlo tranquilo y divirtiéndose, sonrió.
—¡Hey, Shoto!
Al oír la voz de su hermano, el niño soltó el mando y corrió para abrazarlo.
—¡Toya, no sabes lo que ha pasado, Keigo me ha dado un helado y también un refresco, y me ha dejado jugar a la videoconsola...!
Toya se echó a reír viendo le entusiasmo de Shoto y le pasó una mano por la cabeza.
—Eso suena muy bien —Toya miró a Keigo, que miraba a los hermanos sonreír —muchas gracias por cuidarlo, la verdad es que me salvas la vida.
Keigo sonrió de forma suave.
—No es ningún problema, me gusta ser de ayuda.
Toya se levantó sin apartar la mirada de Keigo
—Pues lo eres y mucho...
Keigo sintió como una onda de aire caliente impactaba su cara, comprendiendo que se había ruborizado, y nervioso y sin saber que hacer solo se llevó la mano a la nuca.
—Bu-bueno... gracias...
Toya sonrió satisfecho y miró a Shoto.
—Bueno, Shoto, nos vamos a casa, que Keigo tiene que hacer cosas.
Shoto refunfuñó.
—Jooo, yo no quiero irme...
Toya rio.
—Pero tenemos que ir a casa, Fuyumi ya habrá preparado la cena —dijo mientras se arrodillaba para estar a la altura de su hermano.
Shoto lo miró, y era verdad que tenía hambre, pero no quería irse sin que Keigo y Toya se hiciesen amigos, no quería que su hermano estuviese triste. Por lo que, miró a Keigo con los ojos brillantes.
—Keigo, ¿quieres venir a cenar con nosotros a nuestra casa?
Tanto Toya, como Keigo dieron un respingo y se miraron de forma instantánea.
—Sho-Shoto... ¿Qué dices?... —Toya se puso algo nervioso —no puedes decir eso de sopetón, Keigo seguro tiene cosas que hacer...
Keigo aun con la sorpresa en el cuerpo, tragó saliva, recordando la conversación con Rumi y lo que le dijo a Shoto esa tarde. No pasa nada por tener una amistad.
—La verdad es que no tengo nada que hacer... y bueno, si no es molestia acepto la propuesta.
Toya se quedó con la boca abierta mirando a Keigo, debido al impacto y la sorpresa, mientras Shoto saltaba y sonreía.
Shoto miró a su hermano, el parecía perdido y desorientado.
—Porfa, Toya, deja que Keigo venga a cenar...
Toya tragó saliva y miró a Keigo.
—¿Seguro que estás bien con eso? —le preguntó, pues no quería hacerle sentir incómodo ni nada.
—No tengo ningún problema, creo que puede ser un buen primer paso...
Toya tragó saliva otra vez analizando esas palabras, y debido a su nerviosismo, las interpretó como que era un buen primer paso para volver a estar juntos.
—Va-vale... pues vamos.
Keigo asintió, tuvieron que esperar a que el encargado llegase y diese el permiso a Keigo de cerrar, eso solo se retrasó unos diez minutos, tras eso, los tres salieron de la tienda y comenzaron a caminar. Shoto entre ellos los miraba a cada uno, veía a su hermano algo nervioso, aunque él lo interpretó como emoción; y Keigo se le veía relajado y tranquilo.
En un momento, Toya miró hacía Keigo para verlo agarrar su teléfono y mirar su pantalla de forma sutil, para guardarlo otra vez al momento. Toya recordaba esos gestos de la última vez, no supo decir que era, pero le molestó un poco.
Tras caminar un poco, llegaron hasta la mansión de los Todoroki, una gran casa de estilo tradicional.
—Ya estamos —dijo Toya.
—Vaya, hacia mucho que no venía por aquí —dijo contemplando la gran casa.
Toya lo miró mientras Shoto abría la puerta principal y entraba corriendo.
—La última vez que viniste fue algo intenso —rio Toya recordando la última vez que llevó a Keigo a su casa. El rubio suspiró y miró a Toya con naturalidad, pero con un deje de reproche en su mirada.
—Vine mas veces después de que te fuiste, vine a buscarte cuando dejé de saber de ti, venía todos los días a saber si estabas... un día —dijo señalando la pared cercana a la puerta —esperé ahí sentado mas de seis horas para ver si aparecías.
Toya sintió esas palabras como puñales, agachó la cabeza y tragó saliva.
—Lo siento...
—Si, ya... bueno, ¿entramos?
Toya suspiró, sabiendo que no podía replicar la molestia de Keigo, por lo que atravesaron la puerta principal y tras atravesar un pequeño camino llegaron a la entrada. La puerta estaba abierta, pues Shoto había entrado antes. Toya entró y dejó paso a Keigo.
—Pasa.
—Con permiso —dijo entrando en el recibidor y mirando a todas partes —todo sigue igual...
Toya asintió y ambos se quitaron los zapatos, adentrándose en la casa, cuando oyeron los pasos de Shoto salir del salón.
—Toya, Fuyumi dice que vayas.
Toya miró a Keigo pidiendo disculpas y ambos caminaron hasta el salón, mientras Shoto se acercaba al rubio y le daba la mano. Al llegar, Fuyumi estaba poniendo la mesa para la cena, y al entrar Toya junto a Keigo la chica se quedó un instante estática, para luego sonreír.
—Oh, tenemos invitados... —Fuyumi se acercó —un placer volver a verte, Takami-kun, cuanto tiempo.
Keigo hizo una reverencia.
—Si, ha sido mucho, Fuyumi-san, lamento si soy una molestia.
—No, no tranquilo, muchas gracias por cuidar de mi hermano, invitarte a cenar es lo mínimo que podemos hacer —Fuyumi sonrió y miró a Toya, se acercó y le dio un suave codazo en el costado —¿a que sí, Toya?
Toya reaccionó ante el golpe, frotándose el costado y luego miró a Keigo.
—Oh, claro, claro... por favor acéptalo como pago por cuidar de mi hermano.
Keigo se ruborizó un poco, avergonzado.
—No es nada, en serio, no es ninguna molestia cuidar de Shoto —dijo y acarició la cabeza del pequeño —para mi es un placer. Además, lo que pedí a cambio fue que Toya me contase porque se fue y ya lo hizo.
Fuyumi miró de reojo a su hermano, dedicándole una mirada de molestia, sabiendo que no le había dicho la verdadera razón, pero no quería exponer a su hermano y menos cuando ella sabía que estaba en proceso de arreglar su relación con Keigo.
—Bueno, pues puedes sentarte, la cena está casi lista, espero que te guste el Okonomiyaki.
—Me encanta —dijo el rubio siendo llevado por Shoto hasta la mesa y sentándose a su lado.
—Yo al lado de Keigo —dijo el pequeño con una sonrisa.
Toya lo miró con cierta molestia, luego el pelirrojo se sentó frente a ellos y miró a Shoto, queriendo decirle que el que tenía que sentarse al lado de Keigo era él.
Al poco tiempo, se oyó abrirse la puerta de la calle, y unos pasos se acercaban al salón, y al instante, un chico de unos catorce años, de cabello blanco asomó la cabeza.
—Ya he llegado, voy a darme una ducha... —Natsuo acabó la frase al momento que vio a Keigo, lo miró parpadeando varias veces —oh... hola... —Natsuo entró del todo y se acercó a Keigo que se levantó para saludar.
—Hola, Natsuo-kun, cuanto tiempo...
Natsuo se frotó el pelo confuso, no sabía porque ese chico sabía su nombre.
—Hola... ¿Cómo sabes mi nombre?
Keigo sonrió.
—Era amigo de Toya hace unos años...
Los ojos de Natsuo entonces se abrieron como nunca y señaló a Keigo.
—Ahhh, el chico que estaba desnudo en la habitación de Toya.
Toya dio un sobresalto y gritó a su hermano, mientras Keigo se puso totalmente rojo y tosió para desviar la atención. No respondió, solamente sacó una risita algo avergonzada y tras una leve reverencia volvió a su asiento, donde Keigo lo miró confuso.
—¡¡NATSU, VETE AHORA MISMO A DUCHARTE!! —gritó Toya y Natsuo se fue corriendo.
Shoto miró a Keigo que con la cabeza gacha aun estaba algo rojo.
—¿Te gusta desnudarte en la habitación de Toya? —preguntó Shoto.
—¡¡SHOTOOO!! —Toya volvió a gritar —¡¡eso no se dice!!
Keigo aún mas avergonzado, suspiró y miró a Shoto.
—Shoto-kun, eso solo fue un error...
Toya que estaba gritando se quedó callado al oír esas palabras, pues por lo visto para Keigo lo que pasó entre ellos fue un error.
—Ya está la cena —Fuyumi apareció en el salón con una bandeja con la comida, admirando la expresión de los tres; Shoto asombrado, Keigo rojo como un tomate y Toya mirando al suelo.
---------------------------
CONTINUARÁ
Chapter 10: CONFESIONES Y REVELACIONES: LA CENA DE LOS TODOROKI Y KEIGO
Chapter Text
Los hermanos Todoroki y Keigo disfrutaban de la cena, Shoto parecía como si estuviese disfrutando la presencia de Keigo, pues no dejaba de mirarle y sonreír, aunque también desviaba la mirada hacia Toya, el cual tampoco dejaba de mirar a Keigo. Natsuo, ajeno a todo eso se disculpó por sus palabras de hacía un rato, Keigo aceptó sus disculpas sin problemas, y Fuyumi fue la encargada de hacer todo mas distendido y sin tensiones.
—Y Takami-kun, ¿Qué hiciste estos años? —Fuyumi miró a su hermano mayor —me imagino que Toya te contó porqué nos fuimos.
Keigo tragó saliva y tras dar un bocado a su comida y beber un poco asintió.
—Si, me lo contó... siento todo lo que tuvisteis que pasar... yo nunca vi nada... lo siento.
—No tienes que disculparte, mi padre se cuidaba mucho de no sacar su verdadera cara con las visitas —dijo Fuyumi.
—Aunque sabíamos que no le caías bien a mi padre —añadió Toya —si eras mi... bueno... si estabas conmigo, a mi padre nunca le ibas a caer bien.
Keigo lo miró y dio un sorbo a su bebida.
—Me siento algo mal... porque yo intenté por todos los medios ser amable con él, en su momento pensé que si conseguía la simpatía de Enji-san, me aceptaría de alguna forma... pero ahora, sabiendo todo lo que hizo me siento mal por intentar ser bueno con él.
—Oh, Takami-kun, tranquilo no te martirices por eso... —Fuyumi quiso quitarle peso al asunto.
—Si, Keigo, tu no hiciste nada malo, mi padre era un cabrón y un asqueroso...
Natsuo no dijo nada ante las palabras de su hermano, solamente siguió comiendo, mientras Shoto parecía ajeno, sin dejar de sentirse bien por tener a Keigo en casa y que estuviese hablando con Toya, pues para él, significaba que ya eran amigos.
—Y bueno —Keigo quiso destensar el ambiente — estos años acabé la secundaria y este año, a final de verano entraré en la universidad.
—Oh —a Toya se le cayeron los palillos.
—¿En serio? —Fuyumi sonrió —que casualidad, Toya también irá.
Keigo y Toya se miraron.
—¿A cuál irás? —preguntó otra vez Fuyumi.
—iré a la Universidad Central.
Los ojos de Toya se abrieron.
—Oh, Toya también irá a esa —Fuyumi cada vez se sentía más contenta.
Toya tosió, Natsuo le pasó un vaso de agua para que bebiese.
—¿Estás bien? —preguntó a su hermano.
—Si... —Toya miró a Keigo todavía algo sorprendido.
El rubio miró a los hermanos, y miró a Toya, la verdad, no esperaba que fuesen a ir a la misma universidad.
—Bueno, es la única donde se imparte magisterio, que es lo que quiero estudiar.
—Oh... ¿quieres ser profesor? —preguntó Fuyumi algo impresionada.
—Si... —Keigo se ruborizó un poco.
—Oh, yo también —dijo la chica con entusiasmo.
Los ojos de Keigo se abrieron, no conocía a nadie que compartiese sus mismos ideales en ese sentido.
—Oh, que bien, seguro que serás una gran maestra.
—Muchas gracias, Takami-kun, tu seguro también.
Toya, aun atontado miraba la interacción de su hermana con Keigo.
—Ejem...
Keigo y Fuyumi miraron a Toya, el cual al recibir la atención de los dos se irguió un poco.
—Pues yo también iré a esa universidad, quiero estudiar abogacía.
Keigo abrió mucho los ojos, bastante sorprendido.
—¿Quieres ser abogado?
—Si... Tsutsumi-san me inspiró, y quiero ayudar a otros que estén pasando por lo mismo que nosotros.
Keigo comprendió lo que decía Toya, niños en situaciones difíciles, abusados y recibiendo maltrato de sus padres o de familiares, muchas veces no es fácil ayudarles. Keigo entornó su mirada, con una leve rojez en su cara al ver la cara de Toya hablar con orgullo sobre eso, por un momento, Toya le pareció el chico mas impresionante del mundo, aunque rápidamente eso se esfumó.
—Pues mucha suerte, es algo admirable, Toya —dijo Keigo con una mirada tranquila —me sorprende que quieras dedicarte a eso, y mas con todo lo que pasó.
—Exactamente por eso, yo sé lo que es pasar por estas cosas y sabré como tratar a las víctimas.
Keigo asintió, le parecía admirable esa actitud de Toya, y mas sabiendo por todo lo que pasó en su momento, pues como bien le dijo en ese parque, Keigo conoció a Toya en su peor momento, siendo un delincuente juvenil, drogadicto y rebelde.
—Ya mencionaste antes a esa tal Tsutsumi-san, ¿Quién es? —preguntó Keigo a los dos hermanos mayores.
—Kaina Tsutsumi, una abogada especializada en asuntos familiares, dimos con ella gracias a internet, le expusimos el caso y lo aceptó, y ella fue la que consiguió todo, la denuncia a mi padre, los juicios, la custodia —Fuyumi relataba todo lo que les dio esa mujer.
—Oh —Keigo miró a Toya —entiendo porqué la admiras tanto... —Keigo no podía sentirse del todo bien, pues aunque todo lo que hizo esa mujer fue necesario, no podía dejar de pensar en que fue su culpa que Toya se fuese de su vida.
—Si... es cierto que no comparto sus métodos —dijo y miró a Keigo fijamente, haciéndole entender que si hubiese podido, no se hubiese ido hace cuatro años —pero por mi culpa... pasó todo.
Fuyumi puso una mano en el brazo de su hermano.
—No fue tu culpa...
—Es verdad, Toya —saltó Keigo alzando levemente la voz —tu no hiciste todo eso por gusto, fuiste arrastrado por las circunstancias... por tu padre...
Toya miró a Keigo, sus ojos picaban, amenazaban con verter lágrimas, y Toya no quería que Keigo le viese llorar, por lo que aguantó.
—Puede ser... pero al final, yo lo hice todo porque quise, nadie me obligó, mi padre no me pidió que diese una paliza a esos chicos y uno acabase hospitalizado, papá no me pidió que prendiese fuego a esa casa...
—Toya...
—¡¡FUYUMI!!
El grito de Natsuo alarmó a todos, y al mirarlo, el chico señaló a Shoto, que se encontraba estático mirando al vacío, sus hermanos ya habían aprendido a diferenciar cuando sus ataques aparecían, por lo que rápidamente, Fuyumi y Toya rodearon la mesa, Keigo se apartó para dejarlos paso, Fuyumi agarró a Shoto en brazos y con suavidad lo abrazó, al instante, el niño comenzó a llorar, abrazando a su hermana.
—Ya... tranquilo, no pasa nada... estamos aquí todos... mira, también está Takami-kun —dijo e hizo que Shoto mirase a Keigo, el cual ya había vivido eso esa misma tarde, pero aún así se sintió impotente ante ello, haciéndole sentir algo inútil.
Poco a poco Shoto se calmó, y Natsuo junto a Fuyumi lo subieron a su habitación para que descansase, se despidió de Keigo entre lágrimas, porque no quería irse, pero entendió que ya era tarde. En el salón se quedaron Toya y Keigo solos, Toya sentado en el suelo, suspirando, y Keigo algo inquieto.
—Lo siento... —dijo el rubio de repente.
—¿Por qué te disculpas? —preguntó confuso Toya, llevándose una mano a la nuca.
—Creo que ha sido por mi culpa... he levantado la voz y a lo mejor se ha asustado...
Toya se acercó un poco.
—No te preocupes, Shoto llevaba todo el rato mirándonos, seguro que ha estado escuchando y la conversación le ha puesto nervioso... no es culpa tuya.
Keigo sonrió un poco y se frotó la nuca algo nervioso.
—Gracias... prometo que si se vuelve a repetir lo ayudaré.
Toya sonrió.
—No tengo ninguna duda.
A los pocos minutos, Fuyumi bajó las escaleras y se unió a los dos en el salón.
—Se ha quedado dormido en cuanto a apoyado la cabeza en la almohada —rio la chica.
—Normal, en la tienda se la ha pasado jugando todo el rato —añadió Keigo con una sonrisa.
—Es lo que le toca, él debe disfrutar ahora que puede.
Tras una breve conversación, Keigo miró la pantalla de su teléfono.
—Oh... creo que debo irme ya...
—¿Ya es tan tarde? —dijo Fuyumi mirando su reloj —o vaya, es bastante tarde... Toya, acompáñalo.
—¡¿QUÉ?! —soltaron los dos chicos al mismo tiempo —n-no hace falta, de verdad, puedo ir solo... —replicó Keigo.
—De eso nada —la chica se puso de pie —es muy tarde y no está bien que el invitado se vaya solo, así que ahora Toya te acompañará hasta la puerta de tu casa —dijo mirando a Keigo.
Fuyumi no les dio tiempo a discutir, pues los agarró del brazo y prácticamente los arrastró hasta la entrada y a pocos segundos, ambos estaban de pie en la calle en la entrada de la casa de los Todoroki.
—Bueno... parece que te voy a acompañar... —rio Toya nervioso.
Keigo suspiró y sonrió también.
—Está bien, vamos.
------------------------
CONTINUARÁ
Chapter 11: SILENCIOS ROTOS Y MIRADAS COMPARTIDAS
Chapter Text
Ya era de noche, no muy tarde y Keigo y Toya caminaban por las calles de la ciudad. Las farolas iluminaban gran parte del camino, los establecimientos cerraban y la carretera estaba infestada de coches que volvían a sus casas después del día de trabajo.
Durante parte del camino, ninguno dijo nada, había cierta tensión, apenas habían podido estar a solas desde que se reencontraron. Keigo no sabía bien que decir, todavía estaba algo confuso, durante estos años, pensó que si volvía a ver a Toya lo odiaría, pero cuando lo volvió a ver, aunque una chispa de molestia y enfado había subsistido en él, realmente era incapaz de odiar a nadie. Era cierto que la relación no era la misma y aunque Rumi le había dicho que no apoyaba la idea, Keigo quería al menos volver a mantener una relación cordial con Toya, incluso, ser amigos, como le dijo a Shoto.
Por su parte, Toya se sentía nervioso, estar a solas con Keigo era algo que lo alteraba, sabía que su relación actual era algo tensa, aunque había cierta cordialidad, mas de lo que el mismo Toya pensaba que se merecía, pero lo que sentía por Keigo nunca se había esfumado, estos años trató de ocultarlo u olvidarlo para que fuese todo mas fácil para él y sus hermanos, pero al verlo y tras la conversación con Tenko en el bar, sabía que seguía enamorado de él, aunque ahora mismo fuese totalmente imposible retomar esa relación. Toya se conformaba con mantener una amistad, aunque la sombra de la culpa sobrevolaba su cabeza al no haber sido cien por cien sincero con Keigo, por la razón de no haberse contactado con él en todos estos años.
—Entonces... —Keigo fue el primero en romper el hielo —¿de verdad vas a ir a la Universidad Central?
—Si, es la mejor en lo que quiero estudiar, además no quiero salir de la ciudad, no quiero dejar a mis hermanos solos —contestó Toya metiendo sus manos en sus bolsillos y mirando al cielo.
—Lo entiendo... entonces nos veremos muy a menudo —Keigo sonrió, mientras agarraba su teléfono y miraba la pantalla para rápidamente volver a guardarlo. Ese gesto atrapó la atención de Toya, que ya había visto otras veces, y cada vez que veía a Keigo haciendo eso le daba la sensación de que lo hacía para ver cuánto tiempo quedaba para no estar cerca de Toya.
El pelirrojo se mordió el labio molesto, pues pensaba que Keigo no quería estar a su lado y que hacía todo eso forzado por la situación. Toya quería decirle algo o al menos preguntarle si estaba cómodo con él, pero no se sentía en posición moral para decirle eso.
—Si... supongo... —Toya lo dijo de forma algo seca, pues interpretó esa frase mas como molestia de Keigo que como observación.
Tras eso volvieron a quedarse en silencio, haciendo que el ruido de los coches llenase todo el ambiente. Keigo, cada pocos minutos echaba ojo a su teléfono, miraba la pantalla unos instantes y luego lo guardaba, a la sexta, la paciencia de Toya se acabó y con cierta molestia alzó la voz.
—¡¿Se puede saber...?!
Justo en ese momento una camioneta se acercaba a ellos con gran velocidad, Toya que pudo verlo, agarró a Keigo del brazo y con cierta fuerza lo atrajo hacia él, estampándolo contra la pared y poniéndose delante para protegerlo con su cuerpo, cuando la camioneta pasó a su lado casi rozando la espalda de Toya, al mismo tiempo que el conductor les gritaba y hacía sonar el claxon.
Durante un momento los dos chicos se quedaron sin respiración, Keigo contra la pared mirando el pecho de Toya, notando su corazón latir a mucha velocidad, notando las manos de Toya rodeando su cuerpo y las mismas manos de Keigo apoyadas en el pecho de Toya, a su vez, el pelirrojo prácticamente pegado al rubio también respiraba con dificultad todavía asustado por lo que acababa de pasar, sin llegar a ser consciente de que tenía a Keigo entre sus brazos contra una pared.
Durante un instante ambos alzaron la cabeza para encontrarse de frente, a escasos centímetros, sus caras rojas y sus respiraciones alteradas. Toya fue el que al percatarse soltó a Keigo y se apartó un poco.
—Lo-lo siento...
Keigo tragó saliva. Y todavía recuperando el aliento alzó la cabeza.
—No pasa nada... gracias por salvarme...
Toya se puso rojo y se llevó la mano a la nuca.
—Bu-bueno es lo mínimo que puedo hacer —dijo con una risita nerviosa.
Ambos tomaron aire y tras recuperar un poco el aliento continuaron con la caminata.
—Ese conductor era un maldito... —Toya maldecía entre dientes apretando el puño. Keigo no pudo evitar emitir una risa al verlo así.
—Eso me traer recuerdos —dijo con una voz suave.
—¿Ah si?... espero que buenos... —Toya sonrió y se volvió a llevar la mano a la nuca.
—Si... cuando me salvaste de esos abusones el día que nos conocimos —Keigo miró al cielo sonriendo —cuando los ahuyentaste, los gritabas y los maldecías igual. Ese día estaba muy agradecido contigo.
—Jeje... a partir de ese día no dejaste de seguirme...
Keigo lo miró fingiendo indignación.
—Eso no es cierto... yo solo... estaba siempre donde tu ibas... no te seguía.
Toya sonrió y miró a Keigo de reojo, viendo su cara roja.
—Está bien... no me seguías... solo, casualmente estabas siempre donde iba yo.
Los dos rompieron a reír a carcajadas y el resto del camino la pasaron hablando sobre la universidad y lo que pretendían hacer, ambos sintiendo que su relación se estrechaba algo mas.
—Oh... —Toya se detuvo en seco, viniendo a su mente una frase que Keigo dijo esa tarde, referente a que no tenía su número de teléfono —to-toma... por si pasa algo con Shoto.
Toya le tendió para que apuntase el número, Keigo lo miró y con una fina sonrisa, le tendió el suyo.
—Apunta el tuyo en el mío y yo apunto el mío en el tuyo.
Poco después, ambos llegaron al bloque de apartamentos donde vivía Keigo. El rubio sacó su llave y antes de entrar se volteó.
—Muchas gracias por acompañarme.
—No es nada... —Toya se llevó la mano a la nuca.
—Bueno, nos vemos mañana cuando lleves a Shoto, buenas noches —Keigo entró la llave, abrió la puerta y entró en el edificio.
—Buenas noches —respondió Toya antes de que Keigo entrase y puso rumbo de nuevo a su casa, con una sonrisa algo tontorrona y las mejillas rojas.
Mientras Toya se va, oculto en las sombras, algo alejado del edificio, una silueta alta y masculina lo sigue con los ojos, para luego mirar como las luces de uno de los apartamentos se encendían.
Keigo llegó a su apartamento y entró, cerrando la puerta y avanzando hasta el salón, dejó sus cosas en la mesa y se sentó en el sofá tomando aire, pensando en todo lo que había pasado en ese día, que había sido algo loco.
Soltó aire y fue a ponerse el pijama para ir a dormir, cuando su teléfono comenzó a vibrar. Keigo que ya se había quitado la camiseta se acercó y lo agarró, era una conversación de chat, y al abrirlo sus ojos se abrieron y una ola de terror lo envolvió.
<Keigo, ese chico que te ha traído no es el de siempre, ¿es al que le comes la polla ahora? Vaya putita.
Keigo comenzó a temblar, sus piernas amenazaron con fallar, pero justo antes de perder el control, la pantalla de su móvil se iluminó y al ver el nombre en la pantalla, pulsó el botón de aceptar.
—Hola, Kei... —sonó una voz masculina y suave a través del comunicador.
—Ta...ki... —dijo Keigo con la voz temblorosa y cargada de miedo.
Lejos de allí, en un pequeño apartamento, los gemidos inundaban la habitación, el cuerpo tatuado de Spinner, desnudo y sudoroso, chocaba con el blanco cuerpo de Tenko, que gemía por las embestidas de Iguchi. El peliceleste agarraba los brazos de su novio con fuerza, notando como era penetrado, sintiendo el gusto y el placer, manifestándolos en gemidos. Por su parte, Spinner notaba como su miembro entraba y salía de Tenko con fluidez. En algún momento sus ojos se encontraron e inclinándose, Spinner besó los labios de Tenko, haciendo que sus cuerpos se juntasen mas, haciendo mas intenso su encuentro sexual.
Poco después, ambos yacían en la cama tomando aire, con las respiraciones agitadas, desnudos y cubiertos de sudor.
—Hoy estabas inspirado —dijo Tenko con una sonrisa —no creo que mañana pueda caminar —rio y se dejó caer en la cama.
—Que exagerado... —Spinner se puso rojo —la verdad es que hoy tenía muchas ganas...
Tenko lo miró y alzó una ceja.
—¿No será porque ese rubio estuvo en el local esta mañana, no? —rio Tenko ante esa broma —vi como le mirabas... —bromeó.
—¡¿Qué?!.... claro que no... no digas tonterías...
Tenko se comenzó a reír, a veces le gustaba molestar a su novio, pues en algunas ocasiones era algo ingenuo.
—Ya lo sé, tonto... —Tenko lo abrazó y besó sus labios —pero no me puedes negar que se le veía buen culo... hasta yo le daba...
Spinner rodó los ojos.
—No te lo niego... pero el único culo que quiero es el tuyo.
Tenko no se esperaba esa respuesta y se puso completamente rojo y por un momento se bloqueó. Iguchi sonrió, él también sabía como molestar a su novio.
Tras eso, ambos se abrazaron y se dispusieron para dormir.
—Espero que Todoroki, no sea estúpido y no lo deje escapar...
------------------------
CONTINAURÁ
Chapter 12: MOMENTOS DE TENSIÓN Y TERNURA
Chapter Text
Ya era un nuevo día, y Toya y Shoto caminaban por la calle dirección a la tienda de Keigo. El pequeño cargaba con una bolsa de tela con bastante orgullo, mientras que Toya vigilaba que tuviese cuidado mientras en su cabeza no dejaban de repetirse los sucesos de la noche anterior. Ese momento en que tuvo a Keigo en sus brazos, contra esa pared; en el momento no pudo reaccionar, pues el susto estaba muy presente, pero sus caras habían estado a muy poca distancia, no se percató de ello hasta que se fue a dormir, y ya calmado la imagen se desveló en su mente.
Al llegar, las puertas automáticas se abrieron y la musiquita les anunció su llegada. No había nadie, algo que Toya agradeció, caminaron hasta el mostrador, donde Keigo los recibió con una sonrisa.
—Buenas tardes —dijo el rubio mirando a Toya y luego a Shoto.
—Hola, Keigo —respondió el niño y se acercó corriendo ocultando la bolsa en su espalda.
—Hola —saludó Toya —¿Qué tal estás?
Keigo sonrió.
—Bien, gracias, hoy está siendo un día tranquilo, apenas ha venido nadie.
—¡Keigo, Keigo! —Shoto llamó su atención y le tendió la bolsa, impaciente por enseñársela.
—Vaya, estabas deseando enseñársela ¿eh? —rio Toya.
Keigo salió de detrás del mostrador y se acercó a Shoto.
—Oh, ¿y esto?
—Es un regalo de Fuyumi —dijo el niño —también es mío.
Keigo miró a Toya buscando alguna explicación.
—Mi hermana ha preparado una tarta esta mañana y ha hecho una mas pequeña para ti —dijo Toya —dice que lo tomes como una disculpa por lo que pasó ayer.
—Oh...
—Si —Shoto lo miró —perdón por ponerme mal.
Keigo le puso una mano en la cabeza.
—No tienes que disculparte —el rubio agarró la bolsa y miró a Shoto guiñándole un ojo —esto nos lo vamos a comer tú y yo luego con un batido de chocolate.
Shoto emitió una amplia sonrisa. Toya se rascó la cabeza y sonrió al ver como Keigo lo miraba y también le guiñaba un ojo.
—Vaya, que suerte —dijo Toya fingiendo sentirse apartado —ya veo que os lo pasáis muy bien sin mi...
—A ti te guardaré un poco para cuando vengas de tu trabajo —respondió Shoto.
—Mas os vale —Toya volvió a sonreír y miró a Keigo.
Tras dejar a Shoto y asegurarse de que se iba a portar bien, Toya se despidió y se fue caminando hacia el bar de Jin.
Al llegar, todavía no habían abierto, por lo que al atravesar la puerta, se topó con Jin con una tablet en la mano revisando unas cosas.
—Buenas tardes, jefe —saludó el pelirrojo.
—Oh, Toya, que bien que llegas, necesito ayuda. Toga-chan no puede venir hoy por motivos personales, así que te toca trabajar un poco mas, ¿te supone algún problema?
—No, claro...
—No te preocupes que este esfuerzo se verá reflejado en tu sueldo.
La puerta de la calle se abrió y ambos miraron, viendo como Tenko entraba como si nada.
—Hola —saludó Tenko y se alegró de ver allí a Toya —hombre, Todoroki, ¿ya te toca?
—Hola, Shimura, si, y hoy tengo trabajo doble por lo visto —comentó Toya justo en el momento que la puerta volvía a abrirse y un chico con el pelo morado y tatuajes por su cuello entraba.
—Tenko, ya he aparcado... —Spinner se quedó un momento callado al ver a Toya, pero rápidamente reaccionó —hola.
Toya lo miró y lo reconoció de la otra noche.
—Oh, Iguchi-kun... —en ese momento los ojos de Toya pasaron de Tenko a Spinner y viceversa.
Tenko que vio que su amigo parecía estar cortocircuitando, rodó los ojos y agarró de la camiseta a Spinner y le dio un beso en los labios.
—Si, es mi novio —confirmó Tenko mirando a su amigo.
Toya abrió mucho los ojos, no tenía idea de que Tenko tuviese pareja, lo que le hizo pensar en aquella noche en el bar y su "altercado" con Jin.
Tenko que podía leer con claridad los pensamientos en la cara de Toya suspiró.
—Todoroki, tranquilo, Shui sabe lo que pasó.
Spinner lo miró confuso.
—¿El que sé? —preguntó.
Tenko lo miró y sonrió de forma nerviosa.
—Lo que pasó el otro día con Jin —le dijo señalando al rubio que seguía atendiendo sus cosas a unos metros de ellos.
Spinner parpadeó varias veces.
—Yo no sé nada...
Toya de repente se sintió algo abrumado y nervioso, por lo que sin hacer ruido comenzó a alejarse de ellos, mientras Spinner agarraba a Tenko del brazo y lo llevaba a una esquina del bar. Toya se acercó a Jin.
—Jin-san... creo que vas a tener que explicarle algo al novio de Shimura.
El rubio, sin saber que decía miró hacia la pareja que hablaba en una esquina, viendo a Tenko algo alterado pidiendo perdón, mientras el chico de pelo morado lo miraba con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
—Shui... estoy seguro de que te lo dije... —Tenko hablaba con nervios.
—No, tú me dijiste que habías bebido mucho y que discutiste con tu amigo, el jefe del bar y que le pediste a Todoroki que te llevase a casa... no me dijiste nada de que hiciste eso con él...
—Pe-pero no hice nada de verdad... so-solo bueno...
Spinner miró de forma sería a Tenko.
—Tenko, sabes muy bien que confío en ti, y sé muy bien que nunca harías nada para molestarme o hacerme daño, y puedo entender que bebiste mucho y pasó algo con él, pero lo que no me gusta es que me mientas...
—Pe-pero...
—Perdonad.
Ambos miraron a su lado, Jin los miraba con una mano en la nuca, contemplando los semblantes de los dos chicos, uno algo molesto y otro apenado.
—Si sirve de algo... siento lo que pasó, yo soy el mayor y debí controlarme un poco, sé que no es excusa, pero habíamos bebido mucho y bueno... lo siento. Y por si te quedas mas tranquilo, a mi realmente no me gustan los hombres...
Spinner miró al rubio, su explicación no ayudaba mucho, pero al menos había sido sincero no como su supuesto novio. Miró a Tenko y luego miró a Jin, suspiró y cerró los ojos rascándose una ceja.
—Jin-san, gracias por contármelo, es más de lo que ha hecho Tenko, se lo agradezco, aunque no lo exime de culpa.
—Lo se... —se disculpó Jin —como muestra de arrepentimiento hoy todo lo que pidas invita la casa.
Spinner lo miró sorprendido.
—Vaya, gracias.
Jin se apartó para seguir con sus cosas y volvieron a quedarse solos los dos chicos.
—Shui... ¿me perdonas? Te prometo que no lo volveré a hacer —suplicó el peliceleste juntando sus manos y mirándole con ojos de perrito.
Spinner lo miró de forma seria, pero relajó su semblante casi en el acto.
—Te perdono, pero porque tu jefe está bastante bien...
Tenko sonrió y sus ojos brillaron.
—Muchas gracias, Shui... —dijo mientras lo abrazaba y comenzaba a besarlo por toda la cara.
Toya que ya había empezado a colocar las mesas miraba de vez en cuando a la esquina y al verlos abrazados se alegró de que hubiesen hecho las paces, no pudo evitar pensar en Keigo y en como lo tuvo en sus brazos la noche anterior.
-----------------
CONTINUARÁ
Chapter 13: UN DÍA DE PASTELES Y CONFIDENCIAS
Chapter Text
En el establecimiento donde Keigo trabaja, el rubio vigilaba a través de la puerta que Shoto estuviese bien, el niño estaba leyendo uno de sus libros, lo que le daba a Keigo libertad para atender a los clientes y mantener limpia y ordenada la tienda.
Tras pasar un tiempo, Keigo se acercó a la zona de los batidos y agarró uno de chocolate, entrando en la sala de descanso, dejando la puerta abierta para oír si alguien entraba en la tienda.
—Shoto-kun, ¿quieres que nos comamos el pastel? —le preguntó mostrándole el brik de chocolate.
—¡¡Si!!
Keigo sacó el pastel de la bolsa y lo puso sobre la mesita frente a ellos, le dio el batido al niño y agarró un cuchillo para partir la tarta. Una vez servidas las porciones ambos se sentaron y empezaron a comer.
—Mmmm, que bueno —dijo Keigo tras tragar un pedazo.
—Si, Fuyumi cocina muy bien.
—Ya lo veo —respondió el rubio tomando otra porción.
Al poco, el teléfono de Keigo comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo y al ver la pantalla una fina sonrisa se iluminó en su cara, algo que Shoto no pudo evitar admirar.
—Un momento, Shoto-kun, ahora vuelvo.
Keigo soltó el plato en la mesa y salió de allí para tomar la llamada. Shoto, algo curioso se acercó a la puerta para escuchar.
—Hola, Taki... —dice el rubio por el teléfono —sí, estoy mejor... ayer es que me asusté mucho, perdona por preocuparte... si, ya lo reporté a la policía... y tranquilo, después de colgar llamé a Rumi y vino a dormir a casa.
Shoto solo escuchaba hablar a Keigo, pero pudo ver que sonreía, por lo que Shoto pensó que hablaba con alguien especial, y al ver que Keigo sonreía, el pequeño volvió a sentarse y seguir comiendo su pedazo de pastel.
Pocos minutos después, Keigo vuelve a la sala de descanso y se disculpó con Shoto.
—Perdona, era una llamada urgente.
—No pasa nada... Natsuo también se ríe así cuando una chica de su clase le llama...
Keigo intentó evitar la sonrisa, pero no pudo.
—Vaya... ¿tu hermano tiene novia?
—Él dice que no... pero Fuyumi y Toya dicen que sí.
—Vaya —Keigo sonríe y toma un pedazo de pastel. Mientras mastica, un impulso dentro de él, sumado a su curiosidad le hace atreverse a hacer una pregunta —¿Y Toya?... ¿tiene pareja?
Shoto bebe del brik de batido de chocolate y mira a Keigo.
—No, Toya no tiene.
Keigo sonrió de forma amable.
—Oh, pero seguro que en Nueva York si tenía...
—Tampoco, Toya nunca salía de casa, solo cuando iba a ver a la doctora.
Keigo se sorprendió bastante con eso, no era algo propio del Toya que él conoció, aunque era verdad que tras hacerse novios, Toya cambió mucho, pero aun así le sorprendió.
—Oh... debió ser difícil...
—Yo no me acuerdo de muchas cosas... pero Toya lloraba mucho, sobre todo por las noches, yo lo veía muchas veces sin que se diese cuenta, miraba su teléfono y lloraba.
—Vaya... —Keigo no sabía que decir, tampoco se sentía bien por hacer que Shoto le contase eso, no era su intención, solo quería saber si Toya había encontrado a alguien —pe-pero seguro ahora Toya está mas feliz.
Shoto sonrió mucho.
—Si, mucho y mas aun desde que vinimos aquí la primera vez.
Keigo notó como sus mejillas y su cuello empezaban a arder, el sonrojo era demasiado evidente.
—Pe-pero...
—¡¡¡KEEEEEIIIIGOOOOO!!!
Una voz femenina retumbó opacando la musiquita de la puerta. Ese grito asustó a los dos chicos, pero Keigo enseguida salió fuera de la sala.
—Rumi, no grites... —dijo y miró a Shoto, temiendo de que volviese a sufrir otro ataque como el del día anterior, pero el chico parecía tranquilo, algo sorprendido, pero bien.
—Bueno, perdona... —Rumi se acercó y abrazó al rubio —¿Qué tal estás? ¿mejor?
—Si, mucho mejor... lo de ayer me asustó mucho, pero ya está denunciado y no he vuelto a recibir ningún mensaje.
—Maldito asqueroso... —dijo Rumi apretando el puño justo en el momento que miraba dentro de la sala para ver a Shoto mirándola con los ojos muy abiertos —oh... perdona chiquitito... —Rumi miró a Keigo confusa y bajó la voz —¿Quién es ese niño? ¿tu hijo secreto?
—¡¿Qué dices?! —exclamó Keigo entre risas —es Shoto, el hermano pequeño de Toya, ya te dije que lo cuido por las tardes.
—Ah... es verdad... —Rumi miró al niño y se acercó —hola, soy Rumi.
Shoto, que no había dejado de mirarla se puso de pie y se presentó.
—Yo soy, Shoto Todoroki y tengo diez años.
—Un placer, Sho-chan —Rumi mira a la mesa —veo que lo estáis pasando bien... —dice con cierto aire de pena fingida.
Keigo que conocía a Rumi como si fuese su hermana gemela, sonrió.
—¿Quieres un trozo de tarta? —le ofrece el rubio acercándose y agarrando el cuchillo para partir una porción.
—Dos, por favor y un refresco de limón.
Keigo suspiró y cortó dos porciones para la chica y le trajo el refresco que pidió.
—Que sepas que el refresco son doscientos cincuenta yenes, te lo apunto en tu cuenta.
—¡¿QUÉ?! ¿Me vas a cobrar? Pensé que eras mi amigo... —dijo haciendo una pose dramática en el suelo, sacando una risa a Shoto.
Keigo suspira y vuelve a oír la musiquita de la entrada, y antes de atender al cliente mira a Rumi.
—Te lo perdono esta vez, porque has hecho reír a Shoto...
Cuando Keigo se va, Rumi le guiña un ojo al niño.
—Entonces eres el hermano del Todomier... de Todoroki, ¿no?
—Si, Toya es mi hermano mayor y le quiero mucho.
Rumi asiente, alzando las dos cejas.
—Ya veo... —Rumi mira a Keigo y no puede evitar pensar en que parece que todos quieren mucho a Toya Todoroki.
—¿Tu conoces a mi hermano, Rumi-san?
—Por favor, nada de -san, que parezco una anciana, puedes llamarme solo Rumi —le dice al niño con una sonrisa —y si, antes íbamos juntos a la misma clase, con Keigo. Aunque cuando yo conocí a tu hermano era diferente a ahora.
Shoto no entendía, su hermano siempre ha sido su hermano.
—Toya siempre ha sido Toya.
Rumi entendió que a lo mejor era complicado de entender para un niño pequeño, por lo que tampoco quiso decir nada mas.
—Bueno, dejemos eso y dime... ¿me das un poco mas de pastel?
En el bar de Jin, Toya estaba a tope de trabajo, había muchos clientes y no paraba ni un momento. La falta de Toga se notaba demasiado. En una esquina, Iguchi y Tenko hablaban sentados en una mesa, mas tranquilos y habiendo hecho las paces y aclarado todo.
—Shui... ¿Qué quieres hacer esta noche?
—Nada, porque dentro de unos días comienzan las clases y debes reorganizar tus horarios, ya basta de pasarte despierto toda la noche jugando a videojuegos, Tenko.
—Jo, ni que fueses mi madre... —se quejó el peliceleste.
—No, no soy tu madre, pero no quiero que pases sueño el primer día de clases, así que hoy a dormir temprano —le dijo Spinner.
—Vale... —Tenko apoyó la cabeza en la mesa derrotado por los argumentos de su novio. Spinner sonríe y acaricia su cabeza.
—Hey, parejita, ¿queréis algo mas?
Toya se acercó a ellos.
—Muchas gracias, Todoroki, pero ya nos vamos —dijo Spinner.
—Bien, pues buenas noches, pasadlo bien.
Tenko levantó la mano para despedirse y ambos salieron del bar.
Pocos minutos después, Jin llamó a Toya para decirle que ya era su hora de irse, por lo que Toya se despidió, y salió del bar. Tomo aire y caminó para ir a recoger a Shoto, y porqué no decirlo, tenía ganas de ver a Keigo.
--------------------
CONTINAURÁ
Chapter 14: ENVIDIA Y DESEO
Chapter Text
Toya caminaba a paso tranquilo por la calle, la tarde noche se cernía sobre la ciudad y tenía ganas de llegar a la tienda, pues ver a Spinner y Tenko juntos le había dado cierta envidia, y de alguna forma ver a Keigo le calmaría esa sensación, o al menos eso pensaba.
No tardó mucho en llegar, y con una fina sonrisa atravesó la puerta, donde la musiquita comenzó a sonar por el altavoz, al girar la mirada hacia el mostrador, esa sonrisa se empezó a desdibujar, pues aunque Keigo estaba allí, Rumi lo acompañaba mientras sostenía la mano de Shoto.
Toya no tenía nada en contra de Rumi, durante su relación con Keigo años atrás, la chica siempre había sido agradable, era verdad que nunca estuvo de acuerdo con su noviazgo, pero apoyaba a Keigo y aunque no siempre estaba cómoda con Toya, aguantaba por su amigo. Por eso, cuando Toya la vio con Keigo, y dándole la mano a su hermano no supo bien como reaccionar.
—¡¡Toya!! —Shoto fue el primero en advertir la presencia de su hermano, que soltó la mano de Rumi y corrió para abrazarlo. Tras el niño Keigo miró a los dos hermanos con una sonrisa mientras Rumi arrugaba el entrecejo y torcía el gesto mirando al pelirrojo.
—Hola, Shoto, ya estoy aquí —dijo poniendo una mano en su cabeza y mirando a Keigo y Rumi —gracias por cuidarlo... nos vamos —dijo de forma apresurada. Y antes de que Keigo pudiese decir nada, Toya salió por la puerta con Shoto.
—Ja, igual de capullo que siempre —soltó Rumi cruzándose de brazos.
—Rumi...
—¿Qué?, es verdad, ni ha saludado y ni siquiera se ha preocupado por como estabas.
Keigo suspiró y miró al suelo.
—Él no sabe nada...
La chica abrió mucho los ojos mirando a su amigo.
—¿Cómo que no sabe nada? ¿no le has dicho lo que pasó ayer?
—No...
—Dios mío, Keigo... —Rumi suspiró y se frotó la frente —tu eres el que dijo que quería llevarse bien con él, si no le cuentas esas cosas...
Keigo miró a su amiga algo molesto.
—Rumi, él se ha ido así por tu culpa, que lo sepas.
—¡¿Qué?! —dijo ofendida —¡¿y yo que culpa tengo?!
Keigo salió de detrás del mostrador para ir a revisar los estantes para revisar antes de cerrar mientras Rumi iba tras él.
—Sabiendo que siempre estabas en contra de nuestra relación, es normal que si te ve ahora se asuste con todo lo que ha pasado... pensará que vas a reclamarle o algo...
Rumi se detuvo y se cruzó de brazos.
—Yo desaprobaba esa relación porque nunca creí que cambiase de verdad, ¿o no te parecía raro a ti que de repente pasase de ser un capullo integral a alguien amable?
—Cambió por mi... el me lo dijo, dijo que quería ser mejor por mi... —Keigo no miraba a la chica mientras hablaba, solo miraba los productos y apuntaba los que faltaban para reponer.
—Ya claro... no te voy a negar que ahora sí parece otro, y parece haber cambiado, pero antes no lo tenía tan claro... y si tanto te quería debió haberme enfrentado y demostrarme que era así...
—Rumi, ya basta... eso ya es pasado...
—Has empezado tú, yo solo he venido para pasar tiempo contigo después de lo que te pasó ayer... —Rumi no se mostró enfadada ni ofendida, sabía como era Keigo.
—Lo se... y te lo agradezco... so-solo que no me gusta recordar algunas cosas —Keigo miró a la chica por primera vez en todo ese rato desde que Toya se fue —por favor, la próxima vez que lo veas, háblale bien y haced las paces o lo que sea, no me gusta que mis amigos estén enfadados.
Rumi alzó una ceja.
—Ah, ¿ya sois amigos entonces? ¿tan pronto olvidaste todo?
Keigo suspiró.
—No, no he olvidado, pero de nada sirve estar molesto por algo que ya no tiene remedio... además, quiero llevarme bien con él, ¿vale?
Rumi agarró a Keigo de los hombros y le hizo mirarla a los ojos.
—Dime, aquí y ahora que no estas pensando en volver con él.
Los ojos de Keigo se agitaron levemente, pero enfrentó los de la chica.
—No tengo intención de hacer eso Rumi, solo quiero que seamos amigos y ya... además ya sabes mi situación actual.
La chica lo soltó y esbozó una sonrisa.
—Me alegro... ufff, pagaría por haber estado delante para ver su cara cuando le hablaste de Nakamura.
Keigo se detuvo y tragó saliva, Rumi vio ese gesto y se quedó un momento pensativa.
—No... —Rumi se acercó a Keigo y lo volvió a agarrar de los hombros —le has hablado de Nakamura, ¿verdad?
La mirada de Keigo viajaba por todas partes menos para enfrentar la cara de su amiga.
—No, no lo he hecho...
Al llegar a casa, Toya dejó paso a Shoto y el niño corrió para ir a buscar a su hermana, el pelirrojo se puso en el pie de la escalera y alzó la voz.
—¡Fuyumi, voy a darme una ducha!
Sin esperar respuesta, Toya subió la escalera y tras agarrar una muda de ropa se encerró en el baño, se desvistió y tras abrir el agua caliente se puso bajo ella dejando que empapase cada parte de su cuerpo.
El agua caliente recorría el cuerpo de Toya, su pelo empapado recibía el primer impacto y los surcos del agua residual caía por su cuello, brazos y torso, pasando por sus piernas y pies, hasta llegar al suelo. Esa sensación de paz le dio el momento para pensar, pues si quería retomar su relación con Keigo, un paso era llevarse bien con Rumi.
En el pasado no hubo problemas, y aunque ella no estaba de acuerdo y nunca se llevó bien con él, nunca hizo nada en su contra, a veces salían los tres o mas, y no había problemas, pero ahora, tras todo lo que pasó, seguro que esa chica lo odiaba y sabía que debía ganarse su confianza.
Por un momento su mente fue a Keigo, y a ese momento donde la noche anterior lo tuvo en brazos, sus caras a pocos centímetros, sus ojos encontrándose bajo aquella farola. En ese momento el cuerpo de Toya reaccionó a esos pensamientos, haciendo que una parte de él comenzase a tensarse; en cuanto Toya notó su pene crecer, se sobresaltó un poco, pues realmente no recordaba la última vez que tuvo una erección, aunque si recordaba la última vez que tuvo sexo, pues fue con Keigo, y fue aquella vez que su padre los sorprendió. Incluso ese día el acto no llegó al final por lo que realmente Toya no recordaba la última vez que había eyaculado.
Su mente se retrajo a esos días con Keigo, sus encuentros sexuales, sus besos, sus gemidos suaves cuando sentía los labios de Toya por todo su cuerpo, la forma en las que susurraba y gemía su nombre cuando lo penetraba.
Toya, perdido en esos recuerdos, se encontró a si mismo jadeando mientras se masturbaba bajo la ducha, apoyando una mano en la pared de azulejos, mirando su reflejo en ellos, y pensando en Keigo bajo su cuerpo y gimiendo su nombre.
Cerró los ojos en el momento del clímax, al abrirlos un rastro de semen se veía en la pared de la ducha, esa sensación de debilidad tras la eyaculación hacía que sus piernas temblasen, su mano aun agarrada a su pene que poco a poco perdía grosor y longitud, manchada de semen y como esa sustancia se iba esparciendo por el agua, al igual que el lanzado contra la pared. Tragó saliva y retomando poco a poco el ritmo de su respiración comenzó a lavarse.
---------------------
CONTINUARÁ
Chapter 15: UNA TARDE INESPERADA
Chapter Text
Pasaron varios días, donde todo parecía seguir en calma, Toya iba todas las tardes antes de ir al trabajo a llevar a Shoto con Keigo. El rubio cada vez parecía mas cómodo con la presencia de Toya, lo que alegraba al pelirrojo, que veía en ello avances, aunque en ninguno de esos días había vuelto a ver a Rumi, y tampoco podía pedirle su número a Keigo, podría sonar raro y no quería cometer errores con él. Sabía que el éxito de su reconciliación pasaba por esa chica; si hablaba con ella estaba seguro de poder hacerla ver que había cambiado y que podía volver a estar con Keigo.
La tarde del jueves, Toya atendía unas mesas en el bar, Jin tras la barra preparaba unas bebidas mientras Toga cargaba una bandeja con soltura, como si fuese lo mas fácil. Toya llevaba menos de un mes allí y todavía era incapaz de avanzar con la bandeja llena, por lo que siempre debía hacer varios viajes de la barra a la mesa para atender todo el pedido.
En uno de sus viajes a la barra, Jin lo recibió con una sonrisa.
—Hey, Toya, siéntate un poco, ahora no hay mucha gente y puedes descansar.
—Uff, gracias, hoy está siendo un día duro —dijo el pelirrojo recostándose en la barra.
—Totalmente, hemos tenido mas clientes de lo normal, por lo visto se ha corrido la voz de que nuestros camareros son muy guapos —rio Jin y le guiñó un ojo a Toya, el cual no pudo evitar sonrojarse.
—Jin-san... no creo que sea por mi... seguro es por Toga... yo no creo que sea guapo.
Jin se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos, incrédulo de haber oído esas palabras.
—Mira, chico, a mí no me gustan los hombres, pero te aseguro que si un chico como tu intentase algo conmigo, me lo plantearía, con eso te lo digo todo.
Toya se ruborizó aún mas y apartó la mirada.
—Jin-san... por favor... —Toya rio un poco. Él realmente no se consideraba alguien atractivo, algo muy alejado a la realidad, pero las vejaciones y maltratos de su padre repercutieron de alguna forma en su autoestima, y aunque sabía que era un chico algo mas apuesto que el resto, no se consideraba alguien atractivo. Es mas, nunca llegó a comprender como Keigo, que para Toya era el ser mas bello que había conocido se pudo fijar en él.
Jin comenzó a reírse por la reacción del chico.
—Tengo que decir que eres muy mono cuando te sonrojas, seguro tienes a un montón de chicos detrás de ti.
Toya aun avergonzado lo miró.
—La verdad es que no...
—Pero seguro hay alguno que te gusta —Jin hablaba mientras preparaba unas jarras de cerveza y las ponía sobre una bandeja que Toga agarró y llevó a la mesa correspondiente.
—Bueno... hay alguien que me gusta... si...
Jin alzó las cejas y miró al chico con curiosidad.
—¿Y quién es?... ¿no será Tenko?, porque ya tiene novio, se te adelantaron, Toya...
—¡No, no es él! —se apresuró a desmentir —es otra persona... no lo conoces.
—Vaya, pues invítale un día y me lo presentas... —Jin pensó y su mirada se iluminó —mira, en un par de meses, vamos a organizar un pequeño concierto de un grupo de música amateur de la ciudad, el grupo es increíble, trae a tu chico y lo pasáis bien, yo os invito.
Toya se quedó un momento sin saber que decir, no creía que Keigo aceptase ese ofrecimiento, pero podría planteárselo, no perdía nada.
—Me lo pensaré... ¿Cómo se llama el grupo?
—Oh, mira, todavía no lo he colgado, aquí está el cartel anunciador.
Toya tomó el cartel, en él se veía una guitarra en medio, rodeada de halcones, y en el centro cuatro chicos, donde uno en especial destacaba por encima del resto, un chico bastante atractivo, de cabello corto, rojo fuego y rasgos suaves; parecía el líder o el vocalista, pues estaba frente a un micrófono, y en lo alto en letras llameantes se leía "Hawksers"
—¿Hawksers?, no lo había oído nunca.
—Son relativamente nuevos, empezaron a tocar hace un par de años, pero hasta hace unos meses no lo hacen de cara al público, su líder es también el manager, como apenas son amateurs tienen que hacerlo todo ellos solos.
—Vaya... debe ser duro... es admirable lo de ese chico... —comentó Toya admirando su fotografía en el cartel.
—Si, seguro que os llevaríais bien, a él también le gustan los chicos, quien sabe a lo mejor él y tu... ya me entiendes —Jin sonrió de forma picara haciendo un corazón con las manos.
—No creo... es demasiado guapo para mi... además... ya te dije que hay alguien que me gusta.
Un par de horas después, Toya y Toga agradecían a Jin, pues era la hora de irse. Toya estiró los brazos antes de abrir la puerta y pensó que tenía ganas de ver a Keigo. Al abrir la puerta del bar y al salir a la calle, su cerebro casi explota, pues allí, frente a él estaban Keigo y su hermano.
—¡¡TOYA!! —gritó el niño —¡¡SORPRESA!!
Toya aun procesando se dejó abrazar por su hermano y miró directamente a Keigo, bastante confuso y desubicado. El rubio que leyó la cara de Toya como un libro abierto sonrió.
—Hoy he tenido que salir un poco antes, y le he dicho a Shoto que podríamos venir a buscarte, espero que no te moleste.
Abrazando a su hermano, sacudió la cabeza y volvió a dirigir su atención a Keigo.
—Tranquilo, no pasa nada... si-si quieres te acompañamos a tu casa...
Keigo sonrió.
—Vale... nos queda de camino...
Así, los tres comenzaron a caminar, Shoto en medio de ellos, tomando la mano de cada uno, mientras sonreía mirando a cada lado, viendo el nerviosismo en la cara de Toya y como Keigo de vez en cuando echaba ojo a su teléfono.
Toya de vez en cuando miraba a Keigo, el cual miraba a Shoto para ver que tal estaba y en alguna ocasión cruzaba miradas con Toya, lo que hacía que el pelirrojo se pusiese rojo y apartase corriendo la mirada.
<Soy patético> se decía Toya cuando pasaba eso.
De pronto, Keigo se detuvo y miró al frente.
—¿Qué pasa? —Toya siguió la mirada para ver como a unos metros, un par de chicos altos, tenían acorralada contra una pared a Rumi.
—Chicos, ya os he dicho que no tengo tiempo para perderlo con basura como vosotros —dijo la chica con tono despreocupado.
Los dos asaltantes se miraron y rieron.
—Vaya, parece que la conejita es peleona, me gustan así.
—Si, bro, creo que peleará bien mientras le enseñamos como tratar a los hombres.
—Mierda —Toya soltó la mano de Shoto y miró a Keigo —cuida de Shoto.
—¡Toya, esp...!
Keigo intentó detenerlo, pero Toya ya había empezado a correr hacia ellos, gritando, aunque a medio camino, se detuvo, pues vio como Rumi, daba un gran salto, pasando a través de los dos asaltantes y alzando una de sus piernas los golpeó de forma casi acrobática, lanzándolos al suelo y pisándole a uno de ellos la entrepierna.
—A esta conejita —dijo Rumi apretando los puños y el pie —con vuestra zanahoria diminuta no tiene ni para empezar —de una patada, golpeó la entrepierna del chico haciéndolo gritar y provocando que huyesen.
Rumi comenzó a reírse y chocó sus puños, volteándose, topándose de frente con Toya, que la miraba totalmente alucinado y sorprendido. Rumi lo miró y desvió su mirada mas allá de él para ver a Keigo y Shoto acercándose corriendo. Aprovechó esos momentos para dirigirse a Toya.
—¿Debería darte una patada en tus bolas también? —dijo la chica y se puso en posición de lucha.
-------------------
CONTINUARÁ
Chapter 16: AMISTADES Y SORPRESAS
Chapter Text
El terror se reflejó en la cara de Toya al ver como Rumi adoptaba una pose de lucha y caminaba hacia él. Tras ver como había despachado a esos dos tipos, Toya no estaba seguro si podría hacer algo contra ella, sin contar de que él solo quería ayudar, no quería pelearse con nadie, él ya no era así.
—U-Usagiyama-san... po-por favor, espera... —Toya caminaba hacIa atrás, con sus manos extendidas hacia delante en señal de calma.
Rumi sonrió y comenzó a correr dirección a Toya, saltando y estirando la pierna a escasos metros, Toya gritó y se hizo una pequeña bola en el suelo, al instante que notó una brisa pasar a su lado; y es que Rumi había pasado a su lado corriendo y e iba dirección a Shoto.
—¡¡SHO-CHAN!! —gritó la chica llamando al niño y al llegar a donde estaba lo agarró en brazos y lo subió.
Toya, al no recibir ninguna patada y al oír a la chica llamar a su hermano destapó su cara y miró atrás, para ver como Shoto sonreía en los brazos de Rumi y como Keigo, con una expresión avergonzada se acercaba a él.
—Toya, ¿estás bien?
El pelirrojo respiró varias veces, tomando aire y miró al rubio, al percatarse de la patética situación en la que estaba se puso de pie como un resorte y con la cara completamente roja miró a otra parte.
—Oh, si, solo... se me había desabrochado la zapatilla, jeje... —Toya creía que esa excusa le salvaría de la humillación de hacía un momento. Keigo lo miró incrédulo y no pudo evitar soltar runa risita.
—Oh... bueno, espero que esté todo bien...
Toya asintió varias veces, cuando Shoto y Rumi se acercaron a él, los ojos de Toya miraron a la chica con cierta cautela, pues no sabía bien como reaccionaría, por su parte, Shoto sonreía y miraba a su hermano, mientras sostenía la mano de Rumi.
—Toya, Rumi dice que nos invita a tomar un batido.
Toya tragó saliva y pasó su mirada de su hermano a la chica.
—No hace falta... de-de verdad...
—Vamos —la chica dio un leve golpe en el hombro a Toya —no seas aguafiestas, Todoroki, Keigo también viene —dijo con tono provocativo y guiñándole un ojo, a lo que Toya se ruborizó, y Keigo la fulminó con la mirada.
—Porfa, Toya... vamos... —Shoto le suplicó que fuesen y el mayor no tuvo mas remedio que aceptar.
—Está bien... vamos.
Tras ese momento, los cuatro comenzaron a caminar, Toya iba un paso por detrás mientras que Rumi y Keigo iban delante, ambos de la mano de Shoto. Toya por un momento se sentía fuera de lugar, ver a Shoto tan contento con otros que no fuesen sus hermanos o él, le daba algo de felicidad, pero también cierta envidia.
Keigo fue el que giró la cabeza y vio la expresión decaída del pelirrojo. Soltó un momento a Shoto y dejó a la chica a su cargo, entonces, se acercó a Toya y se puso a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó Keigo con cierta preocupación —te veo raro.
—No es nada, es que... —Toya suspiró y miró a Shoto —puede que haya pasado mucho tiempo con él y ahora verle tan suelto con la gente me da un poco de... pena, supongo...
Keigo miró a Toya de cierta forma sorprendido, sin duda no era el mismo Toya que hace unos años, se notaba que toda esa experiencia con su padre, y tener que viajar fuera de Japón, le había hecho madurar de alguna forma. Keigo sintió cierto orgullo por Toya, sabía lo duro que había sido todo para él y verlo ahora.
—Tranquilo, eres el hermano de Shoto, en la tienda no deja de hablar de ti y también se preocupa mucho por todo lo que te pasa, no lo vas a perder...
Toya miró al rubio mientras caminaban, sonrió ante esas palabras, pues eran las adecuadas para ese momento.
—Gracias, Keigo.
Caminaron un poco mas hasta que llegaron a una cafetería, había mesas libres en el exterior, por lo que se sentaron en una mesa de cuatro asientos, al hacerlo, Rumi miró a Toya.
—Te toca pedir a ti.
Toya la miró, algo sorprendido por la orden en forma de petición. Keigo suspiró y fue a reclamar a su amiga, pero Toya se adelantó.
—Está bien, ¿Qué queréis?
—Yo un batido de fresa —dijo Shoto con una amplia sonrisa.
Toya le miró y le asintió, luego miró a Keigo y Rumi.
—Yo quiero un batido de café —dijo la chica y sacó su móvil para comenzar a mirarlo.
Keigo suspiró y miró a Toya.
—Puedo ir contigo si quieres... —le dijo el rubio.
—No te preocupes, puedo solo.
—Vale, pues un batido de chocolate.
Toya asintió y se dirigió al establecimiento para pedir las bebidas. Fuera, Rumi soltó el teléfono en cuanto Toya entró en el local.
—Rumi, no te pases... —Keigo la reprendió.
—No he hecho nada —se defendió la chica —solo hemos venido a tomar unos batidos...
Keigo suspiró y dejó su móvil sobre la mesa, no sin antes revisarlo. Shoto, que miraba la interacción de los dos sonreía, pues a sus ojos se llevaban muy bien.
—¿Sois novios? —preguntó Shoto.
Rumi comenzó a reírse como una loca, mientras Keigo miraba a todas partes, temeroso de que alguien los viese.
—No, Shoto-kun, Rumi no es mi novia... a mí no me gustan las chicas.
—Oh... —Shoto se puso a pensar —¿y que te gusta?
—Sho-chan —interrumpió Rumi aun entre carcajadas —Keigo se vuelve loco con una buena...
Keigo se apresuró a tapar la boca de la chica.
—¡¡¿PERÓ QUE LE IBAS A DECIR?!! ¡¡QUE ES SOLO UN NIÑO!!
Rumi aumentó el volumen de sus carcajadas.
—¡Vamos Keigo... si esta familia te ha visto desnudo en la habitación de su hermano!
Keigo arrugó el ceño y se cruzó de brazos molesto.
Shoto los miró, no sabía que hablaba la chica, pero no era la primera vez que oía eso. Miró a Keigo, con bastante curiosidad. Le parecía gracioso todo eso, se estaba divirtiendo con los amigos de su hermano.
Al poco, Toya apareció y se sentó en su asiento.
—Ahora nos lo traen, ¿de que hablaban?
Rumi alzó una ceja.
—Sho-chan quería saber si yo era la novia de Keigo... —dijo con cierta malicia.
Toya miró a su hermano.
—Esas cosas no se preguntan, Shoto.
—Lo siento... pero me han dicho que no y que a Keigo no le gustan las chicas.
Toya suspiró y miró a la pareja de amigos, Keigo parecía apenado mientras que Rumi parecía disfrutar con el ambiente. Él sabía perfectamente las preferencias sexuales de Keigo, habían sido pareja hace años, en ese aspecto no había secretos, ambos se habían visto desnudos y habían tenido sexo varias veces.
Mientras hablaban, los pedidos llegaron, Shoto se sorprendió al ver como Toya y Keigo habían pedido el mismo batido, Rumi miró aquello con la mirada afilada mientras Keigo y Toya reían.
El ambiente pareció calmarse un poco, Rumi dejó de ser tan incisiva y relajó su tono y actitud, hablando con Toya de forma tranquila. El pelirrojo vio el momento para intentar acercarse a la chica y ganarse su confianza, fue a iniciar una conversación cuando un golpe en su espalda casi le hace estrellarse contra la mesa.
—¡TODOROKI!
La voz de Tenko resonó en todo el lugar, y Shoto miró como ese chico golpeaba la espalda de su hermano, mientras Rumi parecía morirse de risa y Keigo miraba algo sorprendido por la aparición repentina de ese chico.
Toya tras recuperarse del golpe, se levantó y miró a su espalda, Tenko le sonreía de oreja a oreja.
—¿Qué haces aquí, Shimura? —dijo Toya mirando a su alrededor.
—Pasaba por aquí, a Shui le apetecía un batido y los de aquí están buenos... —Tenko pasó la mirada por las mesas para ver al resto, y al ver a Keigo se sorprendió y miró a Toya con cierta picardía —vaya, vaya... jeje, hola, Keigo, ¿Qué tal?
Toya se quedó un momento confuso.
—Hola, Shimura-kun.
—¿Se conocen? —preguntó Rumi mirando de arriba a abajo a Tenko.
—Si, bueno, hace una semana o así entró en nuestro local de tatuajes.
Tanto Toya, como Rumi miraron a Keigo sorprendidos.
—¡¿Cómo que tatuaje? ¿te vas a hacer un tatú?! —exclamó Rumi totalmente fuera de si —¡¿y sin decirme nada?!
—No, no... —Keigo se apresuró a excusarse.
Toya también lo miraba incrédulo, a Keigo nunca le habían gustado los tatuajes, por eso todo esto le sorprendió mucho, miró a Tenko que sonreía mirando a Toya.
—Si, tranquilos, que Keigo no se hizo ninguno y eso que le dimos un descuento, solo que llegó algo alterado y lo atendimos.
Rumi borró su rostro de broma para ponerse seria y agarró la mano de Keigo, este detectó enseguida el cambio y miró a su amiga.
—Está bien... no pasó nada, ya te lo conté —le dijo en voz baja.
Toya miró aquello, no entendía bien que pasaba, entonces oyó como la silla a su lado crujía y Shoto corrió hasta ponerse frente a Tenko.
—Hola, me llamo Shoto Todoroki y tengo diez años, ¿eres amigo de Toya?
Tenko lo miró y se puso de rodillas acariciando su cabeza.
—Hola, colega, si soy amigo de Todoroki, su mejor amigo.
Shoto abrió mucho los ojos y miró rápidamente a Keigo, pues pensaba que Keigo era el mejor amigo de Toya. Miró a Toya para ver si advertía algún cambio o incomodidad al ver que estaban sus dos mejores amigos, pero al ver que no parecía molesto, el niño sonrió.
—Yo también quiero ser tu amigo.
—Oh, por supuesto, me llamo Tenko Shimura —le dijo al chico y le dio la mano para estrecharla, algo que Shoto hizo muy orgulloso, pues se sentía mayor —un placer ser tu amigo, Shoto-kun.
Tras aquello y de forma totalmente descarada, Tenko se unió al grupo, donde de forma sorprendente el ambiente fue bueno, Rumi parecía divertirse con él, y Keigo estaba tranquilo, aunque Toya no pasaba por alto todo lo que había oído.
------------------------
CONTINAURÁ
Chapter 17: CONFUSIÓN Y SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
Chapter Text
Tras un rato donde Tenko y Rumi parecían amigos desde que nacieron, Toya miró frente a él, donde Keigo sorbía su batido de forma despreocupada. Toya aun no podía apartar de su mente lo que pasó hace unos minutos, en como Rumi endureció su gesto y miró a Keigo, pudo ver preocupación en el semblante de la chica, y todo por la visita de Keigo al local de Tenko, o mas bien la razón, ¿había pasado algo?
—Toya...
El pelirrojo volvió en si de sus pensamientos y miró a su lado, su hermano le tiraba de la manga de la camiseta.
—¿Qué pasa?
—Quiero ir al baño... me hago pis...
Toya lo miró y se levantó, mirando al grupo.
—Perdonad, ahora vengo.
Le disculparon y mientras caminaba, Toya miró a Tenko.
—Oye, Shimura, ¿no era que Spinner te estaba esperando por un batido?
Los ojos de Tenko se abrieron al máximo y de un grito saltó de la silla.
—¡AY, AY... Shui me va a matar!
Tras eso hizo una reverencia a Rumi y Keigo y entró corriendo al local para comprar los dos batidos y salió corriendo, y mientras Toya llevaba a Shoto al baño, Rumi aprovechó esa soledad para mirar a Keigo.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—Lo siento, Rumi... pero no pasó nada, no lo vi... solo estaba cerca, pero ni lo vi y no creo que él me viese —explicó el chico.
—Pero estaba cerca, ¿y si te hubiese encontrado?
—Rumi, tranquila, no pasó nada...
La chica se frotó las sienes, algo enfadada con su amigo.
—Está bien, pero la próxima me avisas, ¿vale?
—Lo prometo —contestó Keigo poniéndose la mano en el pecho.
Justo en ese momento, una llamada entró al teléfono móvil de Keigo, lo miró y al ver el nombre en la pantalla, una sonrisa apareció en su cara, Rumi pudo verlo y con mirada juguetona le dio un golpe en el costado.
—Anda, ve a responderle...
Keigo sonrió y agarró su teléfono, descolgó la llamada y se apartó de las mesas.
—Hola, Taki...
A los pocos segundos, Toya y Shoto aparecieron, el niño se sentó en su asiento y tomó su batido, mientras Toya miraba como Keigo se había apartado y hablaba por teléfono, desvió sutilmente la mirada a Rumi, esperando de alguna forma alguna explicación, pero al no recibir ninguna se sentó.
—¿Ha pasado algo? —preguntó Toya.
Rumi lo miró y esbozó una sutil sonrisa con cierto toque de maldad.
—Es una llamada urgente —contestó la chica entornando los ojos.
—Oh...
Toya no dijo nada mas, se recostó en el respaldo de la silla y tomó un poco de su batido, mirando como Shoto y Rumi comenzaban a hablar, aunque también desviando la mirada a Keigo, que de vez en cuando podía ver como una gran sonrisa escapaba de su boca mientras hablaba con quien fuese por teléfono.
Fue repentino, pero una cierta molestia empezó a nublar la mente de Toya cada vez que miraba hacia Keigo, no sabía explicar que era, pero era un cierto malestar; hacía tiempo que no sentía algo así, y sabía lo que podía pasar, por lo que quiso atajar el problema. Se levantó, y agarró a Shoto de la mano.
—Lo siento, Usagiyama, pero nos tenemos que ir, despídeme de Keigo, por favor.
Shoto lo miraba confuso, pero no desobedeció y se despidió de la chica y ambos se fueron a paso rápido, mientras Rumi miraba a la pareja de hermanos alejarse, se cruzó de brazos y suspiró.
—Dios mío... que obvio...
Ya cerca de su casa, Toya se detuvo, una vez su mente se calmó se dio cuenta de la estupidez que había hecho, dejándose llevar nuevamente por su furia, yéndose sin siquiera despedirse de Keigo y de muy malas maneras.
—Mierda...
—Toya, no se dicen palabrotas.
Toya miró a su hermano que seguía agarrado a su mano.
—Lo siento...
—Te perdono, pero que no se vuelva a repetir —dijo Shoto fingiendo el tono de Fuyumi cuando alguno de ellos se portaba mal. Toya se rio ante eso. Se tomó un momento para respirar, y tomar aire y ahora mas calmado decidió seguir su camino.
Llegaron hasta la entrada de su casa, le dijo a Shoto que entrase, que él tenía que hacer una cosa, el niño obedeció y una vez se quedó solo, Toya agarró su teléfono; pero justo en el momento que lo desbloqueaba e iba a buscar el número de Keigo, el nombre del rubio apareció en la pantalla, pues lo estaba llamando. Toya de la sorpresa casi deja caer el teléfono al suelo, dio unos saltitos, nervioso y con cierto temblor descolgó la llamada.
—¿Ho-hola?
—¿Toya? —era la voz de Keigo a través del auricular.
—Si, soy yo.
—Ah, bien... —Toya lo oyó suspirar —me ha dicho Rumi que te has ido de repente, espero que no le haya pasado nada a Shoto...
—No tranquilo...es solo que... me... me acordé que Fuyumi me dijo que volviese pronto.
—Ah, vale, que alivio... bueno, aun así, perdona por no haberme despedido.
—No, no —se apresuró a contestar Toya —no te disculpes, la culpa ha sido mía, tu estabas con el teléfono...
Durante unos segundos ninguno dijo nada, hasta que finalmente Keigo rompió el silencio.
—Vale... me lo he pasado bien hoy, me ha recordado algunas cosas de antes... y tu amigo es bastante simpático y divertido, aunque mi primera impresión no fue muy buena —dijo eso en voz baja.
—Si —rio Toya —Shimura es así. Aunque me podría haber dicho que te había visto...
—No te enfades con él, fue cosa mía, entré por error y bueno... me agradó conocerle a él y su pareja.
Toya sonrió.
—Si te digo la verdad, yo me enteré hace poco que tenía novio.
Oyó la risa de Keigo por el auricular, y no pudo evitar sonrojarse.
—Bueno, Rumi me llama, solo llamaba para ver si estabas bien y para despedirme en condiciones, mañana nos vemos en la tienda cuando lleves a Shoto.
—Si... hasta mañana, Keigo.
—Hasta mañana, Toya.
Keigo colgó la llamada y se encontró con una mirada acusadora de Rumi, que pestañeaba muy rápido.
—¿Qué? —replicó el rubio ante esa mirada inculpadora de su amiga.
—"Hasta mañana, Toya", "estaba preocupado por ti" —le imitó la chica.
—¿Qué tiene eso de malo? Es verdad, me preocupé cuando llegué y no lo vi a él ni a Shoto.
Rumi lo miró.
—¿Seguro que es solo eso?
—Claro que sí, ¿Qué iba a ser si no?... ya sabes que Toya ya no es nada para mi... solo un amigo.
Rumi se cruzó de brazos.
—Creo que él no piensa lo mismo... —dijo en voz baja para sí misma.
—¿Qué? —preguntó pues no la oyó.
—Nada, nada... que tenías razón, ha cambiado de verdad... ya no es ese pandillero de antes.
—Te lo dije, Toya ha madurado.
Rumi miró al cielo.
—Pues espero que sepa encajar bien los golpes de realidad...
-----------------
CONTINUARÁ
Chapter 18: DESTINOS CRUZADOS
Chapter Text
Pasaron unos días, y finalmente llegó el domingo, el último día de las vacaciones. Al día siguiente empezaban las clases, Toya estaba algo impaciente al respecto, no solo era para recuperar de alguna forma una normalidad en su vida, si no que era una excusa para ver a Keigo mas tiempo, ya que, a partir de ese día, no tendría la excusa de llevar a Shoto a la tienda, pues con el inicio del curso escolar, lo apuntaría a clases extraescolares y estaría atendido mientras Toya trabajaba por las tardes.
Así, los dos hermanos entraron en la tienda, la melodía indicó su entrada, y Keigo asomó su cabeza por encima de algunos estantes, y sonrió al ver el cabello rojo de Toya, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a los dos hermanos.
—Hola, buenas tardes, Shoto-kun —dijo al niño acariciando su pelo, luego miró a Toya —buenas tardes, Toya.
—Hola, Keigo —contestó el niño —hoy estoy triste.
—Oh, ¿y eso? —Keigo se arrodilló frente al niño.
—Hoy es el último día que puedo venir contigo —contestó Shoto con voz triste.
Keigo miró hacia arriba, buscando a Toya para entender un poco mejor lo que decía el pequeño. El pelirrojo suspiró.
—Mañana ya empiezan las clases y podré apuntarlo a las clases extraescolares, y estará ocupado toda la tarde, así puedo ir a trabajar tranquilo y no te molestamos más —dijo Toya también con cierta tristeza en su voz.
—Oh... —Keigo no supo bien que decir en un principio, se levantó y miró a Toya —para mí no es ninguna molestia cuidar de él, yo puedo seguir haciéndolo... de verdad que no me importa...
—Pero me sabe mal que estudies por las mañanas, trabajes y encima cuides de mi hermano...
Keigo se acercó mas a Toya, mirándole a los ojos.
—Te digo que no me importa... me gusta estar con él.
Toya se ruborizó sutilmente al tenerlo tan cerca y sobre todo al ver el interés que tenía en cuidar de Shoto, no pudo evitar pensar que era porque quería estar mas cerca de él.
—Bueno... —el pelirrojo se llevó una mano a la nuca —debería hablarlo con Fuyumi... pe-pero por mí no habría problemas, si dices que no es molestia...
—Claro que no lo es... me gusta cuidar de Shoto, nos hemos hecho grandes amigos, ¿verdad? —dijo mirando al pequeño.
—¡SI! —gritó el niño dándole la mano a Keigo.
Toya vio la sonrisa de su hermano y no pudo negarse, por su parte Keigo sintió alivio, su necesidad de ayudar a los demás se vería trastocada si de repente le arrebataban el cuidado de Shoto.
Tras un momento de calma, Keigo le dio una botella de agua a Shoto y le abrió la puerta de la sala de descanso, para dirigirse luego a Toya.
—¿Qué tal lo llevas para mañana?
—Bien, ya lo tengo todo comprado, estoy algo nervioso la verdad...
Keigo sonrió al ver su expresión.
—No te preocupes, si quieres mañana vamos juntos, te espero en el cruce de la tienda y vamos juntos a partir de ahí.
—¿En serio? —preguntó Toya con notable emoción en su voz.
—Claro —sonrió Keigo.
—Pu-pues vale... acepto... —la sonrisa de Toya se ensanchó y se puso algo rojo.
Keigo sonrió ante la mueca graciosa que Toya estaba poniendo y miró el reloj.
—Oh, Toya, vas a llegar tarde.
El pelirrojo miró su móvil y vio que le quedaban menos de quince minutos para llegar al bar.
—¡¡AHH!! ¡¡LLEGO TARDE, ME VOY, ME VOY, HASTA LUEGO KEIGO, SHOTO PÓRTATE BIEN!!
Tras eso, Toya salió corriendo mientras el rubio lo observaba irse. Una vez se fue de su vista, Keigo esbozó una leve sonrisa y se ruborizó un poco, pues ese Toya era muy distinto al Toya con el que estuvo hace cuatro años, este le gustaba algo mas.
—Bueno —suspiró Keigo —vamos al trabajo.
Toya llegó por los pelos al bar, al entrar todavía no habían abierto, pero Jin lo recibió lanzandole el uniforme a la cara y diciéndole que se diese prisa, Toya se apresuró a ir al cuarto de personal y cambiarse la ropa. Minutos después, el bar abrió y todo fluía con naturalidad.
La jornada fue muy buena, no hubo muchos clientes, pero los que había eran agradables y respetuosos, un par de chicas intentaron averiguar el nombre y el número de teléfono de Toya, pero él las rechazó con educación.
—Toya-kun, eres muy popular —se burló Toga.
—Bueno... no creo... seguro se querían reír de mí.
Toga lo miró con una sonrisa burlona.
—¿Qué dices? Si tú eres muy guapo.
Toya se puso rojo.
—N-no te rías de mi...
Toga empezó a reírse.
—No me rio, de verdad eres guapo... ¡¿a que sí, Jin-kun?!
Jin, que estaba tras la barra, no estaba pendiente, por lo que se asomó y miró a los chicos, y sin saber bien de lo que hablaban, asintió.
—¿Ves?, hasta Jin, que no es gay lo dice.
Toya se frotó la nuca, avergonzado, en pocos días le habían llamado guapo varias veces.
Las horas pasaron y poco a poco se hizo de noche, la hora de irse estaba cerca, por lo que Toya quiso dedicar ese último momento a revisar las mesas por si alguien necesitaba algo antes de irse, y en esa pequeña ronda, la puerta del bar se abrió, y pudo oír el murmullo de algunas chicas. Al girar la cabeza hacia la puerta pudo ver a un chico alto, con bastante presencia, de cabello rojo y corto saludar con una amplia sonrisa y acercarse a la barra, y comenzar a hablar con Jin.
Desde la lejanía Toya sintió familiaridad, era como si le hubiese visto antes, sin darse cuenta se le quedó mirando con bastante descaro, a cierta distancia pudo ver que era un chico alto, joven, su pelirrojo algo inferior al suyo, pero bastante intenso, y se notaba cierto atractivo.
Al cabo de un rato, el chico se despidió y comenzó a irse, Toya entonces cayó en la cuenta de quien era, por lo que sin saber muy bien porque, corrió hasta el chico.
—Ho-hola, perdona...
Toya llegó hasta el chico, y este se giró para quedar frente a él.
—Oh, hola.
—Perdona, eres el líder de Hawksers, ¿verdad?
El chico abrió mucho los ojos, sorprendido.
—Si —la emoción se notaba en su voz —ay, dios, es la primera vez que alguien me reconoce... que ilusión... —el chico sonrió y Toya no pudo evitar apreciar, ahora si, totalmente la belleza y atractivo de ese chico, por lo que se ruborizó.
—Es que vi el cartel hace unos días y pensaba venir a verte...
—¡¿Eres un fan?!! —el chico sonrió y se puso bastante contento.
—Bu-bueno... no he escuchado nada de tu música, pero me parece interesante.
El chico agarró las manos de Toya.
—Muchas gracias de verdad... me hace mucha ilusión que te interesen mi grupo y mi música... me llamo Takumi Nakamura, líder de Hawksers.
Toya, aun sonrojado por todo, tragó saliva y fue a responder.
—Yo soy To...
—Eh, Nakamura, que nos tenemos que ir... —gritó un chico desde la puerta.
—Oh, perdona... me tengo que ir... te veo en el concierto, no me falles —le guiñó un ojo el chico a Toya.
Toya vio como el chico se alejaba y se acercaba a otro chico alto, y larguirucho de cabello rubio.
—Ey, que llegamos tarde y querrás ver a tu chico, ¿no? —oyó decir Toya antes de que desapareciesen por la puerta.
Toya se quedó un momento estático, ese chico le había parecido muy agradable, por no decir que era guapo. Al volver en sí miró a la barra y se acercó a Jin.
—¿Qué ha venido a hacer? —le preguntó señalando a la puerta.
—Oh, ¿Nakamura?, ha venido a confirmar que en dos semanas es el concierto y a pagar la plaza.
—Oh... es un chico interesante...
—Ya te conté que es el líder y manager de su grupo, no son muy famosos, pero están empezando, su música es buena, y eso que es unos años mayor que tú.
—¿Cuántos años tiene?
—Veintidós.
Toya se quedó pensando, él realmente no tenía un hobbie o un talento específico, si vida había sido compleja y nunca había podido desarrollar ese tipo de cosas, tampoco había nada en específico que le gustase. Ver a ese chico, le había removido parte de su ser.
Minutos después, Toya llegaba a la tienda a por Shoto, entró y encontró a Keigo y su hermano hablando, al oír la musiquita de la tienda, Shoto miró y corrió para abrazar a Toya.
—Toya, ¿a qué no sabes lo que ha pasado?
El pelirrojo sonrió y miró a su hermano.
—¿Qué ha pasado?
—Keigo estaba colocando una cosa en la estantería y se le ha caído encima y yo le he ayudado.
Toya abrió los ojos y miró a Keigo, que los miraba con una sonrisa algo tímida.
—¿Estas bien? —se preocupó Toya.
—Si, tranquilo, solo eran polvos de lavadora, no es para tanto... —Keigo miró a Shoto —pero el héroe Shoto me ha salvado y le debo la vida.
La sonrisa de Shoto fue instantánea y se puso a reir. Y tras contagiarle la risa a los dos, Toya miró a Keigo sonreír y pensó que iba a morir, pues quería besarlo en ese momento, pero se contuvo.
—¿De verdad no te importa quedarte con él mañana? —preguntó Toya intentando desviar su mente de los labios de Keigo.
—Si, tranquilo, yo lo cuidaré.
—Vale.
Varios minutos después, Keigo caminaba solo por las calles dirección a su casa, con el móvil sujeto en el bolsillo de su pantalón, lo apretaba con cierta ansiedad, miraba cada esquina que pasaba, cuando sintió la vibración en su mano se asustó, y con rapidez y ansiedad miró la pantalla de su teléfono, al ver el nombre en la pantalla toda la intranquilidad, y ansiedad se esfumaron, descolgó la llamada y se llevó el aparato a la oreja y una voz masculina y suave le habló.
—Kei... estoy esperándote en casa.
-----------------------
CONTINAURÁ
Chapter 19: TAKUMI NAKAMURA
Chapter Text
Por fin había llegado el día. Toya, con ciertos nervios se miraba en el espejo del baño, se colocaba el pelo, y se adecentaba la ropa, tragó saliva y pensó en que en menos de unos minutos se vería con Keigo a solas para ir juntos a clase. Tras suspirar y lavarse los dientes, salió del baño, sus hermanos lo esperaban en la entrada.
—Vamos, Toya, llegaremos tarde.
—Voy, voy...
Fuyumi, empezaba el último año de bachillerato, y acompañaba a Natsuo y Shoto a sus primeros días de clases, pues todos iban al mismo edificio, Toya por otra parte iba a la universidad, en la dirección contraria.
Shoto se abrazó a su hermano de forma demandante, no queriendo separarse de él.
—Vamos, Shoto, hoy es tu primer día de clases, pórtate bien y haz muchos amigos, ¿vale?
El niño aunque algo nervioso no quería preocupar a su hermano mayor, por lo que apretando los labios para no llorar asintió. Toya le acarició la cabeza y le dio un leve golpe en la frente a Natsuo y tras despedirse cada uno se fue por un camino diferente.
Toya caminaba a paso rápido, cargaba una mochila no muy grande, pues al ser el primer día no tenía materiales ni libros que llevar, pensaba en Keigo, aunque de forma sutil y a modo de flash, la imagen de Nakamura se pasaba por su mente. Cuando Toya pensaba en él, sentía cierta envidia, pues le gustaría ser como él, parecía un tipo interesante.
Unos diez minutos después, Toya llegó al lugar indicado y ya a unos metros pudo ver a Keigo, vestido totalmente de amarillo, con pantalón corto, lo que dejaba al descubierto sus piernas, también llevaba una mochila pequeña de color rojo, lo que destacaba bastante. Cuando el rubio se percató de la presencia de Toya alzó una mano para llamar su atención y sonrió.
—Buenos días, Toya, ¿nervioso?
El pelirrojo llegó hasta él y se ruborizó un poco, pues se veía incluso mas guapo que el día anterior, no sabía bien porque, pero su aura era mucho más atrayente que otros días.
—Un poco, la verdad...
—Pues tranquilo, venga vamos.
Así, los dos comenzaron su camino, Toya se sentía algo nervioso al caminar al lado de Keigo, aunque no podía explicar porque, no era la primera vez, pero era como si algo lo atrajera hasta el rubio. En una de las veces que Toya lo miraba, Keigo cruzó miradas con él y le sonrió, haciendo que Toya se ruborizase.
En el camino conversaron sobre Shoto, y que seguía en pie cuidarle todas las tardes. Toya sentía, sin duda que su relación había mejorado mucho, aunque si pensaba en que debía contarle la verdadera razón por la que no se puso en contacto con él estos años aun le daba miedo, prefería dejar esos pensamientos aparcados y disfrutar del momento.
Pasados otros diez minutos, llegaron a la entrada de la universidad, donde por sorpresa vieron a dos personas conocidas conversando de forma agradable.
—¡¡KEIGO!! —Rumi saludó al ver al rubio, y a su lado, Tenko miró para saludarlos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Toya al ver a Tenko, y saludar a Rumi.
—Pues lo mismo que tú, empiezo a estudiar hoy, so tonto.
—¿Estudiar tu? ¿y los tatuajes? —preguntó Toya, mientras Rumi y Keigo se reunían y se acercaban a ellos.
—El local es de Shui, yo solo lo ayudo, voy a empezar artes —dijo con orgullo.
—Buenos días, Shimura-kun —saludó Keigo.
—Hey, Keigo, buenos días, no tienes que ser tan formal conmigo, puedes llamarme Tenko.
Keigo sonrió y asintió, mientras Rumi saludaba a Toya también. Y tras saludarse todos, Rumi agarró del brazo a Keigo y se adelantó, comenzando a cuchichear en voz baja, mientras Toya y Tenko iban detrás sin poder oír.
—Ey, Todoroki, esa chica te va a quitar al novio... —se burló el peliceleste.
—¡Cállate!... —Toya miró a la pareja de amigos delante de él y se mordió el labio, luego miró a Tenko para desviar la conversación —¿Por qué no me dijiste que ibas a venir a esta uni?
—Todoroki, no te tengo que contar toda mi vida...
Toya alzó una ceja, incrédulo.
—Pero si me cuentas todo... hasta se cuanto te mide...
—Shhhh.... —Tenko se rio —esas cosas no se dicen en voz alta, y te recuerdo que eso fue porque me equivoqué y te mandé a ti una foto que era para Shui...
—Que guarro, Shimura... no mandes ese tipo de fotos...
—Ja, como que tu no querrías una foto de Keigo desnudo...
Toya se puso rojo y tapó la boca de Tenko.
—¡¡Cierra la boca...!!
Ese grito hizo que Rumi y Keigo y varios estudiantes que había cerca los mirasen, Toya se río de forma nerviosa y dejando a Tenko atrás aceleró el paso, pasando al lado e Rumi y Keigo.
—Nos vemos luego... —dijo al pasar.
—Vale, nos vemos a la hora de comer...
—¡ME APUNTO! —Tenko pasó también al lado de ellos y corrió detrás de Toya.
—¡No me sigas! —gritaba Toya huyendo de Tenko que corría tras el para molestarlo.
—Hombres... —Rumi suspiró y volvió a agarrarse al brazo de Keigo —y bueno, ¿Qué tal el reencuentro tras un mes fuera?
Keigo sonrió y se ruborizó.
—Fue increíble.
Toya llegó a su clase, Tenko se separó de él al entrar, pues él debía buscar el aula de artes. Toya entró en abogacía, donde no había muchos alumnos; contándole a él, cinco mas. Cuando sonó la sirena, todos se sentaron y un hombre alto de cabello largo y negro entró justo a la hora.
—Buenos días, clase, me llamo Shota Aizawa, y seré vuestro profesor de leyes.
Toya tragó saliva, era un hombre algo imponente, su mirada parecía petrificar, pues cruzaron miradas un par de veces y sintió como si lo atravesara con los ojos. Pese a eso, parecía ser un gran profesor, la clase fue fluida, y aunque se dedicó mas a las presentaciones y a explicar a grandes rasgos en que iba a consistir su enseñanza, dedicó los minutos finales a dar un poco de clase.
Al finalizar la clase, mientras los compañeros iban yéndose, Aizawa se levantó de su asiento.
—Todoroki, ven por favor.
Toya se sorprendió un poco, no esperaba que le llamasen la atención tan pronto, tampoco sabía que había hecho mal como para que lo regañasen tan pronto. Se acercó con cautela.
Por su mente pasaron escenas de hace unos años, donde se metía a diario en problemas en el instituto.
—¿Me llamaba, Aizawa-sensei?
El pelinegro lo miró con calma, se sentó y volvió a mirarlo.
—Eres el hijo de Enji Todoroki, ¿no?
Al oír el nombre de su padre, Toya dio un paso atrás, poniéndose en guardia, pues sus alarmas se dispararon, una sensación de nervios subió por el cuerpo y con cierta reticencia respondió.
—Si... ¿Por qué?
—Tranquilo, solo quería asegurarme, Tsustumi-san me dijo que vendrías a mi clase —Aizawa relajó su expresión —solo quería decirte que si necesitas cualquier cosa, hablar o algo, aquí me tienes. Tsutsumi-san me puso al tanto de tu situación.
Toya, aun respirando aceleradamente se empezó a calmar.
—Oh... v-vale... gracias.
Tras eso, salió de allí, y el resto de clases hasta la hora de comer se pasaron rápido, Toya se sentía cómodo y bastante contento de retomar esa tranquilidad. Aunque reconocía que su última experiencia en una clase no fue buena, pues la última vez que fue a clase aún era su antiguo él, rebelde, indisciplinado, metiéndose siempre en problemas y en peleas por nada.
Mientras pensaba en eso, atravesaba un pasillo para llegar al comedor de la universidad, estaba en el exterior, pero dentro del edificio había un pasillo que conectaba con él, para facilitar el paso a los estudiantes.
Al llegar, Keigo, Rumi y Tenko ya lo esperaban en una de las mesas, al ver al rubio sonrió y ruborizado se acercó, saludó y se sentó con ellos. Estuvieron un momento conversando y comentando sus clases, Toya les contó su encuentro con Aizawa.
—Uy, el profe ese de pelo largo... que guapo —dijo Rumi —que pena que sea un profe...
—Ni que eso fuese un problema para ti —dijo Keigo entre risas.
—Oye... —Rumi fingió ofenderse.
Toya se unió a la risa, entonces su mirada se dirigió de forma instintiva a la puerta del comedor, que se abría, para por sorpresa ver como Nakamura entraba de forma tranquila. Toya no entendía bien que hacía él ahí, pero lo pudo reconocer al momento, su presencia era bastante atrayente, su pelo rojo y la ropa de color negro era aún mas llamativo.
Durante un momento Toya vio que miraba en su dirección, y lo vio levantar la mano. Toya pensó que lo habría reconocido y que iba a cercarse a saludarle, sería una buena oportunidad para presentarlo a sus amigos. Y también una buena oportunidad para invitar a Keigo al concierto que daría el grupo de Nakamura en dos semanas, Toya se puso de pie y fue a hablar, cuando la voz de Nakamura lo detuvo.
—¡Kei!
Al oír su nombre y esa voz, Keigo se volteó y se puso de pie.
—¡Taki!, ¿has llegado bien?
—Si, no me he perdido —rio al llegar a su lado.
Al llegar junto a Keigo, pasó su mano por la cintura del rubio y atrayéndolo hacia él, beso sus labios. Frente a ellos Toya contemplaba la escena con los ojos muy abiertos, una sombra empezando a cubrir su mirada y sintiendo como algo dentro de él empezaba a romperse.
------------
CONTINUARÁ
Chapter 20: UN BESO QUE DESTRUYÓ TODO
Chapter Text
Toya observaba la escena totalmente estupefacto, su mirada fija en los labios de ellos dos, en como un simple roce de pieles había conseguido destruirlo por dentro, sentía como todo su ser empezaba a derrumbarse. Su mirada empezó a perder brillo mientras Keigo sonreía al separar sus labios de los de ese chico pelirrojo.
Al lado de Toya, Tenko al ver como Keigo y ese chico se besaban miró automáticamente a su amigo, advirtiendo la contrariedad en su semblante, en cómo sus ojos comenzaban a temblar.
–Mierda —susurró Tenko para sí.
En ese momento, el chico pelirrojo agarró a Keigo de la cintura y lo atrajo hacia él, mirando al grupo sentado, llevando su mirada a la chica.
—Usagiyama, te veo bien —saludó a Rumi.
—Yo te veo tan guapo como siempre, que envidia me das, Keigo.
El rubio sonrió ante el comentario de su amiga y llevó su mirada a Tenko y Toya, y debido a la emoción del momento no se percató del semblante del Todoroki, iba a decir algo, pero el chico a su lado se adelantó.
—Hola —saludó a Tenko primero tendiéndole la mano —soy Takumi Nakamura, el novio de Keigo.
Tenko miró la mano algo intranquilo, desvió su vista hacia Toya, que seguía con la mirada perdida y por educación estrechó la mano de Takumi.
—Un placer, soy Tenko Shimura.
Takumi sonrió y giró su mirada hacia Toya. Keigo se adelantó y se soltó levemente del pelirrojo.
—Taki... este es...
—¡Pero si es mi fan! —Takumi se acercó a Toya, haciendo que este alzase la cabeza para cruzar miradas con él —ayer no nos pudimos presentar en condiciones, que casualidad que seas amigo de Kei... el mundo es un pañuelo —Takumi sonrió y tendió su mano —volvamos a empezar, soy Takumi Nakamura, un placer.
Toya, aunque algo atontado, reaccionó ante su voz, notaba como si su cuerpo no fuese suyo, pues levantó la mano para estrecharla.
—Me...llamo Toya Todoroki...
En ese momento, Takumi retrajo su mano y dio un paso atrás, se giró sobre sí mismo para mirar a Keigo, el cual lo miró apenado y cerrando los ojos con cierta culpabilidad. Takumi volvió a mirar a Toya que seguía con la mano extendida totalmente en shook. Rumi y Tenko observaban la reacción de Nakamura.
—¿Toya Todoroki? —preguntó Takumi con un tono de voz mas plano que hace un momento —¿ese Toya Todoroki? —esa última pregunta sonó con desprecio, miró a Toya, que tenía la mirada perdida y se acercó con cierta violencia agarrándolo del cuello de la camiseta. Rumi y Tenko se levantaron al ver aquello, y Keigo se apresuró y se interpuso entre ellos, consiguiendo que Takumi soltase a Toya, el cual cayó al suelo. Tenko corrió a ayudarlo mientras Rumi se quedaba sin saber que hacer.
—Taki, espera...
Takumi algo molesto miró a Keigo.
—¿Qué espere? —le dijo a Keigo tratando de modular la voz para no gritarle y miró a Toya que estaba siendo ayudado por Tenko a levantarse —¿Cómo te atreves a aparecer y acercarte a Keigo?
El rubio miró a Toya el cual parecía vivir en otro mundo y agarró el brazo de Nakamura.
—Taki, por favor... espera... puedo explicarlo.
El pelirrojo lo miró con el ceño fruncido.
—¿Explicarlo?... ¡¿después de todo lo que te hizo!? —gritó atrayendo las miradas de todos los que había allí.
—Taki, por favor...
—Ey, Todoroki... —Tenko ayudó a ponerse en pie a Toya, el cual seguía sin poder procesar todo —mejor nos vamos...
Sin mas, Tenko se despidió de todos y empujó a Toya fuera del comedor, donde Keigo miraba con preocupación como se alejaban.
—Keigo, creo que mejor nos vamos nosotros también, nos mira todo el mundo —dijo Rumi en voz baja. Keigo asintió, tomó de la mano a Takumi y salieron del comedor por la puerta hacia el exterior.
En los pasillos de la universidad, Tenko empujaba a Toya hasta llegar a la puerta de las aulas, allí, tomó aire y suspiró.
—Vaya mierda todo... —Tenko miró a su amigo que parecía embobado mirando al vacío —ey, Todoroki... —el peliceleste vio que su amigo no reaccionaba, por lo que tras zarandearlo un poco de los hombros y llamarlo un par de veces, lo abofeteó —¡DESPIERTA, MIERDA!
Ese golpe hizo que Toya reaccionase, llevando su mano a la mejilla adolorida y miró a Tenko desorientado.
—¿Shimura? ¿Por qué me pegas?
—Porque parecías tonto... mierda...
—Me duele... —dijo Toya tocando su mejilla.
—Perdona por pegarte, pero es que...
—No... no es eso...
Tenko, que había apartado la mirada levemente, volvió a enfocar la cara de su amigo, sorprendiéndose de ver como unas lágrimas comenzaban a salir de sus ojos.
—Ey, ey.. —Tenko se alarmó –n-no llores... —miró a todas partes, por suerte aún era la hora del descanso y no había nadie —mierda... —el peliceleste se agobió un poco, podía entender lo que estaba sintiendo Toya, pero no era el lugar —mierda, mierda... bueno... no importa si nos saltamos unas clases... aunque sea el primer día.
Tenko agarró su teléfono y mientras empujaba a Toya, el cual sollozaba tocando su mejilla, pulsó un botón y se lo llevó a la oreja.
—Shui... por favor, ven a buscarme a la universidad y trae el coche... Todoroki tiene problemas...
En el exterior, Rumi y Keigo aguardaban mientras a unos pasos de ellos Takumi resoplaba, tocando sus sienes, respirando y soltando aire. Tras un momento, el pelirrojo se acercó a ellos, mirando a Keigo.
—Lo siento... —el chico agachó la cabeza —me he dejado llevar un poco...
Keigo lo miró y lo abrazó.
—No, no pasa nada, la culpa es mía por no avisarte antes...
Takumi lo miró y le puso las manos en los hombros.
—¿Por qué no me dijiste que ese malnacido había vuelto?
Keigo tragó saliva.
—Te lo explicaré todo cuando lleguemos a casa... pero para tranquilizarte, todo fue muy repentino, yo no quería volver a verlo, pero han cambiado algunas cosas...
Takumi entristeció un poco su mirada.
—Kei... él no te ha hecho nada, ¿verdad?, solo pensar que te ha vuelto a hacer daño...
Keigo lo miró y pasó sus brazos por su cuello.
—No, no me ha hecho nada... de verdad... solo hemos hablado... en casa te lo contaré todo.
Keigo se puso levemente de puntillas, pues Takumi era algo mas alto que él y lo besó sutilmente en los labios. Ese beso hizo sonreír al pelirrojo.
—Yo doy fe de que no le ha tocado ni un pelo —dijo Rumi —y si te sirve de algo, Nakamura, yo también quise darle una patada en el culo, pero tu novio no me dejó.
—Toya ya no es como antes... pero aun así, él ya no es nada para mí, solo es un amigo.
Takumi miró al rubio con cierta preocupación, no diría nada ni sacaría conclusiones hasta saber todo, hasta que Keigo le contase todo lo que había pasado en ese tiempo.
—Tenko, esta es la última vez que te ayudo a saltarte las clases... me siento muy mal...
Spinner conducía por la calle dirección a su apartamento, en el asiento del copiloto, Tenko miraba por el espejo retrovisor para no perder de vista a Toya que, aunque no lloraba, sus ojos estaban húmedos y rojos, se miraba las manos, inquieto sin poder borrar de su mente como Keigo se besaba con otro chico.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Spinner.
—Pasa que he metido la pata... —contestó Tenko mirando por la ventanilla asumiendo que parte de todo esto era culpa suya.
Sin apartar la mirada de la carretera, Spinner alargó su mano y agarró la de Tenko.
—Tranquilo, seguro que todo saldrá bien —susurró mientras apretaba con calidez la mano de Tenko.
Mientras, en el asiento trasero, Toya sacó su teléfono móvil y buscó la galería de fotos, llegando hasta el final, agrandó una de las imágenes, donde se veía a Keigo y a él hace cuatro años, sonriendo juntos.
---------------
CONTINUARÁ
Chapter 21: EL SILENCIO DE LAS LÁGRIMAS
Chapter Text
Tras el trayecto en coche, los tres chicos llegaron a un pequeño apartamento, donde Spinner y Tenko llevaban viviendo juntos unos meses, abrieron la puerta y Tenko arrastró a Toya hasta el sofá, donde lo sentó. Toya, aunque algo mas sereno seguía con la mente perdida.
—Shui, prepara un poco de té.
—Voy —dijo el chico de pelo morado y entró en la cocina, mientras Tenko se sentaba al lado de su amigo.
—Todoroki, ¿Cómo vas?
Toya suspiró.
—No lo sé...
Tenko se frotó la cara, seguía sintiéndose culpable de todo esto, tomó aire y puso una mano en el hombro de Toya.
—Mira, Todoroki... em... —el peliceleste se quedó en blanco, pues no sabía bien que debía decir, o como consolar a su amigo. En ese momento, Spinner salió de la cocina con una bandeja con tres tazas, que dejó sobre la mesa y se sentó en uno de los sillones frente a Toya y Tenko, puso una taza delante de Toya y los miró.
—Esto es una mierda... —soltó al final Tenko —y todo por mi culpa... si no te hubiese incitado a volver a estar con él.
—Tenko, tu no sabias nada —quiso reconfortarlo Spinner y miró a Toya —Todoroki, realmente no sé que debemos decirte, sé que estarás pasando un momento algo malo...
Tenko algo decaído, miró a su amigo.
—Lo siento mucho, Todoroki, debí cerrar mi estúpida boca... —dijo Tenko con un nudo en la garganta.
Toya escuchaba, quería decirles que no se preocupasen, pero no le salían las palabras, quería estar solo, no quería que lo molestasen, quería pensar.
Spinner suspiró viendo que la situación era compleja, por lo que se levantó y agarró a Tenko del brazo para alejarlo de él.
—Todoroki, puedes quedarte el tiempo que quieras, Tenko y yo te dejaremos solo un rato —Spinner miró a Tenko y alzó las cejas, indicándole que saliesen fuera —vamos, Tenko.
El peliceleste suspiró y antes de salir miró a Toya.
—Todoroki, cualquier cosa que necesites, Shui y yo estamos para ti.
Al salir la pareja y quedarse solo, Toya reclinó su cabeza para apoyarla en el respaldo del sofá, miró al techo, y en el silencio del apartamento, solo roto por el ruido de la calle, las lágrimas volvieron a surgir de sus ojos, su mente una vez calmada no dejaba de mostrarle la imagen de Keigo y Nakamura besándose.
Horas después, y una vez se acabaron las clases y pasó parte de la tarde, Keigo y Takumi estaban sentados en el sofá del apartamento de ambos, uno frente al otro. Al salir de las clases, Rumi dijo que los dejaría solos y ambos se fueron a hablar. Keigo le explicó a Takumi todo lo que pasó tras la vuelta de Toya, su encuentro, su cambio y el hecho de que cuidaba a Shoto todas las tardes.
Al acabar la explicación, a la cual Takumi prestó toda su atención, como hacía siempre que Keigo le contaba algo, se puso en pie y comenzó a caminar por el salón del apartamento en círculos con las manos en la cabeza.
—A ver si me he enterado... —Takumi comenzó a hablar de forma tranquila —ese infeliz...
—Taki... —le reprochó el rubio.
Nakamura suspiró.
—Ese personaje, se atreve a volver después de todo el daño que te hizo, no solo no te da una explicación, si no que hace como si nada hubiese pasado; luego resulta que a cambio de contarte todo tienes que cuidar de su hermano pequeño, y todo está bien porque tú dices que ha cambiado... ¿es así o no?
—Bueno, dicho de esa forma no suena muy bien, pero si, así es como fue —Keigo lo miraba y hablaba despacio y de forma tranquila, algo que el rubio sabia era que Takumi sabía escuchar.
—Kei... —Takumi se arrodilló a su lado —lo siento, pero entiende que me cueste comprender todo esto...
—Lo puedo entender perfectamente, yo mismo al principio quise no tener nada que ver con él, quise alejarme, pero al ver que había cambiado, pensé que podría ser una excusa para arreglar lo que pasó...
El pelirrojo tomó de la cara a Keigo con delicadeza.
—Kei, entiendo como te sientes, sé que te sentías culpable por lo que pasó, aunque por lo visto, y como yo te dije, tú nunca has tenido culpa de nada.
—Lo se... siento haberte molestado con eso.
—Tu nunca me molestas, que te quede claro —dijo con una sonrisa tierna a lo que Keigo respondió con un suave beso en los labios.
—Sé que es difícil, pero yo de verdad quiero llevarme bien con él...
Takumi suspiró, sabía que Keigo tenía esa disposición de ayudar siempre a la gente y que no le gustaban los conflictos, desde que lo conoció hacia un año había sido así con todo, no le molestaba, pero si por ayudar a alguien se lastimaba él, se sentiría mal.
—Kei... me preocupa que vuelva a hacerte daño... no quiero que vuelvas a pasar por todo eso...
—Taki, él ya no es así, ahora es diferente, ya no es un...
—¿Un delincuente, drogadicto y problemático? —respondió con sorna.
—Ya no es el Toya de antes, con eso es suficiente.
Takumi expulsó aire por la nariz, aun no estaba convencido del todo, pero confiaba en Keigo y en su intuición.
—Sabes que debería prohibirte ver a ese infeliz... pero yo no soy ese tipo de persona, no quiero interferir en tus asuntos, no soy ese tipo de novio... pero si se le ocurre hacerte daño, lo mataré.
Keigo lo abrazó y lo besó.
—Te prometo que no pasará nada... —Keigo besó la nariz y mejilla de Takumi y alzó una ceja —¿y qué tipo de novio eres entonces?... —Keigo acompañó esa frase metiendo sus manos dentro de la camiseta del pelirrojo palpando su piel.
—Kei... —lo besó al sentir sus manos en su torso —veo que tienes ganas de divertirte...
Con suavidad, Takumi tumbó a Keigo en el sofá, poniéndose él encima, acomodándose entre sus piernas, que Keigo abrió para él.
—Ha pasado un mes sin verte... y ayer fue tan...
—Ayer es verdad que me pasé un poco de intenso... —rio el pelirrojo al recordar la efusividad con que recibió a Keigo.
—Casi no podía andar esta mañana, que vergüenza —contestó el rubio con un toque divertido en su voz.
Takumi bajó su cabeza y besó con pasión los labios de Keigo, el cual respondió al beso abrazando al pelirrojo.
—Esta vez no vamos a tener sexo, esta vez te voy a hacer el amor —Takumi susurró eso al oído del rubio, el cual sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Tras esas palabras, ambos comenzaron a besarse mientras poco a poco se desnudaban y no pasó mucho para que los gemidos de Keigo inundaran la habitación.
En el apartamento de Tenko, Toya dejó una nota en la mesa, agradeció la ayuda y se fue de allí, caminó durante unos minutos cuando empezó a llover de forma intensa, pese a eso, Toya caminaba a paso lento por la calle, la lluvia lo empapaba todo, pero su mente todavía estaba dispersa, aunque cada vez era mas consciente de todo.
<¿Por qué no me dijo nada?>
La mente de Toya comenzó a dar vueltas, mientras sus piernas avanzaban, la lluvia caía cada vez mas fuerte, las personas por la calle corrían con los paraguas, las tiendas cerraban por el volumen de agua que caía. Era raro que lloviese en esa época del año, pero a veces pasaba.
<¿Ha estado jugando conmigo todo este tiempo?>
Al cabo de unos minutos, llegó a su casa, al abrir la puerta vio zapatos en la entrada, por lo que intuyó que sus hermanos ya habían llegado de sus clases, al pensar en ellos se acordó y esa tarde debía llevar a Shoto con Keigo. En ese momento su cuerpo se paralizó al pensar en ello, pues era incapaz de ver a Keigo ahora mismo a la cara.
Mientras sus pensamientos inundaban todo, pudo oír con claridad en su cabeza una voz que nunca podría olvidar.
<Eres la cosa mas inútil que puede tener un padre>
<Prefiero comer en la basura que pasar tiempo contigo>
<Eres inútil y un desgraciado>
La voz de su padre inundaba ahora su mente, aterrado se llevó las manos a la cabeza, tratando de acallar esas voces, cayó de rodillas en la entrada, el ruido de sus rodillas contra la madera retumbó.
<Eres la decepción mas grande de toda la familia>
<Si tu no obedeces, Shoto lo pagará por ti>
<Eres un simple despojo>
<Me avergüenzo de tener un hijo como tu>
<Ojalá tu madre hubiese parido a alguien mejor que tu>
Toya comenzó a gritar, totalmente desquiciado y mientras perdía el conocimiento, Fuyumi, alarmada por los gritos corrió hacia él. Lo último que vio Toya antes de perder el conocimiento fue a todos sus hermanos correr hacía el, viendo como al fondo Shoto lo miraba con horror al verlo gritar y perder el conocimiento.
<Shoto, perdóname>
---------------------
CONTINUARÁ
Chapter 22: EN LA INTIMIDAD DE LA LLUVIA
Chapter Text
El cielo comenzó a cubrirse de nubes negras y algún relámpago se reflejó en las ventanas del apartamento de Keigo. Allí, en el sofá, el rubio descansaba sobre el pecho desnudo de Takumi, el cual le pasaba sus dedos por su cabello. Ambos desnudos tras su encuentro.
—Parece que se va a poner a llover —dijo Nakamura al ver el relámpago.
Keigo alzó un poco la cabeza para mirar a la ventana.
—Si... ¿Qué hora es? —preguntó volviéndose a apoyar en el pecho de su pareja.
—Van a dar las cinco —respondió mirando la pantalla de su teléfono.
Keigo suspiró y se abrazó al cuerpo de Takumi.
—Tengo que ir a trabajar... —dijo con voz cansada.
—No vayas...
Keigo alzó la cabeza y miró a los ojos verdes de Takumi.
—No puedo... además Toya llevará a Shoto...
Nakamura resopló.
—No me gusta nada de todo eso... —replicó.
—Taki... dijiste que no te ibas a enfadar.
—Pero Kei, entiéndeme, tu ex te deja al cuidado de su hermano... no es fácil de procesar y menos cuando te hizo tanto daño.
Keigo sonrió y besó el pecho del chico pelirrojo.
—Mira, hacemos una cosa, vente conmigo y hablas con él, veras como no tienes nada que temer, y así conoces a Shoto.
Takumi caviló un poco, era cierto que cuando lo vio en el bar le pareció un chico agradable, pero al saber que era Toya Todoroki, sus prejuicios se antepusieron, también pensó que sería una buena oportunidad para ponerle unos límites a ese estúpido.
—Está bien, iré contigo y así de paso nos aseguramos que el otro asqueroso no se te acerque.
—Taki, desde que me mandó ese mensaje no he vuelto a saber nada de él.
—Mas le vale.
Mientras hablaban, la lluvia comenzó a caer primero de forma sutil, pero rápidamente empezó a caer a raudales, como si una tormenta se hubiese desatado justo encima de la ciudad.
En el portal del apartamento, Takumi abría su paraguas e invitaba a Keigo a ir juntos.
—Taki, tengo el mío.
—Jooo, pero yo quiero ir contigo... —replicó el pelirrojo poniendo cara de perrito. Keigo lo miró con una sonrisa y se metió bajó el paraguas.
—¿Contento?
—Mucho —Nakamura usó su mano libre para pasarla por la cintura de Keigo y pegarle a él.
Así, juntos comenzaron a caminar, notando como la lluvia parecía no detenerse, pues caía casi con violencia. Durante el camino vieron a jóvenes correr a resguardarse pues les había pillado la lluvia por sorpresa, algunos negocios cerraban.
—No es muy común que llueva así en estas fechas —murmuró Keigo mirando al cielo.
—Pero puede pasar, a mí me gusta que llueva, así puedo caminar contigo bajo la lluvia y tenerte pegadito a mi —dijo con voz melosa.
—Taki... —sonrió Keigo —a veces eres muy cursi —Nakamura lo miró con cara de pena fingida, lo que le sacó una sonrisa al rubio, que le dio un beso en los labios —pero eso es algo que me gusta de ti.
Tras caminar un poco llegaron a la tienda, allí, tras ponerse el uniforme y decirle al encargado que él ya se ocupaba de todo empezó su trabajo. Takumi se quedó un rato con él en el mostrador.
—¿Sabes que estás muy sexy con ese uniforme? —dijo el pelirrojo con voz seductora.
Keigo sonrió y apoyó sus codos en el mostrador.
—¿Tú crees?
—Aunque también te digo que prefiero quitártelo...
Keigo se puso rojo y sonrió.
—Eres un pervertido... —bromeó el rubio riéndose ante el comentario de su novio.
—Puede ser... —Takumi lo miró y tomó su mano para darle un beso —pero es que me vuelves loco...
Keigo sonrió sintiendose muy bien, tantas palabras cariñosas hacia él, tanta paz en ese momento, agradecía que Nakamura se cruzase en su camino hacía apenas un año.
—Por lo visto soy un imán para los pervertidos —refunfuñó Keigo.
—No es por nada, Kei, pero cualquier tipo con dos dedos de frente le gustaría estar contigo, y yo tuve el premio gordo. Luego también están los indeseables como aquel, que bueno que le pusieron la orden de alejamiento.
—Si... —Keigo lo miró —ya lo sabía de antes, pero estando contigo me siento muy seguro, no he tenido que mirar el teléfono en ningún momento, por si estaba cerca.
Takumi sonrió.
—Bueno, hay que agradecer que lo metiesen en el programa de delincuentes sexuales y tenga ese chip, solo con que se te acerque unos metros te suena la alarma y te manda su ubicación en tiempo real.
—La verdad es que durante un tiempo no dejaron de pasarme cosas malas, hasta que apareciste tu y llenaste de luz mi vida —le dijo Keigo al pelirrojo haciéndolo sonrojar.
Takumi al verse tan abrumado rodeó el mostrador y agarró a Keigo por la cintura y lo besó, llevando sus manos al culo del rubio.
—Taki... aquí no...
Nakamura separó sus labios sin llegar a alejase mucho, susurró, rozando sus labios con los de Keigo al hablar.
—Está lloviendo a mares, no va venir nadie a comprar...
—Pero aun así... hay cámaras.
Takumi rápidamente se separó de Keigo y buscó los aparatos, viendo como todas las cámaras de la tienda lo apuntaban a él, y con sonrisa nerviosa hizo una reverencia.
—Señor Jefe de mi novio, discúlpeme, prometo no tocarle en horas de trabajo.
Keigo se echó a reír ante aquello, se le unió Takumi llenando la tienda de risas.
—Ya no puedo ni tocar a mi novio... que mundo este...
Keigo sonrió, entonces como si le hubiesen dado un pelotazo en la cabeza, recordó el incidente con Toya aquella noche que lo salvó de que una camioneta lo atropellase, el como lo protegió, en como sus cuerpos se aproximaron, en como Toya lo abrazó y como sus labios estuvieron a punto de tocarse.
—Mierda... —soltó Keigo al recordar aquello.
—¿Qué pasa? —preguntó el pelirrojo.
Keigo lo miró dudoso, realmente no había pasado nada, pero sabía que si se lo decía podía crecer la animadversión que tenía Takumi por Toya, pese a todo, Keigo no quería mentir.
—Veras, hace unas semanas....
Mientras la lluvia caía de forma torrencial, en la casa de los Todoroki, Toya estaba acostado en la cama, tiritando, mientras Fuyumi trataba de bajarle la fiebre con paños húmedos sobre su frente. Había sido todo muy repentino; lo oyeron gritar en la entrada unas horas atrás, al llegar, lo vieron desmayarse y tras eso comenzó a temblar asustándola a ella y a sus hermanos. Tras eso lo llevó a su habitación y lo tumbó en la cama.
Y ahora, aun temblando y sin bajarle la fiebre, seguía inconsciente, llamó al médico hacía unos minutos, pero con la lluvia tardaría en llegar, por lo que mientras ella se encargaba de todo. Natsuo, por orden de Fuyumi se fue con Shoto a la habitación para distraerlo, aunque el pequeño seguía angustiado de cuando vio a Toya caer desmayado en el suelo, en ese momento Shoto sufrió uno de sus ataques, lo que generó un pequeño caos. Ahora había mas tranquilidad y aunque el pequeño seguía inquieto, Natsuo hacía todo lo posible para que se calmase mientras el médico llegaba para ver que le pasaba a su hermano mayor.
------------------
CONTINUARÁ
Chapter 23: CORAZONES INQUIETOS Y CONFLICTOS NO RESUELTOS
Chapter Text
La lluvia seguía cayendo a cántaros, por los cristales de la tienda de Keigo, no se veían personas pasar, como mucho, algún coche pasaba de vez en cuando y dentro de la tienda el ambiente estaba algo tenso. Takumi estaba de brazos cruzados y dando la espalda a Keigo.
—Entonces ese asqueroso te tuvo en sus brazos...
—Taki... a ver... tampoco fue para tanto... además me salvó de que me atropellaran —intentó calmar al pelirrojo mientras hablaba de forma tranquila.
—Y por eso mismo no voy a romperle todos los dientes de la cara... —Takumi no parecía enfadado, Keigo no sabía descifrar bien su expresión —mira, Keigo, lo siento... de verdad, te prometí que no iba a enfadarme, pero entiende que me cueste confiar en ese tipo y aun menos después de todo lo que te hizo.
Keigo suspiró y se acercó a él, tomando su cara con sus manos.
—Taki, ya te dije que Toya ya no es así, cuando venga a dejar a Shoto hablas un poco con él, por favor...
—Vale, ya te dije que lo haría, pero que no piense que voy a ser su super amigo ni nada parecido...
Keigo lo abrazó.
—No tienes por qué serlo, solo quiero que como mínimo no peleéis... por favor, no me gusta que la gente que me importa se lleve mal.
Las horas pasaron, la lluvia parecía no parar y la tienda seguía desierta, salvo por la presencia de ellos dos. Keigo miraba el reloj, pues había pasado la hora a la que Toya solía llevar a Shoto.
—Vaya impresentable es este Todoroki, ¿acaso no sabe que lo estás esperando? —refunfuñó Takumi molesto.
—Es raro... siempre llega a la hora, incluso a veces antes... —Keigo miró por los cristales, algo intranquilo.
El pelirrojo miró también fuera, viendo que la lluvia no parecía parar y luego miró a Keigo.
—Oye, Kei, yo creo que no va a venir nadie, no creo que tu jefe se enfade si cierras hoy, así podemos irnos a casa, allí estaremos mejor.
Keigo se mordió el labio, se sentía algo mal por la tardanza de Toya. Se puso a pensar que podía ser que le hubiese pasado algo a Shoto, pero también pensó que si hubiese pasado algo le hubiese llamado para decirle que no iba a ir.
—Kei... ¿me oyes?
—Lo-lo siento... estaba pensando... —Keigo se sobresaltó al escuchar a Takumi tan cerca de su oído y el pelirrojo lo abrazó por la espalda —es que me parece raro que Toya no venga.
Takumi no dijo nada, solo frunció el ceño y apoyó su barbilla en el hombro del rubio.
—A lo mejor no puede venir hoy... o ha encontrado otro lugar donde dejar a su hermano...
Keigo recordó entonces que antes de volver a ofrecer a Toya cuidar a Shoto, pese a que empezaban las clases, Toya le dijo que apuntaría a Shoto a las clases extra del colegio. Keigo también pensó en que habían quedado que él lo cuidaría y Toya había aceptado, por lo que eso que decía Takumi no podía ser cierto.
—Pe-pero él me dijo... —Keigo empezó a temblar ligeramente, al notarlo Takumi lo abrazó aún mas fuerte.
—Tranquilo, Kei... olvida lo que dije... seguro hay otra explicación... a lo mejor le han dicho que no vaya su trabajo por la lluvia, ¿no crees? —se apresuró a decir al notar tan nervioso a su novio.
—Tienes razón... —dijo como convenciéndose a sí mismo, rezando para que fuese esa la razón y no que le hubiese retirado del cuidado de Shoto.
Takumi conocía la necesidad de Keigo de cuidar a quien necesitaba ayuda, era algo necesario en él, llegando a provocarle ataques de ansiedad al no poder cumplirlo.
Una vez que se tranquilizó un poco el rubio recuperó la sonrisa y soltándose de los brazos de Takumi se volteó para mirarlo.
—Creo que tienes razón... voy a cerrar y nos vamos a casa...
Takumi sonrió y besó sus labios.
—Haremos lo que tu quieras, mi amor.
Ya avanzada la tarde, un doctor salía de la habitación de Toya, donde Fuyumi acompañada de sus dos hermanos pequeños aguardaban. La chica al ver la puerta abrirse y ver al doctor salir se acercó corriendo.
—¿Cómo está?
—La fiebre ha bajado y los temblores y convulsiones han remitido —el doctor miraba una pantalla donde había apuntado cosas —Toya-kun tiene la tensión algo elevada, y todo indica que ha sufrido un ataque de pánico, lo que le ha provocado la fiebre. Le recomiendo que guarde cama un par de días hasta que baje la fiebre por completo, si vuelve a subir o se repiten los episodios de convulsiones, avísenme. También les recomiendo que no alteren a Toya-kun —el doctor miró a Natsuo y Shoto —y seguro que sus hermanos pequeños lo cuidarán bien, ¿a que si?
Shoto se ruborizó un poco y agarró de la mano a Natsuo, aunque miró al doctor con determinación.
—Si, nosotros lo cuidaremos.
—Así me gusta —luego el doctor miró a Fuyumi y le tendió un papel —esta es una receta para un antifebril, si ve que la fiebre sube déselo.
—Lo haré, gracias doctor.
Mientras Fuyumi llevaba al doctor a la salida, Shoto y Natsuo entraban en la habitación de Toya, acercándose a él, que estaba dormido en la cama. Shoto se acercó y apoyó su cabeza en el pecho del pelirrojo.
—Toya, te vas aponer bien, Natsuo y yo te vamos a cuidar...
Casi como un susurro, con voz ronca, producto del delirio de la fiebre, pudieron oír a Toya murmurar.
—Keigo... perdóname...
En el apartamento de Tenko y Spinner, el peliceleste daba vueltas por el salón, con las manos en la cabeza, angustiado.
—Mierda, mierda... ¿Dónde esta esté maldito de Todoroki? ¿Por qué no responde al teléfono?
Spinner, que intentaba tranquilizarlo, miró la nota que había dejado Toya antes de irse.
<Spinner, Shimura, gracias por la ayuda, pero necesito estar solo un poco>
—Tenko, tranquilo, seguro está en su casa o algo...
—Shui... ¿Cómo quieres que me calme? ¿no viste el estado en el que estaba cuando lo trajimos?
Spinner se levantó y agarró con fuerza a Tenko, abrazándolo para que no se moviese.
—Tenko, por favor, cálmate... seguro que está bien...
Tenko, angustiado enterró su cara en el pecho del chico de pelo morado, y entre sollozos se aferró a su sudadera.
—Es todo mi culpa... si no le hubiese dicho nada...
Spinner, con cuidado llevó a Tenko al sofá, se sentó y luego sentó a Tenko en sus piernas, poniendo cada rodilla a cada lado del cuerpo de Spinner, mirándolo y juntando sus frentes.
—Tenko, tranquilo... por favor...
Tenko lloraba, sintiéndose muy culpable por su amigo. Spinner lo sujetó de la cara, con cuidado, haciendo que lo mirase a los ojos.
—Tranquilo, por favor...
Spinner lo besó con suavidad, dándole a Tenko ese confort que necesitaba en ese momento, dejando que su mente se relajase un poco y dejándose caer en los brazos de Spinner, abrazándolo y calmándose un poco.
No muy lejos de allí, bajo la lluvia, dos personas compartían un paraguas, un chico alto de cabello rojizo, acompañado de un chico algo mas bajo que él, de cabello blanco, se aferraba su brazo para evitar mojarse.
—Amor, si me aprietas tanto el brazo me vas a cortar la respiración —dijo el chico alto.
—Je je... lo siento, es que el agua y yo no nos llevamos bien.
—Lo sé, por eso he ido a buscarte a la biblioteca para irnos a casa.
El chico de pelo blanco se inclinó para besar la mejilla del otro chico cuando otra pareja bajo un paraguas se acercaba frente a ellos, de forma rápida, el peliblanco se separó del chico alto dejando algo de espacio bajo el paraguas, y cuando la otra pareja pasó de largo, volvió a agarrase a su brazo.
—Lo siento... me he puesto nervioso...
El pelirrojo alto suspiró.
—No pasa nada, pero esto empieza a molestarme, si no quieres que nos vean juntos lo mejor es que no salgamos...
—No, no es eso...de verdad... es que...
—Está bien, Geten, tranquilo... —dijo el chico pelirrojo con voz neutra.
—Gracias, Kai, te prometo que no volveré a hacerlo.
---------------------
CONTINUARÁ
Chapter 24: DESCONCIERTO EN UN DÍA DE LLUVIA
Chapter Text
Bajo aquella lluvia torrencial, Takumi y Keigo se refugiaban bajo el paraguas mientras caminaban. En una de las calles, se cruzaron con otra pareja, debido a la lluvia no los pudieron ver bien, pero Keigo pudo distinguir a un chico de pelo blanco, que parecía disculparse con otro chico algo mas alto.
Con la mente perdida en esa otra pareja, Keigo se sorprendió al notar la mano de Takumi pasar por su cintura y pegarle mas a él.
—Te vas a mojar... ¿en qué piensas? —le preguntó el chico pelirrojo.
Keigo lo miró y sonrió.
—En nada en particular, aunque me extraña que Toya no haya venido o que no haya avisado, no se...
Takumi no respondió al instante, miró fijamente al frente antes de articular palabra.
—A lo mejor tenía algo que hacer...
—Puede ser... pero no sé... creo que me hubiese avisado.
—Por lo que yo conozco a ese Todoroki, no es muy de avisar antes de hacer algo... —dijo Nakamura haciendo referencia a cuando Toya se fue hace cuatro años sin decirle nada a nadie.
Keigo agachó la cabeza y suspiró.
—Toya ya no es así... —respondió con voz aireada con cierto toque melancólico.
El resto del día pasó y ya bien entrada la madrugada, la lluvia comenzó a remitir, fue entonces cuando Toya abrió los ojos, tras dormir mas de diez horas se encontró en su habitación, no recordaba mucho, y durante unos instantes no supo bien que estaba pasando, se sentó en la cama y suspiró, viendo como de su frente caía un trapo húmedo, lo agarró y lo metió dentro de un pequeño cubo lleno de agua que había al lado de la cama, también vio su mesita de noche, donde había una botella de agua y una caja de pastillas que no recordaba que estuviesen allí antes.
Se sentía cansado, pese a dormir mucho, con dolor en su cabeza y algunos músculos de su cuerpo, aunque fue el hambre lo que le hizo levantarse. Al hacerlo notó flojera en sus piernas, y tras tambalearse un poco pudo ponerse de pie. Mientras salía de su habitación y recorría el pasillo para bajar las escaleras dirección a la cocina intentó pensar y recordar.
Poco a poco empezó a recordar, la lluvia, la voz de su padre en su cabeza, Keigo. En el momento en el que la imagen del rubio apareció en su mente, justo a su lado apareció ese chico pelirrojo, Takumi Nakamura, y como sostenía la cara de Keigo y lo besaba.
Toya sintió una leve punzada en su estómago, aunque bien podría ser hambre, entró en la cocina con esos pensamientos, para encontrarse una bandeja en la mesa y una nota. La agarró y la leyó.
Toya, te he dejado la cena por si despiertas por la noche. Mientras dormías ha venido un médico, tenías fiebre. Espero que estés mejor.
Fuyumi
Tras leer la nota, Toya se sentó a pensar, pues realmente no recordaba nada después de entrar en casa, y al ver que no iba a llegar nada, decidió apartar esos pensamientos y comer, pues su estómago empezaba a rugir. Y mientras comía era incapaz de dejar de pensar en Keigo.
Por otra parte, en el apartamento de Keigo y Nakamura, el rubio salió de la cama compartida, procurando no hacer ruido, pues Takumi estaba profundamente dormido. Salió de la habitación y fue a la cocina a beber agua; mientras tomaba del vaso, miró por la ventana, sentía cierta incertidumbre desde esa tarde, de alguna forma, no saber nada de Toya le estaba poniendo muy nervioso, era como si el trauma de ser abandonado volviese a surgir, notaba inquietud, tanto que incluso esa anoche no podía conciliar el sueño, en su mente se repetía una y otra vez que Toya ya no era el mismo, y que no volvería a abandonarlo, pero por otra parte la ausencia de noticias y que no hubiese ido esa tarde sin avisar le alteró mucho.
Tras beber, volvió a la habitación, se sentó en la cama y miró su teléfono, esperando haber recibido algún mensaje o llamada de Toya, pero no había nada, solo unos mensajes de Rumi peguntando que tal había ido la charla con Takumi.
Suspiró y se metió bajo las mantas y se acurrucó cerca de Nakamura, el cual por instinto, lo abrazó, dándole calor y confort, haciéndole olvidar su preocupación, al menos de forma temporal.
Tras cenar, Toya se sentía algo mejor, al menos ya no tenía hambre, aunque seguía pensando en Keigo, y fue mientras subía las escaleras cuando, como una bofetada llegaron a su mente, Shoto y su trabajo, pues si había estado durmiendo toda la tarde, eso significaba que no había ido a llevar a Shoto con Keigo y por supuesto no había ido a trabajar. Con rapidez, pero procurando no hacer ruido corrió hasta su habitación, buscó desesperado por todas partes su teléfono, hasta que lo encontró en su mesa, lo agarró e intentó encenderlo, pero no pudo.
—Mierda...
Lo intentó otra vez, pero parecía que debido a la lluvia y que había ido sin paraguas el aparato se había dañado, por lo que no podía recibir ni hacer llamadas, y a esas horas, las cuatro de la mañana, no podía llamar a nadie, y una cierta presión en su pecho le hizo empezar a hiperventilar y caer de rodillas en el suelo.
<Me van a despedir>
<Keigo...>
<Soy una mierda>
<No valgo nada>
Esta vez a diferencia de la tarde anterior, no sucumbió al pánico y pudo controlarlo, respiró hondo y con cuidado fue a la cama, donde se tumbó y aun con su pecho agitado por la respiración miró al techo, pensando en como iba a solucionar todo aquello, debía hablar con Keigo y con Jin lo antes posible para disculparse por todo.
Antes de caer dormido, ante él apareció la imagen de Nakamura, sonriéndole y tendiéndole la mano, para luego de forma drástica cambiar su semblante.
<¿Cómo te atreves a volver y acercarte a Keigo?>
A la mañana siguiente, Keigo trataba de llamar a Toya camino a la universidad, pero era incapaz de contactar con él, llegó al cruce donde se reunieron el día anterior, pero no estaba allí, decidió esperar unos minutos, mientras escribía a Takumi.
—Taki, he salido temprano, no quería despertarte, además hoy tenías la reunión con la banda, así estas mas tranquilo. Después de clase te aviso.
Tras mandar el mensaje miró a todas partes y al ver que Toya no aparecía, con un nudo en la garganta y notando como su estómago se retorcía caminó hasta la universidad. Nada mas llegar, pudo ver a Tenko salir del coche de Spinner y despedirse de él, sin dudarlo corrió hasta donde estaba el peliceleste.
—¡¡Tenko!!
El peliceleste se sobresaltó un momento, pero al ver a Keigo se calmó un poco, y esperó a que llegase hasta él.
—Buenos días, Keigo, ¿qué tal?
—Bien... gracias —dijo tomando aire —¿sa-sabes algo de Toya?, no soy capaz de ponerme en contacto con él.
Tenko lo miró dando un ligero respingo.
—Vaya, pues iba a preguntarte lo mismo, no soy capaz de llamarle ni lee mis mensajes...
Esas palabras dejaron a Keigo sin saber como reaccionar, Tenko vio la contrariedad en su rostro y se apresuró, poniéndole una mano en el hombro.
—Pero seguro que está bien... ya le conoces... es como las cucarachas... nunca se mueren del todo... jeje...
La mirada que Keigo le lanzó le indicó que no era la broma adecuada, por lo que se arrepintió al momento de decir eso.
—Lo-lo siento... mi boca estúpida... —se disculpó Tenko, pues su forma de paliar el estrés y los nervios era con bromas, pues él también se había alterado al saber que ninguno de los dos sabía nada de Toya —luego lo intentaré llamar otra vez.... Te digo algo si consigo contactar con él.
—Si, por favor...estoy algo preocupado, ayer no vino a dejar a Shoto y no contesta...
Tenko respiró.
—Vale, luego te cuento —dijo justo en el momento que la alarma del inicio de las clases comenzaba a sonar.
-----------------
CONTINAURÁ
Chapter 25: EL PESO DEL PASADO: KEIGO FRENTE A LA AUSENCIA DE TOYA
Chapter Text
La intención de Toya por la mañana era volver a clase, disculparse con los profesores por haberse saltado algunas clases el día anterior, hablar con Keigo y llamar a Jin, pero al despertar, la fiebre había vuelto a aumentar. Obligado por su hermana, volvió a quedarse en cama. Fuyumi intentó quedarse con él, pero Toya le dijo que podía cuidarse solo y que no tenía que perder clases por su culpa.
Antes de irse, Shoto y Natsuo se despidieron de su hermano.
—Ponte bueno pronto —dijo Shoto—, que quiero ir a ver a Keigo.
Toya sonrió de forma triste y asintió, viendo cómo sus hermanos abandonaban la casa. Él, debido a la fiebre y el cansancio, quedó dormido.
En la universidad, Keigo pasó parte de la mañana distraído por la falta de noticias de Toya. Durante esa mañana, trató de llamarlo varias veces, pero solo recibía el mensaje de que el número al que llamaba estaba apagado o fuera de cobertura, lo que hacía que el rubio se inquietara cada vez más.
—Keigo, deberías calmarte un poco —dijo Rumi mientras ambos caminaban hacia el comedor—, seguro que tiene una explicación. No creo que se haya vuelto a ir sin decir nada...
La respiración de Keigo poco a poco se fue obstruyendo. Aunque fue lo primero que se pasó por su cabeza, trató de no pensar en ello. Pero al decirlo Rumi, ahora ocupaba todos sus pensamientos.
<¿Y si se ha vuelto a ir?> La angustia comenzó a recorrer el cuerpo de Keigo; una sensación opresiva en su pecho hizo que tuviera que detenerse y apoyarse en la pared.
—¿Keigo, estás bien? —Rumi se acercó y le puso una mano en la espalda.
—Sí... solo me he mareado un poco...
—Espera aquí, siéntate y te traigo algo del comedor —le dijo la chica, que lo ayudó a sentarse y salió corriendo.
Las manos de Keigo temblaban; recordaba esa sensación de unos años atrás, los temblores diarios cada vez que pensaba en Toya, la ansiedad, la incertidumbre de no saber nada de lo que pasó. Ahora, a todo esto se añadía Shoto: si de verdad Toya había vuelto a irse, Shoto no volvería a estar a su cuidado, lo que de alguna forma significaría que había fracasado en ayudarlo, convirtiendo a Keigo en un fracaso, como bien le recordaba su padre años atrás, cuando aún vivía con ellos.
De pronto, frente a él, Shimura caminaba con el teléfono en la mano, y al verlo, Keigo se acercó a él de forma ansiosa, agarrándolo del brazo.
—Tenko... ¿sabes algo de Toya? —dijo con voz ronca y seca.
Tenko lo miró algo alarmado, aunque debido a su propia preocupación, no pudo apreciarlo del todo.
—Lo siento, he intentado llamarlo, pero no contesta, y he llamado a su casa y nadie responde.
Esto hizo que un frío repentino cubriera a Keigo, quien sentía que la historia volvía a repetirse.
—Va-vale... —al decir eso, Keigo parecía desvanecerse y caer al suelo. Tenko, asustado, alargó el brazo para ayudarlo, pero fue una falsa alarma; Keigo recuperó el equilibrio y con la mirada baja comenzó a caminar por el pasillo.
—Otra vez no, otra vez no... por mi culpa...
Tenko no pudo oír bien lo que decía, pues Keigo se alejaba. El peliceleste lo miró algo inquieto, y justo en ese momento, Rumi llegó corriendo y, al no ver a Keigo donde lo dejó, comenzó a buscar por toda la zona.
—Ey, Usagiyama, ¿qué pasa? —preguntó Tenko.
—Hola, Shimura... ¿has visto a Keigo?
—Sí, acaba de irse por allí —dijo, señalando el pasillo, donde ya no estaba—. Oh... bueno, estaba por allí.
—¿Qué?... ¿a dónde ha ido?
—No lo sé... estaba algo raro...
Rumi miró preocupada al pasillo, agarró del brazo a Tenko y lo arrastró con ella.
—Vamos a buscarlo.
—Eh... eh... espera...
En otra parte de la ciudad, Takumi caminaba por la calle tras finalizar la reunión con la banda, donde decidieron el enfoque de la siguiente presentación, que sería en un mes en el bar de Jin. Al ver la hora, Takumi se disculpó con los demás miembros de la banda y les dijo que iba a buscar a Keigo a sus clases.
El pelirrojo caminaba despacio por la calle; le gustaba caminar. Todavía tenía tiempo hasta llegar a la universidad, por lo que decidió pasarse por alguna tienda y comprar algo para Keigo, lo que le hizo sonreír, sobre todo al detenerse frente a una floristería, donde vio unas flores de color amarillo, el color favorito del rubio.
Tras entrar y comprar un pequeño ramo, con una sonrisa retomó su marcha hacia la universidad. Pensó que ese detalle lo alegraría, porque esa mañana lo había notado algo raro, y no dudaba en que todo era culpa de ese maldito Toya Todoroki.
Al entrar en una de las calles, Takumi pudo ver con claridad a Keigo corriendo y girando en una de las esquinas. Tras reponerse de la impresión, salió a correr detrás de él, pues era raro que estuviera allí a esas horas; no era propio de él saltarse clases. Tras girar la esquina y entrar donde vio girar al rubio, lo pudo ver algo más adelante.
—¡¡KEI!! —gritó para intentar atraer su atención, pero o no quería hacerle caso o no lo había oído. Takumi apretó el paso para intentar alcanzarlo y, tras un momento, llegó hasta él, agarrándolo del brazo y deteniendo su marcha.
—¡Kei!, ¡¿se puede saber qué pasa?! ¿Qué haces aquí?
Al mirar su cara, vio que Keigo parecía muy aturdido.
—Kei, oye... ¿estás bien?
—Se ha vuelto a ir... se ha vuelto a ir... —susurraba sin ser consciente de quién estaba allí.
Takumi abrazó a Keigo por instinto y miró alrededor.
—No me digas que ese asqueroso te ha encontrado —lo abrazó mucho más fuerte, poniéndose en alerta, por si acaso era necesario atacar.
—Tengo que ir a verlo...
Keigo se separó del abrazo y echó a correr.
—¡Kei, espera!
Takumi volvió a alcanzarlo y lo sujetó por los hombros para que lo mirase.
—Por favor, cálmate, dime qué pasa... —dijo con preocupación al ver así a su novio.
Keigo pareció reponerse un poco, miró al pelirrojo y lo sujetó por la camiseta a la altura del pecho con suavidad.
—Se ha vuelto a ir, me ha vuelto a abandonar...
—¿De quién hablas?
—Toya se ha ido...
Takumi arrugó el ceño.
—¿Qué dices?... pero si ayer lo estabas esperando en la tienda...
—Pero no está, no vino... no responde a mis llamadas ni a las de Tenko y no hay nadie en su casa... iba a ir a comprobarlo pe-pero...
Takumi lo dejó respirar y hablar, buscando el momento para interrumpirlo.
—Kei, por favor, respira, tranquilízate...
—Toya se ha ido... y si él se va... ¿Quién me asegura de que tú no me vas a abandonar también? —Keigo comenzó a llorar, muy alterado, al borde de un ataque de nervios.
Takumi se sobresaltó ante esas palabras y, con todo el amor que sentía por el rubio, lo abrazó con todas sus fuerzas.
—No vuelvas a repetir eso, ¿me oyes?... yo nunca te voy a abandonar, yo no soy él.
Esas palabras calmaron de alguna forma a Keigo, que aunque seguía llorando, se abrazó al cuerpo de Takumi y se fue calmando poco a poco, ganándose miradas curiosas de personas que pasaban por allí.
Tras más de cinco minutos, donde ninguno se quiso separar del otro, fue Keigo quien rompió el abrazo para separarse un poco.
—Taki... lo siento...
Takumi sonrió y con la manga de su camiseta secó las mejillas del rubio.
—No hay nada que perdonar... solo ten eso siempre presente y es que yo nunca te voy a abandonar.
Keigo emitió una sonrisa fina y tímida y miró a Nakamura a los ojos.
—Taki... qu-quiero ir a verlo... con mis propios ojos.
El pelirrojo suspiró; no le hacía nada de gracia que Keigo fuese solo a la casa de ese estúpido, para ver si estaba o no.
—Está bien, pero voy contigo.
—Vale... —Keigo le dio la mano y con calma guió el camino hasta la casa de Toya mientras la flor amarillas era pisoteada por los transeúntes..
--------------------
CONTINAURÁ
Chapter 26: LA MANO EXTENDIDA DEL PERDÓN
Chapter Text
Tras unos minutos caminando, Keigo y Takumi llegaron ante la imponente mansión de los Todoroki. El pelirrojo se quedó atónito mirando el edificio, con los ojos muy abiertos.
—¿Aquí vive? —preguntó incrédulo.
—Sí...
Takumi arrugó el ceño y se cruzó de brazos.
—Maldito suertudo... —dijo en voz baja y se acercó a Keigo, quien se había quedado parado frente a la puerta principal. Al llegar, pudo ver que el rubio sudaba un poco. Sabiendo que estaba nervioso, le pasó un brazo por el hombro y le susurró al oído:
—Tranquilo, Kei... estoy contigo.
Keigo suspiró y tocó la campana de la casa, un sonido clásico que muchas veces en el pasado había escuchado, sobre todo esos días y semanas en que venía diariamente a esta casa, cuatro años atrás, para comprobar que Toya de verdad se había ido. Ahora, ese sonido le daba escalofríos.
Tras unos instantes, nadie parecía responder. Keigo comenzó a temblar y agachó la cabeza. Con cierta molestia, Takumi alargó la mano y pulsó el botón repetidas veces.
—¡¡¡¡Todoroki de mierda, sal de una puta vez!!!!
Al oír eso, Keigo se alarmó y sujetó el brazo de Nakamura.
—Taki... no...
En ese momento, la puerta principal se abrió, y Keigo y Takumi pudieron ver a Toya, pálido, con los ojos muy abiertos, en pijama y con los ojos rojos. Toya pasó su incrédula mirada de uno al otro, preguntándose qué estaba pasando o qué hacían allí. Keigo enfocó su mirada en Toya, sintiendo rápidamente una sensación de alivio inmenso.
—Oye, a ver si contestas cuando llaman a tu puerta —dijo Takumi, algo molesto.
Toya lo miró, aún sin procesar que ellos dos estuviesen en su puerta. Le dolía un poco la cabeza, pues aún tenía algo de fiebre.
—Lo siento... no me encuentro bien...
Keigo lo miró y comprobó su estado.
—Oh, dios... ¿Estás bien?
—Solo es un poco de fiebre... oh... —Toya cayó en la cuenta— pe-perdona por no llamarte ayer, con la lluvia se mojó mi teléfono y se estropeó...
Keigo volvió a sentir una ráfaga de alivio, pues eso explicaba por qué no respondía a sus llamadas.
—Toya... —dijo Keigo con la voz cortada, para luego echarse a llorar.
Toya y Takumi se alertaron. Toya quiso alargar la mano para reconfortarlo, pero rápidamente Nakamura lo abrazó, haciendo que Toya retractara su mano.
—Kei, tranquilo... —Takumi miró a Toya— bueno, ya has visto que no se ha ido, ¿nos podemos ir?
Toya frunció el ceño, algo confuso con esas palabras, luego miró a Keigo, que se secaba las lágrimas. Fue entonces cuando la mente de Toya, que no estaba al cien por cien debido a la fiebre, pudo comprender lo que Keigo había pensado.
—Oh... yo...
—¿Estás mejor? —preguntó Keigo a Toya una vez que su angustia se redujo. A Toya eso lo pilló algo desprevenido.
—Bueno... acabo de despertarme... no he dormido mucho, y el sonido de la campana me ha despertado...
Keigo miró a Takumi y frunció el ceño, y el pelirrojo le devolvió una mirada inocente.
—¿Quieres que me quede y te ayude? —preguntó Keigo.
—¡¿Qué?! —Takumi y Toya preguntaron al mismo tiempo, luego se miraron uno al otro.
—Bueno, ya he perdido las clases de hoy y no puedo irme sabiendo que no estás bien...
—Pe-pero...
—Kei, ¿seguro que es buena idea? ¿Y si te contagia lo que tenga? —intervino Takumi.
—Tranquilo, Taki, yo quiero hacerlo... —Keigo miró a Toya— si me dejas, claro...
A Toya le costaba procesar todo, pero no veía nada malo en ello.
—Bueno... si no es mucha molestia...
—Ninguna —dijo Keigo con una sonrisa, y miró a Takumi— ¿te quedas conmigo?
Nakamura abrió mucho los ojos y miró a Toya.
—¿Yo también? ¿Por qué?
—Taki —le dijo, bajando un poco la voz— es una buena oportunidad para que hables con él un poco y lo conozcas, por favor, hazlo por mí...
Takumi rodó los ojos.
—Maldito yo por dejarme influenciar por un rubio guapo... está bien.
Keigo sonrió y Toya, confuso, los dejó pasar. Takumi se quedó alucinado con la casa; por dentro era de estilo tradicional, aunque con toques modernos.
—¿Queréis tomar algo? —dijo Toya caminando a la cocina.
—De eso nada, tú a la cama —Keigo lo agarró del brazo y lo arrastró escaleras arriba hacia su habitación.
—Pe-pero... Keigo...
Takumi vio la escena. Por una parte, le hizo gracia ver cómo su novio arrastraba a ese pelirrojo como un niño; por otra parte, le molestaba pensar que Keigo sabía cuál era la habitación de Toya. Nakamura los siguió y entró también. Era una habitación normal, sin nada destacable, pensó.
—Ahí, acuéstate. Voy a cambiarte el paño húmedo y te traeré algo de comer... —dijo Keigo agarrando las cosas—. Taki, cuida de él —añadió antes de salir.
Toya y Takumi se quedaron solos en la habitación; el silencio era bastante incómodo. Nakamura se sentó en una silla al lado de la cama mientras Toya sudaba frío y no sabía bien qué hacer, todavía procesando cómo era posible que Keigo y Nakamura estuviesen en su casa.
—O-oye —Toya fue el primero en hablar— sé que no te caigo bien... y perdona por hacerte estar aquí...
Takumi lo miró, se cruzó de brazos y suspiró.
—Bueno... a ver... realmente apenas te conozco, pero sé que le hiciste mucho daño a Kei, y no creo poder perdonarte algo así...
—Lo sé... me arrepiento mucho de eso... fui un imbécil.
—Pues sí... no te mereces que Keigo quiera seguir siendo amigo tuyo, la verdad.
Toya no dijo nada, solo se tapó más con las mantas.
—¿Sabes, Todoroki?... Me da mucha rabia, porque cuando te conocí me caíste bien, eras mi fan y te interesaba mi música, eras la primera persona, aparte de Keigo, que me decía algo así... pero ahora que resultaste ser quien le hizo tanto daño... realmente debería odiarte... —Takumi suspiró— pero sé que eso solo pondría mal a Kei, y yo no quiero hacerle daño... así que estoy dispuesto a tratar de llevarme bien contigo.
Toya lo miró, no sabía si era efecto de la fiebre, pero no sabía si lo que escuchaba era cierto.
—Solo te voy a pedir una cosa... y es que no vuelvas a hacer daño a Keigo, porque si lo haces...
—Y-yo... yo no quiero hacerle daño... lo juro... —interrumpió Toya.
Takumi lo miró, no lo conocía bien, pero podía ver que hablaba en serio.
—Bien, entonces, vamos otra vez —dijo con una sonrisa—. Soy Takumi Nakamura, un placer —dijo, extendiendo la mano.
Toya, algo débil, sacó la mano de debajo de la manta y se la estrechó.
—Toya Todoroki...
Keigo apareció justo en ese momento, y una gran sonrisa se formó en su cara al ver cómo Takumi y Toya parecían haber entablado cierto contacto. Fingiendo no haber visto nada, llamó a la puerta y entró con un paño limpio y agua fresca, acercándose a la cama.
-------------
CONTINAURÁ
Chapter 27: DILEMAS DE LA JUVENTUD
Chapter Text
Unas horas antes.
Aizawa miraba a Rumi y Tenko con una expresión seria, cruzado de brazos.
—Creo que ya son demasiado mayores para saber que no deben correr por los pasillos —les recriminó el profesor.
—Lo siento —dijo la chica algo apenada—, pero es que mi amigo...
—Usagiyama —dijo el profesor—, no me importan las excusas. Esto es una universidad, por lo que no puedo castigarlos, pero si vuelve a repetirse, hablaré con el rector y habrá consecuencias.
Tenko miraba al suelo, no le gustaba ser regañado, y todo por culpa de Rumi que lo había agarrado del brazo y se lo había llevado a rastras para buscar a Keigo.
—Le prometo que no volverá a pasar, vamos Tenko —Rumi volvió a agarrarle del brazo, pero antes de poder hacer nada Aizawa se interpuso.
—Shimura, quiero hablar contigo un momento en mi despacho, ven ahora —el profesor dijo eso y se fue a paso lento.
—Mierda... —dijo la chica— será muy guapo, pero es un aguafiestas... —refunfuñó.
Tenko la miró, no es que no quisiera ir a por Keigo y saber qué pasaba con Toya, pero le había prometido a Spinner no saltarse más clases, por lo que ese aviso del profesor le había salvado.
—Lo siento, tengo que ir... luego me cuentas...
Sin esperar, Tenko salió corriendo en dirección al despacho de Aizawa, no sin antes pasar por un baño para mojarse un poco la cara, pues aún estaba algo preocupado por Toya. Trató de llamarlo otra vez, pero no había señal de él. Tras eso, tomó aire y fue a ver qué quería Aizawa.
Poco después, Tenko llamó a la puerta del despacho.
—Pasa —dijo una voz gruesa y grave.
Tenko tragó saliva y abrió la puerta, entrando y viendo una sala espaciosa, con algunas sillas y un sofá con una mesa baja frente a él, y al fondo una mesa donde Aizawa estaba sentado.
—Acércate.
Tenko tragó saliva y se acercó algo intranquilo, pues no sabía qué quería el profesor de leyes con él, que ni siquiera asistía a sus clases, ya que él estudiaba artes.
—¿Quería algo, sensei?
Aizawa lo miró, ladeando un poco el rostro, pues veía en la cara del peli azul cierta intranquilidad.
—Sí, pero tranquilo, que no es nada malo —dijo con voz más suave—. Sé que eres amigo de Todoroki, y ayer se saltó unas clases y hoy no ha venido. No he recibido ninguna llamada ni ningún mensaje de su casa y solo quería saber si todo iba bien.
Tenko tragó saliva, algo aliviado, respiró tranquilo.
—Sí, soy su amigo... pero la verdad es que no sé nada, yo tampoco he sido capaz de ponerme en contacto con él desde ayer.
Aizawa asintió y alzó una ceja.
—¿Sucedió algo ayer?
—Bueno... —Tenko no sabía hasta qué punto debía contar— Todoroki tuvo un problema y tuvo que irse...
Aizawa volvió a mirar al chico, al no ser más específico daba lugar a las interpretaciones, y ya Tsutsumi le había advertido a Aizawa que tuviese vigilado a Toya en caso de que su padre apareciese, pues sabían que había vuelto a la ciudad recientemente.
—Sé que puede sonar raro, Shimura... pero necesito que me digas exactamente qué le pasó.
Tenko lo miró extrañado y confuso, ¿por qué quería saber eso?
—Bueno... —Tenko se llevó la mano a la nuca— ayer vio al chico que le gusta besándose con otro chico, que resulta ser su pareja y bueno, se sintió un poco mal...
Aizawa lo miró fijamente y suspiró con cierto alivio.
—Ya veo, problemas amorosos de los jóvenes...
—Jeje... supongo... aunque bueno, usted tampoco parece tan mayor...
—Tengo treinta y un años, jovencito...
—Pues eso... que no es mayor... a mi modo de ver al menos...
Aizawa sonrió y Tenko, al ver eso, se ruborizó de repente y dio un paso atrás.
—¿E-eso era todo? —preguntó Tenko nervioso.
—Sí, puedes irte, y gracias por contármelo, no diré nada, será nuestro secreto—le dijo y guiñó un ojo.
Tenko volvió a ruborizarse y, mucho más nervioso, comenzó a caminar hacia atrás, hasta que se tropezó con sus pies y cayó de culo.
—Ahhh...
Aizawa, al ver eso, se levantó y fue a ver si estaba bien, tendiéndole la mano.
—¿Estás bien?... ten cuidado...
Tenko miró hacia arriba, aún con la cara roja, y tomó la mano del hombre.
—Gra-gracias...
Tenko se levantó, se disculpó haciendo una reverencia exagerada y salió corriendo del despacho, dejando a Aizawa algo confuso y con una fina sonrisa. Tenko corría por el pasillo tapándose la boca y con la cara totalmente roja, buscando el baño con urgencia y, una vez allí, se encerró en uno de los cubículos, sentándose en uno de los WC, respirando y tratando de calmarse.
—¿Qué mierda?
Por la calle, un chico de pelo blanco y largo caminaba tranquilo, sus clases habían terminado y ahora se disponía a ir a buscar a su novio a su trabajo. Geten era un chico tímido, no le gustaba llamar la atención y debido a problemas en su adolescencia más próxima tiene miedo de revelar su sexualidad, por lo que mantiene su relación en secreto o eso intenta, pues su novio, Kai Chisaki, lo aceptó en un principio, pero hacía un tiempo que había empezado a estar molesto por ocultarlo, pero aguantaba por Geten.
Esa tarde, mientras Geten caminaba, vio en la puerta de un bar un cartel, en donde se decía que en un mes, un grupo de música amateur, llamado "Hawksers" tocaría allí. Geten sintió curiosidad al instante, le gustaba mucho la música, aunque nunca había sido su fuerte cantar ni tocar instrumentos, pero pensó que a Kai le gustaría, pues él sí sabía tocar la guitarra eléctrica.
Tras caminar unos minutos, llegó a un taller mecánico, donde Kai trabajaba. Geten se puso en la puerta y echó un ojo dentro, pudo ver a Kai al instante, destacaba ante el resto de trabajadores, pues de todos era el más joven, aunque era mayor que Geten, el que contaba con 20 años y Kai con 24.
—Kai... —lo llamó el peliblanco desde la entrada.
El pelirrojo lo miró y lo saludó, cuando uno de los trabajadores, un tipo mayor que él, se dirigió a Kai.
—Hey, ¿Quién es? ¿Tu novio?
Kai miró al hombre y luego a Geten, que ajeno a la conversación lo saludaba y sonreía. Y sabiendo lo que pensaba Geten de todo esto, no quería avergonzarlo.
—Qué va... es un amigo.
—Vaya... pues dile a tu amigo que venga a calentarme la cama una noche, que seguro le hago gritar —se rió el hombre mientras Kai lo fulminaba con la mirada y apretaba el puño.
—Puto asqueroso —susurró.
Minutos después, Kai y Geten caminaban por la calle.
—Kai, he visto que un grupo amateur va a tocar en un bar de aquí cerca dentro de un mes, ¿quieres que vayamos?
Kai lo miró.
—¿Quieres ir? ¿No te importa que te vean conmigo?
Geten lo miró fijamente.
—Bueno... nadie tiene por qué sospechar que somos novios, podemos ser unos amigos que van a ver el concierto y beber algo.
Kai suspiró y resopló, molesto con eso.
—Si te parece bien, vale...
—Gracias, Kai, verás qué bien nos lo pasamos —dijo y fue a darle un abrazo, pero se contuvo, pues estaban en la calle y esa vez no tenían paraguas que los ocultase ni lluvia que impidiese a la gente verlos.
Kai se metió las manos en los bolsillos y comenzó a acelerar el paso.
En la casa de los Todoroki, en la entrada, Toya estaba de pie en la puerta mientras Keigo y Takumi estaban fuera.
—Gracias por cuidarme... no hacía falta, pero se los agradezco —dijo Toya haciendo una reverencia.
—No es nada... no es ninguna molestia, además tienes que recuperarte pronto para llevar a Shoto a la tienda —dijo Keigo con una sonrisa.
—Sí...
—Y cómprate un teléfono ya —le recriminó Takumi.
—Oh, es verdad...
Takumi suspiró; sin teléfono, sabía que Keigo iba a desesperarse otra vez por no poder contactar con él.
—En cuanto esté mejor iré a por uno... —dijo Toya.
—No hay prisa... si quieres puedo ir...
—Kei... —interrumpió Takumi— creo que es hora de irnos, Todoroki tiene que descansar.
—Oh, sí, perdona... —Keigo sonrió y miró a Toya— saluda a Shoto de mi parte —dijo el rubio y se despidió de Toya.
—Lo haré.
Takumi miró al pelirrojo.
—Mejórate pronto, nos vemos... —hizo un gesto suave con la mano para despedirse y atrapó la cintura de Keigo para irse juntos.
Toya los miró mientras se alejaban y sonrió, suspiró y cerró la puerta, entrando en la casa otra vez completamente solo.
---------------------
CONTINUARÁ
Chapter 28: CONVERSACIONES QUE RECONFORTAN
Chapter Text
Horas después de que Keigo y Takumi se fuesen; Fuyumi, Natsuo y Shoto volvieron de sus clases. Toya, ya más recuperado, los esperaba sentado en el salón y, al verlo allí, Shoto corrió a abrazarlo.
—Hey, ¿qué pasa? —preguntó Toya.
—Estoy contento de que estés bien... —respondió el pequeño, aferrándose al pijama del mayor.
Toya sonrió y le devolvió el abrazo.
—¿Estás mejor? —preguntó Fuyumi al verlo.
—Sí... me siento algo mejor... vinieron Keigo y... Nakamura...
Fuyumi, que estaba dejando su mochila en el suelo, alzó una ceja.
—¿Nakamura? ¿Quién es?... espera... ¿Takami estuvo aquí?
—Sí... estaba preocupado porque no era capaz de contactarme, que es algo de lo que tengo que hablar contigo... y bueno... Nakamura es... el novio de Keigo.
Fuyumi alzó las dos cejas y no pudo evitar dedicarle una mirada lastimera a su hermano.
—Vaya... —Fuyumi se acercó y le puso la mano en el hombro sin decir nada— bueno, prepararé la comida y me cuentas todo, ¿vale?
—Sí.
—Hey, Toya... —Shoto, que aún lo abrazaba, lo miró.
—¿Sí?
—¿Keigo tiene novio?
—Sí... —Toya miró a Natsuo de reojo, no quería molestarlo, pero quería desviar la conversación— como Natsuo que tiene novia.
—¡¡ESO ES MENTIRA!!
Toya empezó a burlarse de Natsuo mientras este se enfadaba y Shoto se echaba a reír.
En el apartamento de Keigo, él y Takumi estaban sentados a la mesa, mientras comían.
—¿Ves cómo Toya no es tan mala persona? —dijo Keigo llevándose un poco de arroz a la boca.
Takumi no dijo nada, solo gruñó un poco mientras masticaba y una vez tragó, miró al rubio.
—Todavía no confío en él... es cierto, parece buena persona, pero todavía no confío en él.
—Bueno, cuando lo vayas conociendo verás cómo caes prendado de él.
Takumi alzó una ceja.
—¿Prendado?
—Sí, Toya tiene algo que atrae a las personas, no sabría describirlo...
—Ya veo... —Takumi lo miró, algo contrariado, empezando a tener unos pensamientos algo malos, por lo que quiso atajarlos lo antes posible— Kei... tú... ¿ya no sientes nada por él, verdad?
Keigo lo miró abriendo mucho los ojos, y dejando el bol de arroz y los palillos en la mesa.
—¿A qué viene eso ahora?...
—Es solo que... —Takumi se rascó la cabeza— no sé... antes casi te da un ataque de ansiedad solo porque creías que se había ido... y bueno... insistes tanto en que lo conozca y que ha cambiado y no sé... me siento un poco inseguro...
Keigo se levantó, rodeó la mesa y se arrodilló delante del pelirrojo.
—Hey —puso sus manos en su cara— lo que pasó con Toya es cosa del pasado, ahora es solo un amigo y nada más. Por el que sí siento cosas es por ti, te quiero, ¿vale?
Takumi se puso rojo.
—Me da vergüenza ser yo al que deben animar... ese es mi trabajo...
Keigo sonrió.
—A veces hay que dejarse querer, Taki, y a mí me encanta que puedas hablarme con total libertad sobre cómo te sientes, me hace sentir muy especial.
Takumi lo miró y agarró su cara, acariciando sus mejillas con sus pulgares.
—Eres lo mejor que me ha pasado, que lo sepas.
Keigo sonrió, dejándose acariciar por él.
—Me alegro de serlo... —el rubio acercó su cara y besó sus labios.
Ya por la tarde, casi entrada la noche, la puerta de la casa de los Todoroki se abrió. Fuyumi apareció con algunas bolsas, acompañada por Shoto, el cual nada más entrar agarró una de las cajas que había en las bolsas y corrió hasta la habitación de Toya.
—¡¡TOYA, TOYA!!
Shoto abrió la puerta de golpe sin llamar, asustando a Toya que dio un respingo y se cayó de la cama.
—Shoto... qu-... ¿qué pasa... y... y llama antes de entrar?
Shoto lo miró y se disculpó.
—Lo siento... pero Fuyumi ya te ha traído esto —dijo dándole una caja.
Al verlo, la cara de Toya se iluminó y se acercó tomando la caja y acariciando la cabeza de Shoto.
—Buen chico.
Shoto se sonrojó y se acercó a él sentándose en la cama.
—¿Qué es?
Toya abrió la caja y con cuidado extrajo el aparato.
—Es un nuevo teléfono... el anterior se rompió con la lluvia —decía Toya mientras lo encendía.
Tras unos minutos, donde pudo traspasar los datos de su anterior teléfono al nuevo y lo encendió, suspiró.
—Ufff... creí que lo había perdido —dijo yendo a la galería y pinchando en la foto de Keigo.
De repente, un montón de notificaciones empezaron a salir: llamadas de Keigo, de Rumi, de Tenko, de Spinner, de Toga, de Jin...
—¡¡DIOS MÍO!!!
Tras aquello, Toya se pasó lo que quedaba de la tarde intentando solucionar algunas cosas. Lo primero fue llamar a Keigo. Buscó su número y pulsó la tecla de llamada, y tras unos pitidos descolgó.
—¿Keigo?
—¿Toya? ¿eres tú?
—Sí, jeje, ya tengo teléfono nuevo.... —dijo con voz suave.
—Qué bien, ¿Estás mejor?
—Sí, gracias, parece que vuestra visita me curó —rió entre dientes.
—Soy buen enfermero ¿eh?
—Sí...bu-bueno, solo quería avisarte que mañana tampoco podré ir con Shoto, pero pasado mañana sí podré ir.
—Perfecto.
—Ah... amm y... y mándale saludos a Nakamura también.
—Claro... (ey Taki, Toya te manda saludos) —pudo oír Toya por el auricular— (dile que se mejore) —oyó decir a Takumi.
Toya tragó saliva.
—Taki dice que te mejores.
—Gracias... bu-bueno... te dejo...
—Vale, hasta pasado mañana y mejórate.
—Gracias, hasta pasado mañana...
Tras colgar, Keigo suspiró algo aliviado y tras respirar un poco, buscó el número de Jin.
—¿Jin-san?
—¿Toya? ¿se puede saber dónde te metes?
—Lo siento... caí enfermo y mi teléfono se estropeó.
—Ay dios, ya decía yo que era raro que no llamases ni nada... estaba preocupado.
—Lo siento... hasta ahora no he podido comprar otro... entiendo si decides despedirme...
—No digas tonterías, ¿Cómo voy a despedir a mi camarero estrella? ¿acaso no sabes la de chicas que vienen a diario solo a verte?
Toya sonrió.
—Muchas gracias... te prometo que trabajaré más duro... mañana no podré ir tampoco, pero pasado mañana ya sí.
—Tranquilo y tómate el tiempo que necesites, ah y llama a Toga que está muy preocupada.
—Lo haré, gracias, Jin-san.
—Nada, nada... me alegra saber que estás bien, ah y te tengo reservadas dos entradas para el concierto de Hawksers, para ti y ese chico que te gusta.
Toya retrajo su rostro, algo sorprendido y sintiéndose algo mal.
—Oh.... Muchas gracias, Jin-san... bu-bueno tengo que dejarte, ya hablamos y pasado mañana estaré allí.
Tras colgar la llamada, Toya se dejó caer en la cama, suspirando. Poco a poco y mientras pasaban las horas, empezaba a ser consciente de que había perdido. Una vez se serenó un poco, llamó a Toga.
—Hey, Toga.
—¡¡AY DIOS MÍO, TOYA-KUN, ¿DÓNDE ESTABAS? ME TENÍAS MUY PREOCUPADA, ESTABA A PUNTO DE LLAMAR A LA POLICÍA Y PONER CARTELES CON TU CARA POR LA CALLE!!
—¿Qué dices? Jaja —Toya rió a carcajadas.
—Me tenías muy preocupada... no contestabas y no venías a trabajar, pensaba que te habría pasado algo malo.
—Pues no te preocupes, estoy bien, solo caí enfermo y mi teléfono se fue a la mierda.
—¿Pero estás bien ahora?
—Sí, solo tengo que descansar un poco y en dos días vuelvo al trabajo.
—Bieeen, estoy cansada de tratar con niñas que vienen preguntando por el camarero guapo pelirrojo, si al menos viniesen chicos guapos...
—Qué exagerada...
Tras un rato hablando y unas risas, colgaron. Toya ahora se sentía algo mejor tras solucionar esos malentendidos. Aprovechó para mandar un correo electrónico a la universidad y justificar su falta por enfermedad.
Y para finalizar, agarró su teléfono y llamó a Tenko.
—Ey, pichabrava.
El grito fue tal que Toya tuvo que apartar el aparato de su oreja.
—¡TODOROKI, MALDITO HIJO DE PUTA, ¿DÓNDE MIERDAS ESTABAS? ¿POR QUÉ NO RESPONDES A MIS LLAMADAS? ¿QUIERES QUE ME DÉ UN INFARTO CON SOLO 19 AÑOS? ¡ESO QUIERES EH, QUIERES DESHACERTE DE MÍ PARA QUEDARTE CON MI SHUI, PUES NO, SHUI ES MÍO, QUE TE QUEDE CLARO!
Toya sonrió, podía ver ante todo eso que su mejor amigo estaba muy preocupado por él.
—Lo siento... pasaron algunas cosas, pero simplemente caí enfermo y el teléfono se me rompió con la lluvia.
—¡MALDITO MALNACIDO, CUANDO TE VEA VOY A ROMPERTE LA CABEZA PELIRROJA QUE TIENES Y TE VOY A DEJAR CALVO!
Toya rió, y también oyó reír a Tenko.
—Me tenías muy preocupado, ¿sabes? —dijo ahora Tenko con la voz más suave.
—Lo sé, lo siento... —un pequeño flash apareció en su mente, donde pudo oír a Tenko decirle a Spinner que era culpa suya lo que había pasado con Keigo— ah, y oye Shimura, que sea la última vez que te echas la culpa por lo que pasó, tú no hiciste nada.
Tenko se quedó callado.
—Pero yo...
—Nada de peros, yo intenté volver con Keigo por mi propia voluntad, no te creas tan importante —bromeó Toya— que aquí el prota del fanfic soy yo.
—¿Qué fanfic? ¿de qué hablas? La fiebre te hace decir tonterías.
Ambos acabaron riendo y por un momento Toya olvidó todo lo que le preocupaba.
-----------------
CONTINUARÁ
Chapter 29: NUEVOS COMINEZOS Y VIEJAS HERIDAS
Chapter Text
Habían pasado dos días, Toya se encontraba mucho mejor; sus fuerzas habían vuelto y la fiebre había desaparecido, por lo que empezó a retomar su vida. Esa tarde debía ir a trabajar, pero antes, agarrando la mano de Shoto, se encontraba a unos pasos de la tienda de Keigo. Tragó saliva antes de avanzar con paso lento, y no fue hasta que se abrieron las puertas y la melodía empezó a sonar que no fue consciente de todo.
En cuanto las puertas se abrieron y la música comenzó a sonar, Toya entró al lugar. Unos pasos rápidos llamaron su atención, y al girar la cabeza, pudo ver a Keigo correr hacia él y prácticamente saltar para abrazarlo. Aquello pilló a Toya completamente con la guardia baja, pues sintió a Keigo abrazar su cuerpo, sintió el cuerpo del rubio pegarse al suyo, sintió sus brazos cruzar su espalda y su cabeza descansar en su hombro. Su cara estalló en rubor, y totalmente alterado intentó decir algo, pero las palabras no quisieron hacerle caso.
—Toya... qué alegría ver que ya estás bien... —dijo el rubio apartándose de él para mirarlo a la cara.
—Oh... s-sí... gracias...
Keigo sonrió, una sonrisa brillante. Toya pensó que podría perderse en ella; incluso podía ver un haz de luz tras Keigo, pero al instante desapareció.
—Kei, ¿qué pasa?
La voz de Nakamura trajo de vuelta a Toya a la realidad. Miró al mostrador para ver al chico pelirrojo salir de una de las salas y mirarlo fijamente. No vio nada negativo en su mirada, solo lo miró extrañado, para luego acercarse a ellos.
—Hola, Todoroki, veo que ya estás mejor.
—Sí, gracias —Toya redujo el brillo de su voz y pasó su mirada a Keigo, que se arrodillaba frente a Shoto.
—Shoto-kun, cuánto tiempo sin verte, qué guapo estás.
El pequeño se sonrojó.
—Gracias, tú también estás muy guapo.
—Ay —Keigo no pudo evitar sentir algo de rubor y sonreír, mirando a Takumi—. Taki, este es Shoto, y Shoto-kun, este es mi novio, Takumi.
Nakamura miró hacia abajo para ver al niño, le sorprendió un poco su color de pelo bicolor, se arrodilló también frente a él.
—Hey, colega, ¿qué tal? Soy Takumi Nakamura, un placer conocerte.
Shoto al principio lo recibió con cierta cautela, miró a Keigo y a su hermano, y ambos le asintieron, haciéndole saber que no pasaba nada.
—Hola, soy Shoto Todoroki, tengo diez años.
—Wow... todo un hombretón ya —Takumi le sonrió y acarició su cabeza—. Que sepas que tienes un color de pelo muy guay.
—Gracias... es natural...
Nakamura sonrió y miró a Toya, o más bien a su color de pelo, un rojo fuego intenso, y desvió otra vez su mirada, levantándose y pasando su mano por la cintura de Keigo.
—Un placer conocerte, Shoto-kun.
—Igualmente, Nakamura-san.
—Uy, uy... nada de eso, puedes llamarme Takumi.
—Vale —respondió el niño.
Toya presenciaba la escena con cierta simpatía; le gustaba que trataran bien a su hermano, por lo que no se sentía tan mal de dejarlo allí.
—Gracias por cuidarlo... sé que me aprovecho un poco... —empezó a decir Toya.
—No digas eso —Keigo lo interrumpió—, para mí es un placer cuidar de Shoto.
Nakamura miró a Keigo y luego a Toya.
—Sí, Todoroki, a Kei le gusta y a tu hermano parece que también, no seas tan duro contigo mismo...
Toya lo miró y asintió.
—Bueno, tengo que irme a trabajar —Toya miró a Shoto—. Pórtate bien y haz caso a Keigo y Nakamura, ¿vale?
—Sí...
Toya se despidió y salió de la tienda, mientras Keigo tomaba la mano de Shoto y caminaban hacia la sala de descanso. Takumi se quedó un momento atrás, mirando por la ventana cómo Toya se alejaba, y cuando iba a ir con Keigo, pudo ver a Todoroki detenerse un instante y girarse, pero al cruzarse sus miradas, Toya se alteró y volvió a girarse, acelerando el paso.
—Hum...
Takumi acompañó a Keigo y Shoto a la sala de descanso, justo cuando la musiquita de la entrada comenzó a sonar. Keigo miró para ver a una chica que entraba a comprar.
—Taki, quédate con Shoto, voy a atender a esa chica.
—Ok, yo me encargo —respondió el pelirrojo y entró en la sala, viendo cómo Shoto se sentaba en el sofá de forma tranquila. Él se acercó al chico y se sentó a su lado.
—Entonces, tú eres el hermano de Toya Todoroki, ¿eh? —preguntó cruzándose de brazos y de piernas.
—Sí, soy el hermano pequeño de Toya, también soy el hermano pequeño de Fuyumi y de Natsuo, y los quiero mucho —dijo con una sonrisa.
—Oh, eso está muy bien, yo no tengo hermanos, y me hubiera gustado tener uno como tú, tan amable y guapo.
Shoto se sonrojó.
—Gracias.
Takumi sonrió; sin duda era un chico especial, amable y simpático, y algo inocente. Takumi puso una mano en su cabeza.
—Y bueno, ¿qué sueles hacer cuando vienes aquí con Keigo? —Takumi sonrió, se le vino una travesura a la cabeza y quiso meterse un poco con el niño—. No será que vienes aquí para enamorar a Keigo y que me deje para ser tu novio, ¿verdad?
Shoto lo miró totalmente abrumado.
—N-n-no... yo no quiero eso... no quiero causarle problemas a Keigo, mi hermano me dijo que no causara problemas a Keigo...
Al ver que el chico se alteraba, Takumi se apresuró a detener aquello.
—Tranquilo, tranquilo, solo era una broma... perdona... —se disculpó el pelirrojo.
Shoto lo miró, algo alterado.
—¿Una broma?
—Sí, sí... era una broma, perdóname, ¿vale? No lo volveré a hacer.
Shoto lo miró, tragando saliva y notando su corazón acelerado.
—Vale...
En ese momento, Keigo apareció en la sala y enseguida notó el ambiente.
—¿Qué pasa aquí?
—Ah... nada, solo he querido hacerle una broma y me ha salido mal —dijo Takumi con cara triste—. Sería un padre horrible.
Keigo sonrió y se acercó a Shoto.
—¿Estás bien?
El niño asintió.
—Bien —luego miró a Takumi—, y eso de que serías un padre horrible es mentira... serías el mejor padre... y sé bien de lo que hablo.
Takumi sonrió, sabiendo que era verdad, pues Keigo le contó todo su pasado con sus padres y el infierno que vivió con ellos hasta que pudo independizarse.
—Y él también sabe lo que es tener un padre horrible —dijo Keigo señalando a Shoto, el cual ahora veía la televisión entretenido.
—¿En serio?
—Sí... nunca te conté nada de Enji Todoroki, ¿verdad?
Takumi pensó un momento.
—No, pero dudo que sea peor de lo que te pasó a ti...
Keigo suspiró con tristeza y miró a Shoto.
—Comparado con ellos, lo mío solo fue un golpe suave.
---------------
CONTINUARÁ
Chapter 30: TENSIONES DEL PASADO Y DEL PRESENTE
Chapter Text
—Lo siento —Toya hizo una gran reverencia frente a Jin, quien, con cara contrariada y algo abrumado, trataba de pedirle que no lo hiciera.
—Toya, por favor... ya te dije que no pasa nada, ponerse enfermo no es algo que puedas decidir —intentó calmarlo Jin.
—Pero no avisé y seguro que causé muchos problemas, lo siento...
Jin resopló, frotándose las sienes.
—Está bien, te perdono —dijo para calmar al chico—, ahora a trabajar.
—Sí, jefe.
Tras eso, Toya se puso el uniforme y comenzó a trabajar rápidamente. Toga, que había visto todo, se acercó a Toya.
—Hey, Toya-kun, qué alegría tenerte aquí otra vez.
—Siento haberte preocupado.
—No pasa nada —dijo la chica sonriendo.
No pasó mucho hasta que varias chicas aparecieron y se volvieron locas al ver a Toya allí otra vez.
—Te lo dije —le susurró Toga—, venían buscándote a ti.
Toya las miró, esbozando una sonrisa nerviosa y algo incómoda, y con educación se acercó a ellas para rechazarlas, aunque las chicas no dejaron de estar allí ni de hablar con él.
Horas después, una vez acabada su jornada, Toya se despidió de Jin y Toga y puso rumbo a la tienda. Había sido una tarde algo cansada; esas chicas no dejaban de atosigarlo, incluso habiéndolas rechazado. Pero bueno, al menos gastaron mucho, lo que se vería reflejado en su sueldo. Toya sonrió, al fin y al cabo, había sido una buena tarde.
Tras unos minutos caminando, Toya llegó a la tienda. No había pensado en Keigo en toda la tarde, pero ahora que estaba atravesando la puerta y la música de la tienda estaba sonando, una pregunta llegó a su mente:
<¿Por qué no me dijo nada?>
Al mirar, pudo ver a Keigo en el mostrador; no había rastro de Nakamura, algo que lo relajó un poco. Cuando Keigo lo vio, lo saludó con una sonrisa. Toya se acercó al mostrador.
—Hola, Keigo.
—Hola, Toya. ¿Qué tal la vuelta al trabajo? —preguntó el rubio.
—Bien... entretenido jeje —rió sin ganas.
—Ya veo... —Keigo percibió enseguida que Toya estaba en otra parte, mentalmente—. Shoto está ahí dentro con...
—Keigo... —lo interrumpió Toya de forma algo brusca, pero con voz calmada.
—¿Sí?
Toya lo miró. No era su intención preguntárselo ahora, ni de esa forma, pero su boca lo traicionó, y ya puestos, no iba a desaprovechar la oportunidad; quería saber por qué no le dijo nada de Nakamura.
—Keigo... ¿Por qué no me dijiste que tenías... pareja?
Keigo ladeó la cabeza, algo sorprendido por la pregunta. Su mirada apacible, por un instante, se afiló, y su sonrisa cálida se esfumó por una mueca de rabia contenida, pero todo se desvaneció para dejar un semblante neutral.
—Toya... —dijo con voz suave, amigable, volviendo a ser el Keigo de siempre, amable y afable—, tú y yo no somos nada... no tengo por qué contarte todo lo que pasa en mi vida... ¿te he preguntado yo acaso si has tenido otras parejas? ¿O si has estado con otros chicos? No, no lo he hecho, y es porque no me importa... tú y yo ahora somos amigos, no es necesario saber todo del otro... —sin querer, durante la frase, había endurecido su tono, y al acabar se dio cuenta—. Oh... lo-lo siento... he sido demasiado brusco...
—No, no... tienes razón... yo no tengo ningún derecho a pedirte explicaciones de nada... lo siento...
Se formó un silencio incómodo entre ellos, ambos mirando al suelo, hasta que el ruido de la puerta del almacén llamó la atención de los dos. Al mirar, vieron a Nakamura salir con Shoto de la mano.
Al verlo, Toya no pudo evitar sentir una ola de rabia, pero se contuvo y sonrió.
—Hola, Nakamura... vengo a por Shoto.
El niño soltó la mano de Takumi y corrió hasta Toya para abrazarlo.
—Sin problemas —dijo Nakamura, quien rápidamente percibió la tensión en el ambiente y de forma protectora se acercó a Keigo, poniéndose a su lado y pasando su mano por la cintura—. Ha sido un placer conocerte, Shoto-kun. Espero verte otro día.
—Sí, mañana volveré y podremos seguir jugando.
—Por mí, perfecto, aquí estaré —dijo mirando a los dos hermanos, mientras Keigo seguía mirando al suelo. Toya vio cómo la mano de Nakamura agarraba la cintura de Keigo, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no gritar, pero se contuvo; debía hacerse a la idea de que lo había perdido.
—Bueno, hasta mañana... —dijo Toya, y tomando la mano de Shoto, ambos salieron de la tienda.
En cuanto la puerta se cerró, Takumi, sin soltar a Keigo, lo volteó para quedar mirándolo de frente.
—¿Qué ha pasado?
Keigo suspiró, sin levantar la cabeza. Takumi, al ver eso, apretó el puño.
—Kei...
—No es nada, Taki... solo es algo que iba a pasar tarde o temprano y yo dejé pasar por cobarde...
Takumi ladeó la cabeza como un perro que no entiende lo que pasa.
—No te entiendo.
Keigo lo miró, esbozando una sonrisa forzada.
—Toya me ha preguntado por qué no le había hablado de ti en este tiempo que nos reencontramos...
Takumi alzó una ceja.
—Ya veo —Takumi podía entender todo aquello, pero no quitaba que ahora mismo quisiese romperle la cabeza a Toya. ¿Quién se cree que es? Fue él quien se fue—. ¿Y qué le dijiste?
Keigo suspiró y abrazó al chico, dejando su cabeza en su hombro.
—Le dije que él y yo ya no somos nada, solo somos amigos, y que por lo tanto, no tengo por qué contarle todos los aspectos de mi vida...
Takumi abrazó fuerte a su novio.
—Así se habla...
Por la calle, Toya caminaba, aguantando las ganas de gritar y darle un puñetazo a la pared. Agarraba a Shoto de la mano con algo de fuerza, sin darse cuenta.
—Toya... me haces daño...
Al escuchar eso, lo soltó de golpe, haciendo que toda esa rabia se ocultase.
—Oh... lo siento —dijo arrodillándose—, perdona... estaba pensando en otra cosa...
Shoto lo miró.
—Vale, te perdono... tampoco me duele mucho... yo soy grande y no me duelen cosas de niños... —dijo el niño ocultando que sí le dolía.
Toya dejó escapar una risa ligera.
—Vaya, con que el peque se vuelve mayor...
—Yo no soy peque...
Toya sonrió.
—Sí lo eres...
—No lo soy... —dijo el niño y se cruzó de brazos, enfadado.
Toya se rió de ese gesto.
—Pero no te enfades...
—No me enfado... —dijo el niño, molesto.
Toya volvió a reír, pero esta vez abrazó al pequeño por la espalda, un abrazo cargado de sentimiento.
—Perdona por molestarte y hacerte daño... estaba algo enfadado...
Shoto no dijo nada al principio, solo se dejó abrazar.
—Es por el novio de Keigo, ¿verdad?
----------------------
CONTINUARÁ
Chapter 31: EL DOLOR DE UN CORAZÓN JOVEN
Chapter Text
Toya miró al pequeño con cierta extrañeza, pues no entendía cómo era posible que Shoto se hubiera dado cuenta de todo eso.
—¿A qué viene eso?... Nakamura es un buen chico...
—Sí —dijo Shoto—. Es simpático y muy bueno, pero no me gusta que esté con Keigo... Yo quiero que el novio de Keigo seas tú.
Toya no supo qué decir; aquello lo pilló totalmente fuera de juego, pero su corazón empezó a latir como nunca.
—Shoto... ¿pero qué dices?
—Sí... Natsuo me dijo que Keigo antes era tu novio... y ahora no lo es. Yo quiero que siga siéndolo y no lo sea de ese otro —dijo el niño mirando a su hermano.
Toya miraba a Shoto confuso. Se arrodilló ante él y le puso la mano en el hombro.
—Shoto... eso fue hace unos años. Ahora Keigo está con Nakamura... y son felices...
—¡NO, ESO ES MENTIRA! —gritó el niño.
—Vale, pero no grites, estamos en la calle... —Toya tragó saliva, incapaz de comprender por qué Shoto decía eso—. ¿Por qué dices que es mentira?
—Porque Keigo no te sonríe a ti igual que a él...
Toya no entendió bien lo que quería decir el niño. Sin darse cuenta, hizo más firme su agarre del hombro de Shoto, pero sin llegar a hacerle daño.
—¿Qué quieres decir?
Shoto se frotó las manos, mirando al suelo y luego a su hermano con decisión.
—He visto cómo Keigo sonríe a ese chico y cómo te sonríe a ti. Con él sonríe mucho más y su sonrisa es más bonita...
Toya se quedó por un momento estático. ¿Qué significaba eso exactamente? Si se ponía a pensar, la última interacción que tuvo con Keigo no fue precisamente buena, pues le había echado en cara no contarle su relación con Nakamura. Toya se frotó la cabeza, algo confuso con esas palabras, dando vueltas a todo lo que tenía en mente. Si aquello era cierto, él no se había dado cuenta, pero también era verdad que Toya no era precisamente un halcón para darse cuenta de las cosas. Aun así, tampoco podía dar total crédito a las palabras de un niño de diez años que seguramente no sabía lo que decía del todo.
—Pero, Shoto... eso da igual... Keigo y Nakamura se quieren y eso es lo que importa... da igual cómo sonría y todo eso...
Shoto no dijo nada, solo asintió y agachó la cabeza, tomando la mano de su hermano y queriendo irse a casa.
Mientras los dos hermanos caminaban en silencio, en otra parte de la ciudad, montado en una moto negra, Aizawa atravesaba la carretera a gran velocidad. Ese día había tenido clases hasta tarde y, además, varias reuniones con otros profesores y alumnos. Estaba cansado y solo quería llegar a casa para descansar.
Cuando tuvo que detenerse en un semáforo, no pudo evitar mirar a una pareja que caminaba de la mano por la acera cercana. Pudo reconocer a uno de ellos: pelo azul grisáceo, piel blanca.
—Hey, Shimura —saludó el profesor.
Tenko se sorprendió por la voz y, tomado de la mano de Spinner, miró en la dirección del profesor. Al verlo, sintió un ligero pinchazo en el estómago.
—Oh... Aizawa-sensei... hola...
Spinner notó enseguida cómo el agarre de Tenko en su mano aumentaba, señal de que se había puesto nervioso. No dijo nada y miró al pelinegro, que movía su moto para aparcarla cerca de ellos.
—Hola, ¿qué tal? —preguntó Aizawa.
—Oh, bien... estoy dando un paseo con mi... novio...
Aizawa alzó una ceja y miró a Spinner, analizando su aspecto, pelo morado, ropa ancha y grandes tatuajes por casi toda su piel visible.
—Un placer, soy Shota Aizawa, profesor de leyes de la Universidad Central.
Spinner hizo una leve reverencia.
—Soy Shuichi Iguchi... ¿leyes? Pero Tenko estudia arte, ¿cómo conoce a un profesor de leyes?
Spinner notó otra vez el agarre intenso de Tenko; todo aquello empezaba a mosquearlo.
—Shui, es que cuando Toya desapareció hace unos días, Aizawa-sensei me preguntó por él, por eso me conoce.
Spinner miró al profesor, que asentía confirmando la respuesta de Tenko.
—Ya veo...
—Me alegra saber que Todoroki está bien. Me mandó un correo explicándomelo todo. Mañana hablaré con él —dijo Aizawa mirando a Tenko.
—Sí, Todoroki a veces es como un dolor en el culo, hace lo que le da la gana...
Aizawa rió ante eso y Tenko rió de forma nerviosa al ver reír al profesor. Spinner fulminó a Aizawa con la mirada.
—Bueno, Tenko, nos tenemos que ir. Un placer conocerle, Aizawa-san —dijo Spinner y tiró de la mano de Tenko para irse.
Aizawa vio cómo la pareja se alejaba y suspiró con una sonrisa. Se colocó el casco otra vez y puso rumbo a su casa.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó Spinner una vez se alejaron.
Tenko lo miró confuso.
—¿De qué hablas? Más bien, tendría que preguntártelo yo. ¿Se puede saber qué te ha pasado antes? Casi me arrastras...
—Si no te llego a apartar, te lo hubieses comido con los ojos —respondió Spinner.
Tenko se detuvo, sin soltar su mano.
—¿Qué mierdas dices? Eso no es verdad.
—Tenko, lo he visto con mis propios ojos y he visto que estabas nervioso con él...
—E-eso es porque es un profesor y me intimida ver a un profesor fuera de la universidad, ¿vale?
Spinner lo miró fijamente.
—Prométeme ahora mismo que no sientes nada por ese hombre.
—Shui...
—Tenko, no es la primera vez que pasa algo así. Primero fue con ese hombre del bar... no me gusta que me engañen, ¿sabes? Y sabes que confío en ti, pero con estas cosas me lo pones muy difícil a veces...
Tenko entendía perfectamente la inseguridad de su novio y era cierto que no había sido totalmente fiel en el pasado, aunque aquello fue debido al alcohol, no era una excusa. Tenko agarró a Shui de la cara y lo puso frente a él.
—Shuichi Iguchi, no siento nada por ese hombre, solo te amo a ti, ¿entendido?
Spinner asintió, más calmado y con una fina sonrisa.
—Vale... perdona por montar el numerito. No me gusta ser este tipo de novio que siempre está celoso. Cada vez que me pasa, me siento muy mal...
Tenko suspiró y se frotó la cara.
—En parte es culpa mía...
Spinner negó.
—No... el que tiene celos soy yo sin razón alguna...
Tenko suspiró y sonrió.
—Bueno, pues los dos tenemos culpa. Ahora vamos a casa, nos damos una ducha juntos y nos vamos a la cama, ¿te parece?
Spinner sonrió.
—Si en la cama hacemos cosas guarras, sí.
Tenko y él empezaron a reír a carcajadas mientras retomaban su camino dados de la mano.
---------------------
CONTINAURÁ
Chapter 32: VUELTA AL PODER
Chapter Text
A la mañana siguiente, Toya caminaba por la calle en dirección a la universidad, pero antes debía llegar al cruce donde se encontraba con Keigo para ir juntos. Tras el momento incómodo de ayer, no esperaba verlo allí. Sin embargo, al llegar, su corazón casi explota al ver al rubio esperándolo, vestido con su típica ropa oversize y de colores chillones.
—Ho-hola... —dijo Toya al acercarse a él.
Keigo levantó la cabeza y miró al pelirrojo. A simple vista, estaba igual que siempre, solo que no sonreía tanto como antes.
—Buenos días, Toya... ¿Qué tal?
—Bien, algo cansado, pero bien... ¿nos vamos?
El inicio del camino fue tortuoso, ninguno de los dos decía nada. Ambos miraban al suelo o a cualquier sitio menos al otro; la sensación era horrible para los dos, hasta que Toya tuvo la valentía de romper el silencio.
—Keigo...
—¿Sí? —respondió el rubio sin mirarlo.
—Quiero pedirte perdón por lo que dije ayer... me pasé de la raya... no debí preguntar eso... como dijiste, no es de mi incumbencia...
Keigo finalmente lo miró, llevándose la mano a la nuca y rascándose la cabeza.
—Es verdad que no es de tu incumbencia ahora, pero tampoco estuvo bien cómo te hablé... me disculpo por ello, pero entiendo lo que querías decir... podrías pensar que lo estaba ocultando, pero no es así... de verdad —Keigo apartó la mirada—. Era solo que...
—¡¡HEY, CHICOS!!
Ante esas voces, ambos miraron atrás, para ver cómo Tenko se acercaba corriendo con algo de dificultad.
—Oh... Shimura... —Toya miró a Keigo, que agachó la cabeza y tragó saliva, para luego cambiar su expresión al mirar a Tenko.
—Buenos días, Tenko —dijo el rubio.
Toya tenía claro que Keigo iba a decir algo, pero Shimura lo había interrumpido <maldito>.
A bastante distancia de allí, en un gran edificio, las puertas automáticas se abrieron. Todas las miradas se volcaron hacia un hombre que entraba en el edificio, portando un gran maletín de color negro. Sus pisadas resonaban en el suelo mientras los murmullos a su alrededor parecían serle indiferentes. Ese hombre avanzó hasta el ascensor, y tras pulsar el botón, entró y esperó hasta llegar a la planta indicada.
En la última planta del edificio, aquel hombre de gran tamaño avanzó hasta la última de las puertas. Con una llave, la abrió y entró, cerrando la puerta tras de sí. Cuando el hombre soltó su maletín en la mesa, iba a sentarse en su silla cuando su puerta sonó. Resopló y fue a ver quién era. Al abrir la puerta, un chico algo joven estaba allí, mirándolo con miedo.
—¿Qué pasa? —preguntó el hombre con voz grave.
El chico se sobresaltó por la voz de aquel hombre.
—Se-señor... em...
—Habla de una vez, no tengo todo el día.
El chico tragó saliva.
—Se-señor, es que ha-hacía cuatro años que no aparecía por aquí... y... bueno, sin avisar... ni nada...
El hombre fulminó al chico con sus ojos azules.
—¿Estás insinuando que he desatendido la empresa, mocoso?
—¡No, no, no! Se-señor, no es lo que quise decir, lo juro...
El hombre lo miró, cruzado de brazos.
—Solamente tomé unos años de descanso, dejé el mando de la empresa a Kamiji.
—Lo-lo sé, señor... yo... yo soy nuevo... pero me contaron todo...
—¿Todo? —el hombre frunció el ceño.
—Bu-bueno, me contaron que usted tuvo que salir del país... por asuntos familiares, y que aprovechó para tomarse unas vacaciones...
El hombre suspiró y miró al chico.
—Muy bien, mocoso, ¿cómo te llamas?
—Me lla-llamo Tamaki Amajiki...
—Muy bien, Amajiki-kun, a partir de ahora pasas a ser mi asistente. Ahora ve a por el papeleo, y en media hora te espero en la sala de reuniones... va a haber grandes cambios por aquí.
—Oh...oh... sí, sí, Todoroki-san.
Tamaki salió corriendo mientras Enji cerraba la puerta con una sonrisa perversa en su rostro y se dirigía a su mesa, donde abrió su maletín y sacó un ordenador portátil. Encendiéndolo, hizo una videollamada con sus abogados.
—Ya he llegado, preparad todo para el cambio gradual. No pienso darle un mísero yen a esos miserables que tengo por hijos.
En la universidad, Tenko no paraba de hablar con Rumi, con la que se habían encontrado en la entrada, mientras que Toya y Keigo iban detrás sin decir nada y cabizbajos.
—Chicos, yo me voy a mi clase —dijo el rubio con voz apagada y se fue sin siquiera esperar a Rumi.
—Ey, espera... —dijo la chica y se volteó—. Nos vemos a la hora de comer.
Toya vio cómo la chica llegaba donde Keigo y lo agarraba del brazo, apoyando su cabeza en su hombro y hablando. Tenko miró a Toya, pues conocía bien sus expresiones.
—¿Qué ha pasado ahora? —preguntó.
—Pasa que soy un estúpido... —respondió Toya poniendo rumbo a su clase.
—Bueno, eso ya lo sabía —rió Tenko. Al ver que Toya no le seguía el juego, se calló—. Eeejm... bueno... ¿y por qué lo dices...? ¿Qué has hecho?
Toya suspiró.
—Le eché a Keigo en cara no contarme que tenía pareja.
—Vaya... —chasqueó la lengua Tenko—. La has metido bien metida, y no lo que a ti te gustaría...
Toya miró a su amigo, algo molesto.
—Vale, lo siento... bueno, pues discúlpate con él —le respondió.
—Ya lo hice, y parece que acabamos bien... pero hoy está raro conmigo...
—Vaya... pues...
En ese momento, una mano se posó en el hombro de Tenko, lo que le hizo saltar y gritar del susto. Al recomponerse, miró atrás y vio a Aizawa.
—Buenos días, Todoroki y Shimura.
—Buenos días, Aizawa-sensei —respondió Toya.
—Bu-buenos días... —Tenko enseguida se puso nervioso y ruborizado al mirar al profesor, llegando a esconderse parcialmente detrás de Toya.
—Todoroki, me alegro de verte de nuevo por aquí, ¿estás bien?
—Sí, ya estoy mejor, muchas gracias y lamento haber faltado tanto tiempo.
—No pasa nada —Aizawa sonrió y miró a Tenko—. Shimura, tu novio me resultó muy buen chico, salúdalo de mi parte.
—Va-vale...
Toya notó rápidamente el nerviosismo de su amigo y, una vez Aizawa se fue, este lo miró.
—¿Qué te pasa, Shimura?
—¿A mí? Nada, ¿qué me va a pasar? Jaja, a mí no me pone nervioso ningún profesor, no sé de qué hablas. Bueno, tengo que irme, nos vemos luego. Venga, adiós.
Y Shimura salió corriendo, dejando a Toya allí, totalmente confuso.
En otra parte de la universidad, en la zona donde se estudia magisterio, Geten caminaba mirando uno de sus libros. Entre sus páginas tenía las entradas para el concierto de Hawkers de dentro de unas semanas. Era un regalo para Kai y para él. Sonrió al pensar en ellos allí viendo el concierto, en la oscuridad de la sala. Podría incluso tomarse de la mano sin que nadie los viese.
Pensando en sus cosas, no se percató de quién venía delante y chocó su hombro con alguien, haciendo que se cayeran su libro y las entradas.
—Ahhh... lo... lo siento... —Geten se agachó para recoger las cosas cuando vio al frente.
—Tranquilo, ha sido culpa mía, estaba distraído... —dijo Keigo, que ayudó a Geten a recoger sus cosas, agarrando las entradas—. Oh... ¿vas a ir a verlos?
Geten se puso rojo y tomó las entradas de su mano.
—Sí...
—Yo también... seguro nos vemos allí... —dijo Keigo con una sonrisa.
—Oh... yo... iré con un amigo...
—Me alegro, la música de Hawkers es mejor con más gente... hazme caso que conozco a su cantante.
—¿En serio?
—Sí... —Keigo miró—. ¿Estudias en esta parte?
—Sí, en el aula dos de magisterio de primero.
—Oh, ¡yo estoy en el aula uno...!
Geten sonrió.
—¿En serio?
—Sí, venga, vamos juntos... oh, me llamo Keigo Takami.
—Yo, Geten Himura.
¿Himura?
—Un placer...
------------------
CONTINAURÁ
Chapter 33: NUEVAS DIRECCIONES, VIEJAS TENSIONES
Chapter Text
Varias personas con traje se encontraban sentadas en una gran mesa en una sala de reuniones. La silla presidencial estaba vacía, y a su lado, una mujer de cabello verde esperaba algo inquieta. No hacía ni media hora que, por sorpresa, el jefe había regresado de su retiro de cuatro años debido a problemas familiares, de los cuales nadie sabía absolutamente nada, solo que debido a ellos tuvo que estar fuera del país. De repente, regresa, asciende a un novato como su asistente y convoca una reunión de urgencia.
Moe Kamiji era la asistente personal de Enji Todoroki hasta esa misma mañana. Había dirigido la empresa lo mejor que podía, y saber de repente que iba a ser despedida era algo humillante. Encima, iba a ser sustituida por un mocoso que no llevaba ni un año en la empresa.
En ese momento, la puerta se abrió y Enji Todoroki irrumpió en la sala, donde todos los presentes se quedaron mudos. Tras Enji, avanzaba Tamaki, visiblemente nervioso, con una gran carpeta de papeles en sus brazos, caminando a poca distancia del hombre pelirrojo. Enji se sentó en la silla presidencial y le dijo a Tamaki que se quedara a su lado, y entonces miró a todos.
—Hola a todos, sé que os sorprenderá verme aquí de repente, pero ya me he cansado de mis vacaciones. Durante este tiempo he ideado un gran plan para la empresa.
—Perdona, Todoroki-san —dijo Kamiji levantándose—, pero hasta la fecha la empresa ha generado grandes ingresos, cambiar el rumbo ahora sería...
—Kamiji —Enji la miró—, has hecho un buen trabajo estos años, sin duda te puse en el cargo porque confiaba en tu eficacia, por lo que no te preocupes por tu puesto, seguirás siendo la directora general.
Kamiji suspiró aliviada, aunque estaba confusa con todo aquello.
—Bien, como ustedes saben, Flame Stars se dedica a buscar nuevos talentos y hacerlos brillar. Hasta ahora nuestra dirección empresarial se basaba en adquirir los derechos de nuevas estrellas emergentes y potenciarlas, y ha funcionado. Ahí está una de nuestras mayores estrellas, Lisa; gracias a nosotros ahora es una de las más populares del grupo coreano BlackPink. O aquí, en nuestro país, Hikaru Utada, quien pone voz a los openings de los famosos videojuegos Kingdom Hearts, o nuestra propia LISA, quien ha trabajado en el anime Naruto para crear Blue Bird.
Todos los presentes prestaban atención; esto era solo una pequeña muestra de los grandes talentos que había proyectado la empresa.
—Pero ahora añadiremos un nuevo rumbo —Enji se levantó—. Kamiji seguirá con el rumbo actual y yo comandaré el nuevo enfoque, en el que nos centraremos en crear estrellas desde cero. Buscaremos cantantes, actores, artistas amateurs, les ofreceremos un contrato, y con nuestras formaciones y consejos los haremos grandes estrellas. Así, Flame Stars será incluso más grande; seremos la empresa donde los sueños se cumplen. ¿Comprenden el concepto, caballeros?
Todos allí, a excepción de Kamiji, eran hombres, y tras murmurar, empezaron a aplaudir, aceptando la propuesta. Enji sonrió y palmeó la cabeza de Tamaki.
—Tu primera reunión importante. ¿Qué tal?
—Bu-bueno, señor, ha sido... em... fugaz.
Enji sonrió.
—Exacto, fugaz como las estrellas que vamos a hacer brillar. Y en cuanto la empresa cambie de nombre y las acciones también, todo será incluso mejor.
—Su-supongo, señor...
—Supones bien, Amajiki-kun... Bueno, te voy a mandar tu primer trabajo. Necesitamos la muestra: busca por la ciudad artistas amateurs, graba sus actuaciones y haz un informe, y me lo traes. No hay límite de tiempo, tienes libertad, y no te preocupes por los gastos, la empresa los cubre, así que puedes invitar a tu novia a ir contigo —rió Enji.
—Bu-bueno —Tamaki se sonrojó—, en realidad... tengo novio.
Enji alzó una ceja y rodó los ojos.
—Bueno, no tenemos la culpa de nacer con esos problemas. Tranquilo, no te juzgaré, espero que tu novio y tú lo paséis bien mientras trabajas para mí.
—S-sí, señor...
La mañana pasaba, y Toya apenas pudo concentrarse en sus clases. Aizawa tuvo que llamarle la atención varias veces, y a la hora de comer, se unió a Tenko. Hablando, caminaron hasta el comedor de la universidad, donde vieron la mesa donde Rumi los esperaba. Tenko y Toya se acercaron, y la chica los saludó.
—Hey, chicos, ¿qué tal?
—De lujo —contestó Tenko sentándose—. Yamada-sensei es muy divertido.
Toya miró al asiento vacío.
—¿Y Keigo?
Rumi lo miró. Keigo le había contado lo que había pasado, y estaba enfadada por lo insensible e injusto que había sido Toya al preguntar aquello, siendo él quien lo abandonó. Pero ella también sabía que Toya aún sentía algo por Keigo, por lo que no le extrañó que el muy estúpido hiciera esa pregunta.
Alzó una ceja y con cierta indiferencia miró a un lado.
—Está allí, hablando con un chico que ha conocido hoy, que al parecer va a la clase de al lado.
Toya miró en la dirección que miraba Rumi y vio a Keigo sonriendo a un chico de pelo blanco y largo sentado en una mesa solo, parecía estar hablando de algo divertido. Toya se los quedó mirando de forma muy descarada, tanto que incluso Rumi tuvo que carraspear para atraer su atención.
—Keigo me contó lo que pasó... ¿quieres ganarte una patada en tus bolas, no? —dijo Rumi levantando una pierna y pateando al aire.
Toya se encogió en el sitio, no por la amenaza, sino por saber que Keigo le había contado a Rumi y que, por lo tanto, Nakamura también debía saberlo.
—Mierda... —susurró Toya.
Tenko alzó una mano para que Rumi se calmara y la otra la puso en la espalda de su amigo.
—Vamos Todoroki, no te pongas así, seguro que todo eso fue un arrebato de tu parte... ni siquiera pensabas lo que decías...
—Sí lo pensaba...
Tenko rodó los ojos y Rumi se crujió los puños.
—Hey, chicos...
Todos miraron a su lado para ver a Keigo, algo sonriente, aunque al ver a Toya allí, su sonrisa se redujo un poco.
—Mirad, os presento a Geten.
Todos miraron al chico de cabello blanco, algo tímido y que los observaba a todos algo asustado.
—Bu-buenas... me llamo Geten Himura...
—Hola, Geten, un placer —dijo Tenko.
—Buenas, Gety —saludó Rumi.
—¿Gety? —repitió Geten en voz baja.
Toya tardó un instante en reaccionar, luego se levantó de repente y se puso frente a Geten de forma algo rápida, asustando al chico, quien dio un pequeño grito y dio un paso atrás, ya que Toya era algo más alto que él.
—Toya, ¿se puede saber qué haces? —Keigo se puso delante de Geten de forma protectora. Toya no se había dado cuenta, pero tenía un semblante algo duro y una postura algo encorvada, lo que le hacía verse como era antes, cuando era aquel delincuente juvenil.
—Oh... —Toya dio un paso atrás al ver la cara de desaprobación de Keigo—. Pe-perdona... no... no quería... —Toya dio otro paso atrás, sintiendo como Keigo se alejaba de él emocionalmente.
Toya se volvió a sentar, mientras Rumi y Tenko lo miraban.
—Disculpa Geten... Toya a veces es un estúpido —repitió Keigo mirando al peliblanco.
—No, no... no te preocupes... la culpa es mía... me he asustado por nada.
Keigo no dijo nada y acercó una silla a su lado para que se sentase.
—Ven, siéntate con nosotros.
Toya, con la cabeza gacha, escuchaba cómo todos hablaban. De repente, empezó a sentir que se alejaba, como si todos lo apartasen. Comenzó a oír sus voces huecas y alejándose, y cuando sintió un pinchazo en la garganta, se levantó de golpe de la silla, asustando a todos en la mesa, quienes se quedaron mirándolo.
—Me voy... lo siento, Geten...
Toya se fue corriendo por uno de los pasillos. Tenko, al verlo, quiso levantarse, pero Rumi lo detuvo.
—Déjale un rato solo, seguro le viene bien.
Tenko no sabía qué hacer, miró al pasillo, algo preocupado, pero finalmente hizo caso a la chica, mientras Keigo no apartaba la mirada de aquel pasillo, pues en menos de diez minutos había empezado a ver a aquel Toya de hace años, aquel Toya que creía que no volvería a ver.
----------------------
CONTINUARÁ
Chapter 34: ATAQUE EN SILENCIO
Chapter Text
Toya estaba en el baño, sentado en uno de los retretes. Sus manos tapaban su cara que sudaba, incapaz de contener las bocanadas ahogadas de aire. Una presión en el pecho lo hacía sentirse atrapado en ese cubículo; sentía que el espacio se reducía, y en su mente solo aparecían las palabras de Keigo y esos ojos que lo miraban con decepción.
Empezó a hiperventilar. Su garganta ardía y comenzó a sentir que le costaba respirar; daba bocanadas de aire, pero él sentía que algo obstruía sus conductos respiratorios. De nuevo, como aquella tarde lluviosa, la voz de su padre apareció en su cabeza.
<Eres la vergüenza de la familia>
<Me das vergüenza ajena>
<Eres una decepción>
Toya se llevó las manos al cuello, sintiendo que cada vez se ahogaba más y más. Cayó de rodillas en el cubículo, apoyó sus manos en la puerta, golpeándolas, tratando de llamar la atención de alguien, pues necesitaba ayuda. A los pocos segundos, unos pasos entraron en el baño, por lo que golpeó más fuerte, y entonces la puerta del cubículo se abrió. Antes de desmayarse, Toya pudo ver la cara de Aizawa.
A la hora de salir, Tenko esperaba a Toya en la entrada. Estaba algo impaciente porque, desde que lo vio a la hora de comer y después de que se fuera tan apresuradamente, no lo había vuelto a ver.
Mientras lo esperaba, Keigo y Rumi salían por la puerta. Al verlos, Tenko se acercó.
—¿Habéis visto a Todoroki?
—No —dijo Keigo—, desde la hora de comer, no.
Tenko suspiró y lo llamó por teléfono, pero nadie respondía.
—Mierda...
—Seguro se ha quedado dormido en clase —dijo Rumi—, o está con Aizawa-sensei. Seguro le está poniendo al día con las clases que ha faltado y no le dejará tomar las llamadas.
Keigo no había dicho nada, pero empezó a preocuparse un poco.
—¿De verdad no sabes nada de él?
—Sí, desde la hora de comer no lo he visto...
Por un momento, Keigo sintió que una ola de frío le cubría el cuerpo, pensando en lo que pasó a la hora de comer, lo que le hizo alterarse un poco.
En ese momento, mientras hablaban, una mujer vestida con un vestido largo y morado entraba en la universidad. Su cabello azul con mechas rosas ondeaba con el fino viento que corría por los pasillos. Caminó hasta la enfermería y, sin siquiera llamar, abrió la puerta y entró. Allí dentro, Aizawa estaba sentado en una de las sillas, y Toya inconsciente en una camilla.
—¿Qué ha pasado? —preguntó la mujer.
—Ha sufrido un ataque de pánico.
La mujer lo miró.
—No me extraña. ¿Sabes que ha vuelto a la ciudad?
Aizawa la miró.
—Algo había oído.
—De momento, no se ha puesto en contacto con ellos, ni se ha acercado, pero será cuestión de tiempo —comentó la mujer.
—Pensaba que tenía una orden de alejamiento.
—La tiene, pero ¿acaso una orden de alejamiento va a parar a Enji Todoroki?
Aizawa suspiró.
—Supongo que no.
La mujer miró a Toya y se recostó en una de las mesas. Suspiró y se atusó el pelo.
—Había pensado en advertirle de que su padre está en la ciudad, pero está visto que todavía no está recuperado mentalmente de todo aquello, por lo que creo que sería mejor no decirle nada por ahora.
Aizawa la miró.
—¿Estás segura?
—Por supuesto que no, pero si se entera de que su padre está aquí, puede colapsar.
—Ja —rió Aizawa mirando a la mujer—, la poderosa Nagant dudando... lo nunca visto.
—No uses mi nombre de los juicios. Soy Kaina Tsutsumi, conocida en el gremio como "la Despiadada Lady Nagant". Nunca he perdido un juicio, y este no ha sido la excepción. Les conseguí a estos niños todo: la casa, una indemnización, la custodia de sus hermanos pequeños, una orden de alejamiento...
—Pero no pudiste meter a su padre en la cárcel —recalcó Aizawa.
Nagant lo miró alzando una ceja.
—Eso está en proceso todavía. Lo teníamos todo: las pruebas y los testimonios de los niños, pero el muy bastardo consiguió que ese juicio saliese nulo, porque supuestamente uno de los agentes encargados de detenerle había participado en una partida de cartas clandestina, y eso embarraba todo... maldito juez de mierda...
—Sabes que Todoroki compró a ese juez, ¿no?
—Claro que sí, pero no tenía pruebas... en fin, solicité una revisión y llevamos en espera todo este tiempo...
Tras unos minutos, Nagant agarró su maletín y se acercó a la puerta.
—No le digas que estuve aquí y no le digas nada de Enji.
—Ok, ok...
Tras eso, la mujer salió de allí, cruzando la puerta de la entrada, donde Tenko aún aguardaba la llegada de Toya.
Poco después, Toya despertó, incorporándose en la camilla a toda velocidad, respirando fuerte, confuso y algo desorientado.
—¿Do-dónde estoy?
Aizawa se acercó y le puso la mano en el hombro.
—Todoroki, tranquilo, estás en la enfermería. Te desmayaste en clase...
Toya intentó pensar. Su mente ahora era un desastre, pero poco a poco comenzaba a asentarse, y el recuerdo de desmayarse en el baño se convirtió en un recuerdo de haberse desmayado en clase.
—Oh, lo siento mucho... no quería interrumpir la clase.
—No te preocupes, ¿te encuentras mejor ahora?
Toya suspiró, mirando internamente, para darse cuenta de que se encontraba bastante bien.
—Sí, estoy bien.
—Me alegro. Cuando te sientas mejor, puedes irte a casa.
Tras eso, Aizawa abandonó la enfermería. Toya agradeció un momento a solas. Se tensó un poco al recordar la razón de su desmayo; aún sentía ese peso en su pecho. Sabía que había sido un estúpido y que debía tratar de arreglar las cosas, ya que no podía recuperar a Keigo, al menos no quería que estuviese enfadado con él.
-------------------
CONTINUARÁ
Chapter 35: AGRIDULCE
Chapter Text
Cuando Toya salió de la universidad, Tenko corrió hacia él, dándole un suave puñetazo en el hombro.
—Oye, tienes que dejar de desaparecer y no contestar las llamadas, ¿comprendes? Me tenías muy preocupado, y a Keigo también...
Toya lo miró, y pudo ver preocupación real. Ya era la segunda vez que preocupaba a sus amigos, y no quería seguir haciéndolo. Decidió no contarle lo que le había pasado.
—Lo siento, estaba en una tutoría privada con Aizawa, recuperando las clases perdidas... y no podía contestar las llamadas.
Tenko alzó una ceja; no pudo evitar pensar en la palabra "privada" y "Aizawa" en la misma frase.
—Va-vale... está bien.
Toya sonrió.
—Venga, vamos a casa que me muero de hambre.
—Sí... Shui se preguntará dónde estoy...
Al llegar a casa, Shoto fue el primero en recibirlo, corriendo por el pasillo.
—Toya, Toya... ¿sabes qué?... hoy he hecho un nuevo amigo en la escuela.
Toya sonrió y se dio cuenta de que era cierto: Shoto había empezado la escuela y él ni siquiera se había preocupado por cómo estaba o si le había ido bien. Habían pasado muchas cosas en solo tres días.
—Qué bien, Shoto, me alegro mucho.
Shoto sonrió y en ese momento Fuyumi apareció tras él.
—Toya, ¿qué ha pasado? Llegas tarde.
Toya la miró; a ella no tenía por qué engañarla.
—Tuve otro ataque en la universidad y me desmayé.
—¡Oh, dios!, ¿estás bien? —preguntó la chica, acercándose a él.
—Sí, sí —Toya miró a Shoto, que al final lo había escuchado todo y lo miraba con preocupación—. No ha sido tan fuerte como la otra vez, solo me desmayé y me llevaron a la enfermería.
Fuyumi lo miró bien, y vio que parecía estar recuperado.
—Está bien, entra y come, que se va a enfriar.
Fuyumi empezó a entrar en la casa, mientras Toya se quitaba los zapatos y, al caminar hacia el comedor, Shoto le dio la mano.
Las horas pasaron, y llegó el momento de llevar a Shoto con Keigo. También aprovecharía para contarle lo que pasó y volver a disculparse con él por lo que pasó con Geten. Realmente no era su intención asustarle o intimidarle; simplemente ese chico llevaba el apellido de su familia materna.
Tras la caminata, por fin llegaron. Antes de entrar, Toya tomó aire y miró a Shoto, arrodillándose frente a él.
—No le digas a Keigo o Nakamura lo que me dijiste ayer, ¿vale?
Shoto asintió muy fuerte. Y tras eso, atravesaron la puerta. Al sonar la música, Toya pudo ver cómo la cara de Keigo lo enfocaba, y pudo ver una leve chispa en su rostro, formándose una sonrisa de alivio. Toya se acercó al mostrador.
—Hola.
Keigo lo miró. Tras esa chispa de alivio, volvió ese Keigo que había visto ese día, con una sonrisa falsa y unos ojos apagados.
—Hola —dijo el rubio y miró a Shoto, cambiando su tono a uno más suave—. Hola, Shoto-kun, ¿qué tal estás hoy?
—Bien, hoy he hecho un amigo nuevo. Se lo tengo que decir a Nakamura-san.
Keigo le sonrió otra vez.
—Oh, hoy Taki no está aquí —entonces miró a Toya—. Ha ido a hacer un ensayo privado en el bar.
Toya recibió esa noticia de forma agridulce. Por una parte, estaba solo con Keigo, lo que le daba la oportunidad de hablar un poco con él y disculparse, y por otra parte, tendría que tratar con Nakamura en el trabajo.
Tras unos instantes, Toya miró al rubio.
—Keigo, ¿podemos hablar un momento?
El rubio lo miró, y tras pensarlo un momento, aceptó.
—Muy bien... espera —miró a Shoto—. Vamos al almacén y te puedes sentar. Ahora voy yo, ¿vale?
Shoto asintió y fue con Keigo, y al poco, el rubio volvió y miró a Toya.
—¿Qué me querías decir?
Toya tragó saliva.
—Lo primero es que quiero volver a disculparme contigo por lo que dije ayer... te prometo que no quise echarte nada en cara, so-solo pensé en voz alta, de verdad, por favor, créeme...
Keigo lo miró; no deberían tener esta conversación, esta conversación no habría existido si Toya no se hubiese ido hace cuatro años.
—Toya... ya te dije que no pasaba nada... es verdad que me molestó... pero no pasa nada.
—Pero llevas raro conmigo todo el día... y lo de... ah, sí... oh, también quería pedir perdón por lo de Geten. Te prometo que no quería asustarle ni intimidarle... lo juro.
Keigo lo miró, recordó con absoluta claridad lo que vio, cómo el aura de Toya había cambiado en ese momento por el aura que tenía años atrás. Keigo debía reconocer que sintió algo de miedo, no por él ni por Geten, sino por el propio Toya.
—Lo sé... simplemente me asusté un poco al verte así y pensé...
—Pensaste que iba a pegarle, ¿verdad? —interrumpió Toya.
Keigo no dijo nada.
—Yo... yo ya no soy así... solo me sorprendió... —respondió le pelirrojo con cierto temblor en su voz.
—Himura, ¿verdad?
Toya lo miró a los ojos y asintió.
—Sí, es el apellido de mi madre.
—Lo sé, lo recordé cuando me lo dijo... pero dudo que él sepa algo...
Toya miró a Keigo.
—Podríamos preguntarle para estar más seguros...
Tras la conversación, Toya se fue de la tienda, algo más contento de cómo entró. Al menos había podido hablar con Keigo y aparentemente solucionar las cosas. Ahora solo debía lidiar con Nakamura en el trabajo.
---------------
CONTINUARÁ
Chapter 36: AMERICANA
Chapter Text
Minutos después de dejar la tienda de Keigo, Toya llegó al bar. Nada más entrar, vio un cartel que pedía, por favor, no grabar nada de lo que ocurriera en el interior. Toya lo leyó y miró alrededor, notando en la zona del escenario algunos instrumentos. Al lado de Jin estaba Nakamura, hablando de forma tranquila, mientras que no muy lejos, tres chicos parecían beber con tranquilidad. Toga se acercó al pelirrojo al verlo entrar.
—Hola, Toya-kun, hoy llegas antes.
—Sí... ¿Qué pasa aquí? —preguntó, señalando el escenario.
—Oh, son Hawksers, el grupo que tocará en unas semanas. Le han pedido a Jin hacer un ensayo en el mismo escenario.
Toya los observó a todos, aunque sus ojos no podían apartarse del chico pelirrojo que hablaba con Jin con una sonrisa. No lo sabía con seguridad, pero era obvio que Keigo le había contado lo que pasó, y no sabía cómo enfrentarlo si le decía algo al respecto.
—Ya veo... bueno, voy por el uniforme y me pongo a trabajar.
Instantes después, y nada más salir del vestidor, Toya se topó de frente con Nakamura, quien al verlo con el uniforme lo miró de arriba abajo.
—Oh, Todoroki... ¿Qué tal? —preguntó Takumi.
—Bien... trabajando... jeje... Veo que vas a hacer un ensayo.
—Sí, queremos probar la acústica y aprovecharemos las pocas personas que haya aquí para hacer un análisis de mercado.
—Interesante... bueno, tengo que volver al trabajo —dijo, apartándose de él.
—Todoroki... —Toya se detuvo sin voltearse— Keigo me contó lo que pasó... quiero que sepas que no te lo voy a tener en cuenta porque puedo imaginar cómo te sientes... pero que sea la última vez que le echas algo en cara a Kei, ¿queda claro?
Toya no dijo nada, solo asintió de espaldas a él.
—Bien, quiero intentar llevarme bien contigo. Sé que a Kei le importas, pero no te pases de listo —dijo con una sonrisa—. Oh, y por favor, cuando acabemos el ensayo dime qué te parece nuestra música... tengo una canción especial para cantar hoy.
Toya no respondió y siguió su camino, internamente rabioso, con ganas de romperle la cabeza a ese estúpido.
Pasaron varios minutos. Toya y Toga tuvieron un trabajo moderado; hoy no había muchas personas, pero las pocas que había, al saber que habría música en vivo, decidieron quedarse un poco más para verla. Y tras otros minutos, los miembros de la banda comenzaron a subir al escenario, siendo el último Nakamura. La banda estaba formada por cuatro integrantes: un chico alto y rubio que tocaba la batería, otro chico algo más bajito, de cabello blanco, que tocaba la guitarra, otro chico rubio algo más bajo que el baterista, un poco más corpulento que el resto, que tocaba le bajo; y, por supuesto, el cantante, Takumi Nakamura, guapo, alto y carismático.
—... ando, probando... —dijo Takumi al micrófono para ver si el sonido estaba bien—. Hola a todos, muchas gracias por estar aquí. Sé que muchos ni saben quiénes somos, solo vamos a hacer un pequeño ensayo; el concierto lo podrán ver en dos semanas en este mismo lugar.
Takumi sonreía mientras hablaba; era obvio que disfrutaba de todo aquello, se manejaba con el micrófono como si hubiese nacido con él.
En ese momento, por la puerta entraron dos chicos: uno rubio, alto y fuerte, y a su lado otro chico más bajito con el pelo morado.
—¿Estás seguro?
—Sí, Tamaki, he pasado hace un momento y he visto el cartel en la entrada. ¿No es perfecto para tu nuevo trabajo?
—Sí, bueno... tengo que encontrar artistas amateur... —Tamaki miró por todas partes, viendo el escenario y a los chicos encima—. Oh, es ahí...
—Perfecto, vamos a una mesa y lo vemos... —dijo el chico rubio, agarrándolo de la mano y tirando de él.
—Vale, espera, Mirio, me vas a tirar...
Toya los vio sentarse en la mesa y se acercó.
—Hola, ¿qué van a tomar?
Tamaki lo miró algo apenado.
—Buenas tardes... yo solo quiero agua.
Mirio lo miró con las cejas enarcadas.
—Vamos, Tamaki... que invita tu jefe... —Mirio miró a Toya—. Yo quiero una cerveza.
Toya sonrió al ver lo graciosos que eran.
—De acuerdo, un vaso de agua y una cerveza, marchando...
Mientras Toya se acercaba a la barra y comunicaba el pedido a Jin, la voz de Takumi se hizo presente.
—Hoy vamos a ensayar una canción especial; la compuse hace poco —Takumi titubeó un poco—. Está dedicada a mi pareja, él todavía no la ha escuchado, así que por favor, no graben; quiero que sea una sorpresa para el día del concierto.
Varios "awww" sonaron en el bar, mientras Takumi sonreía algo avergonzado. Toya lo escuchó, sintiendo cómo un malestar le envolvía. Tomó los pedidos y se acercó a la mesa para dejarlos, para luego volver a la barra y sentarse, pues la música comenzó a sonar.
(Esta es la canción que canta Nakamura)
Al acabar la canción, el bar se llenó de aplausos, mientras que Toya estaba en la barra, con la cabeza gacha, aguantando las ganas de llorar. Día tras día, el universo se encargaba de hacerle saber, por las buenas o por las malas, que había perdido a Keigo para siempre.
Por otra parte, Tamaki estaba tomando notas, y en cuanto vio que Nakamura se bajaba del escenario, agarró a Mirio de la mano y prácticamente lo arrastró hacia él.
—Ho-hola...
Nakamura los miró, pasando su mirada de uno al otro.
—Hola.
—Perdona que te moleste —dijo Tamaki—. He escuchado tu canción y cantas muy bien...
—Oh, gracias —sonrió Takumi.
—Sí... ehm... verás, trabajo para Flame Stars y estamos buscando nuevos talentos para apadrinarlos, y tú encajas a la perfección en lo que buscamos. ¿Te interesaría tener una reunión con mi jefe para que te explique todo?
Takumi se sorprendió ante todo eso; fue todo muy repentino y lo tomó con la guardia baja.
—Jeje... bueno... no veo por qué no, jeje —miró a Mirio—. ¿Es tu jefe?
Tamaki miró a Mirio, quien sonrió, y luego a Takumi.
—No, no... él es mi novio.
—Oh, perdona...
—No pasa nada... ehm, te dejo mi tarjeta... ¿podrías darme alguna forma de contacto para que fijemos la reunión?
—Por supuesto...
Así, Takumi les apuntó su número de teléfono, y tras unas palabras más, se separaron, mientras Tamaki y Mirio se miraban con una sonrisa.
Cuando Takumi se acercó a la barra, Toya ya no estaba, pero Toga se acercó para decirle lo bien que lo había hecho. Takumi sonrió y le agradeció.
—Perdona, ¿sabes dónde está el camarero pelirrojo?
—¿Toya-kun?
—Sí...
—Oh... —Toga dio un vistazo al bar, pero no lo vio—. Debe estar en el almacén. ¿Le buscabas para algo?
—No... bueno, me dijo que me daría su opinión de la canción después de escucharla.
—Oh... ¿eres amigo de Toya-kun?
Takumi esbozó una sonrisa fina.
—Bueno... más o menos. Mi novio y él se conocen.
—Oh, ya veo...
En ese momento, Toya salió del almacén, cargado con una caja de bebidas. Al verlo, Takumi se despidió de Toga y se acercó a él.
—Hey, Todoroki...
Toya lo miró; en ese momento no quería tenerlo cerca.
—¿Sí?
—¿Escuchaste la canción?
—Sí...
Takumi sonrió de forma sincera; no había rastros de maldad en su cara.
—¿Y qué te pareció?
Toya se enfureció por el simple hecho de que notaba que la pregunta era sincera; no había ningún tipo de doble sentido.
—Está bien... a Keigo seguro le gustará.
Takumi sonrió.
—¿Tú crees?
—Sí... bueno, tengo que volver al trabajo... te dejo.
Takumi vio cómo se alejaba. Reconocía que su intención inicial era molestarlo un poco con la canción, por haberle preguntado eso a Keigo, pero tras cantarla decidió que no merecía la pena llenarse de energía negativa. Tenía a Keigo, tenía su música, y le acababan de ofrecer una oportunidad de crecer... era el mejor momento de su vida, y Toya no podía estropearlo de ninguna forma, por lo que quiso intentar con más ganas llevarse bien con él.
--------------
CONTINUARÁ
Chapter 37: MIRANDO A OTRO LADO
Chapter Text
Tras acabar de trabajar, y viendo que la noche empezaba a caer, Toya caminaba hacia la tienda de Keigo a recoger a Shoto. Todavía sentía algo de molestia por la canción de Nakamura y todo lo que representaba.
Miró al cielo, donde aún se veían los rastros naranjas del atardecer, cuando notó una mano en su hombro. Al mirar a un lado, se topó de frente con la cara de Nakamura. Su primer impulso fue asustarse, pues no se lo esperaba, por lo que dio un pequeño salto y se detuvo.
—Todoroki, perdona si te he asustado... jeje... ¿vas a por Shoto?
Toya tardó un momento en reaccionar.
—Sí.
—Perfecto, voy contigo.
Tras unos angustiosos e incómodos minutos donde ninguno decía nada y solo caminaban, Nakamura rompió el silencio con voz suave.
—Todoroki, quiero disculparme. Creo que antes, en el bar, fui algo desagradable contigo... A veces, con Kei me siento algo inseguro, y no quiero que vuelva a sufrir... Por eso me enfadé un poco al saber que le dijiste eso... Yo puedo entender cómo te sientes y todo eso...
Toya no decía nada, solo escuchaba. Se sentía algo humillado con esas palabras, cada vez más inferior a él.
—Por eso, porque sé cómo te sientes —prosiguió Takumi—, quiero que nos llevemos bien. Sé que no empezamos de la mejor manera posible, pero quiero hacer esto por Kei. Sé que le importas, aunque fuiste un poco imbécil con él en el pasado, pero si él te perdona, yo no voy a decir nada.
Toya siguió caminando sin decir nada.
—¿Entonces qué? ¿Hacemos las paces? —Takumi se puso delante de él, cortándole el paso, y lo miró con esa endemoniada y perfecta sonrisa. Toya lo miró fijamente; debía asumir que había perdido, por lo que cuanto antes lo aceptara, antes pasaría el dolor.
—Está bien... —dijo, y estrechó la mano de Nakamura.
—Perfecto, venga, vamos a por el pequeño Shoto.
Lejos de allí, en el despacho central de la empresa Flame Stars, Enji miraba la pantalla de su ordenador, revisando los nuevos nombres sugeridos para la empresa, cuando un correo electrónico saltó en su barra de notificaciones.
Lo miró para ver que era de Tamaki, lo abrió.
"Todoroki-san, le escribo para comunicarle que ya he encontrado al primero de los nuevos talentos que me encargó. Le adjunto toda la información. El chico ha aceptado reunirse con usted para un primer acercamiento."
Enji alzó una ceja, abrió el archivo adjunto y comenzó a leerlo.
—Takumi Nakamura, 23 años, cantante de la banda Hawksers...
Junto al informe, Tamaki añadió unas fotografías del concierto. Enji contempló a Takumi, analizando todo lo posible que podía transmitir una fotografía.
—Interesante, alto y atractivo, perfecto para la publicidad. Será fácil vender mercancía suya... Hawksers... habrá que solucionar esa parte... Los grupos están anticuados... un solista provocador y carismático es lo que busca la gente... perfecto.
Tras unos minutos, Toya y Takumi llegaron a la tienda. Al entrar, Keigo se sonrió al verlos juntos, por lo que se acercó, y antes de poder decir nada, Takumi se acercó y besó sus labios, pillando un poco por sorpresa a Keigo, quien al ser besado miró a Toya, el cual apartó la mirada.
—¡Taki...! —dijo al separarse del beso.
—Perdona, pero es que estoy muy contento. Luego te cuento en casa —dijo el pelirrojo con una sonrisa.
—Ok... —Keigo miró a Toya— ¿Habéis venido juntos?
Toya suspiró.
—Sí, bueno... nos hemos encontrado por el camino después del bar...
—Ah, sí —Keigo miró a Takumi— el ensayo, ¿fue bien?
—Sí —respondió Nakamura con una sonrisa.
Toya suspiró otra vez; quería irse de allí, ya.
—Bueno, vengo a por Shoto.
—Ah, sí...
—Yo voy a por él —soltó Nakamura corriendo hacia el almacén.
Ambos pudieron oír a lo lejos a Takumi llegar al almacén y decir en voz alta "¡Pero si es mi colega Shoto-kun!"
Keigo sonrió y miró a Toya.
—Hola...
Toya no pudo evitar sonreír.
—Hola...
Un silencio se formó entre ellos. No era incómodo, pero tampoco era agradable. Keigo lo rompió.
—He pensado en lo que hablamos de Geten. Puedo probar yo, que le conozco algo más, y preguntarle.
—Está bien...
Keigo sonrió.
—Toya... —el pelirrojo lo miró—, siento lo de hoy y lo de ayer.
—No hace falta, ya te disculpaste y no tenías por qué... Fui yo quien la cagó.
—Aun así... yo te hablé mal, me dejé llevar un poco... Y solo quiero que nos llevemos bien. No quiero enfadarme contigo ni que tú te enfades conmigo...
Toya suspiró y asintió.
—No estoy enfadado contigo y me alegro de que tú no lo estés conmigo.
Keigo sonrió.
—Gracias.
Ambos se miraron a los ojos y se sonrieron de forma cálida.
—¡TOYA, TOYA!
Shoto corrió y abrazó a su hermano.
—¡Hey! ¿Qué pasa?
—Mira lo que me ha dado Nakamura-san...
Shoto le enseñó la púa que él mismo usa para tocar la guitarra. Toya miró al pelirrojo y este le devolvió la mirada con una sonrisa.
—Wow... ¡Qué chula, ¿no?!
—Sí, dice que me la puedo quedar.
—Fantástico, ¿le has dado las gracias?
—Sí...
Toya se levantó y acarició la cabeza de Shoto.
—Muchas gracias por cuidar de mi hermano —le dijo a Keigo.
—Sabes que no es ningún problema —respondió el rubio, al que Nakamura le pasó un brazo por la cintura.
—Sí, Todoroki, tu hermano es un amor. Además, es mi coleguita, ¿a que sí?
—¡Sí!
Poco después, se despidieron y Toya y Shoto salieron de la tienda, mientras Takumi y Keigo se quedaban dentro.
—Tengo buenas noticias —dijo Takumi atrayendo hacia su cuerpo a Keigo, agarrándolo de las caderas.
—¿Ah, sí?
—Sí... —Takumi comenzó a darle besitos en el cuello.
—Taki... aquí no...
—Vamos, solo unos besitos, que estoy muy contento...
Keigo suspiró y le dio permiso, y mientras Takumi dejaba besos en el cuello del rubio, este miraba a la puerta viendo la espalda de Toya alejarse.
-------------------
CONTINUARÁ
Chapter 38: ENREDOS EN LA NOCHE: AMORES Y ENCUENTROS
Chapter Text
Esa noche, en el apartamento de Keigo y Takumi, tras la cena ambos se sentaron en el sofá, Keigo entre los brazos de Nakamura.
—...y tras el ensayo se me acercó un chico con su novio. Eran muy graciosos; el novio era alto y rubio, bastante guapo, y el chico pelimorado también tenía su punto, jeje.
—Sí, sí, muy guapos todos... —dijo Keigo gruñendo.
—Jajaja, pero no te enfades, que el más guapo eres tú y lo sabes —dijo Takumi besando la cabeza de Keigo—. Bueno, pues ese chico trabaja para una empresa que ahora mismo no recuerdo el nombre... algo de Flame o así... bueno, me ha dicho que tendré una reunión con su jefe para ver si hay posibilidad de que patrocine la banda.
—¿En serio? —Keigo se volteó para mirarlo con una sonrisa.
—Sí, totalmente en serio... —sonrió Takumi.
—Pero eso es genial... Si todo va bien, podrías tocar en más sitios o incluso lanzar un álbum...
—Hey, no corras, pajarito, jeje. Paso a paso... lo primero es la reunión, mañana lo llamaré para fijarla.
—Es increíble, Taki. Me alegro mucho por ti y los chicos —dijo Keigo abrazándolo.
—Muchas gracias, mi amor.
—¿Puedo contárselo a Rumi y a Toya mañana?
Takumi alzó una ceja al oír el segundo nombre.
—Bueno, no veo por qué no... —rió con desgana.
Keigo besó a Nakamura, moviéndose se sentó sobre su regazo poniendo una pierna a cada lado de su cuerpo, rodeándolo con sus brazos, mientras que el pelirrojo deslizó rápidamente sus manos por la espalda de Keigo hasta llegar a su trasero, metiendo las manos dentro del pantalón para agarrar sus nalgas firmemente.
—Esto sí que es un buen premio —susurró Nakamura.
Keigo sonrió, sintiendo un leve escalofrío al sentir las manos de Takumi agarrándolo con firmeza.
—¿Con que un premio, eh? —Keigo volvió a besarlo, moviendo sus caderas para que su culo frotase la entrepierna del pelirrojo—. Este premio solo funciona si le metes algo... —dijo con tono seductor.
—Mmm, vaya... ¿y qué se podría meter aquí? —dijo Takumi deslizando uno de sus dedos para presionar la entrada de Keigo, haciéndolo gemir levemente.
—Puede que esto que tienes aquí —respondió moviendo sus caderas para hacer fricción en el pene de Nakamura.
—Oh, vaya... ¿Crees que entrará?
—Solo hay una forma de probarlo...
Y en menos de unos minutos, Keigo estaba en el suelo, desnudo, e intensamente siendo penetrado por Nakamura, quien lo embestía con ritmo, haciendo rebotar su cuerpo con cada embestida. Keigo gemía, agarrando sus brazos mientras Takumi colocaba una de las piernas de Keigo sobre su hombro.
—Eres hermoso así, Kei.
Entre gemidos, Keigo trataba de responder, pero cada vez que intentaba decir algo, Takumi lo embestía haciéndolo tartamudear o trabarse.
—Eres... ahhh... un demonio...
Takumi sonrió, aumentando su ritmo y haciendo que Keigo se volviera loco de placer.
Después de la cena, Toya subió a su habitación. Había sido un día cansado y estresante. Primero, Geten, el cual tenía el apellido de su madre; no esperaba que supiese nada de ella, pero había que probar. Luego su ataque de pánico, provocado por la mirada de Keigo, esa mirada de decepción y de recordar el pasado, aquel pasado al que no quería volver por nada del mundo, ese pasado que le arrebató todo. Luego estaba el encuentro con Nakamura en el bar y esa canción tan cursi de su parte, que había compuesto, según él, para Keigo. Seguía sin caerle bien, pero era cierto lo que dijo: por el bienestar de Keigo, podría hacer el esfuerzo de llevarse bien con Nakamura, y tampoco es que fuese a pasar el día entero con él.
La única cosa buena del día fue que había podido aclarar las cosas con Keigo tras su metedura de pata. Habían sido unas horas tensas, donde el rubio se había comportado raro con él, como si lo evitase. No lo podía culpar tampoco; al final le había echado en cara cosas que no eran de su incumbencia. Al fin y al cabo, fue Toya quien lo abandonó; que haya encontrado a otra persona era lo más normal del mundo.
Tras ponerse el pijama, estuvo un momento con el teléfono móvil, revisando sus mensajes, y se detuvo en una conversación con Keigo, ampliando su foto de perfil para ver su sonrisa. Era gracioso, pero podía recordar el momento en que se hizo esa foto; es más, se la hizo él mismo, cuatro años atrás. Y contemplando esa imagen de Keigo, se quedó dormido.
Lejos de allí, por la calle, Tenko caminaba solo, con una bolsa de plástico en la mano.
—Este Shui... no debí haberle dicho que haría lo que quisiese durante una semana para que me perdonase por lo del otro día —dijo mirando la bolsa llena de regalices rojos—. Yo pensaba que lo usaría para cosas más... picantes... ugh...
Mientras Tenko caminaba por la calle, cargado con esas bolsas, una mano desde atrás se posó en su hombro, asustándolo y haciéndolo caer al suelo.
—¡Ahhhhhh!
En el suelo, Tenko miró arriba para ver a Aizawa, con la mano extendida hacia él.
—Lo siento, no quería asustarte —dijo conteniendo una sonrisa, algo que hizo enrojecer a Tenko.
—N-no es nada... —tomó su mano y se puso de pie, agarrando las bolsas, a las cuales el profesor echó un ojo.
—Vaya, veo que llevas un buen cargamento de regalices.
Tenko miró la bolsa.
—Son para Shui... me los ha pedido...
—Oh, ya veo... —Aizawa lo miró—. Tu novio, ¿verdad?
—Sí...
—Qué servicial... —dijo el mayor.
—Bu-bueno, se lo prometí...
—Aja... —ese simple sonido hizo que Tenko se alterara ligeramente. Tragó saliva y, tras aclarar su garganta, quiso desviar la atención.
—¿Y qué hace usted aquí?
—Vengo de una cena de trabajo —dijo con naturalidad.
—Oh... imagino que los profesores también hacen cosas normales.
Aizawa rió.
—Claro, nosotros hacemos de todo: comemos, nos duchamos, hacemos el amor...
Tenko se puso rojo.
—Jeje... va-vale... lo pillo...
Aizawa volvió a sonreír.
—Bueno, Shimura, un placer verte. Hasta otro día.
Tenko se quedó algo embobado, mirando cómo el profesor se iba, admirando su parte trasera moverse, su pelo ondeando elegantemente, y no pudo evitar mirar su trasero. Agitó la cabeza para retomar su camino, pero se dio cuenta de que no podía caminar, pues estaba sufriendo una erección y si se movía mucho sería muy visible.
—Mierda...
---------------
CONTINUARÁ
Chapter 39: SUEÑOS Y SACRIFICIOS: LA DECISIÓN DE TAKUMI
Chapter Text
Pasaron unos días desde entonces, y aquella mañana, Takumi caminaba por el pasillo de la empresa, la cual había cambiado de nombre hace un día, pasando de llamarse Flame Stars a Radiant Stars.
Tras revisar las indicaciones en su teléfono, Takumi llegó a la recepción. Allí, le pidió al joven que atendía que le indicara dónde estaba el despacho del jefe, y luego se encaminó hacia los ascensores. No tardó mucho en llegar a la última planta, donde, tras atravesar un largo pasillo, llegó a una puerta de madera sólida y negra. En un letrero de madera se podía leer que aquel era el despacho de "Endeavor".
—¿Endeavor? —susurró Takumi—. Vaya nombre...
Tomó aire, y después de pensar una última vez en Keigo y en las palabras de ánimo que le dio esa mañana, dio unos suaves golpes en la puerta. Casi de forma instantánea, una voz gruesa y grave lo llamó.
—Pasa.
Takumi volvió a tomar aire, puso su mejor sonrisa y abrió la puerta, entrando con cautela en aquel despacho, algo austero. En una de las paredes había varios retratos de todas las estrellas que habían triunfado gracias a ellos. En el centro, una gran mesa de madera negra, y en ella, sentado, un hombre grande, alto y prominente, de cabello rojo fuego y mirada fulminante de ojos azules.
—Bu-buenos días... señor...
—Puedes llamarme Endeavor.
Takumi recordó el nombre del cartel en la puerta.
—Oh, claro... sí, Endeavor-san.
Enji lo miró fijamente, analizando cada parte de él. En persona, era mucho más atractivo que en las fotos que le había pasado Tamaki, y eso era perfecto para la imagen.
—Muy bien, Nakamura-kun, siéntate.
Takumi asintió y se sentó, tragando saliva y mirando al hombre, que frente a él parecía aún más intimidante. No pudo evitar sentir algo de presión ante esos ojos azules. Por alguna razón, le recordaban a alguien, pero en ese momento no podía pensar con absoluta claridad.
—Lo primero es que es un placer conocerle, Endeavor-san... y que me haya dado esta oportunidad.
—Todavía no te he dado nada. Esto es solo una reunión para ver qué tan apto eres para la empresa.
Ante esa respuesta tan cortante, Takumi se quedó de piedra, tragando saliva.
—Cla-claro... lo siento, Endeavor-san.
—Bien, te haré unas preguntas para empezar la prueba —dijo Enji, sacando unos papeles.
—Claro, señor.
Enji se recostó en su silla y miró al chico.
—Empezaremos por lo básico: nombre, edad y lugar de nacimiento.
—Takumi Nakamura, 23 años, y nací en Okinawa.
Enji anotó aquello en sus papeles.
—Bien, ahora dime, ¿vives solo? ¿Tienes novia? ¿Planes de matrimonio?
Takumi se quedó algo sorprendido por esas preguntas; no sabía qué tenían que ver con todo, pero no vio nada malo en contestar.
—No vivo solo, vivo con mi pareja y, bueno, no podemos casarnos.
—¿Por qué?
—La ley no me permite casarme con mi novio.
—¿Novio?... ¿Eres gay?
—Sí...
—¿Otro?... Dios santo, parece una plaga... —susurró Enji para sí.
Takumi no oyó eso, solo le escuchó susurrar y anotar.
—Bueno, ya hablaremos de eso más adelante. Hasta aquí las preguntas personales. Ahora vamos con las profesionales.
—Vale, Endeavor-san —dijo algo aliviado Takumi, que empezaba a sentirse incómodo.
—Bien, al parecer tienes una banda.
—Sí, nos llamamos Hawksers —habló ahora Takumi con algo más de ímpetu—. La formamos Hak...
—No me importa quién la forme, porque no tengo intención de seguir con ella. Si aceptas estar bajo nuestro sello discográfico y patrocinio, tendrás que deshacerte de la banda y debutar como solista.
Takumi abrió mucho los ojos por la impresión.
—Pe-pero señor... mi ban...
—No voy a cambiar de opinión en ese punto. Por lo tanto, debes elegir: o tu banda y tocar en bares de mala muerte, o venir conmigo y triunfar, llenar estadios y teatros, miles de personas coreando tu nombre y cantando tus canciones.
Takumi se quedó totalmente paralizado, de piedra ante esas palabras. ¿Cómo iba a renunciar a su banda, a sus amigos? Llevaba más de seis años con ellos tocando música; era verdad que empezaron tocando en el garaje de la casa de Hakamada, luego Kamihara les consiguió un pequeño local, y Toyomitsu les consiguió los nuevos instrumentos y la posibilidad de tocar en el bar de LOV.
Takumi miró al hombre frente a él; aquellos ojos azules que parecían fulminarlo no lo ayudaban a calmarse. Sentía presión por la respuesta, no podía dejar a sus amigos después de tanto tiempo, pero...
—¿De verdad miles de personas cantarán mis canciones? —preguntó Nakamura con la voz algo tomada y casi efímera.
—Sí, te lo puedo asegurar. Ahora mismo, bajo nuestro sello discográfico y con nuestras nociones y consejos, en menos de seis meses miles de personas cantarán tus canciones a todo pulmón.
El sueño de todo cantante es ese: que el público cante sus canciones, que las vivan. Estoy seguro de que ellos pensarían igual. No pueden culparme por hacer esto, ellos saben cuánto me gusta la música y lo que haría por ella, pensó Nakamura mientras sus ojos verdes chocaron con los azules de Enji.
—Acepto.
Unas horas antes, Keigo y Toya caminaban por la calle en dirección a la universidad.
—Espero tener hoy más suerte, estos días Geten no ha venido a clases... —dijo Keigo mientras caminaba y miraba a Toya.
—No te preocupes... no corre prisa. Hace más de diez años que no sé nada de mi madre, no me matará esperar unos días más.
Cuando llegaron a la universidad, no pudieron evitar quedarse algo sorprendidos con la imagen frente a ellos. Tenko hablaba con Aizawa, pero el peliceleste parecía muy nervioso, sus manos jugaban con su mochila, su cara era más roja que otra cosa, y aunque no lo escuchaban, era claro que estaba tartamudeando; todo lo contrario que Aizawa, quien lo observaba con ojos algo relajados, como si supiera el poder que tenía sobre ese chico.
A pocos pasos de ellos estaba Rumi, que al ver a Keigo y Toya corrió hacia ellos.
—Chicos... no os lo vais a creer...
—¿Qué pasa? —preguntó Keigo, que ya conocía esa expresión de su amiga.
—Tenko quiere cambiar su especialidad e ir a la clase de Toya.
------------
CONTINUARÁ
Chapter 40: TENSIONES Y AMISTADES
Chapter Text
Tanto Toya como Keigo se miraron algo asombrados por las palabras de Rumi.
—¿Cómo?
—Sí, acabo de oír cómo Tenko le decía a Aizawa-sensei que quería cambiar su especialidad a abogacía —contó Rumi, que tampoco se creía bien lo que decía.
—Pero si lo que hace Shimura es Arte, ¿por qué iba a cambiarse? —Toya se sentía algo confuso; realmente no le importaba que su amigo estuviese con él en la clase, pero era muy extraño. Desde siempre le había gustado el arte.
Tras un momento en que los tres chicos no dejaban de mirar al profesor y a Tenko hablar, y hasta que ellos no se separaron, no se acercaron a él.
—¿A qué viene todo eso de que vas a cambiarte? —preguntó Toya con cierta confusión.
Tenko miró a los tres frente a él.
—Quiero probar cosas nuevas, ¿qué tiene eso de malo?
Toya lo observó; había algo raro en su forma de hablar, como si estuviese a la defensiva.
—A mí no me parece mala idea —dijo Keigo—. A veces es bueno cambiar de aires...
Toya miró a Keigo, sin saber cómo interpretar esa frase, sin saber si tomársela como lo que era o intentar buscar algún doble sentido.
—¿Lo sabe Spinner?
Todos pudieron ver cómo Tenko daba un leve respingo ante esa pregunta y apartaba la mirada.
—Se lo diré cuando vuelva a casa...
Rumi y Keigo se miraron confusos y luego miraron a Toya, el cual tenía una expresión algo extraña.
—¿Me estás diciendo que Spinner no lo sabe y que ni siquiera se lo has comentado?
Tenko lo miró algo molesto, poniéndose cada vez más a la defensiva.
—Todoroki, Shui no tiene nada que ver con mis estudios...
—Pero es tu novio, no puedes dejarlo al margen de estas cosas...
Tenko sintió eso, sabía que era verdad, pero tampoco podía decir nada.
—Todoroki, t-tu no eres el más indicado para darme sermones... tú te fuiste cuatro años por ahí sin decirle nada a nadie, abandonando a tu novio —Tenko señaló a Keigo.
El rubio se estremeció ante eso, encogiéndose un poco en el sitio. Al verlo, Rumi se puso delante de Keigo y miró al peliceleste.
—Eh, tú, no te pases... —dijo Rumi, algo molesta.
Toya estaba un poco en shock de que Tenko hubiese utilizado eso contra él. Desvió su mirada a Keigo, el cual se veía golpeado de caído ahora mismo, y por un momento cruzaron miradas, y al verlo tan abatido, Toya no pudo evitar sentir una oleada de rabia. Apretó los dientes y miró a Tenko, se acercó y con bastante violencia lo agarró del cuello de la camiseta.
—¡Maldito desgraciado, cómo te atreves!
Al ver eso, tanto Rumi como Keigo corrieron hacia Toya para separarlo de Tenko.
—Eh, tú, Todoroki, para —gritaba Rumi tratando de aflojar los dedos de la ropa de Tenko.
—Toya... eh, eh... Toya, mírame... —Keigo le sujetó la cara, y se la giró para que lo mirase—. Hey, Toya... para, por favor... me dijiste que ya no eras así...
La cara de Toya estaba totalmente apretada por la rabia, las venas de su frente se marcaban como nunca, sus ojos parecían escupir fuego y su semblante de odio era palpable, pero las palabras de Keigo parecieron afectarle, pues casi de forma instantánea su rostro volvió a relajarse, y soltó a Tenko, el cual dio un traspié y cayó al suelo de culo.
Rumi se arrodilló para ayudar a Tenko, mientras Keigo seguía sujetando la cara de Toya.
—¿Estás ahora mejor?
El pelirrojo respiraba ahora más tranquilo, siendo consciente de que Keigo lo tenía agarrado de la cara, sus mejillas se ruborizaron y al mirar al frente tuvo un primer plano del rostro del rubio; sus ojos fueron directos a sus labios, que se movían, pero no producían sonido. Tuvo que usar toda su fuerza para no reducir esa poca distancia y besarlo.
—Toya... ¿me oyes?
Toya parpadeó un par de veces y miró a los ojos de Keigo.
—Sí... sí... te oigo.
—Bien, ahora tranquilo...
Toya suspiró y miró alrededor, justo en el momento en que Tenko apartaba de un manotazo la mano de Rumi y se ponía de pie, mirando a Toya con rabia.
—Eres un maldito bastardo... —tras eso, Tenko se fue corriendo, mientras varios estudiantes los miraban.
Mientras todo eso pasaba en el exterior de la universidad, en el interior Geten entraba en su clase. Había faltado unos días por un resfriado, pero ya estaba mejor. Al sentarse, se ruborizó un poco, pues con la excusa del resfriado, había tenido una excusa para que Kai se quedase en su casa a dormir.
El peliblanco no pudo evitar una sonrisa traviesa recordando algunas de las cosas que pasaron. No pudo besarlo para evitar contagiarlo, pero su boca hizo otros trabajos en su cuerpo.
Prefirió no contarle a Kai su pequeño encuentro con ese pelirrojo llamado Toya, que parecía ser amigo de su nuevo amigo Keigo. Para él, no era fácil hacer amigos; era una persona introvertida y tímida, por lo que nunca sabía cómo iniciar una conversación. Y haber conocido a Keigo y a sus demás amigos fue algo balsámico para él.
Geten suspiró, pues recordó cómo conoció a Kai; fue algo gracioso. Fue en su cumpleaños, y como de costumbre lo pasaba solo con sus padres y decidieron pedir comida rápida. Tras hacer el pedido, Geten fue el que abrió la puerta y allí, con ese uniforme algo hortera y esa gorra, estaba Kai, al lado de una pequeña moto, con una bolsa de hamburguesas en la mano.
—Pedido para los señores Himura.
Esas fueron las primeras palabras que le oyó decir, y como vio que no le respondía, le miró a la cara, y Geten se enamoró en cuanto vio su rostro y sus ojos, salvajes y atractivos. Tras eso, Geten gastó mucho dinero en esa hamburguesería, pues prácticamente pedía a diario, y siempre rezaba para que fuese él el que viniera. Debido a eso subió un poco de peso, pero no le vino mal, porque estaba excesivamente delgado.
No fue hasta dos meses después que el primer acercamiento real entre ellos se fraguó. Al abrir la puerta, Kai extendía la bolsa del pedido.
—Pedido para nuestro mejor cliente.
Lo dijo con una sonrisa, y Geten se sonrojó tanto que Kai se rió un poco.
—Creo que ya va siendo hora de presentarnos, me llamo Kai Chisaki.
Ese mismo día, Kai le dio su número de teléfono a Geten y poco a poco empezaron a verse hasta el punto en que formalizaron su relación, aunque la mantenían en secreto por Geten, pues no quería que su familia supiese que era gay, debido a que su familia era muy tradicional y algo anticuada.
Entonces, el ruido de algunas voces lo despertaron, y vio cómo algunos de sus compañeros de clase se acercaban a las ventanas. En un principio no hizo caso, pero al escuchar que se estaban peleando y oír nombrar a Todoroki, Geten se levantó y se asomó, viendo el momento en que Keigo sujetaba la cara de Toya para calmarlo. Tras eso, Geten salió corriendo, pues por un momento pensó que Toya y Keigo eran los que se estaban peleando.
---------
CONTINUARÁ
Chapter 41: LAZOS OCULTOS
Chapter Text
Geten no tardó mucho en bajar las escaleras y llegar a la zona donde se había producido el altercado. Al llegar, los estudiantes que los rodeaban ya se estaban yendo, y tras sortear a algunos, pudo verlos. Toya y Keigo se miraban, mientras que Tenko se iba corriendo, seguido por Rumi, que lo llamaba para tratar de hablar con él.
Geten se acercó a ellos, sorprendiéndolos un poco.
—Takami-kun... ¿estás bien? —dijo mirándolo, y luego a Toya. Keigo tomó aire y miró a Geten. —Sí, tranquilo... solo ha sido un... malentendido.
Geten miró ahora a Toya, que no lo miraba a él, sino al suelo, tomando aire. Entonces vio cómo Toya se volvió a acercar a Keigo y le daba una palmada en el hombro, confundiéndolo aún más.
—Oh... yo... yo pensaba que estabais peleando...
Toya levantó entonces la cabeza y miró a Keigo y luego a Geten. Casi al unísono, el rubio y el pelirrojo se echaron a reír a carcajadas, dejando a Geten aún más confuso.
—Tranquilo, Geten —dijo Keigo—, Toya y yo no nos estábamos peleando.
—Oh, pero yo vi...
Toya se acercó a Geten, poniéndose frente a él, algo que sorprendió al peliblanco y lo hizo dar un paso atrás, algo acobardado.
—Tranquilo, no voy a hacerte nada... —dijo y tomó aire—, solo quería disculparme por lo del otro día, creo que te asusté.
Geten lo miraba fijamente, recordando ese incidente, y era cierto que se había asustado, pero fue porque lo miraba con unos ojos muy incisivos, casi amenazantes; pero ahora era diferente, tanto su cara como sus ojos eran muy suaves.
—Oh... está bien, acepto tus disculpas...
Toya sonrió y Geten no pudo evitar sonrojarse y apartar la mirada hacia Keigo, quien lo miraba con una expresión rara, pero rápidamente volvió a sonreír. En ese momento, el sonido de la campana de inicio de las clases resonó en todo el lugar.
—Bueno, debemos ir a clase. A la hora de comer nos vemos —dijo Keigo y se acercó a Geten—. Vamos —y antes de entrar se giró para ver a Toya—. Si ves a Tenko, no seas muy duro con él.
Toya rodó los ojos y se despidió de los dos, resoplando y entrando en el edificio, dirección a su clase, donde Aizawa ya esperaba en su mesa.
En los baños, Tenko estaba acurrucado en una de las esquinas, algunas lágrimas caían por sus mejillas. Acababa de hacer una estupidez muy grande, y todo por su maldita impulsividad y por esa extraña fijación que tiene por aquel maldito profesor. Tenko se sentía bastante mal, habiéndose peleado con Toya, usando a Keigo y todo ese tema del cambio... Sentía que estaba engañando a Spinner por el simple hecho de sentir atracción por Aizawa.
No era la primera vez que pasaba, desde que eran pareja esto había ocurrido muchas veces, ninguna había llegado a más que eso, pero el incidente con Jin, estando borrachos, fue un toque de atención. Si no llega a ser por Toya y esa pequeña discusión, habría cometido un error muy grande. Por suerte, aún estaba a tiempo de remediarlo.
Mientras tanto, Kai se encontraba en el taller de reparaciones donde trabajaba. Era la hora del descanso y todos los compañeros estaban sentados hablando. Kai estaba algo incómodo con la conversación, pues se centraba en las aptitudes sexuales de cada uno, donde de alguna forma degradaban a sus parejas o mujeres.
—Hey, Chisaki, cuenta tú, ¿cómo te follas a tu chica? —dijo uno de ellos.
Kai lo miró, algo irritado.
—No tengo novia.
Todos empezaron a reírse, y uno de ellos, el que vio a Geten la última vez, habló casi a voces.
—Hey, pero a veces viene un chico a buscarte, bajito, con el pelo blanco, y no veas qué follada tiene ese chico.
—Qué asco, ¿te follarías a un hombre? —dijo uno de ellos.
—Tú no lo viste, parecía una chica —miró a Kai—. Chisaki, tráetelo un día y nos lo dejas, seguro entre todos le damos una buena.
Chisaki apretó el puño ante ese comentario y aumentó más su enfado cuando todos empezaron a decir las formas en que lo harían.
—Si es como dices, lo pondría a cuatro patas como un perrito y se la clavaría mientras le agarro del pelo —rió uno mientras los demás vitoreaban.
Kai estaba cada vez más enfadado mientras más hablaban, hasta que habló el último.
—Pues si lo hacemos, lo hacemos bien, lo follamos entre todos por turnos, lo atamos para que no se mueva —acabó la frase con una sonora carcajada.
Tras reírse, uno de ellos se acercó a Chisaki, el cual miraba al suelo con la mirada totalmente ida.
—Hey, Chisaki, dile a ese putito amigo tuyo que venga, luego...
Nada más acabar la frase, Kai se lanzó sobre ese hombre, y, sentado sobre él, comenzó a darle puñetazos en la cara mientras gritaba totalmente enloquecido.
En la universidad, llegó la hora de comer, y Toya, Keigo y Geten se habían apartado un poco en el exterior, mientras Rumi guardaba el sitio en el comedor.
—¿Qué queríais hablar conmigo? —preguntó Geten.
Toya y Keigo se miraron; decidieron que hablara Keigo, pues tenía algo más de relación con Geten.
—Verás, me dijiste que te apellidabas Himura, ¿verdad? —empezó Keigo.
—Sí... ¿pasa algo?
Keigo volvió a mirar a Toya y este asintió.
—Verás, la madre de Toya, antes de casarse, también se llamaba Himura...
Geten miró sorprendido a Toya.
—¿De verdad?
Toya asintió.
—Entonces... ¿somos familia?
—Es posible —dijo finalmente Toya.
Geten no sabía cómo sentirse exactamente, pues no tenía buena relación con su familia, por lo que no sabía cómo responder.
—¿Te suena una tal... Rei Himura?
Geten se puso a pensar.
—No me suena... al menos no es cercana a mi rama familiar...
Keigo ladeó la cabeza, algo extrañado.
—Bueno, la familia Himura es muy extensa y está dividida en varias ramas familiares...
—Entiendo... —Toya resopló, pues al final Geten no sabía nada.
—Pero puedo preguntar... a mis... mis padres... —dijo, sabiendo que hacía algunos años que no hablaba con ellos.
—No es necesario, muchas gracias, Geten —le dijo Toya con un gesto apaciguador.
Geten miró a Toya por un momento, viendo un poco de decepción en su rostro.
—Lo siento —dijo el peliblanco.
—Oh, no es culpa tuya, no lo sientas... verás... es que hace más de diez años que no sé nada de ella. Un día desapareció y no he vuelto a saber nada.
—Oh... —Bueno, dejemos esto para otro día, vamos a comer que me muero de hambre —dijo Keigo para reducir la tensión.
—Sí, tienes razón.
Así, los tres volvieron al comedor, donde al entrar, en la mesa con Rumi, estaba Tenko. Miraba al suelo, y al ver a Toya y Keigo acercarse, se les acercó con la mirada baja.
—Eh... yo... —empezó a decir Tenko—... lo... lo siento... estuve a punto de hacer una estupidez... gracias por impedírmelo.
Toya sonrió y no pudo evitar soltar una leve carcajada. Se acercó a Tenko y le pasó el brazo por el hombro mientras caminaban hacia la mesa.
—No pasa nada, Shimura, con todas las veces que me has ayudado tú... es lo mínimo que puedo hacer por mi mejor amigo.
Tenko se ruborizó y miró a Keigo.
—Keigo, siento haber dicho eso... no quería molestarte.
Keigo negó.
—No pasa nada... sé que lo dijiste porque estabas molesto.
Tras eso, y junto a Geten, el grupo se sentó a comer, y debido a todo eso, el peliblanco no pudo oír cómo su teléfono vibraba en su mochila, y que el número que aparecía en la pantalla era el de la policía.
--------------
CONTINAURÁ
Chapter 42: DECISIONES DIFICILES
Chapter Text
La puerta de la comisaría de policía se abrió de golpe. Geten corrió hasta la recepción, con sudor en la frente y un semblante aterrorizado y confuso. Temblaba ligeramente cuando se puso frente al policía de la recepción.
—Pe-perdone...
El agente, al ver el estado de Geten, se alarmó un poco.
—Chico, ¿estás bien?
—Sí, sí... —tomó algo de aire—. ¿Está aquí Kai Chisaki? —pudo preguntar.
El agente, al verlo más estable, miró la pantalla de su ordenador.
—Sí, lo trajeron hace dos horas, acusado de agresión.
—¿Agresión? —Geten parecía cada vez más horrorizado con cada minuto que pasaba, pues nunca se hubiese imaginado a Kai agrediendo a alguien.
—Así es, agredió presuntamente a un compañero de su trabajo. Dicho compañero se encuentra en el hospital.
Geten, por un momento, se tambaleó y tuvo que agarrarse al mostrador. Entonces, el agente salió y lo ayudó.
—¿Chico, estás bien? Te ves muy pálido...
Geten recobró un poco el equilibrio.
—Estoy bien... sí... es mi cara normal... —tomó aire—. ¿Puedo verle?
El agente lo miró con cautela.
—¿Eres familiar o su pareja?
Geten se quedó helado; evidentemente no era familia suya, y por supuesto, no podía decir que era su pareja. No quería que lo juzgaran ni le increparan.
—No, es solo un amigo...
Un par de horas después, Geten aguardaba sentado en una de las sillas de la recepción, justo cuando, por una de las puertas, salió Kai, con una venda en la cara y custodiado por un agente, que tras decirle algo, lo dejó allí. Al verlo, Geten se levantó y corrió hasta él.
—¡Kai!
Chisaki lo miró, apartando la mirada levemente.
—Kai, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado?
Chisaki no dijo nada, metió las manos en los bolsillos y se puso a caminar para salir de allí, mientras Geten se quedaba atrás, confuso.
—¿Kai?
En la calle, Chisaki seguía caminando con las manos en los bolsillos y la mirada baja, y a unos pasos por detrás, Geten lo seguía, confundido y sintiéndose mal por no saber qué hacer.
—Kai, por favor, dime algo...
Ya bastante alejados de la zona de la comisaría y cerca de un parque, Chisaki se adentró en él y se fue bajo la sombra de un árbol, ocultándose detrás. Geten lo siguió, cada vez más confundido, y al llegar donde estaba, Chisaki alargó los brazos y lo abrazó, pegándolo fuerte a su cuerpo, abrazándolo como si temiera perderlo. Geten, al sentir eso, le devolvió el abrazo y se puso a llorar en su pecho, entendiendo que todo este silencio se había debido a que Kai respetaba la decisión de Geten de que nadie los viese demostrándose amor en público.
—Lo siento —fue lo que pudo decir Kai tras su largo silencio—. No me pude contener...
—No... no —Geten sollozaba—. Es culpa mía, si hubiese dicho que era tu novio, podríamos habernos ido mucho antes...
Kai rompió con suavidad el abrazo y miró a Geten a los ojos, tomó su barbilla con sus dedos y lo besó con suavidad. Y al separarse del beso, Kai apoyó su frente en el hombro del peliblanco.
—La he cagado, pero bien... me han despedido y seguramente ese hijo de puta me denunciará otra vez o algo...
—Kai —Geten acarició su pelo—, ¿qué ha pasado? ¿Por qué has acabado en la policía?
Chisaki suspiró y, tras una pausa, alzó la cabeza para mirar a Geten a los ojos. El árbol bajo el cual se resguardaban se empezó a mover levemente por el viento, agitando las hojas, el mismo viento que movió algunos de los aparatos que había en ese parque.
—Pasa que estoy tan enamorado de ti que mataría por protegerte.
Después de las clases, Keigo llegó a su apartamento. Nakamura aún no había vuelto de la reunión con aquel hombre, por lo que decidió esperarlo y hacer algo de comer para los dos. Justo cuando estaba empezando a prepararlo, oyó la puerta abrirse, y al acercarse para recibirlo, sus ojos se abrieron al verlo.
—¡¿Qué te ha pasado?! —dijo alzando un poco la voz y acercándose a él.
Nakamura no lo miraba directamente, pero se podía ver con claridad que una de sus mejillas estaba roja, pues parecía que alguien le había pegado. Keigo se acercó y tocó su mejilla para ver el estado.
—¡Auch...!
—Lo siento... —Keigo lo ayudó a llegar a la cocina y sentarse—. ¿Se puede saber qué ha pasado?
—He... tenido una pequeña discusión con los chicos de la banda...
—¿Pequeña? —dijo totalmente irónico, señalando su mejilla.
Takumi sonrió de forma irónica y forzada, mirando a Keigo a los ojos, tomó aire y le contó lo que había pasado.
—He disuelto la banda.
—¡¡¿¡Qué!?!!
Takumi se frotó la nuca.
—Verás...
—No, espera un momento —Keigo lo interrumpió y, con gesto serio, fue al baño, agarró el botiquín para curarle un poco el golpe, se acercó y se arrodilló—. No te muevas.
—Kei, no hace fa... ahhh.
—Dije que no te muevas...
Keigo echó un poco de pomada en la herida, le puso una pequeña venda y tras eso se sentó frente a él.
—Ahora sí, cuéntame todo.
De camino a su casa, Tenko estaba callado en el coche de Spinner, pues debía contarle lo que había pasado y la estupidez que estuvo a punto de hacer.
—Tenko, estás muy callado, y eso no es buena señal... —dijo Spinner sin apartar la vista de la carretera.
El peliceleste tragó saliva.
—Shui... tengo que contarte algo...
Spinner alzó una ceja y vio en el tono de su novio que la cosa era seria, por lo que buscó una zona para dejar el coche y aparcó, apagando el motor. Luego lo miró.
—¿Qué pasa?
Tenko podría decir cosas sueltas, mencionar que había tratado de cambiar de especialidad y poner alguna excusa, pero sabía que el problema era otro, y no sabía si iba a poder aguantar mucho más.
—Shui... me... me gusta otra persona.
---------------------
CONTINUARÁ
Chapter 43: EL PRECIO DEL EXITO
Chapter Text
Había pasado una semana desde la primera reunión con Nakamura, y Enji se preparaba para la siguiente. Aunque antes de eso, estaba reunido con Tamaki y Kamiji, comentando los próximos cambios en la empresa.
—Señor, ya hemos enviado para que se formalice en las acciones el cambio de nombre —dijo la mujer de cabello verde.
—Perfecto —respondió el hombre, sonriendo—. Solo queda registrar a Nakamura como nuestro, y todo estará listo —Enji miró a Tamaki—. Muy buen trabajo, Amajiki-kun, gracias a ti encontramos a Nakamura.
—N-no es nada, señor, era mi trabajo.
Enji estaba feliz, todo le estaba saliendo bien. Con el cambio de nombre y la corroboración de las acciones, la empresa se rebautizaba, por lo que sus hijos no podrían sacarle ni un yen más. Según el acta del juicio, los cuatro hermanos Todoroki debían recibir mensualmente una parte del valor bruto de Flame Stars, pero, claro, Flame Stars ya no existía como tal, lo que creaba un vacío legal que Enji había aprovechado. Una vez cerrara este asunto, iría a visitar a los desgraciados de sus hijos, pues tenía ganas de ver a uno de ellos en particular; necesitaba cobrarle todo lo que le había hecho.
Poco después, Nakamura entró en el despacho de Enji.
—Buenos días, Endeavor-san... estoy listo para firmar.
Enji lo miró y sonrió; una vez tuviera esa firma, todo iría rodado.
—Me alegro de que te libraras de esa banda; entre tú y yo, solo te lastraban.
Nakamura apretó los labios.
—Prefiero no hablar de ellos...
Enji sonrió.
—Perfecto, siéntate —Enji se sentó y llamó por su comunicador—. Amajiki-kun, trae el contrato de Nakamura-kun.
Al poco tiempo, Tamaki apareció con los papeles y los puso sobre la mesa, saludando de forma escueta a Nakamura antes de salir del despacho.
—Aquí está el contrato, léelo si quieres —se lo entregó—, pero básicamente dice que estarás en nuestra empresa un mínimo de cinco años, que en esos cinco años deberás hacer al menos dos álbumes, y el porcentaje que te llevarás de cada venta o stream en las plataformas digitales.
Takumi agarró el contrato. No sabía mucho de todo eso, pero confiaba en la palabra de ese hombre, por lo que solo pasó sus ojos por las hojas y lo dejó sobre la mesa.
—¿Dónde hay que firmar? —preguntó lleno de entusiasmo. Había llegado hasta ese punto habiendo sacrificado su banda; lo mínimo que podía hacer era triunfar por él y sus compañeros.
Enji sonrió y le señaló los puntos donde debía firmar. A los pocos segundos, el hombre revisaba que todo estuviese bien, y tras estampar el sello, se levantó y le extendió la mano a Takumi.
—Bienvenido a Radiant Stars, Takumi Nakamura.
El chico se puso de pie con bastante ilusión y estrechó la mano del hombre.
—Es un gran honor, Endeavor-san.
Tras la firma, Enji llevó a Nakamura a conocer mejor la empresa. Pasaron por todos los departamentos: donde grabarían las canciones, la sala de composición, la sala de fotografía y edición. Un pequeño tour por las instalaciones que usaría a partir de ahora.
—De ahora en adelante pasarás mucho tiempo aquí.
—Entiendo, tendré que avisar a mi novio...
Enji alzó una ceja, recordándolo.
—Es verdad... que eres gay... —susurró lo último, y tras tomar aire lo miró—. Tenemos que hablar un momento sobre tu novio, vamos al despacho otra vez.
Nakamura asintió, rascándose la nuca y siguiendo al hombre, pues no sabía qué tenía que ver Keigo con todo esto.
De vuelta en el despacho, Enji se sentó en la mesa, contemplando al pelirrojo frente a él. No lo negaba, una de las cosas que le atrajeron de él y por la cual quiso tenerlo en sus filas fue su parecido por su hijo mayor; pensó que podría ser un buen sustituto, alguien que no le sacara de quicio ni le avergonzara tanto, y por lo tanto debía zanjar ese tema de los novios.
—Voy a ser directo, debes ocultar tu noviazgo al público, más exactamente debes ocultar tus... inclinaciones... ¿me entiendes?
Takumi lo miró confuso.
—No lo entiendo, ¿por qué debo hacer eso?
Enji suspiró.
—Parte del éxito de un artista son sus fans. Si tus fans saben que eres gay y que tienes novio, dejarán de fantasear con ser tus novias y estar contigo. Por eso, debes fingir ser normal y soltero, para que todas esas chicas que te escuchan mojen sus bragas contigo, ¿comprendes?
Nakamura tragó saliva; era una forma muy obscena y degradante de hablar sobre las mujeres, pero entendía lo que quería decir, aunque no le pareciera bien. Si era lo que debía hacer para que todos cantasen sus canciones, lo haría.
—Vale... lo hablaré con mi novio hoy y se lo contaré.
—Bien, no me meteré en tu vida privada, y siempre que tu novio sea discreto no habrá problemas.
—No se preocupe, Endeavor-san, Keigo es buen chico.
Los ojos de Enji se abrieron al oír ese nombre, no pudo evitar recordar a un Keigo que conoció hace años, el supuesto novio de Toya, al que pilló aquel día en la habitación de su hijo, desnudo y en su cama.
—¿Keigo? ¿Así se llama?
—Sí... mire, le enseño una foto —Takumi agarró su teléfono y buscó una foto de Keigo para enseñársela. Al verla, Enji se quedó un momento traspuesto, pues resultaba que era el mismo Keigo que él conocía, y que tuvo parte de la culpa de que Toya acabara como había acabado. Resopló y miró a Takumi, pensando que podría aprovechar todo esto para sus fines.
—Vaya, parece buen chico y es guapo, ¿eh?
—Sí... —rió Nakamura entre dientes, algo sonrojado—, es el mejor...
—Ya veo... ¿y no te preocupa dejarlo solo tanto tiempo?
Nakamura lo miró confuso.
—¿Por qué?
—Bueno, estos chicos jóvenes tan guapos y tal, seguro atraen las miradas de muchos chicos, ¿no?
—Bueno... no lo dudo, Keigo es muy atractivo, pero él no hace caso a esas cosas...
—Lo supongo... te es fiel, ¿no?
—Sí...
—Al menos que tú sepas... —dijo entre dientes, pero lo suficientemente audible.
—¿Qué ha dicho?
—Que me imagino que debe tener a muchos chicos detrás... estos rubios guapos son muy "sueltos".
—Mi Kei no es así...
—No lo pongo en duda, solo lo comento. Yo que tú, vigilaría bien a tu novio... nunca se sabe.
Nakamura no sabía bien cómo procesar todo esto, simplemente asintió.
—No se preocupe, solo hemos tenido un problema con un acosador, pero lo solucionamos.
Enji alzó las cejas.
—Oh vaya, debió ser horrible.
—Sí, el malnacido no dejaba de visitar su tienda todos los días, acosándolo por la calle. Incluso un día entró en casa cuando no estaba yo, intentó violarlo, pero un vecino oyó ruidos y llamó a la policía, y lo atraparon. Desde entonces le pusieron un localizador... Kei todavía tiene problemas con eso, le cuesta ir solo por la calle.
—Entiendo... ¿y quién es ese malnacido?
—Se llama Goto Imasuji —contestó Nakamura con tono áspero.
—Entiendo, si necesitas ayuda puedes contar conmigo, ahora somos como de la familia.
Nakamura sonrió.
—Muchas gracias, Endeavor-san, pero con esto que hace por mí es suficiente... no quiero abusar.
Enji sonrió, no esperaba obtener tanto de todo esto. En menos de una hora había conseguido rebautizar legalmente la empresa, por lo que sus hijos no podrían reclamar más dinero, había obtenido un nuevo chico para hacerlo famoso y con gran potencial, y había encontrado una forma de vengarse de Keigo Takami.
------------------
CONTINUARÁ
Chapter 44: CORAZONES ROTOS
Chapter Text
Esa tarde, Toya y Shoto caminaban en dirección a la tienda. El pelirrojo miraba al cielo, sintiendo cierta felicidad, cuando notó que el apretón de la mano de Shoto se hizo más fuerte. Bajó la mirada hacia el niño.
—¿Estás bien, Shoto?
—No... es solo que me siento mal por Nakamura.
Toya levantó una ceja, algo confuso. Se detuvo y se arrodilló frente al pequeño.
—¿Por qué dices eso?
Shoto miró al suelo y luego a su hermano.
—Porque yo aún sigo queriendo que Keigo sea tu novio y no el de él, pero también me gusta ser su amigo. Creo que si él supiera que quiero que tú y Keigo sean novios, se enfadaría conmigo...
Toya sonrió y acarició la cabeza de Shoto. Entendía lo que quería decir y lo que sentía.
—No te preocupes, Shoto. Keigo y Nakamura son novios, así que no hay problema de nada, yo solo soy su amigo y ya está.
Shoto asintió, algo triste.
—Vale...
Toya asintió, se levantó, tomó su mano y recorrieron el corto espacio que había hasta la tienda de Keigo. Al entrar, la melodía de la puerta empezó a sonar, y al girar la cabeza hacia el mostrador, se llevó una extraña sorpresa al ver que Keigo estaba atendiendo a Spinner. Extrañado, se acercó a ellos.
—Hola —saludó Toya—, Spinner, qué raro verte por aquí...
Keigo le dedicó una mirada extraña cuando lo vio, y luego entendió todo cuando el pelimorado se giró. Toya pudo ver que la cara de Spinner estaba dañada; su mejilla algo hinchada y tenía un ojo morado.
—¡Dios santo, Spinner! ¿Qué te ha pasado? —preguntó Toya acercándose.
El pelimorado suspiró y pagó lo que había venido a comprar.
—Pasa que soy un estúpido... —y sin decir más, empezó a irse.
Keigo y Toya cruzaron miradas, algo alarmados, hasta que el pelirrojo habló.
—¿Shimura está bien?
Spinner se detuvo y giró levemente la cabeza hacia ellos.
—Pregúntale a ese profesor, él fue el que me hizo esto.
Tanto Toya como Keigo se sorprendieron ante esa respuesta, quedándose mudos sin poder decir nada mientras Spinner se iba de allí.
Tras unos momentos de confusión, Toya miró al rubio.
—¿Sabes qué ha pasado?
—Qué va... yo lo acabo de ver ahora, ha entrado por unas bebidas y lo he visto así, y no quería preguntarle nada... tampoco lo conozco tanto...
Toya comprendió, frotándose la frente.
—Eso que ha dicho...
—¿Lo de Aizawa-sensei?
Toya asintió.
—¿Lo crees?
—No sé por qué iba a mentirnos —comentó Toya—, pero me cuesta ver a Aizawa-sensei pegando a alguien.
Keigo suspiró, entonces se fijó en Shoto y pensó que lo mejor era dejar este tema, por lo que sonrió y se acercó al pequeño.
—Hola, Shoto-kun, ¿qué tal?
—Bien... ¿hoy no está Nakamura? —preguntó el pequeño.
—No, está en una reunión de trabajo.
Toya lo miró.
—¿Está con Jin? —preguntó, pensando en que otra vez iba a tener que aguantarlo en el trabajo.
—No, hace poco una empresa de talentos lo contactó y hoy se está reuniendo con su jefe para firmar el contrato... estoy algo nervioso por ello —sonrió Keigo.
Toya sintió cierta envidia ante esa mirada y preocupación de Keigo por Takumi, pero al mismo tiempo un cierto malestar empezó a recorrer su pecho.
—¿Empresa de talentos? —preguntó Toya con un tono de voz seco.
Keigo lo miró y entendió perfectamente lo que quería saber.
—Tranquilo, la compañía se llama Radiant Stars, no tiene nada que ver con quien tú sabes.
Toya suspiró, lo último que necesitaba era que ese infeliz de su padre volviese a cruzarse en su camino. Toya conocía la empresa de su padre y a qué se dedicaba: Flame Stars, la empresa que llevó a la fama a muchas estrellas y lo que le dio un poder a su padre casi ilimitado.
—Radiant Stars... no me suena.
—Al parecer es muy reciente, Taki será el primer talento que contraten —sonrió Keigo.
—Ya veo...
Un rato después, Spinner caminaba cerca del local de tatuajes donde trabajaba, pero al llegar se detuvo en seco al ver a Tenko sentado en la entrada, acurrucado y abrazando sus piernas. Al ver a Spinner, se sobresaltó y se puso de pie.
—¿Qué haces aquí? —preguntó el pelimorado.
—Shui... por favor, quiero hablar contigo...
Spinner resopló fuerte.
—Ya me dijiste suficiente —dijo, pasando a su lado y metiendo la llave en la cerradura para abrir la puerta. Y aunque estaba girando, la mano de Tenko sujetó su brazo.
—Por favor, Shui... sé que fui un estúpido y te pido perdón, pero por favor, déjame hablar... me siento solo desde que te fuiste de casa.
—Tenko, solo han sido dos días... además, ¿de quién fue la culpa?
Tenko agachó la cabeza.
—Sé que fue mi culpa, pero... pero yo te quiero...
—Me quieres... —Spinner lo miró algo molesto—, pero te gusta otro hombre.
Tenko sintió el brazo de Spinner apartar su mano y entrar en la tienda, cerrándole la puerta en su cara. El peliceleste miraba a través de los cristales de la puerta a Spinner entrar, dejar la bolsa en una de las mesas y meterse en el almacén sin ni siquiera girarse para mirarlo.
Tenko se frotó la cara, frustrado y sabiendo que todo era su culpa. Sabía que Spinner no se iba a tomar bien lo que pasó, ni su intento de cambiar de especialidad, y mucho menos decirle que le gustaba otro hombre. No hizo falta ni decir quién era, pues Spinner salió de casa inmediatamente para ir a buscar a Aizawa; nunca imaginó que acabarían en una pelea.
Tenko volvió a mirar al interior de la tienda al ver que Spinner salía del almacén con la ropa de trabajo. Suspirando y aguantando las lágrimas, abrió la puerta y entró. Spinner lo miró al oír la campana de la puerta, dedicándole una mirada cansada cuando vio que era él.
—Tenko, vete, no quiero verte ahora mismo.
—Shui, por favor... solo quiero disculparme...
El pelimorado suspiró.
—¿Disculparte? ¿Para qué? ¿Para que en dos semanas me entere de que ese estúpido te ha estado follando? ¿O que le has comido la polla debajo de la mesa de su despacho?
Tenko dio un paso atrás por la dureza de esas palabras.
—Shui... yo no...
—Tenko, mira... sé que no soy el mejor novio, que soy celoso, pero por ti intenté ser mejor, y lo que recibo de tu parte son engaños y toda esta mierda....
Tenko no pudo reprimir unas lágrimas.
—Estoy harto, Tenko, no soy feliz así... y creo que tú tampoco, pues no entendería entonces que te atraigan otros hombres cuando estoy contigo...
—Shui... p-por favor... no...
—Sí, Tenko... yo pese a todo te quiero... y te amo más que a nada, pero esto nos hace daño a ti y a mí... así que lo mejor es romper: tú por tu lado y con tu profesor, y yo por mi lado.
—Pero yo a él no lo quiero... solo te quiero a ti...
Spinner resopló, estaba siendo más difícil de lo que pensaba.
—No lo quieres, pero ibas a cambiar tu especialidad solo para estar con él todos los días, sin ni siquiera decirme nada...
—Shui...
—Además... —rió de forma irónica el pelimorado ya con lágrimas en los ojos—, mira mi cara, está claro que él es más fuerte, seguro te sientes más protegido con él...
Tenko rompió a llorar aún más, apretando su pecho.
—Shui... por favor...
—Tenko, vete... mañana iré a por mis cosas, puedes quedarte en el apartamento, yo me buscaré otro.
—Shui... por favor... no quiero que rompamos...
Spinner, sonriendo y limpiándose las lágrimas de su cara, lo miró.
—Y yo quiero dejar de sentirme como una mierda cada vez que estoy contigo.
---------
CONTINUARÁ
Chapter 45: DESEOS Y TRAICIONES OCULTAS
Chapter Text
Era de noche. Keigo miraba por la ventana de su habitación. La cama vacía, pues Takumi estaba trabajando. Suspiró y se sentó en la cama, cerrando los ojos y recordando la conversación que tuvieron hacía unos días, tras la segunda reunión que tuvo con el jefe de Radiant Stars.
Hace unos días:
Al volver Takumi a casa, Keigo notó en su semblante que algo pasaba. No percibía que fuese algo grave, pero sabía que algo estaba mal.
—¿Qué tal la reunión? —preguntó Keigo.
Nakamura sonrió y suspiró, aunque con una sonrisa.
—He firmado el contrato —se acercó al rubio y lo besó, mientras ponía sus manos en su cadera—. Te lo cuento mientras cenamos, hay cosas que debo decirte.
Keigo le devolvió el beso, y tras separarse, Takumi fue al baño y Keigo empezó a preparar las cosas para cenar. Minutos después, ambos estaban sentados comiendo mientras Nakamura ponía al día a Keigo sobre todo.
—Mi jefe, Endeavor-san...
—¿Endeavor? ...extraño nombre...
—Sí, a mí también me lo pareció, pero será como esa gente famosa que solo tiene nombre, como Cher.
—Entiendo, sigue, perdona por molestarte.
—Bien, me explicó en qué consiste mi contrato, y a partir de mañana podré empezar a componer canciones para mi primer álbum.
Keigo sonrió al oír eso, bastante contento, pues sabía que el sueño de su novio era sacar un álbum.
—Enhorabuena, Taki, lo conseguiste —dijo el rubio con una sonrisa y entusiasmo.
—Sí —sonrió el pelirrojo—, aunque todavía queda mucho por hacer. Tengo canciones compuestas desde hace tiempo... y hay una que quiero que escuches, pero ya hablaremos de eso —tras decir eso, el semblante contento de Takumi se oscureció un poco. Keigo no lo pasó por alto, y comprendió que ahí estaba lo que había visto en su cara cuando entró en casa.
—Verás, Kei... Endeavor-san me ha pedido que oculte al público mi relación contigo y mi orientación sexual.
Keigo recibió aquello algo sorprendido.
—¿Por qué?... Quiero decir, no me importa echarme atrás, sabes que nunca me interpondría entre tú y tu sueño, pero... ¿ocultar tu orientación?... eso es un poco...
—Lo sé, a mí también me pareció raro... pero según me contó Endeavor-san, es algo bueno para mi imagen...
Keigo lo miró algo confuso.
—Supongo que ese señor sabe más de esto que nosotros... pero ocultar quién eres no puede ser bueno para nada...
—Kei, por favor, sé que no es lo mejor, pero apóyame, ¿vale? Sin ti no creo que pueda hacer esto...
Keigo sonrió y alargó su mano por la mesa para tomar la suya.
—Tranquilo, aunque no me parezca del todo bien, te apoyaré. Si debo apartarme, lo haré, no tienes que preocuparte.
Takumi sonrió y apretó su mano.
—Te prometo que merecerá la pena, y cuando tenga algo más de poder, trataré de que me dejen presentarte a todos.
Keigo sonrió otra vez.
—Está bien, pero no hace falta... yo no quiero ser famoso ni nada parecido.
—Muy tarde, mi amor, ahora eres el novio de Takumi Nakamura.
En la actualidad:
Keigo suspiraba. Tras aquello, llegó la bomba: Takumi debería pasar largas horas en el estudio, componiendo y conociendo a productores y otros escritores de canciones. Esa era la segunda noche que Takumi no aparecía por casa, y aunque para Keigo no era un problema estar solo, sentía cierto desasosiego. Allí, de noche, sentado en su cama y mirando el cielo oscuro, pensó en Taki, en si estaría bien, y también, como un destello, pensó en Toya.
Esa noche, en casa de los Todoroki, Toya estaba en la habitación de Shoto. El pequeño estaba acostado en la cama, mientras Toya estaba sentado a su lado.
—Bueno, hora de dormir, ¿vale?
—Sí... —el pequeño se tumbó del todo y se tapó—. Toya...
—Dime.
—¿Ese chico del ojo morado es amigo tuyo? —dijo refiriéndose a Spinner, al cual vio esa tarde al ir a la tienda de Keigo.
—Sí, bueno, es el novio de Shimura, ¿te acuerdas de él?
—Sí, el chico del pelo azul.
—Ese mismo...
Shoto se quedó callado un momento.
—¿Y por qué se han peleado?
—Bueno... a veces los novios se pelean —intentó explicar Toya.
—¿Y ya no son novios?
—No lo sé, pero que dos novios se peleen no significa que ya no se quieran. A veces son peleas tontas.
Shoto volvió a quedarse en silencio.
—¿Tú te peleaste con Keigo?
A Toya le pilló esa pregunta por sorpresa.
—Bueno... cuando nos conocimos nos peleábamos bastante... bueno, más bien yo me metía con él... y él no dejaba de seguirme a todas partes... —rió Toya de forma melancólica al recordar eso.
—Entonces está bien, porque Keigo aún te quiere.
Eso hizo que Toya se sobresaltara.
—Shoto... ya te dije que, que Keigo sonría mucho cuando me ve no significa eso...
—Pero Keigo te mira diferente a como mira a Nakamura.
—Shoto, por favor, deja eso... —debía pararlo, no se veía capaz de escuchar todo eso. Las fantasías de un niño le hacían ilusionarse y no quería volver a hacerlo. Lo mejor era cortar esto, debía asumir que Nakamura le había ganado y que Keigo ya no sería suyo. —Shoto —dijo con voz algo seria—, sabes que no me gusta, pero te voy a prohibir hablar sobre eso otra vez, ¿vale?
—¿Por qué?
—Porque si Nakamura escucha eso puede sentirse mal y triste... y tú no quieres que llore por tu culpa, ¿verdad?
No le gustaba hacer eso con su hermano, usar esas tácticas tan deplorables de hacerle sentir culpable por algo que no era culpa suya. Era contraproducente para sus avances, pero...
—¿Me has oído bien? No vuelvas a mencionar esto.
—Vale... lo siento...
Toya suspiró y frotó la cabeza del pequeño con la mano.
—Está bien, ahora duerme...
Por las calles de la ciudad, un hombre alto y musculoso de cabello rubio caminaba, con las manos en los bolsillos, y un extraño aparato rodeando su tobillo. El hombre miraba su teléfono para ver la hora mientras cargaba una bolsa.
Al enfilar la calle hacia su apartamento, la figura de un hombre imponente lo hizo alzar la mirada. Aquella figura masculina, tan alta o más, menos musculosa pero más imponente, lo miraba.
—Amigo, apártate de mi camino —dijo el rubio.
—Goto Imasuji.
El rubio alzó una ceja y dio un paso atrás.
—¿Quién eres y cómo sabes mi nombre?
—Eso ahora no importa —dijo el hombre, saliendo de la sombra y siendo iluminado por la luz de una farola, haciendo destellar su cabello rojo—. Vengo a proponerte un trato.
—No me interesa, apártate de mi camino —el rubio bordeó a Enji y siguió su camino.
—Ni siquiera si puedo darte a Keigo Takami.
De repente Imasuji se detuvo en seco y se giró, su semblante hasta ahora serio se había casi desfigurado.
—Te escucho.
----------
CONTINUARÁ
Chapter 46: ENTRE HELADOS Y DUDAS
Chapter Text
Era domingo, día de descanso tanto en la universidad como en su trabajo, y Toya tenía pensado pasarlo en casa, descansando. Estaba tumbado en la cama mirando la pantalla de su teléfono cuando alguien llamó a su puerta.
—¿Quién?
—Soy yo... —dijo Shoto en voz baja tras la puerta.
Toya se sentó en la cama mientras el niño entraba en la habitación y cerraba la puerta.
—Toya...
El pelirrojo lo miró. Aún se sentía culpable por lo que le había hecho el otro día, por lo que trató de ser lo más amable posible con él.
—Dime.
—¿Puedo ir a ver a Keigo? Estoy aburrido.
Toya lo miró parpadeando varias veces.
—Pero hoy no trabaja...
Shoto suspiró.
—¿No puedo ir a su casa?
—¿A su casa? —preguntó Toya algo intranquilo— No sé...
—Por favor... me portaré bien.
Toya sintió algo de ansiedad solo de pensar en ir a casa de Keigo, aunque una pequeña chispa de tranquilidad se instaló en su pecho una vez su mente se centró.
—Pero... no sé dónde vive... —mintió.
—Puedes llamarle y preguntarle... —respondió Shoto.
Toya se frotó la cara, agobiado, y tomó el teléfono, pues al final no tenía ninguna excusa para negarle eso a Shoto, y menos después de lo que le había hecho. Buscó el número de Keigo y rezó porque no estuviese en casa o algo así, pero casi como un rayo, Keigo contestó la llamada.
—¿Keigo?
—Sí, dime.
—Em... verás... Shoto quiere ir a verte...
Se formó un breve silencio, pero el rubio respondió:
—Claro, estoy solo en casa ahora, puede venir si quiere... ven tú también.
Toya tragó saliva al escuchar que estaba solo.
—Vale... ahora vamos.
Tras colgar, Shoto lo miró apurado.
—Toya, no le has preguntado dónde vive...
—Oh... ya recordé dónde era...
Shoto sonrió.
—¡Bien, vamos!
Toya se levantó y tras prepararse y avisar a Fuyumi que se iban, los dos hermanos salieron de la casa en dirección al apartamento de Keigo.
Mientras tanto, Nagant miraba a Aizawa de frente, ambos sentados en la terraza de una cafetería.
—Entonces, a ver si me entero... —dijo Nagant— de repente, ¿el novio de un alumno vino y te intentó agredir?
Aizawa, sin ni un rasguño, miraba a la mujer mientras tomaba un sorbo de su taza.
—Sí, yo estaba saliendo de las clases y vino a mí hecho una furia...
Nagant lo miró.
—¿Seguro que no hiciste nada?
—Te lo juro... por dios, Tsutsumi, que Shimura es un alumno... aunque sea mayor de edad, yo no hago eso con alumnos.
—Pues está claro que el novio se puso celoso por algo.
—Bueno, puede que Shimura malinterpretase alguno de mis gestos...
—No sería la primera vez —dijo la mujer—. Sinceramente, cada vez que hablas parece que estás intentando seducir a alguien, eres horrible —rió Nagant.
—No lo puedo evitar, yo hablo así.
Nagant tomó un sorbo de su café.
—¿Y entonces atacaste a ese chico?
—¿Y qué querías que hiciera? Vino a mí hecho una furia, traté de hablar, pero no hacía caso, así que tuve que defenderme, y él acabó bastante mal.
—Ya te vale, Shota.
—Es duro tener este atractivo —suspiró el pelinegro.
—Cuidado, a ver si vas a salir volando con ese ego.
Aizawa rió.
—Tranquila, pero este ego y mi tono seductor me han hecho ganar algunos juicios.
—Eso es lo que te salva, bandido.
Ambos rieron mientras que a unas calles de allí, Tenko caminaba como un alma en pena, cabizbajo, con ojeras y mirando al suelo. Con las manos en los bolsillos, pasó frente a esa cafetería, pero no se percató de ellos, ni ellos de él, por lo que siguió caminando en dirección al bar de Jin; necesitaba despejarse un poco y el alcohol siempre es una buena solución.
A unas calles de allí, Kai y Geten iban caminando, uno al lado del otro, pero sin estar muy juntos. Kai miraba de vez en cuando al peliblanco, deseando poder tomarle al menos de la mano, pero tenía que aguantar. Se llevó la mano a la mejilla, donde todavía tenía una leve raspadura de la pelea.
—Kai, ¿vamos a por unos helados?
—Vale.
Mientras veía a Geten alejarse hacia un puesto de helados cercano, suspiró. Aunque respetaba la petición de Geten, era cierto que cada vez le costaba más aguantar sin poder tocarlo, o simplemente darle la mano en la calle. Había momentos en que le resultaba insoportable ver parejas por todas partes, tomadas de la mano, besándose o simplemente pegadas, y él mismo no poder ni tocar la mano de su novio.
—Toma, de chocolate para ti.
Kai sonrió y lo tomó.
—Yo he pedido de fresa.
Caminaron un poco y llegaron al parque donde días atrás, tras salir de la comisaría, se abrazaron. Buscaron un banco y se sentaron allí. Kai lo miró y desvió la mirada alrededor suyo; no había nadie.
—¿Me das un poco del tuyo?
Geten sonrió.
—Claro, toma —se lo tendió.
—No, así no... quiero que me lo des tú... —dijo y abrió un poco la boca.
—Pe-pero, Kai...
—Vamos, no hay nadie, déjame este caprichito...
Geten se puso nervioso y miró alrededor varias veces. Tomó un poco de helado con la cucharita y lo acercó a la boca de Kai. En ese momento, un perro pasó por allí, Geten se asustó y acabó estampando el helado en la cara de Chisaki.
—¡Ah... lo-lo siento...!
Kai se limpió el helado de la cara y suspiró.
—No pasa nada...
Dijo y miró al frente, viendo como el perro aquel pasaba acompañado de un niño y su padre que iban caminando juntos. Kai volvió a suspirar. Sabía del problema que tenía Geten y su inseguridad instaurada por su familia. Él siempre le había apoyado, y posiblemente fuese una tontería, pero un poco de helado en su cara le hizo pensar en que, por mucho que él amase a Geten, si el mismo Geten no estaba cómodo, esa relación estaba abocada al fracaso, donde ambos sufrirían.
----------
CONTINAURÁ
Chapter 47: ENCUENTROS EXTRAÑOS Y CONFLICTOS DEL CORAZÓN
Chapter Text
Toya y Shoto caminaban por la calle. El camino hasta el apartamento de Keigo no era corto, pero parecía que sería tranquilo. Era por la tarde, hacía algo de viento y se estaba bien al aire libre. Apenas había personas, por lo que Shoto podía caminar más relajado sin miedo a que pasase algún coche.
Al entrar en las zonas residenciales y girar en una calle, Toya se topó de frente con una mujer alta, de cabello rojo, que vestía de forma peculiar: un traje de licra negro, bastante ajustado, algo que hizo sonrojar un poco a Toya, pues se marcaban a la perfección las curvas del despampanante cuerpo de esa mujer.
La pelirroja miró a Toya, notando su sonrojo y cómo trataba de desviar la mirada. Sus ojos parecían fulminarlo o escanearlo. Al ver que la mujer no se movía ni decía nada, Toya quiso irse de allí.
—Sho...
En ese momento, la mujer alargó la mano y sostuvo, con algo de fuerza, su barbilla, dirigiéndola hacia ella. El rostro de la mujer se acercó casi al máximo, hasta quedar a escasos centímetros, algo que dejó a Toya totalmente paralizado.
—Tú tampoco me sirves...
Tras esa escueta frase, la mujer soltó su barbilla y pasó a su lado, girando la esquina, dejando a Toya atontado y petrificado.
—¿Q-q-qué mierda...?
—¿Toya?
Shoto agarró la camiseta de su hermano para llamar su atención.
—¿Sí? ¿Qué pasa?
—¿Quién era esa mujer?
—N-no lo sé... —dijo el pelirrojo, muy confundido y sin comprender nada— Sería alguna loca...
Una vez se hubo recuperado de ese extraño encuentro, ambos continuaron su camino, y en unos diez minutos llegaron a la entrada del bloque de apartamentos donde vivía Keigo. Toya miró y pulsó el timbre del piso donde se leía "Nakamura y Takami".
A los pocos segundos, una voz salió del interfono.
—¿Sí?
—Keigo, somos Shoto y Toya —dijo el pelirrojo.
Sin llegar a responder, el sonido de la puerta principal abriéndose sobresaltó un poco a los hermanos, quienes, tras mirarse y ver la sonrisa en la cara de Shoto, entraron. Subieron las escaleras y llegaron al apartamento de Keigo, donde el rubio los esperaba en la puerta.
—Shoto-kun... ¿Qué tal?
El niño corrió hasta él y lo abrazó.
—Bien, ¿y tú?
—Estoy muy bien, y ahora mejor —rió cálidamente hacia Shoto y desvió su mirada a Toya, que se acercaba lentamente. Lo miró a los ojos y sonrió— Hola, Toya.
—Hola... espero que no estemos molestando.
—Tranquilo, estoy solo, así que me aburría —respondió Keigo.
—¿No está Nakamura? —preguntó Shoto.
—No, está trabajando...
Shoto miró a Toya y sintió el corazón acelerarse.
—¿Podemos entrar? —preguntó rápidamente.
—Claro, para eso habéis venido, ¿no? —rió el rubio— Anda, pasa, que te he preparado una sorpresa.
Shoto abrió mucho los ojos y entró corriendo.
—Hey, Shoto...
—Tranquilo, déjale... —Keigo sonrió y miró a Toya tranquilamente— Pasa, he preparado té y tengo esas galletas que te gustan tanto.
Toya se ruborizó y se maldijo por ello. No podía caer otra vez. Estaba tratando de asumir que Keigo ya no sería suyo, y este tipo de cosas no ayudaban.
—Vale... —rió nervioso y entró en el apartamento.
Era un sitio cálido, no muy grande, pero acogedor. De colores suaves y bien aprovechado. El salón comedor era la parte central y era algo amplio. Luego había algunas puertas que llevaban a las demás estancias. No pudo evitar mirar una de las puertas cerradas, que intuía que era el dormitorio.
Al entrar, vio a Shoto alucinando frente a la tele, ya que estaba conectada una videoconsola de última generación. Toya se sorprendió al verla.
—Wow...
—¡¡TOYA, TOYA!! Mira, la Play 5...
—Ya veo, ya... —Toya miró a Keigo, pues no sabía que le gustaban los videojuegos, y el rubio, al sentir su mirada, sonrió.
—Es de Taki, la compró hace poco, con el adelanto de su primer salario, pero no ha llegado a usarla todavía, así que... —Keigo miró a Shoto— La puedes estrenar tú.
—¡¡¡BIEN!!!
Los dos mayores rieron, y mientras Shoto agarraba el mando y comenzaba a jugar, Keigo y Toya se fueron a la cocina, una estancia pequeña pero totalmente equipada. Keigo indicó a Toya que se sentase, le sirvió té y unas galletas, y luego se sentó frente a él.
—Gracias por dejarle venir... de repente me pidió verte —rió algo nervioso.
—No pasa nada, la verdad es que me viene bien. Taki estará toda la tarde trabajando y empezaba a sentirme algo solo.
—Oh, bueno, tienes a Usagiyama...
—Rumi está con sus primos y no puede venir.
—Ya veo...
Se formó un leve silencio, roto por los sonidos de la televisión. Tras dar un bocado a una de las galletas, Toya no pudo evitar sonreír un poco, pues hacía mucho que no comía eso. Keigo lo vio y sonrió.
—Las vamos a traer a mi tienda, por si quieres comprar algunas.
—Sin duda lo haré.
Tras otro silencio, ahora fue Toya el que habló, pues no pudo evitar darse cuenta de que la ausencia de Nakamura inquietaba de alguna forma a Keigo.
—Parece que Nakamura trabaja mucho últimamente...
—Sí, ya te conté que lo contrataron en una agencia de talentos y está preparando su primer álbum...
—Sí, me lo contaste.
—Y bueno, pasa mucho tiempo allí últimamente, pero es algo normal. La composición de las canciones y todo eso lleva su tiempo.
Toya lo miró.
—Supongo...
Se formó otro silencio extraño e incómodo.
—¿Descubriste algo sobre tu madre? —preguntó Keigo para tratar de reducir el silencio.
—No... la verdad es que no sé por dónde buscar... Geten era la única opción, pero no resultó.
—Sí, fue una pena...
Y viendo que iba a repetirse ese silencio, Keigo se levantó.
—¿Por qué no vamos con Shoto? Así no se sentirá tan solo.
—Sí, buena idea.
Así, los dos volvieron al salón, sentándose en el sofá frente a la televisión, mientras el niño estaba sentado en el suelo. Durante unos momentos, la tensión extraña se esfumó, dando paso a un momento divertido, donde Shoto perdía algunas partidas y Toya se burlaba, mientras Keigo trataba de reñirle por ello.
En una de esas veces, Toya, que se sentía más suelto, miró a Keigo.
—¿Que no me burle de él, eh? —Entonces empezó a hacerle cosquillas al rubio, el cual comenzó a reírse a carcajadas.
—¡¡No... Toya... para!! —decía entre risas.
Debido a las carcajadas y al sonido de la televisión, no oyeron cómo la puerta se abría. Por lo que cuando Takumi llegó al salón, extrañado por las risas, y vio la escena en la que Toya estaba sobre Keigo haciéndole cosquillas en el sofá, en su mente resonaron las palabras de Endeavor.
<Yo que tú, vigilaría bien a tu novio... nunca se sabe.>
-----------------
CONTINUARÁ
Chapter 48: DUDAS BAJO LA SUPERFICIE
Chapter Text
La mirada de Takumi borró todo a su alrededor, enfocándose solo en el sofá y en Toya, quien estaba sobre Keigo, riendo debido a las cosquillas que el pelirrojo le hacía en el costado. Multitud de sensaciones viajaron por su mente y cuerpo al ver la escena, pero entre todas esas emociones, la potente y grave voz de Endeavor resonó en su cabeza:
<Yo que tú, vigilaría bien a tu novio... nunca se sabe>
<Los rubios guapos son muy sueltos>
<No te engaña... que tú sepas>
Takumi, en ese instante, no apartó la mirada, manteniendo su rostro lo más neutral posible.
—Hola —dijo, sorprendiendo a Toya y Keigo, quienes se sobresaltaron y miraron hacia la puerta. Al verlo, Toya dio un salto y se puso de pie, mientras Keigo permanecía sentado, todavía con una fina sonrisa y algunas gotas de sudor por reírse tanto.
—Taki... no te había oído —Keigo miró al pelirrojo, que lo observaba desde la puerta con un semblante oscuro, pero neutral.
—Ya me lo imagino, con todo el jaleo que estabais montando... —Takumi lanzó una mirada fría a Toya, pero la suavizó al momento.
Keigo se levantó y se acercó a él justo cuando Takumi lo atrajo con su brazo y lo besó de manera más apasionada que de costumbre, lo cual hizo sentir incómodo a Toya, que apartó la mirada. Tras separarse, Keigo, con las mejillas rojas, quedó un momento atónito, pues no esperaba ese beso tan intenso.
—Me alegra verte...
—Sí —respondió Takumi de forma algo seca, mientras se adentraba completamente en el salón, donde vio a Shoto, que, con los auriculares puestos, no se había percatado de su llegada. Takumi miró a Toya.
<¿Usando al niño para acercarse a mi novio?>, pensó.
—Hoy hemos terminado las primeras canciones del álbum, tengo muchas ganas de poder grabarlas —dijo, cambiando un poco el tono.
—Me alegro —Keigo sonrió, todavía algo rojo por el beso, recuperando el aliento.
Takumi miró a Toya.
—Todoroki, ¿qué haces por aquí?
Toya pareció calmarse un poco, ya que ni él mismo se había dado cuenta de lo que estaba haciendo hace un momento.
—Shoto me pidió que quería ver a Keigo, así que lo traje.
—Ajá... —Takumi miró a Shoto y se acercó a él, sentándose a su lado sin que el pequeño se diera cuenta todavía.
—Ey, coleguita.
Takumi le puso un dedo en el hombro, y cuando el pequeño giró la cabeza y lo vio, sonrió. Al poco rato, ambos estaban jugando a un videojuego de peleas, mientras Keigo y Toya se encontraban sentados detrás, uno en cada extremo del sofá. Ambos se dieron cuenta de lo que había pasado y del hecho de que Toya había estado sobre Keigo haciéndole cosquillas. Se miraron de reojo, y al notar que el otro los observaba, se sonrojaron y apartaron la mirada hacia lados opuestos.
A partir de ahí, el ambiente fue aún más tenso que antes. Nadie hablaba, solo se escuchaban los pequeños gritos de Shoto cuando perdía en alguno de los juegos. Takumi tampoco hablaba y, de vez en cuando, lanzaba miradas rápidas hacia los dos.
Poco después, Toya y Shoto estaban en la puerta despidiéndose. Takumi sujetaba a Keigo por la cintura, pegándolo a él mientras se despedían de los hermanos.
—Bueno, nos vemos el lunes en clase —dijo Toya, tomando la mano del pequeño.
—Sí, el lunes nos vemos... —respondió Keigo con una sonrisa algo nerviosa.
—Hasta otro día, coleguita, y aprende a jugar, que eres un paquete —rió Takumi.
—No lo soy, solo que tú eres mejor... pero la próxima vez te ganaré —Shoto gruñó, pero con una sonrisa.
—Eso lo veremos —Takumi pasó su mirada de un hermano al otro—. Adiós, Todoroki.
Una vez los hermanos se fueron, Takumi cerró la puerta y soltó a Keigo, caminando en dirección al salón y sentándose en el sofá. El rubio lo siguió, y al verlo tan callado, supo que algo no iba bien.
—¿Taki?
Sin decir nada, el pelirrojo extendió los brazos. Keigo sonrió, reconociendo el gesto que usaban para pedir atención y cariño cuando se sentían decaídos. Se acercó y se sentó a su lado, abrazándolo. Notó cómo Takumi lo envolvía con fuerza. El abrazo fue intenso; Keigo pudo percibir que lo que fuera que estaba pasando no era algo trivial.
—¿Ha ido todo bien en el trabajo?... Llevabas tres días fuera... —preguntó Keigo en un tono tranquilo, sin parecer que lo estuviera reclamando.
—Lo sé. Yo quería volver a casa al menos para dormir, pero Endeavor-san me dijo que si me quedaba allí a dormir, todo sería más fácil y rápido. Lo siento.
—Está bien... solo, la próxima vez, avísame.
—Vale...
En el solitario salón de un pequeño apartamento, Tenko estaba acurrucado en el sofá, abrazando sus piernas y con una mirada triste y cansada. No hacía mucho, pero aun así había perdido la cuenta de los días que Spinner se había ido. Cada vez que pensaba en todo lo que había sucedido, sentía ganas de saltar por una ventana, por haber sido tan estúpido.
Su teléfono estaba sobre el sofá, a poca distancia, boca abajo, ya que le daba cierta ansiedad ver la pantalla oscura. De pronto, comenzó a vibrar, y como un rayo, lo atrapó y miró la pantalla iluminada. Alzó una ceja al ver el número desconocido que lo llamaba, y con dudas, descolgó.
—¿Sí?
—¿Tenko Shimura? —preguntó una voz masculina y familiar al otro lado.
—Sí, soy yo... ¿quién es?
—Soy Aizawa.
Tenko se quedó de piedra, sin saber qué decir o hacer. Comenzó a sentirse nervioso, pero esta vez los nervios se convertían en ansiedad.
—Oh... Aizawa-sensei... co... ¿cómo consiguió mi número?
—Sé que no es ético ni legal, pero revisé tu expediente de la universidad porque no tenía otra forma de contactarte. Necesito hablar contigo sobre tu novio. Doy por hecho que sabes que vino a verme y tuvimos una pequeña discusión.
Tenko tardó en responder; todo era demasiado para él en ese momento.
—Sí...
—Vale, pues, ¿te parece bien si nos vemos en algún sitio? No me gustaría hablar de esto por teléfono.
Tenko lo pensó durante un momento. No sabía exactamente qué quería, pero la idea de verse a solas con él en esos momentos le daba más miedo que otra cosa.
—Podemos vernos en el bar de un amigo...
—Perfecto, dime dónde y te espero allí en media hora.
------------
CONTINAURÁ
Chapter 49: EL LUGAR DONDE NOS CONOCIMOS
Chapter Text
Hacía poco que había estado aquí. Tenko miraba alrededor; el bar de Jin, o más exactamente LOV, que era su nombre original, era como un pequeño refugio para él. Conocía a Jin desde hacía varios años, y gracias a él, el rubio pudo adquirir este bar, pues era propiedad de sus padres, pero Tenko se lo alquiló.
Toga llevaba trabajando ahí casi desde que se abrió. Tenko estaba en el bar cuando, tres días después de la apertura, una chica rubia, con una bella sonrisa, se acercó a la barra; tras unas palabras, Jin la contrató. Tenko no había tenido mucho contacto con ella, por lo que se avergonzó cuando un día, Toga dejó su teléfono encendido y con el chat abierto, y, sin intención, pudo ver una conversación con una chica de pelo castaño. Lo poco que leyó fue que ese día, al parecer, Toga se sentía algo decaída y le preguntó a esa chica: ¿Me ves guapa?, a lo que la chica castaña respondió: La más guapa del mundo. Tenko se ruborizó, sintiendo que había visto algo muy privado, así que salió corriendo de allí.
En ese mismo bar conoció a Spinner. Fue hace dos años, una noche en la que Tenko estaba algo pasado de copas. Spinner se acercó a la barra, y Tenko, literalmente, cayó en sus brazos.
—Hey, ten más cuidado —dijo Spinner, apartando a Tenko. —L-lo siento... pero creía que eras producto de mi imaginación —balbuceó Tenko, borracho y apenas pudiendo hablar—. Jeje... no pensé que alguien tan guapo fuese real.
Spinner se sonrojó y se alteró tanto que derramó la bebida que Jin acababa de servirle.
—¡Mierda! —exclamó Spinner.
—Oh vaya, te has manchado —dijo Tenko, acercándose y, de manera totalmente natural, se quitó la camisa para limpiar los restos que habían caído en las piernas de Spinner, quien estaba totalmente fuera de sí.
—¡¡O-oye...!!
De alguna manera, Tenko acabó de rodillas en el suelo entre las piernas de Spinner, mirándolo hacia arriba, con la cara roja y los ojos brillantes por el alcohol. Las pupilas de Spinner se dilataron ante aquella escena y no pudo evitar una erección, la cual Tenko vio crecer con total claridad, y con una sonrisa comenzó a pasar sus dedos. Ahí, Spinner se levantó de un salto, atrayendo la atención de todos a su alrededor, y tras disculparse, corrió al baño. Mientras intentaba recuperar el aliento en uno de los cubículos, oyó la puerta abrirse y una voz.
—Oye... perdona por lo de antes... estoy algo borracho y sé que te he hecho sentir incómodo... —dijo Tenko, aún ebrio, pero con un poco más de control.
Spinner, al oír su voz, no pudo evitar notar cómo su erección crecía y se endurecía más.
—Bueno, solo era eso, perdona por mancharte... ya me voy.
—¡¡ESPERA!!
El grito de Spinner dejó a Tenko momentáneamente bloqueado en el sitio. Oyó la puerta del cubículo abrirse y a Spinner, respirando con dificultad y con una erección más que evidente en su pantalón. Tenko lo miró, y antes de poder decir nada, Spinner lo tenía contra la pared, presionando su cadera contra la de él, soltando jadeos y pegando su cara a la del peliazul.
—Me llamo Shuichi Iguchi... —dijo Spinner como pudo.
—Ho-hola... yo soy... Tenko Shimura...
Spinner sonrió.
—Bien, ya no eres un desconocido...
Tras esto, lo besó de forma tan apasionada que Tenko pensó que iba a morir por asfixia. Esa sensación de ahogo cambió rápidamente por excitación y placer, respondiendo al beso y, apenas unos segundos después, arrodillándose para liberar la erección de Spinner, a quien comenzó a chupar como si fuese lo último que haría en la vida.
Apoyado en la pared, Spinner reprimía gemidos. Sus caderas empezaron a moverse al ritmo de los movimientos de Tenko, hasta que, finalmente, tras un grave gemido, el rostro de Tenko quedó cubierto de semen. A él no pareció importarle, pues se relamió los labios y tomó con sus dedos algunos restos para llevarlos a la boca y saborearlos. Spinner creyó que iba a volverse loco al ver eso y sufrió otra erección. Esta vez, encerrados en el cubículo, Tenko subía y bajaba sobre Spinner, sintiendo cómo ese miembro lo perforaba por dentro. Los gemidos ya no se reprimían, tanto que los que se acercaban a la puerta del baño podían oírlos, por lo que Jin tuvo que subir el volumen de la música.
Aquel desenfreno y pasión terminó con ellos dos en el pequeño apartamento de Spinner, donde lo hicieron una tercera vez, mucho más salvaje que las anteriores. Tenko gemía y gritaba de placer, agarrando las sábanas mientras Spinner lo embestía de forma ruda hasta que, exhausto, acabó sobre él tras una última descarga.
Mientras Tenko se perdía en sus pensamientos, la puerta del bar se abrió y un hombre de pelo largo y negro entró, pasando su mirada por todo el establecimiento hasta que vio al chico de pelo azul sentado en una de las mesas. Suspiró y se acercó. Cuando Tenko se percató de su presencia, ya estaba sentado frente a él.
—A... Aizawa-sensei.
—Buenas tardes, Shimura —dijo el hombre, observando sus ojeras.
Se formó un breve silencio entre ellos, y el profesor fue quien se encargó de romperlo para zanjar el asunto.
—Bueno, Shimura, creo que deberíamos aclarar algunas cosas.
Tenko lo miró y suspiró, no sabía bien qué decir, pero antes de poder decidirse a hablar, Aizawa se adelantó.
—Como imagino sabrás, tu novio vino a verme...
Tenko tragó saliva.
—Sí... siento mucho lo que pasó.
Aizawa lo miró y suspiró.
—Hablamos muy poco, pues él solo quería pegarme a toda costa, pero básicamente me dijo que te había seducido, que yo te gustaba, y que incluso, eso que me comentaste sobre cambiar de especialidad, que luego viniste para decirme que lo habías pensado mejor, era solo para estar cerca de mí.
Tenko se ruborizó, no sabía que Spinner había hablado tanto.
—E-eso... bueno...
—Por lo visto —interrumpió el profesor— tu novio piensa que estás enamorado de mí o que te gusto...
Tenko se sonrojó aún más. Quería irse de allí, aquello era demasiado vergonzoso.
—E-eso...
Aizawa lo detuvo.
—Quiero disculparme si he hecho o dicho algo que te haya podido confundir de alguna forma, no era mi intención.
Tenko sabía esto, pero sintió cierto dolor al oírlo.
—Mi intención era hablar con tu novio para explicarle la situación, pero no sé cómo contactarlo. No quiero que tengas problemas por mi culpa.
—Aizawa-sensei... no se preocupe...
—Insisto —dijo Aizawa, inclinándose hacia adelante.
Tenko, aún nervioso y avergonzado, lo pensó. Podría ser buena idea que Aizawa le contara a Spinner que no había nada entre ellos y que nunca lo habría. Tal vez así querría volver con él.
—Va-vale...
Tras hablar un poco más, ambos decidieron ir al local de tatuajes para hablar con Spinner. Tras pagar la cuenta del bar, caminaron hacia la puerta, y al abrirla, con intención de salir, se toparon de frente con Spinner, el cual parecía totalmente sorprendido de ver a Tenko, aunque su expresión cambió a uno de molestia y cierto dolor al verlo junto a Aizawa.
-------------
CONTINUARÁ
Chapter 50: ENTRE EL AMOR Y LA RABIA
Chapter Text
Kai salía de la comisaría, lo habían vuelto a llamar para rellenar unos papeles y para advertirle de que el hombre al que agredió en su trabajo lo había vuelto a denunciar, pero gracias a los testimonios de alguno de los compañeros, se pudo demostrar que la agresión de Chisaki fue en defensa propia, por lo que le quitaron los cargos de agresión.
Al salir, Geten lo esperaba y cuando le contó todo, una gran sonrisa se formó en sus labios. El peliblanco sintió el impulso de abrazarlo, pero se contuvo, gesto que Kai miró con cierta molestia, y sin decir nada, metió las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, uniéndose a su lado Geten.
Durante la caminata, Kai sintió el impulso de poner a Geten contra una pared y besarlo de la forma mas ruda y pasional que se le ocurriese, pero debía reprimirse por su pareja. Cada vez le costaba mas cumplir esa petición.
Spinner caminaba a paso rápido, con los puños apretados, mientras que tras él, Tenko lo seguía.
—Shui... por favor, déjame explicártelo, no es lo que piensas...
—Tenko, mejor cállate y no me sigas...
El peliceleste se detuvo, apretando el puño y miró atrás, Aizawa iba detrás de él a cierta distancia. Aquel accidentado encuentro entre los tres a la salida del bar, acabó con Spinner huyendo casi a toda prisa. Y ahora el pelimorado avanzaba, no quería hablar con Tenko y menos cuando lo había visto salir de un bar con Aizawa.
—Shui...
Spinner se detuvo, estaba cansado de todo.
—¡¿Qué mierdas quieres?! —gritó dándose la vuelta para enfrentar a Tenko —no ha pasado ni una semana desde que cortamos y ya te estás viendo con él.
—Shui, por favor, no es lo que piensas, él me llamó...
—Ah, claro... y si él te llama tú vas con el culito preparado, ¿eh? —dijo lleno de rabia.
Tenko agachó la cabeza algo humillado.
—Oye —la voz potente de Aizawa resonó —está bien que te enfades, pero no es razón para humillarlo.
—Tu mejor no te metas, imbécil —respondió Spinner con rabia.
Aizawa alzó una ceja.
—¿Imbécil? —repitió el profesor algo incrédulo por lo que había oído.
—Si, eso es lo que eres, un imbécil, que te gusta entrometerte en las relaciones de los demás, y sobre todo meterte con alumnos... malnacido.
Aizawa sonrió, claramente perdiendo poco a poco su paciencia.
—Shui, por favor, hazme caso, él y yo no...
—Tenko, ya por favor, es suficiente, no quiero saber nada mas de ti ni de él ni de nada —Spinner volvió a caminar alejándose de ellos.
Algo mas cansado de todo esto, Aizawa avanzó unos pasos y agarró del brazo al chico de los tatuajes, haciéndolo mirar hacia él.
—Oye, puto mocoso, escucha lo que tiene que decirte —le dijo con una voz profunda.
—Suéltame o...
—¿O qué? ¿quieres que te vuelva a dejar la cara hecha mierda?
Spinner gruñó y trató de soltarse, pero la fuerza del profesor era superior a la que él podía pensar. Aizawa aumentó la fuerza de su agarre y Spinner cayó de rodillas y soltando un leve quejido.
—S-suéltame... mierda...
—¡Shui!
Tenko se acercó y se puso de rodillas delante de Spinner, Aizawa lo soltó, por lo que ambos quedaron de rodillas frente a frente.
—Tenko, por favor... ya basta —las lágrimas comenzaron a salir de los ojos del chico tatuado.
—Shui, por favor, solo escúchame... —Tenko lo sujetó de la cara —Aizawa-sensei y yo no somos nada, él me llamó porque quería disculparse conmigo y contigo por todo lo que pasó y todo el malentendido y todo el error que yo cometí.
Spinner alzó levemente la mirada hacia el peliceleste.
—Es todo mi culpa, yo... vi cosas donde no había y por mi maldita tendencia te hice daño... —Tenko lo miraba y hablaba de forma tranquila, aunque se notaba que poco a poco dejaba escapar algunos quejidos y sollozos. Su maldita promiscuidad le estaba costando muy caro ahora, justo frente a la persona que mas quería.
—Pero él te gusta...
—Si, me gusta... al igual que me gustan otros hombres... pero al único que yo quiero es a ti...
Spinner bajó la cabeza, aun llorando.
Aizawa se acercó y le puso una mano en la cabeza al pelimorado.
—Chico, hazle caso y escúchale... no seas tonto.
Tras eso, el hombre de pelo largo hizo un gesto de despedida y se fue de allí, dejando a la pareja a solas en medio de la calle.
Esa noche, Toya pensaba mientras el agua de la ducha recorría su cuerpo, aun sentía en sus manos la piel caliente de Keigo, pues no supo que pasó ni como fue que acabó encima de él haciéndole cosquillas. Cada vez que durante el trayecto a casa con Shoto quería pensar en que momento pasó eso no lo recordaba, había sido tal la comodidad de aquel momento y la seguridad que se había dejado llevar. Por un momento había retrocedido cuatro años en el tiempo.
Bajo él, miró las palmas de sus manos, movió sus dedos, por un momento volvió a sentir la piel de Keigo, su tacto suave, su cintura. Sin darse apenas cuenta de que su propio cuerpo empezaba a calentarse, empezó a respirar agitado y lo que tenía entre las piernas comenzaba a hincharse y tensarse, y finalmente una última imagen de Keigo en ese sofá, tumbado, bajo su cuerpo, con las mejillas rojas por reírse, la camiseta levemente subida dejando a la vista parte de su vientre y ese pantalón corto, que al subirse mostraba sus piernas suaves. Toya apoyó una mano en la pared de la ducha, y la otra la llevó a su entrepierna, agarró su miembro y con movimientos suaves comenzó a masturbarse.
----------------
CONTINUARÁ
Chapter 51: AMOR, EXES Y TENSIONES OCULTAS
Chapter Text
Era lunes y, tras pasar el domingo entero con Keigo, Takumi volvió a primera hora al estudio con Enji y el equipo de productores para seguir trabajando en sus canciones. Nakamura llegó algo cansado, se había ido muy temprano de casa; Keigo ni siquiera se había despertado y solo le había dejado una nota.
No podía negar que estaba algo molesto, pues todavía no se borraba de su mente la escena que presenció el otro día entre Keigo y Toya. Fue demasiado desagradable para él ver a Toya encima de Keigo y con sus manos en su costado y cadera. Se contuvo, pues pudo ver que no había nada malicioso en el acto de Toya; era un simple juego, como le explicó Keigo después, pero verlos juntos y lo bien que congeniaban le hizo sentirse muy desgraciado.
—Nakamura-kun, buenos días —dijo Enji nada más verlo entrar al estudio.
—Buenos días, Endeavor-san —respondió de forma escueta y con voz apagada.
Enji alzó una ceja.
—¿Sucede algo?
Takumi suspiró, dejando su guitarra en la mesa del estudio, una sala bien iluminada, con una gran mesa circular de color blanco en el centro y varias ventanas.
—Solo estoy algo cansado y tengo un pequeño problema con mi novio, pero está solucionado.
—Oh, vaya, ¿espero que no sea nada grave? —dijo Enji mientras encendía su ordenador—. ¿Tiene que ver con lo que hablamos sobre ocultar tu relación?
—No, no, Keigo aceptó eso sin problemas. Es solo que... —Takumi miró a Enji. El problema era más bien personal, y tampoco era grave, pues Keigo ya le explicó que Toya solo fue con Shoto a verlo porque se lo pidió el niño. También era cierto que, por alguna razón, sentía cierta comodidad con Endeavor. De alguna manera, sentía que le debía mucho a ese hombre, pues era quien iba a cumplir su sueño. Aunque hacía poco que lo conocía, sentía que podía contarle cualquier cosa.
—No es gran cosa... solo encontré a mi novio con su ex en mi casa...
Enji alzó una ceja, algo sorprendido.
—Bueno... no me hagas mucho caso, pero que tu novio y su ex se vean a tus espaldas no es...
—No fue a mis espaldas... bueno... sí... a ver...
Enji lo miraba atentamente; veía en el rostro del chico cierta duda y confusión, una situación perfecta.
—¿Me estás diciendo que tu novio llevó a su ex a vuestra casa cuando tú no estabas? —Enji hizo esa pregunta con un tono bastante llamativo, dando a entender que si no se daba cuenta de lo que pasaba, era tonto.
—Sí... el hermano pequeño de su ex quería verlo...
—Oh... la táctica de usar a un niño pequeño para verlo... es muy vieja...
Takumi se encogió un poco. Sabía que, si no conocían la naturaleza de la relación actual de Keigo y Toya, podía sonar raro. Incluso a él, que sabía todo, le parecía mal.
—Sé que no suena muy bien, pero Keigo y su ex son amigos ahora... y...
—Oh... ¿amigos? ¿Tú... eres amigo de tus exes?
Takumi se rascó la cabeza.
—La verdad es que Keigo fue mi primer novio formal, así que no tengo exes.
Enji lo miró nuevamente, apoyó su codo en la mesa y la cabeza en su mano.
—Ya veo. Bueno, no quiero decir nada, pero ya te advertí sobre tu novio. Yo no lo conozco, pero, por lo que me has contado, no ha perdido la oportunidad de, en cuanto has estado unos días fuera, llamar a otro.
—Keigo no es así...
—Claro. ¿Puedes asegurar que la excusa del hermanito es cierta y no fue el mismo Keigo quien llamó a su ex?
Takumi se quedó callado. Él confiaba en Keigo, no tenía razones para dudar de él.
—Confío en Keigo. Sé que no me engañaría...
—Bueno, es bueno que tengas esa confianza con él —sonrió Enji al final de la frase—. Los rubitos como él son muy tentadores, y si ese ex...
—Se llama Toya Todoroki.
Enji esbozó una sonrisa muy amplia.
—Ese ex suyo seguro que no tiene intención de volver con él, ¿verdad?
Takumi no pudo decir nada. Sabía que Toya aún sentía algo por Keigo; quedó claro por cómo reaccionó cuando se conocieron.
—N-no... bueno...
—También te digo —Enji lo interrumpió—, le echamos la culpa al ex, pero ¿estás seguro de que tu novio no es quien va buscándolo?
Takumi, al escuchar esas palabras, no pudo evitar recordar las veces que Keigo hablaba de Toya en casa. En cada conversación, siempre aparecía Toya, como aquella vez que sufrió el ataque solo porque no sabía dónde estaba...
—No... no creo... —dijo Takumi, sin convicción.
Enji lo miró con una fina sonrisa y luego al techo.
—Bueno, dejemos esto por ahora y centrémonos en las canciones. Hoy grabaremos las primeras.
Esa mañana, Toya caminaba junto a Keigo camino a la universidad. Para ninguno de los dos lo sucedido días atrás había desaparecido, por lo que un leve silencio se mantenía entre ellos, roto de vez en cuando por algún intento de iniciar una conversación.
—Shoto puede venir cuando quiera a jugar a casa... —dijo Keigo sin mirar a Toya.
El pelirrojo suspiró y siguió caminando sin tampoco mirar al rubio.
—Claro, se lo diré.
—Tú también puedes ir... —dijo Keigo tras otro breve silencio.
—No creo que a Nakamura le haga mucha gracia... —respondió Toya entre risas falsas.
Keigo suspiró; entendía el punto del comentario de Toya, pero Takumi no tendría motivos para enfadarse, solo era un amigo yendo a verlo, nada más.
—No te preocupes. Además, últimamente, como ya te dije, pasa mucho tiempo fuera preparando su álbum. Esta mañana, sin ir más lejos, se fue mientras dormía y me dejó una nota. Me dijo que trataría de volver esta noche, pero lo más seguro es que se pase gran parte de la semana fuera.
—Ya veo... —respondió el pelirrojo—. Te aburrirás solo...
—Bueno, por las mañanas estoy en clase y por las tardes en la tienda, pero es verdad que las noches son algo solitarias.
—Yo podría hacerte compañía —dijo Toya sin pensar, y al darse cuenta, se tapó la boca—. Qu-quiero decir... que seguro puedes llamar a Usagiyama...
Keigo miraba al frente, un leve rubor en sus mejillas era palpable.
—Rumi está pasando estas semanas en casa de sus tíos... Estoy algo solo, la verdad...
Toya tragó saliva; se le había ocurrido algo, solo esperaba que no sonara muy raro.
—Bueno... si quieres, una noche podemos hacer como una fiesta de pijamas o algo así.
—¿Fiesta de pijamas?... —Keigo rió esta vez mirando a Toya, sorprendido por la proposición—. Toya, ya no somos niños.
—Bueno... no hay edad para pasar una noche con amigos... Podemos invitar a Shimura y Geten, por ejemplo. Será como un campamento.
Keigo lo miró, comprobando si aquello había sido una broma o no, pero al ver el rostro serio y algo sonrojado del pelirrojo, supo que hablaba en serio.
—Pe-pero en mi casa no cabríamos todos...
—Bueno, podemos hacerlo en la mía. Es grande y podemos dormir todos juntos en una de las habitaciones grandes del segundo piso —Toya siguió sin demostrar la ilusión que le hacía todo esto.
Keigo se rascó la nuca y miró al cielo.
—Lo puedo pensar... Tendría que avisar a Taki igualmente, no quiero malentendidos...
Toya asintió.
—Claro... solo somos cuatro amigos... durmiendo juntos.
-----------
CONTINAURÁ
Chapter 52: LA FIESTA INESPERADA
Chapter Text
—¿Una fiesta de pijamas?
Takumi se encontraba sentado en la mesa de la cocina. Era de noche, acababa de llegar del estudio algo cansado y, tras saludar a Keigo, este quería hablar con él sobre lo que había conversado con Toya. La supuesta fiesta de pijamas había sido totalmente improvisada. En un principio, Keigo no quiso, pues pensaba que era algo para niños, pero luego pensó que sería una buena forma de no pasar al menos esa noche solo, ya que últimamente Nakamura pasaba más tiempo fuera de casa que con él.
—Sí, Taki, sé que puede sonar infantil, pero me apetece. Quiero pasar tiempo con mis amigos. Ya que tú estás ocupado con tu trabajo, pensé que sería buena idea.
Takumi lo miró; no veía mal que Keigo hiciera eso. Es más, se sentía algo culpable por estar tanto tiempo fuera de casa.
—Es una buena idea. Y, ¿qué, vendrá Usagiyama? —preguntó el pelirrojo.
Keigo soltó una risa nerviosa.
—Bueno, Rumi está pasando este mes con sus primos... ella no vendrá.
Takumi alzó una ceja.
—¿Entonces?
—Bueno, van a venir... Tenko, Geten... y Toya.
La mirada de Takumi se endureció por un momento al oír el nombre de Toya. No olvidaba lo que pasó hacía unos días, cómo los sorprendió en el sofá. Keigo pudo ver con absoluta claridad la expresión contrariada de Nakamura al mencionar a Toya.
—Taki, tranquilo, solo van a venir a dormir... bueno, comeremos algo y veremos alguna peli... nada más.
Nakamura lo miró fijamente, pero estaba algo cansado y no tenía ganas de discutir. Solo quería dormir, ya que a la mañana siguiente debía ir otra vez al estudio.
—Está bien... —bostezó.
Nakamura se levantó y besó a Keigo. Mientras daba tumbos, se encaminó a la cama para dormir. Keigo sonrió ante eso y agarró su teléfono para mandarle un mensaje a Toya y confirmarle que ese fin de semana podrían hacer la fiesta.
Toya estaba en la cama cuando recibió la notificación en su teléfono. Lo agarró, lo miró, y al ver el mensaje de Keigo, sus ojos se abrieron. Su mente empezó a divagar, pensando en todo lo que podría pasar, y ya iba por su tercer pensamiento sexual con Keigo en su apartamento cuando se forzó a parar. Debía recordar que Keigo ya no era suyo y que eso que pensaba no volvería a pasar.
Suspiró y decidió contactar con Tenko y Geten. Mandó un mensaje al peliceleste. Desde que cortó con Spinner estaba algo decaído, por lo que pensó que esto le iría bien. Su sorpresa fue grande cuando contestó al instante y aceptó ir a la fiesta.
Toya sonrió, pues su amigo parecía algo más contento que días atrás. Ahora era turno de Geten. Debía reconocer que su primer encuentro no fue muy bueno, pero con el tiempo, pudo ver que el peliblanco era alguien agradable, educado, algo tímido, y se le veía muy buena persona. Decidió llamarlo y, a los pocos tonos, respondió.
—¿Hola?
—Geten, soy Toya —dijo todavía tumbado en la cama.
—Oh, Todoroki-kun, ¿pasa algo?... es tarde.
—Por favor, puedes llamarme Toya —contestó el pelirrojo.
—Oh... vale, Toya-kun, perdona...
—No, no, tranquilo —rió—. Es que, verás, Keigo y yo estamos organizando una fiesta de pijamas este sábado y quería saber si quieres venir.
Se formó un breve silencio, pues eso tomó a Geten por sorpresa, por lo que tardó en responder.
—¿U-una fiesta de pijamas? —respondió al final.
—Sí, será en mi casa. Comeremos algo, veremos alguna peli y dormiremos.
Se formó otro breve silencio.
—¿Y seremos solo nosotros?
—No, también viene Shimura.
—Ah... bu-bueno... vale... me apunto.
Toya sonrió.
—Perfecto, muchas gracias.
—No es nada... seguro será divertido.
—No lo dudes. No te olvides del pijama —rió Toya, intentando hacer una broma—, a menos que te guste dormir desnudo, en ese caso, tenemos un problema —volvió a reír.
Toya no lo pudo ver, pero pudo sentir cómo Geten se sonrojaba a través del teléfono.
—¡N-N-N-NO, NO DUERMO DESNUDO... YO NO...! —gritó el peliblanco casi con urgencia.
Toya rio a carcajadas ante la respuesta.
—Tranquilo, que era broma —dijo entre risas.
—Eres tonto... —dijo Geten en voz baja y tímida a través del auricular.
Toya no pudo evitar volver a reírse.
—Lo siento, lo siento... —dijo entre risas.
En el gran edificio de Radiant Stars, Enji se encontraba detrás de la mesa de su despacho. Frente a él estaba un hombre joven, vestido de forma informal, con un teléfono en las manos.
—A ver, Endeavor, este es el resultado de la primera canción —dijo el hombre, que no era otro que el productor principal de la compañía.
Enji miró la pantalla y escuchó los primeros segundos de la canción.
—Suena bien, Jiro.
—Pues claro que suena bien, soy Kyotoku Jiro, el mejor productor de este país.
Enji rodó los ojos y lo miró, alzando las cejas y con un gesto con la cabeza le indicó que se fuera. Al atravesar la puerta, se cruzó con Tamaki.
—Endeavor-san... —para el chico todavía se le hacía raro llamar a su jefe por ese nombre, pero por alguna razón había prohibido que no usasen su nombre en la empresa— ya es hora de irme, ¿necesita algo más?
Enji miró a la puerta donde el chico de pelo morado esperaba su respuesta. Miró el reloj y vio que eran más de las doce de la noche.
—No, puedes irte.
—Bien, señor —respondió y se dio la vuelta.
—Espera, antes de irte, agenda la sesión de grabación para Nakamura para mañana.
Tamaki asintió, pero antes de irse lo miró.
—Endeavor-san, no... no soy nadie para decir esto, pero ¿no cree que Nakamura-kun pasa mucho tiempo aquí?
Enji lo miró.
—Quien algo quiere, algo le cuesta —dijo con los ojos fijos en Tamaki—. Cuantas menos distracciones tenga, mejor rendirá. Y con perdón, pues tú también tienes pareja, pero estar con tu novio es perder el tiempo cuando hay trabajo, te descentra.
Tamaki no dijo nada, solo asintió y se fue. Enji vio cómo el chico cerraba la puerta y esbozaba una fina sonrisa, pues la razón por la que mantenía a Nakamura tanto tiempo ahí no era esa. Keigo era un obstáculo para él. ¿Por qué no hacerlo desaparecer de la vida de Nakamura, privándolo de su presencia y minando la confianza de ambos?
-----------------
CONTINUARÁ
Chapter 53: CONFIANZA Y DUDAS EN LA NOCHE
Chapter Text
El tiempo pasó más rápido de lo esperado y finalmente llegó el día. Era sábado, y Toya sentía algo de nerviosismo. Por petición suya, Fuyumi pasaría la noche fuera, en casa de una amiga, mientras que Natsuo y Shoto se quedarían en casa. El pelirrojo les hizo prometer que se portarían bien.
El día anterior, Toya había enviado a Fuyumi a comprar algunas cosas: refrescos y algo de comida para esa noche. Cuando por la tarde comenzó a oscurecer, el sonido de la campana de la puerta hizo que los nervios de Toya crecieran un poco más. Al abrir la puerta, vio que el primero en llegar fue Tenko. Le alegró ver a su amigo mucho más contento que la última vez que lo había visto. No sabía qué habría pasado con Spinner, pero algo le decía que las cosas se habían, por lo menos, estabilizado un poco.
—Hey, Shimura, como siempre, el primero cuando hay una fiesta.
Tenko sonrió y chocó el puño que Toya le tendía. Cargaba con una mochila, donde llevaba su pijama.
—Sabes de sobra que nunca me perdería una fiesta —respondió el peliceleste.
Toya rió y lo dejó pasar. Mientras caminaban hacia el salón, otra vez sonó la puerta. Toya indicó a Tenko que avanzara y volvió a ver quién era. Al abrir la puerta, los cabellos rubios y los ojos dorados de Keigo hicieron que sonriera por su presencia. Tardó más en fijarse en quién estaba a su lado, pero tras salir de su ensimismamiento, notó la presencia de Geten.
—Hola —dijo Toya finalmente, mirando a los dos chicos.
—Hola, buenas tardes —respondió Geten, mientras sostenía una pequeña bolsa de viaje donde llevaba su pijama—. Gracias otra vez por invitarme.
—No te preocupes, pasa, Shimura está dentro con mis hermanos.
Geten sonrió, asintió y entró, dejando solos a Toya y Keigo en la puerta. Por un momento, ninguno de los dos habló, hasta que Keigo rompió el silencio.
—Hola.
—Hola —respondió Toya con un hilo de voz, y luego tosió para repetir el saludo con su tono normal. Keigo sonrió ante el gesto del pelirrojo.
—Gracias otra vez por hacer esto por mí —Keigo sonrió, llevándose la mano a la nuca, agradecido.
—No es nada... tú me ayudas con Shoto todas las tardes sin pedir nada a cambio. Es lo mínimo que puedo hacer... —dijo el pelirrojo, bajando un poco la mirada, provocando un momento incómodo en el que ambos se sintieron avergonzados, mirando al suelo.
Ese momento fue interrumpido por la voz de Shoto, que se acercó a Toya y lo agarró de la camiseta. Al ver a Keigo, se aproximó a él.
—Hola, Keigo.
—Hola, Shoto-kun —saludó el rubio, pasándole la mano por el cabello al niño.
—¿Es verdad que vas a dormir hoy en casa? —preguntó el pequeño con emoción en la voz.
—Así es, Toya me invitó.
Shoto miró a su hermano y sonrió. Tomó a Keigo de la mano y lo llevó adentro.
—Ven, te voy a enseñar mi habitación.
Keigo miró a Toya y sonrió mientras se dejaba arrastrar por el pequeño, escaleras arriba, rumbo a la habitación.
Mientras Shoto llevaba a Keigo a su cuarto, Toya suspiró y entró de nuevo en la casa, yendo al salón donde Tenko, Natsuo y Geten estaban sentados. Natsuo miraba a Geten con ojos curiosos. A su lado, Tenko contenía la risa, ya que la mirada inescrutable de Natsuo ponía nervioso a Geten.
Cuando Toya entró al salón y vio la escena, se quedó estático por un momento.
—Natsuo, no hagas eso, es de mala educación.
Natsuo miró a su hermano y señaló a Geten.
—Pero se parece mucho a mamá.
—Bueno —Toya se adelantó y se sentó—. Eso es porque Geten es parte de la familia.
Natsuo recibió esa información con sorpresa y volvió a mirar a Geten.
—Entonces, ¿eres mi hermano también?
—¿Qué? —Geten se alarmó.
—No —Toya suspiró—. Es parte de la familia de mamá.
Natsuo se rascó la cabeza y asintió.
Luego, la mirada de Toya se dirigió a Tenko, quien parecía estar mucho mejor, así que decidió preguntar directamente.
—Shimura, ¿ha pasado algo bueno? Te veo más animado.
—Sí, bueno... digamos que las cosas van mejor ahora.
—Oh, ¿te arreglaste con Spinner? —preguntó, sorprendiendo un poco a Geten, que no sabía de lo que hablaban, y a Natsuo, que seguía mirando a Geten fijamente.
Tenko agachó un poco la cabeza, pero no perdió su semblante tranquilo.
—Hemos aclarado los malentendidos, pero todavía no hemos vuelto a estar juntos. Spinner me pidió tiempo, dijo que necesitaba resolver algunas cosas antes...
Toya asintió, podía entender que dentro de la situación tan desagradable estaban en un punto intermedio.
—Me alegro —dijo finalmente Toya.
Tenko sonrió.
—Yo también... fui un poco tonto.
—Pues sí —rió Toya.
Geten observaba la conversación entre ellos. Ver cómo Tenko hablaba de Spinner le recordaba un poco a Kai, salvo que ellos no tenían problemas en reconocer su orientación, algo que para Geten era más complicado.
Poco después, se oyeron pasos bajando las escaleras, y pronto Shoto y Keigo aparecieron por la puerta. El rubio saludó a Tenko y a Natsuo, y comentó que Shoto le había hecho un tour por la casa.
—Pero Shoto —dijo Natsuo mirando a su hermano menor—. Keigo-san ya conoce nuestra casa, ¿no te acuerdas que hace cuatro años los pillaron en...?
Toya se apresuró a taparle la boca a su hermano y sonrió mirando a Geten, quien los observaba con los ojos muy abiertos. Aunque Natsuo no había terminado la frase, él entendió lo que quería decir y se sonrojó, mientras Tenko se reía. Toya intercambió una mirada con Keigo, quien, aunque también algo avergonzado, sonrió y suspiró.
Lejos de allí, en el edificio de Radiant Stars, Nakamura entraba por la puerta del estudio con un semblante algo decaído. Dejó su guitarra y sus cosas en la mesa y se tumbó en uno de los sofás, suspirando.
A los pocos minutos, Enji entró acompañado por Tamaki, quien le estaba contando algo sobre unos papeles, pero cuando el hombre vio a Nakamura, hizo un gesto para que Tamaki se fuera y se acercó al chico.
—Nakamura-kun, qué temprano llegas hoy.
—Buenas noches, Endeavor-san... Sí, estaba aburrido en casa y decidí venir antes.
Ese día Nakamura había tenido el resto de la tarde libre. Keigo y él habían salido al mismo tiempo de la casa y se habían despedido antes de ir a sus respectivos destinos.
—Vaya, pensé que querrías estar más tiempo con tu novio.
Nakamura suspiró.
—Hoy pasa la noche fuera con sus amigos... van a hacer una fiesta de pijamas.
Enji alzó una ceja y sonrió.
—Vaya, me sorprende la confianza que tienes en tu novio, y más después de lo que pasó con su ex en tu casa hace unos días...
Nakamura no dijo nada, solo volvió a suspirar.
—Yo no estaría tan tranquilo, la verdad —volvió a decir Enji.
—Bueno, sé que está bien donde está...
—¿Y dónde es?
—Va a pasar la noche con sus amigos... en casa de su ex.
Enji agradeció que el pelirrojo no lo estuviera mirando, porque la sonrisa que apareció en su cara fue imposible de ocultar.
—Vaya... toda una noche con su ex en su casa, ¿eh?
Nakamura se quedó en silencio, pensativo.
—En fin... ¿qué podría pasar? Solo van a dormir... ¿verdad?
Esa última frase llenó de incertidumbre a Nakamura, que comenzó a sentir una presión en el pecho y le costaba respirar.
-----------------
CONTINAURÁ
Chapter 54: ENTRE AMIGOS Y CONFLICTOS
Chapter Text
Tras la cena, que consistió en pizza, refrescos y algunas cosas más, los seis chicos estaban sentados en el suelo del salón. Shoto estaba encantado con eso; era la primera vez que se sentía tan bien rodeado de tanta gente. Natsuo, de tanto en tanto, observaba a Geten. Según pensaba el adolescente, su interés era que Geten se parecía mucho a su madre, y tras tantos años sin verla, sentía cierta atracción por el peliblanco.
Tenko se sentía muy a gusto entre sus amigos. Tras todo lo que pasó con Spinner y Aizawa, pasar este tiempo con ellos era sanador de alguna forma. Era agradable contar con ellos en estos momentos; es cierto que ya no estaban las cosas tan mal como antes, pero era un avance.
Mientras seguía atento a lo que Shoto contaba, el teléfono de Tenko vibró. Al mirar, vio un mensaje de Spinner:
<Espero que lo estés pasando bien, buenas noches, un beso>
Tenko sonrió y, en su pecho, notó todo el amor que sentía por ese chico de piel tatuada y pelo morado. Abrió el chat y le respondió:
<Buenas noches, te quiero>
Por su parte, Geten estaba algo nervioso. Era la primera vez que hacía algo así; nunca había tenido muchos amigos y ahora, de repente, tenía un grupo muy interesante. Todos eran muy amables con él, e incluso resultaba que era familia de uno de ellos. A ese punto de la noche, Geten ya no se alteraba por las miradas de Natsuo. Se había acostumbrado; el adolescente le hacía gracia, era bastante descarado y extrovertido. Geten pensó que cuando fuera algo más mayor, sería un rompecorazones.
En ese momento, también pensaba en Kai. Cuando le mencionó lo de esta fiesta, al principio le resultó extraño, pero luego se calmó. Era cierto que Kai aún no conocía a ninguno de sus amigos, y Geten quería presentarlo, pero había algo que le impedía dar el paso. Sabía lo difícil que era para Kai no demostrar afecto en público y ocultar su relación, pero el simple hecho de pensar que su familia podría enterarse de que era gay lo horrorizaba. Sin embargo, rodeado de sus amigos, se sentía cómodo y feliz.
Por otra parte, Toya estaba contento, rodeado de sus amigos y Keigo, quien parecía aún más contento. Reía y conversaba con el resto sin problemas. Era cierto que Shoto no se había separado de él en todo el rato, pero tanto Keigo como su hermanito se veían felices, y eso para Toya lo era todo.
Aunque eran esos momentos en los que los ojos amarillos de Keigo se cruzaban con los suyos que la felicidad parecía desbordarse. Toya sentía un calor familiar en su pecho y sus mejillas al ver la belleza de ese chico, con esa sonrisa tan radiante. Verlo le daba sensaciones contradictorias. Por una parte, le hacía feliz verlo sonreír, pero por otra, se lamentaba haberle hecho daño y abandonarlo como lo hizo.
—Toya...
El pelirrojo despertó de su ensoñación y miró al rubio.
—¿Sí?
—Parece que Shoto no puede más...
Toya miró y vio a Shoto acurrucado en el regazo de Keigo. Por un momento, sintió tal envidia que estuvo a punto de lanzarle algo para despertarlo, pero no lo hizo.
—Ya veo... creo que deberíamos irnos a dormir —respondió el pelirrojo, tratando de cargar a Shoto. Keigo lo ayudó y vio cómo el pequeño rodeaba con sus brazos el cuello de su hermano y descansaba su cabeza en su hombro.
—Sí, yo ya tengo sueño —dijo Tenko, poniéndose de pie.
—Bien, vamos entonces, venid.
Una vez todo estuvo en su sitio, Toya comenzó a caminar con Shoto cargado en sus brazos, subiendo las escaleras hasta la habitación de invitados, donde dormirían todos. Era una habitación grande, y al no estar amueblada, era fácil poner los futones en el suelo. Aun así, tendrían que dormir algo juntos.
Natsuo y Geten se ofrecieron a tender el futón de Shoto, y una vez listo, Toya lo dejó allí, tapándolo con la manta. Luego miró al resto.
—Bien, vamos a poner los futones sin hacer ruido.
Así, todos los organizaron, haciendo dos filas. Una fila de futones era Natsuo, Geten y Tenko; la otra fila era Shoto, Toya y Keigo. El pelirrojo no dijo nada, pero hizo todo lo posible para dormir al lado de Keigo.
Una vez en los futones, estuvieron hablando un poco más hasta que el cansancio los venció y decidieron acostarse. Toya miraba a su derecha, donde Shoto dormía plácidamente. Se volteó hacia la izquierda, y Keigo lo miraba, tumbado.
—Gracias otra vez por esto —susurró el rubio.
—No es nada... —Toya se acomodó en la almohada— es lo mínimo que puedo hacer.
Keigo sonrió, descansó más su cabeza en la almohada y miró al techo con una fina sonrisa. Agarró su teléfono y mandó un mensaje a Nakamura de buenas noches, el cual no fue respondido. Toya no le quitó el ojo en ningún momento; aunque Keigo parecía calmado, Toya, que lo conocía bien, notaba que estaba algo alterado.
Lejos de allí, en la agencia de Radiant Stars, Nakamura miraba la pantalla de su teléfono y el mensaje que Keigo le había enviado:
<Buenas noches, Taki>
No lo había respondido, pues sentía una presión extraña en su pecho.
Había terminado parte del trabajo de esa noche y ahora estaba tomando un descanso, tumbado en uno de los sofás con un café. No apartaba la mirada de ese teléfono.
Las palabras de Endeavor no dejaban de rondarle en la cabeza. Takumi no entendía por qué se sentía tan intranquilo; él confiaba en Keigo, sabía que no lo engañaría. Pero aun así, saber que estaba pasando la noche en la casa de Toya, durmiendo bajo el mismo techo, hacía que su sangre hirviera y su ansiedad creciera. A todo esto, se añadían las palabras de Endeavor, que tambaleaban la confianza de Nakamura.
En ese momento, Endeavor entró en la sala, y al ver a Nakamura tumbado, se acercó.
—Buen trabajo hoy. A este ritmo, el álbum estará listo en menos de un mes.
—Ya... —respondió el chico sin ánimos.
Enji tomó un sorbo de su café y lo miró.
—No te veo muy animado. Pensaba que este era tu sueño.
—Sí, lo es, y estoy muy contento... es solo que, bueno...
Enji se recostó en el asiento.
—Es por tu novio, ¿verdad? ¿Te preocupa lo que estará haciendo en casa de su ex?
Nakamura se encogió y estremeció al escuchar esas palabras y esa realidad. Enji vio ese gesto y sonrió.
—Haces bien en estar así. Yo no sería capaz de dejar a mi pareja con su ex una noche. Donde hubo fuego...
La pesadez en los hombros de Nakamura incrementó. Se sentía decaído, como si su cuerpo pesara mucho. Quiso alzar la cabeza y decirle a Endeavor que Keigo no era así, pero no pudo; la oscuridad había penetrado en su mente.
—Él no...
—¿Qué él no haría eso, quieres decir? —Enji rió— Me sorprende lo ingenuo que eres, Nakamura-kun.
Takumi lo miró, con los ojos caídos, su ánimo por los suelos, su autoestima desplomándose.
—¿Qué quieres decir?
Endeavor rió a carcajadas.
—Vamos, no me vengas con esas ahora... ¿En serio no te pareció extraño cuando tu novio estuvo de acuerdo en hacerse a un lado mientras tú triunfabas? Claramente, lo que buscaba era que estuvieses ocupado para poder estar con otros chicos sin vigilancia.
Takumi se levantó, molesto.
—N-no... KEIGO NO...
Enji lo miró y sonrió sin inmutarse.
—Vamos, Nakamura-kun, si en cuanto estuviste unos días sin ir por tu casa, se llevó a su ex y le dejó estar encima suyo, tocándole y haciéndole cosquillas.
Takumi comenzó a hiperventilar, y con una sensación de ahogo, corrió hacia el baño. Mientras tanto, Endeavor se tomó lo que quedaba de café y suspiró.
—En fin, solo un empujoncito más... —Enji miró a la ventana— Vamos, Toya, haz lo que mejor sabes: arruinarlo todo.
--------------
CONTINUARÁ
Chapter 55: BAJO LA LUZ DE LA LUNA
Chapter Text
La luna estaba en todo lo alto, era llena, por lo que la luz que proyectaba era máxima. Ese rayo de luz fue lo que despertó a Toya, quien, tras bostezar un poco y frotarse los ojos, se dio cuenta de que Keigo ya no estaba en su futón. Con los ojos cansados, se incorporó y miró a su alrededor. Pudo ver cómo el resto dormía plácidamente y cómo la puerta de la habitación estaba levemente abierta.
Toya se rascó la cabeza, se puso de pie y salió del cuarto sin hacer ruido. Afuera, miró a ambos lados del corredor, pero no vio nada. Decidió caminar hacia el piso de abajo, pensando que el rubio podría haber ido a la cocina o algo.
Justo cuando se disponía a bajar las escaleras, oyó un pequeño sonido que venía de su propia habitación. Bostezando y rascándose el vientre, se acercó. La puerta estaba entreabierta, y sin más la abrió y miró al interior. Allí estaba Keigo, sentado en el centro, mirando hacia la ventana, con la cabeza baja.
—¿Keigo? —preguntó el pelirrojo, a lo que el rubio respondió con un sobresalto. Al oírlo llamarlo, se levantó, asustado y alterado, y lo miró, dando unos pasos hacia atrás, acercándose a la ventana.
—To-Toya... lo siento... sé que no debía entrar... pero...
Toya se frotó la cara y entró en la habitación, acercándose a él.
—Hey, tranquilo, no pasa nada... ¿no puedes dormir?
Keigo tragó saliva y miró al suelo. Toya se detuvo para darle su espacio mientras respondía.
—Es solo que... antes, con la emoción y lo bien que estábamos, no me di cuenta, pero estar en tu casa, dormir aquí... me inquieta un poco. La última vez que estuve aquí, antes de reencontrarnos, no fue muy... agradable.
Toya asintió, sabía a qué se refería, a aquella vez que su padre los sorprendió mientras mantenían relaciones sexuales.
—Recuerdo ese día como si fuese ayer... —dijo Toya en un susurro.
Keigo sonrió.
—Yo también, no creo que se me olvide nunca la cara de tu padre cuando nos vio...
—Sí, al maldito viejo casi le da un infarto —Toya se cruzó de brazos y, debido a su somnolencia, no controló sus palabras—. Aunque sinceramente, verte desnudo es para que le dé un infarto.
Keigo se sorprendió un poco ante eso y se ruborizó.
—Toya... por favor...
Ahí el pelirrojo se dio cuenta de lo que había dicho.
—Pe-perdona... no quería incomodarte.
La luz de la luna comenzó a filtrarse por la ventana, iluminando un poco la habitación y la rojez del rostro de Keigo. Toya se rascó la nuca.
—Keigo...
El rubio lo miró, sin levantar del todo la cabeza.
—¿Sí?
—Hay algo que tengo que contarte.
Toya no sabía si era por su estado de somnolencia, si se sentía muy cómodo con Keigo, solos en su habitación, o simplemente estaba cansado.
Keigo lo miró. La leve luz de la luna que se filtraba no lo enfocaba del todo, pero el aura del pelirrojo era muy atrayente en ese momento.
—¿El qué?
—La verdadera razón por la que no hablé contigo en estos años...
El rubio ladeó la cabeza, sin comprender.
—¿Qué quieres decir? Ya me...
—No... esa no era la verdad... quiero decir... sí, era por eso, pero había otra razón.
Keigo no entendía nada, y cuando Toya empezó a hablar, se adelantó y le tapó la boca con sus manos.
—Toya, por favor... no... no quiero saber nada de todo eso... me da igual por qué no me hablaste en cuatro años. Ahora estás aquí... conmigo...
Keigo aún mantenía la boca de Toya presionada con sus manos, mirando al suelo. Hacía unos días que se sentía bastante mal. La ausencia prolongada de Takumi le estaba afectando más de lo que pensaba. Se lo había ocultado a todos, incluso al propio Nakamura, porque no quería interferir en su trabajo ni en su sueño, pero esos días que Takumi se encerraba en el estudio le hacían recordar esos cuatro años en que Toya desapareció. No sentía esa ansiedad agobiante, simplemente era un malestar, y ahora no quería añadir más leña al fuego con la explicación de Toya.
—Me basta con que estés aquí... —la presión sobre la boca del pelirrojo se suavizó, pero Keigo no apartó las manos, y él mismo sonrió, pasando sus dedos por los labios de Toya. Sin embargo, cuando se dio cuenta, se apartó y retrocedió hasta la ventana, tapándose su propia boca por el pensamiento que había tenido.
Toya, aún algo impactado por todo lo que había pasado, lo miró y vio su expresión.
—Keigo...
El rubio comenzó a soltar unas lágrimas finas, y Toya se asustó. Avanzó hacia él, pero Keigo se encogió.
—No... no te acerques...
—Keigo... ¿qué pasa?
El rubio miraba al infinito, con las pupilas muy dilatadas. En su mente, aquel pensamiento que tuvo al tocar los labios de Toya, un pensamiento de él besándolo, activó de inmediato su alerta. Al tener ese pensamiento, sentía que de alguna forma estaba engañando a Nakamura, y él no quería hacer eso.
—To-Toya... por favor... —Keigo comenzó a llorar aún más, abrumado por esa sensación.
El pelirrojo, al verlo llorar más, no pudo evitarlo y lo envolvió en sus brazos, tomando a Keigo por sorpresa. Al principio, trató de soltarse, pero al final, sus propios sentimientos lo obligaron a apoyarse contra el pecho de Toya y dejarse abrazar.
En ese momento, la luz de la luna se coló totalmente por la ventana, iluminando las siluetas de los dos chicos abrazados. El pelirrojo, unos centímetros más alto que el rubio, lo rodeaba con sus brazos, apretándolo contra él. Keigo, al sentirse seguro entre sus brazos, dejó de temblar y alzó su mirada para cruzarla con la de Toya. Al hacerlo, pudo ver cómo la luna iluminaba su rostro, sus ojos parecían brillar. Por su parte, Toya se quedó completamente embobado con la imagen de Keigo en sus brazos, y la luz de la luna iluminando su bello rostro, sus mejillas algo rojas y húmedas, como sus labios.
—Keigo...
El pelirrojo apretó más su agarre. Por un momento, se olvidó de todo: se olvidó de su padre, de su vida de estudiante, de su trabajo, de Nakamura, y cerró los ojos mientras acercaba su rostro al del rubio, quien, abrumado, también cerró los ojos justo cuando los labios de Toya besaron los de Keigo. Un beso suave, en un principio, un leve contacto entre sus labios, pero que poco a poco se fue intensificando, recordando los besos que se daban años atrás. Pronto, las manos de Keigo se posaron en las mejillas de Toya y las de Toya en las caderas de Keigo, mientras el beso se volvía más intenso.
Totalmente ajenos a que en el exterior, justo bajo esa ventana, un chico no perdía detalle de lo que pasaba. Sus ojos verdes se abrieron, sus puños se apretaron, y sintió cómo todo a su alrededor dejaba de existir e importar. Tras unos momentos, Nakamura ensombreció su rostro y, metiendo las manos en los bolsillos, empezó a alejarse de la casa de los Todoroki.
---------------
CONTINUARÁ
Chapter 56: ENTRE BESOS Y SOMBRAS
Chapter Text
Momentos antes de que Takumi llegara a la casa de los Todoroki.
Nakamura se miraba en el espejo del baño de Radiant Stars. La sensación de ansiedad no se iba, al contrario, aumentaba, y las palabras de Endeavor no ayudaban. Nakamura sabía que su jefe decía todo eso por su bien, solo eran advertencias, por lo que no veía maldad en sus palabras, ya que el hombre que iba a hacer que su sueño se cumpliera nunca podría hacerle daño.
Los pensamientos de Keigo, intimando de cualquier forma con Toya, atormentaban a Takumi. Él nunca había sido alguien celoso, confiaba en Keigo, sabía que lo quería y se lo había demostrado muchas veces, pero por alguna razón sentía una inseguridad tremenda cuando se trataba de Toya Todoroki.
Saber que ese maldito lo había abandonado cuatro años atrás, conociendo el mal estado mental en el que Keigo llegó a él, le hacía enfurecer. Pero a la vez sabía que, si Keigo había acabado tan mal, era porque amó mucho a Toya, a niveles inimaginables. Saber eso hacía que Takumi no pudiese dejar de pensar en que, tal vez, esa chispa aún seguía ahí, y que él solo se había encargado de estabilizarla o camuflarla. Esos pensamientos también lo abrumaban, pues aunque Takumi veía imposible que Keigo lo hubiera utilizado solo para olvidar a Toya, no podía evitar plantearse todo tipo de cosas.
Por un momento, su mente pareció calmarse, lo que le dio un respiro. Suspiró y se echó agua en la cara, pero entonces, como un pinchazo en su sien, imágenes de Keigo en brazos de Toya lo asaltaron. Por un instante, dejó de sentir y oír cualquier cosa. Miró su reflejo en el espejo y oyó la voz de Endeavor en su cabeza:
<Está claro que tu novio quería quitarte de en medio para verse con otros chicos>
La sensación de ahogo llegó aún más fuerte, y entonces pudo visualizar en su mente a Keigo desnudo mientras el resto de sus amigos lo tocaban. Con un grito ahogado, Nakamura salió del baño y, sin decir nada, corrió hacia la calle, pasando por el estudio donde Endeavor observó la escena con una sonrisa en la cara.
En la cabeza de Takumi solo estaba la imagen de la casa de Toya. Corrió por las oscuras calles, recordaba la dirección de la última vez que fue allí, y tras más de veinte minutos corriendo sin parar, llegó frente a la gran casa. Se apoyó en sus rodillas para tomar aire. Sabía que era tarde, que ya estarían todos dormidos, y tampoco quería que lo vieran, pero por alguna razón sintió la necesidad de ir, de ver con sus propios ojos lo que pasaba. Solo quería estar tranquilo.
En un momento en que recuperaba el aliento, su mirada fue atraída por unas siluetas en una de las ventanas. Cuando pudo distinguirlas, vio cómo Toya y Keigo se besaban.
Todo a su alrededor dejó de existir. Sintió como si algo muy pesado cayera sobre él. Quiso sentir rabia, apretando los puños, pero su cuerpo no respondía. Su mirada, aunque fija en los dos chicos en la ventana, parecía oscurecerse. Su cuerpo se tensaba y podía sentir algo latiendo en su sien. Cuando el shock se estabilizó, solo pudo girarse y caminar, perdiéndose por las calles de la ciudad, con los ojos fijos en la nada, dando un paso tras otro sin rumbo.
En la actualidad.
Los labios de Toya rozaban los del rubio, que se dejó llevar, sintiendo el calor familiar, la dulzura de esos labios, las manos en sus caderas, el tacto del rostro de Toya, muy similar al de Takumi... Takumi...
Keigo abrió los ojos y se apartó, tapándose la boca y mirando a Toya con los ojos muy abiertos, dándose cuenta de lo que había hecho.
Por su parte, Toya estaba perdido en su fantasía. Sentir los labios de Keigo había sido una bendición, tardó un momento en despertar y darse cuenta de lo que había pasado.
—Mierda...
Keigo dio un paso atrás, tapándose la boca, sus mejillas rojas, sus ojos fijos en el pelirrojo y su mente totalmente ocupada por Takumi. La culpa empezó a invadirlo.
—¿Po-por qué has hecho eso? —recriminó Keigo a Toya.
Toya dio un respingo, todavía estaba algo atontado.
—Lo siento... solo... no... no pude más...
Keigo aún estaba aturdido, se había detenido al chocar su espalda con la pared.
—Keigo... yo... sigo enamorado de ti...
Toya miraba a los ojos al rubio, el cual cada vez estaba más alterado, y vio cómo sus ojos se abrían aún más con esa confesión.
—Sé... sé que... no tengo nada que hacer... so-solo... —Toya no sabía por qué estaba diciéndole eso en ese preciso momento, pero eran palabras que querían salir de su boca y parecía como si ese beso hubiera abierto el cajón que llevaba intentando cerrar desde hacía mucho tiempo.
—Toya... por favor... para...
Keigo estaba abrumado, no podía pensar con claridad. Necesitaba procesar todo lo que había pasado, darle forma a sus pensamientos.
—Keigo...
El rubio lo miró, no pudo evitar soltar una lágrima. Sentía que estaba a punto de colapsar, comenzó a sentir que se ahogaba.
Toya dio un paso en su dirección. El rubio no se movió, era incapaz en ese momento, su cuerpo no respondía, hasta que el pelirrojo estuvo a escasos centímetros de él.
—Ke...
—No... —Keigo se apartó, llorando. Rodeó a Toya como si fuese un animal salvaje y miró la puerta—. Quiero irme... quiero irme...
—Keigo —Toya alargó la mano y agarró su brazo, pero el rubio lo apartó.
—No, por favor... quiero irme... quiero irme... —la voz de Keigo, aunque entrecortada, irradiaba nerviosismo, ansiedad y miedo.
Toya se detuvo mientras veía al rubio caminar de forma errática hacia la puerta de la habitación y salir de allí, observando cómo en lugar de girar para ir a la habitación donde dormían, enfilaba el camino hacia las escaleras. Al darse cuenta de que el rubio quería irse de la casa, lo siguió.
—Keigo... espera...
El rubio no hizo caso, caminó a paso rápido, notando su pecho bombear a toda velocidad, su cabeza embotada. Bajó las escaleras y agarró la puerta de la calle para abrirla cuando sintió unos brazos abrazándolo por la espalda y el calor de un cuerpo pegado a él.
Se sobresaltó, pero su cuerpo no reaccionaba. Toya lo abrazó con firmeza, pero con suavidad.
—Por favor... no te vayas...
—No... por favor... Toya... suéltame... —las lágrimas corrían cada vez más, su respiración se agitaba—. Por favor...
—Keigo, te amo.
Esas palabras parecieron atravesar la mente de Keigo, una vorágine de pensamientos lo invadió: Takumi, Toya, los años que pasó solo pensando que todo fue su culpa, el acoso que sufrió por parte de Goto Imasuji, la depresión, el intento de suicidio que solo Takumi conocía. Sin poder más, Keigo cayó desmayado en los brazos de Toya, abrumado por todo. Toya lo abrazó mientras se sentaba en el suelo.
—Lo siento... he sido un egoísta... —dijo con voz susurrante y lastimera.
Después de abandonar la casa de Toya, Takumi llegó, sin saber muy bien cómo, a la agencia de Endeavor. Subió las escaleras y llegó a la zona del estudio, su expresión era neutra. Al llegar, Enji lo vio entrar y, al ir a saludarlo y preguntar por qué se había ido, notó su expresión. Sin decir nada, el hombre siguió con la mirada a Takumi, que entró en el baño, mientras sacaba su teléfono y marcaba un número, llevándoselo a la oreja.
—¿Qué ha pasado?
Enji escuchó las palabras de su contacto y esbozó una sonrisa.
—¿Los ha visto?
Una carcajada siguió a la confirmación, mientras miraba la pantalla de su teléfono, donde su contacto le había enviado fotografías. En ellas se veía claramente la ventana donde Keigo y Toya se habían besado, y cómo Takumi los miraba desde la calle.
Enji esbozó una sonrisa y se recostó en el sillón donde descansaba, mientras veía cómo poco a poco todo seguía su plan.
-------------
CONTINAURÁ
Chapter 57: EL PASADO (PARTE 1)
Chapter Text
Hace 6 años...
Un empujón lanzó a Keigo, de 13 años, al suelo. El golpe no fue fuerte, pero la caída sobre la tierra de aquel descampado le hizo torcer el gesto. Un chico algo mayor que él lo miraba con soberbia, mientras otros cinco chicos reían detrás de él.
—Vamos, Takami, no seas nenaza. Levántate y haz lo que ibas a hacer —le retaba el mayor, mientras sostenía a un niño más pequeño por la camiseta, quien lloraba.
Keigo se recuperaba del impacto y trataba de levantarse, pero uno de los chicos que estaba tras el abusón lo volvió a empujar. Al ver la facilidad con la que caía, todos comenzaron a reír.
—Eres patético, Takami.
Keigo los miró con total impotencia desde el suelo. Eran seis contra uno, era totalmente injusto y, además, eran mayores.
—Dejadle en paz —dijo Keigo, mirando al niño que sostenía el chico que parecía ser el líder. Este alzó una ceja, agarró con más fuerza al niño, pero finalmente lo soltó, y el pequeño huyó despavorido.
—Ese mocoso no nos importa. Contigo nos lo pasaremos mejor —dijo el líder con desdén, apretando los puños mientras el resto coreaba su nombre.
Keigo sintió miedo al verlo acercarse. No pudo evitar pensar en su padre y en cómo todavía le dolían las costillas por la paliza que le dio esa mañana tras volver del instituto. El rubio cerró los ojos, dispuesto a recibir los golpes, cuando de repente escuchó un sonido de pisadas rápidas a su lado. Alguien corría desde detrás suyo hacia el grupo de chicos. Oyó gritos y golpes.
Al abrir los ojos, pudo ver cómo un chico de pelo negro y tatuajes extraños en la cara y brazos se peleaba con ellos. Tras unos momentos de confusión y golpes, el chico de pelo negro dio un paso atrás, mientras los seis chicos hacían lo mismo.
—¡Por fin te encuentro, Saito! No te voy a dejar escapar —dijo el chico, mirando al líder de los abusones y señalándolo con un dedo.
Los cinco chicos detrás del líder comenzaron a murmurar, hasta que la voz de este se alzó casi gritando:
—No te tengo miedo, Todoroki.
—¡ME LLAMO DABI, MALDITO ASQUEROSO! —gritó Toya antes de lanzarse con su puño directo a la cara del líder, tirándolo al suelo. Esto desató que los otros chicos se lanzaran contra Toya, propinándole algunos golpes.
Keigo, tratando de no hacer ruido ni molestar, se arrastraba hacia atrás mientras veía cómo el chico de pelo negro se enfrentaba a los cinco abusones. Tras unos momentos, algo magullado, Toya se limpió la sangre de su boca y miró a los chicos, que estaban en peor estado y comenzaron a huir. Sin embargo, cuando ya se iban, el líder se abalanzó sobre Toya. Un grito de Keigo llamó su atención, y Toya vio cómo el abusón intentaba atacarlo por la espalda. Aprovechando el momento, Toya le dio una patada que lo lanzó al suelo, sacándole un grito de dolor.
Toya se acercó y lo agarró del cuello de la camiseta, levantándolo.
—Si vuelves a tocarme los huevos, te quemaré vivo —lo amenazó antes de lanzarlo de nuevo al suelo, observando cómo el chico salía huyendo. Una vez que lo perdió de vista, Toya escupió algo de sangre y se limpió la boca. Fue entonces cuando se percató del chico rubio sentado en el suelo, temblando ligeramente.
Toya lo miró por un momento y se acercó a él, con las manos en los bolsillos.
—Eh, tú.
Keigo lo miró y tragó saliva, sin saber si le iba a pegar o no. Toya llegó justo frente a él y se detuvo. A simple vista, eran totalmente distintos: Toya llevaba el pelo negro, teñido, una chaqueta de cuero negra y unos pantalones azul oscuro con una camiseta blanca. Keigo, rubio, llevaba ropa de colores vivos, amarillos y rojos.
Tras mirarlo un instante, Toya suspiró, y sin sacar las manos de los bolsillos, se volteó para irse. No llegó a salir de aquel descampado cuando una voz temblorosa lo detuvo.
—Espera...
Toya se detuvo y se volteó.
—¿Qué mierdas quieres, pringado?
—Yo solo... —Keigo estaba algo alterado y nervioso. Pese al aspecto imponente de Toya, no sentía maldad en él, aunque era malhablado y sus modales dejaban mucho que desear.
—Habla de una puta vez. Tengo cosas mejores que hacer que ver cómo me para un marica...
Keigo tragó saliva. Estaba demasiado nervioso para ofenderse o tratar de replicar.
—Solo quería darte las gracias...
Toya alzó una ceja, confundido, pues no sabía de qué le hablaba.
—No sé de qué hablas... ¿Te estás burlando de mí? —dijo algo molesto.
—No... no... —Keigo dio un paso atrás y levantó las manos frente a él.
Toya lo miró cada vez más molesto. Dio un paso adelante y lo empujó un poco.
—No te vuelvas a acercar a mí.
Tras eso, Toya volvió a meter las manos en los bolsillos y se fue, dejando a Keigo alterado y con algo de dolor por la caída de antes. Tragó saliva cuando el chico de pelo negro desapareció entre las calles. Aliviado, comenzó a caminar de regreso a casa, donde seguramente le esperaba otra paliza por huir y por regresar con la ropa manchada de barro.
Era el último día de verano, y las clases comenzaban al día siguiente. Como siempre, el padre de Keigo tuvo la "bondad" de golpearlo en lugares donde no fuera visible, concentrándose en sus piernas y torso.
A la mañana siguiente, Keigo caminaba por la calle en dirección al instituto cuando una chica de piel oscura y pelo largo y blanco corrió hacia él.
—¡Keigo!
El rubio se sobresaltó un poco al ver cómo la chica se lanzaba hacia él para abrazarlo.
—Rumi, por favor... —dijo Keigo mirando a su alrededor, notando cómo varias personas los observaban—. Nos están mirando.
—¿Y qué pasa? ¿No puedo abrazar a mi mejor amigo, a quien no veo desde antes de las vacaciones?
Keigo rió, pero torció el gesto cuando la chica le tocó el costado.
—Ugh...
—¿Qué pasa? ¿Te hice daño? —preguntó la chica, algo preocupada.
—No... bueno... ya sabes... ayer mi padre...
Rumi rodó los ojos y bufó.
—No sé por qué no lo denuncias... ese maldito te maltrata.
—Pero es mi padre, no puedo hacer eso... además, es culpa mía...
Rumi quiso pegarle, pero se contuvo. Tomó aire y lo dejó pasar. Ya había intentado muchas veces hacer entrar en razón a Keigo, pero había sido inútil.
De camino al instituto, Keigo le contó a la chica lo sucedido el día anterior y cómo ese chico de pelo negro lo salvó y cómo acabaron las cosas.
—¿Dabi?
—Sí, le oí gritar que se llamaba así —respondió Keigo.
—Qué nombre más raro... será algún apodo —dijo la chica, mientras Keigo se encogía de hombros.
Poco después llegaron al instituto, miraron las listas y se alegraron de estar en la misma clase, así que juntos subieron al segundo piso y abrieron la puerta de su aula. Entraron y buscaron asientos para estar juntos. No pasó mucho tiempo hasta que la puerta se abrió de golpe y todos miraron. Al hacerlo, Keigo abrió los ojos con sorpresa, pues quien entraba en su clase era el chico del día anterior.
Dabi cruzó la clase mientras todos observaban su aspecto: pelo negro, piercings en las orejas, cejas y nariz, y tatuajes extraños en la cara. Caminó en silencio hasta llegar al único asiento libre, justo delante del de Keigo. Se dejó caer en la silla sin prestar atención a las miradas.
Rumi vio la expresión de su amigo, miró al chico y entonces recordó el aspecto que Keigo le había descrito. Todo apuntaba a que era él.
—Keigo, mira, ¿es él? —dijo lo suficientemente alto como para que se oyera.
—Rumi, calla...
Keigo se detuvo al ver cómo Dabi se volteaba para mirarlo, claramente reconociéndolo. Primero con una expresión de sorpresa, luego de irritación.
—¿Qué mierdas haces tú aquí?
-------------
CONTINUARÁ
Chapter 58: EL PASADO (PARTE 2)
Chapter Text
Era la hora del descanso, y Keigo y Rumi, como cada día, buscaban una parte del patio del instituto para sentarse y comer, salvo que ese día su tema de conversación fue Dabi.
—Entonces, no se llama Dabi —dijo la chica, agarrando sus palillos y comenzando a comer de su bento—, se llama Toya Todoroki.
—Toya... —susurró Keigo mientras se llevaba a la boca una porción de arroz—. Cuando el profesor dijo su nombre, me quedé algo atontado.
Mientras hablaban, los ojos de Keigo se desviaron hacia la silueta de un chico de pelo negro y tatuajes en la cara. El chico caminaba por el patio, con las manos en los bolsillos y con gesto molesto. Durante el tiempo que había estado en clases, Keigo pudo ver que Toya no era un chico muy educado; en menos de tres horas había recibido una amonestación del profesor y ya había ido al despacho del director dos veces.
Keigo pudo ver desde el primer momento que Toya era alguien problemático, pero no podía hacer como si lo que pasó el día anterior no hubiese ocurrido, ya que aunque fue sin intención, lo salvó de esos abusones.
—Keigo, si lo miras tanto, le vas a hacer un agujero en la cara...
Keigo se sobresaltó con el comentario de Rumi y rápidamente apartó la mirada.
—No lo miraba... solo estaba viendo qué hacía.
—Ya... —Rumi miró en dirección a Toya, quien justo estaba entrando en una pelea con un chico mayor que él. Volvió a mirar a Keigo y suspiró—. Keigo, no pienses que tú eres el que lo va a cambiar y lo convertirás en un chico normal. No seas tan ingenuo y deja tus traumas lejos de ese maleante.
Keigo la miró.
—Oye, deja de sacar mis traumas en cada cosa que hago... —se quejó el rubio.
—Soy tu amiga y te digo las cosas como son. Solo con ver cómo lo miras puedo saber que quieres "ayudarlo", pues sientes que eres responsable de alguna manera de que ese chico esté bien, ¿o me equivoco?
Keigo desvió la mirada; le molestaba cuando Rumi acertaba.
—Cállate...
La vida familiar de Keigo había afectado de alguna forma su mente, y desde hacía años sentía la necesidad imperiosa de ayudar a los demás, lo que le había ocasionado muchos problemas: ansiedad, depresión y algún que otro problema más. Con el paso del tiempo, esa necesidad fue reduciéndose, pero aún se mantenía.
—Di en el clavo —rió la chica.
Keigo iba a protestar, pero unos gritos llamaron su atención y la de Rumi, y de la nada algo cayó sobre él, tirándolo al suelo.
—¡Keigo!
Tras un momento de caos, Keigo pudo ver que alguien había caído encima de él, y cuando pudo enfocar su mirada, vio la cabellera negra de Toya. Durante la pelea que el pelinegro estaba teniendo con ese chico mayor que él, éste lo empujó y fue a caer sobre Keigo.
—Mierda... —dijo Toya, levantándose y sacudiéndose el polvo mientras miraba al que lo había empujado—. Voy a mat...
—Ugh... —un jadeo de dolor atrajo su mirada tras él. Al mirar, pudo ver a Rumi arrodillada al lado de Keigo, que estaba en el suelo sujetándose el brazo, el cual parecía dislocado por el impacto de la caída.
—Espera, Keigo... te llevaré a la enfermería...
—Ugh... me duele mucho —dijo el rubio, sujetando el brazo, el cual no podía mover.
Rumi lo sujetó con cuidado y miró hacia Toya, mientras varios alumnos se acercaban a ver qué había pasado.
—Tú, Todoroki —señaló Rumi.
—Me llamo Dabi, estúpida —respondió con molestia y casi gritando el pelinegro.
—Me importa una mierda, lleva ahora mismo a mi amigo a la enfermería —ordenó la chica.
—¿Y por qué mierdas iba a hacer eso? —respondió con una sonrisa burlona.
Rumi se levantó y se puso frente a Toya; no era mucho más baja que él, por lo que lo miró directamente a los ojos.
—Porque si a mi amigo le pasa algo, te voy a dar tal patada en ese apestoso culo tuyo que no solo no te vas a poder sentar, sino que tendrás que usar silla de ruedas toda tu vida.
Toya sonrió.
—¿Crees que me asustas? —respondió a la amenaza de la chica.
—Más te vale...
—Ugghhh.
El gemido de Keigo atrajo la atención de la chica, quien con cierta impotencia miró a Toya.
—Eso fue culpa tuya, solo llévalo; yo sola no puedo.
Toya iba a replicar, pero los gemidos de Keigo ahora eran más ruidosos y más angustiantes.
—Está bien... —se acercó a Keigo y lo levantó en brazos casi sin esfuerzo—. Vamos, pardillo.
Keigo sentía demasiado dolor para ser consciente de lo que pasaba; no pudo procesar que estaba siendo llevado en brazos por el maleante del instituto, el chico problemático de su clase.
Al llegar a la enfermería, la enfermera lo miró y, con ayuda de Toya, quien se quedó allí un rato, colocaron el brazo de Keigo en su sitio. La enfermera le dio un analgésico y lo dejó descansando en una de las camas, mientras Toya se había sentado en una silla.
—¿Puedo irme ya o qué? —preguntó de mala gana.
—Sí... siento que Rumi te obligara a llevarme... —dijo Keigo, tumbado en la cama, mientras todavía se sujetaba un poco el brazo.
—Bah... —Toya se levantó y se acercó a la puerta.
—Todoroki...
Toya se volteó.
—Me llamo Dabi.
—Lo siento... solo... gracias... otra vez.
Toya resopló.
—Deja de meterte en mi camino; estoy harto de ayudar a un inútil como tú. No me hables y pasa de mí.
Tras eso, Toya cerró la puerta y dejó a Keigo tumbado en la cama, con el dolor cediendo y una extraña sonrisa en su cara.
-------------
CONTINAURÁ
Chapter 59: EL PASADO (PARTE 3)
Chapter Text
Los días y las semanas pasaron, y como si el destino estuviera en contra de Toya, cada trabajo que debían hacer en grupo, cada pareja que debían formar para cualquier actividad, le tocaba con Keigo. De una forma u otra, pasaban mucho tiempo juntos.
El carácter de Toya era el mismo: se metía en problemas con cualquiera que se acercara a él. Había sido expulsado varios días, pero para Keigo, pasar tiempo con él le llenaba de algo que no sabía definir, y lo ayudaba a evadirse de los problemas que había en su casa.
Y ese día, como era costumbre, se hicieron parejas para hacer un trabajo, y Toya y Keigo quedaron juntos. En el tiempo que tenían para prepararlo, Keigo se acercó a la mesa del pelinegro.
—Hola otra vez —rió y se sentó.
Toya lo miró algo irritado.
—No sé cómo consigues que siempre me toque contigo... ¿eres un acosador o qué?
—Vamos, To... —Keigo se detuvo al ver la mirada asesina del pelinegro—. Dabi... el profesor ha dicho que conmigo haces las cosas bien.
—Eres un pesado de mierda, rubito... me tienes harto ya...
Keigo sonrió.
—Es gracioso, porque cuando nos conocimos dijiste que no te hablara y ahora hablamos a diario.
—No me lo recuerdes...
—Bueno —Keigo quiso centrarse—. Este trabajo es fácil. Nos reunimos esta tarde en tu casa, si quieres, y...
—¡NO! —gritó.
Keigo se sobresaltó un poco, al igual que el resto de sus compañeros, que los miraron. Una vez todo se calmó, Keigo miró al pelinegro.
—Lo siento...
—Bah... en mi casa no puede ser... vamos a la tuya.
—¿¿Mi casa?? —Keigo sintió el miedo recorrer su cuerpo al pensar en llevar a Toya a su casa y que su padre estuviera allí—. N-no creo que pueda...
Toya lo miró alzando una ceja; era la primera vez en los dos meses que llevaban allí que veía al rubio con esa expresión de terror.
—Pues vamos a una biblioteca o algo...
—Vale... —El humor de Keigo decayó con sus pensamientos, algo que de alguna forma molestó a Toya, pues se había acostumbrado al buen humor de Keigo.
El resto del día pasó rápido, pero el humor de Keigo no cambió. Toya estuvo mirándolo todo el tiempo, incluso a la salida. Pudo ver cómo se alejaba con esa amiga suya, y parecía igual de decaído. Toya se apoyó en la pared y no apartó los ojos de él hasta que desapareció de su vista; gruñó y se metió las manos en los bolsillos camino a su casa. Había quedado con Keigo esa tarde para hacer el trabajo en la biblioteca y esperaba que el rubio estuviera de mejor humor.
Por la tarde, Toya estaba en una de las mesas de la biblioteca. Las mesas a su alrededor estaban llenas de personas que de vez en cuando lo miraban, pues llamaba la atención su aspecto. En la mesa, había dos vasos de cartón. Estaba mirando su teléfono cuando vio a Keigo entrar por la puerta principal y acercarse.
—Llegas tarde... —dijo el pelinegro con voz áspera.
—Lo siento, tuve unos asuntos que atender en casa —Keigo rió de forma nerviosa y se sentó. Fue cuando se percató de los vasos—. ¿Y eso?
Toya apartó la mirada.
—Te he comprado un batido... ¿algún problema?
Keigo sonrió.
—Ninguno, muchas gracias... To... Dabi.
Keigo tomó el vaso y dio un sorbo.
—Mmm, qué rico.
Toya rodó los ojos.
—Venga, déjate de estupideces y acabemos lo antes posible con este puto trabajo.
Algunos a su alrededor le mandaron callar, y si no llega a ser por Keigo, Toya se habría puesto a discutir con ellos.
Al cabo de un rato, tras agarrar los libros necesarios, comenzaron.
—¿De qué es este trabajo de mierda? —pregunta Toya.
—Anatomía —responde Keigo, abriendo uno de los libros.
—Vaya puta mierda... ¿a quién le interesa la anatomía?
—Bueno, nunca está de más conocer nuestro cuerpo.
—Yo conozco mi cuerpo a la perfección —replicó el pelinegro.
Keigo le echó una mirada.
—Ya lo veo... con esos tatuajes...
—¿Pasa algo con ellos? —preguntó, molesto.
—No, no... es solo que... debió doler.
—No son reales, estúpido —resopló—. Son impresiones.
—Ah... vale...
Tras un momento de silencio, Keigo lo miró.
—¿Qué parte quieres hacer? Nosotros tenemos el sistema respiratorio y reproductor.
—Yo me encargo del sexo —dijo Toya, agarrando uno de los libros.
—Bueno, no se llama así, pero técnicamente es lo mismo.
—Déjate de tonterías, follar es lo que se hace para reproducirse, y de eso sé algo.
Keigo alzó una ceja.
—Ya veo... ¿tienes experiencia?
—Pues claro... ¿tú no?
Keigo se quedó callado.
—Mierda... ¿eres virgen? —preguntó Toya, a modo de burla.
—Cállate... es por elección... —replicó Keigo.
—¿Por elección? ¿Quién querría ser virgen por elección? —Toya se puso a reír. Sabía que estaba molestando al rubio, pero lo excusaba en que él se sintió mal por ver a Keigo esta mañana decaído, así que se lo estaba cobrando por hacerle sentir de esa forma.
—Déjame en paz...
—Vaya, el rubito es virgen... jeje ¿la tienes pequeña?
Keigo se sonrojó.
—Cállate... no voy a hablar contigo sobre eso.
—Vamos, no seas tímido. La mía es bastante grande...
—No me importa... —Keigo trató de calmarse, pero la conversación le estaba alterando más de lo normal.
—Seguro que eres un aburrido en la cama —volvió a burlarse Toya, agarrando uno de los libros.
—Y seguro que tú eres un déspota que solo miras por tu placer sin preocuparte por tu pareja.
—¿Y qué? La polla la tengo yo; yo soy el que tiene que disfrutar. Ella solo pone el coño y punto.
—Qué imbécil eres —Keigo empezaba a enfadarse—. Eres un mierda y un misógino.
—Bueno, seré eso, pero yo he follado y tú no.
—Vete a la mierda.
Keigo se levanta, agarra sus cosas y se encamina hacia la puerta, dejando a Toya reinso. Cuando lo vio salir, se dio cuenta de que no era una broma, por lo que lo siguió.
En la calle, Keigo caminaba a paso rápido con su mochila y unos libros en la mano, haciendo caso omiso a las llamadas de Toya.
—Hey, rubito, espera.
Keigo no hizo caso y siguió caminando. Toya iba tras él.
—Vamos, ¿te has enfadado? Yo también estaría enfadado si fuese virgen como tú, jeje.
Keigo apretó el paso y Toya hizo lo mismo.
—Hey... vamos...
Toya estaba viendo ahora cómo una sensación extraña le recorría; se sentía culpable, pero lo que diferenciaba a otras veces es que necesitaba, por alguna razón, que ese rubio incorrigible no se enfadara con él.
—Rubito... por favor... espera...
Keigo no hizo caso y siguió, sin detenerse y cada vez más deprisa.
—¡KEIGO!
El rubio se detuvo y se giró.
—¿Qué?
Toya caminó hasta quedar frente a él. Lo miró a los ojos; se le veía claramente enfadado, y él sabía que se había pasado.
—Rubito...
—No me llamo rubito, tengo nombre... y si vas a seguir denigrándome, mejor me voy —Keigo se volteó e hizo el ademán de irse.
—Espera... —Toya lo agarró del brazo. El rubio lo miró, pero no hizo nada para quitar el agarre.
—¿Qué quieres?
Toya se rascó la nuca, mirando al suelo y al cielo.
—Lo siento, ¿vale?... en verdad no pienso todo eso que dije... solo...
Keigo lo miró.
—Solo te hacías el hetero, ¿no?
—¡¡¿Qué dices?!!
Keigo sonrió.
—Vamos, un chico que alardea de ser tan varonil y hetero es porque realmente no lo es y quiere engañarse a sí mismo.
—¿Me estás llamando marica?
—¿Acaso es mentira?
Keigo no lo decía solo por decir, pero sabía que esto molestaría a Toya, así que quiso devolverle un poco de lo que él le había hecho antes. Toya gruñó, pero no lo negó. Sabía que era gay desde hacía años, y esa era una de las razones por las que su relación con su padre no era buena.
—¿Y qué pasa si soy marica? —preguntó Toya a la defensiva.
—Nada, no pasa nada, yo también lo soy.
Toya alzó una ceja.
—Mentiría si dijese que me sorprende.
—Qué gracioso... —suspiró Keigo—. En fin, si necesitas algo, si necesitas hablar sobre ello, me tienes a mí.
—¿Por qué iba a contarte mis cosas?
—Porque me da la sensación de que no conoces a muchos gays.
Toya no dijo nada, solo resopló, soltó el brazo de Keigo y metió las manos en los bolsillos.
—Pesado...
Keigo se puso a reír, cuando una voz femenina los sorprendió.
—¿Toya?
-----------------------
CONTINAURÁ
Chapter 60: EL PASADO (PARTE 4)
Chapter Text
Toya y Keigo miraron en dirección a la voz femenina que había llamado al pelinegro. Keigo pudo ver a una chica, no mucho más alta que ellos, de cabello blanco con mechones rojos. Vestía ropa casual y cargaba un pequeño bolso. La mirada de la chica era tranquila, pero Keigo pudo apreciar ciertas ojeras.
El pelinegro miró a la chica primero con sorpresa, pero rápidamente su expresión mutó a una parecida a la culpa.
—Toya...
La chica se acercó, pero el pelinegro se apartó.
—¿Qué quieres, Fuyumi? —preguntó, cruzándose de brazos.
—Toya, llevas días sin aparecer por casa... Natsuo y Shoto están preocupados.
Keigo miró a los dos y pudo ver enseguida cierto parecido. Intuyó por la conversación que debía ser algún familiar.
—No me importa; mientras ese cabrón siga en casa, no pienso volver.
—Toya...
Fuyumi iba a continuar, pero se percató de la presencia de Keigo, lo miró y parpadeó varias veces.
—Oh, hola...
—Hola —saludó el rubio—. Ehm...
Dabi agarró a Keigo de la muñeca y lo apartó de ella.
—Déjame en paz, y no me sigas —dijo, mientras arrastraba a Keigo hasta alejarse de la chica que miraba a su hermano con preocupación.
Tras unos metros, donde Keigo no había dicho nada y se había dejado arrastrar, vio que Toya se detenía y miraba al suelo, soltando su muñeca. Keigo lo miró; estaba de espaldas, pero podía ver en la caída de sus hombros que algo le pasaba.
—Dabi...
Keigo se detuvo en seco al oír unos sollozos suaves. La mano que había extendido para tocar el hombro del pelinegro la retrajo al escuchar aquellos sollozos, impactado, pues nunca hubiese pensado que lo vería llorar.
Toya lo había intentado, pero al final las lágrimas salieron en el peor momento, delante del rubio. Al oír que lo llamaba, lo miró, y pudo ver en la cara de Keigo la sorpresa de verlo llorando, al ver cómo las lágrimas desdibujaban los tatuajes de su rostro, emborronándolo.
—Dabi...
—¿¡Qué?! ¿Te vas a reír de mí, no? —soltó Toya, perdiendo un poco los nervios al verse vulnerable delante de ese chico—. Claro que lo harás... te reirás... y luego...
Antes de que pudiera seguir, Keigo avanzó y lo envolvió en un abrazo, lo que hizo que Toya se callase de golpe, sintiendo el calor de Keigo, sus brazos rodeando su espalda. Quiso apartarlo, pero en el fondo necesitaba eso, así que, sin devolver el abrazo, dejó caer su cabeza en el hombro del rubio, y ambos se quedaron en silencio unos segundos.
Keigo no entendía todo aún, pero sin duda su necesidad de ayudar a los demás se activó, y desde ese momento quiso ayudar a Dabi, o más bien, a Toya.
Minutos después, fue el propio Toya quien habló.
—Oye... virgen... —Keigo se apartó y lo miró rodando los ojos. Toya rió, pero no con maldad, sino de otra forma—. Lo siento, lo siento...
El rubio resopló y se apartó.
—Veo que estás mejor.
Toya suspiró y se rascó la nuca.
—Sí...
Iba a seguir, pero Keigo le ofreció una toallita húmeda. Toya la tomó y miró al rubio, confundido.
—Para que te laves la cara... estás hecho un desastre.
Toya buscó una superficie que reflejase para verse, y al observar su rostro lleno de tinta de los tatuajes, se sobresaltó y rápidamente se limpió la cara.
Keigo resopló, pero no pudo evitar sonreír al verlo; parecía que Toya, en el fondo, no era tan desagradable. Al poco, Toya tocó la espalda de Keigo, y al voltearse, el rubio casi se cayó al suelo, pues por primera vez pudo ver el rostro de Toya sin los tatuajes, descubriendo una gran belleza que lo hizo ruborizarse y apartar la mirada.
—Gracias.
—Sí... bueno... —Keigo estaba bloqueado en ese momento, no sabía qué decir—. No es nada...
Toya suspiró y se alejó mirando al cielo, poniendo las manos en sus propias caderas, dejando que el silencio se alargase un poco más, hasta que, tras un momento, el cual a Keigo le vino bien para calmarse, Toya habló.
—Imagino que querrás saber quién era esa y lo que ha dicho, ¿verdad?
Keigo lo miró algo asombrado, realmente no esperaba una explicación y menos que saliese de los labios de Toya por su propia voluntad.
—Bueno... es verdad que tengo curiosidad, pero si no me lo quieres contar, no tienes por qué hacerlo...
Toya chasqueó la lengua.
—¿No me dijiste que si necesitaba hablar que fuese contigo...?
Keigo se sorprendió por eso; no pensaba que tomaría en serio sus palabras.
—Sí, lo dije...
—Pues eso... venga... vamos a algún konbini a por algo de comer y beber, y te lo cuento todo... creo que me vendrá bien contarle esto a alguien.
Poco después, tras comprar unas latas de refresco y algunos aperitivos, los dos fueron a un pequeño parque y se sentaron en una de las mesas de picnic que había en uno de los extremos.
—Bueno... esa chica es mi hermana, se llama Fuyumi... es la segunda.
Keigo lo miraba mientras daba un sorbo a su refresco.
—Yo soy el mayor de mis hermanos; somos cuatro. Tras Fuyumi está Natsuo, y el pequeño es Shoto.
—Qué bueno... yo no tengo hermanos...
—A veces yo tampoco quisiera tenerlos...
Keigo lo miró algo contrariado.
—No me entiendas mal... yo los quiero... pero sin ellos... todo sería más fácil y no sufrirían por mi culpa... o la de mi padre.
Keigo sintió una alerta al escuchar la mención de su padre; no era ajeno a lo que puede ser un padre problemático. Miró al pelinegro; tal vez, después de esta conversación, él también podría hablar con Toya sobre su propio padre...
—Lo que te voy a contar no se lo he dicho a nadie —dijo Toya—. Eres el primero en saberlo...
—Puedes confiar en mí...
Toya suspiró, dio un sorbo a su bebida, tomó uno de sus dangos y se limpió los restos con una servilleta.
—Mi padre... nos maltrata a mis hermanos y a mí.
----------------
CONTINUARÁ
Chapter 61: EL PASADO (PARTE 5)
Chapter Text
—¿Tu padre... te maltrata?
Keigo hizo la pregunta totalmente confuso y con un toque de miedo. Sus ojos fueron directos a los brazos de Toya. Hoy los llevaba tapados, pero no había pasado por alto algunas heridas y vendas que había visto en ellos durante el tiempo que lo conocía. Las achacaba a las constantes peleas en las que Toya estaba envuelto, pero ahora, con esta información, Keigo sintió una especie de chispazo en el pecho. No era muy diferente a la situación que él vivía con su propio padre.
—Sí... a mí y a mis hermanos... pero sobre todo a mí y a Shoto... —Toya hablaba con calma. Su voz era neutra; no había signos de miedo o pena. Era como si fuese algo normal para él, por lo que podía hablar de ello sin inmutarse.
Keigo lo miró a los ojos. No sabía bien qué decir. Nunca había vivido algo así de forma externa; su única referencia era Rumi, a quien conocía su situación y quien muchas veces había intentado convencerlo de denunciar a su padre.
—Yo... bueno...
—No tienes que decir nada —le interrumpió el pelinegro—. Simplemente quería contártelo, porque creo que necesito hablarlo con alguien. Puede que así me sienta mejor.
Keigo suspiró. Su necesidad de ayudar aumentaba.
—¿Desde cuándo pasa esto?
Toya miró al cielo, intentando pensar en la primera vez que su padre le pegó, pero era incapaz de encontrar el punto de origen. Para él, era como si siempre hubiese sido así.
—No lo recuerdo... Puede que fuese cuando nació Shoto. Yo tuve una época de celos... y bueno...
—Hey, no sé lo que vas a decir, pero ni se te ocurra pensar que fue culpa tuya...
Toya emitió una risita culpable.
—Durante un tiempo lo pensé. Me decía que si no hubiese sido tan infantil, si mis notas no hubiesen bajado, a lo mejor mi padre no habría empezado a pegarme —Toya vio la cara de Keigo, que intentaba decir algo, pero lo frenó—. Pero ahora sé que no es mi culpa. La culpa es suya, de ese malnacido que se hace llamar mi padre.
—¿Y tu madre?... ¿No dice nada? —Keigo preguntó, pensando en su propia madre y en cómo consentía los maltratos de su padre hacia él.
Toya, por primera vez en toda la conversación, apartó la mirada. Keigo lo notó, por lo que enseguida pudo saber que había algún tipo de problema con su madre.
—Mi madre... desapareció hace años...
—Oh... lo siento.
Toya sonrió. Hablar de su madre había abierto una brecha en su coraza, y estaba reprimiendo las ganas de llorar.
—No te preocupes, rubito...
Keigo rodó los ojos, pero no protestó. A esas alturas sabía que un método de defensa de Toya era usar bromas o ese tipo de cosas.
—¿Has pensado en denunciarlo? —preguntó Keigo, sabiendo que él nunca escuchaba ese consejo de Rumi.
Toya lo miró y sonrió.
—¿Sabes lo que me dijo mi padre la primera vez que me dio una paliza que me rompió una pierna? —preguntó de forma retórica y luego se respondió a sí mismo—: Me dijo que si se me ocurría llamar a la policía o contarle esto a alguien, no solo iba a acabar mal yo, sino también mis hermanos. Antes de que llegase la policía nos iba a matar a todos.
Keigo se estremeció y sintió un escalofrío.
—Tu padre es horrible...
Toya soltó una carcajada.
—Lo sé, Keigo... lo sé.
Tras eso, ambos se quedaron en silencio. Toya parecía más tranquilo y Keigo estaba algo preocupado, pero por una parte agradecía que se lo hubiese contado.
—Supongo que querrás saber lo que nos hace mi padre, ¿no? —soltó Toya, pillando a Keigo un poco por sorpresa.
—No hace falta... no soy tan morboso...
Toya sonrió.
—Bueno, pues me da igual, porque te lo voy a contar.
Keigo no pudo evitar una fina sonrisa y miró al pelinegro, prestándole toda su atención.
—Todo empezó con unos golpes cada vez que él consideraba que me portaba mal o sacaba malas notas. Aunque te cueste creerlo, yo soy buen estudiante; solo que me importa una mierda todo ahora mismo.
—Ya lo veo.
—Bueno, cuando nacieron Fuyumi y Natsuo, todo pareció calmarse, pero al nacer Shoto mi padre pareció enloquecer. De la noche a la mañana empezó a ser violento, tanto con mi madre como conmigo. Un día mi madre se fue y entonces mi padre se convirtió en un monstruo. Los golpes se convirtieron en palizas. Por alguna razón, mi padre se cebaba conmigo, como si me culpase de algo.
Keigo lo miraba con atención ante el horrible relato. Mientras más escuchaba, más diferente veía su situación comparada con la de Toya. Su padre también lo maltrataba, sí, pero a diferencia de Toya, Keigo sentía que su padre lo maltrataba por su culpa. Si no hubiese nacido en ese momento, su padre no habría perdido el negocio de su vida. Era algo con lo que Keigo cargaba desde que tuvo uso de razón, algo que ni siquiera Rumi sabía.
—Cuando cumplí los 14, le dije a mi padre que era gay.
Keigo se sorprendió.
—¿Entonces lo sabías a esa edad?
—Sí... Luego traté de ocultarlo o evitar esa parte de mí... pero, ya ves cómo ha ido.
—Sí...
—Bueno, a raíz de eso mi padre se volvió incluso más violento. Y ya no solo me agredía físicamente, sino también mentalmente. Me insultaba, me hacía sentir inferior. No había un día en el que mi padre no me dijese que era la vergüenza de la familia, que ojalá no hubiese nacido o que ojalá tuviese otro hijo mejor que yo...
Keigo escuchó eso con horror.
—Dios... eso es horrible.
—Lo es. Y cuando lo escuchas todos los días, acompañado de palizas, amenazas y chantajes... Tener que proteger a tus hermanos, recibir sus palizas para que no toque a mis hermanos... Llega un punto en el que te hundes.
Keigo volvió a mirarlo y sintió el impulso de agarrar la mano de Toya para reconfortarlo, pero pensó que no era el momento.
—Y hace dos semanas me fui de casa...
—¡¿Qué?!
—Sí, ya no lo aguantaba más.
A Keigo realmente no le sorprendió del todo, pues había oído antes hablar a la hermana de Toya sobre eso.
—¿Y dónde vives?
—Aunque me moleste, mi padre tiene mucho dinero y muchas propiedades. Antes de irme, agarré una de las llaves de uno de sus pisos y me fui al más alejado.
—Pero... ¿vives solo? ¿Con dieciséis años?
—Sí.
—¿Y cómo comes?
—Ya te dije, mi padre tiene mucho dinero... Agarré algo de la caja fuerte.
Keigo no sabía qué decir, pero sintió algo en su pecho. Sintió un poco de envidia de lo valiente que era Toya, pero sobre todo sentía la necesidad de ayudarlo, de sacarlo de ese pozo.
—¿Y si vives solo... por qué no hemos ido a hacer el trabajo a tu piso?
—No me gusta que la gente sepa dónde vivo. No sé si se lo dirán a mi padre o algo.
—Entiendo...
Tras un rato más hablando, Toya se dejó caer sobre la mesa.
—Pues esa es mi vida... Una mierda, ¿verdad?
Keigo lo miró. Vio la cabeza de pelo negro sobre la mesa y tuvo que resistirse para no poner su mano en ella. Cada vez le costaba más no reconfortarlo.
—No es muy agradable, la verdad.
—Es una forma suave de decirlo...
Toya levantó la cabeza y cruzó miradas con Keigo, el cual se ruborizó un poco.
—Y bueno, Keigo... ¿Qué hay de ti?
El rubio se sobresaltó un poco.
—¿Qué pasa conmigo?
—Si de verdad crees que no me he dado cuenta de que a veces vienes cojeando, es que me tomas por tonto... Y sé de primera mano que no se han vuelto a meter contigo.
Keigo se ruborizó aún más y apartó la mirada.
—¿Y cómo sabes eso? —dijo con voz baja y sin mirarlo.
—Pues porque les dejé bien claro a todos que si alguien te tocaba lo iban a pagar caro.
Keigo lo miró, sonriendo, con su rubor aumentando.
—¿Qué?
—Lo que has oído, rubito —dijo lo último con un tono más juguetón.
Keigo no sabía qué decir, pero no pudo evitar sentir calor en el pecho. Miró al frente, a los ojos azules, que en ese momento lo miraban fijamente.
—Bu-bueno... yo... yo también tengo problemas con mi padre.
Toya alzó una ceja. No esperaba eso. Esperaba más bien que alguien cercano a su casa lo molestase o algo.
—¿Tu padre? ¿También es un hijo de puta?
—Bueno... en mi caso, es mi culpa...
---------------------
CONTINAURÁ
Chapter 62: EL PASADO (PARTE 6)
Chapter Text
Toya alzó una ceja mientras se apoyaba mejor en la mesa de pícnic donde se encontraban. La brisa de la tarde empezaba a mover algunas hojas, y el atardecer se cernía sobre ellos. Keigo miraba al suelo tras haber dicho la frase.
—¿Tu culpa? —repitió Toya—. Perdona, pero eso es una estupidez. Tú mismo me lo has dicho antes.
—Sé lo que dije, pero en mi caso sí es mi culpa. Yo nací en el peor momento... y mi padre...
—¡Estupideces! —gritó Toya, asustando a Keigo, que dio un respingo en el asiento—. No me vengas con esas tonterías. —Toya bufó, molesto, y miró a los ojos asustadizos de Keigo—. Para empezar, tú no elegiste nacer; fueron tus padres los que decidieron por ti. Por lo tanto, tú no tienes culpa de nada.
—Pero yo...
—Pero nada. —Toya se levantó y dio un golpe en la mesa. Empezaba a molestarse por lo que decía el rubio—. Tú naciste cuando te tocó. Ellos fueron los que follaron nueve meses antes; debieron haber elegido mejor. Tu padre debió planear el momento, no tú.
Keigo recibió esas palabras como un impacto. Tras años asimilando e interiorizando que él era el culpable de todo lo que pasaba en su familia, las palabras de Toya fueron como un bálsamo. Unas simples palabras que arrebataron todo el peso que cargaba. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.
Al verlas, Toya se asustó. Se levantó y rodeó la mesa para acercarse a Keigo.
—Hey... ¿por qué lloras? —preguntó nervioso—. Perdona si he dicho algo que te ha molestado...
Toya sintió una mano que agarraba la suya y miró hacia abajo, donde la mano de Keigo aferraba sus dedos. Alzó la vista hacia la cara húmeda del rubio.
—No, no has dicho nada que me haya molestado... —decía Keigo con voz pausada, frotándose los ojos con la mano libre. Luego miró al pelinegro con una amplia sonrisa—. Me has liberado.
Toya abrió los ojos y unas motas de rubor se instalaron en sus mejillas al ver la sonrisa de Keigo y escuchar sus palabras. Apartó la mirada, dejando salir su lado más tímido, tratando de ocultar su vergüenza.
—¿Qué dices?... Solo dije la verdad...
Keigo sonrió y tomó mejor la mano de Toya, levantándose para ponerse frente a él a escasos centímetros.
—Gracias, Toya...
El pelinegro sintió latir su corazón a tanta velocidad que pensó que iba a salírsele del pecho. Su rubor se intensificó y no pudo apartar la mirada.
—Bu-bueno... ya sabes... para esto están los amigos...
Keigo sonrió.
—¿Somos amigos ahora?
—Pues claro, tonto... —respondió Toya con un tono algo infantil. Keigo recibió eso con cierta gracia y sonrió aún más.
—Me alegro de que seas mi amigo, Toya... Eres muy amable, aunque a veces no lo parezcas.
—Ca-cállate...
Toya soltó su mano y se alejó, dándole la espalda. Keigo sonrió ante ese gesto. Se sentía demasiado bien como para molestarse por tonterías. Además, ahora conocía mejor al pelinegro y podía interpretar esos gestos. Se acercó a él con calma y se puso a su lado.
—Creo que deberíamos acabar el trabajo, ¿no crees?
—Mierda, lo había olvidado... —contestó el pelinegro dándose un golpe en la frente.
Keigo sonrió.
—¿Volvemos a la biblioteca?
Toya pensó. En ese momento se sentía contento, de muy buen humor. Veía al rubio con otros ojos y no solo eso: lo miraba de otra forma. Todo eso fue lo que lo impulsó.
—¿Por qué mejor no vamos a mi apartamento?
Keigo se sobresaltó un poco.
—Pensé que no querías que nadie supiera dónde vives.
—Bueno... tú no eres nadie... —dijo con cierto sonrojo.
Keigo sonrió ante eso y se ruborizó.
—Está bien... vamos.
Con algo de nervios, Toya lideró la marcha mientras Keigo caminaba a su lado. Por alguna razón, sentía unos nervios tan grandes que podía desmayarse en cualquier momento, pero intentó centrarse. Solo iba a invitar al rubio a su apartamento, nada más. Harían el trabajo y nada más.
El camino fue algo tenso, pues ninguno hablaba. Toya estaba cada vez más nervioso, mientras que Keigo notaba cierta inquietud. Habían pasado muchas cosas esa tarde, y su cabeza estaba hecha un lío con todos los sentimientos que trataba de procesar. Pero era cierto que, al mirar a su derecha y ver a Toya, sentía cierta calma. Tanta, que alargó la mano y entrelazó sus dedos con los del pelinegro, apretándolos.
Eso hizo que Toya se sobresaltara y mirara a Keigo, quien le devolvió una sonrisa.
—¿Qué haces? —preguntó el pelinegro.
—Te doy la mano... ¿te molesta?
—No... bu-bueno... —miró alrededor—. Si a ti no te importa que te vean de la mano de un chico...
—A mí no me importa.
—Entonces haz lo que quieras... —dijo Toya mirando al cielo y comenzando a caminar, dándole la mano a Keigo.
"Mierda", pensó el pelinegro en cuanto empezaron a caminar. Eso no ayudaba a sus nervios ni a su autocontrol, el cual estaba a punto de romperse. No quería hacer nada de lo que pudiera arrepentirse, y menos quería asustar al rubio.
Llegaron finalmente a un bloque de apartamentos. No era de lujo, pero se notaba de buena calidad.
—Aquí es...
Keigo miró hacia arriba. No tenía nada que ver con el edificio donde vivía con sus padres, el cual era una basura comparado con esto.
—Wow...
Entraron usando las llaves de Toya y se dirigieron al ascensor.
—El mío está en la planta 28 —dijo el pelinegro.
Entraron y Toya presionó el botón de su planta. Sus manos seguían entrelazadas; en algún punto, Toya había apretado el agarre, algo que Keigo sintió, pero no mencionó. Mientras el ascensor subía, cierta tensión comenzó a acumularse entre ellos. Sus caras estaban rojas; parecía que estar solos en un espacio tan cerrado había activado algo que no los dejaba pensar con claridad.
—Toya...
Antes de que Keigo pudiera decir nada, el pelinegro agarró su cintura y lo empujó contra la pared, pegando su cuerpo al suyo. El rubio soltó un suspiro al sentirse presionado contra la pared y miró a Toya a los ojos, sorprendido, pero sin rastro de miedo. Sus manos se posaron en los hombros de Toya, mientras este apretaba su cintura.
—Toya...
Toya se acercó más y capturó los labios del rubio, iniciando un beso que pasó de ser sorpresivo a uno intenso. Ambos movían sus labios con deseo. Una de las manos de Toya pasó de la cintura de Keigo a su nuca, intensificando el beso. Las manos de Keigo viajaron de los hombros de Toya a su pecho, agarrando su camisa y pegándolo más a él, hasta el punto en que ambos sentían el cuerpo del otro y algo más comenzaba a destacar.
Cuando el ascensor llegó a su planta, sus bocas se separaron. Sin decir nada, Toya tomó la mano de Keigo y lo llevó por el pasillo. Ambos estaban llenos de emoción y nervios. Llegaron a la última esquina donde, al girar, Toya se detuvo en seco, haciendo que Keigo chocara con su espalda.
—¿Toya?
Delante de ellos, frente a la puerta del apartamento 28-18, un hombre alto, corpulento, de cabello rojo como el fuego, los observaba con los brazos cruzados y una sonrisa algo molesta.
—Por fin te encuentro.
-----------------
CONTINUARÁ
Chapter 63: EL PASADO (PARTE 7)
Chapter Text
Keigo, tras la espalda de Toya, miraba al frente. Ese hombre alto, corpulento y de cabello rojo como el fuego tenía un semblante serio. En esos momentos, debido a la excitación de hacía unos instantes, provocada por lo sucedido en el ascensor, no pudo ver ni apreciar el lenguaje corporal de Toya.
—Por fin te encuentro —dijo el hombre—. ¿Se puede saber qué haces aquí?
Toya dio un paso atrás, aferrándose a la mano de Keigo, quien sintió ese apretón y pudo, por fin, darse cuenta de que Toya ya no estaba contento ni excitado.
—Hago lo que me da la gana...
Enji alzó una ceja y apretó el puño, dando un paso al frente, pero fue entonces cuando vio a Keigo y relajó todo su cuerpo, cambiando incluso su semblante a uno más neutro.
—¿Es amigo tuyo? —preguntó ahora con un tono de voz, aún autoritario, pero más suave.
Toya lo miró aún alerta, pues, aunque había percibido el cambio de tono, no relajaba su semblante ni soltaba la mano de Keigo.
—No te importa quién sea. Vete y déjame en paz.
Enji volvió a mirarlo.
—Toya, tus hermanos están preocupados. Llevo toda la semana buscándote. ¿De verdad te sientes bien lastimándolos así?
Toya se mordió la lengua y apretó aún más la mano de Keigo.
—Yo no... —Toya empezó a hablar con la voz casi ausente.
—Toya, Shoto llora todas las noches porque no estás en casa... Eres el hermano mayor, debes estar con ellos. —Enji miró a Keigo—. Si eres su amigo, convéncelo para que vuelva a casa.
Keigo se estremeció; ya había llegado a la conclusión de que ese era el padre de Toya. Ese padre que, según la conversación en el parque, lo maltrataba, aunque a ojos de Keigo parecía solo un hombre preocupado. Aun así, confiaba en Toya y en lo que le contó. Además, él sabía por experiencia que, delante de otros, su propio padre parecía un buen hombre.
—Señor Todoroki... Toya no quiere ir... por favor... —Keigo buscó una excusa—. Tenemos que hacer un trabajo para clases...
Enji lo miró y esbozó una fina sonrisa.
—Oh, ya veo, vas a su clase... —Los ojos de Enji se enfocaron en cómo se daban la mano, lo que provocó que su boca se curvase un poco y chasquease la lengua—. Espero que mi hijo no te cause problemas; es experto en destrozar todo lo que toca...
Keigo se estremeció ante esas palabras. Fue a responder, pero Toya se le adelantó.
—¿Puedes irte de una puta vez?
Enji lo miró y suspiró.
—Muy bien, creo que me iré. —Los ojos azules del hombre pasaron de Toya a Keigo—. Un placer conocerte, Keigo.
Cuando Toya oyó a su padre decir el nombre del rubio, sintió un escalofrío. El tono que había usado lo reconocía; era el tono que usaba cuando algo le molestaba, y en lo referente a Enji Todoroki, todo lo que le molestaba lo hacía desaparecer. Por un momento, un terror absoluto a que hiciese daño a Keigo lo invadió y, con rapidez, soltó su mano.
—Está bien... Vamos a casa... —le dijo Toya a su padre y miró a Keigo, quien parecía confuso—. Mañana te veo en clase... Lo siento.
Tras eso, Keigo pudo ver cómo Enji y Toya se alejaban, y cómo, antes de que las puertas del ascensor se cerrasen, pudo ver cómo Enji ponía una mano en el hombro de Toya y cómo este se estremecía. Y una vez el ascensor empezó a descender, Keigo se encontró solo en aquel edificio.
A la mañana siguiente, Keigo caminaba por la calle rumbo al instituto. Con todo lo sucedido, se le olvidó pedirle a Toya su número de teléfono, por lo que no pudo llamarle ni nada. No tardó mucho en llegar al cruce donde siempre se reunía con Rumi para ir juntos a clases.
—¡¡¡KEIGO!!!
El rubio alzó la cabeza al ver a su amiga saludarlo, pero en cuanto la chica vio su semblante, enseguida se acercó a él.
—¿Qué pasa?... —Rumi lo miró—. ¿Otra vez tu padre?
Keigo negó.
—No... bueno... estoy preocupado por Toya...
—¿Dabi? —preguntó la chica mientras empezaban a caminar.
—Sí, ayer pasó algo que me preocupó...
—Deja que adivine, ese estúpido te hizo algo para molestarte.
Keigo sonrió.
—Bueno... en verdad, al principio fue un total estúpido... pero luego... —Keigo se detuvo y sus mejillas se tornaron rojas, pues, por culpa de cómo acabó la tarde, apenas había pensado en todo lo que había pasado en el ascensor—. Mierda...
—¿Qué pasa?... ¿Qué te hizo?
—N-n-nos... nos besamos...
Rumi se detuvo en seco, totalmente paralizada, y miró al rubio como si este estuviese demente.
—¡¡¿Qué, qué?!!
—Nos besamos...
Rumi negó y se pasó la mano por la cara, tratando de procesarlo.
—¿Acaso estás loco?... ¿Qué haces besándote con ese estúpido? —Rumi comenzó a hablar deprisa y en círculos—. Debes haber enloquecido, sabía que pasar tiempo con él no era bueno para ti... debía haber pedido al profesor hacer el trabajo juntos... mierda, mierda... —Rumi lo miró—. Dime que te obligó...
—No...
—Ay dios, ay dios... —La chica se tapó la cara—. Tengo un amigo muy tonto...
—Oye... no estuvo mal... él no me obligó a nada...
Rumi se destapó la cara y lo miró como a un lunático. Se acercó a él y comenzó a zarandearle de los hombros.
—Con todos los chicos que hay en nuestra clase, ¿tenías que besarte con ese? —Rumi se detuvo y se alejó mirando a Keigo de arriba abajo—. ¿Solo beso?... ¿No hicisteis más...?
—¡¡Qué?!... No, no... —Keigo miró al suelo—. No... no nos dio tiempo...
La cara de Rumi parecía un poema, la boca desencajada y los ojos muy abiertos.
—Dios mío, Keigo, ¿en serio?...
—Rumi... tú no lo entiendes... ayer... ayer conectamos...
—¿Qué conectasteis?... Entonces sí te metió su...
—¡¡¡QUE NO!!!
Mientras hablaban, llegaron al instituto, y nada más atravesar la puerta del recinto, una figura se acercó a Keigo y lo agarró del brazo, alejándolo de Rumi con tanta velocidad que la chica apenas pudo darse cuenta. Keigo se vio arrastrado por alguien que no pudo ver, pues llevaba una capucha negra. Al principio pensó que era alguno de los chicos que siempre se metían con él y estaba a punto de darle una patada cuando ese chico se detuvo frente a él y se quitó la capucha. Keigo abrió los ojos al ver la cara de Toya, o más bien, el moratón que tenía en la cara.
—¿Toya?... —dijo con urgencia al ver la herida del pelinegro.
—Soy yo, perdona por traerte así, pero...
Sin decir más, Keigo lo abrazó.
—Dios, me tenías preocupado.
Toya suspiró al sentir el contacto y devolvió el abrazo.
—Siento lo de ayer... lo de mi padre... tenía miedo de que te hiciese daño...
Al separarse del abrazo, Keigo lo miró.
—Pero, ¿y tú?... ¿Qué te ha pasado? —dijo y alzó su mano para, con cuidado, posar la palma en su mejilla herida.
—Mi padre no recibió bien mi vuelta a casa... —rió entre dientes.
—Lo siento... si hubiese hecho algo...
—No lo sientas, no tienes la culpa...
Keigo miraba a los ojos de Toya; había varios sentimientos dentro de él en ese momento: preocupación, algo de miedo y calor. Tras un momento, oyeron la voz de Rumi llamando al rubio.
—Iré a decirle que estoy bien... ahora vengo...
—No, no... yo me voy ya. Solo he venido a verte... No... no me olvido de lo de ayer... —Toya lo miró ahora con los ojos entornados—. ¿No fue un sueño, verdad?
Keigo sonrió.
—No lo fue...
Toya sonrió, y cada vez la voz de Rumi estaba más cerca. Keigo se volteó para atraer la atención de Rumi, pero la mano de Toya agarró su cintura y lo atrajo hacia él, pegando sus cuerpos y besando sus labios de forma apresurada y algo torpe. Keigo se aferró a la sudadera del pelinegro mientras sentía sus labios envolver los suyos.
Al separarse, Toya sonrió y se escabulló de allí. A los pocos segundos apareció Rumi.
—¿Se puede saber qué ha pasado?
Keigo apenas le hizo caso; solo miraba en la dirección por la que Toya se había ido y lo único que escuchaba era su corazón latir a gran velocidad.
-----------
CONTINUARÁ

(Previous comment deleted.)
Mr_Enxant on Chapter 42 Fri 12 Sep 2025 04:20PM UTC
Comment Actions