Chapter 1: Nada me preparó para morirme… y mucho menos para despertar en una novela
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Nada me preparó para morirme… y mucho menos para despertar en una novela
Han Xue tenía veintitrés años y, aunque su vida se reducía a la rutina de un estudiante universitario, hacía tiempo que se sentía ajeno al concepto de hogar. Desde que se había declarado gay, su familia había trazado una línea silenciosa entre ellos y él, una distancia que al principio dolía, pero que con los años se había convertido en una costumbre. Antes, el deporte era su refugio, su identidad. Era un atleta nato, pero cuando sus padres le retiraron el apoyo financiero, tuvo que abandonar aquella parte de sí mismo.
Ahora sus días transcurrían entre libros, clases y largas jornadas de trabajo, pero en los momentos de respiro encontraba algo que le devolvía una chispa de emoción: El Sistema de Autosalvación del Villano Escoria, la novela que devoraba con una obsesión casi visceral. Al principio, la historia le pareció entretenida, una mezcla de ironía y acción con suficiente profundidad para mantenerlo enganchado. Pero cuando descubrió la verdad detrás del villano original, Shen Jiu, algo cambió. La injusticia lo golpeó como un puño.
Shen Jiu, el supuesto "villano" de The Proud Immortal Demon Way, era más que el hombre cruel que todos despreciaban. Su historia era un cúmulo de heridas, sacrificios y desesperación que nunca encontraron redención. Y cuando Shen Yuan ocupó su cuerpo, le arrebató la posibilidad de un desenlace propio. No hubo justicia, solo olvido, y eso enfurecía a Han Xue más de lo que quería admitir.
Así que hizo lo único que podía hacer: escribir. Publicar en foros, debatir con desconocidos, argumentar una y otra vez por qué Shen Jiu merecía un mejor final. Lamentablemente, Shen Yuan era demasiado popular, demasiado querido. Las pocas voces que alzaban la defensa de Shen Jiu quedaban sepultadas bajo la idolatría de su sucesor. Han Xue luchaba contra un muro, pero no podía detenerse.
Sin embargo, el mundo real no se detenía por sus obsesiones. La universidad aumentó las cuotas de inscripción y la desesperación lo llevó a tomar decisiones que nunca habría imaginado. Dinero fácil, dijeron. Un préstamo rápido, aseguraron. Solo unas semanas después, los cobradores aparecieron, y cada día eran más insistentes, más agresivos. Hasta que finalmente lo acorralaron con amenazas de muerte.
—Oh, mi pequeño Shen Jiu, si por mí fuera, nada de eso te habría pasado, ¡te protegería de todas las injusticias que te han sucedido! —decía Xue heroicamente justo cuando terminó la novela, justo antes de que llegara uno de los matones de los cobradores y justo antes de que ese matón terminara con su vida de un disparo, justo en el pecho.
…
El calor del verano era evidente, el sudor recorría sus mejillas, y sus ojos luchaban por no abrirse ante el calor abrasador.
—Que bueno que ya despierta, nos preocupó mucho — Decía la sombra de un hombre mientras le inspeccionaba la temperatura. Han asumió que era un doctor, tal vez el imbécil del cobrador no le atinó y ahora se encontraba en un hospital, eso solo lo hizo asustarse más, cómo iba a pagar los gastos médicos, según él, nunca renovó su seguro. Pero antes de poder seguir pensando, el hombre le indicó que se sentara para poder revisarlo mejor.
Los ojos de Han se abrieron al levantarse, y lo que vio, lo dejó sin aliento. Esto no era un hospital, al menos no uno de su era, esto parecía una de esas boticarias chinas del pasado, al voltear a ver al doctor que lo revisó, se le hizo extrañamente familiar, acaso ese era…..
—Qui-quién es usted? — Murmuró con algo de emoción en su voz.
—Esta vez si le dieron fuerte en la cabeza, recuerde yo soy Mu QingFan y usted es el maestro del pico Jiandie, Han QingYe— Murmuró el hombre bajito algo preocupado. —Tenga, con estos tés, se mejorará en unos días—
Han QingYe, Han QingYe, Han QingYe … definitivamente ese nombre no le sonaba. Pero el de Mu QingFan sí. Estaba completamente seguro de que al morir transmigró al mundo de El Sistema de Autosalvación del Villano Escoria o al de The Proud Inmortal Demon Way, aún no estaba seguro, pero de algo si estaba completamente seguro… Era de que es un personaje de fondo.
La novela mencionaba que había 12 cumbres en la montaña Cang Qiong, pero solo se alcanzan a mencionar unas 5 o hasta menos, entre ellas están el pico Qing Jing, Bai Zhan y An Ding, de todas las demás, apenas y se alcanzan a mencionar, y hay unas que ni siquiera nombran, entre ellas, probablemente el pico Jiandie.
—Y el pico Jiandie es… — Expresó Han con cautela, Mu simplemente suspiró. —El pico de los Wuxia, el pico que consigue siempre la información que requiramos—
Ante la mención de los Wuxia, el aliento de Han casi pasa a inexistente, según él, los Wuxia eran asesinos a sueldo o algo así como la versión china de los Ninjas, tal vez en este mundo de cultivación significaba algo menos maligno, tal vez solo se refería al robo de información. Mu QingFan lo despachó de la habitación y le dijo que lo mejor sería ir a su pico y descansar. Al momento de su cuerpo entrar en contacto con el exterior, sintió frio, todo estaba nevado, al parecer solo hacía calor en la habitación de Mu.
Han caminaba por los alrededores de la cima, sin ningún rumbo, no sabía ni dónde estaba el pico Jiandie, rezaba por que los discípulos que estaban por ahí, no lo vieran tan perdido, no le gustaría levantar sospechas sobre haber sustituido a un maestro, aunque siendo justos, ese personaje ni siquiera existía o era mencionado en las novelas.
Uno de los discípulos se acercó al verlo cerca de la entrada. —Shifu QingYe, le gustaría que le avise a Liu QingGe que está aquí? —
Los pasos de Han se detuvieron inmediatamente… LIU QINGGE?????? Liu QinGe seguía vivo? Eso solo significaba una cosa, o bueno, 2 cosas. La primera, que aún estaba a tiempo para ayudar a Shen Jiu y no se encuentra en un punto sin retorno donde lo acusan de un millar de cosas, y una de ellas es de matar a Liu QingGe. O la segunda (la cual lo hacía querer volver a morir), que se encuentra en el mundo donde Shen Yuan ya transmigró al cuerpo de Shen Jiu, y ya cambió la historia, eso solo significaría que de ser así, habrían 3 transmigradores en este punto. Como deseaba que sea la primera.
—No, gracias, ¿mejor me podrías indicar hacia dónde era el pico Jiandie? Es que me perdí un poco y… — Han se detuvo, qué estaba haciendo, era el momento perfecto para preguntarle a Liu QingGe directamente, si le preguntaba cuándo era la conferencia de la alianza inmortal, sabría en que momento de la trama van, y si menciona a Shen QingQiu, sabrá si todavía es el original Shen o si es el embustero Shen Yuan. —Sabes qué? Mejor avisa que ya llegué—
El pico Bai Zhan estaba lleno de jóvenes cultivadores muy fuertes y musculosos, aunque el cuerpo de Han no les envidiaba nada, se preguntaba que tan fuerte sería en una pelea. —Shidi, que sorpresa verlo, rara vez visita a otros— La imperturbable voz de Liu sonó en toda la habitación.
—Sí, lo sé, solo vine a ver cómo van sus discípulos Shixiong, ¿ya casi se acerca la Conferencia Inmortal… mmm cuánto falta? — Dijo con cautela el de cabello castaño, rezando por que no haya pasado ya la conferencia y tan solo estuviera haciendo el ridículo.
—Pues faltan 3 años, pero estoy seguro de que para ese momento mis discípulos podrán ganar— Contestó Liu mientras veía por la ventana a sus discípulos.
3 años? Entonces aún faltaba, probablemente Luo BingHe ya era discípulo de la cumbre Qing Jing, si sus matemáticas no fallaban, él debería tener 14 años, JAJA, el tiempo perfecto para que Shen QingQiu no lo trate mal y así Luo no querrá tomar venganza en un futuro, y tampoco tratarlo tan bien, no como el lame botas de Shen Yuan, quien al tratarlo tan bien, terminó haciendo que Luo se enamorara.
—Me consta que tus discípulos son muy fuertes, igual los míos los pondré a entrenar aún más apenas vuelva; me pregunto cómo les irá a los discípulos de nuestro Shixiong Shen QingQiu— Han esperaba que con esa mención, Liu QingGe le indicara si todavía era el Shen original.
—¿A los discípulos de ese flojo? Ni siquiera creo que los ponga a entrenar adecuadamente, lo único que hace es ir a burdeles y deshonrar a la cima– La voz de Liu sonaba tensa y colérica, y ni hablar de su rostro que demostraba su hartazgo de Shen QingQiu, muy diferente al rostro brillante y feliz de Han, el cual desconcertó un poco a QingGe.
Pero Han no lo podía evitar, estaba feliz, demasiado, el tono y las palabras del maestro de Bai Zhan solo confirmaban lo mejor; Shen QingQiu era el original Shen QingQiu, no el impostor de Shen Yuan. Con Shen Jiu, eso solo significaba que estaba en el mundo de The Proud Inmortal Demon Way, no en SAVE.
Liu QingGe mandó a uno de sus discípulos para que acompañara a QingYe al pico Jiandie. El joven se despidió y le deseó un buen día. Han estaba consternadamente feliz, durante su otra vida el cuarto que rentaba era de unos 10 metros cuadrados, ahora aquí, su baño era del tamaño de esa habitación. Los maestros de pico sí que eran ricos.
….
Han QingYe se había refugiado en su pico desde el día de su llegada. Aún con todo el conocimiento que poseía sobre este mundo, cada rincón le resultaba abrumadoramente extraño. Evitar el contacto innecesario con otros cultivadores le parecía la mejor manera de evitar preguntas incómodas. Sin embargo, hoy, el destino le tenía otros planes.
—¡Shizun! —La voz del discípulo que entró a su estudio resonó con urgencia—. Le han convocado a una reunión con los demás maestros de pico. Es por el demonio desollador… Todos deben asistir.
Han se quedó inmóvil. El aire de su sala se volvía espeso, como si la noticia en sí le quitara el oxígeno. Una reunión de maestros… eso significaba que iba a ver a Shen QingQiu. Al verdadero. Al original.
Su pecho se llenó de emoción inmediata, una corriente eléctrica recorriéndole la columna. Había pasado toda su vida defendiendo el destino injusto de Shen Jiu desde la distancia, y ahora… ahora tendría la oportunidad de verlo con sus propios ojos. ¿Cómo sería? ¿Realmente encajaría con la imagen que siempre tuvo en su mente? ¿Qué haría si hablaban?
Pero la euforia vino acompañada por el peso de la ansiedad. Han casi no había salido de su pico. Se movía con cautela entre sus propios discípulos, tratando de descifrar su nuevo papel sin llamar demasiado la atención. Si asistía a la reunión, todos los maestros lo verían, y tendría que actuar perfectamente como Han QingYe, un personaje que ni siquiera conocía.
—Shizun… ¿está bien? —preguntó el discípulo, titubeando ante su evidente silencio.
Han parpadeó, sacudiendo la cabeza con rapidez. No podía titubear. No cuando estaba tan cerca de ver a Shen QingQiu.
—Sí, claro —respondió con una sonrisa que intentaba ocultar el torbellino en su interior—. Iré de inmediato.
…
El salón de reuniones de los maestros de las cumbres de Cang Qiong era amplio, adornado con pilares tallados en madera oscura y faroles que proyectaban sombras inquietantes sobre las paredes. Han QingYe entró con pasos medidos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba con cada cultivador que su mirada encontraba. Sabía exactamente a quién buscaba.
Se acomodó en su lugar, manteniendo el rostro neutro. A unos pasos de distancia, sentado con una presencia imponente pero con esa expresión siempre mesurada, estaba Yue QingYuan. Han apretó la mandíbula. No lo odiaba, no realmente. Sabía que no había sido su culpa que no hubiera podido salvar a Shen Jiu… pero eso no significaba que lo perdonara.
Yue nunca le explicó nada a Shen. Nunca le dio respuestas, nunca lo ayudó a comprender por qué su destino había sido tan cruel, por qué todo se había torcido tanto. Hubiera sido tan sencillo decirle la verdad. Pero no, Yue simplemente lo dejó vivir con la incertidumbre, con la desesperación.
Han desvió la mirada antes de que la irritación en su rostro fuera demasiado evidente. No podía distraerse. Lo importante era Shen Jiu.
El murmullo en la sala disminuyó, y Han sintió que el aire se volvió denso, expectante. Entonces, lo vio.
Shen QingQiu entró con la calma de un hombre acostumbrado a los formalismos, con su túnica impecable y la mirada severa que parecía pesar sobre los presentes. Han casi perdió el aliento. Ahí estaba, vivo, real, no solo un nombre en foros de internet o un personaje injustamente castigado por la trama.
—Dado el aumento de actividad demoníaca en el territorio del norte, se ha confirmado la presencia del Demonio Desollador. —La voz de Yue QingYuan resonó en la sala—. Se requiere acción inmediata. Shen QingQiu, liderarás la expedición.
—Opino que deberías llevar a tus discípulos para que se familiaricen con combates reales. —añadió Qi QingQi —. Será una oportunidad de entrenamiento valiosa.
Han pestañeó. No podía dejar que Shen Jiu fuera solo. No después de todo lo que sabía. Respiró hondo, controlando la emoción que seguía latiendo en su pecho, y con la voz más firme que pudo reunir, dijo:
—Si me lo permiten, me ofreceré para acompañarlos.
El silencio fue instantáneo. Los otros maestros giraron la cabeza con visible desconcierto. Algunos incluso entrecerraron los ojos con un atisbo de incredulidad. Nadie quería ir con Shen QingQiu. No después de todos los rumores que circulaban sobre él, sobre su comportamiento errático, sobre sus supuestas escapadas vergonzosas.
Shen QingQiu le dirigió una mirada fría, como si estuviera calibrando la inesperada propuesta. Han sostuvo la mirada, intentando no parecer demasiado ansioso. No importaba cómo lo vieran los demás. Lo único que importaba era protegerlo.
...
Han QingYe recorrió los pasillos del pico Jiandie con pasos rápidos, sintiendo la emoción y la ansiedad mezclándose en su pecho. La misión estaba confirmada. No solo iba a acompañar a Shen Jiu—iba a llevar a sus discípulos. Eso significaba que ellos también iban a entrar en el campo de batalla real.
Solo había un ligero problema. Han QingYe no tenía idea de quiénes eran sus discípulos.
Llevaba apenas una semana en el pico Jiandie, y si bien había logrado aparentar que sabía lo que estaba haciendo, en realidad pasaba la mayor parte del tiempo fingiendo que tenía un plan. Lo cierto era que apenas recordaba cuántos discípulos tenía, mucho menos sus nombres.
Pero la misión estaba confirmada. Máximo llevaría unos cinco, no iba a exponer a tantos a la muerte.
Y como cualquier persona sensata con cero preparación, salió de su habitación con paso firme, miró a los primeros cinco que estaban a la vista y con toda la autoridad de un maestro dijo:
—Ustedes. Vienen conmigo.
Los discípulos se miraron entre sí. Hubo un silencio prolongado.
—¿Shizun? —preguntó uno con cautela—. ¿Está seguro?
Han cruzó los brazos y fingió que sabía exactamente lo que estaba haciendo. —Sí. Absolutamente. Estamos partiendo pronto.
Por dentro, intentaba recordar si al menos uno de ellos le sonaba familiar.
Uno de los discípulos, un chico de cabello corto y expresión de fastidio, Liu Renshu, suspiró con resignación. —¿Va a decirnos al menos para qué es la misión o nos va a lanzar directo a un barranco?
—Para entrenar. Y sobrevivir, será divertido —Han respondió con seguridad, pero ni siquiera estaba seguro de qué tan bien iba a manejar esto.
Otro discípulo, Yan Wei, simplemente inclinó la cabeza en señal de aceptación. Parecía alguien tranquilo, lo cual le venía bien a Han porque al menos no iba a cuestionar su liderazgo improvisado.
Y luego estaba Mo Zixin. Han apenas había dicho la palabra "misión" y ya tenía los ojos brillando de emoción, como si hubiera esperado toda su vida por esto.
—¡Por fin algo divertido! —exclamó—. ¿Vamos a pelear contra demonios, verdad? ¿VERDAD?
Han le dedicó una sonrisa diplomática. —Sí. Contra el Demonio Desollador.
Silencio.
—¿QUÉ? —gritó uno de los discípulos de fondo que no iba a ser importante en la historia.
Han ignoró el comentario y le hizo un gesto a los cinco que había elegido. —Vamos, todo saldrá bien.
Mientras los discípulos se dispersaban para alistarse, Han exhaló profundo. Bueno, esperaba que esto no terminara en un desastre.
Los discípulos se miraron entre sí con emoción contenida, y Han supo que tenía que asegurarse de que estuvieran lo suficientemente motivados para que esta misión fuera un éxito. Así que activó su instinto de vendedor.
Respiró profundo, ajustó su túnica, y se preparó para venderles la idea como si estuviera cerrando la mejor oferta de su vida.
—Escuchen bien, porque lo que les voy a decir cambiará sus destinos.
Los discípulos lo miraban con absoluta atención. Mo Zixin ya parecía emocionado, y Liu Renshu y Yan Wei se mantenían serios pero atentos.
Han levantó una mano como si estuviera anunciando una oportunidad única. —Ustedes no son cualquier grupo de discípulos. Son los Wuxia del pico Jiandie. No los escogí al azar, los escogí porque ustedes son los mejores— Claro que los había escogido al azar.
Mo Zixin ya estaba más que convencido. Liu Renshu se cruzó de brazos, pero no dijo nada. Yan Wei simplemente asintió, sin cuestionar el discurso.
—El pico Jiandie obtiene información, descubre secretos y protege el equilibrio del mundo. Y ahora, ustedes son parte de esa misión. Vamos a enfrentar al Demonio Desollador.
La emoción en los rostros de los discípulos era clara. Compraron la idea por completo.
Han tuvo que contener una sonrisa. "Si pude convencer a gente en mi otra vida de que cambiarse de compañía telefónica era su mejor opción, esto es pan comido."
Mo Zixin golpeó el puño contra su mano con emoción pura. —¡Sí! ¡Por fin algo emocionante!
Yan Wei inclinó la cabeza en señal de aceptación.
Liu Renshu exhaló y murmuró para sí mismo. —…Pues ya estamos metidos en esto.
Han asintió con satisfacción. —Bien. Preparen sus cosas. Partimos pronto.
Chapter 2: Cambié el destino… y ahora tengo que compartir un carruaje con él
Summary:
Han QingYe mueve sus primeras piezas para cambiar el destino de Luo BingHe, arreglando discretamente una escena clave… solo para terminar atrapado en el mismo carruaje que Shen QingQiu. Su plan maestro acaba en una crisis existencial a centímetros de su personaje favorito.
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Los caballos estaban preparados, las provisiones aseguradas, y los discípulos de los distintos picos se reunían alrededor, listos para partir. Han QingYe ajustó los guantes de su túnica, montando su caballo con calma absoluta. Tenía un plan, y todo estaba acomodándose perfectamente.
Observó a sus discípulos mientras se preparaban. Mo Zixin ya estaba emocionado, prácticamente rebotando sobre su montura. Yan Wei mantenía su postura impecable, ajustando las riendas con concentración absoluta. Liu Renshu suspiró largamente, como si estuviera evaluando mentalmente cuánto caos iba a encontrarse en esta misión.
Los otros dos discípulos, Tao Jing y Xia Dandan, ya estaban listos, aunque más discretos en comparación. Han los miró brevemente, asegurándose de que todo estuviera en orden.
Y entonces vino el momento clave.
En la novela del Sistema de Autosalvación del Villano Escoria, Luo BingHe no tenía caballo. En sí, eso no era el problema. El problema fue que Shen QingQiu jamás intervino cuando Ming Fan y los demás lo molestaban. Han lo sabía. Y podía cambiarlo.
Desvió la mirada con precisión calculada hacia Shen QingQiu, quien ya estaba acomodado en el carruaje. El original. El que aún tenía oportunidad de no cometer los mismos errores. Si Shen Jiu intervenía ahora, de manera natural, Luo no guardaría resentimiento tan pronto.
Han fingió casualidad en su tono mientras giraba levemente su montura hacia Shen. —Shixiong, hay un problema. Uno de tus discípulos no tiene montura.
Shen QingQiu apenas le dedicó una mirada antes de volver la vista al frente, claramente desinteresado.
Han mantuvo su expresión relajada, aunque por dentro orquestaba cuidadosamente cada movimiento. —Luo BingHe es joven, aún necesita fortalecerse. Montar ayudará a que desarrolle resistencia antes de llegar al combate, yo podría darle el caballo.
Shen QingQiu exhaló con un dejo de molestia, pero no contradijo el comentario. Después de todo, ¿qué importancia tenía si el niño iba en caballo? No era alguien particularmente atento con los discípulos. Pero tampoco iba a rechazar algo que lo hiciera parecer más digno.
Con una breve exhalación, Shen le hizo una señal a Luo BingHe. — Luo BingHe, toma el caballo.
Silencio.
Han mantuvo su expresión neutral, pero por dentro celebraba su éxito.
Ming Fan y algunos discípulos hicieron amagos de molestia, pero al ver que Shen QingQiu no hizo ni dijo nada para alentarlos, simplemente se detuvieron. Luo BingHe no mostró ninguna reacción evidente, pero aceptó la montura sin más que una inclinación de cabeza.
Han QingYe estaba ganando.
Todo había salido exactamente como lo planeó. El problema de Luo BingHe sin caballo se resolvió, Shen QingQiu se llevó el crédito sin saberlo, y la primera pieza del gran ajuste al destino se había colocado con éxito. Desmontó su caballo con una sonrisa contenida, sintiéndose increíblemente inteligente. Esto no era solo manipulación, era estrategia maestra.
Pero entonces, la realidad lo golpeó.
—Shizun, ¿y usted? —preguntó Xia Dandan, mirando a Han con curiosidad.
Han parpadeó. —¿Qué?
—No va a viajar en caballo, ¿verdad? —intervino Liu Renshu con tono lógico—. Es costumbre que los maestros de cumbre viajen en el carruaje.
Silencio.
Oh no, cómo mierda se le olvido ese pequeño detalle.
Han sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Giró lentamente la cabeza hacia el carruaje donde Shen QingQiu ya estaba sentado, acomodado, frío e imponente.
Por supuesto. Por supuesto. Su plan era perfecto. Demasiado perfecto. Ahora tenía que pasar TODO EL CAMINO encerrado en el mismo espacio que Shen Jiu. Su personaje favorito. Su trágico villano incomprendido. El hombre por el que había discutido en foros durante años.
De repente, ser un genio no se sentía tan emocionante.
Mo Zixin miró a Han con expectativa. —Bueno, Shizun, ¿sube o qué?
Han tragó saliva. —Sí… claro.
Se bajó del caballo con movimientos mecánicos y caminó hacia su destino final. La sensación de entrar en el carruaje fue demasiado real. Shen QingQiu apenas le dedicó una mirada antes de volver la vista al frente, completamente indiferente. Han se sentó a su lado, tensando la mandíbula. Ahora estaban compartiendo espacio. Respirando el mismo aire. Estaban a centímetros. Qué maldito problema acababa de hacerse a sí mismo.
Mantuvo la compostura lo mejor que pudo, mirando hacia la ventana con una expresión completamente neutra. Neutralidad absoluta.
Pero por dentro, gritaba.
"No me voy a emocionar. No me voy a emocionar. No me voy a emocionar. No me voy a emocionar—"
El carruaje avanzaba suavemente por el camino nevado. El sonido de los cascos golpeando la tierra era constante, casi relajante. Dentro del carruaje, Han QingYe mantenía una postura serena y perfectamente profesional, como cualquier maestro de pico en una misión importante. Por fuera, impecable. Tranquilo. Respetable.
Por dentro, gritando.
Shen QingQiu miraba por la ventana con expresión indiferente, su postura tan elegante como siempre. No decía nada, pero la atmósfera entre ellos era densa, cargada de silencio. Han intentó respirar con calma. Esta era su oportunidad. Podía hablar con Shen Jiu. En persona. Como maestro. Como igual.
Por dentro, estaba al borde del colapso.
Shen QingQiu finalmente habló. —No esperaba que te ofrecieras para esta misión. El pico Jiandie no suele involucrarse directamente en problemas como este.
Han mantuvo su expresión serena, como si esta conversación fuera completamente normal. —La información es nuestra especialidad, pero de vez en cuando es necesario actuar.
Por dentro: "AHÍ ESTÁ, ME HABLÓ, ESTOY HABLANDO CON ÉL, VOY A MORIR."
Shen QingQiu ajustó su túnica con elegancia. —Al menos no me tocó ir con algún incompetente.
Han sintió que su corazón dio un vuelco.
Por fuera: una leve inclinación de cabeza, completamente tranquilo. Por dentro: "DIJO QUE NO SOY INCOMPETENTE, LO DIJO, ACABA DE DECIRLO, ¿ESTO ES UN SUEÑO?"
Shen QingQiu miró por la ventana, su expresión neutral pero su tono frío. —El Demonio Desollador es impredecible. Solo espero que tus discípulos sean lo suficientemente competentes para no causar problemas innecesarios.
Han mantuvo su expresión tranquila. —Confío en que estarán a la altura de la misión.
Por dentro: "LO QUE SEA, LO QUE SEA, SIGUE HABLÁNDOME."
Shen QingQiu simplemente asintió, sin expresión particular.
…
El pueblo parecía muerto.
A medida que el grupo avanzaba, Han QingYe notó el ambiente opresivo que los rodeaba. Las calles estaban vacías, las casas cerradas como si nadie quisiera salir ni siquiera a respirar. En los rincones, algunos aldeanos observaban con miradas aterradas, como si temieran que incluso mirar demasiado pudiera atraer la criatura que los acechaba.
Cuando llegaron a la mansión del Viejo Maestro Chen, el contraste fue inmediato. La casa era vasta y ostentosa, pero el aire a desesperación era imposible de ignorar.
El Maestro Chen casi se lanzó hacia Shen QingQiu en cuanto lo vio. Su túnica estaba desordenada, el sudor le perlaba la frente, y en sus brazos—apretada con una fuerza asfixiante—tenía a una joven concubina, Die-er.
Han sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La escena era asquerosamente fiel a la historia.
—¡Es un monstruo! —soltó el Viejo Maestro Chen, la voz temblando—. Mis concubinas han sido despedazadas, no queda nada de ellas más que sangre y huesos.
Die-er se estremeció en su agarre, pero Chen la sostuvo aún más fuerte, como si al aferrarla pudiera protegerla del inevitable destino.
—¡Por favor, inmortales, ayúdenme! No puedo dormir, no puedo comer, cada noche temo que sea la última…
Han mantuvo la expresión neutral, pero por dentro, quería apartar la mirada.
El Viejo Maestro Chen casi gimió al hablar, mirando de reojo a Die-er. —Si me quitan todo, al menos déjenme quedarme con ella.
Shen QingQiu no reaccionó a la súplica. Su expresión siguió imperturbable, como si no hubiera visto nada.
—Descríbalo —pidió con tono calculado.
El Maestro Chen se llevó las manos al rostro, temblando.
—Dicen que es un demonio con mantos negros, pero ¿qué clase de criatura puede hacer esto sin dejar rastro?
La mansión del Viejo Maestro Chen seguía sumida en tensión, su desesperación flotando en el aire como una niebla opresiva. Shen QingQiu se apartó de la conversación con el anciano y tomó control de la situación inmediatamente.
—Ming Fan, tú y los demás discípulos de Qing Jing busquen rastros en las casas cercanas. Averigüen si hay sobrevivientes que hayan visto algo útil.
Ming Fan inclinó la cabeza con obediencia. —Sí, Shizun.
Han QingYe ya se esperaba que Shen diera órdenes sin demora, por lo que inmediatamente hizo lo mismo con sus propios discípulos, manteniendo su compostura profesional.
—Liu Renshu, Yan Wei, Mo Zixin —enumeró con firmeza—, revisen los alrededores del pueblo. Si encuentran algo fuera de lo común, informen de inmediato.
Los tres discípulos aceptaron con diferentes reacciones: Yan Wei con un asentimiento silencioso, Liu Renshu con una mirada de evaluación, y Mo Zixin con pura emoción. Tao Jing y Xia Dandan también fueron enviados, solo que a tratar de hablar con los residentes del pueblo. Xia Dandan sonrió animadamente y asintió con energía. Tao Jing, por otro lado, simplemente asintió y ambos se alejaron.
Pero justo cuando la misión de investigación estaba comenzando, Ning YingYing se acercó a Shen QingQiu con una sonrisa radiante.
—Shizun, ¿podría salir a pasear por el pueblo un poco?
Han ya sabía la respuesta antes de que Shen siquiera hablara. Ning YingYing le recordaba a Qiu Haitang, su primer amor. Por eso siempre la protegía. No había forma de que le negara algo tan simple.
—Haz lo que quieras —respondió Shen QingQiu con indiferencia.
Ning YingYing sonrió aún más. —¡Entonces llevaré a Luo Shidi conmigo!
Con todo ya organizado, los dos maestros se quedaron en la mansión para investigar los registros de Chen y buscar información más profunda sobre los patrones de ataque del Demonio Desollador.
Pero la calma no duró. El sonido de pasos apresurados rompió la concentración de Han. Luo BingHe apareció en la entrada, el rostro pálido, la expresión de alarma en sus ojos.
—¡Shizun! —exclamó, con un tono urgido. —Ning Shijie desapareció.
Han sentía cómo el destino estaba empezando a moverse.
Shen QingQiu se puso de pie inmediatamente, su expresión endurecida.
—¿Dónde la viste por última vez?
Han ya sabía cómo iba a desarrollarse todo. Pero esta vez, él también estaba en medio de la historia.
…
La noche cayó sobre el pueblo con una rapidez inquietante. La neblina se espesó alrededor de las calles, oscura, sigilosa, como si algo estuviera acechando desde las sombras. Han QingYe ya sabía lo que iba a pasar. Lo había leído. Lo había analizado. Lo había discutido en foros. Pero ahora tenía que enfrentarlo. Se movían rápido. Shen QingQiu lideraba el grupo con su característico aire severo, mientras Luo BingHe avanzaba con prisa, el rostro tenso. Ning YingYing había desaparecido.
Luo BingHe, aún con la respiración agitada, miró a Shen con desesperación contenida. —¡No puede haberse ido tan lejos, Shizun!
Shen QingQiu mantuvo su expresión fría, evaluando la situación con calma absoluta. —No haremos conjeturas innecesarias. Seguiremos su rastro adecuadamente.
Sin más, Shen QingQiu se arrodilló en el suelo y extendió su mano sobre la tierra, cerrando los ojos. Han mantuvo su expresión tranquila, pero por dentro observaba con una mezcla de admiración y tensión. Era la primera vez que veía esto en tiempo real. Shen inhaló lentamente y murmuró una invocación silenciosa. Un brillo tenue emergió de la tierra, recorriendo el aire como un hilo de energía oscura. La presencia del Demonio Desollador aún impregnaba el lugar. Han sintió el escalofrío recorrerle la espalda cuando vio cómo la energía comenzaba a formar un camino en el aire, un hilo invisible que marcaba la dirección en la que Ning había desaparecido.
Shen QingQiu abrió los ojos con severidad. —Esencia demoníaca en movimiento. Va hacia la mansión de Chen.
Han ya lo sabía. Los cultivadores se pusieron en marcha. Esta vez, estaban siguiendo el camino del desastre. La mansión del Viejo Maestro Chen se alzaba ante ellos, oscura y silenciosa, como si estuviera esperando su llegada. El aire estaba denso.
Shen QingQiu avanzó con calma, su túnica impecable, mientras Luo BingHe se movía con una urgencia palpable, la expresión tensa, la respiración contenida.
Han QingYe sabía que esto era una trampa. Pero no podía hacer nada para detenerlos.
Cuando llegaron a la entrada, el ambiente se tornó aún más opresivo. La energía demoníaca parecía impregnar el suelo, las paredes… el aire mismo.
Luo BingHe fue el primero en moverse. Empujó la puerta.
Y entonces, el humo negro brotó como una bestia liberada. La oscuridad los engulló de inmediato. Han retrocedió por puro instinto, pero en el caos, sus pies se deslizaron sobre las piedras sueltas del camino. Cayó. Rodó fuera del alcance del humo. Cuando se levantó—ya todo estaba en silencio.
Shen QingQiu. Luo BingHe. No estaban.
Han exhaló con dificultad, sintiendo la presión en su pecho.
Sabía que ellos estaban atrapados. Sabía que el Demonio Desollador los tenía ahora mismo. Sabía que si seguía la historia, despertarían encadenados, mientras la criatura recitaba su monólogo enfermizo.
…
Shen QingQiu despertó con un escalofrío de profunda vergüenza.
Su túnica superior había desaparecido, dejándolo solo con sus pantalones y botas, como si estuviera atrapado en una situación indecorosa.
Por un instante, sintió el impulso irracional de querer cavar un hoyo y esconderse. Pero la realidad era mucho peor. Ning YingYing gritó de terror, su cuerpo temblando.
Y entonces, el Demonio Desollador se reveló.
Shen QingQiu lo reconoció de inmediato. Die-er.
La concubina que había visto en los brazos del Viejo Maestro Chen, la única mujer que había conocido en esa mansión… pero ahora algo no estaba bien. Su piel ya no era suya.
—Qué afortunados son, inmortales, tener el honor de presenciar mi arte. —El Demonio Desollador habló con voz etérea, sus dedos deslizándose lentamente sobre su propio rostro.
Shen QingQiu lo entendió antes de que hablara.
Este demonio tomaba la piel de sus víctimas.
Era una criatura que imitaba, copiaba, reemplazaba. No por placer, sino por necesidad.
El Desollador, disfrutando su propio monólogo, no negó ni confirmó su motivación.
Pero momentos después, lo admitió sin querer.
—Mi aspecto marcial está dañado, ¿sabes? Antes tenía un cuerpo masculino. Pero un cuerpo fuerte no basta. Se necesita una piel hermosa para perfeccionar lo que falta.
Shen QingQiu mantuvo su expresión neutral, pero su piel se erizó cuando los dedos del demonio se deslizaron sobre su pecho desnudo.
Luo BingHe no pudo apartar la mirada.
Y tampoco Han.
El calor subió hasta sus orejas antes de que su cerebro le gritara que NO, que no debía reaccionar de esa forma.
—Concéntrate, idiota. —Se regañó mentalmente, sintiéndose traicionado por su propia biología.
Mientras tanto, el Demonio Desollador seguía en su discurso, pasando sus dedos sobre la piel de Shen con una satisfacción inquietante.
Han mantuvo su escondite, evaluando cada movimiento. No podía intervenir aún.
Luo BingHe, con el rostro cada vez más tenso, movió sus muñecas con cautela.
Han lo vio.
Luo se estaba desatando. Apenas liberó una mano, sus ojos vagaron rápidamente por la habitación, buscando opciones… hasta que vio a Han en la sombra. Se hicieron señas. Han exhaló con alivio. Bien. Había una oportunidad.
Luo esperó el momento exacto antes de moverse con rapidez y soltarse por completo.
El Demonio Desollador se inclinó sobre Luo BingHe, los dedos listos para tocar su piel. Era el momento exacto en el que todo debía cambiar.
Han QingYe lo sabía.
Desde su escondite, ya tenía su plan listo, Luo BingHe se movió con precisión calculada, usando el impulso de sus muñecas para desatarse por completo. El demonio apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una oleada de energía explotara frente a él. Luo saltó hacia atrás, tomando una posición defensiva.
Y en ese instante, Han atacó.
Saliendo de su escondite con velocidad impecable, lanzó un golpe directo con su espada, obligando al demonio a retroceder. El Desollador chilló con una voz distorsionada, moviéndose con agilidad antinatural mientras esquivaba el ataque.
Han mantuvo su concentración, pero por dentro, algo lo llenó de emoción pura.
Era fuerte. Más fuerte que nunca. En su otra vida, era un simple humano que no destacaba tanto. Aquí, en este mundo, su cuerpo tenía velocidad, precisión, energía cultivadora a su disposición.
No solo estaba peleando en el mundo de una novela que adoraba, estaba brillando en él. La sonrisa de emoción casi apareció en su rostro, pero mantuvo su compostura, bloqueando el siguiente ataque.
—¡Luo! —gritó Han, asegurándose de que el joven cultivador entendiera la estrategia.
Luo captó la señal al instante.
Con precisión fluida, ambos comenzaron a moverse juntos, sincronizando ataques. Uno distraía, el otro golpeaba.
Shen QingQiu observó la pelea con una mirada fría, evaluando cada movimiento con precisión.
—Luo, ataca desde abajo. Haz que pierda el equilibrio.
Luo BingHe no dudó. Se movió con rapidez, canalizando su energía en una ráfaga dirigida a los pies del demonio, obligándolo a tambalearse.
Han no perdió un segundo y lanzó un corte firme, haciendo que la criatura retrocediera aún más, con un grito de furia resonando en la habitación. Las ataduras que sostenían a Shen y Ning aflojaron ligeramente por el movimiento brusco.
—¡Rompe las cuerdas! —gritó hacia Luo.
Luo saltó hacia los amarres, cortándolos de inmediato, liberando a Shen y Ning antes de girarse de nuevo hacia la batalla.
El demonio estaba en sus últimos momentos. Luo BingHe reaccionó en sincronía.
Su espada brilló con intensidad, y con un movimiento limpio y calculado, cortó al Demonio Desollador en su punto vulnerable.
El grito de la criatura se ahogó en un sonido quebrado. Su piel comenzó a desmoronarse como ceniza.
…
Minutos después, los cuatro se reunieron con los discípulos en la entrada de la mansión Chen.
Ming Fan, junto con los demás discípulos de Qing Jing y Jiandie, ya habían llegado a la misma conclusión.
—Era Die-er —afirmó Yan Wei con seguridad, su tono frío pero firme.
Liu Renshu asintió con un gesto serio. —Las historias de desapariciones no tenían sentido hasta que revisamos las marcas en los cuerpos de las víctimas. Algunas de ellas eran demasiado frescas, como si la piel apenas hubiera cambiado de dueño.
Mo Zixin se estremeció. —Eso es… eso es demasiado horrible.
Han QingYe los observó con calma, pero por dentro sonrió.
—El Demonio Desollador ya está derrotado.
Las miradas de los discípulos se iluminaron con una mezcla de alivio y respeto.
Y entonces, Shen QingQiu habló, su tono neutral pero con un peso claro.
—Esperaba que llegaran a la conclusión correcta.
Han casi pierde la compostura.
¡Eso era básicamente un elogio! Claro, frío, distante, pero un reconocimiento real de que Shen sí se preocupa por sus discípulos.
Han se sintió tentado a gritar de emoción, pero mantuvo su expresión absolutamente profesional.
—Buen trabajo —dijo con calma a sus propios discípulos, pero por dentro celebraba como un fan emocionado.
Finalmente, volvieron al Viejo Maestro Chen. El anciano tembló al verlos, su rostro cargado de desesperación y duda.
Shen QingQiu fue directo al punto.
—El Demonio Desollador era Die-er.
El silencio fue abrumador.
El Viejo Maestro Chen palideció, sus labios temblaron, pero ninguna palabra salió de su boca. Han ya sabía que no iba a aceptar la verdad tan fácilmente. Pero después de varios segundos, el anciano exhaló con dificultad y bajó la cabeza.
—Agradezco su ayuda, inmortales.
…
El carruaje avanzaba suavemente por el camino nevado, su interior envuelto en silencio.
Han QingYe seguía inmerso en la emoción de la batalla reciente, en el peso de lo ocurrido con el Demonio Desollador. Pero también en algo más. Shen no le había hablado demasiado. Solo lo estrictamente necesario, como siempre.
Eso no impedía que Han estuviera vigilando cada gesto con interés absoluto.
Mientras viajaban, Han sacó un abanico de entre sus cosas. Uno de los que había comprado en la ciudad. Lacado, elegante, pero discreto. No lo miró demasiado. Simplemente lo extendió con calma, ofreciéndoselo a Shen con un movimiento casual.
—La ciudad tenía buenos artesanos. Compré algunos para mis discípulos, igual deberías tener uno, Shixiong. Será como un recuerdo de sus primeras expediciones.
Shen QingQiu observó el abanico por unos segundos.
Han mantuvo su expresión neutral. Por dentro, contenía el aliento.
Shen lo tomó con indiferencia.
No comentó nada. No lo rechazó. No lo ignoró. Lo guardó.
Han casi explotó por dentro ¡Lo aceptó! ¡Se lo quedó!
No lo dijo en voz alta, no mostró reacción externa, pero internamente, su alma de fan estaba celebrando como si hubiera ganado el mayor logro de su vida.
El carruaje siguió avanzando.
Han miró por la ventana, con absoluta tranquilidad.
Pero en su mente, seguía repitiendo el momento como un tesoro sagrado.
…
Han QingYe estaba en crisis absoluta.
No por una batalla mortal.
No por un demonio aterrador.
No, peor.
Tenía que escribir un informe de expedición. En chino formal. Han apoyó la cabeza contra la mesa, mirando el pergamino en blanco con desesperación. ¿Cómo se suponía que debía escribir esto?
“Después de una ardua travesía…” NO. Demasiado dramático.
“La misión se ejecutó con éxito gracias a la eficiencia del equipo…” DEMASIADO SEGURO.
“Nos enfrentamos a una cosa infernal cuyo propósito era imitar la piel humana…”
Han miró la frase y sintió que su propia alma abandonaba su cuerpo. Esto no sonaba profesional en absoluto. Mientras su agonía interna continuaba, una sombra cayó sobre su mesa.
Shen QingQiu tomó el pergamino sin ceremonia, leyó en completo silencio, y luego lo dobló con calma y lo dejó a un lado.
—Hazlo de nuevo.
Han se ahogó. Mantuvo su compostura, pero por dentro, quería gritar. Respiró hondo y se esforzó por sonar tranquilo, seguro.
—Shixiong, sé que puedo hacerlo, solo debo estar un poco oxidado.
Shen lo miró por un instante, evaluándolo con frialdad.
—Entonces hazlo.
Sin más palabras, Shen siguió con sus asuntos.
Han se derrumbó sobre la mesa, sintiéndose absolutamente derrotado. Este mundo era maravilloso, pero también cruel. Y ahora, tenía que aprender a escribir como si estuviera en una dinastía antigua.
Tras un rato fuera, Shen QingQiu llegó con su impecable indiferencia, recogió el pergamino sin ceremonia y lo leyó en completo silencio. Han mantuvo una expresión neutral, sin siquiera mover un músculo. Por dentro, contenía el aliento.
Shen dobló el pergamino con calma y lo dejó a un lado.
—Está aceptable. Le pediré a un discípulo que lo entregue.
Sin más, se giró y se fue. Han exhaló con alivio, su pecho sintiéndose más ligero.
Sobrevivió. Lo logró.
Pero entonces, algo se movió detrás de una de las columnas.
Liu Renshu salió de su escondite, acomodándose las mangas manchadas de tinta con tranquilidad absoluta.
Han lo miró. Liu solo alzó una ceja. El silencio fue abrumador. Han se desplomó sobre la mesa, ocultando la cara con las manos. Este mundo tenía desafíos inesperados, pero al menos, tenía discípulos competentes que si sabían escribir un buen informe.
Chapter 3: Le Dije Que Era Idea de Su Shizun, ups
Chapter Text
Han QingYe respiró hondo mientras ascendía al Pico Qing Jing. Esto tenía que hacerse.
Luo BingHe estaba usando un manual de cultivo incorrecto, un manual que Ming Fan le había dado.
Han recordó la novela y casi se ahogó en incredulidad ¿Cómo es posible que Luo BingHe le culpara de todo a Shen?! ¿CÓMO?!
La memoria lo golpeó con fuerza: Luo sufrió por un error ajeno, y en su resentimiento, directamente lo descargó sobre su Shizun.
Han se masajeó las sienes.
No podía permitir que esta historia fuera igual de absurda. Por eso, tenía en sus manos un manual de cultivo correcto.
Cuando llegó a donde estaba Luo BingHe, le ofreció el librito con total calma.
—Tu Shizun me pidió que te entregara esto.
Luo BingHe parpadeó, sorprendido.
—¿Shizun realmente pensó en esto…? —Luo murmuró, casi en un susurro.
Han le dio una palmada en el hombro con absoluta despreocupación.
—Claro, claro. No puede dejar que uses técnicas tan normales, estas son especiales para ti... Claro que, ya sabes cómo es tu Shizun aunque lo menciones lo negará, ya sabes cómo es él.
Luo bajó la mirada al pergamino, sosteniéndolo con un cuidado especial. Han no le prestó demasiada atención. Para él, esto solo significaba que Luo BingHe ya no odiaría a Shen QingQiu.
Nada más.
Pero cuando Luo guardó el manual cuidadosamente, con una expresión que era casi reverente, Han simplemente pensó que estaba siendo respetuoso.
No sospechó nada.
No notó que Luo miraba en dirección a la residencia de su Shizun con una expresión difícil de descifrar.
No notó que, en el corazón de ese muchacho, algo ya estaba empezando a cambiar.
Pobre Han. Creía que estaba arreglando la historia. Sin darse cuenta de que Luo BingHe seguía siendo el mismo desesperado por su Shizun.
…
Han QingYe se acostó en su cama y miró el techo de su residencia en el Pico Jiandie.
Demasiado espacio. El silencio era absoluto, tan vasto como el lugar.
Desde que llegó a este mundo, su residencia siempre le había parecido incómoda, no porque fuera inhóspita. Al contrario. Tenía todo lo que un maestro de un pico debería tener. Pero era enorme.
Demasiado enorme.
En su vida anterior, dormía en un departamento rentado de apenas diez metros cuadrados.
Pequeño, pero acogedor. Siempre había ruido: vecinos caminando, autos en la calle, música sonando en algún lado.
Aquí, en cambio, todo era excesivamente silencioso.
Han se volteó de lado, luego de espaldas, luego boca abajo.
Nada.
No iba a dormir. Tomó un libro de cultivo, luego otro, luego todos los que encontró. Si no podía dormir, podía estudiar. Seguía inmerso en los manuales de cultivo, con la intención de asegurarse de que al menos sus discípulos tuvieran los fundamentos correctos.
Pero al verlos entrenar, la realidad lo golpeó de inmediato. No era cuestión de manuales. Ellos ya tenían buenos fundamentos, el problema era otro. A medida que analizaba sus movimientos, se dio cuenta de algo más preocupante. Ellos no sobresalían.
Yan Wei no afinaba su energía correctamente.
Mo Zixin tenía rapidez, pero su técnica era descuidada.
Liu Renshu sí estaba mejor equilibrado, pero su habilidad tampoco era excepcional.
Han frunció el ceño.
¿Era posible que el Han QingYe original… los hubiera ignorado hasta ahora?
La idea no le sorprendía. Si él mismo no les había prestado suficiente atención hasta ahora, ¿qué le aseguraba que su contraparte original sí lo había hecho? Han cruzó los brazos, observándolos con una nueva perspectiva.
Esto no podía seguir así.
Si iba a cambiar algo en esta historia, sus discípulos tenían que mejorar.
Han QingYe se paró en medio del campo de entrenamiento, observando a sus discípulos con detenimiento.
Ya había visto suficiente. No podían seguir entrenando de manera tan dispersa. Así que decidió hacer lo que mejor funcionaba en sus antiguos trabajos.
Trabajo en equipo.
—Vamos a entrenar juntos. Todos. Incluyéndome.
Los discípulos se quedaron en silencio por un momento, sorprendidos.
—¿Shizun… también va a entrenar? —preguntó Mo Zixin con incredulidad.
Han sonrió con confianza.
—Claro. La mejor manera de aprender es enseñando, y la mejor manera de mejorar es entrenando juntos.
Yan Wei frunció el ceño, pero parecía considerar la idea seriamente. Liu Renshu no dijo nada, pero sus ojos mostraban aprobación inmediata. Ming Ren se acomodó las mangas, como si ya estuviera listo para probar la dinámica. Ji Rong y los demás discípulos sonrieron emocionados, claramente disfrutando el cambio en la rutina.
Entonces, comenzaron.
Al principio, fue un desastre.
Mo Zixin no lograba corregir su técnica del todo, y Han tuvo que mostrarle con calma cómo ajustar sus movimientos. Yan Wei casi destroza una tabla porque su flujo de energía estaba mal dirigido, y Liu Renshu le hizo notar el problema con precisión. Ming Ren se concentró en mejorar la estabilidad de su postura, corrigiéndola gracias a una observación de Ji Rong.
Han mantuvo la expresión neutral, pero por dentro sabía que esto era lo que realmente construía una buena base de entrenamiento. No solo aprender, sino compartir el conocimiento.
Después de varias horas, cuando la sesión terminó, sus discípulos estaban agotados, pero por fin convivían entre todos.
…
La residencia del Pico Jiandie estaba llena de vida esa noche.
Han QingYe observaba la escena con una mezcla de satisfacción y sorpresa.
Sus discípulos cenaban juntos, hablando con entusiasmo, riéndose entre ellos, intercambiando historias de entrenamiento y misiones. Era la primera vez en mucho tiempo que Han compartía una comida con otros de esta manera.
En su otra vida, las cenas siempre fueron solitarias. Su familia se había alejado de él, y con los años, las comidas dejaron de ser momentos compartidos y se volvieron solo parte de la rutina, su única compañía en tales momentos, eran los videos de youtube que ponía de fondo.
Pero aquí… todo era diferente.
Liu Renshu hablaba sobre una técnica de combate que había estado perfeccionando. Yan Wei se burlaba de Mo Zixin por su mala postura al sostener los palillos. Ji Rong contaba sobre un pequeño desastre en la cocina cuando intentó hacer té medicinal.
La cena en el Pico Jiandie tenía un ambiente animado, con los discípulos conversando sobre la misión reciente.
—¿Quién iba a pensar que el Demonio Desollador era Die-er? —comentó Ming Ren, aún con una expresión de incredulidad.
—Honestamente, todo tuvo sentido cuando revisamos las marcas en los cuerpos de las víctimas. —Yan Wei se inclinó hacia la mesa, como si todavía estuviera procesando lo ocurrido.
—Sí, pero fue escalofriante ver los registros antiguos. —Mo Zixin agitó la cabeza, aún sintiendo un leve estremecimiento.
Liu Renshu bebió su té con calma.
—Aún así, el Shizun de Qing Jing lo dedujo mucho antes que nosotros.
Ji Rong hizo una mueca.
—Eso es lo que da miedo de él. Es demasiado estricto, que bueno que no es nuestro maestro.
Han levantó la mirada de inmediato, pero mantuvo su tono relajado, sin hacerlo incómodo.
—Eso es precisamente lo mejor de él.
Ji Rong parpadeó, confundido.
—¿Eh?
Han apoyó los palillos sobre la mesa, observándolo con confianza.
—Si Shen fuera más suave, ¿crees que sus discípulos serían capaces de resolver algo así?
Ji Rong consideró la idea por un momento.
Liu Renshu tomó la palabra con calma.
—La exigencia genera disciplina.
Yan Wei cruzó los brazos.
—Supongo que tiene sentido. Al final, Shen QingQiu ha entrenado discípulos que pueden manejar investigaciones complejas sin errores graves.
Ming Ren inclinó la cabeza, pensando.
—Entonces… su frialdad no es descuido. Es método.
Han sonrió con satisfacción interna. Ellos estaban empezando a entenderlo. Tal vez todavía no lo veían completamente, pero ya no pensaban en su actitud como algo simplemente duro, sino que era parte de lo que lo hacía un buen maestro.
…
La reunión de los maestros de los picos se había extendido más de lo necesario.
Han QingYe apoyaba un codo sobre la mesa, mirando sin ver realmente nada.
Shang QingHua hablaba con energía sobre los presupuestos para la próxima ceremonia.
—Si queremos que la próxima ceremonia tenga el impacto adecuado, necesitamos ajustar los recursos. ¡Imaginen si logramos traer más artesanos para los diseños! El efecto visual sería impresionante.
Nadie respondió.
Shang QingHua miró a todos, esperando alguna reacción.
Nada.
Mu QingFan continuó con su tema sin siquiera reconocerlo.
—El efecto visual no tiene importancia si los discípulos sufren desbalances energéticos porque el Pico Médico no recibe suficientes fondos para sus suplementos.
Shang QingHua abrió la boca para protestar, pero la conversación ya había avanzado sin él.
Mientras tanto, Liu QingGe revisaba registros de misiones con absoluta seriedad.
—El último grupo enviado al territorio sur reportó actividad demoníaca menor. No es urgente, pero debe ser monitoreado.
Shen QingQiu se mantuvo en completo silencio, observando los documentos con calma.
Han no prestaba atención a nada. Solo quería irse. Cada vez que alguien hablaba, su cerebro se apagaba progresivamente. Cuando la reunión finalmente terminó, estiró discretamente los brazos con satisfacción.
Justo cuando Shen QingQiu se disponía a irse, Han lo llamó, esta vez con más cuidado en sus palabras.
—Shixiong, sería bueno que nuestros discípulos entrenaran juntos.
Shen se detuvo por un breve instante. Han contuvo el aliento por instinto.
¿Lo iba a rechazar? ¿Iba a decirle que no de inmediato?
Shen lo observó por un segundo, esperando que explicara. Han rápidamente siguió hablando, tratando de sonar seguro.
—Nuestros discípulos podrían beneficiarse de métodos diferentes. El Pico Jiandie se enfoca más en técnicas ofensivas, mientras que el Pico Qing Jing tiene fundamentos de defensa y estrategia. Si entrenan juntos, aprenderán a adaptarse mejor.
Shen siguió mirándolo con su expresión impenetrable.
Han sintió que su propia voz estaba temblando internamente, pero se obligó a seguir.
—Además, sería bueno fortalecer la cooperación entre ellos. No siempre van a pelear con gente de su propio pico, y estar acostumbrados a trabajar con enfoques distintos podría marcar la diferencia en misiones futuras.
Shen se mantuvo en silencio unos segundos más. Han casi podía escuchar el latido de su propio corazón.
Por favor, por favor, por favor, que no lo rechace.
Finalmente, Shen asintió con indiferencia.
—Si sirve de algo, no lo veo problemático.
Han parpadeó, confundido por un segundo.
¿Lo aceptó? ¿Así de fácil?
Mantuvo su postura neutral, pero por dentro estaba celebrando con absoluta intensidad.
¡Consiguió que Shen aprobara algo!
Sin decir más, Shen se fue.
Han se quedó ahí, soltando un suspiro profundo, sintiendo el alivio recorrerle el cuerpo.
…
El grupo avanzaba por el Puente Arcoíris, dirigiéndose al Pico Qing Jing.
Han QingYe iba al frente, caminando con calma absoluta. O al menos, eso parecía.
Sus discípulos estaban tensos.
—¿Han entrenado alguna vez con el Pico Qing Jing? —preguntó Yan Wei, con los brazos cruzados.
—Yo no. —Ji Rong se ajustó la funda de su espada, como si preparar su equipo le diera seguridad.
Ming Ren miró el puente con expresión seria.
—El Shizun de Qing Jing es demasiado estricto. —
Han se rió con confianza, manteniendo su postura relajada, pero antes de que pudiera responder, Liu Renshu habló primero.
—Recuerda, eso es precisamente lo mejor de él.
Han se quedó en silencio por un segundo.
¡Lo dijo sin que él tuviera que explicarlo!
Su expresión no cambió demasiado, pero por dentro, estaba celebrando intensamente. Mantuvo la calma, pero su sonrisa tenía una pizca de satisfacción. Porque, al menos, sus discípulos ya estaban comenzando a ver lo que él veía.
Cuando el grupo del Pico Jiandie cruzó el último tramo del Puente Arcoíris, fueron recibidos por Ming Fan, de pie, con los brazos cruzados.
Su expresión era neutral, pero con ese matiz de precaución que siempre tenía al tratar con forasteros en el Pico Qing Jing.
—Shizun dijo que vinieran, así que pasen.
Han QingYe notó que su tono era cortés, pero con ese matiz de seriedad que siempre tenía al tratar con asuntos del Pico Qing Jing.
Claro. Ming Fan no era alguien que aceptara fácilmente cambios en la rutina.
Los discípulos de Jiandie se mantuvieron en silencio, siguiéndolo con cautela.
El área de entrenamiento estaba rodeada de altos bambúes, moviéndose suavemente con el viento. Había espacio suficiente para moverse con libertad, y el suelo estaba perfectamente nivelado, claramente cuidado para entrenamientos exigentes.
Y al fondo, esperando con la expresión impenetrable de siempre, estaba Shen QingQiu. Han QingYe parpadeó, sintiendo su propio nerviosismo intensificarse.
Shen los observó con calma, sin moverse de su posición.
—Entonces, comenzaremos.
El entrenamiento conjunto había comenzado con intensidad.
Los discípulos del Pico Jiandie y Qing Jing se movían con precisión, ajustando sus técnicas y adaptándose al ritmo del otro grupo.
Han QingYe supervisaba de cerca, asegurándose de que la integración fluyera bien.
Lo que significaba que… estaba muy cerca de Shen.
Demasiado cerca.
Cada vez que Shen hacía una corrección, Han se inclinaba ligeramente para escuchar mejor.
Cada vez que Shen daba una indicación, Han se aseguraba de reafirmarla para los suyos.
Desde la distancia, Luo BingHe observaba la escena con una expresión oscura. Han se dio cuenta de inmediato. Luo lo estaba viendo feo.
Pero… ¿por qué?
Han frunció levemente el ceño, confundido.
¿Había dicho algo raro? ¿Había hecho algo mal?
Mientras tanto, los discípulos se volvieron progresivamente más emocionados con la sesión. Hasta que alguien lanzó la idea con entusiasmo absoluto.
—¡Shizun y Shidi deberían pelear!
Han parpadeó.
¿Qué?
Yan Wei asintió con emoción.
—¡Sería increíble! Ver el contraste entre sus estilos en combate.
Ji Rong se unió al entusiasmo.
—¡Nunca hemos visto a Shizun luchar con otro maestro de su nivel!
Han sintió que su cerebro entraba en crisis. La expectación ya estaba creada. Los discípulos miraban a Han con emoción absoluta, esperando la pelea.
Han mantuvo una expresión tranquila, pero se apresuró a disuadir la idea de inmediato.
—No creo que Shen Shixiong desee participar en algo así.
Era la excusa perfecta.
Si Shen decía que no, problema resuelto.
Pero entonces…
Shen QingQiu se cruzó de brazos con una expresión calculadamente relajada.
Y luego, habló con un tono que tenía un matiz peligroso de entretenimiento.
—No sabía que tenías tanto miedo a perder.
Han se quedó en blanco.
Por un segundo entero, su cerebro dejó de funcionar.
¿Qué?
¿QUÉ?!
Los discípulos estallaron en emoción inmediata.
—¡Eso significa que acepta! —Ji Rong casi saltó en su sitio.
Han sintió el calor subiendo a su rostro a una velocidad alarmante.
¿Se estaba sonrojando?
Intentó recuperar la compostura, pero su alma ya estaba en crisis absoluta.
Shen seguía mirándolo con absoluta tranquilidad, como si no tuviera idea de lo que acababa de provocar.
Han exhaló, aún sintiendo el fuego en su cara.
—Está bien.
El aire en el área de entrenamiento parecía contener expectación pura. Los discípulos rodeaban el espacio, observando con emoción creciente.
Han QingYe sujetó su espada con firmeza, manteniendo la mirada fija en Shen QingQiu. Este se mantenía completamente sereno, sujeta su propia arma con calma absoluta.
Sin más palabras, iniciaron.
Han avanzó con rapidez, sus movimientos calculados, sin precipitaciones.
Shen respondió con una elegancia impecable, cada desvío preciso, cada contraataque perfecto.
Han se concentró, ajustando su postura, usando lo que había aprendido en su otra vida. El control de equilibrio del taekwondo. El ritmo fluido del boxeo. El cálculo del judo. Todo se sincronizaba en su estilo, convirtiéndolo en un combatiente adaptable y disciplinado.
Pero entonces…
Han se distrajo.
Por un instante, sus ojos captaron algo que no podía ignorar. Los movimientos de Shen eran absolutamente perfectos. Cada giro, cada paso, cada levantamiento de la espada.
Era arte. Era poesía en movimiento.
Han parpadeó, perdiendo un microsegundo en admiración pura. Y en ese mismo instante, Shen atacó con precisión brutal. Han intentó reaccionar, pero ya era tarde. Su espada fue desviada con un golpe impecable, y con un último movimiento fluido, Shen lo desarmó por completo. El sonido del acero resonó cuando el arma de Han cayó al suelo.
Silencio absoluto.
Han exhaló, sin poder evitar una sonrisa entre dientes.
Lo distrajo, y Shen lo aprovechó.
Los discípulos estallaron en aplausos, celebrando la impecable victoria de Shen.
Shen miró a Han con algo que no había mostrado hasta ahora.
Respeto.
—Peleaste bien.
Los discípulos seguían comentando la pelea, algunos emocionados, otros impresionados. Pero Han QingYe aún estaba enfocado en su Shixiong. Shen QingQiu había reconocido su habilidad. Y eso valía algo. Han sonrió con total naturalidad, con la alegría genuina de alguien que realmente apreciaba el reconocimiento.
—Gracias, Shixiong. Tú peleas de manera impecable.
La frase fue simple, sincera. Shen parpadeó una fracción de segundo, como si algo en la situación lo tomara desprevenido. El Shizun del Pico Qing Jing estaba desconcertado. No porque le hubieran hecho un cumplido, sino porque ese cumplido fue dado con absoluta decencia. Sin burla. Sin doble intención. Sin prejuicio. Shen no respondió de inmediato.
Han se giró hacia los discípulos, aún con la sonrisa intacta.
—Bien, ya terminamos aquí. Es momento de comer.
…
El ambiente en los comedores era inusualmente animado.
Las mesas habían sido juntadas para acomodar a todos, creando una dinámica que rara vez se veía entre los picos. Han QingYe se acomodó en su asiento, justo al lado de Shen QingQiu. La atmósfera era relajada, los discípulos hablaban entre sí, compartiendo comentarios sobre el entrenamiento.
Han había tomado una pequeña iniciativa antes de llegar. Mandó a traer tanghulu. No porque a él le gustaran. Sino, más bien porque sabía que Shen los disfrutaba, gracias a la escasa información de la novela SAVE.
Pero antes de que llegaran…
Luo BingHe apareció con una expresión emocionada
—Shizun, hice esto para ti.
Shen levantó la mirada con calma. Delante de él, Luo sostenía un bol congee, humeante y perfectamente preparado.
Han frunció el ceño de inmediato.
¿En qué momento había hecho esto?
Shen siguió relajado, y, sin pensarlo demasiado, aceptó el bol con un gesto de aprobación.
—Está bien.
Han mantuvo la expresión neutral, pero en su interior, el nivel de irritación subió de golpe.
Miró feo a Luo.
Luo lo vio mal de vuelta, con igual intensidad. Era un duelo silencioso y absurdo. Pero entonces, justo en ese momento… Los tanghulu llegaron a la mesa. Han tomó uno con una confianza absoluta, como quien recupera el equilibrio de una batalla perdida. Y, con toda la tranquilidad del mundo, lo extendió hacia Shen.
—Shixiong, para ti.
Shen QingQiu miró el tanghulu, luego miró a Han.
Su expresión se mantuvo tranquila, pero algo en su postura cambió sutilmente. Hubo una pausa que no solía hacer con regalos inesperados.
Finalmente, aceptó el tanghulu, sujetándolo con cuidado. Han sonrió con naturalidad, como si el acto fuera completamente normal.
—No sé si te gustan, pero traje algunos de todas formas.
Shen no respondió de inmediato, pero la forma en que sostuvo el dulce indicó que lo aceptaba con algo más que indiferencia. Han se sintió satisfecho con el pequeño triunfo. Luo BingHe miró la escena con absoluta desaprobación. Han decidió ignorarlo por completo.
…
Chapter 4: El Día en Que el Insomnio No Regresó
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Los meses iban pasando, Han se encontraba feliz de recordar uno que otro recuerdo. Se acostó en su cama, mirando el techo, como tantas noches antes. El insomnio había sido una constante. Un peso silencioso, un ciclo sin solución.
Pero esta vez…
Esta vez todo se sentía distinto. Porque por primera vez en meses, tenía recuerdos que lo reconfortaban. Momentos que no eran solo supervivencia, sino pequeñas victorias.
Por ejemplo, Shen le permitió acercarse más.
“ El clima en el pico Qing Jing era más cálido de lo usual.
Han QingYe se inclinó para observar el documento que Shen QingQiu tenía en manos.
—Tu caligrafía es impecable, Shixiong.
Shen no levantó la mirada.
—Eso es lo mínimo aceptable.
Han sonrió con diversión. Shen pasó la hoja a Han sin decir nada, permitiendo que la revisara. Era un intercambio simple, pero con fluidez. Y eso ya era mucho más que antes.”
Otra victoria, Ming Fan dejó de ser hostil con Luo BingHe
“—Te lo dije. La postura es todo en este tipo de técnica. —Yan Wei se apoyó contra un poste del área de entrenamiento, mirando a Ming Fan.
—No es tan relevante. La postura se ajusta dependiendo de la intención del ataque. —Ming Fan frunció el ceño, pero sin el tono hostil de antes.
—Sí, pero si la intención es errónea, la postura ayuda a corregirlo.
Ming Fan mantuvo el silencio por un momento, luego asintió con calma. Era un reconocimiento discreto, pero claro. Desde que los entrenamientos conjuntos comenzaron, su actitud hacia los discípulos de Jiandie había cambiado. Y, como efecto secundario, su hostilidad hacia Luo BingHe se había reducido considerablemente.
Después de todo, ¿quién tiene tiempo de molestar a alguien cuando está ocupado debatiendo técnicas con otros?”
Logró que Ning YingYing decidiera entrenar en serio.
“Han QingYe cerró el libro de estrategias con un golpe seco sobre la mesa.
Ning YingYing sobresaltó ligeramente.
—Shizun no me ha pedido que lo haga.
Han se cruzó de brazos.
—¿Y desde cuándo necesitas que alguien te pida mejorar?
Ning YingYing se mordió el labio.
Han se inclinó levemente, con voz calmada.
—Tienes habilidad. No la desperdicies, qué harás cuando seas tú quien debe salvar a tus hermanos marciales?
Silencio.
Luego, Ning exhaló profundamente, como si tomara una decisión real por primera vez en mucho tiempo.
—Está bien.
Han sonrió.”
Claro que había cosas que no lograba entender del todo, como a Luo BingHe.
“La mesa estaba en su lugar. Los documentos también. Todo parecía tranquilo.
Pero en realidad…Era un campo de batalla invisible. Han se acercó a Shen para señalar algo en un pergamino. En ese mismo instante, Luo BingHe también se movió hacia él.
Choque de miradas.
Han frunció levemente el ceño.
¿Qué estaba haciendo?
Cada vez que Shen hablaba, Luo estaba ahí, atento, casi en alerta. Cada vez que Shen hacía una observación, Luo mostraba un nivel de dedicación exagerado. Han no entendía.
¿Por qué se esforzaba tanto en que su Shizun lo notara?
¿Qué ganaba con eso?
El tema lo confundía profundamente.
Y lo irritaba. Porque, en primer lugar, Luo debería estar más enfocado en Ning YingYing.
¡Eso tenía sentido!
¡Si dejara tranquilo a Shen y se concentrara en su harem, todo sería más fácil!
Han mantuvo la expresión neutral, pero por dentro estaba cada vez más molesto. Finalmente, continuó con naturalidad, quedándose justo al lado de Shen, ocupando el espacio con seguridad absoluta.
Luo no dijo nada.
Pero Han sintió que, al menos, él seguía en ventaja. Aunque todavía no entendía qué demonios pasaba con Luo BingHe.”
Cada imagen cruzaba su mente en secuencia, con una calidez que no esperaba.
Y, sin darse cuenta, su respiración se volvió más profunda. Sus párpados pesaron más de lo habitual. Por primera vez en tanto tiempo…
El insomnio no estaba ahí.
Solo quedaba el cansancio natural, el de alguien que tuvo un día lleno, pero satisfactorio. Han cerró los ojos lentamente. Y durmió bien.
Y sin estar conciente, Han QingYe, logró de igual forma un cambio en Shen.
“Shen QingQiu observaba a sus discípulos entrenar, sus movimientos precisos, ejecutando la rutina con disciplina. Nada fuera de lo ordinario.
Pero entonces, vio algo. Un leve error en un movimiento. No grave, pero era un error. El discípulo se tensó de inmediato, esperando la corrección severa. Shen se preparó para hacerla. Pero antes de hablar, algo cruzó su mente sin permiso.
Una frase. La voz de Han QingYe, hablando con absoluta seguridad meses atrás.
—La exigencia es necesaria, pero no hay aprendizaje si no hay margen para mejorar.
Shen parpadeó levemente, e ra un pensamiento simple, pero se quedó en su mente. El discípulo seguía esperando la corrección.
Shen exhaló con calma.
—Hazlo de nuevo. Más lento.
El discípulo parpadeó.
No había dureza. Solo una indicación precisa. El entrenamiento continuó, pero la sensación cambió.
Era sutil. Pero los discípulos lo sintieron.
Desde ese día, las correcciones eran igual de meticulosas, pero con un matiz distinto No menos exigentes, solo más enfocadas en pulir, no solo en castigar los errores.
Han habría sonreído si hubiera visto el cambio. Pero Shen no lo mencionó a nadie, no porque no lo reconociera. Sino porque, de alguna manera, lo sentía tan natural, que no lo veía como un cambio.”
La reunión de los señores de pico era, en esencia, como siempre, las conversaciones se dividían en varios frentes. Shen QingQiu y Liu QingGe peleaban con su clásica intensidad.
—Sigues peleando como un gorila bruto. —comentó Shen con absoluta calma.
Liu QingGe frunció el ceño, su tono afilado.
—Prefiero eso antes que perder tiempo con movimientos innecesarios.
Shen bebió su té con tranquilidad absoluta.
—¿Movimientos innecesarios? Lo dices porque nunca has tenido la capacidad de hacer algo más refinado.
Liu crujió los nudillos con leve irritación.
—Los golpes precisos son más efectivos que los ataques decorativos.
Shen sonrió ligeramente, pero sin calidez.
—¿Precisión? Lo único preciso en tu estilo es la destrucción masiva.
Han QingYe suspiró internamente. La discusión seguía escalando, como siempre.
—Tal vez ambos enfoques tienen mérito. La técnica de Shizun es precisa, pero la fuerza de Liu-shixiong es efectiva en otros contextos. No tiene por qué ser una disputa.
Qi QingQi bufó con absoluto desdén.
—Qué sorpresa. Siempre defendiendo a Shen QingQiu.
Han mantuvo la expresión neutral, pero por dentro estaba irritado. No estaba defendiendo a Shen por favoritismo, es decir, en una parte sí, pero igual porque era lo lógico.
Pero no valía la pena discutir eso con Qi en este momento.
Mientras tanto, Shang QingHua levantó la voz con entusiasmo.
—Los recursos de este mes tienen que distribuirse mejor. Si ajustamos los costos, podemos reforzar las ceremonias y traer artesanos para—
Silencio absoluto.
Nadie respondió.
Han QingYe sintió un leve pinchazo de pena por él. Ser ignorado así era desagradable. Pero luego recordó la otra cara del asunto. Shang QingHua era un traidor, había vendido a la secta sin pestañear, así que, en el fondo… No sentía tanta lástima por él.
La reunión de los señores de pico finalmente llegaba a su conclusión. Las discusiones habían seguido su curso, desde logística hasta disputas sobre métodos de combate.
Yue QingYuan levantó la voz con calma absoluta, marcando el final de la sesión.
—Eso es todo por hoy. Pueden regresar a sus respectivos picos.
Los maestros se levantaron poco a poco, algunos saliendo con prisa, otros tomando su tiempo en recoger documentos.
Han QingYe exhaló con alivio, preparándose para salir.
Pero entonces…
Justo cuando caminaba hacia la salida, escuchó algo sin querer. Un intercambio bajo. Liu QingGe se acercó a Yue QingYuan con la misma actitud firme de siempre.
—Zhangmen Shixiong, voy a cultivarme en las cuevas Ling Xi, solo necesito tu aprobación.
Han se detuvo de golpe. Su respiración se sintió extrañamente pesada.
Las cuevas Ling Xi.
El lugar donde Liu QingGe murió en PIDM. El lugar donde todos acusaron a Shen por su muerte. Han sintió el primer impacto de alarma recorrerle el cuerpo. No podía quedarse quieto. No podía dejar que esto ocurriera como en la novela.
Han QingYe caminaba con pasos controlados, pero su mente estaba en absoluto caos.
Las cuevas Ling Xi, Liu QingGe, la acusación contra Shen QingQiu en PIDM, la desviación de qi.
Todo se arremolinaba en su cabeza, como un huracán de pensamientos sin respuesta.
¿Qué debía hacer? ¿Intervenir directamente? ¿Hablar con Shen? ¿Advertir a Yue QingYuan?
Nada parecía tener una solución clara.
Shen Yuan lo había evitado en SAVE.
Pero Shen Jiu no pudo en PIDM.
Si Liu QingGe se desviaba, si su qi se salía de control, si nadie podía ayudarlo…Entonces Shen QingQiu sería culpado por completo. Y esta vez, no había una Shen Yuan para cambiar el destino.
Han sintió una presión desagradable en el pecho. Tenía que actuar. Tenía que encontrar una manera de ayudar a Shen Jiu. No solo porque la secta lo acusaría injustamente. Sino porque… Porque él no quería que la vida de su Shixiong se repitiera de nuevo en tragedia. La historia no tenía que volver a ocurrir de la misma forma. Han se sumió más en sus pensamientos, acelerando el paso.
Su mente seguía en bucle, sin darle espacio a otra cosa.
Hasta que una mano tocó su hombro. Su cuerpo se tensó por reflejo, giró la cabeza con velocidad. Y ahí estaba.
Shen QingQiu.
Esperándolo.
Han parpadeó una vez, luego otra, como si su cerebro tardara en procesar el momento.
Por primera vez, Shen lo esperó.
El impacto fue inmediato. Su pulso saltó sin control, como si su cuerpo decidiera reaccionar solo. Trató de mantener su expresión tranquila, pero sus dedos se apretaron levemente alrededor de su túnica. No podía permitir que Shen notara su absoluto descontrol interno.
Shen lo observó con la misma calma de siempre.
—Estabas demasiado distraído.
Han quiso responder con seguridad. Pero su voz vaciló más de lo que le habría gustado.
—Ah… sí. Estaba pensando en algo.
Shen no cuestionó más.
Han intentó recuperar su compostura mientras caminaban juntos.
El aire era fresco, los árboles se movían con tranquilidad, y por primera vez en días, Han estaba genuinamente disfrutando una caminata. No porque fuera un gran admirador de los paisajes. Sino porque Shen QingQiu estaba ahí. Caminando a su lado. Conversando. La charla no tenía un tema serio ni profundo, pero eso la hacía más amena.
—¿Te das cuenta de que tu túnica siempre parece impecable, sin importar la cantidad de caos que haya? —comentó Han, con diversión.
Shen lo miró con calma absoluta.
—Eso se llama mantenimiento adecuado, cosa que claramente desconoces.
Han se rió levemente.
—Yo diría que es más bien una habilidad sobrenatural. ¿Magia perdida de una secta secreta? ¿Un pacto con entidades divinas? ¿Un acuerdo con los dioses de la estética?
—No, solo el resultado de ser un cultivador decente. Algo que claramente no aplica en tu caso.
Han sonrió aún más.
Pero entonces…
Shen le dio una ligera sonrisa.
No fue amplia ni una exagerada. Pero fue real.
Han sintió que algo dentro de él entró en colapso inmediato.
¿Le sonrió?
¿¿Le SONRIÓ??
Su pulso saltó en un desastre absoluto, pero su expresión se mantuvo controlada. Solo porque no podía permitirse una crisis pública.
Shen siguió caminando sin notar el impacto devastador que acababa de causar. Han siguió adelante, tratando de respirar con normalidad, podía morir en paz.
Shen QingQiu habló con absoluta calma, como si fuera un comentario cualquiera.
—Voy a cultivarme en las cuevas Ling Xi en unos días.
Han se detuvo por un microsegundo y su corazón dio un salto involuntario. Si todo seguía el mismo curso de la novela… Si Shen estaba ahí cuando ocurriera… Si no había nadie más para intervenir… El desenlace sería catastrófico. No podía dejar que la historia avanzara en la misma dirección.
Su respiración se volvió más controlada, intentando no mostrar el absoluto caos en su mente.
Shen seguía caminando a su lado, sin notar su estado interno.
—Si quieres, como no estaré un buen rato, estaba pensando que podríamos ir a—
Pero antes de que terminara la frase, Han reaccionó automáticamente.
—Debo irme.
Shen parpadeó una vez, sin expresar sorpresa real. Han ya estaba girando sobre sus pies, alejándose con pasos seguros. Pero no porque quisiera irse.
Sino porque tenía que planear. Porque si algo salía mal en las cuevas Ling Xi… Shen volvería a ser el acusado.
Y Han no podía permitirlo.
Chapter 5: Negociaciones Secretas y Vergüenza Pública
Summary:
Han QingYe solo quería conseguir un talismán para infiltrarse en las cuevas Ling Xi sin activar las alertas de la secta. Lo que no esperaba era interrumpir a Yan Wei en pleno momento de coqueteo cultivador™ y, peor aún, terminar siendo confrontado sobre lo obvio de sus propios sentimientos por Shen QingQiu.
Notes:
Ya me harté. ¿Resumen? ¿Título? ¡Edité 207 malditas páginas en Word, no me pidan más! Esta mente ya no da, el archivo pesa como mi conciencia, y honestamente, si le pongo un título más a un capítulo me voy a matar. chup3nme el d1ck.
Chapter Text
Han QingYe se recostó contra el marco de la ventana en su residencia del Pico Jiandie, observando la brisa nocturna con expresión concentrada.
El problema era claro.
Si intentaba entrar a las cuevas Ling Xi sin permiso, las alertas de la secta lo detectarían. Si pedía permiso, sería demasiado sospechoso. Tenía que encontrar otra manera. Sus dedos golpearon suavemente la mesa, analizando opciones.
Entonces, se le ocurrió la solución, talismanes para rituales, y la única persona que podía ayudarlo sin hacer preguntas innecesarias era Yan Wei. Si lograba conseguir uno que bloqueara las alertas de intrusión, podría entrar sin dejar rastro.
Han se levantó de golpe, decidido a encontrar a Yan Wei y obtener lo que necesitaba.
Caminó con rapidez entre los pasillos del Pico Jiandie, directo hacia su objetivo. Pero cuando llegó al área de entrenamiento donde usualmente lo encontraba… Se dio cuenta de que Yan estaba ocupado.
Muy ocupado.
Yan Wei se apoyó contra la baranda del pasillo, observando a Mo Zixin con calma absoluta. Mo estaba ajustando su túnica, con su cabello cayendo desordenado sobre los hombros. Yan mantuvo su expresión neutral, pero sus ojos bajaron apenas un poco.
—Mo-shidi… tu cabello.
Mo giró la cabeza con entusiasmo.
—¿Mi cabello? ¿Qué pasa con mi cabello?
Yan sonrió levemente, su tono más bajo, buscando ser más intencional.
—Siempre lo llevas así. Desordenado, pero natural. Es interesante cómo te queda… en ti se ve bien.
Mo soltó un respiro de alivio inmediato.
—¡Uf! ¡Pensé que estaba desastroso! Gracias, Yan-ge, si un día se vuelve un desastre, dime, ¿sí?!
Yan abrió la boca, listo para aclararle que no era un comentario sobre el estado del cabello, sino sobre cómo lo hacía ver atractivo.
Pero entonces…
Han QingYe llegó y le golpeó el brazo con facilidad absoluta.
—Yan-shidi, necesito un favor.
Yan se giró con absoluta traición en los ojos, debido a la interrupción.
—¿Qué necesita Shizun?
…
Yan Wei frunció levemente el ceño, cruzando los brazos mientras observaba a Han con calma.
—Déjame ver si entiendo. Quieres un talismán que anule alertas de intrusión.
Han asintió con tranquilidad.
—Correcto.
Yan parpadeó una vez, luego otra, y finalmente exhaló.
—Y no me dirás para qué lo necesitas.
—Exacto.
Yan lo miró con neutralidad.
—Esto suena increíblemente sospechoso.
—Sí.
Silencio.
Yan siguió observándolo, como si intentara encontrarle sentido a la petición.
Pero al final, solo se encogió de hombros.
—Está bien. Lo conseguiré.
Han sonrió con satisfacción.
—Sabía que podía contar contigo, Yan-shidi.
Yan apretó levemente los labios, pero no dijo nada más.
Han aprovechó la pausa para inclinarse apenas un poco con diversión absoluta.
—Por cierto… interesante técnica de coqueteo. Nunca había visto a alguien seducir con tácticas de análisis de combate.
Yan cerró los ojos un instante, su expresión completamente impasible.
—¿Te divierte esto?
—Mucho.
Yan exhaló lentamente, resignado.
—Si no necesita nada más, me iré a buscar el talismán.
Han rió levemente, levantando las manos en señal de rendición.
—No te detengo. Aunque, si quieres practicar mejor tu técnica de seducción, puedo darte consejos.
Yan lo miró con calma absoluta.
—¿Usted darme consejos?
Han sonrió con satisfacción.
—Sí. No sé si lo notaste, pero yo—
—Shizun… —interrumpió Yan con absoluta neutralidad— Usted ni siquiera logra ocultar cómo se pone cuando Shen Shixiong le mira.
Silencio absoluto.
Han se quedó completamente quieto.
Su sonrisa se desvaneció en microsegundos.
—¿Qué?
Yan mantuvo su expresión tranquila, pero el golpe ya estaba dado.
—Si alguien aquí necesita consejos sobre disimular su enamoramiento, eres tú.
Han se sonrojó de inmediato.
Su cerebro entró en crisis absoluta.
¿Era tan obvio?!
Yan no le dio más espacio para reaccionar, simplemente se giró y comenzó a alejarse. Han seguía en shock, sintiendo cómo el calor subía a su rostro sin control. Yan lo dejó en su crisis interna, satisfecho con la venganza.
…
Han QingYe se ajustó la túnica con precisión, sintiendo el papel talismán dentro de su manga.
Se había tardado más de lo esperado. Yan Wei tuvo que moverse entre contactos y pedir favores para conseguir el maldito talismán. Pero al final, lo obtuvo.
La entrada de las cuevas Ling Xi tenía un brillo tenue en la oscuridad, con las barreras de protección marcadas en las piedras. Han se movió con cautela, sintiendo el peso del riesgo en su piel.
Sacó el talismán. Han QingYe se sentó sobre una roca, sosteniendo el talismán en su mano, su mirada fija en el papel.
Para activarlo, debía escribir en él. La escritura debe ser clara, firme, y contener el trazado correcto para bloquear la alerta de intrusión.
La escritura era suya, inconfundible.
Guardó el pincel, se levantó y se movió con cautela hacia la entrada de las cuevas.
Pegó el talismán en la piedra. Por un instante, las fluctuaciones de la barrera vibraron levemente. Pero luego…
Silencio.
Las alertas no se dispararon. Ante eso, Han exhaló lentamente, el plan funcionó. Sin perder tiempo, se deslizó dentro de las cuevas. Era el momento de ayudar a Shen.
Sus ojos miel recorriendo cada detalle con atención absoluta.
El lugar era tan hermoso como peligroso. Las piedras blancas parecían nubes atrapadas en roca, y las piedras verdes tenían el brillo profundo del jade antiguo. En el centro, un estanque de agua clara reflejaba la cámara como un espejo perfecto.
Pero más allá de la belleza… Las marcas, las paredes estaban cubiertas de cortes profundos, hendiduras de espadas… y franjas de sangre seca.
Han se quedó quieto por un instante, observando todo con expresión intrigada.
Las desviaciones de qi ocurrían aquí. Pero estas marcas en particular, eran de Yue QingYuan. Han reconoció los cortes al instante, porque había leído sobre ellos en la novela.
Cuando Yue reclamó Xuan Su, su qi se descontroló y se quedó atrapado aquí, en este lugar.
Y mientras tanto…
Shen estaba siendo destruido por la familia Qiu.
Han apretó los labios con frustración.
Si Yue hubiese dicho la verdad…
Si hubiese explicado que no pudo ayudar a Shen porque estaba atrapado aquí por su desviación de qi… Shen habría sabido que no lo abandonó por voluntad propia.
Pero no lo dijo.
Se lo guardó en silencio.
Han exhaló con molestia, sintiendo la frustración de alguien que ya leyó el libro y que no puede creer que un personaje haya tomado esa decisión.
Por eso Yue QingYuan no le caía bien.
No porque fuera un mal cultivador, sino porque era un absoluto desastre con la comunicación.
Pero antes de que pudiera analizar más…
El sonido de pelea rompió el silencio. Han giró la cabeza con rapidez, su cuerpo se tensó de inmediato.
Llegó justo a tiempo.
Han QingYe se movió con rapidez entre las sombras, llegando justo a la cámara donde Shen QingQiu se encontraba.
Liu QingGe atacó. Una explosión de qi arrancó trozos de piedra de la cueva, retorciéndose como una tormenta descontrolada. Era pura furia interna.
Shen levantó su propio qi con precisión absoluta, intentando contener la energía, pero la presión era brutal.
Han se quedó quieto un segundo, su mente en absoluto caos. Tenía que lanzar el talismán.
Pero primero…
Tenía que escribirlo.
Su respiración se aceleró mientras se culpaba de no haberlo escrito desde antes. Sus dedos aferraron el pincel con fuerza. Cada trazo era rápido, nervioso, pero correcto. Cuando finalmente terminó, apretó el papel en su mano.
El instante en que Liu volvió a atacar, Han ya estaba en movimiento.
Su brazo se levantó y lanzó el talismán, con ayuda de su poder.
La pieza de papel giró en el aire, atravesando las corrientes de qi descontrolado, cayendo directo contra Liu QingGe.
Una explosión de luz fluyó sobre su cuerpo. Su qi vaciló, estabilizándose apenas lo suficiente. Shen notó el cambio de inmediato. La cultivación dual podía funcionar ahora.
Han se quedó en las sombras, observando con una mezcla de tensión y alivio.
Chapter 6: Quise Ser Testigo del Canon, Terminé Siendo Un Extra, Otra Vez
Summary:
Han QingYe intenta llegar a tiempo al emblemático duelo entre Sha Hualing y la secta, pero una barrera defectuosa lo retrasa. Mientras tanto, la historia avanza sin él: Luo BingHe gana su pelea, Shen QingQiu se roba la escena con una sola frase, y justo cuando todo parecía resuelto… el caos vuelve.
Chapter Text
Han QingYe se movió con rapidez por las cuevas, su cuerpo tenso por la urgencia. Ya no podía quedarse más. La invasión de Sha Hualing estaba a minutos de empezar. Y si perdía tiempo, se perdería la gran entrada.
Su mirada se posó por última vez en la cámara donde Shen y Liu permanecían, asegurándose de que la estabilización de qi funcionó. Luego, sin dejar rastro, se deslizó fuera de las cuevas. Porque ahora, lo esperaba el espectáculo.
Mientras tanto…
Shen exhaló lentamente, sus dedos revisando el pulso de Liu QingGe.
Estable. El proceso había funcionado, su cultivación dual había logrado estabilizarlo.
Cuando se levantó para marcharse, un trozo de papel en el suelo captó su atención. Shen frunció el ceño, inclinándose para recogerlo, era un talismán.
Un talismán que nunca usó.
Sus ojos se quedaron fijos en el trazo de los caracteres. Era la escritura de Han. Shen tardó un segundo en reaccionar.
¿Qué significaba esto?
Con expresión firme, se levantó de inmediato, determinado a encontrarlo. Pero cuando descendió de las cuevas… El humo cubría el aire. El sonido de batalla retumbaba por la montaña. La secta estaba bajo ataque.
Shen se quedó quieto por un instante, procesando la escena con absoluta calma. No había tiempo para buscar a Han.
…
Han QingYe se movió con velocidad entre los senderos de la montaña, sintiendo el viento en su rostro. Porque no podía llegar tarde.
Este era un momento crucial en la historia. Sha Hualing entraba en escena, Liu Mingyan iba a demostrar su talento y Luo BingHe finalmente iba a notar a su futuro harem.
Y Han quería estar ahí para verlo todo. Su emoción era casi ridícula. Como un fan corriendo hacia el cine para no perderse la primera escena de su película favorita.
Pero entonces… Algo lo detuvo.
Un grupo de discípulos corría en la dirección contraria, bloqueando el camino.
—¡El Pico Jiufeng está teniendo alteraciones en su barrera!
—¡Necesitamos ajustar la protección antes de que se derrumbe, Shidi ayúdenos!
Han apretó los dientes.
La barrera de Jiufeng estaba inestable justo en este momento.
Si no ayudaba, habría problemas graves para ese pico. No podía ignorarlo completamente. Así que se quedó a ayudar a estabilizar la barrera, pero mientras lo hacía, los minutos pasaban. Y pasaban.
Hasta que finalmente pudo moverse hacia el Pico Qiong Ding. Pero cuando llegó… Ya era tarde.
El humo cubría parte del área, los discípulos estaban organizados, y en el centro del conflicto…
Sha Hualing ya había tenido su duelo con Mingyan. Shen QingQiu manejaba la situación con calma absoluta.
Han se quedó en la entrada, mirando la escena con incredulidad.
¡Todo ya había comenzado!
Han exhaló profundamente, sintiendo absoluta frustración interna. Ahora tendría que adaptarse a lo que ya estaba en marcha.
Luo BingHe exhaló con fuerza, su cuerpo ardiendo de agotamiento.
El Anciano Martillo Celestial se mantenía firme, su armadura revestida de Incurable aún intacta.
Cada ataque había sido inútil, cada intento había sido frenado brutalmente.
Sha Hualing mantuvo su sonrisa venenosa.
—Si no les gusta el duelo, pueden rendirse.
Las palabras retumbaban en la mente de Luo BingHe.
Pero entonces…
Shen QingQiu habló. Con calma absoluta, pronunció una sola frase.
—Un discípulo mío, no perderá.
Silencio absoluto.
Luo parpadeó, sintiendo el peso de esas palabras.
Shen no dudó en decirlo. Como si la victoria ya estuviera asegurada y el impacto fue inmediato. Luo se movió de nuevo, pero esta vez, con una estrategia distinta. En un instante, sus ataques dejaron de ser desesperados.
Fueron calculados y precisos.
Lentamente, desgastó la defensa del Anciano y rompió la armadura resistente. Hasta que finalmente…
El golpe final cayó. El Anciano se desplomó con fuerza. Sha Hualing se quedó quieta por un instante, su sonrisa desvaneciéndose.
Luo BingHe había ganado.
Los discípulos rompieron el silencio con celebraciones.
Pequeños murmullos se convirtieron en ovaciones, los cultivadores impresionados por la recuperación de Luo BingHe. Incluso Liu Mingyan levantó levemente la cabeza, observándolo con interés. Sha Hualing también lo notó, pero se movió hacia quien yacía en el suelo.
Su mano golpeó al Anciano con furia absoluta, su expresión de desprecio evidente.
—Eres un inútil.
El silencio se volvió peligroso. El Anciano se levantó con expresión desfigurada por el odio. Y antes de que alguien pudiera reaccionar…
Atacó de nuevo. Una ráfaga de qi corrupto se estrelló contra el suelo, rompiendo la piedra, desbordando energía venenosa.
Luo BingHe retrocedió por instinto y Shen Jiu se movió al instante. Su cuerpo se colocó entre Luo y la energía destructiva. El veneno cubrió su piel en microsegundos, invadiendo su sistema con fuerza brutal.
Han QingYe se quedó completamente quieto, su mente en caos absoluto.
¿Qué?
Shen había protegido a Luo.
Pero ¿por qué?
Han parpadeó, su corazón acelerándose.
Shen no sabía que Luo BingHe era el protagonista. No lo protegió por destino. No lo protegió por lógica narrativa.
Han exhaló lentamente, sintiendo el golpe de la realidad. Porque en ese instante… Se dio cuenta del problema que no había considerado, ya que nunca pensó que Shen protegiera a Luo; ahora Shen tenía el veneno Sin Cura.
Han exhaló lentamente, intentando recuperar su enfoque. Para cuando finalmente se movió para ayudar…
Liu QingGe ya estaba ahí.
El cultivador colocó su mano sobre Shen, su qi fluyendo con precisión absoluta. La cultivación dual ya había comenzado. Han se quedó quieto por un instante, observando la escena con expresión neutral.
Pero en su mente… Lo vio mal. Liu le ganó en su idea.
Han apretó los labios, la frustración quedándose en silencio absoluto dentro de él.
Porque ahora…
Todo se había adelantado.
Sha Hualing observó la escena con absoluta calma, su sonrisa enigmática marcando su expresión. Shen Jiu aún permanecía firme, pero su respiración estaba alterada. El veneno circulaba por su sistema, su qi fluctuaba de manera peligrosa, y aunque seguía de pie, su estabilidad era incierta.
Luo BingHe, notando el deterioro, se acercó con urgencia, la preocupación en sus ojos cada vez más evidente.
—¿Hay una cura? —preguntó, con la voz casi temblorosa.
Sha soltó una ligera risa, su diversión apenas contenida.
—¿Cura?
El aire se volvió más tenso en un instante. Sha inclinó la cabeza con satisfacción absoluta, como si estuviera disfrutando la tragedia que acababa de desencadenar.
—Este veneno se llama Sin Cura por una razón.
El silencio se extendió como un manto sobre los discípulos de Qing Jing. Luo BingHe parpadeó, su expresión cayéndose de inmediato. Los demás discípulos también parecían congelados, sus miradas reflejando el impacto de la noticia. Pero entre todos, el que más sufrió la revelación fue Luo. La energía en su cuerpo fluctuó con incertidumbre, sus labios se apretaron en frustración, y en sus ojos, la desesperación se reflejó sin barreras.
La diablesa, notando su reacción, sonrió con satisfacción absoluta. Pero antes de que pudiera decir algo más, Shen Jiu tambaleó.
Su visión se volvió borrosa, y el veneno, quemando su sistema, le arrebató la fuerza que aún sostenía su postura. Sin tiempo para reaccionar, su cuerpo perdió estabilidad.
Se desplomó.
Pero antes de tocar el suelo, Han QingYe ya estaba ahí.
Lo atrapó en el último segundo, sus brazos rodeando el cuerpo de Shen con preocupación absoluta. Shen, inconsciente, permaneció apoyado contra su pecho, su respiración irregular.
Han apretó los labios, su mente en un caos absoluto. Sha Hualing observó la escena con diversión, pero antes de que pudiera soltar otro comentario, una ráfaga de energía explotó cerca.
Liu QingGe se movió con rapidez, su qi liberándose con brutalidad absoluta. En cuestión de segundos, los demonios que aún quedaban en la secta fueron expulsados sin piedad.
Sha chistó con molestia, retrocediendo con su grupo.
—Tch, qué desperdicio.
Antes de que pudiera soltar otro comentario, Liu atacó de nuevo, obligándola a retirarse con urgencia. Y así, en un instante, la invasión terminó.
Han siguió sosteniendo a Shen, su mirada fija en la expresión inconsciente del cultivador.
Chapter 7: Culpa y Otros Efectos Secundarios
Summary:
Shen Jiu despierta tras la invasión solo para encontrarse rodeado de tensión emocional, devoción silenciosa y confesiones que no comprende.
Chapter Text
Shen Jiu despertó unos días después de la invasión demoníaca. Su cuerpo aún estaba debilitado, pero lo primero que notó fue el ambiente a su alrededor. Demasiado tranquilo.
Antes de que pudiera incorporarse por completo, Ming Fan entró con una bandeja en las manos. Su expresión, aunque intentaba mantenerse firme, reflejaba el estrés de los últimos días.
—Shizun, finalmente despertaste…
Las palabras salieron con un alivio que casi delató la preocupación que había estado conteniendo. Shen Jiu frunció levemente el ceño.
—¿Qué día es?
—Han pasado varios días desde la invasión. —Ming Fan se apresuró a colocar la bandeja en la mesa. Pero justo cuando Shen Jiu intentó mirar hacia la puerta, lo vio.
Luo BingHe, esperando al otro lado, quieto como una estatua.
Shen no reaccionó de inmediato, solo lo observó con cautela. Pero antes de que pudiera decir algo, Ming Fan soltó una respiración entrecortada.
—¡Luo BingHe, sal de aquí!
El tono fue más fuerte de lo esperado. Ming Fan se giró, sus ojos llenos de frustración mientras intentaba ahuyentar al chico.
—¡No has salido de esa puerta en días!
Luo BingHe no se movió.
Ni siquiera dijo nada.
Ming Fan tembló levemente, su respiración más pesada por la emoción contenida.
—Todos han estado viniendo a verte. Liu QingGe, Yue QingYuan, Mu QingFang...
Se detuvo por un instante.
—Pero el que ha estado aquí todo el tiempo, día y noche, es Han QingYe.
Shen parpadeó con leve sorpresa.
Han QingYe.
¿Por qué?
Antes de que pudiera preguntar, Ming Fan apretó los labios con fuerza y salió apresurado.
—¡Voy a buscarlo!
Con esas palabras, dejó a Luo BingHe torpemente en la puerta.
Shen Jiu exhaló lentamente, sintiendo que el momento se volvía cada vez más incómodo.
Pero cuando le hizo una seña a Luo para que entrara…
El chico cayó de rodillas al instante.
—Shizun, perdóname.
Shen frunció el ceño.
—¿Qué estás haciendo?
Luo levantó la cabeza con urgencia absoluta.
—No comprendí tus esfuerzos. No entendí tu dedicación. Me he equivocado tantas veces, pero ahora… ahora solo quiero servirte con todo mi corazón.
Las palabras eran sinceras, desesperadas.
Pero Shen no entendía nada.
No entendía qué había causado ese cambio.
No entendía cómo alguien podía decir esas cosas con tanta devoción.
No entendía, en absoluto, los pensamientos de Luo BingHe.
Han QingYe entró con gran velocidad, su pulso acelerado por la preocupación. Desde el momento en que Ming Fan corrió a buscarlo, no había podido pensar en otra cosa. Shen Jiu había despertado.
Y en cuanto lo vio sentado, consciente, su cuerpo se movió por instinto. Sin pensarlo, cruzó la distancia y lo abrazó. Su agarre fue firme, urgente, como si estuviera asegurándose de que realmente estaba ahí.
Pero unos segundos después, su mente finalmente registró lo que estaba haciendo. Han se separó de golpe, sus ojos abriéndose con leve horror ante su propia acción.
—Yo—
Su voz se quedó atrapada en su garganta, y rápidamente retrocedió. Pero antes de que pudiera disculparse, Shen no dijo nada.
No lo empujó. No se quejó. No lo miró con frialdad. De hecho… parecía aliviado de verlo.
Han parpadeó con leve incredulidad. Eso no era lo que esperaba.
Pero antes de que pudiera procesarlo más, el aire se volvió denso. Luo BingHe seguía en la habitación, y su mirada estaba fija en Han. Era una expresión de celos absolutos.
Antes de que pudiera hablar, la puerta se abrió de golpe. Ming Fan regresó con urgencia, seguido por Mu QingFang, Liu QingGe y Yue QingYuan.
Mu QingFang extendió la receta del tratamiento con calma, dejando el pergamino sobre la mesa con precisión medida.
—Es lo mejor que podemos hacer por ahora, —dijo, con un tono neutral.
Shen Jiu tomó la receta sin expresión, recorriendo los detalles con la mirada.
—¿Cuáles serán las secuelas?
Mu QingFang exhaló lentamente.
—Tu qi se estancará de vez en cuando. Puede que sientas anomalías inesperadas, incluso fluctuaciones erráticas en momentos clave.
Shen no reaccionó de inmediato, pero la idea de perder estabilidad le causó una presión silenciosa en el pecho.
Yue QingYuan, que había estado en absoluto silencio hasta ese momento, finalmente habló.
—Esto no debió ocurrir.
Su voz era baja, cargada de tensión contenida.
—Si me hubiera quedado en la montaña, si no me hubiera alejado… esto no habría pasado.
Shen giró la cabeza con calma, observándolo con cautela.
Su respuesta no fue una corrección fría.
No fue un desprecio inmediato.
Solo fue… más sereno de lo habitual.
—No sirve de nada darle vueltas a eso.
Yue QingYuan parpadeó, sorprendido por la falta de agresión en sus palabras. Pero antes de que pudiera decir algo más, Mu QingFang suspiró.
—Si alguien tiene culpa aquí, también es mía.
Yue se giró hacia él.
Mu QingFang mantuvo su postura firme.
—Debería haber percibido antes la invasión. Debería haber tenido mejores métodos para atender a Shen Shixiong.
Yue no respondió.
El silencio se alargó unos segundos, hasta que finalmente Mu QingFang y Yue QingYuan decidieron marcharse.
Shen los observó salir sin más comentarios, pero en su mente… sabía que algo había cambiado. En él. En ellos. En todo. Antes de que pudiera hundirse en pensamientos más profundos, Liu QingGe se quedó en la habitación.
Se cruzó de brazos, observándolo con expresión firme.
—Gracias.
Shen frunció levemente el ceño.
—¿Por qué?
—Por ayudarme.
Shen no respondió al instante.
Pero finalmente, con un gesto mínimo de la cabeza, aceptó el comentario sin quejas. Liu QingGe no dijo más. Solo salió, sin necesidad de extender más la conversación.
…
Han QingYe se acomodó en su cama, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo no tenía que estar tan alerta.
Después del caos de la invasión, y de la crisis con Shen, se merecía un descanso, luego vería qué hacer con el veneno.
Además, no tenía que preocuparse por Luo BingHe. Si el Demonio de los Sueños hacía su movimiento, la persona que aparecería en el paisaje onírico de Luo sería Ning YingYing. No es como que Shen Jiu lo hubiese tratado tan bien hasta el momento como para que fuera la persona en la que más confía. Así que se acomodó con tranquilidad y se dejó caer en el sueño.
Sin saber que, en otro lugar… Todo estaba saliendo distinto.
Chapter 8: Paisaje onírico, recuerdos inestables y un Shizun con cero paciencia
Chapter Text
Shen Jiu despertó de golpe, su cuerpo reaccionando como si hubiera sido lanzado a otro espacio sin previo aviso.
Su mirada recorrió el entorno de inmediato, pero no reconoció nada. El aire era extraño. La energía fluctuaba de manera inconsistente. Las sombras se movían con vida propia.
—¿Qué demonios…? —murmuró con irritación.
Pero antes de que pudiera analizar más.
Luo BingHe apareció.
El chico lo vio a la distancia y corrió hacia él con desesperación absoluta.
—¡Shizun!
Shen se quedó completamente quieto. Luo BingHe se aferró a su ropa como un pollito aterrorizado.
Shen frunció el ceño con incomodidad inmediata.
—¿Qué haces? Suéltame.
Pero Luo BingHe no lo soltó.
—¡Shizun, estamos atrapados!
Shen soltó un suspiro pesado, ignorando su urgencia.
—Obviamente.
Luo parpadeó ante su tono seco. Pero antes de que pudiera reaccionar, Shen se apartó de su agarre y revisó el entorno con atención. En menos de un minuto, entendió lo que estaba pasando.
—Estamos en un paisaje onírico.
Luo contuvo la respiración, su expresión endureciéndose. Pero Shen no estaba interesado realmente en su crisis interna.
Las fronteras eran inestables. El paisaje se movía como si estuviera vivo. Debían encontrar una salida.
—Vamos.
Luo BingHe lo miró con leve confusión.
—¿No vamos a buscar la razón de esto primero?
Shen chistó con irritación.
—¿Para qué? Si encontramos la salida, el culpable aparecerá, probablemente.
Luo no discutió. Porque Shen nunca perdía el tiempo en teorías innecesarias.
Mientras tanto, en otro lugar… Han QingYe dormía tranquilamente, sin saber que todo estaba saliendo distinto a lo que él teorizó.
Shen Jiu caminaba con pasos medidos, inspeccionando el paisaje sin mucho interés emocional, solo con la necesidad de entenderlo. Luo BingHe lo seguía con cautela, como si cada movimiento del aire pudiera desatar otra visión aterradora. El entorno era inquietante, las estructuras emergían entre nubes pesadas, y la energía fluctuaba de forma impredecible. Shen no tenía paciencia para teorizar sobre la causa, solo quería salir. Luo mantenía la mirada fija en él, intentando encontrar seguridad en su presencia.
—Shizun, ¿qué hacemos si esto no desaparece?
—¿Qué quieres decir con ‘si no desaparece’? Nos largamos.
—¿Y si no hay salida? —preguntó Luo, inseguro.
Shen chistó sin paciencia.
—Si hay entrada, hay salida.
Luo se quedó en silencio, sin discutir la lógica fría de su maestro.
Mientras avanzaban, el aire se alteró. Las estructuras cobraron un realismo inquietante, y de repente… las figuras comenzaron a tomar forma. Un grupo de jóvenes rodeaba a alguien en el suelo, golpeándolo sin piedad. Shen frunció el ceño al instante.
Luo dejó de respirar por un segundo, su expresión cambiando por completo.
Era él. Un reflejo infantil de sí mismo, siendo atacado sin pausa.
Shen mantuvo su postura firme. Luo se quedó completamente inmóvil. Pero cuando su energía comenzó a volverse inestable…
—Tranquilízate. Es solo una ilusión.
Su tono no era compasivo ni indulgente. Pero sí firme y directo. Luo respiró con dificultad, tratando de enfocarse en las palabras. Pero antes de que pudiera estabilizarse por completo, la escena cambió.
Ahora, su madre apareció en el paisaje. Demacrada. Enferma. Postrada en una cama.
Luo BingHe se paralizó por completo. Su respiración se volvió errática, sus ojos reflejaban algo más profundo que el simple reconocimiento de la escena. Shen Jiu no reaccionó de inmediato, solo observó con cautela, midiendo la situación.
Cuando notó que Luo no podía moverse, su qi comenzando a fluctuar por la agitación interna, supo que tenía que intervenir. No porque sintiera devoción por él. Pero sí porque entendía lo que significaba estar atrapado en una pesadilla de la que no puedes salir.
Sin expresión, se colocó frente a Luo, bloqueando su visión del paisaje.
—No te hundas.
Luo levantó la mirada con leve sorpresa, como si no hubiera esperado que su maestro le dirigiera la palabra en ese momento.
—Shizun…
—No es real.
Su tono no fue suave ni indulgente, pero sí lo suficientemente firme como para sacarlo del trance.
Luo exhaló con dificultad, tratando de estabilizarse. Pero antes de que pudiera hacerlo por completo, la energía onírica explotó.
Las sombras se dispersaron y, de repente, un reflejo de Luo BingHe apareció en la escena. Era más joven, su ropa gastada y su expresión desesperada mientras corría hacia la puerta de una gran residencia.
—Madre, espera aquí… Voy a buscar comida.
El verdadero Luo BingHe se perdió aún más en la escena, atrapado en los recuerdos sin poder reaccionar. Shen frunció el ceño con leve molestia. Lo entendía. Entendía lo que era ver un pasado que no puedes cambiar. Pero este no era el momento para hundirse en recuerdos muertos. Así que, sin suavidad alguna, lo agarró del brazo y lo obligó a moverse.
—No te quedes estancado.
Luo BingHe se movió por instinto, su respiración aún errática, pero siguió caminando.
El paisaje onírico seguía distorsionándose sin pausa, reaccionando a los recuerdos fragmentados de Luo BingHe. Cada vez que se hundía más en ellos, la energía del lugar se volvía más inestable. Shen Jiu observó con tensión evidente, midiendo la situación. Si seguía así, pronto no podría sacarlo.
Antes de que pudiera intervenir, el qi de Luo BingHe estalló sin previo aviso. Una descarga espiritual se liberó con brutalidad, golpeando directamente el bajo vientre de Shen Jiu. El impacto lo obligó a retroceder un paso, su respiración alterándose por un instante. Pero no cayó.
Luo BingHe parpadeó con urgencia absoluta.
—¡Shizun!
Shen Jiu exhaló con irritación, su ceño marcando su absoluta falta de paciencia.
—Eres un insensato.
Luo se quedó en silencio, su cuerpo aún temblando por la alteración de su energía. Shen lo miró sin un atisbo de compasión, solo con frialdad calculada.
—El objetivo es evitar que resultes herido. Si sigues así, no te voy a salvar.
Las palabras fueron secas, sin dulzura alguna. Pero Luo sintió el impacto inmediato. Entendió lo que había hecho. Y de lo que podía seguir haciendo.
La culpa lo golpeó sin barreras. Shen Jiu lo observó con expresión estoica.
—Mi cultivación es lo suficientemente fuerte como para resistir golpes como ese —dijo con calma—. Pero si sigues atacando sin control, te hundirás solo.
Luo BingHe respiró con dificultad, reorganizando sus pensamientos a la fuerza. Shen mantuvo su postura firme, esperando que el chico lograra estabilizarse.
Para asegurarse de que no volviera a caer, agregó una última corrección.
—El demonio es el culpable. No tú.
Luo parpadeó, su expresión cambiando por completo. El peso sobre él se disipó en un instante. Su qi se estabilizó por primera vez desde que entró en el reino onírico.
Shen observó el cambio con precisión absoluta. Algo en él finalmente se estaba controlando.
Luo BingHe inhaló profundamente, y su espíritu se llenó de una firme convicción. Su mirada se enfocó con una determinación absoluta.
—Esto no volverá a pasar.
Shen Jiu aún sentía el impacto del ataque, su cuerpo debilitado por la carga de energía. Pero al menos Luo BingHe ya no estaba completamente fuera de control.
Exhaló con cierta molestia, observándolo de reojo. No podía creer que tuviera que pasar por esto.
Luo BingHe seguía quieto, como si no supiera qué hacer después de lo que acababa de prometer. Shen no soportaba verlo quedarse inmóvil.
Sin más, extendió una mano y le dio una palmada en la cabeza.
—No seas inútil.
El tono fue seco, sin indulgencia. Pero Luo BingHe se quedó completamente quieto, su expresión cayéndose de inmediato.
El golpe no había sido fuerte. Pero la intención sí.
—Si ya decidiste que no vas a perder el control, entonces no lo hagas.
Las palabras eran simples y directas.
Luo BingHe parpadeó, sintiendo una extraña calidez en el comentario, a pesar de su tono brusco. Shen Jiu nunca prometía proteger a nadie. Pero aún así, seguía aquí. Como si, incluso ahora, se asegurara de que su discípulo no terminara completamente destruido.
Antes de que Luo pudiera procesar la sensación, Shen intentó levantarse, pero su cuerpo aún no respondía del todo.
—Ayúdame a levantarme.
Luo se movió al instante, extendiendo la mano para sostenerlo. Pero antes de que pudiera hacerlo, una voz resonó desde la nada.
—Es impresionante que un niño haya roto la barrera de este anciano.
Las palabras hicieron que Shen Jiu se detuviera de inmediato. Luo BingHe se irguió con tensión absoluta.
En menos de un segundo… Meng Mo apareció.
La presencia de Meng Mo hizo que la energía del sueño vibrara con fuerza, como si su mera existencia reforzara la realidad de este mundo ilusorio.
Luo BingHe se irguió con tensión absoluta, su mirada fija en el anciano demonio. Instintivamente, su qi se estabilizó aún más, su determinación volviéndose firme.
Meng Mo lo observó con calma, analizando su postura antes de hablar nuevamente.
—Acércate, muchacho.
Shen Jiu frunció el ceño ligeramente, su mirada pasando de Meng Mo a Luo BingHe. No confiaba en esta situación.
Pero en lugar de intervenir de inmediato, esperó a ver cómo reaccionaba Luo.
Luo BingHe exhaló con fuerza, su expresión endureciéndose.
—Shizun es quien rompió la barrera con su fuerza.
Meng Mo soltó un bufido, claramente poco convencido.
—Niño, este es tu reino de sueños. No puedes pretender que alguien más lo haya hecho.
Shen Jiu parpadeó con leve incredulidad.
Así que era Luo quien realmente había roto la barrera.
Pero antes de que pudiera analizarlo más, Meng Mo cambió su postura, dejando claro que quería hablar con Luo BingHe sin testigos. Y sin más, puso a Shen Jiu a dormir.
Meng Mo observó a Luo BingHe con una mirada larga y pesada, como si ya conociera la respuesta a la pregunta que estaba por hacer.
—¿Por qué no me dejas deshacerme de tu amo?
Luo lo miró sin titubeos, su postura endurecida por la firmeza recién adquirida. No respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, su voz fue clara.
—Shen Jiu es mi maestro. Creí en él.
La afirmación no era efusiva ni fanática. Sonaba, más bien, como el resultado de múltiples contradicciones internas que, después de todo, no se habían quebrado. Meng Mo entrecerró los ojos, sorprendido por la solidez de esa devoción. Solo había revisado fragmentos de los recuerdos de Luo, así que no deseaba hurgar demasiado. Aun así, podía notar que allí había un lazo extraño, retorcido, pero firme.
—Hmph. Le das mucho peso a cosas como la lealtad y los vínculos —masculló Meng Mo—. Poco común en los de tu tipo.
Sin esperar respuesta, su mirada se volvió más penetrante.
—Tu cuerpo está... sellado. Hay energía demoníaca dormida en lo profundo. Sospecho que fue cosa de alguien más antiguo que yo, más ilustre.
Luo frunció el ceño al oírlo. Era la primera vez que oía algo así.
—¿Algo dentro de mí...? —murmuró, como si intentara procesar la idea.
Meng Mo no pareció interesado en explicarlo con detalle. Le bastaba con sembrar la duda.
Luo, en cambio, rápidamente desvió la atención al único pensamiento que le causaba verdadera incomodidad.
—El Reino Demonio está lleno de cosas que hirieron a mi maestro. No tengo nada que ver con ellos.
El anciano demonio soltó un bufido de fastidio.
—¿Otra vez con tu maestro? ¿No sabes hablar de otra cosa, niño?
Pero mientras se quejaba, ya se preparaba para lo verdaderamente importante. Sabía lo que el chico deseaba. Lo podía ver en la forma en que miraba su propio cuerpo, en cómo analizaba cada fluctuación de su qi.
—No puedes sacártelo —dijo finalmente—. Ni siquiera yo puedo ver del todo lo que hay sellado en ti. Pero puedo enseñarte a suprimirlo.
Luo lo miró en silencio. "Suprimir" no era lo mismo que "eliminar." Y él lo entendió al instante.
—¿Cultivar energía demoníaca?
Meng Mo asintió, sin molestarse en suavizarlo.
—Obtendrías fuerza, respeto, dominio. Te colocarías por encima de todos los demás.
Por un momento, Luo BingHe pareció tentado. No por el poder, sino por la posibilidad de tener control sobre algo que no comprendía del todo. Pero entonces, sin siquiera proponérselo, su mente se deslizó hacia su maestro.
¿Cómo reaccionaría Shen Jiu si lo hiciera?
Ese solo pensamiento bastó para que la duda matara la ambición.
—No.
Meng Mo ladeó la cabeza, aún sonriente.
—¿No? La mayoría me rogaría por ese conocimiento.
Luo lo observó, con esa misma calma que estaba empezando a construir como una coraza. Y entonces, con una sonrisa inocente, preguntó:
—¿Será porque no estás dispuesto a dejar que tu conocimiento desaparezca sin un sucesor?
Por primera vez, Meng Mo pareció verdaderamente sorprendido. Su mirada se nubló, como si le hubieran dado justo en su punto débil. Era cierto. Había estado cultivando dentro de un artefacto demoníaco, una reliquia antigua sellada durante siglos. Había resistido, hasta que Sha Hualing lo desató sobre Luo BingHe como un arma—un movimiento desesperado que él había aprovechado sin dudar. Desde que se alojó temporalmente en el paisaje onírico del joven, había percibido en él un potencial colosal, casi perversamente compatible con sus enseñanzas. Renunciar a eso le resultaba... inaceptable.
—Niño —gruñó Meng Mo, con el rostro tenso y la voz más oscura—. No seas terco. Esta es una oportunidad que jamás volverás a ver. Y si necesitas motivación… puedo dártela.
Su mirada se volvió glacial.
—Tu maestro... ese cultivador arrogante. Si te aferras a él y no cooperas, no me quedaré con los brazos cruzados. Puedo apartarlo del camino. Para siempre.
Ese fue su error.
Luo BingHe lo miró sin cambiar de expresión. Pero cuando habló, su voz fue tan baja como definitiva:
—Haz lo que quieras. Di lo que quieras. Pero si lo tocas... si siquiera lo rozas... este “acuerdo” quedará anulado.
Meng Mo no respondió.
Porque no pudo.
La mirada de Luo no tenía odio ni rabia. Sólo una certeza tan profunda, tan inamovible, que se sintió como una grieta en la misma estructura del reino de los sueños.
El anciano demonio dio un paso atrás sin querer. Nunca antes alguien lo había hecho retroceder... solo con su presencia.
Durante un segundo, pareció debatirse entre reír o atacar. Y entonces, como si algo dentro de él cediera, soltó una carcajada ronca:
—Tienes un temperamento muy fuerte, muchacho.
Levantó la mano con despreocupación, como si quisiera disimular su incomodidad.
—Y ese es un problema que ya no es mío.
Con un chasquido de sus dedos, la energía a su alrededor se fracturó.
En un parpadeo, Luo BingHe fue arrojado fuera del reino de sueños. Su cuerpo tembló al recuperar el control, y al abrir los ojos, se encontró nuevamente en la leñera, empapado en sudor frío, con la respiración entrecortada.
…
Han despertó de golpe. No había nada anormal a su alrededor—el mismo techo, la misma quietud de madrugada, el mismo sonido distante de insectos escondidos entre el bambú.
Pero algo andaba mal.
Una punzada de incomodidad le golpeaba el estómago. Instintivamente, buscó una razón.
—Bah, seguro es por no cenar… o por cenar doble —murmuró, intentando convencerse.
Pero su mente no lo soltó.
¿Y si el Demonio de los Sueños no había elegido a Ning YingYing? ¿Y si, por alguna razón absurda, había arrastrado a Shen?
Se levantó. De mala gana, sí, pero también con el corazón acelerado.
—Solo voy a confirmar que sigue dormido. Ni voy a tocar la puerta —se dijo a sí mismo, ya poniéndose las botas.
…
Dormía sobre su costado, el rostro apacible solo en apariencia. Su ceño fruncido, los dedos cerrados contra la manta, delataban lo que estaba viendo tras los ojos.
Estaba descalzo. De nuevo.
El suelo de piedra lo cortaba con cada paso. Ladrillos mojados, sucios. Alguien gritaba su nombre en un dialecto de mercado que ya no usaba. “¡Maldita rata callejera!” Corría. Las piernas pequeñas. El estómago vacío. La garganta seca de tanto suplicar por sobras. Tropezaba. Caía. Patadas. Risas. Otra vez. Otra vez. No importaba.
“Shen’er, ven. Te traje thangulu.”
La voz era dulce, casi orgullosa. Qiu Haitang lo llamaba así cuando estaba sola con él, como si bastara su cariño para borrar el resto de la casa.
Shen no se movía. Sentado junto a la mesa, con un cuenco entre las manos, evitaba su mirada. Sabía que Haitang no veía lo que pasaba cuando salía. Que no oía los murmullos ni los pasos que se deslizaban tras ella.
Porque cuando Qiu Jianluo cruzaba la puerta, todo cambiaba.
El crujido de la madera se instalaba en su nuca. La tensión se pegaba a la piel.
“¿Otra vez consintiéndolo?” decía Jianluo al fondo, con su tono habitual de desprecio oculto en cortesía.
De la nada, la luz de la habitación cambió a un rojo intenso, con los bordes de la habitación sumiéndose en la más negra oscuridad.
“Eres mío,” murmuraba Qiu Jianluo. “Todo tú. ¿Lo entiendes?” Shen no gritaba. Porque sabía que después sería peor.
Fuego.
La escena ardía sin aviso. Las paredes colapsaban. Los gritos eran lejanos. Algunos agudos, otros masculinos, rotos. El aroma de carne quemada no era nuevo. No le temblaba el cuerpo. Solo las manos.
Los niños lloraban. Las mujeres gritaban. Él no se detuvo.
A lo lejos, entre los árboles, creyó ver un rostro: Yue QingYuan. Tranquilo. Noble. Apartando la mirada. No entraba. No llamaba. No regresaba.
Shen Jiu, de rodillas entre cenizas, lo observaba con la cara tiznada y los ojos en blanco.
—Volviste demasiado tarde.
Pero cuando parpadeó… Yue no estaba.
Solo quedaban cenizas.
Y una voz aguda, burlona, arrastrada.
“¿Quién podría querer algo como tú?”
Era él mismo.
Un reflejo de sí mismo a los dieciséis años, vestido con túnicas limpias y una sonrisa falsa. Era la máscara. Era su voz en la secta. Su arrogancia. Su “buen porte”.
—Mejor que piensen que fui criado como un noble —dijo el reflejo— a que sepan que fui un perro.
Shen Jiu jadeó. Quiso hablar. Se ahogó.
Las brasas subieron. El reflejo se acercó.
—Tú eres la mentira que te inventaste. ¿Te gusta? ¿Te crees?
Una mano ardiente se extendía hacia su rostro.
Iba a tocarlo.
Iba a quebrarlo.
Y entonces, con un tirón seco, Shen se despertó.
…
Cuando llegó, no necesitó tocar la puerta.
La vio entreabierta.
Y en el interior, Shen Jiu estaba sentado en la cama, con la manta arrugada entre los dedos, el rostro vuelto hacia la pared.
Estaba empapado en sudor. Pero más que eso… estaba temblando.
—…¿Shen?
Shen no respondió.
Han cruzó el umbral en silencio, sintiendo como si invadiera una escena demasiado íntima, como si ese silencio tuviera bordes afilados.
Han se acercó despacio. No como un cuidador. Ni como un discípulo. Sino como alguien que había aprendido a leer cada silencio de ese hombre, incluso los que dolían.
Se agachó junto al futón, sin tocarlo, sin invadir.
Por fin murmuró, muy bajo:
—¿Tuviste una pesadilla?
Shen resopló suavemente. No había burla ni exasperación, solo una rendición cansada.
—No necesito tu compasión.
Pero su voz no tenía filo. Estaba deshecha de tanto sostenerse.
Han bajó un poco más la cabeza, como si supiera exactamente por qué decía eso. Sus palabras fueron un hilo firme, suave.
—No te estoy dando compasión, estoy aquí porque me importas.
Un segundo más tarde, casi con timidez, añadió:
—Solo… estoy aquí. Si me dejas estar.
Shen no respondió.
Pero no lo echó.
Y eso, para Han, fue más que suficiente.
No preguntó más.
Solo se quedó allí, a su lado, acompañando el silencio sin exigirlo.
Pasaron varios minutos en esa quietud densa donde el mundo parecía suspenderse. Hasta que, con una voz apenas audible, Han habló de nuevo:
—Voy a prepararte un té… del que te gusta. El de hojas doradas.
Se puso de pie con suavidad, como si no quisiera romper el momento. Y mientras iba al rincón donde ya había preparado el brasero, sus movimientos fueron tan silenciosos como su presencia.
Shen Jiu se había quedado solo.
Hasta que la puerta volvió a abrirse.
Chapter 9: Una habitación junto a la suya, y el corazón más cerca de lo que debería
Summary:
Shen Jiu le asigna a Luo BingHe una nueva habitación: justo al lado de la suya. Para Luo, es más que hospitalidad: es afecto disfrazado. Mientras tanto, Han QingYe entra en crisis creyendo que el harem por fin empieza, y Luo—como el migajero que es—descubre que ya no solo admira a su shizun.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Luo BingHe apareció con el rostro tenso y las mangas aún mal acomodadas. Entró sin anunciarse, pero con la mirada cuidadosamente bajada.
Shen ni se molestó en levantar los ojos. Sabía quién era por el peso del silencio que lo acompañaba.
Luo se acercó un poco.
—Shizun... Espero se encuentre bien.
Shen alzó la vista con desgano. No había hostilidad en su expresión, pero sí una claridad cruel.
—¿Usted… usted cree que los demonios son malos, Shizun?
Shen Jiu bajó la mirada, exhaló con pesadez... y sin quererlo, el recuerdo de Qiu Jianluo volvió a morderle la nuca como una garra vieja. Esa voz susurrante. Esa sonrisa medida. Esa mano bajo la mesa cuando nadie miraba.
—He conocido personas —dijo al fin, con un tono tan neutro que cortaba— más crueles que cualquier demonio.
Luo abrió la boca, pero no supo qué decir.
Shen continuó:
—La raza no importa. La crueldad no necesita colmillos. Solo rostro.
—¿Y los cielos? —repitió Luo.
Shen ni lo pensó.
—Si los cielos no quisieran que existieras, no lo harías. Y eso aplica para todos. Incluidos los monstruos.
En ese momento, la puerta se deslizó.
Han QingYe apareció en silencio, la bandeja de té entre las manos. Se detuvo un instante al ver a Luo tan cerca. Su mirada se suavizó... y se tensó al mismo tiempo.
—El té está listo —anunció con gentileza medida.
Han QingYe entró con la bandeja y sus pasos tan suaves como su costumbre. Su mirada recorrió la escena de un vistazo: Luo, demasiado cerca del futón. Shen, más pálido de lo usual y el aire denso.
Sin cambiar el tono, Han se acercó a Shen primero.
Después se volvió a Luo.
—¿Tú también quieres?
Luo se sobresaltó apenas. Como si no lo hubiese notado al entrar. Lo miró de reojo, con una chispa de incomodidad que intentó ocultar.
—Ah… no. Gracias, Shidi Han.
—Gracias por el té, senior Han, pero… ya me voy. Debería volver a la leñera antes de que baje más la niebla.
Shen Jiu, que apenas había vuelto a probar su taza, sintió que las palabras lo golpeaban más fuerte de lo que deberían.
“A la leñera.”
El vapor del té le subió de golpe a la cara, y de repente… no estaba en su cabaña. Estaba en una calle oscura, entre paredes húmedas, con el viento pegándole la espalda, cubriéndose con trapos malolientes. No recordaba lo que había comido. No sabía si al día siguiente iba a despertar.
—Qué absurdo —soltó de pronto.
Luo se detuvo. Han también.
Shen no lo miró. Pero su voz fue clara, algo más áspera de lo necesario:
—Te mudarás a la habitación de al lado. La vacía. La que da al pasillo.
Silencio. Absoluto.
Han giró lentamente con una expresión de sorpresa apenas contenida. En su mano, la taza tembló. Dio un leve sorbo... y casi se atraganta.
—¿Shizun…? —balbuceó Luo, como si no entendiera.
—¿Necesitas un mapa para encontrarla? —replicó Shen con un bufido.
Han dejó la taza en la mesa con un "toc" un poco más fuerte de lo necesario.
—Yo puedo preparar el futón —murmuró rápidamente al decir la primera cosa que se le ocurrió
—No hace falta.
—Ah, no, no es molestia. De hecho estaba pensando en revisar esa habitación desde hace días —siguió Han, volviéndose hacia los estantes, fingiendo buscar algo—. Justo hoy me dije “Han QingYe, revisa los futones de Qing Ying antes de que alguien los use.” Qué oportuno, ¿no?
Shen cerró los ojos con esa expresión de paciencia en extinción.
Luo los miraba como si hubiese entrado en una habitación privada por error.
—Entonces… prepararé mis cosas —murmuró, retrocediendo discretamente hacia la puerta.
Y cuando salió, todavía podía oír a Han murmurando algo sobre “lavar las sábanas con agua lunar” mientras Shen lo observaba con la taza a medio levantar, preguntándose en qué momento perdió el control de su propio hogar.
Luo BingHe bajó los escalones de la cabaña con pasos lentos, como si temiera que moverse demasiado rápido hiciera que el momento anterior se deshiciera como humo.
Cambia de habitación, había dicho Shen Jiu. Junto a la mía.
No lo había dicho con cariño. Ni con dulzura. Ni siquiera lo había mirado de frente.
Pero lo dijo. Y para Luo… era suficiente.
Su corazón golpeaba contra el pecho con una mezcla absurda de gratitud, confusión y algo más que no sabía nombrar pero que ardía bajo la lengua como té caliente mal tragado.
Shizun… es tan bueno.
El pensamiento le vino sin permiso, entre las manos que aún temblaban un poco. Tan bueno… y tan incapaz de decirlo. Tan cruel con sus palabras, pero tan claro con sus acciones.
Y Luo, que había vivido con hambre toda la vida, sabía cuándo alguien te daba algo valioso aunque lo negara.
Entonces, por primera vez en semanas, al mirar la lámpara encendida en la habitación que ahora le habían dado, sonrió. Muy despacio.
No porque estuviera cómodo. Ni a salvo. Sino porque, aunque Shen lo negara con la boca…él lo había elegido para quedarse cerca.
“La habitación contigua.” Su shizun lo había dicho como si nada. Pero en la cabeza de Luo, era como si le hubiese entregado medio corazón escondido en un plato de té de jade.
Caminó entre las piedras, rumbo a la leñera donde apenas tenía una muda de ropa y una manta con parches. No sentía el frío. Sentía algo peor: esa sensación absurda de que acababa de recibir una migaja... y era más de lo que sabía manejar.
Antes de llegar, vio a Ning YingYing estaba practicando en el claro con un par de discípulos del Pico Jiandie, su espada girando con gracia. Al verlo, se detuvo y lo llamó con una sonrisa brillante.
—¡Bing-ge! ¡Hace días que no te veo sonreír así! ¿Qué te pasó, soñaste bonito?
Luo se rió bajito y negó con la cabeza, pero se acercó.
—No. Solo… dormiré en otro lado.
YingYing ladeó la cabeza.
—¿No en la leñera?
Él bajó la vista un poco. Murmuró:
—Shizun me dijo que durmiera en la habitación junto a la suya.
—¿¡Qué!?
—No es lo que piensas —agregó de inmediato, nervioso—. Fue… práctico. Estaba vacío el cuarto, de seguro fue solo eso…
—¡Claro que no! —soltó ella, lanzando la espada al aire para atraparla con gracia—. ¿Y tú cómo te sientes?
—En las nubes… —susurró Luo, bajando la cabeza. Y luego, sin darse cuenta, siguió hablando—. Últimamente me deja quedarme más tiempo en silencio. A veces no me regaña aunque podría. El otro día corrigió mi postura con las manos, eran tan suaves…
—Bing-ge…
—Yo sé que para él no debe significar nada. Pero yo… YingYing, yo—
Se detuvo, con los ojos muy abiertos.
YingYing lo observaba sin moverse.
—¿Tú qué?
Luo tragó saliva. Bajó la voz.
—Me gusta.
Silencio.
—Desde hace mucho. Desde que no debería. Pero me gusta. Aunque me mire con fastidio. Aunque le moleste que respire. Me gusta.
Ning YingYing parpadeó. Después se cubrió la boca con ambas manos y murmuró:
—¡Ay cielos, Bing-ge! ¡Yo pensaba que solo te querías morir por él, no que estabas enamorado!
Él se encogió un poco, avergonzado. Pero no lo negó.
—No se lo voy a decir.
—No hace falta —sonrió ella con cariño, aún asimilándolo—. Tú ya lo dices todo cuando lo miras.
Y aunque aún tenía la sorpresa pintada en la cara, su voz fue firme:
—A tu ritmo. Pero si algún día pasa… voy a ser la primera en alegrarme.
…
Desde el otro lado del sendero de piedra, Han QingYe, que acababa de terminar de acomodar el cuarto de Luo (por su gran bocota y nervios), vio a Luo hablando con Ning YingYing con expresión suave y feliz.
Se detuvo. Los miró.
Y dentro de su cabeza, algo explotó:
¡AH! ¡AL FIN! ¡Está armando su maldito harén y yo estaba sufriendo por nada!
Se giró de inmediato, murmurando para sí:
—Qué idiota soy. Como si se fuera a enamorar de Shen, por amor al cielo, no tiene sentido. Es un niño, solo necesita cariño. No debió ser nada. Además, Shen ni siquiera lo ha tratado tan bien.
…
Al día siguiente, Luo BingHe apareció en el pabellón principal con un desayuno cuidadosamente preparado, lo dejó frente a Shen Jiu y no dijo más. Shen lo observó de reojo, no lo rechazó… pero tampoco comentó nada. Solo comió en silencio. Eso, para Luo, fue un elogio.
Esa misma tarde, recogió sus pocas pertenencias de la leñera. Nadie se cruzó con él en el camino: Ming Fan y los demás llevaban semanas entrenando en el Pico Jiandie, demasiado ocupados con los rigores de espada y las directrices del nuevo régimen. Ya no había burlas. Ni cercanía.
Esa noche, Luo durmió en un futón de verdad. Bajo un techo que no crujía. A unos pasos —no más— de la puerta de su maestro.
El corazón le golpeaba al mismo ritmo que la lámpara de aceite proyectaba su sombra contra la pared.
Meng Mo no apareció esa noche, pero sí unos días después. En el sueño, se le presentó con voz antigua y ojos de humo, preguntándole por su decisión. Luo BingHe aceptó. Meng Mo se regocijó, dijo que ese sería el inicio de su ascenso.
Pero justo cuando iba a sellarlo todo, Luo habló:
—Tengo una condición. No quiero reconocer a ningún maestro… que no sea Shen QingQiu.
Meng Mo se lo quedó viendo con una mezcla de fastidio y resignación.
—Qué necedad tan humana —masculló Meng Mo—. Aferrarse al cuchillo justo porque fue el primero que cortó hondo.
No esperó respuesta. Ya se retiraba, desvaneciéndose en un vaho de sueños rotos.
Luo BingHe no lo detuvo.
Notes:
Ajá. Ya sé que anduve diciendo que “ya no iba a poner ni títulos ni resúmenes”, que estaba harto y que el Word con 207 páginas me había drenado el alma.
¿Pero qué quieren que haga? Se veía vacío. Feo, todo pelón y sin contexto.