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Entonces erase una vez un rey perfecto, una figura de tanto valor que era visto como imposible, su nombre fue Arthur o así fue para quienes nunca le conocieron realmente porque cada persona posee una máscara, personas, identidades que mostramos para un fin y espacio. Mientras otros usaban una parcial el famoso regente ocupó una total, una persona tan brillante que borró la existencia del yo original por que a nadie le interesa una mujer en anteriores siglos, solo eran propiedades en algunos lares porque todo era eclipsado por el poder patriarcal impuesto.
A pesar de aquello la mujer detrás del personaje lo aceptó, no se arrepintió de usar la corona aun sabiendo que iba a renunciar a todo. Sus días de una campesina se fueron aunque no fue tan complicado de abandonar por ser presentada como un varón entre los demás, el trato que recibió nunca correspondió al rol femenino, siempre tuvo que entrenar el uso de la espada sin piedad por parte de su padre Ector y las tareas rudas aunque también tenía cosas mas generales como cuidar el caballo de la familia o asistir a su hermano Kay.
En uno de esos días de campo Arthur estaba caminando en el campo después de perder en el duelo de práctica con su padre, el adolescente salió a tomar algo de aire fresco, pero su momento a solas se interrumpió por la presencia de una chica de su edad, ella la estaba esperando con una sonrisas bajo la suciedad en su rostro y brazos por trabajar en el campo, vestía como cualquier otra campesina.
—¿Cómo te fue con tu entrenamiento? —Lanzó esas palabras mientras miraba al suelo cuando Arthur le miró a los ojos —Si quieres puedo curar tus heridas—
—No es necesario —Era lo único que podía expresar porque no sabía cómo tratarla.
—Si no te atiendes no vas a poder vencer a tu padre, no digo que seas débil o algo —Cruzó los brazos y cerró los ojos.
Por esa acción notó moretones en los brazos. Arthur expresó enfado en su rostro y apretó los puños porque no era la primera vez que la veía así. Sabía que su padre golpeaba de ella, en el fondo deseaba ayudarla por los valores de lo que significa ser un caballero, sin embargo no deseaba meter a Ector en problemas.
La chica a ver que la contraria no fue agresivo con ella bajó los brazos y se acercó con él, al no estar cambios en él se atrevió a tocar su mano y ante falta de reacción solo la sujeto con fuerza aunque aún evitaba su rostro.
En esa antigua vida Arthur como hombre dentro la sociedad era visto como un buen partido para las campesinas, tenía admiradoras pero nunca les prestó atención por estar ocupada con la educación de Ector.
—No tenemos que ir a nuestras casas. Tu establo es suficiente—
La futura gobernante aceptó sin mas. Entonces ambas se fueron al establo con la suerte de no encontrar a ningún familiar, Arthur se sentó en el suelo y la contraria le tocó el rostro y también los brazos, pero al final no curó sus heridas por falta de herramientas aunque eso era algo que esperaba el futuro gobernante.
—Arthur, eres fuerte, ánimo —Expresaba sim verla a los ojos mientras la escuchaba y d con extrañeza.
—Estoy bien, no te preocupes. Ya recibo menos golpes de Ector —Declaró con orgullo al sonreír.
—¡Un día serás más fuerte que Kay y Ector!—
El sucesor al trono no cambió su expresión facial ante esas últimas palabras, se limitó a tocar su cabeza sin dar caricias. Era la forma de mostrarle aprecio sin acudir a abrazos o ciertas frases, no entendía del todo las intenciones de la otra pero sí se preocupaba por ella aunque dicho sentimiento no se centraba solamente en ella porque siempre pensaba en los demás habitantes del pueblo porque la invasión de los extranjeros ha empeorado las condiciones de vida.
Una guerra perdida que no destruía toda la moral ante la promesa de un nuevo rey tras la muerte de Uther Pendragon por la leyenda de una espada de la elección, un arma y objeto que era responsable de elegir al siguiente gobernante.
—Eres tan amable. Ojalá que papá fuera así —Su voz se cortó de golpe cuando se dio cuenta que lo comentó en voz alta —¡Perdón! No debería hablar así de mi padre.
—Sí, tienes razón —No alejó su mano —Pero está bien quejarse de vez en cuando —Bajó la mano —Aunque esas palabras fueron para mí —Pensó.
La chica se sonrojo. Sin embargo, escucha los pasos de alguien aproximándose y alarmada se levantó abruptamente para irse corriendo, en el trayecto se encontró con la mirada seria de Ector por unos segundos, asustada apresuró su paso aunque le molestaba ser vista así porque creía que arruinaba su imagen como mujer. Pensar en una mala imagen hacía que no se fije en el camino por lo que no notó las piedras con las cuales tropezó.
Ector miró aquello con un suspiro pronunciado. De mala gana fue a ayudarla, sus manos y brazos gruesos la levantaron fácilmente sin tomar en cuenta los nervios de ella quien apagaba sus sollozos para no ser mal vista, miraba el suelo en vez de ellos porque le era casi imposible.
—Ten mas cuidado. Esa forma de correr no es de una señorita —Fue lo único comentó antes de dirigirse a Arthur —¿Qué le hiciste para que corra así? No debes ser tan cercano a las personas, ¿qué haremos cuando alguien se enteré que eres una mujer?—
—Bienvenido Sir Ector—
—Ya sabes que solo los hombres pueden ser caballeros. Aun eres joven y puedes ocultar tus senos pero cuando crezcas será mas complicado —Se volteó para no entrar al establo —Sigueme, vamos a entrenar otra vez para que olvides a esa niña. Sí logras darme un golpe te instruiré en la montura de caballos—
—Gracias —Le siguió con la sonrisa mas honesta de ese día mientras ocultaba sus sentimientos de agradecimiento por respeto.
Cuando se retiran Arthur miró como la chica de campo caminaba con problemas. Una parte de ella deseaba ir a ayudarla pero respeto las palabras de su tutor, solo fueron a su pequeña casa carente de muchas cosas por la pobreza, ante la falta de cosas las espadas eran objetos que destacaban como las joyas mas preciosas del mundo.
A la par de ese evento la campesina regresaba a su hogar lentitud, cada paso de dolía la rodilla, su peso se concentró en esa parte del cuerpo en la caída, se había inflamado pero en vez de tomar algún descanso se obligó a hacer mas esfuerzo para llegar antes del atardecer.
Odiaba la idea de llegar tarde. Buscaba evitar otra golpiza de su padre quien siempre buscaba una excusa para abusar de alguien, de él aprendió que siempre debía ser una buena chica, por eso perdió la concentración cuando corrió, se sentía ridícula y ahora humillada porque se lastimó, el sentimiento de culpa era mayor que la razón.
Tal enfoque no le permitía notar la naturaleza, era incapaz de sentir el viento al igual que escuchar los sonidos de los animales. A la par de ambos escenarios la presencia de una mariposa no era reconocida, el aleteo de sus hadas no producían sonido destacable porque el ruido de la naturaleza ocultó su existencia, aquel ser vivo descendió en una de las ramas de los tantos árboles presentes y desde esa nueva posición dirigió su mirada a diferentes ángulos y cuando no encontró lo que buscaba aleteó para alzarse en una rama con mayor altura para repetir el mismo proceso.
—No lo encuentro. ¿Si fuera un próximo rey donde estaría? En un castillo por supuesto, ¡pero no! La profecía no indica nada, ¡porque las profecías son tan bobas! —Sus quejas tenían tan poco volumen por su tamaño que ningún humano que paseaba por ahí podía escucharlo a pesar de esta cerca de la campesina —Mataré a esa persona y yo seré el rey —Molesto aleteó con más fuerza las alas para ir directamente hacia la famosa espada en la piedra —Con que aquí estas, ¡que bobo! —Se le pasaba haciendo un berrinche con una voz infantil a la vez que intentaba sacar el arma al presionar el mango con sus patas pequeñas —¿Por qué no sale? ¡Ah!, no tengo manos —Se respondió a si mismo al fijarse en sus extremidades —¿Quién fue el idiota que puso una espada para elegir rey? Debió ser una competencia de inteligencia porque yo soy muy inteligente—
Su charla personal terminó cuando su instinto le indicó peligro, sus sentidos agudizaron se activaban en dirección al norte, era incapaz de reconocer a algo con su vista pero sentía rastros de energía mágica acercándose. Y de forma inconsciente suprimió su energía, su razón se ausentó y se limitó a vivir con el sentir, tenía presente el viento golpeándolo y el metal en sus patas, volvió por el camino que tomó para llegar a aquel lugar de forma automática, tal hecho le impidió saber que lo que sintió fue al hechicero Merlin quien venía a vigilar a Arthur a lo lejos.
Durante el trayecto invertido sintió familiaridad cuando pasó por el establo, tal sentimiento le hacía volver a pensar, curioso por ese cambio de estados decidió entrar para solo llevar la decepción de solo encontrar un único caballo, intentó encontrar algo de interés, observó comida, suciedad, insectos y pelo rubio de Arthur. Su atención se fijó en eso último aunque no entendía el por que.
—El mundo es bobo. Me manda señales tontas, ¿por qué siempre que salgo del bosque mi corazón me dice que venga a esta zona—
Mas irritado que nunca regresó al bosque donde otros insectos lo reciben alegremente aunque este los ignoraba, su vuelo cesó en el momento donde se alejó de los demás tras recibir el impacto del peso de otra mariposa, su cuerpo perdió estabilidad y cayó de tal forma que casi le rompió las alas, él levantó la mirada para ver quien fue el responsable de aquello.
