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Ternero

Summary:

Petey es un híbrido de gato y vaca que se encuentra embarazado del híbrido de toro y perro que tiene la finca del amigo de su dueña.

Chapter 1: Alice y Petey

Summary:

Alice se entera de que Petey está embarazado.
Capítulo corto centrado en su relación.

Notes:

Nuevo fanfic. Otro que eventualmente abandonaré /j

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

—¿Qué le sucede a Petey? —Alice pregunta con demasiada preocupación. Hace días que su amigo gato-vaca tiene náuseas y vómitos cada que huele o come algo. Ni hablar del dolor en los pezones del que tanto se queja el híbrido.

La doctora y la enfermera le dan la espalda a Alice para tener una conversación a solas… o para jugar a «piedra, papel o tijeras» cómo está observando ahora mismo. La doctora suelta jadeo molesto por haber perdido, la enferma levanta sus brazos y da saltitos por haber ganado.

Alice finge toser para llamar su atención. Las otras dos mujeres se dan la vuelta, disculpándose por lo que pasó.

—Señorita Alice, felicidades, ¡Petey está embarazado! —Anuncia la enfermera Lady, abrazándola junto a su compañera.

Alice, congelada, comienza a murmurar la misma palabra: —… Embarazado… Embarazado…

 


 

—¡¿EMBARAZADO?! ¡¿Cómo puedes estar embarazado?! ¡Yo nunca te dejo salir de la granja! ¡¿Cómo es que vas a tener un gatito?!

—Wow. Muchas gracias por recordarme que soy un esclavo desde que nací.

Alice toma aire y lo exhala. —Petey, no eres un esclavo. Eres mi gato. Mi compañero. Mi amigo.

—Alice, las personas no compran híbridos de vaca para tener amigos y estoy seguro de que no eres la excepción.

Petey tiene razón. Todos compran a los híbridos de vaca para producción de leche, después de todo puede producir el triple de lo que una puede, al igual que compran híbridos de toro para reproducirlas. Alice al inicio compró a Petey para poder vender leche, pero a medida que el gatito se fue convirtiendo en gato (y ella fue agarrándole cariño), decidió comprar vacas normales para esa tarea.

—No hablemos de eso. Hablemos de que VAS A TENER UN TERNERO.

—Los gatos usualmente tienen seis gatitos. —Dice fingiendo desinterés para molestar a su dueña-amiga.

—¡Petey! —La rubia se arrodilla frente a la cama de paja del gato-vaca. —Tómate esto en serio.

—¿Tomates? Sí, tenemos que cosechar más.

La mujer de vestido a rayas hunde su propio cuerpo y rostro en la montaña de paja, cansada de todo lo que sucede ese día.

—Aún eres un gatito, una novilla, no puedes tener un gatito. —Sus palabras están ahogadas, pero el gato con cencerro puede lograr entenderla.

El híbrido apoya la mitad de su cuerpo en la espalda de su amiga, teniendo cuidado con su pancita. —Dejé de ser un gatito hace muucho tiempo. Y ya no seré más una novilla.

La mujer de cabello color limón mueve su cara para poder hablar con claridad. —Para mí siempre serás un gatito. —Sus ojos observan la punta plana de la cola de su gato-vaca que se mueve de un lado a otro contra el suelo. —¿Fue consensuado? —Petey suelta un «¿Hmm?». —¿Ambos dieron su consentimiento para tener… sexo? ¿Los dos querían? —Pregunta incómoda.

—Sí. Queríamos.

—¿Quieres quedarte con el bebé? La doctora y la enfermera Lady me dijeron que puedes abortar si no lo quieres.

El gato de top blanco con manchas frunce el ceño. —Te dijeron eso porque saben que soy el único de mi grupo que es consciente de para qué nacemos, ¿no?

—Petey…

—Ya entendí. Ya entendí. —Se toma unos momentos para pensarlo. La idea de seguir disfrutando su tiempo libre suena tentadora, pero la idea de tener su propio bebé… suena mejor.

«¿Y si lo venden?», el inicio de un montón de preguntas desagradables comienzan a producirse. «¿Qué pasaría si naciera una vaca? ¡La estaría condenando a una vida en la que es utilizada cómo fabricadora de leche!», «¿Si llega a ser un toro? Se lo llevarían para utilizarlo en peleas clandestinas», «¿Me alejarán de mi bebé?».

Y Alice, utilizando sus no-poderes telepáticos (vió cómo la cola de Petey comenzó a moverse inquieta), le da paz a su cabeza. —No voy a aprovecharme de ti y de tus hijos, Petey. Jamás dejaría que se los lleven. Decide tranquilo.

Su cola vuelve a su movimiento tranquilo. —¿No te molestará que me lo quede?

—¿Por qué me molestaría? Me va bien en el tema económico y adoro los gatitos. Sabes que podría cuidarlos.

Petey sonríe por primera vez en el día. —Entonces quiero tenerlo.

Alice levanta su mano, buscando la cabeza del gato-vaca, Petey acerca su cabeza teniendo cuidado con sus pequeños cuernos. Un conjunto de ronroneos empieza a llenar el establo, y un silencio apacible y cómodo reina el ambiente.

Nada más podría arruinar el momen–

—¿Quién es el padre? ¿O la madre? —Los ronroneos se detienen de forma inmediata al igual que el movimiento de cola de Petey.

Había olvidado esa parte. La persona que lo embarazó. Ese híbrido de perro y toro, pero con forma antropomórfica. Aquel híbrido que el pueblo llama «Dog Man». Un buen nombre para alguien con un cuerpo fácil de confundir con un hombre y una polla que te hace recordar la primera mitad de su apodo y que está modificado genéticamente para tener características de toro.

Claro que si miras su cabeza y sus cuernos también puede recordarte a eso, sin olvidar el narigón. El narigón normalmente se asocia con los toros. Puedes saber que es un híbrido de toro si miras sus cuernos y el narigón, no es necesario ver el tamaño de su… ¡YA BASTA, PETEY!

—Petey. —La mano de Alice, ahora la mujer se encuentra sentada frente a él, se posa en su frente evaluando la temperatura. —¿Estás bien?

El semifelino agita su cabeza para despejar sus pensamientos. —¡Sí! Estoy bien.

—¿Y me vas a decir?

La cola de Petey da un golpe fuerte contra el suelo. Duda en decírselo. Sabe que es necesario decirle que es de un toro de otra granja para evitar problemas a futuro con el tema de a quién «pertenece más» el ternero, pero no quiere decirle a Alice. Le da demasiada vergüenza.

¡Hace poco estuvo hablando mal de ese perro-toro y ahora va a tener un bebé de él! ¡Además de que ese toro le pertenece al ex novio de Alice!

—Vamos, Petey. No puede ser ma–

—Es de Greg.

Silencio.

Aunque en realidad Alice no tiene ningún problema con Knight, terminaron en buenos términos.

—Alice.

Silencio otra vez.

El problema es con el otro dueño de Greg.

Alice inhala y exhala. —¡¿POR QUÉ CON EL PERRO DE CLARANCE?! ¡¿POR QUÉ NO CON OTRO?! ¡TENÍAS HASTA EL PERRO ESE SOLEADO DE LA FINCA DE CRITTERY! —Y grita mientras lloriquea. —¡¿QUÉ TE HE HECHO YO PARA QUE ME HAGAS ESTO?!

Petey se levanta de su lugar. —¡¿Ah?! ¡¿Quieres saber lo que me hiciste?! ¡EN PRIMER LUGAR ME HACES USAR ESTE ABSURDO CONJUNTO! —Reclama dando vueltas para mostrar su top y su pollera corta (pero no tan corta), ambas blancas con manchas negras, su collar con cencerro y su vincha con orejitas de vaca.

—¡¿Qué quieres que haga?! ¡No te gusta ninguno de los outfits que te propongo! ¡Decime que querés usar y te lo doy! ¡Mirá que usar ese bikini de vaca no es opción! —Advierte a lo último.

—¡No quiero usar nada! ¡No me gusta llevar ropa! ¡Odio la ropa! ¡Los animales no usamos ropa, sólo lo hacemos porque ustedes los humanos son unos pervertidos!

Una larga discusión sin sentido empieza, pero cómo no me gustan las discusiones, saltaremos en el tiempo.

—¿Vas a decirle a los dueños de Greg?

La vista de Alice se desvía de su celular a la cara del gato-vaca. —Hmm, ¿Quieres que se los diga? Lo más probable es que ellos se lo digan a Greg. No sé si él se hará cargo. O si le dejen. —Murmura lo último con enojo.

Petey la abraza, escondiendo su cara en el pecho de la mujer. —Diles. No me importa si Greg acepta o no cuidar conmigo al bebé.

Ambos están en la habitación de la humana, acostados en la grande y cómoda cama. Al inicio Alice tenía una cama individual para ella sola, y Petey siempre fue un niño que no podía dormir solo, pero tampoco podía quedarse quieto mientras dormía con alguien.

—Entonces mañana iré a dónde Knight para darle la noticia. —Deja su celular y acaricia con calma la espalda naranja a rayas. —Sólo espero que Clarance no esté allí.

Petey aleja su rostro para reírse. —Vive con él y es el padre de Greg. Es obvio que va a estar.

La rubia gime de frustración. —Sííí, pero igual tengo la esperanza de que trabaje horas extras cuando vaya de visita. No lo soporto a él ni a su estúpido bigote.

—Y su corbata fea.

—Yo le regalé esa corbata cuando éramos amigos.

—Una vez más me demuestras que tu gusto en la moda es igual de malo que tu gusto en las mujeres.

—¡Hey!

Petey se echa a reír, mirando la cara molesta (falsa) de su amiga.

 

Notes:

Mientras editaba esto ví en Twitter un fanart de Petey vaca... Dios mío. Me acabo de enamorar de ese fanart.