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Era esa temporada de frío inusual en el infierno donde Alastor tendía a enfermarse dada su baja tolerancia a estos cambio de temperatura, eso o haber creído que no era para tanto al momento de vestirse con su traje para el calor. De cualquier modo, estas sinsmas las estaría pasando enfermo y bajo los cuidados de Vox quien insistió en llevarlo a la torre V para estar al pendiente de él o al menos acudir a casa de Al, cosa que este último rechazó mil veces.
Alastor hizo sonar la radio en una frecuencia extraña de pitidos, una adaptación de código morse en esa ocasión: “.--. ..- . -.. --- / -.-. ..- .. -.. .- .-. -- . / ... --- .-.. ---”
Por lo estruendoso, podía deducirse que Alastor estaba disgustado.
—No, no puedes —sostuvo Vox mientras tomaba una silla cercana para sentarse junto a Alastor—, estás volando de fiebre y el doctor que hice venir del anillo de la pereza dijo que necesitas reposo.
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El demonio con cabeza de televisor de última generación no pudo evitar reírse.
—Dime todo lo que quieras en código morse pero nada me va a mover de aquí —Señaló el piso.
Alastor quiso refunfuñar pero solo consiguió toser unas cuantas veces, a lo que Vox reaccionó ofreciéndole un café con un toque de naranja.
—Sé que no eres fan del dulce —reconoció mientras le acercaba un pequeño plato con una taza— pero los cítricos te harán bien para recuperarte.
“-. .-.. / -- . -. --- … / . … / .- -- .- .-. --. --- / ..--..”
—Sí, todavía es amargo —Asintió Vox—, solo huele un poco a naranja.
Alastor se incorporó y aceptó la taza con sumo cuidado, pues odiaba que se ensuciaran sus sábanas o piso casi tanto como que alguien dañara su ropa. Tal y como su pareja le indicó, el sabor de la naranja no era del todo perceptible, aunque dotaba al café de un sabor peculiar. «Debo reconocer que no está tan mal como pensaba.» pensó «Mientras sea mayormente amargo, creo que puedo vivir con esto.» Por supuesto, estas eran cosas que Alastor nunca admitiría en voz alta, o en clave morse alto.
—Creo que ya te está volviendo el color —habló Vox.
“-.. . / …- . .-. -.. .- -.. / ..-..”
—Sí, casi tan rojo como tu traje —bromeó— o el cielo del anillo del orgullo.
“.--- --- -.. . - . .-.-.” sonó con más fuerza “.-. --- .--- .- / - ..- / -.-. .- .--- .- / -... .-. .. .-.. .-.. .- -. - . / ... --- -... .-. . -.-. .- .-.. . -. - .- -.. .- .-.-.”
Con esa respuesta, Vox se echó a reír; Alastor no era el mejor regresando jugarretas o provocaciones.
—Está bien, está bien —dijo entre risas—, no te ves tan mal. Te ves de tu color normal.
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—Bueno, si no necesitas nada más —Se puso de pie—, estaré en la sala.
Hubo unos momentos de silencio en los que Alastor bajó la cabeza y tomó algo de aire con los ojos cerrados hasta que decidió comunicar una o dos cosas más.
“...- --- -..-”
—¿Mmm? —Volteó enseguida.
“--. .-. .- -.-. - .- …” algunos tonos se repitieron un poco, como si tartamudeara. “..-. . .-.. .. -.-. . … / … .. -. … -- .- …”
Vox sonrió conmovido.
—No es nada. Felices sinsmas.
