Chapter 1: Regreso a casa.
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Owen había crecido con la enseñanza de la palabra de Dios. Nacido en una familia fundamentalista, el castaño había crecido con las creencias más fuertes de la biblia. Su padre era él pastor de una comunidad religiosa en Kentucky, le había enseñado lo que era ser un joven correcto, como debía seguir la ley de Dios y vivir en base a los mandamientos. Tomó un misión a Puerto Rico para llevar consigo la palabra de Dios a más personas, sin embargo su mente era un total caos, sentía que vivía en automático, su padre lo había hecho casarse con una mujer que no quería, su nombre era Misty, ella pertenecía a una familia igualmente religiosa. Owen no sentía ni la más mínima atracción por ella, pero siempre había sido obediente con su padre y sus costumbres, es por eso que cuando probó la libertad en ese lugar su vida dio un giro y muchas dudas surgieron ¿Es Dios tan severo con quienes cuestionan su palabra? El señor decía que había que vivir bajo sus leyes y así conseguiría la salvación eterna. Cuando volvió su padre lo había puesto a cargo de un
grupo de jóvenes de la iglesia, la escuela dominica, también siendo el encargado de muchas actividades, era algo que podía hacer. Aunque claro en ese momento no podía esperar más, su padre lo abrazó con mucha dicha y una gran sonrisa.
—Mi muchacho. Que gusto verte Owen ¿Que tal Puerto Rico? -Preguntó el hombre con ya arrugas en su rostro y su sonrisa cálida. Su madre estaba con una sonrisa igualmente extensa y le dio un abrazo y un beso en su mejilla para saludarlo.
—Estuvo muy bien. Ya sabes que con Dios a mi lado nada podía salir mal. -Respondió con una sonrisa pasándose los dedos por su cabello largo.
Su esposa saludó a sus padres de la misma forma y notó a su hermano pequeño que estaba mucho más grande. Le dio un abrazo al muchacho y este se puso feliz de verlo. La comida familiar fue tranquila, todos hablaban de religión, del bienestar de la familia y de Jesus. Su padre de pronto abrió la boca para poner un tema controversial en la mesa.
—Viajé a la ciudad hace unos días y me sorprendió la cantidad de pecado que pude ver, jóvenes embarazadas sin casarse, drogas, prostitutas y esos degenerados homosexuales. Argumentó mientras cortaba su pedazo de carne con precisión antes de llevarse el pedazo a la boca.
Owen se sintió incómodo con aquello, cada vez que su padre mencionaba el tema sentía una ansiedad tremenda apoderándose de él, un miedo profundo aunque lo disimulaba muy bien. Todos comentaban que esos homosexuales irían al infierno y no serían perdonados por Dios debido al pecado sino se arrepentían y volvían al rebaño de Dios.
—La biblia lo dice, no te echarás con otro varón ¿tú que opinas de eso hijo? Preguntó su padre a Owen. El castaño tragó su comida y tomó una servilleta para limpiarse.
—Es verdad padre, pero siempre está el arrepentimiento, si logran encontrar a Dios se salvarán. Respondió con convicción y entereza lo que su padre quería escuchar.
—Tienes razón amor. Por algo fuiste a llevar la palabra del creador a otras partes porque sabemos que podemos salvar a muchos del pecado. Respondió la esposa de Owen con una sonrisa mientras el castaño fingía una sonrisa incómoda.
—¿Supieron que la señora Waller falleció? Preguntó la madre mientras se servía agua.
—No tenía idea ¿qué pasará con su casa? Ella estaba sola al parecer. Respondió Owen.
—De hecho no, tiene un nieto, que es deportista, vendrá en estos días al parecer a vivir aquí. Dijo su padre con poco entusiasmo sin saber de quién se podría tratar.
Después de la cena Owen se trasladó a su casa que quedaba a solo unas cuadras de la de su padre junto con Misty. Se mantuvo pensativo por la plática en la mesa con sus padres. Se quedó mirando la televisión y tomó un cigarrillo prendiendolo, era un pecado, pero le ayudaba con la ansiedad que tenía, aunque debía ocultarlo de todos y más de su esposa. No había vida marital, Owen tenía que ponerse ebrio para poder tocarla, incluso le costaba mucho mantener una erección con ella. No sabía si era algo malo o no, su padre siempre le dijo que el sexo era algo que solo se debe hacer para tener hijos, lo habían intentado con su esposa, pero ella no había quedado embarazada y claramente apenas lo hacían. Se fue a la cama después de un rato y se recostó al lado de ella mientras miraba el techo contando las tablas que estaban ahí. Pensó en la palabra de Dios comenzando a rezar
—Dios, te pido que cuides de mi alma, que no sucumba al pecado, ni a la lujuria, aleja los demonios que hay en mí. Amén. Dijo antes de cerrar los ojos y dormirse.
Ray Weller era una leyenda del baseball y el mejor tercera base, había ganado muchos juegos y siendo parte de los Titans, un equipo muy popular, había ganado el suficiente dinero para tener un buen auto, una casa, se había casado y tenía hijos, pero su matrimonio vivió una fuerte crisis, le había sido infiel a su esposa con una modelo de ropa interior, aquello había quebrado su matrimonio y su vida convirtiéndose en un escándalo. Sabía que había sido un error y no tenía derecho a reclamarle a ella por solicitar la anulación de su matrimonio. Con 35 años su vida había dado un giro pues una lesión lo sacó de las ligas mayores. Sus padres quienes eran religiosos estaban decepcionados de su comportamiento, querían que recuperara a su esposa y siguiera su matrimonio, pero él sabía que eso ya no tenía remedio. Después de la repartición de bienes había quedado con algo de dinero, aunque no demasiado, debía pagar la pensión de divorcio y además de eso buscar donde vivir pues su esposa e hijos se quedarían en la casa. La noticia de la muerte de su abuela Mary fue un duro golpe, la adoraba, pero también fue la oportunidad al recibir de herencia la casa. Parecía que la suerte volvía a él después de mucho así que viajó a aquel lugar el cual no pisaba hace años con la esperanza de iniciar de nuevo.
Condujo hasta el lugar notando que el sitio parecía más aburrido de lo que recordaba, localizado en Kentucky, toda la gente vestía de manera casi anticuada, la casa de su abuela era hermosa, quedaba en una parte boscosa apartada del pueblo, entró encontrándose con muchas cosas viejas que recordó de inmediato como figuras, cuadros y otras antigüedades. Había una foto suya con la mujer y eso le trajo recuerdos de cuando ella le hacía galletas y le contaba historias. Tenía mucho trabajo que hacer en esa casa si quería vivir en ese lugar, aunque venderlo sería prudente después de todo, el pueblo se veía aburrido.
Ray comenzó la limpieza sacando muchas cosas que no le servirían, muebles, ropa, utensilios, incluso compró una cama nueva. Contrató a un camión para que se llevara todo lo que no usaría. Una vez se sintió exhausto tomó una cerveza y se secó la frente, ni siquiera se dio cuenta cuando de un hombre maduro se acercó al patio con una sonrisa peculiar, parecía alguien distinguido e importante. El rubio no entendía quien era, probablemente el encargado de esa comunidad o algo así.
—Buenos días, Joven soy el Pastor Taylor. Dijo el hombre acercándose a él para saludarlo con una sonrisa amigable que el rubio tomó como genuina.
—Buenos días pastor Taylor. Soy Ray Waller, nieto de Mary. Respondió al saludo extendiendo su mano.
—Mary era muy querida por nuestra comunidad. Es un gusto conocer a su nieto al fin, hablaba mucho de usted y sus logros como deportista. Mencionó el hombre con un tono amigable y relajante.
—La abuela siempre exagerando. Agregó con una sonrisa el deportista.
—Nada de eso, no seas modesto. Entre nos sé quién eres, te vi jugar muchas veces. El domingo tendremos nuestra misa dominical y eres más que bienvenido a participar, si Dios te trajo aquí es por algo. A la comunidad le gustará tener a un famoso entre nosotros. Dijo el hombre.
—Ahí estaré sin falta. Mencionó el rubio con una sonrisa.
—Lo esperamos, joven Waller. Agregó dándose media vuelta y subiendo a su auto para marcharse.
Owen se encontraba cosechando sus verduras, algo que había aprendido en Puerto Rico trabajando en la granja, su sueño sería tener una con muchos animales y poder tener tierra donde cosechar distintas hortalizas. Se limpió la suciedad de sus manos y descansó un segundo pues el calor era insoportable ese día. No llevaba ni dos segundos cuando a lo lejos vio a un sujeto quitarse la camiseta, aquello lo hizo sentir extraño, una mezcla de calor y cosquillas pero también una fuerte indignación. Tomó su paño y caminó hasta el sujeto con molestia, este lugar era decente y no podía haber un tipo semi desnudo en plena calle provocando.
—Disculpe, señor. No puede estar sin camisa aquí. Hay mujeres casadas y niñas adolescentes que podrían verlo y tener pensamientos impuros. Demandó con seriedad tratando de ser respetuoso mientras se mantenía parado frente al sujeto quien estaba oculto reparando el motor, este dejó de lado su actividad parándose frente al castaño dándole una mirada estoica.
—Amigo, hace calor aquí y necesito arreglar mi auto porque se descompuso a mitad de camino. No veo a nadie quejándose de mi apariencia ahora mismo además de ti ¿Te gusta lo que ves o qué? Preguntó algo molesto con una sonrisa engreída.
El castaño notó el torso bien trabajado del rubio, un pecho fuerte con vellos color dorado, piel blanca, un abdomen bien trabajado como nunca antes había visto, era más alto que él, tenía un rostro con rasgos fuertes además de una barba marcada y un cabello rubio dorado casi cobrizo, sus bíceps eran enormes, había escuchado a su padre decir que llegaría el nieto de la fallecida señora Waller y al parecer era este sujeto quien había sido un deportista con algo fama.
—Este es un sitio decente, yo he estado toda la tarde cosechando con este calor y no me he quitado la camiseta como un bailarín barato. Dijo molesto notando que su respuesta había sido agresiva.
—Mira imbécil a mi no me faltes el respeto, que seas un religioso devoto no te hace mejor persona. Dijo Ray agarrando de la camiseta sucia a Owen con firmeza acercando su rostro a él de manera amenazante. Su aliento a cerveza chocaba en su rostro.
—Los pecadores no estarán en el reino de Dios. Dijo el castaño mientras respiraba de manera intensa sin intimidarse en lo más mínimo llevando sus manos a las del rubio, el agarre era firme y la mirada azul del rubio era penetrante como si ese azul se fuera a convertir en rojo.
—Maldito hipócrita. Mejor alejate de mi vista o te partiré la maldita cara, no me interesa dar una buena impresión en este pueblo Dijo soltandolo con fuerza antes de darle la espalda y seguir arreglando el motor, no quería tener problemas con los vecinos tan pronto pero el sujeto era un imbécil y le había faltado el respeto.
Owen no supo porque no pudo pelear de vuelta, parecía que estaba paralizado como una roca y se fue molesto, donde tenía su cosecha notó que sus pantalones estaban apretados, tenía una maldita erección ¿que rayos le pasaba? Se fue de vuelta a casa con molestia e incomodidad por lo que había pasado odiandose así mismo, esto era pecado, tenía que rezar. Al llegar por suerte su esposa no estaba, se encerró en el baño y se desnudó viendo su miembro erecto, se metió a la ducha esperando que el agua quitara ese calor, ese pecado oscuro en él, tenía su pene duro como roca, lo tomó comenzando a masturbarse de una manera errática dando bufidos de rabia. Pensaba en aquel hombre con el torso desnudo, esos vellos adornando el pecho y el sudor bajando por este, sus bíceps y esa cercanía lo habían hecho sentir algo nuevo. Se odiaba por esa sensación, algunas veces le había pasado, el pecado apoderándose de él cuando veía a otro hombre, se masturbó con más intensidad hasta que su orgasmó tiñó la pared de la ducha con su corrida la cual fue limpiada por el agua que caía. Se sentó en la tina sin poder reaccionar más, se sentía sucio y lleno de culpa, solo podía hacer una cosa y era rezar.
—Perdoname señor. Soy un pecador. Se dijo así mismo con la mirada perdida en las lozas de la pared sintiéndose culpable por haber sido débil ante sus apetitos dormidos.
El domingo llegó rápido, Ray desayunó temprano y se vistió para la iglesia sin la menor idea de porque iba a hacerlo. Hace mucho tiempo no asistía a una, se había alejado de Dios, eso es lo que su madre le decía, que las fiestas, el alcohol y las mujeres lo habían perdido. Ahora que estaba iniciando de nuevo quería cambiar algunas cosas y quizás podría dejarse convencer quién sabe podría enderezar su vida. Muchas familias llegaron a la capilla, las vestimentas eran bastante arcaicas, por suerte tenía una camisa elegante, el reverendo Taylor lo recibió dichoso junto a su esposa, le presentó a su hijo menor llamado Ben y mencionó a otro que aún estaba por llegar que era su hijo mayor quien había estado dos años en Puerto Rico en misión. De pronto la puerta se abrió y apareció aquel sujeto que lo enfrentó por estar sin camiseta, venía acompañado por una mujer, el reverendo Taylor se acercó a Ray con una sonrisa a saludarlo y llevandolo donde él estaba.
—Señor Weller, él es mi hijo mayor, Owen Taylor. Estuvo en misión en Puerto Rico. Ahora dirigirá la clase dominical de los jóvenes además de trabajar como consejero para ellos. Mencionó el hombre. El castaño lo miró con un rostro estoico y fingió una sonrisa extendiendo la mano al más alto de manera forzada.
—Ray Weller, un placer. Dijo tomándole la mano con fuerza al castaño apretandosela más de la cuenta causando que Owen hiciera una mueca de dolor que el deportista disfrutó. La misa, hubo bailes a Dios hechos por niñas adolescentes, canciones de alabanza y confesiones hechas por los miembros de la comunidad mientras Ray se sentía extraño al ver tanta devoción. Una vez terminó los miembros comenzaron a comer, al parecer era una especie de fiesta de bienvenida por el insoportable hijo mayor del Pastor. Algunas mujeres se acercaron al rubio para hablarle de Dios, de la familia, era como estar con su madre, fingió interés, el castaño estaba conversando con su esposa y otras mujeres, todo transcurrió de manera normal sin que nada pasara. Odiaba la parte social con religiosos. El rubio salió para tomar algo de aire después de estar escuchando un sermón de que se iría al infierno, caminó para sentarse en la escalera y tener algo de paz, pero al doblar en la esquina, vio al hijo del reverendo sentado en el suelo pegado a la pared de la casa con un cigarro en la boca entre los dedos.
—¿Puedes no contarle a nadie? Preguntó en un tono seco.
—Vaya el señor dignidad parece que no era tan digno. Comentó el rubio levantando una ceja en señal de burla.
—No le digas a nadie. Sentenció con un tono seco.
—No me interesa lo que hagas, es tu problema no el mío. Agregó cruzándose de brazos dejando ver sus bíceps.
—Gracias. Sentenció de forma seca.
—No me vuelvas a decir que hacer y a sermonear si tu haces lo mismo. Dijo antes de entrar nuevamente a la capilla. No soportaba a ese tipo.
Ray firmó algunos autógrafos de niños que lo reconocieron sobre todo pelotas de baseball, una vez que la gente comenzó a reconocer quien era la atención giró en torno a él. Él Pastor Taylor le dio un sermón de cómo mejorar su vida, sin vicios, sin distracciones, de cómo puede haber segundas oportunidades si confiamos en Dios.
Ray se fue a casa para seguir trabajando en ella. El pueblo era aburrido como ninguno, el rubio sacó sus trofeos para ponerlos en su repisa, tenía su uniforme de béisbol, su bate y sus cosas preferidas, una foto de sus hijos con su ex esposa. Extrañaba a su familia en estos momentos donde estaba solo, pero la había cagado firmemente, recuperarlos era imposible y lo sabía más que nadie y más con su enorme error. Haberse involucrado con esa joven modelo fue su kriptonita, pero su matrimonio estaba roto desde antes eso lo sabía.
Los días pasaron y Ray se fue adaptando más al pueblo conociendo a todos, el pastor Taylor parecía tener un especial interés en él seguramente al ser conocido creía que podía influir en los niños usando su imagen deportiva. Insistía en acercarlo a Owen, sin saber que habían tenido un primer encuentro bastante desagradable. Ahí estaba esta vez había sido invitado a la casa de los Taylor a almorzar, el castaño lo miraba de vez en cuando, Ray podía sentir sus ojos pero cuando él miraba el tipo miraba hacía otro lado.
—Ray, como Owen está a cargo de ser el consejero podrías participar. Ya que eres un deportista quizás podríamos tener nuestro propio equipo de Baseball ¿te gustaría entrenar a los chicos? Preguntó el Pastor con mucho entusiasmo.
—Podría ser interesante. Es bueno que los chicos hagan deporte, los mantiene relajados. Creo que sí lo haré. Respondió Ray ¿que tenía que perder?
—Eso es asombroso, Owen te llevará a su clase y podrás conocer a los chicos ¿no es así hijo?
—Si, padre. El sábado puede ser ¿te parece Ray?
—Me parece perfecto, Owen.
Se miraron de aquella forma competitiva, ninguno de los dos se caía bien eso era seguro. El almuerzo fue tedioso para Owen, claramente el tal Ray Waller lo hacía ponerse nervioso y aquello no le gustaba, se sentía incómodo a más no poder. Su sonrisa de engreído cuando hablaba de cuantos homeruns había hecho, sin duda el sujeto era un idiota y ahora tendría que aguantarlo en la iglesia porque a su padre se le había ocurrido tenerlo como entrenador de Baisbol. Aprovechando la soledad de su oficina buscó en internet el nombre de Ray Waller.
“Ray Waller ¿Él mejor de la década?”
“El tercera base Ray Waller bateó un cuadrangular histórico en el juego final de la temporada”
“Escándalo en el mundo deportivo!!
“Ray Waller tenía una aventura con una modelo más joven. Su esposa le habría pedido en divorcio”
El tipo tenía historial, eso era definitivo, engañó a su esposa con un modelo más joven, era a todas luces un pecador, pero su padre siempre dice que Dios obra de maneras diferentes y él mismo Owen creía que quizás Ray necesitaba de ellos y de la comunidad para enderezar su camino.
Chapter 2: Creencias
Summary:
Ray comienza a ser parte de la comunidad.
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Finalmente había llegado el día, Ray Waller estaba dando una charla deportiva, los niños estaban concentrados en las palabras del rubio mientras Owen estaba tratando de no odiarlo, se creía demasiado, era un fanfarrón. Tenía esos sentimientos de ira contra el rubio desde ese día que lo había visto quitarse la camiseta, no era correcto y se lo había hecho saber en ese momento. Notaba como los niños sentían motivación con cada palabra que el hombre les decía, pues era bastante expresivo en sus discursos.
—Entonces estábamos en el último juego de la temporada, la bola venía a toda velocidad, la visualicé y la vi venir hacía mi, bateé con fuerza y voló por los aires saliendo disparada al cielo. La gente gritaba y celebraba. Eso es lo que el deporte trae y ustedes aprenderán a hacerlo. Dijo el rubio para después darles una sonrisa brillante y llena de esperanza a los jóvenes.
Owen se quedó mirando como iba seleccionando a los chicos en cada puesto, les explicaba qué hacer. El castaño no podía sino mirar, si bien algo de béisbol había visto no es que fuera experto en ello. Notó como el hombre tomó el bat y le dijo a uno de los niños que lanzara la bola con fuerza, así fue y Waller le dio lanzándole lejos, los niños vitorearon su nombre con entusiasmo saltando de alegría por la demostración incluso sorprendiendo al mismo Owen en el proceso.
—Oye Owen ¿porque no vienes aquí y vemos que tan bueno eres. Propuso el rubio ganándose una mirada molesta del castaño.
—Vamos. ¡Owen! ¡Owen! ¡Owen! Los niños gritaban y no le tocó otra que ir al lugar.
—El movimiento de caderas es importante. Muévelas bien y golpea con fuerza. Dijo el deportista casi susurrandole en el oído con una voz profunda. La pelota fue en su dirección, pero no logró pegarle.
—¡Strike uno! Vamos sé que puedes. Gritó el rubio.
—¡Strike dos! Volvió a insistir. Al haber fallado por segunda vez, no podía concentrarse con el rubio a sus espaldas. No vio la última y tampoco logró darle.
—¡Strike tres! Lo siento, amigo. Chicos es todo por hoy, vayan a casa, duchense y la semana que viene discutiremos sobre las bases. Dijo mientras los niños se fueron yendo, el rubio comenzó a guardar las cosas en su bolso deportivo.
Owen se indignó de una manera que nunca antes lo había hecho, sabía que el tipo había hecho eso para humillarlo en frente de los niños de la forma más estrepitosa. Esperó a que se fueran todos y caminó hacía el rubio con determinación lleno de adrenalina, rabia y dispuesto a aclararle que el no era ningún idiota y que no tenía ningún derecho a burlarse de él.
—¿Qué pretendías hacer idiota? Preguntó molesto dándole un empujón a Ray que lo movió unos cuantos pasos.
—¿Que cosa? ¿Enseñarle a los niños béisbol? Se defendió sin siquiera alterarse como si el empujón no hubiera sido la gran cosa.
—No hablo de eso, hablo de la humillación que me hiciste pasar frente a todos. Sabiendo que no soy un maldito profesional como tú. Se defendió molesto con los ojos irritados.
—Amigo, que seas malo no es culpa mía ni de los niños. Agregó sin más levantando los hombros en señal de desinterés para luego seguir guardando las cosas.
Owen se indignó y de pronto sin saber qué fue lo que lo invadió llevó su puño al rostro de Ray quien se llevó la mano a la cara analizando lo que acaba de pasar, el rubio esbozó una sonrisa con burla y entonces simplemente dijo algo.
—Golpeas como niña. Se burló antes de darle un derechazo a Owen que lo hizo caer al suelo y quedar unos segundos sin reaccionar.
—¡Imbécil! Gritó el castaño agarrando al rubio de las piernas cayendo encima de él hasta que rodaron por el pasto a una zanja que estaba atrás de la capilla mientras forcejeaban, al llegar abajo Ray quedó sobre Owen, ambos respirando de manera errática y con furia en sus ojos.
—¿Ya tuviste suficiente chico rudo? Preguntó el rubio esta vez con seriedad agarrando las muñecas del castaño.
—Eres un idiota. Un pecador que engañó a su esposa y que por eso lo dejó. Soltó Owen sin nada de consideración.
—Y tu un puritano que no sabe batear además…¿que mierda? Interrumpió su frase sorprendiendose al sentir algo bajo él, un bulto se había hecho en el pantalón del castaño, Owen tenía una erección, los ojos del rubio se abrieron por la sorpresa.
—Suéltame. Mencionó tratando de que el más alto se quitara de encima.
—Una parte de ti no quiere que me quite. Así que eres uno de esos, un maricón de closet que finge ser lo que no es. Quizás esto te enseñe a no meterte conmigo.
El rubio no sabía porque hizo aquello, no sabía si era un impulso o algún morbo más allá, pero tomó el elastico de su pantalón deportivo y lo bajó sacando su enorme polla, era gruesa y venosa. Los ojos se Owen se abrieron, pero en vez de pelear se quedó quieto haciendo que el agarre que Ray ejercía en él se detuviera, ya no estaba peleando sino observando, el rubio comenzó a masturbarse frotando su herramienta contra el bulto del castaño.
—¿Es esto lo que querías no cabrón? Preguntó con unos ojos llenos de un brillo siniestro que asustaron un poco a Owen.
—N-no, déjame ir. Suéltame ah… gimió causando una risa lujuriosa en el rubio.
—No eres más que un hipócrita, mira como te has puesto. Eres un sucio marica que se esconde tras la religión. Comentó mientras deslizaba el forro de su pene masturbandose frotando su glande por la camiseta color azul claro de Owen, el rubio daba golpes en el abdomen y en el bulto con su miembro, el castaño dejó de pelear, se había quedado inerte bajo el más grande, su pecho subía y bajaba por la respiración entrecortada.
—De…jame esto no está bien. Trató apenas de decir con una voz quebrada.
—Tu cuerpo dice otra cosa. Eres peor que una puta. Sentenció mientras seguía masturbandose de una forma tan obscena que parecía irreal, era pecaminoso, incorrecto, sucio y burdo.
—Eres un pecador…un demonio. Mencionó Owen tratando de no dejarse vencer por los demonios.
—Y tú también lo eres porque estás disfrutándolo aunque lo niegues. Agregó masturbandose con más intensidad hasta que de pronto el rubio llegó al orgasmo viniéndose con chorros abundantes manchado el pantalón y la camiseta del castaño. Owen se retorció de la misma forma y sus pantalones se humedecieron corriendose en sus pantalones. Las respiraciones entrecortadas era lo único que se escuchaba, Ray se puso de pie y se subió el pantalón mirando el desastre que era Owen.
—Te veo en el retiro del jueves. Dijo el rubio yéndose dejando a Owen completamente perdido, se puso irguió viendo el desastre de suciedad en su ropa y el semen del rubio pegado en su camiseta. Se puso de pie y miró a todas partes, tomó sus cosas y se fue a casa con la cabeza completamente ida, se estacionó y salió caminando a la puerta para abrirla metiendo torpemente las llaves las cuales se le cayeron al suelo, las levantó y notó que el auto de Misty no estaba en la entrada. Entró a la casa agradeciendo que su esposa no estuviera, metió la ropa al lavado para sacar las manchas de semen, se quitó su pantalón y los boxers sintiendo lo pegajoso que estaba por su propia corrida, era un desastre y lo sabía ¿cómo había permitido aquello? No era correcto, él no era uno de esos aberrantes homosexuales, no era un pecador ¿cierto? Quizás solo había sido un momento de debilidad, estando desnudo se metió a la ducha dejando correr el agua y comenzó a rezar para limpiarse de los pecados.
—No me abandones porque sé que soy un pecador, haz que se vaya satanás de mi cuerpo, el pecado y la maldad. Rezó angustiado pensando en lo que el tipo le había hecho sentir, lo había hecho sentir placer de alguna forma y eso era pecado ya que la biblia dice que no te debes acostar con otro varón.
Ray se fue a casa pensando en aquello, el hijo del pastor era homosexual de closet o al menos bisexual, el rubio había tenido una aventura con un compañero en su juventud, todo había sido experimentación desde luego, nada que lo hiciera repleantarse su sexualidad y se había quedado con esa experiencia sin que le afectara. Después se casó con su esposa y tuvo sus hijos con una vida bastante normal, aunque su aventura con una joven modelo destruyó todo, el hijo mayor del pastor tenía algo que le provocaba una sensación nueva que no sabía. Quizás se había pasado de la raya con sus acciones, pero el tipo tenía la fuerza para quitárselo de encima ¿porque no luchó y se rindió de esa forma tan sumisa? El tipo tuvo una erección y eso decía mucho, estaba totalmente reprimido.
Tenían un campamento programado con los chicos, los niños insistían en tener a Ray con ellos también además de a Owen pues al parecer el rubio era el nuevo favorito. El castaño no sabía cómo reaccionar con el sujeto, era extraño mirarlo después de lo vivido la última vez. Todos llegaron y Ray llegó casi de los primeros. El castaño trató de no mirarlo directamente a los ojos, los recuerdos de ese día en aquella zanja eran vividos, necesitaba como nunca fumar un cigarrillo para calmar su ansiedad en ese momento.
Ray se hizo cargo de un grupo y Owen del otro, hicieron una caminata, reconocieron rocas, rastros y otras cosas además del río. El hijo mayor de los Taylor no paraba de mirar al ex beisbolista quien se había integrado completamente a ellos a aquella comunidad tan cerrada. Aunque Owen sabía que era un farsante, Ray Waller no era como su abuela, la señora Eloise Waller. El rubio había vivido muchas experiencias, incluso su esposa lo había dejado por serle infiel, era un pecador, el modelo perfecto para rehabilitación que su padre quería en estos momentos. Ray le sostenía la mirada de vez en cuando y levantaba sus cejas, era un descarado total. La noche cayó e hicieron una fogata, comieron malvaviscos, cantaron, Ray contó historias de terror a los chicos y eso hizo reír a Owen pues eran exageradas y otras asustaban de verdad a los chicos.
El fuego comenzó a decaer y el castaño decidió ir por leña para alimentar el fuego, Ray observó aquello y se puso de pie siguiendo a Owen por el bosque, el rubio tomó unos leños y el castaño se dio la vuelta asustado.
—¿Te ayudo? Preguntó el más alto buscando las ramas que podrían servir para la fogata.
—No es necesario, puedo hacerlo solo. Además no es bueno dejarlos mucho tiempo solos. Respondió con un tono seco.
Ray no hizo caso y buscó algunos leños gruesos para llevar, Owen se sentía nervioso estando a solas con él, era un hombre impredecible, trató de seguir buscando leña intentando no iniciar conversaciones sin embargo sentía la espina clavada en él. Ambos se voltearon quedando frente a frente, la oscuridad ayudaba un poco al castaño a resistir la presión de la mirada de aquel depredador frente a él, se sentía como una presa indefensa a punto de ser cazada.
—¿Qué te pasa? Estás demasiado nervioso. Preguntó el rubio como si no recordara nada de lo ocurrido burlándose de él.
—¿Por qué… (hizo una pequeña pausa con duda) me hiciste eso el otro día? Cuestionó con algo de temor por la cercanía.
—¿Qué cosa? Fingió sorpresa como si no recordara nada lo cual indignó a Owen.
—No te hagas el desentendido, tú me tocaste e hiciste ese pecado…horrendo sobre mí. Se defendió con rabia.
—Ah ya veo, al parecer te gustó ¿no? No deberías luchar por algo que se nota que te gusta. Le respondió el rubio acercándose más, haciendo que Owen retrocediera.
—N…No es cierto, no me gusta. Eso es pecado y Dios no lo permite. Soltó sin más.
—Si no te hubiera gustado tenías la fuerza para quitarme de encima, pero te rendiste a mí como una perra y dejaste que te usara sin más. Le respondió con severidad causando que Owen se sonrojara por aquellas palabras tan sucias.
—No. Tu eres un demonio, aléjate de mí. Le advirtió empujándolo.
El rubio se acercó a centímetros del rostro del contrario, ambas respiraciones chocando entre sí, Owen estaba temblando, sus piernas eran una gelatina en ese momento, nunca antes se sintió tan débil como en ese mismo momento.
—Eso creí. Podrás engañar a todos con tu apariencia de niño bonito que no rompe un plato, el hijo del Pastor, el chico perfecto, pero a mi no. Sé lo que eres. Sentenció Ray tomando los maderos de Owen en sus manos y llevándolos de vuelta al campamento dejando atrás a un Owen perdido y lleno de confusión además de asustado de sí mismo.
El castaño pasó la noche en su carpa pensando en aquella cercanía con el rubio, odiaba sentir eso, abrió la carpa buscando con la mirada la del beisbolista la cual estaba a un par de metros más adelante. Llevó su mirada abajo y luego se mordió el labio. No sabía porque sentía lo que sentía ni menos cómo detenerlo. Al día siguiente se levantó algo nervioso y fue a desayunar, una de las consejeras estaba sentada con Ray, era obvio que estaba interesada, se podía sentir a kilómetros. Owen tomó un trozo de sandía y la mordió molesto, no entendía porque tenía tanta ira después de todo ese tipo era un idiota que solo lo había hecho sentir incómodo y pecar. La sensación de molestia subió como un fuego por todo su cuerpo y se puso de pie caminando a la mesa donde se encontraban Ray y Jenna.
—Jenna. Lleva a los niños al río, ahora. Le ordenó en un tono seco que sorprendió a la chica y al mismo Ray. No solía ser así de idiota incluso la chica pareció avergonzarse. El rubio le dedicó una mirada directa llena de extrañeza por la actitud del joven pastor haciendo sentir a Owen incómodo.
—Después hablamos, Jenna. Comentó el rubio para luego seguir comiendo su sándwich.
El beisbolista se la pasó todo el día acompañando a Jenna, una chica joven que estaba en plena edad para asumir un compromiso, era obvio que se sentía atraída por el hombre mayor, Owen simplemente evitó todo contacto con el rubio,,aunque al parecer él también tenía su propia fangirl, la pequeña Gem Starling. Llegar a casa fue algo raro y no sabía qué le pasaba, tenía una mezcla de emociones en su cabeza, entre confusión, asco, rabia y tristeza por todo lo ocurrido.
Ray por su parte se había divertido en el campamento, si bien no era de compartir 100% las creencias de estas personas. Su abuela era realmente religiosa. a comparación con él. Owen parecía despertar un instinto dominante que ni él mismo entendía, si bien no se sentía gay, no podía negar que había un despertar nuevo en su ser y eso era gatillado por él hijo mayor del Pastor. Le gustaba jugar con su mente, verlo retorcerse debido a sus valores religiosos, tal vez debería parar ese juego antes de que todo estallara.
Owen había organizado un paseo a unos juegos electrónicos con los chicos para así despejarse un rato y escapar de su casa y matrimonio, los niños para variar estaban ansiosos y cuando Ray llegó la ansiedad atacó a Owen. El tipo se veía bien en aquella camiseta sin mangas, sus brazos eran enormes claro todo viniendo de un deportista debería ser enorme porque el joven pastor ya había visto incluso su dotación, aunque trataba de evitar recordarlo.
—¿Y este lugar es aburridolandia? ¡Vamos a destrozarlos! Gritó Ray.
Cuando llegaron, Owen repartió los tickets, el rubio se fue a unas máquinas para jugar, el castaño sintió el teléfono vibrar, era Misty, la verdad no tenía ganas de hablar con ella en ese preciso momento, así que discutieron. Por su parte el rubio se mantuvo ganando en cada uno de los juegos, los niños estaban felices y cada uno en su juego. La joven Starling miró a Owen con su típica extrañeza y siguió en sus juegos lanzando la pelota. Owen se puso a pelear con ella como broma empujándola para que no ganara. Todos los niños de pronto estaban alterados por algo, Owen y Gem corrieron a ver qué pasaba. Era Ray quien tenía la escopeta en mano, estaba en el juego de tiro al blanco, todos los niños lo miraban expectantes incluso Owen. Disparó y le dio al blanco, volvió a hacerlo con el segundo, tercero, era increíble y los niños vitoreaban, logró derribar toda la fila de arriba, luego fue por la segunda, Ray era excelente en ello y cuando logró tirar el último sonó una campana y todos gritaron celebrando el triunfo del beisbolista.
—Perfecto ganas 200 boletos. Dijo el encargado. Ray los recibió y guardó sin más, las miradas de Owen y Ray se cruzaron por un segundo. Jenna apareció y se llevó a Ray a la parte del tiro al blanco con peluches. El castaño observó cómo ganó un oso enorme y se lo dio a la chica, la mandíbula de Owen estaba tensa, sentía que sus dientes se iban a romper de tanto presionarlos.
Al final de la noche Ray contó sus boletos y tenía más de 300, era el claro ganador de la noche, así que fue al mostrador para reclamar un premio. El más preciado era el premio de un hermoso reloj que a Owen le encantó con solo mirarlo, el rubio notó eso y canjeó sus boletos por el reloj tomó la pequeña caja y la guardó, todos se fueron, Owen casi no reunió boletos, pero habría sido genial ganar ese reloj pensó. Antes de subir al auto una mano lo agarró y lo hizo darse la vuelta y ver que se trataba del rubio.
—Ten, para ti. Le dio la caja con el reloj dentro a Owen dejando al joven pastor sorprendido.
—No, es tuyo, lo ganaste y muy bien. Insistió Owen tratando de devolverle el reloj.
—No importa, te lo regalo. Sé que te gustó por eso lo escogí. Te veo después. Le dijo antes de girarse e ir a su auto donde Jenna estaba con el enorme oso de peluche y lista para que Ray la llevara a casa.
Owen sintió algo extraño por aquel detalle tan “tierno” de Ray hacía él. Se subió a su auto y sonrió como un idiota ante lo que acaba de pasar, llegó a casa y su esposa estaba ya durmiendo. El joven pastor tomó un cigarrillo y lo prendió en el patio mientras estaba escondido de todos, abrió la caja y vio el hermoso reloj que tenía dentro, acarició esté pensando en el jugador de béisbol.
La semana pasó tranquila, el Pastor Taylor padre había pedido uniformes para el equipo de Baseball, pelotas, guantes e incluso bates. Ray tenía que ir a la capilla a dejar el equipo después de revisarlo y usarlo esta semana, recordó lo de los juegos y como le había regalado el reloj a Owen, ni siquiera sabía porque lo hizo quizás ¿compasión? Después de todo había sido algo rudo con el joven pastor y si iba a quedarse tenía que de alguna forma hacer las paces con él. Los niños estaban en actividades y le pidieron quedarse para mostrarles el baile que hacían las chicas. Ray se acordó de su hija mayor quien le gustaba bailar además de la natación, la extrañaba mucho, pero sabía que ella no quería verlo después del incidente con la modelo, el baile era demasiado coservador, a veces Ray se cuestionaba un poco, las niñas se fueron y el rubio pasó por la capilla para mirarla un poco y quizás sentirse algo mejor, se sentó para rezar, aunque cuestionaba muchas cosas de la iglesia no significaba que no fuera creyente, al menos su abuela siempre le enseñó que debía acercarse a Dios. La oscuridad y el silencio eran perfectos, se sentó en una de las bancas y pensó en su esposa e hijos y en cómo la había cagado enormemente. De pronto escuchó un ruido y vio a Owen parado en el umbral de la puerta. —Lo siento. Dijo el castaño, vio la luz encendida y a este con un vaso en la mano.
—No pasa nada. Explicó el rubio poniéndose de pie.
—No tienes que irte. Insistió Owen sabiendo que probablemente Ray estaba rezando y quizás necesitaba ese consuelo.
—Tranquilo ya debo ir a casa, tengo que levantarme temprano para seguir haciendo reparaciones la abuela tenía la casa con muchas cosas descompuestas. Agregó.
—Estaba comiendo algo y escuché un ruido, no quería espiarte. Insistió con la disculpa.
—Está bien, bro. Solo iré a casa. Le insistió el beisbolista.
—No, sigue con lo tuyo. Comentó el castaño. Hubo una pausa y silencio incómodo entre los dos antes de que Owen lo rompiera. —A no ser que quieras fideos. Propuso el castaño con amabilidad.
—¿Qué? ¿Tienes? Preguntó de vuelta, el rubio y lo siguió a la cocina.
—No sabía que aún estabas aquí es algo tarde. Mencionó el rubio quien estaba vestido con una camiseta deportiva blanca que le dejaba ver sus músculos y se recargó en la pared.
—Tenía algunas cosas que hacer y me puse a comer algo ¿Y tu viniste a dejar el equipo? Preguntó el pastor.
—Si, llegó a mi casa y lo revisé todo en orden por ahora así que está listo para usarlo. Respondió Ray sonriendo.
—¿Por qué rezabas? Cuestionó el castaño.
—Pensaba en mi esposa e hijos. Se sinceró el rubio.
Owen miró hacía sus pies y luego levantó la vista a Ray para mirarlo a los ojos. El castaño tomó un vaso de sopa instantánea y preparó este para el rubio. La tensión era obvia en la sala, ninguno de los dos parecía entender lo que ocurría, se llevaban bastante mal al inicio aunque el gesto del rubio de regalarle un reloj pareció ser la puerta a al menos llevarse mejor. Ray tomó el vaso y comenzó a comer los fideos sabor carne, Owen se recargó en el lavaplatos comiendo los suyos, seguía comiendo y con su mente perdida, trataba de no mirar al rubio, era complejo para él debido a lo sucedido en la zanja y en el bosque, además de la confusión por aquel regalo.
—Solía comer estas cosas durante los entrenamientos. Hace tiempo que no comía una. Dijo limpiándose con la mano algo que le hizo a Owen fruncir el ceño y tomó una servilleta para dársela, los dedos se rozaron por un minuto y una chispa se sintió entre ambos, Ray se limpió y tiró la servilleta a la basura.
—Son deliciosos. En Puerto Rico los solía comer seguido. Me quedaron gustando.
—Nunca viajé a Centroamérica ¿Es bonito ahí? Preguntó el rubio mientras se ponía de pie.
—Si, tengo unas fotos aquí. Ven te mostraré. Dijo caminando a su oficina con Ray siguiéndolo, se dio media vuelta buscando una caja plástica, Ray no pudo evitar mirar su culo firme en esos pantalones, obviamente no era correcto hacerlo y tal vez menos en una iglesia, se iría al infierno eso era seguro.
—Mira aquí hay unas de la playa y tengo unos caracoles muy bonitos. Comentó mostrando una bolsa con caracoles de diferentes colores, el rubio tomó las fotos viendo las playas de blanca arena, fotos del castaño en la arena y en el mar, paisajes entre otros.
—Se ve que es un buen lugar para unas vacaciones. Agregó antes de devolver las fotos, la cercanía de los dos hombres era demasiada, el aroma del rubio embriagó al castaño, Owen al estar al lado de su escritorio no tenía cómo escapar y al girar su rostro se encontró con el del rubio quien pareció entender lo que estaba pasando. El beisbolista llevó su mano al mentón del castaño, Owen tembló por el toque ajeno y entonces el rubio atacó acortando la distancia besando al más bajo, el castaño sabía que esto estaba mal, pero su cuerpo parecía no querer entenderlo. Ray se separó para darle espacio, vio los ojos azul oscuro del más bajo y estos brillaron para después besarlo de vuelta, las respiraciones eran intensas, las manos del rubio se fueron al culo del castaño para apretarlo con firmeza sacándole un gemido al mismo.
—Esto no…no es correcto. Dijo entre gemidos y besos el joven pastor.
—Tal vez no lo sea, pero parece que lo quieres completamente. Mencionó el rubio mientras volvió a darle un agarrón firme al culo duro del castaño.
—Ray…carajo. Gimió con desespero.
Owen intentaba no seguir, pero su cuerpo no le obedecía, sus manos acariciaban el pecho firme de Ray, el rubio tomó la mano del castaño y la dirigió a su propio bulto endurecido y entonces Owen perdió la cabeza ahí mismo, todo atisbo de educación, de religión y juicio se fue por la borda, agarró el bulto con fuerza y lo frotó con su mano sintiendo lo enorme que era, Ray lo besó otra vez ahora metiendo su lengua en su boca, un gemido ahogado salió de su garganta, el rubio se metió entre las piernas de él más bajo recostandose ambos en el escritorio, Owen temblaba y sentía su corazón a mil, se separaron un momento mientras ambos se rieron como idiotas. La mano del rubio se metió por debajo de la camisa y tocó sus tetillas apretandolas causando patéticos gemidos de parte del castaño quien luchaba por no dejarse dominar por el pecado. De pronto el teléfono comenzó a sonar sacándolos a ambos del trance, Owen tomó este y contestó.
—Si lo sé, papá. Te llevaré los papeles dentro de un rato ¿de acuerdo? Dijo colgando el teléfono con las manos temblorosas.
Owen respiraba con dificultad completamente avergonzado por lo que había hecho, Ray se mantuvo parado sin hacer nada más, la inspiración había sido cortada ¿que hubiera pasado si no hubieran llamado?
—Yo debo irme, te veré en la semana para el entrenamiento. Sentenció el rubio antes de salir por la puerta.
—De acuerdo, que descanses. Contestó Owen con miedo en su voz.
—Igual tú.
Owen puso una mano en la cabeza con rabia consigo mismo. Estaba pecando de maneras que nunca antes lo había hecho, salió y encendió un cigarro casi aspirandolo, lo necesitaba, tenía una ansiedad horrible, había caído bajo esa noche casi comete un pecado grave, solo esperaba que Dios lo perdonara.
—Padre perdóname, sé que soy débil y que el pecado me tienta, sálvame de las garras del demonio. Rezó en la capilla angustiado.
Chapter 3: Tentación
Summary:
Owen cae en la tentación ignorando su moral y creencias.
Chapter Text
Los días pasaban rápido como nunca antes, se acercaba el día para volver a verlo. Ray no entendía que le pasaba con ese hombre, era extraña su relación, algunas veces parecía que lo odiaba y otras veces parecía que solo quería tenerlo consigo. Aquel joven era un completo misterio, Ray reconocía que ni el mismo se entendía ¿que hacía involucrándose con un hombre casado y religioso? Ya había cometido el error de haber engañado a su esposa y ahora estaba metiendose en otro problema porque esa comunidad no era como cualquier otra, era religiosa, Ray adoraba a su abuela, la respetaba pero nunca quiso seguir completamente la doctrina de la iglesia que profesaban ella y sus padres. Cuando salió de su casa con un contrato deportivo y conoció el mundo se dio cuenta que habían muchas cosas más y no todo era la religión.
Los equipos nuevos faltantes llegaron a su casa y así pudo revisarlos, los cargó en su auto y condujo hasta la capilla para llevarlos y dejarlos listos para la práctica del fin de semana. El camino era boscoso, sin duda ese lugar era tan tranquilo que aburría. Pasó directo a donde estaba el salón donde guardaba todo lo relacionado al deporte, Owen parecía estar en una charla con los jóvenes pues podía escuchar las voces y la oratoria propia que daban en esas charlas de las cual él mismo fue parte en su juventud.
—Owen, está el entrenador Waller aquí. Dijo uno de los chicos.
—Hey buenas chicos no quiero interrumpirlos, pero llegaron los uniformes para la práctica comentó sonriéndole a todos.
—¿Enserio? ¿Podemos verlos? Por favor. Insistieron todos.
—De acuerdo los traeré. Disculpa Owen. Dijo el rubio dándole una mirada de disculpa y el castaño asintiendo sin más en respuesta.
Ray fue por la caja y la llevó al salón y los chicos se volvieron locos tomando las camisetas, guantes y todo lo que tenía. El castaño se acercó a la caja cerrandola.
—Chicos, podrán usarlos el fin de semana sin problema ahora estamos en un ejercicio. Dijo el castaño tomando la caja y dandosela a Ray aprovechando el intercambio para meter un papel en su mano.
—Los veo el sábado chicos. Dijo el más alto yendo a dejar la caja al salón, tomó el papel y lo leyó con curiosidad sin saber qué era lo que quería.
“Nos vemos en el bosque a media noche”
Él rubio sonrió al ver aquello como si fueran unos jodidos adolescentes pasándose papeles, pero lo guardó en su bolsillo sin más sabiendo lo que venía. Una sensación extraña de ansias lo invadió, pero trató de relajarse pues la verdad no había nada que temer, regresó a casa y siguió arreglándola pues había mucho por hacer.
Owen no sabía que estaba haciendo, si bien rezaba a diario para no sentir esto, no caer en el pecado, Dios decía que esto estaba mal, pero no entendía porqué lo hacía sentir algo así ¿era satanás apoderándose de él? Estaba ansioso como nunca, las horas pasaban lentas, era tedioso, tortuoso y doloroso a la vez. Su esposa se solía dormir temprano así que ya siendo las 10 de la noche, se levantó y se arregló para ir al bosque con cierto nerviosismo, respiró profundo tratando de aclarar su mente, necesitaba saber que pasaba con este sentimiento nuevo, condujo con sus manos temblorosas tratando que nadie conocido lo viera y cuando llegó el lugar estaba vacío, quizás el rubio no vendría y solo estaría ahí plantado como idiota. Sacó un cigarro para fumarlo mientras esperaba, la ansiedad hacía el tiempo eterno. Un sonido de auto se hizo presente seguido de las luces de este, era su camioneta. Se estacionó y la puerta se abrió, el rubio salió del auto con seguridad mirando a todos lados para ver saber por qué tanto misterio.
—Disculpa la tardanza, estoy aún reparando la casa, hay mucho que hacer. Se excusó mientras se acercaba a Owen quien estaba sentado en el capot de su auto con evidente nerviosismo e inseguridad. Hacía mucho calor, se escuchan los grillos cantando, el rubio vestía una camiseta gris apegada al cuerpo que tenía un logo de béisbol, se le veía demasiado bien pues exponía sus enormes bíceps y Owen sintió un nuevo sentimiento, un escalofrío que lo recorrió completo solo viendo a aquel hombre que era más alto.
—No te preocupes, llegué hace poco para ser honesto. Dijo aún serio mientras daba una bocanada a su cigarrillo tratando de aparentar seguridad aunque por dentro se sentía muerto de miedo.
—¿Por qué querías verme aquí a solas? Preguntó el rubio acercándose a él lentamente notando como el castaño se tensaba con la cercanía del contrario quien se detuvo a unos dos metros delante de él.
—Quería hablar contigo. Respondió terminando su cigarro y apagandolo en el suelo con la ansiedad de encender otro.
—¿Sobre qué? Cuestionó acercándose aún más hasta que ambos quedaron a solo centímetros, Ray apoyó su brazo en el auto del castaño demostrando que tenía el control de la situación.
—Sobre lo de la otra noche, yo no sé qué me pasó, no soy de esos tipos pecadores que disfruta de cometer actos impuros con personas del mismo sexo. Mencionó en un tono seco luchando contra el sentimiento de lanzarse contra el rubio y repetir lo ocurrido en su oficina.
—Pues tus acciones muestran lo contrario. Le dijo acercándose a su rostro quedando a un par de centímetros sin dejar de probarlo como si se tratara de una especie de tortura mental.
—Y-yo sé…que esto está mal. Advirtió con inseguridad y tembló por unos segundos del miedo que tenía por estar aquí a solas con un hombre que le provocaba sentimientos incorrectos.
—Si crees que está mal ¿Porque me citaste aquí de noche para estar a solas? Preguntó sin alejarse ni un milímetro de él con su voz grave tan masculina como ninguna, esa aura viril que lo hacía temblar, un cosquilleo se hizo presente en su columna y sus manos temblaron.
Ray notó como el castaño temblaba con temor y llevó una mano al rostro de Owen sintiendo su barba marcada, tenía la piel suave, llevó su pulgar al labio inferior del joven pastor acariciándolo de una forma lenta. Owen se puso tenso, esto no era correcto, las enormes manos del rubio se fueron a la espalda acariciándolo de manera lenta bajando y subiendo, sentía que el toque casi quemaba, el castaño pegó su nariz al hombro del más alto llenándose del aroma masculino tan particular que este tenía, sus manos se fueron a los bíceps y hombros anchos del beisbolista sintiendo esa firmeza, la mano de Ray se fue al cabello largo del castaño las miradas se cruzaron y esta vez fue Owen quien dio el primer paso besando los labios del rubio con tanta desesperación que le sacó un gemido de sorpresa a Ray quien continuó el beso con la misma fuerza. Las manos del castaño estaban inquietas acariciando el pecho fuerte como si experimentara por primera vez el tacto, era nuevo para él y tan diferente.
—Vamos dentro del auto. Estaremos más cómodos ahí. Mencionó el rubio entre besos mientras la respiración de ambos era entrecortada hasta separarse por un momento.
Ambos entraron al auto del castaño, Owen se sentó en el asiento del copiloto y Ray en el del conductor. Esta vez el rubio se acercó besándolo con fuerza tanto que le robó el aliento a Owen, el beisbolista tomó la palanca para hacer que el asiento se reclinara hacía atrás empujándolo y metiéndose entre sus piernas. Ray se quitó la camiseta mostrando su cuerpo, Owen llevó ambas manos a los pectorales duros y bajó acariciando el abdomen. El rubio le quitó la camiseta al castaño notando que tenía un cuerpo bien trabajado aunque era delgado, estaba firme y su abdomen era marcado. Ray besó los labios de Owen con intensidad y este gimió en respuesta como si el toque quemara, las manos grandes y callosas del beisbolista se fueron a las tetillas del castaño jugando con sus pezones como si fueran tetas lo cual solo hizo al joven pastor perder la cordura sintiendo miedo y adrenalina.
—Mmmhh…no, no debemos…Alcanzó a decir Owen con una voz débil y agitada entre los besos intensos.
—Shh…déjate llevar. Mira lo excitado que estas. Le mencionó contra sus labios antes de volver a atacar su boca metiendo la lengua dentro explorando el interior de la boca del joven Taylor sintiendo el sabor a cigarrillo y pasta de dientes de menta.
El corazón del castaño latía a mil por hora, nunca había estado tan excitado como en ese momento. Ray comenzó a desabrochar el pantalón de Owen y quitarselo junto con los zapatos, su ropa interior estaba abultada por la erección. El rubio sonrió de forma ladina al ver la tela mojada y llevó sus manos a su propio pantalón sacando este junto a la ropa interior desnudándose por completo, Owen miró la enorme polla del rubio dura como una roca, llevó su mano a esta para tocarla, Ray levantó una ceja sintiendo la mano, el castaño comenzó a masturbarlo de manera lenta, tenerla en su mano era algo nuevo para el más joven, su mente se nubló de todo prejuicio en ese momento, atrajo al rubio para besarlo metiendo la lengua en su boca, la mano de Ray se fue al elástico del boxer bajandolo dejando salir la erección de Owen, Ray frotó su enorme polla con la del castaño que era más pequeña y delgada, el castaño comenzó a gemir de manera errática e intensa.
—¿Esto querías no? Mira lo duro que te pusiste. Dijo sonriendo de una forma burlona.
—Si…lo quiero. No, no…no lo quiero, esto no está bien. Se contradecía así mismo perdiendo toda razón en ese momento.
Ray abrió las piernas de Owen y las levantó para dejar expuesto su culo, se escupió en la mano y frotó el dedo índice en el agujero, el castaño se removió por la sensación húmeda y la intrusión del dedo fue algo raro. Era una zona que nunca antes había explorado, sabía que el culo solo se usaba para ir al baño y nada más y las prácticas anales eran pecado según la biblia incluso entre parejas heterosexuales. De pronto el dedo comenzó a ser empujado logrando entrar en él, los dedos de Ray no eran pequeños, pero estaba tan caliente que ya no podía parar, el dedo se mantuvo inerte unos segundos, hasta que el rubio comenzó a moverlo dentro jugando con él al mismo tiempo que besaba el cuello de Owen. El menor estaba tan perdido en aquella nube de pecado que se dejó llevar, el mayor comenzó a follarlo con el dedo dilatando y abriendo el agujero virgen del joven pastor que estaba sumiso a él.
Otro dedo entró causando un gemido agudo en Owen, las respiraciones eran intensas y la fuerza de los dedos del beisbolista solo lo hicieron enloquecer, lo follaba con dos dedos haciéndolo gemir sin parar. Owen se sentía como una prostituta barata de sodoma y gomorra. Ray disfrutaba de dominarlo, esos gemidos, ver al joven pastor que se veía tan pulcro y serio bajo su poder, gritando por sus caricias.
—¿Te gusta putita sucia? Preguntó agarrándolo del cabello con su otra mano haciéndolo gemir más fuerte. El movimiento de sus dedos aumentó e incluso logró meter otro. La dilatación era perfecta en aquel joven religioso, el rubio empujó su mano haciendo que sus tres dedos entraran con fuerza, el agujero se expandía de forma increíble, Waller estaba duro. El beisbolista sacó los dedos del interior y comenzó a frotar su glande contra el agujero, movía su polla entre sus nalgas rozando su ano con fuerza, Owen gemía casi ahogado, era una sensación nueva y rara. Ray empujó el glande contra el agujero entrando lentamente, la presión era dura, el castaño se quejó del dolor, Ray la tenía gruesa y era enorme, no sabía como cabría allí.
—Relájate…te va a gustar. Mencionó el rubio antes de meterla más adentro hasta que su glande logró entrar con dificultad, lo dejó unos segundos y escupió otra vez en su agujero para usarlo de lubricante, más de su polla logró ser introducida hasta la mitad. Las paredes anales luchaban por sacarlo, estaba apretado como nunca, se sentía jodidamente bien.
—Ray…despacio, me duele aghh. Le dijo al rubio con una mirada sumisa y llena de dudas, era algo nuevo para él pues todo el tiempo debía ser rudo.
El rubio empujó poco a poco hasta que su pene entró hasta el fondo tocando con sus bolas las nalgas del joven pastor, la presión alrededor de su polla se sentía tan bien que el deportista emitió un gruñido casi animal. Se movió un poco hacía atrás y embistió despacio hacía adelante, repitió la acción una y otra vez hasta que el agujero del castaño se fue acostumbrando. Owen abrió sus ojos de manera amplia, sentía que se iba a partir en dos, era enorme, se relajó tal como el rubio le dijo y entonces los movimientos comenzaron a ser más placenteros, era una sensación única.
—Ah…ah… ahh. Decía el más bajo sintiendo como su interior era profanado de aquella forma tan íntima.
—Eso es, relajate, ya se está abriendo tu coño, cabrón. Le dijo en un tono tan sucio y ofensivo que solo hizo a Owen ponerse más duro, no entendía cómo ser insultado de esa manera humillante se le hacía tan excitante.
Los movimientos aumentaron, el cuerpo del rubio se movía contra el suyo con fuerza, la enorme polla se deslizaba dentro y fuera de él. Un cosquilleo apareció en la zona, Owen gritó pero de placer, el rubio entendió eso como un sí y comenzó a embestirlo con fuerza, el sonido de sus pelotas golpeando sus nalgas se hizo más fuerte en el auto, las manos de Owen se fueron a la espalda bien trabajada del beisbolista y la acarició rasgando un poco. El rubio gruñía como una bestia en celo queriendo aparearse, los ojos del joven pastor se pusieron blancos, aquella polla se movía con libertad dentro de él, era una fricción única y sucia. Las manos del castaño viajaron hasta la espalda baja de su compañero y tocaron unas nalgas firmes y algo peludas, las amasó mientras el rubio se movía frenético encima de él sin detener el ritmo peculiar que este le daba.
Owen sentía que había salido de su cuerpo, que todo esto era producto de sus más bajas pasiones, ahora quien estaba en él era solo el pecado tomando su esencia. Los gemidos del castaño se hicieron más fuertes a medida que el deportista aumentaba el ritmo de las embestidas, de pronto sintió como un punto especial en su cuerpo, Owen lo describiría como un interruptor fue encendido debido a un roce, la sensación fue tan placentera que hizo al castaño vibrar.
—¡Ahhhh! Gritó de una forma patética causando una risa confiada en Ray quien se esmeró en seguir golpeando el mismo punto.
—Encontré tu punto débil ¿ahí te gusta no? ¿así? Preguntó volviendo a dar una certera embestida en la misma zona, Owen se volvió loco de placer, era algo más grande que él, su cuerpo le pertenecía a alguien más ahora mismo y estaba haciendo estragos en su mente.
—Que puta tan sumisa. El rubio le dio una bofetada en la cara, esto lejos de calmar su trance de placer solo agregó el condimento perfecto. Otra bofetada vino ahora en su otra mejilla, Ray era rudo, lo agarró del mentón y le escupió en el rostro dos veces seguidas, la saliva cayó en su cara y dentro de la boca de Owen quien la saboreó y tragó deseoso.
El castaño sintió como la adrenalina aumentaba ante aquellos tratos denigrantes, sentía como la enorme polla se movía dentro y fuera de él, los dedos de sus pies estaban entumecidos, no era más que un juguete sexual ahora mismo. Se escuchaba un coro de sonidos entre los gruñidos de Ray, el sonido del golpe de las bolas contra sus nalgas y los gemidos de Owen.
—Qué apretado y suave estas. Resultaste ser toda una perra justo como creía que eras. Argumentó el rubio mientras movía su pelvis de adelante hacía atrás y en círculos haciendo que el joven pastor perdiera la cabeza. Owen envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Ray aferrándose al hombre mas alto.
—Mm…más, dame más. Emitió apenas con la respiración completamente cortada por el placer.
El beisbolista pareció entenderlo a la perfección, pues de pronto comenzó a moverse tan rápido como pudo, agarró al castaño del cuello presionando un poco para quitarle el aire, sus gemidos se hicieron más ahogados, Ray sentía como su polla era acariciada por las paredes anales vírgenes de Owen. El rubio seguía empujando su herramienta de forma errática, entonces volvió a tocar ese punto específico que hizo a Owen retorcerse, un grito desesperado vino de repente y Ray sonrió de forma morbosa ahora embistiendo directamente en la zona, el castaño sintió como un cosquilleo que empezó desde la punta de sus dedos y se fue por todo el cuerpo teniendo concentración en su ingle y de pronto se corrió sin siquiera tocarse manchando el abdomen del rubio y también propio, Owen temblaba de pies a cabeza con aquel orgasmo, su polla bombeaba semen sus ojos se pusieron blancos.
—Carajo…te corriste. Dijo Ray sonriendo orgulloso por haberlo hecho acabar solo metiendosela.
El rubio siguió follandolo, su respiración se puso errática, sus gruñidos eran como de una bestia, Ray sintió el cosquilleo en sus huevos y aumentó las embestidas al punto de que hizo a Owen tambalearse sobre el asiento y dando una estocada profunda el beisbolista se corrió en el interior del joven pastor Taylor. El castaño sintió como si le estuvieran bombeando algo en el culo, la sensación fue rara, pero al mismo tiempo morbosa, sentía la gruesa herramienta bombeando la corrida, Owen sentía sus dedos aún cosquilleando y Ray se mantuvo dentro hasta que su polla dejó de eyacular. Dio un fuerte suspiro y se deslizó fuera, el culo de Owen estaba inflamado rosado y su agujero comenzó a supurar la corrida del rubio.
Owen no dijo nada, solo siguió respirando entrecortado tratando de recuperar el aliento después del orgasmo, Ray activó la palanca para que el castaño pudiera sentarse, buscó un pañuelo y se lo dio.
—Límpiate porque se saldrá y dejarás todo sucio. Comentó el rubio.
Owen tomó el pañuelo y se limpió el semen de su abdomen y el de sus nalgas que ya se estaba escurriendo, buscó sus boxers y se los puso al igual que sus pantalones, se puso la camisa y luego bajó su cabeza, una sensación de arrepentimiento lo invadió en ese momento ¿que había hecho?
—¿Oye te encuentras bien? Preguntó el beisbolista llevando su mano a la espalda del castaño, Owen la quitó molesto.
—¡Déjame! ¡Lárgate de mi auto ahora! Gritó molesto. Toda sumisión que había tenido se desvaneció, tenía ira y miedo. Era un pecador invertido.
—Estás loco, cabrón. Sentenció el más alto, se subió sus boxers y pantalones. Tomó su camiseta y se la puso también, antes de salir del auto la mano de Owen lo agarró.
—¿Qué pasa ahora? Preguntó sintiendo el agarre y frunciendo el ceño.
—¿Me voy a ir al infierno verdad? Por culpa tuya me iré al maldito infierno. Ray lo miró a los ojos y se soltó del agarre y salió del auto, Owen lo persiguió y lo empujó con rabia.
Ray se dio la vuelta y se puso en modo de ataque, vio el rostro lleno de furia e ira del castaño, entonces sintió lástima por él, era obvio que Owen tenía la cabeza hecha un lio, había sido criado en una familia altamente conservadora y entonces vino otro empuje y siguieron otros más, Ray se acercó y pese a la violencia del joven pastor lo envolvió en sus brazos, Owen trató de romper ese abrazó, pero se rindió y se quebró llorando, sentía sus boxers húmedos debido a que aún tenía el semen del rubio dentro y escurriendose.
—Shhhh…shhh…todo está bien. Hey tranquilo. Ray lo consoló y se quedó unos minutos así acariciando su espalda y cabello. El joven se relajó y sus sollozos se detuvieron.
—Gracias yo… lo siento. Se disculpó, Owen era fuerte a pesar de ser delgado, contenerlo tampoco fue fácil.
—No es nada, relajate ¿si? Ya pasó. Comentó separándose de él.
Owen besó a Ray de forma sorpresiva, fue una especie de tsunami para el rubio pues el beso le cortó el aliento, el beisbolista siguió el beso y después se separó de él.
—Debo irme, Owen. Tengo cosas que hacer mañana llegan los materiales para reparar la casa. Se disculpó sin más haciendo una mueca.
—Entiendo, descansa. Le dijo sin más y volvió a su auto para subirse en él, Ray se subió a su camioneta y se marchó. El castaño se sentía extraño, había finalmente pecado de la forma más baja.
Condujo hasta la casa y entró a esta, solo había silencio, Misty dormía así que Owen se fue al baño, se quitó sus pantalones y ropa interior pegoteada, estaba cubierto de semen y algunas manchas de sangre debido a lo que había hecho, su agujero se sentía adolorido, el semen comenzó a correr por la cara interna de sus muslos, se metió en la ducha dejando el agua caer por su cuerpo, se sentía sucio, lleno de algo que no se salía con el agua, limpio su culo sin dejar rastro alguno del semen del rubio, una vez terminó se secó y se sentó en la cama, su esposa seguía durmiendo, Owen no entendía porque se casó con ella, nunca le gustó, nunca le atrajo, pero su padre le decía que Dios lo había bendecido. Se recostó mirando el techo recordando todo lo vivido hace un rato, había cedido al pecado y la tentación, pero en el fondo no se arrepentía de nada, lo cual era aún más grave y no era capaz de entenderlo ni menos sabía que iba a hacer después de aquello.
Ray se fue a casa completamente relajado después de aquel acostón con el joven pastor, todo había sido una locura, el rubio había tenido sexo con otro hombre antes, un compañero de universidad, fue una experiencia interesante, pero después qje eso terminó nunca más sintió algún tipo de atracción por otro hasta que conoció a Owen. Definitivamente aquel chico tenía problemas y lo entendía pues con una vida tan religiosa era imposible que pudiera ser el mismo, menos siendo hijo del pastor de la comunidad. Vio su teléfono y tenía un mensaje de su ex esposa donde le decía que no se olvidara de depositar la pensión de los niños, lo haría mañana ahora estaba algo cansado, se dio una ducha y se relajó sin más, abrió una cerveza bebiendo un buen sorbo dejándola en la mesa de noche y pensaba si Owen estaba bien y que estaría haciendo ahora mismo.
Ray se sentía solo, el romance con Lisa, la modelo con la que se involucró no duró mucho, le mandaba mensajes, pero él no los contestaba, después de todo ese desliz le costó el matrimonio y sus hijos ya lo sabían. Su hija adolescente no quería nada con él y su hijo ni siquiera le hablaba. Escapar de todo ese drama era lo mejor por ahora, la prensa solía llamarlo seguido para preguntarle cosas, su vida era un caos y ahora mismo su pequeño encuentro con el joven pastor no era precisamente la mejor idea ¿que es lo que pasará?
Chapter 4: Eso es pecado
Summary:
Una ivitación a almorzar trae sorpresas.
Chapter Text
Después de lo ocurrido Ray no podía sacarse de la cabeza al castaño, la noche había sido casi irreal, se vivió demasiado en tan poco tiempo, no tenía esa sensación de travesura desde la universidad. Los materiales nuevos llegaron temprano y estuvo organizando las cosas para comenzar con las reparaciones pronto pues quería tener su nuevo hogar bien hecho, había maderas podridas que quitar y reemplazar, iba a estar muy entretenido con la remodelación. Respiró profundo y se dio una ducha para quitarse el sudor ya que era demasiado caluroso ese lugar, mientras salía de la ducha y empezaba a secar su cuerpo mojado el teléfono sonó, maldijo entre dientes caminando hasta él y lo tomó para contestar. 
—Hola buenas. Dijo esperando la respuesta escuchando una voz ya conocida. 
— Si ¿pastor Taylor? Me encuentro bien, muchas gracias ¿un almuerzo? De acuerdo ahí estaré a las 13:30, perfecto lo veo ahí. Cortó la llamada pensando en si debió haber aceptado o no. La verdad no tenía ganas de cocinar así que un almuerzo le vendría bien para batallar el hambre. 
Se vistió y arregló un par de cosas como tender su cama, le hizo la transferencia de la pensión a su ex esposa pensando en sus hijos, los extrañaba mucho, pero ellos no querían verlo, no era para menos después de su gran error que cometió, lo que tenían con Eve era lindo, pero ya lo había arruinado todo. Condujo su camioneta por el pueblo, era muy rural, recordaba los paisajes cuando viajaban desde Dallas a casa de su abuela. El camino a casa del Pastor Taylor se le hizo corto, vería nuevamente a Owen después de lo que habían hecho en el bosque, se preguntaba si acaso estaba arrepentido. Cuando llegó notó que había varios autos estacionados incluido el de Owen lo cual le pareció curioso para ser un simple almuerzo. Caminó al umbral de la puerta, tocó el timbre y esperó unos segundos, la puerta se abrió y vio al pastor Taylor con una enorme sonrisa recibiendolo con un apretón de manos firme, miró hacía adentro notando que habían varias personas. 
—¿Cómo está el entrenador favorito del pueblo? Preguntó saludandolo dándole una palmada en el hombro. 
—Bastante bien, Pastor Taylor, haciendo remodelaciones y eso. Por cierto gracias por la invitación no tenía que hacerlo. Respondió el rubio encontrándose con Owen sentado ahí con su camisa blanca y jeans totalmente planchados. Owen estaba sentado junto a Misty, su esposa, los ojos del castaño se fueron a los suyos y estaban llenos de miedo e incertidumbre, bajó su mirada en señal de vergüenza. En el mismo lugar estaba Jenna quien lo saludó cortésmente levantándose de la silla y le dio un beso en la mejilla. 
—Ray ellos son los padres de Jenna, los señores Thompson. Dijo el pastor sonriendo, los dos sujetos se veían conservadores y estrictos, Jenna parecía feliz de alguna forma extraña, el que no estaba nada feliz era Owen y eso se notaba en su expresión al mirar la escena y Ray no se equivocaba. 
—Un gusto, Ray Waller…-- alcanzó a decir antes de ser interrumpido por él padre de Jenna. 
—Juego del 2014, cuadrangular y bateo perfecto. Dijo el hombre sonriendo orgulloso. 
—Ya veo que tenemos un fan aquí. Comentó el rubio con su característica sonrisa amplia. 
—Por supuesto que sí, bueno Jenna nos ha hablado mucho de usted, claramente lo aprecia y nos encantaría tenerlo de yerno en algún futuro que esperamos sea cercano soltó. Ray casi se atora con su saliva ¿yerno? Si apenas se habían se conocían y se habían tratado ¿como era posible que ya lo estuvieran casando? Owen miró la escena con extrañeza y dio una sonrisa de lado negando con la cabeza. Ray sonrió sin decir nada y se sentaron a compartir un trago y aperitivos. El joven pastor estaba sentado sin decir nada absorto en sus pensamientos mientras Misty parecía disfrutar la velada. Owen no entendía cómo su padre podía ser tan inoportuno a veces ¿Ray y Jenna Thompson? Apenas se conocían por lo que había visto solo hablaban de vez en cuando aparte de lo ocurrido en la salida a los juegos y en el campamento poco vio. Es claro que su padre veía en Ray un modelo a rehabilitar para reforzar su ego de que pudo cambiar su vida y más sabiendo que el rubio era famoso en el mundo del deporte. 
—La comida estará lista en poco tiempo. Dijo la señora Taylor, Owen se parecía a su madre en algunos rasgos, pensó Ray, pero también tenía bastante de su madre. El hermano menor del castaño estaba ahí con Jem Starling además de sus padres pues supuestamente ahora eran novios o eso conversó con los padres de la chica.Owen y Misty parecían estar cada uno en su propio mundo, el castaño no se veía muy cómodo. Ray se sentó junto a Jenna y ella se comportaba tímida, Owen sintió repulsión y solo sonrió sarcástico al ver la escena de los dos juntos. 
—¿No te parece que hacen una linda pareja? Preguntó Misty con una sonrisa amplia. 
—¿Que no tienes nada mejor que hacer que estar siempre pendiente de los demás? Le preguntó Owen con un tono seco levantándose de la silla y saliendo de la casa con molestia, estaba muy enojado, sentía que apretaba sus dientes, se pasó una mano por el cabello tratando de relajarse. Ray frunció el ceño al verlo salir de la casa de esa forma, sabía que algo le pasaba al castaño así que se disculpó con la excusa de ir al baño, caminó por la casa, había una puerta trasera y salió de esta buscando a Owen en el patio enorme que había, el castaño estaba sobrecargado en una esquina con un cigarrillo en la mano perdido en un punto invisible. 
Owen no sabía porqué estaba tan molesto, sentía la mandíbula tensa y su cuerpo arder, odiaba estas cosas que su padre hacía a veces y así mismo hizo con él y Misty, prácticamente lo empujaron a casarse con ella aunque ni siquiera se conocían bien, simplemente se vio obligado para complacerlo, de pronto una voz conocida interrumpió sus pensamientos silenciosos. 
—¿Te sientes bien? Preguntó el rubio al verlo estático en aquel rincón como un niño castigado. 
—¿Qué haces aquí? Deberías estar con tu prometida. Después de todo mi papá organizó esta estupidez para que Jenna y tú se conozcan mejor o de plano se casen. Le soltó en tono irónico mientras daba una bocanada a su cigarrillo y soltaba todo el humo hacia afuera. Ray lanzó una carcajada irónica que hizo a Owen enojarse más 
—¿Estás celoso, verdad? Preguntó el hombre más alto mirándolo con su maldita sonrisa tan atractiva. 
—¿Yo? Ni que tuvieras tanta suerte, Waller. Le respondió el más bajo con el mismo tono frío terminando de fumar su cigarrillo. 
La mano del rubio se fue al hombro de Owen acariciándolo despacio, el toque de Ray quemaba en su piel, el beisbolista se acercó a sin decir ninguna palabra acompañando al castaño. El joven pastor sintió el perfume tan único que el rubio tenía, llevó su mano al pecho de Ray y la acarició con firmeza bajando por el firme abdomen hasta que la llevó al bulto del rubio apretandolo mientras le sostenía la mirada con desafío, giró su cabeza al lado derecho para mirar si venía alguien y luego sus ojos se fueron a los del más alto mordiéndose el labio inferior, Ray levantó la ceja en señal de curiosidad por la acción atrevida del menor, el aliento de ambos era pesado, el rubio besó los labios de Owen quien se estremeció ante ello sin dejar de manosear el bulto del contrario, entonces el castaño le devolvió el beso con rabia y hambre, había ira en sus besos, Ray se metió entre sus piernas empujando su entrepierna con la del joven pastor, los besos seguían, los hombres se devoraban la boca como si no hubiera un mañana, Owen sentía que temblaba, los labios de Ray eran adictivos, estaban tan absortos en el placer y el deseo hasta que una voz los sacó del trance en el cual ya estaban y rompieron el beso y las caricias de golpe. 
—¿Owen? ¡Papá dice que la comida está lista! Gritó Ben sin más buscando a su hermano mayor por el patio. 
—Mierda. Susurró el más bajo 
—Ya voy, Ben estaba solo…mostrándole el jardín a Ray. Dijo el castaño separándose de Ray y asomándose junto con el rubio completamente asustado aunque fingiendo una sonrisa. 
—Ah ya veo… Entrenador Waller también lo esperamos a comer. Agregó el menor sonriendo de manera educada. 
—Gracias, muchacho. Comentó el rubio. Ray caminó primero a la casa entrando seguido de Owen, la mesa estaba lista, los dos hombres se sentaron al frente al uno del otro, la señora Taylor sirvió la comida, un pollo delicioso al vino con puré de patatas, Jenna se sentó al lado de Ray sonriendo e incluso siendo atenta con él sirviendo vino al beisbolista y dandole sonrisas. 
Owen miraba la escena, Ray le devolvía las miradas a la chica en señal de cortesía lo que hacía que el joven pastor sintiera enojo, Misty seguía algo triste por la actitud de Owen hacía ella. El pastor Taylor empezó a dar un sermón sobre la biblia y sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. Ray notó que la mano de Jenna se fue a la suya y la acarició, pero no fue lo único que sintió, un peso en su entrepierna lo hizo saltar un poco, miró hacía adelante, pero Owen tenía la mirada en su propio padre, el pie del joven pastor frotaba con cuidado el bulto del rubio, el beisbolista trató de relajarse para no evidenciar nada. Owen quería demostrar su presencia, pues Jenna se estaba comportando como una ofrecida ramera. De pronto las miradas se unieron, Owen le guiñó el ojo a Ray y siguió fingiendo que nada pasaba, el rubio con una de sus manos llevó esta al pie de Owen apretando más el pie a su propio bulto. La comida terminó y todos se pusieron a hablar sobre el noviazgo de Jem Starling y Ben Taylor. 
Owen estaba concentrado en mirar a Ray cada vez que podía, lo cual no era normal aunque al mismo tiempo tenía miedo, miedo de lo que pudiera estar pensando y más en el pecado que esto traía. Después de que finalmente se fueron todos incluyendo el mismo Owen a casa, sus pensamientos seguían perdidos en los besos y caricias de Ray y por supuesto en aquella noche donde los dos se entregaron al pecado cometiendo actos homosexuales impuros. Misty se había ido a la cama mientras Owen aprovechó la soledad para bajar sus pantalones y jugar con su pene incluso llevando sus dedos a explorar su agujero que ya había sido profanado por Ray Waller, unas fotos del rubio jugando en internet. 
—Si, fóllame…así, así. Murmuró Owen mientras jugaba con sus dedos, nunca pensó que caería de tal forma, se imaginaba la enorme herramienta que tenía el rubio, entrando y saliendo de él, los gruñidos guturales, el peso del cuerpo encima de él, todo aquello hizo que Owen tuviera un orgasmo increíble manchando su abdomen. La respiración entrecortada, el sudor y su corazón latiendo a mil ¿era un pecador? Si lo era, pero la biblia hablaba del perdón, también de amar a nuestro prójimo ¿porque Dios lo haría así? ¿Tener pensamientos lujuriosos con otros hombres? Algo estaba mal en él y lo sabía. 
La práctica de Baseball iba perfecta a pesar del calor horrible que hacía, los niños jugaban cada vez mejor. Ray les había enseñado sobre las bases y ya tenía cada uno su posición. El rubio se encontraba observando todo con su ropa de entrenamiento, pantalón deportivo nike, camiseta blanca que hacía que los músculos de Ray se vieran perfectamente marcados en la tela, una gorra para el calor color azul haciendo juego con sus pantalones deportivos. El descampado era perfecto para jugar. Ray veía condiciones en los chicos, estar así le recordaba a sus propios hijos, los extrañaba mucho, esperaba que pronto Izzy y Elliot lo perdonaran para poder volver a pasar tiempo juntos, pero no sería tarea fácil. 
Había público en la práctica, los padres de los niños y algunas fanáticos del deporte incluida Jenna que estaba ahí para mirarlo, el hermano de Owen jugaba también ahí, se preguntaba si Owen vendría a la práctica. Siguió concentrado en su trabajo, cuando después de diez minutos el castaño llegó y se sentó mirándolos, Ray podía sentir la mirada en él, tanto la de Jenna como la de Owen. 
—¡Vamos Hudson roba la segunda! Gritó mientras seguía tratando de concentrarse en su trabajo. 
Owen trataba de no caer más en pecado, pero Ray Waller en esa ropa deportiva marcando cada músculo, ese culo firme y enorme que tenía y el castaño sabía que no solo era dotado de atrás. No quería ir a la práctica, pero Ben le insistió que fuera para que lo viera jugar, notó a los padres ahí y estaba Jenna en el público, puso los ojos en blanco y siguió mirando el juego, el calor era fuerte pero no tanto como él que sentía ese día. Los niños jugaban bien, el rubio era un estupendo entrenador, de vez en cuando ambos cruzaban miradas y la tensión que había entre ambos hombres era increíble, pero era un secreto que nadie sospechaba. La práctica terminó y todos los padres fueron a felicitar a sus hijos, Jenna fue a hablar con Ray cosa que a Owen le molestó, pero se dedicó a hablar con su hermano para felicitarlo, Ben estaba feliz por verlo ahí y luego se fue con sus amigos, el joven pastor dirigió su mirada a la joven y al rubio quienes se reían, era obvio que a Ray le pudiera interesar la chica, no era nada fea, pero no le gustaba verlos juntos, sentía que su mandíbula se tensaba y antes de que pudiera pensar mejor ya estaba caminando hacia ellos. 
—Podríamos ir a esa cafetería del pueblo, tiene muy ricos pasteles, he ido con las chicas, pero ir contigo sería mucho mejor. Decía la joven con una hermosa sonrisa al rubio. —Suena divertido ¿Cuando tienes tiempo para ir? Preguntó Ray. 
—Buen entrenamiento, Waller. Interrumpió Owen cruzándose de brazos y fingiendo una sonrisa forzosa. 
—Gracias, viejo se hace lo que se puede. Respondió el rubio mirando al castaño. 
—Hola Jenna, deberías estar en tu taller de costura me parece que la señora James lo imparte hoy. Comentó el joven pastor con un tono pasivo agresivo, la chica bajó la cabeza avergonzada. 
—Si, lo siento Owen debí avisarle a la señora James que…no podía ir. Se disculpó con mucha vergüenza en su voz. Owen la miraba con enojo, un gesto que la chica nunca vio en él joven pastor y esto la intimidó retirándose del lugar antes de decir un nervioso “Nos vemos, Ray” se fue casi corriendo. 
—Casi la matas con la mirada. Dijo el beisbolista riendo por los celos de Owen, el castaño miró a Ray con una sonrisa fingida y llena de deseo y rabia. 
—Las hormonas son bastante fuertes en los jóvenes y hay que cuidarlas. Sobre todo cuando la tentación es fuerte. Agregó relamiéndose los labios antes de llevar su mano al brazo firme de Ray. 
—Esa basura guárdala para tu clase de catecismo, al único que veo con las hormonas alteradas es a otro. Comentó Ray riendo tomando su bolso caminando hacia los camarines, Owen miró a todas partes notando que ya casi todos se habían ido, siguió al rubio y entró al lugar con él. 
—¿Necesitas algo, Owen? Preguntó el rubio. 
—Si, a ti. Respondió el joven pastor acercandose al mayor agarrandole el bulto con un descaro enorme, nada parecido al joven pastor tan recto que fingía ser todo el tiempo, el beso fue violento, el castaño le devoró la boca a Ray de una forma tan necesitada que le quitó el aliento, el entrenador siguió sus besos agarrando a Owen de la cintura con fuerza. 
—Te ves demasiado bien como entrenador…y encima estás sudoroso. Le dijo entre besos. 
—Eres un un sucio goloso. 
—¿Lo soy? ¿O prefieres a la arrastrada de Jenna? Preguntó con algo de rabia en su voz. 
—No lo sé, tendría que comprobarlo. Le respondió sonriéndole al castaño para molestarlo. 
—Apuesto que esa tonta puritana no te dará lo que mereces, como esto. 
Ray quedó sentado en el borde de una saliente de la pared, entonces Owen se arrodilló frente a él y sin más empujó su rostro contra el bulto enorme del rubio, olía a sudor por el entrenamiento y el calor, pero eso no detuvo, besó el bulto con desespero, para luego dar ligeras mordidas usando sus labios, la mano firme de Ray tomó la cabellera de Owen empujándolo contra su entrepierna. Solo se escuchan jadeos en el cuarto poco iluminado, el castaño había caído ya, el pecado fue más grande que él, tomó el short deportivo bajandolo junto con los boxers, Ray tenía unas piernas hermosamente trabajadas, la enorme polla saltó semi erecta junto con el saco de huevos gordo y cubierto de vellos rubios cobrizos, Owen esbozó una sonrisa y tomó la herramienta en su mano, no había dimensionado lo enorme que era, la masturbó haciendo que el forro se deslizara mostrando el glande rosado y brillante, entonces todo autocontrol se fue. 
El joven pastor lamió la punta probando por primera vez el sabor de una polla, el sabor agridulce llenó sus sentidos, movió la lengua de lado a lado y luego succionó la cabeza con hambre dando succiones rápidas una tras otra. Ray lo miraba desde arriba agarrándolo de la nuca empujando hacía a su entrepierna, el aroma era tan peculiar, una mezcla de aroma tan masculino y sudor que era como combustible para el deseo que Owen sentía. Abrió la boca y entonces se lo metió hasta la garganta, el peso de la herramienta en su lengua llenando su boca lo invadió. Comenzó a mover su cabeza de adelante hacía atrás succionando y apretando sus labios alrededor causando un gruñido en Ray lo cual lo hizo sonreír por dentro Owen 1 - Jenna 0 se dijo en su mente. 
Ray no recibía una mamada hace mucho, su amante solía darselas, pero tener a Owen, un recto y joven pastor arrodillado con la boca llena de su polla tenía un morbo diferente, el castaño estaba tan caliente, se la chupaba con ansias, lo veía concentrado en ello, los labios moviéndose deslizándose de adelante hacía atrás, su mano grande tomó la nuca y empujó al castaño a comer más, sintió su glande tocar el fondo de aquella garganta estrecha, la sensación era deliciosa, suave, húmeda y apretada. 
—Eso es así putita. Abre grande para tu macho, cometela bien. Ordenó Ray comenzando a embestir despacio en aquella garganta primeriza. Aquello hizo que Owen emitió un gemido que hizo sentir al rubio la vibración haciéndolo gruñir fuerte. Owen estaba en un trance, el sabor salado de la polla de Ray era su nuevo placer, nunca pensó que chupar una polla sería tan excitante, la mano firme del rubio lo hacía meterse más del falo hasta su garganta, se agarró de las piernas firmes, acariciaba los vellos rubios del del más grande. Sintió como este comenzó a embestirlo, la sensación de ser follado por la boca lo calentó al punto que sus pantalones apretaban. Las arcadas comenzaron de pronto, pues Ray aumentó el ritmo de sus embestidas, se movía dominante una y otra vez, sentía el glande golpear al fondo, algunas lágrimas comenzaron a escurrirse de sus ojos y seguido de una salivación abundante que mojaba la herramienta del beisbolista. 
—Mierda…que rico la comes, cabrón. Fuiste hecho para chupar pollas. Eso es putita así, respira por la nariz porque no me detendré. Advirtió Ray con una voz llena de lujuria y grave. 
—Mmgghh… Se escuchó de la boca llena de esa enorme polla. Ray no mintió, tomo a Owen de la cabeza con ambas manos y empezó a embestir con furia, las lágrimas se hicieron más abundantes, las arcadas resonaban en aquel cuarto uniéndose a coro con los gruñidos de Ray y el movimiento húmedo que se hacía por la fricción. 
Owen se sentía que estaba en el cielo, aunque eso sonaba sacrilegio, su idea del cielo podría ser él chupandosela a Ray todo el día y lo aceptaría dichoso. Se agarró con firmeza de las piernas siendo follado por la garganta, sentía su baba caer sin parar mojando su mentón y cuello. Cerró los ojos un momento, Ray empujó de pronto con mucha fuerza encajando hasta el fondo manteniéndolo ahí, sintió cómo se puso rojo, no podía respirar, sus ojos lloraban y sintió unas ganas enormes de vomitar debido a las arcadas. Su propia polla estaba dura en sus pantalones, sintió que podía correrse en cualquier momento. Le gustaba ser dominado, ser abusado de esa forma y sentirse una perra, una sucia ramera, ya no podía recordar ningún versículo de la biblia ahora mismo, solo pensaba en como complacer a Ray, cuando no pudo más vomitó una cantidad grande baba, la cual escurrió por la polla del rubio y cayó al suelo. Sentía que el aire al fin volvía a llenar sus pulmones y vio el rostro satisfecho de Ray quien estaba disfrutando aquello. Owen vio el enorme saco de huevos colgando cubierto de vellos y se lanzó a lamerlos ganando unos cuantos gruñidos de Ray quien le jaló el cabello, el castaño movió la lengua de lado a lado mojando las pelotas del rubio, las cubrió de baba y luego succionó una estirandola. 
—Mmm mierda…jodido cabrón ¿Te gustan los huevos de tu macho? Eso es succionalos bien. Ordenó Ray con una voz llena de furia y placer. Owen se divirtió succionando uno a uno los huevos del rubio dejando un rastro lleno de baba en ellos, podría estar todo el tiempo haciendo esto, pero el rubio tenía otros planes, lo agarró nuevamente del cabello llevándolo a su polla donde el joven pastor volvió a comérsela toda, la chupó desesperado, Ray lo nuevamente comenzó a embestir en la garganta, al menos el castaño ya se había acostumbrado a ello, el glande golpeando el fondo con insistencia causándole arcadas. 
—¡Gggggh gluck! Emitía su garganta siendo profanada de aquella forma sucia, Owen se agarró nuevamente de los muslos firmes del rubio mientras este lo follaba con fuerza una y otra vez, el castaño apretó sus dientes despacio por la polla causando un gruñido gutural en el beisbolista. 
—Cabrón hambriento. Sentenció el rubio siguiendo su movimiento sin cansarse, Owen vio los ojos de Ray, además de sentir sus intensas embestidas, la comunicación entre ellos estaba en su punto, entonces el rubio comenzó a embestir con furia, Owen se atragantó con la enorme polla, ya le dolía la mandíbula tanto recibirla, sintió los muslos de Ray tensarse bajo sus dedos, los gruñidos del rubio eran intensos, entonces un fuerte gemido junto con una embestida profunda lo enviaron a lo más profundo. 
—Owen voy a….mierda ahh… 
Sintió como aquella polla se puso rígida y entonces su boca se llenó de semen tomándolo por sorpresa, era demasiado abundante, esa sensación de llenado lo hizo gemir y tragó, lo tragó sin más, siendo una zorra sucia, sin sentir vergüenza y le gustó, disfrutó el sabor de aquella corrida tan puramente masculina, siguió chupando aún cuando ya el semen había bajado todo por su garganta, Ray gruñía con placer aún sintiendo los últimos vestigios de su orgasmo. El joven pastor succionaba el glande con fuerza como si esperaba más. 
—Carajo…la mejor mamada que me han dado en mucho tiempo. Dijo el rubio sin más quien aún seguía duro con la boca de Owen chupando sin descanso, el castaño había caído al pecado y le estaba gustando.

Taohussy on Chapter 1 Sun 21 Sep 2025 06:04AM UTC
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BottomCas27 on Chapter 1 Wed 01 Oct 2025 11:15PM UTC
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Taohussy on Chapter 3 Thu 09 Oct 2025 04:48PM UTC
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