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new home, new life and new...what?

Summary:

Los planes trazados a la perfección no siempre salían tan al pie de la letra, pero sin duda, resultaban mejor de lo que esperaban.

Notes:

tenía esta idea en mente hace tiempo pero con otra ship...anyways...

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: new home

Chapter Text

La vida que mantenían era sencilla y calmada, pero nada fuera de lo que habían soñado. Eran jóvenes, apenas acababan de mudarse a su propia casa juntos y tenían solo dos años de casados.

—Dios… me siento en un sueño —susurró con alegría el alfa acercándose por la espalda al francés, quien estaba abriendo una de las cajas con cosas de la mudanza.

—Siempre dices lo mismo —murmuró Isack riendo un poco, ya que no importaba la situación, el rubio podía expresar esa frase si se encontraban cerca.

—Lo sé... la vida se siente así a tu lado —podía sentir la respiración del rubio contra su cuello antes de algunos ligeros besos. Isack soltó suaves risas y negó con la cabeza ante lo dulce que se volvía Liam cuando se trataba de expresar su cariño por él.

Liam hubiera continuado de no ser que algo se sentía diferente al tenerlo tan cerca. Con una extraña tensión detuvo lo que hacía, lo abrazó más fuerte contra sí y aspiró profundamente contra el cuello del francés.

—¿Qué sucede, perro policía? ¿Acaso encontraste algún objeto extraño entre mis cosas? —bromeó Isack moviéndose un poco del agarre del rubio para sacar unos vasos de vidrio para la cocina.

Liam hubiera bromeado y seguido el juego, pero sentía que algo estaba fuera de lugar.

—Hueles diferente —soltó sin más, ganándose una mirada extraña por parte de Isack.

—Supongo que la mudanza me hizo sudar de más o… bueno… —Isack se quedó pensando en qué podría ser esa extraña fragancia que, según Liam, estaba impregnada en su cuerpo—. Somos una pareja y te recuerdo que la convivencia diaria entre un alfa y un omega altera todo... hasta los olores —le recordó como si fuera lo más obvio del mundo.

El neozelandés asintió, no tan convencido. Si bien no era un olor desagradable o que le ocasionara algún malestar, era extraño que apareciera tan de la nada. No era tan perceptible, pero estaba ahí.

—Sí... creo que debe ser eso... —murmuró, no tan convencido, pero aún manteniéndose alerta como parte de sus instintos naturales de alfa.

—Mejor ayúdame con las cajas si quieres dormir en una cama cómoda —bromeó Isack girándose para levantar una caja del piso llena de algunos cojines y decoraciones que irían en la estantería de la habitación

Liam aceptó esa explicación y solo trató de ignorar ese sorpresivo nuevo aroma en el francés.

Ambos pasaron el resto de la tarde avanzando lo más que podían con la mudanza. Si bien estuvieron trabajando juntos con todo, nunca imaginaron que sería una tarea tan pesada. Habían acabado con la recámara, el baño de esta, parte de la cocina y parte de la sala de estar.

— ¿Por qué accediste a comprar esta casa tan grande? —Se quejó el francés dejándose caer cansado en el sillón que acababa de armar.

El nombrado solo lo miró con el ceño fruncido y ligeramente ofendido.

— ¿Te recuerdo que fuiste tú quien rogó incansablemente por una casa enorme? Según tú, era parte del plan “familia perfecta” para fin de año—le mencionó bromeando antes de lanzarle un peluche del Rayo McQueen que venía entre las cajas.

Isack solo se cubrió tratando de esquivarlo con una ligera risa antes de mirar con ojos cansados al rubio.

—Pero ya me cansé de abrir cajas y no acabar, parecen infinitas —volvió a renegar antes de soltar un suspiro pesado y descansar en el sillón.

Liam lo pensó un poco antes de tomar otra caja y caminar hasta el espacio libre al lado del omega.

—Si prometes hacer la mejor cena, yo puedo seguir con las cajas —Isack lo miró un poco feliz con esas palabras.

El francés sabía que, sin importar qué, Liam siempre hacía de todo por él, y escuchar esas palabras era la prueba de ello.

— ¿Estás seguro? —preguntó recostando su cabeza en el hombro del rubio con esa sonrisa de felicidad—. Prometo que mañana temprano ayudaré con todo —Liam solo asintió antes de ser girado por el omega para un corto beso.

Isack sonrió antes de levantarse rápido y menos estresado por las mil cajas. Al menos por esa noche.

—Tomaré una ducha rápida y prepararé algo que disfrutemos —sin agregar más, Isack subió escaleras arriba para tomar un conjunto de ropa cómoda y preparar alguna cena sencilla que le gustara a ambos.

Esa sería la primera comida juntos que compartían en su casa nueva y el francés no podía esconder la emoción. Se tomó su tiempo en la ducha, revisó los cajones por una toalla para secarse y recordó su caja con el monitoreo de su celo y sus supresores.

Desde que se había dedicado más de lleno a tomar y dar clases de judo, el constante uso de supresores más agresivos al estándar, había hecho sus celos algo irregulares y sus feromonas mucho más calmadas. El judo era un entorno en su mayoría dominado por alfas y debía ser cuidadoso, aun si eso significaba alterar un poco sus hormonas de omega. A veces se preguntaba si debía escoger un trabajo más sencillo como el de Liam, que era ingeniero, o tal vez dedicarse a algo donde no corriera peligro siendo un omega rodeado de alfas bajo presión y llenos de un constante uso de fuerza.

Tomó su pastilla diaria y anotó otro celo retrasado. Eran dos con este, algo nuevo, pero nada que le preocupase. Dejó las cosas en el cajón de nuevo antes de secarse y colocarse un pijama lleno de dibujos de estrellas y una simple playera blanca. Bajó las escaleras encontrándose con la sorpresa de que Liam era más rápido acomodando cosas y había avanzado lo suficiente en la sala de estar.

—Casi termino con este mueble y podré colocar la televisión —le dijo emocionado al francés, quien solo le dio una ligera sonrisa.

La noche pasó acompañada de una cena simple pero llena de felicidad para ambos por estar en su nueva casa y un nuevo comienzo juntos. Poco sabían que las cosas iban a ponerse algo complejas.

Las siguientes dos semanas se basaron en que Isack tomara un poco de entrenamiento más pesado, ya que el mes pasado, con todo lo de la mudanza, sintió que perdió la constancia y a su vez tenía que preparar a uno de sus alumnos de la categoría adolescente para una competencia importante. Liam, por su parte, tenía más tiempo libre en casa ya que su trabajo estaba siendo tranquilo estos días y podía hacerlo de forma remota desde casa, ir al gimnasio sin problemas e incluso darse el tiempo de conocer a los vecinos y la zona en general. Se había hecho amigo de una agradable anciana que tenía un gato de mascota y era visitada en ocasiones por sus nietos, algo bastante tierno a su parecer.

Isack había estado llegando tarde a casa, más cansado de lo que pensaba y con una cantidad sorprendente de asco por ciertos olores.

Entró a la casa encontrándose a Liam, quien había estado jugando videojuegos en la sala.

—Volviste —dijo alegre al ver llegar al cansado pero sonriente Isack—. Pedí algo de comer para ambos, me dio pereza cocinar —dejó de lado el control y se levantó para recibir al contrario y quitarle la bolsa de entrenamiento.

Le dio un suave beso en los labios antes de alejarse un poco del francés que estaba algo sudado y, para la nariz de Liam, con ese aroma distinto más fuerte que antes.

— ¿Todo bien? —soltó directo Isack al ver cómo Liam se apartaba por reflejo con esa mirada de confusión—. No vayas a comenzar de nuevo con tus cosas del olor... Tal vez solo es el sudor o el chico que estoy entrenando, es alfa y está a mitad de la adolescencia —le dijo Isack reconociendo esa mirada enseguida.

—Te lo juro, Isack... algo está diferente —insistió el rubio. Usualmente el olor de Isack era a un ligero toque de café y vainilla, pero ahora había algo más colándose en eso. No podía definir qué, pero lo presentía, su interior se lo decía a gritos.

Liam estaba a punto de seguir insistiendo cuando el timbre lo sacó de su mente; la comida había llegado. Isack negó y dejó a Liam abajo mientras subía a tomar una ducha.

El neozelandés, por su parte, acomodó la pizza que encargó, sacó unas latas de soda y preparó algo para ver en la sala juntos. Siempre disfrutaba de hacer más fácil la vida de Isack, por lo que subió las escaleras para sacar la ropa que acababa de usar Isack para ponerla a lavar en conjunto con lo de su maleta. Se encontró con la imagen del francés secando su cabello y una toalla a la cintura.

—Oh... —soltó suave y algo confundido el rubio. Isack solo rió un poco sin dejar su rutina.

— ¿Acaso te sigo sorprendiendo tanto después de la ducha? —bromeó de forma algo pícara Isack antes de volver a buscar su caja con supresores y anotaciones.

Liam, por su parte, no dejaba de ver el pecho de Isack notando que este había cambiado. No era algo que le molestara, pero se veía diferente.

—Si me sigues viendo, voy a desaparecer —volvió a bromear el francés girando para notar adónde iba la mirada del rubio—. Deja de verme el pecho —se quejó soltando una risa algo avergonzada por la insistente mirada del neozelandés.

Pero para Liam no era nada de morbo o con deseo, era ligera confusión.

—Isack... se ven más grandes —le respondió de forma directa.

El mencionado se vio al espejo sintiéndose halagado por las palabras.

—Claro... eso hace el ejercicio —respondió con orgullo pensando que su constancia y entrenamiento pesado estaban haciendo efecto.

—Eso no es ejercicio —insistió el rubio antes de dejar las cosas de lado y acercarse a oler el cuello de Isack, siendo golpeado de nuevo por ese aroma peculiar de forma más fuerte—. Algo está diferente... deberías ir al médico, tal vez esos supresores ya fueron demasiado lejos —respondió un poco preocupado viendo cómo el francés rodaba los ojos ante su insistencia.

Isack negó entre risas antes de irse a cambiar, dejando preocupado al rubio, quien solo tomó todo de regreso y bajó a lavar la ropa sucia.

Liam volvió a la sala aún estresado un poco, sin notar que sus feromonas estaban dejando eso en claro. Isack iba bajando las escaleras siendo atacado por el familiar olor fuerte y hostigoso a cedro.

—Dios, hasta acá arriba puedo olerte —se quejó ligeramente Isack antes de arrojarse al lado de Liam—. Te prometo que no es nada grave... deben ser las pastillas —insistió más suave y seguro el francés tratando de apaciguar lo alterado que se sentía Liam, dejando que sus feromonas se mezclaran con las del rubio.

—Prométeme que irás a checarte después de la competencia —le pidió más calmado el rubio, pero sin dejar de lado su preocupación.

Isack asintió y recargó su cabeza en el hombro del rubio.

—Te lo juro... iré a checarme y podrás acompañarme para estar seguros —Isack le hizo esa promesa que calmó a Liam por los siguientes minutos—. Vamos a cenar... que vengo con demasiada hambre —respondió Isack con una ligera sonrisa abriendo la caja de pizza recién hecha.

En cualquier otro día hubiera soltado un suspiro de emoción ante el delicioso aroma y rápidamente buscaría tomar dos pedazos en su plato para saciar su hambre, pero la reacción de su cuerpo lo sorprendió.

—Pedí la que tenía pimiento y aceitunas negras... como la primera cita que tuvimos —le mencionó emocionado el rubio tomando un trozo.

Isack no pudo responder o decir más cuando unas inmensas náuseas lo invadieron. Corrió lo más rápido que pudo al baño de la planta baja donde se apresuró a vomitar su última comida y las bebidas hidratantes que tomó en las clases. Liam fue detrás de él preocupado y confundido ante tal reacción, se metió tras Isack al baño con un vaso de agua fresca antes de inclinarse a su lado y pasar su mano por la espalda del menor, quien parecía que estaba sacando todo desde lo profundo de su estómago.

—Tranquilo... está bien... —susurró el rubio antes de ver cómo finalmente Isack se alejaba de la taza algo aturdido para lavarse la boca.

Le extendió el vaso de agua y de nuevo el aroma empalagoso a cedro llenaba el lugar a niveles sorprendentes, no podía evitar que sus instintos de alfa se alteraran.

—Tienes que ir mañana al doctor —exclamó firme el rubio.

Isack solo asintió sintiéndose abrumado por todo y cediendo a la sugerencia del contrario.

La mañana siguiente fue extraña para ambos; de nuevo las náuseas atacaron el cuerpo de Isack de la nada. Liam no podía dejar de preocuparse y solo atinó a preparar todo para dejar la casa temprano e ir al hospital. Ambos pidieron permiso en sus respectivos trabajos para llegar tarde.

La cita con el médico estuvo algo tardada y llena de mil preguntas. El médico, al igual que Isack, creía que se podría deber a los supresores tan abrasivos y al constante uso de estos, pero por las dudas sugirió unas pruebas de sangre y otras más solo para monitorear su salud.

Por el momento le recetó pastillas para las náuseas y alimentos no tan grasos o irritantes para Isack. Ambos volvieron a su rutina después de eso. Isack siguió de forma más normal y centrado en los entrenamientos, pero Liam no se encontraba convencido. El rubio volvió a casa para trabajar desde ahí y darles un chequeo breve a las notas sobre el celo del francés. Paseó entre las hojas y encontró los dos retrasos seguidos. Si bien era algo probable que sucediera como efecto secundario, le seguía pareciendo preocupante esa alteración y decidió que tendría una conversación más profunda cuando el francés volviera.

Chapter 2: new life

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Isack regresó a casa antes de lo habitual, con una fatiga visible y un aire de estrés. De nuevo, el aroma impregnado de madera quemada que emanaba Liam había inundado el lugar, mezclándose de forma agria con el fuerte olor a café que desprendía el propio Isack.

—Volviste temprano —murmuró el rubio desde el sillón, sosteniendo un informe en sus manos—. Dos celos, Isack —El tono de Liam era de una tensa reprobación.

El francés, sin mediar palabra, rodó los ojos y se dejó caer en el sofá mientras se frotaba las sienes; lo último que quería era lidiar con Liam y sus constantes regaños.

—Solo es un efecto secundario de las pastillas, sabías que estas son más fuertes que las usuales —replicó Isack, como si recordarle lo obvio resolviera el problema.

Ambos estaban visiblemente tensos por razones distintas, y la conversación, lejos de apaciguar el ambiente, se encaminaba hacia un inevitable conflicto.

—Esto no es sano, Isack... Mírate cómo estás, lleno de náuseas, y tu aroma ha cambiado drásticamente —le reclamó Liam, ahora más molesto, pero con la preocupación a flor de piel.

Aunque habían acordado que Isack dejaría su trabajo de oficina para dedicarse por completo al judo, un cambio que claramente implicaba reajustes financieros y en el cuidado personal del francés, para Liam, la situación se les estaba yendo de las manos.

—Ya lo sé... No tienes que recordármelo a cada instante —exclamó Isack, irritado. La insistencia de Liam, sumada al incidente reciente entrenando, colmaba su paciencia.

El francés se frotó el rostro de nuevo y suspiró pesadamente mientras la voz lejana de Liam seguía repitiendo el mismo tema en cada palabra que salía de su boca, como si intentara presionarlo con algún tipo de tortura mental para mal. Finalmente, su límite se rompió.

—¡Que ya lo sé, idiota! —gritó, levantándose de golpe y exasperado—. ¡Claro que me preocupa todo esto, pero es un riesgo que estoy dispuesto a correr por dedicarme a lo que me gusta! —La voz de Isack se elevó, haciendo que el aroma a café amargo explotara en la habitación.

Liam frunció el ceño, tenso, escuchando con los brazos cruzados cómo la terquedad del francés se dispersaba con palabras molestas.

—¡No es mi culpa que tú tuvieras que conformarte con ser ingeniero porque ser piloto de Fórmula 1 era imposible! —No se suponía que Isack dijera eso. El enojo lo había cegado.

Liam sintió el impacto, sorprendido por la agresividad y la crueldad de las palabras del omega; comprendía la reacción molesta, mas no justificaba ese golpe bajo. Isack se cubrió la boca al instante, sintiéndose culpable e intentando acercarse al alfa.

—Vete al carajo... —respondió Liam en un susurro débil con la mirada triste. Tomó las llaves y salió de la casa, con el corazón hecho trizas.

Las horas siguientes fueron un tormento para ambos. Isack pasó la tarde enviando mensajes y llamadas incesantes al neozelandés. Liam, por su parte, caminó sin rumbo, ignorando el teléfono, tratando de asimilar lo ocurrido y de razonar la forma tan cruel de actuar que tuvo el omega. Al anochecer, Liam regresó aún tenso y fue bienvenido por la abrumadora nube de olor a café amargo mezclado con vainilla empalagosa apenas puso un pie fuera del auto. Abrió la puerta pesadamente, siendo recibido con la mirada triste de Isack, quien había estado preocupado desde su partida y lamentándose por la forma tan cruel en la que actuó en contra de quien solo buscaba su bienestar.

—Perdón —susurró el francés, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Liam suspiró. Seguía enojado y herido, pero ver la tristeza de Isack era igual de doloroso. Solo atinó a caminar hacia él y abrazarlo con fuerza, hundiendo su nariz cerca de la marca en su cuello mientras sentía cómo el francés se aferraba a su cuerpo como quien busca redención.

—Te juro que no quería gritarte eso —insistió Isack cerca de su oído, entre suaves sollozos—. No era mi intención lastimarte así... jamás lo fue... —Liam asintió ligeramente y arrastró a ambos hasta el sillón. Tenían que lidiar con una conversación algo profunda e incómoda.

El aroma a madera que desprendía Liam era tenue y se desvanecía, signo evidente de su tristeza.

—Isack... Entiendo que adoras el judo, pero solo estoy preocupado por ti —las palabras del alfa demostraban total honestidad y calma—. Se suponía que a fin de año comenzaríamos a intentar tener hijos —recordó Liam, queriendo asegurarse de que esa parte de su plan de vida no estuviera en riesgo por la alteración hormonal de Isack.

El francés asintió, secándose las lágrimas.

—Lo sé... es solo que... —suspiró antes de mirar a Liam a los ojos—. No quiero tener que dejar de hacer lo que amo por culpa de un celo que me pondría en riesgo en los entrenamientos. —Hoy... me tocó presenciar algo similar— explicó Isack, intentando que Liam comprendiera su punto de vista—. En clase, tuve que defender a uno de mis alumnos del ataque de otro alfa. Fue difícil y excesivamente agotador... Y en lugar de sancionar al alfa, nos mandaron a los omegas a casa con una advertencia —Liam escuchaba con atención, comprendiendo la frustración que llevó a la explosión de Isack—. No quiero tener que lidiar con algo así si mis supresores deben ser más ligeros por orden del médico. No quiero ser visto como el problema o perder el poco respeto que me costó ganar para llegar hasta aquí. —Isack tomó la mano de Liam buscando consuelo. El rubio, sin dudarlo, lo jaló y lo abrazó de nuevo.

Ambos entendían la complejidad y dificultad del entorno de Isack. Lo amaba, pero conllevaba riesgos.

—Sé lo mucho que esto significa para ti y admito que esta fuerza de voluntad es una de las cosas que más admiro de ti... —comenzó Liam, comprendiendo la naturaleza perseverante del omega ante sus sueños—. Solo quiero evitar que hagas algo que te termine perjudicando más de la cuenta o de lo que te arrepientas— Liam giró su rostro para mirar al francés, explicando su persistente preocupación.— Sabes... que podemos esperar para tener hijos—las palabras salieron de forma dudosa, ya que Liam deseaba más de la cuenta esa meta, pero comprendía que tal vez no era el momento para ello.

Isack no dijo nada extra y solo suspiró de forma pesada en el abrazo; la idea de posponer esos planes resultaba tentadora, aunque no iba a negar que muy en el fondo también quería comenzar su propia familia. Claramente tendría que esperar a las indicaciones del doctor y replantear de qué forma lograr todo lo que desean, sin que el francés sienta que se pierde a sí mismo en el proceso.

Poco a poco, el enojo y la tensión se disiparon, dejando paso a una comprensión mutua de las posturas de cada uno. La noche transcurrió más amena, con la cena y una conexión más profunda. Ambos estuvieron más tranquilos y dedicaron la siguiente mañana a llevar un mejor comienzo, con Liam esforzándose por no ser tan insistente hasta la visita médica, e Isack prestando más atención a los ligeros cambios físicos y hormonales que Liam le había señalado. Ahora que se fijaba, notaba algo diferente. Había ganado un poco de peso, apenas perceptible, pero sorprendente dado su riguroso entrenamiento. Aunque nunca fue inseguro, esto también comenzó a preocuparle.

Finalmente, llegó el sábado. Isack había enviado a su alumno a la competencia y, debido al chequeo médico, se quedó en la ciudad, aprovechando para entrenar un poco de judo para descargar el estrés. Era el día libre de Liam, y habían acordado que él iría a verlo entrenar antes de la cita. El rubio disfrutaba verlo, recordando la primera vez que lo conoció haciendo esto mismo en sus épocas de preparatoria. Sin embargo, no podía evitar hacer muecas preocupadas acompañadas de destellos abrumadores del olor a madera quemada, cuando Isack terminaba en situaciones algo riesgosas a su parecer. Esto le valió las burlas por parte de algunos alfas cercanos que estaban entrenando también.

Cerca de la hora de la cita, Isack se despidió de su entrenador y fue a ducharse rápidamente.

—Vámonos antes de llegar tarde —exclamó Isack, colocándose el reloj y el anillo.

Liam lo miró con el ceño fruncido antes de tomar su mano.

—Te juro que me encanta que disfrutes, pero no puedo evitar preocuparme cada vez que te agarran como un saco de patatas —bromeó ligeramente, ganándose una risa sincera de Isack.

Mientras Liam conducía, el ambiente era ligero. Conversaban sobre cosas triviales: planear la tarde para arreglar el jardín y, quizás, llamar a la madre de Liam, quien insistía en visitarlos en su nuevo hogar.

Al llegar al hospital, una enfermera amable los condujo al consultorio. El doctor realizó chequeos de rutina y preguntó por cualquier anormalidad que presenciaran después de la primera cita que tuvieron. Los resultados de los análisis de sangre y las pruebas adicionales estaban listos.

—Bien... todo parece normal y en perfecto estado, debo admitir que está muy saludable —felicitó el doctor, consciente del entrenamiento de Isack—. Veamos qué dicen los resultados, ¿de acuerdo? —Tomó con cuidado el sobre—. ¿Las náuseas continuaron? —preguntó, poniéndose los lentes para leer las hojas de las varias pruebas que había solicitado.

—Solo en ocasiones, con ciertos aromas —explicó Isack con sinceridad, observando al médico leer con detalle todo.

Liam sintió la impaciencia de Isack; le tomó la mano, transmitiéndole calma con una mirada suave. Después de la pelea en casa, habían retomado la conversación sobre su futuro y el plan de tener hijos seguiría en pie, pero acordaron discutirlo a fondo una vez que tuvieran las respuestas del doctor.

Tras unos segundos, escucharon una ligera risa del médico, quien los miró con emoción. Tanto Liam como Isack se sorprendieron por la reacción y se miraron confundidos.

—¡Claro que ibas a estar vomitando! ¡Por Dios, muchacho, el bebé ya estaba anunciando su llegada! —bromeó el doctor, extendiendo la hoja con el resultado positivo marcado.

—¿Bebé? —preguntó Isack en un susurro; estaba en shock por lo que acababa de escuchar.

El doctor le pidió a la enfermera que preparara todo para un ultrasonido. Ninguno supo cómo reaccionar realmente. Si bien habían vuelto a poner el tema de los hijos sobre la mesa, aún no habían tomado la decisión final. Querían esperar a que Isack lograra más estabilidad en el deporte, o incluso que pudiera abrir su propio lugar. La vida les había cambiado la jugada.

Mientras el médico daba instrucciones. Isack, nervioso, miró a Liam, quien le devolvió la mirada más feliz del mundo.

—¡Lo sabía! Algo era diferente, ¡te lo dije! —insistió Liam, sin poder contener una sonrisa. El orgullo lo inundó al saber que tenía razón, sin procesar completamente que había un bebé dentro de Isack—. ¡Te dije que olías diferente! —Isack negaba ligeramente con semblante serio al rubio, dándole a entender que no era el momento ideal para hablar sobre quién tuvo razón o no.

—Liam... —le llamó Isack, preocupado, sintiendo el gel frío en su piel—. Me la pasé entrenando, Liam —insistió, recordando el entrenamiento pesado.

El estrés invadió a ambos ante tales palabras. Esperaban ansiosos que el doctor les confirmara que todo estaba bien después de los niveles de ejercicio y tensión a los que Isack se había sometido.

—Bueno... aquí tenemos unas pequeñas formas para lo que son dos meses, y... vaya... —Esa exclamación de sorpresa hizo que ambos giraran la vista al monitor—. ¡Qué suerte, son gemelos! —soltó el médico con alegría.

Isack y Liam se quedaron sin palabras. No solo era un embarazo sorpresa, sino también gemelos. Parecía que todo se salía de lo planeado, dejándolos en un silencio atónito y confundido, lejos de la reacción de una pareja extasiada.

El médico, notando sus miradas, tomó notas y se levantó.

—¿Qué les parece si les doy unos minutos para que el joven Hadjar se arregle y volvemos al consultorio a discutir sus opciones? —preguntó amablemente, dejándolos solos en la habitación blanca, con el constante tictac del reloj de pared.

Isack se limpió el gel y trató de procesar las dos pequeñas formas que indicaban vida. No sabía si sentirse emocionado o preocupado. Se estaban arreglando la ropa cuando el rubio no pudo evitar sonreír y soltar un grito ahogado de emoción. El cuerpo tenso de Isack se relajó y se lanzó a abrazarlo con fuerza. El francés no podía negar la emoción, pero quería seguir con su pasión, algo que Liam podía distinguir por la intensidad con la que se aferraba a su cuerpo en el abrazo. Isack sentía cómo en cada segundo se repetía la imagen del monitor en su mente acompañada de la incertidumbre del futuro que lo esperaba; no se sentía con las ganas de poner en pausa sus metas, pero tampoco quería soltar el pequeño destello de emoción que invadió su cuerpo ante la noticia de que estaba procreando vida en su cuerpo. Era una extraña mezcla entre anhelo y culpa.

—Sabes que nos apegaremos a la decisión que tomes... —le recordó Liam con cuidado y sinceridad en el abrazo como una sincera promesa de no juzgar lo que decidiera hacer.

Isack asintió, entendiendo el trasfondo que contenían esas palabras realmente. Tenían que volver a casa y analizar a fondo sus opciones.

Regresaron al consultorio donde el médico comprendía que ambos no habían tomado ciertamente una decisión. Les dio algunas sugerencias de cuidados, variedad de opciones respecto al tema y posibles procesos de acción que debían tomar en cada una y recordándoles que algunos debían tomarse antes de cierto tiempo.

El regreso a casa fue pesado; la bomba de aromas que los había estado acompañando la última semana se sentía nula después de esa noticia. No había un solo aroma a madera o el café con vainilla, era todo neutro, aunque en sus mentes era lo opuesto a eso. Liam tuvo que llamar a su madre y posponer la visita, sin muchas ganas de indagar en el tema. El llegar a casa fue cansado mentalmente; debían enfrentarse a una conversación pesada e incómoda para su gusto.

Liam distinguió la mirada perdida y asustada de Isack, un contraste grande al usual valiente y alegre omega que lo acompañaba a diario. Claramente no estaba listo para este paso, pero intuía que la culpa era la otra contraparte en la balanza mental que el francés estaba lidiando justo ahora. Las siguientes horas fueron un total momento de silencio en la sala y solo era perturbado por el constante sollozo que salía de Isack mientras Liam lo abrazaba con fuerza y lloraba con la misma intensidad, pero sin cargarlo de culpa. La decisión había sido tomada sin problema alguno; era un acuerdo doloroso para ambos, pero que se requería en estos instantes.

Notes:

pensé en darle un cambio okay...xd

Notes:

es mi primer omegaverse, sorry...xd