Chapter 1: Evaporación
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Esta historia está inspirada en una conversación entre japonesas que vi en los comentarios de un video de YouTube sobre infidelidad en Japón y otros países. Había solo dos chicas que opinaban no estar dispuestas a soportar que sus hipotéticos esposos se acostaran con prostitutas. El resto de la inmensa mayoría les replicaba que, si no había amor, no era engaño, que los hombres tenían necesidades que las mujeres no. Me parecieron muy interesantes los puntos de vista de todas, así que decidí poner a Rin y Kagome como estas dos chicas que no encajaban con el resto de la sociedad japonesa.
*Nomikai: reuniones (borracheras) con compañeros del trabajo, suelen ser obligatorias, se consideran parte del trabajo, donde se refuerzan lazos laborales y hasta se crean nuevos trabajos. Muchas de estas reuniones acaban en los fuzoku, lugares de prostitución.
*Nijikai: es la segunda reunión, la primera reunión (nomikai) normalmente comienza a las 6 de la tarde y dura dos horas. La segunda reunión se vuelve menos formal y puede durar hasta la madrugada.
*Soap (soapland o soap salón) se refiere eufemísticamente a baños para hombres donde se ofrecen servicios de lavado erótico y sexo.
*Jouhatsu 蒸発:"evaporación" se refiere a las personas en Japón que desaparecen deliberadamente de sus vidas establecidas sin dejar rastro.
*Yonigeya夜逃げや“Empresas de escape nocturno”, son los negocios que ayudan a los jouhatsu a desaparecer.
Otro viernes de trabajo, otro viernes de llegar a un departamento vacío, otro viernes en el que Kohaku tenía un nomikai* con sus compañeros. Sin embargo, hoy era su segundo aniversario de casados, quizá no se quedaría al nijikai* y regresaría pronto.
Con un nudo en la garganta, Rin decidió cocinar una pasta con camarones, metió al refrigerador un vino blanco y puso de fondo a su youtuber favorito para sentir el ambiente un poco menos solitario.
Cuando dieron las 11 de la noche, decidió beber un vaso de leche e irse a dormir, estaba claro que su pobre esposo había ido al nijikai, no era su culpa, este tipo de eventos eran prácticamente obligatorios en las empresas japonesas, al menos ya no tendría que cocinar nada mañana y solo habría que recalentar la pasta en el microondas.
Se quedó dormida leyendo un manga romántico, de esos donde el amor lo puede todo.
A las tres de la mañana escuchó que cosas se caían, lo más seguro era que Kohaku había regresado y bastante ebrio, salió de su habitación para ayudar a su esposo a llegar a la cama. Lo encontró tirado en el pasillo al lado de un charco de vómito.
—Rayos, si no limpio eso rápido, se impregnará en la madera —dijo en voz alta para ella misma. Limpió el piso y después jaló al esposo hasta la habitación, le quitó la ropa, los calcetines y lo metió a su futón lo mejor que pudo, llevó la ropa a la lavadora, revisando como siempre que no se quedara dinero en los bolsillos.
Había algo, una tarjeta, ¿de algún cliente quizá? —Pinky Soap* salón... —Rin sintió como si le hubiera caído un balde de agua fría, la sangre de su cuerpo se había esfumado y había dejado de respirar, por inercia quizá, dio vuelta a la tarjeta —Uehara Kohaku membresía anual —se leía hasta arriba y abajo venían los meses del año sellados hasta noviembre, mes que actualmente transcurría.
Kohaku pagaba una membresía por ir a tener sexo cada mes con alguien y a ella no la tocaba desde hacía un año... desde que ella dijo que por el momento no quería hijos, el sexo se había esfumado. Dejó la tarjeta en el lavabo y se metió a bañar. Talló su frío y congelado cuerpo, ni siquiera el agua a 40 grados podía quitarle esa sensación de estar muerta.
Salió del departamento a las 4:40 de la mañana y caminó hasta la casa de su cuñada, se sentó en los escalones de la casa de Sango y esperó a que saliera el sol y fuera una hora adecuada de molestarlos.
—Rin... —la voz de Miroku la llamó asustándola un poco, no se había quedado dormida ni nada, solo que su mente se había apagado, al ver el reloj eran las 8 de la mañana.
—Perdón por molestar... yo necesito hablar con Sango.
—Por supuesto, pasa. ¿Cuánto tiempo llevas allá afuera, por qué no tocaste el timbre? Si no salgo a regar las plantas no hubiésemos sabido que estabas aquí...
—Es que, llegué cuando todavía estaba obscuro, no quise despertarlos.
—Oh, pasó algo con Kohaku...
Por supuesto que el intuitivo de Miroku rápidamente entendió, la sentó en la sala, llamó a Sango y se dispuso a hacer un café instantáneo para Rin.
—Rin chan, ¿qué sucede? No sabía que vendrías —Sango se sentó en el sillón frente a ella, todavía en pijama.
—Es que, descubrí que Kohaku me engaña...
—¡Qué!
El sonido de una cuchara que caía al piso resonó por toda la casa. Después un montón de pequeños pasos, se acercaron corriendo —¡Tía Rin! —Gritaron emocionadas las gemelas.
Miroku depositó la taza de café en la mesa y cargó a las niñas —Su madre y su tía tienen que platicar sobre algo importante, así que juguemos en el jardín.
—¿Con quién? —preguntó Sango aterrada una vez que se quedaron solas.
—Encontré una tarjeta de membresía por un año para un Soap.
Sango soltó un suspiro, completamente aliviada —¡Creí que te estaba siendo infiel!
—¿Cómo? Pues sí... o sea...
—Rin, eso es solo sexo, él te ama.
—No... no me gusta, no se siente bien —la garganta se le cerró y la vista se le nubló.
—Pero es normal, los hombres son diferentes a nosotras, ellos necesitan más sexo.
—¡Yo también necesito sexo! —Gritó un poco sin querer, ¿acaso ella estaba mal?
—¡Rin! Sí lo entiendo, pero pueden poner unos días al año para hacerlo, sobre todo cuando quieran tener hijos, pero el resto de los días ellos tienen otras necesidades, cosas vulgares que no deben hacerse con una esposa, por eso van con prostitutas.
—¿Cosas vulgares? ¿Cómo qué?
—Ay pues... cosas feas, como sexo anal o... hum no sé, juegos sadomasoquistas...
—Oh...
—¿Ahora lo entiendes? Ellos tienen otras necesidades, pero eso no significa que no te ame, todos los hombres lo hacen. Puedes pedirle que para la próxima esconda mejor esa tarjeta para que a ti se te olvide el tema y no te sientas mal.
Rin asintió, pero la verdad es que no lo entendía, si Kohaku quería hacer cosas diferentes, Rin también, ¿por qué no podían intentar cosas nuevas solo entre ellos dos? ¿Cómo era posible que “amándola a ella” pudiese entregar su cuerpo a alguien más? —Gracias Sango, creo que debo irme...
—Salgamos el próximo sábado, ¿sí? Necesitas distraerte un poco.
—Sí, suena bien, yo te llamo.
Ni siquiera se despidió de Miroku, no quería ver a ningún hombre por el momento, sentía que los odiaba a todos. Tampoco quería llegar a casa. Caminó hasta el parque y se quedó ahí, leyendo mangas en su celular, tratando de anestesiar su dolor con cualquier historia de amor, que ahora comprendía, eran puras patrañas.
Llegó al departamento a las 7 de la noche y gracias al cielo Kohaku no estaba, encontró una rosa en la mesa del comedor con una tarjeta que decía “Feliz aniversario, amor”. Cuando entró al cuarto del ofuro donde estaba la lavadora, la tarjeta del soap se había esfumado.
El domingo Kohaku actuó como si nada hubiese pasado y ella también. Fueron al super mercado, cenaron en un restaurante familiar, Kohaku habló sobre un nuevo programa de comedia que estaba de moda, le sonreía y reía como cuando eran novios.
Rin jamás estuvo tan feliz de que llegara el lunes, prácticamente corrió hacia la oficina, saludó a sus compañeros y se sentó rápidamente a trabajar, a pesar de que todavía faltaba media hora para que comenzara la jornada laboral.
—Nunca te había visto tan entusiasmada por trabajar desde temprano, Rin —sonrió su compañera. La señorita Nishima era unos 5 años mayor que Rin, casada, pero sin hijos, por lo que no tenía pretexto para dejar de trabajar, o al menos es lo que ella siempre decía. —¿Sucedió algo? Te noto extraña.
—Descubrí que Kohaku va a un Soap —soltó con rabia, la tristeza se estaba transformando cada vez más en asco y odio.
—Oh, ya veo, ¿y cuál es el problema?
—Vaya, supongo que soy la única estúpida que cree que eso es infidelidad.
—Rin, lees demasiados mangas románticos, la realidad es muy distinta.
—¡Tu marido también va con prostitutas? ¿No sientes nada al saberlo?
—Pues lo amo, pero hay cosas que no se pueden hacer con alguien a quien le debes respeto. Todavía eres muy joven para comprenderlo, pero él no es el único que puede divertirse —dijo Nishima con algo de burla y rebuscó algo en su bolsa —Ten, madura —una mano fina con una manicura perfecta le extendió una tarjeta.
—Host club Dream land... ¿Vas a los hostes?
—Claro, las mujeres también tenemos el derecho de divertirnos Rin. Si pagas un poco más o les das regalos costos, ellos acceden a tener sexo contigo. También hay aplicaciones para que hombres vengan a tu casa, Nakamura de Finanzas tiene el nombre de la aplicación por si te interesa.
—¿La señora Nakamura paga por sexo? —Era como si de pronto un mundo obscuro y oculto se presentara completamente brillante ante ella, un mundo que todos conocían menos ella.
—¡Deja de leer fantasía y comienza vivir, Rin!
El resto de la semana transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, todos continuaban con sus vidas menos ella, ya ni si quiera podía leer sus mangas, sentía que eran una bola de mentiras y traiciones.
Llegó el viernes y con éste un mensaje de Kohaku, que decía que iría a un nomikai. —Que seas muy feliz —respondió Rin crípticamente al aire. Algo en ella se rompió ese día.
No derramó una sola lágrima al tirar todos sus mangas de romance en bolsas de basura. También tiró su ropa, los documentos y las pocas cosas importantes que tenía, las metió en una mochila de campamento y salió de ahí a la 1 de la mañana. Caminó por las concurridas calles de Nagoya, hasta que llegó a la estación del Shinkansen y esperó ahí a que dieran las 6 de la mañana. Regresaría a su pueblo natal en Wakayama.
Mientras tanto buscó en su celular empresas yonige-ya*, por primera vez entendió a esas personas que se esfumaban de su realidad. No encontró ninguna empresa relativamente barata, la mayoría eran para hombres, quienes suelen ser los clientes recurrentes y quienes tienen mayores sueldos.
Finalmente llegó la hora de partir, se subió en el vagón de asientos no reservados por ser más baratos, aunque era tan temprano que sí encontró asiento.
Se bajó en Osaka, de ahí debía transbordar para llegar a Wakayama. Cuando iba en el tren rumbo a casa de su madre, tuvo el impulso de bajarse en Gojou, Nara. No podía llegar a casa, lo primero que harían sus padres sería llamar a Kohaku.
Anduvo por la hermosa ciudad, caminó y caminó hasta adentrarse en el área montañosa de Yoshino Kumano. Se hizo de noche, bien podría comérsela un oso, podría morderla una serpiente, tenía mucho frío, sueño, le dolían los pies —Qué mierdas estás haciendo Rin, solo es sexo, él te ama... Kohaku... —las lágrimas no le dejaban ver por donde caminaba, estaba tan exhausta que se sentó en unas rocas al lado de un río y se quedó dormida.
Dio la vuelta en el futón, las sábanas eran tan suaves, ya no tenía frío y olía muy bien, a aire fresco, a madera.
Abrió los ojos y vio un enorme cuarto, antiguo, tatami, puertas shoji... no reconocía ese lugar. Asustadísima se levantó y corrió hacia la ventana, afuera un precioso jardín, seco por el invierno, pero en primavera estaba segura de que se vería divino.
—Hasta que despiertas, humana —un voz profunda y aterradora habló atrás de ella.
Giró con cautela su cabeza y descubrió que el dueño de aquella voz, era un hombre imposiblemente hermoso, de largos cabellos plateados, ojos dorados y garras, vestido en un hakama gris y un hankimono blanco. Definitivamente no era humano.
Chapter 2: Conociendo a los monstruos
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—¿Quién eres tú? —Rin preguntó asustadísima.
—Te preguntaría lo mismo, pero la verdad es que no me interesa, si ya te recuperaste, lárgate.
—Me llamo Rin, mucho gusto de no haberle conocido antes.
El hombre levantó la ceja, al parecer le ofendió un poco su comentario sarcástico.
—Fuera.
—¿Dónde estoy? Necesito saber para poder llegar a mi casa.
—Ese no es mi problema, descúbrelo por ti misma.
—Tan amable como nunca ha sido, supongo. Gracias por la hospitalidad señor desconocido, me imagino que tampoco me mostrará la salida, así que deambularé por su casa en busca de ella.
En un abrir y cerrar de ojos Rin estaba con su trasero golpeando el suelo del bosque y el hombre se alejaba dejándola ahí sola, sola y sin sus cosas —¡Oye! ¡Y mis cosas! —Rin corrió tras el hombre, pero éste al llegar a su casa le cerró la puerta en las narices. Sin saber muy bien qué hacer se quedó sentada frente al portón.
—La humana sigue ahí, Sesshoumaru sama.
—Déjala ahí que se muera.
—Pero está atrayendo a muchos youkai, Ah-Un ha estado quemando a algunos que se han internado en sus dominios.
«¡Qué fastidio!» pensó él, y todo por salvar a la estúpida niña de que se la comiera un oni, hasta se estaba metiendo en problemas al matar a su propia gente por proteger a la humana. Aventó su libro contra la pared y salió de la sala rumbo a la entrada de su casa, no le iba a quedar de otra que hacerse cargo de sus pésimas decisiones.
Abrió la puerta y ahí estaba dormida la chica de cabello alborotado y sucio. Hacía muchos años que un humano no lograba traspasar la frontera hacia el mundo youkai. La agarró de la ropa y la levantó como a un cachorro, la chica despertó y comenzó a gritar —¡Silencio!
—¡Bájame, monstruo!
—A sus órdenes princesa —se burló y la dejó caer de nuevo sobre su trasero.
—¡Auuuu! ¡Estás soltero, verdad!
—¡Igual que tú! ¡Mujer horrorosa! —Le contestó, pero maldijo cuando vio en la mano izquierda de la mujer un anillo en el dedo anular.
La chica se dio cuenta y sonrió —Así es, yo sí estoy casada.
—Y qué clase de marido pierde a su mujer en el bosque, par de inútiles, seguro que ni te quiere. —La mujer bajó la mirada de inmediato. —Oh, toqué una yaga.
—Sí, tienes razón, no me quiere. Qué patética soy.
—No me interesa tu historia. No sé cómo es que cruzaste la frontera o qué hacías en el bosque a esas horas de la noche, pero ve por tus cosas y lárgate de mi casa.
—¿Dónde están mis cosas?
—¡Jaken! Trae las cosas de la humana —En cuanto su lacayo apareció ante ella, la chica pegó un grito.
—Ay qué grosera, mocosa, todavía de que mi amo te salvó de ser comida y yo te tuve que meter al futón, así nos pagas la hospitalidad... ¡hum!
—¿Eres un kappa?
—¡No!
—¿Un youkai rana?
—¡Tampoco!
—¿Y él es un kitsune?
Sesshoumaru gruñó ante el insulto —¡Largo!
La mujer sonrió, tomó su enorme equipaje de las manos de Jaken y por fin se marchó.
Durante la noche Sesshoumaru agarró un libro nuevo y mordisqueó un persimón seco, mientras Jaken veía un programa de comedia de youkais en un espejo gigante que colgaba de la pared de la sala.
—Oiga amo, ¿creé que la niña esté bien?
—No me importa.
—Pero ¿cómo habrá cruzado la frontera? ¿Y sí no puede regresar?
—¡Ay ya cállate, si tanto te preocupa, ve a buscarla! —Le aventó el libro a la cabeza y salió volando de la casa, rumbo al bosque, siguiendo el olor a fresas y melón.
No fue nada difícil de localizar, Ah-Un, su dragón de dos cabezas estaba acurrucado con la chica, dormidos sobre la hierba. Definitivamente esa mujer no era una humana ordinaria —Ah-Un... —Ah abrió un ojo. —lleva a Rin a la casa.
La mujer ni siquiera se despertó al ser llevada por el dragón y tampoco despertó cuando Jaken la puso en el futón.
—¿Por qué duerme tanto?
—Los humanos suelen dormir 8 horas diarias, creo —dijo Jaken.
—Muuu muu mu mumu —Comentó Ah-Un.
—Mmmm ya veo, Ah-Un tiene razón, Jaken ve por ropa para ella y algo comestible para humanos.
—Pero son las 11 de la noche... Todo está cerrado ahorita...
—Me importa un bledo, no vuelvas hasta que consigas todo —Sentenció.
Ah-Un se fue a su cuarto a descansar, Jaken dejó la mansión y él cargó a Rin como costal de papas para llevarla a su onsen. La depositó en el piso sin cuidado alguno y comenzó a desvestirla —Qué mierda es esto —gruñó exasperado de tener que quitar tantísimas prendas, era como pelar una cebolla. Ahora un extraño pedazo de tela que francamente se veía doloroso, cubría sus pechos, lo hizo pedazos y en ese instante ella despertó.
—Kyaaa ¡qué haces, pervertido!
Sintió algo que ardía solo un poco en su mejilla, no cabía del asombro, ¡una mocosa humana lo había cacheteado! Gruñó y se levantó dignamente. —¡Báñate, apestas! —Le gritó y salió furioso del onsen. Aunque no llegó muy lejos, se quedó recargado sobre las puertas del baño escuchando atentamente a ver qué hacía la intrusa, había escuchado que los humanos eran amantes de lo ajeno.
Escuchó cuando Rin se tallaba el cuerpo, luego lloraba por alguna extraña razón y finalmente se zambullía en el agua caliente. No podía creer que había dejado que una desconocida conociera uno de sus santuarios más íntimos... pero al mismo tiempo, sentía que esa mujer estaba más allá que pa’acá; dispuesta a abandonarse a sí misma y convertirse en fantasma.
¿A todo esto, cuánto tiempo se tardaban los humanos en bañarse? ¡Ya casi pasaba una hora y media ahí! Sin importarle recibir una nueva cachetada, entró en su onsen, pasó las regaderas y se acercó a la silueta desnuda y desparramada sobre la roca... —¿Rin? ¡Rin!
Estaba inconsciente, la sacó de ahí en brazos y la llevó rápidamente a su propio cuarto sin pensar mucho las cosas —¡Ah-Un!
El dragón corrió hasta sus aposentos, haciendo cimbrar toda la casa —Trae algo de comida, persimón deshidratado o algo.
En lo que su fiel compañero hacía un desastre en las cocinas, él arropó a la humana con una tela de lana que casi no usaba porque picaba, pero sabía que era muy caliente y eso era justo lo que necesitaba aquel cuerpo inerte.
Ah regresó con una manzana y Un con un persimón seco, luego ambos lamieron la cara de la chica hasta hacer que se despertara. No bien abrió los ojos, Sesshoumaru le zambutió un trozo de manzana y ella tosió.
—Oye zorro...
—Soy un perro, humana, ¡deja de insultarme y come!
—No tengo hambre...
—Muérete entonces, pero en tu dimensión, aquí no, no quiero problemas.
Furiosa e indignada, Rin agarró la comida y la devoró.
—¿Cada cuándo comen los humanos? —Preguntó él, para atender mejor a lo que parecía se convertiría en su nueva mascota hasta que lograra regresarla al otro lado.
—Tres veces al día, pero yo como solo dos, a las 12 y la cena.
—¿Por qué?
—Porque a Kohaku no le gustan las gordas.
Supuso que el tal Kohaku debía ser el marido que la perdió en el bosque —Pues estás muy flaca, pareces una momia.
—Gracias —contestó ella, no dejaba el sarcasmo ni porque le dolieran sus palabras, interesante.
—El tal Kohaku te quiere enferma.
—Las mujeres no deben pesar más de 40 kilos.
—¿Por qué?
—¿Por qué? N... no sé, es la norma.
—Aquí esa norma no existe y el mentado Kohaku no está, así que come, no me apetece deshacerme de tu cadáver.
—Tienes razón, ya no tengo motivos para mantenerme linda, ni sirvió de nada.
—No conoces la palabra dignidad, ¿verdad? Me imagino que él ha hecho muchos sacrificios para complacerte de la misma manera que tú a él; y si no, eres una tonta.
Sesshoumaru se levantó y la dejó ahí sola a que se regocijara en la lástima que sentía por ella misma. Sin duda alguna, los humanos eran unas escorias, como parecía ser el esposo, pero el tipo de humano que más aborrecía eran esas almas abnegadas y sacrificadas por el prójimo para poder vanagloriarse de su desinteresado sacrificio.
Tal como aquella “dulce e inocente” mujer que le quitó a su padre.
Rin se quedó helada con las filosas palabras de aquél ser. Todo lo que tenía de hermoso lo tenía de insensible y sádico... pero, ¿qué había hecho Kohaku por ella? No. No. Se supone que el verdadero amor se da sin esperar nada a cambio, por eso dicen que el amor de los perros es el más puro, ella quiso amar así a Kohaku, ella quiso entregar todo de manera desinteresada, así como la señora Kaede cuidaba de los niños en el orfanato sin esperar nada a cambio. Ese hermoso hombre estaba equivocado.
Con su credo restaurado y reafirmado zampó el persimón deshidratado que quedaba.
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—¡Pero qué mujer tan vulgar eres, mira que escabullirte en la cama de mi amo! —Rin despertó con la letanía del pequeño monstruito.
—¿Esta es su cama? ...Pues él me trajo aquí anoche para que lo sepa.
—¡Kha! —Atacado estaba el pobre sapito. —¡Como sea! ¡No eres ninguna princesa o invitada en esta mansión, así que levántate y ve a desayunar a la cocina! ¡Sinvergüenza! ¡Júm! Todavía de que me mandan en la madrugada a buscarle comida y ropa, la muy haragana espera que le traigan el desayuno a la cama...
—¡Yo nunca le pedí que me trajera el desayuno a la cama, hablador!
—¡No te metas en mi plática conmigo mismo, chismosa!
—¡Qué! —No podía haber alguien más molesto que ese renacuajo, estaba segura.
Chapter 3: La cocina
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Daikon* una especie de nabo que se come muchísimo en invierno.
Rin caminó por los pisos de madera rumbo a la cocina y encontró huevos, arroz, pan, té y pescados en una especie de congelador. No había arrocera por lo que tuvo que hacer el arroz de la manera tradicional.
—Señor sapo...
—Jaken sama para ti, mocosa.
—Rin para usted. ¿Va a querer comer también?
—Pues no más para verificar tus habilidades culinarias.
«Ugh insufrible sangre pesada, higadito» lo insultó en su mente, pero lo mínimo que podía hacer Rin para devolverle el favor de conseguirle comida, era prepararle algo —Oiga… ¿y cómo prendo la estufa?
—Ahí está la leña.
—O sea sí, pero ¿y el fuego?
—¡A! ¡Nintojou! —Gritó el señor Jaken y de su bastón con dos cabezas talladas de una pareja de ancianos, salió fuego de la cabeza del viejo. La cara de la vieja, quién sabe qué misterios guardaría.
—¡Wooow! ¡Es usted increíble! —Lo elogió genuinamente, estaba asombrada con las grandes habilidades que podía poseer tan diminuto ser.
—¡Pues claro, soy el gran maestro Jaken!
—Y yo que creía que era un simple renacuajo engreído, me equivoqué, gran maestro Jaken.
—¡Kha!
—Jajajajaja
Sesshoumaru se encontraba sentado en el sillón la sala escuchando todo mientras leía correos de diferentes alcaldes del Oeste solicitando tal o cual cosa, aunque con tanto griterío proveniente de la cocina, no podía concentrarse bien.
—¿Oye y cómo le hiciste para cruzar a esta dimensión? —Preguntó Jaken con la boca llena. Ese tema le interesaba un poco a Sesshoumaru, así que dejó lo que estaba haciendo y decidió ponerle más atención a la conversación de la cocina.
—¿Dimensión? No tengo idea, ni siquiera sé qué es este lugar, yo solo caminaba por el bosque, debí desmayarme por falta de comida o estrés.
—¿Y por qué caminabas por aquí? Estamos bien adentro en la montaña.
—Hui de mi casa en Nagoya y pensé en ir a la casa de mis padres en Wakayama, pero a medio camino me arrepentí y me bajé en la estación de Gojou.
—Hum, no pus no sé qué es la estación de Gojou, pero ajá. ¿Y por qué huiste de tu casa? ¿Te pegaba el marido?
—No, jamás, pero se acostaba con otras…
—¡No más por eso!
—Sí, al parecer para todos es algo insignificante, pero para mí, no.
—Y cuando logres regresar al otro lado, ¿cómo vas a sobrevivir? Ya nadie te va a querer después de haber abandonado a un marido.
—Pues no necesito a un marido para sobrevivir, yo trabajo en el área de administración en una empresa…
—¿Eh? ¿Entonces para qué te casaste?
—Pues… por amor…
—¡Ay no! ¡Qué tonta eres, Rin! El matrimonio es un negocio, no una muestra de cariño, ¿por qué crees que se firma contrato y toda la cosa?
—En el otro lado la gente sí se casa por amor… a veces… algunos… quizá.
—Vaya, las cosas han cambiado un poco desde que nos separamos de ustedes…
—¿Cuándo fue que se separaron? He leído historias donde antes era normal convivir con ustedes, pero en la actualidad ya casi nadie tiene encuentros con youkai.
—Pues fue gradual, poco a poco no nos gustó cómo vivían los humanos. Nuestra tecnología avanzó respetando a la naturaleza, los humanos avanzaron destruyéndola, así que, cuando descubrimos que había otras dimensiones y se podía viajar a través de ellas, nos fuimos viniendo poco a poco a este mundo paralelo. Después de la segunda guerra mundial, fue cuando decidimos mudarnos completamente a través de un portal en un templo de Kioto que después fue sellado. Aunque algunos humanos todavía viven en esta dimensión y algunos youkai viven en la tuya; como el padre y el hermano del amo…
—¡Jaken! —Sesshoumaru gritó para que el idiota se callara, ya había hablado de más como siempre.
—¡Ay discúlpeme amo Sesshoumaru! —Gritó el inútil desde la cocina —¡Olvida lo último que dije, tienes prohibido recordarlo!
—Jajaja, ¡prometido! —Contestó divertida la mujer.
De ahí, Jaken le explicó a Rin que ella se haría cargo de las gallinas que le había comprado y del huerto, ya que era la que más comía en esa casa y no sabían cuándo ni cómo regresarla a su dimensión. Rin pareció tomarlo bien, para estar atrapada en un mundo desconocido, estaba demasiado tranquila.
Gracias al interrogatorio de Jaken, ahora sabía más cosas de ella y su manera de pensar le intrigaba casi al mismo nivel que le molestaba, por lo que esa noche, Sesshoumaru fue al cuarto de visitas, donde, de ahora en adelante dormiría Rin.
—¡Kya! Sesshoumaru sama, me espantó —gritó ella tapándose el hadajuban con el kakebuton hasta el cuello, como si a él le fueran a incitar las miserias que escondía de bajo de la tela.
Se sentó al lado del futón con las piernas cruzadas, sosteniendo su cabeza en la palma de su mano, analizó a la intrusa sin decir nada. Ella pestañeaba, apretaba los labios y los nudillos casi se le tornaban blancos de lo fuerte que sostenía la tela de la colcha. Notó que ya no usaba el anillo de casada.
—¿Por qué te arrepentiste camino a casa de tus padres?
—¿Hum? A… porque lo más seguro es que llamarían a Kohaku para que viniera por mí y yo no estaba lista para volver, no sé si algún día lo esté.
—¿Tus padres confían más en tu marido que en ti?
—Es complicado, no crecí con ellos, mi verdadero padre murió en un accidente de tráfico y mi madre tuvo que trabajar de noche para mantenernos a mí y a mis hermanos, pero ese trabajo la destruyó, nos descuidó un poco y servicios sociales le quitó la custodia. Mis hermanos, como eran bebés, fueron adoptados rápidamente, pero a mí me mandaron a un orfanato en Nagoya, estuve ahí desde los 6 hasta los 18 años. Mi mamá se volvió a casar y me visitaba de vez en cuando. Así que, aunque son mi familia, realmente no he convivido mucho con ellos y lo menos que necesita mi mamá es que le lleve más problemas.
Así que por esa infancia descuidada es que Rin había caído en los brazos de aquel hombre bueno para nada —Hm… ¿Y cómo es que, a pesar de ser autosuficiente, decidiste firmar un contrato de matrimonio?
—Pues a Kohaku lo conocí en la escuela secundaria, mis compañeros al saber que yo era huérfana me golpeaban entre otras cosas, pero Kohaku era el único que me trataba bien, siempre estuvo ahí a mi lado, le debo mucho…
—¿Te casaste con él por agradecimiento?
—¡No! Yo lo amo, pero…
—¿Entonces por qué huiste? —Nada de lo que la mujer decía tenía sentido para él, todas esas palabras eran dogmas aprendidos, nada que Rin hubiese comprobado por ella misma.
—¡Porque me fue infiel! ¡Ya sé! No hace falta que lo diga, tener sexo con prostitutas no es considerado infidelidad porque no hay amor y yo estoy mal por pensar lo contrario. Comprendo la lógica, pero no lo acepto, no concibo cómo es que, amando a alguien, puedes entregarte a otra persona.
—Ustedes los humanos complican demasiado las cosas. Las leyes de la naturaleza no contemplan ni el amor, ni el matrimonio como un fin. El objetivo es copular para engendrar otra vida y preservar la especie, es todo.
—Sí, al parecer el amor es una ilusión y yo solo he vivido de algo que creé en mi mente, pero por más que me lo expliquen, yo no voy a regresar con él, ya no puedo ni verlo sin sentir esa aversión que me consume por dentro. Ni siquiera sé si podré algún día estar con otro hombre.
Rin estaba tan contrariada que hasta se había olvidado del kakebuton y ahora se tallaba los ojos que olían a agua salada, era esclava de sus propias convicciones y no se daba cuenta —Yo no te estoy diciendo que regreses con él, estoy cuestionando tus principios. Tener coito con cualquiera es fácil, solo basta con que haya química y hasta tú podrías hacerlo.
—No, yo no, es algo demasiado íntimo —respondió testarudamente y esa mirada que le lanzaba… como… ¿retándolo?
Con los nudillos a escasas micras de distancia, trazó en el aire la silueta de su seno que se transparentaba a través de la fina tela blanca. Rin se estremeció, ese tierno corazón pegó carrera y emanó de ella el aroma más exquisito que jamás había olido en su vida. Se relamió los colmillos sopesando en si ir un paso más allá o… —Lo ves, ni me conoces y tu cuerpo ya te traicionó, si no me crees, compruébalo entre tus piernas. —Mejor se iba antes de que él mismo perdiera el control, aquel olor lo estaba sacando de sus cabales.
Se levantó y sin mirar atrás salió del cuarto.
Cuando la puerta shoji se cerró dejándola sola en aquel enorme cuarto, Rin pudo recobrar el aliento. Se llevó un puño al corazón queriendo calmarlo, en vano. Esa calidez que emanó de aquella mano, todavía podía sentirla sobre su piel.
Se dejó caer de espaldas sobre el futón, ofuscada y enojada con ella misma, no era posible que su propio cuerpo le viera la cara de estúpida de esa manera. Aferrándose al poco respeto que le quedaba hacia ella misma, bajó la mano y se abrió paso entre la tela del juban, su dedo medio encontró el lugar destilando deseo.
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Así pasó casi un mes, ella trabajando en el huerto nevado donde ya solo crecía daikon*, cuidando a sus gallinas en el cobertizo calientito por alguna tecnología de esa dimensión, aprendiendo a hacer comida de manera tradicional y acostumbrándose a las toallas sanitarias de tela. En sus tiempos libres jugaba con Ah-Un en el jardín y platicaba mucho con el señor Jaken en la cocina. Fuera de palabras muy puntuales, el amo de la casa no volvió a sus aposentos ni a hablar con ella a solas.
Hasta que una noche de diciembre en la que ella estaba recostada en su futón viendo el techo de madera pensando en lo que debía cocinar mañana, la puerta shoji se deslizó, su piel se erizó, cerró las piernas y se tapó con el kakebuton hasta la nariz, dejando al descubierto sus ojos temerosos que seguían cada paso que daban eso pies níveos con garras filosas.
—Pff, no esperaba tanta anticipación de tu parte —se burló aquel hombre tomando asiento al lado de su futón.
—No lo esperaba para nada —bajó la colcha hasta su cuello para poder responder con injundia.
—Ajá. Respira, no te haré nada que no me pidas.
—¡No le pediré nada jamás!
—¿Segura? Porque tu cuerpo ya me lo está suplicando —la garra del índice hizo hincapié dibujando una línea fría sobre su labio inferior. Sin querer ella exhaló, pero volvió a cerrar la boca férreamente por miedo a que ahora su voz la delatara.
Él rio por lo bajo, parecía un cachorro acechando a su juguete favorito —Solo vine a avisarte que el lunes me voy a Osaka, al parecer hay un problema de corrupción con la reparación de unas tuberías, dijiste que trabajas en el área de administración de una empresa, ¿quieres venir?
Rin abrió los ojos y se sentó de golpe, la esperanza de volver a trabajar en algo que realmente le gustaba la llenó de dicha —¿De verdad? ¡Sí, sí quiero!
Rin tomó su mano que se había quedado retractada después de haber rozado ese labio redondito. Era extraño ver a alguien ilusionado por volver a trabajar. —Estaremos ahí una semana prepara tu equipaje. Tienes a partir de mañana jueves hasta el domingo para revisar documentos, dile a Jaken que te ayude en lo que necesites.
—¡Sí!
—Devuélveme mi mano, a menos que quieras que me quede aquí… —bromeó Sesshoumaru, verla ofuscada se estaba volviendo su nuevo pasatiempo favorito.
—¡No! —gritó sonrojada soltándolo bruscamente —Discúlpeme, a veces soy un poco impulsiva. Que descanse.
—Hm.

Navilopi (Guest) on Chapter 1 Sat 18 Oct 2025 09:19AM UTC
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Amitla on Chapter 1 Sun 19 Oct 2025 12:07PM UTC
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