Chapter 1: 6 y 9
Notes:
Holis~ Aqui yo, con un capítulo de otro fic pendiente hace semanas creo y otro fic largo que no he tocado en al menos uno o dos meses, inaugurando otro fic largo n_nU en mi defensa, lei el final del manga y necesitaba esto :'v La inspiración también vino de un fanart, pero supongo que explicaré de qué iba al final para evitar posibles spoilers(?) Hablando de spoilers, he de decir que fue un dolor de cabeza escoger el título del fic porque, de por si soy mala con ellos, pero no sabía como plantearlo sin ser demasiado spoilerosa(?)
Y solo quiero advertir dos cosas: 1. El título del capítulo NO es ninguna referencia perversa XD Es solo que como soy mala con los títulos y tendré que pensar en uno para cada capítulo decidí ser simple y utilizar las edades (no se si esto cuenta como spoiler n_nU), hasta que lo escribí me di cuenta de que tal vez se podría malinterpretar XDU 2. Llevo muchísimo tiempo sin interactuar con niños de esas edades más allá de un saludo, así que no se que tan bien me haya quedado el caracter de estos niños :'v me disculpo de antemano cualquier error, yo solo quería GiyuShino x.x
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Chapter Text
Shinobu estaba a punto de entrar a tercer grado cuando recibió una impactante declaración.
Sucedió durante los últimos días de vacaciones. Estaba inventándose un nuevo juego de pelota cuando notó a su hermana mayor preparándose para salir.
– Nee-san ¿a dónde vas?
– Ah, Shinobu, voy a ver a Tsutako-chan. Al parecer quiere pedirme un consejo – Shinobu le dirigió una mirada llena de curiosidad. No era usual escuchar que Tsutako pidiera un consejo – ¿Quieres acompañarme? – ofreció la mayor con una sonrisa al percatarse de que su hermanita estaba jugando sola.
– ¡Si! – la menor de las Kochou sonrió contenta por la invitación y corrió a cambiarse de ropa. Al considerar que se trataba de una visita seria, decidió dejar la pelota. De igual forma allá podrían prestarle una si se daba la oportunidad de compartir su nuevo juego.
A decir verdad, estaba muy feliz de acompañar a Kanae, ya que una de las cosas que a Shinobu más le gustaban en el mundo era pasar tiempo con ella, pero además, también le agradaban los hermanos Tomioka.
Aunque vivían relativamente cerca, asistían a escuelas diferentes, pero las hermanas mayores se conocieron en el parque del vecindario un par de años atrás y se hicieron amigas de inmediato. Tsutako era una chica tranquila con una sonrisa amable, Shinobu la consideraba muy sabia, ya que incluso tenía el don de la enseñanza del que carecía Kanae. Su hermano menor, Giyuu, era tan activo como cabría esperar de un niño de seis años, pero tenía un carácter tan dulce y distraído, que la menor de las Kochou no podía evitar pasarse el rato queriendo estrujarlo con abrazos y riendo con sus ocurrencias. Además, curiosamente ambos lograban calmar su hiperactividad, aunque cada uno a su propia e involuntaria manera.
– ¡Kanae-chan, bienvenida! – Tsutako saludó felizmente a su amiga al recibirla en la puerta. Al notar que Shinobu la había acompañado, abrió los ojos con sorpresa, como si acabara de caer en cuenta de algo importante, y su sonrisa se tiñó de alivio – ¡Shinobu-chan, bienvenida también! – luego tomó las manos de Kanae en un gesto de afectuosa gratitud – Como esperaba de Kanae-chan, ni siquiera te he contado el problema y ya traes algo que podría ayudarme.
– Pero aún no he hecho nada – Kanae intercambió una mirada confundida con su hermana, a quien lo único que le quedaba claro, era lo preocupada que estaba la mayor de los Tomioka.
– ¿Dónde está Giyuu-kun? – preguntó Shinobu cuando pasaron a la sala. Normalmente, él habría salido corriendo a saludarlas sin importar lo que estuviera haciendo.
– Es por él que llamé a Kanae-chan… - dijo Tsutako con desánimo al tiempo que las invitaba a sentarse con un gesto de la mano. Las hermanas Kochou intercambiaron una mirada preocupada esta vez – traeré té y bocadillos para que hablemos cómodamente – agregó Tsutako, ya a medio camino hacia la cocina.
Shinobu pensó que tampoco era usual verla ansiosa.
El problema que aquejaba a la mayor de los Tomioka se resumía en que Giyuu empezaría la primaria ese año y tenía miedo de ir. Al parecer, en una ocasión en la que jugó en el parque fue mordido por un perro y varios niños mayores se rieron de él. Por lo visto, las burlas fueron tan malas que ni siquiera le importó soportar el dolor de la mordida en silencio con tal de esconder el incidente. Ahora temía que al entrar en primaria se encontraría a esos niños y seguirían molestándolo.
– ¿¡Pero que les pasa a esos niños!? ¿¡Como es posible que vean a un niño más pequeño que ellos ser atacado y en lugar de ayudarlo se burlen de él!? – protestó Shinobu, completamente indignada. Kanae asintió con expresión seria, de acuerdo con ella – ¿Giyuu-kun sabe algo más de ellos? ¡Me aseguraré de ir a darles una lección!
– Gracias, Shinobu-chan – Tsutako claramente estaba contenta al ver la preocupación de sus amigas por su hermanito – pero eso es todo lo que pude sonsacarle – suspiró – cuando traté de explicarle lo que debía hacer si lo molestaban, entró en negación y se encerró en su habitación – la expresión de la chica se tornó de lo más triste y preocupada – eso fue hace varios días, y desde entonces solo ha salido cuando lo vence el hambre y para ir al baño. No habla más de lo absolutamente necesario y si intentamos sacar el tema mientras come, lo deja todo y corre a encerrarse de nuevo.
Era la primera vez que Giyuu se aislaba de esa forma, especialmente con su hermana, por lo que no era de extrañar que Tsutako se viera tan preocupada y herida. Kanae, como hermana mayor, se sentía identificada, por lo que no dudó en abrazar a su amiga para darle ánimos. Por su parte, Shinobu ardía en deseos de venganza. Ya tenía la tendencia a entrometerse cuando veía algo que le parecía injusto, pero además, borrar la dulce sonrisa de Giyuu y hacerlo sentir mal al punto de que decidiera encerrarse y alejarse todos, le parecía un autentico crimen que no podía quedar impune.
– Shinobu ¿Porqué no hablas con Giyuu-kun? – preguntó Kanae, sacándola de sus pensamientos.
– ¿Yo? – la menor la miró extrañada, pues no se consideraba la más adecuada para darle consuelo a alguien. Al menos no sin haberle dado una lección a esos niños primero.
–Si, tú – asintió Kanae – si Giyuu-kun no quiere escuchar a Tsutako-chan no creo que haya mucho que yo pueda hacer. Pero si tú, como otra hermana menor, hablas con él, tal vez puedas convencerlo al menos de salir.
– Pienso lo mismo – agregó Tsutako – además, Giyuu te quiere mucho, no creo que a ti intente rechazarte.
Shinobu sintió sus mejillas sonrojarse ante esa afirmación sobre el cariño del niño hacia ella. Eso, sumado a la mirada esperanzada de la Tomioka mayor y la sonrisa confiada que le dedicaba su hermana, hicieron que murmurara torpemente.
– V-veré que puedo hacer.
Mientras se dirigía a la habitación de Giyuu a paso pausado, trató de pensar en lo que podría decirle para animarlo. Pensaba que no debía ser muy agresiva con él, porque de por sí se encontraba triste, pero aun no era muy buena usando el llamado "tacto". Además, el trayecto era demasiado corto para que pudiera pensar en una estrategia. Al verse frente a la puerta y a las dos hermanas mayores observando atentamente desde un extremo del pasillo, soltó un suspiro resignado y decidió que improvisaría sobre la marcha.
– Giyuu-kun – llamó al tiempo que tocaba la puerta – soy Shinobu, ábreme, por favor.
Esperó varios segundos en los que no se escuchó absolutamente nada. Pero cuando estaba a punto de tocar de nuevo, el sonido del clip característico del seguro de la puerta llegó a sus oídos.
– Hola, Shinobu-nee-chan… - Giyuu la saludó tímidamente, asomándose apenas a través de la pequeña rendija que había abierto.
Shinobu olvidó rápidamente su intención de no ser agresiva, decidiendo tomar la oportunidad que se le presentaba. Sin meditarlo demasiado, empujó la puerta y entró a la habitación.
– Lo siento, Giyuu-kun, – se disculpó por haberlo hecho caer al empujar la puerta – pero ese no es un saludo apropiado ¿no crees? – afirmó abriendo los brazos de par en par.
– Shinobu… nee… chan – temblorosamente, el niño se puso de pie y se abalanzó para abrazarla con todas sus fuerzas.
– Este si es un saludo apropiado – sonrió Shinobu al tiempo que le devolvía el abrazo y acariciaba su cabeza.
No le había gustado nada la mirada apagada que notó en él cuando se asomó por la puerta, así que esperaba que al menos el abrazo lo animara un poco. Y a juzgar por la fuerza con la que la estrujaba, había hecho lo correcto. Cuando le pareció que se relajaba, lo guió para sentarse en la cama sin darle la oportunidad de volver a cerrar la puerta.
– Tsutako-san me contó lo que pasa – aclaró – ¿realmente fue tan malo lo que te dijeron esos niños?
Giyuu solo clavó su mirada nuevamente opacada en el suelo. Shinobu frunció el ceño.
– Bien, dime como eran entonces – le ordenó levantando su mentón para que la mirara a la cara.
– ¿Eh? ¿Para que? – preguntó Giyuu confundido.
– ¿No es obvio? ¡Les daré una lección! – declaró ella con confianza.
– ¡N-no! ¡No debes, Shinobu-nee-chan! ¡Son más grandes que tú!
– ¡No me importa! ¡Les demostraré que nadie se mete con nuestro Giyuu-kun y sale impune! – las mejillas del niño se sonrojaron y Shinobu tuvo que esforzarse por mantenerse seria y no empezar a picárselas.
– ¡No, Shinobu-nee-chan! ¡No quiero que te hagan daño! A-además… - Giyuu se interrumpió y desvió la mirada.
– ¿Además que? – le preguntó ella, volviendo a hacer que la viera al rostro, pero esta vez Giyuu se resistió, aunque podía ver que sus orejas estaban rojas.
– Pa… papá dice que no puedo depender siempre de nee-chan… que soy un hombre y mi papel es proteger a las chicas… por eso… tampoco puedo hacer que… Shinobu-nee-chan me defienda… mucho menos… que salga herida…
Shinobu no soportó más y le dio un fuerte abrazo de nuevo.
– ¡A-aahh! – el rostro de Giyuu estaba completamente rojo, por lo que Shinobu no pudo evitar estrecharlo más contra si misma.
– Gracias, Giyuu-kun, pero yo no saldría herida. – aclaró – Aunque tu papá tiene razón, debes crecer fuerte para proteger a Tsutako-san, a tu mamá… ¡incluso a tu papá cuando se haga mayor!
– Si… - la mirada azul de Giyuu volvió a opacarse, aparentemente abrumado o preocupado por asumir tantas responsabilidades. Shinobu comprendió que debía cambiar de enfoque.
– ¡Pe-pero! Eso es cuando crezcas – aclaró rápidamente al tiempo que volvía a acariciarle la cabeza, tratando de reconfortarlo – mientras tanto, puedes pedir ayuda – Shinobu le dedicó una sonrisa dulce – por supuesto, me gustaría ser yo quien le diera su merecido a esos niños, pero también puedes pedirle ayuda a un adulto ¿sabes?
– ¿Podría pedirle ayuda a un adulto… para hacerme fuerte?
– S-si… – ella se refería a pedir ayuda para aleccionar a esos niños malcriados, pero los ojos azules de Giyuu adquirieron tal brillo de entusiasmo que se distrajo tratando de contener las ganas de abrazarlo con más fuerza, ya que temió terminar haciéndole daño – e-en todo caso, no te volverás fuerte quedándote encerrado solo, debes salir y conocer a alguien que te ayude – el menor asintió, con aire decidido.
– ¿Y crees que pueda volverme lo suficientemente fuerte para protegerte a ti también? – esta pregunta la desconcertó, ya que era él quien tenía miedo de ir a la escuela, ella aun estaba más que dispuesta a vengarlo.
– ¿A mi? ¿Porqué?
– Porque papá dijo que también debía proteger a la chica que llegue a gustarme, y a mi me gustas tú – declaró con toda la sinceridad e inocencia del mundo - ¡Ah! Kanae-nee-chan también me gusta y por supuesto que la protegería, pero Shinobu-nee-chan es la que me gusta más – agregó con una brillante sonrisa.
La menor de las Kochou contaba nueve años en ese momento. No desconocía por completo el concepto de amor romántico gracias a las referencias que a veces veía con su hermana, por lo que sabía que el señor Tomioka se refería a un "gustar" diferente, aunque aun ni siquiera aspiraba a que un chico le dijera algo como eso, mucho menos un niño menor que ella. El hecho de que el pequeño Giyuu no comprendiera por completo lo que estaba diciendo no le restaba fuerza a sus palabras, su sonrisa dulce, su mirada sincera e incluso al adorable rubor de sus mejillas. El impacto de la declaración la golpeó con tal fuerza que se quedó varios segundos sin saber como reaccionar, solo observándolo con los ojos abiertos de par en par y un sonrojo demasiado notorio mientras trataba de asimilar el extraño sentimiento que invadía su pecho.
– Ara~ ¿Entonces Shinobu es la chica que te gusta más, Giyuu-kun? – la pregunta hecha por Kanae con tono excesivamente meloso hizo que Shinobu volviera a la realidad de golpe y, sintiéndose avergonzada de repente, no pudo evitar voltear el rostro bruscamente en un intento de ocultarse de la vista del niño y de las otras dos chicas que entraban a la habitación. Aunque alcanzó a notar vagamente que Giyuu no huyó de Tsutako.
– ¡Si! – y aunque por una parte la aliviaba, en realidad el hecho de que Giyuu respondiera con tanto entusiasmo no la ayudaba a sentirse menos mortificada.
– ¡Entonces debes ir a la escuela y esforzarte para impresionarla! – a la menor de las Kochou no le agradó esa sugerencia proveniente de su hermana, pero guardó silencio tratando de reponerse de la vergüenza.
– ¿Impresionarla? ¿Porqué? – Giyuu preguntó con genuina curiosidad.
– Porque Shinobu ahora mismo no conoce a muchos chicos – contestó Kanae, adoptando luego un tono conspirativo – Como sabes, vamos a una escuela de chicas, así que no nos relacionamos con tantos chicos. Pero Shinobu es linda ¿verdad?
– N-nee-san… - sintiéndose más avergonzada, la menor intentó detener a su hermana, pero el hecho de que el niño la mirara para luego sonreírle y asentir con solemnidad, hizo que su rostro empezara a arder.
– Entonces, cuando crezca será aun más linda y a medida que conozca a otros chicos, ellos lo notarán y tratarán de llamar su atención – el niño asintió de manera dudosa, pero seguía escuchando con toda atención a la mayor de las Kochou – cuando eso pase, terminarán robando el tiempo de Shinobu y ella no podrá jugar tanto contigo. Especialmente si alguno de esos chicos ya fue a la escuela y logra impresionarla tanto como para que ella quiera pasar tiempo con él.
– ¿¡EH!? – Giyuu abrió los ojos de par en par y luego le dirigió una mirada acuosa a Shinobu.
– ¡Nee-san, deja de asustarlo! – le pidió a su hermana completamente mortificada, para luego dirigirse al menor con un tono más suave – Giyuu-kun eso no pasará, yo no…
– ¡Pero no te preocupes, Giyuu-kun, hay buenas noticias! – la mirada ansiosa del menor volvió a centrarse en Kanae – Como sabes, Shinobu es fuerte, inteligente y muy buena estudiante, así que será muy difícil para cualquier chico hacer que se interese en él, porque hasta ahora ninguno la ha superado y por lo tanto, tampoco la ha impresionado – tanto Giyuu como Shinobu suspiraron aliviados. Para la menor de las Kochou, la plática finalmente estaba tomando un rumbo menos ridículo para ella y menos tenebroso para él. Pero Kanae no había terminado – Aun así yo no me confiaría si fuera tú.
– ¿Porqué? – el menor preguntó con temor, lo que hizo que Shinobu mirara a su hermana con exasperación. Como Kanae estaba completamente concentrada en Giyuu y no le prestó la mínima atención, le dirigió una mirada suplicante a Tsutako para que la detuviera, pero la mayor de los Tomioka se limitaba a observar con una discreta pero definitivamente divertida sonrisa en el rostro.
– Porque como sabes, hay muchos chicos allá afuera, cuando Shinobu se gradúe de la escuela… - Kanae se interrumpió y negó con la cabeza – no, puede que incluso antes… ella podría conocer a algún chico que la impresione con su fuerza, inteligencia o grados académicos… y entonces podría conquistar su corazón y convencerla de irse con él – la mayor de las Kochou agregó la última frase con tal suspiro de tristeza que Giyuu extendió una mano para darle un ligero toque solidario al tiempo que se aferraba al brazo de Shinobu con fuerza.
– ¡Nee-san! ¡Ya basta! – Shinobu protestó de manera un poco más enérgica al tiempo que abrazaba al menor – Giyuu-kun, eso no pasará. Para empezar yo no seguiría tan fácilmente a cualquier chico, siempre preferiré jugar contigo…
– ¡No si logran conquistar tu corazón! – argumentó fervientemente el menor.
– Así es, Giyuu-kun – Kanae asintió con expresión preocupada antes de que Shinobu pudiera pensar en una respuesta – por eso me gustaría que vayas a la escuela, te hagas fuerte, inteligente, consigas buenos grados y logres impresionarla. Porque si Shinobu va a irse con un chico, prefiero que seas tú, a quien ya considero mi hermanito. Y ya que ella es la chica que te gusta más… – agregó al tiempo que acariciaba la cabeza del niño y le dedicaba una sonrisa cariñosa.
– ¡NEE-SAN! – el rostro de Shinobu no podía estar más rojo – ¡Tsutako-san, detenla por favor! – pidió con desesperación.
– Tranquila, Shinobu-chan, creo que Kanae-chan ya terminó – el tono de ligera disculpa en la voz de la chica no hizo más que acrecentar su exasperación – y creo que Giyuu también ya escuchó suficiente.
Shinobu miró al menor, que ya no se aferraba a su brazo con tanta fuerza. Giyuu se mantenía recostado a ella, pero su mirada estaba perdida en la nada, procesando toda la información que acababa de recibir. De repente, dirigió su mirada hacia ella, y se reflejaba tal determinación en ella que, aunque le pareció tan adorable como otras de sus expresiones, le transmitió una fuerte y vagamente familiar impresión.
– Kanae-nee-chan, entonces si voy a la escuela ¿podré encontrar la forma de impresionar a Shinobu-nee-chan? – preguntó el niño, mirando esta vez a la mayor de las Kochou.
– Eso es lo que yo creo – Kanae asintió con firmeza.
– ¿Y si la impresiono podré conquistar su corazón?
– Giyuu-kun, no… - Shinobu no podía ocultar su rostro sin ser demasiado obvia. Le ardía tanto que no le habría extrañado que empezara a derretirse.
– Definitivamente estarías un paso más cerca de conquistar su corazón – Kanae mantuvo la firmeza de su respuesta.
– Entiendo – murmuró de el niño con tono pensativo, al parecer, comprendiendo que Kanae no le estaba hablando de una apuesta segura. Luego, se levantó del lado de Shinobu para dirigirle una reverencia muy formal a Tsutako – Nee-chan, perdóname por portarme tan mal estos días. ¿Podrías llevarme de compras? Quiero ir a la escuela, encontrar la manera de hacerme fuerte e impresionar a Shinobu-nee-chan para conquistar su corazón y que esté siempre conmigo – declaró sus propósitos con la mayor seriedad.
Shinobu lo observó boquiabierta y completamente sonrojada. Se sentía algo mareada y confundida. No lograba asimilaba por completo como la conversación había terminado así o porqué la hacía sentir tan avergonzada o cual era el sentimiento que estaba haciendo que su corazón latiera cada vez más rápido.
Por su parte, Kanae simplemente se veía de lo más contenta y satisfecha. Tsutako hizo gala de su gentil sonrisa y acarició la cabeza de su hermanito.
– Estas perdonado, Giyuu, solo no vuelvas a actuar así. Cuando tengas algún problema debes buscar consejo en lugar de aislarte ¿de acuerdo? – el niño levantó la cabeza y asintió, volviendo a sonreír – Bien. – los hermanos Tomioka se abrazaron para sellar su reconciliación y la mayor se dirigió a sus amigas – Chicas ¿les gustaría acompañarnos a comprar los materiales de Giyuu?
– Perdóname, Shinobu-chan, dejé que Kanae-chan te pusiera en una posición problemática para resolver mi problema – Tsutako hizo una ligera reverencia, aprovechando para disculparse con la menor en un momento en que Giyuu y Kanae se alejaron para escoger entre una enorme variedad de lápices de colores.
– ¡N-no! – el rostro de Shinobu volvió a sonrojarse al recordar toda esa ridícula conversación – Fue por el bien de Giyuu-kun, así que estoy feliz de ayudar… pero…
Tsutako la observó atenta y pacientemente mientras Shinobu bajaba la cabeza para tratar de disimular su creciente sonrojo y ordenaba sus pensamientos antes de preguntar en voz baja:
– ¿E-esta bien para ti? Por culpa de lo que nee-san dijo… G-giyuu-kun realmente podría intentar… que yo…
La menor fue incapaz de completar la frase. Estaba avergonzada, extrañamente feliz y confundida por la idea de gustarle a alguien en sentido romántico. Viéndola así, Tsutako no pudo evitar reír suavemente.
– Yo estaría muy feliz si terminamos siendo hermanas – afirmó tranquilamente – en realidad, ya las veo a ambas de esa forma y me sentiría tranquila si Giyuu está con una chica tan bonita y considerada como tú.
– Pe-pero… - Shinobu no podía evitar tartamudear al tropezar con su propia vergüenza – él es… pequeño… no creo que supiera de lo que estaba hablando… y… y es un… un asunto muy… adulto para… solo convencerlo… de ir a la escuela…
– Mmmm... tienes razón, es muy pequeño y tampoco creo que sea consciente de que prácticamente te propuso matrimonio – Tsutako le dedicó una mirada pensativa a su hermano menor al tiempo que asentía con la cabeza.
– ¡Por favor no lo digas de esa forma! – Shinobu no pudo más y terminó ocultando su rostro entre sus manos, sacándole otra risa benevolente de Tsutako.
– Pero el tema tiene suficiente importancia para quedarse en la mente de Giyuu el tiempo suficiente para que se acostumbre a ir a la escuela, haga amigos y encuentre otras motivaciones… pero si te preocupa que se vuelva muy pegajoso contigo…
– ¡No! – Shinobu levantó la cabeza bruscamente y le dedicó una mirada firme a la mayor – ¡Eso no me preocupa! ¡También quiero mucho a Giyuu-kun y nunca lo consideraría pegajoso o molesto! S-solo me preocupa que… so-somos muy jóvenes para hacer promesas de matrimonio… y yo… también es… como un hermanito… para mi…
– Me alegra escuchar que lo quieres – Tsutako se veía realmente contenta por su declaración, pero luego su sonrisa decayó un poco – pero no creo que tengas que preocuparte. Como dijiste, ambos son muy jóvenes. Puede que en con el paso de los años el corazón de Giyuu vacile y vacile hasta cambiar. Puede que conozca a otra chica que le guste e incluso olvide su propuesta. También tú podrías encontrar a otro chico que te guste y eres libre de preferirlo por sobre Giyuu. Después de todo, los humanos tenemos corazones complicados. – Tsutako acarició suavemente la cabeza de Shinobu – Así que no te preocupes por lo que dijo y sigue jugando con él como siempre, por favor.
– Si… - a pesar de que las palabras de Tsutako tenían la intención de tranquilizarla, por alguna razón surtieron el efecto contrario.
Shinobu no estaba segura de que parte de su corto discurso la había inquietado y no pudo dejar de pensar en eso por un tiempo. Además, se sentía extraña al recordar la mirada determinada que el menor le dedicó. Al final, concluyó que probablemente no quería que su corazón ni el de Giyuu cambiaran o siquiera vacilaran. Quería quedarse de esa forma por siempre.
Notes:
Cof cof no se si quedó raro lo de la vacilación, pero cuando estaba buscando que título ponerle al fic, recordé la linea del gaiden de Giyuu donde Urokodaki le dice que su corazón no debe vacilar y yo dije "no se como, pero de aquí saco el título porque esta linea la he visto referida varias veces (al menos en fics en ingles, que son los que recuerdo ahorita)" XD
El fanart que me inspiró para este fic es uno donde Shinobu esta chiquita y declara de manera muy decidida y adorable que quiere casarse con Giyuu XD en cuanto vi lo de sus edades en el final del manga me acordé de el y dije "necesito la versión donde es Giyuu chiquito el que declara casorio" XD no pude poner la linea tal cual, porque no supe como llevar la conversación de forma que un niño de 6 años dijera eso, pero espero que haya quedado bien n_nU aunque ya vemos que la diosa Kanae le dio su empujoncito, pero es que no puedo evitar pensar que ella, oyakata-sama y Mitsuri los shippean XD si ven a cualquiera de esos tres en mis fics, lo más es seguro es que salgan haciendo eso XD
Espero no tardarme tanto con el siguiente capítulo :'v Como estoy tratando de disciplinarme a escribir por si algún día retomo mi propósito de ser escritora (me refiero a hacer algo completamente original) ya tener el habito de la escritura (y de ser posible, de terminar las historias que empiezo n_nU) espero agarrar un ritmo de escritura y publicación, pero como tengo pendientes también Es el compromiso que nos mueve y Atrapar una mariposa, además de otros one-shots, iré rotando las publicaciones. Igual creo que si logro disciplinarme estaría actualizando más seguido los largos.
Y bueno, espero que no me hayan salido tan raros los Giyuu y Shinobu chiquitos XD
Nos leemos~
Chapter 2: 8 y 11
Notes:
Holis~ Aquí vengo, finalmente publicando el día que me propuse XD Quiero aclarar que ya recordé porqué decidí nombrar los capítulos de esta manera: vi un fanart del Giyuu chikito y la Shinobu mayor en varias etapas de sus vidas hasta que se casan y de fondo tenían las edades que según el/la artista tenían en cada una. Como describía muy bien como se iba a desarrollar este fic, pensé "¿porque no usar esa idea para nombrar los capítulos?" y pues, nada, de ahí tomé la idea XDu (pero solo la de como nombrar los capítulos, ya había pensado en la estructura del fic y de hecho ya estaba escribiendo el primer capítulo)
De ahí no hay mucho que comentar... excepto, por si alguien se enreda: Giyuu llama a Tsutako solo "nee-chan", a Shinobu y Kanae las llama por su nombre más el dicho "nee-chan". Shinobu llama a Tsutako solo "Tsutako-san" y a Kanae solo "nee-san". Lo aclaro por si alguien se confunde cuando Giyuu menciona a más de una en el mismo dialogo XDu
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Chapter Text
Para Giyuu, el que le dijeran que eventualmente tendría "manos de hombre" fue el mayor de los halagos.
La tarde había sido de lo más fructífera y emocionante, tal como le prometieron. Pocas cosas podrían haberla mejorado, y escuchar la hermosa voz de su persona favorita preguntando por él justo antes de abrir la puerta de su casa, era una de ellas.
– Giyuu est… oh, está en casa – como de costumbre, Tsutako se percató de su presencia incluso antes de que abriese la puerta. Aunque esta vez, emocionado como estaba, Giyuu no jugó a intentar esconder su llegada.
– ¡Estoy en casa, nee-chan, Shinobu-nee-chan! – sin pensarlo dos veces, dejó sus cosas a un lado y corrió a abrazar a la menor de las Kochou, quien estaba sentada en el suelo, aparentemente peleando con una tarea. Aún así dejó de lado lo que estaba haciendo para corresponderle el abrazo.
– Bienvenido, Giyuu-kun… ah, lo siento, esta no es mi casa y deberías abrazar primero a tu hermana – Shinobu le dirigió una mirada de disculpa a Tsutako. Su hermana se limitó a soltar una suave risa como indicación de que no le molestaba.
– No te preocupes, Shinobu-chan, estoy acostumbrada – alegó, sin embargo, su tono fue un poco más firme al dirigirse a su hermanito – pero no está bien que solo tires tus cosas, Giyuu.
– Lo siento, nee-chan, pero puedo recogerlas después – alegó, no queriendo separarse de Shinobu aún. Había algo sumamente reconfortante y atrayente en el calor que le transmitía. Era como si cada vez que la abrazaba se diera cuenta de que llevaba mucho tiempo extrañándola.
Giyuu estaba seguro de que Shinobu estaba destinada a ser alguien especial en su vida, porque solo había dos personas más que le provocaban tanta nostalgia y necesidad de estar con ellos. La primera era Tsutako y con ella fue un problema tan serio que, incluso siendo un bebé, lloraba cada vez que se reunía o se separaba de ella, por lo que creció demasiado apegado a ella. Por fortuna logró aprender a dominarse poco antes de conocer a Shinobu, aunque recordaba llorar vergonzosa e inexplicablemente en su primer encuentro, pero ella lo atribuyó al hecho de haberlo tirado al suelo por accidente. Ya al conocer a Sabito al principio del curso escolar, pudo contenerse y actuar de manera normal con solo un pequeño lapsus de sorpresa que excusó con el particular color de cabello de su amigo.
Después de conocer a Sabito había estado reflexionando sobre las sensaciones que le producían los tres. Se parecían en el hecho de que lo primero que le hacían pensar era que llevaba mucho tiempo sin verlos, sin importar si se había separado de Tsutako unas horas atrás, si había visto Sabito el día anterior, o si había pasado menos de una semana desde la última vez que jugó con Shinobu. Sin embargo, sabía que en el fondo eran diferentes. Aun no lograba identificar exactamente porque, pero estaba seguro de que cada uno le provocaba otro sentimiento en el fondo. Quizás aun le faltaba aprender más cosas para poder identificarlos.
Lo que sí tenía claro era que la sensación que le provocaba Shinobu era la más apremiante.
– Eso no está bien, Giyuu-kun, debes ser un buen chico y obedecer a tu hermana – la chica le dirigió una mirada de ligera reprimenda.
– Pero yo quiero que Shinobu-nee-chan me abrace un poco más – protestó haciendo cara de cachorro triste.
Shinobu apretó los labios, miró a Tsutako, luego a él y una vez más a Tsutako, quien simplemente seguía sonriéndole.
– Está bien, solo un poco más – cedió al fin, volviendo a abrazarlo – lo siento, Tsutako-san. – le dirigió una mirada de disculpa.
La mayor de los Tomioka simplemente soltó otra risa indulgente.
– No te preocupes, Shinobu-chan, resististe lo que pudiste – la disculpó – pero Giyuu, si no mal recuerdo, dijiste que querías ser fuerte ¿no? Un chico tan mimado difícilmente lo logrará – le advirtió.
Giyuu cerró los ojos y abrazó con más fuerza a Shinobu mientras reflexionaba sobre las palabras de su hermana. Las personas fuertes no dependían de nadie, eran capaces de proteger a los demás y no utilizaban trucos sucios para obtener lo que querían. Además, ya había dado sus primeros pasos para ser alguien así, por lo que debía mantenerse firme y dejar de hacer que lo mimaran.
– Tienes razón, nee-chan, lo siento – se disculpó antes de separarse un poco de la Kochou menor – pero ¿puedo abrazarte un poco más cuando terminen la tarea? – le pidió sin poder disimular su ilusión. Las hermosas sonrisas que le dedicaba Shinobu hacían que no se arrepintiera de mostrar sus emociones para nada, incluso cuando le ganaba su torpeza frente a ella, no llegaba a avergonzarse del todo porque eso le permitía escuchar su melodiosa risa.
– Puedes sentarte en mi regazo mientras termino la tarea cuando tú termines con tus asuntos – le concedió tras soltar una suave risa.
– ¡Si! – la enorme sonrisa que apareció en su rostro le ganó otro abrazo fuerte por parte de Shinobu, que no pudo resistirse.
Cuando finalmente se separaron, Giyuu no olvidó saludar apropiada y cariñosamente a Tsutako con otro abrazo, aunque fue mucho más corto. Luego se apresuró a recoger y ordenar sus cosas, aunque tenía un pequeño debate mental: ¿debía contarle a Shinobu lo que hizo esa tarde o darle una sorpresa más adelante?
Al final, no pudo tomar la decisión por sí mismo.
– …así que hoy fue a ver el dojo con su amigo, por eso vino tarde – terminaba de contarle Tsutako a la Kochou menor.
– ¡Nee-chan! – Giyuu se precipitó a la sala, con expresión de inconformidad.
– ¿Eh? Ah, ¿querías contárselo tú… o era un secreto? – preguntó su hermana mayor extrañada.
Giyuu simplemente soltó un largo suspiro de resignación. No era de extrañar la sorpresa de su hermana al ver su reacción. Normalmente le habría contado a Shinobu nada más verla, pero al visitar el dojo junto a Sabito, había escuchado a varios chicos hablar de las competencias y de cómo algunos esperaban lucirse frente a sus familias, amigos o parejas en ellas. Y la idea le pareció interesante. Especialmente recordando algunas palabras que Kanae le había dicho tiempo atrás. Ahora no podría aplicarla aunque quisiera.
– No te preocupes, Giyuu-kun, puedes contarme los detalles tú mismo – propuso Shinobu, asumiendo que su expresión de desilusión se debía a que quería ser él quien le diera la noticia. Bueno, técnicamente si se debía a eso, pero no exactamente. Aun así, el hecho de que ella palmeara su regazo para invitarlo a sentarse en él como había prometido fue suficiente para animarlo – Ven, quiero saber de tu amigo y como decidiste empezar a practicar kendo.
– ¡Si! – asintió entusiasmado.
– En ese caso, tomemos un descanso – propuso Tsutako – iré a preparar té y galletas.
El menor movió la cabeza para mostrar que estaba de acuerdo con la propuesta, porque, además de agradarle la idea de la merienda, sabía que su hermana le concedía ese pequeño rato a solas con Shinobu como una disculpa por haber contado algo que él no quería. Pero recordó lo que Tsutako había dicho antes sobre ser un niño mimado y algunas palabras del maestro del dojo sobre tener prioridades claras y respetar las de los demás. Por lo que se detuvo súbitamente a medio camino, evitando por poco caer de cara al suelo.
– No se preocupen por mi, no quiero interrumpir la tarea. – afirmó ante las miradas sorprendidas de las mayores – Si Shinobu-nee-chan se queda a cenar puedo contarle después de que terminen – propuso.
Pero solo provocó que Tsutako lo mirara con pesar y Shinobu le dirigiera una mirada de disculpa.
– Oh, lo siento, Giyuu-kun, hoy no puedo quedarme a cenar.
Aunque se sintió decepcionado, el menor mantuvo en mente las palabras de su hermana y su futuro maestro: debía respetar que Shinobu tenía otras prioridades, y el hacerlo aunque no coincidiera con sus deseos era parte de ser fuerte. Por lo que, en lugar de intentar convencer a la menor de las Kochou para que pidiera permiso o pospusiera sus planes para quedarse, trató de esbozar una pequeña sonrisa.
– No tienes que disculparte, Shinobu-nee-chan, si no se puede…
Antes de que pudiera completar su frase, la menor de las Kochou frunció el ceño y se estiró hasta alcanzar a tomarlo de la mano para atraerlo hacia ella.
– ¡Waahh! – sin poder evitarlo, terminó cayendo en sus brazos, siendo atrapado inmediatamente.
– Giyuu-kun, por favor no intentes esconderme cómo te sientes. A mí me gusta lo honesto que eres. – declaró Shinobu mirándolo directamente a los ojos, haciéndolo sonrojar con sus palabras – Se que te decepciona que no pueda quedarme a cenar, y aunque no hay mucho que pueda hacer al respecto, no me gusta que intentes ocultarme tu malestar.
– N-no es eso, Shinobu-nee-chan – replicó algo consternado. Pero, haciendo honor al halago que aún mantenía sus mejillas cálidas, intentó explicarse – Es que… es como nee-chan dijo, si quiero ser fuerte no debo dejar que me mimen y… también… el maestro del dojo dijo… que debía tener mis propias prioridades y respetar las de los demás… así que… en este momento… tu prioridad es terminar tu tarea ¿no? Porque no puedes quedarte… así que no debo interferir – respondió tratando de brindarle una mirada serena como la que normalmente tenía su hermana.
Esta vez fueron las mejillas de Shinobu las que se colorearon, antes de que empezara a acariciar su cabeza.
– Giyuu-kun, creo que aun eres lo suficientemente joven para dejarte mimar – afirmó correspondiéndole la sonrisa.
– Pero nee-chan dijo… - intentó refutar, pese a sucumbir a la tentación de dejar que ella siguiera con su caricia.
– Yo simplemente te estaba mostrando el camino hacia tu meta, Giyuu, puedes seguirlo poco a poco. Aunque en esta ocación me parece bien que decidas conformarte, ya que no hay mucho que se pueda hacer para cambiar la situación. – afirmó Tsutako. Aunque no había ningún cambio en su semblante sereno, en realidad estaba muy enternecida, tanto por la interacción que estaba observando, como por el hecho de que su hermanito ya quisiera empezar a actuar de manera un poco más madura. Casi estaba por levantar la mano para cubrir la sonrisa boba que quería aflorar en su rostro – Pero, en cualquier caso tomaremos ese descanso, también le ayudará a Shinobu-chan a encarar su tarea con energía renovada. Traeré esas galletas.
Sin dar lugar a ningún tipo de réplica, se levantó para dirigirse a la cocina sospesando la idea de tomar un poco de tiempo para llamar a Kanae.
Antes de que Giyuu pudiera decirle algo a su hermana, Shinobu empezó a picarle las mejillas. Y aunque tenía el ceño fruncido, sus mejillas aun estaba coloreadas.
– ¡Es justo como dijo Tsutako-san! ¡No estas interfiriendo en nada, Giyuu-kun! – afirmó atacando sin tregua.
– ¡E-espera, Shinobu-nee-chan! – pidió el menor intentando detenerla.
– ¡Además, aunque no quieras que los demás te mimen, a mi si debes dejarme hacerlo! – ordenó la Kochou menor mientras evadía las manos del pequeño y empezaba a hacerle cosquillas con una sonrisa traviesa.
– ¡Nooo! ¡Por favor espera, Shinobu-nee… - sin poder hacer nada, Giyuu rompió en risas retorciéndose en el regazo de Shinobu. Eventualmente la chica también empezó a reír y solo paró cuando notó que al menor se le dificultaba respirar a causa de la risa.
Entre risas ahogadas, a ambos les costó trabajo recuperar el aliento.
– ¿Ves… Giyuu-kun? No estas… interfiriendo… me ayudas a… relajarme – afirmó Shinobu entre jadeos pero sonriente.
– No… no es justo… Shinobu… nee-chan… - protestó el menor igualmente agitado, limpiándose una lagrimita pero feliz.
– ¿Y? ¿Vas a contarme ahora lo de tu amigo y el kendo? – preguntó la mayor alzando una ceja, al tiempo que lo ayudaba a acomodarse en su regazo. El menor asintió.
– ¡Mi amigo se llama Sabito! – empezó a contar, muy contento – Se mudó a la ciudad este año y tiene un color de cabello bastante raro, es muy divertido y enérgico, pero también muy amable. Empezamos a hablar porque compartió conmigo su almuerzo cuando me tropecé y tiré el mío… – relató, aunque la mayor lo interrumpió.
– ¿Te caíste y tiraste tu almuerzo? – preguntó consternada y ya a la defensiva.
Giyuu asintió dedicándole su mejor sonrisa. Dos años después del vergonzoso berrinche que había hecho al tener miedo de ir a la escuela, a ella seguía preocupándole mucho que otros chicos lo molestaran. Ciertamente, antes de la aparición de Sabito no había logrado encajar del todo como para decir con confianza que tenía amigos, incluso se había metido en algunos problemas, las causas principales eran su torpeza y el hecho de que a veces hablara sin pensar. Pero los problemas habían sido pasajeros y no se había aislado tanto como para sentirse solo. Simplemente, igual que le sucedía con ella y Tsutako, era más feliz cuando se encontraba con Sabito y por suerte, él también lo había aceptado como amigo rápidamente. A veces Giyuu se preguntaba si así de fácil y rápido había nacido la amistad entre su hermana y Kanae.
– No tienes que preocuparte, Shinobu-nee-chan, nadie me molesta – aclaró viéndola a los ojos para demostrar que no mentía y abrazándola para tranquilizarla – y aunque lo hicieran, ahora tengo a Sabito, te aseguro que entre ambos nos cuidamos las espaldas.
– Mmmmm… - Shinobu frunció el ceño un poco más, pero luego sonrió y volvió a acariciar la cabeza del menor – Está bien, pero quiero conocer a Sabito-kun – pidió.
– Lo arreglaré – prometió Giyuu, sabiendo que no lograría convencerla del todo hasta que conociera a su amigo.
Sabía muy bien que Shinobu, a pesar de ser un poco tosca en ocasiones, en realidad era muy amable, por lo que no era extraño que se preocupara por los demás. Pero a él, de manera quizá un poco egoísta, le gustaba pensar que era un poco especial para ella.
Le gustaba pensar que recordaba por más tiempo las cosas que le contaba o sucedían, que tenía cierta prioridad por sobre la mayoría de las personas para obtener su atención y que era el único niño al que abrazaba o dejaba sentarse en su regazo.
– ¿Y? ¿Cómo terminaron con lo del dojo? – preguntó luego de asentir a su promesa.
– ¡Ah! – Giyuu volvió a la realidad – Como te dije, Sabito es muy enérgico y siempre está hablando de cómo debe ser un hombre, es bastante gracioso a veces, pero también genial – rió – entonces le conté que quería hacerme fuerte para proteger a mamá, papá, nee-chan, Shinobu-nee-chan y Kanae-nee-chan…
– Ya te dije que no tienes que preocuparte por mi – lo interrumpió la chica con las mejillas nuevamente sonrojadas – y de nee-san puedo ocuparme yo…
– No. – el niño negó con la cabeza y volvió a mirarla a los ojos – Aunque eres fuerte, también eres una chica, Shinobu-nee-chan, y es el trabajo de un hombre proteger a las chicas. Sabito está de acuerdo. – Afirmó, la mayor soltó un suspiro. Pero antes de que verbalizara su desacuerdo, Giyuu agregó – Además, si ni siquiera soy lo suficientemente fuerte para que dejes de preocuparte por mi ¿Cómo voy a impresionarte antes de que lo haga otro chico?
Al instante, el rostro de Shinobu enrojeció por completo y lo miró con los ojos abiertos de par en par.
– Y-ya te dije que olvides eso – pidió volteando el rostro en un intento de que no lo viera, pero era muy tarde – Ni-ningún chico va a impresionarme ni nada de lo que dijo nee-san…
– ¡Nee-chan dice que nada es seguro, así que yo necesito asegurarme de que siempre estarás conmigo! – reafirmó tomándola del mentón para asegurarse de que viera su mirada firme, de manera similar a como ella lo hacía con él. Un par de segundos después, la chica logró la hazaña de enrojecer aún más antes de tomar su mano para bajarla y volver a apartar la mirada.
– Y-ya dije que no me iré con ningún chico… - murmuró aun avergonzada.
Aunque el pequeño Giyuu aun no sabía demasiado sobre romance y no estaba seguro de que tan especial era para Shinobu, había una sola cosa sobre la que no tenía dudas: estaba bien que todos admiraran su fuerza, su belleza e incluso su amabilidad, pero ese lado indeciso y avergonzado que ella rara vez mostraba frente a otros era un tesoro que quería guardar lo mejor posible.
Sin reprimirse, el menor acarició con el dorso de su mano libre la mejilla de la chica.
– Shinobu-nee-chan… te ves muy linda cuando dices eso – afirmó con una sonrisa de oreja a oreja.
La menor de las Kochou no pudo soportarlo más, así que terminó tomando sus manos para cubrirse el rostro con ellas.
– ¡Basta, Giyuu-kun! ¡Estabas contándome lo del dojo! ¿¡Como terminaron ahí!?
Su reacción lo hizo reír, pero decidió seguir su historia, disfrutando secretamente de sentir la calidez de su rostro contra las palmas de sus manos.
– Entonces, cuando le dije a Sabito que quería ser fuerte, él me habló del kendo y dijo que su abuelo era instructor en su pueblo natal. Al parecer le había dicho que tiene un amigo aquí que da clases, pero Sabito lo olvidó hasta que le pregunté. Así que hoy fuimos a ver el dojo – terminó de relatar contento. Shinobu se animó a mover un poco la cabeza para verlo, pero aun dejó las manos del niño reposando sobre sus mejillas.
– ¿Y que tal?
– ¡Fue muy interesante! ¡Se ve que uno realmente puede hacerse fuerte ahí! ¡Ah! Pero no solo físicamente, el maestro dijo que también era una disciplina para cultivar el espíritu y creo que debe ser un hombre sabio, porque habla de manera parecida a la de nee-chan – explicó con entusiasmo – Es duro, porque a veces recibes golpes, pero el maestro dijo que si el miedo a ser golpeado te detiene de comprometerte con el kendo, corres el riesgo de ser un miedoso por siempre y te echarás a perder – repitió lo mejor que pudo el discurso que lo había cautivado.
Sin embargo, la mayor no compartió su entusiasmo.
– No eres una fruta para echarte a perder – afirmó frunciendo el ceño una vez más – y no me agrada la idea de que practiques un deporte donde te lastimarás… - luego soltó un largo suspiro – pero te ves demasiado feliz para intentar convencerte de que no lo hagas. – finalmente, le dedicó una pequeña pero genuina sonrisa – Si llegas a participar en una competencia o algo, avísame, iré a animarte.
– ¡Gracias, Shinobu-nee-chan! – le sonrió contento.
Le habría gustado que ella estuviese tan emocionada como él, pero estaba claro que, con lo mucho que se preocupaba por su bienestar, no iba a estar muy contenta con el deporte que eligió. En parte por eso le atrajo la idea de darle la sorpresa más adelante, así evitaría que ella viera lo esforzado de su entrenamiento y la asombraría con la fuerza que desarrollaría. Pero pensándolo bien, iba a ser imposible ocultarle si se lastimaba y seguramente la habría hecho preocupar más. Además, que le dijera que iba a animarlo era muy emocionante. Y quizá sería mejor si ella veía su lado trabajador.
Su línea de pensamiento se interrumpió cuando Shinobu empezó a mover sus manos contra su rostro, acariciándolas repentinamente. Tenía los ojos cerrados y expresión pensativa. Giyuu se sonrojó una vez más.
– ¿Q-qué pasa? – preguntó algo nervioso.
– Solo estaba pensando… en lo suaves que son tus manos… son manos de niño. – respondió sin abrir los ojos ni detener sus caricias – Cuando empieces a practicar kendo, se volverán callosas y ásperas – la chica soltó otro suspiro resignado – se volverán rápidamente manos de hombre.
El menor abrió los ojos como platos y sintió sus mejillas calentarse aun más. Observó sus manos infantiles atrapadas entre el rostro y las manos de Shinobu, quien pese tener más años que él, también era una niña aun. Una niña muy linda, que seguiría creciendo y se convertiría en una hermosa mujer.
Al pensar en ambos convirtiéndose en adultos, el corazón de Giyuu se aceleró de emoción.
En ese momento supo que quería convertirse en un hombre confiable por el que no tendría que preocuparse, en el que podría apoyarse y podría cuidar de ella.
– Espera por ello, Shinobu-nee-chan. – murmuró decidido al tiempo que movía sus pulgares para acariciar las mejillas de la chica, quien abrió los ojos para mirarlo – Trabajaré duro. – Prometió, sintiéndose impaciente.
– ¡Kyaaaaa! ¡Deben verse tan lindos! – Kanae chilló del otro lado del teléfono, olvidándose por un momento de considerar el daño que podía causarle a la audición de su amiga y de la discreción que debía guardar. Tsutako soltó una risa indulgente por lo bajo – Desearía poder verlos…
– Es una lástima que haya olvidado mi celular, podría tomarles una foto ahora… – suspiró la mayor de los Tomioka, asomándose discretamente desde la cocina para ver a los menores en la sala. Luego verificó la hora y suspiró algo apesarada – especialmente porque ya debo interrumpirlos, Shinobu-chan aun tiene que discutir con un par de poemas.
– Ehhh… dales un poco más de tiempo, Tsutako-chan – pidió la mayor de las Kochou – ¿no es suficiente con que no apoyes los deseos de tu hermanito? – Tsutako reconoció de inmediato el intento de chantaje emocional de su amiga, volvió a soltar una risa indulgente mientras negaba con la cabeza.
– Ya te lo dije, Kanae-chan, no es que no lo apoye. Quiero mucho a Shinobu-chan y me encantaría que termine con Giyuu. – afirmó.
– Dices eso, pero aun recuerdo lo que le dijiste a Shinobu hace tiempo. Eso no ayudó, debiste darle algún "empujón" para que no le de tanta pena la idea de estar con Giyuu-kun – protestó su amiga. Por su entonación, Tsutako supo que estaba haciendo un puchero.
– Dar "empujones" es lo tuyo, Kanae-chan, a mi no se me da… – alegó la mayor de los Tomioka – si me piden consejo, yo solo puedo hablarles de la realidad.
– Podrías intentarlo. Si nuestros hermanos no terminan juntos y no nos convertimos en familia, será tu culpa, Tsutako-chan – Kanae hizo otro intento de chantaje emocional.
– No tienes de que preocuparte, Kanae-chan – afirmó tranquilamente – ellos se quieren, pero es más lindo si lo descubren cada uno por su cuenta y a su manera… además, como te dije, con tus empujones tienen suficiente, no necesitan los míos.
– Está bien… – suspiró aparentemente resignada, aunque Tsutako sabía que volvería a insistir sobre el tema más adelante. No le molestaba, también era divertido ver a su amiga esforzándose por convencerla – Por cierto, gracias por ayudar a Shinobu con su tarea – Kanae ahora sonaba apenada – siento ser un fracaso de hermana mayor en ese aspecto.
– No hay problema, Kanae-chan. Todos somos buenos en algunas cosas y malos para otras. A ti no se te da enseñar, pero aprendes rápido y puedes dar "empujones" – rió – Además, tú siempre me ayudas cuando tengo problemas y ya te dije que también quiero mucho a Shinobu-chan, y verla hace a Giyuu feliz ¿Cómo podría negarme a hacer ese pequeño favor?
– Pero aun no quieres poner de tu parte para que Shinobu sea tu hermana menor…
Como predijo, ya había vuelto al tema, pero antes de que pudiera responderle, el sonido del agua hirviendo le indicó a Tsutako que era hora de terminar la llamada.
– Si quiero, pero también quiero que sea una hermanita con un buen futuro, así que iré a ocuparme del té para que pueda terminar su tarea – afirmó, anunciando su pronta despedida.
– Pero si Giyuu-kun se asegura un buen futuro, Shinobu no tendrá que preocuparse por nada…
– Kanae-chan, eso no está bien. Aunque sea Giyuu, no debes enseñarle a tu hermana a poner su futuro en manos de alguien más – la reprendió suavemente.
Tsutako adoraba a su amiga, pero era conciente de que a veces podía cegarse cuando algo la emocionaba y alguien debía estar ahí para ayudarla volver a la realidad. Era una suerte que Shinobu fuera una niña más centrada, que pese a la adoración que le profesaba a su hermana mayor, no se dejaba contagiar de su excesivo romanticismo. Realmente, era ideal para cuidar de personas tan distraídas como Kanae y Giyuu.
– Lo siento… – la mayor de las Kochou se disculpó sinceramente – Entonces te dejaré ahora. Gracias por ayudar a Shinobu y por llamarme para contarme los avances. Nos vemos luego, Tsutako-chan.
– Nos vemos luego, Kanae-chan. – se despidió.
Notes:
Hora de mi ya acostumbradas(?) confesiones: ¡GIYUU CHIKITO ES DEMASIADO LINDO! Juro que la parte más difícil de escribir este capítulo fue detenerme a cada rato por lo lindo que es :'v ¿alguien juzga a Shinobu por abrazarlo tanto y dejarse convencer por su carita? Porque yo no :'v ok ya me calmo XDD
Aun tengo inseguridad respecto a como estoy tratando sus formas de ser y mentalidad de niños :'v bueno, más la de Giyuu, porque siempre he tenido la idea de que Shinobu es un poco más madura (o sea, en general, no solo porque es mayor que él aquí) pero por suerte (para mi) nuestro bebé ya quiere ir madurando :'D
Lo siento si Kanae se vio un poco OC aquí XD Lo que pasa es que yo pienso que ella es una apropiada y calmada hermana mayor... hasta que hablamos de shipping XD creo que no lo he mencionado pero ella y Tsutako son tres años mayores que Shinobu, así que en este capítulo tienen 15 y pues, creo que no es tan raro que les emocione el romance XD solo que Kanae puede pasarse un poco, especialmente si no está su hermanita, pero por suerte Tsutako puede volverla a hacer que ponga los pies sobre la tierra XD Pero bueno, es posible que después de que yo estuviera fangirleando mientras escribía, necesitara a alguien que exteriorizara mi fangirlismo XDD
Ah, también comparto el headcanon (no recuerdo exactamente donde lo lei) de que Kanae es una especie de prodigio que aprende todo muy rápido, pero es terriblemente torpe para transmitir sus conocimientos (no recuerdo si lo mencioné en Atrapar una mariposa, pero ahí pasaba lo mismo XD) por lo que no puede ayudarle a Shinobu con sus tareas XD Ojo, que no es que Shinobu sea cabezidura, simplemente, como dijo Tsutako es buena en algunas cosas (matemáticas y ciencias), pero se le dificultan otras (en este caso, literatura. Que aquí Shinobu estaría en quinto grado creo, y realmente no se si ya estarían estudiando poemas pero buehh... siento mi negligencia n_nU)
Y creo que son todas las confesiones que amerita este capítulo XDu hasta la próxima~
Chapter 3: 10 y 13
Notes:
Holis~ Aquí ando, asombradísima porque ya pasamos al otro mes y no me cansé ni desanime :'D Hasta ya siento medio raro el día que me tomo de descanso de escribir :'v pero no confien en mi, en cualquier momento me pasa algo e incumplo :'v Según el contador de palabras este capítulo es casi el doble de largo que los otros dos y estoy un poco feliz porque es desde el punto de vista de Shinobu y los caps largos generalmente son de Giyuu XD Dicho eso, ahora espero que esta cosa no me haya quedado mal :'v la verdad es que no estoy segura del final que le di porque trataba de apegarme a mi horario y el cap se me extendió más de lo que esperaba y había holgazaneado uno o dos días (supongo que podré decir que realmente cumplí con mi rutina cuando no me ponga de floja a escribir solo un parrafo :'v) y pues, tuve que apurarme a terminar :'v
No tengo mucho más que decir por ahora, excepto que casi me hace llorar el Tanjirito en el último trailer de la película :'v (comentario random)
¡Ah! Y gracias a Sonye-san que me enseñó la diferencia y a usar el guion largo XD
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
— ¿Quién soy~? – la menor de las Kochou no pudo reprimir un respingo al ser privada de su visión y escuchar ese susurro en su oído.
— ¿Nee-san? – preparó el puño por si acaso.
— ¡Por supuesto que soy yo! ¿Quién más sino? – preguntó su hermana mayor haciendo pucheros y retirando las manos de sus ojos.
— No lo se… – Shinobu trató de pensar en alguien inofensivo – ¿Alguien del club?
— ¿Acaso te molestan tanto como para querer golpearlas? – preguntó Kanae un poco tensa, señalando con la mirada su puño cerrado.
— ¡N-no, no! E-es solo que yo… – Shinobu no quería admitir que estaba nerviosa, ni que algunos de los chicos que participaban en la competencia habían intentado molestarla, pero tampoco quería hacer que su hermana se preocupara, por lo que tuvo que sincerarse un poco – solo estoy nerviosa. No estoy acostumbrada a recibir tanta atención y me siento un poco… presionada.
No mentía del todo. Pese a ser de primer año, Shinobu se había convertido rápidamente en la estrella del equipo de atletismo de la academia de chicas Sekirei. Aun era un poco pequeña para su edad, pero su hiperactividad le confería una resistencia que le permitía soportar los duros entrenamientos del club, incluso le habían dicho muchas veces que podría dedicarse a ser maratonista. Pero Shinobu, para empezar, no le veía sentido a prepararse para incursionar en una carrera desde los trece años, quería conocer y experimentar más cosas antes de decidir un rumbo para su vida, por lo que no daba nada por sentado. Se había unido al club solo como una distracción y una forma de combatir su hiperactividad que, según creía, le estaba ocasionando problemas para dormir. Suponía que al estar cansada por el ejercicio caería rendida y dormiría como un bebé, pero no siempre lo lograba.
Al final, había decidido empezar a participar en competencias de velocidad. Algunas de sus compañeras pensaban que lo hacía solo por contrariar a las senpais -y era posible que tuviesen un poco de razón, la menor de las Kochou permitía solo a muy pocas personas opinar sobre su vida-, pero también se debía a otro rasgo de su personalidad que iba de la mano con su hiperactividad: la impaciencia. Parecía un poco irónico que pudiera soportar por horas un entrenamiento, pero para una competencia real necesitara, como mínimo, ir realizando jugadas, o en el mejor de los casos, definir su victoria o su derrota lo más pronto posible. Y visto su estado en ese momento, estaba segura de que el tener que correr a una velocidad moderada por largo tiempo para darlo todo solo en los últimos metros destrozaría sus nervios.
— ¿La capitana vino a presionarte? – preguntó Kanae, con una expresión seria poco usual en ella. Aunque no solía llevarse mal con nadie y en general la adoraban en la escuela, desde que Shinobu comentó como intentaban presionarla para que se decidiera por los maratones, había comenzado a tener algunos roces con la capitana del club. A ella tampoco le gustaba que cualquiera se entrometieran en los asuntos de su hermanita.
— Ah… si, estuvo aquí hace poco – le sonrió tratando de tranquilizarla. Además de no querer hacerla preocupar, le resultaba vergonzoso que su hermana mayor interviniera por ella – pero no es ella quien me… tiene nerviosa – admitió con un suspiro al tiempo desviaba la mirada, sabiendo que sus mejillas empezaban a calentarse.
La expresión seria de Kanae se tornó de inmediato en una sonrisa pícara. Habían llegado al único aspecto de la vida de Shinobu donde trataba de entrometerse de manera activa.
— ¿Es porque cierto futuro esposo vendrá a verte~? – canturreó. Las mejillas de Shinobu se encendieron como bombillos de navidad.
— ¡No es mi futuro esposo! – refutó de inmediato.
— Pero hasta hicieron una promesa de matrimonio~
— ¡No hicimos una promesa de matrimonio, él solo dijo algo parecido… y tenía seis años! ¡Ni siquiera se dio cuenta de lo que dijo! – trató de argumentar la menor, pero era inútil, Kanae nunca le daría la razón.
— Eres la única que lo ve así~
— Tsutako-san también lo ve así – argumentó débilmente. En realidad, no tenía clara la opinión de la mayor de los Tomioka sobre ese asunto, ya que no actuaba de la misma manera que Kanae, y de hecho, los consejos que le daban eran razonables, sin intentar orillarla a que se quedara con su hermanito. Aun así le había dicho que la quería tanto como a Kanae y no le molestaría que se convirtiese de manera oficial en su hermana menor.
— Claro que no, Tsutako-chan solo… mmmm… es difícil de doblegar – murmuró frunciendo un poco el ceño. Shinobu alzó una ceja.
— Quieres decir que no has podido convencerla de que le lave el cerebro a Giyuu-kun – afirmó con un poco más de confianza, aunque tuvo sentimientos encontrados.
— No necesita lavarle el cerebro a Giyuu-kun – protestó Kanae.
— Porque tú ya lo haces – pero Shinobu era muy terca, por lo que la mayor suspiró.
— Hablando de ellos ¿Quieres ver donde están sentados? Te animará durante la carrera – decidió cambiar de tema, ya que era inútil seguir con el otro… por ahora.
— ¡No! – la menor de las Kochou sintió sus nervios alterarse a niveles alarmantes – S-si lo hago, probablemente haré la carrera intentando ver en su dirección y perderé – enrojeció por completo al darse cuenta de que había pensado en voz alta.
— ¡Oh, Shinobu! – Kanae la abrazó sin pensar – ¡Es tan lindo que solo Giyuu-kun sea capaz de distraerte así!
— ¡Nee-san! – la menor trató de zafarse de los brazos de su hermana con desesperación, necesitaba calmarse antes de que empezara la carrera y eso no le ayudaba.
— Pero no tienes que preocuparte tanto, es tu primera competencia después de todo – trató de transmitirle un poco de serenidad – así que solo da lo mejor de ti, lo que tenga que pasar, pasará.
— Mmm… no lo entiendes, nee-san, tengo que ganar – insistió un poco a regañadientes.
— No le prestes atención a la capitana o a las otras chicas… – siguió diciendo Kanae, luego volvió a su tono pícaro – y mira el lado bueno, si pierdes, Giyuu-kun podría consolarte – le hizo un guiño.
Pero contrario a la reacción explosiva y avergonzada que esperaba, la menor desvió la mirada y habló seria, aunque sus mejillas seguían coloreadas.
— Precisamente, nee-san, no puedo decepcionar a Giyuu-kun. Después de lo que dijo, no puedo permitirme perder. Yo… no puedo traicionar sus expectativas… no me lo perdonaría…
Kanae sonrió enternecida. Observó con detalle a su hermanita y notó que temblaba un poco. Decidió darle un poco de tregua.
— Dudo mucho que alguna vez hagas algo que no pueda perdonarte, te adora demasiado. – dijo con sinceridad – Pero por eso mismo, estoy feliz de que quieras esforzarte por él. – abrazó a su hermana para tranquilizarla un poco – Estoy segura de que ganarás, Shinobu, cuando decides hacer algo siempre lo cumples.
Shinobu aun se sentía nerviosa, pero las palabras de su hermana lograron tranquilizarla lo suficiente para que dejara de temblar.
— ¿En verdad lo crees? – preguntó ya con algo de esperanza.
— Por supuesto – le sonrió Kanae, luego la soltó para enredar su dedo meñique con el de ella – te lo juro… pero también creo que te consolaría si pierdes, será un gran esposo para ti~
— ¡Nee-san! – Shinobu volvió a enrojecer por completo, con los nervios a flor de piel una vez más.
La hermana mayor rió. Aunque no era su intención dejarla en semejante estado, vio por el rabillo del ojo que se acercaba uno de los encargados, y dado que se suponía que no debía estar ahí, no tuvo más opción que despedirse.
— Lo siento, Shinobu, debo irme. Pero sé que puedes hacerlo ¡Te estaremos animando! – le susurró antes de soltarla.
Cuando se encontró sola de nuevo, Shinobu tuvo la tentación de buscar al pequeño Giyuu entre la multitud, pero cerró los ojos y negó con la cabeza. Si se ponía más nerviosa perdería, y aunque Kanae había dicho que el menor se lo perdonaría, ella no podía permitírselo.
— ¡Por supuesto que iremos a animarte, Shinobu-nee-chan! – exclamó el menor cuando le pidió a él y a su hermana que fueran a verla a su primera competencia. Ella se sintió feliz – Ah, ¿te molestaría si llevo a…
— ¿Sabito-kun? – completó con un tono más dulce del que solía usar para hablar de ese niño, había percibido la duda en su voz. Durante los dos años que llevaban de conocerse, habían desarrollado una relación un poco antagónica, ya que desde que hizo al menor de los Tomioka meterse a un deporte que implicaba que intentaran golpearlo con una espada de madera, Shinobu lo consideraba una mala influencia. Por su parte, a Sabito no le gustaba como, según él, se la pasaba controlando a Giyuu, por lo que siempre intentaba que dejara de preocuparse por lo que fuera a pensar ella. Aun así, al menos Shinobu hacía un esfuerzo por soportarlo, ya que no le gustaba que Giyuu se incomodara y se mostrara cauteloso con cuando le hablaba de su amigo – Está bien, le mostraré que puedo dejarlo mordiendo el polvo si intenta provocarme – bromeó a medias pinchándole la mejilla al menor de los Tomioka.
— El problema será hacer que lo admita. – rió el menor, dejándose – Pero también quería llevar a Makomo para poder presentártela – pidió aun animado. Aunque Shinobu dejó de pincharlo.
— ¿Por qué en la competencia? – preguntó siendo invadida por los nervios de repente. Le había hablado de su nueva amiga y había prometido presentársela, lo normal, pero aunque no lo admitiría nunca en voz alta, el hecho de que se tratara de una niña la incomodaba de más. Al reconocer que una parte de ella prefería evitar el encuentro, cayó en cuenta de algo más – ¿Porqué hasta la competencia? Seguramente ha habido muchas oportunidades para que nos la presentes antes.
— No cometeré el mismo error que con Sabito. – Giyuu negó con la cabeza de manera decidida – Admito que es divertido verlos discutir, pero ahora Sabito no puede admitir que te respeta o que eres genial – explicó frunciendo el ceño – Makomo es diferente y dudo que se porte igual que él. Pero aun así quiero que vea que la Shinobu-nee-chan de la que tanto hablo, es incluso más linda y genial de lo que le he contado – terminó de hablar para dedicarle una de esas sonrisas que calentaban sus mejillas y su corazón, que la hacían querer abrazarlo y nunca soltarlo.
Aunque en ese momento no lo dijo. En su corazón Shinobu se prometió ganar la competencia para él. No se trataba de causarle algún tipo de impresión a Makomo, solo no podía permitirse decepcionar a Giyuu.
Él pensaba que ella era linda y genial, Shinobu dudaba que fuera cierto, pero que Giyuu lo pensara la hacía vergonzosamente feliz, así que quería hacer lo que estuviese a su alcance para que siguiese así.
Sin embargo, recordar todo eso no la estaba ayudando a calmarse, por el contrario, se sentía tan ansiosa que llegó a preguntarse si no estaba a punto de desmayarse o sufrir un ataque cardiaco. Empezó a tomar aire a bocanadas, lo que la hizo recordar que el menor le había enseñado, a ella y a sus hermanas, una técnica de respiración que había aprendido de sus clases de kendo.
El recuerdo le resultaba siempre un poco gracioso, porque solo Tsutako había podido aprenderla correctamente y de todos modos, lo había hecho solo por participar en la diversión, ya que rara vez algo llegaba a perturbarla. Por su parte, Kanae y Shinobu habían desarrollado lo que Giyuu y Sabito llamaron "estilos propios": No lo hacían de la misma forma que ellos, ni siquiera entre las dos lo hacían igual, pero cumplían el objetivo sin falta.
Sin abrir los ojos, Shinobu se sentó en el suelo, relajó los músculos lo más que pudo sin alterar su postura y empezó a inspirar por la nariz hasta llenar sus pulmones por completo y vaciarlos al exhalar por la boca. Sintió como el oxígeno llenaba sus pulmones, como estimulaba la circulación de su sangre, y como esta revitalizaba sus músculos. Concentrada como estaba en lo que ocurría dentro de su cuerpo, su mente también se desconectó por un momento, el movimiento y barullo de las personas a su alrededor se convirtió en ruido de fondo. Fue como si el lugar de repente estuviese en silencio.
Aunque oyó a uno de los chicos de antes pararse a su lado e intentar molestarla, no le prestó atención, siguió respirando y concentrándose en su flujo sanguíneo. Se le ocurrió imaginar que la sangre fortalecía los músculos de sus piernas, que les otorgaba flexibilidad y resistencia.
Para cuando la llamaron a formarse en la línea de salida, Shinobu incluso sentía un ligero hormigueo en las piernas, estaba ansiosa por correr. Había logrado darle la vuelta a sus nervios y había vuelto a ser la chica impaciente que quería medir de una vez su desempeño con respecto a las otras competidoras y saber si podía ir más rápido. Solo que esta vez además quería ganar.
También había vuelto a ser la niña altiva que no dejaba que cualquier tonto la intimidara, por lo que al salir a la pista no olvidó meterle una zancadilla al chico que había intentado molestarla antes.
Solo cuando subió al podio a recibir su medalla y posar para la foto, Shinobu se permitió escudriñar con la mirada a la multitud. Había ganado, y aunque no pudo ver las expresiones de sus seres queridos en ese momento, quería al menos verlos cuando le entregaran la medalla.
Para su mala suerte, las enormes pancartas que habían llevado varias escuelas -incluyendo la suya- se tragaban a muchos espectadores. Incluso temió que debido a eso, ellos tampoco pudieran verla. Frunció ligeramente el ceño, preocupada, hasta que la chica del segundo lugar le dio un ligero codazo.
— Kochou-san, por favor al menos sonríe para foto – le susurró.
— Lo siento – respondió de manera automática, luego se enfocó en el pensamiento de que había cumplido su promesa, Giyuu aun podía pensar que ella era genial, así que sonrió con ganas.
Al término de la ceremonia de premiación se dirigió a los vestidores a paso rápido, ansiosa por salir de ahí antes de que las de su club la pillaran.
— ¡Oye, Kochou menor! ¡Ven, vamos a celebrar todas juntas! – se encontró de frente con la capitana y el resto del club justo cuando iba saliendo.
— Gracias, capitana – le sonrió apenada – pero prometí ver a mi hermana y unos amigos al salir.
— No seas aguafiestas, eres la única de primer año que logró una medalla, si no celebras con todas ¿Cómo vas a animarlas para que esfuercen?
Antes de que pudiese responder, la emocionada voz de Kanae resonó en el concurrido pasillo.
— ¡Shinobuuu! – aunque todos los que transitaban en el pasillo se detuvieron para verla, la mayor de las Kochou no les prestó la menor atención, si acaso, aprovechó para abrirse paso de manera más fácil – ¡Vine a recogerte! ¡Ah! Como esperaba, ya estas lista – sonrió pletórica de energía al llegar a la puerta del vestidor.
— ¡Kochou! ¡No te robes a nuestra estrella cuando estamos a punto de ir a celebrar con ella! – protestó la capitana.
— ¡Es cierto, Kochou-senpai! ¡Dejenosla un rato! – se sumaron algunas chicas.
— Eh… ¿Podemos tener esta conversación en otro lugar? Estamos estorbando – Shinobu intentó hacerse escuchar, apenada porque estaban llamando la atención y porque en realidad algunas competidoras de otras escuelas que querían entrar al vestidor veían con mala cara el alboroto.
— No te preocupes, Shinobu, esto terminará en un momento – Kanae sonrió sin mirarla al tiempo que tiraba de su brazo.
— Si, contigo yendo con nosotras – la capitana tiró de su otro brazo, apoyada por otras chicas del club.
— ¿Eh? – Shinobu parpadeó un par de veces preguntandose si en verdad estaban a punto de jugar al tira y afloja con ella como cuerda.
— Claro que no, Shinobu tiene que ver a alguien especial para ella justo ahora – Kanae volvió a tirar de ella.
— ¡Kya! ¿¡Acaso será un novio!? – chillaron algunas de sus compañeras, haciéndola sonrojar.
— Eso no… – intentó aclarar el tema, pero un par de chicas tiraron de ella hacia el lado de la capitana.
— ¡Solo será un rato!
— ¡Además, Kochou-san es muy joven para tener novio! ¿Qué clase de hermana mayor eres, Kochou-senpai?
Antes de que Kanae pudiera tirar de ella otra vez, o abriera la boca para defenderse, Shinobu agitó los brazos con todas sus fuerzas para que la soltaran.
— Disculpen, pero no soy una cuerda para que tiren de mi de esta manera. – dirigió una mirada severa a todas, incluyendo su hermana – Y les pido que no opinen sobre mi vida privada o la clase de hermana que tengo, o me enojaré mucho. – advirtió. Las miembros del club pasaron saliva y desviaron la mirada apenadas. Shinobu se irguió en toda su altura antes de volver a hablar con toda la calma que pudo reunir en ese momento, adoptando un tono rebosante de dignidad – Me disculpo por no poder acompañarlas, pero ya hice una promesa, además son amigos – recalcó la palabra dirigiéndole una mirada de reprimenda a Kanae, que solo le sonrió con fingida inocencia – a los que no he podido ver muy seguido, por lo que no puedo quedarles mal.
Una vez más, no estaba mintiendo. Llevaba meses preparándose para la competencia y en ese lapso de tiempo había visto muy poco a Giyuu debido a las actividades extracurriculares de ambos. Ni siquiera había visitado mucho a Tsutako, porque Kanae le había comentado que estaba preparándose para sus exámenes de admisión de preparatoria y no quería molestarla demasiado. La última vez que los vio fue para hablarles de la competencia, e incluso esa había sido una visita rápida. No podía bajo ninguna circunstancia dejarlos de lado después de que habían hecho tiempo para ir a verla. Además, si era honesta consigo misma, los extrañaba.
— ¡Así es! Shinobu se esforzó por ganar para mostrarle a Giyuu-kun su lado lindo y genial, estaría muy mal que ustedes eviten que escuche los elogios que él tiene para ella – añadió Kanae, viéndose ofendida, pero su hermana la conocía como la palma de su mano y sabía que en realidad estaba disfrutando airear esa información, por lo que no dudó en protestar.
— ¡Nee-san! ¡No lo digas de esa manera! – su rostro empezaba a arder y la avalancha de preguntas y comentarios que siguió no le ayudó para nada.
— ¿¡Entonces si se trata de un novio!?
— ¡Que afortunado!
— ¡Con una motivación así quien no gana!
— ¿¡Es guapo!?
— ¿Es digno de nuestra joven estrella?
— Yo también quiero un novio…
— ¡Espe…
Antes de que pudiera aclarar nada, Kanae la tomó de la mano para llevársela, esta vez nadie intentó impedirlo.
— ¡Suerte, Kochou-san!
— ¡Si no te halaga como es debido solo dinos y le daremos una lección!
Fueron algunos de los "animos" que recibió mientras se marchaba, haciendo imposible que pudiese bajar su sonrojo.
— Nee-san, no debiste dejar que lo malentendieran de esa forma. – reclamó mientras Kanae la guiaba entre la multitud – ¡Es un niño! – recalcó con tono de preocupación.
Kanae se detuvo de repente y la miró.
— ¿Ara? ¿Te preocupa lo que vayan a decir por eso? – Kanae siempre había encontrado graciosa y adorable la resistencia de su hermanita, si bien no se explicaba el motivo, ya que era evidente que también quería mucho a Giyuu. Pero al escuchar su preocupación, por primera vez se planteó la posibilidad de que le avergonzara el hecho de que su pretendiente fuese menor que ella.
— Me preocupa que intenten cumplir lo que dijeron de darle una lección, varias de esas chicas son raras y se pusieron bastante intensas cuando les hablaste de él – respondió Shinobu, aludiendo a su creciente y extraña popularidad – Giyuu-kun es solo un niño y a menudo habla sin pensar, es fácil que las personas lo malentiendan o se enojen con él – aunque no se llevara tan bien con Sabito, en el fondo estaba agradecida de que él estuviese al lado del menor de los Tomioka, porque como le había dicho tiempo atrás: entre ambos se cuidaban las espaldas – además, sigo en contra de que le laves el cerebro con el asunto de casarse conmigo – añadió de manera seria, aprovechando que por una vez su hermana no estaba tonteando – él tenía solo seis años cuando dijo eso de estar juntos siempre, te aseguro que ni siquiera lo decía con esas intenciones y fue porque tú lo sugestionaste – le reclamó.
— Shinobu, es cierto que le dije algunas cosas ese día, pero no creo que fueran suficientes para que se encariñara tanto contigo… – empezó Kanae, que internamente se debatía entre darle un pequeño golpe en la cabeza o abrazarla mientras se preguntaba porqué su hermanita se ponía tan insegura en ese aspecto, pero ella la interrumpió.
— No, nee-san, él me quiere porque nos conocemos de toda la vida – insistió – pero difícilmente estaremos juntos todo el tiempo ¿no lo ves? Empezó hace dos años, cuando se inscribió a ese dojo, empezó a tener más actividades a conocer a más personas y ahora… mira lo difícil que ha sido verlo a él o a Tsutako-san últimamente, todos estamos ocupados y ellos van incluso a escuelas mixtas, él seguirá conociendo a más personas, a más chicas… – de repente, Shinobu desvió la mirada. La expresión triste de su rostro habría preocupado a Kanae si no hubiera aparecido acompañada de un sonrojo – como Makomo-san – murmuró para luego bajar la cabeza – ¿Qué pasará si encuentra a otra chica que le guste y la deja ir porque gracias a tu lavado de cerebro siente algún compromiso conmigo? …yo no me perdonaría si él es infeliz por mi culpa – añadió en un tono de voz tan bajo que a Kanae se le dificultó escucharla.
Pero la mayor de las Kochou empezó a hacerse una idea de las dudas que escondía su hermana. Supuso que era un poco comprensible. Aunque para ella fuera evidente lo genuino del afecto que Giyuu le profesaba, la curiosidad natural de Shinobu la impulsaba a cuestionar y analizar casi todo.
No, Shinobu no cuestionaba el hecho de que Giyuu le tuviera cariño, cuestionaba la naturaleza del sentimiento que le profesaba y cuanto duraría. Tomaba en cuenta factores como el tiempo que llevaban de conocerse, el que podían pasar juntos, cuanto pasaban separados…
«Tiempo»
Parecía darle mucha importancia. Kanae sospechó que se debía a sus edades: Giyuu tenía solo diez años, para Shinobu era un niño en toda regla, que debía dedicarse a jugar y disfrutar del presente. En cambio, ella ya estaba en plena pubertad, época de grandes cambios e incertidumbres, cosa que probablemente no le ayudaba a la parte impaciente de su carácter.
Por primera vez Kanae se sintió cerca de comprender el punto de vista de su amiga Tsutako acerca de dejarlos descubrir sus sentimientos por su cuenta. No solo era lindo -lo admitía-, de esa forma también evitarían ponerles una presión extra… como la que ella había estado ejerciendo sobre Shinobu sin querer.
— En verdad no creo que llegue a suceder algo como eso – le sonrió al tiempo que la hacía levantar la cabeza y acariciaba su mejilla – pero eres muy amable al considerar tanto lo que Giyuu-kun pueda estar sintiendo "realmente". Estoy orgullosa de ser tu hermana. – agregó, haciendo que una tímida sonrisa se formara en el rostro de Shinobu – No cualquiera puede ser tan amable cuando esta tan celosa de que otra chica pueda pasar tanto tiempo con el niño que adora~
— ¡Nee-san, ya te dije que no es eso! – se "animó" de inmediato la menor, enrojeciendo por completo.
— Admítelo, Shinobu~ te da envidia que Giyuu-kun haya conocido a una niña en el dojo~
— ¡Por favor deja de decir cosas que puedan malinterpretarse!
Las protestas de la menor no duraron mucho debido a que escuchó la voz que estaba extrañando.
— ¡Ah! ¡Ahí están! Sabito, Makomo ¿Qué tal una carrera hasta ellas? – propuso Giyuu muy animado.
— ¡Un verdadero hombre no huye de un reto! – contestó Sabito sin dudar, aunque luego miró a la niña que estaba junto a ellos – O mujer… – añadió a regañadientes.
— Ya estas aprendiendo, Sabito – Makomo soltó una suave risa.
— ¡SO-SOLO POR ESTA VEZ! – contestó el chico con cabello color salmón con un nerviosismo bastante evidente, incluso desviando la mirada por un momento. Luego, casi sin dar tiempo a prepararse, adoptó posición de salida – ¡Uno, dos, tres!
— ¡Esperen! ¡Pueden lastimar a alguien!
Antes de que Tsutako pudiera detenerlos, los tres niños ya habían salido corriendo en dirección a las hermanas Kochou.
— No te preocupes, Shinobu, sigues siendo su favorita – Kanae le dio un ligero codazo a su hermana, quien miraba a los niños.
Para sorpresa de Shinobu, Makomo y Giyuu eran quienes se disputaban el primer lugar en la improvisada carrera, Sabito no iba tan rezagado, pero era claro que estaba al último. La menor de las Kochou se preguntó si eso tendría que ver con su curiosa actitud hacia la niña y que tan seguido le ganaría a ambos en sus infantiles retos.
— ¡Ahh! – pero antes de que Shinobu pudiese plantearse más preguntas, la sandalia de Makomo se soltó, ocasionando que se enredara y cayera de cara al suelo.
Lo que sucedió a continuación ninguna de las chicas mayores lo había visto nunca: Sabito y Giyuu frenaron al instante, acudieron al lado de su amiga y se arrodillaron junto a ella.
— ¡Makomo! ¿Estas bien? – incluso hablaron al mismo tiempo.
La chica murmuró lo que pareció una respuesta afirmativa. Luego, con lentitud se sentó en el suelo, luciendo un buen golpe en la frente y una sonrisa apenada. Los dos niños, actuando aun al unísono, se pusieron en pie y extendieron sus manos para ayudarla a levantarse.
— Levántate despacio – dijo Sabito serio.
— Si te sientes mareada no dudes en decirnos – el tono y la sonrisa de Giyuu eran mucho más amables.
— S-si, gracias… – Makomo tomó la mano de ambos esforzándose por no dejar de sonreír, era evidente que el golpe no era la única razón por la que su rostro seguía enrojecido por completo.
Normalmente Shinobu habría admirado el hecho de que la niña no empezara a llorar tras semejante golpe y le habría llamado la atención que el pelisalmón no hubiera empezado a burlarse, pero el chillido de su hermana la descolocó por completo.
— ¡Kyaaa! ¿No están hechos todos unos caballeros? ¡Makomo-chan debe sentirse como una princesa!
¿Cómo una princesa?
La menor de las Kochou nunca se había sentido de esa forma, siempre le gustó ser independiente y demostrarle a niños y mayores que podía hacer todo sola sin mayor problema, incluso proteger y ocuparse de su amada hermana que siempre tenía la cabeza en las nubes o de un niño más pequeño y adorable que ella como Giyuu. En realidad, ni siquiera había aspirado nunca a sentirse como una princesa… hasta ese momento, viendo al menor de los Tomioka rodear la cintura de la pequeña Makomo para brindarle un mejor soporte mientras la niña pasaba uno de sus brazos por su cuello -el otro utilizaba a Sabito de apoyo-.
Shinobu pensó que, si Giyuu hubiera sido un poco más grande, la habría cargado en sus brazos. Y al imaginar tal escena no pudo negar que la punzada que atacó su pecho como el golpe de un rayo, era el sentimiento conocido como envidia.
— ¡Les dije que alguien iba a salir lastimado! – los reprendió Tsutako, al alcanzarlos.
— Lo sentimos – se disculparon los tres haciendo una reverencia.
— No los regañes, Tsutako-chan, gracias a eso pudimos ver una escena encantadora – Kanae estaba de nuevo en su mundo rosa.
— ¡Nee-san, no esta bien! ¡Makomo-san se lastimó y un golpe en la cabeza no debería ser tomado a la ligera! – la reprendió Shinobu, aunque hubiese reconocido en su interior sentir envidia, Makomo seguía siendo una niña y no podía dejarla así. Además, alguien debía hacer aterrizar a su hermana – por favor ve a mojar esto en agua fría, o si puedes conseguir hielo sería mejor – le pidió sacando un pañuelo de su bolsa de deporte.
— Tienes razón – Kanae volvió a la realidad al tomar el pañuelo – Lo siento mucho, Makomo-chan – se disculpó con la niña.
— N-no… fue mi culpa – murmuró muy bajo la menor, aun enrojecida hasta la raíz del cabello.
— Vamos, Kanae-chan, creo que vi una máquina expendedora en aquella dirección – Tsutako tiró de su amiga con expresión preocupada, misma que le dirigió a Shinobu – Te los encargo, Shinobu-chan – luego miró de forma más severa a su hermano menor, aunque habló para todos – sean buenos chicos esta vez.
Los tres bajaron la cabeza avergonzados, especialmente el menor de los Tomioka, su hermana rara vez se enojaba con él, mucho menos en público.
— No te preocupes, Tsutako-san. – asintió Shinobu, quien de haber estado más tranquila, habría encontrado divertida la escena – Busquemos un lugar donde Makomo-san pueda sentarse.
Los guió a una banca vacía, algo alejada de la multitud y en cuanto ayudaron a Makomo a sentarse, Giyuu y Sabito se plantaron frente a ella haciendo una profunda reverencia.
— ¡Lo siento, Makomo! – se disculparon haciendo gala de una perfecta sincronización una vez más.
— ¡Basta! – rogó la chica cubriéndose el rostro, una lástima porque por fin había logrado bajarse el sonrojo – ¡Es extraño cuando ambos se disculpan! ¡Además estamos llamando más la atención!
Shinobu por fin sintió verdadera compasión de la niña, comprendía muy bien el sentimiento de no querer llamar la atención, por lo que decidió intervenir dándole un suave empujón a los chicos para que se apartaran.
— Compensarán a Makomo-san después, ahora tenemos que tratar ese golpe – se agachó frente a la niña y sacó de su fiel bolsa, alcohol y gasa.
— Lo siento, Shinobu-nee-chan – Giyuu siguió disculpándose y el hecho de que Sabito no estuviese protestando era señal de también se sentía mal – no se suponía que se conocieran así…
— Giyuu-kun, deja de disculparte y ayúdame con esto – le sonrió para mostrarle que no estaba molesta con él, al tiempo que le ofrecía la botella de alcohol. El menor se animó de inmediato.
— Yo iré a… – empezó a excusarse Sabito, viéndose muy incómodo.
— Ara~ huir de tus responsabilidades no es muy varonil que digamos, Sabito-kun – señaló Shinobu sonriéndole de manera maliciosa.
— ¡No estoy huyendo! ¡Voy a asumir mi responsabilidad comprando una bebida para Makomo! – anunció antes de irse de manera apresurada, evitando correr como antes.
Ninguno de los tres pudo contener la risa ante su reacción.
— Ahora, Makomo-san, se que estas apenada y probablemente no quieras hacer preocupar a nadie, pero por favor dime si te duele – le pidió Shinobu, pasando por su frente hinchada la gasa empapada en alcohol que Giyuu le dio.
— Si, aprovecha que Sabito no está. – la animó Giyuu.
Makomo asintió aun tímida.
— Lo siento, Kochou-san-ay… – se quejó, Shinobu trató de ser más cuidadosa – Giyuu-kun me ha hablado mucho de ti y es muy vergonzoso conocerte de esta forma, incluso estoy causándote molestias…
Shinobu miró de reojo a Giyuu, que desvió la mirada apenado. Sonrió de manera genuina.
— Tú también deja de disculparte, Makomo-san, en realidad me impresionaste.
— ¿¡De verdad!? – preguntaron ambos niños sorprendidos. Shinobu asintió.
— Fue muy refrescante ver a Sabito-kun ser dejado atrás por una chica – rió – y con un golpe como el que te diste, cualquier otra estaría llorando a mares, pero tú apenas te has quejado.
— Bueno, no fue muy diferente a recibir un golpe en el dojo – respondió la niña con modestia.
— ¿Ah si? – preguntó Shinobu mirando a Giyuu. Sospechaba desde hacía tiempo, por algunos comentarios de él mismo, de Sabito e información que había encontrado, que le mentía sobre cuanto se lastimaba en los entrenamientos.
— E-entonces debió ser más el sonido que el golpe – sugirió el menor sonriendo nervioso. Su amiga acudió a su rescate.
— ¡Pero tú también estuviste impresionante, Kochou-san! – afirmó Makomo muy animada, con las mejillas enrojecidas una vez más – En realidad no suelo meterme tanto en las competencias entre Sabito y Giyuu, pero quería intentar verme un poco como tú. – tal afirmación tomó a la menor de las Kochou con la guardia totalmente baja.
— Yo también me estaba esforzando bastante por ganar, como tú, Shinobu-nee-chan – Giyuu le dedicó una de sus más brillantes sonrisas – ¡Ah! Eso me recuerda que te traje esto ¡Felicidades por ganar el primer lugar! – el menor sacó de su mochila una cajita transparente que contenía un sencillo pero hermoso ramillete de flores de glicinia.
Esta vez fue el turno de Shinobu para sonrojarse.
— ¡Ah! Trajiste esas flores al final, yo también creo que una rosa habría sido más apropiada – protestó Makomo.
— Pero estas flores le gustan a Shinobu-nee-chan – Giyuu estaba convencido, pero se dirigió a Shinobu para que ella misma despejara cualquier duda – ¿Verdad?
— Gracias… – murmuró sorprendida. Nunca le había comentado a nadie, ni siquiera a Kanae, la extraña atracción que esas flores ejercían sobre ella. Pero Giyuu lo había notado – Si, me gustan – sonrió encantada.
En la ceremonia de premiación le habían dado un ramo de flores más grande y variado -que había olvidado en los vestidores- sin embargo, para ella era mucho más significativo ese pequeño ramillete que su persona favorita le regalaba pese a que su elección parecía ser bastante impopular. Shinobu sentía que su corazón estallaría de felicidad.
— Jajajajaja ¿Porqué te hace sonreír como tonta unas flores tan tristes de parte de un niño y no el enorme ramo que te dieron con tu medalla, Kochou? – la voz del odioso chico que se había empeñado en molestarla desde que se cruzaron por primera vez en los pasillos del área reservada a los participantes interrumpió su felicidad – Si me lo preguntan, diría que es porque en el fondo sabes que eso es lo que concuerda con tus capacidades ¿no? – se burló.
Sintiéndose cansada y molesta, Shinobu se levantó y lo miró dispuesta a ponerlo en su lugar.
— Nadie ha pedido su opinión, pero ya que quiere que pregunten ¿A que se refiere con que concuerda con sus capacidades? – Giyuu se adelantó, poniéndose delante de ella mientras fulminaba al chico con la mirada. Shinobu nunca lo había visto así.
— ¿Ah? No estoy hablando contigo, mocoso. – el chico le dedicó una mirada desdeñosa, pero luego sonrió de manera despectiva – Aunque si tanto quieres saber, te lo diré. Esa chica ganó por pura suerte de principiante. No hay forma de que alguien tan pequeña y que justo antes de la competencia estaba tan nerviosa que temblaba como una hoja pudiera ganar en esa categoría por si sola. Es una farsa – se dirigió a Shinobu – ¿Verdad, Kochou?
El chico hizo ademán de acercarse a ella, pero Giyuu se lo impidió al tumbarlo de un empujón. Shinobu no estaba segura de si lo había logrado porque lo había tomado por sorpresa, o porque las clases de kendo en verdad hacían efecto aun en un niño de diez años.
— Shinobu-nee-chan no es ninguna farsa. Ella siempre pone su mejor esfuerzo en todo lo que hace, así que era obvio que iba a ganar – la mirada del pequeño Giyuu era tan intensa que no parecía acorde con su edad. Quizá fuera por la perspectiva que tenía desde el suelo, pero al chico por un momento le pareció encontrarse frente a alguien mucho mayor y mucho más fuerte, haciendolo sentir un escalofrío y pasar saliva – Tú no tienes derecho a decirle nada, tu tiempo promedio ni siquiera se acerca al de ella.
— ¡Que no es contigo, mocoso! – el chico se sacudió el temor que le había inspirado el niño y la vergüenza que le provocaba la verdad dicha lanzándole una patada, pero los reflejos de Giyuu estaban lo suficientemente desarrollados para esquivarla sin esfuerzo. El chico se puso en pie y volvió a dirigirse a Shinobu – Muy valiente metiendo zancadillas ¿no? Pero a la hora de la verdad necesitas que un mocoso te defienda…
El menor de los Tomioka la conocía lo suficiente para saber que cuando ella hacía algo como eso, era porque la persona en cuestión había agotado su paciencia, por lo que se enfureció al preguntarse cuanto tiempo llevaría soportando a ese tipo. Y se preparó para atacar.
Al ver que Giyuu apretaba los puños y se disponía a dar un paso adelante, Shinobu comprendió que debía salir de su estupor e intervenir. Era posible que por si solo, el chico no hiciera nada más, pero la patada que había lanzado le daba a entender que no dudaría en irse a los golpes con un niño si lo provocaban. Y de ninguna forma iba a permitir que lo lastimaran frente a ella.
— No es que lo necesite – dijo, abrazando con ternura a Giyuu por la espalda, como hacía un tiempo no podía – pero este chico vino a verme y me trajo flores, así que no negaré que se siente muy bien que me defienda, lo único triste es que su oponente sea un idiota mal perdedor como tú. – dijo sin el menor sarcasmo – Pero yo de verdad me siento feliz al ser protegida por ti – susurró al oído del niño con sinceridad al tiempo que estrechaba su abrazo. Aunque vigilaba los movimientos del tipo, aun podía disfrutar de la extraña sensación que le produjo el hecho de que Giyuu diera la cara por ella, era como bailar en el aire. Se preguntó si eso era lo que Kanae había definido como "sentirse como una princesa".
Giyuu, en cambio, ahora se debatía entre la felicidad y la preocupación. El susurro de Shinobu lo había desarmado por completo, estaba tan feliz que había relajado los puños y simplemente no podía adoptar una actitud defensiva, incluso un fuerte sonrojo se había apoderado de sus mejillas. Era un desastre. No proyectaba para nada la imagen de alguien dispuesto a defender a muerte a su persona favorita. Pero no podía evitarlo, sus dos años de entrenamiento empezaban a mostrar frutos: por primera vez, Shinobu no solo había aceptado que la protegiera, sino que también había dicho que estaba feliz por ello.
— ¡No me hagas reir! ¿Qué pueden hacer tú y un mocos… – intentó volver a la carga, pero fue interrumpido.
— Disculpe – fue Tsutako quien llamó la atención del tipo con su voz serena – soy Tsutako, la hermana de ese niño y amiga de esas niñas – se presentó con una leve reverencia – no pude evitar escuchar la situación y me veo en la obligación de advertirle: si le toca un solo cabello a alguno de los tres, no dudaré en tomar medidas – el aura por lo general serena de la mayor de los Tomioka se había transformado en una brisa gélida que ponía la piel de gallina con solo estar cerca.
— Y yo soy Kanae~ Shinobu es mi hermana y también soy amiga de esos niños – la actitud de la Kochou mayor era tan jovial como de costumbre, pero mostró su teléfono – y si la advertencia de mi amiga no es suficiente, me temo que también divulgaré en las redes sociales como el pobre Juuji Takayama-kun de la preparatoria Tomogawa es tan mal perdedor que desquita sus frustraciones en una chica de secundaria y un niño de primaria. Entiendo que tienes cierta reputación en tu escuela y no puedes permitirte un escándalo~
Las auras que emitían Tsutako y Kanae eran, como siempre, contrastantes, y en ese momento estaban muy acentuadas. La primera era muy fría y la segunda demasiado vibrante, pero dejaban un sutil sentimiento de amenaza. Y la mirada de ambas era muy clara: no estaban dispuestas a perdonar al que se atreviera a hacerle daño a sus preciosos hermanitos. El chico -Takayama- comprendió que estaba en desventaja y se fue furioso.
— ¿Estan bien? – preguntó Tsutako tras soltar un suspiro para volver a su usual estado de calma. Giyuu y Shinobu se miraron, se sonrieron y asintieron al mismo tiempo.
— Makomo-chan, lo siento, aquí está el hielo – Kanae se dirigió a la niña y posó el pañuelo con los cubos de hielo sobre su frente con cuidado.
— Wow… – Makomo estaba tan sorprendida por toda la escena que le tomó un momento darse cuenta de que debía sostener por si misma el pañuelo.
— Rayos, me voy dos minutos y ustedes se las arreglan para meterse en problemas – bufó Sabito, que acababa de llegar y traía bebidas para todos. En realidad estaba disgustado por no haber estado presente para apoyar a sus amigos.
— ¡Kyaaaa! Aun no lo supero, Tsutako-chan ¡Aun no lo superooo! – Kanae trataba de chillar en voz baja mientras tiraba del brazo de su amiga.
— Shhh… van a escucharte Kanae-chan – le advirtió la mayor de los Tomioka.
Estaban en un restaurante celebrando la victoria de Shinobu, quien no se separaba de la cajita que contenía el ramillete que le regaló Giyuu en el cabello y trataba de determinar junto a los tres niños, cual platillo sería el más adecuado y seguro para una pequeña competencia de comida propuesta por Sabito.
Las hermanas mayores se habían alejado un poco para disimular las sonrisas que no podían contener al ver que, en esta ocasión, Giyuu se había sentado a la par de Shinobu y no dejaba de abrazarla.
— Es que son tan adorables, y eso fue tan lindoooooo – de repente, Kanae pareció salir de su burbuja rosa, pero Tsutako ya se imaginaba lo que venía – ¡Hubieras esperado un poco más para intervenir!
— No podía ¿Qué tal si ese chico se ponía más violento? – intentó hacerla entrar en razón.
— Para eso Giyuu-kun está recibiendo clases de kendo, y Sabito-kun lo habría ayudado – le restó importancia Kanae.
— Definitivamente, será un alivio para mi si Shinobu-chan se queda con Giyuu, ya que parece ser la única que se preocupa tanto por la seguridad de Giyuu como yo – suspiró Tsutako. Luego agregó, volviendo a sonreír – Por cierto, me gustó mucho como lo abrazó para evitar que atacara a ese chico.
— ¡Siiii! – Kanae trató de chillar por lo bajo – ¡Fue tan lindo y me sentí tan orgullosa de que lo hiciera con tanta feminidad y elegancia! – parecía que la mayor de las Kochou explotaría de emoción en cualquier momento. Pero de repente se acercó a su amiga para susurrarle en el más alto secreto que podían permitirse – ¿Por cierto, notaste que aun no baja la guardia con Makomo-chan?
— ¿Eh? – la mayor de los Tomioka miró con disimulo en dirección de las mencionadas, pero Shinobu y Makomo justo se habían unido para gastarle una broma a los chicos que los hizo sonrojar. No percibió el menor atisbo de hostilidad – ¿De que hablas?
— ¡El honorífico! – señaló Kanae – desde que Giyuu-kun dijo que eran amigos, Shinobu la ha llamado "Makomo-san" en lugar de "Makomo-chan" como haría con cualquier niña.
— Entonces… ¿dices que la ve como una igual? – cuestionó Tustako.
— Ahora, una igual… pero ¿Qué te apuestas a que antes de conocerla, pensaba en ella como una rival?
— Kanae-chan… – Tsutako suspiró negando con la cabeza. Realmente era un detalle curioso la forma en como la menor de las Kochou se dirigía a la amiga de su hermanito, pero el "picante" que Kanae le agregaba a la situación no dejaba de sorprenderla.
— Hablando de eso~ observa esto – Kanae le hizo un guiño a su amiga y luego detuvo a su hermana, que se había levantado para ir al baño – ¿No estas aliviada, Shinobu? – le secreteó.
— ¿Porqué? – preguntó la menor inclinándose para escuchar mejor, con la guardia baja. A pesar de que parecía entretenida, en realidad, en su mente aun le daba vueltas a la sensación flotante que le había producido el ser defendida por Giyuu.
— Porque, como te dije, sigues siendo la favorita de Giyuu-kun – murmuró la mayor, haciendo ademán de tomar la cajita con el ramillete que su hermana llevaba en la mano. La cara de Shinobu enrojeció y retuvo de inmediato la cajita. Antes de que pudiese defenderse, la mayor de las Kochou añadió para su amiga – ella estaba preocupada de que a Giyuu-kun le gustara Makomo-chan más que ella.
— ¡Nee-san! – Shinobu intentó protestar en voz baja, con el color apoderándose más de su rostro.
— Bueno, yo creo que Shinobu-chan hace bien en no dar por sentado nada, ya que si Giyuu nos presentó a Makomo-chan a todos, quiere decir que la aprecia mucho. – comentó Tsutako causando un puchero de reproche en su amiga y una punzada en el pecho de la Kochou menor – Pero te diré esto, Shinobu-chan, es la primera vez que veo a Giyuu eligiendo flores para alguien y enfureciéndose tanto tan rápido. No lo ha hecho por nadie, ni siquiera por mi – le sonrió.
— Pe-permiso – Shinobu echó a correr al baño antes de que el rojo de su rostro llamara la atención como una decoración navideña.
— Je~ ¿Lo ves, Tsutako-chan? Me asustaste por un momento, pero cuando te lo propones puedes dar buenos empujones – Kanae estaba de lo más complacida.
— Ya te dije que yo no doy empujones, Kanae-chan – contestó la Tomioka mayor – solo dije la verdad.
— ¡Kya~!
Notes:
Esta Kanae XDDD Ok, primero que nada decir que no tengo la menor idea de como se organizan las competencias de atletismo :yao: y si, el tal Takayama es del tipo que molesta a las niñas que le gustan, además de ser mal perdedor, por eso se la pasó molestando a Shinobu... y no es que nuestra muchacha se esté volviendo débil y necesite que Giyuu o su hermana la defiendan (razón por la que Kanae decía que Tsutako podía esperar un poco más para intervenir) pero pues, ya vieron, tenía la espinita por culpa de Kanae y (sin querer) Makomo sobre lo de actuar como las demás niñas que son defendidas por su caballero de brillante armadura... ok hasta yo me sentí medio empalagada ahorita y eso que me gusta lo dulce XD
Y~ si, lo del truco de la respiración para calmarse es una referencia a los alientos~ recuerden que el aliento de los insectos (Shinobu) deriva del aliento de las flores (Kanae) y este a su vez deriva del aliento de agua (Urokodaki y sus discípulos). Y supongo que no hay nada que decir de la flor de glicinia :v aunque si se preguntan porque Shinobu no se lo había mencionado a nadie, es porque hasta ahorita, a sus trece, está empezando a ser más... ¿girly? ¿femenina? y pues, por eso le parecia fuera de lugar decir que tenía una flor que le gusta XD además de que si le preguntaran porque le llamaba la atención, no tiene una respuesta.
Creo que tenía un par de comentarios más, pero hoy ya estoy corta de tiempo (Se supone que duerma temprano, pero ya son las 11:23 pm y aun tengo un par de cosas pendientes que hacer n_nU), así que, espero nos leamos pronto~
Chapter 4: Omake: 11 y 14
Notes:
Holis~ Hoy es día de los muertos en mi país (que no es México) así que revivo este fic :v ok no XD pero ahora que caigo, es gracioso que hoy publique precisamente este capítulo XD Debido a la ¿festividad? (en serio, aquí no es plan fiesta XD) solo trabajamos mediodía y según yo, iba a subir esto temprano e iba a ponerme al día con algunos quehaceres que no hice ayer por celebrar un "halloween tardío", peeeeeeeero a mi madre se le ocurrió que, en lugar de ir a perdernos en un mar de gente en el cementerio (nadie de la familia estaba interesado en ir excepto mi sobrimano) o seguir con nuestras vidas y aprovechar la tarde, nos invitó a ir a comer y pues... ¿quien se resiste a comida gratis? Después me hizo llevarla al super, después busqué cena, después hice que mis gatas se pusieran celosas porque intenté jugar con el perro que mi sobrimano trajo el viernes (resultado: no se jugar con perros, fui casi ignorada por él y la única razón por la que mis gatas siguen entrando a mi cuarto es porque vieron que traje una bolsa de comida n_nU) y pues... por eso estoy publicando ya en la noche n_nU Pero bueno, aun no acaba el día :v
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
— Maldición, nee-san, ¿¡por qué eres tan impaciente!? – se quejó en voz alta Shinobu mientras salía apresuradamente de la escuela.
Le había rogado a Kanae que esperara a que terminara sus actividades del club para irse juntas y al principio su hermana mayor había accedido, pero para su horror, al salir Shinobu había encontrado un mensaje en su teléfono que decía "Lo siento, Shinobu, olvidé comprar los ingredientes de la cena. No quiero retrasar nada, así que me adelantaré. Por favor, no te enojes, ¿si?". Y esa era la razón por la que se encontraba corriendo por las calles al tiempo que intentaba llamarla por el celular.
En realidad, no se trataba de algo tan raro. Como tenían tiempo sin verse, Kanae y Tsutako habían decidido tener una pijamada en casa de la primera para ponerse al día, por tanto, la mayor de las Kochou era la encargada de preparar la cena y eso le estresaba un poco al no querer quedar mal ante su amiga, de ahí su impaciencia. Eso ocurría de vez en cuando, no había nada extraordinario que justificara la ansiedad de Shinobu por buscar a su hermana.
La misma Shinobu era consciente de que ella era la rara, pero no podía hacer nada para controlarse: Desde que cumplió catorce años, no, desde que Kanae alcanzó los diecisiete años, había empezado a invadirla una terrible paranoia alrededor de su hermana. Temía que algo malo le sucediera si la perdía de vista un solo segundo. Imaginaba que era asaltada, que sufría un accidente o… que sucedía lo que soñaba de vez en cuando.
Al principio había sido del todo honesta y le había contado sus temores a sus padres y hermana. Ellos lo tomaron con calma, trataron de tranquilizarla con charlas e infusiones, pero todo fue inútil. Al final, notando que empezaba a preocuparlos, Shinobu decidió esconder los delirios que su mente conjuraba y se resignó a dedicarse de lleno a acosar a Kanae para conseguir algo de paz mental. Hasta cierto punto, esto tampoco era tan inusual, dado que siempre había sido apegada a ella y la mayor de las Kochou afirmaba que no le importaba, pero había días como ese en que no podía quedarse junto a ella para que estuviese tranquila.
Al girar en una calle, Shinobu dejó de intentar llamar a su hermana y aminoró su paso. Había visto a los hermanos Tomioka asomándose a una esquina en actitud sospechosa, como si estuviesen espiando a alguien. El encontrarlos, pese a lo inusual de su comportamiento, hizo que el peso de la paranoia se aligerara un poco. Pero eso avivó un poco su inquietud, ya que lo normal era que ese par consiguiera transmitirle una agradable sensación de calma sin importar que tan agitada se encontrara. No obstante, decidió que no había razón para alarmarlos y actuó con normalidad.
— Buenas tardes – saludó en voz baja.
— Ah, buenas tardes, Shinobu-chan.
— Shinobu-nee-chan.
Tsutako le sonrió y Giyuu la abrazó como de costumbre, pero ninguno de los dos abandonó del todo su actitud de espía.
— ¿Qué sucede? – preguntó la menor de las Kochou uniéndose a ellos. La sonrisa de Tsutako adquirió, por primera vez, un toque malicioso.
— Creo que a Kanae-chan la acaba de flechar cupido. – respondió.
Lo que los hermanos Tomioka habían estado observando, era a la misma Kanae Kochou sentada en una banca, con sus compras a un lado y un policía peliblanco que, arrodillado frente a ella cual caballero antiguo, le colocaba una bandita en la rodilla mientras, aparentemente, le daba un sermón sobre cómo cruzar las calles. Desde su posición no se escuchaba del todo bien su conversación, pero Shinobu captó perfectamente el nerviosismo en la voz de su hermana y comprendió porqué Tsutako suponía tal cosa.
— ¿Qué sucedió? – preguntó disimulando su preocupación. Aunque la escena era un poco tierna incluso para ella y le habría encantado cobrarse todas las veces que Kanae la había molestado con el menor de los Tomioka, incluso en un momento así no podía olvidarse del presentimiento funesto que llevaba más de medio año acosándola.
— Nosotros solo vimos cuando el señor policía la acababa de llevar a la banca, luego recogió sus compras y entró al super a comprar algunas cosas y la bandita. Pero creemos que la salvó de que la arrollaran. – reportó Giyuu.
— Kanae-chan se veía muy linda. – comentó sonriente Tsutako al tiempo que le mostraba a Shinobu una foto de su hermana sentada en la banca con expresión avergonzada y las manos sobre sus mejillas sonrojadas.
Shinobu se permitió soltar una risita baja y se dijo que si ellos dos estaban tan tranquilos, no había sido un incidente grave, además su hermana no parecía tener más heridas que ese raspón en la rodilla. Pero antes de que pudiese comentar algo al respecto, el chillido de Kanae llamó su atención.
— ¿¡EEEEH!? N-no es necesario, señor policía, mi casa no está lejos y solo tengo un raspón, puedo llegar sola. – protestaba la mayor de las Kochou, con el rostro enrojecido por completo, mientras el policía peliblanco le indicaba que subiese a su espalda.
— ¿¡Crees que puedo confiar en ti después de lo que vi!? Vamos, sube de una vez, niña. – le ordenó el policía.
Kanae terminó accediendo y el trió de espectadores no pudo reprimir una risita baja al verla esconder el rostro tras el hombro del policía de la manera más tímida. Cuando el hombre se dio la vuelta para salir del parque notaron que tenía una cicatriz en el rostro.
— ¿A Kanae-nee-chan siempre le han gustado los hombres con cicatrices? – preguntó Giyuu con inocencia. Tanto Shinobu como Tsutako se lo pensaron un poco.
— Bueno, Kanae-chan nunca ha mencionado un ideal físico. – respondió la mayor de los Tomioka, un poco vacilante.
— Sí, siempre le ha interesado más como se desarrollaría su historia con el tipo. – agregó Shinobu.
— Mmmm… oye, Shinobu-nee-chan ¿crees que me vería más genial si tuviera una cicatriz? – preguntó el niño. Tsutako soltó otra risita y Shinobu frunció el ceño.
— No. – respondió de manera tajante. Luego suavizó su mirada y su tono de voz al ver que había asustado a Giyuu – Lo que quiero decir es que si te la haces por alguna situación fortuita no habría nada que hacer. Pero no intentes lastimarte solo para verte más genial, ¿si?
— Sí. – asintió Giyuu, volviendo a abrazarla feliz.
— ¿Nos vamos nosotros también? – preguntó Tsutako, tras observarlos, también sonriente.
Los menores asintieron y siguieron a los otros dos a un paso moderado para darle algo de privacidad a Kanae, pese a que Shinobu no podía evitar sentirse ansiosa. Sin embargo, cayó en cuenta de algo.
— ¿Tú también te quedarás a dormir, Giyuu-kun?
Al niño se le colorearon las mejillas y bajó la cabeza antes de negar, aunque a Shinobu no se le pasó por alto la mirada que le dirigió a su hermana antes de hacerlo.
— No, solo estoy acompañando a nee-chan.
— ¿Eh? ¿Pero por qué no? Podemos hacer nuestra propia pijamada mientras nuestras hermanas hacen la suya, hasta podemos hacer una competencia de pijamadas. – propuso Shinobu, volviendo a comportarse por un momento como una niña mucho menor. Tsutako volvió a reír, pero Giyuu negó de manera enérgica con el rostro aun sonrojado.
— Lo siento, Shinobu-chan, también se lo pregunté pero insistió mucho en solo acompañarme hasta tu casa. – pese a su tono sereno, la mirada de la mayor de los Tomioka delataba que a ella también le parecía extraño y preocupante el comportamiento de su hermano menor.
— Pero entonces te quedarás a cenar, ¿no? – preguntó Shinobu tras prometer con la mirada que averiguaría la razón.
— Nee-chan dice que es de mala educación llegar sin avisar para comer. – murmuró Giyuu a regañadientes.
— No te preocupes, ustedes son como de la familia, así que pueden venir cuando quieran. – le sonrió Shinobu tomándolo de la mano, haciendo que el niño se sonrojara más antes de mirar a su hermana en espera de su aprobación.
— Gracias, Shinobu-chan, entonces llamaré a nuestros padres para que lo recojan después de la cena. – asintió Tsutako.
Los dos menores sonrieron contentos y durante el resto del camino hablaron sobre Kanae y el policía.
— ¿¡EEEEEHHH!? ¿¡ME VIERON!? – Kanae hacía ademán de esconder su muy sonrojado rostro tras sus manos, pero entre sus dedos se podían ver sus ojos brillantes de emoción y la sonrisa colmada de felicidad que delataba su estancia en el "mundo rosa", como lo llamaba Shinobu.
— También tomé una foto. – rió Tsutako.
— ¡MUESTRAMELA, POR FAVOR! – la mayor de las Kochou dejó de lado el plato que estaba lavando y casi se le abalanzó a su amiga para arrebatarle el teléfono – Oh, creí que saldría él. – se quejó, desilusionada. Pero Tsutako no se alarmó.
— Sabes que es ilegal tomarle fotografías a otras personas sin permiso ¡peor a un policía! Contigo está bien porque somos mejores amigas y nos conocemos desde hace años y nuestros hermanitos son otra excepción, pero…
— ¡Tsutako-chan, por favor, ya se todo eso! – volvió a quejarse Kanae, haciendo cara de cordero a medio morir para que se saltase el sermón moral que siempre le daba para controlarla. La mayor de los Tomioka suspiró.
— Está bien – accedió. Luego su sonrisa adquirió un matiz cómplice – ¿Y? ¿Qué hiciste para conseguir que un policía te cargara hasta tu casa, Kanae-chan?
— ¡OH, SI LO HUBIERAS VISTO! ¡FUE TODO TAN NOVELESCO!
Como esperaba, la emoción de Kanae volvió, y con mucha más fuerza. Tsutako pensó que era una suerte que sus padres hubiesen tenido que quedarse hasta tarde en el trabajo, porque dudaba que les agradara escuchar cómo su hija mayor había resbalado y caído en medio de la carretera, siendo salvada de un descuidado conductor solo gracias a la oportuna intervención de un par de policías. El compañero del policía peliblanco se ocupó de multar al chofer mientras Kanae vivía su idílico encuentro -aunque la mayor de los Tomioka albergaba algunas dudas sobre cómo lo había tomado el oficial-. Consideraba que la historia podría haberles caído un poco pesada, especialmente después de la cena.
Mientras las mayores charlaban -o, específicamente, Kanae parloteaba- animadamente y terminaban de lavar los plato de la cena en la cocina, los hermanos menores esperaban la llegada de unos u otros padres jugando videojuegos en la sala.
— ¡Aaah! ¡No! ¡Rayos! Te has vuelto muy bueno en esto, Giyuu-kun. – se quejó Shinobu tras perder la carrera por tercera vez.
— Practiqué mucho para poder ganarte, Shinobu-nee-chan. – admitió Giyuu sonriendo con descaro – Mi siguiente meta es ganarle a Makomo.
— ¿Eh? ¿No sería a Sabito-kun? – preguntó Shinobu desconcertada. Nunca había jugado contra el chico de cabello color salmón, pero recordaba que Giyuu había comentado en alguna ocasión que era bueno. No obstante el menor negó con la cabeza, aun con esa sonrisita descarada en su rostro.
— A él ya lo derroté, Makomo es el jefe final. – comentó, luego su rostro adoptó un matiz malicioso similar al que había mostrado su hermana mayor más temprano. Shinobu sintió que su rostro se calentaba, porque el sentimiento que le provocaba ver ese matiz en su pequeño era indescriptible. No era algo malo, pero al mismo tiempo la hacía sentirse apenada, quería apartar la mirada, sin embargo tampoco podía despegar sus ojos de él, era intrigante observarlo. Al principio pensó que quizá se veía demasiado lindo -y eso que ya admitía que lo era bastante-, pero sabía que esa no era la palabra correcta para usar, era algo más – La verdad es que Sabito no quería jugar contra Makomo la primera vez, decía que no tenía sentido jugar contra una niña como ella. Claro que Makomo no se resignó y finalmente logró convencerlo. – explicó el menor.
— ¿Y… ganó? – preguntó Shinobu, tratando de enfocarse en la conversación.
— No. Perdió por mucho y Sabito se burló bastante. – Shinobu frunció el ceño, pero notó que la historia no había terminado – Entonces Makomo practicó durante todo el verano, para volver y aplastar a Sabito ¡Ahora es la reina del juego! – finalmente la malicia dejó el semblante del menor y Shinobu sintió que podía respirar mejor – Desde entonces Sabito no puede negarse a jugar con ella, y aunque le gane, tampoco puede burlarse mucho. – Giyuu rió y Shinobu lo imitó. Una vez superada su sorpresa notó que el niño le contaba esa historia con intención de hacerla sonreír, y si le prestaba atención, de hecho, funcionaba – Así que ¿te parece si jugamos otra ronda, Shinobu-nee-chan?
— ¿Para ayudarte a practicar para cuando juegues contra Makomo o para comprobar que lo de ahora no fue solo suerte? – se burló Shinobu, reponiéndose.
— ¡Y dices que yo soy el mal perdedor, Shinobu-nee-chan!
La menor de las Kochou rió ante el reclamo, luego miró con disimulo hacia la cocina, donde sus hermanas seguían hablando sin prestarles atención.
— Está bien, Giyuu-kun, juguemos otra – accedió – pero quiero preguntarte algo mientras tanto. – añadió bajando la voz, Giyuu comprendió que se trataba de algo que quería mantener en secreto, así que asintió pese a su propio desconcierto.
— Pero no es una táctica para distraerme del juego, ¿verdad, Shinobu-nee-chan? – bromeó el menor mientras programaba otra carrera.
— Giyuu-kun, es hasta cierto punto comprensible que seas un mal perdedor, pero que también seas un mal ganador es imperdonable. – Shinobu le siguió la corriente fingiendo indignarse mientras escogía su corredor.
— No te preocupes, Shinobu-nee-chan, he practicado lo suficiente para no perder ante tus encantos. – Giyuu escogió a su propio corredor sin siquiera mirar la pantalla, solo dedicándole a ella su sonrisa más brillante.
— ¿¡D-de donde aprendiste a decir esas cosas!? – la menor de las Kochou se alteró y sonrojó por completo. No estaba segura si lo que la alteró tanto fueron las palabras en sí o el hecho de que le soltara esa frase tan… adulta… siendo solo un niño y con esa sonrisa tan brillante.
— Giyuu ¿Estas siendo grosero con Shinobu-chan? – preguntó Tsutako desde la cocina con tono ligeramente severo.
— Claro que no, nee-chan. ¿Verdad que no dije nada malo, Shinobu-nee-chan? – tras un pequeño momento de confusión y susto, el menor aniquiló a Shinobu con su mirada de súplica más pura e inocente.
Por un momento, Shinobu pensó en el potencial criminal que tenía esa mirada y se dijo que debía vigilar más de cerca las influencias que podría tener Giyuu, pero luego trató de ser racional y tranquilizarse: él era un niño demasiado amable como para hacer daño a nadie y era más listo de lo que su inocencia y su torpeza a veces dejaban ver, así que no había razón para preocuparse de que utilizara ese poder para el mal.
— N-no, no fue grosero. – le contestó a Tsutako, dudando de la palabra que debía usar – No te preocupes, Tsutako-san…
— Ara~ Si tuviera que adivinar basándome en el rostro de Shinobu, diría que Giyuu-kun le acaba de decir algo muy bonito~ – canturreó Kanae.
— ¡Solo dijo algo que me sorprendió! ¡Tú vuelve a tu mundo rosa con el policía ese que te salvó, nee-san! – explotó Shinobu antes de fijar la vista en la pantalla e iniciar la carrera.
Kanae rió, más que acostumbrada a esos estallidos de vergüenza, y retomó sus ensoñaciones con Tsutako, quien les dedicó una última mirada antes de negar con la cabeza y volver su atención hacia su amiga.
No obstante, pese a que la carrera ya había comenzado, el menor de los Tomioka no estaba jugando.
— ¿Qué sucede, Giyuu-kun? – al voltear a ver a su lado, Giyuu la observaba con aire de preocupación.
— Lo siento, Shinobu-nee-chan ¿Lo que dije te molestó?
Shinobu sintió que se hundía en arenas movedizas. No tenía una forma lógica y exacta de explicarle lo que le había inquietado, ni siquiera podía pensarlo sin sentirse avergonzada. Lo peor era que si se tardaba mucho tiempo en responder, él se preocuparía más y pediría que le explicase con más detalle hasta comprender el detonante exacto de su reacción y asegurarse de que no estaba solo tratando de tranquilizarlo.
En resumen: cuanto más se tardara en darle una respuesta, Giyuu sería más difícil de satisfacer.
— Ya dije que solo me sorprendiste. – respondió utilizando un tono de voz razonablemente más calmado pese a estar haciendo un puchero – Solo he escuchado palabras como esas en chicos mayores y la televisión – agregó, pausando la carrera – ¿Fue de ahí que lo escuchaste? – Shinobu definitivamente se sentía mucho mejor siendo ella quien hacía las preguntas.
— Escuché a un senpai del club de kendo decirle eso a su amiga. – explicó tras asentir.
— ¿¡En que contexto!? – preguntó escandalizada ante la idea de que el niño hubiese pillado a una pareja coqueteando por ahí.
— En la práctica, antes de enfrentarse. – Giyuu la miraba extrañado por su reacción.
— De-decirse eso antes de enfrentarse… por mucho que sean… las escuelas mixtas son aterradoras… – murmuró Shinobu desviando la mirada.
— ¿Shinobu-nee-chan?
— ¿N-no era alguna táctica de distracción? – trató de corroborar, le parecía increíble que dos alumnos pudiesen coquetear de esa manera frente a profesores y compañeros.
— No lo creo… – respondió Giyuu tratando de rememorar el episodio – Me parece que ella solo se burló de él y nadie más les prestó atención… – aunque recordaba que Sabito había reaccionado de manera similar a ella, pero dado que ya le había contado cómo había sido derrotado por Makomo, decidió no comentarlo para no poner en mayor desventaja a su amigo.
Shinobu suspiró, con semejante información, le aterraba imaginarse a su hermana asistiendo a una escuela mixta. Por primera vez se alegró de que sus padres las hubiesen inscrito en una exclusiva para chicas.
— Escucha, Giyuu-kun, hasta donde sé, esa línea la usan los chicos cuando están tratando de llamar la atención de una chica, precisamente para conquistarla, aunque declaren lo contrario. Te diría que solo la uses cuando tengas esa intención, cuando seas mayor, claro. Pero la verdad es que está muy gastada y esa chica se burló porque, créeme, los chicos no se ven ni interesantes ni geniales diciéndola. Debes encontrar tu propia forma de hacerlo ¿entiendes? – le explicó con toda la seriedad que su sonrojado rostro pudo transmitir.
Giyuu la observó con los ojos muy abiertos, procesando la información. Luego la golpeó una vez más con su brillante e inocente sonrisa.
— Entiendo, Shinobu-nee-chan.
— Bien… ahora empecemos de nuevo el juego. – Shinobu disimuló su turbación volviendo a centrarse en la pantalla para reiniciar la carrera.
— Sí. – Giyuu se concentró durante los primeros diez segundos en la carrera, luego recordó lo que ella le había dicho antes. Así que decidió sentarse un poco más cerca de Shinobu en el sofá y hablar en susurros – Por cierto, ¿qué era lo que querías preguntarme, Shinobu-nee-chan?
— Ah... – una vez más, Shinobu miró de manera furtiva hacia la cocina: las hermanas mayores habían terminado de lavar los platos y estaban compartiendo una taza de té, al parecer, aun hablando del policía – ¿Hay algo que te preocupe? ¿Algo que tenga que ver con Tsutako-san?
El corredor de Giyuu trastabilló cuando él volteó para mirarla sorprendido. Luego volvió a concentrarse en la pantalla, escondiendo ligeramente su rostro tras sus rodillas.
— ¿Es tan evidente? Pensé que estaba disimulando bien. – susurró decaído. Shinobu le dedicó una sonrisa compasiva.
— No lo creo, yo lo supe porque te conozco muy bien. – contestó recostando su cabeza sobre la de él de forma cariñosa – Y porque tu mirada… me recordó a la mía. – confesó.
— ¿A ti te pasa lo mismo? – preguntó sorprendido una vez más.
— Es solo un presentimiento. – reafirmó Shinobu – Háblame de lo que te preocupa y te diré si es lo mismo o no.
El menor suspiró y su voz, su bien seguía siendo un susurro, le transmitía a Shinobu la ansiedad que se estaba esforzando por ocultar.
— Tengo un poco de miedo de estar volviéndome loco, Shinobu-nee-san. – confesó – Desde hace unos meses yo… tengo pesadillas, donde… donde nee-chan es… no se muy bien lo que pasa pero… se que nee-chan es asesinada. – soltó como si se liberara de un peso enorme – Lo peor es que… es como si también soñara de día, porque cuando nee-chan está fuera de mi vista, no puedo evitar pensar… no puedo evitar imaginar… tal vez no sea un asesinato, podría ser un accidente, un asalto, un secuestro… no lo sé, cuando estoy solo las posibilidades se vuelven infinitas… Solo me siento realmente tranquilo cuando puedo comprobar con mis propios ojos que ella está bien…
— Entiendo… ¿Le has hablado a alguien de esto? – preguntó Shinobu, aunque ya intuía la respuesta.
Como esperaba, Giyuu negó con la cabeza.
— No podría explicar porqué tengo ese miedo. – contestó – Y como es algo que llevo tiempo sin poder superar, solo haría que se preocupen. – suspiró, luego movió ligeramente la cabeza para apoyarse mejor en Shinobu – Aunque ahora me siento un poco mejor… ¿Crees que estoy loco?
Sin importarle más lo que sucediera con su corredor, Shinobu dejó de jugar para abrazar a Giyuu.
— Si tú estas loco, entonces me aseguraré de que nos encierren en la misma celda. – pese a sus palabras, Shinobu empleó el tono de voz más dulce que tenía.
— ¿Entonces a ti también te pasa? – Giyuu correspondió su abrazo.
— Sí, desde su cumpleaños me invadió un miedo irracional de que algo malo le pasara a nee-san.
— ¡Ah! ¡También empezó a sucederme alrededor de la fecha de su cumpleaños!
Shinobu se sintió mal al pensar en cuantos meses había pasado Giyuu guardándose tal angustia para si mismo, al menos ella lo había compartido con su familia al principio. Se regañó mentalmente por no haberlo notado antes.
— Sí que hemos pasado unos meses duros, ¿verdad? – le sonrió – Pero, es malo que te guardes estas cosas, Giyuu-kun, tienes que contarme todo lo que te preocupe ¿de acuerdo?
— Pero no es algo que puedas remediar, Shinobu-nee-chan. – él no le devolvió la sonrisa ni asintió con docilidad como de costumbre, en cambio, su expresión era de preocupación – ¿Crees que esto seguirá por siempre? – Shinobu se preguntaba lo mismo, pero negó con la cabeza.
— Tengo el presentimiento de que no, pero aun tendremos que vivir con ello por un tiempo… – respondió pensativa, quería al menos encontrar una forma de aliviar un poco el miedo del niño – ¡Ya se! Giyuu-kun, hagamos una promesa. – se separó de él para extender su puño cerrado, con excepción del dedo meñique. Giyuu la imitó, pero la miraba confundido.
— ¿Qué promesa?
— Hasta que este miedo desaparezca, yo prometo proteger a Tsutako-san y tú prometes proteger a nee-san, por eso, tú estarás tranquilo cuando yo esté con Tsutako-san y yo estaré tranquila cuando tú estés con nee-san ¿Está bien?
Giyuu asintió, aunque aun tenía una cierta duda.
— Siempre pensé que no dejarías que nadie más se hiciese cargo de Kanae-nee-chan, la verdad es que esperaba que te molestara lo del señor policía. ¿Está bien para ti que yo la proteja? – preguntó. Shinobu frunció el ceño, verdaderamente indignada, aunque recordó cuando hizo la promesa de hacerse fuerte para proteger a todos, incluyendo a Kanae. No pudo evitar preguntarse si lo había olvidado o si ella realmente se veía tan acaparadora como para hacerle esa pregunta.
— La vida de nee-san está por encima de quien o cómo la salva, en tanto ella esté bien lo demás no me importa. – declaró – Así que lo del policía no tengo más remedio que dejarlo pasar. – agregó haciendo un puchero que delataba su inconformidad, luego suavizó su semblante y le sonrió – Pero te la encargo porque confío en ti, Giyuu-kun.
El menor sintió como su pecho se hinchaba de orgullo y felicidad: su adorada Shinobu le estaba confiando algo que era verdaderamente importante para ella. Lo consideraba lo suficientemente fuerte y mayor para ello. Sintió que acababa de conquistar un escalón muy alto.
— ¡No te defraudaré, Shinobu-nee-chan! – sonrió feliz – Y sé que si estás tú, puedo quedarme tranquilo respecto a nee-chan. – declaró entrelazando su meñique con el de ella.
Shinobu le correspondió y rieron juntos antes de retomar su juego, sintiendo sus corazones más ligeros.
Ninguno se percató de que, desde la cocina, sus hermanas los observaban con expresiones aliviadas.
— No se que se habrán dicho, pero presiento que tendremos algún descanso de esas miradas angustiadas. – comentó Tsutako con tono de alivio.
— Te digo que son tal para cual. – sonrió Kanae, aunque reflejaba el mismo alivio que su amiga – Pero realmente me alegra. – murmuró.
Notes:
Ok, este episodio era un omake porque iba a centrarme más en el SaneKana, pero siempre estuvo en los planes darle foco a lo que Giyuu y Shinobu estaban pasando y pues... terminaron robándose el omake XD
Por cierto, creo que ya lo mencioné en Lo que sucede bajo una superficie en calma, pero no tengo un dato oficial de que edad tenían Giyuu y Tsutako cuando ella murió en el manga. Así que mi headcanon, basándome en el tiempo que pasó entrenando Tanjirou, es que Giyuu tenía once añitos :'v Con Tsutako si no me pregunten, pero yo la hago de la misma edad que Kanae (por lo que tendría mayor diferencia de edad con Giyuu que Kanae y Shinobu) y pues en este fic ellas tienen la misma edad y justo las edades del fic coinciden con los datos del manga (por si alguien no sabe, en un extra del volumen 19 se dice que Kanae murió cuando tenía diecisiete años y Shinobu catorce) así que pues... quise aprovechar y por eso se robaron el show :'v Por esto también se me hizo gracioso cuando lo noté, publicar esto el día de los muertos XD
Otra cosa que quiero decir es que no tengo idea de como se comportan los niños de once años y sigo desesperada porque Giyuu crezca XD Con Shinobu no siento tanto problema, pero Giyuu... al menos si se que sigue siendo adorable(?) :'v
En fin, solo quiero anunciar que sin querer me tomé un descanso la semana pasada, así que esto es lo último que tengo escrito, por lo que informo que no me verán publicando nada al menos durante las siguientes dos semanas :'v (a menos que el grupo de facebook de GiyuShino is love is life me atrape con otra actividad XD) Pero en fin, si no me lleva el 2020, aun no se libran de mi(?)
Nos leemos~