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Language:
Español
Stats:
Published:
2022-12-25
Updated:
2023-02-04
Words:
29,435
Chapters:
2/8
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1
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389

El Extraño Caso de Ataraxia de Regulus Black

Summary:

Regulus Black es uno de los profesores más estrictos de Hogwarts, pero no hay estudiante en el colegio al que no le gusten sus clases; sin embargo, un día, el serio profesor comienza a actuar extraño. Se le pasa, pero después, cada año, el profesor comienza a actuar tan diferente que se vuelve imposible ignorarlo.

Notes:

-Voldemort no existió; Tom Riddle trabaja en el Ministerio de Magia. (Dumbledore hizo algo al ver cómo vivía en el Orfanato Woods.)

-OC llamada Vega Black, prima mayor de S.L. y de R.B. (Mala relación con Sirius, buena relación con Regulus.)

-OC llamada Hyacinth Evans–Potter, hermana melliza menor de Harry. Haphne.

-Cada personaje de la Época Merodeadora está vivo.

-Los abuelos de Harry eran relativamente jóvenes cuando tuvieron a James, pero no eran tan mayores como en el canon. Siguen vivos.

-Slytherin!Harry. Asexual/Demi-birromántico!Harry. Drarry. Harry tiene una cicatriz en forma de rayo en la frente (se explica cómo la obtuvo en la historia.)

 

¡DESCARGO DE RESPONSABILIDAD!
Harry Potter es "originalmente" de J. K. Rowling, yo solo estoy jugando con los personajes y situaciones fuera y dentro del canon escrito por la terfa. Si a algune de ustedes no les gustan las parejas o el contenido, simplemente váyanse de aquí y eliminen la historia de su biblioteca (o eliminen en documento de sus dispositivos si lo descargan desde Ao3). No hay necesidad de dejar comentarios negativos. <3

Chapter 1: De ciervos y gatos

Chapter Text

Septiembre 01, 1991.

Habitación del Heredero, Mansión Potter, Londres.

5:13 a.m.

Harry, a pesar de no ser un chico madrugador como su hermana, fue el primero en levantarse ese día.

Su habitación es bastante grande; la cama estaba vestida por unas cobijas rojas y plateadas, siendo estos colores característicos de los Potter, mientras que las paredes estaban cubiertas por pósteres de los Chudley Cannons y Puddlemore United, equipo de Quidditch al que su padre y mejor amigo respectivamente lo han vuelto aficionado con el paso de los años. Encima de su buró tiene una especie de luz de noche que, en lugar de iluminar su habitación con una simple y llana luz, lo hace a través de dos figuras de luz de dos ciervos; un macho y una hembra que Harry ha visto miles de veces gracias a sus padres.

Su madre había creado esas lámparas años atrás con base a su patronus (una especie de fuerza positiva y espíritu guardan mágico que toma la forma corpórea (o incorpórea) del animal interior del mago o bruja que lo conjura) y el de su padre. Harry estaba tan encantado con los patronus de sus padres que ese día se prometió que la persona con la que formaría su familia, al igual que sus padres que tienen a un ciervo y una cierva, tendría un patronus compartido con él. (Sus padres habían soltado una risa antes de revolverle el cabello, afirmando que así sería. Hyacinth se había burlado de él, afirmando que no encontraría a nadie que tuviera un patronus de troll antes de que sus padres les explicarán que el patronus solo tomaba forma de animales muggles y no de criaturas mágicas.)

Al despertar correctamente no dudó en ponerse de pie y correr hacía su baño privado y bañarse más rápido de lo que lo había hecho nunca y minutos después no dudó tampoco en ponerse su ropa del diario: un pantalón de mezclilla y una blusa de mangas cortas y diseño de rayas horizontales. Llamó a su elfina con un emocionado «¡Aluna!», y esta apareció inmediatamente frente a él con su uniforme con la cresta de los Potter en el área del pecho.

—¡Joven Harry! —chilló la elfina con sorpresa al verlo despierto—. ¡¿Qué hace despierto tan temprano?!

—¡No tengo tiempo de dormir, Aluna! ¿Sabes qué día es hoy? —Harry no esperó por respuesta antes de dar leves brincos en el lugar en el que estaba de pie y responderse a sí mismo—: ¡Hoy Hyacinth y yo vamos a Hogwarts! ¿Podrías secar mi pelo y hacer mi cama, por favor? ¡Tengo tanto que preparar! —Aluna lo hizo con solo un chasquido de dedos, visiblemente enternecida por la actitud del niño.

—Pero joven Harry, ¿acaso no ha preparado sus cosas ya? ¡Aluna se asegurará de que las tenga listas antes de que sus padres puedan notarlo! —Harry detuvo rápidamente la mano de la elfa para que no chasquease los dedos. Lo cierto es que Harry se había olvidado de preparar su baúl y mochila para Hogwarts (no es que su madre lo sepa, pues a ella le dijo que ya lo había terminado la noche anterior antes de irse a dormir).

—¡No, no, Aluna! Tengo que hacerlo yo. Además, en lo que preparo mis cosas, ¡más rápido pasa el tiempo para que podamos ir a Hogwarts! ¿Sabes hasta qué hora nos dejarán a Hyacinth y a mí en el Expreso a Hogwarts? ¡Hasta las diez y media, Aluna! ¡Diez y media! ¿Y sabes qué horas son, Aluna? —Harry volteó a ver al reloj mágico de Quidditch que su papá le había comprado en cuanto lo vieron en la tienda de «Artículos de Calidad para Quidditch» en el Callejón Diagon un año atrás; volteó a ver de nuevo a la elfina antes de soltar un grito agudo—: ¡Son las cinco y veinte de la mañana! ¡Faltan… faltan… faltan… faltan cinco horas y veinte minutos!

—Cinco horas y diez minutos, joven Harry —corrigió la elfina rápidamente, pero Harry no la escuchó y siguió hablando con ella mientras empacaba varios cambios de ropa (y calcetines, muchos calcetines, después de que Aluna exclamara un fuerte «¡Joven Harry, sus calcetines! ¡No olvide los calcetines!»), libros de cuentos de hadas muggles y otros más de cuentos mágicos como los de Beedle el Bardo; Harry se soltó a hablar sobre lo mucho que ama la historia de los Tres Hermanos por la relación entre dicha historia de fantasía y la propia historia de su familia antes de que la puerta se abriera lentamente por su mamá sin que Harry lo notara.

—Harry James Evans–Potter —se escuchó la voz suave, pero contundente de su madre, interrumpiendo su diatriba sobre Hogwarts y en cuál casa quedaría. (Ella soltó un «Aluna no sabe en qué casa se quedará, joven Harry. Pero Aluna cree que a usted le irá bien en cualquiera.» Cuando Harry le preguntó por su opinión.) La elfina desapareció al instante— creí que me habías dicho que ya tenías tus cosas listas.

—¡Y las tenía! —mintió Harry rápidamente—, pero un pixie se debió meter a mi cuarto por la noche, ¡y sacó todo lo que ya tenía guardado, mamá!

—¿Es así, Harry? —Harry asintió repetidamente, haciendo ese rostro que su tío Sirius le había enseñado a hacer para ese tipo de ocasiones: abrió ligeramente sus ojos y frunció los labios en un puchero mientras llamaba a toda la inocencia que tenía a sus ojos. A veces funcionaba con su padre, pero su madre parecía verdaderamente inmune a sus expresiones de inocencia.

—¡Sí, sí, mamá! Te lo juro.

—Entonces… si tan seguro estás, ¡el monstruo de las cosquillas no te atacará por mentiroso!, ¿cierto? —el terror cubrió a Harry ante eso y corrió hasta su cama en un intento tonto de esconderse, pues segundos después su madre estaba sentada junto a él haciéndole muchas cosquillas.

Ante el ruido estridente de las carcajadas de Harry, su padre y su hermana se asomaron por su puerta con curiosidad. Distantemente, Harry escuchó a Hyacinth pedirle que la bajara para que ella pudiera hacerle cosquillas también haciendo que Harry grite un fuerte «¡TRAIDORA!» justo después de sentir las manos de su hermana haciéndole cosquillas mientras su papá dudaba entre unirse a los traidores en su contra o ayudarles. Al final, pareció apiadarse de él pues segundos después Harry escuchó las risas ahogadas y amenazas vacías que su madre comenzó a soltar contra su papá.

—¿Por qué el monstruo de las cosquillas te atacó, Jarrito? —Harry frunció el ceño más por el apodo que la pregunta, pero fue su mamá (que ahora tenía sus mejillas regordetas fuertemente sonrojadas y su pelo pelirrojo que estaba atado en una media coleta, ahora estaba desordenado) quién le respondió a su padre (aun en pijama):

Jarrito dijo que ya había preparado su baúl, pero cuando lo vine a despertar, ¡apenas estaba preparando todo!

—¡No es cierto! —Harry cruzó las piernas sobre su cama, al igual que sus brazos, y miró a sus padres—. ¡Estaba revisando que no me faltara nada!

—¿Oh?

—¡No le creas, papá! —Hyacinth se recargó sobre la espalda de Harry y miró a su padre con diversión—. Ayer en la noche le pregunté si ya lo había preparado todo y me dijo que no.

Harry la empujó hacia atrás.

—¡No es cierto!

—¡Sí, es cierto! —Hyacinth lo miró mal. Sus ojos avellana, como los de su padre, brillaban de ira hacia él por haberla empujado.

—¡Que sí!

—¡Que no!

—¡Que sí!

—¡Que no!

—¡Sí!

—¡No!

—¡Sí, es cierto, papá, dile algo!

—Ya, ya —su papá se sentó entre los dos para evitar que se pelearán más—. ¿Por qué no Harry termina de preparar su baúl y tú te metes a bañar para que podamos desayunar todos juntos, uh?

—Ajá. Definitivamente, no vamos a pasar sus últimas horas aquí peleando, ¿verdad, niños? —ante la mirada de su madre, Hyacinth y él se miraron por un segundo antes de suspirar, asentir, mirar a su madre y volver a asentir en un mutuo acuerdo de tregua momentánea por ese día.

A diferencia de los gemelos Weasley, George y Fred, Hyacinth y él no pueden ser más diferentes. No solo por las diferencias obvias en la apariencia, siendo uno de ellos un niño y la otra una niña; tampoco es el hecho de que mientras Harry tiene la piel tan negra como la de su padre, cabello revuelto e indomable con solo los ojos de su madre, Hyacinth es casi tan blanca como su madre, su cabello es tan oscuro como el de su padre y él, pero mantiene destellos rojizos (y es ligeramente más manejable que el de ellos) y aunque el color de sus ojos también pertenece a su padre, la forma de estos es de su madre.

No es por las diferencias físicas, para nada, sino porque mientras Harry sigue el ejemplo de su papá para casi todo desde que tiene consciencia y probablemente desde antes; Hyacinth sigue el de su madre, prefiriendo pasar el tiempo leyendo, en el laboratorio de Pociones o en los invernaderos con su madre que jugando Quidditch u otras cosas con ellos dos. Al menos no desde hace año y medio, cuando comenzó a decir que los niños son tontos, ¡ni que Harry quisiera pasar tiempo con una niña tan tonta como ella!

Al final, fue su madre la que le ayudó y se aseguró de que llevara absolutamente todo lo que necesitaría, desde cambios de ropa hasta todos los libros que le pidieron, pergaminos, tinta y plumas, solo después de soltar un suave: «Ay, Harry. Me pregunto qué será de ti sin nadie asegurándose de que tengas todas tus cosas listas para las clases. ¡Si no pierdes tu cabeza es porque la tienes pegada!»; y un Harry completamente ofendido no se molestó en responderle a su madre de que se aseguraría de tener todo listo para sus clases un día antes.

Después, Harry aclararía a sí mismo que con “todo listo para sus clases un día antes”, se refería a sus libros, libretas, tinta y plumas, no a las tareas que hará o copiará a última hora. Tampoco es como si su madre necesitará saber de eso.


Expreso a Hogwarts, Estación 9 ¾, King’s Cross.

10:35 a.m.

Al final, entre el desayuno y preparaciones, quién olvidó empacar un par de cosas fue Hyacinth, para diversión de Harry, por lo que tardaron cinco minutos más en llegar a la estación.

La estación del Expresó a Hogwarts es enorme; el techo está tan arriba que Harry podría jurar que alcanza al cielo, mientras que debajo, donde todos los estudiantes, padres, madres y familiares caminan, es tan ancho que a Harry no le sorprendería que si el lugar estuviera vació, la persona que caminara por la estación se sintiera en extremo solitario. Hay una gran locomotora de un rojo tan vibrante como el cabello de su madre con sus puertas y ventanas abiertas, por lo que Harry podía ver (y escuchar) a varios estudiantes platicando entre ellos dentro de los compartimentos o con sus familias bajo el tren.

Harry mantenía cerca de él a la lechuza que le habían comprado sus padres días atrás, Hedwig; y Hyacinth mantenía cerca de ella a una de las crías del gato de su mamá. Harry nunca supo qué nombre le puso, por más que intento escucharla a ella o a sus padres llamar al gato mestizo de Kneazle que le recordaba horriblemente a ese gato pelirrojo que sale seguido en la sección de historietas en los periódicos muggles; Garfio, Garfel, Gary, ¡Garfield, eso es!

—¡Prongs, Evans! —gritó una voz familiar. Tanto Hyacinth como él voltearon con rapidez, encontrándose con el padrino de Harry y su esposo: Sirius y Remus Lupin.

Sirius llevaba su pelo suelto y un maquillaje bastante ligero, a comparación con otros que Harry ha visto en su rostro. Ese día en específico llevaba un pantalón negro y una camisa borgoña (como tantas veces le dijo el hombre que se llama el color) con las mangas arremangadas y ligeramente abierta bajo el chaleco negro que dejaba ver perfectamente bien varios de los tatuajes que se ha hecho con el paso de los años. Moony junto a él llevaba un pantalón negro, una camisa blanca y encima un suéter bastante bonito. Ambos se acercaron sonriendo a ellos, ignorando las miradas que les daban.

Harry se aventó a su padrino, mientras Hyacinth se acercó mucho más tranquila a su tío Moony. Ambos Gryffindors los cargaron con diversión, Harry no se molestó, siempre ha sido unido a su padrino y no le molestaba abrazarlo ni ser cargado por él en público, ¡mucho menos avergonzarse como la tonta de su hermana lo estaba haciendo tan obviamente! Oh, Harry ama tanto los abrazos de su tío Moony y Padfoot que no se negaría a ellos, ¡ni aunque fuera un molesto y tonto adolescente!

—¡Pero mira qué grande estás ya, Cachorro! Pronto tendrás a muchas chicas detrás de ti. Claro, podría darte algunos consejos, ¡si tus padres me dejaran contarte–!

—Sirius Lupin ¡que no se te ocurra! —Moony le dio un ligero golpe a su padrino en la cabeza, apenas moviendo un poco el pelo del más bajo.

—¡Pero Moony! Solo mira a este niño tan guapo, ¿cómo sabrá qué hacer cuando las chicas le hablen si no soy yo el que le da unos cuantos consejos?

—Por favor, Sirius. ¡Las veces que te recuerdo siendo un desastre de balbuceos y sonrojos! —se burló su madre para diversión de los otros chicos. Hyacinth sonrió con burla.

—Ninguna chica sería tan tonta como para querer a Harry de novio —Hyacinth le sacó la lengua desde los brazos de su tío Moony.

—¡Y ningún chico sería tan tonto como para querer ser novio tuyo! —sacó la lengua a su hermana, que solo rodó los ojos de la misma forma en la que su madre suele hacerlo.

—¡Ni quién quisiera salir con niños tontos!

Antes de que pudieran volver a pelear, Moony los distrajo contándoles el desastre que era Sirius cuando intentaba coquetear le cuando estaban en Hogwarts, para infortunio del pelinegro, que se veía notablemente avergonzado.

—No dejes que te engañemos, Hya —dijo Moony con una sonrisa sabionda y divertida a su hermana—, no hay hombre que no sea idiota, así que mantente tan alejada como puedas de cualquiera.

—¿Incluso de Harry?

—¡Oye!

—No, a tu hermano no. Puede ser algo tonto, a veces…

—¡Oigan!

—… pero es un buen chico. Manténganse juntos en Hogwarts. No queremos a más hermanos separados por dos casas diferentes y peleas tontas, ¿de acuerdo? —Un coro de «Sí, tío Moony» fue toda la respuesta que el hombre lobo obtuvo. Si alguien notó la expresión molesta de Padfoot no se dijo nada al respecto.

—¿Dónde está mi padrino Peter? —preguntó su hermana después de unos segundos, mirando alrededor con curiosidad. Harry asintió, secundado la pregunta—. ¡Vendrá a despedirse, ¿verdad?!

—La verdad es que no… —su mamá se acercó a ellos con una sonrisa suave— verás, cariño… ¿Sabes que tu padrino Pete estaba haciendo un viaje por su trabajo, cierto? —Hyacinth asintió con un ceño fruncido y un puchero. Parecía estar por llorar ante la perspectiva de que su padrino no estuviera en ese día tan importante para ella.

—¡Pero él lo prometió! ¡No es justo que Harry pueda tener a su padrino y madrina aquí para despedirse y yo no tenga a ninguno! —chilló con algo de fuerza. Por suerte, nadie pareció escucharla por el bullicio del lugar. Moony trató de calmarla, pero no funcionó de nada porque a los segundos ya estaba llorando.

Harry rodó los ojos por el dramatismo de su hermana. ¡Ella literalmente veía todos los días al tío Peter y a la tía Marlene! Es él el que pasa meses sin ver a su padrino o madrina por sus trabajos; mientras Sirius fue Auror por un tiempo, después se concentró en limpiar casas y sitios infestados de criaturas y magia oscura; su madrina Alice es Aurora de tiempo completo al igual que su esposo, ¡la mujer pasa más tiempo en San Mungo que en cualquier otro sitio! El tío Peter es el dueño de un boticario y una panadería en el Callejón Diagon y Hogsmeade respectivamente, mientras la tía Marlene trabaja para Gringotts como rompedora de maldiciones. ¡El tiempo máximo de ellos fuera de Londres es de solo dos días!

Hyacinth estaba actuando como si el tío Peter (Harry se negaba a llamarlo por el feo apodo que le pusieron cuando eran adolescentes, un siglo atrás) y la tía Marlene no hubieran pasado la semana anterior con ella todo el tiempo, dándole consejos sobre cómo lidiar con los profesores más viejos y cómo encontrar diversos pasadizos del castillo. ¡Pasadizos que se negaron a decirle a él, para diversión de su hermana!

—… ya, ya, Hya. Tu padrino y madrina se disculparon por no poder estar aquí contigo hoy ¡pero! —dijo con rapidez su padre, antes de que Hyacinth dijera algo— te dejaron un regalo.

Su madre sacó una pequeña caja azul y se la extendió a su hermana (que ahora estaba en los brazos de su padre), que la abrió casi de inmediato. Harry pudo notar un par de aretes dentro de la caja y casi bufó por el regalo tan simple que le estaban dando. ¡Hya tiene cientos de esos! Él mismo le había regalado varios antes de que comenzará a pensar que los niños son tontos.

—Cuando te los pongas podrás… en realidad no sé qué podrás hacer. Tus padrinos se negaron a decirnos lo que hacen —se encogió de hombros con diversión y una sonrisa traviesa en el rostro. Su mamá tenía una expresión entre preocupada y alentadora en el rostro. Ambos le dijeron algunas cosas más, pero Harry no lo escuchó al estar mirando atentamente alrededor en busca de sus amigos, aprovechando la altura que ganó al seguir en los brazos de su padrino.

A varios metros de ellos, logró ver con claridad el cabello rojo de los Weasley, soltando un grito estridente y rompe tímpanos (según su padrino y Moony, que se sobó con fuerza sus orejas) para llamarles la atención. Por suerte para él, su madrina Alice, tío Frank y Neville también escucharon su “llamado” y se acercaron a ellos con grandes sonrisas divertidas,

Alice Longbottom, su madrina, es una de las mujeres más bonitas que Harry haya visto nunca. Tiene un pelo rubio muy largo y grandes cachetes que cuando sonríen suben tanto que hacen desaparecer los ojos de la mujer. Su complexión es parecida a la de su madre y Molly Weasley, siendo tal vez un punto medio entre ambas pelirrojas. Frank Longbottom, otro más de sus tíos honorarios, es bastante delgado y fuerte (ha cargado a Neville, Hyacinth y a él al mismo tiempo, algo que ni su propio padre era capaz de hacer en sus mejores días; tal vez porque Hya y él comenzaban a pelear mientras Neville trataba de calmarlos… terminando los tres en el suelo encima de su papá), de piel blanca y ojos azules. A diferencia de su padre, Neville también es gordo, como su madre, y tiene grandes cachetes y ojos, que además son de un muy bonito color azul y un cabello tan rubio que Harry ha llegado a pensar que se parece al sol, aunque Hyacinth y el mismo Neville han estado de acuerdo en que su pelo está más cerca del color amarillo de la arena que a un amarillo del sol.

Cuando su padrino lo dejó en el suelo y su primer mejor amigo estuvo lo suficientemente cerca, Harry se aventó encima de él, balbuceando algo entre la emoción de Hogwarts y la selección de casa que ningún adulto llegó a entender como Neville aparentemente lo hacía. Segundos después, los Weasley se acercaron a ellos y Ron fue incluido a la conversación mientras Hyacinth prefirió quedarse cerca de Percy y Ginny.

—¡Mucha suerte en Hogwarts! —les dijeron sus respectivos padres a través de la ventana justo después de que el último chillido del tren sonará.

Hyacinth no dudó en moverse a otro compartimento después de eso.

—¡No quiero solo ser la amiga de los amigos de mi tonto hermano mayor! —gritó en voz baja (si es que eso es posible y por amor a Merlín, Harry sabe bien diferenciar entre un grito estridente como los que la señora Weasley da a sus hijos a un grito bajo de los que su hermana le da a él) y después salió del compartimento con su baúl y gato hacia la derecha.

—¿Qué le pasa? —Neville miró con sorpresa la puerta del compartimento—. Nunca la había visto tan enojada.

—Papá dice que son las hormonas —se encogió de hombros—. Hace unos pocos días comenzó a sangrar y está más irritable que nunca —ambos sangre pura se miraron entre ellos sin entender antes de volver a verlo a él esperando una explicación—. Cosas de mujeres, papá no me quiso decir más de eso y aunque mamá lo intentó, Hyacinth le gritó —ambos chicos soltaron un chillido; no había nadie que se atreviera a gritarle a Lily Evans. ¡Es una Inefable, después de todo!, nadie menos sus propios hijos— que no me dijera. 

—¡No son las hormonas, Harry James Evans-Potter! —se escuchó el grito de su hermana y Harry instintivamente se cubrió detrás de Ron, el más cercano a él de sus amigos— Olvidé decirte que papá me dijo que te dijera que, si te atreves a perder la capa que papá te obsequió, te quedaras sin regalos hasta que él se muera —y con una sonrisa, salió de nuevo del compartimiento, quejándose en voz baja sobre lo «tontos y estúpidos que son los niños».

—¿Por qué mejor no nos cuentas cómo fue el viaje que hiciste con tus padres, Neville? —y aunque el rubio ya se los había contado antes, volvió a contar lo maravilloso que fue visitar ese bosque con las maravillosas y extrañas plantas que encontraron; por supuesto, tampoco pudo evitar contarles de nuevo de ese caballo blanco que casi los ataca de no ser porque su madre lo vio a tiempo y lo cegó con un Lumus.


Hogsmeade, Tierras Altas, Escocia.

5:00 p.m.

Al bajar del Expresó a Hogwarts, Harry se encontró con un hombre bastante apuesto y parecido a su padrino, sosteniendo junto a él un gran cartel mágico llamando a todos los estudiantes de primer año.

Su cabello es considerablemente más corto comparado al de Padfoot, con muchos rulos y elegantemente peinado. Su pantalón tiene un patrón a cuadros, el cinturón lleva una hebilla con la cresta Black (Harry lo sabe por las clases de familias mágicas que su padre le dio; clases en las que más que enseñarle de las otras familias mágicas de sangre pura y cómo actuar con ellas, le enseñó de cuáles familias debía alejarse. No es que le haya prestado mucha atención a eso después que su madre haya regañado al hombre en cuanto se enteró de lo que le daba en esas clases), y encima de la blusa de cuello alto negra, hay una bonita cadena plateada. Encima de la ropa, lleva una de las túnicas más bonitas que Harry haya visto nunca, con detalles plateados, probablemente bordados o adheridos a la túnica con magia.

Neville los arrastró a ambos hacia el probable profesor y solo entonces los cables en la mente de Harry conectaron: ¡el hombre apuesto es Regulus Black, el hermano menor de su padrino!

Harry no sabe mucho de él. Su padrino se niega a hablar de él (o de su prima, o de cualquier miembro de su familia sanguínea que no hayan sido desheredados, en general) cada que sale la conversación. Pero Harry sabe por su tía Dorcas, tíos Evan, Barty y Moony, que el más joven de los Black es el Lord Regente Black en Londres, mientras Lady Black está en Francia, como lo ha estado desde su nombramiento como Lady hace más de una década, negándose a adentrarse al mundo político de Bretaña Mágica por más de una razón que ningún adulto a su alrededor le supo decir con exactitud.

Pocos minutos después, un gran grupo de alumnos (Harry dejó de contar cuando llegó a cuarenta y cinco) esperaba pacientemente a que el profesor regresará a ellos con los últimos estudiantes que faltaban. Cuando lo hizo, el hombre sonrió ligeramente a cada uno de ellos antes de hablar:

—Soy el profesor Regulus Black, Jefe de Casa de Slytherin y quién los está guiando al castillo esta única y primera noche. Confíen en qué después de su Selección de Casa pueden acercarse a mí o a casi cualquier otro profesor si necesitan algo de carácter académico o algo más privado independientemente de su casa, ¿de acuerdo? —la mayoría asintió—. Magnífico. Ahora síganme por este camino.

Harry estaba en primera fila, por lo que fue uno de los primeros en ver los botes que los esperaban: eran grandes y espaciosos, cada uno estaba decorado con dibujos de criaturas mágicas que al verlos dejaron de saltar y jugar entre ellos para comenzar a mostrar lo maravillosos que son, nada que ver con los botes que sus padres, padrinos, tíos y tías les contaron a él y Hyacinth que serían los botes.

—¡Quiero que suban en orden y con cuidado a los botes, por favor! ¡No más de diez por bote, repito, no más de diez por bote! —Harry se encogió antes eso, pues es obvio que caben más de diez niños por bote, pero no debatió e hizo lo que se le pidió al igual que los demás. Él fue el primero en subirse y después ayudó a Neville y a Ron; más tarde, se acercó a ayudar a la niña rubia y a la pelinegra a subirse a pesar de que la primera soltó un hosco «Yo puedo sola, gracias.» Que le recordó horriblemente a su hermana, por lo que la dejó ser.

Poco después, otra niña, morena y de pelo crespo… o tal vez solo sin control, de grandes dientes, que miraba todo con emoción, se acercó al bote y esta, al igual que la pelinegra (Tracey Davis, había escuchado que se llama cuando se presentó a sí misma y a su amiga Daphne Greengrass), aceptó su ayuda sin chistar. Después de ella, Theodore Nott, Blaise Zabini, Draco Malfoy y Pansy Parkinson (a quiénes ya conocía de antes gracias al Callejón Diagon) se subieron al mismo bote que él, a pesar de que quisieron bajarse al solo reconocer a unos pocos… sin mencionar que a quiénes reconocieron, para desgracia de los sangre pura, son hijos de personas o bien consideradas traidores a la sangre o, como Neville e incluso él, hijos de Aurores que metieron a sus padres a Azkaban, por tan poco tiempo que haya durado eso. Sin embargo, no tuvieron oportunidad de bajarse cuando el profesor Black, habiéndose subido a un bote obviamente individual, habló con fuerza:

Sonorus —conjuró con su varita puesta contra su garganta—. ¿Ya están listos todos? —la gran mayoría asintió. El grupo de sangre pura no tuvo de otra más que sentarse con ellos—. ¡Magnífico! Estos botes nos llevarán al castillo a través del Lago Negro, por lo que les pido que no se asomen tanto por los bordes, aunque vean criaturas que les llamen la atención dentro del agua, ¡ya tendrán tiempo para verlas a lo largo de su estadía en el castillo!

No necesito decir mucho más ni antes ni después de comenzar a dirigir los botes hacia el castillo. Y, de haber dicho algo, seguramente nadie le habría prestado atención al estar más concentrados viendo el show de luces que se puso frente a ellos: algunas criaturas del Lago Negro brillaban con una luz fluorescente muy bonita y brillante, demasiado atractiva como para separar los ojos de esta, Harry notó que son bastante similares a los peces, solo que estos, además de nadar sin fin, brincaban fuera del agua e incluso llegaron a hacer trucos divertidos que los tuvieron soltando carcajadas… hasta que un largo tentáculo los hizo soltar un grito.

—¡No hay de qué preocuparse! —aviso rápidamente el profesor antes de que cualquiera entrará más en pánico—. Ese tentáculo, chicas y chicos, es el Gran Calamar, una de las criaturas más longevas del Lago Negro y algo que verán bastante seguido si aspiran a quedar o quedan en la casa de Slytherin…

Y siguió hablando, contando una historia de cómo, una vez, mientras ayudaba a una amiga suya para una de sus tareas de Cuidado de Criaturas Mágicas, tuvo que nadar tan profundo en el Lago que fue salvado por el Calamar cuando accidentalmente hizo enojar a unas hadas que viven bastante profundo. Mientras ellos se dejaron cautivar por la historia o por la vista, Harry no pudo evitar preguntarse si el hombre es, por pura casualidad, quién los llevará a clases prácticas donde pongan a pruebas los hechizos que hicieron. Oh, esperaba que fuera el de DCAO o al menos el de Encantamientos, aunque sabía por sus padres que el profesor de la segunda materia es un semi goblin bastante diestro y apasionado en la materia, incluso un campeón reconocido en los duelos mágicos, por lo que no se quería hacer muchas esperanzas y al final resultar decepcionando cuando el profesor Black fuera el profesor de Pociones.

—¡Miren allá! —chillo un niño de otro bote, señalando hacia delante. Harry, al igual que los demás, volteo a ver a donde apuntaba y soltó un grito similar al de su hermana cuando despertó y encontró su cama llena de sangre, solo que de emoción y no de terror.

—¡Es un castillo —gritó una niña— como el de los cuentos de hadas! —los que vienen del mundo muggle o al menos saben de él y sus cosas básicas para no quedar en ridículo frente a los muggles, asintió de acuerdo. Harry lo hizo con ellos y notó a Hyacinth hacer lo mismo desde su bote en el que había ocho niñas y solo dos niños.

—¡Es tan bonito! —dijo otro niño, de otro bote diferente. Harry notó que el de ese niño tenía una especie de sirena, aunque su cola es color gris y no se veía más grande que las niñas que estaban en los botes.

Más temprano que tarde, el profesor Black los ayudó a bajar en orden y con cuidado de los botes antes de dirigirlos por un jardín bastante bonito hacia el vestíbulo.

—Los dejaré con la profesora McGonagall —explicó el hombre con una ligera sonrisa—, que también es la Jefa de Casa de Gryffindor y los guiará hasta el Gran Comedor donde serán Seleccionados. También les recordará las cuatro casas y las cosas características de cada una. ¡Buena suerte a todos! —y con eso, tocó la puerta, esperó por un par de segundos que fuera abierta y una mujer alta de expresión mortalmente seria y con un vestido/túnica verde los miró por encima del hombre del profesor.

—Creí que sería Hagrid quién los guiaría al castillo desde Hogsmeade —habló la mujer, con una voz tan seria como la expresión en su rostro. El profesor Black asintió.

—Así era, pero Hagrid tuvo un pequeño problema con una de sus criaturas antes de siquiera poder pensar en dirigirse a la estación. Si me disculpas te dejo a los estudiantes… confío en que encontrarás curiosas algunas… cosas sobre esta generación en particular —antes de que la profesora McGonagall pudiera preguntar a qué se refería con eso, el profesor Black se adentró al castillo y desapareció, seguramente en camino al Gran Comedor.

La profesora suspiró, los miró y les hizo un ademán para qué pasarán. Después de asegurarse de que estaban completos, los llevó por las escaleras a una habitación próxima al vestíbulo en el que estaban.

—Sean bienvenidos todos ustedes a Hogwarts, uno de los mejores colegios de magia —se escuchó un bufido, pero al buscar por su dueño, nadie pareció ser el responsable, por lo que McGonagall continuó con su discurso—: hay cuatro casas, una de ellas se volverá la suya y sus miembros, su familia de ahora en adelante. Gryffindor, la casa de los leones, los valientes y, para mi gran pesar, la casa de los más impulsivos —esto arrancó un par de risas de unos cuantos—; Hufflepuff, la casa de los tejones, los leales, pero también la casa a la que más se subestima… después está Ravenclaw, la casa de las águilas, conocida por ser la casa de los inteligentes y de los hambrientos de conocimiento; y al final está Slytherin, la casa de las serpientes en la que la ambición es tan normal como el aire que respiramos, la astucia es su pan de cada día y las reglas parecen no ser más que una sugerencia que evitar… pero, a diferencia de los leones, piensan antes de actuar.

» Tomen en cuenta que al ser Seleccionados en una Casa no hay vuelta atrás y pertenecerán a esa Casa los siete años de estudio en Hogwarts. Sus compañeros de casa serán su familia. Recibirán castigos y/o baja de puntos por sus infracciones, así como recibirán puntos e incluso recompensas por sus logros.

» Los Gryffindor vestirán túnicas escolares de rojo, los Hufflepuffs de amarillo, los Ravenclaw de azul y los Slytherin de verde, es importante que recuerden esto para el momento de selección para que, por accidente, no se sienten en la mesa equivocada.

La profesora miró lentamente a cada estudiante, deteniéndose brevemente en Ron antes de continuar con su análisis visual y hablar:

—Al regresar, espero encontrar que todos lleven su uniforme acomodado de la forma adecuada, al igual que espero rostros limpios de dulces, por favor, pues los llevaré al Gran Comedor y la Selección de Casas comenzará inmediatamente después de eso.

Y, sin decir algo más, dejó la habitación sin darles una segunda mirada. Harry se apresuró a mirarse a sí mismo y arreglarse rápidamente, lamentando que su cabello no tuviera control alguno. Ron, junto a él, parecía hacer lo mismo sin muchos resultados, mientras que Neville era el que mejor arreglado estaba de ellos, al punto en el que no tuvo que arreglar nada de su uniforme ni limpiar nada de chocolate de su rostro como Ron y él tuvieron que hacerlo. Por amor a Merlín y Morgana, incluso Malfoy tuvo que arreglar ligeramente su uniforme, que su brillante cabello tuviera una imperfección, es simplemente imposible con tanto gel encima y el que su rostro blanco y ligeramente afilado tuviera siquiera una pequeña mancha de dulces sonaba como una tontería.

A unos metros de ellos estaba Hermione Granger recitando cada hechizo que se sabía para la Selección, pues la profesora había fallado, intencional o deliberadamente, en avisarles el método en el que sus Casas serían elegidas. Harry dudaba que les pudieran hacer algo que involucraría un hechizo, tomando en cuenta que muchos de ellos no sabían nada de la magia hasta recibir la carta de aceptación de Hogwarts solo un par de meses atrás. No se molestó en decírselo después de que la morena haya mandado a callar a su hermana, afirmando que necesita estar segura de recordar todo para la prueba y llamando tontos a todos por no estar preocupados por no recordar hechizos que no han ni practicado.

O, al menos, Harry pensó aquello dirigido al resto de hijos de muggles y algunos mestizos, pues la mayoría de sangre pura y algunos mestizos como él tenían varitas de práctica desde los siete años para practicar los hechizos más básicos bajo las instrucciones y cuidados de sus padres o institutrices. Con sus padres siendo un Auror y una Inefable no tuvieron demasiados problemas en aprender magia tan jóvenes, al menos estaban más inclinados por el aspecto teórico que práctico en la mayoría de las cosas, solo sabiendo hacer encantamientos básicos como Wingardium Leviosa, Lumus y logrando sacar algunas chispas de colores que habían aprendido hace años a hacer en caso de perderse entre la multitud en el Callejón Diagon y Hogsmeade (no es que las varitas de práctica los dejaran ir mucho más allá de eso, tampoco).

—Fred y George me dijeron que como prueba hay que matar a un troll —habló Ron con nerviosismo—. ¿Qué tal si es eso, Harry? ¡Yo no sé cómo matar a un troll! ¿Tú sabes hacerlo, Harry? ¿Lo sabes? Porque si es así, deberías de ayudarme a hacerlo, ¡mi madre me matará como no sea Seleccionado en ninguna Casa! ¡O peor! ¿Qué tal si no termino en Gryffindor…?

Solo cuando Ron terminó de soltar todo su nerviosismo respecto a la Selección, Harry decidió hablar:

—No creo que sea matar un troll, Ron. Eso sería bastante avanzado para nosotros que apenas vamos a iniciar la escuela… —le dio una gran sonrisa—. Además, ¿cuándo Fred y George no te han jugado una broma de este tipo? ¿Recuerdas la vez que…?

Y logró distraer a Ron justo a tiempo, cuando un grupo de fantasmas llegó al aula junto al vestíbulo hablando sobre perdonar y segundas oportunidades, milésima oportunidad dirigida a un tal Peeves que, si Harry recordaba bien las historias de sus padres, tíos y tías en Hogwarts, de trata del poltergeist más longevo del castillo que vive atormentando a los alumnos, profesores e incluso retratos y fantasmas día a día. Probablemente, también haya molestado a los elfos de las cocinas más de una vez.

Después de una breve plática con los fantasmas (en la que se negaron a decirles el método de Selección), la profesora McGonagall regresó a la habitación con un largo pergamino en sus manos.

—Los nombraré y harán una fila por orden alfabético… Aboot, Hannah; Abney, Elizabeth…

Varios minutos después, Harry movía sus manos nerviosamente entre dos chicos (Paxton, John y Power, Michael) mientras son dirigidos al Gran Comedor por la profesora McGonagall.


Gran Comedor, Hogwarts.

6:15 p.m.

—¡Bienvenidos! —dijo el director Albus Dumbledore que se había puesto de pie—. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero decir unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!… ¡Muchas gracias!

Entonces, el hombre de extravagantes y muy coloridas túnicas se sentó y la comida apareció frente a ellos. Mientras las otras casas (en especial Gryffindor) aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o no, por lo que miro a la Prefecta junto a él y habló:

—¿No es el hombre más cuerdo, cierto? —preguntó con aire inseguro. La chica, de cabello castaño corto y chino, soltó un bufido antes de negar.

—El día en el que ese hombre diga algo con sentido será el último día de nuestras vidas —dijo, entre divertida y exasperada. Otros de los estudiantes mayores y algunos de su mismo año estuvieron de acuerdo—. Muchos pecan de llamarlo «genio» y «mejor mago del mundo», sí. Pero la mayoría está de acuerdo en que está un poco loco.

Después de eso, la chica volvió a ver a su amiga y comenzó a hablar con ella sobre lo que hicieron este verano pasado. Harry decidió hacer lo mismo y volvió a ver a Tracey Davis, la misma chica que había aceptado su ayuda para subir al bote, que ahora estaba contando cuál fue su primera magia accidental.

—… Mi madre, por supuesto, estaba furiosa porque tiré a la niña al agua. ¡Pero mi papá estuvo de acuerdo con que se lo merecía por jalarme el pelo y querer robarme mi muñeca! —Entonces, se metió un trozo pequeño de pescado a la boca.

—¡Y se lo merecía! —estuvieron de acuerdo Daphne Greengrass y Lilian Moon. Lilian lo miró con curiosidad antes de preguntarle cómo fue su primera magia accidental.

—Fue en un accidente. Estaba con mis tíos muggles por el lado de mi mamá y mientras íbamos en el auto… una cosa muggle para moverse, como las escobas, pero varias personas caben adentro y no es por el aire —aclaró para quienes no sabían—… Y un auto se estrelló contra nosotros, o nosotros contra el auto, no lo recuerdo. Varias piezas de vidrio venían directamente a mí cuando las detuve a tiempo de que me hicieran mucho daño.

—¡Vaya! —exclamó Lilian— ¿y están todos bien? —Harry negó.

—Aunque a mí solo me dejó una pequeña cicatriz, mis tíos murieron. Por suerte mi hermana y mi primo no iban con nosotros… ¡Pero después de eso, hice que el pelo de mi papá se pusiera azul por días! —y con eso, varios se soltaron a reír.

Daphne Greengrass fue la siguiente en hablar:

—Astoria, mi hermana menor, estaba teniendo una pesadilla y no podía despertarla —la niña rubia frunció el ceño—. Me alteré tanto que cause un pequeño temblor en su habitación hasta que se despertó. ¡No se rompió nada, por suerte! Si alguna de sus muñecas de porcelana se hubiera roto, habría estado castigada hasta mi muerte.

Después, fue Draco Malfoy el que contó, aunque Harry solo pudo escuchar el final:

—… Injustamente, mis padres decidieron que no podría volar por una semana, ¡una semana sin volar, por amor a Merlín! Así que hice volar hacia mí a todas las escobas de mi casa. —Y una sonrisa orgullosa apareció en su rostro antes de volverse una mueca—. Me castigaron otro mes por hacer eso, ¡pero estaban felices de que haya hecho magia!

Entonces, entre risas, fue Lilian la que contó la experiencia más entretenida para todos.

—¡Era una niña muy curiosa! —empezó—. Mi mamá me dijo que en ese tiempo teníamos muchas decoraciones de animales en el techo, ¡decoraciones que yo quería! Pero no las pude hacer bajar y ningún elfo tenía… ni tiene permitido bajarlas, así que ¡si no las podía bajar, alguien tenía que subir! Terminé flotando por toda la casa y nadie podía bajarme. ¡Mis padres se subieron a sus escobas y trataron de hacerme bajar por horas antes de darse cuenta de lo que pasaba!

Minutos después, cuando un suave tintineo cubrió al Gran Comedor, los restos de comida desaparecieron de la mesa, dejando el lugar completamente deslumbrante, como si nadie hubiera comido nunca en la mesa. El profesor Dumbledore se volvió a poner de pie, llamando la atención de todos.

—Ejem… antes de que los deje ir a sus nuevos dormitorios hay ciertas cosas importantes que deben de saber… cómo han de haber visto los de primer año durante su viaje de Hogsmeade al castillo, gran parte de Hogwarts está rodeado de un muy grande y bello bosque… pero que sea bonito no significa que no sea menos peligroso, por lo que la entrada de los alumnos está prohibida ¡y sería bueno que algunos mayores lo recordarán! —dijo con diversión, mirando hacia la mesa de Gryffindor—. A menos, por supuesto, que deban entrar por una clase práctica de Defensa o Cuidado de Criaturas Mágicas.

» ¡Oh, es cierto, es cierto! El señor Filch, el celador, me ha pedido recordarles que hacer magia en los pasillos y recreos está prohibido. ¡Y también es bueno recordarles que las pruebas para los equipos de Quidditch son la segunda semana de clases! Si desean seguir en el equipo o participar por primera vez, de segundo año para adelante, deben hablarlo con sus Jefes de Casa y la profesora Hooch.

» ¡Eso es todo, buenas noches a todos, buenas noches! Prefectos, por favor, guíen a los nuevos estudiantes a sus salas comunes.

Harry miró atentamente cada lugar al que los Prefectos los guiaron, tratando de aprenderse los caminos más importantes, como que pasillos debe de tomar para los baños y cuál pasillo lo guiará a de regreso al Gran Comedor. Al llegar a las Mazmorras, un sitió bastante oscuro y frío, aunque a cada paso que daban, pequeñas velas se encendían y comenzaban a iluminar el pasillo, al igual que la temperatura comenzaba a subir poco a poco para acostumbrarlos, Harry se había rendido. Eran demasiados pasillos con demasiadas escaleras como para aprenderlas de memoria. Harry decidió entonces que usaría el Mapa del Merodeador que los gemelos Weasley le habían regresado a su padre el año pasado y que después su padre le regaló a él junto a la capa de invisibilidad bajo la promesa en que se la prestaría a Hyacinth cuando ella se los pidiera.

«Por suerte», pensó Harry, «Hyacinth quedó en Ravenclaw y no en Slytherin conmigo como para pedirme seguido la capa o el mapa».

—Para entrar a la Sala Común de Slytherin es necesario que digan la contraseña al muro y esta cambia cada mes. Draco dormiens —dijo la chica (Harry no escuchó su nombre) en voz alta para que todos pudieran escucharla—. Nadie de otra casa ha entrado a la Sala Común de Slytherin en más de un siglo y se espera que siga de esa forma.

—Pero, si meten a alguien de otra Casa aquí dentro, asegúrense de que nadie los descubra… no solo con esto, sino con cada regla de Hogwarts que rompan. —Dijo esta vez el prefecto, mirándolos con diversión.

La Sala Común es bastante grande y elegante. A Harry le recordó ligeramente a la Mansión Merodeadores cuando su familia hace una fiesta elegante… lo que es casi nunca, pero Harry puede recordar distantemente que alguna vez hicieron ese tipo de fiestas. A pesar de los colores oscuros de los muros, sofás e incluso de las mesas y escritorios, la iluminación en sí es bastante buena y algunas decoraciones de tonos verdes más claros que contrastan bastante bien con todo lo demás. Harry sonrió emocionado al ver algunos peces de colores fluorescentes cerca del ventanal de la Sala Común que daba al interior del Lago Negro.

Frente a la chimenea, siendo iluminado por el fulgor de las llamas, estaba de pie el profesor Black mirando con atención el muro por el que ellos acaban de entrar.

—Gracias por traerlos, señorita Fawley y joven Travers. Desde aquí puedo seguir yo —la voz del hombre se escuchó como la de su mamá: suave y contundente, sin dar oportunidad a negaciones—. Como ya les había dicho antes, soy el profesor Regulus Black y Jefe de Casa de Slytherin. Si bien soy consciente de que muchos de ustedes se regirán por las reglas que sus padres o tutores, y lo apruebo hasta cierto nivel, es mi deber como su Jefe de Casa, recordarles que aunque están viniendo a estudiar no deben privarse de divertirse dentro o fuera de la Casa… mientras no incluya maldecir a otros estudiantes y/o profesores, por favor —esta vez, miró fijamente a algunos alumnos mayores que sonrieron con inocencia.

» La hora del desayuno es de siete y media a ocho cincuenta; las clases comienzan a las nueve y el almuerzo es de once a once cincuenta. Por último, la cena comienza a las seis con quince y termina a las siete cuarenta y cinco. Si no están teniendo clases o dentro de algún club, entonces las horas que tengan libres son de usted para hacer y deshacer… por favor, si hacen algo: que no los atrapen… verán, ya me acostumbre a tener la Copa de las Casas en la Sala Común y planeo seguir teniéndola, ¿de acuerdo? —con algunas risas de fondo, la mayoría asintió.

» Al ser su primera vez en el castillo, los Prefectos los guiarán por las primeras dos mañanas al Gran Comedor, después a sus clases y al final también los regresarán aquí después de la cena. Se espera que después de eso sepan los caminos que deben tomar o que al menos alguien en su grupo de amigos tenga la orientación suficiente para que sepan llegar a sus clases a tiempo. Merlín y Morgana saben lo complicado que es encontrar una clase los primeros días.

» Mañana por la mañana, durante el desayuno, les daré sus horarios completos. Asegúrense de terminar de desayunar temprano para poder regresar a la Sala Común si es que no llevan algún libro; por lo pronto, les puedo decir que tendrán Teoría de la Magia el día de mañana. ¿Alguna pregunta?

—¿No existe algún mapa que nos pueda ser de ayuda, profesor? ¡Soy capaz de perderme en mi propia casa y ni siquiera es tan grande!

Desgraciadamente, el profesor negó.

—Hasta ahora solo supe de un mapa capaz de retratar todo el castillo, pero al cambiar frecuentemente es bastante complicado replicarlo en un pergamino… de cualquier forma, puedo darles un mapa bastante básico y sin muchos detalles si así lo quieren —ante las afirmaciones, el profesor suspiró y asintió—. Se los entregaré mañana junto a su horario. Ahora vayan a dormir que el primer día siempre es el más pesado.

—Chicos, síganme por este lado —el Prefecto Travers les hizo una seña y los guio al lado izquierdo de la Sala Común, mientras la Prefecta Fawley hizo lo mismo con las niñas al lado derecho—. Los dormitorios son compartidos. Los más grandes son para cinco personas y los más pequeños para tres. Solo busquen la puerta que tenga su nombre y al interior estarán sus pertenencias y mascotas… En caso de que no sean un búho, por supuesto, estos se encuentran en la lechucería. Buenas noches. Gemma —la Prefecta Fawley, supuso Harry— y yo los esperamos mañana en la Sala Común a más tardar las siete cuarenta para poder guiarlos a tiempo.

Harry asintió y al igual que los demás se despidió alegremente del adolescente. Finalmente, Harry encontró la puerta en la que la placa decía:

Theodore Nott,

Harry Evans–Potter y

Blaise Zabini.

Frunció ligeramente el ceño, pero simplemente entró a la habitación seguido de sus compañeros y localizó rápidamente su cama como la más cercana al baño. Se encogió de hombros y se sentó en ella, viendo como sus nuevos compañeros hacían más o menos lo mismo.

—Hola —rompió el silencio de la habitación, haciendo que el otro chico negro y el pálido lo miraran como si fuera una criatura extraña—. Soy Harry Evans–Potter, pero pueden decirme solo Harry.

—Lo sabemos, Harry. Él es Theodore Nott y yo Blaise Zabini —los presentó el más cercano a él. Harry asintió felizmente.

—Y… ¿Se conocen desde hace mucho? —ambos asintieron sin decir nada—. ¡Oh, eso es genial! Los amigos que conozco desde hace mucho están en Gryffindor y Hufflepuff, aunque mi hermana terminó en Ravenclaw. ¡Mi mamá y el tío Moony estarán encantados con eso! Tenían una apuesta sobre en qué cada quedaríamos y ambos dijeron que ella estaría en Ravenclaw y yo en… en… en realidad no me acuerdo, todos apostaron por casas diferentes para mí.

—¿Ellos…? —los otros dos se vieron entre ellos sin saber qué decir— ¿…Ellos están bien con qué estés en una casa que no sea Gryffindor? —Harry asintió rápidamente, acomodando sus lentes de nuevo.

—¡Sip! A mi papá le habría gustado que fuera a Gryffindor, por supuesto, pero nunca fui tan imprudente como Ron o incluso Neville. De hecho, yo creía que Ron iba a estar en Hufflepuff y Neville en Slytherin.

—¿Longbottom? —preguntó con incredulidad Zabini. Harry frunció el ceño por el tono, pero asintió de cualquier forma— ¿En Slytherin?

—¡Eso es lo que dije! Neville es bastante astuto y siempre nos ganaba a Ron y a mí cuando jugábamos en nuestras casas. ¿Saben qué hora es?

—Eh… —Nott miró a su buró antes de decir—: nueve, treinta y cinco.

Después de eso, Harry se despidió y les deseo buena noche después de decir un rápido: «Si quiero despertarme tan temprano mañana, es mejor dormirse mucho antes de lo normal». Varios minutos después de cerrar sus cortinas pudo escuchar como Nott y Zabini murmuraban entre ellos:

—Será mejor mantenernos un poco alejados de él… nuestros padres no estarán felices cuando sepan que compartimos cuarto con el hijo de quién los mandó a Azkaban.

—Estuvieron poco tiempo ahí —respondió Nott—. No considero que les importe demasiado si dormimos en el mismo lugar que Potter.

—Les importe o no, es mejor mantenernos un poco lejos. No parece ser muy cuerdo si cree que el gordo de Longbottom podría ser un buen Slytherin.

—No seas grosero, Blaise —Harry escuchó un golpe y un quejido—. Sabes de la reputación de su madre y ella es más gorda que Longbottom. ¿Y has visto a la madre de Harry? —su nombre se escuchó extraño en la voz de Nott—. También es bastante gorda y aun así es de las mejores Inefables del mundo mágico.

—Bastaba con que me dijeras que te gusta Longbottom no era necesario que me golpearas.

—No me gusta Longbottom, idiota. Simplemente me sé comportar. Longbottom es el heredero de su familia, al igual que lo es nuestro compañero, el heredero de los Potter. Es mejor que nos llevemos medianamente bien con Harry, al menos. Cosa que no lograremos si insultas a sus amigos.

Harry frunció el ceño, pero decidió no decir nada. Total, mientras no corra peligro de ser maldecido, mientras duerme y ninguno de los dos insulte a sus amigos y familia…


Septiembre 05, 1991.

Aula 31, Segundo piso.

8:40 a.m.

La primera semana había avanzado con rapidez entre conocer a docentes, compañeros, dinámicas en clase y demás.

Harry había disfrutado enormemente de la clase de Teoría Mágica, impartida por Mel Dawson, una mujer de piel negra como la noche y, también, una hija de muggles bastante versada en la magia. En la clase, a pesar de que estaban todos los primeros años de las cuatro casas, se las arregló para darle a todos una introducción bastante buena sobre el funcionamiento de la magia, al igual que varias explicaciones (más para quienes fueron criados en el mundo muggles que para los demás) detrás de las cosas extrañas que a veces pasaban a su alrededor junto con la importancia de saber cómo controlar su magia.

A pesar de haber sido una clase bastante teórica, fue de sus clases favoritas.

Historia de la Magia había sido un completo infierno para él. No solo el profesor fantasma Binns hablaba de forma lenta y aburrida, sus clases no tenían nada de emoción y sí no hubiera sido por Susan Bones, una de sus mejores amigas desde siempre, Harry se habría quedado dormido en el salón después de que la clase acabará.

Herbología, aunque había sido más dinámica y entretenida para él, se encontró exasperado para el final de la primera clase. La profesora Pomona Sprout es amable y bastante alegre, pero Harry estaba seguro de que al final del día le pediría a su hermana (con quién compartía la clase) por la tarea… O a Neville, quién siempre había sido mejor que todos sus amigos en lo que tuviera que ver con plantas mágicas o muggles.

Encantamientos con el profesor Flitwick y después Transfiguración con la profesora McGonagall fueron denominadas como dos de las favoritas de Harry. Poco tenía que ver que sus padres habían alabado y hablado maravillas tanto de las materias como de los profesores, Harry se había encontrado bastante encantado con la idea de usar su varita para transformar objetos, a sí mismo o más. A pesar de que todo fue bastante teórico con la profesora McGonagall y estuvo agradecido de tener hora doble con ella ese martes.

Harry mordía ligeramente el cachete interior por la emoción. Finalmente, había llegado el jueves y con este sus primeras dos clases con el profesor Black, de quién ya había escuchado maravillas de Ron, Neville e incluso su hermana.

El salón por sí mismo es maravilloso: al entrar, unos metros más adelante, había una segunda puerta y a los lados entre ambas puertas se extendía un corredor con estanterías llenas de libros. Al pasar por la segunda puerta, Harry sonrió maravillado al ver un gato hecho ovillo encima del escritorio. Tal como lo había hecho con el gato en el escritorio de la Jefa de Casa de Gryffindor antes de saber que ese gato, en realidad era la profesora McGonagall en su forma animaga, se acercó al felino de pelaje negro a acariciarlo.

El gato se tensó, alzando la vista para verlo por varios segundos antes de volverse a acomodar. Harry tomó eso como un: «no me importa que me acaricies, humano, sigue con lo que estabas haciendo» y así lo hizo. Poco prestó atención a la forma semicircular y de tres niveles en la que los asientos estaban dispuestos en el muro de la puerta, ni al gran pizarrón mágico que colgaba del muro detrás del escritorio, mucho menos al reloj mágico colgado. Y, por supuesto, no sé molestó en mirar hacia arriba, porque de haberlo hecho, habría notado que el techo se veía tan alto como el del Gran Comedor… Solo que este, en lugar de reflejar el cielo exterior, solo dejaba ver una oscuridad tan densa que ni siquiera la luz artificial de las velas o la natural de las ventanas llegaba a alumbrar mínimamente el techo.

Un par de minutos después, y habiendo escuchado los pasos de sus compañeros de casa y los de Hufflepuff, finalmente decidió dejar al gato en paz y se alejó del escritorio a buscar un asiento. Se sentó en el segundo nivel del lado izquierdo de la puerta (o derecho, si lo veías apenas entrando salón) a solo un par de asientos de la puerta. Al sentarse y ver al frente, se sorprendió de no encontrar al gato ni encima del escritorio ni en ningún otro lado.

Se acomodó en el asiento y dejó salir un jadeo sorprendido al ver materializar un escritorio encima de sus piernas y, encima de este, con la misma letra de la nota de la puerta, había algunos pergaminos con varias reglas para dentro del aula como para cuando salieran a tener clases prácticas en, supuso Harry, el Bosque Prohibido o al menos en los Terrenos de Hogwarts. Leyó por encima todo antes de que Tracey Davis le preguntará en voz alta si había visto al profesor.

—Desde que llegué está vacío —fue su respuesta, olvidando que, de hecho, había un lindo gato negro que se dejaba acariciar. Tracey asintió y se sentó junto a él antes de comenzar a interrogarlo sobre la última tarea que les había encargado la profesora McGonagall sobre la ‘Fórmula de Transformación’, a lo que Harry respondió felizmente.

Lo cierto es que, aunque a Harry le guste estar en Slytherin (no solo porque el verde le va bien, sino por sus tíos Evan, Barty y Dorcas), socialmente hablando no le estaba yendo tan bien. Probablemente, había pensado solo el día anterior al tener una única clase antes del almuerzo, se debía a sus padres. Después de todo, él es el hijo de un Auror y una Inefable bastante conocida por poner a varios Lords, Ladies, brujas y magos oscuros, algunos padres, madres o familiares de sus compañeros de casa en Azkaban, ya fuera solo por unos meses o incluso unos años.

Blaise Zabini había dejado muy en claro que no quería ser asociado con él, a pesar de que no lo había dicho en voz alta frente a él (no contaba su primera noche en Hogwarts). Theodore Nott, en cambio, es considerablemente amable con él sin llegar a ser amistoso. Draco Malfoy, Crabble, Goyle, Pansy Parkinson y los y las demás apenas notaban su presencia dentro o fuera de la Sala Común.

Tracey Davis y Lilian Moon, de su año, parecían ser las únicas a las que no les importaba hablar y ser vistas con él en público fuera de la Sala Común. Incluso Daphne Greengrass solía permanecer algo alejada cuando él estaba cerca de ella y de su mejor amiga.

Minutos más tarde, cuando finalmente dieron las nueve en punto, Harry no fue el único sorprendido al ver a un gato saltar desde lo alto de una estantería bastante alta al piso, transformándose a medio camino a un humano. Harry se sonrojó fuertemente (aunque apenas notable) al darse cuenta de que, de nuevo, había estado acariciando a un animago en forma de gato y no a un gato, como había creído antes.

Después de pasar la lista, el profesor Black se soltó a hablar:

—Defensa Contra las Artes Oscuras es una de las materias más importantes y necesarias que verán estos años, independientemente de la carrera que vayan a elegir. Hoy, en Hogwarts, no se han encontrado a ninguna criatura peligrosa de la cual protegerse, ni a una persona que quisiera hacerles daño con magia oscura, pero eventualmente lo harán y por ello es necesario que aprendan, al menos, lo básico para sobrevivir. Como mencionó el director, el Bosque Prohibido está prohibido a menos que tengamos alguna clase práctica, lo que no pasará al menos hasta dentro de un mes cuando sepan hacer exitosamente un Lumus —de la varita del hombre salió una luz blanca y brillante— y un Verdimillious —un chorro de chispas rojas bermellón salió de la punta de la varita hasta el techo, sin llegar a iluminar demasiado.

» Cuando se sentaron en sus lugares unos pergaminos debieron aparecer con las reglas dentro del aula y fuera del aula, cuando estemos en clase, les pido que lo lean a fondo y lo recuerden, porque de eso depende cuántos puntos podrían perder para sus casas estos próximos siete años… Ahora, ¿qué entienden ustedes por Artes Oscuras?

Daphne Greengrass fue una de las primeras en alzar la mano, por lo que ella tuvo la palabra.

—Es un tipo de magia oscura o negra, que un mago o bruja utiliza para causar daño a otros. A diferencia de la magia blanca o gris, suele ser bastante… salvaje y difícil de controlar. También pueden ser objetos, criaturas mágicas, pociones y demás.

—Sí y no. Verán. Las Artes Oscuras son uno de los campos mágicos más grandes, complicados y difíciles de saber y manejar. Como dijo la señorita Greengrass, las artes oscuras podríamos encontrarlas en cualquier forma, ya sea humana, animal, un objeto, pociones, plantas… Las opciones son ilimitadas y, por ende, peligrosas para quienes no saben manejarlas. Esta es una de las razones por la cual la magia oscura es ilegal en el mundo mágico, ¿alguien sabe por qué?

Los ojos de Harry brillaron cuando el profesor le dio la palabra.

—La magia que hacemos está conectada a nosotros —empezó—. La magia de luz, la más común, es una magia considerada tranquila, aunque voluble, por lo que es la más practicada por magos y brujas por todo el mundo; pero la magia oscura, como dijo mi compañera, es salvaje y difícil de controlar. Cuando la magia, especialmente la oscura, no puede ser controlada, poco a poco se hace cargo del núcleo mágico del o la dueña hasta llevarle a la muerte o la locura, la que sea que pase primero… Es algo que pasa seguido con las brujas y magos oscuros que aspiran a ser Señoras y Señores Oscuros. Su magia se va en su contra, haciéndolos más peligrosos, más impredecibles o predecibles, salvajes, pierden varias de sus facultades mentales… pero depende también de qué tan adentrados están en la magia oscura y sus rituales, porque algunos podrían llegar a perder más que su forma de ser.

—¿Cómo qué cosas, joven Evans–Potter?

—Su cuerpo. La forma en la que se ven. Personas que quieren. La magia oscura, la verdadera magia oscura y peligrosa, no la magia de magos y brujas de familias oscuras con núcleos mágicos oscuros siempre viene con un precio.

—Eso es… bastante acertado, en realidad —el profesor sonó ligeramente sorprendido por la exactitud de su respuesta. Harry sonrió orgulloso de sí mismo, no por nada había insistido a sus padres de que lo dejaran leer algunos libros de defensa que tienen en la biblioteca de su casa, y definitivamente no había escuchado conversaciones a escondidas por nada—. Cada día hay una nueva Señora o Señor Oscuro en ascenso, algunos se pierden en el camino, otros son encarcelados en Azkaban a tiempo antes de que causen más daño. Esta materia les ayudará a dos cosas: uno, a no convertirse accidentalmente en uno de esos magos o brujas, y dos, a saber defenderse de esos magos y brujas y los artilugios o formas de atacar que decidan usar. No se emocionen —añadió al verlos más emocionados de lo que deberían—, todavía pasarán unos años antes de que aprendan a hacer un daño contundente, por lo pronto comenzaremos con un sencillo, pero muy útil, Lumos, ¿qué saben sobre este encantamiento?

Y la clase siguió y siguió hasta que el timbre que marcaba el almuerzo sonó y todos, o al menos la mayoría, se vieron decepcionados por haber llegado al final de la clase.

—… Practiquen el encantamiento Lumos para la próxima semana y lean el capítulo ‘Hechizos básicos para la autodefensa’ de ‘Defensa para principiantes’ por Vega Black. No olviden anotar las dudas que tengan para retomarlas la próxima semana.

Harry salió felizmente del salón hacia el Gran Comedor, podía sentir a su varita vibrando con la misma emoción que él. Defensa es, sin duda, la clase más emocionante de todas. El profesor Black es serio y estricto, como la profesora McGonagall, la primera hora de clase fue más teórica que práctica, pero la actitud del hombre al enseñar la forma en la que se hacen los hechizos, también poniendo actividades divertidas que los incentivan más a lograrlo, solo lo hacía cada vez mejor a sus ojos.

Al entrar al Gran Comedor fue jalado por Tracey hacia la mesa de Slytherin antes de que siquiera pudiera empezar a moverse a Gryffindor, donde se sienta con Ron.

—Tienes que ayudarme con la tarea de Transfiguración, Harry, ¡te juro que no le entiendo y Daphne no ayuda! Además, eres el mejor de nuestro año y…


Octubre 31, 1991.

Aula 31, Segundo piso.

9:00 a.m.

A pesar de que pasaron dos meses y no uno como el profesor había dicho en su primera clase, finalmente tendrán su primera clase práctica en el Bosque Prohibido.

Harry había leído al derecho y al revés el pergamino con las reglas para ese tipo de situaciones. No son muchas y todas son breves y directo al punto, la mayoría muy obvia como para que él hubiera pensado ponerlas en un pergamino, pero su padre y tíos siempre le han dicho que hay más de ciento cincuenta reglas en Hogwarts que se crearon gracias a ellos, por lo que no necesitaba ser un genio para darse cuenta de que, o el profesor Black tomó de ejemplo a su hermano mayor y compañía para las reglas, o alguien le hizo ponerlas.

—¡Bien, bien, silencio a todos! Hoy tendremos nuestra primera clase práctica, ya que han logrado realizar los hechizos básicos para situaciones que podrían ser peligrosas, pero eso no significa que no deban de seguir las reglas. No se alejarán del grupo, si ven algo que les llama la atención o luce peligroso, me lo dicen inmediatamente y por amor a Merlín y Morgana, no lo toquen y mucho menos lo coman. En caso de emergencia, los trasladores —Harry tomó el traslador que el hombre le extendió. Es un collar bastante básico, pero se notaba impregnado de magia. Nadie hizo preguntas al respecto, pues el profesor había puesto una explicación al objeto en los pergaminos y además se los había explicado la clase anterior— se activarán automáticamente y los llevarán directamente a la enfermería del castillo por si llega a ser necesario…

Y siguió hablando sobre las reglas y lo que pasaría si llegan a estar en peligro. Harry creía que estaba exagerando. No son niños pequeños, saben seguir las reglas sencillas que se les pongan para entrar a un bosque conocido por ser prohibido y peligroso.

Nadie podría ser tan tonto.

Caminaron todo el camino desde el salón a una cabaña bastante alejada del castillo. Al estar lo suficientemente cerca, Harry noto los animales que están siendo criados frente a este. Un hombre enorme salió de la cabaña y sonrió felizmente al verlos. Al verlo de cerca, Harry creyó que no sería buena idea intentar verlo al rostro todo el tiempo porque su cuello sufriría.

—¡Profesor Black! —saludo al profesor—. Veo que estarán teniendo una clase práctica; primer año, ¿cierto? —Aunque algunas palabras no se entendían por completo, Harry pudo entender todo lo que quería decir el hombre. El profesor Black asintió.

—Sí llega a pasar algo, saben los hechizos básicos para defenderse —aclaró sonando orgulloso—. ¿Podrías estar atento por si escuchas algo? Ellos tienen sus trasladores de emergencia, pero yo…

—¡Claro, claro! —el hombre pareció pensarlo por unos segundos antes de voltear a ver a la cabaña y gritar un alarmantemente fuerte—: ¡FANG! —Un perro enorme salió a trompicones de la cabaña, aventándose encima del profesor Black en cuanto lo vio. Algunos de sus compañeros soltaron una risa, mientras otros parecían aterrados.

Es curioso, creyó Harry, como un perro tan grande está visiblemente encantado con el animago, siendo que la forma de este es un gato.  Enemigos naturales y todo eso. Más sabiendo que su padrino en la forma de Padfoot ataca al kneazle de su madre cada que lo ve.

—Fang los acompañará. —Río el hombre, quitándole a Fang de encima al profesor. Algunos todavía se estaban riendo.

—Ah, gracias Hagrid. Me aseguraré de que regrese con nosotros… si es que no escapa como la vez pasada.

Hagrid soltó una risa estridente antes de despedirse, afirmando que «Fang es tan miedoso como enorme». Harry se preguntó cómo un perro tan gigante y miedoso, los acompañaría y protegería de las criaturas del Bosque Prohibido, pero al ver que el profesor Black acariciaba la cabeza del perro sin problema (así de grande es) mientras los guía al interior del bosque decidió no prestarle atención a eso.

—Ah, es cierto que ustedes no lo conocen —dijo mientras pasaban los árboles—. Él es Hagrid, el Guardián de las llaves y Terrenos de Hogwarts desde hace varios años ya. Es quien normalmente da las bienvenidas a los primeros años y los guía por el Lago Negro. Este año tuvo ciertos… problemas con sus criaturas.

Harry asintió, recordando distantemente que el profesor Black se lo había dicho a McGonagall cuando llegaron al castillo el primer día.

—Aunque el bosque resguarda a muchas criaturas —volvió a hablar el profesor, deteniéndose frente al grupo—, hoy iremos directamente a un área pantanosa para encontrarnos con unos imps —les hizo una seña para que lo siguieran—. ¿Qué son los imps, señorita Jones?

Megan soltó un pequeño brinco a unos pasos de él. La rubia era… Megan no tiene las mejores aptitudes para Defensa, no solo en el lado teórico, sino también en el práctico, por lo que el profesor le presta bastante atención y trata de darle una ayuda siempre que puede. Incluso lo había puesto como tutor de la chica. Harry le dio una sonrisa alentadora cuando ella lo miró.

—Son… son bestias XX… domesticables e inofensivas… no miden más de diez… ¡No! De veinte centímetros… tienen ojos amarillos… viven en pantanos o zonas húmedas… ¡Son grises! Comen… comen… comen insectos —dejó de hablar y Harry asintió, Megan suspiró aliviada.

—Así es, así es. Un punto para Hufflepuff. También tienen un sentido del humor bastante peligroso para los humanos. Sí, los que vimos en clase fueron bastante decentes, a pesar de todo —Harry hizo una mueca, recordando cuando el imp que se sentó con él lo tiró al agua sin dudarlo—; los que veremos hoy están lejos de ser domesticados y jugarán con ustedes lejos de ser amistosos con sus bromas pesadas… ¿Cómo los manejaría si sus bromas se vuelven bastante pesadas para ustedes, señorita Bones?

—Un conjuro de rechazo de enemigos, profesor. Flipendo. O un Verdimillious.

—Sí, sí, muy bien…

Y siguió preguntando cosas al azar a cada uno de sus compañeros, al punto en el que no hubo nadie que no respondiera una de las preguntas del hombre. Algunas fueron respuestas incorrectas (como cuando Millicent Bullstrode se confundió y dijo que la sacudida de varita rápida hace que se ilumine la habitación y revele objetos y puertas ocultas por magia oscura momentáneamente, cuando en realidad eso se hace por un movimiento lento y circular; la sacudida rápida sería la que les sería útil para los imps, duelos y otras criaturas más al dar una descarga electricidad que causa daños leves).

Varios minutos después, con el profesor Black alejando a varias criaturas de ellos, finalmente habían llegado a una zona bastante húmeda del lugar. La mayoría dejó sus mochilas bastante alejadas del pequeño lago y se acercaron bastante al lago. Fang, por otro lado, se mantuvo sentado donde el profesor le pidió.

El primero en ser atacado por un diablillo fue Justin Finch-Fletchley. Pequeñas risas se escucharon por toda la zona, mandando un escalofrío a la espalda de Harry. Por suerte, él pudo ver al imp antes de que le hiciera algo, por lo que un ligero Flipendo salió de su varita con un poco de fuerza.

Después de eso, el profesor Black parecía bastante animado mientras les explicaba cómo debían tratarlos si querían domesticarlos. Algunos fueron víctimas de las jugarretas de los diablillos, como Theodore Nott, que cayó en una trampa de hojas después de haberlo distraído con petardos mágicos que le lanzaron. Incluso Susan fue víctima de una de las bromas, haciendo que terminará con unos raspones que el profesor curó y desapareció rápidamente al notarlos.

Cuando el reloj del profesor sonó, avisando que eran las diez y media de la mañana, se alejaron con mediana tranquilidad del lugar, todos mirando cada tanto hacia atrás por si algún diablillo los estaba siguiendo para hacerles otra broma.

Entonces, como el profesor ya no les estaba dando una clase, sino contándoles algunas de las aventuras que él tuvo en Hogwarts, cuando salió y también cuando regresó a enseñar. («Ah, mis padres. Ellos odiaban Hogwarts, naturalmente, tuve que regresar… esta vez a enseñar. Además, el anterior profesor, Tom Malfoy, es un buen amigo de una de mis primas y me recomendó con la Junta de Gobernadores. También fue profesor mío, claro…»)

Apenas habiendo avanzado solo un par de metros, un ruido estridente los hizo detenerse de golpe. El profesor Black les hizo una seña, pidiéndoles guardar silencio, y de cualquier forma Harry dudaba que alguien se atreviera incluso a respirar en voz alta después de ese sonido.

Entonces, frente a ellos, un hermoso ciervo apareció. El profesor se tranquilizó visiblemente, pero no sé acercó ni bajó su varita. Harry creyó que fue una buena idea, pues en cuando el ciervo lo vio a él, se transformó inmediatamente a un lobo. Fang, junto a él, le gruñó al ciervo-lobo antes de salir corriendo hacia la cabaña de Hagrid.

¡Riddikulus! —exclamó el profesor, apuntando al lobo, pero nada pasó. El lobo volvió a cambiar a un ciervo de grandes ojos avellanas una vez más, concentrándose en el hombre y dejándose caer al suelo—. No es un boggart… —Harry lo escuchó susurrar—. Entonces… —Un segundo ciervo apareció frente a ellos y después otro y otro más. Todos mirándolos fijamente antes de comenzar a avanzar lentamente. El hombre lo acarició ligeramente, aunque Harry no pudo decir qué pasó cuando el profesor soltó un grito y después, en voz alta y desesperada, dijo—: Poppy —en voz alta. Lo último que Harry vio antes de ser jalado por el traslador fue a otro de los ciervos y a tres perros de pelaje blanco y tan grandes como Fang, casi como si fueran unos caballos, saltaron encima del profesor y a él lanzando un hechizo al cuerpo de ambos animales.

Madame Pomfrey estaba atendiendo a los gemelos Weasley cuando todos aterrizaron (cayeron al suelo desordenadamente, sería más adecuado) a la mitad de la enfermería.

—¡Chicos! —Chilló la mujer—, ¿qué pasó? ¿Por qué…? —miró alrededor—. ¿Y él profesor Black dónde…? —ninguno tuvo que responder antes de que él temor se viera reflejado en los ojos de la mujer—. ¡Expecto Patronum! ¡Albus, los Slytherin y Hufflepuff de primer año aparecieron en la enfermería justo ahora! Deben buscar al joven Black… ¿Qué fue lo que pasó? —La luz azul y traslúcida seguía ahí. Harry tomó la palabra.

—Unos ciervos aparecieron. Uno de ellos, el primero, se convirtió en un lobo cuando me vio. El profesor lazo un… un riddikulus, ¡pero el lobo solo se volvió a convertir en un ciervo de nuevo! Lo atacó. Estábamos a solo unos metros de una zona pantanosa… ¡Fang estaba con nosotros! —la luz azul y traslúcida desapareció inmediatamente en cuánto terminó de hablar.

Madame Pomfrey los examinó a todos rápidamente después de eso. Pero no hubo estudiante que no notará su nerviosismo y la forma insistente en la que veía cada pocos segundos a la puerta.

—Vayan a almorzar —les pidió varios minutos después cuando el timbre sonó. La mayoría se negó, pero incluso Fred y George (que estaban ahí por un accidente en la clase de Pociones) insistieron en que debían ir a almorzar, argumentando que el profesor estaría perfectamente bien cuando regresará al castillo.

Harry no peleó como algunos otros, simplemente se dejó guiar. Además, si el profesor no estaba bien cuando regresará, él no haría más que entorpecer a Madame Pomfrey o los demás. Draco Malfoy se negó a moverse de su lugar, pero Madame Pomfrey lo sacó después de un par de minutos de hablar con el niño.

Durante el almuerzo, casi al final, el director Dumbledore se puso de pie.

—Las clases de DCAO serán canceladas hasta nuevo aviso por un accidente que sufrió el profesor Black en el Bosque Prohibido en una clase práctica —la preocupación fue visible en cada estudiante—. Él está bien, no hay por qué preocuparse, pero le tomará un tiempo volver a dar clases… si él no está bien para la próxima semana, el día de mañana habrá un profesor suplente para la clase…


Diciembre 22, 1991.

Expreso a Hogwarts, Kings Cross.

5: 55 p.m.

Sin embargo, no hubo necesidad de un suplemente para la clase de DCAO para el viernes ni la siguiente semana (aunque Harry sí había visto a una mujer hermosa y parecida al profesor deambulando por el castillo y el Bosque Prohibido). El profesor Black, para sorpresa de los profesores, alumnado e incluso para sí mismo, estaba… Bien. Los ciervos y Gytrash, aunque lo mordieron bastante, no parecieron haberle hecho daño, fuera la criatura que realmente sean esos ciervos. No había veneno en su cuerpo ni nada que pudiera hacerle creer a los demás que el profesor estaba mal.

Harry lo dudaba, sinceramente.

El hombre es serio, estricto, y en ocasiones tenía una expresión que le recordaba a su padrino en sus malos días. No es alguien que rebose de alegría o bromee con los demás libremente. Ni siquiera con la profesora Dawson, con quien aparentemente se lleva bastante bien. Al menos no públicamente. («Algunas personas fueron criadas para ser así, Harry,» le había dicho su hermana una vez que habló con ella sobre el profesor, «el profesor Black no es como el tío Sirius.»)

Por eso, por la mañana, Harry se había sentido extraño al ver al profesor sonriendo a todo el mundo. Escalofriante, sin duda. Más porque, así como estaba actuando, le recordaba a su padrino después de una fiesta. Muy alegre, muy bromista, muy… oscuro.

—Ten un maravilloso Yule, Harry —le había dicho el hombre cuando lo vio en la estación de Hogsmeade—. Con James Pott– Evans-Potter cualquiera tendría un Yule perfecto. —Aunque tenía razón en lo que dijo, el tono fue… Harry no lo sabría describir. Alegre, sí, pero no amable. Él solo asintió, ignorando lo extraño que se sentía la magia del hombre.

—Feliz Yule, profesor. Lo veo de nuevo en enero, espero.

—¡Claro que sí, Harry! Ah, Yule. Perfecta fecha para el amor… pero no creas en el amor, Harry. Tan hermoso como se ve, duele como mil dementores tratando de besarte. —Palabras que Harry creería escuchar de forma seca o triste, solo sonaban alegres. Muy alegres.

Durante el viaje en tren solo pudo pensar que, a pesar del tiempo entre ambos eventos, la mordida del no-ciervo está conectada con la actitud en exceso alegre del profesor.

Hermione, por otro lado, está segura de que él está equivocado:

—Entiéndelo, Harry. Sí, el profesor está actuando extraño, pero la mordida de los no-ciervos y gytrash pasó hace casi dos meses, ningún veneno tarda tanto en actuar —dijo, testaruda—. Madame Pomfrey lo habría encontrado en su momento. Debe ser otra cosa. ¿Tal vez está saliendo con alguien?

—¿Quién está saliendo con quién? —interrumpió su padre. Harry frunció el ceño por la interrupción y lo miró mal.

—El profesor Black —dijo Hermione sin siquiera despegar la vista de su libro. Uno de sus brazos está enganchado al de Harry, pues él estaba cuidando a la niña de no caer al piso o chocar con alguien más. Otra vez—. Harry cree que está actuando muy feliz y raro por algo que pasó hace meses. Yo creo que está saliendo con alguien.

—Papá —Hermione alzó su cabeza con tanta fuerza que Harry temió por el cuello de su amiga—, ella es Hermione. Mione, mi papá.

—Mucho gusto, señor Potter… Ron tiene razón, ustedes dos son bastante parecidos… —miró a su padre antes de verlo a él y repetir la acción un par de veces más antes de abrir los ojos de forma cómica al ver la hora del reloj colgado en uno de los muros—. Debo irme, mis papás me deben estar esperando en el lado muggle. ¡Adiós Harry, adiós, señor Potter!

—Adiós… —Hermione no lo escucho, ya a varios metros de ellos. Harry abrazó a su papá con fuerza—. Hailo, papá.

—Hola, priy. ¿Estás listo? Solo faltabas tu. Hya se cansó de esperarte y tu mamá se la llevó a la casa.

—Sí, sí… oye, papá, ¿hay venenos que pueden no ser… vistos cuando muerden a alguien? —Su papá lo miró extraño antes de asentir lentamente.

—Algunos, pero la mayoría actúan muy rápido como para que alguien no los noté… ¿Es por el profesor Black? —Harry notó el tono extraño en el que su padre dijo el apellido, pero lo ignoró, demasiado preocupado por el profesor, y asintió rápidamente.

—Hace unos meses en una clase práctica hubo unas criaturas que nos atacaron… Al principio era solo un ciervo solitario, pero cuando me vio se transformó en un lobo. El profesor Black creyó que era un boggart y lanzó un Riddikulus, pero después el lobo lo vio y se convirtió de nuevo en un ciervo —explicó—. Después llegaron más ciervos. El profesor acarició al primero, pero después… fue como si el ciervo lo hubiera mordido, pero no tiene sentido, ¿verdad? Los ciervos no comen carne, menos carne humana. No… no tiene sentido. Después apareció un gytrash y le brinco encima al profesor, pero no pude ver nada más cuando caí al suelo de la enfermería por el traslador.

Su padre pareció contemplativo antes de cargarlo. Su baúl lo había encogido apenas lo vio, así que estaba guardado en uno de sus bolsillos.

—¿Por qué crees que algún no-ciervo o un gytrash lo envenenaría? Madame Pomfrey hubiera descubierto si lo que lo mordió tenía veneno, que no es así.

—Es que el profesor Black está actuando muy extraño. Incluso Malfoy lo ha notado y lo mira como si le hubiera salido una segunda cabeza. Nunca parece muy… feliz o contento, esta… antes hacía algunas bromas, pero sus últimas bromas fueron bastante… oscuras y algo crueles. Como las que hace el tío Pads cuando está ebrio —y frunció el ceño con un puchero en su rostro.

—¿Te dijo algo a ti? —Harry negó con rapidez.

—Es decir, sí, me dijo un par de cosas extrañas antes de subirme al tren, pero nada cruel. Siempre es muy amable conmigo. Con todos, en realidad, por eso es tan raro… ¡Los gemelos creen lo mismo! Hasta escuche al profesor Dawson hablando con Madame Pomfrey sobre el profesor Black.

—¿Dawson? —Harry asintió.

—El profesor de Teoría Mágica. Él y el profesor Black son amigos. Tienen más o menos la misma edad, creo. Hace unos días lo vi bastante juntos, pero igual fue… Fue extraño porque solo estaban en completo silencio. No parecían ni respirar. Por eso creo que los no-ciervos le hicieron algo cuando lo mordieron. La última clase que tuve con él lo escuché hablando con una de las primas de las que a mi padrino no le gusta hablar. Vega Black, creo. El profesor Dawson estaba seguro de que alguien le había hecho o le estaba haciendo algo al profesor Black. A su mente.

—Investigaré un poco sobre eso, ¿sí? Tu no pienses en eso todo este Yule.

Harry asintió felizmente y se preparó para usar la red flu. Al llegar a su casa chilló felizmente al ver a su tío Pete esperando por él.

—¿Cómo fueron las clases, Harry?

—¡Geniales! Las mejores son las del profesor Black, tío. Él es tan genial e increíble. ¡Hace poco tuvimos una clase práctica en la que nos hizo entrar a un salón y descubrir todo lo que había encantado! Fue muy divertido y mi equipo ganó… ¡Y éramos muchos equipos! El profesor Black nos prometió que al regresar– —Harry nunca terminó de decir lo que él profesor Black les había prometido, pues Hyacinth le había lanzado una almohada al rostro con bastante fuerza.

—¡Cállate, Harry! ¡No te soportare hablando tres horas seguidas sobre lo genial, increíble y guapo que es el profesor Black! Ya sé que te gusta, ¡pero cállate!

—No me gusta el profesor Black —se quejó, muy sonrojado y avergonzado. Su tío Sirius está ahí, por amor a Merlín.

—Claro que te gusta. Siempre estás: "hoy el profesor Black se ve bonito con esas túnicas" o "¿cómo hace que su pelo sea tan bonito y suave? Porque obviamente es suave", ni hablar de los "hoy el profesor Black me sonrió cuando lo vi en los pasillos". Si me tienes harta con eso, que no te veo todo el tiempo, no quiero saber cómo tienes a Lilian o Tracey. O a Megan y a Susan. O a Ron y Neville. Pobrecitos, teniendo que aguantarte hablando sobre el profesor Black todo el tiempo.

—Yo no hablo del profesor Black todo el tiempo.

—Claro que lo haces. Apuesto que estuviste hablando con papá sobre lo extraño que está actuando.

Harry no pudo decir nada.

—¡Es que está actuando extraño! Y no es porque pueda o no estar saliendo con la profesora Dawson. Okay, el profesor Dawson es increíble. Y sabe mucho de magia y… —se interrumpió a sí mismo antes de seguir hablando maravillas de la profesora. Su hermana lo miraba con burla—. Pero no están saliendo.

—Lo que digas. Sigue actuando extraño y Hermione tiene razón, es más probable que sea por la persona con la que esté saliendo que por el no-ciervo que lo mordió. ¿Quién se acerca a los ciervos que se convierten en otros animales, para empezar? Fue muy tonto de su parte.

—No parecía un ciervo malo —murmuró en defensa del profesor. Miró de nuevo a su tío Peter que, al igual que los demás, tenía expresiones extrañas en el rostro—. ¡El profesor Black también es un animago! —dijo, felizmente—. Es un gato muy bonito. Nos contó que se volvió un animago en menos de seis meses para… para… no nos dijo para qué, ¡pero la profesora McGonagall dijo que él tiene el récord por la rapidez en la que lo hizo! Eso es genial. Sus clases son las mejores de todas. ¡Casi no nos encarga tarea!

—Ah, Harry —su tío Peter le revolvió el cabello—. Hijo de tus padres tenías que ser —sus demás tíos se burlaron también de eso, para incomprensión suya.

—Entiendo por qué estás tan encantado con él —admitieron sus tíos Evan y Barty—. Cuando estábamos en Hogwarts, Reg siempre tuvo ese algo para encantar a cada persona que quisiera encantar. No es sorpresa que sus estudiantes lo quieran tanto.

—¿Lo conocieron? ¿Fueron amigos? ¿Son amigos? —Hyacinth parecía tan curiosa como él.

—¿Conocerlo, Harry? —se burló su tío Barty, mirando a su padre fijamente—. Fui su primer beso y novio.

—No fuiste su primer novio —se quejó su padrino.

—Claro que lo fui. Quinto año, de octubre a febrero. El imbécil terminó conmigo en San Valentín. De los mejores meses que viví en ese castillo.

—Eso… eso explica bastantes cosas, de hecho —murmuró su padre con el ceño fruncido antes de sacudir la cabeza ligeramente y mirarlos a Hyacinth y a él con una enorme sonrisa—. ¿Qué quieren hacer ahora que están de regreso? Podemos ir a jugar Quidditch o a las escondidas…

—Comer —dijeron ambos al mismo tiempo.

Y así fue, todos fueron a sentarse a la mesa y segundos después, sus platos tenían comida encima, probablemente preparada por los elfos de la casa.

Más tarde, después de tener una pesadilla, Harry iría a la habitación de sus padres para encontrar solo a su mamá en la cama. En voz terriblemente baja, Harry llamaría a Aluna para preguntarle por su padre y esta, sin darse cuenta, revelaría que su papá ha estado durmiendo en uno de los cuartos de invitados desde finales de octubre. Y al siguiente día sus padres les dirían a Hya y a él que se van a divorciar.

Días después, al regresar a Hogwarts, Harry estaría más aliviado al notar que el profesor Black estaba siendo tan serio como siempre y no espeluznantemente alegre. A pesar de la tristeza que acompañaría la noticia del divorcio de sus padres.

Chapter 2: Dragones, perros, búhos y monstruos

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Agosto 20, 1992.

La Madriguera, sala-comedor.

3:13 p.m.

La Madriguera es un caos todos los días.

Harry se ha acostumbrado a eso. No es extraño estar rodeado del caos de su papá y tíos, o del caos de su mamá y tías, pero el caos de Weasley es… Diferente.

Molly Weasley les grita a todos y todo por casi cualquier cosa. Los gemelos disfrutan de hacerle bromas a todos, lo que lleva a más gritos. Percy, el blanco principal de las bromas de los gemelos, siempre grita. Ron grita cuando Fred y/o George le hacen algo. Ginny siempre grita cuando la están ignorando o la tratan como si aún tuviera cinco años. Y Bill y Charlie no están, por lo que no hay nadie que calme a ninguno de los Weasley.

El señor Arthur Weasley nunca está en la Madriguera. Lo que Harry aún no sabría decir si es bueno o malo.

Pero le gusta. Disfruta del caos tanto como su padre. Incluso Hyacinth disfruta estar rodeada del caos de los Weasley, siendo la única a la que no le explotan los tímpanos con los gritos de Ginny, Harry podía entenderlo.

Ese día, Molly se estaba quejando de una de las profesoras de los gemelos.

—No puedo creer que Dumbledore deja a esa… mujer ser maestra. ¡¿Y ustedes por qué se metieron a esa clase, en primer lugar?! ¡NO LES ENSEÑARÁ MÁS QUE COSAS OSCURAS, SEGURO! QUIERO QUE ABANDONEN LA CLASE EL PRIMER DÍA.

—¿Qué pasó? —le preguntó a Ron en voz baja. Su amigo hizo una mueca.

—Fred y George se metieron a una clase nueva llamada… Estudios Mágicos, a mamá no le agrada la maestra.

Y eso fue todo lo que Harry necesito para comprender lo que pasaba. Tanto Fred como George tienen calificaciones apenas aceptables en Hogwarts desde el año pasado. Antes habían tomado la clase de Adivinación y Cuidado de Criaturas Mágicas, y si bien a su madre no le había gustado mucho la clase de Adivinación, argumentando que es inútil aprenderla, estaba aún más disgustada por la segunda. («¡No conseguirán buenos trabajos en el Ministerio con esas materias! Debieron tomar Estudios Muggles, Runas y Aritmancia como su hermano Percy.»). Ahora, Harry sabe que a la mujer no le gusta nada que esté relacionado con la magia oscura, una de las razones por las que no habla con sus hermanos desde hace años. Apenas soporta a Sirius, siendo un Black de sangre, Lupin por estar casado con Remus, notablemente un hombre, y, sobre todo, un hombre que disfruta de usar cualquier tipo de ropa o maquillaje, argumentando que no tenía nada que ver ser hombre o no con la ropa o cosas que usa en su rostro.

La señora Weasley lo culpo a él cuando Bill comenzó a usar ropa más rockera y parecida a la de su padrino, lo culpó también cuando Bill y Charlie comenzaron a dejar su pelo largo y, por supuesto, lo culpó a él cuando Charlie y Ron les hicieron saber a todos que son… pues Charlie y Ron, no sus 'yo' encubiertos en cuerpos y nombres femeninos. Naturalmente, ni su padrino Sirius ni su papá han pisado la Madriguera desde entonces, tomando ese asunto en específico bastante personal.

Así que no, no le sorprende que a la mujer le haya enojado que dos de sus hijos hayan tomado una materia con una profesora que usa magia oscura.

Minutos más tarde, George y Fred se acercaron a ellos con expresiones hastiadas idénticas.

—¿Cómo se atreve a decirnos eso? —se quejó Fred con los puños apretados—. ¡No tiene ningún derecho a decirnos qué hacer o qué no hacer! Está tratando de volvernos como ella.

—¡Pero nosotros no queremos ser como ella! Ya vivió su vida, ¿por qué no nos deja vivir la nuestra? —Harry y Ron se vieron entre ellos por unos segundos sin saber qué decir.

—Está… ¿tratando de llevarlos por su buen camino? No saben qué les enseñará esa maestra —dudó en decir Ron. Harry no se molestó en meterse en la plática. Decirle a Ron que no juzgar a alguien por su apellido o magia es como intentar que el cemento fuera comestible.

—Ni siquiera sabe de qué es la materia —George no pareció haber escuchado la respuesta tentativa de su hermano menor.

—¡Si sólo son leyendas y cuentos! ¿Qué magia oscura podría enseñarnos la profesora Black en sus clases? —Harry prestó inmediatamente atención y preguntó sobre la mujer—. La prima mayor del profesor Black —aclaró Fred, un poco más calmado. George miraba hacia las escaleras por donde su madre se fue de forma amenazante—. Lady Black. No sabemos por qué está enseñando en Hogwarts, pero la clase es sobre leyendas antiguas, tradiciones mágicas, sobre diferentes comunidades mágicas… ambos libros que pidió son de eso. Véanlos ustedes mismos.

Harry tomó uno de ellos mientras Ron tomó el otro. La sola portada le recordó a uno de sus libros de cuentos de hadas muggles. El fondo es azul oscuro y en el centro hay un caldero con algo hirviendo dentro. Detrás de este, una mujer con varita en mano parecía moverse por toda la extensión de la portada en un baile, apenas notando la pócima frente a ella. En grandes letras elegantes estaba el título: "Mil y un cuentos y leyendas mágicas" por Eilidh MacAilein. Después de darle una hojeada, Harry notó que más que un libro académico, es una compilación de cuentos como Los Cuentos de Beedle el Bardo y muchos más que Harry no conocía.

Le extendió el libro a Ron y a cambio tomó el que su amigo le extendió. Este llamado "Homo Magicae" por Vega Black, Mitena, Lucille Verkler, Yerodin Katz y Oday Bryant. La portada es bastante más académica. Al centro hay una huella digital y de cada línea parecían salir leves destellos de magia de diferentes colores. Después de una ojeada, Harry notó que el libro está lleno de dibujos y fotografías de diferentes lugares del mundo.

—La magia viene de muchas formas, no sólo humana o animal. Es nuestro deber como usuarios mágicos encontrarla, protegerla y venerarla. Lux Payne. —Leyó Harry en voz alta el epígrafe del libro después del índice—. Puedo ver porque a su madre no le agrado —añadió con una mueca.

La frase es buena y daba un buen vistazo a lo que tendría el libro, pero el final. Oh, el final es parte de muchos discursos de magos y brujas sangre pura, supremacistas y/o notablemente oscuros a lo largo de la historia. Incluso Grindelwald llegó a usar aquello en sus discursos sobre por qué las personas mágicas deberían gobernar sobre los muggles. No sobre encontrarla o protegerla, sino sobre venerarla.

—Es hipócrita —dijo George secamente sin despegar los ojos de las escaleras—. No veo la diferencia entre venerar la magia a venerar a un hombre como el dios muggle del que tanto habla.

Harry asintió de acuerdo.

Nadie en su familia es cristiano, aunque su madre lo fue por un tiempo antes de entrar al mundo mágico. Por lo que sabía un poco sobre todo eso. No le gustaba tanto como a la señora Weasley. Tampoco le veía sentido seguir cualquiera de esas dos religiones siendo activamente alguien a quien matarían solo por nacer con magia. Mucho menos entendía cómo es que la señora Weasley llegó a conocer esas religiones siendo sangre pura, traidora a la sangre o no. Pero no le quedaba de otra más que dejarla ser y fingir estar de acuerdo con ella para no causar más gritos.

Harry le regresó el libro a Fred después de ojearlo unos segundos más, sabiendo ya qué materia definitivamente tomaría para su tercer año además de Cuidado de Criaturas Mágicas y Adivinación.

—Parece… interesante —terminó por decir Ron al final. Harry sonrió, sabiendo que el libro de cuentos lo había atrapado lo suficiente. Después de todo, Ron siempre fue bastante aficionado a los cuentos del mundo mágico e incluso de los cuentos del mundo muggle una vez que se los enseñó.

Ron afirma que Pinocho es aterrador, mientras que la Cenicienta es el mejor de todos los cuentos. Harry nunca le dijo a nadie que la razón de que Ron estuviera ayudando a su madre a limpiar la Madriguera por meses fue porque seguramente estaba esperando que su hada madrina se le apareciera para convertirlo en un apuesto príncipe para casarse con una bella princesa llena de riquezas. Incluso lo llegó a escuchar hablar con Scabbers, un ratón dormilón y comelón que murió hace varios años, sobre cómo no debía tener miedo cuando su hada madrina lo convirtiera en un caballo, cochero o lacayo, afirmando que estaría bien cuando dieran las doce de la noche.

Es interesante —afirmó George antes de sonreír—. ¿Saben a quién nos encontramos en el Callejón Diagon mientras comprábamos nuestros libros? —ambos, obviamente, negaron—. ¡A los tíos Fabián y Gideon! —dijo alegremente. Harry sintió su curiosidad crecer.

Él no sabe mucho sobre la pelea de la señora Weasley con sus hermanos. Nada más que fue porque ambos Prewett seguían las tradiciones antiguas que ella tanto detesta y son mejores amigos de una bruja de familia oscura. Tampoco los ha visto nunca.

—Ellos estaban entregando los libros al gerente de Flourish y Blotts y diciéndole que si veía a la mujer de la portada salir del libro la dejara ser o se lo comería mientras duerme —Ron soltó de golpe el libro de cuentos y miró a sus hermanos con horror en su rostro y los gemelos se soltaron a reír por su reacción. Harry rodó los ojos, incapaz de comprender cómo Ron sigue cayendo en las bromas de los gemelos—. Es broma, Ronniekins, aunque sí dijeron eso al pobre hombre antes de aclarar que es una broma. Hombres inteligentes, obviamente.

—... Aunque fue Madame Black quién lo aclaró  —George sonrió— antes de regañar a los tíos por decir ese tipo de cosas…

—... Y después nos vio y nos señaló. Los tres nos invitaron las cosas que necesitamos para este año y también unos helados. Madame Black se vería particularmente furiosa con nuestra madre cuando nos encontró a los cinco en la heladería…

¡No puedo creer que se sigan juntando con esta! —imitaron ambos gemelos a su madre. Harry se sintió agradecido por no poder hacer eso tan seguido con Hyacinth. Sin embargo, se negó a pensar en la hermana que está furiosa con él por no apoyarla en su negación al divorcio de sus padres.

—¿Qué fue lo que hicieron? —preguntó Percy bajando las escaleras con el ceño fruncido eterno en su rostro. Harry vio a los gemelos mirar mal a su hermano.

—Se metieron a una clase dada por la mejor amiga de los tíos Fabián y Gideon —terminó por decir Ron—. Y ser encontrados por mamá fraternizando con los enemigos en una heladería. Atormentando a todos con chispas de colores y bigotes de helado, seguramente.

Incluso Percy se rio por eso y Harry y Merlín saben lo mucho que el adolescente necesita reír más.

—Al final sí entraron a Estudios Mágicos, supongo —los gemelos asintieron—. Hablé con el profesor Black antes del fin de año —dijo, para sorpresa de nadie. El hombre es el profesor favorito de Percy, aunque según todos a un nivel más normal y menos obsesivo que el favoritismo de Harry al hombre—. La clase es sobre el desarrollo de comunidades mágicas a través de los años y contexto socioeconómico y cultural. Piensen en la materia como Historia de la Magia dada por alguien competente y sin centrarse en un solo país… aunque también verán muchas leyendas y cuentos para niños —añadió con una mueca—. La materia y la profesora fueron puestas por el Ministro de Magia Tom. —Entonces Harry notó a quien estaba dirigida toda la obsesión y admiración de Percy. Porque si no era al profesor Black, es obvio que sería al Ministro de Magia.

Desde que Harry tiene consciencia, Percy ha estado obsesionado con trabajar en el Ministerio de Magia en el mejor puesto posible, aunque no sabía si el pelirrojo de verdad quería eso o su madre lo educó desde los pañales para querer eso.

—Eso es bastante obvio por los libros, Perce, pero gracias.

—¿Ya tienen sus cosas? —preguntó, incrédulo. Harry lo entendió. Usualmente debían esperar a la última quincena antes de Hogwarts para poder juntar todo el dinero posible para comprar las cosas tan baratas como pudieran. Los gemelos asintieron y Harry se los extendió para que los viera.

—Los tíos Fabián y Gideon y Madame Black los compraron para nosotros cuando nos vieron en Flourish y Blotts —repitió Fred—. También nos dejaron una bolsa de galeones a cada uno —añadió en voz baja después de mirar alrededor y sacar dos bolsas de galeones que extendió a sus hermanos—. Pidieron que se los diera cuando mamá no viera. También mandaron una bolsa para Ginny.

—Comprensible por cómo actuó cuando se enteró de que nos compraron las cosas. ¡Si no fuera por Madame Black, mamá habría quemado los libros ahí mismo frente a todos!

¡No aceptaremos su asqueroso dinero! ¡Antes muerta! —Ambos gemelos volvieron a imitar a su madre. Harry hizo una mueca.

—Cuando vayamos al Callejón a comprar el resto de nuestras cosas —dijo Percy unos segundos después con el libro "Homo Magicae" en sus manos—, compraré una copia de este libro. ¡No sabía que antes se veneraban a tantos dioses mágicos! Ni estos rituales que…

Horas después cuando regresará a la casa de su padre y fuera recibido por su padrino, Harry no sabría decir si él hombre estaba más enojado por la actitud de la señora Weasley o la presencia de su prima mayor en Londres o que la mujer estaría enseñando en Hogwarts. O por la audacia de la mujer al comprar los materiales, libros, plumas, tintas y libretas de pergaminos de los otros tres Weasley y encima dejar una nota que definitivamente avivó la furia de la matriarca.

Sin embargo, Harry apostaría a que estaba igual de enojado por todas las cosas con la misma fuerza.


Octubre 31, 1992.

Cabaña de Hagrid, Terrenos de Hogwarts.

2:47 p.m.

El segundo año había comenzado de forma caótica para Harry.

Para empezar, ni Ron ni él habían podido subir al Expreso a Hogwarts por un problema con el muro entre el Andén 9 y 10 del lado muggle de Kings Cross. Naturalmente, decidieron usar el carro encantado de los Weasley para llegar a Hogwarts.

Si Harry y Ron no fueron expulsados por sus respectivos Jefes de Casa, fue porque tanto la profesora McGonagall como el profesor Black escucharon toda la historia de cómo los señores Weasley estaban más centrados en regañar a los gemelos por la clase de Estudios Mágicos que en notar que ellos dos se quedaron atrás y que ellos entraron en pánico. En su lugar, sólo les bajaron puntos que aún no tenían y obtuvieron diversas detenciones hasta las vacaciones de Yule. Daphne Greengrass estaba furiosa cuando se enteró («¡Harry Evans-Potter! ¡No es ni el primer día y ya hiciste que nos bajaran más de cien puntos!»), después de eso lo había estado ignorando y fingiendo que no existía. No muy diferente al año pasado, pero ahora cada que le preguntaba algo ni siquiera levantaba la cabeza. 

Harry, sin embargo, no tomó el tener que ayudar a Hagrid en lo que le pudiera como un horrible castigo por su Jefe de Casa, como Ron tomó tener que limpiar la enfermería y ser ayudante de Madame Pomfrey por esos meses. («Si estás dispuesto a usar cosas muggles para llegar al mundo mágico, entonces aprenderás a hacer cosas mágicas al modo muggle.», le había dicho el profesor Black justo antes de decirle su castigo.)

Todos los días llegaba a las dos cuarenta o dos cincuenta para platicar un poco con Hagrid antes de que comenzará su castigo de dos horas y tener que regresar al castillo, donde se encontraría con sus amigas dentro de Slytherin (tanto Nott como Zabini y todos los demás de su año fingían que él no estaba ahí la mayor parte del tiempo), o con Neville, Ron, Susan, o las amigas de su hermana. («Ah, así que no necesitas mi ayuda para encantar a las niñas, ¿eh, cachorro?», se había burlado Sirius cuando se enteró de que se lleva más con las niñas de su año y Casa que con los niños de Slytherin). O incluso con los gemelos, que parecen particularmente encantados con la profesora Black. Harry se lamentó porque la materia no fuera agregada a su Plan de Estudios el año pasado, pues aparentemente Ginny también estaba teniendo clases con ella, aunque diferentes a las de los gemelos.

—Te lo digo, Harrykins —había dicho George, dejándose caer junto a él en las mesas del Gran Comedor mientras hacía su tarea. En sus manos llevaba el libro "Mil y un cuentos y leyendas mágicas"—, la profesora Black es una genio. Hoy vimos la versión muggle de una historia Escocesa que tiene varios elementos del mundo mágico… ¡La protagonista es increíble! Incluso convirtió a su madre en un oso porque la reina no quería escucharla…

Harry no veía como eso es increíble, pero siguió escuchando al gemelo menor hablar sobre la historia y los elementos mágicos reales y unos más fantasiosos y dignos del mundo muggle en el que los fuegos fatuos guían a los viajeros del bosque a su destino o los llevan a lugares seguros, cuando en realidad si alguien se encontraba con alguno, lo mejor sería ir por el camino contrario. Harry no sabía si los muggles hicieron a los fuegos fatuos así para esa historia en específico o porque en realidad creían eso. Los gemelos parecían creer que ellos de verdad creían que los fuegos fatuos son así de amables.

De cualquier forma, entendió porque ambos gemelos están tan encantados con esa historia en específico. Ambos son espíritus rebeldes y en extremo valientes, enfrentándose a su madre tan seguido que no le sorprendería que ellos también abandonen Londres apenas puedan hacerlo después de Hogwarts como lo hicieron Bill y Charlie en su momento. La señora Weasley es tan controladora sobre la vida de sus hijos que a Harry le gustaría ver, por una vez, cómo alguien le ponía los pies sobre la tierra y le hiciera entender que lo que hagan o dejen de hacer sus hijos, es problema de sus hijos y ella no tienen tanta voz y voto sobre ellos y sus vidas como cree tenerlo.

—¿Hagrid? —Llamó a la puerta, unos ladridos después, Hagrid abrió la puerta con una sonrisa enorme. Salió y cerró la puerta rápidamente antes de que Harry pudiera ver hacia adentro, aunque Fang logró salir y casi lo tira al suelo.

—¡Harry! —exclamó, sorprendido de verlo ahí—. ¿Ya es hora? —Harry asintió ligeramente, tratando de ver el interior de la cabaña—. ¡Bueno, bueno! ¿Por qué no te encargas de limpiarle a las gallinas y darles comida? Estuve tan concentrado con los dra– dragots, contando los dragots que me enviaron unos amigos de América —se corrigió rápidamente. Harry no le prestó atención, tratando de concentrarse demasiado en no pisar a las pobres gallinas.

Después de darle un par de instrucciones más (y de dejarle la tela de cáñamo), Hagrid volvió a entrar a su cabaña, afirmando algo que Harry no se molestó en escuchar. Le pareció extraño, sí. En ese tiempo aprendió que Hagrid es un hombre con un corazón tan grande como su altura (y es un semi gigante muy grande), la mayor parte de su amor dirigida a las criaturas, especialmente a las mágicas; también aprendió que es muy, muy, muy hablador y seguido le termina contando cosas de Hogwarts que se supone que él no debería de saber. También es alguien solitario; la mayoría de los estudiantes lo ignoran a menos que algunos de ellos tuvieran preguntas sobre la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, clase que, aunque el hombre no daba, está bastante bien versado.

Las veces de las que Harry escuchó a Charlie hablar de Hagrid y el conocimiento de este último en los dragones era tal que Harry no entendía cómo no lo había reconocido en ningún momento del año pasado cuando anteriormente creía que en cuánto lo viera lo reconocería.

Primero, Harry quitó las virutas de las camas que Hagrid había hecho antes de que el año comenzará y poco a poco, tratando tanto como le es posible no molestar a las gallinas, reemplazó las virutas por el cáñamo tratando de hacerlas tan gruesas como le fue posible para que no pasaran frío. Una vez que estuvo satisfecho con su trabajo de casi media hora, a cubetazos se deshizo del agua de los bebederos para reemplazarla por agua más fresca del pozo que, según Hagrid, estaba encantado por el mismo Dumbledore para mantener el agua limpia y fresca. Poco a poco comenzó a retirar los huevos sin fecundar a falta de gallo, y después de limpiarlos cuidadosamente con un paño húmedo los guardó en una canasta de forma cuidadosa para después llevarlos a los elfos de las cocinas. Para ese momento, tanto su uniforme como su rostro estaba considerablemente sucio.

—¡Harry! —gritó una voz bastante familiar para él: unos metros más allá estaba Ginny. Llevaba un suéter que tejió su madre (sin letra al centro) y unos pantalones bastante sencillos, su cabello estaba suelto y se agitaba libremente mientras ella corría hacía él—. ¿Te puedo ayudar? —una sonrisa tímida apareció en el rostro de la niña. Harry asintió felizmente.

—Sólo me falta esparcir granos enteros por el gallinero y poner la mezcla de cereales allá —señaló al comedero. Ginny corrió hacía el saco de los granos, poco dispuesta a tocar la mezcla de cereales. Harry se compadeció de ella, pues algunas de las gallinas solían perseguirlo cada vez que esparcía los granos… cinco segundos después, Harry se rio libremente de la pelirroja al verla siendo perseguida por las gallinas. Ginny, por otro lado, no parecía feliz de verse cubierta de pasto, granos y suciedad.

—¡No es divertido, Harry! —Harry trató de ponerse serio y falló miserablemente. Se acercó a ella y la ayudó a quitarse algunos trozos de césped e incluso un gusano, pero no le dijo de este para no escucharla gritar de horror y asco por eso.

—Lo que digas, Gin–Gin. ¿Por qué quisiste ayudar a este pobre rompe reglas en sus sucios deberes de castigo? —dramatizo como su padrino le enseñó a hacer.

—Quería —Ginny se sonrojó y miró tímidamente hacía las gallinas que ya estaban picoteando los granos—... quería… —pero Ginny nunca llegó a terminar de hablar por un fuerte golpe viniendo de la cabaña.

—¡Todo está bien Harry! —gritó Harry desde adentro. Él miró a Ginny y espero a que quisiera seguir hablando, pero la pelirroja parecía haber perdido la valentía que había juntado para decirle lo que le quería decir. Harry se encogió mentalmente de hombros y acarició a Fang en un intento de calmar sus gruñidos y ladridos.

—¿Hagrid? —tocó la puerta ligeramente, pero no hubo respuesta—. ¿Hagrid? ¡Ya acabé, me iré a dejar los huevos a los elfos!

—¡Sí, sí! Está bien —Hagrid no abrió la puerta en ningún momento, pero su voz se escuchaba cansada y forzada como si se hubiera estado moviendo muy rápido. Eso sería imposible, por el tamaño de Hagrid, el semigigante no debía de dar más de dos pasos para llegar de un lago al otro dentro del lugar.

Un grito de dolor se escuchó y Ginny, que se estaba asomando por las ventanas, tenía su ceño fruncido.

—No… parece que Hagrid está en el suelo —le hizo saber—. Hay… hay algo encima de él, no puedo verlo bien —la niña pegó más su rostro a la ventana, pero fue en vano.

Por pura preocupación, Harry intentó abrir la puerta, pero fue inútil. Hagrid la había cerrado con llave desde adentro. Frunciendo el ceño y agradeciendo el hecho de que su profesor confía en que cumplirá su castigo sin necesidad de quitarle su varita, la alzó y apuntó a la perilla enunciando un decisivo «¡Alohomora!» sin alzar demasiado la voz. Rápidamente había entendido del profesor Black que no importaba si gritaba o susurraba el hechizo para que la potencia fuera mayor o menor, sino la intensidad e intención con la que lo conjuraba. Escuchó un leve «¡crack!» y abrió lentamente la puerta sólo para ser tirado hacía atrás por una criatura.

Soltó unas risas estridentes por los lengüetazos, olvidando momentáneamente la preocupación.

—¡Es sólo un perro! —exclamó en voz alta con diversión, sentándose al inicio de las escaleras de la cabaña a dónde el perro lo había tirado en cuanto abrió la puerta. Harry alzó la vista para ver a Ginny, que estaba aún junto a la puerta, aparentemente congelada—. ¿Gin, me escuchaste? ¡Es sólo un perro! —volvió a reír, pero, aunque la niña tembló ligeramente, Harry noto con prisa que no lo estaba haciendo por la risa. Ignorante de cómo los dientes del perro que estaba acariciando se acercaron peligrosamente a su cuello, se puso de pie y se acercó a su amiga aún sin ver al interior de la cabaña—. ¿Ginny?

—Harry… —su voz no fue más que un susurró tembloroso—. Dra… dra… ¡Dragones! —gritó, apuntando hacia el interior de la cabaña y segundos después buscando con terror en su rostro a su varita entre los pliegues de su capa. Harry miró al interior, solo para ser lanzado de nuevo al suelo, pero no por un perro como el otro, sino por una de las crías de dragón que Ginny había apuntado. Aunque su amiga intentó aventar al dragón lejos de él, sólo un par de segundos después Ginny lo estaba acompañando en el suelo. Quejidos de dolor se escucharon desde el interior y Harry entendió que uno de ellos debió de morder al semigigante—. ¡Quítate de encima cosa espantosa! —gritó Ginny. Harry se quejó mentalmente, ¿acaso ella nunca escuchó a Charlie cuando él decía cómo se debe de tratar a los dragones? ¡Nunca hay que insultarlos, por amor a la magia!

¡Verdimillious tria! —conjuró con dificultad apuntando hacia la cría que estaba intentando, de forma terriblemente insistente, morderlo.

Más por suerte que porque así lo quisiera, cuando el dragón que tenía encima salió proyectado hacía su izquierda, se llevó al que estaba encima de Ginny al mismo tiempo. El perro que Harry ya había olvidado y que estaba jugando con Fang (en realidad, estaba tratando de morderlo más que jugando con él) notó esto y les gruñó, transformándose en una extraña criatura con cuerpo de perro, garras de búho y con dos caras; una de ellas, la que está justo frente a él, aunque tiene rostro de perro, tiene ojos tan grandes como los de una lechuza; la segunda, por otro lado, tiene una gran cabeza de búho con boca y nariz de perro. Tanto Ginny como él comenzaron a soltar gritos idénticos de terror mientras se empujan uno al otro hacía el interior de la cabaña hasta que estuvieron lo suficientemente alejados del perro–búho y de las crías de dragón, que rápidamente imitaron al otro… Uno de ellos es únicamente un perro y el segundo solo un búho castaño, casi rojizo.

La puerta se cerró con un hechizo fuerte de Ginny. Fang logró entrar por pura suerte.

—¡Hagrid! —gritó él, acercándose al semigigante.

Hagrid nunca se vio tan mal como en ese momento: había varios pares de mordidas por ambos brazos y diversos rasguños por el rostro del semigigante.

—¿Harry? ¿Ginny? ¡No pueden decirle a nadie que tenía tres dragones aquí dentro! ¡Yo–! —tres fuertes golpes se escucharon en ambas puertas de las cabañas. Dos segundos de silencio. Los golpes regresaron con más fuerza. Dos segundos más y, en lugar de golpear a las puertas, el perro-búho, perro y búho comenzaron a golpear las ventanas con mucho más fuerza. Harry, entre todo su pánico, se preguntó porque no volvían a convertirse en dragones y lanzaban fuego a la cabaña… no le prestó mucha atención, en extremo feliz con que eso no funcionará.

—Hay… Hay que mandarle una carta a algún profesor —Ginny haló ligeramente su pelo, mirando fijamente a las ventanas que comenzaban a quebrarse poco a poco.

—¿Cómo? No tenemos lechuzas aquí… ¡a menos que planees usar a la que está afuera con esos dos! —Ginny apretó sus labios con indecisión mientras Hagrid seguía murmurando algo sobre que ellos “no deben decirle a nadie de los dragones”, completamente ignorante de lo que estaba pasando a su alrededor.

—¡Tú debes de saber algo que nos sea de ayuda! —Chilló la niña, mirándolo como si él tuviera la respuesta a todo, ¡pero Harry no la tiene! Con suerte sabe las respuestas de Herbología, ¡y casi siempre recibe ayuda de Neville!

—¡Estoy en segundo año, no en séptimo! No sé hacer más que algunos hechizos que nos puedan defender de una de esas cosas… ¡ni siquiera nos defenderán, solo nos darán tiempo para huir! Mejor debemos esperar a qué alguien nos venga a buscar… ¡Los gemelos prometieron enseñarme algunas cosas de Estudios Mágicos después del castigo! Me buscarán cuando no llegue ¡y nos sacarán de aquí! —Harry se precipitó contra la ventana, tratando de ignorar los golpes que se daban las tres criaturas contra las ventanas.

—¡Eso es! —gritó Ginny con fuerza y Harry la volteó a ver—. En Estudios Mágicos la profesora Black nos mostró esta historia en la que unos chicos mandaban mensajes con magia. ¡Cómo Howlers, pero sin cartas ni nada!

—Pero… Gin, son cuentos.

—George y Fred dicen que no son sólo historias, ¡contienen verdades! Ese cuento tenía muchas cosas que sí son verdad, según la profesora, ¿por qué esto no? —Harry tuvo que estar de acuerdo. Muchas veces había salido de problemas (y metido en otros más) por cosas que sus abuelos y padres le hicieron saber por los cuentos mágicos y muggles.

—¿Cómo lo habían hecho? —Finalmente se rindió. Ginny sonrió en grande, alzando su varita.

—Haber… Josephine estaba atrapada dentro de una cueva y podía escuchar que la estaban buscando, pero ningún sonido salía de adentro… ella no tenía varita, pero… pero el encantamiento funcionó de cualquier forma… era… era… ¡AHHHH! —gritó, cuando cayeron trozos de vidrio encima de ella. Harry apuntó su varita rápidamente a la ventana, conjugando otro Verdimillious tria contra el perro. Uno más sobre el búho. El perro-búho seguía teniendo problemas para entrar.

—Vamos, Gin… tú puedes —la animó, empujándola hacía Fang y Hagrid, tratando de mantener estable el encantamiento escudo que apenas estaban comenzando a practicar con el profesor Black.

—Era… titla… titla… nuntius… ¡Titla nuntius eluayolt! —chillo con su varita en mano, pero ni siquiera un brillo apareció.

—El movimiento de varita, Gin. Recuerda el movimiento —pidió, su frente comenzaba a sudar por el esfuerzo. Ginny frunció el ceño con fuerza.

—¡No tiene! —Chilló—. Josephine no tenía su varita con ella y en la historia sólo… sólo lo hace después de varios intentos… en los dibujos sólo se ve a ella diciendo el encanto y después al alebrije apareciendo…

—¿Tal vez solo se– se puede hacer sin varita? —jadeo, mandando lejos al búho. Su encantamiento escudo volvió a aparecer, pero mucho más débil que antes. Hagrid ya se había desmayado.

Los ojos de Ginny brillaron y guardó su varita.

—¡Titla nuntius eluayolt! —exclamó de nuevo con fuerza. Un suave brillo la rodeó, pero no pasó nada, así que lo intentó una vez más—: ¡Titla nuntius eluayolt! —Un brillo más fuerte se hizo presente, esta vez con diferentes colores.

—¡AHHHH! —Gritó Harry, siendo tirado por el perro de grandes dientes. Ginny gritó también, esta vez siendo atacada por el búho—. ¡Petrificus totalus! —El encanto le dio al perro, que se quedó tieso encima de él. Con cuidado de no darle a Ginny (bastante difícil, considerando que la pelirroja se estaba moviendo demasiado para no ser atacada por la lechuza), logró lanzar otro hacia el búho al mismo tiempo en el que ella gritó:

—¡Titla anima nuntius! —aunque Harry notó la diferencia del encantamiento, se sintió aliviado al ver una criatura extraña, amorfa y de muchos colores aparecer frente a Ginny—. ¡Cabaña de Hagrid! ¡Dragones, perros, búhos! —Chilló, ambos gritaron cuando el perro-búho finalmente logró entrar—. ¡Ayuda, por favor!

La bola de luz amorfa salió de la cabaña hacia el castillo. El perro y el búho se liberaron de la maldición de parálisis de cuerpo entero y brincaron a ellos.

¡Flipendo! —Ginny lanzó la maldición al búho, pero por un error en la pronunciación terminó aventándolo a él y a ella a extremos opuestos de la cabaña. Las tres criaturas ignoraron por completo a Hagrid y a Fang, tratando de cazarlos a ellos—. ¡Flipendo! ¡Flipendo! —Gritó una vez más Ginny, la última vez con éxito.

¡Fumos! —Conjuro Harry, apenas la cabaña se llenó de humo, tomó la mano de Ginny y la jalo hacia afuera. Las tres criaturas parecieron hacer destrozos dentro y Harry agradeció mentalmente que Fang haya salido de la cabaña apenas pudo, así como que antes hayan ignorado al enorme cuerpo inconsciente de Hagrid. Quiere a Hagrid, sí. Bastante. Pero entre alguien desmayado con veneno de una criatura extraña dentro de él y una Ginny, a quien conoce desde niño y a él mismo, elegiría mil veces a Ginny y a él sobre alguien que se atrevió a tener dos, tal vez tres, dragones completamente peligrosos, independientemente de lo que realmente son—. ¡Vermillious! —Conjuro al cielo encima de la cabaña, Ginny se puso al corriente con él y dejó de necesitar ser jalada mientras corrían.

—¡Profesores! —Ginny apuntó al frente. Harry se sintió tan aliviado como la voz de Ginny se escuchó.

—Vamos, no están tan lejos —dos gruñidos y un ulular fuerte se escucharon detrás de ellos, Harry volteo brevemente antes de tomar a Ginny de la mano y comenzar a correr con más fuerza. Cada tanto, uno de los dos volteaba ligeramente para tratar de atrasar a las criaturas.

El perro "normal" logró alcanzarlo y lo tiró al suelo. Ginny cayó con él y ambas varitas volaron lejos. El búho comenzó a tratar de morder a su amiga, mientras él trataba de aventar lejos al perro anormalmente parecido a su padrino. El perro-búho tenía una cabeza tratando de morder a cada uno de ellos.

La mente de Harry corría rápido, mucho más rápido de lo que lo hizo nunca antes, tratando de encontrar una forma de proteger a Ginny y a sí mismo de ser mordido por esas cosas. Trato de patear al perro, pero no parecía surtir efecto, tampoco tratar de mantener lejos la boca de los perros. Una de sus manos rozó detrás de las orejas de uno de ellos y el perro pareció… Tranquilizarse.

¡Aguamenti! ¡Glacius! —gritó el profesor Black.

A diferencia del hombre, Madame Black lanzó maldiciones sin hablar a las tres criaturas, el búho se alejó con un ala lastimada hacia la lechucería, mientras el perro-búho huyó al bosque y el perro normal hizo lo mismo, pero en otra dirección.

Madame Black y el profesor Black llegaron a ellos al mismo tiempo. Ginny fue levantada y revisada rápidamente por la mujer, mientras el profesor Black hizo lo mismo con él.

—¿Ambos están… Bien? —Madame Black los miro a ambos con preocupación que el profesor parecía reflejar. Ginny asintió, aunque los tres podían ver algunas heridas abiertas en su rostro y brazos, una visiblemente dolorosa en uno de sus ojos y otra en los labios. Harry, tal vez un poco menos herido que ella por la falta de garras filosas en los perros, asintió por ambos al ver a Ginny en una especie de shock—. Tú carga a Harry, yo llevaré a Ginny. Tenemos que llegar con Madame Pomfrey pronto… Hay mucha sangre —Harry sintió como su Jefe de Casa lo cargaba y comenzó a correr hacia la enfermería.

—¿Qué fue lo que pasó? —El profesor Black preguntó, pero Harry dudaba que la pregunta fuera dirigida a Ginny o a él—. El mensaje no se escuchó claro, sólo entendimos "Hagrid" y "perros".

Los ojos de Harry se abrieron cómicamente al recordar al semigigante y con un esfuerzo sobrehumano trató de ser bajado y correr a la cabaña, soltando una débil frase que ni él mismo pudo comprender antes de caer inconsciente.


Noviembre 01, 1992.

Ala del hospital, Primer piso, Torre del Hospital, Hogwarts.

1:20 a.m.

—¿Qué fue lo que pasó? —Exigió una voz familiar para él. Harry abrió ligeramente los ojos, pero las cortinas cerradas a su alrededor le impidieron ver a su padre.

—No estamos seguros —esta vez fue el profesor Black—. Ninguno de los tres ha despertado como para aclarar lo que pasó. Cuando Vega y yo nos acercamos a la cabaña de Hagrid solo vimos a dos niños bañados en sangre huyendo de un perro enorme, un perro-búho escalofriante y de un búho bastante enojado.

—¿Cómo fue que pasó? —La voz de su madre es mucho más tranquila que la de su padre.

—Harry tiene un castigo con Hagrid desde inicio de clases hasta las vacaciones de Yule —aclaró el director— por el asunto del carro volador en el mundo muggle. El castigo consiste en ayudar a Hagrid en todo lo que él le pida siempre y cuando no sea dentro del Bosque Prohibido y sin usar magia.

—¡¿Con Hagrid?! —Su madre se escuchó incrédula—. ¡Él es un peligro para los niños con su amor por criaturas peligrosas y extrañas!

—Sí… en realidad lo había amenazado con mandarlo de nuevo a Azkaban si se atrevía a tener criaturas extrañas durante el castigo de Harry. No creí fuera tan idiota como para tener no solo una, sino tres.

—Es un Gryffindor, no sé qué esperabas —murmuró Madame Black, recibiendo varias quejas por todos en el lugar—. Uno al que expulsaron por tener una acromantula dentro del castillo, un castillo llenó de niños. Su sola presencia en los terrenos es un peligro.

—¡Que Harry este así es culpa! —Gritó su padrino. Harry aguantó la respiración. Unos breves y tensos segundos de silencio siguieron la declaración.

—¡Es culpa de ustedes dos! —La voz de Molly Weasley fue tan fuerte que a Harry no le sorprendería que todos los estudiantes que estaban durmiendo en la enfermería se hayan despertado.

—¿Mi culpa? —el profesor Black se escuchó mortalmente serio—. ¿Mi culpa, dices? Disculpa, ¡pero no fui yo quién les dijo a dos niños que podían volar ese auto siempre que sus padres no estuvieran cerca! Porque a diferencia de ti, hermanito, yo uso el cerebro. ¡El tuyo no es más que una vil decoración! ¿En serio me crees tan cruel como para poner a un niño en peligro de forma deliberada?

—No veo cómo esto es mi culpa —dijo al mismo tiempo Madame Black—. Es más, si los encontramos a tiempo fue por algo que yo le mostré a Ginny. En lugar de estar gritando como una arpía deberías preocuparte por cómo vas a pagar las terapias que tu hija definitivamente necesitará después de esto. Con eso de que te niegas a aceptar el dinero que Fabián y Gideon te mandan año con año o con conseguir un trabajo… no me sorprendería si tuvieras que vender tu… casa para pagar solo una sesión.

—¿Qué? —Incluso su padrino y el profesor Black dejaron de pelear.

—¿Qué, ¿qué? Acaso no notaron, de pura casualidad, que dos niños de once y doce años acaban de vivir una experiencia traumática por tres criaturas que parecían bastante dispuestas a comérselos —no fue pregunta, aunque eso parecía. Harry pensó que Madame Black esperaba demasiado poco de los adultos de Hogwarts y, honestamente, no le sorprendía demasiado con lo que sabe de la mujer gracias a los gemelos y Ginny—. Ginny también necesitará no sólo terapias para superar ser atacada por esas criaturas, también necesitará terapias físicas para el problema de su cuello y el ojo que perdió. Bastantes caras, por cierto, considerando lo decadente que es la salud mental en todo Gran Bretaña… Harry no será muy diferente a ella, aunque sólo tendrían que revisar bien la cicatriz que tiene y asegurarse de que no lo afecte en otros ámbitos. Sería una desgracia que alguien tan prometedor cayera tan pronto por la negligencia del guardabosques y director. Tom estará encantado de saber esto.

—Ah, claro —murmuró (si es que a eso se le puede llamar murmurar) su padrino con tono burlón—. Tom. ¿Cómo está él, Vega? ¿Sigues besando el piso por dónde pasa?

—Nunca he besado el piso por dónde alguien pasa, Sirius, a diferencia de ti. Mucho menos el de un hombre. Compórtate, supuestamente ya no eres un niño. Harry, ahora que estás despierto, ¿podrías decirnos qué pasó? —y la cortina se abrió de golpe. Harry soltó un pequeño grito de terror antes de tratar de ocultarse con la sábana.

—Harry Potter —la voz de su madre se escuchó obviamente molesta. Harry se escondió más al escucharla llamarlo sólo por el apellido de su padre— sal de esa sábana en este preciso momento o me aseguraré de que estés castigado hasta que tus nietos se mueran y dime… ¿cómo te sientes, estás bien? ¿Qué fue lo que pasó? —Harry sacó ligeramente su cabeza, solo dejando ver sus ojos, ante la voz mucho más suave y tranquila de su madre.

Después de contestar las primeras dos preguntas y soportar los besos y abrazos de su familia, relató de forma tan detallada como le fue posible, todo lo que pasó desde que llegó a la cabaña, lo que no fue sencillo, considerando que sus recuerdos de esos momentos se ven tan borrosos que Harry podría jurar sin dudar que Fang fue uno de los que lo atacó por el tamaño y apariencia. Lo único que pudo recordar claramente fue a Ginny haciendo el encantamiento de muchas luces de colores que salió volando como una sola con un mensaje de auxilio para cualquier profesor del castillo; la profesora Black mostraba una sonrisa particularmente engreída ante eso.

Su padrino se transformó en Padfoot, el perro gigante que se asemeja al Grim, brincó encima de él, haciéndolo gritar de terror y el perro terminó proyectado hasta el otro lado de la enfermería. Su papá se acercó a su padrino (que ya es de nuevo un humano) y su mamá a él.

—Se transformaron en criaturas que ambos quieren —dijo el profesor Black con sorpresa, Madame Black estaba visiblemente sorprendida. Siendo ellos los únicos, además de Ginny y él, que vieron al perro que lo atacó antes—. Eran dragones antes, ¿cierto? cuando estaban con Hagrid —Harry asintió, ya más tranquilo.

—Ya saben dónde está el castillo —Madame Black se había acercado a una de las ventanas del lugar—. La lechuza se había ido volando a la lechucería y no mataron a Hagrid, podrían no haber sido letales si no los hubieran atacado como lo hicieron… ¿Madame Pomfrey? —la mujer la miró, terminando de examinar a Harry— ¿Hagrid o los niños tienen veneno en su interior?

—Ninguno que yo haya identificado, Lady Black. En el caso de Hagrid es… extraño, pero su sangre es muy diferente a la humana y no sabría decir qué cosas son normales en la suya y cuáles no. En el caso de la joven Weasley pude encontrar algo extraño en el arañazo de su ojo y cuello, pero no era veneno, parecía más bacterias típicas de un búho. En el caso del joven Potter… su cicatriz también tenía algunas bacterias, pero no veneno. En su rostro… la baba tenía algo extraño cuando la examine antes de limpiarlo, pero no se parecía a ningún veneno que haya visto antes y dudo mucho que lo sea.

—Eran perros y búhos, no son venenosos.

—Los perros y búhos tal vez no, pero es una criatura cambia formas, Sirius, esa sí podría ser venenosa aún en otra forma —interrumpió su madre—. Investigaré en el Departamentos de Misterios por si encuentro algo así.

—No hay nada —dijo el profesor Black en un susurró—. Hace un año me encontré con unas criaturas así dentro del bosque en una clase práctica–

—¡Los no-ciervos! —interrumpió Harry. El profesor Black asintió suavemente con una aún más suave sonrisa.

—Sí, Harry. Los no-ciervos. Por eso cancele muchas clases prácticas… El Bosque Prohibido es un peligro en sí mismo con tantas criaturas desconocidas, pero nunca antes, ni siquiera cuando fui estudiante, me encontré con unas criaturas tan peligrosas como esas. Son encantadoras y por su apariencia te hacen acercarte y cuando menos lo esperas, te muerden. Me contacté con unos… amigos del Departamento de Misterios y ninguno encontró nada que sea útil. Lo único parecido a esas cosas son los boggarts y algunas otras criaturas lo suficientemente antiguas para estar extintas en todo el mundo.

—¿Qué amigos? Tal vez no tienen acceso a todos los documentos.

—Son… —el profesor se vio tan incómodo que Harry se preguntó si eso es producto de la forma en la que su padre y padrino están mirando al hombre—... Uzidel y Nevior.

Un bufido de su padre bastante fuerte se escuchó en toda la enfermería. Su madre asintió con comprensión en su rostro.

—Eso explica algunas cosas, de hecho. Pero si ellos no encontraron nada, nadie lo hará. Al menos no dentro del Departamento de Misterios.

—Contactaré a Newt Scamander y Xenophilius Lovegood. Si alguien sabe de criaturas extrañas, definitivamente son ellos dos. ¿Regulus? Seguramente tú puedes buscar entre los libros de Grimmauld Place mientras yo busco en los de la Mansión Black.

—Claro… si encuentro algo te avisaré.

—¡Puff! Como si esos libros oscuros fueran útiles —dijo la señora Weasley. Harry fingió no ver el movimiento sutil de la muñeca de Madame Black hacía la pelirroja.

—Trata de descansar, Harry. Mañana será un día agotador para ti… Naturalmente, fueron muchos quiénes los vieron a ambos cubiertos de sangre —Madame Black le dio una leve sonrisa—. Apenas puedas busca a tu hermana y a la señorita Greengrass… ambas parecían al borde del desmayo cuando se enteraron de lo que te pasó. Si me disculpan, es muy tarde y hoy por la tarde tengo que supervisar varios castigos, calificar trabajos y desear nunca haber aceptado un trabajo como profesora para dejar de viajar… también investigar sobre esta criatura. Buenas noches a todos.

Harry, el profesor Black, la profesora McGonagall y Madame Pomfrey fueron los únicos que se despidieron de la profesora. Minutos después, cuando el profesor Black se fue, Harry sintió su curiosidad crecer por la forma en la que sus padres estaban mirando al hombre.

Horas después, cuando Madame Pomfrey finalmente lo dejó ir, fue tirado al suelo por su hermana y una muy preocupada Daphne Greengrass. Aunque se quejaría por los regaños que sufrió de parte de ambas, en privado estará feliz por volver a hablar con su hermana y el hecho de que la rubia finalmente admitió que se preocupa por él, después de negarlo cientos de veces antes (además de que le está volviendo a hablar después de estarlo ignorando desde que las clases iniciaron).


Noviembre 02, 1992.

Aula de Estudios Mágicos, Salón 1, Quinto piso.

01:55 p.m.

Harry está harto de las miradas de todos sobre él y sólo ha pasado poco más de un día.

Una Ginny dormida continúa en la enfermería con visitas constantes de sus hermanos y padres; Madame Pomfrey se niega a dejarla ir del lugar hasta asegurarse de que su ojo se cure tanto como pueda antes de dejarla regresar a las clases. («No creo que pueda volver a ver por ese ojo, señores Weasley. Me he contactado con una excelente enfermera de San Mungo y piensa lo mismo que yo…» Harry la había escuchado a escondidas). Mientras tanto, Hogwarts había comenzado a llenarse de diferentes personas con uniformes extraños, la mayoría de ellos en la frontera con el Bosque Prohibido. Los más notables a su parecer son un señor rubio de expresión soñadora y otro hombre de cabello castaño tirando a rubio al que todos llaman Kowalski.

Desgraciadamente para él, aunque había querido investigar más sobre esas personas, (Ron se había negado a hacerlo al igual que Neville, argumentando que después de lo que le pasó a Hagrid, Ginny y a él preferían estar tan alejados del bosque como pudieran: «¡¿Qué clase de criatura puede dejar tan mal a un semigigante, Harry?! ¡Si a Hagrid lo dejaron así, no quiero saber que me harían a mí!»), no había podido ni acercarse al patio entre la vigilancia de los Aurores y profesores. Además, el castigo que antes estaba siendo supervisado por Hagrid, ahora estaba siendo supervisado por la profesora Black.

Su padrino se quejó hasta el cansancio (con muchos Howlers) sobre la decisión del profesor Black sobre las detenciones («¡No puedo creer que lo estés haciendo ir a las detenciones con la asesina de Vega después de casi ser comido por criaturas extrañas! Más te vale que esto no sea una forma de vengarte de…» y el Howler ardió en llamas al momento). Pero Harry no se quejaba, sólo el día anterior había tenido la oportunidad de leer algunos de los trabajos que la mujer había encargado al primer año de Slytherin sobre leyendas y algunas costumbres típicas de Bretaña Mágica y cómo estás se mostraban en los cuentos para niños. Había uno en específico de una niña llamada Hestia Carrow que, además de largo, parecía ser el más completo y mejor que los demás, por la forma en la que Madame Black estuvo satisfecha e hizo unas pocas anotaciones comparadas a las que hizo en los otros trabajos.

Ese día, Madame le había mandado una pieza de origami voladora, haciéndole saber que cuando la encontrará en su salón para la detención, debía llevar ropa oscura y delgada para lo que harían. Harry lamentó no haber insistido a sus padres para que le enseñaran a hacer hechizos calentadores.

—¿Madame Black, puedo pasar? —la puerta se abrió como respuesta.

A diferencia de los otros salones, el de Estudios Mágicos siempre es diferente a la vez anterior; ese día las paredes rocosas están ocultas detrás de largas cortinas negras con bordados de flores naranjas que Harry desconocía, cada pétalo tiene un suave brillo bastante peculiar. Los asientos dejaron de ser escritorios de madera como los demás, en su lugar el suelo está completamente cubierto de las mismas flores naranjas del bordado de las cortinas. A cada paso que daba dentro del salón, un pequeño camino libre de flores se comenzaba a formar.

—¡Ah, Harry, que bueno que llegas! Ven aquí y ayúdame a arreglar estas cosas —Madame Black está de pie cerca de una de las grandes ventanas del salón, parece bastante concentrada en acomodar los ornamentos de diferentes colores en las ventanas—. Hoy es un día importante y necesito poner estos para… —Harry aprendió rápidamente que la mujer es bastante creyente sobre muchas cosas, especialmente cuentos para niños y leyendas antiguas, afirmando que «es mejor creer en lo que nadie cree para mantener vivas las leyendas antiguas».

—¿Cuál es el punto de creer en algo que no sabes si existe o no lo hace? —le preguntó con real curiosidad. Madame Black detuvo sus manos y lo miró.

—Ese es el punto. Verás, Harry. Existen cientos de religiones tanto en el mundo muggle y el mundo mágico, cada una de ellas con cosas que parecen imposibles, incluso para nosotros que hacemos magia, pero aun así cientos de personas creen en todo eso. Siempre he creído que es mejor creer para ver que ver para creer. Muchos muggles no creen en la magia, pero aun así existe… Si dejamos de creer en este tipo de cosas, eventualmente dejarán de existir. ¿Sí no creemos en ellas, por qué deberían de existir?

—No creo que funcione así, Madame.

—Tal vez no lo hace, pero ¿cuál es el punto de vivir una vida sin creencias? Muchas personas las necesitan para tener una razón de seguir con vida, algo que aprendí en todos mis viajes. Otras más, simplemente creen sin creer y sin razón. Yo creo porque no necesito razones para no creer en las cosas. Algunas parecen extrañas, sí, como tener que honrar a nuestros padres y madres; pero otras como honrar a las personas muertas que queríamos mientras vivían es… Se siente bien. —Madame Black regresó a la ventana en la que estaba trabajando, pareciendo satisfecha cuando las decoraciones que estaba pegando finalmente se mantuvieron pegadas al vidrio—. El punto de la materia que estoy enseñando aquí es enseñar a los niños como tú y tus amigos las diferentes creencias que hay en todo el mundo mágico y que ustedes decidan lo que creen que es verdad… enseñar también cuentos y leyendas mágicas y muggles sólo es un plus porque la mayoría contiene verdades–

—¡Como el encantamiento que usó Ginny! —Madame Black asintió.

—Exacto. Las historias y leyendas antiguas cuentan historias de antepasados y los cuentos actuales cuentan, de cierta forma, lo que estamos viviendo para generaciones futuras. Respecto a las creencias, no es solo creer en una sola festividad y religión, creo yo, sino creer en lo que se adapta a nosotros y confiar en que existe. Si no lo hace… entonces al final fuimos fieles a nuestras creencias. No sabemos si existe un dios o más de uno, confiamos en que lo hace, especialmente quienes creemos en más de uno.

—¿Madame Black, podemos pasar? —Dos voces casi idénticas se escucharon al otro lado de la puerta. Tal como pasó con él, la puerta se abrió y entraron los gemelos con expresiones extrañas, casi nerviosas—. ¿Podemos ayudar?

—¡Claro, claro! Vengan aquí —les extendió un plato negro y hondo con diferentes dibujos, la mayoría idénticos a los que pusieron en las ventanas. Los gemelos se sentaron junto a él en el suelo, y tal como le pasó a él, las flores naranjas se movieron para darles espacio—. En estos tazones crearemos una ofrenda a quienes murieron, como Samhain, pero diferente. Tomen uno de los cempasúchiles —Harry tomó una de las flores naranjas cuando Madame Black lo hizo— y deben forrar el interior de sus platos, asegúrense de que esté tan aplanado como se pueda… ahora pongan estas semillas dentro —a cada uno de ellos le extendió semillas de aspecto extraño: cada una tiene una forma que a Harry le hace recordar a flores con pétalos puntiagudos, después, les dio una piedra de forma cilíndrica y alargada— y hay que machacarlas hasta que no sean más que polvo. —Y así lo hicieron. Sorprendentemente, los pétalos naranjas no se dañaron—. En diferentes culturas el alma de las personas se representa de muchas formas; algunas creen que el alma viene en formas de flores, otras en forma de animales, algunas más prefieren pensar que al morir, las almas de las personas toman formas de árboles y otras personas más, independientemente de su religión o cultura, creen que las almas reencarnan para encontrar algo que perdieron en su vida anterior o para juntar conocimiento hasta que las almas vivieron varias vidas hasta que descansan.

» Yo creo que las almas no reencarnan, al menos no totalmente o en ese sentido. Creo que las almas, cuando sus cuerpos mueren, viven en un mundo espiritual que no se rige por nuestras reglas, espacio y tiempo. Por estas fechas es cuando la magia es más libre y corre libre, por lo que podemos conectar con este mundo por algunas horas. Estas semillas significan vidas que acabaron, pero siguen presentes como pequeñas cenizas en nosotros, de una u otra forma. Las flores de cempasúchil representan nuestras almas y las abrirán para que la magia las juzgue; si somos dignos, podremos ver a nuestros antepasados y personas queridas que fallecieron, de no serlo, se dice que tres espíritus: pasado, presente y futuro, nos visitarán mientras dormirnos para tratar de guiarnos por un mejor camino.

Madame Black les extendió otras flores color negro con pétalos brillantes.

» Estas flores son conocidas como "las flores de los pecados" y absorben el mal que hemos hecho. También debemos triturarlas, que es solo una forma simbólica de retrospección de nuestros males. Tenerlas es saber lo que hemos hecho… O de saber que hemos hecho y/o dicho cosas que han dañado a los demás, sea intencional o no. Triturarlas junto a las semillas es aceptar lo que hemos hecho, aceptar que esas acciones serán siempre parte de nosotros, pero no nosotros.

» Al final, debemos formar con un Flagrate la runa del alma. —Después de mostrarles el hechizo, los gemelos y él siguieron las instrucciones de la mujer. Sorprendentemente, la runa de fuego descendió hacia el interior del plato. Un suave brillo salió de todo el plato hasta que desapareció. Harry podría jurar que escuchó una voz diciendo su nombre, pero como nadie pareció escuchar esa voz, no dijo nada. [1]

—¿Qué hacemos con esto? —Fred señaló el plato. Madame Black les dijo que deben de ponerlo junto a sus camas cuando duerman, pero guardar una pequeña parte del contenido dentro de un vial pequeño y circular que ella les extendió, después darles también un hilo delgado con runas talladas que imitaron al que ella tenía, les explicó que las semillas y pétalos triturados de la primera vez resguardan magia de ellos que podría serles necesaria para otro momento, afirmando también que les haría sentir a sus personas queridas y muertas cerca de ellos al igual que ayudarlos con miedos y pesadillas. Los gemelos y él asintieron antes de que Fred volviera a hablar—: ¿Cómo supo lo que quería hacer con su vida?

—No lo supe y aún no lo sé —respondió la mujer fácilmente—. Vivimos alrededor de ciento cincuenta años, ¿por qué apresurarnos a tomar ese tipo de decisiones? De cualquier forma, me ayudó el hecho de que siempre tuve dinero a mi disposición —hizo una mueca—. ¿Qué les gusta hacer a ustedes?

—Las bromas —dijeron ambos gemelos al mismo tiempo. Harry seguía luchando con poder guardar lo triturado dentro del vial—. Siempre nos ha gustado hacer reír a los demás.

—Hm, puedo entender eso. Fabián y Gideon eran como ustedes. Antes, ellos solían tener el sueño de abrir una tienda de bromas —Madame Black sonrió por unos segundos antes de parecer triste—, pero… con la muerte del antiguo Lord Prewett, la pelea que tuvieron con Molly, y… otras cosas, poco a poco perdieron ese sueño y se volvieron algo amargados Fabián se encerró en sus deberes como Lord Prewett y Gideon me acompañó en varios de mis viajes por el mundo, dudo que alguno de ellos esté haciendo algo que realmente les guste.

—¿Y no han pensado en abrir esa tienda? —Madame Black negó.

—Cada persona tiene una chispa y a veces esa chispa se apaga y con ella muchos sueños. Me temo que eso pasó con ellos dos —hizo una mueca—. Molly solía decirles que debían crecer, que las bromas no los llevarían a ningún lado… yo creo que nuestra chispa está ahí por algo y debemos luchar por no dejar que los demás la apaguen. A veces tardamos más en encontrarla. Yo, por ejemplo, aún no tengo idea de qué estoy haciendo con mi vida.

—¿En serio? —preguntó Harry con incredulidad. Madame Black siempre parecía tan segura de todo lo que hace, que saber que no sabe lo que está haciendo con su vida es todo un shock para él. Los gemelos parecen tan sorprendidos como él.

—Desgraciadamente. Hay muchas cosas que me gustan. Durante mi infancia fue cocinar y pasar tiempo con los elfos y aprendiendo de ellos y su cultura. Durante la adolescencia fue hacer enojar a mi padre, lo que, en realidad, fue bastante sencillo, considerando que sólo por recordarle mi existencia lo molestaba. Cuando era más joven, por mis veinte, disfruté viajar y conocer diferentes personas, culturas, ideologías… Disfruté eso y más, por eso escribí libros sobre todo eso. Pero no me hace… feliz, no de la forma en la que muchas personas parecen sentirse con sus trabajos. Por mis treinta seguí haciendo lo mismo, pero de forma más política y económica que social. Ahora en mis cuarenta estoy en esta escuela, más porque me lo pidió el Ministro Tom qué porque así lo quise. Es bueno, sí, pero no… —repentinamente sacudió su cabeza—. Aún son jóvenes, todavía tienen algunos años antes de que deban decidir lo que quieren hacer. Si quieren seguir con las bromas, háganlo. Inténtenlo. Si funciona es magnífico y si no funciona, al menos saben que lo intentaron y tal vez mientras hacen todo ese camino descubran lo que de verdad les apasiona.

—Se supone que el próximo año debemos tomar Orientación Vocacional con la profesora McGonagall —se quejó George—. Y mamá nos está insistiendo en que cambiemos varias de nuestras materias por otras que nos ayuden a entrar al Ministerio de Magia.

—No lo hagan. Sus padres son importantes en su vida y de ellos dependen cientos de cosas sobre ustedes que tal vez no noten. Pero ellos no tienen por qué guiar su futuro laboral. Si Molly quiere a alguien trabajando en el Ministerio, que estudie, presente otros ÉXTASIS y se presente al Ministerio de Magia para solicitar un trabajo. ¿Ustedes quieren crear nuevas bromas y cosas de ese estilo? —ambos gemelos asintieron con fuerza—. Entonces tomen materias que crean que les puedan ayudar. Encantamientos, Pociones, incluso Transfiguración puede ayudarles además de Runas y Aritmancia para asegurarse de que todo sea… seguro. Pero es mejor que hablen de esto con Gideon y Fabián, ellos saben más sobre creación de bromas que yo, después de todo.

—Les mandaremos una carta. —Prometieron y se encaminaron hacia la puerta.

—Oh, ¿y chicos? —los gemelos la miraron con curiosidad desde la puerta—. No dejen que el que su madre les exija calificaciones excelentes impida que su conocimiento avance y su curiosidad se detenga… Además, Molly solo tuvo calificaciones ligeramente Aceptables en Hogwarts, sobresaliendo apenas en Pociones únicamente. No sigan sus pasos de esta forma. Es más, no sigan los pasos de ninguno de sus padres. Una es terca y controladora y el otro apenas sabe que ustedes existen y es tan poco ambicioso que es doloroso de ver. Ninguna es una buena cualidad, excepto tal vez la terquedad, pero sólo cuando saben cuándo detenerla.

Aunque Harry pensó que lo último estaba de más, los gemelos asintieron y se alejaron con sus platos en manos y hablando en voz bastante baja. Madame Black parecía satisfecha.

Esa noche, Harry soñaría con personas que sólo ha visto en los retratos familiares que le dirían lo orgullosos que están del próximo lord Potter. Al despertar, él juraría que del plato hondo se escucharon de nuevo voces diciendo su nombre, además de una calidez casi abrumadora del vial circular de su collar.

Horas más tarde, cuando se encontrará con Fred y George y les preguntará si vieron a alguien en sus sueños de esa noche, ambos admitirán que vieron a sus abuelos maternos y paternos, que además de abrazarlos, les contestaron preguntas sobre su incierto futuro académico, laboral y familiar. Harry no se atrevería a indagar más sobre ello, pero días después sonreirá de forma sabionda al verlos estudiando como nunca antes sobre Runas Antiguas, Teoría de la Magia y Aritmancia.


Diciembre 24, 1992.

Mansión Merodeadores, Algún lugar de Londres.

10:20 p.m.

Para cuando las vacaciones comenzaron, Harry estaba brincando de felicidad.

Solo un día antes de las vacaciones el profesor Dumbledore había anunciado que se abrirá un Club de Duelo cuando regresen de vacaciones, afirmando que sería lo mejor para ellos tomando en cuenta que todavía no estaban completamente seguros de cómo tratar, identificar y neutralizar a las criaturas. Criaturas por las cuales había sido mandado a Azkaban de nuevo y aunque él se sentía triste y mal por eso, no podía negar su propia satisfacción por eso al Ginny estar permanentemente dañada por las decisiones del semigigante.

Harry esperaba que el profesor Flitwick fuera el profesor del Club de Duelo, pues su madre le ha contado muchas veces como el profesor la entrenó durante su tiempo en Hogwarts para participar en las competencias de duelos.

—Hoy vendrán más personas además de los Weasley, Harry. Quiero que te comportes… sé que te gusta el profesor Black, pero–

—¡No me gusta el profesor Black! —Chilló Harry, terriblemente avergonzado, pero agradecido de que nadie más haya escuchado a su madre. «Tal vez», pensó Harry distantemente, «debo dejar de hablar tanto del profesor.»—. Solo me parece alguien increíble.

—Claro, Harry. Lo que digas. Pero hoy vendrá él, su prima y los tíos de los Weasley. Por favor, trata de no alabarlo tanto frente a Sirius y tu padre, ¿sí? —Harry asintió rápidamente. Sus ojos brillaron con fuerza cuando su cerebro finalmente logró darse cuenta de lo que su madre le decía. ¡Los profesores Black estarían en su casa! Harry se había sentido terriblemente triste cuando sus detenciones con la Black acabaron que consideró seriamente meterse en otro problema para seguir con las detenciones.

Cuando su madre finalmente lo dejó ir una vez que estuvo segura de que su ropa estaba perfecta y su pelo tan controlado como pudo (que no fue mucho), Harry bajó las escaleras corriendo para encontrarse con que los Weasley ya estaban ahí. Ron estaba jugando con su tío Peter al ajedrez, pero él no estaba seguro de cuál de los dos iba a ganar. Percy estaba hablando felizmente con sus tíos Barty Crouch Jr. y Evan Rosier sobre cosas de política. Fred y George estaban mirando insistentemente a la chimenea, ignorando de forma tan obvia a su madre que Harry sintió pena por la pelirroja. Ginny, a diferencia de sus hermanos, estaba platicando con su tío Moony y Hyacinth sobre algo que él no pudo escuchar bien cuando la chimenea se encendió y por ella salieron dos parejas: un hombre pelirrojo bastante alto y con cicatrices en el rostro, sujetando de la cintura al profesor Black, y otro hombre, también pelirrojo, pero menos alto que el otro y sin cicatrices, sujetando de la cintura a Madame Black.

Los rostros de su padrino, padre y señores Weasley se ensombrecieron, mientras que los de los gemelos, Ginny y el suyo se iluminaron, más que dispuestos a acercarse a saludar.

—¡Regulus! Qué bueno que pudiste venir —su tío Barty se acercó al profesor y lo abrazó con fuerza. Harry notó la mueca del rostro del profesor, pero no sé negó al abrazo—. Madame Black, tan hermosa como siempre.

—Ah, Barty. Es bueno saber que no has cambiado tanto —la mujer rio suavemente, dándole un beso en la mejilla acompañado de dos golpes a la otra mejilla al hombre—. Evan, Evans, Potter, Lupins, Pettigrew, Dorcas, Marlene, Harry, niños y niña Weasley, es bueno volver a verlos. Este es Gideon —señaló al que la sujetaba de la cintura— y él amargado de allá es Fabián —Fabián le lanzó un hechizo que fue fácilmente rechazado por la mujer con una sonrisa divertida.

La señora Weasley parecía notablemente molesta por ser deliberadamente ignorada por la mujer.

—¿Vega? —la voz incrédula de su tía Mary interrumpió cualquier cosa que los demás pudieran decir—. Creí que…

—Un gusto volver a verte también a ti, Mary —Madame Black sonrió, viendo a su tía de forma extraña—. Te dije que tendría una reunión extremadamente incómoda, ¿no es así? ¿Cómo estás, ma chérie?

—¿Bien? Quiero decir… perfecta. Claro. Hace poco tuve una cita incluso.

—Eso es genial. ¿Cómo te has sentido Ginny? —Harry notó el ceño fruncido de su tía, pero la sonrisa de Ginny fue suficiente para ignorarlo.

—¡Muy bien! Es algo complicado hacer algunas cosas ahora, pero no estoy tan mal. Aunque… pasaré todas las vacaciones estudiando para ponerme al corriente por el mes perdido. ¿Sí funcionó el encantamiento? ¡Harry no me supo decir! —Y la pelirroja lo miró como si la hubiera insultado.

—Nada que un poco de práctica no pueda corregir —Madame Black sonrió de forma casi cariñosa.

—¿Profesor? —Harry se acercó al profesor Black, que estaba visiblemente incómodo en la mansión, ignorando las demás conversaciones—. ¿Sabe quién dará el Club de Duelo?

—Puedes decirme Regulus, Harry. Ya no estamos en Hogwarts —Harry sintió sus ojos brillar—. Y no, sólo sé que Dumbledore va a contratar a alguien nuevo

El puchero en su rostro debió ser una muestra obvia de que Harry esperaba a alguien del personal del castillo.

—Tranquilo… seguro contratará a un o una campeona de duelo al menos tan buena como el profesor Flitwick —y entonces, para maravilla de Harry, sintió como el profe– como Regulus le revolvió ligeramente el cabello. Un suave sonrojo lo cubrió, agradecido de que su piel no dejará que se notará—. ¿Por qué no me cuentas cómo fueron estos días de libertad de Hogwarts?

Y Harry se soltó a contarle de forma detallada los últimos dos días a Regulus. Ambos ignorando deliberadamente las miradas que estaban recibiendo; burla de Hyacinth por su aparente crush (no importa que Harry haya aclarado cientos de veces que no le gusta el profesor, nadie parece dispuesto a creerle), y unas extrañas al profesor de parte de sus tíos, tías y padres.

A la mitad de la historia que le contaba (poniéndose a sí mismo como el inocente y al gato de su hermana como si fuera la mismísima fuente del mal) una voz los interrumpió:

—¿Regulus? —Su abuelo Fleamont parecía sorprendido. Junto a él, su abuela parecía más maravillada que nada—. ¡Hijo, que bueno verte! ¿Cómo has estado? ¡Harry nos contó el verano pasado que ahora eres profesor!

—Eh… Sí, Monty. Profesor de Defensa, en realidad. —Logró decir Regulus a través del abrazo rompe huesos de su abuelo.

—Claro, claro. Con tu talento en Pociones había esperado que… ¡no importa! Seguro eres un profesor increíble.

Harry no pareció ser el único en respaldar eso. Ginny rápidamente se había acercado a ellos, dispuesta a decir que su clase y la de Estudios Mágicos son las mejores clases. Desgraciadamente para la niña, la profesora McGonagall llegó al mismo tiempo en el que decía eso.

—¿Vega? ¿Cómo estás, querida? —Su abuela Ephie se acercó a la mujer con una sonrisa cariñosa.

—Lady Potter, es un gusto verla de nuevo.

—Ephie, niña, dime Ephie. ¡Te lo he pedido desde que eras mi estudiante! —Harry se preguntó por primera vez la edad de la profesora. Su abuela había dejado de dar clases hace más de una década, pero la mujer no se ve mayor de veinte años. Y aunque fuera posible que se encontrarán en Hogwarts, su abuela nunca pisó el castillo como profesora, solo dando clases de Medimagia en otras instituciones mágicas.

—Claro, lady Potter. Mi error.

—¿Y su niña, Vega y Fabián? ¿Está enferma y por eso no la trajiste? Oh, recuerdo lo emocionada que estabas cuando te enteraste de tu embarazo.

—¿Mi… mi niña? —Susurró la profesora. Fabián se acercó a ella lentamente—. ¿Era una niña? —preguntó en voz baja—. Tengo… necesito un poco de aire, si me disculpan… Sola.

—Su embarazo fue complicado, Milady. Veneno de lobo en una vampira, eso fue lo que lo complicó todo… si tan solo alguien no la hubiera encerrado con una loba sin control cuando era niña —Fabián miró directamente a su tío Alphard (al que Harry no había notado)— nuestra hija habría sobrevivido. No… no le gusta hablar de eso. A ninguno de nosotros, en realidad.

—Oh… debo ir a disculparme… pobre niña. Estaba tan ilusionada…

—Siempre quiso una familia real, después de todo… Pero no vaya ahora, Milady. En momentos como este, me temo, es mejor dejarla sola o arriesgarse a ser maldecido.

—Claro, claro. Lo entiendo perfectamente. ¿Entonces ya no están juntos?

—No, Milady. El contrato de mi padre con lord Arcturus fue claro. Nos casamos y tuvimos una heredera —la palabra se escuchó extraña en la voz del hombre.

—Bueno, bueno. ¿Y qué hacen de nuevo en Londres? Creí que no volverían a este lugar. Vega siempre hablaba de eso en los ratos libres de nuestras clases.

—Tom le pidió un favor a Vega. Ella está enseñando en Hogwarts una materia nueva sobre tradiciones y leyendas del mundo mágico. Gideon que la estuvo acompañando en sus viajes regresó y se está integrando al cuerpo de Aurores y yo nunca me fui de aquí por mi posición como Lord Prewett.

—El Ministro es un encanto. Hace unos meses lo encontramos en el Callejón Diagon, ¿cierto, Monty? Estaba…

Harry y los demás trataron de dejar atrás el momento incómodo. Mientras él continuó su plática con el profesor (con muchos comentarios de Ginny, afirmando que él es el tonto de la historia por molestar al gato), sus tíos, tías y padres estaban hablando en voz baja. Fabián continuó hablando con su abuela y su abuelo se incluyó en su conversación con Regulus.

Varios minutos más tarde, Madame Black regresó con ellos con los ojos visiblemente hinchados a pesar de los obvios intentos de cubrirlos con magia. Entonces, un «¡crack!» de Glisse, el elfo de la cocina los interrumpió e impidió cualquier palabra.

—La comida está lista, si pueden pasar al comedor, por favor… ¡Madame Black! Glisse ha escuchado mucho de usted por los elfos del señor Alphard. Espero que nuestra comida le guste. —Harry no pareció ser el único que noto la forma cómica en la que el elfo miró una de las pulseras de la Black.

—Seguro lo hará, Glisse. Me siguen gustando muchas de las cosas que me preparaban cuando niña.

La cena fue extraña para Harry, quien está acostumbrado a cenas llenas de risas e historias del pasado que sólo soltaban más risas (algunas más a los demás que a él, en realidad. No quería volver a escuchar la historia de cómo salió corriendo desnudo de la casa porque no se quería bañar, menos frente a los profesores Black y los Prewett). Su padrino Sirius hacía varios comentarios que él no entendía a Regulus y Madame Black, que o lo ignoraban o responden de tal forma que su pobre padrino hace la misma expresión de cuando come un limón.

Después, cerca de medianoche, finalmente pudieron abrir los regalos.

Los primeros en dar regalos fueron sus padres a los demás (Harry recibió de ellos una Nimbus 2000 para los juegos de Quidditch), sus padrinos a ellos (le dieron equipo para Quidditch también), sus tíos y tías (el peor de todos, pues le regalaron un álbum de fotos de cuando era niño, la mayoría de las fotos mostrando momentos vergonzosos de su infancia… se arrepintió inmediatamente de abrirlo junto al profesor Black), abuelos (mucha ropa), y finalmente el profesor Black le extendió un regalo cuadrado:

—Es una libreta de pergaminos infinitos… está encantada para que solo tú puedas escribir y leer lo que está dentro. Aunque dicen que tu alma gemela también podrá leerla.

Harry abrazó al hombre con fuerza, chillando felizmente. Entonces, eso le facilitará encontrar a la persona con la que comparta patronus y con quién se va a casar cuando sea mayor.

Madame Black le extendió otra caja, aunque está mucho más pequeña. Al abrirla, Harry encontró un anillo con muchas runas talladas en él.

—Uno de mis mejores inventos —sonrió la mujer de forma orgullosa—... Ya descubrirás lo que hace, me temo que decirlo frente a tantas personas no sea lo mejor. —Y le guiño un ojo.

Los gemelos Prewett, sin estar seguros de qué darle, simplemente le dieron dinero. A opinión de Harry, uno de los mejores y peores regalos que recibió. Pero no se quejó.

Harry sonrió al ver a los demás abrir sus regalos. De igual forma, nadie se atrevió a decir nada cuando Madame Black, Regulus y los gemelos Prewett, su papá y padrino no le dieron nada a los señores Weasley.

—Este es para ti, Ginny —Madame Black le extendió un regalo a la pelirroja. Ginny pareció tan sorprendida como feliz de recibir algo—. Son cuentos que contienen verdades, te servirá mucho, creo yo. Además, uno de ellos tiene un regalo sorpresa.

Ginny brincó encima de la mujer y le dio un fuerte abrazo. A pesar de la notable tensión, Madame Black la dejó ser. Ron recibió de sus tíos uno de los tableros de ajedrez más nuevos y de Madame Black muchos libros de cuentos muggles y mágicos de edición limitada, Percy por otro lado obtuvo una entrevista de trabajo en el Ministerio cuando cumpliera la mayoría de edad en unos meses más. Fred y George recibieron de la mujer un kit bastante avanzado de pociones con libros de Runas Antiguas y Aritmancia, mientras que de sus tíos obtuvieron libros:

—Contienen nuestras ideas para la tienda que queríamos abrir… —dijo Fabián.

—... Esperamos que ustedes le den mejor uso que nosotros…

—... Que solo los dejamos llenar de polvo en nuestras casas.

Harry nunca había visto a Fred y George sonreír tanto. Y ellos sonreían casi todo el tiempo. La señora Weasley tenía la boca desaparecida, pero nadie vio quién lo hizo y, de cualquier forma, nadie pudo volver a poner su boca. Aun así, para todos fue obvia la furia de la mujer.

Harry sintió curiosidad por los regalos que Madame Black le dio a todas sus tías y mamá, pues todas estaban tan sonrojadas que por un segundo consideró la idea de que estuvieran enfermas. Cuando intentó ver el regalo de su mamá, ella cerró la caja con fuerza y la alejó de él murmurando sobre «regalos inapropiados para navidad». Sus tías repitieron sus acciones. Sus tíos, padrinos y papá se estaban burlando de ellas.

Hyacinth fue tal vez la más feliz con todos los regalos que recibió. Entre libros de historias y libros académicos, ropa y otras cosas que él no entendió que son, Harry entendió parcialmente su felicidad.

Más tarde esa noche, Harry descubriría que el anillo le ayudó a saber dónde estaban todos en su casa. Sabría que su mamá estaba durmiendo en una de las habitaciones que antes era de invitados, su papá estaba durmiendo con su tío Sirius, Remus y Peter en la habitación más grande de toda la casa, mientras que Ginny estaba durmiendo con Ron. Los gemelos estaban despiertos y moviéndose de un lado al otro. Percy estaba durmiendo.

Al dormir, Harry se preguntaría por qué de pronto sus pesadillas se volverían en los sueños más curiosos que haya tenido nunca; pero tampoco podría saber si era por el anillo o el collar que aún estaba usando.


Enero 07, 1993.

Aula de Club de Duelo, Hogwarts.

8:00 p.m.

Harry había estado completamente desilusionado cuando en la cena de bienvenida a Hogwarts cuando regresaron, Dumbledore introdujo a Gilderoy Lockhart como profesor de Club de Duelo. Por la mirada del resto de profesores, ellos tampoco estaban felices por esa decisión.

Sin embargo, cuando entró al salón, sonrió al encontrarse al profesor Black (Regulus le había pedido llamarlo así en público cuando estuvieran en Hogwarts) junto al hombre rubio que no dejaba de hablar sobre sus grandes proezas y que deberían de leerlas en sus libros. Minutos después, cuando todos llegaron al salón, fue Lockhart quién habló:

—El profesor Dumbledore me ha rogado por ser el profesor de este Club de Duelo —el profesor Black lo miró de forma casi incrédula— para enseñarles a todos como defenderse ahora que está criatura peligrosa está por Hogwarts. Si yo hubiera estado aquí el día en el que atacó a Hagrid, ¡seguramente nadie habría salido herido! —muchas de las estudiantes, Hermione siendo la más notable, suspiraron de forma soñadora—. Ahora, el profesor Black aquí estará como mi ayudante…

Harry dudaba seriamente que el profesor Black pudiera ser alguna vez el ayudante de alguien, sino al revés. Madame Black entró al salón con una mueca curiosa, luciendo abatida cuando noto quién estaba en la tarima.

—... ¡Vega Black! —todos notaron la forma desagradable en la que tanto la mujer como el profesor miraron al hombre.

—Tengo un título, Lockhart. Úsalo o no hables.

—Claro, claro. Pensé que como éramos amigos…

—¿Qué te dio esa impresión? Nunca aceptaría ser amiga de alguien como tú. —Sí el profesor Lockhart estaba avergonzado, nadie pareció notarlo.

—Ahora, ahora. No es necesario ser tan cruel, Vega. ¿Por qué no te unes al club y me ayudas a mostrarle a todos como son los duelos?

—No lo sé… ¿enfrentarme a alguien con tantas proezas como tú? —Lockhart alzó su pecho con orgullo y arrogancia. Madame Black se subió a la tarima y el profesor Black se bajó de ella, activando algunas runas.

—No pondré todo mi poder, Vega. No es necesario que te preocupes… Es más, como el caballero que soy te dejaré lanzar el primer golpe, ¡pero no creas que te dejaré ganar!

Madame Black alzó su varita y un débil Expelliarmus salió hacia Lockhart. El rubio sonrió de forma arrogante y comenzó a lanzar muchos hechizos a la mujer, hechizos que Madame Black evitó con facilidad. Cuando uno de ellos le dio a la profesora, una expresión molesta apareció en su rostro.

Entonces, el verdadero duelo comenzó. Madame Black fue letal y certera, tanto que Lockhart incluso salió expulsado de las barreras de la tarima.

—Regla número uno de los duelos: nunca subestimen a su enemigo. Y hagan todo lo contrario que ese farsante de cuarta les pida, o de lo contrario terminarán increíblemente dañados. Regulus, ven aquí y muéstrales lo que un verdadero duelista sabe hacer.

El profesor Black subió, las barreras se volvieron a activar y entonces el segundo duelo comenzó. Esta vez, el profesor Black parecía tener un golpe de adrenalina por la fuerza y rapidez de sus movimientos y hechizos. Madame Black frunció el ceño ante eso, pero respondió con la misma fuerza que su primo. Harry escuchó a los gemelos detrás de él hablar en voz baja sobre lo maravillosa que es la bruja.

Al final, ambos Black se detuvieron de golpe e hicieron una inclinación de respeto y el duelo acabó. Madame Black abandonó el salón, el profesor Black siguió con la clase hasta el final, pero todos olvidaron el cuerpo desmayado, ligeramente quemado y sin pelo de Lockhart.


Febrero 20, 1993.

Aula de Club de Duelo, Hogwarts.

10:35 p.m.

Harry maldijo mentalmente al profesor Lockhart por ponerle una detención hace solo cinco minutos supervisada por él.

¡Es injusto! Él literalmente solo ayudó a esa Hufflepuff de un idiota mayor, ¡no estaba atacando a nadie! Y, sin embargo, ahora estaba leyendo las cartas de las admiradoras del profesor (para consternación suya, más de una eran de la señora Weasley) y acomodándolas por orden de importancia.

—¿Harry? ¿También tienes una detención con el profesor Lockhart? —Cedric Diggory, buscador de Hufflepuff y el único que le causa algo de problemas en los juegos, le preguntó. Harry asintió sonriendo al mayor. Cedric es del mismo año que los gemelos, solo dos años mayor que él e indudablemente uno de los estudiantes más apuestos y amables de todo Hogwarts.

—Desgraciadamente. Tenemos que ordenar estas cartas por orden de importancia. En esa pila van las de las niñas, en esta otra las de las adolescentes y en esta última las de las señoras. ¿Cómo funciona este orden de importancia? No tengo idea.

Cedric río, pero comenzó a ayudarle.

Minutos después, Harry sentiría que el profesor Lockhart había regresado al salón, pero no podría verlo al caer desmayado por un hechizo; al despertar de la inconsciencia lloraría y rogaría, pero nadie parecía escucharlo además de Cedric, que repetía sus acciones. Minutos después, Harry sentiría asco de sí mismo. Minutos después, Harry y Cedric serían encontrados por sus padres aferrados a Madame Black en la enfermería y negándose a estar solos con otros hombres.

Días después, Harry y Cedric sonreirán por primera vez en varios días al ver que Madame y Regulus Black se aseguraron de que Gilderoy Lockhart no pudiera volver a salir de Azkaban ni ver la luz del sol a pesar de pagar una suma millonaria a sus respectivas familias y otras personas más a las que el hombre había robado proezas.


Julio 31, 1993.

Mansión Potter, habitación del Heredero.

01:00 a.m.

—¿Harry? —la voz de su madre se escuchó al otro lado de la puerta—. Sé que no quieres salir, pero hoy es tu cumpleaños…

—No me importa.

—¿Puedo pasar, Harry? —Otra voz femenina se escuchó. Harry murmuró una afirmación rápida y Madame Black entró a su habitación. Solo ella, Harry notó que su madre se quedaba al borde de la puerta.

—Buenos días, Madame Black.

—Buenos días, Harry. Tu madre me ha dicho que no has querido salir de aquí desde ese día.

—Tengo miedo. Yo… A veces sueño que… que él —hubo un temblor en su voz— estará esperando afuera de mi cuarto si salgo. No quiero salir.

—Está bien tener miedo. Es normal estar asustado. Pero él está en Azkaban y no saldrá de ahí, te lo prometo.

—¿Por qué…? ¿Por qué me hizo eso? Yo… yo no quería.

—Las personas como él no necesitan una razón para hacer lo que hacen. Sus almas están podridas y la magia los castigará de formas que ni tú ni yo sabremos. Es normal y válido que tengas miedo, pero no podemos cerrarnos porque eso significa que ellos ganaron. Tú no tienes la culpa de lo que pasó, no lo invitaste a hacerte eso de ninguna forma y, sobre todo, Harry, todo lo que estás sintiendo es válido. Especialmente tu miedo a los hombres.

—No quiero temerle a mi papá ni a mis tíos, tampoco a mis amigos. Sé que… Sé que ellos no me harían nada, pero cuando… Cuando están cerca yo… Yo no puedo evitar pensar que… que… —Harry ya no pudo evitar sus lágrimas. Madame Black lo cargó suavemente y lo dejó llorar hasta que se tranquilizó.

—Es normal. Cuando pasan este tipo de cosas es normal tener miedo a todos los hombres, incluso a los de nuestras familias porque no nos sentimos a salvo, aunque sepamos que no nos harán nada. Pero desgraciadamente la vida no se detiene porque estemos mal, ¿sí? Debemos seguir porque el tiempo por sí solo no cura a nadie, son las acciones que hacemos por nosotros mismos las que nos curan. La ayuda que recibimos de nuestra red de apoyo también es fundamental.

—Tengo miedo.

—Está bien tener miedo. Lo que importa es qué hacemos con ese miedo. ¿Vas a dejar que te detenga o vas a luchar por demostrarle a él que no pudo detenerte ni apagar tu chispa? Además, es tu cumpleaños. Se supone que es un día feliz para ti, ¿no? ¿Qué dices si te vas a bañar, te pones la ropa que más te guste y sales con tu mamá y tías a algún lugar bonito? Estoy segura de que ellas te dejarán elegir a dónde quieres ir y no te llevarán a sufrir= horas de aburrimiento en una tienda de ropa.

Harry soltó una breve risa, sintiéndose extraño por eso.

—¿Usted vendrá con nosotros? —preguntó, ilusionado. Madame Black asintió ligeramente después de ver hacia la puerta.

Harry se puso de pie y corrió hacia el baño. Minutos más tarde, fingiría que no escuchó a Madame Black diciéndoles que debe ir con una psicóloga que lo ayude a superar todo, gracias al anillo. Sus tías, mamá y Madame Black lo llevarían a un parque de diversiones bastante privado junto a su hermana, Ginny, Tracey, Daphne y Susan, donde olvidaría momentáneamente que ese es el primer cumpleaños que pasó lejos de su familia masculina y las razones de ello.

Días después conocería a la señorita Blair, que poco a poco lo ayudó a volverse sentir seguro alrededor de sus padres.

Notes:

[1] Todo este ritual y las creencias de Vega son una combinación entre El día de los Muertos, cosas que me inventé y creencias que yo tengo hasta cierto punto. No sé si existen semillas de esa forma (aunque lo dudo mucho) o flores que sean conocidas como 'las flores de los pecados'. Después de todo, esto es un fic de un mundo mágico "de" la terf con cosas mías.