Work Text:
Entró a su casa de forma silenciosa, siendo cuidadoso de ocultar la bolsita con un estampado de estrellitas detrás de su espalda. Asomó primero su cabeza por la puerta, siendo cauteloso de no ser descubierto, para avistar si su novio estaba merodeando en la sala de estar o si se encontraba en alguna de las habitaciones. Para su suerte no había nadie a la vista, así que avanzó colocando el seguro a la puerta detrás de sí.
Apenas ingresó y caminó un poco, pudo oír un suave tarareo a lo lejos, un murmullo inentendible, pero agradable, que provenía de uno de los cuartos. Realmente no parecía decir ninguna letra, sólo se escuchaba la tonada, probablemente porque no recordaba la letra de la canción.
Una sonrisa tonta estiró la comisura de sus labios en segundos, hinchando su pecho con todo el aire que pudo antes de suspirar y darse un merecido momento para disfrutar de esa dulce sensación que se asentaba en su pecho. Era tan diferente, se sentía tan correcto, ser recibido con este tipo de ambiente sumamente cálido y hogareño; era un mundo completamente diferente en comparación al de hacia un tiempo.
Felix había olvidado cómo era este sentimiento por años, pero no tenía duda alguna de que esto era lo que las personas consideraban felicidad. Esto era su felicidad, este instante, el saber y estar seguro de que, al llegar a su casa, habría alguien esperando por él y extrañando su presencia.
Se quitó rápidamente los zapatos, acomodándolos en su respectivo sitio junto a los de su novio, y caminó despacio por el pasillo, hasta la habitación de dónde la melodía y un canto un tanto desafinado provenía. Felix recargó su peso contra en el marco de la puerta, admirando con el corazón saltando y enternecido al híbrido que doblaba ropa de espaldas a él, organizándola en los cajones lo que parecía ser por colores, tipo de ropa y estaciones. Lo observó mover su cadera al ritmo de la canción que sonaba suavemente de fondo. Su pequeña cola se meneaba de un lado a otro, demostrando el buen ánimo de HyunJin.
Escucharlo era gratificante, casi como un bálsamo que curaba su malestar y borraba el estrés que Felix cargaba en su cuerpo después de un día atareado en el estudio de baile, perfeccionando una coreografía para un grupo de niños. Esa misma voz fue la que hizo desaparecer el vacío y el silencio muerto de su departamento, uno al que ahora tenía sentido llamarle 'hogar', fue la que cambió gradualmente el gris opaco en su vida a un infinito panel de colores vibrantes y vivos.
Felix lo observaba hacer ese divertido bailecito, a veces moviéndose con más intensidad porque la música le gustaba mucho. Era una escena bastante común con la cual él solía encontrarse en cualquier momento del día. Le sacaba una risa sin tener la intención de ello, y cuando sus ojos se encontraban, HyunJin rápidamente lo invitaba a participar con él.
Este nivel de confianza que compartía con el híbrido, al punto de sentirse en total comodidad como para bailar sin ninguna preocupación en el mundo, no fue fácil. Para Felix había sido impensable que llegaría el día en que vería a HyunJin de este modo tan relajado, dándole la espalda descuidadamente y sin que rehuyera lejos de su tacto. Era casi como un milagro, su milagro.
La actitud recelosa de HyunJin se transformó en una suelta y jocosa, sin ese miedo y desconfianza en su mirada con cada pequeño movimiento inesperado que él hacía cerca suyo, o se tensara en pánico ante cada palabra que salía de su boca, incluso aunque fuese en un tono controladamente bajo y cuidadoso. Sin embargo, por más que HyunJin hubiera cambiado tanto con Felix y fuera muchas más abierto con él, aún se comportaba de forma precavida y asustadiza cuando otros que no conocía, como amigos suyos, ingresaban a su "territorio" —como el híbrido se refería a la casa en la que vivían—, tomando su forma animal y huyendo para esconderse en algún rincón del departamento.
Felix lo entendía y nunca lo presionó para que se relacionara con personas cuando se notaba claramente que HyunJin no estaba cómodo o listo para eso. Bueno, cualquier persona con una pizca de consideración y comprensión lo entendería de todos modos, así que también se sentía agradecido de que tenía amigos de gran corazón y amables, que preferían esperar a que HyunJin fuera a ellos y no insistir en conocerlo, por mucha que fuera la curiosidad de estos por saber quién era la persona que había logrado sacarle una sonrisa genuina a él.
Felix siempre se aseguró de que estas interacciones fueran con calma y de a poco, no queriendo estresarlo o terminar por perder la poca cercanía que ganó con HyunJin. Cuando retomó algo del control de su vida que había perdido, Felix comenzó a reunirse más con sus amigos porque parecía que no se veían hacía años, y solía avisarle al híbrido de antemano que vendrían visitas a la casa y que era de su total elección si quería quedarse o irse a su habitación. Obviamente, la mayoría de las veces, HyunJin se iba a su cuarto, pero unas tantas ocasiones se quedó y Felix pudo ver que, aunque no se sentía del todo cómodo, tampoco era como si HyunJin odiara estar allí, e incluso rio con ellos incontables veces y aportó a la conversación con pequeños comentarios a los cuales todos prestaban atención.
Actualmente era asombroso cómo era él quien insistía en invitar a sus amigos, sobre todo a JiSung, con quien desarrolló una amistad cercana.
HyunJin no tuvo la mejor experiencia de vida antes de que se conocieran, de eso no habían dudas. No había forma de negarlo considerando todas las cicatrices, visibles o no, que el híbrido cargaba en su cuerpo y mente. Su camino nunca fue sencillo y una vida tranquila o carente de miedo y precariedad era algo digno de ensueño. Era más que normal que HyunJin tuviera problemas para creer que en el mundo había personas capaces de extenderle una mano honesta y gentil, sin ningún tipo de intención de lastimarlo.
Felix solía pensar —y aún lo hacía a veces— que HyunJin era alguien lastimado que se topó con él, alguien desgastado, en una horrible tarde de verano, como si fuera el destino. Sonaba cursi y hasta un poco ridículo, pero Felix creía que esa era la mejor forma en que podía describir cómo se sintió.
El pelinegro siempre creyó que la frase "un roto para un descosido" encajaba muy bien con ellos dos, aunque no lo veía con ojos despectivos ni lo decía con un significado negativo, sino como lo que realmente eran, dos personas que en sus momentos más bajos se encontraron y, lentamente y con paciencia, pudieron curar las heridas del otro y las que ellos mismos cargaban.
Cuando Felix y HyunJin cruzaron caminos, fue un día en donde todavía se podía sentir la fuerza del sol golpeando sobre la ciudad. Eran pasadas las seis de la tarde y el calor seguía siendo agobiante, algo común estando en Seúl, donde los veranos solían ser infernales y pesados, incluso peligroso. A Felix aún le costaba creer que una criatura tan pequeña como un hurón, en un estado de deshidratación, desnutrición e inconsciente, logró sobrevivir a ese tipo de calor.
Felix se encontró con un hurón en la acera, desplomado frente a la puerta de su edificio. Sólo él se detuvo a observarlo, viendo cómo las personas pasaban a un lado de este, sin notar la existencia del animal que, aunque con dificultad, todavía respiraba. Sin embargo, en el fondo, él sabía que no se trataba sólo de eso, no era que no lo notaban, más bien, simplemente era más sencillo ignorar la existencia del pequeño animal y evitar hacerse cargo de un problema que no les convenía.
Lo tomó por sorpresa, ya que nunca había visto un animal de ese tipo por las calles o sin dueño, pero era claro que este hurón estaba por su cuenta por su aspecto, sucio y delgadito.
Sinceramente, el pelinegro no podría decir por qué tuvo la repentina motivación en su cuerpo de recoger entre sus manos al hurón, pero sentir sus huesos contra las palmas de sus manos y notar su pelaje manchado y sucio removió algo en Felix que no pudo ignorar, y acabó por llevárselo a su casa para intentar cuidarlo.
De todas formas, le estaría eternamente agradecido a cualquiera que haya sido el origen de ese impulso. Estaba convencido de que, si no hubiese sido por esa diminuta voz en el fondo de su mente, a punto de desvanecerse entre la inmensa indiferencia que Félix tenía hacia todo lo que lo rodeaba, él no estaría allí ahora mismo, suspirando enamorado por el híbrido frente él.
La forma más acertada en que Felix podía describir su vida antes de conocer a HyunJin era como un océano profundo y oscuro, hundido hasta el fondo y con sus extremidades enterradas en la arena y pesadas, impidiéndole nadar hasta la superficie. Bueno, algo así le había explicado a su psiquiatra cuando este le pidió que le describiera cómo se sentía.
Felix solía vivir en una abrumadora monotonía, de esas que no le quedaban energías para hacer otra cosa; despertar, ir a su trabajo en una oficina, hacer horas extras para evitar volver a su casa, verse obligado a retirarse, asistir a sus citas con el psiquiatra que cada vez lucía más decepcionado de sus constantes retrocesos, regresar a casa y arrojarse a su cama a dormir. No quería ni tenía la fuerza como para levantarse a cocinar algo de cenar o siquiera quitarse todo el traje.
Y, pese a que sólo quería acostarse a dormir, Felix terminaba repasando lo que hizo durante el día, encontrándose con la sobreexplotación de todas sus capacidades por parte directa de sus superiores y una sobreexigencia de tareas que nada tenían que ver con su puesto de trabajo original, pero a las cuales no se podía negar si no quería una repentina e inexplicable reducción de sueldo o que las amenazas de despido se volvieran reales, no cuando era su único sustento económico. Recursos humanos parecía una muy mala broma, de esas que ni siquiera daban risa, sino que enojaban, porque era un sector manipulado de arriba a abajo por los directivos de la compañía en la que estuvo —y a los que Felix podría escupirles en la cara— y era completamente inútil. Sólo se había quejado una vez allí, con pruebas y todos los documentos en orden, sobre el abuso que estaba recibiendo, y todavía podría estar esperando una respuesta si hubiera seguido en esa compañía.
Y, además de la presión constante por ser el mejor lame botas para evitar perder el trabajo o ser degradado a un puesto inferior con menor sueldo, su desmotivación para hacer cualquier cosa, sus ataques de ansiedad yendo en escalada al igual que los gramos de los medicamentos que consumía y la sórdida tristeza que lo absorbía día a día, Felix se sentía solo.
La casa solía ser un lugar realmente quieto, sin ruidos, sin música, sin voces, sólo silencio. Y los vecinos que tenía tampoco eran del tipo ruidoso, siendo los sonidos de la calle lo único que llenaba el silencio de sus tardes y noches.
Algunos de los consejos que su psiquiatra le dio fue escuchar su música preferida, realizar actividades de su gusto o probar cosas nuevas, todas cosas realmente lógicas. Porque, por supuesto, Felix quería hacer las cosas que antes disfrutaba tanto, extrañaba escuchar música, extrañaba bailar, extrañaba a su yo anterior, pero mientras más pensaba que debía hacerlo, más se hundía en la cama.
Felix quería hacer más cosas, quería hacer las cosas que lo hacían feliz, y simplemente no podía levantarse de la cama, ni siquiera cuando tenía esos raros momentos de tiempo libre.
Y cuando por fin se dignó a escuchar un poco de música, las mismas que antes solía cantar a todo pulmón, lo único que escuchó fueron melodías sin sentido, nada más que un murmullo molesto de fondo, y acababa quitándola porque la sensación de vacío que le dejaba en el estómago era insoportable.
En ese punto de su vida, Felix realmente no sabía para qué estaba esforzándose tanto. Se lo había preguntado tantas veces que estaba cansado de escucharse a sí mismo como un disco rayado. Felix era consciente que no debía hacerle caso a lo que pesaba en su cabeza, que si se quedaba sin hacer nada para cambiarlo, entonces nada se iba a solucionar, pero al final no tenía la fuerza para salir de la cama, lo cual terminaba con él haciendo nada, y la espina de la culpa sólo crecía.
Incluso si quisiera, Felix no podría decir con certeza cómo sobrevivió a esa época, porque varias veces pasó por su mente acabar con todo, sobre todo deshacerse de sensación de existir en un infinito sin sentido.
De lo que sí estaba seguro era que HyunJin apareció en el momento preciso y exacto; apareció en su vida para mejorarla, para traer cambios buenos y sorpresas, porque definitivamente fue una locura cuando en lugar del pequeño hurón había un chico desnudo.
Fue unos días después de que lo llevara a su casa, cuando había un poco más de confianza con el hurón. El pelinegro fue a buscar una toalla luego de haberle dado un merecido baño al pequeño animal, al menos con lo que tenía a mano en ese momento; más tarde se iba a encargar de buscar bien cómo se bañaban los hurones porque sabía que habían ciertas condiciones. Y cuando ingresó al cuarto del baño otra vez, había un muchacho rubio en la ducha.
Felix, entonces, se dio cuenta que había traído un híbrido a su casa.
A veces los híbridos vivían en su forma animal por protección y porque de ese modo se les hacía más fácil vivir, o sobrevivir, en caso de que fueran callejeros. La mayoría vivía por cuenta propia, estudiaban o mantenían trabajos, pero, por supuesto, el tráfico ilegal de híbridos seguía siendo algo vigente, cada tanto a Felix llegaban noticias al respecto. Y eran esos híbridos que lograron escapar, sea de los centros de tráfico o de dueños, los que terminaban sobreviviendo en las calles.
Y si algo era cierto, era que los híbridos callejeros odiaban a los humanos, porque no había forma alguna de que pudieran sentir otra cosa, no cuando literalmente escaparon de ellos. Por lo que, si el híbrido se estaba mostrando frente a él en su forma humanoide, entonces significaba que habían tenido un gran avance.
Felix trató de reaccionar lo más calmado y 'normal' posible. Le habló con suavidad, trató de no usar un tono de voz muy nervioso o alterado porque, bueno, sí estaba bastante impactado. Le aseguró al chico que era un lugar seguro y que se retiraría para que pudiera ducharse en paz; dudaba que el híbrido le creyera palabra alguna y no podía culparlo, pero esperó su sinceridad se transmitiera en su voz.
No obstante, Felix sintió cómo su mundo se venía abajo con tan pocas palabras.
El muchacho, desde una esquina de la bañera y abrazando sus rodillas, lo primero que dijo fue que se iría en ese instante, que se encontraba mejor y pudo recuperarse gracias a su hospitalidad. En ningún momento lo vio a los ojos o si quiera levantó la vista de sus pies mientras se disculpaba por ser una molestia y que buscaría la forma de poder pagarle por su ayuda, cualquiera sea lo que él quisiera, pero que, por favor, lo dejara ir y no lo lastimara.
A Felix se le estrujó la garganta y tuvo que tragarse las ganas de llorar. Sus pensamientos variaban desde la tristeza, imaginando por todo lo que habrá pasado este maltrecho chico para que implorara tanta piedad apenas habló, hasta la angustia. Sentía las manos frías y sus oídos zumbaban
¿Tendría que volver a estar solo? ¿Otra vez se pasaría noches mirando el techo de su habitación en silencio en vez de intentar jugar con la bolita de pelos blanca? Ya tenía abiertas en su teléfono varias páginas de petshops, pensado comprar juguetes, comida especial para hurones, camas y muchos más productos, incluso había visto algunos videos sobre el cuidado de hurones, ya tenía pensando tomarlo bajo su cuidado. Y al segundo que reparó en que era un híbrido, lo primero que cruzó por su cabeza era que tenía que informarse más sobre los híbridos, tal vez investigar sobre los derechos que tenían y qué beneficios podría buscar para el chico.
Hacía tiempo que Felix no sentía ganas de reír como el día en que el hurón cedió a sus intentos de juego y comenzó a saltar por todos lados, sacudiendo su cuerpo y siseando mientras sacudía la cabeza, algo que indicaba que estaba contento. Incluso ya había pedido online uno de esos tubos cilíndricos y estuvo divirtiéndose toda la tarde con el hurón, ansiando llegar a casa del trabajo para encontrarse con animalitos, algo que no experimentó en mucho tiempo. No tenía una jaula para hurones todavía, por lo que lo dejaba en el baño con comida, agua y todos los juguetes que pudo conseguir hasta el momento, sacando de su alcance cualquier posible peligro. Vio muchos videos y Felix comprendió que pueden ser muy traviesos y saltar de varios lugares.
En verdad no quería volver a como era antes su vida, aborrecía la idea de retornar a una casa silenciosa, sin los chillidos o el sonido de garritas golpeteando en la madera, sin que alguien lo recibiera correteando por todos lados.
Por lo que, cuando el híbrido amagó para levantarse y salir por la puerta del baño, probablemente para transformarse en un hurón y marcharse, Felix, dejando de lado cualquier vergüenza u orgullo, se arrojó a los pies del muchacho, rogándole de rodillas y frotando sus manos que se quedara, que no era ni de asomo una molestia para él, que, de hecho, fue lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.
Un silencio incómodo fue lo que siguió a su espectáculo patético de imploración, con Félix siendo examinado por las pupilas negras del híbrido, los cuales, además, expresaban una profunda confusión y escepticismo, casi desagrado. La falta de respuesta lo estaba angustiando, preocupado de no ver otra reacción; Felix lloraría, en verdad iba a hacerlo.
Porque no estaba exagerando, él estaba desesperado.
Por primera vez en mucho tiempo, aunque hubiera sido apenas por unos poquitos días, el gris persistente que se adueñaba de su visión no se le hizo tan pesado y abrumador. Se concentró en cuidar del hurón blanco y encontrar qué podía darle de comer. Acabó por ordenar algo de carne, que aunque debería ser cruda según internet, fue lo mejor que pudo hacer de momento.
Hasta que llegó lo que pidió, preparó un poco de arroz para que el hurón tuviera algo de comer mientras esperaban y lo único que tenía en su hogar porque, si era sincero, a Felix no le importaba mucho alimentarse bien. Sin embargo, el pequeño animal no tenía la culpa de su autodesprecio, además, sintió tanta pena cuando este devoró simple arroz recalentado, como si fuera su última comida. Definitivamente estaba muriendo de hambre, el hurón lo comió sin rechistar o dar vueltas.
También cuidó las heridas del famélico animal, intentó que lo dejara hacerle una ligera caricia en la cabeza, ganarse su confianza, y cuando lo logró, no pudo dejar de tocar sus diminutas orejas, recibiendo algunos mordisqueos juguetones que no buscaban hacer daño. Los hurones eran criaturas muy inquietas, que les encantaba curiosear y saltar por todos lados para luego dormir 16 horas seguidas.
Se encontró a sí mismo disfrutando su tiempo en su casa, había algo allí para él que ocupaba su mente y le daba un atisbo de alegría.
Felix jamás se había aferrado con tanta firmeza a algo como en ese momento.
Continuó rogando, sin tocarlo porque el pelinegro no quería espantar al híbrido —incluso más de lo que probablemente ya lo había hecho—, insistiendo que él podía darle lo que necesitara y cuidarlo. Y, entonces, el famélico chico frente él, que se veía tan minúsculo con sus costillas sobresaliendo y su delgado rostro compungido, comenzó a llorar, a soltar lágrimas y balbuceos combinados con quejidos, sollozando tan fuerte que su cuerpo se sacudía. Su voz se rompió en tristes lamentos y jadeos pausados, su rostro estoico y serio, con el cual lo estuvo analizando, pasó a una expresión que demostraba lo cansado y, tal vez, agradecido que estaba. Felix no lo sabía con certeza, ya que lo abrazó con su permiso y lo escondió contra su pecho, sobando su espalda y susurrando las palabras más lindas que a Felix se le pudieron ocurrir para calmarlo y darle a entender que ahora todo estaría bien.
Porque Felix se aseguraría de que así fuera.
HyunJin, como le dijo que se llamaba una vez se calmó, se había convertido en esa luz que, cuando se reflejaba en el agua, formaba un espléndido arcoíris; era ese brillo que su vida que Felix había perdido en algún momento y no supo cómo recuperar.
De repente, se halló a sí mismo queriendo volver a su casa lo antes posible para cuidar y pasar tiempo con HyunJin, que poco a poco confiaba más en él. Por primera vez en lo que se sentían eran años se desviaba en su ruta de regreso a casa para pasar por una pastelería y llevarle uno de los tantos dulces que el híbrido probó en una ocasión y de los que se enamoró.
Felix, en alguna que otra tarde como cualquier otra, se encontró a sí mismo bailando en medio de la sala de estar, acompañando al híbrido rubio que reía de la manera más melodiosa y divertida que él jamás escuchó alguna vez. Se vio enseñándole y explicándole a HyunJin cómo cocinar, a utilizar ciertas herramientas de la casa, como la lavadora, la TV, el estéreo que sólo estuvo juntando polvo —aunque, actualmente le daban un gran uso—, todo para que pudiera ser independiente y hacer lo que quisiera sin limitaciones o que necesariamente él estuviera allí.
Tuvo a alguien que lo escuchaba sobre su día, cuando todo era mucho y necesitaba consuelo, HyunJin estaba ahí, con una mirada comprensiva y expectante, mostrando un profundo interés en todo lo que salía de su boca. Felix también se volvió alguien que permanecía en silencio, permitiéndole a HyunJin expresarse y abrirse sobre su pasado y vida, siempre de a poco y únicamente cuando el híbrido se sentía cómodo para contarle.
HyunJin nació y creció en los refugios de híbridos, pasando de uno a otro según iba creciendo, ninguno mejor que el anterior. Logró escapar hace cinco años, a los 15 años, y estuvo sobreviviendo en la calle como pudo ya que, aunque los híbridos podían trabajar, necesitaban estudios y títulos, y para ello, era indispensable el dinero en Corea. De lo contrario, sólo habían trabajos denigrables y horribles para los híbridos. Actualmente HyunJin trabajaba enseñando a niños a pintar y le iba relativamente bien, los niños lo amaban.
El pelinegro no tenía muy en claro cómo llegaron a lo que eran ahora, cómo lograron la estabilidad y seguridad que había en sus vidas hoy en día.
Teorizaba que tuvo inicio luego de una noche en particular que Felix no podría olvidar aunque quisiera —de todas formas, no quería—, casi un año después de haberse conocido. Estaban mirando una película que HyunJin estuvo ansiando ver desde que vio la propaganda de estreno en una plataforma de streaming. Felix, bueno, lo acompañó en el sentimiento, porque estaba reacio a concentrarse mucho en la película ya que era de terror y él, particularmente, no se llevaba muy bien con dicho género. Por lo tanto sólo se dedicó en gran parte a admirar al híbrido que yacía a su lado en el sofá, con medio rostro escondido detrás de una almohada que estaba abrazando e iluminado sólo por la luz del televisor, , pero sin dejar de ver la película.
Ambos acurrucados, uno al lado del otro, con una cercanía que lentamente fue estrechándose a lo largo de los meses. Estaban rodeados de botanas y bebidas, una clásica noche de películas.
Felix soltaba risillas mientras veía cómo HyunJin movía sus pequeñas orejitas blancas, del mismo color que su cabello, ante ciertas escenas que pasaban. Si se emocionaba, se alzaban hacia delante; si se asustaba, se aplastaban contra su cabello; y si enojaba o frustraba, se sacudían repetidamente. Iban acompañadas de las infinitas expresiones y exclamaciones que hacía. Felix sabía lo que estaba pasando en la película más por lo que HyunJin gritaba que por verla.
El pelinegro se había hecho con la manía de acariciar su cola u orejas. Era como si su cerebro se pusiera en modo avión y lo hacía inconscientemente mientras realizaba otras actividades, como al dormir juntos una siesta, y en cada ocasión en que lo tenía cerca como un mimo.
La primera vez que lo hizo, estaban en la cocina preparando la cena, y cuando HyunJin celebró que no se quemó lo que estaba haciendo, Felix sólo no se pudo resistir a acariciar sus orejitas que se movían de felicidad.
Se retractó al instante, pidiendo disculpas porque temió haber sobrepasado los límites del híbrido. Sin embargo, y pese a que Felix esperó recibir una expresión de desagrado o enojo porque, bueno, no se tocaban las partes animales de los híbridos sin consentimiento ya que se considera un abuso de confianza, recibió un sonrojo.
Al rubio le encantó; el modo en que inclinó su cabeza buscando más o cómo le miró con un mohín cuando se detuvo se lo confirmó. Además, HyunJin le aseguró que no había de qué disculparse, que si era Felix, entonces no tenía ningún problema.
Estuvo por hacer eso, llevar su mano al cabello blanquecino y sedoso de HyunJin, directo a las pequeñas orejas de hurón que sobresalían pese a ser del mismo color; más que nada para distraerse del fantasma asesino que succionaba el alma de las personas para llevarlas al infierno y de lo que sea que estaba pasando en el filme, pero en ese momento HyunJin se giró hacía él, consiguiendo que sus miradas se chocaran.
No importaba quién de los dos fue el que dio el primer paso, porque fueron segundos los que pasaron antes de que ambos inclinaron lentamente sus cabezas hacia el otro, hasta que formar un beso, sosteniéndose del cuerpo del otro para acercarse mutuamente y enredar sus brazos en el cuerpo ajeno.
Muy al pesar de ambos, cortaron el muy agradable e increíble beso de repente. Un alarido desde la pantalla que todavía estaba reproduciendo la jodida película aterró a Felix, haciéndolo gritar y pegar un brinco en su lugar. HyunJin, obviamente, no contuvo su risa, pero apagó la TV para luego lanzarse a atrapar los labios del pelinegro nuevamente sin ninguna interrupción, indispuesto a dejarlo ir en un buen rato.
Su relación había dejado de ser sólo una buena amistad y de compañeros de piso, pero Felix se encargó de hacerle saber y dejarle en claro a HyunJin que no se trataba únicamente de algo pasional y carnal, que era mucho más que sólo eso.
Hablaron por horas, despejando cada duda para evitar malentendidos y dejando en claro lo que sentían por el otro. En ese momento era un gustar, una atracción que después de eso beso no pudieron negar más.
Para HyunJin, lo fue todo; porque si bien él tenía claro que le gustaba el humano, realmente no tuvo ninguna esperanza en ser correspondido porque, siendo realista, no había mucho de él que ofrecer y, para colmo, venía de la calle, a diferencia de Felix, que prácticamente le dio todo lo que tenía sin pedir nada cambio.
No obstante, el hombre que lo acogió y le dio un lugar cálido donde quedarse y le mostró una mano amable, el que le enseñó nuevas cosas, tanto del día a día como lados de las personas que HyunJin no creyó existían, en verdad le estaba dedicando palabras como 'Me gustas'.
Y HyunJin, para Felix, respondió de la forma más hermosa posible ante esas palabras; un fuerte color rojizo que se adueño de sus orejas a mejillas, adorablemente más rellenitos actualmente. El híbrido susurró, mostrando una timidez repentina que difirió de la seguridad con la que hablaron anteriormente, que si Felix se lo pedía, le daría todo de él sin dudarlo dos veces.
Lo amaba, Felix no lo sabía en ese momento, ya que apenas estaban iniciando algo serio, pero no tardó mucho tiempo en darse cuenta que amaba al híbrido.
Oh, la primera vez que HyunJin dijo que lo amaba era un día digno de celebración. Fue tanto el júbilo y la emoción que se la pasaron entre mimos y risillas una tarde entera en la habitación de Felix.
El pelinegro reparó en que tenía más energía de lo habitual, más deseos de hacer cosas que le permitieran crear memorias con HyunJin, y terminaron por tener una cita de muchas tantas en una cafetería que había oído a sus compañeros de trabajo decir que era muy buena. Ese lugar ahora era el lugar de ambos, tantas citas y recuerdos en ese sitio hacía imposible que no lo consideraran así.
Y hablando de su renovada energía, también se extendió al trabajo de Felix. Su rendimiento laboral mejoró considerablemente, se sentía con ánimos y motivación para hacer su trabajo, Felix creía que podía arreglar cada mínimo error y solucionar cualquier problema.
Porque, después de todo, Felix no se mudó a Corea para trabajar en una editorial, que aunque tenía algo de renombre, no era a lo que siempre se quiso dedicar.
Bueno, en teoría, sí logró cumplir su sueño. Felix renunció, sin importarle cuanto le rogaron porque su trabajo era indispensable e importante, cosa que era verdad, ya que mayoritariamente era él quien se encargaba de las tareas pesadas, de cubrir y arreglar los desastres de otros, de ser básicamente el esclavo obediente. Los mandó al diablo; por supuesto, no iba a actuar ingenuamente, influía mucho en su decisión el hecho de que consiguió otro trabajo en una escuela de danza, su primer amor, haciéndole por fin caso a MinHo, un amigo cercano que hizo en Corea, de trabajar juntos enseñando baile en la academia de su padre.
Sus motivos de viajar a Corea se relacionaban a la búsquedas de oportunidades en el mundo del baile, incluso había obtenido una beca parcial para una academia de baile allí. Al inicio, todo fue ideal, consiguió un trabajo con un sueldo decente y comenzó con sus clases, hizo algunos amigos y lo dio todo para mantenerse al día. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta que habían muchos, muchos mejores que él, que en repetidas ocasiones era el último en ser elegido para los equipos, que entre el trabajo que debía mantener para pagar su vida en Corea y parte de la cuota de la escuela de baile las horas del día no le alcanzaban ni para dormir, y muchas veces llegaba tarde a algún sitio sólo para recibir regaños, el dinero ya no le era suficiente y... Felix sólo se rindió, buscó un mejor trabajo con más horas y se dedicó a eso.
Ahora, pese a que no fue lo que imaginó en un principio, el hecho de que podía mantener una conexión con el baile, además de que la sonrisa de algunos niños cuando lograron ciertos pasos de baile eran adorables y casi que tenían esa magia infantil, a Felix le gustaba lo que hacía. Y próximamente estaban terminando los arreglos con una empresa para ser uno de los coreógrafos principales para un grupo de K-pop. Felix sentía que había encontrado su vocación.
Y ni hablar de su psiquiatra, con quien iba reduciendo día a día las horas por semana y los medicinas que tomaba. El hombre se mostraba y decía estar orgulloso de él, porque había avanzado mucho en relativamente poco tiempo. Por supuesto que hubieron altibajos, días en los que los ansiolíticos y antidepresivos fueron indispensables, pero sus ataques no eran ni tan jodidos ni tan seguidos como en el pasado.
Y todo porque HyunJin estaba allí.
Era como una fantasía prácticamente surrealista, todo ocurrió de una manera casi mágica; su vida se fue solucionando de poco y encontró las motivaciones, el deseo de continuar, la luz al final del túnel en el cual vivió por años. Feliz no podía estar lo suficientemente agradecido de que esa fuera su realidad.
HyunJin fue mayor soporte, ayudándolo incluso si no entendía muy bien el problema que lo atormentaba, trayéndole la comida a la cama o haciéndole increíbles regalos que Felix fue guardando con mucho cariño; todos y cada uno de ellos, desde el más pequeño, un diente de león que convirtió en una separador de libros y que mantenía en su libro favorito, hasta el más grande, un retrato hecho con los acrílicos que había comprado con su propio dinero ganado con mucho esfuerzo, el cual era asombroso, muy detallado, de ellos dos y que había colgado en la sala de estar. Lloraba cada vez que veía la pintura enmarcada porque estrujaba su corazón de manera agridulce, que le recordaba podía recaer, pero había alguien que lo apoyaba. HyunJin lo hacía sentirse pleno y bien, tan amado, que le importaba a alguien; le ofrecía la felicidad que le costó tanto tiempo encontrar y lo incentivaba a buscarla por su cuenta.
No era como si no tuviera más personas en las que apoyarse, pero Felix jamás fue capaz de abrirse con su extremadamente pequeño circulo social, sino hasta recientemente, que le contó todo a MinHo y Chan, quien conoció a través del primero.
Felix frotó sus ojos, barriendo con las pocas lágrimas que se acumularon en su ojos. Solían surgir con facilidad, el pelinegro suponía que por todos esos años en los que ni siquiera tuvo energía para llorar, cada que era embargado por tantas emociones al recordar cómo pasó de sentirse miserable en cada latido de su corazón a tener la mejor vida que podría pedir o imaginar.
HyunJin seguía sin notar su presencia, muy sumergido en su pequeño show improvisado de canto y baile. Se acercó a él mientras dejaba salir una risa para que lo escuchara, derritiéndose bajo la sonrisa que hacía más pequeños sus ojos por las mejillas abultadas, además ¿Cómo no hacerlo? Si con el notablemente abultado vientre que HyunJin acariciaba Felix quedaba fuera de combate.
"Volviste." Dijo el híbrido mientras acortaba la distancia entre sus cuerpos. Pasó los brazos por los hombros del pelinegro cuidando de no aplastar su pancita —"pancita" era un decir, pues su bebé de siete meses de gestación no era nada pequeño—. Por suerte los brazos de Felix era lo suficientemente largos como para rodear todo su cuerpo. "No te escuché."
Felix estiró el cuello para depositar muchos besitos en la carita de su novio, en sus mejillas ahora más rechonchas por el embarazo y con las cuales estaba algo obsesionado, en su mentón, su nariz, en todos lados, y a la vez rodeando el cuerpo del híbrido para acabar con sus manos acariciando el inicio de la cola blanca que los pantalones no cubrían porque al híbrido le molestaba. HyunJin soltaba quejas porque le daba cosquillas, mas no se alejaba.
"Fui silencioso a propósito. No quería que me notaras."
"¿En serio? ¿Por qué?" HyunJin dejó de dar picos a las pecas en el rostro del humano, ahora mirándolo intrigado. Felix no dudó un segundo en devolverle los besos.
"Porque traje esto."
Le mostró la bolsita con estrellitas y, si bien los ojitos de HyunJin se iluminaron como otras tantas veces Felix pudo apreciar, algo de culpa se acentuó en éstos.
"Lixie..." Murmuró el híbrido, sin dejar ir el puchero, pero frunciendo el ceño esta vez. "Te dije que no compraras más ropa de bebé, ya tenemos mucha, entre lo que nos mandan tus padres y todo lo que compras ya casi no hay espacio. Hay que guardar el dinero para cuando la bebé nazca."
Por supuesto, HyunJin no era alguien derrochador, sino todo lo contrario. Vivir en la calle no había sido fácil —de hecho, ese habría sido el último adjetivo que utilizaría para describir esa época— y las cosas que uno tiene tan arraigadas, inculcadas a quemarropa, eran en extremo difíciles de olvidar o dejar atrás.
Cada centavo que HyunJin obtenía de su trabajo como profesor de arte era ahorrado. Vivió tantos años a base de lo que podía encontrar para comer o simplemente vestirse, viviendo la mayoría del tiempo como hurón y escondiendo la ropa para que no fuera robada porque, aunque era más fácil, era más propenso a ser atacado por animales salvajes como hurón y debía tomar su forma híbrida.
Muchas veces se metió en peleas con otros animales o incluso híbridos por un pedazo de alimento casi podrido, con heridas constantes, a la espera de saber si ese día comería o no, escapando de muchos humanos y otros animales que no querían precisamente abrazarlo, hasta de otros híbridos que se consideraban a sí mismo de una clase social más alta al funcionar como agentes de la sociedad, como si HyunJin no quisiera lo mismo para él.
Era jugarse la vida todos los días, sin saber si lograría o no ver un nuevo amanecer. Ser un híbrido hurón no era lo mejor, pocas posibilidades en plena ciudad cuando habían animales o híbridos más grandes en las calles.
Era difícil soltar ese dolor y lo aterraba que el mismo futuro le aguardara a su bebé. Era bastante obvio que no, con Felix, la seguridad y tranquilidad que sentía a su lado, sabía que era imposible; pero todavía estaba allí, en el fondo de su mente, atormentándolo todavía más cuando supo que estaban esperando a la bebé.
No obstante, gracias a su novio que lo alentó y a que se animó a obtener ayuda para tratar y hablar sobre su pesado pasado, HyunJin cada vez estaba más cerca de ser su mejor versión.
De todas formas, la verdad sea dicha, su hija tenía mucha ropa y objetos para toda su niñez —y para él, tanto de parte de Felix como de los padres de este, a quienes conoció en un viaje a Australia y fueron sumamente amables—, mucha más de las que alguna vez soñó que podría darle algún día a su cachorro, aunque en realidad jamás se había permitido pensar mucho en eso ya que no pensó que tendría la oportunidad de tener crías. Simplemente había aceptado que ese estilo de vida nunca sería parte de la suya.
Tenían todo listo, una cuna con muchos peluches y acolchados rosados con corazoncitos, y hasta un cuarto propio para ella con dos muebles llenos de prendas bonitas y una silla mecedora para cuando el híbrido tuviera a su bebé en brazos. Por lo tanto, el rubio quería ahorrar tanto dinero como fuera posible para el futuro de su bebé. Felix lo entendía y también aportaba al fondo que estaba creando HyunJin, pero no podía resistirse cuando se encontraba con objetos de bebés que podían ser perfectos para su hija.
"Nunca es suficiente cuando se trata de ti y nuestra hija." Afirmó Felix, su mano todavía sobando el vientre del rubio. El humano tenía esperanzas de que su hija tuviera el mismo cabello blanquecino. "Y sabes que el dinero no es un problema, quiero usarlo en ti, en nuestra bebita y en nosotros... Y mis padres no se detendrán, te adoran y no pueden esperar de conocerla. Hoy hablé con mamá y están planeando viajar para cuando nazca, todo depende del trabajo de mi padre."
El pelinegro soltó un arrulló increíblemente meloso cuando debajo de su palma pudo sentir las diminutas pero claras patadas de su hija. Su niña era tan lista, sabía quién estaba tocando su 'casa' y, dependiendo de ello, pateaba muy fuerte o se quedaba quieta. Por ejemplo, cuando JiSung, el novio de MinHo y alguien que se volvió su mejor amigo, los visitaban, su hija solía quedarse muy quieta hasta que se iban. En cambio, cuando escuchaba su voz o tocaba el vientre de Jinnie, solía moverse animadamente. A veces, Felix le pedía que se quedara quieta, murmurando contra la piel tersa de su novio que no iría a ningún lado; habían momentos en donde HyunJin sufría incomodidades o le dolía un poco y no quería que él tuviera una mala experiencia en el embarazo del primer bebé que tendrían.
"Ábrelo, la compré porque era muy bonita y no pude evitar imaginar a nuestra bebita con ella."
HyunJin suspiró, sin ganas de querer llevarle la contraria a su humano puesto que sabía que era en vano; Felix seguiría comprando y mimando tanto a su hija como a él, no importaba cuántas veces le dijera que no era necesario. Se separó del pelinegro para tomar la bolsita y mirar dentro de esta; estaba seguro que sería algo realmente bonito porque no había forma en el mundo en que Felix escogiera algo feo, no sólo porque era su hija a quién se lo compraba, también porque el más bajo tenía un buen sentido de la moda.
Pero, jodida santa mierda, no se esperaba eso.
HyunJin levantó la vista de golpe, separándola del enterito que decía en letras doradas 'Cásate con mi papá', observando a Felix al borde de las lágrimas.
Su humano sostenía una pequeña cajita roja aterciopelada, arrodillado frente a él, con sus ojos obsidiana rojizos y cristalinos, las mejillas sonrojadas y adornadas con esa constelación que HyunJin amaba adorar, con una bellísima e ilusionada sonrisa en su encantador rostro.
"Por favor, acepta a este inútil humano como tu esposo."
En verdad, HyunJin no esperó jamás que este nivel de alegría fuese posibilidad en su vida, que formaría una familia con un hombre de hermoso corazón y que amaría tanto a alguien, mucho menos que ese alguien reciprocaría sus sentimientos con la misma intensidad.
Es decir ¿Qué clase de humano le pediría matrimonio a un híbrido que no tenía nada para ofrecerle? ¿Que apenas a sus 23 años había conseguido un trabajo digno? ¿Que cuando estaba en su insoportable y energética fase animal no lo rechazaba o alejaba? ¿Que, al verle, parecía estar viendo un sueño eterno?
Él sólo conocía a Lee Felix y, sinceramente, no quería conocer a ningún otro.
"Por supuesto que sí, Lixie."
HyunJin estiró su mano, viendo con la vista abnegada en lágrimas como una sortija de oro sencilla —justo como a él le gustaban las cosas— rodeaba su dedo anular.
El pelinegro se quedó de rodillas, todavía anonadado de que el amor de su vida hubiera aceptado su propuesta, porque temió que HyunJin lo rechazara —miedo claramente infundado— o que surgieran dudas, o lo que sea. Arrastró sus rodillas hasta estar pegado a HyunJin, justo a la altura de su barriga, metió la cabeza por debajo del polerón celeste que el rubio vestía y comenzó a besar la tersa piel de la zona, incluyendo las pequeñas líneas rosadas que demostraban el crecimiento de su hija.
Cuando HyunJin supo que estaba embarazado, estuvo absolutamente aterrado. Joder, incluso había preparado y dejado lista una mochila porque estaba más que seguro que sería echado a patadas. Un híbrido embarazado era lo último en lo que las personas querrían encargarse y algo que sólo lo deseaban los híbridos social y económicamente altos. Pero ya había planeado que con los pocos ahorros que él reunió, sin importarle que su alma se desgarraría al dejar a Felix, si este no quería a su bebé, se iría. Sin embargo, antes de actuar, primero hizo las cosas con lógica.
El día que HyunJin le confesó a Felix sobre el embarazo, en parte emocionado, en parte con el corazón en la boca por el miedo, se la pasaron entre lágrimas, moqueos y enormes sonrisas. El humano no pudo decir una sola palabra completa como en dos horas sin que su voz se quebrara una vez más en llanto, enterrando una vez más la cara en su vientre, en ese entonces, plano. Fue más que claro que tuvo que sacar las cosas de la maleta —Felix lloró otra vez cuando le dijo que pensó en marcharse para no causarle inconveniencias y no lo soltó en los siguientes tres días, repitiéndole que lo amaba mucho y que gran parte de su felicidad era gracias a él—.
El rubio podía ver la figura de la cabeza de Lixie pegada a su vientre por debajo de la camiseta, podía escucharlo decir tontadas contra su panza y a la bebé moverse; podía sentir la calidez y el amor rodearlo, el infinito cariño de Felix.
"Gracias, Lix."
Escuchó el sollozo, sacando la cabeza de su escondite y miró hacia arriba para encontrarse al híbrido llorando —ambos lloraban mucho, ya lo sabía—. En un 'oh, cariño' y una sonrisa cargada de afecto, besó el dedo que llevaba el anillo y se levantó sin quitar una de sus manos de la barriga del híbrido. Sujetó con ternura la mejilla de su ahora prometido, rozando con la punta de su dedo índice la oreja peludita del menor. Sus miradas no se apartaron, no tenían la capacidad para algo así, Felix adorando los iris brillantes y HyunJin amando la profundidad en el negro de los ojos del otro.
"Gracias a ti por convertir mi vida en algo hermoso." En ese instante, una patadita golpeó su mano con suavidad; era como si su bebé estuviera dándoles una señal. Felix colapsó de ternura y HyunJin rio entre dientes, abrumado por tantas emociones agradables. "Gracias a ti también, corazón. Que estés aquí con nosotros es maravilloso, te amamos mucho, mucho."
HyunJin apoyó la cabeza en el hombro del pelinegro, suspirando y sorbiendo su nariz, hundiéndose aún más en el cuello de este. Movía su cola de un lado para otro, Felix sabía que eso significaba que estaba molesto o estresado.
"¿Qué pasa, Jinnie?" Preguntó el humano, volviendo a dejar otro beso cerca de la oreja del rubio.
"¿Pedimos comida para cenar? No quiero cocinar, estuve toda la tarde acomodando la ropa de la bebé y estoy cansado."
Una risilla nasal se escapó, enternecido por lo adorable que era el híbrido cuando mostraba este lado suyo. Nunca le pedía nada, así que al instante accedió.
El pelinegro observó la habitación que sería de su hija y quiso llorar otra vez. Allí vería crecer a su hija junto a HyunJin.
Felix nunca pensó en el futuro, nunca vio más allá del último paso que daba porque su mentalidad nublada de pura oscuridad no se lo permitía, pero no podría haber imaginado en algo mejor que esto. Bueno, tal vez sí, algo que incluía a otro bebito más; quizás en algunos años podrían plantear esa posibilidad.
Se dieron otro beso más y se dirigieron a la sala de estar, donde se acurrucaron en el sillón. Felix le dio merecidos y relajantes masajes en la espalda a HyunJin para aliviar su tensión, recibiendo como recompensa tarareos de puro gusto mientras lo escuchaba hablar sobre su día en la escuela de arte sobre sus estudiantes que le hacían dibujos de la bebé y ellos dos.
Felix era infinita e indescriptiblemente feliz.

BeluxFly Wed 31 May 2023 05:26AM UTC
Comment Actions