Chapter 1: Alphard Black
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Harry caminaba por Grimmauld Place escuchando la radio desde el salón donde se encontraban Hermione y Ron atentos a quienes habían sido atrapados.
"¿Pueden quitar eso, por favor? No me deja pensar el oír a nuestros compañeros de Hogwarts ser atrapados." Dice Harry asomándose por el salón ganándose sólo que Ron apagara el radio.
Suspiró mientras se alejaba de nuevo hasta uno de los pasillos donde se encontraba un tocadiscos. Había un cajón al lado donde al abrirlo encontró viejos discos. Sonrió pensando que Sirius llegó a bailar o cantarlos en sus años de Hogwarts con sus amigos. Con su padre, con Remus. Y aunque le desagradaba la idea, con Pettigrew también.
Notó que había un disco de The Runaways que tenía una cinta pegada y encima con marcador escrito decía «James Potter y Sirius Black».Harry sonrió mientras sacaba el disco y lo ponía en el tocadiscos.
Por un momento se arrepintió mientra Cherry Bomb sonaba, dejó la canción seguir un momento y soltó una fuerte carcajada al escuchar la letra. La dejó seguir y conjuró algunos discos más para que se colocaron por sí mismos, un hechizo muy efectivo que Seamus le enseñó.
Se alejó y entró a la habitación que tanto había estado evitando. Donde se encontraba el árbol genealógico de la familia Black.
Apretó los labios al escuchar algunos gemidos venir de la canción, soltó una baja risa imaginando la cara del vergonzoso Ron desde la sala de estar.
Pudo ver todo igual, nada cambió, los mismos nombres y rostros quemados. Las yemas de sus dedos se pasaron por el papel tapiz de las paredes, se sentía viejo y arrugado bajo sus dedos. Inhaló con pesadez mientras caminaba recorriendo el papel con sus ojos cerrados.
Casi podía saborear la magia oscura que inundaba el lugar.
La canción cambió, ahora sonaba You Drive Me Wild y abrió los ojos al sentir que tocaba algo hundido, aún estaba caliente al tacto y podía sentirse una fuerte magia en ella.
Era donde antes estaba Sirius.
Apretó los labios en una fina línea.
Aún recordaba los ojos grises de Sirius inundados de tristeza disfrazada la primera vez que le enseñó el lugar y habló de cómo su madre lo había tachado por traidor.
Suspiró bajo volviendo a recorrer el lugar con sus dedos y ojos bien abiertos. Reconoció algunos nombres como el de Narcissa Black y Draco. También Bellatrix Lestrange y otros nombres eran raros. Había uno que su rostro estaba cubierto por una calavera: Regulus, decía el papel. Frunció el ceño ante el nombre ahora conocido.
Otro nombre y rostro quemado llamó su atención.
Alphard.
No decía nada más, ni fechas, ni apellido, nada.
Sólo Alphard.
Era como si incluso los Black se asquearan de tener su apellido junto a dicho nombre, como si fuera indigno ¿por qué? ¿Qué les habría hecho a su propia familia para ser despreciado así? Una fuerte melancolía y un nudo en el estómago se hizo presente, tan duro que le hizo sentir cosquilleo en la garganta como si fuera a vomitar.
Entrecerró los ojos curioso viendo fijamente el nombre antes de notar que estuvo mucho tiempo viéndolo.
La música había parado de tocar y todo estaba en silencio. Sacudió la cabeza y abandonó la habitación yendo con sus amigos.
"¿Te sientes mejor?" Preguntó Hermione viéndolo desde el sofá recostada con las piernas cruzadas por los tobillos y una manta andrajosa en su regazo.
"Claro, ¿por qué me sentiría mal?" Dijo en tono curioso mientras tomaba un sandwich que vió en un plato frente a Hermione. No había notado que tenía demasiada hambre hasta que devoró completo el sandwich.
"Te encerraste en esa habitación por días."
Harry masticó más lento hasta que paró y alzó la mirada hacia la chica que lucía preocupada.
Habían pasado sólo unos... minutos. Estaba seguro.
"Necesitaba pensar en todo esto." Fue lo único que dijo.
"Ron y yo hemos estado viendo la biblioteca Black. Kreacher no nos dejó entrar pero... cuando le recalcamos que Ron lleva el apellido en la sangre nos insultó y abrió la puerta. El cuadro de esa mujer no paraba de gritar." Harry sonrió un poco al imaginar la escena. Ni siquiera tradiciones de cientos de años iban a alejar a Hermione de una biblioteca.
Hermione le devolvió la sonrisa y continuó hablando: "La mayoría eran libros tan viejos que temía tomarlos y que se hicieran polvo, así que no los toqué. Pero encontramos varias cosas que podríamos usar para ya sabes... planes alternativos para salvar a todos."
Harry se sentó a su lado más curioso.
"¿Y son?"
Hermione hizo una mueca y se puso de pie yendo hacia sus bolsos donde encontró una pila de libros a su lado. Entrecerró los ojos pensando que Kreacher estaría furioso si Hermione siquiera pensaba en robarlos.
"«Viajes en el espacio y tiempo, por Lennox Black»." Redactó el título de un viejo y gordo tomo, se veía desgastado pero por alguna razón no olía a libro viejo Recuerda leer la etiqueta en el papel tapiz, pero estaba quemada en el rostro del dichoso Lennox. "Lo leí completo y al parecer Lennox fue un mago que estudió la ciencia y leyes físicas muggles y la combinó con lo que conocía de la magia. En el capítulo '145' redacta que es posible viajar de un punto a otro con todos los conocimientos que el libro da, pero..."
"¿Pero...?"
"Pero es arriesgado ya que corres el peligro de quedar atrapado lo cual aseguraría que nunca nacieras y sólo... desaparecieras. O que con hablar con una persona cambiaras todo y con eso posiblemente tu existencia. "
Harry asintió con el ceño fruncido. Llegó a leer algo parecido en un cómic de su primo.
"Pero Harry, es posible, y aquí tenemos los medios para un plan de respaldo." Señaló Hermione mientras tocaba la portada del libro. "Ya he comenzado, en realidad."
Suspiró viendo a Hermione y se quitó las gafas para frotarse el rostro. Era demasiado, demasiada información, demasiado...
"Tenemos que destruir los Horrocruxes, Hermione. Esa es la única salida."
"¡Lo sé! ¿Pero y si fuéramos a donde quien tú sabes no los ha creado y lo mataramos? O si es muy arriesgada la brecha de años podríamos ir a donde aún tiene unos pocos y acabamos con él."
"Hermione es muy arriesgado. Tú misma nos advertiste de que cosas muy malas les ha pasado a los magos que se meten con el tiempo."
"¡Pero eso es con un giratiempos modificado sin nada de ciencia! Esto es la clave, Harry. Podríamos impedir todo el dolor, las muertes. Tal vez salvar a tus padres."
Harry tragó duro y miró al suelo fijamente. Sabía que era arriesgado pero si Hermione lo sugería como plan de respaldo significaba que estaba desesperada.
Todos estaban desesperados.
Pero la guerra fue lo que impulsó a los Weasley a seguir teniendo hijos, lo que aseguró que Ron, los gemelos y... Ginny nacieran, incluso él mismo. Tal vez Hermione no se vería afectada por sus padres completamente muggles pero ellos...
"¿Qué sucede? Escuché gritos." Habló Ron entrando a la habitación.
"¿Dónde estabas?" Le preguntó Harry poniéndose de pie.
"Eso debería decirte yo a ti. Estuviste encerrado por casi una semana."
Harry le dió una rápida mirada a Hermione quien se encogió en su lugar desviando la mirada.
"Necesitaba pensar, fue un fracaso. Todo es confuso, Ron. Sabía que en algún momento necesitaría enfrentarlo pero... no con ustedes, me da miedo estarlos poniendo en riesgo."
"Harry, estamos aquí porque queremos, nunca te dejaríamos solo. ¿Recuerdas? Lo prometimos luego de enfrentar ese troll en nuestro primer año." Recalcó Ron tocándole el hombro en señal de apoyo.
Harry asintió cansado y desvió la vista.
"Ya sabemos quien tiene el relicario, sólo debemos buscarlo."
"Pero no sabemos como destruirlo." Señaló Hermione poniéndose de pie. "El plan secundario ya casi está listo, Ron y yo hemos estado saliendo para buscar lo que necesitamos aunque la mayoría de ingredientes ya se encontraban aquí." Ron lo sabía, Ron sabía lo que podía implicar y aún así...
"Hermione..."
"Harry, ambas opciones son arriesgadas y lo sabes."
Cerró los ojos de nuevo y se cubrió el rostro.
"Al menos robemos el relicario. Terminemos lo que empezó Regulus... por Sirius."
Sus dos amigos guardaron silencio y finalmente asintieron.
El plan por sí solo era arriesgado, suicida. Ver lo que le hacían a los nacidos de muggles e incluso mestizos le heló la sangre y le hizo sentir pena, volteaba a ver a Hermione de reojo mientras estaban en el pequeño juicio, podía verla igual de asustada y agitada.
Para cuando escaparon y Ron resultó herido, se sintió mal al lamentar más el ya no estar en Grimmauld Place.
Pero poco podía hacer.
Al menos habría querido guardar los discos.
Había perdido la noción del tiempo viajando solo, al lado de Hermione, a veces extrañaba a Ron pero no podía hacer nada.
Todo estaba jodido por su culpa, por insistir en buscar el relicario.
"Harry, está listo."
"¿Qué está listo?" Preguntó sin abrir los ojos, recostado aún en la cama improvisada.
"El nuevo giratiempos."
Harry abrió de golpe los ojos poniéndose pie y caminando hacia Hermione quien sostenía un giratiempos algo más grande y lleno de un líquido raro que brillaba, como una lámpara de lava.
"¿Cómo...?"
"Fue difícil en realidad, no conocía la mitad de las leyes físicas muggles aún porque en Hogwarts no las enseñan, pero mientras tú o Ron dormían usaba mi giratiempos para asistir a clases muggles. Fue sencillo eso, los confundía para que no supieran que no era una estudiante. Siempre quise asistir a Harvard y en realidad sus clases son..." se calla, al ver que divagaba.
"Increíble... Hermione eres la mejor" Dijo Harry en un susurro, sonriendo. Porque claro que Hermione encontraría tiempo para ir a una escuela muggle en medio de la guerra. La chica sonrió apenada y se puso seria de golpe.
Frunció el ceño ante la repentina reacción de Hermione.
"Sólo hay suficiente líquido para una ida, sólo para una persona. Y no hay más para regresar."
"Entonces haz más."
"No hay tiempo para hacer más."
"Hermione yo no..."
"Harry." Dijo ella con voz firme. "Puedes hacer esto. Sabes que sólo tú puedes derrotarlo e impedir que ascienda. Detén todo, detén cualquier cosa que sepamos que hará."
"Hermione no puedo." Dijo agitado viendo a la chica. "No puedo hacer esto solo, no puedo quedarme atrapado. No volveré a verte a ti, a Ron, a los Wealsey... a nadie, Hermione. Estaré solo, estaré solo, no puedo..."
"Me aseguré de tener todo calculado, Harry. Sólo da tres vueltas y no respires o tus pulmones van a colapsar. Por favor Harry." Insiste ella.
Harry respiró de forma agitada y siguió negando.
"¡Aún podemos destruirlos! ¡Debemos seguir el plan!"
"¡El plan de Dumbledore es una mierda, Harry! ¡No te dijo como destruirlos, no te dijo nada, te mandó a suicidarte sin más!"
Harry jadeó al oírla decir eso. Algo que siempre pensó pero nunca se atrevió a aceptar. Baja la mirada tragando duro.
Pero Hermione se veía desesperada por la opción del giratiempos, como si fuera la única opción. Pero Harry no quiso preguntar sus razones, sentía que eso sería peor.
Alza la mirada y se acerca a ella, con mano temblorosa tomó la mejilla de Hermione quien dejó escapar una lágrima ante el toque como si su postura se hubiera roto al instante. La abrazó sabiendo que sería la última vez que se vieran como amigos. Si todo salía bien él sería un anciano para cuando Hermione naciera, aunque la vida de un mago era más larga, sería igual de viejo que Dumbledore para cuando Hermione fuera a Hogwarts.
Soltó un sollozo mientras se aferraba de la chica con fuerza, podía sentir su camisa mojada de lágrimas en la parte de su hombro.
"Todo saldrá bien." Repitió ella, parecía que se lo decía a sí misma.
"Lo sé, tus planes nunca han fallado, Mione."
Ambos se separaron y se sonrieron, Harry aún tembloroso llevó una mano hacia el giratiempos y lo apretó un poco.
"No nos volveremos a ver." Dijo Harry en un murmullo. Hermione asintió."
"Serás probablemente un anciano para cuando yo nazca."
Dijo ella. Harry sonrió al ver que habían pensado lo mismo.
"¿Puedo recordarte todo? ¿Contártelo?"
Hermione no dijo nada por unos segundos.
"Me volvería loca lo más probable, pero hazlo. Podrías mostrarme el recuerdo si esto no te borra la memoria."
"¿Qué?"
"Sólo es una suposición." Desvía la mirada.
Harry tragó saliva y asintió. "Te amo, Mione." Susurra Harry y ella sonríe, sonríe tan dulcemente que a Harry se le encoge el corazón.
"También te amo, Harry."
Finalmente se alejó de la chica y le dió tres vueltas al giratiempos, tomó una gran bocanada de aire y aguantó la respiración.
Lo último que vió fue una sonrisa triste de su mejor amiga.
Lo siguiente fue una abrumadora oscuridad que se sentía como aparecerse, todo estaba deformado y sentía que se estiraba hasta un punto doloroso pero se contuvo de abrir la boca siquiera para gritar del dolor.
A pesar de no ver nada sentía que todo daba vueltas y pequeños rayos de luz blanca pasaban por sus ojos iluminando todo hasta que fue completamente blanco hasta un punto cegador pero cada que cerraba los ojos la luz seguía ahí.
Tuvo que parpadear varias veces para poder acostumbrar a sus ojos a la luz brillante.
Todo fue tomando forma hasta que notó que estaba acostado en una cómoda cama. Volteó a un lado cansado y adolorido y pudo ver las paredes de color verde con muchos detalles plateados que daban luz al lugar. Volteó al otro lado y notó un armario alto, al lado de la cama una mesa de noche donde estaba un cuadro con una foto en movimiento que no podía distinguir. Ahí mismo estaba una varita muy diferente a la suya propia.
Lentamente se sentó y por fin respiró, ahora sabía porqué estaba tan mareado.
Por unos minutos se dedicó a ver a su alrededor sintiendo algo de vértigo. La habitación era muy grande y había un gran ventanal que dejaba entrar luz natural. Podía ver desde ahí un hermoso jardín.
Su mano fue hasta su pecho encontrando el collar del giratiempos que ardía pero no le quemaba. Frunció el ceño quitándoselo y al verlo en su mano notó que esta era diferente: Más grande, algunas venas resaltadas y su piel era casi enfermizamente pálida. Se vió ambas manos y ya no estaba esa horrible cicatriz de la pluma de sangre, tampoco las cicatrices ni sus dedos ligeramente torcidos por los golpes que sus tíos le daban en las manos cada que hacía algo mal, huesos rotos que sanaron mal.
Instintivamente tocó su rostro y contuvo el aliento al notar que se sentía totalmente diferente.
Inspeccionó sus brazos, su ropa, todo era diferente.
Ahora entendía el vértigo, era más alto.
A tientas tomó la varita sintiéndola tan suya que jadeó. Se sentía poderosa, más atrayente, su núcleo vibraba en sintonía con el de la varita. Cierra los ojos inhalando con fuerza dejándose bañar por la sensación, era como sostener su antigua varita, todo se sentía correcto, la conexión, la sensación de la madera en sus dedos.
Lentamente se puso de pie y transfiguró un aterrador cráneo sobre la chimenea en un espejo.
Tragó saliva.
Era todo un Black.
Sus ojos eran grises como los de Sirius y su aspecto era algo joven pero no tanto como para verse de diecisiete. Su corte de cabello era extraño pues no tenía forma justo ahora, sólo era cabello revuelto y mechones caídos.
Se relamió los labios curioso por este aspecto y antes de poder pensar más alguien entró por la puerta.
Una mujer hermosa aunque algo mayor lo veía desde la puerta. Y oh joder que la reconocía.
"Estás despierto. Por un momento creí que habías muerto."
Su tono era duro pero notaba preocupación. Vestía un hermoso vestido de cuello alto color negro con pequeños destellos de brillo que apostaría eran gemas. También tenía un gran bulto en el estómago.
"Estoy mareado y desorientado." Dijo Harry, su tono un poco más maduro y grave, era extraño oírse así de diferente.
"Estuviste inconsciente tres días, Alphard." Harry tragó saliva al oír el nombre.
¿El mismo Alphard que vió quemado en el papel tapiz?
La mujer entrecerró los ojos.
"Solicitaré que venga un medibrujo, te ves más que desorientado."
"No hace falta. ¿Tres días, dijiste? ¿Qué fecha es hoy?" Preguntó bastante causal mientras se acercaba a la ventana la abría dejando ver un balcón que daba hacia el hermoso jardín.
"Treinta y uno de octubre." Contestó en tono aburrido saliendo de la habitación.
Harry frunció el ceño. ¿Walburga estaba embarazada de Sirius o de Regulus? Un simple día de la semana no le decía el año en el que estaba. Pero no era simple.
Era el aniversario de la muerte de sus padres, le relajó saber que eso aún no ocurría. Sus padres aún no nacían o eran niños, estaban a salvo, estarían a salvo.
Justo como un milagro presente, una gran lechuza de color negro con ojos amarillos entró por la ventana abierta una carta y un paquete enrollado en su pata.
Temeroso y como si fuera normal lanzó un hechizo para revelar maldiciones, se sorprendió por su propio acto ya que no conocía nada igual. Claro, ahora era Alphard.
Tomó la carta y liberó a la lechuza del paquete quien se mantuvo quieta viéndolo fijamente. El paquete apenas lo dejó sobre su escritorio se hizo grande. Miró un momento a la lechuza y después bajó sus ojos hasta la carta.
Se le heló la sangre.
Alphard Nigellus Black, Black Manor, Francia.
De Lord Voldemort.
"Querido Alphard Black.
Espero me disculpe por no asistir a su fiesta de cumpleaños número veintiuno, como sabrá, soy un hombre ocupado. Pero espero que este juego de pociones le sea de utilidad, tómelo como un regalo. Recorrí toda Albania buscándolo.
También, aunque me decepciona su postura neutral, quisiera que asistiera a mi siguiente reunión la cual se llevará acabo en la mansión Malfoy el día 1 de Noviembre. Junto al juego de pociones viene un traslador que se activará a las ocho con nueve de la noche y lo llevará al lugar. Espero contar con su presencia.Y tengo la esperanza de que mi lechuza no tarde tanto en llegar. Envié una carta de vuelta con su respuesta. Si aún llega el 31 de Octubre, felices fiestas de Samhain.
Siempre suyo,
Lord Voldemort."
Harry contuvo la respiración hasta sentirse mareado. Finalmente respiró agitado con su mano temblando y cerró los ojos.
Piensa que haría Hermione.
Sentándose en el escritorio con la lechuza siguiéndole los pasos. Sacó un rollo de pergamino y una pluma.
"Querido Lord Voldemort.
No se preocupe por su inasistencia, lo comprendo perfectamente.
Y agradezco totalmente su regalo ya que se que me encantará, aún no lo he abierto como sabe ya que me he dispuesto a responderle tan pronto como leí la carta.
Con gusto estaré ahí presente y su lechuza llegó a tiempo. Hoy es 31 de octubre. Felices fiestas igualmente, Lord.Siempre suyo,
Alphard Black."
Con manos aún temblorosas le entregó la carta a la lechuza pero esta no se fue, se quedó quieta.
"¿Quieres comida, pequeña?" La lechuza movió sus alas y se fue.
Harry sonrió confundido ladeando un poco la cabeza viéndola irse y se sentó en la cama frotándose el rostro.
Todo era una mierda.
¿Se supone que debía vivir ahora así? Creyó que sólo llegaría al pasado siendo él mismo, aunque era comprensible despertar siendo alguien que ya existía en esta época, después de todo no era un giratiempos hecho por un mago ignorante de la física o ciencia misma, eso dijo Hermione.
Tenía que tranquilizarse y hacer lo que debía.
Y debía hacer un plan.
Sentándose en la cómoda cama de sábanas verdes oliva cerró los ojos intentando despejar la mente. Las lecciones de Snape fueron una mierda, pero estar en el cuerpo de Alphard fue una ventaja en todo sentido.
Podía matarlo ahora mismo, sólo rastrear la siguiente carta y matarlo. Pero ese no era un buen plan, sencillo, pero no bueno si quería estar lejos de dementores. Tendría que acercarse a él, ganarse su favor pero no verse desesperado por estar a su lado. Snape hizo eso, él también podría.
No poseía la cicatriz así que supuso que el vínculo estaba roto ya y no sería fácil obtener respuestas mediante este.
Sería fácil, siempre fue un buen actor.
Harry acomodaba su traje costoso, estaba bastante nervioso ya que habían pasado dos cosas.
Hoy era la reunión de Voldemort.
Y Walburga hoy había dado a luz, o seguía dando a luz.
Estuvo por la mañana presente cuando en el desayuno su fuente se rompió y fue llevaba a San Mungo por Orion y minutos después le siguieron Cygnus, Druella y sus hijas quienes habían venido de visita la noche anterior para finalizar el ritual de Samhain tradicional de los Black. Del cual, realmente no quiso asistir y se encerró en su habitación cayendo en una crisis existencial hasta que el sol salió.
Druella había sido dulce, era la persona más amable y linda que había visto, al parecer era su mejor amiga y agradecía tener a alguien aquí. Andromeda era igual que su madre, algo dura y lo curioso es que parecía que ella y Alphard se llevaban mal, por instinto había sido bastante duro con ella. Con Bellatrix al parecer era ella quien lo odiaba por su neutralidad —no le sorprendía la actitud de la niña— pero Narcissa parecía ser con quien mejor se llevaba, fue su instinto quien la había cargado en el aire y besado sus mejillas.
Había sido una agradable mañana, estaba demasiado ansioso por el nacimiento de Sirius y se había notado cuando bajó a almorzar con su chaleco al revés y sin zapatos.
Había sido regañado por su padre y Kreacher quien parecía más joven.
Faltaban unos minutos para la reunión con Voldemort y se hizo repetir como un mantra demasiadas veces de las que recordaba que hacía esto por sus amigos, por sus padres.
Ayer había logrado comprar un tocadiscos muggle e instalarlo en su habitación de la mansión, lo genial de ser un adulto era que realmente nadie entraba a su habitación y tenía hechizos de privacidad.
Aunque mientras más tiempo pasaba en este cuerpo más recordaba. Habían cosas interesantes como que era el único viviendo en la mansión junto a sus padres, tanto Cygnus como Walburga quienes eran sus hermanos —lamentable Walburga, para su pesar— ya vivían fuera. Además era soltero y sin hijos, así que no se sentiría mal haciéndole daño a los sentimientos de alguien.
También como que Alphard era un apasionado pocionista que había encontrado una cura para que la viruela de dragón no fuera mortal y había sumado una enorme fortuna a su temprana edad. Incluso se había graduado con las mejores calificaciones aunque no tan halagadoras para ser recordado.
Con un suspiro arregló su túnica negra con detalles grisáceos brillantes que le daban un toque elegante. La túnica por dentro lucía una tela verde esmeralda hermoso. Su camisa blanca de debajo era algo rara por la parte del cuello pero hacía lucir todo bien. Había comprendido también que los magos no solían usar pantalones en esta época así que no tenía ninguno y con un fuerte sonrojo abrochó lo suficiente su túnica para no dejar nada a la vista. Mañana mismo iría a Londres a comprar cuantos pantalones pudiera.
Había un pequeño tocador extraño donde habían algunas cosas como un tarro con polvo blanco y algo parecido a un labial.
Sabía como usarlos, claro, eran de Alphard, pero le extrañaba esto.
Se colocó el polvo en algunas zonas del rostro que parecía ser transparente, sólo le quitaba el brillo innecesario a la piel. El labial sólo le dió un suave color vivo a sus labios y eliminó la resequedad en un instante.
Alejándose del tocador tocó el traslador en forma de una calavera de vidrio bastante linda mientras veía la hora en su reloj de bolsillo.
Unos segundos.
Tragó duro cerrando los ojos esperando no hacer el ridículo y cayendo como su primera vez usando un traslador para la copa de Quidditch. Para su sorpresa, no se sintió terrible como aquella vez, y era obvio ahora, tenía la experiencia de Alphard. Se maldijo en voz baja por idiota.
Inmediatamente tocó el suelo con elegancia y miró a su alrededor notando que era la entrada a una mansión bastante linda y bien cuidada. Un hombre abrió la puerta y casi cae hacia atrás al verlo.
Era Voldemort.
Se veía jodidamente humano y joven.
Llevaba una túnica negra más estilo muggle abierta dejando a la vista su traje formal ceñido color negro con una camisa vino. Llevaba claro que pantalones de vestir y unos zapatos brillantes que lucían jodidamente caros. Tenía cabello color chocolate y lucía unos rizos que algunos caían de forma que parecía arreglada por su frente. Era idéntico a lo que recordaba del Tom Riddle de quince años pero más adulto, más aristócrata y con menos locura en sus ojos.
Sus ojos.
Esos malditos ojos eran de un fuerte color rojizo carmesí.
Sonrió de inmediato con cortesía haciendo una pequeña y sutil reverencia con la cabeza. Voldemort la devolvió sólo que algo más pronunciada.
Se hizo a un lado y Harry pasó al lugar. Todo era hermoso y elegante, habían varias luces que emitían luz natural y no color naranja o blanca, sólo era como si fuese de día dentro de la mansión.
Las paredes eran de verde oliva bastante lindo que parecía contener trazos más claros formando patrones elegantes que hacían juego con los muebles cafés que parecían nuevos. A mitad de la pared había un acabado de madera del mismo color de los muebles que la hacían ver más viva. Los grandes ventanales cubiertos por cortinas delgadas color beige hacían un contraste agradable a la vista.
Habían pocos cuadros y ninguno era mágico, ninguno se movía.
¿Ese cuadro de ahí era una copia de la Mona Lisa?
"Venga conmigo, joven Black. Lo llevaré al salón principal donde se situará nuestra reunión."
Joder.
Su voz era un poco más grave que la del recuerdo del diario en su segundo año. Le dieron tantas náuseas que su manzana de Adán se movió de arriba hacia abajo.
Sin reprochar lo siguió a través de la mansión hasta que llegaron a una puerta que era rodeada por dos columnas de madera con un grabado lindo. Al entrar fue recibido por una habitación grande con una mesa en medio y más de diez sillas fácilmente, tal vez unas quince. Sólo había un asiento al final a la cabeza de la mesa y era algo similar a un trono con tela color verde y lo demás parecía ser plata u oro pintado.
"Realmente es exquisita la decoración de su hogar, señor." Harry pronunció más normal de lo que creyó, pudo ver una sonrisa cortés en los labios de Voldemort.
"Me alegra que la encuentre así, joven Black. Trasfiguré su traslador un poco más temprano ya que mis demás invitados conocen la llegada por su cuenta y no quería que mi invitado de honor fuera el último en llegar. Tome asiento."
Harry sólo asintió viendo las sillas. ¿Debía sentarse al último?
Con pasos decididos caminó hasta la última silla de la fila del lado izquierdo. Antes de sentarse escuchó una sutil risa de Voldemort.
"No sea modesto, joven Black. Yo lo invité así que lo menos es que se siente a mi lado."
La mano de Voldemort señaló abiertamente el asiento a su derecha y Harry Inhalando profundo caminó hasta este tomando asiento.
Era una silla cómoda.
"De nuevo, le agradezco su invitación, señor."
Antes de que Voldemort dijera algo más, las puertas se abrieron dejando ver a varias personas con túnicas y vestidos elegantes que se tensaron al ver a alguien fuera de lugar ahí.
Más de una persona vió a Voldemort.
"No teman por sus identidades, mis amigos. El joven Black sin duda no dirá nada ni usará eso a su favor." Dijo con tanta confianza como si hubieran hecho un juramento o algo. "Por favor tomen asiento."
Uno por uno se fue sentando, la persona al lado de Harry lo veía con cierto recelo. Harry supuso que esta había sido su silla.
"Primero que nada, me gustaría aclararles que invité personalmente al joven Black a esta nuestra velada." Dijo sonriente mientras cruzaba las piernas.
Harry siguió escuchando atentamente sus palabras, cada punto de conversación y la forma en que halagaba a sólo ciertas personas.
Pudo ver dos asientos libres.
Voldemort pareció notarlo.
"Esos asientos pertenecen a Walburga y Orion, que como ya sabes, no pueden asistir." Voldemort habló casi en un siseo tranquilo, sereno. Era tan extraño.
Harry asintió y dirigió la mirada a quien podía reconocer gracias a Alphard como Abraxas Malfoy, el joven a su lado.
Hablaba sobre algunas leyes que estaba implementando e ideas de como Voldemort podría contribuir en ellas con lo que llamó "nuestra lucha". No entendía la mayor parte pero estaba seguro de que Voldemort quería que entendiese y tomara una decisión.
Harry sabía que estaban ocultando información, que no hablaban del todo y parecían detenerse en medio de una oración como si estuviesen contando un secreto de vida o muerte. Todo porque él estaba aquí.
Ahora comprendía que Voldemort esperaba algo de él, algo de Alphard. Si no, no le estaría confiando algo de esta magnitud como las identidades de sus mortifagos que sin mal no recordaba, habían sido un secreto siempre de cara al público.
Sabía que el orgullo que sentía a estas acciones venía de Alphard, no de él. Aún era confuso, como si dos personas vivieran en el mismo cuerpo.
La reunión fue bastante política y Voldemort hablaba como un político. Era fascinante ver cómo tenía encantados a todos con sólo sus palabras. Cuando la reunión finalizó despidió a todos menos a él.
"Y dígame, joven Black." Comenzó Voldemort volteando a verlo. "¿Qué tal le pareció la reunión del día de hoy?"
Harry alzó la mirada y le dió una sonrisa.
"Fue agradable, aunque no esperaba que asistieran tantas personas importantes. No me malinterprete, simplemente no sabía que sus ideales y los de su causa eran algo que estás personas apoyaran, siempre lucieron como simples pura sangres que querían dinero. Pero me sorprendió la forma en la que estaban asustados de que viera sus rostros."
Voldemort soltó una baja risa educada y asintió.
"Comprendo su punto, joven Black. Y lo otro se debe a que somos aún una..." Hizo una pausa algo dramática como si buscara una palabra. "... causa clandestina. Sus identidades son anónimas para los demás que apoyan mi causa, pero entre este pequeño círculo no, así que verlo les causó ¿Cómo dijo? Miedo."
Harry asintió tragando duro y poniéndose de pie seguido por Voldemort.
"Agradezco la invitación, señor. Pero en verdad si esperaba que esta visión de sus reuniones me pusiera completamente de un lado, temo decir que lo decepcionaré. Me conservo neutral ante todo esto aún."
La sonrisa de Voldemort vacila dejando a la vista una mueca que es rápidamente cambiada por la misma sonrisa de antes. Si Harry no fuera bueno viendo cosas moverse o cambiar muy rápido, lo habría pasado desapercibido.
"No se preocupe por la identidad de sus amigos." Continuó Harry. "Guardaré silencio al respecto, no planeo usar esto para nada. La familia Black siempre es discreta."
"Me alegro de que así sea, joven Black. Venga, lo acompañaré hasta el punto de aparición. Por favor permítame llevarlo hasta su hogar, he estado en la mansión Black antes."
Sin dejarlo decir nada, la mano de Voldemort se posó en su espalda baja guiándolo hasta fuera de la mansión. La respiración de Harry se volvió errática al sentir el peso cálido de la mano sobre su piel.
Pero para su sorpresa no se tensó, más bien, se mantuvo con su aura cortés y amable hasta que estuvieron en lo que supuso el final de las barreras de la mansión y Voldemort los apareció fuera de la mansión Black.
Sólo con la vista algo mareada se volvió hacia Voldemort. Estuvo tentado a fruncir el ceño al notar que aún le sacaba una cabeza. Su altura era sin duda anormal.
Y eso que este Alphard era demasiado alto.
Con lentitud se separó.
"Muchas gracias por-" Fue abruptamente interrumpido por una estrepitosa voz.
"¡Tío Ali!"
Harry volteó de forma rápida hacia una pequeña niña que corría a sus brazos. Era Narcissa
"Cissy, pequeña. ¿Qué haces afuera? Vas a enfermarte."
La regañó con tono suave mientras la tomaba en brazos.
"¡Mami dijo que podía venir a jugar con Sirius, Sirius está dentro con la tía Walburga!" Chilla ella.
Harry sonrió de anticipación de que Sirius estuviera dentro.
Se volteó hacia Voldemort quien veía hacia la mansión y volteó de inmediato cuando sintió la mirada de Harry.
"Como le decía. Muchas gracias por la invitación, señor, y también por traerme a casa."
"No se preocupe por-"
"¿Es tu novio, tío Ali? ¡Mami dijo que salías con chicos lindos en Hogwarts! Él es un chico lindo." Señaló la niña con tono sabio.
Harry abrió la boca sorprendido por la suposición de la niña y por el hecho de que Alphard haya salido con hombres.
"¿Puedo decirte tío también?" Se apresuró a decir la niña sonriéndole a Voldemort.
Infierno sangriento, la imprudencia de los niños. No la había extrañado nada.
"Claro, pequeña." Respondió Voldemort haciendo que Harry lo viera con más sorpresa. Tragó duro.
La niña sonría alegre y alzó los brazos en dirección a Voldemort.
Harry actuó de inmediato bajándola.
"Cissy, ve con mamá y dile que te abrigue bien o no te dejaré acompañarme a hacer pociones."
Esto pareció aterrar a la niña y corrió hacia la mansión.
Incómodo, se volvió hacia Voldemort.
"Lamento eso, Cissy nunca es tan imprudente como ahora." Carraspeó después de hablar notando la irritación en la mirada de Voldemort, pero parecía tener una expresión totalmente divertida.
Extraño.
"No se preocupe. Y tampoco se preocupe por todo lo demás. Tenga buena velada, joven Black." Tras decir esto desapareció en un crujido de magia que dejó una brisa.
Harry se tambaleó analizando todo lo que había ocurrido esta noche.
Calmando su respiración que comenzaba a agitarse, apretó los puños y fingiendo una cara completamente neutral se encaminó a la mansión y entró.
"¡Tío Ali, ven a ver a Sirius!"
Harry se dejó arrastrar por la pequeña niña hasta el gran salón donde se encontraba Walburga cargando a Sirius envuelto en mantas.
Nunca había visto a Walburga con una expresión tan suave y feliz.
"¿Puedo cargarlo?" Pregunta con en hilo de voz, su garganta de apretaba. Walburga asiente.
Harry tomó en brazos el pequeño cuerpo de Sirius y quiso llorar ahí mismo.
"Espero no sea igual de sentimental que Orion." Dijo Walburga sacándole un jadeo ofendido a Orion.
"¡No lo soy!"
"Claro que lo eres." Comentó Harry divertido. "Cuando íbamos a Hogwarts entraste llorando al dormitorio porque Walburga te llamó debilucho en su primera cita."
La cara de Orion estaba roja de vergüenza mientras se cruzaba de brazos.
Harry se rió de forma descarada de él sin dejar de ver a Sirius. Sus pequeños ojos grises lo veían curioso y bostezaba mostrando sus encías sin dientes. Su pequeña mano se asomaba por la manta y le tocaba la cara a Harry.
"Hola pequeño Sirius. Soy Alphard, tu tío." Le susurró con voz llena de amor. "Voy a cuidar de ti tanto como pueda..." Susurra, porque para él no era una promesa sin fundamentos, había hecho todo esto para salvar a los que amaba, e iba a cuidar a Sirius.
Dejando un beso en su frente se lo entregó a Walburga. Era extraño verla así; viendo a Sirius con ojos de amor y cariño de una madre, tenía una sonrisa grande en el rostro mientras se acercaba a Orion y su primo igualmente le sonreía al bebé.
¿En qué momento había dejado de querer a Sirius? ¿En serio fue por ser seleccionado en Gryffindor? Era tan... triste. Walburga parecía completamente enamorado de esa pequeña bola de balbuceos y bostezos.
Alejando los pensamiento negativos del futuro dirigió la mirada hasta las tres hermanas que veían con curiosidad a Sirius. Bellatrix lo veía como si se tratara de una criatura extraña, Andromeda intentaba alzar la cabeza para verlo divertida porque Sirius le tomaba el dedo. Por otro lado, Narcissa sólo brindaba en el sofá queriendo ver la cara de Sirius y haciendo pucheros cuando Bellatrix la regañaba por brincar.
Harry sonrió, ¿así se sentía tener momentos familiares? ¿de este tipo de cosas se había perdido? Con pesar tragó un nudo en su garganta hasta que Druella llegó acompañada de los padres de Alphard. Le sonrió con amabilidad a su cuñada.
"¿Cómo están Démeter y Lucard, Druella?" Preguntó Harry colocándose a un lado de la mujer.
"Oh ellos están de maravilla. Mi hermano llevó a mi sobrino a Norteamérica de visita con mis padres, casi lamento que posiblemente le estén apretando tanto las mejillas a Lucard." Dijo la mujer riendo. Harry rió de igual forma.
Recordaba la visita a la casa de los padres de Druella. Fue en su verano del quinto año, los hombres no dejaban de pellizcar las mejillas de Harry y alimentarlo diciendo que estaba muy pequeño y delgado.
Frunció el ceño un poco ante tal recuerdo.
A veces era extraño recordar algo que sabes que tú no viviste, pero lo haces ahora. Tener los recuerdos de Alphard y los suyos propios era raro.
Harry se quedó viendo unos segundos más la vista tan entrañable de la familia reunida hasta que la imprudencia de la pequeña Narcissa hizo acto de presencia.
"¡El tío Ali tiene novio, lo trajo de regreso!" Gritó ella con tono alegre mientras se sentaba en el regazo de su madre.
Harry casi se ahoga con su vaso de ginebra.
"¿Tienes pareja, Alphard?" Preguntó su madre viéndolo con confusión. "Creí que aún extrañabas a Nott."
"Madre yo no..."
"¡Si abuela! Era lindo y muy pero muy alto, también tenía ojos rojos y miraba al tío Ali como los príncipes miran a las princesas en los cuentos que me regalaste." Afirmó la niña.
Rápidamente todos vieron a Harry y la aura se puso fría y tensa.
"¿Alphard?" Dijo Walburga lentamente viéndolo con una mirada punzante.
Harry tragó duro y apenas pudo abrir la boca sin saber cómo explicarse. "Es un malentendido esto." Se apresuró a decir.
"Explícate." Pidió su padre.
"Fui invitado a una reunión del Señor Oscuro, lo cual por la descripción tan.. significativa de Narcissa." le dió una mirada rápida a la niña arrastrando las últimas palabras. "Podrán saber. Sólo fue cuestión de política así que no se me fue dada la dirección de cual mansión de las tantas que los Malfoy tienen, sólo un traslador. Supongo que el señor oscuro esperaba de antemano traerme de regreso ya que nunca hizo mención de otro traslador que me trajera a la mansión." De repente su boca estuvo demasiado seca. Le dió otro trago a su bebida. "Y cuando me despedía de él cortésmente, Cissy apareció."
Narcissa seguía sonriendo, Harry suspiró tragando en seco. Continuó: "Entonces... hizo una mención de que alguien le informó que tuve parejas atractivas en mi estadía en Hogwarts..." le dió una mirada desvergonzada a Druella quien se encogió de hombros. "Y... y vociferó que este... señor oscuro era por lógica mi pareja."
"¡Pero él dijo que si!" Reprochó la niña llamando la atención de todos. "Me dejó llamarlo tío ¡Tío Ali miente!"
Harry suspiró relamiéndose de los labios.
"Él estaba siendo amable, Cissy. No iba a enloquecer o algo y gritar que no. Eres una niña, no lo entenderías."
"¿Crees que esto tenga consecuencias?" Preguntó Walburga con un tono extraño. Tal vez pensaba mil y un escenarios sobre como la imprudencia de su sobrina podría acabar con lo que tenían con el nuevo señor oscuro.
"No." Se apresuró a decir Harry, aunque con tono no tan seguro. Realmente no estaba seguro de la conversación en sí.
"Narcissa ya hablamos de tu imprudencia con los mayores." Regañó Druella a la niña.
"Si, sabes que cuando hay mayores que no son familia debes quedarte callada." Apoyó Cygnus el regaño haciendo que la niña se cruzara de brazos.
"Cissy." Habló Bellatrix con voz autoritaria tomando en brazos a su hermana pequeña.
"Lo siento tío Ali." Narcissa habló en tono bajo y Harry sólo pudo sonreír y acariciar su cabello.
"Está bien Cissy, no importa."
La reunión no fue a más después de eso. Era tarde y su hermano debía llevarse a la niñas. Después de un rato Orion y Walburga igual se fueron dejando solo a Harry con sus padres.
"Alphard." Comenzó su padre. "¿Estás seguro de que no estás relacionado con este... señor oscuro que tanto aman tus hermanos?"
Harry suspiró y cerró los ojos unos segundos.
"Estoy seguro, papá. Me invitó sólo porque esperaba que cambiara mi estado neutral, sabes que no quiero estar involucrado en una segura guerra. Y si por mi fuera los niños tampoco lo estarían, no merecen crecer con la incertidumbre de que les deparará la guerra."
Pollux hizo una mueca y asintió, su madre le tomó las manos con gentileza.
"No le hagas caso a tu padre, es un viejo cascarrabias." Dijo Irma con una sonrisa dulce ganándose un reproche de su padre. "Eres joven querido, si quieres salir con este muchachito está bien, sólo debes traerlo al menos una vez a cenar para conocerlo."
Las mejillas de Harry se tiñeron de rojo, más de furia que vergüenza. ¿Cómo siquiera podían creer que él saldría con el desquiciado de Voldemort? ¡Le arruinó la vida! Mató a todos los que amaba o pudo llegar a amar. Todo sería diferente si estuviera muerto Voldemort.
Suspiró y asintió.
"No saldré con él, madre. Pero ten por seguro que si llegara a salir con alguien, lo traeré para que lo conozcas."
Su madre le sonrió y jaló a Pollux de la oreja mientras lo regañaba por 'meterse en la vida de mi polluelo'. Harry apenas aguantó la carcajada.
Las emociones que sentía eran contraproducentes. Por un lado se sentía incómodo y un total extraño en la familia Black. Pero por otro se sentía parte de ella y amado.
¿Alguna vez siendo Harry Potter podría llegar a sentir el amor familiar?
Ese pensamiento hizo su corazón doler.
Controló su respiración un momento para despejar su mente y cuando estuvo más tranquilo se fue a la cama.
Chapter 2: Cachorro llorón
Notes:
Sé perfectamente que la canción de Lavanda Azul es del live action de 2015, pero finjamos que no. Esto se debe a que me gusta mucho la idea de Harry cantándole a Sirius, luego vi la película por quinta vez y dije "TENGO que poner esto, no me importa, tengo que hacerlo", la versión que escribo es la de Español la cual es muy diferente a la original en inglés, pero no importa. Y ya, bueno, aquí está. Disfruten. Lamento el salto de años tan abrupto, tenía el último trozo ya escrito y cuando recordé esta historia mi mente no dió para más para meter relleno y cubrir esos cinco años.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
A primera hora del día Harry se despertó y se arregló para aparecerse en Grimmauld Place, lo primero que escucha fue un llanto desgarrador y se asustó, viendo a Walburga arrullando a Sirius en el sillón individual de la sala de estar y a Orion tirado en el suelo con una almohada en la cabeza apretándola en sus oídos. La cuna de Sirius yace en medio de la sala.
"Vaya, la vida de padres no les sentó bien." Bromea Harry, Walburga lo ve con cara molesta.
"No se calla, apenas nos fuimos de la mansión de puso a llorar y no durmió más que una hora." Dice Orion poniéndose de pie luciendo ojeroso y cansado.
Harry ríe bajo, acercándose a Walburga extendiendo los brazos, ella rápido le entrega al pequeño Sirius quien agita sus manos cubiertas por los pequeños guantes de algodón, ni siquiera abre los ojos y sigue llorando.
"Yo lo cuidaré, vayan a dormir y pongan un hechizo de silencio." Sonríe hacia su hermana y primo, ambos asienten y se van casi corriendo como si temieran que Harry se arrepintiera.
Harry sonríe y baja la mirada de nuevo hacia Sirius, lo acuna con cuidado acariciando la mejilla roja y húmeda con un dedo. Piensa en canciones infantiles para arrullarlo, recuerda las que la tía Petunia le cantaba a Dursley pero hace una mueca ante esto, no, definitivamente no. Su mente divaga entre memorias entrelazadas hasta que da a un invierno en casa de los Granger, donde Hermione los obliga a él y Ron a ver sus películas infantiles favoritas. Sonríe.
"En el jardín dilly dilly lavanda azul." Comienza a tararear, su voz es más gruesa que la de la princesa pero lo suficientemente suave para no sonar mal. "Te amo a ti dilly dilly me amas tú." Sirius abre sus ojos, sigue llorando pero ahora ve a Harry. "¿Quién me escuchó? Dilly dilly ¿quién te contó?" Harry sonríe cuando el llanto de Sirius se convierte en un suave hipo, con el dedo le vuelve a acariciar la mejilla. "Fue mi corazón dilly dilly quien me contó. Flores de abril dilly dilly lavanda azul."
Comienza a mecer a Sirius, arrullándolo con movimientos suaves, saca su varita y atrae el chupón de Sirius para ponérselo en la boca.
"Trae a tus hombres dilly dilly al atardecer." Alza la cabeza, comenzando a pasearse por la sala. "Reúnen el heno dilly dilly cortan maíz. Mientras tú yo dilly dilly juntos al fin." Baja la mirada viendo los ojos llorosos de Sirius de ese gris tan claro y hermoso viéndolo, bosteza sin dientes y su mano se estira tratando de tocarlo. "Canten así dilly dilly en el jardín. Te Amare al fin dilly dilly si me amas tú."
Los ojitos de Sirius comienzan a cerrarse así que Harry se calla pero Sirius abre los ojos de forma abrirá y vuelve a llorar, Harry no puede evitar reír así que reanuda la canción.
"Oye mi canto dilly dilly nuestra canción. A salvo estamos dilly dilly en nuestro rincón." Canta volviendo a arrullarlo, la casa está en completo silencio a excepción de su voz., Sirius cierra sus ojos de forma lenta "Quiero bailar dilly dilly quiero cantar. Reina seré dilly dilly y tú mi buen rey. ¿Quién lo dijo? Dilly dilly ¿quién lo deseó? Fue mi corazón dilly dilly quien lo deseó."
Harry sigue moviendo a Sirius mientras camina por la sala de estar y sin querer arriesgarse a que Sirius volviera a despertar sigue cantando en bucle de nuevo la canción al menos tres veces hasta que se le cansa la voz, por suerte cuando se calla Sirius ya está profundamente dormido. Con cuidado lo deja en su cuna de roble oscuro y lo cubre con una manta sin atreverse a quitarle el chupón.
La casa continúa silenciosa y Harry se sienta en el sofá en la orilla cerca de la chimenea apagada. Con su varita abre las persianas rojizas y se dispone a disfrutar del sol entrando por las ventanas. No sabe si es por la calidez que lo envuelve de ese pequeño momento con Sirius o simplemente está cansado porque comienza a sentirse somnoliento.
Minutos después se queda dormido.
No es hasta que escucha ruido a su alrededor que abre los ojos soltando un bajo quejido por estar siendo despertado. Abre los ojos con pesar viendo a Walburga y Druella hablando en la sala sentadas en el sofá frente a Harry bebiendo el té mientras Narcissa trata de acercarse sigilosamente a Sirius aún dormido y sus hermanas jugando con unas muñecas. Lentamente se sienta frotándose el rostro.
"Vaya, hasta que despiertas." Oye a Walburga decir. "Creí que habías caído en coma o algo."
Harry rueda los ojos y se pone de pie, se acerca a Druella y se inclina para abrazarla.
"Hey, hola Ella." Murmura con voz somnolienta. "¿Y mi hermano?"
"Oh, está en el ministerio con padre." Responde Druella. "Hubo una reunión de Wizengamot, hoy se presentó un nuevo Señor."
Harry frunce el ceño con confusión ¿un nuevo señor? No recordaba a sus padres hablar de ello y el ascenso de un Señor es tema de conversación. Druella pareció notar su confusión.
"Se presentó hoy de la nada, padre fue convocado y se llevó a Cygnus, aún no tenemos noticias, llevan ahí casi tres horas."
Harry abre los ojos con sorpresa y se sienta de nuevo en el sofá donde había dormido. Si ese Señor se presentó de la nada quiere decir que es de una casa desconocida.
Desvía su atención a Sirius quien comenzó a balbucear, se pone de pie para verlo y sonreírle, Sirius se remueve y se estira parpadeando.
"Hey, hola pequeño cachorrito." Sonríe.
"No lo llames así, no es un animal." Refuta Walburga.
"Es un apodo cariñoso." Se encoge de hombros sonriendo.
Walburga parecía querer reclamar cuando la chimenea arde y sale Cygnus luciendo perdido.
"¡Papi!" Grita Narcissa abrazando la pierna de Cygnus y él sonríe de forma vaga acariciandole el cabello
"¿Qué ocurrió, hermano?" Pregunta Harry al notar su expresión.
"Un nuevo señor ha ascendido y ha reclamado dos apellidos nobles y antiguos." Susurra, Harry da un pequeño paso hacia atrás como si tratara de analizar lo que Cygnus decía. "Las señoras de Slytherin y Gaunt fueron reclamados y la representación de la casa Lestrange, también cuatro casas vasallas."
Harry se siente ahogar y debe sentarse. Voldemort reclamó sus asientos ¿por qué? Nunca había hecho eso, era peligroso por su aspecto y nunca le interesó la política, sólo su propia visión de ella. Se lleva una mano a la boca. ¿Qué podía significar esto? Era imposible.
Alza la mirada y puede ver a Walburga pálida, Druella igual de sorprendida.
"Debo volver a casa." Anuncia Harry poniéndose de pie para caminar hacia la chimenea y poner los polvos flu sin cuidado gritando el nombre de «Mansión principal Black».
Al aparecer, puede ver a su padre sentado y su madre tomando el té con mirada perdida.
"Padre." Dice Harry, caminando hasta él arrodillándose a su lado tomándole las manos. "Padre ¿qué ha pasado? ¿Cómo es posible? ¿Esto... te aliaste, padre? ¿Convertiste nuestra casa en vasalla?"
Pollux parece molesto ante las palabras de Harry pero sólo suspira.
"Ese hombre... no, no Alphard, no he vendido nuestra casa." Dice. "Tenemos que tener cuidado y buscar el favor del señor Salazar. Hoy la casa Malfoy dejó de ser tan influyente, pero parece tener buena relación con la casa Salazar así que..." su padre gruñe, irritado.
Harry se queda en silencio y baja la cabeza, parpadeando perdido en sus pensamientos.
Lentamente se pone de pie y se muerde el labio. Que dolor de cabeza.
"Honorables señores Black, la cena está servida." Anuncia Kreacher. Que bien.
Harry asiente y ayuda a su padre a levantarse para caminar los tres al comedor donde los elfos ya tenían un festín. Aunque su estómago está revuelto come de todo y más, bebiendo al menos tres copas llenas al tope de vino, a sus padres no parece importarles.
Harry estaba en una habitación oscura y había una extraña niebla que le impedía verse de la rodilla para abaja. Demasiado espesa.
Con un sentimiento pesado en su pecho caminó por el lugar buscando una salida, algo, alguien.
"¡Harry!"
"¿Hermione?"
Harry frunció el ceño comenzando a sentir su pecho subir y bajar de forma rápida conforme su respiración era más agitada.
Un desgarrador grito se hizo presente.
"¡Hermione!"
Intentó correr hacia los gritos que se hacían cada vez más fuertes.
Dejó de ser sólo Hermione, ahora también eran Ron, Luna, Sirius, Dumbledore.
Harry se dejó caer de rodillas luchando contra la impotencia de no poder hacer nada más que escucharlos gritar.
No podía ayudarlos.Nunca pudo, nunca los salvaría.
"¡Tío Al!"
Harry abrió los ojos de golpe viendo unos curiosos ojos grises viéndolo.
Un sonriente Sirius de apenas cinco años estaba sentado sobre su pecho.
Harry volvió a cerrar los ojos procesando que sólo fue un mal sueño y que sus amigos aún no nacidos estarían bien.
Habían pasado ya cinco años y podría decirse que iba todo bien. Lo más raro que había pasado era que logró mantener una relación de colegas con Voldemort mediante cartas. Ni una sola vez más se habían visto luego de aquella reunión en Halloween.
Había hecho buen uso del juego de pociones que Voldemort le regaló y diseñó una poción para sus sobrinos de contrabando de sus hermanos. Sabía bien, a tarta de melaza y era para simular estar enfermos para poder saltarse sus clases privadas de etiqueta y demás materias que todo pura sangre sabe antes de Hogwarts o para los más mayores, algo que los salvaría de las clases que odiaban en Hogwarts.
Claro que su secreto no duró tanto cuando Druella los descubrió y se hizo una reunión familiar donde regañaron a Harry, Démeter, Narcissa, Sirius e incluso Orion que había sido un leal consumidor para evitarse el trabajo en el ministerio.
Lo más interesante había sido el nacimiento de Regulus apenas dos años después de su llegada en el que lamentablemente tuvo que ser parte. Orion no iba a estar por trabajo en algún lugar en Asia y Walburga lo obligó a estar ahí y tuvo que ver partes de Walburga que nunca habría querido ver, no sabe quién había gritado más si ella o él. Pero tener en brazos a un pequeño Regulus que nunca había conocido en su anterior vida fue una alegría sorprendente.
En realidad, Walburga le permitió elegir el nombre y claro, Regulus Arcturus Black fue una razonable decisión ¿no?
"¿Qué pasa, Sirius? ¿Cuándo llegaste, pequeño?" Hizo una mueca aún algo adormilado acariciando de forma perezosa el cabello del chico.
"Mamá dice que debes despertar, ya es hora de la cena."
Harry frunció el ceño volteando hacia la ventana notando que no había sol.
"Dormí todo el día..." Murmura más para si mismo pero Sirius igualmente sonrió.
Con un suspiro toma en brazos a Sirius y se pone de pie, sus pantuflas siendo atraídos con un perezoso movimiento de mano y sale de la habitación con Sirius en brazos.
"Al menos vístete decente, Alphard Black." Regañó su madre al verlo entrar con una camisa demasiado grande y cómoda junto a unos pantalones holgados que llevaba arrastrando.
"Eres un desastre, Alphard." Gruñó Orion.
"Claro, como si no supiera que duermes con las camisas de Walburga." Devolvió Harry.
Orion se puso rojo hasta las orejas ganándose un resoplido de parte de Walburga.
"Alphard deja a tu primo y sus raras costumbres con su esposa."
Regañó Pollux ganándose un jadeo indignado de parte de Orion.
"¡No son costumbres raras!" Se defendió el chico.
"Y verte cojear tampoco es una costumbre rara." Sonríe con malicia.
"Alphard." Regañó Irma.
Harry sonrió victorioso dejando a Sirius sentado en una silla que tenía algunos libros encima para que Sirius alcanzara la mesa.
La cena fue tranquila y no hablaron mucho, sólo algunos que otro chisme del ministerio. El reclamo de las casas Salazar y Gaunt aún era algo tenso, nunca más se presentó el Señor, en cambio enviaba cartas al Wizengamot anunciando su ausencia y haciendo a Malfoy su portavoz, nadie decía nada ¿cómo podrían? El hombre pagaba una millonada por sus asientos.
Para cuando acabaron, Orion y Harry bajaron al sótano donde estaba el laboratorio de pociones Harry.
Harry necesitaba trabajar en algunas pociones de salud para su padre y quería investigar si podía hacer algunos cambios a las recetas de pociones ya tradicionales.
Ambos estaban en silencio con Orion sólo ojeando el libro modificado de Harry, Snape estaría revolcándose en su tumba si supiera que le había robado la mayoría de cambios, aunque más de la mitad habían sido de sus propios experimentos e investigaciones.
Un pensamiento fugaz pasó por la mente de Harry.
"¿A veces te arrepientes, Orion?" Le dijo con voz tranquila viéndolo de reojo mientras revolvía su poción al sentido contrario de las manecillas del reloj tres veces y después una al sentido de las manecillas.
"¿A qué te refieres?" Preguntó Orion mientras alzaba una ceja confundido por la pregunta de Harry.
"Ya sabes..." Hizo una pausa pensando en cómo formular las palabras sin sonar ofensivo. "De casarte joven, tener hijos..."
Orion no dijo nada así que Harry alzó la cabeza y pudo verlo con la mirada perdida en un punto muerto de la mesa de madera limpia y después a otro punto de las paredes.
"Es el deber de un Black hacer crecer el apellido, Harry. Mi padre me eligió a Walburga por algo, no soy quien para quejarme."
Harry estrechó los ojos dejando quieta la poción lista acercándose a Orion a pasos lentos.
"Esa no fue mi pregunta, Orion." Susurró Harry atrayendo la atención de Orion.
"A veces lo hago." Respondió en un intento de voz firme que salió entrecortada.
Harry apretó los labios en una fina línea y pasó una mano por el hombro de Orion. Antes de que Harry dijera algo, Orion volvió a hablar.
"Y estoy feliz, tengo dos hermosos hijos..."
"¿Pero?" Continuó Harry notando esa pausa y la expresión del chico como si buscara las palabras adecuadas.
Finalmente suspiró y miró a los ojos a Harry.
"A veces me pregunto que hubiera pasado si hubiera protestado contra mí padre y no aceptara el matrimonio. Infierno sangriento, tenía apenas quince cuando comencé a cortejar a Walburga." Orion se frotó el rostro.
Harry suspiró y le rodeó el torso con un abrazo firme que fue correspondido de inmediato.
"Está bien que dudes así, eras un niño, Orion. Aún lo eres, apenas llevas poco de cumplir los veintitantos años..." Harry hizo una pausa cerrando los ojos. "Eres un niño cuidando de otros niños."
Esto último pareció tener efecto en Orion quien apretó la tela de la ropa de Harry y apenas pudo ahogar un sollozo. Su cuerpo temblaba ligeramente y Harry lo sostenía con más fuerza, temiendo que se desmoronara en sus brazos.
Lo dejó llorar en su hombro mientras le daba caricias a lo largo de su espalda. No se imaginaba lo duro que podría ser para Orion un matrimonio así. Era relativamente normal para los Black tener un matrimonio a temprana edad o incluso uno arreglado desde antes del nacimiento. Pero la moralidad de Harry aún estaba luchando contra la crianza de Alphard.
Después de un rato ambos se separaron y Harry le limpió las lagrimas del rostro con gentileza.
"Cuando estaba en Hogwarts." Comenzó Orion con su frente recargada en el hombro de Harry como si temiera ver alguna reacción negativa. "Salí con un chico... salí con Lupin."
Harry abrió los ojos sorprendido.
"¿Lyall Lupin? ¿El gryffindor adicto a los libros ? ¿El mismo Lyall Lupin que molestábamos?" Susurra llevando las manos a los costados de Orion. El chico sólo asintió.
"Salimos incluso cuando estaba cortejando con Walburga. Él era un año mayor pero Walburga era... mierda, tenía treinta años. Era demasiado, no podía. " Negó con la cabeza podrida Harry sólo subió una mano para acariciar sus cabellos. "No lo dejé con Lyall hasta la boda y yo... comencé a llevarme por fin con Walburga porque llegamos a una clase de acuerdo, sólo por eso nuestro matrimonio va bien."
Harry frunció el ceño ante la declaración, ¿Walburga lo dejaba verse con Lupin acaso?
Lo más importante... ¡El padre de Sirius y el de Remus fueron pareja! ¡Y encima de todo cuando fueron juntos a Hogwarts nunca notó que saliera con esa rata de biblioteca!
"¿Qué clase de... acuerdo?" Susurra Harry deteniendo las caricias.
Orion se tensó bajo sus brazos y carraspeó aún negándose a alzar la cabeza.
"Es algo íntimo... cuando salía salía Lyall teníamos... bueno, relaciones de este tipo y yo era... el que cumplía el papel de la mujer."
"Oh..."
Si, oh.
Harry realmente no iba a juzgarlo pero entendía que era algo íntimo.
"Si... Walburga disfruta de ser quien manda en ese tipo de cosas y estuvo más que feliz con llegar a ese acuerdo. Ella compra una poción rara que le hace crecer un..."
Harry lo interrumpió apartándose y poniendo la mano al frente para detenerlo.
"Entiendo, de verdad, entiendo." Se apresuró a decir ganándose una sonrisa tímida.
Suspiró dándole otro abrazo al chico.
"Me alegra que me contaras lo que sientes, Orion. Hace años no te abrías así."
Orion soltó una baja risa.
"Bueno, te encerraste mucho en el laboratorio y apenas salías."
Harry le sonrió y enfrascó la poción.
"Está lista, subamos."
Enfrascados en una pequeña charla, hablaron mientras subían hasta la sala de estar hambrientos.
"¿En serio le diste amortenia a un sapo sólo para probar que merecías un sobresaliente en pociones?" Preguntó incrédulo Orion.
Harry se encogió de hombros divertido, su sonrisa se borró notando el poco ruido que había.
"Hay demasiado silencio..."
Orion se quedó quieto.
"Lo hay, que extraño."
Harry estrechó los ojos y caminó hasta la sala de estar buscando respuestas. Al cruzar la estancia se paralizó ante la escena.
"¡Tío Ali, el tío está aquí!" Gritó la pequeña Narcissa sonriente.
Sus hermanas estaban sentadas en el sofá grande mientras que su padre estaba sentado en su sofá individual cerca de la chimenea sosteniendo su varita hecha bastón.
Al buscar con la mirada lo que tanto perturbaba el aura tranquila de la mansión tragó saliva al ver a Voldemort sentado luciendo un costoso traje muggle de la época.
Llevaba un saco gris plomo y guantes de cuero con un traje igual de gris, su camisa formal blanca bastante normal estaba perfectamente acomodada del cuello.
Voldemort volteó y le sonrió. Entonces Harry notó los dos pequeños renacuajos a sus lados.
Narcissa estaba sentada en sus piernas y Sirius sentado a su lado sonriente.
Oh mierda.
Notes:
Harry realmente quiere disfrutar de su nueva vida con Sirius, ¡no lo juzguen! Necesita un descanso.
Sobre las señorías, he leído cientos de libros donde Harry mágicamente es Lord de Peverell, Slytherin, Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, Gaunt, Black, Lestrange y un sin fin JAJA, así que he tomado inspiración y lo poco que cada historia tenía de diferente entre sí sobre el manejo de señorías. Fue estresante informarme porque les juro que cada que leía más y más mi cabeza se desconectaba.
Chapter 3: Niños traviesos
Notes:
Me gusta mucho la idea de que Sirius y Narcissa se lleven bien ): así que aunque haya otro salto en el tiempo sin duda escribiré muchos momentos de ambos como buenos primos.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
"Señor, que honor que esté aquí." Habló Harry acercándose al hombre mirando a Druella y Walburga buscando una explicación de ambos niños encima del espacio personal de Voldemort. Éstas sólo bajaron la mirada. "¿Podría saber a que se debe su visita, señor?"
"En realidad, recibí una carta muy extraña." Comentó el hombre con la comisura de sus labios elevada en una extraña sonrisa perversa que intentaba ser amigable.
Ambos niños rieron.
Harry los miró con sospecha entrecerrando los ojos.
"¿Se puede saber sobre esa carta?" Preguntó tomando asiento en un sillón individual al lado de sus hermanas.
"Fue tan inusual que la aprendí completa." Dijo Voldemort viéndolo con un brillo juguetón. "Recito; Querido señor novio, por favor venga porque lo extraño y mis sobrinos lindos también lo extrañan y quieren verlo, por favor traiga regalos para ellos, con amor Alphard." Al acabar de recitar la expresión de Harry era de puro horror mientras que sus sobrinos tenían su mejor cara inocente.
Pudo ver a sus hermanas igual de horrorizadas.
Harry se aclaró la garganta. "Bueno..." Se relamió los labios pensando en que decir. "Supongo que si, fue algo... inusual."
Voldemort sonreía con malicia mientras sostenía a Narcissa para dejarla a un lado y ponerse de pie. Con un movimiento casi perezoso de mano hizo aparecer dos bolsas de regalos y los ojos de ambos niños brillaron tomándolos.
Harry se apretó el tabique de la nariz poniéndose de pie.
"Señor no tenía que..." Voldemort alzó la mano para detenerlo.
"Está bien, joven Black. Son sólo niños. Cuando fui premio anual en Hogwarts tuve que cuidar de los primeros años, soy bueno comprendiendo que sólo son almas inocentes."
Harry suspiró y asintió.
"Pero ya que estoy aquí, me gustaría tener una charla con usted, joven Black. ¿Podemos?" A pesar de la pregunta, su tono de voz sugería que era más bien una orden.
Las risas infantiles resonaron en el gran salón, rebotando entre los candelabros antiguos y los retratos de sus ancestros que se movían y juzgaban la escena acumulados en un mismo cuadro. Harry alzó la vista apenas un poco desde su sitio, permitiéndose observar brevemente la escena frente a él: Sirius gritando sobre su nueva escoba, mientras Narcissa, con sus rizos rubios perfectamente ordenados, acunaba una muñeca con vestido azul y bucles idénticos de un dorado brillante. Ambos corrían hacia sus respectivos padres, hablando al mismo tiempo en una ráfaga de palabras emocionadas y gestos entusiastas.
Harry miró a su padre. El hombre sólo se limitó a asentir con seriedad viendo a Harry y después desviando la vista a sus hijos y nietos. Harry lo sabía, lo había reconocido de aquella vez en el ministerio lo cual era lo más razonable para no hacer un escándalo. ¿Cómo alguien desafiaría al hombre más poderoso de Wizengamot?
"Por favor acompáñeme por aquí, vayamos a mi oficina." Harry extendió el brazo para indicarle que lo siguiera y comenzó a caminar hasta su oficina personal en la mansión sin siquiera asegurarse de que Voldemort venía tras suyo. Hablar por cartas era una cosa, tenía minutos y horas para fingir amabilidad, pero en persona era diferente, no sabía si su shock emocional de la primera vez seguiría ahí para bloquear todo.
Los pasos de Voldemort eran silenciosos, pero Harry podía sentirlo detrás de él como si un lobo lo siguiera.
Al entrar se hizo a un lado para que el hombre entrara y cerró la puerta detrás.
"Señor, lamento de nuevo la carta de mis sobrinos." Dijo Harry frotándose el rostro irritado con la situación.
Voldemort hizo un ademán para restarle importancia.
"Son niños, aunque no creí que la pequeña de tu hermana recordara algo de hace tantos años." Voldemort tomó asiento en el sofá de terciopelo en la oficina, seguía siendo cortés, no irradiaba superioridad ni egocentrismo lo cual le hizo sentir mejor con la situación para sobrellevarlo.
Sus ojos, rojos y profundos como pozos sin fondo, se desviaron del rostro de Harry y comenzaron a recorrer lentamente la oficina. Cada estantería, cada cuadro, cada objeto decorativo parecía someterse a un examen minucioso. Voldemort no se movía mucho, pero se notaba que analizaba todo, incluso las cosas más pequeñas como la pluma mal colocada sobre el escritorio o el vaso con agua a medio beber.
Harry se sintió expuesto. Como si el cuerpo de Alphard no bastara para sentirse ajeno a sí mismo, ahora también sentía que su espacio, su refugio momentáneo, estaba siendo invadido.
Y lo peor era que Tom no decía nada más.
Solo observaba.
Se sintió analizado y eso lo puso nervioso.
"Narcissa es una niña que no olvida fácil, hasta hace unos años aún seguía preguntando por mi supuesta pareja." Sonrió por el simple recuerdo de la niña preguntando por ello. "Luego le contó a Sirius y bueno... los niños son algo imprudentes."
Voldemort asintió en compresión.
"Joven Black, tengo entendido que usted no trabaja, ¿cierto?" Preguntó Voldemort.
Harry guardó silencio unos segundos.
"No formalmente, hago pociones para mis padres. Son personas mayores y soy quien los cuida. También aún administro y envío mis pociones globalmente.”
Voldemort asintió.
Era obvio que realmente no tenía nada que hablar.
Voldemort se quedó en silencio viéndolo fijamente.
"¿Señor?" Frunció el ceño Harry viendo al hombre ladeando un poco la cabeza sin entender del todo.
"Oh, lo lamento." Sonrío Voldemort poniéndose de pie y acercándose a Harry. "Joven Black, a veces usted es demasiado... interesante."
"¿Lo soy?"
"Es." Afirmó, tanto verbalmente como asintiendo. "Hablar con usted o estar en su presencia a veces de siente como observar a alguien totalmente diferente pero demasiado igual a la vez."
Harry frunció el ceño.
"Me halaga el hecho de que me perciba así, señor."
"Y dígame, joven Black." Se alejó Voldemort cambiando de nuevo el tema de conversación. "¿Le gustaría trabajar en algo que no fueran pociones?"
Harry guardó silencio un momento sin saber si ser honesto o mentir.
Harry nunca supo mentir.
"Me interesan las criaturas mágicas. Cuando me gradué de Hogwarts quise ser un magizoologo pero padre decía que era una pérdida de tiempo, así que nunca exploré el área."
Voldemort no dijo nada, sólo asintió y se sentó en una de las sillas frente al escritorio de Harry.
"Conozco al mejor magizoologo de podría decir el mundo. Newt Scamander es un buen amigo mío."
Los ojos de Harry brillaron ante la mención de ese nombre.
"¿En serio?"
"Claro que si. Como sabrá, hablo la lengua parsel, ayudé a Newt con una... cosa que implicaba este idioma. Desde entonces nos hemos hecho favores mutuamente, podría decirse que tenemos una buena relación."
Harry sonrió tenso al imaginar el tipo de favores que implica la lengua parsel.
Ahora que lo pensaba, Harry nunca había probado si podía hablarla aún. Realmente no lo había recordado, ni tampoco había dolor en su cicatriz.
Cierto, ya no la tenía.
Inconsciente se llevó la mano hacia donde antes yacía la cicatriz de rayo, lo disimuló como un masaje de frente de asombro y sonríe un poco.
Inhaló con pesadez y asintió volviendo a la conversación.
"Es increíble su círculo social y político, señor."
El pecho de Voldemort se hinchó como si se pavoneara y sonrió mostrando sus dientes.
Harry estuvo a nada de pararse y clavarle la varita en la yugular.
¿Cómo había estado teniendo el descaro de sonreír? ¿De sonreír frente a Harry?
Traga duro y se contiene, estaba por abrir la boca cuando Voldemort mete la mano dentro de su saco y saca un colgante, de sus dedos sólo sobresalía una cadena delgada y cuando abre la mano Harry se tensa tanto que deja de respirar por segundos. Era el relicario de Slytherin, el horrocrux.
"Este es un regalo, joven Black. Un regalo para usted." Dice con tono tranquilo, acercándose y extendiéndole el relicario. Si Harry no tuviera a Voldemort delante pensaría que es un regalo de cortejo por lo importante que es. "Es el relicario de mi antepasado Salazar Slytherin, fue difícil de encontrar una vez supe mis raíces." Comienza su monólogo, Harry se da el gusto de respirar aunque le duele sólo inhalar por la nariz, cree que podría hiperventilar. Toma el relicario entre sus dedos con manos un poco temblorosas y espera el choque de magia que lo hacía estremecer cada que lo tocaba pero nunca llegó. "Me honraría que lo aceptara."
"¿Por qué me da esta... cosa?" Dijo Harry un poco demasiado a la defensiva y aún tenso. Mala elección de palabras para referirse al relicario
La sonrisa del hombre se borró y Harry supo que la había cagado, había insultado un regalo, un obsequio y sobre todo el relicario.
"Yo... lo siento. Me alegra que me considere digno de poseer su relicario, señor." Susurra, suavizando su tono de voz apretando el relicario contra su pecho. "Sólo me tomó por sorpresa... estoy agradecido."
A pesar de sus disculpas, Voldemort se puso de pie y tras darle una helada mirada a Harry se puso de pie y con un crujido de magia se fue.
Harry suspiró frustrado. ¿Qué quería el hombre? ¿Qué quería de Harry? Actuaba cómo un idiota.
Por cartas era nada más que formal, pero en persona es como si buscara algo de Harry.
Lo estaba frustrando demasiado.
Lo frustraba más no saber porque le dió un horrocrux, ¿por qué se lo confiaba si apenas intercambiaban cartas y Harry era neutral? ¿Cómo le estaba dando una porción de su alma sin siquiera parecer dudarlo mientras se lo extendía?
Esa noche se fue a la cama con un sentimiento de malestar e incomodidad en el fondo del estómago.
Por la mañana se levantó contento pensando que podría llevar a Sirius al callejón Diagon y a escondidas, al mundo muggle. Sin duda no había el mismo entretenimiento infantil en el mundo mágico que en el mundo muggle.
Poniéndose su típica ropa igual de costosa que cualquier objeto en la mansión salió casi corriendo hasta la cocina. Al entrar los elfos domésticos se asustaron.
"¡Amo Alphard!" Gritó una de los elfos, Rin.
"Buenos días Rin." Le dió una sonrisa a la criatura. "Buenos días Jeno." Saludó al otro elfo.
"Señor Alphard, ¿necesita que le llevamos algo de cómoda antes del desayuno?"
"¡Para nada! Me gustaría hacer algo de comida, saldré con Sirius."
"¡Permitanos hacerles un almuerzo, amo!"
Harry inmediatamente se negó entrando a la cocina y viendo que ingredientes había. Decidido a hacer algo rico para comer con Sirius en su salida, sacó cosas de las alacenas y el refrigerador.
Los elfos domésticos lo veían con terror, como si creyeran que fuera a incendiar toda la mansión o desperdiciar todo.
"Señor por favor..." Harry alzó una mano para callar al elfo de nuevo.
"Está bien, está bien, sigan con el desayuno. No voy a estorbar mucho."
Dándoles una amable sonrisa se tensó cuando la elfo lloriqueó limpiándose con su trapo viejo.
Suspirando se dispuso a hacer sólo postres, hizo unos emparedados dulces rellenos de crema y fresas frescas. Por un momento estuvo tentado a preguntar si ya existían los McDonald's aunque se detuvo justo a tiempo. Tomó un bolso que hizo a uno de los elfos traer y aplicando un hechizo de expansión por dentro guardó los emparedados y algunos frascos con jugo natural, le compraría una gaseosa a Sirius ya que estuvieran en el Londres muggle.
Dejando el bolso en la mesa del centro de la cocina salió hasta el comedor donde ya se encontraban sus padres sentados. Acercándose a su madre le dejó un beso en su cabellera apenas canosa con cariño y se sentó al lado de Sirius.
"Buenos días." Murmuró Harry para todos mientras acomodaba su túnica.
Se sentía más cómodo con la túnica ahora que usaba pantalones, sin duda fue la mejor inversión de su vida.
"Buen día tío Ali." Saludó Narcissa entrando a la cocina luciendo un hermoso vestido rosa que hacía juego con la muñeca que llevaba cargando; el regalo de Voldemort.
Harry apenas pudo evitar hacer una mueca fea por eso.
La comida apareció y Orion fue el último en llegar. Harry se relamió los labios aguantando una risa poco discreta al verlo llegar cojeando y una Walburga sonriente detrás suyo.
"Qué envidia." Soltó Harry con tono triste. "Qué viejos tiempos cuando sólo te importaba cuánto tiempo cojeabas y no las tareas de un adulto."
"¡Alphard!" Gritó Orion avergonzado mirando a sus padres en busca de apoyo.
Pollux sonreía divertido.
"Es normal la envidia cuando lo único deseoso que puedes encontrar son los tubos de pociones." Soltó Walburga mientras tomaba asiento haciendo que Harry escupiera el jugo que bebía.
Las estruendosas risas de Cygnuss y Orion llenaron el comedor junto a las poco discretas de sus padres.
Harry los vió con vergüenza a todos.
Cuando el desayuno acabó termina por irse con Sirius al callejón Diagon y pasando del caldero chorreante para aparecer en el mundo muggle. El niño hizo una mueca de asco y lo vió con confusión.
"¿Qué hacemos aquí, tío? Los muggles asquerosos nos van a pegar sus enfermedades." Dijo Sirius casi con temor y asco en su voz. Harry reconoció las palabras de su hermana.
"Sé que tu madre siempre dice eso, Sirius. Pero verás que estar en el mundo muggle tiene sus ventajas."
Sin querer escuchar más quejas lo arrastró por las calles encontrando divertido el conflicto mental de Sirius al ver las tiendas muggles y las luces.
De pronto, un pensamiento doloroso lo inundó.
Sirius nunca más lo llamaría Cachorro, ni siquiera James, ya no más. Ahora era el tío Ali, no más cachorro, y él tendría que llamarlo Sirius solamente, no más referirse a él como padrino.
Una punzada de dolor apuñaló su corazón.
Ignorando esto lo más que pudo se profundizó hacia donde había un parque de atracciones según había investigado. Eran pocas y no se veían muy novedosas que podrían entretener a Sirius. Entraron al lugar y Harry no pudo evitar sonreír al ver los ojos brillosos de Sirius tratando de contener la curiosidad.
La tarde por sí sola fue genial y Sirius no paraba de hablar de lo genial que eran los parques muggles. Harry sonrió por esto enternecido aunque aún seguía mareado por la rueda de la fortuna.
Seis años habían pasado como brisas y mañana Sirius iría a su primer año en Hogwarts y eso ponía ansioso a Harry. Sabía lo que vendría después y temía por Sirius. Tanto Walburga como su primo habían pasado la noche anterior en la mansión Black para ir todos juntos a la estación de trenes, Harry estaba algo ansioso por ello, como si él sea quien fuera a ir a Hogwarts.
Se había encargado de lavar la cabeza del pequeño Regulus sobre que no era tan malo Gryffindor para que no despreciara a su hermano. El niño parecía horrorizado ante los escenarios de «Que pasaría si Sirius queda en Gryffindor» y rápidamente decía que cuidaría de su hermano.
Era claro que toda la familia estaba consciente de que era probable que Sirius acabara en Gryffindor y no parecían contentos.
Walburga había sido más estricta y obligaba a Sirius a pasar horas y horas en la biblioteca para que leyera libros de artes oscuras y si contenían maldiciones punzantes entonces era mejor para ella. Orion siempre parecía querer decir algo pero nunca lo hacía, la única que alzó la voz fue su madre y Walburga bajó el tono de su carácter.
Era sorprendente como su madre lograba calmarla.
Amaba a Walburga, por más que su parte consciente le dijera que era una horrible mujer, era su hermana, era su hermana y la amaba pero no podía soportar la forma en que trataba a Sirius.
Llevó a Sirius hasta el sofá y de inmediato entraron Orion seguido por su mujer.
Le sonrió a ambos y la sonrisa fue devuelta. Orion se veía más triste y decaído de lo habitual. Aunque llevaba años así y eso preocupaba a Harry cada vez más. El chico se negaba a hablar de lo que lo tenía así y daba vagos "ya pasará, es temporal" y nada más.
Hoy se despertó temprano, la mansión estaba agitada y Harry se divirtió tomando su taza de café viendo a Walburga estresada y a Sirius casi llorando por no encontrar su varita. Orión no paraba de protestar sobre el orden y Regulus se aferraba de la pierna de Sirius llorando para que no se fuera.
Fue un caos agradable. Harry seguía en pijama y quería acompañar a su hermana y primo a dejar a Sirius a la estación de tren para despedir a Sirius, así que debía vestirse rápido. Se unió al caos subiendo las escaleras y gritando a Walburga por culparlo de robar su corset.
"¡Yo no tengo tu corset, loca!" Le dice, Walburga se pone verde.
"¡No me llames loca, mocoso!" Harry se cubre los oídos y balbucea un «lalalala» para ignorar a Walburga mientras corre escaleras arriba. Su hermana, furiosa, se quita su tacón y se lo lanza a Harry quien se queja del dolor al impacto en su espalda baja que casi lo hace caer de las escaleras resbalando.
"¡Loca, loca!" Grita de nuevo encerrándose en su habitación.
Resopla, peinándose su cabello hacia atrás para caminar al armario y elegir su ropa.
Optó por un traje oscuro de tres piezas —o su hermana lo mataría si eligiera algo informal— y una gabardina café larga. Se pone una corbata con los colores de Slytherin y revisa su cabello frente al espejo. Habían pasado ya lujos cortos once años desde que estaba ahí, once años en los que no hizo mucho, once años desperdiciados. A veces era su culpa, otras veces no. Había buscado los horrocruxes, había intentado realmente, pero no tenía nada más que guardapelo que ahora era suyo, era peligroso, demasiado, aunque no lograba percibir ninguna conexión como con el de su tiempo y lo atribuía a que ya no era «Harry Potter» ni «El elegido». Había ido días después de su llegada, se llevó a Kreacher a la cueva pero no había nada, ni encantamientos, ni monstruos. No fue hasta la visita de Voldemort que tuvo el relicario en sus manos. Llevaba mucho sin hablar con el hombre.
Su vista se desliza inconscientemente al baúl bajo las losas de la habitación.
Había veces en las que su mente se desconectaba de su misión principal, estar en el cuerpo de Alphard era agotador, lo sentía drenando su propia magia, sus recuerdos, tenía que estar concentrado todo el tiempo para no perderse. Cada año que pasaba lo agotaba más.
Pero nada lo justificaba, se había vuelto egoísta al querer estar tranquilo y en paz con Sirius. Pero si quería un futuro para Sirius debía seguir trabajando.
Camina hacia el trozo de madera chirriante y la quita para encontrar una caja pequeña donde guardaba cosas: el relicario y una carta con un mantra que leía cada que se sentía sofocar.
"Mi nombre es Harry Potter." Comienza a recitar mientras saca el relicario y cierra la caja con cuidado verificando los hechizos de protección. "Soy un gryffindor, mi madre es Lily Evans y mi padre James Potter." Susurra, poniendo la tabla donde estaba. "Mis mejores amigos son Ron Weasley y Hermione Granger." Se pone de pie, caminando hasta el espejo con el relicario en manos. "Soy el elegido, el niño que sobrevivió y debo matar al señor oscuro." Se pone frente al espejo, viendo su reflejo, viendo a Alphard. "Voy a salvar a mis amigos." Traga duro, poniéndose el relicario sintiendo el frío metal de la cadena contra la piel pálida de su cuello, ve el grosor del relicario sobre su pecho y con mano temblorosa lo abre, bajando la mirada para ver
el relicario vacío.
Sale de su habitación ajustándose los anteojos y baja las escaleras viendo a Walburga acomodar la ropa de Sirius con tanto orgullo que Sirius estaba avergonzado.
"Vaya, ¿quién es este joven mago tan guapo?" Dice Harry sonriendo para agacharse a la altura de Sirius a su lado y apretarle la mejilla. Sirius se queja. "Seguro será todo un casanova ¿eh?" Bromea, Walburga no lucía contenta.
Harry esperaba una reprimenda y alegatos sobre la pureza de Sangre cuando un picoteo suena en la ventana tras el gran sofá. Harry se endereza y camina para abrir las cortinas viendo a la lechuza de Voldemort. Con movimientos lentos abre la ventana y la deja pasar quitándole la carta del pico.
"Querido Alphard.
Me complace decirle que luego de una ajetreada agenda me gustaría compartir un momento con usted, joven Black. Si está dispuesto, iré a la mansión Black antes de las 10:30 am para tomar el té con usted a solas.
Siempre suyo,
Lord Voldemort."
Harry aprieta los labios, eran las 10:20 am según su reloj de pie. Suspira, no alcanzaría a ir a dejar a Sirius y despedirse.
"¿No vendrás?" Pregunta Sirius con pesar, como si entendiera su mirada.
"Lo siento, Sirius. El señor Oscuro quiere venir." Dice, pero Sirius frunce un poco el ceño.
"¿Tu novio vendrá? ¡Dile que puede venir!" Dice con ansias. Aunque solamente lo había una vez en su vida, Sirius parecía haberle tenido cariño a Voldemort. O solamente quería que Harry fuera.
"No lo sé..." Murmura, desviando la vista hacia Walburga quien lucía incómoda. Antes de decir algo más, la chimenea se prende de un color verdoso y Voldemort sale de ahí luciendo tan pulcro como siempre.
"Lamento la interrupción, vine con el joven Black." Informa dándole una reverencia a sus padres quienes devuelven un asentimiento de cabeza. Aún le parecía extraño que Voldemort jactándose de su superioridad y justo ahora siendo poderoso políticamente, hiciera reverencias de respeto a los mayores de la familia.
"¡Tío!" Dice Sirius corriendo hacia Voldemort. Harry quería desaparecer al ver a Voldemort sonreír con extrañes al ser llamado bajo ese título por Sirius. Sostiene a Sirius en brazos y se lo acomoda en la cadera.
"Hola, niño." Saluda con voz más suave. Harry le da una mirada a Walburga pero ella luce demasiado concentrada en su hijo y Voldemort. "Hoy es tu primer día en Hogwarts ¿no?"
"¡Sí!" Afirma el niño. "¿Puedes... puedes venir a despedirme? El tío Al irá y los abuelos." Dice de forma tímida bajando la cabeza. Harry sonríe enternecido.
"Claro." Asiente Voldemort lo cual hace entrecerrar los ojos a Harry, desconfiado.
Sirius rebosa de alegría y baja de los brazos de Voldemort para correr a Walburga quien lo toma en brazos, Regulus a quien apenas ahora nota está detrás de la pierna de Orion.
Harry se queda tenso en todo el viaje, usan la chimenea para aparecer en el número 12 de Grimmauld Place.
De ahí, caminan entre conversaciones vagas hasta la estación King's Cross. Sirius estaba en medio de Harry y Voldemort tomando las manos de ambos, aferrándose de estas para brincar mientras se ríe. Harry debe tragar duro para no pensar lo familiar que era, algo que nunca tendría. Se negaba a tener a alguien más que no fuera Ginny.
Al llegar y cruzar hacia la estación nueve y tres cuartos casi pega un brinco al sentir la mano de Voldemort en su espalda baja, justo en esa curva peligrosa. Voltea a verlo de reojo pero él luce demasiado sonriente y concentrado en Sirius quien ahora trata de no llorar con sus piernas temblando abrazando a Regulus.
"¡Mamá por favor déjame llevarme a Reggie!" Suplica Sirius, Regulus sigue llorando en el pecho de su hermano y Orion parece casi decidido a enviar una carta a Hogwarts para conceder ese permiso.
Harry se disocia de la conversación, todo su cuerpo vibra junto al de Voldemort ardiendo bajo su toque. Su estómago se revuelve y traga duro la bilis que subía. Voldemort parece notar su malestar.
"¿No me diga que también se pondrá sentimental, joven Black?" Susurra demasiado cerca de su oído. Harry se estremece.
"Es inevitable, he sido muy apegado a mi sobrino." Murmura de vuelta Harry volteando a verlo para evitar que el aliento de Voldemort pegara en su oreja. Mala idea, pues ahora sus rostros están demasiado cerca.
Harry se aparta y pone distancia entre ambos, Voldemort luce demasiado divertido.
El tren ruge, Harry se arrodilla frente a Sirius tomándolo de los hombros.
"Tengo miedo, tío." Susurra, su voz tan baja que Harry quiere agarrarlo y llevárselo lejos ahí mismo. "¿Y si no quedo en Slytherin? Mamá va a odiarme."
"Sirius." Murmura, tomándolo del mentón. "Incluso si no quedas en Slytherin tu mamá siempre te va a amar." Que mentira. "Incluso si eres un hufflepuff." Harry se ríe ante la mueca de asco. "Y ya sabes que tu hermano siempre va a cuidarte ¿mhm?"
Harry se pone de pie y le revuelve el cabello viéndolo correr hacia el tren. Se da la vuelta, no puede verlo, tampoco quiere que Sirius lo vea lagrimear, ¿así sus padres alguna vez pudieron haberlo despedido? ¿Entre lágrimas? ¿Con abrazos y buenos deseos?
Alza la cabeza cuando siente un brazo rodearle la cadera y mira a Voldemort con ojos llorosos. Voldemort lo observa fijamente, para su sorpresa parece haber empatía en sus ojos.
"Me iré con el señor Oscuro." Anuncia Harry volteando hacia su hermana y sus padres. "Tomaré el té con él."
Voldemort lo sostiene con más firmeza y se despide cortésmente de los Black. Su madre mira fijamente en brazo de Voldemort en su cadera y Harry se siente incómodo.
"Conozco un buen lugar aquí en Londres Muggle." Dice Voldemort, arrastrándolo sutilmente lejos de su familia comenzando a caminar hacia la salida de la estación pasando de nuevo por la pared de ladrillos, yendo al King's Cross muggle.
"¿En serio?" Pregunta Harry con curiosidad, trata de no pensar en Voldemort aún sosteniéndolo. No parece importarle las miradas de asco que le dan los transeúntes.
"Si, es una cafetería." Asiente. "Es agradable, te gustará."
"Creí que tomaríamos el té." Harry ladea la cabeza un poco confundido.
Voldemort sonríe y suelta una baja risa. Suena demasiado sincera, Harry traga duro.
"Cambio de planes, joven Black." Sonríe, volviendo la mirada al frente. Sería una larga tarde.
Por la noche, Voldemort seguía en su hogar, esta vez enlazando la chimenea de la oficina de Harry con la de Voldemort con polvos Flu para viajes más directos. Harry lo dejó, necesitaba ganarse desesperadamente la confianza de Voldemort, con suerte le tendría la suficiente confianza para apuñalarlo por detrás si lo ocupaba. Harry lo veía de reojo acomodar disimuladamente algunas cosas en su oficina, lo permite también.
Afuera, el cielo teñido de gris amenazaba con una lluvia que nunca terminaba de llegar, como si el propio clima dudara en interrumpir la tensión de ese lugar.
Harry estaba sentado en un sillón de cuero oscuro tras su escritorio, una copa de whisky de fuego entre los dedos, sin tocar. No podía concentrarse en nada pensando en Sirius. Fue un gran alivio oír la lechuza picar su ventana. La abre con un movimiento de varita y la lechuza —una de las tantas de Hogwarts— se posa en su escritorio y le entrega la carta. Harry traga duro.
"Querido tío,
Por favor no le digas a mamá. No todavía, pero pusieron en Gryffindor. No entiendo por qué, yo no quería, ¡yo intenté! Pero el sombrero no me escuchó. Le supliqué, de verdad.
Sé que mamá va a odiarme. Sé que va a decir que soy un traidor o un tonto. No se lo digas aún. Dime tú qué hacer, por favor. ¿Puedes mandarme un vociferador cantando Lavanda azul, por favor?
Siempre tuyo,
Sirius."
Harry tenía el pergamino entre los dedos, arrugado, como si apretarlo hiciera menos real la angustia del niño. No pudo evitar tragar saliva con dificultad. Un leve crujido en el suelo de mármol le le recordó la presencia de Voldemort.
"Está muy callado para lo mucho que odia el silencio, joven Black." Murmuró una voz suave, perfectamente articulada, cargada con ese tono lánguido que siempre parecía al borde del desprecio.
Harry alzó la mirada.
"Sólo pensaba." Respondió Harry con un tono neutral, deslizando la carta bajo un libro viejo con un movimiento casi imperceptible.
Voldemort alzó una ceja, como si el intento de disimulo fuera una ofensa menor. Se acercó y se dejó caer en el sillón frente a él, cruzando una pierna sobre la otra. Observó el fuego sin prisa, como si las llamas tuvieran algo que decirle.
"¿Noticias de Hogwarts?" Preguntó, sin mirarlo.
Harry mantuvo el rostro inmóvil, aunque por dentro sentía cómo cada músculo de su cuerpo se tensaba.
"Cosas sin importancia." Dijo con tono casual, alzando la copa a los labios, sólo para evitar que sus manos temblaran demasiado.
Voldemort desvió por fin la vista hacia él, y sonrió. Una sonrisa pequeña. Casi una burla.
"No parecían sin importancia hace un momento. "Insistió con suavidad. "Sus dedos estrujaban ese pergamino como si contuviera una amenaza." Harry mantuvo la mirada, decidido a no ceder. Sabía que Voldemort olía la debilidad como un sabueso, que cualquier vacilación podía volverse un arma entre sus dedos.
O tal vez ya no, o no tanto. Los límites se difuminaban cada tanto y luego se trazaban con más fuerza.
"Solo una carta de familia. No es nada grave." Repitió.
Voldemort entrecerró sus ojos rojos, escudriñándolo con ese modo particular que tenía, como si buscara fisuras detrás de las palabras. Pero no insistió. No aún.
"Muy bien. Si no quiere hablar de eso, hablemos de algo más útil." se inclinó un poco hacia adelante, sus dedos entrelazados sobre la rodilla. "He sido informado sobre lo que dijo sobre su voto la semana pasada en la reunión de Wizengamot, joven Black. Creo que subestima la influencia que aún tiene la rama francesa sobre las decisiones del norte. Especialmente los Greengrass."
Harry respiró hondo. Agradeció la distracción. Cambiar el tema a política mágica era como caminar sobre fuego, más con Voldemort, pero al menos no era caminar sobre emociones.
"Los Greengrass están divididos." Respondió, acomodándose mejor. "Elías quiere alinear sus intereses con los Black, pero su hermano tiene compromisos con la Cámara de Comercio mágica. Esa presión va a forzarlos a abstenerse."
"¿Y si no se abstienen?"
"Entonces perderán el respaldo de Gringotts y los Black. Hay muchas inversiones pendientes, señor. Y aunque actualmente no somos poseedores de tantos asientos como usted para que la gente busque no contradecirnos, seguimos siendo la familia más respetada tanto por título como por el comercio y tratos, más desde que hemos sido los principales exportadores de ganado muggle y los Greengrass son nuestros principales clientes, como les conviene perder a su mayor proveedor cuando somos los únicos con los recursos para la venta y cuidado de ganado. Menos cuando en unos meses cerraremos el trato con los Sayre para iniciar con el cuidado de Dragones.”
Voldemort asintió lentamente, el fuego reflejándose en sus ojos oscuros. Era imposible saber si realmente pensaba en los Greengrass o si seguía reflexionando sobre la carta escondida.
"A veces pienso que sabe mas de estrategias que yo." Murmuró, con un dejo de humor.
Harry no respondió.
Un silencio pesado se instaló entre ambos, interrumpido solo por el chisporroteo de las llamas. Harry tomó un sorbo más largo del whisky, como si el calor pudiera acallar la punzada en su pecho.
Sirius.
El niño lo necesitaba y Harry no podía hacer nada al respecto, porque en once años no pudo cambiar el punto de vista de Walburga sobre Gryffindor.
Y Harry, atrapado en otro cuerpo, frente a Voldemort, no podía hacer más que fingir que no pasaba nada.
Pero lo haría. Encontraría la manera de protegerlo. Aunque tuviera que desafiar la línea de sangre más antigua llena de locura o mentirle al monstruo más peligroso del mundo.
Porque Sirius no iba a sufrir como él.
No esta vez.
No mientras Harry estuviera ahí. Había prometió eso, había hecho todo esto por Sirius, por Hermione, por Ron, por sus padres...
"¿Terminó de instalar los polvos, señor?" Pregunta, poniéndose de pie.
"Así es." Asiente Voldemort, quitándose sus guantes de cuero negro. Harry intuye que no tiene intenciones de irse pronto si se los acaba de quitar. "Tienes total acceso a mi oficina privada."
"Creí que era para que usted pudiera tener acceso a la mía." Sonríe Harry con diversión ladeando un poco la cabeza.
"Ambas cosas." Se encoge de hombros. "Será más fácil hablar si simplemente usamos la chimenea, Salazar es algo lento por su edad y tarda más entregando cartas."
Harry no puede evitar sonreír ante la mención de la lechuza de Voldemort, era enorme y vieja pero sumamente gruñona, Harry había aprendido a usar guantes para tratar con ella.
"Sinceramente preferiría que usted venga, señor." Dice, caminando hacia la chimenea alzando una ceja al ver las cosas que tenía desacomodadas —pero en orden, era un desastre ordenado— ahora alineadas por Voldemort. Que amante del orden. "No quisiera interrumpirlo en sus reuniones o si está fuera."
"En ese caso, si cruzas y no estoy en mi oficina, entonces siéntate y espérame." Sonríe. Una sonrisa que decía «cállate y haz caso».
Harry entrecierra los ojos pero finalmente asiente sin más.
El reloj marca las 02:00 am cuando Voldemort considera oportuno irse ya.
Harry se queda solo con los pensamientos de Sirius en Hogwarts, solo con lo que tendrá que hacer, solo en cómo Walburga reaccionará.
Notes:
Publicaré esto sin revisar porque ao3 es una perra que me odia y no puedo guardarlo. Más tarde lo corrijo.
¿Por qué Tom le habrá regalado el relicario a Harry?
Azera on Chapter 1 Sat 03 Aug 2024 01:32PM UTC
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Cherryvking on Chapter 1 Thu 27 Feb 2025 10:23PM UTC
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