Chapter Text
Año 2046, 9 de diciembre
Liam 11 años
*Las mañanas en el orfanato solían ser alegres, ruidosas y con el aroma del desayuno recién hecho por su madre… o mejor dicho, por Liam y su madre.
Antiguamente 5 niños se encargaban de hacer el desayuno para todos, lo cuál hacía el proceso más rápido para que así, en cuanto despertarán los demás lo primero que percibían era el olor al desayuno recién hecho. Pero desde que Liam adquirio el gusto por la cocina, se ofrecía con frecuencia para encargarse del desayuno, acompañado únicamente de su madre, y en raras ocasiones, por algún otro niño que se unía al azar.
Faltaban aún algunos minutos para la hora de despertar cuando el cocinero de la casa descendía ya las escaleras rumbo a la cocina. Para cualquier persona, desde afuera parecía bastante facil, pero la verdad era que preparar la comida para tantos requería una atención precisa por las numerosas alergias entre los niños, en especial las de Ray.
Liam soltó un suspiro mientras se arremangaba la camisa y se alisaba los mechones rebeldes que aún le quedaban. Pensó un par de segundos en la comida que él y su madre habían acordado días antes, era el último día de la semana y más tarde tendría que quebrarse la cabeza para pensar en otro nuevo menú empezando la próxima semana.
— Nos tardamos más en pensar su comida que en lo que les dura en la boca —murmuró con resignación mientras se lavaba las manos. Recibió una ligera risa de su madre y comenzaron a cocinar.
Ayudar en la cocina se había convertido en su momento favorito del día. Aunque levantarse tan temprano era una patada en el trasero, cocinar era terapéutico: probar, mezclar, cocer, revolver… era casi como hacer magia. Una pequeña calma después de sobrevivir un día más allí.
Claro que, aunque se esforzaba, aún era demasiado pequeño para encargarse completamente solo. No se pueden contar las veces que él se había cortado o quemado con el aceite por su falta de experiencia, así que, era necesaria una vigilancia sobre él. Cuando la mayor parte del desayuno estaba listo, su madre se dedicaba a levantar a los niños que aún no despertaban y acomodarlos en las mesas, dejando a Liam solo en la cocina.
Y como si fuera parte del ritual, unos minutos después aparecía su hermano mayor favorito, Shion. Algunos días también se levantaba temprano para acompañarlo en su rutina, sin embargo, esto también era molesto porque así como Liam amaba cocinar, Shion amaba comer cada delicia que preparaba el chico. Siempre que veía algún platillo de Liam a la vista no dudaba en lanzarse sobre él.
Justo como en ese momento.
— ¡¡SHION, ATRÁS!! —gritó el chico, colocándose delante de los platos como un guardián, apuntándole con una espátula de madera como si de un perro a punto de atacar se tratase — ¡No dudaré en golpearte otra vez y que te quede la cara marcada con aceite caliente!
Shion se agazapó en posición de ataque, gruñendo como un gato al que le han quitado su presa, dispuesto a lanzarse sobre la comida. Pero antes de que la escena pasara a mayores, su madre entró por la puerta.
— Buenos días Shion —saludó con tranquilidad, pasó de largo a Shion y se colocó junto a Liam— Los llevaré ahora. Shion, ¿me ayudas?
La batalla terminó con Liam como ganador gracias a la abrupta aparición de su madre. Aun así, Shion no perdía oportunidad: cada vez que entregaba un plato, “accidentalmente” metía un dedo para probarlo.
Una vez con todos sentados y los platos repartidos Liam dejó la cocina para sentarse al lado de Norman y Gilda, con un Shion ya atascado en la comida de frente.
El desayuno fue extrañamente más tranquilo que de costumbre, Liam agradeció internamente por ello. Su madre, como siempre, fue quien dio la señal para levantarse y comenzar a recoger los platos. Emma, Gilda y Liam se encargaron de la tarea, como era rutina.
Después de cada comida, Liam solía recibir elogios por sus platillos. Emma era la primera en decir algún comentario con entusiasmo, seguida de Norman, casi por reflejo, y de algún otro hermano que los había ayudado.
— Dios, Liam si algún día te dedicas a la cocina te juro que todos los días estaré en el lugar donde trabajes —dijo Emma con entusiasmo.
— Si lo contratan en un lugar caro, tu economía se caerá más rápido que Norman cuando corre —agregó Gilda, Norman volteo confuso por la burla repentina que ocasionó una risa nada discreta de Emma y Liam.
— ¡SI! Pero obviamente no me cobrará, somos familia. —Liam, que sostenía su mirada, se volteó rápidamente sin decir algún comentario— ¡Oh vamos!
Una vez los platos en la tarja, Liam y otro hermano que le haya tocado la tarea, procedían a lavarlos, Últimamente, ese trabajo le tocaba con frecuencia a Gilda. Esto era, sin duda, una situación problemática para Liam, el silencio que a veces se generaba entre los dos.. era demasiado para él.
Aunque Liam odiaba este incómodo silencio no podía culparla, normalmente la gente a su alrededor era bastante energética para hablar sin necesidad de que él iniciará una conversación, aprendiendo a callar antes que hablar.
A veces lograban intercambiar algunas palabras sobre lo que pasaba en la casa, pero en la mayoría de los casos el silencio se instalaba entre ambos, y se hacía tan espeso que incluso el sonido del agua al correr parecía demasiado alto.
— Emma y Norman tienen razón —dijo Gilda de pronto, rompiendo esa tensión— Tu comida ha mejorado mucho, desde las primeras veces que cocinaste.
Fue uno de esos raros momentos en los que ella iniciaba una charla, y aunque el comentario era simple, Liam agradeció el esfuerzo por aligerar el ambiente.
— Gracias, Gilda; me gusta pensar que lo he hecho —respondió.
— Sí, digo… desde Sara —añadió Gilda, para luego callar de golpe.
La mención de su nombre cambió el aire. Liam se tensó ligeramente; Sara era todavía una herida que no acababa de cerrar, aún así, no dijo nada.
— Desde el año pasado… nunca te había visto tan dedicado —continuó Gilda con suavidad.
— Bueno… es una linda manera de recordarla, aunque, creo que lo hago más por Shion que por mí.
— Si, escuché la discusión de esta mañana. —mencionó con una sonrisa está vez.
La conversación continuó tranquila mientras terminaban de lavar los últimos platos. Cuando secaron sus manos y cruzaron la puerta de regreso, Shion apareció abruptamente, invadiendolos, arrastrando a Liam con él y separándolo de Gilda.
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Los días funcionaban casi como un cronograma andante, algo a lo que su madre los había acostumbrado desde pequeños. Aun así, nadie los obligaba a seguir cada indicación al pie de la letra. Durante el tiempo que se suponía debían entrenar su condición física corriendo por el jardín, Shion y Liam preferían refugiarse bajo uno de los árboles del pequeño bosque, su espacio de calma mental.
— ¿Qué tanto estás anotando? —preguntó Shion desde una rama, acostado de espaldas, con los brazos cruzados detrás de la cabeza..
— Estoy intentando pensar en el menú de la semana —respondió Liam sin levantar la vista de su libreta.
Aunque Liam podría dejarle esa tarea a su madre, verdaderamente se tomaba en serio la cocina, queriendo mejorar como un chef de verdad. Shion se limitó a encogerse de hombros con indiferencia; no era algo que le interesara demasiado, tenía claro que, si pensaba en cómo ayudarlo probablemente pasaría hambre todo el tiempo. Liam soltó un leve suspiro, cerró su libreta con cuidado y se recostó contra el tronco áspero del árbol.
— Te vi hablando con Gilda de nuevo —preguntó Shion.
— Sí —respondió Liam con un gesto leve, levantando la mirada hacia su hermano.
— ¿Fue incómodo?
— No, para nada, solo que.. —dudó por un momento, bajando su cabeza, mientras elegís sus palabras antes de hablar— Hizo un comentario sobre Sara..
El rostro de Shion se tensó apenas un segundo. No le gustaba hablar de ella, y mucho menos que Liam tocara el tema. Hacía poco tiempo que ya no estaba con ellos, y aunque aparentaba lo contrario, no era algo que pudiera procesar con facilidad; su nombre era una punzada que se colaba entre los pensamientos cuando menos lo esperaba. Saber que Liam llegará a descubrir lo que realmente le pasó.
— ¿Qué fue lo que te dijo?
— Bueno, no mucho, solo hablamos sobre la comida.. de cómo Sara me introdujo indirectamente a la cocina
— ¿Te molestó?
— No, para nada, solo que se siente raro hablar de ella —dijo Liam, bajando la mirada hacia su libreta y esbozando una sonrisa pequeña, casi nostálgica. No podía evitar recordarla de vez en cuando, incluso la libreta era una de los pocos recuerdos físicos que conservaba de ella — Casi nunca la nombramos.. sería lindo hacerlo ¿no crees?
Shion no respondió de inmediato. Cerró los ojos y reposó la cabeza contra la corteza. No era el más indicado para tratar temas delicados. Nunca había pensado que Sara se iría antes que él y, sin embargo, ahí estaba; ella ausente, y Liam hablando de ella como si aún esperara que volviera por la puerta algún día.
— Si.. aunque aún la extraño.
— Eso es lógico, pero para eso es recordarla, no podemos dejarla en el olvido.. regresará en algún momento ¿verdad? Tenemos que mantener esos recuerdos para ese día.
Shion apretó los labios. No quería mentirle a su hermano pero tampoco podía decirle la verdad sobre su partida. Él, en cambio, no podía engañarse.. sabía que Sara no regresaría.
— Solo pensaba que fue lindo.. hablar con Gilda sobre ella.
Shion miró de reojo a Liam, él nunca podría haber sacado un tema tan delicado, claro que.. fueron los más cercanos a ella, su partida fue dolorosa, pero al final terminó viéndose como tantas otras en esa casa. Cerró sus ojos y reposó su cabeza, no le gustaba la nostalgia, pero no podía pedirle lo mismo a Liam.
— Me haces mucha falta… —susurró Shion, apenas audible, casi como un pensamiento que se escapó en voz alta.
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Durante la noche de ese mismo día, después de haber cenado junto con su familia, normalmente a los más grandes les tocaba recoger la mesa para darle a los más pequeños oportunidad de dormir más temprano. Sin embargo, Liam siempre esperaba a Shion, Liam no era fanático de recoger todos los platos, sin embargo estaba ahí para acompañar a Shion.
Era una de las costumbres que Sara les había dejado a ambos, un tiempo de calidad a solas entre los tres antes de ir a la cama.
Liam se quedó sentado, balanceando las piernas bajo la mesa mientras Shion apilaba los platos para llevarlos a la cocina en menos viajes.
— ¿Recuerdas cuando Sara me enseñaba a leer por las noches? —preguntó de pronto, rompiendo un silencio que ni él había notado hasta que lo cortó.
Shion se tensó al instante. Por poco se le resbalaban los platos que sostenía. Miró de reojo a Liam y asintió, casi imperceptible.
— Creo que, hasta ahora, no he olvidado esa sensación extraña de estar aquí sin algún libro —dijo con una sonrisa leve, un poco amarga
Shion no respondió de inmediato. Caminó hasta la cocina y empezó a dejar los platos en el fregadero, buscando algo que decir que no sonara demasiado nostálgico, o demasiado vacío.
— Podrías hacerlo tú —murmuró al fin.
— ¿A qué te refieres?
— Si te quedó el hábito… podrías seguir leyéndolos tú —respondió, con una voz seca, que se le ablandó de inmediato al agregar— Para recordarla, tal vez.
Liam se quedó callado unos segundos. Miró al asiento vacío a su lado y luego negó con la cabeza.
— No creo querer leer libros de historia todas las noches —admitió, con una risa incrédula. Shion soltó un suspiro y rodó los ojos como quien pierde un poco la fe en la inteligencia ajena.
— No tienes que leer lo mismo que ella —aclaró mientras abría el grifo— Libros de cocina, tal vez... aunque no sé si haya alguno en la biblioteca.
Se cuestionó así mismo, en realidad nunca había leído algo que no fuera por obligación de Sara, parecía que era la única que mantenía el control de su educación
— Aun así, no es el punto. Es algo que quiero que se quede con ella —dijo en voz baja. Pero incluso mientras lo decía, la idea no le parecía tan mala. Quizá no por Sara, sino por él mismo, por su pasatiempo— Al menos por ahora… solo quiero recordarla.
Shion no dijo algo, no quería hacerlo y no veía caso el hacerlo, para Shion, Sara nunca volvería, pero para Liam, Sara le había prometido volver y la estaba esperando incluso cuando se había ido hace poco. Porque para Liam, aún no era un “adiós”.
— ¿Sabes que no está muerta, verdad? —soltó Shion desde la cocina, sin mirarlo.
Liam frunció el ceño. Se levantó de la mesa y se acercó, deteniéndose en el umbral.
— ¿De qué hablas?
— Sara. Seguramente está disfrutando con su nueva familia —respondió con un carraspeo, como si se le atoraran las palabras— Me refiero a que… no le veo el caso a seguir recordándola.
— Recordar a alguien no es exclusivo de la muerte —replicó Liam, entrando por completo a la cocina— En este momento, está ausente; extraño la vida que teníamos con ella, las costumbres… eso es lo que echo de menos, no a ella como tal ¿Por qué tendría que hacerlo?
Shion bajó la mirada y dejó a medio lavar el plato que tenía en las manos. Se apoyó en el borde del fregadero, agotado más por el peso de las palabras que por el cansancio.
— Mejor ve a dormir —dijo finalmente, sin levantar la vista— No quiero ponerme nostálgico ahora.
Liam lo observó unos segundos, sin entender del todo si había dicho algo mal. Pero asintió sin insistir. Tal vez sí estaba hablando de más. Tal vez estaba forzando algo que no debía. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y lo dejó solo en la cocina, con ese mal sabor de boca.
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Ese día por la noche, Shion no era de las personas que pudieran conciliar el sueño rápido, sin embargo la conversación que había tenido con Liam durante la tarde no dejaba de darle vueltas en la cabeza, lo había vuelto aún más difícil. Nunca fue alguien que supiera enfrentar sus emociones de forma directa, prefería apartarlas, esconderlas bajo la alfombra y hacer como si no pasara nada. No le gustaba la incomodidad, la angustia, la tristeza y todas las emociones revueltas que sentías en ese momento.
Pero esa noche, el recuerdo de Sara se sentía como un peso demasiado grande para ignorar.
Se revolvió entre las sábanas, abrazando con fuerza la almohada, como si así pudiera empujar hacia fuera el nudo en su pecho. Si él aún no era capaz de lidiar con la ausencia de su hermana, ¿cómo iba a ayudar a Liam a sanar la suya? No podía recordarla sin que el deseo de volver atrás lo desbordara.
Resignado a no dormir, se levantó de la cama y comenzó a deambular por los pasillos oscuros, arrastrando los pies como si sus pensamientos lo mantuvieran encadenado al suelo. Un ruido lo sobresaltó, y por puro instinto, más por temor a encontrarse con algo desconocido que a ser descubierto por su madre, se metió en la primera habitación que encontró abierta.
Allí dentro, entre el silencio y la respiración tranquila de los niños dormidos, su mente se despejó apenas un poco. No hace poco esa era también la habitación donde su hermana dormía y como si sus pensamientos se materializaran pudo ver la cabellera oscura de su hermana en una de las camas. Todo volvió. La punzada, la ausencia.. El hueco que no se llenaba con nada.
Cuando menos se dio cuenta la mañana ya se asomaba, en un rato Liam se despertaría a hacer el desayuno. Tal vez Liam necesitaba a alguien que pudiera acompañarlo de verdad. Alguien más que él. Gilda se le venía a la mente por alguna razón.
Liam no era alguien fácil, ni hablador; a pesar de haber crecido en una casa amorosa, siempre había sido muy acomplejado. Ahora.. Shion lo era todo para él en estos momentos. Tal vez era momento de que Liam encontrará a más compañía, no podría dejarlo a la deriva como Sara lo hizo con él al partir.
Tal vez Gilda podía ocupar un lugar importante para él. Después de todo, habían estado hablando últimamente… más que con cualquier otro.
Se detuvo frente a la cama de ella, observándola un instante, tan profundamente dormida que parecía imposible despertarla. No podía cargarle su propia incapacidad a Gilda, no sería justo. Ella no tenía por qué llevar el peso de algo que él mismo aún no podía enfrentar.
En ese momento, una voz somnolienta lo sacó de sus pensamientos.
— ¿Shion? ¿Qué haces aquí? —Ray se incorporaba poco a poco desde su cama, frotándose los ojos con lentitud.
— Oh Ray, no quería despertarte, vuelve a dormir solo buscaba a Gilda —respondió con rapidez.
— ¿A estas horas? ¿Está todo bien?
— Claro, no pasa nada. Solo pensé que tal vez podría ayudar a Liam con el desayuno, pero creo que sería pedirle demasiado a alguien más.
— Aún falta mucho para que despierte, si necesitas ayuda, puedo hacerlo yo.
— No te preocupes, creo que mamá está bien con un niño en la cocina —dijo con una media sonrisa.
—En serio, no hay problema.
—Gracias..
Con un suspiro casi imperceptible, Shion salió de la habitación. La noche había sido demasiado larga, cargada de pensamientos y emociones que aún no sabía procesar del todo. Sabía que pronto la casa se llenaría de ruido, pero por ahora, lo único que deseaba era esconderse del mundo. Subió las escaleras hacia la enfermería y se encerró allí con la intención de no despertar hasta pasado el mediodía.
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Cuando Liam y su madre bajaron a la cocina poco después, se encontraron con Ray esperándolos, tal y como Shion había prometido. Aunque Liam le lanzó una mirada de extrañeza, Isabella aceptó la ayuda sin pensarlo demasiado.
La cocina se llenó de movimientos tranquilos. Ray no hablaba mucho, pero lanzaba preguntas de vez en cuando, a las que Liam respondía con simpleza. No era una charla animada, pero el silencio ya no pesaba tanto.
Era un pequeño avance. Un paso.