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Sentía la oscuridad a su alrededor dejando a la visa humana solo edificios destruidos por todas partes, el olor a sangre y pólvora se mezclaban en el aire sintiendo la muerte a su alrededor al ver cuerpos destrozados por las armas de los hombres. Parecía como si estuviera en la obra de Dante, la ciudad del Vaticano ya no era lo que una vez fue en el pasado al contrario parecía que fue consumida por las llamas del infierno, el infierno de Dante se volvió real ante sus ojos.
Caminando entre los escombros y cuerpos sin vida en lo que una vez fueron calles llenas de vida y la esperanza parecía seguir viva ahora remplazado por personas que no tenían rumbo alguno cubierto por tierra y polvo algunos con sangre saliendo en alguna parte del cuerpo. La vida que una vez conocieron desapareció para siempre.
Veía como algunos cardenales y padres que lograron sobrevivir al ataque trataban de ayudar a los heridos y sacas cuerpos de los escombros otros tratando de consolar a las personas que lloraban y gritaban desesperados preguntándose ¿Por qué?. Fue cuando escucho un grito desgarrador que atravesó como dagas afiladas a sus oídos haciendo que la vista cansada de los presentes se fijara en el centro del grito en la Plaza de San Pedro, los presentes fueron donde provenía el ruido.
Asustada sin saber lo que se encontraría al final del camino aun cansada y herida con todas sus fuerzas sobrantes camino a dirección al sonido, como todo su alrededor estaba destruido, pero en medio de los escombros y el polvo encontró al dueño de ese grito desesperado.
—¡No! —el dueño de esa voz era un cardenal que igual estaba herido y cubierto por el polvo lloraba sosteniendo un cuerpo con ropa de color blanco la diferencia es que de ese cuerpo inerte la sangre salía sin medida—debe vivir, no puede rendirse… ¡Por favor vuelve! ¡No por favor Dios no te lo lleves!
—¿Qué paso? —pregunto con la voz entrecortada.
—No tuvieron piedad, si él estaba…yo estaba de su lado…le dispararon como si su vida servida a Dios no valiera nada—las lágrimas del cardenal llegaban al rostro del fallecido—¿Por qué lo hicieron?
—¿Quién lo hizo? —se acerco al cardenal poniendo su mano en su hombro—su excelencia por favor dígame ¿Quién no hizo esto?
Su respuesta fue callada al sonido de una trompeta que surcaba el cielo, ese sonido era tan estremecedor que el cardenal abrazo con fuerza el cuerpo sin vida sin despegar la vista del cielo. La persona a su lado siguió su mirada al cielo encontrándose con una luz tan cegadora que lo único que podía ver era unas personas bajar del cielo con armas en sus.
—Fueron ellos—el temor en su voz era evidente tanto para aferrarse al único ser que amo y que le dio esperanzas en la humanidad—corre…
La trompeta aún resonaba en su mente cuando sus ojos se abrieron de golpe, logrando que se caiga de la cama, sintiendo el golpe de realidad el miedo aún seguía ahí impregnada en su respiración errática, como si hubiera corrido kilómetros, y el sudor frío pegaba su ropa a la piel. Miro por toda su habitación de hotel para asegurarse que todo era un sueño.
La luz de la mañana entraba en la habitación, ajena al caos que acababa de presenciar en su sueño todo estaba en su lugar, no había destrucción no estaba la esencia de la muerte asechando a su alrededor.
—Fue solo un sueño…solo un sueño no hay que alarmarse—se apoyó en la cama para levantarse y frotarse las rodillas para calmar el dolor de la caída.
Fue al cuarto de baño encendiendo la luz para tener una mejor visión del lugar mostrando un lavado de color blanco en la pared mostraba un espejo de forma cuadra igual iluminada por una barra de luz y en el otro lado una tina del mismo color, fue al lavado para mojarse la cara.
Al sentir el agua fría en la cara podía al fin respirar, el sentimiento de paz regreso gracias al agua. Vio su reflejo en el espejo se notaba las bolsas en sus ojos por el cambio de horario a pesar que era su sexto día en el Vaticano esperaba con ansias que se terminara su trabajo y volver a Londres lo más rápido posible.
Su pensamiento fue interrumpido por el tono de llamada de su teléfono, con una toalla se limpió su rostro y tomo su teléfono que estaba en el escritorio secretario pequeño de madera de a finales del siglo XIX de noche junto con su cartera y documentos, al encender el aparato vio el nombre y rostro de contacto su prima.
—Hola Anathema—dijo tratando de mostrar su cansancio.
—Hola Iris—dijo animada por el otro lado de la línea se notaba que la vida de casada le ayudo—solo quería saber cómo está mi prima favorita cubriendo una gran noticia en el Vaticano.
—Bien…creo…tengo una vista fantástica de la Basílica de San Pedro y el cambio de horario me afecta la cabeza, aunque no puede hacer turismo por cubrir la gran noticia del momento no debe perderme el gran momento.
—Pensé que te emocionarías por cubrir esta noticia.
—Eso pensarías al saber que si no escogen un nuevo papa a tiempo tendré que quedarme unos días o semanas más—se sentó en la cama.
—No creo que se alargue lo suficiente.
—Te lo dice una profecía de nuestra querida antepasada.
—Tú sabes que deje todo eso para tener una vida normal con mi esposo, siendo sincera es la mejor decisión que he tomado ya no hay fin del mundo que detener.
—Hablando de profecías—cerro los ojos tratando de pensar en cómo decir o explicar lo que vio—recuerdas como Agnes Nutter lograba tener sus visiones sobre el futuro.
—Claro que lo recuerdo mediante los sueños entre más profundo el sueño mejor visión clara del futuro ¿Por qué lo preguntas?
—Es difícil explicarlo y más con el historial de la familia. Desde que llegue al Vaticano he tenido unos sueños extraños en el que veo todo la Plaza de San Pedro destruida, toda la capilla desapareció, pero lo que no cambia es que veo un cardenal o un padre sostener un cuerpo.
—¿Crees que tu sueño es una profecía?
—No lo sé—presiono con su mano su frente al sentir un nuevo dolor de cabeza—a veces el sueño se siente muy real tanto que a veces siento el sabor metálico de la sangre en la boca y otras veces siento olor de los escombros…sé que parece una locura, pero lo siento tan real.
—No es una locura Iris después de todo lo que pasamos, tratando descifrar profecías de hace más de un siglo, no es algo loco—la voz calmada de Anathema se sentía incluso al otro lado de la línea—tú sabes que pocos de la familia heredo las habilidades de Agnes.
—Yo pensé que nunca tendría una de esas fabulosas habilidades—dijo sarcásticamente Iris—no es nada agradable, pensé que nunca lo tendría y esperaba que así lo fuera.
—Por eso te alejaste todo lo relacionado con la familia.
—Era por bien, no podía vivir todo el tiempo en medio de papeles y profecías antiguas adivinando que pasara o si la profecía acierta.
—Y resulto ser real al final de cuentas.
—Si es por lo que solo nosotras y el resto de la familia recuerda lo que paso en el 2019, no es nada agradable pensar que tenían razón y ahora estos sueños me dan miedo de
que posiblemente sea real…que al salir suceda exactamente como mi sueño.
—O puede que, si sea solamente un sueño, si lo piensas demasiado no te ayudara a seguir con tu vida lejos de la familia.
—Tal vez…—Iris dejo salir el aire que no sabía que estaba reteniendo, hasta que la puerta de su habitación estaba siendo tocada—creo que debo irme.
—Esta bien trata de no pensar en tu sueño.
—Eso espero—se levanto de la cama—te hablare en la noche.
Dejo el teléfono en la cama, con pasos cansados fue atender la puerta encontrándose con su jefa que al igual que ella estaba afectada por el cambio de horario, su jefa vestida formal con un abrigo color rojo, una blusa y pantalones negros sostenía dos Starbucks.
—Que bueno que ya despertaste hay que irnos rápido—le entrego el Starbucks.
—¿Ya eligieron al nuevo papa? —acepto el Starbucks, aunque no le gustaba el café amargo esta vez haría una excepción.
—Por supuesto que no lo han hecho todavía, debemos estar listas en cualquier no podemos perder esta gran noticia así que toma tu café y vístete rápido.
—Disculpe señora Whitly no se ha reportado algo raro como un atentado o algo parecido.
—Solo el atentado que tu reportaste hace cuatro días ¿Por qué lo preguntas?
—Por nada solo para asegurarme de que nadie me quite la historia—sonrió nerviosa—usted ya sabe siempre hay que ser el número 1 y todo eso.
—Si, por supuesto—expreso dudando de las palabras de su mejor reportera—te esperamos abajo.
Su jefa se marcho sin darle importancia solo deseaba llegar rápido a la Plaza de San Pedro para tener el mejor lugar para dar el reportaje si es que hoy eligen un nuevo papa. Iris cerró la puerta y una vez sola se apoyó en ella dando un suspiro cansado, no le importa la opinión de su jefa solo esperaba que su visión no fuera real que solo sea un sueño, un simple sueño nada más que no afecta a nadie a su alrededor.
—Por favor Dios que solo sea un sueño…solo eso pido.
Las dudas las alejo de su mente, no le convenia seguir pensando en el sueño solo la distraería y en su trabajo no se permite distracciones. Dejo el Starbucks en una mesa y se concentro en buscar una vestimenta apropiada para salir en las cámaras, de su maleta saco un pantalón negro acampanado, una blusa blanca y un blazer palo de rosa que era un regalo de su madre, por ultimo un collar con la imagen de la virgen María; aunque su familia era no creyente en la religión católica ella si lo era porque necesitaba una guía espiritual que le diera esperanzas del futuro en especial que el amor y el perdón no discrimina, y no algo que involucrara las escrituras del futuro de un antepasado suyo con designios escalofriantes.
Una vez lista tomo su bolso de cuero y una carpeta de color azul con información de los posibles elegidos para el puesto entre esos papeles resaltaba un comunicado que venía de la oficina de comunicaciones del Vaticano sobre un atentado de hace unos y el otro era la información de un cardenal que nadie conocía.
Salió del hotel encontrándose con el equipo que venía con ella, al igual que ella estaban cansados esperando el gran anuncio. Algunos de ellos estaban sosteniendo un espresso y un panino con prosciutto y queso en vez de una algo ligero como un bacon sándwich como siempre los encontraba en Londres otros estaban dentro de la camioneta revisando el equipo antes de ser usado.
Vio a Nick el camarógrafo que revisaba el equipo antes de partir, también era su amigo desde que empezó a trabajar en la cadena de televisión de la CNN, fue uno de los pocos que le indicaron y ayudaron en su primera semana de trabajo. Se acerco a Nick con una sonrisa disfrazando sus preocupaciones desde el momento que despertó.
—Buenos días Nick.
—Buenos días jefa—respondió alegre dejando la cámara en la camioneta y se acercó a Iris.
—No me digas jefa sabes que puedes llamarme Iris después de todo somos amigos.
—Lo sé, solo me gusta molestarte—bromeo causando sonrisas en ambos—pareces que tuviste una mala noche.
—Maldición, se me nota tanto—cerro los ojos frustrada porque incluso su maquillaje no ocultaba la verdad de su cansancio—pensé que el maquillaje lo cubriría espero que los televidentes no lo noten.
—No lo harán te puedes hacer un retoque en el camino—animo Nick a su amiga—¿Qué fue lo que no te dejo dormir?
—Te aseguro que no es el cambio de horario si es lo que piensas—respondió cansada dejando su bolso en la furgoneta—es solo que un problema se presentó o bueno eso creo.
—¿Puedo ayudar en algo? —pregunto Nick, mientras la tomaba de los brazos para darle confort.
Iris en su mente le contaba la verdad de quien era en realidad, nadie sabía quién era en realidad esto era porque últimamente los medios de televisión les intereso el tema personas que predicen el futuro mostrando a figuras importantes como Michel Nostradamus, Baba Vanga incluso predicciones bíblicas o religiosas como el apocalipsis o las profecías de San Malaquías, pero entre esas profecías resaltaba Agnes Nuther que se consideraba las más certeras de todos los tiempos. Y no deseaba que su persona se involucrara con su antepasado, no deseaba eso en realidad quería ser una persona normal como todos que no la trataran como una loca ya había pasado por eso y no pensaba repetirlo.
—Recorrer toda Italia sería una buena forma de ayudarme—respondió con calma—solo debo alejarme de esos pensamientos eso es todo.
—De todas formas, recuerda que estoy aquí para ayudarte.
—Gracias lo digo en serio.
—Que lindos se ven los enamorados—interrumpió la señora Whitly—mientras están en su burbuja de romance, pero perdemos tiempo valioso puede que hoy si sea que escogen a nuevo papa.
Ambos se sonrojaron por lo dicho por su jefa en especial Nick que no podía mirar a Iris con tranquilidad haciendo que suba rápido a la camioneta, ella y su jefa hicieron lo mismo ambas estaban en la parte trasera del auto junto a otros miembros del equipo mientras que Nick conducía. A medida que iban por los caminos que los llevarían a la plaza de San Pedro muchas personas de varios países sostenían banderas, pancartas, algunos sostenían rosarios y biblias que iban al mismo destino de los periodistas.
—Esta es nueva información sobre uno de los cardenales si es que uno es elegido, el cardenal Lawrence y el cardenal Tremblay, al parecer hay un rumor que el cardenal Lawrence es volvió muy popular en el conclave.
—¿Y qué hay de ese cardenal de Kabul?
—Solo tiene unos cinco o seis seguidores no es relevante.
—Pero quien sabe tal vez podría ser elegido.
—No lo creo este cardenal apareció de la nada y podría volverse un candidato al papado poco probable, mejor concentremos en el cardenal Lawrence al parecer es un candidato
fuerte—seria tanto en voz como en su expresión de su portafolio saco unos papeles—aquí hay información básica del cardenal tendrás que informarlo en cuanto estemos al aire, al parecer era alguien cercano al difunto santo padre y aquí hay una foto.
Su jefa le entrego una foto del cardenal junto con los documentos Iris recibió los documentos, pero lo que llamo su atención fue la fotografía, al sostener la fotografía su mano empezó al temblar porque ese rostro lo vio en sus sueños, pero no vestía como un papa si no como un cardenal. Su temblor no paso desapercibido por su jefa que preocupada la tomo de su mano logrando que su vista se apartara de la foto.
—¿Te encuentras bien? —pregunto con tranquilidad.
—Es que…yo…creo que—su voz temblaba apenas se escuchaba—creo que…
—Llegamos y a tiempo—anuncio Nick, bajo del auto junto con otra persona.
La voz de Iris quedó atrapada en su garganta, su pecho subía y bajaba, desesperada ocultó la foto entre los papeles y trató de controlar su respiración. No podía dejar que su sueño la dominara que esa sensación la asustara, no allí, no en ese momento. Bajo de la camioneta a toda prisa tanto que choco con una persona que cruzaba su camino haciendo que los papeles y su bolso caigan al suelo.
—Maldición—Iris miro a quien empujo esperando una disculpa, pero no fue así, resignada se agacho para recoger sus cosas hasta que alguien que vestía de blanco la ayudaba a recoger los papeles—muchas gracias, la caballerosidad aún existe.
—Maldición—Iris miro a quien empujo esperando una disculpa, pero no fue así vio como el hombre desaparecía en medio de la multitud, resignada se agacho para recoger sus cosas hasta que alguien que vestía de blanco la ayudaba a recoger los papeles—muchas gracias.
—No hay de que agradecer es el deber de un caballero ayudar a quien lo necesite—el hombre se levanto con los papeles en las manos
Iris copio su acción que igual recogió no solo sus papeles también cosas de su bolso como su maquillaje y celular, movió con su mano un mechón de cabello que le cubría sus ojos permitiéndole apreciar a la persona de voz suave y cálida con un acento británico, su aspecto era sofisticado vestimenta de un traje de color beige claro y resaltando una corbata de lazo color azul por su mente paso—«Solo un inglés o alguien excéntrico usaría un corbatín de ese tipo»—pero por su aspecto podía jurar que era alguien que irradiaba amabilidad y una sonrisa educada.
—Me alegra que la caballerosidad aún existe—sonrió agradecida. y recibió los papeles de parte del hombre de cabello blanco o bueno eso aparentaba parecía más un rubio claro y bien peinado—¿Señor…?
—Azirafel y es el deber todo caballero ayudar a una dama en apuros y parece que usted lo tiene—Azirafel miro los papeles donde resaltaba el comunicado del Vaticano—al parecer ya tienen un favorito para el papado.
—¿Disculpe? —desconcertada pregunto sin entender a que se refería.
El hombre delante de ella parecía entender su expresión como si la conociera de toda la vida, sin dejar de sonreír apunto con su mano al comunicado.
—Oh se refiere a esto—sorprendida—no creo que sea un candidato para que sea el nuevo papa solo es la información de alguien no esperado.
—Yo que usted no estaría tan seguro—dijo seguro como si conociera un secreto—hoy puede ser reciban una sorpresa.
Iris lo miro con incredulidad por sus palabras, aunque no conocía el hombre parecía alguien que sabía que pasaría el día de hoy.
—Le daré un consejo—se acercó a su oído tanto que podía sentir su respiración—no suba al techo de la camioneta.
Confundida se alejó del hombre para ver como ese hombre de voz calmada se iba caminando tranquilo con las dos manos en su espalda mirando a la multitud con una tranquilidad impoluta como si no le importara la multitud.
—¡Iris! —la voz de Nick la saco de su confusión apartando la vista del hombre—ya estamos listos ¿Sucede algo?
—Es que ese hombre…me dijo algo raro, no sé si es una amenaza o una advertencia.
—Tal vez solo quería asustarte mejor no pienses en eso.
—Creo que tienes razón—Iris dejo de ver a la multitud para ir con Nick—¿Desde qué punto voy hablar?
—La señora Whitly sugirió que lo hicieras en el techo de la camioneta para tener una mejor visión de la Capilla Sixtina.
Un escalofrió recorrió todo su cuerpo al recordar las palabras de ese hombre, su advertencia resonaba en su cabeza y este le decía que hiciera caso. Asustada dejo a Nick sin dar explicación y se acercó a su jefa que hablaba con el resto del equipo para preparar la transmisión.
—Señora Whitly no puedo filmar en el techo—dijo con respeto sin sonar alterada o asustada.
—Claro que puedes hacerlo además tendrás de fondo a la Capilla Sixtina, no me digas que tienes miedo a las alturas.
—No es eso—respondió Iris tratando de mantener la calma—es que no parece muy seguro grabar arriba que tal si Nick o yo caemos incluso puede afectar la estabilidad de la señal.
—Iris por si no lo sabias estamos en la noticia más importante de la historia además necesitamos el mejor ángulo posible.
—No me importa si el ángulo es perfecto solo quiero seguridad y si no me lo van a brindar pues… no informare nada hasta estar en una plataforma o en algo más seguro.
La señora Whitly frunció el ceño, mirándola con ligera desaprobación sin evitar que Iris hablaba en serio.
—Nos costaría dinero y tiempo es mejor así además no eres la única que lo hará muchos reporteros lo están haciendo sin mencionar a la multitud.
—No me importa si la plataforma es un montón de maletas yo no realizare una noticia sobre algo tan inseguro.
—Si no fuera porque estamos en la noticia más importante del mundo te pediría que te retires, pero no puedo hacerlo—irritada miro a Iris demostrando que hablaba enserio—Joe consigue un podio rápido estaremos al aire en dos horas.
—Gracias—suspiro tranquila. Aunque eso no impidió sentir el temor a su alrededor.
De forma improvisada usaron los estuches de color negro donde se ponía el equipo de grabación para hacer una plataforma improvisada poniéndolos en orden donde Iris pueda dar la información con tranquilidad.
Iris vio como las personas llegaban y sacaban banderas la mayoría sacaban sus celulares en dirección a la chimenea de la Capilla Sixtina esperando la gran noticia, aunque su seguridad estaba asegurada esa sensación no la dejaba mirando a su alrededor esperando algo o mejor dicho buscando algo con desesperación.
—Muy bien Iris estamos vivo en diez segundo—anuncio Nick desde la camioneta
Iris respiró hondo, tratando de acallar su creciente ansiedad. Miró de reojo el monitor que le mostraba el encuadre perfecto. Sonrió profesionalmente a la cámara.
—Cinco, cuatro, tres, dos…
La luz de la cámara se encendió dando a entender que ya estaba al aire, mantuvo la calma mostrando una sonrisa que trasmitía confianza cuando era todo lo contrario las palabras de ese hombre resonaban en su cabeza al igual que su sueño, esperando que sea solo una coincidencia.
—Buenos días—comenzó con firmeza, sujetando el micrófono—estamos trasmitiendo en vivo y en directo en la Plaza de San Pedro detrás de mí se encuentra la Capilla Sixtina esperando el anuncio de un nuevo Papa—continuó con seguridad—aunque el público tiene sus favoritos la curia ha informado que este conclave podría ser el más largo de la historia.
Una exclamación inesperada de un hombre que al parecer choco con alguien exigiendo una disculpa, haciendo que unas cuantas lo miraran para después como ese hombre se alejaba y se acercaba mas a la Capilla Sixtina.
—Al parecer hay una abundancia de candidatos fuertes y que elegir uno de ellos está resultando muy difícil—prosiguió, retomando su discurso—tomándose su tiempo su tiempo para elegir un nuevo Papa seguiremos aquí en la Plaza de San Pedro a medida que avance el día esperamos tener más información…
Antes de que Iris pudiera reaccionar, un estallido seco resonó a lo lejos y sintió la tierra temblar bajo sus pies tan fuerte era el estruendo que muchas personas cayeron al suelo por el temblor causando que muchas personas vieran con sus ojos hacia su derecha, más allá de las murallas se podía apreciar como el humo se elevaba en el cielo, las personas murmuraban a los lejos con preguntas lanzadas al aire, pero la que más sonaba era “¿Qué paso? ¿Es un ataque terrorista?” Iris vio como otros periodistas y también el público dirigieron sus cámaras al lugar de la ubicación hasta que una persona dijo:
—¬Es la Piazza del Risorgimiento—dijo una mujer mayor junto a otra mujer joven.
El sueño que tuvo en la mañana volvió a su cabeza con el presentimiento de que habría otro ataque en este momento y que posiblemente ya han elegido un nuevo Papa. Se quito el micrófono y salió corriendo donde se encontraba Nick, lo único que pensaba era escapar y avisar a todas las personas que salgan de la plaza lo más rápido que puedan no quería ver más sangre y cuerpos mutilados como en su sueño.
—¡Nick! —tomo a su compañero de su mano para sacarlo de la camioneta—hay que salir de aquí rápido.
—No te preocupes cubriremos esa noticia…
—Que importa la noticia, lo que importa es sacar a toda esta gente de la plaza.
—¿A qué te refieres?
—Corren peligro Nick.
—Estamos seguro hay guardias aquí
Nick trato de calmarla hasta que un hombre empezó a gritar, este hombre vestía una gabardina de color café tenia la piel ligeramente bronceada, parecía extranjero, expandió los brazos y en su mano derecho sostenía un artefacto pequeño pareciendo un control remoto.
—¡Allahu Akbar! —rugió con fuerza.
La plaza entera quedó congelada en ese grito. Los guardias suizos reaccionaron de inmediato, varios agentes de seguridad se abalanzaron sobre el hombre, pero él ya había presionado el botón. Un segundo de silencio agudo que fue remplazado por el fuego expandiéndose, la multitud que estaba cerca del fuego eminente corrió para escapar de una muerte eminente y refugiarse en algún lugar seguro.
Con Nick lograron mantenerse a salvo lejos del ataque, la explosión cumplió su objetivo principal de crear caos y muerte a su alrededor, pero lo que más llamó su atención fue que una parte de la cúpula de la Capilla Sixtina estaba destruida.
—¿Cómo lo sabias? —pregunto Nick asustado no solo por lo que acababa de pasar también por las palabras de su amiga.
—Es una larga historia en realidad, pero sé que se ha escogido un nuevo papa y espero que se encuentre bien—con mano temblorosa sujeto su medalla.
Unas horas la Guardia Suiza y el Cuerpo de Gendarmería de la Ciudad del Vaticano (policía y fuerza de seguridad de la Ciudad del Vaticano y las propiedades extraterritoriales de la Santa Sede) fueron a ayudar a las personas que estaban heridas y llevarlas a quienes estaban en gravedad a las ambulancias. Iris sabia que debía informar por lo acontecido sin embargo su mente no estaba asimilando lo que ha pasado otra vez después de tanto tiempo maldijo a su antepasado, Agnes Nuther, siempre había una forma de como arruinarle la vida ahora esto.
—Iris mira—hablo Nick señalando la chimenea de la Capilla Sixtina, saliendo de este humo negro—aún no hay Papa.
Ver el humo negro la desconcertó, su sueño, su premonición señalaba que habría un nuevo líder para la iglesia, ya no lo comprendía si no hay un Papa ¿Qué significa su sueño? Al final esperaron dos horas hasta recibir noticia alguna de la curia que indicaba que orarían por la victimas para su descanso, pero no permitirían que extremistas logren su cometido de dejar a la iglesia sin un Papa.
Siguió informando, aunque en apariencia estaba tranquila ante las cámaras en realidad eso era una farsa un disfraz en su cabeza solo formulaba preguntas sin sentido para las personas normales para ella era lo que fue su vida en el pasado.
—El atentando que acaba de pasar ante nuestros ojos no fue el único que sucedió en los últimos días se ha presentado hace unas horas se ha producido una explosión en la biblioteca de la Universidad Católica de Lovaina también se ha informado un ataque con armas de fuego en Munich—informo desde un lugar seguro ante la cámara sujetada por Nick—la curia asegura que el conclave seguirá adelante sin interrupciones por ahora ningún cardenal ha sufrido heridas graves, pero fueron llevados a Santa Martha. Se realizará otra votación dentro de unas horas, por ahora se están atendiendo a los heridos de igual forma la gendarmería está revisando todo el perímetro para asegurarse que no exista un nuevo ataque, informando en vivo desde el Vaticano Iris Device.
Nick corto la transmisión estaba con heridas menores en la cabeza al igual que su jefa que tenia el brazo derecho lesionado que estaba inmovilizado por el cabestrillo. El clima en Italia era incierto que empezó a llover, la señora Whitly se acercó a Iris con un paragua en mano.
—Lo hiciste bien —le dijo en voz baja—mantuviste el control.
—Tengo que hacerlo no quiero alarmar a las personas.
—Quiero pedirte una disculpa—sus palabras llamaron la atención de Iris que la vio sorprendida—si hubieras subido al techo de la camioneta posiblemente estarías herida o peor muerta, una caída desde esa altura pudo haber ocasionado un golpe fatal en tu cabeza.
—No es necesario señora Whitly.
—Si es necesario fui imprudente.
—Pero usted no lo sabía yo solo…tenía miedo de algo, pero nunca pensé que esto pasaría.
—Hay veces que los humanos nos sorprenden y mas sin son estos tipos de cosas el mundo se volvió loco desde lo que paso en Ucrania y Rusia—su mirada se posó en la Plaza del Risorgimiento—te sugiero que descanses un poco.
—No creo poder hacerlo después de lo que vi.
—¡Señora Whitly! —grito Nick—¡Están entrando!
—¿Quienes? —pregunto Whitly confundida.
—Los cardenales…están entrando a pie a la capilla.
—No lo creo—desconcertada la señora Whitly vio como entraban los cardenales que sostenían paraguas de color blanco—maldición enciendan la cámara trasmitimos en vivo rápido.
Le entrego el paraguas a Iris para cubrirse, mientras Nick, con rapidez, volvió a encender la cámara y ajustó el micrófono. Sus acciones fueron copiadas por otros periodistas que estaban apuntando a los cardenales custodiados por la Guardia Suiza.
—En estos momentos—empezó Iris con voz firme pero el corazón acelerado—los cardenales están entrando a la Capilla Sixtina para continuar con el conclave para elegir un nuevo Papa a pesar de los ataques demostrando que no se dejaran intimidar por terroristas que amenazan a gente inocente, ahora esperaremos que el humo que salga de la chimenea sea blanco o negro que Dios les de la sabiduría para elegir a quien se sentara en el trono de San Pedro.
Pasaron cuarenta siete minutos desde que hablo en vivo y el mundo observaba ansioso a la chimenea el silencio era tan abrumador que si alguien hacia caer un alfiler podría escucharse, ese silencio se rompió al asombro, la exclamación y a los aplausos al ver que de la chimenea salía humo blanco había un nuevo Papa, las campañas de San Pedro sonó tres veces confirmando la elección, la votación ha concluido.
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Thomas Lawrence nunca pensó que el conclave que estaba presidiendo descubriría la otra cara de sus compañeros cardenales, no solo ver que nadie era digno de ocupar el trono
de San Pedro un pecado lo comete cualquier pero un pecado tan grande como el de Adeyeni era algo que podría escuchar en las noticias pero que alguien como el llegara al papado con un historial asi no era viable, en cambio Trembly comprar votos de varios de sus colegas seducidos por el dinero y puestos claves en la iglesia era algo que no podía permitir en especial averiguar que fue despedido antes que el santo padre dejara la vida terrenal. En cambio, Tedesco todavía no habrá descubierto una mancha negra en su vida y sus actividades, su único pecado que era evidente para quien lo conociera a primera vista era su ambición desmedida imponer una ideología que los separaría del mundo moderno que sigue adelante con una generación que ve necesaria un cambio y aceptar a las personas que son rechazadas por personas que desean quedarse en una época que restringía la igualdad.
Por suerte o por obra de Dios, Thomas logro descubrir la verdad de sus colegas cardenales, aunque con esto sabía que ahora el único que podía hacerle frente a Tedesco, pero los caminos de Dios son misteriosos. El trono de San pedro fue dada a la persona que menos esperaba, al cardenal de Kabul, Vincent Benítez, un hombre de México que llevaba consigo un maletín desgastado al igual que sus zapatos era el nuevo papa y al igual que su predecesor era de Latinoamérica.
Tal vez un peso fue retirado de los cansados hombros de Thomas al ver la verdad de los cardenales excepto por Vincent o mejor dicho el Papa Inocencio, tendrá que acostumbrarse, pero eso no importa ahora lo que importa es que la iglesia estaría en buenas manos. Eso creía al principio, al descubrir por parte de Ray que el hospital de Suiza no era lo esperaba si no una clínica con otros fines que no esperaba escuchar.
Lawrence lo quería escuchar de los propios labios del por ahora nuevo Papa. Con paso apresurado y con las miradas de las personas a su alrededor al ver que su rostro cambio de una tranquilidad a una frustración. Una vez llegado a la Sacristía pidió a los asistentes salir y dejarlo con su santidad, dejando a todos desconcertados por su actitud desesperada.
Nadie sabía lo que hablaron ese día porque detrás esas puertas serían los únicos testigos de la verdad del nuevo papa, lo único que sabían que el cardenal Thomas Lawrence al momento de salir de la capilla se podía notar en sus expresiones sorpresa, incredulidad y sin saber que hacer por una noticia que solo él sabía.
El cardenal Aldo Bellini se veía derrotado y al mismo tiempo satisfecho por ver que el nuevo Papa no era Tedesco y esperaba con ansias ver como seria la iglesia al mando de Vincent, en su camino se encontró con Thomas en el jardín cerca del estanque, no podía describir la expresión de su amigo, pero sabía que necesitaba de alguien para ser escuchado.
—Thomas—Aldo recibió la mirada de Lawrence incluso estando cerca no podía describir su expresión—pensé que estarías en el balcón central.
—No era necesario acabo de escuchar como las personas gritaban y aplaudían al saber que Vincent es nuestro nuevo Papa—una pequeña sonrisa cansada se hizo notar—es sorprendente que después de ese ataque la gente esperaba una respuesta.
—Pensé que estarías más animado, sé que al principio no aceptabas el pontificado a pesar de tu decisión de aceptar el trono de San Pedro a pesar de la carga.
—Bueno si es un alivio el problema es que yo acabo de hablar con Vincent—cerro los ojos al recordar como debía dirigirse ahora a su Santidad—perdón, al Santo Padre para aclarar unas dudas.
—¿Y qué te dijo?
Hubo un silencio entre los dos, tanto que para Bellini parecía una eternidad que nunca acabaría hasta que vio como Lawrence suspiro y miro a las tortugas como si la respuesta estuviera en ese pequeño animal.
—Me dijo que—detuvo sus palabras, parecía aun pensar que decir—si seguía con la idea de renunciar.
—¿Y lo harás? ¿Renunciaras? —pregunto ansioso por recibir una respuesta.
Comprendía los conflictos de su amigo, pero esperaba que con un nuevo Papa podría hacerlo cambiar de opinión.
—No lo sé en realidad, después de todo lo que ha pasado sigo teniendo mis dudas, pero el Santo Padre me permitió pensarlo hasta mañana.
—Espero que tomes la decisión adecuada.
—Puedo hacer una pregunta Aldo y espero que seas sincero.
Aldo asintió esperando la pregunta de su amigo.
—¿Apoyaras al Santo Padre en todas sus decisiones, en sus acciones, en su palabra sin importar que sea diferente?
—No lo conozco muy bien, pero sus palabras me hicieron pensar que tenía razón cada uno tiene una batalla interna que librar y nadie es perfecto cada humano tiene defectos hasta nosotros, pero en sus palabras sentí que Dios estaba ahí y en todas sus acciones pasadas y me hizo recordar porque decidí volverme sacerdote…aunque yo vote por ti se que ahora lo apoyaría.
—Yo también lo voy apoyar y rezare por él, la iglesia de Dios está en buenas manos.
Al día siguiente desde su cuarto pudo ver después de tanto tiempo la luz de día que tanto extrañaba, reflexionaba sobre lo que paso en estos últimos días en especial por la intersexualidad del Santo Padre y por las palabras de Bellini —«Nadie es perfecto»— incluso él mismo no era perfecto y debía aceptarlo en parte al igual que el Santo Padre, Thomas Lawrence era diferente a pesar de eso nunca rompió sus votos porque como todo el mundo creía en Dios y esa diferencia lo ayudo para hacer un cambio para él pequeño pero para el difunto Santo Padre no era pequeño. Llevándolo a la siguiente pregunta ¿Debía o no debía renunciar? Al principio tenia la respuesta ahora no lo tenía, el Santo Padre conocía su intensión al terminar el conclave ahora que debía hacer.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por las risas, curioso se acercó a la ventana encontrando a las dueñas de esas risas eran de las monjas vestidas de blanco que eran las novicias se notaba su entusiasmo. Esas jóvenes le dieron la respuesta que tanto esperaba.
Contagiado por el mismo entusiasmo de las jóvenes salió de su cuarto en dirección a la oficina papal, se notaba que el Santo Padre ya estaba realizando sus tareas porque todo el mundo caminaba de un lado a otro, hasta que se encontró con Sabbadin que era seguido por unos jóvenes curas.
—Sabbadin—se acercó al hombre—¿Qué sucede?
—El Santo Padre planea ir al hospital donde fueron llevados los heridos del ataque de ayer.
—¿En serio? Bueno no es de sorprenderse es algo que el haría.
—¡Eminencia! —la voz de un joven de traje negro se acerco a Lawrence al parecer era de Latinoamérica—que bueno que lo encontré me ahorro el viaje, el Santo Padre quiere verlo.
—Que coincidencia también deseaba verlo ¿Dónde se encuentra?
—Lo acompañare a su oficina.
El joven sacerdote lo guió por los pasillos del Palacio Apostólico. A medida que avanzaban, Lawrence notaba cómo todo se movía con una vitalidad renovada. Los empleados, los guardias suizos, incluso algunos visitantes que habían sido autorizados a entrar, mostraban una energía distinta… como si la elección del nuevo Papa hubiera inyectado esperanza en el aire.
Frente a la puerta de la oficina papal, el joven se detuvo y le sonrió con respeto.
—Está adentro, Eminencia.
Thomas asintió y tocó suavemente. Una voz conocida, firme pero serena, respondió desde el interior.
—Adelante.
Entró. La oficina era la misma, pero el ambiente había cambiado. Detrás del escritorio, el Santo Padre Vincent levantó la mirada. No llevaba la mitra ni la sotana ceremonial, sino una túnica blanca sencilla. Su rostro se iluminó con una expresión sincera al verlo.
—Santo Padre—Lawrence tomo la mano de Vincent y le beso la mano donde se encontraba el anillo del papado
—No es necesario ser formales, puedes llamarme Vincent como siempre lo has hecho desde que llegue aquí.
—Perdón es la costumbre ¿Para qué me ha llamado?
—Recuerdo que después de la primera votación me has dicho que planeabas renunciar, no planeo retenerte porque si Dios tiene un plan para ti diferente es mejor que continúes
tu camino ya lejos del Vaticano o en otro lugar por eso—del escritorio saco un papel—decidí darte esto.
Thomas al ver ese papel vio que su renuncia era un hecho, algo que había pedido al difunto Santo Padre y se le fue negado, ahora en el presente Vincent se lo facilitaba solo debía decir si y regresaría a Inglaterra, pero como el mundo cambia su respuesta cambio. Miro a Vincent con una sonrisa sincera en medio de tanto cambio, con el papel en manos lo puso al frente de ambos suspendido en el aire para después romperlo no en uno no en dos sino en miles de pedazos, logrando confundir a Vincent por el accionar de Lawrence.
—No voy a renunciar—al terminar de romper el papel lo lanzo al aire como si fuera confeti—ni ahora ni en un millón de años, voy a seguir aquí para apoyarlo y ayudarlo en todo que me sea posible.
—¿Estás seguro?
—Nunca estuve más seguro que esto. Quiero continuar en la iglesia y tenía razón la diferencia puede hacer un cambio—se acercó a Vincent para abrazarlo como si se conocieran de toda la vida—me quedare.
—Me alegra escuchar eso ¿Qué fue lo que te hizo cambiar?
—Porque al igual que usted soy diferente.
