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La silueta herida del Primer Progenitor en el suelo mental de Shinoa, apunto de ser deborado por una simple humana a la cual vio crecer desde pequeña, ironico.
—¿Para qué, para qué vas a usar este poder? — No pudo evitar preguntar, una pregunta estupida si ya sabia la respuesta, pero aun asi queria oirlo de la boca de la niña.
—Para el amor, para salvar a Yuu de ese demonio. — Una respuesta llena de determinación y confianza.
Una pequeña risa salio del demonio ante la respuesta de la niña de cabello morado, habia esperado aunque sea un ligero cambio en su respuesta, tal vez algo no tan ridiculo como tratar de separar Yuu y Mikaela.
—Tan ridicula y egoista, no podia esperar menos de un ser humano.
—Hipocrita, como si tu fueras mejor que nosotros, como dicen, las creaciones se parecen al creador.
— Se burlo bajando hasta finalmente tocar el suelo y caminar hasta quedar frente al demonio.
El demonio rodo los ojos, aun se abstuvo de decir algo más sobre el tema por mucho que quisiera sabia que algo de verdad habia en esas palabras, cuando creo a los humanos no espero que fueran a volverse asi de egoistas y codiciosos. De cualquier manera no le quedaba mucho tiempo, tal vez cinco minutos si no usaba el misero poder que le quedaba, penso unos momentos en que hacer, tal vez algunas ultimas palabras, hasta que finalmente se le ocurrio algo que no solamente fastidiaria a Shinoa, sino que tambien, esperaba, que ayudara a Yuuichiro y Mikaela.
—¿Sabes Shinoa? Eh visto mucho en todos mis miles de millones de años de existencia, pero nunca pense que esto ocurriria, nunca tuve una verdadera razon para vivir hasta que mi hijo murio y mi unico proposito fue traerlo de vuelta, es una lastima que nunca vayas a experimentar lo que es el amor y cariño de alguien de esa manera.
La sangre de Shinoa empezo a calentarse con las provocasiones del demonio, apreto sus puños a tal punto en que sus uñas empezaron a incrustarse en sus palmas, tan tipico de un demonio, jugar a con las emociones de los humanos para tratar de que pierdan el control, pero eso ya no funcionaria con ella, mucho menos cuando él ya estaba tan agotado y con una miseria de poder, asi que dejo al demonio seguir hablando.
—¿No es triste? Nadie nunca hara por ti lo que lo yo eh hecho por mi hijo, o por lo que ese Guren hizo por tu hermano Shinya, tampoco lo que Ashera hizo por Krul, ni siquiera por lo que Yuu esta dispuesto a hacer por Mikaela, no hay nadie al que le importes tanto como para dejar el mundo arder por ti.— Se burlo otra vez levantando su mano como si fuera a hacer algun gesto.
—Callate demonio, no pienso caer en tu sucio truco. Mirate, eres patetico, estas tan debil que apenas si puedes moverte y ahora tratas de de que yo pierda el control. —Gruño con molestia al momento en el que pateaba la cabeza del demonio sin ninguna delicadeza.
Un pequeño quejido escapo del demonio ante tal golpe, pero uno pudo evitar soltar una ligera risa, esta vez diferente, más entretenida al ver que su plan de distraer a la chica con palabras hasta reunir el poco poder que aun poseia funciono.
—Shinoa… Buena suerte encontrandolos ahora.— Con esas ultimas palabras el hechizo que habia estado consentrando de forma discreta se activo y consumio lo poco que quedaba del Primer vampiro.
Los ojos de la chica se agrandaron al ver ultimo hechizo que lanzo el demonio, inconcientemente adopto una postura defensiva, lista para atacar o defenderse de lo que sea que el Primero hubiera lanzado, pero solo vio como el demonio se terminaba de desvaner frente a ella. Apreto los dientes molesta, no sabia que habia sido eso, pero sabia que luego seria un dolor de cabeza.
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Yuuichiro levanto la mirada mira cuando los vampiros aterrizaron a solo unos pasos de él en la sima del edificio, habian pasado tal vez un minuto desde que el primero se desvanecio frente a él, no porque le importara la presencia de los vampiros, sino porque de repente sintio sintio un escalofrio, y entonces sintio como si todo su cuerpo estuviera oprimido y pesado, al momento todo se volvio negro a para él y el demonio en si interior, no sin que antes ambos oyeran una voz familiar en su mente.
—Nos vemos niños, confío en ustedes. —el susurro de aquellas palabras fue lo ultimo que se escucho en la mente de ambos chicos antes de caer en la inconciensia.
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* 2 de enero de 1889. **
La gran y magestuosa mansión Phantomhive estaba sumida en un extraña calma que pocas veces perduraba mucho tiempo, el clima extrañamente tambien estaba despejado, un dia perfecto o como dicen; la calma antes de la tormenta.
Mientras los demas el resto de sirvientes estaba por algun lugar, milagrosamente sin hacer algun desastre, Sebastian caminaba por los elegantes y extensos pasillos de la mansión Phantomhive dispuesto a llevarle a su amo una bandeja de dulces cuidadosamente preparados para acompañar su té rutinario del día
—Joven amo, aqui traigo los pastelitos que pidio. —anuncio entrando a la sala orgulloso por su cocina.
Él joven conde levanto la mirada de su ventana a su sirviente, su ceño se fruncio ligeramente en impaciensia.
—Tardaste mucho, ¿Qué clase de mayordomo hace esperar tanto a su amo con algo tan simple como unos dulces? —la burla disfrazada de queja, tan despectiva y provocativa como siempre.
Un leve resoplido salio de Sebastian ante tal provocación de su amo, normalmente huviera respondido, pero ese día decidio evitarlo, con pasos elegantes se acerco a la pequeña mesa junto a la ventana donde estaba sentado el conde dejando con cuidado la vandeja tapada en la mesa.
—Siento la demora, Joven amo, pero tuve un per-— la frase del mayordomo se corto a la mitad cuando estaba por levantar la tapa de la bandeja.
Sebastian se quedo helado, un escalofrio recorrio su espalda cuando lo sintio, un remolido de enegria demoniaca consentrada, poderosa, muy poderosa, como no lo sentia hacia siglos pero nunca a tal escala, algo estaba cerca, algo sumamente oscuro, lentamente levanto la mirada hacia la ventana buscando algo.
Ciel miro extrañado a Sebastian, no era normal esa reacción en el demonio, sin poder evitarlo subio la miraba hacia donde él otro miraba y su ojo visible se abrio, en el cielo arriba del jardin de la mansión habia una grieta, no, una mancha oscura que parecia inestable, y de pronto algo cayo de aquel agujero en picada, tuvo que entrecerrar los ojos para ver bien que era eso, parecia, ¿Una persona? Si un chico y algo que pudo distinguir como una espada. No tardaron mucho en impactar contra el suelo provocando una fuerte ola expanciba de viento.
—¡Joven amo no se mueva! —
El grito de Sebastian al momento de interponerse entre él y la ventana lo hizo salir de su distracción cuando un sumbido acompañado con una vibración pronto las ventanas de la habitación y probablemente todo el frente de la mansión se rompieron, afortunadamente para Ciel, el demonio recibio el impacto de los cristales como un escudo.
—¿Se encuentra bien, joven amo? —la pregunta no tardo en llegar de Sebastian mientras se daba vuelta, revelando que no tenia heridas provocadas por los cristales.
—S-si, pero ¡¿Qué fue eso?!— Pregunto exaltado saliendo de detras del demonio para ver por la ventana.
El joven Conde y su demonio se apoyaron contra los restos de la ventana sin cuidado alguno con los restos de vidrio en el suelo y en la ventana, con el unico objetivo de mirar que habia sido eso y Sebastian imito a su amo.
Ante su vista, el hermoso jardin de la mansión Phantomhive que era tan cuidado y las el lugar donde estaban las bellas rosas blancas que el conde admiraba cada que podia, ahora habia sido reemplazado por un feo craater donde, en el centro de todo, habia una mancha negra, un chico inconsiente y a su lado una espada.