Chapter Text
"¡Pero es el cuarto esta semana!" Se quejó Greg, mirando fijamente a la vitrina de una joyería, la cual había sido forzada y abierta con lo que John imaginó era un bate de cricket, pero Sherlock les informó realmente había sido un rodillo de cocina.
"Y no están relacionados", Sherlock respondió, repitiendo lo que le dijo al detective inspector hace momentos atrás. "'Esta es la temporada'(1) y toda esa tontería", dijo al mismo tiempo que se nuevamente se colocaba los guantes, una vista que siempre hacía sentir algo cálido en la boca del estómago a John, por alguna razón desconocida.
Tragándose el pensamiento de la mano de Sherlock deslizándose en cuero cálido, John dijo, "Eso no es lo que esa frase se supone significa", con un pequeño arqueo de cejas hacia el otro hombre.
Sherlock se encogió de hombros, "Bueno, sigue siendo verdad. Diciembre tiene el más alto índice de violencia, abuso doméstico y robos".
"Y suicidios", añadió Lestrade.
"Eso", Sherlock les informó, "es actualmente una idea equivocada común". Empezó a dirigirse al frente de la tienda sin pausar lo que iba diciendo, "Si hay alguna temporada en la cual el ínidce de suicidios es más alta, según la data, es en primavera," dijo por sobre su hombro.
"Uh," dijo John, mirando dónde estaba pisando para no resbalarse con los pedazos rotos de vidrio.
"Correcto," dijo tristemente Greg, siguiéndolos hacia el frente de la tienda. "Bueno, eso no me ayuda en lo más mínimo con el ladrón," comentó en un suspiro.
"¿Quieres saber lo que pienso" Preguntó Sherlock.
"¿Tiene opción?" Respondió John con ironía.
Sherlock le sonrió antes de decir, "Simplemente los dejaría en paz. Dejen que se queden con las joyas, dejen que la aseguradora se encargue de ellos. Es Navidad y el consumismo es probablemente lo que les impulsó a los ladrones a robar en primer lugar."
Empujó la puerta, abriéndola y John se despidió de Greg con un ademán y una sonrisa de simpatía mientras seguía a Sherlock afuera. "De eso no se trata, sabes".
"¿Consumismo? Por supuesto que lo es-"
"No," dijo John, rápidamente interrumpiendo la respuesta de Sherlock. "Estoy seguro que tienes razón sobre ello, si no hubiera tanta presión de comprar regalos costosos o tener los mas nuevos y brillantes artefactos habrían muchos menos robos. Me refiero que 'Esta temporada' se refiere a Navidad y la dicha de las festividades."
Sherlock bufó, "Sí, sí. El gozo del consumismo y avaricia."
"No," protestó John. "Es acerca de, tu sabes," dijo moviendo una mano ligeramente, "la felicidad de la familia y los seres queridos. Fuego en la chimenea y decorar el árbol. La buena comida y compañía."
"John, siempre hay fuego en la chimenea sin importar la temporada, eres alérgico a las esporas de moho que vienen en los árboles de pino y disfrutas compañía sólo la tercera parte del tiempo. Pienso que sólo un tercio es algo generoso," Sherlock meditó, "eres más introvertido de lo que la gente asume."
Lo golpeó con su hombro y metió sus manos en los bolsillos, "Se supone que hay algo mágico sobre la Navidad, ¿sabes?"
"Mis padres siempre lo pensaron," respondió Sherlock.
Los padres de John no parecía hubieran pensado lo mismo, pero no lo dijo, en su lugar comentó, "Mira, Rosie está por cumplir cinco este año, se supone debería ser una Navidad mágica para ella."
Sherlock se quedó quieto por un momento.
John se apuró, para perder los nervios, "Quiero que tenga una Navidad mágica. Quiero darle algo que recordar cuando sea mayor. Y," tragó y miró a sus zapatos, "me gustaría que hicieras cosas navideñas con nosotros, es lo que estoy intentando decir." Volvió a tragar, "mis padres no lo hicieron," dijo de repente, no queriendo terminar ese pensamiento. "Y nunca imaginé-" titubeó nuevamente, tomándose la nuca. "Sólo que no creo pueda hacer esto solo," confesó.
"No lo harás," dijo Sherlock con suavidad, deteniéndose en la vereda y volteándose a ver a John. Instintivamente éste volteó a verlo. "No tienes que hacerlo solo," Sherlock repitió. "Intentaré no ser un maldito desconsiderado," dijo con una ligera sonrisa.
"Estaba pensando en llamarte un Scrooge(2), pero maldito desconsiderado funciona igual de bien," dijo John al mismo tiempo que daba la vuelta y comenzó a caminar.
Sherlock soltó una risa y caminó a su lado.
"Gracias," añadió sinceramente John, mirando de reojo a Sherlock.
"Bueno," dijo Sherlock, hundiendo su cabeza como siempre lo hacía cuando John le agradecía y no sabía cómo recibir las palabras con elegancia, "No me agradezcas aún. No puedo prometer que no arruinaré todo."
Pero John no estaba preocupado. Lo contrario, en realidad. Confió en Sherlock Holmes para que le ayudara a criar a su hija (habían estado viviendo con él nuevamente, por dos años ya, Sherlock habia probado ser tan padre de Rosie como él mismo) y si había algo de lo que él estaba seguro es que Sherlock Holmes movería cielo y tierra por Rosie Watson.
Por primera vez desde que era muy joven, John se encontró deseando saber lo que le traería esta temporada de Navidad.
Notes:
(1) Tis the Season, que es el nombre original del capítulo, viene de un villancico (canción navideña). Más adelante se hará referencia al mismo.
(2) Scrooge es el personaje central de "Cuento de Navidad" de Charles Dickens. Junto con el Grinch (del Dr. Seuss) se les considera los antagonistas del espíritu navideño.(Nota de la traductora)
Recién arrancamos, agárrense que se vienen las emociones x)
Chapter 2: Diciembre 02: Campana
Notes:
(Nota original)
De acuerdo amistades, ¡aquí está dos de dos (siendo publicado el 2/12 en mi zona horaria)! Un humilde agradecimiento a todos los que dejaron un cometario ya en este trabajo o se suscribieron, hace a mi corazón feliz.¡Disfruten! <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sherlock se había quedado despierto después que Rosie y (mucho tiempo después) John fueran a dormir. Esto no era nada fuera de lo común (aunque, era menos ordinario de lo que antes había sido). Lo que no era ordinario eran los pensamientos que corrían por tu cabeza y la investigación que había empezado a hacer.
John le pidió su ayuda con las festividades y Sherlock estaría condenado si no estaba a la altura, por el bien de John y Rosie.
Realmente, él debería haberlo sabido, deducido, que Navidad realmente era algo por lo cual John estaría emocionado. Hace buen tiempo había deducido el tipo de niñez que tuvo John, así que no debería ser sorprendente que sintiera nunca tuvo unas festividades normales, llenas de amor, comida, familia y felicidad. John, sin importar que pareciera a veces, era un romántico y optimista de corazón. Navidad estaba hecha para personas como él.
Y más aún, el debió haber deducido que John quería asegurarse su propia hija no experimentara Navidad de la manera como él lo hizo.
Tomando todo en cuenta, Sherlock se sentía un poco idiota y estaba determinado a ayudar a John en hacer esta temporada la mejor Navidad que jamás haya tenido.
Con esa misión en mente, Sherlock se puso a planear lo que él podía recordar de Navidad cuando era joven y sus padres hacían hincapié; dónde ellos obtenían el árbol, cuándo lo ponían, cómo lo decoraban; hornear galletas navideñas; compras navideñas; tarjetas navideñas; festival navideño; una visita a Santa. Empezó a hacer una lista e intentó pensar de qué necesitarían para cada actividad.
Después empezó a investigar para ver qué no había considerado: medias en la chimenea, envolver los regalos, hacer los adornos, canciones navideñas, historias y películas temáticas, chocolate caliente y ponche de huevo, decorar toda la casa, patinaje en hielo, deslizarse en la nieve y estaba seguro de que se estaba olvidando cosas. La lista seguía creciendo mientras más pensaba en ella.
Después de algunas horas ordenando todo de alguna manera en su palacio mental y obteniendo un plan fijo para los próximos 24 días de diciembre, se permitió ir a la cama para unas horas de descanso.
John y Rosie no estaban despiertos cuando Sherlock se levantó la siguiente mañana, lo cual era bueno porque le daba tiempo de planear todo para el día. Para el momento que salieron del cuarto en el piso de arriba, ambos adorablemente adormilados en sus pijamas, Sherlock ya tenía todo listo y seteado para el resto del día. Rosie le estaba contando a John una historia de la guardería, sus palabras un poco enredadas, pero Sherlock sintió el mismo sentimiento de calma y 'esto es lo correcto'(1) que se asentaban en él cada día desde que Rosie y John se mudaron nuevamente al 221B.
"Buenos días", le murmuró John en medio de sus 'mhms' que motivaban a Rosie a seguir co.n su conversación unilateral.
"Buenos días", respondió Sherlock, moviéndose ligeramente para que John pasara por detrás de él y alanzara la tetera y empezara a hacer el desayuno. John rozó su mano sobre el reverso de la de Sherlock como lo hacía cada mañana cuando caminaba detrás de él y los dedos de Sherlock se estremecieron placenteramente en respuesta como lo hacían cada mañana.
Rosie se volteó hacia él, "¿Sabías que los caracoles pueden dormir más que cualquier otro animal?"
"No lo sabía", respondió, inexplicablemente complacido que ella no necesitaba desearle buenos días, simplemente lo incluía en la conversación como si hubiera estado ahí todo el tiempo.
"¡La profesora Janna dice que uno durmió por tres años!"
"Eso suena como una larga siesta," replicó Sherlock, ayudándola a sentarse en su silla en la isla de la cocina.
Ella asintió, "Y los canguros no pueden saltar hacia atrás," informó con una risa.
"¿Es así?" preguntó Sherlock mientras sacaba el jugo de naranja y la bolsa con uvas de la refrigeradora. Le sirvió jugo en su vaso favorito y puso un puñado de uvas en el plato para que pudiera comer mientras John terminaba de cocinar la avena.
"Uh uhh," respondió, "Y algunos peces pueden toser," le dijo antes de meter una uva en su boca.
"¿En serio?" preguntó Sherlock, robando una uva de su plato y sonriendo cuando sacó la lengua. "¿Cuáles?"
Ella se encogió, "No lo sé," respondió razonablemente antes de continuar con su trivia animal, "No todos los osos negros son negros." Tomó un sorbo de su jugo antes de limpiarse con su manga y continuó, "algunos son marrones, plateados o incluso blancos." Mientras masticaba otra uva, añadió, "Algunas personas se asustan de que los patos los miren."
Sherlock asintió, "Eso se llama Anatidaefobia."
"Ves papi, te dije," respondió triunfante.
"Sí, eres muy lista cariño," dijo John mientras colocaba un plato con avena delante de Rosie. "No hables con la boca llena." añadió mientras la besaba en la frente.
Rosie pareció prestar muy poca atención al consejo mientras continuaba, "Si un burro y una cebra tienen un bebé, se le llama ceburro(2)."
"Y son estériles," dijo Sherlock. John puso un plato de avena y una taza de té delante de Sherlock, "Gracias," añadió dirigiéndose a John.
"¿El ceburro es limpio?" Preguntó Rosie.
"¿Hmm?" respondió John mientras se sentaba con ellos en la mesa con su propio desayuno y te.
"Sherlock dijo que el ceburro es estéril," dijo Rosie. "Recuerdo de los experimentos que estéril significa limpio."
"Muy bien, Rosie," alabó Sherlock y Rosie sonrió. "En caso de nuestro equipo para experimentos, algunas veces vienen en empaques estériles lo cual significa que están limpios. Sin embargo, en este contexto, la palabra estéril significa que el ceburro es incapaz de tener bebés por su cuenta."
Rosie frunció el ceño ligeramente mientras comía un poco de cereal y contemplaba esta situación. "¿Por qué no?"
"Es debido a la genética," empezó Sherlock.
John se unió, "Básicamente, una cebra y un burro no se supone deberían tener bebés, así que los ceburros son algo diferentes a los otros animales."
Rosie procesó esto mientras comía un poco más de su desayuno, John tomó el periódico y empezó a leer y Sherlock empezó a navegar en su celular.
Eventualmente Rosie rompió el silencio una vez más, diciendo "Las vacas pueden subir, pero no bajar."
"Interesante," respondió, bajando su celular para mirarla. "Me pregunto si es que físicamente no pueden bajar las escaleras o es porque tienen miedo de hacerlo."
Rosie se encogió de hombros nuevamente, "No lo sé."
"¿Dónde aprendiste todos estos datos sobre los animales, Rosie?" le preguntó John.
"La señorita Janna nos dijo sobre los caracoles y los canguros," dijo, "así que pregunté si sabía de otros animales. Ella dijo que tenía todo un libro de datos raros sobre animales. ¡Le pregunté si podía prestarme el libro y accedió!"
"Tienes una muy buena memoria, Rosie," Sherlock complementó. "Eres una niña muy lista."
Ella se sentó un poco más derecha en su silla, sonriéndole con orgullo a John. John le sonrió de regreso y luego dirigió su sonrisa a Sherlock.
Los labios de Sherlock se alzaron en respuesta y esperaba por miles de mañanas como esta. "Pensé que podíamos tomarnos fotos para las tarjetas de Navidad hoy," dijo, como si nada y casi deseó retractarse.
John pausó, su cuchara a medio camino a su boca, "¿Disculpa?"
"Tú sabes," Sherlock dijo, moviendo sus manos, "Esas tradiciones de Navidad, mandar tarjetas con la foto de tu familia."
"¿Podemos mandar una a Molly? ¿Y a la abuela Hudson?" preguntó Rosie.
"Sí," respondió Sherlock.
"¿Y a Greg y a Mycroft?"
Sherlock frunció la nariz, pero John rio y dijo, "Sí, por supuesto. Y a tu profesora, si quieres."
"¿Pensé que quizá podíamos ir de compras y escoger algunos atuendos?" Sherlock sugirió.
"¡Sí!" Rosie chilló, siempre lista para una salida que incluyera ir de compras.
"Bueno," dijo John, "Supongo que eso lo determina," sin embargo le dio una sonrisa a Sherlock y éste se imaginó por un momento que quizá John estaba agradecido por su ayuda.
Después que terminaron de desayunar, se alistaron y se encontraron en camino para las compras. Rosie estaba un par de pasos delante de ellos, obviamente muy emocionada por el prospecto de escoger atuendos navideños para ella y John.
"Gracias por esto," dijo John, empujando el hombro de Sherlock con el suyo.
"Claro," replicó, tragándose el ardor en su garganta por la facilidad con la que John lo tocaba ahora.
Los toques casuales era algo que Sherlock pensó quizá nunca llegaría a acostumbrarse. Fue así una vez, hace mucho tiempo, antes que saltara. John solía dejar que sus rodillas se rozaran en el taxi o debajo de una mesa, rozaba su mano sobre la espalda inferior de Sherlock cuando pasaba por detrás de él, tocaría su brazo para obtener su atención o tomaría un cabello suelto suyo con una sonrisa. Todo eso cambió cuando Sherlock regresó.
Había sido un shock, para ser honesto. Él no se había dado cuenta cuánto disfrutaba (y extrañaba) esos pequeños toques, cuánto los deseaba hasta que John ya no lo tocaba más. Él aún recordaba vívidamente el momento en la boda de John cuando se paró en frente de todos y lo envolvió en sus brazos. El toque había sido una sorpresa, un torrente de endorfinas y serotonina más dulces que cualquier droga; el alivio que sintió había sido palpable.
Y luego Mary murió, varios meses después de su muerte y el caso de Culverton Smith, John no lo tocaba. No podía tocarlo, sospechaba Sherlock. Él se estaba castigando a sí mismo. Sherlock no pensaba que John se hubiera dado cuenta se estuviera castigando a su vez. No estaba seguro con exactitud cuándo John empezó a tocarlo nuevamente. Había sido gradual, sus dedos tocándose cuando se pasaban las tazas de té, una mano firme cuando el otro parecía se caería, toques para obtener la atención del otro de manera silenciosa durante salidas o las vigilias con Rosie. Y había seguido pasando hasta que parecía que John tocando a Sherlock era tan natural para John como respirar y ardía con ello. Ardía con la alegría y deseo más feroces que jamás había conocido.
Los dedos de John rozaron el reverso de su mano mientras estaban caminando, "¿Todo bien?" preguntó.
"Sí," Sherlock respondió. "Solo pensando."
"¿Sobre qué?"
Tu. Quiso Sherlock decir, Siempre tu. Pero no lo hizo, por supuesto. "Dónde deberíamos tomar las fotos esta tarde," dijo en su lugar.
John pensó esto un momento, "¿Quizá en el parque?"
Sherlock lo miró y luego dijo, "Hice algo de investigación anoche."
"¿Investigación?" dijo John con incredulidad.
Rodó los ojos, "Sí, no podemos hacer estas cosas sin conocimiento. Hubo muchas buenas ideas, el parque puede servir para alguna de ellas, pero pienso en las que más fáciles se pueden realizar dentro del 221B. Salí esta mañana y escogí una variedad de elementos que pueden ser usados y me tomé la libertad de contactar a alguien que me debía un favor para que venga y nos tome fotos esta tarde."
"Realmente pensaste en esto," John dijo antes de llamar a Rosie, quien se había alejado un poco lejos. "Espera, Rosie. Detente en el poste hasta que Sherlock y yo te alcancemos."
Obedientemente, Rosie se volteó y los recompensó con una sonrisa tan grande y libre de culpa que Sherlock no pudo evitar sonreír de vuelta.
"Todo esto suena como si hubieras hecho un montón de trabajo ya," dijo John, sonando un poco culpable.
"Es nada," Sherlock le aseguró. "El trabajo de una hora."
"Bueno, estoy agradecido igual," respondió John.
Para este punto alcanzaron a Rosie, quien se colocó entre ambos y tomó sus manos. "Creo saber qué deberían usar," les informó.
"¿Oh, sí?" Respondió John, divertido.
Ella asintió. "Sherlock y tu deberían usar chompas navideñas a juego."
"Oh," dijo Sherlock, queriendo corregir el error de Rosie rápidamente. "Bueno, sólo serán fotos de ti y tu papá, Rosie. Son fotos familiares."
"¿Qué?" John preguntó al mismo tiempo que dos pares casi idénticos de ojos Watson lo miraban con incredulidad.
"Son fotos familiares," Rosie dijo con lentitud.
"Ella tiene razón," dijo John. "Por supuesto deberías estar en ellas con nosotros."
La garganta de Sherlock se tensó y se dio cuenta que no estaba seguro qué decir. Por supuesto que él veía a John y Rosie como su familia, pero no había imaginado que ellos lo sentían de la misma manera.
"Sherlock," dijo suavemente John y Sherlock sólo pudo parpadear. "Por supuesto que deberías estar con nosotros en ellas," repitió nuevamente, su voz gentil y cálida como la miel. Y Sherlock esperó que no estuviera leyendo mucho en la oración como para que significara por supuesto que eres familia.
"Entonces," continuó Rosie, sin darse cuenta de todo lo que pasaba por la mente de Sherlock, felizmente interrumpiendo sus pensamientos antes que pudiera decir algo estúpido. "Chompas y pantalones a juego. Y yo usaré un vestido," ella les informó.
"Veremos," dijo John.
Cuando Sherlock lo miró, pensó que quizá John Watson lucía tan feliz como jamás lo había visto.
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Al final ellos compraron chompas coordinadas y decidieron usar pantalones que ya tuvieran. Sherlock protestó un poco sobre las chompas (y en su defensa, algunas de ellas realmente eran horribles) pero finalmente cedió y permitió Rosie escogiera una chompa suave esmeralda con dos renos blancos mirándose uno al otro en el pecho y copos de nieve llenando los espacios para hacer una línea pareja. La chompa de John era la misma, excepto que era roja en lugar de verde.
La segunda concesión que le permitieron a Rosie, ya que no iban a usar pantalones iguales, era usar medias a juego. Ella aceptó este cambio y escogió las medias navideñas más ridículas que pudo encontrar. Ninguno de ellos tuvo el corazón para protestar ante las extravagantes medias y, como solía pasar, Rosie se salió con la suya.
Para Rosie, tal como pidió, encontraron un vestido. El vestido realmente había sido el hallazgo de Rosie después de un poco de drama. Ella insistió, ya que John y Sherlock no iban a usar el mismo color, que necesitaba un vestido con rojo y verde. La mayoría de las opciones con esos dos colores eran horribles, pero ella encontró uno eventualmente, escondido en una esquina. Era simple, rojo con un patrón escocés verde y blanco que era lo suficientemente sutil para que el vestido no fuera feo. Ellos encontraron un par de zapatos dorados brillantes para que usara en las fotos y ella estuvo encantada con ellos. El conjunto estuvo completo con una birreta dorada que podrían usar para sujetar sus rulos fuera del rostro (al menos hasta que se soltaran solos, como siempre era el caso).
Después, ellos salieron de la tienda y hallaron a un hombre afuera sonando su campana con una vasija para donaciones.
"¡Papi!" Rosie exclamó, parando en seco y jalando tanto las manos de John y Sherlock para tener su atención. "¡Es Santa!"
"Sí, lo veo," respondió John.
"¿Qué está haciendo?" preguntó, mientras estiraba su cuello y se paraba en puntas para ver mejor.
"Recolectando dinero para la caridad."
Ella miró a John curiosamente, luego a el hombre en el traje de Santa, "¿Le puedo dar a Santa algo de dinero?"
"Claro," respondió John y Sherlock aceptó la bolsa de la tienda que John había cargado para que pudiera alcanzar su bolsillo y sacar un puñado de cambio.
Rosie acunó sus manos para sostener las monedas que John le ofreció antes de correr a la vasija.
Aparentemente de manera inconsciente, John se movió más cerca de Sherlock, sus hombros rozándose, mientras la veían colocar las monedas.
"¡Ho, ho, ho! Santa le canto, "¡Feliz Navidad! ¡Gracias!"
"¡Feliz Navidad!" respondió Rosie con una sonrisa. "¿Para qué estás recolectando dinero?"
"Bueno," él dijo, agachándose para estar a la altura de Rosie, "Recolectamos dinero para ayudar a niños que no serán capaces de recibir regalos de Navidad y ayudamos a familias que podrían estar sin comida o refugio sin un poco de ayuda."
Rosie frunció el ceño, "Pero, tú eres Santa," ella dijo. "¿No puedes simplemente hacer juguetes en tu taller?"
El asintió, mirando a John y Sherlock. "Puedo hacerles algunas cosas, pero no puedo ayudarlos con todo lo que necesitan. Eso es por lo cual necesitamos gente que ayude, como tú y tus papis," dijo señalando a Sherlock y John. Sherlock esperó que John o Rosie lo corrigieran, pero ninguno de ellos dijo nada y el hombre continuó. "Personas como ustedes hacen toda la diferencia; ayudan a expandir la alegría de la Navidad, no podría hacerlo sin ustedes."
Ella volteó y miró a John y a Sherlock con una sonrisa, luego miró nuevamente al hombre, "¿Necesitas un montón de gente que ayude como nosotros?"
"Siempre podemos tener más gente que ayude."
Rosie consideró esto por un momento antes de solemnemente decirle, "Continuaré ayudando," con un asentimiento, "Y veré que mis amigos también ayuden."
"¡Maravilloso!" dijo él. "Sé que fuiste una muy buena niña este año, me aseguraré de traerte algo especial la víspera de Navidad."
"Eso está bien," respondió con sinceridad. "Quizá debería dárselo a otro niño que realmente lo necesite en lugar que a mí."
John alcanzó la mano de Sherlock y la apretó y el corazón de Sherlock se llenó y estalló dentro de su pecho.
Rosie miró a John y Sherlock nuevamente, "Mi papi y Sherlock me darán todo lo que necesito."
"Esta es una pequeña muy especial que ustedes tienen, caballeros," Santa les dijo.
John asintió y Sherlock no puedo más que estar de acuerdo, "No tengo idea de quién lo saca," respondió con una risa. "Vamos Ro," dijo, extendiéndole su mano. "Di gracias y mejor nos vamos."
"¡Adiós!" ella dijo, dándole un rápido abrazo por la cintura al hombre, "¡Gracias!" Añadió mientras corría hacia John.
"¡Feliz Navidad!"
"¡Feliz Navidad!" todos ellos respondieron mientras empezaban el camino a casa, cada uno sintiéndose más agradecido por su pequeña familia.
Ellos estaban a la mitad del trayecto antes que Sherlock se diera cuenta la mano de John aún estaba fuertemente envolviendo la suya.
Notes:
(1) rightness: correcto. Implica completa certeza de que algo esta bien, afinado, en línea.
(2) Zonkey no tiene traducción al español, así que hice la fusión de ambos nombres de animales. Espero se haya entendido :)(Nota original)
¡Los veo a todos mañana para algo de patinae en hielo!
Chapter 3: Diciembre 03: Frío
Notes:
(Nota original)
¡Día 3! Y aquí está el 3 de 3 (no voy a mentir, me estoy sientiendo bastante orgullosa de mí misma. ¡Haha!). Por alguna razón, simpre parece que la Fecha de Publicación del Capítulo es más tarde de lo que realmente es- no sé cómo funcionan los tiempos horarios en AO3; les prometo que aún es 3ero de diciembre donde estoy.:)Nos estamos dirigiendo a hacer algo de patinae sobre hielo en el capítulo- ¿qué posiblemente podría salir mal?
(Nota de la traductora)
Vivo en una zona cálida, así que no tengo la más mínima idea de la física involucrada para patinar en hielo con decencia. ¿Les irá mejor a nuestro trío favorito?
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
John probablemente no hubiera admitido esto ante nadie, pero mirando las pruebas de las fotos de ellos tres que habían sido tomadas el día de ayer, su favorita era una que había sido un accidente.
Bueno, accidente a lo que John y Sherlock concernía. Rosie, por otro lado, John no estaba muy seguro de ello; su sonrisa, incluso en la imagen, estaba llena de una alegría traviesa mientras se las arregló para enredar a John y Sherlock en una maraña de luces blancas que Sherlock había comprado para usarlas como decoración. Las manos de John habían tomado la cintura de Sherlock, ciñéndose a la suave tela de la chompa (esa que hacía lucir a Sherlock absolutamente, ridículamente adorable) y las manos de Sherlock estaban sosteniéndose en John de igual de fuerte, una en su trícep y la otra en su hombro. Los ojos de Sherlock estaban presionados por la alegría y su rostro estaba en dirección de Rosie. John estaba mirando a Sherlock con una obvia adoración que se preguntó cómo Sherlock no había visto su amor por él tan claro como el día en su rostro en todos estos años.
En la siguiente foto, Sherlock tenía su rostro volteado hacia John y mirando la imagen de los dos hizo que algo dentro de John quemara con anhelo. Él podía recordar este momento con impresionante claridad, el ardor de casi. Sus ojos se habían enganchado unos con los otros y un sentimiento de exactitud(1), de absoluta alegría, se había cernido sobre John. La sonrisa de Sherlock se había suavizado y sus dedos se habían sujetado a él con un poco más de fuerza y por un momento no hubo nada más en el mundo excepto ellos dos.
El momento terminó abruptamente cuando Rosie envolvió sus brazos alrededor de sus piernas y tuvieron que esforzarse para mantener el equilibrio y no caer en la chimenea.
John no se había dado cuenta que estaban tomando fotos en ese punto, pero estaba secretamente agradecido que tuviera este momento documentado, incluso si sólo sirviera para alimentar su ilusión de que Sherlock y él podrían ser potencialmente más que mejores amigos. Desde el exterior, estaba seguro que la gente pensaba que Sherlock y él eran más que amigos y viendo todas esas fotos, John podía ver porqué lo hacían.
Incluso si excluían estas (sus favoritas) series de fotos, todas las fotos los hacían lucir como una familia perfecta. Y John, pese a siempre ansiar más con Sherlock, sabía que él no podía renunciar a todo lo que tenían por nada. El podría estar contento con nada más que esto por el resto de su vida. Eran una pequeña familia extraña, pero eran una familia de todas maneras.
Eventualmente, escogió una foto de los tres sosteniendo letras escarchadas que decían Feliz Navidad. En esta imagen, estaban todos sonriendo a la cámara, el fuego detrás de ellos les daba un brillo acogedor y las medias colgando de la chimenea eran el perfecto toque final.
El fotógrafo que le debía un favor a Sherlock, Alexander, había hecho un trabajo espectacular. Él había estado un poco desconfiado que alguien les tomara fotos, esperando sentirse tenso y raro, pero el hombre los había colocado en un ambiente cómodo que a veces John se olvidaba que estaba ahí tomándoles fotos.
Se paró, dirigiéndose a la cocina donde Sherlock y Rosie estaban sentados, Sherlock trabajando en un experimento con su microscopio y Rosie haciendo animales con masilla y presentándolos a Sherlock.
"¿Qué piensan de esta foto sea para las tarjetas de Navidad?" preguntó, volteando la computadora para que ambos pudieran ver la foto elegida. Ellos miraron al mismo tiempo, sus cabezas volteándose al unísono como si compartieran un cerebro.
"¡Sí!" Rosie chilló y John no podía culparla, ella lucía prácticamente adorable en esta y sus rulos formaban un halo dorado hermoso alrededor de su cabeza.
"¿Es así como realmente lucía en esa chompa?" preguntó Sherlock, alcanzando la laptop y jalandola más cerca para tener una mejor visualización.
"No," dijo Rosie a Sherlock y John pensó que quizá su hija ya estaba aprendiendo el arte de mentir antes que añadiera, "Tu te ves mucho más apachurrable(2) en la vida real."
John se rió de la expresión en el rostro de Sherlock, la nariz de Sherlock se torció en un desdén evidente y lució tan ofendido que John no podía detener su risa aunque así lo hubiera querido.
"¿Apachurrable?" Sherlock preguntó incrédulamente.
Rosie, quien había regresado a su masilla ni lo miró cuando afirmó, "Uh huh."
"Yo pienso que te ves muy bien," John le dijo y era cierto, él pensaba que Sherlock lucía bien; muy guapo y muy abrazable si se lo decía a sí mismo.
Esto pareció calmar a Sherlock, pero aún estaba mirando la imagen con duda antes de suspirar, "Supongo que funcionará."
"Genial," dijo John, juntándose con ellos en la mesa e importando la imagen a la plantilla de tarjeta navideña. "Tendremos que recoger las tarjetas impresas mañana," les informó.
"Estaba pensando en salir para patinar sobre hielo hoy," dijo Sherlock, casi como si estuviera respondiendo a lo que John dijo pero con palabras que no tenían sentido como respuesta.
"¿Patinaje sobre hielo?" Rosie escuchó, mirando hacia arriba de la criatura con masilla que estaba construyendo.
"Si tu y tu papá quieren."
"¿Podemos papi? ¿Por favooor?" preguntó.
"Claro," dijo John. "No he patinado en años."
"Yo tampoco", Sherlock respondió. "Pero es un buen día y no estoy seguro de que no será muy difícil regresar a ello."
John no estaba muy seguro de ello, pero tampoco iba a arruinar la diversión así que cerró su laptop y apuró a Rosie hacia arriba para envolverla en jeans y una chompa cálida. Él se vistió cálidamente también y ellos bajaron para encontrar que Sherlock estaba vestido en jeans y usando una camisa esperándolos que regresaran.
"Deberías usar una chompa," comentó. "Te resfriaras de lo contrario."
"Simplemente estás intentando que use esa monstruosidad de ayer," Sherlock acusó con un pequeño cierre de ojos pero había una sonrisa oculta en la esquina de su boca, así que John no se lo tomó tan seriamente.
“¿Tienes otras chompas?” preguntó John inocentemente.
“¡No!” Rosie se metió, “Usa la que compramos ayer,” rogó, usando sus potentes ojos de cachorrito contra el otro hombre. John siempre estaba perdido y no podía resistir esa mirada.
Sherlock, al parecer, tampoco tenía mayor resistencia y se fue a colocarse su suéter para complacer a Rosie. Cuando ellos hicieron su camino al campo de hielo de la Torre de Londres, envueltos en sacos, bufandas y guantes (y orejeras en el caso de Rosie). John supo en el trayecto que Sherlock ya había comprado sus boletos en línea, lo cual era una fortuna ya que parecían estar muy en demanda.
Sherlock se puso sus patines en tiempo récord y luego ayudó a Rosie a colocarse los suyos y amarrarlos antes que John hubiera acabado con sus propios patines.
“¿Necesitas ayuda?” Preguntó Sherlock con una sonrisa burlona.
Si hubiera sido un tiempo diferente es sus vidas y Rosie no estuviera ahí, John le habría hecho el saludo de los dos dedos(3) en respuesta. En lugar de ello, rodó sus ojos y dijo, “Me las arreglaré. Ustedes dos vayan adelante y los alcanzo.”
Ellos hicieron ese extraño caminar que uno hace en sus patines antes de llegar al hielo y de ahí se lanzaron.
Rosie se resbaló casi inmediatamente, pero Sherlock la agarró y mantuvo su mano firmemente en la suya mientras empezaban a patinar en el borde del área.
Una vez que hubo acabado de colocarse sus patines, John se encontró a sí mismo sentado y observando a los dos moviéndose en el hielo. Ellos cambiaron de posición para que Rosie parcialmente estuviera delante de Sherlock y él estuviera sujetando sus dos manos para ayudarla a mantener el balance. Sherlock se estaba agachando un poco, sin duda dándole instrucciones y enseñándole la mejor manera de patinar, probablemente incluso explicándolo usando Física, si John tuviera que adivinar.
Con una pequeña sonrisa que parecía no poder quitar de su rostro, John hizo su camino al hielo y pisó la pista mientras Sherlock y Rosie estaban a media vuelta. Él se enfocó en sí mismo por un momento, dejando su cuerpo se acostumbra a la sensación de deslizarse, el balancear su peso diferente, tirándose hacia adelante con más fuerza que lo haría caminando y no mirar a sus pies. Él estaba complacido, si soprendido, de hallar que Sherlock había estado en lo correcto, no le iba a tomar mucho a su cuerpo empezar a recordar cómo patinar.
John empujó su pie izquierdo, sacudiendo un poco de hielo fuera del camino y se detuvo para poder recostarse sobre el borde y esperar por Sherlock y Rosie mientras daban la vuelta.
Cuando ellos se aproximaron, John salió del borde y patinó hacia ellos. “Hola ahi,” dijo, estirándose y ofreciéndole una mano a Rosie.
Ella la tomó con su derecha y mantuvo la mano de Sherlock en su izquierda, luciendo como un nuevo caballo intentando encontrar sus piernas.
”Esto es difícil,” le informó a John.
”Le agarrarás el truco,” le aseguró. ”Vamos, demos otra vuelta.”
Ellos empezaron nuevamente y John escuchó a Sherlock mientras él gentilmente le corregía sus movimientos y la animaba. Él amaba este lado de Sherlock.
Obviamente él amada el sabelotodo, brillante, enigmático hombre que resolvía crímenes y hacía deducciones y podía derrotar a hombres completamente armados sólo con sus manos. Pero él amaba este lado de Sherlock igualmente, este lado gentil, cariñoso, amable que John no había visto mucho antes de la caída. Este lado parecía estar reservado para Rosie (y otros niños, si John era honesta) y más y más seguido para el mismo John los últimos años. Este lado de Sherlock era muy suave, tan adorable, tan humano que John siempre sintió que se le estaba dando un regalo cuando tenía un vistazo del alma suave debajo del exterior duro.
”¿Qué piensas?” Sherlock preguntó, sacando a John de su ensueño. ”¿Lista para intentarlo por tí misma?”
”No lo sé,” dijo Rosie, mordiendo su labio.
”Puedes hacerlo,” Sherlock le animó, ”Solo no te olvides, si empiezas a sentir que te vas a caer, intenta doblar tus rodillas y simplemente siéntate.”
Ella asintió pero no soltó su agarre de las manos de ambos.
”¿Quieres saber el mejor consejo que me dio tía Harry cuando aprendí a patinar por primera vez?”
”Sí,” dijo ella, mirando a John y este no pudo evitar que mejor era en patinar cuando ella no estaba mirando a sus pies o pensando mucho sobre lo que estaba haciendo, lo cual era exactamente el punto que iba a señalar.
”Hay dos partes,” dijo John, ”Primero, no mires abajo. No les des a tus pies otra mirada o pensamiento. ¿Puedes hacer eso?”
”Eso creo,” dijo ella, con su pequeña ceja torciéndose con concentración.
”Segundo,” dijo John, acercándose a ella como si le fuera a decir un secreto, ”No imagines que estás patinando, imagina que estás volando.”
Ella ladeó su cabeza, al parecer considerando esto por un momento, y luego cerró sus ojos. Cuando los abrió había una determinación ardiendo tan fieramente que John no pudo evitar sentirse orgulloso. Rosie miró delante de ellos y sin otro segundo de duda soltó sus manos y se alejó.
”Ella luce como tu algunas veces,” Sherlock murmuró, con una ligera sonrisa en los labios.
”¿Eso crees?”
Él volteó su mirada divertida de regreso a John, ”Sí. He visto esa misma expresión en tu rostro innumerables veces.”
Rosie soltó una risa deleitada mientras tomaba un poco más de velocidad en sus patines, el viento empujando sus rulos.
”Todo es una batalla para ustedes Watsons,” continuó, ”Es interesante que tan profundo esa característica de estar en la genética Watson.”
”No todo es una batalla,” John protestó.
”Cualquier cosa que tu hayas encontrado digno de tener,” Sherlock respondió secamente.
”Bueno,” John justificó, ”¿No es como el viejo dicho dice, ‘cualquier cosa digna de tener vale la pena pelearla’?”
”Pensé era ‘cualquier cosa digna de tener está bien''' Sherlock respondió.
”Pienso esa es una expresión completamente diferente.”
”¡Papi, Sherlock, miren!” Rosie llamó, volteando su cabeza mientras ella les gritaba por sobre su hombro.
”Estamos viendo,” el gritó de regreso.
Rosie intentó hacer un giro, pero terminó aterrizando de trasero.
”¿Estás bien?” John preguntó, pero Sherlock ya estaba encima de ella, agachándose en sus patines como si no fuera difícil en absoluto.
”¿Estás bien?” preguntó, su voz suave y preocupada.
Rosie miró hacia arriba y cuando ella reía, esa dulce risa hacía que John la amara con todo su corazón. ”¡Otra vez!” exclamó.
Sherlock la ayudó a pararse nuevamente y partió nuevamente, Sherlock y John siguiéndola por detrás. Ellos hicieron una vuelta sin eventualidades, ocasionalmente teniendo que detenerse para ayudar a Rosie después que se cayera, pero ella parecía estar bastante tranquila cayéndose ahora.
Ellos hicieron una media vuelta y John estaba a punto de preguntar a Sherlock donde había aprendido a patinar así de bien cuando un grupo de adolescentes riéndose vinieron volando al lado de Sherlock y lo chocaron. Sin pensarlo, John se estiró e intentó atraparlo, sus patines se inclinaron salvajemente en el hielo por un momento mientras intentaban mantenerse ambos equilibrados.
Después de un momento que paraliza el corazón, en el cual John pensó que quizá se las arreglaron para no caer, ambos se encontraron tambaleando hacia el piso. El patín izquierdo de John se salió completamente y él golpeó el hielo primero, golpeándose la cabeza y torciendose el tobillo. Luego, para añadir insulto a su herida, Sherlock cayó directamente encima de él, sacando el aire del pecho de John con fuerza en un ‘woosh’ mientras la rodilla de Sherlock apenas esquivó su entrepierna, por lo cual John supuso debería estar agradecido.
Ellos se miraron uno al otro por un momento antes de preguntar, “¿Estás bien?“ en el mismo momento.
“Caí en ti, rompiste mi caída bastante bien,“ Sherlock respondió.
John no pudo evitarlo, empezó a reír. El rió hasta que una lágrima rodó por su mejilla.
Sherlock la capturó con su pulgar, su sonrisa tan contenta mientras miraba a John que le hizo desear que pudiera mirar esta exacta expresión en el rostro de Sherlock por el resto de su vida.
“¡Papi!“ escuchó y el momento se rompió como un pedazo de hielo. “¡Sherlock!“ Rosie llamó y un momento después Rosie estaba deslizándose para detenerse pero simplemente se las arregló para sumarse a la pila.
John soltó un gruñido y se dio cuenta que la parte trasera de su cabeza dolía y su tobillo se sentía un poco amoratado ya. Aún así, él tomó un momento para envolver sus brazos alrededor de Sherlock y Rosie y presionar un beso en los rulos de Rosie antes de decir, “De acuerdo, ustedes dos. Levántense. Creo que necesitaré una bolsa con hielo.“
Tomó un poco de trabajo, pero Sherlock se paró primero y luego ayudó a Rosie y después John se paró.
Sherlock reposó una mano enguantada contra la mejilla de John y movió su otro dedo lentamente hacia atrás y adelante, frente a los ojos de John. “Sigue mi dedo con tus ojos,“ él indicó y aunque John sabía que no tenía una contusión, le obedeció. “Bien,“ Sherlock dijo con un asentimiento después de un momento, luego sostuvo su dedo quito y preguntó, “¿Cuántos dedos estoy extendiendo?“
“Tres,“ dijo John con confianza. Sherlock lució preocupado por un momento y John se rió, “bromeo. Estoy bromeando. Sólo estás estirando uno. Estoy bien, no tengo ninguna contusión.“
“¿Deberíamos irnos?“ preguntó Sherlock, mirando donde Rosie estaba, a unos pasos más allá intentando dar vueltas en círculos y fallando repetidamente envuelta en risas.
“No,“ dijo, sacudiendo su cabeza y arrepintiéndose de ello inmediatamente. “Ustedes dos patinen, agarraré un paquete de hielo del médico y luego los miraré a ambos. Me recostaré en el borde y pueden detenerse para saludar cada vez,“ añadió con un guiño.
“¿Estás seguro?“
“Sí,“ dijo, dándole al otro hombre un pequeño empujón en dirección de Rosie, “Ahora anda y ayuda a nuestra hija a aprender a dar vueltas.“
Sin otra palabra John volteó y se dirigió a la salida. Se consiguió una bolsa de hielo para su cabeza y advirtió a los chicos que los habían impactado, lo cual probablemente no hubiera hecho si al menos uno de ellos se hubiera disculpado por hacerlos caer.
John encontró un lugar en la parte externa de la pista como había dicho y observó a las dos personas más importantes de su vida patinar y divertirse. Sherlock estaba sosteniendo la mano de Rosie dándole vueltas como una pareja de baile, luego agarrándola al final de cada giro cuando inevitablemente se empezaba a caer. Lucía como si ninguno de ellos tuviera alguna preocupación y John deseó que Rosie pasara su vida entera sintiéndose así de libre y feliz como lucía en este momento.
Después de observarlos por unos minutos, John alzó su teléfono y tomó varias fotos, intentando capturar la alegría pura y radiante del rostro de Rosie y la adoración en respuesta en el rostro de Sherlock. Algunas no salían muy bien, otras no servían en lo absoluto por la cantidad de personas patinando alrededor de ellos, pero algunas salieron lo suficientemente bien y pese a la manera en que su cabeza estaba doliendo, no pudo evitar sonreír.
Sí, cada paso del camino a esto había sido una batalla, pero definitivamente había valido la pena pelear por ello.
Notes:
(1) rightness denota la sensación de que estás en el lugar o situación correcta.
(2) cuddlier: más tierno. Adjetivo que denota algo cómodo, con el que ‘te harías bolita’ para dormir, por ponerlo de alguna manera.
(3) two-fingered salute: saludo con dos dedos. En Inglaterra puede ser un gesto ofensivo levantar los dos dedos (como una V) mostrando la palma.(Nota original)
¡Ese es el final por hoy, amigos! Los veo mañana. :)
Lo que sigue es un intento de decoración y horneado de galletas.
Chapter 4: Diciembre 04: Adornen los Salones
Notes:
(Nota original)
Aquí estamos: ¡Día 4! Muchísimas gracias a todos los que han deado tales adorables comentarios en este trabajo. ¡Hace a mi corazón feliz!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Patinar sobre hielo, Sherlock reflexionó, quizá no fue la mejor idea.
Por supuesto Rosie lo había disfrutado, su sonrisa mientras patinaban había sido incandescente y ella había pasado todo el camino a casa recordando los mejores momentos del patinaje (volar, como ella le llamaba ahora). Cuando él y John la habían metido a la cama esa noche, ella -adormilada- les dijo que sería una patinadora algún día mientras se dormía. Para Rosie, el patinar había sido maravilloso, incluso mágico, exactamente lo que John había querido para diciembre.
Y hubo un momento, el cual Sherlock había meticulosamente guardado en su palacio mental para iluminar cualquier día oscuro, cuando John había dicho “nuestra hija“ como si no fuera un gran asunto, como si no lo pensara, como si fuera una verdad tan obvia que no era trascendental en lo absoluto. Sherlock había querido voltearlo y demandar que se explicara a sí mismo. Quiso rogar a John que le dijera qué estaba pensando, que le dijera exactamente qué sentía y qué quería, pero John estaba herido y necesitaba obtener algo de hielo para su cabeza y parecía que ni se había dado cuenta qué había dicho, así que lo dejó ir y se preguntó si alguna vez podría encontrar una forma de preguntarle acerca de ello.
En ambos ámbitos, patinar quizá había sido una idea increíble, pero para el tiempo que llegaron a casa, John aún tenía un chichón en la parte posterior de su cabeza del tamaño de una pelota de tenis y había pasado el resto de la noche cojeando y visiblemente magullado. Sherlock se sentía como un completo idiota por caer encima del otro hombre y aplastarle.
John se había reído cuando Sherlock comunicó su preocupación, asegurándole que él estaba bien pero Sherlock no pudo evitar pensar que el patinaje podría haber salido mejor.
Quizá ellos deberían haber ido a montar trineo en su lugar, Sherlock musitó, pero era muy tarde para eso ahora. Él se asintió a sí mismo y decidió que desde ese momento en adelante todas las actividades irían perfectamente bien.
Hoy, él tenía su trabajo acotado. Los jueves, John se quedaba en la clínica hasta tarde (trabajando, ya que Sherlock no lo pudo persuadir de renunciar a ese tonto trabajo enteramente) y él siempre recogía a Rosie de la guardería. En su camino a recogerla, decidió que él y Rosie sorprenderían a John decorando el departamento. Se puso a recolectar todas las decoraciones navideñas que tenían y las ordenó mientras Rosie comía un sánguche y coloreaba su libro.
Cuando estuvo satisfecho de haber recolectado todo lo que necesitarían para decorar y lo colocó en la mesa de la cocina, llamó, “Rosie, ven y mira lo que saqué.”
Ella se deslizó a la cocina, dejando su libro de colorear y los crayones desparramados por el piso y sus ojos se abrieron mucho cuando miró a todas las decoraciones que estaban desplegadas en la mesa.
Sherlock le sonrió, “Pensé que sería divertido hacer algo de decoración mientras tu papi está en el trabajo. ¿Qué piensas?”
“¿Tenemos bolas de acebo(1)?”
“¿Qué? ¿No?” Sherlock dijo, mirando a las decoraciones para ver a qué se podría estar refiriendo. “¿Qué son las bolas de acebo?”
Ella hizo una mueca, “¿Qué hay del troll navideño?” preguntó, colocando sus manos en las caderas.
“¿Troll navideño?” preguntó él, sintiéndose aún más confundido. “¿Te refieres a un elfo en el estante?” preguntó. Aunque estaba bastante seguro ellos no tenían uno de eso tampoco.
“No,” dijo, rodando sus ojos. “Tú sabes, el troll navideño. De la canción.” Algunas veces no podía evitar pensar que ella era demasiado pequeña y linda para esa actitud de gente mayor.
Sherlock hizo una mueca, intentando recordar una referencia de Navidad en la película Trolls que habían visto la otra noche. ¿O le habían comprado una muñeca Trolls el año pasado? ¿Por qué lo tenían que guardar con las decoraciones navideñas?
“Tú sabes”, repitió ella con un sonido exasperado de una niña de cuatro años que no lograba hacer entender lo que decía. Empezó a tararear un poco, su ceja se frunció mientras intentaba que la melodía funcionara, después ella cantó. “Adornen los salones(2) con esferas de acebo. Fa, la, la, la, la, la, la, la, la,” hizo sonidos un poco más, murmurando cosas sin sentido en tono bajo, hasta que llegó a la parte del ‘fa, la, la’ nuevamente. “El troll,” cantó, luego murmuró un poco más.
Sherlock rió, “ Adornen los Salones es la melodía que estás pensando. No son las esferas de acebo, son las ramas de acebo.”
“¿Qué es una rama?”
“Es como un tronco,” sacó su celular y buscó una imagen de una rama de acebo y se la mostró.
“Oh,” dijo ella, sosteniendo su teléfono y jalandolo hacia ella para inspeccionar la imagen de cerca.
“Y ‘troll el antiguo canto de Navidad’ es la otra línea que estás recordando, pero no está hablando acerca de un troll como esas pequeñas criaturas que observamos en la película. Troll es una manera antigua de cantar a toda voz, así que la canción está animándote a cantar las canciones navideñas con fuerza.”
“¿Entonces no hay troll navideño?” preguntó, sonando un poco decepcionada.
“Bueno, no tenemos uno aquí, pero sabes qué, después que terminemos de decorar podemos ver si podemos hacer uno por nuestra cuenta.”
Ella se animó con eso, “¡De acuerdo! ¿Podemos empezar adornando el pasadizo hacia la abuela Hudson?”
Sherlock pensó en corregir su idea errónea de adornar los salones eran sólo ‘salones’ en el sentido estricto de la palabra pero decidió dejarlo ahí. El pasadizo era un buen lugar para empezar de todos modos.
O eso pensó.
Decorar con una niña de cuatro años era significativamente más difícil que decorar por ti mismo.
Empezaron, por el pedido de Rosie, con el espacio que correspondía a las escaleras, “De acuerdo”, dijo él, una vez que tenían un tacho lleno con cosas de arriba a abajo. “Pienso que deberíamos envolver cada balaustre,” dijo, tocando el balaustre para indicar lo que estaba hablando, “con algo de esta guirlanda de hiedras, qué te parece.”
Él lo había dicho como una pregunta retórica, pero, como solía ocurrir con la pequeña terca, ella lo miró seriamente y dijo, “No.” Sherlock la miró pero ella no le estaba prestando ni un poco de atención mientras miraba la escalera, colocando sus dedos en frente de su boca tal como Sherlock hacía cuando estaba intentando resolver un caso. Él no pudo evitar el cálido brillo de orgullo que se expandió en su pecho, estaba tan encantado por su gesto que no pudo sentirse ni ligeramente aturdido que ella nunca les dejara hacer las cosas por la vía fácil. “Deberíamos envolver sólo el pasamanos en hiedra,” pronunció. “Luego podemos envolver los bailusters en luces.”
“Balaustre,” le corrigió Sherlock ausentemente mientras consideraba su sugerencia, había un enchufe cerca a la base de las escaleras, podrían poner luces en los balaustres, ¿qué tan difícil podía ser eso? “De acuerdo,” dijo. “Hagamos las luces primero, luego podemos poner la guirnalda en el travesaño.”
Esto probó ser mucho más fácil en el dicho que en el hecho.
En veinte minutos Rosie estaba completamente aburrida y asegurándose él lo supiera, Sherlock no podía lograr las luces se envolvieran uniformemente (mayormente por la distracción de una berrinchuda y petulante Rosie) y estaba teniendo problemas en ocultar las terminaciones, lucía como si una bomba hubiera explotado en el pasadizo y no estaban ni cerca de tener las decoraciones listas de cuando habían empezado.
Rosie gruñó y bajó un escalón, “Decorar el salón es terrible.”
“Sí, pero lucirá bonito cuando hayamos acabado,” Sherlock intentó animarla.
“¿A quién le importa?” murmuró, colocando su barbilla en su puño y mirando miserablemente a las luces; en momentos como estos Sherlock podía ver exactamente cómo sería Rosie de adolescente y ya estaba temiendo ello.
“Tu papi estará muy feliz de ver el pasillo decorado cuando llegue a casa,” el dijo porque sabía era cierto, John disfrutaría regresar al apartamento para encontrar que todo lucía cálido y festivo.
Rosie parecía estar contemplando esto, pero antes que pudiera responder, la puerta del departamento de la señora Hudson se abrió, “¡Yoo hoo!”
“¡Abuela Hudson!” Rosie lloró, como si no la hubiera visto en años y ella era justo la salvación que Rosie había estado esperando; bajó volando las escaleras para envolver sus brazos alrededor de la cintura de la señora Hudson.
“Hola cariño,” ella respondió con una sonrisa, abrazando a Rosie de regreso y dándole una pequeña palmada en la cabeza. “¿Qué están haciendo, par de terribles?”
“Adornando los salones,” Rosie murmuró sombríamente y Sherlock rodó sus ojos ante su dramatismo.
“Bueno,” la señora Hudson dijo, “¿Por qué no vienen ambos por una taza de té y algunas galletas? ¿Tómense un pequeño descanso, hmm?”
Sherlock resistió, admirablemente si se lo decía a sí mismo, la urgencia de informarle que duramente habían hecho algo que requiriera un descanso, pero Rosie ya se había movido más allá e ingresado al departamento. Cualquier excusa probablemente hubiera funcionado, pero Rosie nunca rechazaría las galletas de la señora Hudson.
“Vamos cariño,” dijo, dando palmaditas en su brazo. “Se mantendrá. Quizás John sería una mejor ayuda de todas maneras”, añadió.
Sherlock se desinfló. Él no tenía ninguna duda que John sería una mejor ayuda, pero eso arruinaba la sorpresa. Con un suspiro, siguió a la señora Hudson y Rosie dentro del apartamento y se sirvió una galleta de limón.
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Para empeorar las cosas, John regresó un poco más temprano de la clínica. Sherlock y Rosie ni habían dejado el departamento de la señora Hudson aún.
“¿Qué demonios?” escuchó a John murmurar, mientras sin duda daba una mirada al desastre que estaba cubriendo el pasadizo y su corazón se hundió más.
Abrió la puerta del departamento de la señora Hudson y sacó su cabeza para decir, “Estábamos decorando.”
“Ah,” John respondió, luciendo divertido y conmovido y perfecto. “Tonto yo, ¿cómo no pude darme cuenta?”
“Ven y come una galleta,” Sherlock dijo, rodando los ojos. “La señora Hudson hizo tus favoritas y Rosie actualmente está haciendo trolls navideños con masilla de jengibre para que la señora Hudson las hornee.”
“¿Trolls navideños?” él preguntó, caminando detrás de Sherlock.
“¡Hola papi!” ella gritó antes que Sherlock tuviera oportunidad de explicar, “Mira a mis trolls navideños,” Rosie dijo, señalando lo que no necesariamente lucía como otra cosa que manchas en la mesa.
“Muy interesante,” John respondió, inspeccionando su trabajo más de cerca, sin duda intentando encontrar alguna característica discernible para hacer un cumplido.
Ella sostuvo un puñado de masa hacia John, “Tu realiza uno,” insistió.
“De acuerdo,” él respondió juguetonamente, sentándose en la mesa al lado de ella, agarrando el rodillo de amasar para aplanar la bola de masa que le había entregado. “¿Qué hace que un troll navideño sea diferente a un troll regular?”
“Ellos sólo cantan canciones navideñas,” Rosie le informó. “Muy alto.”
John alzó sus cejas en pregunta hacia Sherlock y Sherlock se sacudió ligeramente, ese malentendido parecía ser más grave de lo que había sido cuando ellos empezaron esta conversación.
“También haz uno tú” Rosie le indicó a Sherlock.
Mientras él agarraba un cuchillo de la mesa y empezaba a esculpir la forma de un troll, John preguntó, “¿Dónde está la señora Hudson?”
“Ella tenía que tomar su calmante,” Rosie dijo. “Su cadera,”añadió, asintiendo sabiamente. “Pero ella dijo que podíamos quedarnos y hacer trolls navideños con su masa de jengibre y luego hornearlos.”
“Eso fue lindo de su parte,” John respondió mientras empezaba a tallar algunas formas en la masilla, para darle algo de textura al cabello.
“Sí. Y dice que cuando despierte hará cubierta de color para que ‘adorne’ los trolles navideños.”
Sherlock y John compartieron una sonrisa por sus palabras, pero no la corrigieron.
Pasaron las siguientes horas horneando la masa de jengibre en forma de troll. La cocina se llenó del cálido y agradable aroma del jengibre y se rieron de la manera en cómo los trolls se extendían raramente en el horno. Dicha sea la verdad, ellos probablemente terminaron comiendo la tercera parte de las galletas antes de que se enfriaran apropiadamente. Las otras las pusieron en el freezer para enfriarlas más rápido y así decorarlas cuando la señora Hudson se les unió nuevamente. La señora Hudson engrió a Rosie e hizo media docena de cubiertas de colores; azul, rosado, verde, morado, anaranjado y blanco. Cada troll era único y Sherlock estaba bastante seguro que nadie cuerdo querría comer una galleta con tales colores extraños, pero eso nos los detuvo a los cuatro en mordisquearlos mientras avanzaban.
Para el tiempo que todos los trolls estaban decorados, la cocina lucía como un campo de batalla y Rosie prácticamente se estaba quedando dormida en la mesa. Sherlock empezó a mover cuencos hacia el lavadero cuando la señora Hudson lo ahuyentó, “Ustedes chicos lleven a esa dulce niña a la cama. Está completamente cansada.”
“Déjenos ayudarle a limpiar,” John insistió y Sherlock asintió, aproximándose a otro cuenco con masilla.
“Tonterías,” respondió, golpeándolo con una toalla de cocina. Le dio a Rosie un beso en la frente, “Buenas noches, corazón,” dijo.
Rosie murmuró algo ininteligible de regreso a la señora Hudson, pero ésta sonrió de igual manera.
“¿Podrías cargarla?” John preguntó, “mi tobillo aún se siente un poco sensible desde ayer.”
Sherlock se contrajo un poco y recogió a Rosie. Rosie se acomodó, presionando su nariz contra su cuello justo como hacía cuando era pequeña y Sherlock la sostuvo un poco más fuerte. La llevaron arriba y en pijamas la metieron a la cama y ella ya estaba durmiendo son un vaso de agua o una historia.
“Bueno,” dijo John en su camino de regreso bajando las escaleras, “parece que la cansaste bastante esta tarde.”
Él sacudió su cabeza, “Sí, estoy seguro que el descaro en toda la tarde tomó un montón de energía.”
John se rió, “cuatro yendo a catorce,” respondió. “Ella saca eso de ti, sabes.”
Él rió de John, “Difícilmente. Yo no soy el que casi fue asesinado porque escogiera el momento equivocado para ser sarcástico,” replicó, recordando el caso del Banquero Ciego.
“Bueno, con nosotros ella no tiene esperanza de no ser sarcástica. Nos trajimos esto sobre nosotros mismos,” John dijo mientras iba hacia la cocina. “¿Quieres un vaso de ponche?”
“Claro,” Sherlock habló desde la sala donde empezó a prender el fuego.
John regresó a la sala unos minutos después, “Oh maravilloso, empezaste el fuego,” dijo y Sherlock podía escuchar la sonrisa en su voz sin verla.
Cuando Sherlock se paró, John le extendió un vaso con ponche
“Salud,” dijo John, chocando el borde de su vaso contra el de Sherlock.
“¿Por qué brindamos?” Sherlock preguntó.
John le sonrió, cálida y genuinamente y Sherlock quiso derretirse. “Tu sobresaliente habilidad de hacer que la magia navideña ocurra.” El otro hombre alzó su vaso y Sherlock lo imitó, muy conmovido para decir algo.
Esto no era lo que Sherlock había planeado para el día, pero el horneo y decorado habían sido mucho más divertidos que las escaleras. Y aunque él no había sido capaz de ver el rostro de John iluminarse porque se las hubiera arreglado para sorprenderlo con las decoraciones, había pasado la noche observando al otro sonreír, escucharlo reír por las extrañas formas de los trolls y las travesuras de Rosie y sintió el cálido confort de su rodilla presionada en contra de la de Sherlock debajo de la mesa mientras disfrutaban su tiempo juntos.
John parecía feliz; su actividad marcaba todas las marcas navideñas: comida, familia y alegría. Quizá Sherlock no podía pedir más que ello.
Y si Sherlock regresó abajo después que John se fuera a la cama para terminar de decorar por su cuenta para que pudiera ver el rostro de sorpresa de John en la mañana, bueno, eso simplemente estaba bien.
Notes:
(1) holly balls: bolas de acebo. Son esas pelotitas rojas que se usan para adornar en combinación con sus hojas grandes y verdes.
(2) Deck the Halls es un villancico, estoy segura conocen al menos el tono. Les dejo aquí la versión con los Muppets.(Nota original)
¡Eso es por hoy amigos! ¡En la siguiente nos dirigiremos a un nacimiento viviente!
Chapter 5: Diciembre 05: Pastora
Notes:
(Nota original)
¡Hola a todos! Aquí está el día 5 para su lectura placentera. Gracias por todo el amor que ustedes le han estado deando en esta historia. Sus comentarios me hacen el día (semana, mes, año, etc.) <3Hay un pequeño gatillador en este episodio: John recuerda su tiempo atrás en la guerra y tiene una pesadilla -fuera de escena- cuando despiera, le cuenta a Sherlock un poco sobre intentar salvar la vida de un joven soldado y ser disparado. No hay nada gráfico pero no quiero accidentalmente gatillar nada para nadie. Si no quieres leer esta parte, no leas pasando la línea punteada cuando John se va a dormir. Tamibién pueden evitar este capítulo y no se perderán mucho.
También, de alguna manera los siguientes dos capítulos están fuera de orden así que aunque tuvimos un capítulo de la perspectiva de Sherlock este también lo es. John es el que sigue.
¡Espero que lo disfruten!
En una nota lateral, me había convencido que iba a escribir capítulos *cortos* para que pueda terminarlos a diario...este capítulo tiene más de 3500 palabras porque NO tengo autocontrol. Honestamente voy a intentar lo mejor en escribir capítulos más pequeños en el futuro. Sacudo mi cabeza.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La iglesia nunca había sido algo que fuera importante para la familia Holmes. Incluso cuando Sherlock era joven, ellos nunca habían ido a la iglesia como muchos de sus compañeros, no había ido a las obras de Navidad o concursos y él realmente sólo cantaba o tocaba villancicos navideños porque eran parte del repertorio estándar.
Esto, él sabía, no era igual para los Watsons y a pesar de que John era diferente a cómo eran sus padres (obviamente), la fé era una cosa (al menos subconscientemente) que a John le importaba. Ese era el porqué sus palabras finales antes de casi morir fueron ‘por favor Dios, déjame vivir.’ el porqué había bautizado a su hija, una gran parte de su escrupulosa (tediosa) moral y probablemente contribuyó a su propensión a perdonar a personas (como él mismo y Mary) quienes no lo merecían.
Entonces, cuando Sherlock había empezado su investigación sobre qué actividad religiosa podrían hacer que no fuera horrenda, se cruzó con una natividad en vivo que sería realizada por una iglesia local. Se les invitaba a todos a asistir a la propiedad de la iglesia donde habrían animales vivos y personas vestidas en disfraces haciendo los personajes de la historia con los cuales podrían interactuar. El “precio” de la entrada era un ítem de comida no perecible que sería donado a un banco de alimentos local.
Dentro de todo, Sherlock no le vio nada malo así que la noche siguiente, después que John y Rosie llegaron a casa, Sherlock empacó una bolsa de compras con no perecibles y sugirió ir y verlo.
“¿Un qué viviente?” John preguntó.
“Natividad,” Sherlock respondió, “tú sabes, con el babé nacido en un establo rodeado por animales,” dijo, ondeando una mano. “Aunque,” añadió, “algunos historiadores y teólogos creen que no fue un granero en lo absoluto en la manera en como lo pensamos. Podría haber sido meramente el primer piso de una casa u hospedaje. Otros postulan que fue una cueva,” Sherlock dijo. “Pero las personas a quienes estos hallazgos deberían afectar parece no realmente importarles.”
“Bueno,” John dijo razonablemente, “pienso que para ellos el punto es menos donde nació Él y más que haya nacido,” John respondió. Esto, Sherlock pensó, parecía tonto pero consistente. John continuó, “Una natividad en vivo suena divertido.” Se volteó hacia Rosie, “¿Qué opinas? ¿Te gustaría ir y conocer a algunos animales y personajes de la Biblia?”
“¿Puedo acariciarlos?” Rosie preguntó.
“Los animales, si; las personas, probablemente no,” Sherlock respondió.
Rosie se rió, “¡Las personas no!” ella rió mientras tomaba sus botas y saco. Aparentemente decidió que irían. “¿Qué tipo de animales hay ahí?” preguntó.
Ella realmente estaba atravesando la etapa de animales, Sherlock pensó, aunque quizá hallar algunos experimentos que pudieran hacer y libros que pudieran leer. “De las imágenes, luce como si hubieran burros-”
“¿Un ceburro?” preguntó esperanzada.
“Desafortunadamente, parece que no. Pero tienen caballos miniatura, ovejas, terneras y un camello”, replicó.
“¿Un camello? ¿En serio?”
Sherlock asintió, “Eso es lo que su web hace parecer.”
“No he visto un camello desde que regresé de Afganistán,” John murmuró, con voz suave y lejana.
Sherlock pausó el atarse sus botas para mirar a John, preguntándose si quizá esta no era tan buena idea.
“¿Has visto un camello antes, papi?” ella preguntó.
“Lo he hecho,” John afirmó. “Incluso he montado uno.”
“¿Piensas que montaremos el camello esta noche?” ella preguntó emocionada mientras bajaba las escaleras, dejando a Sherlock y John colocándose sus sacos rápidamente y dándole el alcance.
“Lo dudo,” John respondió. “Si sólo tienen uno, el pobre se cansaría mucho dándole un recorrido a todos.”
Ella lucía un poco desanimada pero asintió y respondió, “Probablemente tienes razón.”
Sherlock salió hacia la pista y llamó a un taxi, sintiéndose un poco intranquilo. La última cosa que quería hacer intentando hacer la Navidad mágica era activar el TEPT(1) de John.
Rosie, por otro lado, no tenía idea que hubiera algo por lo cual preocuparse y continuó, haciéndole a John todo tipo de preguntas. “¿Dónde montaste un camello?” preguntó curiosamente.
“Afganistán,” John respondió, parecía lo suficientemente calmado pero Sherlock continuó observándolo por el borde del ojo.
“Me gustaría montar un camello,” ella dijo deseosa, “¿Podemos ir ahí?”
“No podemos, cariño,” John respondió mientras miraba por la ventana, a la ciudad que pasaba.
“¿Por qué no?” preguntó.
“Es muy muy lejos.”
“¿Era lindo allá?” cuestionó. “¿Con los camellos?”
John tragó y su mano izquierda lentamente se cerró y abrió mientras decía, “Era muy caliente cuando estuve allá,” dijo. “Y había un montón de arena.”
“Rosie,” Sherlock interrumpió antes que John sintiera la necesidad de decir más antes que Rosie hiciera otra pregunta. “¿Sabías que los camellos pueden beber 113 litros de agua en menos de 15 minutos?”
“¿En serio?” ella preguntó, sus ojos grandes mientras absorbía este nuevo pedacito de información.
“Mmhmm,” él afirmó. “Y los camellos pueden sobrevivir hasta seis meses sin comer o beber nada.”
John se estiró y apretó su mano en el taxi, un silencioso gracias y Sherlock apretó de regreso.
“Woah,” ella jadeó.
“De hecho,” él respondió. “Es un error común que guardan agua en sus jorobas, pero realmente ellos almacenan reservas de grasa que sus cuerpos pueden convertir en agua o energía cuando se necesiten.”
Por el resto del viaje hacia la iglesia, Sherlock mantuvo a Rosie entretenida con factores sobre camellos, luego llamas y alpacas, luego terneras y ovejas. Cuando estacionaron en la iglesia, Rosie estaba incluso más emocionada por conocer los animales de lo que había estado cuando salieron.
Hicieron su camino hacia la fila de gente y John se estiró para tomar la mano de Rosie, “Sostén mi mano o la de Sherlock todo el tiempo, ¿de acuerdo?”
Ella asintió distraídamente, intentando ver a los animales.
Un niño que no podía tener más de ocho o nueve años corrió hacia ellos en un disfraz de ángel, “¡Escuchen con atención!” dijo dramáticamente. “¡Les traigo buenas noticias e información de gran alegría que serán para todas las personas!”
Sherlock miró a John quien le estaba sonriendo al niño.
El niño continuó, “En este día en la Ciudad de David ha nacido un salvador, ¡quien es Cristo el Señor! exclamó.
“Lo siento,” una voz tímida dijo mientras un hombre, el padre del niño si Sherlock no estaba equivocado, “Está tomando su trabajo como ángel muy seriamente.”
“Eso está bien,” John respondió, agachándose para estar al nivel del niño. “Bien hecho, tú,” dijo. “Esa fue una muy buena actuación y memorización.”
El niño sonrió a su padre mientras el hombre parecía relajarse un poco. “Soy Peter,” dijo extendiendo su mano para que John y Sherlock la estrecharan, “Este es James,” añadió, dando una palmada en el hombro de su hijo.
“Soy John, éste es Sherlock,” dijo señalándole, “y esta es Rosie. Es un gusto conocerlos.”
“No,” Peter dijo. “No lo son,” él pausó y los miró más de cerca, “¿ustedes son Sherlock Holmes y John Watson?”
“Culpables del cargo,” John respondió con una sonrisa.
“Y Rosie Watson,” Rosie respondió, claramente no disfrutando ser excluida.
“Bueno por supuesto,” Peter respondió. “¡Pero todos conocen a Rosie Watson!” Rosie se sintió satisfecha con ella misma y Peter sonrió. “Soy un gran fan de tu blog.” añadió hacia John.”¿Ustedes vienen aquí?” preguntó, haciendo un gesto a la iglesia.
“No, sólo queríamos ver el nacimiento en vivo,” John respondió con facilidad.
“Bueno, vamos,” Peter dijo, “Tenemos disfraces para todos los niños. ¿Te gustaría vestirte como un ángel o una pastora?” preguntó a Rosie, dirigiéndolos a un espacio con disfraces y artículos desplegados.
Ella jaló la manga de Sherlock y él se agachó para escucharla. “¿Qué es una pastora?” susurró, claramente no queriendo admitir no saber algo en frente de un extraño. Sherlock absolutamente entendía eso.
Se volteó para que su espalda estuviera hacia Peter y su hijo, quien le empezó a decir más líneas de ángel a John y bajó su rostro para que estuviera a la altura de la de ella y calladamente explicó, “Una pastora es alguien que cuida de las ovejas y otros animales en la granja. Tradicionalmente, mayormente eran mujeres incluso si no se ven retratadas así y los ángeles en la escritura les dieron nombres masculinos incluso si usualmente eran descritos como mujeres ahora y no lo son tampoco técnicamente.”
“Me gustaría cuidar a los animales,” dijo suavemente.
Sherlock sonrió, él había imaginado que ese sería el caso. “Está bien, entonces digámosle que quisieras ser una pastora.”
Ella asintió y miró hacia arriba, “Me gustaría mucho ser una pastora y cuidar a los animales, por favor,” dijo.
“¡Qué buenos modales!” Peter alabó, “Ven y te conseguiremos un disfraz y te mostraremos los animales.”
Peter hizo lo que dijo haría, conduciéndolos a través de la multitud para conseguirle a Rosie un traje de pastora, luego hacia los animales y se quedaron ahí hasta que se les dijo que la natividad estaba cerrando. Rosie estaba completamente enamorada de una ternera miniatura y de ahí no había estado interesada en nada más. El dueño cometió el error de dejarla alimentarla con una botella y ella estaba completamente enamorada.
“¿Podemos quedarnos con ella, papi? ella rogó.
John se rió y sacudió su cabeza, “No pienso que quieran dejarla ir.”
“Quizá lo harían si lo pedimos,” ella engatusó.
“No lo creo. Y realmente no pienso que la Sra. Hudson disfrutaría mucho tener una ternera en la calle Baker.”
Ella hizo un puchero y acarició la nariz de la ternera y presionó sus frentes juntas. “Pero le agrado.”
“Disculpe,” Sherlock llamó y Rosie miró esperanzada, mientras Sherlock le hacía una señal al dueño, “¿a cuánto vendería una de estas terneras?” preguntó, sabiendo completamente que el dueño no tenía intención de venderla.
“Oh, lo siento,” el hombre respondió con una sonrisa a Rosie, “ella no está a la venta. Aún es muy pequeña para dejar a su mamá.”
“Está bien,” Rosie suspiró.
“¿Qué se le dice al hombre amable por dejarte jugar con la ternera?” John apuntala.
Rosie miró arriba y le sonrió llena de felicidad, “gracias. Ella es una vaca muy hermosa.”
“Ella lo es,” el hombre afirmó. “Si estás buscando un trabajo cuando seas un poco mayor, mi granja siempre está contratando almas gentiles que amen los animales. Nos encantaría tenerte,” dijo con un guiño.
Rosie sonrió a John y Sherlock, claramente emocionada por el prospecto de trabajar en una granja.
“Mejor vamos yendo,” John dijo, estirando su mano para que Rosie la tomara. “Gracias nuevamente,” le dijo al hombre quien ahora estaba dirigiendo a la ternera hacia el trailer donde uno de los caballos miniatura estaban siendo cargados.
“¡Es placer nuestro!” dijo sobre su hombro.
Regresaron al camino principal y tomaron un taxi a casa, escuchando a Rosie decirles acerca de la ternera como si ellos no hubieran estado ahí para verlo por su cuenta.
El resto de la velada fue bastante normal; cenaron juntos, hicieron el lavado juntos después de la cena, jugaron en la sala por un rato antes de la hora de dormir y leyeron una historia a Rosie antes de ponerla en la cama.
Pero Sherlock no podía evitar darse cuenta que algo no estaba bien con John. Estaba más callado de lo usual, más reservado de lo que normalmente estaba en casa. Cuando le sonreía no alcanzaba a sus ojos, había una pequeña (casi indiscernible) demora en el paso de John y Sherlock sabía que el sueño no vendría fácilmente al otro hombre esta noche.
Hasta este día, después de diez años conociéndose el uno al otro, Sherlock aún no estaba seguro de cómo ayudarlo cuando esto ocurría. Podría arrastrarlo a casos y algunas veces, si la adrenalina estaba alta y no había nada que lo gatille, podría sacar al otro de ello. Pero algunas veces no podía. Algunas veces John simplemente tenía malas noches (igual como algunas veces Sherlock tenía días negros) y no se podía hacer nada.
Aún así, se sentía peor que lo usual que no hubiera nada que pudiera hacer ya que esto había sido traído por su decisión de llevarlos a ver un camello.
Cuando regresaron de acostar a Rosie, John fue directo a la cocina para hacer té y Sherlock agarró su violín y empezó a tocar. Tocó Schubert para él; adorables melodías flotando que hacían su camino alrededor del alma, rodeando su corazón con calidez. Schubert era probablemente el compositor favorito de John, aunque probablemente John no fuera capaz de decirlo así que esperaba que de alguna manera la música pudiera ayudar.
John colocó una taza de té para Sherlock en el escritorio y luego se sentó en su silla con su propia taza de té en sus manos. Tiró su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos mientras escuchaba, claramente no durmiendo pero dejando simplemente que la música lo bañara.
Sherlock tocó y tocó, apenas pausando para respirar entre piezas. No sabía cuándo había sido cuando John finalmente se paró de su silla después que Sherlock terminó de tocar Serenade .
“Gracias por tocar para mi,” dijo, con su voz suave y aún distante en una forma que estrujó el corazón de Sherlock. “Eso fue adorable.”
“De nada,” Sherlock respondió.
“Te veré mañana, ¿si?” John murmuró y por un momento lució como si quisiera decir algo más, como si quisiera estirarse y tocarlo o algo más que Sherlock no pudo discernir.
Pero el momento pasó y la esquina de los labios de John se levantaron en una falsa aproximación a una sonrisa, “Buenas noches.”
Él quería preguntar qué podría hacer, quería envolver al otro hombre con fuerza en sus brazos y sostenerlo hasta que la tensión fuera drenada de sus hombros, quería besar las esquinas de sus ojos donde las memorias malditas colgaban justo fuera del alcance de Sherlock. “Buenas noches,” dijo en su lugar.
Empezó a tocar nuevamente mientras John subía las escaleras y tocó por un momento más, esperando que John pudiera escuchar, esperando que estuviera mandándolo a sueños placenteros, antes que acomodarse en el sofá. Quizá John no bajaría esta noche, quizá se dormiría y la oscuridad sería retenida a raya, pero sólo por si acaso decidió que mejor estaría en la sala.
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En algún punto Sherlock debió haberse dormido en el sofá porque despertó por el sonido del caño abriéndose en la cocina y John bebiendo un vaso de agua. El otro hombre no había prendido ninguna luz, lo cual Sherlock encontró desconcertante porque era la primera cosa que hacía al despertar de una pesadilla.
John caminó a través de la sala hacia la ventana y miró a la calle, ausentemente sobando su hombro mientras miraba la calle Baker a esta hora.
“Tu hombro está molestándote,” Sherlock comentó.
John saltó y giró, su cuerpo se alistó ligeramente como si se pusiera en una pose de pelea.
Sherlock alzó sus manos, “Lo siento,” dijo. “No quería asustarte.”
Su cuerpo se relajó incrementalmente y se volteó a la ventana una vez más. “No es tu culpa.”
Por un momento, Sherlock no estaba seguro de qué hacer; no sabía que podía ayudarle pero mientras observaba a John que continuaba sobando su hombro y estirando su cuello, las palabras vinieron sin realmente pensarlas. “Ven aquí.”
“¿Hmm?” John preguntó, su ceja fruncida iluminada por las luces de afuera.
“Ven aquí,” Sherlock repitió antes que cediera a los nervios, sentándose en el sofá y haciendo espacio para que John se sentara delante suyo. “Déjame darle a tu hombro un masaje.”
John lo miró con una mirada indiscernible y por varios terriblemente largos segundos y Sherlock empezó a pensar que se había pasado pero cuando el otro hombre se movió, trepándose al sofá y colocándose entre las piernas de Sherlock, dejando varias pulgadas entre sus cuerpos.
Súbitamente lo que estaba a punto de hacer parecía de gran importancia y aterrador. Estaba a punto de posar sus manos en el cuerpo de John Watson, a punto de iniciar contacto. Usualmente John era el que se aproximaba y tocaba primero, dejando que Sherlock respondiera. Las pulgadas separándolos parecían estirarse a millas delante suyo. ¿En qué había estado pensando?
John se movió y el enfoque de Sherlock se disparó al otro hombre, sus hombros estaban tensos y firmes, todo su cuerpo retraído y en cada línea de tensión podía leer su auto desprecio y frustración. No podía aguantarlo. No podía aguantar que John sintiera tales cosas sobre sí mismo cuando Sherlock lo amaba con cada fibra de su ser, cuando sentía que su mundo daba vueltas alrededor suyo.
Antes que tuviera otro momento para dudas, se estiró y reposó sus manos en sus hombros cerca a su cuello, trazó con sus pulgares los laterales de su cuello, arriba y abajo y la piel de gallina se manifestó en John. Pasó sus manos sobre sus hombros y John soltó un suspiro tembloroso, su cabeza cayendo sobre su cuello.
“¿Me dirás si algo duele?” Sherlock respiró.
John asintió, pero no dijo nada.
Deslizó su mano izquierda alrededor, presionando su palma contra la sobresaliente cicatriz que apenas podía sentir a través del delgado polo que el otro estaba usando. El aliento de John se atoró en su pecho pero Sherlock se rehusó a dejarse pensar y presionó la base de su mano derecha contra la cicatriz en la espalda, lentamente masajeando y deshaciendo la tensión.
Después de varios minutos, mientras el cuerpo de John continuó soltándose y relajándose bajo sus manos, dejó que la mano izquierda paseara bajo la basta del polo de John antes de retornarla al mismo punto, cubriendo la cicatriz completamente con su palma.
“Sherlock,” John dijo, su voz tan densa con emociones que Sherlock no podría haber nombrado si lo hubiera intentado.
“¿Bien?” susurró.
John asintió y Sherlock dejó que su mano derecha replicara el movimiento de su mano izquierda y se deslizó debajo de la basta de la parte posterior de su polo y se delizara hasta que alcanzó la cicatriz en ese lado del cuerpo de John. Se dio cuenta, por primera vez que nunca había visto o sentido la cicatriz suficientemente cerca, que a John le habían disparado por la espalda. “Te dispararon en la espalda,” jadeó, con el corazón encogiéndose ante el pensamiento que alguien pudo dispararle mientras estaba volteado, sin duda ayudando a alguien, intentando salvar su vida.
John se tensó, “No estaba huyendo,” dijo fieramente.
“Lo sé,” Sherlock dijo y lo hacía, “Por supuesto que no. Estabas salvando la vida de alguien,” añadió y John se relajó un poco.
“Intentándolo,” dijo entre dientes.
Sherlock quería saber más pero no quería presionar, no quería forzar a John a revivir los horrores de ese día.
“Era sólo un niño,” John soltó. “Sólamente,” succionó un respiro y Sherlock retiró su mano derecha para que pudiera jalar a John contra su pecho. Mantuvo su mano izquierda sobre la cicatriz y envolvió su brazo derecho alrededor de su vientre, cediendo ante el deseo que demandaba sostener a John cerca.
“Lucía como un soldado,” John dijo, voz quebrándose, “Tan orgulloso de servir a su país, tan orgulloso de seguir los pasos de su padre y abuelo.”
John se apoyó con más fuerza en Sherlock mientras parecía simplemente salir de su cuerpo y hundirse en el de Sherlock. Sherlock enganchó su barbilla sobre el buen hombro de John, sosteniéndolo más cerca.
“Pero sólo era un niño,” susurró. “Sólo un niño.” John miró a sus manos, “Y pude haberlo salvado. Él podría haber vivido si solo lo hubiera sacado de la línea de fuego primero. Si no me hubieran disparado y necesitara que alguien me sacara de la línea de fuego primero en su lugar.” Tragó, “Quizás si hubiera rezado por él en lugar de por mí,” susurró, con la garganta apagando las palabras.
“John,” Sherlock murmuró, la única cosa que podía decir, dándose cuenta que quizá el camello no había sido el único gatillador esa noche. Lo jaló imposiblemente cerca y lo sostuvo más cerca aún. “No fue tu culpa.”
John sacudió su cabeza, su cabello acariciando la mejilla de Sherlock.
“No,” dijo, “escúchame. No fue tu culpa.” Tragó, “Hiciste todo bien; el que te dispararan fue un crimen de guerra.” Sacudió su cabeza, “No pretenderé entender cómo tus plegarias funcionan pero diré que fue tu rezo el que te mantuvo vivo, tu Dios sabía lo que estaba haciendo.”
Pausó, temiendo que las palabras que estaban saliendo de su boca, temiendo lo que quizá diga pero John se mantuvo congelado, sentado completamente quieto mientras esperaba que Sherlock terminara y no podía dejar de hablar. No podía ser un cobarde cuando John acababa de ser tan valiente.
Tomó un hondo respiro, “No fue sólo tu vida la que se salvó ese día.” Pasó su pulgar por la cicatriz en el hombro de John. “Haz salvado mi vida en cada manera posible,” dijo, su propia voz sintiéndose ahogada por emociones. “Nada importaría, John,” susurró, “Nada. Si tu-” lo cortó, no podía decirlo en voz alta, podía a penas imaginar un mundo en el cual no hubiera un John Watson. No podía imaginar que hubiera sido su vida si John hubiera muerto ese día.
Estuvieron callados por varios momentos y la mano de John se movió para agarrar la rodilla de Sherlock. “Siento lo mismo, sabes,” susurró.
“¿Hmm?” Sherlock preguntó, perdido en sus pensamientos y en sus miedos.
“Estaría perdido sin tí, también,” dijo, la tensión saliendo de su cuerpo con las palabras.
Sherlock dejó que su mano izquierda se deslizara bajo el polo de John y envolvió su abdomen con su otro brazo. “Siento que nos tomara el ver un camello.”
John soltó una risa y Sherlock pudo sentir las vibraciones en su propio pecho y pensó que siempre debería estar así de cerca para sentir a John riéndose.
“Incluso tu no puedes predecir qué posiblemente gatille mi TEPT,” dijo. “Gracias por esto,” dijo, bostezando lo suficientemente duro para que su mandíbula sonara. “Me siento mejor.”
“En cualquier momento,” Sherlock dijo, más seriamente de lo que había dicho en cualquier momento de su vida.
“Me levantaré en un minuto,” John prometió, sus palabras difuminándose juntas un poco.
“Está bien,” Sherlock accedió suavemente, reposando su mejilla en el hombro de John.
John no, de hecho, se levantó en un minuto. Se durmió presionado contra Sherlock, su cabeza reposando en su hombro y su brazo cubriendo el de Sherlock que aún estaba envolviéndolo.
A Sherlock no le molestaba ni un poco.
En la mañana, temprano cuando el sol empezó a colarse entre las cortinas, se despertaron con tensos, dolientes cuerpos pero mientras ambos deambulaban a sus camas separadas, ninguno pudo evitar la ridícula felicidad burbujeando en sus pechos.
Notes:
(1) PTSD - Post-traumatic stress disorder: Trastorno de Estrés Postraumático. Pensamientos y recuerdos persistentes después de algún suceso aterrador o traumatico.
(Nota original)
¡Los veo mañana para algo de compras navideñas! <3(Nota de la traductora)
La semana pasada vi un buen pedazo de Sherlock nuevamente. Cómo la gente que lo vio en su momento sobrevivió a la boda de John con Mary es un absoluto misterio. El dolor en los ojos de Sherlock es devastador.
Chapter 6: Diciembre 06: Alegría
Notes:
(Nota original)
¡Aquí estamos! Día 6 y vamos a las compras navideñas. ¿Qué podía salir mal con las compras navideñas?¡No hay advertencias para hoy amigos! Disfruten. Gracias a todos los que han dejado tales comentarios lindos en esta historia. ¡Estoy tan agradecida! <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Greg los había llamado temprano en la mañana (lo cual probablemente era lo mejor dado que John no podía pensar en otra cosa que el cuerpo cálido y sólido de Sherlock presionado contra el suyo, él necesitaba muchísimo la distracción) y el caso había sido una distracción perfecta. Había sido una hora entre que Sherlock terminó el caso y el tiempo que se supone deberían recoger a Rosie.
Para ocuparse a sí mismo y mantener sus pensamientos de la manera cómo las manos de Sherlock habían acariciado su piel desnuda la noche anterior, John intentó pensar sobre lo que aún le faltaba hacer esta temporada de Navidad. Se le ocurrió que nunca había sido bueno en realizar sus compras navideñas temprano. Siempre lo dejaba a último minuto y terminaba peleando por encontrar regalos, atiborrado en las tiendas con otros molestos clientes y empleados estresados. Siempre fue horrible y no iba a aguantarlo este año.
“Escucha,” dijo, jalando la atención de Sherlock del libro que estaba leyendo, algo acerca de las colonias de abejas si John recordaba correctamente. “Cuando recojamos a Rosie de la guardería estaba pensando que la lleváramos a un poco de compras navideñas,” John le dijo. “Siempre lo dejo para el final de la temporada y luego ya no es divertido. Así que estoy yendo más temprano y quizá si lo puedo hacer un hábito cada año. Rosie nunca lo aplazará tanto como normalmente lo hago,” dijo con una risita autodespreciativa. “¿Quieres venir?”
Sherlock encogió su nariz y John no podía decir que estaba sorprendido, sabía que el otro hombre no disfrutaba las compras navideñas (o cualquier tipo de compras para ese caso) y usualmente compra sus regalos en línea.
“Está bien,” John le aseguró, dándole una sonrisa para que supiera que estaba siendo sincero. “No tienes que hacerlo. Simplemente quería hacer algunas compras antes de fin de mes cuando toda la alegría es succionada por comprar regalos para otros.”
“No,” Sherlock dijo, parándose de su silla y juntándose con John cerca a sus sacos una vez más, “Eso está bien, iré.”
“Genial,” John respondió y la pequeña que le dio a Sherlock esa vez fue mucho más fácil. No podía evitarlo, cualquier cosa que ellos podrían hacer era más divertida juntos y tan juvenil como pareciere, simplemente quería pasar cada momento que posiblemente pudiera con el otro hombre. Quería culpar a las fantásticas actividades navideñas, porque eso podría explicar la sentimentalidad, pero sabía que las actividades de Navidad sólo a lo mucho eran parcialmente responsables.
Mientras bajaban las escaleras, John admiró la guirnalda y las luces que Sherlock había terminado. “Esto luce adorable, por cierto” complementó, tocando la guirnalda ligeramente.
“Fue mucho más fácil una vez que no tuve ayuda,” comentó secamente.
John se rió, “No lo dudo. Hablando de decorar cosas, deberíamos empezar a pensar sobre un árbol de Navidad.”
“Estaba pensando que el viernes sería un buen día para ir,” Sherlock respondió. “No tienes que trabajar y Rosie sólo tiene la mitad del día en la guardería ese día. Podríamos ir allá cuando la recojamos, ya he alquilado un SUV para el día, así que podemos traer el árbol de regreso.”
“¿Cuánto planeamiento hiciste en esa cabeza tuya cuando dije que quería tener una Navidad mágica con Rosie?” John preguntó con admiración.
“Todo,” Sherlock dijo seriamente y John tuvo la abrumadora urgencia de estirarse y tomar la mano del otro hombre mientras caminaban a la guardería de Rosie.
No lo hizo, por supuesto. Él apenas podía creer que había agarrado la mano de Sherlock el otro día (que se había quedado dormido encima suyo ayer en la noche, pero ese era enteramente otro asunto sobre el que John estaba desesperadamente no pasar mucho tiempo pensando). Pero cuando había tomado la mano de Sherlock en la suya, era porque necesitaba algo en lo cual sostenerse cuando Rosie estaba siendo la increíble pequeña humana que era, necesitaba desesperadamente el compartir ese momento de profundo orgullo y alegría con alguien más, ¿y quién mejor que Sherlock?
A Sherlock no pareció importarle, envolvió sus dedos alrededor de los de John y se sostuvo igual de fuerte. John pudo sentir un fantasma de la euforia que había sentido caminando a casa ese día con la mano de Sherlock firme en la suya, era como si hubiera estado caminando en una nube.
Aún así, no parecía poder hacerlo nuevamente ahora, incluso si sus manos estaban a pocas pulgadas mientras caminaban (a pesar que Sherlock lo había sostenido mientras se caía en pedazos, había colocado su mano sobre la parte más oscura de sí como un sello la noche anterior, la mente traidora de John le recordó.)
Y Sherlock literalmente nunca se quejó cuando John lo tocó. Nunca. Él aún no parecía saltar el espacio entre sus manos.
Pasó toda su caminata pensando sobre la mano de Sherlock, imaginando el cálido, sólido peso de ella presionado contra la suya. Luego tuvo un momento de pánico, preguntándose si Sherlock podía deducir lo que estaba pensando sólo por mirar a su rostro.
Luego, mientras caminaban a la puerta del edificio, John tuvo la incómoda realización que acababa de pasar cinco minutos fantaseando sobre sostener manos con alguien como una doncella victoriana. Honestamente. ¿En qué se había convertido su vida?
Afortunadamente, Rosie siempre probaba ser una maravillosa distracción de los pensamientos circulando en su cabeza. Hoy no era la excepción, ella tenía sus manos metidas en el cesto sensorial cuando ingresaron al espacio después de registrarse. “Papi, Sherlock, ¡miren!” chilló, alzando sus manos cubiertas en lo que parecía nieve.
“Ah, nieve falsa,” Sherlock respondió con aprobación mientras caminaba hacia Rosie y John lo siguió. “¿Tuviste ayuda para hacerla?”
Rosie asintió entusiastamente. “Tuvimos que vaciar latas de crema de afeitar,” contó emocionada, “luego la señorita Janna vació ahí maíz y lo mezclamos todo.”
“Maicena,” la señorita Janna corrigió con una sonrisa. “¿Fue un proyecto divertido, no?”
“¡Sí!”
Ella le sonrió a Rosie, “Aún estará aquí mañana para que juegues, deberías limpiarte para que puedas ir a casa con tus papis.”
John miró a Sherlock por el rabillo del ojo, preguntándose si Sherlock la corregiría y esperando que no lo hiciera.
“Seremos capaces de jugar con más de la falsa nieve mañana,” ella repitió, dándole a Rosie un impulso hacia el caño como si Rosie no fuera la primera niña que ella tenía que alejar de la nieve falsa ese día.
“¿Tuvo un buen día?” John preguntó, “No demasiado descaro, espero,” añadió, medio en broma y medio en serio porque su hija ciertamente tenía actitud.
Janna se rió y le dio una sonrisa cálida, “Tuvimos un gran día. Ella es una pequeña muy lista.”
“Ella lo saca de éste,” John dijo, apuntando a Sherlock.
“Bueno, eres un doctor, John,” Sherlock protestó débilmente.
“También un idiota,” John respondió con una sonrisa.
“Pero prácticamente todos lo son,” el otro retomó, sus ojos cálidos con la memoria.
Janna sacudió su cabeza a los dos, luego dijo, “Rosie estaba diciendo a los otros niños hoy cómo el hacer nieve era como un experimento que Sherlock haría porque estaba tomando dos cosas y haciendo algo nuevo. Ella dijo, ‘la estructura cambia’ no tengo idea a qué se refería pero simplemente seguimos el hilo.”
Sherlock se rió, “Propiedades,” dijo. “Ella se refería a que las propiedades cambian cuando combinas dos cosas.”
Rosie había terminado de lavarse las manos y retornó con su saco y botas puestas.
“Hola,” John dijo, inclinándose para jalarla a un abrazo y presionar besos en sus mejillas.
“Hola,” ella respondió con una risita, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
“¿Lista para hacer algo de compras navideñas?”
“¡Sí!”
“Dile buenas noches a la señorita Janna,” John dijo mientras la regresaba al piso.
“¡Adiós, señorita Janna!”
“Buenas noches, Rosie. ¡Te veo mañana!”
Sherlock y John se despidieron mientras se dirigían a la puerta, Rosie contando entusiasmada historias del día sobre hombres de nieve construídos con nieve falsa y cómo Adam había querido iniciar una guerra de nieve pero que la señorita Janna había dicho no. “¡Y!” añadió rápidamente como si estuviera preocupada que uno de ellos la fuera a interrumpir, “Enseñé a todos cómo hacer trolls navideños con la nieve.” Ella miró a Sherlock, “Pero no te preocupes. Les dije que en la canción un troll se supone canta alto.”
Ella miró hacia adelante nuevamente y continuó en compartir las (importantes) historias de su día, John miró e hizo contacto visual con Sherlock sobre la cabeza de ella. El otro sacudió su cabeza impotentemente y todo lo que pudo hacer John fue no reírse.
Cuando Rosie pausó por aire, Sherlock preguntó, “¿A dónde esperabas ir para las compras navideñas?”
“No lo sé,” John murmuró. “Pensé que quizá simplemente podríamos pasear y ver si nos cruzábamos con una tienda que nos interesara.”
Obviamente, esto no era la manera como Sherlock lo hubiera hecho; él probablemente hubiera meticulosamente planeado a cual tienda ir, posiblemente incluso planeado cuáles ítems deberían comprar, pero la incertidumbre parecía ser (para John, al menos) como una aventura.
La tienda que les atrajo era un pequeño lugar con un adorable escaparate, una campana que sonó alegremente mientras atravesaban la puerta y el olor a canela daba vueltas en el aire. “¡Oooh!” Rosie exclamó, haciendo un camino hacia las velas.
John y Sherlock siguieron, saludando a la animada mujer detrás del mostrador en su camino.
Sherlock se inclinó enfrente de las velas cerca a Rosie, “Oh, buen hallazgo Rosie,” aclamó. “Estas son velas de cera de abeja; son superiores a las velas de parafina en cada manera, pero especialmente porque ayudan a limpiar el aire porque se que duran significativamente en mayor tiempo.”
“Esta es con olor a lila,” Rosie respondió, sosteniendo la vela para que Sherlock la oliera.
“Sí,” afirmó, dándole un olisco, “adorable, ¿hmm?”
“Lila es la favorita de Molly,” ella informó a Sherlock y John.
“¿Cómo sabes eso?” John preguntó.
“Ella me dijo,” Rosie simplemente respondió. “Es como la loción en su baño huele.”
“Huh,” John dijo, pensando que Rosie ya había sido una mejor ayuda con las compras navideñas que lo que imaginaba sería. “¿Deberíamos comprar la vela para ella, ¿no crees?” John preguntó, sosteniendo la canasta para que Rosie colocara la vela dentro.
“Sí,” respondió imperiosamente, colocando la vela con gran cuidado.
“Veamos qué más podemos encontrar, ¿vamos?” Sherlock preguntó mientras se paraba y caminaba hacia un pasillo. Los estantes de la tienda y escaparates estaban llenos, repletos de pequeños adornos y John estaba completamente encantado por el lugar.
Encontraron un set de crema de manos de agua de rosas para la señora Hudson, una taza en forma de hombre de nieve y una mezcla de algún chocolate caro para la señorita Janna y una botella de ron especiado con forma de un ornamento navideño para Greg. No era un mal conjunto para una hora y media en una tienda y había sido mucho más placentero de lo que normalmente era una compra navideña.
Sherlock dio vueltas mientras John y Rosie escogían pequeñas y alegres bolsas de regalos y papel para cada regalo.
“Aquí,” Sherlock dijo cuando regresó, mostrando una bolsa de chocolates envueltos individualmente a John. “Podemos añadir cada uno a las bolsas de regalos, siempre algo dulce es bien apreciado.”
“Buena idea,” John respondió, tomando la bolsa y añadiéndola a su canasta. “Debería siempre llevarte de compras navideñas conmigo,” bromeó.
“Bueno, si las compras navideñas siempre serán dar vueltas en una tiendita ecléctica, siempre iré contigo,” contrarrestó.
“Papi, ¿podemos poner bastones de caramelo en los regalos de Navidad también?” Rosie preguntó.
“Seguro,” dijo. Luego, sabiendo que Rosie prácticamente había calculado esto, añadió, “Y si eres muy buena, incluso te dejaré comer uno de camino a casa.”
Ella le sonrió y empezaron su camino al mostrador con los tesoros que habían hallado. Rosie estaba unos pasos detrás de ellos cuando jadeó, sorprendiendo a John y Sherlock, “¡Encontré el regalo de Mycroft!” exclamó.
John odiaba comprar para Mycroft. No tenía nada contra el hombre en sí, simplemente nunca podía descifrar qué comprarle. Así que el pronunciamiento de Rosie era la sorpresa, John y Sherlock se voltearon para hallarla sosteniendo un paraguas con un patrón de árboles de navidad en la tela.
“Sí,” Sherlock dijo, antes que John pudiera decir algo en lo absoluto. Le rió a Rosie alegremente mientras tomaba el paraguas para que pudiera inspeccionar de cerca y con el paraguas más cerca suyo, John se dio cuenta que cada uno de los árboles no sólo tenía ornamentos y luces, sino también lentes de sol. “Sí, Rosie, encontraste el regalo perfecto para Mycroft.”
John sacudió su cabeza pero no pudo evitar sonreírles. “Vamos,” dijo dirigiendo a los dos hacia la caja. Él encontraría un regalo lindo para él después, pero Rosie parecía bastante orgullosa de éste y él no quería arruinarlo.
Una vez que todas sus cosas fueron registradas, Sherlock pasó su celular por la pantalla de la terminal(1) y pagó antes que John siquiera pudiera sacar su billetera.
“No tenías que hacer eso,” Jhn dijo mientras recogía las bolsas del mostrador.
La ceja de Sherlock se frunció en confusión, “Lo que es mío es tuyo, John,” respondió, como si debiera ser la cosa más obvia en el mundo.
“¿Puedo tener mi bastón de caramelo ahora?” Rosie preguntó, sin darse cuenta de la forma que el corazón de John estaba girando en su pecho ante lo que sonaba demasiado como parte de los votos matrimoniales.
“Sí,” respondió John, mareado, “Una vez que salgamos.” Y fue salvado de tener que mirar a Sherlock y pensar sobre lo que dijo por la tarea de escarbar en las bolsas para buscar los bastones de caramelo y liberar uno de su paquete para Rosie. “¿Bastón de caramelo?” le ofreció a Sherlock una vez que le dio uno a Rosie.
“Seguro,” Sherlock respondió con una sonrisa, aún calmado como si nada.
John le entregó un bastón de caramelo y sacó uno para él. Abrió el envoltorio y cuando estuvo a punto de ponerlo en su boca cuando captó la vista de Sherlock con el suyo. La mandíbula de John se abrió y su boca se secó.
Sherlock estaba succionando la barra de menta, deslizándola suavemente dentro y fuera de su boca mientras escuchaba a Rosie, completamente sin estar al tanto de la manera en la que la respiración de John se atoraba observándolo. Sherlock sacó el bastón completamente de su boca y pasó su lengua lentamente por afuera antes de presionarlo de regreso a su boca y succionando otra vez. Maldito Sherlock y maldita su fijación oral.
Lógicamente, John sabía que Sherlock simplemente estaba comiendo la maldita cosa. Él sabía que no estaba intentando que el corazón de John saltara a su garganta y que sus palmas empezaran a picar con el deseo de tocarlo. Pero observarlo felar el bastón de caramelo hizo cosas extrañas al estómago de John y no pudo evitar la forma como su mente se fue directamente a la basura.
Se forzó a sí mismo a mirar lejos y pensar en las cosas menos apetecibles que pudiera, súbitamente ya no estaba interesado en colocar su propio bastón de caramelo en su boca. No pensaba que sería capaz de siquiera mirar al bastón de caramelo de la misma manera otra vez. Obviamente había pasado mucho tiempo desde que tuvo una masturbación si mirar a Sherlock comer un bastón de caramelo era suficiente para hacer que sus pantalones se sintieran un poco ceñidos. Ridículo. Estaba siendo absolutamente ridículo.
Mucho más tarde esa noche, después que cenaron y envolvieron regalos y colocara a Rosie en la cama, John había ido al baño y tomado una linda, larga, caliente ducha. Parcialmente tuvo éxito en no pensar acerca de Sherlock mientras disfrutaba masturbarse y supuso, después de observarlo con el bastón de caramelo esa tarde, el éxito parcial era lo mejor que pudo esperar.
¿Quién hubiera imaginado que una pequeña compra de Navidad podría resultar en esto? John no, eso era seguro.
No pudo evitar preguntarse qué inesperadas consecuencias sus actividades navideñas tendría mañana.
Notes:
(1) PDQ screen: el dispositivo POS donde se realiza el pago. Imagen referencial.
(Nota original)
¡Eso es por hoy, amores! En la siguiente tenemos algo de chocolate caliente y palomitas de maíz hechas en casa y un día muy tempestuoso. ¡Los veo mañana!
Chapter 7: Diciembre 07: Manta
Notes:
(Nota original)
Día 7 y honestamente he estado esperando este capítulo desde que empecé a escribir esta historia. Espero que los haga tan felices el leerlo como me hizo a mi escribirlo.No hay advertencias en este capítulo.
¡Gracias por todos los adorables comentarios! <3 lo significan todo para mi.
¡Difruten!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
John no podía recordar un día cuando el viento había tenido tanta fuerza como hoy. Un aviso sobre el viento había tomado efecto esa tarde y el viento era tan fuerte que podía escucharlo afuera mientras atrapaba las banderas de las personas y las destrozaba o volteaba contenedores de basura y los mandaba rodando por la calle. Las noticias incluso advertían que conducir esta noche quizá sería más difícil de lo usual con el viento y que se evitara tanto como fuera posible.
Usualmente los viernes John iba a recoger a Rosie por su cuenta. No por ninguna razón en particular, simplemente era como funcionaba; para el jueves Sherlock se había encontrando haciendo un experimento para ocupar su tiempo o decidía ir a visitar a Molly en la morgue y le llevaba café mientras ella le comentaba cualquier extrañeza que había visto esa semana y le daba órganos en los cuales experimentar.
Pero esta semana, John se encontró un poco ansioso de recoger a Rosie solo. Era absolutamente ridículo pero seguía imaginando que se la llevaba el viento. No podía sacudirse la extraña imagen mental y finalmente se rindió de intentarlo. “¿Irías a recoger a Rosie conmigo?” preguntó a Sherlock.
Sherlock levantó la vista de su microscopio, “Si deseas que lo haga,” respondió fácilmente.
John asintió, “Es loco, sé que lo es,” dijo, apuntando un dedo a Sherlock, “Pero sigo viendo esta imagen en mi cabeza de ella siendo capturada por el viento y llevada como uno de esos malditos contenedores de basura en la calle.”
Para su crédito, Sherlock no se rió de él. Las esquinas de su boca se curvaron hacia arriba en una sonrisa (esa ridículamente adorable sonrisa que hacía cuando estaba intentando no hacerlo que convertía su boca en la forma de una ‘v’ y hacía que John quisiera apretarlo contra la superficie sólida más cercana y besarlo insensatamente) pero accedió, “Sabes que siempre estoy feliz de ir y recoger a Rosie.” Miró a su microscopio, “¿Tengo tiempo?” empezó y luego miró al reloj encima del horno. “No,” se respondió a sí mismo, luego se encogió, “No importa.”
“Lo siento,” John dijo, haciendo una mueca de dolor ante su propia estupidez. “Estoy siendo un idiota. Simplemente quédate y-”
“John,” Sherlock dijo, interrumpiendo su cháchara. “Está bien. Eso,” dijo, señalando a la mesa de la cocina, “no es importante.”
“¿Estás seguro?”
“Estoy seguro,” dijo, mirando a John a los ojos.
Y si se lo permitiera, John lo hubiera besado.
“Vamos,” Sherlock llamó, dirigiéndose hacia la puerta y sus sacos.
Una vez que estuvieron fuera John realmente se sintió menos tonto sobre todo el asunto. El viento golpeaba sus ropas y cabello y alguno de los ventarrones eran suficientes para empujar a John así que impactaba contra el otro hombre.
Sintiendo su incomodidad Sherlock dijo, “Ambos podemos sostener sus manos todo el trayecto a casa.”
“Sí,” John accedió.
“Estaba pensando esta noche antes de dormir hacer chocolate caliente de cero. Le escribí a mami hace unos cuantos días y ella me envió el que solía hacer cuando era joven.”
“Eso suena fantástico,” John respondió.
“Cogí algunos mini malvaviscos también. Y algo de maíz para hacer palomitas en la cocina.”
“No he comido palomitas de maíz de una cocina en años,” John respondió, recordando una fiesta de cumpleaños memorable cuando tenía alrededor de nueve años. “Décadas en realidad.”
Sherlock rió, “Bueno, pensé que Rosie quizá lo disfrutaría y pensé que quizá podríamos unir las palomitas para hacer una guirnalda del árbol que recogeremos mañana.”
“¿Tienes arándanos rojos también?” John preguntó.
El otro asintió, “Pensé que las actividades navideñas hechas por uno mismo podrían ser un éxito este año.”
Se rió y empujó a Sherlock con su hombro, “Los arándanos rojos siempre fueron la parte favorita de Harry. A ella le encantan, se terminaba comiendo la mitad de ellos directamente del tazón.”
“Tu hermana es muy extraña.”
“No me digas,” John respondió pero estaba sonriendo, contento de recordar algo bueno sobre las festividades de cuando era joven. “¿Alguna vez pensaste qué se pierde Rosie, por no tener un hermano o hermana?”
La ceja de Sherlock se frunció, “Nunca lo he pensado realmente.”
“Me refiero, sé que Mycroft puede ser un fastidio y Harry y yo ciertamente hemos tenido nuestros altos y bajos pero simplemente no puedo imaginar crecer solo, ¿sabes?”
Sherlock hizo un sonido, “Algo así. Mycroft es siete años mayor que yo. La diferencia de edad hizo que ambos nos sintiéramos hijos únicos en diferentes puntos de nuestras vidas. Además,” añadió, “No es como tener otro bebé vaya a ser posible en este momento, al menos que estés planeando casarte nuevamente con alguien a quien no conozco aún.”
La broma sonó un poco endeble y John se apresuró en calmarlo, “No. Definitivamente no planeo en casarme nuevamente,” con cualquiera, excepto tú su cerebro añadió porque aparentemente disfrutaba torturarse a sí mismo. “Pero siempre podríamos adoptar un segundo niño.”
“¿Es en serio?” Sherlock preguntó, sonando perplejo.
“No lo sé,” John dijo y esa era la verdad. Él no sabía si quería otro hijo, algunas veces se preguntaba si Rosie le gustaría tener un hermano (o si sería bueno para ella tener un hermano) y sabía, que si había alguien con quisiera criar un segundo hijo, sería con Sherlock. “Algunas veces pienso que una pareja sería lindo.”
“¿No quisieras otra niña?” Sherlock preguntó.
Se encogió, “Quizá, pero luego imagino a Rosie como una adolescente y pienso que tener dos chicas adolescentes sería una pesadilla.”
Sherlock hizo un sonido y caminaron el resto del camino en silencio, ambos privadamente imaginando cómo sería tener un segundo bebé, que tan diferente sería de lo que Rosie como recién nacida. Preguntándose si de alguna manera forzar esta vida en el otro hombre y nunca darle la oportunidad de retirarse. Aún estaba reproduciendo sus vidas junto con Rosie cuando firmaron y se dirigieron a su salón de clase.
Cuando abrieron la puerta, Rosie miró sobre los camiones con los que estaba jugando y saltó a saludarlos. “¡Sherlock!” ella gritó. “Es jueves, ¿por qué estás aquí?”
John observó a Sherlock arrodillarse y levantarla, envolviendo sus brazos fuertemente y respondiendo, “Porque te extrañé mucho hoy. No podría aguantar estar lejos de ti otro segundo, necesitaba un abrazo Rosie.”
Ella envolvió sus brazos con fuerza alrededor de su cuello, “Te amo también,” ella respondió y Sherlock sonrió, presionando un beso en la parte superior de su cabeza.
“De acuerdo,” él dijo. “Empaquemos tus cosas y vamos a casa,” dijo, regresándola al piso. “Tu papi y yo tenemos un montón de cosas divertidas planeadas para esta noche.”
“Excelente,” ella respondió, sacudiéndose y corriendo hacia John, dándole un rápido apretón alrededor de las piernas antes de dispararse a su cubículo para agarrar sus cosas.
Janna había terminado de ayudar a otro niño con una manualidad en la que estaba trabajando y caminó hacia ellos. “Otro gran día,” ella dijo con una sonrisa a ambos. “No olviden que mañana es día de pijama.”
“Ella estará emocionada,” John respondió.
Ella regresó nuevamente y empezó a jalarle las manos.
“¿Lista?” Sherlock preguntó.
“¡Lista!”
“¿Qué se le dice a la profesora Janna?” John preguntó.
“¡Gracias!” ella pronunció, jalandolos hacia la puerta. “¡Hasta mañana!”
“¡Buenas noches!”
Se detuvieron afuera y Sherlock y John ambos agarraron con fuerza sus manos mientras el viento se estrellaba en ellos.
“¡Woah!” lloró. “¡Está muy ventarroso!”
“Así es,” John afirmó y sostuvo su mano con un poco más de fuerza.
Afortunadamente, llegaron a casa sin dificultades y John se sintió un poco idiota por hacer que Sherlock fuera pero a Sherlock no parecía importarle. Su noche fue como la esperaban. Comieron la cena y Sherlock le contó a Rosie sobre las cadenetas de palomitas y arándanos rojos que iban a hacer más tarde. Le dijo sobre la receta de cocoa caliente que su madre había enviado y compartió historias acerca de cómo lo hacían cuando él era más joven.
Una vez que terminaron con la cena y limpiaron todo, John se sentó a la mesa al costado de Rosie con el hilo de pescar, agujas de bordado y arándanos rojos mientras Sherlock sacaba la sartén de hierro y empezó a calentar el aceite. John estaba metiendo el hilo a la aguja y se preguntó que quizá esta manualidad sería muy difícil para alguien de cuatro años cuando Rosie se dio cuenta que Sherlock no estaba con ellos, sino en la cocina.
“¿Qué estás haciendo?” Rosie preguntó, arrodillándose en la silla para que pudiera ver mejor.
“Haciendo palomitas de la manera tradicional,” John respondió.
“La manera tradicional parece ser la más apropiada,” Sherlock añadió.
“¿Puedo ver?” Rosie preguntó, moviéndose hacia la estufa y parándose de puntas.
Sherlock se inclinó y la levantó, balanceándola en su cadera y alejándola de la estufa. “Las palomitas son muy simples de hacer en la cocina,” le dijo. “Simplemente dejas que el aceite se caliente mucho, luego añadimos los maíces y lo tapamos, las palomitas saltarán igual como lo hacen en la bolsa en el microondas y ¡ voil à ! ¡Palomitas!
John sacó tu teléfono y tomó un par de fotos de ambos juntos mientras Sherlock le explicaba los procedimientos de las palomitas a ella.
“Las palomitas de maíz,” dijo, “pueden salir de maíz regular al crujiente, sabroso bien que disfrutamos tanto porque cuando se calienta, el agua dentro se expande.Eventualmente la carcasa explota y todo el relleno se infla, eso es lo que causa los maíces exploten. Básicamente las palomitas son maíces que se han desdoblado del interior.”
Rosie se rió de ello y Sherlock presionó un beso en su mejilla.
“¿Quieres ver si nuestro aceite está listo?” preguntó.
Ella asintió y Sherlock se estiró hacia el jarrón de maíces y le dio dos, “Estírate y sueltalas en el aceite.”
Ella lo hizo y observaron mientras los maíces saltaron, Rosie asustándose y luego riéndose cuando uno intentó salir de la sartén. “Perfecto,” Sherlock dijo, pescando las dos palomitas con una cuchara. “Ahora podemos-” empezó pero fue interrumpido por la corriente eléctrica súbitamente apagándose.
Rosie soltó un pequeño chillido y Sherlock rápidamente la tranquilizó con un murmullo, “Está bien. Es sólo un apagón, nada de lo cual preocuparse.”
“Rayos,” John murmuró. “Esperen, tenemos velas por aquí en alguna parte.”
Usó la interna de su teléfono para buscar en los cajones de la cocina y halló las velas que habían almacenado justo para una ocasión así.
Una vez que las prendió miró para ver que Sherlock se había ido a la sala con Rosie y estaba prendiendo la chimenea.
“Voy a bajar a ver a la señora Hudson,” John dijo y Sherlock asintió, antes de decirle a Rosie que quizá ellos aún podían hacer palomitas, sólo que en fuego en lugar de la cocina.
John pasó los siguientes veinte minutos ayudando a la señora Hudson a prender su chimenea, llevarle suficiente leña en caso la corriente continuara sin regresar y encontró suficientes velas para iluminar los espacios que ella necesitaba.
Cuando regresó arriba, lucía como si una bomba hubiera explotado en medio de la sala. La mesa había sido empujada contra el sofá, las sillas habían sido puestas más allá y presionadas contra las paredes, el escritorio había sido empujado más allá de la chimenea y todos los cojines habían sido tirados al piso.
Rosie y Sherlock no estaban a la vista, pero podía escuchar sus voces viniendo de la habitación de Sherlock así que caminó para allá. Cuando llegó, vio los brazos de Rosie llenos de mantas mientras Sherlock intentaba maniobrar su colchón tamaño queen fuera de la habitación por la linterna de su móvil.
“Ah, John,” Sherlock dijo con una sonrisa. “¡Perfecta aparición! ¿Podrías agarrar el otro extremo de este colchón?”
Como usualmente era el caso cuando se relacionaba a Sherlock, John simplemente hizo lo que se pidió y agarró el otro extremo del colchón sin hacer preguntas, ayudando a Sherlock a maniobrar fuera de la habitación, por el pasillo y hacia el piso de la sala.
“¿Qué vamos a hacer con el colchón?” preguntó mientras Rosie cayó encima con una risa de alegría.
“¡Vamos a construir un fuerte de almohadas!” ella chilló.
Miró a Sherlock quien le dio un encogimiento simple. “Pensé que nos ayudaría a mantenernos calientes mientras la temperatura baja y parecía que podía ser divertido ya que no podemos trabajar en las cadenas de palomitas y arándanos rojos.”
“Luce divertido,” John aseguró con una sonrisa.
Sherlock y él se pusieron a trabajar, usando los cojines del sofá para construir murallas alrededor del lado externo del colchón y las cubrieron con mantas para hacer una cueva cálida. Rosie mayormente observó y ofreció consejos ‘de ayuda’ para apilar las almohadas y cobertores.
“Rosie,” Sherlock preguntó, “mientras tu papi y yo terminamos con las mantas, ¿podrías ir a mi habitación y traer todas las almohadas que puedas encontrar?” Le entregó su teléfono con la linterna encendida.
“¡Sí!” dijo, disparándose a través de la sala y de vuelta a la habitación con el teléfono alto en el aire.
“¿Es probable que encuentre muchas almohadas en tu habitación?” John preguntó, pensando que nunca notó un montón de almohadas en los viejos días cuando entraba y salía de la habitación del otro por una variedad de razones.
Incluso en la luz del fuego, pudo ver el ligero sonrojo que teñía las mejillas de Sherlock. Él aclaró su garganta, “Bueno, no hay nada malo en disfrutar la estética de varias almohadas pequeñas.”
Adorable. Era absolutamente adorable y el corazón de John ardía amándolo.
Antes que pudiera responder, Rosie estaba emergiendo de su habitación cargando almohadas a brazos llenos.
“Puedes dejarlas caer en el fuerte,” Sherlock dijo. “Ustedes dos ingresen y aseguren que todo esté cómodo mientras termino las palomitas en el fuego.”
John se dirigió al fuerte, gateando con cuidado para evitar botar cualquiera de las almohadas y empezó a arreglar. Rosie, sin embargo, no quería nada que ver con organizar; ella quería ver cómo Sherlock iba a hacer las palomitas en el fuego y John no podía decir que podía culparla.
Sentía un poco como si estuviera haciendo un nido mientras arreglaba las mantas y almohadas para que pudieran sentarse juntos y disfrutar las palomitas y estaba complacido en general por el resultado para el tiempo que Sherlock y Rosie ingresaron con unas palomitas recién hechas, Rosie habló sobre la delgada capa de maíces con la cual Sherlock había cubierto la sartén y el sonido que había hecho mientras saltaban.
Mientras empezaban a disfrutar de sus palomitas, Sherlock dijo, con sus labios descendiendo ligeramente, “Bueno, no es lo que planeamos para esta noche. La cocoa caliente tendrá que esperar otro día.”
“Eso está bien, Sherlock,” Rosie dijo, dando palmaditas a su rodilla con su pequeña mano. “La profesora Janna dice que está bien sentirse triste cuando las cosas no salen según el plan,” añadió, “Pero tienes que buscar la nube buena. Pienso que el fuerte de almohadas es la buena nube.”
“Creo estás pensando en el lado bueno(1),” John le respondió con una sonrisa. “Pero la profesora Janna tenía razón, buscar el lado bueno de las cosas nos ayuda a sentirnos mejor y tienes razón de que el fuerte de almohadas es un lado bueno fantástico.”
La esquina de la boca de Sherlock se levantó en gratitud y la conversación se movió a cosas más felices. Los regalos de Navidad que aún necesitaban comprar, visitas a la familia que necesitaban planear, cómo iban a decorar su árbol de Navidad.
Los tres terminaron acostándose en el fuerte de almohadas, John en el medio ya que había estado al fondo cuando entraron y en algún punto Rosie se durmió. John la arropó, cubriendola con otra manta sólo por si acaso, antes de acostarse al lado de Sherlock y rodar lateralmente para verlo.
Era una cosa tan íntima, estar cara a cara con el otro hombre, tan cerca que podían ver las pestañas del otro. “Gracias por esto,” murmuró, manteniendo su voz suave para que no despertara a Rosie. “La habitación de arriba está un poco expuesta al viento, se hubiera congelado ahí.”
Sherlock asintió, “Siento que no pudimos hacer las guirnaldas de palomitas y arándanos.”
“No es tu culpa,” respondió. “Podemos hacerlas otro día, no te preocupes. Además, Rosie tenía razón, el fuerte de almohadas fue un inesperado y adorable lado bueno.”
El otro hombre miró hacia abajo, “Simplemente se siente como si no estuviera haciendo un buen trabajo con hacer la Navidad mágica. Mis padres-” empezó.
“Voy a detenerte justo ahí,” dijo, presionando su dedo índice contra esos labios con el adorable arco de Cupido. “Tu ya hiciste más de lo que pude haber imaginado. Yo me hubiera estado sintiendo atorado en el tedio de la temporada y hubiera estado abrumado con todo. Estoy más que agradecido contigo.”
“Bueno,” Sherlock dijo, sus labios moviéndose contra el dedo de John (el cual rápidamente retiró), “Mis padres son realmente buenos en Navidad. Me preguntaba si quizá les gustaría ir a visitarlos unos días antes de Navidad. El pueblo en el que viven tiene un festival navideño que pienso disfrutarían-”
“Me encantaría,” John interrumpió. “Nos encantaría,” añadió. “Un festival navideño suena lindo y sabes que Rosie adora a tus padres; son lo más cercano que tiene a unos abuelos fuera de la señora Hudson. Y estaré feliz de quedarnos ahí para Navidad si quieres, ya que la señora Hudson va a ir a visitar a su hermana.”
“¿Estás seguro?” Sherlock preguntó, mirándolo a los ojos.
“Sí,” John respondió con un encogimiento, “Tanto como eso sea lo que quieres.”
“Me gustaría eso,” dijo con una pequeña sonrisa. “Toda tu sentimentalidad sobre la temporada se me está pegando.”
Rió suavemente, “Pienso que criar a una niña nos ha causado eso.”
“Probablemente tienes razón.”
“Ooh,” John dijo, “¿Qué día es hoy?”
“Siete de diciembre, ¿por qué?”
“Pienso que debería marcarlo en el calendario cada año. No es de todos los días que me digas que tengo razón.”
“Oh cállate,” Sherlock respondió sin ningún rencor.
John bostezó y reposó su cabeza en una de las almohadas, dejando que sus ojos se cerraran por un momento.
“¿Quieres que duerma en otro lado?” Sherlock preguntó.
John abrió sus ojos, “Por supuesto que no.” Jaló las mantas hacia arriba para que ambos estuvieran un poco mejor cubiertos, secretamente emocionado ante la idea de dormir al lado del otro, “este es tu colchón, ¿dónde irías siquiera?”
“Podría dormir en el sofá,” ofreció.
“No seas ridículo. El espacio es un poco reducido pero estaremos bien.”
“De acuerdo,” Sherlock respondió suavemente, colocándose más cómodo al lado de John.
“¿No roncas verdad?” John bromeó suavemente.
“Por supuesto que no,” respondió, ofendido.
John sabía de hecho que Sherlock Holmes roncaba, (no como una sierra, simplemente un ronquido de aire al final de las exhalaciones) pero no lo dijo. “De acuerdo entonces, pienso que nos las arreglaremos perfectamente.”
Dejó que sus ojos se cerraran una vez más, sintiéndose muy soñoliento y contento con su oscura, pequeña cálida crisálida que habían hecho.
“Buenas noches, John,” Sherlock murmuró.
“Noches, Sherlock,” murmuró, dejando que su canilla chocara contra la de Sherlock y se quedó ahí mientras se movía a la perfecta posición para dormir.
Los sueños de John esa noche fueron más dulces lo que podía recordar tener jamás, no podía recordar cuales fueron cuando despertó en el medio de la noche, pero la realidad de despertar con Sherlock presionado contra su lateral, la nariz de Sherlock presionada contra su clavícula y sus brazos envueltos con fuerza alrededor de Sherlock era mejor que cualquier sueño que hubiera estado teniendo. Volvió a dormirse, ridículamente, maravillosamente, inesperadamente contento.
Notes:
(1) silver lining: resquicio de esperanza. El lado bueno de las cosas, lo rescatable de una situación difícil, complicada o inesperada.
(Nota original)
¡Eso es todo por hoy! ¡Los veo mañana para un poco de elecciones del árbol navideño!(Nota de la traductora)
Estoy viva, ya con la vida algo más en orden.
Feliz mes del orgullo a todos(as) los que lo celebramos <3
Chapter 8: Diciembre 08: Oh, Árbol de Navidad
Notes:
(Nota original)
¡Hola amigos! Aquí estamos, día 8 de 8 (¡y aún esty publicando a tiempo! ¿Dejarán de pasar los milagros?)¡Vamos a ir a cazar un árbol de Navidad hoy! Muchas gracias por todo el amor que ustedes han estado deando en esta historia, ¡siempre me hacen el día cuando veo que hay comentarios y nuevos kudos!
¡Disfruten! <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sherlock estaba excepcionalmente caliente cuando despertó la mañana siguiente. El tipo de calor ropas-que-se-te-pegan, cabello-aplastado-en-tu-nuca, anda-a-beber-un-galón-de agua que uno tenía cuando salía al exterior en el medio de julio.
Abrió sus ojos con un gruñido y descubrió exactamente por qué era ello.
Estaba presionado desde la cabeza hasta el pie contra John, curvado encima y alrededor de su cuerpo tanto que su nariz estaba enterrada en el cuello de John, su pierna izquierda estaba metida entre los muslos de John y su brazo estaba tirado encima del pecho del otro. John, a su vez, había envuelto sus brazos alrededor de Sherlock y tenía sus labios presionados contra el cabello de Sherlock, lo cual Sherlock imaginaba debía ser una manera incómoda de respirar.
El decir que entró en pánico sería atenuar lo que ocurrió.
Debajo suyo, John empezó a moverse y Sherlock se asustó tanto que se alejó con fuerza y golpeó las almohadas que apoyaban el techo de sábana, envolviéndolos a ambos en un desorden de mantas y almohadas del otro lado.
John se despertó en un instante, su cuerpo listo para pelear contra cualquier asaltante inesperado y Sherlock temió por un instante que fuera a ser golpeado.
“Maldita sea,” John gruño, su cuerpo apoyándose nuevamente contra el colchón cuando se dio cuenta que no había nada contra lo cual pelear. Se sobó los ojos, “¿Qué acaba de pasar?”
“Estaba un poco desorientado,” Sherlock balbuceó, “y me bajé el fuerte. Lo siento,” añadió con una mueca de dolor.
“Está bien,” John dijo, mirando a Sherlock y acariciando un rizo errante de su frente. “¿Estás bien?”
Sherlock asintió, sintiéndose un poco autoconsciente. Estaba seguro que su cabello era un desastre, sus ropas un desorden arrugado y probablemente olía mal.
La ceja de John se frunció, “¿Dormiste bien?”
“Ni siquiera me desperté,” Sherlock respondió.
“Espera un minuto,” John dijo repentinamente, ojos ensanchándose, “¿Dónde está Rosie?”
Empezó a buscar entre las mantas y almohadas pero claramente ella no estaba en la cama. “¿Piensas que se levantó de la cama cuando la energía regresó?” Sherlock preguntó.
Salieron de la cama y fueron arriba pero Rosie no estaba por ningún lado.
“¡Rosie!” John gritó, ya dirigiéndose de regreso a la sala.
Escucharon el sonido de piecitos apurándose por las escaleras, “¡Papi!” ella respondió mientras pasaba por la puerta.
“Me asustaste,” John respondió, arrodillándose y dándole un abrazo. “¿Todo bien?”
Ella asintió, “Aún estabas durmiendo así que bajé a visitar a la abuela Hudson,” ella explicó.
“¿Estaba despierta?”
Rosie asintió, “Desayunamos.”
Sherlock observó mientras John visiblemente exhalaba para calmarse a sí mismo y se paraba nuevamente, “Bueno, eso fue lindo de su parte,” dijo mientras iba a la cocina.
“¿Me voy a quedar en casa hoy?” Rosie preguntó.
“No,” dijo, con la ceja ligeramente fruncida. “Vas a ir a la guardería. ¿Por qué?” John preguntó mientras prendía la tetera.
“Bueno, estamos tarde,” dijo.
John miró a Sherlock y Sherlock se estiró a su teléfono para revisar la hora. “Mi móvil está muerto,” dijo con una mueca.
“Carajo-” John se cortó a sí mismo mientras miraba su propio teléfono. “El mío también.” Dio un asentimiento fuerte, “Correcto. Rosie, es día de pijama hoy, así que ponte un juego de pijamas limpio y cepíllate los dientes. Cuando regreses haremos algo con tu cabello.” Ella asintió y empezó a irse, “Rápido por favor,” John dijo tras ella.
“¿Qué necesitas haga?” Sherlock preguntó, sintiéndose responsable por el desastre en el cual estaban.
“Umm,” John dijo mirando alrededor en la cocina. “Correcto, ¿ella dijo que desayunó con la señora Hudson?”
“Sí,” afirmó.
“¿Podrías simplemente alistarla para llevarla a la guardería? Haré su merienda y empacaré su mochila, luego cuando regrese podrías hacer algo con su cabello. Esos rizos lucen como un desastre de lo que durmió."
“Lo tengo,” Sherlock dijo, apurándose en regresar a su habitación para cambiarse y arreglar sus propios rizos que lucían como un desastre.
Cuando todo estuvo dicho y hecho, Sherlock pensó que era bastante impresionante que los tres estuvieran vestidos y listos para salir por la puerta en 25 minutos. Medio caminaron, medio corrieron a la guardería y la ingresaron menos de una hora tarde, disculpándose profusamente a la profesora Janna quien simplemente los despidió con una sonrisa alegre.
John restregó su mano sobre su rostro sin afeitar mientras regresaban a la calle, “Bueno eso fue más que suficiente adrenalina para una mañana.”
“Lo siento otra vez por el despertar violento.”
El otro hombre rió, “Está bien. Probablemente es una buena cosa ya que nos sacó de la cama para que pudiéramos llevarla a la guardería.”
Sherlock sacudió su cabeza y miró hacia abajo a la vereda recriminándose internamente por no haber pensado en usar un reloj de alarma, por despertar a John de forma no placentera, por todas las estúpidas maneras que sus planes se habían salido de control. Estúpido. Estúpido. Estúpido.
John lo sorprendió cuando se estiró y tomó la mano de Sherlock, jalándolo para que estuvieran encarándose. Con la otra mano subió la barbilla de Sherlock un poco para poder mirarlo a los ojos, “Todo está bien,” John repitió. “Y nada de esto es tu culpa. Detente.”
“¿Detener qué?”
“El maltrato que estás haciendo en tu cabeza en este momento,” John respondió, las esquinas de su boca levantándose.
“No sé de lo que estás hablando,” Sherlock respondió, mirando lejos del océano azul en los ojos de John en el cual estaba por ahogarse.
“Pienso que he estado contigo lo suficiente como para saber a este punto que estás recriminándote en tu cabeza,” John dijo con voz cálida. “Y sé qué ocurre cuando lo haces. Pasas el resto del día en un berrinche y miserable, no comes, luego no vas a dormir y luego pasas todo el día siguiente en depresión. Tenemos un árbol de Navidad que recoger hoy. Tenemos que decorarlo mañana.”
“Y visitar a Santa,” añadió antes de que pudiera pensarlo mejor.
“Y visitar a Santa mañana,” John dijo, acarició con su pulgar el pómulo de Sherlock. “Ella se divirtió mucho anoche, Sherlock. Construir un fuerte de almohadas, hacer palomitas de maíz en el fuego, riendo y ayudándonos a planear qué comprar para un grupo y a quiénes dejamos fuera; esas cosas no planeadas hicieron una noche que jamás olvidará. Hiciste algo que podría haber sido horrible en algo divertido. ¿A quién le importa si estuvo un poco tarde en la guardería?” Se paró en la punta de sus pies y se inclinó hacia Sherlock y el corazón de Sherlock se detuvo. Le dio un suave beso en la mejilla y murmuró, “Gracias,” antes de caminar nuevamente por la vereda, con la mano de Sherlock firmemente envuelta en la suya.
Sherlock no tendría idea más tarde cómo habían llegado a casa y subido las escaleras, él apenas había estado consciente de arreglar la sala y mover el colchón. Una cosa era segura, sin embargo, no pensaba que sería capaz de olvidar la sensación de los labios de John presionados ligeramente contra su mejilla.
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Recogieron a Rosie de la guardería en el SUV que alquilaron para el día y la aseguraron en el asiento elevador(1) en la parte posterior. “¡Árbol de Navidad! ¡Árbol de Navidad! ¡Árbol de Navidad!” ella cantó mientras Sherlock ingresaba a la pista. “¿Cuándo llegaremos allá?” preguntó.
“No empecemos con eso ya,” John dijo y Sherlock se rió.
“Son sólo 20 minutos de distancia'', aseguró. “¿Te gustaría escuchar música navideña en el camino?”
Rosie accedió y John conectó el iPhone de Sherlock al carro. “¿Cuál es tu contraseña? No lo puedo recordar.”
Sherlock lo encontró irónico pero le dijo de todas formas, “2901”.
“Lo tengo,” John respondió y desbloqueó el teléfono y empezó algunas melodías navideñas.
Rosie sólo preguntó dos veces más si estaban ya cerca y Sherlock lo contó como victoria. Cuando llegaron, miró hacia atrás para ver que Rosie estaba presionando su rostro contra el vidrio mirando los árboles.
Él contempló llevarlos a un lugar donde podías cortar tu propio árbol pero dada la manera en cómo todo estaba yendo, decidió que mientras menos catástrofes pudieran ocurrir mejor.
Cuando salieron, Rosie corrió directamente hacia un lindo pino, "¡Me gusta este!”
“Es un árbol muy lindo,” Sherlock afirmó, “pero estamos buscando un conífero y este es un pino.”
“¿Por qué un conífero?” John preguntó mientras se dirigían a las filas de árboles.
“De acuerdo a mi investigación tienen el menor índice de esporas,” Sherlock respondió ausentemente. “Ahora simplemente necesitamos descifrar dónde los tienen. Debería ser simple.”
No fue, de hecho, simple.
Dieron vueltas por las filas al menos 20 minutos intentando encontrar una conífera sin tener éxito. Encontraron los pinos, las piceas azules, abies fraseri, abeto balsámico, pino de Valsaín, abeto de Nordmann y abeto rojo pero no coníferas.
En cada sección nueva Rosie decía, “¿Es esta una conífera?” Y Sherlock le diría que no lo era, luego le decía el tipo para que ella supiera la siguiente vez.
Ellos casi habían llegado al fondo cuando Rosie le preguntó audiblemente a un hombre en overol y un membrete, “¿Sabe dónde están las coníferas?”
“Disculpe,” John se disculpó por ella, “¿trabaja aquí?”
“No se preocupe,” el hombre les sonrió, “trabajo aquí. Las coníferas están alineadas al frente. No había muchas listas este año,” añadió, “Vengan por aquí, les mostraré.” Ellos se dirigieron al frente una vez más y el hombre les dijo, “Suertudos que trajeran a esta pequeña dama con ustedes o ustedes dos hubieran estado dando vueltas sin esperanza por siempre.”
Sherlock sintió un jalón de irritación hacia el hombre pero Jonh simplemente se rió de él. “Bueno, no podría ser una caza del árbol de Navidad sin la cacería.”
Él miró a Sherlock y Sherlock no sabía qué estaría diciendo su rostro pero John le dio una pequeña sonrisa y enganchó su brazo alrededor del de Sherlock y lo jaló más cerca mientras caminaban.
Sherlock supuso que eso reparaba el actuar grosero del hombre.
Rosie le dijo sobre las cadenas de arándano rojo y palomitas de maíz que iban a realizar mientras los dirigía al frente y Sherlock se preguntó si John había sido extrovertido cuando era joven y si el mundo le había robado eso. Miró al hombre a su lado, agradecido y sorprendido de que estuviera ahí después de todo este tiempo.
“No fue el mejor año para las coníferas,” el hombre les dijo nuevamente cuando llegaron, “Pero creo que aún encontrarán uno lindo.”
“¡Gracias!” Rosie dijo mientras se retiraba.
“Un placer,” dijo con una sonrisa, “Déjenme saber si necesitan ayuda.”
Rosie se dio vueltas por la hilera de árboles, inspeccionándolos de cerca, dando círculos para verlos de todos los lados y sacudiendo su pequeña cabeza antes de moverse hacia el siguiente.
“Ella saca eso de ti, sabes,” John dijo con una suave risa mientras ella le hacía una mueca a un árbol con un hueco entre los pisos de ramas.
El corazón de Sherlock se enterneció con las palabras de John, “Bueno, ella tiene razón,” dijo. “Deberíamos tener el árbol más hermoso que podamos encontrar.”
“Mmhmm,” John afirmó, dándole al brazo de Sherlock un pequeño apretón.
Sherlock pensó que con felicidad cedería el uso de su brazo izquierdo por el resto de su vida si John fuera a mantener sus manos juntas o enganchados sus brazos.
“¡Oh!” Rosie exclamó, haciendo otro círculo alrededor de un árbol, “¡Árbol de Navidad!” exclamó, envolviendo sus pequeños brazos alrededor del árbol. “Te encontré,” dijo, como si hubiera encontrado a un viejo amigo perdido.
“Veamos entonces,” John dijo, moviéndose hacia el árbol que Rosie estaba abrazando y soltando el brazo de Sherlock para que pudiera caminar en un lento, dramático círculo alrededor del árbol.
Sherlock extrañó la calidez del cuerpo al lado del suyo inmediatamente. Observó mientras John tocaba su quijada contemplativamente.
“No sé, Sherlock, pienso que este árbol tiene una protuberancia extraña en el lado,” John dijo seriamente en broma. “Nunca he visto un árbol navideño saludable con un chinchón protuberante rosado en un costado, ¿tú sí?”
Rosie empezó a reír, dándose cuenta que John estaba hablando sobre ella.
John continuó, “Quizá si podemos sacarla,” dijo mientras se lanzaba hacia adelante haciéndole cosquillas a Rosie quien explotó en risas que la dejaron sin aliento y agarrándose a John en lugar que al árbol. “Phew,” John dijo, levantando a Rosie y presionando un beso en su frente, “No era un injerto, simplemente nuestra niña.”
Sherlock les sonrió, su corazón en su garganta, nunca había imaginado que era posible amar a una persona así de mucho, mucho menos dos. “Bueno eso es un alivio,” finalmente se las arregló. “El árbol luce absolutamente perfecto.”
“¡Hooray!” Rosie chilló, moviéndose hasta que John puso sus pies nuevamente en el piso.
“De acuerdo,” John dijo, “Veamos.” Miró al árbol, “Pienso que si simplemente lo ladeamos seremos capaces de levantarlo. Rosie tú irás al frente, yo tomaré la base y Sherlock, tú tomarás el medio ya que eres el más alto.”
“Sí, capitán,” Sherlock respondió con una sonrisa.
“Silencio, tu,” John dijo, sacudiéndole un dedo, ojos brillando con diversión.
John ladeó el árbol y todos tomaron sus posiciones. Juntos, sólo con un poco de dificultad mientras empezaron, llegaron al puesto para pagar por el árbol y que lo envolvieran en red para evitar que las ramas se dañaran.
Sherlock se sentía bastante complacido mientras se subían al carro asegurando el árbol al techo. Todo estaba yendo acorde al plan, ellos no habían tenido una cosa que saliera mal, simplemente tenían que llevar el árbol arriba y en el porta árboles y acabarían con la actividad navideña del viernes.
Subir el árbol por las escaleras no fue exactamente fácil, terminaron mandando a Rosie donde la señora Husdon y John debía al jarrón de las groserías, pero se las arreglaron para subirlo y lo pararon eventualmente.
Cuando Rosie subió después que colocaron el árbol, aplaudió, “¡Decoremos!”
“Tenemos que dejar que las ramas caigan primero,” Sherlock explicó. “El árbol se asienta durante la noche, luego en la mañana sabremos cómo lucirá el árbol y decorarlo será más fácil.”
Rosie hizo una mueca y John añadió, “Pero podemos trabajar en nuestros collares de arándanos rojos y palomitas de maíz mientras tanto.”
Eso pareció calmarla y pasaron la tarde haciendo collares de arándanos y collares de palomitas de maíz mientras tomaban la cooca caliente que Sherlock finalmente fue capaz de hacer para ellos. Rosie tuvo dificultad con enlazar los arándanos rojos pero no tuvo un tiempo difícil con las palomitas así que la dejaron con eso con la ayuda de Sherlock mientras John se quedó con los arándanos. Cuando terminaron los collares, Sherlock le enseñó a Rosie cómo cortar copos de nieve de papel y eso la entretuvo por unas cuantas horas más.
Antes de dormir, ellos dieron vueltas y colgaron todos los copos de nieve en las ventanas para el deleite de Rosie.
“¿Creen que tendremos nieve real para Navidad?” preguntó.
“Quizá,” John respondió y luego fantaseaban sobre todas las cosas que podrían hacer si nevaba para Navidad.
Todo fue un gran día. Rosie se fue a la cama brillando y emocionada por decorar el árbol mañana y John y Sherlock se colocaron en sus sillas para una última bebida del día.
Luego John estornudó. Y unos minutos después estornudó otra vez y aclaró su garganta. “Pienso que me estoy resfriando,” murmuró. “Tomaré algo, supongo.”
Sherlock lo miró, “No es un resfriado, John.”
“¿Qué? Sí, lo es,” dijo desestimándolo. “Siempre me pasa anualmente en estas fechas. Nada serio.”
“No, me refiero a que no es un resfriado, es alergia,” clarificó.
“¿Alergia a qué? Es invierno.” John dijo.
“¿En serio nunca te haz dado cuenta que eres alérgico a los árboles de Navidad?” Sherlock preguntó en voz alta.
John le parpadeó, “No lo soy.”
Él rodó sus ojos, “¿No encuentras un poco extraño que simplemente te resfries cada diciembre por el tiempo que colocas tu árbol? Eres alérgico a las esporas de moho,” añadió.
John pensó esto por un momento, “Eso realmente tiene sentido. Sabía que era alérgico al moho pero nunca pensé que estaría en los árboles de Navidad que traíamos a la casa.”
“Por supuesto que lo está,” Sherlock respondió. “Esperaba que este no fuera tan malo, acorde a mi investigación y experimentos, las coníferas de lejos tienen menos esporas de moho que otros árboles de Navidad pero aparentemente aún es demasiado. Le advertí a la señora Hudson que ella quizá obtuviera una conífera este año.”
“¿Qué? ¡Simplemente no te puedes llevar el árbol!” exclamó. “¿Qué hay de Rosie?”
“John,” dijo, “No vamos a tener algo en el departamento que enferme. Me he preparado para esto. Le dije a la señora Hudson que quizá ella tenga nuestro árbol real y eras alérgico y ordené un árbol de Navidad falso que lucirá altamente realista para que nosotros lo tengamos aquí.”
John frunció el ceño, “¿No piensas que Rosie va a estar decepcionada? Adora este árbol.”
“Y ella puede bajar y visitarlo donde la señora Hudson en cualquier momento que quiera. La señora Hudson ya le ha dicho que puede ayudarla a decorar su árbol también.”
El otro hombre sacudió su cabeza, “Realmente pensaste en todo, ¿no?”
“Bueno, no todo obviamente” Sherlock dijo, pensando en todas las cosas que habían salido mal hasta el momento. “De todas maneras,” dijo, parándose, “vamos. Más pronto saquemos este árbol de aquí y lo bajemos donde la señora Hudson, más rápido empezarás a respirar con facilidad.”
John le bufó y movieron el árbol nuevamente, fue incluso más duro bajarlo por las escaleras ya que no estaba envuelto pero se las arreglaron. Después de que la señora Husdon se preocupara por las alergias de John finalmente se las arreglaron para regresar arriba y ensamblar el árbol que Sherlock había ordenado.
“Es un árbol muy bonito,” Sherlock comentó.
“Sí, lo es,” John respondió. “Diría que es real si no supiera lo contrario.”
“Bien. ¿Piensas que a Rosie le guste?”
“Eso espero,” John respondió. Ambos contemplaron el árbol por otro largo momento antes que John bostezara, “Me voy a la cama, creo. Estoy molido.”
“Buenas noches,” Sherlock respondió con una pequeña sonrisa.
“Noches,” John dijo, “Gracias por hoy.”
“Mi placer,” Sherlock respondió genuinamente. El tener un árbol real era una tradición navideña que tendrían que abstenerse de realizar en los siguientes años, pero Sherlock pensó que tanto como estuvieran juntos, eso probablemente estaría bien.
Notes:
(1) Booster seat: asiento elevado. asiento especial para infantes o niños que permite adecuarlos a los asientos estándar para adultos.
(Nota original)
¡Mañana vamos a visitar a Papa Noel! ¡Los veo entonces!(Nota de la traductora)
La vida real estuvo especialmente dura este mes. Espero retomar mejor el ritmo de traducción ;)
Mi mente explotó con los diferentes tipos de árboles. Aquí generalmente usamos falsos, entramos a verano en esa festividad.
Chapter 9: Diciembre 09: Haciendo una Lista
Notes:
(Nota original)
¡Ah! ¡Lo siento amigos! Estoy una hora tarde publicando este capítulo. Ya pasó la medianoche aquí pero no me he acostado aún, así que lo estoy contando como si estuviera a tiempo (¡haha!) Lo siento, tuve una jornada laboral de 14 horas hoy y luego estaba haciendo que la magia navideña ocurriera para alguien más, así que aquí estamos.No hay advertencias para hoy (al menos que estés asustado de pequeños Santas).
¡Espero lo disfruten! Muchas gracias por todos los comentarios que han deado en esta historia, ¡totalmente me hacen el día y hacen más fácil el seguir escribiendo y publicando cada día! <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Rosie no estaba complacida con su decisión de mudar el árbol. Estaba tan molesta, de hecho, que incluso hubieron lágrimas involucradas y si hubiera dependido de John, ellos hubieran marchado de regreso abajo donde la señora Hudson y recuperado el árbol. Él podía vivir con una nariz hinchada.
Estaba a punto de sugerírselo a Sherlock que hicieran justo eso cuando Sherlock lo miró y luego se volteó hacia Rosie y dijo, “Papi nos hará panqueques con chispas de chocolate y mientras hace eso, vamos a bajar y visitar el árbol en la sala de la abuela Hudson. ¿De acuerdo?”
Rosie asintió y tomó la mano de Sherlock y bajaron por las escaleras. Obedientemente John se dirigió a la cocina para hacer panqueques con chispas de chocolate (no una ocurrencia poco normal en una mañana de sábado) y los dejó.
Él no estaba seguro qué Sherlock le había dicho a ella pero cuando regresaron Rosie dijo, “Lo siento, papi. No quiero que estés enfermo.”
“Está bien, Ro,” dijo, bajando la espátula y arrodillándose delante de ella. “Sé que no quieres que me sienta enfermo. Siento que no me diera cuenta que era alérgico al árbol antes.”
“Está bien,” dijo, “Abuela Hudson dijo que podría ir y visitarlo en cualquier momento. Incluso si está durmiendo. Y me prometió que podía ayudarla a decorarlo.”
“Bueno eso fue lindo de su parte,” dijo Jonh. Sherlock lo empujó un poco para que pudiera ingresar y voltear los panqueques. John se apoyó ligeramente contra la parte trasera de la pierna de Sherlock esperando que transmitiera su gratitud. “¿Así que después del desayuno te gustaría que decoráramos nuestro árbol aquí arriba o decorar el de la señora Hudson primero?”
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Decoraron el de arriba primero, luego bajaron para ayudar a decorar el árbol de la señora Hudson.
Para el tiempo que terminaron con todo, tenían medias vacías cajas de adornos, pedazos rotos de palomitas de maíz de sus guirnaldas y pedazos de cintas brillantes (que ni habían usado ya que John las odiaba) tiradas en ambos departamentos. Y era tiempo del almuerzo antes que su hija se convirtiera en una hambrienta duende. “Correcto,” John dijo, supervisando el desorden, “Ustedes dos trabajen en arreglar esto,” dijo, haciendo un gesto hacia toda la sala. “Y yo haré rápido unas tostadas antes que vayamos a ver a Santa.”
Rosie saltó y rebotó, “¡Santa!” exclamó.
“Ordenar primero,” John dijo, apuntando a la sala.
Para el tiempo que John terminó de hacer sus sánguches la habitación había sido ordenada hasta el punto que parecía irreconocible; no era perfecta por ningún ángulo pero serviría por ahora. Mientras comían, Sherlock le preguntó a Rosie, “¿Pensaste en hacerle una lista a Santa?”
Ella se encogió, “Mason dice que hizo una lista larga y su hermana le ayudó a escribirla.”
“Podemos ayudarte a escribirla,” John ofreció.
Rosie le frunció el ceño, “Puedo escribir, papi,” respondió, claramente ofendida. “Sé cómo suenan las palabras.”
Esto no era enteramente verdad, sus palabras usualmente sonaban como palabras muy pegadas pero John no iba a decirlo.
“Por supuesto que puedes,” Sherlock respondió amablemente. “¿Quieres escribir tu lista antes que vayamos?”
Ella sacudió su cabeza, “Quiero mandar mi carta a Santa más tarde. Él ve un montón de niños en las tiendas y no quiero que se olvide. Tengo algo importante que pedir.”
“¿No quieres visitar a Santa entonces?” John preguntó, confundido ya que ella había estado tan emocionada más temprano con el prospecto de visitarlo.
“¡No!” ella exclamó, “¡Quiero ver a Santa!” Le bufó, “Simplemente quiero preguntarle qué tipo de galletas son sus favoritas. Tiene un montón de trabajo en la víspera de Navidad,” ella añadió, “Deberíamos dejarle su bocadillo favorito.”
John y Sherlock se miraron el uno al otro y John se preguntó si el corazón de Sherlock se estaba derritiendo en su pecho de la manera como ocurría con el de John. “Pienso que esa es una muy buena idea, Rosie” respondió.
Después que terminaron de abrigarse y dirigirse hacia el centro comercial donde se metieron a una larga línea. A Rosie no parece importarle mientras llena su tiempo de espera hablando sobre sus compañeros de la escuela y diferentes cosas que le estaban pidiendo a Santa; ella aún no le había dicho a John y Sherlock qué era lo que quería.
Cuando llegaron al frente de la línea y sólo había un niño que hablara con Santa antes que ella, Sherlock se volteó hacia John, mirándolo un poco incómodo. “Estoy a punto de arruinar este momento,” dijo.
“¿Disculpa?” preguntó, seguro no había escuchado bien. ¿Por qué él a propósito arruinaría la visita a Santa? Qué estaba ocurriendo.
“Estoy a punto de arruinar la visita a Santa,” repitió, “y quiero que que sepas antes que lo hagas, que lo siento.” Sacó su teléfono y disparó un texto, luego se inclinó hacia adelante y le dijo a la madre que estaba tomando una foto de su hijo en el regazo de Santa, “Quizás quiera alejar a su hijo de él.”
“Espera tu turno,” le dijo enojada.
“Señora,” Sherlock le respondió calmadamente, manteniendo su voz baja para que Santa no pudiera escucharlo y John se esforzó para oír. “Ese hombre es buscado por asesinatos. Mi niña no se acercará a él y sugiero que aleje a su niño de él antes que la policía llegue y se vuelva un rehén.”
La mujer visiblemente empalideció, “Tommy,” dijo. “Ven cariño, hemos tomado suficiente tiempo de Santa.” Ella caminó y sustrajo a su hijo de una manera rápida.
“¿Stephen Leonards?” Sherlock dijo, “Estás definitivamente en la lista de malcriados de Santa este año. Y me temo que debo ponerte bajo arresto.”
Predeciblemente el hombre intentó dispararse y John estaba listo, “Sostén a Rosie,” John le dijo a Sherlock, ya disparándose detrás del hombre, no había forma que dejara que Sherlock persiguiera a un asesino. Gracias en parte a la multitud, John alcanzó al hombre y se le lanzó, aplastándolo contra el piso y enganchando sus brazos con fuerza en su espalda en cuestión de momentos.
Sherlock y Rosie lo alcanzaron unos momentos después, Sherlock sosteníendola en su cadera, “Podría haber hecho eso,” Sherlock dijo.
“Sí, pero soy mejor en ello,” John respondió, sonriéndole a Sherlock.
Sherlock rodó los ojos pero no respondió lo cual John consideró un regalo temprano de Navidad, “Lestrade está casi aquí.”
“Papi,” Rosie dijo, “¿Por qué estás manteniendo a Santa en el piso? ¿Eso no te pondrá en la lista de los malcriados?” añadió con un susurro.
“Este no es Santa,” John respondió. “Este es un muy mal hombre al cual Sherlock ha estado ayudando a perseguir.”
Lestrade llegó un momento después, “Vine tan rápido como pude,” jadeó. “No puedo creer que encontraran a Leonards. En un centro comercial.”
John se paró y jaló al hombre y Lestrade le declaró sus derechos mientras le ponía las esposas.
“Pienso que encontrarás pintura en sus dedos que es consistente con la pintura hallada en la escena del crimen anoche. Eso junto con las quemaduras de pólvora en sus manos debería ser más que suficiente para obtener tu orden. El arma estará,” Sherlock supervisó al hombre por un momento y luego dijo, “En la ventilación del baño. ¿Verdad, Stephen?”
“Vete a la mierda,” escupió.
“Oye,” John dijo, “No delante de nuestra niña. Cuida tu boca.”
Lestrade empezó a alejar a Leonards, conduciéndolo maldiciendo hacia la salida.
“¿Cúando fuiste a una escena del crimen anoche, por cierto?” John preguntó, entrecerrando sus ojos a Sherlock.
Este hundió su cabeza, “Lestrade me texteó y la escena del crimen estaba literalmente de camino a regresar el carro alquilado. Fue un poco extraño, pero no terriblemente difícil de resolver basado en el tipo de pintura esparcida alrededor de la escena del crimen y la extraña técnica. Un par de imágenes obtuvo un artista local, Stephen Leonards. Fue el trabajo de diez minutos,” respondió, dándole a John su mejor sonrisa por-favor-perdóname.
John rodó sus ojos y estaba por responder cuando Rosie habló.
“¿Ahora cómo sabremos cuáles son las galletas favoritas de Santa?” Rosie preguntó desesperadamente.
“Escribámosle una carta,” John dijo.
“Sí,” Sherlock coincidió rápidamente, “y es lo suficientemente temprano para que tenga tiempo de responder.”
Rosie pareció ponderar esto por un momento antes de asentir. “De acuerdo.”
Ellos se voltearon para irse y vieron muchos niños llorando, muchos trabajadores del centro comercial siendo gritados y muchos padres en pánico. “Oh cielos,” John dijo y dicha sea la verdad si hubiera dependido de él, simplemente hubiera caminado pasándolos.
Sherlock, por otro lado, parecía encontrar esto inaceptable. “¡Discúlpenme!” gritó, jalando la atención de las personas cercanas a él. Gritó nuevamente, “¡Discúlpenme!” y el radio de las personas mirándolo se expandió más, luego una vez más, “¡Discúlpenme!”
Finalmente la mayoría de los ojos estaban sobre él y dijo, “Sé que se están sintiendo molestos en este momento. Sé que la adrenalina que está corriendo por su sistema los tiene a todos ustedes conmocionados. Sé lo que es sentir miedo por tus hijos y estar preparado para quemar el mundo hasta los cimientos por ellos.”
Hubieron rumores de coincidencia y Sherlock murmuró, “Ese hombre obviamente no era Papa Noel,” dijo. “Ese hombre está en la lista de malcriados de Santa,” añadió y los niños alrededor del espacio asintieron. “Y todos necesitamos tomar un respiro y recordar por qué vinimos aquí.”
Las personas murmuraron un poco y los padres se estiraron y tomaron las manos de sus hijos.
“Todos vinimos porque queríamos un poco de magia festiva,” dijo, moviendo a Rosie un poco en su cadera. “Estamos aquí porque queremos lo mejor para nuestros hijos y queremos que tengan unos maravillosos recuerdos de las fiestas. Gritarle a los trabajadores y empleados del centro comercial no les va a dar eso.”
Algunas personas tuvieron la decencia de lucir un poco avergonzados.
“Sé que están decepcionados, pero no olvidemos que Santa nos está observando a todos y está decidiendo en cuál lista nuestros nombres pertenecen,” dijo puntualmente. “Seamos el ejemplo de caridad y amabilidad que el mundo quiere que seamos, ¿si?” Asintió con la cabeza, “Ahora todos digan gracias a los empleados del centro comercial quienes ayudaron a mantener a todos seguros. Una ronda de aplausos, con su venia.”
El espacio explotó con aplausos y los trabajadores sonrieron y saludaron.
Sherlock se volteó hacia John, “Vayamos a casa.”
“No podría estar más de acuerdo,” John respondió. Hicieron una línea hacia la salida y salieron del centro comercial tan rápido como fue posible.
Una vez afuera Sherlock bajó a Rosie y la dejó adelantarse en la vereda un poco respecto a ellos.
“Eso fue amable de tu parte,” John dijo.
“¿Hmm?” Sherlock comentó, ocupado observando a Rosie.
“Lo que hiciste por esos empleados,” John elaboró, “Eso fue muy generoso.”
“Oh, no realmente. Decencia humana básica más bien,” Sherlock respondió, con su nariz arrugada. “No puedo soportar a personas que están trabajando duro sean tratadas tan pobremente. El bastardo que hace millones al año pero que no le paga a sus trabajadores un sueldo razonable, él es a quien deberían tratar como basura.”
Te amo John pensó, las palabras peleando con salir de su boca porque, ¿qué más podía decir a ello? “Tienes razón,” dijo en lugar de eso y valientemente se estiró y tomó la mano de Sherlock.
Las esquinas de los labios de Sherlock se levantaron un poco después que la mano de John tocara la suya y John se preguntó si quizás Sherlock disfrutaba sostener su mano tanto como John disfrutaba sostener la suya.
Terminaron caminando todo el camino hacia casa porque el clima era agradable y porque estaban disfrutando el tiempo juntos simplemente andando y charlando. Cuando regresaron se sentaron a la mesa y Sherlock trajo papeles y crayones para que Rosie hiciera su lista a Santa. “¿No van a escribir una?” les preguntó cuando no hicieron movimiento para tomar papel y crayón para ellos.
“Podemos hacer listas,” Sherlock respondió, pasando una hoja de papel a John.
“No mires,” Rosie dijo. “Nadie está permitido a mirar la lista de otro.”
John le sonrió y miró a su propio pedazo de papel y se preguntó qué escribir.
Eventualmente tomó el crayón rojo:
- Muchas más Navidades tan maravillosas como esta.
Y luego porque no pudo detenerse y se sentía un poco entusiasmado con la magia de Navidad, añadió:
- Sherlock.
Añadió un ‘Querido Santa,’ en la parte superior y la firmó, ‘Tuyo, John’ al final. Dibujó en los bordes de su papel mientras esperaba que Rosie y Sherlock terminaran, pequeñas imágenes de medias, una familia de caricatura de tres sosteniendo manos, regalos de Navidad y un árbol.
Fueron interrumpidos por la señora Hudson trayendo galletas, “¡Yoo hoo!” llamó mientras empujaba la puerta. “Pensé en traer algunas galletas y ver cómo fue la visita a Santa.”
“No era Santa, era un asesino,” Rosie respondió como si simplemente le estuviera diciendo a la señora Hudson el clima.
“¿Un asesino?” La señora Hudson preguntó, sonando completamente escandalizada mientras dejaba la bandeja en la mesa.
Rosie asintió, “Uh huh, Sherlock supo porque tenía pintura en sus dedos.”
“Bueno, ¿en qué estaban pensando? ¿Contratando a una persona así?” preguntó.
Sherlock habló entonces, incluso si su boca estaba llena de galletas de jengibre y John perdió la esperanza de enseñarle a su hija buenos modales en la mesa. “En su defensa no tenía antecedentes. No podrían haberlo sabido.”
“Bueno, igual es horrendo,” respondió.
“Estamos escribiéndole cartas a Santa en reemplazo,” Rosie le informó. “Sherlock dice que tenemos tiempo de escribir antes de Navidad. Quiero saber qué galletas son sus favoritas.”
“Eso parece una buena idea,” la señora Hudson confirmó.
Rosie cuidadosamente dobló su papel en la mitad y luego lo giró y lo dobló en la mitad en la otra dirección. “¿Abuela Hudson?” preguntó.
“¿Sí, amor?”
“¿Podrías mandar esto por correo por mí?” preguntó, entregándole la carta a la señora Hudson.
“Rosie,” John dijo, “Podemos mandarlo por correo, no necesitamos pedírselo a la señora Hudson.”
Ella sacudió la cabeza y se inclinó hacia la señora Hudson para susurrar conspiracionalmente, “No confío que mi papi y Sherlock no la lean.” Afortunadamente (o desafortunadamente, dependiendo cómo lo vieras) ella aún no había afinado el arte de susurrar así que todos aún pudieron escucharla.
Francamente, John estaba un poco ofendido que ella pensara que la señora Hudson era mejor guardando secretos que él. John era excelente guardando secretos. Había estado enamorado de Sherlock por casi una década y el hombre no tenía ni idea.
“Por supuesto que lo haré,” respondió con una sonrisa.
“Toma la de papi y Sherlock también,” urgió.
“No hay problema,” John dijo rápidamente, deslizando su papel hacia sí y doblándolo rápidamente.
La señora Husdon se estiró y lo arrancó de su mano. “Tonterías. Tomaré las tres,” dijo mientras arrancaba la de Sherlock de su mano, “Y las mandaré de inmediato.”
John se desesperó por un momento pero luego se dio cuenta que ella no estaría sorprendida en lo más mínimo por su carta. Ella pensó que Sherlock y él eran una pareja por años.
---------------
Más tarde en la noche, después que acostaron a Rosie, la señora Hudson regresó al departamento.
“Vine a dejarles saber la mayoría de cosas de su lista,” dijo antes que John pudiera siquiera preguntar si algo estaba mal, ya que ella no venía arriba así de tarde.
“¿La mayoría de cosas?” John preguntó.
“Sí. Hay una cosa que claramente quiere de Santa que no quiere que ustedes sepan.”
Sherlock empezó a decir algo pero la señora Hudson continuó, “Un microscopio,” leyó, “para ‘sper-mentos’ con Sherlock.” Ella pausó la lectura para decir, “su deletreo es horrible.”
“¡Tiene cuatro!” John exclamó. “Que ella pueda siquiera hacer los sonidos de ‘experimentos’ y ‘microscopio’ es bastante impresionante, diría.”
“Tienes razón cariño, sólo estaba bromeando,” ella dijo de buena manera. “Libros sobre Animales, ‘vacas’ está subrayado y con estrellas.”
“No sorprendente,” Sherlock respondió.
“Y a ella le gustaría un ‘ste-scopio’ para escuchar corazones como papi.”
“Aww,” John dijo. “Hay esperanza de una doctora aún.”
“Veterinaria es más probable,” Sherlock respondió John se encogió, “Tomaría eso como una victoria.” Se volteó hacia la señora Hudson, “¿No nos dirá la última cosa?”
Ella rió esa risa que hacía cuando había algo que hallaba graciosísimo que nadie más entendía. “Oh ustedes dos,” dijo, secándose las lágrimas de risa de sus ojos. “Para ser tan listos como ambos son, pueden ser increíblemente estúpidos.”
Con esas palabras crípticas, les hizo una onda de buenas noches y bajó las escaleras dejando a John preguntándose qué podía ver que Sherlock y él no.
Notes:
(Nota de la traductora)
Odín, qué rápido se pasa la vida. Abracen y pasen tiempo con sus seres queridos cuando tengan y sientan la oportunidad.
Chapter 10: Diciembre 10: Vela
Notes:
(Nota original)
¡Hola a todos! Aquí estamos en el día 10/10 y aún estoy en camino de mantener al día esta historia. (Es un milagro de Navidad.)Así que, ¿quizá algo de advertencia para este capítulo? Visitamos una tradición navideña de la infancia de Sherlock de encender una vela y compartir memorias de alguien amado quien ha fallecido en este capítulo. Los chicos comparten historias sobre Mary con Rosie y lueo John se abre un poco con Sherlock sobre sus sentimientos por Mary.
Voy a ser honesta, no me encanta este capítulo pero pienso me ayuda a mover el argumento hacia adelante. <3
Gracias por todo el amor que ustedes han deado en esta pequeña historia, hace a esta cansada alma muy feliz.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El 10 de diciembre era el cumpleaños de Mary. Era uno de los pocos detalles que había mantenido de su vieja vida, su cumpleaños nunca había cambiado. Cada año en este día Sherlock despertaba sintiéndose ansioso y cada año en este día John probaba que no había nada por lo cual estar ansioso.
Eso no cambiaba el hecho de que se despertara nervioso este año.
Este año era un poco diferente, en la opinión de Sherlock. Nunca habían ocultado a Mary de Rosie, hicieron las historias sobre ella más apropiadas para una niña pero siempre le decían historias y respondían cualquier pregunta que ella pudiera tener. Este año Rosie tenía incluso más preguntas que antes, Sherlock estaba seguro que era producto de ir a la guardería con niños que tenían tanto una mami y un papi o en algunos casos, dos mamis.
Se preguntó si quizá este año pensarían en celebrar a Mary un poco y él tenía justo la tradición familiar navideña para hacerlo.
Tuvieron un día tranquilo, cantando y colocando direcciones en las tarjetas de Navidad, mirando películas navideñas todos apretados en el sofá y Sherlock incluso les hizo cocoa caliente nuevamente para el deleite de Rosie.
Pero mientras el día terminaba y el sol empezó a ocultarse afuera, Sherlock halló que su ansiedad crecía y crecía hasta que estuvo completamente vibrando con energía nerviosa. Tanto que mientras estaba ordenando la sala, John se estiró y tocó el brazo de Sherlock, sus dedos reposando mientras decía, “¿Estás bien?”
Sherlock asintió pero no pudo decir más al menos que empezara a pulir cada palabra que estaba intentando organizar en pensamientos coherentes durante todo el día.
“En serio,” John murmuró, manteniendo su voz baja para que Rosie no escuchara, “¿qué está mal?”
“Yo-” Sherlock lo miró y luego soltó, “Es el cumpleaños de Mary.”
John se congeló por un momento; su pulgar, ese que había estado acariciando el brazo de Sherlock detuvo su estable movimiento. Su ceja se frunció antes de voltearse hacia Rosie quien estaba garabateando en una hoja de papel, pretendiendo escribir de corrido. “Hey, Rosie,” John dijo.
“¿Sí?”
“¿Por qué no bajas a ver si la señora Hudson tiene algunas galletas que te quiera dar y visitas tu árbol de Navidad?” preguntó.
“¡Está bien!” exclamó, saltando y disparándose hacia las escaleras.
Una vez que estuvo abajo, John dejó que sus dedos bajaran por el brazo de Sherlock hasta que estuvieron entrelazados con los dedos de Sherlock. “Entonces, dime de qué va esto,” John dijo, con ojos suaves y comprensivos como si Sherlock fuera el que necesitara confort.
Sus dedos se cerraron con algo de fuerza en los de John. “Rosie tiene un montón de preguntas sobre ella este año.”
John asintió dándole ánimo y esperó que Sherlock ordenara sus pensamientos.
“Cuando era pequeño,” empezó, luego aclaró su garganta, sorprendido que después de todo este tiempo la memoria aún lleve lágrimas a los bordes de sus ojos. “Cuando era pequeño, mi abuela falleció al final de noviembre. Siempre íbamos a su casa para Navidad para los regalos y la cena con la familia extendida y aunque pensé que estaba obviamente triste por su muerte por otras razones, desarrollé una fuerte fijación por la Navidad. Era una festividad importante para ella y yo estaba en duelo porque no estaría con nosotros.”
John gentilmente jaló su mano y lo guió al sofá donde se sentaron, John giró hacia él, la mano de Sherlock aún sujeta por la suya.
“Mi madre empezó una tradición donde prendíamos una vela y todos decían una historia sobre mi abue. Ella dijo que era una manera que estuviera viva en nuestros corazones. No me di cuenta hasta que crecí, pero ella y mi padre siempre nos decían historias sobre lo mucho que ella nos amaba a Mycroft y a mí, qué tanto quería nietos.”
El otro hombre estuvo callado por un largo momento, luego dijo, “Pienso que es una linda idea. Pienso que a Rosie le gustará y pienso que a Mary le hubiera gustado eso.”
“Está bien,” dijo Sherlock, exhalando un suspiro, “De acuerdo. Tengo una vela lista,” añadió yendo a la cocina y bajando el cirio crema que compró a inicios de semana. “Es medio simple, pero pensé que estaría bien.”
“Lo está,” John afirmó.
Sherlock colocó un posa vela de bronce y fósforos y la vela al costado, luego se sentó junto a John, inseguro sobre qué se supone debía hacer a continuación. John no dijo nada pero se estiró y tomó la mano de Sherlock en la suya, deslizando juntos sus dedos y sosteniendo la mano de Sherlock en su regazo para que pudiera con los dedos de su otra mano acariciar los nudillos de Sherlock.
Quería preguntarle a John sobre qué estaba pensando. ¿Qué era lo que recordaba de Mary? ¿Qué estaba pensando o sintiendo sobre compartir historias de ella? ¿No había estado pensando en ella todo el día mientras habían estado aplastados en el sofá, viendo películas y bromeando y haciendo todas las cosas que Mary nunca tendría oportunidad de hacer con Rosie? Quería preguntarle si había hecho algo mal, si podía hacer las cosas peor pero no sabía cómo.
Sherlock no estaba seguro que tanto se quedaron ahí en silencio, los dedos de John pasando ligeramente por los nudillos de Sherlock y el reverso de su mano, pero eventualmente escucharon los pasos de Rosie subiendo las escaleras.
“Ven aquí, amor,” John llamó cuando pasó la puerta. Y Sherlock pensó que esa no era una muy buena señal. John solo llamaba a Rosie ‘amor’ cuando ella estaba realmente molesta o cuando estaba por decirle algo que no le gustaría escuchar.
Rosie se aproximó, acomodándose al costado de John.
“Sherlock tiene una tradición navideña para compartir con nosotros. Pienso que realmente te agradará.”
Sherlock aclaró su garganta y dijo, “Cuando tenía tu edad mi abuela murió.”
“Lo siento,” Rosie dijo, con su ceño fruncido.
“Está bien, ha pasado mucho tiempo,” respondió, “Pero mi madre y padre empezaron una tradición donde prendíamos una vela por mi abuela y luego decíamos historias sobre ella. Hoy es el cumpleaños de tu mami,” dijo, “así que tu papi y yo pensamos que quizá podíamos prender una vela y contarte algunas historias sobre ella.”
“De acuerdo,” dijo, sonriéndole ampliamente a Sherlock.
“¿Quieres ayudarme a prender la vela?” Sherlock le preguntó.
Ella asintió y él le entregó la vela y dijo, “Mantén tus manos en la base, ¿si?”
Ella asintió nuevamente y él prendió un fósforo, “De acuerdo,” le dijo, “Anda y enciende la vela.”
Con cuidado, ella aproximó la mecha al fuego. Luego retrocedió y John la colocó en su regazo y presionó un beso en la parte superior de su cabeza.
“Tu mami era muy lista,” Sherlock dijo, decidiendo que debería empezar y darle a John unos cuantos minutos para pensar sobre lo que quería decir. “Y algunas veces ella solía venir en casos con tu papi y yo para ayudarnos a resolverlos. Ella es la razón por la cual saliste en tu primer caso,” añadió. “Tu papi,” dijo con una sonrisa, “Pensó que eras muy pequeña, pero tu mami no y dijo que si tu papi no quería venir él podía quedarse en casa.”
John rió suavemente, “Eso es cierto,” respondió. “Y el mismo día, Sherlock me comparó con un lento e inútil perro. Estaba perdiendo por todos lados.”
“Él no era inútil,” Sherlock respondió, ofendido. “Era un perro muy agradable.”
“Agradable y útil no son sinónimos,” John dijo, mirando directamente a la luz de la vela.
“Bueno, ni el perro ni tú son inútiles,” Sherlock respondió firmemente. “De todas formas,” dijo, guiándolos nuevamente a Mary. “Viniste en nuestro primer caso, ayudándonos a cazar pruebas por tu mamá.”
Se quedaron en silencio por un momento y John dijo, ”Tú fuiste una sorpresa y estoy agradecido de admitir que nunca he estado tan aterrado en mi vida como en el momento que supe que iba a ser papá.” Rió suavemente otra vez, “Pero tu mamá,” sonrió, “Ella estaba súper emocionada. Estábamos en nuestra luna de miel-”
“¿Qué es eso?” Rosie lo interrumpió para preguntar.
“Es cuando tomas unas vacaciones después que te has casado,” respondió, luego continuó, “Y de todo lo que hablaba era sobre ti. Todo lo que podía pensar era sobre ti y cómo haríamos tu cuarto, qué serías cuando crecieras. Ella esperaba que tuvieras mis ojos y su nariz, “ dijo con un suave resoplido reído. “Ella estaba muy emocionada de ser mamá,” añadió.
Sherlock y él continuaron intercambiando historias de Mary por la siguiente media hora, haciendo que Rosie ría y haga preguntas sobre qué había pensado Mary o porqué había hecho algo de la manera como lo hizo.
Finalmente cuando ambos quedaron en silencio, sin historias por decir en el momento, Sherlock dijo, “Te extrañamos Mary,” suavemente, casi como una plegaria. “Te amamos y esperamos donde quiera que estés, que seas feliz.”
“Te extrañamos mami,” Rosie habló seguido. “Gracias por estar vigilándome.”
“Gracias por traer a Rosie al mundo,” John dijo, “El mundo es un mejor lugar porque ella está en él. Y seguro sacó buenos genes,” añadió con una pequeña sonrisa.
Después de unos cuantos momentos de silencio, Rosie sopló la vela y continuaron con el resto del día. Para Rosie, parecía que nada había cambiado; ella era igual de lo que había sido todo el día. John estaba un poco más callado de lo que normalmente era pero no parecía estar molesto, así que Sherlock lo dejó tranquilo.
Después que pusieron a Rosie en la cama, John se sirvió un trago, “¿Quieres uno?” comentó desde la cocina.
“Seguro,” Sherlock respondió, no realmente seguro de que quisiera un vaso de bourbon pero siempre podía decidir no tomarlo.
Se acomodaron en sus sillas frente a la chimenea y dieron sorbos a sus tragos en silencio por un rato. Sherlock no estaba seguro de qué decir o cómo romper el extraño ánimo en el que John parecía estar, así que hizo algo que no le venía de forma natural. Esperó.
Eventualmente, cuando terminó la mayoría de su trago, John dijo, “¿Puedo decir algo que me hará sonar como un monstruo?”
“Nunca podrías sonar como un monstruo para mí,” Sherlock respondió, pero era cierto.
John empezó a mirar al fuego por un largo momento y no miró a Sherlock cuando dijo, “No la extraño.”
Sherlock no tenía idea a qué se refería con eso, así que no hizo nada y espero a que John continuara.
Terminó su bourbon y dijo, “No es que piense mal de ella, no estoy molesto con ella ya, no me siento lastimado por las mentiras y traiciones ya; no es nada de eso. Simplemente,” se encogió, “no me importa.”
No había nada él pudiera hacer excepto mirar a John, sintiéndose un poco como si hubiera caído en un universo paralelo.
“Es más que eso, sin embargo,” John confesó. “Fue un alivio.” Restregó una mano contra su rostro, “Suena horrible y me siento horrible sobre ello en el momento, pero una parte de mi estaba aliviada que no iba a criar un bebé con alguien que iba a odiar si realmente la conociera.”
No sabía qué hacer o qué se supone debería decir, así que lentamente deslizó su pie en el espacio entre ellos hasta que estuvo presionado contra el de John y esperaba esto le ayudara a sentir que no estaba solo.
“Eso es lo que dijo, ¿recuerdas?” preguntó, aún sin mirar a Sherlock. “Ella me entregó esa maldita memoria extra y me dijo que no la amaría cuando terminara de aprender sobre ella. ¿Qué se supone debía hacer?” preguntó. “Ella estaba embarazada de Rosie y no podía simplemente-” se cortó y sacudió su cabeza. “Nunca podría haberla dejado. Nunca podría haber abandonado a mi hija, especialmente no con alguien que-” cortó y no terminó el pensamiento.
“Fue un alivio,” dijo nuevamente. “E hice mi mejor esfuerzo de amarla, Dios sabe que fallé espectacularmente en tantas maneras, pero hice lo mejor que pude entonces y no me puedo forzar a ello ahora. No puedo obligarme a extrañarla o desear que estuviera aquí cuando esto -” se detuvo nuevamente y Sherlock deseó que terminara ese pensamiento, pero no lo hizo.
Se quedaron en silencio por otro largo momento, escuchando el repiquetear del fuego en la chimenea.
Luego, John dijo, “Así que gracias. Siempre haz sido mejor en el perdón que yo,” añadió y aunque ciertamente Sherlock no coincidía con él, dejó que John continuara. “Gracias por perdonarla y extrañarla para que Rosie tuviera esa conexión con ella porque si dependiera de mí, no le daría un solo pensamiento al menos que Rosie quisiera saber algo sobre ella.”
No sabía qué se tenía que decir a una confesión de este tipo, no podía decir la verdad y decir sentía un retorcido sentimiento de alivio que John aún no estuviera de duelo por ella.
“De cualquier forma,” dijo, “te dije era monstruoso.”
Para esta declaración, él sabía cómo responder, “John, no hay nada monstruoso sobre ti.” Te amo, Sherlock pensó, “No hay nada que jamás podrías decir que me haga pensar que eres un monstruo.”
John hizo un sonido y sacudió su cabeza, aún evitando la mirada de Sherlock.
Recopilando cada onza de valor que poseía y algunas más, Sherlock se movió para que estuviera arrodillado delante de John. Tomó la mejilla de John en su palma y gentilmente guió su cabeza hasta que John estuviera viéndolo. “Una vez dije que eras el más valiente, amable y sabio hombre que jamás había conocido,” John soltó una risa de auto desprecio. “Eso aún sigue siendo cierto y nadie jamás me convencerá de otra cosa. Ni siquiera tú.”
John miró hacia abajo y Sherlock pudo ver lágrimas brillando en sus pestañas. “No deberías convertir a personas en héroes,” dijo. “Los héroes no existen,” añadió.
“Pero tú siempre has sido la excepción, ¿verdad?” Sherlock le preguntó suavemente y lo decía en serio con todo su ser: cuerpo, mente y alma. John Watson siempre ha sido y siempre será la excepción.
Notes:
(Nota original)
¡Eso es todo por hoy! Mañana nos vamos a la fiesta por Navidad en el Yard y habrá muérdago y sí, los chicos le darán un buen uso. ;)(Nota de la traductora)
Estoy de acuerdo con John en que Sherlock tiene una capacidad para el perdón más alta de lo que parece. Me pregunto cómo logra tal cosa si tenemos en cuenta cómo su memoria trabaja.
Chapter 11: Diciembre 11: Corriendo A Través de la Nieve
Notes:
(Nota original)
¡Ahh! De acuerdo, sé que técnicamente casi son las 3:00am del 12 de diciembre donde vivo pero ha sido un día de locos, este capítulo huyó conmigo (son casi 5000 palabras de largo cuando mi obetivo era 1000 diarias-sí, me doy cuenta que estoy fallando espectacularmente en ello) y no me he acostado aún. Aunque *técnicamente* es tarde aún lo estoy contando.Adoro leer sus comentarios en esta pequeña historia- hacen a mi corazón muy feliz, ni les puedo contar. ¡¡Muchísimas gracias!! <3
Espero les guste el capítulo del hoy- no está Rosie en este pero hay muérdago y un poco de besos. ;)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La fiesta de Navidad del Yard siempre era un lunes, lo cual parecía estúpido para John pero él no la planeaba y ni siquiera técnicamente trabajaba ahí, así que suponía no tenía voto. Él y Sherlock tampoco nunca iban.
Greg los había invitado a la fiesta el primer año que John y Sherlock habían vivido juntos y John le había agradecido y probablemente hubiera aceptado, si no fuera por el hecho que Sherlock se había parado al lado suyo y en voz muy alta (y John había pensado en ese entonces, groseramente) dijo, “No,” en esa manera suya imperiosa, demandante y se había ido después de un giro de su saco.
El detective inspector le dijo a John que él aún podía ir si quería, pero incluso entonces John no quería ir sin Sherlock.
Ellos habían sido invitados por un grupo de gente, a la fiesta de Navidad de este año el 11 de diciembre, en diferentes momentos y John pensó, dado sus intentos de hacer este año extra navideño, que deberían ir.
No le había comentado la idea a Sherlock aún pero arregló todo en caso pudiera convencerlo de decir sí; la señora Hudson estaba lista para cuidar a Rosie y ponerla en la cama, John había llevado el traje favorito de Sherlock a la tintorería (y lo trajo de vuelta), había escogido una botella de escocés para el intercambio anónimo y había revisado con Greg todas las especificaciones (hora, código de vestimenta, comida, etc.). Tenía todo listo, todo lo que quedaba era convencer a Sherlock.
Finalmente, cuando sólo quedaba una hora para la fiesta, mientras estaban limpiando después de cenar, John dijo, “La fiesta del Yard es esta noche.”
“¿Oh?” Sherlock preguntó, su tono de voz indicándole a John que estaba perdido en otra cosa en su mente y sólo estaba dedicando una porción pequeña de su cerebro a esta conversación. John no sabía si eso al final sería de ayuda o no.
“Parece que la mitad de los yarders nos han invitado este año,” John dijo, mientras se estiraba para poner los platos recién secos en la alacena.
Miró a Sherlock quien estaba midiendo unos pequeños contenedores de galletas Finz que mantenían en la alacena para que Rosie comiera. “Mmhmm,” el otro murmuró.
John se volteó para que pudiera encarar a Sherlock aunque el otro le estaba dando la espalda y se apoyó en la encimera de la cocina, “Estaba pensando que quizá deberíamos ir.”
Sherlock empezó a murmurar en respuesta pero luego se congeló y John prácticamente pudo verlo reproducir nuevamente sus palabras en su cabeza. “Disculpa,” Sherlock dijo, volteandose para ver a John, “no puedo haberte escuchado correctamente. Sonó como si acabaras de sugerir que vayamos a la fiesta de Navidad del Yard.”
“Me escuchaste correctamente,” John respondió.
Sherlock lo miró, “¿Por qué?” preguntó incrédulamente.
“Porque nos han estado invitando por diez años, Sherlock. Y a ti probablemente incluso más."
“No,” dijo.
“¿Podemos hablar de ello?” John empezó a preguntar.
“No me refiero a que no vamos a ir, me refería a que no me han invitado más tiempo del que te invitaron,” respondió.
“Oh,” John dijo, haciendo una mueca pero presionando. “Simplemente pienso que podría ser divertido. Una noche fuera,” se encogió. “La señora Hudson ya accedió a cuidar a Rosie por la noche.”
“Ni les agrado,” Sherlock respondió.
“Sí les agradas,” John dijo, “No seas tonto. Te han invitado por diez años a fiestas navideñas.”
“Técnicamente sólo ocho fiestas ya que estuve fuera del país por dos años,” Sherlock respondió.
Sherlock se apoyó contra la encimera que estaba detrás de él, reflejando la manera en la cual John estaba parado y John se preguntó si era consciente de ello o no. Sherlock le había dicho una vez que esa era una de las maneras más fáciles de que le agrades a las personas es imitar su postura porque es lo que los cuerpos hacen naturalmente cuando estás cómodo con alguien. ¿El cuerpo de Sherlock estaba haciendo eso por él o estaba intentando engañar a John para que compartiera opinión? John se preguntó.
“No es a mí a quien invitan, sabes,” dijo lentamente. “Es a ti. No les agrado.”
“Quizá en el inicio,” John concedió, sabiendo que muchos de los yarders le tuvieron resentimiento los primeros días, “Pero ya no.”
Empezó a mirarlo calculadoramente por un largo momento, “¿Quieres ir?”
John se encogió, “Pensé que sería lindo salir por una noche, solo nosotros dos. Quizá tengamos algo de diversión,” añadió, “hay un intercambio anónimo de regalos y hay alcohol y bocaditos. Y Greg y Molly ambos estarán ahí.
Después de un momento de duda, Sherlock asintió, “Si quieres que vaya.”
“¿En serio? John preguntó.
“Si te hará feliz,” Sherlock respondió, ladeando su cabeza. “Decidimos ir con todo este año respecto a la Navidad, ¿verdad?”
John sonrió, “Se supone deberíamos usar atuendo de fiestas, pensé que no querrías usar una chompa navideña así que mandé lavaran tu traje y encontré una camisa esmeralda de la compañía que que hizo la morada.”
“Realmente planeaste esto,” Sherlock dijo.
“Soy capaz de planear cosas,” John respondió con tristeza.
El otro rodó sus ojos, “Estoy al tanto. Simplemente no me di cuenta que tanto querías ir a la fiesta de Navidad del Yard,” dijo. “Me siento como si te hubiera estando privando de ello todo ello estos años. Podrías haber ido sin mi, sabes, llevado a una de esas mujeres insípidas con las que solías salir.”
John decide no picar el cebo sobre las mujeres con las que salía en los primeros días y tomar la raíz del problema, “No quería ir con nadie más,” dijo, “y no quiero ir solo. Quiero ir contigo.”
“¿Es así?” Sherlock respondió pero estaba sonriendo esa pequeña, complacida sonrisa que hacía que el corazón de John se acelerara un poco.
“Sí, así es. Ahora, ¿por favor podrías alistarte? El Señor sabe que los 40 minutos que nos quedan serán difícilmente suficientes para que te acicales,” bromeó John.
“Bueno, no es mi culpa que hayas dejado la pregunta hasta tan tarde,” Sherlock dijo, incluso cuando se estaba dirigiendo a su habitación, “Deberías haberlo dicho algo más pronto.”
“¿Y darte tiempo para pensar en más razones para escapar? ¿Por quién me tomas, Holmes? ¿Un idiota?”
La risa de Sherlock hizo eco hasta la cocina y John no pudo evitar la sonrisa que se extendió por su rostro. Estaba esperando con ánimo ir a una fiesta con Sherlock.
--------------
Sólo estuvieron un poco tarde en la fiesta y si cualquiera preguntaba, culparía a la nieve. Porque honestamente, unos cuantos copos de nieve y cada maldito taxista en Londres olvidaba como conducir. Cuando estacionaron, John se volteó hacia Sherlock y le sonrió, “‘¿Listo?” preguntó.
“Tanto como lo puedo estarlo,” Sherlock respondió, saliendo del carro y disparándose a través de la nieve antes que su cabello se mojara demasiado.
John lo siguió y cuando ingresaron hallaron que la fiesta ya estaba a todo dar. “No pensé que estábamos tan tarde,” John comentó mientras iban al colgador de sacos para colgar los suyos antes de dejar la botella de escocés en la mesa junto con los otros regalos anónimos.
“Estoy ebrio ya o estos son John Watson y Sherlock Holmes los que veo ahí,” vino la alegre y ligeramente desbordante voz de Greg.
John se volteó y sonrió, “No puedo comentar sobre el estado de tu embriaguez, aunque estoy seguro que este de aquí podría,” dijo, asintiendo hacia Sherlock, “pero puedo decirte que tus ojos no te están engañando.”
“No puedo creer que hayan venido, chicos,” dijo, inclinándose y abrazando a John y luego a Sherlock.
“Entonces, como seis pintas,” John dijo.
“Oh, puedes irte al carajo,” Greg respondió.
John alzó sus manos, “Te pones muy…” no continuó y le sonrió rápido a Greg, “afectuoso cerca a la pinta seis.”
Greg se volteó hacia Sherlock, “¿Cómo lo aguantas?”
Sherlock lució tan conmocionado al tener esa pregunta dirigida hacia él por una vez que John tuvo que reírse.
“Una pregunta estoy seguro se hace a diario,” John respondió, dándole al brazo de Sherlock un pequeño apretón para hacerle saber que estaba bromeando.
“De acuerdo,” Greg dijo, “Vamos, ustedes dos. Busquemos un trago. Tienen que ponerse al corriente. Todos los demás empezaron durante el almuerzo.”
Lo siguieron a la mesa, Sherlock mirando las ofrendas en la mesa con un ligero disgusto. John siguió a Greg alrededor de la mesa hacia el cuenco de ponche mientras Sherlock se dirigía hacia el ponche de huevo.
Mientras John estaba sirviéndose un vaso de ponche, uno de los jóvenes sargentos soltó un alarido de risa, “¡Lo tengo, jefe!” llamó.
Greg miró hacia arriba y gruñó, John siguió su mirada al muérdago colgando del techo por encima del cuenco de ponche. “Es una estúpida pero graciosa tradición,” Greg explicó. “Lo hacemos cada maldito año. Alguien pone el muérdago, luego las personas que quedan debajo deben besarse, obviamente y luego uno de ellos lo mueve discretamente a una nueva ubicación para atrapar desprevenido a alguien más. Y tiene que ser un beso ‘real’”, dijo haciendo comillas en el aire. “He besado a casi todos aquí a este punto,” se quejó.
“Quizá deberías trabajar en tus habilidades de observación,” Sherlock comentó secamente.
John se rió y Geg le mandó el saludo de dos dedos.
“Bueno,” John dijo, tomando la mitad de su trago (el cual se dio cuenta estaba bastante fuerte), antes de colocarlo en la mesa. “Nunca he rechazado un beso en mi vida, ¿por qué empezar ahora?” preguntó con un guiño al pequeño grupo que se había juntado para ver.
Acunó la mejilla de Greg en su palma y presionó sus labios suavemente, luego su lengua rozó el labio inferior de Greg. Greg inhaló un jadeo pequeño antes de abrir su boca y encontrar a John a medio camino. Fue un beso corto pero nadie podía decir que no era un beso ‘real’. Retrocedió y rió junto con todos los demás que reían y aplaudían.
John retomó su bebida y se aproximó a Sherlock, riéndose con las personas que le daban palmadas en la espalda mientras lo esquivaban para obtener bebidas.
“Hola,” John dijo cuando llegó al lado de Sherlock. “¿Todo bien?” preguntó.
Sherlock hizo un pequeño sonido y asintió antes de tomar un sorbo de su ponche de huevo. “¿Es esto lo que uno hace en las fiestas navideñas entonces?” preguntó. “¿Besar a personas en las cuales no estás realmente interesado, beber alcohol barato, y pasar regalos que nadie realmente quiere?”
John contempló esto por un momento, “Sí, mayormente,” dijo, “pero dejaste fuera las charlas con personas que apenas te agradan o hablas el resto del año.”
“Emocionante,” Sherlock dijo plenamente. “Realmente me estás vendiendo esto. Siento como si realmente nos lo hemos perdido todos estos años.”
John se rió y acarició un mechón lejos de su ojo, su cabello estaba poniéndose algo largo. “Pero es una buena excusa para vestirte bien.”
Un ligero sonrojo coloreó las mejillas de Sherlock, “Uso este traje todo el tiempo,” dijo con una risa.
“Eso no significa que no luzcas bien en él,” John respondió con una sonrisa. Enganchó su brazo con el de Sherlock. “Vamos, hagamos algo de plática. Jennie tuvo a su bebé hace seis semanas, empecemos ahí,” dijo mientras empezaba a dirigirse hacia la mujer en cuestión.
Hablaron con cuatro personas antes que John sintiera Sherlock ya estaba harto de esa actividad y además, había demasiada cortesía que se podía esperar cuando alguien estaba parloteando sobre sus canarios mascota.
John vio a Molly a través de la habitación y educadamente le dijo a Paul (quien trabajaba en contabilidad de todos los lugares, no podía evitar preguntarse cómo se la había arreglado para encontrar a la persona más aburrida de todo el lugar.) “Oh, lo siento Paul. Eso es tan interesante. No tenía idea que las canario hembra no cantaban, pero veo a nuestra amiga Molly saludándonos.”
Le hizo una onda a Molly y afortunadamente ella lo vio y le ondeó de vuelta con una gran sonrisa. “Pongámonos al día en otra oportunidad, ¿si?” dijo, moviéndose lejos antes que Paul pudiera decir algo más y trayendo a Sherlock con él.
“Eso ni siquiera es cierto, sabes,” le gruñó.
“¿Disculpa?” John preguntó.
“Los canarios hembra son capaces de cantar pero no lo hacen a menos que su química cerebral esté alterada. El darles testosterona causará que canten,” dijo. “Es parte de un ritual de apareamiento,” añadió.
“Nunca entenderé las cosas que consideras lo suficientemente importantes para recordar,” John respondió justo mientras llegaban a Molly.
“¡Hola, ustedes dos!”
“Molly, nunca he estado tan feliz de verte en toda mi vida,” Sherlock gruñó.
Ella le rió, “Luen festivos,” alagó, “muy apuestos.”
“Luces festiva también,” John respondió, pensando en su hermoso vestido rojo.
“Sí,” Sherlock coincidió, “Luces muy adorable, Molly.”
“Gracias,” respondió con una sonrisa. Un hombre se paró detrás de ella y envolvió su brazo alrededor de su cintura, “Oh,” dijo, sonriéndole al hombre a su costado, “ustedes dos no han conocido a Brian aún, ¿no?” John sacudió su cabeza, “Brian, este es John y este es Sherlock. John y Sherlock, conozcan a Brian.”
John estrechó la mano del hombre, “Es un placer,” dijo.
“He escuchado mucho sobre ti,” Sherlock añadió, estirándose para estrechar la mano del hombre. “Casi parecías ser muy bueno para ser cierto,” dijo con una sonrisa. “Pero es agradable ver que el juicio de Molly fue correcto esta vez.”
Molly aclaró su garganta y John no estaba seguro de qué decir, pero Brian lo tomó directo, “Bueno, eso parece ser un gran halago.”
“De hecho,” Sherlock respondió con una sonrisa genuina.
“¿Están disfrutando la fiesta hasta el momento?” John preguntó, dirigiendo las cosas de regreso a piso más sólido.
Hicieron algo de charla hasta que John se dio cuenta que no tenía su teléfono. “Oh rayos,” dijo, palmeando sus bolsillos, “¿Tienes tu teléfono?”
“Me dijiste que lo dejara en mi saco para que no estuviera viéndolo toda la noche,” Sherlock le recordó con un suspiro.
“Debo haber dejado el mío en mi saco también, sólo revisaré para asegurarme que la señora Hudson no haya llamado.”
“Iré contigo,” Sherlock dijo. “Necesito una reposición de bebida mientras estamos por allá de todos modos.”
John le sonrió a Brian, “Fue bueno conocerte. Y digo sinceramente que nos pondremos al día con ustedes después,” añadió con una risa.
Hicieron su camino hacia los sacos y Sherlock se fue a servir bebidas para ambos mientras John rebuscaba en su saco y sacaba su teléfono. Tenía un mensaje de la señora Hudson pero sólo era una imagen de Rosie cubierta en glaseado y harina, decorando galletas.
“¿Algo?” Sherlock preguntó cuando llegó.
“Sí,” John dijo, volteando el teléfono para que pudiera ver, “Mírala. Es un desastre,” dijo con una pequeña risa.
“¿Pero alguna vez has visto un desastre más adorable?” Sherlock preguntó, posando su mano en la espalda baja de John mientras se inclinaba para mirar más cerca la pantalla.
“No lo creo,” John dijo, mientras escuchaba a alguien gritar con risa. Miró hacia arriba para ver quiénes se habían parado bajo el muérdago esta vez, vieron media docena de ojos que no estaban al tanto para entonces.
Pero la persona, quien John apenas reconocía, que estaba alegre estaba apuntándole. Con una comprensión que aterrizaba, John miró hacia arriba y él de hecho estaba parado bajo el muérdago nuevamente y esta vez con Sherlock, lo cual era infinitamente mejor e infinitamente más aterrador al mismo tiempo.
“Bueno, bueno, bueno,” Greg llamó, riéndose con alegría, “Quizás deberías trabajar en tus habilidades de observación,” bromeó.
John miró a Sherlock, quería estirarse y tomarle la mano, pero ambas estaban sosteniendo bebidas, “¿Esto está bien?” preguntó suavemente, asintiendo hacia el muérdago a pesar que la multitud seguía creciendo. “Es sólo un juego estúpido, no tenemos que hacerlo si no quieres.”
Sherlock mordió sus labios por un momento, luego murmuró, “No me importa si a ti tampoco”, dijo, “Si no te molesta, digo,” aclaró rápidamente.
No me molesta, las palabras flotaron a través de su mente, palabras que había dicho que se sentían como hace una vida atrás. No le había molestado entonces y tampoco ahora. “¿Estás seguro?”
El otro asintió y el sonido de la multitud se desvaneció completamente mientras John sostuvo el rostro de Sherlock en las palmas de sus manos y se estiró para acariciar sus labios ligeramente contra los de Sherlock.
Sus ojos se cerraron lentamente y su cuerpo inconscientemente se movió más cerca para que estuvieran juntos y presionó sus labios a los de Sherlock una vez más antes de tomar su labio inferior y succionar ligeramente, mientras una de sus manos se deslizó en el cabello de Sherlock y anguló su cabeza un poquito para llegar al ángulo correcto. Sherlock soltó un pequeño gemido en la parte trasera de su garganta y la mano de John se deslizó hacia la cintura de Sherlock, jalándolo más cerca mientras aún dejaba que su lengua pasara por el labio inferior del otro. Su boca se abrió bajo la de John y John estaba volando. Movió sus labios contra los de Sherlock y Sherlock respondió de igual manera.
Por un momento Sherlock era lo único que existía y John con mucha felicidad se hubiera quedado en este plano de realidad por toda la eternidad, pero un silbido lobezno lo asustó. Se retiró ligeramente y abrió sus ojos para ver que los de Sherlock aún estaban cerrados, sus labios ligeramente partidos y John no pudo retenerse; se inclinó y presionó sus labios contra los de Sherlock una vez más antes de alejarse y acariciar con su pulgar su pómulo.
Los ojos de Sherlock parpadearon y todo el sonido regresó al mundo, todos sus gritos y aplausos y risas de buen ánimo.
“La próxima vez,” le murmuró antes que perdiera el valor, lo suficientemente suave para que sólo Sherlock pudiera escucharlo, “baja las bebidas primero.”
Sherlock solo le parpadeó y John lo soltó para dirigirse al mundo que tan groseramente interrumpía este momento. Él estaba bastante tentado a simplemente llevarse a Sherlock a casa para que pudieran hablar sobre esto, pero no tenía ni idea de qué diría y no tenía suficiente valor en su cuerpo para eso. Se quedó con tomar su bebida para que pudiera sostener la mano de Sherlock en la suya y hablar con las personas mientras pasaban por su costado.
No tomó mucho tiempo para que todos se movieran a otras cosas pero John se dio cuenta que difícilmente podía concentrarse en cualquier cosa que se le estuviera diciendo. La sensación de la mano de Sherlock en la suya lo aterrizaba al momento pero el fantasma del cuerpo de Sherlock presionado contra él y la memoria de sus labios moviéndose juntos lo jalaba a un lugar completamente diferente. En resumen, entre estar en el presente o revivir el pasado, Sherlock era en todo lo que podía pensar.
Se dio cuenta de Sherlock tocándose los labios con los dedos y se preguntó si él estaba pensando en lo mismo.
Finalmente, alguien gritó, “¡Juguemos algo!”
“Botella borracha,” otra voz llamó.
“¿Tienen doce años?” Donovan preguntó.
Y John sintió un momento de alivio porque no se habían cruzado con ella esa noche. Aún no le agradaba.
“¿Veinte preguntas?” un joven oficial sugirió.
“¿Es donde alguien piensa en algo y luego tenemos que preguntar para que responda sí o no hasta que alguien descifre qué es?” Greg preguntó.
“Sí,” el oficial, Tim si John recordaba correctamente, respondió.
“Ooh. Puedo ir primero,” dijo el Inspector Baynes.
John se inclinó contra Sherlock, metiéndose bajo el brazo de Sherlock y envolviendo su propio brazo en la espalda de Sherlock. “No me agrada,” John murmuró suavemente.
Sherlock hizo un sonido, “Bueno, él tampoco nos tiene cariño,” respondió.
“No sé por qué,” John dijo. “Soy un maldito deleite y tu eres un genio que hace la vida de todos más fácil.”
“¿Estás ebrio, John Watson?” Sherlock preguntó, colocando su brazo alrededor de John y jalándole un poco más cerca.
John murmuró, “Sólo un poco,” dijo. Sherlock empezó a responder pero John lo calló, “Escucha. Quiero que aciertes y le pruebes a todos qué idiota es Baynes.”
Él pudo sentir la risa de Sherlock a través de su caja torácica y lo hizo sonreír con mayor amplitud.
“De acuerdo,” Baynes dijo, “Estoy listo.”
“¿Es comestible?” alguien llamó.
“No,” respondió con rapidez.
“¿Es un animal?”
“Cerca.”
“¿Es algo que le agrada a la gente?”
Sacudió su cabeza, “No usualmente.” Esto produjo un torrente de preguntas rápidas y respuestas.
“¿Un murciélago?”
“No.”
Sherlock se inclinó más cerca de John y murmuró, “Es una persona. Lo más probable hombre.”
“¡Una rata!”
“No.”
“¿Qué hay de una serpiente?”
“No.”
“¿Es un ser humano?” un hombre con barba, que John nunca había visto antes, preguntó.
“En cierta forma.”
“Esa no es una respuesta,” Greg dijo de buena manera. “¿Muerto o vivo?”
Los ojos de Baynes se rieron por alguna razón, “Vivo.”
“Es no fue una pregunta sí o no, tonto,” Donovan le gritó a Greg.
Todos se rieron y Helen, una secretaria en el departamento de Greg, preguntó, “¿Está en Londres?”
“Casi de manera exclusiva.”
“¿Es un hombre?” John llamó, esperando probar lo que Sherlock comentó.
“Sí,” Baynes respondió.
“Entonces, es un hombre que está vivo, no es muy agradable y vive en Londres,” Molly resumió.
Hubo media docena de intentos siguiendo esta oración de recientes criminales que la policía había encerrado; cada suposición era respondida con una negativa.
“No es un criminal,” Sherlock dijo suavemente para el beneficio de John. “Si lo fuera ya lo habrían adivinado para ahora.”
Hubo algunas adivinaciones más antes que Greg gritara, “¿Es siquiera un criminal?”
“Finalmente,” Sherlock murmuró bajo, “bien hecho Lestrade.” y John se rió.
“No que hayamos podido probar.”
La habitación estuvo en silencio antes que Donovan gritara, “¡Lo tengo!” se rió. “Un hombre que está vivo pero había algo sobre ello que encontrabas divertido, quien no es un criminal pero es alguien que sospechamos que podría ser y que muchos encuentran desagradable: ¡es Sherlock Holmes!”
Baynes le aplaudió mientras se reía, algunos otros se unieron, algunos miraban alrededor ligeramente incómodos y algunos claramente no tenían idea cómo responder.
Sherlock se había congelado a su lado por un instante antes de dejar caer su brazo de alrededor de sus hombros y empezar a alejarse. “Bien resuelto, Donovan,” dijo. “Quizá haya esperanza para ti como investigadora. Siento terriblemente haber agobiado a todos con mi presencia.”
“Sherlock,” John llamó, mirándolo.
El otro arrancó su chaqueta del gancho, “No, está bien,” dijo. “Deberías quedarte, John. Disfruta,” añadió, su voz suave y sincera antes de voltear y dejar rápidamente la habitación.
John volteó y supervisó el grupo mirándolo, inseguros de qué estaba por hacer o decir. “¿Cómo se atreven?” le gruñó a Baynes y al resto de ellos. “Él viene día tras día, semana tras semana, año tras año para ayudar a sus lastimeros traseros a resolver casos para los cuales son demasiado estúpidos,” su voz era baja pero llena de furia. ”No les pida a ustedes nada en retorno, ni siquiera decencia común,” escupe. “Y seguro, algunas veces es un poco más grosero de lo que les gustaría ¿pero alguna vez pensaron en cómo lo tratan?”
Hubo algunos suaves, incómodos murmullos alrededor.
“Desde que los conozco,” dijo apuntando a Donovan y Baynes, “ustedes han sido odiosos e injustos con él y él aun así regresa a ayudarlos a pesar del hecho que lo tratan como lo hacen. Él quizá les perdone por esto,” les dijo, “Pero yo nunca lo haré. Son horrendos y me dan asco. Feliz maldita Navidad,” escupió antes de voltear en sus talones, arrancar su saco del gancho y dirigirse hacia la salida.
“Espero estén complacidos con ustedes mismos,” escuchó a Greg decir antes que dejara que la puerta se cerrara estrepitosamente detrás de él.
Por supuesto que para el tiempo que John salió del edificio. Sherlock no estaba por ningún lado a la vista. Capturó un taxi de vuelta a la calle Baker y tomó dos escalones a la vez. Podía escuchar al otro hombre moviéndose en su habitación y el alivio fluyó en sus venas al saber que estaba aquí y no tendría que salir en búsqueda.
“Sherlock,” llamó, después de darse un momento para respirar profundamente y calmar la furia que aún estaba bombeando caliente y brillante a través de sus venas.
Sherlock sacó su cabeza por la puerta, “John,” respondió, sonando sorprendido, como si pensara que John realmente se habría quedado después que él se fue. Salió de su habitación y John no pudo evitar darse cuenta que se había puesto su chompa navideña y su corazón se rompió, “No deberías haber-” empezó.
“Ven acá,” John interrumpió.
“Está bien, realmente. He pasado toda mi vida-”
“Ven acá,” John dijo nuevamente, desesperadamente queriendo evitar el final de esa oración.
“Realmente, John,” Sherlock dijo mientras iba en su dirección. “Podrías haberte quedado, estaba por ir a Bart’s para hacer algunos experimentos y-”
“Por favor,” John se las arregló, las palabras lo estaban atorando mientras salían, “Ven aquí.”
Sherlock se detuvo frente a él, “Por favor, no hay necesidad de estar molesto,” dijo suavemente, “Siento haberme ido. Sé que querías estuviera en la fiesta contigo pero pensé-”
“¿Puedo abrazarte?” John interrumpió, incapaz de escuchar otro momento de Sherlock disculpándose por el error de John. “Sólo por un minuto y luego puedes ir a donde sea que quieras.”
“Yo-” Sherlock empezó, intentando resistirse y John sabía ese sentimiento. Él sabía lo que era el saber que si alguien te sostiene, te caerás a pedazos.
“Por favor,” John susurró.
Los hombros de Sherlock cayeron y asintió una vez.
Joh lo jaló a sus brazos, envolviéndolo con fuerza y Sherlock presionó su rostro en la hendidura del cuello de John, haciéndose pequeño y John lo odió. Odiaba cómo el mundo (y a veces él) había tratado a esta alma gentil, hermosa; como el mundo lo había golpeado hasta que solo quería hacerse pequeño. “Lo siento mucho,” murmuró en los rizos de Sherlock. “Intentaste decirme cómo ellos eran más temprano y debí haber escuchado. Estaba equivocado.”
“Quería que tuvieras razón” Sherlock susurró, tan suavemente que John apenas pudo escucharlo.
“Yo también,” John se las arregló para decir.
“Quería que tuvieras razón,” dijo nuevamente y Sherlock se derrumbó, su cuerpo temblando mientras lloraba y John lo sostuvo. Pasó sus dedos entre los rizos de Sherlock, acariciándolos sin importar que los estaba desordenando.
No estaba seguro de cuántos se quedaron ahí, pero eventualmente Sherlock se calmó mientras retrocedía, secándose los ojos.
“Son idiotas,” John dijo. “Y los odio a todos, excepto a Greg. Nunca los volvamos a ayudar.”
Sherlock se rió, “¿Qué hay con todas las personas que ayudamos?”
“Bueno, haremos un mejor trabajo de promoción para que puedan venir directamente a nosotros,” respondió.
“Gracias,” Sherlock dijo, con voz suave y ojos serios.”Por venir a casa.”
“Por supuesto,” John respondió, nunca hubo otra opción en la mente de John. “Por supuesto que vine a casa. Sherlock, tu,” pausó y continuó, “Tú eres la persona más importante en mi vida con la posible excepción de Rosie. Y siempre estoy a tu lado.”
“Un hecho que aún desafía la lógica,” Sherlock respondió con una sonrisa triste.
Sacudió su cabeza, sabía que nunca sería capaz de ser capaz de hacer que Sherlock entendiera que tan increíble era y qué tanto John lo amaba. John aclaró su garganta. “Mira, sé que dijiste que ibas a ir a Bart’s, pero, ¿te quieres quedar? ¿Ver una película navideña conmigo en el sofá y ayudarme a regresar al espíritu navideño?”
El lado derecho de la boca de Sherlock se levantó, “Me gustaría mucho. Con una condición.”
“Nómbrala.”
“Que nos pongamos pijamas y hagamos palomitas primero.”
John pretendió considerar esto, “Hecho. Pero sólo si son palomitas de microondas. La de la estufa toma demasiado tiempo.”
“Concedido,” Sherlock respondió.
Se fueron a sus habitaciones separadas y se cambiaron a pijamas y cuando John bajó vio que Sherlock aún estaba usando su chompa navideña y estaba feliz se puso la suya también. Sherlock le dio una sonrisa tímida cuando se dio cuenta y el corazón de John dio una vuelta en su pecho como un pez fuera del agua.
Los dos se acomodaron en el sofá con su cuenco de palomitas y John puso Una Navidad con los Muppets (la favorita de Sherlock). Terminaron hablando y riendo la mayoría del tiempo, pero estaba bien. Una vez acabada, ninguno quería levantarse e irse a la cama aún, así que cambiaron de canal a las películas empalagosas de Navidad y empezaron a ver esas. Se hallaron lentamente apoyándose uno en el otro hasta que ambos estuvieron medio recostados, reposando uno contra el otro mientras Sherlock destruía el argumento y John reía.
En algún punto ambos se durmieron, John no estaba ni seguro quien cerró los ojos primero.
Y así fue como Rosie los encontró en la mañana; enredados y medio inclinándose en el otro al punto que era poco claro dónde uno terminaba y el otro empezaba. Justo como estaban destinados a estar.
Notes:
(Nota original)
¡Eso es por hoy amigos! ¡Mañana nos dirigimos a la casa de Harry! <3También debería añadir, ninguna ofensa fue intencional hacia la gente que trabaja en Contabilidad- estoy segura que muchos contadores(as) son gente muy interesante. <3
(Nota de la traductora)
Espero que pasen unas felices fiestas, un abrazo virtual para todas(os) 🎄✨
Chapter 12: Diciembre 12: Visitando
Notes:
(Nota original)
¡Aquí estamos, cariños! Casi por la mitad. Hoy tenemos visita a la tía Harry.
¿Quizá una pequeña advertencia? ¿Quizá no? Hay una pequeña referencia a sus padres siendo abusivos pero nada explícito (no tenemos tiempo para desempacar todo ello en este momento).
Probablemente voy a revisar nuevamente este capítulo mañana para ajustarlo, se siente un poco desprolijo para mi, ¡así que lo siento si se siente igual para ustedes también!
Por último, muchas gracias por sus adorables comentarios- no pienso que pudiera empujarme a seguir con este trabajo si no fuera por el apoyo y amor que ustedes dejan en esta pequeña historia. Así que, desde el fondo de mi corazón, gracias <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Harriet Watson hacía sentir a Sherlock incómodo, lo cual hacía el visitarla un desafío.
Por alguna razón incomprensible, él quería caerle bien. Y a ella ciertamente no le agradaba. Su deseo por aprobación ni siquiera tenía sentido porque mientras él sabía que al final del día John amaba a su hermana, también sabía que a John realmente no le importaba lo que ella pensara de su vida.
Aún así las visitas siempre eran desagradables. Ella pensaba que él era arrogante y engreído(1), frío y manipulador y él suponía que había hecho poco en sus primeros encuentros (en los primeros días) para convencerla de lo contrario. Aún así, sentía que estaba más que enmendando por sus mecanismos de defensa en los años siguientes. Harry no parecía estar de acuerdo.
Si no estuviera tan ridículamente enamorado de John Watson probablemente simplemente se hubiera rehusado a siquiera verla. Pero por razones más allá de su comprensión, importaba para John, que ellos dos pasaran tiempo juntos, así que lo hacía. Cada año. Y ambos lo odiaban. Cada año.
“¿Estás listo?” John gritó desde la sala.
No, pensó petulantemente, esta no era la manera en como quería pasar un sábado. Su semana había estado tan ocupada después de la fiesta navideña del Yard que apenas tuvieron tiempo para hacer más actividades navideñas que la noche de villancicos con la señora Hudson y leer un par de historias de Navidad. Era necesario, suponía pero aún preferiría el estar cumpliendo cosas de su lista navideña.
“Sherlock,” John gritó nuevamente. “¿Estás listo?”
“En ello,” respondió. Él no quería tener que empacar, no quería quedarse a dormir donde Harry. Ni siquiera se supone deberían quedarse pero lo habían hecho en el pasado cuando no había sido planeado y ahora John insistía que empacaran bolsas para quedarse para tenerlas en el carro. Sherlock mantenía que el hacer eso los hacía más propensos a quedarse y por ello no deberían hacerlo pero John no lo escuchaba, simplemente lo mandaba a empacar y le decía que saldrían en media hora.
Le había tomado tres minutos para empacar pero luego se había tirado en la cama, reposando en sentido contrario al correcto y dejando que sus rodillas colgaran por el borde mientras miraba al techo tratando de decidir qué posiblemente hacer para que le agradara a Harry.
Hubo un suave golpe en la puerta y antes que se pudiera mover o responder, John ingresó y se recostó a su lado, no pudo evitar la pequeña sonrisa que se levantó en la esquina de su boca mientras se imaginaba los pies de John colgando e incapaces de tocar el piso.
“¿Qué te hizo sonreír?” John preguntó.
Sherlock gira su cabeza y encuentra a John mirándolo con una sonrisa cariñosa. “¿Tus pies tocan el piso?”
John se rió y lo empujó, “Cállate.” Rueda para que esté reposando en su estómago, el brazo y pierna izquierdos cerca para que Sherlock esté presionado contra él. “¿Por qué no te agrada Harry?” preguntó.
“Me agrada,” Sherlock protestó, no era, estrictamente hablando, la verdad pero no iba a admitirle eso a John. “A ella es a quien no le agrado.”
“Gracioso,” John respondió, “Ella dice lo mismo.”
“De los dos, ¿quién piensas está más calificado para deducir los sentimientos de una persona sobre otra?” preguntó retóricamente.
Simplemente estoy diciendo que pienso que ustedes dos están atorados en algún ciclo extraño que ninguno de ustedes realmente sabe cómo se siente la otra persona. Están proyectando sus inseguridades en el otro.”
La mandíbula de Sherlock cayó, “¡No soy inseguro!” protestó.
John meramente alzó una ceja, claramente no convencido. “Mira, ella piensa que tú piensas que ella no es lo suficientemente buena para mi o algo.”
Él se encogió, “Bueno, no lo es.”
“¡Sherlock!”
“Tampoco lo soy yo,” añadió. “Y ella absolutamente estaría de acuerdo con esa afirmación.”
“Mira,” dijo. “Ustedes dos están completamente locos. Solo,” sacudió su cabeza, “No lo sé. Intenten conocerse el uno al otro. Ella va a estar en la vida de Rosie a largo plazo y si ustedes no superan esta proverbial competencia de quién orina más lejos, las festividades van a ser raras para siempre.”
“No estamos en una competencia de orina,” dijo con asco.
“¿Cómo lo llamarías? ¿Afirmar dominio? ¿Declarar un reclamo? Ni siquiera sé y no importa. He tenido la misma charla con ella y simplemente estoy pidiendo que lo descifren.” Tragó, “y entre tú y yo, no quiero que Harry le caiga mal a Rosie sólo porque lo haces tú.”
Abrió su boca, luego la cerró, John probablemente no estaba completamente equivocado sobre ello.
John sonrió, “Gracias,” dijo, inclinándose y dándole un beso en la mejilla a Sherlock. “Ahora agarra la maleta que ya sé que terminaste de empacar y vámonos.”
El otro hombre se paró y dejó la habitación, gritando, “¡Rosamund Watson! Espero que tengas tu maleta empacada y abajo en los siguientes dos minutos. ¡Tía Harry está esperando!”
Sherlock soltó un suspiro, simplemente sabía que esto iba a ser un desastre.
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El viaje hacia la casa de Harry había sido un asunto callado y algo tenso. Incluso Rosie, quien normalmente mantenía un comentario constante en los viajes en carro, parecía estar más callada de lo usual.
John obviamente sintió la incomodidad de Sherlock y se estiró y posó su mano en la rodilla de Sherlock, frotando su pulgar hacia delante y atrás lentamente.
El viaje no fue uno largo, pero siempre alquilaban un carro cuando iban porque vivía un poco fuera de la ciudad donde el transporte público no era tan confiable. Estacionaron delante de su casa y Rosie saltó del carro con un grito de alegría, corrió los escalones y tocó la puerta, dejando a John que agarrara su maleta de la cajuela.
La puerta se abrió, “¡Hola Rosie Posie!” Harriet dijo y Sherlock podía escuchar qué tan alegre estaba de ver a su sobrina. Él podía reconocer qué difícil las festividades podían ser cuando vives solo.
Siguieron a Rosie por el camino y Harriet envolvió sus brazos alrededor del cuello de John, “Ey Johnny,” dijo con una sonrisa.
“Ey tú,” dijo él, abrazándola de vuelta igual de fuerte.
Sherlock se paró al costado extrañamente, siempre inseguro de qué se supone debería hacer o decir cuando llegan aquí.
“Tía Harry, ¿puedo ver tu árbol?” Rosie preguntó.
“Por supuesto, pequeñita,” dijo, sosteniendo la puerta e indicando que todos pasaran. John siguió a Rosie dentro pero Sherlock se detuvo llegando a la puerta.
“Hola Harry,” dijo educadamente. “Gracias por recibirme.”
“¿Había opción?” preguntó ella.
Retrocedió internamente pero se mordió la lengua, “Bueno, estoy agradecido por tu hospitalidad de todas maneras.”
“¿Esto es lo que estamos haciendo entonces? ¿La falsa cortesía?”
Con un valiente despliegue de autocontrol, Sherlock se las arregló para no rodar los ojos, “No estoy siendo falso.”
“¿Oh?”
“Sí,” dijo, manteniendo calmada su voz. “Esto es importante para John y para Rosie y por ende es importante para mí.”
“Claro,” respondió, empezando a voltearse.
“Harry,” dijo, quizá un poco desesperado, “Lo siento.”
Ella se congeló en la puerta antes de girar lentamente para mirar a Sherlock como si le fuera a lanzar una trampa en cualquier momento.
“Sé que puedo ser poco placentero y sé que puedo ser todas las cosas que tú correctamente piensas que soy. Pero también soy más que ello.”
Harry lo miró por un momento, “Probablemente soy todas las cosas que piensas que soy también,” concedió.
“Pero eres más que ello también,” dijo rápidamente. “No soy bueno en esto, como obviamente puedes notar, pero quiero intentar mejorar. John es lo más importante,” empezó, “Bueno, John y Rosie,” enmendó, “ellos son lo más importante en mi vida y haré cualquier cosa que los haga feliz. Sé qué tan importantes son para ti y tienes razón, no los merezco, pero todo lo que puedo hacer es intentarlo.” Tragó, “Por favor,” añadió, “podemos intentarlo nuevamente. Soy una persona muy diferente del hombre que fui cuando nos conocimos por primera vez.”
Ella estuvo en silencio, simplemente mirándolo como si estuviera intentando captar la trampa. “De acuerdo,” dijo finalmente, estirando su mano para que la estrechara.
Él la tomó con una pequeña cantidad de alivio, “Gracias.”
“Eso no pudo haber sido fácil,” dijo, “Probablemente hubiera preferido me cortaran un brazo que decir lo que acabas de decir, así que imagino que lo dices en serio.”
Sherlock se rió, “Lo hago.”
“De acuerdo, entremos entonces. Está malditamente frío acá afuera.”
Cuando ingresaron, vieron que John estaba apoyado contra la pared en el pasadizo que le permitía ver la entrada y la sala.
“Eres un completo fisgón, John Watson,” Harry le regaño.
Levantó sus manos en rendición, “Simplemente quiero ser capaz de ver mis regalos de Navidad,” respondió con una sonrisa pícara.
Harry lo empujó hacia la sala y John se rió, sus ojos claros y felices cuando vieron a los de Sherlock y Sherlock sintió que quizá la incomodidad había valido la pena.
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Harry había escogido paquetes para construir casas de galleta de jengibre y Rosie estaba emocionada.
“Esta fue una gran idea,” Sherlock le dijo mientras se sentaba en la mesa al costado de John. “No tenía siquiera casas de galleta de jengibre en nuestra lista,” añadió mientras tomaba su manga pastelera y dibujaba una línea en la pieza que construiría una pared de la casa.
“Pero hicimos troles de Navidad de la masa de jengibre de la señora Hudson,” Rosie comentó, apretando demasiado glasé en la pared de la casa. Los otros tres la dejaron mientras empezó a construir, era bueno para ella que resolviera el problema al menos que pidiera ayuda.
“Eso es cierto,” John dijo.
“¿Qué es un trol de Navidad?” Harry preguntó.
“De la canción,” Rosie le informó. “Sherlock me enseñó que un trol de Navidad canta realmente alto.”
Harry lució incluso más confundida.
“Eso no es lo que dije,” Sherlock respondió débilmente, reconociendo que simplemente no había punto en corregirla ahora.
“Bueno, si te hace sentir mejor,” Harry dijo, “Sin importar cuántas veces mis padres explicaron que un concurso de Navidad no era lo mismo que un concurso de belleza, John no podía sacar de su cabeza que eran la misma cosa. Estuvo muy decepcionado cuando María y José no demostraron ninguna habilidad o se vistieron como las de un certamen de belleza.”
“Ese es un error lógico,” John dijo con una risa.
“Él estaba tan decepcionado de hecho, que le dijo al sacerdote que el siguiente año deberían ver un concurso de belleza antes de tener el nuestro para que entendieran cómo debía ser.”
Sherlock se rió, podía ver la imagen claramente y era tierna. “Eso es adorable,” dijo. “Estoy seguro que su sacerdote lo apreció. ¿Te dio un trabajo para el siguiente año?”
“El Padre Flannigan no era el tipo de hombre al cual corregías,” John dijo secamente. “Y mis padres no estaban contentos.”
El silencio se asentó pesadamente sobre la habitación, Sherlock podía contar con una mano el número de veces que John había dicho sobre sus padres. Rosie murmuró bajito, aparentemente sin darse cuenta de la tensión de la habitación.
“De todas formas,” John dijo mientras paraba la base de su casa en el plato de cartón y colocó glasé alrededor de la casa para mantenerla estable, “Tienes razón Harry, algunas veces los niños simplemente tienen cosas locas en sus cabezas. Tener una tradición nueva con troles no es una mala cosa.”
“No,” Harry afirmó. “Pienso que es adorable. Quizá el próximo año me puedan mostrar cómo hacerlas aquí.”
“Bueno,” Rosie dijo, finalmente levantando su mirada de la casa que estaba convirtiendo en un desastre pero que aún así estaba parcialmente parada, “podríamos enseñarte este año,” dijo. “Los troles de Navidad pueden ser hechos de cualquier cosa, tía Harry,” le informó. “Le enseñé a mis amigos en la escuela cómo construirlos con nieve falsa. Incluso podríamos dibujarlos, si quieres.”
“Me gustaría eso,” Harry dijo con una sonrisa.
La conversación se movió a otras cosas y se mantuvieron firmemente lejos de la niñez de John y Harry. Todos disfrutaron construir y decorar sus casas de jengibre, Rosie más que todos al parecer. Ella se “prestó” caramelos de todos y cubrió su casa con glasé, luego dulces hasta que no hubo una pulgada de jengibre visible.
El resto del día fue sorprendentemente agradablemente, aparentemente el disculparse había sido suficiente para que Harry evitara el activamente contrariarlo; ella obviamente no estaba lista para que sean mejores amigos pero era suficiente para mantener la paz y todos disfrutaran. Era, al menos, un paso en la dirección correcta.
Después de la cena, John le dijo a Harry que probablemente deberían dirigirse pronto a casa. Esas palabras nunca servían su función debida en lo que respecta a las reuniones Watson, de alguna forma simplemente los mandaba a la siguiente actividad (cortar copos de nieve) y luego al juego posterior y luego a la manualidad después de eso (una cadeneta de papel que Harry colgaría en su escalera) y luego John repitió esas palabras, esta vez sin el ‘pronto’ al medio. Esto activó la siguiente secuencia de palabras en movimiento.
“Son bienvenidos a quedarse, sabes,” Harry ofreció. “Tengo todo lo que necesitamos para hacer waffles en la mañana.”
“No podríamos imponernos,” John dijo, como siempre lo hacía.
Y Harry respondió, “No es una imposición. Tengo la habitación de huéspedes lista. Sherlock puede dormir en el sofá,” justo como ella decía cada vez que la visitaban.
Sherlock odiaba ese estúpido sofá, era incómodo y lleno de grumos y estaba medio convencido que ella lo mantenía puramente para molstarlo.
Piadosamente, John declinó y empacaron y tomaron camino hacia la puerta. Cuando la abrieron, estaban complemente no preparados para la escena que los esperaba fuera. Harry tenía muy pocas ventanas y la falla con eso simplemente se hizo abundantemente clara para Sherlock; no tenías ni idea de lo que estaba pasando afuera.
Mientras habían estado haciendo actividades festivas una tormenta de nieve anómala había estado liberando el desastre hasta donde podían ver. Los caminos estaban cubiertos de nieve y hielo, lucía como si una cortadora no hubiera pasado por ahí y el jardín que había estado verde más temprano estaba ahora cubierto de blanco.
“¡Está nevando!” Rosie chilló mientras se disparaba al jardín, levantó su rostro al cielo y abrió su boca para atrapar copos de nieve.
“Bueno,” John dijo. “Supongo que tomaremos tu oferta después de todo.”
Sherlock se desinfló, obviamente John tenía razón en que no se fueran, pero realmente odiaba el maldito sofá.
Todos terminaron jugando en la nieve hasta que sus ropas estaban completamente mojadas. Intentaron hacer un muñeco de nieve con éxito limitado y Rosie lo decoró con palos y vegetales y frutas aleatorias que Harry tenía para hacer un trol de Navidad de la nieve, para diversión de Harry.
Una vez que estuvieron dentro, todos se cambiaron a pijamas y mandaron sus ropas a la secadora de Harry. Mientras las estaba poniendo, John se giró hacia Sherlock, “Lo siento. Sé que querías ir a casa hoy.”
Sherlock no lo negó, “Bueno, no había otra opción, realmente.”
“Lo sé, pero aún así,” John dijo. Miró alrededor para revisar que Harry no estuviera en la habitación. “Gracias por lo que hiciste más temprano, por cierto. Significa un montón para mi.”
Asintió, “No fue nada.”
“No lo es,” John respondió. “Y lo sé.”
Harry regresó a la habitación así que su conversación se acabó. Tuvieron cocoa caliente y Harry puso Navidad con Charlie Brown para que vieran y Sherlock casi pudo pretender que estaban en casa, simplemente relajándose juntos y viendo una película.
Cuando llegaron a las 8:30 John dijo, “De acuerdo Rosie, es tiempo de dormir.”
“¿Puedo dormir en la sala con el árbol de Navidad?” rogó.
“No, tú y yo necesitamos compartir la cama de huéspedes para que Sherlock pueda dormir en el sofá,” John dijo.
“¿Pero Sherlock no puede dormir contigo en la cama de huéspedes?” preguntó, sus ojos enormes e inocentes y sólo por un momento, Sherlock no pudo evitar preguntarse si ella quizá estaba planeando algo.
John miró a Sherlock como si no estuviera seguro de qué decir. El estómago de Sherlock se llenó de mariposas, “Depende de ti, cualquier cosa que pienses es lo mejor. Yo estaré bien de cualquier manera,” Sherlock mintió. A él le agradaría mucho dormir en la misma cama que John y le gustaría mucho no dormir en el sofá.
Harry lucía más divertida de lo que tenía derecho mientras Rosie abrió su boca para empezar a rogar, “Por favooor papi,” dijo. “Quiero ver las luces en el árbol hasta que me quede dormida.” Juntó sus manos como si estuviera rezando, “¡Por favor!”
John cedió, “Sí, de acuerdo,” dijo, “pero te tienes que quedar en el sofá, no te levantes en el medio de la noche.” Y Sherlock sintió alivio y nervios corriendo por sus venas en igual medida, lo cual era una rara combinación.
Ya que Rosie iba a dormir en la sala, los tres se desearon buenas noches y se fueron a sus habitaciones por la noche. Sherlock ingresó a la cama primero mientras John aún estaba usando el baño. Estaba complacido de hallar que la cama era mucho más cómoda que el sofá.
Sherlock se metió bajo las cobijas y dejó que sus ojos se cerraran mientras se imaginaba durmiendo en el mismo espacio que John. Un temblor de anticipación se deslizó por su columna cuando la puerta de la habitación se abrió y se apagaron las luces.
John se deslizó bajo las cobijas unos cuantos minutos después, la cama hundiéndose mientras trepaba y el corazón de Sherlock taladró contra sus costillas.
“Bueno,” John dijo, “Este ha sido un día lleno de sorpresas.”
“De hecho,” Sherlock murmuró, deslizando su pierna hasta que chocó la de John, “¿Quién hubiera anticipado toda esa nieve?”
John rió suavemente, la callada intimidad del sonido mandó un helado escalofrío a través del cuerpo de Sherlock. John enganchó su pierna sobre la de Sherlock mientras continuaba, “Es una de las cosas más lindas que alguien jamás haya hecho por mí y haz hecho tantas cosas lindas por mí únicamente este mes.”
Había algo en el tono de su voz que hizo que la parte posterior de la garganta de Sherlock se sintiera cálida, él no sabía bien qué decir.
John continuó en esa manera fácil que parecía tener en la noche para llenar el silencio, de hacer que un espacio se sintiera lleno y seguro. “Estoy esperando con ánimo ir donde tus padres la siguiente semana,” dijo.
“Oh, eso me recuerda,” Sherlock dijo y pensó que podía acostumbrarse a esto, a una pequeña actualización uno con el otro mientras estaban en la cama y John trazaba patrones en su brazo, “Mami me preguntó por una lista actualizada de comidas que no le gusten a Rosie. No podía recordar si la piña y el requesón aún estaban en la lista del no.”
“Piña sí, requesón no,” John respondió. “Pero deberías decirle que no necesita hacer tanto problema por nosotros. Rosie puede comer cualquier cosa que haga y-”
Sherlock se rió, “Ella va a hacer un escándalo,” dijo, volteando su cabeza para que pudiera ver a John en la oscuridad. “A ella le encanta hacerse problemas por otros. No puedo decirte qué tan emocionada está de tenerlos.”
“Simplemente no quiero ser una imposición,” John empezó.
“No podrías serlo, incluso si lo intentaras,” Sherlock respondió. “Si le dijeras que Rosie sólo come faisán y arándanos ella tendría el refrigerador lleno con ambos y estaría completamente deleitada.”
“Eso debió haber sido lindo,” John murmuró.
“¿Hmm?”
“Crecer con una mamá así,” John susurró y Sherlock casi dejó de respirar.
“Lo fue,” respondió. “Fueron padres adorables y es una pena que Mycroft y yo seamos sus hijos, ellos serían maravillosos abuelos.”
“Ellos pueden tener a Rosie,” John respondió. “Si la quieren.”
Él rió, “Oh, lo hacen. Ambos siempre me están acosando sobre cuándo iremos de visita nuevamente, qué talla de ropa Rosie está usando ahora, qué juguetes y libros necesita, si quiere tomar lecciones de montar caballos.”
“Tiene cuatro,” John dijo.
“Precisamente,” Sherlock respondió. “De todas formas, el punto es que si les dejáramos, la engreirán a morir.”
“Eso es lo que supuestamente los abuelos hacen,” John comentó.
Lo miró nuevamente, “Bueno, ellos estarán más que felices entonces.”
“Sólo si no es una molestia,” John añadió.
“Les molesta que les diga que no,” dijo con una risa. “Tienen toda una habitación que han rehecho para ella. Siguen diciéndome que no se me permite decirles qué pueden y no hacer en su propia casa; estoy bastante seguro que simplemente han puesto todo lo que dije que no ahí dentro.”
“¿Por qué no me dijiste?” John preguntó, no sonaba acusatorio, simplemente genuinamente curioso.
“No lo sé,” Sherlock respondió. “Supongo que no quería que te sintieras como si me estuviera pasando la raya o como si pensara que la señora Hudson no fuera suficiente.”
Después de un momento John asintió, “Eso tiene sentido, supongo. Pero pienso que a ella le agradaría tener más que la señora Hudson.”
“Probablemente tengas razón,” Sherlock respondió.
John estuvo en silencio por un momento después de eso y eventualmente Sherlock se rindió y preguntó, “¿En qué estás pensando?”
El otro hombre hizo un sonido, “Que no podría haber imaginado que mi vida terminaría aquí,” dijo suavemente, acariciando con su pulgar la piel del brazo de Sherlock justo debajo de la manga de su polo. “Pero no cambiaría esto por nada.”
Sherlock no podía estar más de acuerdo.
Notes:
(1) entitled: el sentir que tienes el derecho de hacer o tener lo que quieres sin tener que trabajar o merecerlo, simplemente por ser quien eres.
(Nota original)
¡Eso es todo por hoy, cariños! Mañana retomamos en la mañana con esos dos aún en la cama…quizá haya algunos besos adormilados y acurrucados. ;)(Nota de la traductora)
No puedo creer lo feliz que me hace el regresar aquí. Navidad vino y se fue, ya estamos julio y aunque han pasado muchas cosas, traducir es un bálsamo para mi mente que anda más dispersa que nunca. El capítulo que viene es uno de mis favoritos, espero subirlo pronto prontito *-*
Chapter 13: Diciembre 13: Tormenta
Notes:
(Nota original)
¡Aquí vamos! ¡Capítulo 13, oficialmente estamos más de la mitad de esta pequeña historia!Posible advertencia del contenido hoy: Harry habla sobre ser una alcohólica en recuperación y el ir a terapia para lidiar con su trauma de la infancia (nuevamente, nada explícito, ¡porque no tenemos tiempo para desempacar todo eso!) Si quieren evitar esa parte, simplemente deténgase en la línea de separación; pueden aún disfrutar un poco de besuqueo somnoliento. :)
Gracias a todos por sus maravillosos comentarios <3 Sé que lo he dicho antes pero totalmente me hace el día y hacen que sea más fácil sacar los capítulos que estoy trabajando. ¡Ustedes son lo mejor!
¡Espero que disfruten este capítulo!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
John despierta suavemente, gradualmente dándose cuenta de lo que está ocurriendo alrededor de él.
“John,” una suave voz, casi un susurro. Un cuerpo, presionado contra el suyo, estirándose lentamente, lo suficiente como para traer a John parcialmente a la conciencia pero no lo suficiente para ponerlo completamente alerta, no lo suficiente como para hacerlo sentir despierto y que deje el cómodo sueño que estaba teniendo.
“John,” murmuró de nuevo, esta vez acompañado por unos suaves labios contra su cuello.
Sus dedos se flexionaron en respuesta, enredándose más en suaves rizos y en la tela de un polo.
Labios se abrieron contra su cuello y una boca succionó ligeramente y John gimió ligeramente, cuerpo girándose ligeramente para que pudiera encontrar la boca que estaba en él.
Sus labios se encontraron en un beso suave, descoordinado y John empezó a estar un poquito más consciente de lo que estaba ocurriendo, de los labios de Sherlock en los suyos. Gimió en el beso, dejando que la mano que había estado agarrando el polo de Sherlock subiera a acunar su mejilla. “Sherlock,” murmuró, retrocediendo lo suficiente para pronunciar su nombre.
Sherlock gruñó ante el sonido de su nombre y se inclinó para succionar el labio inferior de John en su boca.
Y si estuvieran saliendo o si esto fuera algo que hicieran todo el tiempo, John probablemente lo hubiera dejado estar. Adoraba besuquearse. Especialmente adoraba besuquearse en la cama cuando él y su pareja estaban envueltos en sábanas y en el otro. Pero esto no era algo que ellos hicieran, no era algo que Sherlock y él hubieran discutido antes y tanto como me gustaría hacer esto, también quería asegurarse que Sherlock estuviera lo suficientemente despierto para hacer una elección consciente de besarlo.
Retrocedió un par de pulgadas y abrió sus ojos, después de unos cuantos segundos los ojos de Sherlock hicieron lo mismo. “Hey,” susurró.
“Hola,” Sherlock dijo, mordiendo su labio y luciendo adorablemente tímido. Miró lejos, luciendo un poco autoconsciente.
“¿Estás despierto ahora, entonces?” John preguntó, acariciando un rizo de la frente de Sherlock.
Sherlock asintió, sus dedos trazaron la cicatriz de la herida de bala de John a través de su polo. Aún no hacía contacto visual con él.
Preparándose, John preguntó, “¿Te gustaría hacer un poco más de eso ahora que ambos estamos apropiadamente despiertos?”
Sherlock miró mientras las palabras salían de su boca y asintió una vez más.
Con una sonrisa, John invirtió sus posiciones para que Sherlock estuviera en su espalda y él estuviera a su costado, parcialmente quedando encima. Acarició los rizos de Sherlock de su frente y se inclinó para presionar sus labios juntos.
El otro jadeó contra su boca y su palma acunó el rostro de John, jalándolo más cerca.
Lo besó castamente por unos cuantos minutos, moviendo sus labios lentamente, dolorosamente tierno, contra los de Sherlock. Su corazón se expandió en su pecho, llenándolo hasta que pensó que quizá fuera a estallar de felicidad.
En prueba dejó que su lengua acariciara el labio inferior de Sherlock, solo un movimiento rápido, testeando el momento.
Sherlock gimió, su boca inmediatamente abriéndose, sus manos enganchándose en la tela del polo de John y jalándolo hacia abajo para que estuvieran presionados juntos.
John repitió la acción, esta vez pasando su su lengua por su labio inferior antes de trazar su labio superior mientras su mano acunaba el rostro de Sherlock.
La respiración de Sherlock escapó en un resoplido y su boca se abrió más, impacientemente intentando jalar a John. Dejó que su lengua lamiera el interior de la boca de Sherlock por un corto momento, acariciándolo.
El otro gimió, sus dedos agarrando y jalando el polo de John, urgiendo, rogando por más. Así que naturalmente, John se retiró lo suficiente como para que sus labios no se estuvieran tocando y reposó sus frentes juntas, simplemente respirar el mismo aire que Sherlock estaba respirando por un momento. Acarició su nariz contra la de Sherlock y estiró su cuello para presionar un beso en la frente de Sherlock, luego en el puente de su nariz, la punta de su nariz, su mejilla derecha y luego la izquierda, luego su párpado izquierdo seguido del derecho. Da besos a lo largo del pómulo de Sherlock, luego a través de su barbilla antes de cuidadosamente raspó con sus dientes el nacimiento de barba que había ahí. Sherlock soltó una risilla, una risilla genuina y John pensó que quizá moriría de felicidad.
Llevó sus labios de vuelta a los de Sherlock, incapaz de resistirse por un momento más. Sherlock hizo un sonidito en el beso y una de sus manos se deslizó en el cabello de John, metiéndose entre las finas hebras y John gruñó, mordiendo suavemente el labio inferior antes de trazarlo con su lengua.
Tentativamente, la lengua de Sherlock tocó la de John antes de retirarse nuevamente. John la siguió y retomó el toque ligero antes de lentamente girar y acariciarla. Los dedos de Sherlock se curvaron contra el hombro de John mientras los dedos de su otra mano trazaron la mejilla de John.
John dejó que su mano bajara por el abdomen de Sherlock hasta que llegó a la basta de su polo, deslizó su mano bajo el borde y acarició sus dedos ligeramente sobre el lateral de Sherlock absorbiendo la calidez de su piel.
Sherlock tembló al toque y John retrocedió lo suficiente como para ver sus ojos. “¿De acuerdo?” preguntó suavemente.
“Sí,” Sherlock susurró, sus ojos puestos en los labios de John mientras pensaba en traerlos de vuelta a presionarlos contra los suyos por pura fuerza de voluntad.
Y quizás pudiera porque John se encontró a sí mismo atraído hasta que sus bocas estaban tocándose otra vez. Permitió que su mano acariciara arriba y abajo el lateral de Sherlock mientras lo besaba, manteniendo los besos y toques ligeros porque adoraba la manera en como la respiración se atoraba cuando besaba el lateral de su boca o cuando sus dedos trazaron ligeramente sobre su cuarta costilla y no quería perdérselo.
Quizá hubieran ido más allá, John estaba contemplando a moverse para que pudiera besar y succionar el cuello de Sherlock pero hubo un súbito golpeteo a la puerta que los asustó a ambos.
“¡Venga ya, par de flojos!” Harry llamó del otro lado de la puerta. “Rosie y yo estamos esperando para desayunar y nos morimos de hambre.”
El corazón de John estaba latiendo salvajemente en su pecho, difícilmente podía creer que había estado tan enganchado en Sherlock por un tiempo que nada más había existido. “Vamos,” le respondió a Harry, admitiéndose a sí mismo que probablemente no debería haber estado sorprendido en lo absoluto.
Giró su cabeza para mirar a Sherlock nuevamente y se volvió a derretir, los labios de Sherlock estaban rojos de ser besados, sus rizos un desorden del dormir y los dedos de John, mejillas rosadas. Pero más que todas esas cosas lo que hacía girar el corazón de John dentro del pecho, es que Sherlock lucía feliz. Tan feliz como jamás lo había visto.
John se inclinó y lo besó una vez más, con los labios quedándose, porque simplemente no podía contenerse. Cuando retrocedió acarició sus dedos a través de la barbilla de Sherlock, “Probablemente para lo mejor. Deberíamos hablar sobre eso antes de que vayamos más lejos, de todas formas,” dijo razonablemente.
“Mmmh,” Sherlock dio de respuesta pero era el tipo de respuesta que John estaba bien al tanto que significaba no había escuchado una palabra.
“Ey,” dijo suavemente, jalando la atención de Sherlock nuevamente hacia sí, “¿Todo bien?”
Sherlock parpadeó, una pequeña sonrisa expandiéndose a través de su rostro. “Sí.” Pausó, luego preguntó, “¿Tú?”
John asintió y podía sentir su sonrisa estirándose en su rostro. Quizá simplemente deberían tener la conversación sobre su relación ahora, parecía que ambos querían lo mismo. Empezó, “Escucha, Sherlock, yo-”
Y la puerta se abrió de golpe asustándolos nuevamente mientras Rosie se tiró a la cama encima de ambos. Envolvió un brazo en cada uno de sus cuellos, “Papi, Sherlock vamos,” gruñó. “Estoy que muero de hambre.”
John quería pedirle que simplemente le dieran dos minutos más para que fueran con ellas a desayunar pero Sherlock habló primero.
“¿Muriendo de hambre?” preguntó mientras salió de la cama y subió a Rosie en su cadera. “Ciertamente no podemos tener eso,” dijo. “Nunca podríamos estar al tanto sin la ayuda de Rosie.”
“Eso es cierto,” Rosie respondió mientras Sherlock la cargó alrededor de la cama y hacia la puerta.
“Vamos,” Sherlock dijo, “Vamos a ver el desayuno.” Se volteó hacia John y le dio una pequeña, suave sonrisa, dijo. Luego añadió, “Guardaré.”
Sherlock dejó la habitación ya hablándole a Rosie y preguntándole cosas sobre la masa de los waffles que ella y Tía Harry habían hecho.
John rodó en su espalda, cubrió su cabeza con una almohada y soltó un gruñido de frustración. Ese iba a ser un largo día.
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El desayuno fue sorprendentemente delicioso.
“No estoy intentando ser grosero,” John empezó después que habían terminado sus waffles y estaban sentados en la mesa del desayuno conversando.
“Bueno, cualquier oración que empieza con esas palabras ya está arrancando mal,” Harry respondió.
John le rodó sus ojos, “Simplemente iba a decir que no recordaba que podías cocinar.”
Harry se rió, “Bueno, me alegra que te hayas dado cuenta. He estado tomando clases de cocina,” miró hacia su café y pasó una mano por su nuca.
“¡Harriet Gertrude Watson!” John acusó, “¡no me dijiste que estabas viendo a alguien!”
“Honestamente, nuestros padres no pudieron escoger peores nombres,” gruño. Luego apuntó hacia Sherlock, “Ha estado pasando mucho tiempo contigo.”
“Eso es insultante,” John respondió, “No necesito pasar tiempo con Sherlock para saber cómo mi propia hermana actúa.”
“¿Alguna vez vamos a terminar con la charla?” Rosie preguntó, mirando con anhelo fuera de la ventana a toda la nieve que la tormenta había traído durante la noche.
“El momento perfecto como siempre, mi abejita ocupada,” Sherlock dijo. “¿Por qué tú y yo no nos vestimos y vamos a jugar afuera y le damos a tu tía Harry y papi algo de tiempo para ponerse al día?”
Ella saltó de la silla y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Sherlock, “¡Gracias!”
Él presionó un beso en la parte superior de su cabeza, “De nada. Ahora, vamos yendo,” dijo, moviéndola de la mesa.
“¿No te molesta?” John preguntó.
Sherlock sacudió su cabeza, “No seas ridículo.” Empezó a retirarse de la habitación pero luego se volteó y tomó la cafetera para rellenar las tazas, primero la de Harry, luego la de John, apoyándose contra John por un momento mientras lo hacía. “Diviértanse,” dijo con un guiño.
“Ustedes también,” John respondió, observándolo salir de la cocina y escuchando cómo hacía reír a Rosie.
“Entonces, ¿vamos a hablar sobre todo eso?” Harry preguntó.
John abrió su boca, inseguro sobre lo que estaba por decir, lo que podía decir viendo que sabía muy poco sobre lo que estaba pasando entre ellos pero luego dijo, “Oh no lo harás. Estás simplemente intentando distraerme. Cuéntame.”
Su hermana se rió, “De acuerdo, bien. La conocí en Alcohólicos Anónimos,” Harry dijo, “casi tres años atrás. Había estado yendo a las reuniones por casi dos años antes de eso pero no había sido capaz de mantener la sobriedad; me iba bien por un tiempo pero luego algo terrible ocurría en mi trabajo o empezaba a sentirme realmente sola y recaía.”
Ella pausó y John se estiró para tomar su mano; no había sabido nada de lo que había estado pasando y se sintió como un imbécil. Seguro, él se había dado cuenta que ella no bebía cuando estaba aquí pero siempre se había preguntado si era por su beneficio.”
“Luego conocí a Amelia,” Harry continuó, “y la veía cada semana, algunas veces varias veces a la semana y la escuchaba hablar e intentar trabajar a través de sus pasadas experiencias,” se encogió, “Simplemente sentí que realmente podía conectar con ella, así que la invité a tomar un café y realmente nos llevamos estupendo. Estaba lista para preguntarle si quería salir a una cita en algún momento cuando ella me dijo que el proceso era realmente importante para ella. Realmente le agradaba y quería conocerme mejor pero no podía involucrarse en una relación romántica.”
“Eso debió haber sido duro,” John dijo.
“Un poco,” Harry concedió, “Pero mientras más lo pensaba más sentido tenía. Acordamos que una vez que hubiera estado sobria por un año, intentaríamos salir en citas. Hasta entonces seríamos simplemente amigas.”
“Harry, eso es fantástico,” John dijo, genuinamente maravillado.
“Bueno, algo así. Estábamos a menos de una semana de la marca de un año cuando todo medio implosionó. Perdí un caso realmente importante en el trabajo,” dijo y John puso oír como aún le molestaba. “Estaba representando a este papá en una lucha por la custodia y perdió, incluso si la madre era una mujer abusiva. Y luego hice lo que siempre hago cuando estoy molesta y me pelié con Amelia sobre algo estúpido. Ella se molestó porque yo estaba siendo una imbécil y yo me molesté porque no había trabajado en procesar mi trauma; ella me dejó y yo me dirigí hacia un bar y me emborraché completamente.”
“Podrías haber llamado,” John murmuró. “Podría haber dejado todo y estar aquí.”
Ella asintió, “Sé eso, lógicamente. Pero simplemente no pude. Tú estabas tan envuelto en el trauma infantil que yo había intentado evitar en algunas maneras y te resentía por la vida que tenías y por todas las formas que parecía como si no tuvieras los mismos problemas que yo tenía y no podía simplemente admitir esa debilidad.”
Él apretó su mano y esperó a que continuara.
“Le dije al día siguiente que estaba aterrada que ella estuviera furiosa pero no lo había estado. Lloré y le dije sobre el caso y sobre nuestra niñez y ella simplemente escuchó. Al final, me dijo que yo valía la espera, que nosotras valíamos la espera. Empecé nuevamente y arranqué la terapia.” Se encogió, “Fue horrendo. Honestamente fue la peor cosa que he atravesado. Pero me empecé a sentir mejor y las cosas que cargaba conmigo por décadas empezaron a aligerarse y se hizo más fácil no querer pelear cuando estaba molesta y se hizo más fácil no agarrar una botella, se hizo más fácil no siempre cargar lo del trabajo a casa conmigo. Seis meses atrás llegué a la marca de un año sobria y empezamos a salir en citas apropiadamente. Estamos yendo lento ahora, intentando no adelantarnos demasiado,” dijo, “pero sé que ella es para mí. Le voy a pedir que se case conmigo,” añadió, “No sé cuando aún pero ya he comprado el anillo.”
“Oh por Dios, Harry” dijo, envolviéndola en un fiero abrazo. “Estoy tan orgulloso de ti y estoy tan, tan feliz por ti.”
“Gracias,” ella dijo con un pequeño sollozo, abrazándolo con igual fuerza.
Después de un momento se separaron y ambos tuvieron que secar lágrimas de los bordes de sus ojos.
“Entonces, eso fue Amelia,” dijo. “Me dijo la semana pasada que si quería decirte sobre ella podía, que podía decirte cómo nos conocimos y todo.”
“Ella suena increíble,” dijo. “Desearía que la hubieras invitado para que nos conociera.”
“La próxima vez,” Harry prometió, luego dijo, “Ahora, suficiente sobre mí, dime sobre Sherlock y tú.”
John se pudo sentir sonrojado, “No hay mucho que decir, realmente. Es tan difícil de leer, ¿sabes? Pero al inicio de diciembre le pedí que me ayudara a hacer la Navidad mágica para Rosie y” se encogió, “Ha sido bastante increíble para mí también y me ha hecho darme cuenta y procesar tantas cosas sobre él y sobre nosotros. Simplemente amo qué tan bueno es con ella y amo la vida que tenemos y amo la forma en cómo es conmigo y el gran corazón que tiene que no quiere que nadie sepa.” Se detiene, “Lo siento, estoy hablando como una colegiala,” dijo con una risita apenada.
Harry le sonrió, “Bueno al menos finalmente lo estás admitiendo.”
Se rió y se dio cuenta que estaba rascándose la nuca, “Simplemente parecía tan estúpido y sin sentido en los primeros días,” dijo. “Él era diferente entonces, más difícil de leer, con murallas de kilómetros de alto. Y yo era diferente entonces, también, más asustado, más dañado. No eres la única que ha tenido tiempo en terapia,” dijo con una mueca de dolor. “Hemos pasado un montón de cosas y habían tiempos que genuinamente no podía pensar cómo podríamos atravesarlos y cuando eso pasaba, aún no tengo idea cómo los pasamos.” Sacudió su cabeza, “Nos hemos perdonado el uno al otro heridas imperdonables. Y por un largo tiempo simplemente no quise arruinar eso. Estábamos felices; resolviendo crímenes, criando a Rosie, los trabajos.”
“Entonces, ¿qué cambió?”
“Aún estamos en el proceso, ¿creo?”
“¿Crees?” preguntó incrédulamente.
“No hablamos,” dijo. “Bueno, hablamos literalmente sobre todo lo demás; he escuchado más datos aleatorios en mi vida de los que podría recordar. Pero no hablamos sobre esto. Y él parece disfrutar sostener las manos y los abrazos pero nunca los inicia y es realmente difícil el leerlo.”
“¿Estás bromeando?”
“¿Sobre qué?”
“Sherlock no es difícil de leer. No cuando se relaciona contigo.” Ella lo mira incrédulamente, “Él literalmente haría cualquier cosa por ti, John. Te mira como si fueras el sol y la luna y todo lo que hay al medio,” dice.
“No, no lo hace,” dice él, rodando sus ojos.
“Sí, lo hace. Es como si fueras la única razón por la cual él existe en la Tierra algunas veces.”
Él sacude su cabeza, “No lo sé,” empieza.
“Y dices que nunca inicia el contacto,” Harry continuó, hablando por encima de él, “pero literalmente vino a servirnos café simplemente para tener una excusa de apoyarse en ti.”
“Bueno, esa es la otra cosa,” John dijo, “Me besó esta mañana.”
“¿¡Él qué!?” Harry exclamó.
“Shh,” John la calló, mirando alrededor para asegurarse que Sherlock aún seguía afuera. “No tan malditamente alto. Él tiene orejas sabes.”
“¿Está afuera! Y esto son noticias.” añadió. “¿Qué dijo?”
“Me refiero a nada, realmente,” John dijo. “Pienso que aún estaba medio dormido cuando empezó a besarme y después que ambos estuvimos despiertos, cuando le pregunté si quería besarme nuevamente él dijo que sí, así que lo hicimos.”
“¿Sin hablarlo primero?”
“Bueno, sí,” John dijo encogiéndose. “¿Quién quiere hablar cuando en lugar de eso puedes besuquearte?”
“Eso es tan raro.”
“Lo sé,” John concedió. “Pero nunca hablamos sobre estas cosas. Nos dormimos en el sofá juntos la semana pasada y despertamos en una maraña horas después, el sol ya había salido y no estoy mintiendo cuando digo que fue la mejor noche de descanso que jamás he tenido a pesar que todo mi cuerpo dolía cuando me paré después de haber estado debajo suyo toda la noche.”
“¿Pero no hablaron sobre ello?”
“Bueno, no,” John dijo con un poco de impotencia. “Estaba feliz, él parecía feliz, ¿qué había por hablar?”
“Oh no lo sé,” ella respondió sarcásticamente, “Si deberían hacerlo otra vez, cada noche, por el resto de sus idiotas vidas, ¿quizás?”
“¿Y qué si dice no? ¿Entonces qué?” John preguntó, sintiendo esa burbuja de pánico familiar elevándose cuando pensaba en vivir sin Sherlock.
“¿En qué mundo posiblemente podrías imaginar que él te diría no?” Harry preguntó. “Ambos sabemos que no soy su más grande admiradora pero cualquiera con ojos puede ver que es completamente devoto a ti.”
John pensó sobre esto por un largo momento, ¿podría estar ella en lo cierto? Dado el mes pasado, parecía más probable que lo que había sido antes. “No lo sé,” dijo finalmente.
Harry gruñó, “Todos sus amigos deben odiarlos a ustedes dos. Ambos son malditamente cansadores.” Sacudiendo su cabeza, añadió, “Honestamente, esta,” dijo, haciendo un gesto a todo John, “Es la razón por la que no salgo con hombres. No puedo lidiar con toda su porquería.”
John se rió, “Aún estoy muy feliz por ti que ni siquiera puedo estar ofendido,” dijo, moviéndola con su hombro.
La puerta se abrió desde afuera y Rosie y Sherlock se tambalean, un desastre frío chorreante y John amó su vida incluso más.
Siguiendo su mirada, Harry respondió, “Estoy feliz por ti, también.”
Notes:
(Nota original)
Mañana nos dirigiremos a visitar a los padres de Sherlock y ¡atenderemos un festival navideño! <3 los veo entonces.(Nota de la traductora)
Después de varias lunas, regreso a seguir con esta historia. Espero que pasen un feliz Halloween gente ;)
Chapter 14: Diciembre 14: Esperanza
Notes:
(Nota original)
Aquí estamos amigos, día 14 y eventualmente nos dirigimos a la casa Holmes para más festividades.Posible advertencia de contenido: visitan una escena del crimen con un supuesto suicidio– hay una pequeña charla sobre ello pero nada gráfico. Si les gustaría saltarse los detalles del caso, eso está bien. Pueden leer la primera parte, detenerse en la línea de separación, luego bajar hasta la siguiente línea de separación y saltarse la escena del crimen y descripción del caso enteramente. No se perderán mucho.
No hay una comunicación real aún, pero llegará eventualmente, lo prometo.
¡Gracias a todos por sus amables comentarios y apoyo! Espero que disfruten este capítulo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
En su camino de vuelta desde el departamento de Harry, Lestrade les había mandado un mensaje de texto. Había mandado un mensaje grupal a Sherlock y John pero Sherlock estaba manejando y obviamente no había revisado tu celular. John leyó el texto, soltó un resoplido de una risa no feliz y mandó un muy corto texto en respuesta. “Increíble,” murmuró bajito.
Sherlock lo miró, “¿Qué?” inquirió, preguntándose qué posiblemente podría haber hecho que el buen humor de John se evaporara tan rápidamente.
“Nada,” John dijo melancólicamente.
“John. Voy a verlo cuando lleguemos a casa de todas formas,” le dijo. “¿Quién era? ¿Era Mycroft?”
John se rió, “No.” Sacudió su cabeza y miró lejos, a través de la ventana. “Era Greg.”
“¿Oh?” Sherlock preguntó. “¿Qué quería?”
“Una consulta.”
“Oh, ¿no es un caso interesante?” Sherlock inquirió, preguntándose si ese era el porqué John estaba tan infeliz.
“No es un caso interesante,”John repitió en incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. “El dice que sí lo es.”
La ceja de Sherlock se arqueó mientras intentaba entender, “¿Pero tú sabías que no era interesante?”
“No,” John respondió, “Literalmente no sé nada sobre el caso pero sé que la gente que trabaja en el Met son una tanda de–”
“Carbón,” Sherlock completó rápidamente, con la primera cosa que se le vino a la mente.
Rosie se rió desde el asiento trasero, probando que de hecho estaba escuchando su conversación mientras ojeaba un libro. “¿Carbón?” preguntó. “¿Como lo que Santa le trae a la gente que es traviesa?”
“Exactamente, Rosie,” Sherlock respondió.
“Debería ir a la gente que son muy muy traviesos,” John respondió. “Sólo gente realmente traviesa merece eso. Y quizá ni eso tampoco.”
“¿Le pediste que nos diera más sobre el caso?” Sherlock presionó.
“No, le dije que no estábamos interesados,” John dijo, cruzando sus brazos sobre el pecho.
“Pero no sabemos si estamos interesados.”
John lo mira, “La mitad de esa gente es completamente horrenda. Después del último fin de semana–” empezó y las piezas empezaron a tomar sentido.
“Oh, ya veo,” Sherlock dijo, “Aún estás enojado con ellos.”
“¿Enojado con ellos? ” John gruñó. “Eso parece una altísima atenuación.”
“John, mientras que aprecio el sentimiento,” Sherlock dijo cuidadosamente, “Su comportamiento no cambia el hecho que la gente necesita ayuda.”
“Pero no cambia mi deseo de querer ayudar al Met,” John dijo.
“¿Qué hay sobre la persona asesinada?” Sherlock preguntó.
John preguntó, “Cómo sabes que es un asesinato.”
Rodó sus ojos, “Balance de posibilidad. De todas formas, su comportamiento no significa que la gente que está siendo herida necesite menos ayuda.”
“Eso no es justo,” John respondió, con la voz suave.
“Quizás,” Sherlock concedió, “Pero sabes que estoy en lo correcto. Para el final del día no importa cuánto no nos gusten los yarders , porque no es sobre ellos.”
John no dice nada y Sherlock toma eso como una buena señal.
“Lo sé,” Sherlock continuó, “Eso para tí, la fiesta cambió tu opinión de ellos pero en realidad es sólo tu percepción la que ha cambiado. Nada ha cambiado para ellos y nada ha cambiado para mí; esas son las mismas que siempre han sido.”
Después de un momento, John dijo, “No es justo.”
Sherlock se encogió, “La vida raramente lo es.”
“No creo que alguna vez haya escuchado decir a alguien sin ironía ‘La vida no es justa,’” John dijo.
Se rió, “Además, aún nos agrada Lestrade, ¿verdad?”
John se rió, “Supongo que sí.”
“Ese es el espíritu,” Sherlock dijo. “¿Por qué no le escribes y ves qué tiene?”
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Después que regresaron al 221B y dejaron a Rosie con la señora Hudson, Sherlock bajó a través de los textos que John y Lestrade intercambiaron.
11:32am
Lestrade: ¿Pueden ustedes hacer una consulta? Es uno raro, algo no encaja, pero no sabemos qué.
John Watson: No.
11:46am
John Watson: Él quiere saber sobre el caso. Porque él es una buena persona. Si fuera por mí nunca ayudaríamos al Met nuevamente, simplemente para que estemos claros.
11:49am
Lestrade: Siento lo que pasó en la fiesta, sabes que no estoy de acuerdo con eso.
John Watson: Sé que no lo estás
John Watson: Personalmente aún nos agradas. Pero eso fue una mierda grandísima.
Lestrade: Lo sé. Lo siento.
11:51am
John Watson: Dinos sobre el caso.
Lestrade: Presuntos suicidios. Grabaciones halladas en cada uno de los cuerpos. Armas aún en sus manos.
John Watson: ¿Cuántos? ¿Por qué no tienen sentido?
Lestrade: 6– no estamos seguros pero todos son muy similares. Tú sabes lo que dice él sobre las coincidencias.
John Watson: El universo raramente es tan flojo. Tenemos que dejar a Rosie con la señora Hudson– manda la dirección y estaremos ahí.
Lestrade: GRACIAS
Le entibió algo dentro del alma de Sherlock el leer los textos y ver la defensa de John, ver que John no estaba dispuesto a aceptar una disculpa. No pudo evitar la pequeña sonrisa en su rostro mientras dijo, “Bueno, no nos dio mucho para comenzar, ¿verdad?”
John lo miró, “Bueno nunca lo hace en lo que me concierne pero tu eres mucho más listo que yo.”
Después de un momento de internamente pavonearse por el cumplido de John dijo, “Estás siendo duro con él.”
“Sí.”
Tentativamente, Sherlock se estiró a través de la banca y enganchó su meñique con el de John. Te amo pensó, por esto y cientos de otras razones pero no lo dijo. Los labios de John se alzaron por las esquinas y su meñique se enganchó con más fuerza en el de Sherlock. “¿Me hace sonar como una persona horrible cuando digo que tu enojo en este asunto me trae una enorme cantidad de alegría?”
John se giró hacia él, “Me siento horrible, ¿sabes?” preguntó. “Haciéndote ir a esa fiesta, pasando los últimos cinco años creyendo que no eran todos unos horrendos malditos.”
“¿Puedo decirte algo?”
“Claro,” John respondió, inclinando su cabeza contra el apoyacabezas mientras continuaba viendo a Sherlock.
“Es una de mis cosas favoritas sobre ti.”
Su ceja se frunció, “¿Qué es?”
“Que tú sólo puedes…” cortó, buscando la palabra correcta, “olvidar que tan poco agradable soy y eso es usualmente bastante justificación.”
“Tú no eres poco agradable,” John respondió. “Ellos son simplemente unos malditos celosos que nunca te dieron una oportunidad.”
Sherlock le sonrió y John sonrió de vuelta, sus ojos suaves y cálidos.
“Escucha,” John dijo, “Cuando acabemos con este caso,” tragó, “necesitamos hablar, ¿si?”
No especialmente disfrutó qué nervioso John parecía sobre ello, hizo un poco de mueca y estaba por responder cuando John continuó.
Un poco de esperanza burbujeó en el estómago de Sherlock por la manera que dijo eso y recordó la manera en que John lo miró esa mañana mientras estaban recostados en la cama y dijo algo similar. Se preguntó que si quizás podía decirlo en este momento, si podría simplemente decirle a John como se sentía. Se preguntó si quería decir la misma cosa que John había intentado decir esa mañana donde Harry.
En la manera en como el tiempo nunca parecía funcionar bien para él (para ambos) estacionaron delante de la escena del crimen y Sherlock tuvo que ponerse su armadura y colocar todo esto a un lado para que pudiera hacer el trabajo.
Caminaron hacia la cinta y encontraron a Lestrade esperándolos, “Bueno esto es una sorpresa,” Sherlock dijo, “Usualmente somos escoltados por uno de tus subordinados.”
“Sí, bueno, todos están en mi lista de desobedientes, así que aquí estamos.”
A su costado John se relajó y le dio un asentimiento a Lestrade.
“Vamos,” dijo, “Hemos dejado todo para ustedes en esta y tengo las fotos de las otras. Y antes que lo digas, sé que no te gustan las fotos porque no es suficiente data pero es todo lo que tenemos en este punto.”
Siguieron a Lestrade a la habitación donde el aparente suicidio había ocurrido; Sherlock fue al cuerpo y caminó alrededor del hombre. “Escuchemos la grabación, ¿quieren?” preguntó, colocándose un guante y tomando la grabadora de la mano del hombre y presionó reproducir. El discurso que dio era exactamente lo que tu esperarías de un hombre a punto de matarse a sí mismo, luego un disparo sonó y la grabación se detuvo. “Bueno, estabas en lo correcto,” Sherlock dijo. “No fue un suicidio.”
“¿Cómo lo sabes?” Lestrade preguntó.
“Primero, si hubiera disparado esa arma tan cerca, la bala aún estaría dentro de su cabeza,” dijo, dejando la parte más grotesca que esa imagen implicaba. “Segundo, si este hombre hubiera sido el que estaba haciendo la grabación esta se debería haber detenido antes de que se disparara o no en lo absoluto, lo cual trae la pregunta: ¿quién detuvo la grabación?”
“Brillante,” John murmuró.
Sherlock le sonrió y luego dijo, “Descifremos cómo capturar a su asesino.”
--------------
El caso les tomó buena parte de la semana. Los cansó a ambos, entre el caso e intentar estar al tanto de Rosie e intentando encontrar algo de balance con la comida, dormir y trabajar.
Sin decir que, no pudieron tener esa charla.
El día que finalmente cerraron el caso fue el día que deberían ir a la casa de los padres de Sherlock. Cuando regresaron a casa después de llenar el papeleo necesario, John colapsó en su silla con un gruñido y Sherlock se colocó en su silla delante de él.
“Mierda, estoy cansado,” John gruño, sobándose los ojos. “Ya no soy tan joven como lo era una vez.”
Sherlock soltó un exhalado cansado, lo más cercano a una risa que podía manejar en el momento. “Tener a una niña de 4 años no ayuda.”
“No lo hace,” John estuvo de acuerdo. “¿Qué hora es? ¿Hay tiempo para una siesta antes que tengamos que recoger a Rosie de la guardería y dirigirnos hacia donde tus padres?”
“No, apenas tenemos media hora antes de que necesitemos recogerla.”
John gruñó, “Me voy a dormir en la mesa de tus padres y van a pensar que soy la persona más grosera que jamás haya vivido.”
“Bueno, no tenemos que ir esta noche,” Sherlock dijo, quería que John y Rosie se divirtieran en la casa de sus padres, en el festival. “Y puedo prometer que estará bien lejos de ser la cosa más grosera que jamás haya pasado en su hogar; Mycroft y yo nos criamos allí.”
John abrió sus ojos y lo miró, “Estoy siendo horrible,” dijo. “Quiero ir donde tus padres, simplemente estoy cansado.”
“No estás siendo horrible,” Sherlock dijo. Luego, “¿Por qué no tomas una siesta? Iré a recoger a Rosie e iremos por el carro alquilado, empacamos y te despertaré cuando estemos listos para irnos.”
“No es posible que te haga hacer todo eso,” John empezó.
“John,” Sherlock dijo, “Insisto. Anda a dormir en mi cama para que así no te despertemos mientras empacamos las cosas de Rosie.”
Miró a Sherlock por un momento, “¿Estás seguro?”
“Positivo,” Sherlock respondió. “Anda.”
Después de un momento, John asintió, “Gracias.”
“Por supuesto.”
Mientras John descansaba, Sherlock hizo todo lo que dijo haría; recogió a Rosie, fueron a recoger el carro alquilado, le ayudó a ella a empacar para la visita, empacó por John, empacó todos los regalos (agradecido que compraron los regalos temprano) y cargaron todo al carro. En su camino de ingreso Sherlock le dijo a Rosie, “Deberías decirle adiós a la señora Hudson y desearle una Feliz Navidad. Dile que tu papi y yo bajaremos para decirle adiós pronto, ¿si?”
“¡De acuerdo!” Dijo ella, saltando y tocando su puerta antes de ingresar por su cuenta.
Subió las escaleras hacia su habitación para despertar al otro, ingresó a la habitación oscura y se movió hacia la cama, sentándose en el borde al costado de John. Gentilmente retiró el flequillo de John de su frente y el cuerpo del otro giró hacia él mientras dormía.
“John,” Sherlock murmuró.
“¿Mmh?” vino la respuesta somnolienta, murmurada.
“Tiempo de despertar,” dijo suavemente.
Soltó un pequeño gemido de desacuerdo y Sherlock no pudo detenerse, se inclinó y acarició un beso sobre su frente.
“Vamos,” murmuró antes de presionar un segundo beso contra su frente.
John levantó su cabeza, labios buscando ciegamente los de Sherlock.
Con una emoción en la boca del estómago, Sherlock deó que sus labios acariciaran los de John.
John soltó un pequeño murmullo mientras su mano salía desde debajo de la manta para acunar la mejilla de Sherlock. Después de un momento, demasiado corto para el agrado de Sherlock, John retrocedió ligeramente y con su pulgar acarició su mejilla, “Hola ahí,” murmuró. “Qué manera tan placentera de despertar.”
Sherlock sintió sus mejillas sonrojarse un poco pero no dejó que eso lo detuviera, “Hola,” respondió con una pequeña sonrisa de vuelta. “Es tiempo de irnos,” añadió.
John bostezó y acarició con su mano sobre los rizos de Sherlock. “De acuerdo, sólo tengo que empacar–”
“Ya está hecho,” Sherlock respondió. “Todo está listo para irnos. Sólo tienes que meterte en el carro.”
“Mmmh,” hizo un sonido con una sonrisa, “Eso fue lindo de tu parte.”
“Deja de llamarme lindo,” bromeó, “Tengo una reputación que mantener, sabes.”
“Ah, sí,” John respondió. “Tu reputación internacional.”
Sherlock se rió de él, ante la memoria amarga, “Vamos. Tenemos que irnos o llegaremos tarde para la cena. Y mami podría perdonarte a ti pero me perdonará a mí.”
“Correcto,” John dijo sentándose con un gruñido y Sherlock se paró para darle suficiente espacio. “¿Qué debería ponerme?”
“Lo que estás usando ahora está perfectamente bien,” Sherlock respondió. Dicha sea la verdad el otro lucía adorable, a pesar de la horrenda chompa. O quizá por ella.
“¿Estás seguro que no debería ponerme un poco más elegante?”
“Positivo,” Sherlock llamó mientras salía de la habitación y bajó las escaleras. John siguió unos cuantos minutos después y se despidieron y desearon Feliz Navidad a la señora Hudson prometiendo un intercambio de regalos navideños cuando todos regresaran el 26.
El viaje hacia la casa de los padres de Sherlock fue agradable. Rosie los entretuvo con historias de la semana pasada en la guardería; muchas las había estado guardando ya que ambos habían estado muy ocupados. John dejó su mano reposando en la rodilla de Sherlock todo el cambio y eso fue suficiente para hacer que Sherlock sintiera esos nervios, mariposas por todo el viaje.
Mami los recibió en la entrada cuando llegaron, untando sus manos y con entusiasmo recibió un abrazo de Rosie.
“¡Estoy tan feliz de verte!” Rosie le dijo, envolviendo sus brazos con fuerza alrededor de su cuello.
“Bueno, ¡estoy muy feliz de verte también!” respondió, antes de pararse y tomar la mano de Rosie en la suya, “Vamos adentro, acabo de sacar un grupo de galletas del horno,” le dijo mientras se dirigía hacia la casa.
“Ah,” Sherlock dijo, “Veo como es, no hay abrazos para tu descendencia.”
“Oh, calla,” dijo, moviéndole una mano y preguntándole a Rosie cómo estaba yendo la escuela.
John lo ayudó a sacar las cosas del carro, “Pienso que acabas de ser reemplazado como el hijo favorito,” bromeó.
“Bueno, quién la puede culpar,” Sherlock respondió. “Rosie es un encanto.”
“Estaría de acuerdo pero sin duda soy igual de sesgado que tú,” John dijo. “¿Piensas que a tus padres les va a gustar el regalo de Rosie para ellos?”
“De eso no tengo dudas,” Sherlock respondió mientras cerraba la cajuela y se dirigieron hacia dentro.
Rosie estaba sentada en la isla de la cocina cuando ingresaron, comiendo una galleta recién horneada que estaba chorreando chocolate en la encimera. Sherlock sonrió, si los abuelos supuestamente deberían engreír, sus padres ya estaban haciendo un trabajo sobresaliente.
“Oh,” John dijo dándose cuenta del chocolate. “Lo siento,” dijo, “Acá, déjame limpiar eso.”
“No temas,” mami le dijo. “Simplemente podemos limpiar cuando termine. Estoy segura que habrá más antes de que haya terminado.” Le sonrió y luego les entregó a cada uno una galleta también, “Acá, disfrútenlas mientras están tibias.”
“¿Está segura que no deberíamos simplemente limpiar eso?” preguntó, sonando un poco ansioso.
“Por supuesto,” respondió ella. “No hay problema, la isla se limpia fácilmente.” Luego dijo, “Siguer está terminando de poner la mesa, el rostizado justo se terminó cuando ustedes estaban estacionando.”
Sherlock se dirigió hacia ella y le dio un abrazo y un beso en la frente.
“Gracias, cariño,” dijo ella. “Es bueno verte.” Se giró hacia John, “Estamos tan contentos que ustedes tres hayan sido capaces de venir por varios días en adelante y disfrutar el festival. Hemos estado esperando tenerlos.”
“Ah, ¡ahí están!” El padre dijo desde la puerta, interrumpiendo cualquier respuesta que John o Sherlock pudieran haber dado. “¿Cómo estuvo su viaje?” preguntó, presionando un beso en la parte superior de la cabeza de Rosie antes de ir a darle a Sherlock un abrazo.
“Estuvo bueno,” Sherlock respondió.
“¿Puedo tener otra galleta?” Rosie preguntó.
“¡Qué lindos modales!” Mami exclamó y sin duda alguna le hubiera dado a Rosie otra galleta si John no hubiera hablado.
“Quizá después de la cena,” le dijo. “Vamos a lavarnos las manos.”
Después que todos tuvieron la oportunidad de lavarse se dirigieron al comedor a comer. La comida estuvo buena, la compañía mejor y Sherlock se sintió tan feliz como podía recordar estando con John sentado a su costado, su rodilla presionada contra la de Sherlock bajo la mesa.
Hacia el final de la cena Rosie se giró hacia Sherlock y John y susurró (alto, mientras que aún no había pulido ese arte) “¿Puedo preguntarles ahora?”
Sherlock asintió, “Adelante.”
Se enderezó y dijo, “Sólo tengo a Nana Hudson como abuela.” Mami hizo un sonido triste y Rosie continuó, “Y me gustaría mucho tener más que un abuelo. Así que mi papi y Sherlock me dijeron que podía preguntarles,” ella dijo con un asentimiento. “¿Les gustaría ser mi memere y pepere ?” Antes que cualquiera de ellos pudieran responder miró a Sherlock, “¿Lo dije bien?”
“Sí,” Sherlock le dijo, mirando a su madre quien abiertamente había empezado a llorar. “Exactamente.”
“Por supuesto que sí, amor,” mami lloró, dando la vuelta a la mesa y abrazó a Rosie con fuerza. “Estaríamos muy honrados.”
“Realmente lo estaríamos,” su padre respondió, con los ojos bailando con orgullo mientras miraba a Sherlock y John.
John se estiró y apretó la mano de Sherlock bajo la mesa.
El resto de la cena y postre fue adorable pero no pudo evitar ahora que su estómago estaba lleno, empezó a sentir que sus ojos estaban pesados y había sido una muy larga semana con mínimo descanso.
“Ustedes chicos lucen exhaustos,” su padre comentó. “Pueden irse a dormir temprano si quieren,” añadió. “Vi y yo podemos encargarnos de acostar a Rosie.”
“Oh, eso me recuerda,” mami dijo, levantando la mirada de los copos de nieve de papel que estaba cortando con Rosie. “Necesitamos hablar sobre la situación de las habitaciones.”
“¿Situación de las habitaciones?” Sherlock preguntó.
“Sí, hemos convertido la habitación de huéspedes en una habitación para Rosie,” mami explicó. “Sherlock, pienso que deberías dormir en el sofá y dejar que John duerma en tu habitación.”
John empezó a protestar, incluso mientras Sherlock empezó a asentir pero Rosie parecía tener otra idea, “Ellos pueden compartir justo como hicieron donde la tía Harry el fin de semana.”
El rostro de John se puso escarlata y Sherlock no pudo evitar preguntarse si estaba apenado o avergonzado por él.
“Sí,” John dijo, aclarando su garganta, “Mi hermana solo tiene una habitación de huéspedes y compartir resultó bien,” miró hacia Sherlock, “mejor que bien,” añadió y un poco de ansiedad se levantó del pecho de Sherlock. “No hay necesidad de que Sherlock duerma en el sofá,” dijo, girándose hacia los padres de Sherlock.
“Maravilloso,” mami respondió, “Estoy segura que la cama será mucho más cómoda. Buena sugerencia, Rosie,” la halaga y Rosie le sonrió luminosamente.
“Bien,” padre respondió, “Ahora que tenemos eso arreglado, ustedes dos mejor váyanse a la cama antes que Sherlock se duerma encima de su plato nuevamente.”
Se rió, “Eso fue sólo una vez y tenía tres años.”
“Por favor díganme que hay evidencia fotográfica,” John requirió.
Mami se rió, “La hay, la encontraré para ti mañana. Ahora, Siger tiene razón; ese caso que acaban de cerrar sonaba horrible. Estoy segura que ambos están exhaustos.”
“¿Necesitan ayuda limpiando?” John ofreció.
“No,” le dijo, luego se giró hacia Rosie, “Los tres vamos a jugar y limpiaremos después. ¿Quizá Pesca(1)?” ofreció.
Rosie asintió entusiastamente. “Le gané a Sherlock y Papi la última vez que jugamos.”
“Eso es cierto,” Sherlock dijo, deslizando su silla hacia atrás y parándose. Dio la vuelta a mesa, besando a Rosie en la parte superior de la cabeza, luego besando las mejillas de su padre y madre. “Lo siento por arruinar la fiesta,” dijo.
“En lo absoluto,” padre respondió. “Tenemos un montón de tiempo para pasar juntos en los siguientes días. Ustedes dos vayan y descansen.”
John se había parado después que Sherlock, presionó un beso en la frente de Rosie, “Tú compórtate y cuida tus modales, ¿si?”
“Sí, papi,” ella dijo, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
“Te amo,” John le dijo. “Te veré en la mañana, ¿de acuerdo?”
Ella asintió, “Te amo, también.”
“Y si necesitas cualquier cosa durante la noche, Sherlock y yo estamos al otro lado del baño, ¿de acuerdo?”
“De acuerdo,” dijo ella pero obviamente apenas estaba escuchando mientras se giraba para ver que mami ya había sacado las cartas.
“Buenas noches,” John dijo a los padres de Sherlock, “Gracias nuevamente por acogernos y la cena.”
“Es placer nuestro,” padre respondió, “Verdaderamente. Es lindo tener ruido en la casa otra vez. Ustedes chicos descansen bien.”
John le dio una pequeña sonrisa, “Bueno, buenas noches,” dijo otra vez, luego siguió a Sherlock de vuelta a habitación.
Sin una palabra los dos se pusieron pijamas y treparon a la cama. Sherlock estaba tan cansado que sus ojos se estaban cerrando tan pronto como su cabeza tocó su almohada. “Buenas noches, John,” susurró.
“Noches, Sherlock,” John respondió y su mano se movió hacia Sherlock, entrelazando sus dedos en la cama entre ambos. Sherlock se sintió indescifrablemente complacido por ese pequeño toque y él sabía que podía flotar hacia adorables, felices sueños en cualquier momento.
Pero antes de que eso pudiera ocurrir John dijo, “¿Sherlock?”
“¿Sí?” se la arregló para atravesar la niebla de sueño rodeando su cerebro.
“¿Cómo se sienten tus padres respecto a los homosexuales?” preguntó y algo en la parte trasera del cerebro de Sherlock se movió ante ello, mandando una chispa de algo parecido a una advertencia pero no podía captarla.
“Como se sienten respecto a cualquier otra gente, supongo,” dijo.
John estuvo en silencio por un momento, “¿Pero de las parejas homosexuales?” preguntó.
“Mmm,” se las arregló, intentar que las palabras salieran era difícil. “De la misma manera como se sienten sobre todas las parejas,” respondió.
“¿No piensan que es algo asqueroso o,” el otro tragó audiblemente y Sherlock realmente quería ocuparse lo suficiente como para hacer deducciones basadas en lo que John estaba preguntando pero simplemente no podía arreglárselas entre la niebla del cansancio, “contra natura o algo?”
“He sido homesexual toda mi vida,” dijo. “Mis padres siempre me han amado y apoyado.”
Sintió a John relajarse a su costado, “Entonces saben que eres homesexual.”
“Por supuesto,” respondió, rodando hacia su costado para que pudiera reposar su cabeza en el hombro de John.
“De acuerdo,” John suspiró. Luego dijo nuevamente, “De acuerdo.”
“¿John?” Sherlock se forzó a decir.
“¿Sí?”
“¿Podemos terminar esta conversación mañana?” preguntó. “Quiero hablar contigo,” añadió, no queriendo que John tuviera la impresión errónea, “Pero simplemente no puedo pensar.”
John acarició con sus labios la cabeza de Sherlock. “Por supuesto, cariño,” John murmuró.
Sherlock murmuró y se acomodó para un largo, cómodo sueño.
Notes:
(1) Go Fish: Pesca. Es un juego de naipes de dificultad baja. Pueden leer más en esta entrada de Wikipedia.
(Nota original)
¡Eso es todo por hoy! Tenemos más festividades navideñas en la casa Holmes mañana. <3(Nota de la traductora)
Ha pasado un buen tiempo nuevamente, estar por aquí tranquiliza mi espíritu. Espero estén bien *-*/
Chapter 15: Diciembre 15: Alegre
Notes:
(Nota original)
¡Aquí estamos amigos! ¡10 capítulos quedan y aún estamos con toda la fuerza!Por favor sepan que aún no les contesto sus comentarios, no es porque no los haya leído y celebrado, es porque estoy molida. El trabajo es un montón en esta época del año y después que publique un capítulo, estoy yéndome directamente a dormir. Pero por favor sepan que estoy leyendo sus maravillosos comentarios y ayudan 100% a motivarme para quedarme firme en esta historia, así que gracias.
No más advertencias para este. Mayormente vamos a disfrutar un poco de tiempo con los Holmes. <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Cuando John despertó la siguiente mañana la luz del sol estaba ingresando por la ventana y se sintió a millas lejos del hombre que se había sentido la noche anterior. Lo cual, si John estaba siendo honesto, era un alivio.
En algún punto, John había rodado en su lateral (lejos de Sherlock y en su buen hombro) y Sherlock se había colocado detrás de él. Cada pulgada del frente de Sherlock está aplastada contra su espalda, su brazo alrededor de la cintura de John y si cabeza estaba hacia abajo así que su frente podía presionar contra la nuca de John.
Por unos cuantos minutos, John simplemente disfrutó su cercanía, se dejó hundirse incluso más en Sherlock y por un momento imaginó hundirse lo suficiente para que los dos se volvieran una persona. Se dejó a sí mismo imaginar siendo capaz de olvidarse de sus preocupaciones y cuidados, toda la tristeza callada, todo el peso que cargaba alrededor de su alma y simplemente vivir en Sherlock.
Luego rodó bajo el brazo de Sherlock, intentando moverse cuidadosamente para que no despertara al otro.
Sherlock, cuando John lo estaba encarando, se apretó más cerca, obviamente parcialmente despierto, mientras presionaba su rostro contra el pecho de John y lo jalaba más cerca aún con el brazo envuelto en su cintura.
“Buenos días,” John murmuró, presionando un beso en los rizos de Sherlock.
“Mmm,” Sherlock respondió, aún sonando adorablemente adormecido y John quería besarlo. Quería besarlo y sostenerlo y nunca dejar esta cama; dejar que el resto del mundo se pudriera.
“Deja de pensar tan alto,” Sherlock le murmuró. “Aún durmiendo.”
John soltó un resoplido de risa y acarició su cabello, cepillándolo lejos de su rostro, “Deberíamos levantarnos,” dijo suavemente, con pena. “Estoy seguro que Rosie no va a dormir por mucho más tiempo, si no se ha despertado ya.”
“Shh,” Sherlock murmuró, “Mis padres la cuidarán.”
“Sherlock,” John dijo, batallando con el deseo de quedarse en cama y el sentido de obligación de ser educado y revisar a su propia hija.
Sherlock se recostó y levantó su cabeza hacia John, “Beso,” dijo, frunciendo sus labios y John se derritió.
Se inclinó y acarició sus labios sobre los de Sherlock, luego presionó un beso contra sus labios una vez, dos veces y una tercera vez para buena medida. Sherlock hizo un sonido alegre y luego se apachurró contra John.
“Simplemente revisemos la hora,” dijo razonablemente mientras rodaba en su espalda para alcanzar su teléfono en la mesa de noche. “Si son antes de las 9:00, podemos quedarnos un rato acurrucados, ¿de acuerdo?”
Sherlock hizo un sonido sin comentarios y se tiró a través del pecho de John.
Sacudió su cabeza y apretó el botón de encendido en su celular, luego tuvo que ver nuevamente para creer lo que había visto. “¡Sherlock!” exclamó. “¡Son casi las 11:00!”
Sherlock abrió un ojo para verlo. “Tu fijación con los tiempos de comida, cuándo es apropiado dormir o comer, es cansado.”
“Estamos en la casa de tus padres,” John murmuró. Luego se inclinó y presionó sus labios con los de Sherlock una vez más porque estaba haciendo un puchero y lucía adorable. “Estoy seguro que han estado viendo a Rosie por horas hasta este punto.” Presionó un último beso a los labios de Sherlock y rodó saliendo de la cama, buscando en su equipaje ropas para ponerse.
“Oh, simplemente quédate con tus pijamas hasta después del desayuno,” Sherlock dijo.
“Pero son casi las 11:00,” dijo en exasperación.
“¿Y? Acabas de despertar, no les importará,” Sherlock le dijo mientras gateaba por la cama y salió. “De hecho,” dijo, caminando pasando a John y rozando un beso en su nuca que John sintió hasta sus pies pasando al piso, “Probablemente se ofendan si no lo haces. Pensarán que estás incómodo aquí.”
Sherlock abrió la puerta y John gruñó, “Déjame al menos ponerme una chompa.”
“Concedido,” Sherlock respondió, “Hace frío en la cocina cuando mami no está cocinando.”
Jaló una chompa sobre su cabeza y siguió a Sherlock hacia las escaleras. Antes que siquiera hubieran llegado a medio camino, escucharon a Rosie riéndose histéricamente y algo en el corazón de John se enterneció.
Cuando llegaron abajo y miraron a la sala, vieron que Rosie y el señor Holmes estaban en el piso juntos y él estaba gateando tras ella mientras la señora Holmes estaba sentada en la mecedora, trabajando en su tejido y riéndose de los dos.
Levantó la mirada un momento después, sintiendo sus ojos en ellos, “Oh, ¡buenos días, ustedes dos!”
“Buenos días–” John empezó.
“¡Papi! ¡Sherlock!” Rosie exclamó, saltando y corriendo hacia ellos. John la atrapó y levantó en el aire, acercándola para un abrazo.
“¿Qué tal dormiste?” preguntó, presionando un beso en su cabeza antes de entregarla a Sherlock para un abrazo de buenos días.
“¡Genial!” comentó. “ Memere y pepere colgaron luces navideñas en mi habitación y ¡me dijeron que podía dejarlas prendidas toda la noche!” Se zafó de los brazos de Sherlock y regresó al piso donde el señor Holmes estaba sentado sonriendoles con felicidad a los tres. “Estábamos jugando princesas y dragones,” dijo. “He estado trabajando duro para vanecer a la bestia apestosa.”
“Es vencer, cariño,” el señor Holmes dijo al mismo tiempo que Sherlock le decía, “Creo que la expresión que estás buscando es horrenda bestia.”
La señora Holmes se rió de ellos y dijo, “Déjenme terminar esta hilera en la que estoy y les haré a ambos un desayuno tardío.”
“Oh, está bien,” John dijo. “Podemos hacer algo por nuestra cuenta,” ofreció.
“No seas tonto,” dijo ella, “Estoy feliz de hacerles algo.” Se paró y llevó la bufanda, “Simplemente déjame revisar el largo,” dijo.
John pensó que se dirigiría hacia Sherlock y lo envolvería alrededor de su cuello pero se detuvo delante de John y para la gran sorpresa de John, lo pasó por encima de su cabeza. La lana era sorprendentemente suave y mullida y John pensó que quizá sería la bufanda más linda que jamás hubiera visto a alguien haciendo.
“Aún un poco más de largo, me parece,” dijo mientras lo retiraba de su cuello. Lo recogió y colocó en su cesto de tejido. “Vamos, ustedes dos,” dijo mientras caminaba hacia la cocina, “Dejemos a la princesa para que venza a la bestia.”
John se aproximó a la encimera, aún sorprendido por la bufanda, seguramente entendió mal. Ella debe estar haciéndola para un amigo que casualmente tiene la misma altura que él. Eso tenía sentido. Y Sherlock pasó a su costado hacia la cafetera para servirse una taza.
“¿Qué tal durmieron ambos?” preguntó mientras sacaba la sartén para freír.
“Realmente bien, gracias.” John respondió mientras aceptaba una taza de café de Sherlock.
“No lo suficiente,” Sherlock respondió. “Alguien insistió que deberíamos levantarnos porque padre y tú estaban cuidando a Rosie.”
“Y porque casi eran las 11:00 am,” John respondió, mirando chueco a Sherlock.
“Bueno, no es sorpresa que ustedes dos estén tan cansados después de la semana que tuvieron y no nos molesta cuidarla,” respondió simpáticamente mientras sacaba los huevos del refrigerador. “John, ¿cómo te gustan los huevos?”
“Oh, de cualquier forma está bien,” John respondió.
“Fritos,” Sherlock respondió, “Pero le gusta sólo la yema líquida, no la clara.”
“Honestamente,” John dijo, disparándole otra mirada chueca a Sherlock, “De cualquier forma está bien.”
Ella le movió una espátula en su dirección. “Está bien tener preferencias, sabes. No me vas a ofender.” Luego añadió, “Sherlock anda baja las tostadas, hice que tu padre comprara algo de pan de centeno de esa panadería que solía gustarte.”
Sherlock obedientemente hizo su camino a la tostadora para hacer lo que se le dijo.
La señora Holmes giró y añadió, “Al menos que no te guste mi pie de manzana, probablemente me ofenda por ello.”
“Dios nos libre,” Sherlock respondió.
“Nuevamente,” dijo regresando a la sartén y a los huevos, “Estás constantemente cuidando a mi hijo, así que probablemente te perdonaría incluso eso.”
“Soy perfectamente capaz de cuidarme yo mismo,” Sherlock responde.
“Lo siento, cariño pero la historia ha probado que no es el caso. Solías estar tan flaco,” añadió. “John obviamente te cuida, luces mucho más saludable ahora.”
“Bueno,” John dijo, “Él cuida de Rosie y de mí también.” Sherlock le da una sonrisita. “Honestamente,” dice, “Después de que Mary murió no sabría si me las hubiera arreglado sin él ayudándome con Rosie.”
“Corderito,” la señora Holmes murmuró.
“Gracias,” John añadió nuevamente, “Por cuidarla esta mañana. Y anoche.”
“Oh, ni lo menciones,” ella dijo mientras deslizaba un plato con huevos fritos perfectamente hechos a través de la mesa a su dirección. “No es un problema en lo absoluto, es una alegría para nosotros cuidarla. Es un encanto.”
Sherlock le tendió dos tajadas de tostadas pero no antes de tomar un bocado de la esquina de una de ellas y sonriéndole juguetonamente a John.
“Sherlock,” ella le requintó, “No pienses que no he visto eso.”
Él se rió, “A John no le molesta.”
“Demasiados años de intentar que comieras, me temo,” bromeó.
Ella hizo un sonido de desaprobación mientras deslizaba el plato de él a través de la isla. “Ahora, Siger y yo estábamos pensando que quizás vayamos al mercado navideño esta tarde, si ustedes desean. Hay una mujer que está enseñándole a la gente a hacer ornamentos que lucen como copos de nieve hoy y pensamos que Rosie quizá disfrutaría eso. Y Sherlock, pienso que deberías llevar a John al despliegue de luces esta noche.”
“La banda siempre era buena,” Sherlock dijo. “Siempre tenían esos cantantes que sonaban como Bing Crosby o Nat King Cole o Frank Sinatra,” añadió para el beneficio de John. “Y mientras los músicos tocan proyectan luces en el jardín con esculturas de hielo.”
“¿Jardín con esculturas de hielo?”
“Sí,” Sherlock respondió, “A Rosie le va a encantar.”
“Sí,” la señora Holmes afirmó, luego preguntó, “¿Entonces qué piensan ustedes?”
“Suena divertido para mí,” John respondió.
“Bien,” dijo ella. “Entonces ustedes dos terminen de desayunar y cuando acaben se pueden vestir para ir. Siger y yo nos aseguraremos que Rosie esté bien arropada y lista,” añadió, luego por sobre su hombro dijo, “Simplemente dejen sus platos en el lavadero y nos encargaremos de ellos más tarde.”
Ella los dejó solos en la cocina terminando su desayuno y comieron calladamente hasta que el tobillo de Sherlock encontró el suyo, empujándolo gentilmente antes de presionarlo contra el suyo.
“Realmente me gusta tu familia,” John dijo, porque era cierto.
Sherlock se encogió, “Pueden ser un poco tediosos algunas veces,” respondió. “Y lentos, solía odiarlo cuando era joven.”
“No puedo imaginarme eso,” John respondió secamente.
“Pero son buenas personas,” Sherlock concedió. “Especialmente para Navidad. Aman la Navidad.”
“Gracias por traernos aquí.”
“Están realmente felices de que estemos aquí, sabes, tú incluído,” Sherlock dijo.
John no estaba seguro sobre qué decir a ello, así que simplemente asintió y regresó a comer su desayuno, ponderando la razón por la cual Sherlock quizás hubiera sentido la necesidad de especificar eso.
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Se alistaron bastante rápido después del desayuno, mayormente por la insistencia de John, porque sentía un poco que Sherlock y él estuvieran reteniendo a todos de divertirse todo el día.
Cuando bajaron, la señora Holmes aparentemente estaba terminando su proyecto de tejido y Rosie estaba vestida en una adorable chompa navideña y pantimedias de rayas. “Bueno, ¿no luces maravillosa?” le dijo en cumplido.
“¡Gracias!” exclamó, haciendo una vuelta y mostrando el conjunto. “ Memere dijo que supuestamente era para Navidad. Pero pensó que sería mejor usarlo hoy.”
“No te molesta, ¿verdad?” El señor Holmes preguntó. “Sabemos que le compraste bastantes cosas lindas para que las usara.”
“¡En lo absoluto!” John dijo rápidamente. “Ella adora las ropas nuevas, ¿verdad señorita?”
“¡Sí!”
“Vayamos a ponerte las botas,” Sherlock le dijo a Rosie y Rosie y él se dirigieron hacia el cambiador(1) con el señor Holmes siguiéndoles de cerca.
“De acuerdo, todo listo,” la señora Holmes dijo, parándose y llevando la linda bufanda azul hacia John antes que pudiera seguir a los otros. La envolvió alrededor de su cuello y la enderezó, “Perfecto.”
Ella se volteó para alejarse y John, no seguro de qué debería hacer con la bufanda, dijo, “¿Es lo suficientemente larga entonces?”
“Oh, lo siento, cariño,” ella dijo, mirando de vuelta a John. “¿Prefieres las bufandas más largas?”
“¿Qué?” John preguntó, mirando a la bufanda alrededor de su cuello. “No, no para mí esta es una longitud agradable. Simplemente no estaba seguro sobre su amigo.”
“¿Mi amigo?”
“Para el cual está haciendo la bufanda,” John dijo, sintiéndose un poco incómodo y desbalanceado.
“Es para ti, cariño,” ella respondió con una sonrisa divertida. “No pude evitar darme cuenta que viniste sin una bufanda y no quería que sintieras frío en el festival.”
Algo se atoró en la parte trasera de su garganta, “¿Hizo esto para mi?” preguntó.
“Por supuesto que lo hice,” ella respondió, colocando la bola de lana de vuelta a su canasto de tejido y guardándolo. “Es el azul perfecto para tus ojos.”
“No sé qué decir,” John dijo, sus ojos sintiéndose un poco lagrimosos.
Ella lo miró con sorpresa, “Es sólo una bufanda,” dijo.
“Es adorable,” John dijo, acariciando la suave lana con su mano. “Gracias.”
“De nada,” ella respondió, dándole unos toques en la mejilla mientras pasaba.
John tomó un momento a solas en la sala para recuperarse. Él debió saber que no podía durar.
“¡John!” Sherlock llamó. “¡Vamos! ¡Los horarios!”
Sacudió su cabeza y se fue a juntar con todos los demás.
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Él no podía recordar jamás sentirse tan feliz como estaba mientras ellos cinco atravesaban el festival. No estaba lejos y el día estaba templado, así que caminaron. Sherlock deslizó su mano en la de John y el corazón de John se llenó completamente. Apretó la mano del otro hombre y escuchó a Rosie decirle al señor y señora Holmes historias. Se sentía completamente emocionado, su ánimo tan alegre que difícilmente se reconocía a sí mismo.
El festival no era nada como lo que John había visto antes. Habían tiendas y gente en todos lados; vendedores ofreciendo baratijas y comida y bebidas y juegos y actividades para que las familias disfrutaran. Todos alrededor de ellos estaban felices y festivos y si John había estado en un lugar que exudaba el sentimiento de Navidad, era este.
“Esto es increíble,” le dijo a Sherlock.
Sherlock asintió, “Es un evento muy querido aquí. Cada año viene gente de todos lados a disfrutarla.”
“Puedo ver por qué.” Hicieron su camino entre las tiendas, mirando el ornamento de nieve ‘hágalo usted mismo’ y pasando por otras tiendas y actividades. Rosie parecía disfrutar todo, absorbiendo cada nueva experiencia con ojos bien abiertos y una gran sonrisa.
Para el tiempo que estuvieron listos para irse, habían comido demasiado, sus brazos estaban cargados con más regalos y decoraciones (que ellos probablemente no necesitaban) y el rostro de John dolía por sonreír tanto.
La tarde había sido perfecta y estaba esperando con ansias el salir a ver las luces con Sherlock y finalmente tener la charla que no habían podido aún. Como si sintiera que su pensamiento lo hubiera abordado, Sherlock lo miró y le dio una pequeña sonrisa. Y John pensó para sí que si moría en ese momento, él moriría más feliz de lo que recordaba jamás haber estado.
Notes:
(1) mud room: espacio donde te cambias los zapatos o ropa cuando entras/sales de tu casa. Estructuralmente podría ser parte del vestíbulo, pero por como son los Holmes, lo visualizo como un espacio independiente.
(Nota original)
Los veo mañana con el despliegue de luces y un viejo ‘amigo’ de Sherlock ;)(Nota de la traductora)
Debería ponerme de meta terminar esta traducción antes que nos caiga Navidad nuevamente encima. ¿Muy ambicioso? Lo averiguaremos.
Chapter 16: Diciembre 16: Centelleo
Notes:
(Nota original)
¡Hola amores!
Aquí está el último capítulo. Regresaré a esto mañana para revisar tipeos y arreglarlo un poco (¡finalmente tengo un día libre por primera vez en más de dos semanas!)
Nuevamente, muchas gracias por sus comentarios. Prometo que responderé mañana pero por ahora, por favor sepan que me están trayendo mucha felicidad y realmente me ayudan a atravesar mi cansancio para subir estos capítulos cada día. Mi corazón se siente mucho más feliz y ligero cada vez que miro mi bandeja de entrada.
¡No hay advertencias para hoy! Disfruten.
P.S. Debería decir que Victor Trevor está bastante vivo en esta historia. XD
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
No salían para divertirse muy seguido, solos ellos dos, Sherlock reflexionó mientras se alistaba para regresar al festival para la noche de música y luces. Los dos no habían tenido un montón de tiempo para divertirse sin Rosie en los últimos años, en parte porque no querían recargar a nadie cuando ellos ya les estaban pidiendo que cuidaran a Rosie para casos y en parte porque les gustaba divertirse con ella.
Pero esta noche él estaba bastante emocionado de que Rosie se quedara en casa con sus padres y los dos de ellos pudieran tener algo de tiempo juntos a solas. Recordaba pretender que no le importaba cuando todos sus compañeros salían en citas para ver las luces y escuchar música cuando era joven pero la verdad había sido una cosa más que lo separaba de todos los demás. Una cosa más que lo hacía sentir como un fenómeno.
Había mejorado en ignorar los comentarios maliciosos que otras personas lanzaban en su dirección, había endurecido su piel pero siempre hubo esa parte de él que se preguntaba cómo sería tener a alguien con quien ir a cosas así. Alguien que tomara su mano y estuviera orgulloso de estar con él. Alguien que nunca se dejó pensar existiera, alguien justamente como John Watson.
Sherlock pasó más tiempo del usual en el baño alistándose; era absurdo pero estaba nervioso. Nervioso . Salir y pasar tiempo con la persona con quien casi pasaba todo el tiempo. Era ridículo, sabía lo era pero no parecía poder evitarlo.
Cuando finalmente salió y bajó, pudo escuchar el sonido de John hablando a sus padres, su voz divertida y libre en una manera que le decía a Sherlock que se sentía en casa antes que Sherlock siquiera pudiera escuchar las palabras que estaba diciendo.
Pausó justo antes de llegar a la puerta para escuchar, “y saltó directo al contenedor de basura,” John se rió. “Ni un pensamiento sobre sus ropas o zapatos caros, directamente, pensé que había enloquecido,” dijo él y mami y padre se rieron de él. “Pero no, simplemente había escuchado el llanto de esos pequeñitos cachorros bebés y era la única cosa que pensó. Pobres pequeños,” John contó, “estaban temblando por el frío y él los envolvió en su gran saco y los llevamos al veterinario al instante. Pagó los gastos de todos, por supuesto y ayudó a encontrarles a todos buenos hogares.”
Prácticamente podía escuchar el encogimiento de la voz de John mientras continuaba, “Simplemente me sorprende. Todos los días. Simplemente no me puedo imaginar una mejor persona con la cual criar una niña. Pienso todo el tiempo qué tan afortunada Rosie es de tenerlo.”
Sherlock sintió su garganta cerrarse por las palabras de John y tuvo que respirar profundamente antes que se las arreglara para estar bajo control. Después de un momento más para componerse, ingresó a la habitación.
“Hola, tú,” John dijo, sonriendo alegremente desde la silla. “Pensé que nunca bajarías. Le estaba diciendo a tus padres qué tan difícil eres para convivir,” bromeó mientras se paraba.
“Bueno, eso ciertamente es verdad, aunque menos de lo que solía ser, imagino.”
“Sí, los bebés hacen maravillas para deshacerse de cosas venenosas, peligrosas de tu casa,” John respondió secamente. “Supongo que tenemos que simplemente esperar que crezca.”
Se rió, “Andando, vamos a llegar tarde,” añadió.
“¿Están seguros que no les molesta cuidarla?” John preguntó a los padres de Sherlock por lo que debió haber sido la centésima vez.
“Por supuesto, cariño, no seas tonto,” mami respondió.
“Ella ya está durmiendo,” padre añadió, “No es ningún problema en absoluto. Ustedes vayan y disfruten.”
John les dio una pequeña sonrisa antes de mirar a Sherlock. “¿Listo?” preguntó.
Sherlock asintió y salieron, caminando hacia el festival por unos minutos en tranquilo silencio.
“El día anterior a Navidad siempre hay fuegos artificiales,” Sherlock le dijo. “Ni siquiera necesitamos venir al festival, simplemente podemos verlos desde el patio trasero si deseas.”
John asintió, “Quizás podríamos hacer que Rosie tome una siesta temprano y mantenerla despierta para que los vea. Pienso que le gustaría eso, ¿no crees?”
“Sí, pienso que sí.”
“Deberíamos hacer esto cada año,” John, estirándose y deslizando su mano en la de Sherlock.
“¿Cuál?” Sherlock preguntó, “¿El festival o las actividades de diciembre?” Entrelazó sus dedos con los de John y las mariposas volvieron a la vida en su pecho.
John hizo un sonido, “Bueno, me refería al festival pero este diciembre ha estado maravilloso,” dijo con un poco de anhelo, su mano apretando la de Sherlock con un poco más de fuerza. “Estaría más que agradecido de tener un diciembre como este cada año.”
Llegaron a la tienda con la banda cuando la música estaba empezando pero en lugar de escuchar los tonos dulces de la voz parecida a Bing Crosby, sus oídos fueron asaltados por una banda chillante, nasal de los 90s cantando “Feliz Navidad, Felices Fiestas,” repetidamente.
“¿Qué demonios está ocurriendo?” Sherlock preguntó, completamente conmocionado.
Miró a John quien lo estaba mirando con los ojos brillando con diversión, “Esto no es lo que describiste,” bromeó.
“Ciertamente no lo es y es mejor que creas que ellos van a recibir una carta bastante fuerte sobre qué tan inaceptable esto es,” Sherlock respondió.
“¿Quieres un trago?” John le preguntó sobre la bulliciosa música. “Hay un puesto de chocolate caliente por allá o hay ponche de huevo por el otro lado,” añadió, apuntando.
“Seguro,” Sherlock respondió, sonriendo a John porque no podría evitarlo cuando John lo miraba de la manera en que estaba haciéndolo ahora, como si fuera con cariño y maravilloso; como si cuando lo mirara no veía nada más. “¿Cuál preferirías?”
“Estaba pensando en el chocolate caliente ya que hace mucho frío.”
Sherlock asintió, “Mientras haces eso iré a buscar una mesa en la cual sentarnos mientras empiezan las luces.”
“De acuerdo,” John dijo, luego se inclinó hacia adelante y le dio un beso rápido en la mejilla. “No te estreses demasiado por la banda,” añadió con un guiño antes de dirigirse hacia la ventanilla del puesto de chocolate.
Sherlock rodó sus ojos, el se estresaría por la banda si le complacía. Estaba arruinando la estética; el quería sentarse cerca a John mientras escuchaban a un experimentado cantante deslizando ‘I’ll Be Home for Christmas’ mientras tomaban sus chocolates calientes y se tomaban de las manos, quizás incluir un beso o dos. Esta banda estaba completamente mal para lo que quería.
Aún así, se dirigió hacia el área con las mesas y sillas encarando el jardín de esculturas de hielo e intentó disfrutar las luces a pesar de la mala música. John se le juntó después de unos cuantos minutos con chocolates calientes y una bolsa de castañas caramelizadas.
“Aquí,” Sherlock dijo, tomando su bebida con una mano y dando golpecitos al costado suyo en la banca con la otra. “Debemos sentarnos en el mismo lado si vamos a ver las luces.”
John le sonrió y se deslizó en el asiento a su costado, arrimándose hasta que su lateral estuvo pegada al de Sherlock.
Sherlock sonrió y John se inclinó contra él un poco más, observando la luz reflejándose sobre el hielo, cambiando el color del castillo de hielo que habían explorado más temprano y las estructuras que lo rodeaban.
“Las esculturas de hielo son una realmente buena idea,” John dijo, “y con las luces, lucen incluso más increíbles.”
Asintió, “De los despliegues que han hecho, este es uno de mis favoritos,” Sherlock respondió. “Un año simplemente fueron esculturas de hombres de nieve, lo cual pensé era increíblemente aburrido.”
“¿Hubo otro año que te gustó?” John preguntó mientras abría la bolsa de castañas y la sostenía hacia Sherlock para que tomara algunas.
“Un año hicieron la representación de los Doce Días de Navidad,” Sherlock recordó. “Eso fue impresionante, en mi opinión.”
Estaba por decir más cuando una voz detrás de ambos llamó su nombre, “¿Sherlock?” el hombre dijo. “¿Sherlock Holmes?”
Simultáneamente John y él se giraron para mirar y Sherlock sintió un torrente de emociones tan fuerte que casi lo noqueó. “ ¿Victor? ” preguntó incrédulamente, inmediatamente parándose y moviéndose hacia él y envolviéndolo en un abrazo. “¿Qué estás haciendo aquí?” preguntó mientras retrocedía y miraba al otro de pies a cabeza.
“Mi mamá está enferma,” dijo con un encogimiento. “Así que aquí estoy, visitando, sabes. Simplemente pensé en salir y escuchar la música, ver las luces,” añadió con otro encogimiento.
“Siento mucho escuchar sobre lo de tu mamá,” Sherlock dijo con un fruncimiento, sorprendido que su madre no le hubiera dejado saber pero nuevamente, habían pasado años desde que había escuchado sobre el otro hombre en absoluto.
“Gracias,” dijo. “Mis padres eran mayores cuando me tuvieron así que no es inesperado pero igualmente es duro.”
El sonido de una garganta aclarándose suavemente detrás de él le recordó que no era el chico de diescisiete años que había sido la última vez que había visto al otro. “Disculpa,” dijo en reflejo, soltando su agarre en los hombros de Victor y girándose lentamente para presentar a John, “John este es un viejo amigo, Victor. Victor, este es mi,” pausó no estando seguro cómo debería llamar a John en este momento, “amigo,” terminó diciendo, “John Watson.”
“Un placer,” John dijo, con la voz un poco irritada y él no puedo evitar preguntarse si había hecho algo mal.
“Cualquier amigo de Sherlock va bien conmigo,” dijo, estirándose para estrechar la mano de John. “Es bueno conocerte.”
“Igualmente,” John respondió, “Disculpa, ¿cómo se conocieron?” preguntó. “Sherlock nunca te ha mencionado.”
“Oh, eso fue eras atrás,” Victor dijo de buena manera, dándole a Sherlock un golpecito en el brazo. “Fuimos a la escuela juntos cuando éramos jóvenes. Nos conocimos en Química,” añadió, “Estoy seguro que no hubiera aprobado la clase si él no me hubiera ayudado a estudiar.”
Sherlock se rió, sonriéndole a Victor, era lindo ver una cara amigable del pasado, esas eran muy pocas. “Él está siendo modesto,” Sherlock le dijo a John. “Victor es bastante brillante por su propia cuenta,” dijo, “Matemático.”
“Ah,” John respondió.
“Ven con nosotros,” Sherlock insistió. “Cuéntanos sobre tu trabajo.”
Se sentaron en la mesa, John a su costado y Victor al frente, “Oh, no es un gran asunto realmente,” dijo. “Trabajo para un par de compañias grandes de tecnología pero trabajo con un equipo así que no es como si fuera solo yo. Acabamos de empezar a trabajar a encontrar maneras de fabricar mejor manejo autónomo, carros eléctricos pero esa es la parte más emocionante, me temo.”
“Eso es tan interesante,” Sherlock entusiasmó, “¿Estás haciendo predicciones sobre cuándo adoptaremos un modelo más eléctrico?”
“Es difícil de decir,” respondió. “Las matempaticas están mostrando un gran avence en los siguientes 10-20 años. Preocupaciones sobre combustibles fósiles, medio ambiente, tú sabes,” dijo. “Disculpa,” añadió, cambiando el tema, “Estoy siendo increíblemente grosero. ¿En qué trabajas, John?”
“Soy un doctor,” respondió, con la postura completamente recta, “y persigo a Sherlock y lo publico en un blog después de los hechos.”
“¡No inventes!” dijo con una risa, “Pensé que Sherlock escribía eso.”
“Nop,” John dijo y Sherlock miró que su mandíbula estaba tensa. “Puedo asegurarte que existo.”
“Bueno, eso es maravilloso. Es tan lindo saber que hay alguien que cuide a este,” dijo, dándole unos golpes a las manos de Sherlock.
“No que lo necesite,” John dijo, con la voz dura, “pero nos cuidamos el uno al otro.”
“Eso es genial,” Victori entusiasmó. “Soy un gran fan de tu blog, tienes una manera con las palabras. Siempre puedo imaginar exactamente como tus historias van.”
“Gracias,” John respondió a regañadientes.
“Entonces,” Sherlock dijo, girando el tema de conversación de regreso a Victor, “siempre solías decirme cuánto las matemáticas podrían predecir el futuro. Cuéntame sobre cómo resultaron esas predicciones.”
Con una risa, Victor empezó a hablar, compartiendo historias sobre las cosas que habpia predicho y las maneras en cómo habia ayudado a las compañias para las que había trabajado. Sherlock y él hablaron sobre teoría matemática un poco y Sherlock debatio sobre una de las cosas en las cuales siempre habian discrepado, “Las variables en eso–” Sherlock empezó.
Pero John salió del banco a su costado y lo distrajo del resto de la oración. “Disculpa,” dijo, su voz resignada y quizá un poco herida, “No quise interrumpir. Simplemente dejaré que se pongan al día y te veré de vuelta en casa, ¿si?”
“John–” empezó.
“No, no. Está bien,” John insistió, alejándose de la mesa mientras movía su mano, “Te veré después, ¿de acuerdo?”
“Si eso es lo que quieres,” Sherlock dijo.
“Sí,” dijo con un asentimiento. “Bueno conocerte Victor,” añadió antes de girarse y alejarse.
Cuando Sherlock se volteó Victor estaba haciéndole una mueca, “Cuando mi esposa hace eso, es tiempo de que me retire. Y quizás se diferente con los hombres pero parecía un poco molesto,” añadió.
Sherlock frunció el ceño, él parecía molesto pero no entendía porque eso habia ocurrido, “¿Por qué estaría molesto?”
“¿Quién puede saberlo?” Victor dijo. “Melly, Dios la bendiga, se molesta por las cosas más raras. Cabello en el lavadero, una media en el piso, un vaso medio lleno de leche no siendo bebido lo suficientemente rápido.” Se encogió, “Estoy seguro que si los roles estuvieran invertidos ella podría decir lo mismo.”
“Pero John normalmente no es así,” respondió. “Literalmente exploté nuestro microondas, destruí su chompa favorita para testear la composición de la lana, mantuve cadáveres de ratas en el congelador y dejé pertenencias tiradas a lo largo del departamento y ni le tenbló el ojo.”
Se rió, “El mismo Sherlock, veo.”
“Bueno, eso fue mayormente antes de Rosie. Las cosas son un poco diferentes ahora.” Soy un poco diferente ahora.
“¿Rosie?” preguntó curiosamente.
“Oh, olvidé que John no escribe sobre ella en el blog, él piensa que la pone en mayor peligro. No estoy muy seguro sobre que ese sea el caso pero si es lo que él necesita,” se encoge. “Rosie es la hija de John,” clarificó. “Tiene casi cinco años.”
“¿John está casado?”
“Vuido,” Sherlock respondió, “Pero es una larga historia.”
“Entonces, ¿ustedes dos viven juntos?”
“Sí,” Sherlock responde y no puede contener su sonrisa. “Ha sido realmente genial, honestamente no recuerdo haber estdo así de feliz.”
“Puedo decirlo,” Victor respondió, dándole una sonrisa suave. “Estoy realemente contento por ti. Me he preocupado por ti, sabes, a través de los años.”
“Lo sé,” Sherlock dijo suavemente. “Pero john es la roca en la cual me amarro. Lo ha sido por casi una década ya.”
Victor suelta un silbido bajo, “Eso es un largo tiempo.”
“En algunas formas,” Sherlock respondió. “Y hubo una pausa extraña en el medio y muchos baches a lo largo del camino. Pero siempre nos hemos encontrado neuvamente al final,” dijo y no le importaba que tan sensibilero sonaba.
“Me alegra por ti,” Victor dijo nuevamente con una sonrisa. Luego preguntó, “¿Mencionaste que Rosie tiene cinco?”
“Casi,” Sherlock respondió.
“Mi Grace tiene cinco y medio,” dijo. “Deberíamos planear un día de juegos mientrs están aquí.”
“Eso sería divertido,” sonrió, “A Rosie le encanta conocer a otros niños. ¿Tienes otros o sólo una?”
“No, está Ben, también. Tiene tres y está en el espectro autista; es listo pero hay un montón de ajustes que tuvimos que hacer respecto a cómo criamos a Grace a su edad. No lo cambiaría por nada del mundo, sin embargo,” dijo con firmeza, “Ese pequeño va a cambiar el mundo.” Y Sherlock podía ver el orgullo brillando en sus ojos mientras hablaba sobre su pequeño.
“Estoy seguro que eres un gran papá,” dijo.
“Bueno, hacemos lo mejor que podemos, ¿verdad?”
“Ciertamente lo hacemos,” Sherlock afirmó.
“Deberías irte,” dijo. “Aquí,” añadió, estirándose hacia su bolsillo y sacando un pedazo de papel de borrador. “Aquí está mi número. Llámame y coordinaremos algún tiempo para que las niñas jueguen. Después de que hayas arreglado lo que sea que se necesite arreglar con John.”
“Lo amo,” Sherlock dice impotentemente, porque ha estado muriendo por decirlo y siempre ha sido capaz de decir las cosas en su mente a Victor.
“Puedo decirlo,” respondió con una sonrisa.
“Simplemente no sé cómo decírselo,” dijo. “No sé qué decir.”
“No seas tonto,” Victor dijo, “Él obviamente está igual de enamorado que tú. Mira en la manera en cómo se fue en una tormenta de dolor y celos esta noche. Simpelemnte sal y díselo.”
“¿Qué si él no lo siente de la misma manera?” Sherlock preguntó.
“No es posible,” respondió. “Matemática y estadísticamente imposible.”
“¿Estás seguro?”
“Apostaría mi carrera en ello,” respondió. “Y necesito bastante mi carrera.”
Sonrió y se estiró para cubrir con su mano la del otro, “Ha sido realmente bueno verte.”
“A tí también,” respondió. “Ahora anda a casa y arregla las cosas, luego llámame en la mañana para agendar un día de juegos. Traeré a Melly la próxima vez, ela siempre sabe qué decir para que deje de hablar,” se rió. “Ahora ve, antes que le diga a tu madre qué fue lo que ocurrió y ella se moleste contigo también.”
Él rió, “Sí, sí.”
Mientras se paraba y se alejaba de la mesa, Victor llamó, “Lo digo en serio, Sherlock, no hay ni la más remota posibilidad que él no te ame también.”
Sherlock le había confiado su vida a Victor antes, quizás debería intentarlo otra vez.
Notes:
(Nota original)
¡Eso es todo por hoy, amores! Mañana, John está en berrinche y Sherlock intenta arreglarlo. ¿¿Cuándo finalemente lograrán tener esa conversación que hemos estado muriéndonos tengan??(Nota de la traductora)
Pese a que estudié en la facultad de Ciencias Matemáticas en pre-grado, estoy del lado de John 100% en este capítulo. Hay pocas maneras tan efectivas de abandonar a alguien en una conversación que el exponerlo a una materia de la cual carece de conocimiento base al costado de un profesional del campo. Entiendo que Sherlock no es el más diestro en asuntos sociales, pero en serio me dio coraje cuando leí esa parte.
Gracias por leer mi discurso de elevador haha.
Estaré dándole más tiempo a esta traducción, confiando que mi red de internet colabore. Hasta entonces.
Chapter 17: Diciembre 17: Que Nada te Desanime
Notes:
(Nota original)
De acuerdo, ¡amigos! Estamos aquí en el capítulo 17 y estos dos chicos tercos, tontos, finalmente hablan un poco para enderezar las cosas. Confesaré que la idea central no está particularmente oculta de manera inteligente hoy pero el sentimiento definitivamente está ahí.
¿Quizá una pequeña advertencia de gatillador? Siempre siento que es mejor estar seguro que pedir disculpas. Sherlock menciona el ingreso a un hospital psiquiátrico y rehabilitación, John menciona la guerra y las dificultades que encaró regresando a casa. Son dos oraciones hacia el final. Si es un gatillador para ti, dejaré un resumen en las notas al final. <3
Gracias nuevamente por todos sus adorables comentarios y apoyo (¡y su paciencia en esperar por mis respuestas!) ¡Espero que disfruten este capítulo!(Nota de la traductora)
Advertencias: menciones de atención psiquiátrica y rehabilitación forzada. Secuelas mentales de la guerra.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
John quería odiar a Victor Trevor. Desde el momento que escuchó su sustancial voz barítona llamando el nombre de Sherlock como un gran amigo perdido (el cual resultó siendo) y luego se giró para ver a un muñeco Ken hecho hombre parado ahí con su perfectamente puesto cabello rubio y disparando una blanca sonrisa.
Seguramente este era el tipo de persona que Sherlock odiaba de su infancia, John pensó y se había preparado a sí mismo para defender al otro. Pero luego Sherlock se había tirado para abrazarlo .
El mismo hombre que había tomado literalmente años para empezar a expresar un afecto físico hacia John, se había tirado hacia Victor como si lo hubiera hecho cada día por toda su vida. Y John quería bastante odiar a Victor Trevor.
Pero el intercambio había sido como cientos de esas películas malísimas de Navidad donde el protagonista regresa a ciudad natal y se encuentra con un viejo amor. Donde los dos se encandilaban de nuevo en un instante después de haberse reunido e iban a tener una Navidad y vida hermosas, felices juntos.
Lo hacía sentir a John un poquito como el antagonista trabajando para evitar que tuvieran su final feliz.
Mientras más tiempo los observaba juntos, Sherlock se iluminaba como un árbol de navidad mientras hablaban, más sentía él de que no podía odiar a Victor Trevor (sin importar que tanto quería hacerlo) porque parecía genuinamente un hombre decente. Y, Sherlock estaba en lo correcto, Victor era lo suficientemente brillante por su propio mérito; más listo de lo que John mismo era, ciertamente, incluso cuando John no era un desaventajado (él era un doctor después de todo).
¿Y cómo podía resistirse a darle a Sherlock esto? Observándolos a los dos juntos simplemente tenía sentido; altos y guapos, brillantes y obviamente afectuosos con el otro. ¿Como en buena conciencia pudiera pararse en medio de ambos? Sherlock, más que cualquier otra persona que John conociera, merecía ser feliz, merecía a alguien que pudiera amarlo y adorarlo y a quien él pudiera amar y adorar en retorno.
Y si esa persona no era John, él simplemente tendría que aceptar eso.
Sherlock había hecho una débil protesta cuando se fue y John lo amaba por eso, pero se fue de todas formas, metiendo a su nariz en la cómoda bufanda que la señora Holmes le había hecho y salió hacia el camino. La banda estaba cantando alguna extraña versión de God Rest Ye Merry Gentlemen y él tenía que estar en desacuerdo de que no había nada en lo cual estar desanimado. Todas sus esperanzas futuras y sueños parecían estar rompiéndose alrededor de él y quizá él estaba siendo melodramático pero verdaderamente se sentía de esa forma. Parecía que para él había un montón de cosas por las cuales estar desanimado.
Entristecido, hizo su camino de vuelta a la casa de los Holmes, refunfuñando porque realmente no le alegraba el pensar en tener que ir y decirle al señor y a la señora Holmes por qué había regresado solo. Muy pronto estuvo parado en la puerta principal y tomando un hondo respiro para darse a sí mismo fuerzas, ingresó.
Los dos aún estaban sentados en la sala al costado de la chimenea cuando John ingresó y por un momento se preguntó si sería capaz de simplemente deslizarse y esquivarlos pasando a las escaleras.
“Ustedes dos están en casa temprano,” la señora Holmes llamó, sonando sorprendida.
John hizo una mueca, “Soy solo yo, me temo.” respondió, sacando su cabeza entre la puerta y dándole una olita con su mano.
“¿Dónde está Sherlock?” su padre preguntó.
“¿Qué ha hecho?” La señora Holmes preguntó al mismo tiempo, “Tú debes saber para ahora que cualquier cosa poco amable que diga sale de estar asustado o estar fuera de lugar o pues genuinamente no lo sabe.”
“Oh, no,” John dijo rápidamente, “Nada como eso,” les dijo. “No ha hecho nada mal, simplemente se encontró con un viejo amigo y quería darles una oportunidad de que se pusieran al día.” y apartarme del medio de un romance en construcción pensó, ligeramente más amargado de lo que le hubiera gustado.
“¿Un viejo amigo?” el señor Holmes preguntó con curiosidad.
Él asintió, “Victor Trevor,” John dijo, luego añadió, “pienso que dijo su nombre era ese,” para que no sonará tan patético.
“Oh, ¿Victor está en la ciudad?” La señora Holmes dijo. “No tenía idea. Su madre no ha estado bien, me alegra que pudiera llegar a visitarla esta Navidad. ¿Cómo está él?” preguntó y John se rindió sobre ir arriba porque era una causa perdida e ingresó a la sala.
Se sentó y dijo, “Parecía estar bien, Sherlock parecía emocionado de verlo,” añadió.
“No estoy en absoluto sorprendida. Victor y él eran muy cercanos cuando estaban en el colegio juntos,” añadió ella, “él es un muchacho muy lindo.”
El corazón de John le dolió un poco más. “Si, parecía muy agradable,” afirmó.
“Un buen corazón,” el señor Holmes añadió, “No diferente del tuyo, John.”
“Eso es muy amable de su parte decirlo,” dijo.
“Victor y él tuvieron un pequeño desacuerdo durante el primer año de universidad de Sherlock, si lo recuerdo correctamente,” el señor Holmes murmuró. “No pienso que jamás nos habíamos enterado por qué.”
“Quizá deberíamos preguntar ahora,” la señora Holmes sugirió. “Parece que suficiente tiempo ha pasado para sanar esa herida en particular.”
“O quizá deberíamos simplemente dejarlo ahí, querida. Es mejor no jalar el pasado, ¿no lo crees?”
“Bueno quizá John podría hablarle al respecto,” ella sugirió.
Afortunadamente la puerta se abrió y fue rescatado de tener que decir algo más, porque honestamente, ¿qué más podía decir sin perder la cabeza? Por otra parte, la puerta abriéndose significaba que Sherlock estaba de vuelta y yo no estaba en ninguna forma listo para lidiar con eso.
“Hola, cariño,” la señora Holmes llamó.
Sherlock ingresó a la sala después de sacarse el saco, con buen ánimo aún. John quería sentirse feliz por él, realmente lo hacía, pero no parecía ser capaz de conjurar alegría en el momento.
“Hola,” Sherlock respondió con una sonrisa, sentándose en el sofá con su padre.
“John dijo que te encontraste con Victor,” ella dijo, “Qué bonito.”
“Lo fue, realmente,” Sherlock respondió con una sonrisa. “Estoy sorprendido de que no me dijeras que su mamá estaba enferma.”
“Bueno no estaba segura cómo te sentías respecto a él ahora,” ella dijo.
Eso le dio a Sherlock una pausa, luego dijo, “Ah, tienes razón. La última vez que probablemente te dije algo sobre él fue cuando estaba en la universidad.”
“Sí,” ella afirmó. “Entonces dinos, ¿cómo está? ¿Cómo está su trabajo?”
“Pienso que me voy a ir a la cama, si eso está bien,” John dijo, él simplemente no podía sentarse ahí y escuchar algo más sobre qué tan maravilloso era Victor.
Sherlock le dio una mirada curiosa, obviamente intentando leerlo.
“Por supuesto, cariño,” la señora Holmes respondió aparentemente sin darse cuenta en la manera en como Sherlock que estaba mirando a John como si fuera un rompecabezas que estuviera intentando solucionar, “Estás de vacaciones, deberías descansar cuando lo sientas conveniente.”
“Pienso que iré contigo,” Sherlock dijo mientras John empezaba a pararse.
Se resignó a sí mismo a intentar estar feliz por el otro cuando subieran e inevitablemente quisiera hablar animadamente sobre Victor.
Un coro de “buenas noches” fueron dados a través de la habitación y John llegó a las escaleras primero, intentando (y posiblemente fallando) en componerse un poco.
Una vez dentro hizo un camino al ropero para sacar sus pijamas, al menos eso le daría algo que hacer y mirar mientras tenía su corazón arrancado.
Sherlock lo sorprendió diciendo, “Lo siento que estuviéramos hablando sobre algo en lo cual no estabas interesado.”
“¿Hmm?” John preguntó, mirando al otro quien le estaba siguiendo y poniéndose sus pijamas.
“Con Victor, sé que el campo en el cual trabaja es horrendamente aburrido y cuando empezamos a hablar sobre teoría…” no concluyó. “Lo siento, sé que eso no es interesante o algo que la gente normal–”
“Alto,” John dijo su corazón doliéndole. “Por favor, no te disculpes,” añadió. “Puedes hablar lo que quieras con quien quieras. Yo solo,” miró a sus manos, “quería darte espacio para que te pusieras al día,” dijo.
“¿Entonces no te estabas yendo porque estábamos hablando sobre matemática?”
Sacudió su cabeza, “No hace mucho tiempo me resigné a escucharte hablar sobre cosas que no entiendo. Sabes que no me importa ni un poco.”
“¿No estás molesto?”
“No,” John respondió verdaderamente; triste, con el corazón roto, devastado: sí. Pero no estaba molesto.
“De acuerdo,” Sherlock respondió, frunciendo el ceño un poco. Tiró sus pantalones y camisa en la silla en la esquina. “Voy a pasar al baño. Estaré de vuelta,” dijo como una promesa y John deseo que pudiera hundirse en el piso y perderse la charla inevitable cuando Sherlock regresara.
Mientras Sherlock que estaba en su camino a la puerta, una alerta de texto sonó en su teléfono, “¿Podrías revisar eso?” Sherlock dijo.
Obedientemente John fue y rebuscó en su bolsillo del pantalón para buscar el teléfono, cuando lo sacó un pedazo de papel cayó al piso. John lo ignoró por un momento mientras revisaba el texto, el cual era de Molly, una foto de su gato y ella en unas pijamas a juego que ellos les habían comprado por Navidad. Le sonrío a la imagen antes de inclinarse para recoger el papel del piso.
Él lo volteó para ver que era y vio un número escrito con el nombre de Victor debajo. Su corazón se hundió incluso más, una proeza que no hubiera pensado posible antes de este momento. Dejó el pedazo de papel encima de sus ropas y se fue con la mente en blanco hacia la cama. Ciertamente parecía como que esto era todo.
Después de colocarse bajo los cobertores, colocó el teléfono de Sherlock en su almohada y se acomodó a su costado. Fueron solo unos pocos minutos antes de que Sherlock regresara a la habitación, “¿Quieres que apague la luz?”
“Como sea que prefieras,” John respondió, no permitiéndose a sí mismo girar y mirar al otro.
Hubo un momento de duda antes de que Sherlock apagara las luces, luego dio la vuelta hacia su lado de la cama y se metió.
John realmente no había pensado en cómo se estaba posicionando. En colocar su espalda hacia la puerta (y Sherlock cuando regresara) se puso a sí mismo cara a cara con el otro una vez que él se metió a la cama y no podía girarse ahora; Sherlock sabría que él estaba molesto y luego tendrían unas conversaciones incluso más incómodas.
“¿Qué era el texto?” Sherlock preguntó.
“Oh, era de Molly. Una foto de ella y su gato en sus pijamas a juego.” Se estiró y agarró el teléfono de Sherlock donde se había deslizado de la almohada. “Acá.”
Sherlock tomó el teléfono, sosteniendo lo lejos de sí mismo ligeramente y John se preguntó cuándo el otro iba a empezar a necesitar lentes de lectura. Algo en él se rompió al pensar que él no estaría ahí para ver cuando Sherlock obtuviera lentes por primera vez. Era tonto pero era uno de esos momentos, una de esas cosas sobre envejecer juntos que John estaba esperando.
Sherlock, sin darse cuenta los pensamientos tristes en la cabeza de John, hizo un sonido ante la foto y mandó un texto de vuelta a ella antes de rodar para que pudiera colocar el teléfono en la mesa de noche. Luego se giró de vuelta hacia John.
Estuvieron reposados ahí por un largo momento simplemente mirándose al otro y para su horror John sintió lágrimas picándole los ojos. Tragó, no iba a llorar. No lo iba a hacer.
“No soy bueno en esto,” Sherlock dijo finalmente.
“Está bien,” John dijo, manejándosela para sacar las palabras por pura fuerza de voluntad.
“Estás molesto conmigo y no lo entiendo.”
“No estoy molesto contigo,” John negó.
“Bien, te he molestado incluso si no estás molesto conmigo,” él dijo con un resoplido. “No entiendo por qué estás molesto y si no puedo entenderlo, no puedo arreglarlo o siquiera intentar arreglarlo.”
“Quiero estar feliz por ti,” John susurró miserablemente.
“¿Esto es sobre Victor?” preguntó. “Debe serlo si esto no es sobre la teoría matemática.”
“Él parece realmente agradable.”
Sherlock frunció más el ceño, “Lo es. Él literalmente salgo mi vida una vez incluso sabiendo que estaría furioso con él.”
“Oh,” John dijo suavemente.
“¿Por qué él siendo agradable te molesta?” Sherlock preguntó, perplejo.
“Eso no es lo que me molesta.”
Sherlock dijo, “¿Te gustaría conocerlo mejor? Me dio su número para que nos podamos reunir, él tiene una hija que es solo un poco mayor que Rosie.”
Y con eso John se dio cuenta de que no era el único que estaba haciendo reemplazado. Él estaba siendo reemplazado por Victor y Rosie estaba siendo reemplazada por la hija de Victor. La injusticia ardió en su pecho, “Sí, vi que te dio su número.” No solo Rosie había perdido una madre, ahora ella estaba perdiendo una segunda figura paterna y dos abuelos, a los cuales Sherlock solo acababa de animarla a pedir.
“¿Entonces no quieren pasar tiempo conociéndolo?” Sherlock preguntó cuidadosamente, como si estuviera muy asustado de decir la cosa errónea.
“¿Por qué tendríamos?” ¿Él pensaba que ellos iban a ser amigos después de esto? John no podría. Él simplemente no podría.
El otro estaba luciendo más perplejo por minuto y eso solo sirvió para que John se sintiera más frustrado. Salió de la cama, luego no sabía qué hacer consigo mismo así que empezó a dar vueltas.
“John,” dijo dudosamente, “¿No te agrada Victor?”
“¿Qué hay para que no guste?” John preguntó, “Es alto y guapo, muy encantador, muy listo y obviamente le importas mucho. ¡Incluso salvó tu vida!”
“¿Podrías simplemente decirme qué es lo que te está molestando?” Sherlock preguntó, la irritación burbujeando mientras se paraba para salir de la cama también. “No te entiendo y es realmente frustrante, así que si simplemente podrías decírmelo para que pudiera hacer lo correcto, eso sería de ayuda.”
“Oh, lo siento. ¿Estoy haciendo esto difícil para ti?” John preguntó, con el dolor floreciendo en su pecho. Él había pensado que Sherlock quizá se sintiera mal por dejarlo después de todo este tiempo. Él pensó que podría al menos existir un poquito más de remordimiento.
“¡Sí!” Sherlock le gritó. “Estás haciendo esto muy difícil. Si simplemente me podrías decir que está mal para que podamos dejarnos de sentir como si estuviéramos en algún carrusel maldito en el cual solo hay desastres asegurados y ninguna manera de salir.”
Eso fue como una cachetada. Él sabía que había herido a Sherlock en el pasado, justamente como él había sido herido por Sherlock pero había pensado que habían superado todo ello. Él pensó que eran felices. Sacudió su cabeza, “Espero que ustedes dos sean muy felices.”
“¿Ser felices haciendo qué? ¿Llevando a las niñas al festival?”
“¡Felices viviendo el resto de sus brillantes, hermosas vidas juntos!” John explotó.
Sherlock lo miró en blanco, “Espera.” Sacudió su cabeza, “Espera,” dijo otra vez. “¿Tú piensas que Victor y yo estamos atraídos el uno al otro?”
“Eso fue ciertamente lo que pareció,” John respondió fríamente. “Todo el abrazo y la conversación y ‘¿no es simplemente agradable, John? ‘él salvó mi vida, John,’ ‘¿no te gustaría ser amigos con él, John’.”
“John, Victor está casado.” Sherlock declaró. “Con una mujer.”
“Yo también lo estuve,” John respondió y lanzó sus manos al aire.
“No, me refiero a que él actualmente está casado con una mujer con la cual tiene dos hijos.”
“Él no estaba usando un anillo,” John respondió tercamente.
“Tiene alergia al metal,” Sherlock le dijo.
“¿A todos los metales?” preguntó escépticamente.
“No puedo decirlo con seguridad,” Sherlock dijo, frunciendo el ceño, “Pero sé que era alérgico al níquel, plata, oro y platino. Pero puedo asegurarte que él está felizmente casado y no tiene un hueso homosexual en su cuerpo.”
“Correcto.”
“¡No lo tiene!” Sherlock protestó.
“¿Cómo podrías saberlo?”
Tiró a sus manos al aire, “¡Porque estaba enamorado de él! Porque le dije y le rogué que me amara de vuelta porque estaba solo y triste como nunca cuando fui a la universidad. Y él me dijo que me amaba pero no de esa manera, no en la manera en que quería lo hiciera. Y genuinamente creo que si hubiera podido, lo habría hecho porque él fue siempre amable y no quería lastimarme.”
John estuvo en silencio por un momento, absorbiendo todo esto. “¿Pero aún lo amas?” murmuró y lo decía como una declaración pero salió como una pregunta.
“En la forma de que hay un punto débil en tu corazón por tu primer amor seguro,” Sherlock concedió, “pero no estoy enamorado de él,” Sherlock respondió.
“¿No lo estás?”
“No,” Sherlock dijo tomando un paso tentativo hacia John. “Victor salvó una vez mi vida diciéndole a Mycroft que había roto mi corazón y que estaba preocupado por mí. Estaba en lo correcto el estarlo. Ingresé a un hospital psiquiátrico y a un establecimiento de rehabilitación contra mi voluntad porque era un peligro para mí mismo. Estaba furioso con él y me tomó años perdonarlo.”
“Oh,” John dijo, no estando seguro qué supuestamente debería de ser sobre eso.
“Victor quizá haya salvado mi vida una vez, pero John,” dijo él tomando otro paso hacia él para estar a menos de 30cm de distancia, “tú has salvado mi vida miles de veces en miles de formas.”
El aliento de John se atoró en su pecho y él no podía sacar ninguna palabra incluso si lo quisiera.
“Sé que no soy bueno en esto, que te he fallado en más formas de las que puedo contar y no estoy bajo la ilusión de que no voy a arruinarlo y fallar un millón de veces más,” tragó, “pero deberías saber, en términos no ambiguos, que soy tuyo.”
John no podía respirar, no podía pensar, no se podía mover.
“Por tanto tiempo como me tuvieras,” añadió. “Y sé que hay gente quién podría ser mejor–”
“Cállate,” John finalmente se las arregló y lanzó adelante y agarró el rostro de Sherlock en sus palmas y lo beso. Lo besó suficientemente fuerte como para impactarlo contra la puerta y sostenerlo ahí y Sherlock lo besó de vuelta, igual de desesperado.
Esto continuó por largos momentos, el beso frenético, palabras saliendo por borbotones y también las no dichas a través del beso únicamente. Todo el miedo y la ansiedad brotaron en un torrente de adrenalina y endorfinas hasta que estuvieron parados contra el otro, temblando de las emociones atravesando sus cuerpos.
Suavizó el beso y Sherlock siguió su guía, gimiendo suavemente y jalando a John hacia él.
Finalmente retrocedió y reposó su frente contra la de Sherlock, “Tú,” dijo, “eres lo mejor que jamás me haya ocurrido.” Tomó un aliento inestable, “Cuando regresé de la guerra no podía entender porque no estaba muerto. Parecía que mi plegaria había sido respondida sin ninguna razón o simplemente era una broma horrible.” Aclaró su garganta y Sherlock acarició con sus manos dos brazos de John hacia arriba y abajo, tranquilizándolo, animándolo, “Y luego te conocí y supe porque no había muerto en la arena ese día.”
“John,” el otro susurró, acariciando su cabello y ladeando su cabeza para presionar un beso en su frente.
“Vamos,” murmuró, “Regresemos a la cama.”
Sherlock asintió e hicieron su camino de vuelta deslizándose bajo los cobertores.
“Tú dijiste por tanto tiempo como te tuviera,” John murmuró una vez que estuvieron acomodados de costado y encarándose el uno al otro. “Te tendré por siempre, si me lo permites.”
“Te lo permitiré,” Sherlock prometió, con la voz gruesa por la emoción.
John se inclinó hacia adelante y presionó sus labios juntos. Sherlock con entusiasmo abrió su boca, su lengua deslizándose fuera tentativamente tocando los labios de John. John gruñó y se acercó a Sherlock, presionando sus cuerpos juntos de pecho a muslo.
Y luego escucharon un toque en la puerta, “¿Papi?” una vocecita asustada llamó desde el pasadizo, “¿Sherlock? Tuve una pesadilla.”
Estuvieron fuera de la cama en un instante y le abrieron la puerta, “Hola,” dijo mientras se agachaba enfrente de ella y envolvió ella sus brazos alrededor de su cuello. “Estás bien,” le tranquilizó, levantándola en sus brazos y sosteniéndola con fuerza. “¿Nos quieres decir sobre ello?” preguntó, mirando a Sherlock quién estaba pasando su mano tranquilizadoramente sobre la espalda de Rosie.
Rosie sacudió su cabeza, “¿Puedo dormir con ustedes?” preguntó, su vocecita temblando con lágrimas y miedo.
“Por supuesto que puedes,” John le dijo, cargándola hacia la cama y colocándola en el medio de ambos. Ellos se acomodaron a sus costados mirándola y Sherlock se estiró para acariciar su cabello.
“¿Mejor ahora?” Sherlock preguntó.
“Un poquito,” dijo ella, apretándose más profundamente de las mantas.
“¿Te gustaría una historia para dormir para retirar tu atención de los sueños?”
Ella asintió y John le sonrío a Sherlock por encima de la cabeza de Rosie.
“Érase una vez,” Sherlock empezó, “un príncipe muy listo y un muy valiente caballero.”
Y si John se durmió al sonido tranquilizante de la voz de Sherlock, también, ¿quién podría culparlo?
Él sabía que Sherlock Holmes quería pasar el resto de su vida juntos. Todo lo demás podía esperar.
Notes:
(Nota original)
¡Muchas gracias por leer! <3 Los veo mañana con más diversión del festival y una reunión para jugar para Rosie.
Sí están preocupados sobre los gatilladores, el resumen súper corto es este:
John pensó que Sherlock iba a reemplazarlo a él y a Rosie con Victor y su hija; al inicio intentó ser amable sobre ello porque le importa la felicidad de Sherlock pero termina sintiéndose herido y frustrado. Tienen una pelea donde ninguno entiende qué es lo que el otro está intentando decir y eventualmente Sherlock confiesa que aunque Victor salvó su vida una vez, John lo ha salvado miles de veces de mil maneras. Él no confiesa su amor pero dice que se quedará con John por tanto tiempo como lo tenga; John dice que se quedará con él por siempre y Sherlock acepta este arreglo. Ambos se dirigen a la cama pero su besuqueo es interrumpido por Rosie quien tuvo una pesadilla. Se van a dormir sintiéndose esperanzados sobre por el mañana.
Chapter 18: Diciembre 18: Regalos
Notes:
(Nota original)
¡Aquí está el capítulo 18! Probablemente estoy más sorprendida que ustedes por haber llegado tan lejos sin dejar de publicar diariamente.
Este capítulo finalmente obtiene la clasificación que le di a la historia cuando inicié. Si no disfrutan leer escenas ligeramente sexuales pueden saltarse a la línea punteada de quiebre un poco más allá de medio capítulo.
¿Posible gatillador pero probablemente no? Víctor le manda un mensaje de texto a Sherlock de que no se pueden reunir porque su madre está de vuelta en el hospital.
Pienso que eso es todo por hoy. Muchas gracias a todos ustedes por sus adorables comentarios en esta pequeña historia (aunque, supongo que debería dejar de llamarla pequeña ya que ha terminado siendo más de 1000 palabras por capítulo). Sus comentarios me hacen el día y me ayudan muchísimo a presionarme y continuar trabajando para sacar el capítulo cada noche. <3 Espero que disfruten a nuestros chicos empezando a estar juntos.
Bendiciones,
FBM
P.S. Sé que al final del último capítulo dije que veríamos a Víctor nuevamente pero eso está siendo empujado para el capítulo de mañana.(Nota de la traductora)
Advertencia: arrancamos con las escenas explícitas en todo el ámbito de la palabra.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sherlock despertó primero en la mañana. Debía ser bastante temprano aún, juzgando por la luz grisácea que empezaba a atravesar las ventanas.
John y Rosie estaban aún dormidos. Rosie dormía con sus brazos y piernas extendidas a todas las direcciones empujando a Sherlock y a John hacia los bordes de la cama, sin pena tomando mucho más espacio que alguien tan pequeña debería. Sherlock esperaba que nunca perdiera eso, que nunca intentara reducirse a un tamaño más manejable por alguien más; él silenciosamente prometió ayudarla a continuar tomando espacio en el mundo.
John estaba durmiendo curvado a su lado, dándole la cara a ambos, justo como se había dormido la noche anterior. Incluso durmiendo, Sherlock pensó, el otro estaba rodeándolos, de manera observadora y protectora. Y Sherlock lo amó. Amaba su naturaleza instintiva, protectora; amaba verlo con Rosie; amaba verlo dormir en su cama. Lo amaba y punto.
Su corazón latió con más fuerza dentro de su pecho recordando la conversación que había tenido con John la noche anterior. Parecía como si fuera la primera vez en años que no había despertado con el dolor persistente del anhelo en sus entrañas que él simplemente (o quizás no tan simple) había aprendido a vivir. Todo se sentía correcto y bien esta mañana, justo de la manera en que supuestamente debería y se preguntó si se gastaría la sensación sí quizá él pasaría el resto de su vida sintiendo como que algo hubiera ido de manera increíble, perfectamente correcto a pesar de todas las cosas que habían ocurrido para intentar hacer que todo fuera mal. Era una maravilla que todos estuvieran aquí.
Rosie se despertó y su rostro se iluminó con una sonrisa cuando vio que Sherlock estaba ya despierto. Rodó hacia él y se apretó para un abrazo y Sherlock no estaba seguro que su corazón pudiera tomar más felicidad. ¿Cómo esto se había convertido en su vida? ¿Qué posiblemente podría haber hecho (o hizo) él para merecer todo esto?
Cuando ella retrocedió Sherlock puso un dedo en sus labios y susurró, “Dejemos que papi duerma un poco más, ¿sí?”
Ella miró a John, luego asintió a Sherlock.
“¿Quieres que vaya abajo contigo o quieres ver si memere y pepere están despiertos?”
Con una sonrisa ella dijo, “Veré a memere y pepere . Ellos siempre me dejan tener chocolate caliente antes de que ustedes se levanten. ¡Memere lo hace igualito que tú!” ella añadió mientras se trepaba encima de Sherlock. Su salida de la cama fue un poco descoordinada y John se movió un poco, pero sus ojos no se abrieron.
Rosie se escabulló de la habitación y Sherlock estaba agradecido de ser capaz de quedarse donde estaba, observando a John dormir.
Escuchó los sonidos de Rosie hablando y riéndose con sus padres; él no fue capaz de entender ninguna palabra, solo podía escuchar su alegría subiendo los escalones. Extrañamente, se dio cuenta que estaba deseando que vivieran un poco más cerca a ellos. Él sabía que les encantaría ver a Rosie más seguido, quizás ellos simplemente intentarían hacer un tiempo extra para ello, musitó.
No estaba seguro de cuánto tiempo estuvieron acostados pero el sol empezó a ingresar por la ventana y estaba pasando de gris a rosado y ya no podía aguantar más. Dejó su mano pasar sobre el espacio entre ellos para que sus dedos pudieran trazar el largo del antebrazo de John, de arriba hacia abajo desde la muñeca hasta el codo, sus dedos apenas tocándolo.
John despertó lentamente, su cuerpo estirándose hacia Sherlock de manera inconsciente. Después de unos cuantos minutos sus ojos parpadearon y su rostro se iluminó con la misma sonrisa que Rosie. ¿Por qué estaban tan felices de verlo? Su corazón no podía aguantarlo como si potencialmente no pudiera esperar contener tanta alegría.
Sherlock rodó hacia él con un gruñido para besarlo y saborear la sonrisa en su boca.
El otro acunó su mejilla y besó a Sherlock de vuelta, lenta y dulcemente y Sherlock se derritió, su cuerpo deshuesándose contra el otro mientras John envolvía un brazo alrededor de su espalda y lo jalaba incluso más cerca.
Después de unos minutos de besarse así, John rodó encima de ellos para que Sherlock estuviera en su espalda debajo de él mientras él estaba reposando entre las piernas de Sherlock, sus cuerpos presionados completamente. Sherlock gruñó, ellos siempre deberían estar así, presionados uno contra el otro sin espacio al medio.
“De acuerdo”, John murmuró contra sus labios y Sherlock se dio cuenta que había dicho eso en voz alta.
“Debería sentirme avergonzado que no mantuve eso dentro de mi cabeza”, Sherlock preguntó antes de inclinarse y presionar un beso rápido en los labios de John otra vez.
“No,” John dijo acariciando los rizos de Sherlock lejos de su rostro. “Nunca deberías sentirte avergonzado de decirme cualquier cosa.” Presionó un beso dulce en la punta de la nariz de Sherlock.
Sherlock suspiró contento y dejó que sus manos pasaran por la espalda de John antes de deslizarse por el borde de su polo para explorar su piel. “¿Esto está bien?” preguntó suavemente, dejando que sus manos reposen en su espalda baja, absorbiendo su calidez.
“Sí,” John respondió, con la voz aún grave del sueño, antes de inclinarse para presionar sus labios nuevamente. Succionó el labio inferior de Sherlock entre los suyos y Sherlock no pudo detener el gemido que escapó de su boca.
John gruñó en respuesta y mordisqueó su labio inferior antes de pasar su lengua encima. “Te siento increíble.” Acarició el cabello de Sherlock lejos de su rostro, pausando para enrollar un rizo alrededor de su dedo. “¿Alguna vez te he dicho que adoro tu cabello en la mañana?”
Sherlock se rió, “Mis rizos lucen horribles en la mañana.”
John acarició la nariz de Sherlock con la suya, “No es cierto.” Dio besitos a través del pómulo de Sherlock y bajó hacia su oreja donde murmuró, “He pasado la última década imaginando el aplastarte contra la superficie más cercana cada vez que salías de tu habitación con tu cabello luciendo así.”
Hizo un sonido y ladeó su cabeza para darle a John un mejor acceso a su oreja y cuello, “¿Oh?” preguntó, su voz saliendo con menos aliento de que tenía la intención de.
“Mmhmm,” John murmuró, su lengua delineando el borde de su oreja y haciendo a Sherlock temblar antes de continuar, “He tenido demasiadas fantasías sobre ti en la mesa del desayuno.”
“¿Has tenido demasiadas fantasías cuando estamos sentados uno frente al otro en el desayuno o fantasía sobre tenerme extendido a través de la mesa?” preguntó.
“Sí,” John clarificó. Mordisqueó la oreja de Sherlock y el cuerpo de Sherlock se curvió contra el de John. Y oh, eso se sintió bien.
“John,” jadeó.
“¿Sí?” respiró y su mano se movió más abajo para agarrar la cadera de Sherlock y sostenerlo cerca mientras las caderas de Sherlock continuaron meciéndose contra él. “Mierda Sherlock, ¿quieres esto?” susurró. “¿Conmigo?” añadió.
Giró su rostro para que pudiera mirar a John, “Sí,” respondió suave y con firmeza. “Muchísimo,” añadió. “Por tanto tiempo.”
“Yo también,” John respondió, antes de juntar sus labios nuevamente.
La mano de John se deslizó entre sus cuerpos mientras jalaba sus pantalones de pijama, arrastrándolos hacia abajo y Sherlock siguió su guía, soltando su agarre en John y empujando sus propios pantalones de pijama hacia abajo. Patalearon un poco pero finalmente se las arreglaron para sacarse los pantalones y presionarse de vuelta juntos.
Ambos gruñeron mientras sus cuerpos encajaban uno contra el otro y sus erecciones se movían juntas. “John,” Sherlock jadeó, sus dedos enganchados en sus hombros mientras su boca buscaba la del otro. Lentamente se mecieron juntos, frotándose y apareándose, gimiendo en la piel del otro.
Sherlock estaba completamente en éxtasis, el sexo era mejor que cualquier droga que jamás haya tenido. “John, por favor más,” rogó.
La mano de John se deslizó entre sus cuerpos una vez más y agarró el pene de Sherlock en su palma, deslizando el presemen de la cabeza hacia el falo, haciendo que el cuerpo de Sherlock se disparara y arqueara contra el suyo. “Eso es,” John murmuró, “Mierda, Sherlock. ¿Te gusta eso?” gimió.
Su cabeza se tiró hacia atrás y dejó que sus manos se deslizaran hacia abajo sobre el cuerpo de John hasta que sus manos pudieran agarrar los glúteos y jalarlo más cerca. “John, por favor,” gimió.
Ellos estaban completamente absortos en el otro, tan perdidos en lo que estaba ocurriendo que Sherlock ni siquiera escuchó el piso de madera crujir afuera antes de que hubiera un toque en la puerta. “¡Papi! ¡Sherlock!” Rosie llamó.
“Mierda,” John gruñó contra la mejilla de Sherlock.
“Memere y pepere dijeron que les dijera que Mycroft está aquí y que deberían bajar para desayunar.”
“Bajaremos en cinco minutos,” John llamó, mientras continuaba acariciando el pene de Sherlock, apretándolo con un poco más de fuerza a través del espacio de su puño y añadiendo un giro al final. “Puedes ayudar haciendo el café de Sherlock.”
“De acuerdo,” ella dijo y Sherlock escuchó el piso de madera crujir mientras se alejaba.
“De acuerdo,” John respiró en alivio, girando su completa atención de vuelta a Sherlock. “Puedes decirme qué horrible papá soy después,” dijo antes de deslizarse bajando por el cuerpo de Sherlock y tomando su pene en su boca.
Sherlock estaba completamente no preparado para el calor húmedo apremiante de la boca de John mientras se lo tragaba casi tomándolo hasta la base. Todo lo que tomó fue un movimiento alrededor de la cabeza del pene de Sherlock y Sherlock se estaba corriendo en la boca de John antes de que siquiera pudiera advertirle.
El otro no parecía descolocado en lo más mínimo, continuó trabajándolo con su boca hasta que Sherlock estaba temblando por la sobre sensibilidad, luces explotando detrás de sus ojos con la brillantez de miles de soles.
Le tomó un momento para recomponerse, bajar de vuelta a la Tierra y cuando finalmente lo hizo, vio que John se había movido hacia atrás y que estaba acariciando su propia erección. “Permíteme,” Sherlock gruñó, “Por favor,” añadió de buena cuenta mientras lo tomaba de John. “Quiero mucho que me enseñes a hacer lo que acabas de hacer,” Sherlock le dijo.
“Más tarde,” John le prometió.
“Y me gustaría mucho que pusieras este pene fantástico dentro mío.”
Los ojos de John rodaron hacia atrás y sus caderas empezaron a moverse más rápido en tiempo con las caricias de Sherlock. “Mierda, dime más.”
Sherlock lamió sus labios, un poco inseguro pero dispuesto a intentar cualquier cosa que John quisiera, “Quiero que me abras,” empezó.
“Sí,” John animó, inclinándose para poder presionar su frente contra el hombro de Sherlock.
“Lindo y lento,” añadió.
“Sí.”
“Y que me abras con tus dedos,” Sherlock dijo.
John gruñó, “¿Qué hay sobre mi lengua?” preguntó. “¿Te gustaría que te abra con mi lengua primero, ponerte lindo y húmedo antes que use mis dedos y lubricante?”
El pensamiento nunca se le había ocurrido a Sherlock pero el únicamente pensarlo hizo que su pene cansado vibrara con interés. “Sí,” se las arregló para decir.
“¿Rogarías por mí?” John murmuró, giró su cabeza para que con sus labios pudiera acariciar los de Sherlock. “Rogarme porque te tome.”
“Sí,” Sherlock respondió. “Sí, John. Mierda,” soltó.
“Sherlock,” gruñó, “Voy a–”
“Córrete por mí,” Sherlock le animó.
Y simplemente así el orgasmo de John estaba atravesándolo, su pene soltando semen a través del polo de Sherlock.
Colapsó en su espalda y los dos de ellos estuvieron lado a lado, jadeando e intentando recuperar el aliento por un largo momento.
John se movió primero rodando hacia Sherlock y ladeando el rostro de Sherlock hacia él para que pudiera besarlo. “Prometo que lo haré lento y adorable para ti más tarde,” dijo, como si estuviera preocupado que Sherlock quizá hubiera encontrado cualquier aspecto de ello no satisfactorio.
Sherlock se inclinó para besarlo otra vez, “Lo espero con ansias pero honestamente fue abrumadoramente fantástico igualmente.”
Le sonrió, “Honestamente tú eres abrumadoramente fantástico,” respondió.
Una respuesta estaba formándose en su mente pero luego escuchó pasos en las escaleras, “Deberías ponerte pantalones,” dijo.
Ambos salieron de la cama y Sherlock tiró su polo sucio a un gancho. Un momento después hubo otro toque en la puerta. “¡Papi, Sherlock! Es hora del desayuno,” una vocecita muy decidida les dijo.
“Bajaremos en este momento,” John prometió, mirando a Sherlock para estar seguro de que él estaba decente antes de abrir la puerta. “Simplemente tenemos que pasar por el baño.”
“Bien,” ella concedió con un suspiro y una sacudida de su pequeña cabeza. “Los esperamos en dos minutos.”
“Anotado,” John le dijo.
Ella asintió una vez y marchó de vuelta bajando las escaleras y John sacudió su cabeza divertidamente. “Estaremos en un gran problema cuando ella sea una adolescente.”
Hicieron su camino al baño y ambos rápidamente pasaron, se limpiaron y se cepillaron los dientes. La manera fácil en la cual se movían alrededor del otro hizo que el corazón de Sherlock latiera un poco más rápido, haciendo una pequeña danza de la felicidad dentro del pecho.
Sherlock estaba estirándose hacia la manija cuando John agarró su muñeca y lo giró presionando su espalda contra la puerta y besándolo hasta que Sherlock estaba sin aliento. Cuando retrocedió Sherlock preguntó, “¿Por qué fue eso?”
“Porque sé que voy a pasar el resto del día queriendo hacerlo y no voy a ser capaz,” John respondió mientras se estiraba hacia la manija y la giró. “Mejor bajamos para desayunar.”
Verdaderamente, Sherlock se sentía un poco mareado y una parte de él se preguntaba si todo esto era algún sueño muy elaborado. Pero John sostuvo su mano camino hacia abajo al desayuno y decidió que si era un sueño no quería saberlo.
Cuando llegaron abajo su ánimo casi fue inmediatamente arruinado por la ceja alzada de Mycroft y su murmurado, “Felicitaciones por su copulación.”
“Oh, Mycroft,” Mami le requintó incluso si Sherlock hizo una mueca y se sintió a sí mismo sonrojándose. “Compórtate. Por una vez.”
Pero John lo sorprendió diciendo, “Gracias,” con una sonrisa picarona. Cuando mami se alejó para ver lo que Rosie le estaba preguntando John añadió, “y deberías probablemente saber que él tenía razón.”
“¿Sobre qué?” Mycroft preguntó.
John miró hacia el otro lado para asegurarse de que Mycroft fuera el único escuchando y tomó un paso más cerca y dijo, “la copulación realmente no le alarma.”
Sherlock tuvo que preguntarse cuánto tiempo John había estado pensando sobre esa broma hiriente en particular que Mycroft había tirado en su camino hace tantos años atrás.
La incomodidad que estaba clara en el rostro de Mycroft fue más que suficiente para solventar cualquier vergüenza que Sherlock quizá hubiera sentido.
John le sonrío engreídamente a Mycroft antes de tomar la mano de Sherlock en la suya, presionar un beso en sus nudillos y dirigirlo hacia la mesa del desayuno.
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Después del desayuno, decidieron ir al festival nuevamente. Uno de los artistas locales estaba haciendo una clase de pintura de escenarios navideños y de invierno y mientras que ninguno de ellos se sentían unos buenos pintores, parecía que sería divertido.
Mientras se estaban abrigando, John dijo, “Deberías ver si Víctor y su familia podrían ir con nosotros. Estoy seguro que él piensa que soy un maldito.”
“No lo hace,” le aseguró, “Pero estoy seguro que disfrutaría conocerlos a Rosie y a ti. Puedo mandarle un mensaje de texto y ver.”
Rosie decidió que ella quería caminar con Mycroft de camino al festival por alguna razón desconocida. Ella tomó su mano en la suya mientras caminaban y le dijo todo sobre el chisme que sabía de la guardería.
Mycroft no parecía saber cómo reaccionar a esto (lo cual Sherlock encontraba altamente divertido) pero a Rosie no parecía importarle. Ella le dijo sobre sus compañeros de escuela y sus maestras y las cosas que ella había deducido y él le hizo cumplidos sobre lo lista que era y John parecía encontrar todo el asunto adorable.
Cuando estaban cerca del festival, Sherlock sintió su celular vibrar en su bolsillo y tuvo que soltar la mano de John para agarrarlo. “Lo siento,” murmuró.
“Está bien,” dijo John, caminando aún lo suficientemente cerca para que sus laterales se acariciaran en cada paso.
Rápidamente leyó el texto y mandó una respuesta, “Los Trevor no van a ser capaces de acompañarnos,” Sherlock le dijo a John. “Al parecer su madre empeoró anoche.”
“Siento escuchar eso,” dijo John con una mueca.
“¿Sientes escuchar qué?” Mami preguntó, claramente habiendo oído lo que John dijo.
“La madre de Víctor empeoró anoche. Está de vuelta en el hospital.”
“Pobrecitos,” mami comentó. “Quizás cuando regresemos a casa podríamos hacerles algo fácil de calentar para la cena.”
“Sherlock y yo hacemos pasta juntos algunas veces,” Rosie ofreció.
“¡Qué buena idea, Rosie!” ella dijo. “Cuando regresemos a casa, Sherlock y tú me pueden enseñar cómo hacer pasta, ¿de acuerdo?”
“De acuerdo,” ella accedió. “Quizás necesitemos algunos dientes.”
“Ingredientes,” Sherlock corrigió, “Y sí, Rosie, pienso que tienes razón. Podemos detenernos en el mercado de camino de vuelta a casa.”
Sherlock hizo una lista mental mientras continuaban caminando, pausando para darle a John una pequeña sonrisa cuando los dedos de John se deslizaron alrededor de los Sherlock, entrelazándose.
Y qué cosa maravillosa era, Sherlock pensó, el tener el apoyo incondicional de John, el pequeño corazón considerado de Rosie y sus padres quienes lo amaban de la manera que era e incluso Mycroft quien hacía lo mejor que podía. Ellos eran tales regalos, reflexionó, cada uno de ellos y quizás nunca los había apreciado apropiadamente o al menos no lo suficientemente seguido.
Quizás ese era el porqué sus padres siempre hacían un escándalo sobre Navidad y quizás ese era el porqué John había fruncido el ceño sobre su mal uso de la frase, ‘Esta es la temporada’ al inicio de todo esto. Quizás en este tiempo del año el supuestamente debería estar un poco más agradecido de lo que ya estaba por todas las buenas cosas y las buenas personas en su vida.
Sostuvo la mano de John con un poco más de fuerza y se maravilló de dónde habían venido y dónde estaban ahora. Él no podía esperar para ver lo que la siguiente década o el resto de sus vidas traería.
Notes:
(Nota original)
¡Eso es todo por hoy, cariños! ¡Los veo mañana! <3(Nota de la traductora)
Ayer fue mi cumpleaños y uno de mis deseos es poder seguir avanzando mis traducciones. Es una de las felicidades de mi existencia, voy a mantenerlo para mi nuevo año personal. Un abrazo a todas(os) y ya regreso en el siguiente capítulo n.n
Chapter 19: Diciembre 19: Fé
Notes:
(Nota original)
¡Aquí vamos! Aquí está el siguiente capítulo, nos queda menos de una semana.
Muchas gracias por el amor y amabilidad que han vertido en esta historia. ¡Eso hace que mi corazón esté muuuuuy feliz!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Mycroft rogó salir de la experiencia en la cocina, diciendo que tenía compras navideñas que terminar (lo cual John dudaba, ese hombre siempre estaba preparado) y el señor Holmes decidió juntársele. Así que Sherlock, Rosie, la señora Holmes y John fueron a la tienda para comprar lo que necesitarían para hacer la cena.
Le pareció a John que para el tiempo que estaban saliendo de la tienda, habían comprado lo suficiente para alimentar a un pequeño ejército. El camino de regreso desde la tienda fue más cansado que la ida, sus brazos llenos de compras pero John se dio cuenta que no le importaba mientras escuchaba a Sherlock y a Rosie sobre lo que iban a hacer cuando regresaran.
“De acuerdo, Rosie, ¿lista para hacer la cena?” Sherlock preguntó mientras se estaban retirando los sacos.
“¡Sí!” ella gritó, corriendo hacia la cocina, delante de ellos.
“Vamos a trabajar en la pasta y memere va a trabajar el algún pan fresco que no requiera mucho tiempo en inflarse,” él le informó. “Quizás ella te dejará ayudar si terminamos pronto.”
“¿Y qué se supone debería estar haciendo yo?” John preguntó divertidamente mientras se dirigían a la cocina.
“Tú,” Sherlock respondió mientras le daba a Rosie su pequeño mandil que habían traído de casa en caso decidieran hornear, “quizás puedas trabajar en la ensalada.” Se puso el mandil para adultos y le dio a John una sonrisa.
John supo que sus labios se habían levantado por su cuenta en respuesta; debería ser ilegal, lucir así de malditamente adorable en un mandil.
“Luego nos puedes deleitar con relatos de aventuras,” añadió.
John se rió y fue al refrigerador, “¿Necesitas sacar algo de aquí?”
“Sólo necesitaremos aceite de oliva,” Sherlock respondió, “Compramos todo lo demás que necesitamos.”
John asintió y tomó el aceite de oliva y lo llevó. Cuando llegó a la mesa encontró a Sherlock y Rosie cortando tomates cherry. (Rosie estaba usando guantes anticortes que Sherlock le había comprado para que pudieran experimentar juntos con seguridad. John había estado un poco escéptico al inicio pero Sherlock había demostrado qué tan efectivos eran usándolos e intentando rebanarse los dedos. John recordaba estar bastante horrorizado pero había confiado en los guantes después de eso). Sherlock estaba cortando con mucha mayor limpieza que Rosie pero ambos estaban tirando los pedazos cortados en el procesador de comida, así que su limpieza (o la falta de) probablemente no importaría mucho.
“¿Qué están haciendo ahora?” la señora Holmes preguntó, mirándolos sobre la masa que estaba empezando a mezclar.
“Tomates,” Rosie respondió.
Sherlock sonrió y el corazón de John saltó un poco, “Esto será una salsa de tomate simple; añadiremos algunas cebollas, un pimiento, albahaca fresca, ajo, aceite de oliva y un toque de queso parmesano. No es tan buena como la salsa enlatada hecha en casa pero es mejor de lo que puedes comprar en la tienda.”
“Suena delicioso,” ella respondió.
“Cuéntanos, papi,” Rosie instruyó.
“¿Qué te gustaría escuchar?” John preguntó, mientras sacaba una tabla de picar de un cajón y empezó a cortar la lechuga.
“La dama rosa,” ella respondió.
El rió, ”Has escuchado esa historia como cien veces.”
“Es mi favorita,” dijo ella.
“Siempre nos puedes hablar sobre la mujer,” Sherlock ofreció, con un brillo de broma en sus ojos, “ incluso hay un componente navideño en esa historia, si recuerdo bien.”
John rodó sus ojos, él contó una muy abreviada versión, apta para todas las edades, de Un Escándalo en Belgravia a Rosie pero dicha sea la verdad, odiaba todo el asunto. “Sí, muy navideño,” John respondió, “Ir a la morgue en la víspera de navidad para identificar un cadáver.”
“Eso suena horrendo,” la señora Holmes dijo.
“Oh, Vamos,” Sherlock dijo, ignorándola. “Fui tan listo en esa.”
“La aborrezco,” respondió él. Y luego añadió, “Y tú,” apuntó con su dedo a Sherlock, “Eres listo en cada historia.”
"Ooh,” El otro respondió, sonriendo ampliamente a John mientras soltaba la docena de tomates que había cortado en mitades en el procesador de alimentos, “¿Lo soy, verdad?”
“Excepto,” Rosie dijo mientras intentaba cortar un tomate a la mitad pero perdió el tomate y este salió de la tabla de picar. “Whoops,” ella miró al piso y se encogió antes de estirarse para agarrar un tomate nuevo, dejando a John el agarrar el caído y tirarlo a la basura, “Excepto,” ella continuó, “cuando saltaste del techo.”
John la besó en la parte superior de la cabeza en su camino de vuelta a su tabla de picar, “Eso es correcto.”
Sherlock no debatió.
Así que John empezó a contar la historia en cómo Sherlock y él se habían conocido mientras ensamblaba la ensalada, la señora Holmes hizo la masa para el pan y los dos cortaron tomates y una cebolla, molieron ajo y los pusieron en el procesador de comida con albahaca fresca y aceite de oliva. Sherlock ocasionalmente añadía partes que John se había olvidado o había saltado.
Sherlock dejó a Rosie apretar los botones del procesador de comida, dejando que ella fusionara los vegetales hasta que su corazón estuviera contento, mientras él empezaba a freír la salsa y a cocinar la pasta.
La comida empezó a completarse en nada de tiempo, el olor de la salsa, pasta y pan mezclándose en el aire mientras la lasaña y el pan que se horneaba, hizo que todos sus estómagos crujieran.
“Esto es un montón de comida,” John comentó mientras empezaban a sacar y empacar todo para viajar.
“Bueno, ellos tendrán justo lo suficiente para otro día,” la señora Holmes respondió. Luego, una vez que todo estaba empacado dijo, “Por qué no ustedes tres lo llevan donde los Trevor, se están quedando donde su mamá. Recuerdas el camino, ¿verdad Sherlock?”
“Sí,” respondió y ellos tres se vistieron con sacos y botas una vez más. “Mejor llevamos el carro,” Sherlock dijo. “Viven al otro lado del festival así que nos tomaría demasiado tiempo caminar ahí en la oscuridad.”
Cargaron las cosas y salieron rápidamente. John se estiró a través de la consola y reposó su mano en la rodilla de Sherlock, parecía nervioso así que mientras Rosie estaba cantando Jingle Bells en el asiento trasero preguntó, “¿Todo bien?” tan casualmente como se las podía arreglar.
Sherlock asintió, luego dijo, “Yo simplemente no,” se encogió impotentemente, “no lidio bien con el duelo y la pérdida inminente. Nunca sé qué decir.”
Apretó la rodilla de Sherlock, “ Bueno, simplemente estaremos dejando algo de comida y luego nos iremos,” John le dijo. “¿Qué tan malo puede ser?” preguntó. Sherlock hizo un sonido, sin estar convencido y John añadió, “Además, nuestra entusiasmada niña extrovertida estará ahí. Ella nos puede ayudar si nos quedamos atorados.”
El otro hombre se rió, “Eso es cierto.”
Después de un viaje corto, estacionaron fuera de una casa bastante amplia y salieron. “Rosie, no olvides tus modales,” John dijo, sintiendo que debió haberse vestido un poco mejor.
Cuando llegaron a la puerta, Rosie ese estiró y presionó el timbre y esperaron por un segundo antes que la puerta se abriera, revelando una adorable mujer con piel bronceada y unos ojos hazel, su cabello rizado atado con un pañuelo. “Hola,” ella dijo, sonriendo cálidamente. “¿Cómo puedo ayudarlos?”
“Trajimos la cena,” Sherlock ofreció.
“Yo soy Rosie,” Rosie le dijo.
“Err,” John dijo. “Este es Sherlock Holmes,” dijo, tocando el hombro de Sherlock con su mano libre, “un viejo amigo de Victor,” añadió. “Cuando escuchamos sobre su mamá, pensamos que podríamos pasar y dejarles una cena para que no tuvieran una cosa más que hacer en un tiempo ya bastante estresante.”
“Eso es muy considerado,” ella dijo. “Entren,” añadió, tomando un paso hacia atrás de la puerta.
“Oh,” Sherlock dijo, mirando a John, “No queremos ser una–”
“No seas tonto,” ella dijo. “Entren,” ella movió su mano y Rosie con felicidad ingresó y fue saludada por un bulldog francés bastante entusiasmado.
Ella sin ceremonias le entregó el pan a la mujer que los había saludado en la puerta, presumiblemente la esposa de Victor y se arrodilló para decirle hola al perro.
“Lo siento,” dijo John con una mueca, “ Rosie–” empezó.
“Oh, no,” la mujer dijo. “Ella está bien. Vamos,” ella dijo, dirigiéndose hacia la cocina. “Estamos acostumbrados a todo tipo de comportamiento de los niños.” Luego llamó, “¡Victor! Tus amigos están aquí. ¡Grace! ¡Ben! Vengan a saludar.” Ella giró de vuelta hacia ellos, “Lo siento, estamos un poco desordenados en este momento.”
“Eso es perfectamente entendible,” John respondió.
“Entonces,“ dijo ella, tomando la comida de sus manos y colocándola en la isla antes de girarse hacia ellos nuevamente, “Si tú eres Sherlock Holmes,” dijo apuntando a Sherlock, “de quién he escuchado mucho por los últimos veinte años, tú debes ser el John Watson del cual he pasado las últimas veinte horas escuchando tanto,” ella dijo asintiendo hacia él.
“Culpable del cargo,” respondió él.
“Es un placer conocerlos a ambos, verdaderamente. Es tan lindo ponerle un rostro al nombre. Soy Melissa pero todos me llaman Melly o Mel.”
Una pequeña que lucía como de la edad de Rosie con la piel bronceada como la de su mamá y un cabello más claro como Trevor, ingresó a la cocina antes que Victor o su hermano pero cuando ella vio a Sherlock y a John parados ahí se movió un poco más cerca a su mamá.
“Está bien,” Melly la animó, “Son muy amables. Son amigos de papi y tienen una pequeña que es cercana a tu edad,” ella añadió.
“Rosie,” John llamó y Rosie ingresó a la cocina, animando al perro a seguirla.
Cuando ingresó vio a la otra pequeña y le sonrió, “¡Hola! Mi nombre es Rosie.”
La pequeña le hizo un gesto pero no dejó el lateral de su madre, “Soy Grace,” dijo ella.
Victor apareció, primero abrazando a Sherlock y luego sorprendentemente abrazando a John también. “Esto es tan amable de su parte,” dijo haciendo un gesto hacia la comida en la mesa.
“Oh, no es nada emocionante,” Sherlock respondió, enterrando la cabeza un poquito, “Es solo algo de lasaña y una ensalada.”
“Aún así,” Victor dijo, “Esto fue muy amable.” Se giró a mirar a su familia, “¿Han conocido a todos? Melly y Grace,” luego miró alrededor, “¿Ha venido Ben?” preguntó.
“Aún no,” Melly respondió.
“Ben,” llamó. “Ven a conocer unos amigos nuevos.”
Un pequeño que para John no lucía que pudiera tener más de tres años salió. Se congeló en la puerta cuando vio a Sherlock y a John. “Está bien,” murmuró, mirando al piso y pasando sus dedos a lo largo de la basta de su polera. “De acuerdo, de acuerdo, bien.” dijo, luego llamó, “¡Max!” y el perro dejó a Rosie para ir hacia él. Ben se arrodilló al costado del perro y cuidadosamente pasó su mano desde la parte superior de su cabeza hasta su cola antes de repetir el gesto.
“Está un poco sobre estimulado hoy,” Victor se disculpó. “El hospital fue un montón.”
“Sin duda,” respondió Sherlock. “Está bien, no nos molesta en lo absoluto,” añadió rápidamente.”Queremos hacerles la vida más fácil a todos ustedes, no más difícil.”
“¿Puedo pintar?” Ben preguntó.
“Sí, cariño,” Melly dijo, “Adelante.”
“Ven, Max,” dijo mientras se paraba y giraba para dejar la habitación. luego dio la vuelta, ”Un gusto conocerlos,” añadió educadamente, dándoles un pequeño asentimiento.
“Igualmente,” Sherlock dijo, obviamente conmovido.
“¿Ustedes tres han comido ya?” Melly preguntó.
“No,” Rosie respondió antes que cualquiera de ellos pudiera.
“¿Les gustaría quedarse a cenar?” preguntó, dirigiéndose hacia la alacena, “Parece suficiente aquí.”
“No queremos ser una molestia,” Sherlock empezó.
“No es una molestia,” Victor dijo, ”Por favor, estaríamos agradecidos por la distracción.”
Sherlock miró a John y John se encogió, él no sabía cuál era la decisión correcta y Victor era el amigo de Sherlock así que si alguien debería saberlo sería él.
Antes de que alguno de ellos pudiera decir algo más Victor dijo, “Genial, está decidido. Vengan al comedor.”
“Hay ganchos en la entrada si quieren colgar sus sacos,” Melly añadió mientras se ponía a calentar la lasaña.
“¿Necesitas ayuda?” escucharon a Victor preguntarle mientras se dirigían de vuelta a la puerta principal.
“Nop, estoy bien, anda a charlar con tus amigos y luego tú vas a tener las labores de limpieza,” ella dijo.
“Hecho,” Victor respondió.
Y el intercambio era tan familiar, una conversación que Sherlock y él tenían casi cada noche, que John no pudo evitar sonreír. Ellos realmente habían sido una pareja por mucho más tiempo de lo que cualquiera de ellos hubiera admitido.
Colgaron sus sacos y Rosie salió disparada primero, sin duda yendo a intentar hacerse amiga de Grace.
“Lo siento,” Sherlock le susurró a John.
“¿Por qué?” John preguntó, ladeando su cabeza hacia él.
Él se encogió, “No dije no lo suficientemente rápido.”
John acunó su mejilla, acariciando con su pulgar ese ridículamente prominente pómulo, “Está bien. Si tú estás feliz de estar aquí, yo estoy feliz de estar aquí. Soy bueno en conversar un poco,” añadió con un guiño, antes de presionar un beso suave en los labios del otro.
Los labios de Sherlock se curvaron contra los suyos, “¿Entonces vamos a hacer esto? ¿Besarnos en público ahora?”
“No llamaría esto público,” John respondió, sonriéndole de vuelta, “Pero sí, si quieres.” Luego después de un momento pensando añadió, “Al menos que estemos en una escena del crimen. No porque no quiera que sepan que estamos juntos, simplemente porque pienso que no es un gran lugar para besar.”
“Juntos,” Sherlock murmuró de vuelta, obviamente su cerebro se había atorado en esa palabra.
“Sí,” se inclinó hacia adelante y lo besó suavemente una vez más antes de retirarse.
“¿Qué hay si tú has dicho algo realmente brillante?” Sherlock preguntó, acariciando con su nariz la línea del cabello de John antes de besar su frente.
“Tendrás que esperar hasta que ingresemos al taxi porque si no estás autorizado a besarme cuando soy listo, ¿cómo me las arreglaré yo para evitar besarte todo el tiempo?”
Sherlock soltó un resoplido de risa y le dio a los labios de John un último beso antes de decir, “Vamos, estoy seguro que Rosie les ha contado la historia de nuestra vida para ahora.”
Sherlock se rió y siguió a John hacia el comedor. Ben estaba en la esquina con un pequeño caballete que estaba con cara a la ventana, Max reposando a sus pies. Él tenía una brocha en la mano y estaba mirando con fuerza su papel en el cual estaba trabajando.
“Rosie y Grace fueron a jugar a la sala,” Victor les informó, “Rosie parecía bastante entusiasmada en que se convirtieran en amigas.”
“Sí,” John dijo con una risa, “Nosotros somos dos introvertidos que estamos criando a una fuerte extrovertida, no tenemos ni idea de dónde lo saca.”
Victor se rió, “Los nuestros son introvertidos y en este punto no podemos descifrarlo. Melly y yo ambos hemos sido extrovertidos todas nuestras vidas así que eso es bastante extraño para nosotros.”
John se sentó al otro lado de Victor pero Sherlock continuó rodeando la mesa hasta que estuvo casi a dos metros de Ben, “Hola,” dijo bajito.
Ben no lo vio a los ojos pero dijo, “Hola,” de vuelta.
“¿En qué estás trabajando?”
“Pintura,” Ben le dijo, su rostro iluminándose por el hecho que le preguntara. Luego levantó su pintura para enseñarle a Sherlock. “Rojo y amarillo hacen anaranjado. Amarillo y azul hacen verde. Azul y rojo hacen morado.”
“Eso es muy bueno,” Sherlock respondió. “Muy bien hecho.”
Ben sonrió y miró a Sherlock antes de mirar de vuelta a sus pinturas. Empezó a moverse un poco y dijo, “Estas son pinturas a base de aceite.”
“¿Es tu tipo favorito de pintura?” Sherlock preguntó y John observó, engatusado por la manera en que Sherlock estaba interactuando con este niño, cerrando la distancia en una manera que John encontró increíble.
“Algunas veces,” dijo él. Insertó su brocha en el morado que había hecho luego dijo. “Algunas veces pintura en base a agua. Algunas veces acrílico.”
“Esa es una palabra difícil, debes ser muy listo.”
“Me gusta pintar,” dijo como si eso aclara las cosas.
“¿Me puedes mostrar?”
Ben asintió y giró el caballete para que Sherlock pudiera ver. “Algunas veces pinceladas.” dijo, mostrándole a Sherlock cómo podía arrastrar su brocha a través del papel. “Algunas veces puntos,” dijo, pintando puntos a lo largo de la línea verde de pintura. “Algunas veces pintó líneas. Algunas veces pinto círculos,”, continuó mostrándole a Sherlock cada cosa que podía hacer.
John escuchó un resoplido y miró a través de la mesa para ver a Victor secándose los ojos, “Oh, lo siento–” John empezó a decir.
“No,” dijo él, cortándolo, “No, es bueno. Me hace realmente feliz viéndolo hablar con otras personas. Él adora pintar,” dijo con una risita, manteniendo la voz baja para no interrumpir a Sherlock y Ben. “Haría eso todo el día si le dejáramos. Es un pequeño listo en un montón de aspectos pero él simplemente absorbe todo lo que le enseñamos sobre arte y pintura. Es una pena que no pudiera estar interesado en algo que Melly y yo de hecho fuéramos buenos,” añadió con una risa.
Miraron de vuelta para ver que Ben le había entregado a Sherlock su brocha y estaba haciendo un gesto al lienzo, enseñándole a hacer una forma.
“Es realmente lindo verlo conectar con alguien fuera de su familia,” Victor dijo y John lo miró. “Pienso que algún día cuando él sea un poco mayor será un extrovertido. Le gusta compartir las cosas en las cuales está interesado con otras personas, él simplemente tiene que aprender algunas habilidades de comunicación.”
Sonaba un poco apenado y eso simplemente no serviría. Ben parecía absolutamente perfecto hasta donde John podía ver. “ Todos lo hacen,” John dijo y Victor le dio una sonrisa agradecida. “En serio. Rosie puede hablarle a literalmente cualquiera sobre cualquier cosa. Realmente necesitamos trabajar en que no le hable a extraños y qué es lo apropiado decirle a las personas que no conoces bien y no simplemente auto invitarte a hacer cosas. Como ella lo hizo con tu perro,” John añadió.
“Bueno, el rostro de Max es irresistible. ¿Quién posiblemente podría decirle no a él?”
John se rió, “ Rosie no, eso es seguro.” Le dio un asentimiento, “No soy un experto en ser padre pero parece que están haciendo un trabajo realmente bueno.”
“Gracias, amigo,” Victor dijo y John tuvo un momento donde parecía completamente irreal que solo la noche anterior él había estaba haciendo su mejor intento en odiar a este hombre.
“La cena está lista,” Melly llamó mientras ingresaba al comedor. “Grace, Rosie, Ben,” ella miró al caballete y sonrió, “Y Sherlock,” añadió. “Vayan a lavarse las manos.” Ella se giró hacia John mientras esos cuatro se dirigían a la cocina, Ben aún explicando cosas sobre pintura a Sherlock. “¿Sherlock y tú toman vino?”
Él asintió, “Sí pero no sientan la necesidad de abrir una botella por nosotros.”
“¿Estás bromeando?” ella preguntó. “Después de hoy, Vic y yo definitivamente podríamos tomar una copa. ¿Tinto o blanco?” ella llamó mientras se dirigía de vuelta a la cocina.
“Tinto,” Victor respondió y John estuvo agradecido de que él no tuvo que dar la respuesta.
“Escucha,” John dijo una vez que todos habían salido de la habitación por un minuto. “Sobre anoche–”
“No pienses al respecto por otro minuto,” Victor interrumpió. “En serio, llegué a casa y le dije a Melly que pensaba que yo no te agradaba y estaba un poco molesto porque si eras importante para Sherlock–”
“Eso no era en absoluto,” John dijo con rapidez.
“Eso fue lo que ella me dijo. Lo siento mucho por interrumpir su cita,” añadió un poco despistado. “Fue tan inesperado, encontrarme con ustedes dos.”
“No, está bien. Honestamente,” John dijo. “Sobre reaccioné, como un imbécil.”
“Todo es cosa del pasado,” respondió fácilmente. “No desperdicies otro segundo pensando al respecto, estamos bien.”
Para entonces las otras cinco personas estaban haciendo su camino de vuelta a la habitación, Rosie conversando alegremente con Grace.
“Por favor no se ofendan,” Melly dijo mientras colocaba el plato con un sánguche de mantequilla de maní con los bordes cortados y una manzana en gajos enfrente de la silla con el asiento elevado. “Él simplemente tiene un problema con los tomates.”
“Oh, está totalmente bien,” John respondió. “Ésta de acá,” dijo, dándole a Rosie un toque en su nariz, “No tocaba nada con papas, lo cual absolutamente rompió mi corazón y los corazones de todos mis fallecidos ancestros escoceses. Ella salió de ello eventualmente,” añadió y Rosie sonrío.
Empezaron a comer y la conversación fue fácil y la compañía estaba buena y John pensó que quizá sería lindo si vivieran más cerca, ellos probablemente podrían ser buenos amigos.
Rosie y Grace habían rogado cuando terminaron el poder regresar a jugar cuando John preguntó, “Entonces, ¿dónde viven ustedes en circunstancias normales?”
“Oh, justo fuera de Londres,” Melly respondió.
“¿Puedo pintar?” Ben preguntó.
“¿Comiste tu sánguche?” Victor preguntó.
Él levantó su plato, “Sí.”
“¿Y tus manzanas?”
“Sí,” dijo nuevamente mostrando su cuenco vacío.
“Termina tu leche, por favor,” Melly dijo, “Luego sí, puedes pintar.”
Rápidamente bebió su leche y luego se giró hacia Sherlock; no hizo contacto visual pero se estiró y acarició la manga de Sherlock entre sus dedos. “¿Puedes pintar?” preguntó.
“Seguro,” Sherlock respondió rápidamente. “Puedo pintar contigo si quieres.”
Ben asintió y se dirigió hacia su caballete una vez más, manteniendo la manga de Sherlock agarrada entre sus dedos.
Esta vez fue Melly quien estaba batallando con las lágrimas, “Soy un desastre,” gruñó. “Es el estrés y las emociones de la semana. No se preocupen.”
John se rió, “Rosie y yo nos mudamos de vuelta con Sherlock después que su mamá murió y recuerdo este día como dos semanas después cuando Sherlock estaba jugando con ella. Él estaba persiguiéndola alrededor de la sala en sus manos y rodillas y pretendiendo comerla cuando la alcanzaba. Y Rosie estaba riendo histéricamente, esa risa de bebé perfecta que te hace sentir de que todo está bien en el mundo y ella estaba mirándolo como si él sostuviera las estrellas en el cielo. Y me rompí,” él se rió. “Las lágrimas literalmente empezaron a bajar como torrente en mi rostro.” Sacudió su cabeza, “No son solo ustedes,” añadió. “Él es bueno con los niños y pienso que hay algo como padre sobre ver a tu hijo sentirse visto que te hace feliz,” dijo con un encogimiento.
“Eres bueno para él,” Victor dijo.
John lo miró, sorprendido por el giro de la conversación.
“Lo digo en serio,” dijo. “Realmente lo eres, porque tú lo ves . No solo qué tan brillante es él o lo que podría hacer por el mundo; tú ves su corazón y su gentileza.”
“Puedo escucharlos, saben,” Sherlock dijo.
John se rió, “Veo eso,” respondió a Victor. “Y él es bueno para mí, también.”
La conversación se movió hacia asuntos más mundanos después de eso y eventualmente, cuando John empezó a sentirse cansado, revisó la hora. “¿Esta es la hora?” preguntó. “Sherlock, son ya las ocho y media, deberíamos ir yendo. Es pasada la hora de la cama para Rosie.”
Se paró, “¡Rosie!” llamó, “Es tiempo de irse.” Se giró de vuelta a Melly y Victor, “Muchas gracias por invitarnos a cenar. Deberíamos hacer esto nuevamente alguna vez.”
“Nos gustaría eso,” Melly respondió mientras se levantaba de la mesa también. Todos excepto Ben, quién aún estaba trabajando en su caballete, hicieron su camino hacia la puerta principal y despedidas fueron dichas por todos lados.
Luego Rosie le dijo con seriedad a Victor, “Tu mami va a estar bien.”
“Espero que tengas razón,” Victor respondió.
“La tengo,” Rosie dijo antes de dirigirse a Grace para abrazarla en despedida.
“Ah, la fé de un niño,” Victor dijo con una sonrisa. “Los veremos a ustedes tres pronto, ¿de acuerdo?”
“Sí,” Sherlock dijo con una sonrisa. “Los veremos pronto.”
Justo cuando estaban casi fuera de la puerta escucharon a una pequeña voz gritar, “¡Esperen!” y Ben salió corriendo, llevando un papel con él. “Aquí,” dijo, ofreciéndoselo a Sherlock.
“¿Para mí?” Sherlock preguntó mientras se arrodillaba enfrente de él para aceptar el papel.
Ben asintió, “Para ayudarte a hacer formas.”
“Gracias,” Sherlock dijo. “Lo atesoraré siempre.”
El niño sonrió y luego corrió de vuelta al comedor y sin duda a su caballete.
“Feliz Navidad,” John dijo, “si no los vemos a ustedes cuatro antes.”
“Feliz Navidad,” vino la respuesta en coro e hicieron su camino de ingreso al frío invierno y John estaba maravillado de que tan bien todo había ido para ellos y no quería irse en lo absoluto.
Deslizó sus dedos alrededor de los de Sherlock mientras regresaban al carro, “Eso fue sorprendentemente divertido,” dijo.
“Extrañamente lo fue,” Sherlock respondió.
“Por supuesto que lo fue,” Rosie respondió mientras se trepaba en el asiento para niños en la parte de atrás. “Es Navidad. ¿Por qué no sería divertido?”
La fe de un niño de hecho, pensó para sí pero se dio cuenta de que él se había acercado a la misma fé que las cosas pudieran funcionar en Navidad que nunca había tenido el resto de su vida, así que quizás ella tenía razón.
Notes:
(Nota original)
¡Espero que hayan disfrutado este! Probablemente será lo último que verán de Victor y su familia en esta historia pero fue divertido escribirlos a todos. :) ¡Los veo mañana!(Nota de la traductora)
Aprovecho en también desearles una Feliz Navidad y comentar que seguiré subiendo capítulos pese a que pronto saldremos de la temporada navideña. Un abrazo a todos y pasenla bonito. Los veo antes de Año Nuevo con la fé.
Chapter 20: Diciembre 20: Dulces
Notes:
(Nota original)
¡Hola a todos! Este capítulo definitivamente se ha ganado esa clasificación ‘explícito’. Si no disfrutan leer escenas eróticas, probablemente dejaría de leer cuando vayan a la habitación– no se van a perder nada excepto sexo.
Disculpen que me haya demorado un par de horas– ha sido un largo día (o quizás semana metida en 24 horas) y este capítulo es algo más largo.
Si están sorprendidos que haya publicado todos los últimos 20 días antes de irme a la cama, no debe ser nada comparable a mi propia sorpresa. Muchas gracias a todos quienes me han animado dejando tales comentarios encantadores, amables en esta historia. Significa mucho más de lo que puedo decir. <3(Nota de la traductora)
Advertencia: sexo explícito.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Cuando regresaron a casa, Mycroft, mami y padre estaban sentados en la sala conversando frente a la chimenea.
“Ahí están,” mami dijo cuando ingresaron. “¿Tuvieron una agradable visita?”
“Sí,” Sherlock respondió, metiendo su cabeza en la sala. “Lo siento no les dejáramos saber que nos íbamos a quedar. Espero que no nos hayan esperado para cenar.”
“No lo hicimos,” ella respondió. “Simplemente pusimos lo que quedó en el refrigerador. Y no hay necesidad de disculparse mientras hayan disfrutado su tiempo con los Trevor.”
John añadió, “Fue adorable pero es hora que pongamos esta pequeña en su cama.”
“Oh, sólo un momento,” Mycroft dijo, sorprendiendo a todos.
Fue hacia su saco y sacó una pequeña bolsa, “Tu pepere y yo vimos estos dulces en la tienda,” le dijo a Rosie, “y me recordaron a la historia que me dijiste sobre los trolls de Navidad,” dijo, entregándole la bolsa de Jelly Babies(1). “Pensé que quizá podrías disfrutarlos.”
“¡Gracias!” Rosie exclamó mientras tomaba la bolsa y le sonreía ampliamente a Mycroft.
“Deberías preguntarle a tu padre si te permite comer unos cuantos antes de dormir,” dijo.
John se rió, “Bueno, es difícil decir no ahora,” dijo secamente. Luego girándose hacia Rosie dijo, “Puedes comer cuatro,” le dijo, “Así que escoge sabiamente.”
Ella abrió la bolsa y escogió cuatro, haciendo un encantador baile de felicidad de una niña disfrutando su comida mientras los comía. Cuando terminó, hizo el recorrido por la habitación abrazando a todos, incluído un muy sorprendido Mycroft.
John y Sherlock la siguieron arriba a su habitación, una vez que sus dientes estaban cepillados y su pijama puesta, la metieron a la cama, ambos presionando un beso en la frente.
“Mañana es víspera de Navidad,” ella les informó.
“Sí, lo es,” John respondió, sonriéndole.
“Nana Hudson dijo que Santa nos encontrará aquí,” añadió, sonando como que quería creerle pero aún necesitando verificarlo.
“Sí,” Sherlock prometió, “Santa nos encontrará.”
“¿Qué pusiste en tu lista?” John preguntó, por la que Sherlock pensó sería la doceava vez. No podía entender por qué aún estaba intentando preguntarle, ella no iba a decirles.
“Es una sorpresa,” ella protestó.
“De acuerdo, de acuerdo,” John concedió, levantando sus manos en rendición.
“Sherlock,” ella preguntó, ladeando su cabeza para poder verlo.
“¿Si?” él respondió.
“¿Me cantarás una canción navideña?” preguntó.
“Sí,” John animó, “Cántanos una canción navideña.”
“Sólo una,” dijo él.
“¿En francés?” Rosie coaccionó.
“De acuerdo,” accedió porque sabía villancicos franceses tanto como los ingleses ya que fue su grandmere quien se los cantaba cuando él era pequeño. Suavemente le cantó El Primer Noel y presionó otro beso en su frente. “Bonne nuit, ma petite fille,(2)” le murmuró.
“Bonne nuit ,” respondió ella con una sonrisa.
“Muy bien,” Sherlock le felicitó.
“Buenas noches, mi pequeña lista,” John dijo, moviendo sus rizos lejos de su rostro y besándole la nariz. “Dulces sueños.”
“Dulces sueños, papi,” ella respondió.
Sherlock hizo su camino para salir hacia el pasadizo, planeando regresar abajo cuando John agarró su muñeca y lo giró, presionándolo contra la pared y besándolo. Lo tomó por sorpresa pero después de superar su sorpresa inicial dio un murmuro feliz en el beso y envolvió sus brazos alrededor de John y lo besó de vuelta con igual entusiasmo.
John Watson besaba con todo el cuerpo. Nunca se le había ocurrido a Sherlock que cuando la gente se besaba, sus manos, sus pechos y brazos y muslos eran aspectos tan importantes. Él apenas podía concentrarse en un área lo suficiente como para apreciar los matices de las maneras en cómo él se estaba moviendo contra el cuerpo de John antes que éste estuviera cambiando de nuevo y encendiendo a Sherlock de una manera completamente diferente.
Cuando John se separó Sherlock enganchó sus manos con más fuerza en su chompa para que no se alejara porque no estaba listo para que el espacio se metiera entre ellos aún.
“¿Todo bien?” John respiró, inclinando su cuerpo contra el de Sherlock y presionando un beso en su mandíbula.
“Sí,” Sherlock respondió. “Simplemente intentando almacenar cosas,” añadió, dándole un toque a su sien. “Es bastante difícil porque cambias lo que haces tan frecuentemente.”
John se rió, luego murmuró, “No tienes que almacenarlo, sabes. No voy a ir a ningún lado.”
“Igual quiero tenerlo,” Sherlock respondió, porque era cierto.
Después de un momento, el cual Sherlock pasó intentando catalogar y John pasó intentando desviar su concentración dejando pequeños, succionadores besos a lo largo de su cuello, John dijo, “Deberíamos volver abajo.”
“Sí,” Sherlock coincidió con un suspiro. “Pero preferiría ir a la cama.”
John hizo un sonido a ello, “A mí también, pero eso no sería muy educado.”
“¿A quién le importa?”
“A mi,” John dijo. Presionó un beso más a los labios de Sherlock antes de alejarse de Sherlock con un suspiro de arrepentimiento. John tomó la mano de Sherlock en la suya y empezó a dirigirlos hacia abajo por las escaleras.
“John,” Sherlock dijo curiosamente, “¿Qué te llevó a besarme hace un momento, así?”
“No lo sé,” John respondió con un encogimiento. “Simplemente me encanta verte con Rosie y observarte con Ben. Y he pasado la última década queriendo besarte hasta quedar sin aliento así, todo dulce y gentil.” John pausó, luego añadió, “O cuando estás siendo listo y complacido contigo mismo.” Hizo una mueca y añadió, “O cuando estás siendo pesado. Siempre he querido besarte cuando estás haciendo puchero.”
“Eso,” Sherlock dijo, “Mientras que halagador, no me ayuda a catalogar.”
John le sonrió mientras llegaban a la base de la escalera. “Tú siendo tú me hace querer besarte. Tan simple como eso.”
No era simple, Sherlock pensó mientras John se dirigía hacia la sala. No había razón por la cual alguien en sus cabales pudiera pensar en Sherlock como alguien a quien amar o desear simplemente por ser él mismo. Y no era que pensara John iba a irse a algún lado, era que si él supiera qué hacía a John feliz, podría hacerlo seguido y eso parecía una buena idea.
Sherlock se sentó en el sofá al costado de John mientras John decía, “Gracias por recoger un pequeño regalo para Rosie, Mycroft, realmente lo disfrutó.”
Un ligero sonrojo se colocó sobre las mejillas de Mycroft, “No lo menciones.”
John se rió, “Tienes un punto débil por ella, admítelo.”
“No tengo nada por el estilo,” Mycroft respondió, levantando su nariz y engañando a nadie.
“Es difícil no tener un punto débil por Rosie,” mami comentó desde su silla donde estaba trabajando en un nuevo proyecto de tejido.
Padre murmuró en coincidencia y Sherlock no pudo evitar sentir un pequeño cúmulo de orgullo del cual no tenía derecho, realmente no.
“Oh, chicos,” mami dijo, “Quería decirles a los tres que me crucé con la señora Hathaway quien vive cruzando la calle.”
Sherlock odiaba las charlas de relleno, realmente lo hacía, le hacía querer sacarse los ojos.
“¿Oh?” John preguntó educadamente.
“Sí. Y mencionó que tan lindo era ver las luces en las ventanas de una de las habitaciones de arriba pero qué desafortunado era que no hubiera decidido colgarlas en la otra.”
“Bueno, eso difícilmente es asunto de ella,” Sherlock respondió.
“Estoy inclinado a coincidir,” Mycroft añadió.
“Bueno, ustedes saben qué año difícil ha tenido. Que con su divorcio y la batalla por la custodia,” dijo, “Así que, pensé que quizá podría hacer algo para animarla y puse luces en sus habitaciones. Obviamente ella no será capaz de ver las tuyas Mycroft pero no quise que te sintieras excluido.”
“Ni se te ocurra,” Sherlock respondió y John le dio un codazo.
“Pienso que fue muy amable de su parte,” John dijo en esa manera cálida, sincera suya. “Si todos saliéramos de nuestra zona de confort para hacer a otros felices el mundo sería un lugar mucho mejor.”
“Estoy de acuerdo, John,” mami dijo, sonriéndole cálidamente.
“Pero imagina qué más difícil haría el trabajo de Mycroft de empezar guerras,” Sherlock dijo, sonriendo cuando Mycroft le rodó los ojos.
“Una posición menor, Sherlock. Es una posición menor.”
“Sí, sí,” Sherlock respondió, “Y yo meramente soy un detective entre muchos muy competentes detectives.”
“Oh, chicos,” mami suspiró. “Ustedes dos son demasiado listos para su propio bien.”
“Eso es cierto,” John se rió, “Pero no los cambiaría.”
Sherlock sonrió e incluso Mycroft lucía un poco complacido por la manera en que John lo había incluído en sus palabras.
La conversación fue placentera aunque aburrida pero ayudó que John había tomado su mano en la suya y estaba lentamente trazando diseños en su palma mientras hablaban. La sensación placentera de los dedos de John pasando sobre su piel aminoraba el aburrimiento a casi la inexistencia y Sherlock se preguntó cuántas cosas aburridas o no placenteras más se encontraría haciendo simplemente porque John era muy bueno distrayéndolo.
Sus padres se fueron a descansar y Sherlock estaba más que listo para llevar a John arriba también pero justo cuando estaba abriendo la boca para sugerir que fueran a la cama, John dijo, “Entonces Mycroft,” su voz era casual pero Sherlock podía decir que había un poco de nerviosismo bajo la piel de John sobre cualquier cosa que fuera a preguntar. “¿Has estado viendo a alguien últimamente?”
“¿Perdón?” preguntó pero su desdén normal para tal tipo de pregunta estaba algo débil y ajustó su corbata antes de alisar su chaleco, en un gesto nervioso, incómodo de culpa, mientras John continuaba.
“Bueno,” John dijo, “No quiero inmiscuirme.” Esto ciertamente no era cierto, a John le encantaba inmiscuirse, John adoraba meter su nariz en los asuntos de otros, Sherlock pensó para sí, “Pero cierto pajarito quizá me haya dicho que haz salido en un par de citas con un caballero en particular,” John finalizó.
“¿Qué más este pajarito te dijo?” Mycroft preguntó, obviamente intentando con fuerza sonar amenazante pero John permaneció imperturbable.
Él continuó, “Bueno, no puedo decir qué más se dijo o no de tu pero puedo decir que el pajarito me dijo que no tiene planes para Navidad y probablemente lo pase solo comiendo comida china de delivery.” John se encogió y se paró, “Simplemente estoy diciendo, si le pides a tu mamá que ponga un asiento más en la mesa para Navidad, estoy segura que estaría feliz de hacerlo.”
Mycroft lo miró, entrecerrando los ojos ligeramente y no respondió.
“Bueno, me voy a la cama,” John dijo, con una encantadora sonrisa hacia Mycroft antes de girarse hacia Sherlock, “¿Te importaría acompañarme?”
“Pensé que nunca preguntarías,” Sherlock respondió, tomando la mano de John y permitiéndose ser jalado.
“Buenas noches, Mycroft,” John dijo.
Sherlock añadió un apresurado, “Duerme bien.”
John mantuvo su mano agarrada con fuerza mientras subían las escaleras hacia su habitación.
Mami había colgado luces en la ventana, colgando de una guirnalda encima de ellos y enganchando luces navideñas a lo largo de ella. Habían copos de nieve de papel colgando de la ventana que Sherlock reconoció como los que mami había estado enseñándole a Rosie hace unos días atrás. John se congeló en la puerta para ver las decoraciones.
“Esto es encantador,” murmuró después de un momento antes de jalar a Sherlock a la habitación y cerrar la puerta.
Nunca se le había ocurrido a Sherlock que cerrar una puerta podía ser excitante pero mientras observaba a John colocar el seguro sintió un temblor de anticipación subir por su espalda. Siguió la mirada de John a lo largo de la habitación y aterrizó en las velas que estaban en la mesa de noche. “Lo hizo para nosotros,” John se dio cuenta. “No para la señora Hathaway al otro lado de la calle.”
“Bueno, estoy seguro que para ambos,” Sherlock dijo.
“Ella quería que tuviéramos una habitación festiva,” John dijo, obviamente muy conmovido por el gesto. “Eso fue lindo de su parte,” añadió.
Sherlock se dirigió hacia las velas, “Menta y vainilla,” dijo, levantando la vela para olerla y dar un sonido complacido. “¿Te gustaría que las prendiéramos?”
“¿Piensas que no le molestaría?” John preguntó.
“¿Por qué le molestaría que las velas que ella puso para usar?” preguntó en respuesta, “No, pienso que ella estaría agradecida de que las usemos.”
“Bueno, simplemente no sabía si ella las estaba guardando para algo especial o simplemente las puso ahí para decorar.”
Lo miró por un momento y se dio cuenta que John genuinamente no podía verlo. “Tú eres algo especial,” le dijo a John. “Para ella, para mi padre, para mí. Ella las puso aquí porque tu eres especial para ella y quiere que te sientas feliz y acogido aquí.”
“Oh,” John soltó, mirando alrededor como si estuviera viendo todo nuevamente por primera vez.
Sherlock le dio un momento para que se repusiera y encendió las velas en ambas mesas de noche antes de acercarse a John. “¿Puedo besarte ahora?” preguntó.
“Sí, por supuesto que puedes,” John respondió, acunando la mejilla de Sherlock en su palma y mirando a sus ojos por un largo momento antes de guiar los labios de Sherlock a los suyos y besándolo dulcemente.
Se quedaron así, en el medio del espacio, envueltos en el otro, por largos momentos hasta que Sherlock sentía que sus huesos se habían disuelto en gelatina. John lentamente lo dirigió hacia atrás hasta que las rodillas de Sherlock impactaron el colchón y cayó de espaldas.
John se arrodilló encima de él en la cama, a horcajadas en sus caderas y pasó sus dedos a lo largo de los botones de la camisa de Sherlock. Arriba y abajo, hasta que Sherlock se preguntó si alguna vez iba a hacer algo con ellos.
Después de un largo momento miró hacia arriba e hizo contacto visual con Sherlock, sus ojos un azul más profundo de lo que Sherlock jamás había visto. “¿Está bien si te desvisto?” murmuró.
Sherlock asintió, luego añadió, “sí,” para reforzar.
El otro le dio una pequeña sonrisa antes de empezar con los botones de Sherlock, cuidadosamente empujándolos de sus ojales uno a la vez, inclinándose para besar la piel revelada cuando cada botón se retiraba. Cuando había desabrochado todos los botones, se sentó y abrió la camisa de Sherlock revelando su pecho y abdomen. “Eres muy hermoso,” susurró.
“John,” Sherlock respondió, estirándose para agarrar el borde de su chompa. “¿Puedo?” preguntó suavemente.
John asintió y Sherlock se sentó, arrimándose sólo un poco mientras empezaba a retirar la chompa de John, revelando el torso del otro, brillando en dorado a la luz de la vela. Cuando sacó su polo y chompa completamente pasó sus dedos sobre el pecho de John, explorando la suave piel cálida.
John empujó la camisa de Sherlock sobre sus hombros y la dejó caer en la cama detrás de él para que ambos torsos estuvieran expuestos. Después de un latido, Sherlock se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra la cicatriz en el hombro de John; la cicatriz que le había traído a John tanto sufrimiento pero que también había traído a John de vuelta a Londres y a él.
“Sherlock,” John susurró, algo suave y casi quebrado en su voz. Sus dedos pasaron a través del cabello de Sherlock mientras presionaba un beso en la parte superior de la cabeza de Sherlock y dejaba reposar sus labios ahí por un largo momento.
Sherlock dejó que sus manos acariciaran la fuerte espalda de John, sus dedos trazando la musculatura y su columna.
Eventualmente John retrocedió y levantó la barbilla de Sherlock para que pudiera besarlo y Sherlock gimió en su boca, besándolo de vuelta e intentando verter en el beso el sentimiento que todo sobre John Watson era un milagro.
Las manos de John acunaron su rostro mientras se aleja, sus pulgares trazando los pómulos de Sherlock mientras se inclinaba para presionar un beso justo entre los ojos de Sherlock, como si fuera algo para ser adorado.
“¿Puedo terminar de desvestirte?” John preguntó mientras bajaba sus manos por el cuello de Sherlock hacia sus laterales.
“Sí,” Sherlock murmuró.
John lo extendió sobre la cama, besando sus mejillas y mandíbula y barbilla mientras sus manos bajaban por el abdomen de Sherlock y al botón de sus pantalones. Se retiró un poco y buscó los ojos de Sherlock, “¿Si?”
“Sí.”
John desabotonó y bajó el cierre de su pantalón y se paró jalando el pantalón de sus piernas y sacó sus medias de sus pies. Presionó un beso en el arco del pie de Sherlock y Sherlock no pudo evitar el pequeño gemido que salió. John masajeó la suela de su pie izquierdo, luego el derecho, por un largo momento antes de pararse nuevamente.
Sherlock miró abajo y vio que su ropa interior estaba tensa, su erección tirante bajo la sedosa tela. Sus ojos pasaron a la entrepierna de John y estuvo gratificado de ser que su pantalón estaba en similar estado. John desabrochó sus propios botones y Sherlock se apoyó en sus codos para ver mientras John deslizaba su pantalón bajando sobre sus fuertes muslos, luego sus canillas antes de retirárselo. Lucía increíble y Sherlock quería probar cada pulgada de él.
“Sácate tu ropa interior,” Sherlock dijo antes de que pudiera detenerse. Luego miró a John quien estaba dándole esa sonrisa dulce que únicamente era cuando estaba siendo complaciente con Sherlock. “Por favor,” añadió.
John hizo lo que se le pidió, deslizando su ropa interior sobre sus caderas y dejándola caer al piso, su impresionante erección meciéndose mientras se movía. Se paró delante de Sherlock, completamente inconsciente, como si lo hubiera hecho miles de veces antes y lo haría mil veces nuevamente. Sherlock tembló ante la intimidad que parecía una promesa.
John se estiró y pasó sus dedos a lo largo de la basta de la ropa interior de Sherlock, “¿Puedo retirar la tuya, también?”
“Sí,” Sherlock crujió, su voz fallándole.
La ceja del otro se frunció ligeramente, “¿Estás bien? Podemos desacelerar,” aseguró.
“Estoy bien,” Sherlock dijo. “Solo que quiero esto, te quiero a ti , demasiado.”
Una suave sonrisa, “Me tienes, Sherlock,” prometió. Luego enganchó sus dedos en el elástico de la ropa interior de Sherlock y lo jaló hacia abajo, cuidadosamente evitando agarrar su erección en la tela. “Tan lindo,” John dijo una vez que la ropa interior de Sherlock estaba en el piso, trazó un dedo a lo largo de su pene, dando un giro en la punta antes de bajar a la base nuevamente.
Sherlock se estiró hacia él y John trepó de vuelta a la cama, a horcajadas en las caderas de Sherlock y presionando sus cuerpos con un suave gemido. Sherlock inhaló con fuerza y envolvió sus brazos alrededor de John, jalándolo más cerca para que sus cuerpos tuvieran tantos puntos de contacto como fueran posibles. “Te siento tan bien,” Sherlock susurró, acariciando con sus manos la espalda de John.
“Tú también,” respondió, acariciando con la nariz la mejilla de Sherlock antes de presionar sus labios nuevamente. Su lengua se unió esta vez, primero lamiendo el labio inferior de Sherlock hasta que Sherlock abrió su boca para permitir que sus lenguas se entrelazaran. John gimió y su cuerpo se movió lentamente contra el de Sherlock.
Cuando retrocedió, John murmuró. “¿Te darías la vuelta? ¿Déjame usar mi lengua en ti?”
El pene de Sherlock se movió entre sus cuerpos e instintivamente se arqueó para tener más fricción. “Sí,” dijo. “Mierda, sí.”
John se sentó y salió de encima de él y Sherlock se sintió irracionalmente desconsolado.
“Está bien,” John prometió como si supiera exactamente cómo se estaba sintiendo Sherlock. “No voy a ir a ningún lado.”
Sherlock asintió y empezó a rodar en sus manos y rodillas.
“¿Puedes moverte a la cabecera de la cama?” John preguntó y Sherlock gateó hacia adelante hasta que su rostro podía reposar contra las almohadas.
Las manos de John acariciaron su piel, deslizándose sobre su espalda, pasando por sus muslos y sobre sus glúteos y Sherlock sentía que podía llorar por lo tan bueno que se sentía ser tocado. Las manos estables de John se acercaron y acercaron al espacio sensible de piel entre sus glúteos y Sherlock tembló, ardiendo porque John lo tocara ahí. “ Por favor ,” chilló.
Su pulgar bajó entre sus glúteos, acariciando suave como pluma sobre su entrada y el pene de Sherlock se movió, chorreando pre semen en el colchón.
“No te muevas,” John dijo y se alejó.
Sherlock gruñó y giró su cabeza para observar lo que estaba haciendo. John agarró una toalla que uno de ellos había colgado en la espalda de la silla y la extendió bajo el cuerpo de Sherlock. Luego se trepó en la cama detrás de Sherlock y usó sus pulgares para separar los glúteos de Sherlock.
Gimió mientras un nuevo torrente de placer y excitación atravesó su cuerpo.
“Tan hermoso,” John susurró y Sherlock podía sentir el aire cálido de la respiración de John sobre su entrada un instante antes que sus labios estuvieran ahí, presionando sobre su ano de la manera en como lo harían sobre sus labios.
Sherlock gimió y enterró su rostro en sus brazos.
“¿Está bien?” John preguntó, con aire caliente, húmedo sobre la piel más sensible de su cuerpo.
“Sí,” jadeó.
Y los labios de John regresaron a trabajar, besando su ano con besos suaves, de labios abiertos. John dejó besos desde su coxis bajando a su perineo, moviendo a Sherlock ligeramente para que pudiera tener mejor alcance. Luego su lengua presionó y rozó un círculo sobre su perineo antes de acariciar nuevamente, lamiendo húmeda y deliciosamente sobre su ano. Él gimió mientras la lengua de John regresó a su entrada, girándola sobre el tenso círculo antes de mover su lengua sobre éste repetidamente.
“Por favor,” gimió, queriendo desesperadamente simplemente abrirse más y empujar la lengua de John dentro.
John gruñó y el pene de Sherlock se movió duro ante la manera que el sonido mandó vibraciones a través de su cuerpo, haciendo que sus dedos picaran.
Luego John apuntó su lengua y presionó firmemente contra el vértice del cuerpo de Sherlock y la entrada de Sherlock cedió voluntariamente para dejarla entrar. “John,” jadeó, “mierda.”
John continuó trabajando en abrirlo, lenta pero seguramente, presionando su lengua más y más profundo, sus dedos separando los glúteos de Sherlock más para que su boca pudiera acercarse.
Las caderas de Sherlock empezaron a mecerse al tiempo de la lengua de John, intentando que su lengua fuera imposiblemente más profundo.
Cuando John retrocedió, Sherlock soltó un chillido desesperado ante la pérdida, “Tócate,” dijo antes de hundirse nuevamente y lamer y succionar obscenamente su ano una vez más.
Se estiró entre sus piernas y acarició su propio pene, jalando y temblando duro ante el placer centelleando a través de él. “John,” jadeó mientras su mano acariciaba sus glándulas expuestas. “No puedo–”
John gruñó y redobló sus esfuerzos, lamiendo y embistiendo más rápido y fuerte, arreglándoselas para deslizarse imposiblemente más dentro.
“John,” jadeó, “Mierda, voy a–” gimió, cortándose a sí mismo. “Tan bien,” chilló, “Tan bien. Eres tan bueno,” gruñó mientras su pene se vaciaba en la toalla debajo suyo. Siguió las caricias mientras explosión tras explosión delirante de placer eran exprimidos de él, su cuerpo temblando y embistiendo y John siguió lamiéndolo, incluso cuando había acabado y su torso colapsó hacia adelante.
Lentamente John retrocedió, moviéndose hasta que estuvo besando reverencialmente suave contra su entrada una vez más. John se sentó y su erección acarició la parte trasera del muslo de Sherlock, dejando un hilo de pre semen a lo largo de su piel y dándole a Sherlock una piel de gallina.
Colocó su pene entre los muslos de Sherlock, “Aprieta para mí,” rogó y Sherlock lo complació, estirándose hacia atrás para agarrar la cadera de John mientras este empezaba a embestir su pene en el canal estrecho, húmedo entre sus piernas.
“Sí,” Sherlock gruñó embistiendo contra John mientras las caderas de John empezaron a moverse lo suficientemente rápido como para que estuvieran impactando contra el trasero de Sherlock. El sentir el grueso pene de John sobándose contra él era casi suficiente para volverlo a endurecer. “John,” gimió y el otro soltó un gruñido roto, enterrando su rostro en el cuello de Sherlock mientras se corría.
Después que John recuperó el aliento Sherlock se movió, tirando la toalla cubierta con sus eyaculaciones fuera de la cama y jalando a John cerca de él. Reposaron de costado, las piernas enredadas, envueltos en los brazos del otro, mientras intercambiaban besos y palabras suaves de cumplidos. Y era bastante caliente y sus cuerpos estaban bastante pegajosos pero Sherlock no hubiera cambiado nada.
Cuando el sudor de sus cuerpos empezó a enfriarse, Sherlock retrocedió y jaló las mantas hacia arriba. Ambos estaban peleando por mantener los ojos abiertos mientras John se inclinaba hacia adelante para presionar un dulce beso más en los labios de Sherlock.
“Duerme bien, Sherlock,” John murmuró cuando retrocedió, sus ojos ya cerrándose como si no pudiera evitarlo.
Después de presionar un beso más en la barbilla de John, Sherlock sucumbió al encanto del sueño también, tan feliz y enamorado como jamás lo había estado.
Notes:
(1) Son un tipo de dulces de gelatina con azúcar que tienen forma de bebés gorditos. Son originarios de Inglaterra. Me hacen recordar a las gomitas de estos lares.
(2) Buenas noches, mi pequeña.(Nota original)
¡Vengan conmigo mañana para el primer capítulo sobre la víspera de Navidad! <3(Nota de la traductora)
No sé si a ustedes les ha pasado, pero qué rápido se me está yendo enero por acá. Sin embargo es un tiempo alegre traducir esta historia. Espero que hayan empezado con pie derecho este año *-*/
Chapter 21: Diciembre 21: Oscuridad
Notes:
(Nota original)
¡Aquí estamos amigos! ¡Día 21! Hoy tenemos una precuela temprana a la víspera de Navidad (un capítulo completo de las festividades para disfrutar mañana).
La única advertencia que puedo pensar es que John habla un poco sobre ser reprimido: crecer en una casa donde ser bisexual no era una opción, luego ir al ejército donde supuestamente no debes decir nada y la vergüenza inherente que eso te causa. Nada gráfico, nada muy intenso, sólo una pequeña charla con el señor Holmes sobre aprender a amarte y amar a otros.
Gracias nuevamente a todos por el apoyo, no puedo superar tantos maravillosos comentarios que han dejado en esta historia – honestamente ellos han hecho mucho más fácil seguir escribiendo y publicando, así que no podría estar más agradecida por el abundante amor vertido en esta historia. <3(Nota de la traductora)
Advertencia: recuerdos de entornos homofóbicos.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
John despertó con susto, jadeando como si hubiera estado bajo agua mientras sus ojos se abrían de golpe. No podía recordar qué había estado soñando pero su corazón estaba disparado y estaba respirando pesadamente. Después de un momento, giró su cabeza y miró al hombre durmiendo profundamente a su costado. Sherlock estaba boca abajo, cabeza apoyada en sus brazos, sus rizos cayendo sobre su rostro mientras dormía, los suaves ronquidos escapando de su boca de minutos en minutos.
Rodó de costado y simplemente miró al otro, trazando la curva de su espalda con sus ojos y admirando las apenas visibles pecas a lo largo de su espalda. John admiró sus rizos oscuros abundantes y la manera en cómo sus pestañas acariciaban sus mejillas cuando sus ojos estaban cerrados. Intentó igualar su respiración al tiempo lento, estable de Sherlock pero el repiqueteo de su corazón continuaba y no iba a permitirlo.
Después de unos cuantos minutos más intentando calmarse se rindió y lo dio como causa perdida y decidió darse una vuelta al baño y por una taza de té, al menos no tendría que preocuparse por despertar a Sherlock con su inquietud de esa manera. Se deslizó saliendo de la cama y empezó a ponerse unos pantalones de pijama cuando escuchó a Sherlock moverse y murmurar, “¿John?”
“Está bien,” dijo John, voz suave, “Regresa a dormir.”
Sherlock rodó ligeramente y parpadeó sus ojos abiertos hacia John, “¿Estás bien?”
“Sí,” John respondió, inclinándose sobre la cama para darle un beso en la sien. “Simplemente voy a usar el baño. Regresa a dormir.”
“De ac’rdo,” Sherlock susurró, ya durmiéndose una vez más. Y John lo amó.
Agarró un polo y se lo puso antes de salir de la habitación, quietamente cerrando la puerta tras él.
Después de ir al baño, bajó a la cocina y puso la tetera, agarró una taza y una bolsa de té mientras hervía el agua. Una vez que dejó al té reposar llevó su taza a la sala y se colocó en una silla, dejando que la oscuridad lo rodeara y tranquilizara. John cerró sus ojos y se concentró en su respiración, anclándose al aquí y ahora.
Siempre era un poco frustrante cuando su cuerpo estaba tan atento que ni siquiera podía recordar la razón de origen pero intentaba empujar la frustración, irracional o no, estar frustrado consigo mismo no ayudaba en nada.
No estaba seguro por cuánto estuvo sentado ahí antes de escuchar pasos en las escaleras pero aún estaba oscuro afuera, así que quien fuera debía ser alguien que se levantara temprano o también tenía un tiempo difícil en dormir.
La luz de la cocina se prendió, revelando al señor Holmes yendo hacia la alacena.
John decidió que probablemente debería dar a conocer su presencia antes que asustara a morir al otro. Bajito dijo, “No quiero asustarlo–”
El señor Holmes saltó y miró a través del marco de la puerta, “¡Oh, John! No te ví ahí.”
“Lo siento, no quise asustarlo,” John repitió contritamente.
“Está bien,” el señor Holmes respondió, dirigiéndose de vuelta a la alacena. “Simplemente no estoy acostumbrado a tener a otras personas despiertas tan temprano.”
John podía escucharlo moverse en la cocina con la tetera y su té y unos cuantos minutos después ingresó a la sala, dejando las luces prendidas, “¿Te molestaría si te acompaño?”
“En lo absoluto,” John respondió con honestidad.
El señor Holmes se sentó con un suspiro y dijo, “Sabes, empecé a levantarme así de temprano cuando los chicos eran muy pequeños. En parte porque ninguno de ellos era el mejor durmiendo y mi Violet, bendita ella, no es una persona mañanera hasta que haya tenido una taza de café.”
John se rió, “No puedo imaginarme eso, ella siempre está tan alegre en las mañanas.”
“Sí, bueno,” dijo, inclinándose hacia adelante conspiracionalmente, “He pasado casi cincuenta años llevándole una taza de café a la cama para que ella pueda beberla antes de encarar al mundo.”
El corazón de John latió dolorosamente en su pecho, “Eso es la mejor, amable cosa que jamás haya escuchado.”
Le hizo un gesto, “Todos hacemos algunos sacrificios por aquellos que amamos. Al final no es una molestia real.”
“¿Cuál era la otra razón?” John preguntó, luego aclaró, “Por la cual empezó a levantarse temprano.”
Le sonrió ligeramente, “Quería un poco de quietud.” Luego añadió, “Amo a mis chicos, no los intercambiaría por nada en el mundo pero siempre había tanta bulla en la casa cuando estaban despiertos. Interminables charlas y debates, violín chillando y piando retumbando y los experimentos,” sacudió su cabeza, “Siempre ha sido bullicioso y simplemente quería tener un pequeño tiempo tranquilo para poner mis pensamientos en orden para el resto del día.”
John sonrió, él podía entender el sentimiento.
“La casa es mucho más tranquila ahora,” el señor Holmes continuó, “Pero simplemente no puedo sacarme del sistema levantarme todos los días a las 5:30 y no he sido capaz de detenerme todos esos años después.”
“Ha sido lindo ser capaz de descansar,” John dijo, reflexionando en qué tan fáciles y buenas las mañanas de habían sentido con Sherlock, “Gracias por cuidar a Rosie las últimas mañanas.”
“Pienso que yo debería agradecerte,” respondió, “Es lindo tener la risa e imaginación de una niña llenando la casa nuevamente. Estábamos tan agradecidos que Sherlock y ustedes fueran capaces de venir esta Navidad.”
“Lo estamos también,” John respondió sinceramente. “Fue la idea de Sherlock, quería que viéramos el festival.”
“Sí, él dijo eso,” el señor Holmes respondió, sonando curioso, “Estuve un poco sorprendido, debo confesar, él siempre odió el festival cuando era un adolescente.”
“¿Lo hacía?” John preguntó, un poco sorprendido basado en qué tan emocionado Sherlock había estado en mostrarle las diferentes partes.
“El odió un montón de cosas cuando era un adolescente. Siempre parecía ser mucho más difícil para él que para un montón de adolescentes y fue definitivamente más difícil para él que lo que fue para Mycroft.”
John asintió, podía imaginarse que ese era el caso.
“Violet y yo estuvimos tan complacidos cuando te encontró. Leímos tu primera entrada en el blog y lo supimos,” dijo con un encogimiento. “Tu siempre has sido un buen amigo para él, John.”
“Me gustaría ser más que un amigo para él,” John confesó, sorprendiéndose a sí mismo con su franqueza. “Voy a pedirle que se case conmigo,” dijo. “No sé cómo o cuándo pero fue en todo lo que pude pensar anoche, observándolo con el hijo de Victor, Ben y observándolo con Rosie; todo lo que pude pensar es qué tan bueno es siendo un papá y qué tan bueno es siendo una pareja. Me gustaría mucho pedirle su bendición si estaría dispuesto a darla.”
“¡Esas son maravillosas noticias!” El señor Holmes exclamó. “Estoy muy feliz por ambos. Por supuesto,” dijo. “Por supuesto que tienes mi bendición.”
“Gracias,” John respondió, sus ojos lagrimeando un poco. “Nunca esperé esto,” confesó.
“Bueno, ¿quién podría haber esperado a Sherlock?” el señor Holmes preguntó, “Lo amo profundamente pero, ¿quién podría haber imaginado a tal persona?”
“No,” John dijo sacudiendo su cabeza, “Bueno, sí, eso es cierto, pero me refiero a que nunca esperé que le fuera a pedir a un hombre que se casara conmigo.”
“¿No?” el señor Holmes preguntó. “¿No siempre supiste que eras bisexual?”
Y simplemente escuchar a alguien decirlo en voz alta podría haber conmocionado a John si hubiera estado parado pero escuchar decirlo a alguien tan descaradamente como si no hubiera nada de lo cual estar avergonzado en el mundo arrasó con la mente de John. “Siempre lo he sabido,” respondió con cuidado una vez que su mundo se enderezó nuevamente, “Pero nunca fue una opción real cuando estuve creciendo.”
“Eso debió haber sido difícil para ti,” respondió.
El instinto de John era disminuirlo, apartarlo y pretender que no lo había afectado, en lugar de eso reconoció el dolor que las memorias aún causaban, “Sí, lo fue,” dijo. “Más difícil para mi hermana Harriet que para mí pero aún así difícil.”
“¿Tus padres no lo aprobaban?” preguntó.
“Por ponerlo de mediana manera,” respondió. “Cuando me fui a la universidad y me sentía a miles de kilómetros de esas expectativas y tuve nuevas, maravillosas experiencias pero de alguna forma siempre pensé que algún día terminaría con una esposa y dos hijos, viviendo en una casa con una pequeña cerca de madera. Y luego me uní al ejército y todo era muy clandestino allí también, simplemente no se habla al respecto y eso es lo que te dicen, así que refuerza la idea que es algo de lo cual avergonzarse.”
“No lo es,” el señor Holmes dijo. “No deberías estar avergonzado de quién eres, John. Tu eres un hombre brillante, un doctor, literalmente salvas vidas; eres un buen padre que ama a su hija; eres una persona que pelea por lo que crees y peleas por aquellos que no pueden pelear por sí mismos. Cualquier padre, cualquier familia, cualquier grupo u organización, estaría con suerte de tenerte justo como eres.”
John asintió lentamente, “Es duro pero he intentado trabajar un montón en eso,” dijo. “He estado yendo a terapia irregularmente desde que salí por invalidez a casa desde Afganistán. Es el porqué empecé con mi blog en primer lugar,” añadió. “Y ha sido horrible pero me ha ayudado con un montón de esos problemas.”
“Me alegra,” el señor Holmes dijo sinceramente.
“Lo siento,” John dijo, sacudiendo su cabeza para aclararla, “No sé porqué le dije todo eso.” Dio un resoplido de risa auto consciente.
“Me alegra que lo hayas hecho,” dijo. “Hace que el hecho que quieras pasar tu vida con mi Sherlock incluso más especial.”
“¿Honestamente?” dijo, “Lo supe desde la primera vez que lo perseguí a través de Londres intentando atrapar a un asesino serial. Supe que quería pasar el resto de mi vida persiguiendo a Sherlock Holmes. Y no sabía que sería así pero supe que quería estar con él de cualquier manera que él me tuviera hasta el día que muriera.”
“¿Qué más pudiera uno–” el señor Holmes empezó antes que una alarma sonara en su teléfono. “Oh, siento eso,” dijo mientras presionaba el botón de apagado. “Sólo mi recordatorio que es tiempo de hacer el café de Violet.”
Sacudió su cabeza, “No deje que lo retenga. Lo siento por tomar todo su tiempo de tranquilidad con mi cháchara,” dijo, sintiéndose un poco avergonzado. Esto era lo que pasaba cuando no dormía lo suficiente.
“John, has hecho que el corazón de este viejo más feliz de lo que ha estado en un largo tiempo. Y eso es decir algo porque me casé con el amor de mi vida y tuve dos hijos remarcables por los cuales estoy agradecido todos los días,” añadió, “No hay nada que un padre quiera más para sus hijos que sean conocidos y amados y felices.” Se dirigió hacia la cocina antes que John pudiera responder, “Deberías llevarle una taza de té, si deseas,” dijo, “Y regresa a dormir antes que tu pequeña despierte. Pienso que dormirás mejor ahora. Disfruta un buen descanso, estás en vacaciones después de todo.”
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John hizo lo que el señor Holmes había sugerido y le hizo a Sherlock una taza de té. No sabía si Sherlock estaría despierto cuando subiera o si siquiera querría el té pero pensó que no sería una molestia.
Ingresó en la habitación justo cuando el cielo estaba empezando a aclararse fuera de la ventana y gateó en la cama. Sherlock se enganchó en él casi de inmediato con un pequeño murmuro, “Te extrañé,” murmuró adormecidamente y el corazón de John ardió.
“¿Oh?” se las arregló para decir.
“Mmhmm,” Sherlock respondió, asintiendo contra el pecho de John. “¿Cómo estuvo la charla con padre?”
“¿Cómo tú–?” John empezó, luego cambió de dirección, “¿Sabes de lo que hablamos?” pensando que eso definitivamente arruinaría la sorpresa de una pedida si lo hacía.
Sherlock bostezó, “Él probablemente te dijo por qué empezó a levantarse temprano, luego hablaron sobre ser padres y los desafíos y probablemente terminaron hablando de mi ya que soy lo que los conecta a ambos.”
No tanto pero John ciertamente no iba a corregirlo. “Brillante,” murmuró sinceramente, sus labios acariciaron la frente de Sherlock mientras hablaba.
Sherlock murmuró y colocó su aún desnudo cuerpo sobre el de John, sus extremidades aún pesadas con sueño mientras colapsaba encima de él.
John presionó un beso sobre su hombro y dejó que sus manos acariciaran de arriba a abajo la espalda de Sherlock, trazando cualquier nudo que pudiera sentir.
“Deberíamos volver a dormir,” Sherlock murmuró, sus labios moviéndose contra la oreja de John y su barba arañando la mejilla de John. “Es Navidad mañana, ella nunca nos dejará descansar.”
“¿Quizás algo más primero?” John sugirió, moviendo sus manos hacia la espalda baja de Sherlock y sobre sus glúteos antes de subir nuevamente.
“¿Qué tienes en mente?” Sherlock preguntó, su cuerpo ya empezando a moverse contra el de John mientras sus manos se deslizaban bajo el polo de John.
“Lento sexo mañanero,” John respondió.
“Mmh,” Sherlock murmuró, empujando el polo hacia arriba hasta que John se sentó parcialmente para sacárselo completamente. “Me gusta esa idea.”
“A mi también,” John respondió mientras ayudaba a Sherlock a empujar sus propios pantalones de pijama y sacándolos.
Sherlock deslizó sus labios desde la mandíbula de John hacia su cuello, luego mordisqueó ligeramente su clavícula antes de bajar y darle vueltas al pezón de John con la punta de su lengua. John jadeó cuando el aire frío de la mañana impactaba su pezón y lo hacía endurecerse.
“¿Me dirás si hago algo mal?” Sherlock preguntó mientras se estiraba para envolver su mano en sus penes algo duros, presionándolos y haciendo que John gruñera con placer.
“No lo harás,” John respondió, arqueándose en la mano de Sherlock y disfrutando la manera en que las puntas de sus penes se deslizaban una contra la otra. “Pero sí, si haces algo mal te lo diré.”
Los labios de Sherlock encontraron los suyos besándolos lentamente, dulcemente y John le dejó poner el ritmo y dirección del beso, simplemente disfrutando a Sherlock y aprendiendo más sobre lo que quería y le gustaba. Sus erecciones se endurecieron al punto que la mano de Sherlock ya no podía envolverlos así que John se estiró entre sus cuerpos y enlazó sus dedos con los de Sherlock encerrando sus penes en su puño conjunto.
El otro gruñó por el contacto de John y John abrió su boca mientras besa a Sherlock nuevamente, jalándolo más al beso. Lentamente sus cuerpos se mecieron nuevamente contra el otro y John se encontró a sí mismo murmurando contra los labios de Sherlock, “¿Hay loción en tu mesa de noche?”
Sherlock se sentó un poco y miró a su mesa de noche, “Sí.”
“¿Podrías sacar una medida(1) o dos?”
Se estiró a través de la cama y sacó algo de loción en su mano.
“Aquí,” John murmuró, tomando algo de la loción y calentándola antes de acariciar la erección de Sherlock y cubriéndola para que sus penes pudieran deslizarse con mayor facilidad.
Sherlock gimió por la mano de John tocándolo y llevó su mano a la erección de John para imitar el gesto, lubricando el pene de John y haciendo que John gruñera. Envolvieron sus manos juntas alrededor de sus penes nuevamente, enlazando sus dedos y subiéndolos y bajándolos mientras sus cuerpos continuaron meciéndose para moverse y frotarse contra el otro lentamente.
“Tan bueno,” John murmuró mientras envolvía sus piernas alrededor de las caderas de Sherlock, presionando aún más sus cuerpos.
“John,” el otro gimió, sus caderas moviéndose un poco más rápido.
“Tan bien,” John repitió y todo el cuerpo de Sherlock tembló contra el suyo. “Eres tan bueno para mi, Sherlock,” John dijo y Sherlock gimió mientras sus caderas se movían contra las de John. “Tan hermoso,” John dijo, acariciando el cabello de Sherlock sacándolo de su rostro y acunando su mejilla. “Estoy tan maravillado de ti,” John murmuró, mirando directamente a los ojos de Sherlock.
“Yo también,” Sherlock susurró, su pulgar acariciando la mandíbula de John. “Estoy maravillado de ti, eso es,” añadió apresurado.
John empezó a mover sus caderas con más fuerza. “Eso es,” John animó, trazando con sus dientes la barba de Sherlock en su expuesto cuello. “¿Vas a correrte por mi?” preguntó.
“John,” fue la única palabra que Sherlock pudo decir antes de dejarse ir y derramarse a lo largo del vientre de John.
El sonido de su voz cuando dijo el nombre de John, el sentir su pene derramándose contra el suyo y la mirada de placer en el rostro de Sherlock fue suficiente para mandar a John sobre el precipicio también. Sus cuerpos continuaron meciéndose suavemente por un segundo más, prolongando el placer por tanto como pudieran.
Después, quedaron juntos por un largo momento hasta que sus latidos se estabilizaron y su respiración se sincronizó, ambos completamente satisfechos y muy contentos.
“Eso fue excelente,” John murmuró contra la sien de Sherlock.
“Las mañanas pueden ser mi tiempo favorito del día,” Sherlock dijo contento.
Después de unos minutos más John se estiró hacia su polo que no había logrado salir de la cama y limpió el desastre que cubría ambos estómagos y sus ahora flácidos penes. “Eso tendrá que servir por ahora,” John dijo. “Podemos tener una ducha apropiada cuando despertemos pero por ahora estoy feliz de reposar contigo como para moverme.”
Sherlock murmuró con felicidad a ello, “¿John?” preguntó mientras se deslizaba para estar parcialmente encima de John en lugar de completamente encima.
“¿Mmhmm?”
“¿Siempre podemos despertar juntos?” Sherlock preguntó adormecido.
“Sí, cariño,” John respondió. “Por supuesto que podemos.”
“De acuerdo,” dijo con un pequeño suspiro feliz. “Te veo en un rato entonces.”
“Te veo,” respondió John, presionando un beso en la frente del otro. “Dulces sueños.”
El té que John hizo para Sherlock nunca se bebió pero cuando despertaron nuevamente unas horas después Sherlock estuvo conmovido por el gesto igualmente.
Notes:
(1) pump: bomba. De hecho hace referencia a esos pomos que presionas para que salga lo que hay en el contenedor (como el gel de baño y parecidos). Pero para nosotros bomba suena más a explosivo que el artefacto del baño haha
(Nota original)
Juntémonos mañana para las festividades de la Víspera de Navidad y la aparición del invitado especial de Mycroft. ;)(Nota de la traductora)
Aquí en el hemisferio sur estoy que me sancocho de calor. Les deseo a todos un feliz Año de la Serpiente que arranca este 29 :D El año nuevo lunar es lo que más me gusta celebrar, así que harta abundancia para todos.
Chapter 22: Diciembre 22: Amigos y Familia
Notes:
(Nota original)
Aquí estamos amigos, ¡día 22!
No puedo agradecerles lo suficiente por los amables comentarios que han dejado en esta historia – he estado tan abrumada por su gentileza que estoy muy feliz hayan disfrutado esta esponjosa pequeña historia. <3
No hay advetencias para hoy. Simplemente diversión limpia. :)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
John aún había estado en la cama con él cuando Sherlock había despertado por segunda vez esa mañana, durmiendo pacíficamente, sin rastro de las emociones que lo habían despertado tan temprano esa mañana y lo habían alejado de su cama.
Sherlock estaba agradecido de que hubiera podido descansar un poco más y no pudo evitar preguntarse si la pesadilla de John había sido activada por algo que había ocurrido el día anterior o si era simplemente aleatorio, no había manera segura de saberlo al menos que John dijera algo pero él no parecía haber estado molesto cuando se durmió anoche. Al contrario, de hecho.
Resolvió no preocuparse hasta que estuviera en claro que hubiera algo de lo cual preocuparse. John tenía múltiples indicios si uno sabía que mirar y Sherlock sabía qué buscar.
El sol continuó subiendo y Sherlock observó la manera en cómo trazaba el rostro de John y torso expuesto, pintando su piel en dorado con la luz.
Sherlock no pensaba que jamás sería capaz de tomar su dosis completa de mirar a John Watson y la novedad de ser capaz de observarlo por un tiempo prolongado de tiempo sin John preguntándole por qué ‘lo estaba mirando así’ era refrescante. Podría haber estado recostado por horas y simplemente observar al otro, podría haber contado sus pestañas y las sutiles pecas en sus mejillas, podría haber imaginado lo que sería trazar la espalda de John con sus labios y lengua, enterrar su nariz en las hebras sedosas del cabello de John y miles de otras cosas que nunca se dejó a sí mismo imaginar que sería capaz de hacer.
Cuando John parpadeó y abrió sus ojos Sherlock no pudo evitar la sonrisa que se extendió a lo largo de su rostro.
“Hola,” John le murmuró, inclinándose hacia adelante para presionar dulcemente sus labios. “Luces hermoso.”
Sherlock sintió su piel sonrojarse y sacudió su cabeza, “Eres ridículo.”
John simplemente le sonrió y rodó sobre su espalda para estirarse. Mientras John estiraba sus brazos hacia arriba por encima de su cabeza para estirar su espalda Sherlock cedió a la tentación de tocarlo, pasando sus dedos sobre el pecho y estómago de John.
Le sonrió nuevamente, acariciando el bícep de Sherlock, “Es lindo despertar contigo,” John murmuró.
Sherlock coincidió, “Es mucho menos lindo sentir el semen que se ha secado y cuarteado mi piel.”
Con una risa, John respondió, “Podemos ducharnos.”
“¿Juntos?” Sherlock preguntó.
John murmuró, “Si deseas. Probablemente no deberíamos hacer muchas travesuras ahí a esta hora del día, sin embargo.”
Sherlock concedió este punto con un poco de decepción pero no lo suficiente como para disuadirlo de ducharse con John.
Salieron de la cama y se pusieron los pijamas antes de dirigirse al baño en la puerta del costado. John empezó a correr el agua, murmurando algo bajito que Sherlock no podía descifrar pero estaba seguro era un villancico.
John se sacó el pijama y se trepó a la ducha sin un hilo de autoconciencia, como si lo hubiera hecho miles de veces y el corazón de Sherlock ardió con amor; le ardía la evidencia de que John confiaba en él, que John estaba cómodo con él, que no veía razón para ocultarse de Sherlock.
“¿Vas a venir?” John preguntó sin mirar a Sherlock mientras se ponía debajo de la ducha y dejaba que el agua se deslizara sobre su cuerpo con un murmullo alegre.
“¿Nada de travesuras?” Sherlock preguntó, pensando en que un John Watson mojado no fuera una tentación que iba a ser exitoso enfrentando.
El otro soltó una risita, “No travesuras,” confirmó.
Sherlock gruñó pero empezó a sacarse sus propias pijamas. Se trepó detrás de John y no pudo evitar pasar sus dedos a lo largo de su piel, trazando gotas de agua y tocándolas sobre la musculatura.
“Aquí,” John dijo, sosteniendo el gel de baño sobre su hombro.
Alegremente aceptó, trabajándolo en una fina capa antes de masajearlo en la piel de John.
El otro se inclinó hacia adelante y reposó su cabeza contra la pared mientras Sherlock alejaba la tensión remanente de la noche anterior. Presionó un beso en la base del cuello de John. “No tenías que irte, sabes,” murmuró.
“¿Hmm?”
“No me hubiera molestado despertarme para hablar o simplemente estar contigo. No tenías que salir de la cama y bajar.”
“Ayuda algunas veces,” John dijo.
Sherlock besó su hombro donde el agua había enjuagado la espuma, “Simplemente quería que supieras que no me molesta.”
John se giró y envovió con sus brazos la cintura de Sherlock, “De acuerdo,” murmuró, presionando sus labios contra los de Sherlock mientras intercambiaba sus posiciones y lavaba el cuerpo de Sherlock mientras Sherlock lavaba su cabello.
Después de varios minutos de delicioso silencio, John habló. “¿No puedes deducir lo que Rosie pidió a Santa para esta Navidad?” preguntó.
Sherlock sacudió su cabeza, “He pasado una buena cantidad de tiempo pensándolo pero simplemente no puedo imaginar qué pidió. Al final de día Santa le va a traer libros sobre vacas y un par de otros regalos pequeños.” Habían acordado que no querían darle ninguno de los regalos caros de Santa, en caso que alguien en su clase tuvieran padres que no pudieran costear cosas caras, no querían que los otros niños se sintieran mal.
“Simplemente no quiero que se sienta decepcionada,” John dijo.
“Le compré ese microscopio para niños, ya que no me dejaste comprarle uno de verdad y he preparado una variedad interesante de diapositivas para observar juntos. Tú le vas a regalar uno de tus viejos estetoscopios. Le compramos una docena de otros juguetes y artículos de ropa. Y esto es sin decir los regalos que mis padres y Mycroft han encontrado para ella. ¿Cómo podría estar decepcionada?” preguntó. “¿Y cómo sabemos que la última cosa que quiere no es algo que alguien ya le haya comprado?”
John lo miró dudosamente, “No me parece. No hay algo que le hayamos comprado que ella espera nos sorprenda.”
“Ella no va a estar decepcionada,” dijo nuevamente.
Se inclinó y besó a Sherlock, “Probablemente tienes razón.”
“¿Probabalemente?”
“Sí, probablemente. Quizás este regalo no es el más importante,” John se preocupó.
“Estará bien,” Sherlock prometió.
“De acuerdo,” John respondió con un suspiro y se inclinó para presionar un beso contra la mejilla de Sherlock. “Te creo.”
“Como deberías,” Sherlock murmuró.
John mordisqueó su mandíbula en respuesta y envolvió sus brazos alrededor de Sherlock al mismo tiempo. “Deberíamos salr. Estoy seguro nos están esperando para desayunar.”
Sherlock suspiró, “Imagino que tienes razón. Y mami siempre hace deliciosos rollos de canela para el desayuno en la víspera de Navidad.”
“¿Rollos de canela? ¿Por qué no lo dijiste?” John bromeó. “Hubiera salido de esta ducha y estado en la mesa del desayuno años atrás.”
“Ah,” Sherlock dijo, asintiendo gravemente, “Veo en qué posición estoy.”
John se rió y lo besó una vez más antes de cerrar la ducha.
Bajaron a desayunar y después de observar a John disfrutar los rollos de canela, se preguntó si había un poco de verdad en la broma de John.
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Después del desayuno, John le informó a todos que tenía un poco de compras navideñas de último minuto por hacer, lo cual Sherlock sabía era un código quieriendo pasear entre tiendas hasta que pudiera descifrar la última cosa en la lista de Rosie.
“¿Quieres algo de compañía?” Sherlock ofreció, siguiéndolo hasta el colgador de sacos.
“No, está bien. Luce como si tu mamá tiene planeado algo de horneo navideño divertido,” dijo, asintiendo hacia la cocina donde Rosie ya había logrado ponerle a Mycroft un mandil para una experiencia completa. “Deberías quedarte. Estoy segura que te quiere aquí y siempre es más divertido para Rosie si uno de nosotros está con ella.”
“No vas a encontrarlo,” Sherlock le murmuró un poco petulante.
“Eso no significa que no le dé un último intento,” John respondió. “Diviértete,” añadió, dándole un pico a los labios de Sherlock, “Regresaré pronto.”
“No lo sufiecientemente pronto,” Sherlock respondió.
John le sonrió y se giró para irse cuando mami salió, “Oh, John, me alegra haberte encontrado. ¿Podrías recoger algo para mi mientras estás fuera?”
“Claro,” John respondió, girándose para verlos nuevamente.
“Mycroft mencionó que le sugeriste que trajera a su amigo para cenar,” ella dijo.
A esto, John se iluminó, “Sugerí eso.”
“Bueno él va a venir esta noche,” les informó.
“¡Eso es genial!” comentó y Sherlock no podía imaginarse por qué John estaba tan interesado en la vida personal de Mycroft.
“Sí,” ella estuvo de acuerdo. “Estoy feliz por él, por supuesto pero no sabía que iba a venir y se va a quedar hasta Navidad–”
“Pijamas.” Sherlock dijo comprendiendo finalmente.
“Sherlock,” ella suspiró, “¿No podías dejar que llegara ahí por mi cuenta? ¿Me lo tienes que arruinar?”
“Lo siento,” respondió contritamente.
Ella sacudió su cabeza, “Está bien,” mami respondió apenadamente, acariciando su mejilla. “Tenemos una tradición donde todos abren un regalo en la víspera de Navidad antes de irse a la cama y siempre son pijamas. No quiero que el amigo de Mycroft se sienta excluído. Sabes quién es, ¿verdad?”
“Sí,” John respondió con una sonrisa y Sherlock se preguntó nuevamente cómo dedujo que Mycroft estaba viendo a alguien.
“¿Piensas que podrías calcular su talla lo suficiente como para elegirle pijamas?”
“Sí,” John dijo. “No hay ningún problema.”
Y eso era incluso más confuso porque significaba que era alguien que John había visto, así que Sherlock debió haberlo visto también. Rebuscó en su cerebro, intentando recordar con quién habían visto a Mycroft recientemente. ¿Quizás alguien en el Club Diógenes? ¿John había ido a algún lugar sin él o Sherlock había estado ocupado con un caso y distraído para darse cuenta?
Mami le agradeció y de dirigió de vuelta a la cocina mientras Sherlock seguía repasando sus interacciones con Mycroft.
John le dio un beso en la mejilla, “No te lastimes intentando descifrarlo.”
Sherlock le hizo una mueca, “No seas engreído, no te sienta bien.”
“Oh, simplemente pienso que yo siendo engreído no te sienta bien,” le dijo con un guiño. “¿Esto es cómo se siente todo el tiempo ser tu? ¿Simplemente mirándonos desde arriba a nosotros meros mortales?”
“Sí,” Sherlock respondió tercamente. “Y lo habré descifrado para el tiempo que regreses.”
“Haz eso,” John respondió. “Simplemente hornea galletas mientras estás en ello. Y ayuda a Rosie con el glaseado,” añadió. “No dejemos que cada uno de sus dedos se tiñan con cada color del arcoiris, ¿si? No hay que repetir el desastre que tuvimos con los trolls navideños.”
“Haré lo mejor pero sabes que no le gusta que le ayuden. Eso lo saca de otra persona que conozco,” respondió secamente.
“Sí, es tan frustrantemente tu algunas veces que es difícil creer que no está hecha de tu ADN.”
Rodó sus ojos, “Estaba hablando sobre ti.”
“Sí, pero no fui el que saltó de un techo en lugar de dejar que mi mejor amigo me ayudara.”
“Eso fue diferente y lo sabes,” Sherlock respondió.
“Lo sé,” John le sonrió, “Pero disfruto fastidiarte al respecto.”
“Vete de aquí,” Sherlock dijo con una risa que no pudo suprimir.
El otro lo besó una vez más, aparentemente tan lleno de felicidad y afecto como Sherlock. “Te veo después.”
“Eres un peligro,” Sherlock respondió.
Con otra risa John salió por la puerta.
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John no había regresado pronto como dijo haría. Se había ido por más de cuatro horas cuando la puerta principal se abrió e ingresó pesadamente.
“¿Encontraste al elusivo unicornio?” Sherlock preguntó cuando John se dirigió al sofá y se apretó contra Sherlock.
“¿Descifraste quién vendrá a cenar?” John respondió.
No lo había heho. “Aún tengo tiempo.”
“Yo también,” John respondió.
Y ambos pasaron el resto de la tarde intentando resolver sus propios rompecabezas, ambos fallando espectacularmente. Como media hora antes de la cena, el timbre sonó y Sherlock se disparó del sofá, ansioso de resolver este pequeño misterio y ya que Mycroft estaba aún arriba alistándose, no había nadie que lo detuviera.
Abrió la puerta, preparado para hacer sus mejores deducciones y se dio cuenta que sólo era Lestrade parado ahí. “Lestrade, estoy de vacaciones,” dijo. “Te dije que si querías ayuda con un caso, necesitabas mandarme un texto. No puedo irme en víspera de Navidad,” dijo, luego lo pensó mejor, “Al menos que sea algo local pero entonces sólo tengo–”
Lestrade levantó una mano, “No estoy aquí por un caso.”
“Oh,” Sherlock dijo.
“Estoy aquí para cenar. Mycroft me invitó.”
“¡Tramposo!” Sherlock gritó, girándose para encontrar a John reposando contra la pared en el pasillo, luciendo inaguantablemente engreído. Hacía querer a Sherlock presionarlo contra la pared y besarlo hasta que esa expresión se borrara de su rostro. “Hiciste trampa. No dedujiste a Mycroft.”
“Nunca dije lo hice,” John respondió, pasando por el costado de Sherlock e invitando a Lestrade a pasar. “Hey Greg, un gusto que pudieras venir.”
“¿Esto fue obra tuya?” Lestrade le preguntó incrédulamente a John.
“Nop,” John dijo, pisando el pie de Sherlock cuando éste abrió su boca para afirmar que lo era. “Mycroft fue quien le preguntó a la señora Holmes.” Lo cual, Sherlock concedió, era cierto en el sentido más estricto posible.
Mami apareció en la puerta de la cocina, como si hubiera sido invocada. “Oh, ¡debes ser Gregory! Entra,” dijo tomando su saco y haciéndolo pasar a la cocina.
“Greg está bien,” Lestrade dijo, luego extendió una bolsa de papel con la cual había venido. “Compré vino,” ofreció. “No sabía si tinto o blanco sería mejor, así que compré ambos.”
“Eso es muy considerado,” mami respondió, aceptándole los vinos. “Ahora, dime un poco sobre ti.” Ella hizo una mueca, “La mayoría que sé sobre ti ha venido de John y Sherlock en lugar que de Mycroft. Nunca me dice nada, terriblemente secretivo, ese muchacho.”
“Bueno, tiene que serlo,” Lestrade respondió, “No cualquiera puede hacer el trabajo que él hace.”
Mami sonrió luminosamente, claramente ya enamorada con Lestrade. “Bueno, él no necesitaba mantenerte como un secreto,” ella comentó. Luego preguntó, “¿Entonces trabajas con las fuerzas del orden?”
“Sí, soy un detective inspector y coincidenetemente, la primera vez que conocí a Mycroft fue porque–”
“Hola,” vino la voz de Mycroft desde la puerta, interrumpiendo la historia de Lestrade sobre la vez que Mycroft había interrogado a Lestrade antes de conceder que Sherlock pudiera trabajar con él. Sherlock nunca había escuchado a Mycroft sonar así, nunca lo había escuchado sonar tan inseguro de sí mismo. Era desconcertante.
“Hola,” Lestrade respondió, girándose y sonriéndole ampliamente.
“Asqueroso,” Sherlock gruño.
John envolvió su brazo alrededor de su cintura, “Oh cállate, simplemente estás molesto porque no lo descifraste.”
Antes que pudiera responder, mami dijo, “Sherlock, se un encanto y pon la mesa en el comedor. John, ¿podrías llevar algunas de las bandejas más pesadas por mi?”
“Por supuesto,” John respondió, poniéndose en acción y ayudándola a mover las cosas.
No era muy sutil, Sherlock pensó, mami asignándoles a los dos tareas para que Mycroft pudiera tener un minuto a solas con Lestrade.
La cena estaba lista no mucho después y todos se juntaron alrededor de la mesa, orgullosamente extendida para incluir a todos los adicionales y hacer espacio. “No pienso que nuestra mesa haya estado así de llena nunca,” mami dijo con alegría. “Es tan lindo que todos ustedes pudieran estar aquí.”
“Bueno, muchas gracias por tenerme,” Lestrade respondió mientras todos empezaban a servirse comida y pasándose los platos, Sherlock cuidadosamente ayudando a Rosie a servirse su comida y pasándola a Mycroft que estaba sentado al otro lado de ella.
“Es nuestro placer,” padre respondió. “Mientras más, mejor, siempre digo.”
“¿Estabas pasando Navidad solo?” mami le preguntó.
“Bueno, mi ex esposa tiene a los niños para Navidad así que yo los tendré para Año Nuevo y celebraremos entonces.”
Ella asintió, “Eso debe ser difícil,” dijo con simpatía. Luego añadió, “Bueno, siempre eres bienvenido siempre aquí.”
“Quizás deberíamos hacer un brindis,” John dijo, “Hay mucho por lo cual estar agradecidos esta Navidad.” Levantó su copa de vino y todos lo siguieron (excepto Rosie quien levantó su vaso de jugo de uva con gas). “Feliz Navidad,” John dijo. “Por todos los placeres inesperados que esta Navidad nos ha traído.”
“Por la buena comida,” padre dijo, haciendo un gesto hacia la comida en la mesa.
“Por la buena compañía,” mami dijo.
Rosie intervino, “por los regalos bajo el árbol.”
Luego Mycroft, “por la ausencia de perturbaciones gubernamentales sospechosas.”
“Por la falta de asesinatos hoy,” Lestrade dijo y todos se rieron.
Todos los ojos giraron hacia él, “Por los amigos y la familia,” Sherlock dijo, mirando a todos en la mesa.
“Y por los amigos que se convierten en familia,” John añadió.
“Feliz Navidad,” mami dijo, “Y que vengan muchas más.”
Todos respondieron con, “¡Salud!” y sus copas sonaron juntas antes de tomar el vino.
La cena fue bulliciosa; el comedor lleno de sonidos de bromas ligeras y risas, con historias sobre cada uno y con más buenos deseos de los que Sherlock podía contar.
Y Sherlock estaba agradecido por todas las cosas que habían hecho esta temporada tan adorable; por la alegría de la familia y seres amados, el fuego en las chimeneas y árboles decorados, por la buena comida y la buena compañía y todo lo demás que John se había referido cuando le había pedido a Sherlock una navidad mágica todas esas semanas atrás. Mirando alrededor de la mesa, con la mano de John firmemente en la suya, sabía que esta Navidad había sido más mágica de lo que jamás se podría haber imaginado.
Notes:
(Nota original)
Eso es todo por hoy amigos. Vengan con nosotros mañana mientras John toma un intento adicional en hacer que Rosie le cuente qué estaba en su lista. La idea central para mañana es “Amor” así que estoy segura que será uno bueno.(Nota de la traductora)
Y sí, es el fantasma de esta servidora que regresa después de un par de meses –que se fueron en un pestañeo, honestamente– para retomar su relax traduciendo esta y otras historias a los cuales ya le puso el ojo encima x)
Recién me doy cuenta que nunca cambié a “Explícito” en las etiquetas generales, espero nadie peregrino se haya quedado traumado hoho
Voy a inaugurar resaltar mi frase favorita por episodio, en este el “No te lastimes intentando descifrarlo” de John me parece magistral, lo guardaré en mi cerebro para cuando la vida me mande gente terca.
Hasta el siguiente capítulo ;)
Chapter 23: Diciembre 23: Amor
Notes:
(Nota original)
Lo siento todos, esto está un par de horas tarde. Este capítulo tiene más de 5000 palabras de largo y ha sido una bestia el intentar darle forma. Como lo he dicho en otros capítulos, lo revisaré mañana y lo arreglaré.
Solo quedan dos capítulos después de este. ¡No lo creo! Muchas gracias a todos los que se han subido al viaje, por todo el apoyo y entusiasmo y amor que han dejado en esta historia, no podría estar más honrada y agradecida por sus comentarios.
No hay advertencias– si no disfrutan leer sobre sexo, el final del capítulo no es para ustedes. Probablemente podrían leer cuando suban a la habitación pero pueden detenerse después de la confesión y no se perderán nada excepto sexo.(Nota de la traductora)
Este capítulo contiene escenas de sexo explícito ;)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Después que terminaron la cena Greg y John se ofrecieron a limpiar, John razonando que ya que no habían ayudado con ninguna de las preparaciones tenía sentido ayudar con la limpieza. Encontró divertido que ambos Holmes habían empezado a conversar uno con el otro al mismo momento que su madre les había pedido limpiar la mesa y no pudo evitar preguntarse si habían hecho lo mismo en su juventud.
Al final, no le molestaba ya que le daba una oportunidad de preguntarle a Greg algo sin pequeños oídos escuchando. “¿Puedes hacerme un favor?” John le preguntó.
“Claro,” Greg respondió con facilidad antes de siquiera escuchar qué era.
“Te voy a preguntar qué le pediste a Santa cuando estemos delante de Rosie y quiero que digas que pediste por un nuevo cuchillo de bolsillo. Luego Sherlock y yo vamos a dejar la habitación bajo la excusa de hacerle cocoa caliente y quiero que le preguntes a Rosie qué le pidió a Santa, si sólo te responde sobre los libros de vacas, el microscopio y el estetoscopio deberías preguntar más.”
“Dos cosas,” Greg dijo. “Primero, no quiero un cuchillo de bolsillo de Santa.”
“Muy mal porque eso es lo que encontré en las tiendas hoy para poner en tu media junto con otras pequeñas cosas. Simplemente tendrás que pretender que quieres un cuchillo de bolsillo.” Era realmente uno muy bonito; el mango era de madera y tenía un lindo tallado al costado y John pensaba si pese a que no era un regalo muy práctico, Greg aún pensaría que lucía bonito.
“De acuerdo, bien,” concedió. “Segundo, ¿con qué la alimentan que está pidiendo por un microscopio y un estetoscopio por Navidad? Tiene cuatro años.”
“Lo sé,” John dijo sonriendo ampliamente con orgullo. “¿No es un encanto?”
“Cuando mis chicos estaban de su edad estaban pidiéndole a Santa por carros de bomberos y aviones,” dijo.
“Sí, bueno, a ella le gusta hacer experimentos con Sherlock y le gusta poner el estetoscopio en toda clase de cosas para escuchar. Sherlock le mostró cómo escuchar a un parlante de estéreo con el volumen tan bajo que era casi inaudible y ha estado obsesionada desde entonces.”
Sacudió su cabeza, “Nunca hubiera sido capaz de imaginarlos a ustedes dos siendo padres,” confesó, “pero son brillantes siéndolo. Ella es una pequeña afortunada.”
“Gracias, Greg,” dijo con una sonrisa, sintiéndose enternecido desde dentro por el halago inesperado.
“¿Cuándo vamos a hacer esta pequeña charada?” preguntó.
John regresó sus manos al fregadero y empezó a lavar los platos una vez más. “Tan pronto como ingresemos a la sala. La hora de dormir no está muy lejos.”
“Una pregunta más,” Greg dijo mientras regresaba a guardar las sobras.
“¿Sí?”
“Son las 7:00pm en la víspera de Navidad, ¿qué vas a hacer si me dice y es algo que no le han conseguido?”
“Eso es para lo que Sherlock está,” John respondió, extrañamente confiado que sin importar lo que Rosie les lanzara, él sería capaz de arreglárselas.
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Cuando terminaron de ordenar, después que la señora Holmes les agradeciera una docena de veces por su ayuda, se dirigieron a la sala para encontrar a Mycroft tocando el piano y a Sherlock tocando el violín. Tenían viejos libros de villancicos navideños fuera, Sherlock leyendo la música por encima del hombro de Mycroft. John no pudo evitar sonreír, adoraba cuando Sherlock tocaba villancicos.
John se sentó en el sofá y Rosie vino y se trepó en su regazo y él sonrió y la abrazó. Mientras crecía se hacían más escasos los momentos que hiciera esto, así que de alguna manera cada vez que lo hacía era más dulce.
Todos se sentaron en la sala frente al fuego de la chimenea, escuchando la música navideña y John se sintió completamente en paz. No podía pensar en una sola cosa que quisiera más y esperó y rezó para más Navidades como esta. Quería que Rosie creciera sintiéndose rodeada por el amor y la magia de la Navidad, que viera todos los revoltijos y todas las cosas que podían salir mal pero que sepa que nada de ello realmente importaba, todo lo que realmente necesitas eran personas que te amaran.
Cuando Sherlock y Mycroft terminaron con una conmovedora interpretación de We Wish You a Merry Christmas, todos los miembros de su pequeña audiencia aplaudieron sus esfuerzos. Sherlock hizo una venia burlesca e hizo un gesto hacia Mycroft.
Luego, porque era Sherlock, le dijo a Mycroft, “Esa fue una interesante interpretación de las 16 notas seguidas en la parte derecha de Joy to the World, Mycroft,” mientras colocaba su violín nuevamente en su estuche.
“Bueno, es mucho más difícil leer dos estrofas llenas de cuerdas y notas en movimiento que sólo tocar una melodía única con la ocasional floritura en el violín.”
Sherlock hizo un sonido de disgusto, “La entonación del violín es mucho más difícil que la del piano. Tu presionas una tecla y la nota correcta sale. Yo, sin embargo–”
“Sí, sí,” la señora Holmes interrumpió. “Ambos son excelentes, podemos detener la pelea.”
Antes que cualquier pudiera decir algo más John dijo, “Entonces, Greg, creo que eres la única persona a la que no le he preguntado. ¿Qué le pediste a Santa este año?”
“Oh,” Greg dijo, haciendo un trabajo pasable de sonar sorprendido por la pregunta. “Un nuevo cuchillo de bolsillo,” respondió. “El filo del que tengo está bastante gastado.”
“Quizás deberías haber pedido una piedra de afilar(1),” Mycroft dijo, obviamente perdiéndose por qué John estaba preguntando.
“Sí,” Greg dijo, sobándose la nuca extrañamente.
“Yo puedo conseguirte una piedra mojada(2),” Rosie dijo. “Un minuto,” saltó y se fue al clóset de los sacos. Después de un momento regresó con una roca que encontró de camino al festival que tenía un patrón interesante. “Aquí,” dijo, entregándosela a Greg. “Todo lo que tienes que hacer es abrir el caño en la cocina.”
John intentó no reírse, realmente lo intentó pero la expresión del rostro de Greg mientras aceptaba la roca, inseguro de cómo explicar lo que ella había entendido sin herir sus sentimientos, era demasiado. Rió y dijo, “Eso es muy amable de tu parte, cariño pero una piedra de afilar es un tipo especial de herramienta que se usa para afilar cuchillos.”
“Oh,” ella respondió luciendo un poco cabizbaja.
“Pero es una muy linda roca,” Greg dijo, admirando la manera en cómo las líneas la recorrían por completo.
“Te la puedes quedar,” Rosie respondió con una enorme sonrisa. “¡La encontré el otro día!” añadió.
“Sherlock ¿me ayudarías a hacer cocoa caliente para todos?” John preguntó.
Rosie celebró y el otro aceptó y lo siguió hacia la cocina.
“Le di a Greg un deber de interrogación,” John le informó una vez que llegaron a la seguridad de la cocina.
Sherlock rodó sus ojos mientras empezaba a hacer la cocoa caliente. “Es inútil. Ella no va a soltar prenda.”
“Nunca sabes. Han habido milagros más extraños esta Navidad,” dijo.
La esquina de la boca de Sherlock se cruzó ante ello, “sí, bueno, ¿no crees que hemos tenido más de nuestra dosis justa de milagros navideños?”
“No,” John respondió, inclinándose hacia Sherlock para darle un beso, “simplemente pienso que hace tiempo nos lo debían.”
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Rosie no le diría a Greg lo que ella quería para Navidad.
Y Sherlock ni siquiera diría ‘Te lo dije,’ así que eso era la cosa más cercana a un milagro de Navidad respecto a la lista de deseos de Rosie que John podría haber esperado.
Abrieron un regalo esa noche, Rosie había estado maravillada que todos misteriosamente habían obtenido pijamas y Greg lucía tan conmovido por el gesto que John se había preocupado que quizás se derramaran lágrimas sobre los pijamas con renos impresos en ella.
Luego para cuando regresaron de acostar a Rosie, el señor y la señora Holmes ya habían llenado las medias de la chimenea con pequeñas cosas que John había traído desde casa. Dejaron suficiente espacio para que John depositara regalos envueltos en cada una; un libro sobre vacas en el de Rosie, un cuchillo de bolsillo en el de Greg, un pastelito de una panadería que John sabía Mycroft favorecía, una vela con olor a pino en la de la señora Holmes, una billetera nueva en la del señor Holmes (él mencionó durante el día que la suya ya estaba despidiéndose) y una esfera rompecabezas de madera en la de Sherlock.
“Así que esto es en lo que has estado toda la tarde,” Sherlock dijo. “Estuviste fuera jugando a ser Santa Claus.”
“Con un éxito marginal,” John respondió.
Sherlock envolvió sus brazos alrededor de la cintura de John y enganchó su mandíbula en su hombro, “Ella no va a estar decepcionada,” murmuró antes de presionar un beso en el cuello de John.
“Mírense ustedes dos,” Greg dijo, la calidez y alegría en la voz de Greg hizo que el corazón de John se enterneciera. “Estoy feliz por ustedes. Pensé que nunca superarían sus porquerías.” Bajó su cabeza, “Perdón por mi lenguaje.”
“No lo hicimos todos,” Mycroft respondió con un suspiro cansado.
Sherlock le sacó la lengua a Mycroft pero John sólo sonrió, “Terminamos donde supuestamente debíamos, eso es lo que importa, ¿verdad?”
“Correcto,” Greg respondió, mirando a Mycroft antes de volver a verlos.
Los seis terminaron conversando hasta tarde en la noche, intercambiando historias de Navidades pasadas y John se encontró derritiéndose contra Sherlock mientras todos hablaban. Se dio cuenta que estaba más escuchando que contribuyendo y esperaba que nadie se ofendiera por ello, era simplemente lindo estar rodeado por la calidez y risa en la habitación.
Eventualmente, después que el señor y la señora Holmes se despidieron y dirigieron a la cama, Sherlock se inclinó y presionó un beso en la parte superior de la cabeza de John, John no pudo evitar la sonrisa idiota que se expandió por su rostro. “Luces cansado.”
“Un poco,” John confesó.
“¿Quieres ir a la cama?”
Se encogió, “Si tú quieres.”
Sherlock asintió y se paró, “Buenas noches Mycroft, Greg,” dijo.
“Es un maldito milagro de Navidad,” Greg dijo. “No puedo creer que te las arreglaras para llamarme por mi primer nombre.”
John pudo ver la maldad brillando en sus ojos antes que dijera,” Bueno, somos prácticamente parientes políticos ahora. No me gustaría ser grosero.”
“Ignórenlo,” dijo, sacándolo de la habitación. “Ambos estamos felices por ustedes.”
Mycroft estaba fuertemente sonrojado, tartamudeando algo a Sherlock que John no podía descifrar pero Greg simplemente se rió, “Buenas noches par de peligros.”
“Noches,” John respondió mientras se dirigían a la cama.
Sherlock estaba hablando mientras se desvestían y se ponían sus pijamas, algo sobre peces dorados y John no pudo evitar interrumpir. “Te amo,” dijo.
El otro se congeló con una pierna fuera de sus pantalones y la otra aún dentro, su camisa a medio desabotonar y su boca aún abierta a media palabra. Le tomó unos cuantos segundos antes de descongelarse, “Lo siento. Pienso que debo haberte escuchado mal,” dijo.
John le dio una sonrisa y se acercó, “Te amo,” dijo nuevamente. “Honestamente, pensé que lo sabías.”
Sherlock le parpadeó y John empezó a sentirse un poco nervioso.
“¿No sientes lo mismo?” preguntó, aterrorizado por haberse pasado la línea y arruinado esto antes de que realmente tuviera la oportunidad de empezar. “Lo cual está bien, por cierto. Puedes sentir lo que sea sientas y no…”
El otro hombre pareció recobrar sus sentidos y se abalanzó sobre John, envolviéndole el rostro con sus largos dedos mientras lo besaba.
John tarareaba alegremente, deslizando las manos por la camisa abierta de Sherlock para que sus dedos pudieran recorrer su piel mientras lo acercaba más.
“¿Me amas?”, jadeó Sherlock cuando finalmente retrocedió.
“Sí”, dijo John, pasando los dedos por los rizos de Sherlock y apartándolos de su rostro. "Sí, por supuesto que lo hago.”
“Tú”, dijo con incredulidad, “Tú me amas, a mi.”
“Sherlock,” dijo John. “Sí. Te amo.”
“Lo siento,” Sherlock dijo, parpadeando rápidamente, “El protocolo social dicta que debería decirlo de vuelta, John–”
“Ey,” John interrumpió, “no quiero que lo digas de vuelta por el protocolo social, yo–”
“No, ese no es el porqué,” Sherlock dijo rápidamente. “A lo que me refiero es–” se cortó a sí mismo, sacudiendo su cabeza. “Por supuesto, yo–” tragó. “Lo que quiero decir–” gruñó en frustración por sí mismo. “Estoy arruinando todo esto.”
“Ey,” John dijo, inclinándose y acariciando con su nariz la de Sherlock. “Soy sólo yo,” dijo. “Simplemente yo.”
“Pero tú eres todo ,” Sherlock respondió. “John, he esperado toda mi vida por ti. Obviamente no siempre supe que eras tu pero he querido toda mi vida amar a alguien de la manera en cómo te amo, el conocer a alguien que la manera en que te conozco y ser conocido en la forma que me conoces. Tú eres la persona más importante en el mundo entero y si hay alguien a quien quiera decirle las cosas correctas, es a ti.”
“Está bien,” John susurra, inclinando su frente contra la de Sherlock e intentando no abrumarse con las emociones corriendo por sus venas. “Tú eres mi todo también,” murmuró.
“Quería darte la Navidad perfecta,” Sherlock murmuró. “Pero nada ha salido bien y ahora tú me dijiste primero que me amabas y yo solo–”
John lo besó, “Para,” dijo. Luego lo besó otra vez para reforzar, “Tu me has dicho una y otra vez que me amas. En todo lo que hiciste por mi en la última década y en todo lo que hiciste por mí esta Navidad.” Tragó, “¿Quieres saber en qué estaba pensando abajo?”
“¿Qué te arrepentías de venir aquí porque simplemente tienes que sentarte en una habitación y socializar por horas sin fin?”
John se rió, “Ni un poco.” Dio un beso a los labios de Sherlock, “Estaba pensando que esta es la Navidad más linda que he tenido y estoy rezando por muchas más por venir.”
“Oh,” Sherlock respondió.
“Sí, oh,” John respondió con una risa. “Ahora, ¿por favor te puedo llevar a la cama? Mejor no te molestes en ponerte pijamas hasta que terminemos,” añadió.
“Sí,” Sherlock respiró, retomando los movimientos de intentar sacarse toda la ropa.
John no pudo evitar inclinarse y besarlo incluso si demoraba el progreso que estaba intentando hacer con sus ropas y causaba que ambos tambalearan mientras sus cuerpos impactaron contra el otro, con ánimo de mayor contacto.
Todo fue un poco apurado y descoordinado pero John no le podría haber importado menos y parecía no importarle a Sherlock tampoco mientras los dos se tambaleaban hacia la cama. Se besaron mientras pateaban sus pantalones y se subieron a la parte de la cabecera de la cama.
“Te siento bien,” Sherlock susurró. “Tu piel contra la mía.”
John hizo un sonido coincidiendo mientras mordisqueaba el cuello de Sherlock, causando que el otro se arqueara debajo de él con un gemido suave. “Eres tan hermoso,” John dijo, deslizándose hacia abajo un poco para succionar un moretón en la clavícula de Sherlock.
“John,” gimió mientras deslizaba sus dedos en el cabello de John.
“Te amo,” John susurró presionando un beso contra el hombro de Sherlock, luego “te amo,” nuevamente contra su cuello, lo susurró nuevamente mientras presionaba sus labios contra la mandíbula y nuevamente cuando besó su pómulo. Dejó que sus labios trazaran besos sobre la frente de Sherlock y sus párpados, murmurando “te amo” mientras avanzaba. Besó bajando por su nariz y aterrizó en sus labios y Sherlock se abrió como una flor debajo de él.
Sherlock envolvió con sus brazos a John, jalándolo hacia abajo hasta que su peso estaba acomodado completamente encima de él. “Quédate así,” Sherlock susurró contra los labios de John. “Por favor.”
Se quedaron así por un largo tiempo, simplemente besándose y tocándose entre ellos, manos acariciando reverentemente, piernas entrelazadas, vientres temblando contra el otro en anticipación. Cuando John finalmente se separó mantuvo su frente reposando contra la de Sherlock y dijo, “Los regalos de Santa no son la única cosa que compré hoy.”
“¿Oh?” Sherlock se las arregló para decir y John podía decir que su cerebro estaba tan lleno, intentando procesar y catalogar la data producida por sus cuerpos tocándose que apenas era capaz de escuchar pero eso estaba bien.
“Mmhmm,” John respondió mientras se estiraba hacia la mesa de noche y sacaba un tubo de lubricante que había comprado y escondido allí más temprano esa noche. “Es con olor a
menta,” añadió mientras lo abría y vertía un poco en sus dedos.
“John, eres brillante,” Sherlock gruñó.
“No sabía que te gustara tanto la menta,” John comentó.
“No sobre la menta, sobre el lubricante,” Sherlock dijo con un resoplido.
John se rió y besó al otro, “Sabía a qué te referías, simplemente te estaba haciendo pasar un tiempo difícil.”
“No tengo la capacidad mental para comentarios listos en este momento,” Sherlock respondió y John pensó que era un lindo cambio de dinámica. “Me gustaría mucho tener tu pene dentro mío a tu conveniencia más rápida.”
Volvió a mirar al rostro de Sherlock, “¿Estás seguro? No tenemos que hacerlo,” añadió.
Las manos de Sherlock acunaron el rostro de John mientras sus ojos lo buscaban,”Nunca he estado más seguro de algo en mi vida.”
“Debes estar bastante seguro entonces,” John dijo maravillado.
“Sí, lo estoy,” Sherlock respondió.
“De acuerdo, entonces,” John dijo, inclinándose para besarlo una vez más mientras bajaba sus dedos entre las piernas de Sherlock.
No buscó inmediatamente la entrada de Sherlock, empezó por suavemente acariciar el pene de Sherlock, escuchándolo jadear y gemir mientras sus caderas se separaban de la cama para presionarse contra la mano de John. “Tan hermoso,” murmuró, continuando las caricias hasta que Sherlock había empezado a sudar en el pecho y estaba temblando con cada paso de la mano de John. Luego dejó a su mano bajar un poco más para acunar los testículos de Sherlock, masajeándolos en la palma de su mano.
“John,” Sherlock gruñó, su cabeza cayendo sobre la almohada, garganta expuesta a John y no pudo resistir el impulso esta vez de inclinarse y succionar un moretón justo en esa pálida columna del cuello de Sherlock.
Sherlock gimió, tirando su cabeza fuera del camino y sosteniendo la parte trasera de la cabeza de John para mantener su boca en ese lugar.
John dejó bajar aún más sus dedos, masajeando su perineo con sus dedos índice y medio. El cuerpo del otro se retorció mientras John acariciaba ese punto sensible y no podía esperar ver qué más sensible era la próstata de Sherlock desde el interior.
“Necesito–” Sherlock jadeó antes de que un gruñido lo cortase, sus dedos enganchados en los hombros de John, sus uñas duras insertándose en su piel. “¡John, por favor!” sollozó.
“Te tengo,” John prometió y finalmente dejó que sus dedos bajaron al ano de Sherlock. Tembló con excitación al pensar que se le estaba permitido tocar a Sherlock así, que se le había dado permiso para tocar su cuerpo, para darle placer para experimentar esta intimidad con él. “Te amo,” murmuró mientras dejaba que sus dedos rozaran alrededor de su ceñida entrada, no intentando ingresar, simplemente tocándolo. Acariciando y dando vueltas alrededor de su entrada, acostumbrando a Sherlock a la sensación.
Todo el cuerpo de Sherlock estaba tensándose como una cuerda, una de sus manos aún estaba sosteniendo la espalda de John, la otra estaba por encima de su cabeza, jalando sus rizos.
“Tan hermoso,” John dijo nuevamente mientras presionaba solo la punta de su índice dentro del cuerpo de Sherlock.
“Sí,” Sherlock siseó, arqueando su espalda e intentando meter más el dedo de John.
Dejó que su dedo se curvara, estirando el músculo circular hasta que el cuerpo de Sherlock estuviera suelto y relajado, permitiendo que su dedo pasara sin dificultad. Cuando retiró su dedo se estiró para nuevamente tomar el lubricante y revistió sus dedos antes de llevarlos a la entrada una vez más.
Esta vez esparció más lubricante alrededor de su ano y lentamente empezó a deslizar su índice completamente y luego esperó. El cuerpo de Sherlock tembló alrededor de la intrusión, tensándose y relajándose mientras se ajustaba al dedo de John. “¿Estás bien?” John preguntó.
Sherlock asintió, “Sí, más por favor.”
Así que empezó a impulsar su dedo fuera y dentro del cuerpo del otro despacio, lentamente permitiéndole al otro aclimatarse a la sensación de tener algo dentro suyo. Cuando Sherlock estaba gimiendo y sus caderas se estaban meciendo a ritmo con los movimientos de John puso un poco más de lubricante en su dedo medio y presionó la punta al costado del dedo índice.
“Sí,” Sherlock gimió, separando más sus piernas y dándole a John más espacio para moverse.
“Me dirás si algo duele, ¿de acuerdo?”
“Sí,” el otro asintió mientras su cuerpo se arqueaba, intentando hundir más los dedos de John dentro suyo.
John lentamente presionó su segundo dedo al costado del primero, ingresando lentamente, intentando darle tiempo para aclimatarse y expandirlo sin mucho dolor.
“John,” el otro gruñó cuando dos dedos finalmente estuvieron enterrados dentro suyo.
Después de darle un momento para que se ajustara, John empezó a mover sus dedos dentro y fuera de su cuerpo, estirándolo y abriéndolo más. Cuando cruzó sus dedos apenas y acarició ligeramente la próstata del otro.
Al toque, el cuerpo de Sherlock se disparó y casi golpeó la mandíbula de John con su frente. “¿Todo bien?”
“Otra vez,” Sherlock chilló.
John obedeció, pasando sus dedos sobre el pequeño cúmulo de nervios dentro suyo. “¿Te gusta eso?” preguntó.
Sherlock asintió, arqueándose e intentando impalarse con más fuerza en los dedos de John.
“Mierda, eres hermoso,” John gruñó.
“John,” Sherlock gimió. “Más, por favor.”
John no podía negarse así que añadió una capa de lubricante en su dedo anular y lo alineó y lentamente lo presionó a ingresar, estirando a Sherlock incluso más.
Tenía su tercer dedo casi a mitad de camino de ingreso cuando la entrada de Sherlock se cerró alrededor de él y Sherlock jadeó, “Espera,” una mano disparándose para sostener la muñeca de John quieta.
John se congeló mientras miraba el rostro del otro, su ceja estaba fruncida y tenía su labio inferior tomado entre sus dientes en concentración. “¿Estás bien?” John preguntó, “Podemos detenernos, si es demasiado.”
“Sólo espera,” Sherlock rogó. “No te muevas, sólo,” cortó, “dame un segundo.”
Así que John simplemente hizo eso, mantuvo su mano quieta y observó al cuerpo de Sherlock lentamente relajarse y después de unos pocos minutos los ojos de Sherlock se abrieron y soltó su labio inferior.
“Lo siento,” dijo, “Simplemente se sintió tan bien, el estirar, la manera en como hace que mi entrepierna arda, estuve demasiado cerca.”
John se inclinó y lo besó, “Eso es ridículamente ardiente,” gruñó. “Me alegra que se sienta bien.”
Sherlock asintió y soltó su agarre de la muñeca de John. John lentamente empezó a presionar sus dedos y pausó nuevamente cuando estuvo dentro de Sherlock, dejando que su cuerpo se relajara alrededor suyo.
“No toques mi próstata, ¿de acuerdo?” Sherlock respiró, su puño cerrándose con fuerza alrededor de su cabello mientras miraba sin ver al techo.
“De acuerdo,” John murmuró y realizó su mejor intento de no hacerlo mientras empezaba a mover sus dedos dentro y fuera del cuerpo de Sherlock, moviéndolos y girándolos hasta que Sherlock estaba retorciéndose en la cama debajo suyo.
“John,” gimió, “Mierda. Te necesito,” rogó. “Por favor, te necesito dentro mío.”
John asintió, “Te sentirás más lleno con mi pene,” advirtió.
“Sí,” Sherlock gimió.
John sacó sus dedos fuera del cuerpo de Sherlock y agarró el lubricante una vez más, generosamente cubriendo su erección. Después de un momento de consideración, los rodó a ambos para que él estuviera con la espalda en la cama con Sherlock encima suyo. “De esta manera puedes manejar el ritmo,” dijo mientras separaba los glúteos de Sherlock y pasaba un dedo sobre su entrada que estaba abriéndose y cerrándose como si buscara algo con qué llenarse.
Sherlock se sentó a horcajadas en las caderas de John y John usó una mano para guiar su doliente erección hacia el agujero de Sherlock. “Lentamente,” dijo.
El otro hombre asintió y presionó su entrada contra cabeza del pene de John, sus palmas planas contra el pecho de John mientras intentaba mantenerse balanceado. “Eso es,” John murmuró.
Hubo un poco de presión y John pudo sentir la entrada de Sherlock intentando cerrarse con fuerza. El labio de Sherlock quedó atrapado entre sus dientes una vez más mientras intentaba forzar a su cuerpo a relajarse.
“Está bien,” John le animó. “Simplemente toma un par de respiros lentos y profundos y empuja hacia abajo un poco.”
Sherlock exhaló, cerró sus ojos, inhaló y exhaló una vez más y luego la cabeza del pene de John se deslizó pasando el primer conjunto de músculos.
John soltó un gruñido mientras que la entrada de Sherlock latía alrededor de la cabeza de su pene. “Tan bien,” dijo.
Asintiendo, Sherlock se levantó un poco con un gemido antes de hundirse nuevamente, un poco más cada vez. Tomó unos cuantos minutos pero eventualmente se las arregló para tomar el pene de John enteramente y reposó sus glúteos sobre la entrepierna de John.
“Mierda,” John respondió. “Estoy dentro de ti.”
Sherlock asintió, “Estás dentro de mí,” él repitió, lágrimas saliendo de sus ojos.
“Ey,” John murmuró suavemente, estirándose para secar la lágrima que salió del ojo de Sherlock. “¿Estás bien?”
Sherlock asintió, “Simplemente se siente muy bien.”
“Tú también,” John dijo, acunando su mejilla con una mano y acariciando su lateral con la otra.
“¿Puedo moverme ahora?” Sherlock preguntó.
“Si quieres,” John respondió, “Disfrutaría eso muchísimo.”
Sherlock empezó a rodar sus caderas, al inicio moviéndose en embestidas cortas, superficiales, trabajando para encontrar el ángulo y ritmo correctos. Mientras más continuaba, más se levantaba hasta que estaba alzándose casi todo el trayecto antes de dejarse caer nuevamente. Era hermoso, observar a Sherlock moverse encima de él, el brillo del sudor reflejando las luces de las decoraciones, la manera en que cerraba los ojos y mordía su labio en concentración, los gemidos suaves que escapaban de su boca en casi toda embestida.
“Te amo muchísimo,” John dijo.
El cuerpo del otro tembló y se estrechó alrededor del pene de John, Sherlock jadeó y sus uñas se enterraron en el pecho de John mientras su pene se vació a lo largo del estómago de John. Sollozó y su cuerpo tembló mientras se auto impaló en el pene de John dos veces más, débiles chorros de semen añadiéndose a los charcos en el cuerpo de John, antes de colapsar en el pecho de John.
John lo envolvió con fuerza en sus brazos y sostuvo su cuerpo mientras lo atravesaban temblores. “Te tengo,” murmuró, presionando besos en su cabello. “Te amo tanto, muchísimo.”
“John,” el otro murmuró, el mundo lleno de emoción y posiblemente lágrimas.
“Estás bien,” dijo suavemente, “estoy justo aquí y te tengo.”
Después de unos respiros temblorosos Sherlock dijo, “Lo siento,” con su cara aún oculta en el cuello de John.
“¿Por qué en la Tierra tendrías que sentir pena?” John preguntó, besando su cabeza.
“Quería esperarte pero dijiste que me amabas y–”
“Shh,” John le tranquilizó, “Está bien. Más que bien, de hecho.”
“Pero–” Sherlock empezó.
“Sin peros,” John dijo, acariciando hacia arriba y abajo la espalda de Sherlock y sosteniéndolo cerca. “Eso fue increíble. Tú eres increíble.”
Sherlock intentó sentarse pero luego gimió y se volteó, “Mi cuerpo se siente como gelatina,” gruñó.
“Eso pasa después de un muy buen orgasmo,” John dijo, exorbitantemente complacido consigo mismo.
“Quiero que te corras,” Sherlock rogó.
“Bueno no necesito estar dentro tuyo para eso.”
“Quiero que lo estés,” Sherlock murmuró, enterrando su rostro en el cuello de John una vez más mientras dijo, “Quiero que tengas un orgasmo dentro mío. Por favor.”
John gruñó. Probablemente era la cosa más dulce, sensual que jamás nadie le había dicho. Los rodó una vez más para que Sherlock estuviera sobre su espalda y él estuviera aún entre las piernas de Sherlock. “Dime si es demasiado, ¿de acuerdo?”
Sherlock asintió y le sonrió y el corazón de John se derritió. “Te amo,” John dijo mientras lentamente empezó a embestir dentro suyo una vez más, intentando apuntar hacia abajo y lejos de su próstata.
“Te amo,” Sherlock respondió, rodando sus caderas en tiempo con las embestidas de John y súbitamente John pudo entender exactamente cómo Sherlock se corrió sólo con esas dos palabras.
“Mierda,” John jadeó, sus embestidas aumentando un poco. “Dilo de nuevo.”
La mano de Sherlock acunó su mejilla mientras murmuraba, “Te amo, John, tanto.”
John gruñó. “Mierda.”
El cuerpo del otro se meció para encontrar cada embestida, sus músculos internos tensándose y masajeando su pene. “Eres tan bueno,” gimió. “Tan bueno. Te amo.”
“Te amo también,” Sherlock respondió, tensando su cuerpo con más fuerza alrededor del pene de John mientras lo decía y John se perdió.
Con un sollozo, callado contra el hombro de Sherlock, se corrió dentro del otro. Sus caderas rodaron un par de veces, estirando su placer antes de colapsar encima de Sherlock esta vez.
Sherlock imitó la respuesta de John anterior y envolvió sus brazos alrededor de él, sosteniéndolo cerca y los dos se recostaron ahí, intentando tener bajo control su respiración y emociones.
Eventualmente, cuando el pene de John se suavizó lo suficiente que salió del cuerpo de Sherlock, se movieron un poco, John rodó de encima de Sherlock y aterrizó en su espalda al costado del otro, estirándose y sosteniendo su mano en la suya.
Después de varios minutos más de John adormeciéndose, Sherlock se movió. Rodó para presionar un beso en la mejilla de John antes de moverse y salir de la cama.
“¿A dónde vas?” John preguntó, levantando su cabeza para observar al otro caminando en pies inestables hacia la puerta.
“Voy a usar el baño,” dijo mientras se colocaba su bata. “No te duermas sin mí,” añadió.
John gruñó, era directiva parecía imposible ya que sus ojos y extremidades ya se estaban sintiendo pesadas con la promesa de sueño. Se las arregló para quedarse así hasta que Sherlock regresó, pero apenas.
Sherlock había traído una franela con él y tiernamente limpió el semen pegajoso del estómago y pecho de John.
“Yo debería haber hecho esto por ti,” John susurró.
“Silencio,” Sherlock respondió. “No tienes que hacer todo, sabes.” Presionó sus labios contra los de John antes de decir, “Me gusta cuidar de ti también.”
“¿En serio?” John preguntó, conmovido y sobre emocional sobre sus palabras.
“Sí,” Sherlock respondió mientras se retiraba su bata y tiraba la franela encima.
Sherlock estiró su cuerpo medio encima del de John, colocando su cabeza en el hombro de John, envolviendo un brazo alrededor de su cintura y deslizando su pierna entre las de John.
John presionó un beso en los rizos de Sherlock y murmuró, “Te amo,” una vez más y estuvo dormido incluso antes de escuchar la respuesta de Sherlock.
Notes:
(1) Whetstone: piedra de afilar. De hecho es un término que viene de “whetting” que es la versión antigua de afilar.
(2) Wet stone: piedra mojada. Es completamente entendible el parecido fonético con el número (1).(Nota original)
¡Eso fue todo por hoy! Vengan mañana para la gran revelación de lo que Rosie deseó. <3(Nota de la traductora)
No estoy muerta, pero tampoco me fui de parranda. Ciertamente me alucina lo poco que ha pasado en mi vida de manera regular, pero estoy regresando aquí a mi relajo mental y lugar seguro. Espero estén bien gente, me da la impresión que el mundo se está haciendo más difícil en estos tiempos. Mucha fuerza y paciencia.
Mi frase favorita de este episodio es “Buenas noches par de peligros” de Greg. Últimamente estoy leyendo todos mis Mystrades pendientes, hay algunos larguísimos pero ahí vamos.
Un abrazo digital y hasta el próximo episodio :D
Chapter 24: Diciembre 24: Feliz Navidad (Parte 1)
Notes:
(Nota original)
¡Hola a todos!
Quizás se dieron cuenta de que acabo de cambiar el contador de capítulos en esta historia a 26. Eso es porque terminé partiendo este capítulo en dos partes; primero porque es largo y tenía sentido hacerlo en dos capítulos y segundo porque tuve que trabajar hoy y mi hermana está llegando para Navidad y simplemente no tuve suficiente tiempo para poder moldear todo.
Gracias a todos por sus lindos comentarios. Estoy tan conmovida de saber que este pequeño y dulce trabajo ha ayudado a iluminar sus días.
No hay advertencias en este capítulo.
Feliz Navidad (si eso es lo que celebran). Los amo a todos. <3(Nota de la traductora)
Más sexo, pero hay parte del argumento de la historia al final, no se la salten.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sherlock se había dicho a sí mismo antes de dormirse que necesitaba despertarse temprano. 4:30, se dijo a sí mismo, eso le daba suficiente tiempo antes de que Rosie viniera saltando a despertarlos e ir abajo para abrir los regalos.
Estaba aún oscuro cuando abrió sus ojos, rodó y miró al reloj, 4:43. Frunció el ceño, usualmente su cerebro hacía un mejor trabajo de despertarlo que eso.
No importaba, aún tienen suficiente tiempo.
Rodó hacia John, presionando un beso al hombro del otro mientras murmuraba, “John.”
El otro hombre se movió, frunciendo la ceja ligeramente mientras su rostro giraba hacia Sherlock, mayormente aún dormido.
“John,” murmuró de nuevo, manteniendo su voz suave y presionando un beso en su mejilla.
“¿Hmm?” John murmuró, con los ojos aún cerrados.
“¿Podría intentar hacerte una felación?”
Su ceja se frunció más pero no abrió los ojos, “¿Hmm?”
Suspiró, “¿Puedo hacerte un oral?”
“¿Aún estoy soñando?” John murmuró adormecido.
“¿Eso cambia tu respuesta?” Sherlock preguntó con curiosidad.
John pareció considerarlo por un momento y luego murmuró, “No.”
“¿No al oral o no de tu respuesta no cambia?”
“No, mi respuesta no cambia,” respondió, sonando un poco más lúcido. “Sí, definitivamente sí, al oral.”
Sherlock presionó otro beso en la mejilla de John antes de deslizarse bajo las sábanas y bajar por el cuerpo de John hasta llegar a su entrepierna.
“Un momento,” John dijo, estirándose hacia su aún flácido pene, “Dame un segundo, déjame endurecerme para ti.”
Él no quería ser tan paciente, así que ignoró las palabras de John y deslizó sus labios sobre la cabeza del pene de John. Succionó ligeramente, dejando que su lengua jugara con el prepucio que aún cubría las glándulas de John. John inmediatamente empezó a endurecerse bajo las atenciones de Sherlock y esa era una sensación que Sherlock encontraba altamente atrayente.
“Sherlock,” John gruñó suavemente, “Mierda.”
Sherlock agarró la base del pene de John en su palma y lo sostuvo establemente mientras empezó a lamer y succionar; eso era todo lo que su investigación había sugerido. Empezar pequeño, usar tu boca en la cabeza y tu mano en la erección, variar la presión y succionar hasta que encontraras lo que funcione mejor, evitar usar los dientes a menos que fuera requerido, disfrutar y no preocuparse.
Después de unos momentos se retiró, “¿Me dirás si hago algo mal?” preguntó mientras continuaba suavemente acariciando el pene de John, expandiendo su saliva por su miembro.
John levantó las sábanas y lo miró, Sherlock levantó la mirada y vio esos ojos como el océano, tan llenos de amor y adoración que hizo que el corazón de Sherlock se estrujara en su pecho. “Estoy seguro de que no lo harás,” dijo John. “Pero sí, si algo está mal, te lo diré.”
Con un asentimiento, se puso nuevamente a la tarea en mano. O en la boca, ciertamente.
Pasó su lengua desde la base de la erección de John hasta la punta antes de circular lentamente y moviendo su lengua bajo el prepucio.
“Sherlock,” John gruñó, sus dedos deslizándose hacia el cabello de Sherlock y jalando suavemente en apreciación.
Sherlock gruñó en respuesta, dejando que su boca descendiera más en el pene de John y murmurando mientras las uñas de John arañaban ligeramente su cuero cabelludo.
“¿Está bien que tenga mis manos en tu cabello?” John preguntó.
Asintió vigorosamente mientras continuaba moviendo su cabeza, después puso un ritmo entre su puño y su boca y empezó a aplicar un poco más de succión. Ajustando la cantidad de succión hasta que las caderas de John estaban temblando con el esfuerzo de mantenerse quietas.
“Tan bien,” John animó, sus manos aún en el cabello de Sherlock, masajeando su cuero cabelludo.
Sherlock nunca se había dado cuenta de qué tan sensibles sus folículos capilares eran antes de esto. Entre el sabor del pre semen de John llenando su boca y la sensación de las manos de John en su cabello, Sherlock se dio cuenta que su propio cuerpo se estaba excitando dolorosamente. Estiró su mano entre sus piernas y estrujó su pene para intentar suavizar un poco el dolor.
“¿Sherlock?” John preguntó, levantando la manta nuevamente para mirarlo. “¿Quieres hacer esto al mismo tiempo?”
“¿Perdón? preguntó, retirándose del pene de John y permitiendo que su mano tomara su lugar, su pulgar haciendo círculos sobre el frenillo de John.
“Mierda,” John siseó. “Eso se siente muy bien.” Gruñó y luego dijo, “¿Quieres que nos hagamos un oral al mismo tiempo?” rápidamente, antes que perdiera su habilidad de concentrarse.
La idea ni se le había ocurrido a Sherlock pero parecía atrayente. “¿Qué necesito hacer?”
Tomó un poco de ajuste y un poco de guía pero eventualmente John hizo que los dos estuvieran recostados lateralmente en diagonal a través de la cama con sus cabezas en direcciones opuestas, las bocas a la altura de la entrepierna del otro.
“Simplemente ten cuidado con tus dientes,” John advirtió, “Si sientes que es demasiado hacer ambas cosas, simplemente házmelo saber, ¿si?”
“Está bien,” Sherlock afirmó, inclinándose para presionar un beso en la cadera de John.
La mano de John sostuvo la cadera de Sherlock mientras lo tomaba en su boca. Sherlock no estaba completamente preparado para sentir la boca caliente, húmeda de John abrirse y tragarlo, aunque John había hecho esto antes, Sherlock de alguna manera había olvidado qué tan bien se sentía. Miró abajo y gruñó mientras miraba a John mecer su cabeza, tragando la mayoría del pene de Sherlock con poca dificultad.
Después de observar y disfrutar las maravillosas sensaciones, Sherlock retornó a su misión original. Agarró el pene de John y lo sostuvo establemente mientras llevaba sus labios a la cabeza. Pasó la punta del pene de John a lo largo de su labio inferior, estirándose brevemente para presionar un beso a la corona. El prepucio de John se había empezado a retirar, revelando la carnosa, húmeda cabeza y las gotas de pre semen que se habían formado ahí. Succionó la punta en su boca completamente una vez más, su lengua explorando cómo la textura y sabor habían cambiado mientras el pene de John se había endurecido con un gemido de deleite.
Trabajó con fuerza en concentrarse en el placer de John pero las cosas que John podía hacer con su lengua eran absolutamente criminales y completamente distrayentes. No pasó mucho hasta que las caderas de Sherlock estuvieran ondulándose, presionando su pene más en la boca dispuesta de John. John gruñó y movió su cabeza al ritmo de las embestidas de Sherlock, su mano agarró el trasero de Sherlock, jalándole a más profundidad hasta que la nariz de John estuvo enterrada en el vello púbico de Sherlock.
Con un gruñido Sherlock soltó el pene de John, jalando un respiro tembloroso. “John,” gimió.
John hizo un sonido, uno de profundo placer en su garganta que hizo que las caderas de Sherlock se levantaran y que sus dedos se curvaran. John succionó con más fuerza, rozando con su lengua a lo largo de la parte inferior del pene de Sherlock.
Sherlock jadeó mientras que el dedo de John se deslizó entre sus glúteos, pasando por la entrada de Sherlock y sintió un eco del pene de John abriéndolo, presionando dentro de él la noche anterior, llenándolo hasta el límite. Gimió y miró hacia abajo para ver a John con felicidad succionándolo, ojos cerrados en deleite.
La mano de John se deslizó sobre su cadera y masajeó sus testículos mientras hundía sus mejillas y succionaba. Y eso fue todo lo que tomó para que Sherlock se corriera, derramándose en la boca de John con un suave sollozo.
El otro murmuró alrededor de su pene, continuando la succión y movimiento hasta que el cuerpo de Sherlock bajó y estuvo temblando con sobreestimulación. Cuando John retrocedió, succionándolo y lamiéndolo para limpiarlo mientras se movía. Por un largo momento, Sherlock simplemente estuvo recostado ahí, con los ojos cerrados mientras disfrutaba cómo se sentía su cuerpo.
“Eres muy bueno en eso,” Sherlock jadeó, cuando pudo soltar palabras.
“Gracias,” John respondió y Sherlock abrió sus ojos para ver que en algún momento se había desplomado en su espalda y John aún estaba acostado de costado acariciando su propia erección tranquilamente.
“Y yo soy muy malo es esto,” dijo, rodando y moviendo a John a su espalda.
“Definitivamente no eres malo,” John dijo mientras Sherlock se las arregló para girarse y colocarse entre las piernas de John una vez más para que pudiera acceder con mayor facilidad al pene del otro. Lamió lentamente un círculo alrededor de la cabeza antes de dejar que sus labios se abrieran nuevamente. “Tu boca,” John gruñó mientras la boca de Sherlock succionaba ligeramente, “fue hecha para esto.”
Trazó el labio inferior de Sherlock con su pulgar y Sherlock gruñó, abriéndolo para permitir que el pulgar de John ingresara al lado de su pene.
“Tan bien,” John gruñó, “No te detengas.”
Sherlock estaba bastante determinado a no hacerlo. Mantuvo su mano derecha moviéndose sobre el pene de John y permitió que su mano izquierda a imitar lo que John le había hecho hace unos minutos y acariciar sus testículos, lo cual John halló muy placentero.
John gimió, abriendo sus piernas más para darle más espacio a Sherlock. “Mierda,” el otro jadeó, sus dedos pasando por los rizos de Sherlock nuevamente y jalando ligeramente. Y Sherlock se dio cuenta que (consciente o inconscientemente) intentaba guiar los movimientos de Sherlock.
Se dejó a sí mismo relajarse y mover su cabeza acorde a los gentiles jaloneos de su cabello.
“Eso es,” John gimió. “Mierda, eso es. No te detengas, Sherlock,” rogó.
Sherlock no se detuvo. Continuó lamiendo y succionando, la saliva chorreando de sus labios y facilitando el camino para que su mano se deslizara en el pene de John.
El ritmo de John empezó a desestabilizarse poco después de eso. “Me voy a correr,” gruñó, jalando los rizos de Sherlock pero Sherlock lo ignoró y se enfocó en succionar más fuerte y pasar su lengua en círculos contra el frenillo simultáneamente. “Sherlock,” jadeó mientras se vaciaba en la boca de Sherlock.
Sherlock intentó tragarlo todo pero no pudo, unas cuantas gotas chorrearon del borde de su boca. El sabor no era tan desagradable como parte de su investigación le había hecho creer y parecía hacer feliz a John, pensó, mientras John lo jalaba a la parte superior de la cama y lo besó suavemente.
“Feliz Navidad,” Sherlock murmuró.
John abrió sus ojos, “¿Me estás dando un delicioso sexo mañanero para Navidad?”
“Entre otras cosas,” Sherlock respondió, un poco ofendido que John creyera que eso era todo lo que Sherlock iba a darle por Navidad. “Simplemente me di cuenta que disfrutas levantarte para tener sexo o besuquear y luego regresar a dormir después. Esto es lo más tarde que pensé que podríamos hacerlo y volvernos a dormir antes que Rosie viniera a despertarnos.”
“Muy listo,” John murmuró. “Tengo una sorpresa para ti, también,” dijo, presionando un beso en los labios de Sherlock antes de salir de la cama y ponerse pantalones de pijama. “No estaba seguro de cuándo dártelo pero ahora parece el tiempo perfecto.”
Sacó una pequeña caja de regalo de la mesa de noche antes de trepar de nuevo a la cama y arrodillarse al costado de Sherlock.
Sherlock se sentó, preguntándose qué en el mundo John le había conseguido que pudiera entrar en una pequeña caja y produjera este nivel de ansiedad.
“Sherlock,” John empezó. “Te amo.” Pausó y tragó, “Leí esta tonta teoría que cuando conoces a alguien y sientes que lo has conocido toda tu vida, como si simplemente conectaran a un nivel más profundo y realmente no puedes explicarlo, los átomos que los hicieron a esta persona y a ti estuvieron juntos cuando el Big Bang tomó lugar. Y por ello tu ser simplemente conoce al otro. Pensé que era un montón de porquería hasta el día que te conocí.”
Sherlock sintió lágrimas acumularse en sus ojos, él siempre se había sentido de la misma manera. Que el momento que había conocido a John se había sentido atraído a él, como si lo hubiera conocido y amado su vida entera.
“Luego pensé que quizás tenían razón.” Sacudió su cabeza, “Sherlock no soy la mitad del hombre que mereces pero sería el hombre vivo más feliz, afortunado si accedieras a pasar el resto de tu vida conmigo.” Abrió la caja y le presentó a Sherlock un anillo.
Un anillo.
Sherlock jadeó audiblemente y cubrió su boca con su mano. Esto no podía estar ocurriendo. Debe estar soñando.
John cuidadosamente sacó el anillo de su caja. “Está hecho de un asteroide,” dijo con una pequeña risa. “Es sentimental y tonto pero siento que esto, nosotros, era algo que estaba destinado a ser, algo escrito en las estrellas como para robar una frase, porque no hay una razón, después de todo lo que hemos pasado, que nosotros dos estemos aquí y enamorados. No puedo imaginarme pasando un solo día sin ti y ¿espero que sientas lo mismo?”
“Sí,” Sherlock soltó, finalmente, “Sí, Dios, sí.”
La sonrisa de John era más radiante que cualquier amanecer que Sherlock jamás había visto y con manos temblorosas, agarró la mano izquierda de Sherlock y deslizó el anillo en su dedo.
Sherlock se estiró y acunó su mejilla, presionando un beso en sus labios.
“¿Te gusta?” John preguntó, cuando retrocedió.
Asintió y acarició con su pulgar el anillo, “Muchísimo.”
“Bien,” Sherlock dijo, presionando un beso en su frente.
“Te amo,” Sherlock dijo.
“Te amo, también,” John respondió, sonriéndole suavemente antes que un bostezo rompiera la sonrisa.
“Deberíamos regresar a dormir,” Sherlock dijo, apartando el cabello del rostro de John.
“Sí,” John respondió, acariciando su nariz contra la de Sherlock una vez más, “O voy a estar exhausto todo el día.”
Los dos se movieron hasta que se metieron de nuevo bajo las sábanas y se recostaron de cara al otro con sus extremidades cruzadas y entrelazadas.
“Feliz Navidad,” John susurró antes que ambos regresaran a un sueño feliz.
Notes:
(Nota original)
Lo siento si están muriendo por saber qué fue lo que Rosie le pidió a Santa (¡sé que algunos de ustedes lo están!). Les prometo que lo sabrán mañana por la noche. <3(Nota de la traductora)
El que “tu ser simplemente conoce al otro” me parece tan fantasioso como real. Hay amores y parejas que desafían mi lógica y eso no las hace menos valiosas. No puedo creer que queden solo dos episodios por traducir (grita silenciosamente) y definitivamente estarán antes de Navidad, porque ya es hora, realmente. Un abrazo a todas(os) y buen fin de semana.

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