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Para enderezar una vida

Chapter 138: CXXXVIII

Chapter Text

Como es de esperarse, el otro Henry está furioso.

   —Mi plan era absorber a tu Eleven —declara, confirmando sus sospechas—; pero tendré que contentarme contigo.

   Súbitamente, tanto las criaturas como el Mind Flayer gigante se abalanzan sobre él.

   Pero el suelo bajo sus pies se funde, se derrite, y cuando están por atraparlo, se ve transportado a otra dimensión.

   A una que no le pertenece ni a él ni al otro Henry.

   Esto lo sorprende, al menos en parte; no estaba seguro de que funcionaría. Aparentemente, su apuesta ha dado frutos: esta dimensión paralela es más flexible de lo esperado y no parece limitarlo.

   ¿Podría haber vuelto junto a Eleven? Sí, por supuesto. Pero sabe que, con Brenner muerto —y, por ende, sin nadie que pueda exponer a Eleven al proyecto Nina o a su equivalente en su universo—, el otro Henry no arriesgará sus recursos para absorber a una Eleven desprovista de poderes.

   Él no lo haría, después de todo.

   Consecuentemente, su mejor estrategia es ocultarse y esperar el momento adecuado.

   Decidido, observa entonces sus alrededores.

   Todo lo que lo rodea es desolación: edificios abandonados, flores y árboles marchitos y chatarra esparcida por todos lados.

   Esto no es alentador, claro está, pero…

   ¿Qué tan malo puede ser comparado con aquello que he dejado atrás?

   Aunque lúgubre, el paisaje le parece un lienzo en blanco: un lugar para reorganizarse y tramar sus próximos pasos. El aire seco le roza la piel casi dolosamente, pero no lo detiene. Agotado, malherido y —ahora lo nota— hambriento, Henry se dispone a explorar, una vez más, un mundo que no es el suyo.


Dos horas luego de la desaparición de Henry

   Cuando Eleven abre los ojos, el techo sobre su cabeza no es el mismo que el de la mansión Creel.

   De golpe, todo retorna a ella. Se levanta de golpe, pero unas finas manos la toman por los hombros y la obligan a detenerse.

   —Jane. —La voz de Joyce le llega en un susurro—. No te precipites; necesitas descansar.

   Ella gira la cabeza y entrecierra los ojos buscando enfocar la vista en Joyce.

   —Joyce, ¿dónde está Henry?

   La mujer abre la boca y vuelve a cerrarla.

   —Él… no vino con nosotros.

   Su corazón da un vuelco. Si había albergado alguna esperanza de que se tratase de un sueño…

   Joyce la envuelve entre sus brazos.

   —Debo… Debo ir a buscarlo —masculla Eleven, limpiándose las lágrimas con una mano.

   —Estás herida —retruca Joyce con suavidad, intentando retenerla—. Henry… Él… Él te hirió… ¿Y ahora dices que vas a ir con él…?

   Lo hizo para protegerme, no dice, pues Joyce no lo entendería.

   —Joyce, por favor, suéltame.

   Todo estará bien. Irá junto a Henry, donde sea que esté, y juntos se enfrentarán al otro Henry y a lo que sea que este trame. Sí, todo estará bien.

   —No —replica la mujer.

   Intenta empujarla, pero el dolor es implacable: los músculos de su espalda arden en protesta.

   —Ugh…

   —Te lo dije —la reprende Joyce con el tono que solo una madre puede evocar—. Debes descansar.

   Sí, si fuese una persona normal, sin duda. Pero ella puede sanarse a sí misma, ¿o no? Lo ha aprendido de Henry, si bien a un nivel mucho más superficial.

   Cierra los ojos.

   Se concentra.

   Y…

   Nada.

   Abre los ojos de golpe.

   —¿Qué…?

   —¿Estás bien? —inquiere Joyce, confundida por sus acciones.

   —Mis… poderes. —Observa las palmas de sus manos. Antes de que la mujer pueda decirle nada más, Eleven ubica, al otro lado de la habitación, sobre una mesita ratona, una vieja radio. Frunce el ceño.

   El aparato no suena ni se mueve. Continúa en su sitio, imperturbable.

   Ajeno por completo a su frustración.

   —¿Esa radio… funciona?

   Malinterpretando su pregunta, Joyce se levanta sin decir palabra y va a encender el aparato.

   Una pegadiza canción suena en el dispositivo.

   … Wednesday girl waits with the wine

   Lágrimas acuden a sus ojos.

   She knows just what to say

   —Yo… No puedo…

   While no one listens

   Puede que Joyce no la entienda. Pero sí debe entender lo que es el dolor. Por ello, la deja sucumbir en sollozos allí, abrigada por sus brazos, palabras de consuelo en sus labios.

   You can almost hear time slipping away

   Esta vez, Eleven no intenta apartarla.

   …

   Sí, se permite llorar aquí, ahora; un instante de debilidad, un descanso de lo que le aguarda.

   Porque luego, de una u otra forma…

   We close our eyes, we never lose a game

   Cierra los ojos y aprieta la mandíbula.

   De una u otra forma, te encontraré, Henry, se dice.

   Imagination never lets us take the blame…