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The devil doesn't bargain, right ?

Chapter 11: La abominación y la edad de oro

Summary:

Durante la regencia tras el coma de Paul, Alia Atreides fue presa por órdenes de Irulan, quien en palabras de nuestra dama la joven abominación es un peligro que debía ser exterminado desde el principio. Nuestra querida Irulan durante estos 5 largos años se a hecho con el poder y a cambiado toda la red de poder en el imperio como regente, mientras cría y prepara a Amiza para gobernar algún día.

Lo malo es que Paul parece estar despertando, así que como cambiará en el momento en el que el mesías recupere su conciencia

Notes:

¡Hola, mis Lectores! 🦁
Gracias por sus votos y teorías. El capítulo 11 es el más largo hasta ahora porque querían carne, sangre y lágrimas… ¡y se las doy!
Sí, desaparecí. No, no fue un atentado fremen (aunque habría tenido más glamour).
La vida decidió recordarme que incluso las emperatrices necesitan dormir, comer y cumplir plazos mundanos.
Pero he vuelto.
Con sangre, veneno y política.

Quise mostrar que, aunque Irulan hizo todo lo posible por darle una infancia “normal” a su hija, la realidad del Imperio y la corte no permite inocencia completa. Amiza crece con amor, pero también con responsabilidades que no debería cargar a su edad.

Además, comenzamos a insinuar que Paul podría estar despertando, y que durante su coma ha sido testigo de recuerdos y visiones inesperadas, incluso ecos de Alicent, su pasado y su legado.

Gracias por acompañarme en este viaje. Como siempre, los invito a sumergirse en los detalles, a sentir la tensión y a contemplar cada movimiento en este tablero de poder.

— BlackMoon2750 💙

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

“No todo poder se forja con coronas o tronos. Algunos —los más implacables— nacen del sigilo, de la paciencia, del amor que enseña a sobrevivir… y de la astucia de una madre.”

 

 "Los historiadores denominan “Interregno Dorado” al lustro comprendido entre el inicio del estado de trance del Emperador Paul Atreides (10.202 AG) y su retorno a la conciencia en 10.207 AG Durante este lapso, el poder absoluto recayó en su consorte, la Emperatriz Irulan Corrino-Atreides, cuya regencia es considerada uno de los períodos más estables y reformistas del Segundo Imperio.

El gobierno se dividió entre dos mundos: Arrakis, donde Irulan mantuvo la administración política y religiosa, y Kaitain, sede del antiguo linaje Corrino, donde se instaló parte del aparato burocrático y donde la princesa Amiza pasó largas temporadas de su infancia. La Emperatriz insistía en que la niña debía conocer tanto la arena como el agua; tanto el sol implacable como las lluvias del jardín imperial.

Este equilibrio entre el fuego y la flor, como dirían los poetas de la corte, forjó el carácter de la heredera: reflexiva, silenciosa, distante, pero profundamente observadora".

 

Crónicas del Consejo Bene Gesserit, ciclo 10043 AG.

Archivo Imperial: “Las Voces del Trono” – Tomo IV, Sección 3

Transcripción del Archivista Mayor Harq al-Farid, Biblioteca de Kaitain Reconsagrada, ciclo 12.448 AG.

 

5 años después

 

Lugar: desconocido, coordenadas: desconocido

 

Alia Atreides Pov.

 

Alia recordaba.

 

Recordaba la sala del trono, los discursos, las miradas de los consejeros inclinándose ante la débil Irulan, la sombra de la niña que la Corrino sostenía esa misma niña de ojos azul sobre azul que parecía absorber toda la atención del universo. Cada detalle era un recordatorio de su propio fracaso. La abominación en su mente no podía tolerarlo: su linaje mancillado, la falta de poder, la manipulación constante.

 

No supo cómo lo hizo para debilitarla hasta que una noche despertó encerrada y maniatada en la oscuridad de esta prisión o tumba aún no lo sabía, solo estaba viva por la comida y agua que suelen traerle por periodos de tiempo.

Oh como la odia y admira por tener las agallas aún si su interior desea destripar la y bañarse en su sangre por esta ofensa, pero antes mataría a su hija

 

"¿Cómo puede…?" susurró con rabia. "Cinco años… y todavía controlan todo… ¡y yo aquí!"

 

El tiempo pasaba diferente en la oscuridad. Sus recuerdos se mezclaban con las pesadillas. La risa de Amiza (así se llama esa cosa nacida de la sangre impura suele llamar el barón en su cabeza) en los jardines del palacio, la voz suave de Irulan arrullando a la niña, la sombra de su hermano, aún dormido, rodeado de visiones y ecos de su propio poder. Todo eso ardía en la mente de Alia como un fuego imposible de apagar.

 

"No…" dijo finalmente, con la fuerza que solo una abominación podía concentrar. "No pueden ignorarme para siempre".

 

Sus puños se cerraron, su cuerpo tembló, y por primera vez en años, sintió algo parecido a la esperanza. La esperanza mezclada con furia: la mezcla que la haría volver a reclamar lo que creía suyo.

 

Oscuridad.

Silencio.

Nada más que la nada.

 

Cinco años encerrada en aquel cubículo que Irulan había creado, cada superficie de metal pulido absorbía el sonido, cada pared estaba cubierta con un material que devoraba la luz. Alia lo llamaba su prisión, pero también su espejo. En la oscuridad, no existía nadie más que ella y sus pensamientos, amplificados por el miedo y la rabia.

 

"¡MALDITA SEA!" gritaba, aunque ninguna voz podía escapar "Mamá… mamá! ¡Paul! ¡Alguien!"

 

Pero nadie respondía. Solo la presencia de la abominación en su mente, sus ancestros, su propia conciencia, que no le perdonaba el paso de los años, la ausencia de cariño, la imposibilidad de moverse.

 

Irulan había sido cuidadosa. Nadie podía sospechar que la hija santa, la figura que había aterrorizado al universo, estaba encerrada en una celda sin tiempo ni luz, aislada como un experimento de la Bene Gesserit. Cada intento de escape, cada rastro de desesperación, era neutralizado antes de que pudiera gestarse. Nadie podía ayudarla. Nadie salvo los recuerdos, fragmentados y distorsionados.

 

"Cinco años… cinco años y nadie recuerda lo que soy" susurró, su voz quebrándose en la oscuridad. "Y aún así… ellos ríen allá afuera. Creen que todo sigue igual… ¡pero no conocen la ira que llevo dentro!"

 

El tiempo no pasaba. Su cuerpo había dejado de crecer después de todo las Bene Gesserit sabían muy bien como alterar completamente a un experimento tan interesante como este espécimen, pero su mente había devorado cada recuerdo de Paul, Chani, Irulan, Amiza… cada fragmento de lo que había sido y lo que debía ser. El mundo la había olvidado, pero no podía olvidarse a sí misma. La abominación en su sangre palpitaba, un corazón negro que rugía contra la injusticia de la prisión.

 

Y entonces, lo sintió: un cambio. Una vibración en la red del universo. Paul estaba despertando.

 

No estaba allí, pero su conciencia flotaba a través del tejido del tiempo y el sueño. Recordó sus premoniciones y visiones, y por primera vez en años, Alia notó la indecisión. El emperador, el Kwisatz Haderach, estaba inseguro. Vulnerable. Pero ella, incluso encadenada por la prisión de Irulan, podía percibir la fuerza que aún palpitaba bajo su coma.

 

"Pronto…" murmuró, un brillo de odio mezclado con miedo iluminando sus ojos en la oscuridad. Pronto me verán.

 

No era una amenaza vacía. Alia había aprendido a sobrevivir en la soledad, a aprovechar cada sombra y cada silencio para crecer. La abominación no moría; fermentaba.

 

Oh eso ella debía creer después de todo las Bene Gesserit no tienen esperanza sino que planean y Irulan planeaba muy bien. Después de todo debes asegurarte que el halcón no tenga alas que le permitan alzar el vuelo tan alto sino simplemente debe dispararle para ver cómo gloriosamente cae a su muerte.

 


 

Irulan pov.

 

Cinco años habían pasado desde que tomé la regencia. Cinco años de susurros, planes y movimientos calculados. Cuando el universo creyó que Paul era insustituible, yo demostraba que la fortaleza no nace de la fuerza física, ni siquiera de la mística del Kwisatz Haderach, sino de la convicción de quien sabe qué futuro quiere crear.

 

Arrakis me observaba. Los Fremen, al principio reacios, comenzaron a inclinarse hacia mí no por fe, sino por necesidad. Stilgar, debilitado misteriosamente, se retiraba de la vida pública con una dignidad intacta, su autoridad transferida sin un gesto de violencia. Jessica aceptaba su aislamiento como un retiro de contemplación en Caladan, sin saber que su confinamiento era parte del equilibrio que yo debía mantener ya que en estos momentos no me apetecía tener una víbora cerca de mi bebé. La ciudad y sus tribus menores comprendieron que la verdadera seguridad no residía en la fuerza bruta, sino en la mano firme de quien planea cinco movimientos por delante.

 

Amiza crecío a mi lado. Mis días se dividían entre la corte, los informes, los pactos y la formación de la heredera aún si a mis ojos seguía siendo mi bebé mi dulce niña hermosa que amaba traer dibujos y flores aún estaba estresada con embajadores. Eric, fiel hasta la muerte, se convirtió en algo más que guardia: mentor, protector y sombra silenciosa de mi hija incluso el mismo me dijo que veía un poco de Aegon y Daeron en ella, admito que esa noche llore ya que mis bebés también estaban de cierta forma cerca aún. El le enseñó a Amiza disciplina, estrategia y paciencia; yo le enseñaba diplomacia, empatía calculada y el arte de observar sin ser observada, pero también la compasión y el deber hacía su pueblo. Todo mientras el universo creía que solo era una madre dando calor a su niña.

 

El palacio de Kaitain se convirtió en un refugio y un aula; Arrakis, en un campo de prueba para su carácter. Cada gesto público, cada ceremonia, era un mensaje: yo no solo sostenía el trono; lo hacía crecer mientras veo a mi bebé convertirse en una niña dulce y amable pero también responsable.

 

Incluso Paul, en su trance interminable, se convirtió en un recuerdo flotante. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir su presencia, su conciencia atrapada entre visiones y delirios. Mis espías y consejeros detectaron pequeñas perturbaciones: ecos de su despertar, un murmullo que atravesaba los límites de la realidad y el sueño. Lo sentí antes de que cualquier otra persona lo advirtiera. Paul comenzaba a emerger.

 

No era odio lo que me movía contra ellos; era prevención. Jessica había subestimado a su hija y a Paul contra mi; Stilgar confiaba en viejas lealtades que ya no tenían valor. Ambos estaban debilitados por medios sutiles —medicina, aislamiento, desgaste físico— y el mundo debía ver solo una retirada natural. La impresión pública era que respetaban mi autoridad, mientras yo moldeaba el tablero político sin enfrentamientos visibles o hasta que decida si dejan de ser útiles después de todo aún son importantes ya que si los saco antes volveré a tener que aguantar a fanáticos enloquecidos.

 

Los Fremen, al observar mi prudencia, comenzaron a aceptar que la emperatriz Corrino podía protegerlos más eficazmente que cualquier mesías dormido ya que eso era lo que pensaban los más listos y que sin duda permitió en mi consejo. Sus tribus se alineaban con Amiza, con su madre, con la idea de un futuro estable y tangible. A diferencia de Paul, cuyos seguidores vivían de visiones y leyendas, yo ofrecía resultados concretos: agua, comida, comercio, justicia y continuidad.

 

Durante estos años, reforcé los cimientos de lo que llamo la Segunda Era Dorada:

  • Reforma administrativa en Arrakis y Kaitain.
  • Regulación de la especia y control del comercio CHOAM (aún ellos y yo disfrutábamos regatear por los precios).
  • Creación de escuelas y universidades donde Amiza, y las futuras generaciones, aprendieran estrategia, historia y liderazgo.
  • Pactos en secreto con casas menores y comerciantes, asegurando su lealtad y colaboración junto a quiénes aún creen en los Corrino.

 

Cada decisión era un mensaje silencioso:

yo soy la emperatriz, yo soy la madre, yo soy la fuerza que mantiene este imperio mientras los héroes duermen.

 

Amiza nunca sintió amor por su padre aunque que jamás le hable mal de el, por más que la tentación fuera tan grande no soy tan cruel mucho menos con mi pequeña perla. Su mirada azul sobre azul absorbía el mundo, pero no buscaba en Paul un reflejo. Solo me observaba a mí, aprendiendo, creciendo y entendiendo la diferencia entre poder y presencia más de una vez se sentó conmigo en el trono mientras yo misma presidiaba las audiencias y castigos. Yo protegía ese vínculo, consciente de que cualquier sombra de Paul podía desequilibrar su educación aún si ella misma parecía ver más de su edad y más de una vez la vi mirar con desdén a su padre.

 

Eric se convirtió en su guardián silencioso y quizás lo más cercano a su figura paterna, dispuesto a cualquier sacrificio por nuestra seguridad. Mi hija crecía rodeada de afecto genuino, lealtad sólida y enseñanza estratégica, mientras el universo solo veía a una niña jugando bajo el sol y los jardines artificiales que construi para ella en Arrakis.

 

Yo había gobernado cinco años, manteniendo al imperio unido, a los Fremen bajo respeto, y a Amiza protegida. La lealtad, la admiración y el cariño del pueblo por mí eran reales; más reales que cualquier leyenda sobre Paul. Mientras él flotaba entre sueños y recuerdos, yo sostenía la realidad con manos firmes, recordando a todos que:

 

No todo poder se mide en batallas o profecías. Algunos, los más duraderos, nacen del silencio, de la paciencia, del amor calculado… y de una madre que sabe esperar.

Notes:

Y que les parecio ?
Paul está vivo. Su presciencia está bloqueada por Amiza (Si la niña es medio rencorosa despues de todo su mami lo paso mal con esta gente 😎).
Chani y Alia están "desaparecidas". Oficialmente: "en un viaje de exploración", supuestamente 😏.

 

¿Quieren que Paul se redima como padre… o que Irulan lo destierre al desierto para siempre?
¡VOTEN EN COMENTARIOS!

Vestido de Irulan, cuando estaba en sus zonas de comfort con su niña
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Vestido en la corte o asuntos de estado
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Invernadero
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Eric y Irulan, dos besties que se quieren como hermanos y son los dos mejores padres que Amiza pudo pedir aún si uno era solo el guardia y mejor amigo de su mamá.
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Amiza y su mami:
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Irulan y su bebé en su primer año
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Irulan y su niña al comienzo de la regencia
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Notes:

y que tal les parecio ?

Espero sus comentarios

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