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Español
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Published:
2025-06-06
Updated:
2025-11-14
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98,492
Chapters:
24/?
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130
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Nuestras mil y una noches

Summary:

Falena y su esposa fallecen en un lamentable accidente, dejando sólo a su hijo.

Leona se encuentra a punto de finalizar su último año en NRC, y ante la inesperada tragedia, queda forzado a asumir el trono mientras Cheka alcanza la edad suficiente para gobernar, a la par de figura paterna.
Sin opción, acepta gobernar y cuidar del heredero como su propio hijo, pero decide buscar ayuda extra.

— Tienes que estar bromeando.

Un lacayo con experiencia cuidando torbellinos andantes, fuertes destrezas físicas y mágicas, entrenado en combate, poseedor de un arsenal de conocimientos útiles en la crianza. Jamil sería el consorte perfecto para aminorar la carga de criar a un príncipe mimado y mantenerlo con vida hasta la mayoría de edad. Solo debía alcanzar su precio.

— Ayúdame a mantener con vida a ese mocoso hasta que cumpla la edad suficiente para gobernar, y después serás libre de hacer lo que te plazca.

Un trato simple. Jamil podría probar un poco de la vida que deseaba y luego tendría la libertad que anhelaba, él podría librarse de la responsabilidad de mantener con vida a un niño, y ese pequeño mocoso tendría un reemplazo para llenar su pérdida.

Todos ganarían. Era sencillo, ¿no?

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter 1: La caída del rey

Chapter Text

Una lamentable noticia que nadie esperaba conmocionó no solo al reino de Sunset Savana, sino a todo Twisted Wonderland.

 

El querido rey Falena y su esposa, ambos muertos en un lamentable accidente aéreo mientras volvían de un viaje.

 

Ahora, el pequeño heredero de apenas cinco años se enfrentaba no solo a la orfandad, sino a la responsabilidad titánica que acababa de caer sobre sus débiles hombros de la noche a la mañana.

 

A pesar de haber visto los restos del avión y haber agotado hasta la última esperanza de supervivencia, nadie podía terminar de digerir la noticia.

 

Incluso durante el funeral se podía respirar la tensión en el aire, y por desgracia, no era para menos. El futuro de Sunset Savana estaba en juego.

 

El príncipe Cheka, aunque legítimo heredero, era demasiado joven para asumir el trono. Simplemente no había forma de que un niño de esa edad pudiera llevar la corona y que no terminara siendo un completo desastre. Pero entonces, al fiel chambelán y hombre más cercano a la familia real se le ocurrió aquella idea.

 

— Estás loco si crees que voy a hacer eso, anciano...

 

— Leona-sama, es lo mejor para todos.

 

— ¿Que me convierta en madre sustituta a tiempo completo de ese niño es lo mejor para todos, Kifaji?

 

Después de que los ritos fúnebres concluyeran, los miembros de la corte se reunieron para conversar sobre el futuro del trono de Sunset Savana. Pero llegar a una resolución no estaba siendo sencillo.

 

— Es tío del príncipe Cheka, el siguiente en el orden de sucesión, parte de la familia real, y además, sabe lo suficiente para hacerse cargo del reino mientras él termina sus estudios y cumple la mayoría de edad.- Argumentó Kifaji.- Además-

 

— ¡Ni hablar!- Interrumpió abruptamente.- No voy a ser un maldito reemplazo de Falena.

 

Leona se levantó bruscamente de un salto, gruñendo y apretando los dientes como un león al acecho. No le importaba en absoluto que las miradas de toda la corte se posaran sobre él, tampoco que lo juzgaran en silencio, no importaba si el maldito cielo se caía a pedazos o el mar se secaba, simplemente no iba a acceder a esa estúpida idea.

 

— Leona...

 

— Ya dí mi respuesta.- Interrumpió, resoplando para calmarse lo suficiente, antes de dar media vuelta.- Busquen a otro idiota.

 

Sabía muy bien que nadie se atrevería a seguirlo y correr el riesgo de provocar su ira. Todo ese montón de falsos, así lo detestaran, sabían bien el poder que tenía, y volverse objeto de su enojo era casi equivalente a una sentencia de muerte.

 

El único con el coraje suficiente para seguirlo habría sido Kifaji, pero incluso esa entrometida ave vieja decidió darle espacio y dejarlo en paz por cinco minutos.

 

Y Leona solo podía agradecerle en silencio por ello...

 

La repentina muerte de Falena fue un golpe que jamás vió venir y ante el que sencillamente no sabía aún cómo responder, mucho menos a todos los demás golpes que le siguieron.

 

Ya había visto partir a su padre, solo un par de meses después de que lograran escapar del desastre que Draconia causó al entrar en Overblot. No fue difícil procesar su deceso y continuar con su vida. Pensó que estaría preparado para el siguiente... Ahora confirmaba que no era así.

 

No había pasado aún ni un año desde que Falena fuera coronado oficialmente como nuevo soberano, tras la caída de su padre. Cheka aún era un mocoso mimado y sin la menor idea de cómo dirigir un país. Él se encontraba a unos meses de finalizar su cuarto y último año en Night Raven College...

 

Maldita sea, Falena...- Siseó, apretando su sien contra sus nudillos.- ¿En qué demonios estabas pensando, maldito imbécil?

 

No supo exactamente en qué momento, solo sintió como un par de lágrimas silenciosas escaparon de sus ojos, resbalando por sus mejillas, hasta caer y morir en el suelo.

 

Cuando quedó atrapado en el sueño creado por Malleus hace un año, vió un escenario en el que su hermano, su cuñada y su sobrino morían... Pero por los grandes siete, esto era completamente diferente a cómo se sintió en ese sueño.

 

El nudo en su garganta, el punzante dolor en el pecho como espinas rasgándole las entrañas y afiladas dagas abriéndole la carne desde adentro, el sentimiento de vacío, la desesperación, frustración, tristeza, ira y, aunque odiara admitirlo, el miedo que lo invadía... Simplemente, era demasiado para soportar, y no se parecía en nada a la facilidad con la que pasó página en su sueño.

 

Había limado un poco asperezas con Falena desde su retorno del mundo creado por Malleus. En palabras de prácticamente todo el que lo conocía "había madurado y finalmente crecido, al menos un poco".

 

No podía negar que toda esa experiencia lo había hecho reflexionar y ver las cosas desde una perspectiva diferente. Él y Falena no habían vuelto a ser los hermanos inseparables que alguna vez fueron en su infancia, pero al menos habían conseguido llevarse lo suficientemente bien para convivir por horas en una misma habitación sin discutir por la administración del reino. Falena incluso había solicitado su opinión y consejo, y aceptado algunas de sus propuestas para la mejora del reino...

 

Maldito... ¿Cómo pudiste hacer esto?- Murmuró, aún con las lágrimas desbordándose en silencio.- ¿Cómo pudiste morir y dejarme tú también?... Tenías un hijo y un reino que te necesitan, maldita sea. ¿Por qué subiste a ese avión?...

 

Probablemente parecía un jodido loco hablando sólo, maldiciendo y reprochandole a su hermano como si su espíritu de algún modo pudiera escucharlo o responderle, pero ¿qué diablos importaba de todos modos?

 

Ahora que los ritos fúnebres habían terminado, solo quedaba recibir el pésame por todos los asistentes y despedirlos... Bien. Iba a odiar dar la cara a ese montón de hipócritas pretenciosos, pero entre más rápido lo hiciera, más rápido podría deshacerse de ellos y no volver a verlos en un buen tiempo.

 


 

Luego de respirar para calmarse, se limpió las lágrimas de la cara y acomodó su cabello lo mejor que pudo, antes de dirigirse a dónde Kifaji ya lo esperaba, aunque sin Cheka acompañándolo. Tal parecía que ni siquiera el chambelán había podido convencer al pequeño de salir de su habitación.

 

Ninguno dijo una sola palabra, sabían que ninguno necesitaba escuchar ni decir nada en ese momento. Simplemente caminaron en silencio, siguiendo la ruta que marcaba el protocolo para llegar a la sala del palacio, dónde los asistentes aguardaban su llegada.

 

Uno por uno, aristócratas, nobles, gobernantes, embajadores y delegados se acercaron a él para expresar su pesar y lamento por su pérdida.

 

Leona, sin más remedio, asintió y agradeció lo mejor que su humor le permitió, librandose uno a uno de esas garrapatas, en lo que le pareció una eternidad.

 

Todo ese proceso era una absoluta molestia, y cuando una figura conocida apareció, quedando apenas personas en el salón, tuvo que morderse la lengua para comportarse.

 

— Hace más de un año que no nos veíamos, Leona-sama.- Inició uno de los acompañantes de quién tenía enfrente.- Lamentamos mucho volver a vernos en estas circunstancias.

 

— Gracias por su presencia, Vanrouge.- Respondió, cruzando los brazos sobre su pecho.- No esperaba que el heredero del Valle de las espinas viniera en persona con todo su séquito.

 

— Lamento tu pérdida, Kingscholar-san.- Pronunció Malleus finalmente, con la mirada baja.- En cuanto recibí la noticia, consideré apropiado venir en persona. Me disculpo si fue una decisión inoportuna.

 

Leona se tomó un segundo para respirar. Un ligero resentimiento burbujeaba en su pecho, pero no estaba de humor para hacer ni aguantar un escándalo.

 

— En absoluto.- Suspiró.- Gracias por tu asistencia, Draconia.

 

En otras circunstancias preferiría cortarse la mano antes que estrecharla con esa hada, pero ahora solo quería terminar con eso y retirarse lo más rápido posible.

 

— Sé que no somos amigos y que probablemente nunca lo seamos. Especialmente después de todo lo que pasó hace un año.- Pronunció Malleus, tras sujetarle la mano.- Pero si necesitas hablar, serás bienvenido en el Valle de las espinas.

 

— Gracias.- Se limitó a decir, tragándose la negativa rotunda que habría dado en otra situación.

 

Malleus solo asintió y no insistió, apartándose junto a uno de sus dos escoltas unos pasos, mientras el otro le daba el pésame como indicaba el protocolo, intercambiando lugares al terminar, antes de finalmente ceder el paso a Lilia.

 

— Comprendo por lo que estás pasando, Leona. Y sé que no hay palabras que alivien tu dolor o aminoren tu carga.- Expresó el hada, al mismo tiempo que le sujetaba la mano.- Pero has demostrado ser un hombre fuerte, inteligente y decidido. Sé que no será fácil, pero podrás levantarte de esta caída.- Añadió, y Leona tuvo que tomar un respiro para no derrumbarse.- Lamento tu pérdida y acompaño tu dolor. Espero encuentres consuelo y pronta resignación.

 

— Gracias, Vanrouge-sama.- Hiló el príncipe, cerrando por unos segundos los ojos.

 

— Sabes dónde hallarme si necesitas un consejo, niño.- Respondió Lilia, regalandole una suave sonrisa casi paternal.- No puedo garantizar soluciones, pero sí un oído atento, una charla sincera y un hombro para llorar.

 

Leona asintió, agradeciendo con la mirada a Lilia, antes de soltarlo y verlo unirse a Malleus y los otros dos para marcharse juntos. Algo en la imagen de Malleus y su escolta de cabello blanco ayudando a Lilia a caminar logró remover sentimientos que creía muertos hace tiempo. ¿Cuánto tiempo pasó sin que compartiera un momento similar con su padre y Falena?

 

Parecía que el destino estaba empeñado en restregarle en la cara sus acciones y decisiones del pasado, ahora que estaba sólo y no había vuelta atrás.

 

Al menos quedaba poco para terminar y tener la libertad de largarse a su habitación. Sin embargo, no pasó mucho antes de ver otras caras conocidas.

 

— Kingscholar...

 

— Schoenheit...

 

Ciertamente, no esperaba ver a Vil en ese momento, pero tampoco le resultaba extraño. Era una celebridad reconocida después de todo, además de haber participado en un evento tan importante en Sunrise City como el Tamashina Mina.

 

— Lamento profundamente tu pérdida.- Pronunció con sinceridad el rubio, sujetando su mano.- Espero de todo corazón, halles fortaleza y pronta resignación. Mi apoyo está a tu total disposición.

 

— Gracias, Vil.

 

Jamás imaginó que alguna vez pudiera mantener una conversación con Vil sin ningún tipo de comentario pasivo agresivo en medio. Mucho menos que una suave sonrisa de ese hombre pudiera resultar reconfortante. Pero había sucedido.

 

Después de que Vil se fuera, otro conocido apareció, acompañado como era habitual.

 

— Leona-senpai...

 

— Kalim.- Pronunció el nombre de quien tenía enfrente.- Y Jamil.

 

El heredero de la fortuna Asim parecía tan afligido como si hubiese fallecido alguien de su familia. Sus ojos enrojecidos e hinchados lo delataban. Leona solo pudo suspirar al verlo hipar al tratar de hablar.

 

Pero Jamil... Viper lucía tan tranquilo e inamovible como siempre.

 

— Lo siento mucho, Leona.- Dijo finalmente Kalim después de calmarse lo suficiente.- Esto debe ser muy difícil para tí y el pequeño Cheka.

 

Kalim...- Murmuró Jamil, corrigiendo discretamente a su imprudente amo.

 

— Lo siento...- Corrigió Kalim.- Yo... Lamento profundamente su pérdida, y de todo corazón espero que tú y el príncipe Cheka encuentren fuerza y resignación.

 

— Gracias, Kalim.- Agradeció Leona en un suspiro, observando como el heredero de los Asim estaba al borde del llanto.

 

— Por supuesto.- Asintió el más joven.- Cuentan con todo el apoyo y respaldo de la casa Asim.

 

Después de eso, Kalim se retiró, solo unos metros, cediendo el paso a Jamil.

 

— En nombre de la familia Asim, lamento la dolorosa pérdida que han sufrido, y ponemos todo nuestro apoyo a su disposición en este difícil momento.- Expresó Jamil, con el profesionalismo que lo caracterizaba.- Esperamos encuentren fortaleza, resiliencia y resignación.

 

Leona pudo observar en ese par de ojos negros todas las palabras que Jamil no había pronunciado. Sabía que el joven sirviente aún lidiaba con su dilema entre la lucha por su libertad y la obediencia que le arraigaron desde la cuna. Pero ahora no era el momento de señalar sus acciones, tampoco tenía el ánimo de hacerlo de todos modos...

 

Lamento mucho por lo que está pasando, Leona-senpai.- Le susurró Jamil, cuando le estrechó la mano.- Sabe dónde encontrarme si necesita hablar.

 

— Gracias.

 

Jamil asintió tras separarse, y luego de dar una reverencia, se retiró con Kalim para caminar a su lado, hasta abandonar el recinto.

 

Al fin, esa tortura se había terminado y era libre de retirarse al lado de Kifaji.

 

De nuevo, ninguno dijo nada mientras caminaban por los solitarios pasillos, siendo el eco de sus pisadas los único que rompía el silencio.

 

Leona aún se sentía abrumado por todo lo que ocurría. Sabía que Cheka estaba sufriendo como nunca, llevaba tres días encerrado en su habitación, apenas probando pequeños bocados, y llorando a mares... Era su sobrino, su sangre al fin y al cabo. Lo había visto nacer y crecer, por supuesto que le dolía verlo en ese estado, pero ¿qué podía hacer para ayudarlo?

 

— Leona-sama...

 

— ¿Qué va a pasar con Cheka?

 

Kifaji tomó un profundo respiro, cerrando por un segundo los ojos. Eso fue suficiente para que Leona supiera que la respuesta no iba a ser de su agrado.

 

— Es demasiado joven para gobernar.- Comenzó el chambelán.- Si no hay ningún miembro de la familia real en la línea sucesoria directa que acepte tomar el cargo de rey mientras el príncipe alcanza la mayoría de edad, entonces no quedará más opción que pasar a la segunda línea de sucesión para otorgar el puesto.- Añadió.- Dependerá de Cheka reclamar y luchar por su derecho al trono cuando alcance la edad suficiente. Pero ya sabes lo difícil que podría ser eso.

 

De nuevo, esa desagradable sensación de impotencia se manifestó en forma de opresión en el pecho.

 

Sabía que muchos ambicionaban el puesto de monarca y estarían encantados de "ayudar" al pequeño príncipe en apuros... Solo para darle una patada en el trasero y dejarlo sin nada apenas tuvieran la oportunidad.

 

Cheka era demasiado ingenuo y estaba demasiado vulnerable para protegerse solo. Era presa fácil para todas esas aves de rapiña. Tenía que hacer algo para protegerlo, pero...

 

— Sabes bien que eres su única esperanza, Leona.

 

Seguramente su yo del pasado habría tomado el puesto sin dudarlo y ahora mismo estaría saltando de júbilo... Pero después de todo lo ocurrido, simplemente no podía siquiera soportar la idea de llevar la corona. No sabiendo que detrás estaba la muerte de su hermano y el dolor de su sobrino.

 

— Eres el único que cuidará bien de Cheka y lo guiará para asumir el puesto cuando llegue el momento, Leona.- Añadió Kifaji al notar su silencio.- Eres el único que conoce el reino a la perfección y tiene los conocimientos necesarios para mantenerlo en pie. El único que lo ama lo suficiente para lograrlo.

 

— No estés tan seguro de eso, viejo.- Sonrió con amargura.- Nada garantiza que no llevaré este reino a la ruina.

 

Los recuerdos del sueño en el que quedó atrapado hace un año aún estaban presentes en su memoria y volvían cada tanto para atormentarlo.

 

Cómo su obstinación causó tanto mal, todo el dolor que provocó, cómo en su búsqueda de mejora terminó causando todo lo contrario, cómo llevó su reino a la destrucción... ¿Qué haría si ese sueño se convertía en una realidad?

 

— Quizás. Eres inteligente, pero también obstinado a muerte.- Asintió el anciano.- ¿Sabes?, un rey necesita un consorte.

 

— ¿No te basta con convertirme en niñera, también quieres casarme para conseguir una alianza política?- Intentó bromear, aunque la amargura no le permitía ni siquiera sonar relajado.

 

— Ni siquiera lo mencionaría si no fuera lo mejor, Leona. Pero sabes que muchos miembros de la corte no tienen demasiada confianza en tí por tus... Antecedentes.- Suspiró el mayor.- No ha habido un solo rey que llegara soltero al trono. Podría ser incluso beneficioso para ti tener el apoyo de alguien.

 

Leona resopló, apretándose las sienes. La sola idea de atarse a alguien le provocaba dolor de cabeza, pero tampoco se veía a sí mismo criando a un niño.

 

¿Qué debía hacer? ¿Ceder y asumir el trono y la responsabilidad de criar al legítimo heredero por su cuenta?, ¿casarse con alguien para tener apoyo en la crianza de su sobrino y de paso, con algo de suerte, formar una alianza política?...

 

Pero, ¿qué pasaba si ese hipotético matrimonio resultaba una carga más en vez de un alivio? No quería lidiar con dos mocosos mimados en vez de uno.

 

Necesitaba a alguien inteligente, fuerte, capaz de protegerse sólo, familiarizado con los altos círculos de la sociedad, de preferencia con experiencia criando niños...

 

Entonces la imagen del candidato perfecto cruzó por su mente. Quizás era una locura, pero podría funcionar.

 

— Bien. Tomaré tu consejo en cuenta, pero no prometo nada.- Expresó Leona.- Por ahora informa al montón de carroñeros que hay reunión mañana a primera hora.

 

— Leona...

 

— Acepto tomar el puesto de rey mientras Cheka alcanza la edad suficiente.- Confirmó con cansancio.- Es todo por hoy. Me retiro a mi habitación a descansar.

 

Kifaji asintió, permitiéndole marcharse.

 

Si no había más remedio para garantizar la seguridad de Cheka y el reino, entonces haría lo que fuera necesario. Pero tenía el tiempo contado, así que debía poner manos a la obra cuánto antes.

Chapter 2: Cómplices

Chapter Text

Tres días habían pasado desde que todos los actos conmemorativos en torno al deceso de los monarcas concluyeran oficialmente y Sunrise City volviera a la normalidad. Tres días desde que Leona se pusiera la soga al cuello y accediera a ocupar el trono de Sunset Savana temporalmente.

 

Pero ahora, el príncipe estaba en las instalaciones de Night Raven College, en el jardín botánico, sosteniendo una importante conversación.

 

— Tienes que estar bromeando...

 

— No lo hago, Viper. Sé mi rey consorte.

 

— ¡Es una locura lo que me está pidiendo!

 

— Ya lo sé. Pero eres el candidato perfecto para ayudarme en este calvario.

 

Un lacayo con experiencia de sobra educando y manteniendo con vida a torbellinos andantes, fuertes habilidades físicas y mágicas, entrenado en combate y defensa, poseedor de un arsenal de habilidades y conocimientos útiles en la crianza...

 

Sí, definitivamente Jamil Viper sería el consorte perfecto para aminorar la carga de criar a un pequeño príncipe mimado y mantenerlo con vida hasta la mayoría de edad. Solo debía alcanzar el precio de Viper.

 

— Solo ayúdame a mantener con vida a ese mocoso hasta que cumpla la edad suficiente para gobernar, y después de eso serás libre de hacer lo que te plazca.

 

— No es tan simple y lo sabes...

 

— Si aceptas, yo me encargo de todo lo demás.

 

Era un trato simple y que beneficiaría a todos. Jamil podría probar un poco de la vida que ambicionaba y después tendría la libertad con la que siempre había soñado, él podría librarse de la responsabilidad de criar y educar a un niño, y ese pequeño demonio tendría un reemplazo para llenar su reciente pérdida. Todos ganaban, nadie perdía. Simple, sencillo y práctico.

 

— ¿Tienes idea de lo estúpido que es este plan?- Cuestionó Jamil, llevando sus manos a sus caderas.- La familia real de Sunset Savana no permitiría jamás que el rey se case con un sirviente.

 

— Por si no lo has notado, soy el único de la familia directa que queda con vida, además de Cheka.- Señaló el mayor.- Lo que el resto de carroñeros opine tiene la misma importancia que el zumbido una mosca.

 

— ¿Y por qué yo entonces?- Inquirió el viceprefecto de Scarabia.- Si puede elegir a cualquiera, ¿por qué no Ruggie, por ejemplo entonces? Es bueno cuidando niños y puede cuidarse sólo.

 

— Tiene experiencia con mocosos, pero sabe de etiqueta, comportamiento y política lo mismo que un pez de trepar un árbol.- Explicó.- Además, sé muy bien que esa hiena preferiría darse un tiro en el pie antes que dejar a su abuela y adaptarse a la vida de un palacio... Y Kifaji lo conoce, así que de inmediato se daría cuenta de mi plan y haría todo por arruinarlo.

 

Jamil no mostró expresión alguna, limitándose a escuchar y analizar las explicaciones de Leona. Incluso si fueran solo excusas, debía darle crédito por hacerlas creíbles.

 

— Tú sabes todos esos protocolos y normas al derecho y al revés. Conoces los peligros que corre alguien de estos círculos a la perfección, y también cómo protegerlo. Además, has demostrado tener madera de líder y buen consejero.

 

Jamil soltó un pesado suspiro y negó lentamente. Esa propuesta sonaba como una auténtica locura, una que definitivamente, solo se le ocurriría a Leona Kingscholar.

 

— Entonces, ¿qué dices?- Preguntó Leona.- ¿Tenemos un trato?

 

La oferta era tentadora, demasiado tentadora para simplemente rechazarla. Más de una década ostentando el título de rey consorte, viviendo la vida que siempre había deseado, y una vez cumplido el plazo, sería libre de marcharse y hacer lo que deseara... ¿Realmente podía decir que no a todo eso?

 

— Primero quiero saber exactamente cuál es tu plan.

 

— La coronación es en tres meses, cuando el periodo de luto termine oficialmente.- Comenzó Leona.- La boda sería el mismo día.

 

— ¡¿Tres meses?!- Exclamó Jamil.- ¿Pretende poner todo en orden para algo tan importante como una boda real en solo tres meses?

 

— Ya te lo dije. Si aceptas, déjame el resto a mí.

 

Jamil de nuevo se quedó en silencio, observando a Leona de arriba a abajo, analizando la situación en la que se encontraba. Era arriesgada, una absoluta insensatez, por supuesto. Pero una oportunidad así no volvería a llamar a su puerta si la rechazaba...

 

— Bien.- Respondió Jamil.- Acepto. Pero si su plan fracasa, no diga que no se lo advertí.

 

— No te preocupes, Viper.- Sonrió confiado el futuro rey.- Solo guarda nuestro pequeño secreto y sígueme la corriente cuando llegue el momento.

 

Jamil arqueó una ceja, aún poco convencido de que su plan tuviera éxito.

 

— Nos vemos en tres días, Viper.

 

— Claro.

 

Sabrían los grandes siete cuál era el plan de Leona, pero ya había aceptado, solo le quedaba esperar el resultado. Con algo de suerte, la pereza propia del príncipe haría lo suyo y el hipotético plan quedaría solo en su mente...

 


 

Qué equivocado había estado.

 

Leona no solo había cumplido su palabra de volver a Night Raven College tres días después de esa conversación, sino que también había ejecutado lo que parecía ser la primera parte de su plan.

 

Ahora estaba ahí, en el dormitorio de Kalim en Scarabia, al lado de Leona, sintiendo como si todo fuera un extraño sueño.

 

— Oh...

 

Fue todo lo que Kalim pudo exclamar, totalmente sorprendido luego de escuchar a Leona.

 

— Yo... Vaya, no sabía que estaban juntos.- Añadió el heredero de la familia Asim, tras recuperarse de la sorpresa inicial.- ¿Por qué no me dijeron nada antes?

 

— Deberías saber que este tipo de asuntos son delicados, Kalim.- Respondió Leona, con una naturalidad sorprendente.- Teníamos planeado hacerlo de tu conocimiento y de mi familia después de la graduación de Jamil. Pero... Ya sabes lo que pasó, y no tenemos tanto tiempo.

 

— Oh, ya veo.- Asintió Kalim, creyendo completamente las mentiras de Leona.

 

Jamil permanecía callado, aunque internamente estaba sorprendido por la capacidad actoral de Leona. Era realmente convincente, si Vil pudiera verlo, seguramente lo halagaría.

 

— Bueno... Es muy inesperado.- Añadió Kalim.- Pero si es lo que quieren, por mí no hay problema.

 

La sonrisa radiante y llena de entusiasmo que acompañó la respuesta de Kalim le provocó una ligera molestia a Jamil. Ese chico parecía no cambiar ni dejar de ser tan ingenuo al mundo que le rodeaba por más que pasara el tiempo... Casi comenzaba a arrepentirse de dejarlo a su suerte.

 

— Entonces, ¿cuál es el precio por Jamil?

 

— ¿Qué?

 

La consternación en el rostro de Kalim casi hizo a Jamil rodar los ojos, y a Leona reír. Pero ambos lograron contenerse.

 

— Jamil te fue entregado como tu sirviente personal, un regalo de tu padre, ¿no es así, Kalim?

 

El joven de cabello blanco solo asintió, aún sin comprender a qué quería llegar Leona.

 

— La única forma de que pueda separarse de los Asim, es que te dé algo a cambio de él.- Añadió Leona, mirando cómo la expresión de Kalim pasaba de la consternación a casi rayar el horror.- Así que, ¿cuánto vas a pedirme por él?

 

— Jamil no es un objeto. No-

 

— Sé que no lo ves así, Kalim.- Interrumpió el mayor de los tres.- Pero es lo mejor si queremos evitar problemas diplomáticos y dramas innecesarios. Solo di una cifra o algo que desees.

 

Los labios de Kalim se torcieron en una mueca de tristeza, sumamente inusual en él, y sus ojos rubí se dirigieron al suelo.

 

Por un instante, Jamil se sintió mal por él y quiso echar abajo esa farsa. Aún era difícil para el joven y noble Kalim Al-Asim asimilar que el mundo era muy diferente a cómo desearía que fuera, y entender demasiadas cosas. No veía a Jamil como un objeto de su propiedad del cual podía disponer a su voluntad y comerciar con él...

 

Quizás había tomado la decisión equivocada. Pero entonces la radiante sonrisa de Kalim regresó.

 

— Si es así... Entonces quiero una joya de Sunrise City. Y que prometas cuidar de Jamil y hacerlo muy felíz... ¡Ah! Y una invitación a su boda.- Respondió.- Solo eso pido. ¿Es un precio justo?

 

— De acuerdo.- Accedió Leona.- ¿Qué clase de joya quieres?

 

— La que Jamil elija. Así podré recordarlo aunque estemos lejos.

 

De nuevo, Jamil sintió ese sabor agridulce en la boca. Kalim seguía siendo un completo ingenuo de corazón puro, una presa fácil sin él para cubrirle la espalda, y saberlo y aún así querer irse, le hacía sentir ligeramente culpable por mentir de esa manera. De algún modo, sentía que había retrocedido a la época donde tuvo su Overblot... Bueno, ya no había vuelta atrás.

 

— Bien. Es un trato entonces.

 


 

Después de hablar con Kalim, completando la primera fase del descabellado plan de Leona, las cosas parecieron ocurrir a la velocidad de la luz.

 

Lo siguiente había sido presentarse ante la corte como el prometido oficial. Cómo esperaba, no fue precisamente del agrado popular, pero tal y como Leona había anticipado, nadie se atrevió a oponerse abiertamente a su decisión.

 

Después de eso— por insistencia del chambelán al que Leona tanto mencionaba—, llevaron con ellos varios bienes en su viaje a la finca Asim. La dote que Leona debía entregar a la familia de Jamil por haber sido quien pidió la mano de su hijo.

 

Eso fue un completo desastre, mucho peor de lo que Jamil esperaba.

 

El padre de Kalim recibió a Leona con grandes honores y aceptó las joyas, telares, frutas y demás cosas que el príncipe había llevado para él, además de la joya que Kalim había solicitado a cambio de su sirviente... Pero con sus padres todo fue diferente.

 

Ninguno le dirigió una sola palabra, ni siquiera una mirada, simplemente parecían decididos a ignorar tanto su presencia como la de Leona.

 

Najma fue la única que se acercó a él para ayudarlo a empacar algunas cosas. Solo lo que tuviera algún valor especial, como le había solicitado Leona, en el palacio de Sunrise City tendría todo lo que pudiera necesitar esperándolo.

 

— Oye... Todo irá bien.- Lo intentó animar su hermana, mientras lo ayudaba a empacar.- Tu boda es en un par de meses. Alégrate.

 

— Lo sé.- Suspiró, ocultando apenas su tristeza.

 

Sabía que sus padres estaban totalmente decepcionados de él por haber elegido alejarse de los Asim para casarse con un príncipe y haber roto tantas normas. Ahora debían pensar que era una completa vergüenza por haberse metido en la cama de un noble— aunque jamás se habían siquiera besado— y no conforme con eso, hacerlo público...

 

Sabía que si se separaba de los Asim, fuera de la forma que fuera, sus padres no se lo perdonarían y a partir de ese día estaría muerto para ellos. Llevaba meses preparándose mentalmente para cuando ese momento llegara, en unos años en su plan original, cuando se graduara. Pero no dejaba de sentir el desprecio de quienes deberían armarlo incondicionalmente como una espada clavada en el pecho.

 

— Te voy a extrañar.- Murmuró Najma al abrazarlo. Cuando finalmente ambos se quebraron, derramando pequeñas lágrimas.- Al menos me alegra saber que conseguiste un buen esposo.

 

— Es un poco idiota en realidad.- Rió ligeramente, siguiendo la broma de su hermana.- Pero supongo que no está tan mal.

 

— ¿Puedo ir a tu boda?

 

— Me encargaré personalmente de que recibas una invitación.

 

— Más te vale.- Sonrió Najma, separándose para limpiarle las lágrimas de las mejillas.- Ahora respira, toma tus cosas y vamos. Seguramente tu príncipe ya te está esperando.

 

Jamil asintió, y mostró su mejor sonrisa tras seguir la indicación de su hermana menor.

 

Todo lo que quería conservar cupo en dos bolsos deportivos. Najma lo ayudó con uno, y ambos caminaron hasta el punto de reunión, en la enorme fuente del jardín.

 

Se encontraron con sus padres en el trayecto, pero nada cambió. Ambos ignoraron completamente la presencia de su primogénito.

 

Najma le tomó de la mano, y Jamil solo suspiró, logrando sonreír y mantenerse tranquilo por el resto del camino.

 

— ¿Todo listo?

 

— Sí.- Respondió, acercándose a Leona.- Ya podemos irnos.

 

— Por supuesto.

 

Leona pareció darse cuenta de sus emociones, pero afortunadamente, decidió no delatarlo. El príncipe solo tomó ambos bolsos deportivos para cargarlos, causando un pequeño revuelo.

 

— Leona-sama, deme eso por favor.

 

— ¿Quieres terminar en cama por dos semanas con dolor de espalda, otra vez, Kifaji?- Replicó con una sonrisa desafiante.- Puedo encargarme de esto. ¿Qué clase de rey sería si no pudiera ayudar a mi consorte con algo tan simple como esto? Vámonos, aún hay cosas por hacer en Sunrise City.

 

Leona tomó la mano de Jamil, arrastrándolo con él en esa pequeña rebelión de desafío a las normas. Jamil en ese momento no tenía fuerzas ni ganas para regañarlo por su imprudencia, y simplemente lo siguió.

 

— Disculpe por favor...- Murmuró el anciano chambelán, dirigiéndose a la cabecilla de la casa Asim.- El príncipe Leona puede ser algo... Impulsivo a veces.

 

— En absoluto, Kifaji-san.- Resolvió el dueño de la enorme finca.- Kalim ya me había contado un poco sobre el príncipe Leona. No hay de qué preocuparse.

 

El joven heredero solo sonrió, manteniéndose al lado de su padre, mientras la pareja de "enamorados" se alejaba, hasta perderse de vista. Delegando a Kifaji la tarea de despedirse formalmente en nombre del príncipe.

 

En su camino, ambos permanecieron callados. Incluso al abordar la pequeña aeronave en la que habían llegado, Jamil mantenía la vista baja. Leona notó su estado de ánimo y no tardó en indagar.

 

— Oye, ¿qué pasó allá?

 

— Nada que no estuviera destinado a pasar.- Respondió el más joven, logrando ocultar su pesar.- A partir de hoy estoy muerto para mis padres.

 

Sin decir nada, Leona se acercó lo suficiente para rodearle los hombros con el brazo en un intento de reconfortarlo. Jamil no se apartó pero tampoco mostró indicio alguno de vulnerabilidad, su expresión permanecía neutral aunque su corazón se retorciera de dolor por dentro.

 

— Oye, si queremos que esto funcione, coopera un poco.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

Finalmente, Jamil mostró al menos un pequeño cambio en sus gestos ante el señalamiento de Leona.

 

— Si vamos a vivir juntos y ser una familia amorosa para un mocoso por los siguientes trece años, al menos deberíamos ser honestos el uno con el otro.

 

— Literalmente, hemos llegado hasta este punto a base de mentiras y estamos a meses de comenzar una mentira que durará más de una década, ¿estamos en posición de exigir honestidad?- Inquirió Jamil con una sutil sonrisa por la ironía en las palabras de Leona.

 

— Nadie sabe ni sabrá que mentimos, además de nosotros, ¿verdad?- Contraatacó el príncipe de la sabana.- Estamos mintiendo a todos, menos a nosotros. Así que deberíamos mantenerlo así, ¿no crees?

 

Jamil solo suspiró y negó con una pequeña sonrisa. Quizás, solo quizás, Leona tenía razón.

 

— Bien. ¿Qué quieres que responda entonces?

 

— No puedo hacer nada respecto a la estupidez de tus padres, pero ¿hay algo que pueda hacer para animarte?- Preguntó Leona, en un tono extrañamente suave.

 

Jamil se sorprendió un poco. Sí, había descubierto hace tiempo que Leona no era un niño mimado inútil, ni un completo desgraciado, incluso podía decir que en el fondo era una buena persona. Pero, ¿en serio estaba preocupado por él?

 

— No te preocupes.- Suspiró.- Estaré bien. Ya sabía que esto pasaría, solo adelanté lo inevitable.

 

Leona lo observó, antes de asentir y devolver la vista al frente, pero sin quitar su brazo de sus hombros, justo cuando Kifaji apareció anunciando el despegue.

 

El recorrido fue sorprendentemente agradable, al punto que Jamil terminó quedándose dormido poco después de que Leona lo hiciera, siendo despertados por Kifaji al aterrizar.

 

— Esta será tu habitación hasta después de la boda.- Indicó Leona, tras llegar a una enorme puerta de madera.- Ya sabes lo que dijo el chambelán entrometido: "Nada de dormir juntos antes de estar casados."... Cómo si no hubiéramos podido hacerlo antes, ¿no?

 

— Lo sé.- Asintió Jamil con una pequeña sonrisa. Si solo Kifaji supiera que realmente compartirían habitación por primera vez en un par de meses...- Pero hay reglas que respetar, príncipe.

 

— Lo sé. Espera al menos hasta la boda para empezar a regañarme.- Bromeó el mayor.- Desempaca tus cosas y ponte cómodo. En el armario hay ropa nueva, usa lo que quieras.

 

— Gracias.

 

— Si algo no te queda, no te gusta, o necesitas algo, dile a Kifaji.- Añadió el príncipe.- Nos vemos en la cena en treinta minutos.

 

Jamil asintió. Luego de despedirse, tomó la manija de la puerta y, aunque lleno de nerviosismo, ingresó a la habitación.

 

Era bastante grande, mucho más que la que tenía en la finca Asim. Los muebles se veían lujosos y caros. Aunque la decoración era distinta a la de las Arenas Calientes a la que estaba acostumbrado, no se sentía del todo desconocida.

 

Tras dejar los bolsos en el suelo y sentarse en la mullida cama, suspiró con cansancio. Aún no podía creer que todo esto estaba pasando, que había dejado a los Asim y con ellos a su familia, que estaba comprometido con Leona y en unos meses se volvería parte de la familia real de Sunset Savana por los siguientes trece años...

 

Lo hecho, hecho estaba. Ahora solo podía continuar y cumplir su parte del trato tan bien como pudiera.

 

Tomó un baño y se alistó tan rápido como estaba habituado, usando por primera vez las prendas que formarían parte de su guardarropa por la siguiente década. Todo estaba en orden, hasta que, mientras peinaba su cabello, escuchó un par de golpes suaves en la puerta.

 

Creyendo ir atrasado, terminó el tocado y se dirigió a abrir, encontrándose con una pequeña sorpresa.

 

— Príncipe Cheka-sama.- Murmuró al ver al pequeño.- ¿En qué puedo servirle?

 

El niño lo observó por unos segundos, antes de sonreír gentilmente.

 

— ¿Tú eres el novio de mi tío?

 

Decirlo en voz alta sonaba incómodo, pero había una fachada que mantener...

 

— Así es.- Confirmó, ocultando su incomodidad detrás de una sonrisa.- Leona-san me ha hablado mucho sobre usted.

 

— ¿Entonces vas a ser mi tío tú también?

 

— Puede llamarme así si lo desea, pero si no se siente cómodo, Jamil está bien.

 

Debía agradecerle a Kalim haberle dado la capacidad de maquinar a la velocidad de la luz respuestas a preguntas incómodas. Cheka era pan comido al lado de todas las situaciones en las que el heredero de los Asim lo había metido.

 

— Eres lindo.- Sonrió dulcemente el niño.- Con razón mi tío se enamoró de tí.

 

— Le agradezco el cumplido.- Respondió, inclinando la cabeza. Si Leona escuchara las palabras de su sobrino, probablemente echaría espuma por la boca. Dudaba que el príncipe lo encontrara "lindo".- Pero, ¿a qué debo su visita?

 

En ese momento, la sonrisa en los labios de Cheka se desvaneció. Jamil lo vió agachar la cabeza y mover sus pies, balanceándose de forma nerviosa, mientras escondía las manos tras la espalda. Conocía muy bien ese tipo de gestos, sin duda, el pequeño príncipe estaba por pedirle un favor.

 

— Bueno... Quería conocerte.- Respondió.- Pero... Bueno... También quería pedirte ayuda con algo.

 

— Por supuesto.- Accedió el mayor con su mejor sonrisa. Nunca fallaba en sus predicciones.- ¿Qué necesita?

 

— Es que... Mi pulsera se desató y no puedo atarla sólo.- Explicó Cheka, mostrando una peculiar pulsera de cuentas coloridas.- ¿Podrías ayudarme?

 

— Claro.- Sonrió Jamil, tomando el accesorio.- No hay ningún problema.

 

Internamente, Jamil pensaba que era extraño que no hubiera algún miembro del personal de servicio ayudando a la familia real a arreglarse, especialmente a un niño tan pequeño como Cheka.

 

Sabía por Leona que apenas estaba por cumplir seis años. Lógicamente, necesitaría ayuda para cosas como peinar su cabello correctamente o colocarse la indumentaria complementaría de su atuendo. Entonces, ¿por qué estaba solo?

 

— Listo.- Anunció tras anudar la pulsera alrededor de la delgada muñeca.

 

— Gracias.- Le sonrió de vuelta el niño.

 

— ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle?

 

— No. Gracias, Jamil.

 

Jamil observó más detenidamente a Cheka. Ahora se daba cuenta de las profundas marcas de ojeras bajo sus ojos, además de la tristeza oculta en ellos, la palidez en su piel y su demacrada figura.

 

Le fue imposible no conmoverse y sentir pena por él. Era tan solo un niño que acababa de perder a sus padres, aún en pleno duelo debía adaptarse a la presencia de un completo extraño en su vida, y que, no conforme con todo eso, tenía encima la presión de aprender todo lo necesario para ser un buen rey en solo trece años...

 

De cierto modo, podía verse reflejado en Cheka. Cumpliendo expectativas y siguiendo un camino que no eligió, sino al que estuvo atado desde incluso antes de su nacimiento. Entendía el sentimiento de soledad y la obligación de ocultarlo en lo más profundo de sus entrañas, la presión, el sentido del deber...

 

Bueno, si iban a vivir bajo el mismo techo por más de una década, era mejor llevarse bien.

 

— Tienes un lindo cabello, aunque algo de aceite le daría más brillo.- Comentó, suavizando su mirada.- ¿Quieres que te ponga un poco del que traje de las Arenas Escaldantes?

 

Ante esa sencilla oferta, los ojos del príncipe parecieron brillar, antes de asentir enérgicamente.

 

Jamil sonrió y le permitió el paso a su habitación. En el tocador había una pequeña botella de aceite reparador que había llevado con él, bastarían unas cuantas gotas para rehidratar el cabello.

 

— ¿Puedo tener uno de esos adornos?- Preguntó Cheka, señalando las cuentas en sus trenzas.

 

— Claro.- Aceptó Jamil.- Traje más que suficientes.

 

El cabello de Cheka no era tan largo, pero sería suficiente para hacer un par de pequeñas trenzas y colocar una cuenta en cada una, enmarcando su rostro.

 

— Solo procura no darle ninguna a tu tío aunque te la pida.- Bromeó Jamil mientras el niño observaba encantado su reflejo.- La última vez que le dí una, la arrojó a un pozo sin fondo para averiguar su profundidad.

 

Cheka solo rió, luciendo de mucho mejor ánimo, agradeciendo a Jamil. Momento donde llamaron a la puerta, y ambos fueron para ver de quién se trataba.

 

— Así que aquí estabas.

 

— ¡Tío!

 

Cheka saltó directo hacia Leona, abrazando sus piernas, sorprendiendo al príncipe mayor.

 

— Jamil me ayudó a atar mi pulsera y también me puso algo de aceite en el cabello y unos de sus adornos.- Contó el pequeño totalmente entusiasmado.- Son lindos, ¿verdad?

 

— Y tú casi matas al viejo Kifaji y a todo el palacio de un susto.- Suspiró Leona.- Están buscándote como locos.

 

Cheka agachó la mirada. Jamil se acercó lo suficiente para palmearle el hombro y sonreírle con gentileza.

 

— Lo siento, Leona-san.- Habló Jamil.- Debí avisar que vino conmigo.

 

— Olviden eso los dos. Kifaji siempre exagera.- Suspiró el mayor de los tres.- Vamos. La cena ya está servida.

 

Cheka volvió a sonreír, y tomó la mano de Jamil para comenzar a caminar detrás de Leona hasta el comedor.

 

Jamil tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no seguir su rutina de ayudar a servir todo, aunque igualmente terminó levantándose para colocar los platos en la bandeja correspondiente para ser retirados al terminar la entrada, y ayudar a Cheka a limpiarse restos de comida con una servilleta.

 

Leona solo se rió bajo por sus reacciones. Iba a llevar un tiempo acostumbrarse a la nueva rutina.

 

Cheka, aunque sorprendido al inicio, le agradeció por sus atenciones y no tardó en tomar confianza, hablando con él como si lo conociera de toda la vida.

 

Incluso terminó arrastrando a Jamil junto a Leona hasta su habitación, excusándose en "no querer volver sólo", cuando fue hora de retirarse del comedor. Pero no conforme, el infante pidió un cuento para dormir.

 

Leona bufó con aparente molestia y cansancio. Jamil sonrió y accedió sin objetar, comenzando un relato que conocía de memoria.

 

— ¿Conoces la historia de Sherezade y el sultán Sahriyar?

 

— No.- Respondió el príncipe.- ¿Puedes contarla, Jamil?

 

— Por supuesto.- Aceptó dulcemente.- Todo ocurrió hace muchos años, en un reino muy lejano, dónde gobernaba un sultán llamado Sahriyar.- Inició el relato.- Luego de descubrir la infidelidad de su esposa, lleno de dolor, luego de ejecutar su venganza, el sultán decidió que jamás volvería a amar ni a sufrir por nadie.

 

— ¿Y qué pasó?

 

— Cada día, Sahriyar desposaba a una doncella, pero al amanecer, acababa con su vida. Y así pasó varios años, manteniendo a su pueblo sumido en el miedo por las vidas de sus hijas.- Respondió.- La situación era tan terrible, que llegó el día en que no quedaban más doncellas solteras.

 

Jamil narraba la historia con tal destreza, que la habitación se quedó en silencio, mientras Cheka escuchaba, ansioso por saber el resto. Incluso Leona terminó escuchando atentamente y en silencio, a pesar de conocer ese viejo relato.

 

— Pero entonces, la hija mayor del visir, al ver la angustia y desesperación de su padre, se ofreció como voluntaria para casarse con el sultán ese día, prometiendole sobrevivir.- Continuó Jamil.- Sherezade era su nombre. Una joven muy hermosa, pero también muy inteligente y astuta. Se cuenta que había leído infinidad de libros antiguos, registros, cuentos y leyendas de todas partes del mundo. Así que decidió idear un plan con ayuda de su hermana menor para acabar con la pesadilla que el sultán había creado.

 

— ¿Qué hizo?

 

— Fue ante el sultán y se casó. Pero en cuanto la boda terminó, rompió en llanto y cuando Sahriyar le preguntó qué ocurría, ella le pidió despedirse de su hermana. El sultán decidió permitirlo, y mandó a llamar a la hermana.- Respondió.- Pero Sherezade ya le había dado previamente la indicación de que en cuanto llegara, le dijera: "¡Oh, querida hermana! Por favor, cuenta una de las maravillosas historias que conoces para hacer más amena la noche."

 

Cheka dejó escapar un respingo, cada vez más intrigado. Y Leona tuvo que morderse la lengua para evitar reírse por la interpretación vocal que Jamil hacía al pronunciar las palabras de la hermana.

 

"Si el generoso y piadoso sultán lo permite, con gusto lo haré, querida hermana." Fue la respuesta de Sherezade.- Siguió Jamil.- El sultán, intrigado por saber cuál era esa maravillosa historia, decidió aceptar y permitirle contarla.

 

— ¿Cual fue esa historia?

 

Jamil comenzó a contar una de las tantas historias que la mítica Sherezade había narrado para el sultán, causando en ambos nobles el mismo efecto que la doncella en el sultán. Y dando el mismo final que ella.

 

— Pero entonces, el sol comenzó a asomarse por el horizonte, y Sherezade guardó silencio solemnemente.- Interrumpió de pronto la historia, confundiendo a Cheka.- La hora había llegado, y entonces su hermana dijo: "¡Oh, querida hermana! El amanecer ha llegado. Es una dolorosa pena jamás conocer el final de tu maravilloso historia."

 

— Entonces, el sultán, deseoso por conocer el desenlace, pensó: "Juro por Alah que no la mataré hasta que me cuente el final."- Intervino Leona, sonriendo con diversión.- Así que decidió dejarla vivir un día más, y se retiró para cumplir con sus deberes.

 

— Pero al caer la noche, se repitió el mismo escenario.- Añadió Jamil.- Sherezade contó una nueva historia, igual de maravillosa que la anterior. Pero al amanecer, guardaba silencio y la dejaba inconclusa, prometiendo terminarla al caer la noche.

 

— Y así fue por mil y una noches. Hasta que el sultán se enamoró de ella y fue incapaz de matarla.

 

— Así es.- Asintió.- Sherezade logró intercambiar un día de su vida por un cuento.

 

— ¿Y fueron felices por siempre?- Preguntó un sonriente Cheka, tras bostezar.

 

— Por supuesto.- Sonrió Jamil.- Cuentan que Sherezade logró curar el dolor del sultán con sus historias y su amor. Y el sultán Sahriyar fue muy feliz con su esposa, y la amó hasta el final de sus días.

 

Tras conocer el final, Cheka sonrió y finalmente cerró sus ojos, quedándose dormido.

 

Leona y Jamil se levantaron con cuidado de la cama y salieron de la habitación, apagando las luces y cerrando las puertas detrás de ellos.

 

— Kalim fue un buen entrenamiento para cuidar niños, ¿eh?

 

— Simplemente tengo experiencia.- Se encogió de hombros Jamil.- Cheka no es tan complicado.

 

— Seguramente sus guardias, niñeras y Kifaji no piensan lo mismo.- Sonrió de lado Leona.- Desde el día del accidente se volvió muy irritable y caprichoso. Desde entonces pasa todo el día encerrado en su habitación, apenas come, casi no habla con nadie, y hacerlo tomar una ducha es una pesadilla.- Explicó.- Le agradaste al cachorro.

 

— Los niños son bastante impredecibles.- Negó Jamil.- Aún es temprano para celebrar.

 

— Esa pulsera que te pidió que le ataras es el último recuerdo que le queda de su madre.

 

Ante ese inesperado dato, Jamil sintió su sangre helarse, y de inmediato miró fijamente a Leona, deteniendo ambos su andar. No había una sola pizca de mentira en su rostro.

 

— No había dejado que nadie la tocara desde que ella murió, a pesar de que no puede atarla él solo.- Añadió el mayor.- Así que, por alguna razón confía en tí.

 

Jamil solo pudo asentir, todavía impresionado por el dato que Leona le había revelado mientras reanudaban su caminar. El príncipe solo sonrió, para despedirse una vez llegaron a su habitación temporal y seguir su trayecto.

 

Al menos la primera cena juntos había salido bien.

Chapter 3: "Sí, acepto."

Chapter Text

Los meses restantes habían pasado en un abrir y cerrar de ojos, el gran y esperado día había llegado.

 

Jamil, a pesar de ser consciente de que todo era una simple actuación, no podía evitar sentirse nervioso. Quedaban solo un par de horas para salir de esa habitación y caminar ante cientos de invitados importantes a sellar su destino.

 

Desde antes de la salida del sol se encontraba despierto, siendo asistido por sirvientes del palacio para prepararse. Desde la ducha hasta el maquillaje... Aún no se acostumbraba a ser quien se quedaba quieto mientras los demás hacían todo por él.

 

En el sueño creado por Malleus hace más de un año, había experimentado una simulación. Pero ahora se daba cuenta de que no había punto de comparación al traerlo a la vida real.

 

Estaba haciendo probablemente la mejor actuación de su vida, manteniéndose sereno y con una suave sonrisa en su rostro todo el tiempo, agradeciendo con amabilidad a todos los encargados de asistirlo en ese día. Pero apenas tuvo un momento a solas, dejó escapar un sonoro suspiro, recargando sus brazos sobre la mesa del tocador, observando su reflejo.

 

Con esa ropa colorida y extremadamente costosa, los collares de piedras preciosas, el tocado tan llamativo en su cabeza, los brazaletes y pulseras en sus brazos, la joyería en sus manos... Simplemente no se reconocía a sí mismo.

 

Era difícil asimilar que esa imagen era suya, sentirse merecedor de todo eso.

 

— ¿Qué tal está todo por aquí?

 

Al escuchar un par de golpes en la puerta, y cómo esta era abierta, seguida por esa pregunta, de inmediato se incorporó, para fortuna suya, topandose con una cara conocida.

 

— Ruggie.

 

El inesperado visitante soltó una de las risillas propias de él, mientras entraba, asegurando la puerta nuevamente.

 

Jamil correspondió la sonrisa al verlo. Al menos con Ruggie no tenía la necesidad de mantener su fachada.

 

— ¿Qué haces aquí?

 

— Asegurarme de que no te dé un infarto y dejes a Leona viudo antes de tiempo.- Bromeó Ruggie.- ¿Qué tal te va con la vida real?

 

Jamil suspiró, causando la risa de Ruggie al comprender la respuesta.

 

— Te compadezco, hombre. Yo no habría durado ni dos días aquí con tantas reglas y protocolos.- Exclamó.- Suerte con ese esposo por los siguientes trece años de tu vida.

 

— ¿Lo sabes?

 

— Leona me cuenta todo.- Confesó con simpleza.- En caso de que no aceptaras, me habría hecho ir detrás de tí para convencerte al costo que fuera, o ponerme ese traje de novio a mí como último recurso.

 

— ¿Por qué no me sorprende de Leona?- Sonrió con sutileza.

 

Ruggie compartió su risa, permitiéndole olvidar sus temores por un momento.

 

— Por cierto, ¿qué vas a hacer con tus clases en Night Raven? Llevas casi tres meses ausente y queda menos de un mes para que el año termine.

 

— Ante la situación, Crowley accedió a permitirme presentar un examen de acreditación en dos semanas.- Explicó la resolución a la que habían llegado.- Haré las pasantías en el mismo centro de investigación energética que Leona. Así podré mantenerme cerca del palacio sin descuidar mis estudios.

 

— Te espera un año difícil siendo estudiante, rey consorte y niñero, ¿ah?

 

— Cheka es un buen niño. Mucho más tranquilo que Kalim... Quién me preocupa es Leona.

 

— Será difícil saber si tienes un esposo y un sobrino, o un hijo y un sobrino.

 

Ambos compartieron una pequeña risa por sus bromas, pensando que seguramente a Leona le estarían zumbando los oídos en ese momento.

 

Ruggie logró tranquilizarlo lo suficiente, ayudándole a repasar los pasos a seguir una vez empezara la ceremonia y después de que terminara. Además de darle algunos consejos.

 

— Jamil-sama.

 

— ¿Ocurre algo, Kifaji-sama?- Preguntó al ver al chambelán entrar a la habitación.

 

— Lamento molestarlo.- Respondió el mayor.- Pero, ¿sabe dónde está Leona-sama?

 

— No lo he visto desde la cena, como me dijeron. ¿Pasó algo?

 

— Solo lo descuidaron dos minutos y desapareció de su habitación.- Suspiró.- No aparece por ningún lado y en menos de una hora debemos irnos. Tiene que llegar primero para recibir a los invitados y nadie tiene idea de dónde puede estar...

 

— Kifaji-sama, ¿ya estaba listo para cuando desapareció?

 

— Por suerte.

 

— ¿Y Leona sabe a qué hora deben irse?

 

— Por supuesto que lo sabe, pero siempre es tan desconsiderado...

 

— Entonces relájese. Aparecerá justo a tiempo.

 

— ¿Cómo está tan seguro?

 

— Leona es Leona. Hace lo que quiere, pero siempre aparece justo a tiempo cuando se necesita de él, ¿no es así, Ruggie?

 

La hiena asintió, manteniendo una sonrisa tranquila.

 

— Llegará a tiempo. Ustedes terminen los preparativos que hagan falta y no se preocupen.

 

— Si confía tanto en él...- Suspiró el anciano.- Bien. Así será entonces.

 

— Llegará. No se preocupe.- Aseguró Jamil con una sonrisa.- ¿El príncipe Cheka está bien?

 

— Sí, ya casi terminan de alistarlo.

 

— Mejor ve a vigilarlo, Kifaji-sama.- Se rió Ruggie.- No vaya a ser que siga el ejemplo de su tío y haya dos desaparecidos en vez de uno.

 

— Creo que eso haré, Ruggie-san.- Suspiró el chambelán.- Por favor quédese con Jamil-sama.

 

— No le quitaré los ojos de encima como Leona me lo pidió. No necesitamos otro novio fugitivo.

 

Kifaji asintió y se retiró, dejándolos solos de nuevo.

 

— ¿Dónde crees que esté escondido?

 

— Quizás en el jardín.- Dijo Ruggie.- O en el almacén. ¿Tú qué crees?, ¿dónde está tu futuro marido?

 

— Es más escurridizo que una sanguijuela y más ágil que un gato. Podría estar en cualquier lugar.- Sonrió Jamil.- No me sorprendería nada que estuviera literalmente sobre nosotros, en el techo.

 

— Ojalá no nos esté espiando entonces.

 

Ambos volvieron a reír, imaginando todos los lugares donde Leona podría estarse ocultando, llegando incluso a apostar. Al final del día verían quién había acertado.

 

Omitiendo la búsqueda de Leona, el resto del itinerario continuó como estaba previsto. Por suerte, Jamil no se había equivocado y Leona apareció justo a tiempo para subir al auto al lado de Cheka y partir a donde se llevaría a cabo tanto la boda como la coronación.

 

Una hora después, fue el turno de Jamil para abordar otro auto en compañía de Ruggie y algunos escoltas, llegando puntuales a la cita.

 

En el lugar se encontraban miles de personas, desde súbditos hasta periodistas y reporteros. Todos querían ver al rey consorte.

 

Al ingresar al edificio, fue recibido por cientos de miradas, que lo acompañaron en el recorrido que parecía infinito hasta donde Leona lo esperaba.

 

Pudo ver caras conocidas entre todos los presentes, pero decidió concentrarse en no cometer ningún error y dar una actuación excelente, mostrando su mejor sonrisa.

 

La ceremonia matrimonial no fue en absoluto larga. Apenas y tuvo que tomarse de las manos con Leona y recitar los votos que habían ensayado previamente, antes de que el encargado de dirigirla los declarara oficialmente unidos en matrimonio.

 

Por suerte, y debido a que aún faltaba la coronación, pudieron omitir el primer beso de casados y pasar directamente al evento principal, que fue mucho más largo.

 

Primero un exorbitante discurso acerca de la responsabilidad que era llevar la corona, el deber de un rey, el espíritu de los reyes del pasado y un largo etcétera. Antes de pasar al juramento, la colocación de la corona, y finalizar con la presentación oficial del nuevo rey ante su pueblo.

 

Una vez que Leona tuvo su corona, fue el turno de Jamil para hacer su juramento ante todos, y recibir de manos de Leona una tiara, junto con el título de rey consorte.

 

La gigantesca sala se llenó de aplausos para ambos, anunciando el comienzo de la celebración en todo el reino.

 

Leona ya lo había puesto sobre aviso respecto a la duración del festejo, pero tres días seguidos de fiesta no dejaban de parecerle un poco excesivo y bastante agotador emocionalmente hablando.

 

Ya había perdido la cuenta de cuántas horas llevaba sentado en el trono que le correspondería usar por los siguientes trece años, al lado de Leona y Cheka, recibiendo felicitaciones y presentes tanto de invitados importantes como de súbditos que habían acudido a presentar su lealtad y respeto.

 

— Jamil...

 

— ¿Sí, Cheka?

 

— ¿Falta mucho para que podamos ir a descansar?

 

— Aún falta el banquete y el baile.

 

Cheka suspiró con visible cansancio, asintiendo a la respuesta del mayor.

 

Jamil tuvo que tragarse su propio cansancio para evitar bostezar. Sin duda, iban a ser tres días muy largos para todos.

 

En todo ese tiempo, fue posible ver algunas caras conocidas más de cerca. Algunas capaces de brindar algo de alivio, otras que alguno de los dos reyes no estaba tan feliz de ver, pero ambos sabían que el deber era el deber. No habían llegado hasta ese punto para tirar todo por la borda.

 

Así que, si era necesario sonreír a los Asim, a pesar de contemplar que ahora su deber como sirviente personal de Kalim había sido delegado a su hermana, y sus padres actuaban como si quien acaba de casarse no fuera su hijo, Jamil se mantendría tranquilo y con una sonrisa solemne en todo momento.

 

Y si era necesario soportar nuevamente la presencia de Malleus Draconia a pesar de no ser una visita grata, por el bien de su gente y su reino, Leona se tragaría su orgullo por un día y ofrecería una sonrisa cortés al recibir las felicitaciones del heredero del Valle de las espinas.

 

Una vez terminaron las tortuosas presentaciones y entrega de regalos, dio comienzo el banquete. Momento en que las puertas del palacio se cerraban, dejando dentro únicamente a quienes habían recibido una invitación formal por parte de la familia real... Más bien, de los miembros de la corte que organizaron todo el evento.

 

— ¿Está todo bien?- Se atrevió a preguntar Jamil en un susurro discreto, al notar el malestar en la mirada de Leona.

 

— Hay muchas personas allá afuera en los barrios bajos que seguramente apreciarían más toda esta comida y serían mucho más sinceros que todas estas aves de rapiña.- Bufó el nuevo rey, respondiendo en voz baja a su consorte.- Van a ser tres días interminables soportando a esta gente.

 

— Sabes que tampoco estoy particularmente felíz manteniendo este teatro.- Concordó.- Pero ya hemos llegado demasiado lejos. Podemos soportar un poco más.

 

Leona suspiró y asintió, caminando con su consorte y sobrino hasta el salón donde ya todos aguardaban su llegada.

 

Por suerte, el banquete fue más llevadero, permitiéndoles algo de paz mientras todos comían y conversaban en sus respectivos asientos, alejados de la mesa principal, reservada únicamente para ellos tres.

 

Por desgracia, el alivio no podía ser permanente, y la hora del baile llegó. Le correspondía a los reyes abrir la pista, mientras los invitados se unían paulatinamente.

 

— ¿No te resulta esto familiar?

 

— ¿Te refieres a la Fairy Gala?- Sonrió Jamil, encargándose de guiar a Leona en el baile, cubriendo los errores del rey.- Sí. Sigues cometiendo los mismos errores que en ese entonces. Si Vil-senpai estuviera aquí seguramente diría algo como: "¿Así es como abres la pista de baile en tu propia boda?" O "¿Seguro que eres un rey?"

 

— Muy gracioso, Viper...- Respondió Leona con una sonrisa sarcástica.- Pero tienes razón. Menos mal que ese presumido no estuvo invitado hoy.

 

Jamil mantuvo su sonrisa tranquila, continuando con el baile, viéndose cada vez más rodeados por un mar de invitados.

 

— Por cierto, ¿dónde estuviste cuando escapaste de Kifaji?

 

— Ganaste la apuesta con Ruggie, "cariño".- Sonrió divertido Leona.- Nadie me buscaría en el techo.

 

— Recuérdame cobrarle después entonces.- Rió bajo Jamil.

 

Leona asintió, todavía sosteniendo a Jamil, mientras observaba a lo lejos cómo Cheka permanecía junto a Kifaji. No había descuidado a ninguno de los dos en todo el día, no lo haría ahora, ni en los siguientes días de fiesta. No sabiendo que podrían ser presas potenciales para cualquiera si bajaba demasiado la guardia.

 

Por eso en la mañana, cuando estuvo listo para la ceremonia, escapó por la ventana apenas tuvo oportunidad y trepó hasta llegar al techo. Una vez ahí, fue hasta donde sabía, estaría Cheka. Por suerte, la habitación de Jamil estaba en el mismo pasillo, solo tenía que moverse cada tanto en línea recta de un punto a otro. Y gracias a los siete grandes, a nadie se le ocurrió hacer o intentar algo estúpido.

 

Una vez se aseguró de que Ruggie había llegado con Jamil, supo que estaría bien. Ese par había logrado escapar de un genocidio fallido en la ciudad de las flores sin apenas arriesgarse. Formaban un buen equipo, podrían cubrirse la espalda y salvarse solos.

 

Y los sirvientes aún le eran leales a Cheka, o al menos eran lo suficientemente inteligentes para no poner a prueba su temperamento. De lo contrario, no habría tenido problema en usar el rugido del rey contra quien fuera necesario.

 

— Jamil...- Murmuró Leona, captando la atención de su "amado", mientras volvían a sus asientos.

 

— ¿Sí?

 

— ¿Qué opinas de "unirte a la celebración de la gente común" a partir de mañana?

 

El rey consorte se quedó en silencio por unos segundos, sin expresión alguna en su rostro. Leona interpretó eso como una negativa, pero entonces Jamil habló, tras sujetar su mano.

 

— Solo no desaparezcas sin avisar de nuevo.- Murmuró con una sonrisa.- Y tampoco se te ocurra ponerte a dormir en medio de la calle. No voy a traerte cargando de regreso.

 

— ¿Entonces no me llevarás en brazos ni siquiera por ser nuestra luna de miel?

 

Ambos rieron bajo, compartiendo una sonrisa cómplice, antes de sentarse en los tronos.

 


 

— Qué vergüenza, Leona...- Mascullaba Kifaji mientras, junto a Jamil, se encargaban de llevar al rey a su habitación.- Emborracharse en su noche de bodas...

 

— Cállate.- Hiló el nuevo rey, arrastrando las sílabas.- Solo déjame dormir.

 

Jamil se mantuvo en silencio, hasta que la puerta estuvo cerrada y consiguieron dejar a Leona sobre la cama matrimonial.

 

— Kifaji-sama, ¿podría ayudarme a colocarle el pijama a Leona?- Pidió el joven, tras lograr quitarle el calzado a un Leona casi inconsciente.

 

— Claro, Jamil-sama.- Asintió el chambelán con pesar.

 

Kifaji fue hasta el enorme armario y volvió segundos después, con un pijama nuevo y perfectamente doblado, dejándolo sobre las sábanas.

 

Quitarle a Leona el traje de novio y ponerle la ropa de dormir no fue una tarea sencilla ni siquiera trabajando juntos, pero tanto Jamil como Kifaji tenían experiencia, así que pudieron controlar la situación.

 

— Esto es inaudito, incluso para Leona...- Seguía murmurando Kifaji.- La noche de bodas es tan importante como la misma boda para cualquier matrimonio.

 

— No se preocupe, Kifaji-sama.- Buscó reconfortarlo Jamil, al tiempo que, con una dulce sonrisa y sumo cuidado, deshacía el peinado de Leona, quien ya emitía pequeños ronquidos para ese momento.- No es gran cosa. Otro día será.

 

— Procure no ser tan condescendiente con Leona.- Sugirió el mayor.- Es deber del rey consorte ser un apoyo, pero también recordarle al rey sus responsabilidades si llega a olvidarlas... Como temo que sea el caso de Leona.

 

— Lo sé, Kifaji-sama. Haré mi mejor esfuerzo para cumplir con mi deber.- Asintió el joven.- ¿Podría quedarse con Leona un momento? Quiero asegurarme de que el príncipe Cheka esté bien en su habitación.

 

— Claro.- Aceptó.- Cheka debe estarlo esperando.

 

Jamil agradeció a Kifaji su apoyo, y salió de la habitación, dirigiéndose a dónde, tal y como el chambelán habia predicho, Cheka lo esperaba.

 

— ¡Jamil!

 

— Hola.- Sonrió, correspondiendo al abrazo que Cheka le había dado apenas lo vió en el umbral.- ¿Todo en orden?

 

— Sí.- Asintió el niño.- ¿Cómo está mi tío Leona?

 

— Está bien, solo agotado. Pero mañana a primera hora estará como nuevo, no te preocupes.- Prometió el mayor.- Y tú ya debes ir a dormir también. Nos espera un largo día mañana.

 

— ¿Puedes contarme una de las historias de Sherezade?

 

— Pero no está Leona para ayudar con los diálogos de Sahriyar.- Bromeó.- ¿Aún así está bien?

 

— Podemos no decirle que contamos una historia sin él.- Sugirió el pequeño en un susurro.- Sería nuestro secreto.

 

Jamil se permitió reír bajo, antes de ceder a la petición del príncipe y contarle uno de los tantos cuentos que sabía, metiéndose en el papel de Sherezade una vez más.

 

En el tiempo que llevaba viviendo en el palacio, había adoptado el hábito de cada noche, contarle a Cheka una historia, siempre con la presencia de Leona, que de paso, brindaba algo de ayuda al interpretar algunos diálogos para darle más esencia al relato.

 

Era una actividad sencilla, pero que para Cheka parecía significar mucho. Poco a poco, parecía volver a ser el pequeño alegre y lleno de vitalidad que alguna vez fue, todo desde la llegada de Jamil.

 

Por su parte, el ahora rey consorte, trataba constantemente de recordarse que todo era parte del trato hecho con Leona, y todo terminaría en trece años, apenas Cheka subiera al trono. No podía encariñarse con él, tampoco darle expectativas del futuro, ni volverse tan cercanos, de lo contrario, la eventual separación sería demasiado dura para el joven príncipe y podría causarle problemas a Leona.

 

Sin embargo, no podía ser indiferente a un niño que necesitaba encarecidamente un refugio, una familia. Quizás era su habituación a ser quien estaba a cargo, tal vez el hecho de tener una hermana menor por quién daría todo, o una pequeñísima parte de su egoísta ser podía ser empático al dolor de los demás, especialmente niños... No lo sabía con exactitud, pero al menos podría ser un apoyo para Cheka hasta que pudiera valerse por su cuenta.

 

Al estar cerca del final de la historia— como se había vuelto costumbre—, Cheka se quedó dormido. Jamil sonrió suavemente, y tras arroparlo adecuadamente, salió de la habitación.

 

Fuera, agradeció a las guardianas del pequeño y les encomendó su cuidado, así como avisarle si algo malo ocurría. Las fuertes mujeres asintieron de buen agrado, y prometieron cumplir con su deber.

 

Una vez hecho eso, Jamil se retiró de vuelta a su habitación matrimonial.

 

— Gracias, Kifaji-sama.- Pronunció a su arribo.- Cheka ya está dormido. Puede retirarse a descansar. Yo me encargo de Leona.

 

— Gracias, Jamil-sama.- Agradeció el anciano.- Buenas noches.

 

— Buenas noches.

 

Jamil esperó a que el chambelán se retirara, cerró la puerta y aguardó unos segundos antes de acercarse al lecho donde Leona aparentemente dormía.

 

— Ya se fue Kifaji.- Informó al rey, cruzando los brazos sobre su pecho.- No es necesario que sigas fingiendo estar ebrio.

 

— Grandes siete... Pensé que nunca se iría.- Suspiró Leona, incorporándose sobre la cama para estirarse.

 

— ¿Por qué fingiste?

 

— ¿Sabes lo que todos esperan que hagas en tu noche de bodas?

 

— ¿Quién iba a darse cuenta si lo hacíamos o no?

 

Leona señaló con la mirada las sábanas de la cama. A Jamil le tomó un par de segundos comprender, pero en cuanto lo hizo, su rostro se tornó de un intenso color rojo.

 

— Exacto. Aquí no puedes cambiar ni lavar las sábanas por tu cuenta, Jamil.- Sonrió Leona, pareciendo divertirse a costa de él.- Así que de inmediato los encargados de esas tareas se darían cuenta si consumamos el matrimonio o no.

 

Jamil se limitó a sentarse en el borde de la cama, cubriéndose momentáneamente la cara para hacer que su sonrojo al imaginar semejante escenario pasara.

 

— Oye...

 

— Igualmente tendremos que hacerlo tarde o temprano, ¿no es así?- Interrumpió Jamil, clavando su mirada en el suelo, jugando nerviosamente con sus manos.- Ya sabes...

 

— ¿Por qué deberíamos?- Inquirió el mayor.- No es como si pudiéramos engendrar un repuesto de Cheka sin una poción de por medio, así que es algo meramente simbólico. Da igual si lo hacemos o no.

 

— ¿No crees que sospecharían si nunca pasa?

 

— ¿Has hecho "ese" tipo de cosas alguna vez?

 

Los puños de Jamil se apretaron, y el rubor regresó a sus mejillas. Leona ya intuía la respuesta.

 

— Nunca he intimado, pero recibí la suficiente orientación para hacer un buen trabajo.- Suspiró Jamil.- Así que no te preocupes por eso.

 

Grandes siete...- Bufó Leona, apretando su sien.- Ya no eres un esclavo. Eres un rey, compórtate como tal.

 

— Si no cumplo con tus estándares y no me encuentras lo suficientemente atractivo solo dilo.

 

— ¡No dije eso!

 

Ahora fue el turno de Jamil para reír a costa de la reacción de Leona.

 

— Solo bromeo.- Admitió el menor de los dos con una sonrisa.- Pero entiendo si es el caso.

 

— Eres muy atractivo.- Suspiró Leona, acurrucandose de nuevo entre las mantas.- Pero jamás te obligaría a hacer nada que no quieras. No soy ese tipo de persona.

 

— Gracias, supongo.- Respondió Jamil tras un breve momento de silencio.- Iré a cambiarme.

 

Leona no respondió. Jamil tampoco esperó una respuesta, solo hizo lo anunciado, volviendo del baño con la ropa de dormir puesta, y el traje de bodas perfectamente colocado en un gancho, listo para ser guardado.

 

Jamil se encargó de colocarlo con cuidado dentro de una bolsa, y luego colgarlo en el armario, junto al de Leona, dónde aguardarían la llegada de la mañana para ser lavados.

 

Cuando estuvo satisfecho con el resultado, tomó un par de mantas y cerró las puertas.

 

— ¿Qué estás haciendo?- Preguntó Leona al verlo tender las mantas en el suelo.

 

— Alistarme para dormir.

 

— ¿Y para qué crees que es la cama?

 

Jamil no respondió, intentando continuar con su tarea. Leona bufó, antes de levantarse de un salto para sujetar a Jamil por la cintura y arrastrarlo con él hasta el lecho.

 

— Leona...

 

— Cállate y duérmete.- Interrumpió el monarca, aferrándose a su espalda.

 

Jamil soltó un suspiro resignado segundos después, apenas escuchó unos suaves ronquidos cerca de su oído. Era imposible escapar del agarre de Leona, incluso si estaba dormido.

 

Aunque, no lo calificaría como incómodo o molesto. No lo apretaba ni lastimaba de ninguna forma, solo lo mantenía en su lugar. Era cálido, y ciertamente, reconfortante.

 

Bueno, si así iba a ser por más de una década, era mejor cooperar y tratar de acostumbrarse.

 

Quizás esos trece años no serían tan difíciles después de todo.

Chapter 4: Memorias

Chapter Text

— Leona...

 

El rey solo murmuró dormido, rehusandose a despertar.

 

— Leona, ya es hora de levantarse.- Insistió Jamil, mientras intentaba liberarse del agarre aún firme en su cintura.- Leona...

 

— Todavía no ha llegado Kifaji a fastidiar.- Murmuró adormecido en respuesta.- Aún tenemos tiempo entonces.

 

Jamil estuvo por protestar al pensar que Leona planeaba seguir durmiendo, pero se sorprendió cuando su cuerpo finalmente fue liberado del agarre y sintió cómo Leona se incorporaba a su lado.

 

Aún dudando de la repentina proactividad del apático rey, se sentó en la cama, girando para observarlo, llevándose la segunda sorpresa del día al verlo desvestirse, antes de ir hasta el armario y comenzar a remover las prendas.

 

— Podrías haberte quedado vestido mientras buscabas la ropa, ¿sabes?- Suspiró Jamil, levantándose de su sitio, acercándose a donde Leona hacía un desastre con las prendas.- Además, Kifaji-sama traerá las vestimentas de hoy en unos minutos. Nosotros solo deberíamos estar listos para tomar la ducha, como se nos indicó ayer.

 

— En primera, no es como si los dos no estuviéramos acostumbrados a esto. Seguramente viste a Kalim desnudo o al menos en ropa interior varias veces. Ruggie también me ayudaba a alistarme en Night Raven.- Respondió el mayor, tras dar con la ropa que había estado buscando, oculta en el fondo del armario.- En segunda, no tengo intenciones de esperar a que esa ave vieja llegue con todo su séquito a vestirme como si fuera una muñeca.

 

Jamil observó a Leona vestirse con la camiseta sin mangas y pantalones sueltos tan propios de él.

 

— No me digas que...

 

— Te lo dije ayer, "cariño".- Respondió con una sonrisa traviesa.- Y estuviste de acuerdo en unirte a la gente común.

 

— Pensé que solo lo decías por el calor del momento...

 

— No lo hice.- Resolvió, encogiéndose de hombros.- Así que vístete y vamos por Cheka. Tenemos entre cinco y siete minutos para ir por él y salir de aquí antes de que la malvada bruja Kifaji nos atrape.

 

Quisiera o no, no tuvo tiempo ni siquiera de replicar cuando vio a Leona atarse el cabello sin cuidado alguno y salir con sigilo y total silencio por la puerta.

 

Leona se fugaría con Cheka, fuera él o no. Jamil sabía que si no iba con ellos, no estaría tranquilo ni un segundo, temiendo por la seguridad del rey y el príncipe, además del incómodo interrogatorio de Kifaji...

 

Sin más opción, se apresuró a vestirse y peinarse, justo a tiempo para cuando Leona volvió con un adormilado Cheka en brazos.

 

— Tienes que estar bromeando...

 

En cuanto Leona abrió el ventanal y se acercó al balcón, listo para escabullirse por las columnas, Jamil sintió su sangre helarse.

 

— Eres un excelente deportista, estoy seguro de que esto no es ningún problema para ti, "cariño".

 

— Es demasiado peligroso para Cheka.- Alegó, acercándose al borde, tratando de impedirle el paso.- ¿Qué pasa si se suelta?

 

— No te preocupes. Se sostendrá bien, ¿cierto, Cheka?- Afirmó, mirando a su sobrino con una sonrisa.

 

El niño asintió, emocionado por la aventura prometida, a pesar del cansancio aún presente en sus ojos.

 

Leona no tuvo dificultad alguna para esquivar a Jamil y comenzar a deslizarse por la estructura del edificio, con Cheka aferrado a su pecho.

 

Jamil se tomó un momento para respirar y tranquilizarse, antes de decidirse a seguirlos. Por suerte, la estructura del palacio era bastante firme y curiosamente, facilitaba escalarla. Además, imitar los movimientos de Leona hizo todo aún más sencillo.

 

En unos tres minutos ya se encontraban los tres en la seguridad de tierra firme, en los jardines del palacio.

 

— ¿Están bien los dos?

 

— Por supuesto, Jami.- Sonrió Leona, haciendo a Jamil arrugar la nariz ante el inesperado apodo.- ¿Y tú, "cariño"?

 

— Estoy bien.- Suspiró, retomando el papel que debía seguir.- Gracias por preocuparte, "cariño".

 

La sonrisa de Leona, luchando por contener una risa, le dejó claro que había logrado su objetivo.

 

Aún debían cruzar los muros del palacio sin ser detectados y llegar a dónde fuera que Leona tuviera pensado ir. Sin embargo, con alguien que había vivido toda su vida en ese recinto, saltear tales obstáculos no fue ningún desafío.

 

Pronto estaban a bordo del auto que, ahora sabía, era de Leona. Con el rey al volante, Jamil de copiloto y Cheka en el asiento trasero, viajando a través de la interminable capital.

 

A pesar de los meses que llevaba viviendo en el palacio, Jamil no se había tomado el tiempo para recorrer la ciudad. La única ocasión en la que había tenido oportunidad de recorrer Sunrise City había sido hace un par de años, cuando Kalim recibió una invitación al Tamashina Mina... Y eso no era un recuerdo muy grato.

 

— ¿Pasa algo?

 

— Nada.- Sonrió, girando su vista a Leona.- Solo recordaba cuando Kalim y tú casi me matan de un infarto hace dos años.

 

— ¿El chico de cabello blanco que tío Leona trajo al palacio una vez?

 

La entusiasmada voz de Cheka hizo a Leona abrir los ojos de par en par y a Jamil mantener una sonrisa tensa... Ya ajustarían cuentas sobre ese asunto más tarde, ahora que podía reclamar con libertad el mal rato que ese par le hizo pasar en esos días.

 

— Sí, ese chico.- Confirmó Jamil, volviendo a su tranquila expresión.- Era mi deber cuidarlo, pero Leona se lo llevó para participar en el Tamashina Mina, y ninguno tuvo la mínima consideración de avisarme dónde estaba.

 

— Eso es malo. Debiste estar muy preocupado.

 

— Oh, lo estuve.- Confirmó Jamil, divirtiéndose con la expresión de Leona.- Fue hasta que el torneo terminó y que Leona salió huyendo con todo su equipo que supe dónde estaba Kalim.

 

— Eso estuvo muy mal.- Negó el pequeño.- Mi tío Leona también tuvo problemas por eso. Kifaji lo regañó mucho por todo lo que causó.

 

Cheka contagió con su risa a Jamil, mientras Leona solo gruñía bajo. Al parecer, el karma se había tomado su tiempo para volver a morderle el trasero.

 

El camino duró unos minutos más, entre las risas infantiles de Cheka y las anécdotas que le contaba a Jamil, quien se mostró atento y entusiasta todo el tiempo.

 

Leona solo los observaba de reojo, preguntándose si Jamil había mejorado en sus técnicas de actuación, o realmente el pequeño bribón que tenía por sobrino se había hecho de un lugar en su corazón... Fuera cuál fuera el caso, estaba funcionando y era mejor que siguiera así por los trece años que tenían por delante.

 

El sol asomó sus rayos por el horizonte, y las celebraciones lentamente volvían a avivarse en toda la capital del reino. Podían verse personas saliendo de sus hogares y dirigirse a las plazas dónde ya se encontraban algunos puestos sirviendo comida y bebida, además de músicos entonando melodías alegres.

 

Cheka parecía sorprendido y fascinado con todo lo que sus ojos veían. Después de todo, era la primera vez que observaba la celebración por una boda real.

 

Jamil también estaba sorprendido, sin embargo, lo disimulaba mucho mejor, limitándose a sonreír suavemente, a pesar de todos los recuerdos no tan gratos que festejos de ese tamaño evocaban en su mente.

 

Leona se mantuvo en silencio, conduciendo con cuidado de no ser descubierto por ninguna guardia real que pudiera delatarlo con Kifaji y arruinar sus planes en minutos, hasta llegar a las zonas más apartadas de la ciudad.

 

Las calles se veían más descuidadas, con innumerables baches en el pavimento, casas que de puro milagro se sostenían en pie, y el júbilo era mucho menor que en las zonas céntricas y cercanas al palacio.

 

— ¿Dónde estamos?- Fue lo primero que preguntó Jamil en cuanto Leona estacionó el vehículo y bajó de él.

 

— En los barrios bajos de Sunrise City.

 

Al escuchar la respuesta, la expresión de Jamil se tensó, y cuando Cheka intentó seguir a su tío, casi de un salto le impidió desabrocharse el cinturón.

 

— ¿Estás bien, Jamil?- Preguntó Cheka, ajeno al porqué de la reacción del mayor.- Te ves algo pálido.

 

— No es nada, Cheka.- Afirmó, mostrando la sonrisa más suave que pudo.- Solo... Olvidaste ponerte protector solar.

 

El niño lo miró extrañado, pero aún así, aceptó el tubo de crema que Jamil le extendió y comenzó a colocarse el contenido en la piel, mientras Jamil se desabrochaba el cinturón de seguridad.

 

— No olvides ponerte también en el cuello y los brazos.- Mencionó Jamil con una sonrisa, antes de bajar del auto y acercarse a Leona.

 

El ahora rey ya podía adivinar lo que le esperaba, sin poder evitar que sus ojos se pusieran en blanco con hartazgo anticipado.

 

— ¿Te volviste loco?- Reprochó en un susurro, intentando que Cheka no escuchara la conversación.- Estos lugares son extremadamente peligrosos.

 

— Sí, seguro que alguien entrenado para ser un guardaespaldas como tú debe estar indefenso...- Ironizó el mayor, cruzándose de brazos.- O seguro que estoy en peligro mortal a pesar de haber podido manipular un arma milenaria y luchar contra un titán en el Tártaro...

 

— ¿Qué necesidad hay de tentar a la suerte y exponer a Cheka?

 

— Relájate, mamá. Nadie va a secuestrar ni tratar de envenenar a tu cachorro.- Bufó Leona, acercándose a la puerta donde Cheka ya se alistaba para salir.- Conozco bien esta zona.

 

Leona abrió la puerta y Cheka saltó directo a sus brazos, negándose a bajar a pesar de las quejas de su tío, y comenzaron el andar.

 

Jamil, a pesar del enojo que comenzaba a burbujear en su pecho, apretó los dientes y los siguió.

 

El paisaje era muy diferente al del día anterior, tan lleno de ropas elegantes y costosas, decoraciones de lujo y comida refinada. En ese lugar no había nada de eso.

 

Todo lucía desgastado y viejo, la suciedad era facil de apreciar en todos los rincones, y la precariedad en la que los habitantes vivían era evidente.

 

— ¿Qué pasa?- Preguntó Leona, girando en su dirección, aún con Cheka en brazos.

 

Jamil no pudo evitar maldecir en su mente la agudeza sensorial de Leona. Había sido apenas un pequeño chillido ahogado lo que salió de su garganta, pero él definitivamente lo había escuchado fuerte y claro.

 

— No es nada.

 

Leona lo observó por unos segundos de arriba a abajo, antes de que sus perspicaces ojos felinos notaran la posible causa del repentino temor en Jamil, y sus labios se tensaran en una sonrisa.

 

— ¿Casi gritas como loco por un insecto?

 

— ¡Por supuesto que no!

 

Leona señaló con la vista el suelo, y Jamil no pudo evitar saltar en su dirección, colocándose detrás de él a toda prisa en cuanto vió al indeseado animal a punto de subir por su tobillo.

 

— Sí, claro que no le tienes miedo a una pequeña e inofensiva cucaracha...

 

— No es miedo.- Alegó.- Solo no me gustan. Es todo.

 

— Está bien si les tienes miedo, Jamil.- Intervino Cheka.- Pero no te preocupes. Mi tío y yo te cuidamos. ¿Verdad, tío?

 

— Seguro. Defenderemos al rey de cualquier malvada cucaracha asesina que intente devorarlo.- Asintió Leona con una pequeña risa burlesca.- Solo espero que podamos pisarla con la suficiente fuerza, antes de que nos coma a nosotros también.

 

Cheka dejó escapar una pequeña risa por las exageraciones de su tío. Jamil solo miró fijamente a Leona, antes de aclararse la garganta y corregir su postura.

 

No conocía esos lares, no sabía a dónde los llevaría Leona, ni qué clase de peligros podría haber. Su naturaleza ansiosa y casi obsesiva le impedía relajarse, forzandolo a mantenerse alerta ante el más mínimo indicio de amenaza.

 

¿Qué haría si alguien trataba de atracarlos?, ¿qué tal si alguien los reconocía?, ¿qué pasaría si en un descuido secuestraban a Cheka?... No sabía los callejones y salidas de esa zona, poco podría hacer si se escabullían y no corría lo suficientemente rápido. Incluso podrían acorralarlos. Cada escenario hipotético en su imaginación era peor que el anterior.

 

¡¿Leona?!

 

Al escuchar una voz familiar a lo lejos, con una mezcla de sorpresa y un toque ligero de temor, sus pensamientos se disiparon y alzó la vista.

 

— ¿Qué están haciendo aquí?

 

Ante la pregunta de Ruggie, Leona solo se encogió de hombros, y continuó su andar.

 

Ruggie negó con la cabeza y se acercó a Jamil, siguiendo a Leona y Cheka.

 

— ¿Con qué te chantajeó para arrastrarte hasta aquí?

 

— Ni siquiera yo sé cómo terminé aquí...

 

— Mejor acostumbrate, porque tu esposo es un caprichoso de primera.- Bromeó la hiena.- No hay mucho qué hacer, más que seguirlo y tratar de evitar que huya de sus responsabilidades.

 

— Lo sé...

 

— Anímate, te ayudaré a mantenerlo con vida, y de paso te daré algunos consejos para domar a esa bestia.- Añadió Ruggie, con una de sus características risas.

 

Jamil solo suspiró resignado y asintió, logrando apenas sonreír. Al menos era un alivio tener a Ruggie con ellos.

 

Siguieron a Leona por las estrechas y desgastadas calles, hasta llegar a lo que parecía una pequeña plaza pública.

 

Había varias personas reunidas, algunas tocando instrumentos viejos, otras repartiendo bocadillos, otras bailando, niños jugando... Parecía una fiesta similar a la de las zonas más acomodadas, aunque infinitamente menos pomposa.

 

— Parece que llegamos puntuales.- Dijo Leona con la arrogante sonrisa propia de él.- La fiesta está por comenzar.

 

— Todo tuyo.- Rió Ruggie, empujando con delicadeza a Jamil hacía Leona.- Suerte.

 

— ¿Qué...?

 

— Baila con tu esposo, yo cuido al pequeño.- Repitió la hiena, antes de huir con Cheka y mezclarse entre la multitud.

 

Jamil tenía claras intenciones de correr detrás de ambos, invadido por el pánico ante la posibilidad de que el pequeño príncipe sufriera algún daño, pero un firme agarre en su mano frustró todos sus planes.

 

— Estarán bien.- Aseguró Leona.- Ruggie nació y creció aquí. Todos lo conocen, y él sabe cómo desplazarse en estos rumbos.

 

— Cheka...

 

— Estará bien con Ruggie.- Repitió el mayor.- Estas personas no son los monstruos que crees.

 

— Yo no...

 

Jamil quiso alegar en su defensa, pero las esmeraldas inquisidoras de Leona le hicieron saber lo fácil que le era leerlo a pesar de los velos que se ponía encima.

 

— Bien, lo siento.- Bufó con fastidio.- Pasé toda mi vida protegiendo a un heredero sin sentido de la autopreservación, teniendo que permanecer alerta en todo momento, y pasando malas experiencia en zonas como esta cada tanto. ¿Feliz?

 

— ¿Ves que no era tan difícil usar esa boca para hablar claro, en vez de tragarse el veneno imaginando escenarios fantasiosos?- Respondió con una suave risa, acariciando el dorso de la mano ajena, haciendo estremecer a su compañero.- Ahora escucha y cálmate. En primera, yo no soy Kalim. Creo que has visto suficiente para saber que soy un niño grande y puedo cuidarme sólo.

 

Jamil no respondió, tomando un profundo respiro. Esa situación le recordaba a las horas que pasaron juntos en S.T.Y.X, y lo irritante que fue recibir un sermón de Leona.

 

— En segunda, Ruggie es inteligente. Creo que lo notaste en el incidente de Noble Bell College, cuando trabajaron en equipo para escapar ilesos y sin apenas exponerse.

 

De nuevo, Jamil se quedó callado. Suponía que Ruggie le había contado con lujo de detalle a Leona la estrategia de escudos humanos que usaron como método de defensa esa caótica noche. No tenía sentido tratar de negarlo, pero sabía que Leona tampoco los juzgaría por su decisión.

 

— Y en tercera, ya te dije que conozco estos rumbos y a esta gente.

 

Esas palabras sí que captaron su atención, haciéndolo observar con más detenimiento su entorno mientras Leona lo atraía para comenzar a moverse al ritmo de la alegre música.

 

Las personas parecían estar conscientes de quién era Leona, pero nadie hacía un alboroto. Era como si simplemente se tratase de un viejo conocido más que estaban felices de ver.

 

Otra cosa que atrapó su atención, fue que los movimientos de Leona eran mucho más fluidos y seguros que la noche anterior, donde tuvo que poner todo su esfuerzo para cubrir los errores del ahora rey.

 

En ese lugar, Leona parecía sentirse más cómodo, incluso sus ojos parecían brillar como auténticas esmeraldas bajo el sol. No había tropezado ni una sola vez, a pesar de la velocidad que los pasos demandaban. Incluso tuvo la iniciativa de hacerlo girar un par de veces, para finalizar el baile en una sugestiva pose, con sus labios casi rozándose.

 

La gente comenzó a aplaudir y vitorear emocionada, comenzando a pedir un beso en coro... Bien, iba a suceder algún día de todos modos.

 

Leona lo miró, pidiendo su permiso en un disimulado gesto. Jamil solo asintió, dando luz verde, antes de sentir los labios de Leona sobre los suyos, haciendo enloquecer a la multitud.

 

El beso fue muy discreto y corto, pero había sido suficiente para encender los ánimos y atraer toda la atención hacia ellos.

 

Pronto se vieron rodeados de las personas, todas felicitando a Leona y expresando sus buenos deseos para su matrimonio, al tiempo que llenaban a Jamil de halagos.

 

Para sorpresa de Jamil, Leona lucía en extremo felíz. Su sonrisa al agradecer a esas personas por sus buenos deseos era completamente diferente a la que ofreció el día anterior a los invitados de honor a la ceremonia. Esta era genuina, sin rastro alguno de incomodidad o falsedad, incluso aceptaba alegremente gestos como palmadas en el hombro y estrechamiento de manos con quienes se acercaban.

 

Realmente parecía un amigo más para esas personas, y él parecía felíz de convivir con ellos.

 

— Así que finalmente sentaste cabeza, Leona-san.- Le dijo una anciana, mientras le palmeaba el hombro.

 

— ¿Qué puedo decir?- Respondió Leona con una pequeña sonrisa, aún con su brazo rodeando los hombros de Jamil.- Este chico me atrapó.

 

— Y con razón. Tu esposo es precioso. Eres muy afortunado, Leona-san.

 

Jamil solo pudo mostrar una tímida sonrisa en agradecimiento. Le iba a tomar tiempo acostumbrarse a recibir tantos elogios, si es que algún día lograba acostumbrarse en primer lugar.

 

De repente, una risa de hiena familiar llegó a sus oídos, seguida de una cabellera rubia.

 

— Abuela, te dije que fueras más discreta.- Mencionó Ruggie, apareciendo a un lado de la mujer.- A Leona le encanta pavonearse, pero Jamil no está acostumbrado a recibir tanta atención.

 

— Oh, seguro que un jovencito tan bonito está acostumbrado a ser el centro de atención.- Alegó sonriente la hiena anciana.

 

Jamil agradeció con una pequeña sonrisa, mirando de reojo cómo Leona trataba de contener la risa a costa de su incomodidad.

 

Ruggie suspiró, antes de compartir una pequeña risa con su abuela, y decirles que Cheka estaba bien, jugando con algunos de los niños.

 

— ¿Cuánto tiempo se quedarán entre nosotros, los mortales, majestades?- Bromeó Ruggie, haciendo una leve reverencia.

 

— Por mí no volvería al palacio hasta que el lagarto y todas las demás sanguijuelas se hayan ido a la mierda.- Respondió el rey.- Pero si no estoy ahí para recibirlos en el banquete de la noche y abrir la pista de baile, no me desharé de ellos nunca.

 

— ¡Anímate, hombre! Solo un día más y tendrás todo el tiempo del mundo para dedicarle a tu esposo.- Exclamó Ruggie, seguido de su risa característica.

 

Leona solo puso los ojos en blanco, mientras sonreía de lado. Jamil se limitó a cruzarse de brazos y negar en silencio con una sonrisa.

 

— ¿Por qué no le muestras a Jamil un poco de la ciudad?- Sugirió Ruggie.- Sería bueno que pudiera conocer su nuevo hogar sin tener que preocuparse por tu culpa como la primera vez que estuvo aquí.

 

— Nunca van a dejarme olvidar eso, ¿verdad?

 

Jamil y Ruggie solo intercambiaron una mirada cómplice, antes de asentir con una sonrisa triunfante.

 

Leona gruñó bajo, pero accedió, despidiéndose de la abuela de Ruggie, y aguardando a que Jamil hiciera lo mismo, antes de tomar la mano de su consorte y comenzar a guiarlo.

 

— ¡Diviértanse!- Escucharon a Ruggie reír a la distancia.- ¡Yo cuido del pequeño!

 

Jamil seguía sintiéndose un poco intranquilo respecto a dejar sólo a Cheka. Una parte de él, acostumbrada a ser el protector de alguien, suplicaba por dar media vuelta e ir en busca del pequeño príncipe. Pero otra, que conocía el historial y habilidades de Ruggie, quería confiar en el criterio de Leona y aceptar el descanso de apariencias que le era ofrecido.

 

— Estás muy callado de pronto.- Señaló Leona una vez llegaron a un lugar más apartado, una clase de mirador.

 

— No es nada.- Afirmó con un cansado suspiro.

 

— ¿Te preocupa Cheka?

 

— Es un niño. No tiene idea de los peligros que existen, no puede protegerse solo si algo pasa...- Replicó, acercándose al barandal donde Leona se encontraba apoyado.- Supongo que es normal que me preocupe su bienestar.

 

— ¿No eras ya responsable de cuidar a Kalim cuando tenías su edad?

 

— Es diferente.

 

— ¿Lo es?

 

— Por supuesto.- Argumentó el más bajo, con las manos apoyadas en la desgastada estructura, contemplando el vacío.- Cheka es un príncipe, el heredero de un reino entero. Y yo... Solo era yo.

 

La respuesta de Jamil irritó a Leona, que ni siquiera trató de contener el gruñido de inconformidad que retumbó en su pecho. Jamil lo sabía, y solo mantuvo su vista en la nada.

 

— ¿Qué pasó con toda esa sed de libertad y decisión para conseguirla al costo que fuera?- Cuestionó Leona tras soltar un suspiro.- ¿Por qué insistes en lanzarte al suelo y dejarte pisotear por todos?

 

— Supongo que es difícil deshacerse de hábitos tan arraigados, cuando es la única vida que conoces.- Replicó con una sonrisa forzada.- Ni siquiera con el sueño en el que quedé atrapado por el Overblot de Malleus-sama como antecedente puedo asimilar todos estos cambios.

 

Leona lo miró por unos segundos, antes de apretar el puente de su nariz con fastidio. Sabía que, a pesar de las ventajas de convencer a Jamil de ayudarlo en su plan, también habría dificultades, pero esto era ridículo.

 

Jamil tampoco dijo nada, permitiendo que el silencio se instalara en ambos. Al menos hasta que vió un insecto aparecer y acercarse a toda velocidad, haciéndolo apartarse del barandal de un salto y sacudirse la ropa en un acto reflejo.

 

— ¿En serio?- Rió bajo Leona, observando su reacción, luego de apartar al animal de un manotazo.- ¿Por qué les tienes tanto miedo?

 

Jamil apretó los labios, debatiéndose mentalmente si debía hablar sobre ese asunto. Leona lo miraba con curiosidad y un ligero toque de burla... Bien, aún si no hablaba, era seguro que el testarudo rey no lo dejaría en paz hasta obtener una respuesta.

 

Resignado, volvió a su posición inicial, recargando los brazos en la barandilla.

 

— Cuando era niño, acababa de comprar unos dátiles deshidratados en el mercado durante uno de mis descansos.- Comenzó a contar aquella vergonzosa historia.- No me dí cuenta de que había un insecto en la bolsa y cuando lo sujeté... Me asusté demasiado y terminé provocando un pequeño incendio en la tienda tratando de matarlo.

 

— ¿Cómo fue que pasó eso?

 

— Apenas estaba aprendiendo a controlar mi magia inicial.- Alegó, desviando la vista.- No pensé con claridad y perdí el control... Pero, por suerte nadie salió herido y solo hubo unas pocas pérdidas materiales.

 

Leona resopló un par de veces, antes de ser incapaz de contenerse y reír a carcajadas, al punto de incluso doblarse y sujetarse el estómago.

 

— ¡No es gracioso!

 

— Sí lo es.- Alegó Leona, luego de controlar su risa, fingiendo limpiarse una lágrima.- De haber sabido que una inofensiva cucaracha bastaba para hacerte retroceder, habría recogido una en el camino al Tártaro para mantenerte a raya y así todo habría sido más fácil.

 

Jamil siseó indignado, antes de cruzarse de brazos y darle la espalda.

 

Leona sonrió satisfecho por ver su curiosidad saciada, antes de acercarse y rodearlo en un empalagoso abrazo, sorprendiendo a su consorte.

 

— ¿Qué...?

 

— No te preocupes, "cariño".- Ronroneó en su oído.- Yo te protejo de los mortíferos insectos.

 

— Muy gracioso...- Masculló rodando los ojos.- Ahora dime, ¿cómo conoces a estas personas y esta zona de la ciudad?

 

Leona permaneció en silencio, aún abrazándolo, recargando su mentón en el hombro de Jamil.

 

— Soy el segundo hijo, el que nunca fue tan importante.- Comenzó a relatar.- Cuando estaba en la escuela primaria, simplemente me harté de todo y me escapé cuando nadie veía.- Añadió.- Llegué aquí, dónde siempre decían que "no debía ir por ser un lugar demasiado peligroso."

 

— Eso fue muy imprudente.

 

— Suenas exactamente como mi padre.- Bufó el mayor.- El punto es, que encontré un grupo de niños de edades cercanas a la mía. Me retaron a una pelea, acepté y gané. Después de eso, recuerdo que nos reímos y me invitaron a jugar y pasar la tarde con ellos.

 

— ¿Así fue cómo te hiciste esa cicatriz?

 

— No. Esa es otra historia.- Negó Leona.- Quizás otro día te la cuente. Pero, por ahora no.

 

Jamil asintió, guardando silencio para permitirle continuar con su historia.

 

— Recuerdo que después de jugar por horas, comencé a tener hambre y propuse ir a comprar algo... Ese fue el día en que ví el mundo en el que vivía y que se esforzaban en ocultarme.- Siguió contando Leona.- Un simple sandwich especial de carne y una gaseosa grande, que para mí eran mucho menos que un refrigerio y que costear era como quitarle un pelo a un gato, para esos chicos era un manjar que con mucho esfuerzo podrían costear un par de veces al año.

 

Jamil, de nuevo, se quedó callado, observando por el rabillo del ojo las expresiones de Leona. Era de las pocas veces en que mostraba algo de vulnerabilidad, y ese asunto parecía ser sumamente importante para él.

 

— Fue como un puñetazo en el estómago. Uno que me hizo volver a casa, únicamente con la intención de exigir una explicación al porqué les eran negadas tantas cosas a estas personas.

 

— Así que desde niño eras todo un rebelde dispuesto a cuestionar y desafiar a la autoridad...

 

— Se podría decir que desde ese día lo soy.- Asintió el mayor.- Fue la primera vez en la que nadie me comparó con mi hermano ni me hizo sentir inferior solo por ser el hijo menor, y la primera vez que me trataban como uno más de la manada. La primera vez que fuí reconocido por mi propia fuerza y no por ser el segundo príncipe.

 

— ¿Por eso insististe en venir aquí y traer a Cheka?

 

— No quiero que crezca encerrado en una burbuja, aislado del mundo que le rodea, ajeno a los problemas que enfrenta el pueblo que algún día dirigirá.- Explicó Leona.- Quiero que entienda a su gente, logre comprender los problemas de su reino y se involucre de verdad en ser el líder que su pueblo necesita.- Añadió.- Además, quiero que sea capaz de protegerse sólo cuando yo no esté para hacerlo.

 

— Creo que ahora lo entiendo.- Admitió Jamil con un suspiro, esbozando una suave sonrisa.- Pero no esperes que vuelva a salir por la ventana y trepar muros.

 

— Bien, la próxima vez te cargaré a ti también.

 

Jamil solo negó, antes de compartir una pequeña risa con Leona, y observar el panorama en un agradable silencio.

 

Al prestar más atención, se daba cuenta de la majestuosa vista de Sunrise City que ese mirador brindaba. El sol pronto estaría en su punto más alto, y los festejos en toda la capital eran visibles, con mucho movimiento de vehículos, colores por todos lados y suaves notas musicales flotando en el aire.

 

Ese era su nuevo hogar, el reino que ayudaría a dirigir, la nueva responsabilidad que acababa de recaer sobre sus hombros... Era un gran desafío, pero definitivamente superaría las expectativas y daría lo mejor de sí, como siempre hacía.

 

— ¿Ya deberíamos volver por Cheka?

 

— Creo que dejarlo divertirse un rato no le hará daño.- Sonrió Jamil, girando para encontrarse con la mirada de su ahora esposo.- Tenemos unas cuantas horas antes de la cena.

 

Leona correspondió la sonrisa, cuando repentinamente sujetó un mechón y lo colocó detrás del oído de Jamil, sorprendiendo al más joven.

 

— Te queda bien el cabello suelto. Y también esos pendientes.

 

— Gracias.- Murmuró.- Pero no te los voy a dar para que los arrojes al vacío.

 

— ¿Algún día vas a perdonarme por eso?

 

— Tal vez.

 

Ambos compartieron una risa cómplice por esa broma interna que probablemente solo ellos dos entenderían.

 

— ¡Oigan, tontos enamorados!- Justo cuando sus risas cesaron, la voz de Ruggie a unos metros de distancia captó su atención.- Pronto será hora del desayuno, ¿se unen?

 

— ¡Guárdame un sándwich!

 

Ruggie se rió, antes de marcharse. Jamil rodó los ojos, manteniendo su sonrisa.

 

— ¿Me acompañas aún si no son platillos gourmet?

 

— Descuida. No soy quisquilloso con la comida.

 

Sin pensarlo mucho, aceptó tomar la mano de Leona y correr despreocupadamente hasta donde el festejo ya había comenzado.

 

Hace años que no correteaba de esa manera, sin temor a un regaño o a cometer un error que hiciera quedar mal a los Asim...

 

Quizás Leona no siempre tenía malas ideas después de todo.

Chapter 5: Corazón a corazón

Notes:

¿Por qué estoy subiendo esta actualización jueves en la noche? Bueno, si alguien lo manifestó FELICIDADES, el universo le ha escuchado y enviado a la gata de mi madre a destrozar el cable del internet justo unas horas antes de quedarme sin datos XD

(Sí, eso fue lo que pasó. Una gata me jodió el router y no tengo idea de cuánto tardará la reparación)

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

La noche había vuelto a caer sobre el reino, y los festejos seguían en su auge, aunque la familia real ya se encontraba en sus aposentos.

 

— ¿Es en serio, Leona-sama?- Suspiró exasperado Kifaji, viendo al nuevo rey desplomarse sobre la cama matrimonial, ocupando la mayoría del espacio.- Primero se fuga del palacio y arrastra a Cheka-sama y Jamil-sama con usted, a duras penas vuelve a tiempo para la cena, y ahora esto...

 

— Solo estoy cansado.- Masculló con un bostezo, mientras se acurrucaba sobre las sábanas.- Déjame dormir.

 

El chambelán soltó un pesado y angustiado suspiro, mientras agachaba la cabeza, hasta que Jamil le palmeó el hombro.

 

— Jamil-sama...

 

— No se preocupe, Kifaji-sama.- Sonrió con calma el joven.- Fue un día largo. Ya habrá otra oportunidad.

 

— Leona-sama es afortunado de tener un esposo tan comprensivo y paciente como usted.- Exclamó con pesar.- Enseguida traeré el pijama.

 

Jamil agradeció con una pequeña sonrisa, aguardando el retorno de Kifaji. De nuevo, repitieron el proceso de la noche anterior para colocarle la ropa limpia a Leona, que dormía profundamente a pesar de todo el movimiento.

 

Una vez resuelto ese problema, Kifaji se despidió de Jamil tras desearle buenas noches, y se marchó de la alcoba.

 

Luego de asegurarse de que estaban solos, Jamil suspiró, buscó una toalla y su ropa de pijama en el armario y fue directo al baño de la habitación para tomar una ducha.

 

Nada extravagante ni exagerado, simplemente lavó su cabello y usó algo de acondicionador, así como algo de jabón para limpiar su piel.

 

Cuando terminó de ducharse, tomó la toalla para secarse y se vistió tan rápido como estaba acostumbrado a hacer, antes de salir del cuarto de baño, encontrándose con Leona sentado en la cama.

 

— Eso fue rápido.

 

— Supongo que es difícil deshacerse de viejos hábitos.- Respondió Jamil, secando su cabello con la toalla.- ¿Vas a usar el baño?

 

— No estoy particularmente entusiasmado, pero tengo polvo hasta en las orejas.- Bostezó el mayor.- Vuelvo en un momento.

 

Leona entró al baño, y Jamil se apresuró a buscar una toalla limpia en el armario.

 

— Leona...- Lo llamó, tras dar un par de suaves golpes en la puerta.

 

— ¿Y ahora qué? ¿Quieres bañarte conmigo?- Lo escuchó reír desde dentro.

 

— ¡Por supuesto que no!- Respondió Jamil, sintiendo un intenso calor en el rostro.- Olvidaste llevar una toalla.

 

— Solo déjala en el piso.- Replicó Leona.- La usaré en cuanto salga.

 

— Solo procura salir vestido por favor, suficiente tuve con verte en ropa interior por la mañana.

 

Leona volvió a reírse en respuesta. Jamil rodó los ojos y regresó hasta la cama, sentándose en el borde aún con algo de inseguridad.

 

Estar en esa habitación se sentía casi irreal. Tenía todo lo que había deseado: su libertad, una vida lujosa, un estatus más alto que los Asim... A veces sentía que otra vez se encontraba en un sueño creado por Malleus, y en cualquier momento, Yuu y los demás aparecerían para despertarlo.

 

Por unos instantes se perdió en sus pensamientos, hasta que el sonido de la puerta del baño abriéndose y unos pasos lo sacaron de su ensoñación.

 

— ¿Y ahora qué pasa.

 

— Nada.- Suspiró.- Solo pensaba.

 

— Y eso siempre es una mala señal en tí.- Replicó Leona, sentándose a su lado.- Tu mente solo fabrica escenarios fatídicos. ¿Qué fue esta vez?

 

— Nada en particular.- Repitió.- Solo es difícil adaptarse a esta nueva realidad. Supongo que me va a tomar un poco de tiempo asimilar que no es un alocado sueño.

 

— Tampoco es fácil para mí.- Admitió Leona, inclinando la cabeza.- Nunca tomé en serio la posibilidad de casarme y formar una familia. Siempre fui el segundo hijo, el que no era relevante. Así que, en una época de paz, no tenía caso arreglar un matrimonio para mí.- Explicó.- Con Falena casado y Cheka nacido, daba igual si me casaba o tenía hijos o no. Hiciera lo que hiciera, nada afectaría la línea de sucesión... Al menos se suponía que era así, pero ya sabemos lo que pasó.

 

En ese momento, Jamil pudo ver la vulnerabilidad en Leona. Con toda la confianza, determinación y planeación que había demostrado, Jamil olvidó que Leona había perdido a casi toda su familia, y Cheka era lo único que le quedaba.

 

— ¿Cómo era tu hermano?

 

— Un perfecto idiota sentimental.- Sonrió de lado Leona.- Pero, debo admitir que fui un poco injusto con él.

 

— ¿Siempre se llevaron mal?

 

— Siempre fuimos muy diferentes, pero hubo una época en la que al menos podíamos permanecer en la misma habitación sin comenzar una discusión.- Contó Leona.- Si me preguntas exactamente en qué momento todo comenzó a ir cuesta abajo, no podría darte una respuesta. Pero sí tengo claro que el día en que me fugué de la escuela a los barrios bajos, fue la gota que colmó el vaso.- Añadió.- Desde ese día, nada volvió a ser igual. No pude volver a verlo de la misma forma.

 

— ¿Qué cambió ese día?

 

— Había una diferencia de diez años entre nosotros.- Explicó.- Cuando la realidad de Sunset Savana me golpeó en la cara por primera vez, Falena acababa de cumplir la mayoría de edad, y con ella, comenzado a asumir sus deberes como heredero al trono.- Añadió.- La idea de que él fuera consciente de lo que ocurría y lo apoyara, fue simplemente imperdonable para mí. Supongo que desde ese día comenzó la guerra imaginaria que yo mismo creé.

 

— ¿Creías que no hacían lo suficiente por las personas?

 

— Lo creía hasta que el lagarto me encerró en ese estúpido sueño.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

Leona cerró los ojos y tomó un profundo respiro, mientras su cabello aún empapado mojaba su pijama. Jamil aguardó paciente una respuesta.

 

— En ese sueño, toda la familia real de Sunset Savana fallecía.- Confesó finalmente, sorprendiendo a Jamil.- Sin nadie más en pie, el trono pasaba directo a mí. Al comienzo todo salió bien. Pude hacer todas las reformas y modificaciones que quería... Pero perdí el control antes de darme cuenta.- Añadió, agachando la cabeza.- Había demasiados asuntos que atender, muchos deberes y responsabilidades que cumplir, muchas expectativas que llenar, y sin importar lo que hiciera, nunca lograba mantener satisfechos y seguros a todos.

 

No era común ver a Leona abatido, ni angustiado, mucho menos tan inseguro y al borde del llanto. Esa imagen contrastaba totalmente con el siempre despreocupado, descarado y orgulloso líder de Savanaclaw. Por un momento, fue como ver a un cachorro indefenso y asustado, desesperado por encontrar un refugio...

 

— Intenté todo. Explotar todos los recursos, creación de fuentes de empleo, programas sociales, redistribución de fondos... Nada fue sostenible a largo plazo y terminó empeorando la situación.- Continuó Leona, explicando aquel desastre.- Para cuando la manada de herbívoros apareció, la situación estaba en su punto más crítico. Los fondos se habían terminado, los recursos naturales habían sido sobreexplotados, la contaminación se había salido de control, no había medicamentos, alimento, ni siquiera agua para nadie... Estaban peor que al comienzo, y todo fue mi culpa.

 

Jamil guardó silencio por unos segundos, mientras analizaba toda la información que Leona le acababa de revelar, y todo lo que sabía con antelación.

 

— ¿Es por eso que me pediste hacer esto?

 

— Soy lo suficientemente inteligente para reconocer mi propia incompetencia cuando debo hacerlo.- Admitió el mayor.- En ese sueño cargaba con la responsabilidad de gobernar yo sólo, y fracasé. Ahora, además de gobernar, debo cuidar a un niño que acaba de quedarse huérfano y que un montón de carroñeros quiere muerto.- Añadió.- Necesito ayuda para ambas cosas.

 

— ¿No crees que en todo caso habría sido una mejor opción elegir a alguien con una posición igual o cercana a la tuya?- Cuestionó Jamil de nuevo.- Malleus-sama podría haber sido una buena elección. Es el heredero del Valle de las espinas después de todo, un matrimonio estratégico pudo generar muchos beneficios para ambos reinos.

 

— ¿Y soportar a ese lagarto y su séquito por trece años, y luego largarme a vivir a su pocilga por el resto de mis días para evitar un conflicto político? No, gracias. Me niego rotundamente. Me estremezco solo de pensarlo.- Replicó con una sonrisa de lado, imitando las palabras de Jamil en S.T.Y.X, cuando le ofreció trabajar para él.- Quizás su nana podría haber sido de ayuda con Cheka, pero dudo seriamente que esa hada pudiera ayudarme a gobernar, cuando apenas conoce el mundo fuera de su bosque encantado.

 

— Kalim, o cualquiera de los Asim en general también habrían sido buenas opciones...- Replicó Jamil.- No son príncipes, pero sí miembros de una de las familias más importantes de las Arenas Escaldantes. Podría haber sido conveniente también, y no habrías tenido que irte de Sunrise City una vez que Cheka tomara el trono.

 

— ¿En serio sugieres a Kalim para gobernar un reino?- Rió Leona.- ¿Por qué mejor no dejamos a Cheka a cargo desde ahora? Seguramente haría un mejor trabajo que cualquiera de esos niños mimados.

 

— Bien. Quizás Kalim no sea la mejor opción.- Admitió el menor.- Pero algunos de sus hermanos podrían haber sido capaces de asumir esta responsabilidad. Todas sus hermanas recibieron una adecuada educación y preparación para ser buenas madres y esposas, sus hermanos también están capacitados para dirigir empresas y manejar recursos.

 

— No dudo que incluso el más joven de los Asim tenga los pies más anclados a la tierra que Kalim, pero no quiero ser responsable de cuidar a dos niños.- Respondió Leona.- Tampoco quería probar suerte con alguien que no conociera lo suficiente. No estaba dispuesto a exponer a Cheka trayendo un completo desconocido a su hogar.

 

— ¿Y crees que puedes confiar en mí?

 

No me has dado motivos para creer lo contrario.

 

Las palabras de Leona hicieron a Jamil abrir los ojos de la impresión. Era una simple frase, pero había logrado tocar una fibra aún sensible tras todo lo ocurrido en el último año de su vida.

 

— Estás consciente de que por algo terminé en S.T.Y.X, ¿cierto?

 

— Igual que Rosehearts, cefalopunk, Schoenheit, el brote de rábano y yo. Ninguno de nosotros es un santo en absoluto.- Respondió, con una pequeña sonrisa.- Además, con la responsabilidad de mantener con vida a Asim, cualquiera enloquecería. Yo solo tuve que lidiar con él un día, y por la noche ya quería arrojarlo por una ventana.

 

— ¿Qué pasó exactamente ese día?- Preguntó Jamil, tras decidir tomar la oportunidad para cambiar de tema.- Luego de alcanzarlos, Kifaji-sama nos explicó brevemente lo ocurrido y se disculpó en tu nombre. Luego Kalim dió explicaciones a su padre, pero jamás ahondé en ese tema.

 

— Vil, Lilia y Jack formaban mi equipo. Pero apenas llegamos, Howl sufrió un golpe de calor y quedó fuera de combate.- Explicó el mayor.- Nos encontramos con Al-Asim en la sala de los espejos, así que él vio lo que pasó, y aceptó ayudar tomando el lugar de Jack.

 

— Sabía que era mala idea dejarlo llegar solo al evento...- Suspiró Jamil.

 

Leona soltó una pequeña risa ahogada, observando a Jamil apretarse el puente de la nariz.

 

— ¿Y a ninguno se le ocurrió enviar un mensaje para avisarme dónde estaba?

 

— Bien. Admito que fuí descuidado con eso.- Cedió Leona con una sonrisa de lado.- Pero al menos lo mantuve vivo, ¿no?

 

— Después de prácticamente secuestrarlo.

 

— ¿Seguirás enfadado conmigo por eso durante el resto de nuestro matrimonio, "cariño"?- Canturreó juguetonamente Leona, mirando a Jamil con una sonrisa.

 

— Debería enviarte a dormir a la bañera.

 

— ¿Tanto te molesta dormir conmigo?- Rió en respuesta.- Parece que Kifaji tendrá que esperar para lavar sábanas de recién casados.

 

Jamil dirigió su mirada a sus manos, apretando nervioso las sábanas entre sus puños.

 

Leona notó su repentina inquietud, y no tardó en ahondar al respecto.

 

— ¿No crees que será demasiado sospechoso que no hagamos nada de "eso"?

 

— ¿Quieres hacer "eso"?- Contraatacó Leona.

 

Jamil solo mantuvo baja la vista, sin atreverse a mirarlo.

 

— Ya te dije que fuí entrenado. Tengo los conocimientos necesarios para evitar que sea un momento incómodo para tí.

 

— Carajo. Entiende que no todo se trata de mí.- Bufó el mayor.- No voy a forzarte a hacer nada. Yo estoy perfectamente bien con mantenernos así, pero si tanto te preocupa, ya tengo un plan para mantener a Kifaji tranquilo.

 

— ¿Y crees que funcionará?

 

— Hasta ahora mis planes han funcionado, ¿no?

 

Jamil solo suspiró resignado. Aún le era difícil no sobrepensar todo.

 

— Mira, te propongo algo.- Suspiró Leona.- Dejemos que las cosas fluyan a su propio ritmo. Si quieres hacerlo en algún momento, podemos intentarlo, pero mientras tanto, estamos bien así. ¿Te parece bien?

 

— Está bien.- Aceptó Jamil.- Confiaré en tu criterio.

 

— Perfecto.- Bostezó el rey, antes de mostrar una sonrisa de lado.- Ahora mejor vamos a dormir. Nos espera un largo día mañana, querido.

 

— ¿Otra vez planeas escapar del palacio?

 

El ronroneo, junto a la sonrisa juguetona de Leona respondieron a la pregunta de Jamil.

 

El rey consorte solo rodó los ojos, para luego asentir. Ese día no había sido tan terrible como imaginó al comienzo. Quizás no sería tan mala idea repetirlo.

 

Leona se levantó para rodear la cama y acurrucarse en "su lado" de la cama. Jamil se tomó unos segundos para levantarse a apagar la luz y seguir su ejemplo, dando la espalda a su esposo, ocupando apenas el mínimo espacio posible del lecho.

 

— ¿Qué haces?- Preguntó cuando sintió los brazos de Leona rodearle la cintura y acercarlo a su cuerpo.

 

— Evitar que te caigas de la cama o huyas para dormir en el suelo.- Respondió Leona con voz adormilada.- No tienes porqué quedarte en el borde. No muerdo.

 

Jamil se tomó unos segundos para respirar profundo y negar, antes de dar una respuesta.

 

— Ya lo he dicho. Es difícil deshacerse de viejos hábitos.

 

— ¿De dónde salió el hábito de dormír en el borde de la cama?

 

— De niños, Kalim solía pedirme con frecuencia que le leyera un cuento o le contara una historia para dormir.- Comenzó a relatar.- A veces ni siquiera eso funcionaba para hacerlo dormirse, y me pedía quedarme con él. Una "fiesta de pijamas".

 

— ¿Así que desde la cuna era un dolor de cabeza?- Rió bajo Leona, con los ojos cerrados.

 

— Lo era.- Confirmó con un suspiro el más joven.- Como sirviente, el dormir al lado de mi amo era absolutamente inaudito, pero Kalim nunca aprendió a aceptar un "no" por respuesta.- Añadió, apretando los puños en un acto reflejo, enmedio de la oscuridad.- La primera vez fue cuando tenía cuatro años. El cansancio me superó y terminé durmiendo profundamente. Para cuando un fuerte apretón en el antebrazo me despertó, estaba abrazado a Kalim...

 

Las orejas de Leona se erizaron con curiosidad, al mismo tiempo que uno de sus ojos esmeralda se abría, intrigado por conocer el desenlace de esa historia.

 

— Mi madre me sacó a jalones de la cama y luego de la habitación.- Continuó Jamil, sonando cada vez más angustiado, mientras el aroma de esa feromona, propia de los humanos ante situaciones de estrés, llegaba hasta la nariz de su acompañante.- Me llevó hasta la pequeña casa donde vivíamos, le contó a mi padre lo que había pasado, y...

 

— ¿Y qué pasó?- Inquirió Leona, ligeramente nervioso por ese aroma presente en el aire. Sospechaba la respuesta, pero no quería adelantarse a sacar conclusiones.

 

— Me reprendió por mi atrevimiento y me dió un castigo para que "aprendiera la lección y no volviera a cometer tal desfachatez."- Respondió finalmente.- Me golpeó con un látigo en la espalda y los brazos hasta hacerme sangrar. Recuerdo que apenas fuí capaz de mantenerme en pie después de eso, pero al menos funcionó para evitar acercarme a Kalim cuando me pedía quedarme con él por la noche.- Continuó con tranquilidad.- Desde ese día comencé a sentarme en el borde de la cama hasta que Kalim se dormía, y si insistía y me arrastraba hasta su cama, procuraba quedarme lo más cerca de la orilla. A menudo me caía, pero el golpe era efectivo para despertarme y permitirme marcharme y así evitar un castigo... Aunque hubo unas cuantas veces en que la suerte no estuvo de mi lado.

 

Leona sintió un intenso ardor en las entrañas, como si un fuego emergiera de su estómago y subiera por su esófago, hasta llenarle por completo el pecho.

 

Jamás había sido capaz de comprender cómo podían existir padres capaces de hacer tales atrocidades a sus propios hijos, todo por complacer a un estúpido amo. No podía evitar sentir un profundo odio y desprecio por ese tipo de personas, y la rabia invadiendo su sistema lo evidenciaba.

 

— Esos idiotas ya no pueden dañarte.- Respondió, afianzando suavemente su agarre como un pequeño gesto reconfortante.- Así que no temas. Estás a salvo aquí, y de ahora en adelante eres libre de escribir tu destino y elegir por tí mismo.

 

Jamil no supo qué responder a las palabras de Leona. Hablar de sus padres y su infancia siempre lo llenaba de sentimientos contradictorios. Su mente sabía que debía odiarlos por todo lo que le hicieron y alegrarse de encontrarse lejos de ellos, pero su corazón sabía que si algún día aparecieran frente a él, un "lo siento" sería más que suficiente para aceptarlos de vuelta en su vida.

 

En el fondo quería aferrarse a la esperanza de tener una familia amorosa, un verdadero lugar al cual llamar "hogar", dónde sentirse amado y protegido. Aunque lo sabía imposible.

 

Ahora eres un rey.- Le repitió Leona, acurrucándose en su espalda.- Alza la cabeza con orgullo y demuéstrales a todos esos carroñeros que eres digno de llevar la corona.

 

— ¿Por qué insistes tanto en eso?

 

— Eres digno de tu bienestar y tu libertad, igual que todos, y no le debes una disculpa a nadie por luchar por ellos y aprovechar todos los recursos a tu alcance para obtenerlos.- Afirmó el monarca.- Quiero que recuerdes eso siempre.

 

Jamil guardó silencio, meditando las palabras de Leona, e hilando una respuesta.

 

De nuevo, se encontró dividido. Una parte de sí creía en las afirmaciones de Leona, sabía que eran verdad; mientras otra no dejaba de aferrarse a todo lo que le inculcaron de niño, infundiendo una ligera sensación de culpa en él.

 

— Habría sido interesante si nos hubiéramos conocido antes.- Sonrió Leona.

 

— ¿Por qué lo dices?

 

— De niño, antes de fugarme de la escuela por primera vez, solía pasar la mayoría de días encerrado en el palacio, con Falena como lo más cercano a un compañero de juegos. Pero ya sabes, diez años de diferencia. Seguramente un adolescente y un niño de preescolar harían una excelente dupla.- Expresó, sonriendo por el evidente sarcasmo.- En una ocasión, una de las sirvientas trajo a su hijo, gracias a un imprevisto. Su madre le dió indicaciones de permanecer en el almacén y no causar molestias, pero yo me escabullí y lo encontré.

 

— ¿Y qué pasó después?- Cuestionó Jamil, imaginando la respuesta gracias a los datos que ahora sabía de la infancia de Leona.

 

— Era un cachorro, quería jugar con alguien de mi edad. Así que lo convencí de salir e ir a mi habitación.- Respondió.- Fue divertido, hasta que su madre notó su ausencia y apareció en mi habitación.- Añadió, sintiendo un sabor amargo en la boca al recordar ese día.- Recuerdo que estaba muy enojada y le gritó, mientras lo arrastraba fuera de mi habitación. Creo que se disculpó conmigo, pero no recuerdo nada, excepto que los seguí hasta el pasillo y ví como lo abofeteaba... No pude contenerme y terminé interponiendome y gritándole que lo soltara. Ya imaginarás el escándalo que siguió.

 

Jamil asintió. Vaya que podía imaginarlo.

 

— Kifaji, como el perfecto entrometido que siempre ha sido, escuchó todo y corrió a decirle a mi madre.- Continuó Leona.- Ella apareció, y decidió que había tenido suficiente. Hizo callar a todos, que esa sirvienta soltara al niño, y me preguntó qué había ocurrido. Le conté absolutamente todo, ella escuchó, y al final dió un veredicto: El niño sería mi compañero de juegos oficial a partir de ese día. Así que podíamos jugar siempre que su madre lo llevara al palacio.

 

El desenlace de esa anécdota sorprendió a Jamil. No podía imaginar a una reina dando tal resolución luego de una transgresión tan grave.

 

Aunque... No sabía nada de la madre Leona en realidad. No había visto un solo retrato de ella en el palacio en todo el tiempo que llevaba viviendo ahí. Leona tampoco la había mencionado antes.

 

— ¿Acaso tu madre era igual a tí?

 

— Falena y el viejo solían decir que yo era su vivo retrato. Kifaji lo repite cada vez que tiene oportunidad.- Confirmó Leona.- Ella era muy diferente al viejo y a Falena. Se preocupaba por los más desafortunados, fue responsable de la creación y dirección de varios programas sociales hasta su muerte... Y con ella, se fue todo su esfuerzo por ayudar al pueblo que la amó tanto como ella lo hizo.

 

— ¿Por qué no hay ningún retrato de ella?

 

Leona dejó escapar una risa amarga, agradeciendo mentalmente que Jamil no podía mirar las pequeñas lágrimas que comenzaron a empañarle los ojos.

 

— Pasó años lidiando con una enfermedad, dió todo de sí y se mantuvo firme hasta el final. Pero finalmente perdió la batalla cuando yo tenía seis años, un par de meses después de que manifesté magia por primera vez.- Comenzó a explicar Leona.- Su muerte fue muy dolorosa para todos. El viejo no soportaba ver nada que le recordara a ella, así que ordenó retirar y quemar todos sus retratos, fotografías, ropa, joyas... Era como si quisiera borrar todo rastro de su esposa.- Añadió con pesar.- Apenas conseguí salvar un par de cosas que llevan años escondidas, y que por suerte nunca encontraron. El resto se perdió hace años.

 

— Lo siento. No debí preguntar.

 

— Está bien. No sabías nada de todos modos.- Suspiró el mayor.- Creo que de haber tenido la oportunidad, el viejo también se habría deshecho de mí. Pero Falena y Kifaji no lo permitieron.

 

— ¿Tan mal se llevaban tú y tu padre?

 

— La mayoría de su atención siempre estuvo centrada en Falena y enseñarle a reinar. No fuimos tan cercanos. De no ser por mi madre, probablemente no habríamos intercambiado más que vocablos, como hicimos después de que ella murió.- Respondió con sinceridad.- Nunca pude perdonarlo por arrebatarme todos los recuerdos de mi madre y obligarme a fingir que nunca existió. Y todos los sucesos que siguieron, solo empeoraron la relación.

 

— Él perdió a su esposa, pero tú perdiste a tu madre...- Murmuró Jamil.

 

— ¿Por qué crees que prohibí retirar los retratos de Falena y mi cuñada, y me negué a usar su alcoba?- Señaló el rey.- Yo perdí un hermano, el pueblo perdió un rey y una reina, Cheka perdió a sus padres, su mundo entero... Y no seré yo quien lo obligue a tragarse su dolor y olvidar a sus padres.

 

Jamil, conmovido por la confesión de Leona, solo asintió, relajándose entre los brazos que aún lo aseguraban, previniendo su caída.

 

— ¿Quién lo diría? Eres un buen tío después de todo.- Bromeó, disponiéndose a dormir.

 

— Tú tampoco lo haces mal, "cariño".- Siguió Leona esa broma, riendo bajo juntos, antes de quedarse dormidos.

 

Quizás no era evidente a simple vista, pero sus vidas tenían más cosas en común de las que podrían haber imaginado al comienzo. Solo era cuestión de descubrirlo.

 

Bien, tenían trece años para lograrlo de todos modos. Por ahora podían descansar y reponer energías para el siguiente y último día de fiesta.

Notes:

Solo para aclarar, TODA la historia de la infancia de Leona, así como su madre son una invención totalmente mía y nada es canon (al menos en lo que se sabe del juego hasta ahora)

Fuera de eso, creo que es todo por ahora.

Chapter 6: Ven conmigo

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Igual que el día anterior, ambos se despertaron antes de que el sol emergiera por el horizonte.

 

Leona se levantó y vistió en un parpadeo, luego de estirarse como un auténtico felino. Jamil siguió su ejemplo en cuanto el rey salió de la habitación en busca de Cheka.

 

Una vez tuvieron al pequeño príncipe con ellos, repitieron el recorrido por las paredes, hasta lograr descender y escabullirse hasta la cochera para montar un auto y marcharse del palacio.

 

De nuevo, se encontraban en los barrios bajos de Sunset Savana, conviviendo con los habitantes de esa zona, participando en las actividades, permitiéndose quitarse las máscaras al menos por un momento.

 

— ¡Leona-san!

 

Repentinamente, una voz desconocida resonó entre la multitud mientras desayunaban, atrapando la atención de Leona.

 

Jamil también giró discretamente la vista con curiosidad, notando de paso la radiante sonrisa que se dibujó en los labios de Leona al ver a un par de desconocidos y levantarse para ir a su encuentro.

 

— Relajate. Es todo tuyo.- Bromeó Ruggie, codeandolo juguetonamente.- Ese par no te lo va a quitar.

 

— ¿Quiénes son?

 

— Compañeros de generación que no repitieron año como Leona.- Rió bajo Ruggie.- Creo que tu esposo te los va a presentar personalmente.

 

Una fugaz mirada por el rabillo del ojo fue suficiente para confirmar las palabras de Ruggie. Leona se acercaba con las dos hienas, hasta volver a su lado.

 

— Así que este fue el pobre desdichado que engatusaste, ¿eh?- Sonrió el más bajo y delgado de los dos.- Ruggie, ¿por qué no le advertiste al pobre a lo que se atenía casándose con este hombre?

 

— Lo intenté, pero no me escuchó.- Rió Ruggie, junto al otro rubio, antes de levantarse para saludarlo con un cálido abrazo fraternal.- Me alegra que hayan podido volver a tiempo.

 

— Habríamos llegado anoche si alguien no hubiera excedido el límite de peso permitido en el equipaje y hecho que perdieramos el vuelo.- Respondió la hiena mayor, señalando acusadoramente a su compañero que permanecía al lado de Leona.- Pero no nos perderíamos la oportunidad de verlos de nuevo y reunirnos como en los viejos tiempos.

 

Ruggie soltó una de sus típicas risas, en conjunto con la otra hiena, que le alborotaba el cabello con cariño. Leona y la hiena más alta no tardaron en unirse a ellos.

 

Jamil solo permaneció en su sitio. No estaba seguro de cómo podría integrarse a esa conversación. Ni siquiera estaba seguro si era correcto intentarlo en realidad. Eran amigos de Leona después de todo.

 

— Jamil.

 

De pronto, la voz de Leona lo sacó del huracán que comenzaba a formarse en sus pensamientos.

 

— Ese hablador es Liam.- Explicó Leona con una sonrisa, señalando a la hiena que se había acercado primero.

 

El rubio asintió, manteniendo su sonrisa, aún al lado de Ruggie.

 

— Fue vicelíder de Savanaclaw antes de abandonarnos y dejarnos a nuestra suerte.- Añadió Leona en son de broma.

 

— Y por lo que Ruggie me ha contado, sin mí es un milagro que ese dormitorio siga en pie.

 

— Hiena habladora.- Rió Leona, junto a los dos, antes de continuar con las presentaciones.- Y este gritón con trenzas es Ethan.

 

— El responsable de que perdieramos el vuelo.- Exclamó sonriente Liam, causando las risas de Ruggie y Leona.

 

— ¡Liam!- Gritó, visiblemente avergonzado Ethan.- ¡No digas esas cosas enfrente de Leona-sama!

 

Vaya que Leona no exageraba con el calificativo de "gritón" después de todo...

 

Por su reacción y comportamiento, el tal Ethan parecía tener demasiado respeto y estima a Leona. Mucho más que Liam o Ruggie, que lo trataban como un compañero más.

 

¿A quién le recordaba esa actitud? Inevitablemente, la imagen de Sebek, ese junior escandaloso de Diasomnia, admirador y seguidor ferviente de Malleus, apareció en su mente, dibujandole una pequeña sonrisa en los labios ante tal coincidencia.

 

Leona no soportaba a Malleus, pero tenía varias cosas en común con él, incluído un seguidor devoto. Vaya ironía.

 

— Bueno, ahora que todos estamos reunidos, podemos comenzar con el itinerario.- Propuso Liam.- ¿Hiciste lo que te pedí, Ruggie?

 

— Por supuesto, ex-jefe.- Rió la hiena más joven, tras dejar una pequeña agenda en manos del mayor.- Todo anotado tal y como pidió. Aunque ayer Leona vino sin avisar y pasó todo el día aquí junto a Jamil y Cheka.

 

— ¿Por qué no me sorprende?- Negó el blondo.- En fin. Leona siempre será Leona. Ahora, será mejor que comencemos cuánto antes si queremos aprovechar el día.

 

Todos estuvieron de acuerdo. Jamil, aún sin tener claro cómo acercarse a los recién llegados, se limitó a tomar a Cheka de la mano y caminar tan cerca de Leona como le fue posible, hasta que el recién coronado rey terminó por tomarle la mano.

 

— Relájate. No muerden.- Bromeó Leona, aún sosteniendo su mano.- Estaremos bien.

 

Jamil solo suspiró y asintió. Por momentos no podía evitar maldecir los agudos sentidos de Leona, y cómo siempre se daba cuenta de su verdadero estado de ánimo.

 

No tenía idea de a dónde se dirigían. Memorizar las interminables calles que parecían laberintos tampoco estaba siendo sencillo. Solo supo que caminaron por varios minutos bajo el sol de la sabana, que era cada vez más intenso, anunciando la proximidad del mediodía.

 

Finalmente llegaron a una plazuela repleta de gente. Era posible observar todo tipo de puestos, desde los que vendían comida, hasta ropa y recuerdos.

 

Jamil no tardó en notar que era solo una pequeña parte, probablemente el centro, de un enorme mercado. Tenía experiencia lidiando con ese tipo de ambientes, pero sabía también lo fácil que era perderse, en especial para un niño tan pequeño y que probablemente jamás había puesto un pie en ese sitio, como Cheka.

 

— ¿Dónde estamos, tío?- Preguntó Cheka a Leona, confirmando las sospechas de Jamil.

 

— El mercado de Sunrise City.- Respondió Leona.- Es perfecto para pasar el último día de fiesta.

 

Jamil suspiró resignado, aferrándose a la mano de Cheka, antes de agacharse a la altura del niño.

 

— Cheka, hay demasiada gente y es fácil perderse aquí.- Comenzó a explicar con calma.- Pase lo que pase, no me sueltes la mano. Pero si llegamos a separarnos, quédate quieto en ese lugar y espera a que Leona, Ruggie o yo volvamos por tí.

 

Las risas de hiena, junto a la de Leona, captaron la atención de Jamil, que no tardó en girar la vista, intentando descifrar el porqué.

 

— Relájate, mamá. Tenemos todo cubierto.- Sonrió Leona, con los brazos cruzados sobre el pecho.- Ethan.

 

La hiena con las trenzas africanas asintió, sonriendo confiado antes de acercarse a Cheka.

 

Jamil de inmediato notó la magia que lentamente se acumulaba en la palma de su mano, y la intriga lo invadió.

 

En la luz o en la oscuridad, sin duda te encontraré. "Find the gold."

 

Un hechizo propio de una magia única, no tenía la menor duda. La verdadera interrogante era, ¿de qué clase de magia se trataba?

 

— Problema resuelto, "cariño".- Afirmó Leona.- Con eso es imposible perder a Cheka.

 

— ¿Qué hace esa magia única?

 

— Ethan.

 

El moreno asintió, antes de levantarse, volver al lado de Leona y repetir el nombre de su magia única, haciendo desaparecer a Cheka justo enfrente de Jamil por unos segundos, y hacerlo reaparecer justo en sus brazos.

 

— El "Find the gold" le permite a Ethan encantar cualquier objeto o persona, y hacerlo aparecer en la palma de su mano en cualquier momento.- Explicó Liam, mientras ayudaba a Jamil a levantarse, tras notar su confusión.- No importa qué tan lejos se encuentren uno del otro, mientras el hechizo esté activo, podrá usarlo en cualquier momento. El único problema es que es de un único uso. Una vez atrae el objeto encantado, debe volver a activarlo.

 

— Pero produce poco blot, así que podemos reactivarlo las veces que sean necesarias.- Añadió Ethan, despeinando el cabello de Cheka, que reía aún emocionado por ese truco.- Leona-sama siempre tiene todo bajo control.

 

— Mejor deja de halagarme y reactiva ese hechizo antes de que mi esposo se ponga celoso y te eche a patadas, Ethan.- Bromeó Leona.

 

La hiena de piel morena asintió y obedeció la indicación de Leona, y el pequeño príncipe volvió al lado de Jamil.

 

Una vez cubierto el problema de la seguridad que tanto preocupaba a Jamil, pudieron comenzar el recorrido por el gigantesco mercado.

 

Cheka estaba maravillado con todo lo que veía, sin dejar de saltar y hacer cientos de preguntas de cada cosa que veía a los adultos que le acompañaban. Leona accedió a comprarle unos cuantos dulces y algo de comida que quiso probar, pero no a comprar un juguete.

 

— Pero, tío...

 

— Tienes cientos de juguetes en casa. No necesitas uno más.- Repitió el mayor, sintiéndose agobiado al saber inevitable un berrinche en pleno mercado.

 

— Pero lo quiero.

 

— La respuesta es "no", y es definitiva.

 

Tal y como Leona esperaba, los ojos de Cheka no tardaron en cristalizarse por las pequeñas lágrimas, a la par que sus labios se curvaban hacia abajo y comenzaban a temblar.

 

Jamil, como jamás imaginó que haría, agradeció mentalmente la experiencia que haber trabajado como sirviente toda su vida le había dado.

 

Con tranquilidad, se agachó frente a Cheka, hasta quedar a su altura, y le sujetó suavemente una mano, haciéndolo mirarle a los ojos.

 

— Leona tiene razón. No necesitas un juguete nuevo.- Explicó con una dulzura casi maternal.- Pero, quizás podamos hacer una limpieza de clóset mañana, elegir algunos juguetes que ya no uses, obsequiarlos, y así hacer espacio para uno nuevo. ¿Te parece bien?

 

— ¿De verdad, Jamil?

 

— Claro.- Sonrió el joven.- Te traeré personalmente para comprarlo en cuanto hagamos la limpieza. Mientras, podemos mirar los demás puestos, así conocerás todas las opciones para elegir y sabremos a dónde volver.

 

De nuevo, los ojos de Cheka se iluminaron y su sonrisa regresó, asintiendo emocionado. Devolvió el muñeco a su sitio, y tomó la mano de Jamil, listo para continuar con el recorrido.

 

— Agradecele a Jamil haberte salvado el trasero.- Murmuró Ruggie con burla.- Un berrinche del príncipe sin duda habría llamado la atención de la guardia real, y un cachorro habría arruinado tu perfecto plan.

 

Leona solo soltó un pequeño gruñido, ignorando las risas de Ruggie y Liam, y continuó su andar, hasta darle alcance a Cheka y Jamil.

 

El recorrido a través del mercado finalizó cuando llegaron a la zona centro, el corazón de Sunset Savana.

 

La enorme fuente se alzaba majestuosa para todos los visitantes que no dejaban de tomar fotos y videos conmemorativos.

 

Leona sugirió ir a un centro comercial cercano, y todos lo siguieron. Dentro no era la excepción al festejo; las tiendas abarrotadas y el enorme flujo de gente entrando y saliendo eran una demostración clara.

 

— Liam, Jamil, ustedes esperen aquí con Cheka.- Comenzó a indicar Leona, cuando estuvieron cerca del patio de comidas.- Ethan, Ruggie, vengan conmigo.

 

— Como digas, jefe.- Respondieron las hienas. Liam y Ruggie con burla, Ethan más serio y genuinamente dispuesto a seguir a Leona en el que fuera su plan.

 

Jamil apenas se permitió soltar un pequeño y discreto suspiro, aún sosteniendo a Cheka de la mano, mientras aguardaban sentados en una banca el retorno de Leona y los demás.

 

Ruggie sabía la verdad detrás de su matrimonio, pero Cheka no, y no sabía si Ethan y Liam habían sido informados por Leona. Era mejor prevenir que lamentar, así que debía mantener la fachada.

 

— ¿A dónde fue mi tío, Jamil?- Preguntó Cheka, oscilando entre la curiosidad y el aburrimiento.

 

— No estoy seguro.- Admito.

 

Cheka suspiró, a la par que sus orejas se aplastaban contra su cabeza, y su expresión se tornaba en fastidio.

 

— Liam-san, ¿tiene alguna idea de a dónde fueron?- Preguntó Jamil a la hiena.

 

— Por la hora que es, y conociendo a Leona... Creo que tengo una posible respuesta.- Rió el rubio.- Aunque no quisiera arruinar la sorpresa.

 

— ¿Sorpresa?

 

Las palabras de Liam llamaron la atención de Cheka, que no tardó en preguntar, mientras sus orejas volvían a erguirse. Los adultos solo sonrieron, negando en silencio.

 

— ¿Qué sorpresa?

 

— Tendrás que esperar para verlo.- Respondió Liam, con la típica risa de las hienas.- ¿Por qué no jugamos algo para matar el tiempo?

 

— ¿Un juego?

 

— ¿Saben jugar póker?

 

— En Night Raven College llegué a observar a algunos chicos del club de juegos de mesa jugar en la cafetería o en la sala común de Scarabia durante los descansos.- Respondió Jamil.- Pero jamás lo he jugado. No conozco las reglas.

 

— No es tan difícil.- Afirmó Liam con una sonrisa, tras hacer aparecer un mazo de cartas en su mano izquierda.- Creo que puedo enseñarles lo básico mientras Ruggie y los dos chiflados regresan.

 

Jamil no estaba muy convencido, pero las palabras de Leona el día anterior, respecto a sus prejuicios, resonaron en su mente. Era solo un juego después de todo. Finalmente asintió, mostrando una suave sonrisa, observando a Cheka saltar emocionado.

 

Liam les explicó brevemente las reglas del juego, y colocó las cartas boca abajo sobre la banca, a modo de evitar ver los valores de cada una.

 

— ¿Esto está bien así?

 

— Cheka, no debes mostrar tus cartas hasta el final del juego.- Señaló Jamil con una pequeña sonrisa, mientras Liam reía bajo de fondo.

 

— Bueno, habrías perdido de todos modos. Es la mano más débil.- Bromeó Liam, mostrando sus cartas.- Tengo una escalera.

 

Full house.- Declaró Jamil, mostrando sus cartas, alzándose como el ganador de la ronda y de las apuestas.

 

— Vaya. Aprendes rápido.- Sonrió Liam.- Bien hecho, pero quiero la revancha.

 

— Por supuesto.

 

Las cartas fueron devueltas al mazo y barajadas por Liam con una habilidad sorprendente. De nuevo, los tres tomaron cinco naipes, e hicieron la respectiva apuesta.

 

Paso.- Dijo Cheka, haciendo varios gestos.

 

Duplico la apuesta.- Sonrío confiado Jamil, colocando un par de monedas en el centro, junto a un par de naipes.- Y cambio dos cartas.

 

Pago.- Rió bajo Liam, imitando las acciones de Jamil.

 

Los dos mayores tomaron sus respectivas cartas del mazo, y devolvieron la vista a sus juegos.

 

Doblo la apuesta.- Sonrió Liam, tras ver su juego, colocando cuatro monedas en el centro.

 

Pago.- Siguió Jamil.

 

Pago.- Repitió Cheka.

 

Los tres colocaron sus respectivas apuestas, listos para revelar sus jugadas, cuando se vieron interrumpidos.

 

— ¿Qué están haciendo?

 

La voz de Leona casi los hace saltar de sus asientos, como gatos erizados, haciendo reír a Ruggie.

 

— No me digas que aceptaste apostar con Liam, Jamil.- Rió Ruggie.- ¿Cuántos madols perdiste?

 

— Ninguno.- Respondió tranquilo.- Gané el primer bote. Estábamos por mirar el resultado de la segunda ronda.

 

Leona, Ruggie y Ethan intercambiaron unas miradas, antes de observar a Liam, que solo soltó una pequeña risilla, antes de suspirar y negar con la cabeza en silencio. Era mejor dejarle averiguarlo por su cuenta.

 

Póker.

 

Escalera de color.- Mostró Liam, sin borrar su sonrisa, demostrando la derrota de Jamil.

 

— Te lo dije.- Se encogió de hombros Ruggie.- Liam te dejó ganar el primer juego para que te confiaras y subieras la apuesta en el segundo. No hay forma de ganarle en el póker. Incluso los chicos del club de juegos de mesa le pedían tutorías para las competencias.

 

— Y era un fastidio tener a todos esos nerds temblorosos rondando durante los entrenamientos de Spelldrive.- Añadió Ethan, con los brazos cruzados, mientras miraba a su camarada.- Por su culpa casi terminan lesionados elementos valiosos del club y del dormitorio. Todo porque los dejó en ceros en primer año y jamás olvidaron esa "hazaña".

 

— Y ni hablar de cómo fue prácticamente el responsable de darle al diablo el mejor tridente para pincharle el trasero a todos en su último año.- Bufó Leona, causando la risa pícara de su antiguo subordinado.- Este tipo logró estafar al mismísimo cefalopunk y salvar a los idiotas de Savanaclaw que terminaron atrapados en el primer incidente de los contratos. Pero también le enseñó varias de sus tácticas.

 

— Ah, ¿cómo olvidar al pequeño Azul?- Rió Liam, jugando con sus cartas.- Supe por Ruggie que repitió su hazaña hace un año. ¿Acaso los cachorros no aprendieron la lección?

 

— Por suerte la mayoría lo hicieron, y casi nadie de Savanaclaw cayó en ese truco.- Respondió Leona.- Ruggie y los demás les advirtieron del peligro, y que ese año no habría una "madre Liam" que fuera a rescatarlos si caían en la trampa del pulpo.

 

Liam solo rió, encogiéndose de hombros.

 

— Yo aún no mostré mis cartas.- Interrumpió Cheka.- Conseguí una escalera real.

 

El pequeño príncipe mostró los cinco naipes, sorprendiendo a todos, incluído el propio Liam.

 

— Jamil dijo que no mostrara mis cartas hasta el final del juego.- Mencionó el niño con una sonrisa.- Pero recordé que Liam dijo que esta era la combinación más fuerte y más difícil de conseguir. Así que solo la escondí y esperé a que ellos terminaran de intercambiar sus cartas.

 

Diez, jota, reina, rey y as de tréboles. Una perfecta escalera real.

 

Los cinco jóvenes observaron con incredulidad los naipes por varios segundos, preguntándose por instantes si la vista los estaba traicionando. Hasta que Leona soltó una pequeña risa, secundado por Ethan, Ruggie, y finalmente Liam.

 

— Un niño de cinco años te ganó en tu propio juego...- Sonrió Leona.- Si cefalopunk o cualquiera de esos nerds que estafaste lo supieran, seguramente arrojarían espuma por la boca.

 

— Bueno. Esto es un juego de estrategia y suerte después de todo.- Simplificó el rubio, manteniendo su sonrisa tranquila.- Bien jugado, cachorro. El bote es tuyo.

 

Liam extendió el pequeño montón de monedas hacia Cheka. El niño sonrió y las tomó emocionado, comenzando a contar su pequeño botín, mientras el resto lo miraba con ternura y algo de diversión.

 

— Por cierto, ¿a dónde fueron?- Preguntó Jamil, mirando a Leona.

 

— A conseguir algo de comida.- Respondió el rey, mostrando una de las bolsas de papel que habían llevado.- Creo que a Cheka le puede gustar esto.

 

El príncipe terminó de guardar apresurado las monedas y clavó sus ojos en su tío, tras correr hacia él, ansioso por averiguar cuál era la sorpresa.

 

Leona suspiró y extrajo una pequeña caja de cartón decorado y colorido, con forma similar a una lonchera, de la bolsa, dejándola en manos de su sobrino.

 

Jamil miró la caja, aún consternado, intentando comprender qué estaba sucediendo, mientras Ethan le entregaba una caja idéntica a Liam, y Ruggie se hacía de una más. Para cuando Leona dejó una en sus manos, apenas fue capaz de parpadear.

 

— Vaya. Hace tiempo que no veníamos juntos por unas de estas.- Rió Liam.- ¿Cuándo fue la última vez?

 

— Durante el Tamashina Mina hace tres años, cuando ayudamos a Leona-sama.- Respondió Ethan.- Un año antes de que Ruggie entrara a Night Raven College.

 

— Cierto.

 

Sin mayor apuro, Liam extrajo el sándwich de carne del interior de la caja, retiró parte del envoltorio y comenzó a comer. Acción que fue imitada por Ruggie y Ethan.

 

Cheka observó las acciones de los mayores, y lleno de curiosidad, abrió la caja y observó el contenido, chillando emocionado solo un par de segundos después.

 

— ¡Mira, Jamil!- Exclamó con ese típico brillo infantil en los ojos, mostrando el pequeño peluche regordete de león.- ¡Venía en la caja con la comida!, ¿no es lindo?

 

— Claro.- Asintió Jamil, mordiéndose el labio en un intento de contener la risa, y Ruggie y Leona rápidamente notaron la causa.- ¿Verdad, Leona?

 

El rey solo soltó un pequeño gruñido y desvió la vista tras darle un mordisco a su sandwich. Ruggie estalló en carcajadas, mientras Jamil reía de un modo más discreto, recordando la primera invasión de Tsums en la escuela, y cómo Leona había odiado y seguía odiando a su pequeña réplica esponjosa. Ese peluche era bastante parecido a la diminuta criatura misteriosa.

 

Luego de que el ataque de risa cesara, todos comenzaron a comer el contenido de las pequeñas loncheras: Un sándwich de carne especial, un cono de papas fritas, un vaso de soda, y un pequeño pie de manzana.

 

Jamil conocía ese tipo de comida rápida. De niño, Kalim había visto un comercial de televisión, e insistido a su padre por una. Así había terminado yendo sólo a sus escasos cinco años, al corazón de la Ciudad de la seda, bajo el ardiente sol del mediodía, para comprar uno de esos paquetes.

 

Recordaba cómo Kalim casi hizo trizas la caja apenas la tuvo en sus manos, ignorando toda la comida, en busca del juguete de colección que iba incluído en cada compra. No era más que una figura de acción de plástico barato, nada en comparación al almacén de juguetes costosos que Kalim poseía, pero por alguna razón que Jamil aún no comprendía, para el primogénito de la casa Asim fue como un tesoro. Y para él, el comienzo de una pesadilla, al terminar haciendo ese tortuoso recorrido cada día por un mes entero, hasta que Kalim consiguió completar la colección de esos juguetes.

 

Jamás probó la comida de esas cajas, a pesar de que Kalim le ofreció compartir tanto la hamburguesa como los complementos varias veces. Lentamente comenzaba a aprender su lugar en esa finca, y temeroso de ganarse un castigo por parte de sus padres, siempre se negó a la oferta de Kalim. Su miedo era más fuerte que su curiosidad.

 

— ¿Qué pasa?

 

La voz de Leona a su lado lo sacó de sus pensamientos, devolviéndolo al presente, notando cómo sostenía el sándwich aún envuelto en su mano, mientras el resto lo observaba.

 

— Pruébalo, Jamil.- Le sonrió Cheka, con unas cuantas migas en los labios.- Está rico.

 

— Relájate, Jamil. El sándwich no va a comerte en cuanto le quites el envoltorio.- Bromeó Ruggie, soltando una pequeña risa.- Y puedo asegurar que no está envenenado.

 

Jamil solo mostró una suave sonrisa y asintió, quitando el papel a la par que trataba de disimular el temblor en sus manos.

 

El sándwich era diferente a la hamburguesa que conocía, pero igualmente estaba lejos de ser alguno de los platillos pretenciosos a los que estaba habituado a preparar y observar. Sin duda, no era algo que comería, ni permitiría consumir a diario a un niño, pero una no lo mataría.

 

— ¿Ves que no era tan malo?- Preguntó Leona con una sonrisa de lado, tras observarlo abrir los ojos al dar un primer bocado.- Sé que no está ni cerca de igualar el sabor de la carne de las Arenas Escaldantes, pero pensé que te agradaría más que uno clásico.

 

— Las especias son diferentes y le faltan algunos condimentos.- Confirmó Jamil.- Pero no está tan mal.

 

Leona solo sonrió al verlo darle otro mordisco al emparedado, y comer mucho más relajado que al comienzo. El resto del almuerzo continuó con tranquilidad, entre bromas, anécdotas, recuerdos, e incluso un par de rondas de póker al terminar la comida, esta vez con Ruggie como dealer, repartiendo las cartas y colocando las cartas comunitarias en el centro.

 

Me retiro.- Suspiró Leona luego de unos segundos, dejando las cartas sobre el banco.

 

Duplico la apuesta.- Mencionó Cheka, empujando las monedas sobre el banco, junto a una carta, ante la atenta mirada de todos.

 

Todos se habían retirado, solo quedaban él y Liam, pero el joven príncipe no se veía ni un poco nervioso.

 

Pago.- Accedió Liam luego de unos segundos, imitando las acciones de su pequeño rival.

 

Ruggie entregó las respectivas cartas a ambos jugadores, y colocó el último naipe comunitario en el centro. Era momento de revelar las jugadas y conocer al ganador.

 

Ambos mostraron sus manos, y el final del juego quedó sellado.

 

— Gana Liam con una escalera.- Anunció Ruggie.

 

Cheka soltó un suspiro, aceptando su derrota. Jamil no tardó en acercarse a él y palmearle la espalda, ofreciéndole una dulce sonrisa.

 

— Nada mal para ser de tus primeros juegos, cachorro.- Le sonrió Leona, revolviendole el cabello.- Aprendes rápido.

 

— No te desanimes, pequeño.- Añadió Liam, entregándole un madol.- Así es este juego y la vida. A veces se gana y a veces se pierde, pero la única forma de ganar, es arriesgándose al fracaso.

 

Cheka aceptó la moneda, con una sonrisa radiante nuevamente, y asintió.

 

— ¿Me puedes seguir enseñando a jugar?

 

— Con gusto lo haría, pero la universidad apenas me deja respirar.- Bromeó la hiena.- Mañana tengo que volver al País del Piroxeno junto a Ethan. Solo espero que "alguien" no vuelva a exceder el peso permitido del equipaje.

 

— ¿Algún día vas a perdonarme por eso?- Reclamó el moreno.

 

— No lo hará.- Bromeó Leona, mirando de reojo a Jamil.- Yo llevo un año pidiendo perdón por algo similar, y sigo sin ser perdonado.

 

Jamil solo puso los ojos en blanco brevemente, manteniendo una sonrisa divertida en los labios. Comenzaba a tomarle aprecio a ese pequeño chiste local.

 

— Ve el lado amable, Liam. Ethan al menos no secuestró a nadie por un día.- Rió Ruggie.

 

— Lo tendré en cuenta.

 

Todos terminaron riendo por esa broma, antes de limpiar y recoger todo y retirarse. El día estaba por terminar y la familia real debía volver al palacio para la última cena con los invitados.

 


 

— ¡Tío!, ¿cuándo podemos volver a ir por otra de esas cajas con juguetes?- Preguntaba emocionado Cheka, dando pequeños saltos en la cama, con el pijama puesto.

 

— Si te comportas y haces tus tareas, te llevaré la próxima semana por una.- Respondió el mayor.

 

— ¿Podemos invitar a Ruggie, Ethan y Liam de nuevo?

 

— Los tres están ocupados. Ruggie regresa mañana a Night Raven College, y Liam y Ethan al País del Piroxeno.- Aclaró.- Quizás Ruggie tome un trabajo de medio tiempo ahí durante las vacaciones.

 

— Yo quiero que Liam me enseñe a jugar tan bien como él.

 

— Las personas no son tus juguetes personales.- Le señaló Leona al observar el comienzo de un berrinche.- Pórtate bien y le pagaré por un par de clases por videollamada durante las vacaciones.

 

Cheka asintió, antes de meterse bajo las mantas, listo para el cuento de aquella noche.

 

Jamil sonrió divertido, y comenzó un nuevo relato, auxiliado como siempre por Leona para algunos diálogos. Y como ya se había vuelto habitual, Cheka se quedó dormido cerca del final, dejando inconclusa la historia.

 

Luego de arropar al príncipe, ambos se retiraron de la habitación, encomendando su cuidado a las guardianas reales, antes de partir a la alcoba matrimonial.

 

Una vez ahí, se repitió el mismo ritual que la noche anterior. Turnandose para usar el baño, y una vez limpios y con la pijama puesta, tomar su lugar en la mullida cama. Y de nuevo, Leona volvió a abrazarlo por la cintura, alejándolo del borde del colchón.

 

— ¿Qué te pareció el día con el trío de carroñeros?

 

— No estuvo tan mal.- Admitió.- Liam es agradable. Ethan algo ruidoso, pero no tanto como Sebek.

 

— Sí, ese par siempre ha sido así.- Rió bajo Leona.- Ethan ha sido mi más fiel aliado, quizás más que Ruggie desde que éramos niños.

 

Esa última declaración llamó la atención de Jamil. ¿Desde niños?

 

— ¿Recuerdas cómo me gané el respeto de unos niños que conocí cuando me escapé de la escuela?- Preguntó Leona. Jamil asintió.- Ethan y Liam eran esos niños.

 

Los ojos de Jamil se abrieron con sorpresa, pero ahora varios pequeños detalles observados a lo largo del día cobraban sentido y reforzaban las palabras de Leona.

 

— Ethan me retó a una pelea, Liam trató de impedirlo, pero igual terminamos golpeandonos. Por eso solemos llamarlo "la madre del grupo."- Continuó Leona.- Luego de que le ganara, Ethan me reconoció como alguien digno de respeto, y decidimos ser aliados. Ese día, luego de descubrir el lujo que representaba para ellos un simple sándwich especial, me ofrecí a pagar los suyos. Fue la primera vez que comían uno en sus vidas, y también la primera vez que tenían una de esas cajas.

 

Así que por eso tienen un valor especial para ustedes.- Murmuró Jamil.- Al menos ustedes tienen buenos recuerdos con ese tipo de cosas.

 

— ¿Qué hizo Asim para arruinar algo así?

 

Jamil suspiró y procedió a contarle su experiencia con ese tipo de comida rápida. Leona lo escuchó atentamente, debatiéndose entre la gracia y la indignación ante tal historia.

 

— Maldita sea... ¿Acaso tenían como pasatiempo encontrar formas cada vez más creativas de hacerte miserable?

 

— Incluso yo me lo pregunto por momentos.- Se encogió de hombros Jamil.- Por suerte, poco después de que completara la colección, trataron de envenenarlo por primera vez. Desde entonces no lo dejaron comer nada que no fuera preparado en la finca y previamente probado por mí o algún otro sirviente, hasta que entramos a Night Raven College.

 

— E incluso ahí seguía teniéndote a ti para cumplir todos sus caprichos.

 

— No tenía opción.- Suspiró Jamil.- Cuando recibí la invitación, estaba demasiado felíz, pensé que al fin podría alejarme de él al menos por unos años... Luego Kalim fue a pedirle a su padre ir conmigo, y ya sabes todo lo que pasó después.

 

— Night Raven College puede ser un desastre gracias a Crowley, pero el espejo de la oscuridad siempre ha sido imparcial al momento de elegir a los nuevos estudiantes.- Mencionó Leona.- Ethan, Liam y yo recibimos la invitación casi al mismo tiempo. Para ellos era una oportunidad de oro que no podían despreciar, para mí un boleto lejos de los berridos de un recién nacido... Así que terminamos aceptando, y luego fuimos colocados en Savanaclaw.- Añadió.- Hasta la llegada de Asim, creí que Crowley al menos tendría la decencia de respetar las reglas establecidas desde la fundación de la escuela y cada uno de los dormitorios. Ahora sabemos que el dinero puede comprar casi todo.

 

— No es-

 

— Conocí al anterior líder de Scarabia.- Interrumpió Leona.- Esa grabadora andante no era de mi particular agrado, pero sé que no era estúpido. Jamás habría elegido a Asim como su sucesor.

 

— No lo hizo. Yo fui el verdadero elegido.- Confesó finalmente Jamil en un suspiro derrotado.- No había mucho qué hacer de todos modos.

 

— Si te sirve de algo, creo que habrías sido un excelente líder de dormitorio.- Murmuró el rey.- Prácticamente has sido el verdadero líder de esos herbívoros desde hace un año.

 

Jamil no supo qué responder, permaneciendo en silencio por unos segundos. Sus errores del pasado aún lo atormentaban cada tanto. Hace tiempo que dudaba si realmente habría sido un buen heredero del liderazgo de Scarabia.

 

— Un verdadero líder sabe dirigir a sus subordinados, es el más apto para comandarlos, y está listo para dar la cara por ellos en cualquier momento.- Añadió Leona, tras notar su cambio de humor.- Como tú has hecho todo este tiempo.

 

— Sabes que por algo Yuu, Grimm, Azul y los Leech tuvieron que intervenir, ¿cierto?

 

— Un líder no está exento de cometer errores.- Resolvió el mayor.- A veces solo queremos lo mejor para quienes confían en nosotros, pero terminamos errando en el camino. Al menos tú tenías esa intención.- Añadió.- Solo mírame. Un enano obsesionado con las reglas, un herbívoro sin magia, una bola de pelo, y dos juniors me dieron una paliza cuando perdí el control, cegado por mi orgullo y egoísmo. Eso es mucho peor que hacer esforzarse a un montón de holgazanes.

 

Jamil solo soltó una pequeña risa ahogada, asintiendo a las palabras de Leona. Su estadía en S.T.Y.X dejó expuestas demasiadas cosas que no les enorgullecían en absoluto, pero al menos les habían hecho ver que no eran los únicos que habían cometido un error.

 

— Quizás tienes razón.- Murmuró, tras soltar un bostezo.- Pero ahora en serio necesito dormir.

 

— Tus deseos son órdenes, "cariño".- Rió el rey, acurrucándose contra la espalda de su consorte.

 

Jamil mostró una pequeña sonrisa, para luego cerrar los ojos y dejarse atrapar por el sueño.

Notes:

*Solo como aclaración*
Ethan y Liam. Son dos OCs basados en las dos hienas faltantes. Ethan en Banzai, siendo el "secuaz leal, pero impulsivo", y Liam en Shenzi, siendo "el líder del grupo, caracterizado por su astucia y carácter dominante."
Los creé para ser los primeros seguidores de Leona en NRC, además de unos amigos de la infancia y unas de sus razones para ser tan cercano a la gente y porqué quiere generar un cambio. Igual, no será la última vez que aparezcan por aquí~

Chapter 7: Velada

Notes:

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Chapter Text

Las celebraciones por la boda y la coronación habían terminado oficialmente, y el momento de asumir las responsabilidades llegó.

 

Aún era complicado adaptarse a su nueva vida. Despertarse, aceptar la ayuda para vestirse y arreglarse para comenzar el día— aún si le resultaba incómodo—, bajar a desayunar, acompañar a Cheka a la escuela, volver al palacio y ocuparse de apenas un par de asuntos, antes de reunirse con Leona y Cheka— a veces solo con el pequeño príncipe si Leona estaba demasiado ocupado— a la hora del almuerzo, ayudar al niño con los deberes escolares y acompañarlo en sus sesiones de tutoría en diferentes áreas, completar sus propias tutorías...

 

Todo para reunirse de nuevo en el comedor para la cena, antes de llevar a Cheka a su habitación junto a Leona, y contarle una de las historias para dormir. Luego volver al dormitorio, tomar una ducha y dormir al lado de Leona, tras conversar un poco sobre el día.

 

Así se había evaporado un mes de su vida sin notarlo, la última vez que había dejado Sunrise City fue para presentar el examen de acreditación en Night Raven College, dos semanas después de su boda.

 

Y ahora, se encontraba sentado frente a Leona en un avión, en la sección de primera clase, rumbo al Reino de las rosas, jugando nervioso con el anillo en su dedo.

 

— Relájate. Todo estará bien.- Le dijo Leona, luego de terminar un vaso de limonada.- Con suerte podremos irnos apenas demos nuestro reconocimiento.

 

— Solo no quiero echar a perder todo.- Murmuró Jamil.- Es un evento demasiado importante.

 

— Kifaji no se cansa de alardear sobre tu excepcional desempeño en tus lecciones.- Señaló el rey.- Ensayamos esto por semanas. Lo harás bien.

 

— Es la coronación del nuevo rey, Leona.- Suspiró el más joven.- No podemos tomarnos esto a la ligera. Un solo error podría costar muy caro.

 

Leona dejó de lado el vaso en su mano, y sujetó con suavidad la palma de Jamil, logrando desviar su atención lo suficiente para calmarlo un poco.

 

— En el Reino de las rosas, la celebración es mucho menor que en Sunset Savana. Solo dura un día.- Comenzó a explicar.- Sé que memorizaste a la perfección el protocolo: Solo llegamos al aeropuerto, tomamos el auto hasta el palacio, nos sentamos en nuestros lugares, soportamos la endemoniada ceremonia, pasamos a la fiesta mientras rezamos no cruzarnos con el lagarto y sus secuaces, o Asim.- Continuó, logrando hacer sonreír brevemente a Jamil.- Damos nuestras felicitaciones al nuevo rey, esperamos unos minutos, y luego nos fugamos apenas bajen la guardia. Sencillo, ¿no?

 

— Lo es si lo pones así.- Concedió Jamil.- Pero un movimiento en falso y todo se acabó.

 

— Lo hemos hecho bien hasta ahora.- Sonrió confiado Leona, antes de dejar un corto beso en el dorso de su mano, sobresaltando a Jamil.- Podemos lograrlo, "cariño".

 

Jamil finalmente suspiró y asintió, desviando la mirada, mientras intentaba aplacar el sonrojo en su rostro por la repentina acción de Leona.

 


 

Tal y como Leona había mencionado y habían repasado una y otra vez, todo el itinerario transcurrió según lo planeado.

 

Llegaron puntuales para tomar sus lugares en el salón donde se llevó a cabo la coronación, y al finalizar, avanzaron hasta la enorme sala del trono, dónde hicieron la entrega de sus respectivos regalos y felicitaciones, y siguieron al salón de baile donde la fiesta dio comienzo unos minutos después.

 

La música de violines, chelos, órgano y clarinetes comenzó a sonar, amenizando el ambiente con notas tranquilas y dulces, invitando a todos a unirse al baile en la pista o socializar con los demás invitados.

 

Jamil se mantenía cerca de Leona, sujetándose de su brazo como si su vida dependiera de ello. A pesar de su sonrisa y expresión tranquila, estaba nervioso, y Leona lo notó al instante.

 

— Tranquilo. Lo has hecho bien.- Le susurró el rey, con una copa de vino tinto en la mano.- Todo estará bien. Queda poco para que podamos irnos.

 

Jamil asintió, dándole un sorbo a su propia copa en un intento de calmar sus nervios.

 

Estar rodeado de tantas personas influyentes le traía recuerdos no gratos. Le era imposible ignorar todas las miradas sobre él, claramente juzgandolo y especulando sobre él en silencio, mientras le sonreían con descarada hipocresía.

 

Al aceptar el trato de Leona, sabía a lo que se atenía. Era consciente de que todos sabrían su pasado como sirviente, y toda la controversia que eso generaría. Sería tachado de caza fortunas, alguien que no dudó en meterse a la cama de un noble para mejorar su posición, quizás un esposo trofeo, un idiota con una cara bonita que aceptó casarse con un noble sin saber en qué se estaba metiendo en el mejor de los casos...

 

Sabía todo eso, intentó prepararse mentalmente para soportarlo. Pero no dejaba de causarle incomodidad.

 

¿Jamil?

 

Cuando esa voz llegó a sus oídos, de inmediato reconoció al dueño, y al alzar la vista lo confirmó.

 

Iago... Sama.- Respondió, dudando ante la forma en que ahora debía referirse al pelirrojo frente a él.

 

— No cambias por más que pasen los años.- Negó con una sonrisa encantadora, mientras un par de mechas azules caían sobre su rostro, contrastando con su piel bronceada.- Leona-sama. Es un gusto verlo de nuevo.

 

— Quisiera decir lo mismo, Thunderbird.- Replicó Leona con la sonrisa engreída que le caracterizaba.- Pero tu presencia casi siempre es anticipación a la desgracia.

 

El pelirrojo solo mantuvo su sonrisa, balanceando con gracia su larguísima coleta, justo antes de que sus ojos ámbar señalaran un par de figuras aproximándose.

 

Leona reconoció a ambos, y suspiró con cansancio.

 

— Oh, Leona Kingscholar.- Pronunció acompañado de un siseo uno de los recién llegados.- Pero qué agradable sorpresa.

 

— Parece que Thunderbird fue solo la primera señal de mal agüero, Ka'al.- Replicó el rey.- Y tú llegas con el mal encarnado.

 

— También es un gusto verte de nuevo, Kingscholar.- Sonrió el otro recién llegado.- Tiempo sin ver a nuestro antiguo líder de dormitorio. Desde la graduación hace dos años, ¿cierto? Escuché que al fin lograste graduarte de Night Raven College.

 

Leona soltó una pequeña risa amarga, a la par que cruzaba los brazos sobre el pecho.

 

Jamil al instante reconoció esos gestos. Quién fuera el hombre bestia tigre frente a ellos, no era del agrado de Leona, y si dejaba escalar las cosas, terminarían causando un alboroto en plena fiesta.

 

— Simplemente decidí vigilar mi pequeño reino un tiempo más, Skere Khan.- Siseó Leona.- ¿Tú al fin lograste algo importante por tu cuenta, o solo te conformas con seguir las órdenes de tu familia como un gato doméstico?

 

Skere borró su sonrisa en un segundo, gruñendo y mostrando los colmillos a Leona, que no tardó en imitarlo.

 

Ambos estaban dispuestos a atacar, siendo sostenidos por sus acompañantes, mientras Iago se interponía entre los dos, intentando hacer el menor escándalo posible.

 

— ¡Leona-senpai!

 

Por suerte— o desgracia—, una jovial y tersa voz hizo eco, deteniendo la riña por completo, al forzarlos a separarse y recobrar la compostura.

 

El rey recién coronado acababa de aparecer justo frente a ellos.

 

— Hola de nuevo, Dauphin.- Suspiró Leona.- Y también Absolem.

 

— Es un placer verlo de nuevo.- Respondió el chico de cabello de un rubio tan dorado como el sol.- Gracias por asistir.

 

— Te dije que asistiría a tu coronación cuando finalmente decidieras tomar tu destino.- Sonrió el más alto.- Yo siempre cumplo mi palabra.

 

El nuevo rey asintió, aún con la dulce sonrisa en sus labios y expresión despreocupada, hasta que sus ojos negros observaron a Jamil, y el carraspeo de su acompañante le recordó su error.

 

— Ah, naturalmente, también es un gusto verlos a todos los demás.- Rió nervioso.- Gracias por venir.

 

Los invitados solo asintieron con una sonrisa cortés, a excepción de Leona, que dejó escapar una pequeña risa, divertido por el torpe actuar del chico. Louis Dauphin no cambiaba por más que pasara el tiempo, y Blue Absolem tampoco.

 

— Tu tío y su esposa asistieron a mi boda y coronación como última visita diplomática como rey y reina. Así que aún no has conocido a mi esposo.- Señaló Leona, con un brazo rodeando los hombros de Jamil.- Él es Jamil, mi rey consorte. Jamil, él es Louis Dauphin, Louis XVI a partir de hoy, el nuevo rey del Reino de las rosas.- El rubio hizo una leve reverencia, con esa sonrisa eterna en el rostro.- Y él es Blue Absolem, su mano derecha.

 

— Es un gusto al fin conocerlo, Jamil-san.- Le sonrió el blondo.- Mis tíos me hablaron mucho de usted.

 

— Igualmente, Majestad.

 

El rey recién coronado hizo una última reverencia y se despidió del pequeño grupo para continuar saludando al resto de invitados, y apenas desapareció de su campo de visión, la tensión regresó.

 

— Leona.- Murmuró Jamil, sujetándolo del brazo, mientras Ka'al hacía lo mismo con Skere, aún con Iago entre las dos parejas, listo para detener una riña.- ¿Qué dijimos sobre no hacer nada estúpido?

 

Leona soltó un gruñido bajo, pero cedió, relajando los músculos de sus brazos y cerrando momentáneamente los ojos, antes de respirar profundo y soltar el aire en un suspiro.

 

Apenas consiguieron evitar una pelea, una nueva pista comenzó a sonar a manos de la orquesta en vivo, y supieron de inmediato de cuál se trataba y el protocolo a seguir.

 

— ¿Jamil?- Preguntó Iago, con la sonrisa encantadora que siempre había sido su sello personal.

 

Jamil dió una rápida mirada hacia Leona, quien solo asintió de forma discreta. En esa pieza se debía invitar a bailar a alguien que no fuera tu acompañante.

 

— Claro.- Respondió finalmente, resignado, tomando la mano del pelirrojo, aceptando la invitación.

 

Iago no dudó en conducirlo a la pista de baile, dejando atrás a los demás.

 

Leona los vió alejarse, dió una rápida mirada a su entorno y cómo cada vez más parejas se sumaban a la pista. Sabía que durante la siguiente melodía debían intercambiar parejas hasta reencontrarse con su acompañante, y bailar un último vals juntos.

 

— Ka'al, vamos.

 

Sin darle opción ni oportunidad a negarse, tomó de la mano al chico con ojos de reptil, y lo llevó consigo hasta la pista de baile, ignorando el desconcierto y reclamos de Skere.

 

— Como en los viejos tiempos, ¿no, Leona?- Rió el castaño, con ese siseo que era su característica principal al hablar, mientras su lengua bífida, propia de las serpientes, se asomaba por segundos entre sus labios.- Oh, qué recuerdos...

 

— ¿Te refieres a los días que pasamos en el palacio, o a las pocas semanas luego de reencontrarnos en Night Raven College, antes de que me traicionaras por ayudar a ese imbécil niño mimado?

 

— Oh, Leona. Sabes que no quise hacerlo.- Alegó con falso pesar.- Pero sabes que mi magia no es la gran cosa. Nada en comparación a Skere. ¿Crees que estaba en posición de negarme?

 

— ¿Y luego de que pateara tu trasero escamoso junto al de ese idiota, por obra divina obtuviste un aumento de poder?- Rió Leona con amargura.- Porque después del primer incidente, no volviste a ayudarlo tan activamente.

 

— Para nada, Leona.- Negó.- Solo que después de eso confirmé que tú eras el más fuerte, y era mejor respetarte como el líder.

 

— Definitivamente eres patético, Snake.- Bufó el mayor.- En Night Raven College supe que ya no eras el amigo leal del que me separaron de niño, pero verlo de nuevo me sigue revolviendo el estómago.

 

— Las personas cambian, Leona. Todos hacemos lo que sea por sobrevivir.- Replicó con calma, y una sonrisa burlona.- Tienes sentado a tu lado en el trono una prueba viviente de ello.

 

— No compares a Jamil contigo.

 

— ¿Cuál es la diferencia, Leona?- Rió bajo.- Un sirviente que pasó toda su vida a la sombra de una familia poderosa, soportando los abusos, sobreviviendo en un mundo hostil, hasta que alguien poderoso le prestó atención y decidió que podía serle útil, y el sirviente decidió aceptar la oferta.- Añadió.- Una transacción sin amor pero de la que ambos salen beneficiados, al fin y al cabo. La única diferencia es que yo no me metí a la cama de alguien para lograrlo.

 

Leona apretó los dientes con enojo, pero luego de ver la sonrisa engreída de Ka'al, decidió devolver la cortesía y mostrar su mejor sonrisa.

 

— No. La verdadera diferencia es que Jamil consiguió un rey, y tú te conformaste con un visir.

 

Esa corta frase no solo consiguió borrar la sonrisa de los labios de su antiguo amigo, sino también dejarlo callado. Al menos seguía siendo lo suficientemente sensato para saber cuando era mejor morderse la lengua.

 


 

— Así que al final escapaste de tu jaula, ¿eh?- Sonrió el pelirrojo.- Me alegro por tí, Jamil.

 

Jamil no respondió a las palabras de Iago, limitándose a seguir el compás de la música. No había vuelto a hablar con él desde hace más de dos años, y su despedida no fue en los mejores términos.

 

— Oye, no me dejes hablando solo.- Bromeó con una pequeña risa.- Durante los entrenamientos del club de baloncesto y por las noches en la sala común de Scarabia solíamos hablar sin parar por horas. ¿Qué es diferente ahora?

 

— Que ahora sé que eres parte de una importante familia de visires de las Arenas Escaldantes.- Respondió Jamil, sonando más severo de lo que incluso él mismo esperaba, borrando la sonrisa de Iago.- Eso es diferente ahora, Iago.

 

Iago bajó un poco la cabeza y cerró por un instante los ojos, resaltando los tonos azules y rojos que decoraban sus párpados junto al delineador, antes de soltar un suspiro, causando el tintineo del pendiente con forma de reloj de arena en su oído izquierdo, y que la luz se refractara a través de las joyas rojas y azules, pulidas en forma de pluma sobre la tiara de oro que decoraba su alta coleta.

 

— Jamil, no quería mentirte, ni me estaba burlando de tí, ni de nadie.- Repitió las palabras que dijo durante su despedida.- Solo quería demostrar mi valor personal, sin que mis lazos de sangre interfirieran.

 

— Ocultaste que eres miembro de la casa Ababua.- Señaló Jamil, sin conseguir evitar que su ceño se frunciera.- Los visires más cercanos a la familia real de las Arenas Escaldantes. Prácticamente miembros menores de la realeza.

 

— Sé lo que hice, Jamil.- Admitió.- Pero, ¿habrías confiado en mí como lo hiciste si hubieras sabido eso?, ¿habrías creído que fui merecedor del liderazgo de Scarabia por mis habilidades y no por mi familia?

 

Jamil solo desvió la mirada. Sabía las respuestas a esas preguntas, Iago también.

 

— No quería terminar rodeado de farsantes interesados en obtener algún beneficio de mí, como Skere, Leona o el mismo Kalim.- Continuó el ex-líder de Scarabia.- Tampoco quería ser señalado como un niño mimado, incapaz de conseguir algo por su cuenta. Si hubieras sabido la verdad, jamás nos habríamos conocido tan bien como lo hicimos, Jamil. Lo sabes bien.

 

— Ya no importa de todos modos.- Suspiró el más bajo.- No hay forma de cambiar el pasado.

 

— Tienes razón. Pero eso no me impide estar orgulloso de tí y admirarte aún más de lo que ya hacía la última vez que te ví.- Asintió, volviendo a mostrar su sonrisa.- Tus hazañas en Night Raven College no pasaron desaparecidas. Me alegra saber que seguiste mi consejo después de todo.

 

Jamil se paralizó por unos segundos y un escalofrío lo estremeció.

 

— No te lo tomes personal, Jamil. Ese tipo de información se debe transmitir a los departamentos responsables de proteger a las naciones.- Añadió Iago.- Aunque, si me lo preguntas, era obvio que terminarías con un overblot tarde o temprano.

 

Jamil, de nuevo, no dijo nada. Conocía a Iago, lo más prudente era callar.

 

— El primer intento falló, pero al menos encontraste la forma de librarte de Asim.- Añadió el pelirrojo.- Bien jugado. Atrapar al rey. Ahora procura mantenerlo vigilado y entretenido.

 

— No te preocupes por mí, Iago.- Bufó Jamil, cansado de esa conversación.- Estoy perfectamente bien.

 

— Lo sé, Jamil. Solo espero que no bajes la guardia con un par de palabras dulces.- Añadió, mirando de reojo a Leona a la distancia.- Los dos sabemos que la hipocresía y las mentiras abundan en este pequeño mundo podrido. Ese malcriado no dudará en dejarte apenas pierda interés en tí o comiences a darle problemas.

 

Por suerte, el momento de intercambiar parejas llegó, y Jamil aceptó la primera oportunidad que tuvo para alejarse de Iago. Siempre era mejor mantenerse callado cerca de él.

 

No prestó mucha atención a sus pasajeros compañeros de baile, sino hasta que se topó con el que reconoció como mano derecha del nuevo y joven rey.

 

Algo en ese hombre de cabello celeste le resultaba familiar, pero no lo conocía en realidad.

 

— ¿Nos habíamos visto antes?- Preguntó Blue apenas estuvieron cerca.

 

— Justo estaba pensando lo mismo.- Admitió Jamil.

 

— Night Raven College es bastante grande, quizás nos cruzamos un par de veces en los pasillos o algo así.- Meditó el más alto.- Tú no estabas en Heartslabyul, conocía a todos ahí hasta la llegada de Riddle. Así que, a menos que hayas estado en el club de música ligera, dudo que haya sido de otra forma.

 

— Yo no lo estaba, pero Kalim, el líder de Scarabia sí lo estaba desde primer año.

 

— Ah, ya lo recuerdo.- Suspiró Blue.- Un chiquillo demasiado enérgico. Recuerdo que apareciste un par de veces buscándolo.

 

Jamil asintió. Ahora recordaba dónde se vieron anteriormente, aunque no intercambiaron más que un par de palabras. No sabían ni siquiera sus nombres antes de ese día.

 

— ¿Cómo conociste a Leona entonces?

 

— En Night Raven College estaba con Louis la mayoría del tiempo.- Respondió Blue.- Un día, mientras jugábamos ajedrez en el jardín botánico nos encontramos con él, durmiendo en los árboles.- Añadió. Jamil solo pudo suspirar. Eso sonaba tan propio de Leona...- Retó a Louis a una partida, jugaron por varios minutos, hasta que Louis ganó. Luego Kingscholar le pidió la revancha, y así continuaron por una hora entera, hasta que tuvimos que irnos. Pero acordaron hacer el desempate al día siguiente... Después se volvió costumbre para ellos jugar unas cuantas partidas a diario, hasta que Louis y yo pasamos a cuarto año y partimos a cumplir las pasantías.

 

Jamil solo asintió en respuesta, mirando de reojo a Leona bailando con Louis.

 

El nuevo rey del Reino de las rosas sonreía alegre, y Leona le sonreía de vuelta. Parecían bastante cómodos el uno con el otro.

 

No pudo evitar que las palabras de Iago aparecieran en su mente: "No bajes la guardia por un par de palabras dulces."

 

Leona había sido bastante gentil, cálido y, ciertamente, amable con él desde el comienzo. Quizás demasiado... ¿Acaso estaba planeando algo más?

 

"La hipocresía y las mentiras abundan en este pequeño mundo podrido. Ese malcriado no dudará en dejarte apenas pierda interés en tí o comiences a darle problemas."

 

Bien, ¿cómo podía hablar de hipocresía y mentiras, cuando su matrimonio era una farsa? Solo estaban actuando, llevando a cabo un plan que los beneficiaría a ambos al terminar después de todo.

 

Solo debía recordarlo y todo estaría bien.

 


 

— Me alegra que hayas venido, Leona-san.- Decía con una brillante sonrisa el rubio.

 

— Te dije que estaría en primera fila para verte tomar la corona que por derecho te pertenece.- Le devolvió Leona la sonrisa, aunque mucho más ligera.- Y por lo visto aún tienes a esa oruga engreída a tu lado.

 

— Blue y tú fueron un gran apoyo.- Afirmó Louis.- Sin ti y tus palabras, jamás habría encontrado el valor suficiente para aceptar ser el sucesor de mi tío. Y sin Blue, no habría soportado el año de preparación.

 

— Te lo dije ese día en el jardín botánico: Nadie amará ni cuidará este reino y su gente tanto como tú. Mucho menos todos los mocosos malcriados que tienes como primos.- Repitió el mayor.- Has crecido, cachorro. Estoy seguro de que serás un gran rey.

 

— Gracias, Leona-san.- Expresó con sinceridad.

 

Leona miró como a lo lejos, Jamil se encontraba al lado de Blue, y Louis también lo notó.

 

— ¿Cuándo le pedirás a Absolem que sea tu consorte?- Bromeó Leona, causando un sonrojo en las pálidas mejillas de Louis.- Ni siquiera intentes negarlo.

 

Louis solo se aclaró la garganta, intentando aplacar el calor en su rostro.

 

— Si quieres mi opinión, esa oruga te mira tal y como tú lo miras a él.- Murmuró Leona, divirtiéndose con su reacción.- Han vivido juntos desde que comenzaron sus pasantías, lo mantuvieron así mientras recibías el entrenamiento, y lo seguirán haciendo ahora que eres rey y él tu mano derecha. Tienes tiempo para encontrar el momento.

 

Louis asintió, con los labios curvados en una tímida sonrisa. Leona solo ahogó una pequeña risa. Vaya que ese herbívoro no cambiaba por más que pasara el tiempo.

 


 

Tras la breve conversación con Blue, el resto del vals transcurrió como era esperado, hasta que se reencontró con Leona, justo a tiempo para la pieza final.

 

— ¿Me extrañaste, "cariño"?

 

— Por supuesto.- Sonrió, rodando los ojos con diversión.

 

Tomó la mano de Leona, y sintió cómo le sujetaba por la cintura, antes de comenzar a moverse al ritmo de los instrumentos.

 

Estaba listo para cubrir los errores que Leona pudiera cometer pero, para sorpresa suya, el rey lo hizo de forma magnífica, guiandolo y haciendo los primeros giros correspondientes.

 

Jamil, aunque sorprendido, correspondió a la sonrisa retadora que Leona le ofreció. No estaba dispuesto a quedarse atrás, también daría lo mejor de él en ese baile.

 

No esperaba que esa última pieza contara con una letra, entonada por un talentoso cantante, capaz de transmitir toda la emoción de la composición con su voz, creando un ambiente bastante romántico, casi mágico.

 

"Estás en mis brazos, y todo el mundo se ha ido. La música suena solo para dos."

 

Apenas esas primeras líneas llegaron a sus oídos, los verdes ojos de Leona se fijaron en Jamil, desviando la vista tan rápido como pudo cuando Jamil casi lo pilla.

 

"Tan cerca juntos. Y cuando estoy contigo, estoy tan cerca de sentirme vivo."

 

Jamil no comprendía porqué, pero esas palabras lograron tocar una fibra desconocida en su ser.

 

"Tan cerca, estaba esperando, esperando aquí contigo. Y ahora, para siempre, lo sé, todo lo que quería era tenerte tan cerca."

 

Continuaron el vals, haciendo todo lo posible por centrar su atención en cualquier cosa, pero la tensión iba en aumento.

 

Finalmente, cedieron y se miraron por un par de segundos, antes de reír con ligero nerviosismo, pretendiendo ignorar la sensación.

 

— Qué cursi elegir esta música para una fiesta de coronación, ¿no?- Sonrió de lado Leona.

 

— Sin duda. Sería más apropiada para una boda.- Asintió Jamil.- Pero parece que tomaron en cuenta que la mayoría de invitados eran casados.

 

— No es eso.- Rió bajo Leona.- Dauphin siempre ha sido así. Ahora seguro está rebosante de alegría, bailando esto con Absolem.

 

Jamil solo asintió, luego de decidir centrar su atención en ubicar a esos dos para confirmar la teoría de Leona. Cualquier excusa era buena en ese momento para aliviar la tensión. Pero la canción no se lo estaba haciendo fácil.

 

"Estamos tan cerca de alcanzar ese famoso final feliz. Casi creyendo que esto no es fingido."

 

El siguiente movimiento le hizo abrazar a Leona, y solo pudo agradecer en silencio tener un momento para ocultarse y tratar de calmar su acelerado corazón, antes de que Leona notara su estado de ánimo...

 

No sabía que Leona ya estaba totalmente consciente, pero por las mismas razones que él, prefirió no decir nada al respecto.

 

"Sigamos soñando, porque sabemos que estamos tan cerca, tan cerca...

Y todavía tan lejos."

 

El vals culminaba con Leona sujetándolo por la cintura para levantarlo, manteniéndolo cerca de su rostro, rozándose los labios.

 

En ese punto era imposible disimular el sonrojo en sus mejillas, ni siquiera podrían culpar al esfuerzo físico...

 

Entonces, notaron que, sin planearlo, terminaron robándose el show. Todos tenían la vista puesta sobre ellos, mirándolos con anhelo, conmovidos por su danza.

 

Tras intercambiar miradas rápidamente, en un acuerdo silencioso, cerraron los ojos y unieron sus labios en un breve y casto beso, poniendo fin a su vals.

 

Los aplausos cordiales y halagos no se hicieron esperar, incluido el anfitrión de la fiesta. Ambos se mantuvieron juntos, sonriendo y mostrando su mejor semblante.

 

Al menos la reunión estaba por terminar.

 


 

Gracias a los grandes siete, no se encontraron de nuevo con Iago ni los demás, y pudieron marcharse de la fiesta poco después de concluir el vals.

 

Ahora se encontraban de nuevo a bordo del avión, viajando de vuelta a Sunrise City.

 

— ¿Quiénes eran esos dos?- Preguntó Jamil, luego de varios minutos incómodos de silencio.- El tigre con el que casi inicias una pelea y el que lo acompañaba.

 

— El gato rabioso era Skere Khan.- Respondió Leona con clara molestia al hablar de ese hombre.- Somos de la misma generación, y desde el comienzo fue un dolor de cabeza. Me retó muchas veces por el liderazgo de Savanaclaw, pero la primera fue la peor de todas. Y la serpiente traicionera que lo acompañaba era Ka'al Snake... Mi antiguo compañero de juegos oficial.

 

Los ojos de Jamil se abrieron tanto, que parecían a punto de salir de sus cuencas. Aún recordaba esa historia de su niñez que Leona le había contado, pero no sabía que había tenido ese desenlace.

 

— ¿Cómo...?

 

— Después del incidente que te conté, fue mi compañero de juegos por más de dos años.- Comenzó a relatar Leona con una sonrisa tensa.- Solo unas semanas después de que mi madre murió, la madre de Ka'al se casó con un comerciante de las Arenas Escaldantes, así que se mudaron y perdí todo contacto con él, hasta que entré a Night Raven College y lo ví en la ceremonia de ingreso.

 

— ¿Por qué estás tan molesto con él?- Indagó Jamil, con genuina intriga, sentado al lado de Leona.- Fue tu primer amigo, ¿no?

 

— Y eso no le impidió apuñalarme por la espalda apenas tuvo oportunidad.

 

— ¿Qué ocurrió?

 

Leona se tomó unos segundos para respirar y tratar de mantener la calma. Los años habían pasado, y aún era difícil pasar ese trago amargo.

 

— En pocas palabras, fingió que le importaba y que seguíamos siendo los amigos que fuimos a pesar del tiempo. Solo para hacerme bajar la guardia y tratar de usar su magia única para ayudarle a Skere a acorralarme.- Respondió luego de un rato.- Lo peor fue que usaron a todos los estudiantes de Savanaclaw como escudos vivientes, y aunque hice todo lo posible por minimizar los daños, varios terminaron heridos. Y Skere no recibió ningún castigo gracias al poder de su familia.

 

— ¿Cómo lograron someter a un dormitorio entero?- Cuestionó Jamil.- Aún peor, uno tan fuerte y caótico como Savanaclaw.

 

— La magia única de Skere. El "Conqueror's Roar".

 

— ¿Qué clase de magia es esa?

 

— Provoca una ira y deseo irracional de destrucción, básicamente priva de voluntad y raciocinio a todos los afectados por su hechizo. Solo obedecen sus órdenes de atacar y perseguir.- Explicó Leona.- Irónico que su hechizo hable de lo que un buen rey debe hacer, mientras hace todo lo contrario.

 

Jamil sintió un breve escalofrío al recordar su propio overblot. No quería ni siquiera imaginar si alguien con una magia tan peligrosa como esa llegara a entrar en ese estado.

 

"Un rey justo es el guardián de sus súbditos, y el gobernante que los oprime no es rey en absoluto." Ese es su hechizo.- Añadió Leona.- Memorizalo, y si algún día nos volvemos a encontrar con él y lo escuchas pronunciar eso, cúbrete los oídos. No escucharlo es la única forma de evadir su magia.

 

— ¿No crees que habría sido útil advertirme antes?

 

— No es tan idiota para organizar una revuelta en territorio ajeno.- Negó Leona.- Además, su propia familia se encontraba ahí. No sería conveniente para su fachada de "líder perfecto".

 

— ¿Familia?

 

— Thunderbird y él son miembros de la casa Ababua, solo de diferentes ramas. Primos lejanos, podría decirse.- Añadió, sorprendiendo a Jamil.- Iago no confía en él, y sabe bien que es una bomba de tiempo, una amenaza para la familia real de las Arenas Escaldantes. Si me lo preguntas, es inevitable que terminen enfrentándose tarde o temprano. Thunderbird defendiendo a la familia real, y Khan intentando tomar el poder.

 

Ante la mención de Iago, Jamil mostró— apenas por unos segundos— un gesto de incomodidad, que no pasó desaparecido para Leona.

 

— ¿Y cómo ayudó Ka'al en eso?- Preguntó Jamil, antes de que Leona pudiera interrogarlo al respecto.

 

— Esperaron al final de las clases, cuando la mayoría ya se encontraba en el dormitorio, y los reunieron en la sala común. Ka'al fue hasta mi habitación, y me dijo que Khan quería luchar por el liderazgo.- Respondió.- Ethan y Liam estaban conmigo, y me acompañaron. Pero, para cuando llegamos, todos estaban bajo su control y nos atacaron. No tuvimos más opción que enfrentarlos y tratar de no hacerles mucho daño.

 

Jamil escuchaba, imaginando el caos que debió desatarse esa noche. Leona era fuerte, y podía apostar que Ethan también, pero solo tres estudiantes de primer año contra un dormitorio entero era una batalla perdida para casi cualquiera.

 

— Apenas logramos escapar y atrincherarnos en una habitación, cuando Ka'al intentó usar su magia única, el "Trust on me", conmigo. De no ser por Ethan, que se dió cuenta de sus intenciones y se interpuso para protegernos a Liam y a mí, lo habría logrado.

 

— ¿Qué hace esa magia?

 

— Es bastante parecida a la tuya. Por eso nunca te consideré una amenaza.- Sonrió Leona.- Aunque admito que la tuya es más fuerte. La hipnosis de Ka'al solo dura un par de minutos a lo mucho, antes de que su víctima se quede dormida. Y solo puede usarla en una persona a la vez.

 

— ¿Cómo lograron detenerlos?

 

— Ka'al no fue tan complicado. Es una naga que usa pociones de transformación como las sirenas de Octavinelle. En su forma humana no tiene su fuerza ni veneno, y su magia única es menos potente. Una bandeja de metal que Liam encontró fue suficiente para que fuera víctima de su propia magia.- Narró Leona con algo de diversión.- Khan fue más complicado. Primero tuvimos que tenderles una trampa a los estudiantes para sacarlos del dormitorio hasta la sala de los espejos. Cuando todos estuvieron fuera, volví a Savanaclaw, y Liam usó su magia única para dañar el espejo mágico. Así se rompió la conexión y todos pudieron liberarse del hechizo. Sin nadie cubriéndole el trasero, ese gato doméstico no es más que una burla. Fue fácil vencerlo en un mano a mano.

 

— ¿Y qué pasó con el espejo?

 

— Los chicos se quedaron a dormir en el gimnasio, y nosotros atrapados en Savanaclaw por casi una semana, hasta que Crowley consiguió reparar el espejo.

 

Jamil parpadeó un par de veces, y al final solo asintió. Sonaba como una estrategia extrema pero efectiva. En definitiva, algo que solo se le ocurriría a Leona.

 

— ¿Qué me dices tú de la grabadora andante?

 

— Nada relevante. Solo fuimos algo cercanos y me agradaba.- Se encogió de hombros Jamil.- Me nombró su sucesor, antes de que los Asim hicieran lo suyo. Y en su graduación descubrí el asunto de su familia.

 

— Nunca fui fan de Thunderbird, pero debo reconocer que tiene un punto válido.- Bromeó Leona.- Si hubieras sabido su posición, le habrías hecho la vida tan difícil como lo hiciste conmigo en S.T.Y.X.

 

— Supongo que tienes razón.

 

— Hey, no te enfades conmigo.- Rió Leona, rodeándole los hombros.- Suficiente tengo con el asunto del Tamashina Mina, no quiero añadir otro a mi lista de pecados que me enviarán a dormir a la bañera.

 

Jamil rodó los ojos, antes de que una pequeña sonrisa se le escapara.

 

— ¿Qué cuento le contaremos al pequeño bribón hoy?- Preguntó Leona, con tono juguetón.

 

— ¿Crees que siga despierto para cuando lleguemos?

 

— Puedes apostarlo.

 

Jamil lo meditó un poco. Ciertamente, no le sorprendería si Leona tenía razón. Así que comenzaron a repasar cuáles historias ya habían contado a Cheka en esos meses, y cuáles aún quedaban en su repertorio.

 

— Quizás deberíamos considerar llevar un registro.- Bromeó Leona.

 

— Quizás deberíamos.

Notes:

*Notas de los OCs que aparecieron*

Iago Thunderbird. Lo creé tomando a Iago (sí, el loro de la película de Aladdin) como inspiración. Fue el anterior líder de Scarabia y alguien cercano a Jamil.

Skere Khan. Lo creé tomando a Shere Khan, del Libro de la selva como inspiración, para ser el rival de Leona por el liderazgo de Savanaclaw, a la vez que una antítesis de él.

Ka'al Snake. Lo creé tomando a Kaa, del Libro de la selva como inspiración, para ser el primer amigo de la infancia de Leona (quizás algo más que solo una amistad), pero también una de las razones por las que siente tanto desagrado a los que se dejan pisotear con tal de obtener un beneficio.

Louis Dauphin. Lo creé tomando al rey de corazones, de Alicia en el país de las maravillas como inspiración, para ser tanto un paralelismo como una antítesis de Leona. Alguien que a pesar de no ser el heredero legítimo al trono, tiene la oportunidad de tomarlo, pero tiene demasiado miedo de enfrentar las dificultades, hasta que Leona le señala que debe ser más fuerte y enfrentar sus miedos por el bien de su pueblo, que confía en él.

Blue Absolem. Lo creé tomando al señor oruga, de Alicia en el país de las maravillas como inspiración, para ser el mejor amigo y consejero de Louis. Alguien que constantemente le recuerda sus fortalezas, que lo protege y lo impulsa a ser más fuerte. (Y sí, es un hombre bestia oruga)

*Dato curioso*
La canción que Leona y Jamil bailan juntos es "So close", de la película "Enchanted".

Chapter 8: Baobabs

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Hace solo un par de semanas, su vida había vuelto a dar otro giro con el fin de las vacaciones y el comienzo de su último año en NRC.

 

Al principio fue complicado llevar las pasantías a la par de cuidar de Cheka y cumplir sus deberes como rey consorte, pero, como estaba habituado, consiguió adaptarse rápido y sobrellevarlo.

 

— Jamil.

 

— ¿Qué pasa, Cheka?- Preguntó cuando el pequeño príncipe lo llamó al otro lado de la pequeña mesa donde tomaban el té mientras ambos hacían sus tareas en el jardín.

 

— ¿Podemos ir a ver a Ruggie?

 

La pregunta de Cheka llamó su atención, haciéndolo pensar en una respuesta lo suficientemente convincente.

 

— No creo que Ruggie esté libre para ir de paseo.- Dijo finalmente.- También está haciendo pasantías y tomando un trabajo de medio tiempo. Probablemente no pueda acompañarnos.

 

— ¿No podemos ir solo nosotros?

 

La insistencia y la forma en que Cheka jugaba nervioso con sus manos fueron gestos obvios para Jamil. El pequeño príncipe tenía una razón para querer volver a esa zona de la ciudad.

 

— Las últimas veces que estuvimos ahí, conocí a unos niños que se hicieron mis amigos.- Confesó finalmente.- Solo quiero volver a verlos y poder jugar con ellos.

 

Jamil tomó un respiro y meditó la petición en silencio por varios minutos. Había confirmado que no era una zona peligrosa— al menos no para ellos—, la gente respetaba lo suficiente a Leona y bajo ninguna circunstancia les harían daño. Pero, ¿cómo justificaría un paseo así?

 

Leona estaba ocupado, encargándose de dirigir el reino, no tenía tiempo para acompañarlos. Y no estaba seguro si su posición como rey consorte le daba la autoridad suficiente para sacar a Cheka del palacio por un asunto extraoficial.

 

— No estoy seguro si podamos, Cheka.- Admitió con un suspiro.- No sé si Leona estará de acuerdo.

 

— ¿Y si le preguntamos a Kifaji?

 

De nuevo, guardó silencio y meditó una respuesta. Kifaji había sido extremadamente amable con él desde su llegada al palacio, y era en muchas ocasiones la voz de la razón, y el portavoz de Leona... Bien. Quizás podrían hacer el intento.

 

Al final asintió, y tras ordenar todos los objetos sobre la mesa, ambos se pusieron en marcha para buscar al chambelán real, lo cual no fue complicado.

 

— ¿Necesita algo, Jamil-sama?

 

— ¡Queremos ir a dar un paseo, Kifaji!- Exclamó emocionado Cheka, dando pequeños saltos, antes de que Jamil pudiera hablar.

 

El rey consorte se aclaró la garganta, y tras palmearle suavemente la espalda a Cheka, procedió a explicar la situación.

 

— Sin duda, Leona no cambia por más que pase el tiempo...- Suspiró el anciano con una pequeña sonrisa, luego de escuchar la explicación de Jamil.- No se preocupe, Jamil-sama. No habrá ningún problema. Pueden ir, yo le informaré a Leona.

 

— ¿Está seguro, Kifaji-sama?

 

— Por supuesto.- Le sonrió el chambelán.- Enseguida le pediré a alguien que prepare un auto y los lleve.

 

— Gracias, Kifaji-sama.

 

El hombre mayor asintió, y se retiró para hacer la tarea prometida. Cheka chilló emocionado, retomando sus pequeños saltos. Jamil solo sonrió divertido y enternecido, acariciando la cabeza de su sobrino, sin conseguir evitar que recuerdos de su infancia al lado de Najma aparecieran en su mente.

 


 

Tal y como Kifaji había prometido, un vehículo, un conductor y unas guardias, fueron puestos a su disposición y partieron rumbo a su destino.

 

En el camino, Cheka pidió detenerse para comprar unas de las "cajas de comida especiales", como las que Leona había comprado en su última visita.

 

Jamil no cuestionó el porqué Cheka pidió cinco, dedujo que el príncipe solo quería completar la colección de esos juguetes y esta sería su única oportunidad por tiempo indefinido para tratar de lograrlo. Bueno, aunque príncipe, Cheka seguía siendo solo un niño después de todo.

 

Luego de esa parada, no se detuvieron, hasta llegar a la zona que Cheka había solicitado.

 

El conductor y una guardia se quedaron custodiando el vehículo, mientras las otras dos mujeres guerreras escoltaban a ambos miembros de la familia real.

 

Jamil se sentía más tranquilo que la primera vez que estuvo ahí, pero le fue inevitable mirar al suelo cada tanto, así como dar un pequeño salto cuando un insecto salió de una grieta, yendo directo hacia él.

 

Cheka solo rió bajo al ver su reacción exagerada, llevando una de las cajas en las manos, mientras una de las escoltas llevaba el resto. Jamil solo sonrió nervioso y se recompuso tan rápido como pudo.

 

¡¿Jamil?!

 

Al escuchar la voz de Ruggie y verlo saliendo de su modesta vivienda, Jamil mostró una pequeña y suave sonrisa, mientras que Cheka prácticamente salió corriendo a abrazar a la hiena.

 

— ¿Qué hacen aquí?- Preguntó Ruggie, mostrando su habitual sonrisa, aunque su mirada lucía algo agobiada.- ¿Leona se escapó?

 

— No, mi tío está ocupado.- Respondió Cheka con la honestidad propia de un niño.- Jamil aceptó traerme para ver a mis amigos.

 

— Oh, ¿en serio?- Preguntó Ruggie, agachándose a su altura.- ¿Recuerdas sus nombres?

 

— Sí.- Asintió el infante.- Me dijeron que suelen reunirse en la plaza todas las tardes.

 

— Te queda un poco de camino entonces.- Mencionó la hiena con una de sus particulares risas.- Creo que puedo acompañarlos hasta allá. Me queda de paso al trabajo de todos modos.

 

Cheka dió un salto de la emoción, tomando la mano de Ruggie y luego a Jamil, antes de comenzar a caminar lo más rápido que podía. Los adultos solo intercambiaron una breve sonrisa y le siguieron el juego.

 

No les tomó más de cinco minutos llegar al lugar, dónde, tal y como dijo Cheka, se encontraban cuatro niños haciendo dibujos en la tierra.

 

El príncipe llamó su atención y corrió hacia ellos, luego de pedirle a la guardia con las cajas que fuera con él.

 

Jamil se sorprendió al ver cómo Cheka le entregaba una de las cajas a cada uno de los niños, quedándose él con una, y luego los cinco se sentaron a comer el contenido en el suelo.

 

Gracias a Kalim, estaba acostumbrado a ver actos de bondad y generosidad— a veces exagerados—, y esa misma habituación le gritaba que se acercara a Cheka y lo hiciera levantarse del suelo. No era propio de un príncipe sentarse sobre la tierra. Sin embargo, otra no podía evitar ver más que un título, y mirar a Cheka solo como un niño que seguía recuperándose de una pérdida tan dolorosa como sus padres, y que quería explorar el mundo, convivir con iguales, divertirse sin pensar en las etiquetas... Y no sabía a cuál debía escuchar.

 

— De tal tío, tal sobrino.- Escucho reír a Ruggie.- Parece que el plan de Leona para crear una réplica suya funcionó.

 

— Por lo que Leona me ha contado, creo que sí.- Suspiró Jamil.- Por cierto, ¿ocurre algo?

 

Las orejas de Ruggie se erizaron por un momento. Sabía que Jamil era muy perspicaz, pero no esperaba se diera cuenta tan rápido.

 

— No te preocupes.- Suspiró.- No es nada.

 

— Si te tiene tan callado, debe ser algo más que "nada".- Señaló Jamil.- ¿Qué pasa?

 

— Solo los problemas de siempre con el dinero.- Admitió finalmente Ruggie.- Nada a lo que no esté acostumbrado. Lo resolveré.

 

Por unos segundos, Jamil se quedó callado, observando a Cheka y todo el panorama que le rodeaba.

 

No podía solo olvidar sus experiencias de vida previas en lugares como ese mientras vivía en las Arenas Escaldantes, pero tanto las historias que Leona le había contado, como sus propias experiencias ahí, le hacían comenzar a comprender la postura del testarudo y rebelde monarca, además de cuestionarse a sí mismo cosas que nunca antes puso en duda.

 

¿De verdad estaba bien que niños se vieran privados de cosas básicas, mientras otros tenían en exceso?, ¿realmente no había nada qué hacer para cambiar la situación?, ¿qué futuro le deparaba a Sunset Savana si las generaciones más jóvenes no tenían acceso a nada, y el gobierno que debería velar por ellos no se esforzaba en ayudar?

 

Ruggie no era tan diferente a él. Ambos habían tenido que madurar demasiado rápido para conseguir sobrevivir, ambos sabían lo cruel que era el mundo, ambos habían sufrido las injusticias, ambos cargaban con cicatrices en el cuerpo y el alma... Quizás la única diferencia era que Ruggie, a pesar de todo el sufrimiento, jamás había dejado de sonreír, ni perdido la fé de conseguir un futuro mejor, ni insensibilizado su corazón al dolor ajeno en ningún momento, como sí hizo él.

 

— Oye, está bien.- Le sonrió Ruggie, palmeandole el hombro tras notar su silencio.- Puedo con esto. Tú solo preocúpate porque tu esposo no se escape al techo de nuevo.

 

— No me hagas recordar eso, que cuando los miembros de la corte se enteraron por poco mueren de un infarto.- Bromeó Jamil.

 

Ambos compartieron una pequeña risa al recordar el incidente del día de la boda. Aún les causaba gracia imaginar a Leona escalando por los muros con el colorido traje de novio, y caminando por el techo de un extremo a otro.

 

— Quizás no sea el favorito de la corte, pero al menos tiene el apoyo de la mayoría de la gente.- Sonrió tranquilo Ruggie.- Supongo que les recuerda a la reina Zira.- Añadió.- La madre de Leona.

 

— ¿Tan querida era la reina?

 

— Yo nunca la conocí, murió cuando yo tenía dos o tres años. Pero mi abuela y mucha gente la tienen en muy alta estima.- Respondió.- Podrías preguntarle a cualquiera aquí, y te dirán que era una mujer maravillosa... Aunque si le preguntas a alguien de la corte, probablemente sea todo lo contrario.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

— Durante su vida fue llamada "una reina del pueblo" por la prensa. Cualquier periódico de esa época te lo puede confirmar.- Comenzó a explicar Ruggie.- Desafió y rompió muchas normas y protocolos, pasaba tanto tiempo como podía entre la gente común, especialmente los menos favorecidos, fue fundadora e impulsora de programas sociales que lograron una mejoría en la calidad de vida... En pocas palabras, una reina rebelde que ganó el amor del pueblo y el desprecio de la corte.

 

Leona le había hablado un poco sobre su madre antes, pero no había ahondado demasiado. Aunque, tenía sentido que alguien así fuera una figura demasiado controversial. Casi idéntica al mismo Leona.

 

— Según lo que me ha contado mi abuela, Leona es su vivo retrato.- Añadió Ruggie.- Físicamente es idéntico a ella, y su personalidad también es similar. Además, admito que Leona puede ser un idiota muchas veces, pero nunca deja morir a los suyos. Su amor por este reino es genuino e innegable.

 

— ¿Tú viste su sueño cuando Malleus tuvo su overblot?

 

— Grandes siete que lo ví.- Exclamó el rubio.- Vaya que Leona se tiene muy poca fé a sí mismo en realidad. Aún no comprendo cómo demonios logró arruinar un sueño que debía ser perfecto. No sé si es un genio o un completo imbécil.- Añadió.- Pero, cuando logramos despertarlo y todo se salió de control, la "oscuridad" me atrapó, y fue él quién regresó por mí sin dudarlo. La "oscuridad" no lo había alcanzado, tenía la oportunidad de salvarse, pero eligió arriesgarse y dejarse arrastrar para rescatarme a mí y permitirnos escapar.

 

— Así que por eso le eres tan leal.

 

— En realidad, cuando lo conocí en NRC pensé que era solo un idiota malcriado.- Confesó Ruggie con una pequeña risa.- De no ser por Liam, que prácticamente me suplicó suplirlo como sublíder mientras hacía sus pasantías junto a Ethan, y evitar que Leona se desentendiera de sus responsabilidades, ni siquiera me habría acercado a él.

 

— ¿Qué te hizo cambiar de opinión exactamente?

 

— Debo admitir que siempre ha sido un haragán con cosas que no le importan, pero cuando algo le interesa, es el ser con más determinación sobre la faz de la Tierra. Además de que nunca deja a nadie de la manada atrás, y siempre le da una oportunidad a todos. Savanaclaw y el club de Spelldrive eran prueba de ello.

 

— ¿Lo eran?

 

— No es ninguna sorpresa que los chicos de Savanaclaw a menudo iniciaban peleas y se metían en problemas. Y la mayoría pertenecían también al club de Spelldrive.- Le recordó Ruggie.- Leona podía pasar todo el día fugandose de las clases y faltando a las reuniones de líderes de dormitorio. Pero siempre que alguno de los chicos hacía algo estúpido, él llegaba justo a tiempo para poner el orden o salvarlos de la expulsión. ¿Por qué crees que todos lo respetaban y seguían?

 

Jamil se quedó callado. Todo ese tiempo había pensado que la única razón por la que los miembros de Savanaclaw seguían a Leona era por su título de príncipe, además de su fuerza. No sabía que era tan cercano a ellos.

 

— En Savanaclaw a nadie le importa si eres un príncipe o un mendigo. Un título o estatus no te serviría de mucho.- Continuó Ruggie, como si hubiera leído su mente.- Es verdad que la fuerza, tanto física, como mágica, puede ser de ayuda y te dará algunos seguidores. Pero si no demuestras ser un buen líder, te darán la espalda en un parpadeo, como le pasó a Skere Khan.

 

— ¿Lo conociste?

 

— Por suerte solo tuve que lidiar con él y Ka'al durante los fines de semana que volvían a la escuela de sus pasantías a rendir informes, antes de que se graduaran.- Suspiró con cansancio la hiena.- Skere tenía tanto dinero como Kalim, también era fuerte, y bastante astuto con las palabras. Pero también demasiado engreído, impulsivo y temperamental. Básicamente, un niño berrinchudo, acostumbrado a obtener todo solo con pedirlo y a usar a otros como marionetas, y que tuvo su primer golpe de realidad cuando alguien de su tamaño le dió una paliza.

 

— Así que por eso aún le tiene tanto rencor a Leona...

 

— Según lo que Ethan y Liam me contaron, en primer año fue su primer intento por derrocar a Leona, y solo consiguió terminar atrapado con él en Savanaclaw por una semana, con unos cuantos huesos rotos y más golpes y cicatrices de los que podía contar.- Se encogió de hombros.- Yo solo presencié su último intento, a inicios de mi primer año en NRC... Y fue una humillación total. Sin un séquito de zombies para cubrirle la espalda, no fue rival para Leona.

 

— Ya veo.

 

La versión de Ruggie concordaba con lo que Leona le había contado durante su viaje al Reino de las rosas.

 

Ahora entendía un poco mejor porqué Savanaclaw, a pesar del caos propio del dormitorio, siempre respaldaba a su líder, sin importar la situación ni las posibles consecuencias. El líder no se imponía sobre el resto, eran ellos quienes decidían quién merecía liderar.

 

No bastaba ser fuerte, ni tener un título. Era necesario demostrar porqué debían seguirlo.

 

Con todo eso en mente, fue imposible no comparar a Leona con los demás líderes de dormitorio. Las normas de cada uno eran diferentes, pero todos parecían tener el mismo factor en común: Debías demostrar que eras digno de tu estatus como líder.

 

Vil era la encarnación de la palabra "perfección". Pero Pomefiore no lo seguía solo por ser una cara bonita, sino por todas las cualidades que siempre demostraba. Sus estándares eran altos, casi imposibles de alcanzar y, sin embargo, todos se esforzaban en tratar de lograrlo, porque su líder siempre predicaba con el ejemplo, demostrando que no era imposible.

 

Azul no era ni de lejos el más fuerte ni el más hábil físicamente hablando de Octavinelle. Pudo haber sido derrocado con facilidad, pero era engañoso y astuto. Sabía encantar a las personas con las palabras y convencerlos de seguirlo. Sin contar su capacidad para trabajar bajo presión y una paciencia casi inagotable. Que fuera el único capaz de soportar y controlar a los Leech sin enloquecer en el proceso, era prueba más que suficiente.

 

Riddle no era el más popular entre los miembros de Heartslabyul gracias a su obsesión por las reglas y su actitud tan irascible y déspota. Sin embargo, demostró ser el más fuerte del dormitorio, sin contar su cambio de actitud después de su overblot. Al final, se había convertido en un buen líder al que el resto decidió seguir.

 

Malleus, al igual que Riddle, era indiscutiblemente el más fuerte de Diasomnia. Pero esa no era la única razón por la que los estudiantes de su dormitorio lo seguían de forma tan ferviente. Era el aura que imponía, su personalidad tranquila y habitualmente generosa con sus subordinados. Demostrar ser un líder en el que se podía confiar si había problemas.

 

Idia era un desastre en cuanto a habilidades sociales, pero era un genio de la tecnología, el recurso más valioso en Ignihyde. Eso le fue suficiente para ganarse el respeto y admiración de los miembros de su dormitorio.

 

Kalim no era tan inteligente, ni hábil, ni tenía algún talento impresionante como el resto de líderes, pero lo compensaba con su personalidad jovial y generosa. Su carisma le valió para ganarse la simpatía de los miembros de Scarabia, y su personalidad torpe pero adorable les hacía desear ayudarlo y protegerlo.

 

Ahora miraba a Leona, que además de su fuerza, al parecer se había hecho con el respeto de sus subordinados al siempre dar la cara por ellos cuando era necesario y mantener el orden en ese caótico lugar. Y la pregunta que le surgía era ¿de verdad Iago había tomado la decisión correcta al elegirlo como su sucesor?

 

Si bien, se había ocupado de mantener en pie el dormitorio, y contener el caos de las fiestas de Kalim, no podía decir que los chicos de Scarabia lo respaldaban tan fervientemente ni le eran tan leales como a Kalim. Incluso podría asegurar que si los hiciera elegir— sin el susurro de serpiente de por medio— entre ambos, todos elegirían a Kalim.

 

¿De verdad Leona había tomado una buena decisión al elegirlo como consorte, como el rey aseguraba?

 

— Ya debo irme.- Mencionó Ruggie, sacándolo de sus pensamientos.- Saluda a Leona de mi parte.

 

— Por supuesto.- Asintió con una sonrisa.

 

Ruggie le correspondió el gesto y se alejó tras despedirse, agitando la mano en el aire.

 

Jamil tomó un respiro profundo, observando a Cheka jugar y reír al lado de esos niños, así como la gente no tardó en percatarse de su presencia en el lugar, y acercarse para saludarlos a ambos.

 

Todavía no se acostumbraba a los halagos ni a toda la atención, pero al menos los de esas personas se sentían genuinos, tan diferentes a los cumplidos y saludos repletos de hipocresía que recibía de miembros de la corte y demás personas importantes con las que debía lidiar cada tanto.

 

Esa gente no tenía mucho, pero aún así, le ofrecieron un poco de té y unos dulces. No lo trataron como un caza fortunas, ni lo señalaron, ni juzgaron, ni murmuraron a sus espaldas en ningún momento, todo lo contrario. Lo hicieron sentir bienvenido, tranquilo, seguro... Fue un respiro en medio del caos que comenzaba a formarse en su interior con tantos cambios e inseguridades. Hasta que, luego de un par de horas, fue momento de volver al palacio.

 


 

El día había sido agotador, pero al fin había terminado y podían retirarse a descansar.

 

Luego de la cena, como era ya costumbre, enviaron a Cheka a tomar una ducha, y luego lo alcanzaron en su dormitorio para contarle uno de los cuentos de Sherezade. Y cómo cada noche, el pequeño se quedó dormido cerca del final, dejando la historia inconclusa.

 

Tras retirarse de la habitación y encomendar el cuidado del niño a las guardias, ambos volvieron a su alcoba para prepararse para dormir. Jamil tomaba el primer turno para ducharse, mientras Leona buscaba las pijamas en el armario, mullía las almohadas y acomodaba las sábanas. Una vez Jamil salía de la ducha, era el turno de Leona para usar el baño, mientras Jamil se ocupaba de colocar toda la ropa sucia y toallas en la cesta correspondiente.

 

Ni siquiera habían notado en qué momento comenzaron a hacer todo eso en automático. Un día simplemente se coordinaron por casualidad, y así habían continuado.

 

— ¿Qué tal estuvo "la tarde con la gente común"?- Preguntó Leona con una sonrisa de lado, tras salir de la ducha, mientras se secaba el cabello con una toalla.

 

— Omitiendo a los insectos, fue mejor que lidiar con la corte real.- Admitió Jamil, con una pequeña sonrisa.- También nos encontramos con Ruggie.

 

— ¿Qué dijo sobre mí esa hiena habladora?

 

— ¿Por qué hablaríamos de tí?- Rió bajo Jamil al observar a Leona rodar los ojos.

 

— Como si no lo conociera.- Replicó el mayor.- ¿Sobre qué apostaron esta vez?

 

Jamil dejó escapar una pequeña risa, mientras negaba con la cabeza.

 

— Esta vez no apostamos nada.- Prometió, mientras Leona se sentaba a su lado en el borde de la cama, permitiéndole secar y desenredar su cabello.- Aunque me contó algunas cosas.

 

Leona solo puso los ojos en blanco nuevamente, mientras Jamil le colocaba algo de aceite en el pelo. Otro ritual nocturno que se formó en silencio, sin que lo notaran hasta que ya se había vuelto parte de sus vidas.

 

— Eres bastante popular entre la gente.

 

— Es difícil saber si es una confianza real en mí, o solo les recuerdo a mi madre.- Masculló Leona.- Supongo que solo el tiempo lo dirá.

 

— ¿Cómo era tu madre?- Preguntó Jamil.- Todos parecen tenerle mucho aprecio.

 

— Ya te lo dije.- Suspiró Leona.- Creó programas sociales para apoyar a los menos afortunados, impulsó algunos cambios, solía gustarle pasar tiempo con su pueblo... Y a los carroñeros de la corte no les gustaba para nada todo eso.

 

Jamil terminó de desenredar su cabello, y observó por un momento a Leona. Su semblante se veía decaído al hablar de su madre, pero a la vez, parecía que deseaba hablar al respecto.

 

— Era muy importante para tí, ¿cierto?

 

— Ella era mi mundo entero.- Admitió Leona con un profundo suspiro, cerrando los ojos.- Fue la persona que más me amó, la única a la que le importaba, y cuando se fue, me quedé sin nada. Después de que ella murió, me convertí en un fantasma en mi propia casa. Un recordatorio amargo para el viejo de la mujer que perdió...

 

Jamil lo miró con compasión, atreviéndose a frotarle la espalda en un pequeño gesto reconfortante.

 

— Por lo que las personas me contaron, ahora tengo curiosidad por saber cómo era.

 

Leona mostró una pequeña sonrisa, como si agradeciera en silencio poder hablar abiertamente de la persona más importante en su vida.

 

— Era una mujer fuerte, valiente, decidida, con un enorme sentido de la justicia, paciencia y bondad infinita.- Suspiró el rey, recordando los días que pasó con su progenitora.- Ella me enseñó a luchar apenas aprendí a caminar. Incluso en sus últimos días, aún con sus fuerzas casi extintas, puso todo su esfuerzo para enseñarme a controlar mi magia... Jamás podría agradecerle por todo.

 

— Suena a una reina ejemplar.

 

— Lo era.- Asintió sonriendo, cuando una pequeña lágrima traicionera escapó de su ojo izquierdo.- Siempre se preocupaba por los demás. Ella siempre solía decirme que "los fuertes se protegen a sí mismos, pero solo los más fuertes protegen a los que no pueden hacerlo solos." Gracias a ella, Sunset Savana logró mejorar la calidad de vida de la población por unos años, pero cuando ella murió, todo progreso se perdió gracias al viejo.

 

Jamil permaneció callado, permitiéndole hablar. Leona, tras dar ese breve discurso, respiró hondo y pareció meditar algo por unos segundos, antes de levantarse y tomar la mano de Jamil, haciéndolo levantarse y seguirlo.

 

Salieron del dormitorio y avanzaron por los pasillos, tratando de no ser vistos. Jamil no tenía idea de a dónde se dirigían, era incluso difícil ver en la oscuridad, solo podía aferrarse a la mano de Leona, intentando no tropezar, hasta que llegaron a una vieja puerta de madera.

 

Hasta entonces, Leona le soltó la mano, solo para quitarse un colgante del cuello, una llave al parecer, y usarla para abrir el cerrojo.

 

Leona volvió a tomarle la mano y lo condujo al interior de esa habitación, cerrando la puerta de nuevo detrás de ellos, antes de encender la luz.

 

— ¿Qué es este lugar?- Preguntó Jamil, tras observar la habitación.

 

Había un par de cunas de madera en medio de la sala, justo frente a una enorme ventana, además de un gran armario y una silla mecedora. Parecía la habitación de unos bebés.

 

— Primero fue la habitación de Falena, y después la mía.- Respondió Leona, acercándose a las cunas.

 

Jamil, intrigado, se acercó, notando que cada una tenía grabado el nombre de uno de los príncipes, así como lo que identificó como runas antiguas, usadas para la protección.

 

— Esta habitación no formaba parte del palacio.- Comenzó a explicar Leona.- Cuando mi madre descubrió que estaba embarazada por primera vez, ordenó construir esta habitación alrededor de un árbol de baobabs que tiene siglos de antigüedad.- Añadió.- Ella misma talló la cuna para Falena en el tronco de ese árbol, y años después, la mía.

 

Gracias a las clases de herbolaria en Night Raven College, Jamil sabía que esos árboles tenían un importante significado en Sunset Savana, al punto de ser llamado "árbol de la vida". No solo era el hogar y fuente de alimento de muchas especies de animales, sino que sus frutos y corteza poseían propiedades medicinales y útiles para la elaboración de muchas pociones.

 

Eran árboles capaces de vivir miles de años, y sobrevivir a sequías severas. Símbolo de resistencia, longevidad y sabiduría, además de un mediador entre el mundo terrenal y los antepasados, una conexión entre los humanos y la naturaleza.

 

— Cuando no podía dormir, mi madre solía traerme aquí, incluso cuando ya era demasiado grande para usar la cuna, y me mecía sobre su regazo, mientras cantaba una canción de cuna que ella misma compuso para Falena y para mí.- Narró Leona, mirando con nostalgia esa vieja mecedora.- Este era el único lugar donde el viejo no se atrevería a poner un pie.- Añadió, dirigiéndose al armario.- Así que usé eso a mi favor para ocultar las pocas cosas que pude salvar.

 

Jamil observó cómo Leona abría la puerta de madera con otra llave, y de un cajón oculto, extrajo una pequeña caja de metal, similar a un cofre.

 

Leona lo colocó con cuidado sobre el borde de una de las cunas, y lo abrió, revelando el contenido: Una gargantilla de oro y cuentas de jade— similar a la que Jamil había usado en la boda—, un brazalete y un anillo de oro, un pañuelo de tela rojo, y una vieja fotografía de una mujer idéntica a Leona, sentada en esa mecedora, y con un Leona más pequeño sobre su regazo.

 

— Ella era mi madre.- Confirmó Leona, mostrándole aquella fotografía, con algunos daños causados por el fuego en los bordes.- Me entregó el pañuelo justo antes de morir. Logré tomar el brazalete, la gargantilla y el anillo del montón de joyas mientras nadie miraba, pero no tuve la misma suerte con los retratos y fotografías. Solo pude salvar esa, arrojándome a la pila en llamas, antes de que el fuego la consumiera por completo como a todas las demás.

 

Los ojos de Jamil se abrieron con sorpresa y horror al escuchar tal historia. Solo imaginar a un niño de seis años, destrozado por la muerte de su madre, llegando al punto de arriesgar su vida con tal de conservar un recuerdo de ella, era simplemente desgarrador.

 

— Fue un gran escándalo. Recuerdo que Falena estaba furioso y apenas los médicos se aseguraron de que no había sufrido ningún daño físico grave, me arrastró a una de las habitaciones para regañarme por mi imprudencia.- Continuó Leona aquella historia.- Los dos estábamos muy alterados. En algún momento, luego de que me negara a entregarle esa foto, perdió el control y me dió un golpe en el ojo, sin darse cuenta de sus garras.

 

— ¿Él...?

 

— Sí. Él fue quien me hizo esta cicatriz.- Asintió Leona.- Supongo que grité tan fuerte que Kifaji escuchó y entró corriendo. Falena se dio cuenta de lo que había hecho, y me llevaron con los médicos tan rápido como pudieron. Por suerte unos puntos y un parche temporal fue suficiente para que no perdiera el ojo.

 

— ¿Cómo pudo hacer eso?- Murmuró Jamil, más para sí mismo que para Leona.- Era tu hermano mayor...

 

Jamil sabía lo que era ser el hermano mayor, el primogénito. Sabía que a veces era abrumador, especialmente en situaciones de estrés, pero para él, por más fastidiosa y habladora que pudiera llegar a ser, era inconcebible la idea de ponerle una mano encima a Najma. Era su hermana menor, alguien por quién siempre estaría dispuesto a dar incluso la vida... Aunque, ¿realmente podía juzgar a Falena, después de haberse separado de los Asim, sabiendo que ahora Najma se ocupaba de sus obligaciones?

 

— Tenía dieciséis años en ese entonces. Era un adolescente que estaba a solo unos años de asumir el trono, lidiando con la muerte de su madre, un padre incompetente, y de paso tratando de mantener vivo a un mocoso de seis años.- Respondió Leona.- Lo culpé muchos años por eso, pero ahora comprendo que él también estaba sufriendo, y hacía lo mejor que podía.

 

Jamil asintió, observando a detalle la fotografía cuando Leona le permitió sostenerla.

 

Sin duda, Leona era idéntico a su madre. El mismo tono de piel, el mismo cabello, incluso los mismos ojos verdes y la misma sonrisa.

 

Solo ver ese pequeño momento congelado en el tiempo era suficiente para notar el enorme amor que la reina tenía a su hijo, y cómo era recíproco. El pequeño Leona en esa fotografía lucía extremadamente felíz entre los brazos de su madre, ajeno a todas las tragedias que le deparaba el futuro.

 

— ¿Cómo era la canción de cuna que cantaba tu madre?

 

— ¿No puedes dormir acaso?- Bromeó Leona.- ¿También quieres que te meza?

 

— Si insistes...- Sonrió Jamil, mientras rodaba los ojos, siguiéndole el juego.

 

Ambos compartieron una pequeña risa, antes de devolver la fotografía y las demás cosas al cofre.

 

Duerme, mi sol. Entre sueños y luz. Que la luna te guíe, y te guarde del frío y el mal. Y el viento te lleve a donde reine la paz.- Comenzó a cantar Leona.- Duerme, mi amor. En mis brazos estás. Que el mal del mundo no te alcanzará. Cierra tus ojos, y escucha mi voz. Jamás tengas miedo, pues siempre aquí estaré yo...

 

Nunca había escuchado esa canción. Tal y como dijo Leona, debió ser compuesta por la reina para sus hijos. Pero aunque dulce, con el deceso de la reina, era inevitable el sentimiento de melancolía.

 

Y si un día te toca llorar, que el baobabs te abrace y te enseñe a vivir. Mi pequeño guerrero, mi dulce amor... Duerme, mi sol, el día viene ya. Y si no estoy, recuerda que fuiste mi fuerza, mi magia, mi luz.- Continuó Leona, con su voz quebrándose por momentos.- Y si un día te toca llorar, que el baobabs te abrace y te enseñe a vivir. Mi pequeño guerrero, mi dulce amor... Duerme, mi sol, el día viene ya. Y si no estoy, recuerda que fuiste mi fuerza, mi magia, mi luz.

 

Leona terminó aquella canción, y se talló los ojos, buscando limpiar las pequeñas lágrimas que escaparon en el proceso. Jamil se acercó para frotarle la espalda y brindarle algo de consuelo.

 

— Es una hermosa canción.- Mencionó con sinceridad.

 

— La magia única de mi madre también era muy útil.- Suspiró Leona.- El "Heka's Bless" le permitía ingresar a los sueños de otras personas a voluntad y controlarlos en su totalidad. Así que mientras ella vivía, las pesadillas no eran ningún problema.- Añadió, mostrando una pequeña sonrisa al recordar aquellos días tan lejanos.- No importaba qué tan horrible fuera un sueño, ella siempre llegaba justo a tiempo para protegerme.

 

— Suena parecida a la magia única de Silver, aunque un poco más fuerte.- Analizó Jamil.- Habría sido muy útil en el desastre mágico ocasionado por Malleus.

 

— Llámame loco pero, de algún modo, sentí que ella me protegió en ese sueño hasta que los herbívoros aparecieron para despertarme.- Sonrió Leona.

 

— ¿Por qué lo dices?

 

— En ese sueño todo se fue al demonio, estaba al borde de un golpe de estado, pero el Kifaji de ese sueño de algún modo lograba mantenerme a salvo.- Narró el rey.- Y luego de enfrentar a la "oscuridad" y volver, ese Kifaji apareció de nuevo, pero solo se despidió de mí, nos deseó suerte y nos permitió marcharnos... No puedo explicarlo, pero se sentía como si no fuera una ilusión de Kifaji creada con mis recuerdos, sino algo más.

 

— Supongo que el amor de la mayoría de las madres no conoce los límites.- Mencionó Jamil, mostrando una sonrisa melancólica al pensar en su familia.- Estarán dispuestas a proteger a sus hijos en este mundo, y en todos los que sea necesario.

 

Leona miró a Jamil por unos segundos, notando su estado de ánimo, y luego miró la caja en sus manos, antes de abrirla y extraer algo del interior.

 

— Leona, ¿qué...?

 

— Justo de tu talla.- Mencionó el mayor tras colocar el anillo en su mano derecha, además del brazalete en su bíceps.- Creo que la gargantilla también te queda.

 

— Leona, yo no-

 

— Han pasado más de una década aquí escondidos, acumulando polvo.- Interrumpió Leona.- A mí no me queda nada de esto, y definitivamente no voy a volver a casarme. Prefiero que los uses a que sigan aquí olvidados.

 

— No puedo aceptar esto. Son de tu madre.

 

— Tómalo como su aprobación.- Sonrió Leona, tras sacar la gargantilla y cerrar el cofre.- Ella solía usar estas joyas todo el tiempo, aún quedan rastros de su magia en ellas.

 

Jamil intentó replicar algo, pero Leona no se lo permitió, saliendo ambos de la habitación para volver a la suya, con el mismo sigilo con el que habían llegado.

 

Una vez en su alcoba, Leona dejó la gargantilla sobre el tocador, y se dejó caer sobre la cama, acurrucandose en las sábanas.

 

Jamil soltó un suspiro, y luego de retirarse el brazalete y colocarlo junto a la gargantilla, además de un pequeño debate mental, se dejó el anillo puesto, apagó las luces y se acercó a su lado de la cama para recostarse.

 

Leona, como ya era costumbre, no tardó en aferrarse a su espalda, a pesar de que el hábito de dormir en la orilla se había ido desde hace unas semanas.

 

— Parece que mi madre te aprueba después de todo, Jami.- Rió Leona cerca de su oído, tras notar el anillo en su mano entre la oscuridad.

 

— Procuraré cumplir las expectativas entonces, "cariño".- Replicó Jamil de igual forma.

 

Los dos compartieron una risa cómplice, antes de cerrar los ojos y disponerse a dormir.

Notes:

Zira. Su nombre lo saqué de la película "El rey león 2", de la madre de Kobu.
Su personalidad e historia las creé completamente yo, tomando inspiración de figuras como Lady Di, Sarabi (la madre de Simba) y Zira (la madre de Kobu).
Su magia única la creé tomando como inspiración a Heka, considerado tanto una deidad como fuerza primigenia en la mitología egipcia, fuente y personificación de toda la magia y poder divino.

Que Falena haya sido el responsable de hacerle la cicatriz a Leona es una referencia a las ideas y escenas descartadas de la película "El rey león".

Los baobabs los elegí por ser considerados árboles sagrados y míticos en la vida real, en muchas culturas africanas. Y el detalle de las cunas, fue inspirado en la cama matrimonial de Odiseo y Penélope, tallada en un árbol de olivo.

La canción de cuna la inventé yo (creo que se nota demasiado), básicamente escuchando pistas de canciones de cuna y cajas musicales y escribiendo lo que se me venía a la mente lol

Chapter 9: Puedes confiar

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La vida real no era en absoluto sencilla, mucho menos cuando debía cumplir cada vez con más obligaciones tanto como rey consorte, como en sus pasantías. Y ahora, apenas despertar, sentía un intenso dolor en las articulaciones, además de un fuerte escalofrío, y fiebre.

 

— Es solo un resfriado, Majestad.- Informó el médico tras revisarlo y lograr controlar la fiebre.- Algo de reposo, bebidas calientes y sopa, y estará bien en unos días.

 

Leona se encargó de agradecer y despedirse del médico, mientras Jamil aún estaba algo mareado por la fiebre, acurrucado entre las mantas a pesar del clima caluroso propio de Sunrise City.

 

— No se preocupe, Leona-sama.- Mencionó Kifaji.- Me ocuparé de Jamil-sama, y le pediré a algunas niñeras y guardias que escolten a Cheka-sama a la escuela por unos días.

 

— Ve y ocúpate de cuidar del cachorro.- Replicó el rey.- Yo me encargo de Jamil.

 

Tanto el chambelán como el rey consorte respingaron ante tal declaración.

 

— Leona, no seas terco.- Musitó Jamil, luchando por incorporarse.- Estaré bien. Tú ve a cumplir tus responsabilidades.

 

— ¿Qué clase de esposo sería si dejo a mi esposo enfermo sólo?- Replicó Leona, acercándose para hacerlo recostarse nuevamente.- El reino no va a caer si me ausento por un día de las reuniones. Creo que los carroñeros de la corte son al menos lo suficientemente competentes para arreglarselas sin mí por un día.

 

— No va a cambiar de parecer, ¿verdad?- Suspiró Kifaji. Leona solo se encogió de hombros.- Bien. Me ocuparé de Cheka-sama entonces.- Añadió el anciano.- Que se mejore pronto, Jamil-sama.

 

Jamil agradeció los buenos deseos como pudo, apenas en un murmullo gracias a su garganta irritada.

 

En cuanto estuvieron solos, Leona se sentó en "su lado de la cama", y Jamil no tardó en reprocharle sus acciones con la mirada.

 

— Oye, no me mires así.- Musitó el rey.- ¿Acaso prefieres que te deje en manos de esa vieja ave entrometida?

 

— Eres el rey, Leona.- Repitió con la voz gangosa.- Debes ocuparte de tus responsabilidades.

 

— Y también soy tu esposo, y por lo tanto, también tengo responsabilidades contigo.- Replicó con una sonrisa confiada, casi burlona.- Así que mejor relájate y trata de dormir, te despertaré cuando sea la hora del almuerzo.

 

Jamil bufó con cansancio, pero si algo había aprendido tras convivir con Leona y vivir bajo el mismo techo por más de cinco meses, era que el testarudo rey no cambiaba de opinión con facilidad, ni quitaba el dedo del renglón así el cielo se cayera a pedazos.

 

Era simplemente inútil tratar de discutir con él. No iba a salir de la habitación ni aunque lo sacara a patadas.

 

— Te juro que si no te duermes, llamaré personalmente a Dauphin y lo traeré hasta aquí para hacerte dormir.

 

— ¿Qué tiene que ver el rey Louis en esto?- Cuestionó Jamil.

 

— Su magia única podría ser útil.- Respondió Leona.- Si lograba relajar al maniático de Rosehearts y controlar su mal genio, seguro algo podría hacer contigo.

 

— ¿Qué clase de magia única tiene?

 

— El "Take a break", produce un estado de relajación inmediata en el afectado.- Respondió el rey con una sonrisa de lado.- Dependiendo de la fuerza mental y mágica de la persona, puede solo relajarla, o llegar a dormirla.

 

Jamil no tardó en reprocharle de nuevo con la mirada; Leona solo mantuvo su sonrisa, antes de recostarse.

 

— Aunque contigo quizás fallaría. Tus niveles de estrés te dan un escudo natural contra la magia única de Dauphin. Nos será útil si algún día trata de atacarnos.- Bromeó con una pequeña risa.- Al menos ya encontramos una utilidad a tu facilidad para estresarte.

 

— Qué gracioso eres...- Masculló Jamil, frunciendo el ceño.

 

— ¿Qué hacías cuando te enfermabas?

 

Jamil miró a Leona como si no comprendiera la pregunta.

 

— ¿Acaso te hacían trabajar incluso estando enfermo?

 

— Las responsabilidades no esperan.- Murmuró Jamil.- Debía cumplir con mis obligaciones. Esto no es nada, en unas horas estaré perfectamente bien.

 

— Ni hablar.- Negó Leona.- De mi cuenta corre que no salgas de esta habitación hasta que estés totalmente recuperado, así tenga que atarte a la cama.

 

Jamil bufó de nuevo y puso los ojos en blanco. Sabía que Leona en verdad sería capaz de atarlo con tal de mantenerlo quieto, también que debería tratar de descansar y recuperarse, pero sus viejos hábitos y recuerdos no se lo iban a permitir...

 

— Ya te dije que ahora eres un rey, y no tienes que disculparte con nadie por tomar un descanso que claramente necesitas.

 

De nuevo, esas palabras lo hicieron estremecer. Ya había perdido la cuenta de veces que Leona las había repetido, pero no dejaban de generar el mismo impacto en él.

 

Ahora era un rey. Tanto el anillo de matrimonio, como el que antiguamente perteneció a la madre de Leona, en sus manos, así como su guardarropa y nuevas obligaciones y hábitos lo confirmaban. Pero aún existía una pequeña parte de él que no podía creer que todo eso era realidad y no alguna clase de ilusión o sueño del que despertaría en cualquier momento, para volver a su realidad como sirviente.

 

— La magia única de mi cuñada sería muy útil ahora mismo.- Suspiró Leona, sacándolo de sus pensamientos.- Desde que se casó con Falena, nos ahorró muchas visitas al médico y muchos dramas por una inyección.

 

— ¿Qué clase de magia tenía la reina Sarabi?- Preguntó Jamil con curiosidad.- Solo sé por Kifaji que podía usar magia y asistió a una escuela parecida a Night Raven College.

 

— Y no te mintió ese viejo saco de plumas. Era una maga muy talentosa.- Confirmó Leona.- Su magia única, "Enekpe's Mercy", le permitía convertir cualquier líquido en una poción capaz de curar cualquier enfermedad. Pero requería demasiada magia y producía demasiado blot. Crear una sola, la dejaba exhausta por días. Incluso con años de entrenamiento, solo podía crear un máximo de dos pociones por mes.

 

— Aún así, era una magia asombrosa.- Afirmó Jamil.- Cualquier escuela de magia habría estado dispuesta a recibirla. Aunque como princesa, quizás ni siquiera lo habría necesitado.

 

— A pesar de su posición como princesa, decidió rechazar las tutorías particulares y asistir por voluntad propia a Starry Night Academy. Una escuela de magia para mujeres, en la Isla de los héroes.

 

— Algo he escuchado de esa escuela.- Suspiró Jamil.- Mi hermana la mencionó un par de veces. Quería asistir ahí.

 

— Es bastante parecida a Night Raven College. Tienen el mismo sistema de dormitorios y prefectos. La única diferencia, obviando que es una academia exclusiva para mujeres, es que sus dormitorios son nueve en vez de siete.- Mencionó Leona.- Eso, y que sus dormitorios fueron fundados en el espíritu de los nueve revolucionarios.

 

— ¿Los nueve revolucionarios?

 

Leona asintió en respuesta.

 

Swordheart, fundado en la disciplina de la guerrera de las montañas, que salvó a su nación al causar una avalancha y derrotar a la mayoría del ejército enemigo. Sunsetstar, fundado en el amor del príncipe desterrado, que luego de enamorarse de la princesa, logró reunificar el reino de la sabana y devolver la paz con ayuda de su amada. Heartsea, fundado en la valentía de la navegante que surcó el océano en busca del perdón de los dioses para salvar a su pueblo. Bellerosé, fundado en la sabiduría de la doncella que salvó al príncipe bestia de su hechizo.- Mencionó Leona.- Llamarage, fundado en el viaje de redención del príncipe caprichoso, que luego de ser convertido en llama, se volvió un mejor gobernante. Kindstorge, fundado en la bondad del sirviente que ayudó al príncipe caprichoso, y luego se volvió su mano derecha. Junglereing, fundado en la fuerza del rey de los monos, que salvó a toda la selva de ser arrasada por cazadores. Fairitale, fundado en el ingenio del rey de Neverland, que salvó a todos sus súbditos de una tripulación de piratas. Y Snowbell, fundado en la determinación de la reina de la nieve, que con sus poderes de hielo salvó a su pueblo de un invierno eterno.

 

— ¿En cuál estuvo la reina Sarabi?

 

— Swordheart.- Respondió el rey.- Las estudiantes de ese dormitorio son conocidas por ser extremadamente disciplinadas, con un fuerte sentido del honor y la lealtad, y siempre dispuestas a esforzarse al máximo para alcanzar sus objetivos.- Añadió.- No me sorprende para nada que haya sido así. Todas esas eran cualidades que Sarabi poseía y la hicieron una excelente reina.

 

Jamil asintió, mientras en silencio recordaba todas las veces que Najma mencionó esa academia, cuánto deseaba ingresar a ella, y cuánto se esforzaba a diario por mejorar en su magia, con la esperanza de ser aceptada en el futuro.

 

Najma ya debería haber ingresado a su primer año de secundaria. Si hubiese sido aceptada en Starry Night Academy, ya debería llevar un par de meses ahí. Pero, ahora no tenía idea si su pequeña hermana lo había logrado o no. No sabía nada de ella desde el día de la boda en realidad.

 

— ¿Cómo es tu hermana exactamente?- Preguntó de repente Leona, sacándolo de sus pensamientos.- Si es tan talentosa como tú, no dudo que recibiera una invitación a Starry Night.

 

— Es algo habladora y fastidiosa.- Bromeó Jamil, con una sonrisa de lado.- Pero, también es leal, honesta, amable, dulce, valiente, optimista, alegre, y muy ingeniosa.

 

Leona guardó silencio por unos segundos, meditando, antes de volver a tomar la palabra.

 

— Si recibió una invitación, probablemente fue asignada a Fairitale entonces.- Concluyó Leona.- Las estudiantes de ese dormitorio se caracterizan por tener personalidades alegres y encantadoras, ser soñadoras, aventureras, siempre estar dispuestas a proteger a otros, y sobre todo, ser muy ingeniosas y hábiles con las palabras y las manos.

 

— Definitivamente suena a un lugar ideal para Najma.- Suspiró Jamil, con una sonrisa melancólica.

 

Leona lo miró por un par de minutos, antes de girarse sobre su costado, quedando aún más cerca de Jamil.

 

— Aléjate o podrías terminar enfermandote también.

 

— Por desgracia soy más resistente a las enfermedades infecciosas que los humanos.- Sonrió Leona con arrogancia.- Un resfriado humano no me haría soltar ni un suspiro.

 

Jamil solo bufó, antes de ocultarse entre las mantas. En todo ese tiempo, había descubierto varios datos sobre los hombres bestia, que antes de llegar a Sunrise City le eran desconocidos. Ahora, no conformes con ser naturalmente más fuertes, tener sentidos más agudos, y sanar de lesiones más rápido, descubría que también eran resistentes a las enfermedades que afectaban con frecuencia a los humanos.

 

Leona solo se rió por su reacción, antes de seguirlo en su escondite, a pesar del insoportable calor.

 

— Perfecto. A Kifaji jamás se le ocurriría buscarnos aquí.

 

— Leona...

 

— Ya te dije que soy todo tuyo por el día de hoy.- Sonrió el mayor.- Así que si vas a esconderte bajo las mantas, aquí nos quedamos entonces.

 

Jamil solo volvió a suspirar, antes de salir de su escondite. Sabía que Leona tenía razón, debía descansar, pero también sabía que no iba a conseguir dormirse así su vida dependiera de ello.

 

Por varios minutos se quedaron en silencio, hasta que, de repente, Leona lo atrajo contra su pecho.

 

— Leona, ¿qué...?

 

Antes de que pudiera cuestionar, una ligera vibración, proveniente del pecho de Leona lo sorprendió.

 

— El ronroneo suele ser efectivo para calmar y hacer dormir incluso a los cachorros más revoltosos.- Murmuró Leona, aún apresandolo.- Quizás también funcione contigo.

 

Ya sabía que Leona podía ronronear igual que un gato, pero era la primera vez que sentía y escuchaba su ronroneo tan cerca, y no sabía cómo reaccionar.

 

Era relajante, pero a la vez, le hacía sentir un revoloteo en el estómago.

 

— ¿O prefieres que te cante la canción de cuna de mi madre?- Bromeó Leona.

 

— Sería la primera vez que soy quien la escucha y no quién la canta.- Murmuró, resignado a quedar atrapado contra Leona.

 

— ¿Cómo te llevabas con tus padres antes de todo esto?

 

Jamil tomó un profundo respiro, cerrando los ojos por un momento, antes de responder. No era un tema agradable, pero necesitaba hablarlo, además, Leona había confiado bastante en él durante el tiempo que llevaban viviendo juntos.

 

— Siempre fue una relación complicada.- Admitió derrotado.- Desde que puedo recordar, mi vida giraba en torno a Kalim. Siempre debía estar cerca de él, cumplir todos sus deseos, obedecerlo en absolutamente todo... Y si rompía alguna regla, mis padres se encargaban de darme un castigo apropiado.

 

Los gestos de Leona delataban su enojo, recordando los pequeños episodios que Jamil le había contado con anterioridad, pero su ronroneo no se vió interrumpido.

 

— Sé que debería odiarlos por todo lo que me hicieron pasar, pero siento que no puedo.- Admitió Jamil en un derrotado y cansado suspiro.- Ni siquiera en el sueño que Malleus creó pude ser capaz de dejarlos atrás. Incluso ahí solo invertí los papeles de ambas familias, en vez de solo salvarme a mí... Juro que quiero odiarlos, pero sé que si algún día aparecieran frente a mí, una simple disculpa sería más que suficiente para olvidar todo.

 

— Eres más bondadoso de lo que incluso tú mismo crees.- Murmuró Leona, acariciándole la cabeza.- Admito que incluso después de todo esto, es difícil para mí comprender cómo puedes seguir amándolos y estar dispuesto a perdonarlos después de que hicieran de tu vida un infierno desde el nacimiento. Pero desde S.T.Y.X, supe que tú eres muy diferente a mí, y a cualquiera que haya conocido, y cada vez lo reafirmo más.

 

— Supongo que solo soy un idiota.

 

— Para nada.- Negó el rey.- Solo eres alguien que pasó toda su vida en el infierno, tratando de escapar y rescatar incluso a quienes no querían ser rescatados.- Añadió, mirando la expresión acongojada de Jamil.- Puedes ponerte todas las corazas y decir que eres tan malvado y egoísta como quieras, pero en el fondo tienes un buen corazón.

 

Al ver ese par de ojos negros abrirse con sorpresa y mirarlo, Leona permaneció tranquilo. No mentía en nada.

 

Desde su forzada convivencia en el camino hacia el Tártaro, supo que Jamil era diferente a cualquier persona que hubiera conocido antes.

 

Si bien, al principio su sumisión y obediencia lograron crisparle los nervios, conforme las horas pasaban y enfrentaban los peligros, fue notando pequeñas diferencias.

 

Jamil no trataba de protegerlo con el propósito de obtener algún beneficio de él. Lo hacía porque toda su vida fue tratado como carne de cañón, como un escudo, un producto desechable, reemplazable, sin importancia, voz, ni voto, y Jamil lo había creído y aceptado.

 

Jamil deseaba su libertad, pero a la vez tenía miedo de ella. Rogaba por ser visto, escuchado, validado, rescatado, pero no estaba dispuesto a pedir ni aceptar ayuda, a pesar de saber que la necesitaba.

 

Jamil se jactaba de ser egoísta, pero todo lo que hacía siempre era sacrificarse por el bienestar de otros, aún si nadie reconocía ni agradecía su esfuerzo.

 

Jamil hacía alarde de su inteligencia y capacidad de manipulación, pero era igual, o incluso más inseguro que Azul, era tan fácil de leer como un libro abierto, y era tan vulnerable como un animal herido.

 

Jamil era diferente a Ruggie, a Liam, a Ethan, a Ka'al. Leona lo supo desde ese momento, y por eso aprovechó cada oportunidad, por más mínima que fuera, para impulsarlo a sacar ese potencial oculto y liberarse de sus ataduras... Aunque en ese entonces no esperaba que terminarían en un matrimonio arreglado.

 

— ¿En serio crees que tomaste la decisión correcta al elegirme como consorte?- Preguntó Jamil, agachando la mirada después de un rato.

 

— Por supuesto que lo creo.- Respondió Leona casi de inmediato.- ¿Por qué piensas lo contrario?

 

Jamil se quedó callado, apretando los labios. Leona al instante notó cómo de nuevo sus inseguridades lo invadían, y sabía que debía hacer algo.

 

— Es verdad que has cometido muchos errores, igual que yo. Pero eso no te define.- Mencionó Leona, con él en brazos.- Eres mucho más inteligente, fuerte y hábil de lo que piensas. Por algo los herbívoros inútiles de Scarabia corrían hacia ti en vez de Asim cuando había problemas. Sabían que a pesar de todo, eres alguien inteligente, fuerte y confiable.- Añadió, ahogando apenas una pequeña risa cuando escuchó la frecuencia cardíaca de Jamil alterarse.- Por algo la grabadora andante te eligió como su sucesor, y estuvo tras de ti como una abeja sobre la miel, igual que cefalopunk.

 

— Iago no...

 

— Ni siquiera intentes negarlo.- Rió bajo Leona.- Ese saco de plumas embustero y yo somos de la misma generación, lo conozco lo suficiente para saber que llamaste su atención desde ese entonces, y lo sigues haciendo. Bastó ver cómo te miraba, y no dudó ni un segundo para pedirte bailar en la fiesta de coronación de Louis.

 

Finalmente, Jamil soltó un suspiro, aceptando su derrota. Podía hacer el intento de negar tal nexo con el anterior líder de Scarabia, sin embargo, sería en vano.

 

— Así que, ¿cuál es su historia?

 

— Lo conocí cuando entré a primer año, justo despues de que el espejo me asignara a Scarabia en la ceremonia de ingreso.- Comenzó Jamil.- También era el líder del club de baloncesto, así que solíamos vernos con mucha frecuencia por los entrenamientos y torneos a los que asistía a pesar de sus pasantías. Así descubrimos que teníamos muchas cosas en común, y el vínculo creció.- Continuó, rememorando aquellos días.- Él solía ayudarme con las tareas, prestarme algunos libros de clases más avanzadas, incluso ayudarme con las tonterías de Kalim... Aunque nunca fue de su agrado en realidad.

 

— Thunderbird es un mentiroso igual o quizás peor que Ashengrotto.- Asintió Leona.- No me sorprende que le sonriera, e incluso le siguiera el juego a Asim de frente, mientras se quejaba de él a sus espaldas.

 

— Así era.- Confirmó Jamil.- No soportaba a Kalim, y siempre le negó cualquier permiso para hacer una fiesta en el dormitorio. Aunque jamás fue grosero con él, y siempre le sonreía como a todos.

 

— Precisamente por eso es que jamás hablo más de lo necesario con esa grabadora emplumada, y prefiero evitarlo si es posible.- Confesó Leona.- Fue criado para ser un "diplomático"... Más bien, un experto mentiroso y manipulador desde que estaba en la cuna. Su magia única, aunque fue útil en un par de ocasiones, también es un verdadero fastidio.

 

— Lo sé. Lo confirmé por mi cuenta.- Suspiró el más joven.- A Kalim le parecía divertido cómo era capaz de "grabar" y replicar a la perfección cualquier voz y sonido... Y admito que fuí un imbécil al hacer caso a los consejos de Iago.

 

— ¿Qué te dijo ese tipo?

 

Jamil de nuevo se quedó callado, meditando si era prudente responder esa pregunta o no. Sin embargo, ¿había algo que ocultar en ese punto?

 

— Con el "Sing like me", grabó algunas preguntas que le hizo a Kalim, y me reveló cómo Kalim quería ser el siguiente líder de Scarabia y cuánto le había hablado a su padre sobre eso.- Admitió.- Siempre supe que si Kalim quería algo, su padre no dudaría en dárselo. No tenía nada qué hacer, a pesar de que Iago ya me había prometido el puesto a mí.- Añadió.- Entonces, él me dijo: "Muchos líderes poderosos han caído a lo largo de la historia, cuando su pueblo dejó de respaldarlos, y no hubo riqueza capaz de impedir que perdieran la cabeza."

 

— Así que él fue quién te dió la idea de poner a todos en contra de Asim...

 

Jamil solo agachó la cabeza con vergüenza.

 

— Al principio me negué, especialmente despues de que en la graduación, nos confesara a todo el dormitorio ser miembro de la casa Ababua.- Añadió Jamil.- Pero, conforme los meses pasaban, Kalim no cumplía con ninguna de sus responsabilidades y Scarabia estaba cada vez peor en todos los aspectos, sus palabras eran más tentadoras... Llegó un momento en el que me harté y seguí su consejo, y ya sabemos cómo terminó.

 

— Tu error fue dejar entrar a un herbívoro sin magia y una bola de pelo entrometidos.- Bromeó Leona.

 

— Quizás...- Sonrió Jamil, rodando los ojos.

 

Ambos compartieron una pequeña risa, con cualquier tensión perdida en el olvido, siendo reemplazada por comodidad.

 

— Sé que Thunderbird manipula a quien sea necesario por su propio beneficio, pero también sé que una vez entrega su lealtad, es por siempre.- Añadió Leona luego de un rato.- Parece que significaste mucho para él.

 

Jamil sintió sus mejillas enrojecer. No esperaba que Leona conociera tan bien a Iago, ni que se diera cuenta de la información que no había revelado.

 

— ¿Tuvieron algo?

 

— Ni siquiera yo estoy seguro.- Admitió con vergüenza.- Un día, después del entrenamiento del club, nos quedamos solos en los vestidores, y... No sé cómo pasó, pero terminamos besándonos.- Añadió, procurando no mirar a Leona a los ojos, como si pudiera convertirlo en piedra con la mirada.- No hablamos del tema, pero volvió a ocurrir un par de veces. Nunca le dimos nombre a eso. Ni siquiera quise escucharlo ni despedirme de él luego de saber que me mintió en la cara por un año entero.

 

— ¿Primer beso?

 

— No.- Negó Jamil con incomodidad.- Ese fue Kalim... Y no es una historia grata.

 

Las orejas de león se irguieron con curiosidad, aunque algo en su interior se anticipaba a que la respuesta no sería linda.

 

— Ya te dije que me criaron para ser totalmente obediente a la voluntad de Kalim... En todos los aspectos.- Explicó Jamil, mordiéndose el labio por la ansiedad al recordar esos acontecimientos.- No seríamos niños toda la vida, y en algún momento, Kalim podría tener otro tipo de "necesidades", que yo debería cubrir si él lo deseaba.

 

Leona imitó las acciones de Jamil, mordiéndose el labio con enojo. ¿Por qué demonios preguntó, sabiendo que la respuesta no iba a ser agradable? Peor aún, ¿cómo podía un padre o una madre someter a su propio hijo a ese tipo de abusos, fingiendo que era normal, y exigirle hacerlo sin quejarse?

 

— Cuando tenía diez años, tuve esa "charla" con mi padre. Recuerdo que fue bastante incómodo, y desde ese día, no pude dejar de tener miedo respecto a ese asunto.- Continuó Jamil aquella historia.- Cuando tenía once, estábamos en el cine de la finca, viendo la película favorita de Kalim: "La historia de la princesa y la rata callejera". Y al final, mencionó el tema del beso... No quería hacerlo, pero mi padre había dicho que no podía negarme. Así que acepté, y así fue mi primer beso. Incómodo, forzado, sin ningún sentimiento más que asco y miedo de que Kalim buscara algo más que solo un beso ese día.

 

Leona no dijo nada. ¿Acaso existía algo que pudiera decirse ante una historia así?

 

Quizás Kalim no era— al menos del todo— culpable, solo despistado y torpe para no darse cuenta de la incomodidad y el rechazo de Jamil. Pero solo imaginar que si el primogénito de la familia Asim fuese tan despreciable como otros de su posición, habría hecho cualquier cosa con Jamil, y él no habría podido defenderse, y nadie, ni siquiera sus propios padres habrían hecho nada por defenderlo, le revolvía el estómago.

 

Solo abrazó con más fuerza a Jamil, sin llegar a lastimarlo, sintiéndolo temblar por unos segundos, antes de volver a relajarse en sus brazos. "Una acción siempre dirá más que las palabras, pero las acciones son más silenciosas", como solía decir su madre.

 

— ¿Primer amor entonces?- Sonrió Leona de lado luego de un rato.

 

— Supongo que es lo más cercano.- Simplificó Jamil, encogiendo los hombros.

 

— También pasé por eso.

 

Ahora fue el turno de Jamil para mirar a Leona con curiosidad, e indagar al respecto. Y el de Leona para desviar la vista con nerviosismo.

 

— Fue Snake.

 

Ante esa confesión, los ojos de Jamil parecían estar a punto de salir de sus cuencas. Habría esperado que tal título lo tuviera Ethan, Liam, incluso Ruggie... ¿Pero Ka'al?

 

— Fue mi primer amigo, con quién pasé muchos buenos momentos de niño...- Continúo Leona.- No teníamos claro el concepto de una relación o el amor. Para nosotros solo era una conexión y cariño mutuo y diferente al que teníamos a los demás. Él estuvo conmigo incluso cuando mi madre murió y Falena me hizo la herida en el ojo. Separarme de él fue bastante doloroso.- Añadió con pesar.- El día que nos despedimos, recuerdo que hablamos de las películas que solíamos ver juntos, y decidimos hacer la promesa de buscarnos al crecer para volver a estar juntos. Luego sellamos esa estúpida promesa con un beso torpe y que casi nos hace vomitar a los dos.- Finalizó, soltando una pequeña risa.- ¿Has sentido la lengua de una naga? Es horrible.

 

Jamil no tardó en contagiarse por la risa de Leona al imaginar tal escena, pasando de un momento dulce y melancólico, a uno gracioso y ridículo de un segundo a otro.

 

— En fin... Pasé años preguntándome cómo estaría y pensando en cómo podría buscarlo sin que Falena y el viejo se dieran cuenta. Hasta que nos reencontramos en NRC.- Añadió Leona.- Le presenté a Ethan y Liam, y estuve como un idiota detrás de él por un par de meses, creyendo su actuación. Luego intentó apuñalarme por la espalda para ayudar a ese gato doméstico, y todo se fue al demonio.

 

— Realmente lo querías, ¿cierto?

 

— Supongo que me lo gané por creer que el amor era suficiente para ganarle al tiempo y la distancia, y que las personas no cambian por un par de monedas.- Suspiró Leona, evadiendo la pregunta, pero la cola de león repentinamente quieta y sus orejas contraídas hacia su cabeza lo delataron frente a Jamil.- Al parecer, conoció a Skere en NRC, y unas cuantas palabras y un puñado de monedas a la semana fue suficiente para hacerlo olvidar todo lo que pasamos juntos.

 

Jamil escuchó en silencio. Ka'al fue mucho más que un simple compañero de juegos o amigo de la infancia para Leona, fue el primero en todo para él. Su primer amor, su primer beso, su primera ilusión... Y también su primera traición y su primera desilusión. Una conexión así era difícil de borrar.

 

— Luego del primer intento fallido de ese gato doméstico, los tres quedamos atrapados en Savanaclaw por casi una semana, y esa serpiente traicionera se la pasó pegado a él, atendiendo sus heridas y cumpliendo sus caprichos. A mí apenas volteaba a verme cuando era inevitable encontrarnos.- Añadió Leona.- Desde ese momento supe que todo se había terminado, y lo confirmé cuando lo encaré un día antes de que Crowley lograra reparar el espejo.

 

— ¿Empezaron a salir apenas se reencontraron?

 

— Sí. Y él me engañó con ese niño mimado menos de una semana después.- Confirmó, oscilando entre la vergüenza y el rencor.- Apenas terminamos, se fue con Khan, y se volvió su perro faldero. No soportaba verlo, pero no podía echarlo del club de Spelldrive sin una razón válida. Y una relación fallida no cuenta como una. Además, se volvió una persona horrible, pero era un elemento valioso en los torneos, especialmente en el campeonato entre dormitorios, cuando podía usar su verdadera forma con libertad.

 

Jamil asintió. Al parecer, había mucho más que una simple rivalidad por el control de Savanaclaw entre Leona y Skere.

 

— Skere es quizás más incompetente que Kalim. Sin alguien haciendo todo por él a cambio de dinero, no es nada.- Señaló Leona.- Supe que se casó con Ka'al después de la graduación y han estado juntos desde entonces. Una relación "sin amor", pero funcional.

 

— ¿Crees que sí hay amor entre ellos después de todo?

 

Leona dejó escapar una pequeña risa, antes de responder.

 

— Con ver la cara de ese gato cuando saqué a Ka'al a bailar en la fiesta de Dauphin, me consta que esa naga logró ganar algo de su cariño.- Señaló.- Aunque, probablemente Khan lo ama más de lo que Snake lo hace. Para Ka'al, él es solo la garantía de una vida fácil... Al menos tuve suerte de descubrir a tiempo el tipo de persona que era y alejarme.

 

— Deberías agradecerle a Khan por eso en vez de pelear con él.- Sonrió Jamil de lado.

 

— Lo tomaré en cuenta para la próxima vez que nos encontremos con él.- Bromeó Leona.

 

Ambos compartieron una pequeña risa, sintiéndose tranquilos y relajados en el silencio que se formó poco despues.

 

— ¿Qué planeas hacer despues de esto?- Preguntó Leona.

 

— No lo sé.- Admitió Jamil.- Quizás usar el dinero que llevo años ahorrando para mudarme al País del resplandor, o el País del Piroxeno, establecer un pequeño negocio o conseguir un trabajo, y que el destino decida el resto.

 

— De acuerdo a las leyes de Sunset Savana, recibirás una suma de dinero al finalizar el divorcio, y despues una pensión vitalicia por los años de matrimonio.- Explicó Leona.- El dinero no debería volver a ser un problema.

 

— No quiero vivir a costa del reino de Sunset Savana por el resto de mi vida.- Bufó Jamil.- ¿Tengo la opción de declinar?

 

— Con la pensión podrías, aprovechando que no hay hijos de por medio. Pero la compensación no entra a discusión.

 

— Entiendo.- Suspiró el más joven.- ¿Qué harás tú?

 

— Una vez que el cachorro cumpla la mayoría de edad y esté listo para gobernar, abdicaré voluntariamente al trono.- Respondió el rey.- Aún tengo la responsabilidad de comandar la guardia del atardecer, pero en tiempos de paz es como ser entrenador personal de un montón de inútiles.- Añadió con hastío.- Supongo que solo me quedaré en el palacio siendo tío de tonto por el resto de mis días.

 

— ¿No has considerado volverte a casar en el futuro, sin presión de por medio?

 

— Ya te dije que no. Suficiente tengo contigo.- Bromeó el más alto.- Cheka será lo suficientemente mayor para entenderlo y no hacer demasiadas preguntas, así que no habrá ningún problema por mi "corazón roto".

 

Jamil correspondió la broma de Leona, antes de que una tos repentina lo sorprendiera.

 

Leona no tardó más que un par de segundos en levantarse, servir algo de agua en un vaso y entregárselo.

 

— Gracias.

 

Leona asintió, luego dejó el vaso sobre la mesa de noche y ayudó a Jamil a recostarse de nuevo, retomando su posición en la cama poco despues.

 

— ¿Y cuál es el plan para los siguientes trece años?- Preguntó Jamil.

 

Leona movió una de las orejas, como si no comprendiera la pregunta.

 

— Ya sabes...- Murmuró Jamil, apretando nervioso las sábanas.- Han pasado más de dos meses desde la boda, y...

 

— Ya te dije que no hay ninguna prisa para hacer "eso".- Interrumpió Leona.- Si llega a surgir en algún momento no tengo problema. Pero sino, tampoco va a salir un titán del Tártaro a congelarnos y devorarnos.

 

— ¿No crees que es sospechoso cuanto menos?

 

— Los dos estamos muy ocupados, estresados y cansados. Demasiado concentrados en ser buenos padres y reyes como para pensar en esas cosas mundanas.- Rió Leona, acurrucándose en "su lado" de la cama.- Ahora en serio, trata de dormir. Necesitas descansar para recuperarte.

 

Jamil suspiró y asintió, girandose hacía su costado para cerrar los ojos y tratar de dormir una siesta.

 

Los brazos de Leona no tardaron en volver a rodearle la cintura, y su aliento en mecer su cabello, haciéndole erizar la piel.

 

Siendo objetivo, Leona era bastante atractivo. Un hombre tallado por los mismos dioses para algunos. No podía negarlo.

 

Pero ¿era correcto admitirlo abiertamente? Despues de todo, solo estaban siguiendo un guión que crearon para mantener esa fachada de familia para Cheka.

 

Se habían besado varias veces en esos meses, pero todas habían sido en momentos y lugares donde eran observados y todos los presentes esperarían tal acción de una pareja. Lo mismo podían decir de gestos como tomarse las manos, que Leona le rodeara la cintura o los hombros en público... Pero otros, como la costumbre de dormir con Leona aferrado a su espalda, ¿cómo podían explicarse?

 

Perfectamente podrían dormir separados, incluso con una almohada o manta en medio de ambos, pero no. A ninguno parecía incomodarle su pequeño hábito nocturno, ni la cercanía que implicaba.

 

Simple costumbre quizás... ¿O acaso estaban pasando algo por alto?

Notes:

* Starry Night Academy. Surgió como una idea que se me ocurrió. Básicamente, un NRC/RSA para mujeres, porque ¿por qué no?

Los nueve revolucionarios que fundaron cada dormitorio:
1 Mulán: Swordheart
2 Kobu: Sunsetstar
3 Moana: Heartsea
4 Belle: Bellerosé
5 Kuzco: Llamarage
6 Kronk: Kindstorge
7 Tarzán: Junglereing
8 Peter Pan: Fairitale
9 Elsa: Snowbell

*Sarabi. Su nombre lo saqué de la película "El rey león", de la madre de Simba.
Su personalidad e historia las creé completamente yo.
Para crear su magia única, tomé a la diosa Enekpe, de la mitología Igbo como inspiración. En esta cultura es la diosa del destino, las predicciones, la protección del hogar, la sanación y el resurgimiento. Su historia cuenta que al tener una premonición donde su pueblo perdía una batalla y era masacrado, decidió sacrificarse enterrandose viva en el campo de batalla, logrando así salvar a sus hijos de la muerte.

Chapter 10: No te voy a defraudar

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Nadie dijo jamás que dirigir un reino sería sencillo. En el sueño creado por el lagarto de Diasomnia experimentó una simulación que, ahora confirmaba, se asemejaba demasiado a la realidad.

 

Siempre hacía lo mejor que podía, había impulsado los cambios y reformas que por años deseó— aunque esta vez teniendo precaución y accediendo a escuchar opiniones externas e imparciales antes de tomar una decisión, en vez de avanzar a ciegas—, asistía a eventos llenos de hipocresía, incluso soportaba reuniones interminables y debates agotadores. Todo por el bien del reino.

 

Jamil había sido una gran ayuda desde su llegada a Sunrise City, ocupándose por completo del cuidado de Cheka y de dirigir el palacio, permitiéndole centrarse plenamente en sus responsabilidades como gobernante. Además de asistirlo en todas las reuniones sociales y ruedas de prensa a las que debían asistir de forma obligatoria. De no ser por él, probablemente habría metido la pata en varias ocasiones y ganado aún más rechazo por parte de la corte real.

 

No había nada fuera de lugar, nada de qué preocuparse en realidad. Fuera del rechazo abierto que la corte tenía hacia él y Jamil debido a sus historiales, todo marchaba bien. Las reformas y cambios estaban teniendo apoyo por el pueblo y funcionarios públicos que no pertenecían a la nobleza, pero la ansiedad lo invadía a diario.

 

¿Y si el sueño— más bien pesadilla— se volvía realidad?, ¿y si condenaba a su propio reino? Ahora era mucho peor que en ese sueño. Si él caía, Cheka y Jamil lo harían con él, y no estaba dispuesto a permitir eso.

 

No tendría problema alguno en enfrentar el destino que fuera, incluso uno tan terrible como el que le habría esperado en su sueño si los herbívoros no hubieran llegado a despertarlo. Pero la sola idea de que Jamil y Cheka fueran arrastrados con él, le causaba una fuerte opresión en el pecho.

 

Ni Cheka, ni Jamil tendrían culpa alguna si las cosas resultaban como en su sueño. No era justo que ellos sufrieran el mismo destino cruel.

 

Había prometido que cuidaría de ambos, que haría todo lo posible por hacerlos felices y enseñarles a volar por su cuenta. No podía fallarles.

 

Bien. Fuera como fuera, no había vuelta atrás. Solo podía esforzarse, hacer lo mejor que pudiera, tomar precauciones, y rezar a los grandes siete que todo estuviera bien.

 

— ¿Qué pasa, tío?

 

La chillona voz de Cheka lo sacó de sus pensamientos, devolviéndolo al presente en la habitación del pequeño príncipe.

 

— Solo estoy cansado.- Respondió con un bostezo, estirando los brazos.- Así que terminemos el cuento y a dormir. Mañana nos espera un día pesado a los tres.

 

Por suerte, Cheka no insistió, más interesado en escuchar el cuento de esa noche que en indagar en problemas de adultos.

 

Jamil, como cada noche, narró para Cheka un cuento de las Arenas Escaldantes, y como cada noche, él le ayudó con algunos diálogos, hasta que Cheka se quedó dormido, cerca del final, dejando inconcluso el relato.

 

Una vez dejaron a Cheka dormido y bajo la custodia de la guardia real, ambos fueron a su habitación, y siguieron el ritual nocturno de siempre, tomando turnos para usar el baño y hacer pequeñas tareas, antes de meterse en la cama.

 

— ¿Pasa algo?- Preguntó Jamil en cuanto lo abrazó por la espalda.

 

Sus orejas se aplastaron contra su cabeza, al tiempo que su cola se tensaba. ¿En qué momento Jamil se había vuelto tan perspicaz?

 

— No es nada.- Suspiró, acurrucándose contra su espalda, inhalando el aroma que Jamil emanaba. De algún modo, le resultaba relajante.- Solo estrés.

 

Jamil se removió, usando las habilidades que usar esa posición para dormir por tres meses le había otorgado, lo suficiente para encararlo, aún aprisionado en sus brazos.

 

— Definitivamente no suenas ni te ves como "solo estrés".- Sentenció el consorte.- ¿Qué sucede?

 

Derrotado, Leona suspiró, aceptando su derrota, antes de volver a respirar y responder.

 

— Es solo que esto es igual o más difícil que en el sueño que creó ese estúpido lagarto.- Admitió, desviando la vista.- Te encargas de cuidar a Cheka y mantener el palacio en orden, además de ayudarme en todas esas malditas reuniones sociales, y aún así, a veces siento que voy a colapsar o cometer una estupidez en cualquier momento.

 

— Dirigir un reino no es fácil.- Mencionó tranquilo Jamil.- Hay demasiadas cosas que hacer, decisiones importantes que tomar, opiniones que escuchar, obligaciones que cumplir...- Añadió.- Cualquiera se sentiría abrumado.

 

Leona apenas contuvo un suspiro, sin atreverse a mirar a los ojos a Jamil. No esperaba que su acompañante lo abrazara, sintiendo su corazón latir cerca de su pecho, al compás del suyo.

 

— Lo has estado haciendo bastante bien.- Murmuró Jamil, abrazado a él.- Mi deber como rey consorte es ayudarte. Así que puedes pedirme ayuda siempre que lo necesites.

 

Leona se tensó momentáneamente, sorprendido por la acción de Jamil, pero terminó suspirando a la par que sus ojos se cerraban, afianzando su agarre alrededor de la delgada cintura.

 

— De no ser por tí, ya habría mandado al demonio a la mitad de la corte.

 

— Son algo odiosos. Incluso yo quiero usar el susurro de serpiente y hacer arrojarse de un acantilado a algunos de vez en cuando.- Bromeó Jamil.- Pero eso no sería un comportamiento apropiado de un rey consorte, ni un buen ejemplo para Cheka.

 

— Quizás deberíamos considerar la posibilidad.- Rió Leona, siguiendo aquella broma retorcida.

 

Ambos compartieron una pequeña risa, relajándose en ese abrazo por unos segundos, antes de sentarse sobre el colchón y encender una lámpara de mesa.

 

Jamil se quedó sentado, y Leona no tardó en acurrucar su cabeza sobre su regazo, igual que lo haría un gato en busca de mimos. Jamil no lo pensó mucho antes de simplemente acariciar sus orejas, a la par que peinaba su cabello, obteniendo un suave ronroneo en respuesta.

 

— ¿Qué te tiene tan preocupado?

 

— Ya te dije que no es nada en particular.- Repitió el rey, con sus ojos cerrados, relajándose con las suaves caricias.- Solo mi cabeza recordando ese sueño cada vez que bajo la guardia.

 

— ¿Qué ocurrió exactamente en ese sueño?- Preguntó Jamil.- ¿Cómo fue que todo terminó en desastre?

 

— Hice muchas cosas estúpidas.

 

— ¿Qué clase de cosas hiciste?- Insistió Jamil.

 

Leona bufó, no enfadado, más bien, incómodo y nervioso. Claramente, no era un recuerdo grato.

 

— Puse en marcha muchos planes que tenía en mente. Como la modificación y regreso de los programas sociales que mi madre implementó, modificación de leyes, creación de fábricas y explotación de recursos para generar empleos...- Enumeró.- Ya te dije que al principio todo salió bien. La situación de pobreza se redujo, la calidad de vida mejoró, el reino experimentó una modernización, logré sacar a algunos idiotas de la corte... Pero los problemas aparecieron y fueron cada vez más difíciles de solucionar, hasta que ya no hubo retorno.

 

Jamil escuchó atento, continuando acariciando la cabeza de Leona, poniendo especial énfasis en las orejas de león. Había descubierto que era especialmente efectivo para tranquilizar a Leona en momentos de estrés.

 

— No tomé en cuenta la sostenibilidad a largo plazo, ni la huella ecológica de todas las fábricas y avances tecnológicos, y eso me pasó factura.- Continuó narrando Leona.- Los cuerpos de agua y reservas del subsuelo comenzaron a verse afectadas, y a pesar de todos los esfuerzos, fue imposible revertir el daño. Pronto, la comida y el agua escasearon, y los precios por algo tan simple como una botella de agua o una banana se dispararon hasta el cielo.

 

La voz de Leona se quebró apenas terminó aquella frase, y su cuerpo se estremeció. Jamil se dió cuenta de que estaba al borde del llanto, pero decidió fingir no notarlo, y solo continuó acariciándole el cabello, permitiéndole continuar.

 

— Varios de los programas sociales, como los comedores comunitarios, estancias infantiles y asilos, no podían continuar operando por la falta de suministros. Entonces tuve que recurrir a importar comida y agua de otros reinos y países, pero el costo era demasiado alto... Tuve que aumentar los impuestos para cubrir los gastos. Al principio fue un incremento pequeño, casi imperceptible y que con las nuevas fuentes de empleo no representaba un problema demasiado grande para la mayoría.- Narró Leona.- Pero la contaminación iba en aumento. Las reservas minerales se agotaron en solo unos meses, sufrieron daños irreversibles, y con ellas, la mayoría de las fuentes de empleo se fueron.- Añadió, incapaz de contener un sollozo, presa de la culpa.- De pronto, tenía un reino entero muriendo de hambre, sed y enfermedades causadas por la contaminación. Con impuestos que eran incapaces de pagar, perdiendolo todo, luchando por sus vidas... Estaban peor que al inicio, y el único culpable fuí yo.

 

— Leona...

 

— Sé que fue solo un estúpido sueño, pero... No puedo olvidar a todos esos niños muriendo en hospitales viejos y sin suministros, a todas esas madres llorando por sus hijos, a esos padres llevando sus cuerpos al límite cumpliendo jornadas larguísimas por un sueldo miserable, luchando por alimentar a sus hijos, a todas esas personas aterradas por criminales que fueron los únicos dispuestos a mantenerme con vida...- Hipó Leona, tratando de cubrirse los ojos.- Fuí un completo idiota que arruinó todo. No podía soportarlo más, solo quería que me mataran de una buena vez y que todo terminara... Luego, Ruggie, Jack y los demás aparecieron con una ilusión de Cheka, en un intento de despertarme. De inmediato me dí cuenta de que era un engaño, y me sentí furioso ante la idea de que alguien se burlara así de la muerte de mi sobrino y tratara de sacar provecho de ella.

 

— Cheka realmente te importa.

 

— Es una molestia de vez en cuando, pero es mi sobrino.- Admitió Leona en un sollozo ahogado.- Jamás le haría daño, daría hasta mi vida por él... Aunque después de ese sueño, ya no estoy seguro de ser el más apto para cuidar de él.

 

Jamil tomó un profundo respiro, dándole a Leona unos minutos para calmarse, antes de hablar.

 

— Esos sueños no eran más que una interpretación de Malleus de nuestros deseos subconscientes.- Repitió Jamil la explicación que Ortho les había dado en medio de esa crisis.- Los sentimientos humanos son demasiado complejos, incluso para quien los experimenta. Para alguien como Malleus, sería aún más difícil y solo creó una proyección retorcida y superficial usando nuestras memorias.

 

Leona no respondió nada, solo se acomodó mejor en su regazo, rehusandose a mirarlo a los ojos.

 

— Ya te dije que en mi sueño, los papeles entre la familia de Kalim y la mía se invirtieron.- Relató Jamil.- Lo curioso es que en ese sueño, solo aparecíamos él y yo. No había un solo rastro de los Asim, mis padres, ni de mi hermana, solo sabía que estaban ahí. Era como si nada más me importara y mi único deseo se resumiera en "estar por encima de Kalim."

 

— ¿No era así?

 

— Me tomó un tiempo entenderlo, pero creo que logré descifrarlo.- Respondió Jamil.- Si realmente deseara deshacerme de Kalim como repetía una y otra vez, ¿por qué no simplemente imaginé un mundo dónde jamás existió?, ¿o por qué no simplemente imaginé un escenario donde Yuu, Grimm, Azul y los Leech no intervinieron nunca, y acabé con él en las vacaciones de invierno desde un inicio?

 

— No lo odiabas tanto después de todo, ¿eh?- Sonrió de lado Leona.

 

— Aunque odio admitirlo, es verdad. No lo considero un amigo ni lo quiero, pero tampoco lo odio del todo, y realmente no puedo imaginar un mundo sin él como parte de mi historia. Supongo que en el fondo, siempre supe que los dos éramos inocentes del destino que llevábamos sobre los hombros.- Confesó Jamil con pesar.- En realidad, no quería estar por encima de él, ni hacerle daño. Solo quería que entendiera mi punto de vista y cómo me sentía. Y también quería proteger a mi familia...- Añadió, sintiendo sus ojos escocer por las lágrimas contenidas.- Es mucho más complejo, y probablemente, Malleus no supo entenderlo. Ni siquiera yo pude comprenderlo, hasta meses después.

 

Ahora fue el turno de Leona para girar, mirar a Jamil por unos segundos, e incorporarse para limpiarle las lágrimas y acariciarle las mejillas.

 

— El punto es...

 

— El punto es que ese sueño no significa que no ames a Cheka, ni que quieras hacerle daño, tampoco que realmente desearas la muerte de tu hermano y tu cuñada, ni que los odiaras.- Continuó Jamil, logrando calmarse.- Simplemente querías generar un cambio para mejorar la situación de tu reino, incluídas personas que te importan, como Liam, Ethan y Ruggie. Pero sabías que sería imposible hacerlo desde tu posición como segundo príncipe. Malleus lo interpretó como que era necesario deshacerse del resto de la familia real. ¿O acaso estabas felíz con sus muertes en ese sueño?

 

Leona agachó la vista y negó con la cabeza, mientras las lágrimas volvían a escapar de sus ojos.

 

— Yo tampoco estaba felíz en ese sueño.- Admitió Jamil, rodeándolo con sus brazos.- Me sentía incompleto, solo, ajeno... Y ver a Kalim actuando tan sumiso y obediente, sin ese entusiasmo e impulsividad, temeroso de mí... No puedo explicarlo, me hacía sentir incómodo. Por más que intenté, jamás fuí capaz de hacerle un daño real. No soportaba la idea de hacerlo pasar por algo de lo que pasé yo.

 

Leona mostró una pequeña sonrisa, a pesar de las lágrimas en sus mejillas. Definitivamente, Jamil no era en absoluto el monstruo egoísta y cruel que afirmaba ser en NRC.

 

— Parece que los dos somos pésimos villanos.- Bromeó Leona, correspondiendo el abrazo que Jamil le había dado.

 

— Los peores.- Rió Jamil, relajándose poco a poco.

 

Ambos soltaron una pequeña risa e intercambiaron una breve sonrisa, quedándose en silencio por unos minutos, únicamente escuchando los tranquilos latidos de sus corazones.

 

— Tu cumpleaños es en una semana, ¿no?

 

Jamil asintió.

 

— ¿Quieres algo en especial?

 

— Estoy bien. No te preocupes por eso.- Suspiró Jamil.- Antes de llegar a NRC, jamás tuve algún tipo de celebración. Lo máximo que tuve fueron las felicitaciones de Kalim y mi hermana, además de alguna golosina que lograran tomar de la cocina.

 

— Tampoco me agrada el bullicio por ese tipo de cosas, por eso dejé bastante claro que no quería ningún tipo de celebración en mi cumpleaños.- Respondió Leona.- Pero si hay algo que te gustaría tener, o que te traiga buenos recuerdos, dímelo.

 

Jamil guardó silencio, pensando una respuesta por un par de minutos. Sabía que Leona no iba a aceptar un "nada" por respuesta, pero dudaba que incluso él pudiera darle lo que más deseaba...

 

— Unos dátiles deshidratados.- Respondió con una pequeña sonrisa.

 

— ¿Qué no fue gracias a esas cosas que terminaste con fobia a los insectos?

 

— Son de los pocos recuerdos gratos que tengo de las Arenas Escaldantes.- Señaló Jamil.- Solía comerlos durante mis descansos, cuando podía estar lejos de Kalim y todas sus tonterías.

 

— Bien. Te conseguiré una dotación de por vida entonces.- Sonrió el mayor.- Y no te preocupes. Me aseguraré de que no se infiltre ninguna malévola cucaracha.

 

— Qué considerado eres...

 

— Todo por mi dulce esposo.

 

De nuevo, ambos volvieron a reírse por esa broma. Al menos gracias a esa pequeña costumbre, podían llamarse de forma cariñosa en público con naturalidad.

 

— ¿Tienes alguna canción de cuna?- Preguntó Leona, luego de un rato.

 

— ¿No puedes dormir?- Bromeó Jamil.

 

— Yo te compartí la de mi madre.

 

Jamil puso los ojos en blanco por unos segundos, a la par que mostraba una pequeña sonrisa.

 

— Nunca tuve ese tipo de relación con mis padres. Mi madre era muy diferente a la tuya.- Admitió Jamil.- No tengo una canción de cuna especial que cantaran para mí, pero hay una canción popular en las Arenas Escaldantes, sobre la historia de la princesa y la rata callejera.- Añadió.- Solía cantarla para Kalim y para Najma cuando no podían dormir. ¿Quieres escucharla?

 

Leona solo mantuvo su sonrisa, antes de acurrucarse contra Jamil, aferrado a su cintura.

 

Jamil volvió a rodar los ojos, intentando contener la risa, antes de respirar y prepararse para cantar.

 

— Puedo mostrarte el mundo, brillante, resplandeciente, espléndido.- Comenzó a cantar Jamil, frotandole la espalda a Leona.- Dime, príncipe, ¿cuándo fue la última vez que dejaste que tu corazón decidiera? Puedo abrir tus ojos, llevarte maravilla por maravilla. Por encima, por los lados y por debajo, en un paseo en una alfombra mágica.- Continuó.- Un mundo completamente nuevo, un punto de vista fantástico, donde nadie nos diga "no", o a dónde ir, o nos diga que solo estamos soñando.

 

Era solo una canción tradicional de las Arenas Escaldantes, tan vieja como la historia de la princesa y la rata callejera, y la historia del hechicero del desierto. Una pieza que había pasado de generación en generación de forma oral, hasta que alguien decidió escribir la letra, pero ya nadie recordaba el nombre del autor original, solo que formaba parte de la identidad de las Arenas Escaldantes.

 

Jamil nunca antes había sentido una conexión particular con esa canción, pero ahora se sentía diferente al cantarla para Leona.

 

Y Leona, no podía evitar sentir que esa canción reflejaba su sentir más de lo que le gustaría admitir.

 

— Un mundo completamente nuevo. Un deslumbrante lugar que nunca conocí, pero cuando estoy aquí arriba, está perfectamente claro que ahora estoy en un mundo completamente nuevo contigo. Ahora estoy en un mundo completamente nuevo contigo.- Continuó Jamil, tratando de ignorar la sensación.- Vistas increíbles, sensación indescriptible. Elevándonos, cayendo, volando libremente a través de un cielo de diamantes interminable.

 

Leona conocía la historia detrás de esa canción, pero jamás le había interesado prestar atención a la letra. Ahora, de algún modo, sentía que esa princesa de la historia y él compartían un sentir.

 

Desde que interactuaron por primera vez en S.T.Y.X, Jamil le había mostrado un mundo que desconocía. ¿Acaso así se había sentido esa princesa cuando la rata callejera apareció en su palacio bajo la fachada de un príncipe?

 

Jamil tampoco podía permanecer indiferente al repentino torbellino de emociones que cantar esa canción le estaba generando. Conocía la letra a la perfección, pero nunca había resonado con él, hasta ahora.

 

Desde su interacción forzada en S.T.Y.X, Leona le había mostrado un mundo completamente nuevo, diferente al que conocía, hasta hacerlo formar parte de él. ¿Así se había sentido la rata callejera tras casarse con la princesa?

 

— Un mundo completamente nuevo... No te atrevas a cerrar los ojos. Cien mil cosas que ver... Aguanta la respiración, se pone mejor.- Entonó Jamil, relajándose lentamente cuando sus ojos se encontraron con los de Leona.- Soy como una estrella fugaz. He llegado tan lejos, no puedo volver a donde solía estar.

 

Las últimas líricas narraban el sentir de la princesa, pero logró tocar una fibra sensible en ambos.

 

Los dos habían avanzado, dado muchísimos pasos adelante, demasiados como para retroceder. La pregunta era, ¿hasta dónde llegarían?

 

— Un mundo completamente nuevo... Cada giro, una sorpresa. Con nuevos horizontes que perseguir... Cada momento, festivo. Los perseguiré donde sea. Hay tiempo de sobra...

 

— Déjame compartir este nuevo mundo contigo.

 

En un movimiento que no esperaba, Leona se unió a él para cantar el último verso, sintiendo su piel erizarse... Sin saber que Leona no se encontraba en una situación tan diferente.

 

— Un mundo completamente nuevo...

 

— Un mundo completamente nuevo...- Repitió Leona.

 

— Ahí es donde estaremos. Una persecución emocionante, un lugar maravilloso...- Continuó, sin apartar su vista de la de Leona.- Para ti y para mí...

 

Dejándose llevar por la repentina sensación de calma y atmósfera cálida, inclinó su rostro cuando Leona lo hizo, y en un parpadeo, la diminuta distancia se rompió, permitiéndoles unir sus labios en un cálido beso.

 

Los brazos de Leona seguían sujetando su cintura, y los de Jamil no tardaron mucho en terminar sobre los hombros del rey.

 

No era la primera vez que se besaban, pero esta se sentía diferente a las otras veces.

 

En esta ocasión no había absolutamente nadie mirándolos, nadie que pudiera sospechar de su farsa si no lo hacían, estaban solos. Tampoco podían solo ignorar cuánto se había extendido, a diferencia de los otros, que habían sido apenas poco más que un roce.

 

La sensación que le producía también era diferente. Cálida, abrumadora, electrizante... Sentía como si su estómago estuviera repleto de mariposas, y su piel se erizara ante el tacto de las manos de Leona, aún por encima de la ropa.

 

Al separarse, su respiración estaba agitada, sus corazones latían con fuerza, y su primera reacción fue juntar sus frentes, manteniendo sus ojos cerrados.

 

Leona apenas abrió un poco sus ojos, observando a Jamil. Era claro que no se atrevería a abrir los ojos primero, bastaba ver cómo temblaba y trataba de contener la respiración. Probablemente temía lo que pudiera ocurrir.

 

Leona solo sonrió con suavidad, y abrazó a Jamil, permitiéndole ocultarse en su pecho.

 

— Está bien.- Murmuró, comenzando a ronronear, mientras le acariciaba la espalda.- Relájate.

 

— Leona, yo...

 

— Está bien.- Repitió tranquilo.- Los dos nos dejamos llevar, solo pasó. No importa. No me molesta.

 

Jamil no se atrevió a decir nada más, solo se mantuvo abrazado a Leona por unos minutos más, sintiendo sus mejillas enrojecidas. Leona solo se mordía la mejilla para evitar reír por los latidos frenéticos de Jamil, aunque ese beso no le disgustó en absoluto.

 

— Gracias.- Susurró Leona, tras separarse.

 

Jamil lo miró confundido, intentando ocultar el sonrojo aún presente en su rostro.

 

— ¿Qué pasa?, ¿te comió la lengua el gato?- Sonrió Leona, volviendo a su tono arrogante de siempre, mientras le peinaba un mechón de cabello tras la oreja.

 

— ¿Eres un gato?- Replicó Jamil, imitando el tono y sonrisa de Leona.- Porque me parece haber sentido tus dientes muy cerca de mi lengua.

 

Los dos compartieron una pequeña risa, antes de apagar la lámpara y tomar sus posiciones para dormir.

 

Como siempre, Leona se aferró a la cintura de Jamil, manteniendo la delgada espalda pegada a su pecho.

 

Jamil no se opuso, solo sonrió, dejándose envolver por el agradable calor que Leona le brindaba en las noches, relajándose con el ronroneo del rey, hasta quedarse dormido unos minutos después.

 

Leona lo observó quedarse dormido. Había aprendido a identificar las respiraciones y el ritmo cardíaco de Jamil. Sabía cuándo estaba nervioso, cuándo estaba relajado, cuándo algo lo emocionaba, cuándo estaba asustado, cuándo dormía tranquilo...

 

Su aroma también resultaba relajante y agradable. No eran solo los jabones y lociones que Jamil había llevado de las Arenas Escaldantes, sino su propio aroma corporal.

 

No tenía nada que lo hiciera diferente o especial comparado al del resto de humanos, pero lo hacía sentir tranquilo. Un aroma dulce, suave, tranquilo, pero llamativo... Tan propio de Jamil.

 

Desde los sucesos de S.T.Y.X había notado ese aroma, y lo había memorizado. No hallaba una explicación lógica, solo sabía que incluso desde antes del desastre causado por Malleus, se había vuelto su pequeña obsesión.

 

Después de regresar con vida de la Isla de las lamentaciones, pasó meses persiguiendo a Jamil como un gato que persigue con curiosidad a una criatura desconocida, observándolo a la distancia. De pronto, era como si el destino escuchara sus deseos y le permitiera cruzarse con él cada vez más.

 

En la biblioteca, mientras se ocultaba de los profesores en los horarios de clases; en el jardín botánico, mientras dormía una siesta oculto en los árboles o los arbustos; en la cafetería, cuando decidía ir por un bocadillo...

 

Antes de notarlo, sabía los horarios de Jamil y lograba encontrarse con él al menos un par de veces al día, aunque no intercambiaban más que un gesto, un saludo casual, o un par de palabras a lo mucho.

 

Sin embargo, eventos inesperados como la Fairy Gala en la que ambos se vieron obligados a participar, les permitieron acercarse más.

 

Jamil había sido un enigma desde que lo conoció ese día en S.T.Y.X, uno que no había sido capaz de descifrar por completo, pero que llamaba fuertemente su atención, como un tesoro resplandeciente esperando a ser descubierto.

 

Incluso en la crisis desatada por Draconia, no perdió la oportunidad de alentarlo— a su peculiar modo— para dar lo mejor de sí y demostrar todo su potencial, teniendo la oportunidad de luchar hombro a hombro para contener a Malleus y permitirle escapar de Diasomnia a todos los estudiantes.

 

Ahora, conociendo más de su historia y los sucesos que lo habían llevado a ser quien era, le resultaba cuánto menos inquietante tenerlo dormido con tal tranquilidad entre sus brazos. ¿Cómo Jamil podía confiar tanto en él, como para dormir con tal tranquilidad?

 

No podía negar lo guapo que era Jamil. Con su esbelta figura, su largo y suave cabello azabache, su piel morena, y sus peculiares ojos negros, era sin duda, una belleza para cualquiera que lo viera, sin contar la elegancia natural que poseía. Por algo, incluso alguien tan exigente, perfeccionista y quejumbroso como Vil Schoenheit llegó a halagarlo por su porte, gracia y belleza.

 

Pero, por los grandes siete, ¿a qué quería llegar su mente dándole vueltas a toda esa información?

 

Jamil había accedido a ayudarle en su temerario plan, actuando como su esposo por más de una década. No podía, ni debía olvidar eso. Después de todo, Jamil se iría en cuanto se cumpliera el plazo, y sería el fin de todo.

 

Quizás, con algo de suerte, podrían mantener el contacto como amigos. Aunque a la corte real no le gustaría nada la idea, y casi podía escuchar sus graznidos, exigiéndole cortar todo contacto con su ex-esposo...

 

Bueno, una razón más para procurar mantener el contacto con Jamil después de finalizar el trato. Si algo hacía enfurecer a esas urracas, lo haría sin dudarlo, quizás los reyes del pasado se compadecerían de él y se llevarían a alguna con un infarto. Pero, Jamil le agradaba, y había demostrado ser bastante sensato, inteligente y sincero con sus intenciones, así que sería como matar a dos pájaros de un solo tiro.

 

— Buenas noches.- Murmuró, tras dejar un pequeño beso en la coronilla de Jamil, otra pequeña costumbre que se había vuelto parte de su rutina al ser el último en dormirse siempre.

 

Se acurrucó contra Jamil, lo suficiente para escuchar el tranquilo latir de su corazón y sus suaves respiraciones, así como sentir el aroma de su cabello, y al fin consiguió quedarse dormido.

 

Era como si Jamil le hubiera quitado una carga de encima, otorgándole paz y tranquilidad, así como un agradable y reparador sueño, listo para enfrentar los desafíos que le aguardaban al día siguiente.

 

La vida de rey no sería sencilla, pero al menos tenía a alguien que genuinamente creía en él de su lado, y eso, de algún modo, le hacía sentir más seguro, y con más fuerza para luchar y lograr sus objetivos.

 

Después de todo, si alguien que había pasado por tanto dolor, como Jamil, podía confiar en él a tal punto de dormirse entre sus brazos, con la seguridad de que estaba a salvo, ¿qué tan malo podía ser en realidad? Quizás Jamil tenía razón, y en el fondo no era tan despreciable como incluso él mismo creía.

Notes:

Sí, la canción que Jamil canta para Leona es "A whole new world" de Aladdin XD

Chapter 11: Familia

Chapter Text

La conversación sostenida respecto a sus miedos, acordando ser un equipo en todos los sentidos, había dado resultados fructíferos.

 

Leona aún lidiaba con el estrés de dirigir un reino y la ansiedad que causaba la incertidumbre por el futuro, pero Jamil estaba ahí siempre para brindarle apoyo, desde cuidar de Cheka y dirigir el palacio, hasta terminar involucrandose en decisiones del reino, a pesar del disgusto y protestas iniciales de la corte.

 

— No olviden que también es su rey y está por encima de ustedes. También es mi esposo, y si yo le pido su opinión, ustedes cierran la boca y escuchan.- Sentenció Leona con firmeza la primera vez, sujetándole la mano.- Y a quien no le parezca, es libre de renunciar a su cargo y largarse a trabajar todo el día bajo el sol como la gente digna de respeto de este reino.

 

Jamil sintió un profundo temor en esa ocasión, pero Leona no le soltó la mano, ni le permitió retirarse en ningún momento. Los miembros de la corte, aunque indignados e inconformes, no se atrevieron a cuestionar a Leona, ni alegar más.

 

Sabían que su posición como rey le daba todo el poder, sin contar todo el apoyo que tenía por parte del pueblo... Por más que lo odiaran, nada podrían hacer contra Leona, y solo conseguirían perder sus títulos y riquezas.

 

Eso fue incómodo, pero Leona solicitaba su presencia cada vez con más frecuencia, hasta que se volvió rutinario verlo al menos un par de veces al día para discutir algún asunto. Y para desdicha de la corte, sus opiniones estaban bien respaldadas, contaban con una base sólida, y eran imparciales, señalando los fallos de Leona, e incluso llegando a contradecirlo cuando la situación lo ameritaba.

 

Leona también había comenzado a involucrarse en la vida de Cheka y las responsabilidades que Jamil cargaba sobre sus hombros.

 

Desde levantarse un poco más temprano para tener tiempo de ayudar personalmente a Cheka a alistarse en vez de delegar tal tarea a las niñeras, hasta asegurarse de no faltar a ningún almuerzo con ellos— a menos que hubiera un asunto imprescindible que tratar—, e incluso utilizar sus recesos entre asambleas y audiencias para ayudar a Cheka con sus tareas junto a Jamil, o llevarlos a dar un pequeño paseo por la capital.

 

Sin olvidar, por supuesto, el cuento que cada noche narraban para el pequeño.

 

Sutiles cambios que le habían dado estructura a sus vidas, además de un sentido de pertenencia a los tres.

 

Aunque los problemas, claramente, siempre existirían.

 

— Cheka, tranquilo.- Insistía Jamil, intentando hacer salir al príncipe de debajo de la cama.- Todo estará bien.

 

— Sal de ahí.- Añadió Leona, agachado al lado de Jamil.

 

— ¡No!

 

Todos sus esfuerzos parecían ser inútiles. Cheka seguía negándose a salir, y no conforme con eso, una ráfaga de viento los arrojó directo a la pared en el otro extremo de la habitación.

 

— ¡Tío!, ¡Jamil!- Exclamó Cheka al borde del llanto, saliendo finalmente de su escondite.- ¡Lo siento!, ¡no lo hice a propósito!... Yo...

 

— Está bien, bola de pelo.- Suspiró Leona, tras ayudar a Jamil a levantarse.- Me he caído de escobas a metros de altura. Un golpe así no va a matarme.

 

El labio inferior del niño tembló, mientras sus ojos se empañaban de lágrimas, hasta terminar sollozando.

 

Ambos adultos se acercaron a él, y sin dudarlo, terminó abrazado a los dos, llorando aún más fuerte.

 

— Oye... Ya te dije que está bien.- Repitió Leona.- Nadie nace con dominio de su magia.

 

Hace solo unos días, Cheka había manifestado magia por primera vez, a mitad de una presentación escolar, una típica puesta en escena de una canción infantil popular en Sunset Savana.

 

Todo parecía ir bien en el recital. Solo un montón de cachorros bailando torpemente y saltando por todo el escenario, desafinando durante toda la canción, mientras los padres observaban sonrientes. Hasta que, de pronto, un niño que se encontraba al lado de Cheka, salió disparado del escenario, directo a los adultos que se encontraban en primera fila.

 

Fue una enorme sorpresa para todos, incapaces de comprender qué había sucedido. Sin embargo, Leona detectó un aroma en el aire: magia recién manifestada. Hipótesis que confirmó cuando elementos de escenografía sufrieron el mismo destino, volando por todo el auditorio, en un torbellino de aire que se hacía cada vez más grande.

 

Jamil también se dió cuenta, y ambos se apresuraron a contener la situacion. Jamil ayudando a evacuar a los niños que aún permanecían en el escenario, saltando y corriendo para alejarlos del peligro junto a sus padres y maestros, y Leona esquivando todos los objetos voladores, hasta lograr llegar a Cheka e impedir que terminara arrastrado por su propia magia de viento o sufriendo algún daño.

 

Por suerte, ambos reyes consiguieron detener el torbellino y disiparlo, evitando que alguien resultara herido.

 

Sin embargo, la suerte se les terminó cuando la noticia se expandió y llegó hasta oídos de la prensa y medios de entretenimiento, que no paraban de pedir una declaración sobre lo sucedido.

 

Cheka había estado demasiado nervioso desde ese día, negándose a salir de su habitación y apenas comiendo pequeñas porciones de comida. Leona temía que sufriera una recaída, y que su estado mental sufriera un retroceso. Jamil sabía que si no tenían cuidado, Cheka podría no solo perder el progreso de esos meses, sino terminar peor que al principio.

 

Con todas esas preocupaciones y posibles soluciones sobre la mesa, rápidamente habían llegado a la conclusión de permitirle al pequeño príncipe quedarse en casa— de todos modos, ahora debían arreglar el traslado a una escuela capacitada para enseñar a niños con habilidades mágicas—, además de no decir una sola palabra sobre el tema a los medios.

 

Cheka necesitaba ayuda, protección, guía y seguridad, no más estrés y temor de los que ya sentía.

 

— Tranquilo, todos los magos pasamos por esto.- Dijo Jamil con suavidad, acariciándole la espalda.- La magia inicial es la primera en manifestarse, y al comienzo es difícil dominarla.- Añadió.- Yo me quemé muchas veces antes de aprender a controlar las llamas.

 

— ¿En serio?- Hipó el niño, tallandose los ojos.

 

— Por supuesto.- Sonrió suavemente, casi de forma maternal el joven.- Cuando era niño, fui a comprar dátiles deshidratados. No me dí cuenta de que había un insecto en la bolsa, y por el miedo, terminé causando un pequeño incendio en la tienda.- Contó aquella historia que Leona ya sabía.- Por suerte nadie salió herido y solo fueron unas cuantas perdidas materiales.

 

— ¿Por eso les tienes tanto miedo a los insectos, Jamil?- Preguntó con inocencia Cheka.

 

— Sí.- Admitió Jamil.- Mi magia al principio también me daba miedo. Pero no podía permitir que mi miedo lastimara a otros, por eso me esforcé en aprender a controlarla.

 

Cheka bajó la cabeza, y Jamil decidió mostrarle las palmas de sus manos, dónde podían apreciarse pequeñas cicatrices de quemaduras, igual que en sus muñecas.

 

— Me quemé más veces de las que puedo recordar.- Añadió Jamil.- Así me hice todas estas cicatrices.

 

— ¿No te dolían?

 

— Por supuesto que dolieron.- Respondió Jamil con tranquilidad.- Pero ahora son un recordatorio de que fuí valiente y enfrenté mis miedos, y de que soy más fuerte que antes.- Añadió, haciendo emerger una pequeña lengua de fuego en la palma de su mano.- Si me hubiera dejado llevar por el miedo, jamás habría sido capaz de hacer esto.

 

Cheka miró con fascinación cómo Jamil podía manipular ese pequeño fuego, haciéndolo crecer y encogerse y adoptar diferentes figuras, desde una pequeña serpiente, hasta una flor de loto, antes de hacerlo esfumarse.

 

— Dominar la magia lleva muchos años de trabajo y esfuerzo, enano.- Añadió Leona.- Por ahora es solo tu magia inicial, pero irá aumentando y eventualmente desarrollarás tu magia única, y también deberás aprender a controlarla. Yo convertí accidentalmente muchas cosas en arena antes de aprender a controlar el King's Roar. Pregúntale a Kifaji cómo se quedó en ropa interior frente a toda la guardia real cuando convertí su ropa en arena.- Añadió, apenas siendo capaz de contener la risa al recordar esa anécdota.

 

Cheka soltó una pequeña risa. Jamil intentó morderse la mejilla, aunque su sonrisa delató sus ganas de reír.

 

— ¿Por eso usas guantes, tío?

 

— Fueron sugerencia de Kifaji luego de ese incidente.- Respondió Leona entre risas.- Después me acostumbré a ellos y se volvieron parte de mi guardarropa de forma permanente.

 

— ¿También puedo tener unos?

 

— Probablemente no te servirán de mucho, pero si con eso aceptas entrenar, te conseguiré unos.- Replicó Leona.

 

Cheka asintió, con el ánimo renovado y dispuesto a intentarlo.

 

Los tres salieron al campo privado de Spelldrive del palacio, dónde todo el personal tenía la indicación de no aparecer. La magia recién manifestada era extremadamente fuerte y difícil de predecir y contener incluso para magos con experiencia. Leona y Jamil habían demostrado ser capaces de detener la magia de Cheka si se salía de control, pero ninguno era tan arrogante como para estar dispuesto a correr riesgos innecesarios.

 

La magia elemental de viento no era tan peligrosa como la de fuego, pero era bastante impredecible, menos precisa que la de tierra y más difícil de contener en caso de emergencia, en comparación a la de agua. Era mejor que no hubiera nadie cerca para prevenir accidentes.

 

— Las emociones son muy importantes en el uso y dominio de la magia.- Comenzó a explicar Leona.- Tienes que aprender a controlarlas. Si te asustas, perderás el control de tu magia y podrías herir a alguien o herirte con tu propia magia.

 

Cheka se encogió en su sitio, abrazándose a sí mismo al recordar todo lo ocurrido desde ese día en la presentación escolar, cómo causó un desastre en el auditorio, y luego por todo el palacio en los días siguientes. Jamil notó su temor, y no tardó en frotarle la espalda, ofreciéndole una mirada compasiva y una sonrisa gentil para animarlo.

 

— No te preocupes. No es tan difícil.- Le alentó Jamil.- Solo cierra tus ojos y respira profundamente.

 

El niño, aunque con dudas, decidió obedecer a Jamil y seguir sus indicaciones.

 

— Extiende tu mano hacia adelante, respira, y siente cómo tu magia brota de algún punto en tu interior y se expande por tus venas, hasta concentrarse en tu palma.- Continuó guiandolo Jamil, observando cómo un pequeño cúmulo de aire comenzaba a formarse, mientras Leona se preparaba para contener cualquier daño.- Sigue respirando, y trata de imaginar qué quieres hacer con tu magia. Un remolino pequeño, una esfera, una ligera corriente de aire...

 

Cheka siguió las indicaciones, y el viento comenzó a formar un pequeño torbellino ante la mirada de ambos reyes.

 

Pero, apenas Cheka vaciló, el remolino aumentó de velocidad y se hizo más grande, haciendo temblar al príncipe cuando sintió su cabello ser mecido por la corriente de aire.

 

— Relajate. Tú tienes el control.- Afirmó con calma Jamil, tomando su mano libre.- Tú puedes controlar ese remolino, y puedes hacerlo desaparecer cuando lo desees.

 

El niño, aunque asustado, asintió, manteniendo sus ojos cerrados con firmeza.

 

Leona permanecía alerta, con su pluma mágica en mano, listo para contener un tornado. Jamil también estaba listo para cubrir a Cheka e impedir que resultara herido si perdía el control. Pero el cachorro no podía verlos.

 

— Si quieres que desaparezca, continúa respirando, e imagina cómo se hace cada vez más lento, hasta que deja de girar.- Indicó Jamil, sin soltar a Cheka.- Imagina que los giros son cada vez más y más lentos, hasta que se detiene y el viento se dispersa con suavidad.

 

Para la grata sorpresa de los tres, el método de Jamil pareció funcionar y el torbellino fue reduciendo su velocidad, hasta disiparse por completo luego de un par de minutos.

 

En cuanto el aire se fue, Cheka se desplomó, totalmente agotado, siendo sostenido por Jamil, impidiendo así su caída.

 

Leona se acercó a ambos, comprobando junto a Jamil que el infante se encontraba bien, solo cansado.

 

— ¿Lo hice bien?

 

— Por supuesto.- Sonrió Jamil, peinandole el cabello.- Hiciste un gran trabajo.

 

— Parece que Jami es un gran maestro, ¿no lo crees?- Bromeó Leona, imitando las acciones de su cónyuge. Jamil solo rodó los ojos ante aquel apodo.- ¿Quieres algo de comer?

 

— No.- Negó Cheka, soltando un bostezo, mientras Leona lo cargaba en brazos para volver al interior del palacio.- Tengo mucho sueño.

 

— Es normal, aún no estás acostumbrado a usar magia.- Señaló Jamil, caminando al lado de Leona.- Descansa. Te despertaremos cuando sea hora de la cena, ¿de acuerdo?

 

Cheka apenas asintió, antes de quedarse dormido en brazos de Leona a mitad de camino.

 

Los reyes solo esbozaron una pequeña risa, antes de continuar el recorrido.

 

En cuanto llegaron, colocaron a Cheka en su cama y lo arroparon, antes de salir de la recámara y confiar su resguardo a las guardianas de turno. Aún tenían varios asuntos por atender y debían darse prisa si querían presentarse a la hora de la cena.

 

Adaptarse a ese nuevo ritmo no estaba siendo fácil, pero sabían que era lo mejor para Cheka, y por eso estaban dispuestos a hacer todos los esfuerzos y sacrificios que fueran necesarios.

 


 

Igual que cada noche, después de lograr cumplir con todas sus obligaciones, se reunían con Cheka en el comedor para cenar y conversar sobre su día.

 

Observar a Cheka más animado y celebrar su pequeño logro de la tarde, causó una sensación de calidez en ambos adultos. No iba a ser sencillo ayudar a Cheka a controlar su magia, pero el esfuerzo valdría la pena.

 

— Gracias por su arduo trabajo.

 

Igual que siempre, Jamil terminaba ayudando a recoger los platos y agradeciendo a los sirvientes en turno. Al principio intentó desprenderse de ese hábito, pero eventualmente terminó formando parte de su rutina, y siendo aceptado por todos.

 

— Es un placer, Jamil-sama.- Respondían los sirvientes con una sonrisa y una leve reverencia.

 

Al principio fue extraño para todos que Jamil se comportase de ese modo. Incluso llegó a disgustar a algunos miembros del personal, interpretandolo como falsa humildad, fanfarronería o una burla. Sin embargo, tras descubrir el pasado de Jamil como sirviente, e ir conociendolo mejor, todos esos estigmas fueron desapareciendo, hasta perderse en el olvido.

 

Ahora lo veían como un esposo y rey consorte ejemplar. Atento, humilde, educado, amable y amoroso. Sin proponérselo, se había ganado el favor del personal.

 

Una vez terminada la cena, los tres se retiraron para llevar a Cheka a su habitación, y como cada noche, el niño fue directo a su armario en busca de su pijama para cambiarse y meterse bajo las mantas tan rápido como podía, ansioso por escuchar un cuento nuevo.

 

Tal y como Leona había propuesto un par de meses atrás, llevaban un registro de las historias que relataban para Cheka. Una pequeña agenda que revisaban a diario, antes de decidir el relato de esa noche, y que anotaban al finalizar.

 

— Y de nuevo, logramos intercambiar un día de vida por un cuento con el pequeño sultán.- Rió Leona tras ver a su sobrino dormirse en la recta final de la historia.

 

Jamil mostró una sonrisa sutil, mientras registraba en la agenda el cuento narrado esa noche, y devolvía la libreta al estante donde reposaba, y Leona se encargaba de arropar a Cheka.

 

Finalmente, ambos dejaban un corto beso en la frente del pequeño y le susurraban un "buenas noches", antes de apagar la luz y retirarse a su alcoba, confiando su cuidado a las guardianas de turno.

 

— ¿Qué tal el día con las pasantías y manteniendo el palacio en pie?- Preguntó Leona, mientras mullía las almohadas.

 

— Difícil.- Respondió Jamil desde el baño de la habitación.- Pero comparado con estudiar y mantener vivo a Kalim, es más sencillo.- Añadió.- Al menos aquí no tengo que preocuparme de que "alguien" secuestre a quien tengo bajo mi cargo.

 

Leona no se molestó en disimular su risa, antes de dejar las almohadas una vez satisfecho con el resultado, e ir en busca de su ropa y toallas.

 

En cuanto Jamil salió del baño, fue su turno para tomar una ducha.

 

— ¿Qué tal el día siendo rey?- Preguntó Jamil, mientras se cepillaba el cabello.

 

— Leer cientos de documentos, memorizar cifras, elaborar discursos, soportar a las malditas aves de rapiña de la corte...- Bufó Leona.- Lo de siempre, "cariño".

 

— Eso suena a "mañana será día de llevar a tu esposo al trabajo y hacer enfadar a toda la corte".- Bromeó Jamil, y la risa de Leona confirmó su hipótesis antes de que sus palabras pudieran hacerlo.

 

— ¿Acaso también lees el futuro, Jami?

 

— Sí, y sé que si vuelves a llamarme así, dormirás en la bañera por un mes.- Replicó, sonriendo de lado mientras rodaba los ojos.

 

— No seas tan cruel conmigo, "cariño".

 

Leona salió del baño, como siempre, con una toalla en los hombros y el cabello mojando la delgada playera de algodón.

 

Y cómo siempre, se sentó junto a Jamil, permitiéndole secar y peinar su cabello, igual que un manso gato, recibiendo mimos de su dueño.

 

— Comienzo a pensar que en serio debería entrar al baño para asegurarme de que te escurras bien el cabello.- Decía el menor, tras observar la playera completamente empapada por la espalda.- A este paso terminarás enfermandote.

 

— ¿Quieres frotarme la espalda acaso?- Sonrió arrogante el rey.

 

— Ahora que lo mencionas, casi siempre olvidas limpiarte las orejas.- Replicó Jamil, devolviendo el gesto, mientras usaba la toalla para limpiar las orejas de león.- Quizás debería meterte a la bañera y bañarte yo mismo.

 

— La puerta del baño siempre está abierta para tí cuando quieras acompañarme, "cariño".

 

Ambos terminaron riendo por aquella broma. Ya se había vuelto parte de su rutina de noche el hacer ese tipo de chistes antes de dormir.

 

— Lo pensaré, pero por ahora cámbiate esa playera.- Mencionó Jamil.- Está empapada.

 

— Bien...- Suspiró el mayor, para después rebuscar en el armario, hasta encontrar otra camiseta.

 

Jamil intentó mantener su vista en el suelo, pero terminó viendo de reojo a Leona, arrepintiendose casi instantáneamente al sentir un extraño calor en las mejillas.

 

Había visto a Kalim desnudo varias veces para ayudarlo a arreglarse, en los vestidores era habitual ver a sus compañeros del club de baloncesto en ropa interior o ni siquiera eso, debería estar acostumbrado a ese tipo de situaciones, al menos lo suficiente para no sentirse incómodo. Pero, por alguna razón que no comprendía, le era imposible mirar a Leona sin sentir un revoloteo en el estómago.

 

¿Inseguridad? Lo dudaba. Si bien, no podía negar el atractivo de Leona, tampoco podía decir que se sentía inseguro ante él.

 

Quizás simplemente incomodidad al saber que dormía a su lado... No lo sabía, y tal vez no lo sabría nunca.

 

Por suerte, Leona pareció no notar su sonrojo, y apagó las luces, antes de acomodarse en "su lado"— como él repetía a diario— de la cama, y abrazarlo por la espalda, listo para dormir.

 

— Ser padres es complicado, ¿no?

 

— Yo ayudé a Kalim y a mi hermana a controlar su magia inicial cuando comenzaron a manifestarla.- Respondió Jamil.- Supongo que la experiencia me da algo de ventaja.

 

— ¿Quién te enseñó a tí?

 

Jamil se quedó callado, mientras su expresión decaía. Leona comprendió y no insistió.

 

— Nadie me enseñó.- Confirmó Jamil luego de unos minutos de silencio.- Cuando mi magia apareció, mis padres se enfadaron y me exigieron "no tratar de opacar a Kalim".

 

— Maldita sea, ¿y qué querían?, ¿sacarte la magia del cuerpo?

 

— Si fuera posible, sin duda, lo habrían hecho.- Admitió Jamil en un pesado suspiro.- Me obligaban a mantenerla oculta y practicar por la noche, cuando nadie podía verme.

 

— ¿Cómo demonios pretendían que la ocultaras si no te enseñaban a controlarla?

 

— Es imposible.- Admitió.- En un par de ocasiones, terminé mostrando mi magia inicial, y fue razón más que suficiente para que mi padre me diera un escarmiento.

 

Leona terminó gruñendo y apretando su agarre en un movimiento involuntario y totalmente instintivo. Jamil podía sentir un nudo formarse en su garganta, mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

 

— Ya no importa.- Afirmó con dificultad.- Al menos así conseguí aprender a controlarla rápido, y pude ayudar a Kalim y a mi hermana cuando la manifestaron.

 

Leona no dijo nada, pero después de unos segundos, su mano recorrió uno de los brazos de Jamil, desde la muñeca hasta el hombro, haciendo temblar al más bajo.

 

— No todas esas cicatrices son por tu magia inicial, ¿verdad?

 

— No.- Hipó, esforzándose por no llorar.- Varias me las hicieron mis padres.

 

Leona apenas fue capaz de ahogar un gruñido, fruto de la rabia y la impotencia. ¿Cuánto dolor había soportado Jamil en silencio?, ¿cómo alguien podía ser tan despiadado con su propia sangre?, ¿qué demonios había en la cabeza de esas personas para hacerle tanto daño a su propio hijo en nombre de un amo idiota?

 

— Oye, ya te dije que está bien.- Suspiró Jamil, tomando la mano de Leona para devolverla a su posición inicial, en su cintura.- Eso fue hace mucho tiempo. Ya no importa.

 

— Por supuesto que importa.- Afirmó el más alto, afianzando su agarre alrededor de la cintura de Jamil.- Es obvio que aún te duele hablar de eso y desearías que todo hubiera sido diferente.

 

Jamil se limitó a morderse el labio, en un intento desesperado de ahogar el llanto. Solo los grandes siete sabrían cómo Leona era capaz de leerlo con tal facilidad.

 

— Pero ya te dije que ya no estás sólo.- Añadió el rey, sorprendiendolo.- Ahora eres un rey, y nadie va a volver a lastimarte. Es mi deber protegerte a tí y a la bola de pelo, y yo nunca fallo en mis misiones.

 

— Si que te tomas el papel de rey en serio, ¿eh?- Sonrió de lado, a pesar de las pequeñas lágrimas que resbalaron por sus mejillas.

 

— Por supuesto que lo hago.- Respondió Leona, comenzando a emitir su típico ronroneo, mientras se acurrucaba entre el cabello de Jamil.- Así que relájate. Mientras seas mi esposo, ninguno de esos imbéciles va a tocarte un solo cabello y vivir para contarlo. Los montones de arena no hablan.

 

Jamil soltó una pequeña risa ahogada, relajándose poco a poco entre los brazos de Leona. Lentamente y con el paso de los meses, se habían vuelto cercanos, Leona había logrado ganar su confianza, al punto de mostrarse vulnerable ante él y sentirse seguro entre sus brazos. De algún modo, creía en sus palabras y promesas. Le creía cuando le decía que todo iba a estar bien, que estaba a salvo, que todo lo malo había quedado atrás.

 

— Por cierto...- Murmuró Leona, antes de que un pequeño chispazo apareciera frente a sus ojos, haciendo aparecer una pequeña bolsa de papel sellada.- Me tomó más tiempo del previsto conseguirlo, pero felíz cumpleaños atrasado.

 

Jamil sujetó la pequeña bolsa, y la abrió, tras palparla con las manos en medio de la oscuridad. Solo con sentir el pequeño fruto entre sus dedos, y el aroma dulce inundarle la nariz, supo de qué se trataba.

 

— Leona...

 

— Al principio pensé en conseguir unos aquí, pero sentí que el sabor no sería el mismo.- Explicó el rey.- Así que envié a alguien a buscar unos auténticos de la Ciudad de la seda. Le tomó casi una semana, pero consiguió dar con el lugar donde solías comprar eso de niño.

 

— Leona, no era necesario que hicieras todo eso.

 

— Mereces tener al menos un recuerdo que no te haga llorar.- Replicó el mayor.- También hice un pedido, llegará mañana por la mañana.

 

— Por favor dime que no es una tonelada de dátiles...

 

— Bien. No te lo diré.- Rió Leona.

 

— Leona...

 

— No te he dado ni un solo regalo desde la boda. Toda la corte y el reino saben que tu cumpleaños fue hace dos semanas, así que esperan que te dé un regalo.- Argumentó.- No te preocupes por eso.

 

Finalmente, Jamil suspiró y asintió. No estaba seguro de cómo sentirse respecto al exagerado regalo que le aguardaba al día siguiente, pero una pequeña parte de él, se sentía felíz por el simple hecho de que Leona recordara los pequeños detalles que le contaba, y tratara de hacer algo amable por él.

 

— ¿Quieres probar?

 

Leona no tardó en aceptar el ofrecimiento, inclinándose para tomar entre sus dientes el pequeño fruto que Jamil sostenía en sus dedos.

 

No había absolutamente nada fuera de lugar, pero sentir el tibio aliento de Leona tan cerca, al igual que sus labios y lengua rozando las yemas de sus dedos, le causó un extraño cosquilleo, a la vez que su mente evocaba el beso de hace unas semanas, haciendo sonrojar sus mejillas.

 

Gracias a su agenda, habían tenido que compartir pequeños besos en público cuando el momento lo ameritaba, pero no había punto de comparación con ese que había ocurrido a puerta cerrada, sin nadie observando. Mismo gesto que no se había repetido.

 

— No me agradan las frutas, ni los sabores dulces. Pero no está tan mal.- Dijo Leona, sacándolo de sus pensamientos.- Creo que entiendo porqué te gustan.

 

— También era de las pocas cosas que podía comer sin riesgo de terminar envenenado.- Respondió, metiéndose un dátil a la boca, en un intento de ocultar su sonrojo.- Supongo que incluso un insecto es mejor que un veneno en la comida.

 

— No te preocupes. Me aseguré personalmente de que no tuvieran ninguna de las dos cosas.- Bromeó Leona.- Puedes comer tu bocadillo nocturno tranquilo.

 

— Gracias, "cariño".- Rió bajo Jamil.- ¿Quieres otro?

 

— Si insistes...

 

Al final, terminaron sentándose y encendiendo la lámpara sobre la mesa de noche, comiendo los pequeños frutos secos, mientras pasaban los canales de televisión, hasta decidirse por uno. Era casi seguro que por la mañana tendrían problemas para levantarse, pero eso sería problema de sus "yo" del futuro.

 

— Pensé que no te gustaban los sabores dulces.- Sonrió Jamil, con Leona sentado detrás de él, aún abrazándolo en medio de su regazo.- Es el quinto que te comes.

 

— Quizás estas cosas son la excepción a mi regla.- Replicó, tras tomar el dátil con sus dientes y comerlo.- Aunque las semillas son una molestia.

 

Jamil tarareó, con una sonrisa divertida, mientras se llevaba otro dátil a la boca.

 

Ninguno dijo nada más, solo continuaron mirando la pantalla y comiendo en silencio, meditando todos los sucesos ocurridos en esos seis meses de convivencia.

 

Era cierto que todo era una farsa, pero sus preocupaciones el uno por el otro, así como por el bienestar de Cheka, parecían ser genuinas.

 

Quizás no eran una pareja de enamorados en realidad, pero al menos podían considerarse amigos lo suficientemente cercanos para confiar y cuidarse la espalda entre sí, y ser un apoyo mutuo.

 

Al menos de esa forma, los años que les quedaban por delante no serían una pesadilla. Aunque el revoloteo que la presencia del otro les generaba por cosas insignificantes, de vez en cuando lo ponían en duda...

 

En fin. Quizás no eran perfectos, ni del todo sinceros con el mundo, pero habían demostrado unión, cariño, lealtad, preocupación, y estar dispuestos a protegerse, como una auténtica familia lo hace.

 

Tal vez, al fin habían encontrado lo que tanto habían deseado por años.

Chapter 12: Halloween

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Los días pasaban sin que lo notaran, y cada vez, Cheka lograba mejorar en sus habilidades mágicas.

 

El pequeño príncipe había sido transferido a la escuela a la que asistió Leona tras manifestar magia por primera vez, y su progreso era notorio.

 

A pesar de todos los esfuerzos de ambos reyes por resguardar la privacidad y seguridad del joven heredero al trono, fue inevitable que los medios se enteraran de todo y unas cuantas fotos dieran pie a notas sensacionalistas.

 

"¡La magia perdura en la familia real! El príncipe Cheka fue transferido a una escuela para niños con habilidades mágicas."

 

"El rey Leona y su consorte de nuevo demuestran que el amor puede trascender cualquier barrera, cuidando de su pequeño sobrino."

 

"La familia real de Sunset Savana silencia a todos y demuestra que están más unidos que nunca."

 

"Entre pasantías y responsabilidades. Así es la vida del rey Jamil, siendo un estudiante, esposo y padre ejemplar."

 

Ninguno estaba particularmente felíz con toda esa atención mediática, pero al menos habían conseguido mantener a Cheka lejos de todo eso.

 

Ahora, más de un mes después de su primera manifestación de magia, aunque con fallas propias de la inexperiencia, al menos era capaz de controlar su magia inicial, y su estado de ánimo era mucho mejor.

 

— Tienes que estar bromeando...

 

— No lo hago, Jami.- Sonrió Leona, mientras ayudaba a Cheka con su disfraz.- Un poco de diversión no va a matar a nadie.

 

— Leona...

 

— Todo estará bien.- Interrumpió el mayor, girandose para tomarle la mano.- Incluso los viejos buitres aceptaron tomarse el día y la noche libres. ¿Por qué nosotros no podemos ir a divertirnos un rato?

 

— Por favor, Jamil...- Se unió Cheka a su tío.

 

Jamil los observó a ambos por unos segundos, antes de respirar y suspirar resignado, asintiendo en silencio.

 

Cheka y Leona no tardaron en celebrar su pequeña victoria, antes de abrazar a Jamil, terminando en un abrazo grupal acompañado con sus risas.

 

El plan era simple: Tomar un auto, conducir hasta los barrios bajos de la capital y quedarse unas cuantas horas para celebrar Halloween, antes de volver al palacio. No muy diferente a lo que solían hacer de vez en cuando, si sus agendas se los permitían.

 

Cada uno portaba un disfraz, igual que todos los que celebraban esa noche. Aunque los tres iban a juego, todos tenían algo que los hacía únicos, igual que ellos. El de Leona, el parche en el ojo izquierdo; el de Jamil, su cabello peinado en una elegante coleta alta y el sombrero; y el de Cheka con las pequeñas joyas bordadas.

 

Fue inevitable que toda la atención se posara en ellos apenas pusieron un pie en la fiesta que se celebraba al aire libre en la plazuela, pero no de la forma que tanto les disgustaba al estar frente a la prensa, al contrario. Las personas ya estaban familiarizadas con ellos, y los recibieron como unos amigos más, entre abrazos, elogios sinceros y algunas bromas.

 

Cheka no tardó más de un par de minutos en localizar a los niños con los que mantenía una amistad y unirse a ellos para ir a recorrer las calles.

 

— Cheka...

 

— Hey, estará bien.- Aseguró Leona, deteniendo a Jamil apenas lo vió tratar de retener al niño.- Unos padres y hermanos mayores irán para supervisar el grupo. Además, hoy las calles están llenas de niños y todos llevan disfraces. Nadie va a darse cuenta de que es él con la máscara que le dieron.

 

— Pero...

 

— No podemos encerrarlo en una burbuja y mantenerlo aislado del mundo, ¿recuerdas?

 

— Sé lo que dije, Leona, pero es muy joven y...

 

— A su edad, tú hacías el trabajo que le correspondía a unos padres.- Volvió a repetir el rey, sujetándole la mejilla con suavidad para mirarlo a los ojos.- Solo irá a pedir dulces con sus amigos por un par de horas, con la supervisión de unos adultos, como cualquier niño de su edad. No a recorrer él sólo la ciudad entera bajo el sol, en busca de una hamburguesa.

 

Jamil respiró profundo y cerró los ojos, antes de mirar a Cheka alejarse con el resto del grupo de infantes.

 

De nuevo se sentía dividido. Una parte de él, que aún se rehusaba a desaparecer, quería mantener a Cheka cerca todo el tiempo, vigilarlo, protegerlo, quizás, en el fondo, considerándolo torpe. Pero otra quería darle la razón a Leona, en el fondo, sabía que la tenía.

 

— Los dos hemos visto lo que la sobreprotección puede provocar.- Añadió Leona, rodeándole los hombros.- No será un niño, ni tendrá a alguien a su lado para hacer todo por él toda la vida. Algún día crecerá, será un hombre, y más importante, un rey.- Continuó.- Creo que no necesitamos un Kalim 2.0 gobernando un reino, ¿cierto?

 

— Bien. Ya entendí.- Sonrió de lado Jamil.- No era necesario hacerme imaginar ese escenario de terror.

 

— Parece que solo así comprendes mi punto, cariño.- Bromeó Leona.- ¿Quieres algo de beber?

 

— Claro.

 

Leona lo soltó y luego le tomó la mano para caminar por el lugar. Jamil no se soltó de él en ningún momento, hasta que, luego de ver un insecto en el suelo, caminando a toda velocidad directo a él, rompió el agarre, ocultándose detrás de Leona.

 

El rey notó su reacción, e intuyó la causa, confirmandola al mirar el suelo.

 

— ¿En serio?- Rió el mayor, sintiendo a Jamil casi subirse a su espalda cuando el pequeño insecto pasó justo a su lado.- Era solo una pequeña cucaracha disfrutando de la fiesta.

 

— Qué gracioso eres...- Bufó Jamil, mientras Leona no hacía el más mínimo esfuerzo en disimular su risa.

 

Jamil soltó los hombros de Leona y se sacudió el traje, intentando recobrar la compostura, mientras rogaba internamente que nadie hubiera visto esa escena tan vergonzosa.

 

Apenas bajó un poco la guardia, sintió cómo Leona lo sujetaba por la cintura para cargarlo sobre su hombro, como si de un saco de harina se tratara.

 

— ¿Qué crees que haces?- Preguntó nervioso, girando la vista hacia Leona.

 

— Protegerte de los malvados insectos.- Rió bajo Leona, girando la cabeza apenas lo suficiente para mostrar su sonrisa confiada.- Ahí no te alcanzará la mayoría.

 

— Leona, bájame.- Exigió, apretando los dientes.

 

— Lo haré en cuanto lleguemos a dónde no haya insectos que te hagan saltar del susto.- Replicó, devolviendo la mirada al frente, mientras continuaba su andar.

 

— Leona, es en serio.- Repitió Jamil, removiendose mientras trataba de zafarse.- ¿Qué crees que pasará si hay alguno de esos paparazzi cerca y ve esto?

 

— Que soy un rey con suerte.

 

Jamil soltó un audible bufido de fastidio. Leona solo rió y continuó caminando, hasta llegar a dónde se encontraban reunidas las personas. Ahí, tal y como prometió, bajó a Jamil, y el joven no tardó en sacudirse y acomodarse el disfraz a toda prisa, mientras observaba inquisidoramente al rey.

 

— Al menos ningún insecto volvió a asustarte, ¿no?

 

— Gracias, "cariño".- Musitó Jamil, poniendo los ojos en blanco.

 

Leona, como ya se le había vuelto costumbre, lo abrazó por la espalda, rodeándole la cintura mientras frotaba su mejilla contra la suya, emulando el comportamiento de un gato. Y como ya era costumbre, Jamil suspiró resignado, relajando su semblante y postura.

 

La música ambientaba el lugar, igual que las luces y las decoraciones propias de la festividad.

 

Jamil consiguió relajarse un poco, pero cada tanto se giraba en busca de Cheka y miraba la hora en su teléfono, aguardando su retorno con el resto de niños. Leona no le recriminó por ello, solo le ofrecía alguna bebida o bocadillo, o señalaba algo cada tanto, intentando distraerlo y mantenerlo tranquilo.

 

Al observar a todos reunirse alrededor de la improvisada pista de baile al aire libre, una idea cruzó por la mente del rey. Quizás podría ser bueno para entretener la mente de su ansioso consorte.

 

— Eres bailarín de break dance, ¿no?

 

— Solía practicarlo antes del compromiso.- Asintió Jamil, observando el espectáculo.- No sería apropiado para un rey consorte hacer ese tipo de cosas, y menos en lugares públicos.

 

— ¿A quién demonios le importa lo que sea apropiado?- Bufó Leona, tomándole la mano, con la clara intención de acercarlo.

 

— Leona, ¿qué...?

 

— Ve al centro y demuéstrales quién es el rey.- Sonrió el mayor, a pesar de sus protestas.- Sabes que quieres hacerlo. Sabes que puedes, por algo Schoenheit solía halagarte tanto.

 

Leona se detuvo justo a un lado de la pista, mientras un par de bailarines competían de manera amistosa, mostrando sus mejores movimientos.

 

Jamil apretó los labios y agachó la vista, observando de reojo a los bailarines en la pista, recordando todas esas tardes en las que bailar lo hacía sentirse vivo, mientras la estridente música llegaba a sus oídos.

 

No había vuelto a bailar nada más que valses, desde que se mudó a Sunset Savana. ¿Qué clase de rey consorte sería si hiciera tales cosas?, ¿qué ejemplo le estaría dando a Cheka? Definitivamente, la corte real se escandalizaría si lo viera bailar de esa forma, y sus opiniones respecto a él serían aún más negativas...

 

Pero, si dijera que no le importaba y no extrañaba ese pasatiempo, estaría mintiendo.

 

Durante años, bailar había sido mucho más que un simple hobby. Había sido un consuelo, un pequeño escape de su realidad, uno de los pocos momentos donde podía sentirse libre, donde tenía control total de su mente y su cuerpo... De verdad lo extrañaba.

 

Bien. ¿Cómo iban a enterarse de todos modos?

 

En un pequeño impulso de valentía, aceptó saltar a la pista, iniciando la competencia.

 

Por suerte, no había perdido su condición y su cuerpo recordaba exactamente lo que tenía que hacer, moviéndose al ritmo de la música.

 

Podía escuchar cómo las personas lo animaban, incluída la voz de Leona en el coro, y eso, de algún modo, lo hizo sentir aún más motivado, realizando todos los pasos y acrobacias a la perfección, alzándose con la victoria al final de la ronda, recibiendo una ronda de aplausos y ovaciones.

 

El corazón le latía con fuerza, el cabello se le pegaba a la frente por el sudor, y su respiración estaba agitada, pero sus labios se curvaron en una sonrisa involuntaria, al mismo tiempo que una inmensa sensación de plenitud lo invadía.

 

Apenas salió de la pista, se encontró con los ojos verdes de Leona, observándolo con orgullo.

 

— ¿Viste que no nos cayó un meteorito encima por divertirte un poco?- Rió Leona, rodeándole los hombros con un brazo.

 

— Bien. Tenías razón.- Admitió, rodando los ojos, sin apartarse de Leona.- Eso no estuvo tan mal.

 

— Arrasaste en la competencia.- Presumió el mayor, sin borrar su sonrisa, mientras lo abrazaba de forma más afectuosa, frotando su mejilla contra la de él.- Ese es mi esposo.

 

— Leona, estoy lleno de sudor.- Señaló con leve incomodidad.

 

— Nada que un baño volviendo a casa no arregle.

 

Jamil solo suspiró. Era inútil discutir con Leona.

 

— ¿Quieres algo de beber?

 

— Me vendría bien después de eso.

 

— Yo invito la ronda de bebidas para celebrar tu victoria.

 

Ambos compartieron una pequeña risa y caminaron juntos a través del mar de gente, hasta conseguir hacerse de un par de bebidas. Nada ostentoso, solo un simple par de latas de soda y unos sandwiches de carne, totalmente opuesto a las elaboradas comidas que comían a diario en el palacio, pero, de algún modo, se sentía más gratificante.

 

Terminaron escabullendose hasta aquel mirador, que fue su pequeño escondite la primera vez que estuvieron ahí. La vista por la noche era muy diferente a la de día, pero tenía su propio encanto, con las estrellas brillando en el cielo despejado y las luces de toda la capital.

 

— ¿Dónde aprendiste a bailar así?- Preguntó Leona, mientras le daba una mordida a su comida.

 

— Aprendí todo por mi cuenta.- Contó Jamil, sentado a su lado.- Cuando era niño, durante una de mis diligencias, ví a unos artistas callejeros. Quedé impresionado, y comencé a tratar de imitar esos movimientos en todos mis ratos libres.

 

— Talento natural, ¿eh?

 

— Yo no diría eso.- Negó Jamil.- La primera vez que lo intenté, me caí de espaldas. Me hice muchos moretones, rasguños y torceduras antes de lograr hacer correctamente una acrobacia.

 

— No por eso es menos impresionante que hayas alcanzado ese nivel siendo tu propio entrenador.- Insistió el rey.- Deberías retomar tus entrenamientos por las tardes, como hacías en NRC.

 

El último comentario de Leona captó la atención de Jamil, posicionando su mirada azabache sobre él. El rey lo notó, y no tardó en dar explicaciones.

 

— Te ví practicando en los jardines un par de veces.- Admitió.- Creí que continuarías haciéndolo.

 

— Ya te dije que no sería apropiado que un rey consorte hiciera ese tipo de cosas. Sabía que al aceptar esto, habría muchos sacrificios que debería hacer.- Repitió Jamil, devolviendo su vista al frente.- Ha sido difícil ganar la confianza de la corte. No voy a echar a perder el poco progreso por un pasatiempo tonto.

 

La sonrisa de Leona se desvaneció con esas palabras, y un pequeño gruñido escapó de su pecho.

 

Jamil lo notó, sin embargo, permaneció callado, bebiendo de su lata, con la vista fija en el panorama frente a él.

 

— Nunca vamos a ser suficiente para ese montón de buitres viejos.- Señaló Leona con seriedad.- Podríamos llevar este reino a su mejor época, y aún así, seguiríamos siendo unos idiotas inútiles para ellos.

 

— Suficiente tengo con ser considerado un caza fortunas, oportunista y "un sirviente que supo atrapar a un noble con artimañas sexuales".- Intentó bromear Jamil, pero su sonrisa era tensa y su mirada solo reflejaba incomodidad y tristeza.- No necesito más etiquetas de ese estilo.

 

Leona no se rió en absoluto, notando el verdadero sentir de Jamil.

 

No le importaba en lo más mínimo lo que los miembros de la corte dijeran sobre él. Hace tiempo se había resignado a ser la segunda opción, el que no importaba, el que solo arruinaba todo, el que nunca hacía nada bien, el que nunca era suficiente... Dolía, pero había aprendido a vivir con eso. Sin embargo, era claro que Jamil aún no conseguía asimilarlo.

 

— Esos idiotas solo velan por sus propios intereses. No son más que un montón de buitres viejos y frustrados por una vida miserable en una jaula de oro.- Dijo, acercándose para rodearle los hombros y atraerlo hacia él.- Haz lo que desees en tus ratos libres.

 

— Estoy bien, Leona.

 

— No, no lo estás.- Afirmó.- Eras miserable siendo un esclavo, y yo no seré quien te haga igual o más miserable siendo un rey.- Añadió.- No eres un trofeo, ni yo tu dueño. Eres libre, y puedes hacer lo que quieras con tu tiempo libre.

 

Jamil apretó los labios, meditando sus palabras por unos segundos.

 

Ya había perdido la cuenta de las veces que Leona le repetía ese discurso, y aún le costaba asimilarlo como verdad.

 

— No necesito ni quiero un objeto decorativo, ni un trofeo bonito.- Añadió Leona.- Quiero un compañero, y tú has demostrado que fuiste la elección correcta.

 

— Gracias, supongo.

 

— Si tú eres un oportunista y un seductor, entonces yo soy un idiota y un imbécil con necesidad de afecto.- Sonrió de lado.- Aunque, creo que el verdadero caza fortunas de la relación soy yo.

 

— Qué cosas dices...- Negó Jamil con una pequeña risa.

 

— A cambio de una piedra conseguí un esposo casi perfecto. ¿Quién no tomaría esa oferta?- Afirmó, sin borrar su sonrisa.- Quizás el único defecto que tiene es no darse cuenta de todo su potencial, y darle demasiada importancia a la opinión de carroñeros, pero puedo arreglar eso.

 

Jamil mostró una sonrisa, esta vez más sincera y serena. Leona lo notó y le correspondió de la misma forma, recargando su cabeza contra la de Jamil.

 

— ¿No te trae recuerdos este día?- Rió bajo Leona. Jamil no comprendió la pregunta.- La feria de libros hace dos años.

 

— Oh, eso... Realmente no recuerdo nada más, excepto que al parecer, cuando Grimm abrió un libro extraño, todos nos desmayamos, y luego despertamos al mismo tiempo en medio de la feria.- Respondió Jamil.- ¿Tú recuerdas algo más?

 

— No.- Negó Leona.- Pero pasé un tiempo investigando sobre el tipo de la pintura.

 

— ¿Skully J. Graves, el rey del Halloween?

 

Leona asintió.

 

— ¿Algo especial?

 

— No mucho.- Respondió el mayor.- Apenas encontré información de él. Aunque un par de cosas me llamaron la atención.

 

— ¿Qué cosas?

 

— En unas cuantas cartas que dejó, menciona a unos estudiantes de Night Raven College "fuera de su tiempo", que le ayudaron a hacer realidad el sueño de llevar el Halloween a todos.

 

— ¿Y eso qué tiene que ver con el incidente de la feria de libros?

 

— Aparentemente nada, pero es curioso que la fecha en la que el tipo raro conoció a esos estudiantes, es exactamente la misma en que ocurrió el incidente. Solo que cientos de años antes.- Explicó el rey.- Además de cómo describe a esos estudiantes, y unos dibujos que hizo de algunos.

 

Jamil miró de reojo a Leona. Sabía que no le diría una información así en vano.

 

— Las descripciones encajan aterradoramente bien con todos los que estábamos presentes ese día.- Declaró Leona.- Ni hablar de los dibujos...

 

— ¿Crees que tenga algo que ver con ese incidente?- Indagó Jamil.- ¿Cómo antepasados nuestros, o algo así?

 

— Podría ser. Pero no pude dar con absolutamente nadie de mi familia que hubiera estado en NRC antes de mí.- Respondió.- Busqué en todos los documentos a mi alcance, y no hay rastro de ningún antepasado mío, mucho menos uno idéntico a mí.

 

— ¿Acaso piensas que fuimos transportados a alguna clase de dimensión paralela?- Sonrió Jamil, codeandole las costillas con diversión.

 

— Hablamos de Night Raven College, el mismo lugar donde hubo siete overblots, uno tras otro, y donde comenzó el desastre mágico que casi acaba con el mundo.- Señaló Leona.- Nada es imposible.

 

— Touché...

 

Ambos mostraron un suave sonrisa, y contemplaron en silencio la magistral vista de la capital por unos minutos más, hasta que la voz de Cheka a sus espaldas los llamó y los pequeños brazos se aferraron a la espalda de Leona, mientras mostraba orgulloso el pequeño botín de dulces reunidos.

 

Bien. Había sido divertido mientras duró, pero era momento de volver a casa, luego de despedirse de los amigos que habían hecho en ese lugar, incluida la abuela de Ruggie.

 

El camino de regreso fue tan alegre como el de ida, entre risas y anécdotas ocurridas esa noche. Al llegar al palacio, luego de deshacerse del maquillaje y disfraces, arroparon a Cheka y narraron para él una historia, igual que cada noche. Y cómo siempre, el príncipe se durmió cerca del final, permitiéndoles marcharse a su propio dormitorio para descansar.

 

Había sido una noche larga.

 


 

Por el hechicero del desierto...

 

Al otro día, apenas se presentaron en el comedor para el desayuno, ese titular en el periódico los hizo abrir los ojos a su máxima capacidad.

 

"Los reyes de Sunset Savana entre la gente común para celebrar Halloween."

 

Abrir sus teléfonos no fue una mejor opción. Apenas lo hicieron, notaron cientos de titulos de notas, cada uno peor y más escandaloso que el anterior.

 

"¡El rey Jamil olvida todos los protocolos y normas por una noche y muestra pasos de baile espectaculares en público!"

 

"¡Al demonio los protocolos! Así celebró Halloween el rey."

 

"El rey Jamil demuestra que sabe moverse. ¿Qué opina la corte de este comportamiento?"

 

"¡Inéditas imagines del baile del que todo mundo habla!"

 

Había incluso un maldito vídeo, mostrando el baile de Jamil de comienzo a fin.

 

No se habían dado cuenta de que alguien estaba grabando, tampoco contaban con la excelente calidad audiovisual... Y Jamil comenzó a temblar en su sitio.

 

Leona lo notó, y no tardó en darle un suave golpecito en el hombro, antes de regalarle una sonrisa.

 

— Relájate.- Dijo el rey.- Todo estará bien.

 

Nada iba a estar bien. Jamil lo sabía de sobra, pero con Cheka presente, mirándolo fijamente, solo pudo mostrar su mejor sonrisa y asentir. No quería arruinar el fin de semana para el pequeño.

 


 

— ¡Esto es simplemente inaudito!

 

Tal y como Jamil anticipaba, apenas puso un pie en la corte cuando Leona lo mandó a llamar, los reclamos por el incidente del vídeo no se hicieron esperar, siendo un duque el primero en hablar.

 

— Después de lo que hizo anoche, ¿cree que es siquiera merecedor de presentarse aquí?

 

Jamil no dijo una sola palabra, limitándose a agachar la cabeza. No tenía forma de responder a eso.

 

Ese duque seguía siendo de sus principales detractores, siempre buscando la forma de desacreditarlo y "mostrar su verdadera cara ante todos"... Ya debería estar acostumbrado a ese tipo de tratos, pero algo dentro de él seguía teniendo miedo, sintiéndose indefenso, resignado a ser humillado y no poder hacer nada para defenderse.

 

— ¿Qué se podía esperar de todos modos? Un sirviente siempre será un sirviente.

 

Tras la última declaración del duque, un fuerte estruendo resonó en toda la sala, seguido del sonido de arena desplomandose en el suelo, acompañado por un amenazador rugido.

 

— ¡¿Cómo demonios te atreves a hablar así en presencia de tu rey?!- Gruñó el rey, mirando fijamente al duque.- ¡Responde!

 

El tembloroso hombre canoso apenas fue capaz de tartamudear una excusa ininteligible. El resto de los presentes no se atrevió a decir nada. Pareciera que incluso respirar haría enfadar al rey, y los condenaría a terminar igual que el trono, reducido a arena en un parpadeo.

 

— ¡Lárgate de mi palacio!- Sentenció Leona, interrumpiendo la torpe excusa.- Cualquier ofensa a mi esposo y a mi sobrino es una ofensa a mí. Y ya saben que no tolero las ofensas.

 

— P-Pero...

 

— ¿No me escuchaste?- Cuestionó el rey, con una amenazadora mirada.- ¿O acaso quieres terminar igual que ese maldito trono por tu insolencia?

 

Todos sabían que Leona no juraba en vano, y la magia concentrándose de nuevo en su mano despojada de su guante lo evidenciaba. Un solo toque bastaría para acabar con cualquiera que se atreviera a desatar su enojo...

 

Finalmente, el tembloroso anciano se levantó y salió huyendo a trompicones de la sala.

 

— ¿Alguien más tiene algo qué decir?- Siseó con rabia Leona, mirando a los presentes.

 

Nadie se atrevió a decir nada al respecto, agachando la cabeza.

 

— Eso creí.- Añadió Leona, manteniéndose cerca de Jamil, hasta sujetarle la mano.- Ahora más les vale concentrarse en los asuntos oficiales que nos reúnen aquí y no en lo que mi esposo y yo hagamos en nuestro tiempo libre.

 

Los miembros de la corte asintieron en silencio. Mágicamente, los documentos frente a ellos eran la cosa más interesante del mundo, centrándose en ellos.

 

Jamil, de nuevo, se sentía confundido. Una parte de él quería huir de ahí, ir tras el duque y disculparse por causar tal alboroto, sintiéndose insignificante e indigno de las palabras de Leona. Pero otra, se sentía tranquila, segura, agradecida incluso, por haber sido defendido, y solo quería quedarse tomando a Leona de la mano.

 

— Te dije que todo estaría bien.- Susurró Leona, sin soltar su mano.- No te preocupes más.

 

Jamil solo asintió, aún demasiado nervioso para decir algo.

 

Leona tampoco esperaba una respuesta, solo permaneció cerca de él.

 

— Leona...- Murmuró el más joven.- Gracias.

 

— No me agradezcas, "cariño".- Sonrió el rey, antes de dejar un pequeño beso en su frente.- Siempre protegeré a mi esposo.

 

Jamil apenas fue capaz de contener su sonrisa, asintiendo a las palabras de Leona.

 

Quizás era algo imprudente de su parte sacar conclusiones y dejar de preocuparse tan rápido, pero quizás Leona tenía razón. Tal vez podía confiar en él, dejar de pensar tanto... Tal vez, las cosas sí estarían bien.

 

No lo sabía con certeza, pero en esos meses, Leona había demostrado ser un gran rey. Uno dispuesto a todo por proteger a su pueblo y su familia.

Chapter 13: Noche de invierno

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Todos esos meses dirigiendo el reino, llevando sus pasantías y cuidando de Cheka junto a Leona, no habían sido sencillos. Ahora, el invierno había llegado, anunciando el fin del año, y gracias a las vacaciones, podía tener un pequeño descanso de su vida escolar.

 

Nunca había sido particularmente entusiasta de esas fechas, coleccionando en su mayoría recuerdos amargos, dónde tuvo que encargarse de la preparación de alimentos y del salón de banquetes, teniendo apenas un plato de comida y un breve momento de descanso en la cocina tras trabajar toda la noche, para luego limpiar todo y dormir un par de horas, antes de levantarse para servir el desayuno y alistar a Kalim...

 

— ¿Te ocurre algo?- Preguntó Leona.- Estás muy nervioso hoy.

 

— No es nada.- Afirmó.- Es solo que no me agrada esta fecha, y no quiero ni pensar en cómo va a resultar la cena con la corte.

 

A pesar del tiempo transcurrido, nadie había olvidado su reprobable comportamiento en Halloween, y las miradas insidiosas e inquisidoras nunca faltaban cada vez que debía convivir con miembros de la corte. La solo idea de cenar con todos esa noche lo estaba volviendo loco.

 

— Olvídate de esos viejos buitres.- Dijo Leona.- Que cada uno cene en su propia guarida.

 

Ante esas palabras, Jamil alzó la mirada y observó a Leona con intriga. El rey solo se encogió de hombros.

 

— Cancelé la cena hace un par de días y los envié a casa.- Dijo.- Tengamos al menos un día libre de ellos.

 

— Leona...

 

— Relájate.- Sonrió de lado el mayor.- Todo está bajo control. Ahora solo concéntrate en arreglarte como más te guste y bajar a cenar a tiempo.

 

Jamil no dijo nada, solo asintió. Una parte de él se sentía aliviada por verse libre de esa preocupación, escuchada, incluso agradecida con Leona por haber hecho ese movimiento. Pero otra se sentía demasiado ansiosa por las posibles consecuencias...

 

Sin embargo, en esos meses, Leona le había demostrado en varias ocasiones que sabía lo que hacía y podía manejar bien cualquier situación. Quizás estaba bien confiar en él y bajar la guardia.

 


 

Las horas restantes para la cena pasaron a una velocidad difícil de creer. En un parpadeo estaba sentado frente a su tocador en la alcoba, terminando su arreglo personal, al siguiente estaba agradeciendo a las niñeras y estilistas por su ayuda con Cheka, y al siguiente se encontraba sentado a la mesa junto a Leona y su sobrino.

 

— Vaya. Hoy luces excepcionalmente bien.- Le halagó Leona con su característica sonrisa al tomar su asiento.- El cabello suelto te queda bien. Y esos pendientes no están nada mal.

 

— Gracias.- Le sonrió de vuelta Jamil.

 

La cena fue servida en el tiempo programado, aunque solo para los tres miembros directos de la familia real, en lugar de la corte entera.

 

Jamil, como siempre, fue incapaz de evitar levantarse y ayudar a los sirvientes. E igual que siempre, Leona solo mostró una pequeña sonrisa, pero esta vez, se levantó y siguió el ejemplo de su esposo. Cheka, tras observar las acciones de los mayores, tampoco tardó en unirse. Escena que se repitió al retirar los platos una vez terminada la entrada, y servir el resto de tiempos, y al recoger la mesa.

 

El personal del palacio ya se había acostumbrado a ese pequeño hábito de Jamil, y lo tomaban como algo normal. Pero ver a Leona sumarse, fue algo nuevo. No habían visto tal comportamiento en él desde que su madre falleció.

 

Desde la llegada de Jamil al palacio, podían notar a Leona cada vez más enérgico, entusiasta, optimista y cálido. Algo totalmente diferente al gobernante apático, arrogante y déspota en el que esperaban que se convirtiera al asumir el trono.

 

Para los sirvientes más veteranos, era como si el pequeño y dulce príncipe que era tan cercano a la reina Zira, e iluminaba cada rincón con su sonrisa, hubiera vuelto después de pasar años desaparecido, para convertirse en un digno rey. Parecía que Jamil había sido capaz de devolverle la alegría y el entusiasmo por la vida.

 

Cuando la cena terminó, el personal se despidió de la familia real y salieron del palacio para ir a sus propios hogares con sus familias. Tal y como solía ser cada año.

 

Jamil lo notó, y la curiosidad lo invadió. Algo así era imposible de siquiera imaginar en la finca Asim.

 

— ¿Qué pasa?- Le preguntó Leona, tras acercarse a él, y observar la capital a través del balcón.

 

— No es nada.- Dijo por segunda vez.- Es solo que esto sería imposible de ver en la finca Asim.

 

Leona apenas fue capaz de sofocar un gruñido, pero sus labios se curvaron en un gesto de disgusto. Era consciente del estilo de vida de esa gente y su visión retorcida del mundo.

 

"Sirviente" era solo un título lindo para evitar decir "esclavo". Porque eso era lo que realmente eran todos.

 

Habían vivido por generaciones en esa finca, bajo el yugo de los Asim, destinados desde antes del nacimiento a servirles y repetir el ciclo con sus hijos hasta la muerte. Sin días de descanso, sin horarios fijos de trabajo, sin un sueldo, recibiendo a cambio de todo su esfuerzo apenas lo indispensable para vivir, tratados como carne de cañón y objetos desechables...

 

Pero todos estaban tan adoctrinados y ciegos para ver su realidad y tratar de liberarse, que solo obedecían y vivían esa vida miserable sin pensar ni cuestionar nada.

 

O casi todos.

 

— Las cosas aquí son muy diferentes a como son en las Arenas Escaldantes.- Dijo, abrazándolo por la espada, recargando el mentón en su hombro.- El viejo era un idiota y Falena un pusilánime incapaz de desobedecerlo, pero ni siquiera ellos habrían sido tan miserables para tener esclavos.- Añadió.- Y por suerte, ni mi madre, ni Sarabi lo habrían permitido, aún si ellos lo hubieran intentado. Lástima que el viejo Asim no tuviera a nadie que lo frenara y le hiciera sacar la cabeza del suelo.

 

— Eso no-

 

— Los dos sabemos muy bien que las condiciones en las que vivías no eran las de un sirviente.- Interrumpió Leona.- Los sirvientes tienen horarios de trabajo y días de descanso, reciben un sueldo por su trabajo, sus vidas no están a disposición de sus empleadores, no están obligados a pasar su puesto a sus hijos, y son libres de renunciar e irse en cualquier momento. Los esclavos no tienen nada de eso.

 

Jamil sintió un nudo formarse en su garganta, y terminó apretando los puños y mordiéndose los labios con frustración. Aún le costaba asimilarlo, pero, aunque doloroso, había sido su realidad antes de decidirse a escapar.

 

Leona notó su estado de ánimo y no tardó en emitir su típico ronroneo, frotándose contra su espalda en un intento de calmarlo y recordarle que no estaba solo. Ya no lo estaba.

 

Jamil no se opuso, aceptando el consuelo que le era ofrecido, quedándose quieto entre los brazos de Leona por varios minutos, hasta que el rey habló de nuevo.

 

— Sé que quizás sea algo estúpido e impulsivo, pero estas fechas pueden ser algo difíciles para las personas con menos recursos.- Dijo Leona.- Por eso me deshice de las malditas aves de rapiña y le pedí a los cocineros que prepararan más comida, y a los demás sirvientes que consiguieran ropa, juguetes y provisiones, y los empaquetaran.

 

— Leona...

 

— No es necesario que vengas si no quieres.- Interrumpió.- Prometo que volveré rápido. Kifaji se queda para ayudarte si necesitas algo.

 

Jamil logró girarse hacia él, mostrando una suave sonrisa, antes de cruzar los brazos sobre el pecho.

 

— ¿Cuándo dije que no estaba de acuerdo?- Interrogó, manteniendo su sonrisa.- Iba a decir que es un gesto realmente dulce y tierno de tu parte.

 

Leona, aunque sorprendido, no tardó más de dos segundos en sonreírle de vuelta y tomarle la mano para volver al interior del palacio y alistar los últimos preparativos.

 

Jamil lo siguió, manteniendo esa sonrisa en los labios, mientras se encargaban de todo lo necesario juntos. En esos meses, se había dado cuenta de que Leona no era el idiota orgulloso que creyó que era cuando lo conoció en S.T.Y.X.

 

Si bien, era la encarnación de la palabra "rebeldía", no era una mala persona. En el fondo, se preocupaba por los suyos y estaba dispuesto a todo por protegerlos, y solo quería ayudar a los que el resto del mundo ignoraba.

 

Definitivamente, su yo del pasado no creería que debajo de esa sonrisa arrogante y esa mirada petulante, se escondía un noble corazón lleno de heridas, deseando ser visto y apoyado.

 

Pero ahora estaba ahí, siendo ese apoyo.

 


 

Luego de ultimar detalles, los tres se encontraban a bordo de uno de los autos de la familia real, viajando a través de la capital, rumbo a los barrios bajos.

 

Habían pasado solo unos meses desde la primera vez que hicieron ese recorrido, pero muchas cosas habían cambiado desde entonces.

 

Jamil ya no estaba vuelto un manojo de nervios, ni preocupado de que Cheka terminara secuestrado, o alguno de esos escenarios exagerados y dignos de una mala película de comedia involuntaria. Ahora sonreía mientras sentía el aire contra su rostro, haciendo volar su largo cabello. Ahora había un brillo de felicidad genuina en sus ojos.

 

Cheka también estaba emocionado, mirando todo el paisaje, ansiando llegar y ver a sus amigos. No quedaba rastro del pequeño niño triste y sin esperanzas tras perder a sus padres de hace unos meses. Ahora había regresado su brillo y su entusiasmo por la vida.

 

Leona había notado todos esos cambios, y le era imposible no sonreír por ellos. Verlos tan felices le hacía sentir que ningún esfuerzo estaba siendo en vano, y estaba en el camino correcto.

 

Apenas llegar, la calidez de las personas fue tan evidente, que el frío de la noche pareció desvanecerse.

 

Ni siquiera hizo falta que Leona lo pidiera para que los habitantes se organizaran para descargar todas las cosas del auto y ayudar a repartirlas. Y por supuesto, los reyes se unieron, mientras Cheka jugaba con los demás niños.

 

Jamil había visto infinidad de juguetes en su vida. Kalim siempre quería uno nuevo cada vez que veía un comercial en la televisión, y siempre bastaba que lo pidiera para que lo enviaran a él a conseguirlo. Pero, ver a esos pequeños emocionarse como si hubieran descubierto oro al tener en sus manos un pequeño auto a control remoto, una muñeca, un muñeco de acción, un ajedrez portátil o un juego de té, le hacía recordar su propia infancia y sentir un vuelco en el corazón, pero a la vez, le dibujaba una sonrisa en el rostro.

 

Leona no se encontraba tan diferente. Había crecido rodeado de infinidad de lujos, incluidos juguetes carísimos en su infancia, pero hace tiempo había comprendido las enormes diferencias que existían entre las clases sociales, y desde entonces había deseado generar un cambio. Ahora, aunque sabía que era muy poco, ver a esos pequeños cachorros sonriendo, y con la certeza de que tendrían un regalo y una buena cena al menos por esa noche, lo alegraba. De algún modo, sentía que su pequeño yo del pasado, estaría feliz si pudiera verlo.

 

Tras entregar los juguetes, la ropa y las provisiones que Leona había conseguido, llegó el momento de la cena que compartieron con todas las personas, sentados a la mesa al aire libre, en medio de la plaza principal.

 

Los adultos comían, bebían y charlaban alegremente, mientras los niños jugaban y reían. Todos unidos, sin distinciones ni títulos, por esos minutos, todos eran simplemente amigos reunidos ahí para celebrar esa especial noche del año.

 

— Así que al final Leona te terminó contagiando del "espíritu del pueblo", ¿eh?- Bromeó Ruggie con una de sus típicas risas, sentado a su lado, mientras comían.- Oficialmente eres uno de nosotros, Jamil.

 

— Gracias por la bienvenida.- Respondió Jamil con una sonrisa, antes de ser abrazado por los hombros por Ruggie.

 

— Para mi rey favorito.- Rió la hiena, poniendo una pequeña barra de chocolate enfrente de Jamil.

 

— Y tú deja de coquetear con mi esposo enfrente de mí, hiena rompehogares.- Intervino Leona, sujetando la cintura de su esposo, causando la risa de Ruggie.

 

— ¿También quieres un chocolate, Leona-san?- Replicó Ruggie, mostrando una segunda barra.- ¿Por qué no lo dijiste? Tengo dos.

 

Ambos terminaron soltando una estridente risa por aquella broma, aún con Jamil en medio.

 

Jamil solo mantuvo su sonrisa, rodando los ojos brevemente, antes de terminar contagiandose con la risa de sus dos acompañantes.

 

— Ruggie, compórtate.- Rió Liam, apareciendo al lado de Ethan.- Suficiente tengo con mantener a Ethan lejos de Leona, ¿ahora tengo que mantenerte a ti lejos de Jamil?

 

— ¡Liam!- Exclamó Ethan con indignación.- Qué clase de cosas dices. No ofendas a Leona-sama ni a Jamil-sama.

 

— Mejor baja la voz, Ethan. O madre Liam va a sermonearnos a todos sobre buenos modales y educación en la mesa.- Expresó Leona con una sonrisa de lado.

 

— Lo siento, Leona-sama.

 

— Si en los cuatro años en que los vigilaba todo el día en NRC no pude enseñarles al menos lo básico, Ruggie tampoco en el tiempo que estuvo a cargo de Leona, y Jamil no ha podido, ¿qué esperanzas hay en este punto?- Exageró la hiena, siguiendo con esa broma.

 

Así transcurrió el resto de la cena, entre risas, bromas, comida y postres, hasta que el reloj marcó la medianoche y con ello la hora del brindis. Honor que le fue conferido a Leona en un resultado unánime de votos.

 

Y como pocas veces, el rey no se opuso, accediendo a la petición casi al instante.

 

— Ha sido un año caótico y lleno de cambios y desafíos para mí, y estoy casi seguro que para todos.- Comenzó Leona su discurso, con un vaso de cristal con sidra en su mano.- Pero también he tenido muchas bendiciones por las que agradecer, como buenos amigos, el apoyo de personas trabajadoras y leales, mi sobrino, y por supuesto, mi maravilloso esposo.

 

Cuando Leona le tomó la mano, invitándolo a levantarse y posicionarse a su lado, Jamil se sobresaltó un poco, pero decidió seguir la actuación propuesta por Leona.

 

— Sé que el deber de un rey no es sencillo, mucho menos el de criar a un futuro rey, y habrá muchos desafíos qué enfrentar en el futuro.- Continuó Leona, tomando la mano de Jamil, antes de girarse hacia él y acariciar su mejilla.- Pero sé también que tengo a alguien inigualable a mi lado para apoyarme, y eso será más que suficiente para superar todo. Todos conocen a mi esposo, y creo que estarán de acuerdo conmigo cuando digo que no hay alguien más amable o más leal que haya podido elegir para ser mi compañero en esta larga y difícil travesía llamada vida. Soy realmente afortunado de tenerlo.- Añadió.- Y puedo darles mi palabra de que daré todo de mí, y pondré todo mi esfuerzo y dedicación en llevar este reino a la cima con su ayuda, y de cuidarlo tanto como he cuidado a mi familia.

 

Jamil, aunque nervioso y sintiendo su estómago retorciéndose por los nervios, se aferró a su actuación, mostrando una suave sonrisa, antes de acariciar la mejilla de Leona y aceptar tomar la palabra.

 

— También ha sido un año lleno de cambios y desafíos para mí. Hace años, jamás habría imaginado que me convertiría en el esposo de un rey, ni que ayudaría a criar a un príncipe, y no tengo la menor idea de cómo lograrlo, o si estoy haciendo un buen trabajo.- Comenzó el joven.- Pero, lo que sí sé, es que tanto Cheka como este reino, me hicieron sentir bienvenido y seguro desde que Leona nos presentó. En estos meses, todos se han hecho de un lugar en mi corazón, se han vuelto parte de mi familia, y aunque no puedo prometer ser perfecto, ni el mejor rey de su historia, sí puedo jurar que estaré siempre dispuesto a ayudar a Leona para asegurar el bienestar de todos, y conseguir que el futuro de Sunset Savana sea tan radiante como el sol que anuncia un nuevo día.

 

— ¡Por los reyes!

 

— ¡Por los reyes!

 

Por suerte, lo habían conseguido de nuevo. Su actuación había sido perfecta, y el brindis salió tal cual se esperaba, siendo aplaudido por todos, permitiéndoles continuar la celebración.

 

Solo se quedarían por un par de horas más, así que, decidieron permitirle a Cheka seguir divirtiéndose y disfrutando de la fiesta en compañía de los amigos que había hecho en esos meses.

 

A pesar de la dura pérdida de sus padres, el pequeño príncipe había recuperado la alegría y el entusiasmo por la vida, y aunque con pequeños altibajos, como era natural, ahora sonreía como cualquier otro niño de su edad. Incluso tenía mayor control sobre su magia y el temor a usarla se había desvanecido.

 

Sin duda, los reyes estaban haciendo un excelente trabajo.

 

— ¿Qué tal tu primera navidad siendo rey, "cariño"?- Preguntó Leona con una pequeña risa, mientras se encontraban sentados de nuevo en ese viejo mirador, bebiendo café caliente en vasos desechables.

 

— Con que no te durmieras debajo o encima de la mesa me habría conformado.- Bromeó Jamil, dándole un sorbo a su bebida.- Pero debo admitir que ese discurso del brindis no estuvo nada mal.

 

— Tú también lo hiciste bien, Jami.

 

— ¿Qué te dije de llamarme así?

 

— ¿Vas a enviar a tu pobre esposo a dormir a la bañera con el frío de las noches de invierno?

 

— No me vendría mal tener una cama enorme para mí sólo una noche.- Siguió Jamil con esa broma.- Aunque podría considerar posponerlo para primavera. En invierno es realmente útil tener una manta térmica personalizada.

 

— Así que soy tu manta personal, ¿eh?

 

— Fuiste tú quién me abrazó por la espalda desde la primera noche.

 

— Eso fue porque si no lo hacía, habrías dormido en el suelo.

 

— ¿Y cuando dejé de intentar hacerlo?

 

— Ya me había acostumbrado a tener una serpiente de felpa para dormir.- Replicó Leona con una pequeña sonrisa engreída.- Hasta ahora me entero que se ha estado aprovechando de mí, usandome para regular su temperatura.

 

Jamil casi escupe el café en su boca al tratar de contener la risa, y luego comenzar una pequeña lucha juguetona de manotazos con Leona, antes de rendirse y solo darle un golpe suave en el hombro, causando la risa del rey.

 

— ¿Cómo solías pasar estas fechas?- Preguntó Leona luego de que lograran calmar sus risas por ese absurdo juego.

 

La sonrisa de Jamil se borró, y bajó la mirada, antes de dejar el vaso apoyado en su regazo, observando su reflejo en el líquido.

 

Leona intuyó la respuesta, y que seguramente no le gustaría, pero decidió solo esperar.

 

— Desde que puedo recordar, me despertaba antes de que el sol saliera para ir a comprar provisiones, junto a mi madre o a otros sirvientes.- Comenzó a contar Jamil.- Después pasaba el resto del día ayudando en la cocina, picando vegetales, lavando platos, colocando cubiertos, amasando... Lo que hiciera falta.- Añadió.- Cuando estaba cerca el atardecer, corría para ayudar a Kalim a ducharse y vestirse. Debía asegurarme de que luciera perfecto para la cena.

 

Leona tenía tantas cosas qué decir sobre los padres de Kalim y su deficiente crianza solo con eso, pero decidió morderse la lengua y permitirle a Jamil continuar.

 

— Una vez que Kalim estaba listo, yo iba a alistarme. Debía usar ropa que combinara con la de él, y permanecer impecable el resto de la noche.- Siguió narrando, sintiendo la tensión aumentando en sus músculos al recordar su pasado.- Después de que trataran de envenenarlo, yo probaba todas sus comidas antes, y en esta noche no era la excepción. Por suerte, en esta celebración en específico nunca ocurrió nada. Si odia el curry y no puede ni verlo, solo porque una vez terminé en coma por uno... No quiero imaginar cómo habría tomado que algo así ocurriera en estas fechas.

 

— ¿Qué?- Exclamó Leona.- ¿Cómo pasó eso?

 

— Comida envenenada.- Se encogió de hombros Jamil.- Fueron solo un par de semanas.

 

— Por el rey de las bestias...- Murmuró Leona, casi horrorizado.- ¿Qué clase de padres pueden permitir algo así?

 

— Los míos.- Replicó Jamil.- Pero... Era yo o mi hermana. Y jamás habría permitido que ella corriera ese peligro.

 

Leona miró a Jamil con curiosidad, observando cómo su vista estaba clavada en ese vaso con café. Parecía recordarle algo.

 

— Ustedes dos se llevaban bastante bien, ¿no es así?

 

— Solía robar mi comida y ser un fastidio la mayor parte del tiempo.- Expresó Jamil con una pequeña risa.- Pero, también era mi pequeña alegría de cada día, mi razón para no darme por vencido. Ella me admiraba y solía tomarme como su ejemplo a seguir... Era la única que veía más que solo un sirviente en mí.

 

— Parece que ese café te recuerda a ella.- Señaló Leona.- ¿Su bebida favorita?

 

Jamil negó, manteniendo su sonrisa. Leona irguió la oreja con curiosidad.

 

— Desde siempre ha estado fascinada con la magia de adivinación.- Explicó.- Yo aprendí algunos métodos, y se los enseñé. Su favorito era el café, y siempre solía pedirme que lo interpretara para ella.

 

— Realmente no puse demasiada atención en esas clases en NRC.- Admitió Leona.- Ninguna es totalmente precisa, y a menos que poseas una magia única afín a la adivinación, hay una enorme probabilidad de fallar en la predicción o malinterpretarla. Simplemente no era práctico ni confiable.

 

— Así es.- Concordó Jamil.- Solo aprendí lo necesario por ella. Pero ella continuó estudiando por su cuenta, y ha obtenido un nivel bastante decente para su edad.

 

— ¿Puedes leer esto entonces?- Retó Leona con una sonrisa, tras beber el resto del café en su vaso de un solo trago, mostrando los pequeños rastros de grano molido en el fondo.

 

— Sabes que esta no es la preparación del café que se usa, ¿cierto?

 

— Café es café.- Se encogió de hombros Leona.- La intención es lo que hace a la magia.

 

Jamil rodó los ojos, manteniendo una sonrisa, antes de acceder a la petición de Leona y tomar el vaso.

 

— Vaya...- Murmuró sorprendido, tras volcar el líquido restante al suelo y conseguir los pozos en el vaso.- Esto es interesante.

 

Leona se asomó un poco sobre el borde, más intrigado de lo que desearía admitir. Vaya que Jamil estudió a fondo esos métodos para ver figuras, dónde él solo veía residuos de café.

 

— El fondo representa al pasado, y es posible observar una mano, una espada y una nube.

 

— ¿Y eso qué significa?

 

— Solías ser alguien muy solidario, lleno de energía y vitalidad, siempre dispuesto a dar una mano a todos. Pero, en algún momento, las cosas cambiaron y todo eso se esfumó.

 

Leona no dijo nada, solo asintió, permitiéndole a Jamil continuar.

 

— Las paredes representan el presente, puedo ver un trono, varias siluetas, y varias velas.- Señaló Jamil, apuntando las figuras.- Ahora tienes una nueva posición, y varias personas te están apoyando, pero, a la vez, tienes muchas dudas que debes resolver.

 

Jamil miró de reojo, pero de nuevo, Leona no dijo una sola palabra, limitándose a asentir.

 

— Los bordes representan el futuro. Veo unos rayos, caminos, una mano y una estrella...

 

— ¿Tan malo es?- Intentó bromear Leona ante el repentino silencio de Jamil.

 

— Parece que experimentarás bastantes celos y desconfianza, también tendrás que tomar muchas decisiones importantes y difíciles.- Respondió finalmente Jamil.- Pero alguien te ayudará, y lograrás tomar una buena decisión y alcanzar la felicidad si escuchas tu intuición.

 

Ninguno dijo nada por unos segundos. Hasta que Leona soltó una risa engreída.

 

— Para ser algo que no te importa, sabes bastante.

 

Jamil soltó un bufido de cansancio, antes de devolver el vaso a manos de Leona, que mantuvo su sonrisa.

 

En realidad, la predicción de Jamil sobre el presente había tocado más fibras de las que desearía admitir, pero no quería hablar de eso, mucho menos sobre el futuro. Al menos no ahora.

 

— Mejor dime cómo solías pasar estas fechas, antes de que cambie de opinión y te envíe a la bañera.- Suspiró Jamil luego de un rato.

 

Leona mantuvo su sonrisa, agradeciendo en silencio que su actuación diera resultado y Jamil no notara el ligero nerviosismo que comenzó a sentir.

 

— Cuando mi madre aún estaba viva, solía acompañarla a estos rumbos de la ciudad para entregar víveres, ropa y juguetes a las personas. Luego volvíamos al palacio y nos alistabamos juntos para la cena.- Contó Leona con una suave sonrisa, que lentamente se desvaneció al continuar su relato.- Pero, luego de que ella murió, me la pasaba encerrado en el palacio, hasta que Kifaji y el resto de niñeras aparecían para arreglarme y luego obligarme a cenar con el viejo y su montón de esbirros, y soportarlos toda la noche.

 

Jamil miró a Leona, antes de colocar su mano sobre su hombro. Un gesto silencioso, pero que expresaba su apoyo.

 

— Por supuesto que me escapaba apenas bajaban un poco la guardia.- Añadió con una pequeña risa.- Ya no tenía a Ka'al en ese tiempo, pero al menos podía esconderme en el almacén y comer toda la carne seca que quisiera... No era como si al viejo, a Falena o cualquier miembro de la corte le importara realmente si estaba ahí o no.- Continuó, soltando un suspiro.- Era miserable, pero era mejor que soportar a esos idiotas. Además, así aprendí cuales eran los mejores sitios para esconderse y para salir sin ser visto.

 

— ¿Siempre fue así?- Preguntó Jamil, sintiendo compasión por Leona. Vaya que no eran tan diferentes después de todo.

 

— Después de conocer a Ethan y Liam, logré escapar un par de ocasiones para pasar la noche con ellos y sus familias.- Respondió el mayor, recobrando su sonrisa al recordar esos tiempos.- Ellos me aceptaron y me dieron un lugar. Me recordaron cómo se siente ser notado y validado. Al menos por una noche podía imaginar que era parte de una familia, y no solo un extra indeseado.

 

— ¿Siempre fue así?- Preguntó el menor.- ¿Incluso después de Cheka?

 

— Esa bola de pelo solo me hacía desear huir aún más.- Rió Leona.- Incluso durante mis años en NRC, solía fugarme del palacio con toda la comida que pudiera cargar, e ir con Ethan, Liam, o Ruggie. Cualquier lugar era mejor que el palacio.- Añadió.- Falena y el viejo no dejaban de insistir en que me quedara, pero habría preferido saltar de un precipicio antes que aceptar ser usado para expiar sus conciencias.

 

— ¿Y si de verdad estaban arrepentidos?

 

— ¿Una disculpa puede borrar el pasado?- Cuestionó Leona.- Las acciones dicen más que las palabras. No puedes pisotear, usar y desechar a la gente por años, y luego arrepentirte, y esperar que un "lo siento", arregle todo.

 

— Quizás no lo haga, pero puede ser solo el primer paso de un camino.- Replicó Jamil.- Quizás una oportunidad sea lo único que se necesite. ¿Cómo esperas que alguien demuestre que ha cambiado si ni siquiera estás dispuesto a mirarlo?

 

— ¿Y qué garantiza que no terminarás peor si le crees?- Devolvió la pregunta Leona.- Quien mata una vez, puede hacerlo dos veces. Las personas no cambian, solo aprenden a ocultar su verdadera naturaleza cuando es necesario.

 

— ¿Entonces no importa lo que hagamos, siempre seremos solo los monstruos egoístas que tuvieron un overblot?

 

— Tú nunca lo has sido.- Respondió Leona.- Solo alguien que siempre tuvo la mala suerte de estar rodeado de las personas equivocadas.

 

— Igual que tú.

 

Los ojos de Leona se abrieron con sorpresa. Jamil mantuvo fija su mirada, antes de suspirar.

 

— Estás muy lejos de ser perfecto, pero has demostrado que las personas te importan y jamás estás dispuesto a dejar a uno de los tuyos atrás.- Añadió.- En definitiva, no eres el rey ejemplar que la corte quiere, pero sí uno que está dispuesto a velar por el bien de su reino y su familia, y que no teme ser juzgado.

 

Leona, en un movimiento inesperado, rodeó los hombros de Jamil, recargando su cabeza en su hombro. Jamil solo suspiró y negó en silencio al verlo cerrar los ojos.

 

— Y tú has demostrado que eres alguien que no conoce el miedo, y está dispuesto a enfrentar incluso la muerte con tal de proteger a los que le importan.- Dijo Leona, manteniendo los ojos cerrados.- Le temes al juicio, pero sin duda, eres el mejor esposo que pude elegir para ayudarme a dirigir este reino y criar a un cachorro. Sin ti aquí, ya me habría vuelto loco.

 

— Cuenta conmigo.- Rió brevemente Jamil, antes de acariciar el cabello y las orejas de Leona, obteniendo un pequeño ronroneo satisfecho en respuesta.

 

Les quedaban unos minutos más, antes de ir a buscar a Cheka, y decidieron pasarlos envueltos en ese agradable silencio, solo sintiendo el calor y la compañía del otro, mientras disfrutaban el panorama nocturno.

 

La primera navidad en mucho tiempo, dónde ambos por fin se sentían parte de una familia.

 

Quizás su matrimonio era una farsa, pero al menos podían decir que eran amigos dispuestos a cubrirse la espalda el uno al otro. Una familia elegida, al fin y al cabo.

Chapter 14: Reunión

Chapter Text

El invierno aún se cernía sobre Twisted Wonderland, y las vacaciones acababan de llegar a su final. Debía estar de vuelta en sus pasantías, pero en cambio, se encontraba a bordo de un avión, en la sección de primera clase, rumbo a la capital de las Arenas Escaldantes.

 

— ¿Te sientes bien?- Preguntó Leona, ofreciéndole una bebida fría, antes de sentarse a su lado.

 

— Sí.- Respondió con un suspiro.- Es solo que se siente extraño volver a las Arenas Escaldantes después de todo lo que ha pasado.

 

— Vamos a Agrabah, la capital, no a la Ciudad de la seda.- Resopló Leona.- No hay nada de qué preocuparse.

 

Jamil asintió. Sabía que Leona tenía razón, pero algo le decía que sí tenían motivos para preocuparse...

 

¿Quién diría que sí los tenían?

 


 

— Tiene que ser una maldita broma.- Mascullaba Leona, mientras viajaban en el auto absurdamente largo que la familia real había enviado por ellos al aeropuerto.

 

— Tampoco estoy felíz con esto.- Admitió en su susurro.

 

— Habiendo tantas opciones tenían que enviarnos a la maldita finca Ababua.- Siguió quejándose Leona.- Preferiría dormir bajo un puente que bajo el mismo techo que ese estúpido gato doméstico.

 

— Yo tampoco quiero ver a Iago, pero este tratado de libre comercio podría ser una oportunidad invaluable para mejorar la calidad de vida de Sunset Savana.- Suspiró Jamil, esforzándose por recuperar la compostura.- Serán solo tres días, y después podremos olvidarnos de esto.

 

Leona seguía disgustado con la idea, pero, igualmente, solo cerró los ojos, cruzó los brazos sobre el pecho y suspiró con pesadez.

 

El auto se detuvo luego de unos minutos de camino, y el conductor bajó para abrirles las puertas y permitirles descender, esperándolos con un parasol, para luego guiarlos a la entrada de la inmensa propiedad, mientras otros sirvientes bajaban su equipaje.

 

Incluso estando en la sombra, era posible sentir el abrasador calor, a pesar de encontrarse en medio del invierno. Solo imaginar cómo serían las temperaturas en primavera o verano, hacía a Leona sudar. Jamil, de algún extraño modo, estaba familiarizado con ese país, y a la vez, se sentía tan ajeno a él...

 

— Leona-sama, Jamil-sama.

 

Con solo escuchar esa voz, ambos tomaron un profundo respiro y suspiraron con resignación, antes de girar en dirección de su anfitrión.

 

— Qué alegría que hayan llegado.- Continuó Iago con su discurso de bienvenida.- Espero que su viaje hasta aquí haya sido agradable.

 

— Ahórrate las formalidades, Thunderbird.- Bufó Leona.- Hay una reunión con el sultán programada en dos horas y debo estar en palacio. Así que te agradecería si nos indicas dónde nos quedaremos y nos dejas marchar a atender el asunto que nos trajo hasta aquí.

 

— Por supuesto, Leona.- Asintió el pelirrojo, manteniendo su sonrisa.- Síganme, por favor.

 

No lo harían por voluntad propia, pero ahora debían tragarse todo el disgusto y apegarse al protocolo.

 

Iago los guió por la enorme finca, a través de los jardines, hasta llegar a la casa principal. Para su desgracia, su presencia no pasó desapercibida para otras dos personas con las que tampoco deseaban encontrarse.

 

— ¡¿Qué rayos están haciendo aquí?!- Exclamó Skere, aferrándose al barandal, al borde de un colapso tras ver a Leona caminar detrás de Iago, desde el piso más alto de la casa principal, mientras caminaba al lado de Ka'al para bajar al comedor para la hora del almuerzo.

 

— Si tú no sabías que vendrían, ¿cómo esperabas que yo lo supiera?- Devolvió la pregunta Ka'al con un siseo.- Y baja la voz, o te van a escuchar.

 

— Ese maldito de Iago...- Gruñó el tigre, viendo cómo los tres entraban a la sala principal.- Voy a desplumar a ese estúpido loro.

 

— ¡Oye!- Exclamó Ka'al, tomando su mano apenas lo vió avanzar un par de pasos.- ¿A dónde vas?

 

— A deshacerme de un par de molestias.

 

— No seas estúpido.- Sentenció el castaño, mientras su lengua bífida se asomaba entre sus labios.- Leona debe estar aquí para firmar el tratado de libre comercio que lleva meses negociando con el sultán.

 

— ¿Desde cuándo nos interesa que ese idiota logre sus propósitos?- Inquirió, cruzándose de brazos.

 

— No es eso. No seas tonto.- Bufó, con fastidio.- Me importa un bledo que se firme o no ese tratado. Pero, definitivamente, el sultán debió tener contemplado un lugar para sus huéspedes en el palacio.

 

— Y por eso están aquí...

 

— Como si no supieras que Iago es el visir favorito del sultán.- Siseó Ka'al.- Es obvio que fue él quien ofreció la finca para alojarlos, y de algún modo convenció al sultán de aceptar.- Añadió, haciendo rabiar aún más a Skere.- Te guste o no, es una orden directa del sultán. Echarlos, o siquiera tratarlos mal, sería una ofensa directa al sultán, correr el riesgo de un castigo, de perder privilegios, o bajar aún más en su lista de favoritos, y estoy seguro de que no queremos eso. ¿Cierto?

 

Skere bufó y gruñó de frustración, antes de finalmente suspirar resignado y asentir. Ka'al tenía razón.

 

— Bien. Ahora que entraste en razón, debemos ir al comedor.- Añadió Ka'al, chasqueando los dedos.- Vamos.

 

Skere, sin otra opción, lo siguió, continuando su ruta inicial, sin saber que su rabieta había sido detectada por uno de sus inesperados visitantes.

 

— ¿De qué te ríes?- Preguntó Jamil en un susurro, tras ver a Leona apenas ahogar una risa, mientras caminaban.

 

— Parece que cierto gato doméstico está molesto de que hayamos venido a su casa.- Respondió Leona, manteniendo una sonrisa socarrona.- Con suerte, su serpiente no podrá contenerlo, y podremos irnos de aquí.

 

Jamil solo ahogó un suspiro, negando discretamente. No quería lidiar con una confrontación como la ocurrida en el Reino de las rosas de nuevo.

 

Detuvieron su andar en lo que Jamil identificó como la sala principal de la casa, que conectaba el resto de salas.

 

Iago apenas tuvo tiempo de girarse hacia ellos, cuando las dos presencias que Leona había visto en el balcón minutos atrás, aparecieron.

 

Perfecto. Quizás podría irse de esa casa después de todo.

 

— Majestades, qué agradable sorpresa.

 

Para sorpresa de Leona, Ka'al fue el primero en hablar, con esa sonrisa y ese siseo, mientras Skere mostraba una amable sonrisa, totalmente opuesta a la rabieta que Leona escuchó antes.

 

— Ka'al, Skere, lamento no haberles informado de nuestras visitas.- Sonrió Iago, girandose a ambos.- Espero que no les moleste.

 

— Por supuesto que no, primo.- Respondió Skere, manteniendo su sonrisa, mientras su coleta tan alta y larga como la de Iago, se mecía de forma suave.- Realmente nos honra que estén aquí.- Añadió, girandose a Leona y Jamil, antes de hacer una leve y grácil reverencia, al mismo tiempo que Ka'al.- Esperamos que su estadía en Agrabah, y sobre todo, en la finca Ababua, sea plena. Siéntense como en casa.

 

Eso no era lo que Leona esperaba que pasara... Y sentía que algo andaba mal.

 

— Muchas gracias.

 

Fue Jamil quien respondió por los dos, replicando el gesto de la pareja.

 

— Quizás Leona-sama no tenga tiempo, pero sería un honor si nos acompañara a almorzar, Jamil-sama.- Dijo Skere, con una sonrisa.

 

— Agradezco la invitación, pero tampoco tengo tiempo.- Dijo Jamil, tan cortés y propio como siempre.- Quizás en otra ocasión.

 

— Oh, ¿no se los dijo Iago?- Preguntó el tigre, tras fijar sus ojos ámbar en Iago por un instante. Tal y como lo había pensado.- Este tipo de reuniones se llevan a cabo únicamente entre usted y el sultán. Sin sus parejas, ni nadie más de por medio.- Añadió, mirando de reojo a los dos reyes.- Quizás para la cena pueda llevarlo, pero para las reuniones, me temo que debe acudir sin él.

 

Leona miró a Iago, como si tratara de apuñalarlo con la mirada. Iago solo desvió la vista. Jamil se limitó a mantenerse quieto y hacer lo posible por no mostrar expresiones.

 

— Pero no se preocupe, Leona-sama.- Siguió Skere, mostrando su sonrisa más alegre, haciendo incluso titilar los cascabeles de los pendientes en sus orejas.- Estoy seguro de que Iago se asegurará de que su estadía aquí sea agradable, y de que esté seguro hasta su retorno por la noche.- Añadió.- Por supuesto, Jamil-sama, cuente con Ka'al y conmigo también si necesita algo. Nos vemos más tarde.

 

Tras esa breve despedida, Ka'al y Skere continuaron su camino rumbo al comedor, dejando atrás un incómodo silencio entre los tres.

 

A pesar del evidente enojo de Leona, Iago se aclaró la garganta, y se dispuso a continuar el recorrido.

 

— Los llevaré a su habitación.

 

— Al diablo la habitación.- Gruñó Leona.- ¿Cuándo planeabas decirnos esto?

 

— Lo lamento. Pensé que ya estaba enterado, Leona-sama.

 

— ¿Quieres dejar las estúpidas formalidades y tu teatro barato de una vez?- Volvió a gruñir el rey.- ¿Qué demonios estás planeando, Thunderbird?

 

— Leona, basta.

 

Cuando Iago estaba por responder, Jamil intervino, sujetando a Leona del hombro. No estaba felíz por como estaban resultando las cosas, pero no podían permitir que algo tan importante como la firma de un tratado comercial se perdiera por un asunto personal.

 

— No planeo nada, Leona.- Explicó Iago con calma.- Realmente pensé que Jamil te había explicado cómo funcionan este tipo de cosas aquí, y estabas consciente de ello.

 

Leona bufó, mirando desafiante a Iago, antes de ceder y devolver su atención a Jamil. Ya encontrarían una forma de resolver ese problema, por ahora debían mantenerse profesionales.

 

Iago los guió en silencio hasta la habitación donde dormirían durante su estadía, en la segunda planta de la casa.

 

Tenían solo un par de horas para idear un plan... Pero, ¿qué podían hacer?

 

— Estaré bien.- Prometió Jamil.- No te preocupes por mí.

 

— ¿Crees que estaré tranquilo sabiendo que estás aquí atrapado con esos tres?

 

— Leona, puedo cuidarme solo.- Repitió Jamil, cruzando los brazos sobre su pecho.- Iago es fastidioso, pero nada más. Puedo simplemente evitar salir de aquí hasta que vuelvas. No necesito que me salves.

 

— ¿Crees que esa ave no tuvo nada que ver en que terminaramos aquí?

 

— Precisamente por eso es que no estoy preocupado.- Sonrió el más joven, haciendo a Leona arquear la ceja.- Sin duda, el sultán tenía el espacio suficiente para recibir a dos huéspedes, pero debió escuchar el consejo de uno de sus visires, sabiendo que conoció y convivió con ellos.- Añadió.- No solo Iago, también Skere y Ka'al tienen mucho que perder si nosotros llevamos una sola queja al sultán.

 

Leona lo miró por unos segundos, antes de devolverle la sonrisa.

 

— Vaya que eres despiadado cuando te lo propones.

 

— Lo tomaré como un cumplido.

 

— Lo es, "cariño".

 


 

Sin mucho qué pudiera hacer, Leona se marchó a la reunión a la hora programada, dejando a Jamil solo en la finca.

 

Si por Jamil hubiera sido, no habría salido de la habitación en todo el día, pero unos golpes en la puerta lo hicieron levantarse a abrir.

 

— ¿Sucede algo, Iago?

 

— No, Jamil.- Respondió el pelirrojo.- Solo quería saber si te gustaría dar un paseo por la finca.

 

— ¿No deberías estar haciendo tu trabajo como visir?

 

— Durante estos tres días, su Majestad, el sultán, me encomendó la misión de proteger al rey consorte de Sunset Savana, mientras el rey Leona se encarga de los asuntos oficiales.- Replicó Iago.- Así que es exactamente lo que estoy haciendo.

 

— No, gracias.- Respondió Jamil, tras soltar un ligero suspiro.- Prefiero quedarme aquí hasta que Leona regrese.

 

— Los dos sabemos cuánto odias estar encerrado en una habitación sin hacer nada, Jamil.- Mencionó con calma Iago.- Será solo un recorrido mientras llega la hora de la comida. Después puedes volver a descansar.

 

Jamil no dijo nada por unos segundos, analizando la situación.

 

En verdad sentía que iba a volverse loco si se quedaba todo el día encerrado sin nada que hacer. Ya había acomodado todo el equipaje, y sin nadie con él, la decoración tan familiar de la habitación le traía recuerdos que preferiría olvidar...

 

— Bien.

 

Iago le mostró una sonrisa amable, y el recorrido dio comienzo, avanzando por los interminables pasillos, cubiertos de mármol y cuarzo, hasta llegar a los jardines.

 

Sin sospechar que alguien los seguía de cerca, listo para vigilar cada uno de sus movimientos.

 


 

— Tengo que acudir al llamado del sultán.- Suspiró Skere, mientras terminaba de arreglar su tocado.- Tú vigila a esos dos y mantenme al tanto.

 

— Cuenta con eso, querido.- Siseó Ka'al, con una pequeña risa maliciosa.- Casi puedo saborear la discordia.

 


 

Estar, no solo en esa finca, sino de vuelta en las Arenas Escaldantes, le causaba bastantes emociones contradictorias a Jamil.

 

Era su país natal, dónde había crecido, la cultura y clima que conocía. Pero, de algún modo, se sentía tan ajeno a él, que le incomodaba.

 

Una parte de él añoraba los— aunque pocos— buenos recuerdos que tenía ahí, pero otra ya no reconocía esa tierra como su hogar, sino como un doloroso y lejano pasado al que no quería volver.

 

Pero ahí estaba.

 

— ¿En qué piensas, Jamil?

 

— Solo me pregunto cómo le estará yendo a Leona.- Mintió.- Espero que vuelva pronto.

 

— Vaya que te cautivó, ¿no es así?

 

Jamil prefirió no responder la pregunta, solo desvió la mirada, observando los arbustos llenos de flores del laberinto.

 

Iago lo notó, y solo sonrió suavemente, antes de tomar una de las flores y colocarla detrás de la oreja de Jamil, peinando su flequillo.

 

— ¿Qué crees que haces?

 

— ¿Recuerdas estas flores?- Preguntó Iago. Jamil no respondió.- Son jazmines. Se dice que eran las flores favoritas de la princesa Yasmina, y que la rata callejera le obsequió una de estas flores.

 

— Ya sé esa historia, Iago.- Bufó, cruzándose de brazos.- Por si lo olvidaste, yo también nací y crecí en este país.

 

— Lo sé. Pero estas también eran tus flores favoritas.- Respondió.- Aún usas esa loción, y podría apostar mi tiara a qué todavía tomas té de jazmín para relajarte cuando el estrés te sobrepasa.

 

— Qué buena memoria tienes.- Ironizó Jamil.

 

— También recuerdo que solía darte unas de estas flores cada vez que volvía a NRC de mis pasantías.- Añadió.- Ahora sabes de dónde venían. He cuidado las flores de este laberinto desde que era un niño, y eres el único al que le he regalado unas. Nadie más que yo puede tocar las plantas de este laberinto sin caer víctimas de un hechizo de aturdimiento.

 

— ¿Por qué me dices esto?

 

— Porque quiero que entiendas lo importante que eres para mí, Jamil.- Afirmó, mirándolo a los ojos.- Nunca fuiste un juego para mí. De verdad me importas tanto como siempre lo hiciste. Fuiste el único que me supo entender, el único en quien pude confiar, el único al que he amado.

 

Jamil se apartó un par de pasos, luchando cada vez más por contener el enojo que comenzaba a hervir en sus entrañas.

 

— Jamil...

 

— Confiabas tanto en mí y era tan importante para tí, que me mentiste en la cara por un año entero, me usaste y desechaste.

 

— No tenía opción, Jamil.- Argumentó, agachando la cabeza.- Si revelaba que era miembro de la casa Ababua, habría perdido toda credibilidad como líder. Todos habrían asumido que obtuve todo solo por la posición de mi familia, nadie me habría tomado en serio, como a Kalim o a Leona... Tú habrías sido diferente. Jamás me habrías visto como era, solo habrías visto a otro niño nacido en una cuna de oro, incompetente y estúpido.- Añadió.- Y yo no quería eso.

 

— Y supongo que besarme varias veces y mantenerme en un limbo eterno iba incluído en el paquete.

 

— No era así, Jamil.

 

— Entonces ¿cómo era, Iago?- Cuestionó Jamil.- ¿Planeabas solo confesar todo en tu graduación y que yo me lanzara directo a tus brazos?

 

— Yo quería sacarte de la finca Asim.- Confesó.- Quería decírtelo, y que tú decidieras venir conmigo... Pero ese día, antes de que pudiera decírtelo, solo saliste corriendo de Scarabia sin mirar atrás. Te busqué por todos lados, pero no te encontré. Ni siquiera Kalim sabía a dónde fuiste.- Continuó, manteniendo la vista en el suelo.- Intenté buscarte, pero siempre ignoraste todo. Llamadas, mensajes, cartas... Solo sabía de tí cuando me encontraba con Kalim en algún evento, y él me hablaba de tí.

 

Jamil cerró los ojos y tomó un profundo respiro, manteniendo los brazos firmes sobre su pecho, como si eso pudiera protegerlo.

 

— Jamil-

 

— Ya no importa.- Interrumpió, quitándose la flor del cabello, devolviéndola a las manos de Iago.- Y por favor evita este tipo de comportamientos. No olvides que soy un hombre casado.- Añadió, mostrando por un par de segundos el anillo de matrimonio en su dedo, junto al otro que Leona le había entregado.

 

Iago solo suspiró y asintió. Jamil no dijo nada más, solo dió media vuelta, dispuesto a volver a la casa. Quizás había sido una terrible idea aceptar la oferta de Iago después de todo.

 

Ninguno de los dos sospechaba que unos ojos reptiles habían observado toda la escena desde su escondite.

 


 

— Leona, bienvenido de vuelta.- Sonrió Ka'al, siendo el primero con el que Leona se encontró tras su retorno a la finca.- ¿Qué tal estuvo la reunión?

 

— Nada que te incumba, Ka'al.- Respondió con recelo Leona, apartándose cuando Ka'al intentó colgarse de su brazo.

 

— Oh, vamos, Leona. Solo intento ser amable.

 

— Y eso siempre es una señal de alerta viniendo de tí.- Replicó, continuando su camino, siendo seguido por la serpiente.- ¿Qué demonios quieres?

 

— Oh, nada, Leona.- Respondió con una risa maliciosa que Leona reconoció rápidamente.- Solo pensaba que, como buen anfitrión, era mi deber recibirte. Y de paso, darte algo de información que podría resultarte interesante.

 

— Ahorra tu saliva y déjame en paz.- Bufó.- Tengo un esposo que me espera.

 

— Creo que tu querido Jamil ha estado bastante feliz con Iago todo el día.

 

Esas palabras fueron suficientes para que Leona detuviera su andar, y girara para observar a Ka'al, y la sonrisa maliciosa en sus labios.

 

— ¿Sabías que el jazmín es su flor favorita? Iago incluso le dió una de su adorado laberinto encantado.- Siguió Ka'al.- Quizás sí tienes motivos para mantenerlo vigilado después de todo. ¿Te imaginas la vergüenza de que te cambie por un visir?

 

Leona solo miró a Ka'al, cambiando lentamente su expresión, hasta terminar soltando una pequeña risa, mientras negaba con la cabeza.

 

— ¿Tan celoso estás de que Iago no te deje tocar sus flores?, ¿o es que ni siquiera tu esposo te ha regalado unas?- Cuestionó, cruzando los brazos sobre su pecho, riendo levemente.- Conozco a mi esposo, Ka'al. Sé que no me engañaría, y mucho menos con alguien como Thunderbird. Pero si sospechas tanto, quizás seas tu quien debería mantener vigilado a su esposo.- Añadió.- Es solo una sugerencia. No sería conveniente para tí que Khan encontrara a alguien más útil y decidiera que ya no eres necesario, ¿verdad?

 

— Yo solo te informo lo que ví, Leona.- Se encogió de hombros el castaño.- Tenlo en cuenta o ignóralo. Es tu decisión al fin y al cabo.

 

— Y yo solo te digo lo que pienso.- Imitó el gesto Leona.- Tenlo en cuenta o ignóralo.

 

Leona no estaba dispuesto a escuchar más, y continuó su camino hasta su habitación, poniendo fin a esa conversación.

 

Ka'al solo siseó con frustración, antes de alejarse a paso veloz a su habitación. Al parecer, quebrar la confianza de los reyes de Sunset Savana iba a ser más difícil de lo que pensaban.

 


 

— ¿Día difícil?- Preguntó Jamil apenas vio a Leona entrar.

 

— Demasiado.- Suspiró con cansancio, sentándose en el borde de la cama.- El calor es insoportable, las reuniones eternas, y para rematar, una serpiente venenosa se cruza en mi camino apenas vuelvo.

 

— ¿Hablas de Ka'al?

 

— ¿Hay otra por aquí?

 

— ¿Qué pasó con él?

 

Jamil no entendía porqué, pero ante la mención de ese hombre, y saberlo cerca de Leona, le producía un ligero escozor en la garganta.

 

Solo podía repetirse mentalmente que ambos estaban actuando, no debía sentirse de ese modo. Pero, sus emociones decidían no escuchar a su mente.

 

— Solo intenta sembrar discordia, como es natural en él.- Respondió Leona.- Dijo que pasaste todo el día con Thunderbird, y que incluso te dió flores.- Añadió con burla.

 

— No fue así.- Replicó rápidamente Jamil.- Iago también está siendo insoportable. Lo seguí a los jardines, y en el laberinto cortó una flor de jazmín y me la dió... Y luego empezó a decir tonterías.

 

— ¿Qué clase de tonterías?

 

Leona sabía que estaban actuando, pero saber que esa grabadora emplumada había estado por horas cerca de Jamil, seguramente tratando de persuadirlo para hacerlo caer en sus garras de nuevo, le producía una ligera incomodidad.

 

Solo podía repetirse a sí mismo que tales sentimientos no tenían sentido y debía comportarse.

 

— Sigue justificando su mentira, y solo haber jugado conmigo.- Respondió Jamil, apretando los puños.- Nada nuevo en él. Siempre ha sido un maestro del engaño y la manipulación.

 

— ¿Entonces lo rechazaste, "cariño"?- Preguntó Leona, con una pequeña risa.

 

— Creería más que un león hambriento no va a devorar a una oveja, si los dejo encerrados en una jaula, que en las palabras de Iago.- Replicó Jamil con una sonrisa de lado.- Van a ser dos días muy largos hasta que volvamos a Sunrise City.

 

— Dímelo a mí.- Suspiró Leona, antes de comenzar a deshacer una de sus trenzas.- Al menos el primero terminó. Quedan solo dos más y podremos largarnos de aquí.

 

Jamil asintió, ayudando a Leona a deshacer la otra trenza. Luego, Leona fue en busca de su pijama y una toalla, antes de ingresar al baño. Una ducha le sentaría de maravilla.

 

— Date prisa. Cheka no debe tardar en llamar.- Dijo Jamil desde fuera del baño.

 

— Ni siquiera a kilómetros de distancia podemos librarnos de contarle un cuento.- Rió Leona desde el interior del cuarto.

 

— La paternidad no conoce días de descanso.

 

Ambos compartieron una pequeña risa, y Jamil fue el primero en recostarse, con el teléfono en la mano, listo para la llamada que llegaría en cualquier momento.

 

Leona no tardó más de unos minutos en alcanzarlo, estando listo justo a tiempo para responder la llamada de Cheka y Kifaji.

 

Ayudar a contar un cuento frente a esa vieja ave no estaba en su lista de cosas favoritas, pero ya estaba ahí... Entre más rápido le contaran la historia, más rápido se dormiría, y más rápido podrían descansar todos.

 

Así que, como cada noche, Jamil contó un cuento para Cheka, mientras Leona le ayudaba con los diálogos de algunos personajes. Y como cada noche, Cheka se quedó dormido cerca del final de la historia, causando una sonrisa enternecida en los adultos al verlo dormir tan tranquilo y con una sonrisa en los labios.

 

Kifaji se despidió de ambos y finalizó la llamada tras desearles buenas noches. Jamil dejó el teléfono sobre la cómoda, y Leona no tardó en abrazarlo por la espalda, como hacían en casa.

 

— Buenas noches.- Dijo Jamil en voz baja.

 

— Buenas noches.- Respondió Leona con un bostezo.

Chapter 15: Compromiso

Chapter Text

El tiempo seguía su despiadado curso, y el invierno estaba cerca de llegar a su fin.

 

Jamil había tenido que seguir con sus responsabilidades como rey consorte y a la par, cumplir con sus deberes como estudiante. Leona seguía ocupándose de cumplir sus obligaciones como rey.

 

Por suerte, la rutina establecida cada día se afianzaba más y les permitía cumplir con todo sin morir en el intento, incluído ser los tutores de Cheka.

 

Y ahora, estaban de vuelta en el Reino de las rosas, lidiando con un mar de personas en la fiesta de compromiso de Louis Dauphin y Blue Absolem.

 

— Tranquilízate, es un evento menos serio que una coronación o una boda.- Le dijo Leona en un susurro, tomando su mano.- Incluso Louis tuvo la libertad de invitar a personas ajenas a la realeza o miembros de la élite.

 

— ¿Eso debería tranquilizarme?- Preguntó procurando mantener una sonrisa en todo momento, a pesar de su nerviosismo.

 

— Siendo sincero, no.- Suspiró el mayor.- Le pregunté a Louis sobre su lista de invitados antes de venir, y es de terror.

 

Jamil arqueó una ceja ante la declaración de Leona, pero una chillona y conocida voz llegó a sus oídos, dándole sentido a las palabras del rey.

 

¡Serpiente marina-chan!

 

Antes de que pudiera reaccionar, Floyd lo había atrapado en brazos, alzándolo unos centímetros del suelo, ignorando el disgusto en el rostro de Leona.

 

— Floyd, bájame.

 

— Lo siento, serpiente marina-chan~- Rió la anguila, dejándolo en el suelo de nuevo.- Estaba emocionado por verte de nuevo después de tanto tiempo.

 

— ¿Qué haces aquí, Floyd?- Preguntó Jamil, mientras intentaba recuperar el aliento luego de ese apretado abrazo.

 

¡Floyd!

 

Cuando Floyd estaba por responder, otra voz conocida resonó, entonando su nombre, y se encontró con otros dos rostros familiares acercándose a ellos.

 

— ¿Qué te dije, Floyd?- Cuestionó Azul, con los brazos cruzados, mirando al más alto, al lado de Jade como siempre.- Dijiste que te comportarías.

 

— Lo siento, Azul~- Dijo, arrastrando las palabras.- Es solo que me emocioné cuando ví a serpiente marina-chan.

 

Azul soltó un suspiro, Jade solo mostró su sonrisa cortés de siempre.

 

— Lamento eso, Jamil-san, Leona-san.- Habló Jade.- Los tres vinimos para supervisar que el servicio de banquetería saliera bien. Pero bastó un mínimo descuido para que Floyd se escabullera.

 

— A esto me refería.- Masculló Leona.

 

— También es un gusto volver a verlo después de tanto tiempo, Leona-san.- Dijo Azul con una sonrisa.

 

— Quisiera decir lo mismo, Ashengrotto, pero sería mentir.- Replicó Leona con una sonrisa arrogante.

 

Jamil suspiró y se apresuró a sujetar la mano de Leona. Luego de casi un año manteniendo esa farsa, habían aprendido a comunicarse únicamente con gestos. Leona sabía que era momento de calmarse.

 

— Creo que dejaste olvidado a otra de tus mascotas, Ashengrotto.- Señaló Leona, mirando de reojo a una temblorosa y alargada figura, intentando pasar desaparecida.

 

— Idia-san, no sea maleducado y venga a saludar.

 

Bastaron esas palabras del líder de Octavinelle para que el miedoso ex-prefecto de Ignihyde diera un salto en su sitio, soltando un agudo chillido, antes de aceptar su derrota y acercarse para murmurar un saludo, y luego tratar de esconderse detrás de Azul.

 

— También es un gusto verlos a todos de nuevo.- Dijo Jamil, a pesar de no haber entendido una palabra de lo que dijo Idia.- No esperaba que nos encontraramos aquí.

 

— Ni siquiera entiendo porqué me enviaron a esta fiesta de normies.- Murmuró Idia.- Solo quiero irme cuánto antes.

 

— Idia-san, vino en representación de la familia Shroud. Comportese a la altura, por favor.- Le recriminó Azul.

 

Azul tiene razón, Idia.

 

Al escuchar esa voz, Leona rodó los ojos y bufó con fastidio anticipado, afianzándose a Jamil. Si Louis no le hubiera pedido personal y encarecidamente que fuera a esa fiesta, ni de chiste habría asistido, sabiendo que era inevitable encontrarse con tantos fastidiosos conocidos.

 

— Vil... San.- Dijo Jamil, haciendo una leve reverencia, dudando en cómo debía referirse ahora al ex-líder de Pomefiore y quiénes habían aparecido a su lado.- Riddle-san, Kalim, Malleus-sama.

 

— Qué tal, Jamil.- Respondió con una amable sonrisa el rubio, dándole un corto abrazo, junto a un discreto beso en la mejilla.- Luces tan radiante como siempre.

 

El resto de los viejos conocidos de NRC imitaron el ejemplo de Vil, saludando a ambos reyes de Sunset Savana. Leona, aunque era claro que no estaba del todo felíz, se mantuvo educado con todos, incluso con Vil, Malleus y su séquito.

 

Louis ya le había dicho sobre esa lista de invitados, y se había preparado mentalmente para lidiar con ello. Dauphin y su corazón de miel, como siempre...

 

Apenas había conocido a Azul— solo por pertenecer al mismo club—, y a los Leech, pero le gustaba la comida de Mostro Lounge, por eso le pidió a Ashengrotto que se encargara de la comida. Sin duda, uno de los más grandes retos para Azul, pero también una oportunidad invaluable para su futuro en los negocios.

 

Conoció a Idia de la misma forma que a Azul, y como era propio de la naturaleza gentil de Louis, siempre hacía todo lo posible por hacerlo sentir incluído. A pesar del humor ácido y nulas habilidades sociales de Shroud, Louis tenía una buena imagen de él y lo había invitado por eso, no por ser miembro de la familia Shroud.

 

Para Leona no era un secreto que Louis era un gran admirador de Vil y su trabajo como actor. No necesitaba otra excusa para invitarlo, y de seguro estaría dando saltos de felicidad en algún lugar de la fiesta al enterarse de que su idolo estaba ahí, esperando el momento de saludarlo de nuevo.

 

Quizás Kalim y Malleus eran los únicos que habían recibido una invitación únicamente por su posición como herederos y representantes de familias importantes. Pero en definitiva, Louis los trataría con el mismo afecto y calidez que a todos los demás... Lo que esperaba del Roi de coeur— como Rook solía llamarlo—, después de todo.

 

— Por cierto, Schoenheit, ¿por qué tu bicho raro no está contigo?- Preguntó Leona con una sonrisa altiva.- ¿Lo dejaste en casa esta vez?

 

— Rook sigue de viaje por diferentes sitios arqueológicos por todo el mundo.- Respondió con calma Vil, aunque su mirada de enojo hacia Leona era evidente.- Habría estado encantado de venir, pero vuelve a casa hasta el próximo mes.

 

Antes de que Leona pudiera volver a hablar, un aroma conocido llegó hasta su nariz, haciéndolo gruñir bajo.

 

Tenía que ser una maldita broma...

 

¡Jamil!

 

Para desgracia de ambos, Iago también había recibido una invitación, y para rematar el chiste cruel del destino, una serpiente y un tigre odiosos habían ido con él.

 

— ¡Iago-senpai!

 

Jamil jamás imaginó que agradecería la presencia de Kalim, menos dados todos los acontecimientos de los últimos meses, pero ahora, que su antiguo amo había saltado de su sitio, directo a Iago para abrazarlo, definitivamente lo hacía.

 

— Oh, Kalim. Qué sorpresa verte por aquí.- Respondió el pelirrojo, logrando una actuación magistral al ocultar su incomodidad.- Oh, Riddle-san, Azul-san, Floyd-san, Jade-san, Vil-san, Malleus-sama, Lilia-san, Silver-san... Qué sorpresa verlos a todos por aquí.- Añadió con una radiante sonrisa.- Oh, y él debe ser Sebek Zigvolt, ¿no es así? Es un placer conocer a uno de los valientes jóvenes que lucharon para salvar a toda la Isla de los sabios y el mundo entero.

 

Gracias a los grandes siete, Iago jamás se permitiría a sí mismo causar una mala impresión. La presencia de sus antiguos compañeros de escuela sería suficiente para mantenerlo distraído por un rato, al menos el suficiente para apartarse.

 

Leona sabía mejor que nadie, que Skere podía ser un perfecto idiota, pero ni siquiera él correría el riesgo de exponerse en un evento público, mucho menos frente a figuras con tanta influencia como como Malleus Draconia, Kalim Al-Asim o incluso Vil Schoenheit. Ka'al era el mismo caso. Al menos se quedarían a raya el tiempo suficiente para permitirle alejarse al lado de Jamil del extraño e incómodo grupo.

 

— Es más difícil deshacerse de esos imbéciles que de las cucarachas...- Gruñó bajo Leona, una vez lejos de ahí.- Suficiente tuve con soportarlos tres días hace un mes. ¿Y ahora tengo que hacerlo de nuevo?

 

— Sabes que tampoco me agrada esto.- Murmuró Jamil.- Pero no tenemos más opción que mantener la compostura hasta que la fiesta termine.

 

— Haré lo que pueda, pero ese gato doméstico podría sacarme de mis casillas en cualquier momento.

 

— Leona...

 

— Bien.- Bufó el rey.- Lo intentaré.

 

— Gracias.

 

Leona asintió, y se quedaron en silencio por varios segundos, solo observando todas las personas alrededor, intentando ubicar a los miembros de la casa Ababua. La mejor estrategia sería evitarlos a toda costa.

 

— ¿Quieres algo de beber?- Ofreció Leona, rompiendo el silencio que comenzaba a tornarse incómodo.

 

— Claro.- Respondió Jamil, sin pensar mucho en su respuesta.

 

Leona asintió y tras prometer volver pronto, se mezcló con el mar de gente, en busca de un par de copas, dejándolo solo.

 

Jamil miró a su alrededor, asegurándose de no ser visto por nadie, y soltó un cansado suspiro.

 

Su estadía en la finca Ababua hace un mes había sido difícil de soportar, y había despertado aún más dudas en él.

 

"— Vaya que te cautivó, ¿no es así?"

 

No supo qué responder a las palabras de Iago en aquella ocasión, y aún no podría hacerlo si lo intentaba. Una parte de él le repetía que estaban actuando, solo debía responder un simple "sí" y listo. Pero otra sentía una leve incomodidad. Algo dentro de él sentía que no era del todo una mentira.

 

No estaba seguro si "cautivar" era la palabra correcta para definir sus sentimientos hacia Leona, pero definitivamente le había tomado algo de aprecio durante esos meses.

 

Sin embargo, eso no era lo único que daba vueltas en su cabeza desde hace un mes.

 

"— Nunca fuiste un juego para mí. De verdad me importas tanto como siempre lo hiciste. Fuiste el único que me supo entender, el único en quien pude confiar, el único al que he amado."

 

Creía que todo sentimiento hacía Iago había sido enterrado hace años, cuando esa verdad salió a la luz, pero ahora, de nuevo se sentía perdido.

 

Si de verdad lo había amado tanto como él lo hizo, si de verdad confiaba en él, si de verdad lo había sabido entender, ¿por qué le mintió de esa forma?, ¿por qué dejó pasar dos años sin hacer ningún esfuerzo por buscarlo directamente a él?, ¿por qué hasta ahora, que lo sabía casado, volvía y trataba de recuperarlo?

 

Siendo justos, su matrimonio era una mentira, pero Leona nunca le había mentido. Desde que sus caminos se vieron forzados a cruzarse en las entrañas de S.T.Y.X, Leona siempre le dijo exactamente lo que pensaba de él, siempre mostró sus verdaderos colores, siempre decía lo que le molestaba, lo que lo hacía felíz, lo que lo abrumaba, lo que planeaba... De algún modo, Leona no tenía filtros, ni máscaras. Solo era él mismo con todos, todo el tiempo.

 

"— Si revelaba que era miembro de la casa Ababua, habría perdido toda credibilidad como líder. Todos habrían asumido que obtuve todo solo por la posición de mi familia, nadie me habría tomado en serio, como a Kalim o a Leona... Tú habrías sido diferente. Jamás me habrías visto como era, solo habrías visto a otro niño nacido en una cuna de oro, incompetente y estúpido. Y yo no quería eso."

 

Una parte de sí seguía enfadada con Iago por la mentira, pero otra no dejaba de darle vueltas a la justificación que le había dado.

 

¿De verdad habría llegado a formar un vínculo tan cercano con él si hubiera sabido la verdad?, ¿o acaso habría terminado usando una máscara más con él, igual que con el resto de personas de rangos superiores al suyo?, ¿habría visto en Iago más que un título y un apellido?

 

Y de nuevo, la imagen de Leona aparecía en su mente.

 

Siempre supo que Leona era un príncipe, él jamás se molestó en siquiera tratar de disimularlo, incluso parecía alardear de ello cada vez que tenía oportunidad. Aunque ahora sabía que en realidad, ese título fue más bien una molestia, un eterno recordatorio de que siempre sería la segunda opción sin importancia para su familia.

 

En S.T.Y.X, obedeció a Leona al entregarle sin chistar el cascabel de su cabello, y luego de que lo arrojara, esperando obtener una reacción, él solo sonrió, haciendo enfadar al príncipe.

 

El resto del recorrido se la pasó lanzándose al peligro, intentando "proteger" a Leona, aún cuando claramente era él quien necesitaba ser protegido.

 

Leona pasó todo el tiempo discutiendo con él, exigiéndole que se mantuviera a raya y le dejara el trabajo difícil, incluso llegando a ser bastante rudo con sus palabras... Pero a pesar de todo, jamás lo dejó arriesgar su vida, y no dudó en protegerlo cada vez que fue necesario. Incluso reconoció sus habilidades cuando por fin accedió a dejar de tratar a Leona cómo un bebé indefenso, y comenzó a colaborar con él como un igual.

 

Era verdad que al principio creía a Leona un niño mimado y estúpido más del montón, inútil e incapaz de lograr algo por su cuenta, pero en S.T.Y.X, le demostró que no era así, y con el tiempo y la convivencia lo reafirmó.

 

Si bien, Leona había tenido todo desde su nacimiento, no era ciego a los problemas que la gente común enfrentaba a diario. Mucho menos los trataba con condescendencia, y tampoco estaba dispuesto a pretender ser un héroe.

 

Estaba dispuesto a dar una mano a quien lo necesitara, pero nunca lo haría de una forma que hiriera el orgullo de la otra parte. Era un arrogante de primera, pero también sabía reconocer las habilidades de otros, y aunque no lo pareciera a simple vista, era capaz de reconocer sus propios fallos. Era orgulloso, pero también estaba dispuesto a hacer todo lo necesario por proteger a los suyos, incluso si eso significaba dejar su orgullo de lado...

 

Leona era un conjunto de contradicciones que, en conjunto, de algún modo, tenían sentido.

 

¿Acaso habría sido igual con Iago, si le hubiera dado otra oportunidad?... No lo sabía, y quizás jamás lo sabría. No había punto de comparación entre ambos. Solo tenía claro que era mejor dejar el pasado enterrado y concentrarse en el presente, aún si no estaba seguro de qué lo impulsaba a tomar esa decisión.

 

Jamil.

 

Esa tersa y alegre voz lo devolvió al presente, encontrándose con un rostro familiar. El anfitrión de esa fiesta.

 

— Majestad.- Respondió con una suave sonrisa, haciendo una leve reverencia.

 

— Solo llámame Louis.- Dijo con una sonrisa el rubio.- ¿Está todo bien?

 

— Por supuesto.- Asintió.- Solo estaba esperando a Leona. Fue por algo de beber.

 

— Leona no cambia, ¿no es así?

 

Jamil solo asintió, manteniendo su sonrisa. Leona y Louis parecían ser bastante cercanos, pero teniendo en cuenta la historia que Blue le había contado durante la fiesta de coronación de Louis, no entendía porqué.

 

— Sé que puede ser algo rudo al inicio, pero una vez que lo conoces es bastante dulce, ¿no es así?- Dijo Louis, manteniendo su sonrisa.- Es un gran chico, pero nunca fue para mí.

 

— ¿A qué te refieres?- Preguntó Jamil con curiosidad.

 

— Oh... ¿No lo sabías?

 

Jamil negó, confundido por las palabras del joven rey.

 

— Bueno, hace años, cuando estaba por entrar a NRC, el padre de Leona habló con mi tío. Quería que Leona y yo nos casaramos.- Respondió.- Mi tío me preguntó si yo quería eso, aunque jamás había visto a Leona ni una sola vez. Yo solo dije que sí. Pero mi tío siempre ha sabido que prefiero evitar los conflictos, y me puso como condición que observara a Leona durante mi tiempo en NRC y tomara una decisión en base a eso.

 

Jamil tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para evitar que sus ojos se abrieran como si fueran a salirse de sus cuencas. Leona jamás mencionó eso.

 

— En ese entonces él iba un grado más adelante que yo, y si debo serte sincero, no me agradó mucho.- Confesó con una pequeña risa.- Pero, varios meses después, mientras jugaba una partida de ajedrez con Blue por el jardín botánico, hablamos por primera vez. Él me retó a una partida, yo acepté, gané, luego me pidió la revancha, y continuamos así hasta que tuvimos que irnos. Pero acordamos continuar al día siguiente.

 

Eso concordaba a la perfección con la historia que Blue le había contado la última vez que se vieron. Pero, si los anteriores reyes de Sunset Savana y el Reino de las rosas estaban dispuestos a casarlos, y Louis aprobó a Leona, ¿por qué el matrimonio no se concretó?

 

— En fin... Así nos conocimos, y nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas en común. Nos volvimos amigos, y el compromiso se hizo oficial.- Continuó Louis.- Pero, aunque estuvimos prometidos por tres años, Leona solo lo supo hasta más de dos años después, cuando yo se lo dije, antes de irme a hacer mis pasantías.

 

— ¿Su padre no le dijo nada?- Preguntó Jamil, aún más sorprendido.

 

— El rey dijo que "si se enteraba, probablemente huiría de NRC o haría todo lo posible por sabotear la boda. Era mejor que no lo supiera hasta que todo estuviera listo."- Asintió Louis, repitiendo las palabras que había escuchado del padre de Leona.- Al final, no pude soportarlo y decidí romper esa promesa y decirle todo.

 

— ¿Por qué se lo dijiste?

 

Louis mostró una sonrisa suave en sus labios, mientras sus ojos miraban todo el gentío presente, pero centrados en una resplandeciente cabellera de color cian.

 

— No me mal entiendas, Leona es un gran hombre y cualquiera sería afortunado de tenerlo a su lado. Pero no puedes mandar en tu corazón.- Respondió el blondo.- Leona siempre fue un gran amigo y de no ser por él, quizás jamás habría tenido las agallas suficientes para aceptar heredar el trono. Pero jamás lo ví de otra forma que no fuera un amigo, él es como el hermano que siempre soñé. Y sé que él me ve de la misma forma.

 

— Blue siempre fue el indicado, ¿eh?- Preguntó Jamil con una pequeña sonrisa.

 

— Siempre lo fue.- Confirmó Louis, sonriendo a pesar del notorio sonrojo en sus blancas mejillas.

 

— ¿Qué dijo Leona cuando se enteró de los planes de su padre?

 

— En realidad, lo tomó bastante bien.- Respondió Louis, aún incrédulo a la reacción tan tranquila de Leona aquel día.- Solo suspiró, asintió y dijo: "Si estás dispuesto a seguir este teatro por el bien de tu reino, entonces yo también estoy dispuesto a hacerlo por el mío."

 

Jamil asintió. Ahora le constaba que era algo que Leona definitivamente diría.

 

— El compromiso se mantuvo en pie, pero luego del desastre mágico que Malleus Draconia causó, el padre de Leona habló de nuevo con mi tío, y decidieron no continuar con los planes y disolverlo.- Añadió el más bajo.- Yo estaba fuera de NRC, haciendo mis pasantías aquí, junto a Blue, pero nos enteramos de todo lo que estaba pasando, igual que mi tío. Supongo que haber estado en riesgo de perder a su hijo, hizo que el antiguo rey de Sunset Savana se diera cuenta de que nada valía lo suficientemente la pena como para sacrificarlo.

 

Así que eso había sucedido.

 

— Ya veo.- Fue lo único que Jamil supo responder.- Me alegra que todo haya terminado bien.

 

— A mí también.- Le devolvió la sonrisa Louis.- Me alegra saber que Leona encontró a alguien especial. ¿Quieres bailar? Por lo que he visto, eres un gran bailarín. Quizás podrías enseñarme algunos trucos.

 

— Claro.

 

En realidad no tenía ganas de bailar, pero estar cerca de Louis garantizaba que ninguna presencia indeseada se acercaría a él. Era mejor que quedarse solo, aguardando que Leona volviera.

 


 

Al otro lado del gigantesco salón, Leona estaba tomando un par de copas de vino tinto, así como unos dátiles deshidratados de la enorme mesa de aperitivos, cuando sintió una presencia conocida cerca.

 

Tenía que ser una broma...

 

— Qué gran fiesta, ¿no es así, Leona?

 

— ¿Qué quieres, Thunderbird?

 

— Solo vine por algo de beber, igual que tú.- Respondió con esa sonrisa tan falsa que siempre tenía.- Vaya. Así que al menos sabes cuál es su dulce favorito.

 

— Por supuesto que conozco bien a mi esposo.- Replicó Leona, devolviéndole la sonrisa.- Ahora, si me disculpas, está esperando por mí.

 

— Ah, Leona. Siempre crees que eres el más inteligente en la habitación.- Negó Iago con un fingido suspiro.- Algún día esa actitud será tu perdición.

 

Eso fue suficiente para encender las alarmas de Leona, y que su sonrisa se borrara de inmediato, permaneciendo alerta y callado. Soltar una sola palabra frente a Iago podría ser letal.

 

— ¿Sabes? Es cuanto menos curioso que pudieras mantener una relación en total secreto en NRC. Los dos sabemos muy bien que en ese lugar las paredes tienen oídos, y mejor ni mencionar al pequeño mono que saltaba siempre de un lado a otro, necesitando de Jamil hasta para vestirse.- Dijo, con una pequeña risa maliciosa.- Y qué conveniente que justo después de que tu hermano muriera y tuvieras que asumir el trono y el cuidado de tu sobrino, decidieras que era hora de dejar de ocultarlo y de casarte.

 

Leona permaneció callado, mirando fijamente a Iago. Intuía lo que estaba insinuando esa ave, pero no iba a ceder.

 

— ¿De verdad su historia de amor comenzó durante su estadía en S.T.Y.X?- Inquirió el pelirrojo.- ¿O acaso todo es una mentira?

 

Leona se mantuvo firme, sin apartar su mirada de la de Iago. El pelirrojo solo sonrió y negó.

 

— Ya lo sabía.- Alardeó, cruzando los brazos.- No eres el único que conoce bien a Jamil, ¿sabes? Yo lo conocí antes que tú, y sé muchas más cosas de él que probablemente jamás te ha dicho.

 

— Bien por tí.- Bufó Leona.

 

— No pienso exponerte, Leona. Sé que también lo perjudicaría a él, y no quiero eso.- Afirmó.- Solo dime una cosa. ¿De verdad estás fingiendo, o caíste en tus propias mentiras y te enamoraste de él?

 

Leona volvió a apretar fuerte los labios, rehusandose a responder. Sabía de sobra que Iago no era de fiar. Era quizás peor que el mismísimo Azul Ashengrotto.

 

Azul al menos daba un indicio de sus verdaderas intenciones, pero este tipo era como un camaleón, capaz de ocultar absolutamente todo.

 

Por algo, Iago logró convertirse en líder de Scarabia solo unas semanas después de llegar a NRC, tras chantajear a su antecesor. Ese loro se había hecho de su total confianza en semanas, obteniendo toda clase de secretos.

 

Su ayuda con esas habilidades de manipulación y su fastidiosa magia única en momentos determinados, fueron cruciales. Pero la mayoría del tiempo solo lo beneficiaban a él, y arruinaban al resto.

 

— ¿Jamil te habló sobre mí?

 

Leona no respondió. Iago relajó un poco su semblante y suspiró antes de continuar hablando.

 

— Lo conocí cuando entró a NRC y el espejo lo asignó a Scarabia. Desde el momento en que lo ví, supe que tenía algo especial.- Contó.- No fue tan sencillo, pero logré acercarme a él y conocerlo. Es alguien muy noble, leal y amoroso, pero también extremadamente fuerte, inteligente y audaz... Es perfecto.

 

— Y por eso le mentiste.

 

— No quería que me viera como otro Kalim, y creo que sabes perfectamente bien de qué hablo.- Señaló el pelirrojo.- Si hubiera sabido de mi familia, jamás me habría permitido acercarme.

 

— Deberías saber que no puedes mentirle a la gente en la cara, usarlos, desecharlos, y luego esperar que un "lo siento" resuelva todo y te reciban de vuelta con los brazos abiertos.- Le reprochó Leona.- Las mentiras siempre caen por su propio peso, y la confianza no se recupera una vez que se pierde, Thunderbird.

 

— Ya lo sé.- Suspiró.- Sé que debí decirle la verdad antes, que debí poner más esfuerzo en buscarlo, que debí demostrarle que de verdad lo amaba... Pero no lo hice a tiempo, y ahora estás tú en medio.

 

Leona soltó un bufido, molesto por las palabras de Iago. Ese tipo...

 

— Lo amé como jamás imaginé que podría amar a alguien. Y cuando creí que podría perderlo durante el desastre mágico ocasionado por Malleus Draconia... Sentí que iba a volverme loco.- Admitió con pesar.- En cuanto me enteré de lo que estaba pasando, me reuní con el sultán y enviamos a los magos más fuertes de las Arenas Escaldantes para ayudar a contener el desastre, también enviamos personal que pudiera ayudar en S.T.Y.X con el desarrollo del sistema... Yo mismo viajé para dirigir a las tropas que enviamos. No quería perderlo.

 

Leona no dijo nada, solo observó en silencio cómo Iago en esta ocasión parecía decir la verdad.

 

Sabía que todas las naciones de Twisted Wonderland unieron fuerzas durante esa crisis, desde enviar a sus mentes más brillantes para ayudar en S.T.Y.X con el armamento y la construcción del sistema de red, hasta enviar a sus magos más fuertes al frente para ayudar a los enviados por Briar Valley a contener la expansión del campo mágico.

 

Sin embargo, ¿qué pretendía lograr Iago al decirle todo eso?

 

— Ahí me dí cuenta de que aunque lo intenté, jamás lo olvidé, ni dejé de amarlo.- Confesó finalmente.- Aún lo amo, Leona. Pero, ¿tú lo haces?

 

— ¿Qué harás con la respuesta que te dé?

 

— Solo quiero asegurarme de que estará bien a tu lado.

 

Leona volvió a guardar silencio por unos segundos, mirando a lo lejos a Jamil bailando al lado de Louis, y luego a Iago, antes de dar su respuesta.

Chapter 16: Aquí estoy

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Ahora podía afirmar que el tiempo era despiadado. Había pasado un año de la tragedia que sacudió a toda Sunset Savana, y cambiado su vida, la de Jamil y la de Cheka para siempre. Y ahora, estaba ahí, frente al espejo, intentando no sucumbir a la repentina opresión en su pecho, observando su reflejo.

 

— ¿Estás bien?- Preguntó Jamil, acercándose a él.

 

— Sí. No es nada.- Respondió con un suspiro.- Solo quiero terminar con esta estupidez cuanto antes.

 

— Es la ceremonia en conmemoración a la memoria de tu hermano.

 

— Solo es un estúpido espectáculo más para todos esos esbirros de la corte.- Bufó el rey.- Todos sabemos que no les importa un bledo la muerte de mi hermano y Sarabi, y estoy seguro de que muchos desearían que Cheka y yo también estuviéramos muertos.

 

Jamil tomó un profundo respiro, y ayudó a Leona a acomodar su ropa, antes de hablar.

 

— Ya lo sé. Y sé que es duro.- Concordó.- Pero es necesario hacerlo. Si no es por ti, por el rey Falena o por la reina Sarabi, házlo por Cheka.- Añadió, captando la atención de Leona.- Es un día difícil para él, necesita a alguien a su lado para rendir honores a sus padres.

 

Leona agachó la vista y se apartó del espejo, hasta sentarse en el borde de la cama, cubriéndose el rostro con las manos. Jamil solo lo siguió en silencio, sentándose a su lado.

 

— ¿Qué pasa?

 

— ¿Crees que yo sé cómo ayudar a un niño en este tipo de cosas?- Murmuró Leona.- Mi madre jamás tuvo nada de esto. No tengo la menor idea de qué debería hacer o decir. Durante el funeral, hace un año, ni siquiera fuí capaz de acercarme a él.

 

— No necesita que alivies su dolor, solo necesita que lo acompañes en él.- Sentenció Jamil, tomando sus manos, haciéndolo mirarlo a los ojos.- Nada va a devolverle a sus padres, ni a aliviar el dolor que siente por su ausencia, pero saber que alguien entiende lo que está pasando, y que va a estar a su lado sin importar lo que pase, le ayudaría a que el peso sea más llevadero.

 

Leona no dijo nada por unos segundos, solo respiró profundo y asintió, levantándose de su lugar, tomando la mano de Jamil, antes de salir de la alcoba en solemne silencio, para ir en busca de Cheka.

 

El pequeño príncipe lucía tan triste como hace un año, con ojeras marcadas, sus ojos hinchados por tanto llorar, sus pequeños puños apretando sus ropas...

 

Leona sintió un nudo formándose en su garganta, presa de la impotencia, incapaz de hacer algo más que solo tomar la mano de Cheka y continuar el camino al lado de Jamil.

 

Jamil notó que los dos estaban destrozados, pero cada uno lo manifestaba de distinta forma. Cheka era solo un niño lidiando con el duelo por la pérdida de sus padres, volviendo a revivir ese doloroso día. Leona intentaba fingir fortaleza y valentía, pero era claro cuánto le dolía devolver a la vida ese día tan trágico.

 

— Tranquilo.- Susurró Jamil, apretando la mano de Leona.- Aquí estoy.

 

— Gracias.- Murmuró Leona, tras tomar un profundo respiro.

 

Jamil asintió, y continuaron el camino hasta el auto que les esperaba.

 


 

El recorrido desde el palacio hasta el cementerio real, acompañados por todo el pueblo de Sunset Savana que decidió unirse al homenaje, fue un momento de lo más agridulce.

 

Nada desaparecía el dolor por la pérdida, pero ver a toda la gente reunida para ofrecer su apoyo, logró hacerlo sentir más tranquilo. Ya no se sentía sólo.

 

Ver a Cheka acercarse a los amigos que había hecho durante sus visitas a los barrios bajos, y la pequeña sonrisa que se formó en sus labios al recibir un abrazo de ellos, le hizo sentir que no se había equivocado. Cheka tampoco estaba solo.

 

Cruzar el cementerio le hizo revivir recuerdos amargos y dolorosos de su vida, especialmente al pasar frente al de la persona a la que más había amado en su vida.

 

Tanto él como Jamil y Cheka cargaban unas flores, que colocaron sobre el mausoleo del rey y la reina fallecidos, igual que todos los miembros de la corte que los habían acompañado.

 

El resto del homenaje transcurrió según el protocolo, y tras darles unas— claramente falsas y cargadas de hipocresía— palabras de aliento, los miembros de la corte se retiraron, guiados por Kifaji, dejándolos solos a los tres para pasar un momento frente a los mausoleos.

 

— Tío.- Dijo Cheka, llamando su atención.- ¿Aquí están mi mamá y mi papá?

 

Leona se paralizó ante esa pregunta y no supo cómo responder.

 

El accidente había ocurrido en pleno aire, cuando la falla en el motor fue imposible de controlar, y terminó por estallar, causando una explosión y la posterior caída de la aeronave entre las montañas. El avión explotó al tocar el suelo, acabando con todos los pasajeros a bordo. No había quedado ni un solo resto de nadie. Todas las tumbas eran meramente simbólicas, no había nada qué sepultar en realidad.

 

¿Cómo le explicaba eso a un niño?

 

— Tu madre y tu padre están siempre a tu lado, Cheka.- Intervino Jamil, agachándose a la altura del niño, acariciándole la espalda.- Ellos siempre te cuidan, y estarán contigo mientras los recuerdes.

 

— ¿De verdad, Jamil?

 

— Por supuesto.- Asintió Jamil.- Ellos siempre te cuidarán, igual que Leona y yo.

 

Cheka asintió, y luego abrazó a Jamil, aún triste, pero mucho más tranquilo que al comienzo del día.

 

Leona lo miró y solo le agradeció con la mirada. Jamil sostuvo a Cheka en brazos y se acercó a Leona para ofrecerle un abrazo también. Leona, sin pensarlo mucho, aceptó el gesto, ayudando a Jamil a sostener a Cheka.

 

El pequeño príncipe terminó durmiendose en los brazos de Leona, arrullado por el ronroneo del mayor, y supieron que era hora de marcharse de vuelta a casa.

 

Había sido duro, pero al menos había terminado.

 


 

— ¿Cómo está Cheka?- Preguntó Jamil tras ver a Leona entrar a su habitación.

 

— Sigue durmiendo.- Respondió el mayor, sentándose en el borde, en su lado de la cama.- Las guardias se encargarán de avisarnos cuando despierte.

 

— Al menos tenemos el resto del día libre para pasar con él.

 

Leona asintió, al tiempo que tomaba un profundo respiro. Jamil notó el cambio en su comportamiento, y no dudó en acercarse para palmearle la espalda.

 

— Gracias por tu ayuda con Cheka.- Dijo Leona.- Sin ti, habría estado frito.

 

— No fue nada.- Respondió Jamil, mostrándole una suave sonrisa.- Por algo soy tu consorte, ¿no es así?

 

Leona le devolvió la sonrisa, asintiendo.

 

— Eres un gran rey, "cariño".

 

— Quizás no sea un príncipe, como Louis, pero no lo hago tan mal, ¿no?- Bromeó Jamil, captando la atención de Leona.

 

— Te dijo en la fiesta, ¿no?

 

Jamil asintió. Leona soltó un pesado suspiro.

 

— Descuida. No estoy molesto.

 

— Aún así, prefiero decirte mi versión y evitar malos entendidos.- Replicó Leona.- Al parecer, el viejo pensó que era buena idea buscar casarme con un heredero para cumplirme el "capricho" de ser rey. Y como siempre, dió por sentado que cedería y aceptaría si me lo ocultaba el tiempo suficiente y luego me tendía una emboscada. Y pensó que Louis era el candidato perfecto: Favorito de un rey sin hijos para heredar el trono, miembro de la realeza, nacido y crecido en la familia real del Reino de las rosas, de personalidad sumisa y obediente, paciencia infinita, educado, culto, de una edad similar a la mía, con una cara bonita, lo suficientemente inteligente para entretenerme, pero no tanto como para darse cuenta si intentaba quitarle todo poder sobre su reino...- Comenzó a explicar.- Hizo todo por debajo del agua, ocultando todo incluso a Falena. Así que de no ser por Louis, probablemente nunca me habría enterado.

 

— Y si los planes se hubieran mantenido, ¿habrías aceptado?

 

Leona soltó una sonora carcajada, mientras negaba con la cabeza. Jamil solo lo observó.

 

— Conocí al "rey de corazones" cuando entró a NRC, y solo sabía su nombre y su parentesco con la familia real, que se esforzaba en ocultar, por cierto.- Dijo.- En ese tiempo lo creía un principito llorón más del montón, y no me esforcé en lo más mínimo en tratar de conocerlo. Pero parecía que el destino estaba decidido a hacer que nuestros caminos se cruzaran. No hubo día en que no lo viera en el jardín botánico, jugando ajedrez con esa oruga petulante.

 

— ¿Así que eso fue lo que llamó tu atención?

 

— En parte así fue.- Asintió.- Escuché algunas conversaciones, y me era difícil creer que pudiera existir alguien tan inteligente y a la vez, tan ingenuo y miedoso. Así que, luego de varios meses, decidí revelar mi escondite y retarlo a una partida de ajedrez.

 

Jamil asintió, notando que tanto la versión de Leona, como las de Blue y Louis, coincidían, cambiando únicamente el punto de vista de quién narraba los sucesos.

 

— En fin. Ese día descubrí que no era un completo idiota, pero decidí no sacar conclusiones apresuradas y tratar de sacarle más información. Además, era divertido al fin jugar ajedrez con alguien que sí me daba competencia.- Continuó Leona con una sonrisa.- Así descubrí que había más que aire en su cabeza, y con el empujón en la dirección correcta, podría ser un gran rey.

 

— ¿Así que la forma de enamorarte es ser bueno en el ajedrez?- Preguntó Jamil con una pequeña risa.

 

— Nunca dije que me enamoré de ese cabeza de sol.- Negó Leona, contagiado por la risa de Jamil.- Siempre lo ví como un amigo, casi un hermano menor al que guiar, pero nunca como un candidato a esposo. Además, después de esa serpiente traidora, estaba un poco harto de las relaciones.

 

— Pero estabas dispuesto a casarte si Louis aceptaba.

 

— Lo habría hecho solo para ayudarlo, pero en el fondo, sabía que él lograría por su cuenta obtener el valor suficiente para asumir su rol como rey.- Dijo.- Además, tenía a la oruga a su lado por si acaso. Si hubiera intentado enamorar a Louis, no habría sido competencia para Absolem. Los dos lo supimos siempre.

 

— ¿Intentaron salir?

 

— Al final de su tercer año, Louis me pidió que saliera con él a tomar algo en una cafetería en el pueblo al pie de la montaña. No estaba seguro de sus razones, pero sí estaba listo para rechazarlo.- Respondió el rey.- Todo el tiempo fue obvio que estaba ocultando algo, y cuando lo confronté al respecto, bastó un poco de presión para que me dijera todo lo que había estado pasando a mis espaldas esos años.

 

— ¿Entonces solo lo aceptaron, y decidieron que seguirían un plan, como el que ahora estamos siguiendo?

 

— Yo propuse eso. Pero él insistió en al menos intentar que funcionara de verdad.- Contestó el mayor.- No tenía nada que perder, así que acepté, y durante esas vacaciones viajé y me quedé algunos días en el Reino de las rosas, y Louis vino aquí. Hicimos todo lo posible por lograr que surgiera una relación de verdad, pero simplemente no somos el uno para el otro.- Añadió, encogiéndose de hombros.- Además, él ya estaba enamorado de Absolem. Y nada ni nadie iba a conseguir sacarselo del corazón. Y yo simplemente no tenía interés en formar una relación, y él no fue capaz de hacerme cambiar de opinión.

 

— Ya veo.

 

— ¿Qué me dices tú de la grabadora andante?

 

Jamil sintió su estómago retorcerse ante esa pregunta. Durante la fiesta, un mes atrás, había visto a Leona intercambiar un par de palabras con Iago, antes de alejarse. Sin embargo, no tenía idea de qué podrían haber hablado.

 

— Ya te lo dije.- Respondió tras aclararse la garganta.- Lo conocí cuando entré a NRC, antes de que Kalim apareciera para arruinar todos mis planes. Pasaron un par de cosas que no debían, me mintió por un año entero, hasta que la verdad salió a la luz, y fin de la historia.

 

— ¿Te arrepientes de haberte enamorado de él?

 

— Yo no-

 

— Por favor. Tu cara te delata.- Señaló Leona con una pequeña risa.- ¿Qué más pasó entre ustedes?

 

Jamil tomó un profundo respiro, intentando calmarse y formular bien su respuesta antes de hablar.

 

— Bien. Fui un completo idiota por dejarme cautivar con unas cuantas palabras, gestos y miradas.- Suspiró Jamil.- De verdad creí que teníamos algo especial, y que quizás podría funcionar...- Añadió.- Por él estaba dispuesto a rebelarme contra mis padres y huir de los Asim, como él me lo propuso.

 

Una de las orejas de Leona se movió hacia adelante, revelando su curiosidad por ese nuevo dato revelado. Al menos ahora entendía un poco más a Jamil y porqué por momentos era tan reacio a confiar en otros, así como en creer que merecía su propio bienestar.

 

— Pero, al final, solo me llenó la cabeza de ideas estúpidas, y me dejó varado.- Continuó, tensando su expresión.- Nunca supe nada más de él después de su graduación, hasta que volví a encontrarme con él en la coronación. Y ahora no hay día en que no desee jamás haberme vuelto a cruzar con él. Ya tengo suficiente con lo que lidiar, no necesito otro problema como él.

 

Leonas asintió, tomó un profundo respiro y suspiró, antes de hablar, tras acercarse a Jamil y pasarle un brazo por los hombros, en un descuidado abrazo.

 

— Si te sirve de consuelo, todos caemos en la trampa de un mentiroso embustero en algún momento.- Dijo Leona.- Al menos tú no fuiste tan estúpido como para darle un anillo de compromiso carisimo, solo una semana después de comenzar la relación, a pesar de que todos te advirtieron que era una pésima idea. Tampoco lo pusiste antes que quienes estuvieron contigo siempre, y a quienes casi dejas de lado cuando intentaban protegerte. Y muchas estupideces más, solo para que terminara engañandote con el primero que se le pasó por enfrente con un par de joyas, dejándote por él, y luego coqueteando descaradamente contigo, intentando tenerte como amante.

 

Todas esas declaraciones hicieron que los ojos de Jamil se abrieran con sorpresa. ¿Leona Kingscholar fue capaz de un movimiento tan tonto e imprudente como ese?

 

Leona solo se encogió de hombros, restándole importancia a todo lo narrado.

 

— ¡¿Le diste un anillo de compromiso apenas entraron a NRC?!

 

— Tenía como dieciséis años, estaba desesperado por afecto, vivía aferrado al pasado, estaba ciego de amor y era estúpido.- Resopló el mayor.- Ethan y Liam jamás confiaron en Ka'al, e hicieron de todo por impedirlo. Aún recuerdo cómo Liam casi se atraganta con la sopa instantánea que estaba comiendo cuando les enseñé el anillo.- Añadió con una pequeña risa, rememorando ese día.- Después me dió un sermón eterno de: "¡¿Estás loco o te caíste de una escoba y te golpeaste la cabeza?!, ¿cómo se te ocurrió siquiera que era buena idea comprar un anillo tan costoso cuando solo tienen una semana juntos? ¿No te das cuenta de que solo te está usando para obtener beneficios?" Y bla, bla, bla... Un montón de cosas en las que tenía razón, y yo no quise escuchar. Supongo que debí al menos hacer el intento de escuchar cuando incluso Ethan se opuso activamente.

 

— Sí fue una acción estúpida.- Replicó Jamil con una pequeña sonrisa, recargando su cabeza en el hombro de Leona.

 

— ¿No se supone que deberías decir algo como: "No fue tu culpa, solo estabas enamorado"?- Bromeó Leona, con una pequeña risa.

 

— No. Liam tenía razón, realmente fue algo muy estúpido.- Rió bajo Jamil.- Supongo que al menos Iago no puede señalarme de ser un cazafortunas cuando una flor me parecía un gran detalle. Incluso disequé todas esas flores y las guardé durante todo ese año.

 

— ¿Quién diría que eres tan romántico?

 

Jamil puso los ojos en blanco, y ambos compartieron una pequeña risa. Nada borraría el pasado, pero al menos ahora podían reír juntos de él.

 

— ¿Pudiste recuperar el anillo después de todo lo que pasó?

 

— No, pero Liam se encargó de eso.- Respondió Leona.- Ka'al y él son como el agua y el aceite. Siempre se han odiado, y cuando se terminó, Liam no dejó ir su oportunidad de al fin tener su venganza.

 

— ¿Qué hizo?

 

— Según lo que me contó, se encontró con él en un pasillo, mientras volvía a Savanaclaw. Dijeron varias cosas, Ka'al intentó golpearlo, pero no sabía qué tan ágil y fuerte es Liam en realidad al haber crecido en los barrios bajos de Sunrise City. Así que, Liam le sujetó el puño, y usó su magia única para dañar el anillo.- Narró Leona.- Luego volvió con Ethan y conmigo y nos contó todo lo que había pasado. "Ahora nadie tiene un anillo costoso. Al menos no en una pieza."

 

— ¿Qué clase de magia tiene Liam?- Preguntó Jamil con curiosidad.- ¿Cómo pudo romper un anillo, y aún más, dañar el espejo de Savanaclaw?

 

— Se llama "Wrecker". Puede oxidar cualquier metal con solo tocarlo, y puede ser desde solo hacerlo perder brillo, hasta dejarlo a punto de pulverizarse.- Explicó Leona.- Y la "noche de la estampida", comprobamos que no importa si es un metal normal o uno mágico, todos sucumben a su magia.

 

— ¡¿Se arriesgaron a seguir ese plan sin saber si funcionaría?!

 

— No teníamos muchas opciones de todos modos.- Se encogió de hombros el rey.- Si nos quedábamos en el dormitorio también moriríamos gracias a esa estampida humana creada por Skere. Era mejor al menos intentar salvarlos y salvarnos, que solo rendirnos sin luchar.

 

Jamil analizó unos segundos las palabras de Leona, y finalmente asintió. Sus años en Night Raven College le habían enseñado que, aunque el riesgo fuera alto, tomarlo a veces era la única manera de tener al menos una oportunidad de ganar.

 

No había sido una lección que aprendió rápidamente, aún seguía aprendiendola. Sin embargo, poco a poco la aceptaba.

 

Si Kalim, Yuu, Azul y los Leech no se hubieran arriesgado para rescatarlo, habría muerto ese día, o tal vez estaría contenido en S.T.Y.X como un fantasma.

 

Si no hubiera decidido arriesgarse a pesar de la promesa de Kalim de esforzarse más por su cuenta, no habría formado parte del equipo para el VDC. No habría interactuado ni ganado esa pequeña cercanía con Vil, ni obtenido su reconocimiento a sus habilidades. No habría notado que algo andaba mal con Vil, y quizás nadie habría llegado a tiempo para salvar a Kalim y a Rook cuando el Overblot finalmente apareció.

 

Si no hubiera aceptado el riesgo del sorteo propuesto por Azul para acompañar a Vil al Tapis Rouge, en el país del Piroxeno, se habría perdido de muchísimas experiencias.

 

Si en S.T.Y.X no hubiera tomado el riesgo de ofrecerse a ir con Leona, quizás sus caminos jamás se habrían cruzado. Si no se hubiera puesto en peligro tantas veces durante el descenso al Tártaro, quizás Leona jamás le habría dicho todas las cosas que dijo ese día, y él seguiría siendo la misma persona con tantos conflictos que era aún en ese tiempo. Si no se hubiera arriesgado a permitir que Leona tomara el control de la lanza de rayo, jamás se habría dado cuenta de lo fuerte que era en realidad, y seguiría pensando que todos los que nacían en familias acaudaladas eran igual a Kalim.

 

Si no hubiera tomado el riesgo de aceptar participar en la Fairy Gala, quizás no habrían recuperado la gema mágica, y no habría ganado aún más confianza y reconocimiento de Vil, ni se habría acercado más a Leona.

 

Si durante esa noche en la Ciudad de las flores no hubiera decidido arriesgarse a quedarse atrás con Ruggie y usar la estrategia que usaron para protegerse, quizás no habrían sido los únicos que resultaron prácticamente ilesos.

 

Si no se hubiera arriesgado a acompañar a Yuu y los demás por un tiempo en los sueños, quizás no habrían podido despertar a los Leech y a Azul a tiempo.

 

Si no se hubiera arriesgado a luchar, dejando que Kalim se cuidara por sí mismo por primera vez, quizás nunca habrían podido escapar del sueño creado por Malleus, y habría sido el fin de todo Twisted Wonderland.

 

Si no hubiera tomado el riesgo de aceptar el descabellado plan de Leona hace un año, aún seguiría atado a Kalim y a los Asim, sin un día claro para escapar de esa prisión que le robó tantos años de su vida...

 

Si lo pensaba bien, había tomado bastantes riesgos, y aunque las probabilidades casi siempre estuvieron en su contra, al final había logrado alzarse con la victoria.

 

Y de cierto modo, podía decir que Leona, de un modo u otro, fue quien más lo impulsó a apostarlo todo y arriesgarse desde que interactuaron por primera vez.

 

— ¿Entonces las flores de jazmín sí son tus favoritas?

 

— Sí.- Confirmó Jamil, regresando de su pequeño trance, volteando a ver a Leona.- ¿Por qué?

 

— Bien. Entonces ya sé qué regalarte, además de dátiles deshidratados, el día de nuestro aniversario y en tu cumpleaños, "cariño".

 

Jamil negó con una suave risa, contagiando a Leona en el proceso.

 

Unos suaves golpes en la madera de la puerta llamaron su atención, y Leona, apenas se percató de un aroma que conocía a la perfección, se levantó y fue a abrir, encontrándose con quién sospechaba.

 

— ¿Cuándo escapaste de las guardias, enano?

 

— Desperté hace poco, tío.- Respondió Cheka con un bostezo.- Creo que fue el cambio de turno o algo así.

 

Leona suspiró, antes de alzarlo en brazos y volver al lado de Jamil, que en un reflejo automático, recibió al pequeño en brazos.

 

— Iré a avisarle a las guardias que está con nosotros, antes de que pongan el reino patas arriba buscandolo.- Suspiró Leona.- ¿Puedes cuidarlo por un par de minutos?

 

— Por supuesto.- Asintió Jamil de inmediato.

 

— Gracias.

 

Después de eso, Leona salió de la habitación, dejándolos solos.

 

— Jamil...

 

— ¿Qué pasa, Cheka?- Preguntó con dulzura, mientras peinaba el cabello del niño.

 

— ¿Tú quieres a mi tío?

 

Ante la pregunta de Cheka, Jamil sintió sus músculos pensarse por unos segundos, antes de recomponerse rápidamente. Tenía una fachada que mantener.

 

— Por supuesto.- Dijo con una sonrisa, ignorando el tenue sonrojo que apareció en sus mejillas.- Por eso me casé con él.

 

— ¿Y tú me quieres?

 

— Por supuesto que sí.- Respondió, abrazándolo, igual que solía hacer con Najma cuando era más pequeña.- Eres mi sobrino. Claro que te quiero.

 

— ¿Y cuando tú y mi tío tengan bebés vas a seguir queriéndome?

 

Esas palabras, aunque claramente dichas desde la inocencia, hicieron que todo el rostro de Jamil enrojeciera.

 

— ¿Por qué dices eso, Cheka?

 

— Porque ustedes se quieren mucho. Y pronto van a querer tener un bebé.- Respondió Cheka, acurrucándose contra Jamil.- Y cuando nazca, ¿qué tal si mi tío y tú ya no me quieren?

 

— Cheka, no va a pasar eso.- Afirmó Jamil, con una pequeña risa enternecida.- No tengas miedo.

 

— ¿Prometes que no me vas a dejar de querer si tienes un bebé?

 

— Te lo prometo.- Asintió el mayor, dejando un pequeño beso en la frente del niño.- Pase lo que pase, siempre serás mi sobrino y siempre te querré muchísimo.

 

Cheka sonrió y asintió felíz, abrazándose a Jamil.

 

Jamil sabía que jamás reemplazaría a la madre ni al padre de Cheka, ni pretendía hacerlo. Pero sí estaba dispuesto a cuidar de él, protegerlo y velar por su bienestar. No podía negar el cariño que le había tomado al pequeño príncipe durante el último año de su vida. Cheka era un niño realmente dulce.

 

— Jamil, ¿qué cuento escucharemos esta noche?- Preguntó Cheka.

 

— No lo sé.- Respondió, fingiendo meditar la respuesta.- Estaba pensando en la historia de la lámpara maravillosa, o quizás en la historia de los cuarenta ladrones. ¿Cuál prefieres?

 

— ¡La de la lámpara!- Exclamó emocionado.

 

— Bien. De acuerdo.- Respondió Jamil, con una pequeña risa.- Le diré a Leona que será esa entonces.

Chapter 17: Starry Night Academy

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Aún no podía asimilar cómo había terminado en ese jet privado, con un destino desconocido.

 

"— Alístate. Luego de dejar al pequeño demonio en la escuela, nos vamos."

 

Fueron las palabras de Leona esa mañana, apenas se despertó.

 

Por supuesto que intentó alegar y negarse, pero Leona, como era propio de él, se adelantó a todos y cada uno de sus planes y movimientos. El rey tenía todo cubierto, y no tuvo más remedio que aceptar seguirlo en lo que fuera que tenía planeado.

 

Desde subir a uno de los autos, hasta abordar ese jet en el aeropuerto.

 

— ¿Podrías al menos decirme a dónde vamos?

 

— Falta poco para que lo descubras por tu cuenta, "cariño".- Respondió Leona con una sonrisa altanera, recostado en el asiento del jet.- No comas ansias. Estoy seguro de que amarás mi regalo de aniversario.

 

— Me haces dejar mis responsabilidades como rey consorte, mis pasantías, y hacer a Kifaji cuidar de Cheka, sin decirme siquiera a dónde me llevas, ¿y me pides que esté tranquilo?

 

— Es nuestro primer aniversario de bodas, "cariño". Quería asegurarme de que fuera especial.- Ronroneó Leona, cerrando los ojos mientras se estiraba en su asiento.- Confía en mí.

 

— Como si tuviera otra opción.- Suspiró Jamil, resignandose a cruzarse de brazos y mirar por la ventana.

 


 

Unas horas después, la aeronave finalmente estaba a punto de aterrizar, y apenas se escuchó ese anuncio, Leona despertó de su sueño y saltó de su asiento.

 

Jamil ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar, cuando una venda ya le cubría los ojos.

 

— Leona, ¿qué-

 

— No espíes.- Rió de forma juguetona el rey, atando la venda tras su cabeza.- No arruines la sorpresa.

 

Jamil suspiró y cedió, manteniendo sus brazos cruzados, dejándole a Leona continuar con su alocado plan.

 

Apenas recibieron autorización del capitán para levantarse de sus asientos, Leona se encargó de ayudarlo a quitarse el cinturón de seguridad, levantarse, y caminar hasta la salida del jet, tomando su mano.

 

Jamil, sin otra opción, se aferró con todas sus fuerzas a la mano de Leona. Cuando estuvo por caer, fue atrapado por el rey en un ágil y rápido movimiento, seguido por una pequeña risa que sintió cerca de su oído, aún abrazando a Leona.

 

— Tranquilo, "cariño". Yo te cuido.- Ronroneó Leona con burla, cerca de su oído, mientras lo ayudaba a incorporarse.

 

Sabía que Leona solo estaba bromeando, pero, a pesar de tenerlo claro, fue incapaz de evitar el intenso hormigueo que le recorrió todo el cuerpo, además del calor repentino en sus mejillas al sentir su aliento tan cerca.

 

— Sería más fácil si no me hubieras vendado los ojos, "cielo".- Replicó tras aclararse la garganta y recuperar la compostura.

 

— No sería una sorpresa si tus ojos no estuvieran vendados.- Se encogió Leona de hombros, continuando el descenso del jet.

 

Jamil intentó adivinar en dónde se encontraban. El aroma era similar al del bosque que rodeaba a NRC, incluso con el mismo sutil toque salado presente en el aire, gracias al mar.

 

¿Acaso el plan de Leona había sido llevarlo a NRC?

 

No. No estaban en la Isla de los sabios, mucho menos en NRC.

 

Sería imposible que en NRC se escucharan tantas voces femeninas.

 

— Bienvenidos a Starry Night Academy, Majestades.

 

Apenas escuchó la firme y cortés voz de la que supuso, sería la directora de la academia, sintió que su cuerpo se helaba.

 

Por suerte, Leona era bastante educado al tratar con mujeres, y él se encargó de todo el protocolo. Jamil apenas fue capaz de asentir y saludar de forma cordial.

 

Avanzaron algunos metros, con él aún sosteniendose fuerte de la mano de Leona, escuchando los tacones de la directora golpear contra el suelo, hasta que se detuvieron, y la mujer se despidió de ambos.

 

— Cierra los ojos.- Le susurró Leona, comenzando a aflojar el nudo de la venda.

 

Jamil, aún nervioso, asintió y obedeció. Podía imaginar de qué se trataba todo eso, pero no tenía la certeza aún, y no quería salir decepcionado. Sin embargo, su corazón ya latía como loco, mientras sentía a Leona retirarle la venda de los ojos.

 

— Abre los ojos.

 

Al obedecer de nuevo la indicación de Leona, sintió el ardor y molestia esperados, causados por la luz tras pasar tanto tiempo con los ojos cubiertos. Pero, apenas su vista se aclaró, al lado de una mesa de picnic, pudo vislumbrar una figura conocida, y que no veía desde hace más de un año, causando que sus ojos se llenaran de lágrimas.

 

— Najma...

 

Su hermana... Su pequeña y adorada hermana estaba ahí, justo frente a él, portando el uniforme de esa prestigiosa academia, con la sonrisa tan radiante que la caracterizaba.

 

— Hola de nuevo.- Respondió su hermana con una sonrisa, abriendo sus brazos.- ¿No vas a darle ni siquiera un abrazo a tu hermana?

 

Como pocas veces, todo protocolo se borró de su mente, y solo pudo correr el par de metros restantes que los separaban, abrazándola con todas sus fuerzas, como si fuera a desvanecerse si no la sostenía lo suficientemente fuerte.

 

Najma lo abrazó con el mismo entusiasmo, sin decir nada, a pesar de escucharlo sollozar en un tono apenas audible.

 

Leona solo se mantuvo con los brazos cruzados sobre el pecho, observando el reencuentro con una pequeña sonrisa de satisfacción. Lo había logrado.

 

— Creo que ustedes dos tienen mucho de qué hablar.- Mencionó el rey, estirándose.- Tienen todo el día para hacerlo. Yo aceptaré la invitación de la directora para hacer un recorrido por la escuela, y después a dar un paseo por la isla.

 

— Leona...

 

— No quiero ser el mal tercio, "cariño".- Dijo, tras acercarse a Jamil, dejando un corto beso en su frente.- Nos vemos más tarde.

 

Jamil sintió de nuevo ese hormigueo y ese calor en las mejillas, y tras aclararse la garganta, asintió.

 

Leona apenas fue capaz de contener su risa, antes de dar media vuelta y comenzar a caminar, alejándose del sitio.

 

Apenas estuvieron solos, Najma soltó una pequeña risa, y luego lo invitó a sentarse y tomar algo. Nada espectacular, solo una pequeña botella de jugo, pero Jamil la aceptó con una suave sonrisa. Nunca imaginó que podría volver a ver a su hermana, y ahora estaba ahí.

 

Definitivamente le agradecería a Leona más tarde.

 

— ¿Cómo te va siendo esposo de un rey y tío de un príncipe?

 

— La vida real es más complicada de lo que se piensa. Hay muchos protocolos, reglas de etiqueta, responsabilidades y obligaciones...- Admitió Jamil.- Pero una vez que te adaptas, se vuelve un poco más sencillo.

 

— Lo suficiente para bailar en público al parecer.- Comentó Najma con una pequeña risa.- Ese video fue muy popular.

 

Jamil soltó un suspiro resignado en respuesta. Parecía que ese pequeño desliz lo perseguiría hasta el fin de sus días.

 

— Oye, está bien.- Le sonrió su hermana, tomando su mano.- A Leona no parece molestarle. Se nota que te ama muchísimo.

 

— Ya te había dicho que es un poco idiota.- Respondió con una pequeña sonrisa de lado.- Pero no está tan mal.

 

Incluso antes de que lo notara, su mirada se posó sobre los anillos en sus manos. En la izquierda se encontraba el anillo de compromiso que Leona le dió al otro día que llegó al palacio de Sunrise City, junto al de matrimonio que recibió en la ceremonia. Mientras que en la derecha, estaba el que había pertenecido a la madre de Leona.

 

— Vaya que te enamoró.- Escuchó reír a Najma.- Nunca habías puesto esa cara de tonto por nadie.

 

Jamil sintió cómo de nuevo su estómago revoloteaba, y su sangre se concentraba en sus mejillas. Aún así, solo se aclaró la garganta, intentando mantenerse tranquilo, aunque la risita de Najma le dejó claro que no lo había logrado.

 

— Mejor cuéntame cómo te ha ido aquí.- Pidió Jamil.- Estás por terminar tu primer año, ¿no?

 

Najma asintió, antes de darle un sorbo a su bebida y responder.

 

— Me ha ido bien, Jamil.- Afirmó con una sonrisa.- Fui asignada a Fairitale, y las profesoras dicen que he tenido un gran desempeño. Incluso podría ser líder de dormitorio el próximo año.

 

— ¿Cómo eligen a la líder?

 

— Cada dormitorio tiene su método.- Respondió Najma, levantándose de su asiento.- ¿Quieres ir a dar un recorrido mientras te cuento?

 

— De acuerdo.- Accedió el mayor, imitando a su hermana.

 

Najma le tomó del brazo, igual que cuando era más pequeña y se aferraba a él para evitar perderse durante una diligencia. Jamil no dijo nada, pero sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa al rememorar aquellos días.

 

La escuela parecía ser más grande que Night Raven College, aunque, tomando en cuenta que tenía nueve dormitorios en vez de siete, tenía sentido que requiriera más espacio para alojar a más estudiantes. Sin embargo, la arquitectura era igual de impresionante.

 

En las áreas verdes era posible observar a algunas alumnas leyendo, haciendo picnics, o solo sentadas sobre el césped, pasando el tiempo. Bueno, era fin de semana, probablemente tenían la opción de salir de la escuela, o permanecer dentro de las instalaciones.

 

Najma le señalaba con emoción los edificios. Desde las aulas, hasta los laboratorios, los clubes, hasta el jardín botánico... Cuando llegaron a un pasillo, se detuvieron.

 

Igual que en NRC, ahí también tenían estatuas de los fundadores de cada dormitorio.

 

— Swordheart fue fundado en la disciplina de la guerrera de las montañas.- Repitió Najma la información que Leona ya le había dado antes, mientras señalaba la estatua de la guerrera.- La forma de convertirse en líder de dormitorio, es desafiar a la actual y derrotarla en una combate mano a mano. El uso de magia está prohibido en ese combate.

 

Jamil se sorprendió por tal dato. En Heartslabyul también se llevaba a cabo un duelo por el puesto de líder, en Savanaclaw ocurría algo similar. Sin embargo, en ambos casos estaba permitido el uso de magia. Era la primera vez que escuchaba algo así.

 

— Sunsetstar fue fundado en el amor del príncipe desterrado.- Continuó Najma, señalando la siguiente estatua.- Tanto el puesto de líder como vicelíder son otorgados por las actuales a quienes hagan la mayor cantidad de obras en favor del dormitorio y sus compañeras.

 

También era la primera vez que escuchaba tal criterio para elegir a la siguiente generación de líder y vicelíder. Aunque, debía admitir que no parecía un mal criterio.

 

— Heartsea, fundado en la valentía de la princesa que surcó el océano en busca del perdón de los dioses para salvar a su pueblo.- Siguió Najma, señalando la estatua contigua.- Si quieres ser la líder, debes hacer algún acto valeroso y pasar el rito de sucesión. Solo así le demuestras al corazón de Te Fiti que eres digna del puesto.

 

— ¿El corazón de Te Fiti?- Cuestionó Jamil.- ¿Qué es eso?

 

— Es una antigua gema mágica que ha pasado de líder en líder desde la fundación del dormitorio.- Explicó la chica.- La leyenda cuenta que perteneció a la isla madre viviente, y que en algún momento quedó en manos de la princesa que surcó el océano.- Añadió.- Tiene un poder mágico descomunal. Permite cosas como hacer emerger islas, volver fértiles los suelos, provocar la erupción de volcanes, abrir el océano en dos, provocar tempestades o calmarlas.

 

— ¿Cómo pueden tener un objeto así en una escuela de magia?- Murmuró Jamil.- Es muy peligroso...

 

— Sí. Es la reliquia más poderosa de Starry Night Academy.- Asintió Najma.- Pero, igual que con el resto de reliquias, la líder de Heartsea es la responsable de cuidarla y evitar que caiga en manos equivocadas.

 

— ¿Reliquias?

 

— Cada dormitorio tiene una reliquia, legada por su fundador.- Contó.- Swordheart tiene la espada de la guerrera de las montañas, Sunsetstar el báculo del sabio de la sabana que permitió la unión del príncipe y la princesa, Heartsea el corazón de Te Fiti...

 

Jamil solo asintió, intentando ocultar el repentino temor que le heló la sangre. No quería ni siquiera imaginar qué podría pasar si alguien con un objeto tan poderoso entrara en Overblot.

 

— La actual líder de Heartsea ganó el puesto al desobedecer la orden de permanecer dentro de los dormitorios, e ir a ayudar a los habitantes de la isla durante una fuerte tormenta.- Contó Najma con ilusión y admiración.- Dicen que el corazón de Te Fiti brilló y salió del dormitorio para ir con ella, permitiéndole calmar las olas. Después, tuvo que pasar el rito de sucesión, y finalmente, obtuvo el puesto.

 

— Por favor dime que los demás tienen métodos menos drásticos para elegir a su líder.

 

Najma solo soltó una pequeña risa al observar la expresión exasperada de Jamil.

 

— Bellerosé, fundado en la sabiduría de la doncella que salvó al príncipe bestia de su hechizo.- Continuó la joven con la siguiente estatua.- La líder es la estudiante con mejores notas. Ella tienen bajo su resguardo la rosa mágica del príncipe bestia, aunque solo las miembros de ese dormitorio saben cuál es su verdadero poder. Es un secreto que nunca ha salido de ese dormitorio, pero se cree que es casi tan poderoso como el corazón de Te Fiti.

 

— Al menos ellas no tienen que arriesgarse a morir para convertirse en líder.

 

Najma solo se encogió de hombros. Jamil suspiró resignado, agradeciendo en silencio que su hermana no fuera asignada a Heartsea.

 

— Llamarage, fundado en el viaje de redención del príncipe caprichoso.- Siguió Najma.- Su método de selección es parecido al de Sunsetstar. Con la excepción de que la líder mantiene su puesto hasta su graduación, a menos que el dormitorio no la quiera más como su líder. Pero, por años no ha ocurrido tal cosa.- Añadió.- Cuando la líder está por graduarse, elige a quien considere más apta para el cargo. Ellas tienen bajo su custodia la corona del príncipe, aunque es la reliquia menos poderosa de todas. Es solo una corona con algo de magia impregnada en ella.

 

Al fin algo que le resultaba familiar. Era bastante parecido a la regla de sucesión en Scarabia.

 

— Kindstorge, fue fundado en la bondad del sirviente que ayudó al príncipe caprichoso.- Continuó.- Si me lo preguntas, tienen el método más curioso.

 

— ¿A qué te refieres?

 

— La historia cuenta que el sirviente adoraba cocinar y era muy bueno en ello. Así que, la forma de elegir a la líder cada año, es que las aspirantes preparen un festín para toda la escuela.- La que prepare el mejor platillo, gana el puesto.- Contó Najma, sorprendiendo a Jamil.- Sus estudiantes son conocidas por ser excelentes cocineras, además de alumnas prodigio en la elaborar de pociones y comida encantada. La líder tiene bajo su custodia el frasco que contiene la pócima que el sirviente robó a la alquimista que intentó asesinar al príncipe. Aunque, tampoco se sabe bien qué hace o qué tan poderoso es, pero se cree que incrementa el poder mágico y otorga belleza y juventud a quien lo posee.

 

— Deben ser maestras de la cocina para preparar solas comida para toda la escuela.

 

— En realidad pueden recibir ayuda de sus compañeras de dormitorio y también de otros dormitorios. No va contra las reglas de la competencia.- Aclaró la menor.- Las alumnas de Kindstorge también son conocidas por su bondad y camaradería, así que no es raro que varias se ofrezcan a ayudar, especialmente las estudiantes de Llamarage. Las únicas reglas son que no se permite el uso de magia al elaborar los platillos, no se pueden repetir platillos, y deben usar únicamente recetas creadas por las concursantes.

 

— Suena interesante, incluso divertido si lo explicas así.

 

— Lo es.- Rió Najma.- Todas ansían el segundo día de clases solo por ese banquete.

 

— Espero que no hayas olvidado tus modales en la mesa.- Sonrió Jamil de lado.

 

Najma solo rió. Jamil suspiró, manteniendo su sonrisa. Podía apostar lo que fuera a qué Najma terminó probando todo lo preparado por las chicas, y repitiendo tantas veces como pudo.

 

— En fin. ¿Seguimos?

 

Jamil asintió.

 

— Junglereing, fue fundado en la fuerza del rey de los monos. Tienen un método similar a Swordheart.- Narró Najma.- Quién quiera el puesto, debe desafiar a la líder. El dormitorio está rodeado de una espesa jungla mágica, y la líder tiene en su poder la venda que la esposa del rey de los monos usó para curarlo cuando fue herido por los cazadores.- Añadió.- El desafío consiste en una persecución entre los árboles, simulando la lucha entre el cazador y el rey de los monos. Si la retadora consigue quitarle la venda del brazo, antes de que la líder vuelva al dormitorio, gana el puesto.

 

— ¿Una persecución entre los árboles?

 

— No te preocupes. Las chicas de Junglereing son bastante fuertes, destacan demasiado en competencias deportivas.- Explicó Najma.- Además, si llegaran a caer, las lianas de los árboles formarían una red para atraparlas. La retadora solo quedaría descalificada de la competencia, pero nada más.

 

— ¿Y qué clase de poder tiene la reliquia de ese dormitorio?

 

— No es tan impresionante como el corazón de Te Fiti, pero es bastante útil. Le otorga mayor destreza y fuerza física a su portadora, además, puede curar cualquier herida o lesión al ser colocada.- Respondió la joven.- Mejor que pasar días en la enfermería.

 

Jamil asintió. Era un artefacto mágicos útil, pero por suerte no tan peligroso.

 

— El siguiente es Fairitale, mi dormitorio.- Sonrió Najma, señalando la estatua siguiente.- Fundado en el ingenio del rey de Neverland. Tenemos el método más seguro para elegir líder. Cada año, quienes desean el puesto, se postulan, y el resto de estudiantes votan por su favorita.

 

— Así que eligen a su líder con una votación.- Señaló Jamil.- Demasiado tranquilo para un dormitorio lleno de chicas como tú. ¿Cuál es el truco?

 

Najma no ocultó su risa al ver a Jamil cruzar los brazos. No se había equivocado.

 

— Bien. Me atrapaste.- Rió la chica.- Todo está permitido para obtener votos. Desde reunir un equipo de campaña, hasta organizar fiestas o dar regalos.- Añadió, notando como Jamil endurecía su mirada.- No me mires así. La única regla es no sabotear a las demás candidatas de ninguna forma, así que sigue siendo una competencia limpia.

 

— ¿Y qué clase de reliquia deben custodiar si ganan?

 

— La flauta del rey de Neverland.- Respondió Najma.- Otorga a su portadora la capacidad de volar sin necesidad de una escoba, además de hacer volar a otros solo tocando una melodía. También puede hacer dormir incluso a bestias salvajes, y causar hipnosis.

 

Al escuchar la descripción de tal objeto, Jamil sintió de nuevo el miedo invadirlo. Si alguien conseguía robar esa flauta, o si la portadora entraba en Overblot, sería difícil detenerlo.

 

Solo imaginar ese escenario, con su hermana indefensa ante una amenaza como esa, le helaba la sangre.

 

— Jamil, no va a pasar nada.- Cómo si le hubiera leído el pensamiento, dijo Najma, tomándole la mano.- Esas reliquias han estado aquí desde la fundación de cada dormitorio, y nunca ha ocurrido nada grave. Todas las líderes son muy responsables.

 

Jamil suspiró y asintió. Era mejor no decir nada, no quería que su hermana supiera lo que había pasado en NRC.

 

— Mejor hablame del último dormitorio.

 

Najma asintió, volviendo a sonreír.

 

— Snowbell, fundado en la determinación de la reina de la nieve.- Tienen un método similar a Sunsetstar y Llamarage. La líder y vicelíder nunca son del mismo grado, la líder siempre es al menos un año mayor, y mantiene su puesto hasta graduarse. Entonces la vicelíder se convierte en líder, y elige a quién muestra mayor determinación como vicelíder.- Explicó.- Tal y como la reina de la nieve heredó dejó el trono de su reino a su hermana menor, para convertirse en la reina de los espíritus de la nieve.

 

— ¿Qué reliquia deben custodiar?

 

— El cristal de hielo creado por la reina de la nieve.- Respondió.- Es la única reliquia que es portada tanto por la líder, como por la vicelíder, y nadie más que ellas sabe quién lo tiene cada día.- Añadió.- Es capaz de otorgar a su portador el poder de generar y controlar el hielo y la nieve a voluntad, incluso de crear criaturas y darles vida, tal y como la reina de la nieve.

 

Jamil suspiró y asintió, dispuesto a continuar el camino. Era mejor no pensar demasiado en lo peligrosos que eran esos objetos y lo que podría ocurrir si caían en manos equivocadas, o terminaría sacando a Najma arrastrando de ahí... Aunque definitivamente tendría un ojo encima de esa academia de magia.

 

Najma continuó mostrándole toda la escuela, hablando sin parar sobre todo lo que había ocurrido en todo el tiempo que llevaban separados. Tal y como esperaba de su hermana.

 

— Te dije que lograrías entrar a esta escuela.- Le sonrió Jamil, palmeandole el hombro.

 

— Lo sé. Aunque, sin la ayuda de Kalim, quizás no habría sido posible.

 

Esa información hizo a Jamil arquear una ceja y preguntar por una explicación. Najma desvió la vista y comenzó a jugar con sus dedos. Jamil reconoció esas señales al instante. Algo le estaba ocultando.

 

— ¿Qué tiene que ver Kalim en todo esto?

 

— Él le pidió al señor Asim que me permitiera venir.- Confesó tras un suspiro.- Sabes cómo es, Jamil. Es un buen chico, muy lindo, dulce y amable...

 

Jamil sabía que sus gestos lo delatarían, pero no pudo controlar la forma en que sus ojos se abrieron y su mandíbula se tensó ante la forma de Najma para referirse a Kalim.

 

Definitivamente, muchas cosas habían ocurrido durante ese año.

 

— Bien. Me atrapaste otra vez.- Suspiró su hermana.- Yo... Bueno, nosotros...

 

— Por favor dime que no es lo que estoy pensando.- Murmuró, casi rogando.

 

— Sí es lo que estás pensando.- Reafirmó Najma.- Estamos juntos.

 

Apenas esas palabras salieron de su boca, Jamil sintió como si un fuerte y agudo silbido le taladrara los oídos, y su corazón se hubiera detenido de golpe.

 

¿Najma, su pequeña y adorada hermana, y Kalim, juntos?

 

¿Cómo había pasado eso?, ¿qué iba a pasar con Najma en el futuro?, ¿qué debía hacer?

 

— Jamil, está bien.- Le dijo su hermana, tomándole las manos para regresarlo al presente.- No sé cómo pasó, pero de verdad lo amo, y él a mí.

 

— Najma, sabes lo difícil que es todo este asunto...

 

— Lo sé.- Interrumpió.- Pero por favor, confía en Kalim y en mí. Muchas cosas han cambiado desde que te fuiste.

 

¿Qué pudo haber cambiado en Kalim? Lo había visto un par de veces en los eventos a los que debió asistir al lado de Leona, y a sus ojos, Kalim seguía siendo el mismo chico torpe y despistado de toda la vida. ¿Cómo iba a confiarle a él la seguridad y el futuro de su hermana?

 

— Jamil, desde que te fuiste, y yo recibí la invitación a Starry Night Academy, Kalim se negó a tener otro sirviente personal.- Le contó Najma, mientras continuaban su andar.- Ha pasado todo este tiempo aprendiendo a hacer las cosas por su cuenta, y ha mejorado bastante.

 

— Najma...

 

— Por favor, Jamil. Dale al menos una oportunidad.

 

— Najma, los dos sabemos cómo es Kalim y esa familia.

 

— Sí, y sabemos que Kalim es diferente a ellos.- Argumentó la chica.- Igual que Leona es diferente al resto de la nobleza de Sunset Savana.

 

Jamil se quedó sin palabras frente a esa sentencia.

 

Aún tenía algo de resentimiento hacia Kalim, pero, tras su convivencia con Leona en todo ese tiempo, podía notar algunas similitudes. Quizás Najma tenía un punto, pero seguía sin confiar en el heredero de la familia Asim.

 

— Ya no eres una niña, ni estoy cerca de ti para impedir que hagas lo que decidas.- Suspiró el mayor.- Así que, por favor, ten cuidado con tus decisiones. No quiero que hagas algo de lo que te arrepientas.

 

— No te preocupes.- Repitió, sonriendo suavemente.- Me enseñaste a cuidarme sola.

 

— Lo sé. Pero sabes dónde encontrarme si tienes problemas, y parece que también tienes a Leona de tu lado.

 

— Lo sé.- Respondió.- Y tu esposo también es agradable... Por cierto, quizás deberíamos ir a buscarlo.

 

Jamil aceptó, y ambos caminaron por el campus en busca del rey.

 


 

La búsqueda duró unos cuantos minutos, hasta que dieron con Leona al lado de la directora, rodeados por varias jóvenes estudiantes.

 

Apenas vió a Jamil, el semblante de Leona pareció pasar del temor y la incomodidad al alivio absoluto.

 

— Señoritas, comportense, por favor.- Repitió la directora de nuevo.- Este tipo de actitudes no son propias de una dama.

 

— Lo siento, chicas, son demasiado jóvenes y, sobre todo, yo estoy casado.- Dijo Leona, mintiendo una sonrisa de lado, antes de avanzar entre las estudiantes y llegar hasta Jamil.- Hola de nuevo, "cariño".

 

Al verlo, las jóvenes se aclararon la garganta y no tardaron en hacer una leve reverencia. Jamil se esforzó en contener un suspiró de cansancio, y se limitó a sonreír cortésmente.

 

— Hola, "cariño".- Respondió a Leona, dejando un beso en su mejilla.- ¿Me perdí de algo?

 

— Por favor disculpen las molestias, Majestades.- Habló la directora, haciendo una leve reverencia.- Las jóvenes del club de baile están preparándose para una presentación, y cometieron la imprudencia de pedirle al rey Leona-sama que les ayudara.

 

— No se preocupe.- Negó Jamil con una pequeña sonrisa.- Aunque, debo confesar que Leona no es tan fanático del baile.

 

— Eso intenté explicar, "cariño".- Sonrió Leona, rodeándole los hombros.- Pero tú sí tienes bastante experiencia en este tipo de deportes. ¿Por qué no les das una mano?

 

Esa sugerencia fue suficiente para que toda la atención previamente dirigida a Leona, se centrara en él...

 

Al verse rodeado, notó la sonrisa burlona de Leona, así como la risita de Najma.

 

Si así iba a ser, resolvería eso, y luego enviaría a Leona a dormir a la bañera por arrojarlo bajo el autobús.

 


 

Antes de que lo notara, estaba en el enorme salón de baile, casi tan imponente como el de Pomefiore, con ropas ligeras, un cinturón de pedrería en sus caderas, un velo cubriéndole la nariz y la boca, y sosteniendo uno más grande con sus manos, enseñándole a un grupo de estudiantes una coreografía de nivel avanzado.

 

Si había conseguido llenar las expectativas de Vil Schoenheit en el VDC, definitivamente podía con esto.

 

Por suerte, las chicas parecían tener algo de experiencia, además de destreza y disposición a escuchar. Solo tuvo que corregir la postura de algunas, darles algunos ejercicios para darle mayor soltura a la cadera a otras, y mostrarle la forma correcta de mover los brazos a otras. Nada que requiriera demasiado esfuerzo, antes de hacer un ensayo general.

 

— Lo están haciendo bien.- Les dijo a las jóvenes con una suave sonrisa.- Solo recuerden sonreír, y sigan el ritmo de la música.

 

Las chicas asintieron y le agradecieron por su ayuda, antes de comenzar el último ensayo frente a la directora, y el pequeño público que se había reunido, atraídas por la música.

 

Al salir, dirigiendo a sus improvisadas discípulas, moviendo las caderas y girando sobre sus talones al compás de la música, notó a Leona al lado de Najma en primera fila, sonriéndole como siempre solía hacer para alentarlo.

 

De nuevo había roto las reglas y protocolos, pero ya no le importaba tanto como la primera vez. De verdad estaba disfrutando ese momento, sintiendo la embriagadora emoción de la adrenalina y la libertad recorriendo su sistema con cada movimiento.

 

Totalmente ajeno a la forma en que Leona se sentía casi hipnotizado, incapaz de quitarle la vista de encima.

 

Ya sabía que Jamil dominaba varios tipos de baile, y verlo danzar era un verdadero deleite visual. Pero esto era un nivel muy diferente.

 

Quizás era la colorida ropa, con las ligeras transparencias, remarcando su esbelta silueta, o tal vez el hecho de dejar su pecho descubierto, quizás el brillo de las joyas de utilería, o tal vez el movimiento de los velos, quizás el fluido pero firme movimiento de sus caderas y la forma en que hacía al cinturón que las rodeaba sonar y moverse...

 

No lo sabía. Lo único que sabía era que no podía dejar de mirarlo, sintiendo cómo poco a poco su sangre se concentraba en sus mejillas. Hasta que el cese de la música y los aplausos de todas las mujeres a su alrededor, lo sacaron de su pequeño trance.

 

Esperando no haber sido descubierto, se unió al coro de aplausos, sonriéndole a Jamil cuando sintió esa mirada ebano sobre él, antes de retirarse de vuelta a los vestidores, detrás de las demás bailarinas.

 

Por el rey de las bestias, ¿qué demonios acababa de pasar?

 


 

Jamil volvió a su lado unos minutos después, por suerte, con la ropa que había llevado de casa, aún con una sonrisa de satisfacción en sus labios.

 

— Vaya que eres un gran maestro.

 

— Ellas ya tenían bastante talento.- Negó Jamil con una sonrisa, mientras Leona dejaba un beso en su mejilla.- Solo afiné algunos detalles.

 

— Creo que ahora entiendo a las aves hembras.- Rió Leona, rodeándole los hombros.- Y creo que voy a aceptar el cortejo, el apareamiento y todo.

 

— ¡Leona!

 

Al observar cómo el rostro de Jamil se coloreó de rojo en un instante, reclamándole, Leona soltó una descarada risa, secundado por Najma, que aún permanecía cerca.

 

— Solo bromeo, "cariño".- Rió el rey.

 

— Vaya bromas...

 

— Me agrada tu esposo, Jamil.- Rió Najma, palmeandole el hombro.- Al menos estoy segura de que no permitirá que te pases toda la vida amargandote.

 

— Por supuesto que no, "cuñada".- Bromeó Leona.- Siempre me aseguro de hacerlo reír, ¿verdad, Jami?

 

— Como no tienes idea...- Bufó Jamil, cruzándose de brazos.- Y parece que ustedes dos harían una gran dupla colmando mi paciencia.

 

Leona y Najma intercambiaron una mirada, antes de sonreír y encogerse de hombros.

 

Jamil suspiró con resignación. Menos mal que esos dos solo podrían unir fuerzas un par de veces al año para crisparle los nervios.

Chapter 18: Hoja en blanco

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Parecía que había pasado solo un día desde que comenzó su último año en NRC, y ahora estaba oficialmente graduado, e integrado por completo a la vida de rey consorte.

 

Por suerte, la rutina que había construido con Leona y Cheka durante el año que llevaban viviendo juntos, había dado resultados fructíferos, y por fin haber concluido sus estudios, junto al comienzo de las vacaciones por fin de curso, disminuyó su carga de responsabilidades.

 

A pesar de encontrarse de vacaciones, aún debía levantarse temprano para alistarse y cumplir con sus obligaciones, desde acompañar a Leona en el desayuno, hasta despertar a Cheka y comer junto a él. Sin olvidar, por supuesto, cuando Leona solicitaba su presencia en las reuniones con la corte.

 

El resto del día se dividía entre el almuerzo con Leona y Cheka, entrenar con Cheka para enseñarle a controlar su magia, de vez en cuando ir a los barrios bajos de la ciudad y permitirle al pequeño príncipe jugar con sus amigos, mientras él se ocupaba de reunir datos que Leona le solicitaba para el diseño de sus proyectos de ayuda y mejora social, algunas veces llamar a Najma para hablar un poco sobre sus vidas, verificar que todo marchase en orden dentro del palacio, y cenar todos juntos para finalizar el día.

 

Quizás podría resultar abrumador para algunos, pero él ya había logrado adaptarse a esa vida. Incluso había tomado cierto aprecio por ella.

 

Durante uno de esos tranquilos días, después del desayuno, Kifaji apareció ante él con una carta dirigida a él.

 

— Gracias, Kifaji-san.- Agradeció con una leve reverencia al chambelán, tras recibir el sobre.

 

— Por supuesto, Jamil-sama.- Asintió el anciano.- Con su permiso.

 

Jamil asintió, y Kifaji se retiró, dejándolo a solas en la sala del palacio.

 

La carta no tenía un remitente, pero no lo necesitaba. Reconocería esa caligrafía dónde fuera.

 

Iago...

 

Dudó si era buena idea siquiera abrir el sobre. Por un momento consideró simplemente desecharlo, pero algo le insistía en mirar el contenido.

 

Al final, decidió abrir el sobre y extraer la carta para leer la hoja en su interior. Aunque no tenía idea de qué podría tratarse.

 

"Mi queridísimo Jamil:

 

Espero que esta carta te encuentre en excelentes condiciones, y que tu día esté lleno de alegría y júbilo.

 

El motivo para hacerte llegar esta correspondencia, es invitarte al corazón de Sunrise City para hablar de los viejos tiempos y aclarar las cosas que ocurrieron entre nosotros. En verdad, tu amistad y camaradería fueron de gran valor para mí, y me gustaría al menos hacer el intento de conseguirlos de vuelta.

 

Por supuesto, no estás obligado de ninguna manera a aceptar mi invitación, y tienes mi palabra de que no hay ningún asunto político de por medio, pero realmente apreciaría verte una vez más.

 

Si decides honrarme con tu presencia, podrás encontrarme el día de hoy en la fuente en el centro de Sunrise City, a las 15:00 hrs.

 

Con todo mi cariño.

Iago."

 

Tuvo que leer y releer esa carta una y otra vez, incapaz de creer semejante desfachatez, incluso de alguien como Iago.

 

Iago había sido demasiado insistente desde que se reencontraron, pero esto era el colmo del descaro...

 

Sabía que estaba casado, y aún si su matrimonio era una mentira, tenía una imagen que sostener, una fachada que mantener frente a todos. Nadie debía descubrir el plan de Leona, o todo se vendría abajo.

 

Después de todo, ¿qué dirían si vieran al esposo del rey de Sunset Savana, paseando con uno de los visires más cercanos al sultán de las Arenas Escaldantes? Solo imaginar tal escándalo le daba dolor de cabeza.

 

Era una estupidez desde cualquier punto de vista. Así que simplemente arrugó la hoja junto con el sobre y las guardó entre sus ropas. Le diría más tarde a Leona sobre la carta, solo para evitar algún malentendido, pero ni muerto iría a ese encuentro.

 


 

El resto del día había transcurrido con la normalidad esperada. Leona apareció justo a tiempo para la hora del almuerzo, igual que Cheka.

 

Como siempre, Jamil terminó ayudando a colocar los platos, siendo imitado por Cheka con algo de torpeza, y también por Leona.

 

El pequeño príncipe no dejó de hablar durante toda la comida sobre el manejo que había ganado sobre su magia, lo emocionado que estaba por ir a visitar a sus amigos de la ciudad, y cómo ansiaba volver a la escuela para mostrar su progreso a sus profesores.

 

Leona y Jamil le escuchaban con atención, sonriéndole y dándole una palmadita en el hombro, alentándolo y prometiendole ir de visita pronto a los barrios de Sunrise City.

 

Al terminar, Cheka se encargó de recoger sus propios platos y cubiertos— un pequeño hábito inculcado por Jamil—, y luego de agradecer por la comida, se levantó de su asiento y fue a lavarse las manos. Su tutora llegaría en poco tiempo y debía estar listo para su clase semanal de magia.

 

— ¿Todo el orden?- Preguntó Leona en cuanto se aseguró de que estuvieran solos.- Estás algo inquieto hoy.

 

— No es nada.- Respondió Jamil, extrayendo la carta de su bolsillo, para dejarla sobre la mesa, captando la atención de Leona.- Esto llegó en la mañana, y no me sentó muy bien.

 

Leona tomó la hoja arrugada, y la leyó en silencio, pasando de la curiosidad a la burla, hasta terminar riéndose.

 

— Vaya que este tipo no sabe cuándo rendirse.

 

— No me digas...- Bufó Jamil, rodando los ojos.

 

— ¿Por qué no vas a verlo?

 

— ¿Enloqueciste acaso?- Preguntó Jamil en un murmullo, deseando que nadie los escuchara.- ¿Tienes idea de lo que podría pasar si alguien de la corte o de la familia real de las Arenas Escaldantes se entera de algo así?

 

Leona se estiró en la silla y soltó un largo bostezo, dejando la hoja de nuevo sobre la mesa, antes de responder.

 

— Que estés casado conmigo, no significa que no puedas tener una vida propia.- Replicó, antes de mostrar una pequeña sonrisa con un toque de perversidad que Jamil conocía bien.- Además, puede que sea una buena oportunidad para que puedas patear su trasero emplumado y deshacerte de esa molestia roja de una vez por todas.

 

— Leona...

 

— Oh, vamos. No seas modesto, "cariño".- Rió el mayor.- Sé que podrías barrer el suelo con esa grabadora andante si quisieras.

 

— Ni siquiera en su graduación lo abofeteé, ¿qué te hace creer que lo haría ahora?

 

Leona no respondió con palabras, pero su mirada y su sonrisa lo hicieron por él.

 

Jamil soltó un pesado suspiro y negó con la cabeza.

 

— No pierdes nada yendo a verlo.- Insistió el rey.- Si sus disculpas siguen sin convencerte, puedes darle una patada y decirle que se vaya al demonio.

 

— No tengo razón alguna para ir, Leona.

 

— Yo creo que sí.

 

Esa declaración hizo a Jamil alzar la vista, observando a Leona con intriga.

 

— Repites todo el tiempo que ya no te importa ese asunto, ni ese tipo. Pero los dos sabemos que hay muchas cosas que nunca dijiste y muchas preguntas para las que jamás obtuviste respuesta, y en el fondo, todo eso te duele todavía.- Explicó Leona.- Tómalo como una oportunidad del destino para por fin cerrar ese capítulo amargo.

 

— No lo sé, Leona.- Admitió con un pesado suspiro.

 

Leona se levantó de su asiento, y se acercó hasta él, sujetándole suavemente los hombros, inclinándose para susurrarle cerca del oído.

 

— Hay oportunidades que solo se presentan una vez en la vida.- Susurró.- Pero, si se vuelve demasiado insoportable, llámame y enviaré a la guardia del atardecer en tu rescate.

 

Jamil desvió por un momento la vista, aclarandose la garganta con rapidez, mientras rogaba en silencio que Leona no se diera cuenta del revuelo que esa cercanía le causó.

 

— Eres todo un caballero...- Bromeó, en un intento de desviar la atención.

 

— Por supuesto que lo soy, "cariño".- Le siguió Leona el juego.- No quiero que mi "cuñada" se enfade conmigo por no tratar bien a su hermano.

 

— Los dos son tan considerados...

 

Ambos terminaron riendo, antes de levantarse de la mesa y acudir a sus respectivas actividades. Leona de vuelta a los asuntos que requerían su atención, y Jamil a alistarse para salir del palacio.

 

No podía creer que estaba a punto de hacer semejante locura...

 


 

A bordo del auto que Leona le había entregado personalmente para acudir a esa cita, llegó a la fuente, en el corazón de Sunset Savana, y ahí estaba el remitente de la invitación, aguardando por él.

 

— Jamil.- Mencionó su nombre con una brillante sonrisa, levantándose de inmediato para saludarlo.

 

— ¿Qué quieres, Iago?- Preguntó directamente, cruzando los brazos sobre el pecho, rechazando el saludo.

 

— Sé que te debo muchas explicaciones, Jamil.

 

— Dame una razón por la que necesito escucharlas en este punto.- Replicó.- Solo vine porque no quiero poner en riesgo el tratado entre Sunset Savana y las Arenas Escaldantes.

 

— Oh, Jamil. Ya te dije que esto es algo absolutamente personal.- Repitió el pelirrojo con calma.- No hay ningún asunto político de por medio.

 

— Discúlpame por no confiar en tu palabra.- Señaló el rey consorte con una mirada afilada.

 

— Y tienes motivos para hacerlo.- Suspiró el mayor.- Lo sé.

 

Jamil no dijo nada, manteniendo su postura.

 

— ¿Puedes dejarme llevarte a dar un pequeño paseo?

 

— No quiero causar rumores sobre mi matrimonio, así que te agradecería que esto se manejara con discreción.

 

— No te preocupes por eso. Renté un auto que puede brindar la privacidad necesaria.- Replicó.- Por favor. Tómalo como una compensación por todo lo que pasó.

 

Jamil de nuevo dudó, pero terminó aceptando, algo intrigado por lo que pudiera estar planeando Iago. Sabía que podía protegerse por su cuenta, pero sin duda mantendría su teléfono cerca, e informando a Leona sobre su ubicación, tal y como habían acordado.

 

— Por cierto, te traje unos dátiles.- Dijo Iago, mientras viajaban por las calles, señalando una caja cuidadosamente decorada sobre el tablero, frente a Jamil.- Siempre fueron tus favoritos.

 

— Gracias, pero tengo suficientes en el palacio.- Respondió, sin siquiera mirar la caja.- Leona se encarga de mantener un frasco lleno de ellos.

 

— Así que no es tan imbécil después de todo...

 

Jamil frunció el ceño con enojo, apretando los puños en un reflejo inconsciente. No entendía el motivo, pero esas palabras lo hicieron enfadar más de lo que esperaba.

 

— Ten cuidado en cómo te expresas, Iago.- Siseó, mirando de reojo al conductor.- Recuerda que es del rey de Sunset Savana de quién hablas.

 

— Eso lo sé, Jamil. Pero los dos sabemos cómo es Leona Kingscholar, ¿no es así?

 

Jamil se quedó callado por unos segundos. Sabía mejor que nadie cómo era Iago. Sabía que podía engañar a todos y hacerles creer lo que él quisiera. Y sabía también que debía cuidar no solo sus palabras, sino también sus movimientos, y hasta el más mínimo gesto ante él.

 

— No. No lo sabes.- Dijo finalmente, mostrando una sonrisa confiada.- Estoy seguro de que no tienes la menor idea de cómo es mi esposo.

 

— ¿No la tengo?- Replicó Iago, con una risa ahogada.- Conviví con él cuatro años en NRC, incluso compartimos clases por unos años. Creo que sé lo suficiente.

 

— ¿Ah, sí?- Retó Jamil.- Dime entonces cómo es, según tu perspectiva.

 

— Inteligente, lo admito. Pero un completo idiota caprichoso, arrogante y manipulador.- Respondió.- Pasa todo el día repitiendo que no le importa lo que piensen los demás, pero lo repite tantas veces, que sin duda, le debe importar. En el fondo, no es más que un niño berrinchudo, ansioso por recibir atención y cariño, con un ego tan frágil, que desea que lo adoren como a un dios. Por eso cayó tan fácilmente en las mentiras de Ka'al.

 

Jamil apretó los dientes, respirando para tranquilizarse.

 

Si Iago hubiera dicho todas esas cosas hace un par de años, cuando recién interactuó con Leona, quizás habría estado de acuerdo con él. Pero ahora no.

 

No después de haber tratado a Leona, de haber visto más allá de lo que el rey dejaba ver, de haberlo visto en su estado más vulnerable, de conocer cosas sobre él que pocos o nadie más sabía.

 

No. Leona no era el príncipe mimado y caprichoso que muchos creían.

 

— Lamento decirte que estás completamente equivocado respecto a mi esposo.

 

— ¿Lo estoy?

 

— Es verdad que no confía con facilidad en las personas, pero es difícil hacerlo cuando todos te mienten en la cara y te apuñalan por la espalda, ¿no lo crees?- Siseó Jamil.- Al comienzo puede ser algo difícil, pero si logras llegar a su corazón, te dará el amor más sincero que puedas conocer.

 

— Vaya que debe serlo para que tú hables de esa forma.

 

Jamil solo mantuvo su sonrisa y asintió, manteniendo su vista en el frente. Sabía que solo estaba manteniendo las apariencias, pero algo dentro de él sentía que no era una mentira.

 

Bueno, después de todo, de verdad no creía que Leona fuera una mala persona. Fue difícil entenderlo, sin embargo, con el tiempo logró conocerlo de verdad. Leona no era un mal tipo, solo era alguien que había sufrido varias heridas en el pasado, endureciendose para conseguir sobrevivir, pero que en el fondo, seguía siendo alguien noble, cariñoso y leal con su gente.

 

— ¿Recuerdas cómo nos conocimos?

 

— Por desgracia, no puedo olvidarlo ni intentando con todas mis fuerzas.- Resopló Jamil.- Me diste la bienvenida al dormitorio, junto a Kalim, y luego te ofreciste a ayudarme a preparar la cena.

 

— Y tú te negaste, hasta que mencioné que los de cuarto grado éramos los encargados de cocinar la cena para todo el dormitorio cuando nos encontrábamos en NRC. Y la responsabilidad recaía en los de tercero cuando estábamos fuera por las pasantías.- Añadió el pelirrojo con una pequeña sonrisa.- Por cierto, ¿cómo manejó Asim eso?

 

— Me encargué por completo de preparar la cena por casi medio año.- Admitió Jamil.- Después del "incidente" de las vacaciones de invierno, algunos miembros del dormitorio se ofrecieron a ayudar. Así que, les enseñé lo necesario, y todos ayudabamos.

 

— No me sorprende que hayas intentado cargar con todo tú solo.- Suspiró el mayor.- Pero sabía que estabas destinado a la grandeza. Me alegra saber que lograste saltear los obstáculos que Asim te puso.

 

— El único y mayor obstáculo en mi camino no era nadie, más que yo. Y nunca más voy a volver a frenarme.

 

Iago soltó un suave silbido, y luego mostró una pequeña sonrisa. Jamil lo miró de reojo.

 

— Esa frase es nueva en tí. Aunque te queda bastante bien.

 

Iago continuó conduciendo en silencio por unos minutos, hasta que se detuvo en lo que Jamil identificó como una pequeña cafetería artesanal.

 

Intuía qué estaba tratando Iago, y solo soltó un suspiro cansado al verlo bajar, antes de sacar su teléfono y escribirle un mensaje a Leona.

 

Fue una pésima idea venir »

 

« ¿Ya le digo a la guardia del atardecer que fuiste secuestrado por un malévolo loro y los envío a rescatarte?

 

Muy gracioso...»

Pero podría considerarlo »

 

« Tú ordenas, "cariño"

 

Tras leer ese mensaje, guardó de nuevo su teléfono, justo cuando Iago regresó con dos vasos de café.

 

— ¿Aún practicas la cafeomancia?

 

— Te dije que no creo en estas cosas.- Respondió.- Solo lo aprendí por mi hermana.

 

— Sí, recuerdo que solías mencionar a Najma todo el tiempo. Por cierto, ¿cómo está?

 

— Bien. Está de vacaciones por fin de curso, pasó a segundo grado en Starry Night Academy.

 

— Es una buena escuela, dónde se han formado excelentes magas, incluso reinas. Pero algo peligrosa si me lo preguntas.- Expresó con tranquilidad.- Ya sabes. Las reliquias de los nueve revolucionarios y lo poderosas que son...

 

— Ya lo sé. Ella me habló de eso cuando la visité, junto con Leona, hace un mes.

 

— Solo espero que Najma no te haya mentido para evitar ponerte nervioso.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

Iago tarareó por unos segundos, dejando el café en los portavasos del auto. Jamil no le quitó los ojos de encima, casi pareciendo que iba a usar el susurro de serpiente con él si no hablaba.

 

— Tienen el corazón de Te Fiti, capaz de crear islas, controlar tormentas y ciclones, abrir el océano, incluso de causar la erupción de volcanes. El cristal de hielo de la reina de la nieve, capaz de controlar el frío a voluntad, al punto de incluso crear vida con él. La rosa mágica del príncipe bestia, capaz de otorgar un poder descomunal a quien la posea... Esas son las tres reliquias más peligrosas.

 

— ¿Cómo sabes cuál es el poder de la rosa?- Inquirió Jamil.- Se supone que nadie más que las miembros de ese dormitorio lo conocen.

 

— Los secretos caen por su propio peso, Jamil.- Rió Iago, dándole el primer sorbo a su bebida.- Un objeto tan peligroso, que permanece resguardo bajo una cúpula mágica desde hace años, y que no debe salir de Bellerosé bajo ninguna circunstancia, no sería algo que pasaría desapercibido para los departamentos responsables de proteger a las naciones. Especialmente después de que una líder de ese dormitorio entró en Overblot hace cincuenta años, la única vez que la rosa salió de la cúpula y de su dormitorio, y contenerla fue un caos. Lo suficientemente horrible para que se ocultara lo ocurrido, y ahora solo las miembro de ese dormitorio conozcan esa historia.

 

— ¿Cómo descubriste todo eso?

 

— Un mago jamás revela sus trucos, Jamil.

 

Jamil devolvió su mirada al frente y no insistió más. Sabía que Iago tenía sus métodos para obtener información, y sabía que era mejor no indagar en algunas ocasiones.

 

El pelirrojo terminó de beber el café en su vaso, y procedió a centrar su mirada ámbar en el interior del recipiente.

 

Jamil apenas lo miro de reojo, intrigado al verlo sonreír.

 

— ¿Quieres ver?

 

Jamil decidió aceptar, tomando el vaso vacío en sus manos para dar un vistazo.

 

— Hay un ojo, un corazón y una boca en el fondo del vaso.- Mencionó Jamil.- Siempre fuiste alguien con un gran sentido del honor, muy intuitivo y perspicaz. Llegó el amor a tu vida, y siempre existió el diálogo, aunque la mayoría fueron solo mentiras.

 

Iago permaneció en silencio, escuchando la lectura.

 

— Hay un abanico y una serpiente en las paredes.- Continuó Jamil.- Indica un encuentro con un ser amado, pero también una traición y mucha inseguridad y pesar.

 

De nuevo, no hubo respuesta, y Jamil continuó.

 

— En los bordes hay un abanico, una corona, una espada y una puerta.- Dijo, tras observar las figuras.- Indica que habrá un encuentro con un ser amado, pero también llegará el momento de actuar con serenidad y valor, y eso traerá muchos cambios.

 

— Creo que oficialmente, el alumno superó al maestro.- Le sonrió Iago, recibiendo de vuelta el vaso.- Parece que fue ayer cuando nos quedábamos despiertos hasta la madrugada repasando los significados de los diferentes símbolos en el café y practicando las lecturas.

 

— Al menos en eso no me mentiste.

 

Iago soltó un suspiro, y dejó el vaso vacío en el portavasos, antes de encender el vehículo y ponerlo en marcha de nuevo.

 

— Te compré un té de jazmín.- Mencionó, mientras conducía.- Ya sé que detestas el café.

 

— Gracias, pero por ahora no me apetece.

 

— Está bien. Puedes beberlo cuando quieras.- Respondió el pelirrojo.- Está recién hecho, con base de té blanco, endulzado con dos cucharadas de miel de abeja 100% pura. Como te gusta.

 

Jamil solo asintió en agradecimiento, sin siquiera girar la vista. Comenzaba a cuestionarse seriamente porqué escuchó a Leona y fue ahí. Ahora ningún "cierre" parecía valer la pena.

 

— ¿Aún sigues jugando baloncesto?

 

— Ayudar a dirigir un país, un palacio y criar a un niño, no es sencillo. Casi no tengo tiempo libre, pero de vez en cuando le enseño a mi sobrino algunos trucos.

 

— ¿Pasa lo mismo con el break dance?

 

— Sí.- Respondió cortante Jamil, entendiendo que Iago se refería al vídeo de la fiesta de Halloween.

 

— Me alegra saber que no los has dejado. Eres realmente bueno en esas cosas.- Mencionó Iago con una sonrisa.- Verte bailar era todo un espectáculo visual, y en la cancha no tenías rival.

 

Jamil no respondió, solo se removió un poco en su asiento, incómodo por recordar todo lo ocurrido aquellos días que ahora parecían tan lejanos.

 

— Ya sé que arruiné todo, Jamil.- Murmuró Iago con pesar.- Debí decirte la verdad antes, o haber insistido más luego de graduarme, en vez de solo esperar a que volvieras algún día.- Añadió.- Cuando supe que te casabas... Fue un golpe duro. Ni siquiera quise asistir acompañando al sultán. No podría soportar verte al lado de otro hombre.

 

— ¿Y qué querías que hiciera, Iago?- Preguntó Jamil, mirándolo.- ¿Que me tirara a llorar por tí?, ¿que me arrastrara y te siguiera como un perro adiestrado?, ¿que detuviera mi vida por ti?

 

Iago se quedó en silencio, pero Jamil aún tenía mucho que decir.

 

— ¿Que esperabas lograr en la fiesta de coronación en el Reino de las rosas?, ¿querías que me lanzara de vuelta a tus brazos, te dijera que todo estaba bien, y que huyeramos juntos?- Continuó Jamil con su interrogatorio.- ¿Qué esperabas conseguir siguiéndome a todos lados mientras estuve en la finca Ababua?, ¿que cediera a tus intentos de revivir recuerdos del pasado?, ¿que te permitiera meterte en mi cama?, ¿que dejara a mi esposo por tí?... ¿Qué pretendes ahora, Iago?

 

Jamil se percató de que estaban saliendo de la capital, avanzando por los acantilados que, con los rayos del atardecer, le daban un toque único a esos páramos.

 

Iago detuvo el auto y bajó de él, para recargarse sobre el cofre para mirar la puesta de sol, tras invitarlo a hacer lo mismo. Jamil accedió, luego de enviarle otro mensaje a Leona para decirle donde estaba, deseando terminar con eso de una vez.

 

— Los atardeceres aquí son bellísimos, ¿no lo crees?

 

— Supongo.

 

— O quizás solo es que tengo muy buenos recuerdos bajo un atardecer.

 

Jamil levantó una ceja, mirándolo confundido.

 

— La primera vez que te besé, estábamos solo nosotros dos en el gimnasio, y los rayos del atardecer se colaban por la ventana.- Explicó, sonriendo con melancolía.- También, la mayoría de veces que te ayudé a practicar alguna coreografía, fueron bajo un atardecer.

 

— No sé si debería sorprenderme o aterrarme que recuerdes tantos detalles.- Replicó Jamil, sin un atisbo de felicidad en su rostro.

 

— Sé que nada va a cambiar lo que pasó, Jamil.- Mencionó Iago, girando lo suficiente para verlo a los ojos.- Jamás fue mi intención hacerte daño, pero sé que me equivoqué y te lastimé al mentirte de esa forma. Solo espero que puedas perdonarme.

 

Jamil se mordió los labios, sintiéndose traicionado por sus propias emociones. Había tantas cosas que calló en su momento, y que creía olvidadas, pero ahora resurgían...

 

— ¿Y crees que fue fácil para mí, Iago?- Murmuró, sintiendo un nudo en la garganta.- Confié en tí, te dije cosas que jamás le había dicho a nadie, te amé como jamás imaginé que amaría a alguien, pensé que de verdad me amabas...- Añadió, sintiendo cómo la tristeza poco a poco era reemplazada por la rabia, mientras miraba a su interlocutor.- Solo para darme cuenta de que todo fue mentira.

 

— No es así, Jamil.- Negó Iago, tomándole la mano para hacerlo mirarlo a los ojos.- Desde que puedo recordar, fui entrenado para mentir tantas veces como fuera necesario, para aparentar, para actuar, para fingir... Tú eres el único al que he amado, eres la única verdad en mi vida. Y ahora no hay día en que no me arrepienta de no haber luchado por tí.

 

— Y si de verdad significaba algo para tí, ¿por qué ni siquiera pensaste en decirme la verdad?, ¿por qué ocultarlo hasta el final?

 

— Sabía lo que pensabas de los estatus, Jamil. Temía que si te decía la verdad, no lo entenderías y solo me dejarías.

 

— Habría sido difícil de asimilar, pero lo habría entendido, Iago.

 

— Lo sé.- Suspiró.- Ahora lo tengo claro gracias a Leona.

 

Jamil solo agachó la mirada y apartó su mano del agarre de Iago.

 

— Ya sé que solo estás actuando, Jamil. Sé que en realidad no lo amas.- Mencionó el joven visir, sobresaltando a Jamil.- Leona me contó todo en la fiesta de compromiso del rey Louis.

 

Jamil se apartó apenas escuchó esa confesión, clavando su mirada en Iago, en una búsqueda desesperada de un ápice de mentira. Pero nada.

 

A cantar en el otro jardín. "Sing like me."- Pronunció Iago el hechizo de su magia única.- Re-play.

 

Jamil sabía que la magia única de Iago tenía dos usos: "Recording", que le permitía recrear cualquier voz o sonido. Y "Re-play", que le permitía guardar cualquier voz o sonido, y reproducirlo después, como si de una grabación se tratase. Y para bien o para mal, las "grabaciones" de Iago tenían un período de expiración de hasta un año.

 

"— ¿Qué harás con la respuesta que te dé?"

 

Escuchó la voz de Leona a través de la boca de Iago.

 

— Solo quiero asegurarme de que estará bien a tu lado.

 

Jamil no sabía qué respuesta iba a obtener, solo sentía como su estómago se retorcía y su corazón comenzaba a acelerarse.

 

"— Puedes quedarte tranquilo, grabadora emplumada."

 

— Entonces, ¿lo amas?

 

"— No lo sé, ¿bien? No sé exactamente qué es lo que siento por él, pero jamás le haría daño. Ahora piérdete y déjame en paz. Y pobre de ti si alguien se entera de esto."

 

Tras escuchar esa confesión, Jamil sintió una inexplicable incomodidad, acompañada de una tenue opresión en el pecho.

 

¿Qué esperaba que Leona respondiera? Solo estaban actuando, al fin y al cabo. Era normal que de vez en cuando todo resultara un poco confuso.

 

— Jamil...- Susurró Iago, alcanzando su mano de nuevo, para mirarlo a los ojos.- Sé que te fallé en el pasado, pero si me das otra oportunidad, te juro que no volveré a fallarte.

 

— ¿De qué estás hablando?

 

— Su matrimonio solo es una mentira, Jamil. No es más que una actuación.- Dijo.- Yo te amo de verdad, y estoy dispuesto a demostrártelo. Solo quiero estar a tu lado otra vez, no me importa si es como un simple amante.

 

Apenas escuchó esa propuesta, Jamil se soltó y se apartó, poniendo distancia entre ambos.

 

— ¿Qué clase de estupideces estás diciendo?- Siseó con enojo.- Jamás haría algo así. Todo lo que alguna vez hubo entre nosotros, se terminó, Iago. Tienes que entenderlo de una vez.

 

— ¿Acaso estás enamorado de él, Jamil?

 

— Eso no te incumbe.

 

— ¿Crees que Leona no va a meter un amante al palacio apenas encuentre a alguien que le llame la atención?- Cuestionó el pelirrojo.- No seas ingenuo. Sabes bien que ese tipo de cosas son de lo más común, incluso en países como este.

 

— Eso me da igual. Nada puedo hacer si decide hacer eso.- Replicó el más joven, con una inesperada dificultad para mantener la voz firme.- Pero no voy a ser yo quien tenga un amante y arruine todo.

 

— Creo que fallaste en tu misión, Jamil.- Mencionó Iago con una templanza inhumana.- Te metiste demasiado en tu papel, y terminaste enamorandote de quien solo te ve como un compañero de habitación y una red de seguridad confiable.

 

— ¿Y qué te importa si es así?- Murmuró Jamil.- No sé qué es lo que siento por él, no sé si esto se puede llamar "amor", o solo me estoy aferrando a lo que me permite sobrevivir, como siempre he hecho, ¿bien?- Añadió.- Pero definitivamente no voy a traicionarlo. Así que, si eso era todo lo que querías hablar, ya tienes mi respuesta y es definitiva. Ahora, por favor no vuelvas a buscarme y déjame en paz.

 

Jamil comenzó a alejarse, con la clara intención de marcharse. Prefería volver a pie antes que seguir soportando a Iago.

 

Por suerte, Iago no lo siguió.

 

Y Jamil no notó cómo el más joven visir, favorito del sultán, sujetaba el micrófono, camuflado como un piercing más en la hélice de su oreja.

 

— Buenas noticias, Leona. Parece que te es ciegamente leal después de todo.

 

El rey, que había escuchado todas las conversaciones a través de su teléfono, a bordo de su auto, apretó el volante con fuerza, sin saber cómo reaccionar.

 

Todo había sido un plan de Iago, propuesto tras admitir no estar seguro sobre lo que sentía por Jamil.

 

En el momento, rechazó rotundamente la idea, y Iago no insistió, solo le dejó una tarjeta "por si cambiaba de opinión".

 

No pensó que terminaría aceptando algo así, pero cada día se sentía más confundido cuando de Jamil se trataba, y el viaje a Starry Night Academy fue la gota que derramó el vaso.

 

Después de volver, contactó a Iago y comenzaron a organizar todo lo necesario. Él solo debía convencer a Jamil de responder a la invitación y dejar que Iago se encargara del resto.

 

Ambos ganarían.

 

Iago podría recuperar su amor perdido, o al menos hacer el intento. Y él aclararse la mente.

 

Quizás si escuchaba de Jamil que todo seguía siendo una actuación, todo se aclararía y podría olvidarse de todas esas dudas...

 

Pero ahora, que había escuchado que Jamil estaba tan confundido como él, no sabía qué hacer.

 

— Mejor enciende el auto de una vez.- Escuchó la voz de Iago.- Ya debe estar cerca de tí.

 

Sin decir una sola palabra, finalizó la transmisión, guardó el teléfono y se puso en marcha, intentando calmarse y fingir que todo estaba bien.

 

Y apenas lo consiguió, cuando vio a Jamil.

 

— ¿Necesitas un aventón?

 

— ¿Qué haces aquí?- Preguntó Jamil, sorprendido al verlo.

 

— Tu último mensaje sonaba como un "Creo que estoy en riesgo de muerte. Ven a salvarme rápido."- Bromeó el mayor, logrando contagiar de su sonrisa a Jamil.- Sube. Volvamos a casa.

 

— Mi héroe...- Le siguió Jamil la broma, poniendo los ojos en blanco por un momento, antes de subir al asiento del copiloto.

 

Leona solo soltó una pequeña risa, y en cuanto Jamil estuvo a bordo, dió la vuelta, conduciendo de regreso al palacio.

 

Lo mejor era fingir que nada de eso pasó, y esperar a que el tiempo le diera algo de calma.

Notes:

El título de este capítulo es una referencia a una canción con el mismo nombre. Porque, sinceramente le queda bastante bien a la esencia de lo que pasa aquí, así que eso XD
(La canción está en español, pero si alguien quiere la traducción de la letra al inglés, le puedo pasar una traducción/interpretación que hice)

Chapter 19: Distancia

Chapter Text

El tiempo seguía pasando, y la situación, lentamente cambiaba, y no para mejor.

 

Leona poco a poco comenzó a actuar diferente. Al principio fueron cosas insignificantes, como solicitar con menos frecuencia su presencia en las reuniones con la corte, o que sus conversaciones antes de dormir se volvieran un poco más cortas.

 

Al principio, Jamil no quiso decir nada. Se sentía demasiado confundido para siquiera hacer el intento de hablar ese tema con él, y prefirió solo pasarlos por alto. Pero con el paso de los días, esos cambios fueron haciéndose más y más notorios, hasta el punto que fueron imposibles de seguir ignorando.

 

Sabía bien que existía una muy posible respuesta a todo lo que estaba ocurriendo, y debía confirmar y actuar acordé si era así.

 

Cheka había vuelto a clases, y con la nueva actitud de Leona, él pasaba prácticamente toda la mañana sólo. Tiempo era lo que le sobraba para pensar, pero no importaba, siempre llegaba a la misma respuesta.

 

No podía decirle una sola palabra de eso a Kifaji, ni a Najma, mucho menos a Louis. Todos pensaban que eran una pareja de verdad, no podía hablar con ellos sobre eso. Una sola palabra y todo se iría abajo...

 

Pero, quizás sí había una persona a la que podía recurrir.

 


 

— ¿A qué debo el honor, Majestad?

 

Al verlo tan serio, incapaz de mostrar una sonrisa pequeña, Ruggie supo que algo ocurría. Jamil era alguien serio, pero ahora mismo lucía miserable, como si una nube gris rondara sobre su cabeza.

 

— Jamil, ¿está todo bien?- Insistió, dejando de lado las bromas.

 

Jamil miró de reojo a la zona de juegos en el patio de comidas del centro comercial, verificando que Cheka estuviera entretenido jugando con el resto de niños en los toboganes y el pozo de pelotas.

 

— Jamil, en serio me estás asustando.

 

— Han pasado algunas cosas, Ruggie.- Admitió en un suspiro, mirando la soda en su vaso.

 

Las orejas de hiena se irguieron con curiosidad, y la mirada de Ruggie se posó sobre él. Definitivamente, algo andaba muy mal.

 

— ¿Qué hizo Leona?

 

— ¿Cómo...?

 

— Lo conozco desde hace años, Jamil.- Interrumpió el blondo.- Sé bien cómo es. ¿Qué hizo ahora?

 

Jamil tomó un respiro profundo, y comenzó a contarle a Ruggie lo que estaba sucediendo.

 

— Todo parecía estar bien, pero desde hace unas semanas, empezó a actuar diferente.- Comenzó.- Solíamos hablar durante el desayuno, me pedía que asistiera varias veces a las reuniones con la corte, sabes que incluso me enviaba a reunir información de los barrios bajos, y me preguntaba personalmente por ella, tambien solíamos hablar antes de dormir...- Añadió.- Y ahora, está actuando muy diferente. Es extraño.

 

— ¿Qué quieres decir con "diferente"?

 

— Que ahora no responde más que vocablos durante el desayuno, el almuerzo y la cena. A veces ni siquiera aparece, excusándose con el trabajo, y solo somos Cheka y yo.- Respondió.- La última vez que me llamó para una reunión de la corte fue hace casi dos semanas. Apenas y habla si trato de darle algún informe. A la hora de dormir, luego de contarle un cuento a Cheka, solo se mete a la cama y me ignora por completo...- Añadió.- Es como si de repente mi sola presencia le molestara o incomodara.

 

— Jamil...

 

Ruggie lo miró casi con compasión, antes de ofrecerle un pequeño y corto abrazo. Uno que ni siquiera él sabía que necesitaba, hasta que lo recibió.

 

— Leona siempre ha sido raro. No le des importancia.- Intentó animarlo.- Quizás solo está sobrecargado de responsabilidades o algo así. Dale un tiempo y volverá a la normalidad.

 

— ¿Qué caso tiene ignorar el elefante rosado en la sala, Ruggie?- Cuestionó Jamil.- Los dos sabemos lo que todo esto significa.

 

— ¿Crees que él...?

 

Jamil cerró los ojos, agachó la vista, suspiró, y asintió lentamente.

 

Ruggie, incrédulo, intentaba hallar otra explicación al comportamiento de Leona.

 

— ¿Qué piensas hacer si es el caso?

 

— Lo único que puedo hacer: Hablarlo con él.

 

— Jamil, no quiero ser el abogado del diablo en esta situación, pero ¿de verdad crees que Leona tiene un amante, o siquiera está considerando la posibilidad?

 

— Si es así, no tengo ningún problema, Ruggie. Solo es necesario hablarlo para tomar decisiones inteligentes y mantener la fachada a salvo.- Respondió, mostrando una tranquila sonrisa que Ruggie rápidamente identificó como falsa.- Esto no es más que una mentira, ¿recuerdas? Si encontró a alguien, bien por él. Pero todos estos cambios no van a pasar desapercibidos, y no debemos levantar sospechas ni causar rumores.

 

Ruggie lo miró por unos segundos, mientras le daba un sorbo a su vaso. Conocía a Jamil, sabía cómo era, y no tenía la menor duda de que la sola idea de un amante no le agradaba.

 

— Quizás sea una farsa, pero es una farsa en la que los dos estuvieron de acuerdo, y en la que los dos establecieron reglas.- Argumentó la hiena.- ¿Qué decían esas reglas sobre este tema?

 

Jamil desvió la vista y apretó los labios. Nunca habían hablado sobre lo que harían si aparecía alguien durante su matrimonio.

 

— Por el rey de las bestias...- Murmuró Ruggie con cansancio, tras el silencio de Jamil.- ¿Nunca pensaron que algo así podría pasar?

 

— Está bien, Ruggie.- Aseguró.- Solo estoy algo nervioso de que Cheka, Kifaji o la corte noten la actitud de Leona y comiencen a sospechar. Pero tengo todo bajo control.

 

— Si tú lo dices...

 

Jamil arqueó brevemente la ceja ante las palabras de Ruggie, pero no dijo nada y solo asintió.

 

— ¿Qué tal te va con la universidad?- Preguntó Jamil, intentando cambiar de tema.

 

— Supongo que no puedo quejarme tanto.- Respondió Ruggie, notando el movimiento de Jamil, pero decidiendo ceder.- Tengo un trabajo en la biblioteca durante mis horas libres, y mantengo mi trabajo de medio tiempo. Estoy tratando de conseguir una beca deportiva, pero tendré la respuesta en un mes.

 

— Buena suerte con eso.

 

— Gracias.- Agradeció el rubio.- ¿Qué tal te va con Cheka?

 

— Es un niño bastante dulce.- Admitió Jamil con una sonrisa genuina.- Debo admitir que cuidar de él ha sido más fácil de lo que habría pensado.

 

El resto del tiempo que pasaron juntos almorzando se fue en un parpadeo, hablando de diferentes temas, hasta que fue hora de despedirse y retirarse para volver a sus respectivas actividades.

 


 

Los días parecían volverse cada vez más largos y sofocantes, y era más difícil sobrellevarlos.

 

Al principio intentó ignorar toda la confusión que le trajo haber seguido el plan de Iago, semanas atrás, pronto dejó de funcionar.

 

Cada vez que veía a Jamil, todas esas palabras volvían a su memoria, y la confusión lo invadía.

 

No quería que Jamil se enterara de lo que había hecho, tampoco de todo lo que pasaba por su cabeza cada vez que siquiera sentía el aroma de su perfume en el aire.

 

Tal vez todo era resultado de una reacción psicológica tras pasar tanto tiempo juntos durante más de un año, así que, quizás si mantenía la distancia suficiente por un tiempo, todo volvería a la normalidad.

 

Ahora trataba de hablar lo menos posible durante las comidas, o al menos centrar la mayor parte de su atención en Cheka. También había dejado de solicitar la presencia de Jamil con tanta frecuencia en las reuniones, bajo la excusa de que su esposo estaba algo agobiado por la actitud de varios miembros del parlamento.

 

Sí, claro. Jamil no podía estar más familiarizado con ese tipo de personas, y capacitado para lidiar con ellas sin morir en el intento. Jamil ya había aprendido a lidiar con todos esos viejos buitres. Ahora era él quien no podía evitar sentirse inquieto por la presencia de Jamil.

 

Mudarse a otra habitación, sin duda levantaría muchas sospechas, pero tampoco iba a permitir que alguno de los dos durmiera en el suelo o algo así.

 

La solución que encontró fue, tras contarle a Cheka el cuento para dormir de cada noche, volver a la habitación, y entrar a toda prisa a la ducha, vestirse dentro del baño, y meterse a la cama para pretender dormir. Para cuando Jamil salía del baño, lo encontraba aparentemente "dormido". Aunque nunca era así.

 

Nunca había tenido problemas para dormir, todo lo contrario. Desde niño, especialmente después de la muerte de su madre, dormía todo el tiempo, y lo hacía con suma facilidad. Sin embargo, ahora le resultaba difícil quedarse dormido con Jamil a su lado.

 

Se había acostumbrado a abrazarlo, a escuchar de cerca el suave latido de su corazón y sus respiraciones, a sentir ese relajante aroma que desprendía cuando estaba relajado, combinado con el de los productos que siempre usaba... Y ahora, al darle la espalda, sentía una eternidad el tiempo que pasaba antes de lograr quedarse dormido.

 

Estaba siendo difícil, pero ¿qué más podía hacer?

 

Todo seguía siendo una actuación, no debía olvidar eso, mucho menos acostumbrarse a su presencia, ni volverse dependiente de él. Al final, se iría en cuanto Cheka tuviera la edad suficiente para tomar el trono.

 

Sin otra opción, mantuvo su distancia incluso durante la cena, limitándose a hablar solo para ayudar a Jamil con la narrativa de la historia para Cheka de esa noche.

 

Al volver a la habitación, intentó seguir su plan, pero Jamil se lo impidió, yendo directo a la puerta del baño, interponiendose.

 

— Leona, ¿podemos hablar un momento?

 

Esa simple petición consiguió ponerlo nervioso. Pero solo tragó su propia saliva con dificultad y suspiró pesadamente, antes de asentir.

 

— ¿Qué está pasando, Leona?- Preguntó Jamil.

 

Tan directo, como siempre...

 

— No ocurre nada.- Mintió, logrando mantener el contacto visual.

 

— Creo que sabes muy bien que no soy un idiota.- Señaló Jamil.- Llevas semanas actuando raro. ¿Qué pasa?

 

— Ya te dije que no pasa nada.- Repitió.- He estado ocupado atendiendo asuntos del reino, y estoy algo abrumado. Es todo.

 

Jamil cerró los ojos y suspiró pesadamente.

 

Leona conocía ese gesto, lo había visto varias veces en NRC y en el tiempo que llevaban manteniendo esa farsa. Jamil estaba molesto, pero también harto y agotado.

 

— Leona, ¿hay alguien?

 

— ¿Qué?

 

— ¿Estás interesado en alguien?- Preguntó el más joven.

 

Leona por un momento sintió como sus ojos se abrieron demás y su mandíbula se tensó. De todas las posibilidades, jamás imaginó que Jamil llegaría a esa conclusión.

 

— Por supuesto que no.

 

— Leona, no tienes que mentir.- Insistió Jamil.- Entiendo si encontraste a alguien y ahora todo esto te resulta incómodo.- Añadió.- Pero no tienes que preocuparte por mí. No voy a interferir.

 

— Jamil, no sé de dónde sacaste esa idea, pero no hay nadie.- Respondió, intentando mantenerse tranquilo.

 

— Leona, solo dime la verdad.- Suspiró el más bajo.- No voy a oponerme de ninguna forma, pero tenemos que planear y asegurarnos de no levantar sospechas, o todo el plan se va a ir a la basura.

 

— ¡Por el rey de las bestias!- Exclamó exasperado.- No hay nadie más, Jamil, y ese es el problema.

 

Antes de que pudiera pensar en algo más, sus emociones terminaron por sofocarlo y hacerle decir esas palabras, dejando confundido a Jamil.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

— Que todo se volvió demasiado confuso, Jamil.- Comenzó a decir.- Y... No sabía qué hacer.

 

Jamil solo lo miró, incapaz de comprender qué trataba de decirle.

 

— En la fiesta de compromiso de Louis, Thunderbird dijo algo.

 

— ¿Qué hiciste, Leona?

 

Al ver cómo la mirada de Jamil se había endurecido, y el enojo en su rostro, Leona sintió el impulso de retractarse... Pero Jamil merecía saber la verdad. No podía seguir ocultandoselo más.

 

— Lo que te dijo esa grabadora emplumada es verdad. De algún modo, se dió cuenta de que todo esto era una actuación, y yo se lo confirmé.- Confesó.- En ese entonces ya comenzaba a ser confuso todo esto, Jamil, pero pensé que podía manejarlo... Pero hace dos meses entendí que no era así, y acepté una idea de ese loro.

 

— ¿Qué clase de idea, Leona?- Preguntó Jamil, cada vez más enfadado. Leona solo desvió la vista.- ¡¿Qué hiciste, Leona?!

 

— Después de que le dije la verdad, él propuso un plan para dejar las cosas claras.- Confesó finalmente.- Todo el paseo de hace tres semanas, lo planeamos ambos, para saber qué es lo que pensabas realmente de todo esto, y si tendrías un amante.

 

Jamil no respondió, solo dió un par de pasos hacia atrás. Esa confesión se sintió como una bofetada.

 

— Creí que si te escuchaba decir que esto era solo una actuación, al fin podría dejar de sentirme tan confundido, pero tu respuesta no fue la que esperaba, Jamil.

 

De nuevo, Jamil no respondió nada, solo permaneció quieto, mirando a Leona.

 

— Jamil...

 

— ¿Y qué respuesta esperabas?- Respondió finalmente, sintiéndose herido.- ¿Acaso esperabas que me lanzara directo a Iago?, ¿que aceptara su propuesta?- Añadió.- Grandes siete, Leona. Te dije todo lo que pasó con él.

 

— Ya lo sé, Jamil.

 

— Si tantas dudas tenías sobre mí, ¿por qué no me lo dijiste?- Inquirió, a pesar del nudo en su garganta, presa del enojo.- Si crees que solo soy un "cazafortunas manipulador", que está fingiendo para vaciarte los bolsillos, como todos dicen, dime ¿qué hago aquí entonces?

 

— No dije eso, Jamil.

 

— ¡Es lo que parece, Leona!

 

Incapaz de contenerse más, Jamil dijo eso, dando un paso hacia adelante.

 

— Sé que no harías algo así, Jamil.- Intentó aclarar Leona.- Soy yo quien no entiende qué es lo que está sucediendo, y creo que tú tampoco.

 

— En eso te equivocas.

 

En un movimiento que Leona fue incapaz de prever, Jamil se quitó el anillo que portaba en la mano derecha. El mismo que había pertenecido a la madre de Leona, y que él le había entregado.

 

— Gracias por dejarme claras las cosas.- Añadió, dejando el anillo sobre una pequeña mesa cercana.- Y sobre todo, por recordarme mi posición.

 

— Jamil...

 

— Ya no digas nada, Leona.- Interrumpió.- Hicimos un trato, y voy a cumplir mi parte. Pero a partir de ahora, se acabó todo lo que no estaba dentro del acuerdo.- Continuó, pasando de largo a Leona.- Buenas noches.

 

Leona lo vió caminar hasta la puerta y salir de la habitación. Una parte de él quería seguirlo, pero otra le decía que no era oportuno.

 

¿Qué le diría de todos modos? Jamil no quería escucharlo y era claro que estaba enfadado.

 

Tal vez darle espacio sería lo mejor por el momento.

 

Por su parte, Jamil salió de la habitación y avanzó por los pasillos en silencio, hasta que logró llegar a la cocina.

 

El personal ya se había marchado a casa, nadie pasaba por ese lugar a esa hora. Podría estar tranquilo.

 

Y el almacén fue el rincón elegido.

 

Aún recordaba todas las veces que un lugar como ese fue su confidente, dónde lloró en soledad.

 

Desde cuando era tan solo un niño, y tras cometer un error y ser castigado, huía al almacén para llorar, antes de tener que limpiarse las lágrimas y volver al trabajo. Pasando por todas las veces que fue el único lugar donde a Kalim no se le ocurriría buscarlo y dónde no había cámaras que lo delataran. Todas las veces que se ocultó en NRC en el almacén de la cocina, llorando de frustración por tener que estar forzado a permanecer a la sombra de Kalim. Hasta la única traición que había sido capaz de hacerlo llorar de tal forma...

 

Patético.

 

Era la palabra que se repetía en su mente en bucle, una y otra, y otra vez, mientras apretaba los puños, y ocultaba la cabeza entre sus rodillas, sentado en el frío suelo.

 

El día en que Iago confesó aquella verdad en la graduación, hizo exactamente lo que había hecho ahora. Cuando el ahora visir intentó acercarse, él salió corriendo, perdiéndose con facilidad entre los demás estudiantes, y no se detuvo hasta llegar al almacén de la cocina de Scarabia. Sabía que nadie iría a ese lugar ese día.

 

Pasó horas ahí escondido, llorando, sintiéndose traicionado y usado, y un completo idiota por haber caído en la trampa. Hasta que confirmó en su reloj que ya era hora de irse a casa.

 

Creyó que esa había sido la peor traición de su vida, y que jamás volvería a pasar por algo así.

 

Pero ahora, ahí estaba de nuevo.

 

De nuevo había caído en una estúpida trampa, y estaba llorando otra vez.

 


 

Luego de casi una hora, volvió a la habitación con el mismo sigilo con el que había salido, y vió a Leona dormido.

 

No iba a despertarlo, no quería hablar. Solo recogió su ropa de pijama, un par de mantas, su almohada, entró al baño, aseguró la puerta, y tomó una ducha rápida. Luego tendió las mantas sobre el suelo y se dispuso a dormir.

 

No iba a estar cerca de Leona más de lo necesario. Y definitivamente, para dormir no era necesaria su presencia.

 

Leona, fuera del baño, había escuchado a Jamil regresar, tomar las cosas y entrar al baño.

 

Pensó que quizás tomaría una ducha y saldría, pero pasó una hora, y eso nunca sucedió.

 

Hasta entonces, se levantó de la cama y fue hasta la puerta, pegando una oreja, intentando escuchar algo, pero nada.

 

— Jamil...- Lo llamó, dando un par de golpes suaves en la puerta.- Jamil, por favor abre.

 

Lo intentó un par de veces, pero ninguna tuvo respuesta.

 

Al final, desistió y volvió a la cama.

 

Pudo haber abierto la puerta usando magia, o simplemente haberla derribado. Pero ya había hecho suficiente. Si hacía eso, probablemente solo conseguiría hacerlo enfadar aún más.

 


 

Al día siguiente, Leona se despertó a la hora de siempre, justo a tiempo para ver a Jamil salir del baño.

 

— Jamil...

 

— Date prisa, Leona, o llegaremos tarde al desayuno.- Dijo Jamil, con una frialdad que Leona no había visto antes, mientras tomaba su propia ropa del armario.- Cheka ya debe estar alistándose.

 

Jamil ni siquiera le dió tiempo de responder, solo dió media vuelta y se alejó con su ropa en los brazos, volviendo al baño.

 

Leona decidió seguir su ejemplo y vestirse rápidamente. Pero incluso cuando volvió a salir del baño, Jamil lo ignoró por completo, yendo directo a la puerta.

 

Leona, sin otra opción, lo siguió, reencontrándose en el comedor, dónde Jamil saludó a Cheka y al personal como siempre, mostrando una suave sonrisa, como si nada hubiera pasado.

 

— Jamil, ¿podrías venir esta tarde a una reunión?

 

Jamil cerró los ojos por un momento, limpiándose los labios con una servilleta antes de responder.

 

— Lo siento, Leona. Cheka tiene clases de tutoría de magia, y la lección de hoy requiere de la presencia de un adulto.- Dijo, mostrando una sonrisa suave, pero que Leona identificó como falsa al observar sus ojos.- De seguro puedes resolverlo solo.

 

— Entiendo.- Asintió con resignación.

 

Era claro que había cometido un error, y ahora debía encontrar la forma de arreglarlo.

 

Pero, ¿cómo podía hacerlo?

Chapter 20: Sinceridad

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Habían pasado dos semanas desde esa discusión, y desde ese momento, nada había vuelto a ser igual, y todo iba cuesta abajo.

 

Jamil mantenía la actuación frente a todos, sonriendo con dulzura, sosteniendose de su brazo, incluso aceptando los pequeños y discretos besos cuando la situación lo ameritaba.

 

Pero en privado, era todo lo contrario.

 

Apenas cruzaban el umbral de la puerta, se apresuraba a encerrarse en el baño, y al salir, iba directo a su mesa de noche en busca de un libro, en el que volcaba toda su atención.

 

Leona intentó acercarse varias veces, pero apenas estaba cerca, Jamil se levantaba, dejaba el libro de lado y salía de la habitación sin decir una sola palabra, y no volvía hasta más de una hora después. Solo para encerrarse en el baño a dormir.

 

Al principio pensó en darle espacio, pero cuando la situación empeoró en vez de mejorar, cambió de estrategia.

 

Luego del tercer intento fallido consecutivo, salió detrás de él, siguiéndolo como una sombra, hasta que Jamil se hartó y se giró para confrontarlo.

 

— ¿Necesitas algo, Leona?

 

— Jamil, por favor.- Respondió.- No puedes seguir actuando así.

 

— No entiendo a qué te refieres.- Afirmó, cruzándose de brazos.- He cumplido mi parte del trato según lo acordado.

 

— Sabes que no hablo de eso.

 

— Y yo fuí demasiado claro cuando dije que toda acción innecesaria para el funcionamiento del plan, quedaba fuera del trato.- Replicó.- Ahora, vuelve a la habitación y toma una ducha rápido para que pueda regresar a dormir.

 

Intentó decir algo, pero Jamil le dió la espalda y se dispuso a continuar su andar.

 

Era inútil, Jamil no iba a escuchar.

 

— Está bien.- Cedió, logrando que Jamil detuviera su andar.- Estaré en la habitación que construyó mi madre, si necesitas algo.

 

Jamil no respondió, ni siquiera con un asentimiento. Leona suspiró y volvió sobre sus pasos, dirigiéndose a la habitación que solía usar cuando era un bebé. Ahí pasó la noche, volviendo a la alcoba poco antes del amanecer, encontrando a Jamil ya listo para comenzar el día, saliendo sin dirigirle la palabra.

 

Así habían pasado los siguientes días, hasta llevarlo a la desesperación, y buscar ayuda.

 


 

— ¡¿Cómo siquiera pensaste por un segundo que hacer eso era buena idea?!

 

Fue el reclamo en coro que obtuvo como respuesta a través de esa llamada grupal, por parte de sus tres antiguos subordinados de colegio.

 

— Leona-sama, detesto ser yo quien se lo diga, pero eso fue...- Añadió Ethan, con evidente dificultad.- No sé cómo definirlo.

 

— Yo sí.- Intervino Liam, claramente enfadado.- Fue total y absolutamente estúpido. Quizás lo más estúpido que has hecho desde Ka'al... ¡Corrección! ¡Darle ese anillo a esa repugnante serpiente mentirosa fue una gran demostración de inteligencia comparado con esto!

 

— ¡Bien, ya entendí!- Bufó, tras recibir esos regaños.- Pero ahora ¿qué se supone que haga?

 

— ¡Oh, no, señor! No lo has entendido en absoluto.- Añadió Liam.- Esa miserable ave mitómana te tendió una trampa bajo el estandarte de "Si no es mío, no es de nadie", y tú caíste directo en ella como un tonto.- Continuó.- ¿Tienes idea de cómo hiciste sentir a tu esposo?

 

Leona solo se quedó en silencio, sin saber cómo responder esa pregunta.

 

— Sabes bien cómo ha sido la vida de Jamil, Leona.- Intervino Ruggie.- Confió en tí, ¿y así es como le pagas?, ¿poniéndolo a prueba cuando no te dió ni una sola razón para sospechar que tenía algo con ese tipo?, ¿por qué lo hiciste?

 

— No lo sé.- Admitió.- Supongo que lo de Ka'al me hizo ver señales dónde no las había, o imaginar escenarios que nunca iban a pasar.

 

Los tres sabían su historia con Ka'al, y lo difícil que fue para Leona.

 

Ethan y Liam habían estado a su lado, llevándole comida a la cama y haciéndolo comer para impedir que se dejara morir de hambre, para arrastrarlo hasta la ducha, para hacerlo ponerse el uniforme, para llevarlo a clases y a sus actividades del club, Liam incluso lo cubrió durante todas las reuniones de líderes de dormitorio de ese año. Todo con tal de ayudarlo a salir de ese agujero de miseria al que se había arrojado tras el engaño de Ka'al y su ruptura.

 

Ruggie había escuchado todas esas historias, pero también conocía a Jamil y sabía lo difícil que había sido su vida. No podía ignorar eso, sumado al hecho de que los dos estaban manteniendo una actuación, y Leona casi los deja expuestos ante un visir extranjero que podría chantajearlos y arruinar todo por despecho.

 

— Entendemos que tengas miedo de volver a confiar por culpa de Ka'al, Leona.- Suspiró Liam.- Pero Jamil no es como él. Créeme. Sé identificar a un cazafortunas mentiroso cuando lo veo, y Jamil no lo es.- Añadió.- De verdad te quiere, Leona. Y tú lo traicionaste.

 

Leona volvió a quedarse callado, soltando solo un suspiro que sus amigos escucharon a la perfección.

 

Era consciente de su error, y aunque no podía decirles la verdad a Ethan y Liam, tenía que admitir que Liam tenía algo de razón.

 

No estaba seguro de qué sentía por Jamil, quizás sí había caído en su propia mentira, como Iago había señalado, pero el miedo a confiar y ser traicionado de nuevo seguía ahí, como dijo Liam.

 

No lo sabía, pero quería arreglar las cosas con Jamil. No quería que todo terminara así.

 

— Te ayudaremos.- Dijo finalmente Liam.- Ruggie, ¿tienes tiempo?

 

— Haré un espacio en mi agenda.- Respondió el más joven del grupo.- Solo por Jamil. Pero vuelve a hacer algo como esto, Leona, y lo ayudaré a él a conseguir el divorcio.

 

— De acuerdo.- Asintió el rey.- ¿Qué hago?

 

— Poner atención y no echar a perder todo.

 

Liam comenzó a explicar el plan que seguirían. Aunque, con Ethan y Liam fuera, Ruggie tendría que encargarse de la mayoría del plan.

 


 

— ¿Trajiste el informe que te pidió Leona, Ruggie?- Preguntó Jamil, sentado frente a Ruggie en esa mesa del centro comercial.- Cheka tenía clases de tutoría y tuve que dejar a Kifaji a cargo.

 

— No hay ningún informe.- Admitió Ruggie.- Ese tonto está demasiado afectado por tu actitud y me pidió que hablara contigo.

 

— ¿Te lo dijo?

 

Ruggie asintió.

 

— Supongo que puedo irme entonces.- Suspiró Jamil, levantándose de su asiento.- Dile que tenemos un plan a seguir. Que se mantenga en eso.

 

— Jamil.

 

Ruggie de inmediato se levantó de su sitio, logrando sujetarle la muñeca para impedir su escape.

 

— Por favor, escucha.

 

— ¿Qué se supone que debo escuchar, Ruggie?- Inquirió.- Todo está demasiado claro.

 

— Ya sé que fue un plan completamente estúpido, y que tienes motivos de sobra para estar molesto.- Respondió la hiena.- Y sé que Leona actuó como un tonto, pero es porque le importas más de lo que él quería admitir.

 

Jamil apretó los labios y desvió la mirada al suelo. Mentiría si dijera que las acciones de Leona no lo lastimaron y que ya no le importaban, sin embargo, no estaba dispuesto a humillarse más.

 

— Jamil, por favor. Dale una oportunidad de explicarte.

 

— ¿Qué va a explicar, Ruggie?

 

— Sé que es un completo tonto, pero está arrepentido, y no quiere perderte así.- Respondió el blondo.- Por favor, Jamil.

 

Jamil se quedó en silencio por unos segundos, antes de soltar un pesado suspiro y asentir.

 

— Gracias.

 

— Espero no arrepentirme de esto.

 

— Yo también lo espero.

 

Una vez concluida esa charla, Jamil se despidió de Ruggie y volvió al palacio, llegando a tiempo para la cena.

 

La rutina fue la misma que días anteriores, sentarse a la mesa con Cheka y Leona, recoger los platos al terminar, y luego retirarse al lado del pequeño príncipe para contarle el cuento de esa noche, y después volvieron a su habitación.

 

Cómo siempre, Jamil entró primero al baño y tomó una ducha, siendo después turno de Leona.

 

El rey no sabía qué esperar al salir. No sabía si Ruggie había logrado convencer a Jamil, ni si la idea de Liam daría resultado. La idea de quedarse en el baño el resto de la noche comenzaba a sonar tentadora...

 

Pero no. No podía quedarse ahí.

 

Luego de secarse el cabello y mirarse al espejo, tomó un profundo respiro, y salió, para su sorpresa, encontrándose con Jamil, sentado en el borde de la cama.

 

Había ensayado con Ethan y Liam toda la tarde, pero ahora, que tenía a Jamil enfrente, no sabía qué decir.

 

— Ruggie dijo que querías decir algo.- Mencionó Jamil, levantándose.- ¿Qué pasa?

 

Leona se forzó a tomar un profundo respiro y avanzó hasta quedar frente a Jamil, con la cabeza inclinada.

 

Jamil permaneció en silencio, con los brazos cruzados sobre el pecho.

 

— Para empezar, sé que fui un completo idiota y que no debí siquiera escuchar a Thunderbird.- Suspiró el mayor, sin atreverse a levantar la mirada.- No era mi intención hacerte sentir mal de ninguna manera, pero de todos modos lo hice, y lo lamento.

 

— ¿Por qué hiciste eso, Leona?- Preguntó Jamil, sin bajar la guardia.

 

— Porque soy un imbécil incapaz de comprender qué está pasando con él mismo.- Dijo.- Desde hace unos meses, siento que muchas cosas han cambiado y todo es diferente a cómo era al principio de todo esto, Jamil.

 

Jamil se sorprendió por las palabras de Leona, pero permaneció en silencio, dejándolo continuar.

 

— No sé en qué momento pasó, pero ahora, al verte, no puedo evitar sentirme extraño.- Siguió hablando Leona.- No entiendo qué es lo que sucede, ni porqué cada cosa de ti me parece tan deslumbrante. Ni porqué no puedo apartar los ojos de tí al verte bailar, o en qué momento me acostumbré a dormir contigo en brazos y sentirme tranquilo a tu lado... Por el rey de las bestias, todo esto es demasiado confuso, y creí que era algún tipo de respuesta psicológica por pasar todo este tiempo juntos, y escucharte decir que todo era una actuación y que había alguien más, podría recordarme a mí mismo que todo es una farsa y olvidarme de toda esta confusión... Pero ya sabemos lo que pasó.- Suspiró con pesadez.- Escucharte decir que te sentías igual, solo empeoró las cosas.

 

Jamil no respondió, intentando analizar todo y dar una respuesta, pero ¿qué podía decir?

 

— Lamento haberte puesto esa prueba.- Dijo Leona.- Estuve hablando con Liam para tratar de aclararme la mente, y creo que tiene razón. Me dejé llevar por el miedo de enfrentar mis propias emociones, y de repetir la historia de todo lo que pasó con Ka'al. Pero él tiene razón, tú no eres así. Eres muy diferente a él y a cualquiera que haya conocido.- Añadió.- ¿Podrías perdonarme algún día?

 

Jamil terminó por suspirar con pesar, y relajar su postura, con la vista gacha.

 

— Esto también se volvió confuso para mí.- Admitió Jamil.- Hacer esa prueba fue un golpe bajo, Leona, y dolió bastante...

 

— Lo sé...

 

— Pero, la idea de que podrías tener a alguien más, fue igual de desagradable.- Admitió el más bajo, captando la atención de Leona.- No entiendo lo que está pasando, y no quiero darte falsas esperanzas, Leona. Tampoco tengo idea si esto se puede llamar "amor", o si es amistad, o solo una respuesta instintiva a todo el tiempo que hemos pasado juntos.

 

Leona asintió, antes de alzar la vista cuando sintió la mano de Jamil tomando la suya, encontrándose con ese enigmático par de ojos negros.

 

— Pero acepto tus disculpas.- Le dijo Jamil, mostrando el ligero atisbo de una sonrisa.

 

Leona, en un acto casi involuntario, lo abrazó con fuerza, sintiendo como pequeñas lágrimas le escapaban de los ojos.

 

Jamil tardó solo un par de segundos en reaccionar, abrazándose a Leona tan fuerte como podía. Realmente había extrañado esa sensación.

 

— Los dos hemos pasado por demasiada mierda en esto de las relaciones.- Murmuró Leona, sin soltarlo.- Y yo tampoco quiero lastimarte, Jamil.

 

— ¿Te parece buena idea que tomemos esto con calma?- Preguntó el más bajo, apenas siendo capaz de controlar su timidez, sintiendo ya sus mejillas tibias.

 

— Tenemos doce años para decidir.- Respondió Leona, separándose solo lo suficiente para mirarlo a los ojos y acariciar su mejilla.- No hay prisa.

 

Jamil mostró una suave sonrisa, contagiando a Leona, antes de estirarse lo suficiente para alcanzar sus labios y dejar un pequeño beso en ellos.

 

Leona, aunque sorprendido, no tardó mucho en corresponder el inesperado gesto, abrazando a Jamil por la cintura.

 

— Ya extrañaba esa sensación.- Bromeó el más alto, a pesar del sonrojo en sus mejillas.- Es muy diferente a los besos de hielo que se habían vuelto costumbre.

 

— Tómalo como sello oficial de perdón.- Le siguió la broma Jamil.- Ya deberíamos irnos a dormir. Es tarde y mañana nos espera un largo día.

 

— ¿Puedo volver a la cama?

 

— Apresúrate, antes de que cambie de opinión.

 

Luego de compartir una pequeña risa, los dos se metieron bajo las mantas, y apagaron las luces. Igual que antes de todo ese caos.

 

Leona, como antes de todo ese problema, lo abrazó por la espalda, sujetando su cintura, emitiendo un suave ronroneo para arrullarlo.

 

Jamil solo sonrió, relajándose en los brazos de Leona. Hasta ese momento se daba cuenta de cuánto había echado de menos esa calidez.

 

En un momento, sintió cómo Leona le sujetaba la mano, y le colocaba un anillo. Y al palpar su mano y observar con la tenue luz que se colaba por la ventana, se dió cuenta de qué anillo se trataba.

 

— Leona...

 

— Te di ese anillo y te dije que podías conservarlo, desde antes de que todo esto pasara.- Respondió, aferrado a su espalda.- Lo has cuidado bien. Incluso cuando no quisiste usarlo más, me lo devolviste sin dañarlo.

 

— Jamás haría algo así.- Menciono.- Perteneció a tu madre, te arriesgaste demasiado solo para recuperarlo, y pusiste todo tu esfuerzo en mantenerlo seguro. Representa mucho para ti.- Añadió.- Ni aunque me hicieras enfadar, podría siquiera pensar en dañar algo así.

 

— Ya lo comprobé.- Replicó el rey.- Y tú demostraste que no podría estar en mejores manos.

 

— Está bien.- Cedió el menor.- Seguiré cuidando de él, pase lo que pase.

 

— No esperaba menos de tí.- Le susurró Leona, con una sonrisa en los labios.- Buenas noches.

 

— Buenas noches.- Respondió de igual forma.

 

Por primera vez en semanas, los dos dormían tranquilos. Era como si hubieran dejado de cargar un enorme peso invisible, y al fin fueran libres.

 

No sabían qué les deparaba el futuro, ni qué podían esperar de la decisión que acababan de tomar. Sin embargo, estaban dispuestos a aceptar cualquier cosa que ocurriera.

Chapter 21: Libertad

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Desde la conversación que les permitió resolver ese problema, las cosas habían vuelto a cambiar, aunque, esta vez, para bien.

 

Habían decidido tomar las cosas con calma, simplemente dejando que siguieran su curso de forma natural, sin forzar ni pensar demasiado nada.

 

Y pequeños gestos y hábitos nuevos no tardaron en hacerse presentes, como pequeños besos de buenos días al despertar, a lo largo del día, y de buenas noches, antes de dormir.

 

Y la presencia de Jamil en las asambleas volvió a ser frecuente, para el descontento de varios miembros de la corte.

 

— Leona-sama, ¿a qué se debe esto?- Cuestionó uno de los duques.

 

Jamil había entrado al lado de Leona a la sala, se había quedado sentado junto a él todo el tiempo, y ahora, se encontraba de pie, a punto de dar un informe.

 

Los cuchicheos no se hicieron esperar, preguntándose qué clase de informe requería ser realizado y presentado por un consorte.

 

Leona lo notó, y la pregunta del anciano terminó por colmar su paciencia, haciéndolo levantarse de su asiento para hacer callar a todos.

 

— Yo le encomendé personalmente a mi esposo ir a las zonas más pobres de Sunrise City y recolectar la información necesaria para saber con certeza si los programas sociales y reformas han funcionado.- Dijo el rey.- Así que pueden callarse de una buena vez y escuchar, o irse al demonio. Pero si salen por esa puerta, olvídense de participar en decisiones futuras sobre estos programas y reformas. Decidanlo ahora.

 

Las palabras de Leona fueron suficientes para que todos cerraran la boca, exceptuando a un par que seguían siendo firmes detractores de ambos, que decidieron salir del lugar.

 

Una vez solucionado ese problema, Leona volvió a sentarse, concediendole la palabra a su esposo.

 

Jamil tomó un profundo respiro y comenzó a hablar, presentando todos los datos que había conseguido recabar con ayuda de Ruggie.

 

Desde la coronación de Leona se habían creado y restaurado programas sociales, así como instaurado reformas y firmado tratados con otras naciones. Muchos dijeron que eran movimientos demasiado ambiciosos y que tal vez no darían resultado, pero ahora, los números hablaban por sí solos.

 

Era posible apreciar una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, además de un ligero alce en la economía del reino. Nada demasiado drástico, pero sí notable.

 

Si mantenían ese ritmo, podrían obtener mejoras aún mayores, sin poner en riesgo el futuro ambiental de Sunset Savana.

 

Y todo, gracias a los reyes.

 

— Debo admitir que esta vez los hemos subestimado, Leona-sama.- Admitió una de las mujeres presentes. La mariscal de la corte.- Pero, ¿cuáles son sus planes de defensa del reino?

 

— Exponga su preocupación, mariscal.- Concedió Leona.- Por algo la nombré como encargada temporal de la guardia del atardecer, hasta que el príncipe Cheka cumpla la mayoría de edad y yo pueda volver a ocuparme de dirigir la defensa del reino.

 

— Hace solo una semana ocurrió un incidente en la Isla de los héroes, específicamente en Starry Night Academy, y aún no se nos ha informado nada al respecto.- Explicó la mujer.- ¿Tiene alguna información que debamos saber sobre ese asunto?

 

— No se preocupe por eso. Todo está bajo control.- Afirmó Leona.- La información respecto a ese incidente aún es confidencial, y se nos pidió discreción a todos los gobernantes hasta que haya un veredicto final. En cuánto lo haya, se los haré saber.

 

La mujer asintió y volvió a su asiento.

 

— ¿Alguien más tiene algo que exponer?

 

Esa pregunta de la mariscal fue suficiente motivación para que el resto de integrantes de la corte decidieran hablar, exponiendo sus dudas ante Leona, siendo respondidas y aclaradas una a una.

 

Ganarse a la corte no había sido un camino sencillo, algunos seguían reacios a confiar en su criterio. Sin embargo, la mayoría había cambiado de opinión, o al menos accedido a darles el beneficio de la duda al ver lo que habían logrado.

 

Un paso a la vez.

 


 

Luego de un largo día como reyes y tutores del príncipe heredero, por fin podían sentarse a cenar todos juntos con tranquilidad.

 

Cheka les contaba emocionado sobre su día en la escuela, y cómo cada día obtenía mayor control sobre su magia.

 

Leona y Jamil lo escuchaban atentamente, sonriendo con una mezcla de orgullo y emoción. El pequeño príncipe, sin duda, jamás dejaría de sorprenderlos.

 

— Tío, Jamil, ¿cómo se conocieron?- Preguntó el niño de pronto.

 

Ambos se quedaron paralizados por un momento. Leona con el tenedor a medio camino, y Jamil con el vaso de cristal en la mano.

 

Cheka nunca había hecho esa pregunta, y ellos jamás habían pensado en una respuesta para ella.

 

No podían decirle todo lo que pasó en S.T.Y.X...

 

— Lo había visto a lo lejos algunas veces desde que entró a primer año.- Dijo Leona, luego de devolver el trozo de carne al plato.- Pero fue hasta un año después que tuvimos que hacer equipo en el Happy Bean's Day, que hablamos por primera vez.- Añadió, guiñándole un ojo a Jamil.- Y no tienes idea de cómo se la pasó encima de mí todo el día, intentando hace de escudo humano para impedir que me sacaran del juego.

 

— Solo me preocupaba por tí, Leo.- Replicó Jamil con una sonrisa de lado, cruzando los brazos sobre su pecho.- Aunque no olvidaré cómo usaste mi adorno del cabello para medir la profundidad de un pozo para averiguar si podíamos ocultarnos dentro.

 

— Ni yo cómo arruinaste mi plan para emboscar a dos oponentes, por tratar de protegerme.- Rió Leona.- Pero eso fue lo que me atrapó. Mi héroe.

 

— Estaré ahí siempre que me necesites.- Replicó Jamil con una pequeña risa, antes de inclinarse para dejar un pequeño beso en los labios de Leona.

 

Leona solo sonrió al separarse, antes de acariciarle la mejilla a Jamil y robarle otro beso.

 

Cheka, en un habitual gesto inocente, se cubrió los ojos, causando una risa de ternura en los adultos.

 

El resto de la cena transcurrió con normalidad, antes de que, como cada noche, ayudasen a recoger la mesa, y luego se retiraran a la habitación del príncipe para contarle una historia.

 

Y como cada noche, Cheka se quedó dormido cerca del final, dejando otra historia inconclusa.

 

Después de arropar al pequeño y encomendar su cuidado a las guardias reales, Leona y Jamil se retiraron a su propia alcoba.

 

La rutina siguió igual que siempre: Tomar una ducha por separado, y encontrarse después para conversar.

 

Jamil, como siempre, seguía secándole el cabello a Leona con una toalla, antes de peinarlo usando algunos aceites.

 

— ¿Todo listo?

 

— Ahora sí.- Respondió Jamil, luego de levantarse para dejar la toalla en la cesta correspondiente.

 

Leona soltó un bostezo y sonrió cuando Jamil se acercó a él, sentándose a su lado.

 

En ese tiempo, sin que lo notaran, se había vuelto una costumbre darse un pequeño beso de buenas noches antes de meterse bajo las mantas para dormir. Y esa noche no fue una excepción, siendo Jamil quien lo inició.

 

No solía ser más que un toque suave y dulce, pero esta vez, Leona buscó nuevamente los labios de Jamil al separarse, y Jamil no se opuso, acariciando el cabello de su esposo.

 

El contacto se prolongó, hasta que Jamil terminó sentado a horcadas en el regazo de Leona, negándose a romper el beso.

 

Pronto, los dedos de Jamil se encontraban enredándose en el cabello y acariciando las orejas de Leona. Y las manos de Leona encontraron la cintura de Jamil, acariciando su piel por debajo de la ropa, erizandole la piel a su consorte.

 

Sin percatarse, los dos comenzaron a frotarse contra el otro, alargando el beso hasta que fue imposible continuar por la falta de aire.

 

Hasta ese momento, se dieron cuenta de lo que esa intensa sesión de besos había provocado.

 

— ¿Quieres...?- Murmuró Leona, desviando la vista con inusual timidez.

 

— Yo...

 

— No es necesario hacer nada.- Añadió Leona.- Algo de agua fría, y-

 

— Quiero intentarlo.- Interrumpió Jamil, con un delgado hilo de voz y las mejillas enrojecidas.- Solo si quieres.

 

Leona respondió con un suave beso, al que Jamil no tardó mucho en corresponder, sintiendo cómo esas agradables descargas eléctricas recorrían todo su cuerpo.

 

— Está bien.- Accedió Leona, con la respiración agitada.- Solo dime hasta dónde, ¿de acuerdo?

 

Jamil asintió, sintiendo como si el corazón se le fuera a salir del pecho.

 

Había recibido la orientación necesaria para satisfacer a un hombre en la cama, obviamente, pensando en Kalim. Así que no se le hizo extraño terminar debajo de Leona, con el rey entre sus piernas.

 

Aún besándose, logró palpar con su mano el bulto que se había formado entre las piernas de Leona, apretando apenas un poco, antes de liberar la firme erección en un ágil movimiento.

 

Había estudiado todo lo necesario para lograr complacer a un hombre, debía ser fácil, pero las sensaciones que Leona le provocaba hacían casi imposible concentrarse en su labor.

 

Cuando sintió la mano de Leona imitar sus movimientos, y los hábiles dedos del monarca enredarse alrededor de su miembro, comenzando un movimiento de bombeo, fue incapaz de mantener el ritmo, aturdido por completo.

 

— L-Leona....- Tartamudeó el nombre de su esposo, mientras intentaba impedir que su voz se quebrara en gemidos.- Y-Yo...

 

— Olvídate de mí y concéntrate en esto.- Susurró Leona en su oído, sin detener sus movimientos.- ¿Se siente bien?

 

— Sí...- Respondió con timidez, sintiendo los labios de Leona besando su cuello.- Pero... Tú...

 

— Todo a su tiempo.- Interrumpió de nuevo.- Ahora déjame escucharte. No te contengas.

 

Una suave mordida en su clavícula fue el último clavo en su ataúd, haciéndolo perder el control y deshacerse en pequeños gemidos, aferrándose a los hombros de Leona, mientras clamaba su nombre, rogando por más de esa embriagadora sensación.

 

Por supuesto que se había tocado antes, incluso poniendo en práctica todo lo que había aprendido sobre la anatomía masculina en su propio cuerpo, presa de la curiosidad, pero no podía recordar una sola vez en la que se hubiera sentido así.

 

— L-Leona... Tus...

 

A pesar de sus intentos, fue incapaz de hilar algo medianamente coherente a causa de todas las sensaciones que lo invadían.

 

Por suerte, Leona le dió una pequeña tregua, deteniéndose para observarlo.

 

— ¿Estás bien?- Preguntó.- ¿Quieres parar?

 

— No es eso...- Murmuró, desviando la mirada.- Es que... Yo...

 

— ¿Qué pasa?- Insistió el mayor.- ¿Estabas por llegar?

 

Jamil podía sentir cómo su rostro se ponía cada vez más rojo, presa de la vergüenza y el deseo.

 

— Ya he probado por mi cuenta la digitación antes.- Respondió finalmente en un murmullo, sin atreverse a mirar a los ojos a Leona.- Está bien si... Ya sabes.

 

— Entendido.

 

Por suerte, Leona entendió el mensaje.

 

Un pequeño beso le permitió a Jamil relajarse, al punto de permitirle a Leona deshacerse de la ropa interior, que comenzaba a volverse incómoda. Y luego de separarse por unos segundos para buscar una pequeña botella en un cajón, pudieron continuar.

 

— Avísame si quieres parar.- Repitió Leona, antes de volver a besarlo.

 

Jamil solo asintió en medio del beso, sintiéndose embriagado por las acciones de Leona.

 

Apenas sintió cuando el primer dedo ingresó sin dificultad alguna, gracias al lubricante. El segundo, fue el mismo caso, mientras Leona aún seguía besándolo.

 

— ¡Leona!

 

Pero no esperaba que Leona fuera tan hábil con los dedos, haciéndolo casi gritar su nombre con solo unos movimientos, tocando justo ese punto que lo hacía perder la cabeza.

 

Su mente se encontró en blanco en segundos, inconsciente de los rasguños que dejó en la espalda de Leona y cómo gemía, rogando por más... Hasta que el orgasmo lo alcanzó, haciéndolo liberar la prueba de su satisfacción, y desplomarse sobre la cama, agotado.

 

Leona le dió pequeños besos en toda la cara, mientras peinaba su fleco, antes de besarlo con dulzura, mientras acariciaba sus costados, haciéndolo estremecer.

 

Cuando la bruma del clímax se desvaneció lo suficiente, notó la situación de Leona, y la sensación de culpa lo invadió.

 

— Tú...

 

— Está bien. No te preocupes.- Le repitió Leona, acariciando su mejilla.- ¿Te duele algo?

 

— No. Estoy bien.- Respondió.- Eso... Estuvo bien.

 

— Valió la pena entonces.- Le sonrió Leona, antes de besar su frente.- Tú también mereces sentir placer.

 

Jamil escuchó las palabras de Leona, y una mezcla de varias emociones se hizo presente.

 

Toda su vida fue criado para cumplir los deseos de otros, privado de cualquier deseo propio. Leona le había demostrado varias veces un mundo diferente a ese, y ahora, de nuevo volvía a hacerlo.

 

¿Así era cómo se sentía la libertad?, ¿así era ser libre de elegir?

 

— No estoy seguro de hacerlo todavía.- Dijo, juntando las piernas, antes de recostarse de lado, como siempre hacía para dormir.- Pero... Puedes... Ya sabes.- Añadió, señalando con la mirada sus muslos.

 

— ¿Estás seguro?- Preguntó Leona, acercándose para besar su mejilla.

 

— Sí.- Afirmó, por fin mirando a Leona a los ojos.- Házlo.

 

— Avísame si quieres parar.

 

Ahí estaba de nuevo esa frase...

 

Tan corta y simple, pero con un peso enorme. Era un golpe directo a todo lo que le había sido inculcado, y a la vez, un recordatorio de que al fin tenía lo que más había anhelado: Su libertad.

 

Ahora podía decidir sobre su vida.

 

— ¿Estás seguro?- Volvió a preguntar Leona, sujetando su cintura por la espalda.

 

— Sí.- Repitió.- Estoy bien con esto.

 

Sentir las manos de Leona alrededor de su cintura, mientras su pene se frotaba entre sus muslos, era una senda nueva, pero no desagradable.

 

Escuchar a Leona suspirar y jadear, y sentir su respiración volverse más frenética con cada movimiento, junto a la estimulación física, resultó una combinación realmente buena, que terminó haciéndolo suspirar a él también.

 

— ¿Qué pasa?- Preguntó cuando sintió a Leona tratar de apartarse.

 

— Púas.- Respondió Leona.- Eso es lo que pasa cuando llego.

 

— Continúa.- Dijo, observando ese par de ojos verdes por encima del hombro.- No me molesta. También estoy por llegar.

 

Leona pareció dudarlo por unos segundos, antes de acceder a su petición y continuar con el movimiento inicial, arrancándole varios suspiros y gemidos a los dos, hasta que la cúspide del clímax los alcanzó.

 

Las púas hicieron su aparición, pero— al menos entre sus muslos— no eran insoportablemente dolorosas, apenas una pequeña molestia.

 

Sin embargo, sintió a Leona retorcerse y ronronear extasiado, aferrándose a él, besando su cuello y hombro. Parecía que esas púas eran un punto sensible.

 

— ¿Estás bien?- Preguntó de nuevo Leona, una vez que el aturdimiento pasó.

 

— Sí. Algo cansado, pero bien.- Afirmó.- ¿Y tú?

 

— Todo en orden.- Respondió Leona.- ¿Quieres tomar una ducha mientras me encargo de limpiar esto?

 

— Sí.

 

Una vez decidido, Jamil volvió al baño para asearse tan rápido como pudo, mientras Leona se encargaba de cambiar las sábanas y mantas, antes de entrar al baño a limpiarse, después de Jamil.

 

Cuando estuvieron de nuevo con ropa limpia, los dos tomaron su lugar en "su lado" de la cama y apagaron las luces, disponiéndose a dormir.

 

— ¿Estás bien?

 

— Sí, Leona. ¿Por qué lo preguntas tanto?

 

— No quiero hacer algo que te haga sentir incómodo o te deje un mal sabor de boca.- Respondió, abrazado a su espalda.- Este tipo de cosas no se olvidan con facilidad. En especial la primera vez.

 

— ¿Tan mala fue para ti?

 

— ¿Quieres escuchar la historia de cómo perdí la virginidad por idiota, y fue un completo fiasco que solo me causa vergüenza recordar?

 

— Tenemos toda la noche.

 

Leona bostezó, acurrucándose contra Jamil en busca de calor y comodidad.

 

Jamil se acomodó mejor entre sus brazos, acariciando sus manos con delicadeza.

 

— Para variar, el causante de varios de mis miedos, fue responsable de ese desastre también.- Bostezó Leona.- Ya sé que fue estúpido hacerlo siendo solo un adolescente con nulo conocimiento, y recién iniciada la relación.- Añadió.- Todo fue un completo desastre. Condones rotos, lubricante derramado por todas las sábanas, dolor muscular horas después... Todo lo que se podía hacer mal, lo hice terrible.

 

— Al menos lograste aprender de esos errores.

 

— Algo bueno tenía que salir de ese desastre.- Rió bajo Leona, antes de volver a bostezar.- Pero en serio necesito dormir.

 

— Yo también.- Bostezó Jamil.- Buenas noches.

 

— Buenas noches.

Chapter 22: Matrimonio

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

— Un nuevo día como monarca, una nueva tortura...- Bufó Leona, mirando por la ventana del avión.

 

— No es tan malo.- Respondió Jamil sentado a su lado, dejando su taza de té sobre la mesita.- Vamos a la boda de Louis y Blue.

 

— Y eso significa que vamos a tener que soportar el desfile de sanguijuelas con títulos elegantes por varias horas.

 

— Louis te pidió personalmente que asistieras.- Le recordó Jamil.- Piensa que es por él y no por cumplir con las expectativas de nadie.

 

— Parece que el "Rey de corazones" terminó por encantarte incluso a ti.- Bromeó Leona.

 

— Es una buena persona en realidad.- Se encogió de hombros Jamil.- Al principio pensé que sería una réplica de Kalim, pero ahora puedo confirmar que en verdad merece la corona.

 

— No te culpo. Yo también lo creí un idiota mimado al inicio.- Rió el mayor.- Pero debajo de ese ridículo peinado llenado de fijador para el cabello, hay un cerebro, y milagrosamente, puede controlar al corazón de miel que tiene.- Añadió.- Ni yo entiendo cómo se enamoró de esa oruga pretenciosa.

 

— Mira quién lo dice.- Bromeó Jamil, cruzándose brazos.

 

Leona soltó una pequeña risa ahogada, antes de rodearlo con un brazo y acurrucarse en su hombro para dormitar.

 

Jamil solo rodó los ojos y sonrió, antes de seguir el ejemplo de su esposo y dormir un poco.

 

Aún quedaban un par de horas para llegar a su destino. Algo de descanso les sentaría bien.

 


 

Gracias a los grandes siete, la ceremonia había salido según lo planeado, sin ningún tipo de percance de por medio, y luego pudieron dirigirse a la recepción en el enorme salón de baile del palacio.

 

Y ahí comenzaron los problemas.

 

Louis, en un acto de rebeldía que Leona no pudo prever, había decidido ignorar los protocolos reales, y enviar una invitación a sus viejos conocidos de NRC, que también estuvieron presentes en su fiesta de compromiso.

 

Pero también se encontraban ahí otras compañías no tan gratas...

 

— También vinieron.- Informó Leona en un susurro, mientras se ocultaban detrás de un pilar, sosteniendo un par de copas de las que no habían ingerido ni una gota.

 

— ¿Los tres?- Preguntó Jamil.

 

Leona asintió, observando a esos tres a la distancia. En verdad parecían depredadores al acecho de una presa.

 

— Supongo que no tenemos más alternativa que armarnos de paciencia y esperar que esto termine.- Suspiró Jamil.

 

— O podemos escaparnos sin que nadie más nos vea.

 

— Leona.

 

— Bien.- Bufó el rey, antes de rodearle los hombros con un brazo.- Pero no significa que voy a sonreírle a esa serpiente, a ese gato doméstico o a la grabadora emplumada.

 

— No es necesario que lo hagas.- Dijo Jamil, dándole un pequeño sorbo a su copa.- Solo que te comportes y no comiences una pelea a media fiesta.

 

— Hecho.

 

— Ahora, será mejor que busquemos a Louis y Blue para felicitarlos, como indica el protocolo.

 

— Como ordenes, cariño.

 

Ambos intercambiaron una sonrisa, y tras terminar el vino en sus copas, salieron de su pequeño escondite en busca de la pareja recién casada.

 

Y por suerte, consiguieron localizarlos rápido y esquivar a quienes no querían ver.

 

— ¡Leona, Jamil!- Exclamó Louis con una enorme sonrisa, antes de abrazarlos a ambos apenas los vió.- ¡Cuánto me alegra que hayan venido!

 

— No nos lo perderíamos.- Expresó Jamil con una suave sonrisa, aceptando el corto beso en la mejilla que Louis le dió. Ya comenzaba a acostumbrarse a su entusiasmo.

 

— Mi amado esposo quería venir, así que sus deseos son órdenes.- Bromeó Leona, luego de aceptar el pequeño beso en la mejilla que Louis le dió.- Además, no me perdería la oportunidad de verte atrapar a la oruga después de tanto tiempo.

 

— Leona...- Murmuró Jamil, dándole un ligero golpe con el codo.

 

Blue solo rodó los ojos, y Louis soltó una pequeña risita. Leona solo se encogió de hombros, manteniendo su sonrisa.

 

— Tu traje es realmente hermoso.- Mencionó Jamil, observando la vestimenta blanca de Louis.- La tela se ve suave y fresca y es blanca como la nieve. Y los bordados y piedras colocadas cuidadosamente a mano son impresionantes.

 

— Gracias.- Sonrió el rubio en respuesta.- Perteneció a mi padre. Mi tío lo guardó, y junto con mi tía, me ayudaron a modificarlo.

 

— Jamil sabe bastante sobre telas y ropa. Así que puedes estar seguro de que hicieron un excelente trabajo si él te da un halago.- Alardeó Leona.- Por algo se ganó el favor del presumido de Schoenheit.

 

— Normalmente discreparía contigo.- Replicó una tercera voz, llamando la atención de todos.- Pero en esta ocasión debo darte la razón, Leona.

 

— ¡Vil-san!

 

El ex-líder de Pomefiore mostró una sutil sonrisa, antes de hacer una grácil reverencia para saludar a los anfitriones de la fiesta, y luego a sus antiguos compañeros de escuela.

 

Y no había llegado solo.

 

Junto a él, había llegado Rook, y otras caras conocidas no tardaron en hacer aparición.

 

Algunas más gratas que otras.

 

— Jamil, qué alegría verte de nuevo.

 

Apenas ver a Iago y escuchar su voz, Leona sintió la sangre hervir y su sonrisa se desvaneció. Esa maldita ave...

 

— Leona, pero qué agradable sorpresa.

 

Y como no podía ser de otro modo, Skere apareció al lado de Iago, igual que Ka'al. Y fue la presencia de esa naga la que hizo que la sonrisa de Jamil desapareciera.

 

Louis, ajeno a la tensión que se formaba en el pequeño grupo, se despidió para ir a saludar al resto de invitados, dejándolos solos.

 

Jamil solo sonrió con cortesía, Leona ni siquiera trató de fingir simpatía, y ambos intentaron alejarse. Y la pista de baile resultó el escape perfecto.

 

Durante unos minutos funcionó, hasta que llegó ese vals...

 

Sabían qué debían invitar a bailar a alguien que no fuera su acompañante, e ir cambiando de pareja hasta reencontrarse.

 

— Aún no es tarde para irnos.

 

— Será peor si nos vamos ahora.- Murmuró Jamil.- Está bien. Podemos con esto.

 

Leona miró de reojo a Iago cediendo la mano de su compañera de baile, y también a Ka'al separarse de Skere...

 

Iba a ser un baile realmente difícil.

 

— ¿Me concedes esta pieza, Jamil?

 

Para sorpresa de ambos, Vil apareció de repente al lado de Rook.

 

— Por supuesto.- Respondió Jamil finalmente, tomando la mano de Vil, tras observar de reojo a Iago, alejándose con él.

 

— ¿Me concede el honor, Roi du lion?- Preguntó Rook, ofreciendo su mano a Leona.

 

Leona miró cómo Ka'al pareció vacilar en cuanto vio a Rook cerca de él, y también a Jamil bailando con Vil...

 

Bien. Bailar con Rook no era su idea favorita, pero era mejor que lidiar con Ka'al.

 

Con un pesado suspiro, finalmente tomó la mano del ex-vicelíder de Pomefiore, y fue con él a otro sitio de la pista de baile.

 

— ¿Todo en orden, Jamil?- Preguntó Vil, mientras bailaban.

 

— Sí, Vil.- Asintió con tranquilidad.

 

— Leona y tú parecían algo tensos.- Señaló el rubio.- ¿Celos quizás?

 

— Es una larga historia.- Suspiró el menor.

 

— Supongo que incluso alguien tan perezoso como Leona puede sentir celos por su esposo.- Dijo el ex-líder de Pomefiore, con una pequeña risa.- Y supongo que Iago tampoco es precisamente el más decente por aquí.

 

— ¿Lo conoces?

 

— Cuando entré a NRC, Iago era líder de Scarabia. Mi antecesor era un año mayor que él y Leona, yo me convertí pronto en su favorito de mi antecesor para heredar el puesto como líder de dormitorio en cuanto se graduara, así que pasé mucho tiempo con ellos.- Contó, mientras seguían bailando.- Sé que nunca han sido amigos cercanos, y que Iago es un completo adulador y algo descarado.

 

Jamil solo asintió, sin decir una sola palabra. No sabía bien qué decir respecto a eso.

 

— No quiero que Leona arruine esta fiesta con una pelea.- Mencionó Vil.- Así que relájate. Tenemos todo cubierto.

 

— ¿Tenemos?- Murmuró confundido Jamil.

 

— Hora de cambiar.- Dijo Vil con una sonrisa.

 

Antes de que Jamil pudiera preguntar, alguien apareció.

 

— ¿Bailamos, serpiente marina-chan?- Dijo Floyd con su sonrisa relajada habitual.

 

Jamil decidió tomar su mano y asentir, esquivando a Iago.

 

— No te preocupes, serpiente marina-chan.- Rió Floyd, haciéndolo girar.- Betta-chan tiene todo cubierto. Así que ni pelícano-chan, ni pez araña-chan van a acercarse a ustedes.

 

— ¿Qué quieres decir?

 

Por suerte, Floyd era un buen bailarín, y mantener esa conversación sin perder el ritmo, no resultaba difícil.

 

— Betta-chan se dió cuenta de que león marino-chan estaba celoso de pelícano-chan, y tú de pez araña-chan.- Respondió Floyd.- Así que nos pidió que los cubrieramos hasta que el vals terminara y se reunieran. Así que así estamos.

 

— Gracias, supongo.- Suspiró Jamil, mirando a Leona bailando con Azul.

 

Y Ka'al lo observaba a lo lejos, mirando con desprecio a Azul.

 

Definitivamente, debía agradecerle a Vil más tarde por su ayuda. Debió prever que ningún detalle pasaría desapercibido ante los ojos de Vil Schoenheit.

 

Todos sus conocidos de NRC resultaron ser una bendición, bloqueando cada intento de Iago y Ka'al para acercarse a ambos, hasta que pudieron reunirse para el baile final.

 

Y luego, siguió el baile que los novios inauguraban, sorprendiendo a todos por la elección de la canción.

 

"¿Cómo sabe que lo amas?

¿Cómo le demuestras que lo amas?

¿Cómo sabe que realmente, realmente, de verdad lo amas?"

 

— ¿Quieres bailar?- Propuso Leona.

 

— Claro.- Accedió Jamil sin pensarlo demasiado.

 

"No es suficiente que des por sentado a quien amas.

Debes recordarle o estará inclinado a decir:

¿Cómo sé que me ama?

(¿Cómo haces que sepa que lo amas?)

(¿Como le demuestras que lo amas?)

¿Cómo sé que es mío?"

 

— Siempre que pienso que Louis no puede elegir canciones más cursis, me demuestra lo contrario.- Bromeó Leona, mientras lo hacía girar.

 

— Un poco.- Rió bajo Jamil.- Aunque te hace pensar un poco en las cosas, ¿no crees?

 

— Tal vez.- Ronroneó el mayor, mirándolo a los ojos.

 

Habían decidido tomar las cosas con calma, pero esa canción se sentía como una declaración del universo a todas sus dudas.

 

"Todo mundo quiere vivir felices para siempre.

Todo mundo quiere saber que su verdadero amor es de verdad."

 

Decir que no pensaban en su futuro, ni imaginaban su vida al lado del otro, sería mentira. Pero tampoco estaban seguros si ese furor existiría algún día...

 

"¿Cómo sabes que es tuyo?

¿Cómo haces que sepa que realmente, realmente, de verdad lo amas?

Bueno, te saca a bailar

solo para poder abrazarte?

Te dedica una canción con palabras

destinadas solo para tí?"

 

— ¿Algo que quieras decirme?- Bromeó Jamil.

 

— Me atraparte.- Le siguió Leona la broma, besando su mejilla.- Solo quería abrazarte.

 

"Él encontrará su propia manera para decirte

con las pequeñas cosas que él hará

Así es cómo sabrás 

Así es cómo sabrás que él es tu amor."

 

Bien... Su historia era peculiar por decir lo menos, pero ambos habían encontrado la forma de expresar su sentir por el otro, con pequeñas cosas y gestos diarios.

 

En los besos y abrazos solo porqué sí, el tiempo que pasaban juntos, las conversaciones largas, los pequeños regalos como los dátiles, los bailes...

 

Cada gesto, por más pequeño que fuera, lograba iluminar sus días y hacerlos creer que todo era real.

 

El baile terminó, y ambos lo concluyeron con un suave beso, mirándose a los ojos con felicidad, antes de salir de la pista tomados de la mano.

 

En poco tiempo por fin podrían volver a casa.

 


 

Por suerte, la fiesta había transcurrido con normalidad, y Jamil había salido a un balcón para tomar algo de aire, esperando que Leona se despidiera para que pudieran marcharse. Cuando alguien se acercó a él.

 

— Hola.

 

Kalim...

 

Hace tiempo que no hablaba con él, y no sabía bien qué decir.

 

— Hola.- Respondió finalmente.

 

— ¿Quieres?

 

Sin pensarlo mucho, aceptó la copa que Kalim le ofreció, dándole un pequeño sorbo.

 

— Supe que fuiste a visitar a Najma a Starry Night hace unos meses.- Mencionó Kalim con un inusual nerviosismo, jugando con sus dedos, sin atreverse a dirigirle la mirada.- Así que...

 

— Ya lo sé, Kalim.- Interrumpió con un suspiro.- Ella me lo dijo.

 

Kalim se sobresaltó un poco, y le dió un trago a su copa, intentando calmarse, pero era claro que su corazón estaba latiendo como loco.

 

— No quería ocultartelo.- Murmuró Kalim.- Es solo que... Bueno... No predecimos esto. Solo pasó, y... No encontramos un momento para decirte.

 

Jamil respiró profundo y le dió otro trago a su bebida, intentando poner en orden sus ideas.

 

Aún seguía teniendo muchas dudas sobre esa relación, pero sabía que su hermana no era una niña y podía cuidarse sola. Debía confiar en su criterio.

 

— Jamil...

 

— No voy a mentir, Kalim. Tengo mis dudas respecto a todo ese asunto.- Confesó.- Pero Najma es inteligente y muy fuerte, no me queda nada más que confiar en que ella puede cuidarse sola y sabe lo que está haciendo.- Añadió.- Solo cuida bien de ella, por favor.

 

— ¡Lo haré! No te preocupes por eso.- Prometió Kalim con entusiasmo, dando un pequeño salto.- Me encargaré personalmente de enviarte una invitación a nuestra boda.

 

— De acuerdo.- Sonrió suavemente Jamil.- Confiaré en tí. Así que no me defraudes.

 

Kalim asintió de nuevo. Y luego de tanto tiempo, ambos por fin pudieron intercambiar una sonrisa sincera y chocar sus copas en una muestra de paz, dejando atrás cualquier rencor.

 

— ¿Supiste lo que pasó en Starry Night Academy?

 

— Sí. S.T.Y.X nos informó del incidente con la líder de Heartsea.- Confirmó Jamil.- ¿A quién se le ocurrió guardar tantos objetos tan peligrosos en un mismo lugar, y ponerlos bajo resguardo de estudiantes?

 

— Parece que Night Raven Collage no es la única escuela de magia donde ese tipo de cosas suceden, después de todo.- Bromeó Kalim.- Pero... Admito que Najma es increíble, y ese día lo demostró.

 

— ¿A qué te refieres?

 

— Najma estuvo entre las chicas que ayudaron a contener el Overblot que tuvo la líder de Heartsea.- Contó Kalim.- Ella me contó lo que ocurrió y fue en verdad impresionante.

 

— Quizás puedas contarme esa historia.- Sonrió de lado Jamil.- Ella no me ha dicho nada.

 

— Por supuesto.

Notes:

Y sí, por si se lo preguntan, la canción que bailan en esta ocasión es "That's How You know" de Enchanted

Chapter 23: Segunda noche de Halloween

Chapter Text

Los días avanzaban sin que siquiera lo notaran, y en un abrir y cerrar de ojos, de nuevo se encontraban en plena celebración de Halloween. E igual que el año anterior, habían decidido tomarse la noche libre y unirse a la gente común, permitiéndole a Cheka unirse a sus amigos para ir a pedir dulces.

 

Pasaron días eligiendo disfraces a juego, y unas horas maquillándose, antes de salir del palacio en auto y conducir hasta los barrios bajos, dónde, igual que el año anterior, el entusiasmo podía respirarse en el aire.

 

— Así que Leona te convenció de nuevo de venir aquí.- Mencionó Ruggie con una pequeña risa.- Me alegra ver que el cabeza hueca realmente consiguió arreglar las cosas.

 

— Ni que lo digas.- Siguió Liam con una lata de soda en la mano.- Por poco creí que íbamos a tener que hacer las maletas y volver para consolarlo tras un divorcio solo un año después de la boda.- Añadió.- Por poco deja ir a alguien que vale la pena, todo por haber elegido mal en el pasado.

 

— ¡Liam!- Exclamó Ethan, saltando en defensa de Leona como siempre.- ¡No hables así de Leona-sama enfrente de Jamil-sama!

 

— En este punto dudo que Jamil no sepa de "el que nunca debe ser nombrado".- Se encogió de hombros Liam.- Menos mal que Leona mejoró sus estándares y aprendió a elegir mejor. No iba a volver a arrastrarlo a la ducha, ni a pasar horas tratando de evitar que se muera de hambre. Suficiente tuve con lidiar con las consecuencias que dejó esa serpiente mentirosa una vez.

 

— Y que yo recuerde, tuviste tu venganza, Liam.- Señaló Leona con una sonrisa de lado.- ¿Ya olvidaste el anillo roto?

 

— No olvidaría eso ni aunque perdiera la memoria.- Se jactó con una risita maliciosa la hiena, dándole un sorbo a su lata.- Fue glorioso ver su estúpida cara pasar de la arrogancia a la angustia en un segundo.- Contó.- A ver si su nueva víctima le conseguía uno igual... Y, ¡oh, sorpresa! Le consiguió una versión más barata, pero ¡hey!, al menos se casaron y ahora vive en la casa del bisabuelo de su esposo.

 

— Ese par de despreciables son tal para cual.- Finalmente concordó Ethan, cruzándose de brazos.- Ese tipo siempre me dió mala espina. Menos mal que Leona-sama no volvió a caer en sus mentiras.

 

— Sería demasiado tonto si lo hiciera.- Mencionó Ruggie.- Incluso yo me dí cuenta que ambos eran unos mentirosos desde el primer día que los conocí.

 

— Y parece que ustedes los odian más que yo.- Mencionó Leona, poniendo los ojos en blanco, manteniendo una sonrisa de lado.

 

Liam y Ruggie se encogieron de hombros, Ethan solo desvió la mirada al suelo con incomodidad.

 

— Obviando que se negó a devolver el anillo incluso después de que se anulara el compromiso, te dejó hecho pedazos y se la pasó persiguiendote mientras ya estaba con ese patán.- Dijo el rubio mayor.- De no ser por Ethan y por mí, en la "noche de la estampida" ese desgraciado te habría hipnotizado y dejado dormido para que el gato sarnoso con aires de superioridad hiciera el resto.

 

— Hablando de eso.- Mencionó Jamil.- ¿Cómo supieron que una superficie reflectante sería útil para contrarrestar el efecto de su magia única?

 

Liam y Leona intercambiaron una mirada, antes de terminar riendo bajo.

 

— No tenía idea.- Admitió finalmente entre risas.- Pero si no funcionaba, solo iba a golpearlo con la bandeja.- Añadió.- Pero ya basta de hablar de fantasmas y demonios. Además de Halloween, estamos aquí para celebrar a Ruggie.

 

La hiena más joven solo soltó una pequeña risa al ser abrazado por los hombros por Liam.

 

— Liam tiene razón.- Asintió Jamil con una pequeña sonrisa, alzando la lata de soda en su mano.- ¡Por Ruggie y la beca deportiva que obtuvo!

 

— ¡Por Ruggie!

 

El resto de la noche transcurrió con júbilo y diversión, entre latas de gaseosa, dulces y charlas casuales, olvidando por unas horas sus responsabilidades como reyes y cualquier preocupación.

 

Cheka se divertía al lado de otros niños de su edad, jugando y comiendo dulces, uniéndose incluso a la pista de baile junto a una niña del grupo.

 

— Jamil, ¿por qué no te unes a la competencia de baile de nuevo?- Sugirió Ruggie con una pequeña sonrisa cuando la música comenzó a sonar, y la gente a concentrarse alrededor de un pequeño espacio de la plazuela.- El año pasado lo hiciste genial.

 

— Ni siquiera me recuerdes eso...- Suspiró Jamil, cerrando los ojos con cansancio.- Solo recordar cómo reaccionó la corte entera me causa dolor de cabeza.

 

— ¿A quién le importa lo que piensen esos viejos buitres?- Bufó Leona.- Ve y demuéstrales a esos novatos quien manda en esta pista.

 

— Leona...

 

— Sabes que quieres hacerlo.- Insistió Leona con una sonrisa.- Liam también sabe algunos movimientos, muéstrale quien manda.

 

— Oficialmente, te reto, Jamil.- Habló la hiena con una sonrisa de lado.- ¿Qué dices?, ¿averiguamos quién es el mejor, o temes perder?

 

— ¡Liam, no le hables así a Jamil-sama!- Exclamó Ethan.

 

Jamil analizó la situación por un momento, poniendo en perspectiva las posibles consecuencias... Pero al final, decidió estrechar la mano de Liam y sonreír, aceptando el desafío.

 

Antes de notarlo, se encontraba en el centro de la improvisada pista, enfrentándose a Liam en una competencia amistosa, mostrando sus mejores pasos.

 

Desde Russian step y Sisi step, pasando por los clásicos flare, y unas cuantas acrobacias más, como butterflies, el backspin...

 

Pero al final fue Jamil quien se alzó con la victoria, con un aerial, seguido por un giro doble hacia atrás, finalizando con un kip-up.

 

Y por supuesto, los aplausos y ovaciones no se hicieron esperar, proclamando al ganador.

 

— Buenos movimientos, Majestad.- Le sonrió Liam, aún intentando recuperar el aliento, igual que él.- Tienes que enseñarme algún día.

 

— Por supuesto.- Le devolvió Jamil la sonrisa, sintiendo su corazón latiendo acelerado.- Tampoco lo haces nada mal.

 

Ambos estrecharon las manos nuevamente y compartieron un abrazo, junto a un par de palmadas amistosas en la espalda, antes de salir de la pista y volver con el resto del grupo.

 

— ¡Jamil, eso estuvo increíble!- Exclamó Cheka, corriendo emocionado a sus brazos en cuanto volvió.- ¡Tienes que enseñarme a bailar así!

 

— Quizás si terminas temprano tus deberes, te enseñe algunos pasos por las tardes.- Accedió, aún sonriendo, abrazando al pequeño.

 

— ¿También hay espacio para mí en las clases?- Bromeó Leona, acercándose para abrazarlo por la cintura y besar su mejilla.

 

— Por supuesto, cariño.

 

— Basta. Me pudren los dientes con tanta azúcar.- Rió Ruggie, al lado de Liam, causando las protestas de Ethan.

 

Leona y Jamil solo rodaron los ojos brevemente, antes de intercambiar una sonrisa y compartir un pequeño beso, antes de unirse de nuevo a la fiesta.

 

Después de todo, la noche aún era joven. Quedaban unas horas antes de que tuvieran que volver al palacio.

 


 

Tras unas horas de diversión, habían vuelto al palacio sin ningún tipo de percance.

 

Luego de contarle un cuento y dejar a Cheka dormido, ambos volvieron a su habitación para tomar una ducha y quitarse todo el maquillaje.

 

Cómo siempre, Jamil fue el primero en entrar al baño, antes de salir con su pijama y permitirle a Leona ingresar.

 

Y cómo siempre, justo cuando terminaba de cepillar y secar su cabello, Leona salía del baño con una toalla sobre los hombros, permitiéndole secar su cabello con una toalla.

 

— En serio comienzo a pensar que debería entrar al baño contigo para asegurarme de que exprimas bien tu cabello.- Dijo Jamil, tras observar la playera de pijama totalmente empapada.- Siempre terminas con la espalda mojada.

 

— La puerta siempre está abierta para ti, cariño.- Bromeó Leona, mirándolo con una sonrisa de lado.

 

— Lo tendré en cuenta.- Le siguió la broma Jamil, devolviéndole la sonrisa.- Pero ahora cámbiate la playera, o vas a enfermarte.

 

— Tus deseos son órdenes.- Rió Leona, antes de levantarse para dirigirse al armario en busca de otra prenda para cambiarse.

 

Jamil intentó centrar su atención en la toalla que aún sostenía en sus manos, pero al final le fue inevitable mirar de reojo a Leona.

 

Bien. Ya había aceptado que Leona le atraía físicamente, y era algo mutuo. Incluso habían tenido un primer acercamiento con anterioridad... Pero, ¿dónde estaba el límite?

 

— ¿Todo en orden?- Preguntó Leona, volviendo a su lado, ya con otra camiseta puesta.

 

— Sí. No es nada.- Afirmó, desviando la mirada, sabiendo de sobra lo roja que estaría su cara.

 

— ¿Ni un beso de buenas noches?- Bromeó Leona con un suave ronroneo, frotando su nariz contra su mejilla.

 

Jamil puso los ojos en blanco por un momento, antes de mostrar una sonrisa de lado, y girar hacia Leona de nuevo, para dejar un beso en sus labios.

 

Debía ser un contacto breve y suave... Pero ambos se vieron insatisfechos con eso.

 

Sin darse cuenta, sus labios volvieron a buscarse, culminando en un beso más largo, y en dónde sus lenguas terminaron involucradas.

 

Incluso cuando el aire escaseó, solo tomaron un breve descanso para respirar, antes de volver a fundirse en otro ansioso beso, hasta terminar sobre la cama, con Leona entre las piernas de Jamil, mientras él enredaba sus dedos en su cabello, atrayendolo.

 

— ¿Quieres...?

 

— Por favor deja de hacer tantas preguntas.- Interrumpió Jamil, sintiendo sus mejillas arder.- Es vergonzoso.

 

— Lo siento.- Suspiró Leona, igual de sonrojado.- Pero no quiero hacer nada que te haga sentir incómodo.

 

Jamil tomó un profundo respiro y acarició la mejilla de Leona, acercándose para susurrar contra sus labios:

 

— Bésame.

 

— Jamil...

 

— Solo bésame y veamos qué pasa.- Repitió, finalmente logrando verlo a los ojos.- Quiero perder el control por una vez.

 

Leona asintió y cerró sus ojos, volviendo a fundirse en un profundo beso que no tardó mucho en cobrar intensidad.

 

Ambos aferrándose al otro, jadeando y ansiando más.

 

Al separarse para tomar aire, Leona terminó besando el cuello de Jamil, descendiendo lentamente hasta las clavículas, mientras sus manos alzaban la camiseta, haciendo estremecer a su consorte.

 

Incluso al besar su pecho y acariciar sus costados, Leona permaneció atento a las reacciones de Jamil, pero solo lo sintió retorcerse y jadear en vanos intentos de contener su voz.

 

Se tomó su tiempo para besar el vientre de Jamil, notando de paso varias cicatrices presentes en todo su torso. Sabía bien que tendrían historias crudas detrás, pero por ahora su único objetivo era hacerlo sentir tan bien como fuera posible, y estaba decidido a lograrlo.

 

— Leona...

 

— ¿Puedo intentarlo?- Preguntó en cuanto Jamil se incorporó un poco.

 

Jamil pareció dudarlo por unos segundos, quizás aún presa de lo que le habían predicado toda la vida. Pero, al final, solo asintió, relajándose de nuevo sobre las sábanas.

 

Leona centró su atención en su labor, deshaciéndose sin prisa de la ropa inferior, notando aún más cicatrices pequeñas en las piernas de Jamil, mismas que se dedicó a besar y acariciar suavemente por varios segundos, antes de volver a su posición inicial.

 

Jamil sentía pequeños escalofríos ante las acciones de Leona, mareado por el deseo. Y cuando sintió ese calor húmedo alrededor de su miembro, le fue imposible contener un audible jadeo, mientras sus dedos se clavaban en las sábanas.

 

— Leona...

 

Antes de que pudiera notarlo, estaba gimiendo el nombre de su esposo, con los ojos cerrados con fuerza, mientras se aferraba a las sábanas, cuando sintió cómo la mano de Leona acariciaba la suya.

 

Al abrir un poco los ojos, se encontró con la mirada esmeralda de Leona, al tiempo que la mano ajena guiaba la suya al abundante cabello marrón.

 

— N-No...- Hiló con dificultad.- Yo...

 

— Está bien.- Afirmó Leona, deteniéndose un momento.- Házlo.

 

— Leona...

 

— Enséñame cómo te gusta.- Susurró, acercándose para besar sus labios brevemente.- Solo relájate y disfruta.

 

Al sentir de nuevo esos besos en su cuello, Jamil fue incapaz de resistirse, relajándose sin remedio entre los brazos de Leona, cerrando los ojos, permitiendo que su mano volviera sobre la cabeza de Leona en cuanto retomó su labor.

 

Al principio solo acarició sus orejas y cabello, escuchando a Leona ronronear, pero antes de notarlo, ya estaba marcandole un ritmo, enredando sus dedos en su cabello, mientras gemía su nombre una y otra vez.

 

Sabía cómo funcionaba la anatomía masculina, había recibido la instrucción necesaria para brindar sexo oral, pero jamás había siquiera pensado que algún día lo recibiría... Y cualquier explicación teórica quedaba muy distante a la práctica. Leona definitivamente sabía muy bien lo que hacía.

 

— L-Leona...- Tartamudeó el nombre de su esposo, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas, fruto de la excitación.- Y-Yo...

 

Leona pareció entender lo que trataba de decir, y puso aún más esmero en su tarea, incluso cuando Jamil se dejó llevar demasiado por la sensación y terminó marcandole un ritmo acelerado, jalando de su cabello, hasta sentir como el familiar aturdimiento del clímax lo alcanzó.

 

Leona dejó escapar un ronroneo de satisfacción, sin apartarse por unos segundos, antes de incorporarse, aún con restos de ese líquido blanquecino en la comisura de los labios, y acercarse a besarlo.

 

Jamil no pensó mucho, solo lo besó, mandando al demonio todo lo que le inculcaron durante su vida. Solo eran él y Leona disfrutando de un momento a solas, y era lo único que le importaba.

 

Cuando sintió que sus piernas dejaron de temblar, atrapó a Leona e intercambió las posiciones, dejándolo debajo de él, tomándose su tiempo para observarlo y acariciar su mejilla, antes de decidirse a hacer lo que llevaba tiempo imaginando.

 

Leona no opuso ninguna resistencia cuando besó su cuello, ni cuando se deshizo de su camiseta, ni sus pantalones. Al contrario, emitió un ronroneo de satisfacción al verlo tan decidido. Aunque al ver cómo recogía su largo cabello, una pequeña sensación de duda lo invadió.

 

— Oye, no tienes que hacerlo.- Dijo, incorporándose lo suficiente para mirar los ojos de Jamil.

 

Jamil se levantó para silenciarlo con un beso y devolverlo a su posición inicial, antes de responder:

 

— No tienes idea de cuánto he fantaseado con esto.

 

Ante esa declaración, Leona sintió sus mejillas enrojecer, y solo pudo asentir, permitiéndole seguir.

 

Y vaya que Jamil sabía lo que estaba haciendo.

 

Antes de que pudiera notarlo, ya estaba jadeando, aferrándose a las sábanas, gimiendo bajo el nombre de su esposo.

 

Jamil prestó atención en todo momento a las reacciones de Leona, incluidas esas pequeñas protuberancias en la base del pene.

 

La última vez había observado que eran un punto sensible, y consumido por la curiosidad, centró un poco de atención en ellas, dando pequeñas lamidas.

 

— Jamil... Oh...

 

Y como había anticipado, Leona fue incapaz de ahogar un gemido apenas hizo eso.

 

Bien. Era un poco diferente a lo que haría con un humano, pero ya había confirmado que los hombres bestia tenían sus propias peculiaridades. Solo debía adaptarse, y no fue tan difícil.

 

— ¿Se siente bien?- Preguntó, mirando las mejillas de Leona totalmente sonrojadas.

 

— Son demasiado sensibles.- Respondió Leona en un murmullo.- Se supone que su función es garantizar la fecundación... Pero solo es placentero para mí.

 

— Al menos no tengo que contener la respiración ni atragantarme para hacerte sentir bien.- Respondió con una pequeña sonrisa de lado.- Es más práctico.

 

— ¿En serio estamos teniendo esta conversación justo ahora?

 

— Tienes razón.- Sonrió con un ligero aire de perversidad, antes de volver a centrar su atención en esas pequeñas púas.- Dejemos las palabras para después.

 

Leona no tuvo tiempo de responder, cuando sintió ese calor húmedo sobre sus púas, arrancándole un gemido de lo más profundo de la garganta, robándole el aliento.

 

— J-Jamil...

 

Cuando se sintió al borde del clímax, tartamudeó el nombre de su esposo, intentando advertirle, pero Jamil entendió muy bien el mensaje, y no se apartó de él, envolviendo las púas con su boca, frotando su lengua contra ellas. Y no se apartó hasta conseguir llevarlo al límite.

 

Escuchó a Leona gemir y ronronear, mientras se retorcía en las sábanas, con los ojos en blanco en un éxtasis total.

 

Jamil sintió las púas endurecerse y astillarle la lengua, sintiendo el suave sabor de la sangre, pero no le resultó molesto. Al contrario, terminó separándose muy lentamente, antes de volver a cerrar sus labios sobre las pequeñas protuberancias, ejerciendo una suave succión, sin importarle que los delgados hilos de ese líquido blanquecino le mancharan el cabello y parte del cuello.

 

Leona ronroneaba y se retorcía ante su tacto, gimiendo bajo, mientras se aferraba a las sábanas.

 

Cuando Jamil por fin decidió liberarlo, Leona aceptó dócilmente el beso que le fue demandado, ronroneando mientras abrazaba a su esposo.

 

Por varios minutos, se quedaron de esa forma, solo disfrutando de los besos y caricias suaves y las sensaciones que les producían.

 

No estaban seguros hasta donde llegarían esa noche, pero la agradable fricción era difícil de ignorar.

 

Las manos de Leona terminaron en las caderas de Jamil, y las de Jamil en sus hombros.

 

Solo una mirada fue suficiente para que ambos supieran lo que deseaban...

 

Pero entonces, unos suaves golpes en la puerta los hicieron ponerse alerta.

 

— ¡Jamil!

 

¡Cheka! De inmediato reconocieron su voz, y supieron que tenían menos de un minuto para vestirse.

 

— ¡Espera un momento, Cheka!- Respondió Jamil apurado, mientras buscaba su ropa tan rápido como podía, con ayuda de Leona.- ¡Enseguida voy!

 

Leona alcanzó una toalla húmeda y se apresuró a envolver el cabello de Jamil, buscando ocultar el desastre que había en él.

 

Podía escuchar a las guardias de Cheka tratar de persuadir al niño para volver a su habitación, y a Cheka negándose. Era cuestión de tiempo para que abriera la puerta a pesar de todo, y él no podía encontrar su ropa. Así que, sin más opción, entró corriendo al baño, ocultándose justo a tiempo.

 

— ¿Pasa algo?- Preguntó Jamil, intentando ocultar su nerviosismo y el sonrojo en sus mejillas.

 

— Lo lamentamos mucho, Jamil-sama.- Dijo una de las mujeres a cargo de custodiar la alcoba de Cheka.- El príncipe salió a toda prisa y no quiso volver.

 

— No se preocupen.- Dijo tras aclararse la garganta, rezando intensamente que nadie notara algo que lo delatara.- Acababa de salir de la ducha, y Leona de entrar. ¿Qué ocurre?

 

Gracias al hechicero del desierto, Leona había escuchado su coartada, y pudo escuchar el grifo del agua ser abierto.

 

— Es que tuve un sueño.- Respondió Cheka con entusiasmo, ajeno a su estado de tensión.- Sobre el final de la historia de la lámpara maravillosa.

 

— Oh, ¿en serio?- Preguntó Jamil.

 

— ¡Sí!- Asintió el niño.- Soñé que al final, el joven deseaba la libertad del genio de la lámpara y se casaba con la princesa.- Añadió.- ¿No es así como termina la historia?

 

— No lo sé.- Canturreó Jamil con una pequeña sonrisa.- Ya tuviste una historia hoy. Si quieres otra, debes esperar a mañana. Un día por una historia, ¿recuerdas?

 

— Oh...- Meditó Cheka.- Lo olvidé.- Añadió riendo.- Entonces, ¿puedes decirme el final mañana en el desayuno?

 

— Por supuesto.- Asintió el mayor, antes de bostezar.- Pero mañana tienes clases, y Leona y yo tenemos que despertarnos muy temprano.- Añadió.- Así que vuelve a la cama, y por la mañana hablaremos del final de la historia. ¿De acuerdo?

 

Cheka asintió, y luego de dejar un pequeño beso en la mejilla de Jamil, se despidió y volvió a su habitación al lado de sus guardianas, dejándolo solo de nuevo.

 

Jamil soltó un suspiro de alivio apenas salieron por la puerta, y se dejó caer sobre las almohadas. Eso había estado demasiado cerca.

 

— Al menos ahora sabemos que si llegan a secuestrarlo, podría escapar solo.- Suspiró Leona, saliendo del baño con una toalla a la cintura y el cabello mojado.- Si esas guardias no pudieron detenerlo a tiempo, nadie habría podido.

 

Jamil solo suspiró de nuevo, quitándose la toalla del cabello.

 

— ¿Quieres tomar una ducha mientras me encargo de limpiar todo?

 

— Gracias.- Asintió Jamil, antes de levantarse para buscar una toalla limpia.

 

Gracias a los siete grandes habían conseguido librarse de ese problema, y evitar una conversación incómoda.

 

Una vez con sábanas y ropa limpia, se acurrucaron y alistaron para dormir. Ya era bastante tarde.

 

— Esta vez tuvimos suerte, ¿no, cariño?- Preguntó Leona en un bostezo.

 

— Tú lo has dicho.- Respondió Jamil de igual forma.- Buenas noches.

 

— Buenas noches.

 

Leona dejó un pequeño beso en su mejilla, causando que sus labios se curvaran en una sonrisa, antes de finalmente, quedarse dormidos.

Chapter 24: Veneno

Chapter Text

El otoño estaba a solo unas semanas de terminar, y ahora se encontraban viajando de nuevo en un auto absurdamente largo y ostentoso, rumbo a un destino que no les resultaba del todo agradable.

 

Habían vuelto a la capital de las Arenas Escaldantes, once meses después de la primera visita que Leona hizo al sultán, y de que se firmara ese tratado de libre comercio del que ambas naciones se habían estado beneficiando.

 

Todo había sido un éxito, los plazos se habían cumplido, igual que las expectativas. Ahora solo debía soportar a esa gente durante unos días para renovar de forma oficial el tratado y darle vigencia por un par de años...

 

Pero igual que la última vez, debían quedarse en la finca Ababua. Lidiando con tres personas que no soportaban.

 

— Relájate. Todo estará bien.- Suspiró Jamil, tomándole la mano.- Será solo una semana y después podremos olvidarnos de todo esto.

 

— Me pregunto qué le hizo creer al sultán que era buena idea enviarnos de nuevo a la madriguera del gato doméstico y las otras dos alimañas.- Bufó Leona.- ¿Tan difícil era al menos darnos la opción de pagar un hotel?

 

— A sus ojos, la última vez todo estuvo en orden y salió a la perfección.- Explicó el menor.- Además, en esa finca viven sus visires y futuros visires más cercanos, fuertes y confiables. Así que es su forma de garantizar que estaremos totalmente seguros.

 

— En otras palabras, cree que necesitamos pañales y un sonajero.- Rió Leona con amargura.- Como si no hubiéramos escapado del control mágico del lagarto, y además, luchado contra él y ganado.

 

— En primer lugar, de no ser por Yuu, Silver y los demás, quizás jamás habríamos siquiera despertado.- Replicó Jamil, cruzando los brazos.- En segundo lugar, ninguno de nosotros luchó solo. Fue un trabajo en equipo, y aún así, fueron Silver y Sebek quienes lograron derrotarlo, gracias a que Lilia casi muere por interponerse. De no ser por eso, quizás Malleus habría ganado.

 

— Sí, claro. Y seguramente el lagarto va a volver a enloquecer y a venir por nosotros.- Ironizó Leona con una pequeña risa.- Y seguramente la grabadora emplumada y el gato doméstico van a poder detenerlo si ocurre.

 

— Solo aferrate a seguir el protocolo y todo estará bien.- Suspiró Jamil.

 

— No hay más opción...

 

Para su desdicha, el camino se sintió demasiado corto, y pronto el auto frenó.

 

Igual que la última vez, el conductor bajó para abrirles las puertas, permitiéndoles descender.

 

Ya los esperaba con un parasol, y los guió hasta la entrada de la inmensa finca, mientras otros sirvientes se encargaban de llevar su equipaje.

 

Todo seguía tal y como la última vez que estuvieron ahí.

 

Jardines enormes, fuentes de agua, cúpulas gigantescas, ornamentas y lujo exagerado por doquier...

 

Sin duda, estaban en el hogar de una de las familias más ricas e incluyentes del país.

 

— Leona-sama, Jamil-sama. Qué dicha verlos de nuevo.

 

E igual que la última vez, Iago los recibió con esa enorme, radiante y falsa sonrisa amable. Pero esta vez no estaba solo, Skere y Ka'al estaban a su lado.

 

— Déjate de formalidades y terminemos con esto rápido.- Replicó Leona, tras sostener la mano de Jamil.- Nadie quiere hacer esperar al sultán, ¿cierto?

 

— Por supuesto que no.- Sonrió con calma Iago.- Los guiaré a su habitación de inmediato.

 

Sin otra opción, ambos siguieron a Iago por los interminables pasillos de la mansión, ante las atentas miradas de Ka'al y Skere.

 

Sin duda, algo estaba mal.

 


 

Luego de instalarse en la habitación, Leona tuvo que marcharse a la reunión con el sultán, dejando sólo a Jamil. Esperaba lograr volver pronto.

 

Mientras avanzaba por los pasillos, se encontró con un rostro conocido y extremadamente poco grato de ver.

 

— Oh, Leona.

 

— ¿Qué quieres, Ka'al?- Bufó con cansancio.- Tengo una reunión importante a la que llegar.

 

— Eso lo sé a la perfección, querido.- Sonrió el castaño.- No te preocupes. No te quitaré mucho tiempo.

 

— ¿Por qué no vas a buscar a tu gato doméstico y me dejas en paz?- Replicó Leona, apartándose cuando Ka'al intentó abrazarse a él.- Dudo que quiera llegar tarde y descender aún más en la lista de favoritos del sultán.

 

— Oh, Leona. Tan gentil como siempre.- Rió con burla el más delgado.- Pero solo vine hasta aquí porque estoy preocupado por tí y quiero ayudarte. Ya sabes, por los viejos tiempos.

 

— Puedo asegurarte que no tienes motivo alguno para "preocuparte" por mí.

 

— Seguro que sí los tengo.- Afirmó.- Iago y tu querido esposo pasan mucho tiempo juntos. ¿No crees que es sospechoso?

 

— Vaya que quieres una de las flores del laberinto de Thunderbird.- Se burló Leona.- Jamil me cuenta todo, y puedo asegurarte que si quisiera engañarme o planeara dejarme, lo haría por algo mejor.- Añadió.- Él no cambia un rey por un visir. Ni yo a mi rey por un embustero.

 

Ka'al siseó, mostrando su lengua por unos segundos, a la par que su sonrisa se desvanecía y su ceño se fruncía.

 

— Ocúpate de tus asuntos, Ka'al.- Sonrió Leona, agitando una mano en el aire.- Si me disculpas, debo apresurarme en terminar con mis deberes para volver con mi esposo.- Añadió, comenzando a avanzar.- Y no te preocupes. Vigilaré al tuyo para que nadie te lo quite.

 

Luego de esa breve conversación, Leona continuó su andar. En verdad quería terminar con esa reunión y regresar al lado de Jamil. Algo lo hacía sentir inquieto, y no sabía exactamente qué era. No eran celos, solo el presentimiento de que algo estaba por ocurrir.

 


 

Las horas pasaban a una lentitud tortuosa.

 

Leona se había marchado a la reunión con el sultán, al lado de Skere y otros acompañantes que estarían presentes.

 

Él se había quedado en la finca con Iago, Ka'al, el resto del clan Ababua, y los sirvientes.

 

Si no estuviera en juego el bienestar económico de dos naciones, ni loco habría salido de su habitación hasta que Leona volviera por la tarde, pero debía cumplir su rol como rey consorte y asistir al almuerzo con toda la familia anfitriona.

 

Benditas costumbres y formalidades...

 

Tal y como esperaba, Iago se mantuvo cerca de él todo el tiempo, bajo el estandarte de "velar por él y garantizar su seguridad". Y Ka'al apenas se molestó en disimular sus miradas, aunque manteniendo siempre una sonrisa que Jamil fácilmente identificó como falsa.

 

Incluso cuando por fin término ese martirio y pudo volver a la seguridad de la habitación, Iago lo acompañó, y sus comentarios no se hicieron esperar.

 

— Jamil, sé lo que dijiste la última vez.- Mencionó el pelirrojo mientras avanzaban por los pasillos.- Pero...

 

— Cállate.- Interrumpió con rabia contenida.- Solo cállate, Iago.

 

— Jamil, sé que nada de lo que diga va a cambiar lo que pasó, pero de verdad significas mucho para mí.- Afirmó el mayor.- Y sé que no puedes solo divorciarte y que sería un gran escándalo. Y lamento si las palabras que usé no fueron las más adecuadas...- Añadió.- Eres lo que más he amado, porque eres el único al que he amado.

 

— Amar tanto como para mentir...- Ironizó Jamil, apretando los puños con fuerza, sin detener su andar.

 

— Jamil, por favor, déjame hablar.

 

— Lo he hecho varias veces, Iago.- Respondió el menor.- Y cada una te deja peor parado que la anterior.

 

— Jamil, de verdad quiero hacer el intento de recuperarte. Leona-

 

— No metas a Leona en esto.- Interrumpió, finalmente dando media vuelta para encararlo en cuanto llegaron a la habitación.- Sé que no es perfecto y ha cometido sus propios errores, pero al menos él no ha mantenido una mentira por tanto tiempo.

 

— ¿Lo sabes?

 

— Leona me contó todo.- Confirmó, cruzando los brazos.- Cómo lo convenciste de seguir ese plan, y las razones que tuvo para hacerlo.- Añadió.- Fue un trago amargo, pero nos ayudó a darnos cuenta de lo que estaba pasando. Así que estamos tomando las cosas con calma.

 

— ¿Estás enamorado de él?

 

— Sí. Lo estoy.- Respondió.- Así que deja de insistir con algo que jamás va a pasar. Jamás te veré como lo veo a él.

 

La expresión de Iago apenas se tensó por unos segundos, dónde el silencio se instaló.

 

Jamil sabía lo que significaba. Iago no mostraría vulnerabilidad así el cielo se cayera a pedazos. Solo callaría todo y mostraría una sonrisa tranquila.

 

Lo conocía bien.

 

— Ya veo.- Murmuró, incapaz de sonreír.- Supongo que perdí esta guerra hace tiempo.

 

Jamil no respondió, limitándose a mirarlo.

 

— Está bien. Yo forjé mi propio destino.- Continuó Iago.- Te prometo que no volveré a insistir.

 

— Eso espero.

 

— Solo ten cuidado con Leona, Jamil.- Añadió.- Hará lo que sea por sobrevivir.

 

— No lo conoces como yo lo conozco, Iago

 

— Nunca terminas de conocer a alguien, Jamil.- Argumentó el joven visir.- Tu hermana también te lo demostró con lo que pasó en Starry Night Academy.

 

— En algo tienes razón. Pero Najma demostró que es más fuerte e inteligente de lo que pensaba.- Respondió.- Y Leona ha demostrado que es mucho más de lo que tú y cualquiera piensa desde antes de llevar el peso de la corona.

 

Tras decir esas palabras, Jamil entró a la habitación y cerró la puerta detrás de sí, dejando a Iago sólo en el pasillo. Ya había terminado con esa conversación.

 

Iago sabía que no había absolutamente nada que decir, así que, a pesar de la opresión en su pecho, dió media vuelta y se alejó por el pasillo.

 

Sin percatarse de un par de ojos ámbar que habían observado todo desde las sombras.

 


 

No podía estar pasando todo eso.

 

No solo sus intentos para poner a Leona en contra de Jamil habían sido en vano, sino que, en verdad estaban enamorados.

 

Leona de verdad se había enamorado de ese simple sirviente, y ese idiota insignificante le correspondía.

 

Jamil, ese estúpido cachorro humano, de algún modo había logrado llegar al corazón de Leona.

 

¿Qué tenía de especial para que un rey y un visir estuvieran dispuestos a todo por su amor?

 

No podía hallar una razón, pero estaba harto de esa alimaña, y dispuesto a quitarla de en medio.

 

Bien. Después de todo, su "amado" esposo le había encomendado la misión de sabotear a los reyes de la sabana. ¿Qué más daba el método que utilizara?

 

Solo tuvo que ir hasta la bóveda donde resguardaban las pociones mágicas y tomar la que le permitía recuperar su verdadera forma: Una naga.

 

Detestaba su apariencia, pero amaba las habilidades mejoradas que le brindaba. La fuerza, la velocidad, el sigilo, la capacidad de deslizarse por los pilares y techos sin ser detectado... Y más importante: La capacidad de usar el verdadero potencial de su magia.

 

Jamil estaba solo en esa habitación, seguramente demasiado ocupado pensando en cómo desplumar a Iago o en cómo seducir a Leona, como para siquiera sospechar de su plan.

 

Y no se equivocó.

 

Un par de golpes en la puerta fueron suficiente para que ese incauto abriera, listo para discutir con Iago. Con la guardia baja, fue incapaz de esquivar su magia única.

 

Cierra los ojos y confía en mí, y solo en mí. "Trust on me."

 

En su verdadera forma, su magia única era más fuerte. Tenía díez minutos para lograr su cometido.

 

Dócil y obediente, Jamil tomó el pequeño frasco de veneno, siguiendo sus indicaciones.

 

El plan era simple: Hacer que ese pequeño granuja se colara en la cocina y colocara algo de veneno en los aperitivos con los que recibirían a Leona. Solo una dosis suficiente para causarle malestar y enviarlo al hospital, pero no para matarlo.

 

Gracias a Iago, conocía el pasado de Jamil como sirviente y catador de alimentos. Todos creerían que poseía los conocimientos necesarios para envenenar a alguien sin ser descubierto, y lo señalarían a él.

 

Lástima que sería muy tarde...

 

La segunda parte de su plan, incluía que Jamil volviera a la habitación y bebiera el resto del veneno. Suficiente para matarlo en unos minutos.

 

Al menos le permitiría morir sin dolor.

 

Todo habría salido perfecto, si esa larga cabellera rojiza no hubiera aparecido apenas Jamil avanzó un par de pasos.

 

— ¡Jamil!

 

Tras sisear, se apresuró hacia Iago, listo para usar de nuevo el "Trust on me". Qué más daba un daño colateral...

 

Pero no esperaba que Iago sujetara a Jamil, y lo empujara de vuelta al interior de la habitación, junto a él.

 

— ¿Crees que no conozco tus habilidades, Ka'al? ¡Yo fui quien diseñó los planes de contingencia para cada mago cercano a la familia real!

 

— Siempre has sido una verdadera molestia, Iago.- Siseó.- Pero acabas de cometer un error. Un grave error, ¿sabes?

 

— Ya cállate de una vez y pelea.

 

— Veamos cuánto resistes luchando con los ojos cerrados.

 

Iago sabía que la única forma de evadir esa magia, era mantener los ojos cerrados. Bastaba mirar por un segundo los ojos de Ka'al para caer ante el hechizo.

 

Sin embargo, sabía también que esa naga era engañosa y traicionera. Debía permanecer alerta al resto de sus sentidos y atacar en el momento preciso si quería tener una oportunidad.

 

Todos estaban centrados en la preparación de la fiesta para recibir a Leona luego de la reunión. Nadie iría a ayudarlo.

 

Su única opción era resistir el tiempo suficiente para que Leona llegara, y al notar la ausencia de Jamil, alguien fuera a buscarlo y viera lo que estaba pasando.

 

Solo serían unos minutos. Podía lograrlo.

 

Debía proteger a Jamil.

 


 

Esa reunión se había sentido como una eternidad, y el viaje de vuelta a la finca no fue mejor, teniendo que permanecer cerca de ese estúpido gato doméstico.

 

Skere, sin duda, seguía siendo solo un niño mimado, caprichoso y envidioso.

 

— Ya estamos de vuelta, así que puedes irte al diablo y dejarme en paz.

 

— ¿Crees que a mí me agrada estar contigo?- Reclamó con molestia el tigre, bajando del auto.- Con gusto te habría arrojado del auto en movimiento.

 

— No creo que al sultán le agrade que hagas eso con sus visitas.- Se burló Leona, pasando de largo al visir.

 

— Tu adorado esposo parece sentirse muy cómodo en la finca con Iago, mientras tú no estás.- Se jactó el visir.- Ka'al los ha visto muy juntos. Me pregunto qué harán todo el día, sin ti cerca.

 

— ¿Tanto te arrepientes de haberte casado con Ka'al, que necesitas tratar de hacer sentir miserables a otros para sentirte un poco mejor?- Replicó Leona con una sonrisa arrogante.- Aunque parece que la costumbre de ir detrás de personas comprometidas y meterse en relaciones es de familia.

 

Ante esa declaración, la sonrisa arrogante de Skere, se desvaneció. Y la de Leona se ensanchó.

 

— ¿Qué? ¿Ya olvidaste que tu "leal y confiable" esposo salía conmigo, mientras se enredaba contigo a mis espaldas?

 

Luego de eso, Leona se escabulló por los pasillos de la mansión, evadiendo a quienes aguardaban su regreso en la entrada principal. No tenía ganas de lidiar con todos esos protocolos, solo quería volver al lado de Jamil y dormir hasta el día siguiente.

 

Skere intentó detenerlo, probablemente temiendo que lo culparan de haberlo ofendido, pero Leona no se detuvo.

 

Avanzaron por los pasillos, con Skere intentando que se detuviera, sin éxito, hasta que logró darle alcance y sujetarlo de la muñeca.

 

— ¡¿Qué demonios pasa contigo?!

 

— Lo mismo podría preguntar yo.- Replicó el rey, soltándose de golpe.- Te la has pasado hablando de mi esposo cuando nadie ve, y fingiendo ser el visir perfecto. Ya puedes dejar la actuación de lado, gato doméstico.

 

— ¿Tu esposo no te habló de las costumbres de las Arenas Escaldantes?- Inquirió el más alto.- Tienes una cena a la que asistir. Así que ve por tu esposo y baja de inmediato.

 

— Y si no queremos ir, ¿qué?- Retó Leona.- ¿Vas a usar tu magia única, o vas a decirle a Ka'al que use la suya?

 

Skere gruñó, y Leona respondió de la misma forma.

 

Ambos estaban dispuestos a comenzar una pelea, sin nadie alrededor para verlos y detenerlos.

 

Pero un aroma invadió el aire y los puso alerta, dejando esa pelea en segundo plano.

 

Sangre...

 

Y no era solo eso.

 

— Veneno...- Murmuró Leona.

 

Ambos centraron toda su atención en el ambiente, detectando ruido sospechoso un par de plantas arriba.

 

La habitación donde debía estar Jamil.

 

De inmediato, Leona corrió escaleras arriba, siendo seguido por Skere, igual de preocupado que él por lo que pudiera estar sucediendo.

 

Y la escena con la que se encontraron al llegar a la habitación, no fue para menos.

 

— ¡Ka'al!

 

La naga estaba luchando con Iago, apretándolo.

 

El pelirrojo apenas podía mantenerse en pie, con marcas de varios golpes y una herida abierta en el brazo izquierdo, justo encima del brazalete de oro que siempre solía usar, ahora manchado con su propia sangre, igual que sus ropas. Pero aún así, continuaba luchando contra su rival, que también presentaba algunas heridas, probablemente inflingidas con magia, antes de desarmar a su oponente, dejando la pluma mágica rota en un rincón de la alcoba.

 

Y Jamil yacía inconsciente en el suelo de la habitación

 

De inmediato, detuvieron la pelea. Skere, conociendo el temperamento de Ka'al, decidió utilizar su magia única para obligarlo a liberar a Iago y apartarse del camino.

 

Leona sostuvo al pelirrojo, impidiendo su caída abrupta.

 

Iago tosió con fuerza, y Leona escuchó el crujido de sus huesos. Probable tendría al menos una costilla fracturada tras haber sido comprimido por el cuerpo de una naga de ese tamaño. No le sorprendió que Iago terminara cayendo sobre sus rodillas, mientras jadeaba en un intento de pronunciar algo.

 

— ¡Por los siete, Thunderbird, ¿qué pasó?!

 

Iago volvió a intentar pronunciar algo, pero solo consiguió que un pequeño hilo de sangre escapara de su boca.

 

Entonces Leona prestó más atención a la herida en su brazo, y notó su peculiar forma. Eran solo dos puntos en el brazo, profundos y que no dejaban de sangrar.

 

— Fue Ka'al...- Murmuró con dificultad, apretando la ropa de Leona con la poca fuerza que le quedaba en el brazo derecho el izquierdo ya estaba totalmente paralizado.- Salvalo a él...- Añadió, dirigiendo su mirada a dónde se encontraba Jamil.- Casi no queda tiempo.

 

Luego de eso, Iago cayó frente a Leona, sin fuerzas.

 

Leona sostuvo el cuerpo de Iago, deteniendo su caída, y luego de dejarlo sobre el suelo, se acercó a Jamil.

 

Y entonces notó el frasco roto a su lado, y el veneno esparcido por el suelo, mezclado por la sangre que Jamil seguía perdiendo.

 

Ahora entendía todo lo que había pasado, y una profunda ira lo invadió.

 

Se apresuró a cargar a Jamil en sus brazos, y luego volver a dónde se encontraba Iago.

 

Al parecer, Skere había obligado a Ka'al a decirle lo que había sucedido, mientras él se encargaba de tratar de salvar a Jamil, e intentó detenerlo.

 

Si el jefe de la familia Ababua se enteraba de eso, en definitiva estarían jodidos. Pero no podía importarle menos.

 

— ¡Quítate de mi camino!- Rugió Leona, mientras el guante en su mano se volvía arena, igual que el mueble que tocó.

 

— ¡Esto no es-!

 

Ninguna explicación le importaba. No dudó en darle un golpe a Skere y mandarlo al suelo.

 

Ka'al lo miró fijamente, pero Leona no cedió, solo concentró de nuevo su magia en su mano.

 

— ¿Vas a apartarte, o voy a convertirte en arena, maldito traidor?

 

Finalmente, la naga siseó y se deslizó, limitándose a sostener a un aturdido Skere.

 

Leona sostuvo a Iago sobre su hombro, y a Jamil en el otro, antes de salir corriendo de esa habitación y bajar las escaleras a toda velocidad.

 

El veneno de naga era letal y bastante rápido. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que fueron mordidos, pero ambas habían sido en zonas por las que cruzaban arterias importantes.

 

Debía darse prisa en informar al líder del clan Ababua y conseguir el antídoto y la atención médica necesaria, o ambos estarían muertos a causa de una hemorragia o una falla multiorgánica.

 

Ka'al definitivamente los quería muertos de una forma u otra, y si no era rápido, lo lograría.

 

— Por favor, resiste... Por favor...

 

Era lo único que podía murmurarle a Jamil, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos.

 

Incluso cuando llegó con el resto de habitantes de la finca, y vieron con horror el panorama, no se separó de Jamil.

 

Nada le importaba. Solo quería estar cerca de él y asegurarse de que iba a estar bien, a pesar de lo débil que se volvía su pulso con cada segundo, y cómo su piel se sentía más fría.

 

Ni siquiera cuando Jamil fue llevado al hospital de la finca, estuvo dispuesto a separarse de él, y varios hombres tuvieron que sujetarlo.

 

Preferiría morir antes que mostrarse vulnerable, pero la desesperación se apoderó de él, y solo pudo desplomarse sobre sus rodillas, gritando con frustración e impotencia, mientras las lágrimas se le escapaban de los ojos.

 

No quería perderlo. No podía perderlo...

 

— Por favor... Por favor, resiste...- Murmuró con dolor, ocultando el rostro entre sus manos.- Por favor, no me abandones... Te amo.

Notes:

Y luego de meses de preparación y consultando con la almohada, he aquí el resultado de las ideas que rondaban por mi cabeza desde hace meses, y que el sueño de Leona terminó de reforzar.

En fin... Creo que por ahora no tengo más que decir, más allá de que intenté colocar todas las etiquetas que consideré necesarias, pero en caso de que alguna de me haya escapado, la dejaré en una pequeña nota al comienzo del capítulo en cuestión.