Chapter 1: La llegada del príncipe de fuego y el inicio del caos
Chapter Text
.
.
.
El palacio jamás había vibrado con tanto ruido y movimiento como ahora.
Bueno, quizá sí, pero eso fue hace cinco años, durante la ostentosa boda de los actuales monarcas. Suo Hayato, el rey de un reino bendecido que se alza en las cumbres más altas de las montañas, había contraído matrimonio con Nirei Akihito, un distinguido miembro de la corte del vecino reino de Bofurin.
Esto se debía a un tratado diseñado para estrechar lazos y garantizar la paz entre ambos reinos. Originalmente, quien debía casarse con Suo era Kotoha, la hermana menor del actual rey.
Pero Nirei terminó ocupando su lugar.
Aunque la unión no tendría el mismo peso político que si Suo se hubiera casado con Kotoha, el matrimonio fue aprobado cuando se reveló que Nirei era un Omega de nacimiento, lo que al menos garantiza la posibilidad de un heredero para el reino.
A pesar de ser un matrimonio arreglado, el amor logró abrirse paso en los corazones de ambos jóvenes. Quienes se unieron en sagrado matrimonio a los veinte años, una edad bastante temprana para asumir el peso de gobernar un reino tan grande.
Sin embargo, tras la inesperada muerte del antiguo rey, Suo no tuvo más opción que tomar las riendas del reino, en busca de no perder aquello que consideraba su hogar.
Ahora, ese mismo hogar parecía desmoronarse ante una nueva y absurda alianza política. La cual Suo había aceptado a regañadientes, convencido de que era lo mejor para evitar una tragedia mayor.
.
.
— Kotoha. — la voz de Suo resonó firme mientras ingresaba al gran salón.
La joven Beta, que organizaba los últimos detalles junto a otras mujeres, dirigió su vista hacia el monarca, quien con su sola presencia paraliza las actividades que se estaban realizando.
— ¿Dónde está Akihito? — preguntó, intentando disimular su preocupación.
Desde temprano, el consejo había estado molestándolo, y no tenía idea de dónde se encontraba su esposo, quien seguramente estaría tan afectado como él por lo que estaba sucediendo.
— En su habitación. — respondió ella con calma, haciendo una ligera reverencia ante el Alfa.
Aunque no se había casado, Kotoha había decidido convertirse en la dama de compañía de Nirei, a quien había decidido servirle en manera de agradecimiento por tomar su lugar.
— Él... no parece sentirse bien. — agregó Kotoha, y esas simples palabras fueron suficientes para que Suo abandonara el salón con rapidez.
Tanto su corazón como su Alfa interior estaban inquietos, preocupados por cómo su Omega debía sentirse al estar a unas pocas horas de contraer matrimonio nuevamente.
.
.
.
.
Nirei estaba sentado cerca del ventanal, contemplando los hermosos jardines del palacio. Desde su posición, podía ver a las personas moviéndose apresuradas de un lugar a otro, ultimando los preparativos para el evento de esa noche.
Un profundo sentimiento de tristeza no tardó en invadirlo.
Llevó sus manos a su vientre y lo apretó con fuerza, maldiciéndose internamente por no haber sido capaz de concebir, a pesar del tiempo que llevaba casado.
"Si tan solo..." pensó, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas de forma incontrolable.
— Si no quieres que me case, entonces no lo haré.
La profunda voz de Suo lo sobresaltó, interrumpiendo el silencio en el que estaba sumergido. Nirei limpió rápidamente las lágrimas de su rostro, intentando adoptar una postura indiferente.
— No pasa nada. — respondió en un tono bajo, incapaz de reunir el valor para mirar a su esposo.
Sin embargo, Suo se acercó con calma, tomando el rostro del Omega entre sus manos.
Quería que esos hermosos ojos claros lo miraran directamente.
— Mentir nunca ha sido tu fuerte, y lo sabes. — dijo el Alfa con ternura.
Ante esas palabras, Nirei no pudo contenerse más y se lanzó a los brazos de su esposo, comenzando a sollozar.
— ¿Por qué no puedo concebir un bebé? — gimió entre lágrimas. — ¿Por qué mi vientre tiene que estar marchito y seco?
Suo lo abrazó con fuerza, dejando que Nirei desahogara su dolor, mientras buscaba las palabras correctas para consolarlo.
— Tu vientre no está seco ni marchito, simplemente… no es el momento para que seamos padres. Y eso está bien, porque estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario. — dijo Suo, acariciando con ternura la espalda del rubio.
Nirei sollozó durante unos minutos más antes de reunir el valor para hablar de nuevo.
— Pero el consejo quiere que tengamos un bebé ya, dicen que el reino necesita de un próximo heredero. — el Omega se quejó, aún aferrándose al cálido cuerpo de su esposo.
— Todos en el consejo pueden irse al demonio. – el Alfa gruñó a manera de una respuesta inicial. — De hecho, el matrimonio de esta noche podría convertirse en una fiesta de ejecución. — declaró, con un brillo amenazante en la mirada. — Estoy seguro de que sus cabezas serían una gran atracción si las exhibimos en la plaza central del reino.
Las palabras salieron de los labios de Suo sin pensar demasiado en ellas, pero el efecto fue inmediato. Nirei emitió un fuerte chillido, alejándose bruscamente del Alfa mientras lo miraba con una mezcla de sorpresa y horror.
— ¡Hayato-san! — exclamó, claramente escandalizado, mientras el Alfa intentaba contener una sonrisa.
— Entonces, permíteme cancelar el compromiso. — propuso Suo, al ver cómo su primera idea era rechazada por lo descabellada que sonaba.
— No... No puedes hacer eso, porque es importante evitar una guerra con el reino de Noroshi. — respondió Nirei con seriedad, intentando sonar maduro y sensato, a pesar de que por dentro se moría de celos. — El príncipe Sakura debe casarse contigo para mantener la paz… Además, él posiblemente sí pueda darte un heredero al trono.
A pesar de su intento de mantener la compostura, el aroma de Nirei lo delataba. Su incomodidad y tristeza eran evidentes, incluso sin tener que decir una sola palabra.
— Ir a la guerra con Noroshi no me importa. Estoy seguro de que podríamos vencerlos. — el Alfa replicó con firmeza mientras avanzaba hacia su esposo en un intento de reconfortarlo.
Pero Nirei dio un paso atrás, evitando mirarlo directamente.
— No me interesa tener un hijo con él. El único con quien realmente quiero tener hijos es contigo.
Nirei sintió un nudo en la garganta que le imposibilito responder al instante.
— ¿Pero cuándo sucederá eso? Los médicos ya han dicho que el problema soy yo. Incluso trajeron especialistas de Bofurin, y todos llegaron a la misma conclusión… — Nirei se interrumpió brevemente, al comenzar a luchar contra las lágrimas otra vez. — No soy un buen esposo… No soy un buen Omega…
Antes de que pudiera terminar, Suo lo interrumpió con un movimiento repentino. Lo tomó de la cintura y, sin previo aviso, unió sus labios en un beso intenso y desesperado. Nirei, desconcertado al principio, no supo cómo reaccionar, pero poco a poco cedió al calor de su esposo.
Suo no dijo nada más.
Lo cargó con facilidad y lo llevó hasta la cama, colocándolo con cuidado entre las sábanas limpias.
— ¿Ha... Hayato-san? — balbuceó Nirei, ruborizándose al ver cómo Suo comenzaba a sacarse la ropa.
— Akihito. — pronunció Suo suavemente, inclinándose hacia el rostro del Omega deteniendo sus movimientos para sacarse la ropa. — Si me lo permites, quiero inseminarte y besarte las veces que sean necesarias, hasta que entiendas que eres la única persona que deseo.
Nirei, abrumado por una mezcla de emociones, asintió débilmente. Su corazón palpitaba con fuerza, mientras aceptaba la devoción de su esposo.
Tal vez, pensó, esta era la manera en la que Suo intenta demostrar que él era verdaderamente irremplazable.
Aunque una pequeña parte de él aún dudaba si las cosas podrían seguir como antes.
.
.
.
.
La ceremonia se retrasó exactamente dos horas.
¿El motivo?
Suo no estaba dispuesto a dejar de follarse a Nirei.
Por su parte, Nirei, completamente drogado por el placer y las feromonas de su Alfa, había olvidado por completo que tenían un importante compromiso esa noche.
El salón del castillo estaba repleto de nobles y cortesanos que murmuraban entre ellos mientras esperaban impacientes la llegada del rey Suo y la reina consorte Nirei. Los rumores y comentarios no eran amables; las burlas hacia Nirei se intensificaban con cada minuto que pasaba, y muchos no se molestaban siquiera en disimular o tener la mínima modestia con lo que decían.
— Debe estar llorando y suplicando en este momento. — murmuró una dama con una sonrisa maliciosa, mientras se cubría el rostro con una abanico.
— Pobre reina… ¿Pero quién querría conservar a un Omega defectuoso? — añadió un noble, provocando risas contenidas a su alrededor.
Sin embargo, todo murmullo se extinguió tan pronto como se anunció la llegada de los reyes.
Suo y Nirei entraron al salón con una presencia imponente.
El Alfa avanzó con su porte regio, mientras que el Omega, aunque visiblemente más tímido, mantenía una postura digna de la reina consorte. Ambos tomaron asiento en sus respectivos tronos, mientras los presentes realizaban reverencias.
Suo ocupó su lugar central de siempre, mientras que Nirei, por primera vez, tuvo que sentarse a su derecha. El trono a la izquierda de Suo había sido reservado para el príncipe Sakura, quien sería presentado más adelante.
Con la pareja real en su sitio, comenzaron a anunciarse las entradas de los invitados de honor.
El primero en ser presentado fue el rey Umemiya Hajime de Bofurin, quien ingresó acompañado por su esposa, la reina Tsubaki Tasuku. La pareja, resplandeciente como el sol, caminó con una elegancia que acaparó las miradas de todos.
Suo los recibió con una inclinación de cabeza, mientras que Nirei ofreció una tenue sonrisa de cortesía.
Después de ellos, se anunció la llegada de los representantes de Shishitoren. Un hombre alto de cabello negro y rizado entró en el salón, seguido por un joven más bajo de cabello teñido que, al detenerse frente a los reyes, realizó una profunda reverencia.
— Sus majestades, les traemos saludos cordiales de los reyes de Shishitoren, Togame Jo y Tomiyama Choji. — anunció con voz fuerte, contrastando bastante con con apariencia silenciosa. — Lamentablemente, no han podido asistir a este evento debido al reciente nacimiento de su tercer hijo.
La noticia fue recibida con murmullos aprobatorios, y el enviado se retiró tras recibir un gesto de agradecimiento por parte de Suo.
Finalmente, llegaron los últimos invitados: el rey Nakamura Kanji de Roppo-Ichiza y su prometida, Narita Shizuka. La futura reina, con su delicada belleza, despertó admiración entre los presentes, pero también cautela.
Nadie se atrevió a observarla por demasiado tiempo, temiendo despertar la ira de su prometido, quien era conocido por su carácter protector hacia ella.
Con todos los invitados de honor ya presentes, el momento más esperado de la noche finalmente parecía estar a punto de llegar. Sin embargo, en lugar de un anuncio formal que diera paso al rey y al príncipe de Noroshi, el salón fue sacudido por un estruendoso ruido proveniente del exterior.
El sonido de lanzas golpeando el suelo y el eco de pasos marciales llenaron el aire. Las puertas del salón se abrieron, revelando a una fila de soldados de Noroshi, portando escudos ornamentados y lanzas adornadas con detalles en negro y dorado.
Su presencia intimidante provoca que muchos de los presentes retrocedieran, temiendo un ataque repentino. Sin embargo, la calma con la que los reyes Suo, Umemiya y Kanji observaban la escena dejó claro que aquello era parte del protocolo del reino guerrero.
Los soldados avanzaron en perfecta formación por el pasillo central, golpeando el suelo con sus lanzas en un ritmo que resonaba como el sonido característico de un tambor de guerra. Una vez que tomaron posiciones en los costados del salón, un hombre alto y de cabello negro ondulado hizo su entrada.
Su figura irradiaba autoridad, y sus ojos verdes como el jade brillaban con un aire de astucia y desafío.
El recién llegado vestía un elegante traje de gala negro que destacaba por sus bordados en color dorado y carmesí, también llevaba una espada en la cintura, lo cual aumentaba aún más su aura imponente.
Cuando llegó al centro del salón, justo donde los representantes de Shishitoren habían dado su comunicado previamente, se detuvo. A diferencia de los demás, no se inclinó ante el rey Suo, sino que se mantuvo erguido, mirando al monarca directamente a los ojos, bueno, al único ojo bueno que aún le quedaba.
— Déjenme presentarme, me llamo Endo Yamato, soy el comandante de las tropas del rey Takiishi Chika y, además, de ser su favorito. — anunció con una voz profunda y maliciosa que resonó en el salón.
El último comentario provocó un murmullo entre los presentes. La frase "favorito" dejó a muchos desconcertados, especialmente porque el porte imponente de Endo sugería que era un Alfa. Sin embargo, su manera de presentarse y el uso de aquel término sugerían que realmente no era lo que aparentaba.
El silencio que siguió fue pesado, cargado con la tensión que Endo había traído consigo al momento de hacer su entrada. Aunque Noroshi era conocido como un reino guerrero, su cultura y tradiciones eran un misterio para la mayoría de los presentes.
Todo lo que sabían era que el rey Takiishi Chika había asumido el trono a los quince años y que gobernaba con mano firme desde entonces. Lo único seguro que se sabía de la familia real, era que su hermano menor, el príncipe Sakura, era un Omega.
Pero fuera de eso, su reino era una incógnita envuelta en rumores y especulaciones.
— Deberían sentirse honrados con tener la oportunidad de estar en el mismo lugar que ellos. — Endo dijo con un tono rebosante de emoción, casi reverencial, como si hablara de entidades más allá de lo humano.
Sus palabras crearon una ligera incomodidad entre los presentes, lo que provocó que el pelinegro sonrió con astucia y diversión.
— Así que reciban como es debido al rey Takiishi y al príncipe Sakura de Noroshi.
En cuanto terminó de hablar, los soldados que habían permanecido inmóviles golpearon sus lanzas contra el suelo con fuerza, generando un fuerte ruido que sacudió las paredes del salón.
— ¡Que viva el rey y el príncipe de Noroshi! — gritaron a viva voz, una y otra vez, como si estuvieran entonando un himno de guerra.
Las puertas se abrieron lentamente, y el salón entero quedó sumido en un profundo silencio mientras dos figuras avanzaban tomadas del brazo.
Todos los ojos se clavaron en ellos, analizando cada detalle de su presencia imponente. El primero en captar la atención fue el rey Takiishi Chika.
Su largo cabello carmesí caía en cascada más allá de sus hombros, brillando como un hermoso fuego. Vestía un elegante traje negro, adornado con bordados carmesí, los cuales parecían simular llamas, y sus ojos dorados resplandecían con una intensidad que hacía temblar a cualquiera que tuviera el valor de verlo fijamente por más de unos segundos.
A su lado, el príncipe Sakura avanzaba con pasos delicados, envuelto en un aura de misterio. Su traje blanco, finamente bordado con detalles plateados, contrastaba con la oscura figura de su hermano mayor.
Sin embargo, lo que más intrigaba a los presentes era el velo blanco que cubría su rostro, cayendo delicadamente hasta su cintura. Este detalle alimentaba aquellos rumores que circulaban sobre su belleza incomparable.
Nadie había visto antes al príncipe Sakura.
Ni siquiera Suo, quién sería su futuro esposo, podía confirmar como se veía, ya que no había tenido la oportunidad de conocer a Sakura hasta ahora.
Cuando ambos llegaron frente a Endo, el cántico de los guerreros se detuvo y el comandante no tardó en inclinarse profundamente en una reverencia casi exagerada. Acto seguido, tomó la mano del rey Takiishi y la besó con reverencia, manteniéndola un momento contra su frente en un gesto que parecía una mezcla de lealtad y adoración.
Al girarse hacia el príncipe, Endo repitió el gesto con la misma devoción, aunque esta vez sus movimientos parecían aún más cuidadosos. Sakura, por su parte, permaneció en silencio, inmóvil bajo su velo, mientras los murmullos empezaban a recorrer el salón.
Con un simple movimiento de su mano, Takiishi silenció los murmullos del salón, dejando en claro que empezaba a molestarse. Su mirada dorada se posó en Endo, quien entendió la orden que quería darle sin ni siquiera abrir la boca.
Con un cuidado extremo, el comandante se acercó a Sakura, para levantar el velo que cubría su rostro.
El silencio que siguió fue tan profundo que parecía que el tiempo mismo se había detenido. Los ojos de todos los presentes se abrieron con asombro al contemplar al príncipe por primera vez.
El cabello de Sakura, dividido en dos tonalidades, parecía desafiar las leyes de la naturaleza. La mitad era de un negro profundo como el cielo nocturno, mientras que la otra era blanca como la misma lana.
Aquella extraña dualidad lo hacía bastante atrayente.
Pero lo que realmente dejó a todos sin aliento fueron sus ojos. Uno era del mismo dorado intenso que los de su hermano mayor, mientras que el otro era de un tono azul profundo.
Nirei sintió cómo un nudo se formaba rápidamente en su estómago al notar las miradas fascinadas que todos dirigían al bicolor. El terror y los celos comenzaron a apoderarse de él con rapidez, amenazando con desbordarse en cualquier momento, obligándolo a querer huir al no ser capaz de soportar que el amor de su vida se case con alguien más.
Sin embargo, hizo lo mejor que pudo para mantener la compostura, aferrándose a lo poco de dignidad que le quedaba.
— Akihito. — la suave voz de Suo lo sacó de su ensimismamiento, obligándolo a apartar la mirada del príncipe.
— Sí... — respondió vacilante, apenas procesando lo que ocurría. Fue entonces cuando notó que una de las manos del Alfa estaba extendida hacia él. Con el cuerpo temblando a causa de los nervios, tomó la mano, permitiendo que Suo lo ayudara a ponerse en pie.
Sin decir una palabra, Suo comenzó a llevarlo hacia donde se encontraba Sakura. Cada paso que daba junto a su esposo lo hacía sentirse más expuesto, y el dolor que ya sentía en el pecho se intensificó al acercarse al príncipe de Noroshi.
El bicolor, al notar que ambos se aproximaban, realizó el mismo gesto que Endo había hecho previamente, aunque su reverencia fue mucho más profunda hacia Takiishi, quien acarició suavemente su rostro antes de asentir, como si le estuviera dando una instrucción silenciosa.
Sakura no dijo nada y comenzó a caminar hacia los reyes, acortando aún más la distancia entre ellos.
Ahora estaban frente a frente.
Suo, sin apartar la mirada del príncipe, extendió una de sus manos hacia él, siguiendo las costumbres de Noroshi. Según lo que sus consejeros le habían explicado, Sakura debía repetir el gesto que él mismo había realizado minutos antes en muestra de respeto y aceptación del compromiso que iban a tener.
Pero, para sorpresa de todos, el príncipe no tomó la mano del Alfa. En su lugar, realizó una rápida reverencia, inclinándose ligeramente con una elegancia medida.
Cuando Sakura levantó la mirada, miró de forma desafiante al Alfa, a quien también le dedicó una sonrisa poco amistosa. El gesto fue tan inesperado que una ola de murmullos recorrió el salón, los miembros de la corte consideraron el acto como una humillación directa y descarada hacia el mismo rey.
Suo frunció ligeramente el ceño, esto en un gesto involuntario de la sorpresa que sentía. Sin embargo, mantuvo la calma y no pronunció comentario alguno sobre lo ocurrido.
Aunque por la expresión divertida de Endo y Takiishi, podía suponer que esto era parte de la presentación.
— Espero que puedas sentirte a gusto con nosotros. — la voz de Nirei resonó suavemente, rompiendo la tensión que se estaba formando entre Suo y Sakura.
Sakura, al escucharlo, apartó su mirada desafiante del Alfa y la dirigió hacia Nirei. El cambio de enfoque tomó a todos por sorpresa, especialmente a Nirei, quien no esperaba que el príncipe le prestara atención alguna.
Después de todo, se suponía que a partir de ahora serían rivales.
El bicolor lo observó con detenimiento, evaluando al Omega de pies a cabeza con una extraña calma. Por un instante, Nirei temió recibir el mismo trato distante que Suo había recibido, pero lo que sucedió después lo dejó completamente desconcertado.
Con una gracia casi imperceptible, Sakura extendió una de sus manos hacia el rubio, claramente expectante de lo que haría ahora. Nirei, sintiendo cómo todas las miradas se fijaban en él, decidió imitar el mismo gesto que había visto realizar a Endo y a Sakura, sin siquiera consultarlo antes con Suo.
Al terminar de realizarlo, los soldados de Noroshi emitieron una fuerte exclamación que hizo temblar nuevamente el lugar. Endo aplaudía alegremente, mientras Takiishi parecía más contento que antes.
Nirei observó rápidamente a Suo para intentar averiguar lo que estaba pasando, pero este parecía tan confundido como él.
Al no obtener una respuesta clara, dirigió su mirada hacia donde estaban Umemiya y Tsubaki. Estos lo miraban nerviosamente, como si acabará de cometer un grave error.
Sin tener oportunidad de buscar más respuestas, Sakura lo tomó suavemente por la cintura, antes de depositar en sus labios un casto beso que hizo gritar aún más fuerte a la gente de Noroshi.
Todo esto bajo la atenta mirada de Suo, quien no entendía qué demonios estaba sucediendo.
.
.
De lo único que realmente era consciente era que él parecía sobrar en la relación.
Chapter 2: Dos para uno
Notes:
Hola!
¿Que tal?
Espero que estén bien y que está actualización llegué en el momento más oportuno posible.Pensaba subirla ayer, pero tuve un día algo pésimo en el trabajo. Por fin me están instruyendo en lo que debo aprender hacer y me equivoqué más veces de las que quisiera.
Eso me llevo a tener un ligero ataque de ansiedad que gracias al cielo no pasó a mayores, aún así, me sentí bastante mal como para terminar de redactar este capítulo.
Pero bueno, ojalá que hoy si sea un buen día.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
.
.
.
El salón del trono quedó completamente en silencio mientras aquella impactante escena se desarrollaba delante de los presentes con total naturalidad. Sakura sostenía con fuerza a Nirei por la cintura, como si quisiera que sus cuerpos se fundieran en uno solo.
Algunos casi estaban seguros de escuchar dulces sonidos de placer escapar de los labios de ambos Omegas, lo que intensificó el asombro de gran parte de los espectadores, quienes no esperaban presenciar algo así. Las manos de Sakura recorrían inquietas el cuerpo del Omega de cabello rubio, explorando cada rincón con un deseo ardiente.
Nirei, por su parte, quedó paralizado por la intensidad del momento. Aunque intentó apartarse su cuerpo no respondía a lo que su cerebro le ordenaba, lo que facilitó aún más que el beso y el toqueteo indecente continuaran.
Tras lo que parecía una eternidad, ambos se separaron. La futura reina consorte tenía el rostro sonrojado, su respiración era entrecortada y no entendía nada de lo que estaba ocurriendo.
— ¿Hayato-san? — se dirigió suavemente a su esposo, quien aún parecía estar procesando lo sucedido. Su rostro fue atraído con extremo cuidado por el Omega bicolor, quien lo observaba con una radiante sonrisa en el rostro.
— No lo mires a él, mírame a mi porque ahora eres mío . — pronunció Sakura en su lengua materna, un idioma completamente desconocido para gran parte de los nobles y cortesanos, incluso para Suo quien era conocido por dominar varios idiomas.
Sin embargo, el Alfa no necesitaba entenderlo para captar las intenciones que su invitado tenía, pues Sakura tomó la mano de Nirei y parecía dispuesta a llevárselo del gran salón como si nada.
Algo que Suo impidió al tomar la otra mano de su esposo.
— Lo lamento mucho, pero creo que aquí hay una ligera confusión. — dijo el rey, intentando mantener la calma, aunque por dentro estaba a nada de perder los estribos y volverse loco.
Sus palabras y su acción no fueron del agrado del príncipe de Noroshi, quien volvió a hablar en su lengua natal antes de intentar llevarse nuevamente al Omega de cabello rubio. Suo lo detuvo una vez más, dando inicio a un extraño juego de tira y afloja por ver quién se quedaba con Nirei, quien parecía estar al borde de una crisis nerviosa.
—Aniki. — pronunció Sakura, sin apartar la mirada de lo que él creía que le pertenecía ahora por derecho.
Todos fueron capaces de comprender aquella palabra, pero lo que sucedió después no estaba en los planos de nadie. Takiishi comenzó a caminar hacia donde se encontraba su hermano menor, aparentemente dispuesto a intervenir en el conflicto en el que este se había involucrado.
Pero al hacerlo, el ejército de Noroshi también se movilizó, lo cual puso nerviosos a los nobles y cortesanos, quienes temían estar en medio del fuego cruzado.
—Takiishi , espera . — el rey Umemiya se vio obligado a intervenir, interponiéndose en el camino del pelirrojo, quien lo miró con indiferencia. — Podemos arreglar esto sin pelear . — agregó, generando sorpresa y curiosidad entre los presentes por su dominio de aquella lengua extraña que el príncipe de Noroshi había utilizado.
La reina de Bofurin también intervino, colocándose entre Suo y Sakura, quienes parecían a punto de llegar a los golpes si el otro no cedía.
— Creo que deberíamos calmarnos un poco, ¿no les parece? — pronunció con calidez, intentando evitar que la situación solo empeorará.
— Eso debería decírselo al príncipe Sakura, no a mí. — fue la respuesta que dio Suo, quien comenzaba a mostrarse cada vez más molesto.
— Yo no recibí órdenes de un estúpido Alpha . — replicó el Omega con una expresión llena de fastidio y asco.
— Basta… por favor… — suplicó Nirei en voz baja, sintiendo que estaba a punto de desmayarse ante la presión que experimentaba. — Hayato-san… — pronunció con nerviosismo, mirando a su esposo. — Sakura-san, por favor… — dijo también, antes de mirar al bicolor, quien, para sorpresa de Suo y del mismo Nirei, lo soltó casi de inmediato.
El castaño no tardó en imitar las acciones del príncipe, lo que permitió que Nirei saliera corriendo del salón a toda prisa, seguido de cerca por Kotoha, su dama de compañía.
— No sé qué demonios finge, pero él es mi pareja, así que no tienes derecho a tocarlo ni a involucrarlo en lo que sea que están planeando. — dijo Suo con un tono airado, tratando de mantener la poca compostura que le quedaba.
Sin embargo, su aroma, que se había intensificado, daba una impresión distinta a lo que decía.
— Estúpido Alfa, mira lo que hiciste . — espetó Sakura antes de lanzarle un golpe al Alfa, que conectó directamente con su rostro. Aquel movimiento tomó por sorpresa al rey, quien al haber estado más concentrado lo habría esquivado sin problema alguno.
Su acción deliberada provocó un jadeo colectivo entre los miembros de la corte, debido a que el rey había sido agredido esencialmente, y según las leyes del reino, aquel acto era merecedor de la guillotina.
— Eres un… — intentó decir Suo, tratando de devolverle el golpe el bicolor. Pero Tsubaki lo detuvo al instante, y Endo apareció rápidamente en escena, para cargar a Sakura sin decir una palabra.
El príncipe comenzó a gritar y, posiblemente, a maldecir en su idioma natal mientras era retirado del lugar junto con su hermano mayor y los soldados de Noroshi, quienes lo siguieron casi al instante.
Umemiya se acercó rápidamente hacia donde se encontraban Suo y Tsubaki. Su expresión era tensa y nerviosa, como si estuviera a punto de dar una noticia nada alarmante.
—Tenemos que hablar, ahora mismo. — fue lo único que dijo el peliblanco, y en ese instante, Suo supo que estaba a punto de enfrentarse a problemas mucho más grandes de los que sería capaz de manejar.
.
.
.
.
La tensión dentro de la habitación era sofocante. Umemiya le había pedido a Suo que se calmara antes de explicarle todo lo que había pasado.
Pero el castaño no podía relajarse; le era casi imposible sentarse y tratar de apaciguar la ira que había estado conteniendo con todas sus fuerzas, lo suficiente como para tener una conversación decente con el rey de Bofurin.
— ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó el menor, una vez que se dejó caer sobre una silla, sintiéndose cansado tras dar vueltas sin sentido por toda la habitación.
— Bueno, es algo difícil de explicar, pero en resumidas cuentas… Nirei acaba de jurarle lealtad y fidelidad a Sakura, quien parece haber decidido tomarlo como su consorte. — decir aquellas palabras solo trajo más tensión a la habitación, tensión que aumentó cuando Suo se levantó de golpe de donde estaba sentado.
— ¡¿Pero qué tonterías son esas?! ¡¿Cómo que Akihiko-kun ahora está comprometido con ese lunático?! — a Suo le fue casi inevitable no perder la poca calma que aún le quedaba.
Casi dio gracias de que solo ellos dos estaban en la habitación, ya que Tsubaki había ido a hacerle compañía a Kotoha para ver cómo se encontraba Nirei, y lo menos que quería era que más personas lo vieran en tal estado.
— Noroshi tiene costumbres un poco diferentes, ¿de acuerdo? Hasta para mí fueron difíciles de entenderlas la primera vez que me relacione con ellos. — Continuó Umemiya con su explicación, ya que tardaría más en decir la verdad solo complicaría las cosas. — Besarle la mano y colocarla sobre la frente suele ser un gesto de aceptación y sumisión ante alguien de rango superior. No es un gesto que deba hacerse a la ligera… Y, bueno… Considerando el contexto por el cual nos hemos reunido, parece que Sakura decidió comprometerse no sólo contigo, sino también con Nirei, a quien parece ver como su igual, no como su rival por obtener tu amor.
El silencio que siguió a las palabras de Umemiya fue ensordecedor, y por un momento, el rey de Bofurin pensó que el alma se había escapado del cuerpo de su amigo.
— ¡Eso es absurdo! — Suo dio un golpe a la mesa más cercana, haciendo que algunos objetos cayeran al suelo, una vez que fue capaz de procesar lo que el peliblanco le había dicho. — ¡Akihiko-kun no sabía lo que estaba haciendo! ¡Ese tipo lo besó sin su consentimiento, lo tocó sin permiso, y ahora me estás diciendo que están comprometidos por un gesto que él ni siquiera comprendía? — preguntó, esperando con impaciencia una respuesta por parte del otro Alpha.
—Suo. — pronunció seriamente Umemiya, y el castaño supo de inmediato que estaba a punto de recibir otra mala noticia. — Cuando hablé con Takiishi antes de que Sakura te golpeara, él me dijo que ya se les había explicado las costumbres y tradiciones de Noroshi a los ancianos de tu consejo. — empezó, y el rostro del Alfa menor se deformó en una clara expresión de disgusto e ira. — Si eso es verdad, ellos debieron haberte informado que, cuando Sakura estuviera a tu lado, debías besarle la mano y colocarla sobre tu frente como señal de aceptación del compromiso. — le explicó con calma, aunque con cada palabra que decía, Suo parecía perder un poco más la paciencia. — Para la gente de Noroshi, los Omegas están por encima de los Alphas, y esperar qué Sakura realizará ese gesto contigo se considera una enorme falta de respeto.
La habitación volvió a quedarse en silencio, Umemiya estaba casi seguro de que Suo estaba a punto de perder la cabeza.
Y realmente no estaba equivocado.
— ¡Guardias! ¡Guardias! —gritó, ya dejando de ser aquel rey paciente y calculador que todos conocen.
Dos guardias entraron de inmediato a la habitación, inclinándose al instante al estar en presencia de ambos reyes.
— Vayan por los ancianos del consejo, los quiero a todos aquí mismo. Y también busquen al comandante de las tropas de Noroshi, si él se niega a venir, tienen mi autorización para arrastrarlo por todo el camino. — ordena, sin dar lugar a que se pierda más tiempo.
Los guardias asintieron con firmeza y salieron de la habitación con paso apresurado, dejando tras de sí un aire pesado, como si estuviera a punto de formarse una tormenta.
Umemiya se mantuvo en silencio por un instante, observando cómo Suo volvía a caminar de un lado a otro, como una bestia enjaulada. El aroma del Alfa más joven llenaba la estancia con una intensidad casi sofocante, siendo una mezcla de furia, frustración y un dolor tan grande que era imposible de ignorar.
Que casi le hizo preguntarse si aquel dolor provenía de Nirei, con quien el castaño compartía una marca de enlace.
— Si te dejas llevar por la rabia, solo lograrás perder a Nirei del todo. — dijo Umemiya con calma, pero con una dureza inusual en él.
—Ya lo estoy perdiendo. —murmuró Suo, clavando la mirada en el suelo. — Desde que permití este estúpido compromiso, lo he estado perdiendo… Y todo porque no puede concebir un cachorro, como si eso me importará a mi…
El peliblanco no respondió de inmediato, simplemente se limitó a observar cómo aquel rey, orgulloso y fuerte, parecía encogerse bajo el peso de aquellas malas decisiones que empezaban a arrastrarlo al borde del abismo.
.
.
.
Pasó un tiempo considerable desde que los guardias se fueron hasta que las puertas se abrieron con un crujido, permitiendo la entrada de los siete ancianos que conformaban el consejo del reino. Aquellos hombres mayores lucían tensos y nerviosos, como si ya eran conscientes del enorme problema en el que se estaban metiendo.
Endo, en cambio, se mostró de lo más tranquilo, como si toda esta confusión no fuera más que un entretenimiento para él.
— Majestades. — saludó al anciano de mayor edad, inclinándose con una mezcla de respeto y miedo ante ambos reyes. — Su majestad Suo, los guardias nos informaron que requería nuestra presencia para…
— No. — Suo lo interrumpió con frialdad. — No requería verlos, exigí verlos. — dijo, acercándose sin pensar hacia donde estaba aquel Beta. — ¿Por qué quiénes son ustedes para ocultarme información tan importante sobre las costumbres de Noroshi?
El silencio que siguió a aquella pregunta fue inmediato.
Algunos de los ancianos se miraron entre ellos, otros evitaron mirar al rey, dejándole todo el trabajo difícil al anciano de mayor edad.
— Pensamos… que no era relevante, alteza. — dijo, lo que hizo enfurecer aún más a Suo. — Considerando que están en nuestras tierras, sus costumbres no tendrían por qué tener peso o importancia.
— ¿Qué no era relevante? — repitió Suo, con un tono que heló la sangre de todo su consejo. — Por su negligencia y estupidez, acaban de entregar a mi esposo en bandeja de plata a un extranjero que sin duda en insultarme, y desafiarme frente a mi propia corte y que ahora reclama a Akihiko-kun como suyo. — les recrimina, y de no ser porque Umemiya estaba ahí, posiblemente les habría cortado la cabeza a todos esos incompetentes. — ¿Y aún se atreven a decirme que no era nada relevante? — preguntó, sin obtener respuesta alguna por parte de los ancianos, quienes empezaban a rogar en silencio por sus vidas.
Ninguno de los ancianos fue capaz de decir algo, ya sea por miedo o porque eran incapaces de encontrar las palabras adecuadas con las cuales responderle a su rey. Pero la tensión del ambiente se ve interrumpida por una fuerte carcajada que escapa de los labios de Endo, quien en verdad parece estar disfrutando del caos que se está formando.
— ¿Qué es tan gracioso? — le pregunto el castaño, ahora centrándose todo su enojo en el otro “Alfa”.
— Nada importante, aunque me resulta fascinante cómo algo tan simple como una tradición puede desestabilizar por completo a un reino entero. — comentó Endo con burla, paseándose con lentitud por toda la sala, como si no fuera un invitado. — Aunque me preocupa un poco cómo su majestad puede liderar un reino si ni siquiera puede controlar a su consejo.
— ¿Te estás burlando de mí? — preguntó Suo con voz peligrosa, acortando la distancia que había entre el pelinegro y él, una vez que el comandante se detuvo.
— No, por supuesto que no, su majestad. — respondió Endo con fingida cortesía y precaución. — Pero a decir verdad, estoy empezando a dudar si su majestad está realmente a la altura de mi príncipe.
El sonido del puño de Suo chocando nuevamente contra la mesa resonó con fuerza en la sala. Umemiya se adelantó, colocando una mano sobre el brazo castaño para contenerlo.
—No vale la pena, Suo. Endo siempre ha sido así, como una víbora venenosa que intenta hacer el mayor daño posible con sus palabras. — dijo con firmeza, sin apartar los ojos de Endo, quien parecía aún más.
— Pero qué impropio es llamarme de esa manera. Soy el consorte oficial de Takiishi, así que deben tratarme con respeto. —les dijeron con total orgullo y alegría. — Y estoy seguro de que a él no le hará ninguna gracia que me traten de esta manera. Menos ahora que su querido y adorado hermano menor ha sido humillado enfrente de varias personas.
— Que seas consorte del rey Takiishi no te da derecho a comportarte de esa manera. — respondió Suo con los ojos encendidos en furia, apenas siendo capaz de contener su rabia. — Y si crees que eso te pone por encima de mí, te equivocas.
Endo iba a replicar, pero Umemiya levantó la mano con autoridad para que guardara silencio.
— Basta los dos, esto no es una competencia de quién puede alzar más la voz. — su tono era frío, tan cortante como una cuchilla. — Hay que resolver las cosas como adultos, porque les recuerdo que la estabilidad de dos reinos está en juego. — Comentó seriamente, lo que hizo recapacitar un poco a Suo.
— Akihiko-kun no será el consorte del príncipe Sakura, yo será el consorte del príncipe si eso va de acuerdo a sus costumbres, pero mi esposo está fuera de este asunto. — Suo hizo de lado su orgullo y honor como Alfa para proteger a su Omega, lo que iba en contra de la opinión de los ancianos, pero estos decidieron guardar silencio.
— Lo lamento mucho, pero eso no será posible. — Endo dijo con un tono cargado de tristeza, aunque su rostro no reflejaba aquella emoción. — Mi príncipe ya ha aceptado a tu esposo como su consorte, de haberle permitido llevárselo ambos ya hubieran consumado su matrimonio. Aunque es una pena que la reina no pueda concebir, lo cual es una última, porque es bastante hermoso…
Aquellas palabras hicieron que se hiciera presente un silencio sepulcral dentro del lugar, los ancianos del consejo empezaron a rezar más fuerte por sus vidas, ya que la situación no parecía mejorar si no que empeoraba con cada minuto que pasaba.
Y sin decir una sola palabra, Suo intentó atacar a Endo, pero el pelinegro era mucho más ágil que él y lo esquivó con una naturalidad sorprendente.
— ¿¡Quien te crees para expresarte de esa manera de MI esposo!? — le recrimino, intentando atacarlo una vez más, pero el resultado terminó siendo el mismo de antes.
Endo rio suavemente ante las acciones del otro, como si los intentos de Suo por tratar de lastimarlo no fueran más que los juegos de un cachorro inofensivo. Su arrogancia era tan palpable que parecía formar una segunda atmósfera en la sala, tan densa como la tensión que se sentía por todo el lugar.
— Me creo alguien que no se arrodilla ante un rey incapaz de proteger lo que ama. — respondió finalmente, deteniéndose justo frente a Suo, apenas a unos centímetros de su rostro, solo para después retroceder cuando el otro intentó atacar de nuevo. — Si a su majestad tanto le importa la reina consorte, quizás deberías habérselo demostrado antes de que otro lo hiciera.
La tensión se rompió repentinamente con el ruido seco de un impacto.
Pero no fue el puño de Suo el que se estrelló contra el rostro de Endo.
Sino la palma de Umemiya.
Aquel fue un golpe limpio, directo a la mejilla del comandante, que hizo eco en la habitación. Endo trastabilló apenas, sorprendido más que herido, y no tardó en mirar con una mezcla de desconcierto y enojo al rey de cabello blanco.
— He tolerado tu insolencia por demasiado tiempo, pero acabas de cruzar una línea. — dijo Umemiya, su voz era tan firme que hizo que incluso los ancianos dejaran de respirar por un segundo. — Ahora no solo estás insultando a Suo, estás insultando también a Nirei. — le dijo, sin apartarle la mirada de encima al pelinegro. — Estás insultando a la reina, a alguien que formó parte de mi corte. Y eso, Endo… eso no lo voy a permitir.
— ¿Ah, sí? — replicó el pelinegro, llevando una mano a su mejilla, aún incrédulo por haber sido golpeado. — ¿Y vas a pelear por él también? ¿Tú, el gran rey pacificador?
— Voy a defender lo que me parece correcto. — la respuesta de Umemiya es firme y cargada de decisión. — Ahora deja de decir tonterías y dinosaurios si las intenciones de Sakura son verdaderas, porque de serlo, entonces el motivo de esta ceremonia va a cambiar por completo.
Umemiya no se siente con el derecho de cuestionar y ordenar teniendo a Suo presente, pero este no se encuentra del todo en su mejor momento para tomar las riendas de la situación.
— Como ya se los había dicho antes, mi príncipe piensa reclamar a la reina como su consorte, aún puede comprometerse también con su majestad. — declarado seriamente, y antes de que alguien intentara decir algo, volvió a retomar la palabra. — Pero dudo mucho que él lo acepta, después de todo, su orgullo como Alfa debe de estar herido por toda esta situación.
— Si nos lo permiten. — uno de los ancianos habló, lo que hizo recordarles a los demás que aún se encontraban en la habitación. — Si el príncipe Sakura se compromete no solo con su majestad Suo, sino que también con la reina Nirei, se van a fortalecer los lazos no solo con nuestro reino, sino que también con Bofurin.
Suo cerró los puños con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron tras escuchar lo que el anciano había dicho. Aún tenía la respiración agitada, y su mirada no se apartaba de Endo, como si aún contemplara la posibilidad de destrozarlo con sus propias manos para que esto acabará de alguna manera.
Umemiya, tras observar por varios minutos en silencio al castaño, se giró lentamente hacia el consejo.
— ¿Sugieren entonces que aceptemos esta unión múltiple como una solución diplomática a todos estos problemas? — preguntó, con una mezcla de escepticismo en su voz.
—Sí, su majestad. Si el rey Suo comparte el compromiso con el príncipe Sakura junto a la reina consorte, se evitaría un conflicto político mayor. — continuó otro anciano, a quien le tembló ligeramente la voz. — Haría ver esta situación no como una ofensa, sino como una estrategia de alianza. — declaró, convencido de lo que decía. — Convertiría este problema en una oportunidad.
— ¿Una oportunidad? — escupió Suo con desprecio. — ¿Eso es lo único en que piensan? ¿Que entregue a mi esposo a un extranjero como si fuera una pieza de negociación?
— Alteza... — el mismo anciano que habló antes bajó la mirada, aunque fue imitado por el resto del consejo. — Por lo que entendemos, la reina ya ha sido ofrecida como consorte del príncipe Sakura. Y lo que está en juego ahora no es sólo el corazón de su majestad Nirei, sino la estabilidad de dos reinos. — declaró, y por un momento, la duda se hizo presente dentro del pecho del Alfa de cabello castaño. — Y usted, con todo respeto, ya no puede pensar solo como esposo, sino también como rey por el bien de su pueblo.
— Mi príncipe si estaría dispuesto a aceptar la oferta. — Endo respondió rápidamente, como si estuviera completamente seguro de lo que acaba de decir.
Umemiya frunció el ceño al escuchar las palabras de Endo. No le agradaba que ese hombre hablara en nombre del príncipe Sakura con tanta ligereza. Pero conociendo un poco de la historia que había detrás de ellos y Noroshi en general, no podía dudar mucho de lo que decía.
Suo, por su parte, no dijo nada durante varios segundos. Su cuerpo seguía tenso, cada fibra de su ser se encontraba gritándole que se rehusara a esa estúpida idea, que defendiera a Nirei hasta las últimas consecuencias, pero en su interior sabía que ir a guerra fuera una buena opción.
No con Nirei en medio de ella, no cuando su amado esposo estaría en desacuerdo con esa idea y no dejaría de sentirse culpable por ser el responsable de que muchas vidas se pusieran en peligro.
— Akihiko-kun no es una moneda de cambio. — dijo finalmente, su voz era baja pero firme, así que se dirigió primero a su consejo. — Él fue coronado como reina solo por su unión conmigo, no forma parte directa de la casa real de Bofurin, aún así, tiene derecho a elegir su destino.
Umemiya avanzando, agradeciendo interiormente que Suo aún mantuviera algo de claridad.
— Entonces, habrá que preguntarle a él. — propuso el peliblanco. — Si Nirei desea continuar con este compromiso con Sakura, deberá hacerlo sabiendo todo lo que implica. Y si no… — se giró para mirar fijamente a Endo. — Entonces tu príncipe tendrá que aceptar un rechazo sin leerlo como una ofensa diplomática.
— ¿Lo dices como si tuviera elección? —murmuró Endo, cruzándose de brazos.
— Porque él la tiene, todos la tenemos. — replicó Umemiya. — Pero nuestras decisiones tienen consecuencias, eso es algo que no podemos olvidar.
Suo se apartó ligeramente, dirigiéndose hacia la puerta como si ya no pudiera soportar estar en la misma habitación que Endo ni los inútiles del consejo, a quienes ya mandaría a azotar oa que les volarán la cabeza cuando terminará de hablar con su esposo.
Pero se detuvo justo antes de salir, apoyando la mano contra el marco, sus hombros aún temblando de rabia que trataba de contener desesperadamente.
— Iré a hablar con Akihiko-kun, y actuaré conforme lo que decidió. Su bienestar me importa más que el de alguien más, incluso sobre el mío y el de mi reino. — dijo, antes de tocar la puerta, la cual se abrió al instante, permitiéndole marcharse sin mirar a nadie en específico.
Notes:
Amo el drama, realmente lo amo, amo.
Y me gusta que los capítulos sean largos, eso me da más oportunidad de extenderme con lo que quiero escribir.
Chapter 3: Propuesta de matrimonio
Notes:
Hola! Es un gusto poder estar nuevamente con ustedes.
Después de una semana de descanso, la cual me ayudó mucho a ordenar mis ideas y pensamientos, traigo a ustedes el siguiente capítulo de esta historia.
Muchas gracias a todos aquellos que me leen, su apoyo significa mucho para mí!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
.
.
.
— Nirei, por favor, tienes que calmarte un poco. — insiste Kotoha, pero sin importar cuántas veces la reina Tsubaki y ella repitan aquellas palabras, el Omega de cabello rubio sigue sin escucharlas.
Todo porque se siente miserable y como un traidor, al haber permitido que un extraño lo besara y lo tocara frente a todos, especialmente frente a SU esposo.
— Hayato-san va a molestarse mucho conmigo. — dice entre lágrimas, aunque ninguna de sus acompañantes puede ver su rostro angustiado, que mantiene oculto entre las almohadas de su cama. — Ya no querrá saber nada de mí… Me pedirá el divorcio y me enviarán lejos de él… — solloza, sintiéndose verdaderamente abrumado ante la idea de ser separado del amor de su vida.
— Pero eso no va a suceder. — intenta animarlo Tsubaki, aunque el Omega aún se niega a escucharla. Tal vez porque su llanto se vuelve cada vez más intenso.
Kotoha no puede evitar sentirse culpable por la mayoría de las desgracias que aquejan a Nirei. Después de todo, ella debió haberse casado con Suo desde el principio.
Al provenir de la línea directa de sangre real de la Casa Real de Bofurin, era su deber contraer matrimonio con el rey Suo, para así fortalecer los lazos entre sus reinos.
Aunque no se encontraban en conflicto y mantenían una buena relación, un matrimonio arreglado habría facilitado incontables cosas y traído beneficios enormes que ella no podía darse el lujo de ignorar por el bien de su pueblo.
Pero... la idea de casarse le provocaba miedo.
Un miedo que ocultó demasiado bien ante los demás, incluso frente a su propio hermano, quien le había asegurado que no tenía por qué hacerlo, que podía elegir no casarse y no tendría que enfrentar ninguna consecuencia.
Entonces, ¿por qué permitió que Nirei tomara su lugar?
¿Por qué condenó a su más fiel amigo a vivir una vida de sufrimiento y desgracias, solo por no cumplir con lo que se esperaba de una reina?
¿Qué tan miserable debía ser para condenar a su mejor amigo a una existencia marcada por la miseria y el dolor constante?
— Todo es mi culpa. — pronuncia Kotoha, después de un rato en que la habitación se sumerge en un pesado y pesado silencio.
En el momento que pronuncia aquellas palabras, empieza a sollozar. Nirei por fin las mira a ambas, revelando sus ojos hinchados y enrojecidos por tanto llorar.
— Tú no deberías estar pasando por esto… No es justo que estés sufriendo por algo que fue mi responsabilidad desde el principio.
— No, Kotoha-san… No tienes porqué sentirte culpable. — se apresura a consolarla Nirei, a pesar del inmenso dolor que todavía lo embarga.
— Es que... — ella intenta continuar, pero las lágrimas y su respiración entrecortada se lo impiden. — Tú jamás debiste haberte casado con él. Esa era mi responsabilidad desde el inicio. — se lamenta, limpiando rápidamente las lágrimas que corren por sus mejillas.
— Ninguno de los dos tendría que haberse visto obligado a contraer matrimonio, si no estaban enamorados de la persona con quien iban a casarse. — interviene entonces la reina de Bofurin, mientras saca un par de pañuelos de entre su ropa para limpiar las lágrimas que ahora recorren los rostros de ambos jóvenes. — Los matrimonios arreglados siempre me han parecido de mal gusto, porque para que una relación funcione, el amor debe de crecer de forma natural entre ambos corazones, no puede ser simplemente impuesto por los beneficios que eso puede traer.
— Pero yo amo a Hayato-san. — Nirei interviene casi al instante, sentándose en su cama con una almohada entre sus brazos. — Puede que al principio sentí miedo por lo que iba a suceder, pero Hayato-san se comportó tan bien conmigo desde el momento que nos conocimos, que no pude evitar enamorarme rápidamente de él.
— Y eso es comprensible, pero el amor no debería traer consigo sufrimiento y dolor. — sus palabras son calidad y medidas, como si temiera decir algo que no debe.
Aunque ella misma es fiel conocedora de que el amor no debería significar nada que haga sufrir sus corazones.
Sin embargo, comprende los sentimientos de Nirei a la perfección, sobre todo esos en los que se siente culpable por no poder darle a su esposo los hijos que tanto merece.
— ¿Entonces? ¿Qué tengo que hacer? — pregunta el Omega, sin entender aún cómo es que han llegado a esta situación. — Hayato-san va a enojarse mucho… Es capaz de cancelar el compromiso con el príncipe Sakura, lo cual sería una pésima decisión, porque la tensión entre Noroshi va a aumentar como nunca antes.
Tsubaki guarda silencio por unos instantes, no porque no sepa qué decir, sino porque no tiene el valor necesario para explicarle a Nirei que ahora no solo Suo va a casarse con Sakura sino que también él.
— Vamos a solucionar las cosas. Estoy segura de que Hajime encontrará la manera de evitar cualquier tipo de conflicto político. Por lo que sé, él se lleva bastante bien con el rey de Noroshi… ¿verdad que sí, Tsubaki? — Kotoha mira con esperanza a su cuñada, quien le responde con una pequeña sonrisa y un ligero asentimiento de cabeza, como si tampoco supiera muy bien cómo responder a lo que acaba de decir.
Porque, si bien es cierto que Umemiya y Takishii tienen una relación bastante “amistosa”, lo ocurrido pone en riesgo todos los avances logrados tras largas y tensas negociaciones entre ambos reyes, quienes son tan distintos como el sol y la luna.
.
El ruido de la puerta al abrirse de par en par asusta a los tres ocupantes de la habitación. Nirei vuelve a enterrar el rostro entre las almohadas, temiendo que sea su esposo quien acaba de entrar.
— Su Majestad, el rey Suo. — anuncia un guardia.
Toda la esperanza que alguna vez pudo haber sentido Nirei se desvanece al instante.
— ¿Podrían dejarnos a solas, por favor? — no hay saludo, solo una orden que provoca que Nirei comience a temblar de pies a cabeza.
Aunque Kotoha intenta decir algo, Tsubaki la detiene de inmediato. No porque esté de acuerdo con dejar a Nirei solo en un momento tan inoportuno, sino porque también entiende que ambos reyes deben hablar entre sí.
Y por la expresión en el rostro de Suo, Tsubaki está casi segura de que Umemiya ya le ha explicado lo que está sucediendo.
— Akihiko-kun. —Suo llama con extrema delicadeza a su esposo, quien aún se niega a mirarlo. — Tenemos que hablar. — dice, justo antes de oír cómo Nirei empieza a sollozar. — No estoy molesto contigo… porque sé que tú jamás habrías permitido que alguien más te tocara. No cuando soy consciente de lo mucho que me amas y respetas nuestro matrimonio. — continúa, sentándose a su lado, aunque el Omega todavía no se atreve a mirarlo. — Aun así… yo fui incapaz de proteger ese amor que sientes por mí. Por mi culpa has tenido que sufrir demasiado, y soportar humillaciones que jamás debiste haber vivido. — él continúa, pasando sus dedos con extremo cuidado por aquel hermoso cabello rubio, que le recuerda mucho a las mimosas que están plantadas por todos los jardines. — No merezco tu compañía, mucho menos que me ames…
— Yo… de verdad amo a Hayato-san. — las palabras de Nirei salen entrecortadas de entre sus labios, y el rubio no sabe si eso se debe a que aún sigue sin poder controlarse o porque su rostro aún sigue hundido entre las almohadas. — Hayato-san es lo que siempre había imaginado como esposo. — continúa, mirando de reojo al Alfa, quien espera con paciencia a que exprese todo lo que siente. — A pesar de que no provengo de la realeza, sé que tú me amas como si fuera lo más valioso de tu vida… — susurra con una voz que apenas se escucha.
Aunque poco a poco empieza a levantar el rostro, revelando su expresión demacrada del intenso dolor que siente.
— Y yo… siento que no puedo vivir si no estoy a tu lado.
Suo lo observa en silencio, sintiendo cómo su corazón se aprieta contra su pecho. Ver a Nirei así le resulta insoportable, y no puede evitar odiarse a sí mismo por haberlo expuesto de esta manera.
— Lo sé, Akihiko-kun. — responde con voz tranquila, alzando una mano para acariciar con suavidad una de las mejillas de su esposo, la cual se encuentra húmeda por las lágrimas. — Yo también te amo. Por eso no quiero que sigas culpándote por algo que no fue tu culpa. — le dice, tomándolo con cuidado del mentón para que por fin pueda verlo directamente a los ojos. — No fue tu decisión estar en ese lugar, ni lo que ocurrió ahí.
— Pero todos lo vieron… — solloza el Omega, apartando un poco el rostro. — Estaban ahí… vieron cómo el príncipe Sakura me besó… cómo empezó a tocarme… — Nirei aprieta con fuerza la almohada contra su pecho, sintiéndose pequeño cada vez más pequeño y humillado, pero sobre todo sucio.
— Y yo estoy viendo como lloras, cómo te aferras a la idea de mantener nuestro vínculo, incluso cuando estás tan aterrorizado. — Suo se inclina hacia él, acercando su frente a la del Omega. — Ahora mismo, estoy viendo a la persona más valiente del mundo, así que nadie, absolutamente nadie tiene derecho a señalarte por eso.
Nirei lo mira por fin, con esos ojos aún empañados por las lágrimas que parecen no comprender del todo la ternura que está recibiendo.
— ¿Entonces… no me vas a abandonar? — pregunta con un hilo de voz, como si aún no se atreviera a creerlo.
— Jamás. — Suo lo dice con tanta firmeza, con tanta claridad, que no hay lugar a dudas de que está diciendo la verdad. — Ni ahora, ni mañana, ni cuando el mundo arda en llamas y se caiga a pedazos.
El Omega rompe en un nuevo llanto, pero esta vez no es de miedo ni de culpa, es de alivio. Nirei se aferra a su esposo con tanta fuerza que parece temer que si lo suelta, todo desaparezca como un sueño.
Suo lo envuelve con ambos brazos, acariciándole la espalda con ternura. Y por unos instantes, el mundo deja de ser un lugar hostil para Nirei.
.
.
.
.
— ¡Esto es inaceptable! — gritó un anciano del consejo, siendo seguido al instante por el resto de los miembros, a quienes Suo ya estaba harto de escuchar. — Reemplazar a la princesa Kotoha como esposa del rey Suo por un simple Omega de la corte es una completa falta de respeto.
— No entiendo por qué el rey Umemiya ha permitido que esto pase. — añadió otro, como si las acciones que consideran humillantes fueran dirigidas hacia ellos y no a su propio rey.
— Su majestad Suo debería exigir que la princesa Kotoha se case con él, o de lo contrario, cancelar el compromiso y romper toda relación con el reino de Bofurin. — opinó otro de los ancianos, de forma bastante extremista.
Y, como si lo que decía fuera sensato, los demás lo siguieron rápidamente.
Suo empieza a cansarse de todos ellos.
No debería estar perdiendo el tiempo escuchando a un grupo de vejestorios conservadores que se indignan por lo que será su futuro matrimonio.
Él debería estar en duelo.
Debería estar procesando la muerte de su querido padre, quien falleció hace más de un mes. Pero el dolor de su partida se aferra con fuerza a su pecho, como si se negara a dejarlo respirar en paz.
— Suficiente. — las voces de los ancianos se apagan al instante, y sus cabezas se inclinan de inmediato hacia su rey. — No pienso obligar a nadie a casarse conmigo, mucho menos voy a romper los lazos que tenemos con Bofurin.
Su mirada, oscura y cansada, recorrió uno a uno los rostros del consejo, deteniéndose apenas un segundo en cada uno.
— La princesa Kotoha fue clara con sus deseos, y no voy a ignorarlos solo porque ustedes quieren que yo lo haga. — la voz de Suo no se elevó, pero su firmeza bastó para imponer silencio absoluto. — Ella misma eligió no continuar con este compromiso, y yo respeto su decisión.
Uno de los ancianos abrió la boca para replicar, pero Suo lo silenció con una mirada.
— Además… — continuó, pues ya había llegado a su límite y necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro para poder sentirse libre. — ¿No se supone que este matrimonio es para fortalecer la alianza que ya tenemos con Bofurin y asegurar un futuro heredero? — preguntó, mirando directamente a los ancianos, quienes por primera vez no supieron qué responder. — Si el rey Umemiya ha dado su aprobación, entonces no hay nada más que discutir. — su voz, firme y sin titubeos, se impuso en la sala. — Y por si se les ha olvidado, con quien voy a contraer matrimonio es un Omega, y la princesa Kotoha es una Beta. Existen muchas más probabilidades de que pueda tener hijos con el Omega de la corte que con ella.
Decir aquello en voz alta lo hizo sentir enfermo.
Cada palabra le pesaba expresarla, pero sabía que era la única forma de hacer que esos anticuados hombres lo dejaran en paz de una vez por todas.
Los miembros del consejo evitaban su mirada, incapaces de sostener la dureza que veían en los ojos del joven rey. Ninguno se atrevía a pronunciar palabra, como si por fin se hubieran dado cuenta de que sus gritos no podían imponerse sobre la voluntad de un monarca que había perdido demasiado como para seguir tolerando caprichos ajenos.
— Si alguno de ustedes tiene una mejor solución entonces diganla ahora. Pero si solo están aquí para imponer su visión anticuada sobre mi vida y mis decisiones, pueden retirarse. — Suo continuó, moviendo inquietamente uno de sus pies. — No tengo interés en seguir discutiendo con quienes no respetan ni a su rey, ni a la princesa Kotoha, ni al reino de Bofurin.
Uno de los más ancianos carraspeó, como si quisiera suavizar la tensión que se siente en el ambiente, pero Suo levantó una mano para hacerlo callar.
— Ya he tomado una decisión, me casaré con el Omega que pertenece a la corte del rey Umemiya. Así que, si tienen otras preocupaciones relacionadas con el reino, pienso escucharlas. — dijo, y nadie pronunció palabra alguna. — Si ese es el caso, entonces la reunión llega hasta aquí.
Acto seguido, se levantó de su trono y caminó hacia la gran puerta del salón. Cada paso retumbaba en el mármol con una fuerza impresionante, cuando por dentro, lo único que Suo deseaba era desmoronarse y sufrir sin que nadie lo viera.
.
.
.
.
Una vez que las puertas de su habitación se cerraron detrás de él, Suo se desplomó en el suelo, sosteniéndose la cabeza con fuerza mientras intentaba no gritar. La desesperación de no saber qué hacer comenzaba a superarlo; tener que lidiar con tantas responsabilidades al mismo tiempo lo estaba volviendo loco.
Porque se supone que esto no debería estar pasando.
No se supone que él deba ser el rey, ni cargar con el peso de un inmenso reino y de personas que confían ciegamente en él.
No se supone que debió perder a su padre tan pronto.
Ahora está solo, rodeado de personas que únicamente buscan aprovecharse de su poder para su propio beneficio. Las lágrimas amenazan con escapar de sus ojos, no ha llorado desde el funeral de su padre… aunque, en realidad, ni siquiera recuerda haberlo hecho, ni siquiera cuando lo vio desplomarse frente a él durante una cena.
Cada respiración que da le duele más que la anterior, y lo único que quiere es sentir calidez, una calidez que sea capaz de llevarse aquella inmensa sombra que se ha pasado encima de él.
Sus manos tiemblan, crispadas sobre su nuca, como si con eso pudiera sostener el peso de todo lo que lleva encima y siente.
Pero no puede.
Ni su juventud ni su fortaleza han sido suficientes para sobrellevar la carga que conlleva el trono de su reino, y mucho menos para llenar el vacío que dejó su padre.
— ¿Qué se supone que debo hacer? — susurra entre sollozos que apenas puede contener, su voz es apenas un murmullo que se pierde entre las paredes de mármol.
Suo no sabe cuánto tiempo permanece en la misma posición, de rodillas sobre el suelo frío, dejando que el silencio lo abrace como ningún otro lo ha hecho.
Tal vez son minutos, tal vez horas. Todo se siente igual de pesado.
Igual de insoportable, y lo único que quiere es ser libre y ser feliz nuevamente.
Pero eso parece imposible, más ahora que tiene que cargar con mucho sobre su espalda.
.
.
.
.
.
El día de la boda llega mucho antes de lo esperado. Suo espera en uno de los jardines mientras la ceremonia está a punto de comenzar.
Al evento han acudido muchas personas importantes del reino, así como de otros reinos vencidos, para celebrar sus nupcias con aquel Omega de la corte del rey Umemiya.
El estómago le duele demasiado; ni siquiera sus tés favoritos han logrado calmar la inquietud que lo consume por dentro. Su mente divaga, perdida en lo que será su vida a partir de ahora.
Casarse jamás estuvo entre sus planes cercanos, pero aquí está, a tan solo unas horas de unirse en matrimonio con alguien a quien aún no conoce. Y no sabe qué lo asusta más; si la intriga de no saber quién es su futuro cónyuge o la idea misma de casarse.
— Ah, lo siento mucho. — escucha decir a alguien, quien interrumpe de forma repentina sus pensamientos. — No sabía que había alguien más aquí. — se disculpa, haciendo una reverencia ante el Alfa de cabello castaño, quien lo observa en silencio, como si no pudiera entender lo que está haciendo ahí. — Creo que me perdí. — se disculpa, sus mejillas se tiñen de rojo al instante y luce bastante nervioso.
Lo cual le provoca cierta gracia a Suo, quien le sonríe, aunque su sonrisa sea corta y bastante débil.
— Está bien, no te preocupes. — el castaño responde, dando unos cuantos pasos hacia aquel Omega de hermoso cabello rubio y ojos marrones. — ¿No eres de por aquí, verdad? No recuerdo haberte visto antes. — comenta, y el otro rápidamente asiente, confirmando lo que acaba de suponer.
— Soy del reino de Bofurin, y yo… — el Omega responde nerviosamente, y Suo nota su indecisión por decir algo más, pero el rubio guarda silencio casi al instante. — ¿Usted también ha venido a presenciar el matrimonio del rey Suo? — pregunta de pronto, y la expresión en el rostro del castaño decae por un instante.
— Si. — es lo único que Suo puede responder, y el rubio nota la tristeza que lo embarga, así que duda demasiado en preguntarle si está bien o no.
— Disculpe si soy imprudente, pero… ¿se encuentra bien? — pregunta al fin el Omega, bajando un poco la mirada, como si temiera haber dicho algo que no debía.
Suo no responde de inmediato. Lo observa con detenimiento, notando cómo sus manos tiemblan levemente mientras sostiene una hermosa rosa de color blanco que probablemente tomo por ahí.
A pesar de su evidente nerviosismo, hay algo genuino en su voz. Algo cálido, algo que Suo no había sentido en mucho tiempo.
— No estoy seguro. — confiesa con sinceridad, desviando la mirada hacia el cielo que se encuentra con un hermoso tono de color azul. — Pero supongo que es normal sentirse así en días como este.
— ¿Por nervios? — intenta adivinar el Omega, esbozando una pequeña sonrisa para aligerar el ambiente.
Suo asiente con suavidad, aunque sabe que no es solo eso. Es todo lo que le ha pasado; la pérdida de su padre, la incertidumbre y la presión de si sería un buen rey… un buen esposo.
— ¿Y tú? — pregunta de pronto, regresando la mirada al rubio. — ¿Estás nervioso?
— Mucho. — responde sin dudar, llevándose una mano al pecho como si intentara calmar su acelerado corazón. — Pensé que sería más fácil, pero no lo es.
Aquella respuesta hace que algo se remueva dentro de Suo. Lo observa con más atención, y por primera vez, permite que el silencio entre ambos sea cómodo.
— ¿Cómo te llamas? — el Alfa pregunta finalmente, con voz más suave.
—Akihiko. — responde el Omega, haciendo una pequeña reverencia, esta vez más formal. — Me llamo Akihiko, de la familia Nirei, perteneciente a la corte del rey Umemiya.
Aquel nombre y apellido hacen eco en la mente de Suo.
Porque por fin puede ponerle rostro a la persona con la que se casará.
— Akihiko Nirei… entonces eras tú. — dice en voz baja. — No esperaba conocerte así.
Los ojos de Nirei se abren con sorpresa, sintiéndose más confundido que antes.
— Disculpe, ¿pero a qué se refiere con eso? ¿Quién es usted?
— Bueno… Yo me llamo Hayato. Suo Hayato. Soy el rey de Kitsunara y, creo… tu futuro esposo. — el castaño revela por fin su identidad con una expresión agotada.
El Omega da un paso atrás, confundido y visiblemente alterado. Intenta retroceder de nuevo, pero lo único que consigue es caer de bruces sobre el pasto, ensuciando su hermosa vestimenta blanca con detalles dorados.
— Perdón. — se disculpa, levantándose rápidamente del suelo para hacer una nueva reverencia, la cual es mucho más profunda está vez. — ¡No sabía que hablaba con su majestad! ¡De verdad lo lamento, su alteza! — chilla, desesperado por haber cometido algún error.
Suo apenas logra contener una risa.
Es la primera vez que se ríe desde hace meses.
— Por favor, Nirei-kun, no necesitas inclinarte. — dice, acercándose un poco más. — No estamos en una reunión formal.
Nirei lo mira, aún nervioso, aunque su respiración poco a poco comienza a normalizarse. Y algo en sus ojos cambia cuando ve al rey frente a él, no como un monarca, sino como un hombre joven, cansado y lleno de dudas como él.
— Pensé que serías… más frío. — admite Nirei, mordiéndose el labio inferior como si se arrepintiera de inmediato de haberlo dicho.
— ¿Y tú pensabas que yo sería más valiente? — responde Suo con un dejo de ironía amable.
Ambos se quedan en silencio, hasta que, inesperadamente, Nirei suelta una suave risa.
— Tal vez estamos equivocados el uno sobre el otro. — dice, bajando la mirada con timidez.
— Puede ser. — coincide Suo, mientras observa cómo el viento juega con el cabello dorado de su prometido. — Pero si vamos a comenzar esta unión, prefiero hacerlo con honestidad. — confiesa, acortando cada vez más la distancia entre el Omega y el. — Yo también tengo miedo, pero no de ti, sino de todo lo que viene.
— Yo también. — responde Nirei, y por primera vez, no hay nervios en su voz.
Y entonces, por un instante, el dolor de Suo se vuelve más liviano. No desaparece, pero al menos ya no lo ahoga.
Porque ahora hay alguien más que comparte su incertidumbre, alguien que tal vez no fue su elección… pero que está ahí, justo frente a él, tan humano y vulnerable como él mismo.
Y eso, para Suo, es un buen comienzo.
.
.
.
.
.
.
— Akihiko-kun. — pronuncia Suo, luego de un largo momento de silencio. Nirei ya ha dejado de llorar, pero aún se aferra con fuerza al cuerpo de su esposo. — Hay algo de lo que debo hablar contigo. — añade, y solo recibe un suave murmullo como respuesta. — Parece que hay un ligero problema con mi compromiso con el príncipe Sakura.
— ¿Un problema? ¿Es por lo que pasó? — pregunta el rubio al instante, separándose un poco, pero solo lo suficiente como para poder mirarlo a los ojos.
— Sí, aunque no por la razón que estás pensando. — la voz de Suo se vuelve cada vez más pesada, y Nirei puede intuir que está a punto de escuchar una mala noticia.
— ¿Entonces? — insiste el Omega, confundido por lo que este pasando ahora.
— Al parecer, los ancianos del consejo me ocultaron información sobre las costumbres de Noroshi. Y lo que sucede es que… yo debí haber besado la mano del príncipe y haberme inclinado ante él en señal de aceptación de nuestro compromiso, el no haberlo hecho y esperar que él hiciera ese gesto conmigo se toma como una ofensa imperdonable. — comienza Suo, y el rostro de Nirei va perdiendo color poco a poco. — Según sus costumbres, besar la mano de alguien y colocarla sobre la frente significa fidelidad y sumisión. Además, en su sociedad, los Omegas se encuentran en la cima de la jerarquía; los Alfas no parecen tener un papel realmente importante.
— ¿Y qué hay con eso? — Nirei no entiende por dónde va todo, aunque la incomodidad empieza a asentarse en su pecho.
— Es que… al besarle la mano al príncipe y colocarla sobre tu frente, le juraste lealtad y sumisión. Y según lo que me explicó Umemiya-san, ahora eres consorte del príncipe Sakura.
Decirlo en voz alta le provoca a Suo un dolor inmenso, que se vuelve insoportable cuando ve la expresión de absoluto terror que se dibuja en el rostro de su esposo.
— ¿Qué… qué estás diciendo, Hayato-san? — susurra Nirei, con la voz rota, alejándose un poco del Alfa, como si la distancia pudiera ayudarle a procesar lo que acaba de escuchar.
— Yo tampoco lo entiendo del todo. — Suo se pasa una mano por el rostro, agobiado por todo lo que está pasando. — Solo sé que, según sus leyes, al hacer ese gesto... te comprometiste con él. Y eso, aunque no lo supieras, para su pueblo es suficiente.
— Pero yo… — Nirei niega con la cabeza, su cuerpo no tarda en empezar a temblar. — Yo no quería eso… Yo no sabía que significaba eso.
— Lo sé. — Suo lo interrumpe con suavidad, intentando mantener la calma. — Nadie te explicó, y tú solo intentabas ser cortés, ¿verdad?
Nirei asiente débilmente, sus labios tiemblan. Suo lo observa con impotencia; el ver a su Omega en ese estado, tan vulnerable y desesperado, le parte el alma.
— ¿Qué va a pasar ahora? — pregunta Nirei en voz baja, como si tuviera miedo de la respuesta que va a recibir.
— Técnicamente… ahora no eres solo mi esposo, sino que también eres el consorte del príncipe de Noroshi. — responde Suo con el corazón hecho un nudo. — Y yo también soy su consorte, así que él debería casarse con ambos.
— ¡Pero eso no es justo! — la voz de Nirei se eleva un poco, presa de una mezcla de miedo y rabia. — ¡Yo me casé contigo! ¡Tú eres mi esposo! ¡No él!
— Lo sé, Akihiko-kun, lo sé. — Suo se acerca, tomándolo por los hombros, obligándolo con delicadeza a mirarlo a los ojos. — Y no voy a dejar que nadie te arrebate de mi lado, ¿entendido?
Nirei lo mira, con el rostro humedecido por nuevas lágrimas, sin saber si debería confiar en esas palabras, pero queriendo hacerlo con cada parte de su alma.
— ¿Entonces qué harás? ¿Qué va a pasar ahora?
— Según el comandante de las tropas de Noroshi, el príncipe te quiere como esposo, y negarle contraer nupcias contigo podría traer conflictos políticos entre ellos y nosotros. — aquellas palabras solo aumentan el malestar en Nirei, quien ahora desea desaparecer de la faz de la tierra. — Estuvimos discutiendo por un rato, en presencia de Umemiya-san y los ancianos del consejo. Los ancianos propusieron que deberíamos casarnos entre los tres para evitar conflictos políticos y fortalecer los lazos entre nuestros reinos.
Nirei se queda petrificado, tragando con dificultad como si fuera incapaz de entender todo lo que acaba de escuchar.
— ¿Y no puedo negarme? Porque no quiero casarme con él, yo soy fiel a los votos que dijimos el día de nuestra boda. — el pánico es evidente en la voz de Nirei, sentimiento que solo se intensifica cuando Suo niega suavemente.
— Es imposible hacerlo, pero si me lo pides, puedo luchar contra quien sea para que sigas siendo solo mi esposo. No me importa ir a la guerra contra ellos, porque soy capaz de hacer cualquier cosa por protegerte. — con cuidado, retira con sus dedos un par de las lágrimas que aún caen insistentemente por las mejillas de su esposo, quien simplemente niega con cierta dificultad.
— No… No puedo permitir que Hayato-san manche sus manos de sangre por mi culpa, y tampoco quiero que inocentes sufran por causa de mis equivocaciones. — aunque sus palabras suenan maduras, el miedo y el terror de perder todo lo que ama lo asusta.
— ¿Entonces? ¿Estás dispuesto a que los tres nos casemos y así evitamos que surja conflictos entre nosotros ? — a Suo le tiembla la voz cuando dice aquellas palabras.
Para Nirei es evidente que la situación es molesta e incomoda, como si en el fondo, su esposo deseaba que dijera que no, lo que le daría luz verde para movilizar a todo el ejercicio en busca de defenderlo.
— Es lo más conveniente que debemos hacer. — el rubio reflexiona, tratando de sobreponerse al miedo y el arrepentimiento que siente. — Yo aún sigo amando a Hayato-san, lo amare con fuerza y determinación por el resto de mis días. — asegura, siendo su turno en limpiar las lágrimas que caen por el rostro de su esposo.
Ver llorar a Suo es algo casi imposible de presenciar, y a Nirei le duele profundamente que aquellas ocasiones tengan que ver con el o con la decisión de actuar como un rey por encima de un esposo o una persona corriente.
— Lo siento… — se disculpa, siendo el turno de él en desmoronarse enfrente de su conyuge, quien lo abraza sin decir nada.
Simplemente se mantiene a su lado, sosteniendolo entre sus brazos mientras pide que todo mejore.
.
.
.
Notes:
Pobre Suo, pero mis historias no son mis historias si no hay sufrimiento de por medio. :(
Pasando a otra cosa, quería contarles que me está empezando a ir bien en el trabajo. Creo que por fin me estoy sintiendo cómoda, ya no tengo tanto miedo y no he vuelto a tener ninguna crisis nerviosa.
Así que supongo que todo está mejorando!
Lo cual me hace muy feliz porque eso significa que por fin estoy perdiendo el miedo a intentar cosas nuevas, y porque me motiva bastante a seguir escribiendo nPor lo que, espero poder traerles mucho más contenido en las próximas semanas. <3
Chapter 4: Unión
Notes:
Hola!
Es realmente un gusto poder estar de nuevo con ustedes con una nueva actualización de esta historia.
Ha pasado mucho en las ultimas semanas, como que estoy por graduarme en diciembre y que esta semana he firmado contrato de manera indefinida en el lugar en el que he empezado a trabajar.Esto supone un gran logro para mi, del mismo modo que una gran responsabilidad por hacer bien las cosas, en verdad espero mejorar en esas áreas donde necesito ser mejor y demostrar que no ha sido un error la confianza que están depositando en mi.
Bueno, creo que ya ha sido demasiado de palabrerías de mi parte, asi que me gustaria pasar a lo realmente importante de esta actualización.
Espero que les guste y que el contenido valga la pena el tiempo que han tenido que esperar.
Muchas gracias por todo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
.
.
.
El amanecer llega sin que Nirei y Suo perciban el paso de la noche. El Omega de cabello rubio es el primero en despertar; sus ojos se abren lentamente mientras hace el intento de retirarse, pero se detiene de inmediato al sentir un peso singular sobre su pecho.
Mira con atención, y una ternura extrema, a su amado esposo, quien duerme tan plácidamente que Nirei no encuentra el valor suficiente para despertarlo. Aun así, desliza suavemente los dedos por el cabello rojizo de su Alfa, perdiéndose en sus pensamientos, hasta que siente cómo su marido comienza a despertar después de un rato.
— Buenos días, Akihiko-kun. — lo saluda con voz ronca y profunda.
— Buenos días, Hayato-san. — responde enseguida el Omega, solo para ser besado profundamente por su Alfa segundos después. — Hayato-san... — susurra Nirei entre el beso, sintiéndose cálido y protegido entre los brazos de su pareja, quien emite un suave gruñido que lo hace estremecerse de pies a cabeza.
Pero no es un estremecimiento de miedo, sino de seguridad.
— Deberíamos quedarnos en la cama todo el día. — propone Hayato, sin detener el recorrido posesivo de sus manos sobre el cuerpo del rubio, deteniéndose especialmente en aquellas zonas donde ese molesto príncipe se había atrevido a tocar lo que le pertenece . — Podríamos dormir y dejar que todo lo demás se vaya al demonio.
— Pero no podemos hacerlo... — el rostro de Nirei se tiñe de rojo al instante, aunque sus manos se aferran con fuerza al cuerpo del rey, como si, inconscientemente, quisiera ceder a aquella propuesta. — Tenemos responsabilidades que cumplir. — murmura, solo para que el Alfa entierre su rostro en su pecho, algo que lo hace volver a estremecerse.
— No quiero, quiero quedarme aquí. — se queja el castaño, comportándose muy diferente a como es realmente. Pero Nirei no puede llamarle la atención, no cuando siente que muchos de los males que aquejan a su marido son por culpa suya.
— H-hayato-san…
El sonido de la puerta interrumpe por completo a Nirei, quien se queda inmóvil ante el repentino sobresalto. Mientras que Suo emite un gruñido en señal de advertencia, dejando claro que no desea ser molestado.
— Su majestad. — se escucha decir a un guardia, mientras la puerta aún permanece cerrada. — El rey Umemiya solicita permiso para hablar con usted y la reina consorte.
El silencio que sigue es denso. Nirei siente cómo cada uno de sus músculos se tensa, mientras Suo se ve obligado a abandonar su cómoda posición entre los brazos de su esposo.
— Adelante. — ordena, tras acomodarse la ropa y tomar con fuerza una de las manos del Omega de cabello rubio.
— Lamento la interrupción. — se disculpa Umemiya, luego de saludar brevemente y hacer una leve reverencia ante el matrimonio. — Pero Takiishi está empezando a impacientarse. — informa, lo cual no era precisamente lo que Suo esperaba escuchar a tan tempranas horas. — Quiere saber si, al final, su hermano va a comprometerse con ambos... o si han decidido tomar el camino difícil.
El ceño de Suo se frunce al instante, mientras su mandíbula se tensa con visible molestia. El ambiente cálido de la habitación se enfría con rapidez, como si las palabras de Umemiya hubieran traído consigo una brisa helada y desagradable.
— ¿Tan desesperado está por darme la mano de su hermano? — la pregunta del Alfa de cabello castaño es lanzada con furia y descontento.
— Créeme que él, menos que nadie, quiere que eso pase. — responde Umemiya, dejando escapar un suave suspiro. — La relación entre Sakura y Takiishi está envuelta en cientos de cosas, por eso ambos se cuidan mutuamente y se quieren más de lo que son capaces de demostrar en público. — explica, lo que llama poderosamente la atención de ambos monarcas, quienes deciden guardar sus preguntas para después. — Por eso, Takiishi no va a permitir que se le siga faltando el respeto a su hermano menor.
— ¿Faltando el respeto? — la voz de Suo se escucha más molesta de lo normal, y por un momento, Nirei teme que su esposo arremeta contra el rey de Bofurin, quien lo único que está haciendo es tratar de ayudarlos. — Al único a quien le han faltado el respeto es a Akihiko-kun. — gruñe, y Nirei se ve en la obligación de apretar suavemente la mano de su esposo, para que vuelva en sí y se calme un poco.
— Takiishi no lo ve de esa manera, y ese es un problema que debemos solucionar cuánto antes. — Umemiya aún guarda la calma, a pesar de lo tensa que se está volviendo la situación. — Se que no soy quien para exigirles que tomen una decisión, pero al menos traten de pensar tranquilamente las cosas. — dice, manteniéndose firme en su postura, sin retroceder ante las feromonas amenazantes que empiezan a sentirse en la habitación por parte del castaño.
— Hayato-san. — el rubio pronuncia, luego de que se forma un leve silencio tras las palabras del peliblanco. — Debemos de hacer lo correcto. — dijo suavemente, lo que le hizo merecedor que el Alfa lo viera con una expresión dolorosa.
— No merezco que me ames tanto. — Suo murmuró, llevando un par de sus dedos al suave rostro de su esposo, quien simplemente le sonrió en respuesta, debido a que se sentía incapaz de formular una respuesta sin sollozar en el intento. — Umemiya-san, podría decirle al rey Takiishi que ambos aceptamos casarnos con su hermano, y que de ser posible, está misma tarde vamos a contraer nupcias con el. — la petición que hace está llena de decisión, aunque en el fondo, un pesado malestar por tener que aceptar está maldita unión lo hace sentir terrible.
— Si está bien, yo me encargo de informarle esto a Takiishi. — Umemiya se despide sin más, inclinándose ligeramente ante los jóvenes antes de salir de la habitación.
Sin decir nada, Nirei abraza fuertemente a Suo, mientras que este le devuelve el abrazo casi al instante, como si quisieran decirse muchas cosas por medio de aquel íntimo acto de contacto.
— Todo estará bien, todo estará bien. — Suo escucha murmurar a Nirei, mientras se deja envolver por la seguridad y calidez que siente con el a su lado.
.
.
.
.
.
La música de la marcha nupcial es la señal definitiva de que la ceremonia está a punto de comenzar. Suo ya se encuentra dentro del gran salón, sintiendo una ligera y extraña emoción que crece en su pecho con cada minuto.
Aún no comprende cómo pasó de sentirse el hombre más miserable del mundo al más afortunado. Tal vez se deba a que, finalmente, conoció a quien hoy se convertirá en su esposo.
Al principio, imaginó que el Omega que tomó el lugar de la princesa Kotoha era alguien oportunista y demasiado audaz como para intentar comprometerse con alguien como él. Sin embargo, ahora que conoce a su futuro esposo, todas esas ideas equivocadas que alguna vez albergó se han desmoronado por completo de su cabeza.
Con cada paso que da Nirei, quien avanza del brazo de Umemiya, Suo siente que su corazón late con más fuerza. El Alfa de cabello castaño sonríe ampliamente cuando el Omega le es entregado por el rey de Bofurin, quien los abraza con afecto, bendiciendo la unión que están a punto de sellar.
— Queridos y nobles invitados, en este día estamos reunidos para presenciar el matrimonio de su majestad, el rey Suo, con un integrante de la respetada familia Nirei, quienes forman parte de la corte del reino de Bofurin. — anuncia solemnemente el sacerdote, su voz resonando en el gran salón, donde el murmullo de la multitud se extingue de inmediato.
El eco de sus palabras flota sobre los asistentes, quienes quedan envueltos en un profundo silencio. Los rayos del sol que se filtran a través de los vitrales tiñen el recinto de tonos cálidos, dorados y rojizos, como si incluso el cielo mismo quisiera bendecir la ceremonia.
Suo apenas puede apartar la mirada de Nirei, quien ha cambiado su antigua vestimenta por un atuendo ceremonial blanco, que ha sido confeccionado con una hermosa tela, que a su vez ha sido decorado con bordes plateados y rojos.
Su cabello, ligeramente recogido, está decorado con una elegante horquilla dorada con rubíes incrustados, del mismo tipo que llevan la reina y la princesa de Bofurin, quienes también se encuentran presentes en la ceremonia.
El castaño no sabe si es por el brillo de los vitrales o por el resplandor propio que emana de Nirei, pero siente que el mundo entero ha quedado suspendido en ese instante. Su pecho se infla a causa de un inmenso orgullo, y por un momento, todo el peso de sus responsabilidades y problemas que ha estado teniendo por asumir el rol de ser el rey se desvanece ante la simple visión de quien, en unos minutos, será su compañero de vida.
El sacerdote, tras varios minutos de hablar sobre el amor y el respeto en una relación, alza una mano, pidiendo la atención de todos.
— Hoy, no solo celebramos la unión entre dos personas. — prosigue el anciano Beta. — Hoy, dos reinos sellan un lazo de respeto, confianza y amor. Que este vínculo trascienda los años y las dificultades, y que siempre prevalezca la voluntad de caminar juntos, sin importar cuán incierto sea el futuro.
Nirei levanta ligeramente el rostro, sus ojos brillan con una mezcla de nerviosismo y esperanza. Y cuando mira fijamente Suo, ambos sonríen, como si se comunicaran en silencio.
El sacerdote hace una pausa nuevamente y luego dirige su atención a Suo.
— Su majestad, ¿acepta usted a Nirei Akihiko como su legítimo esposo, comprometiéndose a amarlo, protegerlo y honrarlo, en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, por todos los días de su vida? — pregunta, en espera de que su rey dé alguna respuesta.
— Sí, lo acepto. — Suo no duda ni un segundo, sin despegar su mirada del rubio, a quien se le sonrojaron ligeramente las mejillas.
Las palabras del rey resuena con fuerza, arrancando un murmullo emocionado entre algunos de los asistentes, mientras que otros tienen expresiones serias en sus rostros. Algunas manos se unen en suave aplauso, mientras que otros se limitan a “sonreír”.
— Y tú, Nirei Akihiko, del reino de Bofurin, ¿aceptas a su majestad como tu legítimo esposo, comprometiéndote a caminar a su lado, a brindarle tu apoyo, tu lealtad y tu amor sincero por el resto de tus días? — tras esperar un par de segundos, el sacerdote se dirige con respeto hacia Nirei.
Los labios del Omega tiemblan apenas antes de pronunciar su respuesta, pero sus ojos como su voz no vacilan.
— Sí, lo acepto. — dice firmemente, provocando un estremecimiento que le recorre todo el cuerpo.
Las campanas a lo lejos comienzan a sonar, y el sacerdote alza ambas manos para continuar con la ceremonia.
— Entonces, por el poder que me ha sido conferido por la corona y por la fe que une nuestros reinos, los declaro unidos en sagrado matrimonio. — cuando termina de decir aquellas palabras, los aplausos estallan por fin.
Suo extiende su mano hacia Nirei, quien la tomó con suavidad, y juntos se acercan para sellar su unión con un beso. Uno lleno de promesas silenciosas y amor que empieza a surgir silenciosamente en sus corazones, mientras el sol sigue brillando intensamente a través de las ventanas.
.
.
.
.
.
.
El movimiento dentro del castillo es mucho mayor que el de ayer. Personas van y vienen por todos lados, y son los sirvientes, especialmente, quienes parecen cargar con la mayor parte del trabajo en un intento por tener todo listo para la ceremonia de esta tarde.
El traje de bodas de Suo ya estaba preparado desde hace tiempo, había sido hecho a la medida, confeccionado por los mejores sastres de todo el reino. Quienes fueron los mismos encargados de modificar, a último momento, el antiguo traje de bodas de Nirei, para que este luciera completamente digno ante el príncipe de Noroshi.
Umemiya, a pedido de Suo, porque este no pensaba volver a confiar en los inútiles ancianos del consejo, sería el intermediario entre el reino de Noroshi y de Kitsunara, para así evitar más confusiones y conflictos de los necesarios.
.
Para eso de las tres de la tarde las decoraciones y los demás arreglos ya se encontraban listos. Los invitados empezaron a llenar lentamente el salón, expectantes de lo que fuera a suceder ahora teniendo en cuenta lo terriblemente mal que habían resultado las cosas el día de ayer.
.
— Dicen que la reina consorte también se va a casar con el príncipe Sakura. — decían los mismos nobles que ayer hablaban mal de Nirei.
— ¡Pero qué falta de respeto hacia nuestro rey! — se quejó alguien más, elevando ligeramente la voz para que algunas personas lo escucharan, lo que provocó que algunos empezarán a hablar también del tema.
— Siempre supuse que la reina consorte era una persona oportunista, primero se atrevió a tomar el lugar de la princesa Kotoha y ahora va a casarse también con el príncipe Sakura. — sigue otro noble con sus acusaciones, sin ser realmente conscientes de lo que en verdad estaba pasando.
— Qué vergüenza para nuestro rey y nuestro reino. — musitó una anciana duquesa mientras abanicaba su rostro con desdén. — En mis tiempos, los Omegas sabían cuál era su lugar.
Las murmuraciones continuaban esparciéndose como humo espeso entre las paredes del gran salón tras los primeros comentarios sobre lo que iba a suceder. Algunos invitados se observan con creciente incomodidad entre sí, como si estuvieran esperando que las cosas vuelvan a salir terriblemente mal como ayer.
Los murmullos y miradas nerviosas desaparecen en el instante que se anuncia que la ceremonia está por empezar. Una música suave comienza a escucharse tras algunos minutos, y las puertas del gran salón se abren, dejando a la vista a Suo, quien viste un fino y elegante traje rojo con bordados en dorado y plateado.
El Alfa avanza con paso firme por el pasillo, con el porte digno y elegante de un rey como él. Las miradas y las reverencias que recibe le traen muchos recuerdos de su boda con Nirei.
Pero ahora, en lugar de felicidad, siente cómo el mundo entero vuelve a depositar un enorme peso sobre sus hombros.
No es del todo consciente de lo que ocurre, pues cuando menos lo espera, ya se encuentra de pie frente al sacerdote que oficiará su nuevo compromiso.
No pasa mucho tiempo antes de que las grandes puertas de mármol se abran de nuevo.
Esta vez, es Nirei quien entra al salón.
Tal como en su primera boda, viene acompañado por Umemiya, quien luce lo suficientemente imponente como para que nadie se atreva a decir una sola palabra contra el Omega el resto del día.
El rubio lleva puesto su viejo traje de bodas, aunque ahora con algunos bordados adicionales en carmesí y plateado. Nirei también parece cargar el mundo sobre sus hombros, aunque su rostro se esfuerza por mantenerse inexpresivo, es evidente que esto no es algo que él deseara que ocurriera.
Pero no hay nada que pueda hacer al respecto, no cuando hay tantas cosas en su contra.
.
Cuando los esposos ya se encuentran juntos y se dedican una pequeña mirada para darse fuerza mutuamente, las puertas se abren por tercera vez. Sin embargo, en lugar de la suave melodía que acompañó la entrada de los reyes al salón, ahora se escucha el retumbar de tambores y un coro de cánticos entonados por una comitiva de soldados, en el mismo idioma originario de las tierras de Noroshi.
El ritmo es firme, casi solemne, y resuena con fuerza en los muros del gran salón, imponiendo un ambiente de solemnidad y poder.
A continuación, ingresan varias mujeres y hombres ataviados con magníficas túnicas en tonos rojo escarlata y dorado. Todos ellos caminan en perfecta sincronía mientras esparcen pétalos de flores como rosas, jazmines, caléndulas, peonias, sobre el suelo, tiñendo el pasillo con una vibrante mezcla de colores.
El contraste entre el mármol pulido y el estallido floral crea un sendero digno de una deidad.
Poco después, hace su entrada Endo.
El pelinegro viste un elegante traje negro entallado, decorado con delicados bordados carmesí que recorren discretamente las mangas y el dobladillo. Luce apuesto, refinado, y mucho menos amenazante que su primera presentación ante el rey y la corte.
Sobre su cabeza lleva un adorno de ramas de olivo plateadas, que relucen con cada paso bajo la luz de la tarde.
En sus manos sostiene una almohada cubierta por un fino paño blanco bordado con hilos de oro. Su porte es impecable, digno de un noble que ha sido educado toda su vida para este momento, camina con la espalda erguida, el mentón alto, sus pasos son medidos y elegantes.
No muestra señal de incomodidad a pesar de ser el centro de todas las miradas. Se detiene en el mismo punto donde se había ubicado el día anterior, pero esta vez guarda absoluto silencio.
Solo alza levemente una mano, y con ese gesto los tambores y los cánticos se intensifican, resonando con más fuerza.
Entonces, las grandes puertas se abren una vez más, marcando la entrada final del rey y el príncipe de Noroshi.
Takiishi y Sakura avanzan tomados del brazo. Ambos visten trajes blancos de corte tradicional de sus tierras, similares en diseño, aunque las joyas que adornan la vestimenta de Sakura son más llamativas y trabajadas que las de su hermano.
El rey camina con la mirada al frente, sin desviar los ojos hacia los nobles de Kitsunara, a quienes parece ignorar deliberadamente, ajeno o indiferente a las reacciones que ha provocado la extravagancia de su entrada.
Al llegar junto a Endo, este se inclina profundamente ante los hermanos. Sus ojos, verdes y brillantes, reflejan una intensidad casi reverencial, como si se encontrara frente a un fuego sagrado.
Con movimientos ágiles y medidos, retira el paño blanco que cubre la almohada, revelando tres joyas de oro. Takiishi toma una de ellas, un anillo ancho, de oro macizo, finamente tallado con antiguos símbolos e incrustado con una piedra de ámbar que parece arder con luz propia.
Sin pronunciar palabra, lo desliza en el dedo anular izquierdo de Sakura. Durante un instante, ambos hermanos se observan en silencio, es solo un momento, pero el tiempo parece detenerse lo suficiente como para que se comuniquen sin necesidad de palabras, como si compartieran un lenguaje que solo ellos entienden.
Sakura tomó entonces los dos anillos restantes. Uno está engastado con un rubí de un rojo tan intenso como la sangre recién derramada; el otro, con un diamante que brilla como la primera estrella que aparece tras el crepúsculo.
Tras observarlos un instante y lanzar una última mirada a su hermano, el príncipe se da la vuelta con calma y comienza a caminar con decisión hacia donde lo esperan sus futuros consortes.
Nirei siente como sus nervios crecen conforme Sakura se va acercando cada vez más a ellos, pero un suave apretón en una de manos le recuerda que no está solo, y que puede confiar plenamente en la decisión que están tomando.
Al estar cerca, Sakura observa por un momento a los reyes de Kitsunara, quienes parecen estar esperando a que él haga el primer movimiento. Para sorpresa de algunos, Sakura se inclina profundamente ante Nirei, quien estuvo a nada de tratar de impedir que el príncipe hiciera tal cosa, pero las recomendaciones que Umemiya les había dado antes de que todo empezará habían sido bastante claras.
“Noroshi tiene un ritual de bodas bastante extravagante… Así que no interrumpan lo que van hacer, les prometo que no hay nada de qué preocuparse.”
Sakura extiende una de sus manos hacia Nirei, quien con el cuerpo temblando a causa de los nervios la extiende. El bicolor la tomó delicadamente entre sus manos, y con gracia combinada con delicadeza desliza el anillo de diamante en el dedo anular izquierdo del rubio, quien se inclina ante el otro Omega una vez que ha terminado.
La sonrisa que aparece en el rostro de Sakura es deslumbrante, si hubieran estado en otro contexto, Nirei la encontraría demasiado hermosa y única. Ahora, Sakura se dirige hacia Suo, y su sonrisa vaciló por unos cuantos segundos, no se inclina ante el pelirrojo, quien emitiendo un suave resoplido se inclina ante el bicolor para después extender su mano hacia el príncipe de Noroshi.
Está acción provoca que algunos nobles empiecen a murmurar, sin importar que se encuentran rodeados por soldados de un reino que no parece tolerar las faltas de respeto hacia la familia real. Casi con la misma delicadeza que había utilizado en Nirei, Sakura desliza el anillo de rubí siempre en el dedo anular izquierdo, aunque en esta vez lo hace en Suo, quien lucha con todas sus fuerzas para no demostrar lo mucho que le desagrada el príncipe de cabello bicolor.
Una vez el rito de los anillos culmina, los soldados, las mujeres y hombres que habían arrojado pétalos al suelo se retiran, haciendo sonar aún los tambores y cánticos que hacen eco por todo el razón. Cuando las puertas vuelven a cerrarse, el sacerdote espera alguna confirmación oficial antes de proceder con la ceremonia.
— Querido pueblo y nobles invitados de tierras lejanas. — empieza a hablar, una vez que Suo le dió la orden de proseguir. — En esta tarde, nos encontramos reunidos para unir no solo a dos reinos en futuro matrimonio, sino que a tres. — dice, confirmando lo que todos ya saben hasta el momento. — Al guerrero y poderoso reino de Noroshi. A la valerosa y noble tierra de Bofurin. Y al justo y sabio reino de Kitsunara. — dijo con voz fuerte, escuchándose por todos los rincones del gran salón. — El amor y el respeto mutuo son bases importantes para que un matrimonio prospere y sea fuerte. Es por eso, que si alguien conoce algún motivo por el cual está ceremonia no deba de realizarle, entonces, que lo haga saber en estos instantes. — menciona, y nadie parece querer intervenir en la ceremonia.
Aunque hay muchos que empiezan a creer que esto es una mala idea, nadie es capaz de interferir o al menos expresar su opinión en voz alta.
.
La ceremonia continúa por varios minutos más, el sacerdote se encarga de reafirmar el gran compromiso que los tres involucrados deben de tener entre ellos mismos de ahora en adelante.
Suo tiene que soportar poner una de expresión de disgusto cada vez que la palabra amor sale a relucir, debido a que se cree incapaz de amar a alguien que está poniendo en juego su relación con quién él si considera el verdadero amor de su vida.
— Rey Suo, ¿acepta usted al príncipe Sakura como su esposo, prometiendo amarlo, cuidarlo y sobre todo respetarlo por el resto de sus días juntos? — el sacerdote se dirige primero al pelirrojo, quien con la mandíbula algo tensa responde.
— Si, acepto.
— Reina consorte, ¿acepta usted al príncipe Sakura como esposo, a quien jura amar, respetar por el tiempo que permanezcan juntos? — ahora el anciano Beta se dirige a Nirei, quien intentando demostrarse fuerte susurra un suave “sí acepto”, cuando lo único que quiere hacer es que esto termine lo más pronto posible. — Príncipe Sakura, ¿acepta usted al rey Suo y a la reina consorte como sus esposos, prometiendo amarlos, cuidarlos y respetarlos hasta que la muerte los separe? — pregunta, dirigiéndose por último al bicolor, quien asiente con un ágil movimiento de cabeza, sin pronunciar palabra alguna, lo que parece ser suficiente para el sacerdote, quien alza ambas manos al mismo tiempo. — En nombre del poder que se me ha sido conferido por la corona y teniendo como testigos a todas estas personas. Los declaró a los tres esposos, larga vida al reino de Noroshi, larga vida al reino de Bofurin y larga vida al reino de Kitsunara. — pronuncia firmemente, lo que provoca que algunos aplaudan fuertemente, mientras que otros se limitan a hacerlo de una forma bastante suave.
Nirei y Suo se quedan expectantes sobre lo que Sakura hará, quien parece aliviado que la ceremonia haya terminado por fin. Sakura se inclina ligeramente hacia Nirei, quien incapaz de moverse, espera que el príncipe lo bese con la misma efusividad de ayer, pero Sakura le da un corto y suave beso en la mejilla derecha.
Mientras que a Suo lo besa en la mejilla izquierda pero de una forma bastante rápida, como si realmente no quisiera hacerlo, pero al menos trata de ser justo y equitativo con sus dos esposos.
Quienes se preguntan cómo es que van a funcionar las cosas de ahora en adelante, o si el simple hecho de comer un solo error podría traerles graves consecuencias de por vida.
.
.
.
.
Notes:
El drama apenas empieza, creo que pronto tendremos algo desde la perspectiva de Sakura y como es que esta tomando el hecho de que ahora tiene dos esposos y que debe de separarse definitivamente de las personas con las que prácticamente ha crecido toda su vida.
Espero no tardar demasiado en escribir la siguiente parte, pero de ser asi las cosas, espero que sepan entenderme y esperar.
Nos vemos después!
Chapter 5: Celos e Ira
Notes:
Hola!
Ya ha pasado un tiempo, verdad?
Primero que nada, quiero disculpar la tardanza, pero la vida de adulto me esta pegando una mega paliza y yo estoy haciendo todo lo posible para sobrevivir sin volverme loca.Pero aquí estoy!
Tratando de salir adelante y con una semana de vacaciones me he puesto la meta de actualizar todas mis historias, asi que si lees alguna de mis otras obras entonces ten la esperanza de que voy a actualizar esa historia de la que seguramente estas esperando continuación.Sin mas que decir, espero que disfruten esto.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
.
.
.
El sonido de los cubiertos chocando contra los platos no es suficiente para sacar a Nirei de sus pensamientos.
A pesar de tratarse de una gran celebración y de tener frente a él manjares deliciosos, lo único en lo que puede pensar es en el profundo pesar que siente en el corazón. Se supone que él juró ser le fiel a una única persona cuando contrajo por primera vez nupcias, pero ahí estaba, sentado a la izquierda de Suo, quien encabezaba la mesa de honor.
A la derecha de su esposo se encontraba Sakura, su otro esposo, quien comía en silencio, completamente concentrado en su comida y saboreando cada bocado con deleite. De vez en cuando, Nirei enfoca su atención en el anillo de diamantes que llevaba puesto, como si aún no pudiera creer que ahora no solo estaba casado con una persona, sino con dos, que no parecían llevarse para nada bien.
.
— Espero que el anillo sea de su agrado, su majestad. — dice Endo, tomándolo por sorpresa y alterando un poco sus nervios. — Mi príncipe lo eligió personalmente; dijo que algo así solo debía ser usado por alguien digno de ser su esposo. — comenta, y hay algo en su mirada y en el tono de su voz que le genera cierta desconfianza, como si en el fondo supiera que aquellas palabras solo buscaban causar conflicto.
Nirei observa con cuidado el anillo que lleva puesto antes de lanzar una rápida mirada a Sakura. Hasta hace unos segundos el bicolor comía con total tranquilidad e indiferencia de lo que sucedía a su alrededor, pero ahora se había detenido por completo y lo miraba atentamente, como si esperara con ansias alguna respuesta de su parte.
— Gracias por elegir este anillo, es un anillo muy hermoso. — responde al fin, provocando que una enorme sonrisa se dibuje en el rostro del joven príncipe.
— Bueno, es bastante curioso que tuvieran listos dos anillos para la ceremonia. — dice Suo de pronto, haciendo que la sonrisa de Sakura desaparezca casi al instante, siendo reemplazada por una clara expresión de fastidio.
— A nosotros nos gusta estar preparados para todo. — responde Endo con firmeza, como si hubiera sido él quien se casó, y no su príncipe, que hasta el momento no ha dicho ni una sola palabra, al igual que su hermano mayor.
— Por supuesto… Se nota bastante que son muy precavidos con ciertos eventos. — dice Suo, con la ira apenas disimulada en su voz. Nirei teme que pierda el control en medio de la mesa, estando rodeados de cientos de invitados que no haría más que hablar de ellos a sus espaldas.
— Noroshi es una tierra donde se pueden encontrar muchas piedras preciosas. — interviene Umemiya, sentado del mismo lado de la mesa que Nirei, acompañado por Tsubaki y Kotoha, como si intentara evitar un conflicto innecesario.
— Somos un pueblo próspero y bendecido gracias a nuestro amado rey. — responde Endo casi al instante.
Aunque intenta disimularlo, es evidente el inmenso odio que siente hacia Umemiya, y de lo mucho que desea golpearlo por el simple hecho de estar en la misma mesa que él.
— Por cierto, Takiishi, te ves bastante bien con ese atuendo. Bueno, en realidad, los tres se ven increíbles con lo que llevan puesto. — dice Tsubaki al poco tiempo, buscando aliviar la tensión que se siente en el ambiente con una conversación de lo más trivial.
Takiishi apenas levanta los ojos de su plato para emitir un suave “Mmmh”, como si aquel sonido fuese una respuesta suficiente.
— En especial, me gusta mucho cómo te ves, Sakura. — añade, esta vez dirigiéndose al príncipe de cabello desigual, quien apenas responde, aunque, a diferencia de su hermano, su rostro se tiñe de inmediato de un fuerte color rojo.
Lo dicho provoca una suave risa en Tsubaki y una leve sonrisa en los rostros de Umemiya y Kotoha. Nirei parece un tanto sorprendido al ver a su nuevo esposo sonrojarse tanto por un simple cumplido, mientras que Suo parece querer desaparecer del lugar.
— Yo mismo elegí su atuendo. Quería que nuestro príncipe luciera radiante y hermoso en un día tan importante. — declara Endo, visiblemente emocionado, con los ojos brillando de orgullo por lo que ha logrado. — Él es digno de toda admiración y adoración, por lo tanto, debe ser tratado con el mayor de los respetos. — añade, sin apartar la mirada del Alfa de cabello rojizo, quien le devuelve una expresión cargada de fastidio y un odio que difícilmente podría ser descrito con palabras.
Y de no haber más personas en la habitación, Suo está casi seguro de que apuñalaría a Endo en la garganta con el cuchillo que tiene a la mano para que dejara de hablar.
— Yo creo…
— Yamato tiene razón. — dice Takiishi, hablando por primera vez en lo que va del rato, pronunciando aquellas palabras en la misma lengua de los demás.
Su intervención interrumpe por completo a Suo, quien no sabe si aquello fue una buena o mala idea, ya que de inmediato comienza a acumular demasiados sentimientos en el pecho, que solo convencen cada vez más de la terrible decisión que había tomado al aceptar este compromiso.
— ¿¡Verdad que sí la tengo!? — exclama Endo, visiblemente encantado, casi extasiado al recibir el respaldo de Takiishi, quien asiente en silencio para confirmar sus palabras. — Nuestro príncipe es como una joya única y preciosa, por eso esperamos que su nueva vida con ustedes tenga la misma calidad, o incluso una mayor, de la que llevaba en Noroshi. — declara con seriedad.
Hay algo en su tono que a Suo le resulta sutilmente malicioso, aunque no entiende cómo eso podría ser posible, pero está casi seguro de todo lo que dice Endo tiene un doble intención.
— También esperamos conocer pronto a nuestros futuros príncipes. La vida es demasiado corta como para esperar demasiado por un heredero. — añade con una sonrisa inocente, logrando que Sakura se atragante con lo que estaba comiendo y que Suo muestre una clara expresión de fastidio y profundo arrepentimiento por no haberse marchado cuando tuvo la oportunidad, a pesar de lo mal que eso se vería.
Porque, ¿cómo esperan que tenga hijos con alguien que claramente lo odia y que, para colmo, solo parece interesado en SU esposo?
Está casi seguro que si durmiera en la misma cama que Sakura, este no dudaría en degollarlo al tener la más mínima oportunidad.
El silencio que sigue a la imprudente declaración de Endo es abrupto y pesado.
Solo se escucha el sonido ahogado de Sakura tosiendo mientras Kotoha le ofrece una copa de agua para ayudarlo a tragar mejor. Nirei se queda inmóvil, como si no hubiera escuchado bien, su mirada se mantiene fija en Endo, como si intentará descifrar si en verdad acababa de decir aquello delante de todos los presentes.
— ¡ Yamato ! — grita Sakura finalmente en su idioma natal, con el rostro aún sonrojado, pero esta vez no por timidez, sino por vergüenza y rabia contenida.
El general apenas se inmuta, aunque su sonrisa se vuelve más suave antes de decir algo.
— ¿He dicho algo incorrecto, mi príncipe? Porque sólo estoy expresando lo que muchos seguramente esperan. — responde con fingida inocencia.
— No es tu deber decir ese tipo de cosas, ni ahora ni nunca. — dice Suo, sin molestarse en ocultar el desdén que siente.
Su tono es tan afilado como el cuchillo que sujeta fuertemente entre los dedos, el cual hunde lentamente en la carne de su plato como si fuese el cuello del propio Endo.
— Aún es demasiado pronto para hablar sobre futuros herederos, supongo que primero debemos acostumbrarnos a esta nueva dinámica. — interviene Nirei con rapidez, intentando calmar la tensión que está a punto de volverse insostenible. Aunque tampoco cree correcto que él hable sobre el tema, sobre todo porque su supuesta infertilidad los había llevado a este momento.
Sakura baja la mirada al plato, visiblemente incómodo por lo que está pasando. Aunque no dice nada, su expresión es una mezcla de frustración y humillación. A su lado, Takiishi lo observa con el ceño levemente fruncido, pero no vuelve a intervenir en la conversación.
— Lamento si mis palabras resultaron apresuradas e inapropiadas. — dice Endo, inclinando apenas la cabeza, aunque su tono no muestra ni una pizca de verdadero remordimiento. — Supongo que el entusiasmo me ganó.
— O la arrogancia. — murmura Umemiya en voz baja, lo suficientemente audible como para que Endo lo escuche.
Este no tarda en dedicarle una mirada llena de desagrado, pero decide no responder. Tsubaki carraspeó suavemente, en busca de desviar la conversación a otro tema que no provoque una pelea en la mesa.
— Bueno… al menos la comida está deliciosa, ¿no creen? Este estofado con hierbas es simplemente exquisito. — dice apresuradamente, siendo lo mejor que se le ocurrió decir.
Kotoha asiente con una sonrisa tenue, y por unos segundos el ambiente parece relajarse un poco. Aunque todos saben que la cena ha sido arruinada, y que la poca diplomacia que intentaban tener acaba de perderse por completo.
Nirei empieza a respirar profundamente, tratando de controlar aquella sensación opresiva que se está volviendo cada vez más fuerte contra su pecho, como si todo el peso de la situación cayera de pronto sobre sus hombros nuevamente.
No quería que esto fuera así.
No quería que está supuesta celebración terminará manchada de tensión y amenazas poco disimuladas.
Ni mucho menos quería que su nuevo esposo, fuera empujado a tener hijos sin parar solo porque él no podía hacerlo.
— Akihiko-kun. — llamó suavemente Suo al rubio, quien estaba tan sumido en sus pensamientos y en la lucha interna por no perder el control, que no se percató de que su aroma se volvía cada vez más agrio, dejando en evidencia lo mal que comenzaba a sentirse. — ¿Te encuentras bien? — preguntó, visiblemente preocupado por el estado de su esposo.
Nirei pudo notar de inmediato la inquietud en los ojos del Alfa de cabello rojizo, pero también reconoció la misma preocupación en la mirada de Sakura, quien comenzó a removerse incómodo por algunos cuantos minutos en su asiento hasta que, finalmente, se puso de pie. Esta acción tomó por sorpresa a todos, incluso al mismo Endo y a Takiishi, el primero pareció a punto de decir algo, pero el rey de Noroshi lo detuvo con un simple gesto de la mano.
Acortando la ya poca distancia entre ambos, Sakura se paró frente a Nirei, quien lo observó desconcertado, sin comprender lo que intentaba hacer. No fue hasta que el bicolor le tendió una mano que Nirei captó, al menos en parte, lo que trataba de hacer.
Rápidamente, dirigió una mirada a Umemiya, como buscando en él una señal de si era correcto o no aceptar la invitación del bicolor. Pero Umemiya parecía tan desconcertado como él; tanto que no pudo darle una respuesta clara.
Nirei, entonces, asumió la responsabilidad de decidir por sí mismo. Con el corazón latiendo más fuerte que antes, tomó la mano de Sakura, quien la apretó con suavidad, pidiéndole así, sin decir palabra alguna, que lo siguiera.
De pronto, todas las miradas en el salón se posaron sobre ellos. La música disminuyó su volumen, como si los músicos esperaran que alguno de los dos Omegas hiciera un anuncio.
En su lugar, Sakura guió a Nirei hacia el centro del gran salón, donde se inclinó ante el rubio antes de hacer una discreta señal a los músicos, quienes parecieron entender de inmediato su petición. La música volvió a sonar en el salón, esta vez con una melodía más rítmica y elegante.
Entonces, Sakura tomó a Nirei por la cintura y la mano, dando inicio al baile entre ambos. Nirei, aún confundido por la repentina iniciativa de Sakura, no pudo evitar notar cómo sus pasos se volvían cada vez más ligeros a medida que ambos comenzaban a moverse al ritmo de la música.
Aunque era evidente que no habían practicado esto antes, sus cuerpos parecían entenderse de manera instintiva, adaptándose el uno al otro con una sincronía maravillosa.
Sakura no decía una sola palabra, pero su mirada lo decía todo. Había en sus ojos una mezcla de determinación y vulnerabilidad que Nirei no pensaba que sería capaz de ver.
El príncipe de Noroshi apretaba su mano con firmeza, pero no con fuerza; como si temiera que él decidiera irse si lo soltaba. El ambiente del salón cambió instantáneamente, la tensión que hasta hace un momento era casi insoportable, se transformó en algo mucho más suave.
Nadie se atrevía a interrumpirlos, ni siquiera Suo, quien, aunque aún tenso desde su asiento, se mantenía en silencio, observando a sus esposos con una expresión indescifrable, pero que contenía más de lo que él mismo podría ser capaz de decir.
— No me gusta verte con esa expresión… — murmuró Sakura de pronto, lo suficientemente cerca como para que solo Nirei lo oyera, sus labios apenas se movieron, así que los demás no pudieron darse cuenta de que estaba hablando. — Esta noche se suponía que debía ser tuya también.
Nirei lo miró sorprendido por unos instantes, realmente no esperaba que el príncipe de Noroshi supiera hablar su misma lengua, pero lo que más le sorprendía era todo lo que le había dicho. Durante las últimas cuarenta y ocho horas Nirei había sentido que su papel se redujo al de una figura decorativa entre dos reinos en conflicto, y por mucho que Suo le dijera que no era pieza más en un tablero de ajedrez no había sido capaz de creerlo del todo.
Pero allí, en ese momento, después de lo que había pasado en la mesa, Sakura también le aseguraba que su existencia era mucho más de lo que él mismo creía.
En ese instante, Nirei ya no parecía ser solo un miembro más de la corte real de Bofurin, ni tampoco la reina consorte, que había tenido la mala fortuna de no haber concebido al primogénito de Suo tras tantos años juntos.
— Muchas gracias, Sakura-san… Es muy amable de tu parte preocuparte tanto por mí. — responde el rubio con una cálida sonrisa en el rostro.
El gesto provoca que el rostro de Sakura se sonroje intensamente. A pesar de su creciente nerviosismo, el bicolor mantiene un ritmo constante, guiando a Nirei con suma elegancia en cada uno de los pasos que dan, moviéndose con suma elegancia.
— Ahora eres mi esposo, se supone que debo velar por tu felicidad y tu seguridad. — el Omega de cabello desigual dice con sinceridad.
Aquellas palabras vuelven a tomar desprevenidos a Nirei, quien no puede evitar sentirse culpable al recordar que, en el fondo, no ama verdaderamente al príncipe de Noroshi y que su corazón ya le pertenece a alguien más.
.
Ninguno de los dos vuelve a decir nada por lo que resta del baile. Simplemente se dejan llevar por el ritmo de la música.
Nadie es capaz de apartar la mirada de ellos; todo el salón los observa en silencio, y nadie hace nada para interrumpir el baile entre ambos Omegas.
Aunque algunos nobles consideran de mal gusto que el primer baile de la noche lo compartan dos Omegas, y no Suo con su nuevo esposo, esto parece importarle muy poco a Sakura, quien no aparta la vista de Nirei, como si quisiera grabar en su memoria cada detalle de su rostro.
El Omega de cabello rubio también se pierde durante unos segundos en la apariencia del joven príncipe. Ahora que lo tiene más cerca, puede asegurar algo sin lugar a dudas; Sakura es una de las personas más hermosas que ha visto jamás.
No solo su cabello está dividido en blanco y negro; también sus cejas y pestañas comparten esa dualidad, y Nirei siente que se pierde en ellas cada vez que el Omega parpadea. Aunque esa sensación se vuelve aún más intensa cuando ese hermoso atardecer que habita en su mirada se encuentra con la suya.
Azul como el mar y dorado como el sol que ilumina las colinas con sus últimos rayos del día.
Sakura es hermoso, fuerte y poderoso; todo lo que se espera de un príncipe de una nación donde la fuerza parece ser algo primordial.
Cuando la música llega a su fin, Nirei se separa apenas unos centímetros de Sakura para inclinarse con respeto ante él. El bicolor hace lo mismo, y luego, con suavidad, le toma de la mano para poder besarla.
Por un instante, Nirei cree que va a desmayarse ante la atención que está recibiendo por parte del joven príncipe, quien después de besarle la mano la posiciona sobre su pecho. Esto le permite percibir cómo el ritmo del corazón de Sakura va cada vez más rápido, a pesar de lo serio y firme que parece por fuera, con aquel simple gesto el rubio puede darse cuenta, de que al igual que él, Sakura está muerto de nervios por dentro.
Y eso lo hace sentir muy confundido.
.
Ambos Omegas regresan a la mesa y toman asiento sin decir nada. De inmediato, Sakura percibe la mirada de orgullo que le dedican su hermano y Yamato, lo cual le hace sonreír más de lo que ya está sonriendo.
Porque cumplir con la voluntad de su hermano es lo único que Sakura desea.
Vuelve a mirar a Nirei, quien luce menos tenso que antes, eso también lo hace feliz. Lastimosamente, su alegría se ve interrumpida por el desagradable aroma del Alfa a su lado.
Suo parece al borde de tirar al suelo todo lo que hay en la mesa o de amenazarlo por lo que acaba de hacer. Ante ello, Sakura decide dedicarle una sonrisa cargada de suficiencia a su supuesto esposo, lo que provoca que este le gruñó en respuesta.
— Creo que ha sido un día bastante largo y todos necesitamos descansar un poco. — el rey de Bofurin dice de inmediato, notando la tensión que empieza a crecer nuevamente entre Suo y Sakura.
— Si, es verdad. — responde Suo sin apartar la mirada de Sakura, quien le mantiene la mirada de una forma desafiante. Por dentro siente a su Alfa interior exigirle a gritos que le enseñe su lugar a ese molesto Omega que solo ha venido arruinar su vida y la de su pareja, poniendo a este en una situación incómoda. — Así que si me disculpan, me retiro a mi habitación, si ustedes lo desean pueden seguir celebrando toda la noche. — dice, al mismo tiempo que se levanta de pie.
Sakura empieza a notarse ligeramente nervioso ante las acciones de Suo, pues se supone que ambos tendrían que pasar la noche juntos para tratar de concebir al futuro heredero al trono del reino. Pero en lugar de que suceda lo que está pensando, el Alfa extiende su mano hacia Nirei, quien la toma sin dudar demasiado, aunque se nota bastante confundido por la repentina acción de su esposo.
— Hay una habitación preparada para ti por si quieres pasar la noche en el castillo o si prefieres volver a la caravana en la que llegaron, realmente no me importa lo que hagas. — sin el más mínimo tacto de como pueda hacerlo sentir, Suo le dice aquellas palabras al Omega de cabello bicolor, a quien el rostro se le tiñe de diferentes tonalidades de rojo.
Nirei apenas empieza a entender el inminente error que su esposo ha cometido cuando este ya está caminando junto a él, el resto de invitados se ponen inmediatamente de pie y se inclinan ante la pareja real en señal de respeto. El rubio puede notar expresiones llenas de confusión y asombro por lo que pasa, casi puede escuchar a aquellos nobles murmurar lo desconcertados que están al ver a su rey marcharse antes de lo esperado junto a su primer esposo.
Sabe que esto solo traerá consecuencias peores para ambos, aunque lo que más parece dolerle es ver la expresión de confusión que tiene Sakura al verlo marcharse junto a Suo, siente algo en su interior romperse al ver como la tristeza invade rápidamente el rostro del monarca.
Mientras que Endo empieza a gritarle sabrá que cosas a Umemiya, quien aún luce tan desconcertado por lo sucedido que no es capaz de responder a nada de lo que Endo le está reclamando. Takiishi en cambio no se mueve de su lugar, pero al prestarle suficiente atención a su mirada no está nada contento por lo que está pasando.
.
— Hayato-san. — pronuncia cuando ambos estaban caminando por un pasillo vacío que es iluminado por varias velas que enmarcan bien sus sombras sobre el piso. En todo este tiempo el Alfa no le ha dirigido la palabra ni siquiera la mirada, lo cual empieza a aterrar. — Hayato-san hay que regresar. — pide, con la esperanza de que su esposo reflexione e intente enmendar el terrible error que acaba de cometer.
— ¿Para qué? ¿Para que él vuelva a atreverse a tocarte? — los celos parecen estar consumiendo al rey, quien no es consciente de que su agarre sobre la mano de Nirei se está volviendo cada vez más fuerte, pero termina dándose cuenta cuando este emite un suave quejido antes de soltarse bruscamente del rey.
Quien desconcertado por su acción intenta decir algo, pero no pronunció palabra alguna al ver como las lágrimas empiezan a humedecer las mejillas del rubio.
— Akihiko-kun… — dijo, intentando acercarse al Omega de cabello dorado, pero este retrocede en el instante en que él intenta acercarse. — Yo lo lamento, no se que me paso pero…
— ¿Por qué las cosas tienen que ser tan difíciles? — pregunta Nirei, y Suo no tiene una respuesta rápida que darle. — ¿Por qué no pudiste evitar hacer una escena como esa? — insiste, pero el Alfa se ha quedado sin palabras. — Hayato-san. — pronuncia con seriedad el nombre de su esposo, quien ya comienza a arrepentirse de todo el daño que ha causado; incluso llega a lamentar el día de su propio nacimiento. — Acabas de humillar al príncipe Sakura, no solo frente al rey Takiishi, sino también ante varios nobles del reino. ¿Acaso no eres consciente de las consecuencias que eso puede traer para nosotros? — cuestiona con el ceño fruncido, y aunque intenta mantener la compostura, la molestia y la preocupación se cuelan en su voz, clavándose como un cuchillo en el ya herido corazón del Alfa.
— No me importa. — responde Suo con voz baja, casi como si se estuviera rindiendo ante su propio orgullo, dejando atrás a la razón y el buen juicio que siempre lo han caracterizado. — Ya te había dicho que no me importa si este reino arde en llamas, o si acabo de humillar no solo a un príncipe extranjero sino que también a una nación entera, pero yo no iba a permitir que el siguiera pensando que también le perteneces.
— ¡Pero yo también le pertenezco a él! ¡Yo también soy esposo del príncipe Sakura! — grita Nirei, sin poder contener más la presión que lo ha estado ahogando desde hace rato. — No se trata de que si él piensa si soy suyo o no, esto se trata del bienestar del reino y de su gente. Noroshi es una nación poderosa y peligrosa, no podemos provocar la ira del rey Takishii por el bien de nuestra gente, ¿o en verdad vas a arriesgar a todos ellos por mí?
El Alfa se queda sin aliento por un instante y por primera vez desde que salieron del salón, se detiene a observar atentamente al Omega. No como su consorte, ni como el símbolo de una promesa rota que no fue capaz de cumplir, sino como el único de los dos que estaba viendo por el bienestar de su gente, a pesar de ser también de una nación extranjera.
— No sabes lo que estás diciendo, Akihiko-kun. — dice en voz baja, tratando de sonar seguro con lo que dice. — Llevo toda la vida cumpliendo con lo que se espera de mí. Dejando que me usen como un símbolo de autoridad y poder, en muchas ocasiones me he sentido como una moneda de cambio. — murmura, siendo completamente sincero con lo que dice. — Pero tú eres al único que realmente puedo llamar como mío, y no voy a entregarte a nadie más, sin importar el precio que tenga que pagar por tomar esa decisión.
Nirei da un paso atrás, sintiéndose dolido, frustrado y profundamente confundido. Ya no es capaz de reconocer a la persona que tiene de frente, es como si el Alfa con el cual se había casado hace tiempo hubiera sido reemplazado por alguien más irracional.
— ¿Entonces qué piensas hacer para evitar que todo el reino se venga abajo? ¿Vas a convertirte en un tirano? ¿Uno que toma lo que quiere sin importar quienes salgan lastimados en el camino? — sus ojos brillan por la tormenta de emociones que empiezan hacer estragos en su interior.— ¿O vas a aprender a protegerme sin destruir todo lo que te rodea?
Suo no logra sostenerle la mirada por más que lo intente, la voz de Nirei se escucha temblorosa pero al asunto tiempo firme, lo golpea más fuerte que cualquier golpe que alguna vez haya recibido.
— No me importa lo que los demás digan. — murmura al fin, con los puños apretados con demasiada fuerza. — No iba a permitir que estuvieras más tiempo cerca de él.
— Esa no era tu decisión, sino mía. — responde Nirei con la garganta apretada, que casi no puede pronunciar lo que piensa.
El Alfa alza la vista con una furia que apenas puede contener, pero no dice nada. A lo lejos se escucha el eco de pasos, las risas incómodas y los murmullos cada vez más escandalizados de los invitados que no saben si deben retirarse o continuar con la cena.
— Hayato-san, humillaste públicamente a un príncipe. A nuestro consorte, y peor aún lo hiciste por mí. — aquellas palabras salen seriamente de sus labios, y hasta ese momento, Suo empieza a ser realmente consciente del caos que está provocando. — Como si yo no fuera más que un capricho que te da permiso para ignorar tratados, tradiciones y alianzas.
— No eres un capricho. — la voz de Suo tiembla, esta vez de dolor más que de rabia. — Eres todo lo que tengo.
El silencio que sigue es demasiado pesado para ambos, pero ninguno dice nada por un rato, como si no supieran cómo seguir con la conversación.
— No puedes protegerme destruyendo todo lo demás. — le responde Nirei con una evidente tristeza. — Hayato-san, ¿qué crees que hará el Rey Takiishi ahora? ¿Acaso crees que tolerará esta ofensa? ¿Tú lo harías si se lo hubieran hecho a mí?
La mención del hermano de Sakura hace que Suo apriete los dientes con fuerza. Takiishi por sí solo es peligroso, pero lo será aún más si se ve motivado a actuar por proteger el honor de su hermano.
— Mañana puede estallar una guerra por lo que hiciste esta noche. — añade Nirei, y se nota cada vez más cansado que no sabe de dónde sigue sacando la fuerza para seguir adelante con todo esto. — Una guerra por tu celos, por tu ego y por mí.
El pasillo parece enfriarse con esas palabras. Suo baja la mirada por fin, derrotado, y en su interior una tormenta de culpa comienza a tomar forma.
— Lo lamento, Akihiko-kun... — dice, y por primera vez no parece sonar como rey consumido por la rabia, sino como alguien vulnerable que acaba de quedar completamente expuesto.
— Yo también. — el Omega se limpia las lágrimas con la manga de su traje, y da media vuelta sin decir nada en ese instante. — Pero ahora no puedo perdonarte.
El rubio se aleja por el pasillo, dejando al rey solo entre la penumbra, rodeado de su propio eco y el vacío de una decisión mal tomada.
.
.
Notes:
Lamento mucho que Suo sea una mierdecilla con Sakura, pero ahora mismo, ninguno de los dos se ama lo suficiente o siente alguna otra emoción que no sea odio y resentimiento.
Para quienes deseen leer la perspectiva de Sakura, en el siguiente capitulo ya tendremos algo de contenido sobre eso, así que pido perdón por lo que pueda pasar.
Chapter 6: Voluntad de fuego
Notes:
Hola!
Es realmente un gusto poder estar nuevamente con ustedes, quería subir este nuevo capitulo como cierre de mis vacaciones.
Lamentablemente, tengo que volver al trabajo mañana, pero he descansado mucho y he adquirido nuevamente inspiración para seguir escribiendo.Así que espero poder leerlos pronto en esta y en mis demás trabajos, muchas gracias por todo. <3
TW:
El capitulo de hoy puede ser un poco heavy por temas de manipulación y control, así que si eso te incomoda, te recomiendo no leer.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
.
.
.
Los murmullos se hacían cada vez más fuertes; ninguno de los presentes podía dejar de comentar lo que había sucedido ante sus propios ojos. Varios miembros de la alta sociedad miraban con cierta desaprobación hacia la puerta por la que el rey había salido acompañado de la reina consorte.
Otros mantenían la mirada fija en la mesa de honor, donde Endo seguía maldiciendo en voz alta, perdiendo cada vez más los estribos.
— ¡¿PERO DE QUÉ DEMONIOS SE TRATA ESTO?! — gritó, golpeando con fuerza la mesa, provocando que varios cubiertos cayeran al suelo sin más. — ¡¿QUÉ CLASE DE REY LE HACE ESO A SU REINA?! — exclamó sin contenerse, observando con una furia incontenible a Umemiya, quien intentaba hacerlo entrar en razón sin tener mucho éxito en el proceso.
— Endo, por favor, cálmate un poco. — le pidió el rey de Bofurin, pero el comandante de las tropas de Noroshi arrojó varios platos al suelo como respuesta, provocando que muchos se asustaran.
— ¿¿Calmarme?? ¿Por qué mierdas esperas que me calme después de lo que le hicieron a mi príncipe? — preguntó con un tono de voz más contenido, aunque la ira que lo embargaba seguía ahí, burbujeando como el magma de un volcán. — A ese imbécil tuerto no se le puede llamar rey. — dice, lo que provoca que varios de los espectadores se lleven una mano a la mano para disimular la sorpresa que sus palabras les han provocado. — A pesar del tiempo que lleva en el trono, no parece entender cuáles son sus responsabilidades.
— Por favor. — intervino Tsubaki, visiblemente agobiada e intranquila por cómo estaban saliendo las cosas. — Sabemos que él actuó mal, pero no es correcto hacer este tipo de escenas. No delante de tantas personas... piensa en el honor y la reputación de Sakura, y en la de Noroshi.
Ante aquel comentario, Endo dirigió su mirada hacia donde se encontraba Sakura. Su príncipe aún seguía en su asiento, con la mirada baja, tras haber presenciado cómo Suo y Nirei salían sin más del gran salón.
Pero lo que más le dolió fue ver cómo el bicolor luchaba por mantenerse sereno, mientras las lágrimas amenazaban con brotar involuntariamente de sus ojos.
Su aroma, normalmente imperceptible, ahora se sentía demasiado fuerte.
La angustia y la humillación por las que acababa de pasar lo habían transformado en algo pesado, casi insoportable para la mayoría que ahora tenía un nuevo tema por el cual hablar.
Esto solo avivó la ira que ya consumía a Endo por dentro.
Ahora no solo maldecía a Suo a los cuatro vientos, sino también a todos los nobles de Kitsunara, quienes, asustados por sus amenazas, comenzaron a abandonar apresuradamente el salón, como si Endo realmente fuera a desenvainar su espada y degollarlos por atreverse a hablar mal de su príncipe.
Sakura, por su parte, se volvía cada vez más ajeno a los gritos de Endo y a las súplicas de los reyes de Bofurin. El príncipe de cabello bicolor estaba demasiado concentrado en intentar entender por qué se sentía tan mal.
No sabía si era la humillación que le había hecho pasar Suo, o el ver cómo Nirei se marchaba tan fácilmente con ese Alfa imbécil lo que le rompía el corazón y el orgullo en cientos de pedazos.
Del mismo modo, las miradas y los susurros que caían sobre él tampoco ayudaban. Se sentía casi como en aquellas épocas en las que estaba relegado a las sombras, intentando sobrevivir mientras todos a su alrededor no hacían más que juzgarlo y despreciarlo por el simple hecho de existir.
— Ha sido suficiente. — la voz de Takiishi resonó en el salón, ahora completamente vacío.
Al escuchar a su rey hablar, Endo guardó silencio de inmediato, poniéndose alerta ante cualquier orden que estuviera por recibir.
La tensión creció considerablemente en cuanto Takiishi intervino. Umemiya no pudo evitar mirar con preocupación a Tsubaki, quien entendió perfectamente su mensaje: sacar a Kotoha del salón si la situación se salía de control.
— ¿Cuál es su habitación? — preguntó Takiishi de pronto, tomando a todos por sorpresa.
— Pero… Aniki… — balbuceó Sakura, sin entender el motivo por el cual su hermano estaba preguntando eso después de la humillación por la que acaba de pasar.
Sakura suponía que Takiishi lo llevaría de vuelta a la caravana, donde alistarían sus cosas para partir hacia Noroshi al amanecer. Ya en su territorio, esperaba que su hermano le declarara la guerra a Kitsunara y le trajera la cabeza de ese estúpido Alfa de cabello rojizo, para que él pudiera exhibirla en su habitación como un trofeo.
— Pregunté dónde está la habitación de mi hermano. Necesitamos que alguien lleve sus cosas ahí. — dijo Takiishi, lo que solo empeoró el estado de ánimo de Sakura, quien estuvo a punto de reclamarle por lo que estaba haciendo.
Sin embargo, una rápida y fría mirada de su hermano le cortó cualquier palabra que estaba por decir.
— Su habitación está en el ala oeste del castillo. — respondió Kotoha, sin poder evitar ponerse nerviosa en cuanto Takiishi la miró.
— Llévanos allí. — ordenó el pelirrojo sin una pizca de cortesía.
Ese tono provocó un gruñido de Umemiya, quien no lucía nada contento con que Takiishi tratara de esa forma a su hermana pequeña. Pero antes de que una nueva y acalorada discusión empezará, Kotoha se puso de pie, y en contra del buen juicio de Umemiya y Tsubaki, se dispuso a guiar a los tres hacia dicho lugar.
.
.
.
El trayecto hacia el ala oeste fue silencioso.
Demasiado para el gusto de casi todos.
Los pasos de Kotoha resonaban con nerviosismo en el mármol, y cada crujido de la madera parecía amplificar la tensión del ambiente. Sakura caminaba detrás de ella con la cabeza gacha, los hombros encogidos, como si cargara el mundo sobre la espalda.
Endo iba a su lado, atento a cualquier cosa que pudiera aparecer de pronto con la intención de lastimarlo, mientras Takiishi cerraba la marcha como una inmensa sombra que devoraba la luz a su paso.
Tras varios minutos de camino, llegaron frente a una puerta alta, ornamentada con grabados dorados y seda colgando del marco. Kotoha abrió con delicadeza, sin decir palabra, y se hizo a un lado para que entraran.
— Vete. — ordenó el rey sin mirarla siquiera.
Kotoha obedeció de inmediato, sus pasos se perdieron rápidamente en la distancia, como si ella misma fuera consciente de que su presencia ya no era del todo bienvenida.
Sakura fue el primero en entrar, el príncipe no pudo evitar mirar con repulsión los muebles decorados, las cortinas elegantes, la cama perfectamente ordenada con sábanas de seda y almohadas que lucían muy cómodas. La habitación a pesar de ser bonita, elegante y estar perfumada con un agradable aroma a incienso le parecía un insulto, una burla más de las que ya había recibido.
Takiishi fue el segundo en ingresar a la habitación, y cuando Endo intentó seguirlo, el rey de Noroshi le impidió el paso, tomando nuevamente por sorpresa al pelinegro.
— Yamato, quédate afuera. — Takiishi le ordenó seriamente.
— Pero mi rey… — intentó decir, pero Takiishi le cerró la puerta en la cara sin darle oportunidad de decir algo en concreto.
Apenas la puerta se cerró tras él, Sakura se giró con furia hacia su hermano, a quien no pudo evitar ver con una mirada herida y llena de decepción.
— No entiendo… — susurró el Omega más joven sin moverse de dónde estaba parado, pero era claro que estaba luchando por contenerse. — No entiendo qué estamos haciendo aquí… No entiendo qué estás haciendo, aniki…
Takiishi no respondió, solo se mantuvo en su lugar sin dejar de observar a Sakura, quien empezaba a temblar a causa de la rabia que sentía, hasta que todo dentro de él explotó.
— ¡¿QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO?! — gritó, su voz quebrándose en mil pedazos y siendo la primera vez que le alzaba la voz de aquella manera a su hermano mayor, por quien siempre había sentido una devoción ciega y absoluta. — ¡¡Teníamos que volver a Noroshi!! ¡¡TENÍAMOS QUE VOLVER!! ¡¡YO NO QUIERO ESTAR AQUÍ!! ¡¡¡QUIERO VOLVER A CASA!!!
Consumido y cegado por la ira, Sakura se acercó a una mesa y arrojó todo lo que estaba sobre ella, sin importarle en lo más mínimo las cosas que podrían romperse o el escándalo que estaba provocando, siendo una escena poco digna para alguien como él.
— ¡¡No quiero quedarme en este lugar de mierda!! — chilló, ahora con los ojos inundados de lágrimas. — ¡¡No quiero ver más esas caras!! ¡¡No quiero que me sigan mirando como si no valiera nada!! ¡¡Me prometiste que nadie me volvería a ver así!! ¡¡ME PROMETISTE QUE IBAS A PROTEGERME!! ¡¡ASÍ QUE QUIERO IRME ANIKI!! ¡¡QUIERO VOLVER A NOROSHI!!
Tomó una de las almohadas que estaban en la cama y lo arrojó contra el ropero. Siguió con una lámpara, que estalló al chocar contra la pared, haciéndose trizas en el proceso.
Sus gritos eran desesperados, sus movimientos erráticos y destructivos, como si buscara acabar todo lo que lo rodeaba con tal de no sentir más dolor.
— ¡NO QUIERO QUEDARME AQUÍ! ¡ME QUIERO IR! ¡ME QUIERO IR! ¡ME QUIERO IRME! ¡QUIERO VOLVER A CASA! ¡QUIERO VOLVER! ¡QUIERO VOLVER! — Sakura se desmoronó de rodillas entre los restos de lo que acababa de romper.
Se cubrió el rostro con las manos mientras su llanto se volvía cada vez más intenso, como si fuera un niño pequeño porque acaban de quitarle su juguete favorito.
Takiishi lo observó todo desde la misma distancia sin hacer nada para contener la ira de su hermano, solo cuando los sollozos de Sakura se volvían más débiles y cuando el temblor en sus manos empezó a ceder decidió acercarse.
Se arrodilló frente a él, pero no dijo una sola palabra al instante. Solo posó su mano sobre la nuca del príncipe, obligándolo a levantar la cabeza para que lo mirara, y Sakura no opuso resistencia alguna.
— ¿Ya terminaste? — preguntó con suavidad.
El Omega menor respiró con dificultad, su cuerpo parecía completamente cansado, como si se hubiera enfrentado a cientos de personas a la vez.
— ¿Ya vaciaste todo eso que tenías dentro? ¿Ahora puedo hablar yo? — vuelve a preguntar, a lo que Sakura asintió sin decir nada. — En ese caso, quiero que me escuches con atención, Sakura. — dijo Takiishi, mientras le limpiaba el rostro a su hermano con un pañuelo de lino blanco que parecía haber sacado de la nada. — Todo esto que sientes, todo este dolor que te consume desde adentro no es más que una ilusión.
El bicolor parpadeó confundido, sin entender nada de lo que su hermano le estaba diciendo. Porque él realmente estaba sintiendo mucho dolor, pero no sé atrevió a contradecirlo ni mucho menos a interrumpirlo.
— Lo que te duele no es lo que pasó esta noche. — murmuró, con una voz tan baja que casi parecía que le estaba contando un secreto. — Lo que te duele es que no entiendes cual es tu lugar.
— ¿M-mi lugar? — preguntó Sakura con la voz aún cansada y quebrada por tanto gritar.
— Si, tu lugar. Y ese lugar está aquí porque yo así lo decidí. — le dijo suavemente sin dejar de verlo directamente a los ojos, y Sakura quedó atrapado en aquella mirada dorada que se asemejaba bastante al oro fundido. — Porque yo sé lo que te conviene, tú no tienes que entenderlo ahora. — continuó, acariciando suavemente el rostro húmedo de su hermano. — No necesitas cuestionar nada de lo que te digo, solo debes obedecerme.
Sakura no pudo evitar congelarse ante aquella declaración, sus ojos aún estaban húmedos, pero sus labios se entreabrieron como si quisiera decir algo.
Pero nada salió de ellos, ni siquiera una suave queja.
Takiishi lo tomó del mentón, con firmeza pero sin brusquedad.
— ¿No me decías siempre que harías lo que yo pidiera? ¿Que ibas a obedecer más que nadie? — le pregunta, esperando pacientemente a qué el menor le dé su respuesta.
— Sí… — respondió Sakura en un hilo de voz.
— Entonces quédate. — dijo Takiishi con una sonrisa tranquila. — Quédate porque lo ordeno yo. — declaró seriamente y sin dar lugar a objeciones. — No porque confíes en ese Alfa estúpido, ni porque te guste este castillo, ni porque te traten bien, ni porque te hayas enamorado estupidamente de alguien que no siente nada por ti, tienes que quedarte porque yo te lo pido.
— Pero… Aniki… — intentó decir Sakura, pero eso le resultó inútil porque Takiishi no tardó en silenciarlo.
— ¿Quieres verme feliz? — Takiishi habló nuevamente, y Sakura asintió de inmediato sin darse cuenta, como un reflejo condicionado. — ¿Entonces por qué sigues llorando? ¿Por qué sigues tratando de desobedecerme? — el tono del pelirrojo no era agresivo, pero cada palabra iba taladrando lentamente la mente del Omega.
— Es que… Yo no sé qué hacer… — Sakura confesó su debilidad ante su hermano, lo cual solo lo estaba haciendo sentir peor.
— Por supuesto que sabes qué hacer, siempre lo has sabido. — murmuró, y su voz se deslizó como un hilo de seda por el oído del menor.
La calidez de su aliento rozó la piel de Sakura, de una forma lenta y calculada, hasta que un escalofrío le recorrió la espalda. Sus dedos se adentraron con cuidado en el cabello ajeno, separando mechón por mechón, con una delicadeza que resultaba casi obscena, como si se estuviera imaginando a aquel bebé que había sostenido en sus brazos por primera vez hace veinte años.
— Pero a veces… — continuó, con una pausa tan larga que el silencio pareció adherirse a la piel y el corazón de Sakura. — Te dejas arrastrar por ideas equivocadas, ideas que no te perteneces. Lo que te hace olvidar quién eres y, peor aún, olvidas a quién perteneces. — una sonrisa apenas visible curvó sus labios, mientras su pulgar dibujaba círculos lentos y posesivos en la base del cuello de su hermano.
Su mano, firme y cálida, se cerró en la nuca del menor con una suavidad engañosa impidiendo cualquier retroceso.
— Por eso estoy aquí. Porque un buen hermano mayor jamás debe dejar que su pequeño hermano se pierda y mucho menos que dude del camino que ha elegido para él. — la presión en la nuca de Sakura aumentó apenas un segundo, pero fue más que suficiente para que su respiración se volviera errática, atrapada entre el miedo y la familiaridad de aquel contacto.
Aquellas palabras no solo entraron por sus oídos; parecían deslizarse por sus venas, llenándolo de un calor sofocante que no podía rechazar. El pulgar que se movía en círculos en su nuca se volvió un ancla, y cada caricia se sentía como una orden invisible que perforaba la poca voluntad que tenía.
Sakura intentó enfocar la mirada, pero el mundo a su alrededor comenzó a doblarse a su alrededor, como si el aire se hiciera más espeso y pesado con cada respiración que daba. El timbre de la voz de Takiishi seguía resonando en su mente, repitiendo las mismas frases, una y otra vez, hasta que ya no estaba seguro de si las escuchaba fuera o dentro de sí.
La presión en su nuca se convirtió en un pulso constante, que empezó a ir al mismo ritmo que los latidos de su corazón. Los dedos de su hermano, aún enredados en su cabello, lo mecían de un lado a otro con un ritmo lento, casi hipnótico, como si marcará el compás de una canción que solo ellos dos podían oír.
De pronto, los colores comenzaron a apagarse.
El frío y el calor se unieron, y la voz de su hermano se volvió lo único nítido en medio del ruido blanco que lo envolvía. Sus párpados pesaban, pero no por sueño, sino porque cada palabra parecía reclamar un trozo de él, arrancándolo de donde estaba y llevándolo a un lugar donde nada más existía.
— Muy bien, ahora, mírame. — ordenó Takiishi con una suavidad venenosa, casi como si fuera una serpiente matando lentamente a su presa. — Quiero que me digas que vas a quedarte porque yo te lo ordeno.
— Me… me voy a quedar… porque tú… me lo pides… — Sakura pronunció aún sin sonar del todo seguro, lo cual no pareció ser del todo suficiente para Takiishi.
— No. — dijo al instante, sintiéndose poco satisfecho. — Quiero que lo digas bien.
Sakura parpadeó confundido, ya sin entender lo que estaba pasando a su alrededor, ni el porque se sentía tan cansado. Takiishi acercó más su rostro, su aliento volvió a rozar el rostro de su hermano, como si necesitara de esa cercanía para obtener lo que quería de él.
— Dilo como es debido. — ordenó, y el bicolor no pudo evitar temblar.
Pero luego dijo lo que su hermano tanto quería escuchar en el tono correcto.
— Me voy a quedar porque tú me lo ordenas, aniki. — Sakura pronunció, su voz ya no temblaba ni se escuchaba cansada, era como si nunca hubiera tenido aquel arrebato.
Y eso hizo sonreír a Takiishi, quien lo besó gentilmente en la frente.
— Buen chico, eres un buen hermano menor. — Takiishi se puso de pie y lo dejó arrodillado en el suelo, sin ni siquiera ofrecerle ayuda para que se pusiera de pie. — Mañana te levantarás como la nueva reina de Kitsunara. Y lo harás con la frente en alto, como si nada malo hubiera pasado. — declaró con voz firme, a lo que Sakura respondió con un suave y mecánico “si”.
La mirada del menor aún permanecía perdida, con las palabras de Takiishi dando vueltas sin parar dentro de su cabeza.
— Enviaré a alguien para que limpie la habitación y traigan tus cosas. — le dijo, recibiendo nuevamente un suave “si” como respuesta por parte del menor. — No olvides lo que te dije. — aquello fue más una advertencia que un recordatorio, siendo pronunciada con la misma calma venenosa que Takiishi había usado desde el principio.
La puerta se cerró, y el sonido hueco del cerrojo resonó en la habitación de forma silenciosa. Sakura no se movió de su lugar, en cambio seguía de rodillas, con las manos sobre los muslos, la espalda ligeramente encorvada y la mirada fija en un punto inexistente del suelo.
No lloraba.
No gritaba.
Ni siquiera respiraba con agitación.
Su pecho subía y bajaba lentamente, como si estuviera descansando, pero dentro de su cabeza, las palabras de Takiishi seguían girando sin detenerse, repitiéndose con la precisión de un reloj.
“Te quedas porque yo lo ordeno… Te quedas porque yo lo ordeno… Te quedas porque yo lo ordeno…”
El resto de pensamientos se deshacía antes de llegar a formarse en una idea en concreto. Las imágenes de Noroshi, de su hogar, de todo lo que había querido, se evaporaban como agua en medio del desierto.
Solo quedaba esa voz, que se repetía sin cesar.
— Sí, aniki… Me quedo porque tú lo ordenas… — Sakura repetía sin ser realmente consciente de que lo hacía.
O tal vez, solo movía sus labios mientras su propia voz repetía la frase que su hermano había grabado en él. Pero ahí permaneció, inmóvil y atrapado en un bucle perfecto donde la única certeza que le quedaba era la que Takiishi le había impuesto.
.
.
.
.
Tras salir de la habitación, Takiishi se encontró con Endo justo frente a la puerta. El comandante tenía los ojos enrojecidos y el pecho agitándose, como si respirar con normalidad le costara más de lo habitual.
— No me mires así, sabes que esto es por su bien. — dijo Takiishi antes de que Endo pudiera pronunciar una palabra. — Es lo mejor para todos.
El rey de Noroshi avanzó hacia él, acortando la distancia entre ambos, al hacer esto, pudo notar que el pelinegro, tan firme y desafiante que había desatado su furia en el gran salón, ahora parecía más callado y vulnerable.
— Yamato, mírame. — ordenó, y el cuerpo de Endo obedeció antes de que su mente procesara la orden.
Takiishi lo empujó suavemente contra la pared, cubriéndolo con su sombra, y sin más preámbulos atrapó sus labios en un beso intenso, cargado de una posesión fría y calculada.
No había ternura en aquella inesperada iniciativa, solo una presión firme que buscaba doblegarlo.
Antes, Endo habría correspondido sin pensarlo, habría empezado a gemir y pronunciar con locura el nombre de su rey. Pero ahora, su mente estaba en otro lugar, debatiéndose si era correcto o no que su príncipe sufriera tanto.
Sentía el sabor amargo de la traición mezclarse con el beso, y la certeza cruel de que aquello no era amor, ni mucho menos protección.
— Envía a esos dos con sus cosas. — Takiishi empezó a decir órdenes una vez que decidió separarse de un jadeante y tembloroso Endo. — Ellos serán sus guardianes, y más les vales que les diga que si algo llega a pasarle, que sus cabezas juntos con las de su gente serán exhibidas en la plaza central de Noroshi. — declara, y Endo solo mueve afirmativamente la cabeza, como si aún no tuviera la fuerza suficiente para decir algo.
Takiishi se mueve de su lugar y empieza a caminar, Endo no duda en seguirlo de cerca, pero este se detiene cuando ve que su rey también ha detenido su andar.
— Y otra cosa. — dice el pelirrojo, volteandose hacia el comandante, quien solo lo mira fijamente en silencio. — No es bueno que pierdas el control con tanta facilidad, eso no es bueno para ninguno de los dos. — y así, sin decir mucho, porque Endo comprende bastante bien a lo que se está refiriendo, retoma nuevamente con su camino.
Sintiéndose cada vez más cansado y débil, con el pensamiento constante de por fin descansar como es merecido tras tantas emociones por un día.
.
.
.
El sonido del choque de su espada contra los muñecos de práctica es lo único que parece darle un poco de sentido a Suo. El aire de la noche se vuelve cada vez más helado y pesado, pero a él no le importa; porque lo único que desea en estos momentos es descargar la inmensa rabia que lleva dentro.
Lo sucedido durante la boda, la cena y su discusión con Nirei se repite una y otra vez en su mente, como si él mismo buscará atormentarse con aquellos recuerdos solo para sentirse aún más miserable de lo que ya es.
La ira lo consume desde adentro como un veneno cuya única cura, según él, sería ir en busca de esas tres personas que no han hecho más que poner su vida de cabeza. La simple idea de atravesarles el pecho a Takiishi, Endo y Sakura es una tentadora ilusión que cobra fuerza cada vez que empuña su espada.
No le importa en lo más mínimo las consecuencias que eso pueda acarrear para su gente; lo único que quiere es que esos tres abandonen este mundo y lo dejen continuar tranquilamente con su vida.
— Suo. — la voz profunda y seria de Umemiya corta el silencio que hasta ahora reinaba a su alrededor. — Tenemos que hablar.
— Ahora no. — responde el Alfa de cabello rojizo, hundiendo con fuerza su espada en el torso del muñeco de práctica, haciendo que parte de la paja de su interior se desprenda.
— Nada de eso. Vamos a hablar, te guste o no. — sentenció el otro rey, provocando que Suo se girara para mirarlo con una expresión fría y molesta.
— Si es por lo que sucedió en la cena, entonces no tenemos nada que decir. — el menor dio unos pasos para colocarse frente a Umemiya, quien suspiró profundamente antes de replicar.
— ¿Acaso no eres consciente de lo que provocaste? — preguntó, sin poder disimular el enojo en su voz.
— Sí, soy consciente de que humillé públicamente a un príncipe delante mi propia corte y un rey extranjero. ¿Qué hay con eso? — la pregunta, descarada y directa, hizo que Umemiya se tomará un momento antes de responder, pues lo último que necesitaba era perder también el control.
— Realmente me impresiona lo imprudente que estás siendo. — Umemiya lo miró con seriedad, mientras el castaño ponía los ojos en blanco, lo cual lo hizo sentir más irritado. — Noroshi no es un reino con el que debas meterte en problemas. Por más que confíes en tu fuerza y en la de tus soldados, faltarle el respeto a Sakura de esa manera habría sido motivo suficiente para iniciar una rebelión dentro de su propio castillo.
— Umemiya-san, si le soy completamente sincero, lo que Noroshi pueda o no hacer es algo que me tiene sin cuidado, lo único que yo realmente deseo es que ellos se vayan y me dejen continuar en paz mi vida junto a Akihiko-kun. — la voz de Suo no vacila en ningún momento, escuchándose lo suficientemente seguro como para que Umemiya lo tome con brusquedad por los hombros.
— ¡¿Y crees que Nirei podrá vivir en paz contigo después de lo que hiciste?! — la voz de Umemiya sonó como un golpe seco, cargada de una dureza que pocas veces dejaba ver con personas que él consideraba cercanas. — No lo estás protegiendo, lo estás arrastrando contigo a un agujero del que no podrán salir tan fácilmente.
La pupila del pelirrojo se estrechó levemente, y por un momento pareció que iba a responder de inmediato, pero el silencio que se instaló entre ambos era tan denso que casi se podía sentir en el aire.
— No es necesario que me de lecciones de moral, Umemiya-san. — gruñó finalmente, apartando las manos que lo sujetaban de un fuerte manotazo. — Lo que yo haga o deje de hacer es asunto mío.
— ¡Ese es precisamente tu problema! — la voz del rey de Bofurin retumbó en el patio, rompiendo por completo la calma nocturna. — Crees que todo gira en torno a lo que tú quieres, y no te importa a quién te lleves por delante mientras consigas lo que te da la gana.
Suo apretó los dientes, casi mostrándole los colmillos al mayor, sintiendo a su vez cómo la rabia que lo había impulsado a entrenar ahora se mezclaba con un cansancio amargo.
— Si cree que voy a disculparme con ese príncipe insolente solo para mantener la paz, está muy equivocado. — dijo muy seriamente. — Estoy seguro de que él aceptó casarse conmigo sabiendo lo que podría pasar. — declaró, ya sin pensar claramente en lo que decía. — De que yo jamás lo vería como mi igual, y que su único deber es darme un hijo para continuar con mi legado. Pero yo no pienso tocarlo, prefiero que me corten las manos antes de ponerle las manos encima a ese sucio Omega de…
Las palabras de Suo no llevan a ser completadas, no cuando Umemiya parece intentar que se retracte mediante un golpe que iba dirigido directamente a su cara.
— ¿¡Pero de qué demonios hablas!? ¿¡Acaso te estás escuchando!? — gritó, y Suo adoptó una posición de combate, como si realmente estuviera listo para empezar con el otro Alfa. — ¿Desde cuándo tratas a los Omegas de esa manera? ¿Acaso se te ha olvidado que tú querida reina es un Omega?
— ¡No sé atreva a comparar a mi esposo con ese mocoso! — rugió Suo, con las venas del cuello marcándose bajo la luz fría de la noche. — El es diferente, él sí entiende su lugar.
— ¿¡Diferente!? ¡¿Qué hay de diferente entre ambos?! — Umemiya dio un paso hacia adelante, acortando la distancia con una determinación bastante peligrosa. — Lo que estás diciendo es repugnante, Suo. Y no importa cuánto te esfuerces en re tratarlo de otra forma, lo que le hiciste a Sakura no tiene justificación.
El pelirrojo soltó una carcajada corta, sin alegría alguna, como si las palabras de Umemiya fueran algún tipo de broma pesada.
— Entonces, ¿qué quiere que haga? ¿Que me arrodille ante él y le pida perdón? — escupió aquellas palabras como veneno. — Porque no voy a hacerlo, yo no lo respeto a él y no lo haré.
— No se trata de respeto, maldita sea. — gruñó el rey de Bofurin, sin dejar de mirar fijamente al otro. — Se trata de mantener en pie lo que la promesa que hiciste cuando asumiste el trono, de proteger a tu reino, a tu gente y a Nirei cuando ambos se casaron.
— Ya dejé de mencionar a mi esposo. — Suo alzó ligeramente la voz, esta vez dejando entrever un temblor apenas perceptible en su tono. — Todo lo que hago es para que él no tenga que lidiar con esa plaga que ha llegado para arruinar lo que tenemos.
Umemiya frunció el ceño, estudiando el rostro de Suo por un momento, como si intentara encontrar algo más allá de la rabia que lo envolvía.
— No, es así. — dijo finalmente, bajando el tono pero no demasiado. — Esto no lo estás haciendo por él. Lo estás haciendo por ti y porque no soportas que algo escape a tu control, porque en el fondo sigues siendo egoísta y sientes mucho miedo de que Nirei te abandone.
Suo sintió que aquellas palabras le atravesaban más hondo de lo que quería admitir, pero aún así se mantuvo firme, manteniéndose leal a todo lo que acababa de decir.
— Te aconsejo que pienses muy bien lo que vas a hacer de ahora en adelante. — Umemiya apenas dio un par de pasos hacia atrás, sin apartar la mirada del pelirrojo. — Recuerda que la relación con el reino de Noroshi no es la única que podría estar en juego. — señala, y de pronto una opresión hace que el pecho de Suo se sienta incómodo. — Porque yo no pienso ayudarte, mi gente no se arriesgará si se desata un conflicto entre Noroshi y Kitsunara por tu culpa. — dice muy seriamente. — Y me aseguraré de que todas las personas nacidas en Bofurin regresen a dónde pertenecen para estar a salvo. — su tono se volvió más cortante, y se tomó un momento antes de decir lo siguiente. — Y cuando digo todas, me refiero a todas, porque esto incluye también a tu querido esposo.
Sin decir más, el mayor se dio media vuelta y se alejó, dejando a Suo bajo el cielo helado, con la respiración agitada y un eco persistente de las últimas palabras resonando en su cabeza.
Notes:
Creo que en este capitulo es el en que mas información he soltado, espero que se hayan dado cuenta de las pistas que deje escondidas por ahí.
Perdón si Suo esta actuando como un imbécil, pero ahora, su orgullo y su miedo no lo dejan ver mas allá.
Y con Sakura... bueno, el pobre ha pasado por mucho, pero quiero que se den cuenta de eso en los siguientes capítulos.Sin mas que agregar, nos vemos pronto.
Chapter 7: Toma de decisiones
Notes:
Hola!
Es un gusto poder estar nuevamente aquí con ustedes.
Puede que haya pasado un tiempo desde la ultima actualización, pero regresar a mi rutina diaria después de una semana de vacaciones ha sido un poco dura.Pero aquí estoy nuevamente, intentando ser constante con algunas de mis historias para todos ustedes que se toman el tiempo de leerme y demostrarme su apoyo, eso en verdad me motiva a seguir adelante. <3
Sin mas que decir por el momento, que disfruten de la lectura.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
.
.
.
El ambiente cálido de la habitación y el fuerte canto de las aves provocan que Nirei comience a despertar de su letargo. El Omega no tarda en estirarse con cansancio y pereza sobre la cama; el agotamiento aún se aferra con fuerza a su cuerpo, y la pesadez que oprime su corazón es incluso mayor que ayer.
Aún le resulta difícil el tratar de comprender cómo es que Suo ha cometido error tras error, errores que han puesto no solo la estabilidad del reino en riesgo, sino que también la de su relación. Y, de algún modo, no puede evitar sentirse responsable por cada una de las malas decisiones que su esposo ha tomado.
Aunque muy en el fondo sabe que nada de lo ocurrido es realmente su culpa, la sensación de ser un obstáculo en la relación que debería existir entre sus dos esposos le impide encontrar esa paz que tanto necesita para mantenerse de pie.
Nuevamente siente la necesidad de gritar y llorar hasta quedarse sin fuerzas, o hasta que el cansancio sea lo bastante intenso como para evitar que sienta nada más.
Pero también le resulta imposible no preguntarse a sí mismo: ¿De qué serviría seguir así?
¿De qué le sirve ahogarse en un mar de lamentos mientras el mundo a su alrededor se derrumba ?
Nirei es bastante consciente de que si no hace nada, que si sigue encerradose en sí mismo y en su dolor, terminará hundiéndose hasta un punto del que quizá no pueda salir solo. Si quiere que las cosas mejoren entonces debe moverse, debe actuar aunque no sepa por dónde empezar realmente.
El rubio empieza a respirar profundamente, intentando reunir la fuerza necesaria para al menos levantarse de la cama, y justo en el momento en que su mente empieza a ordenar un plan, un suave golpe en la puerta interrumpe sus pensamientos.
— Nirei, ¿estás despierto? — la voz al otro lado suena cautelosa, como si temiera molestarlo.
— ¿Kotoha-san? — pregunta él, y la gran puerta de madera no tarda en abrirse lentamente. — Buenos días, Kotoha-san. — saluda a la Beta con una leve inclinación de cabeza antes de sentarse en el borde de la cama.
— Buenos días, pensé que aún seguías durmiendo. — responde ella con calma, aunque no es más que una fachada para lo que está por decir. — Vine a buscarte antes, pero como no respondías decidí no molestarte.
— Está bien, no tiene por qué preocuparse… ¿pero sucede algo? — pregunta, y en cuanto aquellas palabras salen de su boca, por la expresión que Kotoha adopta, sabe que está a punto de escuchar algo que no será nada bueno.
Y que no hará más que poner en duda la postura que debería adoptar de ahora en adelante.
.
.
.
El rostro de Nirei pasa por diversas expresiones mientras Kotoha le relata todo lo sucedido la noche anterior en su ausencia.
Primero, su semblante refleja terror al escuchar cómo Endo había comenzado a despotricar contra todos en el gran salón, llegando incluso a insultar a Suo por la manera en que trató a Sakura, lo cual llegó a sentir justificado en cierto punto, debido a que el actuar de su esposo no fue más que provocador y malintencionado.
Después, la sorpresa por la decisión de Takiishi lo deja sin palabras; pues habría esperado que el rey de Noroshi considerara como una grave ofensa el hecho de que Suo menospreciara a Sakura de aquella manera tan inmoral.
La tristeza también se asoma en su rostro al oír cómo el Omega de cabello bicolor parecía destrozado por tener que quedarse, y de cómo los escandalosos gritos del príncipe de Noroshi resonaron por buena parte del castillo, solo empeorando la pena que ya sentía en su interior.
Por último, la indignación, el enojo y la incredulidad lo golpean con fuerza al saber que Suo y Umemiya habían tenido una acalorada discusión anoche. De todas las personas posibles, jamás habría imaginado que el rey de Bofurin fuera quien perdiera la calma de aquella forma, amenazando incluso de no involucrarse en ningún conflicto bélico que Suo buscará con el reino de Noroshi debido a su imprudencia.
Kotoha había sido completamente sincera con él; no le ocultó nada de lo que sabía, y por ello se sentía profundamente agradecido, aun cuando eso implicara traicionar, en cierto modo, la confianza que Umemiya había depositado en ella al contarle todo lo que sucedió en su conversación con Suo.
Porque ahora, con la amenaza de ser separado de su amado esposo, a quien seguía amando y respetando pese a las malas decisiones que estaba tomando, comprendía que había llegado el momento de decidir qué camino debía tomar para evitar que su mundo se desmoronaba sin que él pudiera ser algo para impedirlo.
— ¿Nirei? — pronunció Kotoha con cautela, temerosa de haberse excedido con la información que acababa de revelarle a su más fiel amigo. — ¿Te encuentras bien? — insistió, observándolo con cierta preocupación.
El Omega asintió en silencio, y aunque su pecho aún estaba oprimido por el temor y la angustia, en sus ojos empezó a brillar una fuerte determinación por empezar a tomar sus propias decisiones sobre cómo quería vivir su vida y al lado de quien deseaba pasar el resto de sus días.
— Sí, estoy bien. — respondió al fin, incorporándose de la cama con un movimiento rápido para dirigirse al armario en busca de algo que ponerse.
— ¿Quieres que te ayude? — preguntó ella de nuevo, acercándose un poco más, a lo que Nirei asintió con frenesí.
— Sí, voy a necesitar de su ayuda, Kotoha-san. — se giró hacia ella, notando que la Beta ya había abandonado su lugar para estar a su lado. — Por favor… ayúdame a evitar que Hayato-san siga cometiendo errores de los que después podría arrepentirse. — Nirei intentó que su voz sonara firme, aunque era evidente que todavía luchaba por convencerse a sí mismo de lo que estaba a punto de hacer todo por mantener a salvo su pueblo y su vida junto a la persona que más amaba.
.
.
.
Los pasos que Sakura daba por el extenso jardín eran lentos y medidos, como si cada movimiento que realizaba estuviera siendo dirigido por un hilo invisible que lo guiaba sin que pudiera tomar un camino diferente o poner algo de resistencia.
De vez en cuando el príncipe de Noroshi se detenía frente a un arbusto, inclinándose apenas sobre las flores, pero sus ojos no las veían realmente; sino que se deslizaban sobre los llamativos colores, como si todo a su alrededor estuviera envuelto en una espesa neblina blanca que le impedía ver bien.
El carmesí intenso de las rosas, su aroma embriagador, incluso el zumbido de los insectos entre los pétalos, se mezclaban en un murmullo lejano, apenas perceptible para él, siendo algo incapaz de tocar o al menos despertar su mente que se encontraba dormida.
Su cuerpo estaba allí, pero su alma había huido, dejándolo completamente solo y vacío. Aun así, de vez en cuando, sentía la voz de Takiishi susurrándole al oído lo que debía hacer, aquella voz se infiltraba en sus pensamientos para que el actuara sin necesidad de que pensara por sí mismo.
— Su majestad… — escuchó decir detrás de él, lo que hizo que Sakura gire apenas la cabeza, dejando de prestarle atención a la rosa que había estado “observando” desde hace varios minutos con una expresión de total indiferencia. — Creo que sería adecuado que tome su desayuno ahora. Tiene deberes que cumplir y no es bueno empezar el día con el estómago vacío. — su guardia, un Omega apenas un par de años mayor que él, le hablaba con calma, pero su tono tenía un matiz bastante maternal.
Sakura parpadeó lentamente, como si esas palabras estuvieran pronunciadas en un idioma que su mente no podía entender del todo bien.
— El rey Takiishi no se mostrará complacido al ver que todavía carece de la fuerza necesaria para hacer cosas por sí mismo. — advirtió el segundo guardia, quien era un Alfa.
Su voz sonó firme y autoritaria, como si le irritara el tiempo que Sakura estaba tardando en tomar una decisión.
Pero la mirada de reproche de su compañero le recordó que no debía sobrepasarse, que no tenía ni siquiera el derecho a dirigirle la palabra al príncipe. Sin embargo, bastó la simple mención del nombre de Takiishi para que un escalofrío le recorriera el cuerpo entero a Sakura de pies a cabeza, algo que sus guardias percibieron de inmediato.
Aunque ya llevaba un tiempo en compañía de ellos, Sakura aún no comprendía del todo la razón de su presencia. Apenas conservaba un recuerdo borroso de su llegada la noche anterior; dos figuras conocidas entrando con sus pertenencias a lo que sería su nueva habitación, encargándose a su vez de restaurar el lugar hasta que nada parecía fuera de sitio.
Esos recuerdos, sin embargo, le resultaban bastante lejanos, casi ajenos, como si pertenecieran a otra persona. Lo único que volvía con nitidez a su mente era la sensación de haber sido vestido con una ropa más cómoda para dormir, todo porque él seguía sin fuerza suficiente para siquiera mover un dedo por alguna extraña razón.
Todo esto ocurría mientras la voz implacable de su hermano se colaba en su mente, sosteniéndolo como un lazo que lo obligaba a mantenerse en pie. Cuando en el fondo, lo único que anhelaba era dejarse caer nuevamente de rodillas y sollozar, todos porque había sido despojado de todo lo que alguna vez llamó hogar.
“Quédate… porque yo lo ordeno… Quédate… porque yo lo ordeno… Quédate… porque yo lo ordeno…”
El eco de esas palabras se enroscaba en su cabeza como una serpiente que está lista para morderlo en cuanto pensara desobedecer a su querido hermano.
— Sí… Está bien. — respondió Sakura en un tono suave, sin mirar a ninguno de sus guardias directamente. Ellos lo observaban con sentimientos encontrados, pero simplemente se dedicaron a obedecer lo que se les había dicho.
El bicolor inició su camino hacia la salida del jardín, acompañado de cerca por sus escoltas, cuya silenciosa presencia volvía aquel trayecto aún más opresivo y sombrío.
Pasaron algunos minutos para que a lo lejos, distinguiera un llamativo cabello dorado que en otro tiempo le habría arrancado una sonrisa, pero que ahora no le provocaba absolutamente nada.
— ¡Sakura-san! — la voz clara de Nirei rompió la quietud que se sentía en el jardín.
Pero Sakura no se detuvo a su llamado.
Su andar siguió siendo lento pero constante, y fue el propio Nirei quien cerró la distancia, adelantándose hasta colocarse frente a él e impidiéndole continuar.
El Omega de cabello rubio respiraba de forma agitada por haber corrido, pero sus ojos firmes buscaban los del príncipe, decidido a no dejarlo escapar.
— Buenos días, Sakura-san. — murmuró, inclinando la cabeza en señal de respeto. — Pensamos que estaba en su habitación, pero uno de los guardias nos dijo que estaba por el jardín. — comentó, antes de prestarle atención a la expresión que el príncipe había puesto ante su inesperada llegada.
Sin embargo, un nudo se formó en su pecho rápidamente al encontrarse algo que no esperaba.
La expresión apagada de Sakura, carente de toda luz, le oprimió el corazón con una fuerza tan sofocante que por un instante sintió que su corazón se detenía.
La mirada de Sakura estaba completamente vacía, aquel hermoso atardecer, en el que antes se reflejaban valentía, preocupación y felicidad, había desaparecido sin dejar rastro alguno, siendo reemplazado por un vacío tan profundo que parecía dispuesto a devorarle el alma misma.
— Buenos días. — respondió Sakura, inclinándose también para devolver el saludo al otro Omega. Sin embargo, incluso su voz sonaba apagada y distante, algo que tanto Nirei como Kotoha percibieron de inmediato.
— Yo… — empezó a decir Nirei, dudando un instante de sus propias palabras y acciones, sin saber si era realmente un buen momento para hablar con su nuevo esposo.
Pero fue la mirada firme que Kotoha le dirigió en silencio lo que lo impulsó a continuar con el plan que ya tenía en mente.
— Vine a pedirle perdón por todo lo que sucedió anoche. — Nirei se inclinó en una nueva reverencia, manteniendo la cabeza abajo mientras hablaba. — El comportamiento que Hayato-san ha tenido es inaceptable; jamás debió faltarle al respeto de esa manera. — su voz tembló apenas un poco, pero no se detuvo a pesar de lo nervioso que se sentía por dentro, no cuando por fin estaba dispuesto a decir todo lo que realmente pensaba y no permitir que alguien más tomara decisiones por él. — Así que le pido disculpas por el mal momento que pasó por culpa de él. Y también le pido perdón de mi parte, porque yo también me siento responsable de lo sucedido.
Nirei se quedó callado tras decir aquello, con el corazón latiendo con fuerza contra el pecho, esperando una respuesta. Pero el silencio que recibió a cambio se le hizo eterno, y al alzar la vista, solo se encontró con la misma expresión vacía e indiferente que lo había estremecido al principio.
— No hay problema. — dijo Sakura finalmente, tras unos segundos que se extendieron como largas y extensas horas.
Sus palabras carecían de vida, pronunciadas sin convicción alguna, o más bien sin alma que lo hicieran sentir más como un humano y no como un muerto viviente.
— No pasa nada… No tienes porqué disculparte. — hizo una breve pausa, y su voz se volvió aún más hueca de lo que ya era con lo que estaba por decir. — Aniki ya me ha explicado cuál es mi lugar, así que todo está bien.
Al escucharlo, Nirei sintió un vuelco en el estómago; al mismo tiempo que una repentina oleada de náuseas lo sacudió, como si algo dentro de él rechazara con violencia aquella declaración tan hueca y monótona, sobre todo cuando el nombre de Takiishi había salido a relucir a pesar de que no estaban hablando de él.
— Aun así… — respondió Nirei, dando un paso hacia adelante. El movimiento hizo que Sakura retrocediera al instante, lo que a su vez provocó que sus guardias se posicionarán frente al bicolor de manera protectora.
— No haga sentir incómodo a nuestro príncipe, por favor. — dijo uno de los guardias con un tono calmado.
Nirei no tardó en observarlo de pies a cabeza, debido a que no recuerda haberlo visto antes.
El tipo era apenas un poco más alto que él, de piel pálida y ojos grises. Su cabello negro lo llevaba recogido en un moño alto, lo que dejaba su rostro completamente despejado.
Vestía un pantalon negro y una chaqueta blanca, algo holgada en la parte superior, lo que parecía otorgarle cierta libertad de movimiento en caso de pelear. En su brazo izquierdo destacaba un trozo de tela blanca atado con firmeza, lo que le hizo pensar a Nirei que era algún tipo de amuleto personal.
— Aunque ambos sean esposos ahora, no es adecuado que se comporte de esta manera. — intervino el otro guardia. — Además, tenemos órdenes estrictas del rey Takiishi de proteger al príncipe de quien sea.
A diferencia del primero, que mantenía cierta serenidad y respeto al momento de hablarle, este lo miraba con un aire de superioridad y burla, como si disfrutara del caos y miedo que lo rodeaba.
Su cabello era un poco largo, de un tono castaño rojizo, y sus ojos marrones brillaban con picardía. Vestía un pantalón oscuro acompañado de una camiseta negra ceñida y, encima, una chaqueta ligera que caía sin cuidado sobre sus hombros.
Lo más llamativo, sin embargo, era la tonfa que llevaba consigo, un detalle que le daba un aire aún más peligroso del que ya tenía.
— Sakura-san. — pronunció Nirei, esperando que el bicolor diera la orden a sus guardias de retroceder. Pero aquellas palabras nunca llegaron; de hecho, Sakura ni siquiera lo miraba, casi sentía como si el príncipe extranjero no estuviera realmente allí con ellos.
Nirei apretó los puños contra los costados de su cuerpo sin saber cómo proceder ahora que Sakura parecía estar rechazandolo. Parte de él le exigía retroceder, aceptar la barrera que los guardias habían levantado entre él y el bicolor, e intentar arreglar las cosas por otro medio.
Pero la otra, aquella que apenas empezaba a descubrir, lo empujaba constantemente hacia adelante. Prácticamente le gritaba que debía mantenerse firme con su decisión, porque si retrocedía ahora perdería al príncipe para siempre, como si ese vacío en su mirada pudiera arrastrarlo hasta un lugar del que no habría retorno, impidiéndole al bicolor volver a ser el mismo de antes.
El rubio vaciló apenas un instante, observando a los dos tipos que no parecían dispuestos a apartarse. Su respiración se volvió pesada, como si necesitara reunir toda la valentía que tenía para después actuar en base a la mejor decisión.
Luego un momento, ya convencido de que estaba haciendo lo correcto, apartó a ambos guardias sin ni siquiera vacilar, no lo hizo con violencia o brusquedad, pero lo hizo con toda la seguridad que pudo reunir.
— Con todo respeto, no se interpongan en mi camino. — dijo, sorprendiéndose tanto a sí mismo como a quienes lo rodeaban. — Si de verdad desean proteger a su príncipe, deberían dejarme hablar con él.
El gesto tomó desprevenidos a ambos guardias, que no supieron qué decir ni qué hacer. Pero, lo más importante, sorprendió al mismo Sakura, quien nunca había esperado que alguien actuara de esa manera.
Usualmente, cuando el nombre de su hermano era mencionado, todos obedecían sin dudar, como si el mismo Takiishi pudiera percatarse de si su voluntad se cumplía o no, aun sin estar presente.
Por primera vez desde que Nirei lo había visto en el jardín, aquellos hermosos ojos desiguales parpadearon con un ligero atisbo de desconcierto, como si la bruma que lo rodeaba se hubiera disuelto levemente. Nirei no desaprovechó la oportunidad, por lo que dio un paso rápido hacia adelante y, antes de que Sakura pudiera retroceder nuevamente, tomó sus manos entre las suyas.
La piel del príncipe estaba helada, como si la sangre apenas circulara por su cuerpo, pero cuando hicieron contactos con las del rubio, empezaron a tomar una temperatura mucho más normal, como si unos suaves rayos de sol hicieran contacto con él.
— Sakura-san… — murmuró el rubio con un hilo de voz, inclinándose apenas para que el otro pudiera escucharlo con claridad, sin importarle ya la presencia de quienes los rodeaban. — Sé que no debe sentirse feliz con lo que está ocurriendo; el comportamiento de Hayato-san seguramente lo ha herido profundamente. Y también habrá hecho enojar a su hermano y a su gente después de que lo trataron de una manera tan deshonrosa. — dijo más firmemente, sin apartar la mirada de Sakura ni un instante. — Aun así, si realmente es su deseo quedarse aquí con nosotros… entonces le prometo que haré todo lo que esté en mis manos para que sus días en este palacio sean prósperos y felices.
Los labios de Sakura se entreabrieron en un gesto de absoluta sorpresa.
No era una reacción fuerte, ni un cambio inmediato en su extraño comportamiento, pero sus dedos se movieron apenas, como si estuvieran respondiendo de manera instintiva al calor que tanto las manos como las palabras de Nirei le estaban ofreciendo.
— Le prometo que no estará solo en ningún momento. — añadió el rubio, con una fuerte firmeza y sinceridad que nacía desde lo más profundo de corazón. — Y aunque no lo crea, a mi me importa mucho, me importa que sea feliz y que se sienta seguro con nosotros. — añadió sin vacilación alguna.
El corazón de Sakura comenzó a latir con fuerza en su pecho, como un tambor que anuncia el comienzo de una guerra. Aún no lograba comprender por qué la presencia de Nirei le transmitía tanta calidez y seguridad.
Era una sensación similar a la que experimentaba al estar con su hermano, aunque distinta en cientos de sentidos que nunca sería capaz de enumerar por completo. De lo que sí estaba seguro, era de que la calidez del otro Omega era mucho más serena y pacífica, como si pudiera entregarse ciegamente a él teniendo la certeza de que nada malo podría ocurrirle.
— Mi príncipe. — lo llamó el guardia Omega, quien lo miraba con una expresión inquieta, como si no supiera si debían de intervenir para separarlo de Nirei o mantenerse al margen con lo que estaba pasando.
— ¿Por qué dices todo esto? — Sakura preguntó, sonando ahora un poco más humano que antes, y no como algo que apenas era consciente del lugar en que estaba. — ¿Por qué parezco importarte tanto si apenas me conoces? — dice, teniendo que la respuesta que vaya a recibir no sea lo que esperaba, pero en lugar de cualquier escenario trágico, el agarre de Nirei se vuelve un poco más cálido y fuerte que antes, lo que provoca que sus mejillas se enciendan de un intenso color rojo.
— Porque sé cómo se siente… — admitió el rubio, dispuesto a ser completamente sincero. — Sé lo que es llegar a una tierra extranjera para contraer matrimonio con alguien a quien apenas conoces; también entiendo la enorme presión debe de sentir por concebir a un futuro heredero con Hayato-san. — continuó, tratando de ignorar a la vez el enorme pensar que caía sobre sus hombros de un momento a otro, todo por mencionar ese tema que le resultaba tan delicado. — Por eso quiero ayudarlo, quiero que su nueva vida aquí sea mucho más fácil que la que yo tuve en su momento. — los ojos color miel de Nirei permanecían fijos en la mirada azul y dorada de Sakura, quien, una vez más, se quedó sin palabras.
Sakura se sentía atrapado, como si de pronto tuviera que enfrentarse a un enemigo sin saber si lograría salir victorioso o no.
Todo lo que sucedía era demasiado para él; tener que cambiar su vida por las decisiones de su hermano lo llenaba de un profundo terror que apenas conseguía ocultar tras una máscara de perfección.
Lo único que realmente deseaba era volver a su hogar; no quería permanecer ni un minuto más en un lugar donde lo habían humillado públicamente y le habían roto el corazón por haberse enamorado ingenuamente de alguien cuyo corazón, evidentemente, ya pertenecía a otra persona.
Pero él, que siempre había vivido bajo la sombra de alguien más, ahora se encontraba frente a un terrible dilema. No podía desobedecer una orden de su hermano; jamás lo había hecho y no empezaría ahora negándose a permanecer en Kitsunara como la nueva reina, aunque su única tarea fuera dejarse follar por un Alfa estúpido para concebir a un estúpido bebé.
Aún así, debía cumplir con lo que se esperaba de él; comportarse a la altura de la educación que había recibido y honrar el nombre de no solo su hermano sino que también de su pueblo y sus costumbres.
Sin embargo, Nirei aparecía ante él como una luz en medio de las sombras que ahora lo rodeaban, dispuesto a darle la felicidad si era realmente su decisión quedarse en aquellas tierras que le resultaban totalmente extrañas.
— Sakura-san… — volvió a llamarlo Nirei, empezando a perder lentamente la esperanza de que el otro aceptara sus palabras.
— Esto es ridículo. — se quejó el Alfa, quien estaba a nada de apartar a Nirei de Sakura por la fuerza, pero una mirada mortal por parte de su príncipe lo obligó a mantener en su lugar si es que realmente valoraba su vida.
— ¿No me estás mintiendo? — preguntó Sakura, sintiéndose de nuevo como aquel niño pequeño y vulnerable que siempre había sido en el instante en que esas palabras escaparon de su boca. — ¿No estás tratando de engañarme? — insistió, sin saber realmente si su corazón sería capaz de soportar una traición más.
A pesar de su corta edad, ya había pasado por experiencias terribles que cada noche deseaba enterrar en lo más profundo de su mente. Y con la reciente decisión de su hermano de dejarlo en un lugar en el que no quería estar, no estaba seguro de poder soportar otro dolor sin perder la poca cordura que aún le quedaba.
— Jamás le mentiría. — afirmó Nirei con el corazón latiendo desenfrenado por la emoción de estar reparando parte de los errores cometidos por su primer esposo. — Además… nosotros también somos esposos ahora, y es mi responsabilidad que sea feliz en nuestro matrimonio. — añadió, mientras un rubor carmesí teñía sus mejillas.
Por un largo instante, Sakura se quedó en silencio, con la mirada fija en las manos de Nirei, sintiéndose atormentado con la decisión que debería de tomar. Desobedecer a su hermano no estaba dentro de ningún escenario posible, por mucho que quisiera regresar a casa, sabía perfectamente que la palabra de su rey tenía mucho más peso del que él mismo alcanzaba a comprender.
Aun así, no estaba seguro de si aceptar la ayuda y el cuidado de Nirei iría en contra de lo que su hermano deseaba, y si lo mejor que podía hacer era mantenerse al margen y cumplir con las nuevas expectativas que ahora recaen sobre él.
— Puede confiar en mí, Sakura-san. — repitió con firmeza el rubio, su mirada llena de esa convicción parecía imposible de doblegar, lo cual sorprendió nuevamente al bicolor. — No tiene porque sentirse solo, por favor, permítame estar a su lado…
El heterocromático parpadeó lentamente, con el corazón latiendo tan fuerte como si en cualquier momento fuera a escapar de su pecho. Una feroz lucha comenzó a desatarse dentro de sí, aunque por fuera parecía igual de indiferente que siempre, una parte de él quería obedecer y aferrarse a lo que ya conocía; la obediencia y el silencio absoluto cada vez que su hermano tomaba decisiones sobre su vida.
Pero otra parte, más pequeña y temblorosa, anhelaba la calidez que aquellas palabras le prometían.
“Yo… quiero ser feliz. Aunque no me amé de verdad, quiero ser feliz a su lado…” pensó, sorprendiéndose a sí mismo por albergar un deseo como aquel, que terminó siendo la respuesta que tanto necesitaba darle al otro.
— Está bien… — murmuró con voz apenas audible, sintiendo la garganta seca en cuando dijo aquellas dos simples palabras que podrían cambiar todo en él sin ser realmente consciente. — Acepto tus disculpas y lo que me estas proponiendo.
Los ojos color miel de Nirei se iluminaron de golpe, desbordando emoción tan cegadora que Sakura creyó que estaba viendo directamente al sol.
— ¡Sakura-san! — exclamó, y sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre el bicolor, abrazando a este con una fuerza extrañamente sorprendente en él.
El príncipe, sorprendido por la efusividad de su cónyuge, perdió el equilibrio junto con el rubio, y ambos cayeron al pasto sin que nadie pudiera evitarlo.
— ¡Su majestad! — exclamó el guardia de cabello negro, acercandose sin pensar hacia su principe par ayudarlo a levantarse, pero se detuvo al instante por lo que escucho.
Primero fue un murmullo bajo, tembloroso, pero luego se transformó en algo tan claro como el canto de las aves.
Su príncipe estaba riendo.
Al principio fue una risa breve, nerviosa, pero auténtica. Algo que ninguno de ellos había escuchado hasta ese momento.
El bicolor, con el rostro enrojecido, intentó cubrirse la boca, pero la risa seguía escapando entre sus labios mientras miraba al Omega rubio encima de él. Nirei, también ruborizado, sonrió con torpeza y empezó a disculparse sin parar por lo que había hecho, pero a Sakura no parecía importarle mucho lo que decía.
No cuando por fin empezaba a sentirse vivo nuevamente.
.
.
.
.
.
.
.
Notes:
Puede que el capitulo de hoy se haya sentido un poco como relleno, pero de verdad necesitaba que la relación de Sakura y Nirei volviera a ser un poco mas estable. Sobre todo por lo que esta por suceder, habrá dramas, engaños y misterios próximamente, y puede que el que mas sufra sea Sakura, así que quiero darle un poco de felicidad mientras sea posible.
Me encanto mucho las suposiciones que hicieron en el capitulo pasado, y puede que los nuevos personajes no sean los que hayan esperado (tienen alguna idea de quienes son), pero es bastante probable que los veamos mas adelante, junto a varios personajes mas que pienso añadir a la historia.
Tengo muchas ideas para esta historia, quisiera escribirlas toda de una vez y terminar esta historia en cuestión de días, pero me resulta humanamente imposible hacerlo. Aun así, me emociona mucho que ustedes puedan llegar a leerlas, así que espero volver pronto, no les doy una fecha de cuando volvería a actualizar (sobre todo porque tengo que darle seguimiento a mis demás trabajos) pero no creo tardar demasiado, espero...
Lamento mucho si es demasiada palabrería de mi parte, pero me gusta escribir para ustedes y expresar lo feliz que eso me hace.
Ahora si, nos vemos luego con mas sufrimiento...
Chapter 8: Larga vida al rey
Notes:
Hola!
Yo de nuevo después de casi de dos meses desaparecer.
La vida me esta enseñando a la fuerza el ser una adulta responsable que trabaja de lunes a viernes, espero con ansias las vacaciones de fin de año para poder escribir mas para ustedes. Mientras tanto, espero que este capitulo sea del agrado de todos, quise que fuera extenso y lleno de detalles sutiles para lo que esta por venir debido al tiempo que me tomo actualizar.Sin mas que decir, espero que les guste.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Removerse incómodamente por toda la cama fue la manera en que Suo paso gran parte de la noche y la madrugada.
Solo cuando su mente ya no pudo más, fue capaz de cerrar los ojos y dormir por al menos unos cuantos minutos, sólo para volver a despertarse y seguir pensando en todo lo que había salido mal últimamente.
Su matrimonio arreglado terminó siendo un desastre, aunque esto era algo que él ya se esperaba, por lo cual no le parecía tan sorprendente que eso hubiera sucedido.
Sin embargo, toda la situación dio un giro inesperado en el momento que su amado esposo se vio arrastrado al inminente desastre que siguió después de eso.
Sin mencionar que su más grande aliado político lo había amenazado con que iba a darle la espalda si es que seguía tomando malas decisiones, lo que a su vez podía significar, que perdería a la única persona que fue capaz de darle sentido a su vida tras la muerte de su padre.
A quien, ahora más que nunca, extrañaba con todas sus fuerzas.
El pelirrojo no podía evitar sentirse como un cachorro que ha sido separado cruelmente del calor y protección que solo sus padres pueden darle.
Desgraciadamente, no tiene muchos recuerdos de su madre, quien falleció cuando apenas tenía tres años, en medio de terribles circunstancias que le arrebataron su ojo derecho. Es por ello, que la mayoría de los buenos momentos que guardaba en su corazón eran con su padre, recuerdos que siguen tan frescos en su memoria como si hubieran ocurrido ayer.
Recordaba correr hacia sus protectores brazos cuando todo parecía tan amenazante y aterrador para un niño pequeño, quien apenas está comprendiendo cómo es que funciona el mundo a su alrededor y la posición junto a las obligaciones que tendrá que asumir algún día por haber nacido en cuna de oro.
Recordaba también correr de un lado a otro en el jardín, riendo sin parar mientras ambos jugaban por horas, hasta que el cansancio los obligará a tomar un descanso en el pasto.
Todos esos buenos momentos, lo hacen ser consciente de que si él estuviera vivo no tendría que estar pasando por todos estos inconvenientes. Si su padre no hubiera muerto repentinamente él habría tenido más tiempo para prepararse para ser un rey.
Porque a causa de los sucesos recientes, había llegado a la dolorosa conclusión de que no es un buen rey, pero sobre todo, que no es un buen esposo.
El Alfa de cabello rojizo había crecido escuchando lo mucho que su padre amaba a su madre mientras ella vivía, y cómo incluso después de su muerte, continuaba amándola con tanta devoción que nunca se casó con nadie más, manteniéndola hasta el fin de su existencia en esta tierra como su única reina y más grande amor de su vida.
Él, en cambio, no solo había involucrado en un problema innecesario a su esposo, sino que también había abierto una enorme brecha entre ambos.
Una brecha que no iba a poder repararse si es que seguía actuando sin pensar antes en las consecuencias de sus actos.
.
.
Hayato caminaba decidido hacia la habitación de Akihiko, con la frente en alto y la firme determinación de hablar con su esposo para arreglar los problemas que habían entre ambos. Aunque, si el diálogo inicial que él buscaba no daba buenos resultados, estaba dispuesto a arrodillarse y suplicar el perdón de su marido, sin importar lo humillante que eso fuera para alguien de su posición.
Sus pasos resonaban fuertemente por los pasillos, mientras intentaba mantenerse lo más sereno y concentrado posible, para no desviarse de su objetivo principal.
Pero su máscara de seguridad y calma se desmorona en el instante en que uno de los guardias que permanecía cerca de la habitación de su amado esposo, le informó que su reina había salido hacía rato junto a su dama de compañía.
Al preguntarle hacia dónde habían ido, el guardia se disculpó y le dijo que no sabía dónde estaba. Eso obligó a Hayato a dar la media vuelta, pensando en buscarlo en algún otro sitio, siendo el jardín su primera opción por lo que significaba para ambos.
Sin embargo, al acercarse a otro guardia que estaba en el lugar para preguntar si había visto a su Omega, la respuesta que recibió le resultó aún más desagradable que la anterior.
— La reina consorte se ha marchado hace rato del jardín en compañía de la nueva reina. — le dijo el guardia, provocando que algo dentro de Hayato se rompiera en miles de pedazos, esto vino acompañado con una molesta sensación que solo podía describir como celos.
— ¿Y no sabes hacia dónde iban? — el pelirrojo preguntó, intentando aparentar seguridad, aunque por dentro ardía de furia.
Todo porque no podía creer que su esposo hubiera decidido buscar primero a quien estaba arruinando SU matrimonio.
— Los escuché decir que iban a desayunar en el gran comedor. — respondió el guardia con un tono firme y seguro de lo que decía.
Suo no dijo nada más, simplemente dio la media vuelta y se alejó en silencio, cargando con una inmensa tormenta en su interior que amenazaba con arrasar todo a su paso.
.
.
.
.
— Noroshi realmente parece ser un lugar hermoso e interesante. — dijo Nirei con un tono lleno de entusiasmo, lo que provocó que Sakura se sintiera emocionado por la forma en que hablaba de su tierra natal. — Espero tener la oportunidad de ir de visita algún día. — añadió, llevándose un nuevo bocado de comida a la boca.
Sakura también imitó su acción de comer, aunque lo hacía principalmente para tratar de disimular su sonrojo y aquella sonrisa que amenazaba con hacerse cada vez más grande. Al principio, la idea de regresar al lugar donde lo habían humillado públicamente no había sido de su agrado, pero con Nirei cerca, sentía que nada malo podía sucederle.
— Si Aniki nos lo permite, entonces podremos visitar Noroshi pronto. — respondió Sakura, levantando por fin la mirada de su plato, solo para encontrarse con que Nirei lo estaba viendo fijamente y con una hermosa sonrisa.
Su corazón empezó a latir con fuerza, pero no de manera incómoda o molesta, sino por la enorme cantidad de sentimientos que empezaba a sentir, siendo cada uno de ellos completamente nuevos para él.
— Aniki ha hecho un buen trabajo gobernando Noroshi… Él y Yamato se han encargado de que todos vivan en paz y sean felices. — Sakura continuó, sintiéndose honrado por ser el hermano menor de un monarca tan bueno, aunque al principio no todo fue color de rosa.
— El rey Takiishi parece ser un buen soberano. — Nirei dijo suavemente, examinando a detalle cada una de las expresiones que Sakura hacía cuando hablaba, siendo un poco más atento cuando el bicolor hablaba de su hermano.
Aunque era bastante obvio que Sakura le tenía un profundo respeto a Takiishi, Nirei empezaba a tener la ligera sospecha de que había algo más allá de su relación fraternal.
Algo más oscuro y tenso como para que Sakura hubiera actuado tan extrañamente en el jardín.
— Lo es… Desde que asumió el trono las cosas en Noroshi cambiaron mucho. Ahora es querido y admirado por todos, aunque yo lo admiro desde que era un niño. — la confesión de Sakura viene acompañada por una pequeña sonrisa, la cual no es pasada por alto por ninguno de los presentes. — Es por eso que quiero servirle para siempre y serle útil en todo lo que él me ordene. — admitió, observando de reojo al Omega de cabello rubio para ver cómo es que reaccionaba ante sus palabras.
Pero al darse cuenta de que Nirei no parecía incómodo o preocupado por lo que decía, se sintió con la confianza suficiente para seguir con la conversación.
A pesar de lo perjudicial que podrían ser las cosas si hablaba algo que no debía.
— Aniki es justo, valiente y muy fuerte. — Sakura pronunció cada una de esas palabras con un tono lleno de admiración. — Es como un incendio voraz que va a arrastrarlo todo a su paso sin ningún tipo de piedad. — a pesar de lo mal que se escucha al decir eso, Sakura no parece darse cuenta de lo que sus palabras pueden significar para los demás, y que no todos serán capaces de entender lo que él siente por su hermano.
— El rey Takiishi de verdad es fuerte, está al mismo nivel de fuerza que Hajime. — Kotoha comentó sin ninguna mala intención de por medio, uniéndose a la conversación que hasta el momento solo tenían Nirei y Sakura, aunque su intervención no pareció ser del agrado del bicolor.
— No vuelvas a comparar a Aniki con ese sucio Alfa, te prohibo que pronuncies sus nombres al mismo tiempo. — Sakura dijo en un tono tan bajo y lleno de odio, que al instante, el ambiente en el comedor se tornó mortalmente serio.
— Sakura-san, Kotoha-san no quiso… — intentó intervenir Nirei, pero las palabras de Kotoha habían provocado algo en el príncipe de Noroshi, algo que no iba a calmarse hasta que lo dejara ir.
— Los Alfas son despreciables y desleales, siempre les gusta tomar las cosas por la fuerza, sin importar el daño que le hagan a los demás. — las palabras que Sakura pronunciaba seguían siendo dichas con el mismo tono de antes, mientras su mirada se clavaba inquisitivamente en la Beta, quien se notaba bastante mortificada por lo que había provocado.
Aunque sus intenciones jamás habían sido que esto sucediera.
— Es por eso que los odio y espero que todos se mueran de la forma más dolorosa posible. — añadió, sin importarle en lo más mínimo que estaba perdiendo la compostura frente a su esposo.
El silencio que siguió fue más que incómodo, Kotoha no sabía qué decir para reparar su error, simplemente le dirigió una rápida mirada a Nirei, quien como ella, lucía desconcertado por la inesperada reacción que Sakura había tenido. Pero luego de un momento, el Omega de cabello dorado suspiró profundamente, habiendo pensado muy bien en lo que iba a decir.
— Sé que los Alfas pueden ser todo eso, lamentablemente, he tenido la desgracia de conocer a varios que dejan mucho que desear durante toda mi vida. — empezó a decir, y por un breve momento, Sakura pensó que iba a darle la razón, y que por fin tendría algo en común con su esposo. — Sin embargo, no todos son iguales, también hay Alfas buenos que protegen a los demás en lugar de abusar de su fuerza o estatus. — continuó, mientras observaba fijamente al bicolor.
Pero no con una mirada molesta o de reproche por tener un pensamiento tan radical, sino con una llena de compresión por el dolor que podía percibirse en las palabras dichas por el príncipe.
— Umemiya-san es el claro ejemplo de que los Alfas pueden ser nobles y justos. — el rubio dijo con un tono seguro, lo que provocó que Sakura frunciera cada vez más el ceño. — Bofurin ha prosperado mucho bajo su mando, cuando aún formaba parte de su corte fui testigo de cómo impartió justicia a quien más lo necesitaba. — tras finalizar su explicación, espero que el príncipe respondiera con la misma agresividad de antes, pero solo obtuvo una calma que no supo cómo debería de interpretar.
— Lamento mucho si mi comentario fue de mal gusto. — Kotoha habló, después de haber encontrado las palabras adecuadas. — Sé que Hajime puede ser un poco impulsivo y la mayoría de veces un molesto dolor de cabeza. Pero no es un Alfa sucio o despreciable, él tiene un enorme corazón que le ha ayudado a gobernar Bofurin de la manera más justa posible. — agregó, defendiendo el honor de su hermano de todos los malos comentarios que Sakura había hecho.
El príncipe de Noroshi sigue sin responder a nada de lo que han dicho, lo que preocupa en cierta medida a Nirei y Kotoha, quienes están a punto de decir algo más cuando las puertas del gran comedor se abren repentinamente. Un guardia anuncia la imponente entrada de Suo, quien camina hacia la mesa con la mirada fija en Nirei, aunque ocasionalmente ve de reojo a Sakura, quien lo observa como si fuera la cosa más desagradable del mundo entero.
— Buenos días, espero no ser inoportuno con mi presencia. — el rey de cabello rojizo da un corto saludo cuando se acerca lo suficiente hacia donde están todos.
Aunque sus palabras van únicamente dirigidas a Kotoha y Nirei, ya que al tomar asiento en su lugar correspondiente, ignora por completo a Sakura, quien luce más molesto que antes por tenerlo tan cerca de él.
— Buenos días, Hayato-san. — Nirei saluda a su primer esposo por pura cortesía, debido a que tampoco luce muy contento por verlo.
— Buenos días, Hayato. — Kotoha también saluda al Alfa, mientras ruega que la situación no empeore más con la inesperada presencia del pelirrojo.
Rápidamente, los sirvientes se encargan de poner selectivos platos de comida enfrente de Suo, para después retirarse en silencio, aunque nada de lo que le han servido es suficiente como para abrirle el apetito al Alfa.
Aún así, bebé un poco de té para calmar la tormenta que aún está haciendo estragos en su interior.
— Ojalá que te ahogues con eso y te mueras. — Sakura escupió entre dientes, intentando mantener sus manos lejos del cuchillo para no lanzarse encima del pelirrojo, quien parece no haberlo escuchado, lo que humilla e irrita aún más al bicolor.
— Akihiko-kun. — el Alfa llama repentinamente a su Omega, quien lo mira con una expresión tensa. — Después de comer quisiera hablar contigo, ya que anoche no terminamos de resolver nuestros asuntos. — su actitud era suave y relajada al hacer mención de lo que sucedió ayer, como si no hubiera tenido la peor discusión que alguna vez haya tenido con su reina en todo su matrimonio.
— Será un gusto retomar esa conversación, Hayato-san. — Nirei se obligó a mantener la compostura y seguir sus modales, después de todo, la posición de Suo lo obligaba a dirigirse a él con respeto. — Sin embargo, antes de hablar, debería disculparse con Sakura-san. — en el momento que el nombre del príncipe extranjero es pronunciado por Nirei, a Suo le resulta casi imposible no poner los ojos en blanco junto con una expresión llena de fastidio.
— No lo considero necesario. — respondió el rey, aún sin mirar a Sakura, quien no dejaba de verlo con un profundo odio, que bien podría haberlo matado fácilmente, si es que eso fuera posible.
— Pero lo es. — replicó Nirei, sorprendiendo al mismo Suo por su persistencia. — Así que por favor, Hayato-san. Haga lo correcto y comportese a la altura de su título. — a pesar de que se estaba atreviendo demasiado en hablarle de ese modo a su esposo, Nirei aún tiene la leve esperanza de que el Alfa reflexione y tome la decisión correcta.
Suo tiene que luchar con el impulso de perder los estribos ahí mismo, debido a que la petición de su Omega le parece absurdamente innecesaria. El ambiente en el comedor solo se vuelve cada vez más tenso e incómodo, Nirei empieza a temblar por dentro, temeroso de que las cosas solo vayan de mal en peor por culpa de su insolencia.
Sakura sigue rígidamente en su lugar, aunque aprieta tan fuerte sus nudillos debajo de la mesa que estos se han vuelto blancos. Su expresión sería solo incrementa en el momento en que Suo le dirige la mirada por primera vez desde que llegó, ambos se miran con desprecio mutuo en silencio por algunos cuantos minutos.
— ¿Quiénes son ellos? ¿Quién les ha dado permiso para ingresar a mi castillo? — la disculpa por parte de Suo jamás llega; en su lugar, son preguntas las que Sakura recibe, las cuales no parece dispuesto a responder. — Ustedes dos, preséntense de inmediato. — exige a los guardias que se encuentran a escasos metros detrás del príncipe extranjero, quienes se han mantenido quietos y en silencio durante todo este tiempo.
El Alfa solo se irrita aún más por la nula respuesta de los guardias, lo que parece ser solo el inicio de un problema aún más grande.
— Fuera de aquí. — demanda seriamente, pero los desconocidos ni siquiera se mueven por lo menos unos centímetros. — ¿Acaso no me escucharon? Fuera de mi vista antes de que ordene que los saquen de este lugar, no los quiero cerca de mi verdadera reina. — su tono se volvió más amenazante, y fue especialmente cruel al seguir recalcando que no reconoce a Sakura como su reina.
— Hayato-san… — Nirei quiso intervenir, pero Sakura lo detuvo con un suave movimiento de su mano.
Luego de esto, el príncipe le dirigió una rápida mirada a sus guardias, quienes parecieron entender su mensaje sin que pronunciara palabra alguna.
— El rey Takiishi nos ha encargado cuidar de su majestad el príncipe durante su estadía en este lugar. — el tipo de cabello negro fue el primero en hablar, su rostro era inexpresivo lo que hizo difícil identificar como es que sentía ante las innumerables faltas de respeto que su príncipe estaba recibiendo.
— Él no es nadie en este reino para tomarse tales libertades. — dijo Suo con evidente mal humor, lo que le valió una nueva maldición por parte de Sakura.
Quien ahora lucía mucho más molesto que antes, como si estuviera a punto de lanzarse sobre el pelirrojo para hacerlo arrepentirse de cada una de sus palabras.
— Sus nombres, exijo saber sus nombres y del lugar que provienen. — el pelirrojo demandó, ya con la paciencia al límite y eso que aún era temprano para perderla.
Los guardias guardaron silencio una vez más, incapaces de responder hasta que Sakura les hizo un simple gesto con la mano, algo que tardó varios minutos en suceder.
— Mi nombre es Shuhei Suzuri, soy el líder de Gravel, de la provincia de Sunaba. — respondió el Omega de cabello negro, dejando desconcertados a quienes no tenían idea de quien era.
— Yo soy Shingo Natori, líder de Keel, de la provincia de Senka. — después fue el turno del Alfa de cabello rojizo, quien al hablar dirigió su mirada hacia Nirei y Kotoha. Ambos lo observaron con total desconcierto, lo que provocó que él sonriera cínicamente.
— Sunaba y Senka. — pronunció Suo con evidente disgusto, pues aquellos dos lugares formaban parte de Noroshi.
No porque fueran territorios pertenecientes originalmente al reino, sino porque habían sido conquistados por Takiishi y su poderoso ejército.
Sunaba había sido un ex reino cercano a Roppo-ichiza, conocido por la pésima calidad de vida de su gente. Mientras el rey y sus ministros se llenaban el estómago a costa del sufrimiento del pueblo, abusando del poder que sus títulos les habían concedido.
La provincia costera de Senka, en cambio, sí pertenecía a un reino, al reino de Bofurin, aunque siempre había sido una región difícil de gobernar. Incluso el propio Hajime, en su momento, no supo qué hacer para ganarse la aceptación de su gente, quienes preferían vivir en medio del caos y fuera de las reglas.
Bofurin y Noroshi compartían frontera debido a la provincia de Senka, así que el poco orden en dicho lugar terminó llamando la atención de Takiishi, quien decidió apropiarse de aquella parte del territorio de Bofurin como si fuera suyo. Hajime, evidentemente, intentó defender lo que pertenecía a su reino por derecho, lo que provocó una feroz lucha entre ambas naciones.
Lo que después dio paso a que se estableciera una relación decente entre ambos reinos, algo que tomó por sorpresa a muchos. Bofurin se convirtió en el primer reino en establecer un contacto amistoso con Noroshi, una vez que dio por perdida la provincia, todo a causa de la interferencia interna ocurrida durante el conflicto a manos de un grupo conocido como Keel.
Keel y Gravel tomaron un papel bastante importante para que Noroshi saliera con la victoria entre las manos, y que ahora, los líderes de ambos grupos hayan sido designados a cuidar de Sakura no era algo que podía tomarse tan a la ligera.
— Al parecer, no había nadie más despreciable que ustedes dos para que el rey Takiishi decidiera nombrarlos como los guardias de su hermano. — las palabras de Suo siguen cargadas de odio y veneno, pero nada de lo que dice parece molestar a los guardias extranjeros, quienes le mantienen la mirada como si fuera cualquier persona y no un rey.
— Para nosotros es un honor servirle al rey Takiishi y a su majestad el príncipe. — Suzuri responde sin que la duda sea percibida en su voz. — En lo personal, me siento muy agradecido con lo que el rey Takiishi ha hecho por la provincia de Sunaba, ahora es un lugar mejor en que se puede vivir más tranquilamente. — en el momento que dice eso, mantiene la mirada fija en el Alfa de cabello rojizo, quien no responde nada a sus palabras, solo lo observa con fastidio antes de dirigir su mirada hacia Natori, quien luce totalmente despreocupado con lo que pasa.
— La provincia de Senka está siendo mejor gobernada por el rey Takiishi que por el rey Hajime. — Natori no pierde la oportunidad para provocar el mayor daño posible con sus palabras, lo cual parece lograr cuando se escucha un fuerte golpe.
Las miradas de todos se dirigieron de inmediato hacia el origen de aquel ruido, Kotoha tenía una de sus manos cerrada en un puño sobre la mesa. Mientras que la otra le temblaba sin control, como si estuviera conteniéndose para no perder los estribos, su expresión está llena de una furia y resentimiento que apenas logra disimular.
— Suficiente. — demanda Sakura, obligando a que sus guardias no digan una palabra más.
El silencio que sigue es incómodo, nadie dice nada por demasiado tiempo, lo que vuelve el ambiente mucho más pesado. Finalmente, Sakura se levanta de asiento, inclinándose ligeramente ante Nirei y Kotoha, para después retirarse sin dedicarle ni una sola palabra o mirada a su otro esposo.
— Lo lamento. — se disculpa Kotoha antes de levantarse, pareciendo ser que ella también necesitaba alejarse un momento. — Necesito tomar aire. — murmura, sintiéndose mal por dejar solo a Nirei, pero realmente necesitaba tranquilizarse.
Suo y Nirei siguen sin moverse de donde están, y tampoco se han dicho nada, lo que parece estar matando por dentro al Alfa, quien lo único que desea es abrazar a su pareja, pero no sé atreve a realizar un movimiento tan arriesgado, no después de lo que acaba de suceder.
— Con su permiso. — Nirei es el primero de ambos en hablar, aunque sus palabras no tengan que ver con nada de lo que ha sucedido. — Necesito ver cómo está Kotoha-san. — agrega, dispuesto a marcharse sin intercambiar una palabra más con el pelirrojo, quien inesperadamente lo toma de una de sus manos, evitando de esa forma que se aleje.
Los dedos de Suo acarician delicadamente la mano del Omega, quien hace todo lo posible por controlar sus emociones, porque todo esto también está siendo demasiado para él.
— Akihiko-kun. — Suo lo llama suavemente, y por un breve momento, Nirei siente que está a punto de ceder. — Yo quiero… — intenta decir, pero las palabras no salen como quiere de sus boca, lo cual lo hace sentir extremadamente patético delante su esposo.
Nirei acortó la poca distancia que los separaba, movido por un breve instante de debilidad, para acariciar con cuidado el rostro de Suo. Por un momento, el pelirrojo creyó que sería perdonado y que todos sus problemas iban a desaparecer mágicamente, pero al ver la tristeza reflejada en el rostro de su Omega, comprendió que solo había empeorado aún más las cosas.
Manteniendo aún aquella expresión, Nirei acorta con el contacto para después retirarse, dejando solo y con el corazón hecho pedazos al Alfa, quien no puede evitar maldecir y tirar con fuerza de su cabello, mientras no deja de pensar que la brecha que lo separa del amor de su vida se ha vuelto mucho más grande que antes.
.
.
.
A pesar del conflicto y la tensión que se vivía entre las paredes del castillo, los deberes y obligaciones ya establecidas para los recién casados debieron de seguirse al pie de la letra.
Cuando la tarde se hizo presente, los jóvenes monarcas tuvieron que despedir a cada uno de sus invitados que habían llegado de tierras lejanas. Los representantes de Shishitoren fueron los primeros en despedirse, asegurando que los reyes Tomiyama y Togame vendrían pronto a visitarlos para felicitarlos personalmente por el compromiso.
Los tres aceptaron la propuesta en silencio, para después darle paso al rey de Roppo-ichiza, quien junto a su futura esposa les desearon la mejor de la suerte al joven trío.
— Espero que las cosas se resuelvan pronto entre ustedes. — dijo Kanji en voz baja a Suo, algo bastante inusual en él, considerando lo ruidoso que solía ser al hablar. — Aunque, si te soy sincero, no te juzgo por haber actuado como lo hiciste. — al decir esto, no puede evitar mirar de reojo a Sakura, quien se encuentra al lado de Nirei.
Ambos Omegas están un poco separados del Alfa de cabello rojizo, quien no hizo nada para acortar la distancia que había entre sus esposos y él, especialmente con Nirei, quien seguía sin dirigirle la palabra.
— Noroshi no es un reino del que uno deba fiarse tan fácilmente, sobre todo teniendo en cuenta las verdaderas intenciones de Takiishi al comprometer a su hermano contigo. — Kanji no quiere ser pesimista, pero hasta él es consciente de que hay algo más en las intenciones de Takiishi al dar a su querido hermano en matrimonio.
— Lo sé… — Suo respondió suavemente, intentando no tomarse en serio las palabras del Alfa de cabello negro para no seguir perjudicando su lamentable situación, pero a estas alturas eso ya parece algo imposible de lograr.
— Ojalá puedan ir a visitarnos antes de la boda. — Shizuka hablaba tímidamente con un notorio sonrojo apareciendo en sus mejillas cuando menciono la palabra “boda”. — A Kan y a mí nos daría mucho gusto que los tres puedan estar presentes. — continuó, dedicándole una suave sonrisa a Sakura, quien prefirió desviar la mirada en lugar de responderle con algún gesto o palabra.
— Muchas gracias por la invitación, Shizuka-san. — Nirei no se sintió capaz de darle una respuesta segura sobre su posible visita a la futura reina de Roppo-ichiza, quien comprendiendo el ambiente decidido no insistir más, así que se despidió casi al instante antes de volver junto a su prometido, quien solo le dedicó una mirada llena de compresión a Nirei y una incómoda a Sakura, quien simplemente decidido ignorarlo.
Los siguientes en despedirse habían sido Umemiya y Tsubaki.
La Beta se dirigió de inmediato hacia Nirei y Sakura, a quienes abrazó sin pensar con todas sus fuerzas, a pesar de las constantes luchas del bicolor por librarse de ella y de los quejidos de Nirei al ser incapaz de respirar con normalidad.
— De verdad espero que los tres puedan ser felices. — les dijo suavemente, una vez que sintió que ya había abrazado lo suficiente a los Omegas — Si necesitan algo no dudes en escribirme, ¿de acuerdo? Intentaré enviarles una respuesta lo más rápido que pueda.
— Está bien, Tsubaki-san, no tiene porque preocuparse tanto. — Nirei intenta forzarse a sonreír cuando dice aquellas palabras, aunque es bastante obvio gracias a su expresión, que está mintiendo.
— Lo sé, aún así… — la Beta murmuró, mirando de reojo a su esposo que se encontraba frente a Suo.
Ninguno de los dos reyes había dicho algo hasta el momento, lo cual no daba una buena impresión para nadie, tanto que la tensión que se sentía entre ambos podía cortarse fácilmente con un cuchillo.
— Adiós… Espero que hayas tenido el tiempo suficiente para reflexionar sobre tus acciones y así no volver a cometer los mismos errores. — tras un momento incómodo en silencio, Umemiya es el primero de ambos Alfas en romper el hielo.
— Lo intentaré. — fue la vaga respuesta del Alfa más joven, no siendo lo que Umemiya estaba esperando escuchar.
— ¿Sabes? Te vendría bien alguien quien te ayude, y teniendo en cuenta que has destituido a tu consejo, quisiera ofrecerte la ayuda de alguien de mi corte. — es bastante obvio que Umemiya tiene buenas intenciones con lo que acaba de decir, pero por un momento, duda si es que estás van a ser bien aceptadas por el pelirrojo, quien frunce el ceño un momento antes de decir algo.
— No lo veo necesario, así que… — empezó a decir Suo, pero antes de continuar miró de reojo a Nirei, quien lucía bastante triste y afligido mientras hablaba con Tsubaki, lo cual hizo que su Alfa interior sufriera por estar lastimando a su Omega. — Aún así, agradecería mucho su ayuda, Umemiya-san. — su respuesta le devuelve momentáneamente la paz a Umemiya, quien se esfuerza por no romper con la etiqueta y abrazar con todas sus fuerzas al Alfa más joven, así que le termina dando unas cuantas palmaditas en la espalda en señal de aprobación.
Umemiya también se despide de Nirei, quien luce un poco menos tenso al haber presenciado como su primer esposo parece haber resuelto sus diferencias con el rey de Bofurin.
— Si tienes algún problema, no dudes en decírmelo. — el peliblanco le dijo al Omega, quien no hizo nada más que asentir en silencio. — Tu también puedes escribirme si lo necesitas, Sakura. — ahora se dirigió al Omega de cabello desigual, pero este no hizo más que ignorarlo, tal como lo había venido haciendo con los demás.
Pero eso no pareció importarle a Umemiya, quien acarició juguetonamente el cabello del príncipe, provocando que este soltara lo que pareciera ser una maldición en su lengua materna. Aunque no parece molestar al rey, quien se despide de él con una sonrisa, a pesar de sentirse más tranquilo, Umemiya no puede evitar mirar con molestia más allá de dónde se encuentra Sakura, dónde Suzuri y Natori se encuentran de pie, como dos sombras silenciosas.
Cuando las trompetas suenan todos saben que Takiishi se acerca, Sakura no puede evitar emocionarse ante el hecho de volver a ver a su hermano, a pesar que esto sea una dolorosa despedida para ambos. El rey de Noroshi se acerca al joven matrimonio con pasos lentos y medidos, su presencia es imponente y su mirada permanece fija en Sakura, quien no puede evitar temblar cuando ve a su hermano.
Endo también viene junto a Takiishi, aunque el general luce mucho más enfermizo, como si hubiera tenido una mala noche y apenas es capaz de mantenerse de pie por sí mismo. Aún así, el pelinegro presenta sus respetos hacia su príncipe, a quien besa sin pensar en la mano, para después mirarlo fijamente.
Es obvio que tiene mucho por decir, pero las palabras simplemente no salen de sus labios, así que rompiendo con toda la etiqueta que requiere el momento, abraza fuertemente al príncipe. Nirei habría esperado que Sakura reaccionara de la misma manera que lo hizo con Tsubaki, pero en cambio, Sakura parecía mucho más relajado y cómodo entre los brazos del general, quien pareció susurrarle algo al oído antes de separarse.
Endo no hizo nada más después de aquello, simplemente dio un paso hacia atrás permitiendo que Takiishi tomara su lugar, sin tomarse el tiempo de presentar sus respetos también a Nirei y a Suo.
— Aniki. — Sakura dijo, moviéndose mecánicamente para tomar la mano de su hermano y besarla como una vieja costumbre que difícilmente dejaría algún día.
Sakura mantenía la mirada baja, sin sentirse capaz de ver a su hermano a los ojos, debido a que era consciente de que podría llegar a perder el control y hacer un escándalo que no fuera del agrado de su amado hermano. Aún así, Takiishi lo hizo levantar la cabeza, y en un simple instante, la mirada desinteresada de Sakura pasó a demostrar tantas emociones que sería bastante difícil identificarlas una por una.
— No llores, te prohíbo que llores. — le ordenó Takiishi, al ver como las lágrimas empezaban a asomarse por los hermosos ojos desiguales de su pequeño hermano. — Mantén la cabeza en alto como la reina que ahora eres. — dijo, antes de hacerle un gesto a Endo, quien se acercó a ambos hermanos con una caja de madera entre ambos.
Una vez que el cofre fue abierto, Takiishi tomó de su interior una preciosa corona forjada en oro puro, cuyo brillo hacía juego con los rubíes que la adornaban con delicadeza. Sakura se inclinó para que su hermano pudiera ponerle la corona, a pesar de lo mucho que estaba temblando por dentro, porque todo esto solo hacía más real que estaba por separarse de la única familia de sangre que le quedaba.
— Perfecto. — Takiishi no pudo evitar pronunciar de forma en que Nirei y Suo pudieran entenderlo, a pesar de solo ser una simple palabra.
— Aniki… — Sakura volvió a decir, y ahora su voz temblaba mucho más que antes, y sin poder evitarlo, abrazó repentinamente a su hermano, quien no lo rechazó pero tampoco correspondió de inmediato a la muestra de afecto.
Nirei sintió como su corazón se rompía en cientos de pedazos al ver como Sakura temblaba, estaba casi seguro de que el príncipe sollozaba suavemente mientras mantenía su rostro escondido entre el cuerpo de su hermano mayor. Y por un momento, consideró que debía consolar a su esposo, pero se detuvo en el momento en que vio como Takiishi por fin correspondía al abrazo iniciado por su propio hermano.
Sin embargo…
Lo que vio después no hizo más que revolverle el estómago, y confirmarle de algún modo, que en verdad había algo extraño entre aquellos dos hermanos.
Las manos del rey de Noroshi se dirigieron de inmediato hacia la espalda y cuello del joven príncipe, quien empezó a temblar más que antes, como si de pronto empezara a sentir mucho frío, a pesar de encontrarse en el cálido exterior.
— ¿Por qué te empeñas tanto en desobedecerme? — le pregunto Takiishi a Sakura, a quien se le desfiguró el rostro en un sentimiento de horror puro al escuchar aquellas palabras, afortunadamente, nadie pudo darse cuenta de esto por la forma en que abrazaba a su hermano.
El aire se volvió mucho más pesado para Sakura, quien empezaba a escuchar como todo a su alrededor se distorsionaba, provocando que no pudiera escuchar nada más que su propio corazón, el cual latía tan fuerte y rápido como si fuera a detenerse en cualquier momento.
— Shhh, está bien, recuerda el porqué estás aquí, no necesitas nada más que recordar. — la voz de Takiishi era lo único que Sakura era capaz de oír tras varios segundos en que todo se volvió demasiado confuso.
Pero al escucharlo, su mente se desconectó por completo de su cuerpo, quedando solamente un simple cascarón vacío, tal como había sucedido antes. Los brazos del príncipe cayeron hacia sus costados como un peso muerto, separándose casi al instante de su hermano mayor. Aunque al hacerlo, dejó al descubierto como sus ojos rojos e hinchados por las lágrimas, carecían de toda vida o sentimiento, Nirei pudo reconocer esa misma mirada como la antes que vio en Sakura en el jardín.
Suo, a pesar de encontrarse algo lejos, también pudo darse cuenta del repentino cambio en su nuevo esposo, lo que provocó que se sintiera incómodo por lo que fuera que está sucediendo entre los hermanos.
— Acompañen al príncipe a su habitación. — la voz de Takiishi era tan inexpresiva como antes, como si no le importara lo que le estuviera pasando a su pequeño hermano. Los guardias del bicolor se acercaron a este sin dudarlo demasiado, aunque al estar cerca de Takiishi no pudieron evitar temblar, hasta Natori que lucía tan seguro de sí mismo y presumido parecía sentir un extremo terror hacia el rey de Noroshi. — Ve con ellos. — le ordenó a Sakura, quien simplemente asintió en silencio, dándose la media vuelta para caminar hacia el interior del castillo sin mirar atrás ni una sola vez.
La escena desconcertó por completo a Nirei y Suo, quienes no pudieron entender nada de lo que estaba pasando, aunque ni siquiera tuvieron tiempo suficiente de procesar lo sucedido, debido a que Takiishi se posicionó enfrente de Nirei, a quien veía con la misma indiferencia e inexpresividad con la que había visto a Sakura marcharse.
Por un momento, el Omega de cabello rubio pensó que estaba por suceder lo peor, pudiendo sentir a su vez, como Suo se tensaba por las acciones del pelirrojo, como si estuviera listo en salir a su defensa si Takiishi hacia algo que no debía. Pero en lugar de que sucediera lo peor, Takiishi metió la mano nuevamente en la caja que Endo aun sostenía, solo para sacar una bellísima horquilla de plata y oro que parecía haber sido trabajada con extremo cuidado y empeño.
Aún sin intercambiar ni una palabra con quien ahora también era su cuñado, colocó delicadamente la horquilla en el cabello de Nirei, quien se mantuvo quieto y en silencio en todo momento, Aunque en su mirada era notable el desafío y desaprobación que sentía por las acciones cometidas hacia Sakura, a pesar de no ser nadie para desafiar a Takiishi. Quien al final, le dedicó una sonrisa, la cual no supo cómo definir, pero que le provocó un terrible escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.
Por último, Takiishi se detuvo frente a Suo.
Éste, al considerarlo como su igual, no dudó en sostenerle la mirada, observándolo con una clara expresión de desagrado que no se molestó en disimular, ni siquiera un poco.
Nuevamente, Takiishi tomó algo de la caja de madera, esta vez fue un objeto envuelto en un fino pañuelo de seda blanca.
Suo observó el gesto con desconfianza, pero aun así aceptó lo que le ofrecía. Desplegó con cuidado la tela, en el instante en que el objeto quedó al descubierto, un jadeo lleno de sorpresa y preocupación escapó de los labios de Nirei, pues entre las manos de Suo se encontraba una daga sin funda, su mango y su punta manchados con lo que parecía ser sangre seca.
Takiishi se inclinó hacia adelante, invadiendo de esa forma el espacio personal de Suo, quien no retrocedió ni un solo paso, manteniéndose firme ante lo que fuera que el otro rey este por hacer.
— Si vuelves a faltarle el respeto a mi hermano de nuevo, me encargaré personalmente de cortarte la garganta con eso. — Takiishi no parecía estar bromeando cuando dijo aquello, sonaba tan serio y decidió que Nirei temió de inmediato por la vida de su esposo.
La ira se hizo presente de inmediato en el joven rey, quien no podía entender porque el pelirrojo se atrevía a faltarle el respeto de esta manera. Por un momento, pensó en responder a la amenaza, sin importarle lo que pudiera suceder después, pero se detuvo al observar algo diferente en la mirada de Takiishi.
Al principio, no supo definir si era enojo o disgusto por la forma en que se había comportado con Sakura, pero al final pareció ver una leve esperanza de que hiciera lo correcto, como si el mismo Takiishi esperara que a actuar como el rey que supuestamente era.
Sin decir nada más, Takiishi se dio media vuelta y se dirigió de inmediato hacia donde se encontraba listo su carruaje y su gente para volver a su reino. Endo lo siguió de cerca, dedicándole una última mirada a la joven pareja, quienes desconcertados por todo, no hicieron más que verlo en silencio.
Aunque Nirei no pudo evitar fijarse como entre medio de la cabellera negra de Endo, brillaba una hermosa horquilla dorada que parecía tener la figura de un ave en la punta.
.
.
.
.
Notes:
Aun no se como hare que Sakura y Suo tengan un bebe si se llevan tan mal...
Creo que estoy en problemas con eso, pero bueno, supongo que es algo que iré resolviendo cuando se presente la situación.
Vamos a tener algo de interacción entre nuestro hermoso trio y el TogaTomi, hagan sus apuestas de lo que puede llegar a pasar.Además, del futuro consejero de Suo, quien en verdad necesita de alguien que lo ayude a no mandarse tantas cagadas.
Esto es todo de mi parte por ahora, de verdad espero que hayan disfrutado del capitulo. <3

Pages Navigation
Eva_Crescent on Chapter 1 Sun 08 Jun 2025 09:51PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Tue 10 Jun 2025 02:19AM UTC
Comment Actions
Spooooooky on Chapter 1 Sun 08 Jun 2025 11:29PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Tue 10 Jun 2025 02:13AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 1 Mon 09 Jun 2025 04:34AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Tue 10 Jun 2025 02:17AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 1 Thu 12 Jun 2025 05:21AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Thu 12 Jun 2025 08:14AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 1 Thu 12 Jun 2025 03:35PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Fri 13 Jun 2025 02:33AM UTC
Comment Actions
XxchuuchuuxX on Chapter 1 Mon 09 Jun 2025 10:53AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Tue 10 Jun 2025 02:11AM UTC
Comment Actions
Nreo_fern on Chapter 1 Tue 10 Jun 2025 08:21AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Wed 11 Jun 2025 02:55AM UTC
Comment Actions
WTiger_219 on Chapter 1 Tue 10 Jun 2025 08:27PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Wed 11 Jun 2025 02:50AM UTC
Comment Actions
PJ_96 on Chapter 1 Mon 11 Aug 2025 07:16PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 1 Tue 12 Aug 2025 02:38AM UTC
Comment Actions
XxchuuchuuxX on Chapter 2 Thu 12 Jun 2025 10:01AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Fri 13 Jun 2025 02:46AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 2 Thu 12 Jun 2025 03:32PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Fri 13 Jun 2025 02:44AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 2 Fri 13 Jun 2025 05:04AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Sat 14 Jun 2025 04:04AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 2 Sat 14 Jun 2025 11:13PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Tue 17 Jun 2025 03:50AM UTC
Comment Actions
(4 more comments in this thread)
sunshi99 on Chapter 2 Sat 14 Jun 2025 06:32PM UTC
Last Edited Sat 14 Jun 2025 07:45PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Sat 14 Jun 2025 10:29PM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 2 Sun 22 Jun 2025 05:12PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Mon 23 Jun 2025 01:04AM UTC
Comment Actions
Han_Bee on Chapter 2 Sun 15 Jun 2025 07:49PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Tue 17 Jun 2025 03:57AM UTC
Comment Actions
Han_Bee on Chapter 2 Fri 20 Jun 2025 07:54PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Sat 21 Jun 2025 01:32PM UTC
Comment Actions
Ups (Guest) on Chapter 2 Tue 17 Jun 2025 03:41AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 2 Tue 17 Jun 2025 03:59AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 3 Tue 24 Jun 2025 03:57AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Wed 25 Jun 2025 02:59AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 3 Wed 25 Jun 2025 04:21AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Fri 27 Jun 2025 03:24AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 3 Sat 28 Jun 2025 04:20AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Sun 29 Jun 2025 04:28AM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 3 Wed 02 Jul 2025 04:45AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Thu 03 Jul 2025 12:28PM UTC
Comment Actions
Aliximilianooo on Chapter 3 Mon 07 Jul 2025 09:17AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Tue 08 Jul 2025 02:42AM UTC
Comment Actions
Nreo_fern on Chapter 3 Tue 24 Jun 2025 04:04AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Wed 25 Jun 2025 02:53AM UTC
Comment Actions
anety (Guest) on Chapter 3 Tue 24 Jun 2025 08:02AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Wed 25 Jun 2025 02:52AM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 3 Thu 03 Jul 2025 04:54PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Sat 05 Jul 2025 11:16PM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 3 Sun 06 Jul 2025 04:01AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Mon 07 Jul 2025 12:04AM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 3 Tue 08 Jul 2025 10:14PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Wed 09 Jul 2025 02:45AM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 3 Fri 18 Jul 2025 07:28AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Sun 20 Jul 2025 04:07AM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 3 Fri 25 Jul 2025 11:37PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Mon 28 Jul 2025 02:46AM UTC
Comment Actions
sunshi99 on Chapter 3 Mon 28 Jul 2025 05:34PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Tue 29 Jul 2025 12:25PM UTC
Comment Actions
Litter_Covi on Chapter 3 Fri 04 Jul 2025 01:03PM UTC
Last Edited Fri 04 Jul 2025 01:03PM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 3 Sat 05 Jul 2025 11:18PM UTC
Comment Actions
Eli_star451 on Chapter 4 Sun 06 Jul 2025 02:12AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 4 Sun 06 Jul 2025 11:57PM UTC
Comment Actions
Pauma on Chapter 4 Sun 06 Jul 2025 03:26AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 4 Mon 07 Jul 2025 12:02AM UTC
Comment Actions
Litter_Covi on Chapter 4 Sun 06 Jul 2025 04:10AM UTC
Comment Actions
Okupa_09 on Chapter 4 Sun 06 Jul 2025 11:57PM UTC
Comment Actions
Pages Navigation