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Labios Púrpura

Summary:

Fanfiction en Español.

Una serie de asesinatos sacude la ciudad: cuerpos encontrados en posiciones casi artísticas, con cartas del tarot clavadas en el pecho y pequeñas estatuillas de piedra al pie de cada escena. No hay pistas claras. No hay huellas. Solo símbolos que parecen hablar en un idioma que nadie entiende.

Lan Xichen y Jiang Cheng lideran la investigación, pero lo que debería ser una colaboración profesional pronto se vuelve una prueba emocional. Porque entre ellos hay algo más que respeto: hay heridas sin cerrar, palabras no dichas y un afecto que ambos callaron por demasiado tiempo.

En medio de un juego macabro, los dos deben descubrir quién está detrás de los crímenes. Pero, ¿podrán salvarse a sí mismos antes de que sea demasiado tarde?

Notes:

Esta historia mezcla un thriller policial con una exploración emocional profunda entre dos personajes que no se atreven a decirse todo lo que sienten. Si te gustan los casos complejos, el angst emocional y las relaciones silenciosas pero intensas… estás en el lugar correcto. Este fic incluye temas de salud mental, aislamiento, depresión y autolesión emocional. Aunque todo se trata con sensibilidad y cuidado, si estás en un momento delicado, lee con precaución. 💙

AU moderno con dinámica post-canon entre Jiang Cheng y Lan Xichen. Meng Yao está muerto. No necesitas conocimiento profundo del canon, pero los guiños están ahí para quienes los reconocen.

Este proyecto ha sido un desahogo emocional personal y una carta de amor silenciosa al mutual pining eterno entre estos dos. Gracias por leer.

Chapter 1: Culpa (Az)

Chapter Text

El olor a pólvora, el sonido que aún rebotaba por las calles, el olor a sangre y sus últimas palabras, era como si todo se repitiera una y otra vez, como si cada que cerraba sus ojos su mente quisiera atormentarlo con aquel horrible recuerdo, de cómo había asesinado al joven que había amado durante tanto tiempo, ¿Por qué su mente se empeñaba en recordarle tal tragedia? Había sido su deber, si no lo hacía ¿Qué tanta gente habría lastimado entonces? ¿Cuántos más debían morir solo por él?

Despertó, el incesante sonido de la alarma se mantenía resonando en el callado departamento. Estiró su mano lentamente hasta apagarla, se quedó viendo el techo unos instantes, la cabeza le martillaba constantemente por la falta de un descanso reparador, pero hizo caso omiso y se sentó en la orilla de la cama, mirando los zapatos y decidiendo, finalmente, levantarse.

El lugar estaba vacío, era así desde que su hermano se había ido a vivir con su pareja, y, aunque Lan Wangji no hacía mucho ruido si se podía sentir su presencia o su ausencia en su hogar. Ese era de aquellos días en los que su ausencia parecía ser más y más notoria.

Suspiró mientras encendía la estufa para hervir el agua, estaba más que despistado aquella mañana, o ¿era el cansancio? Los turnos se habían vuelto más y más atareados con los días, incluso cuando había pedido el cambio al turno de la mañana para no tener que patrullar aquel lugar que tantos recuerdos le traía. Su sorpresa fue bastante cuando su tío le concedió aquello sin preguntar. Aunque no estuviera en los mejores momentos de su vida aún podía trabajar, o al menos eso se repetía todas las mañanas después de tomar su té.

Esa no fue la excepción. Se dio una ducha, una un poco más larga que la acostumbrada aprovechando el tiempo que tenía, tomó su té con calma y se puso su uniforme.

—Hoy es un buen día— se dijo a si mismo frente al espejo, sonriendo como siempre, bajando cuando su compañero llegó con la patrulla. Aún tenía pequeños desvaríos, viendo al joven Jin Guangyao mirarlo con aquellos ojos repletos de generosidad y esperanza, pero su mente debía aclararse, debía dejar ir esa memoria que, aunque dolorosa, parecía estar muy arraigada a su ser.

Los ojos que ahora le miraban no tenían ni una pizca de esa vista anhelada, eran más como dos dagas, afiladas y listas para el ataque, aquel azul oscuro en esos orbes era hipnotizante, el mayor de los Lan no dudaba en la competencia de aquellos en el trabajo, pero no iba a caer de nuevo en ellos, no después de lo que había pasado.

—Buenos días, Wanyin— saludó con un tono dulce y aquella sonrisa amigable que siempre desprendía el mayor, aunque solo recibió aquella mirada fría que parecía decirle que no se metiera con él, y luego desvió sus ojos al suelo.

—Buenos días, Zewu Jun— devolvió el saludo con cortesía, aunque aquel tono era suave y al mayor le pareció un tanto extraño, el joven Jiang siempre había tenido un tono de voz fuerte, alto y con aquel orgullo que le caracterizaba, últimamente parecía estar desanimado o al menos un poco más tímido de lo que era normalmente, pero no mencionó nada.

No había una conversación como tal entre ellos, era más como un montón de palabras y frases al azar que una conversación fluida, más que todo porque el menor parecía reacio a hablar con él, siempre impasible ante sus palabras. ¿Tendría que ver su comportamiento con lo pasado entre su hermano menor y el joven Wei Wuxian? Había más preguntas que respuestas en su cabeza y eso le tenía bastante desorientado.

La estación parecía tranquila aquellos momentos del día, por lo que el mayor de los Lan no tuvo mucho que decir más que saludar a los demás con una sonrisa y entrar a la oficina de su tío.

—Buenos días, tío— saludo con una leve inclinación de su cabeza, mostrando respeto haciendo que el mayor sonriera con suavidad, acariciando su barba con lentitud.

—Buenos días— respondió el hombre mientras miraba unos documentos, entregándolos a este para su revisión— Últimamente hay bastantes revueltas en este sector, parece que hay seguidores del clan Wen que aún actúan en nombre de Wen Ruohan.

—Parece problemático— mencionó el joven viendo como había algunas fotos de robos, asaltos e incluso asesinatos. No era algo común que le asignaran a algo como esto, pero era mejor mantener la mente ocupada en algo que no fuera aquel sentimiento que le carcomía el alma.

—Lo es, bastante… parece que se toman muy a pecho algunas doctrinas no muy… correctas— la voz de su tío sonaba levemente enojada, no tenía que verle al rostro para saber que tendría aquel ceño fruncido levemente mientras hablaba. Parecía que aquel caso le estaba tomando más tiempo del necesario.

—Está bien… ¿Hay algunas pistas que pueda seguir? —preguntó con suavidad haciendo que el mayor negara— Supongo que debo empezar por buscarlas, entonces…

—Te deseo suerte, Xichen— parecía que el rostro impasible de su tío no iba a mejorar con los años y esa era una constante de su vida, una a la que ya se había acostumbrado a pesar de las adversidades. El joven Lan hizo una reverencia y dio media vuelta, dispuesto a salir de la oficina cuando su tío le llamó de nuevo, haciendo que le mirara— ¿Todo está bien? No he podido comunicarme contigo por teléfono.

—Cambié de número— respondió el joven con aquella sonrisa.

—Por favor, dime el número, quiero saber si estás bien. Sé que han sido unos meses difíciles para ti. Si necesitas un descanso del trabajo puedes decirme.

—Estoy bien tío— dijo Lan Xichen sin una pizca de temblor o dolor en su voz, una voz que había aprendido a fingir con el tiempo— No tienes que preocuparte tanto por mi…— le dedicó una sonrisa, hizo una última reverencia y salió de la oficina.

Era mejor así, incluso cuando fingía, incluso si tenía que mentirle a su tío sobre su estado de ánimo era lo mejor para todos, solo él merecía sentir aquella asfixiante sensación cada que despertaba, no debía involucrar a otros en ello, mucho menos a su familia.

Estaba a punto de salir de la estación cuando divisó a su hermano. No pudo evitar mirarle, incluso estando en aquella sala de juntas podía notar que estaba feliz, además que notaba la presencia del joven Wei Wuxian a su lado, pues aquella expresión tranquila solo se presentaba cuando estaba al lado de él.

Suspiró, hubo un tiempo en el que comprendía aquel sentimiento de amor y lealtad, sin embargo, ahora era algo tan lejano y abstracto que apenas si podía soportarlo como era debido. No supo en qué momento su hermano y él cruzaron miradas haciendo que Lan Xichen parpadeara y sonriera más tranquilamente a este. El menor de los Lan hizo una inclinación de su cabeza en forma de saludo y pronto pudo ver como Wei Wuxian saludaba con el mismo gesto y aquella sonrisa que le caracterizaba.

—¡Wei Wuxian! —la voz era reconocible para él, se trataba de su compañero quien parecía acercarse a la sala de juntas con pasos fuertes haciendo que el joven Wei Wuxian se ocultara tras Wangji quien no dudó en darle una mirada fría al joven Jiang— No deberías estar tan tranquilo en la estación, ¿No tienes nada productivo que hacer?

—Oh, Jiang Cheng, no seas tan estoico, ¿No ves que ayudo con un crimen? —mencionó con su tono infantil, ocultándose aún tras el cuerpo de su esposo quien definitivamente no iba a permitir que Jiang se le acercase mucho.

—¿Un crimen? —preguntó con aquella mueca de disgusto e ira.

—Si, por supuesto, ¿Crees que mi cabeza solo sirve para tatuar? —inquirió con travesura haciendo que el joven líder de la familia Jiang se enojara aún más.

—Joven Wanyin, puede calmarse— comentó Lan Xichen con una sonrisa dulce, acercándose a este y colocando una mano en su hombro— Sé que el joven Wei no hará nada indebido estando en la estación— en cuanto recibió una respuesta afirmativa del aludido miró a Jiang quien parecía frustrado.

Los ojos azules penetrantes de Jiang Cheng parecían mirarle con odio cuando quitó la mano de este de su hombro y se retiró del lugar— Le espero en la patrulla— dijo azotando la puerta de la sala de juntas y caminando por los pasillos con aquel enojo común en él.

Xichen suspiró, sonriendo aún, iba a ser un día ajetreado por lo visto. Miró a su hermano para dedicarle otra sonrisa— ¿Qué están investigando? —preguntó con curiosidad, sin embargo, Wei Wuxian interrumpió.

—Oh, un caso complejo, si, si— indicó colocando sus manos en los hombros del mayor— Pero lo podremos resolver, así que puede irse antes de que Jiang Cheng se enoje más— indicó el joven Wei con un tono presuroso.

Aunque Xichen no entendió tales gestos o apuros no dijo nada, prefería no contaminar las ideas de ambos con sus opiniones acerca de un caso al que no le habían asignado, por lo que solo se despidió de ambos con una reverencia y caminó a la salida de la estación, subiendo a la patrulla y viendo como el joven a su lado parecía atareado con su teléfono.

—Am… joven Wanyin, ¿Necesita ayuda? —preguntó con calma, levantando su mano haciendo que el contrario negara. Parecía estar buscando un número entre la lista y, al encontrarlo, envió un mensaje. No parecía especialmente importante, por lo que Xichen solo giró su vista a la calle para comenzar a conducir.

El silencio de nuevo en la patrulla se hizo presente, estaba comenzando a acostumbrarse, así como todos los días tenía que hacerlo. Había tenido compañeros antes, entre ellos su hermano, sin embargo, podían mantener una conversación, aunque estoica, fluida. Con el joven Guangyao había sido igual, aunque las conversaciones habían sido más y más fluidas, incluso más íntimas, pero eso había terminado para su desgracia, aquella sombra no estaba ahí, ya no iba a estar.

Suspiró, no supo en qué momento de su patrullaje su sonrisa había desaparecido y ahora sentía la mirada de su acompañante sobre su nuca— Zewu-Jun, ¿Todo está bien? —aquella pregunta de nuevo. Estaba ya acostumbrada a ella, pero no le hacía tanta gracia el tener que responderla seguido.

—¿Por qué pregunta? —inquirió mientras maniobraba en la avenida. No escuchó una respuesta de inmediato, supuso que no era la respuesta que el contrario esperaba— Lo estoy, estoy bien.

No quería responder más aquello, no al menos el día de hoy. Se acercaba mediodía y había invertido toda su energía en sonreír y decir que “estaba bien”, el agotamiento comenzaba a notarse, pero Xichen no decía nada, ¿Para qué preocupar a alguien más?

—Gire en la siguiente calle a la derecha— pidió su compañero, una indicación sencilla que Lan Xichen siguió sin refutar— Pare aquí— pidió esta vez haciendo que apagara el auto y estacionara.

Jiang Cheng miró a ambos lados por un momento y bajó del auto haciendo que Xichen solo se recostara contra el espaldar y suspirara. Estaba realmente agotado, incluso cuando había dormido las ocho horas y no había tenido problemas para conciliar el sueño a pesar de las pesadillas se sentía agotado, como si pudiera caer dormido mientras conducía. No quería pensar en ello y causar un accidente, así que tomó un poco del agua que tenía en la patrulla y bebió un poco.

Pronto pudo ver a su compañero volver con un par de bolsas, entrando en la patrulla y sentándose, entregándole una de las bolsas— Debe estar hambriento, no suele desayunar— dijo su compañero abriendo su bolsa. Xichen parpadeó unos momentos antes de abrirla viendo como había un pequeño almuerzo adentro— Sé que es vegetariano, pedí tofu para usted, ¿Le agrada?

Lan Xichen rio suavemente y asintió con gusto, tomando el almuerzo y comiendo lentamente. No había comido más de la mitad cuando se sintió satisfecho, aunque su compañero parecía realmente hambriento pues se había comido toda su porción.

—¿Le gustó? —preguntó su acompañante haciendo que Lan Xichen cerrara la vasija y la dejara a un lado, asintiendo. No quería que se diera cuenta de que su apetito se había visto afectado por lo acontecido.

—Muchas gracias, Wanyin— dijo con suavidad haciendo que una leve sonrisa se levantara en la comisura del contrario cosa que movió algo en el interior del mayor de los jades, algo que no había querido— Hay que seguir…

—Yo conduzco— dijo su compañero con un tono seguro, arrugando la basura, tomando la vasija de Xichen quien no se le permitió, no quería que se diera cuenta de que no había comido mucho.

—Yo la boto, está bien— se excusó con una sonrisa. Bajó del auto, mirando a ambos lados de la acera y dejando la vasija a un lado, en un callejón, sin tirarla a la basura. Cuando cambió con su compañero pudo ver como este lanzaba su basura al contenedor sin notar que él había dejado la suya a un lado lo que le alivió. Alguien más podría comer la comida, alguien que si tuviera hambre.

Volvieron a arrancar, en silencio, pero Xichen se encontraba más calmado que antes, tal vez si era necesario aquel plato de comida después de todo. No fue mucho lo que avanzaron cuando sonó el radio;

—Posible robo en la calle 39, patrulla más cercana por favor acudir.

—10-4 estación— respondió Xichen— Patrulla 217 en camino.

Chapter 2: Ocultar (La luna)

Chapter Text

El sonido de la patrulla, los autos apartándose y el incesante palpitar de su cabeza por la incomodidad era algo que no podía controlar, era constante, tortuoso, le mantenía en un constante malestar, sintiendo nauseas, conteniéndolas a pasar de las altas ganas de tener que vomitar.

Al llegar al lugar notaron la vidriería de la joyería rota. Estacionaron, Xichen pudo notar como la mano de su compañero tomaba su Zidian con fuerza antes de bajar, apretando el mango del arma en su cinturón al igual que su espada. No era común que los policías últimamente usaran la cultivación para atrapar a los criminales, sin embargo, aún había algunas divisiones o escuadrones que los tenían, como lo era la división a la que ellos pertenecían.

Xichen también tomó su espada con fuerza, no gustaba apoyarse en el arma, la había dejado de cargar después del accidente, así que solo se valía de su fiel Shuoyue. Podía ver a su contrario caminar lentamente, sacando el arma mientras se adentraban a la estancia. Pronto pudo ver a uno de los guardias en el suelo al cual se acercó rápidamente, para su fortuna estaba vivo, solo que inconsciente.

Pudo escuchar un ruido al fondo del establecimiento viendo como su compañero se preparaba para el ataque si era necesario haciendo que Lan Xichen tomara su espada, preparado por si había un enfrentamiento.

—Alguien… ayuda…— pudo escuchar haciendo que corriera al lugar, asistiendo a una joven mujer que estaba herida, ayudándole a levantarse, sentándola contra la pared para que se apoyara adecuadamente.

Xichen tomó la radio —Central, necesitamos una ambulancia en la joyería de la 39, civil y guardias heridos— suspiró mientras miraba alrededor, notando las vitrinas intactas haciendo que mirara a la joven mientras el radio sonaba de fondo con un “Asistencia en camino, 217”— Señorita, ¿puede decirme que pasó?

—Ese sujeto… quería la llave de la bodega… tiene al gerente— indicó con suavidad, tratando de cubrir la herida en su cabeza, sintiendo la sangre y haciendo una mueca de dolor.

—Entiendo, quédese aquí, la ayuda va a llegar pronto— la joven asintió haciendo que Xichen se levantara, mirando alrededor para buscar a su compañero— Wanyin— llamó suavemente recibiendo una seña de su parte haciendo que este se acercase, notando como señalaba la bodega, escuchando voces.

—Es solo una réplica, todos saben que eso se destruyó hace años— indicó el hombre de edad quien parecía asustado, incluso cuando su rostro permanecía impasible.

—¿Dónde está el original? —preguntó con el ceño fruncido, el arma apuntando a la cabeza del hombre. El gerente negó haciendo que el hombre acercara más el arma a la cabeza del pobre hombre— No voy a repetirlo, ¿Dónde está ese amuleto maldito?

—¡Policía, baje el arma! —gritó Jiang Cheng, aún oculto tras la pared de la bodega para no ser herido. Xichen sacó lentamente su espada, sabía que tenía desventaja con respecto a un arma, sin embargo, no podía permitir que más vidas inocentes fueran lastimadas.

El hombre, al verse acorralado, tomó al gerente contra su pecho, colocando el arma en la sien de este— ¡Aléjense o le disparo! —su voz parecía desesperada, como si no quisiera ser atrapado, cosa que Xichen entendía muy bien, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. Frunció el ceño con levedad viendo como su compañero apuntaba el arma al hombre.

—Baje el arma, ahora— ordenó Wanyin con aquella mirada fría, preparado para un enfrentamiento.

El joven, temblando, le disparó a Jiang Cheng en la mano haciendo que este soltara su arma, dejando la vía libre a que este escapase, Xichen solo miró al joven escapar, aquel disparo le había paralizado por unos instantes, no le habían permitido reaccionar. Se movió, pero para cuando se giró un rayo púrpura pasó por su lado, atravesando la distancia entre ellos y aquel hombre, enredándose alrededor de su cuerpo, aprisionándolo con fuerza.

—Maldita sea…— gruñó Jiang Cheng con furia, acercándose al hombre, enredándolo más y más con Zidian, sin compasión— ¿Sabes cuánto va a demorar en sanar esto? —le preguntó su compañero mostrándole la herida ensangrentada al hombre quien solo soltó un gruñido— Al menos un mes, tu, maldito…

—Wanyin— llamó el mayor guardando la espada en la funda, acercándose y mirando al hombre quien aún era rodeado por Zidian— ¿Qué querías robar? —el contrario solo se quedó mirándolo con seriedad haciendo que Jiang Cheng apretase más el lazo a su alrededor— Responde, por favor.

Este solo respondió escupiéndole, haciendo que retrocediera un poco con disgusto— Malditos cultivadores— exclamó, aunque pronto pudo escuchar un fuerte chillido de dolor de su parte.

—¡Wanyin! —gritó a su contrario con seriedad— Queremos interrogarlo, no asesinarlo. Sé más suave con Zidian.

—Podríamos hacer ambos— indicó el contrario con enojo, aunque aflojó un poco la misma para permitirle respirar. Jiang Cheng sacudió un poco su mano, esparciendo la sangre en el suelo, tratando de no quejarse del dolor, pero era obvio por su expresión que la adrenalina había bajado lo suficiente para sentir el disparo en sus nudillos.
Xichen suspiró, tomando de nuevo el radio— Sospechoso capturado, un oficial herido, ¿Dónde está la asistencia? —preguntó con el ceño fruncido, viendo como su contrario miraba al hombre con desprecio, haciéndole una seña obscena con la mano y haciendo suspirar al mayor.

Pronto las sirenas de la ambulancia sonaron, llegando al lugar, así como otra patrulla. Lan Xichen pudo ver como su hermano bajaba de esta junto al joven Wei Wuxian quien estaba con un chaleco antibalas sobre su ropa normal. Era curioso como el joven esposo de su hermano resaltaba a donde llegaba, como si la sonrisa que llevaba irradiara felicidad, causando el efecto contrario a su presencia, que parecía desanimar a los demás. Su hermano parecía abstraído con la situación, o tal vez así lo percibía Xichen.

—No te acostumbras al nuevo corte, ¿No es así, Jiang Cheng? —preguntó Wei Wuxian a su hermano quien solo chasqueó la lengua. Era cierto, el joven Wei se veía diferente con el cabello corto, y, aunque su hermano se había dejado el cabello largo como lo indicaba la tradición de la familia, el verlo recogido de aquella forma era extraño. Supuso que era el joven Wei quien lo había peinado.

—Calla— reclamó Jiang Cheng a su contrario con disgusto. Los ojos de color oscuro de Wei Wuxian examinaron al hombre aún rodeado por Zidian.

—Oh, le diste su merecido, Jiang Cheng— dijo con diversión, acercándose al joven con esa sonrisa de siempre— ¿Qué buscabas? —preguntó, aunque no recibió una respuesta, sin embargo, él no se movió, quedándose quieto, notando como la mirada del sujeto señalaba inconscientemente algo que no dudó en seguir, notando el aviso promocional el cual tomó, viendo la imagen de aquella reliquia que creía perdida— Así que buscabas esto— dijo con suavidad, notando el nerviosismo de este y el cómo la forma en la que evitaba sus ojos lo delataba por completo— Entiendo. Oh, que frustrado debes estar al saber que eso no estaría en una simple joyería, ¿no crees?

El joven quiso refutar, pero Zidian no lo dejó— Wei Wuxian, hablas mucho— reclamó Jiang Cheng con el ceño fruncido haciendo que, quien era su prisionero, se pusiera pálido como la baldosa.

—¿Usted… es Wei Wuxian? —preguntó haciendo que el aludido solo sonriera, mostrando un poco de malicia en su mirada— El… el jodido Wei Wuxian… ¿Por qué ayudas a estos policías? ¿No traicionas tus ideales?

—¿Ideales? —preguntó el joven, inclinándose a este, mirándole con seriedad, pero sin dejar de sonreír— ¿Qué sabes tú de ideales si buscas una reliquia que solo trae destrucción? ¿Por qué crees que ayudaría a alguien como tú? —los ojos de Wei Wuxian se iluminaron en carmesí, notando las almas que rondaban al joven, el cómo lo tenían del cuello, queriendo asfixiarlo. Eso no era buena señal, sin embargo, no dijo nada pues pronto sintió una mano en su hombro.

—Wei Ying— llamó su esposo haciendo que la sonrisa le volviera al rostro, levantándose y volviendo a la normalidad.

—El Tigre Estigio fue destruido si es lo que estás buscando, no creo que valga la pena que lo encuentres igualmente— su voz denotaba frialdad, aunque en su rostro aún se mostraba esa sonrisa, lo que le hacía letal.

Xichen solo escuchaba, en silencio, ¿Por qué alguien quería de regreso ese maldito amuleto que tanto había traído desgracias y muerte? Para él era difícil concebir a alguien en su sano juicio que pudiera desear ese amuleto de muerte de regreso, pero el mundo parecía estar de cabeza últimamente.

El hombre dejó de hablar, así que, sin más rodeos, lo llevaron a la estación para intentar que alguien le sacara más información, pero fue imposible, no habían podido hacerle hablar más de lo que le había dicho a Wei Wuxian.

—Nada— dijo Lan Xichen tras salir de la sala de interrogatorio sin éxito. Jiang Cheng parecía más frustrado por la herida en la mano que por el interrogatorio en sí. Xichen no podía decir que no le preocupaba, pero mostrar interés en ello parecía hacer que este se molestara más por su situación— Wanyin, ¿Te sientes bien?

No había podido evitar preguntar de todas formas, no era alguien desconsiderado, no podía evitar que esa preocupación que le estaba carcomiendo lo atrapase de nuevo. Tomó la mano de este, esperando a que la retirara como siempre hacía, pero no fue el caso, parecía más abstraído con el asunto que por la herida— Duele un poco— dijo con suavidad, mirando al sospechoso por el vidrio espejo, notando como este miraba a todos lados, el cómo parecía sospechar de cada esquina— Zewu Jun no debería preocuparse por mi…

La modestia del joven le parecía excepcional, así como su carácter, sin embargo, parecía más dócil de lo normal y era raro, pero no desagradable. Tal vez era por el medicamento que le habían dado en la ambulancia, pero no estaba del todo seguro.

—Si te duele por favor infórmame, no quisiera pensar que pueda pasar a mayores— mencionó al mayor haciendo que el contrario asintiera lentamente. Le miró de nuevo, notando como la distracción parecía estar atada a algo en su mente, a un pensamiento, o a una idea tal vez. Xichen había aprendido a leer a las personas como él por su hermano, aunque Jiang Cheng era más fácil de leer que su hermano muchas veces.

—¿Crees que esté actuando solo? —preguntó el mayor, revisando la mano con delicadeza, quedándose con la misma de manera inconsciente, suspirando. Pudo ver como Wanyin negó.

—Nadie buscaría ese sello maldito por voluntad propia, es demasiado extraño. Revisé sus antecedentes también, lo máximo que ha hecho es un robo fallido hace dos años— el tono de Wanyin era profesional, como siempre lo era cuando se trataba de asuntos importantes como esos. Era… lindo.

Se sonrojó levemente al pensar ello, negando. Era inadecuado— Entiendo, ¿Crees que haya alguien más poderoso detrás? —esta vez soltó su mano para no incomodar al mayor viendo como este asentía sin prestarle mayor interés.

Pronto pudo ver como el hombre comenzaba a convulsionar haciendo que Wanyin se apresurara a llamar al médico mientras Xichen entraba e intentaba detenerlo, sin embargo, podía ver espuma se formaba en la boca antes de que su cuerpo cayera inerte contra el espaldar de la silla.

El médico llegó poco después, revisando la boca y el cuerpo, negando— Parece una cápsula…— dijo al ver entre su boca.

—Ahí va nuestro testigo— indicó Xichen, suspirando en exasperación viendo como Wanyin apretaba la mano con fuerza, haciendo que la sangre cayera al suelo, pero antes de poder decirle nada, salió del lugar. ¿Qué era aquello que le preocupaba en ese momento?

Chapter 3: Dolor (Tres de varas)

Chapter Text

—Wanyin— llamó rápidamente a su compañero queriendo llamar su atención, pero este parecía más decidido a enfrentarse a alguien que a escucharlo. Pudo notar como se acercaba al joven Wei quien estaba despistado, mirando unos documentos sobre el escritorio de su amado.

—Wei Wuxian, ¿Qué le hiciste? —le preguntó haciendo que el aludido saltara en su puesto por el alto tono de voz, además de mirarle con cautela— Estuvo contigo antes de llevarlo a la sala de interrogatorio.

—¿Yo? ¿Por qué le haría algo? —preguntó con intranquilidad en su voz, buscando de un lado al otro, como tratando de encontrar a Wangji quien no estaba cerca— Jiang Cheng, sé que no te agrado, pero insinuar algo así de mi es…

Xichen podía ver como la mirada de Wei Wuxian cambiaba a una lastimada, como si estuviera llena de dolor, no parecía especialmente interesado en el humor de Wanyin, pero las palabras estaban lastimando a su cuñado.

—Wa-Wanyin, no creo que sea prudente acusarlo de esa forma— habló Xichen tratando de cortar el ambiente tenso que se estaba formando, viendo pronto como su hermano llegaba, mirando de manera fría a su compañero. Wangji pasó su brazo alrededor de los hombros de su esposo, refugiándolo entre sus brazos.

—No hizo nada, no entró con el hombre— dijo con aquel tono frío, Xichen podía notar como su hermano protegía a su pareja con fiereza, incluso cuando no lo hacía tan claro él podía ver como su hermano se esforzaba porque Wei Wuxian estuviera en aquel lugar de forma cómoda.

—Está bien, Lan Zhan, entiendo la preocupación de Jiang Cheng— dijo el joven mirando con aquellos ojos oscuros a los de su hermano quien parecía aligerar su ceño al verle— Tranquilo…

Wangji respondió con un suave “Mn”, sin embargo, podía notarse el disgusto en su mirada cuando volvió a ver a Jiang Cheng quien estaba aún molesto, incluso más molesto por la conversación que sostenían quienes estaban frente suyo.

—¿Cómo explicas que haya muerto así de repente? — inquirió Jiang Cheng con enojo, mirando a Wangji con el ceño fruncido. Xichen pudo notar como la mirada del joven Wei cambiaba, parecía pálido, como si hubiese visto un muerto.

—Entonces…—susurró el de ojos negros haciendo que su esposo le mirara, atento a sus susurros. Se inclinó para escucharlo, incluso cuando la diferencia de altura no era tanta, como su hermano debía bajar su cabeza para escuchar mejor a su esposo, lo que le parecía tierno, quería confiar con alguien, pero estaba lejos de sus capacidades ahora.

Wangji asintió— Puede ser eso— dijo haciendo que el compañero de Lan Xichen soltara un bufido, parecía no muy convencido de lo que acababa de pasar, pero no era algo que pudiera predecir ¿Cierto?

—Según el médico… él tomó una pastilla, probablemente una suicida— indicó Xichen haciendo que su compañero le observara. Wanyin había estado tan ciego de ira que no había podido notar ese detalle, o eso pudo ver Xichen en su mirada cuando sus ojos bajaron al suelo.

Wei Wuxian miró al mayor de los hermanos Lan y asintió en comprensión —Entiendo… Si es así, ¿Por qué Jiang Cheng pensó que sería yo? —inquirió con curiosidad notando como el aludido soltaba un bufido, pero pronto dejó el asunto— Si era eso, entonces le tenía más miedo a estar adentro que afuera, o prefería estar muerto a darnos información.

—Tratamos con alguien más, ¿no es así? —fue la pregunta del mayor haciendo que el joven asintiera. Xichen asintió, suspirando, arreglando su cabello en una coleta alta, tratando de mantenerse cuerdo en aquellos momentos— Wanyin, lo que dijiste antes…— cuando giró su cabeza no encontró a su compañero pues ya iba de salido haciendo que suspirase de nuevo— Disculpen. Joven Wei Wuxian, hermano— se despidió de ambos con educación, sin prestar atención a si hacían lo mismo.

Sus pasos eran rápidos al ir tras su compañero, estaba preocupado por su reacción de hace un momento. Entendía las discusiones que tenía con Wei Wuxian, pero eso era demasiado. El joven Wei podría ser despistado, infantil y altanero, pero jamás dañaría a alguien de esa forma, mucho menos si era para resolver un caso.

Mientras Lan Xichen seguía a su compañero, Hanguang-Jun miró a su esposo, curioso por sus palabras. El contrario, al sentir su mirada, le observó, dedicándole una sonrisa. —¿Qué quisieras saber, Er-gege? —preguntó de manera traviesa notando como las orejas de su amado se tornaban rojas como un tomate. Había aprendido a notar y leer las expresiones de su amado, un total desafío ciertamente.

—¿Qué pasó? —fue la pregunta que le hizo haciendo que Wei Wuxian suspirase.

—Pude ver algunas almas alrededor de él, rodeando su cuello, como queriendo apretarlo. No es común, sabes, suele suceder cuando alguien carga con personas a cuestas y tienen deudas pendientes, pero esta vez, parece algo diferente— Wangji asintió, atento a las palabras de su amado mientras tomaba su mano con delicadeza— Es como… como si hubiera otra presencia ahí, como si se alimentara de su sufrimiento. No puedo describirlo diferente… hay alguien que está usando las artes oscuras.

—Entonces es peligroso— indicó Wangji apretando esta vez la mano de su compañero, sintiendo como esta permanecía fría, preocupándose de inmediato— Wei Ying…— llamó levantando su mano a la frente de este, sintiendo como su temperatura había subido— ¿Fue por lo de a joyería?

—¿Eh? Ah… puede que si… utilice eso sin querer— susurró con una sonrisa apenada, desviando la mirada de su esposo quien lo llevó a sentarse tras su escritorio— Estoy bien, Lan Zhan, no debes preocuparte…

—Mi turno ya casi termina, te llevaré a casa— dijo rápidamente, colocando su saco sobre los hombros de su amado quien no pudo evitar sonreír, acariciando las manos de su amado.

—Es muy dulce de tu parte, Lan Zhan— susurró, cerrando sus ojos, acurrucándose contra el saco de su esposo mientras este acomodaba su cabello con dulzura, buscando otra silla para sentarse a su lado mientras él descansaba.

— — —— — —— — —— — —— — —

—¡Wanyin! —llamó Lan Xichen, el joven parecía apresurar su caminar por las calles, cosa que no le gustaba al mayor Lan. Tragó antes de alcanzar su paso y tomar su muñeca haciendo que este girara y lanzara un puño a pesar de que su mano estaba aún lastimada. Para su fortuna sus reflejos aún eran buenos y logró esquivarlo, quien sabe qué habría pasado si le hubiese golpeado pues iba directamente al rostro.

—Lan Huan… por los dioses, podría haberte golpeado— el regaño había sido suave, pero se notaba la completa intención de este. Pero no era eso lo importante en ese momento, su compañero lo había llamado por su nombre de nacimiento, no por el de cortesía. Era impropio de Jiang Cheng el llamar a alguien de esa forma, mucho menos cuando no había la suficiente confianza entre ellos, pero el contrario no pareció notarlo— ¿Estás bien?

Lan Xichen asintió. ¿Bien? Por un momento sintió que su corazón se había detenido, ¿Cómo era que le había llamado exactamente? ¿Cómo era que no lo había notado del todo? Estaba perdido, demasiado perdido en sus pensamientos como para poder mirar a Wanyin a los ojos.

—Por favor, tenga cuidado al salir de esa forma— susurró Xichen, notando que aún sostenía su muñeca y soltándola lentamente sin perder aquel pequeño detalle que podría escapársele a alguien más, pero no a él; el pulso de Wanyin estaba acelerado, pero no de aquella forma normal, sino una… peculiar. ¿Cómo podía saberlo? Aún era incierto. Supuso que era tan natural como saber que pensaba con solo mirar su rostro, pero eso era otra cosa.

Estaba a punto de decir algo más cuando la radio que tenía en su hombro sonó con una emergencia, ¿Qué tanto era unos momentos de tranquilidad?
—Patrulla cercana, hay un robo en la 65, hombre armado, posibles víctimas.

Xichen suspiró, estaban lejos, no podían responder a la emergencia, por lo que no respondió al radio. Wanyin estaba atento al aparato, el mayor podía notarlo debido a la expresión en el rostro de su contrario quien parecía más que consternado.

—Otro robo en menos de veinticuatro horas— mencionó con suavidad. Miró a su alrededor y, tomando la muñeca de Xichen, corrió de vuelta a la estación, entrando a su oficina, mostrándole unas carpetas— No han sido los únicos, ha habido robos últimamente, a joyerías, museos y tiendas de antigüedades…

—¿Crees que busquen el Tigre Estigio? —preguntó el mayor de los Lan mirando los expedientes, el cómo siempre los sospechosos desaparecían o se encontraban pronto muertos. Era demasiada coincidencia, no podía evitar pensar en ello como un plan más grande, ¿Pero de quién?

—Un ladrón o al menos una banda de ladrones se ocuparían de tiendas, bancos, incluso las joyas de las joyerías, pero parece que se ocupan de lugares específicos, buscando algo específico…— las conjeturas de Wanyin eran interesantes, no podía esperar más de uno de los mejores detectives de la estación.

—Entonces hay alguien detrás— indicó Xichen sentándose en una de las sillas presentes— ¿Qué quieren con esa reliquia?

—Nadie que tenga esa reliquia va a querer algo bueno, Zewu-Jun— ahí estaba de nuevo aquel título, ¿Había sido entonces un desliz? ¿Solo eso? Quiso pensar que era ello, que no era la intención de Wanyin el llamarlo de forma tan personal.

—Supongo— susurró, exhausto. Se encontraba cansado, siempre estaba cansado, era demasiado para su mente, ¿Por qué? Bostezó, cubriendo su boca por educación, mirando a su contrario y el cómo su ceño fruncido se mantenía mientras miraba los papeles.

Rio al notar aquella expresión, haciendo que el contrario la mirara— ¿Qué sucede? — le preguntó su compañero haciendo que Lan Xichen negara— ¿Qué te parece gracioso? —se acercó a este queriendo quitar su risa, sin embargo, parecía que esto solo hacía al mayor reír más— Zewu-Jun, ¿Qué es tan gracioso?

—Nada, esa expresión es realmente propia de ti, Wanyin— indicó aun riendo, sosteniendo las manos de su contrario, divertido. Estaba pensando mucho en ello, pero las expresiones de su compañero le eran tan lindas y extrañas al mismo tiempo, ¿Podría sencillamente mirarlo de esa forma un poco más de tiempo?

Fue en ese momento que alguien tocó a la perta, entrando sin miramientos, mirando la situación, pero no diciendo nada pues la interacción entre ellos era de esa forma, al menos a los ojos de los demás.

—Zewu-Jun, Sandu ShengShou, hay un reporte de un robo que deben ver— el joven parecía impaciente, pero hablaba con tranquilidad. Wanyin se alejó de su contrario, mirando al joven y asintiendo mientras recuperaba la compostura.

Se separaron como si nada hubiese pasado, pero algo estaba cambiando, incluso cuando Lan Xichen no sabía de qué se trataba. ¿Era el comienzo de algo? Eso parecía, pero el tiempo diría que.

Chapter 4: Azul (Tres de Espadas)

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El aire en la sala era intenso, había frío, por poco y Xichen podía ver su aliento salir por su boca, ¿Por qué debían tener el aire acondicionado tan frío en el laboratorio? Bueno, era cierto, como todos lo sabían, que el frío era necesario para la conservación de evidencia y sobre todo de los cuerpos que allí se examinaban y era tal vez por el joven que estaba en la mesa.

El mayor de los Lan parecía extrañamente tranquilo a pesar del muchacho en la mesa, eso era normal tal vez, pero Wanyin había visto ya las reacciones de su compañero tantas veces que ver a este tan sereno era extraño, pero decidió quedarse callado como lo hacía siempre.

—¿Qué tenemos entonces? —preguntó Wanyin, disgustado por el silencio de la sala, notando como su compañero parecía casi en shock por la escena. Pudo ver como el forense levantó la sábana que cubría el cuerpo haciendo que Lan Xichen retrocediera un paso.

El cuerpo era reciente, se podía notar en la falta de rigor además de que podía verse su piel aun levemente rosada. El forense miró a ambos como analizando sus reacciones por lo que el mayor de los Lan tuvo que cubrir su boca para evitar soltar un jadeo. La herida en la cabeza era visible, que decir, atravesaba el cráneo de lado a lado. Un escalofrío le recorrió, quería vomitar por solo pensar en ello, hasta que escuchó a Wanyin quejarse.

— Sandu ShengShou, debería vendar esa herida mejor— mencionó el forense haciendo que Xichen mirara a su compañero, tomando su mano con rapidez al notar que comenzaba a sangrar levemente y pidiendo lo necesario para limpiar y vendar rápidamente.

—Wanyin, debe cuidarse bien— dijo el mayor mientras miraba que su mano no resultara más lastimada. El aludido asintió en silencio mirando de nuevo el cadáver.

—¿Hay algo en particular? —le preguntó Wanyin al forense, moviendo su mano con dificultad notando como Xichen estaba más preocupado por esta que por el cuerpo frente suyo.

—Si, es justamente lo que quería mostrarles— indicó. Bajó la sábana mostrando una marca en su pecho, el símbolo del clan Wen estaba marcado a fuego en su pecho, como si fuera ganado— No es reciente, tendrá al menos unos meses— dijo el hombre girando un poco el cuerpo, señalando unas marcas negras que recorrían su espalda— Al igual que esto.

Xichen tragó pesado mientras que Wanyin frunció el ceño. Esas eran marcas conocidas por ambos, el uso de las artes oscuras provocaba aquello, Wei Wuxian aún tenía marcas pequeñas visibles en su espalda debido a ello.

—Así que nuestro sospechoso tiene estas marcas, ¿Y? —fueron las palabras de Wanyin quien recuperaba su mano del suave agarre de su compañero quien ahora investigaba el cuerpo con delicadeza, recorriendo con sus dedos las marcas como pequeños caminos notando como todas iban hasta la nuca.

—Que el joven que murió en interrogatorio esta mañana tenía las mismas marcas— indicó con suavidad el forense haciendo que Xichen mirara a este, sorprendido— Así que si, estaban conectados de alguna forma.

—¿Una organización? ¿Un culto? —preguntó Xichen especulando.

—Es una posibilidad— indicó Wanyin llevando su mano al mentón, pensando en la situación, supuso Xichen. Suspiró profundamente mientras dejaba descansar el cuerpo sobre la mesa de nuevo, mirando a Wanyin, buscando alguna respuesta en su rostro la cual en definitiva no encontró.

—Si este caso y el de esta mañana están relacionados, ¿Tendrá que ver entonces con Wen Ruohan? — susurró el mayor de los Lan. Wanyin le miró por unos momentos haciendo que Xichen cubriera su boca, así que él no sabía sobre ese caso. Tragó pesado al verle fruncir el ceño, tomando su muñeca, la que no estaba lastimada, y alejándolo de la mesa por un momento— Mi tío me dio un expediente, esta mañana, sobre Wen Ruohan.

—¿Y no podías decirme eso antes, Zewu-Jun? —preguntó, se podía notar el enojo del contrario en su voz haciendo que el mayor de los Lan suspirase.

—Disculpa, no he tenido cabeza para pensar en eso hoy— indicó señalando al cuerpo sobre la mesa con una seña de su cabeza haciendo que el contrario soltara un bufido— Pero ese no es el punto, Wanyin. Si el clan Wen está involucrado, o algún clan más pequeño afiliado será un problema, no solo para la ciudad, sino para nosotros.

—Entiendo que sería complejo— indicó aun manteniendo el ceño fruncido volviendo a mirar el cuerpo que yacía en la mesa cerca a ellos. No era extraño ver a ambos discutiendo, pensó el forense, pero ese momento era poco conveniente, mucho más con un caso que necesitaba su atención.

—Exactamente— indicó Xichen con tranquilidad. Soltó la muñeca de su compañero y miró al joven en la mesa, aunque ya estaba cubierto aún recordaba la marca en su pecho, como si se hubiese marcado en su mente— Esa marca la he visto antes— susurró. Se despidió del forense y salió del laboratorio notando como Wanyin casi le pisaba los talones. En su oficina estaban los expedientes de los casos relacionados que su tío le había dejado aquella mañana, parecía que las carpetas hubiesen aumentado su altura mientras él no estaba así que supuso que alguno de los muchachos había entrado y dejado todo lo pertinente uno sobre el otro.

Buscó carpeta por carpeta, foto por foto, no quería dejar cabos sueltos, sin embargo, lo máximo que había encontrado eran referencias del símbolo del clan Wen representado por un sol. Suspiró, había visto eso en alguna parte, esa marca, de esa forma, quemado en la piel, pero no podía recordar exactamente donde, hasta que algo parecido a un flash iluminó su cabeza, levantándose de la silla y mirando a Wanyin con ojos abiertos.

—El joven Wei— dijo antes de salir y buscar a su cuñado con rapidez, sin poder ubicarlo de ninguna forma— Wei Wuxian, ¿lo han visto? —preguntó a uno de los jóvenes quien negó con confusión.

—El joven Wei Wuxian se fue junto a Hanguang Jun— mencionó uno de los jóvenes que pasaba por su lado haciendo que Xichen suspirase— Parecía sentirse mal, al menos no se veía muy bien…

Xichen asintió, lo había visto pálido y débil cuando volvieron del operativo de la mañana, sabía que la salud del joven Wei no era estable del todo últimamente, parecía enfermarse fácilmente con cualquier cosa, por lo que su hermano parecía más que sobreprotector con él. Y entendía ese sentimiento, o al menos pretendía entenderlo.

—¿Por qué buscas a alguien como Wei Wuxian ahora? —preguntó Wanyin quien parecía especialmente rápido en seguirlo a todas partes, Xichen no podía decir si eso era un defecto o una virtud, y en ese momento realmente no le importaba en pensar en ello.

—¿Recuerdas cuando el joven Wei volvió?

—Ni me lo recuerdes— mencionó Wanyin, desviando su mirada a un lado. Entendía la frustración de Jiang Cheng, el joven Wei había desaparecido del radar de todo el mundo por años y con él su hermano, sin saber su paradero, y un día solo regresaron así sin más. No sabía toda la historia, y estaba casi seguro de que Jiang Cheng tampoco la sabía, los únicos que sabían la verdad de cómo pasó, de lo que sucedió en esos años y todo lo que tuvo que vivir Wei Wuxian eran él mismo y su hermano, pero ambos eran reacios a contar detalles, solo quedándose con “Sucedieron muchas cosas”. Tampoco quería preguntar, había estado ocupado con todo el asunto con Jin Guangyao como para ocupar su mente con algo más.

—Él tiene esa marca, en el pecho, y también mi hermano… pero por otras razones— susurró recordando el día anterior a que su hermano se fuera, el dolor en sus ojos, la perdida de sentido en su mirada debido al alcohol y el cómo había tomado aquel hierro y marcado su piel con el símbolo de los Wen. Al día siguiente su hermano ya no estaba.

—Pero eso no tiene que ver con esto— indicó Wanyin, parecía enojado, ¿Había dicho algo inapropiado? —Wei Wuxian se ganó esa marca en otras circunstancias, con otras personas, antes de todo eso.

—Si, lo entiendo Wanyin, pero… eso no quita que sean la misma.

—¿Crees que esté involucrado en esto? —le pregunta parecía llena de miedo, o al menos con un poco de… inquietud. Había pasado demasiado tiempo con el joven Jiang Cheng como para interpretar sus expresiones, pero ese rostro era difícil en ese momento, era una mezcla de enojo y tristeza, ¿O decepción?

—No, el joven Wei tiene buenas intenciones, a lo que me refiero es que podría ser algo relacionado a él, o al menos a la imagen que él representaba antes.

Jiang Cheng suspiró, como si estuviese aliviado de que su hermano no se involucrara con ese mundo, aunque Xichen sabía por relatos de su hermano que el joven Wei jamás se metería en ese tipo de asuntos. Él entendía el sentimiento, había cargado con culpa y señalamientos por su hermano menor cuando este se había ido de su hogar persiguiendo una sombra que pocos creían viva.

—Entonces… ¿Cómo se conectan? —Xichen no tenía la respuesta a esa pregunta, lo único que pudo hacer era mirar los expedientes sobre la mesa, suspirando por las pocas pistas. Resolver ese caso parecía ir más y más hacia un punto muerto.

———

Se había llevado los expedientes a casa y Wanyin, quien parecía más interesado en el caso que cualquiera, había decidido quedarse en la casa del mayor, asunto que realmente no le molestaba a Xichen pues siempre tenía una habitación para invitados inesperados, como su hermano y su cuñado, aunque estos últimos no iban tan frecuentemente como antes.

La noche se convirtió en madrugada, cuando Xichen miró el reloj de nuevo eran las tres de la mañana— Creo que deberíamos descansar— mencionó mirando esta vez a su compañero quien se había quedado dormido con el expediente en las manos. Xichen rio al verle de esa forma, acercándose a este para tomar sus hombros y despertarlo— Jiang Cheng, ve a descansar, es tarde…

El joven Jiang le miró con ojos cansados, aunque con aquel ceño fruncido que había mantenido toda la noche, como si se hubiese marcado en su rostro por el constante uso de este— ¿Y tú, Lan Huan? —preguntó usando de nuevo su nombre, sin cortesías, solo como si fueran amigos íntimos. Le asustaba un poco el pensar de esa forma, pensar que aquella situación podría repetirse, que alguien más podría salir herido por su culpa, por aquella mala suerte que parecía tener, pero evitó mostrar una reacción conforme a su pensamiento, no podía dejar que su contrario supiera sus verdaderos sentimientos.

—Estoy bien, puedo quedarme más tiempo— mencionó el mayor con suavidad. Ya lo había hecho, había pasado noches despierto, sin poder dormir, sintiéndose asfixiado cada que cerraba los ojos. Debido a lo mismo había tomado la costumbre de preparar algo de café en las noches y revisar expedientes viejos o encender la televisión en programas de crímenes para quedarse dormido en el sofá, el solo estar en su cama le era sofocante. Sin embargo, esta vez era distinto pues el revisar todo ese montón de papeles era necesario, aun así, su contrario tomó una de sus manos y negó, como si lo que estuviese pensando no fuera correcto, como leyendo su mente.

—Ustedes los Lan duermen temprano, no te quedes por mí, si es el caso. Debes descansar también— indicó con seriedad, levantándose, guiándolo a la habitación y señalando la cama— Duerma, yo vendré en un rato— dijo con suavidad.

Xichen suspiró, negando, tomando la muñeca del contrario para llevarle a la cama, tumbándole en esta. Pudo notar como Jiang Cheng le miró con el ceño fruncido, pero no parecía tener la suficiente energía para renegar contra el mayor de los Lan y eso le hacía tener ventaja a Xichen.

—Me acostumbré a dormir tarde— susurró el mayor acercándose a este para desatar el cabello de Jiang Cheng. Quitó la horquilla con delicadeza, soltando el cabello de su menor, entrelazándolo entre sus dedos, sintiendo lo suave, largo y hermoso que era— Cuidas mucho tu cabello…

—¿Te parece indigno de un hombre cuidar de su cabello? —la pregunta estaba cubierta de veneno, del mismo que usaba al hablar con los demás en la comisaría, pero Xichen no se sintió intimidado con este, ni mucho menos cuando le miró con aquellos ojos serios.

El mayor sonrió —¿Por qué me parecería indigno? Es hermoso, yo también cuido de mi cabello y para nuestra familia no es algo que demuestre que sea menos o más hombre si lo hago.

Jiang Cheng se quedó callado, girando a Zidian en su dedo, por un momento parecía enojado, molesto por las palabras que le había dicho el mayor, aunque cuando Xichen se inclinó a ver su rostro notó un sonrojo en sus mejillas antes de que este se girara y se ocultara entre la almohada.

—Duerma también— indicó el joven Jiang, su voz un poco más suave que antes, y Xichen solo pudo pensar en lo adorable que se veía, y lo mal que se sentía al mismo tiempo por pensar de esa manera.

Chapter 5: Mártir (el carro)

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Pólvora, dolor, gritos, había tanto en aquella escena que le era imposible señalar cada una. El joven miró a su alrededor, estaba oscuro, pero había unos ojos color dorado que le miraban desde ahí, parecía observarlo “Es tu culpa” decía una y otra vez, la respiración de Xichen subía y bajaba, una y otra vez. El sentimiento de asfixia volvía y al despertar no pudo contener las lágrimas, mucho menos el jadeo y por poco los gritos los cuales acalló con sus manos.

Estaba asustado, su cuerpo temblaba, en sus sueños aún estaban los ojos de Guangyao mirándole con aquella amargura, con aquel dolor, con sangre en sus manos. Era demasiado para él, mucho más porque aquella pesadilla se había vuelto recurrente.

—No es real— susurró. Bajó sus manos a su pecho, sosteniendo su corazón, temblando levemente— No lo es… no lo es…— aquel sueño era recurrente, una tortura constante.

—¿Lan Huan? —escuchó que le llamaban. La voz la reconocía, y al mismo tiempo no, era tan complicado hacerlo cuando apenas podía reconocer la realidad a su alrededor— Hey, Lan Huan…— no supo en qué momento la voz se había vuelto más cercana y ahora podía ver a Jiang Cheng frente suyo, ¿Eso también sería un sueño? Debía serlo, porque ¿Qué otra razón tendría Wanyin para llamarle por su nombre de nacimiento? —Tranquilo, respira…

—Wanyin… Wanyin…— pedía el mayor, estirando sus manos a este, tocando el rostro del joven Jiang quien solo se quedó quieto— Eres real… ¿Cierto?

Wanyin tomó las manos de este, apoyándolas más en sus mejillas— Si, lo soy— susurró con suavidad. La vista de Xichen se aclaró, poco a poco, hasta que pudo ver a su contrario de mejor forma; su cabello largo cayendo desordenado por sus hombros, sus ojos oscuros que le miraban fijamente, y sus manos cálidas sobre las suyas— Lan Huan, fue una pesadilla… tranquilo…

—Perdona… ¿Te desperté? — la voz del mayor le hacía parecer pequeño. Xichen quería retirar sus manos de las ajenas, pasarlas por su rostro para quitar las lágrimas que habían comenzado a salir y caer por sus mejillas, haciéndole parecer patético tras pasar aquella horrible experiencia, pero no podía, estaba quieto, tranquilo e hipnotizado por los ojos de su contrario.

—No, había ruido en el piso de arriba, y te escuché inquieto así que me asomé— respondió el contrario acercando las manos al cabello de su mayor quien no podía reaccionar— No lo desataste siquiera, debes descansar— dijo mientras quitaba la banda de su cabello, desatándola y dejándola a un lado. Xichen no reaccionó, incluso cuando no podía dejar que nadie tocase aquella banda solo se quedó ahí, mirándole— Duerme, aún tenemos tiempo.

No supo medir su fuerza, mucho menos sus acciones, solo supo que, en cuanto Wanyin quiso levantarse, lo retuvo apretando su muñeca fuertemente, negándole el alejarse. Su respiración se aceleró al verse solo en aquella habitación tan inmensa— No te vayas… quédate… solo hasta que me duerma… por favor…

Wanyin suspiró volviendo a sentarse en la cama y empujándole suavemente contra el colchón para que descansara— Me quedaré, pero promete dormir rápido— pidió, Xichen podía notar aquel sonrojo en sus mejillas, pero no mencionó nada, no estaba listo para pensar en aquellos detalles. Volvió a cubrirse con las frazadas, sosteniendo a Wanyin aún— Shh… no me iré…— susurró acariciando el cabello de Xichen con delicadeza— Descansa…

Wanyin continuó con las caricias, viendo como Xichen cerraba sus ojos poco a poco. Cuando el mayor se durmió completamente, notando que la fuerza de su contrario disminuía lentamente, el joven Jiang suspiró. Miraba a su mayor con dedicación, como una reliquia perdida y encontrada con su dueño.

—Lan Huan, dime… ¿Qué hago con esto que siento? —su voz, débil y suave, era poco común en él, como una confesión silenciosa. Se inclinó a este dejando un roce apenas de su frente contra la contraria antes de suspirar y recostarse a su lado. ¿Alguna vez su mayor estaría en esa cama con aquel hombre? No quería siquiera imaginarse el tener que ver a Lan Huan con aquel hombre de nuevo, había tenido que soportar los besos, los abrazos, las miradas cómplices, siempre preguntándose si algún día tendría algo así.

Nunca se había preguntado ello, jamás había pensado en tener a alguien como pareja, así como lo era Wei Wuxian, ni siquiera el imaginarlo, pero ahora no dejaba de hacerlo. Desde que Lan Huan desapareció de la estación por un tiempo alegando aquel permiso Wanyin no había dejado de pensar en él, no había dejado de pensar en la expresión que tenía en el hospital cuando le dijeron que Jin Guangyao había muerto; sus ojos llenos de lágrimas, el temblor en su voz cuando reclamó por su cuerpo, los sollozos que había escuchado tras la puerta de la sala de autopsias. Aún tenía en su mente las palabras de Lan Huan cuando se había acercado a consolarlo, y fue por primera vez entendió a Lan Wangji y sus sentimientos por su hermano jurado.

Se giró, dándole la espalda, no quería ver su rostro por más tiempo o no se haría responsable y debían dormir, estaban agotados y debían despertar temprano. Necesitaba que su contrario olvidara aquel dolor, pero ¿Como lo hacía cuando este susurraba el nombre de Guangyao entre sueños y sollozos?

Cerró sus ojos, obligándose a dormir, a olvidarse de que su relación no sería más que laboral. ¿Cómo había hecho Lan Wangji para olvidar aquellos sentimientos, o al menos ocultarlos? Y lo más importante, ¿Por qué pensaba en él en ese momento?

————

La mañana llegó pronto y con ella la alarma que avisaba el momento de levantarse. Lan Xichen abrió los ojos, alcanzando la alarma para apagarla y mirando a su lado, notando a alguien ahí, en su cama, dándole la espalda. Su primer pensamiento fue Meng Yao, pero no era posible, esa persona ya no estaba ahí desde hace tanto que ya se había acostumbrado a no buscar su presencia en las mañanas. Y su segunda idea era más descabellada que la anterior, pero cada segundo se volvía más y más posible.
Estiró su mano acariciando el cabello del contrario. No había notado lo fornido que podía verse Jiang Cheng desde esa posición, su cabello parecía sedoso, y lo era, en definitiva, le encantaba lo suave y largo que era, ni siquiera se dio cuenta de cuando estaba tocándolo y haciendo pequeñas trenzas con sus dedos. La siguiente alarma sonó haciendo que girara para apagarla, suspirando.

Se sentó en el borde de la cama y entró al baño sin notar como Jiang Cheng estaba despierto, oh, más que despierto. Le había costado quedarse quieto tras sentir como su mayor acariciaba su cabello, además la sensación de cosquilleo en su nuca era tan buena que había tenido que contener los escalofríos presionando sus uñas en las palmas de sus manos. Estaba sonrojado, hasta las orejas y sentía como su garganta ardía por la vergüenza.

Suspiró profundamente, intentando mantener la cordura o al menos retener esos sentimientos que cada día parecían más intensos. Negó levemente, pasando sus manos por su rostro, eso no era él, comportarse como una chica enamorada no era parte de lo que era él. ¿Qué le diría su shijie si le viera, o sus padres? Sería un golpe muy grande, sobre todo para su madre, el que se enterara de que su hijo, el legítimo heredero de la familia Jiang, era un "manga cortada". Sus padres no le prestarían tanta atención a Wei Wuxian quien ya estaba casado con Lan Zhan desde no sabía cuándo, pero él era distinto.

Era difícil para él solo pensar en el asunto, no lo quería, no en ese momento, no era realmente el momento. Suspiró de nuevo, levantándose de la cama para ir a la habitación de invitados, entrando al baño y dándose una ducha, lavando su cabello y dejando que el agua quitara todo aquello que sentía.

—————

El desayuno fue preparado por Jiang Cheng, algo sencillo, que había aprendido a preparar en sus años de vivir solo. No era nada espectacular, pero al menos les haría soportar la mañana. Debían prestar el turno de la tarde, según había llamado el tío de Lan Xichen, por lo que aún tenían tiempo para recomponerse del cansancio de la noche anterior, esto iba más para su contrario, por supuesto, pues él no sentía el cansancio aún, esperaba no hacerlo en el transcurso del día.

Escuchó caminar hacia la sala, notando cómo los pasos parecían lentos, pero no eran como los que escuchaba de su hermano jurado, llenos de pereza y sueño; al contrario, demostraban tranquilidad y educación pues no resonaban en el suelo.

—Eso huele delicioso— indicó el joven Lan acercándose a la estufa donde estaba Jiang Cheng, mirando la comida que este preparaba con esmero. El joven Jiang le miró de reojo mientras este parecía distraído con la cafetera, por unos momentos quiso que le tomara de la cintura, le abrazara y le dijera cosas al oído como lo hacía Lan Wangji con su hermano, pero eso era… imposible, además que indecente, ¿Cómo podía pensar en ese tipo de cosas tan temprano en la mañana? Era algo que no debía permitirse, ¡Era el sobrino de su jefe! Era imposible, era completamente imposible el pensar en ese tipo de cosas tan… tan lindas.

Se sintió mal, o al menos su estómago, era como si le apretaran las entrañas con fuerza reduciendo su ánimo al mínimo, se sentía como un adolescente enamorado de alguien mayor de nuevo, no como un hombre de casi treinta años… enamorado de un joven que era mayor que él. Se maldecía internamente por ese pensamiento, por supuesto, por ello no notó que su contrario le miraba con curiosidad.

—¿Qué? —preguntó con un tono seco, desviando su mirada a la sartén frente a él de nuevo. Sentía la mirada de su mayor en la nuca, como si pudiera penetrar en sus pensamientos. Solo esperaba que no fuera así o estaría acabado, ¿Qué pensaría su mayor si le dijeran que Jiang Cheng estaba tan profundamente enamorado de él que apenas podía guardarlo? Que indignante.

—Es solo que… no sabía que cocinabas con el ceño fruncido también— comentó Xichen haciendo que Jiang le observara con ese mismo ceño fruncido, queriendo reclamarle, pero la voz no pudo salir al ver como este sonreía— Que curioso, tenemos un caso de ceño fruncido permanente.

—¡Lan Huan! —reclamó sin darse cuenta de que usaba el nombre de nacimiento del contrario, aunque el mayor no mostró reacción alguna, mirándole con una sonrisa mientras volvía a la cafetera y servía en dos pocillos un poco de café para cada uno antes de sentarse en la barra.

Jiang Cheng volví a su sartén, sonrojado levemente mientras terminaba de cocinar, sirviendo todo en platos los cuales le había costado un poco encontrar, pero sus ojos fueron a su contrario de nuevo, encontrándole, tomando café y viendo su teléfono, tranquilo, con su cabello largo hacia un lado, podía notar como los mechones se zafaban de su oreja lentamente. Jiang no pudo evitar suspirar suavemente antes de dejar el plato en la barra, frente al mayor— Desayune bien, por favor, no quiero que esté sin fuerzas hoy…

Xichen le miró, sus ojos adquirieron un brillo extraño en ellos, uno que no había visto antes, ni siquiera con Jin Guangyao y eso le hacía sentir especial, así fuera por unos instantes, unos momentos, una fracción, era todo lo que necesitaba para hacerle sentir que al menos ese desayuno había valido la pena.

Chapter 6: Frío (La estrella)

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¿Qué le diría a los demás si les dijera que aquella noche se había quedado con el mayor? Por supuesto le dirían loco, mucho más si se lo dijera a Wei Wuxian a quien, por obvias razones, había evitado toda la mañana. Aunque no lo quisiera ese chico tenía una extraña forma de leerlo tan fácil como los expedientes en el escritorio, y eso solo con ver su rostro, como si eso fuera suficiente. Tal vez era fácil de leer como Wei Wuxian decía que era, pero no creía una palabra de lo que ese chico decía.

—Jiang Cheng— ahí estaba su voz, como si hubiese invocado al diablo. Wei Wuxian caminaba hacia él con su flauta en las manos, girándola con lentitud, dejando que el cordel que caía de una de sus puntas se batiera y dejara con pequeño as de color rojo— Oh… Jiang Cheng, escuché que te quedaste en casa de Zewu Jun— el brazo de este se posó sobre los hombros de Wanyin quien solo le observó.

—Fue por trabajo— se excusó notando la sonrisa pícara en su contrario mientras frotaba su barbilla con malicia— ¿Quién carajos te dijo eso? —preguntó tratando de quitarlo de sus hombros logrando su objetivo tras varios intentos haciendo que el contrario tropezara, aunque no cayó al suelo.

Wei Wuxian hizo una mueca, aunque no reclamó, solo sonrió y señaló a Lan Wangji quien contestaba unas llamadas en su escritorio— Zewu Jun habló con Lan Zhan hace un rato, parecía especialmente sorprendido por la situación.

—Bueno, con todo respeto, pero no creo que Hanguang Jun tenga el derecho a decir algo sobre las acciones o los asuntos entre su hermano mayor y yo— indicó Wanyin antes de alejarse y caminar hacia su escritorio haciendo que Wei Wuxian sonriera, satisfecho por aquella reacción. Fue con su esposo, sentándose a su lado, jugando con el colgante de su flauta.

—Lan Zhan, esos dos se traen algo— dijo con un tono suave, solo para su pareja quien le miró de reojo haciendo una mueca que Wei Wuxian conocía muy bien— ¿Eh? Solo estoy especulando. Es mi trabajo, ¿no?

—Wei Ying— mencionó Lan Wangji levemente, como un regaño personal que tenían entre ellos, haciendo que este sonriera de manera inocente. Suspiró ante esto, no podía decir nada ante la sonrisa de Wei Wuxian— No molestes a Wanyin, sabes lo volátil que es.

—Oh, pero sus reacciones son interesantes— se defendió el joven. El ambiente calmado se terminó en cuanto dos oficiales llegaron a la estación con un joven quien parecía querer zafarse del agarre con violencia, incluso lanzando mordiscos a los oficiales quienes apenas podían retenerlo con ayuda de las esposas.
Los ojos de Wei Wuxian brillaron de color rojo, borrando su sonrisa por completo, apretando a Chenquing entre sus manos— Wei Ying— llamó su esposo, tomando sus manos, aunque este no giró a mirarlo, sus ojos estaban fijos en el chico.

—Lan Zhan, ese joven de allí es peligroso— indicó con un tono seco, cruzando miradas con el chico quien solo le observaba en silencio, fue cuando sintió aquel escalofrío recorriendo su espalda, sentía una gran amenaza de su parte, pero no entendía el porqué. Se fijó más atentamente, sus ojos brillaron en rojo sangre como dos farolas de color carmín. Y es cuando pudo verlo; había algo tras este chico, una presencia tan fuerte y maligna que apenas veía su silueta negra sobre este, tan grande que un escalofrío le recorrió, tanto así que su esposo pudo sentirlo.

—Wei Ying— llamó Lan Zhan tomando la mano de su esposo quien temblaba levemente. Le escuchaba murmurar, pero el tono de voz era demasiado bajo como para entender lo que este decía— Hey, Wei Ying…— llamó con un tono más fuerte haciendo que el aludido le observara, parecía pálido. Sus ojos estaban fijos en los del contrario, aterrados.

Un grito se escuchó haciendo que Lan Wangji cambiara su atención al chico quien había revelado un artefacto explosivo alrededor de su cuerpo. Los policías que lo retenían le apuntaron con las armas, pidiendo que quitara la mano del gatillo, pero este parecía decidido a hacer algo imprudente. Wei Ying pudo ver las lágrimas caer por sus mejillas y cerrar los ojos antes de apretar el gatillo. Fue demasiado tarde para alertar a los policías que estaban cerca, pronto un destello se elevó, el humo se extendió por el lugar y todo fue derrumbado por la onda expansiva.

El pitido en los oídos de Lan Wangji era insistente, pero había logrado proteger a su esposo de la explosión y eso era un logro. Miró a Wei Ying quien estaba oculto en su pecho con sus manos temblando levemente, mirando el vacío— Wei Ying…— llamó Lan Wangji con un tono de voz suave buscando la atención del joven de cabellos oscuros la cual, para su fortuna, tuvo tras otro llamado en un tono más fuerte— ¿Estás bien? —preguntó preocupado.

El joven de ojos oscuros asintió levemente mirando a su esposo— Lan Zhan— su mano subió a la sien de este, tocando la misma, notando la sangre escurrir lentamente, esto hizo que se sentara de inmediato para revisarlo detalladamente, parecía un pequeño corte nada más, pero le preocupaba su espalda pues lo había protegido sin pensarlo ni un segundo.

—Estoy bien— dijo de inmediato cuando notó la inspección meticulosa de su esposo. Ambos miraron alrededor notando el humo y los jóvenes heridos y otros ya no había nada que hacer. Se levantaron para ayudar a los heridos, tratando de ver las bajas las que para su sorpresa eran jóvenes apenas llegados a la estación.

El pesar era visible en el rostro de Wei Ying mientras tomaba los cuerpos de los chicos. En cuanto Lan Zhan se comunicó con la ambulancia no dudó en acercarse preguntando silenciosamente que era lo que sucedía, recibiendo una sonrisa triste de parte de este— Eran jóvenes… me recuerdan a A-Yuan…— por un momento miró a Lan Zhan y el pánico se mostró en su rostro— Jiang Cheng y Zewu-Jun…

—————

Jiang Cheng despertó después de unos minutos, tosiendo, la ventana de su oficina se hallaba rota, los vidrios se esparcían por su escritorio, además del suelo. Su rostro estaba cubierto de ceniza, apenas podía escuchar las peticiones de ayuda y los gruñidos de sus compañeros sobre el pitido constante en sus oídos. Pero había algo más importante para él en ese momento; ¿Dónde estaba Lan Xichen?

Salió de su oficina tras registrarla en busca del mayor, mirando los pasillos, notando los policías heridos, revisando sus rostros en busca de este, pero ninguno era él. No sabía si sentir alivio o miedo, estaba asustado por solo pensar en que podría perderlo, era demasiado para incluso procesarlo, pero debía apartar aquella idea de su mente, no era adecuada, no debía pensar en eso ahora.

Sus pasos lo llevaron a la oficina principal, notando como la situación ahí era diferente a cualquiera que pudiera pensar. Lan Xichen estaba ahí, sosteniendo a su tío contra su pecho quien parecía herido, pero no era ese el verdadero problema, era el hombre que lo estaba amenazando con un arma lo que estaba mal en esa escena. Jiang Cheng estaba aún demasiado aturdido como para entender las palabras que parecía gritar a los Lan, sin embargo, no dudó en usar a Zidian para apartar a este de ellos enrollando su cuerpo y lanzándolo contra el suelo haciendo que el arma se disparase contra el techo.

—Maldito plebeyo— dijo en medio de su enojo haciendo que Zidian la suficiente electricidad como para que el sujeto se estremeciera— Metiéndose en la comisaría y causando caos innecesario— el voltaje aumento, Jiang Cheng podía ver como este gritaba, pero no podía escucharlo a causa del pitido constante en su oído. Estaba cansado también, se sentía agotado y débil, pero continuó ordenándole a Zidian atacar a aquel hombre sin piedad.

—… ¡Cheng! —logró escuchar entre la bruma de su sordera, sintiendo la mano de alguien en su hombro. Iba a golpear a dicha persona hasta notar que era Lan Xichen. La preocupación en su mirada le hizo ceder, deteniendo a Zidian, pero no soltando a aquel hombre el cual estaba respirando rápidamente debido al esfuerzo que había supuesto soportar el voltaje de aquel látigo— ¿Quién te envió? —preguntó Lan Xichen con un tono serio, pero no obtuvo respuesta— ¡¿Quién te envió?! —incluso aquel tono alto hizo estremecer a Jiang Cheng, el joven Lan no era de aquellos que levantaran su tono incluso cuando estaba enojado.

Una risa se escuchó de parte de aquel hombre haciendo que Jiang Cheng volviera a usar a Zidian con la mayor de sus fuerzas. Un grito se escuchó por parte de aquel detestable hombre, hasta que Xichen detuvo aquello con una sola mirada.

Jiang Cheng no entendía por qué le daba aquella mirada, como si le reprendiera su comportamiento, ¿Ese hombre no los había amenazado antes? ¿No había sido ese el mismo que había herido al jefe, su tío, sin piedad alguna? Estaba confundido, ¿No era ese el modo lógico de actuar? Darle una reprimenda hasta que hablara, esos eran sus métodos, pero ahora parecía como si no fueran los correctos ahora, ¿Eso era lo que le quería decir su compañero?

—Por última vez, ¿Quién te envió? O dejaré que mi compañero continúe con su interrogatorio— su mirada era fría, no era el Lan Xichen de siempre, ese hombre que siempre guardaba la calma y era solo sonrisas no estaba. En ese momento a Jiang Cheng no le importo mucho esta actitud, entendía que debía estar furioso con el agresor de su tío, con quien hirió a su familia, y él le ayudaría a sacar información si era necesario.

Aquel hombre volvió a reír y aunque Jiang Cheng estaba preparado para continuar con Zidian esperó la señal de su compañero— Dime, gran Lan Xichen, ¿Aún extrañas a Guangyao? —aquella frase hizo que un escalofrío recorriera la espalda del joven Lan. Otra risa salió de parte del hombre— ¿Estás orgulloso de lo que has hecho? Un policía asesino…

—¿Quién te envió? —volvió a preguntar, pero su voz temblaba esta vez, era leve, apenas perceptible si conocían bien al mayor como Jiang Cheng lo hacía, sin embargo, había algo en sus ojos, una chispa de enojo o ¿Tristeza? Era algo que no podía descifrar.

La risa volvió a resonar de parte de aquel hombre quien miró de nuevo a ambos —En cada grito de cada hombre, en el llanto de miedo de cada niño, en cada voz, en cada prohibición, las esposas forjadas por la mente escuchan como llora el deshollinador— su voz fue interrumpida por su cuerpo convulsionando violentamente, de su boca comenzó a salir espuma haciendo que Xichen se acercara a este.

—Jiang Cheng, ¿Qué hiciste? —preguntaba haciendo que el aludido le mirara extrañado.

—¡Nada! —dijo con un tono fuerte, su ceño se frunció mientras soltaba al hombre de Zidian liberando cualquier presión, pero el hombre continuó convulsionando hasta que dejó de moverse— Mierda —exclamó Jiang Cheng tomando sus signos vitales los cuales eran nulos.

Xichen soltó un sonido con su lengua volviendo a su tío quien se quejaba del dolor. Jiang Cheng llamó por radio una ambulancia encontrándose con la sorpresa de que ya habían llamado a pedir varias para el lugar. Los pasos se escucharon por los pasillos haciendo que los tres adultos se alertaran de nuevo sintiendo alivio al ver a Wei Wuxian y a Lan Zhan entrar a la oficina.

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Quien estaba más herido era el comandante Lan Quiren, luego revisaron a los sobrevivientes del ataque, aunque muchos tenían heridas y quemaduras podrían retomar sus actividades con algunos días de incapacidad. Jiang Cheng recibió los cuidados necesarios y salió de la habitación del hospital por no querer soportar los quejidos y constantes quejas de Wei Wuxian a su esposo.

Podía ver a Xichen sentado en la sala de espera, su mirada angustiada, sus manos aferradas entre si con fuerza, sus nudillos blancos y sus piernas moviéndose inquietas. Estaba alterado, asustado por su tío y cuanto demoraría en aquella intervención quirúrgica.

Se sentó a su lado, su brazo izquierdo dolía y estaba enyesado, pero podía soportar el dolor por él —¿Cómo estás? —preguntó con un suave tono, pero este no le respondió, estaba concentrado en algún punto de los patrones en el suelo, perdido— Hey…— llamó tocando su hombro haciendo que saltara en su lugar, mirándole, aterrado. Parpadeó y una sonrisa forzada cruzó su rostro.

—Bien… todo bien— susurró, pero la presión que ejercía en sus manos le decía a Jiang Cheng que no era así, que era obvio que sus nervios estaban al tope y le recordaba a aquella noche, a aquel hombre, a ese evento. Tragó saliva antes de tomar una de las manos de su contrario entre la suya, separándola de la otra. Estaba frío, temblaba levemente.

—Va a estar bien— susurró acariciando sus nudillos con cuidado notando como el contrario temblaba aún más. Al observarlo no pudo evitar sentir el nudo en la garganta al ver las lágrimas rodando por sus mejillas. Lan Xichen siempre había sido fuerte, siempre sonriente y sin aparentes debilidades, pero cuando se trataba de su familia… era como si fueran su todo, su propia vida.

—Yo… tengo tanto miedo— susurró haciendo que el corazón del joven Jiang se encogiera. Su ceño se aligeró mientras soltaba su mano y la colocaba en su mejilla para hacerle recostar contra su hombro.

—Él es un viejo fuerte, no va a morir por un disparo al hombro— mencionó con toda la calma del mundo, queriendo animar al mayor, sintiendo alivio al escuchar aquella suave risa salir de su boca, como si se resignara a lo que pudiera suceder— Tener miedo por tus seres queridos es normal, Lan Huan, solo tienes que respirar y esperar, ni tu ni yo podemos hacer algo ahora…

El contrario asintió después de unos momentos, refugiándose en su hombro, llorando en silencio mientras disfrutaba del calor que le proporcionaba su compañero. Que extraño sentimiento, que gratificante era tenerlo a él ahí, pero cualquiera podía hacerle sentir eso, ¿no?

Chapter 7: Silencio (Cinco de bastos)

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Su vista estaba nublada cuando abrió los ojos, Lan Xichen miraba a su alrededor, se encontraba apoyado contra algo, algo cálido que no podía determinar que era pues a lo que más le prestaba atención en ese momento era al dolor de cuello que sentía por la mala posición. Se enderezó en la silla sintiendo un escalofrío recorrerle el cuerpo, hacía frío en la sala de espera y el único calor que sentía cerca era el de la persona a su lado el cual reconoció como Jiang Cheng.

Parecía incómodo, encorvado en la silla, su codo sobre su rodilla y su rostro sobre la palma de su mano. Estaba profundamente dormido, con el ceño fruncido aún, ¿acaso era permanente? Le hallaba la razón a Wei Wuxian en aquello pues no había visto a su compañero con otro rostro que no fuera ese rostro fruncido, pero… le hacía ver guapo, de una extraña forma.

Quería despertarlo para que se acomodara mejor, para que durmiera un poco más cómodo, incluso si eso implicaba que se recostara sobre su regazo, pero se veía tan tranquilo a pesar de su expresión, como si no hubiese descansado bien en mucho tiempo. Levantó su mano para despertarlo, pero en ese momento su mejilla resbaló de la palma de su mano haciendo que Jiang Cheng despertara de repente. Lan Xichen solo reaccionó volviendo a recostar su cabeza donde la tenía anteriormente, sobre la espalda de su compañero, cerrando sus ojos y fingiendo estar dormido. ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué tenía que fingir estar dormido? No es como si estuviera haciendo algo malo.

Sintió como la mano cálida de Jiang Cheng le tomaba de la mejilla para levantar con cuidado su rostro. Se dejó hacer, fingiendo aún que dormía. Era tan delicado que apenas podía pensar que era el mismo Jiang Cheng que había torturado a un joven unas horas antes, el mismo que le gritaba cuando no comía bien o el mismo que reprendía sin importarle su vocabulario a todo quien no hiciera las cosas adecuadamente.

—¿Hace cuanto no duermes así de tranquilo? —preguntó. Supuso que aún pensaba que dormía por lo que no reaccionó de alguna forma que le delatara, incluso cuando no tenía esa necesidad. Estaba quieto, sintiendo como descargaba su rostro sobre lo que parecía ser el hombro de este. Sintió el suspiro de Jiang Cheng cerca, el cómo su mano se movía hasta su mejilla, como quitaba un mechón de pelo que caía por esta. Lo trataba como a una joya preciosa, como a aquella vajilla que se rompía con solo el contacto. La tranquilidad que le transmitía era inimaginable, le gustaba pensar en que Jiang Cheng sería un buen esposo— ¿Cómo es que eres tan lindo? —estaba susurrando, y si no fuera por la cercanía estaba seguro de que no habría oído, ¿Era acaso esa clase de pensamientos los que tenía Jiang Cheng de él? Estaba confundido, ¿Cómo podría responder a eso?

Estuvo en silencio, su mente corría a mil por aquellas palabras de su compañero pues no eran esperadas por él, ¿Quién podría esperar aquellas palabras por parte de alguien tan frío como Jiang Cheng?

Quería abrir los ojos, confrontarlo, pero ¿qué le diría? Estaba aturdido, las palabras habían salido de los labios de Jiang Cheng, ¿sería real o sería solo su imaginación? Había demasiadas dudas, había mucho dolor aún en su pecho como para aceptar las palabras de su compañero. Incluso cuando no significaba nada realmente.

Decidió acomodarse, enderezar su espalda y mirar a Jiang Cheng, enfrentarlo, pero este parecía dormido, profundo, tranquilo con los brazos cruzados sobre su pecho, y su ceño fruncido había desaparecido. Suspiró profundamente, aliviado de no tener que enfrentarse a sus palabras, pero ¿Estaría sobre pensando las cosas? Después de todo no había dicho más que algo sobre su apariencia, no podía dejar que esas palabras sueltas le hicieran pensar cosas que no eran. Si fuera aquella persona, si hubiera sido Meng Yao, podría decir que había algo oculto entre sus palabras, pero era Jiang Cheng, él no ocultaba nada pues era sincero, o al menos no parecía demostrar nada que no fuera en el exterior, era demasiado obvio tal vez, pero eso era lo que más le agradaba a Xichen.

Le permitió recostarse en su hombro, también debía descansar, se lo merecía, después de aquel día parecía que debía compensarle a Jiang Cheng todo su esfuerzo— Deberías descansar más— susurró Xichen mientras miraba el pasillo, esperando a que los doctores salieran de la cirugía de su tío, necesitaba saber de su salud, de su estado y de cómo podría cuidarle después, pero el sueño le podía, sus ojos se cerraban poco a poco, se sentía cansado aún a pesar de haber dormido, ¿por qué se sentía tan cansado últimamente? Tal vez si dormía solo cinco minutos. Si. Eso sería suficiente como para recuperarse.

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Wei Wuxian salía de una de la sala tras la revisión de su esposo quien tenía inmovilizado su brazo izquierdo por lo menos por una semana, por suerte él no tenía más que rasguños.

—Oh, Lan Zhan, ¿esto fue por protegerme? Que lindo, mi esposo— decía mientras miraba a su contrario de quien podía notar el sonrojo de sus orejas— Siendo así las cosas… no habrá “todos los días” mientras tengas eso— señalaba el yeso y lo picaba apenas con su dedo, notando como su esposo parecía tener un rostro más triste haciendo que sonriera— ¿O podrás hacerlo con un brazo?

El rostro de Lan Zhan se iluminó, mirando a su esposo con aquel rostro que parecía impasible, pero para Wei Wuxian era tan claro como el agua después de tanto tiempo siendo su pareja —Mn— respondió simplemente haciendo que el de ojos azabache soltara una suave risa.

—Oh, pervertido— reclamó con un tono juguetón mientras hacían el recorrido hasta la sala de espera. Wei Wuxian reconoció a Jiang Cheng y Xichen en la sala de espera, eran completamente reconocibles, pero de esa forma en la que estaban era… extraña, poco común, ¡Que decir! Ni en sus momentos más locos podía pensar en ver a su hermano jurado con su cuñado así de cerca.

Vio de reojo a su esposo, notando aquel ceño de disgusto. Sabía que no debía preguntar, Lan Zhan no mantenía una buena relación con Jiang Cheng, lo tenía claro, incluso la relación que él y Jiang Cheng tenían era demasiado tensa como para ser mencionada en una conversación común y corriente. Aun así, aprovechó la oportunidad insólita para sacar su teléfono y tomarles unas cuantas fotos en silencio.

—Wei Ying— le reclamó su esposo al ver sus acciones haciendo que el aludido hiciera una señal de silencio. Al terminar las fotos solo soltó una suave risa, tomó el brazo de su amado y se sentó cerca de ellos en la sala de espera, pero no demasiado para no perturbar esa paz que parecía rodearlos.

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Las semanas siguientes se habían envuelto entre frustraciones y discusiones, sobre todo entre Jiang Cheng y Lan Xichen. El mayor de los hermanos Lan había tenido que asumir el puesto de su tío mientras este se recuperaba del todo, eso significaba que su estrés estaba por superar su límite. Había asignado compañeros a Jiang Cheng, uno tras otro, pero cada día él llegaba con quejas de este teniendo que recurrir a cambiarlo una y otra vez, y ese asunto estaba ocupando demasiado de su tiempo.

Mientras revisaba los expedientes acumulados en su escritorio podía escuchar los pasos furiosos de Jiang Cheng acercándose a su oficina haciendo que suspirase antes de tiempo. Fue entonces que escuchó la puerta abrirse y un visiblemente enojado Jiang Cheng acercarse.

—¡Cámbialo! —exigía con enojo, golpeando el escritorio con ambas manos haciendo que el joven Lan cerrara sus ojos.

—Buenos días para ti también, Wanyin— su voz sonaba agotada, suave, la energía le faltaba incluso para discutir con su antiguo compañero, pero sabía que debía hacerlo porque no había nadie más para soportar a Jiang Cheng en ese estado. Miró al aludido quien estaba con el ceño fruncido.

—Si. Serían buenos, si mi compañero sirviera— indicó Jiang Cheng con aquel enojo que lo caracterizaba. Sin embargo, parecía especialmente calmado en ese momento, no sabía si era porque hablaba con él o porque varias veces le había dicho que se calmara en esa semana y había decidido bajarle un poco al tono que usaba a la hora de confrontarlo— Dejó a un ladrón escaparse porque no era tan rápido como él, ¿puedes creerlo? ¡Perdí a esa maldita rata todo porque no puede entrenar un poco más los músculos!

Lan Xichen lo escuchaba, en silencio, pero al mismo tiempo estaba lejos en sus pensamientos, mirando con atención los expedientes, leyendo los detalles para enviarlos al fiscal quien parecía bastante apurado últimamente con esas carpetas y le estaba comenzando a pesar aquella carga. Estaba siguiendo el hilo del caso cuando un golpe lo devolvió de regreso a aquel lugar con Jiang Cheng quien parecía tener una expresión enfática, tal vez continuando sobre los mínimos detalles que no le gustaban de su nuevo compañero, mismos que Lan Xichen había omitido uno por uno en su mente.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Jiang Cheng con el ceño fruncido haciendo que Xichen le mirara de la misma forma por primera vez en años— ¿Siquiera me estás poniendo atención?

—Escucho. Pero todos los días es lo mismo, Wanyin— indicó con enojo, observando en silencio al contrario quien parecía aún más enojado. Bajó la mirada un momento a los expedientes de nuevo, tratando de recuperar aquel hilo que ya se había perdido, ¿Homicidio por qué? ¿Era un cuchillo o un machete?

—¿Entonces por qué me asignas policías inútiles? No pueden seguir mi ritmo, ¿Cuándo vas a volver? Necesito que salgas de este escritorio cuanto antes.

Parecía que para Wanyin el tema seguía, pero no para el mayor. Incluso la situación le enervó, estaba a punto de estallar y ese último comentario había colmado su paciencia. Se levantó de su asiento tomando la mano de Jiang Cheng, esa que se había herido hacía ya semanas pero que sabía que aún le dolía, y la apretó con fuerza haciendo que Jiang Cheng soltara un quejido de dolor.

—Escucha, Wanyin, tengo demasiado trabajo como para que todos los días me pidas que cambie tu compañero, ¿Ves a alguien más haciéndolo? ¡Nadie! ¡Porque nadie se queja de las capacidades del otro como lo haces tú! —estaba furioso, su tono había subido varios tonos hasta casi gritar haciendo que Wanyin abriera sus ojos de par en par— ¡Si quieres colaborar conmigo solo quédate con el compañero que te asigné por al menos una semana!

Wanyin estaba anonadado, era la primera vez que podía ver a Xichen, el perfecto Zewu-Jun que jamás perdía la compostura por más terrible que fuera la situación, tan enojado que podía ver aquellas expresiones dulces y suaves en su rostro deformarse en las más serias y estrictas del viejo Quiren.

El mayor soltó su mano finalmente, pero Jiang Cheng no dejaba de mirarle, impresionado por aquel carácter que jamás había visto. Incluso… pudo sentir como si su corazón latiera más rápido por esa situación, ¿se había vuelto loco? En definitiva, estaba loco, sabía que si le contaba a alguien eso podría decirle que había perdido la cordura ¿por amor? ¿Cómo podía enamorarse tanto de una persona que incluso podía amar cuando estaba molesto? Era increíble.

Se sonrojó de solo pensarlo, pero carraspeó para ocultarlo. Llevó su mano contra su pecho, masajeándola con cuidado, tratando de aplacar el dolor, suspirando profundamente y mirando de nuevo al mayor quien se había dejado caer en la silla de la oficina y suspiraba con los ojos cerrados. Si tuviera más confianza, si realmente fueran algo, tal vez podría hacer algo por él y ayudarle con aquel estrés, pero no podía dejar de pensar en que estaba mal pensar de aquella forma sin haber dicho nada sobre lo que sentía aún. Pero ese aún siempre se había entrometido, nunca tenía el momento, o las palabras para decirle lo que sentía.

—Solo una semana— pidió Xichen mientras masajeaba el puente de su nariz. Se enderezó en la silla y le observó, colocando sus manos en forma de súplica— Por favor. Solo una semana. Te pido una semana con tu compañero y no más, solo hasta que solucione estos asuntos con la fiscalía y luego podré cambiarte a otra división, si quieres.

—No. No quiero otra división— pidió de inmediato. Si lo enviaba a otro lugar tendría que dejar de verlo y era lo que menos quería en ese momento. Suspiró para quitar esa urgencia en su voz, no sonaba profesional— Está bien, una semana— indicó haciendo que la sonrisa volviera al rostro de Xichen.

—Gracias— dijo en voz suave, casi como un susurro. Juntó sus manos de nuevo y cerró sus ojos, parecía bastante complacido con las palabras de este lo que agradeció internamente Jiang Cheng, no soportaría otro regaño de su parte en ese momento.

Se despidió de su mayor con una leve reverencia la cual fue aceptada y devuelta. Salió de la oficina y suspiró profundamente, aún tenía la mano contra su pecho, masajeándola con suavidad, como un hipnótico gesto, su vista perdida en algún punto de la baldosa. Imaginarse a Lan Xichen enojado con él no era algo que le agradara, realmente no podía siquiera pensar en Lan Xichen como alguien que se enoja, con Meng Yao siempre había sido comprensión, paz, felicidad, parecía como si siempre tuviera esa aura de tranquilidad a su alrededor, pero a su lado era como si permaneciera a la defensiva, siempre pensando cuál sería su siguiente movimiento, cuando podría continuar con la conversación. ¿Podría ser que le causaba semejante desconfianza? En batalla u otros momentos como enfrentarse a los criminales no era de esa forma, ambos se movían en sincronía, podían adivinar el siguiente movimiento del otro, podían ver perfectamente como aprovechar las habilidades del otro si era necesario, ¿No era igual cuando se trataba de su relación?

Toda esa maraña de pensamientos le hizo fruncir el ceño, incluso podía ver como algunos policías lo evitaban al pasar a su lado, como si irradiara alguna especie de energía maligna.

—¿Qué ven? —preguntó cuando estos se quedaron mirándole. Los oficiales novatos temblaron, colocando los expedientes contra sus pechos y mirando a Jiang Cheng con temor— ¡Muévanse! ¡No estamos para holgazanes!

Chapter 8: Atlantis (Rey de copas)

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El dolor en su pecho era constante. No había podido prever el disparo, y aunque el chaleco antibalas absorbió el impacto, el golpe lo había dejado aturdido. Sentía una presión aguda, como si algo dentro de él aún vibrara con cada latido.

El tiroteo, que al principio parecía un robo común entre dos ladrones y la policía, se había intensificado en cuestión de segundos. Ahora parecía una guerra de pandillas: balas cruzaban el aire sin sentido, rebotando en el asfalto, rompiendo escaparates. El caos era total.

Jiang Cheng estaba agazapado detrás de la puerta de su patrulla, con la pistola en mano. Desde su posición, observaba a su compañero recargar. Le temblaban las manos. No debía estar acostumbrado a ese tipo de situaciones. Algo dentro de él —¿el impacto, la adrenalina, o tal vez una pizca de compasión que no se atrevía a admitir?— lo hizo dar un paso atrás en su juicio.

Quizá por eso, en ese momento, le ayudó a recargar con calma. Y el otro oficial le agradeció en silencio, con una mirada que decía más que cualquier palabra.

—Ahora dispárales a esas cucarachas— indicó con una sonrisa. Jiang Cheng no era de sonreír, sin embargo, parecía que la violencia del momento le estaba alegrando de alguna extraña forma. Tal vez era la adrenalina que le proporcionaba el momento, pero parecía encantado.

Vio a su compañero disparar, parecía que le dio a uno de los atacantes pues escuchó gritos y el cómo retrocedían. Esto le hizo sentir la ventaja, suspiró tranquilizando su respiración, ajustando a Zidian en su mano y saliendo de detrás de la puerta con rapidez para usar aquel látigo y arrebatar el arma del hombre que quedaba haciendo que sus compañeros se acercaran y realizaran el arresto.

Jiang Cheng tuvo el tiempo para sentarse en una de las macetas cercanas, descansando, sintiendo como la adrenalina bajaba poco a poco y como el cansancio le comenzaba a hacer efecto. Suspiró por un momento, quitándose el chaleco lentamente, sintiendo como su brazo derecho parecía estar entumecido. Masajeó su hombro, así como su mano y giró su cuello con los ojos cerrados, estaba tan relajado que no escuchó el disparo lejano sino hasta el impacto en su hombro el cual lo lanzó al suelo. Los policías que ya se habían dispersado volvieron a refugiarse en las patrullas mientras Jiang Cheng buscaba al tirador con la mirada, arrastrándose en el suelo y ocultándose tras un auto que estaba estacionado cerca. Estaba sangrando y el dolor se sentía por la baja de adrenalina, por lo que se concentró en buscar al tirador, observando en cada edificio, en cada techo, en cada tejado, era difícil ver desde su posición, pero no tenía de otra, debía hacer algo para proteger a sus compañeros en aquella situación. Escuchó otro disparo, para fortuna de todos parecía que no había lastimado a nadie.

—Central, aquí patrulla 217. Hay un tirador, estoy herido, pero no se reportan más oficiales heridos— el radio hizo un sonido antes de que la voz femenina respondiera con un “Entendido, enviando refuerzos”.

Otro disparo impactó cerca de sus pies haciendo que se moviera de nuevo, cambiando de refugio y mirando de nuevo a su alrededor. El dolor en su hombro seguía presente, pero lo mantenía a raya levantándose del suelo como pudo, moviéndose sigilosamente, recordando su entrenamiento y aprovechando su conocimiento del lugar para moverse entre los obstáculos y llegar al edificio de donde sabía que venían los disparos.

Subió las escaleras rápidamente, mirando a su alrededor, su arma lista para enfrentarse a quien fuera. La ira y la frustración le invadían mientras escuchaba los disparos detectando la habitación de donde provenían. Caminó silenciosamente, sabiendo que el elemento sorpresa era importante en ese momento, así no habría más víctimas. Abrió la puerta con rapidez y apuntó a quien tenía el arma encontrando a un joven, un adolescente que estaba asustado, temblando.

—Por favor… no me lastime— pidió el joven mientras temblaba, bajando el arma— Van a lastimar a mamá, van a lastimarla si no lo hago— los ojos suplicantes del chico le hicieron recordar su deber, el cómo debía proteger a los que lo necesitaban. Bajó su arma, acercándose al joven con lentitud y tomando sus manos para tranquilizarlo.

—Tranquilo— susurró con cuidado— No va a pasarle nada, todo va a estar bien.

Tomó al joven y lo llevó a un lugar seguro, aunque su hombro aún estaba herido y dolía no podía dejarlo de esa forma. Estaba temblando, llorando, le recordaba a su sobrino, incluso podía tener la misma edad que el joven y eso le entristecía. Bajó con el chico a su lado y lo acercó a sus compañeros quienes lo atendieron en cuanto llegó, tanto al chico como a él.

Su adrenalina bajó tanto que incluso pudo sentir el dolor aún peor en su hombro haciendo que se mantuviese quieto cuando la ambulancia lo atendió. Suspiró, debía llegar a la estación a hacer más papeleo, no quería llegar a ese lugar así, pero no tenía otra forma.

Los médicos evaluaron la herida y lograron detener el sangrado con vendajes firmes. Aun así, insistieron en trasladarlo al hospital para realizar un procedimiento que Jiang Cheng no consideraba necesario. Para él, no era una herida profunda ni merecía tanta atención. Pero, como de costumbre, nadie parecía dispuesto a escuchar sus quejas. Suspiró con resignación mientras lo subían a la ambulancia, observando en silencio a los doctores que lo rodeaban. ¿Lan Xichen se preocuparía si se enteraba? Por supuesto que sí. Al fin y al cabo, ahora era su jefe.

Decidió cerrar sus ojos unos momentos, dejarse llevar en la ambulancia, que los doctores hicieran lo que era necesario. Al despertar se encontraba en una camilla, Wei Wuxian estaba sentado a su lado, leyendo lo que parecía un libro, solo, era extraño que Lan Wangji no estuviera a su lado.

—¿Qué haces sentado ahí? Holgazán— susurró.

—Oh, despertaste— indicó Wei Wuxian sonriendo, mirando a Jiang Cheng con aquellos ojos llenos de infantil brillo.

Jiang Cheng giró su cabeza a la ventana, tratando de levantarse, pero el dolor en su brazo era demasiado como para intentarlo. Se quedó quieto, tratando de no pensar en el dolor y lo inútil que sería de ahora en adelante— Si. ¿Lan Huan sabe de esto? —preguntó suavemente usando el nombre de nacimiento de su mayor sin querer, la costumbre era mayor que la razón en ese momento.

—Oh, fue el primero en enterarse— respondió el contrario moviendo sus pies, acercándose a su hermano jurado para revisarlo— Esa herida va a ser un problema luego…

—Ugh…— dijo con disgusto, observando como Wei Wuxian se alejaba de él sin tocarlo. Realmente no quería que lo tocara o que se acercara mucho a él, esa confianza que antes le tenía ya no estaba ahí y no volvería de un día a otro.

—Zewu-Jun está en camino— mencionó Wei Wuxian enrollando un mechón de su cabello entre sus dedos, mirando a la puerta— Es más, creo que está por llegar.

Jiang Cheng no tuvo tiempo de reaccionar cuando vio a Lan Xichen entrar por la puerta. Pudo sentir un escalofrío al ver su expresión llena de preocupación— Wanyin— exclamó con rapidez al verle de esa forma, estirando una mano a él, como si le mostrara que no iba a lastimarlo o acercarse más de lo indicado— ¿Estás bien? —la pregunta era un poco obvia si veía el estado actual de su contrario.

Jiang Cheng tuvo que dejar toda esa terquedad y frustración de lado cuando vio ese brillo de genuina preocupación en los ojos ajenos. Desvió la mirada y asintió— Estoy bien, solo es un rasguño— dijo. Quería dejar de lado aquella situación, realmente no había sido tan traumática o terrible como lo hacían ver los demás.

Xichen suspiró, aliviado, mirándolo está vez con seriedad— Tienes que seguir las indicaciones de los médicos y dicen que van a tener que hacer un procedimiento quirúrgico para extraer la bala. Además, que necesitas descanso para recomponerte.

—Ugh— se quejó Jiang Cheng al escuchar aquello. Suspiró y asintió suavemente— Estaré atento a las indicaciones, Lan Huan.

El mayor sonrió suavemente, tomando y apretando la mano de Jiang Cheng con una mirada comprensiva— Está bien, voy a ayudarte si es necesario— mencionó. Jiang Cheng le miró, aquella mirada llena de comprensión y apoyo era algo que adoraba de Lan Xichen, toda su personalidad era la de alguien precioso y amado, como un dios. Quitó ese último pensamiento de su mente, no era adecuado pensar de esa forma de su superior.

—Si querías pasar más tiempo con Zewu-Jun debiste hacer algo menos arriesgado, Jiang Cheng— mencionó Wei Wuxian quien parecía curioso por la situación, y entrometido a los ojos de Jiang Cheng.

—Vete, holgazán— ordenó Jiang Cheng con su humor normal, frunciendo el ceño y amenazándolo con su puño sano haciendo que el joven Wei riera y corriera fuera de la habitación.

Lan Xichen rio suavemente al ver la situación, estaba acostumbrado a aquellas interacciones con altibajos entre ellos, pero Jiang Cheng parecía más tranquilo ahora que antes. Aún podía recordar los gritos y regaños que este le decía constantemente a Wei Wuxian tras regresar de su presunta muerte, además de los insultos constantes con los que se referían. Aunque aún era así cuando el joven Wei cometía alguna barbaridad, era más suave con él que en el pasado, no sabía si habían hecho las pases o Jiang Cheng solo se contenía.

Suspiró y miró de nuevo a Jiang Cheng quien tenía su mirada fija en él. Muchas veces no sabía cómo tomar aquella mirada, esa que no era frecuente, una mirada llena de atención y un brillo peculiar en sus ojos. No podía dejar de pensar en que había visto esa mirada antes, en otro tiempo, en otra persona. Sus ojos se encontraron y sostuvo la mirada por unos segundos; el azul violáceo de sus ojos siempre le intrigaba pues no encontraba un color tan particular en otro lugar, o en alguien más, y ese brillo, ese extraño brillo que tenía en sus ojos era tan… hermoso. Ni siquiera podía creer que estaba pensando en lo bonita que era su mirada en un momento así.

—Lan Huan…— susurró Jiang Cheng llamando la atención del mayor quien se había perdido en sus pensamientos y en el silencio del momento— …Ya ha pasado una semana…— mencionó sin otras intenciones.

Lan Xichen sonrió de nuevo al escucharle— ¿Quieres que cambie tu compañero ahora? —preguntó con un tono suave notando cómo este negaba— ¿Entonces?

—Solo quiero que vuelvas a ser mi compañero— susurró. Suspiró antes de hacer una mueca— Y Wei Wuxian hizo una apuesta conmigo, y acaba de perder, así que debe los tragos.

Xichen se quedó un momento pasmado por las primeras palabras de este haciendo que suspirase. Sonrió suavemente, no sabía que podía hacer que el serio y tranquilo Jiang Cheng se apegara de esa forma a él— Mi tío aún está en recuperación, deberás ser más paciente, ya aguantaste una semana— indicó notando la mueca de disgusto de su compañero.

—No me malinterpretes, él es bueno, aprende rápido, pero se pone nervioso fácil y puede ser contraproducente— susurró notando cómo aún no separaba su mano de la contraria. No la movió, no quería que se diera cuenta y la quitara, ese contacto era tan cercano e íntimo que apenas podía pensar claramente— Pe-pero— carraspeó— Las bebidas. Las bebidas si las puedes aceptar, ¿Cierto?

Hizo una mueca, no era bueno para beber, pero si Jiang Cheng lo pedía de esa forma tan tierna no podía negarse— Está bien, solo un trago…— dijo el joven con aquella sonrisa amable que tenía.

—¿Enserio? —preguntó Jiang Cheng, su tono de voz estaba lleno de incredulidad pues jamás había aceptado algo así fuera del entorno laboral. Sonrió levemente dejando atrás aquel ceño fruncido que parecía tener siempre, gesto que incluso le pareció extraño a Lan Xichen, incluso podía ver ese brillo en sus ojos que no era usual y… su corazón latió más fuerte de lo común— Entonces podemos hacer algo hoy. Llamaré a Wei Wuxian y— fue interrumpido luego de que, intentando levantarse de la camilla, le recorriera un dolor punzante en su brazo y tuviera que ocultarlo con un gesto no tan disimulado.

Sin embargo, esto sacó a Lan Xichen de su ensoñación, observando como él trataba de resistir y al mismo tiempo sostenía su brazo herido con fuerza— No, iremos cuando te recuperes— frunció el ceño, como si ese gesto se lo hubiera transmitido el mismo Jiang Cheng. Colocó su mano suavemente en el brazo de su contrario, incitándolo a recostarse y descansar— Podemos posponer esa salida, hacerla luego, ahora es importante que te recuperes y descanses adecuadamente.

Jiang Cheng volvió con aquel ceño fruncido, mirando a su contrario, riendo suavemente después de un momento, bajando su mirada unos segundos antes de suspirar profundamente— Bien, lo pospondremos, pero promete que no vas a escaparte luego con alguna excusa.

Lan Xichen rio a carcajadas, sintiendo como la situación cambiaba, pareciéndole gracioso el comentario y negando cuando pudo contener su risa— No, no voy a rechazarla— dijo suavemente. Acomodó la almohada de su contrario un poco y lo cubrió de nuevo con la sábana— Ahora, descansa, tengo que llenar papeleo por tu incapacidad, así que debo retirarme— se alejó de su contrario dirigiéndose a la puerta.

—Hey— llamó Jiang Cheng antes de que este saliera de la habitación notando como este giraba— Gracias por preocuparte por mi— indicó rascando su barbilla levemente, desviando la mirada a otro lado.

—No es para más, Jiang Cheng, eres mi compañero— indicó con una sonrisa brillante antes de salir de la habitación y cerrar la puerta tras suyo.

Jiang Cheng suspiró. Compañero. Esa palabra era dolorosa de alguna forma, solo quería cambiar esa situación, solo quería hacer algo para que lo que estaba sintiendo no fuera solo de su parte. Cerró sus ojos, intentando no pensar en aquellos deprimentes pensamientos, pero era difícil cuando era lo único que podía pensar en ese momento.

—Ugh— cubrió su rostro con su brazo sano e intentó descansar, pensar en otras cosas; en los casos activos, en el tiroteo de ese día, en aquel joven asustado por su familia— Carajo…— buscó su teléfono con rapidez para llamar a Lan Xichen antes de que se fuera del hospital.

——————

Sus ojos se fijaban en el chico que estaba en la sala de interrogación, su brazo estaba enyesado y sostenido por el cabestrillo de color azul. No era cómodo, no le agradaba tener ese objeto impidiéndole el movimiento, pero no podía luchar en contra de las instrucciones del médico. Debía usar aquel horrible “instrumento” por al menos un mes, pero ya habían pasado dos días y quería arrancarlo de su brazo con fuerza y botarlo a la basura.

Suspiró, girando a Zidian en su dedo, nervioso por lo que pasaría con aquel joven y su familia, solo podía mirar como Lan Wangji entrevistaba al joven, como este parecía nervioso mientras el impasible rostro del joven hermano Lan lo miraba y preguntaba de manera cortante. Pronto este salió de la sala sin conseguir mayor cooperación llegando tras el cristal donde estaba Jiang Cheng.

—No dirá nada, no quiere arriesgarse— dijo Lan Wangji con tono serio, suspirando, mirando el expediente en sus manos— Tiene algunas anotaciones. Robo a mano armada, disturbios y posesión de drogas.

—Si, vi las anotaciones— dijo Jiang Cheng sin mirarlo, concentrado en el joven quien ahora se paraba y recorría la sala de un lado a otro agarrándose el cabello, nervioso, preocupado. Entendía como se sentía— Llama a Wei Wuxian, voy a entrar.

—Usted no está en servicio— indicó Wangji con seriedad.

—Lo sé— lo observó con el ceño fruncido— Pero eso puede darme una ventaja— le arrebató el expediente y salió de aquella sala para buscar a Wei Wuxian encontrándolo en el escritorio que antes le pertenecía, meciéndose en la silla mientras reía con algunos otros policías— ¡Wei Ying! —llamó con voz alta haciendo que este dejara de reír para mirarle— Te necesito. Ahora.

Wei Wuxian tomo a Chenquing rápidamente, se levantó de la silla y se acercó con pasos ligeros a Jiang Cheng tomando el expediente que este le entregaba— ¿Qué pasa? —preguntó mientras leía los antecedentes.

—El chico está siendo amenazado, pero tu esposo lo asustó con su tono frío y lleno de odio por la humanidad— indicó mientras tomaba su placa y la colocaba en su pantalón escuchando como Wei Ying reía por aquel comentario— Necesito sacarle información, saber quién lo amenazó y por qué.

Wei Wuxian asintió mientras entraban a la sala de interrogación junto a su contrario quien solo se quedó a un lado. El joven Wei sonrió suavemente, sentándose en la silla— ¿Por qué no te sientas, Richard?

El joven observó a los dos jóvenes y se sentó, sus piernas se movían nerviosas bajo la mesa y Wei Wuxian esperaba que en cualquier momento su compañero de interrogatorio saltara con algún comentario, pero nunca llegó, solo se sentó a su lado, en silencio, mirando los documentos en la carpeta.

—¿Dónde está mi madre? —preguntó el joven mirando a ambos, su mirada de un lado a otro le recordó a cuando estaba en el refugio, aquellos que sentían que los perseguían eran así, la paranoia no les dejaba pensar adecuadamente.

—Eso queremos saber— dijo Jiang Cheng con un tono suave— ¿Cuándo fue la última vez que la viste?

—Esta mañana— el joven tragó seco, haciendo que Wei Wuxian acercara el vaso con agua que estaba sobre la mesa— La dejé en su trabajo como siempre.

—¿Dónde trabaja? —continuó Jiang Cheng mientras el otro analizaba su comportamiento con detenimiento.

—En el restaurante Deisy’s, el que queda en la 64, ¿Por qué me preguntan esto?

—Verificamos información— Jiang Cheng miró de reojo al vidrio tras suyo sabiendo que él los estaría mirando y captaría esa señal rápidamente— Entonces realizaste el recorrido hasta el trabajo de tu madre y de regreso a casa, ¿Hiciste otra parada?

—No, no fui a casa— mencionó el chico frunciendo el ceño, moviendo su cabeza de un lado a otro, negando— Fui por algo de beber y luego a la universidad. Ahí me escribieron y me enviaron una foto.

—¿Tienes la foto ahí?

—El oficial que me trajo se quedó con el teléfono

—Entiendo. ¿Qué contenía la foto?

—La foto… estaba mi mamá… mi mamá…— la voz del chico se cortó debido a las lágrimas al parecer la escena había sido demasiado fuerte para él para recordarla. Cubrió su rostro con ambas manos, tratando de limpiarse.

—Puedes tomar agua si gustas, eso puede ayudarte con los nervios— esta vez fue Wei Wuxian quien habló, trataba de mantener el ambiente calmado, así Jiang Cheng no tendría que empeorar la situación con algún comentario mordaz como siempre.

El joven tomó agua lentamente, suspirando, calmando la respiración. El joven Wei podía notar que estaba nervioso, pero que decía la verdad por como los miraba al hablar. Podía entender el miedo al hablar de su familia, él estaría igual si se tratara de la suya.

—Entonces… tu madre está siendo retenida por alguien que no conoces, ¿estoy en lo correcto? —las preguntas de Jiang Cheng eran directas, pero su tono era… calmado, incluso el joven Wei se asustó un poco por eso.

—Si… no lo conozco— indicó el chico, bajando la mirada esta vez.

Wei Wuxian reconoció ese gesto de inmediato— No mencioné que fuera un él— indicó Jiang Cheng con suavidad haciendo que su compañero de interrogatorio sonriera, se había vuelto igual de suspicaz que él, al parecer. Jiang Cheng dejó la carpeta sobre la mesa, abierta, deslizándola lentamente hasta su compañero donde se podía ver una foto de vigilancia— Volvamos a empezar. ¿Conocías o no al hombre que se llevó a tu madre?

—N-no, no lo hago— mencionó el chico con un leve temblor en la voz— Si no van a ayudarme a salvar a mi mamá...

—Oh, haremos eso, por supuesto— indicó Wei Wuxian con un tono levemente burlón, levantándose, colocando su mano sobre la mesa para cubrir la carpeta, sin dejar de mirar directamente al joven frente suyo— Pero para eso tienes que decirnos toda la verdad, sé honesto, Richard.

—Van a matarla… si les digo van a matarla.

—Van a matarla si no nos dices, ¿Crees que no saben que estás con la policía? —el tono de Wei Wuxian sonaba amenazador a pesar de la sonrisa en su rostro, parecía como en los viejos tiempos— Tu rostro está en las noticias, de aquí al siguiente Estado, ¿Piensas que dejarán a tu madre libre?

El joven miró a Wei Wuxian, luego pasó su mirada a Jiang Cheng quien parecía aún más serio y menos amistoso que antes, así que volvió su mirada a Wei Wuxian y suspiró. Apretó sus manos con fuerza, clavando sus uñas en las palmas y, finalmente, suspiró.

—Bien, de acuerdo, les diré— dijo el joven, había miedo y determinación en su mirada— Pero prométanme que van a salvarla, cueste lo que cueste.

Wei Wuxian le dedicó una sonrisa amistosa, colocando su mano sobre el hombro de este— Prometo que haremos todo lo posible por rescatarla sana y salva— indicó antes de mirar a Jiang Cheng quien se levantaba de la silla, tomaba la carpeta con su mano sana y salía de la sala en silencio.

Chapter 9: Calor (El Hierofante)

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Jiang Cheng aún tenía la mirada del joven en su cabeza, el cómo la tristeza y la desesperanza surcaban sus ojos cuando le miró. Recordaba esa mirada, era la misma que había tenido hacía unos años cuando perdió a sus padres, esos eran los ojos que había reflejados en el espejo cada que veía su rostro reflejado. Giró a Zidian en su dedo mientras miraba las imágenes de vigilancia, había olvidado incluso tomar sus medicinas e ignoraba el dolor en su brazo hasta que sintió como alguien tocaba su hombro.

Giró su mirada de inmediato, un quejido silencioso se podía escuchar desde su garganta, estaba dispuesto a insultar a la persona que había hecho aquello cuando notó que era Lan Xichen— Lan Huan, ¿se está volviendo una costumbre? —preguntó con una sonrisa torcida y su ceño fruncido.

Xichen sonrió solamente extendiendo su mano con el medicamento— Me dijiste que seguirías las ordenes médicas, estaban en tu escritorio, casi llenas— indicó, su sonrisa se borró unos momentos antes de que Jiang Cheng tomara el medicamento con cuidado— ¿Quieres que te de una incapacidad indefinida? —preguntó.

Jiang Cheng le miró, sus ojos llenos de angustia y enojo— No, ni se te ocurra siquiera sugerirlo— indicó tomando el medicamento a regañadientes— Ya lo tomé, ¿Ves? Estoy bien, no es nada que no pueda soportar.

Xichen suspiró, de nuevo, observando el brazo de su compañero. Se acercó más tocando este con suavidad notando el dolor en su expresión cuando lo hizo— ¿Es enserio? —el tono de voz del mayor había salido molesto, y no era para menos— Esto no es estar precisamente bien, ni siquiera es estar un poco bien.

—Estoy bien, Lan Huan— indicó con un tono brusco, tratando de zafarse de su agarre, pero el dolor en su brazo le impedía moverlo correctamente.

—No, no lo está. Y no me llames así en la oficina— insistió el mayor con seriedad. Jiang Cheng se congeló por un momento, no lo había notado, se había vuelto natural llamarlo de esa forma, ¿por qué antes no había reaccionado? Tal vez se estaba tomando demasiadas libertades con él.

—Pido disculpas, Zewu-jun— respondió finalmente con un tono seco— Había olvidado la cadena de mando, pensé que aún éramos compañeros— tal vez era la medicina, o la situación, pero se encontraba realmente irritado por ello, le molestaba que después de meses, después de tantas veces llamándole de esa.

—Wanyin— llamó el mayor, suspirando, calmándose— Aún somos compañeros, pero en la oficina, el que me llames por ese nombre, no es correcto.

El aludido no pudo discutir, era cierto. Su trato fuera de la oficina era distinto, dentro de esas cuatro paredes estaban obligados a respetar la formalidad de su oficio, el rango y el puesto del otro, eso incluía no hablarse tan informalmente. Levantó la mirada unos momentos, mirando a su mayor.

—Te reprendieron, ¿no es así? —preguntó notando como su mayor daba un paso atrás, desviaba la mirada y rascaba su mejilla en señal de vergüenza. Jiang Cheng se sintió aliviado, no había cambiado nada entre ellos, solo era una formalidad en el trabajo— No lo haré en la oficina, lo prometo.

—¿Qué no harás en la oficina? —podía reconocer esa dichosa y molesta voz en cualquier parte; Wei Wuxian. El joven de ojos oscuros le miraba con una sonrisa de lado a lado mientras se escabullía por el pequeño espacio entre la puerta y la pared. Jiang Cheng gruñó al verle.

—Entrometido, ¿Qué haces aquí? —preguntó Jiang Cheng con el ceño fruncido notando como el aludido soltaba una suave risa.

—Zewu-Jun nos llamó a Lan Zhan y a mí para evaluar la situación— indicó entrando, tras él estaba Lan Wangji con aquella mirada impasible. Ambos entraron al lugar y se acercaron a las imágenes donde las cámaras de vigilancia habían captado movimiento desde el apartamento del joven donde habían interceptado a aquella mujer y habían seguido el rastro del vehículo hasta esa bodega.

Jiang Cheng suspiró profundamente mirando las notas que había en la carpeta. Aún le costaba moverse debido al cabestrillo, pero no iba a quejarse en un momento importante como ese— Hay que actuar rápido, si se escapan o descubren lo que sabemos podría pasarle algo— indicó con un tono serio, lleno de determinación— Esta es la bodega donde se vio por última vez esa camioneta, además de que se ha visto actividad en ella a pesar de estar abandonada.

—Entonces es un plan rescate— mencionó Wei Wuxian con un tono lleno de entusiasmo— ¿Cuál es el plan?

—Tendremos que entrar con cuidado— mencionó Lan Zhan quien observaba también los documentos con atención.

—Si, por eso me he contactado con operaciones especiales— indicó Xichen con un suave tono— Nos brindarán refuerzos— miró a su compañero cuando este suspiró. Sabía que no le agradaban para nada, era una rivalidad eterna entre ellos y Jiang Cheng que se había desencadenado desde hacía años, una que no entendía del todo— Necesitamos asegurar la zona y no tenemos suficientes recursos.

—Lo sé, lo sé— respondió Jiang Cheng a su pregunta no formulada.

—Pero no te agradan.

—Y no lo harán pronto— dijo sin un tono en específico— Tenemos que colaborar con ellos, lo tengo, no significa que me agrade. Volviendo a la misión, por favor, tenemos que entrar sin llamar la atención, debemos ir por el flanco derecho, es el que parece tener menos vigilancia.

—Pero… si vamos con fuerzas especiales, ¿no son ellos los que deciden la estrategia? —preguntó Wei Wuxian con la mano en su barbilla, gesto que se tensó al notar la mirada de Jiang Cheng quien parecía disgustado por aquel comentario— Bien, bien, no te enojes.

—Pienso que ese es su área de trabajo, Wanyin— dijo Xichen con un suave tono, tocando el hombro de Jiang Cheng haciendo que este le mirara por un momento y suspirara.

—Bien, los dejaré hacer su plan. Pero si no me agrada…

—Si, harás lo que quieras, lo sé— mencionó Xichen con un tono suave.

—El plan es entrar. Wei Wuxian y yo podríamos entrar y Zewu-jun podría encargarse del flanco derecho.

—Wei Ying no está en servicio— contestó Lan Wangji rápidamente.

—Lo sé, pero es el mejor, ya que mi compañero ahora es el comandante y no puede actuar sin una orden directa— miró al aludido de reojo haciendo que Lan Xichen suspirase.

—Bien, pero el joven Wei tendrá que ir con chaleco, no podemos arriesgarlo— mencionó el ahora comandante Lan.

Aunque el plan era sencillo podrían ocurrir situaciones que complicaban todo, y estas iniciaron desde que las fuerzas especiales miraron a Jiang Cheng arreglando su equipo. Saber que dentro de la fuerza había dos mangas cortadas era como un insulto para los hombres que conformaban las fuerzas especiales, más que todo porque siempre se había pensado que el frío y serio Lan Wangji se iba a casar con una hermosa y joven dama para tener unos hijos hermosos, dignos herederos de los Lan, y al enterarse de que se había casado de manera clandestina con el atrevido, desviado y, a sus ojos, traidor Wei Wuxian era como si los hubieran traicionado a ellos directamente.

Por supuesto Jiang Cheng no estaba del todo contento con el matrimonio de estos dos, mucho más porque toda esa melosidad tenía que verla a diario, como si no fuera suficiente tener que vivir con la idea de que su hermano jurado se había casado con otro hombre. Pero eso no significaba que otros podrían juzgar la forma de vivir de Wei Wuxian, ¡Solo él podía verlo de mala manera!

Miró al capitán de las fuerzas especiales con el ceño fruncido, Zidian despedía algunos rayos mientras se acercaba a este lentamente, aunque la mano de Lan Xichen y una mirada fueron suficientes para detener sus intenciones.

El capitán de las fuerzas especiales miró a Jiang Cheng, sin moverse un ápice de su lugar, pero con los ojos fijos en él, como si lo retase a que diera el siguiente movimiento, sin embargo, Lan Xichen no aflojó su agarre en el hombro de Jiang Cheng quien estaba tenso por la situación.

—Capitán Li— llamó Lan Xichen con un tono suave y una sonrisa llena de comprensión— Entiendo que haya tensiones entre su equipo y el mío por las elecciones que se hayan tomado en nuestras vidas, pero le quiero recordar que esta es una operación importante y debemos concentrarnos en ella.

El capitán suspiró, ajustando sus guantes al igual que frunciendo el ceño, no parecía especialmente feliz con la intervención de Lan Xichen, pero tampoco parecía estar en un posición en la que pudiera discutir fácilmente, mucho más cuando Wei Wuxian lo miraba con detenimiento.

—Entiendo su punto, comandante Lan— indicó el capitán con suavidad haciendo que el aludido sonriera suavemente.

—Gracias capitán Li. Es por el bien de la operación— el capitán asintió con lentitud y guio a su grupo para continuar con el trabajo sin decir más.

Jiang Cheng miró a su mayor y suspiró suavemente, moviendo su hombro un poco para quitar la mano de este. Su brazo aún dolía, pero no iba a demostrar eso frente al equipo de ese capitán engreído. Movió su hombro, preparándose para la operación, así como su cuello y suspiró sintiendo la mirada de Lan Xichen en su nuca.

—Estaré bien— susurró a su mayor con determinación.

La operación inició. Lan Xichen estaba fuera del edificio coordinando todo lo que había que hacer, los radios estaban activos mientras Jiang Cheng, Lan Wangji y Wei Wuxian entraban al edificio, al igual que un pequeño grupo de fuerzas especiales. No querían alertar a los hombres que estaban adentro y tampoco sabían si estaban armados o no.

Jiang Cheng estaba preparado para cualquier tipo de enfrentamiento, sosteniendo su arma con fuerza al igual que preparándose para usar a Zidian si era necesario. Sus ojos estaban fijos en su camino al frente, de vez en cuando podía ver a Wei Wuxian quien parecía relajado en aquella situación, sonriendo, siendo cuidadoso con lo que podría tirar con sus pies y caminando con gracia mientras observaba a su alrededor. Era curioso, pero el que estuviera así de tranquilo significaba que no había energía resentida en el lugar.

Suspiró suavemente. Escuchó ruido, algo cayéndose, miró a Wei Wuxian quien negó levemente— ¡Eres un estúpido! ¡¿Cómo dejaste que se fuera así sin más?! Te dije claramente que debías matarlo— era uno de los sujetos, no sabía si eran los de aquel tiroteo, pero por la situación dudaba que no fuera así.

—El cobarde no se atrevería a decirle algo a la policía— contestó el otro haciendo que Jiang Cheng sonriera de lado. “Pues lo hizo” pensó en silencio.

—Si no fuera por tu imprudencia el plan sería perfecto.

Jiang Cheng se asomó un poco para verle notando a la mujer atada en una silla, asustada, llorando por la situación y era entendible. Pudo ver a Lan Xichen tras los sospechosos, estaban rodeados por las fuerzas especiales quienes levantaron sus armas —¡Al suelo! —gritó el capitán Li haciendo que los sujetos levantaran las armas y apuntaran a estos, disparando, hiriendo al capitán. Jiang Cheng reaccionó rápidamente usando su Zidian para quitar las armas de los sujetos y lanzándolos al suelo antes que el equipo de fuerzas especiales le dispararan.

—¡Alto el fuego! —ordenó Lan Xichen. El equipo se detuvo de inmediato mientras el comandante se acercó a los sospechosos y a su compañero— Wanyin, ¿Estás bien?

—Ugh— reclamó Jiang Cheng levantando la cabeza del suelo— Maldita sea, Li— susurró suavemente, pero no reclamó en voz alta para no generar una discusión innecesaria, notando así la expresión aliviada de su mayor. Se levantó rápidamente, acercándose a la mujer quien tenía la cabeza agachada— Hey, señora, ¿Cómo está? —preguntó tomando la mejilla de la señora con delicadez notando el pánico en ella cuando abrió los ojos. Quiso gritar, pero al tener la boca cubierta solo produjo sonidos amortiguados— Tranquila, está a salvo— mencionó el oficial suavemente, quitando con cuidado la cinta de la boca y sonriéndole amablemente. Lan Xichen observó a su compañero, era curioso ver una sonrisa amable en su rostro, pero le parecía tan… guapo. Aún así retiró esos pensamientos de su cabeza, no era el momento, mucho menos la situación en la que debía pensar eso.

La mujer comenzó a llorar con fuerza. Lan Xichen volvió a la realidad y desató sus manos con cuidado tras acercarse haciendo que esta saltará a los brazos de Jiang Cheng con rapidez. Fue obvio que el joven no supo como reaccionar mas que sostenerla entre sus brazos sin evitar suspirar ante el llanto de la mujer.

—Tranquila— susurro suavemente acariciando su espalda, suspirando debido a todas las emociones por las que había transcurrido. Por supuesto que era este su deber, el servir y proteger a los que lo necesitaban, pero algunas veces era más difícil de lo que parecía.la conmoción.

——————

La reunión de madre e hijo fue algo que conmovió a muchos oficiales, y Jiang Cheng se veía afectado por ello. Lan Xichen podía ver como su compañero tenía aquella mirada perdida mientras veía como ambos se abrazaban y lloraban. Tomó el hombro de Jiang Cheng quien dio un leve salto por el toque repentino de alguien.

—¿Estás bien? —preguntó el mayor recibiendo una mueca de parte de Jiang Cheng y un chasquido de su lengua.

—No me hirieron, Zewu-jun— comentó suavemente, mirando a su mayor. Para Xichen parecía conflictuado, sus ojos parecían llenos de dolor, pero parecía como si solo pudiera expresarlo a él, o como si solo él lo pudiera entender.

—No hablo de eso, Jiang Cheng— indicó observando sus alrededores. Tomó el brazo de su contrario y entró en la oficina de su compañero— Pareces… dolido.

El contrario suspiró, bajando la mirada, tocando su anillo y girándolo en su dedo— Eso no es una novedad. Pero, eso no es importante. ¿En serio me llamaste por mi nombre? —soltó una suave risa— Estoy bien, solo sobre pienso las cosas, es todo.

—Si necesitas un descanso, lo que desees, puedo hablar con mi tío.

—No, en este momento un descanso es lo que menos quiero— su tono era serio al hablar, parecía decidido— No hemos resuelto la situación con Richard, y el suicidio del joven que interrogamos antes tampoco.

—¿Crees que tienen correlación? —preguntó el mayor sirviendo un poco de agua a su contrario quien la recibió con un gesto, asintiendo finalmente tras un sorbo— Entonces estamos enfrentándonos a algo más peligroso.

—O más grande…— indicó dejando el vaso a un lado, moviendo el vaso lentamente sobre la mesa— Ugh, me duele la cabeza de solo pensarlo.

—¿Tu hombro? —preguntó tocando aquel lugar, viendo como la expresión de Jiang Cheng cambiaba a una adolorida haciendo que bajara su brazo.

—Si, duele— comentó moviendo su hombro, ejercitando el músculo lentamente para mantenerlo calmado, pero sintiendo aquella punzada de electricidad recorrerle el cuerpo debido al dolor.

—Mucho más con el esfuerzo de hoy— indicó el mayor, tomando su muñeca con cuidado— Ve a descansar, lo necesitas.

—Estoy bien, Lan Huan, me siento bien. Esto no es nada en comparación a otras veces— miró al mayor notando la preocupación reflejada en sus ojos. No sabía cómo manejar el sentimiento en su estómago al verle de esa forma, realmente le aterraba la idea de que aquellos sentimientos por su mayor estaban creciendo, mucho más cuando sabía que no serían correspondidos.

—No debes comparar— indicó el contrario con un tono más serio, bajando su mirada, podía sentir como la mano ajena estaba fría.

—Lo sé— indicó tomando la mano de Lan Xichen y apartándola lentamente— Pero no es nada grave, Lan Huan, el mismo doctor lo dijo.

Lan Xichen iba a decir algo más cuando tocaron a la puerta de la oficina haciendo que aquella cercanía que se había formado entre ellos volviera a ser una distancia profesional. Sus manos se alejaron cuando la puerta fue abierta; Wei Wuxian.

—Am… disculpen por interrumpir— mencionó el joven Wei con una sonrisa haciendo que Lan Xichen negara.

—Está bien, no interrumpe, señor Wei, ¿Hay algo que necesite?

Wei Wuxian bajó su mirada, rascando su mejilla al notar la mirada de su hermano jurado quien parecía querer golpearlo— Bueno… Richard está hablando con Lan Zhan quien está tomando su declaración, y me preguntaba si… tal vez… podríamos beber.

—Ciertamente me debes una bebida— comentó Jiang Cheng con un tono seco, acercándose a Wei Wuxian — Bien, acepto. ¿Y tú, Lan Huan?

Chapter 10: Poesía (Sota de oros)

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Lan Huan no era de los que tomaban, realmente no había tomado más que aquella vez que Wei Wuxian los había invitado cuando volvió después de años de estar en incertidumbre de su paradero, pero no sé había sentido bien ese día y paró luego de un trago. Tenía un mal beber, no le gustaba que lo vieran de esa manera porque era un lado de él que no lo representaba, y casi siempre había tenido que cuidar de Lan Wangji cuando este se pasaba de tragos.

Pero aquella noche le habían invitado de forma especial, para celebrar una operación exitosa y que la madre de Richard se encontrara con él. Por fin podrían avanzar en algo con el caso, o al menos eso podrían pensar mientras se dirigían al bar de siempre.

En el lugar Wei Wuxian fue el primero en ser notado siendo saludado por el bartender y los clientes frecuentes del lugar quienes también saludaron a Lan Wangji con formalidad, mismo que devolvió el saludo de la misma forma.

—Eres alguien conocido aquí— comentó Jiang Cheng con suavidad a su hermano jurado quien le miró con orgullo— Eres un alcohólico sin remedio.

—Hiyah, Jiang Cheng— reclamó el aludido con una expresión de fingido dolor— Solo vengo una vez al mes con Lan Zhan, ya sabes que él no es de buen tomar.

—Con él solo vienes una vez a la semana— indicó el mayor señalando su punto al ver cómo la gente reía a su alrededor brindándole un poco de sus botellas a Wei Wuxian.

—Supongo que viene solo mucho— comento Lan Huan al ver la algarabía a su alrededor, mirando a su hermano quien asintió antes de responder.

—Mn— contestó Lan Wangji con un tono suave— Tres veces a la semana.

—Ah, mi esposo me ha traicionado— expresó Wei Wuxian con su voz dramática, colgando su cuerpo del brazo de su esposo con un rostro lleno de dolor fingido.

—Wei Ying bebe mucho— aseguró Lan Zhan con seguridad, dirigiéndole una mirada a su esposo con ese cariño inmenso que le tenía y esa suave sonrisa que solo le dirigía a él.

—Eso no es un secreto, Lan Zhan, sabes que me gusta beber y tengo un buen beber, no como tú— comentó guiñándole el ojo haciendo que su esposo lo soltara y cayera al suelo recibiendo un reclamo sonoro de parte del aludido.

—Hanguang-jun no debería tratar a su esposo así— comentó un hombre que estaba sentado en una mesa cercana, quien reía y miraba a la pareja con diversión y sus mejillas rojas debido al alcohol en su sistema.

—¿Si ves? Deberías tratar mejor a tu esposo, Lan Zhan— reclamó Wei Wuxian levantándose del suelo, sobando sus caderas las cuales fingía que dolían debido a la caída reciente, pero era obvio que había dolores mucho peores que una caída como esa en la vida de Wei Wuxian. Se pudo escuchar un suspiro de parte de Lan Zhan quien volvió con su esposo y le dio un beso en la mejilla como reconciliación. Wei Wuxian sonrió y tomó las mejillas de su esposo para besar sus labios una y otra vez haciendo que los hombres del bar reclamaran y rieran ante aquella muestra de amor entre ambos.

—Ugh— reclamó Jiang Cheng girando sus ojos en disgusto al ver aquella escena— Son insufribles. ¿No te parece, Lan Huan?

El aludido le miró y solo sonrío de manera nerviosa— No me corresponde hablar sobre su relación, Jiang Cheng— mencionó con un tono suave mientras buscaban una mesa para cuatro.

—Si, por supuesto— comentó girando sus ojos con una sonrisa.

Se sentaron en una mesa cerca de una ventana para estar más tranquilos, sin mucha gente a su alrededor. Wei Wuxian pidió una ronda de su licor favorito; la sonrisa del emperador, mientras que Lan Huan solo pidió un jugo de frese para comenzar ignorando las súplicas y réplicas del joven Wei Wuxian. No quería beber alcohol esa noche, no estaba dispuesto a perder los estribos por disfrutar de una celebración, podía hacerlo sin beber.

—Vamos, Lan Huan, al menos una copa— insistió Wei Wuxian con una sonrisa mientras tomaba su copa y bebía un poco— No te hará daño.

—Él dijo que no bebería— mencionó Jiang Cheng con seriedad, tomando de su copa un poco mientras lo miraba con el ceño fruncido— Deja que tome sus propias decisiones.

—Ah, por favor— dijo el joven Wei Wuxian con una mueca tomando otro poco de la bebida. Lan Huan podía notar que su hermano tenía un poco servido, pero no lo había tocado ni un poco desde que se lo sirvieron. Sabía que tenía un mal tomar, el mismo Wei Wuxian había mencionado que así fue su primer encuentro sexual hacía unos años atrás, ese recuerdo era incluso penoso de solo recordarlo y el mayor de los Lan no pudo evitar sonrojarse ante el solo pensamiento.

Bebió de su jugo en silencio y bajó su mirada. Hacía mucho tiempo que él ya había tenido relaciones de ese tipo, pero la persona con la que había hecho eso ya no estaba en ese mundo y le hizo sentir un tanto estúpido pensarlo ahora cuando era un momento de celebración.

—¿Estás bien? —escuchó la pregunta a lo lejos levantando la mirada a la mesa, mirando a los presentes y notando la mano de Jing Cheng en su hombro. Sonrió ante la pregunta de su contrario y asintió.

—Lan Huan, estabas perdido en las nubes— dijo Wei Wuxian terminando la primera copa, ¿o era la segunda? Tomaba tan rápido que muchas veces le perdía el ritmo.

—Disculpe, joven Wei, pensaba en el pasado— dijo suavemente notando la mirada de su hermano, aunque la sonrisa que le dedicó fue suficiente para persuadirlo a no preguntar.

—Debería dejar el pasado en el pasado— dijo Jiang Cheng desviando la mirada y tomando un poco de su bebida.

—¿Enserio, Jiang Cheng? —preguntó Wei Wuxian con un tono sarcástico.

El aludido no dijo nada, pero hizo una mueca lo suficiente como para que Wei Wuxian se callara. Sus ojos volvieron con Lan Huan quien sonreía tranquilo, así que el asunto quedó ahí, al menos para los demás.

—¡Wei-dàshū! —saludaron desde la entrada. Un joven de ojos grises se acercó con una sonrisa haciendo que Wei Wuxian escupiera su bebida. Su esposo, quien estaba a su lado, sacó una servilleta y limpió su barbilla con cuidado.

—¡A-Yuan! —exclamó el joven Wei con una sonrisa sorprendida.

—Ah, Wei-dàshū, sabía que iba a estar aquí— indicó con una sonrisa el joven, haciendo una inclinación a los demás en el lugar y se pudo notar como JingYi iba tras él y saludaba formalmente a todos también.

—Pensé que vendrías la semana siguiente— dijo suavemente, rascando su nuca con nerviosismo.

—Lo dijo la semana pasada— indicó Lan Zhan con suavidad haciendo que Wei Wuxian soltara un suspiro largo.

—Entiendo, entiendo— dijo suavemente— A-Yuan, en este momento no puedo acompañarte a casa, ¿Puedes ir y esperarnos allá?

El joven sonrió con nerviosismo haciendo que su acompañante frunciera su ceño— Maestro Wei, debería- —fue callado por Lan SiZhui quien colocó una mano en su boca.

—Vale, ¿podría darme los llaves del apartamento entonces? —preguntó con timidez. Wei Wuxian asintió suavemente y sacó las llaves de su bolsillo para dárselas al joven quien las tomó y asintió. Ambos jóvenes hicieron una leve reverencia y sonrió antes de retirarse.

—¿Olvidaste que JingYi y SiZhui venían esta semana? —preguntó Jiang Cheng con enojo, pero en voz baja.

—Bueno, he tenido la mente ocupada últimamente— indicó Wei Wuxian con una sonrisa nerviosa, rascando de nuevo su nuca al escuchar ello— Por cierto, Jing Ling viene en dos días, ¿lo recuerdas? En su universidad están por salir— indicó con una sonrisa recibiendo una amenaza de parte de Jiang Cheng la cual evitó riendo.

Lan Huan soltó una risa al escucharlos, una que rompió su silencio y de la cual Jiang Cheng se sorprendió, hacía un tiempo no le oía reír tranquilamente y sintió como las mariposas se alteraban de nuevo en su estómago. Volvió a su bebida tomando el resto y sirviendo un poco más de la bebida con el alcohol recibiendo un jalón en sus vestimentas.

—No beba mucho— susurró Lan Huan con suavidad haciendo que este soltara un bufido.

—Tengo buen beber, Lan Huan— dijo suavemente, sonriendo. Miró a Lan Huan de nuevo y luego su bebida— ¿Realmente no vas a beber nada más?

Lan Huan negó lentamente, volviendo a tomar un poco de su jugo mientras miraba la mesa con una sonrisa suave— No soy bueno con el alcohol.

—Ah, así que podrías ceder ante los encantos de Jiang Cheng— comentó Wei Wuxian recibiendo otra mirada del mayor con enojo— Oh vamos, ¿no fue una estrategia tuya?

Ante esas palabras Lan Huan comenzó a toser, de la sorpresa se había atorado con su bebida haciendo que Jiang Cheng dejara la suya a un lado y le auxiliara— Lan Huan, respire— dijo golpeando suavemente su espalda para que se recuperase. El mayor de los Lan tomó lo primero que vio para dejar de toser— Ah…— sin esperar ninguna advertencia de parte de los presentes bebió algo sintiendo el líquido correr por su garganta y quemar la misma.

Tosió un poco más hasta detenerse y mirar a Jiang Cheng— ¿Qué pasa? —preguntó.

—Acabas de tomarte mi trago— dijo Jiang Cheng con una sonrisa. Lan Huan le miró, sus mejillas se sonrojaron levemente y miró su jugo tomando un poco de este para bajar el efecto del trago, escuchando como reía Jiang Cheng y Wei Wuxian por la situación.

Lan Huan no dijo más, mirando a Jiang Cheng apenado— Disculpa, no era mi intención— se disculpó llevando su mano a la garganta sintiendo el calor en esta. Se sintió un poco mareado, sentía su rostro caliente.

—No, no es nada— dijo con suavidad dejando su vaso vacío en la mesa y sirviendo un poco más de licor en este— ¿Aún tienes esa sensación en la garganta? —preguntó al mirar como Lan Huan aun masajeando su garganta.
—Si tomas otro poco puede que la sensación se vaya— dijo Wei Wuxian riendo, haciendo que Jiang Cheng riera también.

—Toma— dijo Jiang Cheng ofreciéndole su trago, el cual acababa de servir. Lan Huan dudó, pero recibió el mismo bebiendo un poco y sintiendo de nuevo el ardor en su garganta haciendo que tosiera y logrando que ambos jóvenes rieran por la acción de su contrario.

—Wei Ying— regañó Lan Zhan a su esposo con aquel tono impasible haciendo que el aludido riera un poco más, pero se detuviera y fingiera seriedad.

—Jiang Cheng, que malo eres con el hermano mayor, eso no es bueno para tu reputación— comentó el joven Wei, comentario al que no le prestó atención Jiang Cheng pues solo sirvió otro trago y bebió.

Lan Huan miró a Jiang Cheng unos instantes, notando como bebía sin problema del mismo vaso que de que él había bebido. Se sintió extraño, demasiado extraño. ¿Eso no era un beso indirecto? ¿No estaría Jiang Cheng incómodo al beber del mismo vaso con él? Bebió de su jugo sintiendo el mismo dulce, más que antes, tal vez era el efecto del licor o porque el mismo era demasiado fuerte.

Sin saber bien que era lo que hacía y sintiendo que sus mejillas estaban más calientes de lo normal se recostó en el hombro de Jiang Cheng, mirando la mesa y sonriendo— Jiang Cheng— susurró suavemente tomando la mano de este con cuidado y apretándola entre la suya.

—Lan Huan, ¿está borracho? —preguntó Wei Wuxian con suavidad recibiendo una mirada de este, luego una mueca y finalmente una sonrisa— Está borracho.

—No lo estoy— dijo el mayor con una mueca mientras acercaba la mano al trago de Jiang Cheng quien lo apartó— Por favor, solo uno más.

—Creo que es suficiente por hoy— indicó Jiang Cheng mientras le acercaba el jugo a su contrario— Toma de este— el mayor negó, apartando el jugo con desgana haciendo que Jiang Cheng suspirase— Bien, bien— tomó su vaso y fingió echar un poco de licor al jugo para que este tomara, como si estuviera mimando a un pequeño. —Bebe.

Lan Huan sonrió y tomó de este en silencio mientras Jiang Cheng y Wei Wuxian reían por la actitud infantil del mayor. Pronto Wei Wuxian convenció a su esposo a beber un poco.

——————

No supo cuánto bebió exactamente, solo sabía que estaba siendo llevado por Jiang Cheng mientras Wei Wuxian contenía a su esposo de camino a casa. Lan Huan no se despegaba del agarre de su contrario, no quería estar solo y se lo hizo saber una vez llegaron a su apartamento.

—Por favor— pidió el mayor mientras Jiang Cheng abría la puerta de la entrada— No quiero estar solo. Se siente tan frío adentro.

Hubo silencio mientras la puerta era abierta, ambos entraron y Jiang Cheng cerró la puerta tras él, viendo el lugar, notando la hora— Es mejor que te cambies y vayamos a dormir, es tarde— indicó quitándose la chaqueta y ayudando a su mayor a quitarse la suya. Lan Huan era torpe, al menos en ese momento, porque al tratar de ayudarle a quitarse su chaqueta tropezó y casi cae al suelo de no ser que Jiang Cheng tomó la mano de este y le dio soporte.

Chapter 11: Agonía (Cinco de anillos)

Summary:

Escribir escenas de sexo no es mi especialidad, por lo que no es "explícito". Sin embargo, no es tampoco para menores. Qsy.
Tampoco soy buena con los borrachos /excusa pobre/
Muacks.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Entonces. ¿Cómo habían llegado a esa situación? Habían dejado los abrigos en el ropero y Jiang Cheng había colocado el seguro a la puerta. Había enviado un mensaje a Wei Wuxian para indicar que se iba a quedar con el mayor y que no se preocupara, que todo estaba bien. Tras la respuesta algo jocosa de su contrario sobre que debía aprovechar solo dejó el teléfono a un lado y suspiró mirando a Lan Xichen quien estaba quieto en el sofá donde lo había dejado minutos antes. Realmente no estaba muy animado a quedarse, pero no quería verlo solo y aquella expresión que le había dedicado antes… fue tan dolorosa.

—Lan Huan— llamó suavemente, acercándose y mirando a su compañero con una mirada tranquila— ¿Cómo te sientes? —preguntó, notando como los ojos de su mayor parecían idos en algún punto de la alfombra.

—Mareado— contestó con un peculiar tono a media lengua. Jiang Cheng soltó una suave risa al escucharle de aquella forma siendo que nunca le había oído así, mucho menos lo había visto ebrio como parecía estar ahora.

—Eres sensible al alcohol, ¿eh? —comentó mientras llevaba sus manos a la camisa de su contrario, queriendo tomar un poco de ventaja de su estado— Parece que es general en ustedes los Lan— indicó con un tono suave notando como la mano de su mayor se movió rápido al sentirla demasiado cerca de la piel de su cuello.

—No— dijo el mayor mirándolo con seriedad, aunque una sonrisa boba se formó en su rostro cuando cruzaron miradas, cosa que le hizo sonrojar. Alejó la mano de aquel lugar entendiendo que no podía sobrepasarse con él, mucho menos en ese estado, no era de alguien honorable hacerlo.

—Vamos a dormir— decidió con rapidez. Tomó a su mayor de los brazos para levantarlo del sofá y comenzar a caminar hacia la habitación. El apartamento de Lan Xichen siempre estaba en perfecto orden, todo en él gritaba que no era alguien que pudiera vivir con algo fuera de su lugar, Jiang Cheng lo conocía bien, demasiado bien, y le asustaba algunas veces que no pudiera sorprenderse con las actitudes de Lan Xichen como quisiera porque podía leerlo… o tal vez no lo suficiente, porque, ahora que recordaba, algunas veces tenía una expresión tan triste y otras tan alegre cuando lo miraba, como si de verdad sintiera algo por él, incluso después de tantos años.

Suspiró antes de dejarlo en la cama donde cayó contra el colchón con una sonrisa— ¿Vienes? —preguntó estirando sus brazos haciendo que Jiang Cheng se sonrojara de nuevo, era un récord, dos veces en menos de una hora, ¿Qué clase de alcohol era el que habían bebido?

—Dormiré en el cuarto de invitados, Lan Huan— pero antes de apartarse para salir del cuarto fue tomado del brazo por este y arrastrado a la cama dejándolo contra el colchón, su mayor mirándole fijamente. Su mente estaba nublada, sus ojos solo podían ver a Xichen en ese momento quien tenía la mente igual de nublada que él debido al alcohol, porque no era posible que alguien cuerdo pudiera actuar de esa forma, mucho menos él. Lan Xichen estaba sobre su cuerpo, mirando su rostro mientras lo acorralaba contra la colcha. —Lan Huan— susurró Jiang antes de sentir como sus labios se unían, como sus ojos, aunque perdidos, lo estaban mirando en esos momentos.

Se dejó besar, moviendo sus labios con avidez, levando sus manos al cuello de él para atraerlo aún más. Tanto lo deseaba que se podía notar en como movía su lengua en la boca de su mayor, como apretaba su nuca para hacerlo más profundo, como su cuerpo deseaba el tacto ajeno, como si el anhelo hubiese durado siglos y por fin, luego de tantos años de abstinencia, fuera la medicina que necesitaba.

Las manos de Xichen sobre su cuerpo eran suaves, las yemas apenas ásperas por el entrenamiento y delicadas para tocar un instrumento estaban frías, tal vez por el clima, el alcohol, o ¿nervios?, pero realmente no veía a Lan Xichen estando nervioso en una situación como esa. ¡No veía a Lan Xichen en una situación como esa y punto! Él era tan correcto, tan culto, tan suave, como una masa de pan, y ver como sus dedos recorrían su cuerpo sin pudor alguno le hacía soltar leves suspiros contra sus labios.

Aquellas suaves y deseadas manos se habían colado entre su ropa, acariciando su estómago, subiendo a su pecho, arrancándole un jadeo. Estaba inquieto, ¿Realmente eso estaba pasando? ¿No era un sueño debido al alcohol?

—Lan Huan— llamó de nuevo. Quería preguntar, pero ver cómo se quitaba su camisa lo había dejado embobado; su pecho era torneado, bien definido, sus músculos eran apenas visibles y algunas cicatrices se podían ver en aquellos lugares más visibles. Sus manos fueron llevadas al pecho ajeno por las de su mayor, parecía deseoso de ser tocado y Jiang Cheng realmente no iba a protestar contra ello. Acarició su pecho, su estómago y su espalda, sintiendo cicatrices, marcas y cosas horribles que no quería pensar como las obtuvo. Suspiró profundamente, mirándole con ojos llenos del amor que había guardado por él durante años— Eres hermoso— susurró notando como una sonrisa se formaba en el rostro de este, como sus ojos brillaban por aquella sentencia.

El beso continuó unos momentos hasta que sintió como las manos de su mayor bajaban hasta sus pantalones haciendo que se sobresaltara. Se apartó rápidamente, sentándose y apoyando la espalda contra el espaldar de la cama, cubriendo su rostro con rapidez ante la vergüenza de lo que eso representaba.

—Es-Espera— pidió, sus mejillas rojas, su consciencia más clara, notando como su mayor ladeaba su cabeza ante la repentina lejanía entre ambos— ¿Realmente vamos a hacerlo? —preguntó.

Los ojos de Lan Xichen se apagaron, frunciendo su ceño en tristeza— ¿No quieres? —preguntó acercándose a gatas sobre la cama, llevando su mano a la pierna de su contrario y desabrochando el pantalón de Jiang Cheng, bajando la cremallera y dejando su ropa interior visible— Yo quiero hacerlo... Por favor...— pidió besando sus piernas, bajando el pantalón de Jiang Cheng lentamente.

—No es que no quiera...— susurró Jiang Cheng, cubriendo su boca para que no salieran jadeos o sonidos indecentes. No lo detuvo, no podía, el solo ver que era Xichen quien quitaba sus pantalones y hacía tales cosas le hacía sentir mariposas en el estómago. La persona que había amado por tantos años estaba frente a él de aquella forma, tocando su cuerpo sin pudor alguno, como solo había soñado.

—Entonces lo haremos— le escuchó decir antes de notar como besaba su parte íntima sobre la tela del bóxer antes de quitar la pieza de tela con rapidez. Un jadeo alto salió de su boca sintiéndose excitado, temblando levemente por sentir aquel sentimiento en su corazón tan vivo como siempre.

—Lan Huan— jadeó tomando su rostro, haciendo que le observara para acercarlo a sus labios y besarlo, mismo que fue correspondido y llevado a uno más profundo, podía sentir la lengua de su mayor rozar la suya y eso hacía a su corazón latir aún más fuerte. Suspiró contra su boca mientras cedía a estar de nuevo recostado sobre la cama con su mayor sobre su cuerpo, sintiendo como él se quitaba su ropa. Quería tener el placer de desnudarlo, de haberle hecho sentir lo que él había sentido cuando él le quito pieza por pieza la ropa, pero no tuvo esa oportunidad. Tal vez, si lo hacían luego, podría pedirle que le dejara.

Bajó la ropa interior de Lan Xichen con manos temblorosas cuando terminó de quitarse la ropa más pesada, sintiendo una gran satisfacción al rozar su cuerpo desnudo con el ajeno. ¿Cuántas veces había deseado eso? ¿Cuántas veces había soñado con estar así de cerca a su amado Lan Huan? Quitó a Zidian de su mano, no quería que esta reaccionara a sus estados emocionales ahora y lastimara a su contrario, dejándolo a un lado sobre la mesita.

—Eres hermoso— susurró su mayor contra su boca haciendo que el joven Jiang se sonrojara aún más.

—No lo soy— respondió como en medio de un regaño, sintiendo las manos de él desatando su cabello lentamente, como si tuviera experiencia, quitando la horquilla con delicadeza y dejándola en la mesita de noche al lado de Zidian. Jiang Cheng hizo lo mismo con delicadeza, no soltando aquel lazo que sabía que era tan especial para él, notando lo realmente largo y hermoso que era su cabello. Lo había visto antes, pero desde tan cerca era tan brillante y parecía tan bien cuidado que no podía dejar de pensar en cómo lo hacía.

—Lo eres— respondió su mayor rozando su cuerpo aún más con el de él, moviéndose sobre su entrepierna, provocando jadeos involuntarios por parte de Jiang Cheng— Eres hermoso~

Sintió como levantaba una de sus piernas y la acercaba a su cadera mientras seguía estimulando su cuerpo, pronto algo se acercó a su entrada. Jiang Cheng sintió miedo, ¿Iba a ser el que recibía? ¿Eso dolía? Había escuchado que la primera vez dolía como la mierda y tenía miedo, el mismo Wei Wuxian se quejaba de que ningún ejercicio los preparaba para ser el pasivo en una relación, pero ver cómo Xichen se esforzaba en hacerlo suave, como su mano acariciaba la zona con delicadeza y lentitud... Le hizo sentir seguro, ceder ante el placer que comenzaba a recorrer su cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta su cabeza.

Jadeó y cerró sus ojos al sentir como aquel dedo recorría su entrada lentamente, en círculos, como poco a poco este bajaba para mirar su entrepierna de cerca, dejándose llevar por ese sentimiento de placer. Sintió algo cálido en su parte íntima, notando que era la boca de su mayor quien comenzaba a lamerlo con atención.

—No, ahí... Lan Huan... Está sucio— reclamó llevando su mano al cabello de este, queriendo apartarlo, pero no pudo debido a la debilidad que le hacía sentir aquel estímulo. Tembló aún más cuando aquel dedo comenzaba a abrirse camino en su interior mientras la boca de este comenzaba a apoderarse de su miembro sin tregua, apenas podía reaccionar adecuadamente ante la ola de placer que eso supuso.

Si fuera otra persona no habría dudado en apartarlo, en arrojarlo lejos y golpearlo hasta sangrar, pero esa persona, aquella que estaba haciendo aquellas cosas indecentes con su cuerpo, era el amor de su vida, de quién se había enamorado desde la primera vez que vio sus ojos, aquel hombre que no dejaba su cabeza en paz.

Y, aun así, estaba asustado. ¿Cómo no estarlo? Estaba en la cama, bajó el cuerpo de un hombre el doble de fuerte que él contra quien no podía hacerle frente porque era la persona que amaba profundamente. Tragó pesado al sentir como el dedo de su contrario entraba más en su interior, jadeaba y casi gemía al sentir, a la par, a su contrario estimulando su miembro con lentitud, subía y bajaba con su lengua haciendo que Jiang Cheng temblara.

—Ba-basta— pidió a su mayor, tomando su rostro, alejándolo de aquel lugar, notando la expresión perdida en sus ojos— Por favor...— quería que se detuviera, tenía miedo de continuar porque se sentía tan bien, pero podía leer en los ojos de Xichen que había entendido algo completamente diferente.

Lan Huan sonrió de forma ladina, como si aquella sentencia le hubiese dado una señal—Como gustes— susurró el mayor subiendo sobre su cuerpo para besarlo. Se sentía extraño, por un momento se sintió asqueado al pensar que aquella boca había estado en aquel lugar, pero correspondió el beso luego de unos segundos, sintiendo como aquel dedo comenzaba a moverse en su interior sin previo aviso.

Jadeó contra la boca ajena, alejando sus labios, sintiendo un hilo de saliva desprenderse de estos al hacerlo. Apenas podía respirar adecuadamente al sentir como se movía en su interior, casi revolviendo sus entrañas, tocando aquel punto dulce que no sabía que realmente tenía.

Su espalda se arqueó chocando su cuerpo con el de su mayor quien llevó su mano libre a su espalda para mantenerlo así. Sus omoplatos permanecían apenas apoyados contra la cama al igual que su cabeza, pero su cintura estaba pegada a la ajena, así como su estómago mientras los estímulos continuaban.

—Que sensual— susurró Xichen besando su pecho, lamiendo su cuello y mejillas hasta sus labios de nuevo dónde se detuvo apenas antes de dejar su cuerpo sobre la cama. Se acomodó entre sus piernas y sonrió, acariciando su miembro con lentitud sin dejar de mirarlo— Te prepararía mejor, pero ya no aguanto más— indicó antes de entrar lentamente en el interior de Jiang Cheng.

Apenas pudo respirar al sentir aquella intrusión en su interior. Estaba tan concentrado en los ojos ajenos que lo había tomado por sorpresa. Apenas pudo retomar el aliento sintió como las caderas de Xichen comenzaban a moverse. Estaba siendo llenado por la persona que amaba y esa sensación le hacía sentir tan completo por alguna razón, pero el dolor era tanto que no podía dejar de gritar y aferrarse a los brazos ajenos con fuerza.

Buscó reconfortarse en alguna parte, clavando sus uñas en la espalda ajena, escuchando la suave risa de su ajeno contra su cuello— No~— susurró tomando su lazo y atando las manos de Jiang Cheng entre sí, apartando éstas de su espalda y dejándolas sobre su cabeza y sujetándolas con su mano derecha mientras la otra apretaba su cadera con firmeza— Quédate así~

Aquella intrusión en su interior siguió haciéndole jadear y gemir por largo tiempo, cediendo al placer, dejando que este le hiciera disfrutar de aquella forma tan placentera que apenas había descubierto, sintiendo que se volvería loco si seguían así.

—La-Lan Huan— jadeó apenas contra su cuello, escuchando el chocar de sus cuerpos ser más constante, más rápido. Acercó sus manos como pudo a la espalda de él cuando le soltó y llevó aquella mano también a su cadera para sostenerlo contra su cuerpo, necesitaba distraerse de aquel constante movimiento en su interior, de esa presión y esa sensación de sentirse lleno que le hacía sentir en las nubes.

—Te amo...— susurró Xichen. Y el joven Jiang Cheng no supo cómo controlar sus latidos con aquella declaración. Se sentía tan feliz, tan completo con esa declaración, incluso el placer había aumentado con solo esas dos palabras.

—Lan Huan...— susurró sin poder responder adecuadamente debido a los jadeos. Su felicidad no se podía comparar a nada que haya sentido antes, era algo inimaginable, como un sueño— Yo... Lan Huan… Yo…— no podía formular las palabras adecuadamente, se sentía abrumado por la sensación de placer y amor que le llenaban como una oleada intensa.

—Te amo— volvió a decir el mayor, moviéndose más rápido en su interior, sus brazos tomaron a Jiang Cheng contra su cuerpo, dejando marcas en sus caderas con solo la presión de sus dedos— Te amo, Meng Yao...

Y así de rápido como había subido a las nubes cayó en picada, sintiendo su corazón dejar de latir unos momentos, todo por aquel nombre. Sus ojos se cristalizaron, llenándose de lágrimas, su vista se nubló y su agarre en la espalda ajena bajó su fuerza. Sintió como su contrario terminaba en su interior, sintiendo aquel líquido espeso y caliente en su interior y como el cuerpo de Xichen caía sobre el suyo, agotado, cansado por la acción mientras que Jiang Cheng sentía que ese cuerpo no le pertenecía, que el placer que estaba sintiendo en ese momento no era real.

—Meng Yao... Te amo...— volvió a susurrar Xichen haciendo que lo poco que aún tenía de corazón se partiera en el interior de Jiang Cheng.

Acarició su cabello con manos temblorosas y sollozos silenciosos, ese amor que le profesaba, ese deseo carnal, todo ese placer, no le pertenecía. Cuando notó que finalmente estaba profundamente dormido lo dejó a un lado, quitándolo de encima de su cuerpo, soltando todo ese llanto en silencio, desatando sus manos con ayuda de sus dientes y cubriendo su rostro. ¿Cómo había sido tan idiota? ¿Cómo se le había olvidado que Xichen solo tenía ojos para Jin Guangyao?

Sollozó toda la noche, su corazón estaba roto. Quería escapar, irse de aquel lugar para no volver, pero sus caderas dolían y ¿Cómo podría salir así de indecente a la calle cuando apenas podía moverse al amanecer? Cuando sintió la luz del sol colarse entre las cortinas suspiró. Se sentó en el borde de la cama como pudo, notando las marcas en sus muñecas debido a la fuerza del lazo en ellas, dándole la espalda a Xichen, no queriendo enfrentarlo cuando se levantara.

El mayor de los Lan despertó lentamente, sintiendo la luz en su rostro, sentándose de repente por la sola imagen de Jiang Cheng frente suyo de aquella manera; desnudo y con marcas en su cuerpo, ¿Que había pasado la noche anterior? ¿Qué habían hecho para que Jiang Cheng tuviera ese tipo de marcas?

—Wa-Wanyin— llamó el mayor notando cómo el aludido apretaba las manos sobre las sábanas— Lo de anoche... Yo...

—¿Recuerdas algo? —preguntó el menor con suavidad, acariciando sus muñecas con cuidado, sin dirigirle la mirada.

Lan Xichen negó, suspirando, frotando su nuca con nerviosismo. Todo lo que recordaba de la noche anterior era beber con ellos y luego llegar a su hogar, el resto habían sido solo sueños, divagaciones de momentos que había tenido hacía años y un rostro llorando de placer bajo su cuerpo— Solo... Algo vago...— susurró, mintiendo levemente. Estiró su mano a la de él queriendo revisarlo— Si hay algo en que pueda ayudarte yo— fue interrumpido por como este apartó su mano de un golpe. Notó las marcas en sus muñecas, pero tenía demasiada vergüenza como para hablar sobre ello, ¿Qué había hecho exactamente?

—Nunca pasó— dijo rápidamente Jiang Cheng. Su voz era suave, apenas audible— Lo de anoche jamás sucedió. No tenemos que hablar de ello.

Le vio levantarse con dificultad, el cómo caminar le costaba mientras entraba al baño, sin mirarle ni una sola vez. ¿Cómo se le había ocurrido estar tan ebrio como para hacerle algo a su compañero? ¿Qué era exactamente lo que había pasado? ¿Había estado mal? ¿Había hecho algo que a él no le gustara?

Cerró sus ojos un momento, tratando de tranquilizarse, tratando de volver a sus memorias para recordar si era él el problema, si se había sobrepasado en su fuerza, si lo había lastimado, tal vez él se había resistido y no había podido controlar su fuerza. Solo sabía que quería arreglar las cosas con él, hablar sobre lo que realmente quería. Se levantó, sus caderas dolían al igual que su espalda, pero no quiso prestarle atención ahora, no era una prioridad cuando Jiang Cheng podría estar peor.

Caminó hasta la cocina para preparar café mientras su contrario salía de la ducha, quería tener una conversación calmada con él así que sirvió dos tazas mientras miraba el pasillo en silencio. Tomó su café lentamente, sorbo a sorbo, no queriendo terminarlo hasta que Jiang Cheng saliera del baño. Quería hablar, aclarar las cosas, tal vez todo era un malentendido y podría solucionar todo con una charla como siempre. Si, después de eso estarían riendo por la anécdota y quedaría como algo pasajero, tal vez… algo más. Jiang Cheng se demoró, pero pronto le escuchó salir de la ducha y pudo sentir la fragancia de aquel jabón que usaba llenar el ambiente. Pensar en Jiang Cheng con su olor le hizo sentir inquieto, incluso una sonrisa se dibujó en sus labios por solo pensarlo. Escuchó a Jiang Cheng salir de la habitación, listo, su ropa del día anterior parecía apenas retocada. Se había recogido el cabello en una coleta alta pero no había colocado la horquilla como siempre y se estaba colocando a Zidian cuando cruzó el umbral de la puerta.

—Jiang Cheng, yo— sin embargo, antes de decir cualquier frase, Jiang Cheng le miró con seriedad, tomó su abrigo y salió de la casa azotando la puerta con fuerza. No le dio tiempo de explicar, de hablar, ni siquiera pudo tomar su café como lo hacía todas las mañanas. Xichen apenas pudo procesar aquellas acciones, ¿Había hecho algo tan terrible?

Tenía razón, todo lo que alguna vez fueron, todo lo que eran, había sido destruido por sus acciones de la noche anterior. Toda la confianza, todo eso lo había destruido con solo un trago de alcohol. No había marcha atrás para ellos, ya no podía ver a Jiang Cheng sonreír a su lado o bromear, o llamarlo por su nombre de nacimiento cuando estaban en la oficina, ¿Cómo sería de ahora en adelante? ¿Cómo podría hablar con Jiang Cheng ahora?

Soltó una suave risa mientras se dejaba caer en el asiento de la barra, colocando sus manos en el rostro, temblando levemente ante esa horrible posibilidad, ante el silencio, al encierro en esas frías cuatro paredes de nuevo en soledad, se sentía patético, había perdido todo de nuevo.

Notes:

Tú, yo y todo el mundo lo esperábamos. Pero como en este fandom somos alérgicos a la felicidad... los dejo con esta tremenda metida de pata. 🪻
No se enojen, lo hago con amor :)
Prometo no se quedará así... por mucho tiempo.

Chapter 12: Estrella (El diablo)

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Para Jiang Cheng, el amor siempre había sido algo inútil, banal, innecesario. Sin embargo, se había enamorado de Lan Xichen sin quererlo, perdiendo la cordura al hacer algo que había jurado no hacer. Cuando Wei Wuxian se enamoró del menor de los Lan y escuchó que, después de tantos años sin saber de su paradero o siquiera si estaba vivo, se habían casado en secreto, fue como una traición a su relación. Se había jurado no enamorarse de nadie desde ese momento, temiendo perder el foco y el impulso que le había llevado hasta allí. Pero tal vez, como había dicho su Shijie antes de morir, tal vez el amor era lo que necesitaba para encontrar su propósito.

Entonces, si el amor era tan maravilloso como decían, ¿por qué se sentía tan destrozado después de estar con el amor de su vida? ¿Por qué había pensado que tenía una oportunidad si su contrario no había olvidado a ese hombre? No podía dejar de dar vueltas en su apartamento inútilmente durante su día libre, teniendo demasiado tiempo para pensar y sumirse en la oscuridad de sus propias reflexiones. Incluso su sobrino podía notarlo por la forma en que fruncía el ceño, un gesto profundo lleno de enojo reprimido.

—Mmh… Jiang-dàshū— llamó el joven mientras tomaba de su taza y tenía el teléfono en su mano, cuando logró la atención de su contrario suspiró profundamente— Mmh, ¿Algo te molesta?

—No. Nada lo hace— respondió con un tono ciertamente enojado. El mayor sacó la fruta de la nevera, tomando un cuchillo y partiendo con violencia la misma— ¿Por qué tendría que molestarme algo?

“Algo le molesta” pensó el joven con una sonrisa levemente incómoda. Tragó pesado mientras dejaba la taza a un lado y se sentaba mejor en la silla— Bueno, pareces… enojado.

—¡No estoy enojado! —dijo el mayor con un tono alto, cortando un pedazo de mango con rapidez, el menor creyó por un momento que se había cortado un dedo debido a la rapidez del movimiento haciendo que soltara un jadeo— Nada me molesta, ¿de dónde sacaste esas ideas? Estoy. Perfectamente. —indicó, concentrado masacrando al pobre mango que no tenía nada que ver con su estado emocional actual, pensó Jing Lin.

El ambiente era bastante tenso en ese que llamaba su hogar, se podía cortar la tensión con un cuchillo, y él que esperaba que su descanso fuera… tranquilo. El menor suspiró, mirando su café y luego su teléfono notando que Lan SiZhui le escribía “¿Cómo está todo allá?” le preguntaba haciendo que el joven Jing Lin soltara un leve gruñido.

—Si no te gusta la comida puedes irte entonces— indicó su tío de repente haciendo que Jing Lin le mirara con sorpresa, notando como estaba cruzado de brazos con el cuchillo ubicado con el revés sobre su brazo para que no lo cortara, pero parecía demasiado amenazante como para no tomarlo en serio.

El joven negó rápidamente, moviendo sus manos de forma negativa —No, no, está perfecto así— indicó el joven con una sonrisa nerviosa. Jiang Cheng, aunque poco convencido, miró a su sobrino con seriedad y volvió a picar la fruta, escuchando como el menor suspiraba de alivio.

Jiang Cheng aún tenía mucho que pensar, que estuviera su sobrino ahí no lo hacía fácil, por él no podía mostrar debilidad, por él era que estaba molesto haciendo el desayuno y no tendido en el sofá. Y Jing Lin lo sabía, o al menos entendía que su tío estuviera así, no sabía el porqué, pero entendía de alguna forma que ese comportamiento no estaba dentro del enojo normal que siempre cargaba su tío— Mmh… tío, podría irme si-

—No te vas a ir sin desayunar— dijo el mayor con rapidez haciendo que el joven suspirara de nuevo, quedándose callado hasta que le sirvió el desayuno el cual miró con una suave sonrisa, su tío le preparaba el desayuno como a un niño desde que tenía memoria; huevos revueltos, salchichas cortadas en forma de pulpos y fruta picada con pedazos de dulce a los lados y chocolate. Era un desayuno bastante abundante, normalmente lo hacía cuando pensaba en su madre o estaba molesto, tal vez ese día era una combinación de ambos.

—Gracias, Jiang-dàshū— susurró notando como el adulto asentía simplemente, tomando de su taza de café— Jiang-dàshū, ¿no va a desayunar?

—No tengo hambre ahora— comentó el mayor lavando los utensilios que había usado para el desayuno, sentándose en la barra para terminar su café, sintiendo sus caderas doler en cuanto lo hizo.

El silencio se apoderó de la cocina mientras ambos desayunaban. El teléfono de Jiang Cheng sonaba insistentemente, pero tras mirarlo solo fruncía el ceño y lo dejaba a un lado, girando la pantalla contra la mesa, terminando su segunda taza de café. El teléfono volvió a sonar haciendo que Jiang Cheng contestara finalmente, pero parecía que no quería hacerlo.

—¿Qué? —dijo bruscamente. Se quedó en silencio unos momentos, parecía que le estaban hablando al otro lado— No me llames si no es para una emergencia— y colgó.

Definitivamente estaba enojado, pero ¿con quién? El día anterior había bebido con sus tíos, y según había escuchado la noche había sido agradable, ¿fue después? ¿Wei Wuxian dijo algo que lo molestó? Con sus antecedentes no sería extraño, pero en ese momento debían estar mejor, ¿no?

— Jiang-dàshū, tengo que irme— comentó el joven tomando su maleta y bajando de la silla, dispuesto a salir.

—Está bien— dijo el mayor con un tono de desanimo poco común en él. Jing Ling se quedó en silencio, observando a su tío quien miraba ahora su teléfono con el ceño fruncido. Sus miradas se encontraron de nuevo— ¿Tengo algo en la cara? —el comentario hizo que Jing Ling sintiera un escalofrío por lo frío que sonó aquello.

—Na-Nada, solo tenía algo en la mente— indicó con rapidez, tratando de zafarse a su tío de encima antes de colocar su maleta al hombro y salir con rapidez de la casa. En su camino, mientras trataba de comunicarse con Lan SiZhui por medio de mensajes chocó con alguien. Su mirada enojada fue de inmediato a aquel sujeto notando que era el propio Lan Xichen quien parecía más preocupado que cualquiera. Extraño, siempre mantenía su temple— Lan Xichen, disculpe.

—Ah… no, joven Jing Ling, mis disculpas, no veía por donde caminaba— comentó el mayor, pero no lo miraba a él, miraba tras él, como si esperara que alguien lo siguiera.

—Está… bien— comentó el joven, acomodando su maleta mientras observaba al mayor— Jiang-dàshū no está de humor hoy si desea visitarlo— comentó antes de responder un mensaje de su amigo para concretar el lugar de reunión. Suspiró profundamente antes de ver como el mayor parecía tener una expresión cansada, pero eran cosas de adultos, prefería no meterse o preguntar— Disculpe, mayor Lan— se despidió recibiendo una despedida corta, fría y tranquila de parte del mayor la cual dejó pasar.

Lan Xichen, por otro lado, solo se quedó mirando la residencia del joven, en silencio, sin saber porque exactamente estaba ahí. ¿Qué debía decir? Ni siquiera recordaba adecuadamente la noche anterior, parecía más un sueño que algo que realmente pasó, aún no sabía que había pasado siquiera como para tener que disculparse por algo, entonces, ¿era correcto disculparse de verdad?

Quiso tocar a la puerta, estaba a punto de hacerlo, pero su teléfono vibró en su bolsillo haciendo que retrocediera para contestarlo, escuchando la voz de su hermano, pidiéndole que le llevara algunas medicinas para su esposo que al parecer se encontraba mal en ese momento.

—Está bien— dijo con su tono suave habitual, mirando la puerta de Jiang Cheng, pero no encontrando el valor para enfrentar lo que él supuso era solo un mal momento entre ambos.

_ _ _ _

Decir que las cosas mejoraron con los días sería mentir, porque la relación antes llena de confianza entre Lan Xichen y Jiang Cheng comenzaba a fracturarse, a sentirse como si fueran completos extraños. Y no solo lo sentían ellos, sino sus compañeros y las misiones en las que iban.

Jiang Cheng estaba demasiado distraído con lo que había pasado entre ellos como para concentrarse en las misiones que les eran asignadas, y por ello había dejado pasar evidencias, o pistas que podrían haberles ayudado a atrapar a los criminales más rápido, su temple era cada vez peor, respondiendo con mayor agresividad incluso a sus superiores. Wei Wuxian sabía que su hermano era impulsivo, muchos dirían que incluso era agresiva su forma de hablar y expresarse y él no negaba ello, sabía el temperamento de Jiang Cheng, pero esto era extraño, incluso para él.

Wei Wuxian suspiró profundamente, acercándose al malhumorado de su hermano rodando en la silla hasta el escritorio de este, haciendo que el mayor le mirara con el ceño fruncido antes de volver su vista al computador. —¿Qué quieres? —preguntó mientras tecleaba— Estoy ocupado.

—Jiang Cheng, si no te conociera diría que te mordió tu perro— comentó el joven mientras apoyaba su codo en el escritorio ajeno y su cabeza en la palma de la mano.

—No me conoces lo suficiente— indicó con enojo haciendo que el joven Wei suspirase. Tomó uno de los lapiceros del escritorio para jugar con este y llamar su atención de nuevo, lo giró entre sus dedos, observando con preocupación a su hermano. Sabía que algo más profundo estaba afectando a Jiang Cheng, pero como siempre, el mayor se negaba a abrirse y hablar sobre lo que realmente le molestaba.

—Jiang Cheng —comenzó Wei Wuxian con un tono más serio, dejando de lado su usual tono burlón—. Algo te está comiendo por dentro, y no me refiero solo al estrés del trabajo. Esto no es solo una mala racha, lo sabes.

Jiang Cheng apretó la mandíbula, tratando de ignorar las palabras de su hermano, pero el constante zumbido de preocupación en su voz hacía difícil concentrarse en la pantalla del computador. Finalmente, dejó escapar un suspiro frustrado, sus dedos tamborileando nerviosamente sobre el teclado.

—No es de tu incumbencia, Wei Wuxian —respondió con un tono que intentaba ser cortante, pero que dejaba entrever el agotamiento y la tensión que lo consumían. Sabía que su hermano no se iba a dar por vencido fácilmente, aun así, no estaba dispuesto a abrir esa puerta.

Wei Wuxian lo observó en silencio por un momento, viendo la lucha interna en el rostro de Jiang Cheng. Luego, con un movimiento rápido, atrapó el lapicero en su mano y lo dejó caer suavemente sobre el escritorio, acercándose un poco más.

—No tienes que cargar con todo solo, ¿sabes? —dijo en voz baja, casi como un susurro—. No es un signo de debilidad pedir ayuda. Si algo pasó… si alguien te hirió, o si cometiste un error, no significa que tienes que manejarlo tú solo.

Jiang Cheng sintió un nudo formarse en su garganta. Las palabras de Wei Wuxian lo atravesaron como una flecha. Claro, él había cometido un error, y no cualquier error, sino uno que lo había dejado más vulnerable que nunca. Y lo peor era que había ocurrido con Lan Xichen, alguien a quien había llegado a admirar y, en algún momento, amar en secreto.

—No es tan simple, Wei Wuxian —murmuró, sintiendo cómo las defensas que había erigido comenzaban a desmoronarse ante la insistencia de su hermano—. Hay cosas… hay cosas que no se pueden arreglar con solo hablar de ellas.

Wei Wuxian inclinó la cabeza, sin apartar la mirada del rostro cansado de Jiang Cheng. Había algo en la voz de su hermano que lo preocupaba más que cualquier otra cosa. Esa mezcla de dolor, arrepentimiento y algo más que no podía identificar.

—Pero intentarlo no hace daño —respondió con firmeza—. No tienes que decirme todo ahora, pero si sigues guardándotelo, solo va a empeorar. Lan Xichen está preocupado por ti también, lo sé. Quizás hablar con él podría ayudar…

El nombre de Lan Xichen en los labios de Wei Wuxian hizo que Jiang Cheng sintiera una punzada en el pecho, un recordatorio de lo que había pasado y de lo que estaba tratando desesperadamente de olvidar. Frunció el ceño inconscientemente ante la mención del nombre, apretando sus manos en puños y dejando de lado el informe que estaba haciendo unos momentos.

—Lan Xichen… —repitió en voz baja, su mente volviendo a esos momentos incómodos y dolorosos, a las miradas evitadas y los silencios pesados. A esa noche—. No creo que eso sea una opción.

Wei Wuxian se acercó aún más, su expresión suave pero llena de determinación.

—Si no hablas con él, entonces todo lo que pasó seguirá carcomiéndote por dentro —dijo con voz suave—. Y, Jiang Cheng, te lo digo como tu hermano: no quiero verte destruirte a ti mismo por algo que quizás puede arreglarse.

Jiang Cheng se quedó en silencio, mirando la pantalla del computador, pero sin realmente verla. Sabía que Wei Wuxian tenía razón, pero la idea de enfrentar a Lan Xichen lo aterraba. Y, sin embargo, la alternativa, seguir dejándose consumir por la culpa y la vergüenza, parecía aún peor. ¿Qué debía hacer realmente? No quería enfrentar la realidad inminente.

Finalmente, Jiang Cheng dejó escapar un suspiro largo y cansado, dejando que sus manos cayeran de las teclas y se posaran sobre sus rodillas.

—Tal vez… tal vez tienes razón —admitió con voz ronca, apenas audible—. Pero no estoy listo. No todavía.

Wei Wuxian, aunque sorprendido por la aceptación pacífica de su contrario, asintió, comprendiendo la lucha interna de su hermano.

—Está bien —dijo con suavidad—. Cuando estés listo, estaré aquí para apoyarte, Jiang Cheng. Y Lan Xichen también lo estará. No estás solo en esto.

Jiang Cheng asintió lentamente, sin levantar la vista de la pantalla. Sabía que tendría que enfrentarse a sus miedos eventualmente, pero por ahora, tener esos pensamientos encerrados en una caja como lo había hecho durante años era mucho mejor que enfrentar la tormenta que bullía en su interior.

El silencio que siguió no era incómodo, sino uno lleno de comprensión. Una tregua temporal en la batalla interna de Jiang Cheng, con la promesa de que, cuando llegara el momento, no tendría que enfrentarlo solo. O eso esperaba.

Chapter 13: Alma (Los amantes)

Chapter Text

—¿Y qué se supone que debía decir? —preguntó Jing Ling al joven Lan que caminaba a su lado mientras miraban tiendas. La tarde cálida se había vuelto tensa y un poco nublada mientras las calles se abarrotaban de transeúntes.

—No lo sé, Jing Ling, algo como “¿Tío, hay alguien que te guste?” —indicó Lan JingYi con una mueca.

—¿Sabes lo que me respondería? —preguntó de manera irónica el joven Ling haciendo que ambos jóvenes que le acompañaban suspirasen exasperados— Nunca me respondería, es demasiado orgulloso para ello.

—Pero eres su sobrino, podrías sacar un poco de información— comentó Lan SiZhui con una sonrisa traviesa— Vamos, tienes que saber algo del maestro Jiang, es tu tío.

—Siendo sincero no sé mucho. Es tan cerrado que es casi imposible de ver que siente— indicó el joven Ling, jugando con la decoración de su teléfono, sintiendo las miradas de quienes le acompañaban.

—Eso suena exactamente a él —comentó Lan JingYi con una sonrisa burlona—. Siempre con esa expresión seria, como si cargara con todo el peso del mundo. Pero... —Lan JingYi hizo una pausa dramática— si hay alguien que podría hacer que su barrera se derrumbe, probablemente sería alguien que signifique mucho para él, ¿no crees?

Jing Ling soltó un bufido mientras continuaba caminando, mirando las tiendas como si no quisiera prestar demasiada atención a lo que estaban insinuando. Pero, por dentro, sus pensamientos giraban. Desde pequeño, siempre había admirado a su tío, aunque también sabía que era difícil descifrarlo. Las emociones de Jiang Cheng eran como un misterio envuelto en capas de orgullo y deber. Sin embargo, había algo que Jing Ling había notado en los últimos meses. Algo había cambiado en su tío. Lo había visto en la forma en que su mirada se suavizaba en ciertos momentos... especialmente cuando Lan Xichen estaba cerca.

—Hay algo que no entiendes de mi tío —dijo Jing Ling, deteniéndose y mirando a ambos chicos con una expresión más seria—. Él siempre ha sido así, pero últimamente... no sé, es como si algo estuviera diferente. Como si... —se detuvo, dudando en continuar.

Lan SiZhui arqueó una ceja, claramente interesado. —¿Diferente cómo? ¿Crees que está escondiendo algo?

Jing Ling suspiró. —No estoy seguro. Pero, si hay alguien que podría saber lo que está pasando en su cabeza... —hizo una pausa, mirando de reojo a SiZhui—. Tal vez no sea yo.

Los tres quedaron en silencio por un momento, pero en el aire flotaba la idea no expresada. Sabían de quién hablaba Jing Ling, aunque ninguno de los tres lo mencionó directamente. Lan Xichen. Era evidente para todos que la relación entre Jiang Cheng y Lan Xichen había cambiado en los últimos tiempos, pero no podían estar seguros de qué significaba exactamente.

—Bueno, sea lo que sea —comentó Lan JingYi, intentando romper el silencio incómodo—. Si tu tío realmente está enamorado de alguien, imagino que no lo dirá tan fácilmente. Tendrás que descubrirlo de otra manera.

Jing Ling asintió lentamente, sin evitar pensar en la conexión entre su tío y Lan Xichen. ¿Podría ser que la relación que ambos compartían iba más allá de lo que cualquiera de ellos estaba dispuesto a admitir? Y si ese fuera el caso... ¿qué significaba para Jiang Cheng, siempre tan reservado, siempre tan solitario?

Mientras continuaban caminando por la calle, una ligera brisa movió las nubes, dejando entrever un rayo de luz. Jing Ling no pudo evitar preguntarse si esa luz simbolizaba el cambio que todos sentían en el aire, un cambio que su tío había estado resistiendo durante demasiado tiempo.

Tal vez era hora de averiguarlo.

_ _ _ _

Los días se hacían tediosos. Entre las tensiones constantes con Lan Xichen y las misiones interminables que agotaban no solo su cuerpo, sino también su mente, Jiang Cheng no solía llegar a casa temprano. Cada día se alargaba más que el anterior, las horas extendiéndose como una cadena de pesadumbre que lo arrastraba más lejos de cualquier paz que alguna vez hubiera tenido.

El sonido de la puerta al cerrarse detrás de él resonaba en el pequeño apartamento, casi vacío de calor humano. Jiang Cheng dejó caer su chaqueta sobre una silla cercana, demasiado agotado para colgarla en su lugar habitual. Su cuerpo dolía, y no solo por las tensiones físicas del trabajo, sino por el cansancio emocional que parecía no tener fin.

Había pasado semanas sin hablar de manera decente con Lan Xichen. Lo veía en las misiones, sí, y trabajaban juntos como siempre, pero algo había cambiado entre ellos. Las miradas que compartían, antes llenas de entendimiento silencioso, ahora estaban cargadas de incomodidad. El silencio entre ambos se había vuelto frío y distante, y Jiang Cheng no sabía cómo solucionarlo.

El recuerdo de la última misión le venía a la mente a menudo. Había sido un caso difícil, un asesinato brutal que había dejado tanto a los investigadores como a los oficiales en una tensión constante. Lan Xichen había sido perfecto, como siempre: calmado, calculador, haciendo lo correcto en cada paso del proceso. Y, sin embargo, Jiang Cheng no podía evitar sentirse irritado, como si la perfección de Lan Xichen solo acentuara más sus propias dudas y errores.

No fue hasta que ambos discutieron en el calor de una decisión apresurada que todo había salido mal. Una palabra mal elegida, una mirada incompleta, y la tensión entre ellos había estallado. Jiang Cheng había dicho cosas que no quería decir, y aunque Lan Xichen había mantenido su compostura, estaba claro que esas palabras habían dejado una marca.

Suspirando, Jiang Cheng se dejó caer en el sofá, cerrando los ojos por un momento, deseando que el cansancio lo envolviera por completo. Pero el pensamiento de Lan Xichen no se alejaba. Esa mirada vacía que el otro le había dirigido después de su última pelea lo había seguido desde entonces, como un fantasma que se negaba a desaparecer.

—Soy un idiota… —murmuró, pasándose una mano por el rostro mientras trataba de despejarse.

Justo en ese momento, el teléfono vibró en la mesa a su lado. Jiang Cheng lo tomó de mala gana, esperando algún mensaje de la unidad o un nuevo informe sobre el caso. Sin embargo, cuando desbloqueó la pantalla, vio un mensaje de Lan Xichen. Era algo que no había esperado, sobre todo después de lo tensos que habían estado.

"¿Podemos hablar?"

Jiang Cheng frunció el ceño, sus dedos vacilando sobre el teclado del teléfono. Parte de él quería ignorar el mensaje, dejarlo sin respuesta y hundirse más en su propia miseria, pero otra parte… una parte más profunda y sincera… quería arreglar lo que había roto.

Finalmente, tecleó una respuesta corta:

"Claro."

No pasó mucho tiempo antes de que tocara la puerta. El sonido resonó en el apartamento vacío, haciendo eco en el silencio que Jiang Cheng no había notado hasta ese momento. Se levantó lentamente, su cuerpo protestando por el cansancio acumulado. Caminó hacia la puerta y la abrió, revelando a Lan Xichen en el umbral.

Lan Xichen estaba tan pulcro como siempre, con su cabello recogido y su porte imperturbable. Sin embargo, en sus ojos había algo que Jiang Cheng no había visto en mucho tiempo: una especie de vulnerabilidad que lo desarmó de inmediato.

—Hola —dijo Lan Xichen, su voz suave pero vacilante, como si estuviera eligiendo cada palabra con cuidado.

—Hola —respondió Jiang Cheng, dando un paso hacia atrás para dejarlo entrar.

El silencio que cayó entre ellos fue pesado. Lan Xichen avanzó unos pasos, pero no se sentó, quedándose en el centro de la sala, como si no supiera si tenía derecho a estar ahí. Jiang Cheng lo observó por un momento, sintiendo cómo su propio corazón latía más rápido de lo habitual. Nunca había sido bueno con estas cosas, nunca había sabido cómo manejar sus emociones de manera que no pareciera brusco o frío. Pero ver a Lan Xichen ahí, con esa mezcla de inseguridad en su expresión, hizo que algo dentro de él se rompiera un poco más.

—Quería hablar sobre lo que pasó la última vez —comenzó Lan Xichen, sin rodeos, su tono tranquilo como siempre, pero con una leve carga de ansiedad detrás—. Las cosas no han estado bien entre nosotros, y… no quiero que esta distancia siga creciendo.

Jiang Cheng apretó los labios, mirando al suelo por un momento antes de levantar la vista para encontrarse con los ojos de Lan Xichen.

—Lo sé. Y es culpa mía —admitió finalmente Jiang Cheng, su voz más baja de lo que esperaba—. No debería haber dicho lo que dije, o aprovecharme de ti como lo hice.

Lan Xichen dio un paso más hacia él, pero esta vez, Jiang Cheng no se sintió más cerca, sino más lejano que nunca. Recordar esa noche, esa primera vez, lo envolvía de nuevo en una maraña de emociones que lo atormentaban día tras día.

Habían bebido demasiado, eso estaba claro. Ninguno de los dos estaba en su mejor estado, pero en el momento, ambos lo habían querido. Jiang Cheng había esperado, había deseado ese momento con Lan Xichen desde hacía tanto tiempo que el alcohol solo le había dado el valor para finalmente acercarse más. Pero todo se había desmoronado en un solo segundo, cuando Lan Xichen, en medio de sus caricias y palabras entrecortadas, había susurrado el nombre de Meng Yao.

El corazón de Jiang Cheng se había congelado entonces, como si todo lo que habían compartido hasta ese momento se hubiera desvanecido. Meng Yao. El hombre que Lan Xichen había amado, el que se había llevado su corazón, incluso en la muerte. Jiang Cheng había sentido el veneno de la inseguridad en ese momento. ¿Cómo competir con un fantasma? ¿Cómo podría algún día ser suficiente para alguien que aún llevaba los recuerdos de un amor pasado tan profundamente arraigado en su alma?

Y ahora, ahí estaban. Lan Xichen probablemente ni siquiera recordaba lo que había dicho. O tal vez lo hacía, pero había decidido no mencionarlo. En cualquier caso, Jiang Cheng lo sabía, lo sentía en lo más profundo de su ser: nunca podría ser Meng Yao.

El silencio se hizo más pesado cuando Jiang Cheng no continuó hablando, y Lan Xichen pareció darse cuenta de que había algo más. Sus ojos dorados lo buscaron con suavidad, como si quisiera desentrañar lo que pasaba por la mente de Jiang Cheng, pero este desvió la mirada, incapaz de sostener esa intensidad.

—Jiang Cheng... —comenzó Lan Xichen con ese tono suave que siempre usaba cuando algo no estaba bien—. No es solo lo que dijiste, ¿verdad?

Jiang Cheng apretó los labios, su mandíbula tensándose mientras intentaba contener las emociones que lo estaban invadiendo de nuevo. No quería sacar ese tema, no ahora. Pero las palabras se le atoraban en la garganta, incapaz de mantenerse en silencio por más tiempo. Pero ¿Cómo le explicaba lo que había pasado si ni siquiera sabía lo que él recordaba de esa noche?

—Esa noche, esa que prometimos olvidar. Dijiste su nombre —soltó finalmente, sin poder ocultar el dolor en su voz—. Cuando estábamos juntos, cuando… cuando pensé que al fin… Zewu-Jun, dijiste su maldito nombre.

El peso de esas palabras cayó como una losa entre los dos, haciendo que el aire de la habitación se volviera más denso. Lan Xichen parpadeó, la confusión cubriendo brevemente su rostro antes de que la comprensión llegara lentamente. Jiang Cheng pudo ver cómo los ojos del hombre que tanto amaba se ensombrecían, la culpa y el desconcierto formándose detrás de su serenidad habitual.

—Yo… —Lan Xichen parecía perdido, como si tratara de recordar, pero al mismo tiempo, se daba cuenta de lo que había hecho. Tragó pesado, sus manos temblaron ligeramente, y bajó la mirada al suelo—. No sabía que había dicho… su nombre.

Jiang Cheng soltó una risa amarga, su frustración burbujeando bajo la superficie. Sus manos aún permanecían apretadas en puños a ambos lados de su cuerpo, como si así pudiera contener la ira que salía a la superficie.

—Por supuesto que no lo sabías. Estabas tan borracho como yo —respondió con sarcasmo, pero debajo de esa ironía había un dolor palpable—. Pero lo dijiste. En el momento en que pensé que finalmente me habías elegido, en el momento en que por fin pensé que esto —señaló entre ellos— era real… me di cuenta de que nunca podría ser suficiente para ti.

Lan Xichen levantó la vista rápidamente, sus ojos llenos de remordimiento, pero no de negación. No podía negar lo que había hecho, porque, aunque no recordaba haberlo dicho, sabía que lo había sentido. El amor que había tenido por Meng Yao era algo que nunca había desaparecido del todo, y ese nombre, el nombre de un hombre muerto, aún lo perseguía.

—Eso no es cierto —Lan Xichen dio un paso hacia él, pero Jiang Cheng levantó una mano, deteniéndolo en seco.

—¿De verdad? —preguntó Jiang Cheng, su voz temblando por la emoción contenida—. ¿Cómo puedo competir con él, Lan Xichen? Ni siquiera está vivo, y aun así… aun así, siento que lo amas más que a mí. Siempre será él, incluso en la muerte.

Lan Xichen cerró los ojos con fuerza, como si el dolor de escuchar esas palabras fuera insoportable. La culpa lo consumía, un sentimiento que nunca había podido sacudirse desde la muerte de Meng Yao. Sabía que, de alguna manera, Jiang Cheng tenía razón. Había una parte de él que siempre estaría con Meng Yao, una parte que había muerto con él ese día.

—No lo sé —admitió finalmente Lan Xichen, su voz rota—. No sé cómo olvidarlo. No sé cómo dejarlo atrás, Jiang Cheng. Lo he intentado… —su voz se quebró, y Jiang Cheng vio el dolor en su rostro, un dolor que lo atravesó de maneras que no esperaba.

Jiang Cheng sintió un nudo en su garganta al ver a Lan Xichen tan roto frente a él. Nunca había visto a Lan Xichen de esa manera, tan abrumado por sus propios demonios. Y aunque el resentimiento seguía presente, algo dentro de él también se rompió al ver cuán profundo era el peso que Lan Xichen llevaba consigo.

—Pero no puedo dejarlo ir —susurró Lan Xichen, su mirada perdida en el vacío, como si reviviera todos esos momentos dolorosos en su mente—. No puedo… y no es justo para ti. No te merezco, Jiang Cheng. No puedo darte lo que necesitas.

Jiang Cheng lo observó en silencio, sus propias emociones luchando entre el dolor, la compasión y el enojo. Lan Xichen no solo estaba pidiendo perdón, estaba confesando su incapacidad para sanar. Y eso… eso era lo que más lo devastaba.

El silencio que cayó entre ellos después de la confesión de Lan Xichen era más que sofocante. Jiang Cheng lo observó con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Su mente estaba a la deriva, atrapada entre el dolor que lo consumía y la rabia contenida que luchaba por salir. Las palabras de Lan Xichen, aunque dichas con ternura y sinceridad, eran un golpe directo a todo lo que Jiang Cheng había construido en su interior.

—Entonces dime —dijo finalmente Jiang Cheng, su voz baja, pero llena de una emoción que casi no podía contener—. ¿Realmente puedes amarme, Zewu-Jun?
El silencio que siguió a esa pregunta fue aún más pesado que el anterior. Lan Xichen tragó duro, sus ojos buscando algo en el rostro de Jiang Cheng, pero sin encontrar las palabras correctas. Su corazón latía con fuerza, y la culpa que ya había sentido durante tanto tiempo lo apretaba más y más. No podía escapar de ello. No podía mentirle, no ahora.

Jiang Cheng no se movió, su mirada fija en Lan Xichen, esperando una respuesta, pero temiendo escuchar lo que ya sabía en lo más profundo de su ser.

—No —murmuró finalmente Lan Xichen, su voz apenas audible, quebrada por la emoción—. No puedo… No sé cómo.

Fue como si todo el aire hubiera sido succionado de la habitación. El mundo de Jiang Cheng se detuvo en ese instante. Había imaginado este escenario una y otra vez en su cabeza, había temido esta confesión, pero escucharlo en voz alta era como una puñalada directa a su corazón. Lan Xichen, el hombre que había deseado amar, el hombre por el que había estado dispuesto a todo… acababa de admitir que no podía hacerlo.

Jiang Cheng sintió cómo algo dentro de él se rompía por completo. Se apartó un paso, su cuerpo tenso mientras intentaba mantener el control, pero su respiración era irregular y sus manos temblaban.

—Entonces… ¿qué estamos haciendo aquí? —preguntó con amargura, sus ojos brillando con una mezcla de dolor y frustración—. Si no puedes amarme, si no puedes dejarlo atrás… ¿qué demonios estamos haciendo?

Lan Xichen cerró los ojos, incapaz de soportar la mirada de Jiang Cheng por más tiempo. Sabía que no había una respuesta fácil, y no había justificación suficiente para el daño que estaba causando. Sabía que era injusto, pero también sabía que era la verdad.

—No sé —admitió con la voz quebrada—. No sé qué estamos haciendo. Lo único que sé es que no puedo amarte de la manera que mereces. Y no quiero seguir lastimándote.
Jiang Cheng dejó escapar una risa amarga, esa que solo aparece cuando el dolor es tan abrumador que no hay otra forma de lidiar con él.

—Entonces vete —dijo, su voz más fría de lo que él mismo esperaba—. Si no puedes amarme, si solo estás aquí para recordarme lo que no puedo tener… entonces vete. Ya no puedo soportarlo más.

Lan Xichen abrió los ojos de golpe, sorprendido por la dureza en la voz de Jiang Cheng, pero no dijo nada. Sabía que lo que había dicho había roto algo dentro de Jiang Cheng. Algo que tal vez no podría repararse jamás.

—Jiang Cheng, yo…

—Vete, Zewu-Jun —interrumpió, su mirada fija en el suelo, incapaz de mirarlo a los ojos—. Solo… déjame en paz. No puedo hacer esto. No puedo seguir fingiendo que no duele.

El silencio volvió a caer sobre ellos. Lan Xichen dio un paso atrás, su corazón latiendo con fuerza mientras las lágrimas amenazaban con salir. Nunca había querido esto. Nunca había querido hacerle tanto daño a Jiang Cheng, pero sabía que ya no había vuelta atrás. Había tomado su decisión.

—Lo siento —susurró Lan Xichen, con la voz apenas audible—. Siento no poder ser lo que necesitas.

Jiang Cheng no respondió. Su cuerpo permaneció inmóvil, su respiración pesada mientras luchaba por mantener el control de sí mismo. Sentía que, si hablaba, si decía algo más, se derrumbaría por completo. Así que permaneció en silencio.

Finalmente, después de lo que pareció un momento eterno, Lan Xichen dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él con suavidad. El eco de la puerta resonó en el apartamento, dejando a Jiang Cheng solo en el vacío que ahora se extendía ante él.

Tan pronto como Lan Xichen se fue, Jiang Cheng sintió cómo el peso de todo lo que acababa de suceder lo aplastaba. Se dejó caer en el sofá, su cuerpo temblando mientras las lágrimas que había intentado contener finalmente comenzaron a caer. Apoyó la cabeza entre las manos, su respiración errática mientras el dolor lo envolvía por completo. Había pensado que, después de todo, tal vez Lan Xichen podría amarlo. Que tal vez había una oportunidad para ellos. Pero ahora, todo se había desmoronado, y Jiang Cheng se dio cuenta de que estaba solo, una vez más.

Después de lo que parecieron horas, se obligó a levantarse. Su mente estaba nublada por el dolor, pero sabía que no podía seguir así. Tenía que hacer algo. Tenía que salir de ese ciclo interminable de dolor y resentimiento. Tenía que alejarse de todo lo que lo ataba a Lan Xichen.

Con manos temblorosas, buscó su teléfono y marcó el número de la oficina central. Sabía que había tomado una decisión impulsiva, pero en ese momento, era lo único que le quedaba por hacer.

Cuando finalmente alguien respondió al otro lado de la línea, Jiang Cheng habló con firmeza, aunque su voz estaba rota.

—Quiero solicitar un cambio de unidad —dijo, su tono frío y decidido—. Necesito una transferencia… lo antes posible.

Había hecho su elección.

Chapter 14: Piedra (La alta sacerdotisa)

Chapter Text

El bar estaba lleno, como siempre. A esa hora de la noche, las luces bajas y la música suave que llenaba el aire hacían del lugar un refugio perfecto para aquellos que querían perderse en el bullicio. Jiang Cheng había comenzado a frecuentarlo más de lo que le gustaría admitir. Cada noche parecía más pesada que la anterior, y cada trago de licor aliviaba un poco del dolor que no lograba ahogar del todo.

Se sentó en la barra, su lugar habitual, lejos de las miradas curiosas y las conversaciones insustanciales que lo rodeaban. El barman le saludó con una ligera inclinación de cabeza y, sin que Jiang Cheng pidiera nada, le sirvió su bebida de siempre. Un trago fuerte, que ardía al bajar pero que proporcionaba el alivio momentáneo que buscaba.

El primer sorbo lo calmó. Jiang Cheng cerró los ojos por un momento, permitiéndose olvidar, aunque solo fuera por un instante, lo que había pasado con Lan Xichen. Las palabras que habían intercambiado esa noche, la confesión que había roto algo dentro de él, todavía resonaban en su mente. Pero ahí, en ese lugar lleno de desconocidos, podía pretender que nada de eso había sucedido. Solo era un hombre más, bebiendo solo en la barra de un bar.

—El licor no parece ser lo único que te consume esta noche.

La voz suave pero firme le sacó de su ensimismamiento. Jiang Cheng abrió los ojos y giró ligeramente la cabeza. Un hombre se había sentado a su lado, alguien que no había notado antes. Alto, vestido impecablemente, su cabello negro perfectamente peinado, y unos ojos oscuros que parecían observarlo con una intensidad que no encajaba con la atmósfera relajada del bar.

Jiang Cheng frunció el ceño, evaluando al hombre. No era el tipo de persona que se mezclaba con las multitudes del lugar. Había algo en su porte, en la forma en que se sentaba con una confianza tranquila, que lo hacía destacar, pero no de manera ostentosa. Parecía fuera de lugar, pero cómodo en su anonimato.

—No recuerdo haber pedido compañía —respondió Jiang Cheng, tomando otro trago sin apartar la vista del extraño.

El hombre sonrió, una sonrisa ligera que no llegaba a sus ojos, pero que de alguna manera no resultaba amenazante. Más bien, parecía estar evaluando a Jiang Cheng, como si ya lo conociera, como si hubiera estado esperando este momento.

—A veces, la compañía que necesitas no es la que pides —respondió el hombre—. Pero puedo irme si prefieres seguir hundido en tus propios pensamientos. Aunque, por la cantidad de veces que te he visto aquí, diría que no te ha ayudado mucho.

Jiang Cheng dejó el vaso sobre la barra, su ceño fruncido profundizándose. No le gustaba que lo observaran, y mucho menos que alguien hablara de él como si supiera lo que estaba pasando en su vida. Pero había algo en ese hombre que lo mantenía intrigado, algo que lo hacía difícil de ignorar.

—¿Y quién diablos eres tú para saber lo que necesito? —espetó Jiang Cheng, girándose ligeramente hacia el hombre, sin mostrar del todo su desagrado, pero sí dejando clara su incomodidad.

El extraño no pareció inmutarse por su tono. De hecho, su sonrisa se amplió un poco, como si disfrutara de la tensión que estaba creando, y Jiang Cheng no pudo evitar sentir un escalofrío recorrerle ante eso.

—Zhou Wei —dijo el hombre, extendiendo su mano de manera educada, aunque sin esperar realmente que Jiang Cheng la estrechara—. Pero en este lugar, los nombres no importan, ¿verdad?

Jiang Cheng lo miró con recelo, pero no extendió la mano. En lugar de eso, se limitó a observarlo por un momento más, su instinto diciéndole que había algo más detrás de esa presencia tranquila y calculadora.

—Entonces, Zhou Wei —dijo finalmente, probando el nombre en sus labios como si lo estuviera juzgando—. ¿Qué quieres?

Zhou Wei apoyó un codo en la barra, girándose un poco más hacia él, como si estuviera a punto de compartir un secreto.

—Solo hablar. No es común encontrar a alguien como tú en un lugar como este —respondió, su tono medido, como si cada palabra fuera cuidadosamente elegida—. Alguien que, claramente, está luchando con más de lo que cualquiera aquí podría entender.

Jiang Cheng lo miró, sus ojos fríos, pero algo en su interior le decía que este hombre sabía más de lo que estaba dejando ver. Esa intriga, esa ligera tensión en el aire, lo mantenía anclado en la conversación a pesar de su incomodidad.

—Todos aquí están luchando con algo —respondió Jiang Cheng, alzando su vaso hacia la multitud detrás de ellos—. No soy diferente.

Zhou Wei inclinó la cabeza, como si estuviera considerando esa respuesta, pero su sonrisa no desapareció.

—Tal vez —dijo en un tono suave—. Pero hay algo en ti, Jiang Cheng, que te separa del resto. Algo que te consume de una manera que ellos no entenderían. Algo que tiene que ver con ese hombre que no puedes sacar de tu mente.

El estómago de Jiang Cheng se tensó al escuchar esas palabras, y por un momento, sintió como si el aire hubiera sido succionado del bar. Sus manos se apretaron alrededor del vaso, su mente dando vueltas ante la insinuación tan precisa de Zhou Wei.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó con voz baja, la amenaza implícita en sus palabras.

Zhou Wei soltó una risa suave, nada alarmada por la reacción de Jiang Cheng.

—Este es un lugar pequeño. Las personas hablan. Y tú, Jiang Cheng, no pasas desapercibido. —Se inclinó un poco más hacia él, sus ojos oscuros brillando con algo que Jiang Cheng no pudo identificar de inmediato—. Pero no te preocupes, no estoy aquí para hacer preguntas difíciles. Solo pensé que podrías necesitar a alguien que te entendiera.

El corazón de Jiang Cheng latía con fuerza en su pecho, su mente procesando cada palabra con cuidado. No sabía quién era realmente Zhou Wei, pero había algo en su tono, en su mirada, que le decía que este encuentro no era una simple coincidencia.

—No necesito nada de ti —respondió con frialdad, aunque en el fondo, algo en él sentía lo contrario. Había algo en este hombre que lo perturbaba y lo atraía al mismo tiempo, como si hubiera más detrás de esa sonrisa educada.

Zhou Wei asintió, como si aceptara esa respuesta sin ofenderse.

—Tal vez no. Por ahora —dijo con una tranquilidad desconcertante—. Pero si alguna vez cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme.

Zhou Wei se levantó de la barra, ajustando su chaqueta con una elegancia casual. Jiang Cheng lo siguió con la mirada mientras el hombre comenzaba a alejarse, pero antes de irse, Zhou Wei se giró ligeramente y lo miró por encima del hombro.

—Ah, y Jiang Cheng… —su voz era suave, pero cargada de significado—. A veces, lo que más buscamos ya está frente a nosotros. Solo hay que estar dispuestos a verlo.

Con esas palabras crípticas, Zhou Wei desapareció entre la multitud, dejándolo solo una vez más en la barra. Pero ahora, algo dentro de Jiang Cheng se removía inquieto. Ese encuentro no había sido casual. Zhou Wei sabía más de lo que había dicho, y aunque no lo admitiría, Jiang Cheng sabía que esa no sería la última vez que lo vería.

El licor en su vaso ya no le ofrecía consuelo. Algo mucho más inquietante se había plantado en su mente, y la sensación de que había algo más detrás de Zhou Wei lo atormentaba.

Y por primera vez en mucho tiempo, Jiang Cheng sintió que estaba siendo observado.

_ _ _

Lan Xichen estornudó, sintiendo el frío en su rostro y el leve hormigueo en su nariz. El día estaba especialmente frío, y su alergia no ayudaba. Se había despertado con una extraña presión en el pecho, algo a lo que ya se había acostumbrado. Esa ansiedad matutina era como una vieja compañera, a veces significaba que algo malo estaba por suceder, y otras veces solo era un reflejo de su estado mental.

Sus ojos recorrían la escena frente a él. Los oficiales y el forense trabajaban en silencio, concentrados en buscar pistas alrededor del cadáver del hombre que yacía sobre la acera. El ambiente se sentía denso, pesado, como si la misma muerte hubiera impregnado el aire.

Los testigos habían dado relatos confusos. Algunos dijeron haber escuchado dos disparos, otros mencionaron tres, y algunos ni siquiera recordaban haber oído algo. Las inconsistencias en sus testimonios solo complicaban el trabajo. Habían solicitado las grabaciones de las cámaras del porche de los vecinos, con la esperanza de encontrar algo útil, pero eso tomaría tiempo.

Lan Xichen se movió lentamente por la escena, observando el cuerpo con cautela, cada detalle. Su mano descansaba instintivamente sobre el cinturón, donde su arma permanecía segura. Era un gesto automático, de pura costumbre, como si necesitara asegurarse de que aún estaba allí, lista para ser usada si fuera necesario. Por órdenes de los directivos había tenido que dejar su siempre fiel espada en casa, las nuevas órdenes eran que debía cargar su arma de fuego sea donde sea, para acción inmediata, aunque a Xichen le molestaba esta desde aquel incidente. No había mucho que pudiera hacer en ese momento, el forense ya había revisado la mayor parte de la escena. Pero la verdadera razón por la que permanecía fuera era otra: Jiang Cheng estaba dentro de la casa, y Xichen no quería cruzar ese umbral sin motivo, no con la tensión que colgaba entre ellos como una nube espesa.

—Zewu-Jun —llamó Jiang Cheng desde el marco de la puerta. Su tono era serio, casi frío. Con un gesto de su cabeza, indicó que lo siguiera. Xichen asintió en silencio, entrando en la casa con pasos medidos. A su alrededor, el silencio del lugar contrastaba con el bullicio exterior.

—Ahí —señaló Jiang Cheng, su rostro imperturbable, pero sus ojos siempre llenos de una intensidad que no podía ocultar. Xichen siguió su mirada y vio la pequeña estatua: un hombre colgado en miniatura. La expresión del cadáver de piedra era retorcida, casi grotesca.

—¿Un fetiche? —murmuró Xichen, intrigado.

Jiang Cheng dio un paso más hacia la estatua, cuidando no pisar las manchas de sangre que se extendían en la alfombra. Su mirada era analítica, fría, como si estuviera calculando cada pequeño detalle.

—No estaba en las fotos que tomamos de la casa —comentó Jiang Cheng, sus palabras secas mientras se acercaba a la figura. Había algo perturbador en esa escultura, pero Jiang Cheng no parecía desconcertado, solo tenso.

—Podría ser solo un fetiche, Wanyin —Xichen pronunció su nombre con suavidad, pero el efecto fue inmediato. Los hombros de Jiang Cheng se tensaron visiblemente, su mandíbula se apretó. Xichen se arrepintió casi al instante de haber utilizado ese nombre, pero mantuvo su rostro sereno, intentando que el momento no lo sobrepasara— O tal vez signifique algo.

El silencio que siguió fue incómodo, cargado de emociones no dichas. La tensión entre ellos no era nueva, pero en ese momento, en esa habitación teñida de muerte, se sentía casi insoportable. Jiang Cheng lo miró durante un segundo, sus ojos oscuros y cargados de algo que Xichen no pudo leer del todo. Luego, con un chasquido de su lengua, desvió la mirada, como si hubiera decidido no seguir por ese camino.

Jiang Cheng siguió examinando la escena, pero Xichen no pudo evitar notar cómo la distancia entre ellos se sentía más grande que nunca. Apartó la vista de la estatua, su rostro aún cargado con esa expresión de impaciencia que había aprendido a identificar en los momentos de tensión. Dio unos pasos hacia el escritorio que estaba en el rincón de la sala, moviendo con cuidado un par de papeles apilados que habían sido dejados allí. En medio del desorden, algo brilló tenuemente bajo la luz fría de la lámpara del techo.

Una carta.

Al principio, Jiang Cheng frunció el ceño, pensando que era solo una tarjeta o una nota. Pero al levantarla, sintió el familiar cosquilleo en la piel, el mismo que había experimentado antes cuando había encontrado otras señales. La sostuvo entre sus dedos, dándole la vuelta, y ahí estaba: una carta del tarot, elegantemente detallada. Su corazón dio un vuelco al reconocer la imagen que se mostraba en la carta: El Colgado.

—¿Otra más? —murmuró para sí mismo, su ceño fruncido mientras acercaba la carta a la luz.

Xichen, quien aún estaba observando la pequeña estatua con cautela, levantó la vista cuando escuchó el murmullo de Jiang Cheng. Al ver la carta en sus manos, la expresión de su rostro cambió, tornándose más seria de lo que ya era.

—¿El Colgado? —preguntó Xichen en voz baja, acercándose lentamente a él. Sus pasos resonaban apenas en la habitación silenciosa, y sus ojos se fijaron en la ilustración de la carta. Sabía lo que significaba. El Colgado era un símbolo de sacrificio, de estancamiento, de estar atrapado en una situación sin escapatoria. No era una carta que se dejara al azar, mucho menos en una escena de un crimen.

Jiang Cheng asintió con una expresión tensa. Había encontrado varias cartas en los últimos meses, todas relacionadas con escenas similares. La primera había sido La Torre, y ahora El Colgado. Una secuencia que no podía ignorar. El asesino estaba jugando con ellos, dejándoles mensajes crípticos que debían descifrar.

—Este bastardo está enviando un mensaje —dijo Jiang Cheng, con un tono grave que reflejaba la frustración que lo carcomía—. Esta no es solo una coincidencia.

Xichen estudió la carta en silencio durante unos segundos, luego su mirada se dirigió hacia la estatua. Su mente estaba trabajando rápidamente, conectando los puntos, tratando de entender el patrón. No podía ser solo una pista más. Había algo más grande detrás de todo esto. Algo más personal.

—¿Crees que es el mismo que dejó la carta anteriormente? —preguntó Xichen, aún sin despegar los ojos de la carta. Sabía que Jiang Cheng compartía la misma sospecha, pero necesitaba escuchar su respuesta. Necesitaba confirmar lo que ambos temían.

Jiang Cheng asintió, apretando la mandíbula. La tensión en su cuerpo era palpable. Esa carta no solo era una pista, era un desafío. Y no podía evitar sentir que esa representación del Colgado no solo era un símbolo del estancamiento del caso, sino que estaba dirigida a él, de una manera más personal.

—Esto va más allá de un simple asesino. Nos está... observando.

Xichen desvió la mirada hacia la ventana. Fuera, el día frío continuaba, pero el verdadero escalofrío estaba dentro de la casa. La sensación de ser observado, de ser manipulado, comenzaba a cobrar más fuerza.

—Tal vez solo es una coincidencia— comentó mientras miraba de reojo a su compañero quien parecía escéptico, incluso dedicándole una mirada fría, como reprimiendo esas palabras —Pero… si lo que dices es cierto, entonces está cerca —susurró Xichen, más para sí mismo que para su compañero. Sabía que el asesino no estaba lejos, que de alguna manera estaba moviendo las piezas del tablero, pero no podían ver su rostro todavía. El Colgado era una advertencia, y cada vez que encontraban una nueva carta, significaba que estaban a un paso más cerca de algo, pero también al borde de algo peligroso.

—Debemos movernos rápido —añadió Jiang Cheng, guardando la carta con cuidado en una bolsa de pruebas—. No podemos permitir que siga jugando con nosotros.

El silencio se instaló entre ellos por un momento, cargado de algo más que la tensión del caso. A pesar de la incomodidad que todavía flotaba entre ellos por las palabras no dichas, ambos sabían que debían enfocarse. El enemigo estaba cerca, y el próximo movimiento podría ser letal si no actuaban con rapidez.

Jiang Cheng se volvió hacia la puerta, su mente ya planeando los próximos pasos. Pero antes de salir, se detuvo y lanzó una mirada de reojo a Xichen, quien permanecía quieto frente a la estatua. Hubo tensión entre algo, como si quisiera decir algo, pero solo se quedó en silencio, decidiendo que sería inútil decir algo más.

Xichen, casi instintivamente asintió, aceptando que no habría palabras entre ellos más allá de las profesionales. Sabía que ambos estaban caminando en terreno peligroso, pero no sabía qué tanto, y no quería meter la pata.