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La radio angelical que amo la televisión infernal

Summary:

AU donde Alastor es un ángel.

Alastor, el ángel de la radio, es el encargado de dar las noticias al cielo. Noticias que vienen directamente de un guión, dándolas como una marioneta.

Un día, lleno de curiosidad por el infierno, baja al infierno, caminando por el "mal camino". Conociendo al demonio de la televisión, un demonio tan interesante que hace que vuelva varias veces.

Notes:

Este capitulo y en total esta historia trata sobre la obediencia llevada a un extremo que puede al abuso.

Si este es un tema sensible para ti, es tu responsabilidad seguir leyendo.

Gracias por entender.

Chapter 1: La vida de Alastor

Chapter Text

Si había una palabra que describiera a Alastor era "obediencia". Desde que nació su madre le enseño a hacer obediente. Se madre se aseguro que creciera sabiendo que nació siendo inferior a los demás, que si quería vivir debía de someterse a las personas con más poder que él. Le enseño, también, el temor a Dios.

Su madre también se encargo de dejarle en claro las consecuencias de desobedecer. Cada palabra que sonara como una insinuación a desobedecer era castigado con dolor. Podrían pasar los años, pero los recuerdos de estar atrapado en un closet tan pequeño que no podía estar allí parado durante días sin comer lo perseguirían durante toda su vida.

Su madre le enseño tan bien las consecuencias de desobedecer que cada que Alastor pensaba en "salirse del camino correcto" desechaba la idea de inmediatamente.

Si había una palabra para describir el trabajo de Alastor "censura". Cuando tuvo 19 años logro tener una oportunidad para trabajar en la radio, sería un sueño hecho realidad, si no fuera por su color de piel. Al parecer la radio adoraba su voz, amaban como cada palabra tenia carisma y se divertían con sus improvisaciones; pero odiaba en como se veía, por eso tenía un "rostro público". Un tipo blanco que jamás se digno a verlo a la cara.
Alastor jamás se quejo, incluso cuando ese sujeto se robaba el crédito. Ni cuando se entero que le pagaban más al sujeto blanco que él.

Se enojo un poco cuando los ejecutivos de la radio le impusieron reglas de la estación. Al principio eran reglas racionables, como no mencionar marcas competidoras o palabras malsonantes, peor poco a poco las reglas se volvieron más restringidas. Reglas como mencionar en menos de diez minutos varias marcas, no podía tocar noticias relacionadas con temas raciales (nada de revoluciones ni protestas pacificas), pero le exigían hablar de crímenes de odio (en especial de afroamericanos contra personas blancas). Sin embargo, solo los maldecía en su mente, jamás los reto de cara.

Si había una palabra que describiera la muerte de Alastor sería desafortunado. Alastor caminaba hacia el trabajo, como todos los días antes que el sol iluminara la ciudad, cuando alguien le disparo. Si tuvo algo de suerte en su muerte, fue que no sufrió, pues la bala llego directamente a su cerebro.
Su cuerpo jamás se entrego a su madre, se fue a una posa común.

Y si había una palabra para describir la no vida de Alastor en el cielo sería onírico.

Desde que llego al cielo nunca se había sentido triste. Todas las horas, de todos los días y de todas las noches, se sentía feliz.

Para nada se comparaba al trabajo de la radio. No podría describir en palabras la felicidad que sintió cuando uno de los angeles le ordeno trabajar en la radio. Adoraba la estación de radio que tenía, exactamente igual a la que tenía en vida.

Era tanta la felicidad que tenía que ya ni siquiera le molestaba las restricciones que le impusieron. Su trabajo se volvió tan solo leer varios papeles con el tono y que colocaba el trozo de papel. En vida se hubiera molestado, hubiera maldecido en su mente y se hubiera ido en silencio (sintiéndose humillado con la sola idea de actuar en la radio) pero en su no vida ya no le importaba. Se sentía tan feliz que le era más fácil bloquear las otras emociones malas que tenía.

-- ¡Buenas noches amigos! -- hablo emocionado Alastor, tal como se lo pedían -- ¿Como se encuentran? ¿Se encuentran tan feliz como yo?

Rio en el momento exacto que le pedía el libreto.

Sin duda Alastor estaba feliz con la no vida que tenía.

No le importaba seguir el guión que le dieron.

Tampoco le preocupaba la extrema felicidad que sentía desde su llegada al cielo. 

-- ¡Por su puesto que sí! ¿De qué otro modo podemos estar?

¿De qué otro modo podría estar?

Hablo en la radio los temas que indicaba el papel. Hablo sobre lo maravilloso del clima, lo maravilloso que era el cielo, en como adorar las reglas del cielo, etc. Temas tan cotidianos que nadie lo escucharía seriamente.

Alastr sonreía, porque le encantaba la vida eterna que tenia adelante, pero por dentro tenía miedo. Miedo de los pensamientos de odio y molestia hacia esa maldita hoja de papel, ¿por qué dudaba si se sentía feliz de estar allí?

Siguió haciendo su trabajo durante todo el día. Hablando de temas que casi no le interesaba, alabando el cielo contando lo maravilloso que era seguir las reglas y ser feliz. ¿Desde cuando las transmisiones de radio se volvieron ruido de fondo?

-- ¡Gracias por escuchar esta maravillosa transmisión! -- despidiéndose Alastor feliz, tal como indicaba el guión.

Dejo que la ronda de aplausos pre grabados sonara un rato. Apagándolo progresivamente hasta quedar de nuevo en silencio.

Se quedo en silencio en esa estación de radio. No quería salir de allí.

No era por una sensación de apego que sentía hacia la estación, era más bien quedarse en algo familiar. Podría pasar años en el cielo, pero jamás se acostumbraría a la vida de placeres en el cielo.

Al final tomo su abrigo y salió de allí. 

El cielo siempre estaba iluminado, no era un sol fuerte que quemaba a los peatones; mas bien era un sol de una tarde tranquila, de esas que sales a caminar con amigos. Siempre estaba así.

-- ¡Hey Al! -- un ángel lo tomo del hombro, no necesitaba voltear para saber quien era.

-- Hola Azriel. -- Alastor intento igualar el tono del otro ángel, no piensa que lo logro por el pequeño gesto de molestia que coloco en ángel.

-- ¡Vamos! La tarde es joven -- siempre estaba joven la tarde, todo siempre estaba en su mejor momento -- ¡hay que divertirnos!

A Alastor no le agradaba ese ángel, ni los otros ángeles. Tal parece que las reglas indicaban que en el cielo puedes disfrutar los placeres al máximo. Sin importar que estuvieran mal.

Y Alastor, sabiendo que no se podía negar, aceptó. Ya sabiendo que no le gustaría lo que haría.

En el cielo no había buena música, solo era música que Alastor calificaría como de ascensor. Cada que Alastor hacia cosas que no quería, más relacionadas a la perverciones de Azriel, pensaba en la música que escucho en vida. 

Tenía miedo que el futuro olvidara esa música y fuera consiente de los toques incómodos que le daba Azriel. Sin embargo, Alastor sabia que sentiría placer. Porque todo lo que hace en el cielo le genera placer.

Porque en el cielo solo puedes seguir las reglas y sentir placer.

Chapter 2: El primer Error de Alastor

Summary:

Alastor por accidente llega al infierno.

Notes:

Esta historia trata sobre la obediencia llevada a un extremo que puede al abuso.

Si este es un tema sensible para ti, es tu responsabilidad seguir leyendo.

Gracias por entender.

Chapter Text

Los ángeles solo pueden decir la verdad. Pero existe la verdad y la verdad. La verdad dicha por los ángeles la mitad no es cierta y la otra mitad no es completamente la verdad. 

La verdad de los ángeles es que Alastor logro entro al infierno por un accidente.  Que fue la victima de su ignorancia y curiosidad y pago con sufrimiento infernal que se pegaría a su mente toda la vida. Arrepintiéndose el resto de su no vida por todo lo que sucede.

Sin embargo, la verdad completa es más complicada.

Alastor no entro solo una vez al infierno. Entraba al infierno varias veces durante mucho tiempo.

Alastor no se arrepintió de haber ido al infierno, se arrepiente de haber sido atrapado.

Alastor no sufrió en el infierno, fue lo más feliz que pudo ser desde su vida y no vida.

Y sobre todo, Alastor era consiente cuando entro al portal, desde la primera vez que entró.

---

El primer día que llego al infierno Alastor huía. Ese día había sido normal, hizo todo lo que normalmente haría, excepto salir de la estación de radio. Al salir normalmente se toparía con Azriel, o cualquier otro ángel, y le invitaría a sentir placer. Su rutina indicaba que lo aceptaría y terminaría en una habitación (normalmente eran con otros ángeles) y recordaría esas canciones que escucho en vida para pasar el tiempo.

Mas no quería eso. No podía decir con exactitud cual fue el pensamiento que cruzo en su mente para hacer tal acto de rebeldía, solo sabia que no quería sentirlo. Por lo que en vez de caminar recto, directo hacia los demás ángeles, se volvió a encerrar en la estación de radio. 

Alastor sabía que había otras salidas, solo que jamás pensó en utilizarlas. En teoría tenía prohibido utilizarlas, pero jamás se lo prohibieron explícitamente. La idea de Alastor era encontrar otras de la salida y llegar a su hogar, nunca pensó en encontrar un portal hacia el infierno. En defensa de Alastor solo abrió una puerta buscando la salida.

El cuarto donde se encontraba era pequeño, tal vez en el pasado se había utilizado como armario de blancos, pero ahora solo se encontraba el portal.

Pudo irse. Cerrar la puerta y fingir que jamás lo vio. O podría reportar el portal a Sera para que ella se encargara de cerrarlo. Solo los ángeles poderosos tenía el poder de abrir esta clase de protarles, y solamente los más poderosos podrían mantenerlo abierto. Alastor había escuchado que solamente el ángel que había abierto el portal podría cerrarlo... ¿acaso ese ángel se había olvidado de ese portal? ¿o había muerto - muerto por entrar allí?

Alastor había escuchado que el infierno era horrible. Un lugar de batalla tan brutal que había demonios en heridas horribles, sintiendo el dolor y deseando morir. Un lugar sin placer ni felicidad. 

Un lugar que los ángeles le deben de temer. Un lugar que Alastor tiene curiosidad de ir.

Alastor busco un algo para esconderse, tan solo pudo encontrar un sombrero negro y gigante y su abrigo. Sabía que se veía ridículo, pero era lo mejor para esconder su identidad. Y sin darle tiempo para pensar y arrepentirse, entro.

 

Entrar por el portal fue como entrar por una puerta. Fue tan fácil que le daba risa, una risa irónica y divertida.

Termino en una habitación igual que en el cielo (un cuarto pequeño completamente oscuro). Con cuidado abrió la puerta encontrándose con un pasillo elegante y sucio. Parecía que no se había limpiado en años.

Aún así no se confío. Sujeto lo más fuerte su bastón y camino lo más silencioso posible.

Dio vueltas y vueltas buscando la salida e intentado recordar el camino. Todo el pasillo habían puertas iguales, tan solo con diferente numero. Alastor no quería tocarlas, por temor a lo que puede haber detrás. Por fin encontró unas escaleras.

Alastor las subió. Supuso que estaba en un tipo de edificio, un edifico que no parecía haber sido utilizado nunca. El piso tenía una alfombra elegante y roja que no parecía haber sido limpiada (ni pisada) durante mucho tiempo; algunos adornos en el pasillo (como mesas con cerámica) llenas de telarañas y saber que más nido de insecto se escondía allí. Al fondo del pasillo había una puerta más grande y más elegante que las demás, aunque en las ventanas que tenía la puerta se veía un poco más de luz. Alastor asumió que esa era una salida, así que con los pasos más silenciosos que pudo hacer, salío.

El edificio tenía 5 pisos y estaba hecho de ladrillo. A Alastor le recordó como un edificio del 

 

mundo de los vivos, como una vivienda.

Luego miro el área. Parecía que estaba en una montaña pequeña, de nuevo, el jardín no parecía que hubiera tenido mantenimiento nunca. También todo estaba rojo. El cielo estaba de un rojo pálido (no un rosa, parecía como rojo sangre diluida con agua). El sol parecía ser un punto rojo. Incluso las plantas parecías estar teñidos de rojo. A Alastor eso le alivio. Nunca le gusto los colores pasteles que tenía el cielo.

Vio la ciudad más abajo, no parecía estar tan lejos. Queriendo ver más del infierno camino hacia allá.

---

Alastor no sabia en que estaba pensando cuando camino por los calles del infierno, pero sinceramente se sorprendió.

Las calles estaban cubiertas de cuerpos de demonios, por más mutilados que estuvieran sus cuerpos, seguían vivos. Podría escuchar algunos gritos bajos y susurros pidiendo piedad. No es que le importaba, después de todo eran demonios.

A la par de los cuerpos habían varias tiendas. Se pregunto si en este lugar si había un whisky de calidad (y no esa cosa destilada con agua que le traían cada que preguntaba por uno), ¿utilizaran dinero aquí? ¿comó funcionara esto aquí?

-- ¡Té encontré maldito! -- grito un demonio, que le recordaba a un cocodrilo, señalando a un demonio con cabeza curiosa.

El demonio con cabeza de caja se asusto. Pudo ver como dio un pequeño salto.

-- ¡Vas a pagar Vox! -- Alastor se sorprendió cuando el otro demonio le dio un puñetazo a lacabeza de ese sujeto.

El otro demonio, Vox, se sujeto su cabeza intentando alejarse, pero el demonio cocodrilo lo sujeto del brazo. Arrojando a Vox hacia el suelo.

Era la primera vez, desde que murió, que Alastor veía una pelea. Era lo más interesante que habia visto desde que murio.

Alastor se hubiera quedado allí, admirando y entreteniéndose con esa expresión de violencia, de no haber sido por la mirada de Vox. Si le pidieras describir ese sentimiento Alastor no pudiera describir que sintió, solo sabe que sintió piedad por ese demonio.

-- ¡Hola amigos! -- dijo Alastor, intentando sonar lo más amigable posible. No tenía un plan.

Ni en vida ni en muerte jamás se metió en una pelea. Había visto varias en vida, pero no sabía que hacer.

El demonio cocodrilo lo miro con una mirada que lo hubiera matado. Alastor intento no mostrar miedo (¡miedo! Sentía miedo después de mucho tiempo) dirigiéndose a pasos tranquilos hacia el demonio cocodrilo (quien estaba encima de Vox).

-- ¿Lo conoces? -- pregunto ese demonio señalando a Alastor.

Antes que Vox pudiera siquiera responder Alastor hablo.

-- No, solo pasaba por aquí. -- Alastor se acerco más sentandose en uno de los escombros cerca a ellos. -- ¿Quería saber por qué lo golpeaba?

Vox miró hacia el otro demonio. ¿Qué planeaba? ¿Ayudarlo? Parecía que lo quería hundir más.

-- ¡No tengo por que decirte! -- escupió el cocodrilo. Acercándose a Alastor.

Alastor miro con fascinación a ese demonio. Le recordaba a casa. 

-- Me recuerda a New Orleans, ¿usted es de allí? -- hablo sin pensar. Casi casi tomando la cara del cocodrilo.

El demonio cocodrilo, más curioso que enojado, se levanto un poco. Vox se escapo tan pronto como pudo.

-- No pero moría allí. De hecho es muy curioso-

Antes que el demonio pudiera seguir Vox lo golpeo con una de las piedras que encontró por allí. Inmediatamente cayo, sangrando por la cabeza.

-- ¡Oh por Dios ! -- dijo Alastor. Eso si fue una sorpresa.

Chapter 3: La vida de Vox

Summary:

La vida de Vox antes de llegar al infierno

Notes:

Lamento abandonar esta historia y regresar con un capitulo sin radio static :(.

ADVERTENCIAS, si eres sensible a estos temas no lo leas.
- Explotacion infantil de un actor
- Secuestro infantil
- Cultos
- Suicidio en masa
- Matricidio (hijo matando a su madre)
- Suicidio

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Cuando Vincent murió, su padre escribió, dirigió, y vendió un documental sobre la vida de su hijo. Si hubiera estado vivo, opinaría que su padre hizo una película demasiado seria y trágica del hijo que siempre quiso, el hijo que Vox nunca fue y quien su vida fue una serie tragi-cómica.

Su padre un hombre serio, podrido en dinero, director en Hollywood con su nombre en grandes éxitos y su madre, una mujer sin más vida que ser una madre y esposa quien se volvió loca actuaron todo el tiempo que pudieron delante de las cámaras para parecer los esposos perfectos y padres amorosos. Sin embargo, al apagar las cámaras, eran diferentes personas, su padre se la pasaba afuera, un extraño que solo venía a dormir en su casa. Su madre, en cambio, se la pasaba en botellas de vino quedándose dormida en cualquier lado excepto su habitación. 

La vida de Vincent era también muy diferente en las cámaras. En las cámaras era un actor infantil que empezó a actuar desde que tenía 3 años, un chico entusiasta que se divertía en las grabaciones; al pagarse las cámaras era un chico sin amigos, pasando su vida en clases artísticas, muchas veces encerrado en su hogar con tutores privados, y estudios de cines (desde cantar canciones infantiles, hasta escenas asquerosas... como comer utilería que se suponía que era excremento), cualquier cosa que le diera dinero a su padre. Vincent creció odiando a su padre, odiando todo lo referente a la televisión, donde cada vez con más frecuencia se atrevía a retar a su padre y los regaños físico de él. Fue su madre quien lo saco de ese lugar, pero hubiera preferido morir antes de llegar a ese lugar.

Vincent no sabe como su madre conoció a su amante, solo sabe que gracias a él ella cada vez estaba más loca. Las pocas cosas que decía esa mujer eran referente a los ángeles, en como los cuidaban, en como esas hermosas y místicas criaturas mataban a los demonios en el infierno; su madre también se quedaba viéndolo, no decía nada, solo lo veía con diferentes expresiones, a veces triste, a veces con alegría infantil, otras veces enojada... nunca entendió que le pasaba en la cabeza de su madre. Sin embargo, su madre se veía más viva, más alegre; ya no la veía dormida en la sala a mediodía tampoco con su típica botella de vino. También le dio valentía, ya no se quedaba callada cuando su padre le ordenaba, le respondía y peleaba con él; también lo abrazaba.

Técnicamente, a los 10 años, Vincent fue "secuestrado" por su madre para unirse a ese grupo de hippies (como los denomino su padre). Su madre le prometió que jamás debía de posar delante de una cámara de nuevo, que era necesario para poder escapar de ese demonio que llamaba padre. Vincent ya viviendo con esas personas extrañas, entendió que los hippies eran, en verdad, un culto. Algo llamado "Los Ángeles del Señor", la verdad nunca le intereso mucho, de hecho lo detestaba.

Esa época se puede describir como la más extraña y más confusa de su existencia. Ese grupito de locos era liderado por alguien aún más loco, asegurando que los angeles le susurraban sus secretos, que era necesario reclutar a tantas personas como era posible, siguiendo las reglas que ellos le susurraban. Que, mientras sigan esas reglas podrían vivir en felicidad... Vincent no entendía a que se refería hasta que lo vivió. Drogas dando felicidad falsa a cualquiera que la tomaba, reglas muy difusa sobre donde tener y con quien tener intimidad, pedir permiso al líder para salir de la comuna, pedir permiso a ese sujeto para realizar actividades en la comuna, un lugar que se vendió como libertad pero que termino siendo más estricto que la casa de su padre.

Tampoco le gustaban donde empezaron a vivir. Durante mucho tiempo estuvieron vagando en una camioneta, durmiendo en ese pequeño lugar acompañado, con abrazo frió de esa mujer. Si tenían suerte algún samaritano les dieran una cama. Paso así hasta que empezó a llegar dinero, ahí el líder compro un terreno en un bosque, alejado de toda civilización.

Curiosamente su madre permitía todo lo del líder, permitía todas las reglas y las cumplia con una alegría casi inhumana, excepto cuando aplicaban los castigo a él. Vincent, siempre con su actitud rebelde, le causa demasiado problemas a ese lugar; intentando escapar. Vincent estaba seguro que los hubieran echado sino fuera por que su madre era la preferida de ese loco, y la fama de Vincent (filmo a lo largo 21 anuncios promocionando ese culto).

Vincent logró escapar luego de 12 años, el día que ese sujeto loco nombro como "El día de la Liberación", el día donde todos los dignos de ser angeles guerreros ascenderían y la única manera de hacerlo es deshacerse de ese caparazón de carne que los envolvía, y para asegurar que todos ellos entendían el dolor, debían se sufrir. Aquel día Vincent al recibir el veneno lo tiro discretamente, su plan era fingir su muerte para después correr de allí, pero su madre lo vio. Podrían pasar los años tanto vivo como muerto, pero habían 2 cosas que se quedarían grabadas en su memoria, una de ellas era el rostro de su madre. Esa expresión de terror puro (y decepción... asume que fue por ser el quien portaba el arma) y dispararle para alejarla. Vincent en el infierno presumiría que disparo y mato a su propia madre, pero tanto vivo y como muerto una parte de él muy escondida muy pequeña siempre susurraría que no fue su intención, que lo hizo para asustarla y no le clavara la aguja con veneno: que era necesario.

Encontraron a Vincent al lado de la carretera, caminando sin rumbo. La policía simplemente lo dejo en la estación, uno de ellos le dio su almuerzo (que, a pesar del hambre, Vincent no logro ni levantar el tenedor). Cuando su padre lo recogió le dió un abrazo, el primer abrazo que recibía de su padre... y fue delante de unos periodistas. Vincent se enteraría más tarde que su padre aún mantenía su búsqueda, no por amor, sino para no perder la fama y el dinero que podría conseguir por él.

Su padre lo dejo estar en casa durante un mes antes de volver a trabajar. Al principió Vincent no se negó, necesitaba dinero si quería irse. Así que fue a entrevista exagerando situaciones del culto (jamás confeso como fue la muerte de su madre), participo en varias películas siempre esforzándose para terminar y recibir la paga. Así paso por 5 meses, hasta que, por una prensa de chisme empezó a investigar su situación legal. La reportera simplemente le preguntó "¿si usted es una persona mentalmente inestable como puede trabajar?", antes que Vincent pudiera reaccionar, su padre lo alejó diciendo que no estaba en condiciones para responder preguntas. Legalmente, en papeles, era tachada como una persona "mentalmente inestable, peligrosa, marcada por el trauma" y se recomendaba que, hasta que el paciente se encontrara mejor, necesitaba un represéntate legal. Por lo que todo su dinero, se iría para su padre... ni siquiera podría escapar, cuando lo encontraran lo llevarían de nuevo con ese sujeto. Así que Vincent tomo la única decisión para ser libre.

La segunda cosa que jamás olvidaría, es la cara de terror de su padre. El rostro que puso cuando lo vio arrojándose al vació. Vincent murió al instante que toco el suelo, sin saber si su padre se encontraba aterrado por su muerte o por su maquina de dinero.

**

-- ¿Y cuales es tu nombre? -- preguntó el demonio gato con alas, mientras mezclaba las cartas. 

-- ¡Vox! -- dijo de manera frenética, parecía nervioso -- Soy... Vox

El nombre "Vox" era el nombre de una marca de bocinas, pero el único nombre decente que él podría pensar.

-- Soy Husk. -- por fin ese demonio repartió las cartas -- ¿Como moriste?

Vox se movió en su silla, algo incomodo de las preguntas, para disimular su nerviosismo soltó una risa.

El primer día en el infierno de Vox fue bastante extraño. Se levanto en el techo de un edificio, de allí solo bajo caminando por la ciudad, curioseando por las calles. Ese mismo día que llego al infierno, también vio su apariencia por primera vez, y le pareció una broma. Su cabeza era una televisión, de esa vieja que se encontraba en escondida en el ático de su hogar. ¿Acaso su vida estaba destinada siempre a la televisión? Encontró un pequeño departamento (el dueño solo se fue, así que Vox solo entro para dormir).

Paso por semanas así en el infierno, caminando y curioseando ese extraño lugar. En ese tiempo se dio cuenta de algo extraño, los demonios no podían morir pero si sentía sus necesidades fisiológicas; curiosamente los demonios aún conservaban sus órganos y en sus venas aún corría sangre, pero podría desangrarse, podrían quitarle sus órganos, pero aún seguiría "vivo" y sentiría todo lo que pasaba. 

Ese día había conocido a un tipo en un bar, le propuso apostar en las carta. Vox, desesperado por dinero, acepto.

-- Me caía de un tercer piso de mi casa.

-- ¿Suicidio? -- pregunto Husk, Vox asintió, viendo concentrado sus cartas -- Te sorprendería la cantidad de demonios que se suicidaron. ¿Vas?

Vox coloco una ficha roja, la única que Husk le había dado con la situación tan desagradable que tenía. Vox mostró sus cartas, sintiendo que tenía la victoria en su bolsillo; solo para ver que perdió.

--Aceptó almas como pago-- peguntó Husk, sonriendo con una sonrisa maliciosa.

-- Mañana... dame para mañana y te pagare... con dinero. -- Vox suplicó, Husk le dió tanta pena que aceptó.

Notes:

De nuevo lo lamento.
Tuve un bloqueo creativo muy feo referente a esta historia (cuando la termine explicare más los multiples borradores sobre la vida de Vox)
Juro que intentare actualizarla y ya por fin el radiostatic. Solo que no creo que este mes... culpen a la universidad, y la maldita carrera de medicina.
Perdón.

Chapter 4: El primer Error de Vox

Summary:

Vox conoce y se presenta a Alastor

Notes:

POR FAVOR LEER

Modifique el capitulo porque no me gustaba, le añadi más cosas y prometo actulizarlo más seguido. De neuvo, una disculpa.

Chapter Text

-- ¡Oh por Lucifer! -- exclamó Vox, sorprendido de haberlo noqueado. Luego fijo su mira con más detenimiento a ese extraño sujeto, llevaba un saco grande y un sombrero que cubría su rostro... se veía patético -- Gracias por ayudarme...

-- Alastor, me puedes llamar Alastor. -- respondió, parecía feliz.

-- Yo soy el increible, inigualable, único Vox -- se señalo a si mismo.

-- ¡Un placer! -- respondió Alastor, agachándose mirando atentamente el cuerpo medio inerte del demonio.

Vox miro al demonio tirado y manchando de sangre el piso y su cabeza. Se sintió aliviado, pero sabía que era cuestión de tiempo antes que se levantará a atacarlo peor que antes. Luego miro al otro demonio, se había agachado, no podía ver su mirada, pero sentía que era fascinación. 

-- ¿Qué esta haciendo? -- preguntó Vox, acercándose a ese sujeto.

-- Tengo curiosidad... -- respondió metiendo sus dedos en la sangre de ese demonio-- ¿Estara bien? -- preguntó, ese sujeto coloco su mano en la cabeza sangrante. Sus dedos se movían con delicadeza en la sangre.

Vox no pudo evitarse reírse. Alastor debe de estar bromeando, ningún demonio se preguntaría por algo así. Pero no conocía  a todos y de seguro en el infierno había sujetos locos. El sujeto no se rió, seguía jugando con la sangre como si fuera agua.

-- Ojala que no.

Alastor no respondió, tan solo soltó un ruido casi como un reclamo silencioso. Vox se quedo mirando como jugaba con la sangre, le recordaba a un niño que jugaba con agua de la lluvia estancada... se pregunto si era la primera vez si ese sujeto veía sangre. Lo más probable es que era un tipo loco, como un asesino serial.

Muy posiblemente se hubieran quedado allí, era casi hipnótico como sus dedos brincaban en la cabeza de ese demonio, en como la sangre quedaban en sus dedos y los movían mirando fijamente la sangre, pero Vox miro como el demonio lagartija tuvo un espasmo en el cuerpo. El golpe no fue tan potente, posiblemente no estuviera desmayado por mucho tiempo.

Se alejo un paso, preparándose para correr. Aunque, no quiso abandonar a Alastor, le daba pena. Lo más probable es que el otro demonio al levantarse golpeara a casi matar a Alastor, y eso le daba pena.

Si Vox hubiera sabido lo que pasaría más adelante, lo hubiera dejado. Sin embargo, Vox no tenia manera de ver el futuro. En el presente (y en el futuro) la sola idea de ver el cuerpo de Alastor tirado golpeado suplicando la muerte le hacia revolver el estomago.

Así que hizo algo que durante algún tiempo adoraría y en el futuro se arrepentiría, sujeto la mano de Alastor para echarse a correr. Se esperaba escuchar protestas y reclamos pero no hubo nada, al contrario sujetaba su mano como si de eso dependiera su no-vida. Vox no sabe porque, si apenas lo conocía y parecía muy feliz de estar jugando con la sangre. Sentía como su mano se mezclaba con la sangre con que Alastor jugaba. 

Recorrieron por varias calles del infierno, Vox intentado poner la mayor distancia, pero le daba la impresión que Alastor estaba más interesado en ver el lugar. Vox pensó en ir a su departamento a esconderse, pero la idea que se demonio supiera donde vivía le daba miedo. Así que se dirigió al pequeño bar de Husk, pues fue por él que se metió en ese problema.

Vox ingreso al bar aún tomando la mano de Alastor.

-- ¡Tengo tu puto dinero! -- exclamó, con su mano libre saco un fajo de dinero del bolsillo de su chaqueta.

-- ¿Tienes todo el dinero? -- Husk dejo el vaso, volteando su mirada hacia ellos. Si se sorprendió por ver a Vox sujetando la mano sangrante de Alastor (un demonio que cubría su cara con un sombrero exageradamente grande y un abrigo igual de grande), no lo demostró. Con la cabeza, casi como si no le importara, indico que se sentara en los bancos de la barra.

Vox soltó la mano de Alastor cuando ambos estuvieron sentado. Vox tenía su mirada fija en Husk y el dinero que coloco en la barra; pero Alastor se movia en el banco giratorio, como un niño emocionado de subirse a esos bancos por primera vez.

Husk agarró el dinero lo contó superficialmente antes de guardarlo. Vox se relajo, pues su deuda ya estaba saldada y no tenía que entregar su alma. Tal vez la manera tan rápida de contar el dinero fue para ver al extraño demonio.

Alastor había parado de girar en el banco, pero su mirada estaba fija el bar. Parecía que estaba viendo la decoración barata del lugar, como si estuviera fascinado. Vox no entendía porque, si el bar era un lugar barato, solo había unas cuantas mesas, un trió de diana para dardos alguna de las paredes y (lo más parecido a una decoración) era un poster de una gata casi mostrando sus anormales tetas parecidas a las humanas.

-- ¿Quien es tu amigo? -- preguntó Husk, al fin.

Vox no dijo nada, esperando a que Alastor respondiera, pero no. En cambio lo estaba mirando a él... ¿como si estuviera esperando a que respondiera? En serio, que clase de demonio era Alastor para que él tuviera que responder por él. Respondió solo para acabar el silencio incomodo.

-- Es Alastor... lo encontré por allí..

-- Ya. -- Husk fijo su mirada en Alastor -- ¿Quieres tomar algo?

Alastor parecía sorprendido por eso. Movió su cabeza de un lado a otro como si le hubieran preguntado algo tan ridículo que no tuviera sentido.

-- Yo si quiero tomar algo, dame un ron por favor. -- respondió Vox, necesitaba calmar su mente.

Husk no dijo y se alejo.

Alastor toco levemente el hombro de Vox. Pensó que Alastor le preguntaría el porque estaba aquí o se iría para siempre, se sorprendió por la pregunta que le soltó.

-- ¿Qué es ron?-- Alastor lo dijo en un susurro.

Vox pensó que lo susurró para no mostrar su ignorancia hacia Husk, pero no importaba porque de igual manera lo había escuchado, vio como paraba de servir durante un momento.

Como al principió del día, pensó que estaba bromeando y esta vez estaba seguro que era de verdad, pero no lo parecía. Alastor lo miraba expectante ante su respuesta.

Vox desvió su mirada a la barra, demasiado confundido por la pregunta. Vox tamboleiro sus dedos en la mesa, intentando pensar en una respuesta adecuada, a la vez que pensaba en que le pasaba a Alastor. ¿Qué le pasaba? ¿Qué clase el demonio no había probado alcohol o por lo menos lo conocía? Su mente cayo de nuevo en la idea que de seguro ese demonio tenía demencia, o fue secuestrado por una secta muy pequeño.

De nuevo vio a Alastor. El sombrero seguía tapando su rostro, podía ver la sonrisa cálida y casi ingenua que mostraba. 

-- ¿Nunca lo has probado? -- preguntó por fin. La pregunta era tan rara con una respuesta tan simple para él y complicada para Alastor que era como si un ciego le preguntara de que color era el cielo.

Alastor solo negó con su cabeza, aún sonriendo. Justo en ese momento Husk llego con un pequeño vaso de vidrio, más otro vaso de vidrio con menos liquido.

Vox no lo pensó y tomo de un solo trago el liquido marrón, sentía como el calor de la bebida invadía su garganta y su estomago casi como intentando distraerse. Su otra mano intento tomar otro vaso, pero Husk lo retiro.

-- Es para tu... amigo. -- respondió Husk, luego fijo su mirada en Alastor. -- ¿En serio no sabes que es el alcohol?

Alastor negó de nuevo. Aunque, a mitad de su meneo de cabeza se detuvo un momento, como si recordara algo.

-- Bueno... creo que en vida tal vez.... pero no recuerdo... casi nada.

Alastor se rió de eso último, casi como burlándose de su falta de memoria. Vox lo miro curioso, tal vez el pobre murió de demencia o por un golpe de cabeza que olvido toda su vida.

Husk soltó un sonido mientras le entregaba el vaso. Alastor lo miro curioso, moviendo el vaso con su mirada puesta en el liquido. No pudo evitar notar que lo movía con la mano con la sangre seca que antes había estado jugando. Luego miro su propia mano, donde antes había estado sosteniendo su mano, tenía pequeñas gotas rojas que ya se habían secado.

No pudo evitar pensar en lo estúpido que era Alastor. No lo pensaba de una manera despectiva, pues las preguntas y la actitud tan ingenua que tenia a cosas tan comunes se le hacia imposible de pensar. Alastor seguia moviendo el liquido del vaso, como si eso estuviera más entretenido.

-- ¿Vas a tomarlo? -- preguntó Vox al fin. Alastor lo miro, casi con duda. -- Es tu vaso, podrías tomarlo.

-- ¿Mio? -- pregunto Alastor... como si preguntara que significara esa palabra.

¡Por Lucifer! Ques estúpido.

-- Si... es tuyo.

Alastor, a pesar de estar sonriendo todo el tiempo, bajo su sonrisa un poco. Como si de verdad estuviera confundido. Alastor al final tomo un el liquido, casi con desespero, tomandoselo en un trago.

El liquido se quedo un tiempo en su boca, como si lo estuviera saboreándolo un poco, finalmente la trago.

-- ¿Qué tal? -- preguntó Vox, casi como si fuera una broma.

Alastor soltó un ruido, no sabia si era entre disgusto o gusto mientras su sonrisa se contraía en, lo que mejor se describiría como una serpiente disgustada. Vox no pudo evitar reírse de la extraña sonrisa que tenía.

-- Eres un idiota.

Alastor solo le sonrió.

Chapter 5: La no-vida onirica de Alastor

Summary:

Alastor pasa tiempo con Vox, la caja parlante

Notes:

Advertencia este cap contiene:

- Mencion de abuso físico
- Mencion de abuso sexual
- Leve ataque de pánico

Es responsabilidad del lector continuar

Chapter Text

Los recuerdos de los ángeles sobre sus vidas humanas son similares a los sueños de las personas. Cuando intentas recordar un sueño es difuso y confuso, pero después (en el momentos más inesperado e inoportuno) lo recuerdas con total claridad por tan pocos minutos para olvidarlo de nuevo. 

 

Hay dos razones a las que puede culpar. Pa primera es a los angeles superiores, serafines, que creen que los recurdos humanos son dolorosos, por eso, con su magia niebla sus recuerdos. El otro es la misma culpa de los ángeles más bajos.

 

La memoria de divide en corto y largo plazo. Es muy bien sabido que la memoria a corto plazo no es duradera y con el tiempo se olvida, pero sucede lo mismo con la memoria a largo plazo. La memoria a largo plazo son recuerdos que pueden durar años en la mente, pero al no utilizarlo ni recordarlo en mucho tiempo los recurdos se desvanecen.

 

No es de sorprenderse entonces que Alastor no pueda recordar el alcohol. En como hubo un corto tiempo en su juventud donde lo tomaba en un solo trago, y tampoco recuerde en como su madre casi le desconfiguro su cara con un sarten cuando se entero. Esos recuerdos (junto con demás recuerdos desagradables) están en esa neblina, ocultos y casi olvidados.

 

-- Eres un idiota. -- le dijo Vox.

 

Alastor sonrío. La palabra "idiota" era una palabra hiriente terriblemente familiar en su vocabulario, pero algo en la manera tan despreocupada que lo decía la caja parlante hacia que la palabra sonará diferente. Alastor no lo sintió como insulto, sino como una mentira absurda y divertida.

 

-- Es un gusto adquirido. -- siguió diciendo Vox.

 

Alastor movió su cabeza, sin saber con certeza que contestar. La mente de Alastor intento viajar a un recurdo de un niñato tomando un brandy... luego a la sensación de un golpe, gritos y terror (hacia ¿décadas? no experimentada esa emoción) cosa que confundió un poco a Alastor. No importaba de todas maneras.

 

-- ¡Husk tráeme otra! -- grito la caja parlante al gato.

 

El gato asintió mientras se movía buscando lo que le pidió. Alastor lo veía, queriendo acariciar ese suave pelaje. En cuestión de segundps tenía otro vaso con el líquido caoba.

 

Alastor lo miró, no queriendo más de ese líquido infernal, que quemaba su garganta y le traía esa emoción que casi había olvidado. Sin embargo, esa mirada que le didacba Vox, entre desafiante y divertida, como si lo invitara a continuar le inspiraba ganas de continuar. No era como la mirada de los serafines, dura y con esa sonrisa en su rostro, que (a pesar de causarle confianza y alegria) le provocaban otras senssciones; Alastor prefería ver ese rostro antes que la mirada de algún serafín.

 

Así que, tal vez fue por esa mirada, que Alastor cerró sus ojos y trató de tomar el líquido de un solo sorbo pero se detuvo a la mitad, no pudiendo más con el ardor tosió como si se ahogara

 

-- Tranquilo. -- dijo la caja parlante dándole unos toques a su espalda. -- No te apresures, después de todo todavía hay una eternidad por delante.

 

Vox sonrío, cerrando sus ojos por un momento. Esa imagen se quedó (y se quedara para siempre) grabada en su mente, y la atesoraría como uno de sus recuerdos favoritos. Alastor coloco una sonrisa tranquila, con sus ojos cubiertos le dedicó una mirada de adoración, distinta a como había visto todo el lugar. Se podría describir mejor como una mirada de admiración mezclada con cariño.

 

-- Si... todo una eternidad. -- dijo Alastor, pero no sabía si volvería de nuevo. Ante esa mirada Alastor tomo el resto del trago sonriendo un poco más (casi como orgullo).

 

Tal vez Husk se harto de esas miradas, o el ambiente tan raro que se había creado entre ambos, porque el gato tosió exageradamente mientras tomaba su vaso. Antes que Alastor pudiera decir algo de manera silenciosa le pregunto si quería otro, Vox asintió por él terminando el líquido como si de agua a un sediento se tratara.

 

Husk fue por otra ronda de bebidas en algo de silencio, pero con ruidos y movimientos exagerados. Como si ese gato quisiera que supiera que él estaba en ese lugar.

 

-- ¿Desde cuando te gusta? -- pregunto Alastor con la misma curiosidad con la que lo llevo a ese lugar.

 

Vox reacciono tomando de inmediato el otro vaso qué Husk le entrego. Esta vez, si es posible, con más desesperación que antes. El gato lo ignoro para darle el otro vaso a Alastor, quien movió el vaso de un lado a otro indeciso.

 

-- Bueno... -- empezó Vox, tamborilenado sus dedos en la mesa, como si sus manos de repente necesitarán estar ocupadas. -- Desde que estaba vivo... creo que a principio de mis 20.

 

Husk se río, soltó una carcajada limpia y burlona mirando directamente a la caja parlante. Alastor no entendío el chiste y se preguntó que es tan divertido dando un pequeño trago al vaso. Su mente empezaba a estar algo más nublada de lo qje recordaba.

 

-- ¡Oh vamos! -- soltó en medio de sus carcajadas -- Pensé que lo habías adquirido desde los 12...

 

La caja parlante cambio un momento de canal a uno de estática con sus ojos evitando la mirada de Alator. Murmurro algo que Alastor no entendio. Luego ambos se pusieron a discutir. Alastor se dedico a ver la discusión mientras daba pequeños sorbos.

 

El mundo para Alastor se estaba volviendo difuso. Se sentí raro, lo describiría como si hubiera una boca en su estómago tratando todo a su paso. Dio otro trago mientras se removió en su asiento. Husk dijo algo sobre mentir, y Vox le respondió diciendo que él no sabe nada.

 

Alastor dio otro sorbo. Su respiración se volvió más superficial y la sensación en su abdomen no se iba. Dui otro trago. Su mente viajaba a varios lugares, abriendo puestas de pensamiento freneticamente buscando la correcta. Se terminó el vaso. Vox amenazo a Husk, y el gato rodo sus dos ojos.

 

Sin nada más que hacer Alastor se concentro en la conversación para ignorar su mente.

 

-- ... ya quisiera que tu lo intentaras. -- dijo el gato.

 

-- ¡Sabes bien que puedo hacerlo!

 

Su vista se fijo en una pequeña radio colocada en una pequeña estantería en lo más alto. No era la radio rojo flameante del pasado, era gris y oxidada, aburrida que no le dedicarías otra mirada. Pero algo le llamaba la atención. Radio, radio, radio.

 

Un pequeño recuerdo susurro en su mente, tan rápido y tan pequeño que se le olvidó de inmediato. Pero algo de una radio y sus manos humanos tocándola le llamo la atención.

 

Radio, radio, radio. Radio.

 

En ese momento, algo en su mente hizo click. No estaba en la radio. Todo lo difuso en su mente acausa del alcohol barato del gato se desvaneció y fue sustituido por miedo. Su mente creo escenarios preocupado, sobre si alguien llegaba y miraba la estación de radio vacía, ¿qué haría? ¿Cómo podría explicar siquiera su ausencia? Tendría que explicar que estaba en el infierno...

 

Los ángeles no lo perdonarían. Estaba desobedeciendo las reglas. Estaba en infierno.

 

Debía de regresar. Los ángeles no lo perdonarian si se enteraban que estaba allí.

 

Se paro del asiento sus piernas temblaban levemente. Los ángeles no lo perdonarian. La caja parlante le preguntó algo. Tal vez supo leerle la mente, o tal vez fue por como la sonrisa en sí rostro se debilitaba y como parecía un venado asustado que la caja repitió su pregunta.

 

-- ¿Todo bien?

 

Alastor no supo que responder. Incluso si supiera si respuesta, no podria decirlo su boca ae encontraba seca y pastosa, y sentia que tenia tan poca fuerca en la boxa y lengua que no podia moverlas. Los ángeles no lo perdonarian. Por más piadosos que ellos fueran, jamás lo perdonarían. No lo merecía.

 

Alastor asintió. Luego, con una mano temblorosa señaló la salida. Intentando explicarle sin palabras que debía de irse. Vox lo observo, curioso ignorando al gato. Los ojos de Vox, expresivos, mirándolo con algo de tristeza la puerta y a él. Alastor sintió tristeza por abandonarlo también.

 

Los ángeles jamás lo perdonarian. Y él no merecía el perdón de ellos.

 

Alastor salió de allí sin mirar atrás. Apuro su paso por el camino que recordaba. Los edificios tan únicos y llenos de personalidad que no fue tan difícil recordarlo. No como en el cielo, que todo los edificios se parecían unos a los otros blancos con ventanas sin ninguna clase de decoración.

 

Los ángeles jamás lo perdonarian.

 

Le dedicó una ultima mirada al infierno desde la puerta del edifico dosne estaba el portal. Una última mirada a ese lugar cargado de maldad humana.

 

Los ángeles jamás lo perdonarian. Y él no merecía el perdón.

 

Entró mirando el infierno pensando la caja parlante.

 

**

 

La no vida en el cielo siguió como si nada. Alastor siguió dando las noticias, leyéndolo sin emoción. Salía de la estación de radio, a veces se encontraba con ángeles. Muchos de esas veces terminaban en una cama o tirado en suelo.

 

 Todas esas veces terminaba con la mirada vacía. Todas esas veces se mente escapaba de oa incomodidad de su cuerpo pensanso en Vox. En su rostro, en su manera de hablar, en su voz... si los ángeles lo descubrieron... tendría un castigo peor que el infierno.

 

Extrañaba el infierno. Extrañaba a Vox.

 

-- ¡ Eso es todo, amigos! -- anuncio Alastor en la radio. -- ¡Que tengan un gran día en el cielo!

 

Era una redundancia, todo el mundo quisiera estar en el cielo para siempre tener un buen día. Incluso el gato malhumorado del bar. Incluso Vox.

 

Los ángeles jamás lo perdonarian si supiera de sus pensamientos. Ni estaría a salvo de cuantas si supieran cuantas veces al día piensa en él.

 

Alastor miro la puerta de salida. Dentro de un rato saldría, tal vez vería a Azriel o algún otro serafín o ángel. Y muy probable que pasaría el resto del tiempo con una sensación horrible en el cuerpo. Dormiría uj tiempo allí, y se levantaría para encontrar un nuevo guión para actuar en la radio. Luego se repetiría el ciclo. No le gustaba ese futuro.

 

Quería ir a ese lugar prohibido otra vez. Los ángeles no se lo perdonarian, pero ellos no deben de porque enterarse. Nunca le preguntarían donde se encontraba y por ende jamas les diría la verdad. No es mentir, es solo ocultar la verdad.

 

Antes de que Alastor pudiera arrepentirse, corrió como si su alama estuviera en juego hacia el cuarto de mantenimiento. No lo había vuelto abriri sesde qie había vuelto, pero pensaba en el portal casi tan amenudo como pensaba en Vox. Allí estaba el portal.

 

Y sin querer pensar más en el perdón de los ángeles, Alastor entró, llevando su saco blanco y sin nada que cubriera su blanco cabello.