Actions

Work Header

Pandemonium (O lo que es lo mismo: Todos los demonios del Infierno)

Summary:

La verdadera historia de la creación del infierno y la caída de los demonios. Sin Aziraphale o Crowley.

Notes:

Un día prometí que nunca escribiríamos la caída al infierno de los demonios de Good Omens y tuve la mala idea de ponerlo en el perfil, así que obviamente, había una profecía diabólica para que se cumpliera lo contrario.

Otro día nos dimos cuenta que como el noventa por ciento de los personajes que nos gustan de Good Omens son personajes originales.

Algunos días más tarde pensamos que porque no hacer nuestra propia historia al respecto.

Y ahora tenemos esto: una especie de cosa inclasificable que no es del todo un fanfiction pero tampoco una Historia Original. Está basada (pero no) en un universo similar al de Good Omens, (en el que no existen Aziraphale y Crowley o al menos no son quienes son en esa historia) con nuestros personajes originales y una versión un poco distinta de los que no son originales (Miguel, Gabriel y Belcebú).

Yo qué sé, haced lo que podáis con ella y si os gusta, dejad review o algo.

Chapter 1: El pecado Original

Chapter Text

Lucifer, en latín. Halel, en hebreo, Morning Star en inglés, Lucero del Alba en español... La estrella matutina, el planeta venus, el portador de luz. En su aspecto infantil de querubín de rizos oscuros y grandes y redondos ojos negros camina determinado hacia su objetivo levantando polvo al poner las sandalias sobre el suelo de la tierra y mira alrededor.

Busca la figura conocida de su Arcángel favorito, pero a quien ve es a una Dominación: Asmodeo. Es una figura alta y espigada, de largo pelo rubio que cae en cascada de ondas por su espalda y ojos azul celeste, está tomando un poco el sol y viendo a los peces… en su sitio favorito de la tierra. Un bonito rinconcito, junto al mar, de lo que ahora llamaríamos Europa.

—¡Asmodeo! —le llama Lucifer al reconocerle—. Hermano. La paz sea contigo.

—Bendiciones, Lucifer —Asmodeo le sonríe, un poquito sobresaltado al darse la vuelta, sin esperarle.

—¿Estás ocupado? —le sonríe de vuelta.

—Estaba admirando el hermoso paisaje que Dios Nuestra Señora ha creado —señala alrededor de manera un poco teatral.

—¿Quieres acompañarme? Tengo que hacer algo interesante que se me ha encomendado y Miguel debía acompañarme, pero no la encuentro por ninguna parte.

—¿Oh? ¿Qué es? —pregunta con curiosidad.

—Algo con los monos. Unos en concreto. Estos en los que hemos estado trabajando para que se parezcan tanto a nosotros.

—¡Ah! ¡Me gustan! Sí, sí, ¡te acompaño!

—Aun te van a gustar más después de esto, tenemos que hacer algo bueno con ellos —saca las alas blancas prístinas y se eleva tendiéndole la mano—. Inspirarles.

—¿Inspirarles? ¿Para qué? —saca las alas también, imitándole y sonriendo aún.

—No estoy muy seguro. Creo que nuestra señora proveerá cuando estemos en el lugar.

—Oh… —Asmodeo suena un poco decepcionado con eso—. Pensé que sabrías.

Lucifer le mira de reojo y... decide no responder, volando más deprisa hacia el lugar.

—¿Y en qué consiste? —Asmodeo vuela tras él.

—Ponerles de nuestra parte, hacerlos únicos. Esa... chispa pequeñita que hace toda la diferencia.

—¿Nosotros podemos hacer eso? ¿Podemos hacerlo con más animales?

El querubín se lo piensa porque no lo había valorado mientras Asmodeo hace una volteretilla en el aire porque… es bonito y divertido.

—Seguramente sí, al menos yo —decide finalmente, porque... la verdad, no ve por qué no iban a poder—. Aunque no sé si tenga gracia.

—¿Por qué no tendría gracia?

—No estoy seguro de en como resulte. Los primates están desarrollando muchas habilidades previas que les han permitido llegar hasta aquí, como ese asunto de las herramientas y de usar el fuego para preparar la comida.

—Ah, sí he escuchado sobre eso. Aunque me parece que aún no se parecen del todo a nosotros…

—¿Qué les pondrías?

—No lo sé, aún no saben hablar y están sucios... —Asmodeo arruga un poco la nariz.

—¡Pero se comunican! Aunque casi todas las especies lo hacen —Lucifer empieza a bajar el vuelo.

—Yo creo que estamos haciendo mucho alboroto por algo a lo que aún le falta…

—Nah... —se posa en el suelo—. Ya verás, va a ser grande. Lo presiento.

—Ojalá tengas razón — Asmodeo suspira, posándose a su lado.

—Claro que sí, todo será posible con la ayuda de Dios... —camina determinado hacia un lugar concreto, sonriendo y buscando.

—Alabada sea —asiente Asmodeo—. ¿Qué estamos buscando?

—A ella —se la señala al verla tras unas hojas, sonriendo. Es una hembra pequeña, debe haber tenido el periodo solo un puñado de veces en su vida. Tiene la piel oscura, los ojos profundos y está comiendo una manzana, sentada en el suelo.

—Oh…

Lucifer se humedece los labios y levanta la barbilla, porque siente que esto que va a hacer va a ser algo grande. No tanto como lo de la luz, pero según él... Nada nunca va a ser una idea más... brillante. Badum tss.

Se acerca a ella intentando vacilar lo menos posible, pero temblando un poco y con una voz un poco cavernosa, llama su atención por primera vez con una palabra. Única para ella. No significa cualquier primate, no denomina cualquier hembra o cualquier individuo que pertenezca a un grupo en el que ella esté incluida, si no que la denomina a ella.

—Eva.

Ella levanta las cejas con esa palabra, dejando de comer su manzana y girándose hacia el querubín para mirarle por entre los mechones de pelo sucio y apelmazado que le caen en la cara, con la boca abierta. Asmodeo les mira aún medio escondido detrás de un árbol, abriendo un poco la boca.

—Eva. Yo te concedo un nombre —asegura sonriéndole cariñosamente y le hace una caricia en la mejilla—. Para que sepas quién eres tú.

Ella abre y cierra la boca un par de veces como si intentara repetir la palabra y Lucifer se gira a mirar a Asmodeo, que se les acerca, mirándola a ella porque parece prestar atención y escuchar con interés a Lucifer.

—Ella… parece que entiende —Asmodeo sonríe un poco—. Eva.

Lucifer asiente y se aparta un poco para que Asmodeo la vea. Ella se gira hacia el otro ángel. Asmodeo se acerca a ella con cuidado y se agacha también al frente.

—Es muy bonita detrás de ese pelo…

Ella le sonríe un poquito.

—Es imposible no quererles, ¿verdad? —Lucifer sonríe—. Aunque sea un poco. O sea, aun pienso que les han regateado un poco en cantidad de ojos y obviamente todas las criaturas del nuestra señora merecen amor y respeto, pero...

—En realidad, sí que es diferente ella — Asmodeo estira una mano hacia ella y le quita un poco el pelito de la frente con un cariñito.

Eva cierra los ojos siguiendo la caricia.

—Eva… —vuelve a repetir Asmodeo, en un susurrito.

Ella mueve los labios como está viendo a él hacerlo repitiendo la palabra.

—¿Has visto? —Asmodeo se gira a mirar a Lucifer, emocionado.

—¡Lo ha intentado! —exclama este de vuelta, encantado.

—Siiií, ¡Sí lo ha hecho! A ver, dilo tú. Eeeevaaaaa

—Eeeeea —ella le imita otra vez.

Lucifer les mira de reojo hacer eso, con una sonrisa de lado y los brazos cruzados, cuando oye unas hojas moverse a su espalda y nota que hay otro de estos espiándoles. Un macho. Es joven también y fuerte. Lleva el pelo más o menos como ella, también de piel oscura y ojos penetrantes.

—Eeeeevvvvvaaaaaaa —Asmodeo sigue.

—E-Evaaaaa —responde ella.

—¡Siiii! ¡Así! —Asmodeo se ríe todo contento y ella sonríe también, en espejo.

—¡Eva! ¡Eva! —repite ella gritando y moviendo las manos de arriba abajo con alegría.

—¡Eso es! ¡Lo haces muy bien!

—Eva —suspira sonriendo.

Asmodeo se gira a Lucifer sin haberse percatado aún del macho a quien Lucifer ya está poniendo la mano en la cara igual que ha hecho con Eva.

—Adán —repite el proceso.

—Ohhh! Hay… ¿es como ella?

—Ahora lo es —Lucifer sonríe mirando como el macho se queda unos instantes en blanco.

—¿Le conoces? —Asmodeo le mira con atención, luego mira a Eva y le sonríe haciendo gestos con las manos—. ¿Es tu compañero? Ven, levántate.

Ahí va ella, tímidamente con el gesto de Asmodeo, con curiosidad y Lucifer se va a buscar a ver si hay otro.

Asmodeo se gira a mirar a Adán y le sonríe, este se le queda mirando a Asmodeo, un poco amenazante, levantando el palo que trae en la mano

—¡Ehh! Tranquilo. No voy a hacerte nada…

Adán mira a Eva, asustado. Ella se humedece los labios y le sonríe. A Adán se le suaviza un poco la expresión con esa sonrisa.

—No me… no me dejen interrumpir. Ve con Eva… ¿sabes decir su nombre?

—¡Asmodeo! —le llama Lucifer de repente, un poco asustado.

—¡Ah! Tengo que ir con Lucifer. Denme un momento —pide el nombrado, sonriéndoles a ambos.

—Asmodeo, ven —le apremia Lucifer.

Eva mira a Adán, porque es un chico joven y fuerte y se ve bastante guapo. Adán baja el palo y le sonríe un poquito a Eva, rascándose un poco el pecho.

—No puedo hacer más —explica Lucifer cuando Asmodeo llega, con otra hembra frente a él, un poco más mayor—. Mira —se gira a ella y hace los mismo que a los otros dos—. Lilith —pero no pasa nada.

—Oh, Lilith... Ella me parece un poco…

—Es que no sirve —Lucifer se mira las manos abriendo y cerrando los dedos.

—¿No sirve? —Asmodeo se le acerca.

—Prueba tú, ya verás —el querubín se aparta para que se pueda poner él enfrente.

—Tú nombre es Lilith… —la Dominación levanta la mano hacia la hembra y trata de hacer lo que ha hecho Lucifer, pero efectivamente, algo falta. Esa… vibración distinta en el aire.

Ella le mira con la boca abierta

—Liiiiliiith —repite Asmodeo.

Ella le sigue mirando y luego hace un gesto como de morderle, antes de reírse.

—¿Qué… le pasa? No es como los otros — Asmodeo parpadea.

—A eso me refiero... ¿Y si no podemos hacer más? —Lucifer le mira un poco agobiado con eso.

—¿Más como ellos? —Asmodeo le mira, preocupado—. No crees que…

—¿Qué?

—Bueno, Dios ha provisto que...

Lucifer le mira esperando a que termine esa frase, no es como que haya alguien con más paciencia que él en eso.

—Sean una hembra y un macho —añade Asmodeo.

—Pero... ¿Tú sabes cuánto duran estos seres? En veinte o treinta años estarán muertos, si acaso llegan a entonces y no se matan antes o se los come un depredador. ¡No habrán tenido tiempo de aprender ni de... ¡probar que vale la pena esto!

—Pero si son una hembra y un macho pueden... Hacerse más.

—¿Qué? —levanta las cejas.

—O-O… Bueno, quizás n-no — Asmodeo se sonroja un poco.

—¿T-Te refieres a que se... reproduzcan? ¿Cómo... con cachorros? ¿Y si ella muere en el parto?

—Pues... Supongo que… ¿Tendríamos que rezar para que no pasara? Tarde o temprano tendrán que… reproducirse, ¿no?

—Quizás deberíamos asegurarnos que eso pase, a lo mejor ella da a luz a otra hembra y...

—¿Y…?

—Pues dos hembras aseguran mejor la continuidad de la especie. Vamos —le hace un gesto para ir con ellos otra vez

—Aun así, no sé si... No sé cómo funcione con ellos —asiente igualmente yendo con él.

Lucifer les busca y están bajo el árbol que estaba Eva, compartiendo una manzana. Suspira un poco de alivio porque pensó que igual les habrían perdido

—Awww — Asmodeo sonríe al mirarles.

—Ehm... ¿C-Cómo hacemos qué...? — Lucifer mira a Asmodeo de reojo, un poco incómodo.

—Oh, ¿ahora? Hmmm… podríamos... —Asmodeo se lo piensa también.

—Pues es que hay asegurarnos que pasa... ¿no? Q-Quizás podría preguntarle a Miguel, ella siempre sabe cómo resolverlo todo —Lucifer se rasca la cabeza.

—No necesitamos a Miguel para esto… solo hay que darles la idea.

—Ehm... —vacila y vuelve a mirarles—. V-Vosotros dos —les llama—. Uhm... ¡R-Reproducíos! —eso quisiera haber sido una orden, pero la verdad, ha sonado a suplica y ha sido bastante patético.

Asmodeo parpadea un poco con eso que no está seguro de que funcione y se les acerca con interés a ver la respuesta.

Ambos miran a Lucifer y luego... se vuelven a las manzanas como si nada.

—Mmm no, no sé cómo funciona esto. En la naturaleza suelen hacerlo... Pues solos —Asmodeo que casi no ha observado a los animales con curiosidad, cof cof—. A ver, ven Lucifer.

Ahí va él mirando a los otros dos de reojo.

—Eh, miren… —Asmodeo les hace unos gestos con las manos a Adán y Eva para que los miren —, ¿porque no se abrazan un poco y se dan un besito así?

La dominación le da un besito súper casto a Lucifer en los labios, este sonríe con ese besito porque los besos de los ángeles siempre son signos de amor muy puro.

Eva mira a Asmodeo y a Lucifer e inclina la cabeza. Adán mira a Lucifer y a Asmodeo y que no se diga que es del todo tonto, se gira a mirar a Eva.

Ella le sonríe y él le sonríe de regreso… y entonces ella se vuelve a su manzana para la frustración de ambos ángeles.

¡Ugh! Lucifer aprieta un poco los ojos.

—Quizás tiene hambre… y quizás no se puede hacer eso con hambre —comenta Asmodeo inocentemente.

—¡Lleva como una hora comiendo estas estúpidas manzanas! ¡Niña! ¡Cómetelo a él! —protesta Lucifer tomando la cabeza de Eva para obligarla a que mire a Adán.

Adán se tensa con eso dándole a Lucifer un pequeño manotazo y este levanta las cejas soltando a Eva y apartando las manos.

—¡Tú! ¡No seas tonto, te estoy ayudando! —protesta el querubín y Eva se aparta de Lucifer para acercarse más a Adán.

—No, no, miren… así —insiste Asmodeo volviendo a darle un besito a Lucifer.

Adán hace cara de desagrado porque está entendiendo que hay que besar a Lucifer mientras abraza instintivamente un poco a Eva. La verdad, ella se apoya sobre el pecho de Adán un poco asustada y cuando siente su brazo, ni siquiera mira a los otros dos.

Adán les gruñe un poco, notando a Eva asustada y Asmodeo aprieta los ojos.

Lucifer facepalm.

—Tú —señala a Adán—. A ella. Bésala —le hace gestos con las manos para que se acerque y se señala la boca y luego la de Asmodeo.

Eva ni siquiera les mira a ellos. Adán sigue frunciendo un poquito el ceño porque mira que Lucifer está gritando unas cosas raras que desde luego no entiende, aprieta más a Eva contra sí, protectoramente y replica con unos sonidos extraños.

—¿Será que tienen que reproducirse de modo diferente ahora? A lo mejor ella tiene que poner huevos o echar esporas —pregunta Lucifer a Asmodeo porque a alguien se le ocurrió eso de los huevos que a él le parece una estupidez desorganizada y burda, pero pues no estamos para cuestionar el plan de Dios.

—¿Es… poras? —Asmodeo mira a Eva de arriba a abajo—. ¿Tú crees?

—Huevos —suelta Adán de la nada, mira como no eres capaz de reproducir otras palabras pero huevos, sí.

—Como las setas, ¿las has visto? —Lucifer hace un dibujo en el aire de una seta con el dedo, resiguiendo la silueta.

Y Eva, se encandila aún más con que Adán sea tan inteligente para hacer esos sonidos tan gráciles y difíciles y poder discutir con estos dos seres raros, definitivamente no hay hombre en el mundo más elocuente que este. Le pone una mano en la mejilla.

—Sí, sí… pero… como van a… —alega Asmodeo.

—No lo sé, a lo mejor si hace así con el pelo —Lucifer sacude la cabeza porque la verdad, le parece que si cualquiera de ambos hace eso va a salir un montón de barro y piojos y quizás esporas también.

Ugh. Adán mira a Eva ignorando a los otros dos que parecen no estar tampoco especialmente agresivos y ella le mira a los ojos, haciendo un poco de fuerza con la mano para que se acerque, entreabriendo la boca.

—Oh, mira qué bonito se te ve —Asmodeo le sonríe —. El mío también se ve bonito si lo hago.

—Ah, sí, ya sabes que lo cuido mucho —sonríe Lucifer metiéndose una mano en los rizos.

—Yo también cuido el mío, he visto que con un poquito de aceite de árbol brilla más —sigue la dominación.

Adán abre la boca azorado con esto, pero le deja hacer. Eva es la que cierra los ojos y besa a Adán un poquito, sin acabar de saber por qué, pero le ha parecido que... sus labios se veían apetecibles y quería probarlos.

—Ah, ¿sí? ¿De qué árbol? —Lucifer inclina la cabeza interesado en esto.

—Mmm no veo aquí… —Asmodeo se gira a buscar y le hace gestos con las manos—. Uno que tiene unas hojas así puntiagudas.

Adán sí que hace lo que recomendó Lucifer, que es comerse a Eva de manera súper instintiva.

Ella iba a separase después de eso, pero como le parece que está respondiendo bien, le abraza del cuello, de repente teniendo un montón de calor.

Adán tiene más que calor, la verdad, sosteniendo a Eva de la cintura.

—Oh, bueno, ya me lo mostrarás luego —Lucifer se encoge de hombros.

—Sí, si… lo esparces con las manos y luego te pones eso que queda ahí en el pelo y lo ma… ohhh! —levanta las cejas al mirar a Adán y a Eva, que no había notado lo que estaban haciendo.

Lucifer parpadea al notar que Asmodeo se gira y se gira también, llevándose las manos a la boca al ver a los otros dos.

—¡Iiiih! —exclama, porque eso que hacen no es el beso casto que les estaban enseñando él y Asmodeo.

—Oh… oh. Mira como... S-Si e-entendieron —balbucea la dominación, un poco nerviosito.

—No, pero esto no... A-Algo... Ehm... ¿Seguro que esto era lo que tenía que pasar? —Lucifer le mira, incómodo.

—N-No lo sé. Pero parece más como los leones que las esporas…

Lucifer mira a Asmodeo y luego a Adán y Eva, que, la verdad, le hipnotizan un poco, cosa que no le había pasado nunca con otros animales. Inclina la cabeza de manera un poco cómica.

—S-Será que… Bueno, ellos dos… Está esto siendo como diferente, ¿no? Se siente en el aire —Asmodeo les mira con mucho interés.

—Es como... Es... Es como...—no sabe ni como describirlo. Le diría que es como si fueran dos ángeles haciendo esto pero le parece absolutamente sacrílego solo de pensarlo y no se atreve a decirlo en voz alta.

—Dos ángeles —susurra Asmodeo.

—¡Noooo! —chilla el querubín como si acabara de acusarlo de ello. El SALTO que pega Asmodeo.

—S-Somos tú y yo… digo, o sea dos ángeles viendo esto es… No debería —intenta desestimar la idea que parece ser tan escandalizante para no sonar culpable.

—No, no, no, no, ¿cómo vas a decir eso? —sigue el otro sin poder creerlo. Hace algunos gestos para santiguarse.

—¡Estoy diciendo que tú y yo mirando! —se defiende, señalándoles.

—TÚ Y YO MIRANDO NO ES... no... ¡NO! —sigue, histérico, haciendo gesto con las manos.

—Shhh! ¡No les interrumpas! —le riñe Asmodeo.

—¿Que no los...? ¡Claro que voy a interrumpirlos! ¡Esto está MAL! Ni siquiera sé por qué pero... —Lucifer sigue haciendo aspavientos.

—Pero ¿no tenían que reproducirse? —Asmodeo se sonroja un poco, apretando los ojos porque estos gritos no le ayudan a sentirse menos culpable. Ugh.

—P-Pues sí, p-pero... —se detiene un poco e inclina la cabeza mirando esos movimientos de cadera, arrugando un poco la nariz y sonrojándose—. Creo que deberían hacerlo por esporas —asegura apretando los ojos.

Adán empieza a hacer unos RUIDOS que a Asmodeo le está empezando a hacer tienda de campaña la túnica.

—Tenemos que irnos —Lucifer se tensa sintiendo ALGO MALO.

—S-Sí, sí deberíamos.

Lucifer le toma de la mano corriendo, asustado, porque lo que siente es la ira de Dios. Y va a saber que han sido ellos... saca las alas dispuesto a intentar hacer creer a cualquiera que venga a preguntarles que ellos estaban lo MÁS LEJOS que nadie ha estado nunca de esto. Al otro lado del mundo. Al otro lado del UNIVERSO. Arreglando un agujero negro. ¿Eva? ¿Qué Eva?

Asmodeo mira a Adán y a Eva de reojo, pensando que… o sea… es que se SIGUE SINTIENDO ALGO RARO EN EL AIRE.

—Vámonos, ella va a venir, va a venir a preguntar. Tenemos que ir al cielo... le diremos que no sabemos nada, l-le diremos que... les dimos una manzana. ¿Qué puede haber de malo en una manzana?

—S-Sí. U-Una m-manzana. Una manzana —repite Asmodeo empezando a asustarse un poco.

—Aunque si le decimos eso sabrá que si estuvimos aquí. L-Le diremos que... fue una serpiente. La serpiente les dio la manzana.

—¿Cuál serpiente? —pregunta Asmodeo pensando que… ¿Cómo le va a dar una serpiente la manzana si no tiene brazos?

—No tengo ni idea. Ugh. Miguel me va a gritar por horas —el querubín aprieta los ojos—. Se supone que tenía que venir con ella a hacer esto.

—Debiste venir con ella.

—Pues es que no sé dónde estaba... —se disculpa.

—Es que no quería yo meterme en problemas... aunque has dicho que te han encomendado hacer esto.

—S-Sí, pero no creo que quisiera que terminara así.

—Pero ¡tú has dicho! —Asmodeo le acusa.

—Ugh, no lo sé, Asmodeo. Solo se ha sentido algo muy raro —protesta con eso y le mira de reojo todo preocupado mientras sigue volando hacia el cielo.

—Y-Yo también lo he sentido—admite la dominación—. No me ha parecido algo desagradable, solo sí fue algo muy raro.

El querubín prefiere no pensar mucho al respecto.

Cuando llegan al cielo, Daniel está en la puerta esperándoles, todo agitado. Es un principado y su tarea es estar en la puerta del cielo como una especie de recepcionista. Es bajo, de cabello rubio ceniza y ojos café.

—Uhhh... —susurra Asmodeo.

—¡Lucifer! ¡Asmodeo! Venid, venid... está todo el mundo buscándoos, pasad a la sala seis, rápido —Daniel los apresura.

—Oh, cielos —protesta Lucifer con eso mirando a Asmodeo de reojo y luego se vuelve a Daniel—. ¿Dónde está Miguel?

—¿B-Buscándonos? ¿Por? —pregunta Asmodeo agobiado.

—Debe estar ahí, me ha preguntado por ti varias veces —asegura Daniel para Lucifer y luego se vuelve a Asmodeo—. No lo sé, el Metatrón...

—El Metatrón... —Asmodeo arruga un poco la nariz.

—Ha dicho que Dios ha... ha dicho que vayáis para allí, que es importante.

—D-Dios... —sigue repitiendo Asmodeo estúpidamente.

—Ugh. Tú... ehm... Tú acógete al plan y déjame hablar a mí —le pide Lucifer a Asmodeo—. Gracias, Daniel. Dios te bendiga.

Asmodeo asiente y asiente otra vez. Y ahí se van a la sala donde hay unos cuantos ángeles ya, pero no todos.

Asmodeo se sacude un poco la ropa y la verdad es que para ahora aquello que le hacía tener un poco de más vuelo en la túnica, ya no tiene ningún impacto con el susto de todo esto.

Ahí va Lucifer directo hacia Miguel, la que es igual a Dios. Es una Arcángel alta y fuerte, de ojos azules y con un complicado peinado en la cabeza a base de tirabuzones de color castaño.

—¡Lucy! ¿Qué ha pasado? —pregunta ella al verle llegar.

—¡Te estaba buscando! —exclama este acercándosele.

—¿En dónde estabas?

—En la tierra —sonríe sinceramente, tan orgulloso—. ¡No vas a creerte lo que hice cuando lo veas! P-Pero creo que algo fue mal...

—¿Qué hiciste? —le sonríe igual.

—Lo que teníamos que hacer los dos... pero yo solo, porque como tú no quisiste venir conmigooo —sonríe, molestándole un poquito.

—¡No es que no quisiera! Quería ir, ¡solo es que no pude! ¿Ha sido divertido? ¿Sí son tan geniales los nuevos animales?

Asiente, riendo un poco porque no lo decía de verdad.

—¿Cómo ha ido? Cuéntame.

—Ha ido muy bien. Son dos... personas. Son muy listos. Enseguida hemos tenido que venir aquí.

—¿Son dos personas?

—Son como nosotros.

—¿De verdad? ¿Estos SI? — Miguel levanta las cejas.

Lucifer asiente.

—¡Tengo ganas de conocerlos! —exclama ella ilusionada.

—Te van a gustar —asegura en lo que empiezan a entrar a la sala toda blanca y dorada con paredes transparentes y nubecitas en las esquinas. Hay musiquita de arpa de fondo porque es importante la ambientación auditiva y olorcito a incienso y a flores.

—Eso espero. ¿Sabes para qué estamos aquí? —pregunta la Arcángel.

—A-Algo... No. En realidad, no —se muerde el labio desviando la mirada.

—A ver ahora que nos expliquen —le sonríe y se sienta.

—Quizás... h-habría que... t-tú y yo... uhm —vacila Lucifer mirándola de reojo y pensando en Adán y Eva y lo que hacían.

—¿Habría de qué? —pregunta ella, estirándose un poco al sentarse.

—Probar... una cosa —se sienta a su lado sin mirarle, con los demás, sonrojándose un poco por proponerlo.

—¿Probar qué cosa? —Miguel le mira, súper atenta.

—Ehm... —traga saliva porque quizás no debería pero pues... la verdad, le dio curiosidad y más aun con la idea de que Adán y Eva parecieran dos ángeles—. L-Luego te lo... m-muestro.

Todos cuchichean un poco unos con otros mirando al Metatrón de reojo, mientras esperan. Es otro querubín como Lucifer, lleva el pelo corto liso pulcramente peinado y la túnica perfectamente planchada. Es la voz de Dios.

—Vale, vale, suena interesante —Miguel sonríe un poco y el Metatrón se aclara la garganta para que todos se callen, muy serio, mirando hacia Lucifer.

—C-Claro que sí, cuando te... ehm —Lucifer nota que le mira y se calla, bajando la cabeza—. P-Perdón.

De repente, Gabriel, el mensajero e Dios y uno de los Arcángeles, con el pelo oscuro y sus ojos violetas, entra en su especie de trance habitual, brillando como si fuera una lámpara, levantándose y acercándose a Lucifer.

Este le mira y le sonríe, un poco nervioso, buscando a Asmodeo de reojo porque todos saben qué significa eso. Gabriel le pone las manos en los hombros y cierra los ojos pasándole el Mensaje De Dios TM.

Uhh… El Metatrón levanta las cejas sin esperar eso, sinceramente.

No es tanto un texto o unas palabras como un sentimiento de que todo está bien, va con el plan y no hay nada de lo que tenga que preocuparse. Van a hacer esto para él y le va a gustar, tiene que confiar en el plan y tener fe. Lucifer parpadea con esa sensación y Gabriel suspira dejando de brillar y saliendo de su trance.

—Ehm... creo que ya está. ¿Estás bien? —le pregunta Gabriel.

Lucifer asiente, en realidad sí sintiendo calma con ello porque no es la clase de mensaje que se le envía a alguien que no... con quien uno está enfadado. Le sonríe a Gabriel y luego se vuelve al Metatrón.

Asmodeo… Debo decir que está un poco indignado esperando que Gabriel le entregue un mensaje a él también.

Gabriel sonríe complacido también y solo se va a sentarse a su sitio. Asmodeo se revuelve en su sitio. Absolutamente NADA tranquilo.

Lucifer le mira de reojo y le guiña un ojo en señal de que confíen en él, que todo va a estar bien, porque no sé quién de todos es peor en temas de comunicación y Asmodeo le sonríe un poquito tímidamente.

La puerta se aaaabre otra vez y entra Raguel, el Arcángel de aspecto más anciano, es calvo y de ojos pequeñitos, viene acompañado de un par de ángeles menores que van cargando un LIBRO, dorado, grande con muchas grecas en la portada. Él se encarga de apuntar los pecados que cometen los ángeles.

Lucifer busca la mano de Miguel discretamente porque... "Sí, sí, vale, cálmate y todo lo que tú quieras, Mamá, pero..."

Miguel entrelaza sus dedos con los de Lucifer y se la aprieta.

—Bien, si ya está aquí Raguel, creo que podemos comenzar —declara el Metatrón y todos les miran—. Les he pedido que vengan a esta reunión urgente por solicitud directa de Nuestra Señora —sigue.

—¿Qué es lo que ha pasado?—pregunta Remiel, el de aspecto más joven de los Arcángeles, de piel trigueña, ojos oscuros y rasgos hindúes, está un poco confundido con la actitud seria de todo el mundo.

—Se nos ha encomendado revisar el libro de Raguel de manera urgente —explica el Metatrón y Asmodeo TRAGA SALIVA con tanta fuerza, que más de un ángel a su alrededor lo escucha.

—¿Por?

Metatrón vacila un segundo.

—Los caminos de nuestra señora son inescrutables, solo sabemos que es imprescindible hacer una revisión del libro y que habrá cambios importantes en el cielo —explica el querubín.

—¿Cambios? —pregunta Gabriel ahora.

—¿Qué tipo de cambios? —pregunta Sariel también, ella es una Arcángel, de aspecto femenino, pelo rubio lacio y ojos azules.

—He sido informado de ello, sí. No sé cuáles serán esos planes, pero sé que habrá cambios importantes relacionados con los Humanos —sigue el Metatrón.

—Es esa parte nueva que se estaban haciendo abajo, ¿verdad? —pregunta Rafael, este es muy delgado y pelirrojo, lleva el pelo largo sujetado en una cola alta y unas gafas de montura dorada que no necesita, es quien se encarga de Sanación en el cielo—. No para de venir gente accidentada de ahí, no sé qué está pasando, pero es peligroso.

—Ah, sí. Uno de mis chicos vino de ahí y me dijo que era un absoluto DESASTRE —asiente Azrael, el último de los Arcángeles, su pelo es oscuro, largo y rizado, también sus ojos son oscuros y profundos, es de complexión atlética con una gran musculatura.

—No deberíais hablar así de las cosas que crea nuestra señora —les riñe Gabriel a ambos.

—¡Pues parece ser peligroso! —Azrael pone los ojos en blanco.

—Yo solo digo que vayáis con cuidado si tenéis que hacer cosas ahí —se defiende Rafael.

—¿Tú lo has visto? —pregunta Lucifer a Miguel en un susurro.

—Solo he oído algunos rumores… creo que exageran —Miguel niega con la cabeza.

—Bueno, ¿entonces? —Remiel se vuelve al Metatrón esperando que les diga algo más o con Raguel para que vean qué es lo que pasa antes de que se desmadre la conversación como siempre.

—Raguel, por favor… —pide el Metatrón.

—Estamos haciendo el juicio del Querubín Lucifer y la Dominación Asmodeo —empieza Raguel.

—¿J-Juicio? —pregunta Lucifer apretando un poco la mano de Miguel.

—¿Juicio de… qué? —pregunta Miguel escandalizada.

—De las acciones ocurridas el día de hoy —sigue Raguel.

Lucifer abre la boca con azoro y mira a Asmodeo, porque la palabra juicio... pero Dios le ha dicho que confíe. Pero JUICIO. Y le ha prometido a Asmodeo...

—No hay nada de qué juzgar a Asmodeo hoy. Yo lo he hecho todo —Lucifer suelta a Miguel y se pone en pie.

Asmodeo abre la boca con eso.

—Lucifer… —advierte Raguel—. Sé que lo hicieron los dos.

—No. Fui yo. Él solo vino conmigo porque yo se lo pedí, porque no encontré a Miguel —explica señalándoles—. Y tampoco pasó nada. Solo le... vi a una serpiente dar una manzana a uno de los simios.

—¿Una manzana? —pregunta Miguel. La verdad, algunos parpadean con eso porque... una... ¿serpiente? ¿Y qué tiene que ver aquí una manzana?

—O-O sea... ya no son simios. Ahora son un hombre y una mujer. Adán y Eva —se explica Lucifer haciéndose un lío—. Es decir... ella tenía una manzana. Estaba todo... predispuesto.

—¿Y la serpiente? —pregunta Gabriel sin entender.

—L-La serpiente fue la que... le dio la manzana. A Eva. Y ella... ella... la comió y luego le dio a comer a Adán. ¡Fue ella!

—¿Pero cuál es el problema con comer manzanas? —pregunta Rafael inclinando la cabeza.

—Yo tengo algo diferente anotado en el libro —asegura Raguel.

—Yo vi a la serpiente, Lucifer dice la verdad —miente Asmodeo, en pánico.

—P-Pues... —Lucifer mira a Asmodeo y luego a Miguel, recordando que ante le ha dicho que quería hacer eso con ella y se sonroja—. N-no lo sé, los caminos de nuestra señora son inescrutables...

—¿Qué tienes tú anotado? —pregunta Remiel a Raguel.

—Querubín Lucifer: Soberbia, arrogancia, mentira, orgullo, soberbia, soberbia, mentira…

—¿Qué? ¿S-Soberbia yo? —protesta frunciendo el ceño enfrentando a Raguel—. Más bien, Arcángel Ragel: Envidia de mi poder qué es prácticamente igual que el de Dios a pesar de estar jerarquías por debajo del tuyo.

Debe sentir que le abanican los parpadeos de todos.

—Ira, soberbia —agrega Raguel mirándole.

Lucifer se humedece los labios con fiereza y luego mira hacia arriba... la luz ambiental se apaga y aparece un dramático rayo de luz sobre él acompañado de un coro de voces misterioso. Luego un agujero bajo sus pies haciéndole gritar y caer hacia abajo. La tierra se lo traga y luego el suelo, la luz y toda la sala vuelven a su estado normal con un absoluto silencio.

Cielos.

TODO el mundo está en silencio por unos largos instantes. En tensión, asustados, preguntándose qué acaba de pasar y sin querer ser el que le ponga voz a esa idea.

Asmodeo tiene TODAS LAS GANAS DEL MUNDO de salir CORRIENDO de ahí pero el pánico lo mantiene en su silla. Aferrado a ella con TERROR.

Se abre el rayo de luz ahora sobre él. Siguiente.