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Bruce puede sentir que ya le está entrando una jaqueca colosal. Cuando bajó tranquilamente a la Cueva esa noche, esperaba trabajar en un turbio caso de evasión de impuestos que podría haber estado relacionado con Roman Sionis. Claramente, tendrá que posponerse indefinidamente—. Dick —dice, sin estar del todo seguro de cómo reaccionar—, ¿quién es ese?
Dick lo mira parpadeando desde su lugar en la colchoneta de ejercicio. Hay un plato roto con macarrones con queso esparcidos por todas partes a su lado, al igual que lo que parece ser la vieja figura de acción de G.I. Joe del ático. Parece la imaginación de un niño en la escena de un crimen—. Mi mochuelo —dice Dick, como si estuviera describiendo el clima.
—¿Hiciste qué? —Oh, Bruce no necesitaba lidiar con un Talon antiguo traumatizado que piensa que necesita comenzar una familia de búhos minis que anda apuñalando a la gente con cuchillos de mantequilla para divertirse. La afición de Dick por clavarles objetos agudos a humanos acaba de refrenarse, y él estuvo con ellos durante más de dos años, desde que Bruce y Jason lo rescataron de la Corte.
Quizás podría haber hecho un mejor trabajo al explicarle a Dick el proceso de acoger niños descarriados.
—¡Mmh! —grita el niño cautivo en el regazo de Dick a través de la mordaza.
—Dick —dice Bruce, esforzándose mucho por mantener la voz estable—, tienes que volver a ponerlo donde lo ro… conseguiste —Se pregunta si los padres del niño ya se han dado cuenta de su ausencia. Conociendo su suerte, ya han presentado un informe policial. ¿Cómo se supone que devolverán al niño cuando conoce sus identidades secretas? ¿Su ubicación?
Dick le da a Bruce una mirada increíblemente ofendida y acerca al niño que se está retorciendo en su lugar—. ¡No! ¡Él es mío! —Parece que va a saludar a cualquiera que se le acerque con una daga en el ojo.
Bruce se desespera. Incluso él no intentaría enojar a Dick en uno de sus estados de ánimo. Una pierna rota, tres costillas rotas, una laceración y una conmoción cerebral (al mismo tiempo) le enseñaron eso—. Dick…
—¡Mrghjagh!
—Está bien —decide Bruce, levantando las palmas de las manos—. Lo primero es quitarle la mordaza.
Dick mira al niño con cariño (el abrupto cambio de expresión le da a Bruce un latigazo emocional) y se rasca el rebelde cabello oscuro con un dedo, para disgusto del otro—. Le gusta morder.
—Porque lo secuestraste —gruñe Bruce, al borde de la histeria y tratando con todas sus fuerzas de no demostrarlo.
—Le están saliendo los dientes —Algo que Dick aprendió de Animal Planet. La televisión fue una de las primeras cosas que aprendió a gustarle, además de apuñalar, y comenzó a citar sus programas favoritos en cada oportunidad percibida, para diversión de Alfred y frustración de Jason.
—Dios mío —gime Bruce en voz baja, poniendo su rostro entre sus manos.
La puerta de la Cueva se abre de golpe—. Guau, Bruce, ¿otro? ¿No es suficiente un arma de destrucción masiva con TEPT para ti? —dice Jason, alegremente, bajando las escaleras a saltos. Lleva su sudadera con capucha roja harapienta, lo que significa que había planeado bajar para molestar a Bruce y no ayudarlo como Robin—. ¿Cuántos años tiene este? ¿Siete?
El niño suelta un grito de indignación.
—Tiene diez años —dice Dick con una sonrisa orgullosa.
—Bastante pequeño para su edad —agrega Jason.
—Quítale la mordaza —gruñe Bruce, apuntando bruscamente a Dick.
Dick parece molesto, pero hace lo que le dijo, desatando la mordaza y permitiendo que el niño trague aire y frustre el ceño a todos. Tiene las mejillas enrojecidas por la ira, la humillación o ambas cosas—. ¡Pagarán por esto, bárbaros! —grita, con un acento marcado.
Bruce casi tiene un aneurisma—. ¿Lo volaste de Nanda Parbat?
—No —dice Dick—. Del alcantarillado.
—Maldita sea, ¿el nene es de la Liga? —dice Jason, agachándose para estar a la altura de los ojos del niño—. Parece un pequeño gatito.
—Es mi mochuelo.
El niño espeta una serie de maldiciones selectas en árabe, urdu y francés, por si acaso. Dick acaricia su mejilla, sonriendo satisfecho, y el chico se aleja.
—Está bien —dice Bruce, respirando hondo e ignorando la vena que le palpita en la sien—. Vamos a… resolver esto —No tiene idea de cómo, pero lo harán. Dick no puede mantener a un miembro potencialmente de alto rango de la Liga de Asesinatos como su hijo adoptivo. El lado positivo es que esto no podría empeorar.
—¡Libérame en este instante! —chilla el niño. Dick lo hace callar, cariñosamente. Recoge la figura de acción y la agita frente al niño, lo cual no tiene sentido, porque las manos del niño están atadas a la espalda. Bruce tiene la sensación de que el niño no juega con figuras de acción.
Jason hace una mueca—. ¿Podemos volver a ponerle la mordaza? Suena como Talia —Se detiene, entrecerrando los ojos—. También se parece a Talia. Oye, mocoso, ¿eres su sobrino o algo así?
El chico deja de retorcerse y lo mira incrédulo—. ¡Soy su hijo, imbécil, y mi abuelo se enterará de esto!
Me equivoqué, piensa Bruce aturdido, mientras se desata el infierno en la cueva.
Esto se puso mucho peor.
